Revista de Estudios Sociales, 28 - OpenEdition Journals

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Revista de Estudios Sociales 

28 | Diciembre 2007Sexualidades

Edición electrónicaURL: https://journals.openedition.org/revestudsoc/19075ISSN: 1900-5180

EditorUniversidad de los Andes

Edición impresaFecha de publicación: 1 diciembre 2007ISSN: 0123-885X

Referencia electrónicaRevista de Estudios Sociales, 28 | Diciembre 2007, «Sexualidades» [En línea], Publicado el 21 abril 2018,consultado el 27 julio 2021. URL: https://journals.openedition.org/revestudsoc/19075

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ÍNDICE

Presentación

PresentaciónMaría Mercedes Gómez

Dossier

Los usos Del sexoKatherine M. Franke

El sexo y la revolución:la liberación lésbico-gay y la izquierda partidaria en BrasilRafael De La Dehesa

¿Se nace o se hace? Repertorios interpretativos sobre la homosexualidad en BogotáAngela María Estrada Mesa, Marlon Ricardo Acuña Rivera, Leoncio Camino y Martha Traverso Yepes

Violencia, homofobia y psicoanálisis:entre lo secreto y lo públicoMaría Mercedes Gómez

La transformación transatlántica de la monja alférezChloe Rutter Jensen

En un instante: la teoría de la representación como crítica queer/feminista de la violenciaKatharina Pewny

La fuerza expresiva del deseo en Lan Yu de Stanley KwanDavid L Eng

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Debate

Parejas del mismo sexo: entre la justicia y la política

Documentos

Archivo General de la NaciónSección: ColoniaFondo: Criminales, Tomo / Rollo 65, Folios 848r.v. y 883r. a 887r

Lecturas

El reto de pensar la distribución: A propósito del libro de Janet Halley, Split Decisions: Howand Why to take a Break from FeminismHalley, J. (2005). Split Decisions. How and Why to Take a Break from Feminism. New Jersey: Princeton UniversityPress.Isabel Cristina Jaramillo

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Presentación

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PresentaciónMaría Mercedes Gómez

1 Este número señala algunos de los desafíos que plantea la exploración crítica de las

sexualidades en la investigación en Ciencias Sociales, así como las posibilidades queabre dicha exploración. Cada uno de los artículos es un ejemplo del carácter transver-sal de la pregunta por la sexualidad y una confirmación de la riqueza de lainterpretación cuando se libera de límites disciplinares. Aunque estos estudiosenfatizan o se vinculan a las lógicas de la antropología, los estudios legales, la cienciapolítica, la psicología social, el análisis literario y del discurso, los estudios sobre teatroy el psicoanálisis, el tratamiento de sus asuntos desafía tales lógicas y exige repensar losmétodos y hasta los presupuestos teóricos de las mismas.

2 Los estudios críticos sobre sexualidad giran en torno a la discusión contemporánea que

re- visa las tensiones entre la afirmación de identidades políticas (LGBT) y ladeconstrucción de las mismas (teoría queer). La sigla LGBT refiere a lesbianas, hombresgay, bisexuales y transgeneristas, y con ella se presenta la mayoría de los movimientossociales que reivindi- can la lucha por el reconocimiento de identidades diversas odisidentes de las identidades heterosexuales. Los grupos y movimientos LGBT buscan elreconocimiento legal, cultural y social de sus diferencias y la inclusión paritaria yparticipativa de sus miembros en los deberes y derechos de todos los ciudadanos. Poreso, muchas de sus reivindicaciones tie- nen que ver con lo que Nancy Fraser definecomo soluciones de tipo afirmativo1, es decir, con soluciones que atacan procesosdiscriminatorios e injusticias sociales en un orden establecido, sin cambiar los pilaresque sostienen el orden mismo.

3 La teoría queer, por su parte, surge como un esfuerzo por revelar los límites de la

política de la identidad, en tanto ésta opera con identidades rígidas e invariables en eltiempo. Su trabajo consiste en demostrar cómo y por qué las reivindicaciones deidentidad son exclu- yentes, afirman y fortalecen jerarquías binarias y colaboran a lapreservación de órdenes establecidos. Esta teoría afirma la flexibilidad y fluidez deldeseo y sus identificaciones, y al hacerlo quiere mostrar que la organización del mundoen binarios de género, orienta- ción sexual y raza, entre otros, es el efecto de los límitesque imponen y la naturalización que ejercen las regulaciones políticas y sociales.Asimismo, considera la explicación bi- naria del mundo como inadecuada para abarcar

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las variaciones y multiplicidades en que se construye y despliega la subjetividad. Poreso, se piensa política de manera radical y dirige sus esfuerzos a la deconstrucción deidentidades y a las transformaciones políticas al modo de lo que Nancy Fraserdenomina soluciones transformadoras a la injusticia2; esto es, soluciones que no sólocompongan las injusticias particulares sino que socaven el orden regulativo fuente delas mismas.

4 En este número presentamos un Dossier con siete artículos que tratan, desde diferentes

perspectivas, temas que tienen que ver con sexualidades no-normativas, es decir,sexua- lidades que se separan de las prácticas y definiciones de la norma (hetero)sexualy que al hacerlo reflexionan también sobre los usos analíticos y explicativos de losexual y la sexua- lidad. Omitimos la acostumbrada sección Otras Voces porque creemosque la selección está compuesta fundamentalmente por voces alternas; voces que estánen la academia preguntando y arriesgando explicaciones “desde el márgen [disciplinar]hacia el centro”–la expresión es de bell hooks– sobre la construcción del conocimientoy los desafíos que se erigen ante la reflexión social y cultural contemporánea.

5 Los primeros cuatro artículos organizan sus argumentos a partir de investigaciones

empíri- cas, historia política o casos jurídicos. El artículo de Franke trata sobre loslímites y peligros de usar el sexo y lo sexual como categorías centrales para describir yjuzgar violencias de gé- nero, de raza y de religión. Analiza interpretacionesantropológicas de las prácticas seminales de los sambia, el ataque de policías de NuevaYork al inmigrante haitiano Abner Louima y el tratamiento que el Tribunal CriminalInternacional dio a las violaciones de hombres y mu- jeres en la antigua Yugoslavia.Propone un desplazamiento desde la discrecionalidad jurídica que afecta al uso de lascategorías de “sexo” y de lo “sexual” hacia el campo más incluyente del derechointernacional humanitario.

6 El artículo de De la Dehesa parte de la noción de ‘campo cultural’ como un orden nego-

ciado y desde allí se aproxima a los acercamientos, divisiones y tensiones que se presen-taron en el escenario político de la izquierda partidaria en Brasil con el surgimiento delmovimiento de liberación homosexual a finales de la década de 1970 y principios de1980. Señala también los cambios institucionales y culturales sobre los significadoshistóricos vinculados al cuerpo, la sexualidad, la política y la vida cotidiana que hanocasionado en los partidos políticos de izquierda, los debates de los movimientos LGBT,las contracultu- ras juveniles, los nuevos movimientos sociales y de izquierdatransnacional.

7 El artículo de Estrada, Acuña, Camino y Traverso se ocupa de mostrar algunos

desarrollos de la psicología social crítica y las tensiones entre los estudios LGBT y lateoría queer como marco teórico y metodológico para revisar narraciones sobreprácticas homoeróticas en Bogotá. Sus entrevistas preguntan si los homosexuales naceno se hacen. Sus resultados exponen los recur- sos retóricos de los participantes yafirman que emplean la deconstrucción con potencial de resistencia y la reflexión comoposibilidad de cambios discursivos en la cultura.

8 El artículo de Gómez combina los enfoques psicoanalítico y feminista para analizar ac-

tos de violencia suscitados por prácticas e identificaciones sexuales no-normativas. Laautora introduce una distinción entre prácticas discriminatorias y excluyentes ypresenta un caso que ilumina cómo dichos modos del prejuicio convergen cuandoprácticas no- heterosexuales privadas amenazan con hacerse públicas. Asumiendo quela violencia por prejuicio constituye un síntoma social que revela la tendencia a

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mantener la norma he- terosexual, el artículo examina las condiciones que promuevenla violencia y el prejuicio frente a prácticas que desafían dicho orden. Concluyediciendo que la heterosexualidad obligatoria otorga privilegios simbólicos a lasidentidades y sexualidades dominantes que se ven amenazadas cuando prácticas eidentificaciones transgresoras revelan el carácter arbitrario y contingente del pactoheterosexual.

9 Los tres artículos finales organizan sus argumentos a partir de textos literarios, teoría

del teatro y del cine. El texto de Rutter-Jensen revisa la autobiografía de Catalina deErauso, conocida como la monja alférez. De Erauso vivió y luchó como hombre en lascolonias españolas en América durante los primeros años del siglo XVII. Se confesómujer y virgen, recibió pensión del Rey y una autorización papal para vestirse dehombre. La autora analiza los viajes transatlánticos como categoría paralela paraexplicar el transitar de la monja entre los géneros y, de forma simultánea,desnaturalizar el carácter binario del sexo y del género.

10 El artículo de Pewny se ocupa de las tensiones entre teorías feministas que afirman la

identidad de género y la teoría queer que critica el binario hombre-mujer,heterosexual- homosexual. La autora señala que estas tensiones sufren un desafíocuando se trata de enfrentar la violencia de género; se pregunta, ¿cómo se puedenombrar al agresor sin naturalizar su identidad y, por ende, el orden sexual y degénero? Encuentra en la repre- sentación teatral y en el uso de medios sensoriales enella una forma de irritar la percep- ción tradicional que la audiencia pueda tener de la“natural” dicotomía del género y, así, potencia “en un instante” su deconstrucción.

11 El texto de Eng estudia la película Lan Yu de Stanley Kwan y analiza cómo en ella la

fuerza expresiva del deseo homosexual da cuenta de la aparición de un nuevohumanismo en China; humanismo que sitúa a los gays (y a las lesbianas) comoprecursores de una nueva moder- nidad. El artículo examina a los personajes del filmeen relación con las fuerzas en que se debate la China contemporánea (post)socialista,sus rupturas con el pasado (semi)colonial, su aspiración a construirse como unasociedad moderna y sus apuestas por el orden neoliberal y el capitalismo global.

12 A lo largo de todo el número conservamos la expresión queer en inglés. Aunque hay

debate sobre su potencial traducción (literalmente, significa “rara” o “raro”), su uso enel idioma original se ha extendido en todo el mundo académico y activista. El términoqueer se usó en el pasado, en los países angloparlantes, como insulto a quienes no seadecuaban a las estructuras de género convencionales, pero ha ganado potencialemancipatorio gracias al uso político y al trabajo académico sobre sexualidades no-normativas de las últimas dos décadas en todo el mundo.

13 En aras de enriquecer esta edición, hemos incluido en la sección Documentos apartes de

un juicio celebrado en 1801 en Villa de Leyva. El juicio trata sobre la acusación hechapor Juana María Pinzón contra su marido, el caballero y alcalde de Puente Real, AlexoFranqui como delincuente del pecado nefando con el mulato Miguel Vargas. Asimismo,el documen- to trata las acusaciones de sodomía continua y repetida hechas por doñaAna María Joaquina Rivera en contra de su marido don Carlos Pinzón. En nuestrasección Debate incluimos una discusión sobre el papel del legislativo y de la CorteConstitucional en las decisiones sobre derechos de las parejas del mismo sexo enColombia. Marcela Sánchez y Mauricio Alba- rracín de Colombia Diversa hicieron laspreguntas y organizaron el texto que entrevista a la senadora Gina Parody y al exmagistrado de la Corte Constitucional e investigador Rodrigo Uprimny. En la sección

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Lecturas presentamos la reseña hecha por Isabel Cristina Jaramillo del libro de JanetHalley, Split Decisions: How and Why to Take a Break from Feminism.

14 Para terminar, quiero agradecer a los autores por la atención con que recibieron las

múltiples llamadas y exigencias del proceso editorial y por el entusiasmo y lagenerosidad con que compar- tieron sus textos; al Director de la revista, CarlLangebaek, y al Comité Editorial por invitarme a editar este número; a José AntonioRamírez y a Julia Morales por su constante solidaridad. Pero, sobre todo, agradezco a laeditora general de RES, Lina Mendoza. Su paciencia, agudeza y senti- do del humor nosólo hicieron posible que termináramos el número a tiempo, sino que lograron que elarduo trabajo de edición fuera una experiencia gozosa y nunca solitaria. Esperamos queustedes disfruten esta lectura tanto como lo hemos hecho nosotras.

NOTAS

1. Fraser, N., (1997) “¿De la redistribución al reconocimiento? Dilemas en torno a la justicia en

una época ‘postsocialista’” en Iustitia Interrupta. Reflexiones críticas sobre la posición

“postsocialista”, Bogotá: Siglo del Hombre Editores y Universidad de los Andes, 1997, pp. 37-44.

Ver también la evolución de su propuesta al respecto en Nancy Fraser & Axel Honneth. 2003.

Redistribution or Recognition? A Political-Philosophical Exchange, New York: Verso, pp. 72-88.

2. Ibid.

AUTOR

MARÍA MERCEDES GÓMEZ

Filosofía, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia; Especialización, Instituciones

Jurídico Penales, Universidad Nacional, Bogotá, Colombia; Maestría, Estudios de Género y Teoría

Feminista, New School For Social Research, Nueva York, EE.UU.; Ph.D., Teoría Política, New

School For Social Research, Nueva York, EE.UU. Profesora Asociada y actual Di- rectora del

Departamento de Lenguajes y Estudios Socioculturales, Universidad de los Andes, Bogotá,

Colombia. Correo electrónico: margomez[at]uniandes.edu.co.

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Dossier

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Los usos Del sexoPutting Sex to Work

Os usos do sexo

Katherine M. Franke

Tradución : Julia Salazar Holguín

NOTA DEL AUTOR

La presente traducción corresponde al artículo “Putting Sex to Work” incluido enHalley, J. & Brown, W. (Eds) (2002). Left Legalism/Left Critique. Duke University Press.Nota de los Editores: Por tratarse de un texto traducido y que contiene múltiplescitaciones legales, hemos decidido respetar las normas de citación utilizadas en laversión original así como su formato bibliográfico general. Añadimos, sin embargo, unalista de las referencias bibliográficas al final del texto.

1 Mientras vivía en New Haven hace alocurrió un milagro que hizo que miles depersonas

fuesen testigos directos de la evidencia de lo Divino: apareció un crucifijo en el troncode un roble ubicado en el centro de la Plaza Worchester. Yo asistí. Después de todo,¿cuándo tiene uno la oportunidad de ver algo así? No es de sorprenderse que alcomienzo yo no pudiera ver sino el tronco y las extremidades normales de un árbol. Noobstante, un creyente se tomó el tiempo de mostrarme lo que realmente estaba allí;algo que mi vista no entrenada no pudo captar en un comienzo: la cruz en la que sehallaba crucificado Jesucristo. Bueno, quizás sí había algo allí11.

2 Para los creyentes, la forma del roble era la evidencia de algo que en realidad estaba

allí; una manifestación corpórea del Ser Divino omnipresente. Para ellos, una vez queuno ha visto el crucifijo, no puede no verlo, no puede “des-verlo”.

3 Para la mayoría de las personas, el sexo es como el Ser Divino: es un dominio oscuro y

poderoso que se revela a sí mismo en lugares esperados e inesperados, y que se haceinmediatamente visible al ojo entrenado. De hecho, una vez que uno lo ha visto esdifícil desviar la mirada. Como el árbol en la Plaza Worchester, el cuerpo humano es

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una “superficie inscrita”22, marcada discursivamente de forma tal que ciertas partesdel cuerpo y ciertos comportamientos particulares resultan esencialmente sexuales.

4 ¿Qué vemos cuando reconocemos algo sexual? ¿Cómo sabemos si una práctica es sexual

por naturaleza? Es decir, ¿cómo distinguimos una práctica fundamentalmente sexual deuna que no lo es? Formulo estas preguntas con el fin de plantear otros dosinterrogantes normativos: ¿Por qué lo hacemos, y qué pasa con lo que “sabemos” unavez que lo hemos hecho? Mi preocupación se deriva del hecho de que cuando algo secalifica como sexual, eso es al mismo tiempo decir mucho y no decir lo suficiente acercadel significado de una práctica así denominada.

5 Cuando en el lugar de trabajo los hombres les hacen la vida intolerable a sus

compañeras, utilizando términos de connotación sexual o colgando fotografías demujeres desnudas y tocando sus senos y traseros, su conducta –conducta no bienvenidade naturaleza sexual– se describe legalmente como acoso sexual. Cuando un grupomasculino de oficiales de policía ataca sin piedad a un hombre bajo su custodia,introduciéndole por el ano el mango de una chupa para destapar inodoros, estosoficiales reciben cargos de abuso sexual agravado. Cuando un hombre adulto fuerza aun niño de diez años a practicarle felación, el hombre es arrestado por abuso sexual aun menor. Estos delitos son objeto de reglamentación legal especial en nuestras leyesciviles y penales como mala conducta sexual. No obstante, el uso de violencia excesivaal esposar a un sospechoso, o el usar de forma agresiva llaves de estrangulación asícomo encadenar a un extraño a una cañería en un sótano, sea como sea que sedenominen estos delitos no son delitos sexuales.

6 Al centrarnos con frecuencia sólo en lo que consideramos como el aspecto sexual de

comportamientos de este tipo, tendemos a ignorar o a eclipsar las formas como opera elsexo “como un punto de transferencia especialmente denso de relaciones de poder”33 –con frecuencia un poder basado en género, raza u orientación sexual. Por un complejoconjunto de razones, casi intuitivamente etiquetamos algunos comportamientos comosexuales; por ejemplo, el acoso sexual en el lugar de trabajo. No obstante, si se lespresionara, la mayoría de personas no podrían identificar ni defender el conjunto decriterios que aplica en esos momentos nominalistas. Revelar una definiciónsatisfactoria y estable de sexo significa, para utilizar la expresión de Abraham Lincoln,tratar de palear pulgas: “Uno levanta una palada de pulgas, pero cuando las va a botar,todas se han escapado”44. Lo que quiero indagar aquí es el impulso regulador inicial, loque marca el comportamiento como algo fundamentalmente sexual. Si de hecho escierto que “no existe un tipo de Stoff ahistórico de la sexualidad, un tipo de cargosexual que pueda simplemente agregarse a la relación social para ‘sexualizar’ dicharelación en una dirección constante y predecible, o que se separa de ella sin cambiarseo transformarse”55, entonces cabe preguntarnos qué estamos haciendo y qué estamosomitiendo o de qué nos estamos perdiendo cuando suponemos que dicho Stoff existe.

7 Las preguntas que planteo aquí son las que consideré en primera instancia en mi

anterior trabajo sobre el acoso sexual. En “What’s Wrong with Sexual Harassment?”exploro cómo el acoso sexual en el lugar de trabajo puede ser una especie dediscriminación sexual. Critico tanto a los tribunales como a los comentaristas queidentifican que lo malo del acoso sexual reposa en la naturaleza sexual delcomportamiento. A diferencia de ellos argumento que el acoso sexual debe serentendido como una tecnología del sexismo, es decir, como una herramienta o un

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instrumento de regulación del género que feminiza a las mujeres y masculiniza a loshombres como objetos sexuales6.

8 En este ensayo llevo un paso más adelante estas reflexiones acerca del uso del sexo

como una tecnología del sexismo, al sondear dos preguntas más fundamentales.Primero, ¿por qué ciertas prácticas son denominadas sexuales? Y, segundo, ¿qué sederiva del hecho de que sean denominadas así? Exploro la práctica aparentementedenotativa de calificar cierto comportamiento como fundamentalmente sexual pornaturaleza, examinando dos contextos en los cuales la etiqueta “sexual” entendidacomo erótica, obstruye la forma como el sexo media en otras relaciones sociales depoder. En cada contexto planteo que cometemos un grave error cuando interpretamosciertos comportamientos como eróticos por naturaleza. Este error, argumento, esamplificado en el tratamiento legal de prácticas como los delitos sexuales. Comoprimera medida examino las prácticas ritualizadas de las altiplanicies de Papúa, NuevaGuinea, donde los niños varones a la temprana edad de siete años son forzados apracticar felación a hombres mayores que ellos durante un período de hasta ocho años,como parte de su proceso para convertirse en hombres. La primera impresión quepuede tener la mayoría de intérpretes no nativos de la felación ritualizada del hombre-niño concluye, sin dudarlo, que se trata de una conducta erótica por naturaleza. ¿Cómopuede no ser así? De hecho, las lecturas antropológicas occidentales de estas prácticaslas describen en primer lugar como sodomía, y hoy en día por lo general se hacereferencia a este comportamiento como una homosexualidad ritualizada oinstitucionalizada7. Yo ofrezco una lectura alternativa de las prácticas seminalesritualizadas de los sambia, que ilustra la forma como la ingestión de semen se lleva acabo principalmente al servicio de la enseñanza y el refuerzo del poder cultural y de lasupremacía tanto de los hombres como de la masculinidad, mientras que, al mismotiempo, enseña y refuerza la subordinación y la inferioridad cultural de las mujeres y dela feminidad. En este aspecto, las prácticas seminales juegan un papel en la culturasambia similar al que juega el acoso sexual en el lugar de trabajo en nuestra cultura.

9 A continuación examino la agresión contra Abner Louima, un hombre negro atacado

por oficiales de policía blancos de la ciudad de Nueva York en agosto de 1997. Louimasufrió heridas graves después de que varios oficiales de policía lo golpearanbrutalmente, luego le introdujeran por la fuerza el mango de madera de una chupa paradestapar inodoros por el recto, para finalmente retirarlo e introducírselo a la fuerza enla boca. La naturaleza sexual de la conducta de los oficiales generó gran parte de la iraexpresada por el público, la prensa y las autoridades judiciales en las semanassiguientes a la agresión mencionada. Inicialmente los fiscales acusaron de delitossexuales a los oficiales de policía blancos arrestados en conexión con el ataque aLouima8. Dos aspectos de este caso ameritan un análisis más profundo. En primer lugar,¿por qué debemos considerar este ataque como un delito sexual? Segundo, alinterpretar la agresión como fundamentalmente sexual se eliminan, o por lo menos seminimizan, importantes reflexiones en torno a la forma como se utiliza el sexo en tantoinstrumento de humillación y lesión por motivos de género y raza.

10 ¿Acaso estos ejemplos sugieren que debiéramos desexualizar los delitos como en los

casos del sexo forzado y la violación de niños? Existen argumentos de peso a favor de lareforma de las leyes que regulan las conductas tratadas tradicionalmente como delitossexuales. En efecto, Michel Foucault expresó este argumento a mediados de los añossetenta. Sin duda, el problema inherente al proyecto de diferenciación entre una

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agresión sexual y un golpe en la cara sugiere que debe considerarse seriamente laposición según la cual “no existe diferencia, en principio, entre golpear a alguien en lacara o introducirle el pene en su sexo”9. Sin embargo, en el fondo rechazo esta ideapuesto que la experiencia material de la agresión sexual por parte de los agredidos dejaen claro que “ellos no pueden saltar a la esfera de lo ideal y pretender que (…) el sexo(los genitales) es igual a las demás partes del cuerpo”10. En cambio, sugiero una soluciónde naturaleza más detallada tomada de la experiencia de los procesos judicialesrelacionados con la violencia sexual por parte del Tribunal Criminal Internacional en laAntigua Yugoslavia. Este Tribunal ha juzgado las violaciones individuales y masivas, ylas agresiones sexuales a mujeres y hombres como violaciones del DerechoInternacional Humanitario. Debido en parte a las disposiciones de la ley internacionalestipuladas por las autoridades encargadas del cumplimiento de estas normas dentrodel Tribunal, así como a la forma como la violencia sexual se utilizó para torturar,humillar y degradar civiles en Bosnia, el Tribunal eligió no centrarse exclusivamente enla naturaleza sexual de dichos crímenes. Por el contrario, trata la violencia sexual comoactus reus de tortura, genocidio y crímenes de lesa humanidad. Por consiguiente, susfiscales tienen la capacidad, con base en el modelo de cada caso en particular, deelaborar sus argumentos de forma tal que se subraye la naturaleza de género de estoscrímenes, siempre que sea pertinente, sin perpetuar la esencialización de ciertas partesdel cuerpo y de ciertos comportamientos humanos como fundamentalmente sexuales.De esta forma, el fiscal ha resistido a la tendencia de caracterizar el lado malo de estosactos violentos como predominantemente sexuales en su naturaleza, y más bien hademostrado cómo el sexo puede utilizarse como una herramienta al servicio de loscrímenes de guerra basados en raza, etnicidad o religión.de poder. Algunas veces elsexo se utiliza para satisfacer el deseo erótico. Otras veces a través del sexo se logra lareproducción. A veces se dan ambos casos. No obstante, como me decía recientementeRobin West en una conversación que sostuvimos sobre el tema, “mucho de lo que estárelacionado con el sexo heterosexual reproductivo no es erótico”. Algunas veces el sexopaga el arriendo, otras vende carros, cigarrillos, alcohol o vacaciones en México.Algunas veces el sexo se utiliza para subordinar, o tiene el efecto de subordinar a otrapersona con base en el género, la raza, o ambos casos.

11 Ver el sexo como un impulso fundamentalmente erótico y como algo dado y “natural”

que el poder intenta mantener bajo control (por ejemplo los procesos judiciales decrímenes sexuales), o como “un campo oscuro que el conocimiento intentagradualmente descubrir o revelar”1111 (por ejemplo: los descubrimientosantropológicos de la homosexualidad primitiva), es correr el riesgo de cometer dosgraves errores. Primero, una vez que clasificamos algo como sexual, entendemos susignificado principalmente en términos eróticos y perdemos la perspectiva de lasformas en que el sexo se despliega fácilmente como un instrumento de múltiplesrelaciones de poder. En segundo lugar, probablemente entenderemos que lo eróticoestá presente en muy pocos comportamientos humanos, si negamos o ignoramos elpapel de lo erótico en actitudes menos susceptibles de ser interpretadas como“sexuales”.

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Prácticas Seminales/Sexuales

12 En Guardians of the Flutes, el antropólogo Gilbert Herdt escribe una monografía inicial

de lo que él denomina la “homosexualidad ritualizada” entre los sambia, una tribu delos altiplanos orientales de Papúa, Nueva Guinea1212. Para los sambia, el proceso deconvertirse en hombres no debe dejarse a la naturaleza, como en el caso de las niñas,sino que debe lograrse a través de la intervención ritualizada de la cultura. De estaforma, hacia los siete años de edad los niños empiezan un proceso de masculinizaciónritualizada que se completa únicamente cuando el joven tiene un hijo.

13 A través de estos ejemplos espero ilustrar la productividad del sexo, es decir, cómo es

posible poner el sexo a trabajar al servicio de una gran variedad de relaciones Esteproceso se inicia con una serie de prácticas ritualizadas destinadas a purgar el cuerpomasculino de los efectos contaminantes y feminizantes del contacto con las mujeres.Herdt denomina esta costumbre “ritos de egestión”, diseñados para “retirar el materialinterno, esencialmente ‘extraño’, que se cree han adquirido a través del contactoíntimo y prolongado con la madre (y otras mujeres)”1313.

14 Para empezar, los niños deben practicar tragando cañas. El ejercicio consiste en forzar

estos palillos por sus gargantas para inducir el vómito y la defecación y, así, purgarcomida que pertenezca a la madre y que se encuentre en el cuerpo masculino – unprerrequisito necesario para la masculinización1414. En segundo lugar, se lleva a cabouna práctica de sangrado por la nariz para retirar la contaminación de sangremenstrual que haya quedado en el cuerpo masculino. Se introducen tallos de pastoduros y puntiagudos por la nariz del muchacho hasta hacerlo sangrar, retirando, así, la“mala sangre” de su cuerpo. Es motivo de “urgente preocupación que la sangrecontaminada de la madre sea retirada de los niños; de otra forma se impedirá eldesarrollo biológico masculino”. Sólo los hombres realizan estos rituales, y semantienen escondidos de las mujeres de la comunidad para efectuar dicho ritual; losniños deben jurar mantener el secreto1515.

15 Más adelante vienen los “ritos de ingestión”; es aquí donde se centra la atención de

aquellas personas intrigadas por las prácticas de esta cultura. “El rito temprano deingestión más importante de todos”, según Herdt, es el de la felación. Los hombressambia creen que sin la ingestión diaria de semen, el cuerpo del niño no madurará en elde hombre y podría marchitarse y morir. Por consiguiente, las inseminacionesrepetidas crean una reserva de masculinidad: se cree que el niño adquieregradualmente un reservorio de esperma dentro de su órgano seminal (…) el órgano delsemen cambia y pasa de ser un órgano seco y duro a uno carnoso, húmedoy luego firme(…) el semen gradualmente transforma también el cuerpo del iniciado. Internamentefortalece sus huesos y desarrolla sus músculos.

16 De acuerdo con estas creencias, los niños deben evitar toda interacción con las mujeres,

incluida su madre, y deben practicar diariamente la felación a hombres mayores queellos hasta llegar a la adolescencia, aproximadamente a la edad de quince años,momento en el cual cambian los roles; a partir de ese momento serán los niños másjóvenes quienes les practiquen a ellos la felación16. Estos señoritos, como los llamaHerdt, son objeto de felación por parte de los iniciados hasta que la respectiva futuraesposa empiece a menstruar. En ese punto, la cultura sambia dicta que deben cesar lasprácticas seminales con personas del mismo sexo e iniciar únicamente coitoheterosexual. Una vez más, los hombres mantienen estos ritos de ingestión en secreto;

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los hombres amenazan de muerte a los niños si revelan esta información a lasmujeres17.

17 Aquí encontramos lo que Herdt describe como “homosexualidad ritualizada”. Se cuida

al no describir a los sambia como homosexuales18. De hecho, la distinción entreprácticas homosexuales e identidad homosexual constituye para Herdt el interrogantecentral de la cultura sambia. ¿Cómo es posible que “los niños sambia de siete a diezaños, sean separados de sus madres cuando inician el culto masculino y posteriormenteexperimenten las actividades de felación homosexual más poderosa y seductora”, y sinembargo “emerjan como adultos competentes exclusivamente heterosexuales, y nohomosexuales?” Los niños “experimentan [la felación ritualizada] como placentera yeróticamente excitante. No obstante, a pesar de estos antecedentes formidables, elresultado final es la heterosexualidad exclusiva”. Es precisamente por el hecho de que“el comportamiento homosexual” entre los hombres sambia no puede explicarse ni pordeterminismo genético ni como una teoría del aprendizaje social que Herdt encuentrala cultura sambia tan fascinante19. ¿De acuerdo con qué teoría de la adquisición de laidentidad sexual puede una heterosexualidad adulta “normal” evolucionar a partir deprácticas sexuales ritualizadas con personas del mismo sexo en la época de la infancia?

18 Los relatos iniciales de la cultura sambia recogidos por antropólogos occidentales

simplemente omiten mencionar las prácticas seminales entre personas del mismo sexoque se describieron anteriormente20. Herdt, entre otros antropólogos, atribuye estaomisión a un rechazo más amplio de la antropología a ver la sexualidad como un temalegítimo de investigación etnográfica21. En Papúa, Nueva Guinea, este descuido llevórápidamente al rechazo y a la condena por parte de los antropólogos occidentales,acompañado de esfuerzos agresivos por parte de los misioneros para disuadir a loslocales de dicha perversión22. Efectivamente, muchas de las prácticas observadas porHerdt en su trabajo de campo inicial ya no existen en la cultura sambia23. Sin embargo,fue uno de los primeros observadores occidentales en encontrarse con estas prácticasde la cultura sambia y en declarar: “Miren, homosexualidad.

19 ¡Aleluya, estamos en todas partes!” Es así como con The Guardians of the Flutes, sus

colecciones editadas y sus escritos posteriores sobre los sambia24, Herdt “establece unmarco de estudio de las homosexualidades a través de las diferentes culturas”25. Porconsiguiente, Herdt a través de la lente científica de la antropología, emprende la tareade ilustrar el “oscuro dominio” del impulso homosexual en Nueva Guinea.

20 Prácticamente desde todos los puntos de observación los comentaristas han

interpretado las prácticas seminales de los sambia como eróticas y, al mismo tiempo,como homosexuales; es decir, como homoeróticas26.

21 ¿Cómo puede negarse la naturaleza sexual de la felación? o ¿la naturaleza homoerótica

de la felación entre hombres? Lo que yo quisiera debatir es la forma de entender estasprácticas. Desde la perspectiva de las personas objeto de felación, la felación incluyeexcitación, erección, eyaculación – con seguridad esta práctica tiene que ver con unaforma de “liberarse de la tensión sexual” por parte de los señoritos. El trabajo de Herdtdocumenta el hecho de que los hombres solteros realmente disfrutan y buscan ese tipode prácticas sexuales con los niños27. En forma similar, los niños parecen disfrutar endiversos grados sus “relaciones eróticas” con los hombres solteros. Por esta razón,Herdt no tiene inconveniente en caracterizar algunas de estas uniones como“relaciones entre amantes”28.

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22 Herdt encuentra que la cultura sambia es un tema interesante de estudio etnográfico

por sus manifestaciones exóticas de lo erótico; otros sin duda se horrorizarían ante laforma en que los hombres adultos explotan sexualmente a los niños. La naturalezaritualizada de esta práctica sólo agrava la violación sexual. Así como advertí contra lainterpretación del acoso sexual en el lugar de trabajo como una actividadfundamentalmente sexual29, existe también un peligro al interpretar las prácticasseminales de los sambia como fundamentalmente eróticas. Deborah Elliston argumentaque identificar “las ‘prácticas homosexuales’ entre hombre y niño como‘homosexualidad ritualizada’ impone un modelo occidental de la sexualidad a estasprácticas melanesias, un modelo que se basa en las ideas occidentales acerca del género,el erotismo y la individualidad y que en últimas oscurece el significado que tienen estasprácticas en Melanesia”30.

23 Entre las preguntas interesantes que se plantean al analizar las prácticas sexuales de los

sambia están las que tienen que ver con su propósito. ¿La felación se practica al serviciode la satisfacción del deseo erótico individual o del fortalecimiento de normasculturales más amplias que sin duda tienen un componente sexual? Herdt formula estapregunta y en últimas determina mantener la centralidad de lo erótico en suinterpretación de los rituales de iniciación entre los sambia. Expresa preocupaciónacerca de las etnografías que tienden a “ignorar, desvirtuar, trivializar e inclusoinvalidar los significados y deseos homoeróticos de los actores”. Está determinado a no“desodorizar lo erótico y marginar la ontología homoerótica”31. Herdt no está solo en supreocupación. Gerald Creed, al expresar algunas críticas con respecto a lainterpretación de Herdt de la cultura sambia, hace eco al compromiso de mantener elfoco en lo erótico: “los aspectos reales físicos y eróticos de la homosexualidad (…)muchas veces se ignoran cuando se trata de un comportamiento institucionalizado. Lahomosexualidad institucionalizada sigue siendo sexo y puede servir como funciónplacentera. Los análisis que ignoran este hecho son incompletos”32.

24 Es precisamente esta “ontología homoerótica” la que me preocupa. ¿Por qué debemos

suponer que el significado central de las prácticas de iniciación de la cultura sambia sonsexuales, es decir, eróticas? Para formular esta pregunta cuidadosamente se debedividir la categoría “sexual” en distintas partes constitutivas. Describir las prácticasseminales como homoeróticas, como pretenden con insistencia Herdt y Creed, esderribar importantes conceptos que ameritan desagreculina como producto de laexcitación, y la excitación debe definirse en términos eróticos33. No obstante, loshombres pueden excitarse y tener una erección por una gran diversidad de razonesindependientes de la garse. Para Herdt, debe entenderse la erección mespuesta eróticaa otra persona o situación34. Se ha documentado muy bien que los hombres puedentener erecciones asociadas a miedo, sueño, vejiga llena, violencia y poder de tipo nosexual35. Alfred Kinsey observó que en los niños la erección y la eyaculación sonfácilmente inducidas por fuentes “no sexuales” tales como las cabalgatas de carnaval,montar en bicicleta a gran velocidad, sentarse en arena tibia, iniciar un fuego, verpelículas de guerra, ser perseguidos por la policía, escuchar el himno nacional y, mifavorita, ver su nombre impreso. Kinsey concluye, sin embargo, que hacia el final de laadolescencia los hombres han condicionado la respuesta principalmente a “laestimulación física directa de los genitales o situaciones psíquicas específicamentesexuales”36. A pesar de este condicionamiento general, “un contexto romántico no esuna condición necesaria para la excitación sexual, ni en hombres ni en mujeres”37.

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25 Por consiguiente, existen motivos para cuestionar las estrategias interpretativas que

tienden a esencializar ciertas respuestas corporales, por ejemplo la erección masculina,como si fueran, ante todo, de naturaleza erótica o romántica. En la medida en que“Herdt plantea un ordenamiento tautológico del erotismo que hace que la erección estésujeta a algún tipo de excitación que es por definición erótica”38, está cometiendojustamente ese tipo de error al interpretar la cultura sambia.

26 Así mismo, quisiera resistir a la inclinación de reducir el objeto de ciertas prácticas a la

satisfacción erótica del deseo. Claro está que este tema surge de lo que yo he descrito enotros artículos como “el debate continuo dentro del feminismo acerca de si la violacióndebe entenderse como un delito sexual o de

27 Violencia39. En lugar de considerar el tema del sexo y el poder en relación con la

violación en términos antinómicos, consideremos los siguientes ejemplos. En la antiguaRoma, cuando el esposo descubría a otro hombre en la cama con su esposa, eraaceptable que el esposo y/o sus esclavos varones castigaran al delincuente violándoloanalmente40. Así también la violación oral y anal se utilizaba como castigo en la Persiamedieval por diferentes delitos41. Aunque es posible que estas prácticas le produjeran ala persona que administraba el castigo en esas circunstancias algún tipo de satisfacciónerótica, caracterizarlas como fundamentalmente eróticas en su naturaleza significapervertir radicalmente su significado. Es claro que no es mi intención insinuar queprácticas de este tipo estén sujetas a “interpretaciones” correctas, ya que no poseensignificado independientemente de su interpretación. No obstante, creo que algunasinterpretaciones reflejan mejor las formas en que estas prácticas son entendidas por losparticipantes, el significado que tienen en las culturas en las cuales se llevan a cabo, ylas formas particulares en que el sexo puede ser una herramienta poderosa parainfringir multitud de daños42.

28 Por consiguiente, quisiera desafiar la inclinación a declarar la felación hombre-niño en

Melanesia como una práctica principalmente homoerótica. Prefiero que entendamosestas actividades no como homoeróticas u homosexuales, sino como homosociales. Aligual que Eve Kosofsky Sedgwick, creo que el término homosocial ofrece una mejordescripción de la relación entre los hombres en la sociedad sambia. En lugar de reduciresa relación a lo erótico, describirla como homosocial deja espacio para el papel de loerótico, reconociendo al mismo tiempo la “gama de formas en las cuales la sexualidadfunciona como significante”43 y como instrumento de aplicación de las relaciones depoder. El trabajo del sexo puede ser y a veces es a la vez simbólico y material,productivo y reproductivo, placentero y peligroso. Un estudio más profundo de losrituales de iniciación masculina entre los sambia revela que las prácticas seminalesfuncionan de manera simbólica, metonímica y literal en la transmisión de una ideologíade poder basado en el género.

29 Más que una evidencia de la expresión del deseo o del amor entre el hombre y el niño,

las prácticas seminales ritualizadas entre los sambia deben entenderse con relación a suubicación respecto de las normas sociales relativas al género. La cultura sambia estáfundamentalmente polarizada y segregada sexualmente44. Las divisiones estrictas deltrabajo y los tabúes rituales que regulan el contacto físico entre los sexos son evidentesa lo largo y ancho de la cultura. Desde el momento en que los niños son aislados detodas las mujeres, una vez cumplen siete años se les enseña a verlas como criaturaspeligrosas cuyos fluidos corporales pueden contaminar a los hombres y agotarles susustancia masculina. Con frecuencia se refieren a las mujeres como “contaminantes

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sucias”, y los hombres realizan ritos de purificación después del coito; por ejemplo, elsangrado de la nariz para sacar de sus cuerpos la contaminación femenina45. Tanpeligrosa es la amenaza de contaminación de las mujeres que los espacios públicos yprivados están estrictamente segregados por sexos46. Durante el proceso de iniciación,los hombres enseñan a los niños la realidad de la amenaza que significan las mujerestanto para la masculinidad como para la virilidad.

30 Acompañan a las nociones de peligro femenino en la cultura sambia creencias

concomitantes acerca del tremendo poder material y simbólico del semen, y su valor.De acuerdo con Herdt y Stoller, “el semen es el fluido humano más precioso (…) másprecioso aún que la leche materna”. El semen se relaciona con la reproducción humanay con el crecimiento en diversas formas. En primer lugar, los hombres inseminanoralmente a las esposas antes de la concepción, creyendo que el semen prepara elcuerpo de su esposa para hacer bebés así como para la lactancia, pues el semen seconvierte en leche. Después de la inseminación oral, la pareja emprende repetidasinseminaciones vaginales, mediante las cuales el hombre deposita el semen en el úterode la mujer donde se transforma en feto. Múltiples inseminaciones son necesarias paraque esta evolución se produzca, ya que la creación de un bebé requiere de una cantidadcrítica de semen47.

31 El semen también es necesario para el crecimiento humano. Así, “el crecimiento inicial

de cada feto ocurre a través de la acumulación de semen”. Los bebés crecen gracias a laingestión de leche materna; los sambia creen que los senos de las mujeres transformanel semen en leche. Después del destete, las niñas continúan creciendo solas debido a lapresencia de sangre femenina en su sistema. En cambio, en los hombres el crecimientorequiere de la ingestión diaria de semen para desarrollar la piel, los huesos y los rasgosmasculinos48.

32 Por su parte, las mujeres no deben caminar cerca de la casa club de los hombres ni

mirar hacia adentro” (Guardians of the Flutes, 75). Los arreglos domésticos giranigualmente en torno al peligro de la contaminación de los hombres por parte de lasmujeres. Al entrar a una casa, las mujeres deben inmediatamente acuclillarse cerca dela entrada para disminuir así la posibilidad de transferir sus fluidos contaminantes a loshombres (75-76).

33 Por consiguiente, la sambia es una cultura altamente estratificada por sexos, en la que

los hombres son superiores a las mujeres y las desprecian, y en la cual sólo los hombresposeen el elíxir necesario para la reproducción y el crecimiento humanos. A la luz delpapel central que juega el semen en el sistema de creencias sambio basado en el género,sería un descuido entender la transmisión de semen, ya sea entre hombres o entrehombres y mujeres, fundamentalmente como una práctica erótica. Teniendo en cuentaque la felación entre hombres y niños se lleva a cabo explícitamente para que se realiceuna transformación de los niños desde un estado feminizado a la masculinidad, y que esparte de un proceso más extenso de adoctrinamiento por medio del cual los hombresaprenden e internalizan las normas de género basadas en la superioridad masculina, laintegridad de una interpretación de dichas prácticas como naturalmente eróticas esbastante cuestionable. De hecho, las prácticas seminales son tanto el lubricante quefacilita como el pegamento que adhiere el ideal representativo de la superioridadmasculina y de la inferioridad femenina.

34 En sus escritos más recientes sobre los sambia, Herdt refleja cierta sensibilidad ante la

crítica según la cual él habría cometido los errores etnográficos más graves la

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imposición de sus propias nociones sobre identidad sexual en sus estudios: “Pero, ¿quées – atracción hacia el niño, exceso de libido, poder, exhibicionismo, fantasías decrianza (…) lo que excita al varón adulto? ¿Y acaso su compañero más joven tambiénsiente excitación? ¿Debemos representar la naturaleza de estos deseos comohomoeróticos, no homosexuales – es decir, como una forma de deseo y no solamente deconformidad social hacia un rol sexual?” Sin embargo, incluso aquí al preguntar sobreel “significado” de las prácticas seminales entre personas del mismo sexo en la culturasambia, la mirada de Herdt está marcada por lo que él considera como el hecho brutode la excitación homoerótica. Una vez más rechaza cualquier interpretación que“margine la ontología homoerótica”49.

35 Para ser justos, Herdt reconoce el papel que juega la “homosexualidad ritualizada” en la

masculinización de los niños cuando se inician en “la cultura sexual masculinaintegral”50. Aun así, omite la indispensable relación de la masculinidad con la misoginiay la jerarquía de género dentro de la cultura sambia. Su enfoque insistente en elhomoerotismo sambio niega la oportunidad de apreciar el grado en que las nociones desuperioridad de los hombres e inferioridad de las mujeres son mutuamenteconstitutivas en dicha cultura. Deborah Elliston describe estas prácticas como“lecciones traumáticas de jerarquía social para los iniciados (…) Las enseñanzas ritualesacerca de las diferencias entre hombres y mujeres inculcan entre los hombres lasospecha generalizada y el miedo a las mujeres mientras que simultáneamente exaltalas capacidades y la supremacía de los hombres; al mismo tiempo estas enseñanzassuministran ejemplos de una jerarquía de género”51. Al representar las prácticasseminales entre hombres y niños como algo que tiene que ver únicamente con lasexualidad masculina o con los hombres, se excluye la naturaleza sistémica de lasnormas de sexo y género como ideales reguladores entre los hombres y las mujeressambios.

36 Como se advirtió anteriormente, más que homosexuales por naturaleza, las prácticas

seminales entre hombres y niños en la cultura sambia se entienden mejor comohomosociales. Sedwick las llamaría el producto del deseo homosocial más quehomosexualidad masculina52. El manto de la homosexualidad masculina abarca más alládel campo de lo erótico otros lazos y normas de identidad social que regulan elprivilegio heredado, las estructuras de poder patriarcales y la desigualdad ancestral depoder entre las mujeres y entre los hombres. Lauren Berlant hizo una observaciónsimilar en su lectura de Passing de Nella Larson, una historia acerca de las interaccionesíntimas e intensas de dos mujeres de piel clara y ascendencia africana53. Berlant seresistió a hacer una lectura del texto que lo caracterizara como “una narrativa clásicagráficamente homosexual disimulada, que esconde a medias el erotismo entre Clare eIrene”. Por el contrario, según Berlant, “puede haber una diferencia entre desear aalguien sexualmente y desear el cuerpo de alguien”. Para las mujeres en la historia deLarson, y para los niños sambia, quizás la mejor forma de entender su deseo por unapersona privilegiada del mismo sexo es describirlo como “un deseo de ocupar, deexperimentar los privilegios del cuerpo del otro [u otra], no de amarlo [o amarla] ohacer el amor con él [o ella], sino más bien usar/ponerse como él [o ella] lo hace, comouna prótesis o un fetiche”54. El erotismo escondido que se interpone en la envidia racialen Passing es literal entre los sambia: el hecho de tragarse el semen es necesario paraque el niño se convierta en hombre, para que el iniciado ocupe el cuerpo del hombreadulto. Así, lo homosocial es un marco que acomoda tanto el significado erótico como elsignificado generativo de género de las prácticas seminales ritualizadas de los sambia.

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Calificar el deseo subyacente a las prácticas seminales como homosocial en lugar dehomosexual es situar el deseo en la red de lazos de forma tal que lo erótico no eclipseotras relaciones de poder.

37 Herdt observa a los sambia y representa las prácticas seminales entre personas del

mismo sexo como fundamentalmente homoeróticas, ignorando así el papel que jueganestas prácticas tanto en la creación como en el mantenimiento de la supremacíamasculina en esta cultura. Si bien es cierto en las diversas culturas que “el cuerporequiere de un trabajo ritual incesante para mantenerse en su forma sociocultural”5555,debemos reconocer las formas en que las prácticas sexuales producen no sólo identidadsexual sino también identidad corporal y social: “las suturas de la [identidad social] sonmás visibles bajo la óptica desensambladora de una narrativa alternativa, ideológicacomo tal narrativa pueda ser”56. Por consiguiente, las prácticas seminales entre hombrey niño en la cultura sambia, si bien son en un comienzo asombrosas, ofrecen unaoportunidad instructiva de desafiar la tendencia a esencializar ciertas prácticas comoeróticas.

38 Paso ahora a un incidente menos exótico, aunque no menos sorprendente, que ilustra

mejor el peligro de esencializar ciertos comportamientos como sexuales/ eróticos. Losejemplos de la cultura sambia y de la agresión de la que fue víctima Abner Louimailustran cómo la clasificación de ciertas prácticas como sexuales conlleva el peligro deocultar la forma como el sexo “a la vez epitomiza y ejerce una influencia marcada sobrerelaciones sociales de poder más amplias”57.

Prácticas Anales/Sexuales

39 En la noche del 9 de agosto de 1997, Abner Louima salía del Rendez-Vous, un club

nocturno en Brooklyn, popular entre los inmigrantes haitianos de Nueva York, cuandola policía llegó para disolver una pelea que había estallado entre los clientes del lugar58.“Los policías blancos empezaron con el racismo”, informó más tarde Louima. Dijeron:“¿Por qué vienen ustedes a este país si no pueden hablar inglés? y nos llamaronniggers”59. Uno de los oficiales de policía creyó que Louima lo había golpeado ytumbado al piso durante el altercado60. Más tarde el oficial declaró, “Nadie me ataca yse sale con la suya”61. Los oficiales tumbaron a Louima al piso, lo esposaron y lo llevarona la Estación 70 golpeándolo fuertemente durante el trayecto. Louima fue acusado deconducta desordenada, obstrucción a la administración gubernamental y resistencia alarresto62.

40 Cuando llegaron a la estación, los oficiales requisaron y desnudaron a Louima en un

área pública, dejándolo con los pantalones abajo63. Luego lo llevaron al baño dehombres, donde lo atacaron brutalmente:

41 Tenía los pantalones en los tobillos a la vista de los demás policías. Me llevaron hasta el

baño y cerraron la puerta. Eran dos policías. Uno dijo, “ustedes, niggers, tienen queaprender a respetar a los oficiales de policía”. El otro dijo, “si grita o hace cualquierruido, lo mato”. Luego, uno me sostuvo y el otro me introdujo el [mango de madera deuna] chupa por detrás. Luego lo sacó y me lo introdujo en la boca, me rompió losdientes y dijo “esa es tu m…a, nigger”. Más tarde, cuando llamaron la ambulancia, elpolicía me dijo, “si se atreve a decirle a alguien… los mato a usted y a su familia”64.

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42 Luego fue llevado a una celda de la prisión y sólo cuando otros internos se quejaron de

que él estaba sangrando la policía llamó a la ambulancia65. Louima requirió cirugía pararepararle el colon perforado y la vejiga des-trozada66. Permaneció en el hospitaldurante dos meses y sólo entonces se recuperó de las heridas que le produjeron losoficiales de policía de la Estación 7067.

43 Tomó un tiempo a los medios conocer este ataque violento. Una vez que se supo, los

periódicos anunciaron en sus primeras páginas: Policía sodomiza a sospechoso.Sospechoso dice haber sido violado con el mango de una chupa para inodoros. Oficialacusado de brutalizar sexualmente a sospechoso arrestado6868. Los miembros de lacomunidad haitiana marcharon en protesta contra esta violenta forma de brutalidadpolicial, agitando chupas de inodoros y portando afiches que se referían a los policíascomo “criminales”, “pervertidos”, “violadores”6969. Un oficial de policía de tránsitoretirado que asistió a la marcha exclamó: “El acto que cometieron con ese hombre fueasqueroso y sórdido”70. El alcalde Giuliani aseguró que el ataque que tuvo lugar en laEstación 70 de policía había sido en su opinión un acto “repulsivo” y que los policíasacusados de ataque eran unos “pervertidos”71. Inmediatamente después del ataquevarios oficiales de policía asociados con Justin Volpe, uno de los oficiales acusados deatacar a Louima, dijeron que el Rendez-Vous era un club gay y que las heridas deLouima habían sido producto de relaciones anales violentas sostenidas mientras estabaallí72. Cuando los dos oficiales de policía arrestados en conexión con el ataquecomparecieron ante el tribunal, los manifestantes puyaron a los policías llamándolos“maricas”7373. El Fiscal del Distrito acusó a los oficiales de abuso sexual agravado yataque de primer grado, ambos delitos mayores de clase B por los cuales podrían recibiruna sentencia máxima de 24 años74. Sólo más tarde se enmendó la acusación paraincluir acoso agravado, un delito de discriminación racial por el cual la máximasentencia es, dato curioso, únicamente de 4 años75.

44 Fue precisamente el aspecto sexual de este ataque lo que hizo que los periodistas le

dieran a Louima el alias de “La víctima más famosa de brutalidad policial en los EstadosUnidos desde Rodney King”76. Sin duda la policía se ha sobrepasado en ocasiones, hadisparado a quemarropa y sin necesidad a sospechosos que huyen, estrangulado a unsospechoso con las llaves de estrangulamiento o, incluso, violado prostitutas en algúnburdel durante alguna redada7777. Sin embargo, como el periodista del Village VoiceRichard Goldstein observó: “Ninguno de estos casos documentados despertó la ira quegeneró este acto “barbárico que (…) se supone que sólo ocurre en el tercer mundo. Aquíen la tierra de la libertad, cuando se trata de brutalidad policial, el límite se traza enviolar a un hombre”.78

45 No puede negarse que este crimen sea atroz, pero ¿está mejor caracterizado como un

delito sexual? ¿Qué tiene exactamente de sexual este ataque? Como Goldstein preguntó:“¿Qué tiene que ver el sexo con esto?” prácticamente todos los informes del casomencionan al comienzo del artículo que Louima está casado y tiene hijos, ycontinuamente los noticieros de la noche muestran fotos de Louima y su familia en losdías posteriores a la agresión79. Más aún, los atacantes fueron descritos por los medioscomo heterosexuales saludables.

46 Entonces, ¿por qué llamarlo delito sexual? La respuesta más fácil es tautológica: los

alegatos se ajustan a la descripción de los delitos así llamados80. Pero, ¿qué es un delitosexual? Existen diversas formas de diferenciar un ataque sexual de un ataquesimpliciter: (1) es motivado por el deseo erótico del perpetrador; (2) involucra contacto

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con las partes corporales sexuales del perpetrador o de la víctima (por ejemplo: vagina,senos o pene) o involucra actos típicamente considerados como sexuales (por ejemplo:beso, felación, relaciones sexuales); (3) es experimentado como sexual por parte de lavíctima.

47 La Ley Penal de Nueva York define como delitos sexuales los siguientes: violación,

sodomía, comportamiento sexual indebido, abuso sexual, abuso sexual agravado yagresión sexual continuada contra un menor81. Dos de estos crímenes anclanexplícitamente la naturaleza sexual del delito total o parcialmente en la satisfacción deldeseo sexual: abuso sexual delictivo y conducta sexual continuada contra un niño. Laley penal define el abuso sexual criminal como contacto sexual con otra persona a lafuerza o cuando la persona es incapaz de otorgar su consentimiento. La agresióncontinuada contra un menor se comete cuando, entre otras cosas, una persona realizaun contacto sexual agravado con un niño de menos de 11 años de edad. Comofundamento de estas dos violaciones, la ley penal define “contacto sexual” como “tocarcualquier parte sexual o íntima de una persona no casada con el autor del hecho con elpropósito de satisfacer el deseo sexual de cualquiera de las dos partes”82.

48 Debido a que la satisfacción del deseo sexual debe realizarse al tocar partes sexuales o

íntimas, posiblemente sean esas partes lo que hace que la conducta represente un delitosexual. Pero, ¿cuáles son esas partes sexuales u otras partes íntimas? Los tribunales handictaminado el tórax, la parte superior de la pierna, la pierna, la boca y el ombligo como“partes sexuales o íntimas” para efectos del estatuto de abuso sexual delictivo83. Asímismo, se ha establecido que “el término ‘partes íntimas’ es mucho más amplio que eltérmino ‘partes sexuales’” y que “intimidad…debe verse en el contexto en el que tienelugar el contacto… una parte corporal que puede ser íntima en un contexto puede noserlo en otros”84. Así es que, en realidad, cualquier parte del cuerpo puede serconsiderada sexual o íntima, dependiendo del contexto. Al parecer es el deseo eróticodel perpetrador el que sexualiza la parte del cuerpo, haciendo del contacto con esaparte corporal un delito sexual.

49 No obstante, no puede ser el deseo del perpetrador el que establezca ciertos crímenes

como crímenes sexuales. La conducta sexual indebida, la violación, la sodomía y elabuso sexual agravado se caracterizan por penetración de la vagina, del recto o de laboca8585. La satisfacción del deseo sexual es irrelevante en estos delitos. Porconsiguiente, al menos para efectos de la ley penal, estas partes del cuerpo sonesencialmente sexuales; esto hace que estos sean crimenes sexuales ipso facto.

50 La Ley de Registro de Delitos Sexuales, versión de Nueva York de “La Ley Megan”,

ofrece un ejemplo sobresaliente del poder de la ley para etiquetar o señalar ciertoscomportamientos como exógenamente sexuales8686. Las personas que han sidocondenadas en Nueva York por violación, sodomía, abuso sexual, abuso sexualagravado, incesto, acto sexual con un niño, encarcelamiento ilegal o secuestro de unapersona menor de 17 años están sujetos a las disposiciones de notificación y registroconsagradas en la Ley de Registro de Delincuentes Sexuales de Nueva York87. Lasúltimas dos categorías, encarcelamiento ilegal y secuestro de un menor de 17 años, norequieren que el delito haya sido de naturaleza sexual; no obstante, la ley califica a laspersonas convictas de estos delitos como delincuentes sexuales88. Más aún, los padresde la persona presa o secuestrada están específicamente exentos de ley de notificación89

– bajo la premisa de que ningún padre secuestraría o encarcelaría a su propio hijo o hijapor razones sexuales. Ésta, obviamente, es una premisa falsa.

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51 El breve recorrido por la Ley Penal de Nueva York ilustra que aquellos

comportamientos denominados delitos sexuales son, si acaso, familiares entre sí. Larespuesta a la pregunta ¿qué hace que un delito sea considerado como un delito sexual?no se revela en la ley positiva. En cambio, se requiere de un complejo conjunto deinterpretaciones para calificar como sexual la naturaleza de determinadocomportamiento. Parte del trabajo simbólico lo hacen en forma endógena una o las dospartes involucradas, y parte lo hacen en forma exógena aquéllos quienes actúan comointérpretes públicos del comportamiento: fiscales, jueces y jurados. Pero, en todos loscasos, lo que hace que un delito sea sexual “es una formación discursiva (…) y no unhecho o una propiedad del cuerpo”90.

52 Entonces, ¿qué hizo que el ataque a Abner Louima fuera considerado un delito sexual?

Sin duda la penetración anal. ¿Por qué? Con seguridad no querríamos basar lanaturaleza sexual del delito en el placer erótico, latente u otro, que recibieron losoficiales al realizar este acto. Louima seguramente no experimentó este ataque comoerótico. Tampoco podríamos decir que la inserción violenta de un mango de madera enel recto de una persona sea intrínsecamente un acto sexual o que todos los actos queinvolucran el recto sean considerados como tales.

53 No obstante, la mayoría de personas dirían que existió algo particularmente malo en

este ataque que lo diferencia de otros igualmente violentos como puede ser un golpe enla cara o en las costillas. Justin Volpe, el oficial de policía acusado de ser el principalresponsable de las lesiones causadas a Louima, al parecer dijo a otros policías la nochedel ataque: “Tenía que quebrar a ese hombre”91. En este comentario radica la clave paraentender el poder y lo que estuvo mal en el ataque de Louima. Sugiero que el poder delataque radica principalmente no en su naturaleza sexual, simpliciter, sino en la formaúnica en que se humilló a Louima como hombre negro. Para los hombres blancos, enparticular para los oficiales de policía blancos, atacar a un hombre negro analmente esuna de las formas más poderosas de atacar la masculinidad negra. Lastimosamente,Louima no es el primer hombre que experimenta este tipo de agresión. Por lo menosseis hombres negros, todos inmigrantes, se han quejado de que oficiales de policíablancos los han raptado y llevado a un lugar aislado en Queens y los han violadoanalmente a mano armada. Las víctimas y los testigos informan que los policías losamenazaron con matarlos si informaban a la autoridades acerca de estos ataques92. Loque diferenció el ataque de Louima de otros incidentes de violencia policial no fue sunaturaleza sexual, sino que los oficiales de policía fueron descubiertos.

54 La preocupación sobre la naturaleza supuestamente sexual de estos ataques desvía la

atención de la naturaleza racial y de género de este crimen. Aquí tenemos un ejemplode lo que comúnmente se considera un acto sexual utilizado como instrumento deterror basado en el género y la raza93. No se puede entender el significado de estaconducta sin tener en cuenta su significado racial y de género, verlo ante todo comoalgo sexual es cometer el mismo error que cometió Herdt en Melanesia: caracterizarciertas conductas y partes corporales como esencialmente sexuales y hacer caso omisode las formas en las cuales “lo sexual” puede desplegarse como el instrumento a travésdel cual se cultivan otras formas de poder y supremacía. Después de todo, el incidenteLouima se inició cuando un oficial de policía le dijo, “Ustedes los niggers tienen queaprender a respetar a los oficiales de policía”94.

55 Más aún, ”hipersexualizar” el ataque de Louima conlleva el peligro adicional de

normalizar otras prácticas violentas de la policía porque no son sexualmente

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barbáricas. Recordemos la observación de Richard Goldstein: “Al tratarse de labrutalidad de la policía, trazamos un límite cuando hay violación de un hombre”. Otrasformas no sexuales de violencia policial pueden ser lamentables, pero muchos puedenver este comportamiento como un droit du seigneur95 ejercido por la policía. De hecho,puede ser perfectamente el caso como argumenta Goldstein, existe una especie desatisfacción sádica que acompaña el uso de esposas, llaves de estrangulamiento y otrosmétodos excesivos de control por parte de la policía, como amarrar los pies o laspiernas de los sospechosos. Ver el ataque de Louima como la excepción, donde policíaspervertidos se sobrepasaron totalmente, “nos impide imaginar que los policías que seespecializan en tácticas [violentas] pueden encontrarlas excitantes”96. “Sobreerotizar”el trato hacia Louima conlleva el peligro de “suberotizar” las tácticas policiales que noinvolucran penetración de una “parte corporal sexual o íntima”. Después de todo, si,como sugiere Kinsey, los hombres jóvenes pueden excitarse al ser perseguidos por lapolicía, ¿por qué no podría un policía excitarse al perseguir a unos sospechosos?Recientemente los cargos de conducta indebida presentados contra un oficial de policíaen Seattle dejaron al descubierto el potencial erótico de las prácticas policialesrutinarias97.

56 Lo anterior nos lleva entonces a formular la pregunta clave: ¿Es acaso la naturaleza

sexual/erótica de cualquiera de estas prácticas lo que hace que sean indebidas? En sumayoría, creo que no. A mi juicio estos incidentes deben ser analizados con el objeto derevelar la forma como opera lo sexual/erótico como una conducta particularmenteeficiente y peligrosa, con la cual se ejerce el poder. Por consiguiente, decir que elataque a Louima fue sexual es decir mucho y al mismo tiempo decir poco. Como loexplica Ana Ortiz en forma tan elocuente, esta simple construcción de la lesión en elataque a Louima oculta el significado que tiene para un hombre negro del Caribe lapenetración anal, especialmente en términos de raza y género98. “Siempre nos hanconsiderado como una comunidad frágil y vulnerable”, dijo Tatiana Wah, una activistahaitiana y una de las organizadoras de la marcha de protesta por los ataques de lapolicía contra Louima99. El ataque anal a Louima, realizado, no en privado sino frente aun grupo de oficiales de policía blancos en su terreno, efectivamente materializa lafragilidad y la vulnerabilidad percibidas por los hombres haitianos.

57 ¿Cómo evitar borrar la subordinación basada en la raza y el género al invocar lo sexual?

En la sección siguiente hablaré sobre la desexualización de la sodomía, la violación yotras agresiones denominadas ‘crímenes sexuales’.

La “Desexualización” De La Violencia

58 A partir de The History of Sexuality, Michel Foucault desarrolló una teoría de la verdad

discursiva del sexo y, para efectos del presente documento, un análisis crítico de losmedios por los cuales se despliegan ciertas formas de poder basado en el conocimiento,de forma que la sexualidad queda anclada en ciertas partes del cuerpo100. Los ejemplosque he dado anteriormente, tomados de la Ley Penal de Nueva York, ilustranjustamente el punto de Foucault: no sólo la ley penal selecciona un conjunto deprácticas de naturaleza verdaderamente sexual, sino que ciertas partes del cuerpo oprácticas se convierten en sexuales en virtud de su regulación legal. Como resultado,distintas partes del cuerpo se relacionan con diferentes áreas del conocimiento: cuando

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cuestionamos las prácticas que involucran los genitales estamos, por definición,aprendiendo algo sexual.

59 Poco después de la publicación de The History of Sexuality, Foucault inició una serie de

discusiones con feministas acerca de la violación101. Teniendo en cuenta supreocupación acerca de los peligros de castigar la sexualidad, Foucault plantea lasiguiente pregunta: “¿Qué debiera decirse sobre la violación? En estas conversacionesinsta la posición según la cual “cuando se castiga la violación debe castigarse laviolencia física y sólo eso (…) Puede considerarse como un acto de violencia,posiblemente más serio o más grave, pero del mismo tipo que golpear a alguien en lacara”102. Pues bien, Foucault está inequívocamente sopesando el aspecto violento delsexo versus violencia, en un debate entre feministas acerca del significado de laviolación103.

60 Como respuesta a las mujeres que objetaron su insistencia en desexualizar la violación,

Foucault revela su verdadera preocupación. Al hacer de la violación un crimen“sexual”, estamos una vez más anclando la sexualidad en ciertas partes del cuerpo y, alhacerlo, “el cuerpo queda marcado discursivamente al construir ciertas partes delcuerpo como más importantes que otras”104. Al adjudicar este estatus “especial” aalgunas partes del cuerpo marcadas como sexuales, “la sexualidad como tal,tiene unlugar preponderante en el cuerpo; el órgano sexual no es como la mano, el cabello o lanariz. Por consiguiente debe ser protegido, rodeado, debe estar sujeto a una legislacióndiferente a la aplicada al resto del cuerpo”105.

61 Muchos feministas responderían: “¿Y qué hay de malo en eso? Los delitos sexuales son

diferentes”. La preocupación de Foucault se deriva de la forma como este despliegue delsexo oculta el modo como opera el poder sobre el cuerpo, “ordenando en la medida enque estudia, organizando sus movimientos en la medida en que observa, categorizandoen la medida en que sondea. De esta forma, el poder, o el poder/conocimiento, producenuestra comprensión del cuerpo”106. Así, para Foucault, el sexo no es algo que tengamoso hagamos, sino un ideal regulador. Judith Butler expresa un interés similar en lasformas como el “sexo” “produce los cuerpos que rige” y, al hacerlo, produce cuerposque importan y cuerpos que no importan107. Wendy Brown lleva estas reflexiones deFoucault hacia otra dirección, iluminando el peligro de la política basada en losderechos, la cual se construye sobre la naturalización de la identidad, que es, de hecho,el resultado de un ideal regulador: “Las producciones disciplinarias de la identidadpueden convertirse en el sitio de lucha por los derechos que naturalizan y, porconsiguiente, fortalecen los poderes de los cuales tales identidades son efecto108.

62 Lo que busca interrumpir Foucault es el poder regulador del sexo al cuestionar la

necesidad de tratar la violación de una manera diferente a un golpe en la cara. A suparecer, ganamos mucho y perdemos poco al castigar la violencia física de la violación“sin invocar el hecho de que está involucrada la sexualidad”109.

63 En términos generales estoy de acuerdo con el punto teórico de Foucault, aunque

pienso que Monique Plaza acierta al argumentar que las mujeres, en particular, nopueden darse el lujo de saltar al ámbito de lo ideal110. Aunque en principio sea en granparte acertada la sugerencia de Foucault de tratar la violación y los delitos “nosexuales” como delitos de violencia, recomendar este cambio en las leyes positivasactualmente significa que las víctimas de violación tendrán que soportar los costos detransición de esta reforma representativa. Es decir, que las víctimas de violacióncontinuarán experimentando la violación como un ataque a su cuerpo sexual, mientras

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se transforman las leyes que regulan los delitos sexuales y cambia la forma comoconocemos el cuerpo.

64 A fin de reconciliar la tensión entre el daño que causan las leyes que perpetúan “lo

sexual” como un ideal regulador y el costo que supone para las víctimas de violaciónsolicitar que la ley no reconozca el aspecto sexual de su lesión, paso a analizar lo queconsidero como un ejemplo de posición de conciliación: el reconocimiento de laviolencia sexual como una violación del Derecho Internacional Humanitario.

Violación Y Tortura

65 Entre 1991 y 1995 una guerra interétnica, interreligiosa devastó el país que se conocía

como Yugoslavia. La violación y las agresiones sexuales han sido siempre parte de laguerra, pero lo que les ocurrió “en Bosnia y Herzegovina a las mujeres musulmanas ycroatas parece no tener precedentes en la historia de los crímenes de guerra. Lasmujeres [fueron] violadas por los soldados serbios en forma organizada y sistemática,como un crimen planeado para destruir a la totalidad de la población musulmana, paradestruir la integridad cultural tradicional y religiosa de una sociedad”111. Los soldadosserbios no fueron los únicos acusados de utilizar la violación y otras agresiones sexualescomo instrumento de guerra en la Antigua Yugoslavia. Los soldados musulmanes ycroatas también habrían cometido atrocidades sexuales similares a aquéllas cometidaspor los serbios112. Nunca este aspecto aparentemente inevitable de la guerra habíasuscitado el grado de atención y consternación internacional como las atrocidadescometidas en la Antigua Yugoslavia. En lo que ha sido llamado eufemísticamente“limpieza étnica”, los serbios establecieron campos “con el propósito de violar [mujeresmusulmanas bosnias] (…) para embarazarlas”. Las mujeres embarazadas eran detenidashasta un momento del embarazo en que ya no tenían la opción de abortar113. Unacomisión de las Naciones Unidas caracterizó este patrón de violación como “parte deuna ‘política de limpieza étnica’”114. Si bien las ejecuciones masivas de civiles tambiéncaracterizaron lo inhumano de este conflicto, es claro que tanto mujeres como hombresfueron víctimas de agresiones sexuales y que la violencia sexual se convirtió en “unarma de guerra” en formas nunca antes vistas115115.

66 En respuesta a la enorme presión ejercida sobre las Naciones Unidas por parte de los

Estados Miembros, así como de los medios internacionales, en mayo de 1993, el Consejode Seguridad de las Naciones Unidas estableció el Tribunal Internacional para juzgar alos responsables de graves violaciones al Derecho Internacional Humanitario cometidasen territorio de la Antigua Yugoslavia desde 1991 (ICTY o el “Tribunal”) con el “poderde juzgar a los responsables de graves violaciones al Derecho InternacionalHumanitario cometidas en territorio de la Antigua Yugoslavia desde 1991”. Con arregloal estatuto del Tribunal Internacional, goslavia, dichos actos inhumanos han tomado laforma de la llamada “limpieza étnica”, violación extendida y sistemática, y otras formasde agresión sexual, incluida la prostitución forzada”116. Por consiguiente, en esteTribunal la violación y la agresión sexual fueron por primera vez juzgadas comoviolaciones graves del Derecho Internacional Humanitario117.

67 Desde su creación en 1993, el Tribunal ha investigado y procesado extremas formas de

crueldad y brutalidad humanas, algunas de ellas de naturaleza sexual. La forma como elTribunal ha caracterizado la violencia sexual, así como las disposiciones particulares dela Ley Internacional de Derechos Humanos que ha invocado para procesar la violencia

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sexual, han evolucionado de manera interesante durante este período. Los cambios aeste respecto ocurridos en el seno del Tribunal reflejan un enfoque cada vez mássofisticado del papel que puede jugar el sexo en la degradación, la humillación, latortura, y el profundo sufrimiento experimentado por las víctimas de esta horribleguerra.

68 En mayo de 1992, se dice que las fuerzas serbias hicieron una redada y enviaron al

Campo de Prisionero éste tiene autoridad para procesar a aquellos individuos quehayan cometido, entre otras cosas: (1) graves violaciones a los Convenios de Ginebra de1999, (2) violaciones a las costumbres de guerra, (3) genocidio y (4) crímenes de lesa lahumanidad. El estatuto del Tribunal considera específicamente la violación como uncrimen de lesa humanidad cuando se comete dentro de un conflicto armado y esperpetrado contra la población civil. En su informe sobre las bases específicas dejurisdicción del Tribunal, el Secretario General estableció que los crímenes de lesahumanidad incluyen “tortura o violación cometidas como parte de un ataque difundidoo sistemático contra cualquier población civil por motivos nacionales, políticos, étnicos,raciales o religiosos”. Asimismo, declaró específicamente que “en el conflicto dentro delterritorio de laAntiguaYu- de Omarska cerca de 3.000 musulmanes y croatas, enparticular intelectuales, profesionales y líderes políticos. De estos prisioneros,aproximadamente 40 eran mujeres. Las condiciones en Omarska eran horribles y lossoldados sometían a muchos civiles “dentro y fuera de los campos a campañas de terrorque incluían asesinatos, torturas, agresiones sexuales y otros abusos físicos ypsicológicos”. En febrero de 1995, el Fiscal del Tribunal presentó dos acusacionesseparadas, la de Meakic y la de Tadic, en conexión con atrocidades cometidas por lasfuerzas serbias contra los musulmanes croatas en Omarska. Ambas acusacionescomúnmente denominadas “las acusaciones de Omarska”, contienen denuncias deviolencia sexual – en el caso de Meakic principalmente por parte de hombres contramujeres y en el caso de Tadic por parte de hombres tanto contra mujeres como contrahombres118. Las denuncias de violación y violencia sexual en ambos casos sonabsolutamente horripilantes y, sin embargo, como fue típico en las acusacionespresentadas previamente ante ese Tribunal, el trato jurídico de los fiscales de estasatrocidades difería dependiendo del sexo de la víctima.

69 En el caso de Meakic, el fiscal acusó a los soldados serbios de un número de violaciones

del Derecho Internacional Humanitario. Dentro de los cargos proferidos entre mayo ydiciembre de 1992 aparecían violaciones repetidas por parte de soldados serbios aprisioneras en Omarska. Las mujeres croatas eran forzadas a salir de sus camas en lanoche, llevadas a un cuarto en la planta baja, lanzadas sobre una mesa o en el piso yvioladas repetidamente noche tras noche119. Las jóvenes entre los 12 y 19 años eran lasmás vulnerables. Un prisionero con entrenamiento médico asignado a tratar y aaconsejar a muchas de estas víctimas de violación atestiguó ante el Tribunal:

70 El simple acto de violar, en mi opinión – hablé con estas personas y observé sus

reacciones – tuvo un efecto terrible en ellas. Quizás podían explicarse a sí mismascuando alguien les robaba algo o incluso las golpeaba, o cuando había asesinatos. Dealguna forma lo aceptaban, pero cuando empezaron las violaciones perdieron todaesperanza. Hasta ese momento guardaban la esperanza de que la guerra terminaría, deque todo se calmaría. Cuando empezaron las violaciones, todos perdieron la esperanza,todos en el campo, hombres y mujeres. El miedo era horrible120.

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71 Por esa conducta el Fiscal acusó a los soldados serbios argumentando, entre otros

cargos, violaciones graves a la Convención de Ginebra de 1949 bajo el Artículo 2(c) delEstatuto del Tribunal (causar intencionalmente gran sufrimiento o graves lesionescorporales o atentar contra la salud), violaciones de las leyes o costumbres de guerrasegún el Artículo 3 del Estatuto del Tribunal y crímenes de lesa humanidad según elArtículo 5(g) (violación). Cabe contrastar esta construcción de la naturaleza de la lesióncon los cargos presentados en conexión con la tortura de hombres en el Campo deOmarska. De acuerdo con la acusación, los soldados serbios golpearon fatalmente a losprisioneros hombres por utilizar expresiones musulmanas, los desnudaron, lesgolpearon los testículos y las costillas hasta dejarlos inconscientes. Igualmente,obligaron a otros prisioneros a tomar agua de los charcos, como animales, y luego lesdescargaron un extintor de incendios en la boca. Como los procesos involucraban avíctimas mujeres, el Fiscal acusó a los soldados de violaciones graves según el Artículo2(c) (causar intencionalmente gran sufrimiento, serias lesiones en el cuerpo o atentadoscontra la salud), violaciones de la ley o costumbres de guerra bajo el Artículo 3. Pero enlugar de acusar de violación del Artículo 5(g) (violación), el Fiscal alegó crimen de lesahumanidad por “otros actos inhumanos” en virtud del Artículo 5(i)121121.

72 Por consiguiente, en el caso de las mujeres prisioneras la tortura y la humillación por

violación se procesaron por “causar intencionalmente gran sufrimiento o lesionesseveras en el cuerpo o la salud”, mientras que la tortura y la humillación inflingidas alos hombres, cuando involucraban los genitales, fueron procesadas por “causarintencionalmente gran sufrimiento o lesiones severas al cuerpo o la salud” y con lacategoría residual para “otros actos inhumanos”. Esta diferencia se ejemplifica aún másen el caso Tadic.

73 El juicio Tadic se relaciona con las atrocidades cometidas y ampliamente divulgadas

contra croatas musulmanes en Omarska. Como en el juicio de Meakic, el de Tadicincluye cargos de violencia sexual y no sexual contra presos civiles en el campo. Comoen el caso de Meakic, en las acusaciones relacionadas con la violación de una mujer “F”en Omarska, al acusado se le imputaron cargos de crimen de lesa humanidad en virtuddel Artículo 5(g) (violación) del Estatuto del Tribunal122. No obstante, los cargosasociados a la violencia sexual contra hombres ejemplifican un enfoque diferente. Eltribunal encontró que los acusados golpearon a un prisionero llamado Harambasic,después de lo cual obligaron a otros dos a lamerle el trasero, a practicarle felación y amorderle los testículos. El tribunal lo establece así:

74 Mientras tanto un grupo de hombres uniformados se encontraba alrededor del foso de

inspección observando y gritando que mordieran más fuerte (…) el testigo H fueamenazado con un cuchillo, mientras le decían que le sacarían los ojos si no mantenía laboca de Fikret Harambasic cerrada para impedirle gritar; luego G fue obligado arecostarse entre las piernas desnudas de Fikret Harambasic mientras este luchaba, y agolpear y morder sus genitales. Luego, G mordió y arrancó uno de los testículos deFikert Harambasic y lo escupió, después de los cual le dijeron que se podía ir (…) Desdeentonces no se ha sabido nada de Harambasic123.

75 Por esta conducta, el Fiscal acusó a Tadic de grave violación del Artículo 2(b) (tortura y

trato inhumano), violación de las leyes o costumbres de guerra en virtud del Artículo 3(tratamiento cruel) y crimen de lesa humanidad, en virtud del Artículo 5(i) (otros actosinhumanos) del Estatuto del Tribunal. Si bien el juez encargado del juicio se refirió a laconducta anteriormente descrita como agresión sexual y mutilación sexual, Tadic no

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fue acusado de violar el Artículo 5(g) del estatuto (violación) aunque la conducta incluíafelación forzada y otras violencias sexuales124.

76 Cinco meses después de dictar sentencia en los casos Meakic y Tadic, el Tribunal dictó

otras cinco sentencias, tres de las cuales contenían cargos de violencia sexual125. Estasacusaciones evidencian una evolución en la forma como la Fiscalía redactó sus cargos,así como un cambio sustancial en la forma en que se juzgan las atrocidades queinvolucran violación, sexo forzado y otras clases de tortura relacionadas con el sexo.Estos cambios representan, en mi opinión, las formas complejas en que se utilizó el sexoen la tortura, la humillación y el trato inhumano tanto de hombres como de mujeres enla guerra en la Antigua Yugoslavia. Más aún, el enfoque utilizado hoy en día por laFiscalía en lo que se refiere a violencia sexual, diseñado en gran parte con base en eltrabajo de Patricia Sellers, asesora del Tribunal para asuntos de género126, ofrece unmodelo útil como alternativa a las formas más esenciales y estáticas, en las cuales la LeyPenal de Nueva York, por ejemplo, categoriza ciertos comportamientos como crímenessexuales.

77 Si bien las atrocidades representan una parte significativa de la lista de casos del Fiscal,

éstas no son procesadas como delitos sexuales per se, sino como el actus reus de otroscrímenes; por ejemplo crímenes de lesa humanidad, infracciones graves, genocidio oviolación de las leyes y costumbres de guerra. Esta forma de juzgar dichos crímenes,junto con las Reglas de Procedimiento y Evidencia del Tribunal que reflejan sensibilidadhacia los asuntos de carácter único surgidas en el marco de los juicios por violenciasexual127, acarrea una estructura jurídica que reconoce de inmediato la forma comoopera el sexo en tanto “punto de transferencia especialmente denso en lo que se refierea las relaciones de poder”128, sin sobresexualizar la violación ni otras formas deviolencia sexual.

78 En las acusaciones formales emitidas en julio de 1995, la Fiscalía adoptó por primera

vez el uso de títulos dentro de los cuales se organizaron varios cargos, tales como“Genocidio”, “Asesinato de [X]”, “Tortura a [Y], “Golpes a [Z] y “Agresión Sexual”129.Estos títulos no sólo representan un cambio en la forma, sino también una evolución enla manera sustancial en que el Tribunal procesó la violencia sexual. En el caso de Brcko,por ejemplo, se acusa a Rango Cesic de haber forzado a dos hermanos, apuntándolescon un arma, “a golpearse mutuamente y realizar actos sexuales entre sí en presenciade otros, causándoles honda humillación y degradación”. Por esta conducta, el fiscaldictó contra Cesic cargos de violación del Artículo 2(b) (trato inhumano), del Artículo 3(trato humillante y degradante) y del Artículo 5(g) (violación, incluidas otras formas deagresión sexual) del Estatuto del Tribunal130. Cabe resaltar la introducción de doscambios importantes en esta acusación. En primer lugar, la interpretación del término“Crímenes de Lesa Humanidad”, tal como se establece en el Artículo 5(g), incluyó porprimera vez no sólo la violación sino “otras formas de agresión sexual”. En segundolugar, se determinó que la agresión sexual de un hombre por parte de otro hombreconstituye una agresión sexual según el significado del Artículo 5(g), y no un actoinhumano generalizado como se establece en el Artículo 5(i)131.

79 En una acusación aparte emitida formalmente en julio de 1995, en conexión con

atrocidades cometidas en la ciudad de Bosanski Samac, soldados serbios fueronacusados de forzar a dos prisioneros hombres “a realizar actos sexuales entre sí enpresencia de otros presos y guardias”. Por estas acusaciones el Tribunal alegó lasmismas violaciones del Derecho Internacional Humanitario que en el caso de Brcko:

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crímenes de lesa humanidad, conforme al Artículo 5(g) (violación, incluidas otrasformas de agresión sexual), entre otras132.

80 En dos acusaciones formales emitidas en 1996, el Fiscal desarrolló un enfoque aún más

refinado al juicio de las conductas, que incluyeran cierto grado de violencia sexual.Continuando con el uso de encabezados en las acusaciones, en marzo de 1996 el Fiscalprofirió acusaciones en conexión con atrocidades cometidas en un campo en el pueblode Celebici133. Según una de éstas, Hazim Delic, el comandante del campo Celebici, forzórepetidamente a una mujer a tener relaciones sexuales, en ocasiones en público y otrasveces con más de un violador. Según otra acusación, éste habría violado a unaprisionera durante su primer interrogatorio y luego en repetidas ocasiones durante lasseis semanas siguientes. Por estos actos Delic fue acusado de grave violación delArtículo 2(b) (tortura) y de violaciones de las leyes y costumbres de guerra según elArtículo (3) (tortura y trato cruel). Esta fue la primera vez que el Fiscal del ICTYcaracterizó la violencia sexual contra un hombre o una mujer como tortura y no comoviolación134.

81 De otra parte, el Tribunal dictó una acusación en junio de 1996, en la cual los cargos

principales fueron violación, esclavización sexual y otras formas de agresión sexual. Enla acusación Foca, el Tribunal describió cómo, entre abril y julio de 1992, soldadosdetuvieron a mujeres jóvenes y adultas musulmanas en la ciudad de Foca, en casas,campos de atletismo, la escuela local, centros de detención, apartamentos y casas.Tanto en forma individual como en grupos, los soldados serbios sistemáticamenteviolaron, torturaron y humillaron a estas mujeres135. En varias ocasiones los soldadosles dijeron, mientras las violaban, que tendrían hijos serbios y, en un caso, que sucuerpo “sería encontrado en cinco países distintos si le decía a alguien que él la habíaviolado”. De otra parte, la acusación describe cómo muchas mujeres musulmanasfueron esclavizadas en casas y apartamentos convertidos en “campos deviolación”136136, y fueron sometidas a violación y a otras agresiones sexuales en formarepetida. Estas mujeres también eran obligadas a realizar tareas domésticas, comococinar, lavar la ropa y hacer la limpieza, y eran vendidas y compradas por los mismossoldados serbios y los montenegrinos.

82 El Fiscal acusó a ocho serbios por estos delitos. En los casos en los que las mujeres

fueron presuntamente violadas y torturadas individualmente y no en los “campos deviolación”, el fiscal clasificó los cargos bajo el encabezado de “Tortura y violación” yacusó a los perpetradores de grave violación del Artículo 2 (b) (tortura), violaciones delas leyes o costumbres de guerra de conformidad con el Artículo 3 (tortura) y crímenesde lesa humanidad de conformidad con el Artículo 5 (f) (tortura) y 5 (g) (violación). Loscargos de violación, sin cargos adicionales de violencia o amenaza de violencia, comocortar o morder, fueron clasificados bajo el encabezado de “Violación” y a los acusadosse les imputaron únicamente cargos de crimen de lesa humanidad de conformidad conel Artículo 5 (g) (violación), más no de infracción grave (tortura). Por último, lasacusaciones relativas a los “campos de violación” figuraron bajo el encabezado“Esclavización y violación” y el fiscal imputó a los acusados cargos de crímenes de lesahumanidad conforme al Artículo 5 (c) (esclavización) y 5 (g) (violación), infraccióngrave bajo el Artículo 2 (b) (trato inhumano) y violación de las leyes y costumbres deguerra bajo el Artículo 3 (atentado a la dignidad personal). Razón por la cual lo curiosoes que esta conducta no haya sido caracterizada como tortura. Igualmentesorprendente es la decisión del Fiscal en el caso Foca de abandonar las descripciones de

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actos imputados bajo el Artículo 5 (g) como “violación, incluidas otras formas deagresión sexual”.

83 Por último, en la Acusación Kovacevic, el Fiscal imputó a dos oficiales serbios cargos

por Genocidio en conexión con la tortura de hombres y mujeres musulmanes en laciudades de Prijedor y Banja Luka137. Si bien la acusación cita la violación y tortura demujeres y niñas por parte de subordinados de los acusados, a aquéllos no se lesimputaron cargos de violación conforme al Artículo 5(g), sino de genocidio conforme alos Artículos 4 y 7. La acusación fue enmendada posteriormente para incluir contraellos cargos de crímenes de lesa humanidad, violaciones de las leyes y costumbres deguerra e infracciones graves. En este caso, las violaciones y otras formas de agresiónsexual constituyeron actos de genocidio, como ya se mencionó, mas no una violaciónsustancial del Derecho Internacional Humanitario.

84 Por lo tanto, la forma como la fiscalía del ICTY ha enmarcado la violencia sexual se ha

modificado con el tiempo. Al comienzo, el Fiscal interpretó la violencia sexual comoequivalente a infracción grave, violación de las leyes y costumbres de guerra y crimende lesa humanidad. No obstante, la violencia sufrida por las mujeres se alegó comoviolación según lo dispuesto en el Estatuto bajo “Crímenes de lesa humanidad”,mientras que la violencia sexual sufrida por los hombres fue juzgada con base endisposiciones relativas a otros actos inhumanos. Más tarde, la violación, un delitoespecíficamente contemplado en el Estatuto como un “Crimen de lesa humanidad”, seinterpretó ampliamente como agresión sexual, “un ‘término abarcante’ que se refiere a(…) penetración sexual forzada, agresión indecente, prostitución forzada, mutilaciónsexual, fecundación forzada y maternidad forzada”138. En consecuencia, actualmente loscargos que se formulan haciendo referencia al Artículo 5(g) se describenfrecuentemente como “violación, incluidas otras formas de agresión sexual”. Estetérmino ampliado se ha aplicado a la violación tanto de mujeres como de hombresforzados a realizar actos sexuales, ya sea coito forzado o felación forzada.

85 Más aún, el Fiscal del ICTY ha llegado a considerar la violencia sexual no sólo como

agresión sexual según el Artículo 5(g), sino, además, como una forma de tortura ygenocidio –ya sea que se cometa contra hombres o contra mujeres. “Esto se haceenjuiciando las agresiones sexuales no como delitos enumerados como tales (como en elArtículo 5(g)), sino como elementos, usualmente el actus reus de los delitos”139. Porconsiguiente, tomando prestada la definición de otras convenciones sobre tortura, elFiscal del ICTY define fundamentalmente la tortura como “todo acto mediante el cualse causa a una persona dolor o sufrimiento severo, ya sea físico o mental, con elpropósito de (…) castigarla por un acto que ésta o un tercero haya cometido o sesospeche haya cometido, o intimidarla o coaccionarla a ella o a un tercero, o porcualquier razón basada en discriminación de cualquier índole”140.

86 Por consiguiente, la agresión sexual es vista como un elemento del delito de tortura –

como un acto por medio del cual se causan dolor y sufrimiento severos a una personapor un motivo prohibido. Esta visión es equivalente a la del Relator Especial de la ONUsobre tortura, quien definió la violación como “una forma especialmente traumática detortura”. 141En consecuencia, la evidencia de violación u otras agresiones sexuales“cumple sólo parcialmente con los elementos de tortura (…) los cuales a su vez cumplensólo parcialmente con los elementos exigidos para establecer una infracción grave”142.La evolución de la forma como el ICTY ha procesado la violencia sexual culminó en dossentencias dictadas por la Sala de Juicios del Tribunal en casos que involucran cargos de

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violación y otras formas de agresión sexual. En el caso Celebici, tres oficiales militares,dos musulmanes y un croata, fueron condenados por cometer crímenes de guerra,incluida la violación de prisioneras, poner cuerdas de mechas encendidas alrededor delos genitales de los prisioneros hombres y forzar a dos hermanos a practicar felaciónentre sí. En el caso Furundzija, la Sala de Juicios condenó al acusado por participar eincitar a un soldado bajo su mando a violar y agredir sexualmente a una prisionera,mientras Furundzija miraba la escena143.

87 En ambos casos, los jueces se aseguraron de discutir a fondo la forma como las

agresiones sexuales, incluida la violación, se usaron como modalidad de tortura. Paraalegar tortura, el fiscal debe demostrar que se causó deliberadamente gran dolor osufrimiento físico o psicológico con un propósito prohibido. De acuerdo con el panel delcaso Celebici “es difícil concebir circunstancias en las cuales la violación (…) noimplique de alguna manera castigo, coerción, discriminación o intimidación”144. Conrespecto a las agresiones sexuales específicas imputadas a los acusados, el panelconcluyó que “la violencia sufrida por [una prisionera] en forma de violación, le fueinflingida por Delic por el hecho de ser mujer. Esto representa una forma dediscriminación que constituye un propósito prohibido en el delito de tortura”145. Enforma similar, el panel de Furundzija concluyó que el fiscal había probado que laviolación de la prisionera era una forma de tortura, porque se le había causado esaforma de sufrimiento físico y psicológico con el objeto de forzarla a suministrarinformación durante un interrogatorio. Cabe anotar que el hombre que violó a lavíctima en el caso Furundzija le había advertido a otro soldado “no golpearla pues éltenía ‘otros métodos’ para las mujeres, los cuales puso en práctica”146. Por consiguiente,el panel de Furundzija pudo concluir que las violaciones y otras agresiones sexualescausadas a las mujeres prisioneras fueron perpetradas con fines discriminatorios, asícomo también con el propósito de extraer información.

88 Este cambio que consiste en tratar la violencia sexual como forma de tortura, incluida

la violación, a la luz del Artículo 2(b) relativo a infracciones graves es una posición quela profesora Rhonda Copelon ha urgido para que la Fiscalía la adopte, tantodirectamente a través de correspondencia, como indirectamente en sus publicacionesacadémicas. Su lógica para hacerlo se basa en tres elementos. En primer lugar, Copelonargumenta que es más adecuado clasificar la violación y otras agresiones sexuales comoinfracción grave debido a que “a la luz de los Convenios de Ginebra, los crímenes deguerra más graves son denominados ‘infracciones graves’”. En segundo lugar, paraprobar que se ha cometido una infracción grave no es necesario demostrar que laconducta fue sistemática o que se llevó a cabo a escala masiva; “un acto de violación escastigable”, así como un acto de asesinato o tortura lo sería. Por último, a los crímenesclasificados como “Infracciones graves” se les confiere jurisdicción universal, lo cualquiere decir que pueden ser juzgados ante un tribunal internacional147. Por lo tanto,Copelon y otros urgen a la Fiscalía a procesar la violación y otros crímenes sexualescomo formas de tortura, con el objeto de eliminar toda ambigüedad en cuanto a lagravedad de la agresión148. El Fiscal y la Sala de Juicios adoptaron esta estrategia nocomo un tema de enmienda del Estatuto, sino como un elemento de interpretación: hoyen día, la Sala de Juicios, en su interpretación de las disposiciones sobre infraccióngrave contenidas en el Artículo 2(b) relativas específicamente a tortura, incluye laviolación de mujeres en el Valle del Río Lasva y en Celebici.

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89 De hecho, lo que ha ideado el Fiscal del ICTY es una estrategia para evaluar en cada caso

el papel que juega la violencia en el contexto de las violaciones del DerechoInternacional Humanitario, en la medida en que “horroriza la conciencia de lahumanidad a tal punto que produce un efecto internacional”149149. En lugar defundamentar sus argumentos en leyes especiales que aíslan la violación y/o la agresiónsexual como un tipo privilegiado de lesión, el Fiscal y los jueces del Tribunal decidieronadaptar la construcción de estos crímenes a los efectos de la violencia sexual en ladestrucción mental de la persona o las personas. Cuando la violencia sexual tiene lugara escala masiva o es objeto de políticas orquestadas, es debidamente juzgada comocrimen de lesa humanidad, lo cual exige que las acciones del acusado hagan parte de unataque generalizado y sistemático contra la población civil150150. Cuando opera comoparte de una campaña para destruir a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, debeser enjuiciado como genocidio151. Sin embargo, como observa la Juez del ICTY, ElizabethOdio Benito, “sería difícil recopilar suficiente evidencia para llevar a juicio a personasindividualmente responsables de (…) crímenes de lesa humanidad o genocidio”152. Es asícomo el Tribunal puede y debe invocar las disposiciones del Estatuto relativas ainfracciones graves y violaciones de las leyes y costumbres de guerra en casos queinvolucran también violencia sexual.

90 Todas estas formulaciones son claramente preferibles al manejo de la violación como

un botín de guerra, como un delito de pasión o lujuria, o como un delito contra elhonor, el pudor o la dignidad, que le dio el Derecho Internacional Humanitario en elpasado153. Si bien es cierto que el sexo y otras formas de violencia sexual se practicaronsistemáticamente en la Antigua Yugoslavia como parte de una campaña de persecuciónde carácter étnico y religioso154, también se realizaron como parte de una campañasistemática de persecución por razones de género. El Derecho InternacionalHumanitario ha empezado a reconocer la trascendencia de la persecución por razonesde género en la medida en que la violación ha sido tratada como una forma dediscriminación sexual en el contexto de los juicios por tortura. La construcción de laviolación como tortura, por parte de la Sala de Juicios del ICTY, constituye un pasoenorme que va más allá de la visión según la cual “la tortura y otras agresiones sexualesse han definido con frecuencia como ‘privadas’, excluyendo, así, la posibilidad de queestos delitos sean castigados a la luz del derecho nacional o internacional155.

91 La misma interpretación debe plantearse con respecto al significado de los Crímenes de

Lesa Humanidad: “En Bosnia, las mujeres víctimas y sobrevivientes están siendosometidas a crímenes de lesa humanidad tanto por razones de etnia y religión, como degénero. Es crucial reconocer ambos y admitir que la intersección entre violencia étnicay de género tiene características propias”156. Por consiguiente, la persecución porrazones de género debe reconocerse como una clase particular de crímenes de lesahumanidad. No obstante, es importante aclarar que hacerlo es una estrategiainterpretativa muy diferente a centrarse en el papel del sexo en la guerra.

92 El ICTY trató por primera vez la violencia sexual como una infracción seria, con

frecuencia grave, del Derecho Internacional Humanitario, evitando al mismo tiempocometer el error de tipificar esencialmente la conducta sexual como un tipo especial delesión que mereceser “protegida, rodeada, sujeta a”157 una respuesta legal especial. LasReglas de Procedimiento y Evidencia del Tribunal reflejan sensibilidad hacia lasparticularidades de la violencia sexual fundamentada en la verificación del testimoniode las víctimas sobre la agresión sexual, a la evidencia de conducta sexual anterior y a

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la complejidad de la noción de consentimiento158. De hecho, la Sala de Juicios basó lacondena en el caso Celebici en el testimonio no corroborado de la víctima de violación.Por lo tanto, si bien es probable que este Tribunal reconozca que en los casos deviolencia sexual el sexo fue usado como arma de guerra, evita al mismo tiempo muchasde las preocupaciones de Foucault con respecto a las formas como el sexo está inscritolegalmente en el cuerpo. Al mismo tiempo, este método de enjuiciamiento es sensible alos significados particulares de la violencia sexual para aquellas personas que la hansufrido, así como para la cultura en general en la Antigua Yugoslavia.

Conclusión

93 Es claro que todas las culturas ‘sexualizan’ diferentes partes del cuerpo y distintos

comportamientos en formas muy variadas. En cierto sentido, insto a que hagamos unasociología inversa de lo erótico. Más que estudiar la forma como los dedos de las manoso de los pies, los labios, las orejas, los penes, las vaginas o los anos son erotizados porlas diferentes culturas, me preocupa la forma como las partes del cuerpo y las prácticas,una vez ‘sexualizadas’, no pueden escapar a un proceso de significación, según el cual elcontacto con dichas partes del cuerpo y el poner en acto dichas prácticas fuera algosiempre y exclusivamente sexual. En ese sentido, quisiera cuestionar si lo sexual es unalente de análisis satisfactoria para entender el significado de ciertas prácticasinterpersonales tales como el acoso sexual, las prácticas seminales en Melanesia, laagresión contra Abner Louima o la violencia sexual en la Antigua Yugoslavia.

94 En el caso Tadic, el Tribunal encontró que Suada Ramica, una mujer musulmana con

tres o cuatro meses de embarazo, resultado de la violación por parte de un soldadoserbio en un campo de prisioneros, fue “llevada a la estación de policía de Prijedor porun policía serbio que ella había conocido en el trabajo. Camino a la estación de policía,él le habló en forma vulgar, usando términos étnicamente peyorativos, y le dijo quetodos los musulmanes debían morir porque “no quieren ser controlados por lasautoridades serbias”. Cuando la mujer llegó a la estación de policía, vio a dos hombresmusulmanes que conocía, cubiertos de sangre. Fue llevada a una celda de la prisión queestaba llena de sangre y (…) fue violada de nuevo y golpeada”159159. Esta evidenciaapoya un hallazgo del Tribunal, según el cual Tadic sería culpable de persecuciónreligiosa: un crimen de lesa humanidad. Esta evidencia suena parecida al relato deAbner Louima sobre la conducta y los comentarios de los oficiales de policía que loagredieron verbal y físicamente en la noche del 19 de agosto de 1997. Recordemos quese acusa a los oficiales de haber dicho:

95 Ustedes, niggers, tienen que aprender a respetar a los oficiales de policía”. El otro dijo:

“Si grita o hace ruido, lo mato”. Luego uno de ellos me sostuvo mientras el otro memetía [el mango de madera] de la chupa por detrás. Luego la sacó y me la metió en laboca, rompiéndome los dientes, y dijo: “Esa es tu m…….a, nigger”. Más tarde, cuandollamaron a una ambulancia, el policía me dijo: “Si se atreve a decirle a alguien, los matoa usted y a su familia0160.

96 Si lo que experimentó Sauda Ramic fue violencia sexual al servicio de la persecución

religiosa, sin lugar a dudas lo que sufrió Abner Louima fue violencia sexual como unaforma de persecución racial. En ambos casos, las víctimas sufrieron también una formade violencia motivada por género. Esperamos que algún día el Derecho InternacionalHumanitario reconozca los crímenes basados en el género en el mismo nivel que los

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crímenes de naturaleza racial, religiosa, étnica o política. No obstante, en cualquiera delos dos casos sería un error reducir las atrocidades sufridas por las víctimas al hecho deque eran de carácter sexual. Así mismo, cuando los observadores se oponen a lasprácticas seminales ritualizadas de los sambia, porque equivalen a relaciones sexualesintergeneracionales, perdemos de vista el poder que tienen estas prácticas paraenseñar a los niños importantes lecciones de género. Es crucial, en todos estos casos,mantener una visión clara de cómo se utiliza el sexo para construir hombres,masculinidad y naciones, y para destruir mujeres, hombres y pueblos.

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NOTAS

1. La Bienaventurada Virgen María, según se dice, se aparece todo el tiempo en Queens, Nueva

York. De hecho, hay incluso anuncios en el metro donde aparece un número telefónico al que se

puede llamar por sólo US$1,50 el minuto para recibir información sobre las apariciones más

recientes de la BVM. Yo siempre me he preguntado por qué en Queens y no en otro lugar. Carol

Rose respondió recientemente a esta pregunta: “Por la cantidad de católicos que viven allí, por

supuesto”.

2. Michel Foucault, Language, Counter-Memory, Practice: Selected Essays and Interviews, ed. Donald E.

Bouchard, trad. Donald F. Bouchard y Sherry Simon (Ithaca, N.Y: Cornell University Press, 1977),

148.

3. Michel Foucault, The History of Sexuality, trad. Robert Hurley

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4. David Herbert Donald, Lincoln (New York: Touchstone, 1995), 389.

5. Eve Kosofsky Sedgwick, Between Men: English Literature and Male Homosocial Desire (New York:

Columbia University Press, 1985), 6.

6. Ver Katherine M. Franke, “What’s Wrong with Sexual Harassment?” Stanford Law Review 49

(1997): 691, 730-47, 76272.

7. Ver, por ejemplo, F. E. Williams, Papuans of the Trans-Fly (Oxford: The Clarendon Press, 1936),

158; Gilbert H. Herdt, Guardians of the Flutes (Nueva York: McGraw-Hill, 1981): (I); Gilbert H. Herdt,

“Ritualized Homosexual in the Male Cults of Melanesia, 1862-1983: An Introduction”, en Ritualized

Homosexuality in Melanesia, ed. Gilbert H. Herdt (Berkeley: University of California Press, 1984);

Gerald W. Creed, “Sexual Subordination: Institutionalized Homosexuality and Social Control in

Melanesia”, Ethnology 23 (1984): 157, 158. Herdt se pregunta, por ejemplo, “¿por qué una sociedad

de viriles guerreros cree que un niño debe ser inseminado oralmente para hacerse masculino?

¿Qué ocurre cuando esta convicción se ejecuta a través de prácticas homosexuales ritualizadas

prolongadas?”.

8. Ver Merrill Goozner, “NYC Cut in Crime Has a Brutish Side”,

Chicago Tribune 16 de agosto 1997.

9. Michel Foucault, Politics, Philosophy, Culture: Interviews and Other Writings 1977-1984, ed. Lawrence

D. Kritzman, trad. Alan Sheridan et al. (New York: Routledge, 1988), 200.

10. Vikki Bell, “Beyond the ‘Thorny Question’: Feminism, Foucault and the Desexualization of

Rape”, International Journal of the Sociology of Law 19 (1991): 83, 89.

11. Foucault, The History of Sexuality¸105.

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37

12. Herdt utiliza el nombre “sambia” como seudónimo del verdadero nombre de la tribu para

“proteger las identidades de quienes depositaron su confianza en él y para salvaguardar los

cultos rituales de la comunidad, que siguen siendo una forma de vida reservada en el sentido

estricto de la palabra. Los hombres sambia estipulan explícitamente que ningún fragmento de su

documento original debe divulgarse dentro de Papúa, Nueva Guinea” (Guardians of the Flutes, xvi).

13. Ibid., 204-5, 223. Herdt resumió las creencias sambias de la si-guiente manera: “Se cree que la

feminidad es inherente al de sarrollo de la niña por su continua asociación con la madre. La

masculinidad, por el contrario, no es un resultado intrínseco de la condición de ser varón; es un

logro diferente al que se deriva de tener órganos sexuales masculinos. La madurez reproductiva

masculina debe ser inducida artificialmente, mediante la práctica estricta de técnicas rituales”

(160).

14. Ibid., 224. Herdt observa que la práctica de tragar cañas fue abandonada hacia 1964 por

considerarse demasiado dolorosa (223 n. 29).

15. Ibid., 224-26, 262-65.

16. Los “ritos de ingestión” incluyen la práctica de tragar y absor-

ber sustancias que se creen esenciales para lograr el crecimiento masculino (ibid., 227, 232, 234,

236, 252); ver también 281-82, teniendo en cuenta que hay una etapa de transición cuando los

niños que se acercan a la pubertad adoptan un papel activo en la motivación de los más

pequeños hacia esa misma práctica.

17. Ibid., 233, 252.

18. Ibid., 3 n. 2: “Es crucial que distingamos desde el comienzo entre

identidad y comportamiento homosexual”.

19. Ibid., 2-3, 8.

20. Ver Herdt, Ritualizad Homosexual Behavior, 2, quien cita algunos estudios melanesios que

ignoran las prácticas seminales entre personas del mismo sexo.

21. Ver ibid., 3, reconociendo que desde 1984 “el sexo sigue siendo uno de los temas ‘tabú’ en

antropología”; Kath Weston, “Lesbian/ Gay Studies in the House of Anthropology”, Annual Review

of Anthropology 22 (1993): 339: “A lo largo de la primera mitad del siglo, la mayoría de las

alusiones por parte de los antropólogos al comportamiento homosexual permanecieron tan

veladas por su ambigüedad como complicadas en su formulación, como lo son las referencias a la

homosexualidad en el discurso dominante de la sociedad circundante”. Herdt atribuyó tres

factores adicionales a esta falla: (1) falta de datos; (2) “la tendencia de los escritores a ver el

comportamiento homosexual como universalmente desviado, artificial o perverso”; y (3) el uso

de autoridades que ven únicamente la heterosexualidad como “normal” (Herdt, Ritualizad

Homosexual Behavior, 3).

22. Ver Gilbert Herdt, “Representations of Homosexuality: An Essay on Cultural Ontology and

Historical Comparison, Part II”, Journal of the History of Sexuality I (1991): 603, 607, que plantea la

reacción negativa de los misioneros, funcionarios gubernamentales y agentes occidentales

blancos respecto del “hombre inseminador de niños”.

23. Ver ibid., 607-8. Debemos preguntarnos en qué forma la obra publicada por Herdt puede

haber contribuido precisamente a la extinción de las prácticas que documentó.

24. 24Herdt, Ritualizad Homosexuality in Melanesia (colección de artículos acerca de las prácticas

sexuales entre personas del mismo sexo en distintas sociedades de la región del Pacífico Sur);

Gilbert Herdt, ed., Rituals of Manhood: Male Initiation in Papua New Guinea (Berkeley: University of

California Press, 1982), analiza los ritos de maduración de los hombres en Papúa, Nueva Guinea;

Gilbert Herdt, Same Sex, Different Cultures: Gays and Lesbians across Cultures (Boulder: West-view

Press, 1997), 81-88, 112-23.

25. Deborah A. Elliston, “Erotic Anthropology: ‘Ritualized Homosexuality’ in Melanesia and

Beyond”, American Ethnologist 22 (1995): 848.

26. Ver Herdt, “Representations of Homosexuality”, 606-7.

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38

27. Herdt observa: “Los hombres no sólo pasan el tiempo divirtiéndose con los iniciados. Los

niños son sus primeros compañeros eróticos. Por esta razón, y otros factores de personalidad, en

ocasiones los solteros quieren apasionadamente a ciertos chicos en particular” (Guardians of the

Flutes, 288).

28. Ver ibid., 282, 319; Herdt, “Representations of Homosexuality”, 611, donde se describe la

protección y los lazos que pueden entablarse entre hombres solteros y niños.

29. Ver Franke, “What’s Wrong”, 729-47.

30. Elliston, “Erotic Anthropology”, 849.

31. Ver Herdt, “Representations of Homosexuality”, 603: “¿Acaso las relaciones de inseminación

de los niños expresan deseo erótico?” Herdt reconoce y rechaza dos tendencias interpretativas

que descartan la naturaleza erótica de la homosexualidad melanesia. Esta primera tendencia

trata dichas prácticas como “una práctica puramente ritual que hace parte de las costumbres”

(607).

32. Creed, “Sexual Subordination”, 160.

33. Ver Herdt, “Representations of Homosexuality”, 613: “Es una redundancia necesaria decir

que sin excitación sexual – representada en erecciones por parte del inspirador y entusiasmo

subido de tono en el niño inspirado – estas prácticas sociales no sólo reposarían más allá de lo

erótico sino que, sencillamente, no existirían”.

34. Como lo observa Thorkil Vanggaard, Phallós: A Symbol and Its History in the Male World, trad.

Thorki Vanggaard (New York: International University Press, 1972), 102: “Al parecer, las

emociones e impulsos diferentes a los eróticos, pueden causar erección y actividad genital en los

hombres; así como en el babuino, montar y penetrar para mostrar superioridad, o sentarse en

guardia con las patas abiertas y el pene amenazadoramente expuesto muestra una erección de

un origen asexual(…) posiblemente lo mismo que ocurría con la gente de la Edad de Bronce en

Escandinavia

– o en el norte de Italia – que equiparaban la potencia fálica con el poder del arpón, la espada y el

hacha, como puede verse en sus petroglifos”.

35. Ver, por ejemplo, Ron Langevin, Sexual Strands: Understanding and Treating Sexual Anomalies in

Men (Hillsdale, N.J.: L. Erlbaum Associates, 1983) 8; Joost Dekker y Walter Everaerd,

“Psychological Determinants of Sexual Arousal: A Review”, Behavior RES and Therapy 27 (1989):

353, 361.

36. Alfred C. Kinsey et al., Sexual Behavior in the Human Male (Philadelphia: W.B. Saunders Co.,

1948): 164-65.

37. Dekker y Everaerd, “Psychological Determinants”, 361.

38. Elliston, “Erotic Anthropology” 854

39. Franke, “What’s Wrong”, 740

40. Ver Amy Richlin, The Garden of Priapus: Sexuality and Agression in Roman Humor, ed. Rev.

(Oxford: Oxford University Press, 1992), 215, 256.

41. Ver Vanggaard, Phallós: “’Un castigo persa favorito impuesto a los extraños atrapados en el

Harem o Gynaeceum es desnudarlos, y lanzarlos y exponerlos a los abrazos de los novios y de los

esclavos negros’” (101, citando a Richard Burton, “Thousand Nights and a Night”, Terminal Essay X

[1885]: 235).

42. Como observó Foucault, “la sexualidad no es no es el elemento más inextricable en las

relaciones de poder, pero sí un o de los más instrumentales: útil para la mayor cantidad de

maniobras y capaz de servir como punto de apoyo, como eje de las más variadas estrategias” (The

History of Sexuality, 103).

43. Sedwick reconoce que ciertos aspectos de la cultura sambia se ajustan a su “continuum

homosocial”. Between Men, 7; ver también 5.

44. Un claro ejemplo de esta polarización se encuentra en las numerosas segregaciones

espaciales que se evidencian en la cultura sambia. El acceso a la “casa club”, sitio de muchos de

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los ritos de masculinización, está prohibido a las mujeres (ver Herdt, Guardians of the Flutes,

74-75). En forma similar, las “cabañas menstruales” de las mujeres son estrictamente evitadas

por los hombres (75). Esta segregación espacial opera en muchas otras áreas, incluidos los

domicilios y los senderos peatonales (75-76).

45. Ver ibid., 28-29, 162, 244-45; Herdt, Same Sex, Different Cultu-

res, 113.

46. Herdt observa que en la cultura sambia “los hombres sostienen que las mujeres los pueden

contaminar por el simple hecho de pasar a su lado, tocarlas, o tocar su comida u objetos

personales. Durante el período menstrual, las mujeres se van de la casa y se retiran a la cabaña

menstrual, situada cerca del caserío. Los hombres y los iniciados evitan completamente el área

de la cabaña.

47. Gilbert Herdt y Robert J. Stoller, Intimate Communications: Erotics and the Study of Culture (New

York: Columbia University Press, 1990): 60, 62 y 63. Como dato interesante, se requiere más

semen para procrear a una niña que a un niño.

48. Ibid., 65, 62

49. Herdt, “Representations of Homosexuality”, 605-6, 607.

50. 50 Herdt, Same sex, Different Cultures, 121

51. Elliston, “Erotic Anthropology”, 855.

52. Sedwick postula que “el deseo homosocial masculino” tiene por objeto marcar tanto

discriminaciones como paradojas. En primer lugar, “el deseo homosocial es una especie de

oxímoron. ‘Homosocial’ es una palabra utilizada ocasionalmente en historia y ciencias sociales, y

que describe los lazos sociales entre personas del mismo sexo; es un neologismo, que se forma

obviamente por analogía con ‘homosexual’, y que también obviamente debe distinguirse de

‘homosexual’. De hecho, se aplica a actividades como‘establecimiento de lazos masculinos’, que

puede, como en el caso de nuestra sociedad, caracterizarse por intensa homofobia, miedo y odio

hacia la homosexualidad. Situar de nuevo lo ‘homosocial’ en la órbita del ‘deseo’, de lo

potencialmente erótico significa, por ende, hipotetizar la ininterrupción de una continuidad

entre lo homosocial y lo homosexual” (Between men, I).

53. Nella Larson, “Passing”, en Quicksand and Passing, ed. Deborah

E. McDowell (New Brunswick, N.J.: Rutgers University Press, 1986) 135, 149-61

54. Lauren Berlant, “Nacional Brands/Nacional Body: Imitation of Life” en Comparative American

Identities: Race, Sex, and Nationality in the Modern Text, ed. Hortense J. Spillers (New York, 1991), 110,

111.

55. T.O. Beidelman, The Cool Knife: Imagery of Gender, Sexuality,

and Moral Education in Kaguru Initiation Ritual (Washington, D.C.: Smithsonian Institute Press,

1997), 244.

56. Sedgwick, Between Men, 15.

57. Ibid., 13.

58. Goozner, “NYC Cut in Crime”.

59. Mike McAlary, “The Frightful Whisperings from a Coney Island Hospital Bed”, New York Daily

News 13 de agosto de 1997, 2, citando a Abner Louima cuando éste se encontraba en la cama del

hospital cuatro días después del ataque. Nota de los editores: por considerar que la traducción al

español del término “nigger” (“negro”) elimina su connotación racista, conservaremos el original.

60. Ver Richard Goldstein, “What’s Sex Got to Do with It? The Assault of Abner Louima May Have

Been Attempted Murder. But It Was Also Rape”, Village Voice 2 de septiembre de 1997, 57; Tom

Hays, “Haitian’s Beating May Have Been Case of Mistaken identity, Punch”, Arizona Republic 22 de

agosto de 1997, A11, informa que testigos alegan que otro individuo, que no era Louima, atacó al

oficial Volpe.

Revista de Estudios Sociales, 28 | Diciembre 2007

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61. “Report: Officer Boasted alter Attack”, UPI agosto 19 de 1997, disponible en Lexis, Nexos

Library, archive UPI, informe sobre la presunta declaración de Justin Volpe, oficial de policía de

la Ciudad de Nueva York.

62. Según un informe “los oficiales se enfurecieron cuando él protestó por su arresto; detuvieron

dos veces la patrulla para darle puñetazos”. McAlary, “Frightful Whisperings” 2: ver también

David Kocieniewski “Injured Man Says Brooklyn Officers Tortured Him in Custody”, New York

Times 13 de agosto de 1997, B1.

63. Louima relató el incidente a un diario: “ ‘Los policías me bajaron los pantalones frente al

sargento de la recepción’(…) ‘¿Lo hicieron caminar desnudo de un lado a otro del precinto? ‘Sí’.

‘¿Había otros policías en el lugar? ‘Sí. Estaban el sargento y otros policías. Ellos vieron’. ‘¿Y no

dijeron nada?’ ‘Yo gritaba. “¿Por qué? ¿Por qué?” Todos los policías me oyeron, pero no dijeron

nada. Lo que me dijeron, nunca podré olvidarlo. Uno dijo en público “ustedes, negros, tienen que

aprender a respetar a los oficiales de policía”’. (Mike McAlary, “Victim and City Deeply Scarred”,

New York Daily News 14 de agosto de 1997, 4).

64. McAlary, “Frightful Whisperings”, 2.

65. Kocieniewski, “Injured Man”, B1

66. 66 Tom Hayes, “Officer Accused of Sexually Brutalizing Suspect Arrested” (oficial acusado de

brutalizar sexualmente a sospechoso arrestado), AP agosto 13 de 1997, 1 (como lo reprodujeron

varios periódicos).

67. Ver “Louima Starts on a Long Road Back”, Newsday octubre 12 de 1997, A39.

68. J. Zamgba Browne, “Police Sodomize Suspect: The Tale of Torture at 70th Precinct”, New York

Amsterdam News 20 de agosto de 1997, 1; Suspect Claims Police Raped Him with Plunger”, Salt Lake

Tribune agosto 14 de 1997, A13. Hayes, “Officer Accused”,

1.Ver también “New York Officer Surrenders on Sexual Assault on Immigrant”, Los Angeles

Times¸agosto 14 de 1997, A18; “Cop Surrenders on Sexual Brutality Charges”, San Diego Union

Tribune agosto 14 de 1997, A12.

69. Ver Vinette K. Pryce, “A Week of Outrage, Pain and Celebration”, New York Amsterdam News

septiembre 10, 1997, I, que incluye una fotografía de un manifestante en una marcha con una

pancarta, que dice: “Criminales, Pervetidos, Violadores”.

70. Charles Baillou, “Marchers Blast Police Barbarism at City Hall”,

New York Amsterdam News, sept. 10, 1997, 8.

71. David Firestone, “Giuliani’s Quandary: Mayor Who Linked Name to Police success Is Now

Facing a Very Ugly Police Failure”, New York Times agosto 15, 1997, AI. La prensa informó que

durante la agresión contra Louima en la estación de policía Nº70, uno de los oficiales dijo:

“Estamos en tiempos de Giuliani, no de Dinkins” (Eleanor Randolph, “In Police Abuse Case,

Giuliani’s Balance Tested” Los Angeles Times agosto 16 de 1997, AI). Sin embargo, ver Carolina

Gonzalez y Bill Hutchinson, “Sharpton Promises He’ll Defend Louima”, New York Daily News¸ enero

19, 1998, 8, donde se informa que en ese momento Louima no estaba del todo seguro de que el

oficial hubiera efectivamente dicho eso. El alcalde Giuiliani suministró una respuesta bastante

interesante con respecto a los informes acerca del supuesto comentario del oficial: “La

observación es tan pervertida como el acto que se denuncia” (en Randolph, AI).

72. John Sullivan, “New Charges Field in Police Brutality Case”,

New York Times 22 agosto 1997, B3.

73. Goldstein, “What’s Sex Got to Do with It?”, 57.

74. Ver Goozner, “New York Cut in Crime”, I; ver también New York Penal Law § 120.10

(McKinney 1998) (agresión en primer grado); New York Penal Law § 130.70 (abuso sexual

agravado en primer grado).

75. Ver “2 New York Officers Get New Charge in Haitian’s Beating”, Boston Globe sept. 9 de 1997,

A8; ver también New York Penal Law § 240.31 (acoso sexual agravado en primer grado).

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41

76. Mike McAlary, “Home Sweet Heartache: Love Alone Won’t Aid Louima in Brooklyn”, New York

Daily News oct. 10, 1997, 3.

77. En un informe de comisión de la Ciudad de Nueva York se exponen dos ejemplos del exceso

de celo policial: “Un oficial de una comisaría del Norte de Brooklyn nos contó cómo él y sus

colegas le lanzaron una vez a la cara a un detenido un baldado de amoníaco. Otro oficial

cooperante nos relató como él y sus colegas le lanzaron basura y luego agua hirviendo a una

persona que se escondía debajo de una mesa rodante” (Ciudad de Nueva York, Comisión para

Investigar Acusaciones de Corrupción de la Policía y los Procedimientos Anticorrupción del

Departamento de Policía, Comisión Report [1997], 47; en adelante Mollen Report). Ver también

Amnistía Internacional, Estado Unidos de América, Police Brutality and Excessive Force in the

NewYork City Police Department (1996), 26, 37-54.

78. Goldstein, “What’s Sex Got to Do with It”, 57.

79. Ver, n.gr. Charles Bailout, “Angry Haitians March at the 70th Precinct in Brooklyn”, New York

Amsterdam News, de agosto 27 de 1997, 1; “The Blue Wall, police Brutality and Police Silence”,

Nightline, ABC, agosto 22 de 1997.

80. Ver, v.gr., n.81 siguiente, donde aparece la definición que establece la Ley Penal de Nueva

York de abuso sexual agravado en primer grado.

81. Ver la Ley Penal de Nueva York §§ 130.00-.85 (Mc Kinney 1998 y Sup. 1998, donde aparece

una lista de los delitos sexuales en Nueva York). La Ley Penal de Nueva York define la mala

conducta sexual como: 1) en el caso del hombre, sostener relaciones sexuales con una mujer sin

el consentimiento de esta última; 2) tener relaciones sexuales desviadas con otra persona sin el

consentimiento de esta última; o 3).algún tipo de conducta sexual con un animal o con un

cadáver humano (§130.20). “Relaciones sexuales desviadas” se definen como “conducta sexual

entre personas no casadas entre sí que consistan en contacto entre el pene y el ano, la boca y el

pene, o la boca y la vulva” (§130.00(2)). El abuso sexual en primer grado ocurre cuando:[Una

persona] somete a otra a contacto sexual: 1).Por la fuerza; 2) cuando la otra persona es incapaz

de consentir por encontrarse físicamente indefensa; o 3) cuando la otra persona tiene menos de

11 años de edad (§ 130.65). Ocurre abuso sexual agravado en primer grado cuando: [Una persona]

introduce un objeto extraño en la vagina, la uretra, el pene o el recto de otra persona,

causándole lesión física a esa persona: (a) por la fuerza; (b) cuando la otra persona es incapaz de

consentir por estar físicamente indefensa; o

(c) cuando la otra persona tiene menos de 11 años de edad (§

130.70(1)). Una conducta sexual en primer grado contra un niño ocurre cuando “durante un

período de tiempo no menor de tres meses de duración, [una persona] lleva a cabo dos o más

actos de conducta sexual, que incluyen por lo menos un acto coital, relación sexual desviada o

contacto sexual agravado, con un niño menor de once años de edad” (§ 130.75; ver también §

130.80, acto de conducta sexual en segundo grado contra un niño).

82. Ley Penal de Nueva York § 130.00 (3); se agregó énfasis. En su expresión más amplia,

“contacto sexual” significa: “tocar cualquier parte sexual o íntima de una persona que no sea el

cónyuge del autor, con el objeto de gratificar el deseo sexual de cualquiera de las partes. Incluye

tanto el hecho de que el autor toque a la víctima como que la víctima toque al autor, ya sea

directamente o a través de la ropa”.

83. Ver El Pueblo vs Cammarere, 611 N.Y.S.2d, 682, 684 (App. Dic.

1948); El Pueblo vs Gray, 607 N.Y.S2d 828, 829 (App. Dic. 1994); El Pueblo vs Graydon 492 N-Y.S.2d

903,904 (Crim. Ct. 1985) El Pueblo vs Rondon 579 N-Y.S.2d 319, 320-21 (Crim. Ct. 1992); El

Pueblo vs Rivera 525 N.Y.S.2d 118, 119 (Sup. Ct. 1988); El Pueblo

vs Belfrom 475 N.Y.S.2d 978, 980 (Sup. Ct. 1984).

84. Rivera en 119.

Revista de Estudios Sociales, 28 | Diciembre 2007

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85. La Ley Penal de Nueva York dispone lo siguiente: La relación sexual definida como “su

significado ordinario y que ocurre tras cualquier penetración, así sea leve” (Ley Penal del Nueva

York

§130(I)) (McKinney 1998)), es un elemento necesario de conducta sexual indebida (§130.120),

violación (§130.35) y sodomía (§130.50). El ataque sexual agravado requiere que haya inserción

de un objeto extraño en la vagina, la uretra, el pene o el recto de otra persona” (§130.70).

86. Ley Correccional de Nueva York §§ 168-168-v (McKinney Sup. 1998); Estatutos Anotados de

New Jersey §§ 2C:7-1 a -11 (West 1995, 1998).

87. La Ley de Nueva York exige el registro de los “delincuentes sexuales” (Ley de Correcciones o

Correccional de Nueva York§168-b). El estatuto define delincuente sexual como “una persona

condenada por ciertos delitos establecidos”; ver §168-a(I), que relaciona los delitos de la lista

§168-I(2), (3). Estos delitos establecidos consisten en aquéllos relacionados en el texto que

acompaña esta nota.

88. Según la Ley Penal de Nueva York, el encerramiento ilegal en segundo grado ocurre cuando

“una persona (…) rapta a otra persona” (§135.20). El secuestro en primer grado debe cumplir con

esta definición, además de incluir otras circunstancias; entre ellas la muerte, el intento de

obtener un rescate o la retención durante más de 12 horas con intención de “inflingir lesión física

o violar o abusar sexualmente de la víctima” (§135.05)

89. Ley Penal de Nueva York §135.15 (encarcelamiento ilegal);

§135.30 (secuestro).

90. Bell, “Beyond the Thorny Question”, 86 (se atribuye este argumento a Michel Foucault).

91. Ver Goldstein, “What’s Sex Got to Do with It”, 57.

92. Earl Caldwell, “Police Sodomy in Queens: The Column the Daily News Killed”, New York

Amsterdam News 27 de agosto de 1997,

12. Los periódicos “negros” en Nueva York reportan estos accidentes en forma amplia, pero

ninguno de los periódicos “blancos” los menciona. Ver Earl Caldwell, “Earl Caldwell to the Daily

News (…)’Le advertí. Usted me despidió’”, New York, Ámsterdam News, 27 de agosto de 1997, I:

“Los principales periódicos parecen haber ignorado la historia. El Daily News no publicó nada. El

New York Times tampoco publicó ninguna de las historias”.

93. En un pasaje característicamente lacónico de Beloved, Toni Morrison describe la amarga

humillación que sufre un grupo de hombres afroamericanos en una cadena de presidiarios

forzados todas las mañanas por guardias varones blancos a ponerse sus propias cadenas,

arrodillarse en fila y practicarles a la fuerza felación a los guardias. Ver Toni Morrison, Beloved

(New York: Knpof, 1987), 107-8. Leo este pasaje no por ser principalmente acerca de la

expropiación del sexo de los hombres afroamericanos, sino por tratarse de formas rutinarias de

prácticas sexuales utilizadas para degradar a estos prisioneros.

94. Ver McAlary, “Frightful Whisperings”, 2, citando lo que recuerda Louima acerca de lo que le

dijo el oficial justo antes de introducirle la chupa por el ano.

95. Droit du seigneur o “derecho del señor” históricamente se refiere a “un derecho

supuestamente legal o consuetudinario en la época del matrimonio cuando el señor feudal tenía

relaciones sexuales con la novia de un vasallo en la noche de su matrimonio” (Webster’s Third New

International Dictionary [1993], 633).

96. Goldstein, “What’s Sex Got to Do with It”.

97. Después de coquetear con una mesera de un bar durante el descanso, un oficial de policía la

persiguió en su vehículo cuando ella se dirigía del trabajo a la casa, la abordó y le dijo “Ahora vas

a ver lo que es ser arrestada (…) l” 57. Luego la sacó a la fuerza del carro, la esposó, la tiró del

cabello y le echó la cabeza hacia atrás y empezó a tocarla sexualmente” (Ronald K. Fitten,

“County Officer Faces Charges of Misconduct”, Seattle Times 24 de octubre de 1998, A7).

98. Ver Ana Ortiz, “Remarks at the Intersexionality Symposium”, University of Denver College of

Law, 6 de febrero de 1998 (trascripción de archivo de la Denver University Law Review).

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99. Richard Goldstein y Jean Jean Pierre, “Day of Outrage”, Village Voice, 9 de septiembre de 1997,

44, citando a Tatiana Wah.

100. Ver Foucault, The History of Sexuality, 57-63. “¿Es realmente el ‘sexo’ el punto de anclaje que

sostiene las manifestaciones de la sexualidad o no es más bien una idea compleja que se formó

dentro del despliegue de la sexualidad?” (152).

101. Ver Foucault, Politics, 200-204; Bell, “Beyond the Thorny Question”, 84-87.

102. Foucault, Politics, 200-201. Foucault inicia la discusión con la declaración provocadora de

que “en todo caso, la sexualidad no puede en ningún caso ser objeto de castigo”.

103. Ver, por ejemplo, Franke “What’s Wrong”, 740-44, donde se discute el debate entre

feministas acerca del significado adecuado de violación: un crimen de violencia o sexo..

104. Bell, “Beyond the Thorny Question”, 92.

105. Foucault, Politics, 201-202

106. Bell, “Beyond the Thorny Question”, 91.

107. Judith Butler, Bodies That Matter: On the Discursive Limits of “Sex” (New York: Routledge 1993),

I. Al abordar el “ideal regulador” de Foucault, Buttler anota: “El sexo no sólo funciona como una

norma sino como parte de una práctica reguladora (…) cuya fuerza reguladora se hace clara

como una especie de poder productivo, el poder de producir – demarcar, circular, diferenciar

– los cuerpos que controla”.

108. Wendy Brown, Status of Injury: Power and Freedom in Late Modernity (Princeton University

Press)

109. Foucault, Politics, 202.

110. Monique Plaza, “Our Costs and Their Benefits”, M/F: A Feminist Journal (1980); 28, 35.

111. Slavenka Drakulic, “Rape after Rape after Rape”, New York Times 13 Dic. 1992, sec. 4, p. 17.

112. Ver Prosecutor vs Delalic esteroides al, Judgment, Caso No. IT96-21-T (ICTY 16 de noviembre de

1998); en adelante Juicio Celebici. En la época en que se escribe este documento, 78 sospechosos

han sido acusados por el Tribunal. La mayoría de los acusados de crímenes de guerra eran

serbios bosnios y la mayoría de las decenas de miles de víctimas de la guerra entre 1991 y 1995

eran croatas y musulmanes. Sin embargo, “la mayoría de los acusados que se han entregado o

han sido arrestados son musulmanes y croatas; las dos sentencias del Tribunal a la fecha

involucran un serbio bosnio y un croata y un serbio bosnio confeso”. Ver Charles Trueheart,

“Bosnian Muslims, Croat Convicted of Atrocities against Serbs”, Washington Post 17 de noviembre

de 1998, A34.

113. Final Report of the Commission of Experts Established Pursuant to Security Council Resolution 780,

Sesión 49, ¶248, Documento Naciones Unidas s/1994/674 (1994); en adelante Final Report.

114. Según el Informe Final se identificaron cuatro patrones de violación de los cuales el campo

de violaciones para efectos de limpieza étnica fue uno de ellos (¶¶244-45). Se reconocieron otros

cuatro patrones: (1) violaciones ocurridas conjuntamente con saqueo e intimidación; (2)

violaciones ocurridas junto con luchas en el área;

(3) violaciones en instalaciones de detención; y (4) violaciones en instalaciones de detención

establecidas con el “único propósito de entretener sexualmente a los soldados” (¶¶245-47, 249).

A una mujer musulmana le dijeron que “daría a luz a un niño chetnik que cuando fuera grande

mataría musulmanes” (249).

115. “Rape Becomes a Weapon of War”, New York Times enero 10 de 1993, secc. 4, p.4.

116. Report of the Secretary-General Pursuant to Paragraph 2 of Security Council Resolution 808 (1993)

UN scor, 48, anexo, artículo 1, página 36, Documento Naciones Unidas §25704 (1993, reimpreso

en ILM 32 (1993): 1163, 1192, disponible en (http://www.un.org/ icty/basic/i-bencon.htm)

(visitado 2 de septiembre de 1998); en adelante Estatuto del Tribunal (que establece el estatuto del

tribunal internacional en el anexo), adoptado por S.C.Res. 827, UN scor, sección 48, 3217 mtg,

página 2, Documento Naciones Unidas S/RES/827 (1993). Ver también Estatuto del Tribunal ,

artículo 2,36; artículo 3, 37; artículo 4, 37; artículo 5, 38; artículo 5 (g), 38; 48. Diversos

Revista de Estudios Sociales, 28 | Diciembre 2007

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documentos del Tribunal Penal Internacional para la Antigua Yugoslavia incluidas decisiones y

opiniones discutidas aquí están disponibles en el portal del ICTY: (http://www. un.org/icty/)

(visitado el 11 de julio de 2002).

117. Ver Justice Richard Goldstein, “‘The United Nations’ War Crimes Tribunals: An Assessment”,

Connecticut Journal of International Law 12 (1997): 227, 231: “El ICTY está sentando un importante

precedente con respecto a los delitos relacionados con género porque es la primera vez que la

violación masiva sistemática ha sido acusada y procesada como un crimen de guerra”; Jennifer

Green y otros, “Affecting the Rules for the Prosecution of Rape and Other Gender Based Violence

before the International Criminal Tribunal for the Former Yugoslavia: A Feminist Proposal and

Critique”, Hastings Women’s Law Journal 5 (1994): 171, 173, No. 5. El Tribunal Penal Internacional

para Ruanda, un tribunal de crímenes de guerra de las Naciones Unidas, homólogo del ICTY, ha

procesado atrocidades sexuales similares cometidas en 1994 durante la guerra étnica en Ruanda.

En septiembre 2 de 1998, el Tribunal de Crímenes de Guerra de Ruanda dictó una sentencia final

en la que determina que Jean-Paul Akayesu, un oficial Hutu, fue culpable de nueve cargos de

genocidio y crímenes de lesa humanidad por haber incitado a la violación y agresión sexual de

mujeres Tutsi. Ver Prosecutor vs Jean-Paul Acayesu, Sentencia, Caso No. ICTR-96-4-T (ICTY 2 de

septiembre de 1998), disponible en (http://www.un.org/icty/English/judgements/aka-

yesu.htm) (última visita el 11 de julio de 2002).

118. Ver Prosecutor vs Meakic , Acusación Formal, Caso No. IT-95-4,

¶1 (ICTY 13 de febrero de 1995), reimpreso en ILM 34 (1995): 1013, 1014 en adelante Acusación

Formal contra Meakic); Prosecutor v Tadic, Segunda Enmienda, Caso No. IT-94-1-T ¶2.3 (ICTY 14 de

diciembre de 1995) reimpreso en ILM 36 (1995): 908, 915; Prosecutor v Tadic, Opinión y Juicio, Caso

No. IT-94-1T ¶377 (ICTY Mayo 7 de 1997), extractos reimpresos en ILM 36 (1997): 908 (párrafos

¶¶ 1-12, 557-765 de la Opinión y ¶¶1-14 de la opinión en contrario del Juez McDonald sobre la

aplicabilidad del Artículo 2 del Estatuto; en adelnte Opinión Tadic); Prosecutor v Tadic, Acusación

Formal Inicial, Caso No. IT-94-1-T (ICTY 13 Feb. 1995), reimpreso en ILM35 (1995): 1001, 1028.

Esta se enmendó dos veces. Ver Prosecutor v. Tadic Primera Acusación Formal, Caso No. IT-94-1-T

(ICTY 1 Sept. 1995); Segunda Enmienda Caso Tadic; ver también Opinión Tadic, ¶36; Acusación

Formal contra Meakic, ¶¶2.6, 22.1, 25.1, 26.1, 30.1; Primera Acusación Formal contra Tadic,

¶¶4.1, 5.1. Los cargos asociados con ¶4.1 finalmente fueron retirados en el juicio (ver Tadic

Opinion , ¶37). Dada la postura del siguiente argumento, las

posteriores citaciones se refieren a la acusación formal inicial con las modificaciones pertinentes.

119. Acusación Formal de Meakic, ¶¶22.1 – 22.16, 25.1 – 25.4, 26.1

– 26.4, 30.1 – 30.4; ver también Opinión Tadic, ¶165: “Las mujeres retenidas en Omarska eran

sacadas en forma rutinaria de sus cuartos en la noche y violadas. Una testigo dijo haber sido

sacada cinco veces y violada, y, luego de ser violada, golpeada”.

120. Opinión Tadik, ¶ 175.

121. Acusación Formal contra Meakic (Meakic Indictment), ¶¶27.1, 29.1, 31.1, 29.2, 31.2, 29.4,

31.4. Artículo 5(i) los crímenes de lesa humanidad permiten incluir “otros actos inhumanos”. Ver

el Estatuto del Tribunal, Artículo 5(i), 38.

122. Comparar la Acusación Formal Inicial contra Tadic, ¶¶4.4 (cargos de violación dispuestos en

el Artículo 2 (c) [causar intencionalmente gran sufrimiento], Artículo 3 y Artículo 5(g)

[violación]), con la del caso Meakic ¶¶22.1-4 (acusación por las mismas violaciones). Las

acusaciones Tadic enmendadas substituyeron “violación del Artículo 2 (b) (trato inhumano)” por

el Artículo inicial 2(c) (causar intencionalmente gran sufrimiento) de la primera acusación

formal. Ver la segunda enmienda de la acusación formal contra Tadic ¶5, numeral 2. Los cargos

asociados con la violación de una mujer eventualmente fueron anulados del juicio. Ver la

Opinión Tadic, ¶37 (nótese el retiro de los cargos asociados con el ¶5 de la Segunda Enmienda que

corresponde al ¶4.1 de la acusación inicial).

Revista de Estudios Sociales, 28 | Diciembre 2007

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123. Opinión Tadik, ¶ 206. Ver también Acusación Inicial Tadik, ¶ 5.1; Segunda Acusación

Enmendada, ¶6.

124. 125. Véase Fiscal vs Karadzic, Caso No. IT-95-5 (ICTY 25 de julio de 1995); Fiscal vs Martic, Caso No.

IT-95-11 (ICTY 25 de julio de 1995); Fiscal vs Sikirica, Acusación Formal, Caso No. IT-95-8, ¶ 19

(ICTY 21 de julio de 1995; en adelante Acusación Formal Karatern); Fiscal vs Kiljkovic, Acusación

Formal, Caso No. IT-95-9,

¶31 (ICTY 21 de julio de 1995; en adelante Acusación Formal Bosanski Samac); Fiscal vs Jelisic,

Acusación Formal, Caso No. IT-95-10 (ICTY 21 de julio de 1995; en adelante Brcko Acusación

Formal Inicial), enmendado por Fiscal vs Jelisic, Acusación Formal Enmendada, Caso No. IT-95-10-

PT (ICTY 3 de marzo de 1998; en adelante Brcko Primera Enmienda de la Acusación Formal) y

Fiscal vs Jelisic, Segunda Enmienda de la Acusación Formal, IT-95-10-PT (ICTY 19 de octubre de

1998). Ver también Acusación Formal Karatern, ¶¶19,20 (forzar a las víctimas a practicar

felación); Acusación Formal Bosanski Samac, ¶33 (forzar a dos hermanos a “realizar actos

sexuales entre si”).

126. Anteriormente Asesora Legal sobre Crímenes relacionados con Género ante los Tribunales

para la Antigua Yugoslavia y Ruanda, y en la época en que se escribió el presente documento,

fiscal del ICTY en la Haya.

127. Ver Tribunal Internacional para el proceso de personas responsables de graves violaciones del

Derecho Internacional Humanitario cometidas en el territorio de la antigua Yugoslavia desde 1991: Reglas

de Procedimiento y Evidencia 96, documento de la ONU IT/32/REV. 13 (1998), reimpreso en ILM 33

(1994): 484, 535, disponible en (http://www.un.org/icty/basic/rpr/rev13e.htm) (visitado julio 11

de 2002); en adelante Reglas de Procedimiento del Tribunal. La Regla 96, “Evidencia de Casos de

Agresión Sexual” establece lo siguiente: En casos de agresión sexual: (i) no se exigirá

corroboración del testimonio de la víctima; (ii) el consentimiento no se permitirá como defensa,

si la víctima: (a) ha sido sometida o amenazada o temió ser objeto de violencia, coacción,

detención u opresión psicológica, o (b) tuvo razones para creer que si no se sometía, otro sería

sometido, amenazado o atemorizado; (iii) antes de admitir evidencia de consentimiento de la

víctima, el acusado deberá cumplir con la norma de la Sala de Juicios según la cual la evidencia es

relevante y confiable; (iv) el comportamiento sexual previo de la víctima no será admitido como

evidencia.

128. Foucault, The History of Sexuality, 103.

129. Ver, por ejemplo, Acusación Brcko.

130. Acusación Brcko, ¶ 33, puntos 50-52. Acusación Enmendada, emitida el 3 de marzo de 1998,

eliminó el cargo del Artículo 2(b). Ver Acusación Brcko Enmendada, ¶ 32, puntos 34-35.

131. No obstante, la reforma de la política acusatoria evidenciada en la Acusación Brcko no fue

implementada en forma coherente por la Fiscalía. Compárese la Acusación Inicial de Brcko

(cargos de violación del Artículo 5(g) [violación, que incluye otras formas de agresión sexual]

cuando presuntamente los acusados forzaron a dos hermanos a realizar actos sexuales entre sí),

con la Acusación Inicial de Tadik, ¶¶ 5.I, 5.3I, 5.34 (cargos de violación del Artículo 5(i) [otros

actos inhumanos] cuando los acusados forzaron a dos individuos a “lamer las nalgas y los

genitales y luego a mutilar sexualmente [a la víctima]”). En otra acusación emitida el mismo día

que la de Brcko, el Fiscal acusó a varios soldados serbios de forzar a un hombre a realizar “actos

degradantes, humillantes y/o dolorosos, como acostarse sobre vidrios rotos, saltar

repetidamente de un camión y practicar felación” (Acusación de Karaterm, ¶ 19). Por dicha

conducta, a los acusados se les imputaron los delitos de causar gran sufrimiento bajo el Artículo

2(c), trato cruel bajo el Artículo 3 y actos inhumanos bajo el Artículo 5(i), mas no de violación ni

de agresión sexual, delitos contemplados en el Artículo 5(g). Ver Acusación de Karaterm,

¶¶ 19.2.I-2.3. Soldados hombres fueron igualmente acusados, en un capítulo aparte, de forzar a

un prisionero a correr llevando una ametralladora de alto peso y a practicar felación (Acusación

Revista de Estudios Sociales, 28 | Diciembre 2007

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Karaterm, ¶ 20). La Acusación de Karaterm no contenía los títulos contenidos en el caso de Brcko

ni en otras acusaciones presentadas en julio de 1995.

132. Como en el caso de los acusados de Brcko, a los acusados de Bosanski Samac se les

imputaron cargos de grave violación del Artículo 2(b) (trato inhumano), violación de las leyes o

costumbres de guerra bajo el Artículo 3 (trato humillante y degradante) y crimen de lesa

humanidad según el Artículo 5(g) (violación, incluidas otras formas de agresión sexual). Ver

Acusación Bosanski Samac, ¶ 31, puntos 36-38.

133. Fiscal contra Delalic, Acusación, Caso Nº IT-96-21 (ICTY 21 de marzo de 1996); en adelante

Acusación Celebici.

134. Es muy posible que el Fiscal no haya incluido el cargo de crimen de lesa humanidad

contemplado en el Artículo 5(g) (violación), porque quizás consideró que no disponía de

suficiente evidencia para probar que las violaciones habían sido cometidas como parte de un

ataque generalizado o sistemático contra la población civil por motivos nacionales, políticos,

étnicos, raciales o religiosos.

135. Fiscal v. Delalic, Acusación Formal, Caso Nº IT-96-23 (ICTY 21 de marzo de 1996); en adelante

Acusación Foca. Una víctima fue violada por un grupo de por lo menos 15 hombres durante tres

horas, y luego abusada sexualmente “de todas las formas posibles”, incluida la amenaza de un

soldado de cortarle un seno con su cuchillo (Acusación Foca, ¶ 9.10) Otra víctima fue violada por

un grupo de por lo menos ocho hombres. En el evento un hombre le mordió los pezones hasta

hacerla sangrar y le apretó los senos mientras la violaba. Ella perdió el conocimiento debido al

dolor (¶9.11). Mientras otra víctima era violada por un soldado, el soldado la amenazó con

cortarle los brazos y piernas, y llevarla a la iglesia para ser bautizada. (¶ 9.15).

136. Con respecto al uso del término, ver Amnistía Internacional, Bosnia-Herzegovina: Rapes and

Sexual Abuse by the Armed Forces (Nueva York: Amnistía Internacional, 1993), 10-12 Roy Gutman,

“Rape Camps: Evidence Serb Leaders in Bosnia Okd Attacks”, Newsday 19 de abril de 1993, 5;

Maggie O’Kane, “Bosnia Crisis: Forgotten Women of Serb Rape Camps”, Guardian 19 de diciembre

de 1992, 9; Tom Post, “A Pattern of Rape”, Newsweek 4 de enero de 1993, 32.

137. Fiscal v. Drljaca, Acusación Inicial, Caso Nº IT-97-24-1 (ICTY 13 de marzo de 1997; en adelante

Acusación Inicial Kovacevic; Drljaca y Kovacevic son nombrados como acusados), enmendada por

Fiscal v. Kovacevic , Acusación Enmendada, Caso Nº IT-9724-I (ICTY 28 de enero de 1998), en

adelante Acusación Kovacevic Enmendada.

138. Patricia Viseur Sellers y Kaoru Okuizumi, “Intentional Prosecution of Sexual Assaults”,

“Transnational Law and Contemporary Problems 7 (1997): 45, 51; ver también Tribunal Rules of

Procedure, Regla 96 (el uso del término “agresión sexual” en la Regla 96 en lugar de “violación”

indica la intención del Tribunal de Interpretar el Artículo 5(g) en forma amplia).

139. Sellers y Okuizumi, “Intentional Prosecution”, 57-58.

140. Convention against Torture and Other Cruel, Inhuman, or De-

grading Treatment or Punishment (Convención contra la tortura y otros tratos o castigos crueles,

inhumanos o degradantes), art. 1, G.A. Res. 39/46, UN GAOR 3d Comm., 39 Sesión, Supp. Nº 51, p.

197, Documento Naciones Unidas A/39/51 (1984); ver

C.P.M. Cleiren y M.E.M. Tijssen, “Rape and Other Forms of Sexual Assault in the Armed Conflict in

the Former Yugoslavia: Legal, Procedural, and Evidentiary Issues”, Criminal Law Forum 5 (1994):

471, 492.

141. Question of the Human Rights of All Persons Subjected to any Form of Detention or Imprisonment, in

Particular: Torture and Other Cruel, Inhuman or Degrading Treatment or Punishment. Report of the Special

Rapporteur, Mr. Nigel S. Rodley, Submitted Pursuant to Commission on Human Rights Resolution 1992/32,

UN ESCOR Sesión 50, ¶ 19, Documento de la ONU E/CN.4/1995/34. Los Convenios de Ginebra de

1949, que hoy en día constituyen las reglas fundamentales del Derecho Internacional

Humanitario aplicable a los conflictos armados internacionales, no clasifican la violación como

infracción grave. Ver el Convenio de Ginebra relativo a la protección debida a las personas civiles

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en tiempo de guerra, del 12 de agosto de 1949, art. 147, 6 UST 3516, 75 UNTS 287, 388 (en

adelante Convenio de Ginebra), incluidos “el homicidio intencional, la tortura o los tratos

inhumanos (…) el hecho de causar deliberadamente grandes sufrimientos o de atentar

gravemente contra la integridad física o la salud” como infracciones graves. No obstante, el

Comité Internacional de la Cruz Roja y el Departamento de Estado de los Estados Unidos

declararon que la infracción grave contemplada en el Artículo 147 (relativa a “tortura o trato

inhumano” incluye la violación). Ver Simon Chesterman, “Never Again… and Again: Law, Order,

and the Gender of War Crimes in Bosnia and Beyond”, Yale Journal of International Law 22 (1997):

299, 331, n. 199, citando a Theodor Meron, Comentario Editorial, “Rape as a Crime under

International Humanitarian Law”, American Journal of International Law 87 (1993): 424, 426-67,

citando al Comité Internacional de la Cruz Roja, Aide-Memoire (3 de diciembre de 1992); Informe

Final, ¶105.

142. Sellers y Okuizumi, “Intentional Prosecution”, 62. La Sala de Juicios determinó que los

elementos de tortura en un conflicto armado exigen que la tortura: (i) implique causar, por acto u

omisión, dolor o sufrimiento severo, ya sea físico o mental; adicionalmente, (ii) dicho acto u

omisión debe ser intencional; (iii) su objetivo debe ser obtener información o una confesión, o

bien castigar, intimidar, humillar o coaccionar a la víctima o a terceros, o discriminar por

cualquier motivo a la víctima o a terceros;

(iv) debe estar relacionada con un conflicto armado; (v) por lo menos una de las personas

involucradas en el proceso de tortura debe ser un funcionario público o por lo menos debe

ocupar un cargo que no sea de carácter privado; por ejemplo, un organismo de facto de un

Estado u otra entidad que ejerza autoridad (Fiscal

v. Furundzija, Sentencia, Caso Nº IT-95-17/I-PT, ¶ 162 [ICTY 10 de diciembre de 1998]; en adelante

Acusación Furundzija). Ver también Fiscal v. Tadic, Informe previo al juicio, Caso Nº IT-94-I-T

(ICTY 10 de abril de 1995). Para probar infracción grave, el Fiscal debe demostrar (i) que el acto

se llevó a cabo en el marco de “conflicto armado de carácter internacional” y (2) que la víctima

era una persona “considerada como ‘protegida’, en particular civiles en manos de una de las

partes del conflicto en el cual ellos no son ciudadanos” (Opinión de Tadik, ¶ 559).

143. Fallo Caso Furundzija, ¶¶ 264-75. El hombre acusado de agredir a la mujer víctima en este

caso fue inculpado con los cargos de “frotar su cuchillo por la parte interna del muslo de [la

víctima] y de amenazarla con cortar sus partes íntimas si no decía la verdad al responder durante

el interrogatorio” (¶ 264). Posteriormente, la mujer fue violada vaginal, anal y oralmente por el

mismo hombre en medio del interrogatorio, mientras Furundzija miraba y la interrogaba, así

como a otras presas (¶¶ 266-67).

144. Fallo Celebici, ¶ 495.

145. Fallo Celebici, ¶ 941.

146. Fallo Furundzija, ¶¶ 267-87 (se omitió pie de página)

147. Ver Rhonda Copelon, “Surfacing Gender: Re-Engraving Crimes against Women in

Humanitarian Law”, Hastings Women’s Law Journal 5 (1994): 243, 253-54, n. 46 (que describe la

comunicación entre Copelon y el fiscal principal del ICTY) y 248-57 (argumentos en pro de juzgar

la violación como una Infracción Grave a la luz del Artículo 2(b) del Estatuto del Tribunal

[tortura]; ver también 249, 250.

148. Ver también, por ejemplo, Chesterman, “Never Again”, 327; Copelon, “Surfacing Gender”,

248-57; Madeline Morris, “By Force of Arms: Rape, War, and Military Culture”, Duke Law Journal 45

(1996): 651 n. 108; Amy E. Ray, “The Shame of It: GenderBased Terrorism in the Former

Yugoslavia and the Failure of International Human Rights Law to Comprehend the Injuries”,

American University Law Review 29 (1997): 793, 818.

149. Goldstone, “The United Nations’ War Crimes Tribunals”, 228.

150. Ver Tadic Opinion, ¶626; Sellers y Okuizumi, “Internacional

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Prosecution”, 57 n. 47; Elizabeth Odio Benito, “Rape and Other Sexual Assaults as War Crimes

Prohibited by internacional Humanitarian Law”, marzo 8 de 1998, 22 (manuscrito sin publicar,

en los archivos del autor).

151. Ver Acusación Inicial Kovacevic, ¶¶ 9-16; Estatuto del Tribunal, art. 4,37.

152. Benito, “Rape”, 12

153. Ver el Convenio de Ginebra, art. 27, 61 UST, 3516 (que declara que las mujeres “deberán ser

especialmente protegidas contra cualquier tipo de ataque a su honor, en particular contra la

violación, la prostitución forzada y cualquier forma de agresión indecente”); Copelon, “Surfacing

Gender”, 249.

154. Ver Further Promotion and Encouragement of Human Rights and Fundamental Freedoms, Including

the Question of the Programme and Methods of Work of the Commission, Comisión de las Naciones

Unidas sobre Derechos Humanos, 50ª Sesión, Item de Agenda 11(a), ¶ 268, ONU Doc. E/CN.4/1995/

42 (1994).

155. Fallo Celebici, ¶ 471.

156. Copelon, “Surfacing Gender”, 261

157. Foucault, Politics, 202.

158. Reglas de Procedimiento del Tribunal, Regla 96 (establece reglas estrictas para la recepción

de testimonios y limita la defensa de consentimiento en casos de agresión sexual); ver n. 127

anterior (se refiere al texto completo de la Regla 96). Los acusados del caso Celebici fueron

condenados.

159. Opinión Tadic, ¶470

160. McAlary, “Frightful Whisperings”, 2

RESÚMENES

Este artículo analiza cómo la clasificación legal y social de ciertas conductas como “sexuales” o

“basadas en el sexo” dice demasiado o muy poco acerca del daño que éstas inflingen. Por un lado,

dicha clasificación sobredetermina la conducta y el daño como algo sexual, y, por el otro,

subvalora otros aspectos de esa conducta y ese daño que son descalificados cuando se les

imprime el sello de lo “sexual”—aspectos raciales, nacionales o religiosos, entre otros. A partir de

tres ejemplos (las interpretaciones que algunos antropólogos hacen de las prácticas seminales de

los sambia como un tipo de “homosexualidad ritualizada,” del ataque contra el inmigrante

haitiano Abner Louima cometido por oficiales de la policía de Nueva York, y de las violaciones y

otros ataques perpetrados contra hombres y mujeres por soldados en la Antigua Yugoslavia) el

artículo muestra cómo la noción de “prácticas sexuales” o de “crimen sexual” puede esconder

discriminaciones de género, raza y religión. Con esto en mente, la autora propone un

desplazamiento desde el uso jurídico discrecional de lo “sexual” hacia una revisión de la violencia

desde la perspectiva del derecho internacional humanitario. No podemos, concluye el artículo,

perder de vista “los usos del sexo en la construcción de los hombres, la masculinidad y las

naciones y en la destrucción de las mujeres, los hombres y los pueblos.”

This article analyzes how the social and legal classification of certain injuries as “sexual” or “sex-

based” risks telling us too much and not enough about the kind of harm these injuries inflict.

This classification both overdetermines the conduct and the injury as sexual and

underdetermines other aspects of the conduct and the injury that get crowded out once the

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“sexual” label is applied – aspects such as racial, nationalistic or religious. Using three examples

– the interpretations by some anthropologists of the seminal practices of the Sambia in New

Guinea as a kind of “ritualized homosexuality,” the attack against Haitian immigrant Abner

Louima by New York City police officers, and the rapes and other assaults against men and

women by soldiers in the former Yugoslavia – the article shows how the notion of “sexual

practices” or “sexual crime” can hide gender, racial, and religious discrimination. With this in

mind, it proposes a move from the discretionary legal use of the “sexual” towards a revision of

violence from the perspective of international human rights law. We cannot, the article

concludes, lose sight of “the uses of sex in the construction of men, masculinity and nations and

in the destruction of women, men and the people.”

Este artigo se preocupa em analisar como as categorias do “sexo” e do “sexual” podem se tornar

produtivas no discurso jurídico para encobrir relações de poder que não são sexuais na natureza.

Parte-se de três exemplos (as interpretações de alguns antropólogos das práticas seminais dos

sambia da Nova Guiné como formas de “homossexualidade ritualizada”, os ataques contra o

imigrante haitiano Abner Louima, perpetrados por agentes da polícia de Nova York e o

tratamento que o Tribunal Criminal Internacional deu as violações massivas de mulheres e

homens na antiga lugoslávia) para mostrar o encobrimento, sob as noções de “práticas sexuais”

ou de “crime sexual”, de discriminações de gênero, raciais e religiosas. Propõe, nesse sentido, um

deslocamento desde a discricionariedade da categoria “do sexual” para uma revisão da violência

baseada nas propostas do direito internacional humanitário. A autora conclui que não se pode

perder de vista “os usos do sexo na construção dos homens, da masculinidade, das nações e na

destruição das mulheres, dos homens e dos povos”.

ÍNDICE

Palavras-chave: teoria legal crítica, Foucault, gênero e sexualidade, direitos humanos, poder

Keywords: critical legal theory, Foucault, gender and sexuality, human rights, power

Palabras claves: teoría legal crítica, Foucault, género y sexualidad, derechos humanos, poder

AUTORES

KATHERINE M. FRANKE

B.A., Barnard College, EE.UU; J.D., Northeastern University School of Law, EE.UU; LL.M., Yale Law

School, EE.UU; J.S.D., Yale Law School, EE.UU; actual profesora y co directora, Center for the

Study of Law and Culture, Columbia Law School, EE.UU. Correo electrónico:

kfranke[at]law.columbia.edu

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El sexo y la revolución:la liberaciónlésbico-gay y la izquierda partidariaen BrasilSex and the Revolution:Lesbian and Gay Liberation and the Partisan Left in

Brazil

Sexo e a revolução: a liberação lésbico-gay e a esquerda partidária no Brasil

Rafael De La Dehesa

NOTA DEL EDITOR

Fecha De Recepción: 29 De Octubre De 2006 Fecha De Aceptación: 8 De Abril De 2007 Fecha De Modificación: 30 De Octubre De 2007

1 En 1979, la recién fundada comisión cultural sección parisina del Comité Brasileño de

Amnistía (CBA), una organización de exiliados políticos brasileños, propuso iniciar unaserie de discusiones sobre las llamadas demandas de ‘minorías’, que estaban recibiendocreciente atención en la prensa alternativa, en una izquierda floreciente y en lasociedad civil brasileña. Herbert Daniel, un miembro de la comisión que habíaparticipado en la insurrección armada contra el gobierno militar y que se volvería unode los activistas de VIH/SIDA más importantes de Brasil, propuso empezar con el temade la homosexualidad porque “los otros temas ya tienen alguna penetración en nuestraizquierda. Ya están en discusión” (Daniel, 1979). Es más, el gobierno militarrecientemente había abierto un caso contra el periódico lésbico-gay Lampião daEsquina, bajo el Decreto 1077 de la Ley de Prensa, referente a violaciones a “la moral ylas buenas costumbres”. De hecho, el propio CBA se había mostrado renuente al tema,rechazando una oferta de organizar un concierto en beneficio del grupo, por parte deun dúo de cantantes brasileños populares en la ciudad, por ser homosexuales (Gabeira,1981). Finalmente, Daniel justificó el debate asociando la liberación homosexual a

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preocupaciones más amplias de la izquierda: “Es necesario discutir el homosexualismopara entender los prejuicios y no discutir los prejuicios para entender elhomosexualismo” (1979).

2 Los coordinadores del CBA discutieron la propuesta y la rechazaron rotundamente. Sus

razones iban desde la hostilidad abierta —no debemos promover la homosexualidad, ola homosexualidad es un vicio— hasta la más diplomática: este tema sirve paradividirnos, no para unirnos. Finalmente, Daniel y otros miembros de la comisión,especialmente miembros de la sección de mujeres, organizaron el encuentro, aunqueno oficialmente, a nombre del grupo. La controversia, de cierta forma, es ilustrativa dellugar de la liberación homosexual en la izquierda brasileña de la época. Normalmenteincorporado bajo el rubro ‘derechos de minorías’, el tema, sin embargo, permanecíaparticularmente estigmatizado en el grupo: de hecho, con frecuencia alternativamenteenmarcado junto al aborto, la legalización de la marihuana y el trabajo sexual, bajo lacategoría ‘temas malditos’, unidos por la polémica que despertaban y una preocupaciónsubyacente por el control del cuerpo. En los siguientes años, activistas del movimientode liberación homosexual, que había surgido en Brasil en 1978, establecieron contactoscon diversos partidos de izquierda, buscando resignificar la representación deidentidades lésbico-gay y los permisos y prohibiciones que implicaban. En este artículo,examino los factores que permitieron una apertura hacia el tema por parte de laizquierda partidaria brasileña. Me enfoco principalmente en los debates iniciales, desdefinales de los años 70 hasta principios de los 80, aunque cito algunos momentos másrecientes para resaltar tendencias más amplias.

3 Para abordar esta apertura, empleo el concepto de ‘campo cultural’. Un campo cultural

puede concebirse como una especie de topografía social que incluye a los actoresrelevantes que la ocupan, estructuras institucionales, creencias, expectativas,identidades, y prácticas discursivas comúnmente comprendidas, aunque impugnadas.Desarrollado por Lewin (1951), es un marco metodológico que permite romper conciertas dicotomías prevalecientes en las ciencias sociales. Por una parte, crea un puenteanalítico entre el binario objeto/sujeto, subrayando tanto estructuras sociales externasa los actores, delimitando sus acciones, como los esquemas de percepción de estosactores y los significados que adscriben a su entorno. Al mismo tiempo, y por ende, elconcepto nos permite juntar un análisis cultural e institucional —o constructivista yestructuralista (Bourdieu, 1989)— revelando microprocesos de conflicto y negociaciónque la literatura estrechamente institucional sobre partidos políticos, por ejemplo,puede ignorar (Bourdieu, 1994; Armstrong, 2002; Anheier, Gerhards y Romo, 1995).

4 Muchos de los intentos de activistas LGBT de cuestionar el estigma pueden entenderse

como esfuerzos por ocupar diferentes campos culturales, resignificar identidadesestigmatizadas en ellos, y así, expandir las posibilidades de representación y prácticapermitidas en público sin amenaza de sanción. La izquierda partidaria enfrentada poractivistas a finales de los 70 puede concebirse como un campo tal, regido por nocionescomúnmente comprendidas sobre qué y quién podía y no podía ser representado.Durante la década de los 70, el campo estaba conformado mayormente por pequeñasorganizaciones clandestinas y estaba marcado por la hegemonía del Partido ComunistaBrasileño (PCB), aún ilegal. Aunque estos grupos estaban divididos en torno aparticularidades, compartían ciertas metas y supuestos normativos, competían dentrode muchos de los mismos espacios (como sindicatos) y, por lo tanto, participaban

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dentro de una especie de comunidad ideológica, compartiendo un mismo lenguaje,aunque no siempre en armonía.

5 Al incorporar las demandas de un movimiento de liberación homosexual emergente, la

izquierda partidaria estaba representando un nuevo mensaje ante una audienciapresumiblemente más receptiva. La pregunta, entonces, que puede plantearse es: ¿quéfactores moldearon este nuevo mensje y qué factores condicionaron esta audiencia?

6 Analizar toda la gama de estas organizaciones sobrepasa el alcance de este ensayo. Más

bien, me enfoco en algunos partidos, por su importancia para el movimiento deliberación homosexual, en particular, o la izquierda, en general. Específicamente, laorganización que abrió estos debates y los llevó más lejos en la época fue laConvergencia Socialista (CS), de orientación trotskista, que no sólo incorporó unaestipulación contra discriminación por orientación sexual en su programa sino quetambién estableció una Facción Gay, que cumplió un papel importante, aunquecontroversial, en la historia inicial del movimiento. También aludo al PCB como puntode comparación, donde corrientes marxistas más ortodoxas en gran medida bloquearondebates sobre la sexualidad. Finalmente, discuto los debates iniciales en el Partido delos Trabajadores (PT), fundado en 1980, que aglomeró a varias organizaciones deizquierda, incluso la CS, y diversos sectores de la sociedad civil, allanando el caminopara el desarrollo de un partido de masas de izquierda. En su Primera ConvenciónNacional, el 27 de septiembre de 1981, el líder partidario Luís Inácio ‘Lula’ da Silvadeclaró: “No aceptamos que, en nuestro partido, el homosexualismo sea tratado comoenfermedad, mucho menos como un caso para policía. Defendemos el respeto que estaspersonas merecen, invitándolas al esfuerzo mayor de construir una nueva sociedad”(Partido dos Trabalhadores, 1998, p. 111). El año siguiente, el partido incluyó unartículo contra la discriminación por orientación sexual, en su primera plataformanacional, y las primeras tentativas de organizar un núcleo lésbico-gay empezaron pocodespués de su fundación.

7 Este ensayo, entonces, vincula los primeros contactos de activistas con la sociedad

política y la trayectoria de debates sobre sexualidad en la izquierda con el desarrollo delo que algunos han llamado una ‘tercera generación’ de la izquierda latinoamericana(López Castellanos, 2001). Con el ocaso de los partidos comunistas de principios delsiglo XX y de las guerrillas de los 60 y 70 en gran parte de la región, esta nuevageneración —conformada por partidos de masas que mantenían un pie en la arenaparlamentaria y el otro en la sociedad civil— ha tenido que enfrentar tanto la crisis delmarxismo como modelos estadistas de desarrollo y la ascendencia regional de políticaseconómicas neoliberales a finales de siglo (Ellner, 1993; Roberts, 1998; Castañeda, 1993;Keck, 1992). Los cambios en los debates sobre sexualidad, en otras palabras, debencomprenderse a través de los efectos mediadores de cambios mucho más amplios en elcampo, teniendo lugar en los niveles nacional y transnacional.

8 La discusión en este artículo parte de un proyecto de investigación comparativo más

amplio que explora la relación de activistas lésbico-gay, bisexuales y transgéneros(LGBT) con la esfera pública en Brasil y México. Este proyecto envolvió casi tres años detrabajo de campo, que incluyó más de 100 entrevistas en cada país con activistas,militantes partidarios, servidores públicos, aliados y adversarios, como tambiéninvestigación extensiva en archivos de activistas, partidos, y el Estado. Cabe estipularque uso la terminología ‘gay y lésbica’ y ‘homosexual’ por ser las principales

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identidades políticas empleadas por activistas y militantes partidarios en la épocadiscutida en este artículo.

Estigma, Institución Y Audiencia

9 Cuando activistas brasileños empezaron a acercarse a la izquierda, enfrentaron

numerosos argumentos para bloquear sus esfuerzos. Muchos reiteraban prejuiciospresentes en la sociedad más amplia —que la homosexualidad era una enfermedad, unvicio, etc.— pero otros se enmarcaban en discursos específicos de gran parte de laizquierda de la época. El estigma homosexual, por ejemplo, muchas veces se leía através de un lente marxista que lo calificaba como un producto de la decadenciacapitalista y una sexualidad burguesa. En su primera entrevista para tocar el tema, porejemplo, el propio Lula confesó no conocer homosexuales de la clase obrera. (Lampiãoda Esquina, 1979, pp. 9-11). Similarmente, Giacondo Dias, secretario general históricodel PCB, reiteró: “Viví [en la Unión Soviética] y nunca los vi. En Cuba hay una campañaen su contra. Cuando la cuestión del homosexualismo sea un hecho social en Brasil,tendremos que enfrentarla” (Isto É, 1982, pp. 26-27). Un militante del MovimientoRevolucionario Ocho de Octubre, antigua guerrilla entonces ligada al partido oficial deoposición, llevó el argumento más lejos, sugiriendo que el egocentrismo de loshomosexuales les dificultaba adaptarse al trabajo colectivo, evidenciado en el recienteéxodo de miles de homosexuales cubanos en el Mariel, y que el socialismo corregiríaestas tendencias (Okita, 1980). Implícita en muchas de estas representaciones estaba lanoción de lo extranjero: homólogo a representaciones conservadoras de lahomosexualidad como ajeno a ‘tradiciones nacionales’, aunque visto a través de unnacionalismo de izquierda que resaltaba el carácter culturalmente colonizado de unaburguesía nacional desviada.

10 Más allá de una cuestión de representación política en lo abstracto, estas

construcciones de sexualidad se inscribían en los cuerpos de los cuadrosrevolucionarios, disciplinando los límites de lo masculino y lo femenino en el nivel de lavida cotidiana. Después de regresar del exilio, por ejemplo, Herbert Daniel recordó susexperiencias en la guerrilla como sigue:

11 Ni puedo decir que fui homosexual cuando era guerrillero. Eché mano de mis

sentimientos más íntimos para no perturbar la “gran revolución social”. Elhomosexualismo, la menstruación, la locura, en vacilación: todos eran problemas queno podían estorbar la buena marcha de la lucha. Estaban todos en el capítulo“limitaciones para el guerrillero”. Como todo problema, la solución era no tenerlos. Poreso pasé siete años en completa abstinencia sexual. La guerrilla me llevó a la castidadabsoluta. Gozaba de un cuerpo completamente abstracto, que era un cuerpo de santo yde guerrillero (1983).

12 Al mismo tiempo, esta disciplina del cuerpo era invisible como cuestión política en la

izquierda de la época, y la resignificación del cuerpo y de la vida cotidiana comoterrenos eminentemente políticos sería crucial para su transformación.

13 Finalmente, más allá de estos rechazos explícitamente homofóbicos, el privilegio

ideológico acordado a la cuestión de clase como el principal clivaje social que impulsabala historia y al proletariado como el actor histórico clave también se avanzaban comorazones para no encarar el tema. Para algunos, esto implicaba que la represión dehomosexuales desaparecería con el fin de la lucha de clases; para otros, que la

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homosexualidad en sí lo haría. En este sentido, la sexualidad se incorporaba junto aotros temas defendidos por feministas, activistas afrobrasileños, y otros movimientosidentitarios en la categoría de cultura, o la superestructura. Acrecentando este rechazoestaba la percepción generalizada de que este tipo de movimiento estaba conformadoen gran parte por la clase media y que canalizar recursos y energía en esta direcciónresultaría una distracción e incluso un impedimento para la movilización de la claseobrera. Para muchos, estas llamadas ‘luchas específicas’ sólo debilitarían las fuerzas dela ‘lucha general’ (de clase): una posición que efectivamente descartaba el tema de laarena de acción política legítima. En este sentido, la apertura a la cuestión implicó unaresignificación de lo político y lo que la izquierda en sí representaba, desplazando suidentificación singular con la cuestión de clase.

14 En resumen, la izquierda partidaria en los años 70 presentaba un terreno hostil para los

activistas que plantearon los primeros debates sobre liberación homosexual. No sólogran parte de la izquierda compartía nociones estigmatizadoras presentes en lasociedad, sino que también existían preceptos ideológicos fuertes que excluían lalegitimidad de cuestionar esta resistencia políticamente. El campo, sin embargo, estabaviviendo cambios considerables. Un factor crucial que contribuía a ellos era unareestructuración importante en las instituciones electorales. En 1979, en una tentativade dividir a la oposición, el gobierno militar reemplazó el sistema bipartidario quehabía instalado en 1965 por un sistema multipartidario. Para la liberación homosexual,este cambio tuvo dos impactos significativos en la izquierda partidaria.

15 Primero, permitió la entrada de nuevos actores, definiéndose en contraposición al PCB

y actuando como agentes de cambio cultural en el campo. En la época, los partidostradicionales de izquierda —no sólo el PCB sino el Partido Comunista de Brasil (PC doB), pro-albano— habían forjado alianzas tácticas con el Movimiento DemocráticoBrasileño (MDB), el único partido de oposición oficialmente autorizado, como parte deuna estrategia amplia de ‘frente democrático’. La implementación práctica de estaestrategia implicaba una subordinación de acciones autónomas de la izquierda a unaoposición democrática más amplia organizada en torno al MDB y al Partido delMovimiento Democrático Brasileño (PMDB), su sucesor bajo el sistema multipartidario.Por lo tanto, mientras el PCB apoyaba un sistema multipartidario en principio, exhortóen contra de organizar partidos autónomos de oposición demasiado temprano, bajo elargumento de que sería divisivo y podría provocar un contragolpe militar (Santana,2001; Bueno de Azevedo, 1995).

16 Esta estrategia, en realidad, llevaría al desmoronamiento del propio partido, mientras

su hegemonía en la izquierda se desplazaba gradualmente a sectores ligados asindicalistas independientes organizados en la Zona Industrial ABC de São Paulo,liderados por Lula, y su proyecto de construir un partido de trabajadores. Entre lossectores ligados a este proyecto estaban varios grupos trotskistas, incluida la CS, creadaen 1978 precisamente con la idea de erigir un partido de izquierda de masas. La CS, denuevo, se destacaría entre los diversos grupos en el campo por su participación en elmovimiento de liberación homosexual en São Paulo. Con la fundación del PT en 1980,entró como corriente organizada, aunque en la práctica, manteniendo bastanteautonomía. La CS y el PT representaron prácticamente la extensión de la apertura de laizquierda partidaria en la época.

17 Segundo, las nuevas oportunidades electorales de la izquierda cambiaron los cálculos

de audiencia de muchos militantes —o sea, como construían lo que representaban ante

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diversas audiencias, variablemente definidas e institucionalizadas—, lo que llevó encierta medida a erosionar la posición del obrero. Con más actores compitiendo en elcampo —aunque inicialmente menos por electores que por cuadros potenciales—,también cambiaron las oportunidades para el ingreso de activistas. En cuanto lahegemonía en el campo pasó al PT, un partido de masas en una trayectoriacrecientemente electoralista, la izquierda reformuló su identidad manteniendo un pieen la arena electoral y otro en la sociedad civil. A largo plazo, muchos actorespartidarios desplazaron gradualmente sus cálculos de audiencia del obrero al elector,con la sociedad civil cayendo en algún lugar en el medio.

Siempre Joven: Resignificación De La Revolución

18 Si estos cambios en las instituciones electorales reconfiguraron el campo, estas

transformaciones también fueron fomentadas por procesos culturales más amplios.Como en muchos países en los 60 y 70, los jóvenes brasileños empezaron a exigir uncambio; una transformación generacional de creencias y valores empezó a enraizarseen la sociedad, especialmente en la juventud de clase media. Este cambio generacionalfinalmente encontró expresión en la izquierda partidaria, abriendo camino a laliberación homosexual. Dos manifestaciones relacionadas podrían destacarse. Primero,el país vio surgir una contracultura de jóvenes participando en flujos culturalestransnacionales, que empezó a cuestionar, por una parte, construcciones de nación dela era populista a través de reinvenciones culturalmente híbridas y, por otra, ideasdominantes en la izquierda sobre el significado de lo ‘político’. Segundo, los jóvenestambién estuvieron al frente de un ciclo de protestas que abarcaba el movimientoestudiantil y varios movimientos identitarios, incluido el de liberación homosexual(Tarrow, 1994). Aunque las dos expresiones eran distintas y aunque muchos en laizquierda, e incluso en el movimiento estudiantil, descalificaban la contracultura y losmovimientos identitarios como expresiones de una clase media enajenada, laspreocupaciones originadas por éstos ultimadamente penetraron la izquierda también.

19 Con respecto a debates sobre la liberación homosexual en la izquierda, este cambio

generacional expandió las oportunidades de penetrar el campo de dos maneras.Primero, creó un nuevo lenguaje político que cuestionó los significados históricamentevinculados a la política,la cultura, el cuerpo, el género y la vida cotidiana. Segundo, laentrada de una nueva generación de cuadros, particularmente desde el movimientoestudiantil, alteró la composición del campo y, por tanto, las expectativas en torno aquién y qué era representable. En resumen, tanto los actores en el campo como ellenguaje que hablaban estaban cambiando.

20 El final de los años 70 en Brasil se vino a conocer como el desbunde, una era de

liberación cultural que coincidía con la apertura política anunciada por el régimenmilitar. A través de nuevas prácticas culturales, la juventud buscaba reconstruir losmitos de nación de la era populista y crear un nuevo lenguaje para su época. Parte deeste lenguaje fue una celebración de libertad sexual. Cantantes populares como CaetanoVeloso, Gilberto Gil, Maria Betânia y otros artistas y escritores del MovimientoTropicalista empujaban los límites de roles de género prescritos mientras impugnabanconstrucciones oficiales de nacionalidad. Con performances que quebraban lasfronteras de género en su lírica y presencia en el palco, artistas como el grupo decabaret Dzi Croquetes y la estrella de rock Ney Matrogrosso, que se asumió

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públicamente como homosexual, contribuyeron a la visibilidad en el país deidentidades sexuales que rompían con la heteronormatividad (Silvério Trevisan, 2000).

21 Indudablemente, una expresión importante de esta transformación más amplia fue la

creciente visibilidad de una subcultura lésbico-gay politizada en grandes centrosurbanos. El antropólogo y escritor argentino Nestor Perlongher (1987) describió así loscambios que vio en São Paulo durante su exilio:

22 Ahí ya aparece claramente el gay como personaje. Esto sucede alrededor de 1974… Esto

fue antes de que apareciera el movimiento gay propiamente dicho. En verdad, estabatodo mezclado, el movimiento era contestatario, y el gay agarraba aventón. Había unlocal particular de reunión de esa gente, gay-contestataria, que era la Calle NestorPestana. Ya existía independientemente, como otro foco, el Largo do Arouche, tambiénempezando a ser gay…

23 Durante toda la época, se mantiene una diferencia de clase muy clara; todos esos

locales: Nestor Pestana, Largo do Arouche, eran disfrutados por gente de clase media…Lo importante era que en la época, quien daba las directivas en el mundo gay de clasemedia era la vanguardia teatral, más intelectualizada. Ellos acababan imponiendo elpadrón gay/gay. Ya en el inicio de los 70 empieza a debilitarse ese padrón bicha/bofeante la ideología que empezaban a propagar los teatrólogos. En los años 60, la bicha erala mujer, y el bofe era el hombre. Luego, en los años 70, ese esquema viene a sercuestionado.

24 Perlongher resalta así una compleja interdependencia, en proceso de transformación,

entre el espacio público, la identidad sexual, la política sexual, el mercado y la clasesocial. El espacio, sugiere, es un producto tanto geográfico como cultural, usado —oconsumido— selectivamente por comunidades específicas, marcadas por clase, en unproceso que también las transforma, reconstituyendo comprensiones del Yo y lasexualidad, y estableciendo las bases para una política explícitamente contestataria.

25 Reflejando estos procesos culturales más amplios, son estas identidades reconfiguradas

las que finalmente llegan al campo de la izquierda partidaria, de afuera hacia adentro.Cabe notar que la literatura sobre partidos políticos normalmente ignora estadimensión de la política sexual, que refleja no sólo microprocesos de impugnación ycambio cotidianos muchas veces invisibilizados, sino también la manera en que ciertasinscripciones de sexualidades se incorporan selectivamente a la arena de la políticaformal. Vale la pena resaltar este punto, dada la extensiva literatura sobre sexualidadesen Brasil que remarca la aparición reciente de identidades lésbico-gay y sus límitescotidianos, especialmente cruzando líneas de región y de clase (Parker, 1986, 1999;Perlongher, 1987; Green, 1999).

26 En realidad, la izquierda partidaria y hasta sus simpatizantes estudiantiles muchas

veces respondían a estos procesos culturales con hostilidad, pues se apartaban de ideaspredominantes en el campo sobre el contenido y las metas de la política. En unincidente notorio en el Tercer Festival Internacional de Canto en São Paulo en 1968, porejemplo, estudiantes de izquierda abuchearon a Caetano Veloso cantando “Es ProhibidoProhibir”, provocando su reto al público desde el palco: “¿Ustedes son los que quierenuna revolución? ¡No entienden nada!”. La crítica literaria Heloisa Buarque de Holanda(1980) atribuye el desafío del Movimiento Tropicalista a la izquierda marxista (tambiénreflejado en otras expresiones de la contracultura juvenil), en parte, a su escepticismohacia el enfoque marxista en la conquista del Estado y, en parte, a su énfasis en unapolítica de la vida cotidiana, en vez de un cambio estructural a largo plazo: “El

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Tropicalismo comienza a sugerir una preocupación con el aquí y ahora, comienza apensar la necesidad de revolucionar el cuerpo y el comportamiento, rompiendo con eltono serio y la falta de flexibilidad de la práctica política vigente”.

27 En una entrevista en 1979, el ex guerrillero e intelectual de izquierda Fernando Gabeira

situó la contribución del movimiento de liberación homosexual a la izquierda de unamanera bastante similar:

28 Si una persona está pensando en su felicidad sexual, no puede esperar 70 años para

tener un orgasmo cuando la izquierda haga la revolución… El homosexual coloca lacuestión de la felicidad aquí y ahora, ¿entiendes? [...] Como no formuló una políticasexual, [la izquierda] terminó adoptando la política sexual burguesa. En este sentido esque creo que existe una gran importancia en los movimientos de mujeres y dehomosexuales, en el sentido de traer a la escena una política sexual de izquierda, puesellos, en su desdoblamiento, según entiendo, ya serían esa política. (Rodrigues et al.,1979)

29 De hecho, a pesar del rechazo de muchos en la izquierda, las exhortaciones a una nueva

noción de política no cayeron enteramente en saco roto, encontrando algunaresonancia ahí también. El propio Gabeira, por ejemplo, que había conquistado bastanterenombre por su participación en el secuestro del embajador americano Charles Elbricken 1968, regresó del exilio a captar la atención de jóvenes de la izquierda una vez más,levantando cejas al usar una tanga de ganchillos notoria en la playa, que algunos vieroncomo menos que masculino, y suscitando debates dentro del sector sobre género ysexualidad. En la época, Gabeira situó este diálogo como una síntesis entre la izquierdamarxista institucional y la contracultura de jóvenes:

30 Mi reflexión, desde mi punto de vista individual, es que la transformación que ha

habido desde la generación del 68 hasta ahora fue una división en términos deperspectiva de dos grupos básicos. De un lado, el grupo que salió hacia la guerrillaurbana, que ponía cualquier posibilidad de liberación en el contexto detransformaciones sociales. No había ninguna liberación individual que no dependierade una transformación previa de la sociedad. Por otro lado, otra corriente, que fue elmovimiento hippie y un sector de la clase media, buscando liberación individual,ignorando todas las transformaciones sociales, es decir, ubicando la cuestión deliberación más como una conquista personal que como un proyecto de transformar lasociedad en un momento dado… Pienso que ahora, en la década de los 80, existe unaposibilidad de establecer una síntesis entre las dos visiones. (Ortiz, 1980, p. 11)

31 A pesar de la resistencia de muchos, el desbunde había preparado la escena para tal

síntesis, si bien limitada. Para algunos militantes, ‘apertura’ llegó a significar uncuestionamiento de la autoridad en todas sus expresiones, incluidas las sexuales. En sucandidatura infructuosa a la Cámara municipal de São Paulo en 1982, por ejemplo, lasocióloga Caterina Koltai (PT) exhortó a los ciudadanos a cuestionar todo tipo deautoridad, incluidos los roles sexuales prescritos, en un panfleto provocadoramenteintitulado “DESOBEDEZCA”. Cuando la controversia despertada por el panfleto provocósu censura por parte de las autoridades electorales, Koltai respondió:

32 La prohibición de DESOBEDEZCA, por lo tanto, sirve para ilustrar el tenor de mi

programa. Creo que el poder que nos oprime en la sociedad no es sólo aquel que esvisible, el Ejercito, la Policía, el patronato, los Ministerios cerrados a nosotros, sino

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también instancias menos visibles, aunque no por eso menos poderosas, instanciasmorales y culturales. (Koltai, 1982)

33 Antes y más allá de cualquier consideración estratégica, en otras palabras, la

incorporación de este tipo de tema por la izquierda envolvió una reinscripción delsignificado de lo ‘político’ y de los límites de la representación legítima.

Movilización Por El Cambio

34 De nuevo, aunque muchos en la izquierda rechazaron la contracultura como reflejo de

una juventud culturalmente colonizada y una distracción del proyecto central detransformación estructural, la importancia creciente de una nueva generación decuadros creó espacios donde algunos de sus cuestionamientos resonaban. Hasta ahora,mi discusión se ha enfocado en transformaciones contextuales que estaban tantoalterando la composición y los cálculos de audiencia como expandiendo el repertoriodiscursivo disponible en el campo de la izquierda partidaria. Aquí, considero los actoresespecíficos que impulsaron estos debates, resaltando el papel de antiguos exiliadospolíticos y de nuevos cuadros procedentes de un ciclo de protesta social encabezada porjóvenes.

35 Se ha resaltado el papel importante de exiliados que regresaron a Brasil después de la

ley de amnistía de 1979, en movimientos sociales (Alvarez 1990; Green 1994). Quizás nosorprenda, por lo tanto, que cumplieron un papel parecido ocupándose de temasasociados a la llamada “nueva izquierda” en la izquierda partidaria también. En Rio deJaneiro, por ejemplo, un pequeño grupo de antiguos exiliados políticos —varios de loscuales fundarían el Partido Verde en Brasil en 1985— empezó a sostener discusionessobre sexualidad y género en las oficinas estatales del PT, como una serie de debatessobre los ‘temas malditos’ en 1983, de nuevo organizada por Herbert Daniel. Unparticipante del grupo, elegido diputado del estado en 1982, recuerda las razones que lollevaron a posicionar la política sexual como un foco central de su campaña:

36 Fue por varias razones. Primero, vine con esas nuevas ideas de los últimos años, que me

removieron un poco la manera de pensar. El hecho de estar viviendo en Francia [...] Fuiinfluenciado y traje ideas que en la época eran novedad, porque los partidos políticosno discutían eso. No eran consideradas un tema político. Hoy, claro, esos temas ya estánpolitizados, pero en la época no lo estaban. Entonces, fue una campaña que causó unasorpresa muy grande y tuvo un cierto impacto… Esa campaña, en verdad, fue unarelación entre temas alternativos ligados a temas más institucionales, a los temas depolítica económica, etc. […] Correspondía también una cierta influencia de Foucault, dediscutir el micropoder: la cuestión de relaciones de poder en la sociedad, no en elEstado, sino en las relaciones sociales… Y tercero, uno de los coordinadores de micampaña también era Herbert Daniel, que era un intelectual, escribió libros, y tenía unareflexión sobre la homosexualidad. (Vieira, 2001)

37 Esta experiencia de exilio —entre otros vínculos—, por supuesto, sitúa a la izquierda

partidaria en Brasil en un campo más amplio de debate y organización marxistatransnacional. Si la arena transnacional tal vez ofrecía estrategias discursivas nuevas,no obstante, sus ventajas ultimadamente dependían de la fuerza y posición de actoresen el nivel nacional que buscaban el cambio. En el PCB, por ejemplo, una facciónsimpatizante del eurocomunismo empezó a impulsar debates sobre cultura y género enel partido. Su posición en el PCB, sin embargo, era relativamente débil, sin un apoyo

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significativo entre el liderazgo y, sin duda, obstaculizada por la existencia informal delpartido hasta 1985 y la aparición del PT mientras tanto como una alternativa electoral.Dado este contexto desfavorable, el tema de la homosexualidad en particular parecíasobrepasar los límites del cambio. En 1984, la revista Isto É reportó la derrota despuésde debates acalorados de una moción presentada en el congreso estatal del partido enSão Paulo demandando más atención a los temas de sexualidad, comportamiento ymoral. El artículo también remarcó la influencia del eurocomunismo en ciertos sectoresdel partido —particularmente su impacto en el sector de jóvenes y sus expresiones en elsuplemento juvenil del periódico partidario— pero estipuló que con respecto al tema dela homosexualidad, incluso los reformadores tenían una posición gradualista.

38 Como sugiere este ejemplo, por lo tanto, existía un cierto paralelo entre los procesos de

resignificación cultural e hibridización que tenían lugar en el Tropicalismo y otrasexpresiones contraculturales y el papel de cuadros jóvenes que empleaban corrientestransnacionales para intentar renovar debates en la izquierda. En un diálogointergeneracional entre antiguos exiliados y jóvenes en 1982, una joven discutió laresonancia de las ideas que éstos trajeron como sigue: “Cuando Gabeira llegó, trajo undiscurso nuevo. Pero él fue importante porque esas cosas ya estaban aquí, en la cabezade la gente. Él fue una gran fuerza para nosotros justamente por haber venido de otrageneración y al mismo tiempo por conseguir estar tan cerca de lo que las personasestaban sintiendo y pensando” (Calirman, Bastos, Lipiani, Azevedo, Chor y Soriana,1982).

39 No es coincidencia, por supuesto, que el grupo que abrió los primeros debates sobre la

homosexualidad y los llevó más lejos surgiera de las universidades. En 1982, la CSatribuyó casi todo su crecimiento y 90% de sus cuadros existentes al movimientoestudiantil de los 70 (CS, 1982). Y, notablemente, la decisión del liderazgo ese año decambiar su enfoque de estudiantes a obreros también marcó el final de su participaciónactiva en el movimiento de liberación homosexual, como un líder del partido recuerda:

40 Cuando fundamos la Convergencia, nuestro peso más importante era en el movimiento

estudiantil. Era donde teníamos más militantes. Entonces, evidentemente, la facilidadincluso con que esa propuesta fue asimilada tenía que ver con el gran peso de la clasemedia y el movimiento estudiantil que tenía una facilidad: era más abierta a ladiscusión de esos temas que los movimientos sindicales o cosas por el estilo […] Hasta elcomienzo de la década de los 80 —82, 83— actuamos con mucha fuerza en elmovimiento estudiantil. Y después dimos un giro hacia los sindicatos, porque eradonde, en nuestra evaluación, se estaba desarrollando un proceso de recomposición, dereorganización del movimiento obrero brasileño. Y que era necesario entrar para quenuestro partido pudiera participar en ese proceso. El sector estratégico para laconstrucción de nuestro partido es la clase obrera, por la concepción que tenemos detransformación socialista de nuestro país por una revolución. Entonces el giro defuerzas políticas que dio nuestro partido hacia el sector obrero y el sector sindical tieneque ver con esa concepción general nuestra. (De Almeida, 2001)

41 En otras palabras, cuando la atención del partido viró hacia el enfoque histórico de la

izquierda, también cambiaron sus cálculos de audiencia y el lugar de la liberaciónhomosexual.

42 Además del movimiento estudiantil, este cambio generacional encontró expresión en

varios movimientos sociales identitarios, incluido el de liberación homosexual, quetambién se convirtieron en una fuente de nuevos cuadros. Más allá del apoyo a

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demandas específicas, el significado más amplio de su entrada al campo fue la presenciade varios actores colectivos presionando en conjunto por una nueva lógica derepresentación sectorial para grupos identitarios. Esta lógica, basada en la noción dedoble militancia y, en cierto sentido, extendiendo la aproximación histórica de laizquierda a sindicatos, buscaba establecer vínculos institucionales entre la izquierdapartidaria y sectores emergentes de la sociedad civil. Aunque la liberación homosexualno llegó a ser una prioridad para estos partidos en la época, limitada no sólo por lasbarreras de estigma sino también por la ausencia de una base de apoyo de masasvisible, los activistas pudieron aprovecharse de esta transformación más amplia paraempujar los límites de la representación legítima y el significado de ‘lo político’.

43 En 1979, activistas lésbico-gay en la CS establecieron una Facción Gay con la doble

agenda de concientizar al partido sobre la liberación gay e impulsar una agendasocialista en el movimiento. Sus dobles militantes en Somos, el principal grupo lésbico-gay en São Paulo, promovieron el primer mitin público lésbico-gay en el país el 20 denoviembre de ese año, parte de una concentración más amplia para marcar el DíaNacional de Zumbi organizada por el Movimiento Negro Unificado, donde el partidotambién tenía una fuerte presencia. En 1980 promovieron la participación de activistasjunto a obreros en una manifestación el 1 de mayo en el Distrito Industrial ABC de SãoPaulo; y de nuevo, el año siguiente, bajo la consigna “Homosexuales Construyendo elPT” (Green, 2000). De hecho, la actuación de dobles militantes y su promoción devínculos con la izquierda despertaron tensiones en torno a la cuestión de autonomíaque terminaron fracturando a Somos y al movimiento en São Paulo. Después de que elCS entró al PT como corriente organizada, miembros de la facción participaron en losprimeros esfuerzos efímeros de organizar un núcleo homosexual en ese partidotambién.

44 En el Partido de los Trabajadores —proyectando esta discusión a debates más recientes

— cabe mencionar que, si bien ha habido una mayor apertura a los derechos sexuales ymayor institucionalización de la presencia de dobles militantes, estos logros han sidocircunscritos en algunos sentidos por su giro electoral. Por una parte, después de variosintentos infructuosos en los años 80, un núcleo LGBT duradero se consolidó en SãoPaulo en 1992. En 2001, el partido dio otro paso, creando un sectorial LGBT en el nivelnacional, bajo el ala de su Secretaría de Movimientos Populares, con la idea de darles amilitantes LGBT en el partido mayor voz en su programa para el sector.

45 Al mismo tiempo, este giro electoral ha fomentado una lógica más susceptible a cálculos

políticos en torno a la representación de un grupo estigmatizado, mientras que hadisminuido el peso de organizaciones partidarias de representación sectorial engeneral. La importancia de este tipo de cálculos electorales se manifestódramáticamente cuando líderes partidarios vetaron la candidatura de FernandoGabeira como vicepresidente de Lula en 1989; como él y un miembro del comitéejecutivo nacional en la época recuerdan:

46 En realidad, yo fui escogido en la elección de 1989 a ser el vice de Lula. Con Lula en el

puesto de presidente, y yo fui escogido por la convención del PT, por mayoría, para serel candidato a vice. Entonces hubo una enorme reacción de sectores más conservadoresque apoyaban el PT: los comunistas prochinos, el partido socialista, que decían que yono tenía el perfil adecuado. Pensaban que yo no era, digamos así, suficientemente virilpara ser el candidato en esa planilla, porque no tenía la masculinidad muy bien definida

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como candidato. Y pensaban que mi defensa de la legalización de la marihuana podríatraer problemas. (Gabeira, 2001)

47 Creo importante comentar sobre eso porque aquella apertura del PT tiene sus límites —

la principal resistencia dentro del PT al nombre de Gabeira como vice— y era el nombremás fuerte, incluso, entre los militantes del PT. Algunos años antes había sido candidatoa gobernador de Rio, y había salido bien y tal. La principal resistencia fue porque suimagen estaba muy vinculada al movimiento gay, aunque nunca había participadoformalmente. Pero todo el debate que había provocado había dejado esa imagen. Habíagente que decía: estamos contra la discriminación, pero no podemos colocar a alguienvisto con el movimiento gay como vicepresidente, porque provocaría la resistencia delelectorado… En el caso del liderazgo del PT, me acuerdo que había varios que lo decíanexplícitamente: Gabeira no puede, por esa razón. (Machado, 2001) Reflejando el giroelectoral de la izquierda, los cálculos electorales entonces han dominadopaulatinamente una contemplación a la base, ya sea definida en torno a una clase socialespecífica o una construcción más amplia, como ‘sociedad civil’. Al mismo tiempo, ycomo consecuencia, el lugar de las estructuras de base que ayudaron a construir elpartido se ha erosionado, como sugiere un petista de muchos años y ex líder de laComisión de Derechos Humanos en la Cámara de Diputados:

48 El concepto organizativo del partido que llevaba la idea de núcleos está muy vinculado

a la idea de un partido militante, un partido de militantes, que se reúnen todos los días.El PT no es eso. El PT tiene una base militante y una base mucho mayor desimpatizantes, de amigos y electores. Es un partido de masas. ¿Y qué es el núcleo? Elnúcleo es la antigua célula de los partidos comunistas. Viene de una idea leninista deorganización. Por eso no funciona. (Rolim, 2001)

49 Si acaso, este tipo de organización llega hoy a ejercer una influencia coyuntural en

periodos electorales. En su primer mandato presidencial, el gobierno de Lula dio pasosimportantes en el área de derechos sexuales, notablemente, con la creación delprograma Brasil Sin Homofobia, buscando incorporar políticas públicas para combatirla homofobia en todos los ministerios federales participantes. Es destacable, sinembargo, que estas medidas se hayan desarrollado a través de burocracias ejecutivas,de alguna manera apartadas de los cálculos políticos y electorales característicos delegislaturas, y marcan un contraste notable con la inacción del gobierno en torno a laagenda legislativa del movimiento. Y aunque el gobierno Lula ha creado vínculos con elmovimiento, esta apertura se ha dado principalmente a través de contactos conorganizaciones no gubernamentales externas, mientras que el sectorial LGBT del PT hasido en gran parte marginado.

Conclusión

50 Este artículo ha buscado trazar factores que fomentaron una apertura inicial a debates

sobre la liberación homosexual en partidos de izquierda brasileños, en efecto,abriéndoles a activistas las primeras puertas a la política formal. Por una parte, resaltétransformaciones en la composición del campo, provocadas por cambios institucionalesy la entrada de una nueva generación de cuadros; por otra, la expansión del repertoriodiscursivo disponible, fomentado por contraculturas juveniles, nuevos movimientossociales y debates de izquierda transnacionales. Cabe sugerir, en conclusión, algunas

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maneras en que esta discusión podría contribuir a nuestra comprensión de partidospolíticos y sexualidades.

51 Primero, dejando de lado aproximaciones que enmarcan a partidos políticos como

actores racionales unitarios o incluso como arenas de conflicto entre facciones cuyasidentidades e intereses pueden suponerse a priori (Kitschelt, 1989; Carey, 1997; Shugarty Carey 1992; Downs, 1957), encuadré la discusión a través del lente de la teoría decampos, como una especie de ‘orden negociado’ en el que los significados sonimpugnados y las identidades cambian (Fine, 1993). Esta manera de abordar el temapermite considerar cambios tanto institucionales como culturales y, así, resaltarmicroprocesos contestatarios en torno a significados que tienen lugar tanto dentrocomo fuera de partidos y los vínculos entre ellos: una dimensión sociológica muchasveces ignorada en la literatura sobre partidos políticos, contribuyendo al cambio deabajo hacia arriba y de afuera hacia adentro.

52 La discusión también vincula cambios en los debates sobre sexualidades en la izquierda,

en lo referente a un giro más amplio hacia la sociedad civil. Para explicar este giro,algunos investigadores han resaltado el debilitamiento de sindicatos precipitado por lacrisis económica de los años 80 y la implantación del neoliberalismo (Ellner, 1993;Roberts, 1998). Al acentuar los actores promoviendo cambios, transformaciones en losrepertorios discursivos y los contextos fluidos en los que actuaban, este artículo sugiereque este proceso, en realidad, empezó antes, por lo menos en Brasil, y que fueimpulsado más por demanda que por oferta, desde la perspectiva de partidos políticos.Es decir, incluso en Brasil, donde el trabajo sindicalizado, de hecho, estaba cobrandofuerza en la época, la llegada de nuevos actores con nuevas demandas —especialmentejóvenes— no podía ser completamente ignorada. Por ende, la discusión también implicaque la expansión de la agenda de la izquierda más allá del clivaje central de clase tieneque ver tanto con el modelo de desarrollo de los 50 y 60 (y sus desencantos) como con elmodelo neoliberal de los 80 y 90; y de hecho, estos cambios tienen que ver más coninstituciones políticas que con modelos económicos.

53 Finalmente, el enmarcar a la izquierda partidaria como un campo cultural nos permite

considerar sus construcciones específicas de sexualidades, su lógica y las condicionespara su impugnación y su cambio. Esta manera de abordar el tema podría extrapolarsea otros campos impugnados por activistas, con construcciones de sexualidades ydinámicas contestatarias específicas: el movimiento feminista, departamentospoliciacos, la prensa, el campo médico-psiquiátrico, etc. Esta observación no sólopermite considerar el activismo en cada campo en sus especificidades sino que tambiénimplica que las identidades sexuales en sí pueden entenderse como constituidas enmúltiples campos, de manera polivocal.

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RESÚMENES

Este artículo emplea la teoría de campos para explicar por qué partidos de izquierda en Brasil

empezaron a plantear debates sobre la liberación homosexual a finales de la década de 1970 y

principios de 1980. El concepto de campo cultural permite aportar un análisis tanto cultural

como institucional a los cambios en los debates en la izquierda, revelando procesos de

impugnación frecuentemente ignorados en la literatura institucionalista sobre partidos. Cambios

en instituciones electorales y la llegada de una nueva generación de cuadros, especialmente del

movimiento estudiantil, alteraron fundamentalmente qué y quién era representable en el campo.

El surgimiento de una contracultura de jóvenes también expandió el repertorio discursivo

disponible a activistas y sus aliados partidarios, apoyados por debates marxistas en el nivel

internacional. En últimas, esta coyuntura de fuerzas permitió a militantes partidarios impugnar

significados históricamente vinculados al cuerpo, la sexualidad, la política y la vida cotidiana.

This article draws on field theory to explain why leftist parties in Brazil first broached debates on

homosexual liberation in the late 1970s and early 1980s. The concept of a cultural field allows one

to bring together both an institutional and a cultural analysis of changing debates in the left,

casting light on processes of contestation often obscured in the institutionalist party literature.

Electoral institutional changes and the emergence of a new generation of cadres, particularly

from the student movement, fundamentally changed who and what were representable in the

field. The emergence of a youth counterculture also expanded the discursive repertoire available

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to activists and their party allies, supported by debates in Marxist circles occurring

internationally. This conjuncture of forces ultimately allowed party militants to contest

meanings historically attached to the body, sexuality, the political, and everyday life.

Este artigo emprega a teoria de campos para explicar por que os partidos de esquerda no Brasil

começaram a levantar debates sobre a liberação homossexual no final da década de 1970 e início

de 1980. O conceito de campo cultural permite apresentar uma análise tanto cultural como

institucional para as mudanças nos debates da esquerda, revelando processos de impugnação

com freqüência ignorados na literatura institucionalista sobre os partidos. Mudanças nas

instituições eleitorais e a chegada de uma nova geração de quadros, particularmente do

movimento estudantil, alteraram fundamentalmente o que e quem eram representáveis no

campo. O surgimento de uma contracultura de jovens também expandiu o repertório discursivo

disponível aos ativistas e aos seus aliados partidários, apoiados por debates marxistas no plano

internacional. No final, esta conjuntura de forças permitiu aos militantes partidários

impugnarem significados históricos vinculados ao corpo, à sexualidade, à política e à vida

cotidiana.

ÍNDICE

Palavras-chave: homossexualidade, partidos políticos, esquerda, movimentos sociais, Brasil

Keywords: homosexuality, political parties, the left, social movements, Brazil

Palabras claves: homosexualidad, partidos políticos, izquierda, movimientos sociales, Brasil

AUTOR

RAFAEL DE LA DEHESA

B.A., Francés e Inglés, University of Texas, Austin, EE.UU.; M.A., Portuguese and Brazilian Studies,

Brown University, Providence, EE.UU.; M.A., Relaciones internacionales, Johns Hopkins

University, Washington DC, EE.UU.; Ph.D., Gobierno, Harvard University, Cambridge (MA), EE.UU.

Actual Profesor Asistente, Departamento de Sociología, Antropología y Trabajo Social, College of

Staten Island, City University of New York, New York, EE.UU. Correo electrónico:

rafa5000[at]hotmail.com.

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¿Se nace o se hace? Repertoriosinterpretativos sobre lahomosexualidad en BogotáIs One Born or does One Become? Interpretative Repertoires of Homosexuality in

Bogotá

Nascem ou se tornam? Repertórios interpretativos sobre a homossexualidade em

Bogotá

Angela María Estrada Mesa, Marlon Ricardo Acuña Rivera, LeoncioCamino y Martha Traverso Yepes

NOTA DEL EDITOR

Este trabajo hace parte de la disertación doctoral “Narrativas y políticas de lahomosexualidad en Bogotá”, adelantada por Angela María Estrada en el ProgramaIntegrado de Doctorado en Psicología Social de las Universidades Federales de Paraíba yRío Grande del Norte en Brasil.

1 Fecha De Recepción: 24 De Septiembre De 2007

Fecha De Aceptación: 5 De Octubre De 2007 Fecha De Modificación: 31 De Octubre De 2007

2 Los desarrollos contemporáneos de la genealosexualidad señalan que ésta, más que

cualquier otra necesidad humana, ha sido objeto de agudas problematizaciones ycomplejas formas de regulación y control a lo largo de la historia. Así, pues, desde laAntigüedad, la sexualidad ha sido objeto de una preocupación moral que ha llevado alos seres humanos a desarrollar formas de interpretación y construcción variablessobre el deseo y los sujetos que lo encarnan.

3 En esta perspectiva, la historia de la sexualidad no puede ser centralmente el relato de

“las conductas y prácticas sexuales, según sus formas sucesivas, su evolución y su

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difusión”, sino más bien “una historia del contexto teórico y práctico al que estáasociada” (Foucault, 1993, p. 7); es decir, una historia de los saberes y de los sistemas deregulación con base en los cuales se ha construido y transformado la experiencia de lossujetos de deseo a lo largo de la historia.

4 Históricamente, es de particular interés establecer el lugar que han ocupado las

relaciones homoeróticas en los sistemas culturales de interpretación y regulación de lasexualidad en su conjunto, puesto que, se presume, tales interpretaciones han operadocomo dispositivos de regulación de la sexualidad como tal. En otras palabras, se trata derepensar la historia de la producción del sujeto desde el lugar del homoerotismo(Giraldo Botero, 2006).

5 Algunas de las prácticas eróticas de la Antigüedad fueron objeto de una compleja

reflexión y regulación social –al menos por parte de los filósofos–, pero también objetode la poesía erótica entre mujeres como Safo de Lesbos. Puede afirmarse que duranteesta época mucha gente se ocupaba de construir una estilística de la existencia, unaética de la vida cotidiana y de la erótica. Tal ‘esplendor’ quedó sepultado con lasTeologías de la Alta Edad Media y el nacimiento de los Estados modernos.

6 En ese tránsito, el homoerotismo ha pasado de ser una práctica erótica entre otras, a

una tentación de la carne a la que todos estaban potencialmente expuestos, a unacategoría identitaria, ‘un tercer sexo’ que, en los tiempos modernos, muchos atribuyena determinaciones de carácter biológico. Socialmente, la homosexualidad, unaproducción moderna que copa el espacio discursivo del homoerotismo, opera comosistema de regulación de la Identidad masculina, en tanto ‘la homosexualidad’representa culturalmente todo lo que el hombre no debe ser. Por su parte, elhomoerotismo femenino ha adquirido el índice de la negación, lo que no existe, de loque no se habla. En conjunto, la estigmatización de la homosexualidad como categoríaidentitaria parece servir a la reproducción de la heterosexualidad obligatoria.

7 Uno de los mecanismos de significación más poderosos para el sostenimiento cultural

de la heterosexualidad obligatoria se encuentra en la conexión de significado quearticula sexo/género/deseo, como cadena determinista en el proceso de subjetivación;es decir, un axioma no explorado, tanto en las explicaciones cotidianas como en lasconcepciones ‘científicas’, según el cual el sexo determina el género y estos dos, a suvez, determinan los cuerpos/ objetos adecuados del deseo (Butler, 2001; 1990).

8 Se trata de una explicación naturalista que asume sin cuestionar un axioma esencialista

y binario que sustenta los modelos de identidad de género legitimados en Occidente(siendo sus opciones femenino y masculino). En tal sentido, en la historiacontemporánea, tanto en las disciplinas sociales como en las explicaciones cotidianas,se ha consolidado una jerarquía sexual que establece el límite entre una sexualidadaceptada y reconocida como saludable y la que no. Aunque en tal jerarquía, la líneaentre lo normal y lo anormal viene desplazándose, de forma que el espectro de lasprácticas y preferencias sexuales reconocidas viene ampliándose, el parámetro de lasexualidad normal, natural, saludable y ‘santa’ sigue siendo heterosexual, realizada enel contexto conyugal y monógamo, reproductivo, y practicada en el hogar (Rubin,1993).

9 En el contexto del presente trabajo se privilegian las críticas a tales políticas de la

identidad adelantadas en dos campos académicos y políticos contemporáneos: la teoríaqueer y la Psicología Social socioconstruccionista.

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10 La formulación queer, adelantada por Judith Butler, señala que no existe un sexo

prediscursivo que sirva como referencia estable para la construcción cultural delgénero; más bien, este último debe ser visto como el conjunto de prácticas que cadaindividuo realiza en el marco de unos regímenes normativos que se van materializandoen el cuerpo (Butler, 1993). Tal materialización puede consolidarperspectivas, bien desumisión, bien de resistencia, o bien de insubordinación (Butler, 1993).

11 La teoría queer propone una postura resistente a las políticas de la identidad,

caracterizada por la oposición a la ubicación subjetiva de una categoría identitariaparticular: asumirse como queer es resistirse a la categorización de género y sersolidario con las luchas de exclusión y discriminación.

12 Implica también operar una distinción crítica y reflexiva para los propios relatos

identitarios, entre la funcionalidad de la categoría homosexualidad, construida por lamodernidad en Occidente, y la libertad de las preferencias y prácticas eróticas entredistintas personas y en cada una de éstas en distintos momentos de su ciclo vital.

13 Por su parte, la psicología socioconstruccionista señala críticamente cómo actualmente

la exclusión de lo otro opera en el marco de unas políticas de la identidad que lapsicología tradicional ha contribuido a legitimar (Sampson, 1993). En efecto, losmodelos identitarios de la psicología moderna han privilegiado como parámetro de‘normalidad’, características masculinas, heterosexuales, de clase media y occidentales,para legitimar un individualismo autocontenido que desconoce la génesis dialógica delyo, configurando una economía discursiva en la que lo otro resulta necesariamenteestigmatizado.

14 En los tiempos contemporáneos, la exclusión y la estigmatización operan ya no sólo

desde la matriz heterosexual, sino también en los límites que cada categoría de sujetosestá dispuesta a reconocer; por ejemplo, una concepción biologicista y esencializada dela homosexualidad tiende a excluir tanto a la bisexualidad como a los sujetos queer,particularmente, por la concepción naturalizada tanto sobre los objetos de deseoadecuados para cada categoría identitaria como por la estabilidad atribuida a cada unade ellas.

15 La variabilidad histórica de las interpretaciones y los discursos culturalmente

legitimados sobre la homosexualidad, la evidencia de que durante muchos períodos dela historia la homosexualidad hizo parte de una erótica mucho más compleja queincluía relaciones tanto hetero como homoeróticas, y la deconstrucción de losdeterminismos sobre los objetos adecuados de deseo, en conjunto, permiten proponerla tesis de que los seres humanos estamos en capacidad de constituir a otros,independientemente del sexo, en sujetos de deseo, siendo los sistemas de regulación dela identidad los que limitan culturalmente las opciones. En el proceso de socializaciónhumana, tales límites culturales se construyen mediante aprendizajes emocionales,‘pánicos eróticos’ (Rubin, 1993), elicitados, al menos en parte, de manera ideológicamediante asociaciones entre la homosexualidad y el estigma social.

16 Si se acepta lo anterior, entonces, ¿cómo explicar la homosexualidad, sin caer en

discursos esencialistas o individualistas, insostenibles ya argumentativamente? Lahipótesis implícita de esta propuesta, siguiendo a Judith Butler, es que aunque se acepteque la restricción de género es constitutiva, las autonarraciones homosexuales (encuanto lugar subjetivo, tanto de inteligibilidad como de abyección del sujeto, Butler,2002) parecen ser el resultado, de realidades construidas conversacionalmente (Shotter,

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2001) en las que los roles emocionales o expresivos (pánico erótico, efecto performativodel nombre propio, etc.) juegan un papel determinante.

17 Con base en lo anterior, puede afirmarse que si bien la patologización y la exclusión de

los sistemas de protección social de la población LGBTT (lesbianas, gays, bisexuales,transexuales y transgeneristas) han venido rectificándose lentamente (en Occidente yen el caso colombiano en particular) en los discursos y saberes expertos (psiquiatría,psicología y derecho, principalmente), la estigmatización de la homosexualidad comofenómeno cultural que reproduce la heterosexualidad obligatoria mantiene plenavigencia.

18 Entre nosotros, a pesar de algunas conquistas en el plano de los derechos,

homosexuales, bisexuales y otros siguen siendo víctimas de crímenes de odio yexclusión social, ante la carencia de políticas públicas más sólidas que sancionen ypongan límite a los comportamientos homofóbicos, que siguen teniendo una enormelegitimidad cultural (Colombia Diversa, 2005).

19 El presente artículo busca alcanzar dos objetivos: a) presentar algunos de los debates

conceptuales más potentes para la comprensión del homoerotismo contemporáneo y

20 b)exponer algunos avances del análisis del discurso que buscan caracterizar y

comprender cuáles son los recursos discursivos (Potter y Wetherell, 1987, 1995;Wetherell y Potter, 1988; Willig, 2001) que están empleando gays, lesbianas y bisexualesen sus relatos de identidad y sus explicaciones cotidianas sobre la homosexualidad. Enambos casos, lo expuesto en estas páginas se basa en los avances de una disertacióndoctoral adelantada sobre esta temática.

La Emergencia De La Autonarración En El Marco DeUna Nueva Psicología Social

21 Como es ya bastante difundido, durante la primera mitad del siglo XX, con el auge del

paradigma empírico analítico en las ciencias sociales, la Psicología Social inició uncomplejo y fragmentado proceso de desarrollo, caracterizado, de un lado, por ladivisión entre lo que ha llegado a reconocerse como Psicología Social informadasociológicamente y la informada psicológicamente (Stryker, 1983; Álvaro, 1995; Farr,1996; Álvaro y Garrido, 2003); y de otro, por los desarrollos típicamente atribuidos a uncontexto geopolítico particular; durante ese período, se reconoce la existencia de variaspsicologías sociales geográficamente delimitadas: entre ellas, la norteamericana, laeuropea, la latinoamericana y la soviética.

22 La reciente y escasa historiografía de la Psicología Social nos permite afirmar que:

los productos más consolidados por la Psicología Social empírico analítica queprivilegia una racionalidad instrumental caracterizan una psicología localnorteamericana, difundida por los órganos de la APA como la única Psicología Socialcientífica en el mundo, apelando a argumentaciones fundacionales que hoy en día no sesostienen, toda vez que la psicología de Lewin tuvo más impacto que el conductismo enpsicología social, incluso en Norteamérica (Farr, 1996).Ante el reconocimiento de que la Psicología Social no mejoraría su capacidadexplicativa sobre los fenómenos psicosociales (Moscovici, 1991) —objeto de estudio detal disciplina—, estudiando únicamente características propias del funcionamientopsicológico individual, desde sus inicios la Psicología Social europea se dedicó a la

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búsqueda de otro paradigma científico, que denominó la dimensión social (Tajfel, 1984),caracterizado por la articulación de: factores de los procesos sociales de amplia escala,procesos que forman el funcionamiento social, y características del funcionamientopsicológico humano, para el estudio de los problemas de la psicología social,proponiendo, desde entonces, un paradigma transdisciplinar para la Psicología Social.el campo de la Psicología Social conocida con el adjetivo de sociológica, que estableciódesde sus inicios el carácter transdisciplinar de su estatuto científico, definiendo sucampo como una interface entre la psicología y la sociología, aportó desarrollos tansignificativos como el interaccionismo simbólico, la etnometodología y el enfoquedramatúrgico, los cuales contribuyeron en dos sentidos a consolidar una plataforma dedespegue para una Psicología Social posmoderna: por un lado, se unieron a las vocesque para la década de los sesenta señalaban una profunda crisis en Psicología Social, ypor otro, maduraron un punto de vista científicopreparado para recibir el giro lingüístico, que ponía en cuestión toda aquella psicologíaque empleaba el lenguaje como un medio neutro y seguro para acceder a la‘parafernalia mental’.la denuncia de una crisis en la Psicología Social a partir de la década de los sesenta llevóa algunos psicólogos sociales, tanto norteamericanos como europeos (Sampson, 1978,Gergen, 1985, 1996; Harré, Clarke y De Carlo, 1989; Shotter, 1993; Ibáñez, 2001; Parker,1994), a denunciar la necesidad de una tercera revolución en Psicología Social (siendolas dos anteriores la conductista y la cognitiva), con base en dos argumentos: laimpotencia de la Psicología Social para acompañar las preocupaciones cotidianas de lagente común y corriente, en razón del recorte de la base social de los fenómenos deestudio en el laboratorio, y la urgencia de que toda teoría psicológica se articularasimultáneamente como una teoría cultural (crisis de relevancia y de pertinencia),facilitaron la apertura al tránsito de la epistemología a la sociología del conocimientocomo campo para pensar las bases sociales del conocimiento científico.

23 Los psicólogos sociales citados arriba se articularon, a partir de la década de los

ochenta, en torno a una nueva propuesta paradigmática denominadasocioconstruccionismo, que definió un estatuto histórico crítico para la psicologíasocial. Aunque sus seguidores contemporáneos han desarrollado caminos y agendas deinvestigación que sostienen intensos debates, haciendo de este campo una arenaproductiva y vigorosa, derivaron para la Psicología Social, en particular (pero afectandoel estatuto completo de la psicología), las consecuencias de la falla en la funciónreferencial del lenguaje, el carácter histórico del conocimiento psicológico y su funcióncomo dispositivo complejo de poder en la producción privilegiada de determinadasnarrativas del self, así como la restricción y/o patologización de otras, y en general, lafunción de los proyectos políticos y los juegos de poder en el sostenimiento de ciertasformas de comprensión científica a lo largo de la historia (Gergen, 1985).

24 En particular, el trabajo de Kenneth Gergen se ha orientado al desarrollo de una teoría

construccionista del self, coherente con los planteamientos desarrollados en campostales como la teoría queer.

25 Reconociendo el carácter históricamente variable de la dinámica social, asuntos como

la identidad personal –conceptualizada en una lógica esencialista y fija– quedan puestosen tela de juicio (Gergen, 1996). La fe ciega en la relación significado-significante le haotorgado al lenguaje científico un poder incontrolado a través del cual logratransformar la realidad y el mundo en sí, al tiempo que defiende su carácter neutral y

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objetivo. En la evidencia del lenguaje escrito, los escritores de novelas, de filosofía y depsicología han retratado con frecuencia la conciencia humana como un flujo continuo(Gergen, 1996); los historiadores, por su parte, sugieren que las explicaciones de laacción humana difícilmente pueden proceder sin una incrustación temporal (Gergen,1996). Comprender la acción, en últimas, implica situarla en un contexto deacontecimientos precedentes y consecuentes (Gergen, 1996).

26 El concepto de autonarración, en particular, es portador de una afinidad con una

variedad de propuestas desarrolladas en otros dominios de la psicología cognitiva talescomo las teorías sobre los guiones, los esquemas de relato, la del árbol depredictibilidad, así como la teoría del pensamiento narrativo. Tales teorías han sidoutilizadas para ‘dar cuenta’ de la base psicológica de la comprensión y/o para dirigir lasecuencia de acciones a lo largo del tiempo. Contrariamente al enfoque cognitivo, consu búsqueda de procesos cognitivos universales, los teóricos de la regla-rol, tales comoHarré y Secord, y los construccionistas tienden a hacer hincapié en la contingenciacultural de los diversos estados psicológicos (Gergen, 1996).

27 De manera contraria a los que hacen hincapié en el individuo psicológico universal,

según este autor, surge la necesidad de examinar las autonarraciones como formassociales de dar cuenta de sí mismo, o como discurso público. En este orden de ideas, lasnarraciones se entienden como recursos conversacionales, construcciones abiertas a lamodificación continuada, a medida que la interacción progresa. Inscritas comodispositivos lingüísticos, las narraciones pueden usarse para indicar acciones venideras,pero no son en sí mismas la causa o base determinante para tal tipo de acciones; en esesentido, las autonarraciones funcionan más como historias orales o cuentos morales enel seno de una sociedad. Este enfoque se une a los que hacen hincapié en los orígenessocioculturales de la construcción narrativa, aunque con ello no se pretende aceptar undeterminismo cultural: adquirimos habilidades narrativas a través de la interacción conotros, no a través de ser meramente actuados (Gergen, 1996).

28 Las identidades se construyen ampliamente mediante narraciones, y éstas, a su vez, son

propiedades del intercambio cultural. En la concepción moderna, ocupaba un lugarcentral la premisa sobre la existencia de las cosas en sí. Con el paso del tiempo, y amedida que las personas se percataban de la multiplicidad de perspectivas posibles, lascosas en sí fueron desapareciendo de vista. Sin duda alguna, el yo se posicionóclaramente como un tema crítico, cuyos seguidores están dispuestos a luchar pordespojarlo del carácter esencialista y determinista que se le ha otorgado históricamente(Gergen, 1996).

29 La posmodernidad se instaura entonces con un sentido liberador, de forma tal, que

invita a los individuos a apartarse de todas las tradiciones, y a hablar cualquier lenguajeatractivo. De este modo, a medida que las expresiones de la comprensión sedemocratizan, no queda nadie que pueda otorgarse autoridad. La vida del posmodernose vuelve entonces más rica y expresiva si se suspenden las demandas de coherenciapersonal, de reconocimiento o de enfoque determinante, y simplemente se narra en elcurso de las relaciones con los demás. No obstante, cabe resaltar que la situaciónposmoderna es de crisis, una crisis de nuestras verdades, de nuestros valores, de lascertezas que más apreciamos; una crisis que debe su origen, su necesidad y su fuerza ala reflexividad (Gergen, 1996).

30 Nos resulta más sensato pensar ahora las pretensiones de verdad y rectitud como

construcciones de comunidades que tienen intereses, valores y estilos de vida

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particulares. De este modo, las preguntas cruciales ya no se dirigen al mundo como es, ypasan a centrarse en el mundo representado. Se ha advertido que toda tentativa de‘decir la verdad’, de ‘describir las cosas como son’, de sensatez, penetración,inteligencia o profundidad, es una construcción lingüística prestada, ambigua y acosadapor factores ideológicos. Y cuando el análisis critico de tales problemas demuestra estarsometido a las mismas fallas, hasta la crítica seria palidece (Gergen, 1996).

31 Podremos, en últimas, referirnos a la identidad como algo propio que emerge del

continuo, vuelve a conformarse y sigue en una nueva dirección, a medida que uno seabre paso por el mar de relaciones en cambio permanente. Sin embargo, resulta claroque estamos ansiosos por renunciar a lo que somos porque llegar a ser uno mismo esdifícil y penoso, y porque, en últimas, deseamos recibir las recompensas que nuestracultura está dispuesta a ofrecernos a cambio de nuestra identidad. Como concluyeGergen (1996), la aceleración del ritmo del cambio cultural exige un nuevo enfoque del‘yo’ que suprima el objetivo tradicional de su ‘estabilidad’ (el yo como objeto) y loreemplace por un objetivo de cambio (el yo como proceso); el yo mudable, “abierto a lamayor amplitud posible de experiencias”, caracterizado por la tolerancia y laflexibilidad (p. 273).

Desarrollos Construccionistas Para La ComprensiónDe La Construcción De La Sexualidad

32 Desde una perspectiva socioconstruccionista, es aceptable inscribir el significado de la

homosexualidad dentro del ámbito político, económico y social por medio de doselementos fundamentales: el poder y la regulación. Órganos del poder social, como laIglesia y el Estado, han instituido estrictas leyes morales, gracias a la autoridad queposeen; es así como las nociones de normalidad y naturalidad han venido configurandoa través del tiempo cuerpos enajenados y ajustados al sistema social establecido(Seidman, 2003). Esta perspectiva deconstruye las bases y los principios fundamentalesde las sociedades modernas, en cuanto constituye un cuerpo argumentativo crítico.

33 Políticamente, el socioconstruccionismo se une a las voces políticas de los que reclaman

el derecho a la autonomía, al libre desarrollo de la personalidad y que los debates ypolíticas humanas y sociales se den en el marco de los derechos humanos. Del mismomodo, coinciden en afirmar que el cuerpo humano posee un enorme potencial paraexperimentar estimulación sensual, y que, con base en ello, la postura de la sociedadradica en enseñarnos cuáles de estas sensaciones son sexuales y cuál es su significado(Seidman, 2003).

34 Por otro lado, la crítica apunta a señalar el sesgado trabajo que han venido efectuando

los sexólogos, los cuales aún continúan concibiendo al sexo a partir de una meraconcepción fisiológica. En este orden de ideas, se reclama rescatar al sexo de ese lugarsuperficial de la existencia humana en el que ha sido ubicado (Seidman, 2003); lasexualidad humana ha estado sometida a una serie de prácticas ritualizadas y privadas,que sólo adquieren significado y valoración social cuando se encuentren adscritas alvínculo matrimonial. En este punto, la homosexualidad podría estar resquebrajando lasexpectativas que ha construido la sociedad para todos y cada uno de sus individuos, encuanto propone nuevas maneras de establecer los vínculos relacionales y ciertas

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configuraciones distintas de los imaginarios sobre el cuerpo (Corbin, Courtine yVigarello, 2005).

35 La fuerte regulación sexual que rige en la actualidad resulta paradójica: por un lado, se

ejerce una práctica fuertemente regulada, y por el otro, se desarrolla un granmercantilismo del sexo altamente diversificado y rentable. Quizás ése sea el papel quepodría estar cumpliendo la censura dentro de las actuales sociedades modernas. Loanterior podría entonces llevarnos a pensar que la sexualidad es una de las mayoresfuerzas que movilizan o activan el comportamiento humano (Seidman, 2003), cualidadque no ha pasado desapercibida para los intereses económicos, dado que éstos ya handescubierto que comercializar con lo prohibido resulta ser un negocio altamentelucrativo.

36 Las posturas críticas llaman la atención también sobre el interés de hacer universal la

falsa creencia de que la pulsión sexual es por naturaleza heterosexual (Seidman, 2003).Esta idea se ha visto fortalecida a través de la historia, por las contribuciones que hanhecho las ciencias naturales y sociales, sin dejar de lado, claro está, el rol fundamentalque han jugado las religiones en la construcción y regulación de los cuerpos y estilos devida. En este mismo orden de ideas, Mauss (citado por Corbin et al., 2005) fue uno de losprimeros en demostrar cómo las normas sociales dan forma a nuestros gestos más‘naturales’; es así que nuestras maneras de andar, de jugar, de parir, de dormir o decomer, guardan estrecha relación con las normas que nos son impuestas socialmente(Corbin et al., 2005). El erotismo es entonces otra de las cualidades narradas o negadassocialmente, naturalizadas y asumidas como sobreentendidas.

37 El rechazo a la homosexualidad se vale del argumento antinaturalista, para negar otras

formas de erotismo y afecto que, aunque no quieran ser reconocidas como expresión dela variabilidad erótica, de hecho han sido identificadas en otras especies. Por ejemplo,en cuanto a los mamíferos se refiere, los bonobos —la especie primate más cercana alhumano en la escala filogenética— manifiestan atracción y claro vínculo afectivoestable entre miembros de su mismo sexo; asunto similar se ha visto en los grupos depingüinos, canes y delfines, entre otros (Alexandresco, Loyer y Menéndez, 2001).

38 El uso del término ‘homosexual’ trae implícita una enorme carga peyorativa, que muy

difícilmente podrá ser reconciliada con el intento de obtener mayor reconocimiento yaceptación (Churchill, 1969); si bien lo empleamos, este término sigue inscribiéndosecomo una antítesis del heterosexismo predominante, que ni siquiera requiere hacerseexplícito, dado que está catalogado como parámetro.

39 Por su parte, teóricas y autoras lesbianas, entre las que se puede mencionar a Adrienne

Rich y Monique Wittig, entre otras, caracterizan el lesbianismo principalmente comouna opción política, más que como una identidad sexual determinada por el deseo, en lacual se privilegia el establecimiento de un compromiso social y emocional primarioentre mujeres. En tal sentido, el lesbianismo resulta ser ante todo una declaración deindependencia de las mujeres respecto de los hombres (Seidman, 2003; Gimeno, 2005).

40 Dentro de la propuesta del construccionismo social, el trabajo de sociólogos,

historiadores y filósofos ha sido pionero en el replanteamiento de la sexualidad(Sidman, 2003). De este modo, el debate sobre el carácter de construcción social de lasrealidades, identidades y especificidades gay y lésbicas, así como de la esenciahomosexual, ha estado presente desde el inicio de investigaciones de orden académicoy de los debates y discursos militantes que tienen lugar a partir de los años setenta(Llamas, 1998). Para Ken Plummer, la homosexualidad no es una condición innata de los

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seres humanos; más bien, ésta se inscribe como un proceso de aprendizaje por mediodel cual los individuos aprenden a interpretar sus deseos y sentimientos como sexuales,inscribiéndolos al mismo tiempo como parte integral de una identidad homosexual(Seidman, 2003).

41 En su idea de concebir la homosexualidad como una identidad que es construida

socialmente, el análisis construccionista implica la consideración de los múltiplesfenómenos que tienen lugar dentro del contexto social del individuo. Así, pues, losprocesos de subjetivación de los individuos no sólo responden a la regulación de lasinstituciones sociales, dado que los discursos científicos y la cultura popular logranestablecer diversos puntos de partida para la construcción de la identidad personal(Churchill, 1969). Al respecto, Jeffrey Weeks investigó el rol de los postulados médicos ycientíficos en la creación de la homosexualidad como una identidad social distinta(Seidman, 2003); una de sus tesis principales plantea que la experiencia subjetiva de lavida sexual es en sí misma un producto de significados y símbolos intersubjetivos,asociados a la sexualidad en diferentes situaciones sociales y culturales (Weeks, 1985).

42 Según las tesis construccionistas, no se pueden señalar regularidades entre unas y otras

comunidades, culturas y sociedades que sostengan la hipótesis del carácter universal dela ‘homosexualidad’ tal y como se conceptualiza en el mundo occidental, o de ladiferencia hombre/mujer como único prisma a través del que pueden considerarse lasformas de placer o afecto entre las personas. Sostener una regularidad de talesproporciones equivaldría a postular el carácter anacrónico, ahistórico, transcultural,interclasista y transétnico de las implicaciones concretas de un modelo de‘homosexualidad’ básicamente eurocéntrico (Llamas, 1998).

43 Las conclusiones que al respecto ha desarrollado la historia apuntan a señalar que las

categorías identitarias, tanto la ‘homosexual’ como las construcciones contemporáneashombre-mujer, más que ser algo innato, responden más bien a un momento coyunturalde la historia de la humanidad (Seidman, 2003). De hecho, Butler (2001) ha llegado aafirmar que las dos últimas categorías mencionadas han llegado a ser altamenteproblemáticas. La ‘homosexualidad’ a través del tiempo ha pasado de ser una conductasexual, expresada en la sodomía, a un tipo de desviación de género, expresada en laidea de invertido, a una personalidad anormal, nombrada como ‘homosexual’, parafinalmente configurarse como una identidad social afirmativa, bajo las nociones gay olésbica (Seidman, 2003).

44 La teoría queer, en cabeza de Judith Butler (2002), nos invita a considerar el género en

términos pragmáticos como un tipo de performatividad; para tal fin, analiza cómo através de un proceso de aprendizaje social (básicamente informal), y por medio de unsistema de recompensas y sanciones, cada uno de nosotros aprende a presentarse oinsubordinarse a sí mismo con referencia a los modelos de hombre o mujer vigentes.Desde esta perspectiva, los modelos de socialización de género alcanzan niveles dematerialización, en la medida en que corporalizan (Butler, 1993, 2002).

45 En este orden de ideas, y muy de la mano de la propuesta de Foucault, el

reconocimiento de los sujetos tiene lugar en el marco de los mecanismos de poder querigen a la sociedad. Butler se detiene a analizar las diferentes transformaciones que hasufrido el término queer, siendo claros dos momentos básicos: uno de afirmacióndegradante y otro de carácter más significativo. Con base en lo anterior, Butleresquematiza las condiciones y límites dentro de los cuales se construye una inversión

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significante, la cual, a la luz de sus explicaciones, tendría la función de crear nuevasformas sinónimas para expresar una postura crítica ante el repudio (Butler, 2002).

46 Por supuesto, no se desconoce que nacemos con una estructura biológica definida, pero

aceptamos también que es la sociedad la que en últimas determina cuáles partes denuestro cuerpo, qué placeres y qué actos son sexuales. Ello conlleva, entonces, a que laclasificación de los actos sexuales como buenos o malos, aceptables o ilícitos, dependadirectamente de cuáles sean las normas sexuales dominantes, las cuales, a su vez,expresan las creencias de los grupos sociales dominantes. El hecho de inscribir lasexualidad como el núcleo de la identidad personal hace que los individuos dirijan todasu atención hacia supropia sexualidad y hacia la de los demás, y que el resto deelementos constitutivos de dicha identidad, basado en los roles y estereotipos degénero, no sea más que un claro reflejo de la manera inequitativa en que la sociedadtrata a los sujetos (Seidman, 2003).

47 La historia del cuerpo, en suma, no puede separarse de la historia de las identidades y

de las de los modelos sexuales. El cuerpo para las ciencias sociales, como lo ha señaladoNorbert Elias (citado por Corbin et al., 2005), ha sido configurado como el lugar de unlento trabajo para reprimir y alejar lo impulsivo o espontáneo. De ello es buena pruebael esfuerzo por elaborar etiquetas, normas de educación y de control de uno mismo.Dichos controles corporales, lentamente elaborados y pronto olvidados hasta el puntode parecer naturales (Corbin et al., 2005), no han logrado erradicar la distancia entre laidentidad personal y la identidad colectiva o social (Weeks, 1985).

48 Pese a la arbitrariedad que suscitan las políticas de la identidad, hoy encontramos

dentro de algunas propuestas teóricas un manejo responsable de la distinción entrecomportamiento sexual e identidad (Seidman, 2003). Con base en los recursos que hansido apuntados, podemos aceptar que en Occidente la sexualidad no se refiereexclusivamente a cuáles actos sexuales se prefieren o al género aceptado delcompañero o compañera. Sexualidad también incluye cuándo y dónde se puede tenersexo, el número de compañeros, el tipo de convenios íntimos que se prefieren, el sermonógamo o no, y en últimas, el privilegio de un cierto tipo de motivos para lasexualidad, bien sea el placer, el ‘amor’, la reproducción, la expresión, la diversión o elpoder (Seidman, 2003).

Tensiones Contemporáneas: El Yo Entendido DesdeLos Estudios Lgtb Y La Teoría Queer

49 Encontrar puntos en común, o un acuerdo explícito sobre el enfoque que requieren los

estudios sobre la identidad (homo)sexual, resulta un objetivo poco claro, dadas lastensiones entre los distintos campos para el estudio del género y la homosexualidad, encurso hoy en las ciencias sociales. En últimas, y si bien puede ser objeto de discusión,aunque resulte paradójico, parece que nos encontramos ante una lucha por lahegemonía del conocimiento. Más concretamente, nos estamos refiriendo a dostradiciones importantes: los estudios LGBT y la teoría queer.

50 Empecemos por señalar las diferencias que subyacen al contexto en el que emergen

ambas tradiciones. El origende los estudios LGBT se ubica en la reacción académica alcontexto homofóbico característico en Norteamérica en las décadas de los cincuenta ylos sesenta, y adicionalmente, en las luchas por la liberación suscitadas por la revuelta

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de Stonewall. Por su parte, la teoría queer surge de aquellos enfoques críticosconfigurados con la posmodernidad y el postestructuralismo, que en buena medida sepronunciarían en contra del determinismo y el esencialismo de carácter biológico.

51 En buena medida, podría señalarse que los estudios LGBT han estado vinculados más

estrechamente con las tradiciones cultivadas en las ciencias sociales; en este sentido,puede identificarse el interés por el establecimiento de significados o unidades deconocimiento que se configuran en torno al método científico y la racionalidad. Desdede esta perspectiva, y acorde a la tesis propuesta por Elia, Lovaas y Yep (2007), lacorriente modernista ha pretendido entonces, por lo menos para lo que respecta aoccidente, crear una noción de “consenso significante” que permita entender lasmetanarrativas referidas a los orígenes y al desarrollo de la identidad del Yo sexual. Eneste margen, se concibe entonces una (homo)sexualidad que se presume esencial y querequiere ser develada e interiorizada como parte del proceso ‘natural’ del desarrollo dela identidad personal. Podría, pues, afirmarse que los estudios LGBT operan buscandorectificaciones en los desarrollos tradicionales de las ciencias sociales.

52 La teoría queer, calificada como disidente, subversiva y provocadora, se niega a

reconocer los supuestos que toman por dados las políticas de la identidad, es decir, laidea de una identidad sexual fija y biológicamente determinada que le significa a lasociedad un único modelo de organización capaz de establecer los límites entre lonormal y anormal, lo bueno y lo malo, y lo deseable e indeseable. Lo que Llamas (1998)tradujo como teoría torcida, refiriéndose a la teoría queer, debe entenderse como “unaestrategia discursiva que no se acomoda al esquema basado en la distinción entre laesencia y el carácter socialmente construido” (p. 372). Lo queer viene, en últimas, aenfatizar un entendimiento auto reflexivo del género y la sexualidad. De la mismamanera, demanda el derecho a la libre elección de prácticas erótico-afectivasparticulares, con un carácter provisional y autónomo, lo cual reconoce la posibilidad deresignificar reflexivamente las autonarraciones que los sujetos construyen sobre símismos a lo largo del ciclo vital.

53 Así, pues, una primera tensión entre estas dos tradiciones se encuentra entre lo

esencial y lo construido o, másbien, entre un sentido moderno y otro posmoderno de loóntico. Mientras que los estudios LGBT hacen énfasis en la estabilidad de la identidadhomosexual, basándose en una concepción universal de la identidad personal, pautadamediante invariantes funcionales propios de la especie, la teoría queer es subsidiaria deideas tales como las ontologías locales (Gergen, 1996), las ontologías del momentopresente (Shotter, s. f) o la ontología de los gerundios (Butler, 1999), que remiten a lafunción de verdad y los niveles de materialización corporal que logran los modelos deidentidad sexual y de género legitimados en cada momento de la historia y la culturaparticulares. En tal sentido, no es que la identidad sexual y de género esté determinadabiológicamente para la especie, sino que convertimos en realidades sociales ycorporales (y, por tanto, locales) los discursos dominantes sobre la identidad sexual yde género.

54 De este modo, afirmar que el género es el resultado de una construcción social no es lo

mismo que afirmar que éste es absolutamente arbitrario; por el contrario, se trata de laproducción de la corporalidad misma, en el marco de unos regímenes de poder. Conbase en lo anterior, y de cara al abordaje de otras sexualidades, mientras que losestudios LGBT privilegian la denuncia de la exclusión social de la homosexualidad como

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una de las identidades posibles, la teoría queer elabora retóricamente latransformación de las bases culturales de la identidad.

55 Además, al mismo tiempo que los estudios LGBT hacen énfasis en la exclusión del

individuo, como objeto de reivindicación teórica, social y jurídica, mediante laeliminación del prejuicio; es decir, acompaña las prácticas priorizadas hoy por losmovimientos sociales, la teoría queer reclama un sujeto sin etiquetas, capaz dereconocer y valorar los múltiples significados que adquieren las prácticas eróticoafectivas entre personas del mimos sexo. De muy buena manera, la evidencia de lasprácticas homoeróticas a lo largo de la historia ha sacado a la luz lo problemáticas ydifíciles que han resultado las caracterizaciones que les han sido adjudicadas a los‘homosexuales’. Ni qué decir que estas dos dinámicas parecen hoy necesarias ycomplementarias.

56 La segunda tensión entre los estudios LGBT y la teoría queer se hace explícita ante la

idea de comunidad; es decir, ante el hecho de que el activismo LGBT haya creado redescomunitarias para el apoyo mutuo y la inclusión social, que se distancianconsiderablemente de las consideraciones queer, las cuales se inclinan más por señalarlos riesgos a los que se ve expuesta la identidad personal al adscribirse a estas nuevaspolíticas de la identidad ‘homosexual’. Es así como la noción comunitaria de que los‘homosexuales’ comparten un coro de experiencias, intereses y estilos de vida comúnentra en oposición con una idea que resalta las múltiples formas en que puedemanifestarse y significarse la ‘homosexualidad’.

57 Una tercera tensión, que toca más las prioridades políticas de cada una de las

perspectivas académicas, se refiere a los recursos discursivos mediante los cuales sebusca la erradicación y reivindicación de la estigmatización del homoerotismo, y tieneque ver con la forma en que se asume de manera más o menos radical la idea dediferencia. Mientras que para el movimiento LGBT resulta claro que el reconocimientode la diferencia remite principalmente a la idea de exclusión y, por lo tanto, privilegiala idea de que la solución está básicamente en la conquista de la inclusión social, lateoría queer busca la construcción de una nueva epistemología de la diferencia(Sampson, 1996), donde lo otro no sea subordinado a lo mismo, que ha sido elparámetro de la epistemología clásica. En el primer caso, la inclusión se satisface sintransformar necesariamente las actuales bases inequitativas de la organización social.

58 En últimas, aunque el argumento anterior puede parecer un mero juego de palabras, lo

que está en consideración son las distintas formas de acción política: en el primer caso,se privilegia la inclusión, y en el segundo, la reconsideración de la diferencia comocriterio para estructurar el reconocimiento, el cambio cultural y la produccióncientífica.

59 Las tensiones descritas hasta aquí hacen pensar que más que buscar la eliminación de

uno de los dos campos, ellos deben ser vistos como elementos de una dinámicaproductiva entre el corto y el mediano plazo, entre la denuncia de las experiencias delas personas concretas y la reivindicación de sus derechos, por un lado, y la apertura deposibilidades culturales a las actuales políticas de la identidad, por el otro. En talsentido, es importante reconocerles a los estudios LGBT el hecho de haber producidouna genealogía de la ‘homosexualidad’, que ha logrado hacer visible una historia noescrita acerca de la presencia e influencia del homoerotismo a lo largo de la existenciahumana. Por su parte, a la teoría queer debe reconocérsele la apertura a laresignificación de las posibilidades culturales. Puede afirmarse que ambas tradiciones

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han hecho aportes diferentes, y más importante aún, que ambas son indispensablespara el alcance de las rectificaciones sociales que tanto se esperan.

Psicología Discursiva. Un Producto Consolidado De LaTercera Revolución En Psicología Social

60 El giro narrativo en Psicología Social ha permitido integrar las críticas y propuestas

desarrolladas en una tradición que se remonta a la fenomenología y al interaccionismosimbólico y cuya articulación debe mucho a la psicología sociológica tanto europeacomo norteamericana.

61 Puede afirmarse que los principales rendimientos de esa psicología híbrida, propia de

nuestra época contemporánea, son: a) la articulación conocimiento-poder, que se hacevisible en el discurso, tanto para las prácticas académicas como para las propias de lavida cotidiana, y b) la naturaleza social del self y de la cognición humana.

62 La Psicología Discursiva, un producto socioconstruccionista que configura en sí mismo

un campo académico actualmente muy dinámico y consolidado, encuentra en la obra dePotter y Wetherell (1987) un referente fundacional. Otro de los primeros anunciossistemáticos del nacimiento de una nueva forma de hacer Psicología Social aparece enla edición de Antaki (1988), que reúne a investigadores que confluyen en lo quedenominan las ‘explicaciones cotidianas’ en Psicología Social. Tal manera de hacerpsicología se caracteriza por: a) considerar el discurso como práctica social y b)privilegiar el estudio de los efectos retóricos de los discursos cotidianos de las personasen sus contextos de significado.

63 En el presente trabajo se emplea la propuesta de los repertorios interpretativos (Potter

y Wetherell, 1987, 1995), ya que permite orientar el análisis de las explicacionesimplícitas que sobre la homosexualidad ofrecieron los participantes en el estudio. Elanálisis se orienta concretamente al establecimiento de los recursos lingüísticos queutilizan para la explicación del fenómeno.

64 Tal enfoque de análisis del discurso en Psicología Crítica permite estudiar de manera

fina los sistemas de argumentación que las personas emplean en la vida cotidiana, losefectos retóricos de tales sistemas, así como las construcciones que posibilitan.

65 Las características de tales construcciones en el discurso se llevan a cabo mediante el

establecimiento de las variaciones en el mismo. En otras palabras, se reconoce que lasexplicaciones cotidianas de las personas están lejos de ser coherentes y que en nuestrasprácticas diarias esa falta de coherencia no nos incomoda, ni se hace necesariamenteevidente, toda vez que podemos articular diversos repertorios interpretativos aplicadosa diversas situaciones o tipos de personas.

66 El hecho de que este abordaje permita, mediante el análisis de la variación, captar los

diversos repertorios interpretativos presentes en el discurso de los hablantes yestablecer las contradicciones o incoherencias es un recurso altamente efectivo en elanálisis de la ideología, campo en el cual, particularmente sobre racismo, estosinvestigadores han aplicado su propuesta metodológica, por cierto altamentedesarrollada (Camino, 2004). Su orientación conduce, una vez establecidos los recursosdiscursivos que sostienen determinadas prácticas sociales, a preguntas sobre cómopueden ser socavados tales recursos y prácticas, a fin de transformar las basesculturales para la interpretación de ciertos fenómenos.

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Método Muestra

67 Empleamos como criterio teórico intencional para la búsqueda de la muestra el hecho

de que se tratara de personas con identidades alternativas (gays, lesbianas, bisexuales,queers) satisfactoriamente ajustadas a entornos académicos y/o laborales, a fin deevitar sesgos de muestreo (propios de personas cuya actividad diaria está determinadapor sus preferencias sexuales), y por otro lado, que fueran personas ubicadas en dosgrupos de edad: adultos jóvenes y estudiantes universitarios, por un lado (entre 18 y 25años), y adultos con una actividad profesional estable, por el otro (25 en adelante), yresidentes en la ciudad de Bogotá. Para el caso del presente trabajo se adelantó unanálisis piloto de los repertorios interpretativos en una sub-muestra de 7 participantes(1 hombre joven bisexual, 3 hombres jóvenes gays y 3 mujeres adultas lesbianas).

Procedimiento

68 Se llevó a cabo una entrevista individual en profundidad con cada participante, con

base en una guía elaborada para tal fin, que orientaba la exploración en cuatro camposde la vida personal: a) biografía, b) explicaciones cotidianas sobre la homosexualidad, c)consecuencias experimentadas atribuidas a las preferencias sexuales y lasautonarraciones sobre el self y, d) perspectivas de futuro. A todos-as los-asparticipantes se les explicó el objetivo de la investigación, se les garantizó el anonimatoy la reserva de su información, se les explicó que podían dar por terminada laentrevista en el momento en que así lo decidieran y que eran libres de señalar si habíaalguna pregunta

69 Ante la cual preferían no responder. Todos-as firmaron un consentimiento informado

70 Con el consentimiento de los-as participantes se grabaron las entrevistas, las cuales

fueron transcritas posteriormente. Dicho material se importó al NUD*IST 61 para serfragmentado y/o analizado según varios modelos de análisis de discurso. Para efectosdel presente trabajo nos centramos en el material recuperado sobre repertoriosinterpretativos de la homosexualidad en cada entrevista.

71 De manera particular, dado que se trata de un avance, se seleccionaron los recursos

lingüísticos presentes en las explicaciones esencialistas (nacen) o construccionistas (sehacen) sobre la homosexualidad. Finalmente, se procedió a la identificación de lascaracterísticas que se hallaban implícitas en los discursos de los participantes aplicandoel modelo de repertorios interpretativos de la psicología discursiva de Potter yWetherell (1995).

Resultados

Características De Los Esquemas Argumentativos Ante La TensiónEsencialismo-Construcción

72 Los participantes recurren a distintos esquemas argumentativos para dar cuenta de sus

autonarraciones como homosexuales o bisexuales. En este sentido, a pesar de hacerseexplícitas preferencias afirmativas o conclusivas, éstas involucran desplazamientos

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hacia argumentos que las hacen contradictorias y/o neutrales ante el dilemaesencialismo versus construccionismo. Los argumentos que ponen fin a laselaboraciones discursivas no suministran de manera clara un sustento para la tesis quese había planteado en un principio (¿los homosexuales, nacen o se hacen?); y aunque enalgunos casos los cierres del discurso logran tener vínculo con la tesis central, ponen aldescubierto nuevas elaboraciones reflexivas sobre la propia autonarración. Comoejemplo, presentamos el siguiente esquema evidenciado en el discurso de una lesbiana:“… nacen, sin duda” —tesis inicial—, “… por supuesto que puede ser una actitudaprendida, sin duda” —argumento contradictorio/neutral—, y finalmente, “… tambiényo pienso que uno se enamora de las personas” —reflexión sobre la propiaautonarración Del mismo modo, los argumentos se reformulan hacia su categoríaantagónica; en este sentido, se desarrollan

73 Non-numerical Unstructured Data Indexing Searching and Theorization, software

diseñado para el procesamiento y organización en la información en la investigacióncualitativa.

74 Planteamientos del dilema esencialismo versus construccionismo aplicados a la

heterosexualidad: “… es que es tan natural como la heterosexualidad, ¿será que losheterosexuales nacen o se hacen? La respuesta es la misma”. En este orden de ideas, laorientación sexual se cataloga como un ámbito propio del sujeto en cuanto que: “… esalgo que sale de adentro... ¿Por qué es el gusto por algo?”. Se evidencian, del mismomodo, algunas posturas intermedias; es decir, argumentos elaborados a la luz de unapostura neutral que no se adscribe al esencialismo ni al construccionismo: “… en esesentido, no hay [como]2 el que nace, ni el que se hace, ni el que lo hacen, sino que escomo una condición de uno”… “es una cosa genética que te da una tendencia, pero si túle das la posibilidad de explorar, puedes encontrar todas las posibilidades”.

75 Las variaciones en los niveles de argumentación evidencian también diferentes formas

de explicar la aceptación inicial de la posibilidad homoerótica en la narrativaautobiográfica. Las narrativas organizadas en términos de precedencias en el ciclo vitalse estructuran a través de momentos: en un primer momento se plantean atribucionesde descubrimiento (epifanía): “… descubrí porque me di la posibilidad de vivirlo”; en unsegundo momento, las atribuciones se dirigen hacia agentes o sujetos externos que ledan forma social a la epifanía individual: “…

76 ¡Bendito Dios, llegó una fémina y me despertó, porque yo lo tenía ahí dormido! Pero no,

no podía, no podía como descubrirlo yo sola y llegó alguien”.

Lectura Al Detalle

77 En una de las entrevistas con un hombre homosexual, se encontró un especial interés

por validar las propuestas teóricas del psicoanálisis a partir del contexto familiar deotras personas homosexuales. De acuerdo con ello, se mencionaron explicaciones sobrela homosexualidad referidas al complejo de Edipo y el narcisismo: en la mayoría de misamigos uno ve modelos como de, digamos, una relación distante con el padre3: de:separación. Entonces creo que sí tiene mucho que ver con la construcción como: en losprocesos de socialización, el ambiente familiar, en los núcleos como de familia, deprocesos de apego. Y: creo en el Edipo. Y en, o sea, creo en las dos explicaciones que el

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psicoanálisis le da al: homosexualismo, que es el Edipo y como un egocentrismo que se:que se replica.

78 Muletilla del lenguaje informal.

79 Símbolo empleado en la transcripción para señalar la prolongación de la última sílaba

de la palabra.

80 Por otro lado, y en el contexto mismo de esta entrevista, se recurre a datos históricos, y

concretamente al fenómeno, de la amistad del mundo helenístico, para dar cuenta deun modelo de relaciones erótico-afectivas entre personas con una marcada diferenciageneracional, que relieva el carácter ético del lazo emocional: los procesoshomoeróticos de esa época en la antigua Grecia se podían dar más por un deseo [como]intelectual, ¿sí? Por un deseo como de conocimiento, y como en esa época la figurarepresentante de la sabiduría y el conocimiento eran los hombres de edad: entoncesestaba el hombre de edad con el hombre joven.

81 En la entrevista a una mujer adulta, afirmada como lesbiana (aunque estuvo casada y

tiene dos hijos), la noción de diferencia se elabora en el discurso a partir del ejemplo delo distintas que resultan las identidades entre hermanos que han sido criados en elmismo contexto y bajo las mismas circunstancias: “… tanto que estos unos que sonhermanos y que viven en el mismo sitio, criados por los mismos padres en las mismascondiciones, todos son completamente distintos; entonces uno es uno, definitivamenteuno es uno”.

82 En la misma entrevista, la participante plantea la posibilidad de involucrarse erótica y

afectivamente con un transformista, abriendo el espectro de las posibilidadeseróticoafectivas y construyendo una línea argumental que sostiene la transformaciónde las preferencias sexuales a lo largo del ciclo vital: “Pero ahora en los últimos añospues (**)4 de los transformistas, yo me enamoré de XX [nombre artístico], y por ahí hayuna transformista enamorada de mí. Donde a mí me llegue a gustar un transformista yono tengo ningún problema, yo ya lo sé”.

83 Los participantes emplean recursos lingüísticos como el anterior para ubicar las

preferencias homoeróticas como parte del curso fluido (no estable o esencial) de su vidaafectiva, y en ese sentido, como una evidencia más del carácter cambiante y deindeterminación que caracteriza, en últimas, a lo humano: “… también he descubiertoque es posible que esa orientación sexual sea algo que cambie; como todo en la vidacambia…”.

Organización Retórica

84 En algunos casos, los recursos discursivos de los-as participantes se articulan

privilegiando estrategias deconstructivas que priorizan el uso lógico y persuasivo de la

85 Palabras perdidas en la transcripción.

86 Oposición cultural homosexual/heterosexual como estrategia retórica, para reivindicar

la propia narrativa personal, como en el caso de los dos testimonios siguientes:

[…] cuando a uno le hacen preguntas sobre los homosexuales, y uno las voltea paralos heterosexuales, se da cuenta que hay preguntas absurdas, los heterosexuales¿nacen o se hacen? [(Risas)] […] intentar cambiar una orientación sexual es ridículo,uno es lo que es, ¿por qué tiene que cambiar o buscar una forma de llegar a ser algomás? Uno es lo que es, uno no debe luchar contra eso, no tiene nada de malo.

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87 Del mismo modo, se estructuraron argumentos a favor de una deconstrucción de los

prejuicios o de aquellas interpretaciones que desde el sentido común pretendenexplicar la homosexualidad en función de la presencia de traumas o experiencias deabuso en la infancia, recurriendo al humor:

[…] yo no encuentro digamos el patrón de ‘las mujeres violadas se vuelvenlesbianas’, o ‘los hombres igual’. Eh: como me decía un amigo mío, ‘¡Ojala a mí mehubieran hecho algo los curas, pero no me hicieron nada!

88 En tensión con argumentos críticos como los anteriores, aparecen argumentos

claramente contradictorios entre la condición homosexual como algo genético en lafamilia y las decisiones en términos de preferencias eróticas de las personas:

[…] en una familia siempre va a haber un gay, y ese gay más adelante puede tenerotro pariente que sea gay también;… pero si, si, si se tiene una educación de prontodigamos, eh: rígida, militar o algo por el estilo, a veces puede resultar que esapersona lleve una vida, digamos caso normal, o sea, tener una esposa, tener unafamilia y etcétera.

89 En general, puede afirmarse que las estructuras retóricas empleadas por los

participantes pueden caracterizarse como ‘relatos de progreso’ (Gergen, 1985; Gergen,1996); es decir, en general, las autonarraciones homoeróticas se estructuran con baseen un patrón que va ‘de menos a más’, sin duda uno de los patrones discursivos másvalorados en Occidente. Podemos citar, a manera de ejemplo, el tránsito discursivo deuna mujer lesbiana:

90 Momento 1:

[…] nacen, sin duda, yo te, ahí te voy a contestar como médico; total, a pesar de queyo no tengo ningún estudio

91 Que lo respalde, pero sí pienso que es una cosa genética,

estoesunaopcióngenéticaperonoesundefectogenético.

92 Momento 2:

[…] es una cosa genética que te da una tendencia, pero si tú le das la posibilidad deexplorar puedes encontrar todas las posibilidades…

93 Momento 3:

[…] y viene una cosa genética, una cosa de aprendizaje, una cosa de posibilidades ylo que tú estés dispuesto a explorar.

94 Finalmente, las diferencias en cuanto a la complejidad y el número de ideas articuladas

en las conclusiones que ponían fin a las narrativas permiten evidenciar cómo mediantelas trayectorias del discurso, los participantes se ubican en distintos niveles o contextosde significado; es decir, pese a que en un principio presentaron hipótesis en uno u otrosentido —nacen, se hacen, o ambos—, en el transcurso del relato iban involucrandonuevos elementos e interpretaciones para llegar a una conclusión.

Comentario Final

95 En general, puede afirmarse que las estructuras retóricas de la autonarración,

empleadas por los participantes, se caracterizan como ‘relatos de progreso’ (Gergen,1988; Gergen, 1996); es decir, en general, las autonarraciones homoeróticas de nuestrosparticipantes se estructuran con base en un patrón que va ‘de menos a más’, sin dudauno de los patrones discursivos más valorados en el Primer Mundo contemporáneo.

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96 No obstante lo anterior, puede afirmarse que los participantes cuyas entrevistas fueron

incluidas en este avance emplearon diversos formatos o géneros para estructurar (darluz a) la historia personal. Todos-as estuvieron de acuerdo en afirmar que suorientación es un elemento en el conjunto de narraciones que se articulan en suhistoria de vida y en sus perspectivas de futuro.

97 El avance sobre repertorios interpretativos que se presenta en este artículo muestra

varios ejemplos interesantes del uso de géneros, de forma incluso contradictoria, a lolargo de la entrevista.

98 En relación con la orientación sexual o las preferencias eróticas, como preferimos

llamarlas nosotros, dados los Análisis precedentes, los participantes expusieronargumentos que apelan al ‘deseo de lo mismo’ para afirmar sus auto narraciones. Talesargumentos muestran unas sensibilidades, unas formas eróticas, unas sexualidades,unos cuerpos, que nos ponen en contacto con la diferencia como experiencia personal,en el ámbito de lo otro. No queremos olvidar, sin embargo, que nos referimos a laexperiencia relatada por los participantes en la situación de entrevista que logramosconstruir con ellos-as, por lo cual queremos expresarles nuestra gratitud.

99 En conjunto, los repertorios interpretativos analizados hasta el momento nos permiten

afirmar que las-os participantes construyen sus relatos de identidad en un contextoreflexivo que se ve presionado por la exclusión y las crisis familiares que su orientaciónsuele suscitar. En otras palabras, la marginalidad social que implica entre nosotros(nuestros-as participantes son profesionales o en proceso de serlo) una orientaciónsexual diversa trae aparejado un ejercicio reflexivo mediante el cual se resignifican lasauto narraciones, apelando a diferentes recursos lingüísticos, que van desde losculturales especializados hasta tensiones y contradicciones entre el esencialismo y laconstrucción social que no respaldan con una comprensión científica de laproblemática involucrada, sino mediante el recurso al conocimiento cotidiano.

100 Como es obvio, las explicaciones cotidianas de los-as adultos entrevistados-as se

caracterizan por ser más complejas, toda vez que en sus narrativas deben involucrarperíodos muy amplios y significativos en sus vidas, durante los cuales, en algunos casos,sus prácticas erótico-afectivas fueron satisfactoriamente heterosexuales.

101 No obstante lo anterior, independientemente de la edad, en las estructuras retóricas de

los participantes en este estudio se encuentra que, aunque se acepte algún componentegenético (lo cual no es explícito en todos los casos), en sus actuales preferencias yprácticas homoeróticas, en general, todos aceptan más bien una plasticidad erótica; esdecir, aceptan que sus prácticas responden a una apertura personal a la exploración dealternativas no hegemónicas, o que las construyeron con otros en procesos deinteracción social, y por tanto, disponibles para cualquier ser humano.

102 Aprendimos de nuestros participantes, con quienes estamos sinceramente agradecidos

por su generosidad, que la pretensión explicativa de las preferencias homoeróticas haceparte de esa herencia moderna de los discursos médicos que ilustran la diferenciadejando sin cuestionar la posición que se considera estándar o, peor aún, ‘normal’.

103 Finalmente, encontramos que el recurso retórico más poderoso y potente en la

autonarraciones de nuestros participantes es la deconstrucción explícita de esapretensión de juzgar lo otro desde lo mismo, que pone en evidencia los juegos de poderhegemónicos de la heterosexualidad.

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104 Nuestros hallazgos ofrecen pistas para un análisis final más completo de la información

recolectada, que sin duda podrán ser útiles tanto para las prácticas clínicas comoescolares, tan urgidas de nuevos modelos que se articulen a una epistemología de ladiferencia.

BIBLIOGRAFÍA

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RESÚMENES

Este artículo expone las tensiones y supuestos bajo los cuales se han venido entendiendo y

agenciando las prácticas homoeróticas. En este sentido, recurre a los desarrollos historiográficos

de la Psicología Social Crítica para identificar las nociones que se derivan del yo y la identidad

personal. Se ilustran igualmente las propuestas socioconstruccionistas para una construcción

social de la sexualidad. También se exponen algunas tensiones contemporáneas entre los

Estudios LGBT****** y la Teoría Queer. Se expone el modelo de los repertorios interpretativos de

Potter y Wetherell para orientar el análisis de las argumentaciones que ofrecieron los

participantes del estudio ante la disyunción: esencialismo (nacen)-construccionismo (se hacen)

de la homosexualidad. Los resultados obtenidos evidencian cómo los-as participantes emplearon

recursos retóricos tales como la deconstrucción con un potencial de resistencia y reflexividad

posibilitador de cambios discursivos para la cultura. A manera de comentario final, se propone la

plasticidad erótica como un patrón que caracteriza narrativas contemporáneas sobre la

homosexualidad.

This article discusses the tensions and assumptions underlying the understanding and

implementation of homoerotic practices. It refers to the historiographic developments of Critical

Social Psychology to identify notions that are derived from the self and personal identity. It also

presents the socio-constructionist approach to the social construction of sexuality. Additionally,

it exposes some of the current tensions between LGBT Studies and Queer Theory. The article

employs Potter and Wetherell’s model of interpretive repertoires to guide the analysis of

arguments presented by participants in the study to the disjunction between essentialism (being

born homosexual) and constructionism (becoming homosexual). The findings show how

participants used rhetorical resources such as deconstruction, with its potential for resistance,

and reflexivity, which can trigger discursive changes in the culture. To conclude, the article

proposes that contemporary narratives of homosexuality are characterized by erotic plasticity.

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O artigo expõe as tensões e os supostos sob os quais têm sido entendidas e agenciadas as práticas

homoeróticas. Neste sentido, apela aos desenvolvimentos historiográficos da Psicologia Social

Crítica para identificar as noções que se derivam do eu e da identidade pessoal. Igualmente são

ilustradas as propostas sócio-construcionistas para uma construção social da sexualidade.

Também são expostas algumas tensões contemporâneas entre os Estudos LGBT e a Teoria Queer.

Apresenta-se o modelo dos repertórios interpretativos de Potter e Wetherell para orientar a

análise das argumentações que ofereceram os participantes da pesquisa frente à disjunção:

essencialismo (nascem) construcionismo (tornam-se) da homossexualidade. Os resultados obtidos

evidenciam a maneira como os/as participantes empregaram recursos retóricos tais como a

deconstrução com um potencial de resistência e reflexividade possibilitador de mudanças

discursivas para a cultura. Como comentário final propõe-se a plasticidade erótica como padrão

que caracteriza narrativas contemporâneas sobre a homossexualidade.

ÍNDICE

Palavras-chave: homossexualidade, identidade, psicologia social, psicologia crítica, análise do

discurso, repertórios interpretativos

Palabras claves: homosexualidad, identidad, psicología social, psicología crítica, análisis del

discurso, repertorios interpretativos

Keywords: homosexuality, identity, social psychology, critical psychology, discourse analysis,

interpretative repertoires

AUTORES

ANGELA MARÍA ESTRADA MESA

Psicóloga; Magíster en Investigación y Tecnología Educativas; actual Profesora Asociada,

Departamento de Psicología, Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia. Líder del Grupo de

Investigación en Psicología Social Crítica. Correo electrónico: aestrada[at]uniandes.edu.co

MARLON RICARDO ACUÑA RIVERA

Estudiante de Psicología y Ciencia Política, Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia. Asistente

de Investigación Grupo de Investigación en Psicología Social Crítica. Actualmente adelanta su

trabajo de grado en Psicología en el marco de esta disertación doctoral. Correo electrónico: marl-

acu[at]uniandes.edu.co

LEONCIO CAMINO

PhD en Psicología Social, Universidad Católica de Louvain, Bélgica; actual profesor, Departamento

de Psicología Social, Universidad Federal da Paraíba, Brasil. Orientador de esta disertación

doctoral. Correo electrónico: leocamino[at]uol.com.br.

MARTHA TRAVERSO YEPES

Pregrado en Psicología, Universidad de Guayaquil, Ecuador; doctorado en Psicología Social,

Universidad Complutense de Madrid, España; Posdoctorado en Salud Comunitaria, Memorial

University of Newfoundland, Canadá; actual profesor, Universidade Federal do Rio Grande do

Norte, Brasil. Lectora de esta disertación doctoral. Correo electrónico: traverso[at]ufrnet.br.

Sigla empleada para indicar el campo académico y político referido a la problemática de las

personas Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transgeneristas.

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Violencia, homofobia ypsicoanálisis:entre lo secreto y lopúblicoViolence, Homophobia and Psychoanalysis:Between Secrecy and Openness

Violência, homofobia e psicanálise: entre o secreto e o público

María Mercedes Gómez

NOTA DEL EDITOR

Fecha De Recepción: 23 De Octubre De 2007 Fecha De Aceptación: 30 De Octubre De 2007 Fecha De Modificación: 13 De Noviembre De 2007

1 Agradezco a Juan Felipe Moreno por la traducción de una primera versión del texto y

de las citas, a Julia Morales por el trabajo de edición de las referencias bibliográficas, aLiz Fitting, Claudia Steiner y a dos evaluadores anónimos por sus comentarios. El textoes una versión revisada del capítulo II de mi tesis doctoral titulada “Discrimination andExclusion: An Interdisciplinary Approach to Hate Crime Politics” New School for SocialResearch, NYC, 2006.

2 Existen muchos textos sobre psicoanálisis y homosexualidad y múltiples debates sobre

la homofobia interiorizada en los individuos y en las teorías y prácticas psicoanalíticas,pero no muchos trabajos que hagan acopio de teorías psicoanalíticas para debatir lasdinámicas de la violencia física contra las sexualidades disidentes o sexualidades no-normativas11. En este texto analizaré, a partir de los conceptos psicoanalíticos de‘síntoma’ y ‘represión’, la ansiedad que suscitan las prácticas e identificaciones sexualesno-normativas en sociedades donde prima lo que Adrienne Rich denomina la‘heterosexualidad obligatoria’. Esta ‘heterosexualidad obligatoria’ es, antes que nada,un régimen político–institucionalizado por medio de arreglos legales, culturales yeconómicos– en el que el privilegio masculino y heterosexual es sistemáticamente

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construido a costa de la subordinación y el desprecio hacia lo que es percibido eidentificado como femenino o en disidencia de la norma heterosexual (Rich, 1993, p.227).2

3 En sociedades con modelos binarios de distribución del poder (por ejemplo, hombre/

mujer; heterosexual/homosexual, blanco/no-blanco), ciertas prácticas sondiscriminatorias porque apuntan a la subordinación de quienes se perciben comodiferentes o disidentes y ciertas prácticas son excluyentes porque apuntan a suprimirlas diferencias del paisaje social. Los dos tipos de prácticas, ambos en la lógica delprejuicio, es decir, en un talante de hostilidad o predisposición negativa hacia lopercibido como diferente, pueden desplegarse en violencia física. Los usos u objetivosde la violencia física motivada por prejuicio, sin embargo, pueden ser distintos; porejemplo, un gesto violento es jerárquico cuando pretende advertir y marcar –alindividuo y al grupo que simbolizasu subordinación dentro de un orden social. Encomparación, el gesto violento es excluyente cuando apunta a eliminar del paisajesocial al otro u otros que encarnan una diferencia amenazante (Gómez, 2004; 2006).

4 En diferentes lugares y momentos históricos, las prácticas discriminatorias y las

prácticas excluyentes se dan en un continuum y los usos de la violencia jerárquica yexcluyente pueden coincidir, intercalarse o superponerse entre ellas. De igual forma,una práctica discriminatoria puede generar gestos de violencia excluyente y unapráctica de exclusión puede domesticarse si un gesto violento logra sus propósitos desubordinación. Los gestos violentos que culminan en la muerte pueden responder a unuso jerárquico o a un uso excluyente de la violencia. Así, por ejemplo, a mediados delsiglo XX los triunfos jurídicos que terminaron con la segregación en los Estados Unidosdieron pie a linchamientos de afro americanos en el sur. Estos eventos constituyeron unuso jerárquico de la violencia, cuyo propósito no era el de eliminar a todos aquéllos quela hacían posible, la comunidad afro descendiente subordinada y productiva, sino, porel contrario, advertir sobre los riesgos de subvertir un orden jerárquico, el de lasupremacía blanca.

5 El caso de la violencia doméstica, especialmente aquélla contra las mujeres, incluso

cuando culmina en la muerte, responde al mismo tipo de lógica: se trata de recordar ala víctima (y a todas las que estén en la misma situación) su lugar de subordinación ylos riesgos de pretender subvertirlo. No así la violencia contra los judíos durante elholocausto nazi. Aunque en ocasiones y por razones utilitarias la vida de lostrabajadores recluidos en los campos de concentración se conservara con lo mínimo, lasprácticas estaban dirigidas a suprimirlos del entorno después de haber vaciado suscuerpos y mentes de cualquier energía o deseo (Levi, 1987). Esas prácticas sonclaramente excluyentes: el judío, como lo señala Sartre (1946; 1992), es visto por el anti-semita como la encarnación y fuente de todo mal; el fin, por ende, es su destrucción. Enel mismo sentido las sexualidades no-normativas han sido investidas con los epítetosdel mal, la perversión, la traición y la muerte. Por eso es posible afirmar que lasdiversas prácticas que se han ejercido sobre ellas, desde la conversión, la expulsiónsocial, la tortura física y psíquica en terapias y lobotomías y los discursosestigmatizantes (Eskridge, 1999, p. 82; D´Emilio, 1983), apuntan no tanto a subordinarcomo a hacer desaparecer las diferencias o los cuerpos que las ostentan.

6 La mayoría de los casos de violencia motivada por hostilidad hacia lo que es diferente,

incluido el prejuicio sexual3, no se ajustan completamente a la polaridad de lasdistinciones enunciadas entre discriminación y exclusión, sino que las complejizan y

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exigen su afinación teórica. Lo que me interesa en este texto en particular es explorarun proceso que ilustre estas tensiones en los siguientes registros: primero, en la posibleconfluencia de prácticas discriminatorias con usos excluyentes de la violencia comoresultado de la dinámica entre lo secreto y lo público. Segundo, en la exposición dealgunos de los elementos que el psicoanálisis aporta para la comprensión de la ansiedadque genera la potencial pérdida de los privilegios que en estas sociedades se distribuyenentre quienes se definen o son definidos como heterosexuales.

De La Discriminación A La Exclusión

7 El 24 de noviembre de 2001, un hombre al que llamaremos LCP asesinó a otro al que

llamaremos JAG, después de llevarlo a un paraje solitario en las afueras de la ciudad dePereira, Colombia. El hecho fue resultado de la extorsión a la que JAG habría sometidoal primero. La extorsión consistía en amenazar al agresor con mostrar a su esposa elcontenido de un videocasete en el que supuestamente se habían grabado las relacioneshomosexuales que aquellos habían sostenido. LCP se hizo acompañar de un amigo y enel remoto lugar exigió a JAG la devolución del objeto. Frente a lo que se sospecha unanegativa de entregar el videocasete, LCP apuñaló de muerte a JAG (Gómez, 2008).4

8 Este caso parece tener explicación en lo que la filósofa y psicoanalista Elisabeth Young-

Bruehl ha clasificado como un tipo de prejuicio histérico.55 La homofobia crea alhomosexual66, dice la autora, y lo hace objeto de prejuicios obsesivos, histéricos ynarcisistas (pp.33-39; pp. 137159). Aunque, según la clasificación de Young-Bruehl,todos los prejuicios pueden desplegarse en homofobias, en este texto en particular nosinteresa el prejuicio histérico. Según este tipo de prejuicio las personas debenpermanecer subordinadas pero disponibles porque resultan útiles a los propósitos delgrupo o individuo prejuicioso (p.34). El prejuicio histérico coincide con los propósitosde las prácticas discriminatorias que pretenden “mantener al otro en su lugar desubordinación” y, por lo tanto, con el interés por mantener las jerarquías. El tipo desubordinación que caracteriza al prejuicio histérico consiste en suponer que laspersonas percibidas como homosexuales están “disponibles para prestar [alhomofóbico], en la realidad o en la fantasía, sus servicios sexuales” (p.34). Para laspersonas con prejuicios histéricos, las sexualidades no-normativas y quienes las ejercensirven como objeto de fantasías sexuales o como sujetos de actos prohibidos y deseados.El homosexual, dice Young-Bruehl, facilita al homofóbico histérico la representación desu mascarada y, simultáneamente, establece una frontera entre él y el otro:

… [Nosotros] podemos disfrutar, de forma indirecta su amor, verlos en películaspornográficas, imaginarnos como sus amantes, incluso, quizás, viajar oexperimentar con ellos y luego volver a nuestro mundo, “olvidando” que alguna vezlo abandonamos o que hicimos lo que hicimos… Este tipo de homofóbicos no quiereeliminar a los homosexuales, los quiere explotar. (1996: p. 158).

9 El prejuicio histérico se centra entonces en la instrumentalidad del homosexual en

tanto encarnación de un placer secreto que requiere de una forma contradictoria deexternalización: el homosexual tiene que ‘estar ahí’ disponible como objeto de fantasíassexuales y como ser inferior (un chivo expiatorio, quizás) que tiene que ser castigadocon su subordinaciónpor ese mismo hecho de ‘estar ahí’ –del lado de la trasgresión.

10 Encontramos otro ejemplo de esta forma de prejuicio en una historia contada por el

psicoanalista Donald Moss. Él nos narra el caso de un hombre de 30 años que entró a

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terapia para trabajar su homosexualidad latente. El hombre afirmaba que todas susrelaciones habían sido con mujeres y por cortos lapsos de tiempo. Un día, después dedos años de estar en análisis, contó al analista que una llamada telefónica hecha por unhombre desconocido que sabía su nombre lo había despertado en mitad de la noche. Lallamada era abiertamente sexual; ambos se excitaron, cada uno se masturbó y él tuvoun orgasmo. El paciente dijo a la mañana siguiente que “nunca en su vida se habíasentido tan cerca de otra persona”. Reportó que al principio se sentía preocupado por eltono “homosexual” de su experiencia pero que pronto se relajó y sintió lástima poraquel buen hombre que necesitaba “recurrir a la homosexualidad y al sexo telefónico”.“Por la mañana –añade Moss– los sentimientos de hombría, masculinidad y potencia delpaciente habían sido restaurados.” (Moss, 1992, pp. 285-286)

11 ¿Qué pasa si el secreto se hace público? ¿Cuál habría sido la reacción del paciente si

alguien hubiese hecho pública su experiencia? Es difícil saber en el caso particular. Ennuestro primer ejemplo, el de LCP, generó un asesinato. Por eso es posible suponer quela separación entre lo secreto y lo público es problemática y sirve para ilustrar laendeble frontera entre el prejuicio homofóbico y la violencia, además de la imperantenecesidad de marcar la diferencia entre ‘nosotros’ y ‘ellos’, una vez que se haceexplícita la trasgresión y con ella la inestabilidad de las identificaciones y prácticassexuales. En nuestros ejemplos, el hecho de mantener al homosexual como disponible ysubordinado, y (aquí diríamos) disponible y oculto en el closet del homófobico, es útil ala realización de los deseos secretos de este último. Sin embargo, cuando el secretoamenaza o se torna público, el peligro (el cuerpo (homo)sexual o no-normativo)7 debeser eliminado con el fin de marcar la diferencia y recuperar una “identidadheterosexual coherente” (Mason, G. 2001, p.3)

Perder Las “Credenciales Masculinas”8

12 Este aparte tiene como objetivo explorar las siguientes preguntas: ¿Por qué la

transgresión de las normas (hetero)sexuales es simultáneamente objeto de gozo y decastigo?, ¿qué hace que la posibilidad de hacer pública una práctica sexual no-normativa genere gestos de violencia excluyente? ¿qué hace que la transgresión de lanorma heterosexual sea especialmente vulnerable ante el prejuicio y la violencia? Antesde discutir estos puntos vale la pena hacer un breve excurso y precisar que losargumentos de este texto se dedican a pensar la violencia en contra de los hombreshomosexuales. La violencia contra las lesbianas puede ser tan sólo parcialmenteexplicada por las aproximaciones aquí examinadas, a pesar del hecho de que talesaproximaciones se exhiben con frecuencia como discursos representativos de laviolencia basada en prejuicio sexual en general.9

13 La violencia contra las personas transgeneristas tampoco está cubierta por estas

reflexiones. En lo que concierne a la violencia por prejuicio sexual, considero que tantolas lesbianas como los transgeneristas sufren de grados más intensos de exclusión quelos hombres homosexuales, aunque no del mismo modo. En el caso de la violenciacontra lesbianas o personas percibidas como lesbianas, el investigador enfrenta, cuandono los omite, obstáculos en los métodos investigativos y en la recolección estadísticaque impiden distinguir la violencia en contra de las lesbianas de la violencia en contrade las mujeres heterosexuales o de los hombres homosexuales (Herek, 2000). Aun así,también hay razones de tipo normativo que tienen que ver con que el deseo lésbico

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despierta ansiedad extrema y odio debido a que es percibido como una amenazaradical: las lesbianas “roban los placeres de la heterosexualidad” (Mason, 2001, p. 275) yasí, amenazan “la forma en que la comunidad organiza su gozo” (Zizek, 1993, p.206;Mason, 2001, p. 275). El deseo lésbico bloquea la participación masculina en los actos deldeseo, participación que sostiene el régimen político de heterosexualidad obligatoria(Rich, 1993; Foucault, 1978; Wittig, 1992). Por eso puede decirse que los gestos violentoscontra personas percibidas como lesbianas suelen apuntar a suprimir la diferencia y noa subordinarla, aunque la pornografía entre mujeres, hecha y dirigida a un públicoheterosexual, se podría pensar como un ejemplo del prejuicio histérico mencionado.

14 En el orden del uso excluyente de la violencia, Amnistía Internacional (2005) reporta el

caso de una mujer en Zimbawe autoidentificada como lesbiana cuyos padres ordenan surepetida violación hasta que quede embarazada para así “corregir” su orientaciónsexual. En otro caso del mismo informe se cuenta que “dos lesbianas de colorreportaron que dos hombres en Brooklyn, N.Y., las siguieron, las acosaron y lasgolpearon mientras les gritaban: ‘Voy a matarte, perra. No eres un hombre’” (AmnistíaInternacional, 2005). Este incidente señala cómo la ansiedad frente a mujeres percibidascomo lesbianas es, en cierto sentido, diferente aunque familiar al de la ansiedad frentea hombres percibidos como homosexuales. Ante las lesbianas el agresor no parecetemer “volverse el otro (una mujer) sino experimentar miedo a ser desenmascaradocomo un impostor.10 Atacar a una lesbiana gritando “no eres un hombre” parece operarcomo un espejo de la incapacidad del agresor de asegurar su propia masculinidadexcepto con referencia a lo que el piensa que la otra “no es”. Tal operación pone decabeza el sentido de su enunciado: cuando dice “no eres un hombre”, también estádiciendo “haces lo que los hombres hacen”, en otras palabras, “tienes mujeres.” Así elsentido oculto del enunciado del agresor parece ser “si TÚ tienes mujeres, YO NO soyun hombre” (Gómez, 2006b, p. 186-187).

15 Pocos ataques son tan brutales, repetidos y visibles como los perpetrados contra

personas transgeneristas. Su especificidad viene dada porque los transgeneristas“encarnan”, si puede decirse sin contradicción, la indeterminación latente en todasexualidad, la prueba viva de la innecesidad de los binarios (hombre-mujer /heterosexual-homosexual) que sostiene a la heterosexualidad como obligatoria y por lotanto evidencian una radical contingencia de la hetero(sexualidad). La indeterminacióndel transgenerista angustia, al modo de lo ominoso en Freud, quien, citando a Schellingafirma que lo ominoso es “todo lo que estando destinado a permanecer en secreto, en looculto, ha salido a la luz” (1989, p. 225); también es aquello abyecto en Kristeva, quienlo nombra como “No yo. No eso. Pero tampoco nada. Un ‘algo’ que no reconozco comocosa. Un peso de no-sentido que no tiene nada de insignificante y que meaplasta.”(1988, p.9); o el concepto derrideano de lo indecible y cuyo rastro encontramosen la figura cinematógráfica del zombie, lo que no está vivo ni tampoco muerto. Loindecible amenaza, como el zombie, las certezas de lo determinado (Derrida, 1997;Collins, J. y Mayblin, B. 1996, pp. 16-23). Minar las condiciones de la determinaciónconvierte a las personas transgeneristas en blanco paradigmático de violenciaexcluyente.

16 Volvamos ahora al asunto de la violencia por prejuicio sexual contra los hombres

percibidos o que se identifican como homosexuales.

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El Argumento Político

17 Según los imperativos e instituciones de la “heterosexualidad obligatoria,”11 lo que es

percibido como femenino, cualquier cosa que ello signifique, es lo que necesita enprimera instancia mantenerse subordinado, disponible y dispuesto para ser apropiado:¿qué pasa si un cuerpo masculino, constituido socialmente bajo la presunción delprivilegio, renuncia o es apartado de él?

18 En su magnífico texto sobre género y violencia en los Estados Unidos, Angela Harris

(2000) señala al menos tres elementos que pueden, de forma indirecta, iluminar estapregunta: 1. La violencia de género no puede entenderse sola o exclusivamente comoviolencia de los hombres contra las mujeres. Dado que la mayoría de víctimas de laviolencia son hombres, es importante revisar los fuertes sentimientos de atracción yrepulsión que hay entre ellos (779-780). 2. La estructura de la identidad masculina esinestable, la masculinidad es más una idea que una realidad y su materializaciónencuentra en la violencia una posibilidad constante de afirmación y defensa (781): “Laliteratura sobre “masculinidades” sugiere que los hombres son desproporcionadamenteviolentos, en parte, porque ser violento es una forma social reconocida de ser hombre”(782). 3. En el mundo anglosajón, dice Harris, (y me atrevería a decir que con susvariaciones en América Latina también) las identificaciones de género están marcadasademás por condiciones de raza y clase social. Los privilegios de la masculinidad sejuegan en combinación con las posiciones raciales, de clase y, agregaría, de orientaciónsexual e identidad de género -en caso de que no se use el “género” en un sentidoamplio. Sin embargo, las jerarquías en que algunas masculinidades son subordinadas,no impide que desarrollen formas alternativas para probar su masculinidad (780).Todos los hombres, independiente de su estatus, experimentan la necesidad de probar asus pares que no son mujeres, ni homosexuales, ni niños (Harris, 2000, p. 782; Badinter,1990, pp. 83-117).

19 ¿Qué nos lleva de la violencia de género a la homofobia? El sociólogo Michael S. Kimmel

afirma que la homofobia de los hombres que se definen como heterosexuales en contrade hombres que se definen o son percibidos como homosexuales está relacionada con elmiedo a ser mutilado de alguna forma: “el miedo implícito en la noción de homofobia esprincipalmente el miedo de los hombres heterosexuales a ser catalogados comohomosexuales por sus pares masculinos.” (Kimmel, 1997, pp. 223-242; Herek, 2000, p.253. Énfasis de la autora).

20 La expresión ‘inversión de género’ refiere a forma en que se equiparan las sexualidades

no-normativas con roles de género (invertidos) binarios y correspondientes. Aunqueesta comparación ha sido dejada de lado correctamente por la medicina y la psicología,hay rastros de ella en el sistema de heterosexualidad obligatoria. Incluso hoy en día seridentificado como “homosexual” hace referencia no sólo a la propia sexualidad, sinotambién al rol o a la identidad de género. La homosexualidad masculina es percibidasocialmente como un tipo de feminidad en el caso del homosexual percibido comofemenino, o como una amenaza de feminización (miedo a la penetración) encarnada enel homosexual percibido como masculino. Por tanto, ser interpelado como homosexualimplica ser blanco tanto de sexismo –el homosexual se hace merecedor del desprecioreservado a las mujeres porque éste podría ser hombre pero declina dicho privilegiocomo de homofobia –puesto que el homosexual es la encarnación viviente de que“cualquiera puede volverse homosexual y perder privilegios, especialmente ‘yo’”.

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21 Por otra parte, la atracción-repulsión del homófobico hacia el sujeto homosexual puede

surgir del hecho de no ser partícipe del misterioso goce en el que un amo domina a otroamo. La interdicción a dicho goce produce envidia en el sentido en que Melanie Klein ladefine como la compulsión a destruir la fuente del gozo que uno no puede tener. Laimplicación más compleja de la noción kleiniana de envidia sugiere que el agresor notiene que esperar a que se haga público su deseo para hacer un uso excluyente de laviolencia. El homofóbico, lleno de conflictos, destruiría el objeto ilegal de su deseo porpura envidia.12

22 Ahora bien, en sus famosos reportes sobre la sexualidad masculina (1948) y femenina

(1953) en Estados Unidos, el sexólogo Alfred Kinsey no encontró diferenciassignificativas entre el comportamiento y las experiencias homosexuales yheterosexuales. Más bien, los reportes sugirieron que existe un continuum entrehomosexualidad y heterosexualidad: muchos heterosexuales experimentan atracciónpor personas de su mismo sexo y un considerable número de hombres homosexuales yde lesbianas han tenido experiencias heterosexuales (Reportes Kinsey citados porHerek, 2000, p. 253). Es precisamente esta mezcla entre el predominio de la experienciaa lo largo del continuum y la estigmatización pública de la homosexualidad lo quealimenta los altos niveles de ansiedad ante lo que Iris Young llama la porosidad de loslímites (1990, p. 146) y que se manifiesta como necesidad de exteriorizar la diferencia.La exteriorización de la diferencia (sexual) se materializa, con frecuencia, en hostilidad,disgusto y violencia hacia las sexualidades no-normativas. Young afirma que en añosrecientes estas sexualidades se han vuelto indiferenciables de las heterosexualidades(con excepción de la escogencia de compañeros sexuales):

23 La homosexualidad se ha vuelto, de forma creciente, des-objetificada; no hay

características específicas, ni físicas ni genéticas, ningún elemento mental o moral, quedistinga a los homosexuales de los heterosexuales. Por consiguiente, se ha vuelto cadavez más difícil afirmar cualquier diferencia entre homosexuales y heterosexuales, conla excepción de la escogencia de los compañeros sexuales. La homofobia es uno de losmiedos más profundos hacia la diferencia, precisamente porque el límite entre gay yheterosexual es construido como el más permeable; virtualmente cualquiera puedevolverse gay, especialmente yo, por lo que la única manera de defender mi identidad esla de mostrar un disgusto irracional. Así, podemos entender por qué la gente que haeliminado medianamente con éxito los síntomas de racismo y sexismo, sin embargo,frecuentemente muestra una profunda homofobia (Young, 1990, p. 146).

24 Aunque estoy de acuerdo con el punto central de la aseveración de Young, sostengo que

la homofobia está íntimamente ligada al sexismo; aún más, entiendo que la‘heterosexualidad obligatoria’ refiere, precisamente, al continuum entre sexismo yhomofobia. El desprecio por lo que se considera femenino (sexismo) tiene un objetivonotablemente perturbador en los hombres percibidos como homosexuales por cuantoaparecen declinando los privilegios de la masculinidad y haciendo evidente quecualquiera puede perderlos. Esta percepción suele generar en el homofóbico, que sesiente atraído y repelido por su objeto, la necesidad de marcar de forma violenta lasdiferencias articulando su ansiedad así: “porque me atraes o porque tal vez inclusopodría querer ser como tú, necesito afirmar mi total diferencia con respecto a tí con elfin de mantener mi sentido de mí mismo y mi privilegio”. De esta forma, el gestoviolento cometido por un hombre que se define heterosexual contra el hombrepercibido como homosexual sirve al agresor para marcar la diferencia, le posibilita la

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afirmación de su “identidad cohesiva heterosexual” y la validación de sus “credencialesmasculinas” (Mason, 2001, p. 268; Harry, 1990). En tal gesto, el fin deja de mantener alotro en un lugar de subordinación y se convierte en un gesto de violencia excluyentedirigida a liquidar al otro, a suprimir la amenaza. Sin embargo, es paradójico, como lovimos en el caso de LCP, que el gesto violento que se emplea para borrar al otro sea elque simultáneamente posibilita el retorno de la característica que se pretendía hacerdesaparecer. Fue el ataque, y en este caso el asesinato de JAG, el que reveló las prácticashomosexuales entre ambos individuos y, así, marcó a LCP con las “características” queéste pretendía dejar ocultas.

25 La configuración política de un régimen que discrimina a las sexualidades no-

normativas se afinca en mantener secreto y subordinado el “amor prohibido”. Algunasperspectivas psicoanalíticas pueden resultar útiles para nuestro entendimiento decómo y por qué este régimen produce suje m homofóbicos y cómo la homofobia seconvierte en violencia excluyente.

El Argumento Psicoanalítico

26 En la literatura psicoanalítica13, la noción de “síntoma” se refiere al residuo de un

proceso de represión y a un compromiso entre el deseo y la resistencia (Freud, 1989). Enel proceso de represión, el sujeto suprime de la conciencia las representaciones de sudeseo, tales como imágenes, pensamientos o recuerdos. La represión tiene lugar cuandola satisfacción de ese deseo, que en sí puede parecer placentera, resulta peligrosa enrelación con las prohibiciones externas (Laplanche y Pontalis, 1981,p. 375). El síntomaes el fracaso de dicha represión, es lo que permanece del deseo después de la represión.Por consiguiente, la formación del síntoma (tanto el proceso como su resultado) implicael retorno de lo reprimido. En otras palabras, los elementos que nunca fueroncompletamente aniquilados a través de la represión vuelven a surgir en la concienciade forma distorsionada.

27 Utilizo la noción psicoanalítica freudiana de ‘síntoma’ como una herramienta heurística

para revelar un conflicto y en tanto traza de una tensión social.14 A nivel individual, lahomofobia es un síntoma en el sentido en que el sujeto es afectado por un deseo sexualcuya satisfacción promete placer, y al mismo tiempo, cuya satisfacción produce alarmay una fuerte sensación de peligro originada en las demandas externas; por ejemplo, lasprohibiciones sociales. Como la estructura de la psique exige que una meta socialmenteaceptable reemplace a un deseo frustrado (Freud, 1980, pp. 22-23), el sujeto debenegociar un balance entre la satisfacción del deseo y la prevención del peligro. Pormedio de la represión, el inconsciente transforma el deseo original en ‘algo’ que espercibido de forma distorsionada por la conciencia. De esta manera el sujeto nosospecha que su representación o actitud (síntoma) consciente surge gracias a latensión entre el deseo original y la resistencia que se le opone. El síntoma es siempre elresultado de una falla parcial en la represión psíquica.

28 Un punto más importante y extenso acerca de la relación entre el individuo y la

sociedad es que la articulación del síntoma es siempre el trabajo de un orden socialespecífico. A nivel individual, el síntoma es producido o reforzado por la repetidaexposición del sujeto a su ambiente social, en el que hay prohibiciones sexualesexplícitas o implícitas. El síntoma revela, de forma velada, la “verdad” de aquellasinterdicciones.

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29 Las críticas feministas de la teoría psicoanalítica lacaniana, desarrolladas por Monique

Wittig (1992) y Gayle Rubin (1975), son de particular utilidad en este punto. Ambasautoras enfatizan la fundación del psicoanálisis en un contexto de heterosexualidadobligatoria y arguyen que aunque la heterosexualidad ha sido naturalizada por siglos,arreglos sociales alternativos son posibles. Mientras que Wittig busca desacreditar, engran parte, al psicoanálisis, en contraste, Rubin afirma que dicha teoría puede servircomo herramienta para el análisis feminista.

30 Una de las contribuciones fundamentales de Wittig a los debates feministas sobre el

psicoanálisis es la aserción según la cual la homosexualidad –y no el incesto– constituyela mayor prohibición de la sociedad moderna (Wittig, 1980, p. 28). Según Freud, podríadecirse que tanto la homosexualidad reprimida como el incesto fundan el pacto social.15

Eso no significa que Wittig esté completamente errada cuando afirma que laconstitución psicoanalítica del sujeto exige relaciones sociales marcadas por laoposición binaria de los sexos,16 y que el psicoanálisis es parte fundamental de unconjunto de disciplinas y teorías que naturalizan (debido a la culpa y la homosexualidadreprimida) las relaciones heterosexuales. Por ejemplo, el psicoanálisis naturaliza laheterosexualidad con la teoría del complejo de Edipo, así como “poetiza acerca delcarácter obligatorio del ‘serás-heterosexual o-no-serás’” (Wittig, 1980, p. 28). En estesentido, la coherencia interna del sujeto y la sociedad dependen de un orden(simbólico) específico, constituido a través de “las obligaciones impuestas por el coitoheterosexual y las instituciones derivadas de éste”. Cualquier otro arreglo “no tieneningún sentido” o “hace que la construcción de significado sea imposible” (Wittig, 1980,p. 28). Debido a que el complejo de Edipo implica en principio (pero no exclusivamente)relaciones incestuosas entre “hombre” y “mujer”, el incesto permanece dentro deldominio del sentido. En contraste, según Wittig, la homosexualidad existe más allá deldominio del sentido o en los límites mismos de la significación; dicho de otro modo, deléxito de su represión dependen la significación y la permanencia del sistemaheterosexual.

31 Como Wittig, Rubin concibe la teoría psicoanalítica como una construcción basada en la

heterosexualidad obligatoria aunque resalta su carácter de herramientapotencialmente emancipatoria para las feministas y para las sexualidadesnonormativas. Rubin considera útil la teoría psicoanalítica en dos aspectos: en primerlugar, en el potencial para explicar cómo las mujeres interiorizan la subordinación alentrar en contacto “con las reglas y regulaciones sexuales de las sociedades en quenacieron” (1975, p. 183). En segundo lugar, reconoce la importancia de afirmar que lasexualidad humana siempre estará sujeta a prohibiciones y en oposición a la teoríapsicoanalítica argumenta que los mecanismos que restringen nuestra indomadasexualidad no tienen que darse aunque permanezcan como talesseparados de unproceso consciente, ni tampoco tienen que ser una repetición de formas uorganizaciones arcaicas de parentesco que han perdido su función aunque sobrevivanbajo la égida de la heterosexualidad obligatoria (1975, pp. 198-199).

32 Rubin interpreta la teoría psicoanalítica (y las teorías freudianas y lacanianas en

particular) como la descripción de la ‘culturalización’ de la sexualidad biológica delindividuo.

33 Dicha culturalización, sin embargo, está marcada por una innecesaria e invasiva

heterosexualidad obligatoria (1975, p. 159). Así, Rubin encuentra que la teoríapsicoanalítica es útil para entender los imperativos de lo que ella denomina “el sistema

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sexo-género” por medio del cual se organiza la sexualidad humana. En dicho sistemalos sexos se encuentran divididos y deformados y los niños, originalmente andróginos ybisexuales, se vuelven “niños” y “niñas” (1975, p. 159; Althusser, 1994, p. 132). Estesistema surgió de la necesidad (económica y política) de organizar el parentesco comosistema de propiedad sexual de los hombres sobre las mujeres y está simbolizado por laposesión o la falta de falo (Rubin 1975, p. 181).

34 Con el fin de entender la importancia del análisis de Rubin es necesario resumir

brevemente los argumentos de Freud y Lacan en torno al falo. A pesar de losdesacuerdos entre sus diversos intérpretes, tal parece ser que Freud nunca hizo unadistinción tajante entre el pene (el órgano masculino corporal) y el falo (término quedesigna el valor simbólico del pene, de la autoridad y del control sobre la produccióncultural del sentido). Según Freud, “el infante (masculino o femenino) encara dosopciones: tener un pene/falo o ser castrado”. Así, la organización del ‘falo’ se aplica aambos sexos y está relacionada con los complejos de Edipo y de castración. El conflictoentre tener falo o ser castrado “no es visto como algo que comprende dos realidadesanatómicas diferentes (pene y vagina), sino, más bien, como la presencia o ausencia deuna de dichas realidades: la del pene/falo” (Laplanche y Pontalis, 1981, p. 136). En lateoría de Freud el órgano masculino es revestido con fuerza simbólica en tantodetermina la clasificación de los seres humanos –en “hombres” o “mujeres”– y en tantocrea la “asunción de su propio sexo por parte del sujeto” (Laplanche y Pontalis, 1981, p.136; Rubin, 1975. pp. 190-191).

35 Para Lacan, en contraste, el falo carece de referencia anatómica. El falo no es el pene y

aún así las personas generalmente actúan como si ambos fueran uno y el mismo. En elorden simbólico falocéntrico, la mujer es considerada como castrada.1717 Incluso si laidentificación entre el falo y el pene es ilusoria, la posesión del pene se torna en el rasgodefinitorio de ambos sexos. El mismo Lacan aceptaba que, “aunque ficticia, la ecuaciónentre ambos es constitutiva del deseo humano y del orden simbólico” (Grosz, 1990, p.116). En este sentido lo femenino aparece siempre como un receptáculo de sentidoasignado por los ‘dueños’ del falo.

36 Así, el falo, incluso si no corresponde con el órgano biológico masculino, simboliza el

poder mediante el cual la cultura ha revestido a la masculinidad con un privilegio y unestatus superior. En tanto el falo y el pene son simbólicamente colapsados en una solaentidad, aquellos que poseen el falo dominan los espacios del intercambio simbólico, yla masculinidad es construida como dominante. Siguiendo a Rubin podemos ver que enuna sociedad de heterosexualidad obligatoria, la “posesión” del falo, aunque simbólica,tiene consecuencias instrumentales. El falo le otorga a los hombres:

(…) derechos sobre las mujeres que éstas no tienen sobre sí mismas. (…). [El falo] esdonde nosotras [las mujes] no estamos. En este sentido, el falo es más que un rasgoque distingue a los sexos: es la incorporación del estatus masculino, al cual loshombres acceden, y dentro del cual ciertos derechos son inherentes – entre éstos, elderecho a una mujer. Es una expresión de la transmisión del dominio masculino(Rubin, 1975, pp. 191-192).

37 Para resumir, en una sociedad de heterosexualidad obligatoria el falo representa el

órgano genital, el objeto del deseo, un objeto relacional (a través del cual los ‘dueños’poseen eróticamente ‘a aquellas que carecen de éste’), y el estatus simbólico de aquellosque creen que lo tienen.

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38 En consecuencia, en una sociedad falocéntrica la homosexualidad (particularmente la

homosexualidad masculina) encarna el peligro de la pérdida del estatus dominante demasculinidad, el peligro de ser simbólicamente castrado o de ser (penetrado) como unamujer. En otras palabras, la homosexualidad masculina representa la pérdida del objetode deseo prometido, en donde dicho objeto no es la mujer o la madre, sino, más bien, ysobre todo, la posesión misma del falo, del significante de todos los significantes, de lafuente que articula el sentido (hetero)social.

39 Ahora bien, ¿qué relación hay entre la pérdida de privilegios y la homofobia? Por una

parte, la homofobia es similar a otras fobias. Como Donald Moss asevera, todas lasfobias (sean homofóbicas, misóginas o racistas), operan reforzando los límites y lasdistancias entre el ‘yo’ y el elemento que es percibido como peligroso (Moss, 1991, pp.282-283). La homofobia, así, se ajusta a esta fóbica primera persona del singular. Porotra parte, la transformación de las fobias en prejuicios requiere, como Moss tambiénha demostrado, la transición de la primera persona del singular a la primera personadel plural; o del síntoma del individuo al síntoma social. Esta transición exige trespasos: en primer lugar, el intento por mantener a raya el elemento percibido comopeligroso (estrictamente hablando, este es el elemento fóbico); en segundo lugar, elagrupamiento identificatorio de sujetos amenazados de forma similar; y, en tercerlugar, la transformación del miedo en odio (pp. 282-283).

40 El miedo homofóbico surge de la ansiedad por la posible pérdida de privilegios. Los

privilegios en juego son los inscritos o imaginados para los sistemas deheterosexualidad obligatoria, y el miedo, en términos psicoanalíticos, es miedo ante lapotencial pérdida del falo en todos o cada uno de sus registros.

41 La homofobia puede ser considerada como un síntoma individual porque representa un

deseo sexual que ha sido reprimido por prohibiciones externas pero que ha retornado ala conciencia de forma distorsionada. En este sentido, la homofobia es una “respuestano sexual a un peligro que en sí era explícitamente sexual” (p. 282). No obstante, elsujeto no puede detectar el carácter sexual de su síntoma porque el deseo ha sufridouna distorsión.

42 Como ya lo he mencionado, mi interés en el síntoma individual se debe a que éste

constituye un medio para rastrear las vicisitudes del síntoma social. El sujetoamenazado encuentra legitimidad en alinearse con representantes de (algún tipo de)ley y orden.18 18Existe, en la mente prejuiciosa, sólo una forma inmutable de hacer locorrecto, una forma en la que “yo y la gente como yo” defienden un orden pre-existente y evitan pensar en la naturaleza contingente de dicho orden (p.282). Para lapersona homofóbica, el posible trastorno del orden representa la conciencia delcarácter contingente de la supremacía fálica y, en consecuencia, la pérdida potencial desus privilegios (p. 283). El miedo hacia el objeto amenazante se transforma en odio. Enpalabras de Freud:

Si el objeto es una fuente de sentimientos desagradables, existe un afán que procuraaumentar la distancia entre el objeto y el ego, y repetir, con relación al objeto, elintento original de huir del mundo exterior con su multiplicidad de estímulos.Sentimos la ‘repulsión’ del objeto, y lo odiamos; este odio puede luego serintensificado hasta el punto de volverse una inclinación agresiva contra del objeto –una intención de destruirlo (Freud, 1915, p. 15 citado en Moss, 1992, p. 283).

43 En la empresa de mantener a raya al ‘otro’ peligroso, o de destruirlo, el ‘yo’ consigue

transformarse en un ‘nosotros’. De esta forma, “la pluralización parece ofrecer un

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refugio” (Moss, 1992, p. 287). Puesto que esta descripción es aplicable a todos losprejuicios, uno podría preguntarse: ¿en qué sentido es la homofobia diferente a losdemás prejuicios? o

44 ¿qué elemento particular de la homofobia exige no simplemente mantener al ‘otro’ a

raya (como en el caso de las prácticas discriminatorias) sino la urgencia de destruirlo(como en el caso de las prácticas excluyentes)?

45 Iris Young ha señalado que los límites entre los géneros y las razas son relativamente

visibles y claros, pero que los límites entre las sexualidades son menos definidos, menosvisibles y bastante flexibles y porosos. Esta ambigüedad hace que las sexualidades no-normativas sean “un paradigma de la ansiedad por los límites.” (1990, p. 146).

46 Introduje la noción de Rich de ‘heterosexualidad obligatoria’ como un régimen político

y lo conecté con elementos de la teoría psicoanalítica, en parte para demostrar cómoesta última ve la ansiedad frente a las porosas fronteras sexuales como un conflicto. Lahomofobia es, en palabras de Moss, una “acentuación ansiosa de límites, y unaidentificación ansiosa con el objeto”. La homofobia atraviesa al ego en la forma de unconflicto. Este conflicto implica “la necesidad de límites, simultáneamente porosos ydefinidos” o la necesidad simultánea de identificarse y des-identificarse con el objetoamenazante (Moss, 1992, p. 283). Esta lógica conflictiva de la homofobia puede tomarprestado el lenguaje del complejo de Edipo y expresarse en estos términos: “Así –comoel padredebes ser…Así –como el padreno debes ser: no debes hacer todo lo que él hace,pues hay algo que le está exclusivamente reservado” (Freud, 1984, p. 27). “Sé como eseobjeto [los hombres]; no lo ames. Ama a este otro [las mujeres]; pero no seas como él”(Moss, 1992, p. 288).

47 El complejo de Edipo es una narrativa de conflicto que surge como una oposición entre

la identificación y la selección de objetos (sexuales). Sin embargo, sabemos que para lateoría psicoanalítica las identificaciones son siempre una forma de selección de objetos(de deseo). El psicoanálisis permite describir las consecuencias de las prohibicionessociales así: el momento identificatorio del ‘sé como el’ (el hombre que tu padre es) y elmomento des-identificatorio ‘no seas como el’ (tu padre como amante de tu madre)entran en conflicto con el momento de la selección de objeto: ‘sé como él’ pero‘no loames’, solamente identifícate con él (como el amante) y con todos los otros que son“como él” (hombres). Ama sólo a “aquellos que no son como él (las mujeres) con laexcepción de la que él ama –tu madre.” Esta narrativa presupone el carácterheterosexual originario de la interdicción primaria (o, mínimamente, la oposiciónbinaria de los sexos) y enmarca a la homosexualidad (junto con el incesto) comointerdicción fundamental de la cultura.

48 Lo que las interdicciones culturales explícitamente articulan es el tabú del incesto, lo

que dichas interdicciones culturales no articulan explícitamente es la ausencia de unfundamento heterosexual en el origen de la cultura, o un vínculo homosexual primarioreprimido. La fundación heterosexual de la cultura es un valor articulado como unhecho, la prohibición-represión de la homosexualidad original siempre está latente yamenazante, la Ley que la omite, que no la nombra, tiene que hacerse rotunda, aparecercomo absoluta. La permanencia de la Ley que sostiene el orden heterosexual sólo esposible a través de la repetición ansiosa de su necesidad, del ocultamiento de sucontingencia, de la violencia de la interpretación (Derrida, 1992) de la heterosexualidadcomo “la norma”.

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49 Judith Butler explica esta naturalización a partir de las nociones psicoanalíticas de

duelo y melancolía (2001). La ‘heterosexualidad obligatoria’ se funda en la ley paternaque hace de la identidad de género (entre las posiciones masculinas y femeninas) algo“fijo y fantasmático”19 19(100). Si eso es así, entonces “la Ley [a prohibición del incestoheterosexual y la represión de la homosexualidad] no es determinista y (…) tal vez nosea una sola” (101). Si lo que funda la cultura es la Ley, y tal Ley resulta no ser única niabsoluta, lo que resta es mostrar a qué costos se impone como si lo fuera.

50 Los imperativos de la Ley obligan al sujeto a desconocer (excluir) las divergencias y

disidencias de sus identificaciones no-heterosexuales. Pero el objeto y el objetivo deldeseo en ningún caso desaparecen del psiquismo, entonces tienen que buscar modospermitidos de mantenerse. Los desplazamientos que sufren el objeto y el objetivo deldeseo (heterosexual/homosexual) se deciden en situaciones de duelo o de melancolía.El duelo por la pérdida de objeto, por ejemplo, en el incesto heterosexual (102), es unproceso que se logra a través de la introyección20 20del objeto perdido y, por lo tanto,del reconocimiento de la pérdida: “El desplazamiento exitoso de la libido respecto delobjeto perdido se logra mediante la formación de palabras que significan y a la vezdesplazan ese objeto; este desplazamiento respecto del objeto original es una actividadesencialmente metafórica en que las palabras “figuran” la ausencia y la sobrepasan.”(Butler, 2001, 101; Abraham & Torok, 1980, 3-16 citados por Butler, 2001,

51 101).

52 La melancolía, por su parte, sufrida por el sujeto ante la pérdida del objeto y el objetivo

de su deseo (por ejemplo en la interdicción del vínculo homosexual primario) resulta dela conservación de lo perdido a través de la “incorporación”; esto es, de la fantasía deque un objeto se introduce o guarda dentro o sobre el cuerpo. La fantasía melancólicade la incorporación es un “estado de afiliación no reconocido o suspendido en que elobjeto se mantiene “mágicamente” en el cuerpo de alguna manera” (2001, 101).

53 Así, el vínculo homosexual primario se queda en el sujeto en forma melancólica, como

una pérdida de objeto y objetivo (del deseo homosexual) que ni se siente ni se reconocecomo tal: “no sólo se pierde el objeto sino que se niega totalmente el deseo, de modoque “nunca perdí a esa persona y nunca amé a esa persona y, de hecho, nunca sentípara nada ese tipo de amor.” La preservación melancólica de ese amor se salvaguardacon mucho mayor seguridad mediante la trayectoria totalizadora de la negación.”(102)

54 Con esta distinción Butler señala que la identidad de género (heterosexual)2121 es una

estructura melancólica en el sujeto no sólo porque pierde su objeto (el padre y los queson como él) y su objetivo (niega totalmente su deseo homosexual) sino porque no sabeque los perdió. Aún más, esa ‘ignorancia’ es reforzada en una “trayectoria totalizadorade la negación.” Esta estructura de negación opera preservando, ‘incorporando’, unaidentidad de género opuesta a aquélla que se ha perdido: “En otras palabras, lahomosexualidad masculina no reconocida culmina en una masculinidad intensificada oconsolidada, la cual mantiene lo femenino como lo impensable e innombrable” (103).

55 La naturalización de la heterosexualidad se construye en la negación del vínculo

homosexual primario y la incorporación y “cultivo de una masculinidad intensificada oconsolidada”. Sin embargo, una naturalización es siempre una naturalización y pornecesaria y absoluta que parezca no puede ‘dejar de temer’ el retorno de lo reprimido.El temor ante semejante amenaza, ante el miedo a lo innombrable, hace que el sujeto (y

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la cultura) busque modos de mantener la fantasía de la heterosexualidad como lanorma.

56 Estos modos de mantener tal fantasía como norma no son ajenos a la cuestión sobre por

qué y cómo la construcción del sujeto homofóbico envuelve la des-identificación y laidentificación con el objeto de deseo prohibido. En la lógica de la homofobia, el sujetose (des)identifica con el objeto prohibido tomando distancia del mismo. El sujeto,además, se alinea con los representantes de la ley y el orden (la religión, la tradiciónmoral, pandillas y cultos, etc.) para lograr protección y justificación. Aun así pronto seda cuenta de que algunas personas viven ‘fuera’ del orden y este “vivir de otra manera”evidencia la contingencia de su “forma de vivir” de su “sistema de seguridad”. El sujetotambién se da cuenta de que con la contingencia llega la amenaza de perder lo que él oella (y otros u otras como él o ella) atesoran y creen merecer (Moss, 1992, pp. 284-287).

57 De todas formas la (des)identificación también implica un momento identificatorio. El

sujeto homofóbico se da cuenta de que el homosexual ha tenido pero ha perdido lo queél mismo atesora al máximo: los privilegios del orden fálico. Si los homosexuales hanperdido dichos privilegios es posible que “yo/nosotros” pueda/podamos llegar aperderlos también. Los hombres homosexuales son, en este sentido, ‘ángeles caídos’ ydeben ser castigados por dicha pérdida (caída) y también por ser, como Moss explica, laencarnación de lo que recuerda a los ‘dueños del falo’ 22su posible pérdida:

[Los homosexuales] no tienen el derecho a carecer de lo que yo, nosotros, queremostener. No tienen el derecho a que nos identifiquemos con ellos y, por consiguiente,a recordarnos que lo que tenemos también lo queremos; esto es, que tener y quererson las dos caras de una forma excesivamente volátil (p. 285).

Conclusión

58 Estas reflexiones sobre heterosexualidad obligatoria y homofobia no están lejos de lo

que en términos lacanianos se llama la violencia de hacer público lo secreto. En lateoría psicoanalítica el sistema heterosexual de privilegios es una suerte de mascaradaen torno a la cual yace un secreto: creer que los hombres poseen el falo. Es sobre estasuerte de mascarada sobre la que se construye el orden simbólico. La noción de que loshombres poseen el falo es, antes que otra cosa, una mentira que necesita ser encubiertay permanecer en oculta. Este infortunio masculino de estar (simbólicamente) castrado ysin embargo, obligado a actuar como si no se estuviera, crea la necesidad de formar ymantener un orden social y simbólico que “comparta la mentira, [convirtiéndola en] unlazo incomparablemente más efectivo para [el] grupo que la misma verdad” (Zizek1994, p. 58).

59 Así, el proceso de identificación y (des)identificación con el objeto de deseo prohibido

que caracteriza a la homofobia opera por medio de la vinculación de un grupo –opluralidad– en torno a la mentira de que los hombres poseen el falo. Aquí yace de nuevola paradoja: en la formación del síntoma, el agresor exterioriza el odio con el fin deocultar la mentira y al hacer esto él/ellos también satisface(n) el deseo opuesto, eldeseo que está(n) tratando de evitar. En ciertas expresiones extremas de odio estedeseo antagónico atraviesa al grupo entero o al sistema defensivo del individuo. Esteproceso es similar a lo que le sucede a una persona obsesionada con la limpieza quetermina dedicando su vida a la remoción del polvo y la mugre (Laplanche and Pontalis,1981, p. 163).

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60 Tal paradoja nos remite, entonces, a la producción del ‘otro’ por medio del uso

excluyente de la violencia. A través del gesto violento el sujeto homofóbico trata deajustar sus “credenciales masculinas” inscribiéndose también en la misma identidadque quiere destruir. El gesto violento homofóbico quiere marcar el límite más claro ydiáfano, el límite menos ambiguo de todos: la exclusión, sin embargo, el objeto de suagresión (en este caso la identidad homosexual real o percibida) se resiste a laaniquilación total (con la complicidad del agresor), y retorna como una confirmaciónrenovada de la presencia de la interdicción.23 23El objeto de la agresión es construidocomo “homosexual” por medio del mismo acto que se proponía eliminarlo. Puesto deotra manera:

61 La persona homofóbica se enamora negativamente de la homosexualidad – la des-

identificación es una simple vicisitud del amor, todo se preserva, excepto que convalencia invertida… La única forma permisible para amar al objeto prohibido es pormedio de la (des)identificación con él (Moss, 1992, pp. 287-288).

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NOTAS

1. Por sexualidades disidentes, diversas, no-normativas o no-heterosexuales entiendo aquéllas

prácticas e identificaciones que alteran las relaciones binarias y correspondientes entre sexo

biológico, rol de género y deseo. Los textos que han dado mayor claridad a mi reflexión son:

Young-Bruehl, E. (1996). The Anatomy of Prejudices. Cambridge, Mass: Harvard University Press.

y Moss, D. (1992). “Introductory Thoughts: Hating in the Fisrt Person Plural: The Example of

Homophobia”. American Imago, 49(3), 277-291. Véase también, Moss, D. (2003). Hating in the

First Person Plural. Psychoanalitic Essays on Racism, Homophobia, Mysogyny, and Terror. New

York: Other Press.

2. En palabras de Rich, la heterosexualidad obligatoria “es una institución política que resta

poder a las mujeres” (Rich, 1993:, p. 227). Véase también Wittig (1992). Existen, sin embargo,

diferencias entre Wittig y Rich en torno a la posición de la categoría ‘mujer’ en articulaciones

políticas. Para Wittig, la sociedad heterosexual se asienta sobre la categoría de sexo, entendida no

Revista de Estudios Sociales, 28 | Diciembre 2007

106

como ser sino como relación. Los hombres y las mujeres son el resultado de relaciones, pero la

categoría ‘sexo’ se utiliza para ‘naturalizar’ la construcción de las mujeres como seres

(hetero)sexuales, disponibles a los hombres y entregadas a la economía heterosexual. (Wittig,

1992, pp. 6-7). Michel Foucault fue pionero en la crítica con su genealogía de la historia de la

sexualidad (Volumen 1, 1978; Volumen 2, 1985; Volumen 3, 1986). Para una exposición

interesante de la heterosexualidad como régimen político, véase también Marie-Héléne Bourcier

(2001). Un extenso cuerpo de trabajos de carácter lésbico feminista ha desarrollado este

argumento. Prefiero usar ‘feminidad’ o ‘femenino’ y ‘masculino’ en vez de ‘hombres’ y ‘mujeres’

para enfatizar los rasgos culturales en lugar de la distinción binaria de los sexos. En argumentos

específicos –como los argumentos políticos y psicoanalíticos– mantendré el par binario hombre/

mujer con el fin de enfatizar la conflación entre la producción cultural y biológica de géneros, y

la jerarquía de géneros y sus implicaciones con respecto a la violencia homofóbica.

3. La noción de ‘prejuicio sexual’ fue acuñada por el psicólogo social Gregory Herek para señalar

“todas las actitudes negativas basadas en la orientación sexual, sin importar si el blanco es

homosexual, bisexual o heterosexual. Dada la actual organización social de la sexualidad [que es

de heterosexualidad obligatoria], sin embargo, dicho tipo de prejuicio está casi siempre dirigido a

personas implicadas en comportamiento homosexual o a personas que se designan a sí mismas

como gays, lesbianas o bisexuales. Así (…) el prejuicio sexual abarca las actitudes negativas del

heterosexual hacia a) el comportamiento homosexual; b) las personas de orientación homosexual

o bisexual; c) las comunidades de gays, lesbianas y bisexuales.” Véase, Gregory Herek (1999),

quien privilegia la noción de ‘prejuicio sexual’ sobre nociones tales como ‘homofobia’ y

‘heterosexismo’. Para ello argumenta que el término homofobia “implícitamente sugiere que las

actitudes anti-gay son mejor entendidas como un miedo irracional y que representan una forma

de sicopatología individual en vez de un prejuicio socialmente reforzado (…) [y que] el

heterosexismo, con su foco histórico en el macro-nivel de las ideologías culturales por sobre las

actitudes individuales, no es un reemplazo satisfactorio para el término homofobia” (Herek, 1992,

p. 2). Utilizo los términos ‘homofobia’ y ‘prejuicio sexual’ de forma intercambiable, puesto que

pienso que el significado popularizado del primero desborda la simple connotación individual

psicológica para incluir el componente social del prejuicio. También utilizo la palabra

‘homofobia’ para describir específicamente las actitudes anti-gay y anti-lesbianas y para

diferenciar a éstas de comportamientos que pueden ser denominados anti-heterosexuales y que

están por fuera del alcance de este trabajo. En diferencia con Herek, intento demostrar que la

homofobia es socialmente construida antes que una “asunción a priori acerca de los orígenes,

dinámicas y motivaciones subyacentes de las actitudes anti-gay” (Ibid., p.2) y que,

consecuentemente, no necesariamente enfatiza el comportamiento individual, o, al menos, no lo

hace sin mostrar la complicidad del ambiente en la interiorización y actuar hostil del

perpetrador. La homofobia puede ser un ‘miedo irracional’ en algunos casos, tal y como sucede

con otros prejuicios. Pienso que Herek está más preocupado por la ‘irracionalidad’ del miedo que

por el miedo mismo. Me imagino, y en esto concuerdo con él, que si enfatizamos la

‘irracionalidad’ de la violencia anti-gay, no podemos debatir acerca de las responsabilidades

objetivas. Este es el caso, por ejemplo, de la infame, pero aún existente, figura de defensa legal

conocida como ‘síndrome de pánico sexual’. Pero, así utilicemos el término ‘homofobia’ o la

expresión ‘prejuicio sexual’, un componente de miedo a la diferencia es parte central de la

definición. Finalmente, nunca utilizo la palabra ‘heterosexismo’ porque pienso que la expresión

‘heterosexualidad obligatoria’ enfatiza mucho mejor el aspecto normativo de los patrones

culturales y políticos en contra de las sexualidades alternativas.

4. Para un seguimiento del proceso legal: Juzgado Cuarto Penal del Circuito de Dosquebradas,

Risaralda, Junio 7, 2004. Proceso: 2002-00135. También Tribunal Superior del Distrito Judicial.

Sala de Decisión Penal. Pereira, Agosto, 2004 y Corte Suprema de Justicia de Colombia. Sala de

Casación Penal. Proceso No 23093. Bogotá, 9 de febrero, 2005.

Revista de Estudios Sociales, 28 | Diciembre 2007

107

5. Young-Bruehl integra teorías psicoanalíticas y sociales para identificar tres tipos de prejuicio:

El ‘prejuicio obsesivo’ (del anti-semita) ve la conspiración en todas partes y se siente obligado a

eliminar la amenaza (1996: p. 33). El ‘prejuicio histérico’ (del racismo y el clasismo) está dirigido a

personas consideradas como de más bajo estatus, pero que, sin embargo, deben ser mantenidas

en sus lugares porque resultan útiles a los propósitos del grupo o individuos prejuiciosos (1996, p.

34). El ‘prejuicio narcisista’ (del sexismo) se basa en la intolerancia (usualmente pero no

exclusivamente masculina) hacia la idea de que existe gente que no es como los hombres

(anatómicamente hablando). Este prejuicio apunta a reforzar las identidades (principalmente

masculinas) por medio del refuerzo de los límites. (1996, p. 35 y pp. 157-158). El prejuicio obsesivo

coincide con mi definición del uso excluyente de la violencia, es decir la que apunta a eliminar al

otro o sus identificaciones y prácticas del entorno social, y el prejuicio histérico coincide con mi

definición del uso jerárquico de la violencia que apunta a mantener al otro en su lugar de

subordinación. Véase, Gómez 2006 a y b.

6. Conservo la categoría ‘homosexual’ que usa la autora. YoungBruehl es cautelosa en el uso de la

misma y considera que es difícil determinar quién puede ser nombrado por ella. Anota (y

coincido con su anotación) que la homofobia es “una atribución de control sobre la categoría

‘homosexual’ y que los homofóbicos tratan de tomarse el poder de definirla.” (p. 143). Como

señalé anteriormente, a lo largo del texto hago uso de formas alternativas para nombrar las

prácticas, identificaciones o deseos que suelen dar lugar a la categoría ‘homosexual’. Los

términos que uso son: sexualidades no-normativas o no-heterosexuales y sexualidades diversas o

divergentes. Esto para reiterar la incongruencia entre prácticas, identificaciones y deseos.

7. De forma similar en casos que ilustran ataques fatales a personas transgeneristas, se

vislumbran tensiones entre las prácticas sexuales y su reconocimiento público. Dos casos de

asesinato en los Estados Unidos ponen en evidencia los dilemas de “hacer pública” la “verdad” de

la identidad de género y establecer su relación con los motivos del crimen. Se trata del asesinato

de la adolescente transgenerista Gwen Araujo el 3 de octubre de 2002. Gwen, quien vivía como

mujer, fue asesinada por cuatro hombres y se dice que tuvo relaciones sexuales con al menos dos

de ellos. Sometida por la fuerza a un chequeo para confirmar su sexualidad biológica, fue

golpeada hasta la muerte cuando descubrieron que tenía genitales masculinos. Los asesinos

fueron juzgados en California, estado que tiene leyes de aumento de pena para crímenes

cometidos por razón de la identidad de género de la víctima. Sin embargo, la condena a tres de

los acusados fue por asesinato y no por homicidio. Un tercero recibió condena por homicidio

involuntario. El jurado consideró que el asesinato se produjo porque la situación se les salió de las

manos y no en razón de la orientación sexual/identidad de género de la víctima; por eso no se

sentenció con aumento de penas, es decir, no se reconoció el incidente como un crimen de odio.

Véase, http://www.transgenderlawcenter.org/gwen/index.html, consultado el 25 de mayo del

2007; http://www.sfgate.com, artículo publicado el domingo 16 de mayo de 2004; http://

en.wikipedia.org/wiki/Gwen_Araujo, página actualizada el 17 de abril de 2007. Otro caso similar

es presentado por Arthur Dong en su excelente documental Licensed to Kill. David Feikema

conoció a Larry Venzant el 19 de diciembre de 1993 y lo invitó a su casa con fines sexuales.

Feikema confiesa que pensó que Venzant era biológicamente mujer y que se enfrascaron en una

discusión sobre el tipo de relaciones sexuales que querían sostener. La discusión terminó en la

pelea que condujo a Feikema a apuñalear a Venzant causándole la muerte. Después de darse

cuenta de que Venzant era hombre, Feikema le cortó el pene y se lo insertó en la boca. Fue

condenado a 21 años de cárcel, aunque declarado enfermo mental y llevado a una institución

psiquiátrica con posibilidad de libertad condicional a partir de mayo del 2004. En el curso de una

entrevista Feikema asegura que al cortarle el pene “le estaba dando a Venzant lo que él quería, es

decir, ser una mujer” (Dong, 1997) y enfatiza que el dictamen de su locura en el momento del

crimen no fue unánime. La mayoría de sus interlocutores, asegura, al oír los pormenores de su

caso suelen decirle que “hizo lo correcto”, lo que cualquiera en su situación hubiera hecho.

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108

8. Tomo prestada la expresión de Mason, G. 2001.

9. Los argumentos presentados a continuación se encuentran desarrollados en Gómez 2006b,

Capítulo V.

10. Veremos en el argumento psicoanalítico en qué consiste el fraude.

11. Supra nota 3.

12. Es importante comentar que, a diferencia de los celos, la envidia consiste en el impulso

tendiente a destruir aquello que el sujeto no puede poseer. En los celos el sujeto quiere lo que el

otro tiene (Klein, 1975). “Una distinción debe ser trazada entre envidia, celos y avaricia. La

envidia es el colérico sentimiento de que otra persona posee y disfruta algo deseable –el impulso

envidioso es el de tomarlo o dañarlo. Más aún, la envidia implica la relación del sujeto solamente

con una persona y data de la primera relación exclusiva con la madre. Los celos se basan en la

envidia, pero implican una relación hacia, al menos, dos personas; tienen que ver principalmente

con el amor que el sujeto considera como su derecho y que ha sido robado o está en peligro de ser

robado, por su rival. En la concepción cotidiana de los celos, un hombre o una mujer siente que la

persona amada le ha sido arrebatada por otra persona. La avaricia es un ansia impetuosa e

insaciable, que excede aquello que el sujeto necesita y lo que el objeto es capaz y está deseoso de

dar (1975, p. 181).” Agradezco a Paola Bohórquez por esta referencia. En un tono más político,

insisto en la instrumentalidad de la ‘homosexualidad’ como el elemento relacional y

confirmatorio de las identidades heterosexuales. Puesto que la heterosexualidad es la norma, la

homosexualidad sirve a la oposición binaria jerárquica como ‘otro’.

13. El hecho de referirse a la ‘literatura psicoanalítica’ es siempre una sobre-generalización,

debido a que el psicoanálisis comprende muchas perspectivas y aproximaciones teóricas. Para los

propósitos de mi argumento, voy de la mano de algunos autores que han revisado críticamente y

desde una perspectiva no-técnica aportes del psicoanálisis a la reflexión sobre las sexualidades

nonormativas; en particular sigo aquéllos argumentos que me ayudan a aclarar el problema de la

violencia por homofobia. Para ello empleo varios términos psicoanalíticos freudianos y

lacanianos en ocasiones a partir de las fuentes primarias, en ocasiones con apoyo del clásico

diccionario de psicoanálisis de Jean Laplanche and J.B. Pontalis (1981). Así mismo, estoy en deuda

con el trabajo de Donald Moss (1992) y de Elizabeth Young-Bruehl (1996) los cuales han sido

fundamentales en la revisión específica de la “homofobia”.

14. El carácter social del síntoma es tratado de forma extensa por Slavoj Zizek en muchos de sus

libros. Un ejemplo memorable es su artículo “How did Marx invent the Symptom?” (1989) sobre

el síntoma en relación con el fetichismo de la mercancía de Marx. En este texto nos dice

refiriéndose al paso del feudalismo al capitalismo, “El síntoma, el lugar de la aparición de la

verdad de las relaciones sociales…” (26).

15. Para Freud, el incesto es el tabú que dio origen a la sociedad (1988) aunque éste refiere al

deseo pasivo de los hermanos por el padre, es decir a la homosexualidad reprimida. Así, “el

vínculo social se funda como un vínculo religioso, los hermanos se niegan entre sí las mujeres, las

reglas de intercambio exogámico son elaboradas. Los hermanos, que se han vuelto seres sociales,

deniegan lo femenino, renuncian a ello. Este femenino es el femenino de las mujeres como

objetos sexuales, pero también el femenino de los hermanos, en el sentido de su deseo pasivo por

el padre, de su amor y fascinación con el padre. Freud afirma que es esta homosexualidad

reprimida lo que provee la base para el contrato social: culpa y homosexualidad reprimida; uno

sintetiza lo que lo mantiene en el nombre del padre” (Kristeva, 2000, p. 13). Según Levi-Strauss

(1969), el incesto y el intercambio de mujeres son constitutivos de la vida social. La lectura que

Lacan hace de Levi-Strauss reafirma la noción de que el sujeto es el producto de estructuras de

parentesco de un orden simbólico que es heterosexual desde siempre (Rubin, 1975; Butler, 2002).

16. Por ejemplo, según Lacan, el orden simbólico es el dador de identidad y es “representado” en

el Nombre-del-Padre. Es en (el) Nombre-del-Padre que el sujeto es posible. Cuando el niño

identifica al padre con la figura de la Ley, el o ella es introducido en el orden del lenguaje (Salecl,

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1994, pp. 99-100). Esto implica una ruptura del nexo imaginario con la madre y el o ella aparecen

confrontados con la idea de la autoridad. Así, la construcción de la identidad del sujeto implica su

acceso (o no-acceso) al orden simbólico. El padre (metáfora paternal) atrae al sujeto hacia el

orden simbólico o hacia el mundo de los significantes.

17. Es posible complejizar el significado de esta afirmación en Lacan si se recurre a la noción de la

sexualidad femenina como “notodo” y en fuga de la lógica fálica. Sin embargo, en este texto me

interesa resaltar el falo como significante del sentido de la cultura, “en el nombre del padre” y

sus efectos en la construcción de la masculinidad heterosexual. Agradezco a uno de los lectores

por referirme a este asunto de indudable interés para futuros desarrollos del argumento.

18. La ley y el orden no siempre representan instituciones ya existentes (familia, sistema legal,

matrimonio heterosexual, etcétera), aunque la mayoría del tiempo el prejuicio social se alimenta

y reproduce en ellas. Con fines de “odiar en la primera persona del plural” (Moss 1991;1992), la

ley y el orden también pueden estar representados, como es el caso en muchos grupos de

supremacía blanca o cultos religiosos, por un sistema de creencias fundamentado en

interpretaciones específicas de la ley como divina o natural y en argumentos defensivos que

buscan conservar las viejas estructuras de poder y dominación. Véase, por ejemplo, la formación

de muchos grupos de supremacía blanca como organizaciones en contra del gobierno, e, incluso,

en contra de la cristiandad en Kreger (2003).

19. Lo fantasmático tiene que ver con formaciones imaginarias (Laplanche y Pontalis, 1981,

138-139).

20. En la introyección el sujeto “hace pasar en forma fantaseada, del ‘afuera’ al ‘adentro’ objetos

y cualidades inherentes a estos objetos” (Laplanche y Pontalis, 1981: 205).

21. “Un homosexual para quien sea impensable el deseo heterosexual bien puede mantener esa

heterosexualidad mediante una estructura de incorporación melancólica, una identificación y

encarnación del amor que ni se reconoce ni produce aflicción. Pero aquí queda claro que la

negación heterosexual a reconocer el vínculo homosexual primario se impone culturalmente por

una prohibición de la homosexualidad que de ninguna manera tiene paralelo en el caso del

homosexual melancólico” (Butler 2001, 103).

22. Como se mencionó anteriormente, en la teoría lacaniana, nadie “posee el falo”. Sin embargo,

aunque ilusorio, el falo tiene una influencia decisiva en la producción del orden simbólico, en la

construcción social de la autoridad y, más importante, en la producción social del sentido.

23. Para una comparación entre la producción de identidades por medio de los diferentes usos de

la violencia, véase Gómez (2006a, pp. 19-55) y (2004, p. 160, 179-181). En 2004 argumento que el

asesinato –en mayo de 2003– de Sakia Gunn, una joven negra lesbiana de clase trabajadora, es un

buen ejemplo de cómo Sakia

–debido a su raza, género y clase– estaba siempre ocupando –a priori al gesto violento– el lugar

del “otro” inferior. La producción social de su identidad como “lesbiana”, en cambio, es el

resultado del uso excluyente de la violencia.

RESÚMENES

Este artículo revisa, desde los conceptos psicoanalíticos de “síntoma” y “represión”, expresiones

de violencia por prejuicio sexual en sociedades de heterosexualidad institucionalizada y

obligatoria. Desde estas nociones la autora examina las tensiones que existen entre la prohibición

de prácticas homosexuales, el concomitante deseo por lo prohibido, la violencia con que se

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normaliza tal deseo y sus efectos. Parte de un ejemplo jurídico para mostrar cómo prácticas de

subordinación frente a sexualidades no-normativas son toleradas y mantenidas como fuentes de

gozo privado, pero se tornan objeto de violencia excluyente cuando el gozo de lo prohibido se

hace público. El texto explora las vicisitudes de esta transición desde una perspectiva

psicoanalítica y política.

Through the psychoanalytical concepts of “symptom” and “repression,” this article looks at

expressions of sexual prejudice-based violence in societies where heterosexuality is

institutionalized and compulsory. With these concepts, it examines the tensions that exist

between the prohibition of homosexual practices, the concomitant desire for the prohibited, and

the violence with which this desire and its effects are normalized. The article begins with a legal

example to show how practices of subordination in terms of non-normative sexualities are

tolerated and maintained as sources of private pleasure, but how they become objects of

exclusionary violence when the pleasure of the prohibited is made public. The text explores the

vicissitudes of this transition from a psychoanalytical and political perspective.

O artigo analisa, a partir dos conceitos psicanalíticos de “sintoma” e “repressão”, expressões de

violência por preconceito sexual nas sociedades de heterossexualidade institucionalizada e

obrigatória. Partindo destas noções, revisam-se as tensões que existem entre a proibição de

práticas homossexuais, o concomitante desejo pelo proibido, a violência com que se normaliza

esse desejo e seus efeitos. A autora parte de um exemplo jurídico para mostrar como as práticas

de subordinação frente às sexualidades não-normativas são toleradas e mantidas como fontes de

gozo particular, mas tornam-se objetos de violência excludente quando o gozo do proibido se faz

público. O texto explora as vicissitudes desta transição a partir de uma perspectiva psicanalítica e

política.

ÍNDICE

Keywords: compulsory heterosexuality, psychoanalysis, prejudice-based violence,

discrimination, exclusion, gender and sexuality

Palabras claves: heterosexualidad obligatoria, psicoanálisis, violencia por prejuicio,

discriminación, exclusión, género y sexualidad

Palavras-chave: heterossexualidade obrigatória, violência por preconceito, discriminação,

exclusão, gênero e sexualidade

AUTOR

MARÍA MERCEDES GÓMEZ

Filosofía, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia; Especialización, Instituciones

Jurídico Penales, Universidad Nacional, Bogotá, Colombia; Maestría, Estudios de Género y Teoría

Feminista, New School For Social Research, Nueva York, EE.UU; Ph.D., Teoría Política, New School

For Social Research, Nueva York, EE.UU. Profesora Asociada y actual Directora del Departamento

de Lenguajes y Estudios Socioculturales, Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia. Correo

electrónico: margomez[at]uniandes.edu.co

Revista de Estudios Sociales, 28 | Diciembre 2007

111

La transformación transatlántica dela monja alférezThe Transatlantic Transformation of the Lieutenant Nun

A transformação transatlântica da freira alferes

Chloe Rutter Jensen

NOTA DEL EDITOR

Fecha De Recepción: 15 De Marzo De 2007Fecha De Aceptación: 9 De Julio De 2007 Fecha De Modificación: 29 De Octubre De 2007

NOTA DEL AUTOR

Traducción del original en inglés por Juliana Martínez. Agradezco a los lectores por susvaliosas sugerencias. Es importante mencionar que las versiones utilizadas durante elanálisis de los textos fueron las siguientes: Contreras, A. (1967). Vida del capitán Alonsode Contreras: vida, nacimiento, padres y crianza del Capitán Alonso de Contreras.Edición y notas de Fernando Reigosa. Madrid: Alianza Editorial; y De Erauso, C. (1626).La historia de la monja alférez escrita por ella misma / Catalina de Erauso. Presentacióny epílogo de Jesús Munárriz. Madrid: Hiperión. El texto se publicó originalmente enforma de folleto.

I’ve decided I don’t want to be called Caliban anylonger. Call me X. That would be best. Like a man

without a nameThe TempestAimé Césaire

1 Acomienzos del siglo XVII, una joven vasca proveniente de una prestante familia en San

Sebastián, España, llamada Catalina de Erauso, escapó del convento de clausura en el

Revista de Estudios Sociales, 28 | Diciembre 2007

112

que sus padres la habían internado desde los cuatro años. Se vistió con ropasmasculinas e inició su vida como hombre. Aunque cambiaba de trabajosfrecuentemente, Erauso permaneció en el norte de España. Un encuentro cercano consu padre, quien buscaba a Catalina1, lo convenció de partir a las Américas. Según estanarración, allí pasó desapercibido para todos. Durante veinte años viajó de región enregión como soldado, comerciante y contador, entre otros trabajos.

2 Primero como paje en España y luego como soldado en las luchas de la conquista de

América, Catalina de Erauso sirvió tan bien al Rey que, pese a su transgresión de lanormativa de las fronteras del género, le escribió una petición solicitándole unapensión de soldado y pidió al Papa una autorización especial para vestirse con ropas dehombre. Una vez recibida la pensión, se mudó a México, donde poseía una recua demulas, y continuó su vida de tránsito constante, transportando mercancías desde laciudad porteña de Veracruz hacia el interior. Erauso murió bajo el nombre de Antoniode Erauso, mulero, a la edad de cincuenta años en México, y la historia de su vida setransformó en leyenda oral narrada a lo largo y ancho de España. Un testimonio escrito,La historia de la monja alférez escrita por ella misma / Catalina de Erauso, podría estarbasado en la petición de la pensión de soldado hecha al Rey. Como texto literario, lahistoria resurge en los estudios de finales del siglo XX como un texto popular paraacercarse a cuestiones de género y sexualidad en la temprana modernidad española.Algunos críticos, por ejemplo, han cuestionado la autenticidad del carácter biográficodel texto, otros han hecho estudios alrededor de temáticas de travestismo y, másrecientemente, se ha propuesto el concepto del deseo lésbico (Velasco, 2000). Alreexaminar el texto desde el punto de vista contemporáneo de las teorías queer sobretransexualidad, me propongo abordar específicamente la forma como la narrativa deErauso legitima su elección, de él/de ella, de género/sexo, que, en su caso, transgredelas fronteras establecidas.

3 Asumo la controversial posición de que la narrativa de Erauso expresa el deseo de (y/o

el “hecho” de) un cambio de género/sexo mucho antes de su posibilidad tecnológica.Para esto, utilizo teorías contemporáneas de género/sexo y sexualidad, incluyendoconceptos como transexualidad, masculinidad femenina y performatividad de género,por ejemplo, la teoría de la narrativa transexual elaborada por Jay Prosser en SecondSkins: The Body Narratives of Transsexuality. Prosser demuestra las maneras en las queun individuo autentica su género, de él o de ella, a través de una narrativa que relata suvida. En consecuencia, a pesar de su emergencia a finales del siglo XX, la narrativatransexual es sugestiva a la hora de leer el cambio de género/sexo de Erauso. Además,también me nutro de géneros de la modernidad temprana como los relatos decaballería, la picaresca y las narrativas de soldados, pues éstos reflejan lasmasculinidades al alcance de Erauso. Su 2figura cuestiona las categorías de género/sexotanto en los estudios de la modernidad temprana como en los estudios culturalescontemporáneos. De hecho, la noción de Judith Halberstam de presentismo perverso33establecida en Female Masculinity4 nos permite afirmar lo que no sabemos tanto comolo que creemos que sabemos. Admitiendo esta cantidad ‘x’ de posibilidades, mi lecturaafirma que en este caso la transformación narrativa se relaciona con la necesidad decambios fisiológicos. En otras palabras, Erauso logra un cambio de sexo a través de unaoperación narrativa.

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NARRATIVAS TRADICIONALES Y NO TRADICIONALES

4 Las convenciones literarias o las formaciones textuales pueden ser usadas para (y son

cómplices de) la construcción de los sistemas de género/sexo. El texto de Erauso utilizamuchos de los tropos de la narrativa soldadesca española del siglo XVII, un género quedelinea la masculinidad a través de hazañas militares. Además de eventos heroicos, lanarrativa soldadesca presenta detalles más mundanos de la vida diaria. AlonsoContreras, escrito en la misma época de La historia de la monja alférez escrita por ellamisma / Catalina de Erauso, es un relato ejemplar de la narrativa soldadesca españoladurante la modernidad temprana. Comparando La historia de la monja alférez escritapor ella misma / Catalina de Erauso, con

5 Contreras, se encuentran acontecimientos similares en ambos textos: duelos de honor,

luchas por causas nobles, rescates de damiselas en peligro y relatos históricos quenarran la conquista de las gentes ‘salvajes’ y la difusión del cristianismo. La historia dela monja alférez escrita por ella misma / Catalina de Erauso, al igual que Contreras,hace muy poco uso de la introspección, los eventos son expuestos como hechos sindetalles sentimentales ni florituras literarias. En su estudio sobre Catalina de Erauso,Stephanie Merrim compara la forma literaria de Erauso con la de la narrativasoldadesca y sugiere que ambas muestran “casi una completa ausencia de interioridad yde expresiones de emoción o remordimiento y reducen sustancialmente el ‘yo’ en laHistoria a la res gestae, un locus de eventos externos” (Merrim, 1994, p. 181). Estasconvenciones literarias indican, más que expresiones de objetividad o distanciaemocional, métodos para construir la masculinidad según la tradición de la época. Lasacciones militares de Erauso le otorgan la autoridad de contar su historia y, en elproceso, construir su masculinidad5.

6 Si se interpreta el texto como un intento por representar la masculinidad, entonces la

inclusión de valentía, fortaleza y fuerza por parte de Erauso se convierte en algodistinto de la mera aplicación de un estilo de escritura; estas inclusiones representanintentos textuales de establecer su masculinidad. Primero, él alardea de su habilidad enel manejo del cuchillo: “y dile con el cuchillo un refilón que le valió diez puntos”(Erauso, 1626, p. 20). Más adelante, él escribe sobre su valentía y lealtad al Rey al narrarsu lucha contra los indígenas: “Yo, con un mal golpe en una pierna, maté al cacique quela [bandera] llevaba, se la quité y apreté con mi caballo, atropellando, matando ehiriendo a infinidad” (Erauso, 1626, p. 28). Finalmente, cuenta en detalle su fortaleza enuna larga caminata a través de los Andes, en la que sus dos compañeros mueren: “pocoa poco y caminando… quedándonos a pie y sin podernos tener. Entramos en una tierrafría; tanto, que nos helábamos…Ya se comprenderá mi aflicción, cansado, descalzo ylastimados los pies. Me arrimé a un árbol y lloré, y pienso que fue la primera vez que lohice” (Erauso, 1626, p. 34). Teniendo en cuenta estos ejemplos, parece razonable sugerirque, al escribir un relato soldadesco, Erauso permite a los lectores ver su texto comouna contribución a las nociones de masculinidad y hombría.

7 El ejercicio militar permitió que Erauso rápidamente aprendiera y encarnara la

masculinidad, y la narrativa soldadesca le proporcionó una forma excelente paranarrarla. Parecería que lo militar es el extremo de un mundo masculino y que, portanto, permitiría una transformación expedita o, por lo menos, la oportunidad de tenerun ‘curso intensivo’ de masculinidad. De hecho, la violencia asociada a la invasióndescubrimiento— de las Américas, o el probar el propio sexo/género asumido contra el

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‘descubrimiento’, promueve un discurso de hipermasculinidad común a gran parte dela literatura de la época. De esta manera, Erauso, además de las batallas de conquista,narra una hipermasculinidad que incluye peleas, duelos, refriegas y otras anécdotasviolentas.

8 La picaresca ofrece otro género de la modernidad temprana a través del cual se pueden

cuestionar presunciones de género auténtico. En la tradición picaresca, el protagonistamuestra un personaje de antihéroe, aquel que burla a los otros. En la narrativasoldadesca de Erauso puede claramente verse que Erauso es ‘más hombre’ que muchosde los que se encuentra. Además de su fuerza física, está bien dotado con las habilidadesasociadas con la masculinidad, la astucia picaresca y la sagacidad intelectual. Podemoscolocarlo en la tradición picaresca en tanto jugador empedernido y camorrista quemanipula a quienes lo rodean.

9 Erauso, como ‘héroe’ masculino de la narrativa soldadesca y biológicamente sexuado

como mujer, puede ser interpretado como aquel que burla a los otros y, por tanto, comopersonaje antiheroico. Al igual que en la picaresca, los personajes diegéticos noconocen la broma, mientras que la lectora sí. Erauso constantemente describesituaciones en las que la lectora sabe que él es mujer, pero los personajes diegéticos no.La tensión entre el conocimiento del lector y el de los personajes diegéticos impide a loslectores resolver las cuestiones de género/sexo.

10 A través de los actos heroicos de la narrativa soldadesca y de las astutas manipulaciones

del estilo de la picaresca, la historia nos permite ubicar el texto en distintos géneros dela producción literaria de la temprana modernidad española, validando con esto elestatus literario dentro de las fronteras establecidas. Sin duda el texto manifiestaestrategias literarias de su momento histórico, como jugar cartas y estar involucrado enjuegos de todo tipo.

11 De hecho, La historia de la monja alférez escrita por ella misma / Catalina de Erauso,

participa en la transformación de los textos culturales del momento. El contraste y latransición entre el sexo/género de nacimiento de Erauso y el sexo/ género vividosirven como fuerza narrativa primordial que motiva sus esfuerzos de demostrar sumasculinidad. El texto constituye no sólo el conformarse a limitaciones previas sinotambién la transgresión de esas fronteras. La narrativa de un imperio en expansión, dela reconfiguración de Europa, establece la habilidad de moverse fuera de los códigos ycambiar el ambiente. La historia de Erauso, publicada y narrada oralmente por España ylas colonias, se transforma en leyenda y símbolo de esta reconfiguración.

Estatus

12 Hemos visto cómo las estrategias literarias de la temprana modernidad y los discursos

del cuerpo contribuyen a la exitosa operación narrativa de Erauso. En esta seccióntrabajaré brevemente otros discursos de la temprana modernidad que se suturan en elcambio de sexo. Clase, vasquismo y el servicio al Rey son claves para definir la categoríasocial de una persona en la época de Erauso. Pese al travestismo de Erauso, su bagajereligioso, racial, étnico y de clase, le otorga un estatus de superioridad ante el ‘otro’ dela temprana Edad Moderna: los pueblos indígenas, los judíos y los moros. Los pueblosindígenas de lasAméricas operan como un contraste negativo que permite que Erausoresalte gloriosamente. En una escena, Erauso es acogido por una mestiza que lo deseapara su hija, por su españolidad. Raza/etnia hacen de Erauso un partido apropiado para

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una prestante criolla. A pesar de que la ausencia de vello facial o de aparienciamasculina es con frecuencia atribuida a la suposición de que podría tratarse de uneunuco, la españolidad y el estatus de clase sobrepasan los rasgos físicos y le permitenser considerado como un posible pretendiente masculino. Aquí, la apariencia física esleída a través de lentes distintos, no masculinos ni femeninos, sino más bien de clase yraza. Erauso resume astutamente esta situación: “Era bien acomodada… y como pareceque aportan por allí pocos españoles, parece que me apeteció para su hija… la cual eramuy negra y fea como un diablo, muy contraria a mi gusto, que fue siempre de buenascaras” (Erauso, 1626, p. 35). La ausencia de españoles en la región funciona en favor deErauso. De hecho, pareciera que la familia sólo ve lo que quiere ver.

13 El texto crea una paradoja de subversión y reafirmación simultáneas de los discursos

ortodoxos. Por una parte, Erauso logra su validación, al ser considerado como hombrey, por tanto, con derecho a una pensión de soldado, con lo que subvierte la conexiónmasculinidad-genitalidad. No obstante, al final de su texto, su búsqueda por lamasculinidad reproduce el discurso patriarcal de su época. Él cosifica a las mujeres a lolargo del texto, como vimos anteriormente, y en el último capítulo, responde con airede superioridad a las dos ‘damiselas’ que le preguntan hacia dónde se dirige: “Señorasputas, a darles a ustedes cien pescozones y cien cuchilladas a quien las quiera defender”(Erauso, 1626, p. 82). Él las amenaza y reta, primero, mediante el uso del término‘damiselas’, que puede contener un aire de superioridad, y segundo, a través del usoirónico de la palabra ‘señoras’ y el término irrespetuoso ‘putas’ juntos6. No sólo es ésteuno de los capítulos más cortos, también es el final del autorrelato. A pesar de que a lolargo de la narración él raramente reconoce su sexo femenino, la historia concluye (talcomo se inicia) con una alusión específica a su masculinidad, aun pese a haber sidoidentificado por las mujeres como de género femenino. Esta referencia explícita a suhabilidad de cambiar de un género a otro, junto con los insultos sexistas, confirma suinsistencia en ejercer la masculinidad de acuerdo con su época.

El Cuerpo Sexuado

14 La caballería y la picaresca proveen los modelos literarios del texto de Erauso. No

obstante, el modelo del cuerpo del sexo único también se encuentra circulando en laépoca. Estos discursos convergen para dotar de un argumento sólido al cambio de sexode Erauso. La comparación transhistórica del género/sexo desarrollada por ThomasLaqueur en La construcción del sexo ofrece una alternativa a la ideología de labinariedad biológica que divide a los sexos en nuestra sociedad. En su estudio, Laqueuresboza cómo en el siglo XVII género y sexo se relacionaban mutuamente y con otrosroles sociales, de modos diferentes de los contemporáneos. Él escribe que “ser hombreo mujer significaba tener un rango social, un lugar en la sociedad, asumir un rolcultural, no ser orgánicamente uno u otro de los dos sexos inconmensurables. En otraspalabras, con anterioridad al siglo XVII, el sexo era todavía una categoría sociológica,no ontológica” (Laqueur, 1990, p. 28). El concepto del cuerpo del sexo único del sigloXVII y la presentación del cuerpo masculino como el cuerpo normativo y del femeninocomo un cuerpo anormal, como aquello que es siempre inferior, ayudan a explicar lacapacidad de las instituciones de la época para aceptar el travestismo de Erauso, altiempo que glorifican su servicio al Rey. Debido a que el modelo del cuerpo de un sexodeja lugar para un ‘avance de género’, esto es, de lo femenino a lo masculino, Erauso

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avanza hacia el estatus y la categoría de hombre. Ciertamente, los genitales de unapersona se usan para identificar al bebé en el momento del nacimiento y,posteriormente, diferentes instituciones como la Iglesia, la familia y el Estado refuerzanesa identidad de género particular. Pero Erauso interrumpe este ciclo al adoptar unaidentidad de género diferente tanto por decisión como por necesidad.

15 Laqueur explica hasta qué punto el modelo del cuerpo del sexo único sentó las bases del

discurso médico de la época. Se creía que la esperma masculina apropiada creaba alniño masculino correcto, pero que, si durante la concepción se recibía una esperma másdébil, el bebé nacería mujer e in-ferior. George Mariscal, en Contradictory Subjects,explora con mayor profundidad el papel del modelo del cuerpo del sexo único en latemprana modernidad española, señalando cómo la época confiaba en la teoría de lasdistintas espermas para engendrar el hijo77. Al respecto, escribe que “los teóricos…creían que una esencia previamente sexuada precedía la constitución del cuerpomaterial” (Mariscal, 1991, p. 55). Gracias a esta noción del cuerpo en términos de unsexo único, el género ‘esencial’ de Erauso podía ser masculino, pese a tener un cuerpomaterial femenino. Por tanto, en la temprana modernidad española, era posible validarsu hombría a través de su masculinidad. Su comportamiento como jugador, soldado yaventurero lo marcan como hombre, más que su anatomía.

16 La perspectiva histórica que Laqueur ofrece nos ayuda a comprender la afirmación que

Judith Butler hace en Género en disputa: “cuando la condición construida del género seteoriza como algo radicalmente independiente del sexo, el género mismo se convierteen un artificio vago, con la consecuencia de que hombre y masculino pueden significartanto un cuerpo de mujer como uno de hombre y mujer y femenino tanto uno dehombre como uno de mujer” (Butler, 1990, p. 39). Por lo tanto, la exitosa transición deErauso a hombre depende principalmente de la representación de la masculinidad, node una asociación natural, de nacimiento, entre hombre y masculinidad8.

17 Finalmente, vale la pena mencionar otro término moderno: ‘mujer varonil’. En su

estudio del teatro de la modernidad temprana española, Melveena McKendrick define ala mujer varonil como “la mujer que se distancia de la norma femenina de los siglos XVIy XVII… la mujer que es ‘masculina’ no sólo en su atuendo sino en sus actos, su discursoo incluso en su actitud mental” (1974, p. X). Pero surge un problema al aplicar ‘mujervaronil’ a Erauso porque, pese a que una mujer vestida como hombre era un tropocomún en el teatro, la masculinidad de ella se borra antes del final de la presentación ysu figura se utiliza para reafirmar las instituciones del matrimonio y laheterosexualidad9. A diferencia de los personajes de teatro, Erauso muere comohombre. Su masculinidad no es un disfraz ni una actuación que se desenmascara al finalde la obra sino el testamento de una exitosa operación de cambio de sexo.

Transexualidad

18 La teoría de la narrativa transexual de Jay Prosser nos provee de medios instructivos

para interpretar el texto de Erauso. En Seconds Skins, Prosser interpreta lasautobiografías y testimonios de personas del siglo XX que han reconfigurado sucorporalidad a través de la cirugía. Identifica una serie de tropos que definen el génerode la narrativa transexual como el “síndrome de haber nacido en el cuerpoequivocado”, la cirugía y las escenas del postoperatorio que pertenecen a la narrativatransexual. Evidentemente, las especificidades técnicas de este tropo no tienen

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aplicación en el caso de Erauso, pero sí la intención general del marco conceptual dealcanzar legitimidad a través de la narración de una historia convincente. Erauso sevalida a sí mismo a través de los tropos literarios y la tecnología médica de su época.

19 La autobiografía transexual comienza con el nacimiento de una persona como hombre

o mujer. Erauso comienza su narración así: “Nací yo, doña Catalina de Erauso, en la villade San Sebastián” (Erauso, 1626, p. 11). La yuxtaposición de yo con el nombre femeninoenfatiza la identidad femenina. Supuestamente, Erauso escribe su historia después dehaber recibido permiso para utilizar trajes masculinos y vive como Antonio, así que eluso del nombre femenino Catalina, en vez de “Yo, Antonio nací Catalina”, establece laafirmación de una identidad femenina al comienzo. Tanto la narrativa transexualcontemporánea como el texto de Erauso luchan por alcanzar una transición auténticaque presume un punto de partida auténtico.

20 La narrativa transexual de Prosser ilustra teóricamente la narrativa de identidad de

género que Erauso articula en su10historia. Prosser propone abordar la materialidad delcuerpo transexual moderno a través de la autobiografía transexual,una narrativa quesigue el cambio de un sexo/género a otro e intenta probar hasta qué punto se pertenecea una categoría de sexo/género distinto. Pese a que Erauso no usa la narrativa dehaber-nacido-en-el-cuerpo-equivocado y de sentirse fuera de lugar, su travesía,cambios de nombre y cambio de ropas se asemejan a los tropos contemporáneos en lanarrativa de probar la identificación transgenérica de sí mismo.

21 Una limitación de usar lo pretransexual para enmarcar mi lectura de Erauso es que se

puede presuponer o asumir demasiado sobre el tipo de decisiones que un personajecomo Erauso habría tomado en el siglo XVII11. No obstante, la teoría de la narrativatransexual de Prosser considera la transexualidad como un pasaje en el espacio, unviaje de un lugar a otro que se beneficia de la expansión colonial en la que Erausoparticipa. La partida de muchos hombres de España a las colonias abrió un nuevoespacio en el que las mujeres asumieron actividades usualmente masculinas y pudieronsubvertir los roles tradicionales de algunas maneras.

22 La transexualidad, como término médico, es narrada con la intención específica de

validar la masculinidad 12mediante la reconfiguración del cuerpo de una persona, paraque concuerde con sus acciones. La masculinidad, aunque a menudo es ejercida, no esnecesariamente legitimada. El término transexualidad, en el caso de Erauso, sugiereque su historia ha sido construida para ilustrar cómo sus acciones demuestran laautenticidad de su masculinidad. Él es ‘naturalizado’ como hombre tras haber vividoveinte años como tal.

23 Vale la pena hacer la analogía de la narrativa de la identidad nacional para ponderar

sobre la narrativa de la identidad de género. Erauso adquiere su identidad de género delmismo modo en el que hoy en día se adquiere la nacionalidad. Imagined Communities,el libro de Anderson, quizás sin intención, presenta el género como algo dado, universaly concreto, para discutir la noción de la narrativa de la nacionalidad. En laintroducción, el autor presenta una de las paradojas de la nación: “la universalidadformal de la nacionalidad como un concepto sociocultural, en el mundo moderno todospueden, deben y tendrán una nacionalidad, así como él o ella tiene un género, contra lairremediable particularidad de sus manifestaciones concretas, de manera que, pordefinición, la nacionalidad ‘griega’ es sui generis” (1983, p. 5). En otras palabras, en elmundo moderno la suposición es que uno nace con su nacionalidad del mismo modoque uno nace con un género. Mientras que el estudio de Anderson refuta la

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nacionalidad como sui generis, el texto de Erauso refuta el que Anderson asuma elgénero como concreto. La construcción de la nacionalidad nos es visible en donde laconstrucción de la narrativa de identidad de género no lo es. Es interesante observarque, en su conclusión, Anderson escoja el verbo ‘engendrar’ como lo que ocasiona lanecesidad de la narrativa de identidad. Anderson afirma que “la conciencia de estarinmerso en tiempo lineal y secular, con todas sus implicaciones de continuidad […]engendra la necesidad de una narrativa de ‘identidad’” (Anderson, 1983, p. 205; lascursivas son mías). La narrativa de la identidad manifestada por Erauso engendra lanecesidad de una identidad masculina porque él no puede en ningún momento sernada. Erauso no es ‘x’: él es definido e identificado como un hombre. De la mismamanera que los discursos modernos tienden a negar una nacionalidad ambigua, asítambién se niega un género ambiguo.

24 En la literatura actual sobre los cuerpos y su relación con nociones contemporáneas de

sexo, género y sexualidad, muchos críticos conciben el cuerpo como un posible lugarpara la ambigüedad y, por tanto, una interrupción de las estructuras binarias delgénero. Yo argüiría que en el caso de Erauso no hay ambigüedad. Hasta el momento enque es atrapado y llevado de vuelta a España, él es identificado como un hombre poraquellos que lo rodean y por sí mismo. Según Erauso y otros textos de apoyo, los demásperciben su cuerpo claramente como masculino. La estructura contemporánea delgénero se desliza del cuerpo del sexo único, a una binariedad de los cuerpos masculino/femenino. Algunos dirán que Erauso ocupa un lugar ambiguo entre lo masculino y lofemenino, de manera semejante a la del hermafrodita del siglo XVII 13. Al contrario,Erauso reafirma la estructura binaria de género de finales del siglo XX al probaransiosamente su masculinidad como distanciada de las mujeres. Al mismo tiempo, suclara identificación como hombre, basada en sus acciones, sostiene la noción del cuerpodel sexo único. La habilidad para interpretar este texto con nociones contemporáneas eintentar entender cómo los conceptos históricos nutren nuestra versión subraya laequivocación de asumir ‘naturalidad’ en categorías de sexo y género. En este caso, laautenticidad es el privilegio de categorías consideradas ‘naturales’, y dichas categoríasson construidas a través de nociones hegemónicas de pertenencia de clase, raza y etnia(nacionalidad). El transexual también es ‘naturalizado’, esto es que su cuerpo (el de él oel de ella) es tecnológicamente alterado para coincidir con el género ‘natural’(¿interior, instintivo, preferido?) de él o ella.

25 En un esfuerzo por abordar cuestiones de terminología, reconozco que aplicar términos

contemporáneos a la modernidad temprana española es difícil. No obstante, el conceptodel ‘transexual’, en este caso, permite leer el cambio permanente en las nociones desexualidad, sexo, género, en vez de asumirlos como lugares fijos. Además, nos permitedebatir la masculinidad como algo exclusivo de los hombres. El individuo transexualcuestiona las definiciones de ‘hombre’ y ‘mujer’. Por ejemplo, en un lugar de ‘sólomujeres’ en el que un transexual de-hombre-a-mujer desea participar, los parámetrosde ‘mujer’ deben ser renegociados.

26 Los problemas con la terminología se derivan también del amplio espectro de

definiciones. Ciertamente, la transexualidad de Erauso ignora la reforma genital,mientras que tanto la masculinidad femenina como la noción de transgénero noaprehenden la noción temprano-moderna del cuerpo del sexo único que permitía eltránsito de un género a otro, de acuerdo con las propias acciones. El término travestiignora la muy real vida material de Erauso como hombre, no como una mujer en ropas

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de hombre. La incapacidad para localizar cómodamente la figura de Erauso señala laimportancia de su propio texto y de su autopercepción como hombre, de acuerdo consu comportamiento masculino. Tal vez Erauso encarna un prototipo de masculinidadfemenina. En esta conjunción, Erauso ocupa un lugar queer, particularmente por laausencia de un nombre, categoría o etiqueta que articule precisamente latransformación de su género/sexo. A pesar de que él cambia a un género diferente, supasado femenino es constantemente invocado como recordatorio. Él no es Antonio deErauso, más bien es Antonio de Erauso + la monja alférez. Su nacimiento femenino y suestatus de monja son constantemente adjuntados a su nuevo nombre. El caso de Erausosugiere un lado discursivo de la transexualidad, el cual no necesita de la cirugía.

Ley

27 Habiendo vivido como hombre durante veinte años, violando las regulaciones

eclesiásticas y estatales, Erauso es finalmente aprehendido; no por travestismo, sinopor asesinato. Él escapa del juicio de Estado al confesarle al obispo que es (era) unamonja y que, en consecuencia, se encuentra sujeto(a) a la ley eclesiástica. Dos mujeresmayores confirman no sólo su sexo femenino, sino su virginidad. Si bien es culpable deasesinato, y culpable también de travestismo, la revelación de que es monja y virgenconfunde y su delito es juzgado como dudoso, y es brevemente confinado en unconvento para reformarse.

28 Relatos de transiciones del género femenino hacia el género masculino en la temprana

modernidad europea provienen principalmente de los archivos de las cortes, juicios yotros documentos legales. Al descubrimiento del travestismo con frecuencia le seguía elarresto por otras diversas infracciones a la ley, y podemos inferir que había muchosmás transgresores de género de los que indican los registros. En consecuencia, elelemento de criminalidad introducido por prohibiciones legales y eclesiásticas contra latransgresión de género es crucial en el desenvolvimiento de la historia. El caso deErauso está vinculado al asesinato, no al travestismo. Él se identifica como mujer sóloen un caso de vida o muerte, utilizándolo como una apuesta para salvar su vida. Es decirque él estratégicamente utiliza el sentido común y el ‘hecho inviolable’ de que losgenitales definen el sexo. Conceder, sólo por un momento, que es una mujer podríapermitirle escapar del castigo por asesinato; sin embargo, esta concesión puedecomplicar su situación legal al añadir al crimen de homicidio crímenes contra Dios y laNaturaleza, o más prosaicamente, por haber engañado a quienes creían que erahombre. Si la identidad es menos una cosa fija que un proceso narrativo, aquí lanarración de la identidad de género de Erauso se convierte en una apuesta de vida omuerte (apropiadamente, pues él es un jugador empedernido). Si él puede re-narrar sugénero (tras veinte años de contar y vivir una historia diferente), podrá librarse de lasmanos de su verdugo14.

Imperio

29 Erauso viola las fronteras del género al hacerse pasar como soldado; sin embargo, como

se mencionó anteriormente, valida la jerarquía patriarcal y monárquica de la Españadel siglo XVII al unirse a la Conquista y colaborar en el proceso de ‘domesticación’ delos indígenas. Debido a que Erauso sostiene las ideas de la Iglesia y el Estado, su texto

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escrito nos provee un duradero testamento de su interpelación de las ideologíasvigentes en su época, incluso cuando pareciera subvertirlas con su travestismo.

30 En otras palabras, vemos cómo Erauso se conforma y resiste a su ambiente social

simultáneamente. Asumir que revistiéndose, al hacer la transición de mujer a hombre,Erauso está cuestionando todo el orden social puede confundir a la lectora. En un actode rebeldía, se viste y vive como hombre; sin embargo, hace uso de esta transición parasostener los sistemas patriarcales tradicionales, al participar con entusiasmo en lacolonización española de las Américas. Su transgresión de género no cuestiona laestructura del Estado ni la de la Iglesia; como hombre, participa activamente en lasprácticas de opresión.

31 A pesar de estar rígidamente dividida según el género, la expansión colonial aumenta

las oportunidades de que su transgresión de género sea bien remunerada. Le da laposibilidad de ir a las Américas y vagar sin ser reconocido ni perseguido. Portar ropasmasculinas le otorga una libertad de movimiento inaccesible a las mujeres de la época.Al mismo tiempo, mantiene el orden hegemónico neutralizando la que de otro modosería una contradicción flagrante. Su sexo biológico pasa a un segundo orden ante susacciones individuales como soldado del Rey.

32 Catalina/Antonio encarna la tensión entre las exigencias de la vida diaria real, material,

y la ideología, promovidas por la Iglesia y el Estado, no sólo a través de la identidad degénero y de sexo, sino también por haber alcanzado la fama y el confort, a pesar detantos ‘pecados’ contra la Iglesia, como el asesinato, el robo y, por supuesto, eltravestismo. El lenguaje hermafrodita de encarnar dos ‘opuestos’ en un solo cuerpo; lacombinación de la virilidad con la virginidad y su título de Monja Alférez yuxtaponenen un oxímoron distintos tropos que se repiten en la narrativa colonial, como el deltrabajador religioso o el de la tierra pura y fértil, y el del estado militar fuerte y viril. Eltítulo de monja le permite continuar su vida como alférez, no puede simplemente seruna mujer/alférez, debe ser una monja + alférez, pues la pureza implícita en ‘monja’permite sus acciones. El estatus religioso le permite desafiar las reglas. Pese a sutravestismo, sus antecedentes religiosos, raciales, étnicos y de clase le otorgan lasherramientas necesarias en su época para validar su historia.

33 Es particularmente interesante notar que la motivación de su petición y su relato es

justificar sus luchas como batallas militares y hacerlas parte del servicio al Rey, y nojustificar su infracción de travestir. Erauso deja de lado cualquier explicación de porqué se trasviste. Él simplemente afirma: “me visto como hombre”, y continúa con elrecuento de sus historias y aventuras. Vestido como hombre ‘se vuelve’ un hombre.Además de participar en batallas, se involucra en reyertas de taberna y partidas decartas. La necesidad de Erauso de probar su honestidad en las cartas reaparece demanera tan constante que se podría asumir que esta actitud defensiva contraacusaciones de fraude proviene de la ansiedad del descubrimiento.

Supresión De La Sexualidad

34 Si bien la idea de las zonas erógenas en la temprana modernidad española difiere de la

nuestra, que Erauso alcanzara su fama a través de su 15virginidad apunta a que lasociedad que construyó a Erauso consideraba los genitales femeninos como noerógenos. De hecho, lo desexualizaron para poder aceptarlo16. Saber si Erauso tuvo o noencuentros sexuales es imposible, pero la creencia en su castidad en tanto ‘mujer’

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(monja) le permitió ser aceptado como ‘hombre’. Las ideas de castidad en las mujeres yvirilidad en los hombres entran en conflicto cuando él es aceptado como hombre. Sinembargo, su aceptación se sostiene en la condición de que no sea un hombre viril. Partede la definición de masculinidad y virilidad, sobre todo para el soldado, es tenermujeres y ser deseado por ellas. Erauso no cabe dentro de la categoría de la mujer castaporque es hombre. Sin embargo, tampoco se le permite ser un hombre viril, porque esmujer. En consecuencia, su ‘estado intermedio’ o estado de transición lo configura, antelos ojos de la sociedad, como asexuado y sin sexualidad, para poder categorizarlodentro de las fronteras establecidas17. Sin embargo, su afirmación de qué clase demujeres le gustan, y el hecho de que cariñosamente llame a una de ellas “mi monja”, asícomo el recorrido de sus dedos sobre las piernas de una amiga, contradicen claramenteel desdibujamiento sexual llevado a cabo por la sociedad.

35 A pesar de que él sigue encarnando el ideal masculino de su época y de que vive una

contradictoria existencia como la Monja alférez, se le niega el acceso a las relacionessantificadas con las mujeres. Fuentes secundarias recuentan la historia de Erausoocasionando un escándalo público en México al retar a duelo al hombre comprometidocon la mujer que deseaba. Si bien Erauso demuestra su masculinidad a través del duelo,no puede casarse con la mujer. La narración de Erauso valida la masculinidad hasta elfinal de su texto. No obstante, los textos secundarios resaltan el carácter incompleto dela transformación mediante la supresión de su sexualidad y su imposibilidad para sellarun contrato de matrimonio.

36 La masculinidad de Erauso y su posible homosexualidad desaparecen de las

afirmaciones que enfatizan su excepcionalidad como mujer y su servicio al‘maravilloso’ y ‘sabio’ Rey de España. Además de reforzar el ideal masculino, la historiade Erauso es un testamento de la historia de la naturaleza transitoria de la identidad degénero. En el establecimiento médico contemporáneo, el clínico promueve una únicaidentificación de género como la esencia y totalidad de la persona. En consecuencia, elindividuo ‘trans’ debe pasar desapercibido sin que el espectador sospeche intervenciónclínica alguna; el reconocimiento señalaría explícitamente el fracaso. Por tanto, aceptarla cirugía es imperativo en la narrativa transexual, pues a este hecho subyace no sólo lacapacidad del individuo para narrar la propia percepción de la identificacióntransgenérica, sino también el desempeñar sin sospecha un género ‘nuevo’ ante los ojosde la sociedad. Prosser escribe que “para ser transexual, el sujeto debe ser un diestronarrador de su [la de él o la de ella] propia vida” (1998,p. 108). Erauso utiliza los génerosdisponibles para narrar su transformación, a fin de ganar una pensión, fama y honor.Como la narrativa precede a la ‘operación; o, en el caso de Erauso, la legitimidad, elsujeto es ya transexual, aunque puede no ser reconocido como tal.

37 En el caso de Erauso, la transición y la aprobación lo condujeron a la fama, la

estabilidad económica y la pensión de soldado. Adicionalmente, clasificó para recibir laherencia de sus padres por ser el único ‘hijo’ sobreviviente. En este caso, el concepto denaturalización le queda perfectamente a Erauso porque no requiere borrar susprimeros años como niña en un convento, ni sus antecedentes familiares. Su pasado noes elidido por su presente, sino pensado como un espacio/tiempo de residenciaanterior. Si, como Prosser sugiere, estar cómodo en el género de uno es como estar encasa (y no en el cuerpo/casa equivocado), el trasteo de un lugar a otro depende de latransición, no de la negación del lugar precedente.

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CONCLUSIÓN

38 Las innovaciones médicas contemporáneas permiten a un individuo cambiar

físicamente su género (el de él o el de ella). El texto de Erauso permite rastrear latransexualidad en diversos discursos, como el discurso médico de la tempranamodernidad. Erauso se inscribe y escribe a sí mismo en una historia del género, el sexoy la sexualidad, y contribuye a construir y producir masculinidades que niegan ladependencia absoluta de la anatomía y la genitalidad.

39 La figura de Erauso refuerza la división binaria entre femenino y masculino, al tiempo

que representa la elasticidad de dichas categorías. He argumentado que la narrativatransexual describe adecuadamente el texto de Erauso, pero no por esto niego que unanálisis del deseo lésbico o una aproximación feminista también serían herramientasteóricas apropiadas. En tanto prototipo potencial de dos categorías contradictorias:masculinidad femenina y transexualidad, Erauso puede enriquecer las maneras en lasque nos aproximamos a identidades que se narran hoy en día. Uno de los elementos quecontribuye a que haya un fuerte énfasis en la medicalización de la transexualidad es eldeseo de la masculinidad masculina de sostener una hegemonía del poder que viene dela mano del privilegio masculino del hombre blanco. Al otorgarle a Erauso permiso paravestirse como hombre, el Papa asegura una estricta recategorización de Erauso en unaposición no subversiva. Al nombrar a Erauso como un hombre transexual, se mantienela división binaria de los géneros, en vez de permitir diversas perspectivas de identidadde género. Sin embargo, su habilidad de ser leído como soldado, pícaro, monja,lesbiana, transexual, en este caso, colonizador, conquistador, etc., enfatiza unaidentidad flexible, una identidad en estado de devenir. Así, como se mencionóanteriormente, no es la aprobación lo que asegura su comodidad económica. En estecaso, se trata de su transformación o su identidad transexual, que puede inscribirse endiferentes narrativas, discursos y géneros, y en el discurso masculino, lo que le permiteno ser censurado. Al naturalizar y desnaturalizar el género simultáneamente, élperturba las nociones de la autenticidad del género. Finalmente, la idea de lapreferencia de género, hasta el punto que “la gente puede ‘salir del clóset’ (declarar omanifestar) como un género, de la misma manera que puede ‘salir del clóset’ (declararo manifestar) como una sexualidad” (Halberstam, 1998, p. 12)18, aparece en el texto deErauso como indisociable de la noción de la capacidad del individuo para elegir, o‘hacer su género opcional’ en la sociedad contemporánea. En consecuencia, el texto deErauso desbarata los presupuestos de géneros históricamente auténticos y demuestra lacategorización de las que son consideradas narrativas ‘legítimas’.

40 Al revelarse como mujer para escapar del proceso judicial, y después retornar a las

ropas masculinas, él transforma los roles de género de manera compleja. Regresa al‘nuevo’ mundo con un nuevo nombre, Antonio, y con su apellido, Erauso, sin temor deperder el respeto familiar ni de ser descubierto, como antes. Los viajes transatlánticosson los tropos geográficos del cambio en la época de la colonización de las Américas. Suhabilidad para cambiar de género cambiando de ropajes podría ser entendida como unaalegoría de los pasajes entre el ‘nuevo’ y el ‘viejo’ mundo. El Nuevo Mundo ofrecía unespacio propicio para que los conquistadores españoles ascendieran socialmente, dondela gente podía crear nuevas identidades, y donde Erauso podía viajar, sin serreconocido, en términos de género. El contexto imperial, tan geográficamente lejano deEspaña, le permitió usar las guerras para demostrar su patriotismo, que a su vez le

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permitió justificar su transformación. Por lo anterior, él ‘encarna’ la masculinidad demanera ‘correcta’, su coraje es valorado y su travestismo perdonado.

41 En consecuencia, lo que está en juego en el cambio de géneros son la ‘normalización’ y

el reconocimiento de la ‘transitoriedad’ del género, el sexo, la sexualidad, la raza, laclase, la etnia y demás categorías de identidad. Me gustaría regresar al epígrafe de estetrabajo de La tempestad de Aimé Césaire, pues en tanto símbolo de la reescritura y elrepensar históricos, me permite relacionar la modernidad temprana con nuestra época,y sus ideologías de raza, clase y género, con las de nuestra época (a través de Latempestad de Shakespeare y la versión de Césaire). El Caribe (donde Erauso seestablece) es entonces el lugar de su encuentro de los ‘nuevos’ y los ‘viejos’ mundos. Elepígrafe también muestra a Calibán cambiando su nombre por X, signo de los múltipleselementos en un único cuerpo, y de las intersecciones de transgresiones19. Pero, sobretodo, el epígrafe abre la puerta a una concepción del cuerpo como lugar de unadiscusión mayor de cuestiones transhistóricas/transgeopolíticas o, simplemente, detransiciones.

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NOTAS

1. Este trabajo se referirá a Catalina de Erauso utilizando los pronombres masculinos, como señal

de respeto a su vida como hombre.

2. En el original en inglés se utiliza el pronombre masculino ‘his’, ‘de él’. En el artículo se seguirá

con el uso de ‘su’ y se pide a los lectores recordar que la autora se refiere a Erauso con el

pronombre masculino. Nota de la traductora.

3. “Propongo el presentismo perverso no sólo como una desnaturalización del presente, sino

también como una aplicación de lo que no sabemos en el presente respecto a lo que no podemos

saber sobre el pasado” (Halberstam, 1998, p. 53).

4. En este estudio, Halberstam rastrea mujeres masculinas en una serie de novelas, películas y

fotografías. Ella comienza preguntando: “¿Si la masculinidad no es la expresión social, cultural y,

de hecho, política de la hombría, entonces, ¿qué es?... Yo tengo algunas propuestas de por qué la

masculinidad no puede ni debe ser reducida al cuerpo masculino y sus efectos” (Halberstam,

1998, p. 1).

5. En el original, los pronombres ‘su’ y ‘él’ son masculinos: ‘him’ (él) y ‘his’ (de él). Nota de la

traductora.

6. Me pregunto si esto podría interpretarse como algún tipo de coqueteo.

7. En el original se utiliza el término neutro ‘child’. Nota de la traductora.

8. Laqueur señala que muchos de los cambios en las aproximaciones científicas a los cuerpos

sexuados están marcados, o son descubiertos, a través de cuestiones de sexualidad. Aunque fuera

del alcance de este trabajo, el deseo por el mismo sexo en la toma de las decisiones de sexo/

género de Erauso ofrece otro camino por el cual explorar la transformación de las

masculinidades. En el caso de Erauso, así como en el siglo XX, la sexualidad de la narrativa

transexual y el placer sexual todavía están íntimamente relacionados con género y sexo.

9. En su detallado estudio de mujeres vestidas como hombres en el teatro de la temprana

modernidad española, Bravo Villasante reduce a dos los papeles: la amante intentando atrapar a

su hombre y la guerrera luchando por su país. Las mujeres vestidas como hombres en el

escenario eran aceptadas porque era ‘estimulante’ para el público reconocer mujeres en ropajes

de hombre. Bravo Villasante documenta muchas obras de esta época y rastrea la figura de la

mujer vestida como hombre hasta las ‘doncellas andantes’ del género caballeresco. Melveena

McKendrick, en Women and Society in Golden Age Spanish Drama, analiza la obra de Montalván

basada en la historia de Catalina de Erauso. Ella es la protagonista. La obra, producida en la época

de Erauso, fue un éxito seguro de taquilla, debido a la popularidad de la historia. Montalván vela

el aspecto de la sexualidad de la historia. Lejos de ser el típico galán que las mujeres vestidas de

hombre solían ser, Montalván describe la figura de Erauso como inescrupulosa y sin principios;

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“si la impresión que [Erauso] causó era inequívocamente masculina, como la obra de Montalván

sugiere, a la luz de esta obra, ella era material dramático insatisfactorio” (McKendrick, 1974, p.

216).

10. En el original, la autora elige el pronombre masculino: ‘his’ (de él). Nota de la traductora.

11. En el libro de Mary Elizabeth Perry, Gender and Disorder in Early Modern Sevilla, la autora

sostiene que los roles de la mujer resultaron radicalmente cambiantes como resultado de la

expansión del Imperio español. Las mujeres eran básicamente restringidas al matrimonio, el

convento o los burdeles.

12. Femenina en este caso, también puede funcionar a la inversa.

13. En el artículo de Israel Burshatin, “Interrogating Hermaphoditism in Sixteenth-Century

Spain”, el autor examina la historia de Eleno/a, un ex esclavo de raza mixta que decía haber

adquirido genitales masculinos tras dar a luz. Él/ella no escapó del tribunal de la Santa

Inquisición por haber transformado su identidad de mujer a hombre y fue castigado. Al comparar

las resoluciones de las historias de Catalina de Erauso y Eleno/a podemos ver hasta qué punto

raza y clase eran extremadamente importantes. Una prominente vasca católica, Catalina de

Erauso, transgrede y recibe, en vez de castigo, una pensión de soldado.

14. Adicionalmente, su defensa fue apoyada por su estatus de clase y raza, pese a las

contradicciones de haber transgredido fronteras establecidas. A lo largo de su texto, Erauso

reitera la ‘pureza’ de sus antecedentes, afirmando su linaje vasco. Desde el comienzo de sus

aventuras en América, Erauso cuenta muchos escapes, con la ayuda de compatriotas vascos. Aun

más, como vimos, su vasquismo lo exonera de la tortura en manos de los inquisidores. Y mientras

Erauso sale sin castigo alguno, debido a su clase y a su etnia, vimos cómo Eleno/a, mulato/a, es

castigado/a por su comportamiento transgresor.

15. En el original, el pronombre es masculino: ‘his’ (de él). Nota de la traductora.

16. Si bien el texto de Erauso no se parece en modo alguno a la escritura mística de las monjas, su

contenido es refigurado de manera similar a la experiencia mística. Las interpretaciones de la

temprana modernidad de la escritura y la experiencia mística de muchas monjas modernas

sostienen que éstas no eran experiencias sexuales sino exaltaciones sobrenaturales, divinas, con

Dios. Su sexualidad se borraba, en favor de una ideología mística. Una vez despojadas de su

sexualidad, ellas “podían ser representadas con benevolencia y [la] transgresión de la dualidad

hombre-mujer se hacía comprensible” (Wheelwright, 1989, p. 77).

17. Separar el género de las categorías limitadas de homosexualidad y heterosexualidad subraya

la inestabilidad de las definiciones de sexualidad. El transexual contemporáneo demuestra los

límites de ambos términos, hetero y homosexualidad. Si un transexual de hombre a mujer

prefiere a un hombre, los trabajadores médicos consideran que la transformación ha sido exitosa.

Si un transexual de hombre a mujer decide ser lesbiana, él/ella perturba el deseo clínico de

mantener a los sexos, los géneros y las sexualidades dentro de fronteras establecidas.

18. “[…] people could come out as a gender in the way they come out as a sexuality.”

19. En el texto original la palabra usada es ‘crossings’. Esta palabra es más neutral y conlleva

también los significados de ‘cruzar’ físicamente de un lado a otro. Nota de la traductora.

RESÚMENES

La historia de la monja alférez escrita por ella misma / Catalina de Erauso narra las aventuras de

la autora como hombre, su confesión de ser mujer y virgen, su pensión del Rey, e incluso, la

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legitimización dada por el Papa para vestirse como hombre. La autora examina este texto por su

contribución y resistencia a la construcción de género en España y las colonias de las Américas

durante los primeros años del siglo XVII. Los viajes transatlánticos abren un espacio en el que la

figura de Catalina de Erauso transita de una categoría de género a otra. Con énfasis sobre el

prefijo ‘trans’, leer el texto a través de una perspectiva de la narrativa ‘transexual’ crea nuevas

fronteras y límites, y lo intensifica como un sitio de lucha sobre la identidad de género. La

narrativa ‘transexual’ permite ver el texto, no sólo como sitio de transición y combinación de

categorías sociales, sino también como una irrupción en lo que hoy nos parece una estructura

natural y binaria, como es la de sexo y género.

Catalina de Erauso’s story, La historia de la monja alférez escrita por ella misma / Catalina de

Erauso recounts her adventures as a man, her later confession of being a woman and virgin, her

pension from the king, and even the Pope’s legitimization of her dressing as a man. The author

examines this text in terms of its contribution and resistance to the construction of gender in

Spain and the Spanish American colonies in the early 17th century. The transatlantic voyages

open a space in which the figure of Catalina de Erauso transits from one gender category to

another. With an emphasis on the prefix ‘trans’, reading the text through the lens of the

‘transsexual’ narrative creates new borders and limits, and accentuates the text as a site of

struggle over gender identity. The ‘transsexual’ narrative can help us see the text not only as a

site of transition and combination of social categories, but also for interrupting the binary

structure of sex and gender that appears so natural today.

A história de Catalina de Erauso, La historia de la monja alférez escrita por ella misma / Catalina

de Erauso narra suas aventuras como homem, sua confissão de ser mulher e virgem, a pensão que

recebia do Rei e, inclusive, a legitimação dada pelo Papa para se vestir como homem. A autora

examina o texto pela contribuição e resistência à construção de gênero na Espanha e nas colônias

das Américas durante os primeiros anos do século XVII. As viagens transatlânticas abrem um

espaço no qual a figura de Catalina de Erauso transita de uma categoria de gênero a outra. Com

ênfase sobre o prefixo ‘trasn’, ler o texto através de uma perspectiva da narrativa ‘transexual’

cria novas fronteiras e limites e o intensifica como um lugar de luta sobre a identidade de gênero.

A narrativa ‘transexual’ permite ver o texto, não só como um espaço de transição e combinação

de categorias sociais, mas também como uma irrupção no que hoje nos parece uma estrutura

natural e binária, como é a do sexo e a do gênero.

ÍNDICE

Palavras-chave: gênero, sexualidade, transexualidade

Palabras claves: género, sexualidad, transexualidad

Keywords: gender, sexuality, transsexuality

AUTOR

CHLOE RUTTER JENSEN

B.A., Literatura Comparada, Colorado Collage, EE.UU.; M.A., Literatura Hispánica, New York

University, Madrid, España; Ph.D., Literatura, University of California, San Diego, EE.UU.; actual

profesora asistente del Departamento de Lenguajes y Estudios Socioculturales, Universidad de los

Andes, Bogotá, Colombia. Correo electrónico: chloe[at]uniandes.edu.co

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En un instante: la teoría de larepresentación como crítica queer/feminista de la violenciaIn One Breath: Performance Theory as a Queer/Feminist Critique of Violence

Em um instante. A teoria da representação como crítica queer/feminista à

violência

Katharina Pewny

EDITOR'S NOTE

Fecha De Recepción: 17 De Abril De 2007 Fecha De Aceptación: 9 De Julio De 2007 Fecha De Modificación: 31 De Octubre De 2007

1 Queer/feminist movements of thought the very power relations on which

discrimination and violence are founded11. This pertains to all social spheres includingthe sciences and their institu- tions: queer/feminist movements criticize structures ofdominance and in doing so they intentionally disrupt the symbolic order of academia.These movements are not conceived as simply appending to the traditional scien- ces,but rather as transgressing them. In the following, I will offer a critical reading ofcategories of academic discourses – i.e. of their premises. I hope that by denatu-ralizing these discourses I will contribute to altering their hetero/sexist dynamics.

2 From the perspective of queer/feminist theoretical develo- pments, I will first address

the question: ¿What could “we” possibly “get out of” theater and performance theory.Second, I will give a brief summary of a queer/feminist cri- tique on violence, which Iwill then bring together with certain aspects of a performance by Barbara Kraus2.

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Theatrical Categories In Conceptualizing Gender

3 I will begin with some thoughts on the categories of the- atrical repertoire. Theater,

performance theories, and practices as art forms have rarely been taken into accountin recent European discourses on genders. Frequently researched topics include film,video, cyberart and club cultures. Categories of theater and performance such asstaging, mimesis, masquerade, performativity have been circulating within gender andother post-structuralist the- ories since the 1980s. For at least twenty years, theatricalrepertoire has supplied diverse gender theories with its concepts3. Taking a look at thehistory of theater studies (Theaterwissenschaft) as a discipline could help explain whytheater-related categories have provided quite illu- minating insights when thinkingabout gender. In Ger- man-speaking countries, what started out as text-based studieswithin German literature departments, Theater- wissenschaft (literally: “theaterscience”) emerged as a discipline in the 1920s (Corssen y Kirsch, 1992). This newdiscipline recognized the power of signification of space, stage, acting, music anddirecting in its analyses and allowed for differentiations to be made in content andmethod. Theater and performance studies developed during the century well-knownfor having engendered practices that blurred clear-cut lines between art forms andthose involved in it, i.e. between the “artists” and “au- dience” and for the institutionof hybrid aesthetic move- ments, conventions and experiments4. Because of this,theater theory provides ways of speaking about realities that can no longer possibly beexplained via (common philosophical/scientific practices of) ontology. The fleet-ingness of the “object of study” of theater studies is the specific characteristic thatcould explain the above-men- tioned affinity of theatrical concepts and deconstructivediscourses with one another, as the de-centralization of the play script left theaterstudies without an epistemic foun- dation. In theater studies research there is nogenuinely comprehensible central element, in contrast to studies of art history andaesthetics which have images, scores and texts as “central elements” that can fall backon for their research. Susan Leigh Foster asserts that a consequence of and reason forthis is a dialectics of theorizing bod- ies as the signifiers of the ephemeral and themomentary, thus covering up underlying “scripts” or “choreographies,” which leads toa lack of visibility of such theories5.

4 This may explain why theatrical concepts (mirror, mask/ masquerade, stage/staging,

mimesis, performativity) have been appropriated by post-structuralist “gender”theories. Theatrical concepts can be employed to describe unstable and variablerelations as they refer to aesthetic – in terms of the original meaning of aesthesis as“sensuous percep- tion or awareness” – processes of constructing meaning, which arenot based on objectifiable conditions. In thea- ter the construction of meaning takesplace on the bodies physically present within a certain space. Sue-Ellen Case shows thatanalyses surrounding the concept of “performativity” have receded from theforeground in favor of a “performativity of writing” that guarantees the physicality ofthe body, specifically for performance theorists. The concept of “performative writing”is established, accor- ding to Case, through the traditional dominance of wri- ting overthe body, of theory over art (1996, pp. 20-23)66. If performativity is deemed to haveproblematic effects in theater and performance theory, then, to a large extent, itremains unclear as to what art-specific implications “per- formance” holds in gendertheories.

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5 The indistinguishability of “art” from “reality,” implied by the “theater” concept, has

all but disappeared in the con- cept of “performativity” and in performance artpractices that, since the 1960s, have managed to cancel out any possible distinctionsbetween everyday life and art, i.e. in relation to spaces, such as performance art inliving rooms, store windows, etc. “Performance” indeed implies a specified doublemeaning, or more precisely, a simulta- neity (of the performer and the “figure”). Incontrast to theater, which is understood in its classic form as a re- presentation, a“representation of” (a reality); “performan- ce” suggests a transgression of the binaryper se. In the following, I will sum up the implications of “performance” forunderstanding “gender”.

“Performance” places emphasis on gender as a per- ceptual process and on theincoherence within the individual subject (gender is not seen as ontologically self-evident, but as “something that is perceived”) (Iri- garay, 1994; Butler, 2001; Felman,1981 and Vinken, 1992). This is the point of intersection with notio- ns of “queer”.“Queer [...] tears apart the seemingly obvious relationship between sex and gender,sexual desire and object choice, sexual practices and poli- tical identities, and renderssubjectivities infinitely indeterminant” (Walters, 1996, p. 835).Performance does not privilege linguistic significa- tion, rather it focuses on thesynchronicity of the sign character and the materiality of bodies visible. The tit- le InOne Breath alludes to this. In the performances Zwischenräume (Spaces In Between)and Home Sweet Home77, the breathing of the dancers/performers crea- ted a level ofvisual and acoustic signs, which are dis- tinctly clear in these “dance theater” piecesthat both have parts without music where the breathing took on the role of the music8.The synchronicity of the sign character and materiality of bodies – that has to bementioned in one breath for them to flow into one another – is in line with a “queer”definition of sex/ gender (Butler, 2001 and Polymorph, 2002).An understanding of materiality and sign character that gives primacy to thesynchronicity of the material being and sign character of bodies has the power touproot unproductive dichotomies (especially “femi- nist” and “queer” theories) of the“constructed” body versus the “natural” body.

6 Following my reflections on theater theory, I will now ex- pand upon the specific

practices. One particular type of theater that has found its way into queer theory isShakes- pearian theater. Similar to the way ancient Greek theater has been constructedas the “ideal” origin by early feminist research in theater studies (Pewny, 1993),Shakespearian theater seems to have initiated and pushed forward queer theatertheory. Research on so-called boy actors who pla- yed women (characters) who playedmen (or male roles) has worked toward further staging and rendering ambi- guous thecorrespondence between sex, outer appearan- ce and desire (Stallybrass, 1991). Theambiguity of the actors’ gender literally “clung” to their bodies and the “la- yered”manner in which they wore gender(s) contributed substantially to the representationalorder of the theater. According to Marjorie Garber the invention of the stage curtainand its integration into the theatrical architecture moved the indistinguishabilitybetween real and non-real away from being based on bodies and moved it toward thedifference between art and reality (Garber, 1990, 244f). Movements that muddled thedistinction between (thea- ter) art and reality, between theatrical and other types ofspaces and between two (clearly separable) sexes were turned around in the 20thcentury, the most prominent examples of which can be found in performance art. Theconcept of the “veiled phallus” (Garber, 1990, 244f)9 9re- turns here and is re-enacted as

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difference within the in- dividual subject. The theater’s “curtain” has been (at least forthe most part) physically done away with, and now is enacted within the characters onstage/performers them- selves as well as in the gaze of the audience (Brandstetter,2002).

Differential Politics Of Categorization

7 Theatrical concepts such as “masquerade”, “staging” and “role” employed in thinking

about gender uncover the in- consistencies and ambiguities of sexuality10. Theyhighlight gaps between a (seemingly consistent) self and its repre- sentations. But thedifferent theatrical concepts bear im- plicit constructions of subjectivity and thus, ofgender. For example, a term like “role” that stems from classic dramatic theaterimplies a self that can take on a role and afterwards return to its former self. So, in thiscontext the following questions come up: ¿What happens when we try to unam-biguously name gender relations? What (terminological) limits are we confronted withwhen naming the varying categories of gender? The following section was developedbased on my interest in a critique of concepts treated as self-evident and in queer/feminist thought. Here I step into contentious fields of inquiry and am concerned withfrui- tful contributions made by feminists and queer theorists to a critique ofsexualized violence. The above named ques- tions are among the most crucial topics,and, therefore, some of the most promising points of encounter between feminist andqueer analyses and understanding.

8 In giving a brief overview of this discussion, I will incorpo- rate both writings and

debates from political movements. In the 1970s, feminist critiques erupted – also aspart of the (personal experience of) making the private politi- cal – and they stronglyfocused on relations of dominan- ce and on a critique of (sexualized) violence by menon women and girls. “Men” and “women” – the conceptual framework of genderduality – functioned as necessary categories in order to be able to describe theimmense number of perpetrators and the women and girls affec- ted. There aré manydifferent terms that name many di- fferent realities: in order to expand the meaning ofthe word “rape,” women began to speak of “sexual violence” against women/girls.“Sexual violence of men” made an explicit reference to the sex of the violator. The useof the terms “sexual violence of men” against “women, lesbians and girls” was anattempt to differentiate the positions of those involved and to clearly specify differentforms of violence (misogynist, lesbophobic violence). “Naming ‘sexualized violence’also strengthens the exertion of power by means of violence that is exercised sexually”(Unterweger, 2001). Hence, “sexualized” violence stres- ses that a physical attack doesnot constitute the begin- ning of violence; rather it is embedded within numerous othersocietal norms.

9 Feminist critiques of violence have sounded out a spec- trum ranging from women as

victims/survivors to women as perpetrators – with all of its nuances in between (suchas considering the possibility that a woman could simul- taneously be both aperpetrator and a victim) – that are still valid today. In German-speaking countries, the“com- plicity” debate (which focused on the complicity of wo- men in NationalSocialism) initiated by Christina Thür- mer-Rohr put a spotlight on women asperpetrators, both within heterosexual and lesbian contexts (Ebner, Coltre and Newald,2001, p.14)11. From the mid-1990s, further work has focused on women/lesbians as

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aggressive and (potentially) violent subjects, also uncovering how the mainstream hasmarketed “lesbians” as “violent”12.

10 In recent years, the discourses listed below have been developed and added to the

initial feminist analyses of sexualized violence:

Distortion through media and conservative portrayals that was aptly dubbed the“abuse of the abuse deba- te” (Heynen, 2000, p. 306).Psychology/trauma theory that interweaves socio- political analyses with internalpsychological pro- cesses (of the victims), and others that limit the- mselves to“therapeutic” discourses in the stricter sense (Herman, 2003; Heynen, 2000; Rothschild,2000).National and supranational juridical discourses, sym- posia and debates (on “women’sshelters” and other institutions, including the debate on rape as a war crime or asgrounds for asylum, etc.).

11 In German-speaking countries, (academic) publications of violence critiques from the

perspectives of anti-racist, queer and dis/ability studies have increased in circulationin the past years (for example Ohms, 2000; Castro Varela, 2003; Steyerl and GutiérrezRodríguez, 2003). Although these analyses intricately work through the interplay ofdifferent forms of violence and see these not simply as “supplemental,” but as havingemerged “intertwined” with one another (for example Haritaworn, 2003), these worksoften remain separate from the past history of feminist debates on sexualizedviolence13. One difficulty in brin- ging together these violence critiques could be posedby their differing politics concerning the use of categories. While “queer positions”(despite this problematic gene- ralization) aim to dissolve the principle of gender dua-lism, “feminist” positions rely on designating (two) sexes, as in the model of theperpetrator and victim. The main discrepancy between feminist and queer critiques ofvio- lence is not to be found in putting women exclusively in the position of the victim,but rather it lies in the gender dualism posited by feminists who maintain that the sexof the majority of the perpetrators is male and that of the victims is female. “Theinsistence on ‘queer’ – a term defined against ‘normal’ and generated precisely in thecontext of terror – has the effect of pointing out a wide field of normalization, ratherthan simple intolerance, as the site of violence” (Michael Warner quoted in Walters,1996, p. 834).

12 I find that the connection between a critique of sexua- lized violence based on gender

dualism and the critique of instating a dualistic distinction of gender as a form ofviolence1414 is a very productive point of departure, and I would therefore like to beginwith a definition of violence that encompasses both critiques. Carol Hagemann-Whi- testates thatviolencewithingenderrelationsiswhenaperson’sphysi- cal or emotionalintegrity is violated, in a way that has to do with the sexuality of the victim and theperpetrator, and has been brought forth by the structurally ‘stronger’ person takingadvantage of their position in the power structure (Dackweiler in Koher and Pühl,2003,p. 47).

13 In order to be able to name this power structure, it is necessary to have categories that

– following the line of argument of critiques on sexualized violence – relate to gender(relations). Sexualized violence is – in line with a structural strengthening of (a male)position to be viewed as a political institution that produces the hierarchical orders ofcompulsory heterosexuality that embodies a male part, defined by its power over thefemale, and a female part constituted by subju- gation (against one’s own will). The

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analysis of esta- blishing hetero/sexist norms through the assertion of (e.g. viasexualized) violence could be a common field of interest for queer/feminist thought. Iwould like todemonstrate this point by means of an analysis of the film Dandy Dust1515

by Doro Wiese:

14 Compulsory embodiment of a differentiated self that invents itself from within

categories that bring about identity, such as family background, historical memory,unambiguousgenderandheterosexual desire, are staged here […]. In Dandy Dust the selfis staged as inconsis- tent and a means to transport these outgrowths that are bodiesembedded in a fragmented narrative structure and that function as nodes within thecollective family experiment and the constitution of the subjects that are violentlybrought about, and which – despite the will to be a family – escape being renderedunambiguous.

15 Furthermore, “If Dandy had always been a son to Sir Sidore, with whom he

homosocially engaged, for example when he took him* hunting, he made him a girl/woman through rape. […] Rape rendered Sir Sidore heterosexual” (Wiese in Ko- her andPühl, 2003, p.119-128, my translation)16.

16 Here, Dandy Dust is raped into becoming a girl/woman (Heinrichs, 175f)1717. In Wiese´s

argument, it is not clear why rape makes a multiple gendered person a woman. Incontinuing with the genealogy of feminist critiques of vio- lence I would like to point tothe significance of linking “being raped” to “becoming a woman/girl,” and “man”(men) to perpetrator(s). Therefore, we could add that “Sir Sidore rendered himself [notonly, K.P.] a heterosexual man through rape” (Wiese in Koher and Pühl, 2003, p. 128,my emphasis).

17 From a queer/feminist view we can point out the follo- wing aspects of sexualized

violence as hetero/sexist con- ditioning:

Feminization as/through the object status, masculini- zation through the perpetratorstatus;Sexualized violence as heterosexualization, and asa mechanism that renders gender unambiguous.

18 In differentiating these approaches in order to offer a cri- tique of violence, I aim to

demonstrate that sexualized violence is a product of hierarchically structured compul-sory heterosexuality that “calls for” sexual dualism: for a masculinity that has powerover femininity and for a femi- ninity defined along the lines of involuntarysexual(ized) subjugation.

Touching

19 Accounts of sexualized violence are “touchy” to deal with, because they underscore

both the materiality of bodies and their sign character that is linked to ways ofthinking about performance. Hence, rape or beating are assaults on the body thattouch, hurt and make incisions on the body on both material and symbolical levels.This dual effect has been taken on as a theme by numerous au- thors, performers, andtheater-makers (Pewny, 2002). In this third and final section I will bring performancetheory and violence critique together by examining the perfor- mance Wer will, kannkommen (Who wants to, can come, my translation, Vienna, 1999) by Barbara Krausthrough the lens of Ann Cvetkovich’s reading of queer/feminist performances as

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expressions of culture that also have the potential to “preserve” traumas. Cvetkovichunderstands lesbian cultures (songs, films, everyday events, photogra- phs, artworketc.) as “archives,” e.g. of traumatic memory (Cvetkovich, 2003). In contrast todiscourses that are generally based on the psyche, Cvetkovich’s approach concentrateson visible and perceptible expressions of culture that often employ different practicesto bring out into the open that which is unspeakable and repressed. She works with thecollective dimension, into which she “integrates” sexualized violence. She writes:“trauma cul- tures are actually doing the work of therapy” (Cvetkovich, 2003, p. 10),which she does not mean as a reference to processes of individualized therapy butrather public and cultural manifestations, such as concerts and workshops during theMichigan Women’s Music Festival.

20 Performances are public, cultural manifestations. The performance Wer will kann

kommen portrays a single fi- gure (Barbara Kraus) as she transforms into diverse cha-racters of different genders without employing a “stage curtain,” thus rendering hertransitions transparent and making her body the site where the ambiguity of gender isperformed18. This indifference toward difference (man/ woman) corresponds with thelack of spatial signifiers in the performance space (clearly delineating the audience orstage) and with the missing stage curtain1919. One “sce- ne” that stands out because ofits unconventional spa- tial and aesthetic setup is when a tape recording of theperformer’s voice (in the character of Johnny) is heard na- rrating a text about sexualacts and acts of sexualized vio- lence. Beforehand, the performer distributed eye masksor suggested that the “spectators” close their eyes for this part. The performer movedthroughout the room lightly touching the “audience” on their shoulders, necks etc. andhanding out eggs and strawberries to everyone20.

21 This “scene” shows a particular point where several aspects I have mentioned above

intersect, i.e. it provides a site for them to un-ravel. In this way, this scene could beseen as a “binding element” for queer and feminist criti- ques of violence. Some suchconjunctures made possible here are:

From a position identifiable as that of a man, Johnny tells about his acts (or fantasies) ofviolence. His rela- ying of this story could be interpreted as the presen- tation andcritique of a “negative” reality, or it could also be read as (uncritically) repeating thiskind of a reality.A male (possibly perpetrator-) identified woman tells the same story of her experiencesor fantasies. This could be read as alluding to the psychological concept of identifyingwith the enemy/perpetrator and as the story being a product of female fantasy.A person with a male-connoted name and a female- connoted voice speaks of her/hisown acts, fantasies or experiences.

22 The disassociation of “voice” from “body” in theatrical representation makes reference

to the fragmentation that can come about due to sexualized violence and theincoherence between the subject, the body, desi- re and sexuality.

23 The instability of the speaker’s position increases when the performer constantly

changes her location (the voice on tape is easily identifiable as that of the performer)and when the audience is denied all visual images (they are void of any visualreassurance because they have their eyes shut or blindfolded); which clearly points tothe interpretative authority of one’s own perception and to the dominance of one’sown (and society’s) conceptualizations about gender. Hence, (this) contemporaryperformance shifts differentia- tions, e.g. between visible/invisible, theater/reality and

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sta- ge/audience to become situated in the gaze (the eyelid as a curtain), thus shiftingthem into the realm of the imaginary, behind the spectators’ eyelids. Here, theimpressions one gets from the performance are no longer conveyed through the visualimages, but rather through the physical presence of the body, through touching andthrough the body’s me- mory of sensual perception and the feelings experienced. Inthis way, the performance evokes the materiality of the body and of violence anddestabilizes seemingly fixed posi- tions (through performing fragmentations).

24 In one breath, two (hetero/sexist) gender constructions of the violent male and

suffering female are installed and are simultaneously constituted, evoked and irritated.In politi- cally engaged theater, “evocation” is a contentious element, because it isdisputable whether evocation is an affir- mative or rather a subversive gesture. Inaddressing this question, I will answer and conclude in one breath, using AnnCvetkovich’s words: “The subversive possibilities of repetition with a difference, whichhave been valorized in discussions on butch-femme, drag and other queer cultu- ralpractices, therefore provide the basis for healing rituals and performances […]”(Cvetkovich, 2003).

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NOTES

1. I use “queer/feminist” to indicate the connections between the two while still separating both

words in order to point to their differences.

2. This particular focus is related to the interest of the conference “Queering the humanities”

(Berlin 2004), which sought to ex- amine productive additions to and contentious fields of queer

and feminist approaches. I have chosen to address some tensions between queer and feminist

approaches in order to reveal the strengths of their connections.

3. Although performativity has become a familiar term, particularly through Judith Butler’s

reading of John Austin’s linguistic phi- losophy, it is also a theatrical term.

4. Roland Barthes’ proclamation of the “Death of the Author” (1974, p.29) can be read as

symptomatic for this change in paradigm, which took place specifically in text-based arts where

the main focus moved away from the (artistic) subject toward discourses.

5. Susan Leigh Foster discusses the problems linked to a perpetu- ation of the hierarchy between

thought and deed that enables “performance” to emerge as an uncontested concept of theater

studies, making a compelling argument for the use of the concept of “choreographies of gender”.

6. This analysis is situated within Case’s reflections on the trans- formation of the order of the

book (or print culture) and that of the screen. Here, the highly contested field that works on the

meaning of “performativity” is holding on to a culture of the book while simultaneously

proclaiming its end.

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7. dis. danse (Corinne Stelzer), Kosmostheater Wien, 28 April 2004; Namanli Han (Emre

Koyuncuoglu, director), Theatre Festival Is- tanbul, 28 May 2004.

8. See also Schlichter, 2000.

9. “Veiled phallus” (Garber, 1990) points at the phantasmatic char- acter of phallic power, which

is shifting and can never be finally tracked down. It is, at the same time, present and absent. This

doubleness describes exactly what Barbara Kraus does in her per- formative appearance as

Johnny.

10. This is particularly obvious in the case of “performativity.” For more on the various

implications of different terms see Pewny, 2004.

11. Here I am referring to the debates – which were disproportiona- tely larger in Germany than

in Austria – that dealt with women as perpetrators in National Socialism, yet they were almost

fully disengaged from debates on sexual violence. Exceptions from this dissociation are Dan Bar-

On in Weigel, and a recent publication on sexual violence in concentration camps by Amesberger,

Auer and Halbmayr (2003).

12. See the above-mentioned publications by Hacker, 1998; Hart, 1994; Ebner, Coltre and Newald,

2001.

13. Ebner, Coltre and Newald, (2001) and Tost, (1999) are excep- tions in the German-speaking

discourse.

14. These different focal points are not directly correlated with the changes in the political

movements. (See above)

15. Film critic Stefan Grissemann describes Dandy Dust (1998) as follows: “A cyborg with a split

personality and fluid gender zooms through time to collect his/her “selves” in a struggle against

a family obsessed by lineage: This cartoon-like futuristic low-bud- get horror satire by the

Austro-British filmmaker Hans Scheirl turns the real into the absurd, for the duration of a small

cy- bernetic, chemo-sexual film adventure at least. Identity is just a matter of creativity, and far

beyond cinema’s limitations.” Down- loaded September 20th, 2007 from http://

verleih.polyfilm.at/ sommer99/hans_scheirldandy_dust.htm.

16. In this section Wiese stresses that the perpetrator is repulsed by homosexual desire, which

drives him to “make himself hetero- sexual.” The category of “man” does not surface in the

discussion of this particular scene. The sign him* is used here to indicate undefined gender

status.

17. Gesa Heinrichs, in her analysis of a film version of Brandon Tee- na’s life, uses a similar way

of naming her this.

18. Austrian performer Barbara Kraus is by now well known in the middle European performance

-and dance scene. Wer will, kann kommen and its thrilling character Johnny, a white, low class-

drag figure, travelled to numerous dance and performance festi- vals over the last decade.

19. For this reason, it came as no surprise that during the public discussion that followed the

performance the most frequently asked question was about the “true” identity of the performer.

Obviously, for an average festival audience, the fluid changes of “Barbaras” to “Johnnys” sex/

gender provoked a requirement of a stable gender identity.

20. Small details of the performance changed with the years. Some- times the performers are

handing out plums and grapes.

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ABSTRACTS

This article discusses the different approaches to gender categories in feminist and queer

theories. Whereas feminist theories seek to explicitly label femininity and masculinity, queer

theories look to undermine the binary system of gender. When it comes to violen- ce, however,

both bodies of theories run into difficulty. How can a perpetrator’s maleness be named without

naturalizing the sexual order? What might the function of violence be in the processes of

producing genders? The performance “Who wants to, can come” exemplifies a way of

constructing gender through senses. Sight, sound and movement are used to irritate the

audience’s perception of, and thus their approach to, the traditional dichotomy of gender

systems.

El presente artículo analiza distintos acercamientos que las teorías feministas y queer presentan

frente a las categorías de género. Si bien las primeras buscan rotular explícitamente la feminidad

y la masculinidad, las segundas cuestionan el sistema binario de género. No obstante, ambos

cuerpos teóricos son confrontados cuando se trabaja la violencia: ¿Cómo nombrar la

masculinidad de un victimario sin naturalizar el orden sexual? ¿Qué función puede cumplir la

violencia en los procesos de género? La autora utiliza la representación “Who wants to, can

come” para ejemplificar los medios sensoriales de las construcciones de género. La vista, el

sonido y el movimiento son recursos empleados para irritar la percepción de la audiencia y, así,

su acercamiento a la dicotomía tradicional de los sistemas de género.

Este artigo analisa as diversas aproximações que as teorias feministas e queer apresentam frente

às categorias de gênero. Embora as primeiras procurem etiquetar explicitamente a feminilidade e

a masculinidade, as segunda questionam o sistema binário de gê- nero. Ainda que ambos os

corpos teóricos sejam confrontados quando se trabalha a violência: ¿Como denominar a

masculinidade de um verdugo sem naturalizar a ordem sexual? ¿Que função pode desempenhar a

violência nos processos de gênero? A autora utiliza a peça “Who wants to, can come” para

exemplificar os meios sensoriais das construções de gênero. A vista, o som e o movimento são

recursos empregados para irritar a percepção da audiência e, assim, sua aproximação à dicotomia

tradicional dos sistemas de gênero.

INDEX

Palavras-chave: gênero, queer, representação, teatro

Palabras claves: género, queer, representación, teatro

Keywords: gender, queer, performance, theater

AUTHOR

KATHARINA PEWNY

Theater, Film and Media Studies, German Literature, Philosophy, and Women’s Studies,

Universidad de Viena, Austria; Ph.D., Institute for Theater, Film and Media Studies, Universidad

de Viena, Austria; actual miembro del grupo de investigación Theater and Transnationality y

catedrática del Werkstatt Tanzwissenschaft (taller de estudios sobre danza) en el Gesellschaft für

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Tanzforschung (Sociedad para la investigación sobre la danza). Elise Richter researcher /

Austrian Science Fund, Austria Correo electrónico: katharina.pewny[at]univie.ac.at.

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La fuerza expresiva del deseo en LanYu de Stanley KwanExpressive Desire in Stanley Kwan’s Lan Yu

A força expressiva do desejo em Lan Yu de Stanley Kwan

David L Eng

Tradución : Traducción De Sandra Caicedo

NOTA DEL EDITOR

Fecha De Recepción: 25 De Mayo De 2006 Fecha De Aceptación: 19 De Septiembre De 2007Fecha De Modificación: 13 De Noviembre De 2007

NOTA DEL AUTOR

Hay muchas personas con quienes estoy en deuda por sus generosos comentarios ycríticas al presente artículo. Quiero agradecer particularmente a Guo-Juin Hong, OliviaKhoo, Homay King, Petrus Liu, Sean Metzger, Lisa Rofel, Teemu Ruskola, Shuang Shen,y Denise Tang. Algunas versiones preliminares de este ensayo fueron presentadas en lasuniversidades de New South Wales (Sydney, Australia), Portland State (Oregon, EstadosUnidos); y National Cheng Kung (Tainan, Taiwán); agradezco a los organizadores ypúblicos de estas instituciones su compromiso intelectual y hospitalidad. Finalmente,quisiera dar las gracias a los lectores anónimos de este ensayo por animarme a tenderpuentes entre la expresión del deseo y las visiones contrapuestas de las modernidadessocialista y capitalista. Nota de los Editores: El título del texto en la versión original eninglés es Expressive Desire in Stanley Kwan’s Lan Yu. Para el título de la versión enespañol hemos traducido “expressive desire” como “la fuerza expresiva del deseo”. Sinembargo, a lo largo del artículo conservaremos la traducción literal, es decir, “deseo

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expresivo”; esto con el fin de enfatizar que “such (…) desire speaks as much as it isspoken(…)” (versión original).

In the discursive context of contemporary China,raising the questions of Asia, globalization, and

the Chinese revolution seems like part of anhistorical cycle, but it has already become a

critical process and in no way can be said to be asimple replay of the revolutionary worldview.

How to achieve a new understanding of theChinese revolution, of the legacy of socialism, and

of the achievements as well as the tragedies ofthis legacy are major questions urgently in need

of address from Chinese intellectuals, but towhich they have so far been unable to respond.

Wang Hui The 1989 Social Movement and China’sNeoliberalism

Almost every generalization about China—that itis a communist-led socialist society as before,

that at its core it is a society of traditionallycentralized power, that it has nearly become

capitalist, that it is a fullfledged consumersociety, or even that it is already “postmodern”—

can be supported, while the characterizationdiametrically opposed can be

backed with an equal number of examples.Wang Xiaoming China on the Brink of a

‘Momentous Era’One of the features of new Hong Kong cinema is

its sensitivity to spatial issues, in other words, todislocations and discontinuities, and its adoption

of spatial narratives both to undermine and tocome to terms with these historical anachronisms

and achronisms: space as a means of reading theelusiveness of history. We get a better sense of

the history of Hong Kong through its new cinema(and architecture) than

is currently available in any history book.Ackbar Abbas Hong Kong: Culture and the Politics

of DisappearanceThis is how one pictures the Angel of History. His

face it turned toward the past. Where we perceivea chain of events, he sees one single catastrophewhich keeps on piling wreckage upon wreckageand hurls it in front of his feet. The angel would

like to stay, awaken the dead, and make wholewhat has been smashed. But a storm is blowing

from Paradise; it has got caught in his wings withsuch violence that the angel can no longer close

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them. This storm irresistibly propels him into thefuture to which his back is turned, while the pile

of debris before him grows skyward. This storm iswhat we call progress.

Walter Benjamin Theses on the Philosophy ofHistory

Abrazo I

1 En Lan Yu de Stanley Kwan (2001), hay dos momentos significativos en los que se

reúnen Chen Handong (Hu Jin) y Lan Yu (Liu Ye)1. Los dos están marcados por el abrazoespontáneo de Handong a su joven amante. Estos abrazos señalan el restablecimientode su intermitente relación homosexual iniciada cuando Handong, un respetable ypróspero hombre de negocios del floreciente Beijing de los años 80, contrata porprimera vez a Lan Yu para un trabajo nocturno. La desesperación de Handong porretener a Lan Yu, universitario pobre del noreste rural, marca un súbito surgimiento deemoción que sobrepasa el control afectivo de este hombre mayor. Aun cuando podríadecirse que Handong ‘expresa’ en esos dos momentos su deseo por Lan Yu, seríaigualmente correcto decir que su deseo expresa tanto como su palabra.

2 Uno de los abrazos ocurre aproximadamente después del segundo tercio de la película

de Kwan. Tras un largo período de separación de Lan Yu, iniciado por la decisiónunilateral de Handong de ‘crecer’ y casarse con su traductora profesional Jingping (SuJin), el hombre de negocios encuentra que su vida es un desastre financiero yemocional. Divorciado hace poco tiempo, no sólo ha sufrido varios reveses financieros,sino que también ha estrellado su carro. Al encontrarse con Lan Yu en el aeropuerto,Handong se las arregla para hacerse invitar a comer, a regañadientes, por su antiguoamante, ahora un maduro y sobrio arquitecto de veintisiete años. Luego de una tarde deconfesiones bañadas en alcohol, Lan Yu saca a Handong del sopor de la intoxicación quepasa en el sofá de la sala diciéndole que ya es hora de partir. En respuesta, Handong lotoma en un desesperado abrazo y se pregunta en voz alta, “¿Qué me llevó a dejarte ir?”

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3 Como casi todas las escenas de la reposada y hermosa película de Kwan, la de la reunión

de los amantes está marcada visualmente por una serie de tomas que se reflejan en unespejo.

4 De hecho, tanto Kwan como el cinematografista Yang Tao, presentan a lo largo de la

película muchos espejos y ventanas cuya lógica visual consiste no sólo en unir dosespacios diferentes, sino también en reunir a los amantes separados que los ocupan. Enla secuencia que lleva a este abrazo Handong está de pie en la entrada a la cocina, endonde Lan Yu prepara la comida.

5 Handong ocupa el lado izquierdo de la pantalla mirando hacia Lan Yu, quien permanece

fuera de foco, en tanto se enfrascan en una conversación acerca de su antigua vida depareja. Mientras que el interlocutor de Handong está visualmente ausente (la cámarano puede captar los movimientos de Lan Yu dentro de la cocina), este espacio esrepresentado no sólo por la voz de Lan Yu sino también por su reflejo desdibujado en elespejo del corredor a lo largo del lado derecho de la pantalla. En consecuencia, laimagen está partida en mitades desiguales y se encuentra dividida verticalmente en dospor el grueso marco blanco de la puerta contra la que Handong se inclina. Por eso, sóloHandong ocupa el lado izquierdo de la imagen mientras que ambos aparecen en el ladoderecho de la misma.

6 Podemos decir que la composición asimétrica de esta imagen pantalla-espejo (que

divide al tiempo que junta dos espacios imposibles), no es una auto-reflexión idealizada(Narciso) o una irreconocible jouissance lacaniana. En su lugar, los efectos acumulativosde las numerosas imágenes asimétricas de la película en las que Handong y Lan Yuestán separados y no obstante aparecen juntos, se despliegan en un tiempo y espaciodisonantes para los protocolos convencionales de la representación visual de Occidentey la comprensión tradicional de la modernidad. En síntesis, este paradójico desplieguenos presenta una modernidad discrepante: una conciencia histórica alterna, un tempo yritmo históricos diferentes, un tiempoespacio queer. De hecho, como argumentaré másadelante, lo queer en la película de Kwan termina funcionando como un elementocrítico para organizar y evaluar no sólo el surgimiento contemporáneo de sexualidadesy deseos no convencionales en la China (post)socialista (Estudios Queer en China), sinotambién, y con mayor urgencia, las continuidades y rupturas históricas en el pasado

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(semi) colonial de China, sus aspiraciones revolucionarias a una modernidad socialista ysus inversiones actuales en el orden capitalista neoliberal del mundo (Rofel, 2001, pp.637-649)22. Quiero referirme a este espacio paradójico (espacio queer de desaparición yaparición fuera del alcance de la lógica visual que rige a la cámara) como el espacio del‘deseo expresivo’3.

Abrazo II

7 Otro abrazo se lleva a cabo durante el primer tercio de la película de Kwan. Una escena

presentada mucho antes que la que se discutió previamente conecta el espacio deldeseo expresivo con el del dominio político. Incapaz de tolerar la infidelidad sexual yemocional de Handong, Lan Yu se ha separado de su amante tras una terribleconfrontación que involucraba a un atleta universitario que había sido seducido porHandong. Es junio de 1989, víspera de la masacre de Tiananmen. Daning (ZhangYongning), cuñado de Handong y funcionario público bien posicionado, se presenta enla oficina de Handong con un consejo claro: “Si tiene amigos en la Plaza,” le informaDaning, “dígales que salgan ahora… Van a desocupar la Plaza esta noche. Los jóvenesque quieran un futuro, mejor sé quedan en casa”. Encaminándose a la puerta, Daning sevoltea hacia Handong con una última información crucial: “Se me olvidaba. El otro díavi a su amigo Lan Yu en la Plaza, manteniendo en orden a la multitud…”.

8 Agitado e incapaz de conciliar el sueño esa noche, Handong conduce hasta las afueras

de la Plaza Tiananmen para buscar a Lan Yu, a quien no ha visto durante varios meses.La ofensiva militar en la Plaza nunca es mostrada explícitamente en la pantalla, peropuede escucharse. Ésta es señalada acústicamente por el tremor de disparos lejanos y,posteriormente, por la secuencia repentina de una serie de imágenes borrosas: unaestampida de ciclistas y heridos escapando en la noche4. Incapaz de encontrar a Lan Yuentre el caos del desalojo armado, Handong conduce hasta el dormitorio del jovenquedándose dormido tras el timón de su Mercedes. Al final, la violencia de la rebeliónpolítica de Tiananmen no aparece visualmente en la película. Más bien es desplazadahacia la imagen de un Lan Yu golpeado y ensangrentado quien se materializa, como unaaparición cenicienta, al lado del carro de Handong. Interrumpida su intranquila siesta,Handong se aferra a un herido y quejumbroso Lan Yu en un abrazo espontáneo de alivioaterrado.

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9 Como en la anterior escena del apartamento, este abrazo de Handong y Lan Yu abre un

espacio (un espacio de deseo expresivo) que aparece precisamente mediante la lógicade la desaparición. En este caso lo que desaparece no es el espacio privado de la cocinade Lan Yu, sino el espacio público de Tiananmen, cuyos traumáticos eventos políticosson reubicados en el dominio de lo afectivo. Esto es, los incidentes de la violenciamilitar del 4 de junio no se expresan visualmente en la pantalla sino mediante losefectos emocionales que producen. Dichos incidentes están representadosafectivamente en el abrazo espontáneo y en el deseo expresivo que marcan Elencuentro homosexual tardío de Handong y Lan Yu. Como tal, la problemática historiapolítica de Tiananmen es registrada como una relación entre lo afectivo y lo espacial.En realidad, afecto y espacio son configurados -para llegar a mi tercer epígrafecomo“un medio de lectura de la inaprensible de la historia” (Abbas, 1997, p.27). Entonces, delespacio de la desaparición política surge la pregunta por la subjetividad, agencia ydeseo (homo)sexuales. La configuración de esta subjetividad, agencia y deseohomosexuales (sus fronteras afectivas y condiciones de posibilidad) se convierte en unmétodo crítico para leer la política de una escurridiza historia china, el lugar ysignificado histórico de Tiananmen y el movimiento social de 1989.

10 Desde otro punto de vista, podemos decir que este desplazamiento de lo político hacia

el deseo expresivo ubica la pregunta por la homosexualidad no en la periferia sino en elmismísimo centro de los debates actuales respecto de la modernidad (post)socialista deChina y de sus prácticas y políticas neoliberales en la actualidad. En Lan Yu, el deseoexpresivo no sólo constituye la homosexualidad como la validación de una identidadsexual emergente o la afirmación de una práctica sexual ‘perversa’, sino que más biencomprende un campo político mucho más amplio, relacionado con el tortuososurgimiento de la modernidad china así como con el papel protagónico que el deseohomosexual juega en esta parábola de Ilustración renovada.

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11 La antropóloga Lisa Rofel da inicio a su reciente libro Desiring China, dando cuenta de

una reunión que tuvo en 1988 con un joven chino que encontró por azar una noche enun bar gay de Beijing. Rofel recuerda al joven quien, con una fuerte convicción en suvoz, afirmaba que era absolutamente humano manifestar los “sentimientos personales”(ziji xinli hua) así como los “asuntos personales” (geren shi). Dijo que le gustabacontarle a la gente su historia personal; que ésa es la manera correcta de comunicarse.Veía la expresión de sus deseos, anhelos y aspiraciones como una “habilidad”.Argumentaba que en todo el mundo la gente era capaz de expresar lo que tenía en sucorazón y que para ser parte del mundo, para ser verdaderamente cosmopolita, loschinos también necesitaban expresarse de esa manera. Hacía estas afirmaciones comosi estuviéramos mirando al horizonte; lo seguí para imaginarme el surgimiento de unmundo de deseo expresivo. No parecía que esto fuera una defensa de lahomosexualidad. En la calma y expectación de su mirada, sugería que la escena que nosrodeaba era el ejemplo de una nueva humanidad. Los homosexuales y lesbianas deChina, era lo que sugería, son la vanguardia de una nueva era de la humanidad. Lejos derepresentar perversión, los homosexuales y lesbianas chinos guían su país hacia suverdadero lugar en un mundo cosmopolita y globalizado (Rofel, 2007, p.1).

12 El informante de Rofel sitúa el surgimiento del deseo expresivo en China mucho más

allá del arco iris—más allá de legitimar la homosexualidad en términos de identidadreconocibles para Occidente: la afirmación de la existencia de una poblaciónminoritaria no reconocida; el posicionamiento de la libertad sexual, el reconocimientolegal y los derechos políticos; la justificación de un estilo de vida burgués y consumista;o, incluso, la expresión de un amor universalizante y vinculante capaz de unir a dosindividuos abstractos (como si fuera un Brokeback Mountain en Beijing). Por elcontrario, los desafíos sociales de la expresión del deseo homosexual se despliegansobre el horizonte político del llegar a ser, un horizonte político de gran significaciónpara la modernidad china y, de igual manera, para los ciudadanos chinos. De hecho, talcomo lo sugiere el informante de Rofel, la aparición del deseo expresivo prometemarcar, aunque tardíamente, el lugar apropiado de China dentro del “mundocosmopolita y globalizado”.

13 Al relatar sus “historias personales”, al compartir sus “deseos, anhelos y aspiraciones”,

insiste el informante de Rofel, los homosexuales en China se vienen a parecer más ymás a sus contrapartes en Occidente, uniéndose así a gays y heterosexuales “que estánpor doquier”, y que son “capaces de expresar lo que [está] en sus corazones”. Y desdeesta perspectiva, el deseo expresivo homosexual asume un papel central en eldesarrollo de las relaciones de China con la modernidad de Occidente y sus ideales delibertad individual. Incluso los homosexuales, mediante esa expresión de su deseo, seconvierten en los heraldos de una humanidad nueva que surge en China (y quizárealmente, en el mundo). Tal como lo señala Rofel, el campo del deseo se ha convertidoen un ámbito poderoso para la producción de ciudadanossujetos ‘apropiados’ en laChina (post)socialista. El “deseo”, escribe Rofel, “es el medio a través del cual la genteen China, como en cualquier otra parte, prueba su mundanidad cosmopolita, suhabilidad certera de trascender las fronteras del Estado-nación, pero también dedesplegar su normatividad como ciudadanos, su adopción exitosa del neoliberalismo”.Las monumentales reformas económicas que transformaron a China en la década de1980, de una economía planeada a un sistema de mercado ‘libre’, se concentraron en“reemplazar el experimento socialista con una ‘naturaleza humana universal’

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imaginada como el ingrediente esencial de la mundaneidad cosmopolita. Estarepresentación de la naturaleza humana tiene como núcleo el sujeto deseante: lapersona que funciona mediante el propio interés sexual, material y afectivo”5.

14 El informante de Rofel implícitamente sitúa a China en el discurso del desarrollo

cuando sugiere que el deseo expresiva de la homosexualidad—su “propio interésafectivo”—no es solamente un paradigma de la subjetividad (neo)liberal sino, de hecho,algo que todos los chinos deben aprender y aprender a aceptar. De esta forma elinformante sitúa a la China en la narrativa del progreso liberal de Occidente, registrada,en palabras de Dipesh Chakrabarty, en la “imaginaria sala de espera de la historia”(Chakrabarty, 2000, p.8). A diferencia de Japón, del que se dice que ascendió a lamodernidad de Occidente mediante varias conquistas imperiales a inicios del siglo XX,China ha permanecido excluida de la “familia de naciones” desde por lo menosmediados del siglo XIX, cuando perdió la Guerra del Opio y tuvo que abrir sus puertoscomerciales ante las fuerzas occidentales (Ruskola, 2005). Si hoy en día el deseoexpresivo homosexual puede ser considerado a “la vanguardia de una nueva era de lahumanidad” en China, simultáneamente también registra esta larga y continua historiade relaciones EsteOeste en la que una China “carente” y “rezagada” cae bajo la sombra,no sólo del poder militar de Occidente y de un gobierno (semi)colonial, sino también desus concomitantes discursos de civilización, desarrollo, modernidad y progreso.

15 Al constituirse en una perpetua pausa espacio-temporal ante a los estándares

convencionales de la modernidad de Occidente, los chinos subsisten como sujetos a laespera: esperan el desarrollo de su economía, así como el de su propia subjetividad yagencia bajo el rótulo (neo)liberal de privacidad y propiedad, individualismo y decisiónpersonal. En tal formulación, es fundamental enfatizar de qué manera los discursoscontemporáneos sobre la homosexualidad se convierten en una categoría fundamentalpara medir el progreso social de China y, en el mismo grado de importancia, su avanceeconómico y político. En la era del liberalismo queer, los nuevos debates ilustradosacerca del individualismo, la libertad, el desarrollo y el progreso, convierten el asuntode la homosexualidad en la vara que verdaderamente mide el lugar de China en unmundo cosmopolita, su (carente) economía política de “libre” mercado, su (rezagada)relación con los derechos humanos6. Y, similar al deseo expresivo de Handong por LanYu, estos discursos contemporáneos sobre la homosexualidad, como lo señalanelocuentemente las palabras del informante de Rofel, le hablan al ciudadano-sujetochino cosmopolita emergente y son hablados por él.

16 A continuación, considero lo que implica aceptar tal recuento histórico del desarrollo

colindante entre lo social y lo afectivo. Por ejemplo, la re-escritura neoliberal de lahistoria china posterior a 1949 señala las formas por las cuales el Maoísmo obstruyó lacapacidad de China de abrazar la modernidad precisamente al exigir la transferencia‘impropia’ y ‘artificial’ del deseo desde el dominio privado hacia el público: en otraspalabras, al Padre al Partido y, en tiempos de la Revolución Cultural, al líder mismo(Dutton, 2004). Actualmente, bajo el mandato neoliberal, estas pasiones y deseosexcesivos han sido contenidos y redirigidos de la esfera pública nuevamente a laprivada, del Estado y del Partido al dominio ‘natural’ del individuo privado y el interéspersonal. A medida que el espacio condensado, unificado de la unidad de trabajosocialista ha dado paso a la re-segregación de lo privado (vida familiar) y lo público(espacio laboral), se le ha devuelto al pueblo chino la capacidad para expresar sunaturaleza humana. De esta manera, el ‘hipo’ de la modernidad socialista da paso, de

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acuerdo con el cálculo de Merle Goldman, a nada menos que el ‘reinicio’ de la historiachina (2000, pp.153-164)7.

17 Aceptar dicho recuento histórico como una verdad universal, sería como someterse a

una gran narrativa de progreso neoliberal ilustrado que endosa el triunfo delcapitalismo global y sus demandas al “final de la historia”. En esta narrativa teleológica,en términos de Wang Hui, el eventual desempeño y transformación de China despuésde 1949 y hasta la reforma económica de principios de los años de 1980, se explica comouna “transición de un pasado déspota, planeado y oscuro a un futuro democrático, librey brillante” (Hui, 2003, IX). Desde otro punto de vista, podemos decir que lalegitimación y objetivación del presente neoliberal de China ha dependido en granmedida del “repudio total y la condenación moral” de su “experimento” socialista (Hui,2003, 110).

18 Más que aceptar esta interpretación histórica de la modernidad china, marcada por la

última represión y re-alineación de sus afectos desplazados, más bien quieroconcentrarme en el papel central que el deseo expresivo juega en esta narrativa; esdecir, en la producción de dos sujetos en contienda por la modernidad de China: elsocialista y el capitalista. El historiador Michael Dutton señala que “Mao se aseguró deque el entrenamiento en la devoción se cumpliera sin descanso. De esta manera,prácticamente reveló el significado latente de su noción de la revolución continua”(2004, p.180). Junto con Dutton quiero enfatizar la importancia de explorar los latentes,aunque desestimados, afectos que constituyen la historia de la continua revolución deMao, mientras me resisto a aceptar cualquier recuento naturalizante del deseoexpresivo que adjudique su distribución ‘apropiada’ al proyecto neoliberal; su uso‘apropiado’ al sujeto neoliberal.

19 Un re-enfoque del deseo expresivo podría ofrecernos realmente, no una historia sobre

la marcha inexorable del progreso neoliberal en China y, por ende, en el mundo sino, alcontrario, sugeriría que el “final de la historia” no es inevitable. En el naufragio delprogreso, le imploramos al Ángel de la Historia de Benjamin que nos ayude a enfrentartanto el pasado como el futuro con una mirada histórica diferente. Al contar con otrorelato no sólo de las discontinuidades y rupturas, sino de las continuidades y vínculosentre las visiones en competencia de las modernidades propias de socialismo ycapitalismo en la China posterior a 1949, un análisis del deseo expresivo bosqueja lapromesa de una modernidad discrepante, orientándonos hacia un relato históricoalternativo y una forma alternativa de relatar. De hecho, ¿de qué manera los extravíosdel deseo expresivo nos ayudan a repensar esta historia escurridiza, además de, paravolver a mi primer epígrafe, “lograr una nueva comprensión de la Revolución China,del legado del socialismo y de los logros y tragedias de este legado?”

20 Siguiendo el provocativo análisis de María Josefina Saldaña-Portillo acerca de los

movimientos de descolonización en América Latina, podemos considerar de quémanera en Lan Yu la evolución de un sujeto de deseo (homo)sexual maduro, conscientey auto-expresivo no constituye el terreno en el que la conciencia socialistarevolucionaria y el neoliberalismo chino se separan, sino, por el contrario, el punto enel que se encuentran. En The Revolutionary Imagination in the Americas and the Age ofDevelopment, Saldaña-Portillo observa una “teoría normativa de la transformación yagencia humanas […] al centro de la colisión discursiva entre los discursosrevolucionario y del desarrollo”. Incluso, “no podemos simplemente leer losmovimientos revolucionarios (…) como contraposición al capitalismo colonial y

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neocolonial. También debemos leerlos como dentro de un desarrollismo racial y degénero” (2003, p. 7). Lan Yu, como el informante de Rofel, sitúa el surgimiento de lasubjetividad y deseo homosexuales directamente dentro de una teoría de latransformación humana, de un desarrollismo de género y de la política de lamodernidad de China. No se puede afirmar que los deseos expresivos que marcan einscriben en el género estas transformaciones afectivas son vitales únicamente para elproyecto neoliberal; estos son igualmente importantes a la imaginación socialista. Enresumen, el deseo expresivo constituye una dialéctica de la modernidad socialista ycapitalista inherente a la historia moderna de la nación china y encarnada en el traumade Tiananmen.

21 Petrus Liu escribe en el contexto del Taiwán contemporáneo y resalta que los estudios

queer se desarrollaron en la República de China como una “práctica materialista quetiene afinidades con varios movimientos sindicales”. Más específicamente, escribe quela “teoría queer en Taiwán conlleva un análisis del papel del Estado en la acumulaciónde capital”. A diferencia de sus contrapartes dominantes en Occidente, las políticasqueer de Taiwán no surgen como afirmación de identidades y derechos minoritarios, nicomo una exploración de los procesos sociales de normalización acumulados alrededorde cuerpos disidentes. En su lugar, las políticas queer de Taiwán se desarrollaron endiálogo con la izquierda asiática y, por lo tanto, “no pueden ser entendidasindependientemente de la ‘división’ de Asia a causa de la Guerra Fría, elneocolonialismo norteamericano, las respuestas de Taiwán al socialismo existente enChina, Bandung, la trayectoria del Tercer Mundismo y el reajuste estructural de laposición estratégica de Taiwán en el comercio internacional” (Petrus, en prensa).

22 Quiero hacer una pausa en este punto para reflexionar sobre el asunto de los “Estudios

Queer en China” (la República Popular de China). Por una parte, el asunto exige unarespuesta teórica y política tan comprehensiva como la de Taiwán (La República deChina) y, por otra, implica nada menos que la reconsideración histórica de la dialécticade las modernidades capitalista y socialista. Esa dialéctica se resiste no sólo a laestabilidad de la sexualidad naturalizada o la identidad sexual, sino también a lainevitabilidad “natural” del desarrollo y progreso neoliberales. En el espacio de ladesaparición (política) y el surgimiento (subjetivo), el problema de la subjetividadhomosexual establece una hermenéutica poderosa para la exploración de asuntosacerca de la transformación histórica y social que subyace al corazón del pasado(semi)colonial de China, así como en su presente (post)socialista y neoliberal. Eseproyecto exige no sólo considerar cómo los discursos sobre la (homo)sexualidadnombran a la China comparativamente en el marco de normas y valores políticosoccidentales universalizantes, sino también exige considerar la posibilidad de que elsurgimiento de la subjetividad homosexual en China no pueda ser aprehendido por elmarco teórico occidental dominante, que ya asocia una “crítica de la historia delsocialismo chino con una crítica de la modernidad y el hecho de que el problema de lamodernidad fue primero planteado como un problema del capitalismo europeo y de sucultura” (Hui, 2003,p.182).

23 Así las cosas, los estudios queer en China no pueden ocuparse exclusivamente del

problema de la (homo)sexualidad como objeto racional y empírico de análisis, de cómopuede ser ‘traducido’ o “importado” a China a través del vocabulario o el marco teóricode, por ejemplo, la sociología o el psicoanálisis (Berry, 1998)8. En otras palabras, losestudios queer en China no sólo deben ocuparse de la homosexualidad como cuerpo

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dado de conocimiento (occidental) estándar que funciona imperiosamente como idealcultural, carta de navegación política y brújula moral de una identidad, subjetividad yagencia gay emergente en China. Simultáneamente y más allá, también deben examinarlas formas en que un discurso sobre la sexualidad basado en el género, arraigado en unalarga historia colonial de gobernabilidad racial, constituye tanto los marcos dereferencia del pasado como los del presente de China como objeto (semi)colonial,socialista y neoliberal a ser estudiado, conocido y, en últimas, juzgado. En un contextoglobal, los estudios queer deben necesariamente aproximarse a la pregunta por la(homo)sexualidad como lugar crítico de la investigación y negociación de la geopolítica.

24 Parece crucial en esta coyuntura ampliar la comprensión que Foucault tenía acerca de

la sexualidad como formación discursiva que opera epistemológicamente en el contextode la China actual, una nación-Estado cuya economía política actual no encajanecesariamente en la contabilidad y las divisiones estándar entre el Norte industrial yel Sur global de los discursos convencionales sobre la globalización. Mejor dicho, parecefundamental explorar las maneras en las que la cultura en general, y los relatos de(homo)sexualidad en particular, complementa los discursos de economía políticaapoyando interpretaciones más empíricas y ortodoxas de la modernidad china, asícomo el desarrollo y el progreso neoliberales. Podría ser realmente a través del examende estos aspectos efímeros de la “cultura” (deseos expresivos que son intangibles yefímeros) que lleguemos a aprehender lo que los análisis convencionales de las cienciassociales no logran capturar: lo escurridizo de la forma políticas en la Chinacontemporánea. En palabras de Wang Xiaoming, debemos aportar un nuevo ytrascendental enfoque al estudio de la literatura, el arte, la teoría crítica […] Losestudios culturales no deben, en nombre de volverse modernos, mezclarse con lastécnicas sociales operativas en los cada vez más detallados sistemas administrativos,educativos y académicos caracterizados por la compartimentalización de la vida, elconocimiento regulado y la mentalidad de la especialización, que se derivan, en símismos, de la nueva ideología (2003, pp. 603-604).

25 Actualmente, el rápido crecimiento económico y ascenso político de China en el

escenario global, así como la fuerza y el fervor de su nacionalismo revitalizado, soncausantes de una ansiedad colectiva que no se puede menospreciar y que, en elimaginario mundial, transforma al país de “víctima colonial” y “amenaza comunista”en un “agresor neoimperialista”. Si China, como lo señala Wang Xiaoming, “está en elumbral de una nueva modernidad”, el asunto de la homosexualidad—aquella queremonta su genealogía a los discursos coloniales de la gobernabilidad racial y laextiende al surgimiento putativo de una nueva humanidad bajo el sello delneoliberalismo y de la globalización del capitalismo—adquiere un espaciopreponderante para reconsiderar de forma sostenida la lógica de esta nuevamodernidad. Muchos comentaristas en Occidente (así como en China) predicen que laglobalización eventualmente absorberá al Estado socialista chino. Por el contrario,podríamos plantear una pregunta contra-intuitiva sobre si el Estado socialista chinoabsorberá, de hecho, la globalización en su muy particular trayectoria histórica y lógicanacionalista.

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Circulación

26 El argumento según el cual la globalización del capitalismo estimularía el desarrollo

económico y, en consecuencia, fomentaría el progreso político y la ilustración social enChina, tiene una larga historia colonial que es anterior al surgimiento delneoliberalismo de la década de 1980 y que, de hecho, nos lleva a reconsiderar algunosde los problemas clásicos y provocadores de Karl Marx respecto del determinismoeconómico y cuestiones acerca de cultura, raza y nación. Los escritos de Marx sobre elcolonialismo británico en India y China resaltan la naturaleza ambivalente ycontradictoria de tal propuesta teleológica. En su comentario acerca del despotismooriental y el “modo de producción asiático”, por ejemplo, Marx explica de qué manerael colonialismo en India socavó la economía local mediante la destrucción de suindustria textil y la negligencia absoluta en el manejo de obras públicas a cargo delEstado. Sin embargo, Marx también defiende el colonialismo británico como undiscurso de desarrollo. A pesar o a causa de su devastación económica y ocial, elgobierno colonial en India es finalmente provechoso porque genera el espacio quepermite introducir un sistema económico moderno que promete no sólo revolucionarla producción sino también debilitar las estructuras políticas y sociales del despotismooriental.

27 En el análisis final, la industrialización introduce una dialéctica necesaria de progreso

tecnológico y avance cultural que será de utilidad para la población india a largo plazo.“La pregunta es”, dice Marx en un célebre pasaje de sus cartas en India, “¿la humanidadpuede llegar a su destino sin una revolución fundamental en el Estado social de Asia? Sila respuesta es negativa, sin importar los crímenes que haya podido cometer Inglaterra,ella fue el instrumento inconsciente de la historia que trajo consigo esa revolución”(Marx, 1993, p. 307). En el contexto de China, el “Imperio Celestial” que describe como“la antítesis total de Europa”, Marx sostiene que: “Es casi innecesario observar que, enla misma medida en que el opio ha alcanzado soberanía sobre los chinos, el emperadory su corte de mandarines pedantes han sido despojados de su propia soberanía.Parecería como si la historia primero tuviese que emborrachar al pueblo antes de podersacarlo de su estupidez ancestral” (Marx, 1993, p. 327). Y así Marx sugiere que la Guerradel Opio, que marcó la exclusión de China de la familia (europea) de naciones, tambiéndeterminó la simultánea interferencia sobre la soberanía del Emperador y surestricción, así como el doloroso, aunque necesario, comienzo del proceso demodernización en China.

28 De esta manera Marx configura el colonialismo en China como iniciando un proceso de

evolución histórica, desarrollo económico y progreso político bajo la mirada atenta dela dominación europea que compartía sus supuestos y principios fundamentales con losdiscursos civilizadores de la Ilustración. Por supuesto, Marx no vivió para ver elmovimiento independentista de India, ni la victoria comunista de Mao, dos de lasprincipales revoluciones históricas del siglo XX que marcaron la modernidad socialista,el advenimiento de la descolonización y los proyectos de desarrollo, el tercermundismoy el sueño de los no-alineados, el surgimiento de las guerras frías y calientes en Asia y,más recientemente, el auge y la proliferación de la globalización. Juntos, estos eventosrequirieron la reubicación de las teorías marxistas convencionales sobre lascontradicciones entre los medios y las relaciones de producción en el contexto

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contemporáneo del capitalismo global post-industrial, el reajuste estructural y labiologización y capitalización de la vida humana.

29 A primera vista, para volver a la película de Kwan, la dialéctica marxista de la

Ilustración colonial de mediados del siglo diecinueve, aquella que prometía impulsar aChina e India hacia la modernidad de Occidente, parece encontrar a finales del sigloveinte un aliado dispuesto y receptivo en la figura de Chen Handong. En Lan Yu, él es elrepresentante paradigmático de una clase capitalista emergente en la aceleradaglobalización china de la década de 1980, ya no bajo la lógica del (semi)colonialismoeuropeo del siglo XIX, ni del socialismo programado posterior a 1949, sino bajo lacreciente influencia del desarrollo neoliberal liderado por Estados Unidos. Nunca se nosaclara cuál es la verdadera naturaleza de los negocios e inversiones de Handong consocios de Europa del Este (enfrascados en su propio desarrollo económico posterior a1989), quienes aparecen esporádicamente a lo largo de la película. Sin embargo, desdelas escenas iniciales sabemos que su empresa vale más de cien millones de yuanes, unacifra astronómica para entonces (e incluso hoy en día). A medida que avanza el relato,nos enteramos de que Handong es el hijo mayor de un funcionario gubernamental deimportancia. Hace parte de los nuevos ricos de China que han sacado provecho de susvínculos con la elite gobernante y de las reformas económicas y esquemas deprivatización del gobierno posterior a Mao, los cuales transfirieron buena parte de laspropiedades nacionales a individuos y familias particulares. Al transformar susconexiones políticas en una extensa red de oscuros aunque lucrativos acuerdoscomerciales, Handong representa la nueva clase urbana en las regiones costeras y lasgrandes ciudades que, como lo señala Wang Xiaoming, constituye menos del uno porciento de la población del país, pero controla por lo menos la mitad del productointerno bruto. 9En este sentido, la política y la economía no están separadas, como lomandaría la ideología neoliberal; al contrario, es precisamente bajo el auspicio delautoritarismo político en China, como en todas partes, que se establece y conquista eseextremismo del mercado.

30 Así, Handong parecería ser el emblema más representativo de la circulación capitalista

(que va de la mano del guanxi chino), un tema que permea absolutamente el contexto,la crisis y el desenlace de la narración. Esta lógica de circulación llega incluso agobernar en gran medida las interacciones personales de Handong con Lan Yu, llevandosu relación a repetidos conflictos justo en los precisos momentos en los que éstaamenza con evolucionar hacia algo más profundo y emocionalmente significativo. Entodos estos apartes, Handong se distancia deliberadamente de Lan Yu al intentarreducir su relación al lenguaje del intercambio. Lo intenta de una manera quepodríamos reconocer dentro de la narrativa occidental del ‘amante benefactor10 y sujoven protegido’. En otros momentos, Handong describe sus interacciones mediante elvocabulario del “contrato y el intercambio”, como si se tratara de una transacciónentre un prostituto y su cliente. Utilizando frases de cajón, el hombre de negocios ledice a Lan Yu que “cuando ya no nos sintamos bien, nos separamos”, o que cuando “dospersonas se conocen demasiado bien, es tiempo de separarse”. A lo largo de susnumerosos rompimientos, acusa a Lan Yu de no corresponderle adecuadamente sugenerosidad y reta al joven a encontrar otro “cliente tan dadivoso como yo”.

31 Handong—a veces pródigo y tierno, a veces cruel y tosco—abruma a Lan Yu con dinero

o costosos regalos. De esta manera, organiza estratégicamente su capital en una lógicade circulación e intercambio, con la que evita cualquier responsabilidad emocional y

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compromiso con el joven. Estos intercambios se hacen cada vez más y másextravagantes, a medida que la relación de los dos hombres se intensifica en el tiempo:de pequeñas cantidades de dinero a cuantiosas sumas en vestuario importado, un carronuevo y, finalmente, una villa en las afueras de la ciudad dotada de una impresionanteescalera en caracol que Handong regala a Lan Yu ante la inminencia de su matrimonio.Intentando enmarcar su relación en el lenguaje moderno de ‘amante paternalista’,Handong configura lo que podría ser interpretado como vale de afecto, como vale deintercambio.

32 Sin embargo, Handong encuentra sistemáticamente en Lan Yu un compañero reacio,

desafiante y rebelde. Aunque el joven muchas veces acepta de modo pasivo los regaloslujuriosos que Handong insiste en darle, no los ‘usa’. Vale decir que Lan Yu no permiteque esos regalos circulen en la economía del mercado de intercambio bajo la cualHandong trata de utilizarlos. Lan Yu no sólo guarda diligentemente todos los regalos deHandong, sino que, al hacerlo, se mantiene emocionalmente leal a él, rehusándose acircular en los crecientes círculos de capitalismo estatal o del deseo homo(sexual) deBeijing. Esto es, se rehúsa a circular él mismo—la ‘jugar’ con otros niños o, para el caso,niñas. Más aún, cuando Handong finalmente le presenta el anhelado pasaporte con visaa Estados Unidos, acompañado de una jugosa cuenta bancaria en el exterior, Lan Yu serehúsa a hacer el viaje. Recordando la teoría del signo de Jean Baudrillard, Lan Yu serehúsa al ‘valor de intercambio’ y al ‘valor de uso’ de los numerosos regalos deHandong. Por el contrario, apela a su ‘valor afectivo’ y ‘simbólico’ tratando deconfigurar esos ofrecimientos como inmaculados vales de afecto (1988).

33 En el vocabulario desarrollista de Marx, este joven del noreste rural ejemplifica el

impenitente ‘recolector’ del viejo modo de producción asiático. En un detalle reveladorde la perspectiva que Lan Yu tiene del mundo, encontramos en una escena justo antesdel frenético viaje de Handong a Tiananmen, varias valijas de ropa japonesa sin usarque el hombre más viejo le ha donado a Lan Yu. La ropa permanece sin usar en la partede abajo de un closet que Handong ha abierto para sacar un traje amarillo.

34 Los repetidos intentos de Handong para hacer a Lan Yu ‘más japonés’, más ‘moderno’,

parecen destinados al fracaso. Por eso, se presenta a Lan Yu como el recolectorprimitivo y premoderno, en tanto que Handong es la imagen del capitalista moderno y

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consumado, imagen que se refuerza por las crecientes conexiones de circulación eintercambio.

35 Sin embargo, esta división no se sostiene. Ciertamente debemos detenernos a preguntar

por qué Lan Yu, al igual que muchos de sus compañeros de universidad, permanecenapostados en la Plaza de Tiananmen el 4 de junio de 1989. ¿Cómo conciliamos estacuriosa imagen de un Lan Yu recolector pre-moderno y a la vez moderno agitadorpolítico? Si él se rehúsa a ser hecho “moderno” a imagen de Handong, ¿cómo es que LanYu puede ser el representante de la modernidad de esta otra forma? Mejor dicho ¿cómopodemos balancear la configuración de Lan Yu en la película como recolector primitivocon los relatos típicos de las protestas de Tiananmen como el movimiento político de lamodernidad e ilustración chinos, por la ‘democracia’ y los ‘derechos humanos’ violadospor la guardia del viejo régimen autoritario? En últimas, Lan Yu sugiere que volverse‘moderno’ en China no es asunto de moverse de un extremo al otro de una relación deopuestos—premoderno-moderno, rural-urbano, agrícola-industrial, recolector-capitalista, Oriente-Occidente, viejo-nuevo. Una vez más, la película de Kwan nos señalalo discrepante de la modernidad china. Esta forma emergente de humanidad—estanueva era de lo humano—es producida y triangulada precisamente a través de unadesafiante visión de la revolución socialista que disuena de las narrativas históricasdominantes de la China moderna, del desarrollo neoliberal y del progreso político ysocial.

36 Aquí vale la pena anotar que el movimiento social de Tiananmen de 1989 está

convencionalmente asociado con la fase posterior a 1984 de la reforma chinacomúnmente conocida como la ‘reforma urbana’ que consistió en una expansióngradual de los mercados bajo los mandatos neoliberales y sus promesas detransformación democrática y social del estado leviatán. Como lo señala Wang Hui, “noobstante, no debemos desestimar otro antecedente de este movimiento: el avance de lareforma urbana y la inminencia de reforma en el campo (expresada de manera másnotoria en asuntos como el sistema de precios, el sistema de registro doméstico, elsistema de seguro de empleo, y los temas ecológicos y de organización social básica)que llevaron la diferenciación de ciudad y campo a niveles aún mayores” (Wang Hui,2003, p.55). En este aspecto debemos tener en cuenta que el sistema ‘tradicional’ yautoritario criticado en el movimiento social de 1989 no era en realidad el viejo Estado‘pre-moderno’ (maoísta), sino el nuevo Estado reformista ‘moderno’. En otras palabras,mientras que Tiananmen pudo marcar el final de una vieja era de autoritarismocomunista (1949-1976), simultáneamente significó una “protesta contra lascontradicciones sociales inherentes a lo nuevo; fue (para estudiantes e intelectuales) unllamado a la democracia y la libertad, y también (para trabajadores y otros residentesurbanos) una demanda de igualdad y justicia sociales” (Wang Hui, 2003,p+62). Desdeeste punto de vista se podría decir que el deseo de expresión en Lan Yu dirige nuestraatención hacia esta dinámica crítica entre el Estado socialista y el capitalista, hacia unare-escritura del significado de Tiananmen. Desde otro ángulo, la película de Kwan exigeuna reconsideración de otra clase de modernidad en China, al cuestionar los vínculospermanentes entre reforma neoliberal, transformación democrática y justicia social.

37 Entonces, Lan Yu funciona como una figura sobredeterminada en la comprensión de

estas múltiples y problemáticas concepciones históricas de las desafiantesmodernidades chinas. El problema de la circulación, sobre el que la presencia de Lan Yullama inmediata y repetidamente la atención en la película—el asunto de una forma

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política elusiva a la que el deseo da una insistente expresión—significa la naturalezaincongruente y superpuesta de Tiananmen y el movimiento social de 1989, comoprotesta simultánea por y contra los impulsos neoliberales del pensamiento reformistadel

38 Estado chino. El estatus de Lan Yu de ‘campesino palurdo’ (según sus propias palabras)

del noreste rural conlleva, junto con el deseo expresivo de la homosexualidad, aexponer la irresistible tentación del desarrollo neoliberal como si se tratara de unaestratagema contradictoria, cuyo sentido cabal no puede ser completamente vertido enel vocabulario convencional de lo premoderno-moderno, Oriente-Occidente, viejo-nuevo, ni tampoco puede ser resuelto por una división simple de lo rural-urbano,agrícola-industrial. La enigmática presencia de Lan Yu en la película de Kwan nos reta aencontrar un vocabulario nuevo para el análisis crítico.

39 Recordemos aquí que es precisamente el estatus de campesino palurdo, de recolector

impenitente, el que resuelve la crisis narrativa de la circulación en la película de Kwan,pues ella rescata el día, salva la vida de Handong, reconcilia su amor torturado y,finalmente, preserva el deseo expresivo de la homosexualidad. Sólo después de queHandong es arrestado por corrupción y enfrenta la pena de muerte, Lan Yu ‘hace uso’de los vales de afecto de su amante como vales de intercambio. Haciendo efectivos estosbienes, Lan Yu los pone en circulación, agregándoles sus propios ahorros. Así puedeaportar el ‘capital’ necesario para el soborno que rescata a Handong de un finalinminente, reposicionándolo en la senda de la acumulación y la especulación. Sinembargo, como el incidente mismo de Tiananmen, el estatus de dicho soborno esdecididamente ambivalente, develando un sentimiento fundamentalmente anti-democrático dentro del neoliberalismo. Distorsiona los límites entre el espacio de loeconómico y lo político, al tiempo que eleva la pregunta por la circulación ‘impropia’ enun mercado ‘libre’ supuestamente carente de influencia política y corrupción. Ensíntesis, un soborno así desnaturaliza la separación distintiva de lo público y lo privado—la separación distintiva de las esferas política, económica y cultural—sobre la cual sepredica la ideología (neo)liberal.

40 En la escena de la prisión, ya hacia el final de Lan Yu, Handong le pregunta a su

hermana, Yongdong (Lu Fang) y a su cuñado Daning, cómo pudieron conseguir los tresmillones de yuanes de soborno para su liberación. Al igual que Lan Yu, quien aprendeuna lección fundamental acerca de la imposibilidad de separar el valor afectivo delvalor de intercambio, el capitalista aprende una lección igualmente importante acercade la imposibilidad de separar el valor de intercambio del valor afectivo:

41 Yongdong: Liu Zheng hipotecó su casa. Pero todavía estábamos cortos. Entonces Lan Yu

nos oyó. Vino al día siguiente con todo el dinero que hacía falta.

42 Handong: ¿Lan Yu? ¿No se había ido para los Estados Unidos?

43 Daning: ¡Enfrentabas la pena de muerte! ¿Cómo podría haberse ido a los Estados

Unidos, sin siquiera pensarlo? Handong: ¿De dónde sacó tanto dinero?

44 Yongdong: Oí que vendió la villa que le regalaste. También puso sus propios ahorros.

45 Daning: El dinero se puede recuperar. Pero vida sólo tenemos una. Lan Yu entiende eso.

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Melodramas Del Neoliberalismo

46 Entonces, ¿por qué debe morir Lan Yu?

47 Porque él debe pasar a mejor vida en el momento exacto de la solución emocional,

cuando la pareja ha conciliado sus disímiles perspectivas del mundo y se ha establecidoen el patrón mundano de la satisfacción cotidiana de la cohabitación, otras vecesllamada “vida doméstica de pareja”—¿qué podemos entonces apresurarnos a describircomo el surgimiento de una identidad gay global reconocible? ¿ Es Lan Yu simplementeel queer melancólico que debe ser sacrificado al final, el que no tiene un lugar propio enel surgimiento de la China moderna? (Y ello pese a su integración a la agradecidafamilia de Handong) ¿O es Lan Yu un adelantado a su tiempo, un heraldo profético de labrillante y reluciente China del futuro, de una nueva humanidad todavía por venir?

48 ¿Simboliza este joven una forma añeja de la cultura tradicional, un rezago de lo

primitivo y pre-moderno que aparece para salvar el día sólo porque ésta está a punto dedesaparecer? ¿Acaso Lan Yu es una víctima del desarrollo, un vestigio del pasadosocialista cuyos ideales de justicia e igualdad son inalcanzables y erradicados por lainexorable marcha del progreso neoliberal? ¿Es la muerte accidental de Lan Yu, dondeél industriosamente erige día tras día una alegoría del abuso al trabajador ruralmigrante forzado a irse a la ciudad en busca de una mejor vida, un masivo y sombríopúblico perfectamente utilizable por la cruda lógica del capitalismo global, laexplotación y la dominación? Por supuesto que Lan Yu es todo eso y nada de eso.Recordando las palabras de mi segundo epígrafe: cada una de estas posiblesinterpretaciones “puede sustentarse y, al mismo tiempo, caracterizacionesdiametralmente opuestas pueden respaldarse con el mismo número de ejemplos”.

49 En Tales of Sound and Fury Thomas Elsaesser observa que la persistencia del

melodrama familiar como género cinematográfico podría indicar las formas en que lacultura popular hace las veces de nicho para el “hecho de que los perdedores no seansiempre quienes más se lo merecen”. Sin embargo, tal perspectiva también rechaza unacomprensión del “cambio social en contextos distintos de los privados y términosdistintos de los emocionales. En ello, obviamente, hay una sana desconfianza de laintelectualización y la teoría social abstracta—que insiste en que otras estructuras de laexperiencia (las del sufrimiento, por ejemplo) están más en contacto con la realidad.Pero esto también ha significado ignorancia acerca de las verdaderas dimensionespolíticas y sociales de estos cambios y su causalidad y, en consecuencia, ha fomentadoprogresivamente formas de entretenimiento masivo cada vez más escapistas”(Elsaesser, 1985, p.170).

50 En el mejor de los casos, señala Elsaesser, el melodrama familiar se las arregla para

evitar este impulso escapista y presenta a todos sus personajes como víctimasconvincentes. De esta manera, la crítica a la victimización es desviada de la “arbitrariay finalmente obtusa lógica de los motivos privados y la psicología individual”. Bajo talescondiciones, el melodrama familiar surge como una forma cinematográfica “capaz dereproducir más directamente que otros géneros, los patrones de dominación yexplotación existentes en una sociedad determinada, especialmente la relación entrepsicología, moralidad y conciencia de clase, al enfatizar tan claramente una dinámicaemocional cuya contraparte social es una red de fuerzas externas que ejercen presióninterna y con las cuales los personajes mismos chocan inocentemente para convertirseen sus agentes” (Elsaesser, 1985, p.185).

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51 Quisiera interpretar el melodramático final de Lan Yu, su abrupta y almibarada

conclusión, en esos términos. El deseo expresivo en Lan Yu configura la película comoun “melodrama del neoliberalismo”, como una afectividad invasiva en relación íntima einsistente con el público y lo social: a los dictados económicos de la circulacióncapitalista, al tortuoso surgimiento político de la modernidad socialista, alproblemático desarrollo cultural de la subjetividad y del deseo homosexuales comosíntoma de esos dictados en competencia. Finalmente esta afectividad extendidaculmina en un impulso auto-destructivo encarnado en la transición de la enigmáticafigura de Lan Yu. En el dislocado espacio de la China contemporánea, para volver aAckbar Abbas, “la afectividad a su vez se vuelve problemática” (1997, p. 27). De hecho,este impulso afectivo es incontenible.

52 La película termina con un final elíptico y abierto: el largo y continuo parpadeo difuso

de la panorámica de Beijing, filmado desde el interior del carro de Handong, un cierreque dura casi cuatro minutos. De nuevo, se nos presenta el problema del afecto y delespacio, ya que el ‘cuadro’ del desarrollo neoliberal—el sitio del accidente mortal de LanYu, aprisionado tras un amasijo de columnas de concreto y barandas metálicas deconstrucción—aparece sólo a través de la lógica de la desaparición: la velocidadconstante del veloz auto de Handong desafiando las barreras visuales de acero yconcreto.

53 Fiel a la forma clásica del melodrama, esta escena de exceso emocional—de tiempo y

espacio queer—está desplazada al régimen acústico de la película. La voz de Handongen off, es un recuerdo dirigido a su desaparecido amante: “¿Sabes qué? Beijing estáahora igual que antes. Construcciones por todas partes. Edificios arriba y abajo.Siempre que paso por el lugar de tu accidente me detengo. Pero mi mente está en pazporque siento que en realidad nunca te fuiste”. Este diálogo interno con su amanteperdido da paso a la canción de Huang Pinyang que acompaña la imagen de una Beijing(des)apareciendo. Su estribillo efectista, “¿Cómo te atreves ser testigo de mi pena?” (Nizenme shede wo nanguo?), se repite una y otra vez, hasta prácticamente saturar ladiéjesis de la película hasta sus momentos finales.

54 En la medida en que el deseo expresivo produce exceso emocional, que no puede ser

contenido, se torna en signo de queerness que resiste y re-elabora las normas

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convencionales y las narrativas históricas dominantes por medio de las cuales noshemos acostumbrado a evaluar el orden de las cosas. Al hacer del deseo expresivo unproblema formal de visualización, y de tiempo y espacio, la película de Kwan presentatodo un juego de elementos estéticos que introducen una revaloración crítica de laforma política: el espacio de desaparición y surgimiento; el tiempo vacío y homogéneodel capitalismo; la superficial marcha hacia “el fin de la historia”. Elvis Mitchell, en sureseña de Lan Yu para The New York Times, escribe: “Las escenas del Sr. Kwan estántan delicadamente elaboradas que el impacto de cada una parece mayor instantesdespués de que termina” (Mitchell, 2001). En ocasiones, la simple edición de una escenaa otra lleva a cambiar de día. En otras, ésta marca el paso de meses e incluso años. Senos deja a nosotros el inferir retroactivamente los momentos y movimientos de unespacio y tiempo queer a través de detalles sutiles: el tamaño de celulares cada vez máspequeños, el cambio de la moda y los carros último modelo. El tempo narrativo de LanYu, nos damos cuenta, no está registrado en el espacio y el tiempo y vacíos yhomogéneos del capitalismo—en una simple cronología histórica o en cualquiercomprensión convencional del ‘reinicio’ de la historia china mediante el progresoneoliberal. En su lugar, está representado por el afecto queer del deseo expresivohomosexual.

55 En un diálogo revelador con Lan Yu, Handong discurre sobre la muerte de su padre y su

próximo funeral. El hombre mayor se pregunta cómo es que él es incapaz de derramaruna sola lágrima por su propio padre pensando en su reacción extrema ante la muertedel Presidente:

56 Handong: De repente recordé el día en que murió el Presidente Mao. Cuando escuché las noticias,

estaba tan contrariado, que lloré. Lloré mis ojos durante varios días. Pero por mi padre, no lloro.

57 Lan Yu: Yo era muy joven entonces. Sin embargo recuerdo que todos en el pueblo lloraba. Nunca

he visto a mi padre llorar como ese día.

58 Handong: ¿Cuál es el punto? La muerte es la muerte. Es el final de todo.

59 Lan Yu: No es exactamente el fin mientras subsistan los recuerdos.

60 Este intercambio acerca de una pasión exagerada y una filialidad equivocada, tiene

lugar en la villa que Handong le ha regalado a Lan Yu, un hogar que el joven aún no hausado ni decorado en el estilo burgués acostumbrado. Pero la supuesta separación entreuna conciencia revolucionaria malentendida y una modernidad capitalista reinante sealarga en una tensión sugestiva con la respuesta de Lan Yu frente a la convicciónracionalista de Handong de que “la muerte es la muerte. Es el final de todo”. “No esexactamente el fin,” afirma el joven, “mientras subsistan los recuerdos”. Se trata, porsupuesto, del efecto acumulativo de estos excesos de memoria lo que constituye elterreno queer del deseo expresivo.

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61 Lan Yu termina donde empieza. El comienzo y final de la película, nos damos cuenta,

son idénticos y de esa manera sencillamente se oponen al ‘progreso’ de la narración.Éstos repiten la mañana del accidente de Lan Yu y su muerte repentina. El joven, de piejunto al lecho que comparte con Handong, ejecuta su rutina diaria de la afeitada.Mientras se mira en el espejo del vestier, su reflejo asimétrico capta la imagen de unHandong que duerme plácidamente a su lado.

62 Estos recuerdos, y de igual forma la película de Kwan, son narrados desde la perspectiva

de Handong, en una extenso flashback con su voz en off. Finalmente resulta que eldeseo expresivo de la película no pertenece al enigmático Lan Yu sino,sorprendentemente, a Handong el ‘frío’ capitalista. En el último análisis, este tiempo-espacio queer se le debe a los recuerdos dilatados del empresario acerca de su jovenamante, como la foto melancólica de la extravagante villa que una vez compartieron yque ahora cuelga en la puerta del cuarto, la cual sólo vemos cuando Lan Yu la cierra,saliendo de la habitación y de la vida de Handong.

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NOTAS

1. Lan Yu. Director Stanley Kwan (Golden Scene, 2001).

2. Rofel nos presenta una definición importante del término: “Con modernidades discrepantes

me refiero a un mundo de interacciones obligadas y violentas en el cual emerge un espacio

imaginario que produce relaciones tardías con la modernidad. Ésta es algo con lo que la gente

lucha porque conlleva efectos que reafirman y, a la vez, amenazan la vida. Esta lucha es lo que la

gente comparte, como el piso de un cuadrilátero de boxeo (incluyendo apuestas y egresos fijos),

más que una forma universal con sus particularidades locales. Esta última perspectiva es la

ideología de programas de ajuste estructural”.

3. Tomo la definición de “desaparición” de Abbas (1997), quien describe el Hong Kong anterior a

1997 como una “forma de vida con su mezcla de trampas coloniales y democráticas […] en

inminente peligro de extinción. ‘Cualquier cosa que uno sepa que pronto no tendrá, se convierte

en una imagen,’ escribió una vez Walter Benjamin. La inminencia de su desaparición, argumento,

fue lo que precipitó el interés intenso y sin precedentes por la cultura de Hong Kong […] el

cambio de estatus de cultura en Hong Kong podría ser descrito así: de la alucinación inversa, que

sólo ve el desierto, a una cultura de la desaparición cuya apariencia se posa en la inminencia de

su desaparición” (Abbas, 1997, p.7).

4. Lan Yu está basada en unas “memorias” anónimas publicadas en internet, en 1997, bajo el

título Beijing Story (Beijing Gushi). Jimmy Ngai adaptó la historia para el guión de la película.

Kwan filmó Lan Yu en la ciudad capital sin permiso oficial del gobierno. La naturaleza clandestina

de la producción de Kwan eliminó cualquier posibilidad de repetición de las demostraciones

masivas en la Plaza Tiananmen o su violenta represión el 4 de junio de 1989. “De cualquier

forma,” señaló en su reseña A.O. Scoot, “una parafernalia como esa habría irrumpido en la

extraña intimidad de la película”. Ver A. O. Scoot, “Passion Erupting Amid Political Upheaval”,

The New York Times, 26 de julio de 2002. Así describió Kwan la experiencia de filmar Lan Yu: “Al

principio estaba bastante preocupado… Había trabajado en calidad de director de películas como

Center Stage y Red Rose, White Rose en la China continental, pero en cooperación con un estudio

chino y todo había sido previamente aprobado por parte de la Junta Estatal de Cine. Pero para

esta película, el tema todavía era tabú. Aunque una historia de amor entre dos hombres podría no

ser gran cosa comparada con las películas sobre asuntos políticos, definitivamente no me iban a

decir: ‘Sí, puede hacer su película; está aprobada’. Sin embargo, sucedió que miraron para otro

lado. […] Hicimos la película en Beijing y la gente de la Junta de Cine sabía que estábamos ahí. Y,

cuando la película ganó un premio en Taiwán, ello fue mencionado en los periódicos de Beijing

(no en los titulares, pero sí en el reporte). Fue sorprendente”. Ver D. Kehr, “At the Movies”, The

New York Times, 26 de julio de 2002.

5. Lisa Rofel, “The Traffice in Money Boys,” Positions: East Asia Cultures Critique (en prensa).

6. Estos debates, por supuesto, asumen la capacidad universal de traducir la homosexualidad y un

estándar universal para medir la homofobia en diferentes contextos culturales y economías

políticas. Ver Eng, D. L.; Halberstam, J. & Muñoz, J. E. (2005). Introduction: What’s Queer about

Queer Studies Now? Social Text 84/85, 23(3-4), 1-17.

7. Goldman escribe: “No hay duda de que a comienzos del siglo XXI, la creciente economía de

mercado de China, su rápida descentralización política, su pluralismo social y cultural, su

naciente democracia y la apertura internacional parecen más cercanas a la historia anterior a

1949 que a la centralización política, economía estatal, homogeneidad cultural y aislamiento

internacional de la era de Mao… Sin embargo, mientras que China ha restablecido su historia y ha

revivido las reformas y métodos utilizados en la primera mitad del siglo XX, ahora se mueve en

direcciones nuevas e impredecibles”.

8. Berry señala: “La conformación de una agencia colectiva está en peligro de perderse de vista

otra vez. Esto es un movimiento ideológico en sí mismo, consciente o no, que sigue la tendencia

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individualista liberal de negar lo colectivo y llevar la atención lejos de él, como lo ejemplificó el

célebre comentario de Margaret Thatcher acerca de que la sociedad no existía, comentario que

hizo teniendo un cargo que le daba el poder de transformar la mismísima entidad que negaba.

Salir de este atolladero exige repensar las teorías de la subjetividad, incluyendo las que se

derivan del psicoanálisis, más que rechazarlas de plano” (p.143).

9. La historia de los nuevos ricos, según lo explica Wang Xiaoming, “es muy corta; de menos de

dos décadas. De los ‘diez mil yuanes’ de ingreso a comienzos de la década de 1980, se pasó a

ingresos de diez millones e incluso a cien millones de yuanes a finales de la década de 1990. Hoy

en día se nota la presencia de los nuevos ricos a lo largo de la región costera y en las grandes

ciudades. […] Esta clase constituye menos del uno por ciento de la población, pero controla por lo

menos la mitad del producto interno bruto. […] No obstante, los estrechos vínculos entre esta

nueva clase y la clase dirigente actual cada vez son más evidentes” (2003, pp. 591-592).

10. En la versión original aparece la expresión “sugar daddy”. La hemos traducido como “amante

benefactor” para significar la persona mayor que mantiene a su joven amante (protegé).

RESÚMENES

El presente artículo analiza cómo la película Lan Yu, del director Stanley Kwan, retrata el

surgimiento de la homosexualidad en la China contemporánea más allá de su legitimación en

reconocidos términos identitarios occidentales: la afirmación de una población minoritaria

existente pero poco reconocida; la defensa de la “perversión” sexual; la búsqueda por la libertad

sexual, el reconocimiento legal y los derechos políticos; la justificación de un estilo de vida

consumidor burgués, o incluso la expresión de un amor que universaliza y vincula a dos

individuos abstractos. En contraste, en la película de Kwan la homosexualidad y su deseo

expresivo marcan la aparición de un nuevo humanismo en la China (post)socialista bajo las

sombras del capitalismo global y el desarrollo neoliberal. Así, al ayudar a situar a China en el

lugar debido dentro de un mundo cosmopolita globalizado, los gays y las lesbianas actúan como

precursores de una nueva modernidad. Desde esta perspectiva la homosexualidad funciona como

una herramienta crítica para organizar y evaluar continuidades y rupturas históricas propias del

pasado (semi)colonial chino, sus aspiraciones revolucionarias por una sociedad modernista, y sus

actuales inversiones en el orden neoliberal del mundo capitalista.

Stanley Kwan’s Lan Yu configures the emergence of homosexuality in contemporary China far

beyond its validation in recognizably Western identitarian terms: the affirmation of an existing

but misrecognized minority population; the defense of sexual “perversion”; the positing of sexual

freedom, legal recognition, and political rights; the justification of a bourgeois consumer

lifestyle, or even the expression of a universalizing and binding love bringing together two

abstract individuals. Instead, in Kwan’s film, homosexuality and its expressive desire mark the

emergence of a new humanism in (post)socialist China under the shadows of global capitalism

and neoliberal development. Gays and lesbians, that is, are harbingers of a new modernity,

helping to situate China in its proper place within a cosmopolitan globalized world. From this

perspective, homosexuality functions as a critical tool for organizing and evaluating the

historical continuities and ruptures among China’s (semi)colonial past, its revolutionary

aspirations for a socialist modernity, and its present investments in a neoliberal capitalist world

order.

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O presente artigo analisa a maneira como o filme Lan Yu, do diretor Stanley Kwan, retrata o

surgimento da homossexualidade na China contemporânea além da sua legitimação em

reconhecidos termos identitários ocidentais: a reafirmação de uma população minoritária

existente, mas pouco reconhecida; a defesa da “perversão” sexual; a busca pela liberdade sexual,

o reconhecimento legal e os direitos políticos; a justificativa por um estilo de vida consumidor

burguês ou inclusive a expressão de um amor que universaliza e vincula dois indivíduos

abstratos. Segundo o autor, contrário ao anterior, no filme de Kwan a homossexualidade e seu

desejo expressivo marcam a aparição de um novo humanismo na China ‘pós-socialista’ sob as

sombras do capitalismo global e do desenvolvimento neoliberal. Assim, ao ajudar a posicionar a

China no lugar certo dentro de um mundo cosmopolita globalizado, os gays e as lésbica atuam

como precursores de uma nova modernidade. A partir desta perspectiva, a homossexualidade

opera como ferramenta crítica para organizar e avaliar continuidades e rupturas históricas

próprias do passado semi-colonial chinês, suas aspirações revolucionárias por uma sociedade

modernista e seus atuais investimentos na ordem neoliberal do mundo capitalista.

ÍNDICE

Palavras-chave: China, neoliberalismo, colonialismo, modernidade capitalista, modernidade

socialista, homossexualidade, querness, desejo

Keywords: China, neoliberalism, colonialism, capitalist modernity, socialist modernity,

homosexuality, queerness, desire

Palabras claves: China, neoliberalismo, colonialismo, modernidad capitalista, modernidad

socialista, homosexualidad, queerness, deseo

AUTORES

DAVID L ENG

B.A., English and East Asian Studies, Columbia College, Columbia University, Nueva York, EE.UU.;

M.A., Comparative Literature, University of California, Berkeley, EE.UU.; Ph.D., Comparative

Literature, University of California, Berkeley, EE.UU.; actual profesor, English Department,

University of Pennsylvania, EE.UU. Correo electrónico: deng[at]english.upenn.edu.

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Debate

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Parejas del mismo sexo: entre lajusticia y la política

1 Como consecuencia de una demanda interpuesta por Colombia Diversa y el Grupo de

derecho de interés público de la Universidad de los Andes, la Corte Constitucionalreconoció en la Sentencia C-075 del 7 de febrero de 2007, que la Ley 54 de 1990 -la cualgarantiza derechos patrimoniales a las parejas heterosexualesdebía proteger también alas parejas del mismo sexo.

2 El que la Corte reconociera exclusivamente los derechos de las parejas heterosexuales,

ignorando la realidad de las parejas del mismo sexo, violaba la Constitución y losderechos fundamentales de gays y lesbianas; en otras palabras: “…la ausencia deprotección en el ámbito patrimonial para la pareja homosexual resulta lesiva de ladignidad de la persona humana, es contraria al derecho al libre desarrollo de lapersonalidad y comporta una forma de discriminación proscrita por la Constitución”.

3 A pesar de este histórico reconocimiento, y como parte del cambio social que muchas

veces recoge y a la vez propicia estos avances legales, las parejas del mismo sexo tienenque enfrentar el desconocimiento, los prejuicios y/o la ausencia de mejoresherramientas jurídicas al momento de hacer efectivos sus derechos patrimoniales.

4 Como resultado de una continua lucha por alcanzar la legitimación de las parejas del

mismo sexo, el 3 de octubre de 2007 la Corte Constitucional reconoció en la sentenciaC-811 el derecho a su afiliación en salud, reiterando las consideraciones de la sentenciaanterior. Estas decisiones, junto con la que en el futuro tomará la Corte Constitucionalsobre la sustitución pensional, se producen en medio de un debate político que sesostiene actualmente en Congreso de la República. Dicho debate estudia proyectos deley que corresponden a los derechos reconocidos por la Corte, abriendo así unadiscusión acerca de la conveniencia y legitimidad del reconocimiento de los derechosciudadanos en las instituciones del Estado Colombiano.

5 Rodrigo Uprimny, ex magistrado de la Corte Constitucional, y Gina Parody, senadora,

fueron invitados a debatir sobre este tema y sobre la tensión que existe entre lasventajas y desventajas del proceso de reconocimiento de derechos legales en la Corte oen el Congreso de la República

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EN LA SENTENCIA C-075 DE 2007, LA CORTE CONSTITUCIONAL RECONOCIÓ LOSDERECHOS PATRIMONIALES DE LAS PAREJAS DEL MISMO SEXO. SIN EMBARGOACTUALMENTE ESTÁN EN CURSO DOS PROYECTOS DE LEY QUE DE NUEVO INCLUYENESTOS DERECHOS PATRIMONIALES. ¿QUÉ RIESGOS Y OPORTUNIDADES VEN A ESTASITUACIÓN?

Rodrigo Uprimny (RU): En mi opinión es mejor que la definición del alcance de losderechos se haga dentro del escenario legislativo, pues eso permite que estosderechos sean legitimados de forma más democrática. En ese sentido, en principioestoy a favor de que esas decisiones se tomen por el medio legislativo. Sin embargo, elriesgo que se corre es que el proceso político de minorías usualmente estigmatizadas,como son las minorías homosexuales, suele no ser un instrumento adecuado paraproteger sus derechos puesto que en esos escenarios responde al principio demayoría. Aquí se encuentra una de las grandes justificaciones al control deconstitucionalidad y a la existencia de tribunales constitucionales, los cuales, por serórganos, en un comienzo plantean tensiones con el principio democrático, comoafirman algunos teóricos contra-mayoritarios. Por esta razón tienen la capacidad deanular decisiones de las mayorías protegiendo, por ejemplo, a estas minoríasusualmente estigmatizadas que no logran que sus derechos sean reconocidos en elescenario legislativo a causa las restricciones que presenta el proceso políticomayoritario.

En ese marco general, si ya el tema fue definido por la Corte Constitucional y hayunos mínimos de protección, el desafío que tiene el Congreso es precisar y concretaresos mínimos definidos. Creo que este sería un buen escenario en donde, por un lado,se daría un diálogo entre la labor de los tribunales constitucionales de proteger losderechos de las minorías y la labor del escenario legislativo de configurar losdesarrollos y la protección de tales derechos. Ese podría ser el escenario optimista.Por el otro, el escenario pesimista sería aquel en donde surgieran limitaciones yregulaciones más restrictivas a los derechos de estas parejas; de allí derivarían lasdecisiones de la Corte Constitucional generando la necesidad de realizar nuevamenteun litigio constitucional para enfrentar dichas restricciones.

Gina Parody (GP): El Congreso de la República se encuentra dividido entre quienesconsideran que en un Estado de Derecho los poderes públicos deben garantizar losderechos de los ciudadanos, y quienes piensan que esos poderes públicos puedentomar la decisión de negarlos o de garantizarlos.

Esta discusión se materializó durante el debate de este proyecto: por un ladoestábamos aquellos a favor, argumentando

Que la sociedad no puede tener ciudadanos de primera y de segunda. Por ejemplo, elderecho a la salud y a la pensión lo tiene cualquier ciudadano colombiano por el sólohecho de serlo. Sin embargo, en nuestro país tenemos una excepción: cuando unapersona decide conformar una pareja con otra del mismo sexo. En este caso, el Estadono sólo no le garantiza ese derecho, sino que lo pierde. Por otro lado estaban quienes,bajo el argumento de la protección de la familia, se oponían a la iniciativa alegandoque otorgarle derechos patrimoniales y de seguridad social a las parejas del mismosexo atenta contra el núcleo fundamental de la sociedad.

El balance de toda esta situación es positivo, en la medida que el proyecto fueaprobado en los 4 debates reglamentarios y se dio una discusión que sólo 13 países delmundo han dado (entre ellos Brasil, Dinamarca, Noruega, Canadá, Italia o Bélgica). Sin

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embargo, con este proyecto sucedió lo que nunca había ocurrido: se hundió en laconciliación. Esto sucedió por dos motivos: tanto por el ausentismo de quienesapoyaban la iniciativa, como por el cambio de su voto de algunos congresistas. Noobstante, esto no implica que se esté imponiendo la visión de una sociedad menosigualitaria.

De hecho, en este proyecto apenas se está garantizando un mínimo de derechos. Esees el primer paso: sacar los temas a la luz pública y hacer entender que realmentetenemos un problema en cuanto a la garantía y el acceso a derechos. ¿Cómo puede serposible que una persona, expulsada de su familia, a quien se retiró todo el apoyocuando decidió asumir sus preferencias sexuales, no pueda dejarle su patrimonio oparte de él a su pareja? Esta es una de las tantas preguntas que se están comenzandoa hacer los colombianos, y ese es un buen comienzo para las “revoluciones” legalesque buscan otorgar derechos.

Entonces, si bien el camino para lograr que una amplia mayoría dentro del Congresoapruebe los derechos patrimoniales y de seguridad social de las parejas del mismosexo es duro, no es ni imposible, ni impensable. Creo que esta nueva generación decongresistas ha entendido que tenemos en nuestras manos la oportunidad de seguirconstruyendo una sociedad más incluyente e igualitaria.

MUCHOS DE LOS DEBATES SOCIALES, POLÍTICOS Y MORALES, RELACIONADOS CONGRUPOS MINORITARIOS EN COLOMBIA SE HAN SOLUCIONADO FAVORABLEMENTE ENLA CORTE CONSTITUCIONAL PERO NO EN EL CONGRESO, ¿QUÉ OPINIÓN LES MERECEESTE FENÓMENO?

RU: A mí en principio, ese no me parece el mejor escenario. Lo ideal es que haya unademocracia vigorosa en donde las mayorías gobiernen pero tengan sensibilidadsuficiente para tomar en cuenta los derechos de las minorías discriminadas y, porconsiguiente, que la protección de esos derechos se haga en el escenario legislativo. Amí me parece más satisfactorio tener un escenario como el holandés, en donde losderechos de las parejas del mismo sexo son reconocidos y regulados en un debatelegislativo, que el escenario colombiano en donde tiene que hacerse eso a través dellitigio constitucional. Precisamente, sin embargo, la idea de funcionariosconstitucionales consiste en que la democracia no se agota en el principio de mayoríasino en que, por el contrario,, la democracia surge de una complementariedad entreel respeto por los procedimientos mayoritarios y la protección de los derechosfundamentales. Cuando los derechos fundamentales no son protegidos en elescenario democrático surge la necesidad de una salvaguarda y dicha salvaguarda esquizás el tribunal constitucional. En conclusión, no me parece el escenario másdeseable, pero me parece que muestra la importancia de preservar una justiciaconstitucional independiente y con sensibilidad a los derechos de las minorías.

GP: Un Estado de derecho está concebido para garantizar derechos y no para otorgarprivilegios. Ahora, como el Congreso se ha mostrado conservador en algunos temas yha negado algunas iniciativas, es apenas natural que sea la Corte Constitucional laque entra a mediar. Esa es la esencia de la separación de poderes dentro de lademocracia. Es preferible que la Corte decida sobre los derechos fundamentales yobligue al Congreso a legislar sobre ciertos temas, y no que la única posibilidad quetengan los colombianos sea acudir al legislativo. En ese caso, sólo nos restaría deseary buscar elegir un congreso más progresista y moderno, además de éticamenteirreprochable.

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El Congreso tiene que entender, y para eso es necesario el debate, que la nuestra no esuna sociedad en la que unos son libres y otros no, o en la que unos pueden ejercer susderechos y otros no. Limitar a una parte de nuestra sociedad derechos como la saludy las pensiones simplemente nos hace enemigos de la libertad.

A PESAR DE QUE LA SENTENCIA DE LA CORTE TIENEN EFECTOS JURÍDICOS PLENOS YVINCULANTES, EN UN PAÍS CON UNA TRADICIÓN LEGALISTA COMO EL NUESTRO SEHAN PRESENTADO PROBLEMAS DE APLICACIÓN, DIFUSIÓN Y COMPRENSIÓN DE ESTASENTENCIA. ¿CREEN USTEDES QUE LA EXPEDICIÓN DE UNA LEY TENDRÍA MAYORESIMPACTOS SIMBÓLICOS Y PRÁCTICOS PARA GARANTIZAR ESTOS DERECHOS QUE LOSQUE TENDRÍA LA SENTENCIA?¿CÓMO SUPERAR DE FORMA DEMOCRÁTICA LOSBLOQUEOS POLÍTICOS A ESTE TEMA EN EL CONGRESO, ASÍ COMO ELDESCONOCIMIENTO Y LA NO APLICACIÓN DE LA SENTENCIA DE LA CORTE?

RU: La respuesta a la primera pregunta es sí, ese es el escenario más deseable. Si elprocedimiento legislativo no resulta efectivo a la hora de defender derechos de lasminorías y los tribunales constitucionales (en este caso la Corte Constitucionalcolombiana,) deben establecerse unos marcos normativos para la protección de esosderechos. Lo ideal es que eso, a su vez, tenga un efecto capaz de movilizar lo quealgunos han llamado un diálogo constitucional entre los jueces y la legislatura. Unaconcreción de esas definiciones constitucionales hechas por el juez constitucional enregulación del legislativo tiene varias potencialidades: la primera es que legitima laprotección de los derechos porque está en el doble escenario de la democracia que esla justicia constitucional y el procedimiento legislativo. La segunda que permite queel legislador, que cuenta con mayor legitimidad democrática, pueda adoptarregulaciones y desarrollos más específicos pues resulta muy problemático que losasuma un juez constitucional. Finalmente, que hace inobjetable la protección de esosderechos en la medida en que nadie podría negarse a cumplir una ley que a su vezsurja y sea desarrollo de una decisión constitucional.

¿Cómo evitar esos bloqueos? Digamos que ahí no hay respuesta fácil o evidente,porque cuando los jueces constitucionales toman esas decisiones es porqueprecisamente hay—en muchos casos no en todos—una cierta resistencia de losórganos, de los partidos representativos en el Congreso, a desarrollar esos temas y larelación puede no siempre ser armónica. Esto no sólo ha sucedido aquí en Colombia;hubo casos semejantes en los años 50 y 60 frente a todo el debate para implementarlas decisiones de la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, las cualesestablecieron la inconstitucionalidad de la segregación. En los distintos estados delsur de ese país hubo mucha resistencia para poner en marcha esa decisión deltribunal supremo y eso generó dificultades que trataron de ser removidas pordistintas vías. Por un lado, litigios constitucionales ya no frente al tema general sino acasos concretos; por otro, frente a movilizaciones políticas en favor de la decisión dela Corte Suprema; y finalmente un apoyo del Congreso Federal que finalmente en losaños 60 tomó cartas en el asunto y decidió cumplir y vigorizar la decisión de la CorteSuprema. Digamos que lo que se interpreta de esos esfuerzos es que en ciertos casosla cosa puede tomar su tiempo porque implica vencer resistencias políticas que noson fáciles.

GP: Yo no veo que la sentencia de la Corte se esté incumpliendo. Por el contrario, creoque ha ayudado a que muchas parejas del mismo sexo declaren su unión y a que otrosasuman su homosexualidad sin temor. La sentencia de la Corte es un primer pasopara reconocer a este sector de la sociedad que ha sido discriminado

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tradicionalmente, y, sumado a los esfuerzos de la Alcaldía de Bogotá y de otrossectores, acelerará el pleno reconocimiento de los derechos de las parejas del mismosexo.

Es necesario entender que la sociedad y las instituciones están viviendo un proceso,frente a la jurisprudencia de las Cortes. Hace 15 años era impensable que la CorteSuprema de Justicia obligara al Congreso a legislar sobre cierto tema, o que todas lasentidades acataran e implementaran lo expresado por un fallo de la Corte. Lo que síes claro es que la difusión de las normas y derechos resulta necesaria para que laaplicación tenga los efectos esperados. De lo contrario, la ignorancia de las normasserá el principal obstáculo para su aplicación.

Aun así, no creo que exista en el Congreso el bloqueo del que se habla . Aunqueexisten sectores muy conservadores en la sociedad que tienen influencia en elCongreso de la República pues ese es el juego político, también es una realidad queColombia ha venido avanzando para garantizar derechos fundamentales sindistinción; precisamente por eso es que necesitamos el debate.

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Documentos

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Archivo General de la NaciónSección: ColoniaFondo: Criminales, Tomo / Rollo 65, Folios 848r.v. y 883r.a 887r

NOTA DEL AUTOR

Los Editores del número agradecen al profesor Pablo Rodríguez por su ayuda en laidentificación y selección de este documento y a Julia Morales por su diligencia enconseguirlo. El trabajo de paleografía fue realizado por María Mercedes Ladrón deGuevara.

FOLIO 848R.

1 Nº 2

2 [Yllmo – Ilustrisimo] Señor

3 Señor de toda mi veneracion: Pongo en la [Supor-Superior] compre-/ hencion de V.

[uestra] S.[eñoria] Y.[lustrisima] que Doña Juana Maria Pinzon mujer de / Don AlexoFranqui ha denunciado a su marido como / delicuente en pecado nefando con MiguelVargas / que lo acompaña hace muchos años, y duerme / con el expresado Franqui apesar de ser el primero / caballero y actual Alcalde de esta parroquia y el segundo /mulato. Los fundamentos en que apoya su queja / resultan de la carta que original elevoa las manos / de uestra señoria Ilustrisima.

4 Ygualmente Ana Maria Joaquina Rivera / tambien aban- donada de su marido Don

Carlos Pinzon / a manifestado que este hace dos años duerme / con Salvador Camelo sucomplice en el pecado / de sodomia, y que el mismo delito ha cometido / su marido conun muchacho lla- mado Casiano / Dineros, y con Pedro Briceño, de esta feligresia.

5 Todo lo pongo en la sabia consideracion / de V[uestra]

6 S[eñoria] Y[lustrisima] en

7 cumplimiento de mi obligacion para la //

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FOLIO 848V.

8 providencia que la justificacion de Vuestra Señoria Ylus- trisima estime / conveniente.

9 Dios [gue – guarde] la preciosa vida de Vuestra Señoria Ylustrisima / los muchos años

que necesita esta Metropo- li para su / felicidad. [Pte.- Puente] [Rl.- Real] y Diciem- bre15 de 1800.

10 [Yllmo – Ylustrisimo] Señor

11 B[eso] L[a] M[ano] de V[uestra] S[eñoria] Y[lustrisima] Su mas rendido [Subdto –

Subdito] y reconocido [Cappn

12 - Capitan]

13 Ylustrisimo Señor Don Fray Fernando Fray Pedro Pardo

14 Del Portillo y Torres

FOLIO 883R.

15 [Sor – Señor] Juez de [Comicon – Comision]

16 Doña Juana Maria Pinzon y Bernal, vecina / de esta Ju- risdiccion, mujer legitima de

Don Alejo Franqui. Ante V[uestra] M[erced] como mejor proceda en [dro – dere- cho]paresco y / digo: que por V[uestra M[erced] se me intimo una Orden [Supor – Superior]dirigida a fin / de que jurase lo que habia depuesto contra mi esposo Don Alexo Franqui/ al cura de Puente Real Fray Pedro Pardo: que hechoseme saber / por vivo el relato, oinforme que hizo dicho [Pe - Padre] me admire, de que / se dixese, que yo hubierahecho tales producciones: y solo la ligereza / de la pluma, poca prudencia del incinadocura, pudiera haber / informado los disparates, que yo tal vez, como mujer, y que mehallaba / en cinta vociferaria contra mi inocente y amado esposo: y caso / que asisucediera fue- re en delirios, o locuras. Pues es constante: / que con los partos, ypasmos que he tenido, en ocasiones padesco delirios. Y solo hago memoria: que tomepasion, o senti- miento / contra mi dicho esposo, por que no asistia en casa, sin hacerrefleccion, / que se hallaba de Juez, y le era indispensable la asistencia / en laParroquia. Y si algo vocifere contra mi amado esposo / seria en los terminos [dhos -dichos]. Y por tanto me desdigo una, dos y tres / veces, y ahora en mi entero juicio ledevuelvo la honrra; / confesando, y a gritos publicando: que me ama, y en todo cumple/ como buen Christiano con sus obligaciones: y que solo su buena / cristiandad, yacrisolada paciencia, puede tolerar mis continuas / y pesadas imprudencias: cuando mehallo en cinta: y lo que me es mas sencible son las pesadumbres, que ocasiono a mi /amante esposo. Por tanto se ha de servir V[uestra] M[erced], dar al des- precio, / talinforme, en fuerza de mi relato, por ser [justª justicia]: la que mediante = / a V[uestra]M[erced] suplico provea según solicito, y en lo necesario etc. Juana Maria Pinzon yB[ernal]

FOLIO 884R. (AL MARGEN)

17 Santa Fe, y Junio 20 / de 1801. / Vista reservada con / todos los antecedentes / al

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18 Abogado Agente / Fiscal del Crimen. / (Rubrica) / Doctor Aguilar, El Abogado Agente / como

Fiscal del / Crimen que: Ha / visto las [diligs- diligencias] que ha practicado el Co- misionado / en

orden a inquirir /

FOLIO 884R. (AL TEXTO)

19 M[uy] P[oderoso] S[eñor]

20 En la valija del correo ordinario del 26 de Febrero ultimo;

21 / a la sazon que mi salud se hallaba en bastante / decaden- cia, recibi con mi mayor

respeto y veneracion / la Superior Providencia de V.[uestra] A[lteza], librada en 14 delmis- mo / mes, para que abriese sumaria informacion secreta,

22 / en los terminos que con el auxilio de la cosa presente / tuvieses por mas conforme

sobre los puntos contenidos / en las dos cartas y vista fiscal que en la presente /legalizada se me acompañaron, y que evacuada en / todas sus partes diese cuenta conlas diligencias, / informando al mismo tiempo lo que me parezca / y exponiendo eljuicio que llegase a formar de la verdad / con consideracion a la calidad de los testigos ydemas / ocurrencia en su examen y presentacion y desde / luego hubiera ordenado estasu- perior confianza a no / habermelo impedido mi indisposi- cion de salud, que /continuo hasta pocos dias antes al de mi traslacion / a la Parroquia de Puente Real y elinvierno que ha / sido sobre manera riguroso en todo el tiempo pasado, pero luego queeste dio muestra de abonanzar / y algunas treguas de mejoria mi males, resolvi / con elobje- to de poner en ejecucion el Superior Mandato / de vuestra Alteza trasladarme aaquella, y en efecto lo verifique / el dia trece de Mayo proximo pasado.

23 En los cuatro primeros dias de mi mansion //

FOLIO 884V. (AL MARGEN)

24 las torpes comu-/nicaciones que se denun-/ciaron contra Don Carlos / Pinzon y

Salvador Camelo, / y contra Don Alejo Franqui / y Miguel de Vragas. / Una y otra se hanseguido por actuacion separada. / La primera instrui / su- ficientemente para procedercontra los expre-/sados Pinzon y Camelo / por resultar señales nada / equivocas de su/ desordenada inclinacion y / fundandose presuncion / de su verdad, por dormir /juntos: vivir el primero / separado de su mujer, y haber sido motivo / para ello, laamistad / que contrajo con dicho / Camelo. El segundo se ha pretendido

25 / oscurecer por el / arrepentimiento de Doña / Juana Maria Pinzon, mujer / de Don

Alejo Franqui / a quien ella misma

26 / denuncio por el trato de sodo-

27 mia / que tenian uno y otro, / llegando a tal extremo / que pretendio que se / /

FOLIO 884V. (AL TEXTO)

28 en dicha Parroquia de donde son feligreses Don / Alejo Franqui y Don carlos Pinzon, me

dedique / con todo es- mero en inquirir con la mayor reserva, / lo uno, testigos que

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pudieran ser sabedores, / o tuviesen alguna noticia de los enormes / delitosdenunciados contra estos dos sujetos

29 / y lo otro, si en sus propias causas de / habitacion tenian aquellos la suya digo / sus

complices: pero como ni de lo primero / ni de lo segundo nadie me diere razon / quepudiera servir de presupuesto a mi / actuacion, resolvi dar a esta principio, / trayendopor primeros testigos a las dos consortes / de los denunciados, examinando / primero aAnna Maria Joaquina Rivera, / que lo es de Don Carlos Pinzon, prefiriendola / porhaberme informado, que no

30 vivia / con este y siguiendo en esta parte por / separado la correspondiente

informacion con / los testigos que me citase en mi declaracion, / hizelo asi como loacredita el legajo / numero 5º admitiendo solo el examen de dos / de ellos: el del unopor que se hallaba grave-/mente enfermo a distancia considerable, / y el otro, porausente, y sin noticia alguna de su residencia.

31 Como al mismo tiempo me hubiese / informado que la suya la tenia Don / Alejo Franqui

en su propia estancia,

32 / llamada San Vicente, y considerarse por lo tanto, / que su actual mansion en ella

mientras / duraba mi actuacion podria ser / causa de algun transitorio de lasdiligencias / que habia de practicar en cumplimiento / de mi comision, me sali delarbitrio de / confirmarlo pero de modo que no llegase a /

33 entenderlo, para lo cual, sabiendo que //

Folio 885r. (Al margen)

34 franqueara ella, para con / su complice; amenazandola / si no consentia en / sus iniquidades, y

sin / embargo de que dicha / mujer pretendio el remedio de un delito continuado por once o /

trece años; ella misma / a pretendido / darle nueva fuerza por una ocultacion / maliciosa y

conservar / la compañía, amistad / y union de aquellos / dos delincuentes que / descaradamente

y a su / vista han ofendido su / matri- monio. Esto solo / bastaria para proceder / contra ella, por

/ encubridora de tan / feos delitos y de haber sufrido tanto / tiempo una /comunicacion tan

repugnante / al honorde su estado / y de la naturaleza:/ a no ser que se / descubre muy bien el /

temor que le acompaña / de su marido ha / causa del [predominio] / y autoridad con que has-//

FOLIO 885R. (AL TEXTO)

35 el Alcalde Ordinario Don Manuel Garzon de Angulo / se hallaba en su hacienda a un dia

de distancia / de la pa- rroquia de Puente Real por medio de un / Personero le pasereservadamente oficio, significandole / por el, que para evacuar la reservada comision/ de Vuestra Alteza en que me hallaba entendiendo / convenia le librase a dichoFranqui comparendo, y / que cuando estando este alli le detuviese con algun honestopretexto por dos o tres dias. En efecto asi lo hizo este Alcalde previniendo / a su com-pañero Don Juan Crisostomo, que residia / en Puente Real, intimase a Don Alejo Franqui/ el comparendo, y que precisamente lo hubiese / de verificar el dia veintidos por latarde del [pº- proximo] Mayo, conminandolo con la multa de veinte y / cinco pesos, encaso de contravencion, y cuando / en este mismo dia lo consideraba ausente de/ sucasa, tuve noticia, que no habia obedecido / el com-parendo y que temeroso de que / micomision fuese diri- gida contra el; y en / ese mismo dia habia mandado a su consorte /

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Doña Juana Maria Pinzon, para que por / mas retractacion del denuncio que de sudelito / habia dado, facilitase y hallanase, que la causa / pues que de lo conta- rio /abandonaria su casa y familia y haria lugar / a donde nadie su piese de el. Todo lo qual,y / en los mismos ter- minos lo significo la misma / Doña Juana Maria Pinzon al Padrecura Fray / Pedro Pardo, suplicandole interpusiese toda su / autoridad para conmigo afin de que se truncase/ el asunto de su denuncio, y que a su marido / no se le siguiesedaño alguno.

36 Con noticia, que de todo este pasaje me / comunico dicho Padre cura llega el caso de

presentarseme la Señora Doña Juana Maria satisfecha de / que yo habia de dar alguncorte a la causa de su denuncio, pero viendo que yo en nombre / /

FOLIO 885V. (AL MARGEN)

37 ta a sus mismos / extraños (como dice el / Comisionado), los tiene / tan a su amaño que /

prefieren incurrir en el / horroso crimen de [per-/juro], antes que ocasionar / a su patron el

daño y /nota de delincuente. / No obstante aunque ella no ha querido / jurar jamas se ha /

apartado de lo que refirio / al Padre Fray Agustin / Archila; pues [spre.- siem- pre] sostuvo que

era cierto lo que habia / denuciado, o ya porque / descubrio que si decia la / verdad, perjudicaba

a / su marido; o por que protexto que se dexaria / hacer pedazos antes que / declarar que ya

estaba en paz con su marido. / Estas y las demas reflexiones / que vierte en su / informe el

Comisionado.

Folio 885v. (Al texto)

38 V[uestra] A[lteza], le amonestaba, reconvenia y estrecha- ba / a que bajo la religion y

gravedad del / juramento, de- clarase con arreglo al denuncio que / habia hecho de losenormes delitos de / sodomia y lenocinio en que compli- caba su / consorte Don AlexoFranqui, siempre se man- tubo / constante de no hacer el juramento expresando / convivas voces el sentimiento que / si juraba habia de decir como christiana / la verdad yque si la decia perju- dicaba con / ella a su marido Don Alexo Franqui, volvile / areconvenir segunda y tercera vez para / que prestase el juramento, siempre se mantuvo/ en su negativa aunque confesando / por cierta su delacion, exponiendo que en / ella,ni hecha pedazos, ni aunque le cortaran / un brazo, jamas se ratificaria con el /juramento a que le compelia, y mucho menos en las actuales circunstancias en que / enpaz y tranquilamente vivia con el / expresado, su consorte por quien ya se / habiaquitado la causa que habia / dado motivo a la delacion.

39 Acreditado todo este paraje con la decla-/racion del ama- nuence Don Jorge Ramirez, /

y certificacion del Escriba- no, de actuacion / por cuyas [contextas] exposiciones, sin/embargo de estar realizado el denuncio dado [pª-para]/ la nombrada Doña Juana MariaPinzon / y no hallan- do otro arbitrio, para adelantar la justificacion, que el de tomar /declaraciones a sus domesticos y arrendatarios circunvecinos, procedi a practicar esta/ diligencia, pero sin provecho alguno de la verdad, que intentaba sacar en limpio, por/ que los cinco testigos que examine a dos, como / instruidos y aconsejados (juzgolo asi)por la denunciante.

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FOLIO 886R. (AL MARGEN)

40 nado en su informe / no dejan duda de / la verdad de / am- bos denuncios y que / es preciso

evitar / la ocasión de su

41 / re[incidencia] que les propor-/cionara su libertad / si se mantuvieran en ello. Por tanto se ha

de servir / V[uestra] A[lteza] mandar / que separando el / sumario primero / del segundo; se

si[ga] / causa a los vecinos / y a los otros; / se pro- ceda a sus / prisiones, remiti-/endolos a esta

/ Capital, por caerle / justamente [ilegible] las / circunstancias ocurridas

42 /que nunca podra / perfeccionarse este / negocio allandose ellos a la vista / de sus dependientes

/ y amigos: Y que

FOLIO 886R. (AL TEXTO)

43 Y denunciado se han perjurado: por que es tanta / la au- toridad y predominio de que

usan los sujetos / principales y dueños de tierras de la Jurisdiccion de / Velez, sobre suscriados, sirvientes y arrendatarios / que aun quando estos les vieran cometer los mas /execrables crimenes [previsados] a declararlos bajo / la religion santa del jura- mento;querian / mas bien, como por regular se observa, gravar sus almas con notorio agraviode la justicia con un/ perjurio que declarar la verdad siempre que esta / ceda enperjuicio de aquellos; y no por otro temor / y [mira- mto.- miramiento] que deprecaverse de las vejaciones, / y molestias que se les habian de seguir, y sobre / todas,la de verse desposeidos de la tierra.

Preocupada de este temor y respeto iba ya / a perjurarse Simona [Bombiela], ultimotestigo / de la informacion que actue contra Don Carlos Pinzon, / negando las citas, quela mujer de este le hace / en su declaracion, a la manera que lo havia / ya executado sumarido Bernardo Castillo, pues / en el mismo acto del examen, suspendiendo por algun/ rato dar la respuesta a lo que se le pregunaba llorosa y conturbada izo estaexclamacion. Oh señor / gran trabajo es ser pobre y desbalido. Yo / temiendo el que me

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echen de la tierra iba a / negar en todo eso que se me pregunta, pero / es como se

contiene en la cita que se me / hace por Anna Maria Joaquina Rivera.

44 Por ese mismo temor y respeto llegue / tambien a com- prehender que no todos los

testigos de / esta informacion han declarado la verdad clara / y desnuda. Solo lo dos jo-venes Balentin y / Miguel Casiano Lineros se manifesta- ron en sus / dichos con muchocandor y sencilla realidad/ pues asi lo conoce en el modo de incinuarse.

45 Lo mismo note en la Anna Maria Rivera. / Tambien estoy en la crehencia de que al

testigo / Pedro Briceño, que no pudo ser havido para / tomarsele su declaracion loocul- taron, pues siendo vecino de la Parroquia de Puente Real / no hubo persona quediese razon de su para-/ dero.

FOLIO 886V. (AL MARGEN)

46 por lo mismo se radique / su conocimiento en este /[Tribl- Tribunal].Y por que

V[uestra] A[lteza] en el Auto / de 8 de[Febº- Febrero] tiene V[uestra] A[lteza] /mandado que se librara/ orden para que se remitiera / razon de las causas de /bestialidad seguidas en / años anteriores; se ha / de servir V[uestra] A[lteza] mandar /quesi se ha remitido se le / pase al que hace de Fiscal; y de lo contrario se les / repita alos [Alcs- Alcaldes] [Ordins- Ordinarios] / de Velez a quienes se / dirigio la primera para/ que se cumpla como esta / mandado en [Justª- Justicia]. Santa / Fe, Julio 3 de 1801=Vergara Autos en calidad de / reservados Rubricado [Provª- Providencia] por losSS[eñores] Virrey, Presidente / [Regte.- Regente] y Oydores de la [Audª- Audiencia] yChancilleria / [Rl.- Real] del [Rno.- Reyno] en Santa Fe a tres / de Julio de milochocientos y un años. Doctor Aguilar.

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FOLIO 886V. (AL TEXTO)

47 Por todas estas ocurrencias y en vista / de lo que cada uno de los testigos examinados /

ha declarado en particular, por una / exacta convinacion de sus dichos he llegado / aformar concepto de que Don Carlos Pinzon / y Salvador Camelo se hallan complices /en el delito de Sodomia. Lo primero por/ que viviendo aquel con su legitima [mugr-mujer] / y en su propia casa, por una de las / principales obligaciones del ma- trimoniodebia / preferir el lecho de esta, al de Salvador / Camelo con quien de continuo dormia,y / desprecio de dicha su mujer. Lo segundo por que / si esto lo hacia desnudo de todapasion y / malicia a que a que [fin] celarse mutuamente [qdo.- quando] por / alguntiempo se veian en la precisión de / estar separados y lo tercero, si con este trato yamistad no intervenia motivo / de torpeza; por que causa tanta osti- nacion [sic] / en elCamelo en no separarse del / Don Carlos, tanto, que llego a decirle en ocasión / en queel Don Carlos lo habia echado / de su casa no se separaria de el: a que se agrega / quepor quatro o cinco ocaciones que / Balentin [sic] Lineros durmio con don Carlos / quisoeste cometer con aquel el torpe / delito de Sodomia, según lo declara el mismo /Lineros.

48 La actuacion por lo respectivo a / don Alexo Franqui, no da tantos motivos / de

complicidad en los delitos de Le- nocinio / y Sodomia con [Migl. - Miguel] de Vargas, ysin/ embargo tambien lo juzgo en algun modo / comprehen- dido en estos feos excesospues / si libre de ellos estubie- ra, no hubiera / obligado a la mujer a pretexto de que sederro-/taria abandonandola y a sus hijos para / que pasase a la Parroquia y seretractase //

FOLIO 887R. (AL MARGEN)

49 [Vs- vistos] oy [sic] 4 de Julio / de 1801 por los [Ss- Señores]/ Alva y [Eztpª- ¿?]

Folio 887r. (Al texto)

50 del denuncio que habia hecho y que a fin / el temor de cum- plir con el comparendo

que / le habia librado el [Alce – Al- calde] Don Manuel Gavino / de Angulo, receloso deque fuese para apre-/sarlo, remacharle […..] los y remitirlo a esa/ Capital. Esto la mismaDoña Juana Maria / Pinzon lo refi- rio al [Pe- Padre] Cura Fray Pedro Pardo. / Por todolo qual pareciendome haber / cumplido en todo lo posible con el tenor del / Superiormandato de V[uestra] A[lteza] y no ha- biendo / consistido la demora que se ha notadoen / culpable omision mia, suplico con el mas / sumiso acatamiento se me dispense elque las adjuntas [diligs –diligencias] no las haya remitido al / [Supor- Superior]Tribunal em el [tmpo.- tiem- po] que debi / hacerlo.

51 Nuestro Señor Guarde la importante / vida muchos feli- ces años. Villa de Leyva

52 Junio 13 de 1801.

53 Muy Poderoso Señor Pedro Porras (rúbrica)

54 - FIN DEL DOCUMENTO -

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Lecturas

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El reto de pensar la distribución: Apropósito del libro de Janet Halley,Split Decisions: How and Why totake a Break from FeminismHalley, J. (2005). Split Decisions. How and Why to Take a Break fromFeminism. New Jersey: Princeton University Press.

Isabel Cristina Jaramillo

NOTA DEL EDITOR

Fecha De Recepción: 25 De Junio De 2007 Fecha De Aceptación: 22 De Julio De 2007 Fecha De Modificación: 30 De Octubre De 2007

NOTA DEL AUTOR

Agradezco la invitación de María Mercedes Gómez a participar en este número de laRevista de Estudios Sociales y los siempre oportunos y acertados comentarios de HelenaAlviar.

1 Un libro que desde su sub- título pregunta cómo y por qué “tomarse un descanso del

feminismo”, parecería darle la razón a una academia latinoame- ricana que todavíasostiene que el femi- nismo no tiene mucho que decir sobre la violencia y la pobrezaque caracterizan su situación actual. Adicionalmente, el planteamiento pareceespecialmente oportuno en un momento en el que el feminismo liberal -posando como“pers- pectiva de género”- adquiere un papel cada vez más protagónico en la formula-ción de políticas públicas a nivel nacio- nal, regional e internacional; así como en elperiodo en el que los estudios y las políticas LGBT se han convertido en el espacio para

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las reflexiones sobre la sexualidad, después de que las feminis- tas de la regiónabandonaran el tema y de que la idea de que el feminismo no tiene nada que decir sobrela sexualidad haya cobrado tanta importancia.

2 Por un lado, Halley propone un feminismo diverso y vibrante en el que dominan el

feminismo radical,11 el cultural 2 y el post- moderno (para llamar de algún modo elfeminismo de Butler33–sí, aquí Butler es ferozmente feminista). Por el otro,problematiza las articulaciones LGBT como mo- vimientos de identidad44 y su reclamode autoridad sobre el tema de la sexualidad55. La autora cumple ambos objetivos a tra-vés de cuidadosas reconstrucciones de los textos clásicos en cada uno de los campos, yde revisiones de los conflictos y conver- saciones que han venido desarrollándose entreellos durante los últimos 10 años.

3 Tan magistral recopilación justifica una lectura cuidadosa de todo el libro por parte de

iniciados y no iniciados. Sin em- bargo, es hasta las últimas páginas cuan- do Halleypresenta sus argumentos sobre lo que implica “tomarse un descanso del feminismo”;por ser profundamente per- suasiva y por contener contradicciones y vacíos delargumento, esta es la parte más fascinante. Con esto en mente quiero pro- poner unainterpretación del argumento básico de esta autora para luego apuntar a algunas de lasdificultades que encierra, particularmente la contradicción entre el énfasis en ladistribución y la imposi- bilidad de la distribución a la luz de las críticas de la autora alanálisis que parte de sujetos posicionados. Cierro anotando por qué el feminismoradical y el postmo- derno nos dicen todavía más que Halley en el tema de ladistribución, y por qué “tomarse un descanso del feminismo” tal vez no sea la mejormanera de entender los retos existentes al pensar la sexualidad en relación con ladistribución.

“Tomarse Un Descanso Del Feminismo”

4 El argumento de Halley se desarrolla en varias partes. En primer lugar establece sus

límites: teniendo en cuenta el recla- mo feminista sobre la diferencia entre lasexualidad y la reproducción, la autora anuncia que sólo hará referencia a los ar-gumentos feministas sobre la sexualidad y dejará para otra ocasión pronunciarse so-bre lo que el feminismo tiene para decir en cuanto a la reproducción: “no conside- roque los argumentos que presento aquí necesariamente funcionen para el lado [deldebate] relacionado con la reproduc- ción. Este libro –es sobre sexo” (p. 23).Adicionalmente, Halley deja en claro que “tomarse un descanso” no es lo mismo que“matar, superar, abandonar, aprisio- nar, inmolar o enterrar” el feminismo; por elcontrario, significa “pasar algún tiempo por fuera de él explorando teorías de lasexualidad, viviendo realidades e imagi- nando objetivos políticos que no puedanenmarcarse en sus términos” (p. 10).

5 En segundo lugar, Halley caracteriza al fe- minismo por su adherencia a tres proposi-

ciones: 1) m (hombre, macho, masculino, etc.) es distinto a f (mujer, hembra, feme-nino, etc.); 2) m > f; y 3) hay que estar a favor de f. En su opinión, adherirse a estasproposiciones, invita a dar un lugar privilegiado a lo que llama el “trío de la in-juria”.Según dicho trío: 1) las mujeres su- fren daños; 2) las mujeres son inocentes;

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6 y 3) los hombres son inmunes (no sufren ningún daño). En materia de sexualidad esto

quiere decir que en el sexo las muje- res sufren daños y son inocentes mientras que loshombres salen ilesos.

7 En tercer lugar, Halley hace un análisis de los costos y beneficios que podría tener

“tomarse un descanso del feminismo”. Por un lado, los costos resultan ser objecionesque la autora rechaza por exageradas, mal fundamentadas o peligrosas. Por el otro, losbeneficios son mucho más interesan- tes. En general podría decirse que son de dostipos: los primeros son aquellos que se refieren a la disciplina, academia o “teoría”.Para Halley, la insistencia del feminismo en ser la única teoría reconocida sobresexualidad—según lo cual ignorarlo equivale a “equivocarse”, “reproducir la misoginia”o “apoyar el heterosexismo”— impide reconocer que las huidas hacia otros campos delconocimiento puedan ser algo bueno, reforzando así la mala fe y aumentando elmoralismo.

8 En efecto, en la representación que la autora hace del feminismo las tendencias que

encuentra como dominantes son til- dadas de “estructuralismo paranoico” y “exigenciamoral a la convergencia”.

9 La primera, en cuanto obliga a encontrar siempre la misma respuesta, sería en parte

responsable de que el trabajo teórico pro- pio del feminismo haya dejado de tener elatractivo que tenía, además de cerrar las posibilidades de duda y por lo consiguien- teincentivar la mala fe6. Estos dos patro- nes se verían reforzados por la exigencia moral ala convergencia, la demanda de que cualquier desviación del mínimo fe- minista es“mala” en un sentido moral y no meramente teórico. Asimismo, el estruc- turalismoparanoico y la exigencia moral a la convergencia enfatizan el reclamo femi- nista de supropia inocencia y debilidad. Para Halley, ello impide a las feministas “ver” y hacersecargo de los daños que el feminismo puede causar a las mujeres y a los hombres,además de reproducir un perfeccionismo moral que no siempre es productivo a nivelpolítico porque, entre otras, genera desconfianzas de posibles aliados y los aleja sinnecesidad.

10 El segundo tipo de beneficios que Halley añeja a “tomarse un descanso del femi- nismo”

se refiere a los que tendrían las mujeres “reales” o aquellas que “deambu- lan en laactualidad”. Halley propone dos beneficios como propios a este tipo. Por una parte,anota, “tomarse un descanso del feminismo” puede hacer evidentes problemas dedistribución que existen entre las mujeres como género y entre las mujeres del primermundo y los hombres del tercer mundo. Por otra parte, y lo que es más importante,“tomarse un descanso del feminismo” puede contribuir a redu- cir la victimización delas mujeres. Para Halley, si nos tomamos en serio el poder de las representaciones, elénfasis femi- nista puesto sobre el sufrimiento de las mujeres puede considerarseresponsable de este mismo sufrimiento, bien sea por- que podría estarle robando a lasmujeres herramientas para imaginarse de otra manera los eventos de agresión sexual, oporque podría estar generando nuevos incentivos para la agresión sexual causada porlos hombres al enfatizar la gravedad de los daños soportados por las mujeres.

11 Ya para terminar la autora propone tres ejercicios que en su opinión ilustran cómo

podría alguien “tomarse un descan- so del feminismo”. El primero se refiere al reclamofeminista sobre la protección de la maternidad, específicamente pro- puesto porChristine Littleton (1987).El segundo se refiere a la defensa feminista enunciada porCatherine MacKinnon so- bre la decisión de la Corte Suprema de los Estados Unidos enel caso Oncale v. Offshore Coastal Services Co. El tercero se refiere al uso de argumentos

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del femi- nismo cultural por los jueces de la Corte Suprema de Texas en el casoTwynman v. Twynman.

12 El primer ejercicio difiere sustancial- mente de los siguientes. Por una parte, el análisis

no se refiere a un caso sino a un tema o problema. Por otra, Halley es más enfática en eltema distributivo. Lo que específicamente le preocupa es que cuando las feministasreclaman que la maternidad no debería costarle a las mujeres, no están teniendo encuenta que el cambio en los regímenes labora- les a favor de las mujeres blancas en losEstados Unidos podrían perjudicar a las mujeres que no tienen hijos, así como a loshombres en países del tercer mundo. Halley no predice cómo se darían estos costos,pero sí plantea que, por una parte, el feminismo no puede verlos porque es incapaz deaceptar que los hombres su- fran daños cuando se trata de beneficiar a las mujeres, y,por otra, que las propuestas feministas sobre el tema de la maternidad se caracterizanpor su realismo mágico: la fe en que los empleadores sí van a asu- mir todos los costos,que no va a haber desempleo, o que la economía no se verá afectada77.

13 En los otros dos ejercicios sobre Oncaley Twynman Halley intenta algo distinto.

14 Aquí lo que le interesa es introducir al debate interpretaciones alternativas de los

hechos e intereses en juego; es decir, alter- nativas al feminismo. En el caso Twyman v.

Twyman la Corte Suprema de Texas decidió que un cónyuge puede reclamar a otro unaindemnización por causarle intencionalmente daños emocionales al pedirle, bajoamenaza de divorcio, repre- sentar fantasías sadomasoquistas que le recuerden unevento de violación ocurrido mucho antes del matrimonio. Halley ar- gumenta quepensar en la violación como un daño irreparable es una idea feminista, hecho que fuecrucial en el fallo de los jueces; incluso cuando los dos jueces in- feriores, interpretandolos precedentes es- tablecidos por la Corte Suprema de Texas, hubiesen decidido locontrario.

15 Por su parte, Halley propone tres lecturas del caso. En la primera, la esposa que exige la

indemnización actúa como el es- clavo nietzscheano que se refugia en la moralidad paravengarse de aquellos que por extensión resultan involucrados en el daño que la ubicóen una posición de subordinación:

16 Experimentándose como profunda- mente dominada, ella decidió opo- nerse con el

poder de los débiles: él no era malo en el sentido de que actúo en contra de su voluntad,sino malo en el sentido de demoníaco. Y su proyecto moral de castigarlo, en su ferozdeseo de venganza, no tuvo en cuenta que William [su esposo]–pues– era un individuodiferente [al que la había violado] (p. 358).

17 En la segunda interpretación, inspirada en Foucault, lo que resulta estar en juego es la

monogamia marital. En este caso tanto el uno como el otro tienen guiones cultu-ralmente disponibles que los convierten en víctimas y victimarios, por lo que en últi-mas el resultado está menos relacionado con la inocencia y la culpa que con pre- servaruna institución de amplios poderes regulatorios como el matrimonio. En la ter- cerainterpretación, el juicio aparece como un escenario de conexión íntima que per- mitiríaa las partes continuar su relación y su resolución como la posibilidad de que cada unaquede sola y sin rumbo.

18 En Oncale v. Sundowner Offshore Servi- ces Co., la Corte Suprema de los Estados Unidos

decidió que un hombre cuyos compañeros de trabajo perseguían como objeto sexual(arrinconándolo y rozando sus penes contra él, entre otras agresio- nes) podíaconsiderarse víctima de discri- minación sexual por ser el blanco de con- ductas

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constitutivas de acoso sexual. La interpretación feminista, dada por Mac- Kinnon enuna intervención enviada a la Corte, es que las conductas desplegadas por loscompañeros de trabajo del deman- dante fueron conductas de dominación sexualdiscriminatoria puesto que dicha dominación “feminizó” al demandante.

19 Halley contesta a esta interpretación des- de el punto de vista del movimiento de

identidad de gays y lesbianas y también desde el punto de vista de la teoría queer.Según la primera de sus versiones, lo que realmente ocurrió fue que el demandantesintió pánico homofóbico directamente relacionado con su propia incapacidad paraasumir su homosexualidad. Este pánico habría sido el que guió y mantuvo el interés porel litigio, y el que se habría visto reforzado con la decisión de la Corte Suprema,favoreciendo el heterosexismo. En la segunda versión lo que está en jue- go es laproblemática misma del deseo: el hecho de que el deseo siempre sea peli- groso esambivalente, porque queremos y no queremos algo al mismo tiempo. En esta versión eldemandante estaría negan- do deshonestamente esta peligrosidad del deseo, y la Corte,al fallar como lo hizo, estaría reforzando una imagen de un de- seo domesticado sinningún riesgo.

Realmente ¿“Tomarse Un Descanso Del Feminismo”?

20 Es difícil estar en desacuerdo con Halley cuando nos invita a escapar del simplismo del

estructuralismo paranoico y a interrogar la exigencia moral a la convergencia. Ambosmecanismos de lealtad política cierran las posibilidades críticas de mane- ras pocoproductivas. En su presentación de los debates primero entre feministas y segundoentre feministas y pródigos (teo- rías queer y feminismos divergentistas), Halley proveesuficientes elementos para persuadirnos de que estas hayan incurri- do en estos viciosde la política. Cualquie- ra que se haya sentado suficiente tiempo con grupos defeministas encontraría que las políticas de la teoría se han traducido ampliamente enlas prácticas de las acti- vistas.

21 También es difícil estar en desacuerdo con Halley cuando le exige a las feminis- tas que

han logrado traducir sus ideas en legislación, decisiones judiciales y políti- cas públicas,que se hagan cargo de los costos que estos puedan estar generando, así como de losdaños que puedan haber- le causado a las mujeres y a los hombres. Aún si las feministaspiensan que hay muchos compromisos y cooptación, de modo que el derecho nunca hatraducido verdaderamente los proyectos feministas, el argumento de la debilidad delfeminis- mo y su inocencia, derivada de su margi- nalidad, no parece ser ya sostenible.

22 Pero si, en general, los argumentos que nos propone sobre por qué “tomarse un

descanso del feminismo” son persuasivos, sus intentos por plantear cómo tomarse esedescanso son menos exitosos. En mi opinión, esto tiene que ver con la di- ficultad quetiene Halley de entender la relación entre sexualidad y distribución, bien sea porqueconsidera que identifi- car “clases” de individuos implica asumir el estructuralismoparanoico (a), o bien porque no explica cómo el derecho distri- buye poder entre lasidentidades que crea (b). En este sentido, podría ser que antes de tomarnos un descansodel feminismo necesitemos producir una teoría que pue- da explicar cuál es laimportancia de los discursos sobre la sexualidad en términos distributivos (c).

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Intereses, Sexualidad Y Distribución

23 En el resumen que Halley hace del argu- mento dentro las primeras páginas de su libro,

enfatiza que:

24 Tal vez en últimas mi punto es que no podemos tomar decisiones res- ponsablemente

sobre qué hacer con el poder legal en sus múltiples formas sin tomar en consideracióntodos los intereses, grupos e incertidumbres que podamos reconocer. Para ejercerpoder responsablemente, necesita- mos enfrentarnos al hecho de que, cuandodecidimos abogar, negociar, legislar, adjudicar, oadministrar de un modo uotro,distribuimos tanto bene- ficios como daños en la vida social e ideológica – y que algunosde estos beneficios y costos, no importa cuán reales, pueden haber sido constitui- dospor las prácticas mismas de reco- nocerlos e intentar repararlos (p. 9).

25 En otras palabras, Halley plantea que to- mar decisiones sobre el derecho o en el

derecho implica entenderlo como distri- buidor de beneficios y daños en la “vida sociale ideológica”. Lo mismo sucede con entender que el ejercicio de identificar beneficios ydaños acarrea a su vez beneficios y daños.

26 Sin embargo, a pesar de esta apuesta por la distribución, Halley no llega nunca a

profundizar en los análisis distributivos que esboza; por el contrario, sugiere que elpresupuesto de la distribución es problemático y procede asumiendo que en materia desexualidad es mejor pensar que todos perdemos o ganamos lo mis- mo, que algunosganan/ganamos más que otros, y que esto que ganamos tiene alguna relación con ladistribución de poder e ingresos.

27 Halley esboza análisis distributivos sobre dos puntos: cuando se refiere al caso de la

licencia de maternidad y cuando nos ex- plica qué perdemos y qué ganamos si nos“tomamos un descanso del feminismo”. En el caso de la licencia de maternidad,como loindiqué más arriba, apenas si llega a sugerir que además de los intereses de las mujeresnorteamericanas puede ser relevante tener en cuenta los intereses de los hombres deltercer mundo. Punto.

28 En sus argumentos sobre qué perdemos y qué ganamos con el feminismo, la auto- ra

sólo hace la mitad del trabajo. Si bien señala los costos y beneficios de persistir en elfeminismo, no indica cómo se distribuyen dichos costos y beneficios; esto es quién ganay quién pierde con esta movi- da. Su sugerencia sobre que las “mujeres reales” pierdencon el feminismo, porque éste intensifica su sufrimiento, no pasa del enunciado. Estadificultad de pasar del enunciado podría relacionarse con su dificultad para aceptar queen materia de sexualidad puedan vincularse intereses a grupos de personas que estánposiciona- dos diferencialmente según el poder y los recursos que controlan. Halley serefiere a este punto en particular cuando discute las propuestas de Michael Warner.

29 De acuerdo con la autora existen dos po- sibilidades para pensar las políticas sexua- les:

o bien “las políticas sexuales implican involucrarse directamente con poderes socialesdistribuidos tan ampliamente e incorporados tan finamente en el mundo social que lascompresiones minoritarias no son adecuadas para entenderlas” (p. 243), y por esooponerse a los regímenes de lo normal implicaría que todos traba- jásemos (p. 243); obien “una población minoritaria sin nombre tiene una posi- ción epistémicaprivilegiada sobre cómo hacerlo [oponerse al régimen de la nor- malidad]” (p. 244).

30 Para Halley, adoptar la segunda posición, equivale a pensar igual que MacKinnon, así la

minoría en la que se esté pensando sea la de “los queers, a quienes incesante- mente se

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les está exigiendo alterar su ‘com- portamiento’” y quienes “pueden enten- derse comoprotestando no simplemente contra el comportamiento social normal sino contra laidea misma de que hay un comportamiento social normal, ellos traerán elescepticismo” (p. 244) (las cursivas son las mismas que Halley agrega al texto deWarner). Pensar igual que MacKinnon es incurrir en los vicios del estructuralis- moparanoico. Estos vicios son unas de las razones principales para querer “tomarse undescanso del feminismo”.

31 De todas formas, adoptar la primera po- sición implica renunciar al análisis distri-

butivo ya que trabajar a favor de todos es lo mismo que pensar que no hay nadieparticularmente perjudicado y, por lo tan- to, que el problema no es de distribución.Esto sería menos problemático si Halley no insistiera en que el problema sí es dedistribución.

32 Finalmente, en sus análisis de los casos Twynman y Oncale la autora actúa con- forme a

que en últimas se trata de opo- nerse a los regímenes de lo normal. En el casoTwynman, los análisis alternativos de Halley sugieren que lo que está mal tiene que vercon todos o con lo que so- mos individualmente: por una parte está el régimen de lamonogamia marital (y Halley no hace ningún esfuerzo por mos- trar que algunospierden más que otros con este régimen), y por otra el conflicto psicológico (porllamarlo de alguna mane- ra) de proyectar en otros el daño sufrido (en el análisisnietzscheano) o de desearcon masoquismo- prolongar el daño (en el último de los tresanálisis planteados por la autora para el caso Twynman). Así mismo, en el caso Oncalela alternativa que Halley considera que podría ser verdaderamente queer es una en laque todos nos apoderamos de los riesgos de nuestro propio deseo.

Distribución Y Derecho

33 En los análisis no feministas de Halley, además de estar ausente alguna representación

sobre quiénes ganan y quiénes pierden cuando se afirma el masoquismo, se niega lapeligrosidad del deseo o se re- fuerza la monogamia marital. Asimismo falta unareflexión sobre la manera en la que el derecho produce las identidades ydistribuye elpoder desde el cual se nego- cian los conflictos8.

34 En efecto, los actores de los casos que Halley analiza parecerían igualmente “libres”

para decidir si llevan sus conflictos a las instancias judiciales, con el mismo poder paranegociar los términos en los que se plantea el conflicto, y como igualmente afectados ensu poder y recursos por la manera en la que fue fallado el caso por la Corte Suprema.9

Por ejemplo, a propósito del caso Twyn man, Halley omite que la mayoría de losdivorcios no se litiga sino se negocia por fuera de las instancias judiciales y obvia laimportancia que tiene que este caso específico haya llegado hasta una ins- tanciajudicial. Tampoco nos dice si el esposo se vio sustancialmente afectado en su capacidadeconómica en razón de la indemnización que tuvo que pagar (de hecho, para losEstados Unidos los estudios muestran que son las mujeres y no los hombres los que vensu capacidad económica afectada en al menos un 20%), ni cómo puede uno imaginar- seque este tipo de indemnizaciones van a afectar lo que se les pague a las esposas porconcepto de alimentos en futuros divorcios (a las que reciban las indemnizaciones y alas que no); mucho menos intenta explicarnos cómo obligar a los esposos a indemnizarviolaciones pasadas puede afectar las negociacio- nes pre-matrimoniales, o si estopodría afectar las oportunidades que tienen las mujeres violadas de contraer matrimo-

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nio, ni siquiera si esto podría volversuna excusa para reducir la persecución de loscasos de violación (en últimas algún hombre -el que escoja mal su esposa- va a pagarlo).

De Regreso Al Feminismo

35 Aunque el feminismo que representa Halley parece mucho más una cárcel que un

espacio para articular nuevas respuestas a viejas preguntas, el aporte de los feminismosradical y postmoderno a la comprensión del problema de la relación entre sexualidad ydistribución, y su capacidad para dar cuenta de cómo el derecho cons- truye posicionesde poder y las posibilidades de acumulación de recursos, hacen, en mi opinión, queestos feminismos sean una herramienta más poderosa que la que Halley es capaz deofrecer después de sus interminables críticas.

36 Así, quisiera proponer que lo más inte- resante del feminismo radical1010 no es su

énfasis en que el sexo siempre es sexo subordinado, o en la idea de que las mu- jeres sonmeros objetos de deseo de los hombres, como lo plantea Halley, sino su capacidad demostrar cómo la ero- tización de la dominación se relaciona con la falta de poder yrecursos de las mujeres. Para las feministas radicales no se trata simplemente de quelas mujeres pierdan porque no tienen sexo consen- sual o porque no pueden articularsu dé- seo, sino de que en razón de esto o para producir estos efectos las mujeres tienenempleos peor remunerados, no logran obtener posiciones en las jerarquías po- líticas yempresariales, terminan en pro- yectos de maternidad no deseados, etc. La sexualidades la raíz del problema no sólo porque produce ciertas identidades sino también porquedetermina quién gana qué en todas las negociaciones en- tre hombres y mujeres.

37 A su vez, el feminismo legal postmoderno de Mary Joe Frug y Duncan Kennedy es

interesante porque es capaz de dar cuen- ta de cómo las normas jurídicas definen lasposiciones de negociación de hombres y mujeres en cada situación, y cómo lasdiferentes situaciones de negociación se relacionan entre sí. El siguiente párrafo deKennedy es ilustrativo del método de ambos autores:

38 Puede ser que los hombres no violen o amenacen con violar a sus muje- res en los

conflictos sobre quién debe realizar las labores domésti- cas, pero los hombres quecategóricamente renuncian a violar a las mujeres lo hacen como parte de un complejonegocio con ellas que afecta quién hace cuánto trabajo doméstico. Parece plausible quelos hombres logren mayor cooperación de las mujeres, a cambio de no vio- larlas, de laque lograrían si la idea de que los hombres son potenciales violadores no fuera parte denues- tra cultura. Puesto que podemos imaginarnos un programa legal que redujeraradicalmente la inciden- cia de la violación, el impacto de la violación sobre el poder denegocia- ción relativo de los hombres no vio- lentos y de las mujeres es una fun- cióndel sistema legal (1993, p.104).

39 En este sentido, el proyecto de acentuar las divergencias dentro del feminismo y de

canibalizar sus argumentos para tras- cender sus límites (entre otros el de estarsiempre a favor de las mujeres) resulta más atractivo que simplemente “tomarse undescanso”. Esto no porque podamosllegar a una teoría comprehensiva que dé cuenta detodos los intereses y trabaje a favor de todos sino, más bien, porque buscamosrearticular los puntos de disen- so y profundizar en la comprensión de los proyectospolíticos en los que queremos involucrarnos.

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NOTAS

1. En la versión de Catherine Mackinnon. Véase, “Feminismo, Marxismo, Método y Estado: Una

Agenda para la Teoría” y “Feminismo, Marxismo, Método y Estado: Hacia Una Teoría del Derecho

Feminista” en Crítica Jurídica (Mauricio García Ville- gas, Isabel Cristina Jaramillo Sierra y Es-

teban Restrepo Saldarriaga, eds.), Bogotá, Universidad de los Andes y Universidad Nacional de

Colombia, 2006, pp. 163-221. Véase también, Catherine Mackinnon, To- ward a Feminist Theory of

the State, Cam- bridge, Harvard University Press, 1989 y Feminism Unmodified, Cambridge, Har-

vard University Press, 1987.

2. En la versión de Robin West. Veáse, en particular, Robin West, Caring for Justice, New York,

New York University Press, 1997.

3. Véase, en particular, Judith Butler, Gender Trouble, New York, Routledge, 1990.

4. La autora ya había enfrentado el tema de los problemas en la representación de gays y

lesbianas a la luz de los parámetros de la opresión racial en su artículo “Gay Rig- hts and Identity

Imitation: Issues in the Ethics of Representation” en The Politics of Law (David Kairys, ed.), Basic

Books (3rd. Edition, 1998), Pp. 115-145. Aquí discute las complejidades involucradas no sólo en el

proyecto de identidad en torno a la sexualidad, sino también aquellas que organizan dicha

identidad de acuerdo con la comprensión feminista de la sexualidad.

5. Aunque Halley cree que la acusación fe- minista de misoginia dirigida a los autores que no

adoptan la posición feminista al ha- blar de la sexualidad es poco productiva, su cuidado en

presentar los argumentos femi- nistas sobre la sexualidad reubica al femi- nismo como un

interlocutor importante en el debate.

6. Sobre el estructuralismo paranoico como argumento crítico, véase Duncan Kennedy, “A

Semiotics of Critique” en (2002) Cardo- zo Law Review, 22(3), 1147-1189. Kenne- dy había ya

propuesto una interpretación sobre los límites que el estructuralismo paranoico producía en el

argumento de Mackinnon en Duncan Kennedy, “Sexual Abuse, Sexy Dressing and the Erotization

of Domination” en (1992) New England Law Review, 26, 1309-1393. Halley reco- noce este texto

como uno de los pocos que intenta pensar el problema de la sexualidad por fuera de los límites

del feminismo.

7. Aunque Halley dedica muy pocas páginas a este ejemplo y sus sugerencias son inte- resantes,

su crítica es injusta con el femi- nismo en al menos tres sentidos. Primero, la propuesta que

estudia es de hace más de 20 años, cuando el asunto de la “globali- zación” no era discutido ni

siquiera por los académicos de los derechos de los traba- jadores. Segundo, porque dentro de

quie- nes adhieren a las tres proposiciones que según la autora caracterizan al feminismo ha

habido intensas discusiones en torno a si las licencias de maternidad favorecen o no a las

mujeres, incluyendo discusiones sobre los efectos de tal tipo de medidas sobre mujeres de color y

desempleadas. Véase, entre muchos otros, Gillian Calder, “Recent Changes to the Maternity and

Parental Leave Benefits Regime as a Case Study: The Impact of Globalization on the Delivery of

Social Programs in Canada” en (2003) Canadian Journal of Women and the Law, 15, 342 -366 ;

Dorothea Alewell y Kertin Pull, “An International Compari- son and Assessment of Maternity

Leave Legislation” en (2000) Comparative La- bor Law and Policy Journal, 22, 297-326; Barbara B.

Bergmann, “Subsidizing Child Care by Mothers at Home” (Working Pa- per Series, September,

1999, Foundation for Child Development); y Arnlaug Leira, “Caring as Social Right: Cash for Child

Care and Daddy Leave” en (1998) Social Politics, 5, 362 - 391. Tercero, porque Hal- ley no explica

en qué sentido el problema de las licencias de maternidad se relaciona con la sexualidad, que es

el tema al que supuestamente se restringe su crítica.

8. Véase Kennedy, D. (1993). Sexy Dressing etc. Cambridge: Harvard University Press.

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9. Estos supuestos han sido debatidos en textos clásicos sobre derecho y distribu- ción. Además

del texto de Kennedy citado justo antes, véase entre otros, Robert Hale, “Coercion and

Distribution in a Suppos- edly non Coercive State” en (1923) Politi- cal Science Quarterly, 38, 470

-494; Marc Gallanter, “Why the Haves Come out Ahead: Speculations on the Limits of Le- gal

Change ” en (1974) Law and Society Re- view, 9, 95-160 - ; y Lewis Kornhauser and Robert

Mnookin, “Bargaing in the Shadow of the Law: the Case of Divorce” en (1979) Yale Law Journal,

88, 950 -997 .

10. Me refiero principalmente a la MacKinnon crítica de los dos artículos publicados en Signs a

principio de los ochenta. Catherine MacKinnon, “Feminism, Marxism, Meth- od and State: An

Agenda for Theory” en (1982) Signs, 7, 515 - 544; y “Feminism, Marxism, Method and State:

Towards a Feminist Jurisprudence” en (1983) Signs, 8, 635 -638.

RESÚMENES

De aquí en adelante las referencias a este libro se harán indicando el número de la página entre

paréntesis. Las traducciones que se incluyen son de mi autoría. Los argumentos en este libro

habían sido ya parcialmente desarrollados por la autora en un artículo en el que firma como Ian

Halley (2004) titulado “Queer Theory by Men”, Duke Journal of Gender Law and Policy,11, Pp.7

-54

AUTOR

ISABEL CRISTINA JARAMILLO

Abogada, Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia; Doctor en Derecho (SJD),Harvard Law School, EEUU; actual profesora asistente de la Facultad de Derecho,Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia. Correo electrónico:ijaramil[at]uniandes.edu.co

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