Info-ética: principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

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Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic 1 INTRODUCCIÓN Si la palabra “jesuita” es usada todavía como sinónimo de la palabra “mentiroso”, preferiría que la misma, simple, operación se realice en referencia a la palabra “periodista”, lo cual corresponde más a la verdad 1 . Esta provocadora preferencia de un conocido escritor británico fue formulada hace ya bastantes décadas 2 (al parecer con base empírica en algo que, como se verá a continuación, ya desde entonces sucedía); sin embargo, el pasar de los años y la acelerada evolución del periodismo la hacen volver una vez más tal vez con formulaciones distintasa un primer plano. Repasamos tres casos. En 1998 perdí mi puesto de redactor en The New Republic y mis colaboraciones con otros medios como periodista independiente por haberme inventado docenas de artículos. Lamento profundamente mi comportamiento de entonces y todo el dolor que ha causado 3 . La declaración anterior es de Stephen Glass. Su nombre y el de la publicación para la que trabajó, The New Republic, fueron uno de los casos tristemente emblemáticos relacionados con la invención, tergiversación, manipulación y acusaciones de plagio en el periodismo contemporáneo. 1 G. K. CHESTERTON, Perché sono cattolico (e altri scritti), Gribaudi, Roma 1994. La traducción es mía. 2 Desde los tiempos inmediatamente posteriores a la así llamada reforma protestante, en Gran Bretaña nació y se desarrolló una creciente hostilidad hacia la Compañía de Jesús. Los sacerdotes jesuitas gozaban de óptima preparación intelectual y sólida adhesión al Papa, atraían a heterodoxos y los reconducían hacia la fe auténtica, lo que les hizo merecedores de una campaña de desprestigio reflejado después en expresiones coloquiales, hoy ya prácticamente extintas, como la de identificar la palabra «jesuita» con la de «mentiroso» (que en definitiva era una forma de deslegitimar a la Iglesia católica). Lo de Chesterton fue escrito en un contexto inglés que no corresponde al valioso trabajo de los padres de la Compañía de Jesús. Es evidente que aquí lo que interesa no es tanto la primera sino la segunda parte de la oración. 3 S. GLASS, El Fabulador, Planeta, Madrid 2003, nota introductoria.

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Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

1

INTRODUCCIÓN

Si la palabra “jesuita” es usada todavía como sinónimo de la palabra

“mentiroso”, preferiría que la misma, simple, operación se realice en

referencia a la palabra “periodista”, lo cual corresponde más a la verdad1.

Esta provocadora preferencia de un conocido escritor británico fue

formulada hace ya bastantes décadas2 (al parecer con base empírica en algo que,

como se verá a continuación, ya desde entonces sucedía); sin embargo, el pasar de

los años y la acelerada evolución del periodismo la hacen volver una vez más –tal

vez con formulaciones distintas– a un primer plano. Repasamos tres casos.

En 1998 perdí mi puesto de redactor en The New Republic y mis

colaboraciones con otros medios como periodista independiente por

haberme inventado docenas de artículos. Lamento profundamente mi

comportamiento de entonces y todo el dolor que ha causado3.

La declaración anterior es de Stephen Glass. Su nombre y el de la

publicación para la que trabajó, The New Republic, fueron uno de los casos

tristemente emblemáticos relacionados con la invención, tergiversación,

manipulación y acusaciones de plagio en el periodismo contemporáneo.

1 G. K. CHESTERTON, Perché sono cattolico (e altri scritti), Gribaudi, Roma 1994. La

traducción es mía.

2 Desde los tiempos inmediatamente posteriores a la así llamada reforma protestante, en

Gran Bretaña nació y se desarrolló una creciente hostilidad hacia la Compañía de Jesús. Los

sacerdotes jesuitas gozaban de óptima preparación intelectual y sólida adhesión al Papa, atraían a

heterodoxos y los reconducían hacia la fe auténtica, lo que les hizo merecedores de una campaña

de desprestigio reflejado después en expresiones coloquiales, hoy ya prácticamente extintas, como

la de identificar la palabra «jesuita» con la de «mentiroso» (que en definitiva era una forma de

deslegitimar a la Iglesia católica). Lo de Chesterton fue escrito en un contexto inglés que no

corresponde al valioso trabajo de los padres de la Compañía de Jesús. Es evidente que aquí lo que

interesa no es tanto la primera sino la segunda parte de la oración.

3 S. GLASS, El Fabulador, Planeta, Madrid 2003, nota introductoria.

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Contratado por la conocida revista The New Republic en 1995, cuando

apenas contaba 23 años, Glass comenzó a destacar bien pronto gracias a artículos

que parecían descubrir acontecimientos que ningún otro medio de comunicación

estaba dispuesto a decir y publicar. Así, entre 1996 y 1997 aparecieron artículos

firmados por Glass como Hazardous to Your Mental Health, Spring Breakdown,

Don't you D.A.R.E., Peddling Poppy y, finalmente, aunque ya en 1998, Hack

Heaven. Esta última redacción, sobre un hacker de 15 años que habría podido

violar el sistema de seguridad de una importante empresa que luego lo emplearía,

mereció la atención de un periodista de la revista Forbes, Adam Penenberg, quien

tras investigaciones logró poner en evidencia que la historia relatada en Hack

Heaven era falsa. Fue el principio del fin. Meses más tarde The New Republic

comunicaría que al menos 27 de las 41 colaboraciones de Stephen Glass para el

semanario4 eran falsas, contenían invenciones o elementos ficticios.

La repercusión en la opinión pública fue notoria. Años más tarde, en 2003,

el caso sería llevado a la pantalla grande. La cinta llevaría por nombre Shattered

Glass (El precio de la verdad fue el título que se le dio en castellano).

Vayamos un poco más adelante en el tiempo. El 10 de junio de 2011 el

famoso semanario británico News of the World publicó su último número, después

de 168 años ininterrumpidos de trabajo periódico. El cierre estuvo claramente

determinado por la larga serie de sospechas, al fin confirmadas, de mal

periodismo (interceptaciones telefónicas ilegales que les daban exclusivas

constantes). Aunque el caso no está ya cerrado, News of the World comprometió

la fiabilidad de toda una serie de medios hermanos, al ser parte del grupo

multimediático News Corporations5.

4 The New Republic dejó de ser semanal en marzo de 2007. Desde entonces la

periodicidad de publicación es quincenal.

5 Para conocer una lista detallada puede verse H. MARTÍNEZ FRESNEDA OSORIO – J.

DAVARA TORREGO – M. ORTEGA DE LA FUENTE, Los medios de comunicación a examen. Una

nueva perspectiva, Universidad Francisco de Vitoria, Madrid 2005, 162-164.

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Corrían los primeros días del mes de enero de 2002 cuando The Boston

Globe publicó una serie de reportajes sobre casos de abusos por parte de algunos

miembros del clero en los Estados Unidos. Mediáticamente hablando, fue el

principio de una crisis que ya dura dos lustros y que, desgraciadamente, ha

implicado también a otros sacerdotes –la mayoría ya difuntos– en otros países del

mundo.

Es verdad, como subraya John L. Allen Jr., en un artículo publicado en el

portal del The National Catholic Reporter6 que una falsa acusación contra un

sacerdote no se equipara al dolor de una víctima y que el hecho de que algunos

sacerdotes hayan sido acusados falsamente no atenúa mínimamente el deficiente

manejo de los casos por parte de algunos eclesiásticos.

Es precisamente en ese artículo donde Allen expone lo que viene a llamar

el nuevo símbolo de las falsas acusaciones de abuso sexual. Ese símbolo tiene un

nombre y un apellido: es el sacerdote irlandés Kevin Reynolds.

Después de algunos años de trabajo parroquial en Galway, Irlanda, el P.

Reynolds fue a Kenia como misionero. En mayo de 2011 un programa de

investigación de la principal cadena televisiva de Irlanda, la RTE, emitió un

programa titulado Mission to Prey donde el mensaje conductor era el siguiente:

los misioneros irlandeses habían ido a otros países no precisamente a misionar

sino a abusar de personas.

De los siete casos presentados en el programa, seis de los implicados ya

estaban muertos (y por tanto sin posibilidad de defenderse) así que el programa se

centró en el vivo, en el P. Reynolds.

En Mission to Prey la periodista Aoife Kavanagh entrevista a una mujer

keniata que afirma que el P. Reynolds la violó y embarazó en 1982, cuando ella

6 «A new symbol of false sex abuse allegations», en http://ncronline.org/blogs/all-things-

catholic/new-symbol-false-sex-abuse-allegations [02.12.2011].

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tenía 14 años. A raíz de esa supuesta violación daría a luz posteriormente a Sheila,

a quien el programa afirma que Reynolds proporcionó dinero en secreto.

Para completar el montaje del programa, Kavanagh va a la parroquia del P.

Reynolds al que aborda al final de la misa pidiéndole declaraciones ante las

acusaciones de pederasta y violador en su contra. Conociendo que el programa

estaría pronto al aire, el P. Reynolds remite a la cadena RTE una carta del obispo

de Kakamega, Kenia, donde el prelado da constancia de la buena reputación del

sacerdote irlandés. Pero el P. Reynolds dio un paso más: se ofreció a que se

hiciera una prueba de paternidad para que constase que él no había abusado ni

tenido una hija con nadie.

Sin esperar los resultados el programa fue emitido y Reynolds fue retirado

de su parroquia (de acuerdo a los protocolos actuales de la Iglesia católica en

Irlanda). Según las referencias de Allen, medio millón de irlandeses vieron el

programa transmitido en horario estelar y 338.000 lo escucharon por radio al día

siguiente.

Pocas semanas después se conocieron los resultados de la prueba de ADN:

Reynolds no era de padre de la niña. Llegó la disculpa de la cadena RTE, hablaron

de la imagen impecable que durante 40 años había tenido el P. Reynolds y el

director general de la cadena de televisión, Noel Curran, llamó al programa uno de

los más graves errores de redacción que jamás se han hecho. No obstante, el

daño moral ya estaba hecho.

El punto aquí, periodísticamente hablando, es por qué proyectaron la

emisión sin la prueba de paternidad confirmada. Según el artículo de la web del

National Catholic Reporter, la mayoría de los observadores creen que el

programa refleja un clima general de Irlanda en la que los sacerdotes son visto a

priori como culpables. Al respecto es ilustrativo este dato:

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5

Según un sondeo realizado por The Iona Institute, ahora muchos irlandeses

creen que el número de sacerdotes implicados en el escándalo de los

abusos a menores es muy superior al que en realidad es.

[…] los informes más autorizados sobre lo sucedido en Irlanda sitúan en

un 4% el porcentaje de sacerdotes acusados de haber cometido abusos

sexuales contra menores. Sin embargo, el 70% de los irlandeses

encuestados cree que esa cifra es superior.

En concreto, el 42% piensa que más de 1 de cada 5 sacerdotes irlandeses

son culpables de haber cometido abusos. De ese 42%, el 27% cree que el

número de sacerdotes abusadores supera el 40%, y el 18% sostiene que

más de la mitad del clero habría cometido abusos.

Los resultados del sondeo realizado por The Iona Institute muestran que la

confusión de la opinión pública irlandesa va a más. En efecto, una

encuesta realizada en 2002 por The Royal College of Surgeons situaba en

un 11% el porcentaje de ciudadanos que pensaban erróneamente que el

número de sacerdotes culpables de abusos eran más de la mitad del clero

de Irlanda. Casi una década después, el porcentaje de los que piensan eso

ha subido siete puntos.

Aunque los investigadores del sondeo de The Iona Institute no se detienen

en averiguar los motivos que han provocado este notable aumento de

personas que culpan a demasiados clérigos, no es aventurado atribuirlo a

un clima en el que ha habido mucho revuelo mediático y poco empeño por

estudiar a fondo los informes que se han ido publicando en los últimos

años sobre este escándalo7.

El artículo de Allen recuerda que si bien las acusaciones deben tomarse

siempre en serio también debe primar una dosis de cautela que indica que la

acusación no equivale a culpabilidad.

Por último, se menciona que ninguno de los involucrados en el programa

Mission to Prey, empezando por Aoife Kavanagh, han sido despedidos. No pocos

periodistas irlandeses aducen que los juicios deben basarse en la totalidad de una

7 Abusos en Irlanda, los crímenes de unos pocos estigmatizan a muchos, ACE Prensa, 4

de noviembre de 2011, en http://www.aceprensa.com/articles/abusos-en-irlanda-los-crimenes-de-

unos-pocos-estigmatizan-muchos/ [consultado el 30.04.2012]. Para la fuente íntegra en lengua

inglesa puede consultarse The Iona Institute, Most people overestimate number of priests guilty of

child abuse, 15 de noviembre de 2011, en http://www.ionainstitute.ie/index.php?id=1762

[consultado el 30.04.2012].

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carrera y no en un error puntual. Paradójicamente, cuando son los obispos los del

error puntual en el manejo de algún caso, tanto de abuso como de otro tipo, la

lógica se aplica de modo diferente.

El caso Reynolds es un ejemplo ilustrativo que, como dice Allen8, sirve

como recordatorio de los peligros de juicios apresurados que no hacen ningún

bien a las verdaderas víctimas de abuso sexual.

Las víctimas de esta forma de no periodismo son tanto la opinión pública,

pues se le priva de la verdad en la información a la que tiene derecho, como la

industria de la información, pues la credibilidad viene a menos y, en

consecuencia, el prestigio que supone la autoridad de informaciones verdaderas.

Es verdad que la responsabilidad ética no está únicamente en quien hace la

información sino también en quienes la reciben9. En no pocas ocasiones el

auditorio es quien suaviza la ética periodística al exigir del periodista

informaciones que no le son debidas, orillándolo a inmiscuirse en la vida privada

de terceras personas y, en un afán de competitividad, soliviantando a recurrir a

fuentes anónimas inexistentes, productos más bien del propio ingenio, de la

personal fantasía o al don de suponer las cosas, o en último caso a inventar10

con

el propósito de satisfacer:

8 «A new symbol of false sex abuse allegations», en http://ncronline.org/blogs/all-things-

catholic/new-symbol-false-sex-abuse-allegations [02.12.2011].

9 «La ciudad […] somos todos nosotros. Cada uno contribuye a su vida y a su clima

moral, para el bien o para el mal», recordaba Benedicto XVI en un discurso durante el homenaje a

la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre de 2009. Fue ahí también donde antes, refiriéndose a

los medios de comunicación, señaló: «Cada día los periódicos, la televisión y la radio nos cuentan

el mal, lo repiten, lo amplifican, acostumbrándonos a las cosas más horribles, haciéndonos

insensibles y, de alguna manera, intoxicándonos, porque lo negativo no se elimina del todo y se

acumula día a día. El corazón se endurece y los pensamientos se hacen sombríos» (Discurso

durante el homenaje a la Inmaculada Concepción en la Plaza de España, Roma, 8 de diciembre

de 2009).

10 Al respecto dijo Benedicto XVI en el Mensaje para Jornada Mundial de las

Comunicaciones Sociales de 2008: «Se constata, por ejemplo, que con respecto a algunos

acontecimientos los medios no se utilizan para una adecuada función de información, sino para

“crear” los acontecimientos mismos» (Los medios: en la encrucijada entre protagonismo y

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El más elemental sentido moral indica que el fin no justifica nunca los

medios y que no hay ámbitos exentos o dispensados de la ética. El derecho

a la información se debe armonizar con otros derechos humanos, de modo

que uno no anule los demás, sino que el equilibrio venga dado, en los

media, del grado de relevancia por el interés general de la cuestión privada

sobre la cual se quiere informar, pero nunca ir en detrimento de la dignidad

de la persona11

.

La desgastada relación entre «verdad» y «periodismo» sugiere una vuelta y

replanteamiento novedoso de la ética: una base irrenunciable que ponga de

manifiesto la posibilidad de un trabajo profesional convertido en servicio en el

ámbito de la información. Esta necesidad ha quedado evidenciada también por

Benedicto XVI en el mensaje para la XLII Jornada Mundial de las

Comunicaciones Sociales de 2008:

Cuando la comunicación pierde las raíces éticas y elude el control social,

termina por olvidar la centralidad y la dignidad inviolable del ser humano,

y corre el riesgo de influir negativamente sobre su conciencia y sus

opciones, condicionando así, en definitiva, la libertad y la vida misma de

las personas. Precisamente por eso es indispensable que los medios de

comunicación social defiendan celosamente a la persona y respeten

plenamente su dignidad. Son muchos los que piensan que en este ámbito

es necesaria una “info-ética”, así como existe la “bio-ética en el campo de

la medicina y de la investigación científica vinculada a la vida12

.

Con la alusión a la info-ética se ha planteado de modo original tanto un

problema como una solución. En cuanto problema porque supone ir a las fuentes

servicio. Buscar la Verdad para compartirla, Mensaje para la XLII Jornada Mundial de las

Comunicaciones Sociales 2008).

11 J.M. GIL TAMAYO, La necessità di una infoetica, en L´Osservatore Romano n. 158 (11-

12 de julio de 2011), 1. La traducción es mía.

12 Cf. BENEDICTO XVI, Los medios: en la encrucijada entre protagonismo y servicio.

Buscar la verdad para compartirla, Mensaje para la XLII Jornada Mundial de las Comunicaciones

Sociales 2008, n. 4.

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que sostienen racional y universalmente esa ética realista13

específica de la

profesión periodística (las bases de una deontología periodística). En cuanto

solución porque si existen esos principios fundantes, connaturales al hombre

mismo, entonces también deben ser practicables14

.

¿Cuáles son esos principios que se encuentran como Atlas del mundo de la

ética del periodismo? Este trabajo trata precisamente sobre ética de la información

o, más particularmente, sobre los principios de la ética de la información. La

fuente es una obra de especial envergadura, la Deontología periodística de Luka

Brajnovic, primer texto sobre la materia en España que, además, ha servido como

libro de cabecera para muchas generaciones de periodistas que han pasado por las

aulas de la facultad de periodismo de la Universidad de Navarra, en España.

Nos centramos especialmente en el capítulo II de la Deontología

periodística por ser donde particularmente se trata lo que en este trabajo

desarrollamos: la descripción de los principios éticos presentes.

Comenzaremos con una breve aproximación a la vida y obra del autor

para, a continuación, identificar los principios y, finalmente, describirlos y

profundizar en ellos.

13

«Llamo realista la ética donde la realidad de lo que somos (independientemente del

hecho que lo queramos ser, o hacer, o tal vez tener) sirve de fundamento general inmediato del

contenido de nuestros deberes», A. MILLÁN PUELLES, La libre afirmación de nuestro ser. Una

fundamentación de le ética realista, Rialp, Madrid 1994, 41.

14 A la fundación metafísica de una ética realista dedica su obra homónima Jesús

Villagrasa: Fundazione metafisica di un´etica realista, Ateneo Pontificio Regina Apostolorum,

Roma 2005.

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1. EL AUTOR Y LA OBRA

Cientos de periodistas que habían pasado por las aulas de la Universidad

de Navarra sabían de la existencia de Croacia porque habían sido sus

alumnos y se acordaron de él cuando la violencia pilló por sorpresa a los

ciudadanos de la parte más occidental de Europa que habían pasado más

de medio siglo sin preocuparse demasiado por lo que ocurría en el Centro

y Este del continente15

.

En las breves líneas del párrafo precedente quedan evidenciadas la

profesión, ámbito de trabajo y patria de nuestro autor. Sumariamente estaría

referido lo esencial pero los tres aspectos precisan de una mayor profundización

para calibrar mejor el espesor humano e intelectual de Brajnović.

1.1 Breve bosquejo biográfico16

Nació en la ciudad de Kotor17

, en el actual Montenegro, el 13 de enero de

1919, y se inició desde muy joven en el periodismo. Lo hizo en el bachillerato

superior como redactor y editor de El fronterizo croata (Hrvastski Granicar) y,

poco más tarde, ya como universitario, dirigió Antorcha (Luch), una revista de

cariz literario. Posteriormente fue colaborador del semanario Vanguardia croata

(Hrvatska Straza), del cual llegó a ser director con apenas 22 años.

Al trabajo periodístico le acompañó el ejercicio del magisterio. En 1941

obtuvo el doctorado en derecho por la universidad de Zagreb, en la que cuatro

años más tarde también consiguió la licenciatura en teología. Se inició en la

docencia en el Instituto de Sociología de Zagreb, en 1943.

15

O. BRAJNOVIĆ, «Epílogo», Nuestro Tiempo (marzo 2001), 29.

16 La última publicación de Luka Brajnović fue Despedidas y encuentros: memorias de la

guerra y el exilio (EUNSA, Pamplona 2001), una obra autobiográfica donde quedan más

ampliamente recogidos y detallados diversos momentos de la vida del periodista y profesor. Esa

obra es la base para esta sucinta presentación.

17 Un año antes del nacimiento de Brajnović se había formado el naciente Reino de los

Serbios, Croatas y Eslovenos (que llegaría a su fin con el bombardeo nazi del 6 de abril de 1941).

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10

Del periodo como director de Vanguardia Croata son dos episodios

especialmente relevantes: el primero fue su detención por la publicación de un

artículo crítico contra la figura de Benito Mussolini (por entonces el régimen

fascista gozaba de especial influencia en lo que entonces era Yugoslavia); el

segundo, en 1943, la detención por parte de guerrilleros comunistas del mariscal

Josip Broz Tito. Sobre este segundo incidente él mismo refiere la experiencia:

Siendo director del periódico realicé un viaje. El tren en el que viajaba

descarriló a causa de las bombas que habían colocado guerrilleros

comunistas de Tito. Con el tiroteo, empecé a romper mis documentos, pero

olvidé destruir el carné de periodista que llevaba en el bolsillo de la

chaqueta. Me condenaron a muerte, y cuando estaba formado, el pelotón

de fusilamiento me sacó de la fila por ser periodista y me retuvieron en

campos de concentración.

Y continúa:

De marzo a agosto de 1943, estuve en los campos de Kamesko y

Vrhovine, que eran territorios croatas ocupados por comunistas. Ellos

querían que hablase por la radio; intentaban utilizarme para hacer

propaganda a su favor, diciendo quién era yo y que me había pasado a su

bando voluntariamente. Al final conseguí huir de Vrhovine, junto con otro

compañero, aprovechando un bombardeo sobre el campo. Así pude volver

al periódico, en Zagreb, aunque al poco tiempo, el Gobierno croata, de

orientación fascista, lo prohibió por publicar un artículo sobre un discurso

en el que el Papa Pío XII condenaba esta ideología18

.

Con la llegada del comunismo, en 1945 Brajnović se vio impelido a

abandonar Croacia. El exilio implicó dejar a su esposa, Ana Jijan, y Elica, su

18 Los dos párrafos citados corresponden a una entrevista concedida en 1993 por Luca

Brajnović al periódico Redacción. Ese periódico se fusionó en 2009 con la revista Nuestro Tiempo

Alumni Magazine, de la Universidad de Navarra, dando origen a la actual bimestral Nuestro

Tiempo. En versión telemática se puede consultar una parte de la referida entrevista en

http://www.unav.es/fcom/brajnovic/biografia.htm [22-11-2011].

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11

primera hija19

. Por algunos meses halló amparo en los campos para refugiados en

Italia y Austria. Tiempo después, ya residente en Roma, iniciaría estudios de

medicina en la universidad La Sapienza (de 1945 a 1947). Italia, sin embargo, no

fue el destino final de su itinerario pues antes de finalizar la década de los 40 llega

a España.

Tras una breve experiencia como colaborador del Consejo Superior de

Investigaciones Científicas (CSIC) y director de una imprenta, a partir de 1960 se

integra al naciente Instituto de Periodismo de la Universidad de Navarra20

, del que

llegaría a ser profesor ordinario en asignaturas como tecnología de la información

y deontología, y subdirector de 1964 a 1975. Se desempeñó también como

profesor de deontología desde 1963 hasta su jubilación. Durante la década de los

60 también se licenció en historia, además de estudiar filosofía y letras, estudios

que posibilitaron la impartición de clases en el Instituto de Artes Liberales y de

Historia de la Literatura, en la facultad de filosofía y letras de la misma

Universidad de Navarra.

A su labor como docente universitario (fue profesor de más de 30

generaciones de periodistas) le acompañó el ejercicio del periodismo en el Diario

de Navarra, donde mantuvo durante 28 años una columna titulada «Boletín del

extranjero», sobre temas de política internacional (la primera apareció el 1 de

enero de 1960). Murió a los 82 años, el 8 de febrero de 2001. En su honor, la

facultad de comunicación de la Universidad de Navarra instituyó, en 1996, el

Premio Brajnović de la comunicación.

19 El reencuentro llegaría doce años más tarde. A Croacia regresaría de visita en 1989.

20 Posteriormente este instituto se convertiría en la actual facultad de comunicación de la

misma universidad. Llegó a ser director de estudios de ese instituto de 1961 a 1964.

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12

1.2 El conjunto de la obra y la colocación de la Deontología

periodística

La formación y experiencia del autor queda reflejada en las obras de

carácter literario y periodístico que publicó en castellano21

. Al primer ámbito

pertenecen Grandes figuras de la literatura universal y otros ensayos (1973),

Literatura de la revolución bolchevique (1975), y tres obras poéticas: Retorno

(1972), El poema americano (1982) y Ex ponto (1985).

En el segundo ámbito, enmarcado en su actividad como docente

universitario de periodismo –y que aquí más interesa–, se encuentran El lenguaje

de las ciencias (1967), Tecnología de la información (1967), Deontología

periodística (1978), y El ámbito científico de la información (1985). De carácter

autobiográfico es el libro publicado en 2000 y cuyo título pone de manifiesto ese

cariz particular: Despedidas y encuentros. Memorias de la guerra y el exilio.

La Deontología periodística22

fue el primer manual universitario sobre ese

argumento específico del quehacer informativo en España. Ya en esa nota

particular se adivina su importancia. Como refiere el autor, con la Deontología

periodística ha procurado:

[…] demostrar y, luego, proponer unos criterios científicamente objetivos

por lo menos para los casos evidentes, considerando la vida en cuanto

recibe su verdadero sentido, el de la realización de los valores humanos. Es

verdad que existe la crisis ética; pero esta crisis es más que nada una

advertencia de que, sin normas morales objetivas básicas, las actividades

humanas desembocan en un anárquico mar de violencia, fraudes, mentiras

21 Brajnović publicó en croata novelas y obras como Drvosjeca, Tripo Kokoljic, Smirene

selje (1951), Price in djetinjstva (1953), Na pragu radosti (1958) y U Plameum (1990). Su

actividad literaria le valió en 1997 un reconocimiento oficial del gobierno croata: la estrella

Marulic. Ante la imposibilidad de trasladarse a Zagreb para recibirlo, el entonces embajador de

Croacia en España, Sergej Morsan, se la entregó en Pamplona.

22 Se usa para toda esta tesina la segunda edición: L. BRAJNOVIĆ, Deontología

periodística, EUNSA, Pamplona 1978.

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13

y usurpaciones. Precisamente el periodismo puede valorizar estos

principios éticos en beneficio de toda la sociedad observando fielmente sus

deberes profesionales. Porque la información veraz y honesta es, ante todo,

un servicio beneficioso al hombre y a la sociedad, al crecimiento cultural y

al saber23

.

Estructuralmente, la obra se divide en una introducción («Nociones básicas

sobre la ética», pp. 15 - 38) y ocho capítulos, a saber: «I. La profesión y el

profesional como objeto de estudio» (pp. 41 - 80), «II. El contenido ético de la

información periodística» (pp. 89 - 133), «III. La profesión periodística y sus

campos magnéticos» (pp. 143 - 172), «IV. Los deberes de la profesión

periodística» (pp. 179 - 212), «V. Los códigos de honor de la profesión

periodística» (pp. 217 - 253), «VI. La capacidad intelectual y moral del

profesional» (pp. 257 - 281), «VII. Formas, áreas y medios» (pp. 289 - 317), y

«VIII. La información de índole distinta a la periodística» (pp. 321 - 349).

La razón de ser de esta división queda referida en el prólogo: por cuanto

respecta a la introducción (un resumido repaso de ética general, en definitiva), con

ella el autor quiso sentar las nociones básicas, a modo de justificación del carácter

científico de la ética, para luego «ofrecer una concreción de la terminología

empleada» a lo largo de la obra.

En capítulos subsiguientes se tratan temas deontológicos propios del

quehacer ordinario de la profesión periodística: desde el contenido ético de la

información, pasando por los «límites determinados por la propia libertad de

expresión y por la máxima objetividad informativa posible», a los deberes éticos

de la profesión periodística, los códigos de honor y su enfoque ético

correspondiente, la capacidad intelectual y moral del periodista, el sentido ético

condicionado por las formas periodísticas y medios tecnológicos empleados en la

difusión de noticias y comentarios. El último capítulo está dedicado a la

publicidad, propaganda y relaciones públicas, ramas informativas distintas de las

puramente periodísticas. De este modo se completa una visión de conjunto acerca

23 L. BRAJNOVIĆ, Deontología periodística, 12.

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

14

del «mundo informativo que, total o parcialmente, se sirve de los medios de

comunicación social»24

.

Considerando lo anterior, este trabajo se centra de modo concreto en el

capítulo II de la obra: «El contenido ético de la información periodística». Será en

él donde se ahondará en la identificación, exposición y explicación de los

principios éticos presentes.

24 Cf. L. BRAJNOVIĆ, Deontología periodística, 13.

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

15

2. IDENTIFICACIÓN DE LOS PRINCIPIOS EN EL CAPÍTULO II DE

LA «DEONTOLOGÍA PERIODÍSTICA»

Los principios son las premisas de toda ciencia, su fundamento. En el

campo de la ética –ciencia categóricamente normativa de los actos humanos a la

luz de la razón natural– los principios son traducidos como «normas» del actuar

humano, tanto a nivel individual como social. Esas normas universales se

convierten en deberes todavía más específicos según la profesión particular

desempeñada. Es en este contexto donde se entiende la existencia y colocación de

una deontología.

Etimológicamente la palabra deontología deriva del griego deontos –lo que

se debe hacer– y logos –el tratado sobre los deberes–. Se trata, entonces, de la

ética específica de una profesión concreta25

. En una gran parte de las profesiones

la deontología propia queda recogida en los así llamados «códigos

deontológicos».

Dicho esto, ¿cuáles son los principios esbozados en el capítulo segundo de

la obra estudiada? ¿Cómo son presentados, en qué lugar y con qué palabras? ¿Los

puntos de partida y el esquema ofrecido siguen siendo válidos en la era del así

llamado «periodismo 2.0»? En los siguientes apartados se tratará de dar respuesta

a estas interrogantes partiendo de la presentación y esbozo del capítulo segundo.

25

Se atribuye al inglés Jeremy Bentham (1748-1832) la introducción del concepto

deontología en su obra Deontology or the Science of Morality (1834). El código mundialmente

aceptado de deontología periodística es el preparado por la UNESCO en noviembre de 1983:

Código Internacional de Ética Periodística. Fue el resultado de la reunión que por entonces

tuvieron las siguientes organizaciones mundiales de prensa: International Organization of

Journalists (IOJ), International Federation of Journalists (IFJ), International Catholic Union of

the Press (UCIP), Latin-American Federation of Journalists (FELAP), Latin-American Federation

of Press Workers (FELATRAP), Union of African Journalists (UJA) y Confederation of ASEAN

Journalists (CAJ). Como literatura afín relacionada pueden considerarse P. BARROSO, Códigos

deontológicos de los medios de comunicación, Editorial Universidad Complutense, Madrid 1984;

E. BONETE (coord.), Éticas de la información y deontología del periodismo, Tecnos, Madrid 1995;

y E. VILLANUEVA, Deontología informativa. Códigos deontológicos de la prensa escrita en el

mundo, Universidad Iberoamericana, México 1999.

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

16

2.1 El capítulo II («El contenido ético de la información») en el

contexto particular de la Deontología periodística

El capítulo segundo se divide en siete apartados: el primero –El derecho a

la información y el deber de los tres estamentos– aborda tres puntos: 1) la relación

del periodista con la empresa, 2) el periodista y 3) el público considerado en

sentido general; el segundo apartado trata sobre La objetividad informativa, la

verdad y el criterio ético del informador; en un tercer apartado se aborda el tema

de El Informador profesional como puente entre el hecho noticiable y el público;

posteriormente el apartado cuarto habla sobre La libertad y la independencia

informativa (con tres subapartados titulados La medida de la libertad, La

naturaleza humana como limitación de la libertad, y La dignidad de la persona

humana y de la sociedad); a continuación se toca, en el apartado cinco,

Relaciones libertad-responsabilidad; después viene La justicia como virtud

fundamental en la labor informativa para, finalmente, en el apartado siete tratar

Las lealtades y las limitaciones en la publicación de la información.

Partiendo de que la información es el objetivo primario del periodismo,

Brajnovic ofrece una definición más concreta de lo que es informar:

La información periodística consiste en el tratamiento y difusión de las

noticias conseguidas, bien directamente por el informador o por la

Redacción de un medio informativo, bien recibidas de otros centros de

información26

.

Si informar es tratar y difundir noticias, si las noticias son el contenido de

la información, ¿cuáles son entonces los principios éticos que rigen ese

tratamiento y difusión de las informaciones? En definitiva es a esto cuando se

hace referencia al contenido ético de la información. El autor recuerda que ese

26

L. BRAJNOVIĆ, Deontología periodística, 89.

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

17

contenido ético dice relación con principios, hechos y realidades27

que luego

desarrolla en los siete apartados antes enunciados.

Esa división según principios, hechos y realidades no es luego claramente

evidenciada pues los apartados del segundo capítulo no siguen después ese

esquema. Por esta razón, a continuación se describirá brevemente cada uno de los

apartados y luego se propondrá una reorganización en base a la triada principios,

hechos y realidades. Siendo los principios la materia directa de este estudio, se

hará después un acercamiento más detenido en ellos para así también dar

respuesta a la interrogante que nos hemos formulado líneas arriba.

El apartado El derecho a la información y el deber de los tres estamentos

principales: la editorial (empresa), el informador y el público inicia recordando

que hay un derecho natural –no positivo28

– a la información, «una exigencia,

continuación y aplicación de la libertad de expresión»29

, tanto a nivel individual

como social. De ese derecho natural emergen también deberes que dicen relación

con el bien común. Brajnovic da un paso ulterior al profundizar en lo que llama

«triángulo escaleno de la información periodística»30

, una explicitación de los

derechos y responsabilidades del periodista, de la empresa y del público.

27

L. BRAJNOVIĆ, Deontología periodística, 90.

28 Debido a su naturaleza social, los hombres no son un agregado de individuos sino una

comunidad de personas. La convivencia precisa de reglas de conducta connaturales al concepto de

sociedad. A diferencia del derecho natural, el positivo es «puesto» por el hombre, es un acto de

voluntad humana. Debido a su dependencia con la voluntad humana tiene carácter contingente, por

lo que puede dejar de existir o cambiar a lo largo del tiempo. Con el derecho positivo la voluntad

humana indica aquello que es justo. Sobre este tema puede ser de utilidad D. DYZENHAUS – A.

RIPSTEIN, Law and Morality. Readings in Legal Philosophy, University of Toronto Press, Toronto

1996. El punto de la ley natural lo estudiaremos con más pausa más adelante.

29 L. BRAJNOVIĆ, Deontología periodística, 91.

30 Ibid., 93.

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

18

En La objetividad informativa, la verdad y el criterio ético del informador

se parte de la objetividad31

en cuanto elemento indispensable de la información

periodística. Se le aborda en relación a la verdad –punto firme de referencia–

desde cuatro diferentes ángulos: 1) según el sujeto (en cuanto promotor y

receptor), 2) según el efecto (en cuanto imparcialidad respecto a argumentos de

otros y en cuanto consecuencia al mantener su opinión si no le convence la

contraria); 3) según el objeto (en cuanto selección y en cuanto certeza en la

argumentación); y 4) según la finalidad (en cuanto demostración de la evidencia y

en cuanto fidelidad a la verdad).

Siendo la verdad el fondo de la objetividad informativa se hace una

distinción entre objetividad y verdad para poner de manifiesto que no son lo

mismo si bien están estrechamente relacionadas. Esta aproximación al binomio

objetividad-verdad es profundizado aún más en este apartado. Nosotros lo

estudiaremos más detenidamente al centrarnos en los principios éticos pues la

verdad es uno de ellos.

El apartado siguiente, El informador profesional como puente entre el

hecho noticiable y el público, subraya el papel específico del informador con la

afortunada imagen del puente entre los acontecimientos y el público. Se trata de

un servicio que implica trasladar la verdad de la manera más comunicativa,

transparente desde el punto de vista ético (no adulterada, parcializada o abordada

tendenciosamente) y de modo comprensible. Sobre la comprensibilidad el autor se

detiene en el rol y las características del lenguaje como vehículo de comunicación:

Desde que el periodismo es lo que es tiene como regla de oro que el

lenguaje periodístico deba caracterizarse principalmente por su claridad y

concisión sin experimentos estilísticos que ofrezcan al lector (u oyente)

diversas posibilidades de sentir o comprender lo expresado32

.

31

Brajnovic dirá de la objetividad que es un «ideal al que se tiende (en un sentido

subjetivo) y cuya base es la verdad, como relación de certeza entre el sujeto y el objeto, entre el

promotor y el hecho, entre el dato y el acontecimiento».

32 L. BRAJNOVIĆ, Deontología periodística, 116.

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

19

Más adelante, refiriéndose a la palabra como expresión periodística, dirá

que su principal objetivo es su función informativa «para no dejar sólo que la

información exista teóricamente, sino también para que sea más sensible, más

exacta y más comprensible, es decir, lo más identificable posible con la realidad

que reproduce o narra»33

. La importancia del lenguaje y de la palabra que lo hace

tal, del sentido y del signo, cobran en todo este contexto especial relieve al ser

estos los vehículos que traen el hecho noticiable al público. Así se comprende

mejor también la distinción que viene a continuación: el «escritor literario» se

comunica a sí mismo con los demás por medio de sus escritos mientras que el

«escritor periodista» no.

El apartado cuarto, La libertad y la independencia informativa, parte del

significado de libertad, repasando diversas concepciones, para llegar a una

definición y hacer varias distinciones. Seguidamente advierte que la libertad

puede ser malversada para después tocar tres límites de la libertad en sus

categorías éticas: a) la medida de la libertad, b) la propia naturaleza humana y c)

la dignidad de la persona humana y de la libertad.

Relaciones libertad-responsabilidad es el siguiente apartado. Aquí se

quiere subrayar el hecho de que la libertad va unida a la responsabilidad moral. Se

habla del sujeto de la responsabilidad, del contenido y de los elementos de la

responsabilidad para luego profundizar en el papel ético-social de los medios

informativos, de la libertad de expresión, la deformación de conciencia y las

restricciones voluntarias que puede haber en función de la responsabilidad misma.

Viene posteriormente el apartado seis dedicado a La justicia como virtud

fundamental en la labor informativa. Las aproximaciones a ella se hacen desde la

perspectiva del bien común (quien atenta contra la justicia atenta contra la

convivencia social), destacando la naturaleza social del hombre, y presentando la

33

L. BRAJNOVIĆ, Deontología periodística, 117.

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

20

justicia misma como criterio para juzgar el orden moral. En el apartado siete se

tratan Las lealtades y las limitaciones en la publicación de la información. La

lealtad, según Brajnovic, limita la libertad (es interna) o la mutila (es externa). Las

limitaciones internas tendrían el carácter ético propio en cuanto se relacionan con

uno mismo, con los propios ideales y convicciones. Se enfatiza la distinción entre

«lealtad» y «complicidad» a la vez que se toca el tema del «oportunismo»

(trabajar en redacciones con cuyos ideales no se comulga). Las limitaciones

externas son más bien impuestas y el autor delinea seis: por parte del Estado, por

parte de la empresa, por parte de la redacción, por parte del público, por parte del

personal técnico y por parte del periodista.

2.2 Los principios, los hechos y las realidades

La distribución precedentemente enunciada de los siete distintos apartados

del capítulo II no queda luego claramente evidenciada según la idea de Brajnovic

en principios, hechos y realidades. En ciertos rasgos, la tríade parece quedar

sustituida durante la exposición en dos elementos, hechos y realidades, por

información y protagonistas, respectivamente.

A continuación se tratará de desarrollar el esquema de los apartados del

capítulo II de acuerdo a este esbozo para luego detenernos con más pausa en una

profundización de los principios éticos descubiertos.

2.2.1 Hechos

Siendo la información el cometido principal del periodismo34

es

comprensible que ésta sea un buen punto de inicio. Informar es transmitir hechos,

hacerlos conocidos.

34

L. BRAJNOVIĆ, Deontología periodística, 89.

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

21

En relación a esto, el apartado uno refiere explícitamente un derecho a la

información: a buscarla, a transmitirla y a conocerla. Habla de ella como un

«privilegio» tanto individual como social.

El apartado segundo entra aquí en virtud de que debe haber una

objetividad informativa, es decir, una objetividad en la transmisión de los hechos

acerca de los cuales se informa. El autor habla de la objetividad informativa como

un «firme intento del que informa, para ver, comprender y divulgar un

acontecimiento tal como es y como se produce en un ambiente y entorno,

prescindiendo de las preferencias, intereses y posturas propias»35

. Al presentar los

diversos niveles desde los que se puede considerar la objetividad (según el sujeto,

según el efecto, según el objeto, según la finalidad), aquí interesa la aproximación

según el objeto pues mientras «más características conocemos y expresamos, más

determinamos el objeto enjuiciado», el hecho sometido a juicio.

Será en el apartado siete donde encontraremos otro elemento que dice

relación con los hechos. Al relacionar la lealtad con las limitaciones en la

publicación de informaciones, Brajnovic parte de un dato fenomenológico basado

en la observación del campo tratado, el periodismo: existen lealtades que limitan

en cierto sentido la libertad. Unas son, como se enunció párrafos arriba, internas,

y otras son externas.

Las primeras se las pone el periodista a sí mismo mientras que las

segundas le son impuestas desde el exterior. Respecto a las limitaciones internas,

se distinguen seis tipos: 1) la lealtad a sí mismo (a sus convicciones e ideales), 2)

la lealtad a los compañeros, 3) a la empresa36

, 4) a la fuente de información (en

35

L. BRAJNOVIĆ, Deontología periodística, 101.

36 Es interesante hacer notar la relación que de modo más bien ágil se hace en el libro

entre la lealtad a uno mismo y a la empresa: se entiende que hay lealtad cuando la empresa y el

periodista comulgan en ideales. Si la empresa cambia de orientación se da una ruptura con el

periodista. No se duda en llamar «oportunista» a quien trabaja en una empresa informativa con

convicciones diferentes a las que inspiran el medio de comunicación para el que se trabaja.

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

22

referencia al «secreto profesional»), 5) al público y 6) al país (que no se debe

identificar con el gobierno).

En todo esto se entiende que las limitaciones son voluntarias, nacen por

iniciativa del periodista, en materia que no constituye un atentado contra la verdad

ni omisiones imperdonables. De lo contrario no se estaría hablando de lealtad sino

de complicidad37

.

Hay, sin embargo, otras limitaciones que directa o indirectamente sí son

impuestas y, en consecuencia, atentan contra el derecho a informar y a ser

informados. Se mencionan seis «limitadores»:

1) El Estado. La limitación se hace de dos modos: o por la

monopolización de los medios de comunicación por parte del Estado o

mediante la censura que el gobierno ejerce sobre la prensa que no le

resulta afín, a través de legislaciones que restringen el derecho a la

libertad de expresión.

2) La empresa. El tipo de limitación, si bien con menor impacto respecto

a la del Estado, consiste en una concentración de medios de

comunicación en pocas manos o, en otras palabras, en una

monopolización por parte del sector privado, que lleva a privilegiar u

omitir determinadas noticias según el interés particular del propietario.

3) La redacción. Se alude a la imposición y énfasis en determinados

temas y en la omisión de otros; se habla del rewritting o mutilación de

textos que hace decir al autor cosas que el artículo completo no

expresaría; y, por último, se habla de la selección de noticias que

imposibilita –muchas veces por falta de espacio– la publicación de

algunos trabajos.

37

L. BRAJNOVIĆ, Deontología periodística, 135.

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

23

4) Por parte del público. Se alude a exigencias, a veces justificadas, por

parte del auditorio para obtener información concorde a sus intereses

políticos, ideológicos y culturales. Aunque no tácitamente mencionada,

hay otra limitación más reciente que consiste en el influjo que el

auditorio puede tener en lo que más lee, ve o escucha y en la búsqueda

por parte del periodista de satisfacer el deseo de entretenimiento por

parte del público. Una abdicación del quehacer periodístico al

convertirse en unos que entretienen.

5) El personal técnico. Se enuncian los cambios que el personal técnico

puede hacer en la autenticidad de los textos e imágenes (sin que en

ellos participe el periodista) y también del conflicto entre el derecho a

la huelga y el derecho a la información38

.

6) El periodista mismo. Se alude aquí más bien a limitaciones de tipo

físico o intelectual del periodista.

En todos los casos de estas limitaciones externas la valoración moral es

distinta pero guarda relación con la ética profesional en cuanto que están

vinculadas con el deber esencial del informador. Sobre las limitaciones internas,

es más claro que al decir relación con la persona misma –con el periodista– haya

un carácter moral más directo.

38

«El primero es parcial en cuanto no abarca prácticamente a toda la sociedad en un

mismo lugar y tiempo. El segundo es general, porque todo hombre tiene derecho a la información

en cualquier lugar y en cualquier tiempo. Una huelga de persona técnico (de imprenta, de radio o

de televisión) puede dejar sin informaciones a toda la sociedad o parte de ella y, de esta manera,

suprimir temporalmente uno de los más fundamentales derechos de la persona humana» (L.

BRAJNOVIĆ, Deontología periodística, 140).

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

24

2.2.2 Realidades

No tendría razón de ser hablar de «hechos» sin apelar a quienes los buscan,

comunican y reciben. Los «hechos» remiten, por tanto, a los destinatarios de las

informaciones, a aquellos que las comunican y al vehículo por medio del cual esa

comunicación es posible.

El apartado uno sobre El derecho a la información y el deber de los tres

estamentos principales: la editorial (empresa), el informador y el público ofrece,

de suyo, la enunciación de tres realidades o protagonistas.

Partiendo del derecho a la información se repasan los tres estamentos

involucrados haciendo una profundización sobre sus principales derechos y

deberes.

Empresa, informador y público comparten algunos presupuestos en orden

al cumplimento de sus tareas en el marco del bien común: libertad informativa,

derecho a fundar medios de comunicación social, a asociarse libremente, derecho

a la búsqueda de información, a su transmisión o a ser informado verazmente.

Esos derechos suponen también, desde luego, deberes39

.

La empresa (canalizadora) y el derecho a la transmisión de

informaciones

39

En su connotación moral, Millán Puelles llama «deber» a una exigencia absoluta, no

relativa y por ello categórica, en su forma, mientras que por su materia sí es relativa. Explica:

«Llamo materia del deber a su contenido. El contenido del deber se determina en relación al sujeto

que ha de practicarlo, por supuesto siempre sobre la base de que hay unos principios universales,

generales, que valen lo mismo para el médico que para el boticario, el astronauta, el político, el

pedagogo, etc. Pero la concreción máxima de esos principios morales es relativa a las

circunstancias. Y por eso existe una virtud que se llama prudencia, la función de la cual consiste en

aplicar unos principios morales absolutos, inmutables, incondicionados a circunstancias variables

(Ética y realimo, Rialp, Madrid 1996, 12).

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

25

Se habla de la empresa como la materialización de una idea de redacción40

.

Eso supone el derecho a la fundación de empresas, a la libre asociación en orden a

un mejor servicio informativo así como el derecho a contratar a los informadores

que comunicarán con ella y para ella. Comprensiblemente eso conlleva una

responsabilidad compartida sobre aquello que sus comunicadores transmitan pues

es la empresa la que facilita que el producto se masifique. Otro deber que se sigue

es el de no comprometer la verdad por intereses particulares (podemos recordar

aquí todo lo que previamente se ha dicho sobre las limitaciones externas tocantes

al ámbito de la empresa).

El periodista (informador) y el derecho a investigar y difundir

informaciones

El informador, quien incorpora su persona al hecho que comunica41

en el

medio para el cual trabaja, tiene derecho a investigar y dar a conocer las

informaciones necesarias para la sociedad o para el bien particular de su público.

Esas son sus dos prerrogativas principales. ¿Sus deberes? En lo que transmite hay

un contenido del cual es responsable y cuya responsabilidad es compartida con la

empresa que facilita que lo sea. Esa responsabilidad es doble pues está en íntima

relación con el bien común y con la propia conciencia.

El derecho a buscar, reunir, transmitir y divulgar informaciones por parte

del periodista implica también saber cómo informar fielmente, la «obligación

moral de someter a crítica todos los datos conseguidos que deben contribuir a la

mejor clarividencia de los medios informativos»42

y someter a observaciones

críticas las fuentes de información para determinar su calidad y veracidad, una

adecuada competencia en el campo de la información sectorial donde se trabaja

40

A. NIETO, El concepto de empresa periodística, Ediciones Universidad de Navarra,

Pamplona 1967, 71-87.

41 L. BRAJNOVIĆ, Deontología periodística, 93.

42 Ibid., 96.

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

26

(que redunde en la posibilidad, por parte del público, de elegir, comparar e

informarse mejor).

El público y el derecho a estar informado

Considerado como receptor de las informaciones, se habla del público,

para diferenciarlo de la «masa», como una «agregación de personas físicamente

separadas, pero unidas en una misma cohesión espiritual, moral e intelectual»43

.

El derecho fundamental del público es el de ser informado. Ese derecho, sin

embargo, está proporcionado a las informaciones que les son necesarias, las que

están en orden al bien común.

43

L. BRAJNOVIĆ, Deontología periodística, 99.

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27

3. LOS PRINCIPIOS ÉTICOS

El tercer elemento de la triada citada por Brajnovic son los principios.

Dedicamos a ellos un solo capítulo porque merecen una especial atención.

Los principios aparecen a lo largo de los seis primeros apartados del

capítulo II, en ocasiones con mayor incisividad, de la siguiente manera:

- En el primer apartado, al referir el derecho a la información en los

diferentes niveles del «triángulo escaleno de la información»: empresa,

informador y público.

- En el segundo, al poner en relación la información que se ha de

expresar con la verdad-objetividad.

- En el tercer apartado, al poner énfasis especial al tratar la verdad-

objetividad en relación al periodista de modo más específico.

- En el cuarto apartado, al hacer aparecer el concepto de libertad como

principio (colocándolo, además, en un contexto antropológico).

- En el quinto, al subrayar la relación entre el principio de la libertad con

el de la responsabilidad.

- En el sexto, al poner la justicia como principio de la labor informativa.

Los principios que estudiaremos con más profundidad son, entonces, 1) el

derecho a la información y la verdad; 2) el bien común y la justicia y 3) la libertad

y la responsabilidad. Si hasta aquí hemos caminado orientados por el texto de la

Deontología periodística, en adelante nos apoyaremos de literatura

complementaria que posibilite ahondar todavía más en ellos.

3.1 El derecho a la información y la verdad44

44

Han servido como materia de reflexión para este apartado P. MONNI, L´informazione un

diritto, un dovere. Rassegna di normativa internazionale, Editrice Internazionale ED. I. Grupo

G.M., Roma 1989; V. Frosini, Contributi a un diritto dell´informazione, Liguori, Napoli 1991.

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

28

El derecho a la información se desprende de la naturaleza misma del

hombre45

: no es un derecho positivo46

sino una «exigencia, continuación y

aplicación práctica de la libertad de expresión»47

que garantiza al hombre el

conocimiento de la verdad. Se puede decir que este derecho es pasivo y activo.

Pasivo cuando se recibe la información (el público) y activo cuando se busca

(informador) para luego difundirla.

En su forma pasiva, la libertad de expresión es un privilegio tanto

individual como social. Individual porque no todas las personas tienen derecho a

toda clase de informaciones, y social cuando se trata de una información necesaria

para todos o para muchos, cuando el interés por ella está justificado o cuando se

refiere a la libertad de expresión.

45

El fundamento remoto es siempre la misma naturaleza humana y aquello que les

propio: vida, propiedad, salud, etc. El fundamento habilita al hombre para ser titular del derecho

pero no se lo confiere. Además del fundamento es necesario un título de derecho, es decir, aquello

que confiere el derecho al sujeto. Este título puede derivar de realidades como el trabajo, un

contrato, una ley o de la misma naturaleza humana. En el caso de la naturaleza humana, el solo

hecho de ser hombre otorga una serie de derechos a los que llamamos naturales. El derecho natural

se refiere a todo aquello debido a todo hombre en razón de su misma naturaleza humana. Se suelen

distinguir en derechos naturales originarios o primarios (correspondientes a las tendencias

naturales como lo son vida, matrimonio, comida o educación) y subsiguientes o derivados (los

cuales se dan en relación a situaciones creadas por el hombre mismo como, por ejemplo, la

autodefensa o el voto). Sobre este tema puede verse J. HERVADA, Introducción crítica al derecho

natural, Universidad de Navarra, Pamplona 1996.

46 Como recuerda Niceto Blázquez, «Existe una fuerte tendencia a confundir la ética de la

información con las normas legales emanadas por los organismos legislativos. La ética queda así

absorbida por el derecho, la razón por la voluntad y la razonabilidad de la conducta por la

arbitrariedad de los consensos democráticos. Es un error grave de principio y un abuso intolerable.

Las normas legales, para que sean vinculantes en conciencia y las autoridades puedan exigir su

cumplimiento, tienen que estar inspiradas en principios éticos racionalmente válidos y

correctamente interpretados. La ética es la que discierne sobre la validez o no validez humana de

las leyes. Una forma de conducta puede ser rigurosamente legal e inhumana al mismo tiempo […]

Corresponde al derecho positivo materializar y garantizar la efectividad de los principios

emanados de la ética en lugar de suplantarla. Lo contrario conduce derechamente al despotismo

jurídico y a la atrofia del desarrollo sano y responsable de la conciencia moral» (La nueva ética en

los medios de comunicación, BAC, Madrid 2002, 130-131).

47 L. BRAJNOVIĆ, Deontología periodística, 91.

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29

Detengámonos un poco en este punto. La sensibilidad actual aduce un

falso derecho según el cual es válido querer conocerlo todo acerca de todos. El

derecho a la comunicación de la verdad no es, sin embargo, incondicional. La

seguridad del prójimo, el respeto a la vida privada, el derecho a la intimidad48

o el

bien común son razones suficientes para callar lo que no debe ser conocido o usar

un lenguaje discreto49

. Por otra parte, nadie está obligado a revelar una verdad a

quien no le corresponde conocerla.

Sobre la parte activa, siendo el comunicador el puente entre el hecho

noticiable y el público, el derecho de informar va acompañado del deber de

transmitir la verdad o, con otras palabras, el deber de la objetividad. Parte activa y

pasiva y su relación con el derecho positivo quedan bien recogidas, relacionadas y

resumidas aquí:

Conviene recordar que, en nombre de la reflexión ética, el derecho de

informar corresponde primariamente a toda persona por razón de su

competencia in sub-iecta materia, y más aún a los cuerpos profesionales

especializados en el quehacer informativo. Antes que derecho es un deber.

Por el contrario, el derecho a la información corresponde primariamente al

destinatario de la misma. […] La última palabra sobre lo que es derecho y

obligación en materia de información corresponde a la ética y no al

derecho positivo. No es correcto, pues, hablar de ética en los medios de

comunicación social o ética en la empresa informativa limitándose a

recordar la normativa legal vigente en los diversos países, como si la

48

Se atribuye la acuñación y promoción de la expresión «derecho a la intimidad» a

Charles Warren y Lois D. Brandeis quienes usaron el término en el artículo «The Rigth to

Privacy» publicado en 1890 en la Revista de derecho de la Universidad de Harvard.

49 Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2489. Al respecto son también interesantes

L.M., FARIÑAS MATONI, El derecho a la intimidad, Trivium, Madrid 1983; L. REBOLLO DELGADO,

El derecho fundamental a la intimidad, Dykinson, Madrid 20052; J. PÉREZ ROYO, «El derecho a la

intimidad: contenido y límites», en AA.VV., Expediente Lay Di, Madrid 1997, 79-98; y M.

URABAYEN, Vida privada e información. Un conflicto permanente, Ediciones Universidad de

Navarra, Pamplona 1977; F.-R. HUTIN, «Journalisme et traitement de la vie privée», en Esprit

(mayo 1990), 103-108. El artículo 12 de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre

dice sobre el derecho a la intimidad y a la vida privada: «Nadie será objeto de injerencias

arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su

honra o a su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales

injerencias o ataques».

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

30

fuente de la bondad humana de la actividad informativa fueran las leyes

positivas desvinculadas de los principios éticos50

.

Acerca de la objetividad periodística se puede señalar que su base es la

verdad y que al referirse a ella se hace como «relación de certeza entre el sujeto y

el objeto, entre el promotor y el hecho, entre el dato y el acontecimiento»51

, de ahí

que la objetividad deba considerarse desde los puntos que ya se han citado al

inicio del punto 2.1, a saber: según el sujeto, según el objeto, según el efecto y

según la finalidad.

Relacionado con lo anterior, es interesante lo que subraya Blázquez en otra

parte de su obra:

La verdad, como queda dicho, se decanta como adecuación del

entendimiento a la cosa (verdad lógica), y de las cosas consigo mismas y

con el entendimiento que las hace reales (verdad ontológica). La verdad

informativa no es más que una especia de verdad lógica o adecuación del

pensamiento del emisor a la realidad social y contingente transmitida de

múltiples formas al receptor mediante los llamados medios de

comunicación social. La verdad es el componente nuclear de la

información. Ahora bien, en la teoría de la información el término verdad

suele ser sustituido por el de objetividad. Por lo mismo, este concepto ha

de ser definido en línea con la realidad y la verdad. Cuando actualmente se

acusa a los profesionales de la comunicación de falta de objetividad en sus

informaciones, de hecho lo que se les imputa es el no decir la verdad sobre

la realidad social. Lo que dicen no corresponde en alguna medida a lo que

realmente son las cosas o los acontecimientos sobre los que versa la

información. En la práctica, los términos de verdad y objetividad suelen

utilizarse como sinónimos. Por otra parte, el desprestigio contemporáneo

del término verdad afecta inevitablemente al término objetividad. La

50

N. BLÁZQUEZ, La nueva ética… 131.

51 L. BRAJNOVIĆ, Deontología periodística, 101. Es enriquecedora la nota al pie de esta

misma página donde, recordando que la objetividad periodística no puede depender de las

preferencias, intereses o posturas del informador, se agrega: «El objeto no depende del sujeto que

lo describe. Al contrario, el sujeto promotor sí depende del objeto como tema de la información.

Cuando un hombre en general juzga, depende de la realidad objetiva, es decir, en la realidad

objetiva está el motivo del pensamiento de la relación sujeto-objeto. La causa de esta dependencia

está en la manifestación inmediata de la realidad objetiva, en la evidencia. Juzgando, el hombre

expresa o afirma que en la conciencia encuentra como una vivencia propia. Pero el juicio no crea

esta vivencia, no la produce, sino que la encuentra conjuntamente en la aceptación y en el juicio».

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

31

objetividad informativa se considera posible, imposible o más o menos

posible en la misma medida que la verdad. El problema de fondo es

filosófico, pero tiene una repercusión inmediata en la teoría de la

información por más que los teóricos del pragmatismo informativo traten

de esquivar el bulto52

.

Hablar de la verdad supone que nos es posible conocerla con certeza. A lo

largo de la historia se ha planteado la objeción según la cual el hombre sería

incapaz de conocer la verdad. A esto se han dado soluciones que podemos

circunscribir en cuatro grandes grupos: 1) una solución explícitamente negativa,

2) una solución menos explícitamente negativa, 3) una solución negativa por parte

del objeto y 4) una solución positiva. Veamos brevemente en qué consisten53

.

La solución explícitamente negativa tiene dos vertientes: la de los

escépticos, que afirma la incapacidad del conocimiento humano para captar las

cosas como son en sí, sólo como a nosotros «nos parece», para decantarse en una

duda universal respecto a todo; la otra vertiente es la del relativismo, que

distingue entre conocimiento absoluto de la verdad, por el que las cosas son

conocidas en sí, y uno relativo por el cual se conocen las cosas únicamente como

aparecen. Coincide con el escepticismo en cuanto que afirma que con nuestro

conocimiento no somos capaces de conocer algo como es en sí. Conocería la

«verdad» relativa pero no la absoluta.

La solución menos explícitamente negativa es la que proponen idealistas y

anti-intelectualistas. Los idealistas admiten que conocemos la verdad sólo en

nuestro entendimiento pero no la cosa como en sí (por tanto, el conocimiento

queda limitado únicamente al objeto que tenemos en la mente). Los anti-

intelectualistas no rechazan la capacidad de conocer la cosa en sí pero excluyen

que esto pueda hacerse por medio del entendimiento. Lo haríamos, dicen, por una

intuición prelógica o una intencionalidad infralógica.

52 NICETO BLÁZQUEZ, La nueva ética… 374-375.

53 Seguimos el esquema ofrecido por F. MORANDINI en su Crítica (PUG, Roma 1961).

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

32

La solución negativa por parte del objeto, o subjetivismo, afirma que no

poseemos certeza especulativa alguna sobre lo existente real-sensible. Esto por

razón de que el idealismo y el anti-intelectualismo se resuelven en el relativismo.

Por último, la solución positiva presenta dos vertientes: por una parte el

realismo mediato que admite el conocimiento inmediato de la realidad actuada de

nuestros actos y de nuestro «yo». Guarda una reminiscencia de escepticismo pues

conserva la idea de que del objeto conocido sólo se conoce inmediatamente una

representación interna. De esto se sigue que no se alcance con certeza un

conocimiento del mundo en sí sino por medio de una demostración en sentido

estricto. El realismo inmediato, por último, apuesta por la validez e inmediatez del

conocimiento de la realidad existente en sí de nuestro mundo sensible (a

diferencia del realismo mediato, afirma que es imposible la demostración estricta

del mundo sensible ya que no se puede mediar lo que se presenta como inmediato:

lo evidente no se demuestra, se muestra); hay una relación real del ser con la

inteligencia. De esta manera, la verdad no está en las cosas sino en el

entendimiento, si bien su calidad dependerá del grado de aproximación a la

realidad fundante del ser54

.

Podemos continuar ahora con el binomio objetividad y verdad. Ambas no

deben confundirse. «La verdad es lo que es porque existe o ha existido en realidad

como un hecho o un acontecimiento, de manera experimental o sencillamente

demostrable»55

, apunta Brajnovic. La objetividad, entonces, sería como el modo

de describir esa verdad o conocimiento cierto. Esto se suele hacer por medio de

juicios hilvanados en sucesiones lógicas. Un juicio es distinto de la mera opinión56

en cuanto que ésta no es una convicción firme (a diferencia del conocimiento

cierto, que sí lo es). De ahí que aceptar algo como verdad signifique haberse

54

Cf. ARISTÓTELES, Metafísica II 993b, 31; V 7, 1017a, 30-35.

55 L. BRAJNOVIĆ, Deontología periodística, 102.

56 En ámbito filosófico una opinión es definida como asentimiento a una proposición que

no descarta que la proposición contraria sea también verdadera. En psicología la opinión dice

referencia a una manera de hablar sobre lo que no se está seguro.

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

33

formado un juicio consciente y seguro sobre ello, «la convicción de que aquel

juicio sobre tal verdad es definitivo y decisivo»57

. De lo anterior se sigue que la

duda o la opinión no constituyan una convicción firme, un conocimiento cierto o

saber seguro. Pero, ¿estar convencido de algo equivale entonces a la verdad? A

esto responde el autor cuando afirma:

El hombre tiene únicamente conocimiento cierto cuando sabe que este algo

es verdad. Por lo tanto, hace falta tener el criterio por el cual se reconoce y

se juzga la verdad, diferenciándola de la duda, del error, de la falsedad o

mentira. Hace falta disponer de una norma para la verdad. ¿Cómo sé que la

mesa donde escribo es rectangular? La veo, es rectangular y así la juzgo.

Mi juicio está de acuerdo con la realidad de ese objeto y por lo tanto es

verdad. Visualmente compruebo que esto es así. […] La evidencia, la

comprensión, el saber inequívoco y la realidad son los elementos del

criterio para concebir la verdad58

.

De esta manera tenemos varios elementos que se presentan como

necesarios para el conocimiento de la verdad: 1) una firme, consciente y

argumentada aceptación; 2) un juicio verídico e imparcial; y 3) saber que el juicio

es verídico. En pocas palabras: «el conocimiento de la verdad consiste en la

evidencia explicada por la seguridad del juicio y el saber»59

. Articulado de un

modo filosófico diría Morandini:

Cuando conocemos con certeza alguna verdad, no conocemos sólo la cosa,

ni conocemos solo nuestro conocimiento, sino simultáneamente nuestro

conocimiento y la cosa; pues somos conscientes de nuestro conocimiento

como conforme a la cosa. Es así que por esto conocemos al ejercitar el

acto («exercite») la capacidad de nuestra mente para la verdad en cuanto

actuada en el acto. Luego cuando conocemos con certeza alguna verdad,

conocemos al filo del acto («exercite») la capacidad de nuestra mente para

la verdad, en cuanto ejercida en el acto60

.

57

L. BRAJNOVIĆ, Deontología periodística, 103.

58 Ibid.. 103.

59 Ibid.. 104.

60 F. MORANDINI, Crítica, 39.

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

34

De manera que quede todavía mejor expuesto, podemos repasar lo que en

la Deontología periodística se entiende por 1) evidencia en sí misma y evidencia

explicada, 2) la certeza en contraposición a la duda y a la opinión61

, 3) saber que

un juicio corresponde a la verdad, 4) lo verdadero y 5) la expresión de la verdad.

El hombre conoce el objeto gracias a sus sentidos62

. Al afirmar o negar

separa o une características de lo conocido. Pero no todo conocimiento es sólo de

carácter sensible: de la percepción sensible según la sensación captada (color,

olor, sabor, etc.) se pasa a la capacidad racional63

, al entender, que es una forma

más elevada de conocimiento y propia del ser humano. Por tanto, recibir una

impresión sensible, por ejemplo un hecho noticiable ante el cual nos encontramos,

debe ir más allá del afirmar o negar características o circunstancias del objeto

juzgado64

, es preciso distinguir el es y el no es de una alternativa, la verdad de la

61

Hay quien ha hecho de la opinión un «estilo» de periodismo. Así, por ejemplo, la obra

de J. GUTIÉRREZ PALACIO, Periodismo de opinión, Paraninfo, Madrid 1984.

62 Aristóteles dirá que el intelecto humano es «sicut tabula rasa, in qua nihil est scriptum»

(«Como una pizarra limpia donde no está nada escrito». III De anima, c. 4, n. 3; 430a 1). El

conocimiento empírico humano del hombre implica tres elementos imprescindibles, diferenciables

e indisolublemente unidos: dos a nivel sensitivo (la sensación externa y la percepción o sensación

interna global) y uno a nivel intelectivo, la intelección (que implica dos operaciones: la

aprehensión y la composición-división). Véase F. SELVAGGI, Filosofia del mondo, PUG, Roma

1985, 80.

63 Al respecto dice Selvaggi: «el conocimiento directo de lo inteligible en lo sensible, aun

siendo abstracto y no recibido pasivamente, sino producido activamente y elaborado por el

intelecto, no pierde el contacto con la realidad objetiva, de la que tiene origen todo conocimiento

humano». Y más adelante afirma: «Sólo en el juicio, gracias a la reflexión completa del intelecto

sobre sí mismo y sobre su propia naturaleza, se tiene plena conciencia de la verdad […] En la

simple aprehensión, la verdad se contiene sólo materialmente, y llega a ser formal sólo en el acto

del juicio. Así, mientras la sensación externa, como hemos visto antes, y también la simple

aprehensión intelectiva, tienen ya un valor no puramente subjetivo, sino objetivo y óntico, el

juicio, tomando formalmente la conformidad del pensamiento (logos) con el ente material, tiene

además un valor plenamente ontológico» (Filosofia del mondo, 89-90. La traducción es mía).

64 Lo que algunos llaman «objetividad fotográfica».

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

35

falsedad65

. Y es que en cada juicio está expresado el conocimiento sobre la

verdad:

Atribuyendo las características verídicas el hombre está dirigido hacia el

objeto y, además, sabe que en esta relación entre el objeto y el

entendimiento se encuentra la verdad. Esta relación no existe en el

conocimiento sensitivo, por lo que el relato más realista necesariamente

debe reflejar algo más de lo percibido por los sentidos66

.

Cuando se juzga falsamente el informador se encuentra en el error.

Hacemos ahora un recorrido por los elementos necesarios para el conocimiento de

la verdad.

Las distintas evidencias

El hombre capta la realidad de modo inmediato y mediato. De modo

inmediato son los primeros principios (el de no contradicción67

que se puede

formular de tres diferentes maneras, a saber: ontológicamente –imposible ser y no

ser al mismo tiempo–, lógica-lingüísticamente –no se puede afirmar y negar algo

de la misma cosa al mismo tiempo– y psicológicamente –no se puede pensar al

mismo tiempo, del mismo modo–); de modo mediato cuando la realidad se

«manifiesta mediante unas conclusiones y pruebas de las que nuestro juicio es

como un resultado»68

. Brajnovic refiere aquí la necesidad de dos tipos de

65

El conocimiento empírico inicial es sólo un punto de partida fundamental que apunta

hacia un conocimiento más perfecto: no nada más verdadero sino, además, cierto, necesario,

universal, metódico y orgánico; que vaya del hecho a la razón o porqué del mismo. La ciencia

debe ser un conocimiento perfecto de la cosa, su verdad. La verdad de las cosas se identifica con

su ser. Un conocimiento científico significa certeza y necesidad, excluye lo que no lo sea, y por

eso está opuesta a la duda y a la opinión. Esto es lo que, con otras palabras, escribió santo Tomás

comentando a Aristóteles en In. Post. Anal. I, lc.4 n. 35.

66 L. BRAJNOVIĆ, Deontología periodística, 105.

67 «El principio de contradicción afirma que todo ente, en cuanto ente, no puede no ser

ente. Comúnmente suele aducirse esta forma clásica: “No pueda algo, simultáneamente y bajo el

mismo aspecto ser y no ser”; o también: “Del mismo sujeto no se puede simultáneamente afirmar

y negar el mismo predicado», F. MORANDIN, Crítica, Gregorian University Press, Roma 1961.

68 L. BRAJNOVIĆ, Deontología periodística, 106.

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

36

evidencia: la interior (o del saber) que encontramos en la realidad que juzgamos,

que es recibida; y la exterior (o del creer) que es independiente de nuestro juicio o

de la realidad juzgada:

Cuando la evidencia excluye cualquier duda, se llama evidencia perfecta o

completa. La imperfecta se manifiesta cuando es capaz de provocar una

firme aceptación, pero el sujeto siente una oposición o adversidad de tal

manera que la evidencia se convierte en inseguridad69

.

La premisa noética esbozada en el párrafo precedente abre paso a un

conflicto interior del informador: éste se encuentra con sus convicciones y

posturas ante el deber de comunicar imparcialmente. La verdad de una evidencia

depende de su comprensión pero, una vez comprendida y asimilada, se impone el

deber de apartar sus dificultades ideológicas y sus disposiciones subjetivas para

ver con lucidez la realidad objetiva y, en consecuencia, reflejarla: «si el hecho

descubierto y evidente en sí mismo –que nos demostró nuestro error– tiene

importancia e interés para el público, debe ser destacado, pese a nuestra íntima

oposición», dice Brajnovic. Se refiere a casos esenciales de relieve.

La certeza en comparación con la duda

La aceptación firme de un juicio se denomina certeza. Ésta se presenta en

forma de duda negativa cuando se tienen motivos suficientes para aceptar o no

una afirmación (por ejemplo la cantidad exacta de afectados tras un desastre

natural). Se presenta en forma de duda positiva cuando hay motivos para pensar

en dos posibilidades (por ejemplo las consecuencias de una conferencia que busca

promover determinada finalidad). Es aquí donde entra la opinión: ésta surge ahí

donde es posible aceptar un motivo más que otro porque no hay certeza, existe la

duda, hay aceptación de un juicio pero con reservas.

69

L. BRAJNOVIĆ, Deontología periodística, 107.

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

37

Las certezas lo son de distinto tipo: está la certeza metafísica y sus

primeros principios; está la certeza física (se menciona el ejemplo de que un

cuerpo cae si otro no lo sostiene); y está la certeza moral. La certeza moral tiene

su fundamento en la recta razón, en la conciencia y en el criterio recto del hombre.

Se subdivide a su vez en:

- certeza hipotética (lo que es más posible frente a otras posibilidades);

- certeza objetiva o lógica (la evidencia objetiva como motivo de

aceptación firme de un hecho);

- certeza subjetiva (certeza de tipo psicológico cuya forma de expresión

es la opinión pues se trata de «certezas» en las que, por motivos

personales, el hombre cree estar en lo cierto);

- certeza objetiva.

La certeza objetiva se identifica con la verdad. Puede ser natural, en cuanto

no crítica o profunda, o, en un grado mayor, científica o profesional, en cuanto

reflexiva, crítica y responsable. Se puede decir que hay una certeza profesional

cuando se conoce la información y se la puede expresar aportando las razones

contrarias o las observaciones y dificultades de la duda. ¿Cómo se alcanza esto?

Mediante la reflexión, por el estudio o conocimiento seguro sobre lo tratado.

En la vida del periodista, no obstante, no todas son certezas profesionales.

También hay verdades naturales como la injusticia que supone la miseria, el

totalitarismo o la violencia. La relación certeza profesional - verdad natural se

entiende en cuanto que, desde un punto de vista periodístico, la primera debe

demostrar que lo segundo es precisamente una verdad.

Podemos recordar también aquí lo que decía Etienne Gilson sobre las

dificultades de los filósofos sobre la aceptación de la verdad:

Hay un problema ético en la raíz de nuestras dificultades filosóficas; los

hombres somos muy aficionados a buscar la verdad, pero muy reacios a

aceptarla. No nos gusta que la evidencia racional nos acorrale, e incluso

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

38

cuando la verdad está ahí, en su impersonal e imperiosa objetividad, sigue

en pie nuestra mayor dificultad: para mí, el someterme a ella a pesar de no

ser exclusivamente mía; para usted, el acatarla aunque no sea

exclusivamente suya. En resumen, hallar la verdad no es difícil; lo difícil

es no huir de la verdad una vez que se la ha hallado. Aunque no sea un

“sí, pero”…, con frecuencia nuestro sí es un “sí, y…”70

.

El saber que un juicio corresponde a la verdad

Una evidencia acerca de una realidad objetiva pone de manifiesto si

determinado juicio se ajusta o no a la verdad; la evidencia objetiva es «la medida,

norma o criterio según el cual se puede distinguir el saber verdadero del falso»71

.

Cuando el hombre está seguro de la verdad de un juicio, acepta lo que juzga y

rechaza la falsedad o el error. La evidencia, entonces, se coloca como criterio de

la verdad y fundamento de la seguridad de un juicio recto y como oposición a la

apariencia expresada como opinión.

La relación entre la seguridad de un juicio y la razón se comprende al

percibir que quien juzga sabe qué acepta y también el porqué:

Une su seguridad de que juzga bien a la realidad objetiva que es evidente.

Y lo hace reflexionando sobre su propio juicio para estar así convencido de

que la realidad atribuida por él se encuentra verdaderamente en la realidad

objetiva de un objeto, hecho, suceso o dato. La realidad objetiva se

manifiesta precisamente por la atención reflexiva con la que el hombre se

convence de algo para aceptarlo como verdad. Si ahora sabe que su juicio

es recto (que corresponde a la verdad), puede saber únicamente si

reflexiona valorando su propio juicio72

.

Lo verdadero

Podemos preguntarnos entonces todavía en qué consiste la verdad, qué es

lo verdadero. La explicación referida en la Deontología periodística apunta a la

70

E. GILSON, La unidad de la experiencia filosófica, Rialp, Madrid 1973, 77.

71 L. BRAJNOVIĆ, Deontología periodística, 110.

72 Ibid., 110.

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

39

identificación del juicio con la realidad pues sin conocer esa realidad no se pueden

hacer juicios y, en consecuencia, tampoco informar. Juicio y realidad, sin

embargo, no son sinónimos. Esto por cuatro razones: 1) mientras que los juicios

son o falsos o verdaderos, la realidad existe o no existe; 2) si no lo ha expresado

públicamente, un juicio es cognoscible sólo para el que lo hace, la realidad es

cognoscible para muchas personas; 3) el juicio está unido al yo de quien lo hace

mientras que el hecho u objeto no necesariamente; y 4) las experiencias

personales existen en la conciencia del hombre que las vive pero no se identifican

con el juicio sobre lo que se juzga.

Hay tres distintos elementos en el escenario: el hecho o suceso (el objeto

enjuiciado), el juicio y el sujeto que juzga. Un juicio será recto, verdadero, cuando

el juicio y el objeto enjuiciado concuerdan: «el hombre juzga rectamente (dice o

posee la verdad) al estar seguro de que la realidad intencional existe en el objeto

que ha juzgado»73

. Todo esto es importante porque cada vez más el concepto de

verdad tiende a ser suplantado por el de veracidad. De esta manera la información

puede dejar de ser verdadera pero no veraz.

La verdad según la forma de expresión

La comunicación de la verdad pasa por el modo como ésta se expresa. La

consideración no es periférica pues el periodismo posee una forma literaria

específica para transmitir. Ni la fantasía ni la metáfora son propias del periodismo.

Lo son los hechos, datos y acontecimientos.

Algunas formas literarias están más alejadas de la verdad objetiva y están

más próximas a las subjetivas. En caso de poseer un rastro de verdad, ésta queda

mezclada con valores artísticos al grado de ser llamada verdad artística74

:

73

L. BRAJNOVIĆ, Deontología periodística, 112.

74 En otra parte del capítulo segundo hace también una distinción entre el escritor artístico

y el periodista (cf. L. BRAJNOVIĆ, Deontología periodística, 117).

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

40

Allí donde termina la verdad «periodística», la verdad real, comienza de

tal modo la verdad artística que una composición literaria sobre la realidad

imaginativa no se puede llamar periodismo, ni una narración periodística

de hechos o sucesos, creación artística o literaria75

.

Brajnovic propone una graduación de la verdad objetiva o periodística

hasta la artística. Como se puede advertir, todo esto es más bien una cuestión de

estilo que de valoración ética. La graduación sería la siguiente:

Verdad objetiva o periodística Verdad artística o subjetiva

Noticia pura (dato) Poesía lírica

Noticia elaborada Prosa poética

Entrevista Teatro

Comentario Novela

Reseña Ensayo

Crónica Crítica

Reportaje Relato

Pre-literatura76

En el apartado tres titulado El informador profesional como puente entre

hecho noticiable y público ofrece, por último, una aproximación todavía más

específica al rol del lenguaje dentro del periodismo. Según lo referido ahí,

El principal objetivo de la palabra (expresión) periodística debería ser su

propia función informativa para no dejar sólo que la información exista

teóricamente, sino también para que sea más sensible, más exacta y más

comprensible, es decir, lo más identificada posible con la realidad que

reproduce o narra77

.

75

L. BRAJNOVIĆ, Deontología periodística, 114.

76 La pre-literatura cabalga entre el reportaje periodístico y la novela. La acuñación del

término se debe a Miguel Ángel Asturias quien consideraba como pre-literatura la obra de Truman

Capote, A sangre fría.

77 L. BRAJNOVIĆ, Deontología periodística, 117.

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

41

Como dice Porzig: «el periodista es un intermediario no sólo entre la

fuente o el origen de la información y el destinatario, sino también entre diversas

prácticas lingüísticas, concretamente, entre quienes producen información y

quienes la reciben»78

.

3.2 El bien común y la justicia

La información como derecho apunta a una relación entre el sujeto79

que lo

tiene para buscar informaciones y los que lo tienen para conocerlas. La relación

entre periodista y público en materia informativa es la del bien común pues el

hombre es un ser social que no vive aisladamente. La vida social es una de sus

inclinaciones naturales y de ahí que los actos injustos, en este caso en materia

informativa, no le resulten indiferentes. Pero, ¿qué es el bien común?

Históricamente ha habido dos maneras de entender el bien común: una

pone el acento sobre la comunidad y la dimensión objetiva del bien, la otra

poniendo énfasis sobre el individuo y su libertad. Más recientemente se ha

desarrollado una recuperación del concepto antiguo de bien común. ¿Cómo se ha

llegado hasta aquí?80

. Para Platón y Aristóteles la sociedad era algo natural cuya

78

W. PORZIG, El mundo maravilloso del lenguaje, Gredos, Madrid 1974, 282. Sobre este

aspecto específico también se pueden consultar B. HERNANDO, El lenguaje de la prensa, Anaya,

Madrid 1990, especialmente las páginas 59 a 85; F. LÁZARO CARRETER, «El lenguaje periodístico,

entre el literario, el administrativo y el vulgar», en Lenguaje en periodismo escrito (marzo),

Madrid 1977, 7-33; P. BOURDIEU, Economía de los intercambios lingüísticos, Akal, Madrid 1985.

79 En definitiva podemos decir que se remite a la persona humana portadora de una

dignidad y, en consecuencia, de derechos. Boecio definió a la persona como «naturae rationalis

individua substantia» (sustancia individual de naturaleza racional, De persona et duabus naturis,

cap. 3; PL 64, 1343), es decir, un sujeto inmediato de existencia diferente de cualquier otro –

sustancia–; capaz de razonar –racional–. Como es sabido, el concepto «persona» nació de las

disputas teológicas, en ámbito cristiano, acerca de la trinidad-unidad de Dios. Para conocer un

itinerario histórico se puede consultar R. LUCAS LUCAS, L´Uomo spirito incarnato, San Paolo,

Milano 1993, 253 ss.

80 La breve exposición sigue el itinerario de L. BIAGI Bene comune, en «Rivista di

Teologia Morale», 27 (1995), 281 – 307.

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

42

finalidad consistía en promover una vida justa y buena. Para alcanzar esos

objetivos el político tenía un papel relevante81

. Es verdad que una motivación

presente en el pensamiento antiguo es que los hombres se reúnen para protegerse

de agresiones y facilitar intercambios comerciales, pero también es verdad que

existe la búsqueda de algo más grande que no suprime diferencias individuales

pero que, a partir de ellas, busca una felicidad mayor para cada uno82

.

Durante el Medioevo83

se siguió la delineación griega pero apuntando

ahora a la universitas: la sociedad se ve como un todo y los hombres como partes

de ese todo (que en la práctica privilegia el bien común por encima del bien

individual). Influyeron también en esta concepción la doctrina del derecho romano

y la doctrina paulina del «Cuerpo místico»84

.

Esta concepción, actualmente difícil para una sensibilidad moderna-

individualista, no se trató de aniquilación del individuo. A esta concepción del

bien común le acompañó la convicción de que la persona no podía quedar

reducida a una dimensión político-temporal sino que tenía una finalidad

trascendente. La concepción de fondo era más metafísica que sociológica.

Los cambios del periodo moderno, con las guerras de religión de fondo, las

transformaciones sociales, el iusnaturalismo, la difusión del modelo experimental

de las ciencias y el proceso de secularización, crearon un clima que hizo venir a

menos el concepto anterior de bien común: ese algo verdaderamente querido por

81

Véase, por ejemplo, Aristóteles, Política, III, 9: 1280b.

82 Cf. Política, III, 9: 1256a.

83 Cf. TOMÁS DE AQUINO, Summa Theologiae I-II, 92, 1 ad 3; I-II, 21, 3 ; II-II, 4,2; II-II,

65, 1.

84 La doctrina paulina del cuerpo místico puede encontrarse en I Cor 12, 4 ss; Ef 1, 23; y

Rom 12, 5). Sustancialmente dice que toda persona es una parte y tiene una tarea específica al

servicio de la unidad.

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

43

todos. Se pasó del bien común «ideal», con sus implicaciones éticas, al

«posible»85

.

Con Thomas Hobbes el concepto de bien común sufre una alteración

todavía más significativa: se interpreta al hombre en clave individualista de

manera que los individuos son la realidad primera y no son sociales por naturaleza

sino por educación y utilidad. En consecuencia la sociedad debe servir al

individuo. Se seguirá usando el término «bien común» pero con una significación

distinta86

. Lo expresa bien Bentham cuando dice:

El interés de la comunidad es una de las expresiones más genéricas que se

puedan encontrar en la fraseología de la moral: no hay que maravillarse de

que su significado de hecho se pierda. Cuando tiene un significado es el

siguiente: la comunidad es un cuerpo ficticio, compuesto de personas

individuales consideradas como sus miembros. Entonces, ¿cuál es el

interés de la comunidad? La suma de los intereses de varios miembros que

la componen. Es vano hablar de los intereses de la comunidad sin

comprender cuál es el interés del individuo. Se dice que algo promueve un

interés o que está a favor del interés de un individuo cuando va a añadirse

a la suma total de sus placeres o, lo que es lo mismo, a reducir la suma

total de sus dolores87

.

Con Spinoza el bienestar individual toma el puesto del antiguo concepto

de bien común88

mientras que en el siglo XX parece darse una recuperación del

bien común en su sentido antiguo que, de todos modos, al quedar desprovisto de

verdad y contenidos, es incompleto. ¿No es entonces el bien común una suma de

bienes individuales? A esto responde Tomás de Aquino cuando dice:

85

Uno de los principales teóricos será Maquiavelo. Al respecto puede verse, por ejemplo,

Il Principe, capítulo 15: Di quelle cose per le quali gli uomini, e specialmente i principi, sono

laudati o vituperati en Opere (a cargo de C. VIVANTI), Einaudi-Gallimard, Torino 1997, 159.

86 Hobbes emplea, de hecho, términos como bonum publicum o bonum commune pero

indicando las ventajas que de ellos se desprenden para el individuo. En el fondo permea el espíritu

del contrato, aportación específica de Hobbes.

87 J. BENTHAM, Introduzione ai principi della morale e della legislaciones, Utet, Torino

1998, 91. La traducción es mía.

88 Cf. Ethica, IV, Definición 1.

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

44

El bien común del Estado y el bien común de un individuo no se

distinguen solamente por una diferencia de número, sino por una

diferencia de forma: de hecho, la noción de bien común es diferente de la

de bien privado, como diversas son las nociones de todo y de parte. Por

eso el filósofo ha escrito que no es buena la afirmación de aquellos que

sostienen que Estado, familia y otras cosas del género difieren según la

cantidad y no según la especie89

.

¿Qué es entonces el bien en una sociedad? Es el fin en cuanto tendencia

del hombre a perfeccionarse. Es común porque se obtiene mediante la

colaboración de otros. El Catecismo de la Iglesia Católica ofrece una de las

mejores formulaciones conceptuales de «bien común»:

Por bien común es preciso entender el conjunto de condiciones de la vida

social que hacen posible, a los grupos y a cada uno de sus miembros, el

logro de la propia perfección90

.

Ya que afecta a la vida de todo, más adelante91

el mismo Catecismo

enunciará los elementos que le son propios, a saber: 1) respeto a la persona (de sus

derechos inalienables como son el proteger su vida privada, actuar según su

conciencia, libertad religiosa, etc.), 2) facilitar el bienestar y desarrollo social, y 3)

la paz92

. El bien común posee como características 1) una marcada orientación de

servicio para las personas y su bien integral, incluyendo las dimensiones

espirituales y morales; 2) su norma es la naturaleza humana; 3) debe ser

subsidiario; y 4) debe ser verdaderamente común, más todavía hoy en el contexto

de un mundo globalizado.

89

Summa Theologiae, II-II, q. 58, a. 7 ad 2.

90 Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1906.

91 Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1907-1909.

92 Un desglose más pormenorizado de elementos puede verse en J. M. IBÁÑEZ LANGLOIS,

La dottrina sociales della Chiesa, Ares, Milano 1989, 88.

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

45

En relación al bien común, la justicia se presenta como la virtud dirigida al

bien de los demás, incluyendo el propio; como la virtud que favorece la

convivencia social. «En la justicia se encuentra el criterio para juzgar el orden

social y el valor de la vida y de los derechos humanos en la sociedad»93

, dirá

Brajnovic.

En la antigüedad Platón concibió la justicia como la virtud que armonizaba

las partes del hombre (razón, sentimientos, deseos) como las de la ciudad. De

hecho, en la República inicia el estudio de la justicia en la πολις pues considera

más fácil ver la realidad escrita en sus leyes. A Aristóteles debemos la

consideración de la justicia como virtud social, como condición para la vida en

sociedad; a él se debe también la distinción todavía vigente hoy en día entre

justicia distributiva, justicia conmutativa94

y una justicia general que ordena la

relación entre el ciudadano y el bien común. Santo Tomás y la Escolástica

retomaron los conceptos antiguos de justicia, especialmente a Aristóteles, y los

desarrollaron integrándolos en la teología moral95

.

Se suele definir la justicia como dar a cada uno lo suyo96

. «Suyo» implica

un derecho, el ius de la persona en sentido objetivo. De ahí que el arte del derecho

sea precisamente establecer qué le es debido a una persona como suyo: el arte de

interpretar qué es justo. El fundamento remoto del derecho es la naturaleza

humana mientras que el fundamento más próximo está subordinados, por ejemplo,

a la existencia de un Estado o, en el caso concreto de una herencia, por poner un

ejemplo más específico, a la filiación o tutela.

93

L. BRAJNOVIĆ, Deontología periodística, 132.

94 Cf. ARISTÓTELES, Etica a Nicómaco, libro V.

95 Santo Tomás de Aquino lo hizo, por ejemplo, en su obra De iure et iustitia y en la

Summa Theologiae II-II, q. 81, 1, q. 82, q. 102, sobre los deberes hacia Dios.

96 Se atribuye a Cicerón una formulación anterior análoga, el suum cuique tribuere. Cf. J.

DE FINANCE, Etica generale, 285.

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

46

Se habla de tres diversas formas de justicia: 1) la conmutativa, que es la

que surge entre las personas; 2) la distributiva, que es la instaurada entre

colectividad e individuos; y 3) la legal, que es la que regula las relaciones de los

individuos hacia la colectividad. La doctrina social de la Iglesia habla, además, de

un cuarto tipo de justicia, la social. Se trata de una forma de justicia distributiva

usada por vez primera por Pío XI en la encíclica Quadragesimo anno, de 1931,

sobre la relación entre obreros y patrones97

.

3.3 La libertad y la responsabilidad

En el apartado cuarto del capítulo segundo de la Deontología periodística

se hace una primera aproximación al tema de la libertad desde diferentes

concepciones: desde la que alude a ella como una concesión hasta quien habla de

ella como un derecho, pasando por la consideración de la libertad como una meta.

A continuación se formula una definición de libertad –construida por Brajnovic

mismo–: «la libertad es la facultad volitiva –independiente de las circunstancias y

leyes positivas– de elegir una entre varias posibilidades con plena responsabilidad

moral»98

.

Ahondando un poco más en este concepto, podemos aproximarnos todavía

mejor a la libertad para saber qué es. Metafísicamente no es un ser, ni una

sustancia, ni una facultad, ni un acto. Un antropólogo español dice al respecto que

la libertad

97

En el número 57, en nombre de la ley de justicia social se condena la exclusión de

beneficios económicos para algunos grupos. Más adelante, en el número 71, tratando el tema del

salario justo, se subraya que la justicia social es el principio para la revisión de estructuras socio-

económicas de forma que las remuneraciones laborales cubran las necesidades fundamentales del

obrero. Años después Mater et magistra y Popolorum Progressio usaron el término para indicar

las relaciones entre las naciones. Michael Ryan, L.C., lo considera «una raíz general en la cual son

insertadas la justicia general (legal) y las justicias particulares (conmutativa y distributiva)»

(Percorsi di etica sociale, APRA, Roma 2006, 116). La traducción es mía.

98 L. BRAJNOVIĆ, Deontología periodística, 119.

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

47

Es la característica de algunos actos volitivos. Es, por así decir, un

accidente de tercer grado, porque la sustancia, es el hombre; la voluntad es

una de sus facultades; el acto volitivo proviene de la voluntad; y en

algunos casos, este acto volitivo es libre99

.

Dado que por libertad se puede entender meramente la ausencia de

constricción se pueden distinguir tipos de libertad. Brajnovic señala tres: 1) física

(a. de coacción externa o represión, y b. de algunas leyes propias), 2) psicológica

(a. de determinación involuntaria, y b. de vínculos avasalladores) y 3) moral o

ética, subdividida en a. interna (de inclinaciones viciosas y de desacuerdo con la

conciencia), y b. social (a. de permisivismo inmoral, y b. de nuevos tabúes).

Una distinción más clara podría ser la que sigue100

:

- Libertad física: se trata de la primera conceptualización que el hombre

ha hecho de la libertad, formada en la lucha contra tiranías y

opresiones: actuar sin límites externos según la propia estructura

ontológica, es decir, según las limitaciones naturales de nuestro «ser

hombres».

- Libertad moral: consiste en la libertad de hacer esto o aquello sin

incurrir en ilícitos morales (libertad del espíritu, en términos

cristianos), en el dominio de la razón sobre los instintos. Este tipo de

libertad no es un dato inicial sino tarea de nuestro actuar: la libertad

presentada en un sentido positivo.

- Libertad de elección: definida como capacidad de elegir una cosa o la

otra, de realizar o no una acción cuando existen las condiciones

necesarias para ello. También se conoce como libre arbitrio. Tiene dos

formas: 1) libertad de ejercicio (libertas exercitii), de actuar o no

hacerlo; y 2) libertad de especificación (libertas specificationis), de

hacer esto o aquello.

99

R. LUCAS LUCAS, L´uomo spirito incarnato, 161.

100 Tomamos el esquema ofrecido por R. LUCAS LUCAS, L´uomo spirito incarnato, 162

ss.

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

48

Como se puede advertir, la libertad de elección posee un carácter ético.

Mientras la libertad moral se presenta como fin de la vida moral, la de elección

supone la condición de posibilidad de la vida moral.

Remitiendo a los límites de la libertad en sus categorías éticas, Brajnovic

dedica varias páginas para tratar 1) la medida de la libertad, 2) la naturaleza

humana, y 3) la dignidad de la persona y de la sociedad. Hagamos un breve repaso

por esos tres puntos.

La medida de la libertad

La libertad de información está encaminada a actualizar los valores

humanos reflejados o negados en los hechos noticiosos, lo que depende de la

colaboración activa del hombre. ¿Cuál es entonces la medida? Hacer lo que en

conciencia se debe hacer101

:

Afirmar que el fenómeno periodístico, en su esencia, es un fenómeno de

opinión no quiere decir, naturalmente, que todas las opiniones equivalgan

a un pensamiento recto, y que puedan ser puestas en el mismo plano. Las

hay de mala fe. Acudir a la razón contrasta con la manera de refugiarse en

la emoción, en lo irracional, en el verbalismo, etc. Todo ello confirma la

necesidad de la medida anteriormente expresada. En este sentido, la

verdad, la justicia, la responsabilidad personal resumen los límites de la

libertad en este aspecto positivo que aquí consideramos. Y no porque el

hombre no pudiera actuar contra estas virtudes –tantas veces lo hace así

que es preciso hablar de ética profesional– sino porque no debería hacerlo

por respeto a su propia dignidad, a la dignidad de su profesión y a la

dignidad de los demás hombres. La capacidad de elegir los medios para

conseguir un fin (la libertad) incluye la bondad, porque el hombre, por

naturaleza, desea su propio bien. Por tanto, el fin no puede ser malo si la

libertad no se usa con propósitos antihumanos. Cuando el hombre comete

errores […] sufre las consecuencias de su voluntad débil, de su conciencia

torcida o ciega. Lo mismo ocurre cuando la razón acepta una falsedad

como si fuera verdad, porque le faltan los elementos de juicio. De ello se

101

Cf. L. BRAJNOVIĆ, Deontología periodística, 120.

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

49

desprende que la libertad experimentada (la de post factum) y especulativa

(la de ante factum), tiene un límite justificado102

.

La naturaleza humana como limitación de la libertad

En la naturaleza misma del hombre (recuérdese lo señalado en la

distinción acerca de la libertad física) hay una limitación para la libertad. No sin

razón dice Millán Puelles:

Y porque el hombre tiene una naturaleza, es posible decir de él que se

comporta humana o inhumanamente, según actúe –en el ejercicio de su

libertad– de un modo coherente con su ser de hombre, o de un modo

incoherente con él […] La doble posibilidad de que, en el uso de su

libertad de opción, el hombre actúe en consonancia con su ser específico o,

por el contrario, en oposición a él, abre un camino para una interpretación

del obrar éticamente recto como la formación práctica de asumir

libremente nuestra propia naturaleza. Tenemos una naturaleza, y en el uso

de nuestra libertad podemos actuar en conformidad o en disconformidad

con ella103

.

A la naturaleza humana se suman las leyes naturales que rigen el universo.

¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que en la naturaleza humana existe una

armonía y una finalidad: nuestra razón descubre y presenta a la voluntad aquello

que promueve el perfeccionamiento de nuestra naturaleza como seres humanos.

No es que la voluntad sea un fin en sí misma pues, de suyo, sin la razón, queda en

la ceguera. «La voluntad tiende a conseguir la bondad; y la razón, la verdad. En la

armonía de las dos se halla la perfección del hombre como ser humano»104

.

De lo anterior se sigue que el periodista en el ejercicio de su profesión no

sea un humano parcial pues su oficio está al servicio de seres racionales, motivo

102

L. BRAJNOVIĆ, Deontología periodística, 120-121.

103 A. MILLÁN PUELLES, Ética y realismo, 4.

104 L. BRAJNOVIĆ, Deontología periodística, 123.

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

50

por el cual sus informaciones precisen de ser tanto imparciales como

independientes de sus pasiones.

La dignidad de la persona humana y la sociedad

La dignidad humana es también un condicionamiento más de la libertad.

El hombre es persona y, en consecuencia, no puede ser objeto de manipulación.

Dado que una posible manipulación informativa atenta contra la dignidad

humana, específicamente contra la conciencia, pues se le deforma al no

presentarle la verdad, cabe mencionar aquí la existencia del derecho a la libertad

de conciencia que no sólo la promueva sino que también la custodie:

Quien pisotea lo más querido y lo más santo para un hombre, quien intenta

imponer por fuerza su opinión, u obtener de alguien, también por fuerza o

presión, una aceptación o un reconocimiento, comete un delito contra el

mismo concepto de persona humana. […] Aun en el caso de que el hombre

–a causa de su conciencia deformada o torcida– piense (¡no actúe!) mal y

se forme mal, la sociedad no tiene el derecho de obligarle a cambiar su

conciencia que es inviolable (nota del redactor de la tesina: lo que no

significa que pueda hacer lo que se le antoje pues el principio de

convivencia implica el respeto del otro y, en consecuencia, de la sociedad).

Así consideradas estas libertades fundamentales y esta dignidad de la

persona humana, se puede hablar de una garantía de igualdad de todos los

hombres sin distinción […] Todos tienen igual e indisoluble derecho a que

la sociedad, y por tanto los medios de comunicación social (a causa de su

propia dimensión social) respeten en la totalidad de los hombres la

dignidad humana105

.

Lo anterior se traduce prácticamente en la promoción del respeto por los

derechos del hombre y mediante la expresión no dañina de la libertad de opinión.

Cuanto se ha dicho acerca de la libertad guarda una relación íntima con las

consecuencias del ejercicio de esa libertad. La libertad apela a un sujeto que se

responsabiliza de sus actos. Nos preguntamos, entonces, quién-qué es una persona

responsable. A esta interrogante responderá Brajnovic cuando afirma:

105

L. BRAJNOVIĆ, Deontología periodística, 125.

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

51

Se llama responsable a una persona cuando desea destacar su sentido

moralmente recto y su criterio de ir pensando en los posibles efectos de su

comportamiento corrigiéndolo o reforzándolo conforme a la previsión de

tales efectos106

.

La responsabilidad, según la Deontología periodística, incluye tres

elementos, a saber: 1) la garantía moral, 2) la previsión de los efectos que

determinado comportamiento puede producir, y 3) la honradez de corregir o

mantener el criterio personal. Dañar o no a terceros no es, por tanto, algo

indiferente. Esto supone un reconocimiento de valores éticos y el saber distinguir

el bien del mal –lo que a su vez remite al campo de la conciencia– para disciplinar

una malentendida libertad y no emplearla con fines dañosos en perjuicio tanto del

sujeto que la ejerce como de los demás. Esto no hace menos libres a las personas

porque no se desprenden del uso de su libertad sino que la encauzan

voluntariamente. Es así que:

la relación responsabilidad-libertad no es proporcional (cuanto más

responsabilidad menos libertad y viceversa), porque la responsabilidad

incluye y, en casos, fomenta la libertad de hacer bien, de perfeccionar el

comportamiento moral del agente, de agudizar su criterio ético y su

capacidad de prever los efectos de sus actos. La libertad, en este sentido, es

la de otorgar una parte de sí misma para aumentar el bien y evitar el

mal107

.

En el ámbito del periodismo la responsabilidad se presenta como «el

deber» por excelencia. Es evidente que los medios de comunicación tienen un

influjo mayúsculo en la sociedad108

. No por nada han sido llamados «el cuarto

poder».

106

L. BRAJNOVIĆ, Deontología periodística, 125-126.

107 Ibid., 127.

108 Al respecto puede verse M. AJASSA, Comunicazioni sociali e giornalismo: la scelta tra

servizio e potere, Urbaniana University Press, Roma 1985.

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

52

En la sociedad hay quienes poseen una conciencia moral en formación,

una personalidad en formación. Es esas personas en las que los medios

informativos ejercen un especial función ético-social, una función que

«exige una responsabilidad completa aun a costa de la libertad de

expresión en cuanto ésta –tan solo con ciertos temas o modos de tratar las

noticias– pueden servir como justificación de adormecer, deformar o

pervertir conciencias109

.

La libertad de expresión, en consecuencia, no es una máscara para cometer

delitos y por tanto no puede ser utilizada para la destrucción o para abusar de ella.

Juan José García Noblejas recoge en uno de sus libros aquella poca conocida

aportación sobre la libertad y la responsabilidad:

Decía Víktor Frankl, famoso psicoanalista vienés, que está muy bien que

los franceses hayan regalado a los nortemaericanos una estatua de la

libertad, y que éstos la hayan puesto en su costa atlántica, en Nueva York,

puerto de llegada de tantas esperanzas emigradas de Europa. Ahora falta

que alguien les regale una estatua de la responsabilidad, para que la

pongan en su costa pacífica. Desde una visión de las cosas como ésta,

habrá que pensar que –en este sentido, cuando menos– todos somos

norteamericanos, faltos de una estatua de la responsabilidad en el flanco

pacífico de nuestras profesiones comunicativas110

.

Hemos hablado de la necesidad del reconocimiento de valores éticos en el

periodismo. Vale la pena hacer aquí una breve aproximación a ellos como

conclusión de este capítulo. Por tanto, veremos qué son y, luego, cuáles son los

más específicos de la profesión periodística.

Un acto humano es el acto propio del hombre y en cuanto tal es objeto de

valoración moral. Esto supone la distinción clásica entre actus hominis y actus

humanus de la teología medieval: el «acto del hombre» es un acto que

inmediatamente no depende de su voluntad deliberada (por ejemplo el respirar)

109

L. BRAJNOVIĆ, Deontología periodística, 128.

110 J.J. GARCÍA NOBLEJAS, Medios de conspiración social, EUNSA, Pamplona 2006

3, 79-

80.

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

53

mientras que el «acto humano» nace de las facultades del hombre, de su

inteligencia y de su voluntad. Está implicada su libertad y, «desde el punto de

vista de la ética hay identidad entre acto libre y acto humano»111

.

El acto humano implica un juicio moral sobre él. Para una valoración

moral del acto humano es necesario considerar siempre el dato objetivo (materia)

y el dato subjetivo (consenso). El conocimiento y la libertad son dos elementos

que definen una valoración moral de los actos humanos. El elemento cognoscitivo

es estimativo y nace del asimilar el valor en la experiencia personal que «está en

construcción» Análogamente, la libertad no se da una vez para siempre, se

desarrolla y crece al interior de un camino con etapas y modalidades diversas.

Los criterios de valoración moral toman en cuenta tanto el aspecto

subjetivo como el objetivo. El juicio moral del acto humano, en consecuencia, es

el resultado de una correcta aplicación de criterios.

Lo dicho en los cuatro párrafos precedentes tiene relación con los valores

en cuanto que todo acto humano los implica: actuar bien enriquece y perfecciona

y, en ese sentido, incluyen el que actuar bien implica o supone un valor.

Aristóteles decía que el bien es «aquello hacia lo cual las cosas

tienden»112

. Se puede decir que el bien es tanto un fin como un valor. El fin es, a

la vez, tanto principio como término del acto humano en referencia a un bien. El

valor es la cualidad del objeto que lo hace deseable y, en este sentido, un bien. Fin

y valor, por tanto, no se pueden separar pues lo que se presenta como valor se

traduce como fin y nada se puede entender como fin si no es por el valor que se le

reconoce. El valor, por tanto, hace que el objeto se convierta en un fin. El valor,

entonces, es una cuasi-cualidad que hace que nuestra voluntad, en el ejercicio de

nuestra libertad, en cuanto acto humano consciente de nuestra parte, tienda hacia

111

J. DE FINANCE, Etica generale, párrafo 13. La traducción es mía.

112 Ética Nicomáquea, I, 1, 1094 a.3.

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

54

el objeto113

que se nos presenta como atractivo por el bien que entraña. El bien,

sin embargo, no es el valor.

¿Cómo se «traduce» todo lo anterior en el ámbito del periodismo?

Informar acerca de un hecho es un fin, una meta, un objetivo; pero el porqué

quiero informar, la importancia, el peso que tiene para el informador comunicarlo

es otra cosa. Quizá sólo es el placer de transmitir el acontecimiento; se puede, por

otra parte, tener que informar «de algo» porque si no se hace puede haber un

despido… Para informar posiblemente se deba renunciar a una cena con la propia

familia un sábado por la tarde; se renunciará a ir al cine, y tantas otras cosas

buenas. O tal vez sólo «se debe informar» sin que el suceso sea agradable o

interesante para el que lo va a hacer, pero es conveniente para la propia profesión

o pensando en terceras personas que se beneficiarán de lo que se haga. El bien,

como dijimos antes, se puede entender entonces tanto como fin, como valor,

aunque no sea la misma cosa. En todo caso, la libertad humana está siempre

implicada.

113

De Finance explica la distinción entre 1) el objeto como deseable, 2) el objeto deseado

en sí, y 3) la cualidad del objeto que es deseada, que lo hace apetecible, es decir, que nos inclina o

mueve hacia algo (Cf. Etica generale, cap. I, párrafos 17, 44-46).

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

55

CONCLUSIÓN

El recorrido hecho hasta aquí nos ha llevado a identificar tres parejas de

principios que, según la obra y el autor estudiados, son la base de la ética de la

información: el derecho a la información y la verdad, el bien común y la justicia,

y la libertad y la responsabilidad.

Previamente hemos visto que existen unos hechos, contenido de la

información, y que estos son comunicados, transmitidos o recibidos según tres

realidades o protagonistas –el triángulo escaleno de la información, en palabras

de Brajnovic–: el informador o periodista, el medio de comunicación y el público.

A cada uno de ellos los principios éticos les interpelan de modo diverso pero

decisivo.

La Deontología periodística data de finales de los años 70´s y, por tanto,

no conoció el desarrollo y mundialización de las tecnologías de la información y

de la comunicación que existen actualmente. Como es sabido, internet ha

modificado la comunicación misma y esto se muestra especialmente en la

difuminación de los roles específicos de cada uno de los lados del triángulo

escaleno de la información. Desde 1995, año más o menos formal del paso de

internet al ámbito civil, hay quien ha hablado de la necesidad de una nueva ética.

De hecho, hay obras explícitamente dedicadas a este aspecto114

. ¿Es realmente

necesaria una ética nueva? ¿Los principios que hemos descubierto, repasado,

profundizado, y que están a la base de la ética de la información, han perdido

validez?

114

Cf. J.M. VÁZQUEZ – P. BARROSO, Deontología de la informática, Instituto de

Sociología Aplicada, Madrid 1993; D. JOHNSON, Computer Ethics, Prentice Hall, New Jersey

1994; D. LANGFORD, Practical computer Ethics, McGraw-Hill Book Company, Londres 1995; T.

FORESTER – P. MORRINSON, Computer Ethics. Cautionary Tales and Ethical Dilemmas In

Computing, The MIT Press, Cambrigde 1995. El Pontificio Consejo para las Comunicaciones

Sociales publicó en su portal oficial Bibliografia suggerita su Chiesa e comunicazione Sociale

(véase aquí http://www.pccs.va/index.php/it/news2/risorse-pastorali/item/446-bibliografia-

suggerita-su-chiesa-e-comunicazione-sociale [Consultado el 30.04.2012]). Hacia la parte final del

documento hay todo un apartado dedicado a bibliografía sobre internet.

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

56

Los problemas éticos que las tecnologías de la información y de la

comunicación plantean hoy día no son ciertamente nuevos. Son novedosos los

contextos y la manera de plantearlos pero no el trasfondo. En consecuencia, para

su solución, y también en cuanto faros que pueden guiar, podemos reconducir

nuestra mirada a los mismos principios que rigen el periodismo y las formas de

comunicación precedentes. Podrán dárseles nuevos nombres115

pero

sustancialmente las bases serán siempre las mismas.

115

«Internética» la llama Niceto Blázquez (cf. La nueva ética…, 764-769).

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

57

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN 1

1. EL AUTOR Y LA OBRA 9

1.1 Breve bosquejo biográfico 9

1.2 El conjunto de la obra y la colocación de la Deontología periodística

12

2. IDENTIFICACIÓN DE LOS PRINCIPIOS EN EL CAPÍTULO II DE LA «DEONTOLOGÍA

PERIODÍSTICA» 15

2.1 El capítulo II («El contenido ético de la información») en el contexto

particular de la Deontología periodística 16

2.2 Los principios, los hechos y las realidades 20

2.2.1 Hechos 20

2.2.2 Realidades 24

La empresa (canalizadora) y el derecho a la transmisión de informaciones

24

El periodista (informador) y el derecho a investigar y difundir informaciones

25

El público y el derecho a estar informado 26

3. LOS PRINCIPIOS ÉTICOS 27

3.1 El derecho a la información y la verdad 27

3.2 El bien común y la justicia 41

3.3 La libertad y la responsabilidad 46

CONCLUSIÓN 55

ÍNDICE 57

BIBLIOGRAFÍA 58

Jorge Enrique Mújica, LC Principios éticos en el capítulo II de la Deontología periodística de L. Brajnovic

58

BIBLIOGRAFÍA

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