La Gubernamentalidad foucaulteana como categoría analítica de las Relaciones Internacionales. El...
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Universidad Católica de Salta
Facultad de Ciencias Jurídicas
Licenciatura en Relaciones Internacionales
Tesis de Grado
La Gubernamentalidad foucaulteana como categoría
analítica de las Relaciones Internacionales.
El estado del orden mundial desde la caída del comunismo
hasta la crisis financiera del 2008.
Alumno: Guillermo Javier Rojas Machicado
Director: Magister Alejandro Ruidrejo
Salta, septiembre de 2014
AUTORIDADES
Universidad Católica de Salta
Rector Pbro. Licenciado Jorge Antonio Manzaráz
Vicerrectora Académica Mg. Dra. María Isabel Virgili de Rodriguez
Vicerrectora Administrativa Mg. Lic. Graciela María Pinal de Cid
Vicerrector de Formación Pbro. Prof. Francisco Nuñez
Vicerrectora de Investigación y Desarrollo Dra. Ing. Lía Elizabet Orosco Segura
Secretario General Dr. Gustavo Adolfo Figueroa Jerez
Facultad de Ciencias Jurídicas
Decano Dr. Benjamín Pérez Ruiz
Secretaria Académico Dra. Virginia María Diez Gómez Longarte
Jefe de la Carrera de Relaciones Internacionales Lic. Carolina Romano Buryaile
No escribo un libro para que sea el
último.
Escribo para que otros libros sean
posibles, no necesariamente escrito por
mí1
Entender la teoría como una caja de
herramientas quiere decir:
- que no se trata de construir un
sistema sino un instrumento, una lógica
propia a las relaciones de poder y a las
luchas que se comprometen alrededor
de ellas; - que esta búsqueda no puede
hacerse más que poco a poco, a partir
de una reflexión (necesariamente
histórica en algunas de sus
dimensiones) sobre situaciones dadas2
1 Cita de Michel Foucault, tomada de CASTRO, Edgardo (2014) Introducción a Foucault. Buenos Aires: Siglo XXI. Página 11 2 FOUCAULT, Michel (1985) Poderes y Estrategias. En Michel Foucault Un diálogo sobre el poder y otras conversaciones. Madrid: Editorial Alianza. Página 85.
AGRADECIMIENTOS
Esta investigación no hubiese sido posible sin la contribución de
muchísimas personas que, con su apoyo incondicional, me permitieron transitar
este camino haciéndome sentir que todo es posible.
A mi familia y amigos incondicionales.
A los profesores de la carrera que, con su entusiasmo y sabiduría,
encendieron mi amor por esta profesión.
A las autoridades de la licenciatura en Relaciones Internacionales que
siempre están dispuestas a prestar asistencia en todo momento. El taller de
tesis y la “asistencia al Tesista” son un claro reflejo que la voluntad, paciencia y
crítica constructiva son los pilares para la excelencia académica.
Al grupo de investigación “Gubernamentalidad y Crítica” de la UNSa y,
en especial, a su director, que, muy amablemente, me abrieron un espacio para
aprender del oficio de investigador. Sin ellos no hubiese sido encontrada mi
vocación.
Al Centro de Estudios Americanos y a la Fundación OSDE por el
material brindado. Sus regalos en forma de libros han enriquecido esta tesis.
A la profesora Paloma García Picazo que, con su generosidad reflejada
en palabras y libros, alentó el desarrollo de esta investigación.
A las personas de la Universidad Católica de Salta que, como Valeria
Vargas, con su amistad y continuo aliento me dieron la seguridad de que iba
por buen camino.
A aquellas personas que, por mi poca memoria, no les doy crédito en
este agradecimiento que merecidamente lo tienen ganado.
6
ABSTRACT
A partir de las nociones de Gubernamentalidad y Crítica, planteadas por Michel
Foucault, se aborda el mundo que configuró el Neoliberalismo, como tecnología
de gobierno global, desde el fin de la Guerra Fría hasta la crisis financiera del
2008. Este trabajo de investigación advierte la reorientación estratégica del
Estado que promovió la creación del mayor número de situaciones de mercado
con el objetivo de dirigir la acción, pública y privada, a ámbitos donde los
principios de la economía no tenían injerencia. A través del dispositivo de la
gobernanza se da cuenta de los procesos de gobierno indirecto que se ejerce
sobre el Estado y, a su vez, la de sus ciudadanos; se evidencia que la
economía, como grilla de inteligibilidad, produce normas de autorregulación
que ocupan el lugar de la ley. Por otra parte, con el ascenso de Estados
Unidos, como la única potencia mundial, se observan dos momentos: el
primero relacionado a las Guerras Humanitarias, bajo esta noción se configura
la práctica de la responsabilidad de proteger con la que se justificaría las
intervenciones en defensa de las poblaciones amenazadas por los Estados
Canallas o Fallidos; el segundo momento, como consecuencia de los atentados
del 2001, se constituye el modelo de la Guerra contra el Terrorismo con el que
se reorganizaría la práctica gubernamental, dirigiendo la conducta mediante la
formación de sensibilidades colectivas fundadas en el miedo. La cuestión de no
ser gobernado de determinada manera introduce la noción de contra-conductas
que, en función de ella, se ocuparían de la invención de un modo de vida
diferente o contrario al Neoliberalismo que permitiría una resubjetivación
colectiva planetaria; por ello, se reconocería a los movimientos sociales
transnacionales como un nuevo actor de las Relaciones Internacionales, con
capacidad de democratizar la política mundial bajo la demanda de que otro
mundo es posible. Finalmente, a la luz de analítica de la gubernamentalidad se
observará que, bajo el imperativo del Estado como empresa, el orden mundial
es producto de una tecnología de gobierno (incitado por el dispositivo de la
gobernanza). Por lo que a Estados Unidos, por sus características, sólo le
compete operar en el nivel de la primacía, el nivel del logro de mayores y
mejores réditos.
7
INTRODUCCIÓN
“Pero lo importante es que la historia no
considere un acontecimiento sin definir la serie
de la que forma parte, sin especificar el tipo de
análisis de la que depende, sin intentar conocer
la regularidad de los fenómenos y los límites de
probabilidad de su emergencia, sin interrogarse
sobre las variaciones, las inflexiones y el ritmo
de la curva, sin querer determinar las
condiciones de las que depende”3
El mundo que nos legó la Guerra Fría ha sido el del fin de la historia,
como Francis Fukuyama proclamara en 1989. Es un mundo, sin un equilibrio
de poderes internacionales, que ha decretado a la democracia y al mercado
como las formas verdaderas de orientar la política, la economía y lo social. Sin
embargo, a pesar de ello, continúa aprehendiendo a las relaciones
internacionales desde marcos que poco tienen que ver con el mundo que
predica. Esa, nada aparente, contradicción se ha manifestado en las diversas
teorías que el mainstream, o corriente principal, de las Relaciones
Internacionales, como disciplina académica, ha promovido para comprender la
realidad global contemporánea. En este sentido, repensar la teoría
(alejándonos del Neorrealismo o Institucionalismo4) implicaría retornar a
aquello que, de alguna manera, nos alienta a desaprender y rearmar nuevas
posibilidades de pensar una filosofía política diferente a las que pretenden ser
las únicas verdades universales. Desde este punto de vista, el trabajo que
Michel Foucault ha realizado se erige como una alternativa. Una opción que se
funda en una reflexión sobre la forma en que la política despliega una
racionalidad, es decir, una especie de filosofía de las tecnologías políticas que
trabaja los modos en que la existencia es subjetivada en cualquier esfera de los
espacios políticos. Al respecto, el filósofo francés nos advertirá que:
3 FOUCAULT, Michel (2004) El orden del discurso. Buenos Aires: Editorial Tusquets. Páginas 55-56. 4 Las diferentes teorías de las Relaciones Internacionales se tratarán en los primeros dos capítulos de esta investigación.
8
“para analizar o criticar las relaciones de poder no se trata de someterlas a una calificación peyorativa o laudatoria de forma masiva, global, definitiva, absoluta y unilateral; no se trata de decir que las relaciones de poder se limitan a constreñir y a forzar. Tampoco debemos imaginar que podemos escapar repentinamente, global y masivamente de las relaciones de poder a través de una especie de ruptura radical o de una huida sin retorno. Las relaciones de poder también se juegan; son juegos de poder que habrá que estudiar en términos de táctica y de estrategia, en términos de regla y de azar, de apuesta y objetivos”5
Estas conjeturas permitirían (re)pensar las Relaciones Internacionales
desde otra óptica que no se preguntaría si es bueno o malo el poder, si el
Estado es legítimo o no, sino más bien trataría sobre la forma en que los
actores adquirirían una experiencia concreta del mundo. Igualmente,
posibilitaría alejarse de las explicaciones de carácter instrumental porque
evitaría las justificaciones de intereses particulares; las mismas que han
decodificado una experiencia teórica en un modo de existencia, es decir, en la
aceptación de un régimen de verdad que naturaliza los límites con los que se
puede observar la realidad. Esto evitaría que las teorías que han generado el
establecimiento de unas condiciones de aceptabilidad para la producción de
una autorregulación y que, como resultado, habría de ser el mantenimiento de
un statu quo mundial, sean legitimadas. Allí es donde esta investigación se
cuela ya que tratará la encrucijada que se ha planteado Estados Unidos, la
dominación o el liderazgo del mundo, dilema desarrollado por autores como
Francis Fukuyama6 y Zbignew Brzezinski7 y se explicará a luz de la analítica de
la Gubernamentalidad8 esbozada por el filósofo francés. Concretamente, se
pretende analizar el modo en que influyó el Neoliberalismo, como tecnología de
gobierno, en la configuración de una política exterior de primacía global de los
Estados Unidos. Por ello, los objetivos de este trabajo son:
5 FOUCAULT, Michel (2010a) La filosofía analítica de la política. En Michel Foucault Obras esenciales, Volumen III. Madrid: Editorial Paidós. Página 789. 6 FUKUYAMA, Francis (2007) América en la encrucijada. Democracia, poder y herencia neoconservadora. Buenos Aires: Ediciones B. 7 BRZEZINSKI, Zbignew (2005) El dilema de EEUU ¿Dominación global o liderazgo global? Barcelona: Paidós Ibérica. 8 La cuestión de la Gubernamentalidad, como herramienta analítica, se desarrollará en el capítulo dos de este trabajo.
9
1- Comprender la racionalidad gubernamental planteada por Michel
Foucault en relación al orden mundial, a partir de la caída del muro
de Berlín hasta la emergencia económica del 2008.
2- Determinar y analizar los mecanismos que orientaron la política
mundial, siguiendo la noción foucaulteana de dispositivo, en la
Posguerra Fría.
3- Describir las estrategias que se han desarrollado en oposición a la
racionalidad gubernamental, de acuerdo a la idea de resistencia del
pensador francés, desde el fin del comunismo.
Conforme al filósofo francés la coherencia metodológica9 sobre las
investigaciones referidas a las prácticas, discursivas y no discursivas, deriva de
la forma en que lo históricamente singular es problematizado en función de las
generalidades de relaciones de dominio sobre las cosas, con el otro y con uno
mismo; por otro lado, implica poner a prueba la reflexión histórico-filosófica con
las prácticas concretas de las racionalidades investigadas. De esta forma se
puede aprehender contenidos de alcance global en su forma históricamente
singular. En este sentido, en la clase del 5 de marzo de 198310 expresaría que
las tres dimensiones (a las que denominó: formas de un saber posible, modos
de existencia virtuales para sujetos posibles y matrices normativas de
comportamiento) conformaban una historia de la experiencia, la cual permitiría
conocer qué idea falsa se hizo de sí mismo el conocimiento y a qué tipo de
dominación se encuentra ligado, es decir que la analítica foucaulteana se
propondría analizar las relaciones entre verdad, sujeto y poder; entendidas
como una ontología del presente en función del análisis de las tecnologías
políticas que producen un determinado tipo de racionalidad. Por otra parte, los
aportes de Mitchell Dean sobre Gubernamentalidad Internacional11 permitirían
introducirnos a la problemática de la sociedad internacional actual. Finalmente,
a través del aparato conceptual elaborado por este autor se podrían redefinir
temas tales como: gobierno, genealogía, poder, saber, racionalidad,
tecnologías, dispositivos, etc. y reflexionar sobre las diferentes estrategias que 9 FOUCAULT, Michel (2010b) ¿Qué es la Ilustración? En Michel Foucault Obras esenciales, Volumen III. Madrid: Editorial Paidós. Página 990. 10 FOUCAULT, Michel (2009). El gobierno de sí y de los otros. F.C.E., Buenos Aires. 11 DEAN, Mitchell (2010) Governmentality. Power and Rule in Modern Society. Segunda edición. Londres: Sage. Páginas 228-249.
10
han configurado el sistema internacional vigente. Por estas propuestas de
abordaje se puede considerar pertinente el pensamiento de Michel Foucault en
el estudio del orden mundial contemporáneo.
El siguiente trabajo de tesis encuentra sus condiciones de realización en
el hecho de que la obra de Michel Foucault, que desarrolla la cuestión de la
Gubernamentalidad está traducida al español y, además, se cuenta con el
acceso a la misma por medio de las bibliotecas de la Universidad Católica de
Salta y de la Universidad Nacional de Salta. Por otra parte, también existen
documentos disponibles que pueden ser consultados a través de internet que
publica el gobierno de Estados Unidos sobre su política exterior. Además, se
cuenta con material adquirido sobre la historia de EEUU y, adicionalmente, con
análisis de los efectos de las acciones de ese país en el mundo. Por último,
esta investigación se inscribe en el marco del proyecto de investigación
“Gubernamentalidad y Crítica”, número 2079 del C.I.U.N.Sa.
Este trabajo está dividido en cinco capítulos distribuidos de la siguiente
manera12: el primero titulado “una arqueología del saber”, tratará sobre los
aspectos que han configurado Lo Internacional como forma de conocimiento
específico, de su recorrido múltiple, fragmentado y contradictorio; para esta
aproximación se releerán los distintos debates que se han sucedido en las
Relaciones Internacionales. El segundo capítulo, “Crítica de la razón
internacional”, se dividirá en dos partes: la primera pondrá en tela de juicio el
carácter emancipador que se arroga la postura reflectivista y, en la segunda
parte, se presentará, a partir del espacio que dejaría la postura descripta, la
Gubernamentalidad como herramienta teórica; como así también se hará un
breve repaso de las diferentes racionalidades que se han apropiado de la
realidad social a lo largo de la historia. El tercer capítulo, “La
Gubernamentalidad”, evaluará, en función de los aportes foucaulteanos, la
constitución de Estados Unidos como país, desde la racionalidad del
Liberalismo, y luego como la potencia que pretende configurar el orden
mundial, a partir del despliegue neoliberal. El cuarto capítulo, titulado “Omnes 12 Debe advertirse que el léxico foucaulteano, o la interpretación de cualquier término bajo su óptica, mantiene una tensión que obliga, continuamente, a estar atento ya que su modo de concebir las definiciones estaba atada a los vaivenes que cada juego de verdad imponía, y, como se sabe, cada juego tiene sus propias reglas.
11
et singulatim”, buscará profundizar el estudio de los cambios que se han
suscitado bajo el imperio de las reglas neoliberales en las presidencias de Bush
(padre) y W. Clinton; también se trabajará la aparición de una consciencia
crítica en la sociedad mundial. Finalmente, el último capítulo, “Vigilar y
Castigar”, se ocupará de los cambios que han acontecido en la configuración
mundial en los ámbitos de seguridad y mercado, luego de los atentados del 11
de septiembre de 2001; asimismo se mostrará cómo los movimientos sociales
transnacionales se han convertido en un nuevo actor de las Relaciones
Internacionales.
12
CAPÍTULO 1
UNA ARQUEOLOGÍA DEL SABER
“…de modo que lo que atraviesa el proyecto
genealógico no es un empirismo; lo que lo sigue
no es tampoco un positivismo, en el sentido
corriente del término. Se trata, en realidad, de
poner en juego unos saberes locales,
discontinuos, descalificados, no legitimados,
contra la instancia teórica unitaria que pretende
filtrarlos, jerarquizarlos, ordenarlos en nombre de
un conocimiento verdadero, en nombre de los
derechos de una ciencia que algunos poseerían”13
1- Introducción
Lo Internacional es una invención que no ha tenido un recorrido
monolítico como el mainstream ha pretendido presentarlo, sino que, más bien,
ha sido el resultado de complejos procesos históricos y políticos, cuyas
principales características se pueden describir como: múltiples, fragmentarias y
contradictorias. La teoría tradicional situó el nacimiento de las Relaciones
Internacionales luego de finalizada la Primera Guerra Mundial en 1919, con la
creación del primer centro de estudio para la Paz en la Universidad de
Aberystwyth. Sin embargo, siguiendo el trabajo realizado por James Der
Derian14, se puede rastrear el nacimiento de lo Internacional en una revolución
y en una nota al pie de página: por un lado, la declaración de los Derechos del
Hombre y el Ciudadano, en 1789, le devolvía a la nación la autoridad de la
soberanía, terminando con las relaciones interdinásticas que habían
caracterizado al sistema desde la instauración de la Paz de Westfalia (1648).
Por otra parte, también para fines del siglo XVIII, el origen textual del vocablo
Internacional se debe a Jeremy Bentham15 quien lo acuñó con el objetivo de
13 FOUCAULT, Michel (2000) Defender la Sociedad. Buenos Aires: F.C.E. Página 22. 14 DER DERIAN, James (1989) The boundaries of Knowledge and Power in International Relations. En James Der Derian y Michael J. Shapiro (editores) International/Intertextual Relations: Postmodern Readings of World Politics. Toronto: Lexington Books. Página 3. 15 No deja de ser llamativo el hecho de que el padre del Panoptismo, que Foucault rescata en su obra Vigilar y Castigar, haya sido también quien ocupa este lugar en la invención de lo
13
hacer inteligible la diferencia del derecho interno y el derecho internacional,
explicando su significado por medio de una anotación al margen. Los
argumentos de J. Der Derian permiten anular el planteamiento de un
nacimiento localizado y dan certeza de la heterogeneidad en la fundación de
esta Ciencia Social.
Desde la postura de esta investigación, el carácter fragmentario del
conocimiento en las Relaciones Internacionales se puede explicar a partir de lo
que Paloma García Picazo denominó contenido y continente16. El primer
aspecto mencionado está comprendido por la realidad mundial como objeto de
estudio. La representación teórica de ésta, se ha dividido en conceptos tales
como: sociedad, comunidad y sistema internacional; lo que ha llevado a que las
prácticas orientadas a la acción, relacionadas a dichas concepciones, se
excluyan entre sí debido a sus vinculaciones históricas e ideológicas. En
cuanto al continente, hace referencia al aparato conceptual con el que la
realidad internacional es aprehendida; es el instrumento por el cual se conoce e
interpreta el objeto de estudio de las Relaciones Internacionales. En este
sentido, la caja de herramientas ofrecida por el mainstream de la disciplina ha
buscado silenciar las voces teóricas disidentes con el objetivo de que una sola
voz, la suya, pueda explicar cómo funciona el mundo. Es por ello que ha
narrado la evolución de la ciencia por medio de debates teóricos, dónde su
visión ha prevalecido sobre las demás.
La cuestión sobre el recorrido contradictorio de lo Internacional puede
ser comprendido a partir de lo anterior, el relato de los debates teóricos. Al
respecto, la corriente principal de la disciplina ha descrito la sucesión de cuatro
debates: idealismo-realismo, tradicionalismo-conductismo, estatocentrismo-
globalismo y racionalismo-reflectivismo, con los que ha buscado mantener la
pervivencia de una postura cohesionada y sólida. Se puede señalar que el
primer debate no ha tenido lugar porque el idealismo no se confrontó con
ninguna postura realista, sino que esta última fue una reacción a la aparición de
Internacional. Dicha nota al pie de página pertenece al libro, publicado en 1780, que lleva como título Los principios de la moral y la legislación. 16 GARCÍA PICAZO, Paloma (1998) Las Relaciones Internacionales en el siglo XX: La contienda teórica. Hacia una visión reflexiva y teórica. Madrid: Cuadernos de la U.N.E.D. Páginas 20-21.
14
los totalitarismos alemán e italiano y el fracaso de la Sociedad de Naciones.
Por otra parte, se narró que la segunda disputa se dio en el campo
metodológico y dentro del realismo, ya que el problema consistía en determinar
cuál era la forma adecuada de hacer ciencia: usar técnicas derivadas del
campo de las Humanidades o de las Ciencias Exactas; sin embargo, ambas
visiones subsistieron en la práctica. Lo mismo ocurrió con lo que se llamó el
tercer debate, en el cual ninguna de las posiciones en conflicto pudo superar en
el campo teórico a la otra, dejando que la utilización de cualquiera de dichas
perspectivas dependiese de criterios políticos e ideológicos. En este sentido, la
mayor contradicción con la que se ha encontrado lo Internacional ha sido negar
el vínculo entre saber y poder para pensarse como una Ciencia Social neutra,
discusión que se suscitaría con la aparición del reflectivismo.
Otra forma de aprehender el desarrollo teórico de las Relaciones
Internacionales es desde, lo que Fred Halliday17 ha propuesto como, tres
dinámicas concéntricas: las posturas internas dentro del campo disciplinar, los
avances teóricos dentro de otras Ciencias Sociales y el impacto que han tenido
los acontecimientos mundiales en la temática a estudiar. A partir de dichas
dinámicas se buscará (re)leer y (re)pensar el estado del arte de nuestra
disciplina sin negar “la propia ‛historicidad’ de los conceptos, su surgimiento en
el marco de unos contextos particulares y, en términos analíticos, su relevancia
para unos períodos específicos”18 porque, como Steve Smith advirtió,
“en lugar de haber sido una disciplina ‛natural’ y ‛autónoma’ […] la teoría internacional aparece como una manifestación histórica con una serie de interpretaciones contradictorias, cuya unidad e identidad son producto de una victoria en esta disputa”19.
Para desentrañar el discurso sobre el conocimiento de esta nueva
disciplina científica se va a tener en cuenta la investigación que Oliver
17 HALLIDAY, Fred (2002) Las relaciones internacionales en un mundo en transformación. Madrid: Los libros de la Catarata. Páginas 31-35. 18 Ibídem, página 32. 19 SMITH, Steve (1995) The Self-Images of a Discipline, a genealogy of International Relations Theory. En Ken Booth y Steve Smith (editores) International Relations Theory Today. Cambridge: Polity Press. Página 6. Traducción propia.
15
Richmond20 desarrolló sobre los distintos enfoques que han configurado el
campo de las Relaciones Internacionales; en ella evaluó las nociones de paz
implicadas en cada perspectiva teórica. Para la realización de su estudio hizo
uso de una herramienta denominada genealogía ya que, según el autor, por
medio de ella se puede problematizar el razonamiento teórico preeminente que
plantea que:
“la paz es un concepto ontológicamente estable; que representa una verdad verdadera (verosímil o no), legitima el ejercicio de poder y representa una ética universal [además] permite investigar el asunto sin deferencias hacia un metadiscurso del poder y del conocimiento para alterar la descripción de una proyección lineal del ‹origen› a la ‹verdad› [porque] camuflar la naturaleza subjetiva de la paz es ocultar la ideología, la hegemonía, las prácticas divisorias y la marginalización”21.
En consecuencia, este instrumento teórico permitiría, en esta investigación,
constatar el modo en que la experiencia históricamente singular de las fuerzas
mundiales se constituye en la sociedad internacional contemporánea, en tanto
objeto de esta investigación.
2- Auge de la Razón
A continuación, teniendo en cuenta el trabajo de O. Richmond se
empleará la noción de paz como hilo conductor de las distintas teorías que han
explicado la realidad mundial y, junto a las dinámicas advertidas por F.
Halliday, se indagará el estado de la cuestión de lo Internacional. En función de
lo señalado, los temas a tratar serán: el Idealismo y su ulterior transformación
en Neoinstitucionalismo22; el Realismo y su evolución en Neorrealismo; y,
finalmente, el Reflectivismo.
20 RICHMOND, Oliver (2012) La paz en las Relaciones Internacionales. Barcelona: Ediciones Bellaterra. 21 Ibídem, página 27. 22 Cabe advertir que, para evitar superposiciones de conceptos, se hablará de Neoinstitucionalismo y no Neoliberalismo. Tema desarrollado in extenso cuando se trate el pensamiento foucaulteano.
16
Para introducirse en la temática es necesario empezar con los
antecedentes que han conformado el objeto de estudio de las Relaciones
Internacionales. Para Celestino del Arenal23 la teoría se inicia muchísimo
tiempo24 antes que la ciencia de lo Internacional y sin embargo, desde que
finalizó la Primera Guerra Mundial (1914-1918) sólo hasta ese momento
pudieron constituirse mutuamente. Comienza su estudio a partir de la
disolución del orden jerárquico medieval y de la emergencia del Estado erigido
tras el Tratado de Westfalia (1648). Plantea que, con el desarrollo de esta
nueva entidad política, “producto de un proceso de concentración y
secularización del poder”25, se configurará el sistema europeo y el pensamiento
político en los siglos posteriores. Esta forma de pensar el Estado hará que las
relaciones internacionales26 sean vistas como una rama que se desprende de
la Ciencia Política y, por ello,
“el resultado es que la teoría internacional, tanto en su desarrollo histórico como desde el momento en que da lugar a la disciplina de las Relaciones Internacionales, ha funcionado hasta la fecha reciente como una ‹ideología› del sistema de Estados-Naciones, antes que como una teoría explicativa del tipo de las ciencias sociales”27.
Finalmente, indica que las principales fuentes doctrinales fueron: la historia de
los tratados, la diplomacia y el derecho internacional. Sobre esta última, indicó
que ha primado una concepción formal e individualista, donde los Estados son
el fin en sí mismo y el derecho ha servido para reconocer que sólo ellos poseen
legitimidad para actuar en la sociedad internacional.
La primera corriente, llamada Idealismo, surge tras la Primera Guerra
Mundial y, bajo el lema a la paz por el derecho, se institucionaliza con la
23 DEL ARENAL, Celestino (2005) Introducción a las Relaciones Internacionales. Madrid: Editorial Tecnos. Páginas 41-59. 24 Se pueden tomar como ejemplo el estudio de Tucídides (460-395 a.C.) titulada Historia de la guerra del Peloponeso y, en particular el capítulo sobre el diálogo meliano. Como así también la obra de Kautilia (350-283 a.C.) titulada Artha-shastra. 25 DEL ARENAL (2005), página 45. 26 Debe aclararse que cuando se emplee Relaciones Internacionales (en mayúsculas) se hará referencia al campo académico. En cambio, cuando se use relaciones internacionales (en minúsculas) debe entenderse por el conjunto de prácticas que caracterizan las relaciones de un actor (estatal, organizaciones internacionales, etc.) con otros actores internacionales. 27 DEL ARENAL (2005), página 46.
17
creación de las primeras cátedras universitarias en Gran Bretaña y Estados
Unidos. El nuevo campo académico, inaugurado tras los desastres ocurridos en
el conflicto bélico, tendrá como tema principal de sus investigaciones la
ausencia de una autoridad mundial capaz de dirigir la conducta de todos los
Estados para mantener la paz y la seguridad internacionales. Uno de los
principales estudios fue el realizado por Alfred Zimmern, donde analizó “el
sistema del periodo prebélico para compararlo con los mecanismos previstos
en el Pacto de la Sociedad de Naciones”28 y, para de esta forma, contrastar las
condiciones del pasado y encontrar vías para un acontecer pacífico duradero.
Otros pensadores se ocuparon de la relación entre diplomacia y democracia, y
del impacto que ocasionarían los Organismos Interestatales en la escena
mundial. Según O. Richmond, el movimiento idealista se basó:
“en varias nociones de internacionalismo e interdependencia, de paz sin guerra, de desarme, de la esperanza de la erradicación final de la guerra, del derecho a la autodeterminación de toda la ciudadanía y en la posibilidad de un gobierno mundial”29.
Esta forma de expresión, que para el autor se debía al carácter optimista
reinante, podría prevenir la violencia a nivel mundial por medio de regímenes
internacionales. Dentro de este movimiento pacifista se distinguen varias líneas
de pensamiento, entre ellas: internacionalistas, federalistas, humanistas. Entre
los principales representantes se encuentran personalidades como: Bertrand
Russell, Ludwig Wittgenstein, Albert Einstein, Sigmund Freud; pensadores que
confluyeron en el comité de Cooperación Intelectual de la novísima
Organización Interestatal30.
Este pensamiento se condensó en un programa de investigación a partir
de los ideales liberales, extrayendo: de John Locke, sus estudios sobre el
individualismo; de Jeremy Bentham, la noción de utilitarismo; de Adam Smith,
los argumentos a favor del libre comercio; y de Immanuel Kant, la idea sobre
una paz perpetua cosmopolita. Estas ideas se vieron reflejadas en el mensaje
28 GARCÍA PICAZO, Paloma (2010) Teoría breve de Relaciones Internacionales. Madrid: Editorial Tecnos. Página 59. 29 RICHMOND (2012), página 55. 30 La Sociedad de Naciones fue creada por el Tratado de Versalles, en 1919, con el fin de arbitrar los conflictos internacionales y mantener la seguridad colectiva.
18
que el presidente de los Estados Unidos, Woodrow Wilson, dio ante el
Congreso en 1918 con el fin de presentar sus 14 puntos, necesarios según él,
para alcanzar una paz duradera. Eduardo Ortiz31 resalta seis puntos en los que
se llama a: practicar una diplomacia abierta, que garantice la libertad de los
mares y, junto a ello, se restrinjan las barreras arancelarias; asimismo llama a
reducir los armamentos nacionales y, junto a ello, a restringir las demandas
imperiales. El último punto llamaba a formar:
“una asociación general de naciones bajo pactos específicos, con el propósito de proporcionar garantías mutuas de independencia política e integridad territorial, tanto para las grandes naciones como para las pequeñas”32.
El impacto del Idealismo se evidenció con la creación de normas tendientes a
concertar el principio de coexistencia pacífica y el abandono de la práctica de
intervención interestatal (guerra), que buscaría plasmarse en una democracia
basada en el anhelo de progreso y libertad individual. Sin embargo, estos
ideales se toparon con formas de organización política, económica y social
históricas que favorecían a un grupo reducido de la población, lo que originó
que la clase de paz impulsada no excluyera el despotismo, el uso de la fuerza y
la hegemonía de grupos tradicionales33. De hecho, en la práctica continúo
rigiendo el nacionalismo y el impulso imperialista, las prácticas discriminatorias
y el proteccionismo, institucionalizadas por el Estado con el fin de mantener sus
intereses geopolíticos. Los sucesos ocurridos en Alemania pueden dar cuenta
de ello34.
El Tratado de Paz de Versalles, firmado tras finalizar la Primera Guerra
Mundial, hizo de Alemania un ejemplo, sancionando con extrema dureza a
quien había desafiado el statu quo; tomando represalias territoriales, políticas,
económicas y militares que condicionaron el futuro del pueblo germano. Estas
31 ORTIZ, Eduardo (2000) El estudio de las Relaciones Internacionales. Santiago de Chile: F.C.E. Páginas 97-98. 32 Ibídem, página 98. 33 Cabe advertir que también apareció una corriente teórica soviética pero que, por su poca influencia en el desarrollo de este campo académico en sus inicios, fue marginal y por ello no se ha desarrollado en este trabajo. 34 MARTÍNEZ LILLO, Pedro (2003) La paz ilusoria: La seguridad colectiva en los años veinte, 1923-1933. En Juan Carlos Pereira (coordinador) Historia de las relaciones internacionales contemporáneas. Barcelona: Editorial Ariel. Páginas 307-324.
19
limitaciones demandaron una transformación del régimen político alemán, que
se manifestó con el establecimiento de una nueva constitución nacional,
conocida como la República de Weimar. Mediante esa herramienta legal, se
suprimió el Imperio y se instauró la forma republicana de gobierno y, junto a
ello, la elección democrática de los representantes de los poderes ejecutivo y
legislativo. Durante toda la década de 1920, el pueblo alemán sufrió las
consecuencias de los pagos exigidos como reparaciones de guerra, que a nivel
económico produjeron el aumento de la emisión monetaria que derivó en el
estallido de una hiperinflación. El descontento político y las paupérrimas
condiciones sociales dieron lugar a que el pueblo germano alentara otros
movimientos; evidenciado con el apoyo al nacional-socialismo. Para 1930, con
el crack financiero de Estados Unidos consumado, el gobierno alemán perdería
las elecciones legislativas nacionales a manos del partido comandado por A.
Hitler; en 1933, con la disolución del parlamento, se instauraría el Tercer Reich.
Paloma García Picazo35 advierte que la derrota de los planteamientos
idealistas se debió a que se apartaron de la realidad, la desconocieron, y
tomaron sus especulaciones, deseos y aspiraciones por predicados positivos
de lo real. El estallido de la Segunda Guerra Mundial, en 1939, expuso el
fracaso de la Sociedad de Naciones en mantener la paz internacional
ocasionando que se plantearan reacciones frente a las manifestaciones
políticas utópicas. La crítica principal provino de Edward H. Carr, en su libro
llamado La crisis de los veinte años, publicado a finales de esa década. El texto
se explaya sobre tres debilidades del idealismo: la primera es que los intereses
están supeditados a la razón; la segunda es que la ética prima por sobre la
política; la última plantea que la práctica se subordina ante la teoría. Para el
autor, la forma en que debe observarse la realidad debe ser consecuencialista,
es decir, la que mira “primero a las potenciales consecuencias de una acción y
razona hacia atrás. Juzga a la política no sobre la base de proposiciones
teóricas en abstracto, sino desde el punto de vista de su operación y efectos”36.
E. Ortiz afirma que la importancia del trabajo de Carr radica en el ataque a la
teoría de la armonía de intereses, ya que sólo es, según el escritor inglés, una
35 GARCÍA PICAZO (1998), página 57. 36 ORTIZ (2000), páginas 108.
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ilusión que se basa en el poder. Esa malinterpretación, teórica y política,
llevaría a que se identificara dicha armonía con el proyecto de orden mundial
diseñado por Estados Unidos y a imponer el pensamiento de que lo que es
bueno para la potencia americana es bueno para el resto de la humanidad.
Para Carr, una correcta interpretación de la realidad mundial debe
fundarse en el análisis de la interacción entre el poder y la moralidad. Por un
lado, entiende la política como política de poder que asume tres formas: militar,
económica y de influencia sobre la opinión internacional. La importancia de la
capacidad bélica radica en que sostiene la ultima ratio de las relaciones
internacionales, la guerra; de hecho, para él, la fuerza es lo que posibilita hacer
una clasificación entre las potencias rectoras del mundo. Por medio del control
de los mercados internacionales y el otorgamiento de créditos, la economía se
transforma en una herramienta política que permite adquirir una capacidad de
negociación ventajosa ya que puede influir sobre las decisiones mercantiles
mundiales, condicionando el intercambio de bienes. La propaganda constituye
el instrumento por el cual se somete la opinión de las masas con el objetivo de
legitimar las acciones internas y externas del gobierno. Finalmente, en lo
relacionado a la moralidad, presupone que la existencia de una Comunidad de
Estados implica un conjunto de responsabilidades que los miembros deben
respetar y garantizar para que se pueda mantener un equilibrio entre las
potencias dominantes. El mundo desbastado tras el final de la Segunda Guerra
Mundial (1939-1945) tuvo como efecto, en la teoría de las Relaciones
Internacionales, el alejamiento del Idealismo como interpretación de la política
mundial. Los investigadores, políticos y militares necesitaron de nuevos marcos
explicativos y el Realismo reclamó ese lugar. Este nuevo enfoque se
constituiría a partir de los estudios, entre otros, de: George Schwarzenberger,
Nicholas Spykman, Reinhold Niebuhr, E. H. Carr, Hans Morgenthau.
Las distintas conferencias realizadas durante y el final del conflicto bélico
(Yalta y Potsdam en 1945) trataron el tema de la reconstrucción mundial; si
bien se alcanzaron algunos consensos entre Estados Unidos y la Unión
Soviética, materializados por ejemplo, con la creación de la Organización de las
Naciones Unidas, las diferencias primaron y fueron cada vez más
irreconciliables. Para 1946, tras el envío de George Kennan de un telegrama en
21
el que describía la conducta soviética, el gobierno americano decide llevar a
cabo una política exterior a la que denominó de Contención. Con el
establecimiento del telón de acero inicia la Guerra Fría. Bajo este contexto es
que debe leerse la producción teórica en las Relaciones Internacionales. O.
Richmond dirá que:
“las implicaciones del trabajo de los pensadores realistas fundamentales para la conceptualización de la paz ponen de relieve el rechazo de una ética universal de la paz y la aceptación de un entendimiento limitado de la paz dentro de los límites estatales, proyectada por poderosos actores según sus intereses”37.
Esta descripción se asienta en los siguientes presupuestos38: los Estados-
Naciones son los actores principales del sistema internacional; existe una
separación entre la política interna y externa; la lucha por el poder, en la
política internacional, se da en un entorno anárquico; y, que, a pesar de, la
diferencia de capacidades, los Estados (grandes potencias o pequeñas)
poseen igualdad soberana.
Las fuentes de esta tradición intelectual se enraízan en la filosofía
política griega y clásica. Se puede rastrear en Tucídides, por ejemplo, la
importancia de una política de poder; en su estudio de la Guerra del
Peloponeso, específicamente en el apartado sobre el diálogo de Melos,
advierte sobre el temor que genera en un país (Esparta) el rearme militar de su
vecino (Atenas) e indica cuán importante es formar alianzas cuando el conflicto
se avecina. Otra obra importante fue la de Nicolás Maquiavelo, el Realismo
retoma de su pensamiento las ideas de que es la práctica la que origina la
política y no al revés como establecían los Idealistas; por otra parte, la teoría
Internacional retoma la apreciación que entiende que la moralidad es producto
del poder. De Thomas Hobbes considerarán su visión sobre el estado de
naturaleza conflictivo (anárquico) ante la ausencia de una sociedad que
contenga, bajo el imperio de la ley o un Leviatán, los impulsos egoístas de los
individuos (o Estados).
37 RICHMOND (2012), página 83. 38 DOUGHERTY, James; PFALTZGRAFF, Robert. (1993) Teorías en pugna en las Relaciones Internacionales. Buenos Aires: Grupo Editor Latinoamericano. Página 91.
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La obra seminal que consolidará el campo de las Relaciones
Internacionales será Política entre las Naciones de Hans Morgenthau. Este
autor buscaba formular una teoría de la política internacional que pudiese ser
comprobada empírica y pragmáticamente. Por eso su estudio trata, en sus
palabras, de: “aportar orden y significado a una masa de fenómenos que, sin
ella, permanecerán desasidos e ininteligibles”39. A través de sus argumentos
buscó exponer las leyes que gobiernan la política internacional con el objetivo
de que se tomasen las decisiones necesarias para transformar el mundo. Él los
llamó los seis principios del Realismo Político. A saber: el primer principio del
realismo político supone que “la política, al igual que toda la sociedad, obedece
a leyes objetivas que arraigan en la naturaleza humana”40. Esto significa que
alejarse de ellas puede significar el fracaso pero si se las entiende, la sociedad
puede mejorar. Segundo, debe comprenderse que la política internacional
funciona de acuerdo a la concepción de interés definido en términos de poder.
Es decir, que en las relaciones internacionales se ajustan los intereses
nacionales. En este sentido,
“el concepto de interés nacional no presupone ni un mundo naturalmente armónico y pacifico ni la inevitabilidad de la guerra como consecuencia de la persecución, por parte de todas las naciones, de sus intereses nacionales. Bien por el contrario, supone que el constante conflicto y amenaza de guerra queda minimizado a través del continuo ajuste de los intereses en conflicto por parte de la acción diplomática”41.
Tercero, si bien el realismo supone que el interés definido como poder es una
cualidad de carácter objetivo y universal, no tiene una validez inmutable porque
el fin perseguido es determinado por las acciones del gobierno que dependen
del contexto político en que se organiza la política exterior. El cuarto principio
sostiene que, si bien el realismo político tiene conciencia moral del accionar
político, sabe de la ineludible tensión entre la práctica gubernamental y los
preceptos éticos. Por lo que se debe filtrar las decisiones estatales de acuerdo
a acontecimientos concretos de lugar y tiempo porque confundir la moral de un 39 MORGENTHAU, Hans (1986) Política entre las Naciones. La lucha por el poder y la paz. Buenos Aires: Grupo Editor Latinoamericano. Página 11. 40 Ibídem, página 12. 41 DOUGHERTY y PFALTZGRAFF (1993), página 107.
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individuo con la del Estado llevaría a sacrificar el interés nacional. Quinto,
Morgenthau afirma que el realismo político no identifica “las aspiraciones
morales de una nación particular con las leyes morales que gobiernan el
universo”42. Esto hace referencia a que la prudente disposición del concepto
de interés, definido en términos de poder, evita caer en el error de suponer las
propias aspiraciones como propósitos morales universales. Finalmente, el
último principio reivindica la autonomía de la esfera política realista que se
distingue porque se pregunta cómo afecta una determinada política el poder de
la Nación.
Conforme se consolidó el pensamiento realista, se empezaron a discutir
las bases con las que las Relaciones Internacionales debían conformar su caja
de herramientas metodológicas. La cuestión sobre las técnicas y métodos
empezaron a ser tema de disputa debido a las críticas realizadas al realismo
por su falta de claridad al describir el poder y, con ello, la incapacidad de poder
medirlo. Los aportes a las Ciencias Sociales, en especial a la Ciencia Política y
Sociología en los Estados Unidos, de autores como David Easton y Talcott
Parsons determinaron, en ese país, el modo en que el conocimiento debía ser
obtenido. Esta nueva posición se vio reflejada, en las Relaciones
Internacionales, con los nuevos programas de investigación que surgieron en la
década de 1950, llevados a cabo por investigadores que se dieron a conocer
como científicos conductistas. Estos pensadores denunciaron la metodología
histórico-interpretativa del realismo político porque consideraban que, para
comprender la realidad, se debía conocer la estructura de la misma. Por esto,
Lincoln Bizzozero indica que para dicha tarea se requerirían datos que
posibilitaran una interpretación de esa estructura; dicha información debía
basarse en el comportamiento de los individuos que, a su vez, se podría
traspolar a los Estados43. La investigación debía centrarse en la conducta, y
para ello importaría teorías del behaviorismo, como las de: la decisión, juegos,
comunicación y de la elección racional. En la década de 1960 se produjo una
diversidad de trabajos que tomaron como referencia las teorías mencionadas.
Un ejemplo de ello es el análisis de la crisis de los misiles en Cuba (1962), que
42 MORGENTHAU (1986), página 22. 43 BIZZOZERO, Lincoln (2011) Aproximación a las Relaciones Internacionales. Una mirada desde el siglo XXI. Montevideo: Ediciones Cruz del Sur. Página 57.
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advirtió cómo se conformaba el proceso de toma de decisiones. En lo
relacionado a las teorías de los juegos y decisiones, ayudaron a determinar
bajo qué situaciones las relaciones de cooperación son óptimas. En cuanto al
tema de las comunicaciones, el aporte de Karl Deutsch se centró en los
requisitos y condiciones para un proceso de integración política y, a su vez, de
la toma de decisiones.
La ofensiva intelectual provendría desde Gran Bretaña; ante la
“revolución científica”, desplegada en los Estados Unidos, se interpuso un
grupo de investigadores, que constituyeron lo que se conoció como la Escuela
Inglesa. Conformada, entre otros, por Martin Wight, Fred Northedge, Adam
Watson y Hedley Bull. Éste último fue el principal representante del embate
contra el cientificismo, uno de sus principales aportes fue la definición de lo
que, para él, constituía una perspectiva clásica de los estudios internacionales.
A saber:
“que deriva de la filosofía, la historia y el derecho [caracterizada por] su manifiesta confianza en la razón y por la suposición de que si [se ciñe] a las normas estrictas de prueba y verificación, poco queda por decir sobre las relaciones internacionales; que las proposiciones generales sobre este campo deben en consecuencia derivarse de un proceso de percepción o intuición científicamente imperfecto, y que estas proposiciones generales no pueden ser establecidas más que en base al estatus provisional e inconcluso apropiado a su problemático origen”44.
Sin embargo, esta declaración de principios no tuvo el efecto esperado
en el campo académico; de a poco se abandonó el modelo de sociedad y
empezó a extenderse el uso de la idea de sistema internacional45. A pesar de
las expectativas que había generado la revolución conductista, los resultados
fueron pobres; el ineficaz acopio de información y cotejos transhistóricos, sin
significado, derivó en un desvío intelectual generalizado. El giro académico, en
44 Tomado de DEL ARENAL (2005), página 113. 45 De acuerdo a Paloma García Picazo el empleo del concepto de sistema internacional implica adecuarse a los principios de objetividad y neutralidad valorativa Además resalta que esta propuesta de organización (cerrada, en equilibrio y conservadora) oculta “la diatriba ideológica entre capitalismo y comunismo, entre centro y periferia, entre imperialismo-neocolonialismo y anti-imperialismo-descolonización”. GARCÍA PICAZO (1998), página 112.
25
la década de 1970, provino del reconocimiento de un nuevo entramado
internacional que rebasaba el protagonismo otorgado al Estado. Estaría
conformado por corporaciones transnacionales, movimientos revolucionarios,
entre otros, y que, sin negar la importancia del Estado, volvía al sistema
internacional impredecible. Ante este escenario y, sumado a los problemas
económicos46 que se suscitaron, se hizo evidente que un ajuste epistemológico
era necesario. P. García Picazo asevera que la Teoría de la Interdependencia
podría definirse como:
“el intento del realismo […] por integrar en su modelo tanto fenómenos empíricos como actuaciones políticas con capacidad de influir en las […] estructuras [provenientes] de la creciente dependencia mutua entre sociedades, al estrecharse sus lazos de cooperación internacional [y, del] incremento de la interconexión transnacional como parte del proceso general de internacionalización del capital. […] Las relaciones internacionales […] adquirirían un tono transnacional, inter-societario y trans-gubernamental”47.
Los trabajos principales serán de Robert Keohane y Joseph Nye, titulados
Transnational Relations and World Politics y Power and Interdependence.
En la primera obra, de 1971, Keohane y Nye, partirán desde una crítica
al realismo. Plantearon que la política mundial al asumir sólo las relaciones
estatales y limitando los estudios a las decisiones gubernamentales, fracasan
en dar cuenta de lo que sucede en la realidad internacional. Esto los llevó a
definir lo que se debe entender por relaciones transnacionales48. A su vez, eso
les permitió dar cuenta de los movimientos, tangibles e intangibles, que parten
de las fronteras cuando, al menos, uno de los actores es agente estatal o de
una organización internacional. De esta manera, para ellos, se puede apreciar
dos hechos fundamentales: por un lado, la sensibilidad que los Estados-Nación
muestran ante la influencia de otros actores, estatales o transnacionales y, por
otro lado, la capacidad de adaptación a los cambios de la política internacional.
46 Como la pérdida de valor adquisitivo del dólar, el conflicto por el precio del petróleo y la crisis del modelo keynesiano. 47 GARCÍA PICAZO (2010), página 145. 48 Entienden por ellas a los “contactos, coaliciones e interacciones a través de las fronteras estatales que no están controlados por los órganos centrales de los gobiernos encargados de la política exterior”. Tomado de DEL ARENAL (2005), página 318.
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De esta forma, logran integrar en su análisis que las relaciones de tipo Low
Politics también son parte de la High Politics (de poder y seguridad). La
segunda obra, llamada Poder e Interdependencia trata de, lo que los autores
denominaron, la Interdependencia Compleja. La misma, según P. García
Picazo, se encarga de estudiar los múltiples canales que:
“conectan las sociedades sobre un estructura funcional articulada sobre una ‹agenda› creada a partir de una regla flexible vista como ‹ausencia de jerarquía en los temas›, aspecto que no descuida, sin embargo, la importancia del factor militar como fuerza latente, una importancia que, en la práctica se relaciona directamente con la variable complejidad de la interdependencia”49.
Estas ideas se condensaron en un programa de investigación que se conoció
como la teoría de los Regímenes Internacionales50. Para L. Bizzozero, la
Interdependencia Compleja significó una respuesta de por qué Estados Unidos
no debería llevar una política de dominación global, sino una basada en el
liderazgo a partir del consenso con otras potencias51. Esta línea teórica ofrecía
una perspectiva optimista sobre la paz, fundada en la cooperación
internacional, enraizada en la tradición grociana52.
Un nuevo contexto político, en EE.UU., se originaba tras la pérdida de
“prestigio internacional” bajo la presidencia de Jimmy Carter (1977-1981) y el
ascenso de las valores nacionalistas, encarnados en la elección de Ronald
Reagan (1981-1989). Bajo el programa de política exterior denominado
Proyecto de 1980 se proponía una reformulación del Interés Nacional y una
ordenación del mundo sustentado por Occidente (Europa y Estados Unidos) y
Japón. Con la creación de una comisión trilateral se buscaba anticiparse a los
problemas que pudieran generar desequilibrios y, además, promover las
49 GARCÍA PICAZO (1998), página 204. 50 Esta teoría planteaba que debía entenderse por régimen internacional al conjunto de reglas, normas y procedimientos que regulan la toma de decisiones con el fin de que el comportamiento, de los actores internacionales involucrados, pueda predecirse. En sus inicios, estos estudios promovieron el estudio de: la ayuda a países del Tercer Mundo, el medioambiente, la conservación de recursos agroalimentarios, la regulación del mercado internacional, etc. 51 BIZZOZERO (2011), página 150. 52 Esta tradición entiende que la guerra puede evitarse por medio de diferentes mecanismos (diplomáticos, económicos, culturales, etc.) que desmantelan las causas que originan un conflicto.
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instituciones necesarias para coordinar la gestión de un mundo donde el
capitalismo prevaleciera. Esto llevó a que se impusiera un:
“concepto neoliberal de dominio, orientado hacia la creación de un sistema productivo mundial sin restricciones –es decir, no limitado por las coerciones de los mercados nacionales–, auspiciado por una ofensiva del sistema financiero que quería un terreno de juego desregulado y libre. La base teórica de todo esto se plasma en las recomendaciones y dictados de la denominada ‹Escuela de Chicago›”53
En este contexto histórico se suscitó una evolución pragmática del Realismo
llevada a cabo por Kenneth Waltz, quien buscaba refundar la tradición teórica
bajo principios “científicos”. Con su obra, publicada en 1979, titulada Teoría de
la Política Internacional marcó el inicio de una nueva forma de pensar la
realidad internacional, que tomó el nombre de Neorrealismo54. Su estudio parte
de lo que él entiende por teoría, a saber: “un cuadro de la organización de un
dominio y de las conexiones existentes entre sus partes”55. Esta concepción
encierra una aproximación sistémica, donde la capacidad de explicación de la
realidad se encuentra en la organización. Bajo esas condiciones, la
transformación en la estructura supondría “una alteración de las expectativas
acerca de los resultados generados por las acciones e interacciones de
unidades políticas, cuya ubicación en el sistema [varía] con los cambios
estructurales”56. Estas proposiciones, que acentúan la estructura del sistema
internacional, son las que permiten diferenciar al Realismo del Neorrealismo.
Éste, se funda a partir de tres elementos: el principio por el cual se constituye la
organización (anarquía), la diferenciación entre las unidades y las funciones
53 GARCÍA PICAZO (2010), página 155. Ha sido una de las escuelas pioneras en el desarrollo de un pensamiento económico orientada al libre mercado y en contra del keynesianismo. 54 El nombre de esta corriente obedece a que parte de los supuestos que configuraron la tradición realista. A saber: que el Estado es el actor central en un sistema internacional anárquico y que se caracteriza por ser racional, autónomo y unitario. Donde la motivación se configura por la necesidad de poder y seguridad. Pero se diferencia del Realismo porque la considera: intuitiva e histórica; no distingue entre aspectos objetivos y subjetivos de la política internacional; falla en considerar a los Estados como unidades autónomas que no están sujetas a ninguna estructura; sus explicaciones sólo se limitan a lo político y militar; carece de fundamento científico. 55 WALTZ, Kenneth (1988) Teoría de la Política Internacional. Buenos Aires: Grupo Editor Latinoamericano. Página 19. 56 SODUPE, Kepa (2003) La teoría de las Relaciones Internacionales a comienzos del Siglo XXI. Bilbao: Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco. Página 85.
28
(jerarquía) y, la distribución de capacidades y recursos entre los actores que,
por las distintas capacidades entre los Estados, determina el sistema
internacional.
Sodupe Kepa57 argumenta que, para responder cómo se generan las
estructuras, Waltz se sirve de la teoría microeconómica. El autor
norteamericano entiende que tanto el mercado como el sistema internacional
se forman espontáneamente por unidades que tienden al individualismo; es
decir que, para él, los Estados son actores egoístas que sólo buscan satisfacer
sus propios intereses. Sin embargo, una vez que la estructura es constituida,
ésta constriñe y afecta el comportamiento de las entidades que la crearon,
condicionando su conducta e interacciones. A su vez, la organización que
podría asumir la distribución de poder es: unipolar, bipolar o multipolar
(dependiendo de la cantidad de potencias preeminentes que integren el
escenario mundial). Por otra parte, en cuanto a la motivación, esta teoría
asume que los Estados buscan asegurar, en un mundo anárquico, su
supervivencia por sobre la maximización de su poder. Ese análisis se sustenta
en el principio de autoayuda, proveniente de la teoría económica, que plantea
que las propias acciones que se emprenden son las que determinan la propia
seguridad. Asimismo, Waltz contempla el tema de la cooperación internacional
desde la óptica de las ganancias relativas; este punto hace referencia a que la
colaboración se manifiesta, idealmente, en la medida en que un Estado logra
mejorar sus capacidades y recursos por sobre el resto. Finalmente, esta
corriente no presentó un punto de vista complejo de la paz (a pesar de que
trató de aceptar la hegemonía liberal cuando finalizó la Guerra Fría
comprendiéndola como una forma limitada de paz), sino “una visión de
conflictos entre civilizaciones, de competición por la hegemonía entre China, la
Unión Europea y Estados Unidos, y una lógica continuada de disuasión
nuclear”58. Esta forma de aprehender las relaciones internacionales limita el
desenvolvimiento de la sociedad internacional al establecimiento continuo de
un equilibro político mundial y a la guerra, por sobre todo, como la herramienta
para tal fin.
57 SODUPE (2003), páginas 86-90. 58 RICHMOND (2012), páginas 99-100.
29
La réplica al Neorrealismo provendría de una nueva línea teórica
llamada Neoinstitucionalismo59. Ésta surgió a mediados de 1980 y se sustentó
en los estudios sobre Interdependencia Compleja y Regímenes
Internacionales; y ha tenido como objetivo investigar los efectos de las
instituciones internacionales sobre el comportamiento de los Estados. Este
enfoque busca desafiar al Neorrealismo con sus propios argumentos teóricos.
Por ello construye su propuesta de investigación a partir de la cooperación
internacional y plantea que las cuestiones relativas al poder y seguridad en un
mundo interdependiente son cada vez menos significativas. En este sentido, el
Neoinstitucionalismo parte de la microeconomía y busca construir una teoría de
las instituciones que retome los valores liberales (importancia del papel de las
organismos internacionales) bajo las premisas del Neorrealismo (sistema
anárquico compuesto de Estados que buscan maximizar sus ganancias). A
pesar de compartir el concepto de estructura neorrealista, señala que no es
necesario que ésta constriña a las unidades en la concreción de acciones
tendientes al mantenimiento de la seguridad. En relación a esto último, a través
de la hipótesis del fallo de mercado explica que las relaciones de cooperación
internacional son escasas porque no promueven las interacciones necesarias
para la generación de mayores utilidades y recursos para los Estados. Su
argumento, en este sentido, es que “diversos grados de institucionalización del
sistema llevarán a los Estados a definir de manera diferente sus propios
intereses y afectarán a los incentivos que motivan sus acciones”60, como
consecuencia de la cooperación evaluadas a luz de las ganancias relativas.
El entrecruzamiento entre poder y conocimiento en la teoría de las
Relaciones Internacionales ha sido abordado en un trabajo realizado por
Stanley Hoffmann al que tituló Una ciencia social norteamericana61. El
desarrollo de su argumento se divide en dos partes: la primera relacionada con
el trabajo de Hans Morgenthau (ya reseñado); la segunda sección trata los
factores que convergieron para que las Relaciones Internacionales, como
ciencia, pudiera desarrollarse. La obra del autor realista debe enmarcarse en el 59 También conocida como Neoliberalismo. Sin embargo para evitar una superposición de conceptos se utilizará el nombre de Neoinstitucionalismo. 60 SODUPE (2003), página 121. 61 HOFFMANN, Stanley (1991) Jano y Minerva: Ensayos sobre la guerra y la paz. Buenos Aires: Grupo Editor Latinoamericano. Páginas 17-36.
30
fracaso de la visión idealista, la paz por medio del derecho, y del ascenso de la
razón fascista, que condujeron hacia un nuevo conflicto mundial. Los avances
teóricos en la nueva ciencia social habían quedado desacreditados por lo que
un nuevo marco conceptual era necesario. El trabajo de Morgenthau resultó útil
porque su formación, bajo una tradición académica que subrayaba la oposición
entre las Ciencias Sociales y las Ciencias Naturales, “estaba decidido a erigir
una ciencia empírica que se opusiera a las utopías de los letrados
internacionales y de los ideólogos políticos, y a afirmar la unidad de la
investigación empírica y de la búsqueda filosófica”62 orientadas a la
construcción de un orden social. Su modelo de política exterior introdujo, en los
Estados Unidos, las primeras nociones sobre un arte de gobernar el mundo.
Para S. Hoffmann, la obra Política entre las Naciones no habría resultado
seminal si no se hubiese dado la convergencia de tres factores:
predisposiciones intelectuales, circunstancias políticas, y oportunidades
institucionales63. El primer elemento se relacionaba con la expansión de las
Ciencias Sociales derivada de la convicción en que todos los problemas
podrían solucionarse si se implementaban las indicaciones que el conocimiento
científico indicaba. El segundo factor era la consecuencia práctica del prestigio
que las Ciencias Exactas transmitieron a las humanísticas. En ese sentido,
promovía que la visión norteamericana debía fundarse por medio de la certeza
científica porque a través de ella, se podría evitar que Estados Unidos
perpetuase sus vínculos con conflictos globales innecesarios; se trataría de una
ideología del progreso, que fusionaba la razón instrumental y la moral.
Finalmente, en tercer lugar, los intelectuales inmigrados suministraron una
forma diferente de ver la ciencia. Los estudiosos europeos, con orientación
filosófica, se preguntaban por los fines, no tan sólo por los medios, debido a
esto, planteaban que lo social debía ser conocido en su totalidad. Esta forma
de pensar lo Internacional, le proveería a la clase política dirigente una fórmula
que le daría sentido al hecho terminar con la tradición aislacionista de la política
62 HOFFMANN (1991), página 20. 63 Ibídem, páginas 21-26.
31
exterior e intervenir en los asuntos mundiales de forma continua de acuerdo a
una estrategia global64.
Un artículo de Steve Smith65, inspirado en el trabajo anterior, buscaría
establecer las causas por las que la visión norteamericana de las Relaciones
Internacionales ha dominado el desarrollo de la disciplina. Por un lado,
resaltaba que el dominio del Realismo se debió a que su desarrollo estuvo
determinado por las necesidades particulares de un país, EE.UU. Esto se
habría de tornar evidente en la proposición que codifica la política internacional
como una política de poder66 y que se ajusta a las necesidades de un país que
promueve su liderazgo. Por otra parte, se preguntaba cuál habría sido el efecto
del dominio de la visión americana en las Relaciones Internacionales. Ante ello,
afirma que los investigadores no americanos se habían apoyado para sus
investigaciones en la literatura estadunidense, sin poner en discusión sus
presunciones teóricas y metodológicas, y, como consecuencia, habrían
naturalizado las relaciones de poder y conocimiento.
A finales de la década de 1980 sucedieron dos hechos fundamentales
que habrían de determinar las Relaciones Internacionales hasta nuestros días.
Por un lado, con la caída del Muro de Berlín comenzaría la transición de la
Guerra Fría y el ascenso de los Estados Unidos como la única superpotencia
del mundo. Por otro, en un congreso de la Asociación de Estudios
Internacionales, Robert Keohane67 pronunciaría un discurso que conduciría a la
puesta en duda de todo el edificio conceptual de la Teoría Internacional. Su
ensayo trataba sobre las Instituciones Internacionales y, por medio de este
estudio, buscaba comprender cuáles habrían sido las condiciones que 64 Hoffmann enumera tres olas que dieron sentido y los argumentos necesarios para legitimar la diplomacia americana. La primera, con Morgenthau a la cabeza, brindó los lineamientos para una política exterior de primacía global. La segunda, en el marco de la Guerra Fría, trabajó temas referidos al equilibrio de poder y la disuasión nuclear. La tercera ola, luego de la Guerra de Vietnam (1964-1975), dedico su producción científica a las relaciones económicas internacionales; tomando temas tales como: la degradación del sistema de Bretton Woods, el proteccionismo, el subdesarrollo, etc. 65 SMITH, Steve “Paradigm dominance in International Relations: The development of International Relations as a Social Science” Millennium: Journal of International Studies Review, Vol. 16, No. 2 (1987). Páginas 67-85. 66 También se percibe esta relación en la definición de interés nacional, ganancias relativas y equilibrio de poder. 67 El artículo en cuestión se tituló Instituciones Internacionales: dos enfoques. Publicado en KEOHANE, Robert (1993) Instituciones Internacionales y Poder Estatal: Ensayos sobre teoría de las Relaciones Internacionales. Buenos Aires: Grupo Editor Latinoamericano.
32
permitieron la cooperación internacional. Reconocía que ésta no era producto,
necesariamente, del altruismo; la motivación podría provenir, incluso, del
ámbito militar. Resaltaba la existencia de dos formas de abordaje del estudio
de este tema, a saber: el racionalismo y el reflectivismo y, a través de la
presentación de estos enfoques, buscaba exponer la crisis que atravesaba la
Teoría de las Relaciones Internacionales. Por un lado, la perspectiva
racionalista, de acuerdo a R. Keohane, permitía examinar objetivamente las
circunstancias en que la cooperación tenía lugar y explicar por qué los Estados
erigían políticas aliancistas; consideraba que el medio internacional estaba
compuesto por agentes que buscaban lograr márgenes de ganancia. Esta
postura, para él, estaría constituida por el Neorrealismo y el
Neoinstitucionalismo, visiones irreconciliables en su momento pero que, por
sus presunciones (sobre la anarquía, egoísmo y aspiración de beneficios de los
Estados), conforman un frente teórico contra otras perspectivas que buscaban
poner en duda el conocimiento fundado bajo los imperativos positivistas.
El reflectivismo, por su parte, era presentado como un enfoque
heterogéneo68, que compartía una serie de observaciones que ponían en tela
de juicio el modelo científico propuesto por el racionalismo. Por un lado,
resaltaba las incongruencias racionalistas “para analizar la práctica de la
condición de soberanía”69, que se constituiría, no ya por acuerdo sino como
resultado de la práctica de la condición soberana. Naturalizando dichas
relaciones que, como consecuencia, fijarían la ubicación de los actores
internacionales y sus intereses en la política mundial que, a su vez, habrían de
legitimar el statu quo. Por otra parte, sugería que la metodología para la
construcción de conocimiento debía estar fundada en la interpretación histórica.
De esa forma, se podría pensar por qué cambian los fines de los actores
internacionales cuando son modificados los sistemas de creencias. Esta nueva
dicotomía se origina en un contexto metateórico, donde son controvertidos
“los fundamentos mismos de las distintas aproximaciones que se han empleado en las relaciones internacionales […] no es una discusión
68 Incluye posturas feministas, postmodernistas, críticas (en el sentido propuesto por la Escuela de Frankfurt), postestructuralistas, constructivistas, etc. 69 KEOHANE (1993), página 238.
33
sobre cuál es la mejor estrategia (método) o herramientas (técnicas) para aproximarse a un objeto de estudio”70.
Se trata de un debate que se pregunta por cuáles han de ser las bases con las
que el conocimiento se ha constituir. Estos cuestionamientos incitan a una
reestructuración de las Relaciones Internacionales. Escenario que se abordará
con mayor detenimiento en el próximo capítulo.
70 NASI, Carlos (compilador) (1998) Postmodernismo y Relaciones Internacionales. Bogotá: Ediciones Uniandes. Página 11.
34
CAPÍTULO 2
CRÍTICA DE LA RAZÓN INTERNACIONAL
“El soberano, la ley y la prohibición formaron un
sistema de representación del poder que las
teorías del derecho ampliaron en época posterior:
la teoría política nunca ha dejado de estar
obsesionada con la persona del soberano. Estas
teorías siguen entretenidas con el problema de la
soberanía. Lo que necesitamos […] es una
filosofía política que no se articule en torno al
problema de la soberanía ni, por ende, en torno a
los problemas de la ley y de la prohibición. Hay
que cortarle la cabeza al rey”.71
1- Consideraciones Previas
Al final de la sección anterior se señaló que una nueva discusión surgía
en las Relaciones Internacionales, su importancia radicaba en el
cuestionamiento de los discursos constitutivos de esta disciplina. Dichas
críticas se gestaban en los heterogéneos aportes: de la escuela de Frankfurt
(teniendo como referentes a M. Horkheimer, T. Adorno, J. Habermas), de J. F.
Lyotard, J. Derrida, M. Foucault, G. Deleuze, etc.; las contribuciones de estos
filósofos deben ser leídas en el marco de la crisis de la Ilustración72,
evidenciada con el ascenso de la Razón Instrumental.
71 Cita perteneciente a Michel Foucault. Tomado de RICHMOND (2012), página 229. 72 El siguiente fragmento retrata dicha situación: “El despertar del sujeto se paga con el reconocimiento del poder en cuanto principio de todas las relaciones. Frente a la unidad de esta razón, la distinción entre Dios y el hombre queda reducida a aquella irrelevancia a la que la razón, imperturbable, apuntó ya precisamente desde la más primitiva crítica homérica. En cuanto señores de la naturaleza, el dios creador y el espíritu ordenador se asemejan. La semejanza del hombre con Dios consiste en la soberanía sobre lo existente, en la mirada del patrón, en el comando. […] Los hombres pagan el acrecentamiento de su poder con la alienación de aquello sobre lo cual lo ejercen. La Ilustración se relaciona con las cosas como el dictador con los hombres. Éste los conoce en la medida en que puede manipularlos. El hombre de la ciencia conoce las cosas en la medida en que puede hacerlas. De tal modo, el en sí de las mismas se convierte en para él. En la transformación se revela la esencia de las cosas siempre como lo mismo: como materia o substrato de dominio”. HORKHEIMER, Max; ADORNO, Theodor (2006) Dialéctica de la Ilustración. Fragmentos filosóficos. Madrid: Editorial Trotta. Páginas 64-65.
35
Los términos que fijaron el rumbo de la expansión filosófica en las
Relaciones Internacionales estuvieron ligados a la denuncia de los efectos
producidos por el positivismo en la Teoría Social. A través de un artículo de
Max Horkheimer, llamado Teoría Tradicional y Teoría Crítica, se puede percibir
qué se pone en juego cuando se opta por instituir la ciencia bajo las
consideraciones de una u otra concepción filosófica.
Al comienzo de su ensayo, el pensador alemán, alega que la teoría
equivale a:
“un conjunto de proposiciones acerca de un campo de objeto, y esas proposiciones están de tal modo relacionadas unas con otras, que de alguna de ellas pueden deducirse las restantes […] su validez real consiste en que las proposiciones deducidas concuerden con eventos concretos”73.
Ésta se establece, como meta final, en un sistema universal, en el que las
ciencias no se encuentran divididas y donde todas las proposiciones están
delimitadas por un único lenguaje, el matemático. Este es modelo que ha
prevalecido en las Ciencias Naturales y que, las filosofías positivistas y
pragmatistas, han aplicado para tratar los procesos de la vida en sociedad, ya
que por medio de él se puede predecir hechos y lograr resultados útiles.
Las Ciencias Sociales aceptaron la naturaleza humana como algo dado
y, de la misma forma, admitieron la unidad del conocimiento de las disciplinas
Sociales y Naturales; la adopción de categorías como: útil, propicio, valioso,
productivo, etc. da cuenta de ello. Por esto, la Teoría Social opera sin reflejar el
carácter histórico del objeto analizado ni tampoco tiene en cuenta la
historicidad del investigador y las subjetividades subyacentes. Esta concepción
ideologizada de la ciencia lleva a Horkheimer a denunciar la proposición
positivista de la neutralidad valorativa porque, según él, el investigador
encubre las relaciones de dominación al permitir la reproducción de sociedades
injustas.
Contra ello, una teoría crítica busca reconstruir la totalidad de relaciones
que dan forma a lo social; propone elevarse por sobre los condicionamientos 73 HORKHEIMER, Max (2008) Teoría Crítica. Buenos Aires: Amorrurtu. Página 223.
36
de su subjetividad para aprehender la inserción del objeto de estudio en el
despliegue histórico de su realidad. En este sentido, según Horkheimer:
“en un periodo histórico como el actual la verdadera teoría no es tanto afirmativa cuanto crítica, del mismo modo como tampoco la acción adecuada a ella puede ser ‹productiva›. El futuro de la humanidad depende hoy del comportamiento crítico, que, claro está, encierra en sí elementos de las teorías tradicionales y de esta cultura decadente. Una ciencia que, en una independencia imaginaria, ve la formación de la praxis, a la cual sirve y es inherente, como algo que está más allá de ella, y que se satisface con la separación del pensar y el actuar, ya ha renunciado a la humanidad. Determinar lo que ella misma puede rendir, para qué puede servir, y esto no en sus partes aisladas sino en su totalidad, de ahí la característica principal de la actividad de pensar. Su propia condición la remite, por lo tanto, a la transformación histórica, a la realización de justicia entre los hombres”74.
Debe advertirse que, a continuación, se desarrollará la forma en que el
mainstream de la disciplina se ha apropiado de las diferentes teorías que
conforman el reflectivismo. En este sentido, Alexander Wendt, haciéndose del
trabajo de R. Keohane, propone una forma de organizar el conocimiento en las
Relaciones Internacionales que, bajo el dualismo entre explicación-
comprensión, le impide explotar el potencial de la crítica, propio de la
genealogía por ejemplo. Por ello, antes de cortarle la cabeza al rey, se debe
alegar por qué.
2- Positivismo - Postpositivismo
La oposición entre Racionalismo y Reflectivismo cobra sentido en el
momento en que la Teoría Social Internacional es problematizada. La puesta
en juego de aquello que se juzga como verdadero, o falso, está relacionada
con los elementos epistemológicos75 y ontológicos76 que conforman la meta-
74 Ibídem, páginas 270-271. 75 Determina la validez del conocimiento que se juzga como verdadero. 76 Comprendiendo por ella, lo que constituye la estructura de la realidad y los procesos que se dan en ella.
37
teoría de las Relaciones Internacionales. Esta discusión ha condicionado el tipo
de teorías que se desarrollaron en esta disciplina y, junto a ello, ha buscado
controvertir aquellas prácticas a las que el statu quo mundial considera como
lícitas.
En cuanto a la epistemología, la fractura entre ambas posiciones se
origina en la cuestión de si existe, o no, unidad de las Ciencias Sociales y
Naturales. Por un lado, el mainstream de la disciplina ha planteado que la
validez o falsedad de un hecho es determinado si de la hipótesis del caso se
infiere de leyes generales que se contrastan con la realidad otorgando
continuidad al planteamiento de unidad. En cambio el reflectivismo, al asumir
una posición antinaturalista, argumenta que las acciones humanas se
distinguen por el lenguaje y la intencionalidad de sus actos, diferenciándose de
los objetos físicos; por lo tanto, el propósito fundamental sería la interpretación
de dichas acciones con el objetivo de darle un sentido.
En lo que respecta a la cuestión ontológica, la controversia se encuentra
establecida por una doble discusión. La primera está conformada por el
materialismo e idealismo y trata el efecto de las ideas en la configuración de las
estructuras. Por un lado, los racionalistas plantean que las fuerzas materiales
permiten conducir el mundo: dotan a los Estados con el poderío necesario para
fijar comportamientos en el sistema internacional. Esta presunción lleva a
comprender al poder e interés como fuerzas materiales. En cambio, la posición
idealista afirma que lo fundamental es comprender la estructura de la
conciencia social (que se encuentra conformada por instituciones, normas y
principios) porque es la que crea identidades e intereses y, asimismo, permite
orientar comportamientos. El segundo eje de la polémica está compuesto,
también, por dos posturas: el individualismo y el holismo y discute el papel que
la estructura desempeña en la vida social. El individualismo establece que las
explicaciones deben ser comprendidas a partir de las propiedades e
interacciones de los agentes. En cambio, el holismo alega que la estructura es
la que constituye a los agentes ya que constriñe la identidad y los intereses de
los Estados. Finalmente encontramos que, por una parte, los enfoques
racionalistas han adoptado una posición naturalista, materialista e individualista
38
y el reflectivismo, por otra parte, ha optado por una postura antinaturalista,
idealista y holista.
3- Las visiones reflectivistas
El reflectivismo está compuesto por un conjunto de teorías heterogéneas
que tienen en común no sólo un antipositivismo epistemo-metodológico, sino
también, una crítica a la promesa incumplida de la emancipación humana por
medio de la razón. Ha acusado a la Modernidad de haber sido funcional en el
sometimiento de sociedades para la imposición de una visión de civilización a
expensas de otras culturas. En este sentido, se funda a partir de las voces que
han sido silenciadas erigiéndose como una postura disidente en la Teoría de
las Relaciones Internacionales.
A pesar de esta alianza teórica reflectivista, existen de acuerdo a S.
Smith, dos diferentes epistemologías postpositivistas77. Esta afirmación surge
de la oposición ante la naturaleza crítica de la Teoría Internacional reflejada en
la premisa en que existen fundamentos para juzgar pretensiones de verdad
opuestas; el autor las distingue entre: la visión interpretativa crítica y el
interpretacionismo radical. La primera defiende un fundacionalismo mínimo
porque considera que es posible evaluar los intereses constitutivos del
conocimiento involucrados a través de las pretensiones emancipadoras que
propone cada teoría; un ejemplo de ello sería la teoría de la acción
comunicativa. En cambio, la segunda, a pesar de su antipositivismo, es
antifundacionalista. Este punto de vista sospecha de todos los universales y
metanarrativas, esto significa que no hay una fundación posible que permita
mediar entre discursos alternativos. En palabras de S. Kepa, históricamente
“determinadas teorías han gozado de predicamento no por sus méritos
intrínsecos, sino por la relación poder-conocimiento. Esta relación ha sido clave
para justificar el predominio de una teoría y la marginación de aquéllas que
constituían alternativas a la misma”78. Esta postura es la que ha prevalecido en
la perspectiva postestructuralista.
77 SMITH (1995), páginas 28-29. 78 KEPA (2003), página 75.
39
4- El Reflectivismo Radical
En este apartado se presenta, brevemente, el movimiento que ha
irrumpido a principios de la década de 199079 en el campo teórico de las
Relaciones Internacionales: el Postestructuralismo. Esta corriente se concibió a
partir de un grupo heterogéneo de intelectuales franceses80 que recibió acogida
en los estudios internacionales como fundamento en contra del proyecto
totalizador del mainstream de la teoría de las Relaciones Internacionales.
Desde este punto de vista, Noé Cornago afirma:
“Frente al discurso frío y la precisión conceptual característico del positivismo, el postestructuralismo propondrá un lenguaje estetizante, incluso poético, lleno de matices y de pliegues que quiere mostrar los límites de la lógica formal y el sentido que se encuentra tras lo paradójico, lo inestable, lo marginal, o lo fugaz. Frente a las pretensiones de objetividad del empirismo ingenuo, la nueva corriente se centrará en el problema de la subjetividad. Frente a las ambiciosas abstracciones que quieren situarse al margen de la historia, se opondrá la necesaria atención a la historicidad. Por último, el postestructuralismo ofrecerá un pensamiento cuyo horizonte práctico no será –a diferencia de sus antagonistas- la búsqueda, en última instancia, de la influencia sobre quienes toman las grandes decisiones en el sistema político, sino el ejercicio incansable de la crítica como procedimiento en sí mismo liberador”81
Este movimiento ha denunciado la complicidad entre la práctica de
dominación en la política mundial y el discurso legitimador de la Teoría
Internacional, porque consideraba que la configuración de un régimen de
verdad ha determinado las prácticas lícitas de gobierno en las relaciones
internacionales. Esta manera de relacionar lo histórico, lo teórico y lo político es
lo que ha constituido lo Internacional, excluyendo cualquier interpretación de la
realidad mundial que no se centre en la política de poder y la soberanía del
Estado. El cuestionamiento de estas naturalizaciones sirve para poner en
79 Si bien existen trabajos elaborados en la década de 1980, con la aparición del número llamado Speaking the Language of Exile: Dissident Thought in International Studies en la revista International Studies Quarterly, en 1990, esta corriente hizo su carta de presentación. 80 R. Barthes, J. Derrida, M. Foucault, J. Baudrillard, J. F. Lyotard, J. Ranciere, P. Virilio, etc. 81 CARNAGO, Noé Breviario del posestructuralismo para internacionalistas (s/f). En https://www.academia.edu/2286259/Breviario_de_postestructuralismo_para_internacionalistas (21/12/13). Página 5.
40
evidencia las relaciones que se encuentran representadas. Ante ello, Mariela
Cuadro plantea que, mientras “neorrealistas y neoinstitucionalistas insisten en
afirmar que ellos estudian ‛hechos objetivos’, es decir escindidos de sus
propias prácticas como teóricos, los postestructuralistas ponen el acento sobre
el carácter de constructo discursivo de estos ‛hechos’”82, resaltando el nexo
entre poder, saber y verdad. En esta misma línea, S. Smith expresará que “el
poder está implicado en todos los sistemas de saber, de tal forma que nociones
como razón o verdad son productos de circunstancias históricas específicas”83.
El estudio de los regímenes de verdad necesita de un recurso que se aleje de
aquello que se postula como normal y parta de las diferencias, por ello recurre
a la Genealogía. Antes de proseguir con esta herramienta de investigación, se
deben abordar las críticas y malas interpretaciones que rodean esta
aproximación teórica. Para ello, se partirá de la exposición de J. Der Derian84.
En primer lugar, ante la afirmación de los racionalistas de que sólo hay
relativismo en los postulados éticos postestructuralistas, es posible afirmar que
éstos últimos plantean que esa posición es una respuesta histórica al anhelo
metafísico de una verdad suprema. Este punto de vista no es apolítico ni
amoral puesto que busca entender, sin emplear categorías trascendentales,
por qué una cosmovisión moral o política prevalece y rige en un período
histórico particular. El postestructuralismo identifica y determina “los peligros de
sistemas de pensamiento (como el racionalismo universal) y sistemas de
política (como la pax americana) que niegan la realidad histórica y el encanto
pragmático del relativismo”85. La ética postestructuralista se funda a partir de
las construcciones de subjetividades porque a través del reconocimiento de
una heterogeneidad de identidades se puede actuar con uno mismo y con los
demás. En segundo lugar, la crítica postpositivista no reduce las relaciones
internacionales a una práctica lingüística ni sostiene que no hay verdad, valores
82 CUADRO, Mariela (2013a) El postestructuralismo en las Relaciones Internacionales: una perspectiva alternativa. En Elsa Llenderrozas (coordinadora) Relaciones Internacionales: teorías y debates. Buenos Aires: Eudeba. Página 111. 83 SMITH, Steve (1996) Positivism and Beyond”. En Steve Smith, Ken Booth y Marysia Zalewski (editores) International theory: positivism and beyond. Cambridge: Cambridge University Press. Página 30. Traducción propia. 84 DER DERIAN, James (1998) Todas las cosas Post: Teoría y tradición en las Relaciones Internacionales tardías. En Carlos Nasi (compilador) Postmodernismo y Relaciones Internacionales. Bogotá: Ediciones Uniandes. Página 29. 85 Ibídem, página 30.
41
o una realidad, sino que pretende desmentir la existencia de un ser externo, de
una epistemología suprema y una teoría que pueda comprobar la existencia de
una verdad única. Por ello, a la crítica al postestructuralismo del todo vale, se le
enfrenta un todo es cuestionable. De hecho, esta aproximación indaga la
“interrelación de poder y de prácticas de representación que elevan una verdad
sobre la otra, que legitiman y sujetan una identidad contra otra, que hacen, en
resumen, que un discurso sea más relevante que el siguiente”86. Finalmente y
según el racionalismo, la última crítica está relacionada con el exceso retórico
para entender el mundo. Para Der Derian, esta consideración refleja el dominio
del realismo en las Relaciones Internacionales; por lo que, hacer uso de un
lenguaje poco tradicional tiene como objetivo perturbar las limitaciones de los
significantes convencionales para entender con un lenguaje crítico, las aporías
de la realidad mundial. Otras veces se necesita de un exceso de estilo para
comprender cómo la falta de originalidad positivista de las revistas
especializadas norteamericanas, como las publicaciones International
Organization o International Studies Quarterly, delimita “el debate, suprime los
modos alternativos de expresión y en el proceso se apropia de las posibilidades
prácticas de cambio”87.
El enfoque genealógico en la política mundial, inspirado en la obras de
F. Nietzsche y M. Foucault, ha servido para cuestionar las premisas en las que
se ha erigido la Teoría Internacional88. Richard Ashley, en The powers of
anarchy, manifestó que la historicidad y contingencia de lo global fueron
desplazadas por una noción estática del sistema, donde la anarquía y el
Estado (reconocido como el único actor político) conformarían las relaciones
internacionales. Jens Bartelson, en a genealogy of Sovereignty, subraya que ni
el Estado ni los límites que lo identifican en el espacio político pueden ser
comprendidos sin tener en cuenta las “condiciones en las que en cada época y
en cada lugar acontece la disputa sobre lo que constituye la demarcación
autorizada de su organización formal”89. La intención del autor es mostrar cómo
las cambiantes relaciones de poder han producido determinadas formas de 86 Ibídem, página 30. 87 Ibídem, página 33. 88 Este parágrafo se sirve de los ejemplos que Noé Cornago enumera en su estudio. CARNAGO (s/f), páginas 7-10. 89 Ibídem, página 8.
42
saber, subjetivando las identidades de los individuos que tienen injerencia en la
formulación de la política exterior (el monarca, el soldado, el diplomático, etc.).
Por su parte, James Der Derian haciendo uso de esta herramienta teórica ha
tratado el tema de la diplomacia. En su estudio declara que el saber
diplomático se conformó históricamente a partir del proceso de extrañamiento
del Otro y de la evolución de las condiciones sociales en que éste se
desarrolló. Su trabajo objeta la necesidad, para la práctica diplomática, del
monopolio del Estado, ello sólo revela la constante pelea por el poder que
legitima su ejercicio. En definitiva, la genealogía ha permitido comprender los
procesos que definieron el sentido de las representaciones que determinan las
opciones sociales y políticas para problematizar aquellas nociones que
naturalizamos, tales como: el Estado, el territorio, el Derecho Internacional, los
Derechos Humanos, la globalización, etc.
O. Richmond afirma que el proyecto postestructuralista asume una
ontología de la paz a través de las prácticas discursivas. En este sentido, acusa
la representación del mundo de la Teoría Ortodoxa de mímesis en la que no se
puede escapar de las “lecciones de la historia”, donde la única política
internacional posible es la política de poder. Por ello, una representación
distinta de las relaciones internacionales exige el reconocimiento de las
múltiples subjetividades que evitarían reproducir una verdad universal. De esto
se desprende que el Postpositivismo implica
“múltiples ontologías de la paz, como discurso, no a través de la intervención activa o material de las élites, como sugiere incluso la teoría crítica, sino poniendo al descubierto el carácter disciplinario y biopolítico del discurso realista-liberal, lo que permite una mayor empatía y una forma más pura de emancipación personal”90.
Por lo tanto, se nos permite concebir la paz ya no solo como un objetivo, sino
también como un método y un proceso, nunca definitivo, que debe reflejarse
dispersa y acéntricamente, que procure ser autónoma y antihegemónica.
90 RICHMOND (2012), página 248.
43
5- El rey sin cabeza
La obra de Michel Foucault giró, durante la primera mitad de 1970,
alrededor de la crítica del discurso jurídico-político. El filósofo francés advertía
que sobre ese modelo de poder se apoyaban las concepciones liberales
(fundadas bajo el imperio de la soberanía) y las teorías marxistas (organizadas
bajo la idea de dominación de clase). En esas representaciones, tan opuestas,
subyacía un supuesto común: la creencia en que el poder es algo que se
puede poseer (por parte del Estado o una élite burguesa), que en su ejercicio
es represivo y que parte de una fuente única y centralizada. Ante esta
concepción jurídica del poder opuso un modelo basado en la guerra y la lucha,
al que denominó hipótesis Nietzsche, centrando sus investigaciones en una
microfísica del poder y en las estrategias anónimas que configuraban lo social.
Sin embargo, de acuerdo a Thomas Lemke, esta posición no puede interpretar
cómo “las múltiples y dispersas relaciones de poder asumen determinada
forma ‛coherente’ o ‛unificada’ ni cómo éstas se traducen en estrategias más
globales o en hegemonía social, las cuales a su vez pueden actuar sobre los
micropoderes societales”91.
Ante las críticas de su analítica de poder, en el curso Defender la
sociedad, de 1976, Michel Foucault expresará que su modelo agonístico, el que
había empleado para llevar a cabo sus investigaciones debía ser reformado.
Esta modificación debía, por un lado, extender el análisis del poder a relaciones
más globales y, por otro, romper con el modelo de la microfísica por medio de
una reflexión acerca de la influencia del Estado. Por ello, en la clase del 17 de
marzo hablará sobre una nueva tecnología de poder, a la que denominó,
Biopolítica. Santiago Castro-Gómez describe que, a diferencia de las
tecnologías disciplinarias enfocadas en la acción sobre los cuerpos, la
Biopolítica intenta:
“regular los procesos globales de la población tales como natalidad, fecundidad, longevidad, enfermedad, mortalidad, y procura optimizar unas condiciones (sanitarias, económicas, urbanas, laborales,
91 LEMKE, Thomas (2006) Marx sin comillas: Foucault, la gubernamentalidad y la crítica del neoliberalismo”. En Thomas Lemke… [et. al.] Marx y Foucault. Nueva Buenos Aires: Nueva Visión. Página 8.
44
familiares, policiales, etc.) que permitan que las personas puedan tener una vida productiva al servicio del Estado”92.
Por medio de este rompimiento teórico funda un modo distinto de concebir al
poder, más allá de los ámbitos circunscriptos y abrirá un marco de
posibilidades en cuanto a la racionalización de las prácticas constitutivas del
arte de conducir a las poblaciones.
A partir de los seminarios Seguridad, Territorio, Población y Nacimiento
de la Biopolítica se iniciaría un nuevo modo en que el pensador francés
concebiría sus investigaciones, donde el modelo de la Gubernamentalidad se
transformaría en una nueva grilla de inteligibilidad para comprender el poder, el
saber y el sujeto. Esta nueva analítica sería desarrollada en la lección del
primero de febrero de 1978. Establecería que el problema del gobierno
estallaba en el siglo XVI, y donde las dificultades girarían alrededor de “cómo
ser gobernado, por quién, hasta qué punto, con qué fines, mediante qué
métodos”93. El estudio de la cuestión sobre cómo gobernar tendría como fin
comprender la racionalidad de la práctica gubernamental. Ésta aproximación lo
llevaría a definir como Gubernamentalidad tres cosas:
“El conjunto constituido por las instituciones, los procedimientos, análisis y reflexiones, los cálculos y las tácticas que permiten ejercer esa forma bien específica, aunque muy compleja de poder que tiene por blanco principal la población, por forma mayor de saber la economía política y por instrumento técnico esencial los dispositivos de seguridad. Segundo, por Gubernamentalidad entiendo la tendencia, la línea de fuerza que, en todo Occidente, no dejó de conducir, y desde hace mucho, hacia la preeminencia del tipo de poder que podemos llamar gobierno sobre todos los demás: soberanía, disciplina, y que indujo, por un lado, el desarrollo de toda una serie de aparatos específicos de gobierno, y por otro, el desarrollo de toda una serie de saberes. Por último, creo que habría que entender la Gubernamentalidad, como el proceso o, mejor, el
92 CASTRO-GÓMEZ, Santiago (2010a) Michel Foucault: colonialismo y geopolítica”. En Ileana Rodríguez y Josebe Martínez (coordinadores) Estudios transatlánticos poscoloniales. Narrativas comando-sistemas mundo: colonialidad-modernidad. Barcelona: Editorial Anthropos. Página 274. 93 FOUCAULT, Michel (2007a) Seguridad, Territorio, Población. Buenos Aires: F.C.E. Página 111.
45
resultado del proceso en virtud del cual el Estado de justicia de la Edad Media, convertido en Estado administrativo durante los siglos XV y XVI, se gubernamentalizó poco a poco”94.
Este nueva analítica supone un concepto de gobierno que debe ser
interpretado en un sentido amplio ya que se refiere a un arte, que tiene como
fin orientar a las personas y que comprende “la interacción de formas de
conocimiento, estrategias de poder y modalidades de subjetivación”95.
Asimismo, involucra la idea de cómo no ser gobernado de determinada
manera; este tipo de reflexión entraña una actitud crítica que se “atribuye el
derecho de interrogar a la verdad acerca de sus efectos de poder, y al poder
acerca de sus discursos de verdad”96. Igualmente, propone repensar las
relaciones de poder ya no desde el lado de la violencia, sino más bien como un
modo de acción sobre las acciones de los otros. Por lo que gobernar sería
estructurar el campo de acción posible, se referiría a la conducción de las
conductas y que, para que operase, necesitaría de un ámbito en que los
sujetos fuesen libres. Por último, en la relación entre poder y libertad subyace
el proyecto de una historia de la Gubernamentalidad, que se ve reflejado
cuando el filósofo francés trató lo que ha llamado las tecnologías de gobierno
que se desarrollaron desde el siglo XVI y hasta el siglo XXI, a las que
denominó: Razón de Estado, Liberalismo y Neoliberalismo.
Por otra parte, la problemática gubernamental, según Castro-Gómez, se
centra en:
“una filosofía de las tecnologías políticas, es decir, una reflexión sobre el modo en que la política conlleva necesariamente la puesta en marcha de una racionalidad técnica […] significa preguntarse por la conducción eficaz de la conducta de los otros para el logro de ciertos fines, por las estrategias que han de aplicarse razonadamente para lograr que las personas se comporten conforme a esos
94 Ibídem, página 136, 95 LEMKE, (2006), página 10. 96 FOUCAULT, Michel “¿Qué es la crítica?”. Daimon: Revista Internacional de Filosofía, número 11, 1995. Páginas 5-25. Página 8.
46
objetivos, y por el cálculo adecuado para elegir e implementar esas estrategias” 97.
En tanto, Lemke agrega que este tipo de análisis foucaulteano permitiría llamar
la atención “sobre la constitución de nuevas formas y niveles políticos de
gobierno, como la incorporación de sistemas de negociación, mecanismos de
autorregulación y estrategias para adquirir o conferir poder”98. Por su parte,
Cortés Rodríguez indica que ayuda a:
“entender el papel del Estado moderno, no en el sentido de que sea la fuente del poder, sino que es el efecto móvil de un régimen […] marca, de ese modo, una línea que va en una dirección doble. Del gobierno de sí mismo al gobierno del Estado, como continuidad del poder. No es, pues, un efecto descendente, sino un resultado conjunto”99.
Finalmente, Rose, O´Malley y Valverde complementan que:
“en vez de ver un cuerpo único, tal como el Estado, como el responsable de controlar la conducta de los ciudadanos, esta perspectiva reconoce que una gran variedad de autoridades gobierna en sitios diferentes, y con relación a diferentes objetivos […] plantea preguntas particulares sobre los fenómenos que intenta comprender, preguntas susceptibles de ser respondidas a través de investigación empírica”100.
Por último, con la introducción de esta nueva analítica, Foucault
distinguiría tres niveles en el que el poder es ejercido: el primero está
relacionado con la acción de las técnicas disciplinarias y la producción de los
sujetos, se trataría del nivel de la corpo-política; el segundo nivel opera con el
objetivo de regular la población a través de dispositivos de seguridad internos,
este sería el nivel de la bio-política. El último sería el macrofísico, en el que “se
ubican los dispositivos supraestatales de seguridad que favorecen la ‹libre
competencia› por los recursos naturales y humanos del planeta. Éste sería el 97 CASTRO-GÓMEZ, Santiago (2010b) Historia de la Gubernamentalidad: Razón de Estado, liberalismo y Neoliberalismo en Michel Foucault. Bogotá: Siglo del Hombre Editores. Página 13. 98 LEMKE (2006), página 14 99 CORTÉS RODRÍGUEZ, Miguel Ángel (2010) Poder y Resistencia en la filosofía de Michel Foucault. Madrid: Biblioteca Nueva. Página 128. 100 ROSE, Nikolas; O´MALLEY, Pat y VALVERDE, Mariana. “Gubernamentalidad”. Revista Astrolabio Nueva Época, número 8 (2012). Páginas 113-152. Páginas 116 y 117.
47
nivel de la geo-política”101. Con la introducción del nivel geopolítico,
comprendido desde la analítica de la gubernamentalidad, se vislumbraría una
novedosa forma de oposición a las teorías del mainstream de las Relaciones
Internacionales con las que se ha pensado la política mundial. Para Castro-
Gómez, la analítica foucaulteana funciona en cadenas de poder que operan a
escala molar y molecular y no se puede pensar unas sin las otras. Por ello, esta
concepción se opone a las teorías jerárquicas que sostienen que las relaciones
más globales de poder determinan a las menos globales; es decir que, la
microfísica reproduce el orden impartido desde la macrofísica. Ante este
escenario, Foucault afirma el carácter heterárquico de la gubernamentalidad.
Desde la propuesta geopolítica de la gubernamentalidad, la primacía de
los Estados Unidos no se reduciría solo al dominio establecido en la sociedad
internacional, sino que también tendría que ver con los dispositivos de
regulación de las poblaciones a nivel bio-político y corpo-político porque los
regímenes políticos globales se han apropiado de las relaciones de poder
locales ya constituidas para incorporarlas a su propia lógica. Por ello, para
Castro-Gómez, desde esta perspectiva, no sería posible plantear un
sometimiento absoluto de “las temporalidades locales a una sola temporalidad
de carácter mundial. Cada régimen de poder tiene su propia temporalidad, que
es marcada por el modo en que los diferentes elementos abarcados por ese
régimen están relacionados”102. Sobre ello tratará esta investigación, de
determinar la particularidad con que ha operado el Neoliberalismo, como
tecnología de gobierno, en la constitución de lo que Estados Unidos ha
denominado el Nuevo Orden Mundial.
101 CASTRO-GÓMEZ (2010a), página 284. 102 Ibídem, página 290.
48
6- Una historia de la Gubernamentalidad
El primer ejemplo que toma Foucault, como tecnología de gobierno, es la
Razón de Estado103. Para él, la guerra de religiones (entre católicos y
protestantes) y la aparición de los Estados (a través de la Paz de Westfalia, en
1648) dieron lugar a que el modo de gobernar del príncipe (control y protección
del territorio) y de la pastoral cristiana (gobierno y salvación de las almas)
derivaran en una novedosa forma de ejercicio de la conducción de conductas,
cuyo desenlace, dirá Cortés Rodríguez, será “regular a las poblaciones
respecto de las amenazas exteriores e interiores”104. Esta ratio gubernatoria
problematizará a Dios como fuente de gobierno y concebirá a la política como
mathesis, es decir, como el arte de ordenar racionalmente lo que debe
gobernarse. La transformación del Estado como el único sujeto de gobierno
llevará al establecimiento de un orden que hará necesario conocer todo lo que
le corresponde conducir (territorio, población, comercio, etc.) y para ello tendrá
como herramienta a la estadística, lo que le permitirá cuantificar los fenómenos
gobernables. En consecuencia, no habrá una finalidad superior al Estado, sino
que éste será el fin en sí mismo; por ello esta racionalidad tenderá a
perfeccionarse, a ampliar sus fuerzas y tratará de que la meta del gobierno
consista en aumentar la “potencia en un marco extensivo y competitivo”105
pero, al mismo tiempo, de “producir un statu quo que permita conservar intacta
la integridad del Estado”106. La nueva razón política, a través del despliegue de
103 Cabe recordar que lo primero que analizó, luego de presentar su modelo de Ratio Gubernatoria, fue el Pastorado Cristiano. Lo presenta porque deduce de él la noción de gobierno que se desplegaría en Occidente. De hecho, Foucault lo definiría como “un poder que guía hacia una meta y sirve de intermediario en el camino hacia ella. Es un poder, por último, que apunta a la vez a todos y a cada uno en su paradójica equivalencia, y no a la unidad superior formada por el todo”. FOUCAULT (2007a), página 158. Más adelante diría que: “el Pastorado esboza, constituye el preludio de lo que he llamado Gubernamentalidad, tal como se desplegará a partir del siglo XVI […] Por los procedimientos propios del pastorado, su manera, en el fondo de no poner en juego pura y simplemente el principio de salvación, el principio de la ley y el principio de la verdad, por todas esas diagonales, para decirlo de algún modo, que instauran bajo la ley, bajo la salvación y bajo la verdad otros tipos de relaciones. Y lo es también en virtud de la constitución tan específica de un sujeto cuyos méritos se identifican de manera analítica, un sujeto atado a redes continuas de obediencia, un sujeto subjetivado por la extracción de verdad que se le impone”. Ibídem, página 219. 104 CORTÉS RODRÍGUEZ (2010), página 125. 105 FOUCAULT, Michel (2005) Omnes et singulatin: Hacia una crítica de la razón política. En Christian Ferrer (compilador) El lenguaje libertario. Buenos Aires: Terramar Ediciones. Página 324. 106 CASTRO-GÓMEZ (2010b), página 116.
49
dos complejos tecnológicos-políticos, podrá gobernar de manera tal que el
Estado pueda llegar a consolidarse como permanente y fuerte frente a las
amenazas exteriores.
El primer aparato, denominado Diplomático-Militar, interviene en relación
a la amenaza bélica de otros Estados; además atiende la cuestión referida a la
competencia económica con otras potencias europeas107. Su función principal
será la de mantener un equilibrio de las relaciones internacionales de forma
que los Estados persigan metas ilimitadas en su política interna pero limitadas
en su política exterior, y cuando el orden mundial se vea amenazado, los
Estados intervengan para restaurar la balanza de poder. Méndez Sandoval lo
describirá como el “conjunto de estrategias, saberes y prácticas orientadas
todas a la consecución de un equilibrio interestatal que permita la conservación
y a la vez el crecimiento de las fuerzas del Estado en un contexto de
competencia creciente y abierta”108. El segundo aparato, que describe el
pensador galo, es la Policía, ésta implica que una serie de objetivos orientados
a la “organización, disposición y armonización de fuerzas que ya no [estén]
“fuera” (el sistema interestatal), sino “dentro” del Estado […] busca incrementar
la fuerza del Estado y fortalecerlo mediante la organización completa de todos
sus elementos”109. En la lección del 29 de marzo de 1978110, Foucault hablará
de cinco dominios de intervención: el número de sus ciudadanos111, las
necesidades de la vida112, la salud113, el trabajo114 y la circulación115; todos
esos ámbitos tienen en común que el poder se va a ejercer con el objetivo de
producir y gestionar la coexistencia de los hombres para fortalecer el poder
estatal. Ambos complejos formarán el dispositivo de seguridad de la Razón de
107 Esta caracterización se realiza de acuerdo a la concepción foucaulteana; una posición que se aleja de los planteamientos de Aron, Morgenthau, entre otros. 108 MÉNDEZ SANDOVAL, Carlos Andrés (2012) Discurso, poder y subjetividad. Una reflexión filosófica en torno a la racionalidad política moderna. Cali: Editorial Bonaventuriana. Página 151 109 CASTRO-GÓMEZ (2010b), página 125. 110 FOUCAULT (2007a), páginas 355-378. 111 Parte de la idea de que la fuerza del Estado se ve reflejada en la densidad poblacional, por ello apunta al desarrollo cualitativo de sus habitantes para que, de ese modo, sea un factor económico decisivo. 112 Hace referencia a garantizar la disponibilidad de alimento, el control del comercio, etc. 113 El Estado debe mantener las condiciones sanitarias de los habitantes para que puedan trabajar. 114 Procura que todos los ciudadanos ejerzan alguna actividad que sea útil para el gobierno. 115 Entendido como la circulación de personas y bienes, sin restricciones pero con un orden preestablecido.
50
Estado y tendrán como fundamento al mercantilismo, pero entendida no sólo
como una doctrina económica, sino como una organización de la producción y
circulación bajo el principio de acumulación monetaria. Asimismo, como metas,
el fortalecimiento de la población, por un lado, y el mantenimiento de la
competencia con las potencias europeas, por otro.
La emergencia de una nueva tecnología gubernamental será
consecuencia de las fisuras provocadas por la misma racionalidad imperante.
La pretensión de querer conducir la conducta de todos y cada uno provocaría
un quiebre en el arte de gobierno, que, para el siglo XVIII, se tornaría notorio.
Serían la Iglesia y la nobleza quienes pretendiesen frenar el absolutismo; no
querían ser gobernados de esa forma. Ello trajo consigo que la propia Razón
de Estado se examinara y que, como resultado, la transformación política no
provenga del exterior, sino de sí misma. Castro-Gómez recordará que los
cuestionamientos se plantearon en los siguientes términos: “¿hasta dónde
puede llegar la acción del Estado? ¿Cuáles son los límites que la práctica
gubernamental no debe cruzar, si lo que busca es lograr el cumplimiento de
sus objetivos?”116. En la clase del 17 de enero de 1979117, se caracterizará la
mutación tecnológica a través de la introducción de mecanismos internos,
múltiples y complejos orientados a la limitación interna del ejercicio del poder, y
será, según sus palabras, la razón de un menor Estado. La que Foucault
denominará como Liberalismo.
Esta segunda tecnología gubernamental se configurará a partir de la
discrepancia entre las estrategias del gobierno y los objetivos que el Estado se
fijaba a sí mismo. Fueron los economistas quienes propusieron que se haga un
uso más racional de los medios y técnicas para alcanzar los fines que se
establecían. La crítica de la economía política fisiócrata se enmarcaría en el
exceso de gobierno y por ello propondría que los procesos naturales debían ser
respetados y dejarlos actuar. Asimismo, que el ejercicio de lo gubernamental
implicara una abstención en lo jurídico para reconocer que las cosas pudieran
seguir su curso, ello permitiría que los precios no sean sometidos a
116 CASTRO-GÓMEZ (2010b), página 138. 117 FOUCAULT, Michel (2007b). Nacimiento de la Biopolítica. Buenos Aires: F.C.E. Páginas 43-68.
51
reglamentación y que el mercado no sea un lugar donde haya que impartir
justicia. A partir del gobierno de la frugalidad, es decir del ejercicio del poder
que se sustrae de la intervención de los intercambios comerciales, el mercado
se convertirá en un lugar de veridicción. Donde será la iniciativa de los
individuos quienes definirán los precios de los productos, las rutas comerciales,
etc.; ya que es en la oferta y demanda donde descansará la verdad de la
economía.
El mercado, entendido como criterio de verdad118, permitirá gobernar
sobre los individuos vistos ya no sólo como sujetos de derecho (homo
juridicus), sino también como sujetos económicos (homo economicus). Éste
último, será el que demande que el gobierno sea ejercido sobre una "república
fenoménica de los intereses"119. Esto, como consecuencia de lo anterior,
llevará a que la función del gobierno sea la eliminación de los obstáculos que
dificultan el libre juego de intereses comerciales para que, de esta forma, el
individuo tenga que ser capaz de gobernarse a sí mismo con independencia del
Estado. Sin embargo, esto no va a significar que se renuncie a gobernar la
conducta; se dejará de reglamentar para gestionarla, es decir que, no se
intervendrá sobre la autonomía directamente, sino sobre las condiciones de
posibilidad de libertad. Castro-Gómez, siguiendo a Foucault, dirá que “el
liberalismo no es un institución sino un ‘modo de hacer las cosas’, una
tecnología de gobierno sobre la conducta económica y moral de los
hombres”120. Esta forma de interacción exige la creación de un ámbito de
intervención, que englobe al sujeto de derecho y al sujeto económico pero sin
reducirse a alguno de ellos; la sociedad civil se convertirá en esa realidad
transaccional que hará posible el juego económico y el orden jurídico y, de esta
manera, se conjugarán los intereses individuales y colectivos. Con la aparición
del Liberalismo, como tecnología de gobierno, emergería un nuevo tipo de
118 “El mecanismo natural del mercado y la formación de un precio natural van a permitir –cuando, a partir de ellos, se observa lo que hace el gobierno, las medida que toma, las reglas que impone- falsear y verificar la práctica gubernamental. El mercado, en la medida en que a través del intercambio permite vincular la producción, la necesidad, la oferta, la demanda, el valor, el precio, etc., constituye un lugar de Veridicción, y con ello quiero decir un lugar de verificación y falseamiento de la práctica gubernamental”. FOUCAULT (2007b), página 49. 119 Ibídem, página 66. 120 CASTRO-GÓMEZ (2010b), página 152.
52
dispositivo externo de seguridad. En la clase del 24 de enero de 1979121
describirá el problema del equilibrio europeo y las relaciones internacionales;
Foucault expresará que, a partir del siglo XIX, el mercado mundial ha sido el
mecanismo por el cual se regula la libre competencia entre Estados, lo que
permitirá el progreso económico ilimitado, dentro del espacio europeo. La paz
estaría garantizada por el mercado mundial porque cuanto más grande es,
existen menos límites y fronteras, y el libre juego de la competencia permitiría
enriquecerse mutuamente y no a costa del otro122.
Esta tecnología gubernamental para el siglo XIX sufre unas
transformaciones significativas producto de la “cuestión social”123 que obligará
a reflexionar sobre qué debe garantizar el Estado a sus ciudadanos. Se trataría
de una gubernamentalidad social que plantea que la democracia sólo se
garantiza por medio de la acción del Estado expresada en los mecanismos de
control de la economía y de la vida social de la ciudadanía. Ello tendría como
fin mantener alejadas las ideologías socialistas y totalitarias.
El Neoliberalismo surge en oposición a la reforma llevada a cabo por la
racionalidad gubernamental Liberal, el keynesianismo. Foucault reconocerá dos
escuelas de pensamiento que reflexionaron sobre “el modo en que el Estado
intervenía constantemente sobre la libertad de los individuos en nombre,
precisamente, de esa libertad”124. Éstas fueron la Escuela de Friburgo, en
Alemania, y la Escuela de economía de Chicago, en EE.UU. Ambas academias
se caracterizaban por una fobia al Estado y advertían que el ilimitado
intervencionismo estatal haría retornar la Razón de Estado. Castro-Gómez
indicará que ambas “proponen un modelo de gobierno que permita la
interacción entre el mercado y el Estado con el fin de asegurar una reglas de
juego que abran campo a la responsabilidad y el compromiso moral de los
121 FOUCAULT (2007b), páginas 69-92. 122 Por ello trabaja el texto de Kant sobre la Paz perpetua como expresión del mercado global como condición de la paz mundial. De hecho, toma de ejemplo la historia del derecho del mar en el siglo XVIII, “el hecho de que, en términos de derecho internacional, se procura pensar el mundo o al menos el mar como un espacio de libre competencia, de libre circulación y, por ende, como una de las condiciones necesarias para la organización de un mercado mundial”. FOUCAULT (2007b), página 74. 123 Reflejado en: la Alemania de Bismarck, el New Deal de Estados Unidos, el Welfare State de Inglaterra y en los gobiernos populistas de América Latina, Asia y África. 124 CASTRO-GÓMEZ (2010b), página 175.
53
jugadores”125. El pensador francés plantearía que el Neoliberalismo es un
fenómeno que no debe definirse por una retirada del Estado, sino más bien se
trataría de una racionalidad gubernamental y de un capitalismo organizado;
comprendería una renovación política que abarca una reestructuración de lo
social e individual. No eliminaría al Estado, lo transformaría en un instrumento
que permita al mercado ser autónomo respecto de él. En la clase del 14 de
marzo de 1979126, Foucault dirá que el Neoliberalismo norteamericano se
desarrollaría a partir de tres elementos contextuales: el crecimiento de la
administración federal, los pactos sociales de guerra127 y las políticas de orden
keynesiano. Asimismo, plantearía que el liberalismo, en los Estados Unidos,
habría sido toda una forma de ser y de pensar, sería el principio por el cual
funda y legitima el Estado; es una relación de gobernantes y gobernados que
recurre constantemente todas las decisiones políticas, en donde la discusiones
giran en torno a la cuestión de la libertad. A través de la Teoría del Capital
Humano128 describiría el programa de gobierno social del Neoliberalismo
norteamericano y haría referencia a dos procesos: por un lado, el avance del
análisis económico a temas no económicos; por otro, en relación a lo anterior,
la reflexión en términos económicos de dominios ajenos al mercado.
Los neoliberales plantean reintroducir el trabajo dentro del dominio del
análisis económico para saber cómo utiliza el trabajador los recursos de los
que dispone, por lo tanto estudiarán el trabajo como conducta económica
racionalizada. Asimismo, desde el punto de vista del trabajador, van a entender
el salario como ingreso producto de un capital y el capital como todo lo que
puede generar un ingreso. Esto hará que se pregunten qué es el capital, cuya
renta es el salario, y dirán que es el conjunto de factores físicos y psicológicos
que alguien posee, que le permiten percibir un salario; de forma que, desde el
punto de vista del individuo, el trabajo comporta un capital, es decir, una
capacidad y por otro lado, un ingreso. La descomposición del trabajo en renta y
capital implicaría que el capital es indisociable del trabajador y, en esa medida, 125 CASTRO-GÓMEZ (2010b), página 200. 126 FOUCAULT (2007b), páginas 249-274. 127 El segundo elemento contextual hace referencia al Plan Beveridge y a los proyectos de intervencionismo económico y social tendientes a garantizar el empleo luego de finalizada la segunda Guerra Mundial. 128 Tiene en cuenta los trabajos de T. Schultz y G. Becker; ambos profesores de la Escuela de Chicago.
54
no es un capital al igual que el resto. En ese sentido, “la idoneidad del
trabajador es en verdad una máquina, pero una máquina que no se puede
separar del trabajador mismo, lo cual no quiere decir […] que el capitalismo
transforme al trabajador en máquina y, por consiguiente, lo aliene”129; por lo
tanto, la idoneidad de quien trabaja debe entenderse como una máquina que
va a producir un flujo de ingreso130. De esta manera, el trabajador se
transformaría en una especie de empresario de sí mismo. Se trataría del
despliegue de una economía constituida por unidades-empresas.
Ante este escenario, reaparece el homo economicus como empresario
de sí mismo, por lo tanto, si el sujeto quiere ser contratado debe,
necesariamente, invertir en sí mismo. Foucault describe que el capital humano
con que cuenta ese individuo-empresa consta de dos elementos: por un lado,
el capital humano heredado, relacionado a las potencialidades genéticas del
sujeto; por otro, el capital humano adquirido, ligado a las estrategias que el
individuo lleva a cabo para potenciar su herencia genética. De esta forma,
elementos inmateriales como la seguridad, la satisfacción personal, o el amor
deben ser interpretados como variables económicas cuantificables y
planificadas. Esto lleva a que se produzca una mercantilización del ámbito
social que “debe instalarse en la vida personal de todos los agentes para que
cada uno se haga responsable, se convierta en sujeto moral”131. Así, la falta de
empleo o cobertura médica no es culpa del Estado, sino es consecuencia de
que el individuo ha sido incapaz de gerenciarse a sí mismo y gestionar sus
propios riesgos para convertirse en un ciudadano libre.
Para Castro-Gómez las acciones implementadas por la racionalidad
neoliberal funcionan como estrategias biopolíticas ya que no tratan sólo de
intervenir sobre la vida biológica, sino más bien de gobernar la vida personal de
los individuos, en sus decisiones diarias, en sus deseos e intereses que luego
129 FOUCAULT (2007b), páginas 263. 130 “Flujos de ingresos y no ingresos, juntamente porque, en cierto modo, la máquina constituida por la idoneidad del trabajador, la máquina constituida, si se quiere, por idoneidad y trabajador ligados entre sí, será remunerada durante un período mediante una serie de salarios que, para tomar el caso más simple, comenzarán por ser relativamente bajos cuando la máquina comience a utilizarse, luego aumentarán y terminarán por bajar con la obsolescencia de la máquina misma o el envejecimiento del trabajador en la medida que es una máquina”. Ibídem 263. 131 CASTRO-GÓMEZ (2010b), página 207.
55
se convertirán en decisiones tendientes a determinar su comportamiento como
empresarios de sí mismos. Para que funcione esta estrategia a nivel global, la
racionalidad neoliberal requiere crear un medio ambiente que favorezca la
proliferación de los mercados, que sólo será posible en la medida que se
arrase sistemáticamente con las seguridades ontológicas a través de la
privatización de lo público ya que “la mejor forma de hacer de los sujetos
empresarios de sí mismos es por medio de la creación de un ambiente de
inseguridad generalizada”132 porque emprender hace necesaria la innovación,
desarrollar estrategias que hagan posible competir y tener éxito en una
economía cambiante. El estímulo de una inseguridad permanente llevaría a
que los individuos sean competitivos y se autogobiernen en sus riesgos y
necesidades. En este sentido, finalmente, el gobierno de la intimidad supondría
que la vida misma debe ser gobernada acorde a técnicas específicas
estudiadas a partir del conocimiento obtenido del comportamiento real de la
gente, es decir, de lo que producen, consumen y desean.
132 Ibídem, página 209.
56
CAPITULO 3
LA GUBERNAMENTALIDAD
“Me gustaría hacer la genealogía de los
problemas, de las problemáticas. Mi intención
no es decir que todo es malo, sino que todo es
peligroso, y ser peligroso no es exactamente lo
mismo que ser malo. Mi posición, por tanto, no
conduce a la apatía sino, al contrario, a una
hipermilitancia pesimista.
Creo que la elección ético-política que
debemos hacer todos los días es determinar
cuál es el principal peligro”133.
1- Introducción
En la clase del 14 de marzo de 1979, correspondiente al curso
Nacimiento de la Biopolítica, Michel Foucault afirmaría que el Liberalismo se
presentó, en el siglo XVIII, como el punto de partida para la independencia de
Estados Unidos. El Liberalismo en Norteamérica, habría aparecido como el
principio fundador y legitimador de este nuevo país, a diferencia de lo ocurrido
en Europa, en especial en Francia, en donde esta tecnología de gobierno
buscaba moderar la Razón de Estado. Para el filósofo francés,
“el liberalismo norteamericano no dejó, por supuesto, de estar en el centro de todos los debates políticos en América durante dos siglos: ya sea por la política económica, el proteccionismo, el problema del oro y la plata, el bimetalismo; ya sea por el problema de la esclavitud; ya sea por el problema del estatus y el funcionamiento de la institución judicial; ya sea por la relación entre los individuos y los diferentes estados, y entre éstos y el Estado federal. Puede decirse que la cuestión del liberalismo ha sido el elemento recurrente de toda discusión y todas las decisiones políticas de los Estados Unidos. Digamos, si les parece, que mientras en Europa los elementos recurrentes del debate político en el siglo XIX fueron o bien la unidad
133 FOUCAULT, Michel (2013) Acerca de la genealogía de la ética. Un panorama del trabajo en curso. En Michel Foucault La inquietud por la verdad. Escritos sobre la sexualidad y el sujeto. Buenos Aires: Siglo XXI. Página 127.
57
de la nación, o bien su independencia, o bien el Estado de derecho, en los Estados Unidos fue el liberalismo”134.
La independencia de Estados Unidos se dará en un contexto
internacional en que el nuevo arte de gobierno liberal comenzaba a limitar el
poder estatal en Europa. Como se resaltó en el capítulo anterior, para fines del
siglo XVIII se configura el gobierno de la frugalidad, noción tomada de
Benjamin Franklin, en el que las prácticas políticas se desarrollan con el
objetivo de no gobernar demasiado, siendo la economía política la que se
convierte en el principio organizador de las acciones estatales. A través de la
vinculación de la producción, la oferta, la demanda y el precio, el mercado se
constituirá en el lugar de la veridicción, es decir, donde la práctica
gubernamental sería falseada o verificada. Mediante él, se juzgará si el
gobierno es bueno o malo, es decir que la práctica gubernamental se tornará
verdadera en la medida en que el mercado, como fuente de veridicción, lo
dictamine. La aparición de la filosofía utilitarista, como fuente de cálculo de la
práctica estatal, instituirá una lógica estratégica que tratará de mantener unida
las conexiones entre los derechos del hombre y el cálculo utilitario de la
independencia de los individuos. Asimismo, esta nueva tecnología de gobierno
establecerá su principio de autolimitación a partir del interés. El filósofo francés
dirá que:
“el interés cuyo principio debe obedecer la razón gubernamental es interés en plural, un juego complejo entre los intereses individuales y colectivos, la utilidad social y la ganancia económica; entre el equilibrio del mercado y el régimen del poder público. […] El gobierno, o en todo caso el gobierno en esta nueva razón gubernamental, es algo que manipula intereses”135.
De manera que el gobierno tendrá injerencia en los asuntos privados, pues
influirá en la república fenoménica de los intereses.
En la clase del 24 de enero de 1979, Michel Foucault hablará sobre
cómo se constituyeron las relaciones internacionales a partir del tratado de
Westfalia. En su alocución describirá la forma en que la Razón de Estado
134 FOUCAULT (2007b), página 253. 135 Ibídem, página 64.
58
operó; para ello partirá de la visión mercantilista en que el juego económico es
un juego de suma cero. Con esto quería dar a entender que no existía
posibilidad de concebir el enriquecimiento de uno a expensas de otros. Desde
esta lógica, lo conveniente era establecer un equilibrio que permitiera
interrumpir la partida cuando algún jugador estuviera en situación de ventaja
total. De esta manera, los objetivos de los Estados, a nivel internacional,
debían ser limitados; esta política se conocería como Balanza de Poder. Sin
embargo, para el siglo XVIII, la política internacional sufrirá una transformación
producto del Liberalismo.
La libertad de mercado reconocerá la existencia de un precio natural,
rentable tanto para el vendedor como para el comprador. Bajo esta nueva
lógica, los beneficios de la competencia no serán repartidos en forma desigual,
sino que, la competencia en estado libre redunda en un doble beneficio
(mínimo gasto para el comprador y máxima ganancia para el vendedor) de
enriquecimiento mutuo. Este razonamiento se trasladará a los Estados: el
crecimiento de un país, como el de los individuos, se establecerá a largo plazo
en la medida en que se mantenga la riqueza de los vecinos. Por lo tanto,
“enriquecimiento correlativo, enriquecimiento en bloque, enriquecimiento regional: o toda Europa será rica o toda Europa será pobre. […] Se ingresa en la era de una historicidad económica que estará gobernada por un enriquecimiento, si no indefinido, al menos recíproco por obra del juego mismo de la competencia”136.
Es el tiempo de una Europa que pensará avanzar hacia un progreso económico
ilimitado. Para que esto ocurriese, debía mundializarse el mercado.
De esta manera, el continente europeo, como sujeto económico
colectivo, hace del mundo su ámbito comercial necesario. Bajo esta forma de
pensamiento, se inicia una nueva racionalidad planetaria, donde los cálculos de
las acciones gubernamentales tienen dimensiones mundiales. Foucault dará
ejemplos de ello, por un lado, toma la historia del derecho del mar. Con el
derecho internacional se procura establecer el espacio marítimo como un lugar
para la libre circulación y competencia; estas serán las condiciones necesarias
136 Ibídem, página 72.
59
para la organización de un mercado mundial. Por otro lado, toma el texto de I.
Kant y su proyecto de la paz perpetua. Lo que se pregunta el filósofo alemán es
qué garantizaría la perpetuidad de la paz a lo largo de la historia; llega a la
conclusión de que dicha garantía está dada por la naturaleza. Su afirmación se
fundamenta en que ella ha dotado al mundo de los medios necesarios para la
producción e intercambio que posibilita la actividad económica. La red de
intercambios comerciales alrededor del mundo, o la planetarización de este tipo
de economía, sumado el poblamiento a escala global serían las garantías para
una paz perpetua, que debería institucionalizarse en un derecho cosmopolita
(intersección entre el derecho civil y el derecho internacional público). El cálculo
político a escala internacional se consolida alrededor de la mundialización del
mercado (la competencia entre Estados como factor de enriquecimiento
común).
El propósito de retomar, por parte del filósofo francés, el arte liberal de
gobierno desde sus inicios, tenía por objeto presentar al Liberalismo como algo
más que una simple doctrina económica, buscaba resaltar el carácter
naturalista de la libertad. El reconocimiento de mecanismos espontáneos de la
economía posibilita comprometerse a respetarlos pero no a través de una base
jurídica, sino más bien mediante el armado de una política con un conocimiento
preciso, continuo, claro y distinto de lo que pasa en la sociedad, lo que sucede
en el mercado, en los circuitos económicos, “de modo que la limitación de su
poder no provendrá del respeto por la libertad de los individuos, sino
simplemente de la evidencia del análisis económico que el gobierno sabrá
respetar”137. Sin embargo, el autor, advierte que la libertad no debe
considerarse como un universal que se particulariza en el espacio y tiempo,
sino que es una relación entre gobernantes y gobernados, donde es exigida
pero que puede, o no, ser reconocida. De hecho, este tipo de práctica
gubernamental no sólo la garantiza, sino más bien la consume. Lo hace en la
medida en que sólo puede funcionar si hay un conjunto de libertades: para
producir, para consumir, de mercado, de expresión, de propiedad, etc. Por lo
tanto, para consumirla debe producirla y organizarla. Para ello se presentará
como administrador de la libertad, por un lado, procurará producirla pero, por
137 Ibídem, página 82.
60
otro, la limitará, controlará y ejercerá coerciones cuando sus prácticas sean
amenazadas. Para Foucault, esta será la paradoja con la que tropezarán todos
los países europeos y Estados Unidos desde que comenzara el siglo XIX,
cuando los gobernantes procuraron la libertad comercial mundial y se tuvieron
que enfrentar con la hegemonía inglesa.
Luego de separarse del imperio británico, en 1776, Estados Unidos se
vio en la necesidad de establecer un nuevo orden jurídico. La creación de un
gobierno central devendría de la Convención de Filadelfia, 1787, en la que se
establecerá la Constitución Nacional de aquel país. Sin embargo, no fue un
trabajo sencillo y las negociaciones, aprobación y ratificación tomarán más de
ocho meses, pese a haber un compromiso previo de temas resueltos. Según
Jesús Velasco138, una de las principales discusiones fue el del equilibrio de los
poderes que, a su vez, derivará en la cantidad de representantes que cada
Estado debía tener139. En relación a lo anterior, la cuestión a dirimir era la
distribución de los impuestos que debían sostener las erogaciones
gubernamentales. La tercera discrepancia estuvo signada por la mayoría
legislativa que debía regular el comercio interno y externo. En cuanto al órgano
ejecutivo, se preveía la elección de un presidente por medio de colegio
electoral. Finalmente, el poder Judicial estaría integrado por miembros
designados por el Ejecutivo con ratificación del Congreso. Si bien se había
llegado a cierto compromiso, evidenciado en la redacción del documento, el
proceso de ratificación tomaría bastante tiempo porque la Constitución carecía
de una declaración de las garantías individuales y, su ausencia podría conducir
hacia algún tipo de tiranía del gobierno central.
La elección de George Washington como presidente, en 1789, logrará
darle cierta estabilidad al país pero las continuas diferencias patentes en la
sanción de la Constitución no habían sido superadas. Por ello, el periodo
comprendido entre la declaración de independencia y la Guerra Civil (1861-
1865) se presentará ambivalente. Por un lado, se puede resaltar la pujante
138 VELASCO, Jesús (2008) Visión panorámica de la historia de los Estados Unidos”. En Rafael Fernández y Hazel Blackmore (coordinadores) ¿Qué es Estados Unidos? México: F.C.E. Páginas 17-92. 139 Las dos propuestas principales fueron las de Virginia y la de Nueva Jersey. La discusión giró sobre la conformación del Congreso, si es que debía ser unicameral o bicameral.
61
economía, que pronto la convertiría en la potencia continental, la consolidación
de los mecanismos democráticos de elección de autoridades, el aumento
poblacional a través de la inmigración, y el incremento territorial a partir de la
expansión hacia el oeste. Sin embargo, el desarrollo productivo que
implementó tanto el norte (industrial) como el sur (agrario) no derivó en una
economía complementaria, al contrario, la disputa estuvo signada por el
reclamo continuo de los empresarios norteños de aranceles proteccionistas que
perjudicaban a los productores sureños140. En 1860 Carolina del Norte junto a
Mississippi, Florida, Alabama, Georgia, Louisiana y Texas anunciaron su
secesión a la Unión y crearon la Confederación de Estados de América. Ante
este hecho, Abraham Lincoln las declararía en rebeldía y, con ello, se iniciaría
la Guerra Civil en Estados Unidos.
El liberalismo norteamericano ha sido una manera de ser y de pensar la
relación entre gobernantes y gobernados, por ello, las discusiones sobre el
ejercicio de las libertades (económicas, políticas, etc.) determinaron las
demandas de los individuos frente al gobierno norteamericano. La importancia
de esta tecnología gubernamental radica en que se ha anclado no sólo en las
reivindicaciones de la derecha sino también en las de la izquierda,
convirtiéndose en una forma de pensar, analizar e imaginar la realidad social.
Por ello, a continuación, teniendo en cuenta estas afirmaciones, se examinarán
los efectos que la tecnología gubernamental Liberal ha tenido en la
configuración de la política exterior norteamericana. En otras palabras, se
tratará sobre los orígenes de la política primus inter pares de los Estados
Unidos.
2- Del gobierno local al gobierno de lo global
Los regímenes de prácticas141, discursivas y extradiscursivas, llevadas a
cabo por el gobierno norteamericano, desde su establecimiento como Estado,
140 Para 1830, un nuevo tema se agregaría a la discusión, la esclavitud; vista no sólo como un tópico moral, sino también económico y político. 141 La noción de práctica hace referencia a lo que el sujeto hace en cuanto habla o actúa; tienen un sentido inmanente, son manifiestas y siempre están en acto. Emergen en un momento determinado y se encuentran inscriptas en relaciones de poder, funcionan de
62
se han constituido en función de lo que, para la elite norteamericana,
constituyen los lineamientos elementales de su agenda política. En este
sentido, Hans Morgenthau142 afirma que es fundamental para comprender la
política exterior norteamericana, y su política en general, el contenido que
conduce a la acción, que se encuentra codificado en la noción de Interés
Nacional. Según el autor, está: “determinado por las tradiciones políticas y el
contexto cultural global”143 que, debido a la inconcreción y/o ambigüedad del
concepto, puede ser susceptible de interpretaciones que proporcionan un
criterio para la acción internacional capaz de legitimar políticas aislacionistas o
de primacía mundial. Sin embargo, advierte que, la supervivencia es el mínimo
irreductible del Estado; la seguridad de la unidad estatal es el elemento
fundamental de la política mundial y, por ello, “lo históricamente relativo en la
idea del interés nacional sólo puede superarse mediante la promoción
concertada del interés nacional de un grupo de naciones”144. A través de esta
afirmación se puede vislumbrar el entrecruzamiento entre aquello que se
describió como, por un lado, práctica discursiva y no discursiva y, por otro, el
despliegue de acciones tendientes a minimizar las amenazas del orden
exterior.
La idea de seguridad encierra, para Michel Foucault, un “pacto” entre el
Estado y la población145, en que se garantiza contra todo lo que pueda ser
incertidumbre, amenaza, daño, riesgo, accidente, etc. Es un tipo de relación
que obliga la injerencia estatal para resguardar la vida cotidiana de sus
ciudadanos y que, ante un acontecimiento singular y excepcional que perfore el
desarrollo deseado de los individuos y vuelva inadecuadas a las leyes, su
accionar deja de ser arbitrario y los excesos son permitidos ya que el carácter
extralegal y excepcional de esta solicitud, por parte de la población, legitima la
intervención con todos los medios necesarios. Para el autor, este “aspecto de
acuerdo a ellas y por esto están determinadas por dispositivos que las articulan. Son acontecimientos que pueden ser discursivos y no discursivos y siempre racionales. Foucault se refiere también a ellas como conjuntos prácticos o regímenes de prácticas. 142 MORGENTHAU, Hans (2001) Escritos sobre política internacional. Madrid: Editorial Tecnos. Páginas 99-109. 143 Ibídem, página 100. 144 Ibídem, página 101. 145 FOUCAULT, Michel (2012) Michel Foucault: la seguridad y el Estado. En Michel Foucault El poder, una bestia magnífica. Sobre el poder, la prisión y la vida. Buenos Aires: Siglo XXI. Páginas 47-54.
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solicitud omnipresente es el aspecto bajo el cual se presenta el Estado. Esa es
la modalidad de poder que se desarrolla”146. Desde esta perspectiva, el filósofo
francés en una conferencia en la Universidad de Vincennes147, tratará el tema
del orden en las racionalidades gubernamentales148 en la que advertirá que el
orden es una consigna, una estrategia que caracteriza a los Estados, que,
como tecnología de gobierno149, busca erigir un tipo de sociedad específica
haciendo uso de controles reguladores. A dichos mecanismos, Foucault los
denominó dispositivos de seguridad150. En la clase del 11 de enero de 1978
plantea que en vez de establecer “una división binaria entre lo permitido y lo
vedado, se fijarán por una parte una medida considerada como óptima y por
otra límites de lo aceptable, más allá de los cuales ya no habrá que pasar. De
ese modo se esboza, entonces, toda otra distribución de las cosas y los
mecanismos”151. De la misma forma en que la Seguridad, como dispositivo de
control, configura las opciones estratégicas de las prácticas, discursivas y no
146 Ibídem, página 50. 147 FOUCAULT, Michel (1991) El nuevo orden interior y control social. En Michel Foucault Saber y Verdad. Madrid: La piqueta. Páginas 163-166. 148 Para el pensador francés, la racionalidad se refiere a la forma en que actúan ciertas prácticas históricas. Si la acción se predica de los individuos, la práctica lo hace a partir de mecanismos dotados de una racionalidad. Se manifiesta en el modo en que se ponen en acción estrategias para la consecución de fines. Castro-Gómez, siguiendo a Mitchell Dean, dice que se “refiere al funcionamiento histórico de prácticas que se insertan en ensamblajes de poder”, y opera como condición de posibilidad de la acción, por lo tanto, se encuentra desprovista de universales. CASTRO-GÓMEZ, Santiago (2010b), página 34. 149 El término tecnología es empleado como el aspecto estratégico de las prácticas; de la forma en que operan en redes de poder. Hace referencia a los medios calculados orientados al cumplimiento de fines. El filósofo galo los divide en tecnologías de: producción, significación, poder, del yo, y gubernamentales. Particularmente, las tecnologías de gobierno “no buscan simplemente determinar la conducta de los otros, sino dirigirla de un modo eficaz, ya que presuponen la capacidad de acción (libertad) de aquellas personas que deben ser gobernadas”; procuran crear estados de dominación política. Ibídem, página 39. 150 Cabe aclarar que no son los únicos dispositivos posibles, por ejemplo cuando Foucault describió la Razón de Estado habló del mecanismo diplomático-militar. Cada tecnología gubernamental tiene sus propias especificidades que permiten regular la población de acuerdo a sus objetivos. Según Edgardo Castro, el dispositivo se puede delimitar esta noción como: “la red de relaciones que se pueden establecer entre elementos heterogéneos: discursos, instituciones, arquitectura, reglamentos, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos, proposiciones filosóficas, morales, filantrópicas, lo dicho y lo no-dicho […] se trata de una formación que en un momento dado ha tenido por función responder a una urgencia. El dispositivo tiene así una función estratégica”. Los dispositivos de seguridad están orientados por el gobierno a la producción de espacios de seguridad, a la gestión probabilística de acontecimientos de manera indirecta con el objetivo de regular la conducta; es una manera de crear un medio ambiente y actuar a distancia. Tienden a la reproducción de cierto tipo de conductas con el fin de gobernar económicamente sobre la población. Tomado de CASTRO, Edgardo (2004) El vocabulario de Michel Foucault. Un recorrido alfabético por sus temas, conceptos y autores. Buenos Aires: Universidad Nacional de Quilmes. Páginas 98-99. 151 FOUCAULT (2007a), página 21.
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discursivas, con el objetivo de establecer un orden interno, el Interés Nacional
dispone los mecanismos necesarios que minimizan los efectos de la continua
competencia entre Estados. Ambas concepciones tienen en común el
despliegue de estrategias securitarias con el fin de actuar en el dominio interno
y externo para establecer el tipo de orden deseado. En este sentido, bajo estos
presupuestos, se puede trazar una historia de aquello que Estados Unidos
denomina Estrategia de Seguridad Nacional. Las medidas tomadas en su
nombre superan las diferencias partidarias y adscriben a una representación
común de la clase política en continua tensión152. Éstas se plasman en un
conjunto de enunciados que se ensamblan en un documento que brinda una
imagen del mundo y propone una hoja de ruta para conducirlo y conducirse en
él y que, comúnmente, se conoce como doctrinas de seguridad.
De acuerdo a un texto de Fabián Calle y Federico Merke153, “en 228
años de historia, Estados Unidos ha tenido 43 presidentes y 8 doctrinas de
seguridad”154. En esta misma línea, Luz Araceli González señala que la política
exterior norteamericana se ha caracterizado por mantener bases sólidas que se
sostienen más allá de cambios en la administración del ejecutivo, continuidad
que se ve reflejada en los valores que constituyen sus entidades políticas:
“Los estadunidenses tienen una conducta muy peculiar que los diferencia del resto de los habitantes del mundo; se caracterizan por ser autosuficientes, ambiciosos, innovadores, trabajadores y, sobre todo, muy individualistas. La relevancia de este compendio cualitativo radica en que representa los valores nacionales, mismos que son elementos que colaboran en el establecimiento de la ideología dominante en todas las instituciones estadunidenses, incluyendo al
152 Cabe aclarar que, de acuerdo a la Constitución de los Estados Unidos, el ejecutivo no es el único poder estatal con facultades en la cuestión de política internacional. Debido al control entre poderes estatales, check and balance, el poder legislativo puede vetar los tratados internacionales que el país firme. Un ejemplo de ello es lo sucedido cuando el Congreso norteamericano no ratificó el pacto que conformaba la Sociedad de Naciones, luego de la Primera Guerra Mundial. 153 CALLE, Fabián; MERKE, Federico “La Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos en la Era Unipolar”. Agenda Internacional, Año 1, Número 3, 2004-2005. Páginas 124-137. 154 Ibídem, página 124.
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gobierno y sus políticas tanto de índole nacional como internacional”155.
Luciano Nosetto, siguiendo el trabajo del filósofo francés, plantea que la
apuesta metodológica de Foucault radica en introducir la regularidad en el
análisis de la experiencia. Según este autor, “en el dominio del poder, las
prácticas forman sistema en unos dispositivos [en este sentido, entonces]
analizar un hacer en términos de práctica implica inscribir el hacer en un
régimen técnico que permite su recurrencia”156. Por lo tanto, a partir de las
palabras de la autora, arriba citada, y retomando el planteo del trabajo de F.
Calle y F. Merke, en los inicios de la república americana se vislumbra lo que
configurará la primera regularidad como doctrina de seguridad; ésta se verá
desarrollada por George Washington y Alexander Hamilton, en 1796. En dicho
documento señalaban dos puntos: por un lado, respeto del statu quo europeo;
bajo este presupuesto advierten que asumir una obligación política con algún
Estado podría comprometer la soberanía de la nación. Señalan, por otra parte,
que la seguridad de la población podrá lograrse en la medida en que se
constituya un Estado fuerte que garantice la política económica fundada en:
“la igualdad e imparcialidad, consultando el orden natural de las cosas difundiendo y diversificando por medios suaves los manantiales del comercio, sin forzar cosa alguna; estableciendo para dar al comercio una dirección estable, definir los derechos de nuestros comerciantes y proporcionar al gobierno los medios de sostenerlos, reglas convencionales de comunicación, las mejores que permitan las actuales circunstancias y la opinión mutua, pero momentáneas y susceptibles de variarse y abandonarse según lo exigiesen las circunstancias”157.
A esta posición se le sumaron, como complemento, dos visiones más: la
primera esbozada por James Monroe y otra conocida como el Destino
Manifiesto, que junto al proyecto bosquejado por Washington, determinarán la 155 GONZÁLEZ, Luz Araceli (2008) La política exterior: ¿hegemonía o imperio global? En Rafael Fernández y Hazel Blackmore (coordinadores) ¿Qué es Estados Unidos? México: F.C.E. Página 265. 156 NOSETTO, Luciano (2014) Michel Foucault y la política. Buenos Aires: UNSAM Edita. Páginas 29-30. 157 WASHINGTON, George Discurso de despedida (1796). En http://constitucionweb.blogspot.com.ar/2010/04/discurso-de-despedida-de-washington-al.html (09/03/14).
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política exterior norteamericana por más de un siglo. En relación a la doctrina
Monroe, enunciada en 1823, ésta procuraba asegurar el continente americano
como área de influencia exclusiva de los Estados Unidos, frente a la expansión
de las potencias europeas en la región. A través de esta declaración unilateral
asumía el papel de protector de los países del hemisferio; ante ello Demetrio
Boersner señala que el resto del continente observaría que el contenido del
documento era potencialmente hegemónico e imperialista y que serviría, en el
futuro, de base para las intervenciones norteamericanas en asuntos internos de
otros Estados, justificadas por el empeño de proteger y defender a las
poblaciones afectadas158. Por otra parte, el Destino Manifiesto, formulado por
John O´Sullivan en 1845, justificaba las anexiones, en contra de las
poblaciones originarias, y bajo el presupuesto de la nación del progreso
humano asentaba, como señala Sylvia Hilton159, que las bases económicas del
expansionismo continental angloamericano se centraban en la gran
importancia otorgada a la propiedad de la tierra; ya fuese como sustento a una
población blanca libre en rápido crecimiento, para que la independencia
individual sea el más fiel reflejo y la mejor garantía de las libertades políticas;
ya como objeto de operaciones empresariales en torno a las plantaciones del
sur.
Para fines del siglo XIX, producto de la adquisición de Filipinas, Samoa,
Guam, etc. el gobierno norteamericano ampliará sus negocios al océano
Pacífico y, debido a la necesidad de mantener sus beneficios comerciales, ante
la amenaza de Rusia y Alemania de cerrar el mercado chino al mundo, emitirá
un comunicado, a través de su Secretario de Estado John Hay en 1898, en el
que se “pedía a las potencias que respetaran e hicieran cumplir los derechos
de todas las naciones, estipulados en los tratados comerciales de sus
respectivas zonas de influencia”160. Sin embargo, esta reacción, discursiva,
estaría acompañada del envío de una flota para persuadir al gobierno Chino y a
las potencias europeas del restablecimiento del orden comercial. La doctrina de 158 BOERSNER, Demetrio (1996) Relaciones Internacionales de América Latina. Caracas: Editorial Nueva Sociedad. Páginas 78-79. 159 HILTON, Sylvia (2003) América en el sistema internacional, 1783-1895. En Juan Carlos Pereira (coordinador) Historia de las relaciones internacionales contemporáneas. Barcelona: Editorial Ariel. Página 93-94. 160 ZAKARIA, Fareed (2000) De la riqueza al poder. Los orígenes del liderazgo mundial de Estados Unidos. Barcelona: Gedisa. Página 226.
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las Puertas Abiertas promovería, por un lado, los intereses políticos y
comerciales extra-continentales; y, por otro, aseguraría las vías de
comunicación de Estados Unidos en Asia. Esta práctica fue articulada con una
enmienda a la Doctrina Monroe, en 1904, que se conoció como la Política del
gran Garrote. La misma había sido anunciada por Theodore Roosevelt y tenía
como principio justificar la intervención de Estados Unidos en el continente
americano, arrogándose la responsabilidad de poder de policía internacional
que restaure el orden, o no, de las cuestiones políticas y financieras del
hemisferio. Luz A. González señala que:
“Al considerar al resto del continente como un conjunto de países que influían directamente en su seguridad nacional y en su posición internacional, cualquier factor que desestabilizara política, económica, militar o socialmente a la región se convertía en una amenaza contra la propia supervivencia y por ende habría que combatirla, para lo cual serían utilizados diversos instrumentos de coerción, incluyendo invasiones militares, amenazas de llevarlas a cabo, reconocimiento o no de los nuevos gobiernos, supervisión de elecciones, imposición de tratados y control financiero”161.
Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y la Segunda (1939-
1945), EE.UU., abandonará definitivamente su política de neutralidad, actuando
como la baza que equilibraba el orden internacional. La llegada de Harry
Truman a la presidencia norteamericana, en 1945, marcará el inicio de una
“historia de la interacción y la tensión entre el sistema de los Estados y el estilo
norteamericano de tratar con otros países”162 que se verá reflejada en la
configuración de un mundo Bipolar. Como se señaló en el primer capítulo, la
Contención constituiría la técnica principal de política exterior que tendría como
objetivo evitar la expansión soviética, inherente en su concepción de la
revolución proletaria; y que, junto al Plan Marshall163 ensamblarían la doctrina
Truman. Ésta esbozaba que:
161 GONZÁLEZ (2008), páginas 273-274. 162 SPANIER, John (1991) La política exterior de norteamericana a partir de la Segunda Guerra Mundial. Buenos Aires: Grupo Editor Latinoamericano. Página 13. 163 Este programa, impulsado por el Secretario de Estado George Marshall, tenía como objetivo la reconstrucción europea. En un discurso en 1947, expresaba que el restablecimiento económico del mundo no podría lograrse si no se garantizaba la estabilidad política en dicho
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“No vamos a realizar nuestros objetivos, sin embargo, a menos que estemos dispuestos a ayudar a los pueblos libres a mantener sus instituciones libres y su integridad nacional contra los movimientos que tratan de imponerles sus regímenes totalitarios. Esto no es más que un franco reconocimiento de que los regímenes totalitarios impuestos sobre pueblos libres mediante agresiones directas o indirectas, socavan los fundamentos de la paz internacional y en consecuencia la seguridad de los Estados Unidos”164.
A pesar del enfrentamiento entre soviéticos y norteamericanos, la
necesidad de una organización se hacía evidente. El proceso de reconstrucción
mundial tendrá sus inicios en las conferencias previas a la finalización de la
Segunda Guerra Mundial. Tanto en la conferencia de Yalta como en la de San
Francisco (ambas en 1945), se establecería que las principales potencias
(China, EE.UU., U.R.S.S., Reino Unido, luego se sumaría Francia) tendrían un
rol dominante en el proceso de toma de decisiones en lo relacionado a la paz y
seguridad internacionales. Asimismo, nuevas instituciones monetarias y
financieras se diseñarían para el sistema económico internacional. Noemí
Brenta señala que con “la creación del F.M.I. se selló un proceso de cambio del
paradigma económico mundial […] Del patrón oro al patrón dólar oro, del
laissez faire al keynesianismo, de la hegemonía británica a la
norteamericana”165. Bajo esta nueva estructura mundial, relacionada a la
seguridad y economía internacional, se expandirá, a través de los Organismos
Interestatales, una forma de gobernabilidad mundial que tendrá como
estructura, y/o amenaza, la forma capitalista o comunista en el ejercicio de la
administración gubernamental.
3- La nueva razón del mundo166
Como se indicó en el capítulo anterior, una nueva tecnología
gubernamental emergería producto de la crisis de la década de 1970167. Si continente. Sin embargo, la ayuda estaría supeditada al alineamiento ideológico con los Estados Unidos. 164 Presentación de Harry Truman ante el Congreso de los Estados Unidos en 1947. Cita tomada de NATHAN, James; OLIVER, James (1991) Efectos de la política exterior norteamericana en el orden mundial. Buenos Aires: Grupo Editor Latinoamericano. Página 67. 165 BRENTA, Noemí (2013) FMI: historia de las relaciones entre Argentina y el FMI. Buenos Aires: Eudeba. Página 21. 166 Subtítulo tomado del libro de LAVAL, Christian; DARDOT, Pierre (2013) La nueva razón del mundo. Ensayo sobre la sociedad neoliberal. Barcelona: Gedisa.
69
bien el Neoliberalismo ha sido interpretado como la ideología del capitalismo
contemporáneo, ésta debe ser comprendida como una racionalidad que ha
tenido como fin estructurar y organizar, no sólo la práctica gubernamental, sino
también la conducta de la población que gobierna. Bajo ese marco, es que
debe ser leída la descripción que hacen Mario Rapoport y Noemí Brenta sobre
la política internacional de posguerra de 1945. Para los autores, la tecnología
liberal keynesiana tenía por objeto, por medio del sistema de Bretton Woods, la
promoción de los Estados de Bienestar; cuyas prestaciones sanitarias,
educativas, etc. permitirían, con sus beneficios, limitar los conflictos sociales en
las sociedades capitalistas168. Sin embargo, la crisis se manifestó con la
continua presión inflacionaria y desinversión mundial que, como resultado,
originó la caída en las tasas de ganancias en Estados Unidos169. El colapso del
orden económico internacional produjo la llamada estanflación, estancamiento
con inflación, que se reflejó con la baja rentabilidad y, junto al alza de los
precios del petróleo, provocó crecientes déficits en las balanzas comerciales.
La recesión económica mundial causaría que, en 1971, el presidente Richard
Nixon suspendiese la convertibilidad del dólar respecto del oro. Por lo que
Rapoport y Brenta señalan:
“con el aumento de los precios del petróleo, en 1973, aparecieron los petrodólares, agregándose a los eurodólares que inundaban ya Europa y creando una gran liquidez internacional. Con el apoyo del FMI, esos dólares baratos comenzaron a reciclarse en los países periféricos a través de un nuevo ciclo de endeudamiento externo. Se procuró trasladar a la periferia la crisis del centro por medio de un flujo de capitales en gran parte especulativos que, por la apertura indiscriminada de mercados y políticas locales que los favorecían,
167 Sin embargo, cabe recordar que no fue un proceso ex nihilo, sino que fue un proceso iniciado tanto en Estados Unidos y Alemania, que tenía como objetivo presentar un arte de gobierno novedoso frente al Liberalismo. 168 RAPOPORT, Mario; BRENTA, Noemí (2010) Las grandes crisis del capitalismo contemporáneo. Buenos Aires: Capital Intelectual. Páginas 34-35. 169 Como consecuencia de varios factores: “creciente competencia en el terreno económico entre Estados Unidos, Europa Occidental y Japón; los enormes costos y el desgaste político y militar de la intervención del gobierno de Washington en Vietnam, y de la carrera armamentista y espacial; la caída del ritmo en el aumento de la productividad en las economías más avanzadas; y el auge del poder sindical y de los movimientos sociales en el Primer y Tercer Mundo criticando las sociedades de consumo, denunciando la falta de márgenes de autonomía de las políticas nacionales y reclamando más equidad en la distribución de los ingresos”. Ibídem, página 36.
70
obtenían altas rentabilidades. Se [generaría así] una ‘economía internacional del endeudamiento’”170.
Bajo este contexto, Michel Foucault, señalará:
“me parece que a través de la actual crisis económica y las marcadas oposiciones y conflictos que se evidencian entre las naciones ‘ricas’ y las ‘pobres’ (entre las naciones industrializadas y las no industrializadas) se puede ver claramente cómo, en las naciones más desarrolladas, ha comenzado una crisis de ‘gobierno’. Y por ‘gobierno’ quiero significar el conjunto de instituciones y prácticas por medio de las cuales la gente es ‘conducida’, de la administración a la educación, etcétera. Esta serie de procedimientos, técnicas y métodos, que garantiza el ‘gobierno’ del pueblo, me parece que está en crisis en la actualidad. Esto es válido tanto para el mundo occidental como para el socialista: creo que en ambos mundos, la gente está sintiendo más y más insatisfacción, contrariedad e impaciencia con respecto al modo en que son ‘conducidos’”171
Ante la emergencia de una nueva forma de conducción que el pensador
francés denominará el nuevo orden interior afirmará que, hasta ese momento,
el Estado ya no se encontraba con posibilidades de gestionar, dominar y
controlar toda la serie de conflictos y luchas de índole económica, política y
social; ya no podrá ser un Estado de Providencia bajo la situación económica
que atraviesa. Por eso mismo, está obligado a economizar su propio ejercicio
de poder. Esta transición, para él, se vería traducida, en primer lugar, con el
marcaje de un cierto número de zonas vulnerables en las que el Estado no
querrá que suceda nada172. A partir de ello, en segundo lugar, el aumento de
los márgenes de tolerancia en los controles cotidianos tendrá por objeto la
autorregulación173. El tercer aspecto será, como condición de posibilidad de
dicho orden, la implementación de un sistema de información que tendrá por
170 Ibídem, página 38. 171 FOUCAULT, Michel (1996) El discurso sobre el poder. En Michel Foucault El yo minimalista y otras conversaciones. Buenos Aires: La Marca Editora. Página 47. 172 En este sentido, el filósofo francés ejemplifica esta afirmación con el terrorismo. Según él, este tipo de comportamiento se encuentra situado en una zona de peligrosidad de extrema vulnerabilidad para la población, por lo que el Estado vigilará, sin ceder ante los reclamos, e impondrá penas más fuertes e intensas para evitar que el orden sea desmantelado. 173 Porque el relajamiento de la continua vigilancia, a partir del conocimiento de las zonas vulnerables no negociables, posibilitará la existencia de una cierta ilegalidad e irregularidad que al Estado le permitiría intervenir solo cuando la población ya no se pueda regular a sí misma.
71
objeto la movilización permanente de los conocimientos del Estado sobre los
individuos174. Finalmente, en cuarto lugar, para que este orden funcione
necesitará constituirse sobre un consenso que pase por toda una serie de
controles e incitaciones que deben ser realizadas por los mass media para que,
sin que el poder tenga que intervenir por sí mismo y sin tener que pagar el
costo del ejercicio del poder, devenga en una cierta regulación espontánea que
tendrá como fin la autogeneración, el autocontrol y la perpetuación por parte de
sus propios agentes; de forma que, ante una situación regularizada por sí
misma, intervendrá lo menos posible y de la forma más discreta.
Incumbiéndoles a los actores sociales y económicos la resolución de los
conflictos, contradicciones, luchas que el dominio de lo económico genere, bajo
el control de un, aparente, Estado que se muestra relegado y flexible. Advierte
Foucault que es “mediante esta especie de aparente repliegue del poder, y
para que no recaigan sobre él las responsabilidades de los conflictos
económicos (resolviéndose éstos entre los propios interlocutores) como van a
aplicarse los medios necesarios para que reine el orden interior”175 sobre una
base distinta al Estado Benefactor del Liberalismo.
La puesta en marcha de esta racionalidad entrañó una lucha ideológica
sistemática en contra de las políticas asistencialistas que, desde 1973, con la
Comisión Trilateral176 diagnosticaba un escenario de ingobernabilidad de las
democracias debido a la excesiva administración. La consolidación del giro
Neoliberal en los Estados Unidos se verá reflejado con el ascenso a la
presidencia de Ronald Reagan (1981-1989). Las primeras prácticas
implementadas tuvieron como blanco, principalmente, el combate a la
regulación macroeconómica, la propiedad pública de las empresas, el sistema
fiscal, la protección social, la reglamentación estricta de los derechos de los
trabajadores. Dicho ataque quería poner en evidencia que el gobierno no era la
solución, sino más bien el problema ya que, al destruir la sociedad civil y
174 Teniendo en cuenta la necesidad de una economía del poder, se debe montar un sistema de vigilancia que no tenga en cuenta al individuo, sino más bien el acontecimiento que ponga en peligro a la sociedad. 175 FOUCAULT (1991), página 166. 176 Fundada por David Rockefeller en 1973, la Comisión Trilateral tenía como objetivo desarrollar propuestas prácticas para la cooperación conjunta entre Estados Unidos, Japón y Europa (occidental). Para ello, agrupaba a distinguidos miembros de la élite política de aquellos países.
72
desalentar el esfuerzo personal, minaba el apetito de ganancias de los
individuos. Es decir que, bajo este argumento, lo que se plantea es que el
bienestar brindado a través de subsidios estimulaba el ocio sobre el trabajo,
desresponsabilizaba a los sujetos económicos de hacerse cargo de sí mismos,
perpetuando el círculo de la pobreza. Por ello, para dar un vuelco en la idea de
que la intervención estatal que considera al individuo producto de su entorno
que no puede ser responsable de sus actos habrá que, según el
Neoliberalismo, comprometer al individuo en sus acciones. Por lo que,
responsabilizar al individuo es responsabilizar a la familia. En este sentido, los
remedios que se empleen serán sostenidos con una vuelta a los valores
tradicionales. La construcción neoliberal apelará al ensamblaje, en los Estados
Unidos, con la ideología conservadora y, a pesar de su contenido moralizante,
ambas predicarán que el combate contra la pobreza y la prosperidad se
sostiene, como única salida, con trabajo, familia, y fe; únicos remedios contra la
disolución de la sociedad177.
De esta manera, la razón económica se expande a todas las esferas de
la acción pública y privada con el fin de eliminar las líneas que separan la
política, la sociedad y la economía. Como tecnología global, buscará estar en la
base de todas las decisiones individuales, ya sea como principio de
inteligibilidad de todos los comportamientos o como la que estructure y legitime
la acción del Estado. Por lo tanto, la familia, la delincuencia, la educación, la
legislación, etc., se convierten en ámbitos inherentes de reflexión tecnológica
neoliberal. Tomar estos objetos como esferas de razonamiento económico se
fundamentaba, bajo la propuesta de Gary Becker, en extender la función de
utilidad, de forma que el individuo sea considerado no sólo como consumidor,
sino también como productor, es decir un empresario de sí mismo. Se trata, en
definitiva, de transformar al hombre como capital, es, lo que el economista
norteamericano describiría como la teoría del capital humano.
177 Christian Laval y Pierre Dardot afirman que “si la racionalidad neoliberal eleva, en efecto, la empresa al rango de modelo de subjetivación, ello es sólo en tanto que la forma-empresa es la forma celular de moralización del individuo trabajador, del mismo modo que la familia es la forma celular de la moralización del niño. De ahí el elogio incesante del individuo calculador y responsable […] Mucho más que una zona de contacto, la articulación de la empresa con la familia constituye el punto de convergencia o de redescubrimiento entre normatividad neoliberal y moralismo neoconservador”. En LAVAL; DARDOT (2013), páginas 394-395.
73
Este orden necesita, por lo tanto, no sólo de gobernar las estructuras
políticas o la dirección de las instituciones sino, por sobre todo, de dirigir la
conducta de los sujetos, tanto como individuos o como colectivos. No cubre,
solamente, “las formas legítimamente constituidas de la sujeción política o
económica, sino también modos de acción, más o menos calculados, que se
[destinan] a actuar sobre las posibilidades de acción de otras personas”178.
Entonces, gobernar, en este sentido, es estructurar un campo posible de acción
de los otros. Esta lógica gubernamental debe proveer al cálculo de los
individuos un orden de mercado estable, por lo que la estrategia del
Neoliberalismo consistirá, según Christian Laval y Pierre Dardot, en:
“crear el mayor número posible de situaciones de mercado, o sea, en organizar por diversos medios (privatización, introducción en la competencia de servicios públicos, ‘hacer salir al mercado’ la escuela o el hospital, obtención de recursos mediante la deuda privada) la ‘obligación de elegir’, con el fin de que los individuos acepten la situación de mercado tal como se les impone a modo de ‘realidad’, o sea, como la única ‘regla del juego’, y así integren la necesidad de hacer un cálculo de interés individual si no quieren perder en el ‘juego’-más aún, si quieren valorizar su capital personal en un universo donde la acumulación parece la ley generalizada de la existencia”179.
Bajo estas condiciones no hay tal retirada del Estado, como
comúnmente se plantea180, sino más bien una rearticulación estratégica que
permite, por medio de la desregulación, privatización y disminución de los
impuestos, liberar la circulación de los capitales privados a campos donde los
principios de la economía no tenían injerencia. La acción pública es dirigida a
organizar las condiciones propicias para la acción de los sujetos, en ese
sentido, pretende instituir el principio de la competencia en todos los ámbitos,
principalmente en el ejercicio mismo de la práctica gubernamental. Por ello, no
hay sólo un desmantelamiento del Estado-productor, sino también la 178 FOUCAULT, Michel (2001) El sujeto y el poder. En Hubert Dreyfus y Paul Rabinow Michel Foucault: más allá del estructuralismo y la hermenéutica. Buenos Aires: Nueva Visión. Página 254. 179 LAVAL; DARDOT (2013), página 219. 180 Un texto representativo, dentro de la bibliografía de las Relaciones Internacionales, es el trabajo de STRANGE, Susan (2001) La retirada del Estado: Quién gobierna el mundo en el capitalismo global. Barcelona: Icaria Editorial.
74
instauración de un Estado evaluador y regulador que, en la relación gobierno-
gobernados, moviliza y estructura nuevas formas de sujeción. De esta manera,
el management se presenta como herramienta de organización de cualquier
ámbito de administración, pública o privada. Con este modelo de evaluación de
la eficiencia, advierten Laval y Dardot, que la puesta en marcha del Estado
como empresa “no va dirigida sólo a aumentar la eficacia y reducir los costos
de la acción pública, subvierte radicalmente los fundamentos […] de la
democracia, o sea, el reconocimiento de los derechos sociales vinculados al
estatus de ciudadano”181.
La forma Estado como empresa trae aparejada, con la desregulación
financiera global, el término gobernanza, que se convierte en la norma
neoliberal a escala mundial. Esta categoría empleada por los organismos
internacionales, como el Banco Mundial, tiene por objeto determinar el alcance
de las prácticas de los gobiernos en relación a las exigencias de la
mundialización. La buena gobernanza es la que respeta las “condiciones de
gestión establecidas para los préstamos para el ajuste estructural y la apertura
a los flujos financieros”182, de modo que hace referencia a la política tendiente
a la conformación de un mercado mundial totalmente interdependiente, ya no
sólo de Estados sino también de empresas. Por ello, un Estado no es juzgado
por su capacidad de asegurar su soberanía, sino por el respeto de las
garantías de las buenas prácticas económicas de gobierno. Del mismo modo
en que los managers de las empresas están bajo la vigilancia de los
accionistas, bajo el gobierno corporativo, “los dirigentes de los Estados, por las
mismas razones, han quedado bajo el control de la comunidad financiera
internacional, de organismos de peritaje, de agencias de calificación”183. La
gobernanza, como dispositivo del Neoliberalismo, implica en el ejercicio de sus
prácticas a un conjunto de instituciones políticas nacionales e internacionales,
empresas transnacionales, think tanks, universidades, etc.184.
El escenario internacional contemporáneo, bajo la racionalidad del
Neoliberalismo y a diferencia de la tecnología Liberal, se apoya en la 181 Ibídem, página 276. 182 Ibídem, página 278. 183 Ibídem, página 279. 184 Léase la nota 150, en la página 63.
75
construcción de una organización del mundo en la que la empresa se
transforma en uno de los fundamentos de la organización de la economía
mundial. De hecho, la política se despliega a través de categorías ajenas al
derecho público. Laval y Dardot en relación a ello, declaran que:
“La gobernanza remite a una privatización de la fabricación de la norma internacional y a una normalización privada necesaria para la coordinación de los intercambios de productos y capitales. No significa que el Estado se bata en retirada, sino que ejerce su poder de forma más indirecta, orientando todo lo que puede las actividades de actores privados, al mismo tiempo que integra los códigos, los estándares y las normas definidos por agentes privados (sociedades de consulting, agencias de rating, acuerdos comerciales internacionales). Exactamente igual que el management privado tiene como objetivo hacer trabajar a los asalariados lo más posible mediante un sistema de incentivos, la ‘gobernanza de Estado’ tiene […] como meta hacer que las entidades privadas de bienes y servicios produzcan de un modo […] eficiente, y concede al sector privado la capacidad de producir normas de autorregulación que ocupan el lugar de la ley”185.
Como ya se señaló, el Estado no se retira, se adecúa a las condiciones que ha
favorecido a erigir. El mercado mundial se constituye a partir de una trama de
instituciones tanto públicas como privadas, que por medio de un conjunto de
mecanismos diplomáticos, financieros, culturales, etc., promueven los intereses
entremezclados de entidades estatales y económicas. Las instituciones
internacionales, como la Organización Mundial del Comercio (O.M.C.),
coordinan las formas en que la gobernanza transforma el papel del Estado ya
que, en esta mutación estatal se puede observar la novedosa “articulación
entre la norma mundial de la competencia y el arte neoliberal de gobernar a los
individuos”186.
185 Ibídem, páginas 280-281. 186 Ibídem, página 291.
76
CAPÍTULO 4
OMNES ET SINGULATIM
“Esta forma de poder se aplica a la inmediata
vida cotidiana que categoriza al individuo, le
asigna su propia individualidad, lo ata en su
propia identidad, le impone una ley de verdad
sobre sí que está obligado a reconocer y que
otros deben reconocer en él. Es una forma de
poder que hace sujetos individuales. Hay dos
significados de la palabra sujeto: por un lado,
sujeto a alguien por medio del control y de la
dependencia y, por otro lado, ligado a su propia
identidad por conciencia o autoconocimiento.
Ambos significados sugieren una forma de
poder que subyuga y sujeta”187.
1- La nueva razón del mundo II
El propósito del último apartado del capítulo anterior fue presentar el
marco general en el cual se sitúa el nacimiento del nuevo orden mundial. Esa
nueva razón del mundo, a la que Foucault denominó Neoliberalismo, veremos
que opera no sólo a nivel molar (la sociedad internacional), sino también a nivel
molecular (los Estados). Este nuevo régimen gubernamental global, según
Silvia Grinberg plantea que la idea de gobierno, de la forma en que Foucault la
desarrolla, implica “no sólo cómo se ejerce la autoridad sobre los otros o cómo
gobernamos unidades abstractas como el Estado o las poblaciones, sino cómo
nos gobernamos a nosotros mismos”188. Esta transformación, del Estado como
empresa, supone una cierta autonomización de las propias entidades de
gobierno que se codifican bajo los imperativos de la responsabilidad y el
empowerment que ya no se verá expresado en el Estado como único agente
sino, en los actores que lo configuran, desde el nivel de las instituciones hasta
la de sus propios miembros. Esta reinvención de las competencias estatales ha
187 FOUCAULT (2001), página 245. 188 GRINBERG, Silvia (2008) Educación y poder en el siglo XXI. Buenos Aires: Miño y Dávila Editores. Página 96.
77
implicado que la administración esté determinada por una lógica empresarial;
donde la competencia, la tercerización, la auditoría, la descentralización, la
flexibilización laboral, los indicadores de rendimiento son importados para
adecuarse a la realidad económica mundial.
Bajo estos condicionamientos, económicos y políticos, se asiste a la
producción de una serie de estrategias que integra responsabilidad, autonomía
y elección como ejes del ejercicio de la libertad. En este sentido, agrega la
autora:
“Libertad que dada la ‘retirada’ del Estado se exhibe como ampliada en tanto este Estado parece que ya no interviene en las decisiones ni definiciones como otrora lo hacía. Ahora el desafío está en los individuos, quienes deben hacer uso responsable de su autonomía y de su, por tanto, ampliada capacidad de elegir como ejercicio pleno de la libertad”189.
El gobierno en la era del gerenciamiento, como lo llama Grinberg, produce un
reordenamiento de la acción estatal que, bajo la creencia en el fin de la edad
de la burocracia, ya no se interesará en la naturaleza de los bienes que
produce, sino en la forma en que lo hace. Por ello, la nueva gestión pública va
a consistir en hacer que los actores públicos estén a prueba continuamente de
sus decisiones, es decir que, la efectividad de sus actos, estarán regidos por el
resultado del trinomio objetivos-evaluación-sanción. Esta técnica, propia del
management, procura fijar a cada entidad, sea individual o colectiva, objetivos
a lograr en el marco de la tarea asignada. La evaluación, como instancia
regular y continua, supone la sanción de manera positiva o negativa del
alcance, o no, de los logros planteados. Esta forma de ejercer la administración
del Estado supone que el cálculo del rendimiento, en todos los niveles,
aumenta la eficacia y expone, generalizando el riesgo del desempleo, la
retransmisión de las presiones en todos los agentes públicos.
La aparición del Estado como empresario trae consigo una
transformación más, la del Estado como emprendedor. Esta mutación incita a
que el gobierno, bajo el ejercicio de su autonomía, se haga cargo de sus
189 Ibídem, página 107.
78
propios riesgos e inseguridades ya que la acción emprendedora, materializada
en la toma de decisiones, podrá explicar el éxito, o el fracaso, de la práctica
gubernamental. El manejo del riesgo y la responsabilidad estatal implican una
nueva economía del poder que se verá instituida por medio de los dispositivos
de seguridad. De esta forma, “el objetivo del gobierno es la puesta en escena
de un juego de miedo, para dejar en claro que el arsenal legal no es suficiente
para proteger a la población de manera eficiente frente a peligros
existenciales”190. Bajo este contexto, se constituye una sociedad de
normalización, donde la violación de los derechos de sus ciudadanos es el
fundamento de la existencia continua y normal del Estado legal. El gobierno del
miedo, como lo llama Lemke, implica que los mecanismos de seguridad deban
proveer al funcionamiento de la economía un marco político y legal que no sólo
funde las bases para el intercambio mercantil, sino también ofrecer los medios
para la regulación, compensación o minimización de los riesgos e
inseguridades sociales como los accidentes, enfermedades, desocupación, etc.
La seguridad por lo tanto no es un concepto jurídico, sino más propio de la vida
social que, a través de cálculo de riesgo, puede ser planificado. De esta
manera, libertad y seguridad no son principios confrontados, sino partes
constitutivas de la gubernamentalidad neoliberal, es por ello que el autor afirma
que:
“El miedo cumple una función importante en el gobierno neoliberal. La amenaza constante del desempleo y la pobreza, de la ansiedad sobre el futuro, induce a la planificación y la prudencia. El miedo no sólo estimula una conciencia de riesgos económicos e incertidumbres que acompañan al emprendimiento empresarial socialmente esperado; también es un medio importante de medicalización y genetización de la sociedad”191.
Por lo tanto, la prudencia y el cuidado de sí interpelan la elección de un estilo
de vida responsable y racional, por lo que el Estado gobernará bajo la virtud
190 LEMKE, Thomas (2010) Los riesgos de la seguridad: liberalismo, biopolítica y miedo. En Vanesa Lemm (editora) Michel Foucault: neoliberalismo y biopolítica. Santiago de Chile: Ediciones Universidad Diego Portales. Página 256. 191 Ibídem, página 259.
79
pública de la acción emprendedora estatal continua que se reinventa a sí
misma y a su medio192.
La cuestión del prudencialismo estatal se manifiesta en un ambiente que
plantea que el mercado internacional constituye el instrumento más eficaz para
la distribución de recursos, y para la satisfacción de las necesidades
mundiales. Por medio de la autorregulación se podría lograr el óptimo social, es
decir, se podría, a través de la competencia global, acabar con las penurias de
la humanidad. Esta transformación del Estado como emprendedor, como se
señaló en el capítulo anterior, no implica una retirada estatal, sino torna
manifiesta la reorganización de las prácticas gubernamentales. Esta
rearticulación demandada por los Organismos Internacionales de crédito
(F.M.I., Banco Mundial, etc.), como práctica de la buena gobernanza, se ha
visto plasmada en la receta que John Williamson acuñó, en 1990, como el
Consenso de Washington. La idea de crecimiento con orientación de mercado
ha funcionado bajo la instauración de un tipo de globalización que ha
propugnado, por un lado, la internalización de los procesos productivos193 y “la
conformación de un megamercado financiero, abocado en especial a
operaciones de corto plazo”194, por otro. Para que de esta forma, la
192 A modo de ejemplo podemos nombrar el profundo cambio que se vive desde 1980 en el ejercicio de las relaciones exteriores. El Neoliberalismo, bajo la idea de que el Estado es empresario de sí mismo, ha reordenado la estructura diplomática. Ha planteado que las propias regiones que conforman el país ejerzan una protodiplomacia. Bajo el imperativo del desarrollo subnacional se interpela a las provincias estar a cargo de su propia representación en el mundo. Sin embargo, al igual que en el orden interno, hay temas donde sólo tiene potestad el gobierno central. Se asiste, en Argentina, con la Reforma de la Constitución, en 1994, a un nuevo marco legal, político, económico y social donde los sujetos, sean individuos o colectivos, no son sólo gobernados por la autoridad estatal, sino también se insta a ser gobernados por sí mismos. Siguiendo con el ejemplo esbozado, se lo puede retomar con la postura que Carlos Escudé ha planteado cuando describió los principios del Realismo Periférico que debían configurar la política exterior del gobierno menemista. “Que la política exterior debe calibrarse no sólo en términos de un riguroso cálculo de costos y beneficios materiales, sino también en función de los riesgos de costos eventuales. Los desafíos políticos a las grandes potencias pueden no acarrear costos inmediatos, pero casi siempre llevan implícito el riesgo de costos eventuales. En el caso argentino la experiencia histórica demuestra que estas facturas suelen cobrarse en tiempos de emergencia internacional, cuando se alteran las reglas habituales de la convivencia entre los Estados”. ESCUDÉ, Carlos (1992) Realismo Periférico. Fundamentos para la nueva política exterior argentina. Buenos Aires: Editorial Planeta. Página 45. 193 Que derivó en la multiplicación no sólo en la movilidad de los capitales privados sino también de las filiales de grandes corporaciones en todo el mundo. 194 EZCURRA, Ana María (2007) ¿Qué es el Neoliberalismo? Buenos Aires: Lugar Editorial. Página 58.
80
mundialización, de la manera en que Foucault la describe195, transforme la
estructura de la política internacional. Donde la búsqueda de seguridad se base
en la protección sin proteccionismo, conforme lo demanda la gobernanza
global.
2- El gobierno de todos y cada uno
Walter Lippmann advertía, en 1943, que los Estados Unidos habían
carecido de una política exterior que la guiara desde la guerra contra España, a
fines del siglo XIX, hasta la Segunda Guerra Mundial. Argüía que:
“Los ideales nacionales no deben ser la expresión de amables aunque inútiles sentimientos, sino que deben representar los serios propósitos del país; el vicio del pacifismo consiste en que oculta la verdadera finalidad de una política exterior, que es la de proveer seguridad de la nación en la paz ‘y’ en la guerra. Esto significa que, tanto como se puede esperar de la previsión y la prudencia humana, los intereses vitales de la nación deben ser realzados de manera que el pueblo los considere dignos de ser protegidos del peligro de la guerra, y deben estar suficientemente respaldados como para que puedan ser mantenidos en las peores circunstancias. La seguridad de una nación estriba en que no se vea obligada a sacrificar sus legítimos derechos para evitar la guerra, y sea capaz de defenderlos por las armas”196.
Sin embargo, el ascenso de la Unión Soviética, como se describió en el
capítulo anterior, forjaría un nuevo equilibrio de poder que sería, por primera
vez en la historia, bipolar.
El desgaste producido, para la década de 1980, por la competencia
armamentística obligaría a la URSS a generar políticas que reformasen el
sistema económico y político. Estas medidas consistirían en, por un lado, la
reestructuración de la economía centralizada por un modo de producción más
liberalizado que se llamó Perestroika; por otro lado, se complementarían esa
disposición con la no censura de la libertad de expresión, lo que se conoció 195 Ver la introducción del capítulo anterior. 196 LIPPMANN, Walter (1944) La política exterior de los Estados Unidos. Buenos Aires: Editorial Abril. Página 64.
81
como Glasnost. Sin embargo, todas las decisiones tomadas resultarían
ineficaces y terminarían por fracturar el régimen soviético. La caída del muro de
Berlín, los distintos movimientos independentistas y las corrientes reformistas
que se sucedieron, a principios de 1990, producirían el estallido del
Comunismo y, con la creación de la Comunidad de Estados Independientes
(1993), la Guerra Fría llegaría a su fin.
La emergencia de un nuevo campo de operación global aparecería tras
la Guerra del Golfo en 1991197, que tendría como dominio de reflexión e
intervención el mundo de la posguerra fría. Que, desde la paz de Westfalia, ya
no estaría determinado por el equilibrio internacional. Ante ello, una redefinición
de la política exterior norteamericana debía ser diseñada por el ascenso de
EE.UU. como la única superpotencia a nivel global. La supremacía de este país
se vería evidenciada en su poderío militar, su capacidad económica, en la
innovación tecnológica y en el atractivo cultural que ejercería en el mundo, sin
tener un rival que lo superara en todos estos aspectos. Bajo estas
prerrogativas, una encrucijada se erigirá y estará definida entre la dominación o
el liderazgo del mundo, donde la unipolaridad debía ser planteada como un
ordenamiento mundial a largo plazo. Para Fabio Nigra y Pablo Pozzi:
“Sus principales exponentes eran el entonces presidente George H. W. Bush y su asesor Brent Scowcroft. Su planteo se basaba en un Nuevo Orden Internacional […] Se trataba de restablecer la hegemonía económica norteamericana a través de una política internacional agresiva, que explotase la debilidad del Tercer Mundo y la inferioridad militar de Europa y Japón. Conjuntamente se daría la integración económica de América Latina a Estados Unidos como forma de ampliar mercados y acaparar recursos. Además, […] la proyección de su poderío militar mundial se traduciría en beneficios económicos. Se trataba de utilizar el poderío militar para controlar
197 La guerra del Golfo Pérsico se desencadenó cuando Saddam Hussein invadió Kuwait, en 1990 por el dominio de un yacimiento de petróleo (Rumaylak). Ante este suceso, bajo el auspicio de Naciones Unidas, una coalición liderada por Estados Unidos llevaría un enfrentamiento que no sólo se extendería a sanciones económicas, sino también a operaciones militares (como Tormenta del Desierto). Combates que se extenderían hasta abril de 1991. Sobre este tema, PÉREZ LLANA, Carlos (1998) El regreso de la historia. La política internacional durante la posguerra fría 1989-1997. Buenos Aires: Editorial Sudamericana. Páginas 148-153.
82
recursos, retener mercados y mantener subordinados a los posibles competidores económicos”198.
Bajo la premisa del nuevo orden mundial se orientarían las prácticas para la
producción de espacios de seguridad a nivel global.
La redistribución de la relación de fuerzas obligó a Washington a
desplegar una estrategia geopolítica que, de acuerdo a Zbigniew Brzezinski199,
más allá de proteger su seguridad nacional, debía tener en cuenta cómo habría
de gestionar y dirigir las relaciones de la potencia central en un mundo de
desequilibrios geoestratégicos cambiantes. A su vez, contener y terminar las
diferentes disputas internacionales, como así también detener el terrorismo y la
proliferación de armas de destrucción masiva. Un tercer aspecto, para el autor,
habría sido cómo abordar eficazmente, bajo una consciencia global emergente,
las cada vez mayores desigualdades que “afectan a la condición humana, así
como favorecer una respuesta común a los nuevos riesgos medioambientales y
ecológicos que amenazan el bienestar mundial”200. En esta tónica es que, en
1992, en un documento, a cargo de Paul Wolfowitz, titulado Defense Planning
Guidance, se desarrollará una grand strategy que tendría como fin establecer
las políticas que determinarían las acciones de los Estados Unidos en el nuevo
orden mundial201. En dicho texto se planteaba “fijar la dirección de la nación
para el próximo siglo”202, para ello promovía cuatro objetivos de política de
defensa. El primero planteaba disuadir o derrotar cualquier frente de ataque
que pudiera comprometer a Norteamérica, a sus ciudadanos y que pudieran
amenazar con no honrar los compromisos históricos asumidos. En segundo
198 NIGRA, Fabio; POZZI, Pablo (2009) La decadencia de los Estados Unidos. De la crisis de 1979 a la megacrisis del 2009. Buenos Aires: Editorial Maipue. Página 207. 199 BRZEZINSKI, Zbigniew (2008) Tres presidentes. La segunda oportunidad de la gran superpotencia americana. Madrid: Paidós Ibérica. Página 14. 200 Ibídem, página 15. 201 En este sentido, Brzezinski afirma que “el discurso oficial sobre el nuevo contexto global y las oportunidades que éste deparaba se limitó básicamente a una especie de soniquete bastante vago aunque de tono positivo: el ‘nuevo orden mundial’. Esa expresión tenía la ventaja de dar a entender muchas cosas distintas para diversos tipos de público. Para los tradicionalistas, la palabra ‘orden’ sugería estabilidad y continuidad; para los reformistas, el adjetivo ‘nuevo’ implicaba un reordenamiento de prioridades; para los internacionalistas idealistas, el énfasis en lo ‘mundial’ transmitía el benéfico mensaje de que la universalidad se había convertido en el norte y guía de la política exterior”. Ibídem, página 45. 202 NATIONAL SECURITY COUNCIL (1992) Defense Planning Guidance. En http://www.archives.gov/declassification/iscap/pdf/2008-003-doc7.pdf (13/04/14). Página 2. Traducción propia.
83
lugar, se debía fortalecer y ampliar los acuerdos de defensa conformados por
países democráticos ya que al instituir ámbitos de cooperación se
proporcionaba seguridad a un menor costo y con menores riesgos para todos.
El tercer objetivo advertía que se debía impedir que cualquier potencia hostil
domine una región crítica para sus intereses, y también el resurgimiento de una
amenaza global para los intereses de los EE.UU. y sus aliados. El último
objetivo indicaba fomentar la difusión y la consolidación de los sistemas
económicos capitalistas y la forma democrática de gobierno como herramienta
para desalentar las inestabilidades regionales y la violencia global.
Para alcanzar dichas metas, Wolfowitz, entendía que se debía mostrar
liderazgo en la forma en que la cooperación internacional se estructuraba, por
ello había que “alentar y ayudar a Rusia, Ucrania, y las otras nuevas repúblicas
de la antigua Unión Soviética en el establecimiento de sistemas políticos
democráticos y de libre mercado para que ellos también pudiesen unirse a la
democrática ‘zona de paz’”203. En la planificación de la incertidumbre, pensada
como el reto norteamericano ineludible, se evidencia la forma en que las
capacidades militares son producto de las decisiones tomadas con años de
anticipación. Es por ello que, las proyecciones de las condiciones de seguridad
se plasman en la organización de la defensa que ha de anticipar, al menos, una
década situaciones que pongan en peligro a los EE.UU. y que han de fomentar
las tendencias que permitirían concretar los objetivos securitarios en el futuro.
Las herramientas para mantener el liderazgo norteamericano debían ser, en
primer lugar, el desarrollo de coaliciones ad hoc para ciertos escenarios, como
lo fue la Guerra del Golfo, ya que éstas podrían maximizar los roles de los
actores involucrados en el tiempo que la situación lo requiera204. En segundo
lugar, se sostiene que, por medio de operaciones preventivas, se intervendría
con el objetivo de repeler un ataque que se presenta como inminente, o para
asegurar que no se vean afectadas posiciones estratégicas ante otros actores
internacionales. Como se ha visto, este emergente despliegue de una 203 Ibídem, página 3. 204 El planteo que hace el autor materializa la condición de excepcionalidad americana. La postura de uniteralismo es que “en fin, no hay contradicción entre el liderazgo norteamericano y la acción multilateral; la historia demuestra que es precisamente ese liderazgo el prerrequisito para una acción internacional efectiva”. Ibídem, página 8. Como se dijo en el primer capítulo, la frase “lo que es bueno para Estados Unidos, es bueno para el mundo” cobra sentido.
84
geopolítica global evidencia aquello que, al principio de este capítulo, se había
llamado la nueva razón del mundo, ya que la forma Estado como empresa que
emprende no es el corolario de una forma de pensamiento imperialista, sino
más bien hace a la propia conducta que la tecnología gubernamental neoliberal
ha constituido cuando los objetivos en política exterior son ilimitados. A pesar
de haberse tratado de un documento clasificado, su exposición en el periódico
New York Times, produjo una retracción en la forma en que Washington habría
de ejercer su primacía mundial.
3- Es la economía, estúpido
William Clinton llegó a la presidencia, en 1993, de la mano del partido
demócrata con una agenda política en la que primaba la esfera doméstica
sobre los asuntos exteriores, a diferencia de su contrincante, George H. W.
Bush. Su plataforma, bajo el eslogan “es la economía, estúpido”, buscaba tratar
las cuestiones relacionadas con los asuntos cotidianos del electorado y su
necesidad más urgente205, una rápida reactivación económica. En el discurso
de asunción206 se presentaba como el cambio que refundaría América pero que
habría de preservar los ideales norteamericanos: la vida, la libertad y la
búsqueda de la felicidad. Afirmaba que la herencia de una economía, a pesar
de ser la más fuerte del mundo, se había debilitado por las quiebras de
empresas, los salarios estancados, el aumento de las desigualdades y las
profundas divisiones entre los ciudadanos. Ante ese escenario, planteaba que,
en la era de la globalización, las comunicaciones, el comercio y la inversión
crediticia son universales y, por ello mismo, es posible lograr el sustento en la
competencia pacífica con todo el mundo; de hecho aseveraba que “fuerzas
profundas y poderosas están temblando en el reordenamiento de nuestro
mundo, y la cuestión urgente de nuestro tiempo es si podemos hacer que
cambie nuestro amigo y no nuestro enemigo”207. Su postura se presentaba
205 El mensaje tenía como objeto sintetizar las prioridades del candidato demócrata. Para ello, su jefe de campaña, James Carville, polarizó la imagen de Clinton frente a la de Bush, traduciendo su postura entre la continuidad o el cambio. 206 CLINTON, William Discurso Inaugural. Washington (1993). En http://www.bartleby.com/124/res64.html (06/04/14). 207 Ibídem.
85
como una reinvención de la política de izquierda y con la presentación del
informe, encabezado por Al Gore, que se denominó National Performance
Review208. A través de dicho documento buscó institucionalizar el gobierno
empresarial, su programa consistiría en la creación de un gobierno que
funcione mejor y cueste menos.
El texto se apoyaba en la premisa de premiar a las personas e ideas que
funcionen, y liberarse de las que no lo hagan. De esta forma, los principios
fundamentales para transformar las organizaciones gubernamentales serían: la
reducción de los trámites burocráticos, anteponer al cliente por sobre todo,
empoderamiento de los empleados para lograr objetivos, reducción de los
gastos operativos, fomento de la ciudadanía para la resolución de sus
problemas. Esta presentación de las necesidades a resolver demostraba que
un conjunto de nuevas prácticas, ya no sólo discursivas, comenzaban a
emerger; los mecanismos desplegados tendrían un tipo de racionalidad que
orientaba las actividades que el ejercicio del gobierno imponía. Habrá,
siguiendo a Castro-Gómez, una gestión de series abiertas y de
acontecimientos probables en la planificación estatal. Se tratará de un tipo de
intervención indirecta que mediante la “creación de un medio ambiente (milieu)
artificial […] busca favorecer y regular cierto tipo de movilidad y de
conducta”209. De hecho, las medidas dispuestas implicarían la delegación de
autoridad y responsabilidad, la sustitución de reglamentos por incentivos,
presupuestos basados en resultados, la solución comercial ante la
administrativa, la medición del éxito de la gestión en función de la satisfacción
del cliente. Ésta configuraría la forma central de la organización del gobierno
que se difundiría a todos los Estados que constituyen Norteamérica. Otro
ejemplo de cómo el Neoliberalismo ha calado en las decisiones
gubernamentales fue lo ocurrido en el Reino Unido. Allí, con Tony Blair como
primer ministro, se orientó la reforma estatal bajo los imperativos de la Tercera
Vía. Esta renovación de la izquierda laborista buscaba readecuar las técnicas
de la gestión de empresa para instaurar estructuras de decisión eficientes. Esta
práctica gubernamental neoliberal, durante toda la década de 1990, recayó
208 GORE, Al The National Performance Review (1993). En http://govinfo.library.unt.edu/npr/library/status/ex.sum.html (10/04/14). 209 CASTRO-GÓMEZ (2010b), página 73.
86
tanto en países desarrollados como en los Estados recién iniciados en la
democracia de mercado (por ejemplo, las ex Repúblicas Soviéticas).
Asimismo, el ascenso de las palomas210, como comúnmente se conoce
a los demócratas, implicó una transformación en el dispositivo de seguridad
externo. Una política exterior que será establecida por una economía del poder,
orientada ya no hacia el disciplinamiento como lo fue en la era del equilibrio de
terror nuclear, sino hacia la gestión de una serie de variables que sobrepasaría
el derecho internacional y que habría de aparecer “como acontecimientos que
deben ‘dejarse actuar’ dentro de ciertos límites”211. Este emplazamiento
obedecería a un diseño sobre cómo optimizar la condición de hiperpotencia
que detenta Washington. El debate se limitaría a dos posturas, por un lado, de
acuerdo a Herbert Schiller, los estrategas moderados plantearían que el
“objetivo de la política exterior norteamericana es trabajar, con otros actores
que compartan las mismas ideas, en ‘mejorar’ el funcionamiento del mercado y
en reforzar el respeto de sus reglas fundamentales”212. Como se puede
apreciar, su postura entrañaba la coacción como última opción, pero se
advierte que la regulación del comercio internacional sería la forma de
promover las normas a las que Norteamérica adhiere. Por otro lado, una
postura más conservadora, como la de Irving Kristol, consistiría en barrer la
noción de limitación e instaurar la idea de la “emergencia de un imperio
norteamericano”213. Este pensador plantearía que la legitimidad del liderazgo
no implicaba ningún problema ya que a los rivales de los Estados Unidos se los
podría hacer entrar en razón de una manera u otra, afirmación que abriría la
posibilidad de hacer uso de cualquier tipo de acción para sostener la
preeminencia mundial. Sin embargo, la posición de primacía global adoptada
afirmaba que, para la toma de dicha posición convenía evitar las acciones
unilaterales, ya que esa práctica era demasiada costosa en términos
económicos y políticos. 210 Esta figura retórica retrata la forma en que el partido demócrata entiende que, en líneas generales, en la solución de los problemas globales se deben primar la salida diplomática y las sanciones económicas por sobre la solución militar; como sería el caso de los republicanos (que por eso se los conocen como halcones). Sin embargo, ello no significa que haya sido del todo cierto, en las próximas páginas se pondrá en tela de juicio esa afirmación. 211 CASTRO-GÓMEZ (2010b), página 81. 212 SCHILLER, Herbert (1999) Bases para un nuevo siglo de dominio norteamericano. En Antonio Albiñana (editor) Geopolítica del Caos. Madrid: Editorial Debate. Página 41. 213 Ibídem, página 42.
87
Zbigniew Brzezinski, en un libro publicado en 1998, advertía que la
primera potencia global debía ejercer su poder a través de un sistema mundial
norteamericano, es decir que no haya otro país que amenace su posición, y
que debería de reflejar la experiencia doméstica de ese país. Señalaría,
además, que al “atractivo e impacto del sistema político democrático
estadunidense se ha sumado la creciente atracción del modelo económico
empresarial […] que pone el acento en el comercio global y en la competición
sin restricciones”214 que deberá integrar de acuerdo a sus objetivos en el largo
plazo. En esta línea, Joseph Nye opinaba que:
“si Estados Unidos quiere conservar su fortaleza, los estadounidenses deben prestar más atención a nuestro poder blando. ¿A qué me refiero exactamente con poder blando? El poder militar y el poder económico son ejemplos de poder duro […] El poder blando depende de la capacidad de organizar la agenda política de forma que configure las preferencias de otros. […] La capacidad de marcar preferencias tiende a asociarse con resortes intangibles como una cultura, una ideología y unas instituciones atractivas. Si yo consigo que tú quieras hacer lo que yo quiero, entonces no tengo que obligarte a hacer lo que tú no quieres hacer. […] El poder blando no es simplemente lo mismo que influencia, aunque es una forma de influencia. […] El poder blando procede en gran parte de nuestros valores. Estos valores se expresan en nuestra cultura, en la política interna de nuestro país y en la forma en que actuamos en el contexto internacional”215.
De acuerdo a estas afirmaciones es que se puede dar cuenta que la gestión,
bajo la racionalidad neoliberal de gobierno, ha recalado en la conducción de
otros países mediante la constitución de una sociedad internacional con el
despliegue a un ámbito global del dispositivo de seguridad. Mecanismo
securitario que garantizaría no solamente el funcionamiento del sistema
mundial, sino también las reglas con las que el mercado organiza la
subjetividad, es decir que no sólo hará actuar a los Estados de acuerdo a los
214 BRZEZINSKI, Zbigniew (1998) El gran tablero mundial. La supremacía estadounidense y sus imperativos geoestratégicos. Barcelona: Paidós Ibérica. Página 35. 215 NYE, Joseph (2003) La naturaleza cambiante del poder norteamericano. Madrid: Editorial Taurus. Páginas 30-31.
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imperativos económicos neoliberales, sino también a las poblaciones y, por
sobre todo, a los individuos.
En efecto, Rodrigo Castro, siguiendo a Foucault, plantea que:
“la articulación de un tipo de subjetividad funcional al despliegue del mercado, se presenta en dos niveles diferenciados de la doctrina neoliberal: en la relación que el sujeto establece con su exterioridad o medio, y en la relación que establece consigo mismo”216.
En cuanto al primer nivel, teniendo en cuenta la noción de homo economicus,
supone al ser humano como la unidad que se ve movilizada por el interés y que
está sujeto a un orden económico sobre el que no tiene dominio. Esto último es
lo que explica por qué el individuo puede ser objeto de cálculo y gobierno a
través de una gestión del medio, las reglas del mercado, en el que éste se
desenvuelve. Esto produce que las conductas humanas se vuelvan predecibles
y, a la vez, cuantificables. Como diría Foucault, el homo economicus es quien
“acepta la realidad […] de manera sistemática a las modificaciones en las variables del medio, aparece justamente como un elemento manejable, que va a responder en forma sistemática a las modificaciones sistemáticas que se introduzcan artificialmente […] es un hombre eminentemente gobernable”217.
El segundo nivel que señala Castro trata la relación del sujeto consigo mismo.
Bajo esa categoría entiende que el individuo como máquina trabajadora y
portadora de posibilidades, adquiridas y/o heredadas, aparece como un
espacio gestionable en el que “el ‘yo trabajador’ se manifiesta como ‘yo
empresa’ y, en consecuencia, emerge el desafío íntimo de la autogestión: ser
empresario de uno mismo”218. Esta forma de entender qué es el hombre, para
el neoliberalismo norteamericano, permitirá atisbar las relaciones qué el
dispositivo securitario externo mantiene con el ámbito biopolítico. La agenda de
amenazas globales que ha llevado el gobierno norteamericano considera que
los nuevos peligros están ligados a la venta de estupefacientes, tráfico de
216 CASTRO, Rodrigo (2010) Neoliberalismo y gobierno de la vida. En Sonia Arribas, Germán Cano y Javier Ugarte (coordinadores) Hacer vivir, dejar morir. Biopolítica y Capitalismo. Madrid: Los libros de la Catarata. Página 75. 217 FOUCAULT (2007b), página 310. 218 CASTRO (2010), página 75.
89
armas, blanqueo de capitales, degradación de la soberanía, entre otros, que
surgen de Estados débiles. En esa dirección, los peligros a los que se enfrenta
el mundo provienen de dos tipos de Estado: Failed y Rogue States y, ante
ellos, la humanidad, en especial los Estados Unidos, tienen la responsabilidad
de proteger.
El Estado Fallido (Failed State) surge como campo de reflexión
vinculado al caso de África, en el marco de la Guerra Fría bajo el proceso de
descolonización. A pesar de ello, estuvo limitado por los condicionamientos
políticos que se ejercían en el campo académico en aquel momento, en tanto
éste último debía limitar sus planteamientos a explicaciones que tomaban como
eje las cuestiones ideológicas. En la Posguerra Fría, se abordaría en Estados
Unidos este tema en un escenario que auguraba un nuevo orden mundial “más
pacífico en el que, como resultado del fin de la confrontación bipolar, los
presupuestos militares fueran menores y la agenda global se centrara en temas
ligados a la superación de la pobreza, la defensa de los derechos humanos”219.
El despliegue humanitario respondería a la estrategia de seguridad cooperativa
que planteaba que no se habría de alcanzar un equilibrio internacional si no se
tomaban medidas específicas de forma multilateral para evitar el recurso de la
fuerza. Ante ello, Tokatlian señala que la visión prevaleciente tenía como
solución, desde la perspectiva económica, impulsar un menor Estado, pero que
no tomaba en cuenta la existencia de tres brechas entre un gobierno aparente
y otro efectivo: de legitimidad, de capacidad de acción y de soberanía. Para
este autor, los Estados Fallidos carecen de “la legitimidad que aducen tener, no
disponen de los atributos y estrategias necesarios para enfrentar la
multiplicidad de dificultades y problemas que afrontan y tienen menos control
territorial del que poseen los Estados plenamente constituidos”220. Esta
incapacidad para gobernar y la ausencia de voluntad política, favorecen el
derrumbe estatal definitivo.
Por otro lado, el Estado Canalla (Rogue State), al igual que el
anteriormente descripto, tiene su contexto de emergencia durante la Guerra 219 TOKATLIAN, Juan Gabriel “La construcción de un “Estado fallido” en la política mundial: el caso de las relaciones entre Estados Unidos y Colombia”. Análisis Político, Número 64, 2008. Páginas 67-104. Página 71. 220 Ibídem, página 74.
90
Fría bajo la presidencia de Reagan pero fue con William Clinton cuando el
concepto fuera definido con mayor precisión, y que fuere acompañado, en
1994, de una lista que incluía a: Corea del Norte, Irak, Irán y Libia. De acuerdo
con Anthony Lake, consejero de Seguridad Nacional, con la desaparición de la
Unión Soviética había potencial para ampliar la comunidad de naciones
comprometidas con las instituciones democráticas, la expansión del libre
mercado, la solución pacífica de los conflictos y la promoción de la seguridad
colectiva. Sin embargo, al mismo tiempo, hay otros Estados que amenazan el
orden democrático con su comportamiento agresivo y desafiante. Para este
autor, estos últimos tienen características comunes: gobiernan a través de la
coerción, suprimen los derechos humanos básicos, promocionan ideologías
radicales y están embarcados en ambiciosos y costosos programas militares
(en especial armas de destrucción masiva y misiles de largo y medio alcance)
que les permiten proteger sus regímenes y, en algunos casos, avanzar en sus
intereses en el extranjero, y que se configuran como una amenaza más allá de
sus fronteras. Ante ello, planteaba que como “la única superpotencia, los
Estados Unidos, tienen la especial responsabilidad en el desarrollo de una
estrategia para neutralizar, contener y, a través de presión selectiva, tal vez
llegar a transformar estos países en miembros constructivos de la comunidad
internacional”221. Además, apuntaba que Washington estaba comprometido
activamente en los esfuerzos de restringir, unilateral y multilateralmente, las
capacidades tecnológicas y militares de los países que, como Corea del Norte,
buscaban hacerse de armas nucleares.
A medida que se indaga la naturaleza de los regímenes de prácticas que
ha erigido el dispositivo de seguridad en la era Clinton, se puede comprender
aquello que, en su momento, fuese llamado las Guerras Humanitarias y,
entender además, la transformación que el concepto mismo de guerra sufriría.
Antes de proseguir, es necesario indicar por qué en este trabajo no se han
analizado los diferentes conflictos que se suscitaron a lo largo de la década de
1990. Para Michel Foucault, en el concepto de práctica, ya sea discursiva o no,
existen ciertas regularidades que organizan lo que los hombres realizan, es
221 LAKE, Anthony “Confronting Backlash States”. Foreign Affairs, Volumen 73, Número 2, 1994. Páginas 45-55. Página 46.
91
decir que le proporcionan cierta sistematicidad a las acciones. De esta manera,
el planteo sobre cómo se han desplegado las intervenciones humanitarias, más
allá de los casos particulares222, muestra que la racionalidad gubernamental
encierra las condiciones de posibilidad para las acciones emprendidas, lo que
es objeto de nuestro interés, ya que a través de ella se puede comprobar en
qué medida la conducción de conducta ha atravesado la toma de decisiones en
la constitución de un dispositivo de seguridad neoliberal.
Mariela Cuadro plantea que la Guerra se ha transformado, que ya no
debe pensarse como el instrumento para mantener o restaurar el statu quo,
sino por el contrario, en el régimen del neoliberalismo la guerra misma pierde
su rol, de tal manera que queda deslegitimada. En este sentido, la O.N.U. ha
interpelado, a través de resoluciones del Consejo de Seguridad, a restablecer
la paz cuando un conflicto se suscita223. Como se ha dicho, el objeto del
gobierno en las relaciones internacionales también es la población y, por lo
tanto, no se la debe entender como un fenómeno natural, como un dato dado
sobre el cual se debe intervenir, sino más bien como parte de una humanidad
portadora de derechos que debe ser protegida. Para tal fin, se establece que
los mecanismos de intervención no actúen directamente sobre los procesos y
los hombres, sino más bien sobre el marco en que ellos se desarrollan. De esta
manera,
“la guerra liberal tendrá como objeto las poblaciones y como objetivo potenciar su vida y también para esto supondrá intervenciones ya no directas (del tipo toma de tierra y gobierno directo que funcionaban durante la etapa del imperialismo clásico), sino sobre el marco en el que se despliega la vida de las poblaciones-blanco. De allí la existencia en el actual contexto histórico mundial de guerras libradas en nombre de la humanidad y del mejoramiento del mundo, que suelen ser llamadas ‘intervenciones humanitarias’ y que tienden a imponer cambios institucionales tales como la implantación de la
222 Somalia, la desintegración de la ex República de Yugoslavia o casos en que no hubo asistencia directa norteamericana como en Chechenia, Timor Oriental para evitar la confrontación con aliados, por ejemplo. 223 Los Cascos Azules, como se conoce a las Fuerzas de Paz de Naciones Unidas, están encargadas de crear y mantener zonas de paz y de proveer asistencia para la solución de conflictos internacionales.
92
democracia (liberal) (‘cambio de régimen’) y la apertura de los mercados locales.” 224
De esta manera, el principio de la igualdad soberana de los Estados pierde, relativamente, importancia frente a la defensa de los Derechos Humanos, que queda evidenciada en la prescripción legal que Naciones Unidas denominaría “Responsabilidad de Proteger” y que Estados Unidos se encargaría de promover. Por ello asume el compromiso de convertirse en un gendarme planetario que trabajará únicamente cuando sea necesario incursionar contra Estados Débiles (Canallas o Fallidos) para restablecer el orden mundial.
4- Ni apocalípticos ni integrados225
En la introducción de esta investigación se planteó que uno de los
objetivos era determinar cómo se habían desarrollado las estrategias que
emergieron como oposición a la racionalidad gubernamental. La intención de
este punto era retomar aquello que Michel Foucault apuntó en su conferencia
sobre ¿Qué es la crítica? En dicho trabajo hablaba sobre las contra-conductas,
del arte de no ser gobernado de determinada forma, de la actitud crítica que,
como compañero y adversario de las artes de gobernar, permite recusar y, a la
vez, enfrentar las leyes que se muestran como justas, pero que solo legitiman
una práctica social que sujeta a los individuos, a través de ciertos mecanismos
de poder, a una verdad que se presenta como universal. Por lo tanto, para él, la
“crítica tendría esencialmente por función la desujeción en el juego de lo que se
podría denominar, con una palabra, la política de la verdad”226. Siguiendo ese
razonamiento, L. Nosetto, plantea que la gubernamentalidad “postula un poder
benévolo. Orientado a la felicidad, la prosperidad, la salvación de todos y cada
uno; y articulado en un ejercicio a la vez totalizante e individualizante”227. Que,
en todos los casos, habrá de producir o destruir las libertades que ha de
consumir, y es allí donde se genera un campo de reflexión que se ocupa de las
luchas y las resistencias. 224 CUADRO, Mariela “Guerra y liberalismo”. Relaciones Internacionales, Número 44 (2013b). Páginas 16-40. Página 21. 225 Tomado del libro de Martín Hopenhayn, editado por F.C.E. en 1994. 226 FOUCAULT (1995), página 8. 227 NOSETTO (2014), página 189.
93
En un artículo, originalmente publicado en 1996, Ignacio Ramonet
trataría el problema de la democracia moderna. Para él, ésta se encuentra
atrapada “en una especie de doctrina viscosa que, insensiblemente, envuelve
cualquier razonamiento rebelde, lo inhibe, lo perturba, lo paraliza, y acaba por
ahogarlo [que se traduce] en términos ideológicos con pretensión universal de
los intereses de un conjunto de fuerzas económicas”228. En esa dirección, los
principales focos de emisión han sido las grandes instituciones monetarias y
económicas (entre ellas el Banco Mundial, el F.M.I., etc.) que, a través de su
financiamiento, conectan al servicio de su proyecto, en todos los lugares del
planeta, centros de investigación, universidades, organismos gubernamentales,
etc.; las cuales se orientan bajo los lineamientos que determinan cómo
deberían de conducirse. A su vez, este discurso es reproducido por los grandes
medios de comunicación y son, de acuerdo al autor, repetidos hasta la
saciedad, sabiendo “con certeza que, en nuestras sociedades mediáticas,
repetición equivale a demostración”229. Afirma que el principio fundamental del
pensamiento único es que la política es superada por la economía y, así, en
nombre del pragmatismo y del realismo, advierte que el estado natural de la
sociedad es el mercado, no así la democracia. Por ello mismo alienta una
economía vaciada de contenidos sociales ya que, para ellos, es lo que genera
recesión y crisis. Asimismo plantea que si la mano invisible corrige las
disfuncionalidades del capitalismo, se debe promover la competitividad para
estimular y dinamizar las empresas y gobiernos para conducirlos a una
permanente y benéfica modernización. Ese dinamismo del desarrollo, sumado
a las condiciones que impone el librecambio, la división internacional del
trabajo, la desreglamentación, la privatización, es decir la idea de un aparente
menor Estado, “le confiere una carga tal de intimidación que ahoga toda
tentativa de reflexión libre, y convierte en extremadamente difícil la
resistencia”230. Los planteamientos de Ramonet permiten vislumbrar que, a
pesar de, los movimientos de homogenización en la economía política mundial,
han existido otras voces que, sin tener identidad colectiva definida, buscaron, a
través de la práctica de la resistencia, otra forma de conducirse, bajo otros 228 RAMONET, Ignacio (1998) El pensamiento único. En Antonio Albiñana (editor) Pensamiento crítico versus pensamiento único. Madrid: Editorial Debate. Página 15. 229 Ibídem, página 16. 230 Ibídem, página 17.
94
principios, objetivos y procedimientos. Para Foucault, estas urgencias políticas
constituyen a la actitud crítica y que, con el paso del tiempo, la experiencia
globalifóbica se aglutinará para tener una voz que será escuchada en todos los
Foros Mundiales (Davos o el G8 por ejemplo); una lucha que no reconocerá
fronteras nacionales, sino las necesidades de cambiar el modo en que la
economía aliena a los individuos.
La protesta, como apuesta política para el cambio, incurriría en una
incipiente, heterogénea, e incluso contradictoria, entidad que se
autodenominaría como el movimiento Globalifóbico. Éste presentaba una serie
de demandas que incluía: una regulación rígida de las transacciones
internacionales, que incluya controles sobre las bolsas de valores y los bancos,
acceso de los países en vía de desarrollo a mercados del primer mundo sin
restricciones arancelarias, eliminación de las rondas comerciales de la O.M.C.
que promueven la liberalización del mercado de inversiones, introducción de
mecanismos orientados a la protección social y ambiental de los efectos de los
tratados internacionales de comercio, condonación de las deudas de los países
subdesarrollados, eliminación de los paraísos fiscales, cumplimiento del
Protocolo de Kioto, la reforma y control de los Organismos Internacionales de
Crédito (Banco Mundial, F.M.I., etc.). Era evidente que el objeto de ataque era
la globalización neoliberal y la forma en que impactaba en el mundo. En ese
sentido, la protesta, como herramienta de lucha, tenía como destino a los
protagonistas que diseminaban el credo del menor Estado ya que, con el
resguardo del mercado, eludían su obligación de proteger a los más
vulnerables. El problema de los globalifóbicos ha consistido pensar que el
neoliberalismo puede ser reducido al gobierno económico. Pero la
gubernamentalidad posee dos caras: una referida al gobierno de los otros y la
otra al gobierno del sí mismo. Por lo tanto no alcanza con la protesta, sino más
bien es necesaria la instauración de nuevas prácticas de subjetivación que
destruyan aquello que la tecnología gubernamental neoliberal ha vinculado,
que es hacer “del gobierno de sí el punto de aplicación y el objetivo del
gobierno de los otros”231 y que tiene como efecto la sujeción de la población
global. Estos nuevos movimientos antiglobalización no deben ignorar esta
231 LAVAL; DARDOT (2013), página 402.
95
estrategia, si han de enfrentarla, deben reconocerla. Ya no se trata de exigir el
retorno a un compromiso socialdemócrata keynesiano, porque la dimensión de
los problemas, con la transnacionalización del capitalismo, ha transformado las
instituciones internacionales y locales. Por esto, de acuerdo a Laval y Dardot:
“si no se presta suficiente atención al hecho de que este ‘retorno’ se produce en beneficio de un Estado empresarial. Y se pretenden oponer a la ‘mala’ racionalidad de la competencia la ‘buena’ racionalidad de la regulación. De este modo, se ignora el hecho de que la racionalidad del capitalismo neoliberal no es una racionalidad puramente económica y se pierde de vista, al mismo tiempo, la diferencia de las condiciones históricas, que impide todo retorno a una racionalidad económica administrativa y planificadora (suponiendo que tal retorno sea deseable, lo cual es por lo menos discutible). La cuestión no es: ¿cómo imponer al capital un retorno al compromiso anterior al neoliberalismo? Es: ¿cómo salir de la racionalidad neoliberal?”232.
Estas palabras resumen el problema al que adscribe la incipiente corriente
globalifóbica que, para salir de ella debió hacer una ética del cuidado de sí
como práctica de la libertad. Como se verá en el siguiente capítulo, el
cambio de estrategia, el reconocimiento de los condicionantes históricos,
políticos y económicos y la superación de las contradicciones en las
demandas al capitalismo mundial, constituirán un nuevo actor en las
relaciones internacionales, los movimientos sociales globales.
232 Ibídem, 402.
96
CAPÍTULO 5
VIGILAR Y CASTIGAR
“El ejercicio del poder no es solamente una
relación entre partes, individuales o colectivas:
es una manera en que ciertas acciones
modifican otras. Lo cual es decir, por supuesto,
que algo llamado Poder […] que se asume que
existe universalmente en una forma
concentrada o difusa, no existe. El poder existe
solamente cuando se pone en acción, aún si,
por supuesto, se integra en campo dispar de
posibilidades que conducen a esclarecer
estructuras permanentes. Esto también
significa que el poder no es una función del
consenso […] las relaciones de poder pueden
ser el resultado de un previo o permanente
consentimiento, pero no el resultado de la
manifestación de un consenso”233.
1- América en la encrucijada
La llegada de George Walker Bush a la presidencia de los Estados
Unidos (2001-2009) se traduciría en una profundización de la política
doméstica que había inaugurado Clinton y que, a causa de una recesión, haría
uso de un mayor ajuste como solución para el crecimiento económico; de
hecho, su modelo se seguiría basando en: el equilibrio fiscal, un monetarismo
disciplinado y mayor desregulación. Sin embargo, esta continuidad en las
esferas económicas y políticas tendría una abrupta interrupción como
consecuencia de los atentados del 11 de septiembre del 2001. El ataque
terrorista a las Torres Gemelas y al Pentágono, por parte de la red Al Qaeda
liderada por Osama Bin Laden, implicaría un giro categórico en las estrategias
y políticas que Washington había desplegado para sostener una posición de
liderazgo en la estructura de la sociedad internacional. De hecho, Luz Araceli
González señala que: 233 FOUCAULT (2001), página 252.
97
“Durante la administración Clinton, la Guía para la Planeación de la Defensa establecía que los Estados Unidos, bajo el concepto de ‘dominación benévola de una potencia’, deberían asegurar que ninguna otra potencia trastocara el orden económico y político establecido [para ello] consideraría a las instituciones internacionales como herramientas para la concreción de los objetivos estadunidenses, estableciendo como instrumentos ‘medidas políticas y económicas y otras como la asistencia de seguridad, contactos militares, ayuda humanitaria y asistencia de inteligencia, así como medidas de seguridad para prevenir la emergencia de un agresor no democrático en regiones críticas’”234.
Sin embargo, la agresión recibida sería percibida como una demostración de la
vulnerabilidad que, a los ojos de la dirigencia neoconservadora, minaba la
autoridad y legitimidad del orden mundial que promovía. Prueba de ello habría
sido que los ataques fueron dirigidos contra los símbolos de su economía
capitalista (Las Torres Gemelas) y su poderío militar (el Pentágono); un tercer
objetivo no alcanzado fue la sede del gobierno central (la Casa Blanca).
Bajo el presupuesto de la lucha contra el terrorismo, las primeras
reacciones inmediatas frente a los atentados consistieron en operaciones que
tendieron a: por un lado, adoptar un conjunto de medidas que tenían por objeto
hacer frente a la grave recesión económica producto de la crisis asiática y a la
reactivación del consumo que había sido afectado a causa de la psicosis
producida de los ataques; por otro lado, una mayor securitización del espacio
interno y externo de los Estados Unidos. Esto implicaría que, al conocerse que
los responsables de los atentados eran de origen musulmán, se aplicaría la
Alien Registration Act235 con la que el gobierno norteamericano se arrogaría el
derecho de registrar a los residentes que no tenían ciudadanía ante el gobierno
federal para que, de esta manera, lograsen recolectar los datos biométricos de
miles personas árabes y/o musulmanes. Finalmente, desplegaría una coalición
militar con la que ocuparía Afganistán, mientras Estados Unidos esgrimiría que
el control del territorio afgano se ajustaba al derecho internacional. Para ello se
amparaban en la carta de Naciones Unidas, en el artículo 51 específicamente;
234 GONZÁLEZ (2008), página 290. 235 Sancionada en 1940, en el marco de la Segunda Guerra Mundial.
98
con éste artículo se justificaría, a los ojos de la administración Bush, el derecho
de la legítima defensa. Este conjunto de acciones ejecutadas por Washington
dan cuenta de que los planteos de Clifford Shearing y Jennifer Wood sobre el
ejercicio gubernamental: “gobernar ‘en nombre de la seguridad’ es enmarcar
los problemas de práctica de gobierno [a] tipos de problemas particulares que
requieren formas específicas de conocimientos, capacidades y recursos que
deben dar lugar a acciones”236. De esta manera, el terrorismo se va a insertar,
parafraseando a Foucault237, dentro de una serie de acontecimientos
probables, donde las reacciones frente a este fenómeno se tendrán que
incorporar a un cálculo de costos que fijará, por una parte, una media que
considerará óptima y, por otra, los límites de lo aceptable, que no habrá que
pasar. De esta forma se esboza, por lo tanto, toda una nueva disposición de las
cosas y los mecanismos a desplegar.
Las acciones que engendraron las prácticas llevadas a cabo en nombre
de las Guerras Humanitarias proclamadas por la administración Clinton, y las
desarrolladas a partir de la Guerra contra el Terrorismo de Bush, acabarían con
el desdoblamiento entre seguridad interna y seguridad externa de la manera en
que Morgenthau y Kissinger conceptualizaban en el Realismo Político. De
hecho, Frédéric Gros argumenta que la seguridad basada en la soberanía
habría cambiado. Los discursos del Realismo Político que tenían como objeto
la defensa de la integridad territorial del Estado mutan ante las imposiciones de
la Responsabilidad de Proteger, porque el nuevo objetivo securitario se
constituiría por las poblaciones y los individuos. A partir de ello es que se
fundamentaría el derecho a la injerencia por parte de los Organismos
Internacionales. Por lo tanto, en el momento en que el Estado ya no deviene en
el “objeto primero y último de la seguridad, todo cuanto participa en la vida de
las poblaciones civiles deviene objeto de seguridad”238 y es por ello que se
puede hablar de nuevos objetos a preservar, como por ejemplo la “seguridad
alimentaria” o la “seguridad energética”. Es a partir de dicha mutación que se
236 SHEARING, Clifford; WOOD, Jennifer (2011) Pensar la seguridad. Barcelona: Gedisa. Página 17. 237 FOUCAULT (2007a), página 21. 238 GROS, Frédéric (2010) La cuarta edad de la seguridad. En Vanesa Lemm (editora) Michel Foucault: neoliberalismo y biopolítica. Santiago de Chile: Ediciones Universidad Diego Portales. Página 285.
99
puede observar la existencia de nuevas situaciones que han de ser protegidas,
ya que por medio de la conducción de ellas se podría hacer una regulación de
los flujos de circulación, ya sea de alimentos, de energía, o de información. En
este sentido, y en relación a la vida (lo biológico), por un lado y al tránsito de
los objetos necesarios para el sustento de la misma, por otro, se manifestaría
aquello que Foucault denominara el problema de la serie. Serie indefinida de lo
que se desplaza, serie indefinida de acontecimientos que se producen, serie
indefinida de las unidades que se acumulan. Lo que caracterizaría a los
mecanismos de seguridad sería la gestión de esas series abiertas y que, por lo
tanto, sólo podrían controlarse a través de un cálculo de probabilidades.
La fabricación de un medio ambiente que favorezca una cinesis global
permanente necesita de mecanismos de seguridad. Siguiendo a Santiago
Castro-Gómez, dichos mecanismos operan “mediante la ‘acción a distancia’, es
decir que no intervienen directamente sobre los cuerpos sino sobre el medio en
el que los cuerpos existen. No buscan modificar directamente la conducta, sino
las ‘condiciones de la conducta’”239. En este sentido, las técnicas se ordenan
en la supresión de los aspectos peligrosos, es decir, se va a distinguir entre la
buena y la mala circulación para la organización de la gestión de los riesgos,
para maximizar la primera y reducir la segunda. En esta dirección se va
enmarcar el análisis de las prácticas que la administración Bush desarrolló, por
un lado, con la sanción de la ley USA Patriot Act240 y la declaración de una
nueva figura legal, el combatiente enemigo, por otro.
El Acta Patriota fue presentada como la respuesta necesaria del
gobierno norteamericano ante los atentados sufridos. Serviría para prevenir
futuros ataques del terrorismo internacional. Esta ley procuraba extender
sustancialmente las facultades de los servicios de inteligencia (CIA, FBI, NSA,
Homeland Security y las fuerzas armadas) con el fin de obtener información
239 CASTRO-GÓMEZ, Santiago “El dispositivo de movilidad”. Revista Digital, número 4, Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario, 2013. Páginas 19-37. Página 24. 240 Se trata de un acrónimo que, en inglés, significa: “Uniting and Strengthening America by Providing Appropriate Tools Required to Intercept and Obstruct Terrorism”.
100
confidencial241. En esa línea, prevé la autorización de un conjunto de medidas
tendientes al mejoramiento de los procedimientos de todos los aspectos de la
vigilancia de la vida privada de los sujetos, ya sea de los sospechosos de
terrorismo, los sospechosos de participar en fraudes informáticos, y de los
agentes de una potencia extranjera que se dedicasen a actividades
clandestinas, entre otras. Bajo este aspecto, el efecto perseguido por esta
legislación tendría como fin la reducción de las libertades individuales
(suspensión del habeas corpus, por ejemplo) y de la autorización judicial para
realizar la investigación de las personas sospechadas y que, por su naturaleza,
no tendría un alcance nacional, sino extraterritorial, tanto de particulares como
de sociedades extranjeras. Este novedoso sistema induciría un proto-estado de
excepción en donde las nociones jurídicas serían laxas en tanto se debe
enfrentar un peligro que no sería claramente identificable; el miedo
desempeñaría un papel decisivo en cómo son formadas las sensibilidades
colectivas y las prácticas que girarían alrededor del campo de lo securitario.
Por ello, para Giorgio Agamben, las causas de la inseguridad deben ser
conocidas pero “gobernar las causas es difícil y costoso, es más seguro y útil
intentar gobernar los efectos”242 porque éstos pueden ser considerados y
controlados. Será en este eje, el de la economía-seguridad, en donde Estados
Unidos ejercerá una transformación del espacio político que ya no estará
determinado por límites geográficos ni soberanos, sino más bien se constituirá
a partir de aquello que amenaza el orden al que adhiere, el instituido por la
democracia y el mercado.
En esta misma línea de securitización, paralelamente, Washington
instituiría una nueva estrategia con la conformación de comisiones militares,
que tendrían bajo su autoridad analizar los casos de ciudadanos extranjeros
imputados por cargos de terrorismo que habrían de ser juzgados en
jurisdicciones de excepción; un ejemplo de ello es la prisión de Guantánamo.
Para ello, Estados Unidos se arrogaría el derecho de luchar contra los
241 Esta nueva legislación tomaría sus fundamentos a partir de una ley sancionada en 1978 denominada Foreign Intelligence Surveillance Act (Ley de vigilancia de la inteligencia extranjera). 242 AGAMBEN, Giorgio (2013, noviembre) Para una teoría de la potencia destituyente. Conferencia presentada en el Instituto Poulantzas, Atenas, Grecia. Página 3.
101
combatientes enemigos ilegales243. Con la imposición de este nuevo estatus
jurídico internacional, no extenderían el principio de la presunción de la
inocencia ni tampoco aplicarían reglas claras sobre las detenciones, sino más
bien tendrían un criterio político que les permitiría mantener indefinidamente, en
calidad de detención administrativa, a cualquier sospechoso extranjero
residente en Norteamérica (Military Comissions Act) y a los capturados fuera
del territorio americano (Executive Order de noviembre de 2001). Este tipo de
procedimientos contemplaría el empleo legítimo del uso de la coacción como
método de interrogación. Para Agamben, esta forma de poder discrecional
implicaría que “cada disenso, cada intento más o menos violento de derrocar
su orden, se transforme en una oportunidad para gobernarlos en una dirección
provechosa”244. Este aspecto de la Guerra contra el Terrorismo involucra que
estas técnicas creen nuevos regímenes de gobierno, que se los mantengan y
perfeccionen. La guerra ya no sería el instrumento por el cual las potencias se
distribuirían el poder mundial, como lo plantean las teorías realistas o
institucionalistas, sino una práctica que recodificaría las relaciones
internacionales en la promoción de espacios neoliberales. Estados Unidos, de
esta forma, se arrogaría el rol de gendarme de los flujos globales.
Al respecto, Shearing y Wood plantean que el nexo entre la seguridad
del Estado y la seguridad humana, tras los atentados del 2001, ha intensificado
la forma en que se relaciona la estabilidad con el desarrollo. No se trata de “un
desplazamiento del desarrollo como modalidad de gobierno de la seguridad
humana, sino de su conceptualización como ‘herramienta estratégica en la
guerra contra el terrorismo’”245. Lo que se buscaría sería reducir las
condiciones de posibilidad de que los focos de problemas como el
subdesarrollo, la pobreza, los conflictos internos, etc. sean explotados por
terroristas. La visión del desarrollo se ocuparía de “contrarrestar la alienación
mediante una compleja serie de intervenciones biopolíticas cuyo objetivo [sería]
construir la capacidad de las comunidades de resistir a ideologías políticas y
243 La introducción de esta categoría en el derecho internacional tenía como función desechar las Convenciones de Ginebra sobre el trato a los prisioneros de guerra, de sus derechos y garantías. Se fundamentaba en que ese tratado sólo se podía aplicar a los ejércitos de los Estados. Para Estados Unidos, el terrorismo transnacional escapaba a ese marco legal. 244 Ibídem, página 8. 245 SHEARING; WOOD (2011), página 114.
102
religiosas extremistas, fundadas en la violencia”246. Entonces, la conversión del
Otro formaría parte de los mecanismos neoliberales que, a diferencia de las
técnicas basadas en la exclusión, se sostendría en una estrategia integradora,
es decir que incorporaría para conducir pero, al mismo tiempo, supondría el
exterminio de los sujetos que no se integran.
El ejercicio del gobierno indirecto, de acuerdo a F. Gros, en el momento
en que el objeto de seguridad es constituido por las poblaciones, conlleva una
redistribución de los actores que intervienen en la lucha contra los peligros
globales. Según él, se asiste a:
“un doble movimiento que contribuye con la pérdida de legitimidad del Estado como actor único de la seguridad. Por una parte, está la privatización; es decir, que son ahora los organismos y las empresas privadas los que aparecen como especialistas en el control de un flujo determinado. Por otra parte, surge lo que puede llamarse una humanitarización de la seguridad; es decir, que la protección de las poblaciones civiles estará a cargo de las organizaciones humanitarias que no tienen vocación, como los Estados, de proteger tal o cual conjunto de sujetos políticos, sino a prestar socorro a las poblaciones civiles en peligro de muerte, cualquiera sea la naturaleza de ese peligro”247.
En relación al primer aspecto, se evidencia que esa tendencia habría sido
producto del desdibujamiento de las fronteras nacionales. La legitimidad de las
intervenciones en territorios soberanos permitiría que, en el ejercicio de la
acción a distancia, otras entidades, de carácter privado, puedan ser parte de la
constitución de la seguridad. La aparición de empresas privadas indicaría que
el gobierno estadunidense no solo habría de emplear sus recursos en la
financiación de los organismos estatales, sino también contrataría servicios
gubernamentales al mercado. En consecuencia, ciertas prácticas de gobierno
se convertirían “en una materia prima que se compra y vende en un mercado
[…] cuya función [sería] producir”248 aquello que necesita atender cuando no es
capaz de realizarlo por sí mismo. Mediante la contratación de las funciones
246 Ibídem, página 115. 247 GROS (2010), página 286. 248 SHEARING; WOOD (2011), página 31.
103
militares, el gobierno no dejaría de crear situaciones de mercado que
permitiesen, de esta forma, a actores privados obtener beneficios que incite a
empresas militares brindar servicios que otro entrepreneur particular no podría
ofrecer (por ejemplo la detención, traslado e interrogación de individuos en
territorios soberanos, mantenimiento de cárceles clandestinas, etc.).
También se asiste a una diversificación de las modalidades en que la
seguridad es ejercida, ya no habría un despliegue exclusivo del dispositivo
diplomático-militar (fuerza armada y sistema de alianzas). La nueva
configuración se construiría a partir de la protección internacional, por un lado y
el control de los flujos, por otro. El problema de la seguridad ya no se plantearía
en términos definidos de espacios soberanos, sino en función de los flujos de
circulación y de los lugares en donde la circulación ocurre. Para Gros, los
grandes lugares de control ya no se encuentran dentro de los límites de los
Estados, sino que se hallan en el territorio mismo (aeropuertos, estaciones de
tren, colectivos, puertos), es decir, en los nudos donde la comunicación e
intercambio se exteriorizan. Por lo tanto, la cuestión que aparecería es la de la
trazabilidad: “poder determinar en cada momento quién se desplaza y si tiene o
no prohibición”249. Este aspecto permitiría vislumbrar la transformación de la
naturaleza de las amenazas o, mejor dicho, la ampliación de ellas. Todo
aparecería en un mismo plano ya sean desafíos económicos, climáticos,
sociales, políticos, sanitarios, etc. La defensa contra las amenazas
internacionales y el control de los flujos apuntaría a la protección contra la gran
variedad de degradaciones sociales y políticas. Es bajo este contexto en que
debería ser pensada la técnica del control biométrico (entendida como la
recolección de las singularidades biológicas de las personas) y no como una
forma de poder constituyente de un nuevo tipo de Estado de Seguridad ya que:
“esa forma de plantear la cuestión de la seguridad en el presente, puede conducir a un descuido del rastreo de corte genealógico de las conjugaciones del poder soberano, disciplinario y pastoral que se realizan en las formas de gobierno económico de las poblaciones […] En esa desatención puede quedar comprometida la eficacia misma
249 GROS (2010), página 288.
104
de las estrategias con que se intenta resistir el modo en que somos gobernados mediante dispositivos de seguridad”250.
La clave foucaulteana nos permitiría reconocer las multiplicidades de técnicas
empleadas por las prácticas que tendrían como objeto la gestión de los riesgos.
En este sentido, los dispositivos de seguridad, bajo la racionalidad neoliberal
desplegada por Estados Unidos, no sólo buscarían desarrollar un tipo de
acción a la distancia, sino que también pretenderían orientar los flujos de
bienes y poblaciones y regular las amenazas.
La codificación del objeto, los actores, las modalidades y las amenazas
se materializaría en el documento sobre la Estrategia de Seguridad Nacional de
George Bush (2002). Dos grandes temas ordenarían el contenido de las nueve
secciones que compondrían el documento: la seguridad y la economía. El
primer apartado trataría la perspectiva internacional de Estados Unidos. En
ella, plantearía que:
“La causa de nuestra nación siempre ha sido más grande que la defensa de nuestra nación. Luchamos, como siempre hemos luchado, para una paz justa, una paz que favorece la libertad. Defenderemos la paz contra las amenazas de terroristas y tiranos. Vamos a preservar la paz mediante la construcción de buenas relaciones entre las grandes potencias. Y vamos a extender la paz mediante el fomento de las sociedades libres y abiertas en todos los continentes”251.
Esta manifestación tendría por objeto instituir definitivamente que, ante la
transnacionalización de los peligros globales, el espacio de seguridad se
expande a todo el globo. Dicha reconfiguración del orden interno-externo
implicaría que los dispositivos de seguridad institucionalicen un orden
cosmopolita, donde el objetivo político sería el establecimiento de zonas
seguras que pudieran generar formas alternativas de gobierno, que para
Estados Unidos, serían la democracia y el mercado.
250 RUIDREJO, Alejandro (2014, agosto) Genealogía, dispositivos de seguridad y poder pastoral. Ponencia presentada en la XVI Jornadas de Filosofía del NOA. Página 9. 251 BUSH, George W. The National Security Strategy of the United States of America. Washington (2002). En http://nssarchive.us/NSSR/2002.pdf (28/04/14), página 7. Traducción propia.
105
El segundo título del documento trataría las aspiraciones
norteamericanas en relación a los Derechos Humanos. Allí, nuevamente,
establecería cuáles serían los límites que constituirían los ejes de intervención:
el imperio de la ley, libertad de expresión, libertad de culto, igualdad ante la
justicia, respeto a las mujeres y tolerancia de la propiedad privada. Estos
principios tendrían por objeto guiar las decisiones gubernamentales sobre la
política de cooperación internacional y el carácter de la ayuda exterior y la
asignación de recursos. El liderazgo, o ser el campeón de la dignidad humana
(como se dice a sí mismo en este documento), implicaría que, al menos en lo
discursivo, las Naciones Unidas no habrían de ser la única fuente legítima que
pueda arrogarse la defensa de las poblaciones mundiales. De hecho, J. Nye
argumenta que “la defensa de la democracia también es un interés nacional y
una fuente de poder blando, aunque para ello el papel de la fuerza suela ser
menos central y el proceso requiera más tiempo”252. Esta forma de conducir la
política mundial, bajo esos términos, implicaría que el régimen político que
Estados Unidos instalase, devendría en legítimo.
El tercer título, el de fortalecimiento de alianzas para la derrota del
terrorismo mundial contra EE.UU. y aliados, se relacionaría con el punto
anterior ya que en la Guerra contra el Terrorismo se plantearía, que si bien:
“Estados Unidos tratará constantemente de obtener el apoyo de la comunidad internacional, no dudaremos en actuar solos, en caso de que sea necesario, para ejercer nuestro derecho de autodefensa actuando preventivamente contra esos terroristas, para evitar que hagan daño a nuestro pueblo y a nuestro país […] trabajaremos estrechamente con aliados y amigos, para dejar claro que todos los actos de terrorismo son ilegítimos para que haya de ser visto de la misma manera como lo ha sido la esclavitud, la piratería o el genocidio […] Cuando los gobiernos se encuentran en la lucha contra el terrorismo más allá de sus capacidades, vamos a igualar su fuerza de voluntad y sus recursos con toda la ayuda que nosotros y nuestros aliados podamos proporcionar”253.
252 NYE (2003), página 211. 253 BUSH (2002), página 13
106
Estas declaraciones esbozarían que la posición singular de Washington se
desarrollaría a partir de dos estrategias: por un lado, los ataques preventivos y,
por otro, la disuasión de los potenciales adversarios. La primera sería más
proactiva y se centraría en la amenaza del terrorismo internacional y en los
Estados que sean incluidos en la lista que se denominaría Eje del Mal (como
Irán, Corea del Norte, etc.). La segunda estrategia se implementaría en relación
a otras potencias que pudiesen menoscabar la posición de primacía de
Norteamérica (por ejemplo China); la conducción frente a esa situación debía
basarse en las técnicas de disuasión y contención.
Una nueva era de crecimiento económico global a través del libre
mercado y el libre comercio sería el título del sexto apartado del documento.
Esta sección apuntaría a la promoción del libre mercado más allá de Estados
Unidos. Para ello, la estrategia consistiría en alentar el establecimiento de
marcos regulatorios que fomenten la inversión, la innovación y el espíritu
emprendedor. En ese sentido, condicionaría el crecimiento económico global
con la estabilidad de los mercados emergentes. Por ello incitaría a que los
flujos internacionales de capital de inversión amplíen el potencial productivo de
esas economías subdesarrolladas. Además, a través del fortalecimiento del
comercio se buscaría el desarrollo, por eso asumiría el compromiso de hacer
las reformas necesarias para que el F.M.I. simplifique las condiciones para el
otorgamiento de créditos, centrando la “estrategia crediticia en lograr el
crecimiento económico a través de políticas sólidas fiscales y monetarias, la
política cambiaria y la política del sector financiero”254. Este discurso quedaría
plasmado con la estrategia que desarrollaría junto a los Organismos
Internacionales de crédito (F.M.I, B.M.). El crédito como fundamento de la
sociedad internacional, como motor del desarrollo mundial.
2- La fabricación de la deuda
El trabajo de Maurizio Lazzarato sobre la deuda ilustra cómo la
racionalidad neoliberal “ha promovido la integración del sistema monetario,
bancario y financiero mediante técnicas que traducen la voluntad del hacer de 254 Ibídem, página 18.
107
esa relación [acreedor-deudor] un objetivo político”255. La deuda como
expresión de una relación de poder específica funcionaría como un dispositivo
de producción y gobierno de las poblaciones. La transformación de las
subjetividades individuales y colectivas se ejercería en un marco donde el
deudor es libre, sin embargo, sus comportamientos estarían definidos por la
legislación en que la deuda es contraída. El autor indica que:
“El poder del acreedor sobre el deudor se parece mucho a la última definición del poder en Foucault: acción sobre una acción, acción que mantiene ‘libre’ a aquel sobre el cual se ejerce el poder. El poder de la deuda nos deja libres y nos incita y empuja a actuar para que podamos cancelar nuestras deudas […] El neoliberalismo gobierna a través de una multiplicidad de relaciones de poder: acreedor-deudor, capital-trabajo, Welfare-usuario, consumidor-empresa, etc. Empero, la deuda es una relación de poder universal, porque todo el mundo está incluida en ella: aun quienes son demasiado pobres como para tener acceso al crédito deben pagar intereses a acreedores ante la necesidad de reembolsar deuda pública”256.
En ese sentido, lo universal de la deuda se construye desde la
transnacionalización que no reconoce fronteras estatales y que, por ende, actúa
a escala planetaria. Por ello, la economía de la deuda interviene,
indistintamente, en zonas geopolíticas o poblaciones. Como tal, consistiría en
una técnica de presión, tanto de sujetos colectivos como de individuos.
Para el autor, el crédito internacional ha reconfigurado el poder soberano
al neutralizar las prerrogativas exclusivas de la soberanía monetaria. En ese
sentido señala que las “finanzas se apropiaron de la mayor parte de las
funciones de la moneda bancaria, a tal punto que la política de los bancos
centrales ha quedado fuertemente condicionada por la demanda de liquidez de
la esfera financiera”257. Asimismo, la soberanía monetaria también es objeto de
las finanzas. El poder del Estado se habría restringido con la continua
intervención de agencias calificadoras de riesgo, de inversores financieros y de
Organismos Internacionales (como el F.M.I.) donde la elección de políticas 255 LAZZARATO, Maurizio (2013) La fábrica del hombre endeudado. Ensayo sobre la condición neoliberal. Buenos Aires: Amorrortu. Páginas 27-28. 256 Ibídem, páginas 38-39. 257 Ibídem, página 112.
108
monetarias se realizaría en función de los programas económicos que habrían
sido negociados fuera del territorio de ejecución; la “‘independencia’ del Banco
Central frente al Tesoro [Estado] es, en realidad, el nombre de su dependencia
de los mercados”258. Con ello, un nuevo escenario se percibe con la
reestructuración que el orden financiero impone sobre el gobierno de las
empresas: la primacía del accionista por sobre el directivo, es decir que hay una
subordinación de la gestión empresarial en función del interés del accionista.
Son las instituciones financieras “quienes deciden, mandan y ordenan las
formas de valorización, los procedimientos contables, los niveles salariales, la
organización del trabajo, los ritmos y la productividad de la empresa”259.
Igualmente, bajo ese marco, se produce una nueva transformación que consiste
en el cambio gradual de derechos sociales (salud, educación, etc.) en deudas
sociales que, a su vez, muta al usuario en deudor. Donde, finalmente, la deuda
remitiría a una disciplinarización de un estilo de vida que implicaría un trabajo de
sí mismo, la producción de una subjetividad específica. Por lo tanto, “en la
reconfiguración de los poderes soberano, disciplinario y biopolítico, la economía
de la deuda abarca a la vez una función política, productiva y distributiva”260.
Esta forma de comprender la economía política internacional permite ver el otro
aspecto que compone el ensamblaje del dispositivo de seguridad que ha
promovido la racionalidad neoliberal bajo la conducción de conductas que
Estados Unidos, en su posición de primacía mundial, ha ejercido en el gobierno
de la sociedad internacional.
3- Gobernanza global
David Held y Kevin Young plantean que la seguridad y las finanzas, en un
determinado nivel representan “dominios colectivamente compartidos que unen
diversas poblaciones, intereses y preocupaciones, formando una comunidad
mundial del destino, la base misma de la globalización contemporánea”261.
258 Ibídem, página 113. 259 Ibídem, página 117. 260 Ibídem, página 121. 261 HELD, David; YOUNG, Kevin (2013) ¿Transformar la gobernanza mundial? Déficits estructurales y los desarrollos recientes en seguridad y finanzas. En Joseph Stiglitz y Mary Kaldor (editores) La búsqueda de la seguridad. Buenos Aires: Paidós. Página 464.
109
Estos autores argumentan que existen déficits entre la conducción, coordinación
y el control de los mecanismos a nivel global y la amplitud de los riesgos que
habría que gobernar. Esa situación puede ser evaluada a partir de dos
escenarios: un déficit cíclico y un déficit estructural. A modo de ejemplo, el
déficit cíclico ocurre cuando un Estado no puede cubrir los gastos con lo que
recauda, como consecuencia de una desaceleración económica. Por otra parte,
un déficit estructural acontece, cuando la economía está en “su pleno potencial;
pero representa una posición de déficit persistente, en la que,
independientemente de que la economía mejore o no, el déficit persiste”262. Los
déficits estructurales de seguridad y finanzas mundiales se mantendrán a pesar
de que las decisiones y regímenes cambien en el futuro. En ese sentido, dan un
ejemplo:
“si el contenido neoliberal de la cooperación regulatoria de las finanzas internacionales cambia, esto puede traer mejoras, pero es poco probable que se ocupe de los más profundos déficits estructurales de la gobernanza que quedan, como la habilidad de generar capacidad de gobernanza para abordar apropiadamente los problemas de riesgo sistémico. De forma semejante, si la cooperación multilateral es fortalecida en un ambiente de seguridad internacional impulsado de manera menos unilateral, esto puede llevar mejoras a este dominio de la gobernanza también, pero no cambiará los problemas fundamentales del sistema, los déficits ‘estructurales’ de la gobernanza”.263
Este abordaje permite observar cuáles son las limitaciones que, bajo la
expansión de la racionalidad neoliberal, la transnacionalización de la economía
y las amenazas planetarias deben enfrentar para gobernar los riesgos
mundiales.
La gobernanza mundial de las finanzas es producto de la interconexión
incitada por la globalización de los mercados mundiales, de la integración de las
reglas e instituciones que dirigen y regulan la actividad financiera global. Sin
embargo, esta forma de conexión mundial no sólo hace partícipe de sus
beneficios a escala planetaria, sino también contagia los riesgos a gran
262 Ibídem, página 465. 263 Ibídem, páginas 465-466.
110
velocidad. Lo paradójico es la falta de control a pesar de la existencia de
diversas instituciones y foros multilaterales, tendientes a coordinar y ejecutar los
esfuerzos para la regulación financiera global264. Se podrían rastrear los riesgos
de la gobernanza financiera mundial en la fragmentación institucional: algunos
organismos, como el F.M.I., han desarrollado sus actividades bajo los auspicios
de la O.N.U.; otras, como el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea (1974)
han sido creadas como una reacción directa a los efectos de contagio de las
quiebras bancarias. Mientras que existen aquellas, como la Junta de Normas
Internacionales de Contabilidad, que expresan las voluntades autorregulatorias
del sector privado. Ellas, sin duda, han realizado acciones conjuntas, como
coordinar políticas monetarias, sin embargo, ante los riesgos económicos
globales generados por las particularidades de países angloamericanos, “las
instituciones existentes […] no los contuvieron, sino que más bien ampliaron el
modelo regulador de esos países y lo convirtieron en un modelo para el patrón
mundial”265; de hecho, la receta ante cualquier crisis generada, habría sido una
mayor desregulación. Asimismo, esa fragmentación se ha visto agravada debido
a que los principales organismos de la regulación financiera habrían adoptado
un modelo exclusivista para la forma en que dichas instituciones deberían ser
manejadas, que se manifestaría en los mecanismos de toma de decisión. El
caso del F.M.I. refleja esta situación, debido a la regla “mayor cuota, más votos”,
Estados Unidos ha podido ejercer influencia en las políticas que habría de
impulsar este Organismo Financiero266.
Para los autores, lo que sorprende del gobierno financiero es el modo en
que los problemas que se suscitan no son abordados sistemáticamente. En esa
dirección reconocen dos problemas: el primero de ellos es que la regulación
financiera efectiva tiene que ser llevada a la práctica sobre una base
264 “Existe una institución para ocuparse de las bolsas de valores (la Organización Internacional de Miembros de la Comisión de Valores), otra para la contabilidad (la Junta de Normas Internacionales de Contabilidad), otra para el lavado de dinero (el Grupo de Acción Financiera), y otra para regulaciones financieras (el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea). Algunas instituciones, como el Banco de Pagos Internacionales y el Foro de Estabilidad Financiera, han existido como organismos mundiales que tratan de monitorear e investigar riesgos financieros globales y de difundir ideas. Pero su habilidad para guiar la constelación de instituciones existentes ha sido débil, en el mejor de los casos”. Ibídem, páginas 469-470. 265 Ibídem, página 471. 266 Otro ejemplo para verificar la influencia norteamericana es el acuerdo, tácito, con Europa en el que máxima representación en el Banco Mundial le “pertenece” a Estados Unidos y de igual manera, para Europa, la del Fondo Monetario Internacional.
111
macroprudencial. Esto significaría que la regulación devendría del
reconocimiento de que el sistema bancario es un todo coherente y cambiante y
que, por su naturaleza, necesitaría mayor coordinación entre todos los ámbitos
de finanzas y jurisdicciones nacionales. Regular el sistema financiero global
significaría “evaluar las interrelaciones de los bancos con la economía como un
todo, y ver los procesos de ‘nivel emergente’ funcionando en el complejo
sistema adaptativo que es el financiero”267. El desafío macroprudencial
requeriría un cierto grado de monitoreo, regulación y aplicación que supere la
fragmentación y la capacidad de implementación. El segundo problema es la
naturaleza problemática de la relación de los ahorros y la demanda en el
mundo. Esta cuestión se refiere al “inconexo patrón de déficits y excedentes de
cuenta corriente que han crecido en la economía mundial en la última década y
media”268. Esto significa que existe una gran brecha entre los niveles de
consumo y demanda de los países desarrollados y el resto del mundo, lo que
implicaría que ese desequilibrio global lleve a que la economía mundial
quedase estancada, amenazando la sustentabilidad planetaria269. Ante ello, se
ha acordado que la deuda pública, los déficits fiscales y la deuda privada,
constituirían un conjunto de indicadores que advertirían futuras crisis.
Si la gobernanza del sistema financiero integraría el marco general del
crédito internacional, la gobernanza mundial de la seguridad aseguraría las
condiciones para la resolución de los conflictos y la violencia global. El dominio
de la seguridad, a diferencia del financiero, posee una organización, sin
embargo el problema se manifiesta en la capacidad de acción. Las instituciones
y reglas que gobiernan reflejan dilemas que corresponderían a un mundo que
ya no existe.
“La soberanía fue reconfigurada y repensada, ya no como el poder efectivo sino como la autoridad legítima, es decir la autoridad que sostiene valores democráticos fundamentales y estándares de derechos humanos. La ley de la guerra y el régimen de los derechos
267 Ibídem, página 478. 268 Ibídem, página 479. 269 El ejemplo que dan los autores plantea que “esos desequilibrios contribuyeron de manera significativa a la crisis financiera misma, porque países deficitarios pudieron alimentar sus bonanzas de crédito, en gran medida, gracias a los altos flujos de excedentes de ahorro de Asia Oriental”. Ibídem, página 479.
112
humanos se combinaron para reformar el significado del poder y de la violencia en el orden de posguerra, delimitando en principio no solo el comportamiento de los Estados en tiempos de guerra, sino de todos los actores no estatales. Así, pues, quedó establecida la base para repensar el significado de la seguridad”270.
Será en este contexto que la seguridad ya no implicaría la guerra como
fundamento de las relaciones internacionales, como lo fue bajo la racionalidad
promovida por la Razón de Estado, sino más bien pasaría a referirse a:
“la protección y el cuidado del interés de cada persona en la autodeterminación, los derechos humanos y las libertades fundamentales. Por lo tanto, la historia de la seguridad desde 1945 es la historia del desarrollo de los nuevos conceptos que buscaban modificar la idea de la seguridad como seguridad del Estado, para centrar el foco en la seguridad de todas y cada una de las personas, en la seguridad humana”271.
A pesar de este cambio en la concepción securitaria, gran parte de las fuerzas
armadas del mundo han continuado desarrollando estrategias geopolíticas
basadas en el conflicto interestatal.
Del mismo modo en que la gobernanza financiera se ha caracterizado
por la fragmentación de sus instituciones, en la gobernanza de la seguridad
también ha persistido dicha característica. El multilateralismo se ha estado
concretando de acuerdo a necesidades ad hoc y la poca cooperación existente
se ha visto relegada a la intervención con objetivos políticos y no tanto
humanitarios, como consecuencia de la doctrina Bush. De hecho, el modelo
que ha prevalecido orienta las capacidades militares y tecnológicas para
enfrentar “fuerzas físicas en espacios y tiempos discontinuos y limitados. En
estos tiempos, este modelo no puede funcionar en muchas áreas donde más
se necesita la seguridad”272, por esto, se precisaría crear capacidad militar
fundada en el ideal de cooperación y colaboración de las fuerzas armadas,
donde el énfasis debería estar puesto en garantizar la seguridad de las
poblaciones y no en soberanía estatal.
270 Ibídem, página 482. 271 Ibídem, página 482. 272 Ibídem, página 484.
113
4- ¿Es inútil sublevarse?273
Al final del capítulo anterior se había mencionado que la constitución de
un sujeto sin sujeciones habría de irrumpir en la escena internacional y que se
erigiría a partir de la corriente globalifóbica. Michel Foucault, en 1979, habría
planteado que:
“Las sublevaciones pertenecen a la historia. Pero, en cierto modo, se le escapan. El movimiento mediante el cual un solo hombre, un grupo, una minoría o un pueblo entero dice ‘no obedezco más’, y arroja a la cara de un poder que estima injusto el riesgo de su vida -tal movimiento me parece irreductible-. Y ello porque ningún poder es capaz de tornarlo absolutamente imposible […] Y también porque el hombre que se alza carece finalmente de explicación; hace falta un desgarramiento que interrumpa el hilo de la historia, y sus largas cadenas de razones, para que un hombre pueda ‘realmente’ preferir el riesgo de la muerte a la certeza de tener que obedecer”274.
Es a través de estas palabras que, junto a lo que ya se expresó sobre la
empresa de no ser gobernado de determinada manera, se podría comprender
el carácter que las contra-conductas, como nuevas prácticas de subjetivación
han adoptado. En este sentido:
“Todas las formas de libertad adquiridas o reclamadas, todos los derechos que se hacen valer, incluso los relativos a cosas aparentemente menos importantes tienen, sin embargo, ahí un último punto de anclaje, más sólido y más próximo que los ‘derechos naturales’. Si las sociedades se mantienen y viven, es decir, si los poderes no son en ellas ‘absolutamente absolutos’, es porque, tras todas las aceptaciones y las coerciones, más allá de las amenazas, de las violencias y de las persuasiones, cabe la posibilidad de ese movimiento en el que la vida ya no se canjea, en el que los poderes no pueden ya nada y en el que […] los hombres se sublevan”275.
En ese aspecto, la idea de contra-conducta comprendería la lucha contra los
procedimientos instaurados para conducir a los demás. Lo que se pretendería
273 Subtítulo tomado de FOUCAULT, Michel (2010c) ¿Es inútil sublevarse? En Michel Foucault Obras esenciales, Volumen III. Madrid: Editorial Paidós. 274 Ibídem (2010c), página 861 275 Ibídem (2010c), página 861
114
es escapar al modo en que se es conducido pero, al mismo tiempo, establecer,
para sí mismo, la forma en que habría de conducirse con respecto a los demás.
Laval y Dardot indican que a la gubernamentalidad neoliberal hay que
oponerle un doble rechazo: “negativa a conducirse, para con uno mismo, como
empresa de sí; y negativa a conducirse para con otros, de acuerdo con la
norma de la competencia”276. Asimismo, habría de tener presente que las
subjetivaciones individuales están vinculadas, con las subjetivaciones
colectivas. Por lo tanto, la invención de otros modos de vida debería ser una
resubjetivación colectiva ya que es allí donde se podrían fundir diversas formas
de cooperación. Entonces, el gobierno de los hombres podría ordenarse de
acuerdo a múltiples horizontes que generarían una nueva ética, diferente a la
de la maximización del rendimiento. Para los autores, “las prácticas de
‘comunización del saber’, de asistencia mutua, de trabajo cooperativo, pueden
esbozar otra razón del mundo”277. La codificación de esas múltiples fuerzas
sociales rompería con el esquema de la racionalidad gubernamental neoliberal,
como así también con la estructura de la sociedad internacional.
Ante ello, Enara Echart Muñoz plantea que los movimientos sociales
internacionales abren vías en temas relacionados a derechos humanos, medio
ambiente, bienes públicos globales, desarrollo y participación ciudadana. Se
trataría de “emergentes movimientos ciudadanos a escala mundial, englobados
en el amplio movimiento que lucha contra la globalización neoliberal. La
aparición de tales sujetos se [encuadraría] en el actual debate sobre la
democracia y participación”278, donde su ejercicio no podría limitarse a la esfera
estatal, sino que habría de extenderlas a un contexto más amplio. Esas
demandas han cambiado el papel que tenía el individuo en las relaciones
internacionales ya que éste ha tratado de forjar nuevas bases para el
surgimiento de una sociedad civil global. El contexto de emergencia de una
cierta coordinación mundial han sido las numerosas marchas que acompañan,
desde Seattle en 1999, las cumbres internacionales (Davos, O.M.C., etc.), y
que han tenido como fin evitar y que se formalicen tratados. Sin embargo, otros 276 LAVAL; DARDOT (2013), página 406. 277 Ibídem, página 409. 278 ECHART MUÑOZ, Enara (2008) Movimientos sociales y relaciones internacionales. La irrupción de un nuevo actor. Madrid: Los libros de la Catarata. Página 26.
115
canales se han establecido, como los Foros Mundiales de Porto Alegre, donde
el objetivo habría de ser la concepción de redes de solidaridad entre individuos
de diferentes Estados, bajo la consigna de que “otro mundo es posible”.
El crecimiento de los movimientos sociales internacionales estaría ligado
al desarrollo tecnológico de las comunicaciones y la progresiva consciencia de
la necesidad de afrontar los problemas mundiales cooperativamente. Como
agentes de cambio, ayudarían a “transmitir información ofreciendo un red de
relaciones sociales para la difusión de ideas y prácticas, y facilitando la
movilización, y [transmitirían] normas y valores sobre la participación en la toma
de decisiones y en la ejecución de las políticas”279 que ayudarían a un proceso
de democratización con mayor participación ciudadana. De acuerdo a E. Echart
Muñoz, las principales características de los movimientos sociales
internacionales serían, en primer lugar, la creación y movilización de redes
globales como una esfera pública transnacional en la que se reunirían para el
intercambio de información, para mantener en contacto a diversos colectivos
alrededor del mundo, para señalar problemas globales comunes. En segundo
lugar, la participación en los espacios políticos multilaterales en los que se
prevé la presentación de agendas temáticas. Finalmente, la potenciación de la
participación pública implicaría el fomento de la transparencia en la democracia
a través de la fiscalización continua de los ciudadanos.
La creciente influencia en la constitución de la agenda internacional,
evidenciada, por ejemplo, con la introducción de temas relacionados al género
o al medio ambiente, por parte de este nuevo actor de la política mundial
permitiría vislumbrar una mayor “democratización” en las relaciones
internacionales. Por ello, el establecimiento de una ciudadanía global
consciente de que posee derechos y obligaciones reconocidos por la sociedad
internacional posibilitaría una mayor participación y una mejor organización,
que tenderían a una radicalización de estrategias desubjetivantes. Igualmente,
se enfrentan a una serie de desafíos que deberían resolver para mantener la
independencia en el modo en que despliegan sus prácticas: por un lado, el
financiamiento; y por otro, la colonización por parte de intereses no
279 Ibídem, página 56.
116
generalizables. A pesar de ello, esta forma de aprehender la realidad mundial
podría generar una dinámica de resistencia que permita sustraerse del control
de la gubernamentalidad neoliberal y que, a la vez, promueva una nueva ética
de sí. Esta transformación de las identidades podría recodificar las prácticas de
autogobierno, lo que se vería reflejado en los lazos que constituirían los
movimientos en contra de la tecnología gubernamental de la que intentan
escapar.
117
CONCLUSIÓN
“El espacio dentro del cual vivimos, por el cual
somos atraídos fuera de nosotros mismos, en
el que se desarrolla precisamente la erosión de
nuestra vida, de nuestro tiempo y de nuestra
historia, este espacio que nos carcome […] es
en sí mismo un espacio heterogéneo. Dicho de
otro modo, no vivimos en una especie de vacío,
en cuyo interior sería posible situar individuos y
cosas. No vivimos en el interior de un vacío
coloreado por diferentes tornasoles, vivimos en
el interior de un conjunto de relaciones que
definen emplazamientos irreductibles unos a
otros y no superponibles en absoluto”280.
El impacto del pensamiento de Michel Foucault en las Relaciones
Internacionales recién está madurando. Si bien, como se expresara en el
segundo capítulo, ha habido trabajos relacionados a la microfísica del poder,
éstos han fallado en trabajar los planteamientos propuestos por el filósofo
francés281. La sociedad internacional es irreductible a los espacios cerrados,
como lo son las instituciones carcelarias o militares, todo lo contrario. En tales
espacios institucionalizados se podría hacer una microfísica de las relaciones
de poder, pero que no aplicaría para la comprensión del sistema internacional.
Igualmente, el problema se habría de profundizar hasta que no se publicasen
dos de los seminarios en los que habría Foucault de modificar su analítica del
poder: Seguridad, Territorio, Población y Nacimiento de la Biopolítica. Esta
dificultad se evidenciaría en el libro de Michael Hardt y Toni Negri, Imperio. En
su investigación, a pesar de que su interpretación sobre los modos de
subjetivación es correcta, caen en una contradicción al vincular esta
280 FOUCAULT, Michel (2010d) Espacios diferentes. En Michel Foucault Obras esenciales, Volumen III. Madrid: Editorial Paidós. Página 1061. 281 Cabe resaltar que, a pesar de esa mala interpretación, el trabajo de Luciano Tomassini, titulado La política internacional en un mundo postmoderno, fue seminal para las investigaciones en América Latina porque advertía que la teoría de las Relaciones Internacionales debía sufrir una transformación de los supuestos con que analizaba la política internacional para que, de esa forma, se pueda comprender el nuevo escenario mundial que se presentaría con la desaparición del Comunismo.
118
herramienta teórica con una metafísica de lo imperial. Castro-Gómez indica que
el pensador francés no trata de brindar una concepción del todo social ya que:
“para Foucault no existe algo así como una racionalización del conjunto de la sociedad, de modo que la idea de una ‘subsunción real’ del trabajo por el capital, como sostienen Hardt y Negri, le resultaría por completo ajena. Por ello, las prácticas de libertad de las que habla el ‘último Foucault’, aunque hacen referencia a la producción autónoma de la vida, nada tienen que ver con movilizaciones anticapitalistas de gran escala, como quisieran nuestros dos teóricos marxistas. De hecho, Foucault distinguió muy bien entre ‘prácticas de libertad’ y ‘procesos de liberación’. No descartó que la libertad y la liberación pudieran marchar juntas, pero sí dejó claro que las prácticas de libertad no se subordinan a cuestiones de orden molar como la lucha de clases […] Las prácticas de libertad tienen que ver con el modo en que los sujetos son capaces de ‘des-sujetarse’ del poder que los subordina a un nivel molecular”282.
Estos planteamientos teóricos-metodológicos y prácticos han sido el desafío
que esta investigación tuvo que eludir. Las estrategias para ello consistieron,
en primer lugar, en elegir un método que se erija a partir de un escepticismo
sistemático ante los universales antropológicos, es decir que no admita que
existe algo en la constitución del orden social que sea indispensable o que
tenga pretensiones universales de verdad. En segundo lugar, en relación a lo
anterior, tener en cuenta que los sujetos se encuentran insertos en campos de
experiencia que se modifican continuamente de acuerdo a causalidades
estructurales que tensionan las condiciones en que el objeto y el sujeto se
constituyen. Por último, conformar el dominio del análisis a partir de las
prácticas, entendidas “a la vez como modo de obrar y de pensar, que dan la
clave de inteligibilidad para la constitución correlativa del sujeto y del objeto”283.
Todas estas presunciones teóricas-epistemológicas permitieron aprehender los
diferentes modos de objetivación del sujeto; asimismo se pudo estudiar las
técnicas y procedimientos que se emplearon en diferentes espacios, ya sea en
282 CASTRO-GÓMEZ (2010b), página 227. 283 FOUCAULT, Michel (2010e) Foucault. En Michel Foucault Obras esenciales, Volumen III. Madrid: Editorial Paidós. Página 1002.
119
un contexto mundial o estatal, para actuar sobre el comportamiento. Lo que
favoreció al reconocimiento de actores que otras teorías del mainstream de las
Relaciones Internacionales no hubieran tenido en cuenta. De hecho, se pudo
constatar que las relaciones de poder, manifestadas en prácticas que pueden
ser o no discursivas, operan en el nivel de la conducción de la conducta que,
por sus estrategias, gobiernan sobre todos y cada uno de los sujetos.
Por medio de la reflexión sobre los aspectos epistemológicos y
ontológicos se abrió el espacio para introducir la analítica de la
Gubernamentalidad. Esta herramienta teórica asistiría a nuestro trabajo para el
rompimiento del discurso de las Relaciones Internacionales con el que se ha
investigado en este campo académico. De hecho, posibilitó que aquello con lo
que se está acostumbrado a pensar la política mundial, el Estado, sea pensado
como un elemento contingente, producto de las múltiples y contradictorias
fuerzas que asistieron a su configuración política. Es en esta desnaturalización
del Estado que se pudo introducir, en los estudios internacionales, una visión
alternativa al estado-centrismo y atenta a los cambios que el sistema mundial
sufre, evitando, así, pensar que el equilibrio internacional es la única dinámica
posible. Además, dejó en evidencia que, con el análisis de las prácticas, se
puede codificar las diversas tecnologías políticas que conformaron una historia
de la Gubernamentalidad. Este proceso supuso trabajar con fuentes directas.
Con la lectura de los seminarios Seguridad, Territorio, Población y Nacimiento
de la Biopolítica, junto al texto ¿Qué es la crítica?, se pudo atender a los
objetivos que guiaban nuestra investigación. Sin adelantarnos en este punto,
cabe destacar que esta estrategia facilitó la articulación de temas del campo
filosófico con el campo de la política mundial. Este se vislumbró cuando se
trató, en el capítulo dos, el tema de los ámbitos de la micro, meso y macro-
política, allí se pudo situar la geopolítica como punto de referencia para el
tratamiento de las particularidades de los dispositivos, que el Neoliberalismo
norteamericano, como tecnología de gobierno, habría de desplegar para la
constitución de un orden mundial. Asimismo, el modo en que se conjugaron
temas de filosofía política con los propios de los estudios internacionales se
pudo observar a lo largo de los tres últimos capítulos. A modo de ejemplo, se
puede observar el tratamiento realizado sobre un tema recurrente, la noción de
120
gobierno como conducción de conductas. En este sentido, pensar que esto
implica estructurar el campo de acción posible significa que, para que operase,
necesitaría de un ámbito en que los sujetos fuesen libres. Esto permitió
comprender al Interés Nacional como la forma en que, bajo el Liberalismo,
promovería toda una manera de ser y pensar la política nacional e
internacional, como lo fue en el caso de Estados Unidos. Igualmente, bajo el
Neoliberalismo, como se vio con mayor especificidad en el cuarto y quinto
capítulo, el Estado mutaría a operar como empresa, incitando a una
reconfiguración estratégica de sus prácticas, a la promoción del capital humano
y al despliegue de un dispositivo de seguridad específico.
Esta articulación entre dos ámbitos académicos orientada a una lectura
de la política mundial buscaba comprender la racionalidad gubernamental
planteada por Michel Foucault en relación al orden mundial, a partir de la caída
del muro de Berlín hasta la emergencia económica del 2008. La resolución de
este primer objetivo comenzó con la introducción de aquello que se llamó la
nueva razón del mundo; ésta se ha reflejado en el Neoliberalismo como la
forma que ha producido una reorientación estratégica del Estado fundada en la
desregulación, privatización y disminución de los impuestos, etc. Este repliegue
habría de buscar la creación del mayor número de situaciones de mercado, con
el objetivo de dirigir la acción, pública y privada, a ámbitos donde los principios
de la economía no tenían injerencia. Con la emergencia de esta nueva práctica
gubernamental se instauraría un Estado que evaluaría, garantizaría y regularía
las estructuras de sujeción. Al respecto, en el capítulo cinco se trabajó este
aspecto teniendo en cuenta que la deuda es expresión de una relación de
poder específica, que funciona como una norma orientada a la producción y
gobierno de las poblaciones, que debido al proceso de transnacionalización del
capital financiero, no reconocería soberanías estatales. De esta manera, se
busca que las realidades locales se normalicen de acuerdo al dispositivo de la
gobernanza. Éste, conduce al poder a una forma indirecta de ejercicio, que
tiene como metas, por un lado, hacer que los sujetos produzcan de un modo
eficiente y, por otro, conceder al sector privado la capacidad de producir
normas de autorregulación que ocupen el lugar de la ley. Por lo tanto, a través
del buen gobierno o buena gobernanza (de la que se dice del Estado que acata
121
esta forma de rearticulación gubernamental) se busca constituir el escenario
internacional contemporáneo. Donde los organismos internacionales de crédito,
como el F.M.I. o el Banco Mundial, son los encargados de coordinar las formas
en que la gobernanza transforma el papel del Estado y, a su vez, el de sus
ciudadanos.
El segundo objetivo, expuesto al comienzo de este trabajo, era conocer,
siguiendo la noción de dispositivo desarrollada por el filósofo francés: ¿cuáles
habían sido los mecanismos que orientaron la política mundial en la Posguerra
Fría? Al respecto se trabajó a partir de lo que Bush (padre) proyectó como el
nuevo orden mundial. La decisión de emplear dicha referencia política era para
repensar aquello que, en la introducción, se había expuesto como la
encrucijada que Estados Unidos se planteó, entre la dominación o el liderazgo
del mundo, que se fundaba en su poderío militar, capacidad económica,
innovación tecnológica y en el atractivo cultural. La Grand Strategy
norteamericana habría consistido en gestionar las relaciones mundiales en un
mundo de desequilibrios geoestratégicos cambiantes. En esto coincidirían dos
de los documentos analizados. Por un lado, a pesar de que no habría podido
ser implementado, el escrito Defense Planning Guidance redactado por Paul
Wolfowitz, esbozaba que la democracia y el mercado debían ser los valores
que Estados Unidos tendría que promover en el mundo. Este planteo sería
recogido por la administración Clinton y, con las sucesivas apariciones de
Estados Fallidos y Estados Canallas (las diferencias están desarrolladas en el
cuarto capítulo), pudo ajustar sus objetivos a las necesidades humanitarias. Se
arrogaría el deber de gendarme del mundo ante las violaciones de los derechos
humanos alrededor del mismo. De esta forma, la guerra dejaría de ser un
instrumento para resguardar el statu quo, sino todo lo contrario, sería la
herramienta a través de la cual las poblaciones debían ser protegidas.
Legitimada por las Naciones Unidas se erigiría la práctica de la
Responsabilidad de Proteger. A través de ella se justificaría la interrupción de
la soberanía estatal. Se entendería que se debe de potenciar la existencia de
los individuos protegiendo, en un principio, su vida biológica y luego, con la
instauración de la democracia y el mercado, su vida social y política. Los
atentados del 11 de septiembre de 2001, con Bush (hijo) como presidente,
122
cambiarían el modo en que se desplegaban las prácticas del dispositivo de
seguridad. Bajo el modelo de La Guerra contra el Terrorismo se va a ejercer el
gobierno. En nombre de la seguridad se enmarcarían los problemas estatales,
el miedo al terrorismo desempeñaría un papel decisivo en la formación de las
sensibilidades colectivas y las prácticas políticas. Se gobernaría a través del
miedo y por ello se tomarían medidas tales como: la sanción de leyes como el
Acta Patriótica, el decreto contra el enemigo combatiente, la guerra preventiva
(contra el Eje del Mal).
La última pregunta, relacionada con el tercer objetivo de la investigación,
se centró en saber, de acuerdo a la idea de resistencia en Foucault, ¿cómo han
sido las estrategias que han operado en contra de la racionalidad
gubernamental? En primer lugar, esta pregunta apuntaba a trabajar las contra-
conductas, el arte de no ser gobernado de determinada forma, la actitud crítica
que permite recusar y, a la vez, enfrentar las leyes que se pretenden justas
pero que lo único que hacen es legitimar una serie de prácticas sociales a partir
de las cuales se sujeta a los individuos a través de ciertos mecanismos de
poder, articulados a un determinado juego de verdad. Esta aproximación
permitió reconocer en el movimiento Globalifóbico, por sus demandas ante el
capitalismo financiero global, la fuente de las futuras resistencias (se podría
haber incluido la experiencia zapatista pero se trata de un movimiento
localizado irrepetible, dada las condiciones por las que surgió). Sin embargo,
los globalifóbicos por sus propias características, reseñadas en el cuarto
capítulo, no pudieron comprender que la gubernamentalidad postulaba, como
advierte L. Nosetto, un poder benévolo, orientado a la felicidad, la prosperidad,
la salvación de todos y cada uno; y articulado en un ejercicio a la vez
totalizante e individualizante. Por ello, la lucha sólo podría ser eficaz si
desarrollaba una ética del cuidado de sí como práctica de la libertad. En
segundo lugar y en relación a lo anterior, se pudo identificar a los movimientos
sociales transnacionales como posibles luchadores contra los procedimientos
instaurados para conducir a los demás. En este sentido, la invención de un
modo de vida diferente o contrario al Neoliberalismo debía partir de una
resubjetivación colectiva global. Allí se funda el reconocimiento en los
movimientos sociales como actores de las Relaciones Internacionales. Al tratar
123
de establecer una consciencia en la sociedad civil global de los derechos que
poseen, abarcan estrategias que orientan la agenda internacional, ampliando
los temas que se discuten y siendo parte de las respuestas ante los riesgos
globales. El involucramiento por otro mundo posible refleja la posibilidad de una
mayor democratización de la política mundial, que no es impuesta, todo lo
contrario, se estimula y se protege con mayor participación de los individuos
que demandan transparencia y acción.
Finalmente, esta investigación se concibió como descriptiva ya que
procuró comprender la racionalidad gubernamental, analizar los mecanismos
de la política internacional y describir la forma en que las contra-conductas
funcionaban a nivel global. Asimismo, por la naturaleza de la metodología
implementada fue cualitativa. Por ello, se desarrolló sin una hipótesis que deba
ser contrastada. Siguiendo las advertencias teórico-epistemológicas, se expuso
la cuestión de la estructuración del campo de las posibles acciones a partir de
los objetivos que se plantearon en la introducción de este trabajo de tesis. Por
todo lo expuesto a lo largo de esta conclusión se puede evidenciar que se
sortearon los desafíos que implicaban trabajar sin categorías universales (en
este sentido me refiero a un estudio no estatocéntrico), evitar caer en las
interpretaciones microfísicas foucaulteanas de la política mundial e introducir la
noción de gubernamentalidad. Sobre esto último cabe reconocer que es posible
trabajar tres esferas políticas diferente al mismo tiempo, como lo expresara
Castro-Gómez: la corpo-política, la bio-política y geo-política. Este ensamblaje
permitió entrever con mayor precisión que el despliegue del dispositivo de
seguridad norteamericano, en la disposición de un ordenamiento planetario que
se cuestionaba entre liderazgo o dominación del mundo, no es correcto. A la
luz de analítica de la gubernamentalidad se percibe que, bajo el imperativo del
Estado como empresa, el orden del mundo es producto de una tecnología de
gobierno (gobernanza). Por lo tanto, teniendo en cuenta los argumentos
esgrimidos, estamos en condiciones de afirmar que los objetivos propuestos
para esta investigación han sido alcanzados.
124
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131
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN ............................................................................................... 7
CAPÍTULO 1. UNA ARQUEOLOGIA DEL SABER ........................................... 12
Introducción ........................................................................................... 12
Auge de la Razón .................................................................................. 15
CAPÍTULO 2. CRÍTICA DE LA RAZÓN INTERNACIONAL .............................. 34
Consideraciones previas ....................................................................... 34
Positivismo - Postpositivismo ................................................................. 36
Las visiones reflectivistas ...................................................................... 38
El Reflectivismo Radical ........................................................................ 39
El rey sin cabeza ................................................................................... 43
Una historia de la Gubernamentalidad ................................................... 48
CAPÍTULO 3. LA GUBERNAMENTALIDAD .................................................... 56
Introducción ........................................................................................... 56
Del gobierno local al gobierno de lo global ............................................ 61
La nueva razón del mundo .................................................................... 68
CAPÍTULO 4. OMNES ET SINGULATIM ......................................................... 76
La nueva razón del mundo II ................................................................. 76
El gobierno de todos y cada uno ........................................................... 80
Es la economía, estúpido ...................................................................... 84
Ni apocalípticos ni integrados ................................................................ 92
CAPÍTULO 5. VIGILAR Y CASTIGAR .............................................................. 96
América en la encrucijada...................................................................... 96
132
La fabricación de la deuda ................................................................... 106
Gobernanza global .............................................................................. 108
¿Es inútil sublevarse? .......................................................................... 113
CONCLUSIÓN ............................................................................................... 117
BIBLIOGRAFIA .............................................................................................. 124
Recursos electrónicos ......................................................................... 130