ELEMENTOS ANTROPOLÓGICOS PARA EL ESTUDIO DEL PROCESO SALUD-ENFERMEDAD EN LA SOCIEDAD MEXICANA

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ELEMENTOS ANTROPOLÓGICOS PARA EL ESTUDIO DEL PROCESO SALUD-ENFERMEDAD EN LA SOCIEDAD MEXICANA 22 DE FEBRERO DE 2014 UNIVERSIDAD POPULAR AUTONOMA DE VERACRUZ Licenciatura en Enfermería

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ELEMENTOS ANTROPOLÓGICOS PARA EL ESTUDIO DEL PROCESO

SALUD-ENFERMEDAD EN LA SOCIEDAD MEXICANA

22 DE FEBRERO DE 2014 UNIVERSIDAD POPULAR AUTONOMA DE VERACRUZ

Licenciatura en Enfermería

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Universidad Popular Autonoma de Veracruz

o MateriaAntropología

CatedraticoDra. Frida Loanna Moscosso Martinez

n qEquipo 4

Caballero Alvarado Juan Carlos

Estrada Alegria Ana Vianey

Gutierrez Garduza Omar Arturo

Jimenez Palacios Maricela

Romero Rafael Faraisis

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Indice

Introducción …………… 4

Desarrollo ……………….. 5

Conclusiones ………….. 13

Bibliografia ……………... 14

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Unidad IV. Elementos

antropológicos para el estudio del

proceso salud-enfermedad en la

sociedad mexicana

4.1 Características culturales de la nación mexicana

4.2 Cambio y globalización con el proceso salud-

enfermedad

4.3 Ideología en torno al proceso salud-enfermedad

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Introducción

El estudio de la antropología como disciplina ha respondido a diversas necesidades y

percepciones, de hecho la dinámica y los cambios en el surgir de nuevas ideas,

conceptos y conocimientos dentro de lo que es la ciencia, nos ha llevado a no singularizar

o apartar situaciones, acontecimientos o factores al momento de realizar el estudio del

hombre. Reconocer los elementos sociales para comprender el proceso de salud

enfermedad como un proceso histórico, social y culturalmente determinado. No significa

plantear que cada disciplina abandone su propio objeto de estudio; si no que admita las

aportaciones de las otras disciplinas para enriquecer el conocimiento de su propio objeto

y de igual forma brinde aportaciones para la mejor comprensión de los fenómenos

estudiados por ellas. La comprensión histórica de la conducta de las personas se

considera la meta final de la realización del ser humano, caracterizada por multiplicidad

de formas y expresiones cuya riqueza es la afirmación del crecimiento, de su

transformación a través del tiempo, donde todos los tiempos (pasado, presente y futuro)

y formas tienen validez por su participación en la acción creadora de su propio proyecto,

que él mismo hace, por todo lo cual su futuro se puede prever, ya que contempla su

propia creación o realización (total o en parte) de sus proyectos por medio de su actividad

creadora específica: el trabajo.

La riqueza natural del país, su pluralidad y valores, por lo tanto, proporcionan

características muy propias a “lo mexicano”. En la mayoría de pueblos se respetan los

usos y costumbres de sus antepasados; sin embargo, más del 85% de la población

mexicana vive en grandes ciudades, como la de México, Guadalajara y Monterrey, y se

han adaptado a los cambios que ha traído consigo la modernidad.

La globalización es un fenómeno complejo en el cual intervienen múltiples factores y se

presenta en diversas dimensiones tales como la económica, la cultural, la ecológica, la

política y de las tecnologías de la sociedad de la información. Ello, implica cambios

profundos dentro de las instituciones de los Estados y por ello, para algunos autores el

fenómeno de la globalización involucra vivir en una continua sociedad del riesgo y la

desestructuración de los sistemas tradicionales creados por la modernidad en los países

occidentales.

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Desarrollo

Características culturales de la nación mexicana.

El tequila, el mariachi y los tacos son reconocidos internacionalmente como símbolos de

la cultura mexicana. Y es que el mexicano es alegre y amante de la fiesta por naturaleza.

Como buen latinoamericano siente gran pasión por la música y el baile, por la comida y

por la bebida. Pero describir la cultura actual mexicana no es tan sencillo, pues es una

cultura muy rica en tradiciones y en contrastes, fruto tanto de la historia, como de la

modernización. El calendario en México contiene numerosas fiestas nacionales,

regionales y locales que se festejan en grande por cada comunidad y que reflejan la gran

espiritualidad que sus habitantes tienen como resultado de la mezcla de las creencias

pre-hispánicas de sus antecesores y de la evangelización católica impuesta por los

conquistadores españoles. La familia mexicana es la base de la sociedad mexicana. En

ella se representa claramente la psicología del macho mexicano, el varón que venera a

su madre y cuida del honor de sus hermanas, sin embargo, cuando se trata de mujeres

fuera de la familia no se les tiene el mismo respeto. Esto continua siendo una realidad

para millones de familias mexicanas, particularmente para aquellas de bajo estrato social

o con un nivel menor de educación. Sin embargo, la sociedad mexicana ha recorrido un

largo camino y hoy cuenta entre sus habitantes a millones de mujeres y hombres con

títulos universitarios y costumbres modernas que están dando forma a una nueva

configuración social, particularmente en las grandes ciudades del país.

A pesar de todo, la modernización no ha logrado cambiar los fuertes lazos familiares que

distinguen a los mexicanos; así, las nuevas generaciones viajan por el mundo, obtienen

empleo en el extranjero, asimilan nuevas filosofías y formas de vida pero cada Navidad

o vacaciones de verano regresan a visitar a sus abuelos, padres e hijos, para compartir

con ellos que son parte fundamental de sus vidas.

Pero las fiestas y las reuniones familiares no serían tan populares sin buena comida o

buena bebida, y es por esto que la cocina mexicana, de reconocimiento internacional,

posee una vasta gama de ingredientes y colores que conquistan hasta el más estricto

paladar. Y para acompañar un exquisito tequila o una buena cerveza mexicana

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La cultura en México es muy rica, pues mezcla elementos de diversos periodos, desde

aspectos prehispánicos y del periodo colonial, hasta modernos. La riqueza cultural se

nutre, además, gracias a los alrededor de 52 pueblos indígenas, sucesores de las

sociedades prehispánicas, que hablan diferentes lenguas, de las cuales el náhuatl es la

que cuenta con un mayor número de hablantes y cuya población se concentra en el

Distrito Federal, Guerrero, Hidalgo, Morelos, San Luis Potosí, Estado de México, Puebla

y Veracruz. El 17.1 de la población indígena total del país vive en las principales

ciudades: Monterrey, Cancún y Guadalajara.

“La premisa de que el hombre es el mismo en todas partes, a pesar de las diferencias en

sus manifestaciones culturales, para Marx, la naturaleza del hombre era un potencial

dado, un conjunto de condiciones […] como tal no puede modificarse. Sin embargo el

hombre “si cambia” en el transcurso de la historia y se transforma a lo largo de su historia

[…] La totalidad de lo que se denomina historia universal no es otra cosa que la creación

del hombre por medio del trabajo humano […] Dejamos así sentado que es posible hablar

de una naturaleza humana lo suficientemente homogénea para advertir que las

diferencias caracterológicas entre los grupos primarios, secundarios o nacionales, son

causadas por condiciones históricas, ecológicas y culturales”

-----Raúl Béjar Navarro. “El mexicano: aspectos culturales y psicosociales”

En el ámbito de la salud y de la enfermedad la antropología social ha descrito y resaltado

los tipos, formas y estilos de vida incluyendo la muerte, pero con escasa o ninguna

referencia a la mortalidad.

“Salud es cuando uno está contento, tranquilo, con respecto a los demás, come bien,

regresa a su casa y platica con la familia, no siente dolores. Está sano por que se porta

bien en la tierra, entonces sus ancestros y Dios cuidan su espíritu. Según el

comportamiento de cada persona lo recompensan en el cuerpo y en el espíritu. Se

entiende que hay enfermedad cuando no hay fuerzas, para trabajar, ni para comer, ni

para platicar: hay dolores, ya no están tranquilos, la persona quiere dormir y estar en la

sombra.”

Para la antropología social y la etnología latinoamericanas el campo quedo reducido a la

descripción de algunas enfermedades y terapias tradicionales, pero salvo excepciones

no se describieron ni analizaron las enfermedades por las cuales se moría la población

estudiada. Su explicación puede ser reducida y referida a que el saber antropológico se

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constituyó, en cuanto a autoimagen profesional y ciertos aspectos teóricos descriptivos

más que aplicativos y de ser aplicativa su dimensión fue fundamentada en el uso de la

acción política.

Como una de las causales que limitaron el campo de interés sobre la salud, enfermedad

y la atención medica esta también el hecho dominante de la antropología cultural

norteamericana que influyo en el desarrollo de la antropología mexicana conduciéndola

a construir una interpretación altamente consistente del sujeto social.

Cambio y globalización: su relación con el proceso salud-enfermedad

Hace algunas décadas se tenía la certeza que al año 2000, la medicina y la ciencia iban

a erradicar las enfermedades infecciosas. La realidad ha sido otra: la emergencia y la

reemergencia de enfermedades infecciosas, demuestran lo contrario. Los

microorganismos se han globalizado y modernizado y adaptado, como consecuencia de

la intervención humana sobre el medio ambiente y la utilización indiscriminada de

antibióticos. También se tenía además la certeza que la extensión de salud pública y de

los servicios curativos era la respuesta a las necesidades de salud de la población. Sin

embargo, la crisis fiscal del estado benefactor hacen cada vez más difícil, la capacidad

de respuesta del sistema público a los requerimientos en atención de salud. Por otro lado

los costos exorbitantes de la medicina moderna no logran resolver el 90 % de los

problemas de salud y el modelo privado ha llevado a una fuerte privatización y a una

concepción cada vez más mercantil de los servicios de salud. Las bases ideológicas y

político-económicas de este modelo son el retiro parcial del Estado, la formación de un

mercado para el sector privado y el crecimiento de las estructuras para la autonomía y

rentabilidad del sector privado en el área de la salud. La globalización de la salud se

encuentra frente a un doble y recurrente debate y dilema: el primero es de naturaleza

económica y de gestión, con relación a la organización de los servicios médicos y de

salud; el segundo es de orden epistemológico, conceptual y de principios que orientan

las políticas de salud. La salud no puede mantenerse invulnerable frente a los cambios

y debe adaptarse, con originalidad a la nueva realidad global. Globalizar la salud en torno

a políticas alternativas al modelo dominante requiere ir más allá de un revisionismo del

estado benefactor o a una reingeniería de los servicios curativos y preventivos, para

democratizarlos y garantizar equidad. Los desafíos se encuentran más bien en la

capacidad de promover cambios paradigmáticos que logren implementar políticas en

torno a una reconceptualización de la salud, como parte integrante del desarrollo

económico y social, transformándola en un indicador valórico y ético de la modernidad.

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“Mientras la globalización aumenta el riesgo de que las enfermedades infecciosas viajen

desde el Sur hacia el Norte, ésta también ha incrementado el peligro de que factores de

riesgo mayores para enfermedades no transmisibles se desplacen del Norte hacia el Sur”.

Eeva Ollila, 2005.

Nos planteamos, cómo algunos aspectos de la globalización en el proceso salud-

enfermedad y sus efectos locales son mal interpretados por su falta clara de llegar dicho

proceso a mejorar la calidad de vida en los países en vías de desarrollo en la sociedad

del riesgo, que implica dar respuestas coherentes con los sistemas y las instituciones

encargadas de velar por la salud pública. Porque en muchos sentidos la pobreza se debe,

no al proceso de globalización, como indican algunos, sino que viene en su gran mayoría

de la mala calidad de los políticos y de las graves crisis económicas que de ellos se

desprenden, afectando claramente la seguridad pública en general, lo que a su vez, y

como consecuencia afecta la salud pública por los escasos recursos para invertir en ella.

Como objetivo principal se hace referencia al término globalización y algunas de sus

repercusiones para el proceso salud enfermedad, desde una postura multidisciplinaria.

En tal sentido, lo primero que tomamos en cuenta es que la globalización es un fenómeno

complejo en el cual intervienen múltiples factores y se presenta en diversas dimensiones

tales como la económica, la cultural, la ecológica, la política y de las tecnologías de la

sociedad de la información. Ello, implica cambios profundos dentro de las instituciones

de los Estados y por ello, para algunos autores el fenómeno de la globalización involucra

vivir en una continua sociedad del riesgo y la desestructuración de los sistemas

tradicionales creados por la modernidad en los países occidentales.

El paradigma económico de la globalización puede presentar dos facetas con respecto

a la salud, uno positivo y otro negativo. Las fuerzas del mercado global actuarían de

manera eficiente cuando existen “mercados nacionales competitivos y no excluyentes e

instituciones de reglamentación consolidadas, la concentración de activos es moderada,

el acceso a los servicios de salud pública está generalizado, existen mecanismos de

control social y las normas de acceso a los mercados globales no son discriminatorias”

Destacamos que muchos análisis sobre la globalización son satanizados por su falta

clara de llegar dicho proceso a los países en vías de desarrollo en la sociedad del riesgo,

que implica dar respuestas cónsonas con los sistemas y las instituciones encargadas de

velar por la salud pública.

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Porque en muchos sentidos la pobreza se debe, no al proceso de globalización, como

indican algunos, sino que viene en su gran mayoría de la mala calidad de los políticos y

de las graves crisis económicas que de ellos se desprenden, afectando claramente la

seguridad pública en general, lo que a su vez, y como consecuencia afecta la salud

pública por los escasos recursos para invertir en ella. Es evidente que el problema de

estudiar la relación existente entre globalización y salud es un asunto complejo,

particularmente en el campo académico, pues aun cuando “la literatura sobre la

importancia de la globalización para la salud es cada vez más abundante, no se ha

alcanzado un consenso ni sobre las vías y los mecanismos por los que la globalización

afecta a la salud de las poblaciones ni sobre las respuestas de política apropiadas”

En torno al debate académico también encontramos posturas un tanto pesimistas con

respecto a los efectos de la globalización económica sobre la vida en general y

particularmente en lo que respecta al impacto en la salud. Las principales estrategias de

la globalización, tales como privatización indiscriminada, agricultura exportable, rápido

crecimiento económico, desregulación (tanto del intercambio comercial como del trabajo)

y la gradual disminución de la vigencia de los Estados en los asuntos económicos de las

naciones, han incidido negativamente en todos los factores determinantes en las

condiciones de salud: presupuestos, programas de desarrollo, nutrición, y situación

sanitaria, entre otros. Esta cruda realidad se evidencia en los indicadores de salud más

importantes, además de la angustiosa situación de pobreza en las que aquellas están

enmarcadas.

Ideología en torno al proceso salud enfermedad

El poder sobre la vida y la muerte ha estado vinculado a los dioses, porque ellos son

entidades externas al mundo de las cosas, son ellos quienes pueden obrar sobre las

fuerzas que las animan. Pero los seres humanos han contado con embajadores quienes

tienen influencia con los dioses o, a la manera de Prometeo, han podido robarles sus

poderes. Los mediums o medicums, esos sacerdotes del cuerpo, poseen los secretos de

los dioses y en virtud de ese poder tienen acceso, casi sin límites, a nuestro cuerpo: nos

desnudan, nos tocan, abren nuestras entrañas, nos administran sus brebajes misteriosos

y, después de que hemos perdido esos 21 gramos que nos mantienen con vida, declaran

oficialmente que estamos muertos.

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Las relaciones de los individuos con la sociedad y de ellos entre sí encauzan a mirar los

procesos de salud-enfermedad, en el contexto de dichas interrelaciones, observando

cómo, de una u otra forma, las distintas interpretaciones que se dan sobre salud están

predeterminadas por concepciones teóricas implícitas de las relaciones sociales y de la

sociedad. La salud, como objeto de estudio, ha estado restringida al campo de la

medicina tradicional y, en los últimos tiempos, este estudio ha recibido la exploración y

el aporte de otras áreas del saber como la psicología, la antropología, la sociología y la

economía. La investigación biológica tradicional en este campo, apoyada en la

metodología estadística (la cual reduce el estudio de los problemas de salud a una

exploración clínica donde se privilegian los signos y síntomas de la enfermedad), está

entrelazada, en los tiempos recientes, por el carácter dado a las relaciones sociales que

intervienen en las causales de los problemas de salud, a una interpretación en la cual los

factores causales explicativos de la conducta son separados, dando así una visión

mecanicista unicasual. Esta interpretación es extensiva a quienes sostienen que también

lo social, lo psicológico, lo cultural pueden tener factores interpretativos determinantes.

En ese tránsito entre el nacimiento y el último suspiro, la enfermedad es una premonición

del fin y la salud nos aproxima a la eternidad, es por ello que la salud es y ha sido la gran

persecución de la humanidad, porque evita o retarda la fatalidad de la muerte, por

extensión o metáfora, la salud transita desde lo individual hasta lo social y lo cósmico.

Ahora bien, la salud como proceso vital del hombre no ha sido ajena a los cambios

epistemológicos por los cuales ha atravesado la ciencia, lo que ha hecho que el concepto

haya evolucionado o involucionado dependiendo de los paradigmas en los que en

ocasiones nos ubicamos. De dicha evolución epistemológica me ocuparé en este trabajo

y para ello analizaré los cambios del término “salud” desde “la concepción tradicional”

hasta la “concepción posmoderna”.

Partiendo de la consideración de que la personalidad es una construcción social, es decir,

la persona es un ser social, también se podría considerar que "es cierto que los hombres

nacen solos y mueren solos", pero el antes y el después de estos dos extremos de las

manifestaciones de la vida y su intervalo son eminentemente sociales; es más, las formas

de producirse ese nacimiento y esa muerte están determinadas por el carácter que

tengan las relaciones sociales donde el individuo desarrolla su existencia.

Desde los albores de la humanidad, el ser humano ha hecho esfuerzos de diversa

naturaleza por mantener su salud, y desde la antigüedad se ha considerado que existen

personas con capacidades para restablecerla, para quienes la mayoría de las

explicaciones acerca de la salud y la enfermedad, se fundamentaban en la existencia de

dioses que curaban y en las virtudes mágicas de encantamientos y hechizos.

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En las culturas primitivas, el brujo era curandero por dos virtudes: por su conocimiento

de plantas y preparación de brebajes y por su cercanía con los dioses. Las plantas de

donde se extraían las infusiones y los bebedizos eran albergue de los espíritus de los

dioses, que debían ser invocados mediante ceremonias y rituales. En la edad moderna,

con el auge de la ciencia, se desarrolló de forma significativa la ciencia anatómica y se

produjeron grandes avances en el descubrimiento de principios anatomofisiológicos, y

químicos, entre otros, vinculados a las alteraciones de la salud. En este mismo período

parece abandonarse la creencia de que en dichas alteraciones hay una relación causal

con el castigo de los dioses, los malos espíritus y los demonios. En suma, se puede decir

que, en la edad moderna hay un privilegiado interés natural por el cuerpo humano.

En los años noventa, se inicia el estudio de la salud desde las representaciones sociales

que tienen los individuos y la sociedad en general. Herzlich, citada por Viveros, M. 1993,

señala cómo los individuos se expresan a propósito de la salud y la enfermedad en un

lenguaje elaborado a partir de la relación que establecen con la sociedad.

Es así como en la actualidad se abre paso a un análisis de la salud y la enfermedad, no

como entidades cuya definición es evidente, sino como el resultado de procesos sociales,

elaboraciones intelectuales y continuos intercambios de la colectividad. Ahora bien, pese

a los continuos cambios en la concepción de la salud y la enfermedad, en la práctica,

parece seguir predominando, con cierto grado de generalidad, el modelo biomédico. Este

modelo, sin embargo, ha entrado en crisis, a partir de la crítica de su deshumanización y

su racionalidad exclusivamente técnico-instrumental. En todo caso, sigue predominando

un concepto perteneciente a la racionalidad científica que concede mayor relevancia a

los factores biológicos y que se interesa más por la enfermedad y la rehabilitación. Esta

racionalidad asume que, tanto la salud como la enfermedad intervienen en la realidad

objetiva del cuerpo, mientras se da la espalda a las mediaciones culturales y sociales

que acompañan al sufrimiento humano. Sin embargo, la ciencia médica no consiste en

especular sobre estos conceptos vulgares para obtener un concepto general de la

enfermedad, sino que su propia tarea consiste en determinar, cuáles son los fenómenos

vitales a propósito de los cuales los hombres se declaran enfermos, cuáles son sus

orígenes, sus leyes de evolución y las acciones que los modifican. El concepto general

de “valor” se ha especificado en una multitud de conceptos de existencia. Pero, a pesar

de la aparente desesperación del juicio del valor en esos conceptos empíricos, el medico

sigue hablando de enfermedades, porque la actividad médica por el interrogatorio clínico

y por su terapéutica está relacionada con el enfermo y con sus juicios de valor.

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Es evidente como los médicos siguen siendo las personas que menos investigan el

sentido de las palabras “salud” y “enfermedad”, dado que sólo importan los fenómenos

vitales y no las ideas del medio ambiente social, de allí que la enfermedad sea vista como

un valor virtual cargado de todos los valores negativos posibles.

Desde la semiología se abre un horizonte que permite un acercamiento a las creencias

y prácticas en salud, en diferentes contextos históricosculturales que hacen posible la

comprensión de sus contenidos ideológicos en relación con otras praxis sociales y

visiones culturales. En este momento, nos encontramos ante un cambio paulatino, donde

los conceptos de “salud” y “enfermedad” pueden tomar un giro mediante la construcción

de nuevas posiciones desde el lenguaje de las sociedades, pues se concibe el lenguaje

como el centro del proceso de conocer, actuar y vivir. No obstante, no se puede hablar

en cualquier época de cualquier cosa, pues no es fácil decir algo nuevo: no basta con

abrir los ojos, con prestar atención, o con adquirir conciencia.

Lo que se busca no es manejar los discursos como conjuntos de elementos significantes

que remiten a contenidos o a representaciones, sino como prácticas que forman

sistemáticamente los objetos de los cuales hablan. Es indudable que los discursos están

formados por signos, pero realmente lo que ocurre es el uso del signo que se ve superado

con la carga de significaciones que cada uno le atribuye, y hace que se vuelva difícil ser

analizado sólo desde la palabra, y en ese sentido, pone un reto a las ciencias sociales y

médicas, pues es importante descifrar la carga de significaciones que las personas le

añaden para poder comprender los conceptos de “salud” y “enfermedad”.

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Conclusiones

En México no hemos acabado de resolver los viejos problemas de la cultura y el patrimonio y

ahora tenemos que acelerar el paso con nuevos conceptos, nuevas estrategias y nuevos bríos.

Para ello contamos con la riqueza del patrimonio, la habilidad de las manos, la imaginación y la

sociabilidad de los mexicanos. Hoy las obras de los mexicanos marcan los senderos culturales

de todo el mundo, como lo hicieron a lo largo del siglo XX. Nuestro reto es defender estos talentos

y exigir esa libertad de pensamiento y de creación que es nuestro principal patrimonio cultural.

Los cambios en las sociedades actuales, y en especial en nuestra América Latina, son profundos

y desbordantes para las ciencias y los procesos de vida. Ello nos remite a repensar muchas

categorías de análisis para buscar explicaciones más cónsonas con las nuevas realidades de

entrada en el siglo XXI. Así, se hace perentorio comprender la desestructuración de los sistemas

de salud pública por efectos del mercado, de la mano de la globalización económica bajo el

neoliberalismo. Ya es posible observar sus primeros efectos dando como resultado el

desdibujamiento en los patrones conductuales e institucionales del pasado, a formas que

podríamos llamar de la sociedad del riesgo por las desregulaciones legales, cambios en las

relaciones laborales, como el fenómeno de la economía informal, el subempleo, los altos índices

de violencia, y por supuesto, la deslegitimación del Estado-Nación. De estos fenómenos que se

registran, se implican las dinámicas contradictorias de la sociedad del riesgo global, como tesis

fundamental para entender el mundo contemporáneo; tanto en sociedades occidentales, como

no occidentales. En fin, analizar en proceso salud-enfermedad en la sociedad del riesgo global

implica tener una visión de la reorganización política bajo una óptica interpretativa de la

incertidumbre, para enfrentar con más claridad el declive de las políticas públicas sanitarias

dentro de los Estados entorno a la construcción de lo político y la política, dentro de las

democratizaciones y crisis institucionales vigentes en el proceso de globalidad política y

globalización económica reinante.

Esta nueva visión del fenómeno salud-enfermedad está insertada en la perspectiva de

una acción, de un movimiento, de un cambio; es decir, son dos aspectos en un mismo

universo que está dotado de cualidades especiales, como es la personalidad, y esto le

confiere al ser humano un grado superior de desarrollo dentro del cual, simultáneamente,

las dos instancias (salud-enfermedad) hacen presencia en la misma temporalidad y en

el mismo espacio. En esta concepción conviene definir cuál suceso es el dominante no

como fragmento, sino dentro de la totalidad del sujeto articulado a sus vivencias

existendales, a sus condiciones de vida, dentro de lo que se ha denominado el proceso

de producción económica y su entorno social, porque allí se da el devenir de su totalidad,

y allí también vive tanto su salud como su enfermedad, y en este universo contradictorio

del proceso salud-enfermedad el ser humano busca el sentido de su existencia y el de

su futuro.

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Bibliografía

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Editor UNAM, 2007 “Globalización y desigualdades en salud” Autor: Barona, Joseph. (2000). Sobre la

pretendida crisis del Estado de Bienestar. Política y Sociedad, 35, pp. 31-44,

Madrid.

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“http://www.explorandomexico.com.mx/about-mexico/5/”

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2003, vol.29, n.3, pp. 236-245.

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“Representaciones de la enfermedad estudios psicosociales y antropológicos”

M.León, D.Páez y B.Díaz