El Yacimiento de Santiago Chazumba (Oaxaca, México): Fauna pleistocena y sus posibles implicaciones...

249
Universitat Rovira i Virgili (Departament d'Història i Història de l'Art) Màster en Arqueologia del Quaternari i Evolució Humana International Master in QUATERNARY AND PREHISTORY Tesis de Master: El yacimiento de Santiago Chazumba (Oaxaca, México): Fauna pleistocena y sus posibles implicaciones en el estudio del hombre temprano en América. Itzel Natgely Eudave Eusebio Directores: Ramón Viñas Vallverdú (IPHES) Joaquín Arroyo Cabrales (INAH) Curso académico 2011/2012

Transcript of El Yacimiento de Santiago Chazumba (Oaxaca, México): Fauna pleistocena y sus posibles implicaciones...

Universitat Rovira i Virgili

(Departament d'Història i Història de l'Art) Màster en Arqueologia del Quaternari i Evolució Humana

International Master in

QUATERNARY AND PREHISTORY

Tesis de Master:

El yacimiento de Santiago Chazumba (Oaxaca, México): Fauna pleistocena y sus posibles

implicaciones en el estudio del hombre temprano en América.

Itzel Natgely Eudave Eusebio

Directores: Ramón Viñas Vallverdú (IPHES) Joaquín Arroyo Cabrales (INAH)

Curso académico 2011/2012

Página 1

Abstract

This study is the beginning of a more ambitious research project, so it only

presents the first results on a series of bone material analysis, in order to prove

or refute the possible relationship between the bones of Pleistocene megafauna

and anthropic activity at the site of “La Barranca del Muerto” in Santiago

Chazumba, Oaxaca, Mexico.

This site has been studied since 2007, when the authorities at the

National Institute of Anthropology and History (INAH) was notified the presence

of mammoth bones in one of the ravines which drain the river Manzano. Up to

date there have been three excavation campaigns with a staff team of INAH,

UNAM and IPHES and researchers directed by Joaquin Arroyo Cabrales

(INAH) and Ramon Viñas Vallverdú (IPHES), as part of the Project “Biodiversity

and the quaternary hunter-gatherer societies in Mexico”.

The site is extensive and occupies a large part of the ravine; therefore

the research has just been initiated. Among the most notable findings there are

bones of edentate and gomphothere showing some linear marks. These, along

with the lythic industry recovered in stratigraphy and which is in correlation with

the fauna, made us think, from the beginning, that there could exist a

relationship between early man and Fauna for the late Pleistocene-Holocene in

the Low Mixteca of Oaxaca. The goal of the research is to observe this

relationship using the analysis of linear markings, and determine if these were

the result of butchering or if they correspond to taphonomic processes.

Based upon the results of the study, the presence of some anthropic

marks on certain bones, confirm the relationship between human activities and

the megafauna.

Página 2

Agradecimientos

Este es el resultado de un trabajo de investigación el cual no habría sido

posible sin el apoyo de mi familia, amigos y profesores, los cuales me han

apoyado en todo momento en todas las decisiones importantes en mi vida.

A las instituciones que me permitieron realizar esta investigación, por la

oportunidad de participar en el programa de becas del Erasmus Mundus.

En primer lugar quiero agradecer a mi familia, mi mamá Atzin, por su apoyo

incondicional a lo largo de mi vida, a mis hermanos Itzá y Atonitiuh por su amor,

y por alentarme a realizar mis sueños, a Santiago (q.p.d) por estar siempre

presente y por todo su cariño.

Un agradecimiento especial para mis directores de tesis, Ramón Viñas y

Joaquín Arroyo, por creer en mí, apoyarme, por sus enseñanzas, comentarios,

y por estar al pendiente de este trabajo desde un principio.

A Ursula Thun, por su ayuda en el análisis microscópico de las replicas, la

identificación de las marcas, por permitirme trabajar con ella en el laboratorio y

por sus enseñanzas y comentarios.

A Carlos Lorenzo, por el apoyo brindado durante todo el proceso de inscripción,

y durante mi estancia en Tarragona.

A Marta Arzarello, por el apoyo brindado durante mi estancia en Ferrara.

Al señor Aurelio e Iván, por su ayuda en la identificación taxonómica del

material. A Alejandro López, Albert y Oscar por su ayuda en la realización de

las fotografías.

Página 3

A Xosé Pedro Rodríguez por los estudios de la lítica (URV-IPHES), a Francesc

Burjachs por los estudios de polen (ICREA-IPHES) y a Policarp Hortola (URV-

IPHES) por los estudios de ADN, a Mercè Moncusí (Servei de Recursos

Cientifics y Tecnics-URV) por su ayuda en el equipo de microscopia

electrónica.

A Felipe Bate, Alejandro Terrazas, Guillermo Acosta y Gilberto Pérez, mis

maestros de la vida arqueológica, muchas gracias por sus enseñanzas y

comentarios valiosos, así como por creer en mí y apoyarme en los momentos

más difíciles de mi vida académica.

A mis amigos que en todo momento me han apoyado y han estado a mi lado,

Elisa Aguilar, Patricia Pérez, Martha Benavente, Vicente Chacón, Will Alcaraz,

Rodrigo Jiménez, Luis Mauricio Licona, Ximena Ulloa, Ramón López, David,

Lucia Sánchez, Yazmín López, Roberto Navarro.

A María Fernanda, Bea, Irene, Leti, David, por compartir conmigo esta etapa,

acompañarme en las buenas y en las malas, su ayuda, las tardes de café,

cigarrito, cervecitas, y sus consejos me hicieron más ameno este viaje.

A Hans, mi compañero de vida, por su amor, por soportar mis ataques de

histeria en los momentos cruciales de la elaboración de este trabajo, por

caminar a mi lado en la vida. Ich liebe Dich.

Página 4

Índice

Abstract .............................................................................................................. 1

Agradecimientos ................................................................................................. 2

Lista de Figuras .................................................................................................. 8

Lista de Tablas ................................................................................................. 16

Introducción ...................................................................................................... 17

I. La arqueología social iberoamericana ....................................................... 19

II Objetivos de la investigación ..................................................................... 22

III Hipótesis y propuesta de investigación ..................................................... 23

Capítulo I El Pleistoceno superior final ............................................................. 25

1.1 El Pleistoceno superior final en México. ................................................. 26

1.1.1 El Paleoambiente ................................................................................. 26

1.1.2 La fauna Rancholabreana .................................................................... 27

1.1.3 El poblamiento de América .................................................................. 29

1.1.4 Revisión de las diferentes propuestas. ................................................ 29

1.1.5 Coexistencia de Megafauna y primeros pobladores de México ........... 34

1.2 Las sociedades cazadoras recolectoras del Pleistoceno superior final-

Holoceno Temprano. .................................................................................... 37

1.2.1 Cazadores asociados a puntas acanaladas ........................................ 39

1.2.2 Cazadores de tecnología expeditiva .................................................... 40

1.3 Paleontología del Pleistoceno superior final en México .......................... 42

1.4 Antecedentes de estudios de restos óseos en sociedades cazadoras

recolectoras .................................................................................................. 46

Capítulo II El yacimiento de la Barranca del Muerto ......................................... 49

2.1 Geografía del Estado de Oaxaca ............................................................ 49

2.1.1 Medio físico del área de estudio .......................................................... 51

2.2 La Barranca del Muerto .......................................................................... 56

Página 5

2.2.1 Ubicación ............................................................................................. 56

2.2.2 Descripción del yacimiento .................................................................. 57

2.3 Periodización arqueo-paleontológica de la región .................................. 59

2.3.1 Antecedentes ....................................................................................... 59

2.4 Estudios arqueo-paleontológicos en la región ........................................ 59

Capítulo III. Metodología .................................................................................. 66

3.1 Metodología del proyecto ........................................................................ 66

3.1.1 La excavación .................................................................................. 66

3.2 Registro Arqueológico ............................................................................ 68

3.2.1 Industria lítica ...................................................................................... 69

3.2.1.1 Metodología de estudio del registro lítico .......................................... 69

3.2.2 Fauna ................................................................................................... 70

3.2.2.1 Antecedentes metodológicos sobre el estudio de la fauna ........... 70

3.2.2.2 Metodología de análisis del material óseo ........................................ 76

3.2.3.3 Identificación taxonómica .................................................................. 76

3.2.2.4 Identificación tafonómica ................................................................. 90

3.2.2.5 Identificación de huellas antrópicas .................................................. 94

3.3 Antecedentes de estudios de marcas de corte ....................................... 95

3.3.1. Análisis microscópicos ........................................................................ 97

3.4 Preparación de las muestras (moldes y replicas) para el análisis

microscópico ................................................................................................. 98

Capítulo IV Resultados ................................................................................... 103

4.1.1 La estratigrafía ................................................................................... 103

4.1.2 Análisis de las marcas lineales de los huesos ................................... 108

4.1.2.1 Elemento 40 .................................................................................... 110

4.1.2.2 Elemento 42 .................................................................................... 115

4.1.2.3 Elemento 45 .................................................................................... 130

Página 6

4.1.2.4 Elemento 55 .................................................................................... 137

4.1.2.5 Elemento 58 .................................................................................... 142

4.1.2.6 Elemento 61 .................................................................................... 146

4.1.2.7 Elemento 63 .................................................................................... 153

4.1.2.8 Elemento B3 ................................................................................... 162

4.2 Análisis del material lítico ...................................................................... 165

4.2.1 Lítica recuperada en estratigrafía ...................................................... 165

4.3 Informe del análisis palinológico ........................................................... 169

4.3.1 Resultados ......................................................................................... 169

4.4 Estudio de la posible presencia de restos de ADN en una vértebra de

mamut ......................................................................................................... 171

4.4.1 Estudio de la muestra ........................................................................ 171

4.4.2 Resultado ........................................................................................... 172

4.5 Distribución espacial de los materiales ................................................. 173

Capítulo V Discusión y Conclusiones ............................................................. 178

5.1 Discusión .............................................................................................. 178

5.1.1 Problemática arqueológica ................................................................ 178

5.2 Conclusiones ........................................................................................ 183

5.3 Comentarios finales .............................................................................. 184

Bibliografía ..................................................................................................... 186

Anexo 1 .......................................................................................................... 215

Listado de Material óseo recuperado en estratigrafía ................................. 215

Anexo 2 .......................................................................................................... 220

Listado de Material óseo recuperado en estratigrafía ................................. 220

Anexo 3 .......................................................................................................... 226

Listado de Material óseo recuperado en estratigrafía ................................. 226

Anexo 4 .......................................................................................................... 242

Página 7

Análisis Material lítico de superficie ............................................................ 242

Página 8

Lista de Figuras

Figura 1. Megafauna de México hace 10, 000 años (Conabio, 2012) .............. 29

Figura 2. Modelo hipotético de “oleada migratoria” de la colonización de

América de norte a sur, y que es utilizada por los investigadores clovis-first

(modificado de Mossimann y Martin, 1075, en Dixon, 1999) ............................ 31

Figura 3. Modelo colonización por zonas macroambientales (modificado de

Dixon, 2001, en Acosta, 2008) ......................................................................... 33

Figura 4. Localización del estado de Oaxaca. ................................................. 50

Figura 5. Suelos de Oaxaca (INEGI, 2012). ..................................................... 53

Figura 6. Fauna de Santiago Chazumba. ......................................................... 54

Figura 7. Biznagas típicas de la región. ........................................................... 55

Figura 8. Flora típica del área........................................................................... 55

Figura 9. Ubicación del Yacimiento. ................................................................. 56

Figura 10. En su vertiente suroeste se observa la erosión que origina la cañada

del Muerto. El recuadro indica la zona de la excavación. ................................. 57

Figura 11. Vista de la cañada del Muerto, Santiago Chazumba, Oaxaca. La

flecha indica la ubicación del yacimiento. ......................................................... 58

Figura 12. Vista de la pared E con los niveles estratigráficos del depósito y

detalle de los restos óseos que aparecen en el corte, a cinco metros de altura

respecto el lecho del arroyo. ............................................................................ 58

Figura 13. Planta general de la Barranca del Muerto. ...................................... 63

Figura 14. Planta de excavación donde se observan las áreas excavadas en las

campañas 2007 y 2008. ................................................................................... 64

Figura 15. Planta de los cuadros A4 y B4, en donde se observa la erosión

producida por las aguas que destruyo el 50% de su área. ............................... 65

Figura 16. Planta de excavación, el área sombreada es el área excavada en la

campaña 2010. ................................................................................................. 68

Página 9

Figura 17. Modelo de historia tafonómica de un conjunto de fauna (Medlok

1975 en Lyman, 1994) ..................................................................................... 73

Figura 18. Cadena operativa de la fauna (Gilberto Pérez Roldan, 2005). ........ 75

Figura 19.- Elemento 40, costilla de gonfoterio (Fotografía: Alejandro López). 77

Figura 20. Elemento 42 (1) fragmento de escápula, con marcas lineales

claramente visibles. .......................................................................................... 78

Figura 21. Elemento 42 (2) fragmento de escápula. ........................................ 79

Figura 22. Elemento 45 (1) fragmento de costilla de gonfoterio (Fotografía:

Alejandro López) .............................................................................................. 80

Figura 23. Elemento 45 (2) fragmento de costilla de gonfoterio (Fotografía

Alejandro López) .............................................................................................. 81

Figura 24. Elemento 55, fragmento de costilla de edentado. ........................... 82

Figura 25. Elemento 58, costilla de edentado. ................................................. 83

Figura 26. Elemento 61 (1) fragmento de pelvis de gonfoterio. ........................ 84

Figura 27. Elemento 61 (2) fragmento de pelvis de gonfoterio. ........................ 85

Figura 28. Elemento 63 (1) fragmento proximal costilla de edentado. ............. 86

Figura 29. Elemento 63 (2), fragmento medial de costilla de edentado. .......... 87

Figura 30. Elemento 63 (3), fragmento distal de costilla de edentado. ............. 88

Figura 31. Elemento B3 fragmento proximal de costilla de edentado. ............. 89

Figura 32. Detalle del elemento 40 donde se observan marcas de raíces. ...... 92

Figura 33. Elemento 60, donde se puede apreciar intemperismo .................... 92

Figura 34. Detalle de posible marca de carnívoro. ........................................... 93

Figura 35. Elemento 60, donde se puede apreciar los residuos del consolidante

y adhesivo usados. ........................................................................................... 93

Figura 36. Preparación de la silicona dental (Fotografía: Alejandro López). .... 99

Figura 37. Aplicación de la Silicona (Fotografía: Alejandro López). ............... 100

Página 10

Figura 38. Los diferentes huesos antes de utilizar el dispensador de silicona

dental. ............................................................................................................ 101

Figura 39. Los restos óseos una vez que se les aplico la silicona con el

dispensador. ................................................................................................... 101

Figura 40. Niveles estratigráficos del depósito en la sección N-S entre los

cuadros E y F. ................................................................................................ 105

Figura 41. Perfil estratigráfico del corte A-B de los cuadros 3, 4 y 5. ............. 107

Figura 42. Perfil de la excavación del 2010. ................................................... 108

Figura 43. Elemento 40 (anterior). .................................................................. 110

Figura 44. Elemento 40 (posterior). ................................................................ 111

Figura 45.Dibujo del elemento 40, vista lateral y anterior, con los puntos de

donde se realizaron los moldes. ..................................................................... 112

Figura 46. Dibujo del elemento 40, vista lateral y posterior, con los puntos de

donde se realizaron los moldes. ..................................................................... 113

Figura 47. Detalle de una posible marca y su ubicación en el hueso. ............ 114

Figura 48.Detalles de diferentes marcas y su ubicación en el hueso. ............ 114

Figura 49. Imagen del elemento 42-1(anterior). ............................................. 115

Figura 50. Imagen del elemento 42-1 (posterior) ........................................... 115

Figura 51. Imagen del elemento 42-2 (anterior) ............................................. 116

Figura 52. Elemento 42-2 (posterior) .............................................................. 116

Figura 53. Dibujo del elemento 42-1 vista anterior, con las marcas naturales y

antrópicas y, la localización de los puntos donde se realizaron los moldes. .. 117

Figura 54. Dibujo del elemento 42-1 vista posterior, la localización de los puntos

donde se realizaron los moldes. ..................................................................... 118

Figura 55. Elemento 42-1, localización de la marca de corte y su vista al

microscopio óptico. ......................................................................................... 119

Página 11

Figura 56. Detalle de la marca de corte Vista al microscopio óptico (lado

izquierdo) y electrónico (lado derecho). ......................................................... 120

Figura 57. Detalle de una posible marca antrópica y su localización, vista al

microscopio (cara anterior del hueso). ........................................................... 121

Figura 58. Detalle de otras posibles marcas antrópicas vista al microscopio y su

ubicación en la parte anterior del elemento. ................................................... 122

Figura 59. Detalle de otra posible marca de corte vista al microscopio y su

ubicación (cara anterior del hueso). ............................................................... 123

Figura 60. Detalle de las diversas marcas vistas en el microscopio electrónico y

su ubicación (cara anterior del hueso). .......................................................... 124

Figura 61. Detalle de las marcas y su ubicación (cara posterior). .................. 125

Figura 62. Dibujo del elemento 42-2 caras anterior y posterior, la localización de

los puntos donde se realizaron los moldes. ................................................... 126

Figura 63. Detalle de marcas propias del hueso, y su ubicación, cara posterior

....................................................................................................................... 127

Figura 64. Detalle de la marca de carnívoro observada al microscopio, y su

localización (cara anterior). ............................................................................ 128

Figura 65. Elemento 45-1 (anterior). .............................................................. 130

Figura 66. Elemento 45-1 (posterior) .............................................................. 131

Figura 67. Elemento 45-2 (anterior). .............................................................. 131

Figura 68. Elemento 45-2 (posterior). ............................................................. 132

Figura 69. Dibujo elemento 45-1 vista anterior y posterior y, la localización de

los puntos donde se realizaron los moldes. ................................................... 133

Figura 70. Dibujo elemento 45-2, vista anterior y posterior, la localización de los

puntos donde se realizaron los moldes. ......................................................... 134

Figura 71. Detalle de la marca, vista posterior. .............................................. 135

Figura 72. Detalle de las marcas de raíces, vista anterior. ............................. 137

Figura 73. Elemento 55 (anterior). .................................................................. 137

Página 12

Figura 74. Elemento 55 (posterior). ................................................................ 138

Figura 75. Dibujo elemento 55, vista anterior y posterior, con las marcas

naturales del hueso y los puntos de donde se tomaron los moldes. .............. 139

Figura 76. Detalle de las marcas de trampling y su vista en el microscopio. . 140

Figura 77. Detalle de marcas de trampling vistas en el microscopio. ............. 140

Figura 78. Detalle de marcas de trampling vistas al microscopio. .................. 141

Figura 79. Elemento 58 (anterior) ................................................................... 142

Figura 80. Elemento 58 (posterior) ................................................................. 142

Figura 81. Dibujo del elemento 58, la localización de los puntos donde se

realizaron los moldes ..................................................................................... 143

Figura 82. Detalle de las marcas propias del hueso vistas al microscopio. .... 143

Figura 83. Detalle de marcas propias del hueso vistas al microscopio. ......... 144

Figura 84. Detalle de marcas naturales del hueso vistas al microscopio. ...... 145

Figura 85. Detalle de marcas propias del hueso vistas el microscopio. ......... 145

Figura 86. Elemento 61-1 (anterior) ............................................................... 146

Figura 87. Elemento 61-1 (posterior) .............................................................. 146

Figura 88. Elemento 61-2 (anterior). .............................................................. 147

Figura 89. Elemento 61-2 (posterior) .............................................................. 147

Figura 90. Dibujo elemento 61-1, la localización de los puntos donde se

realizaron los moldes (cara posterior). ........................................................... 148

Figura 91. Dibujo elemento 61-1, la localización de los puntos donde se

realizaron los moldes (cara anterior.) ............................................................. 148

Figura 92. Detalle de la marca de trampling (cara anterior). .......................... 149

Figura 93. Detalle de una marca de trampling sobre una marca propia del

hueso (cara anterior), ..................................................................................... 150

Figura 94. Dibujo elemento 61-2, la localización de los puntos donde se

realizaron los moldes (cara anterior y posterior). ........................................... 151

Página 13

Figura 95. Detalle de una marca propia del hueso vista al microscopio. ........ 151

Figura 96. Elemento 63-1 (anterior). .............................................................. 153

Figura 97. Elemento 63-1 (posterior). ............................................................. 153

Figura 98. Elemento 63-2 (anterior). .............................................................. 154

Figura 99. Elemento 63-2 (posterior). ............................................................. 154

Figura 100. Elemento 63-3 (anterior). ............................................................ 155

Figura 101. Elemento 63-3 (posterior). ........................................................... 155

Figura 102. Dibujo elemento 63-1, la localización de los puntos donde se

realizaron los moldes. .................................................................................... 156

Figura 103. Dibujo elemento 63-2, cara anterior y posterior, la localización de

los puntos donde se realizaron los moldes. ................................................... 157

Figura 104. Dibujo elemento 63-3, la localización de los puntos donde se

realizaron los moldes, vistas anterior y posterior. ........................................... 158

Figura 105. Detalles de la posible marca antrópica vista al microscopio,

elemento 63-1. ............................................................................................... 159

Figura 106. Detalle de marca de trampling vista al microscopio, elemento 63-2.

....................................................................................................................... 159

Figura 107. Detalle de dos marcas de trampling, vistas el microscopio,

elemento 63-2. ............................................................................................... 160

Figura 108. Detalle de marcas de trampling, vista el microscopio, elemento 63-

2. .................................................................................................................... 160

Figura 109. Detalle de marca de trampling, vista al microscopio, elemento 63-3.

....................................................................................................................... 161

Figura 110. Elemento B3 (anterior). ............................................................... 162

Figura 111. Elemento B3 (posterior). ............................................................. 162

Figura 112. Dibujo elemento B3, se indica la localización de donde se realizo el

molde (cara anterior y posterior). ................................................................... 163

Página 14

Figura 113. Detalle de la marca propia del hueso vista al microscopio. ......... 164

Figura 114. Lasca de cuarzo con retoque lateral derecho (cuadro B2, Z=218).

....................................................................................................................... 166

Figura 115. Lamina de sílex con retoque abrupto distal (cuadro B3, Z=bolsa

26). ................................................................................................................. 166

Figura 116. Lasca de cuarzo con retoque abrupto convergente (cuadro C3, Z=

145, bolsa 86). ................................................................................................ 167

Figura 117. Núcleo sobre lasca de sílex, probable fragmento de un núcleo de

mayor tamaño (cuadro A2, Z= 220,-230, bolsa 149). ..................................... 167

Figura 118. Hifa de hongo .............................................................................. 170

Figura 119. Izquierda: Aretemisa sp., derecha: Gloetrichia sp. ...................... 170

Figura 120. Izquierda: Espora trileta, centro: Polyporisporites, derecha:

«Protistas» ..................................................................................................... 171

Figura 121. Pelo de insecto. ........................................................................... 171

Figura 122. Proceso de extracción de la muestra procedente de una vértebra

de mamut, para el estudio de ADN, en el Laboratorio de Geología del INAH. 172

Figura 123. Amplificación de ADN de la muestra. .......................................... 173

Figura 124. Mapa de distribución de los principales elementos de la campaña

....................................................................................................................... 174

Figura 125. Mapa de distribución de los principales elementos de la campaña

2008. .............................................................................................................. 175

Figura 126. Mapa de distribución del material excavado de la campaña 2010.

....................................................................................................................... 176

Figura 127. Perfil estratigráfico del corte A-B de los cuadros 1 al 6, donde se ha

representado la totalidad de los distintos tipos de materiales recuperados en las

tres campañas. ............................................................................................... 177

Página 15

Figura 128. Cara superior de la pieza “Chazumba 019”. Se trata de una BN2GE

(núcleo sobre lasca), con extracciones de tendencia centrípeta a lo largo de

todo el perímetro del objeto. ........................................................................... 243

Figura 129. Cara posterior de la pieza “Chazumba 019”, que correspondería a

la antigua cara ventral de la lasca utilizada como núcleo. .............................. 244

Figura 130. Cara superior de la pieza “Chazumba sección”. Esta pieza es una

lasca retocada (BN2GC) en su zona lateral izquierda. ................................... 245

Figura 131. Cara superior de la pieza “Chazumba 023”. Lasca retocada

(BN2GC) en su zona lateral izquierda. Se trata de retoques cuyo objetivo es

disminuir el espesor del objeto. En la parte inferior de la imagen se observa el

talón multifacetado. ........................................................................................ 246

Figura 132. Cara superior de la pieza “Chazumba 020”. Se trata de una lasca

(BP) de caliza. ................................................................................................ 247

Página 16

Lista de Tablas

Tabla 1. Inventario del material lítico recuperado en contexto estratigráfico del

depósito de la Barranca del Muerto (campañas 2007-2008) .......................... 168

Tabla 2. Material recuperado en estratigrafía en la campaña 2008. .............. 217

Tabla 3. Continuación tabla, material óseo recuperado en estratigrafía campaña

2008 ............................................................................................................... 219

Tabla 4. Elementos recuperados en contexto estratigráfico Chazumba I ...... 225

Tabla 5. Elementos recuperados en el Fondo o cauce del arroyo Chazumba II

....................................................................................................................... 227

Tabla 6. Elementos recuperados en el Derrumbe Chazumba II ..................... 237

Tabla 7. Elementos recuperados en la Pared Chazumba II ........................... 241

Tabla 8. Primeros materiales líticos descubierto en superficie en el área de la

barranca del Muerto en Santiago Chazumba ................................................. 248

Página 17

Introducción

El presente estudio es el principio de un proyecto de investigación mucho más

ambicioso, por lo que solo se exponen los primeros resultados sobre una serie

de materiales óseos analizados, con el objetivo de demostrar o refutar la

posible relación existente, entre los huesos de megafauna pleistocena y alguna

actividad antrópica del yacimiento de la Barranca del Muerto en Santiago

Chazumba, Oaxaca, México.

Este yacimiento se ha venido estudiando desde el año 2007, cuando se

dio aviso a las autoridades del Instituto Nacional de Antropología e Historia

(INAH) de la presencia de huesos de mamut en una de las barrancas que

drenan al río Manzano.

Hasta el momento se han realizado tres campañas de excavación, con

un equipo integrado por personal del INAH, UNAM e IPHES y dirigido por los

investigadores Joaquín Arroyo Cabrales del INAH y Ramón Viñas Vallverdú del

IPHES, dentro del proyecto de Biodiversidad y Sociedades Cazadoras

Recolectoras del Cuaternario de México, los trabajos se iniciaron con la ayuda

económica de la Agencia Española de cooperación Internacional y Desarrollo

(AECID).

El yacimiento es muy extenso y ocupa una gran parte de la barranca, por

lo que apenas se ha iniciado la investigación. De los hallazgos más

sobresalientes podemos mencionar los restos óseos de gonfoterio y edentado

que presentan algunas marcas lineales, estos junto con la lítica que se registro

en correlación estratigráfica y que está en correlación con la fauna, nos hizo

pensar, desde el principio, que podría existir una relación hombre-fauna para el

Página 18

Pleistoceno superior final-Holoceno en la región de la mixteca baja de Oaxaca.

Con esta investigación lo que nos proponemos es observar esta relación, con

el análisis de las marcas lineales y definir si estas fueron producto de la

carnicería o corresponden a procesos tafonómicos.

En México y en el resto del mundo, se hace una diferencia entre lo que

estudia la arqueozoología (o zooarqueología) y la paleontología, es decir,

mientras que la paleontología es la ciencia que estudia e interpreta el pasado

de la vida sobre la tierra a través de los fósiles (cuyos objetivos principales son

la reconstrucción de los seres que vivieron en el pasado, su origen, sus

cambios en el tiempo, las relaciones entre ellos, su entorno, su distribución

espacial, sus migraciones, las extinciones, y los procesos de fosilización), la

arqueozoología, según Davis, (1989: 19-21) es la disciplina que se encarga del

estudio de los restos óseos de fauna hallados en los contextos arqueológicos,

entendidos estos como huesos, dientes, cornamentas y algunas veces tejidos

blandos o piel, en algunas ocasiones los restos se encuentran fragmentados o

modificados. Pero la zooarqueología no sólo se encarga de la identificación

taxonómica de los restos, sino también de estudiar las relaciones que existieron

entre hombre- fauna en una sociedad concreta.

La arqueozoología se apoya de disciplinas como la biología y la

paleontología, de la primera toma los aspectos básicos para identificar la

especie a la que pertenecieron los restos que se estén analizando; para lo cual

se debe contar con documentación y bibliografía especializada en osteología

animal, bibliografía que se refiera a la distribución geográfica de las especies y

una colección osteológica de referencia que ayude a comparar los materiales

óseos para su identificación (Polaco, 1981), mientras que de la segunda toma

otros aspectos determinados, como la tafonomía, la estimación del mínimo

número de individuos, la anatomía comparada y la osteometría, estas dos

últimas también utilizadas por la propia biología.

La Paleontología por su parte estudia los restos orgánicos fósiles

directos o indirectos de seres que vivieron en épocas pasadas, investigando las

Página 19

relaciones entre organismos pretéritos y presentes, el medio en el que se

desarrollaron, su evolución y extinción1.

Los restos óseos de fauna pleistocena para esta investigación, se

estudiaran desde un enfoque paleontológico; sin embargo la existencia de un

material lítico asociado y, por tanto, en relación estratigráfica en el yacimiento

lo encamina hacia un estudio arqueozoológico.

Para no entrar en problemas de tipo “definitorio” nuestra investigación se

centrará, principalmente, en un estudio tafonómico, ya que analizaremos las

modificaciones que han sufrido algunos restos óseos desde el momento de su

deposición. Estas modificaciones dejan sus huellas en los huesos y para su

estudio se pueden dividir en biológicas, físico-químicas y antropogénicas. Las

cuales describiremos en los siguientes capítulos.

I. La arqueología social iberoamericana

Todo proyecto de investigación debe contar con una posición teórica,

definiendo esta como el supuesto de conjuntos valorativos, ontológicos y

epistemológicos-metodológicos que orientan el trabajo de una unidad particular

y que le permiten producir investigaciones concretas (Bate, 1998). Al elegir una

posición teórica, se está eligiendo una postura la cual definirá el trabajo que se

está realizando y, debe de haber una coherencia entre la posición teórica

elegida y la investigación.

La arqueología social iberoamericana se plantea como una posición

teórica que pretende integrar, en general, los diferentes problemas y temas que

conciernen a la arqueología. Para alcanzar dicho objetivo, utiliza a la dialéctica

materialista para formular un campo de realidad más amplio que el de la

existencia de las sociedades humanas, desarrollando una versión propia del

1 Existe un acuerdo internacional en donde los estudios paleontológicos

se basan en todo aquello que existió antes de los últimos 10 ka.

Página 20

materialismo histórico a partir de la formalización de sus categorías básicas y la

introducción de conceptos nuevos, a través de la categoría general de sociedad

concreta, así como de una propuesta general de periodización histórica (Bate y

Terrazas, 2006).

Para la arqueología social, la arqueología no es una rama de la

antropología y tampoco es una ciencia auxiliar de la historia, es una disciplina

de la ciencia social a través de la cual nos podemos acercar a la totalidad

concreta o social. Para ello, nos sirve el registro arqueológico, que por medio

de sistemas de mediaciones inferenciales, nos ayudará a obtener los

conocimientos que permitan la explicación científica de la historia concreta

(Bate, 1998).

La arqueología social iberoamericana trata no solo de conocer o

entender la realidad, sino más bien de transformarla. En palabras de Manuel

Gándara:

“En el caso de la realidad social, se parte de que, en la

situación actual se presentan fenómenos de asimetría y

explotación que no solo producen calidades de vida diferentes

a miembros de segmentos de clases distintas sino que, en el

proceso atentan contra el propio ámbito natural de la actividad

humana, como consecuencia de la lógica de explotación del

capitalismo. Precisamente es la conciencia de la necesidad de

transformar la situación de injusticia -y añadiríamos de suicidio

ecológico- la que motivo buena parte de las reflexiones

originales de la arqueología social sus protagonistas buscaban

hacer congruente su práctica política con su quehacer

profesional” (Gándara, 1993: 12-13).

Esta teoría parte del supuesto de que explicando la historia se puede

entender al presente y modificar el futuro. Esto es, aprendiendo del pasado

llegar a lograr un mejor futuro. Así, si las sociedades cazadoras recolectoras

aprovechaban lo que les ofrecía el medio sin alterarlo, poder aprender de ellas

para no acabar con nuestro medio.

Página 21

Para Bate (1986) las formaciones sociales de cazadores recolectores

caracterizan a la primera etapa del desarrollo de la humanidad, representan el

menor grado de transformación social de la naturaleza. Lo que significa que en

la interacción de la sociedad y la naturaleza, las condiciones medio

ambientales y las regularidades naturales inciden en la vida social en mayor

medida que en otras sociedades. Considerando que el medio ambiente en que

se desenvuelve la sociedad humana ofrece tanto un repertorio de posibilidades

alternativas de desarrollo social, como de condiciones determinadas y

relativamente limitadas para el mismo. Sin embargo, los límites que puede

presentar la naturaleza en cada momento, son relativos al grado de desarrollo

histórico de las fuerzas productivas y de las prácticas sociales en general.

Los grupos humanos no se han limitado a “adaptarse” a las condiciones

naturales, sino a transformarlas a través del trabajo para crear constantemente

nuevas condiciones, reduciendo progresivamente su carácter restrictivo. Una

especificidad de las sociedades cazadoras recolectoras deriva del hecho de

que la tecnología no permite el control de la reproducción de los recursos

biológicos ni de la disponibilidad de los recursos renovables o no renovables.

Esta especificidad consiste en que estas sociedades tienden a no

sobreexplotar el medio y a mantener una relación de equilibrio entre el tamaño

de la población y la disponibilidad de recursos accesibles a su tecnología (Bate,

1986:7).

Como se ha mencionado anteriormente, las propuestas materialistas

(Materialismo Cultural, Ecología Cultural, Materialismo Histórico) han sido una

aportación importante para la explicación de los aspectos de la subsistencia en

las sociedades pretéritas. No obstante, algunos planteamientos derivados de la

ecología cultural han desembocado en determinismos ambientales, en

particular cuando se ha tratado de explicar la viabilidad de las sociedades

humanas en épocas tempanas.

Las primeras sociedades de cazadores recolectores han sido asociadas

a climas desérticos, y a la caza de megafauna y, como ha comentado Acosta

(2008, 2006, 1012), autores como Gross (1975) y Bailey et al. (1989) habían

argumentado que el bosque tropical no podría soportar la existencia

Página 22

permanente de sociedades de cazadores recolectores debido a la baja

densidad de proteína animal por hectárea, por lo que sólo las sociedades

agricultoras podrían establecer emplazamientos permanentes en este bioma.

Esta deficiencia de proteína no podía suplirse por la recolección de vegetales y

plantas, los cuales también son deficientes en proteínas o carbohidratos. Por

otro lado, los ejemplos etnográficos parecían indicar, que los cazadores

recolectores de los entornos tropicales tenían que obtener recurrentemente

buena parte de sus requerimientos calóricos mediante el intercambio con

sociedades agrícolas o, recurrir a la horticultura para remediarlo (Milton, 1984;

Hart y Hart, 1986; Headland, 1987). Pero investigaciones recientes, en las

zonas tropicales ha cambiado esta visión, y se ha defendido que los

asentamientos tempranos en las zonas tropicales han existido, y que no

necesariamente debían de subsistir con sistema de economía sedentario, e

investigaciones como la del propio Dr. Acosta y su equipo, han dado a conocer

que en las zonas tropicales, existieron grupos de cazadores recolectores, con

diferentes sistemas económicos de subsistencia, los cazadores de megafauna,

y los recolectores de vegetales y cazadores de fauna menor (Acosta 2008,

2012; Eudave 2008; Pérez 2010; Hartshorn, 1990; Hill et al., 1984).

Este enfoque nos ayudará a lo largo de toda la investigación, a poder

profundizar y aproximarnos a la formación social de cazadores recolectores,

ahora sólo con el análisis de las marcas en los huesos y más adelante con los

análisis de lítica y de las huellas de uso. De ese modo, nos podremos acercar a

los diferentes modos de vida a partir de los distintos procesos de trabajo.

II Objetivos de la investigación

Generales

1. Aportar nuevos datos a las investigaciones relacionadas con la

megafauna y el poblamiento temprano del hombre en América y en

particular de México.

Página 23

Particulares

2. Identificación del material óseo faunístico con distintos tipos de marcas

lineales, en la excavación del yacimiento de la Barranca del Muerto,

Santiago Chazumba.

3. Diferenciar y clasificar las marcas de los restos óseos, entre las

tafonómicas y las antrópicas.

4. Identificar la posible intervención humana en los restos óseos.

5. Identificar las relaciones existentes hombre-fauna para el Pleistoceno

superior final en la región de Chazumba, Oaxaca, México.

III Hipótesis y propuesta de investigación

La fauna pleistocena que habitó en la región de Santiago Chazumba, Oaxaca,

México, durante el Pleistoceno superior final, compartió el espacio geográfico

con grupos de cazadores recolectores. Estas sociedades aprovecharon la

fauna pleistocena como recurso alimenticio. Por ello algunas de las marcas

lineales que presentan los restos óseos podrían responder a huellas de

actividad humana, como marcas de corte y descarnamiento, empleando una

tecnología expeditiva.

Entre los materiales líticos que se tienen registrados en el yacimiento y

los restos de fauna pleistocena existe una relación plenamente estratigráfica.

Por el momento el yacimiento puede situarse en una cronología entre los 20ka

y los 10ka. Sin duda, la verificación temporal y de las marcas en los huesos, de

este depósito fosilífero, aportará nuevos datos a las problemáticas relacionadas

con el poblamiento temprano del hombre en América.

El yacimiento arqueo-paleontológico de Santiago Chazumba (excavado

por el proyecto Biodiversidad y Sociedades Cazadoras Recolectoras del

Cuaternario de México), indica claramente la presencia de megafauna para el

Pleistoceno superior final por lo que la cuestión es si ¿los grupos tempranos de

Página 24

cazadores recolectores utilizaron a la fauna pleistocena como recurso

alimentario, y materia prima?

De esta pregunta central, se derivan otros dos cuestionamientos que intentará

resolver la presente investigación:

A. ¿Las marcas de los huesos corresponden a actividades antrópicas?

B. ¿Los materiales líticos identificados fueron tallados y utilizados para el

procesamiento del recurso faunístico?

Estas preguntas pretenden esclarecer y evaluar la relación entre los

restos óseos, con marcas, de la fauna pleistocena y los posibles artefactos

descubiertos en la estratigrafía de este yacimiento.

Página 25

Capítulo I El Pleistoceno superior final

La paleontología estudia los restos óseos de fauna extinta, la arqueología por

su parte la de los restos materiales de sociedades del pasado, y la

zooarqueología se ocupa de los restos óseos de fauna en relación con los

restos materiales en contextos arqueológicos. La zooarqueología en México es

una disciplina relativamente joven, cuando se comenzaron a realizar trabajos

zooarqueológicos, estos tenían sólo una tendencia hacia la identificación de

especies, posteriormente al aprovechamiento y manejo de especies en el

México prehispánico, dejando muchas veces de lado los sitios de cazadores

recolectores. Por lo que el estudio de los restos óseos de fauna pleistocena

encontrados en este tipo de sitios y, en especial los restos de megafauna (en lo

que se refiere a la arqueología mexicana), no han sido trabajados lo suficiente.

Sin embargo, la paleontología, lleva toda una larga tradición en México, aunque

los estudios sobre las relaciones hombre-fauna son todavía puntuales, en los

últimos años se han venido desarrollando mayores investigaciones en este

sentido (Corona y Arroyo-Cabrales, 2007).

Por ello, este trabajo se centra en el análisis e interpretación del

material óseo faunístico del yacimiento arqueo-paleontológico de la Barranca

del Muerto que, hasta el momento, se ha trabajado en la región de Santiago

Chazumba (Oaxaca), así como su relación con el material lítico recuperado,

con el objetivo de aportar nuevos datos a la arqueología de los cazadores

recolectores en México, puesto que un análisis paleontológico bien

documentado, junto con otros análisis realizados como los líticos, pólenes, y

fitolitos, entre otros, darán una visión mucho más amplia de este tipo de

yacimientos ubicados junto a la ribera de paleo-lagos (la mayoría de ellos

extintos), y así poder interpretar tanto el medio ambiente y sus procesos de

Página 26

alteración, como el tipo de dieta y algunas de las actividades realizadas en el

yacimiento.

En este primer capítulo, se presenta una breve introducción del

paleoambiente y la fauna de América durante el Pleistoceno superior final y, en

particular de México. Así mismo se lleva a cabo una introducción de los

diferentes estudios e hipótesis del poblamiento en América y de las sociedades

cazadoras recolectoras. Como se trata de un tema demasiado extenso, solo

expondremos un panorama general de las diferentes versiones.

1.1 El Pleistoceno superior final en México.

El Pleistoceno que abarca desde los 2,6 millones de años a los 10 -9,5 ka

(Gibbard y Cohen, 2008), incorpora en Norteamérica tres Edades Mamíferas

Terrenas (North American Land Mammal Age), el Blancano, el Irvingtoniano y

el Rancholabreano, este último (al cual corresponde el depósito de la Barranca

del Muerto), está representado por una gran diversidad de grandes mamíferos,

mamut, gliptodonte o diente ranurado, caballo, camello, perezoso gigante, lobo,

y grandes felinos como el tigre dientes de sable. Una etapa caracterizada por

una inestabilidad climática, la cual tuvo un gran impacto en la riqueza

taxonómica, distribución geográfica y estructura de las comunidades faunísticas

de Norteamérica. El colofón del Pleistoceno está marcado por una gran

extinción de megafauna en el mundo; en Norteamérica el 72 % de la

megafauna se extinguió, sin saberse aún las causas exactas (Arroyo Cabrales

et al., 2008; Ceballos et al., 2010).

1.1.1 El Paleoambiente

El territorio mexicano es muy extenso (en km cuadrados y en latitudes), y por

consiguiente posee una gran diversidad de ambientes (durante el Pleistoceno

superior final ocurrió lo mismo); se puede decir que al término del Pleistoceno

Página 27

el clima era más fresco que el actual, y que en algunas zonas del norte que en

la actualidad son desérticas se podían localizar zonas pantanosas, en donde

convivían faunas tropicales con faunas de pastizales.

1.1.2 La fauna Rancholabreana

Durante el Pleistoceno superior final en Norteamérica periodo que comprende

de 160ka al 9,5ka, se encuentra la fauna Rancholabreana, esta recibe su

nombre de la edad mamífera terrena Rancholabreano, la cual fue establecida

en 1951 por Savage, a partir de los restos fósiles hallados en el yacimiento

Rancho La Brea, California, USA, definido por la presencia del género Bison, y

grandes mamíferos del Pleistoceno superior final, con una datación que va de

34 ka a 12 ka (Grace, 2012).

De la fauna registrada en Rancho La Brea, los carnívoros son

predominantes, en donde más de la mitad son cánidos, Canis dirus, la tercera

parte son félidos, Smilodon fatalis, y el resto son mustélidos, Mustela erminea,

mientras que entre los herbívoros se distinguen los rumiantes como el

Camelops hesternus, Bison antiquus, y los perosidáctilos no rumiantes (Equus

occidentalis), los xenarthros Paramylodon harlani, y los proboscidios,

Mammuthus columbi y Mammut americanum (Figura 1) (Bell et al., 2004).

La fauna característica del Rancholabreano incluye algunas taxa propias

del Rancholabreano, algunas que aparecieron durante el Blancano o el

Irvingtoniano y que perduraron hasta el Rancholabreano y, algunas que

aparecieron durante el Rancholabreano y persistieron en la fauna moderna

(Bell, et al., 2004)

De la taxa propia del Rancholabreano cabe citar:

Megalonyx jeffersonii

Platygonus compressus

Canis dirus

Panthera atrox

Miracinonyx trumani

Página 28

De los taxa que aparecen en edades mamíferas anteriores, pero que

también son comunes en el Rancholabreano, figuran:

Didelphis sp.

Nothrotheriops sp.

Paramylodon harlani

Glyptotherium sp.

Brachylagus idahonensis

Sylvilagus sp.

Clethrionomys sp.

Lemmiscus curtatus

Ondatra zibethicus

Marmota flaviventris

Marmota monax

Cynomys gunnisoni

Cynomys ludovicianus

Panthera onca

Smilodon populator

Mustela erminea

Brachyprotoma

Conepatus sp.

Canis latrans

Canis lupus

Arctodus simus

Ursus sp.

Mammuthus columbi

Mammut americanum

Por último la fauna que aparece durante el Rancholabreano y persiste en

la fauna moderna podemos mencionar:

Aplodontia rufa

Vulpes velox

Puma concolor

Alces

Bison

Ovis canadensis

Rangifer tarandus

Además de la presencia de Homo sapiens.

Página 29

Figura 1. Megafauna de México hace 10, 000 años (Conabio, 2012)

1.1.3 El poblamiento de América

1.1.4 Revisión de las diferentes propuestas.

En este apartado presentamos algunas de las propuestas del cómo y cuando

se pudo haber producido el primer poblamiento de América; un tema muy

debatido, y con opiniones controvertidas entre los estudiosos americanistas.

En el siglo XVI, José de Acosta, planteó en su libro “Historia Natural y Moral

de las Indias” (editado en 1962) que el Nuevo Mundo y las indias occidentales

no tenían mucho de haber sido habitadas, siendo los primero hombres

cazadores que se habían perdido y al encontrarse en tierras nuevas

comenzaron a poblarlas, pudiendo haber llegado por tierra o por mar si es que

hubo navegación y esta no era larga ni difícil (Acosta, 1962).

Página 30

Durante el siglo XIX, surgen dos modelos opuestos entre ellos, mientras

que el primero planteaba la posibilidad de que los habitantes más tempranos

procedían de Asia, el segundo concebía un origen autóctono (Mirambell, 1994).

Posteriormente a fines del Siglo XIX principios del XX, hubo investigadores

que defendían la hipótesis de que el poblamiento de América fue realizado

desde el continente Australiano, una propuesta del investigador portugués

Mendes Correa, el cual estudió varios cráneos humanos americanos y observó

ciertas características propias de las poblaciones australianas y melano-

polinésicas. Años más tarde el francés Paul Rivet (1964), realizó un trabajo de

lingüística y de etnología comparada, encontrando cierto parecido entre

algunas lenguas del sur del continente y lenguas del continente australiano.

Estas propuestas han sido descartadas, por el momento, debido a la dificultad

que presenta una travesía transpacífica así como las corrientes marinas del

Pacifico, las cuales son difíciles de navegar con primitivas embarcaciones.

Otros autores, como Florentino Ameghino, planteaban que el origen del hombre

había tenido lugar en el sur del continente americano (Mirambell, 1994).

A principios del Siglo XX, el modelo más aceptado fue que los primeros

grupos humanos habían llegado de Asia, pasando por el estrecho de Bering,

modelo formulado por el antropólogo checo Aleš Hrdlička (1912), hipótesis que

fue aceptada por los investigadores pro-Clovis, los cuales no admiten que

existan sitios más tempranos que los encontrados en Norteamérica asociados

a las puntas Clovis. Estos proponen que el poblamiento del continente se dio

desde estos sitios, y que ha sido llamada como “oleada migratoria”, sin

embargo, con estudios geológicos como los realizados por Jackson (1996) y

paleoecológicos por MacDonald (1987) y Mandryk (1990), se ha podido

verificar que el corredor de Beringia, fue utilizado hasta fines del periodo

Wisconsin, cuando el continente ya estaba poblado, o que fue prácticamente

inviable para el poblamiento humano (Figura 2) (Acosta, 2008, 2012).

Página 31

Figura 2. Modelo hipotético de “oleada migratoria” de la colonización de América de norte a sur,

y que es utilizada por los investigadores clovis-first (modificado de Mossimann y Martin, 1075,

en Dixon, 1999)

Otro modelo que ha sido planteado, es el del poblamiento realizado por las

zonas costeras del Pacifico noroeste, las cuales menciona Acosta (2008),

resolverían los problemas que se plantean para el corredor de Beringia.

Fladmark (1979, 1986) planteó la posibilidad de que los primeros americanos

colonizaran gradualmente refugios costeros libres de hielo a lo largo de la costa

de Beringia y el noroeste americano mediante embarcaciones (Figura 3). Esto

Página 32

parece ser corroborado por estudios geológicos y paleoecológicos que indican

que estas costas pudieron ser ecosistemas potencialmente más ricos en

recursos que las tierras interiores (Mandryk et al. 2001, Josenhans et al. 1997),

sugiriendo un corredor migratorio habitable y navegable a lo largo del macizo

continental (Acosta, 2008, 2012).

Existen diferentes puntos de vista en cuanto a los primeros grupos humanos

que arribaron al continente americano y las economías de subsistencia

existente, diversos autores han retomado la idea de que las poblaciones que

ingresaron al continente americano lo hicieran a finales del Pleistoceno, y que

estos grupos, no eran cazadores de Megafauna ligados a puntas acanaladas,

sino, cazadores recolectores que empleaban puntas triangulares, con

economías de subsistencia mas de recolección y de caza de mamíferos

menores, otros plantean la posibilidad de que la tecnología de talla bifacial,

donde se incluyen las puntas tempranas como las “Clovis”, “Cola de pescado” y

“Jobo”, pudieron ser derivadas de poblaciones más tempranas con tecnología

relativamente simple, de núcleos y lascas del Paleolítico medio con una

tecnología expeditiva. (Acosta, 2008).

Página 33

Figura 3. Modelo colonización por zonas macroambientales (modificado de Dixon, 2001, en

Acosta, 2008)

Estos son a grandes rasgos los distintos modelos acerca del poblamiento

americano que se han realizado hasta el momento. Las investigaciones

continúan y probablemente puedan surgir otros modelos o simplemente se

reafirmen algunos de los ya existentes.

Recientemente Pitblado (2011) hace un recuento de los datos recientes

obtenidos de las investigaciones del poblamiento del Continente Americano en

los últimos 10 años, donde menciona que los datos biomoleculares,

Página 34

osteológicos y arqueológicos en conjunto sugieren que la colonización

(poblamiento de América) se dio en dos pulsos, ambos originados en el oeste

de Beringia, por la parte central-sur y sureste de Siberia. El primero ocurrió

cerca de los 16-15ka a lo largo de la costa de Beringia y el noroeste y sur de

América en pequeñas embarcaciones; el segundo tuvo lugar 1000 años

después por los grupos de cazadores recolectores Proto-Clovis, los cuales

utilizaron el corredor libre de hielo hacia el sur (Pitblado, 2011).

1.1.5 Coexistencia de Megafauna y primeros pobladores de México

Dentro del territorio mexicano se han localizado yacimientos ricos en

información paleontológica y arqueológica y paleontológica, prueba de ello son

los numerosos hallazgos de megafauna realizados en distintas localidades,

especialmente en aquellos terrenos que antiguamente formaban parte de las

riberas de los grandes cuerpos de agua.

En la Cuenca de México se ha encontrado un gran número de

yacimientos, ya que al parecer las condiciones climáticas fueron especialmente

favorables para la supervivencia de estos animales, considerados extintos

desde hace aproximadamente 10ka, fecha que coincide con el final del

Pleistoceno, tal es el caso del descubrimiento, en 1946, del mamut de

Tepexpan (realizado gracias a las obras de ampliación del Hospital para

Enfermos Crónicos, exploración que llevo a cabo el investigador Alberto R.V.

Arellano), un descubrimiento muy significativo ya que el paquidermo se hallaba

asociado a una punta de proyectil de obsidiana cercana a la cabeza del

ejemplar (Mullerried, 1946; Aveleyra 1950). Recientemente los restos fueron

fechados usando acelerador de masas y radiocarbono, dando una diferencia

entre el mamut y el humano de 10 ka (Stafford et al. 1991).

Los hallazgos de este tipo se sucedieron en el altiplano mexicano y

crearon la imperiosa necesidad de fundar un departamento especializado

Página 35

dentro del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) por lo que se

fundó en 1952 el Departamento de Prehistoria (Mirambell, 1994).

Otro importante hallazgo fue el de Santa Isabel Iztapan, población

cercana a Tepexpan, donde se localizaron los restos de un mamut,

(depositados sobre material arcilloso de origen lacustre), con numerosos

artefactos de piedra, incluyendo una punta de proyectil del tipo Scotts bluff,

entre otras piezas líticas. Estos hallazgos significaron nuevas evidencias que

consolidaban el planteamiento de la coexistencia de grupos humanos en la

Cuenca de México (Aveleyra, 1956).

En 1954, se conoció la ubicación de los restos de un segundo ejemplar

de Mammuthus imperator, situado a unos cuantos metros del anterior y

vinculado a puntas de proyectil de los tipos Lerma y Angostura; los trabajos de

excavación corrieron a cargo de Luis Aveleyra (Lorenzo y Mirambell, 1986a,

1986b).

En 1991, en la población de San Pedro Atzompa, Municipio de Tecámac,

mientras se hacían labores para la construcción del drenaje profundo, se

descubrieron accidentalmente otros restos de megafauna, que comprendían la

estructura ósea de un animal identificado como Mammuthus imperator,

además de un hueso de ave y otro al parecer de camélido, además de

conchas de moluscos (Lorenzo y Mirambell, 1986a, 1986b).

En 1996, en San Miguel Tocuila, municipio de Texcoco, se encontraron

restos óseos que incluían cráneos casi completos, fragmentos de cráneos y

mandíbulas pertenecientes a Mammuthus columbi, además de restos de

bisontes, camélidos, caballos (Lorenzo y Mirambell, 1986a, 1986b).

Para las sociedades humanas que existieron hace unos diez mil años, el

aprovechamiento de las diversas especies de animales, con las que

convivieron, y cuyas causas de extinción aún se debaten, se tradujo en

cambios ambientales, culturales, tecnológicos y sociales que ameritan el

estudio interdisciplinario que relacione todos estos factores propios de la

organización del ser humano con el medio ambiente en el que se desarrollaron.

Página 36

Arroyo-Cabrales et al., (2006) realizaron un trabajo de recopilación y

análisis de las 270 localidades conocidas hasta hoy en el territorio mexicano,

las cuales presentan restos óseos de fauna pleistocena, y sobre todo

Proboscídeos. De estas localidades solamente 17 presentan evidencia de

asociación mamut /humanos, y de estos solo 6 aportan huesos de mamut

modificados. Las localidades que presentan el mayor número de registros para

demostrar esta relación son: Santa Isabel (Iztapa), Valsequillo (Puebla), Villa de

Guadalupe y Tocuila (Estado de México). Los autores mencionan que futuras

investigaciones deberán realizarse con una estratigrafía detallada, control

radiométrico y un protocolo analítico para el análisis de los huesos, enfocado

en la tafonomía y la biotecnología (Arroyo, Polaco, Johnson, 2005).

Durante el Pleistoceno superior final habitaron, en México, tres géneros

del orden Proboscidea, pertenecientes a tres familias, el mamut (Mammuthus

sp.), el gonfoterio (Cuvieronius o stegomastodon) y el mastodonte americano

(Mammut americanum). El gonfoterio tuvó una distribución en toda América,

mientras que el mastodonte americano y el mamut tuvieron una distribución en

Norteamérica desde Alaska hasta el centro de México, con registros aislados

en América Central. Sin embargo, en México, el registro fósil de mastodonte

americano es escaso (Arroyo-Cabrales et al., 2007).

Polaco et al. (2001) señalan que el mastodonte americano se localiza en

15 yacimientos distribuidos en 8 Estados de México, Nuevo León, Tamaulipas,

Zacatecas, Aguascalientes, San Luis Potosí, Hidalgo, Estado de México. De

estas localidades hay que destacar el yacimiento la Estanzuela, en Nuevo

León, el cual es de interés en este estudio por presentar una posible asociación

fauna-hombre.

El yacimiento la Estanzuela, está situado en la Sierra Alta de Nuevo

León, y cuenta con unos 100 registros de restos óseos, pertenecientes a 14

individuos de cinco taxa, Mammuthus columbi, Mammut americanum,

Camelops hesternus, Bison sp., Equus sp. Es la primer localidad en México

que presenta una clara asociación de Mammuthus columbi y Mammut

americanum. La escápula de mamut muestra marcas y trazos transversales, lo

Página 37

cual sugiere la presencia humana al tiempo del depósito de los restos de

proboscídeos (López-Oliva et al., 2000).

1.2 Las sociedades cazadoras recolectoras del Pleistoceno superior final-

Holoceno Temprano.

Según el registro arqueológico los pobladores más antiguos del continente

americano se dedicaban a la caza y recolección, y en algunos casos, si el

medio en donde habitaban era propicio, también se dedicaban a la pesca.

En México, y en todo el continente se han llevado a cabo diferentes

periodizaciones de la etapa que se ha denominado precerámica o también

llamada “prehistoria”. Para un mejor conocimiento de estos periodos,

señalemos la propuesta de José Luis Lorenzo (1987), el cual rechaza la

posibilidad de estudiar a las sociedades de cazadores recolectores de México

bajo los mismos conceptos utilizados para el Paleolítico europeo, ya que no

existe semejanza ni sincronía entre las dos, así mismo rechaza la posibilidad

de extender a México las periodizaciones y definiciones culturales de la

arqueología norteamericana, pues las características físicas y geográficas de

ambos territorios son diferentes, por lo que él propone llamar a este periodo de

cazadores recolectores en México “Etapa Lítica”, dividiéndola en tres

horizontes:

1- Arqueolítico (21 ka al 14 ka), economía de subsistencia no especializada, la

industria lítica era por percusión, corte y desgaste, las puntas de proyectil son

escasas, no hay instrumentos de molienda, los artefactos son grandes y

burdos.

2- Cenolítico (14 ka al 7 ka), economía de subsistencia especializada en la

caza de diferentes animales, apareciendo las puntas de proyectil en diferentes

estilos y abundancia, por la presencia de restos óseos de megafauna, a estos

grupos se les ha denominado “cazadores de mamuts”. Aparecen redes, bolsas,

cordeles y lazos elaborados con fibras vegetales. En la costa del Pacífico los

sitios concheros, sugieren presencia de grupos de pescadores-recolectores.

Página 38

3- Protoneolítico (7 ka al 4,5 ka), la economía de subsistencia sigue siendo la

caza y la recolección, con la aparicion de los primeros cultigenos. Los

artefactos son más reducidos y acabado refinado, aumenta la fabricación en

hueso, astas, conchas, así como la cordelería, cestería y textiles. Hacia el final

de este horizonte aparecen las primeras cerámicas, algunos de los grupos

adoptan una economía de subsistencia de recolección-caza menor- agricultura

(Lorenzo, 1987: 105).

Para, García-Bárcena el periodo precerámico, se puede dividir en tres

etapas de desarrollo:

1.- Arqueolítico (30 ka- 9,5 ka), los grupos de esta etapa son llamados “los

nómadas del Pleistoceno”, su economía de subsistencia no era especializada

y, dependían principalmente de la recolección y de la caza de especies

menores, los artefactos se manufacturaban mediante la percusión y el

desgaste, aplicado este ultimo al trabajo del hueso, los artefactos de hueso

solo se trabajaban en los extremos.

2.- Cenolítico inferior (9500-7000 a. C.), los “nómadas del Holoceno temprano”,

en esta etapa aparecen nuevas tecnologías aplicables a la manufactura de

artefactos de piedra, retoque mediante el uso de percutores blandos y el

retoque por presión, lo que permitió que estos grupos ampliaran los recursos

para su subsistencia.

3.- Cenolítico superior (7000-2000 a. C.), el desarrollo de tradiciones

regionales, la economía de subsistencia de estos grupos se baso

principalmente en la recolección, complementada por la caza, la tecnología

lítica es más amplia y elaborada, apareciendo los metates y los morteros, los

cuales eran utilizados para el procesamiento de las semillas.

Etapas que corresponden a grupos de cazadores recolectores, sumando

una cuarta etapa que sería la de transición entre estos grupos y los de carácter

agrícola y sedentario, el Protoneolítico el cual está comprendido del 5 ka-2 ka

(Garcia-Barcena, 1993: 22).

Otras propuestas que se han dado y que en su momento tomaron cierta

fuerza, son: los periodos de “pre-puntas de proyectil” de Krieger (1964), “cultura

Página 39

de lascas y núcleos” de Pedro Bosch (1967), o “Early Man” de MacNeish

(MacNeish y Nelketen, 1983). Para Acosta los citados modelos no pueden

seguir tomándose como secuencias cronológicas, donde a una etapa de

artefactos burdos, le sigue otra de puntas acanaladas, ya que el esquema se

copió del Paleolítico europeo, y en el continente americano no es exactamente

igual (Acosta, 2008:55). Este autor, menciona, que se debe tomar mayor

importancia al registro de materiales estratificado que puedan ser fechados por

radiocarbono, que permitan dar mayor sustento a la periodización de la

Prehistoria en México (Acosta, 2008). Estudiar los campamentos base, permite

tener una mayor diversidad de artefactos y de actividades realizadas, lo nos

permitirá evaluar mucho mejor las características de una cultura arqueológica

en periodos pre-cerámicos, a diferencia de lo que podríamos encontrar en sitios

especializados, pudiendo distinguir poblaciones en un área determinada,

distinguiendo primeramente la funcionalidad de los sitios estudiados (Binford,

1983, 1996).

Algunos de los sitios de cazadores recolectores que han sido

ampliamente estudiados en el sureste mexicano y Centroamérica son: Guilá

Naquitz (Oaxaca), Los Grifos, Santa Marta, Teopisca, Tierra Colorada,

Aguacatenango y El Peñasco (Chiapas), Loltún (Yucatán), Rancho Lowe

(Belice). Según Acosta (2008, 2012) existe la posibilidad de la coexistencia de

dos tipos de sociedades cazadoras recolectoras, en esta región de América:

Los cazadores asociados a puntas acanaladas y los cazadores de tecnología

expeditiva.

1.2.1 Cazadores asociados a puntas acanaladas

Este grupo de cazadores recolectores, mencionado generalmente como

“Clovis”, han sido ligados a la caza de megafauna del Pleistoceno. En el

sureste mexicano, las puntas que se han encontrado, aunque son de menores

dimensiones y su acanaladura no es tan pronunciada, pertenecen al grupo de

las puntas del Holoceno temprano, aunque estas presentan mayores

Página 40

similitudes con otras acanaladas de centro y Sudamérica. De acuerdo a su

morfología se distinguen tres grupos: A) Las puntas Clovis “típicas” o de lados

paralelos, forma común en Norteamérica, pero la cual parece reducir sus

dimensiones en Centroamérica; B) Las Clovis “de lados cóncavos” o “S-profile”;

y, C) Las puntas acanaladas con pedúnculo o “cola de pescado”, con dos

variantes (grandes y pequeñas), la menor podría ser el resultado de la

reutilización y reavivamiento del filo de las primeras (Acosta, 2008, 46-47).

1.2.2 Cazadores de tecnología expeditiva

El concepto de tecnología expeditiva y el de conservación (estrategias

tecnológicas introducidas por Binford, 1979), y el comportamiento oportunistico

(introducido por Nelson, 1991) han estado ligados desde su introducción a la

arqueología de cazadores recolectores, en especial al continuum forager-

collector. La tecnología expeditiva supone que la materia prima este cerca del

lugar donde se lleven a cabo las actividades, que el grupo tenga disponibilidad

de tiempo para manufacturar los instrumentos que serán utilizados en una

actividad inmediata y una larga ocupación o uso regular (Nelson, 1991),

contraponiéndose a lo que menciona Binford (1979) de que, los instrumentos

son manufacturados con una menor inversión de trabajo y descartados en el

lugar de uso (Binford, 1979).

Este grupo de cazadores, la tecnología que utilizan para fabricar sus

artefactos es expeditiva, o poco especializada, esto es, de la materia prima que

tienen disponible, solo le realizan algunas percusiones para obtener el artefacto

y utilizarlo en el momento. Aunque a estos grupos se les ha insertado en el

periodo Arqueolítico, por presentar una tecnología “primitiva”. Para Acosta

(2008, 2012) este panorama ha cambiado:

“Actualmente y, de acuerdo al estado de conocimiento

continental sobre los grupos humanos que poblaron el Nuevo

Mundo a Fines del Pleistoceno y Principio del Holoceno, se

observa un esquema más complejo y diverso sobre los

Página 41

materiales, técnicas de manufactura y ecosistemas explotados

por los cazadores recolectores entre el 10,000 y 8500 a.p. Esta

diversidad de los conjuntos culturales posiblemente haya sido

mejor advertida y estudiada hasta el momento en el cono sur”

(Acosta, 2008, 2012).

Luis F. Bate (1983, 1990), designa a este grupo como

cazadores del trópico americano. Entre los elementos que

caracterizan a este grupo se pueden mencionar:

1. Producción y empleo de instrumentos de piedra tallada poco

especializados, con materiales expeditivos, en muchas

ocasiones poco modificados a partir de lascas o artefactos con

escaso retoque.

2. No presentan artefactos diagnósticos sobre alguna

especialización lítica, principalmente en la talla bifacial, pero,

emplearon otras técnicas, como piqueteado, martillado y

desgaste para crear instrumentos como morteros, hachas y

cantos ranurados con el fin de procesar semillas y otros

materiales orgánicos.

3. Es frecuente en estos grupos el empleo de instrumentos

hechos en otras materias distintas a la piedra, como son puntas,

cuchillos o raederas de hueso, concha y posiblemente de

madera.

4. De acuerdo a los resultados de investigaciones realizadas en

Ecuador, Colombia y Perú, estos sitios presentan un ciclo de

complementariedad económica que abarca campamentos

estaciónales o semipermanentes entre las costas oceánicas y

las tierras altas del interior del continente (Bate, 1983, 1990).

Estos grupos pueden presentar un ciclo de

complementariedad económica con campamentos estacionales o

semipermanentes entre las costas oceánicas y las tierras altas del

interior del continente (Bate, 1992).

Página 42

En el sur del continente, donde estos grupos han sido

estudiados más ampliamente, los investigadores los han asociado

con diversos desarrollos regionales, así por ejemplo, en Colombia

han sido denominados como “Abriense” o “edge-trimmed tool

tradition” (Correal et al., 1970), en las costas de Perú y Ecuador,

“Cultura Vegas” o “tradición marítima” (Stothert 1979, 1985;

Sandweiss et al., 1998; France et al., 2001) y en Brasil como “Fase

Serranópolis” y “flake industry” (Guidon 1986; Schmitz 1986, 1987,

1990), estos sitios han sido fechados en el Pleistoceno superior final

principio del Holoceno (12 ka – 9 ka).

Cabe señalar que varios de los sitios que presentan tecnología

expeditiva, o de “lascas y núcleos”, no necesariamente corresponden a

periodos tempranos de la historia. Así pues, se debe re-analizar y re-observar a

estos grupos desde otro punto de vista, con una mayor diversidad cultural,

como se ha venido realizando en Sudamérica, en donde estos grupos han sido

ampliamente estudiados y son considerados como una población o tradición

coetánea a otras culturas que han habitado en las regiones tropicales y

templadas del continente (Bate, 1983).

1.3 Paleontología del Pleistoceno superior final en México

El desarrollo de la ciencia paleontológica en México tiene sus inicios en la

época prehispánica ya que se sabe que los fósiles fueron conocidos y

apreciados desde aquellos tiempos donde tuvieron una connotación mitológica,

utilizados en ofrendas, rituales religiosos o en la manufactura de artefactos

(Carreño y Montellano-Ballesteros, 2005:137-138, Corona et al., 2008). Durante

la conquista se reportan hallazgos de restos de flora y fauna desconocidos para

los españoles, por ejemplo Bernal Díaz del Castillo reporta que Hernán Cortés

halló un fémur gigante encontrado en Tlaxcala y, que fue enviado a España;

otro ejemplo es el de Antonio Herrera y Tordesillas (1615) que alude al hallazgo

de huesos muy grandes (elefantes) recolectados en México. Se dieron otros

Página 43

descubrimientos durante el periodo colonial, como el de osamentas

incompletas halladas en lo que hoy es Coyoacán y posteriormente, en 1746, se

localizó un esqueleto de grandes dimensiones en la zona de Texcoco; pero no

fue sino hasta 1790 que Manuel Valdez escribió en la Gaceta de México que

los restos encontrados podrían pertenecer a elefantes antiguos. Posteriormente

en 1828, se halló una osamenta de mamut en el lago de Chalco, la cual fue

llevada al Museo Nacional (Arroyo-Cabrales et al., 2003). Durante la segunda

mitad del siglo XIX se realizan los primeros escritos de carácter científico en

español donde participan especialistas mexicanos como los de Cuatáparo y

Ramírez (1875), que señalan la presencia de un Glyptodon en el Distrito de

Zumpango y, los de Dugès (1882, 1891) quien registra la presencia de

vertebrados fósiles en Guanajuato y describe un espécimen de Platygonus

alemanii y restos de especímenes de origen sudamericano (Carreño y

Montellano-Ballesteros, 2005:137-138).

El territorio mexicano está constituido por una gran variedad de

ambientes y una diversidad geomorfológica. Los estudios paleontológicos han

sido diversos en todo el país, por lo que en este apartado solo mencionaremos

algunos de los más significativos por su interés en este estudio, ubicándose la

mayoría de ellos en las partes nortes y centrales de México y, particularmente

en los estados de Sonora, Chihuahua, Durango, Veracruz, Ciudad de México y

el Estado de México.

A lo largo del siglo XX se han realizado importantes descubrimientos de

diversa flora y fauna del Pleistoceno superior final entre los que destacan

hallazgos de gonfoterios cuyos ejemplares han sido reportados desde el siglo

XIX en los trabajos de Cope (1884, 1886), Felix y Lenk (1891) y Freudenberg

(1922), Álvarez, (1965). En las últimas décadas el registro de estos fósiles se

ha extendido a sitios de Aguascalientes (Guzmán G. y Rodríguez-Huerta,

2002); Baja California Sur; Chiapas (Carbot y Montellano-Ballesteros, 2002);

Chihuahua; Guerrero (Corona-M. et al., 1999); Hidalgo; Jalisco (Alberdi et al.,

2002b; Guzmán-G. y Rodríguez-Huerta, 2002), Morelos (Corona-M. et al.,

2000; Corona-M., 2001); Puebla (Montellano-Ballesteros, 2002); Sonora (Lucas

y González-León, 1997); Tlaxcala y Yucatán (Polaco et al., 2002) (Alberdi y

Página 44

Corona, 2005: 247) Ferrusquia et al. (2010) realizan una revisión de los

resultados obtenidos en diversas investigaciones a lo largo de los últimos 100

años, donde realizan una revisión del registro para el Pleistoceno en México de

mamíferos terrestres, el cual, consiste en 12 ordenes, 43 familias, 146 géneros

y 278 especies, el registro de mamíferos extintos incluye 10 ordenes, 35

familias, 161 géneros y 479 especies, además de realizar una revisión a los

diversos registros palinológicos, de suelo, de clima, concluyendo que no es

posible hablar de una sola provincia de fauna Rancholabreana en México, ya

que es incompatible con los registros geomorfológicos, distribución y fauna, y

proponen que se debe de hablar de un esquema de multiprovincias para poder

entender la fauna y bioestratigrafía Pleistocena en México. (Ferrusquia-

Villafranca et al., 2010).

Otros hallazgos importantes para el Pleistoceno mexicano son los de

proboscídeos, en especial de Mammuthus para los cuales actualmente se

conocen 271 localidades distribuidas en 24 estados del país donde se han

hallado sus restos. El Estado de México y el Distrito Federal son las entidades

con la mayor frecuencia de hallazgos (Arroyo-Cabrales et al., 2003).

Algunos de los sitios más importantes en la Cuenca de México son

Tepexpan, Tlapacoya y Santa Isabel Iztapan, en el Estado de México, y

Valsequillo, Puebla; por otra parte el registro más austral está en Villa Flores,

Chiapas. Los estados donde no han sido hallados restos de estos animales son

Campeche, Quintana Roo, Tabasco y Yucatán, área que probablemente no fue

parte de su distribución natural; y en el Pacífico, Colima, Guerrero y Nayarit

constituyen las entidades donde no se tiene registro de fósiles de estas

especies. Gracias a estas investigaciones hoy se sabe que en México

existieron dos especies principales: el Mammuthus hayi, que perteneció al

Pleistoceno inferior y medio y el Mammuthus columbi, de amplia distribución en

el país, correspondiente al Pleistoceno superior final. (Arroyo Cabrales, et al:

171).

El yacimiento paleontológico de Perote se localiza al pie del Volcán

Cofre de Perote, en Veracruz. El material óseo, principalmente Mammuthus

columbi, se halla en medio de un gran depósito de ceniza, formado por un

Página 45

lahar. Según los investigadores, que excavan el yacimiento, podría constituir un

área potencial para el estudio de los primeros pobladores del Pleistoceno

superior final (Arroyo-Cabrales et al., 2006).

En el yacimiento de El Fin del Mundo, que se encuentra en Sonora, se

han registrado áreas de actividad Clovis, Campsite, y restos óseos de

gonfoterio, caballo, bisonte y mamut, además de dos puntas de proyectil

paleoindias asociadas a los restos de la megafauna (gonfoterio) (Gaines y

Sánchez, 2009).

En el noreste de Sonora, (actualmente zona semiárida con matorral

desértico), existieron zonas pantanosas con sabana adyacente durante el

Pleistoceno, donde coexistía fauna de afinidades tropicales, y fauna de llanura,

Mead y su equipo mencionan la convivencia de fauna tropical con fauna de

llanura, como el caso del cocodrilo (Crocodylus acutus) asociado al armadillo

gigante (Pampatherium sp.)(Mead et al, 2006).

En el estado de Yucatán, se han descubierto yacimientos

paleontológicos en cuevas secas y sumergidas, con la presencia de diversos

restos de fauna pleistocena, caballo (Equus conversidens), perezoso extinto

(Paramylodon sp.), llama (Hemiauchemia sp.), gliptodonte (Glyptotherium cf.,

G. floridanum), tapir (Tapirus bairdii), gonfoterio (Cuvieronius sp.) así como de

carnívoros, lobo gigante (Canis dirus), tigre dientes de sable (Smilodon fatalis)

y lince rojo (Lynx rufus). Estas especies de afinidades del Neártico convivieron

con especies de afinidades más tropicales, este tipo de fauna junto con los

análisis de polen, han determinado un complejo paleoambiental de fines del

Pleistoceno con bosques tropicales entremezclados con pastizales en el sur de

México (Morales-Mejía et al., 2009).

Todas estas referencias ejemplifican las investigaciones paleontológicas

realizadas para el Pleistoceno de México (1.8 Ma-10ka) que han dado

información para la comprensión del pasado prehistórico de México, no solo de

su fauna y flora hoy extinta, sino también de su geografía y ecología.

Página 46

1.4 Antecedentes de estudios de restos óseos en sociedades cazadoras

recolectoras

Los primeros estudios de restos óseos de la fauna fueron realizados en la

primera mitad del siglo XIX, como los realizados por D.W. Buckland en

Yorkshire en 1822 y el de J. Boucher de Perthes en Abbeville al norte de

Francia en 1830. Aunque debemos señalar que estos primeros trabajos sólo

tenían un enfoque paleontológico, y ambiental (Francovich, 2001:36).

Para la primera mitad del siglo XX (entre 1930 y 1940) se comenzaron a

realizar los primeros trabajos arqueozoológicos, pero con el propósito de

clasificar y enlistar las especies encontradas y muy pocas veces se

interpretaban los datos, ya que los análisis eran realizados la mayoría de las

veces por biólogos (Martínez-Lira, 2006:14-15). Para la segunda mitad del siglo

XX, la arqueozoología empieza a tomar importancia, gracias a los estudios de

Robert Braidwood en el Próximo Oriente, y de Joachim Boessneck sobre el

origen de la domesticación, Boessneck y “la escuela de Múnich” contribuyeron

con el estudio de la osteología de animales domésticos y de los métodos

básicos utilizados por los arqueozoólogos (Davis, 1989:21).

White, considerado como el padre de la arqueozoología, publicó entre

1952 y 1954 una serie de artículos metodológicos basados en las marcas de

destazamiento, además de introducir en el estudio de la arqueofauna una

técnica utilizada por los paleontólogos para estimar el mínimo número de

individuos basado en observaciones realizadas en grupos aborígenes y las

técnicas de cazaría utilizadas por estos grupos (White, 1952, 1953, 1954,

1955).

A partir de este periodo (mitad del siglo XX), los estudios de

arqueozoología se vuelven más completos, y a parte de hacer grandes listados

de la fauna identificada, también se empezaron a realizar interpretaciones,

estudios de la de dieta, paleoambientales y también para conocer el tamaño de

las poblaciones.

Página 47

En México la arqueozoología es una disciplina relativamente joven,

siendo los primeros estudios enfocados a la relación hombre-fauna, proyectos

donde se encontraron restos humanos asociados a fauna del Pleistoceno. Fue

quizás el descubrimiento del hombre de Tepexpan, con el cual comenzó el

interés en la búsqueda de fósiles del Cuaternario durante las siguientes tres

décadas, surgiendo una necesidad de investigadores capacitados en estudiar

la fauna e interpretar los resultados, lo que dio origen al Departamento de

Prehistoria del INAH entre los años de 1958 y 1960 (Valadez y Rodríguez, s/f).

Así podemos considerar como primer estudio arqueozoológico en México el

realizado por Luis Aveleyra con el análisis del “Sacro de Tequixquiac”, que fue

clasificado anteriormente por Bárcena en 1882, como sacro labrado de

camélido (Aveleyra1964; Aveleyra 1965; citados en: Aveleyra 1967, 15-16).

El laboratorio de prehistoria del INAH, es pues, el resultado de estos

intereses académicos y, desde su formación, los trabajos realizados se han

enfocado a la investigación de los restos fósiles de fauna del Cuaternario

relacionados con los primeros pobladores y abarcando el periodo comprendido

desde 35,000 antes del presente, hasta el 7,000 antes del presente, momento

en que aparecen las primeras sociedades agrícolas. Se utiliza una metodología

de análisis de identificación de especies presentes en el sitio, determinación del

mínimo número de individuos por especie, el paleoambiente, y la relación

hombre-fauna (Corona, 2008).

Algunos otros trabajos de arqueozoología, han sido realizados en

México, por investigadores extranjeros, como Kent Flannery en el Valle de

Tehuacán en el año de 1967, donde abarcó tanto fósiles del final del

Pleistoceno, como restos arqueozoológicos de menos de dos mil años, y ofrece

opciones relacionadas con la importancia del recurso faunístico para los grupos

humanos que poblaron el valle, además de los que realizo en colaboración con

Wheeler en Oaxaca (Flannery y Wheeler, 1986).

Además del laboratorio del INAH, existen en México otros centros de

trabajo arqueozoológico, la Sección de Biología de la Dirección de Salvamento

Arqueológico del INAH en donde, por la naturaleza de los proyectos, sus

estudios se limitan a informes de lo analizado, y el Laboratorio de

Página 48

Paleozoología del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, el

cual, como lo menciona Raúl Valadez, se formó con la idea expresa de

promover los estudios arqueozoológicos dentro de proyectos formales de

investigación arqueológica, así mismo algunos centros regionales del INAH

cuentan con laboratorio de zooarqueología, como los de Morelos, Baja

California y Coahuila.

Página 49

Capítulo II El yacimiento de la Barranca del Muerto

2.1 Geografía del Estado de Oaxaca

El estado de Oaxaca se localiza al suroeste de México, al norte colinda con los

estados de Veracruz y Puebla, al este con el estado de Chiapas, al Oeste con

el estado de Guerrero y al sur con el océano Pacifico (Figura 4). Las regiones

del estado están caracterizadas por su relieve, siendo siete: la Mixteca, los

Valles Centrales, la Cañada, el Papaloapan, el Istmo, la Costa y la Sierra Sur.

A su vez las regiones se dividen en sub provincias fisiográficas,

reconociéndose 12 de acuerdo a sus características topográficas, geológicas,

orográficas e hidrográficas, siendo estas: la Depresión del Balsas, las

Montañas y los Valles del Occidente, la Fosa de Tehuacán, la Sierra Madre de

Oaxaca, Planicie Costera del Golfo, los Valles Centrales de Oaxaca, las

Montañas y Valles del centro, la Depresión Ístmica de Tehuantepec, la Sierra

Madre de Oaxaca y Chiapas (Chimalapas), la Sierra Madre del Sur, la Planicie

Costera del Pacifico y la Planicie Costera de Tehuantepec. El clima, la flora y la

fauna del estado son diversos dependiendo en gran medida de las regiones

fisiográficas (García-Mendoza et al, 2004: 43-54).

Situado en el trópico y con diversas altitudes, este territorio ofrece una

gran variedad de marcos ambientales. Más de la mitad de la población del

estado se expresa en alguno de los doce dialectos. Así, con las diferencias de

idioma, vegetación y climas, presenta una diversificación cultural.

El grupo cultural mixteco, constituye casi el 40% de la población de

lengua indígena del estado y, habita un área que abarca tres zonas climáticas,

desde la región montañosa hasta la planicie costera del Pacifico. A las

Página 50

diferencias geográficas se añaden las variaciones culturales, tanto locales

como regionales; dialectales, del vestido y de la artesanía.

El nivel alcanzado por la antigua cultura mixteca la sitúa entre las “altas”

culturas mesoamericanas, junto con la maya, la azteca y la zapoteca. “Las

excavaciones realizadas en Monte Albán, Coixtlahuaca y Montenegro, han

permitido establecer una cronología por correlación cerámica que ubica a los

centros ceremoniales mixtecos con otras culturas. Los códices mixtecos-

Selden, Nuttall, Vindobenensis-, proporcionan datos sobre genealogías, la

etnográfica y las conquistas aztecas efectuadas en la región mixteca, y

constituyen a la vez una de las fuentes principales de información…” (Ravicz,

1965).

Figura 4. Localización del estado de Oaxaca.

Página 51

2.1.1 Medio físico del área de estudio

La localidad de Santiago Chazumba, se localiza en la región de la Mixteca, en

el Distrito de Huajuapan, en la provincia fisiográfica de las Montañas y Valles

del Occidente de Oaxaca. Al norte colinda con el estado de Puebla, al noreste

con la Fosa de Tehuantepec, al sureste con los Valles Centrales, al sur con la

Sierra Madre y al oeste con el estado de Guerrero (Ortiz et al., 2004).

La geología que se observa de la región, es la característica de la

Mixteca baja con rocas ígneas extrusivas, volcano-cenozoico; rocas

sedimentarias, terciario sedimentario Mioceno-Pleistoceno; Calizas del

Cretácico, y sedimentarias del Jurasico continentales y marinas; rocas

metamórficas, ígneas intrusivas del Precámbrico y, granitos del Mesozoico y

Cenozoico, en la figura cinco se observa la geología del estado de Oaxaca.

(Centeno-García, 2004).

La topografía y la hidrografía de la región corresponden con la de la

Mixteca, con una fisiografía muy accidentada, ríos intermitentes, suelos

someros y cañadas.

En la región los suelos que están presentes son: Cambisol, Feozem,

Litosol, Regosol, Rendzina y Vertisol (Alfaro, 2004).

El clima de la Mixteca es esencialmente seco, aunque con dos zonas

semi-húmedas; la tropical de la Costa y la templada de la Mixteca Alta, ambas

con lluvias en verano pero sin gran cantidad de humedad y con poca o ninguna

lluvia en otras épocas del año. Muchos de los valles estrechos de la Mixteca

Alta y de la Baja deben clasificarse como estepas y desiertos puesto que los

vientos que traen las lluvias no llegan hasta ellos. En toda la región, un periodo

de calor extremoso precede al solsticio de verano. El clima actual de la región

corresponde con una temperatura anual entre 12° y 18° C, y una precipitación

anual de 500 a 800 cm³ (Trejo, 2004).

La población de Santiago Chazumba se localiza en la parte noroeste de

Oaxaca, dentro de la región de la Mixteca Baja, en la subregión denominada

Tequixtepec-Chazumba, extremo norte del distrito de Huajuapan de León.

Página 52

Sus coordenadas son: 97º 41´longitud oeste y 18º 11´latitud norte, a una

altura de 1700 msnm. Se caracteriza por un clima seco, semidesértico, donde

reina una fuerte erosión natural, producida principalmente por las lluvias

torrenciales que agrietan el terreno y producen canales y barrancas por las que

circulan las corrientes intermitentes. La cañada o Barranca del Muerto tiene

una orientación Noreste-Sureste, la cual forma diversos meandros confluyendo

en el río Manzanas, al sur de Chazumba.

La geografía del lugar comprende lomas, sierras y valles, formados por

la corriente del río Manzanas, el cual corre de sureste a noreste. Dentro del

valle, formado por el citado río, se encuentra la población de Santiago

Chazumba. Actualmente su caudal es intermitente, pero crece notablemente

durante el periodo de lluvias con el aporte de otros muchos arroyos que

convergen en la zona.

De acuerdo con los testimonios, observados en campo y, con los datos

obtenidos del INEGI, la geología del entorno está integrada por rocas

metamórficas, sedimentarias e ígneas, en particular: basalto, andesita, brecha

volcánica y caliza, en la sierra y, areniscas y conglomerados en el área del río

Manzanas (Arroyo y Viñas 2008, 2009, 2011; Viñas, 2009).

Página 53

Figura 5. Suelos de Oaxaca (INEGI, 2012).

Página 54

La vegetación de la Mixteca Baja está representada por el bosque

tropical caducifolio; sin embargo, en el área de estudio esta varía en función del

tipo de suelo, el clima y la altitud, encontrándose arbustos xerófitos de tierra

caliente y cactáceas, como la biznaga, el pitayo y el huizache, propios de

climas más secos, los cuales dan cobijo a una variada fauna representada por:

conejo, cacomixtle, ardilla, búho, águila, zopilote, culebra de agua y víbora de

cascabel, entre otros. La figura seis es un ejemplo de la fauna de la región, las

figuras siete y ocho son muestra de la flora de la región. (García-Mendoza et al,

2004).

Figura 6. Fauna de Santiago Chazumba.

Página 55

Figura 7. Biznagas típicas de la región.

Figura 8. Flora típica del área.

Página 56

2.2 La Barranca del Muerto

2.2.1 Ubicación

El área de estudio se encuentra ubicada en la zona NE de la cabecera

municipal y al SO del Cerro Prieto, conocido también como Yacuza, dentro de

una cañada que drena a la Barranca del Muerto y cerca de donde se

construyen nuevas viviendas, lo que supone un cierto peligro para la

preservación e integridad del sitio. Sus coordenadas son: 18º 11’ 15’’ norte y

97º 49’ 15 ’’ y, se halla a una altitud de 1,774 msnm.

Figura 9. Ubicación del Yacimiento.

Página 57

2.2.2 Descripción del yacimiento

El depósito arqueo-paleontológico se localiza en una de las cañadas

que drena a la Barranca del Muerto. Esta cañada está formada por varios

meandros, cuyas aguas torrenciales impactan contra las paredes y laderas

arcillosas, entre ellas el paredón del sitio, derribando y destruyendo el depósito

donde se localizan los restos óseos de fauna pleistocena.

En el corte de la pared, de unos 11 m de altura, se perciben distintas

capas formadas, principalmente por sedimentos aluviales que revelan su origen

y procedencia. Estos se depositaron dentro de una depresión o cuenca, que

parece haber constituido un paleo-lago y zona de humedales con áreas semi-

pantanosas.

El depósito se encuentra ubicado en medio de una ladera vertical, o

pared lateral de la cañada, al pie de un meandro, por lo que recibe la continua

erosión de las lluvias torrenciales, que año tras año van socavando la base de

este corte con lo cual se desprenden los niveles arqueo-paleontológicos.

Figura 10. En su vertiente suroeste se observa la erosión que origina la cañada del Muerto. El

recuadro indica la zona de la excavación.

Página 58

Figura 11. Vista de la cañada del Muerto, Santiago Chazumba, Oaxaca. La flecha indica la

ubicación del yacimiento.

Figura 12. Vista de la pared E con los niveles estratigráficos del depósito y detalle de los

restos óseos que aparecen en el corte, a cinco metros de altura respecto el lecho del arroyo.

Página 59

2.3 Periodización arqueo-paleontológica de la región

2.3.1 Antecedentes

Con base en el registro arqueológico, la Mixteca muestra los siguientes

periodos:

Pleistoceno superior final: Actualmente los yacimientos se encuentran en

proceso de investigación (Arqueolítico o Paleoindio).

Holoceno Temprano: Arcaico (7 ka, Cenolítico superior) en la Mixteca

Alta (Valle de Nochixtlán), con materiales líticos identificados con la

tradición tehuacana vinculada a la familia otomangue.

Holoceno: Preclásico (Hacia 1,4 ka) Presencia de aldeas agrícolas

sedentarias en la Mixteca Alta y Baja, considerados como protomixtecos.

Holoceno: Clásico y Postclásico (A partir del 500 a.C., y hasta 750 d.C.)

“Desarrollo de centros urbanos jerarquizados, con sociedades complejas

en las que se registra, arquitectura monumental, escritura, calendario,

terrazas de cultivo, sistemas de riego, etc.” (M. Winter, 1986, 1988,

citado en Barabas, 1999, pp. 135).

2.4 Estudios arqueo-paleontológicos en la región

En el estado de Oaxaca los estudios arqueo-paleontológicos han sido

puntuales, teniendo investigaciones en la mixteca alta realizadas por Jiménez

Hidalgo y su equipo, la mixteca baja, llevados a cabo por el equipo de Joaquín

Arroyo (INAH) y Ramón Viñas (IPHES) en la región de Santiago Chazumba, y

por el equipo de la UNAM a cargo de Alfonso Valiente en la región de San Juan

Raya, Puebla, aproximadamente a 10 km con el límite con Oaxaca. Además se

han realizado algunos trabajos en la región central de Oaxaca y, en la región

de Guíla Naquitz, realizados por Kent Flannery.

Página 60

A continuación se describen brevemente, cada una de estas investigaciones y

sus resultados:

Guilá Naquitz, región Central de Oaxaca. En esta cavidad se llevó a

cabo un proyecto de investigación dirigido por Kent Flannery y Joyce Marcus

(1966 a 1981), cuyos objetivos perseguían esclarecer la transición del sistema

económico de la recolección al de la producción de alimentos. Guila Naquitz es

un pequeño abrigo rocoso ubicado en el Barranco Blanco. Los suelos de

ocupación en el abrigo van desde la etapa precerámica hasta el Postclásico,

los fechamientos más tempranos corresponden al nivel de transición del

periodo Paleoindio, caracterizado por fauna pleistocena y del Holoceno, con un

fechamiento de 8750 ka. Los resultados de los análisis de polen proporcionaron

una secuencia de cambio en la vegetación de la zona con fluctuaciones del

bosque de espino, roble y pino y el probable uso de recursos vegetales

cultivados desde el 7000 a.C. En cuanto a los análisis zooarqueológicos, cabe

mencionar que la mayoría de los animales utilizados como recurso alimenticio

son comunes en la actualidad, siendo el venado cola blanca la especie más

abundante y la principal fuente de proteínas. Respecto al material lítico, los

niveles pleistocenos de Guíla Naquitz contenían piezas sin retoque, lo que

implica tecnología expeditiva (Flannery 1968, 1976; Flannery y Marcus, 1983).

Mixteca Alta, la fauna local Viko Vijin, investigación realizada por

Eduardo Jiménez Hidalgo y su equipo de la Universidad del Mar, en la Mixteca

Alta, en el noroeste del territorio. Los fósiles estudiados son de seis

localidades (yacimientos) diferentes, localizados en los municipios de

Concepción Buenavista, San Antonio Acutla, Teotongo y Villa Tejupam de la

Unión, los yacimientos los nombraron: Oax-2 El Pedernal, Oax-3 La Pedrera,

Oax-4 Río Salado, Oax-5 Llano de Hueso, Oax-6 Cañada del Misterio and Oax-

7 Río Tejupan. En esta región la fauna fósil pertenece al Pleistoceno superior

final y corresponde a gliptodonte (Glyptotherium sp.), llama (Hemiauchenia sp.),

camello (Camelops sp.), Venado (Odocoileus sp.), caballo (Equus sp.),

gonfoterio (Cuvieronius sp.), mamut (Mammuthus sp.) y bisonte (Bison sp.). La

presencia de bisonte en los yacimientos mexicanos, nos indica que son de

Edad Mamífera Rancholabreana (Jiménez-Hidalgo et al, 2011).

Página 61

San Juan Raya, Oaxaca. En esta zona se lleva a cabo un proyecto de

investigación por parte de un equipo interdisciplinario de la UNAM a cargo del

Dr. Alfonso Valiente Banuet del Instituto de Ecología, pero cuyos resultados no

han sido todavía dados a conocer en su totalidad. Solo mencionaremos que el

yacimiento paleontológico tiene el mismo tipo de fauna que en el yacimiento

arqueo-paleontológico de Chazumba, es decir, similitudes en la estratigrafía y

el nivel en el que se localizan los restos óseos presenta características

sedimentológicas similares que el depósito de la Barranca del Muerto en

Santiago Chazumba. Los niveles más antiguos los tienen fechados en al

menos 25 ka, de acuerdo a la sedimentología y reconstrucción paleoambiental,

y un fósil de vertebrado ha sido datado en 19,310 ka 14C cal. (Joaquín Arroyo,

comunicación personal, 2012, Medina, 2010).

Barranca del Muerto, Santiago Chazumba, Oaxaca. Como se ha

mencionado con anterioridad, la localización del depósito se encuentra en una

zona de alto riesgo erosivo por las aguas torrenciales. Por ello se hizo

necesario un proyecto de excavación y recuperación del material

paleontológico y así evitar la pérdida de información. En el año de 2007, tras la

denuncia de los hermanos Cervantes López ante el INAH, Joaquín Arroyo y

Ramón Viñas emprendieron las excavaciones con un equipo interdisciplinario

constituido por investigadores del INAH, IPHES y ENAH, con la participación de

algunos investigadores de la UNAM.

De los resultados de la primera temporada, se pueden señalar no solo

los restos óseos de lo que en un primer momento se pensaba pertenecían

exclusivamente a un ejemplar de Mammuthus columbi, sino también la

presencia de otras especies como el perezoso gigante (Eremotherium sp.),

mandíbula y dientes del ratón metorito (Microtus mexicanus), la rata montera

(Neotoma mexicana), una pieza dental de caballo (Equus sp.), placas óseas de

caparazón de tortuga dulceacuícola (Podocnemis sp.) (Cruz et al., 2009), así

como algunas piezas de material lítico con tecnología expeditiva. Durante la

segunda temporada se recuperaron además de restos de las especies

anteriormente mencionadas, otros restos óseos de dos especies de fauna

pleistocena, como el gliptodonte (Glypthotherium sp.), y el milodonte

Página 62

(Paramylodon harlani), además de material lítico tanto en excavación como en

la superficie de las laderas y plataforma superior. En la tercera temporada se

recuperaron restos que habían sido expuestos en la temporada anterior pero

que por tiempo no se pudieron excavar, así mismo se pudo salvar material que

se encontraba en el fondo del río el cual provenía de un bloque que se

desprendió de una de las paredes del barranco a unos metros del yacimiento,

con lo que pudimos observar el potencial del yacimiento, que es enorme, y que

da para estudiarlo muchos años más. A este lugar lo nombramos Chazumba 2,

y en él se recuperaron rosetas del gliptodonte (Glypthotherium sp.) así como

fragmentos de hueso largo y craneales de eremoterio y gonfoterio y, parte de

un caparazón de tortuga. De la pared de donde se desprendió el bloque se

recupero una lítica, además de dientes de perezoso gigante, y otros restos

óseos.

En la figura 13 está representada la planta general del área estudiada de

la Barranca del Muerto con las dos áreas de excavación, los círculos

representan restos óseos arrastrados por las corrientes fluviales. En la figura

14 está representada la planta de excavación de Chazumba I, donde están

señalados los cuadros excavados durante la campaña 2007 en gris y durante la

campaña 2008 rayado. En la figura 15 están representadas las plantas del

cuadro A4 y B4, los cuales han sufrido pérdidas de más del 50% de su

superficie por la erosión fluvial, los materiales se hayan prácticamente

expuestos en la pared del meandro.

Página 63

Figura 13. Planta general de la Barranca del Muerto.

Página 64

Figura 14. Planta de excavación donde se observan las áreas excavadas en las campañas

2007 y 2008.

Página 65

Figura 15. Planta de los cuadros A4 y B4, en donde se observa la erosión producida por las

aguas que destruyo el 50% de su área.

Página 66

Capítulo III. Metodología

3.1 Metodología del proyecto

3.1.1 La excavación

Al excavar yacimientos arqueo-paleontológicos del pleistoceno superior, se

enfrenta uno a la compleja estratigrafía que presentan estos depósitos, por ello

los arqueólogos y prehistoriadores han utilizado, a lo largo del tiempo, diversas

técnicas de excavación, por ejemplo dejando testigos o escalonamientos para

tener referencias estratigráficas, lo que permite registrar alguna capa poco

definida en un horizonte o interfacie de ocupación (Acosta, 2006; Eudave

2008). Richard MacNeish utilizó esta técnica en las cuevas de Tamaulipas y

Tehuacán, consistentes en iniciar la excavación en una o más calas o catas

para evaluar la estratigrafía y posteriormente continuar con la excavación de

algún perfil expuesto hacia el centro del área, de ese modo, liberaban la unidad

estratigráfica cercana a la superficie y de manera escalonada (MacNeish et al,

1972). Así mismo Kent Flannery utilizó ese método en el abrigo de Guilá

Naquitz, modificando la técnica usada por MacNeish y excavando cuadros

alternadamente (Flannery, 1986).

El primer objetivo de las excavaciones realizadas por el Proyecto

“Biodiversidad y Sociedades Cazadoras Recolectoras del Cuaternario de

México”, fue el rescate de los restos óseos de un ejemplar de mamut. Para este

trabajo se planeó, desde el principio una excavación de 30 m² (6 x 5 m) (figura

16) con metodología sistemática para la recuperación del material óseo. El

Página 67

método de excavación consistió en bajar los niveles superiores, estériles, para

situarse en el nivel VII (paleontológico), ubicado entre 5 y 6 m de profundidad

desde la superficie, así mismo la excavación se llevo a cabo excavando por

niveles estratigráficos. Desde el nivel superficial se instaló una retícula con

cuadros de 1 x 1 m. y solamente en el nivel I, superficial se recuperó algún

fragmento de cerámica y alguna pieza de lítica. Los niveles restantes, entre el II

y el VI, integraron arcillas y limos estériles, hasta llegar al nivel VII donde se

traslado el nivel 0 para una mayor precisión del registro arqueo-paleontológico.

Cada elemento recuperado fue etiquetado con las siglas de su cuadro y sus

coordenadas correspondientes (X, Y, Z). Fue una verdadera sorpresa localizar,

aparte de diversas especies de megafauna, algunos elementos líticos con una

tecnología expeditiva, y huesos con incisiones aparentemente antrópicas.

Los restos óseos se consolidaron con polivinil acetato diluido en agua en

las primeras dos temporadas, mientras que en la 3ª temporada se uso

RECONOS©, material que se utiliza en restauración y conservación para

consolidar y remineralizar (son dos componentes, el RECONOS 110 es una

mezcla de cloruro de sodio y acido acético el cual se utiliza como

remineralizante, y el RECONOS 220 el cual es una mezcla de Quitina y

polímero natural, no contiene acido acético) siendo utilizado como consolidante

y como adhesivo). Posiblemente el uso de consolidantes previos al análisis de

marcas puede afectar a su estudio (Ver apartados 3.2.3.4, 3.4, 4.1.2.2,

Todos los materiales se almacenaron en bolsas individuales con sus

datos de excavación. Además, numerosos restos se embalaron con plástico

burbuja y, en casos particulares con plástico y poliuretano para mantener la

estructura de los huesos más grandes fragmentados.

Página 68

Figura 16. Planta de excavación, el área sombreada es el área excavada en la campaña 2010.

3.2 Registro Arqueológico

Del total de material recuperado en las tres campañas de excavación del

yacimiento paleontológico de Santiago Chazumba, para esta investigación se

estudiaron solo ocho restos óseos, ya que al realizar las primeras

observaciones macroscópicas nos percatamos de que estos podrían dar

resultados positivos para los propósitos de esta investigación.

Página 69

El material lítico analizado corresponde al recuperado en las primeras

dos campañas de excavación. Este análisis corrió a cargo del Dr. Xosé Pedro

Rodríguez del departamento de lítica del IPHES. Hemos considerado

pertinente integrar sus observaciones a la presente investigación ya que

refuerzan las conclusiones preliminares del estudio.

Los análisis palinológicos se realizaron en los laboratorios de Palinología

del IPHES a cargo del Dr. Francesc Burjachs, los análisis de ADN de un resto

óseo, se realizaron en los laboratorios de Biología Molecular del IPHES a cargo

del Dr. Policarp Hortolà. Así mismo se enviaron a los laboratorios de Beta

Analythic, varias muestras de carbón y huesos para su fechamiento.

3.2.1 Industria lítica

3.2.1.1 Metodología de estudio del registro lítico

El registro lítico ha sido analizado siguiendo las directrices del Sistema lógico

Analítico (Carbonell, Guilbaud y Mora, 1983, Carbonell et al. 1992). Este

sistema de estudio no tiene como objetivo la clasificación tipológica de los

artefactos, sino que pretende establecer categorías estructurales que expliquen

el proceso de fabricación de las herramientas prehistóricas.

En consecuencia, la clasificación de los objetos se ha hecho en función de

la categoría estructural a la que pertenecen. Concretamente se han distinguido

las siguientes:

-BN: Base Natural, objetos no tallados. Entre ellos, se distinguen cuatro tipos:

BNa (sin ningún tipo de estigma en su superficie), BNb (con presencia de

estigmas de percusión), BNc (bases con fracturas) y BNd (fragmentos de base,

que conservan menos de 1/3 de la masa original).

-BN1G: Bases Negativas de primera Generación. Se trata de bases que han

sido talladas. Distinguimos entre BN1G de explotación (BN1GE) y BN1GC de

configuración (BN1GC). En las primeras, el objetivo del proceso de talla ha sido

Página 70

la obtención de productos, mientras en las segundas, el objetivo de la talla ha

sido la configuración morfologías adecuadas al uso.

-BP: Bases Positivas. Nos referimos a las lascas o productos de talla. En

algunos casos, especificamos si se trata de BP fragmentadas (BPF) o de

fragmentos de BP (FBP). Las primeras son aquéllas que presentan fracturas

que afectan a una parte significativa del objeto original y que posiblemente son

intencionadas, mientras que las segundas son las que no conservan su

superficie talonar.

-BN2G: Bases Negativas de segunda Generación. Son productos de talla sobre

los que se realizan extracciones. Si éstas están destinadas a la obtención de

nuevos productos, es decir, se trata de núcleos sobre lasca, las consideramos

BN2G de explotación (BN2GE). Si, en cambio, se trata de lascas retocadas

para obtener filos activos, las denominamos BN2G de configuración (BN2GC).

-Fragmentos: productos procedentes de procesos de talla, pero sin los

atributos técnicos necesarios para poder adscribirlos a ninguna fase en

concreto.

-Indeterminables: objetos que no pueden ser adscritos a ninguna de las

categorías anteriores, generalmente por su deficiente estado de conservación.

Se analizaron un total de 6 piezas, localizadas en superficie en la

primera campaña y 53 en la segunda, solamente 18 objetos fueron hallados en

contexto estratigráfico durante la segunda campaña.

3.2.2 Fauna

3.2.2.1 Antecedentes metodológicos sobre el estudio de la fauna

El estudio de los restos óseos faunísticos en México se ha centrado

principalmente en dos líneas de investigación, los provenientes de yacimientos

de sociedades sedentarias, y los procedentes de yacimientos paleontológicos.

Página 71

Al ser el yacimiento estudiado arqueo-paleontológico, se siguió con el esquema

utilizado en paleontología, identificaciones taxonómica y tafonómica, así como

el análisis microscópico.

La primera etapa a realizar y que para Polaco (1991) podría ser

considerada como descriptiva, pero que es la más importante del análisis

zooarqueológico, comienza con la identificación de las especies presentes en

la muestra, es la fase más importante de la investigación, pues las futuras

investigaciones que se elaboren dependerán de la correcta identificación de las

especies representadas (Polaco, 1991), paralelamente se debe realizar el

análisis tafonómico, ya que los restos óseos desde la muerte del animal, hasta

su excavación, pasan por una serie de procesos tafonómicos en donde actúan

diversos agentes, pueden ser antrópicos, físicos o químicos, y la identificación

de estos procesos servirá a lo largo de la investigación, pues una mala

identificación puede causar confusiones a la hora de analizar en el microscopio

las marcas en la superficie de los huesos.

Posteriormente, para poder realizar un análisis arqueológico, sea

faunístico o lítico, se deben conocer los diferentes segmentos que conforman la

cadena operativa, en nuestro caso el recurso faunístico, entendiendo a esta

como el proceso que se lleva a cabo para realizar una acción en concreto, sea

para la obtención de un artefacto o como de consumo, esto implica desde la

recolección de la materia prima hasta la utilización o desecho del resultado.

Así, se da una relación intrínseca entre la materia prima, la

intencionalidad del artesano y la funcionalidad del artefacto fabricado

(Rodríguez, 1992).

En un principio el termino de cadena operativa fue propuesto por Leroi-

Gourhan (1964, 1987) y concebido para el estudio de la industria lítica, pero un

yacimiento arqueológico no solo aparecen materiales líticos, también se

recuperan materiales de diversa naturaleza y producto de la acción humana

(restos vegetales y los restos óseos de los animales consumidos, forman parte

de la dinámica eco-social y requiere que se desarrollen cadenas operativas

propias). Por lo que, la concepción dinamicista que Leroi-Gourhan y el sistema

Página 72

lógico analítico aportan a los materiales líticos es por mas extensiva al resto de

los materiales encontrados en un contexto arqueológico. Las diferentes

cadenas operativas interactúan constantemente entre sí, de tal manera que no

podemos concebir a los sistemas técnicos como entidades independientes. Así,

se puede establecer una ordenación temporal de las diferentes cadenas

operativas que permitan distinguir entre las de producción y las finales o de

consumo.

Las cadenas operativas de producción están destinadas a la obtención

de objetos de morfología preconcebida y directamente funcionales, la finalidad

de los objetos resultantes es la de interactuar con otras cadenas operativas o

iniciarlas; mientras que las cadenas operativas de consumo son las actividades

destinadas al procesamiento de objetos útiles, sin importar mucho su

morfología (Rosell, 2001).

Según Rosell, la secuencia temporal que jerarquiza la cadena operativa

relacionada con el consumo de la fauna se organiza en cuatro procesos

principales: obtención del animal, las modalidades de transportación de los

organismos, las técnicas de procesamiento y el consumo, los diferentes

segmentos de la cadena operativa están altamente relacionados entre ellos de

manera que los elementos que los determinan son, en muchos casos los

mismos (Rosell, 2001), en consecuencia debemos tener en cuenta los

procesos tafonómicos, los cuales también dejan su huella en los huesos y los

cuales los podemos confundir con algún proceso antrópico.

Medlock (1975) en su análisis faunístico en Norte América presenta un

modelo de historia de la formación del registro zooarqueológico, en el cual

propone todas las variables propuestas para generalizar el historial tafonómico

de un yacimiento (figura 17) (Lyman, 1994).

Página 73

Figura 17. Modelo de historia tafonómica de un conjunto de fauna (Medlok 1975 en Lyman,

1994)

La obtención del animal son las estrategias o técnicas utilizadas por las

sociedades cazadoras recolectoras para obtener los recursos faunísticos,

pudiendo ser una cacería, el carroñeo y la recolección de presas pequeñas.

Una vez obtenida la presa, al momento de transportarlo, los cazadores

debían de considerar el obtener el máximo de nutrientes minimizando la

energía invertida, tanto en el transporte del animal como en el posterior

procesamiento del mismo, ya que la mayoría de las veces el lugar de obtención

de la presa no es el mismo que el lugar del campamento. En los yacimientos se

pueden recuperar diferentes partes anatómicas de las presas, dependiendo de

si fue el lugar de obtención, el de procesamiento o el de consumo del animal.

Página 74

Una vez capturado el ejemplar se lleva a cabo su procesamiento y

consumo, así, en primer lugar se da muerte al animal, posteriormente se le

retira la piel, para finalmente obtener la carne. El destazamiento y la

preparación de la materia blanda, ya sea mediante la cocción o por medio del

fuego, constituyen los preliminares para finalmente ser consumida. A este

proceso se le ha llamado de subsistencia. En el análisis, el proceso está

definido por un conjunto de fracturas y cortes que se distribuyen en distintas

partes del hueso (Pérez-Roldán, 2005). Los conjuntos de marcas sobre la

superficie del hueso son producto de dos eventos: 1) obtención de materia

prima (piel y hueso) y 2) extracción de la carne.

En la obtención de la materia prima, el desollamiento es la acción de

desprender la piel del cuerpo o de los miembros, las marcas son cortes, las

cuales se presentan en la superficie de las diáfisis de los huesos largos, las

falanges y en la parte baja de la mandíbula y el cráneo. El desmembramiento

es la acción de dividir o separar los miembros del cuerpo en secciones

anatómicas, dentro de estas se consideran la desarticulación, en este caso, las

marcas son de corte y se presentan en los bordes o áreas de articulación y en

las epífisis de los huesos largos, así como encima de la superficie de las

vertebras y/o partes pélvicas.

El desprendimiento de la masa muscular o fileteo es la acción de separar

los diferentes músculos, respetando su conformación, las marcas de corte se

ubican paralelas a lo largo de la diáfisis del hueso, de esta manera se limpia y

se obtiene el hueso que servirá como materia prima (Pijoan y Pastrana, 1987).

Por otro lado, las marcas que seccionan o dividen al hueso

corresponden al destazamiento que es la acción de dividir o apartar la sección

anatómica del cuerpo en piezas o pedazos (Pijoan y Pastrana, 1987).

Una vez que se ha realizado la identificación paleontológica, anatómica y

taxonómica de los restos óseos, el análisis tafonómico a nivel macroscópico e

identificado en lo posible el segmento de la cadena operativa a la que

pertenecen las muestras, lo que resta es realizar el análisis tafonómico a nivel

microscópico.

Página 75

Figura 18. Cadena operativa de la fauna (Gilberto Pérez Roldan, 2005).

Destazamiento

Desollamiento

Productos

Alimentario

(Platillo)

Fileteo o desprendimiento

de masas

Desarticulación

Bloques mayores

Selección de materia

prima Para

manufacturar hueso

Obtención del

organismo

Desecho

Huesos fracturados y

astillados

Tratamiento

térmico

Muerte del

organismo

Transporte del

organismo

Desarticulación

Bloques menores

Lugar de

obtención

Lugar de

matanza

Lugar de

procesamiento

Lugar de

consumo

Lugar de

desecho

Decapitación

Página 76

3.2.2.2 Metodología de análisis del material óseo

Del total de material óseo de las primeras dos campañas de excavación (una

media de ciento cincuenta registros por campaña), se analizaron solamente

ocho restos óseos, por ser los que presentaban alguna marca lineal de interés,

ya que nuestro objetivo principal es el de examinar las marcas lineales para

corroborar si hubo, o no, una coexistencia entre la fauna pleistocena y los

grupos humanos a finales del Pleistoceno/ inicio del Holoceno en esta zona de

México.

Los análisis paleontológicos de los restos óseos de fauna se realizaron

en el laboratorio de arqueozoología del INAH, bajo la supervisión del Dr.

Joaquín Arroyo Cabrales y con el apoyo de los técnicos laboratoristas Iván

Alarcón Durán y Aurelio Ocaña Marín.

3.2.3.3 Identificación taxonómica

Una de las primeras tareas de los arqueozoólogos y paleontólogos es la de

identificar, la especie, el género, la familia o el grupo animal al que perteneció

el hueso, ya sea completo, fragmentado, modificado y trabajado, que es

recuperado en el contexto arqueológico (Polaco, 1981).

Para realizar la identificación taxonómica, en la presente investigación,

se requirió de la bibliografía especializada en fauna del Pleistoceno, de la

colección osteológica del laboratorio del INAH, así como la ayuda de los

técnicos laboratoristas del INAH Iván Alarcón y Aurelio Ocaña.

De los ocho huesos analizados, tenemos dos taxa y uno es

indeterminado, 6 son costillas, 1 pelvis y 1 escápula. La pelvis es de gonfoterio,

la escápula no se ha determinado, y las costillas son de gonfoterio y de

edentado (figuras 19 a 26).

Página 77

Figura 19.- Elemento 40, costilla de gonfoterio (Fotografía: Alejandro López).

Página 78

Figura 20. Elemento 42 (1) fragmento de escápula, con marcas lineales claramente visibles.

Página 79

Figura 21. Elemento 42 (2) fragmento de escápula.

Página 80

Figura 22. Elemento 45 (1) fragmento de costilla de gonfoterio (Fotografía: Alejandro López)

Página 81

Figura 23. Elemento 45 (2) fragmento de costilla de gonfoterio (Fotografía Alejandro López)

Página 82

Figura 24. Elemento 55, fragmento de costilla de edentado.

Página 83

Figura 25. Elemento 58, costilla de edentado.

Página 84

Figura 26. Elemento 61 (1) fragmento de pelvis de gonfoterio.

Página 85

Figura 27. Elemento 61 (2) fragmento de pelvis de gonfoterio.

Página 86

Figura 28. Elemento 63 (1) fragmento proximal costilla de edentado.

Página 87

Figura 29. Elemento 63 (2), fragmento medial de costilla de edentado.

Página 88

Figura 30. Elemento 63 (3), fragmento distal de costilla de edentado.

Página 89

Figura 31. Elemento B3 fragmento proximal de costilla de edentado.

Página 90

3.2.2.4 Identificación tafonómica

Para llevar a cabo el análisis de los restos óseos de la fauna procedimos a

reconocer las diferentes huellas que presentan los huesos, diferenciando las

que fueron hechas de forma natural de las que fueron realizadas por los

humanos.

La tafonomía aplicada a la arqueozoología es la que estudia las

modificaciones que sufren los restos óseos en los contextos arqueológicos.

Éstas modificaciones dejan sus huellas en los huesos y para su estudio se

pueden dividir en biológicas, físico-químicas y antropogénicas.

Las biológicas son resultado de las raíces, hongos, insectos, mamíferos

pequeños los cuales roen al hueso, carnívoros los que mordisquean los

huesos, y mamíferos de talla grande los que pisotean los huesos (trampling).

Las físico-químicas, como caída de rocas, rodamiento de rocas, el

intemperismo (wathering) y la carbonatación. Y las antropogénicas, se pueden

dividir en huellas por proceso de consumo y por proceso de manufactura, así

como si tienen huellas de haber sido expuestos a tratamientos térmicos.

El agua actúa como agente tafonómico, suele romper, dispersar y

modificar la superficie de los restos óseos, se puede identificar por la presencia

de microestriación, pulido y redondamiento, la abrasión hídrica redondea y pule

la superficie de los huesos.

El trampling o pisoteo, es el proceso de fricción con sedimentos, puede

ser producido por el tránsito de animales y humanos, se observan estrías,

fracturas cuando el hueso ya está seco, las estrías son lineales, pueden ser

aisladas, en grupo o dispersas, con diferente orientación, puede producir

muescas, dependiendo del tipo de sedimento.

El weathering (intemperismo, meteorización), aquí actúan agentes

atmosféricos, cambios en la temperatura y humedad producen craquelados,

fisuras, astillados y exfoliación en la superficie, estos dos últimos en estados

avanzados de intemperismo. Los rayos del sol rompen las fibras de colágeno

del hueso, observándose craquelados y fisuras (Shipman, 1981).

Página 91

Las raíces (root-etching), el mecanismo de alteración es químico, se

observa en la superficie de los huesos, como surcos de dimensiones variables,

su fondo es forma de “U”, se observa a modo de “retícula” o de

“vermiculaciones”, puede enmascarar modificaciones previas.

Las oxidaciones producen cambios en la coloración de los restos,

pueden ser producidas por presencia de hierro, de coloraciones marrones,

rojas, colores tostados; y manganeso, de coloraciones negras a grises, si las

coloraciones son homogéneas en la superficie del hueso o son dispersas, estas

nos pueden indicar la humedad en el yacimiento, entre más húmedo más

homogénea será la pigmentación.

Las modificaciones que hacen los carnívoros en los huesos, son

acciones mecánicas y químicas, las mecánicas se manifiestan como marcas de

mordidas y fracturación, y pueden observarse surcos, depresiones, improntas y

vaciados. Los surcos son el resultado del arrastre de los dientes en la

superficie de los huesos, tienen una delineación transversal, de fondo con

sección en “U”, de bordes irregulares, el ancho del surco nos puede indicar el

tamaño del diente y del carnívoro; las depresiones son producidas por el

colapso de los huesos producto de estas mordeduras, pueden ser ovales o

circulares y son irregulares, con un fondo cónico; las improntas son producidas

por las cúspides de un diente o una serie dental; los vaciados son el resultado

de comer la epífisis para acceder a la medula, los bordes de las diáfisis se

observan redondeados, pulidos producidos por la lengua y son irregulares por

las mordidas; la digestión que es una acción química, cambia las dimensiones

de los huesos, la superficie es ondulada, porosa, angulosa, se presentan

redondeados, pulidos, adelgazamiento de los extremos, y exposición del tejido

esponjoso (Haynes, 1983; Mondini 2009).

Todas las alteraciones son acumulativas, por lo que es probable que en

la colección que se esté analizando se observen más de una de ellas.

En general los procesos tafonómicos que podemos observar en los

restos óseos de Chazumba son los siguientes:

Página 92

Raíces, Intemperismo (weathering), Erosión fluvial, probables marcas de

carnívoros, probables marcas Antrópicas (figuras 32-34).

Figura 32. Detalle del elemento 40 donde se observan marcas de raíces.

Figura 33. Elemento 60, donde se puede apreciar intemperismo

Página 93

Figura 34. Detalle de posible marca de carnívoro.

Los restos óseos no se encuentran en un buen estado de conservación,

por lo que al excavarlos fueron tratados con una solución de agua y poliviníl

acetato, así mismo, una vez que estuvieron en el laboratorio, tras su limpieza

fueron consolidados con esta misma solución.

Para efectos de esta investigación este tipo de tratamiento no es el más adecuado, ya que suele recubrir muchas de las marcas, esto se comentara más ampliamente en los resultados.

Figura 35. Elemento 60, donde se puede apreciar los residuos del consolidante y adhesivo usados.

Página 94

3.2.2.5 Identificación de huellas antrópicas

Las huellas antrópicas son el resultado de la acción de los humanos al utilizar a

los animales para diversos aspectos, alimento, combustible o materia prima,

pueden ser producto de fracturas intencionales, cortes para limpieza del hueso;

también algunas son realizadas por el destazamiento y otras por el uso en caso

de que hayan servido como artefactos. Estas se producen durante toda la

cadena operativa de obtención de los nutrientes de un animal.

La acción de carnicería deja marcas de corte en los huesos, el fondo es

en “V”, aunque depende de la materia prima del artefacto y su morfología,

dejando estrías múltiples y paralelas, las “barbas” se observan al inicio y final

de la marca, los “conos hercianos” dependen de la fuerza y el ángulo ejercidos,

el “shoulder-effect” deja microestriaciones a lado de la estría principal, los tipos

de marcas de corte son: incisiones, filo transversal al hueso; raspado, estrías

perpendiculares al hueso (para limpiar, quitar la grasa, quitar el periostio para

fracturar al hueso); tajos (chopmark), golpear con el filo del artefacto; y

aserrado, estrías superpuestas (Shipman and Rose, 1983; Olsen and Shipman,

1988).

En los restos óseos analizados, solo se observaron marcas lineales, que

posiblemente hayan sido de destazamiento, o de corte.

A causa de la mala conservación de los restos óseos la identificación de

las huellas antrópicas se dificultó, en gran parte por contar solo con las

replicas, y también por los procesos de consolidación utilizados en los restos

óseos, que cubrieron parcialmente las marcas, no permitiendo observar con

claridad la morfología completa de las mismas, suavizándolas por lo que en la

mayoría de ellas no se pudo determinar si eran antrópicas o no (la información

se amplía en los capítulos correspondientes a resultados y comentarios

finales).

Página 95

3.3 Antecedentes de estudios de marcas de corte

Los estudios de modificación en la superficie de los huesos, como las marcas

de corte, contribuyen a la reconstrucción de los contextos ecológicos y de

comportamiento en el que los ocurren las actividades de los primeros

pobladores. Estos estudios están enfocados en desenvolver diferentes

maneras de identificar a los agentes responsables de las alteraciones, ya sean

procesos tafonómicos, agentes carnívoros o antrópicos.

Los estudios de marcas de corte son comunes en las investigaciones del

origen del hombre, en donde los zooarqueólogos estudian los patrones de la

marcas para investigar si los homínidos del Plio-Pleistoceno eran cazadores o

carroñeros (Binford, 1981, 1985, 1988); posteriormente para identificar el tipo

de fauna utilizada como recurso alimentario, reconstrucción paleoambiental.

Además de ayudar para la reconstrucción del proceso de consumo, la

cuantificación de las marcas en la colección proporciona mayor información,

acerca de este proceso.

Así como proporcionarnos información acerca del origen de las marcas,

los análisis de su morfología, su posición y localización en la superficie del

hueso, los elementos anatómicos en que estas se encuentran presentes, nos

proporcionan información de la preferencia de ciertas especies como recurso, y

con análisis micromorfológicos de la marcas de corte, se puede inferir el tipo de

artefacto utilizado.

Blumenshine et al. (1996) en su trabajo, mencionan que no es necesario

utilizar microscopios electrónicos (SEM) para identificar marcas de corte, de

percusión y de carnívoros, y diferenciarlas entre si, en su investigación utilizan

Lupas ópticas, y microscopios estereoscópicos, mencionan además que

cualquier persona con tan solo unas horas de entrenamiento en el manejo e

identificación, llega a identificar correctamente las marcas hasta en un 86%,

con esto, las investigaciones se realizarían en menos tiempo, se ahorrarían,

costos, aunque esto es para la identificación y diferenciación de las diferentes

marcas, toda vez que ya se tengan identificadas, se podrá analizar en el

Página 96

microscopio electrónico (SEM), aunque se deben sentar las bases necesarias

para el diagnostico, basadas en la aplicación de sistemática de criterios

morfológicos y el uso de tecnologías de ampliación de baja potencia

(Blumenshine et al., 1996).

En trabajos recientes, de los últimos diez años podemos mencionar en

primer lugar al de Yoshiko y su equipo, los cuales en su investigación, aplican

el método de análisis de imagen GIS, para cuantificar las marcas, y ellos

mencionan que existen varios métodos de cuantificación de la frecuencia de las

marcas, pero que esto puede variar, si en la muestra los huesos están

fragmentados, ya que la mayoría de las veces se cuentan las marcas por

fragmento, o los huesos con marcas, y que ellos con su investigación eliminan

este tipo de errores (Yoshiko et al, 2002).

Germonpré et al. (2008), realizan un estudio tafonómico de restos de

mamut en el yacimiento Yudinovo, Rusia, de los resultados que obtuvieron, fue

que la combinación homogénea de weathering en la superficie de los restos

óseos, el estado aislado en que se localizaban los restos, la restringida

localización espacial de marcas de carnívoro, los patrones de fracturación de

los huesos largos y, el largo número de individuos en el yacimiento, asociados

a artefactos líticos, sugiere que el yacimiento de Yudinovo fue formado por

partes anatómicas y huesos que fueron llevados desde el lugar de matanza de

mamuts (Germonpré et al. 2008).

Domínguez Rodrigo et al. (2009) presentan un nuevo protocolo para

diferenciar marcas de trampling de las marcas de carnicería, apoyados de la

arqueología experimental, mencionan que los principales problemas a los que

se enfrentan los investigadores a la hora de analizar las marcas y que haya

criterios diferentes, es que no existe un consenso en cuanto a cuantos

aumentos se deben utilizar para analizar las diferentes marcas, así, algunos

utilizan mayores aumentos mientras que otros prefieren menores aumentos, así

mismo los experimentos de trampling a los que son sometido los materiales

varían de algunos minutos a varios minutos, por lo que las conclusiones varían

de investigador a investigador, por lo que ellos en su investigación los análisis

realizados a las marcas fueron con lupas binoculares de ≤ 40x, concluyen que

Página 97

“The resulting diagnosis on butchery marks and trampling marks given here has

the advantage of being functionally applicable to the study of complete bone

assemblages, since all the marks can be scrutinized with low magnification

lenses. It is hoped that such a referential framework will provide greater

resolution in the understanding of bone assemblages subjected to some degree

of trampling, such as those frequently retrieved in sandy sedimentary contexts,

and of those assemblages in which cut marks are either underestimated by

conservative approaches or overestimated by careless identification of marks”

(Dominguez Rodrigo et al., 2009; Galán et al., 2009, Juana et al., 2010).

Bello y Soligo (2008), en sus investigaciones han utilizado un nuevo

método para analizar las modificaciones en la superficie de los huesos,

utilizando la reconstrucción virtual en 3-D de la micromorfológia de las marcas,

este tipo de estudios, dice la autora, proporcionan información acerca del

artefacto utilizado, así como las propiedades mecánicas del mismo, con ayuda

de la arqueología experimental (Bello y Soligo, 2008).

3.3.1. Análisis microscópicos

El desarrollo de la microscopia óptica ha sido de gran ayuda para el

conocimiento de lo invisible a la vista humana, el microscopio óptico más

simple es la lente convexa doble con una distancia focal corta, aumentando

hasta 15 veces el tamaño de un objeto, los microscopios ópticos compuestos

disponen de varias lentes con las que se consiguen mayores aumentos, las

lentes están dispuestas de forma que el objetivo se encuentre en el punto focal

del ocular, el aumento total del microscopio depende de las longitudes focales

de los dos sistemas de lentes (Arenas, 2005).

Como mencionamos anteriormente, en el estudio de las marcas en los

huesos en un principio se ha utilizado la lupa estereoscópica, posteriormente el

microscopio óptico y, en los últimos 20 años se ha usado el electrónico

(Andrews, 1990; Shipman 1981; White, 1992), ya que se ha visto que ha sido

de gran utilidad en poder observar la micromorfológia de las marcas, diferenciar

su naturaleza y así poder los agentes tafonómicos responsables. Así mismo, al

Página 98

utilizar los diferentes tipos de microscopia, de bajo y alto aumento, la

información obtenida es complementaria y nos proporcionará mejores

resultados.

3.4 Preparación de las muestras (moldes y replicas) para el análisis

microscópico

La preparación de moldes y replicas para el análisis microscópico tienen como

ventaja principal el hacer posible el estudio de muestras que directamente son

difíciles de analizar, ya sea porque son de grandes dimensiones, o porque son

partes no accesibles al microscopio, porque son muestras muy frágiles o

porque no se pueden usar los originales. En este estudio se realizaron los

moldes en el laboratorio de Arqueozoología del INAH, ya que los restos óseos

son, en general, de grandes dimensiones, así como por la dificultad de

transportarlos al laboratorio de Zooarqueología de la Universidad de Ferrara.

Mientras que, las replicas se realizaron en los laboratorios de Restauración del

IPHES y en el laboratorio de Zooarqueología de la Universidad de Ferrara.

Para la preparación de los moldes lo primero que se debe realizar es

una limpieza de la muestra; una vez que está completamente seca se procede

a preparar los moldes, con material de impresión, el cual debe ser de alta

resolución, debe separarse fácilmente del original para no dañarlo, que tenga

una durabilidad suficiente sin perder resolución, y que sea de fácil aplicación.

La Silicona dental de alta resolución es la que cumple con estos requisitos,

tiene un tiempo de secado corto.

Inicialmente el material de Chazumba fue limpiado para poder eliminar la

capa de polivinil acetato el cual había sido utilizado para la consolidación y

conservación de los restos óseos, para ello se empleo agua e instrumentos

suaves que no dejaran nuevas marcas en los huesos. Posteriormente y al ver

que la capa de polivinil acetato no cedía, se decidió utilizar algodón empapado

en acetona, para disolver los restos que hubieran quedado del polivinil acetato.

Página 99

Cabe destacar que este tipo de consolidante no es reversible, por lo que costó

retirarlo, no obstante no se realizó completamente.

Una vez que la muestra estuvo limpia y seca, se procedió a sacar los

moldes. En un primer momento se realizaron con silicona dental Zhermack

clinical C-silicone impression material Light-Hidrophilic©, que contenía una

base y un catalizador, los cuales se mezclaron al 50% en una tableta de vidrio

con una espátula, una vez que estuvo lista la mezcla se procedió a aplicarla en

las zonas elegidas por ser las más probables de ser marcas lineales

antrópicas.

Figura 36. Preparación de la silicona dental (Fotografía: Alejandro López).

Página 100

Figura 37. Aplicación de la Silicona (Fotografía: Alejandro López).

Este tipo de procedimientos es bueno cuando el material está en buenas

condiciones o para materiales líticos, ya que la superficie es mucho más lisa

que en los huesos. Para los restos óseos de la Barranca del Muerto se utilizó

en un principio este tipo de material, el cual no fue el adecuado, ya que los

restos están muy porosos y es difícil de aplicar sin dejar burbujas. Los primeros

moldes que se sacaron contenían muchas burbujas las cuales impedían que se

analizaran adecuadamente las marcas lineales y, en general la superficie del

hueso, por lo que se decidió realizar moldes nuevos. Esta vez se utilizó silicona

dental, la cual viene en cartuchos y se aplica con un dispensador, el cual

mezcla la base y el catalizador mientras va bajando por la válvula de

aplicación; esto ayuda a que no se generen tantas burbujas a la hora de

aplicarlo, este procedimiento como ya mencionamos, permite que los moldes

tengan mayor calidad y menos burbujas y, en general es mucho más fácil de

aplica, incluso se pueden realizar varios moldes a la vez.

Página 101

Figura 38. Los diferentes huesos antes de utilizar el dispensador de silicona dental.

Figura 39. Los restos óseos una vez que se les aplico la silicona con el dispensador.

Página 102

Una vez que los moldes estuvieron listos, los primeros los trasladamos al

Laboratorio de Restauración del IPHES y, los segundos al Laboratorio de

Zooarqueología de la UNIFE, donde se procedió a realizar las replicas.

El material que se usa para realizar las replicas debe ser de alta

resolución, igual que el material utilizado en los moldes, que sea fácil de vaciar

y de rellenar el molde, que se separe fácilmente del negativo y que no haga

reacción con el material del mismo, que sea compatible con la silicona, así

mismo debe experimentar las más mínimas deformaciones y alteraciones.

Existen tres tipos de materiales para realizar las replicas, la Resina

epóxica; la cual es pastosa; el Poliéster que es transparente y crea bastantes

burbujas; y el poliuretano compacto. Dependiendo de las necesidades de la

investigación se selecciona el producto más apropiado para las replicas. En

general el Poliéster es utilizado para las replicas de museo, mientras que la

resina y el Poliuretano compacto son utilizados para microscopia.

En esta investigación se utilizaron dos tipos de materiales para las

replicas, para las replicas realizadas en el Laboratorio de Restauración del

IPHES se utilizó Poliuretano compacto Feropur E55 y Pr55©, mientras que

para las replicas realizadas en el Laboratorio de Zooarqueología de la UNIFE

se utilizó resina epoxica Araldite 554©.

Página 103

Capítulo IV Resultados

4.1 Resultados

En este apartado describiremos la estratigrafía del yacimiento así como los

resultados obtenidos en los diferentes análisis realizados al material arqueo

paleontológico del yacimiento de Santiago Chazumba, Oaxaca, México. En

primer lugar se presentan los resultados de la estratigrafía de excavación; en

segundo lugar los resultados de los análisis microscópicos de los restos óseos;

en tercer lugar los resultados de los análisis del material lítico; en cuarto lugar

los resultados de los análisis polínicos y por último los análisis de ADN.

4.1.1 La estratigrafía

La estratigrafía del yacimiento nos presenta una serie de capas o niveles de

deposición de tipo fluvial y/o lacustre de espesores irregulares, y con 1 m de

desnivel aproximado entre los ejes N-S y E–O (es decir, entre los 5 m que

distan de los cuadros A-E y los 6 m entre 1-6). A la espera del resultado de los

estudios sedimentológicos estas capas aparecen con la siguiente secuencia de

los niveles estratigráficos de la sección N-S:

Nivel superior: Arcilla rica en materia orgánica. Espesor 30 cm (marrón).

Fuera del área de excavación se han localizado fragmentos de sílex y cerámica

prehispánica.

Nivel Ia: Limo. Espesor 50 cm (blancuzco).

Nivel I b: Limo y arenas con pequeños cantos rodados. Espesor 50 cm

(blancuzco). Estéril desde el punto de vista arqueológico-paleontológico.

Página 104

Nivel II: Limo con arenas y pequeños cantos rodados. Espesor irregular

entre 0-50 cm (rosado). Estéril desde el punto de vista arqueológico

paleontológico.

Nivel III a: Limo con arenas y pequeños cantos rodados. Espesor entre

30-40 cm (grisáceo). También nivel estéril.

Nivel III b: Limo con arenas y pequeños cantos rodados. Espesor 30 cm

(gris claro). Estéril desde el punto de vista arqueológico-paleontológico.

Nivel IVa: Arcillas compactas. Espesor entre 50-60 cm (rojizo). Estéril

desde el punto de vista arqueológico-paleontológico.

Nivel IVb: Limo y arcilla compacta. Espesor 50-60 cm (marrón rojizo).

Estéril desde el punto de vista arqueológico-paleontológico.

Nivel IVc: Limo y arcilla con pequeños cantos rodados. Espesor 30 cm

(grisáceo). Estéril desde el punto de vista arqueológico-paleontológico.

Nivel V: Limo de espesor irregular (beige). Estéril desde el punto de vista

arqueológico-paleontológico.

Nivel VIa: Arcilla compactada. Espesor 30 cm (marrón). Estéril desde el

punto de vista arqueológico-paleontológico.

Nivel VIb: Limo y arenas. Espesor 100 cm (rosado). Estéril desde el

punto de vista arqueológico-paleontológico.

Nivel VIIa: Arcilla dura y compactada con gran concentración de cantos

de caliza (gris verdoso claro) Espesor irregular. En este nivel se localizaron

restos de roedores, una costilla de mamífero mediano y pequeños fragmentos

de hueso no identificados.

Nivel VIIb: Limo arcilloso con arena, grava, cuarzo, y con menor cantidad

de piedras que en el superior. Su consistencia es menos compactada que la

anterior (gris verdoso y gris verdoso amarillento). Espesor irregular. Se

desconoce su profundidad máxima. En este nivel se localizaron los restos del

mamut, así como tortuga y caballo.

Página 105

Figura 40. Niveles estratigráficos del depósito en la sección N-S entre los cuadros E y F.

Página 106

Durante la excavación de 2010, La estratigrafía de la capa

paleontológica VIIb, sigue con características muy similares y por tanto reafirma

su continuidad, es decir, presenta la alternancia de limos arcillosos con arena,

grava, cuarzo, cristales de yeso (rosas del desierto) y con una exigua cantidad

de piedras rodadas, sumamente abundantes en la capa superior VIIa. Su

consistencia es menos compactada, que su nivel superior (VIIa) y de un tono

ocre amarillento y gris verdoso claro. Su espesor es irregular y desconocemos

todavía su profundidad máxima. No obstante, este nivel VIIb, profundizado en

los cuadros A-3, 4, 5 y 6; y B-3, 4, 5 y 6, presentan diversas fases y ha

contribuido con la mayor cantidad de fauna pleistocena, en particular VIIb-2 y

VIIb-6.

Entre las cotas 230-240 cm (profundidad alcanzada en la temporada

anterior) y la cota 340 cm (profundidad alcanzada en la presente temporada, en

el cuadro B4) la estratigrafía se presenta con la siguiente seriación:

Nivel VIIb-2. 20 cm de espesor con morfología ligeramente ondulada

(color entre ocre amarillo y gris verdoso claro). Está integrado por un limo

arcilloso compacto con presencia de cristales de yeso (rosas del desierto) y

pequeñas intrusiones de arena. Conecta con la parte final excavada en la

temporada anterior, con lo cual este nivel alcanza un grosor entre 35 y 40 cm.

Nivel VIIb-3. 10 cm de espesor de bolsas inconexas en forma lenticular

(color castaño claro) y formada por gravas y arenas con pequeños cantos de

cuarcita y esquistos rodados.

Nivel VIIb-4. 38 cm de espesor aproximado, contacta con los niveles

anteriores (color ocre claro), constituido por un limo arcilloso compacto.

Nivel VIIb-5. 10 cm de espesor irregular y ligeramente ondulado (color

ocre claro). Está constituido por arenas con escasa grava y cristales de yeso

(rosas del desierto).

Nivel VIIb-6. 30 cm de espesor hasta la cota alcanzada (color gris-

verdoso claro), formada por un limo arcilloso. En este nivel se localizó una

mandíbula de Gonfoterio, desconociendo su espesor total. En la parte

intermedia aparece una fina capa de 2 cm de color gris verdoso, de limo

Página 107

arcilloso que se diferencia por un tono más oscuro. En el extremo oeste del

cuadro B4 se percibe el inicio de un nivel formado por arcilla con grava,

cuarcita y cristales de yeso que será excavado en una próxima campaña.

Figura 41. Perfil estratigráfico del corte A-B de los cuadros 3, 4 y 5.

Página 108

Figura 42. Perfil de la excavación del 2010.

4.1.2 Análisis de las marcas lineales de los huesos

En este estudio utilizamos diferentes tipos de microscopia, para el análisis. Así,

en un primer momento se empleo la lupa estereoscópica, para poder observar

la superficie del hueso y decidir en qué parte de la superficie se realizarían los

moldes, es decir, donde observamos las marcas más probables de ser

antrópicas; así mismo como marcas de raíces y de carnívoros para poder

analizarlas posteriormente en el microscopio estereoscópico y electrónico, y

diferenciarlas entre sí.

Página 109

Toda vez que se tuvieron los primeros moldes y se realizaron las

replicas, estas se analizaron en el Laboratorio de Microscopia de la URV, en el

microscopio electrónico de bajo vacío, con ayuda de los técnicos del laboratorio

a cargo de Mercé Moncusi. Aquí surgieron algunas dificultades de carácter

técnico, en primer lugar por no estar familiarizados al equipo y observar las

marcas en el SEM sin ayuda de algún especialista en este tipo de marcas, lo

cual dificulto el análisis inicial y, en segundo lugar por la presencia de las

burbujas, que mencionamos en el capítulo anterior, las cuales impedían

observar la totalidad de las marcas.

Posteriormente, al conseguir los segundos moldes y sus replicas, estos

se analizaron en el microscopio óptico de luz reflejante y transmitida con

cámara digital (Leica) del laboratorio de zooarqueología de la Universidad de

Ferrara, con ayuda de la Dra. Ursula Thun; estas muestras contenían menos

burbujas, lo que nos facilito observar en su totalidad la superficie de la réplica.

Una vez más, el polivinil acetato utilizado como consolidante,, nos obstaculizó

observar la morfología completa de las marcas, ya que las recubrió y suavizó,

por lo que no se alcanzaba a visualizar el fondo de las marcas, lo que ha

resultado en un grave problema para esta investigación, ya que al no poder

observar la base de la mayoría de las marcas, no se pudo identificar la

morfología en “V” o en “U”, una de las principales características para

reconocer la naturaleza de las mismas, además de otras, como los conos

hercianos y las estrías paralelas a la principal.

No obstante, en determinados casos se consiguió verificar las marcas

antrópicas, aunque otras quedaron como probables o sin identificar.

Página 110

4.1.2.1 Elemento 40

Fragmento de diáfisis proximal de costilla de gonfoterio. Características:

medidas: 23 x 5 x 4.7 cm., recuperado en la campaña del 2007. Presenta

algunas marcas de raíces, en la epífisis proximal se puede observar una marca

circular, la coloración del hueso es en ciertas áreas blanquecinas,

probablemente resultado del uso de polivinilo acetato y de acetona utilizado

para la eliminación del mismo.

Figura 43. Elemento 40 (anterior).

Página 111

Figura 44. Elemento 40 (posterior).

Página 112

Se realizaron siete moldes en este resto óseo, en las figuras 45 y 46 se

indican los puntos de donde se realizaron los moldes, al analizar en el

microscopio, solo se observaron las marcas de las raíces, no se identifico en

este elemento ninguna marca antrópica (figuras 47 y 48).

Figura 45.Dibujo del elemento 40, vista lateral y anterior, con los puntos de donde se realizaron

los moldes.

Página 113

Figura 46. Dibujo del elemento 40, vista lateral y posterior, con los puntos de donde se

realizaron los moldes.

Página 114

En las siguientes dos figuras (47 y 48), se observan las fotos del hueso con las

marcas observadas al microscopio y el lugar en donde se encuentran

localizadas. En la foto del microscopio de la figura 45, el detalle observado es

una marca de inserción de músculo. En las fotos del microscopio de la figura

46, los detalles observados son marcas naturales de la superficie del hueso y

de trampling.

Figura 47. Detalle de una posible marca y su ubicación en el hueso.

Figura 48.Detalles de diferentes marcas y su ubicación en el hueso.

Página 115

4.1.2.2 Elemento 42

Dos fragmentos de escápula, de megafauna, sin identificar. Caracteristicas: el

primero (elemento 42-1), medidas 20 x 12 x 5 cm (figuras 49 y 50), y el

segundo (elemento 42-2) 17 x 10 x 3 cm (figuras 51 y 52), recuperados en la

campaña de 2008; Cuadro: A2; Profundidad: 205; Nivel VIIb-1. Se puede

observar que en ciertas partes de la superficie se ha perdido el periostio

producto de diversos agentes tafonómicos, como el intemperismo y la erosión

fluvial.

Figura 49. Imagen del elemento 42-1(anterior).

Figura 50. Imagen del elemento 42-1 (posterior)

Página 116

Figura 51. Imagen del elemento 42-2 (anterior)

Figura 52. Elemento 42-2 (posterior)

Página 117

Del elemento 42-1 se realizaron nueve moldes (figuras 53 y 54),

analizando las diferentes marcas lineales en ambos microscopios, algunas las

pudimos identificar como antrópicas, y otras no pudieron ser identificadas, por

la problemática de conservación de los restos óseos y, en particular por el uso

de polivinilo acetato como consolidante. En la mitad de la superficie tanto

anterior como posterior se observan diversas marcas lineales.

Figura 53. Dibujo del elemento 42-1 vista anterior, con las marcas naturales y antrópicas y, la localización de los puntos donde se realizaron los moldes.

Página 118

Figura 54. Dibujo del elemento 42-1 vista posterior, la localización de los puntos donde se realizaron los moldes.

.

Página 119

En la figura 55, se presenta la fotografía del elemento 42-1 anterior, con

detalle de la localización de una de las marcas de corte, y su vista en el

microscopio estereoscópico. En la figura 56 se observan los detalles de esta

marca, vistos al microscopio óptico (lado izquierdo) y al microscopio electrónico

(lado derecho). En el registro fotográfico (figura 56) se puede observar que el

fondo de la marca presenta una sección en “V”, y se distingue una estría

paralela a la principal, así como la presencia de conos hercianos. Todas estas

características corresponden a marcas de corte. Esta es la marca que mejor se

conserva y donde podemos apreciar todas estas características, en

consecuencia se ha podido verificar que se trata de una marca de corte.

Figura 55. Elemento 42-1, localización de la marca de corte y su vista al microscopio óptico.

Página 120

Figura 56. Detalle de la marca de corte Vista al microscopio óptico (lado izquierdo) y electrónico

(lado derecho).

Página 121

En la figura 57, se indica la localización de una posible marca de corte, y

su vista en el microscopio óptico. En este caso no se llegan a apreciar todos los

rasgos que caracterizan este tipo de marcas, pues el fondo de las mismas se

halla suavizado por el consolidante polivinil, sin embargo se distinguen estrías

paralelas a la principal lo que sugiere otra posible marca de carácter antrópico.

Figura 57. Detalle de una posible marca antrópica y su localización, vista al microscopio (cara

anterior del hueso).

Página 122

En la figura 58, se observan otras marcas próximas a la anterior,

provienen del mismo molde, y algunas son producto del trampling, aunque hay

que remarcar que la calidad de las imágenes no permite apreciarlas en detalle.

Figura 58. Detalle de otras posibles marcas antrópicas vista al microscopio y su ubicación en la

parte anterior del elemento.

Página 123

En la figura 59, se aprecia uno de los extremos de otra marca. Nuevamente

aparecen estrías paralelas a la principal, con el fondo aparentemente en “V”,

sin embargo el polivinil acetato las suaviza e impide reconocerlas en el

microscopio.

Figura 59. Detalle de otra posible marca de corte vista al microscopio y su ubicación (cara

anterior del hueso).

Página 124

En la figura 60, se presentan las imágenes tomadas en el microscopio

electrónico y la localización de las mismas. Debemos señalar que las imágenes

del microscopio electrónico fueron tomadas de las replicas realizadas de los

primeros moldes, por lo cual se detecta un exceso de burbujas, mismas que

nos impidieron realizar el registro de las marcas; muchas de las burbujas se

encontraban dentro de las marcas, enmascarándolas y cortándolas, un

problema que apareció desde las primeras replicas esto sucedió con la mayoría

de las primeras replicas realizadas.

Figura 60. Detalle de las diversas marcas vistas en el microscopio electrónico y su ubicación

(cara anterior del hueso).

Página 125

En la figura 61, se presentan diversas marcas analizadas al microscopio

y su ubicación en el elemento 42-1 (cara posterior). En este elemento se pudo

detectar que las marcas son propias del hueso, es decir, marcas de inserciones

musculares, etc.

Figura 61. Detalle de las marcas y su ubicación (cara posterior).

Página 126

El segundo fragmento de esta pieza, ósea (elemento 42-2), se realizaron

tres moldes (figura 62), analizando al microscopio se observó una posible

marca de carnívoro y, un par de marcas lineales sin identificar.

Figura 62. Dibujo del elemento 42-2 caras anterior y posterior, la localización de los puntos donde se realizaron los moldes.

Página 127

En la figura 63, se observan marcas lineales, que analizadas en el

microscopio corresponden al hueso; no se observó marca antrópica alguna.

Figura 63. Detalle de marcas propias del hueso, y su ubicación, cara posterior

Página 128

En la figura 64, se observa la posible marca dejada por un carnívoro, y

su localización en el hueso. Probablemente se trata de una marca de carnívoro

ya que muestra una depresión de forma irregular y lo que pudieran ser surcos

producidos por el arrastre de los dientes. Como hemos venido mencionando a

lo largo del texto, la mala conservación de los elementos y el uso de

consolidantes antes de ser analizados han dificultado la identificacion de las

marcas.

Figura 64. Detalle de la marca de carnívoro observada al microscopio, y su localización (cara

anterior).

Página 129

De las marcas observadas, que probablemente sean antrópicas, sólo

podemos estar seguros de que una de ellas corresponde a una marca de corte

de carácter antrópico, de las demás, al no poder distinguir la micromorfología

completa de las mismas, no se puede afirmar que sean de corte, sin embargo

se puede mencionar que constituyen un ejemplo importante de probables

marcas afectadas por la aplicación de los consolidantes.

Algunas de las marcas observadas son muy superficiales, lo que pudo

ser por dos motivos: el primero es que al limpiar el hueso después, de su

excavación, se hayan utilizado algunos instrumento metálicos para su limpieza,

o segundo, producidos por los instrumentos líticos utilizados (no tenían buen

filo), lo cual se distingue los restos óseos analizados.

Página 130

4.1.2.3 Elemento 45

Dos fragmentos de diáfisis de costilla de gonfoterio. Características: el primer

elemento 45-1, medidas: 18 x 7 x 3 cm (figuras 65 y 66), y el segundo elemento

45-2, medidas: 20 x 7 x 3.4 cm (figuras 67 y 68). Fue recuperado en la

campaña del 2007. Cuadro: A2; Profundidad: 195; Nivel VIIb-1, en este

elemento se observan marcas de bioturbación, en particular, marcas de raíces,

presenta algunas coloraciones blanquecinas, por causa de la utilización de

elementos externos para su consolidación y limpieza.

Figura 65. Elemento 45-1 (anterior).

Página 131

Figura 66. Elemento 45-1 (posterior)

Figura 67. Elemento 45-2 (anterior).

Página 132

Figura 68. Elemento 45-2 (posterior).

Página 133

Se realizaron seis moldes de los dos elementos, cinco en elemento 45-1

(figura 69), y uno en el elemento 45-2 (figura 70), al analizar en el microscopio

sólo se observaron marcas de trampling y las marcas de raíces (figuras 71 y

72).

Figura 69. Dibujo elemento 45-1 vista anterior y posterior y, la localización de los puntos donde se realizaron los moldes.

Página 134

Figura 70. Dibujo elemento 45-2, vista anterior y posterior, la localización de los puntos donde se realizaron los moldes.

.

Página 135

En el primer elemento (45-1), la observación al microscopio de las

marcas de raíces no fue significativa. Se trata de marcas poco profundas que

abarcan una cierta arte de la superficie del hueso (figura 71).

Figura 71. Detalle de la marca, vista posterior.

Página 136

En este mismo elemento, observamos marcas de trampling, las cuales

se manifiestan como estrías lineares, pero con diferentes orientaciones (figura

72).

Página 137

Figura 72. Detalle de las marcas de raíces, vista anterior.

4.1.2.4 Elemento 55

Fragmento de diáfisis de costilla de Edentado. Características: medidas: 26.7 x

5.7 x 3.3 cm (figuras 73 y 74), recuperado en la campaña del 2007. Cuadro: A2

y B2; Profundidad: 209; Nivel VIIb-1 en él podemos observar que en algunas

partes se ha perdido el periostio, siendo el intemperismo (weathering) la causa

de su estado.

Figura 73. Elemento 55 (anterior).

Página 138

Figura 74. Elemento 55 (posterior).

De este elemento se realizaron cuatro moldes (figura 75), en su análisis se

detectaron marcas de trampling en la mayoría de las replicas. No se pudo

diferenciar marca antrópica alguna (figuras 76 a 78).

Página 139

Figura 75. Dibujo elemento 55, vista anterior y posterior, con las marcas naturales del hueso y

los puntos de donde se tomaron los moldes.

Página 140

Figura 76. Detalle de las marcas de trampling y su vista en el microscopio.

Figura 77. Detalle de marcas de trampling vistas en el microscopio.

Página 141

Figura 78. Detalle de marcas de trampling vistas al microscopio.

Página 142

4.1.2.5 Elemento 58

Costilla de edentado. Características: medidas: 63 x 6 x 3.6cm, presenta

huellas de intemperismo. Recuperado en la campaña del 2007. Cuadro: A3;

Profundidad: 210; Nivel VIIb-1

Figura 79. Elemento 58 (anterior)

Figura 80. Elemento 58 (posterior)

Página 143

De esta pieza se realizaron ocho moldes (figura 81), al analizar en el

microscopio no se observo marca antrópica alguna, aunque si se detectan

marcas de trampling (figuras 82 a 85).

Figura 81. Dibujo del elemento 58, la localización de los puntos donde se realizaron los moldes

(Cara anterior y posterior).

En la figura 82 se observan los surcos naturales del hueso, que a

primera vista se podrían confundir con marcas de corte, pero una vez vistas al

microscopio se aprecia el fondo en “U” y el inicio de las inserciones del propio

hueso.

Figura 82. Detalle de las marcas propias del hueso vistas al microscopio.

Página 144

Figura 83. Detalle de marcas propias del hueso vistas al microscopio.

Página 145

Figura 84. Detalle de marcas naturales del hueso vistas al microscopio.

Figura 85. Detalle de marcas propias del hueso vistas el microscopio.

Página 146

4.1.2.6 Elemento 61

Dos fragmentos de pelvis de gonfoterio. Características: primer elemento 61-1,

medidas: 26 x 22 x 5.6 cm (figuras 86 y 87) y segundo elemento 61-2, medidas:

12 x 6.5 x 3cm (figuras 88 y 89), recuperado en la campaña del 2007. Cuadro:

AA1; Profundidad: 210-218; Nivel VIIb-2. Estos presentan una serie de marcas

lineales paralelas, que resultaron corresponder a marcas naturales del propio

hueso y de trampling.

Figura 86. Elemento 61-1 (anterior)

Figura 87. Elemento 61-1 (posterior)

Página 147

Figura 88. Elemento 61-2 (anterior).

Figura 89. Elemento 61-2 (posterior)

Página 148

Del elemento 61-1 se realizaron cinco moldes (figuras 90 y 91).

Figura 90. Dibujo elemento 61-1, la localización de los puntos donde se realizaron los moldes (cara posterior).

Figura 91. Dibujo elemento 61-1, la localización de los puntos donde se realizaron los moldes (cara anterior.)

Página 149

Figura 92. Detalle de la marca de trampling (cara anterior).

Página 150

Figura 93. Detalle de una marca de trampling sobre una marca propia del hueso (cara anterior),

Página 151

Del elemento 61-2 se realizaron dos moldes (figura 94).

Figura 94. Dibujo elemento 61-2, la localización de los puntos donde se realizaron los moldes (cara anterior y posterior).

Figura 95. Detalle de una marca propia del hueso vista al microscopio.

Página 152

Al analizar este elemento al microscopio, se observó que la mayoría de

las marcas correspondían a la morfología superficial del propio hueso, otras

eran de trampling y algunas no se pudo determinar su naturaleza, pues estas

se observaban suavizadas por la acción del consolidante (figuras 92, 93 y 95).

Página 153

4.1.2.7 Elemento 63

Costilla de edentado fracturada en tres piezas. Características: la primera

elemento 63-1 medidas: 41 x 7 x 4.1cm (figuras 96 y 97), la segunda elemento

63-2, cuyas medidas son 26.5 x 6.5 x 3.8cm (figuras 98 y 99); y la tercera

elemento 63-3, de medidas 18 x 5.8 x 4cm (figuras 100 y 101). Recuperado en

la campaña del 2007. Cuadro: A2-B2; Profundidad: 209; Nivel VIIb-1

Figura 96. Elemento 63-1 (anterior).

Figura 97. Elemento 63-1 (posterior).

Página 154

Figura 98. Elemento 63-2 (anterior).

Figura 99. Elemento 63-2 (posterior).

Página 155

Figura 100. Elemento 63-3 (anterior).

Figura 101. Elemento 63-3 (posterior).

Página 156

En estos fragmentos se observan algunas marcas lineales a lo largo de la

superficie, se realizaron un total de diez moldes, cinco en el elemento 63-1

(figura 102), tres en el elemento 63-2 (figura 103) y dos en el elemento 63-3

(figura 104).

Figura 102. Dibujo elemento 63-1, la localización de los puntos donde se realizaron los moldes.

Página 157

Figura 103. Dibujo elemento 63-2, cara anterior y posterior, la localización de los puntos donde se realizaron los moldes.

Página 158

Figura 104. Dibujo elemento 63-3, la localización de los puntos donde se realizaron los moldes, vistas anterior y posterior.

Página 159

En estos tres elementos se observan marcas de trampling (figuras 106 a

109), y sólo una de ellas es posiblemente antrópica, pero como mencionamos

anteriormente, en el texto sobre el elemento 42, no se pudo verificar la

micromorfología de la citada marca (figura 105).

Figura 105. Detalles de la posible marca antrópica vista al microscopio, elemento 63-1.

Figura 106. Detalle de marca de trampling vista al microscopio, elemento 63-2.

Página 160

Figura 107. Detalle de dos marcas de trampling, vistas el microscopio, elemento 63-2.

Figura 108. Detalle de marcas de trampling, vista el microscopio, elemento 63-2.

Página 161

Figura 109. Detalle de marca de trampling, vista al microscopio, elemento 63-3.

Página 162

4.1.2.8 Elemento B3

Fragmento proximal de costilla de edentado. Características: medidas: 23 x 6.5

x 3.4cm (figuras 110 y 111), recuperado en la campaña del 2007. Cuadro: B3;

Profundidad: 211-218; Nivel VIIb 2.

Figura 110. Elemento B3 (anterior).

Figura 111. Elemento B3 (posterior).

Página 163

Este elemento presenta huellas producidas por el intemperismo, por lo

que desapareció gran parte del periostio. De este hueso sólo se tomo un molde

(figura 112) ya que no se observaban marcas lineales como en el resto de los

huesos seleccionados para esta investigación.

Figura 112. Dibujo elemento B3, se indica la localización de donde se realizo el molde (cara anterior y posterior).

Página 164

Al analizar en el microscopio se constato que la única marca que

habíamos identificado macroscópicamente corresponde a las propias del

hueso, como inserción de músculo y vena (figura 113).

Figura 113. Detalle de la marca propia del hueso vista al microscopio.

Página 165

4.2 Análisis del material lítico

4.2.1 Lítica recuperada en estratigrafía

Los objetos coordenados corresponden a los niveles VIIa y VIIb (que atañen al

nivel de la fauna pleistocena) se localizaron a diversas profundidades, entre las

cotas 54 cm y 230 cm, aunque una gran mayoría proceden de la cota 200 y

230 cm, (a los que hay que sumar 4,62 cm, de profundidad media, de los

niveles estériles superiores, a excepción del nivel superficial con cerámica).

Entre los materiales líticos, descubiertos en la primera campaña (2007),

figuran dos lascas de sílex (cuadro D5), cinco lascas de los cuadros E4, A4,

B3, B4 y D3, un núcleo de sílex del cuadro B5 y, una lamina de sílex del cuadro

B2, en la segunda campaña (2008) se localizó una pieza de caliza en contexto

que parece claramente natural, no tallado, razón por la cual no será

considerado en este informe. En consecuencia son diecisiete los objetos

arqueológicos en contexto de las dos primeras campañas. La materia prima

más habitual es el sílex, con 11 efectivos, seguido por el jaspe (n=3), el cuarzo

(n=2) y la caliza silicificada (n=1). En cuanto a las categorías estructurales, han

sido identificadas 6 lascas retocadas (o BN2GC), 5 lascas (BP), tres

fragmentos de lasca (FBP), dos fragmentos y un núcleo sobre lasca (BN2GE).

El promedio del tamaño de los diecisiete objetos es de 43 × 32 × 23 mm.

La mayoría de estos artefactos son de pequeño formato, aunque destaca la

presencia de una lasca de sílex de gran tamaño (150 × 103 × 68 mm).

Entre las lascas retocadas han sido identificadas dos raederas con

retoque lateral simple y cuatro piezas con retoque abrupto. Entre éstas últimas

destacan una punta y una lámina con truncadura distal. La punta fue

configurada mediante retoques continuos convergentes de ángulo abrupto

(Figura 114). Por otro lado, la lámina presenta al menos un par de negativos de

extracciones en su sector transversal distal, de ahí que la hayamos clasificado

como una trunca-dura (Figura 115). También es interesante una raedera de

cuarzo con retoque lateral (Figura 116). La existencia de esta lasca de cuarzo

Página 166

retocada demuestra que no había una selección específica de una materia

prima concreta, como podría ser el sílex, para configurar objetos retocados. El

promedio del tamaño de las lascas retocadas es de 44 × 28 × 19 mm.

Las lascas cuentan con talones no corticales y generalmente con una

plataforma unifacetada. Las caras dorsales tampoco suelen presentar restos de

córtex. El promedio del tamaño de las lascas es 56 x 40 x 27 mm, aunque si

excluimos una pieza que mide 150 x 103 x 68 mm, el promedio desciende

significativamente (33 × 25 × 13 mm).

El núcleo sobre lasca (BN2GE) fue tallado utilizando sílex negro de

notable calidad (Figura 117). Esta pieza probablemente corresponde a un

fragmento de un núcleo de mayor tamaño. Las extracciones indican un

predominio de una estrategia ortogonal, aunque al tratarse en realidad de una

parte del núcleo original resulta difícil establecer la estrategia de talla.

Aunque en este conjunto están representadas todas las categorías

estructurales de la cadena operativa de fabricación de herramientas, la muestra

es muy reducida, razón por la cual no podemos plantear interpretaciones sobre

los sistemas de producción puestos en práctica (Arroyo y Viñas 2008, 2009,

2011; Viñas, 2009).

Figura 114. Lasca de cuarzo con retoque

lateral derecho (cuadro B2, Z=218). Figura 115. Lamina de sílex con retoque

abrupto distal (cuadro B3, Z=bolsa 26).

Página 167

Figura 116. Lasca de cuarzo con retoque abrupto convergente (cuadro C3, Z= 145, bolsa 86).

Figura 117. Núcleo sobre lasca de sílex, probable fragmento de un núcleo de mayor tamaño

(cuadro A2, Z= 220,-230, bolsa 149).

Página 168

nivel Cuadro X Y Z Materia prima Referencia Categoría

VII A3 56-61 58 229 Jaspe Bolsa 73 Fragmento

VII A2 38 24 203 Jaspe Bolsa 5 BP

VII B4 8 75 205 Cuarzo Bolsa 46 BP

VII A2 90 18 216 Sílex Bolsa 92 FBP

VII B2 80 32 218 Cuarzo BN2GC

VII A2 49 27 212 Caliza Fragmento

natural

VII B5 100 78 192 Caliza silicificada Bolsa 9 Fragmento

VII A2 60 52 207 Jaspe Bolsa 4 BN2GC

VII (contacto

capa roja)

B2 55 65 217 Sílex Bolsa 119 BP

VII A3 67-77 33-46 228 Sílex Elemento 63 BP

VII C3 2 75 145 Sílex Bolsa 86 BN2GC

VII (contacto

capa roja) B3 60 80 210 Sílex Bolsa 26 BN2GC

VII A2 80 20 222 Sílex Bolsa 68 BN2GC

VII A2 220-

230 Sílex Bolsa 149 BN2GE

VII A4 43 30 106 Sílex Bolsa 78 BN2GC

VII D4 65 23 91 Sílex BP

VII D4 77 66 54 Sílex FBP

VII E4 65 80 66 Sílex FBP

Tabla 1. Inventario del material lítico recuperado en contexto estratigráfico del depósito de la

Barranca del Muerto (campañas 2007-2008)

Los análisis de la lítica recuperada en superficie se pueden revisar en el

anexo 5.

Página 169

4.3 Informe del análisis palinológico

En el Laboratorio de Palinología de la Universitat Rovira i Virgili se ha analizado

una muestra de sedimento del nivel VII cuadro B2 a cargo de Francesc

Burjachs y de Isabel Expósito.

La muestra fue sometida al proceso habitual del análisis palinológico,

aplicándole la técnica apuntada en Burjachs et al. (2003), a fin de eliminar su

contenido mineral y aislar la materia orgánica, la cual fue montada en una

preparación biológica para microscopia óptica.

Previamente el sedimento fue tamizado a fin de separar las partículas

minerales superiores a 0,5 mm. En este tamiz quedaron atrapadas arenas y

pequeñas gravas, entre las que pudimos determinar fragmentos de cuarzo y

pizarra/esquistos.

4.3.1 Resultados

Se realizó un primer análisis a partir de 25,301 gr de sedimento y una segunda

muestra a partir de 30,150 gr. Ambas resultaron ser muy escasas en contenido

palinológico.

Entre las dos preparaciones biológicas montadas no se ha podido

contabilizar algún polen de árbol y, sólo un polen de hierba y/o arbusto

perteneciente al género Artemisia. Otro resto pertenece a una espora trileta de

helecho del tipo Botrychium.

Por otra parte, los elementos palinológicos más frecuentes pertenecen a

palinomorfos (NPPs, Non Pollen Palynomorphs), entre los cuales hemos deter-

minado el género de algas cianofíceas Gloeotrichia, hifas de hongo y del tipo

Polyporisporites, así como los indefinidos tipos ‘303’ y ‘protistas’ (los más abun-

dantes). Además, se han determinado restos de pelos de insectos. Además de

microcarbones.

Página 170

Esta escasez de resultados hace que no se pueda interpretar un

paisaje vegetal para la muestra analizada, ya que sólo se ha podido

contabilizar un polen y una espora de helecho. El resto de palinomorfos

tampoco nos ayudan en la interpretación paleoecológica, ya que su

determinación no es específica o indefinida, siendo además cosmopolitas y, por

tanto, banales. Sin embargo, la presencia del helecho del tipo Botrychium nos

sitúa en un ambiente de humedad constante (Arroyo y Viñas 2008, 2009, 2011;

Viñas, 2009).

.

Figura 118. Hifa de hongo

Figura 119. Izquierda: Aretemisa sp., derecha: Gloetrichia sp.

Página 171

Figura 120. Izquierda: Espora trileta, centro: Polyporisporites, derecha: «Protistas»

Figura 121. Pelo de insecto.

4.4 Estudio de la posible presencia de restos de ADN en una vértebra de

mamut

4.4.1 Estudio de la muestra

El peso inicial de la muestra fue de 0.998 g (obtenida de una vértebra de

mamut para obtener fechamiento y estudio del ADN), la cual se cortó en dos

partes con un Dremel® con accesorio de sierra radial. La cantidad de hueso uti-

lizada para la determinación de posible ADN de mamut fue de 0,497 g.

El presente estudio ha sido dirigido por el Dr. Policarp Hortolà, biólogo

de la Universitat Rovira i Virgili y del IPHES, en colaboración con el biólogo

Jaime Lira del Centro Mixto Universidad Complutense de Madrid – Instituto de

Salud Carlos III de Evolución y Comportamiento Humanos y la técnico de

laboratorio Lorena García del IPHES.

Página 172

Figura 122. Proceso de extracción de la muestra procedente de una vértebra de mamut, para el

estudio de ADN, en el Laboratorio de Geología del INAH.

El 19 de enero de 2009 se inició el procesamiento de la muestra en el

laboratorio. El hueso compacto se pulverizó con un molino refrigerado con

nitrógeno líquido y se recuperaron 0,380 g de hueso pulverizado.

El 20 de enero de 2009 se llevó a cabo el protocolo de extracción de

ADN siguiendo el método de Yang et al. (1998). Se realizó la amplificación

génica por PCR con primers diseñados ex profeso.

El 22 de enero de 2009 se realizó un gel de agarosa de alta resolución y

se tiñó con bromuro de etidio y marcadores moleculares.

4.4.2 Resultado

No se ha podido amplificar algún fragmento de ADN de mamut (figura

123). En consecuencia, se debería disponer de una cantidad mínima de un

gramo (de material en bruto) de muestra de hueso largo, preferentemente diáfi-

sis de fémur y, asegurar la determinación taxonómica como resto de mamut y

Página 173

no otro posible ejemplar de megafauna como, por ejemplo, el perezoso gigante

(Arroyo y Viñas 2008, 2009, 2011; Viñas, 2009).

Figura 123. Amplificación de ADN de la muestra.

4.5 Distribución espacial de los materiales

Con los resultados obtenidos de las diferentes campañas de excavación, se

realizaron los mapas de distribución del material, con lo que podemos observar

la relación espacial y estratigráfica de los restos óseos, los elementos líticos,

así como la ubicación de los restos de posibles carbones que fueron mandados

a fechamiento.

Página 174

En la figura 124 se representa el mapa de distribución del material

obtenido durante la campaña del 2007, la distribución de los materiales se

observa en la porción norte centro de la excavación.

Figura 124. Mapa de distribución de los principales elementos de la campaña

En la figura 125 se representa el mapa de distribución del material

obtenido durante la campaña del 2008, observándose una distribución del

material óseo en la parte central de la excavación, al igual que en las

campañas del 2007 y 2010.

Página 175

Figura 125. Mapa de distribución de los principales elementos de la campaña 2008.

Página 176

En la figura 126, se representa la planta con la distribución del material

recuperado en la campaña del 2010, en ella se aprecia que el material se

concentra en la parte norte-centro de la excavación, asimismo se distingue la

relación espacial existente entre los restos óseos y el material lítico. Esta

densidad del material en el área norte se debe a que en esta campaña se le dio

preferencia a los cuadros A y B, ya que se encuentran en procesos de

disgregación y desplome.

Figura 126. Mapa de distribución del material excavado de la campaña 2010.

Página 177

En la figura 127, está representada la estratigrafía del perfil norte, donde

podemos observar la distribución de los materiales recuperados en las distintas

campañas de excavación (2007-2010). Aquí podemos observar la relación

estratigráfica entre los restos óseos y la lítica, concluyendo que existe una

mayor concentración de restos en los niveles VIIb-2 y VIIb-6.

Figura 127. Perfil estratigráfico del corte A-B de los cuadros 1 al 6, donde se ha representado la

totalidad de los distintos tipos de materiales recuperados en las tres campañas.

Página 178

Capítulo V Discusión y Conclusiones

5.1 Discusión

5.1.1 Problemática arqueológica

Las características de los niveles que contienen los restos óseos constituyen:

una profundidad media de entre 5,50m y 7,00m, su cota superior aparece

constituida por un sedimento formado por arcilla dura y compactada con

abundancia de cantos de caliza. Estos rasgos se modifican a medida que se

desciende, adquiriendo una consistencia cada vez menos dura y compacta,

limo arcilloso, con abundantes piedras, grava y arena.

Tanto el entorno geológico como los rasgos de los sedimentos, así como

los restos arqueo paleontológicos, sugieren la presencia de una paleocuenca

con humedales y cursos de agua, tal como lo demuestra la presencia de restos

de caparazón y óseos de tortuga conocida como casquito o tortuga de fango

(Kinosternon sp.) (Cruz, Arroyo y Viñas, 2008). Así mismo el estudio de los

pólenes efectuados hasta el momento señalan la presencia de helechos y

algas cianodíceas (Gloeotrichia), lo que nos sitúa en un ambiente de humedad.

Los restos estudiados de los animales cuaternarios quedaron

depositados en lo que podría ser la orilla de algún cuerpo de agua (lago

somero o meandro de un río), con periodos alternados de inundaciones y

sequias, tal como lo manifiestan los abundantes cristales de yeso hallados

entre los sedimentos (Arroyo y Viñas 2008, 2009, 2011; Viñas, 2009).

Asimismo, las marcas de pisoteo observadas en la mayoría de los restos óseos

examinados, confirman su deposición en lo que debía ser la orilla de un cuerpo

Página 179

de agua, donde los animales acudirían para abrevar y donde podrían ser

presas de carnívoros y humanos; así como la alternancia de periodos de

inundación y sequia.

Entre las marcas analizadas, cabe mencionar que, el elemento 42-1

escápula, presenta la marca de corte más evidente, además de otra probable;

del mismo modo, el elemento 63-1 epífisis proximal de costilla de edentado

muestra una posible marca de corte. Podemos señalar que las marcas se

podrían haber observado mucho mejor y dar un mejor diagnóstico si se

hubieran analizado antes de consolidarlos; así mismo, algunas de las marcas

que se aprecian el elemento 42-1, son muy superficiales, y al no poder

observar los rasgos característicos de las marcas, solo podemos anotar que

pudieron haber sido por dos factores: el primero, que los instrumentos líticos

utilizados no tenían un filo suficientemente cortante, o segundo, que al

limpiarlas se hallan alterado por la utilización de algún posible instrumento

metálicos, los cuales también pueden dejar marcas en la superficie de los

mismos. A simple vista estas marcas no son visibles, pero con el uso del

microscopio se hacen evidentes; para descartar el segundo aspecto “uso de

artefactos metálicos en la limpieza”, en el fututo los restos deberán ser

examinados previamente.

Aunque los resultados en torno al análisis de las marcas de corte son

escasos, pues solamente dos restos óseos presentaron este tipo de marcas,

podemos ubicarlos dentro de la cadena operativa de la fauna en la fase inicial

de la misma. Este dato nos indica que el yacimiento es un lugar de obtención

del organismo, y las marcas indican una actividad relacionada con la carnicería,

(Haynes, 1983, 2001, 2003, 2005, 2006).

Del material lítico analizado, podemos concluir que la tecnología utilizada

para su elaboración, fue una tecnología expeditiva, sin observarse formas

elaboradas, como las puntas de proyectil, esto quizás, porque en la región

existen varios afloramientos de materia prima (principalmente sílex) por lo cual,

los grupos que ahí habitaron, tenían al alcance la materia prima, utilizándola en

el momento que así lo requirieran (Bate, 1983, 1990; Binford, 1981, 1985,

1988).

Página 180

La disposición de los restos óseos en el yacimiento, no es

completamente anatómica, presentándose varias especies de animales

mezclados en el mismo nivel. Ello indicaría que probablemente se trate de un

proceso de deposición en el que participa el arrastre fluvial de corriente baja.

Sin embargo, la presencia de material lítico junto a los restos de la megafauna,

el cual no se encuentra tan rodado, además de la presencia de marcas de corte

en al menos dos de los restos óseos, nos indica que hubo una asociación o

intervención humana en el proceso de deposición y origen de algunos de los

restos.

De ser así, ahora la investigación debe centrarse en el análisis de

huellas de uso del material lítico, ayudándonos de la arqueología experimental,

seguir analizando el material faunístico de la última temporada (campaña 2010)

y de las temporadas siguientes, con lo que tendremos mayor información para

afirmar o, en su caso, refutar algunos de los resultados que hasta ahora

tenemos y que presumen hubo una ocupación humana en el yacimiento y que

esta tuvo una relación con la fauna pleistocena. Así mismo ampliar la

investigación en recorridos de superficie con el fin de localizar evidencias sobre

posibles lugares de asentamientos, o de campamentos base, estacionales, o

cercanos al lugar de aprovechamiento (Binford, 1981. 1986). Con esta

propuesta obtendremos un panorama regional de las sociedades cazadoras

recolectoras en la región norte de Oaxaca, más completo y comprensible.

Las principales problemáticas que observamos y que hemos venido

manejando a lo largo de esta investigación, es la mala preservación de los

restos óseos y, en consecuencia, la utilización de consolidantes vinílicos, esto

se traduce con una escases de resultados. Primeramente porque la deficiente

preservación de los restos óseos no nos permitió observar la totalidad de la

superficie de los mismos, en algunos casos el periostio había desaparecido

(que es en donde se aprecian la mayoría de las marcas). En la fauna de

mayor tamaño las marcas de corte siempre son menos evidentes y más

superficiales y no pasan del periostio (Haynes, 1983, 2001, 2003, 2005, 2006).

Por otro lado, el uso de consolidantes polivinílicos (que al aplicarlos en la

superficie del hueso generan una capa delgada que la cubre por completo),

Página 181

provoca que las marcas existentes, sean cubiertas, suavizadas, y su

micromorfología sea atenuada, por lo que al observarlas en el microscopio no

podemos detectar el fondo de las mismas, ni los rasgos de las marcas de corte.

Además, el uso de consolidantes vinílicos en los restos óseos, en

excavación y posteriormente en el laboratorio, obstaculizó la observación de las

marcas al microscopio. Cabe señalar que este tipo de consolidantes no es

reversible, es decir, no se puede retirar de los materiales arqueológicos y

paleontológicos. Esta problemática se podría evitar si se utilizan consolidantes

acrílicos, como el Paraloid© (utilizado por los investigadores del IPHES), o

Acriloyd (utilizado por investigadores de USA, México y países anglosajones),

el cual se disuelve en acetona, siempre considerando que los consolidantes no

son cien por ciento reversibles y que tienen un determinado tiempo de vida. Sin

embargo la mejor opción siempre será la mínima intervención para permitir

realizar los análisis posteriores, lo que implica que cuando se esté excavando

se consideren todas las posibilidades para la recuperación del material sin

alterarlo. Una vez que se encuentre en el laboratorio, antes de limpiarlo y

consolidarlo, analizar el material con la lupa estereoscópica para que se

determine si se procede a la consolidación o si se continúa con los distintos

tipos de análisis.

Las investigaciones en Torralba y Ambrona, Soria, España (Haynes,

2005), han tenido problemáticas similares a la que nos enfrentamos nosotros;

en este sitio se registraron restos de elefante, rodeados de artefactos líticos, y

algunos de los huesos podrían presentar marcas de corte, Shipman y Rose

(1983) en los análisis que realizaron de los huesos, encontraron pocas marcas

claras dejadas, por filos de instrumentos líticos. Los restos óseos fueron

afectados, básicamente, por alteraciones naturales por lo tanto su conservación

no es muy buena y, los investigadores concluyen que algunas de las marcas de

corte pudieron haber sido borradas por el tiempo (Shipman y Rose, 1983). En

nuestro caso, sucede algo similar, los restos óseos presentan alteraciones

tafonómicas, que afectan en la conservación de los mismos, y por ende,

algunas de las marcas pudieron haber desaparecido. Sin embargo las escasas

marcas de corte que hemos identificado plantean que ha habido una cierta

Página 182

actividad humana en el yacimiento. No obstante, nos queda por realizar

mayores análisis en los fósiles y de huellas de uso en los instrumentos líticos.

De los yacimientos que mencionamos en el apartado de antecedentes

podemos concluir que, con el yacimiento “Fin del Mundo” (Gaynes y Sánchez,

2009), se puede establecer comparaciones, ya que en este sitio tienen

registrados lugares de matanza de fauna pleistocena, pero asociado a puntas

Clovis, por lo que la similitud se haría con respecto a una economía de

subsistencia de cazadores recolectores, pues en nuestro yacimiento todo

parece indicar que estos grupos utilizaron una tecnología expeditiva, mientras

que para el Fin del Mundo la tecnología lítica es mucho más especializada.

Con el yacimiento de “La Estanzuela” Nuevo León, (López-Oliva et. al.,

2000), la comparación se podría llevar a cabo desde las marcas y trazos

transversales que se tienen registrados en la escápula de un mamut.

Otra posible comparación se podría establecer con el yacimiento de

Guilá Naquitz (Flannery 1968, 1976; Flannery y Marcus, 1983), en relación a la

fauna pleistocena.

Con el yacimiento de Santa Marta, Ocozocoautla, Chiapas, México, la

comparación se haría desde el punto de vista de la lítica, ya que ambos

presentan una tecnología expeditiva (Acosta, 2006, 2012; Pérez, 2008).

En general, para poder realizar comparaciones mayores entre los sitios

se deberá ampliar la investigación, con la localización de los asentamientos de

los grupos cazadores recolectores en la región, así podríamos obtener una

mayor información acerca de estas sociedades, con una visión más global

acerca de su economía de subsistencia, los modos de producción, y las áreas

de actividad, teniendo las bases necesarias para poder contrastar con los

yacimientos de México, así mismo, obtener mayor información del yacimiento

de La Estanzuela, si es que presenta una industria lítica.

Página 183

5.2 Conclusiones

De los objetivos particulares de esta investigación cabe destacar que:

1. La identificación del material óseo faunístico con distintos tipos de

marcas lineales, en la excavación del yacimiento de la Barranca del

Muerto, Santiago Chazumba. Este objetivo se realizó parcialmente ya

que como mencionamos, este es el principio de la investigación, los

primeros restos óseos son sólo una muestra selectiva del total del

material faunístico del yacimiento, la identificación se realizo de los ocho

restos óseos seleccionados.

2. Diferenciar y clasificar las marcas de los restos óseos, entre las

tafonómicas y las antrópicas. Este objetivo se efectuó de los ocho

restos, por la problemática que hemos venido explicando del uso de

consolidantes polivinilos; se logro diferenciar y clasificar una marca de

corte, dos posibles marcas antrópicas, una marca de carnívoro, algunas

marcas de raíces, y otras como marcas de pisoteo; no se realizo algún

tipo de estadística ya que los resultados obtenidos son preliminares y, al

ser tan pocas las marcas, no se considero pertinente esto.

3. Identificar la posible intervención humana en los restos óseos. Con la

identificación de al menos una marca de corte y, de los resultados

obtenidos del análisis de la lítica, podemos remarcar una intervención

humana en el yacimiento.

4. Identificar las relaciones existentes hombre-fauna para el Pleistoceno

superior final en la región de Chazumba, Oaxaca, México. Con los

resultados obtenidos del material hasta el momento analizado, se pudo

identificar una relación hombre-fauna para este periodo en esta región

de México, con la propuesta de investigación a fututo, los resultados que

se obtengan, nos ampliaran la visión que hasta ahora tenemos del

estado de la cuestión.

Página 184

Ahora resolveremos, en medida de lo posible, los cuestionamientos

planteados en apartado de las hipótesis, con el fin de corroborar o refutar

nuestros planteamientos originales.

A. ¿Las marcas de los huesos corresponden a actividades antrópicas?

B. ¿Los materiales líticos identificados fueron tallados y utilizados para el

procesamiento del recurso faunístico?

Del total de los ochos huesos analizados, solo pudimos comprobar la

existencia de dos marcas de corte y una posible, en dos huesos, las cuales

corresponden a actividades antrópicas de carnicería.

De los materiales líticos, tallados con una tecnología expeditiva, hasta que

no se realicen los análisis de huellas de uso y realizar replicas, para ser

utilizadas en diferentes materias primas, no podemos corroborar o falsar la

información hasta ahora obtenida.

5.3 Comentarios finales

Con los resultados del análisis de la superficie de los restos óseos y del

material lítico, podemos remarcar que hubo una relación hombre-fauna para el

Pleistoceno superior final-Holoceno en Chazumba, Oaxaca. Esto es importante,

pues este trabajo como se ha mencionado anteriormente es el inicio de un

proyecto de investigación que abarca los estudios de la tecnología lítica, la

arqueología experimental, y profundiza en los análisis de la superficie de los

restos óseos en busca de marcas antrópicas.

Del mismo modo, proponemos cambiar el uso de poliviníl acetato como

consolidante, pues ya hemos podido comprobar que este tipo de material no es

reversible y además de cubrir las huellas modifica su morfología. Por lo que

sugerimos que para este tipo de yacimientos el material óseo no sea

consolidado in situ y antes de llegar a laboratorio, donde el especialista pueda

observar la superficie del hueso y determinar si se consolida o si primero se

Página 185

debe analizar, con esto podremos tener un mayor número de restos óseos para

el estudio y la investigación.

Por otro lado el futuro proyecto de investigación tiene como objetivos, a)

localizar mediante recorridos de superficie, lugares de asentamientos de los

campamentos (base, estacionales, de matanza) de los grupos humanos que

habitaron en la zona; con lo que ampliaríamos nuestro conocimiento sobre los

grupos de cazadores recolectores del Pleistoceno superior final de México; b)

estudiar los procesos de trabajo de los mismos, entablando la relación

sociedad-medio, que para el materialismo histórico es a través del trabajo que

se da esta relación, la cual es dialéctica y, cuyo análisis nos puede ofrecer

parámetros teóricos para el estudio de las sociedades y los procesos históricos.

Página 186

Bibliografía

Acosta, José de

1962 Historia Natural y Moral de las Indias, edición preparada por E.

O´Gorman, México, Fondo de Cultura Económica.

Acosta Ochoa, Guillermo

2000 Entre el lago y los volcanes, La cultura arqueológica asociada a la

cerámica Azteca I. Tesis de Licenciatura, ENAH, INAH, SEP, México,

D.F.

2004 Proyecto Cazadores del Trópico Americano, Proyecto General y

propuesta para la primera temporada de campo.

2005 Proyecto Cazadores del Trópico Americano, Segunda Temporada de

Campo: Excavaciones en dos cuevas secas de la región de

Ocozocoautla, Chiapas.

2008 La cueva de Santa Marta y los cazadores-recolectores del Holoceno

Temprano en las regiones tropicales de México. Tesis de Doctorado en

Antropología, Facultad de Filosofía y Letras, IIA, UNAM, México, D.F.

2012 “Ice Age Hunter-Gatherers and the Colonization of Mesoamerica” en

Deborah L. Nichols y Christopher A. Pool (eds.) The Oxford Handbook of

Mesoamerican Archaeology. Oxford University Press, p. 129-140.

Página 187

Agenbroad, Larry D.

1984 “New World Mammoth Distribution” en Paul Martin y Richard G. Klein

(eds.) Quaternary Extinctions. A Prehistoric Revolution. Tucson, The

University of Arizona Press, p: 90-104.

Alberdi, María Teresa y Eduardo Corona.

2005 “Revisión de los gonfoterios en el Cenozoico tardío de México” en

Revista Mexicana de Ciencias Geológicas, Vol. 22, núm. 2.

Alfaro Sánchez Gloria

2004 “Suelos” en: Biodiversidad de Oaxaca, coordinadores Abisaí J. García-

Mendoza, María de Jesús Ordoñez y Miguel Briones Salas, Instituto de

Biología, UNAM, Fondo Oaxaqueño para la conservación de la

naturaleza, World Wild Life fund, México. 55-65.

Álvarez, Ticul y M. González

1987 Atlas cultural de México, fauna, Editorial Planeta, México.

Andrews, P.

1990 Owls, Caves and Fossils. Natural History Museum Publications, London.

Arenas Alatorre, Jesús Ángel.

2005 “Contribuciones de la física en la historia de la microscopía". Revista

Digital Universitaria [en línea]. 10 de julio 2005, Vol. 6, No. 7.

[Consultada: 11 de julio de 2012]. Disponible en Internet:

http://www.revista.unam.mx/vol.6/num7/art70/int70.htm

Página 188

Arroyo Cabrales, Joaquín, Eileen Johnson and Luis Morett

2001 “Mammoth bone technology at Tocuila in the Basin of Mexico”. The

World of Elephants, International Congress, Rome.

Arroyo Cabrales Joaquín, Oscar Polaco, Eileen Johnson

2005 “A preliminary view of coexistence of mammoth and early peoples in

México”. Quaternary International, 142-143.

Arroyo Cabrales Joaquín, Luis Morett A., Mario Navarrete and Agustín Ortega.

2006 “Perote, a New Mammoth Locality in Veracruz, Mexico”. Current

research in the Pleistocene, vol. 23.

Arroyo Cabrales Joaquín, Oscar J. Polaco y Eileen Johnson

2006 “A preliminary view of the coexistence of mammoth and early peoples in

Mexico”. Quaternary International, 142-143.

Arroyo Cabrales Joaquín, Oscar J. Polaco, Cesar Laurito, Eileen Johnson,

María Teresa Alberdi, Ana Lucia Valerio Zamora

2007 “The proboscideans (Mammalia) from Mesoamerica”, Quaternary

International, 169-170, 17-23.

Arroyo Cabrales, Joaquín, Ramón Viñas Valverdú,

2008 “Memoria de excavación, campaña 2007”, Biodiversidad y Sociedades

Cazadoras-Recolectoras del Cuaternario de México, Memoria técnica

campaña 2007.

Página 189

2009 “Memoria de excavación, campaña 2008”, Biodiversidad y Sociedades

Cazadoras-Recolectoras del Cuaternario de México, Memoria técnica

campaña 2008.

2011 “Memoria de excavación, campaña 2010”, Informe técnico entregado al

INAH, México.

Aveleyra Arroyo de Anda, Luís

1950 Prehistoria de México, Revisión de prehistoria mexicana: el hombre de

Tepexpan y sus problemas”, Ediciones Mexicanas, México.

1956 “The second Mammoth and Associated Artifacts at Santa Isabel Iztapan,

México”, American Antiquity, Vol. 22, pp12-28.

1967 Los cazadores primitivos en Mesoamérica, Cuadernos Serie

Antropológica, numero 21, IIH-UNAM, México.

Bailey, Robert C., G. Genike, M. Owen, R. Rechtman y E. Zechenter

1988 “Hunting and gathering in tropical rain forest: is it possible”, American

Anthropologist, Núm. 91, pp. 59-82.

Barabas Alicia M., Bartolomé Miguel A.

1999 Configuración étnica en Oaxaca, Perspectiva etnográfica para la

Autonomía. Vol. I Instituto Nacional Indigenista. CONACULTA-INAH.

Bate, Luis Felipe

1983 “Comunidades primitivas de cazadores recolectores en Sudamérica”. En:

Historia General de Sudamérica. Vol. 2 (tomos I y II), Ediciones de la

Presidencia de la república, Caracas.

Página 190

1986 “El modo de producción cazador recolector, o la economía del

salvajismo”, en Boletín de Antropología Americana, 13, julio 1986.

1990 “Cultura y modos de vida cazadores recolectores en el poblamiento de

América del sur”. Revista de Arqueología Americana. No. 2.

1992 “Las Sociedades Cazadoras Recolectoras pre-tribales” o el “Paleolítico

Superior” visto desde Sudamérica, Boletín de Antropología Americana,

número 25: 105-155.

1998 El proceso de investigación en arqueología. Editorial Crítica. Barcelona.

Bate, Luis Felipe y Alejandro Terrazas

2006 “Apuntes sobre las investigaciones prehistóricas en México y América”,

en El Hombre Temprano en América, Colección Científica, INAH,

México.

Bell, C. J., Lundelius Jr., E. L., Barnosky, A. D., Graham, R. W., Lindsay, E. H.,

Ruez Jr., D. R., et al.

2004 “Chapter 7. The Blancanan, Irvingtonian and Rancholabrean Mammal

Ages”. In M. O. Woodburne, Late Cretaceous and Cenozoic mammals of

North America: Biostratigraphy and Geochronology (p. 319). New York,

U.S.A: Columbia University Press.

Bello Silvia M. y Christopher Soligo

2008 “A new method for the quantitative analysis of cutmark

micromorphology”. Journal of Archaeological Sciences 35, 1542-1552.

Página 191

Binford, Lewis R

1979 “Organization and formation processes: looking at curated technologies”.

Journal of Anthropological Research, 35, 255-273).

1981 Bones Ancient Man and Modern Myth. Academic Press, New York.

1983 In pursuit of the Paste, Thames and Hudson, New York.

1986 “Willow smoke and dogs´tails: Hunter-gatherer settlement systems and

archaeological site formation”, Robert Preucel e Ian Hodder,

Contemporary Archaeology in Theory, Blackwell Publishers, London.

Blumenshine Robert J., Curtis W. Marean and Salvatore D. Capaldo

1996 “Blind tests of inter-analyst correspondence and accuracy in the

identification of cut marks, perscussion marks and carnivore tooth marks

on bone surfaces”. Journal of Archaeological Science. 23, 493-507.

Bosch Gimpera, Pedro

1967 L’Amerique avant Christophe Culomb, Prehistoire et Hautes Civilisations,

París.

Bravo Cuevas Victor M., Elizabeth Ortiz Caballero y Miguel Cabral Perdomo

2009 “Gliptodontes (Xenarthra, Glyptodontidae) del Pleistoceno Tardío

(Rancholabreano) de Hidalgo, Centro de México”. Boletín de la Sociedad

de Geológia Mexicana, vol. 61, 2.

Página 192

Burjachs, F.; López-Sáez, J. A.; Iriarte, M. J.

2003 “Metodología arqueo palinológica”. En: Buxó, R. & Piqué, R. (eds.): La

recogida de muestras en arqueobotánica: objetivos y propuestas

metodológicas: 11-18. Museu d’Arqueologia de Catalunya, Barcelona.

Byrd, John E

1997 The analysis of diversity in Archaeological faunal assemblages:

complexity and subsistence strategies in the southeast during the

middle Woodland period. Journal of Anthropological Archaeology.

Carbonell, E., Guilbaud, M. & Mora, R.

1983 Utilización de la lógica analítica para el estudio de tecno-complejos a

cantos tallados. Cahier Noir, 1, 3-64.

Carbonell, E., Mosquera, M., Ollé, A., Rodríguez, X. P., Sala, R., Vaquero, M. &

Vergès, J. M.

1992 “New elements of the logical analytic system”. First International Meeting

on Technical Systems to Configure Lithic Objects of scarce elaboration

(Montblanc, 1992). Laboratori d’Arqueologia de la Universitat Rovira i

Virgili/Reial Societat Arqueològica Tarraconense, Tarragona.

Carreño, Ana Luisa y Marisol Montellano-Ballesteros.

2005 “La Paleontología mexicana; pasado, presente y futuro” en Boletín de la

Sociedad Geológica Mexicana. Volumen Conmemorativo del Centenario.

Aspectos Históricos de la Geología en México Tomo LVII, Núm. 2, p:

137-147.

Página 193

Ceballos Gerardo, Joaquín Arroyo Cabrales y Eduardo Ponce

2010 “Effects of Pleistocene environmental changes on the distribution and

community structure of the mammalian fauna of Mexico”. Quaternary

Research 73.

Centeno-García Elena

2004 “Configuración Geológica del estado” en: Biodiversidad de Oaxaca,

coordinadores Abisaí J. García-Mendoza, María de Jesús Ordoñez y

Miguel Briones Salas, Instituto de Biología, UNAM, Fondo Oaxaqueño

para la conservación de la naturaleza, World Wild Life fund, México. 29-

42.

Chaix, Louis y Patrice Mèniel

2001 Archéozoologie: Les Animaux et L´Archéologie. Editions Errance, Paris.

Chaplin, Raymond E.

1971 The study of animal bones from Archaeological sites, The Anatomy

School, Cambridge, England.

Corona Eduardo

2008 “The origin of archaeozoology in Mexico: an overview”. Quaternary

International, 185.

Corona Eduardo M y Joaquín Arroyo Cabrales

Página 194

2007 “Human-faunal relationships, a look from pale ecology to taphonomy”.

En: Eduardo Corona M. y Joaquin Arroyo (eds.) Human and faunal

relationships reviewed: An Archaeozoological Approach.

Corona Eduardo, Joaquín Arroyo y Oscar Polaco

2010 “La Arqueozoología en México” En: Mengoni Goñalons Guillermo,

Joaquín Arroyo Cabrales, Oscar J. Polaco, Felisa J. Aguilar (eds.) Estado

actual de la Arqueozoología Latinoamericana. INAH, CONACYT,

International Council for archaeozoology, Universidad de Buenos Aires.

Corona Eduardo, Marisol Montellano Ballesteros, Joaquín Arroyo Cabrales

2008 “A concise History of Mexican Paleomammalogy”. Arquivos do Musea

Nacional, vol. 66, 1, Rio de Janeiro, Brasil.

Correal Urrego, Gonzalo, Thomas Van der Hammen y Juan C. Lerman

1970 “Artefactos líticos de abrigos rocosos en El Abra, Colombia”, Revista

Colombiana de Antropología, 14: 9-53.

Corwall, I. W.

1956 Bones for the archaeologist, Phoenix House LTD, London.

Cruz, J. Alberto., Arroyo Cabrales Joaquín, Viñas Vallverdú Ramón,

2009 “Tortugas fósiles del Pleistoceno tardío de Santiago Chazumba, Oaxaca”

Boletín de la Sociedad Geológica Mexicana, Vol. 61, núm. 2, 225-

232, México DF.

Cruz Muñoz Valeria, Arroyo Cabrales Joaquín and Russell W. Graham

Página 195

2009 “Rodents and Lagomorphs (Mammalia) from the Late-Pleistocene

Deposits at Valsequillo, Puebla, México”. CRP, 26

Davis, Simon

1989 La arqueología de los animales, ediciones Bella Terra, s.a., Barcelona.

Dennell, Robin W

1979 Prehistoricc Diet and Nutrition: some food for thought. World

Archaeology II.

Díaz, Carlos

1998 “Tafonomía y Zooarqueología”, en Revista de Arqueología, Barcelona.

Dixon E. James

1999 Bones, boats, and bison. University of New Mexico Press.

Domínguez Rodrigo M., S. de Juana, A.B. Galán, M. Rodríguez.

2009 “A new protocol to differentiate trampling marks from butchery cut

marks”. Journal of Archaeological Sciences, 36.

Dongya Y. Yang, Barry Eng, John S. Waye, J. Christopher Dudar & Shelley R.

Saunders.

1998 “Technical Improved DNA Extraction from Ancient Bones Using Silica-

Based Spin Columbus”. American Journal of Physical Anthropology

105:539-543.

Página 196

Driesch, Angela von den

1999 A guide to measurement of animal bones from archaeological sites. 5a

ed. Harvard University, Peabody Museum of Archaeology and Ethnology

Bulletin.

Eudave Eusebio Itzel Natgely

2008 Subsistencia de los Cazadores Recolectores, un Estudio de los Restos

Faunísticos de la Cueva de Santa Marta, Chiapas. Tesis de Licenciatura, INAH-

CONACULTA, México.

Fábregas Valcarce Ramón, Arturo de Lombrera Hermida, Carlos Rodríguez

Rellán

2005 Una Introducción al Sistema Lógico Analítico, Santiago de Compostela,

tomado de http://prehistoria.urv.es/webES/SLAes.html.

Ferrusquía-Villafranca Ismael, Joaquín Arroyo Cabrales, Enrique Martínez

Hernández, Jorge Gama Castro, José Ruiz González, Oscar J. Polaco, Eileen

Johnson

2010 “Pleistocene mammals of Mexico: A critical review of regional

chronofaunas, climate change response and biogeographic provinciality”.

Quaternary International 217, 53-104.

Flannery, Kent V.

1986 Guilá Naquitz, Archaic Foraging and Early Agriculture in Oaxaca, México,

Academic Press, Orlando.

Página 197

France, Susan de, David Keefer, James Richardson y Adán Umire Álvarez

2001 “Late Paleoindian Coastal Foragers: Specialized Extractive Behavior at

Quebrada Tacahuay, Perú”, Latin American Antiquity 12 (4): 413-426.

Francovich Riccardo y Daniele Manacorda

2001 Diccionario de Arqueología, Crítica, Barcelona.

Gaines Edmund P and Guadalupe Sanchez

2009 “Current Paleoindian research in Sonora, Mexico”. Archaeology

Southwest, vol., 23, 3.

Galán A. B., M. Rodríguez, S. de Juana, M. Domínguez Rodrigo

2009 “A new experimental study on percussion marks and notches and their

bearing on the interpretation of hammerstone broken faunal

assamblages”. Journal of Archaeological Science, 36, 776-784.

Gándara Vázquez, Manuel

1993 “El análisis de posiciones teóricas: aplicaciones a la arqueología social”,

en Boletín de Antropología Americana, 27, julio 1993.

García-Mendoza Abisaí J., María de Jesús Ordoñez, Miguel Briones Salas

2004 Biodiversidad de Oaxaca. Instituto de Biología, UNAM, Fondo

Oaxaqueño para la Conservación de la Naturaleza, World Wild Life,

México.

Página 198

Germonpré Mietje, Mikhail Sablin, Gennady Adolfovich Khlopachev, Galina

Vasilievna Grigorieva

2009 “Possible evidence of mammoth hunting during the Epigravettian at

Yudinovo, Russian Plain”. Journal of Anthropological Archaeology, 27.

Gilbert, B.M.

1973 Mammalian Osteo-Archaeology North America, Missouri Archaeological

Society, University of Missouri, Columbia –USA.

Gío Argáez Raúl F., Hugo E., Yunuen Rodríguez Arévalo

2003 “Panorama General de la Paleontología mexicana”. Ciencia Ergo Sum,

Vol., 10, 1, Universidad Autónoma del Estado de México.

González Silvia, D. Huddart, Luis Morett, Joaquín Arroyo Cabrales

2001 “Mammoths volcanism and early humans in the basin of Mexico during

the late Pleistocene/ early Holocene”. The world of Elephants,

International Congress, Rome.

Grace Ben

2012 Rancho La Brea, Tomado de:

http://palaeo.gly.bris.ac.uk/Palaeofiles/Lagerstatten/rancho_la_brea/fanflo.html

consultado junio 2011.

Gross, David

1975 “Protein capture and cultural development in the Amazon Basin”,

American Anthropologist 77: 526-549.

Página 199

Guidon, Niede

1986 “Las unidades culturales de Sao Raimundo Nonato, sudeste del Estado

de Piauí-Brasil”, en: Alan Bryan (ed.), New Evidence for the Pleistocene

Peopling of the Americas, University of Maine, Orono, 157-171.

Hall, E. Raymond

1981 The mammals of North America, John Wiley and Sons, Inc. USA, 2da.

Ed. Vol., I y II.

Harris, Marvin

1990 Antropología cultural, Ed. Alianza Editorial, Madrid.

Hart, Thomas y K. Hart

1986 “The ecological basis of hunter-gatherer subsistence in African rain

Forests: The Mbuti of eastern Zaire”, Human Ecology 14:29-55.

Hartshorn, Gene S.

1990 “An overview of Neotropical forest dynamics”, en: A.H. Gentry (ed.),

Four Neotropical Rainforests, Yale University Press, New Haven: 585-

595.

Haynes Gary

2001 “Elephant landscapes: human foragers in the world of mammoths,

mastodons and elephants”. The world of Elephant, International

Congress, Rome.

Página 200

2005 “Las acumulaciones modernas de huesos de elefante como modelo

para interpretar Ambrona y otras áreas con fauna fósil a orillas del

agua”. En: Santoja Gómez, M. Esperando el Diluvio: Ambrona y

Torralba hace 400,000 años. Museo Arqueológico Regional, Madrid.

2006 “Mammoth landscapes: good country for hunter-gatherers”. Quaternary

International, 142-143.

Haynes Gary y J. Klimowicz

2003 “Mammoth (Mammuthus spp.) and American Mastodon (Mammut

americanum) Bone sites. What do the differences mean? Advances in

Mammoth research, DEINSEA, 9.

Headland, Thomas

1987 “The wild yam question: How well could independent hunter-gatherers

live in a tropical rainforest ecosystem?” Human Ecology, 15:463-491.

Hill, Kenneth, K. Hawkes, M. Hurtado y H. Kaplan

1984 “Seasonal variance in the diet of the Aché hunter-gatherers of eastern

Paraguay”, en: Robert Hames y W. Vickers (eds.), Adaptive Responses

of Native Amazonians, Academic Press, New York: 139-188.

Hrdlička Aleš

1912 “Early man in South America”, Bureau of American Ethnology, Bulletin

52, Washington D.C.

Página 201

Jackson Jr., L.E., Phillips, F.M., Shimamura, K., Little, E.C.,

1996 “Quaternary Geology of the Ice-free Corridor: Glacial Controls on the

peopling of the new world”, en: Takeru Akazawa y Emoke

Szathmáry, Prehistoric Mongoloid Dispersals, Oxford, University

Press, New York: 214-227.

Jiménez Hidalgo, Eduardo, Rosalía Guerrero Arenas, Bruce J. Macfadden,

Lucia Cabrera Pérez

2011 “The late Pleistocene (Rancholabrean) Viko Vijin Local fauna from La

Mixteca Alta, Northwestern Oaxaca, Southern Mexico”. Revista Brasileira

de Paleontologia, 14 (1).

Johnson Matthew.

2000 Teoría arqueológica, una introducción, Ariel Historia, Editorial Ariel S.A,

Barcelona.

Josenhans, H.W., Fedje, D.W., Pienitz, R., Southon, J.

1997 “Early humans and rapidly changing Holocene sea levels in the Queen

Charlotte Islands-Hecate Strait, British Columbia, Canada”, Science 277:

71-74.

Juana de S., A.B. Galán, M. Domínguez Rodrigo

2012 “Taphonomic identification of cut marks made with lithic handaxes: an

experimental study”. Journal of Archaeological Science, (en prensa).

Página 202

Krieger, Alex D.

1964 “Early Man in the New World”, en: John Jennings y Edward Norbeck

(eds.). Prehistoric Man in the New World. University of Chicago Press,

Chicago: 23-81.

Leroi-Gourhan André

1964 Le Geste et la Parole. Technique et Language. Albin Michel, París.

1987 La Prehistoria, Editorial Labor S.A, Barcelona.

López Aguilar, Fernando y Rosalía Nieto Calleja

1985 “Comentarios sobre la arqueología experimental aplicada a las

repeticiones de artefactos”, en Boletín de Antropología Americana,

11, pp. 33-37.

López Oliva, José G., Polaco Oscar, Arroyo Cabrales Joaquín, Corona M.

Eduardo, Kousoub N., Méndez S., Sada G. P., de la Fuente A., Ramos L. A.,

Treviño C. A., y Rodríguez S. P.

2000 “Vertebrados fósiles de la Sierra Alta en La Estanzuela, sur de

Monterrey, Nuevo León, México”. En: J. G. López Oliva, J. A. Arz, J. R.

Chapa Guerrero, T. Cossio Torres, H. De León Gómez. F. Medina

Barrera y J. A. Ramírez Fernández (eds.) VII Congreso Nacional de

Paleontología y I Simposio Geológico en el Noreste de México. Libro de

Resúmenes, Universidad Autónoma de Nuevo León.

Página 203

Lorenzo Losé Luis

1975 Del nomadismo a los centros ceremoniales, Departamento de

Investigaciones Históricas, INAH, México.

1987 La etapa lítica en México, INAH, México.

1991 Prehistoria y arqueología, INAH, México.

Lorenzo José Luis y Mirambell Lorena

1986a Mamutes excavados en la Cuenca de México. Instituto Nacional

de Antropología e Historia. Cuadernos de Prehistoria 32.

1986b 35.000 Años de Historia del Lago de Chalco. México: Instituto

Nacional de Antropología e Historia (Colección científica).

Lyman, R. Lee

1977 “Analysis of Historical Faunal Remains”, en Historical Archaeology.

1994 Vertebrate Taphonomy, Cambridge University Press, Cambridge.

1996 “Applied zooarchaeology: the relevance of faunal analysis to wildlife

management”, en World Archaeology, v. 78 no. 1.

2008 Quantitative Paleozoology. Manuals in Archaeology. University Press,

Cambridge.

MacNeish, R. S. y A. Nelken Terner

1983 “The preceramic of Mesoamerica", Journal of Field Archaeology 10,

(1):71-84.

Página 204

Martínez Lira, Patricia

2006 Estudio de los restos óseos de fauna del sitio arqueológico La Playa,

Sonora. Tesis de licenciatura, Departamento de Antropología,

Universidad de las Américas, Puebla.

Mcdonald Gregory H. and Ernest L. Lundelius Jr.

2009 “The giant ground Sloth Eremotherium laurillardi (Xenarthra,

Megatheridaea) in Texas”. Museum of Northern Arizona Bulletin. 65.

Mead Jim I., Arturo Baez, Sandra L. Swift, Mary C. Carpenter, Marci

Hollenshead, Nicholas J. Czaplewski, David W. Steadman, Jordon Bright and

Joaquin Arroyo Cabrales

2006 “Tropical Marsh and Savanna of the late Pleistocene in Northeastern

Sonora, México”. The southwestern Naturalist, 51 (2), 226-239.

Mead Jim I., Sandra L. Swift, Richard S. White, H. Greg McDonald and Arturo

Baez

2007 “Late Pleistocene (Rancholabrean) Glyptodont and Pampathere

(Xenarthra, Cingulata) from Sonora, México. Revista Mexicana de

Ciencias Geológicas, Vol., 24, 3.

Medina Sanchez Javier

2009 “Late Quaternary Paleo-records of San Juan Raya Basin, South-Central

Mexico”, Quaternary Newsletter.

Página 205

Mengoni Goñalons Guillermo, Joaquín Arroyo Cabrales, Oscar J. Polaco, Felisa

J. Aguilar (eds.)

2010 Estado Actual de la Arqueozoología Latinoamericana. INAH, CONACYT,

International Council for archaeozoology, Universidad de Buenos Aires.

Milton, Kenneth

1984 “Protein and carbohydrate resources of the Maku indians of the

northwestern Amazonia”, American Anthropologist 86: 7-27.

Mirambell, Lorena

1994 “Los primeros pobladores del actual territorio mexicano”, en: Historia

Antigua de México, coordinadores Linda Manzanilla y Leonardo López

Lujan. Ed. INAH, UNAM y Porrúa, México.

Mondini Mariana

2009 “Tafonomía de carnívoros, las primeras ocupaciones humanas de la

Puna y el contexto de las investigaciones tafonómicas en Argentina”. En:

F. Oliva, N. de Grandis y J. Rodríguez (comp.) Arqueología Argentina en

los inicios de un Nuevo Siglo XIV, Congreso Nacional de Arqueología

Argentina, Labor de Libros Editor.

Montellano Ballesteros Marisol

1990 “Una edad del Irvingtoniano al Rancholabreano para la fauna Cedazo del

estado de Aguascalientes”. Revista Instituto de Geología, UNAM, vol. 9,

2.

Página 206

Morales Mejía Fabiola Montserrat, Joaquín Arroyo Cabrales, Oscar J. Polaco

2009 New records for the Pleistocene Mammal fauna from Loltún Cave

Yucatan, México. CRP, 26.

Mullerried Federico K. G.

1948 “Acerca del descubrimiento del `hombre de Tepexpan´ (Valle de

México)”, Boletín Bibliográfico de Antropología Americana, vol., 9, p 60-64.

Nelson, M. C,

1991 “The study of technological organization”. En: Schiffer M. B. (editor)

Archaeological Method and Theory. The University of Arizona Press.

Tucson.

Olsen Sandra L. and Pat Shipman

1988 “Surface Modification on Bone: Trampling versus Butchery”. Journal of

Archaeological science, 15, 535-553.

Olsen, Stanley J.

1982 An osteology of some Maya mammals, Peabody Museum of

Archaeology and Ethnology, Harvard University, Cambridge,

Massachusetts.

1996 Mammal remains from Archaeological sites. Part I, Southeastern and

Southwestern United States. Papers of the Peabody Museum of

Archaeology and Ethnology, Harvard University, Vol., 56, No. 1.

Fish, Amphibian and Reptile remains from archaeological sites. Part I,

Southeastern and Southwestern United States. Papers of the Peabody

Página 207

Museum of Archaeology and Ethnology, Harvard University, Vol. LVI,

No. 2.

Osteology for the Archaeologist. Papers of the Peabody Museum of

Archaeology and Ethnology, Harvard University, Vol. 56, Nos. 3, 4 and 5.

Ortiz Pérez M.A, J.R Hernández Santana y J.M. Figueroa

2004 “Reconocimiento fisiográfico y geomorfológico”, en: Biodiversidad de

Oaxaca, coordinadores Abisaí J. García-Mendoza, María de Jesús

Ordoñez y Miguel Briones Salas, Instituto de Biología, UNAM, Fondo

Oaxaqueño para la conservación de la naturaleza, World Wild Life fund,

México. 43-54.

Pérez Martínez Patricia

2010 Arqueología Experimental, Análisis de Huellas de Uso e Identificación de

Microresiduos en el Conjunto Lítico de la capa XVI del Abrigo Rocoso de

Santa Marta, Chiapas, Tesis de licenciatura, INAH-CONACULTA,

México.

Pérez Roldan, G.

2005 El estudio del hueso trabajado: Xalla un caso teotihuacano, tesis de

licenciatura, INAH-CONACULTA, México.

Pijoán, Carmen y A. Pastrana

1987 “Todo para el registro de marcas de corte en huesos humanos. El caso

Tlaltelcomila, Tetelpan, D.F.”, en El Preclásico o Formativo. Avances y

perspectivas, M. Carmona (coord.), MNA-INAH, México, pp. 419-436.

Página 208

Pitblado, B. L.

2011 A tale of Two Migrations: Reconciling Recent Biological and

Archaeological Evidence for the Pleistocene Peopling of the Americas. J

Archaeol Res, 19 , 327-375.

Polaco Oscar J.

1991 “La fauna en el Templo Mayor una aproximación metodológica”. En:

Oscar J. Polaco (coord.) La fauna en el Templo Mayor. INAH, Colección

Divulgación, México.

Polaco Oscar J., Joaquín Arroyo Cabrales, Eduardo Corona y José G. López

Oliva

2001 “The American Mastodon Mammut americanum in Mexico”. The world of

Elephants, International Congress, Rome.

Potter Sheridan L.

2005 “The Physics of Cutmarks”. Journal of Taphonomy, 3 (2).

Raup, David M. y Steven Stanley.

1978 Principios de Paleontología. Barcelona, Editorial Ariel, 456 p.

Ravicz Robert S.

1965 Organización Social de los Mixtecos. Instituto Nacional Indigenista.

INAH. México. Traducción de Daniel Cazés.

Página 209

Reitz Elizabeth J. y Elizabeth S. Wing

2007 Zooarchaeology, Cambridge University Press, Second Edition,

Cambridge.

Rivera Guzmán, Iván.

1999 El patrón de asentamiento en la Mixteca baja de Oaxaca: análisis del

área de Tequixtepec-Chazumba. ENAH, tesis de Licenciatura.

Rodríguez Galicia, Bernardo

2006 El uso diferencial del recurso faunístico en Teopancazco Teotihuacán, y

su importancia en las áreas de actividad, Tesis de Maestría,

IIA_UNAM, México.

Rodríguez Xosé Pedro

2005 “Capitulo 6, América”. En: Carbonell Eudald (coord.) Homínidos. Ariel

Prehistoria.

Rosell i Ardèvol, Jordi

2001 Patrons d’aprofitament de les biomasses animals durant el pleistocè

inferior i mig (sierra de Atapuerca, Burgos) i superior (Abric Romaní,

Barcelona), tesis de doctorado, Àrea de prehistòria, Dept. d’Història i

Geografia Universitat Rovira i Virgili de Tarragona, España. Pp. 30-80.

Página 210

Sanders T, William

1972 “Ecología cultural en Mesoamérica”, en: Cuadernos de Antropología

Social y Etnología, Departamento de Antropología y Etnología de

América de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad

Complutense, Madrid.

Sandweiss, Daniel, Heather McInnis, Richard Burger, Asunción Cano,

Bernardino Ojeda, Rolando Paredes, María del Carmen Sandweiss y Michael

Glascock

1998 “Quebrada Jaguay: Early South American Maritime Adaptations”,

Science 281: 1830-1832.

Schmitz, Pedro I.

1986 “Cazadores antiguos en el Sudoeste de Goiás, Brasil”, en: Alan Bryan

(ed.), New Evidence for the Pleistocene Peopling of the Americas,

University of Maine, Orono: 183-193.

1987 “Prehistoric Hunters and Gatherers of Brazil”, Journal of World Prehistory

1: 53-125.

1990 “O povoamento pleistocénico do Brasil”, Revista de Arqueología

Americana 1: 33-68.

Semo, Enrique

2007 Los Orígenes “de los cazadores y recolectoras a las sociedades

tributarias, 22.000 a.C. – 1519 d.C.”, Océano, UNAM, México.

Página 211

Service Elman R.

1983 Los cazadores, Nueva colección Labor, Editorial Labor, 3ª. Edición,

Barcelona.

Shipman, P.

1981 “Application of scanning electron microscopy to taphonomic problems”.

Ann. N.Y. Acad. Sci. 276, 357-385.

Stafford, Thomas W., P. E. Hare, Lloyd Currie, A. J. T. Jull, Douglas J. Donahue

1991 “Accelerator radiocarbon dating at the molecular level”, Journal of

Archaeological Science, vol. 18, p 35-72.

Steward Julian

1959 Theory of culture change, University of Illinois Press, Urbana.

Stirling, Matthew W

1947 “On the trail of la Venta Man”, National Geographic Magazine, Vol.XCI

Núm. 2, 137-172.

Stothert, Karen

1979 “La Prehistoria Temprana de la península de Santa Elena, Ecuador: Una

interpretación preliminar”, Vínculos 5: 73-87.

1985 “The preceramic Las Vegas culture of coastal Ecuador”, American

Antiquity 50 (3): 613-637.

Página 212

Thompson F. G

1987 Giant carnivorous land snails from Mexico and Central America. Bulletin

University of Florida.

Torres, José María

2001 “La zooarqueología”, en Arqueología Medieval en las afueras del

medievalismo, ed. Crítica, Barcelona.

Trejo Irma

2004 “Clima” en: Biodiversidad de Oaxaca, coordinadores Abisaí J. García-

Mendoza, María de Jesús Ordoñez y Miguel Briones Salas, Instituto de

Biología, UNAM, Fondo Oaxaqueño para la conservación de la

naturaleza, World Wild Life fund, México. 67-85.

Valadez Azua, Raúl

1991 “Relación hombre-fauna en Mesoamérica antes y después de los

Europeos”, en DIOGENESIS, Rev., Trimestral, No. 159,

Coordinación De Humanidades, UNAM.

Velázquez, Adrián

1999 Tipología de los objetos de concha en el Templo Mayor Tenochtitlán,

Colecciones científicas 392, INAH, México.

White T.E.

1952 “Observations on the butchering techniques of some aboriginal peoples,

no. 1”. American Antiquity 17, 337-338.

Página 213

1953 “Observations on the butchering techniques of some aboriginal peoples,

no. 2”. American Antiquity 19, 160-164.

1954 “Observations on the butchering techniques of some aboriginal peoples,

no. 3”. American Antiquity 19, 254-264.

1955 “Observations on the butchering techniques of some aboriginal peoples,

no. 4”. American Antiquity 21, 170-178.

White Richard S., Jim I. Mead, Arturo Baez y Sandra L. Swift

2010 “Localidades de vertebrados fósiles del Neógeno (Mioceno, Plioceno,

Pleistoceno): una evaluación preliminar de la biodiversidad del pasado”.

En: F.E. Molina Freanery y T.R. Van Devender (eds.) Diversidad

biológica de Sonora. UNAM, México.

White. T.D.

1992 Prehistoric Cannibalism at Mancos 5MTUMR-2346. Princeton University

Press, Princeton, NJ.

Yoshiko Abe, Curtis W. Marean, Peter J. Hilsen, Zalalem Assefa and Elizabeth

C. Stone

2002 “The analysis of cutmarks on archaeofauna: A review and critique of

quantification procedures, and a new image-analysis GIS approach”.

American Antiquity, 67 (4).

Página 214

Mapas Inegi tomados de:

http://mapserver.inegi.gob.mx/geografia/espanol/estados/oax/geolo.cfm?c=444

&e=06

http://www.biodiversidad.gob.mx/Difusion/carteles/carteles.html

Consultados en junio 2012.

Página 215

Anexo 1

Listado de Material óseo recuperado en estratigrafía

Campaña 2008

Número Cuadro x y z Fecha Elemento

1 C3 60 90 109 13-9-2008 Pieza dental de microfauna

3 A2 16 39 198 13-9-2008 Fragmento de hueso

7 B3 22-25 34-38 185 14-9-2008 Fragmento de hueso

8 B2 87 43 188 14-9-2008 Fragmento de hueso

10 B3 37 48 183 14-9-2008 Hueso largo pequeño

11 A5 60-65 20-25 198 14-9-2008 Resto óseo

12 A5 85 23 215 19-9-2008 Carbón

13 B3 80 55 190 15-9-2008 Fragmento de hueso

17 B3 100 49 190 15-9-2008 Fragmento de hueso

20 B4 70 100 199 18-9-2008 Fragmento de hueso

21 B3 13 70 190 18-9-2008 Diente

25 B4 20 95 210 18-9-2008 Fragmento de hueso

37 A2 30 50 227 21-9-2008 Hueso largo de mamífero mediano

42 A2 210 14-9-2008 Hueso plano con marcas

44 B4 10 95 205 19-9-2008 Fragmento de hueso

45 B4 10-23 95 205-

210

19-9-2008 Fragmento de hueso

46 B4 8 75 205 19-9-2008 Lítica

47 B4 90 63 197 19-9-2008 Fragmento de hueso

48 B4 90 63 197 19-9-2008 Fragmento de hueso

49 B2 35 63-94 194-

208

19-9-2008 Fragmento de hueso

50 A2 40-62 0-19 216 19-9-2008 Vértebra

51 A2 34-52 37-58 219 19-9-2008 Costilla

Página 216

52 A2 39-65 36-50 219 19-9-2008 Costilla

53 A2 49-76 24-47 219 19-9-2008 Costilla

54 B3 0—16 71—97 211-

224 22-9-2008 Vértebra

55 B3 81 56 220 22-9-2008 Costilla

56 B3 37-90 79-93 220 22-9-2008 Costilla

57 B3 85-95 71-93 220 22-9-2008 Costilla

58 B3 60-90 44-55 220 22-9-2008 Costilla

60 A5 60 32 205 19-9-2008 Carbón para fechar

61 C2 32 60 149 19-9-2008 Fragmento de hueso

62 C2 86 82 149 19-9-2008 Fragmento de hueso

64 B2 90-100 50-72 190 19-9-2008 Vértebra

67 A3 20-22 30-32 225 20-9-2008 Fragmento de hueso

68 A2 80 20 222 20-9-2008 Lítica

69 B4 58 97 220 20-9-2008 Fragmento de hueso

71 A3 65 33 230 20-9-2008 Fragmento de hueso

73 A3 59-61 6-juli 229 20-9-2008 Lítica

74 A3 82 18 230 20-9-2008 Fragmento de hueso

75 A3 82-89 11-15 230-

233

20-9-2008 Fragmento de hueso

77 A2 31 47 215 20-9-2008 Fragmento de hueso mayor

78 A2 87-89 18-21 220 20-9-2008 Fragmento de hueso

79 A2 81-91 sept-14 220-

224

20-9-2008 Fragmento de hueso

80 B3 35-41 69-74 198 20-9-2008 Fragmento de hueso (tortuga)

81 A2 58 38 134 20-9-2008 Carbón

82 B3 20 50 123 20-9-2008 Fragmento de hueso (costilla)

83 B2 i B3 73-82 0-60 203-

213

26-9-2008 Pelvis

Página 217

84 A3 3 25 231 21-9-2008 Fragmento de hueso

85 A3 36-38 39-44 238-

240

21-9-2008 Fragmento de hueso

86 C3 2 75 145 13-9-2008 Lítica

87 A2 30 50 227 21-9-2008 Fragmento de hueso

88 C3 54 21-9-2008 Lítica

Tabla 2. Material recuperado en estratigrafía en la campaña 2008.

Número Cuadro x y z Fecha Elemento

89 A3 3 25 231 21-9-2008 Fragmento de hueso

91 C3 140 21-9-2008 Cristales

94 A2 0 23 222 22-9-2008 Hueso de roedor

95 A2 15 47 220 22-9-2008 Fragmento de hueso (vértebra)

96 A2 29 34 230 22-9-2008 Costilla

97 B5 47 75 192 22-9-2008 Carbón

98 B5 57 95 206 22-9-2008 Fragmento de hueso

99 A2 29 35 230 22-9-2008 Fragmento de hueso (costilla)

100 B5 100 78 219 22-9-2008 Fragmento de hueso

101 A2 15 37 230 22-9-2008 Fragmento de hueso (costilla)

102 A2 9 40 225-230 22-9-2008 Vértebra

103 C3 80 12 194 13-9-2008 Fragmento de hueso

104 C3 85 15 13-9-2008 Fragmento de hueso

105 B2 50 55 203 23-9-2008 Fragmento de hueso (costilla)

106 B2 53 54 203 23-9-2008 Fragmento de hueso (pelvis)

107 B2 55 71 213 23-9-2008 Fragmento de hueso

108 B5 37 45 170 23-9-2008 Fragmento de hueso

Página 218

109 B2 55 44 204 23-9-2008 Fragmento de hueso

110 B2 50 30 208 23-9-2008 Fragmento de hueso

111 B3 20 80 220 23-9-2008 Fragmento de hueso

112 B4 14 40 193 23-9-2008 Fragmento de hueso

115 B2 46 55 217 24-9-2008 Fragmento de hueso

116 B2 80 0 184 24-9-2008 Fragmento de hueso

117 B2 71 8 183 24-9-2008 Fragmento de caparazón de tortuga

119 B2 80 14 186 24-9-2008 Lítica

120 B3 10 53 205 25-9-2008 Fragmento de hueso

121 B3 92 68 217 25-9-2008 Costilla

123 B4 45-36 30 222 25-9-2008 Hueso (falange)

124 B2 17-47 26-30 218 24-9-2008 Fragmento de hueso (costilla)

125 B2 47 8 220 24-9-2008 Fragmento de hueso (costilla)

126 B2 45-53 32-70 223 24-9-2008 Fragmento de hueso largo

127 B4 35 65 222 23-9-2008 Fragmento de hueso

128 B4 26-42 32-49 227 27-9-2008 Fragmento de hueso

129 B3 210-215 23-9-2008 Fragmento de hueso

135 B2 77 69 205 24-9-2008 Fragmento de hueso

136 B2 65-74 95 220 26-9-2008 Fragmento de hueso

137 B5 50 33 198 23-9-2008 Fragmento de hueso

138 C2 93 77 208 26-9-2008 Fragmento de hueso

139 B2 86-92 0-18 216 26-9-2008 Fragmento de hueso

140 B3 94-60 26-51 210 27-9-2008 Fragmento de hueso (costilla)

141 B3 7 36 209 27-9-2008 Fragmento de hueso

142 B3 6 34 210 27-9-2008 Fragmento de hueso

143 B2 80 32 218 26-9-2008 Lítica

144 B5 37 60 228 29-9-2008 Carbón para fechar

146 B2-B3 26-9-2008 Fragmento de hueso

Página 219

147 B3 10 25 205 26-9-2008 Fragmento de hueso

148 28-9-2008 Fragmento de hueso

150 B2 76-95 25-55 229 26-9-2008 Fragmento de hueso (vértebra)

151 B3-C3 14 9 212 27-9-2008 Fragmento de hueso

152 B3 4-32 16-90 226 27-9-2008 Fragmento de hueso (costilla)

153 B3 53-58 10-15 228 28-9-2008 Fragmento de hueso

154 B3-C3 13-23 22-16 211-221 26-9-2008 Fragmento de hueso (clavícula)

155 B2-B374—100 18—20 220-230 28-9-2008 Fragmento de hueso (costilla)

Tabla 3. Continuación tabla, material óseo recuperado en estratigrafía campaña 2008

Página 220

Anexo 2

Listado de Material óseo recuperado en estratigrafía

Campaña 2010 Chazumba I

# Bolsa CUADRO CONTENIDO X Y Z FECHA

1 C6 MATERIA PRIMA 88 16 36 06-May-10

2 C6 FRAG. MOLAR 70 44 50 07-May-10

3 C6 LÍTICA 50 37 70 08-May-10

4 B6 FRAG. DIENTE 76 26 137 08-May-10

5 A5 PLACA DE TORTUGA 83 11 200 08-May-10

6 B5 LÍTICA: SÍLEX CUARCITA 92 5 122 06-May-10

7 C7 MATERIA PRIMA 57 0 40 08-May-10

8 A5 LÍTICA 10 63 250 11-May-10

9 A5 FRAG. HUESO 8 8 250 11-May-10

10 A5 FRAG. LÍTICA 50 30 250 11-May-10

11 A5 HUESO PEQUEÑO 74 70 262 11-May-10

12 A4 CONCHA CARACOL 35 25 257 11-May-10

13 A4 FRAG. HUESO 43 4 260 11-May-10

14 A4 FRAG. HUESO 67 6 250 11-May-10

15 C2 ESQUIRLAS DE HUESO 66 3 151 11-May-10

15 (2) C2 HUESO 66 3 151 12-May-10

15(3) D2 HUESO 71 99 151 17-May-10

16 C2 FRAG. CARBÓN 87 31 153 11-May-10

17 A4 DIENTE EN BLOQUE 19 16 270 11-May-10

Página 221

18(1) A4 FRAG. HUESO 55 37 312 12-May-10

18(2) A4 FRAG. MOLAR 32 28 314 19-May-10

19 A6 PLACA TORTUGA 95 10 195 12-May-10

20 A6 PLACA TORTUGA 60 9 204 12-May-10

21 A6 PLACA TORTUGA 20 0 202 12-May-10

22 A6 FRAG. HUESO 60 15 210 12-May-10

23 A4 MATERIA PRIMA 86 52 297 12-May-10

24 A4 FRAG. HUESO PLANO 81 18 300 12-May-10

25 A4 LÍTICA 71 7 287 13-May-10

26 A5 PLACA GLIPTODONTE 19 56 312 13-May-10

27 A6 FRAG. HUESO 60 10 230 13-May-10

28 B4 FRAG. HUESO 15.5 5 201 13-May-10

29 A5 FRAG. PLACA DE TORTUGA 80 11 256 13-May-10

30 A6 HUESO 18 2.5 250 14-May-10

31 B4 FRAG. HUESO 88 97 240 14-May-10

32 D2 MATERIA PRIMA 49 95 168 14-May-10

33 A3 FRAG. CARBÓN 35 7 271 14-May-10

34 B6 HUESO 16 99 250 14-May-10

35 A6 HUESO 65 17 270 14-May-10

36 A3 HUESO 75 20 279 14-May-10

37 B4 HUESO 30 91 246 14-May-10

38 A3 HUESO 63 14 283 14-May-10

39 A3 PLACA TORTUGA 52 23 286 14-May-10

Página 222

40 A6 PLACA GLIPTODONTE 20 30 296 14-May-10

41 B4 POSIBLE CARBÓN 70 94 256 15-May-10

42 B4 FRAG. ÓSEO 47 89 254 15-May-10

43 A3 FRAG. HUESO 90-

98

17-25 291 14-May-10

44 A6 FRAG. HUESO 62 25 294 15-May-10

45 B3 FRAG. HUESO 76 83 265 15-May-10

46 A6 FRAG. HUESO 80 19 273 15-May-10

47 B4 LÍTICA 37 91 273 15-May-10

48 D2 FRAG. HUESO 80 94 144 15-May-10

49 A3 FRAG. CARBÓN 69 23 293 15-May-10

50 D2 FRAG. HUESO 61 96 157 15-May-10

51 A3 FRAG. HUESO 40 33 296 15-May-10

52 A3 LÍTICA 52 1 296 15-May-10

53 A6 CONJUNTO DE HUESOS 23 20 276 15-May-10

54 A3 FRAG. HUESO 9--10 33-34 296 15-May-10

55 A3 FRAG. HUESO 34 34 296 15-May-10

56 D2 FRAG. HUESO 82 84 150 17-May-10

57 A4 POSIBLE CARBÓN 55 8 303 17-May-10

58 A4 FRAG. HUESO 51 6 304 17-May-10

59 A4 FRAG. HUESO 14 14 302 17-May-10

60 B3 LÍTICA: SÍLEX NEGRO CON

RETOQUE

14 80 239 17-May-10

61 D2 FRAG. HUESO 70 83 147 17-May-10

Página 223

62 B3 LÍTICA 10 90 239 17-May-10

63 D2 FRAG. HUESO 70 90 152 17-May-10

64 D2 FRAG. HUESO 65 89 153 17-May-10

65 B3 LÍTICA 60 90 239 17-May-10

66 B4 FRAG. HUESO 13 91 297 17-May-10

67 B6 LÍTICA JASPE 30 70 162 18-May-10

68 B6 FRAG. HUESO 22 85 175 18-May-10

69 A4 HUESO ASOCIADO A

MANDÍBULA

63 36 308 18-May-10

70 A4 HUESO GLIPTODONTE 33 17 306 18-May-10

71 A4 CARACOL 26 28 309 18-May-10

72 A4 FRAG. ÓSEO ASOCIADO A

MANDÍBULA

78 25 310 18-May-10

73 A4 FRAG. DIENTE ASOCIADO A

MANDÍBULA

65 25 311 18-May-10

75 A4 ESCUDO DE GLIPTODONTE 33 4 313 19-May-10

78 B4 CARACOLES 85 92 317 20-May-10

79 B6 LÍTICA 5 65 194 20-May-10

80 B6 FRAG. HUESO 83.5 42 203 21-May-10

81 B6 CARACOL 20 43 199 21-May-10

82 B6 FRAG. HUESO 82 78 201 21-May-10

83 B6 FRAG. HUESO 76 81 202 21-May-10

84 B6 POSIBLE RAÍZ

CARBONATADA

38 74 206 21-May-10

Página 224

85 B4 ESCUDO DE GLIPTODONTE 4 79 284 21-May-10

86 A3 FRAG. HUESO 16 36 302 22-May-10

87 A3 FRAG. HUESO 8--11 29-32 300 22-May-10

88 A3 FRAG. HUESO 63-

64

15-17 302 22-May-10

89 A3 PLACA MARGINAL

TORTUGA

42 12 308 22-May-10

90 A3 FRAG. ESCUDO

GLIPTODONTE

23-

26

11--

15

306 22-May-10

91 A3 FRAG. ESCUDO

GLIPTODONTE

28-

30

10--

11

302 22-May-10

92 A3 FRAG. ESCUDO

GLIPTODONTE

0-3 0-8 307 22-May-10

93 A3 FRAG. ESCUDO ÓSEO 35-

40

9--13 314 22-May-10

94 D3 FRAG. HUESO 89 11 108 22-May-10

95 A3 CARACOL 80 21 317 22-May-10

96 A3 LÍTICA 84 1 314 22-May-10

97 B3 MATERIA PRIMA 49 82 112 22-May-10

98 B4 POSIBLE CARBÓN 21 80 308 22-May-10

99 B4 FRAG. HUESO 85 80 316 23-May-10

100 B4 FRAG. HUESO 4 75 319 23-May-10

101 D3 FRAG. HUESO 34 91 117 23-May-10

102 B4 FRAG. CRÁNEO 43 76 322 24-May-10

103 B6 LASCA 95 35 215 24-May-10

Página 225

104 B6 FRAG. HUESO 93 43 219 24-May-10

105 A4 MATERIA PRIMA 80 20 341 24-May-10

106 A4 LÍTICA 10 6--11 338 24-May-10

107 B5 POSIBLE CARBÓN 55 73 219 24-May-10

108 A4 LÍTICA 35 22 335 24-May-10

109 B5 POSIBLE CARBÓN 57 70 222 24-May-10

110 B6 LÍTICA 93 95 220 25-May-10

Tabla 4. Elementos recuperados en contexto estratigráfico Chazumba I

Página 226

Anexo 3

Listado de Material óseo recuperado en estratigrafía

Campaña 2010 Chazumba II

# CUADRO E N ALTITUD CONTENIDO FECHA

1 14640533 2012210 1785 FRAG. ESCÁPULA 08-May-10

2 14640530 2012215 1785 FRAG. HUESO 08-May-10

3 14640543 2012219 1785 LÍTICA 08-May-10

4 14640543 2012219 1785 FRAG. HUESO 08-May-10

5 14640540 2012221 1785 FRAG. HUESO 08-May-10

6 14640542 2012221 1785 FRAG. HUESO 08-May-10

7 14640543 2012221 1785 FRAG. HUESO 08-May-10

8 14640545 2012221 1785 FRAG. HUESO 08-May-10

9 14640546 2012222 1785 RÓTULA/FRAG. COSTILLA 08-May-10

10 14640546 2012230 1785 FRAG. HUESO 08-May-10

11 14640550 2012225 1785 FRAG. HUESO 08-May-10

12 14640554 2012230 1785 FRAG. HUESO (7

ELEMENTOS)

08-May-10

13 14640558 2012242 LÍTICA (¿LASCA?) 08-May-10

45 14640553 2012221 FRAG. HUESO 09-May-10

46 14640553 2012221 FRAG. HUESO 09-May-10

47 14640549 2012221 PIEDRA 09-May-10

48 14640549 2012221 LÍTICA 09-May-10

49 14640552 2012215 FRAG. HUESO 09-May-10

50 14640549 2012216 FRAG. DIENTE 09-May-10

54 F2 CINCO FRAG. HUESO 10-May-10

61 Entre

Chazumba

I y II ¿?

FRAG. HUESO GRANDE 10-May-10

62 ¿? LÍTICA 11-May-10

Página 227

64 14640558 2012242 FRAG. BORDE CERÁMICA 11-May-10

65 ?? SÍLEX 11-May-10

66(1) ?? FRAG. VÉRTEBRA 11-May-10

66(2) ?? FRAG. HUESO 11-May-10

66(3) ?? 6 FRAG. HUESO 11-May-10

67 14640558 2012242 FRAG. SEDIMENTO

CRISTALIZADO

11-May-10

89 ?? LÍTICA 14-May-10

106(1) ?? ROCA 19-May-10

106(2) ?? FRAG. HUESO 19-May-10

113(1) ?? FRAG. HUESO 21-May-10

113(2) ?? CARACOL 21-May-10

114 ?? FRAG. HUESO 21-May-10

117 ?? CERÁMICA 21-May-10

120(1) ?? FRAG. HUESO 22-May-10

120(2) ?? FRAG. HUESO 22-May-10

120(3) ?? CARACOLES 22-May-10

120(4) ?? CARACOLES 22-May-10

120(5) ?? FRAG. HUESO 22-May-10

144 ?? LÍTICA 21-May-10

Tabla 5. Elementos recuperados en el Fondo o cauce del arroyo Chazumba II

Página 228

# CUADRO CONTENIDO X Y Z FECHA

14(1) A2 BLOQUE CON ESCUDOS DE GLIPTODONTE 10-May-

10

14(2) A2 BLOQUE CON ESCUDOS DE GLIPTODONTE 10-May-

10

14(3) A2 BLOQUE CON ESCUDOS DE GLIPTODONTE 10-May-

10

14(4) A2 FRAG. ESCUDO 10-May-

10

14(5) A2 FRAG. ESCUDO 10-May-

10

14(6) A2 ESCUDOS INDIVIDUALIZADOS 10-May-

10

14(7) A2 FRAG. ESCUDOS, ESCUDO COMPLETO 10-May-

10

14(8) A2 ROSAS DE DESIERTO 10-May-

10

14(9) A2 ESCUDOS INDIVIDUALIZADOS 12-May-

10

14(10) A2 MUESTRAS DE SEDIMENTO CON IMPRESIÓN

DE ELEMENTOS ÓSEOS

12-May-

10

14(11) A2 SEDIMENTO 12-May-

10

14(12) A1 MATERIAL DE SUPERFICIE 19-May-

10

14(13) A2 MATERIAL DE SUPERFICIE 19-May-

10

15 A3 FRAG. PROX. COSTILLA 86 24 92 10-May-

10

16 A4 FRAG. HUESO 26 11 131 10-May-

10

17 A4 FRAG. HUESO 76 10-May-

10

18 A4 FRAG. HUESO 89 10-May-

10

18(1) A4 FRAG. HUESO 89 10-May-

10

19 A4 FRAG. HUESO 91 10-May-

10

Página 229

20 B4 FRAG. COSTILLA, FRAG. HUESO 83 10-May-

10

21 (1) B3/B4 HUESO LARGO 89 10-May-

10

21 (2) B3/B4 FRAG. HUESO 93 11-May-

10

21(3) B3/B4 FRAG. HUESO 22-May-

10

21(4) B3/B4 FRAG. HUESO 24-May-

10

22 B3 FRAG. HUESO 114 24-May-

10

23 B3 FRAG. HUESO 90 82 130 09-May-

10

24 B3 FRAG. HUESO 121 10-May-

10

25 (1) B3 FRAG. HUESO 97 10-May-

10

25 (2) B3 FRAG. HUESO 97 12-May-

10

26 B3 CARACOL 88 10-May-

10

27 B3 FRAG. HUESO 108 10-May-

10

28(1) C3 FRAG. HUESO GRANDE 105 19-May-

10

28(2) C3 FRAG. HUESO PEQUEÑO, CARACOL,

SEDIMENTOS

105 19-May-

10

29 C3 FRAG. HUESO 163 10-May-

10

30 ?? 135

31 C4 FRAG. COSTILLA 0 11-May-

10

32 C4 FRAG. HUESO 71 10-May-

10

33 C4 FRAG. HUESO 73 09-May-

10

34 ?? 82

35(1) D4 PROBABLE CALCÁNEO 146 19-May-

Página 230

10

35(2) D4 FRAG. HUESO + SEDIMENTO 146 18-May-

10

35(3) D4 FRAG. HUESO 146 18-May-

10

35(4) D4 FRAG. HUESO CERCANO A HUESO MAYOR 146 19-May-

10

35(5) D4 FRAG. PLACAS GLIPTODONTE 146 19-May-

10

36 C1 CARACOL 60 24 144 09-May-

10

37 C1 FRAG. HUESO 81 19 146 09-May-

10

38 C1 METAPODIAL LAGOMORFO 93 30 136 09-May-

10

39 C2 FRAG. HUESO 85 40 104 09-May-

10

39(2) C2 FRAG. HUESO 85 40 104 11-May-

10

40 (1) C2 TORTUGA PORCIÓN NORTE CON DIENTE 103 12-May-

10

40 (2) C2 SEDIMENTO ASOCIADO A CAPARAZON CON

FRAG. DE HUESO

103 12-May-

10

40 (3) C2-D2 FRAGMENTO EXTREMO TORTUGA 103 12-May-

10

40 (4) D2 SEDIMENTO ASOCIADO A EXTREMO SUR DE

TORTUGA

103 12-May-

10

40 (5) D2 HUESOS DEL EXTREMO SUR TORTUGA 103

40(6) C2 FRAG. HUESO 103 18-May-

10

40(7) D2 FRAG. HUESO 103 18-May-

10

40(8) D2 POSIBLE CARBÓN? 103 18-May-

10

40(9) D2 CARACOL 103 18-May-

10

40(10) C2 POSIBLE CARBÓN 103 18-May-

10

40(11) C2 FRAG. HUESO 103 18-May-

Página 231

10

40(12) C2 CARACOL 103 18-May-

10

40(13) C2 RD, ROCA 103 18-May-

10

40(14) D2 FRAG. HUESO 103 19-May-

10

40(15) C2/D2 FRAG. ESCUDOS TORTUGA 103 20-May-

10

40(16) C2/D2 FRAG. ESCUDOS TORTUGA 103 20-May-

10

40(17) C2/D2 FRAG. ESCUDOS TORTUGA 103 20-May-

10

40(18) C2/D2 FRAG. ESCUDOS TORTUGA 103 20-May-

10

40(19) C2/D2 FRAG. ESCUDOS TORTUGA 103 20-May-

10

40(20) C2/D2 FRAG. ESCUDOS TORTUGA 103 20-May-

10

40(21) C2/D2 FRAG. ESCUDOS TORTUGA 103 20-May-

10

40(22) C2/D2 FRAG. ESCUDOS TORTUGA 103 20-May-

10

40(23) C2/D2 FRAG. ESCUDOS TORTUGA 103 20-May-

10

40(24) D2 FRAGMENTOS ROCA ASOCIADOS TORTUGA 103 20-May-

10

40(25) C2 FRAGMENTOS ASOCIADOS TORTUGA 103 20-May-

10

40(26) C2 FRAGMENTOS ASOCIADOS TORTUGA 103 20-May-

10

40(27) C2 FRAGMENTOS ASOCIADOS TORTUGA 103 20-May-

10

40(28) D2 SEDIMENTOS CRIBADOS GRUESO 103 21-May-

10

40(29) C2 SEDIMENTOS CRIBADOS PEQUEÑO 103 21-May-

10

40(30) C2 SEDIMENTOS CRIBADOS PEQUEÑO 103 21-May-

10

Página 232

41(1) D2 CARACOLES 10-May-

10

41(2) D2 FRAG. HUESO 10-May-

10

42 D2 METAPODIAL? 7 60 161 09-May-

10

43 D1 FRAG HUESO GRANDE, FRAG. HUESO

PEQUEÑO

171-

177

10-May-

10

43(1) D1 MUESTRAS DE POSIBLE CARBÓN 10-May-

10

44 A3 FRAG. COSTILLA 98 10-May-

10

51 ?? PELVIS DE TORTUGA 28 63 132 10-May-

10

52 ?? HUESO DE ROEDOR 28 61 117 10-May-

10

68 B4 COLUMNELA DE CARACOL 43 50 37 11-May-

10

68(2) B3 FRAG. PLACAS TORTUGA 49 22 125 19-May-

10

69 E3 FRAGMENTO HUESO 17 16 140 13-May-

10

70 E3 FRAGMENTO HUESO 55 10 126 13-May-

10

71 E3 FRAGMENTOS HUESO 38 5 129 13-May-

10

73 ¿? LÍTICA 13-May-

10

82 ?? DIENTE 14-May-

10

83 ?? LÍTICA 14-May-

10

84 ?? FRAG. HUESO 14-May-

10

85 ?? FRAGMENTO PLACA TORTUGA 14-May-

10

86 ?? DIENTE MILODONTE 14-May-

10

87 ?? HUESOS 14-May-

Página 233

10

99 C2 5 FALANGES LAGOMORFO 35 40 129 18-May-

10

100(1) A2/A3 ESCUDOS INDIVIDUALIZADOS 0-10 0-25 110-

127

18-May-

10

100(2) A2/A3 FRAG. ESCUDOS 0-10 0-25 110-

127

18-May-

10

100(3) A2/A3 FRAG. HUESO 18-May-

10

101 D4 FRAG. DIENTE 18-May-

10

102(1) D2 HUESO GRANDE ASOCIADO A # 40 60 85 134 19-May-

10

102(2) D2 POSIBLE CARBÓN 19-May-

10

102(3) D2 FRAG. HUESO 19-May-

10

102(4) D2 CRIBADO, MATERIAL PEQUEÑO 21-May-

10

102(5) D2 CRIBADO, MATERIAL PEQUEÑO 21-May-

10

103 D2 PLACA ASOCIADA A TORTUGA 40 60 95 130 19-May-

10

104 B1 CARACOLES 19-May-

10

105(1) C1 FRAG. HUESO 19-May-

10

105(2) C1 CARACOLES 19-May-

10

107(1) C2 FRAG. HUESO ASOCIADOS TORTUGA 20-May-

10

107(2) C2 SEDIMENTO FINO 20-May-

10

107(3) C2 SEDIMENTO GRUESO 20-May-

10

107(4) C2 SEDIMENTO FINO 20-May-

10

107(5) C2 SEDIMENTO GRUESO 20-May-

10

Página 234

107(6) C2 FRAG. HUESO ASOCIADOS TORTUGA 20-May-

10

108(1) C2 FRAG. HUESO ASOCIADOS TORTUGA 20-May-

10

108(2) C2 SEDIMENTO GRUESO 20-May-

10

108(3) C2 SEDIMENTO FINO 20-May-

10

108(4) C2 FRAG. HUESO ASOCIADOS TORTUGA 20-May-

10

108(5) C2 SEDIMENTO GRUESO 20-May-

10

108(6) C2 SEDIMENTO FINO 20-May-

10

109(1) D2 FRAG. HUESO ASOCIADOS TORTUGA 20-May-

10

109(2) D2 SEDIMENTO GRUESO 20-May-

10

109(3) D2 SEDIMENTO FINO 20-May-

10

109(4) D2 FRAG. HUESO ASOCIADOS TORTUGA 20-May-

10

110(1) C2 FRAG. HUESO ASOCIADOS TORTUGA 20-May-

10

110(2) C2 SEDIMENTO GRUESO 20-May-

10

110(3) C2 SEDIMENTO FINO 20-May-

10

111 C2 LÍTICA 20-May-

10

112 A2 FRAG. PLACA GLIPTODONTE 20-May-

10

115(1) A2 FRAG. PLACA GLIPTODONTE 21-May-

10

115(2) A2 FRAG. HUESO 21-May-

10

116(1) A2 DOS PLACAS DE GLIPTODONTE 21-May-

10

116(2) A2 FRAG. ESCUDO GLIPTODONTE 21-May-

Página 235

10

116(3) A2 CARACOLES 22-May-

10

118(1) BC FRAG. HUESO 21-May-

10

118(2) B4 FRAG. HUESO 21-May-

10

118(3) BC FRAG. HUESO 22-May-

10

118(4) BC FRAG. HUESO 22-May-

10

118(5) BC FRAG. HUESO GRANDE 22-May-

10

118(6) BC FRAG. HUESO 22-May-

10

118(7) B3 FRAG. HUESO 22-May-

10

118(8) BC CARACOL 22-May-

10

118(9) BC FRAG. HUESO 23-May-

10

118(10) BC FRAG. HUESO 23-May-

10

118(11) BC FRAG. HUESO 24-May-

10

118(12) BC FRAG. HUESO 24-May-

10

119(1) A3 FRAG. PLACA GLIPTODONTE 2 13 120 22-May-

10

119(2) A3 FRAG. PLACA GLIPTODONTE 12 19 119 22-May-

10

119(3) A3 FRAG. HUESO 22-May-

10

119(4) A3 FRAG. PLACA GLIPTODONTE 0 25 121 22-May-

10

119(5) A3 TRES PLACAS DE GLIPTODONTE 16 34 124 22-May-

10

135 B3 FRAG. HUESO 70 28 91 23-May-

10

Página 236

136(1) B3 FRAG. HUESO 23-May-

10

136(2) BC FRAG .HUESO 24-May-

10

137 B3/C3 FRAG. HUESO 24-May-

10

139(1) C2 LÍTICA 24-May-

10

139(2) C2 CARACOLES 24-May-

10

140(1) B3/B4 HUESO LARGO 26-May-

10

140(2) BC FRAG. HUESO 24-May-

10

140(3) B3/B4 FRAG. HUESO 24-May-

10

140(4) B3/B4 FRAG. HUESO 25-May-

10

141 B3 LÍTICA 24-May-

10

142 B3 FRAG. HUESO 24-May-

10

143 B2 CARACOLES 24-May-

10

145 AE8 ROCA 26-May-

10

155 AA7 METAPODIO DE EREMOTERIO 9--28 67 39.54 25-May-

10

156 AA7 DOS FRAGMENTOS DE HUESO 10--18 56-

57

25-May-

10

167 AE8 LÍTICA 26-May-

10

168 AE8 LÍTICA 26-May-

10

169-1 AE8 LÍTICA 26-May-

10

169-2 AE8 LÍTICA 26-May-

10

170 AD8 FRAG. HUESO 75 70 26-May-

Página 237

10

171 AE8 FRAG. HUESO 50-60 0-30 26-May-

10

172 AE8 FRAG. HUESO 26-May-

10

173 AE8 FRAG. HUESO 26-May-

10

176 AD8 FRAG. VÉRTEBRA 26-May-

10

177 AD8 FRAG. VÉRTEBRA 26-May-

10

178(1) AE/AD8 FRAG. PELVIS

178(2) AE8 FRAG. HUESO 26-May-

10

178(3) AD8 FRAG. HUESO 26-May-

10

178(4) AE/AD8 FRAG. HUESO 26-May-

10

180 AE8 FRAG. COSTILLA 26-May-

10

Tabla 6. Elementos recuperados en el Derrumbe Chazumba II

Página 238

# CUADR

O

CONTENIDO X Y Z FECHA

72 AB8 PLACA TORTUGA 260 SOBRE

NIVEL 0

13-May-10

74 AB8 FRAG. HUESO 260 SOBRE

NIVEL 0

13-May-10

75 AB8 FRAG. DIENTE 260 SOBRE

NIVEL 0

13-May-10

76 A6 FRAG. HUESO 260 SOBRE

NIVEL 0

13-May-10

77 B6 FRAG. DIENTE 260 SOBRE

NIVEL 0

13-May-10

78 B6 FRAG. HUESO 260 SOBRE

NIVEL 0

13-May-10

79 B6 FRAG. HUESO 260 SOBRE

NIVEL 0

13-May-10

80 B6 FRAG. HUESO 260 SOBRE

NIVEL 0

13-May-10

81 B6 FRAG. HUESO 260 SOBRE

NIVEL 0

13-May-10

88 A12 FRAG. HUESO 14-May-10

121 AA11 FRAG. HUESO 90 60 5 M SOBRE

NIVEL 0

22-May-10

122 AA11 FRAG. HUESO 90 45 5 M SOBRE

NIVEL 0

22-May-10

123 AA11 FRAG. HUESO 85 43 5 M SOBRE

NIVEL 0

22-May-10

124 AA11 FRAG. HUESO 95 55 5 M SOBRE

NIVEL 0

22-May-10

125 A11 FRAG. HUESO 2 45 5 M SOBRE

NIVEL 0

22-May-10

126 A11 FRAG. HUESO 1 55 5 M SOBRE

NIVEL 0

22-May-10

Página 239

127 A11/AA

11

ESCÁPULA AA1

1-

92

A

A11

-17

AA1

1-70

A

A11-

32

5 M

SOBRE

NIVEL 0

22-May-10

128 A11 FRAG. HUESO 10 28 5 M SOBRE

NIVEL 0

22-May-10

129 AA11 FRAG. HUESO 15 25 5 M SOBRE

NIVEL 0

22-May-10

130 AA11 FRAG. HUESO 84 50 5 M SOBRE

NIVEL 0

22-May-10

131 AA11 HUESO GRANDE Y DOS

FRAGMENTOS

35--

40

32-

-42

5 M SOBRE

NIVEL 0

22-May-10

132 AA11 HUESO GRANDE 18 22 5 M SOBRE

NIVEL 0

22-May-10

133 A11 FRAG. ESCUDOS TORTUGA 5 80 5 M SOBRE

NIVEL 0

22-May-10

146 AA11 FRAG. HUESO 70 90-

10

0

5 M SOBRE

NIVEL 0

25-May-10

147 AA11/A

B11

FRAG. HUESO AA1

1:50

/AB:

50

AA

11:

95-

10

0/A

B:5

5 M SOBRE

NIVEL 0

25-May-10

148 AA11 HUESO CON SEDIMENTO 80 70 5.50 M 25-May-10

149 AA11 FRAG. HUESO 25 70 4.90 M 25-May-10

150 AA11 FRAG. HUESO 50 45 5 M SOBRE

NIVEL 0

25-May-10

151 AA11 FRAG. HUESO 62 60 5 M SOBRE

NIVEL 0

25-May-10

Página 240

152 AA11 FRAG. HUESO 40 80 4.90 M 25-May-10

153 AB11 FRAG. HUESO 60 20 5 M SOBRE

NIVEL 0

25-May-10

154 FRAG. HUESO 5 M SOBRE

NIVEL 0

25-May-10

157 A11 FRAG. HUESO 75 84 5.50 M 25-May-10

158 A11 FRAG. HUESO 95-

100

60 5.50 M 25-May-10

159 A11 FRAG. HUESO 82 67 5.50 M 25-May-10

160 AA11 FRAG. HUESO 65-

75

55-

70

5 M SOBRE

NIVEL 0

25-May-10

161 A11 FRAG. HUESO GRANDE 38-

52

80-

90

5.25 M 25-May-10

162(1) A9 VÉRTEBRA 4.60 M 26-May-10

162(2) A9 FRAG. HUESO 4.60 M 25-May-10

162(3) A9 FRAG. HUESO 4.60 M 25-May-10

162(4) A9 FRAG. HUESO 4.60 M 25-May-10

162(5) A9 LÍTICA 4.60 M 25-May-10

162(6) A9 FRAG. HUESO 4.60 M 25-May-10

162(7) A9 FRAG. HUESO 4.60 M 25-May-10

162(8) A9 FRAG. HUESO 4.60 M 25-May-10

162(9) A9 LÍTICA 4.60 M 25-May-10

162(1

0)

A9 FRAG. VÉRTEBRA ¿? 26-May-10

164 A9 FRAG. COSTILLA ?? 26-May-10

165(1) A11 FRAG. HUESO LARGO 50-

65

80-

10

0

5.20 M 26-May-10

165(2) A11 FRAGMENTOS PEQUEÑOS

DE HUESO LARGO

50-

65

80-

10

0

5.20 M 26-May-10

Página 241

166 A11 FRAG. HUESO 70 78 5.20 M 26-May-10

175(1) B8 MOLAR Y FRAG. ÓSEOS

EREMOTERIO

25 70 4.05 26-May-10

175(2) B8 FRAG. HUESO ?? 26-May-10

175(3) B8 FRAG. DIENTE ?? 26-May-10

179 ?? LÍTICA ?? 26-May-10

181 A9 MUESTRAS MINERALES Y

MATERIA PRIMA

4 M 26-May-10

Tabla 7. Elementos recuperados en la Pared Chazumba II

Página 242

Anexo 4

Análisis Material lítico de superficie

Han sido analizados seis objetos recuperados en estratigrafía. Tres de estos

objetos fueron tallados utilizando sílex, dos con jaspe y uno con caliza

silicificada (tabla 8). La clasificación por categorías estructurales indica la

existencia de tres Bases Positivas (lascas) (una de ellas fracturada), dos Bases

Negativas de 2ª Generación de Configuración (lascas retocadas) y una Base

Negativa de 2ª Generación de Explotación (núcleo sobre lasca). El promedio

del tamaño de todos los objetos es de 56*40*18 mm

El único núcleo identificado (Chazumba 017) es un núcleo sobre lasca

de jaspe. Se trata de un núcleo bifacial centrípeto, con una de las caras mucho

más explotada que la otra. Concretamente, la cara más explotada corresponde

a la cara dorsal de la BP soporte (figura 128), mientras que la cara ventral fue

utilizada sobre todo como plataforma de percusión (figura 129). Las

dimensiones del objeto son 53 * 51 * 30 mm, lo que nos hace pensar que este

núcleo fue abandonado cuando estaba en la fase final de su explotación.

Las dos lascas retocadas (Chazumba sección y Chazumba 023) fueron

talladas utilizando sílex. La pieza denominada “Chazumba sección” tiene unas

dimensiones morfológicas de 46 * 36 * 17 mm, y presenta una posible fractura

en su zona proximal, que impide el estudio de la cara talonar (figura 130). Esta

pieza cuenta con retoques directos y marginales en el lateral izquierdo, que

configuran una raedera (R1, según la tipología analítica de Georges Laplace).

No se aprecian restos de córtex. La otra lasca retocada es de sílex (“Chazumba

023”), aunque también planteamos la posibilidad de que se trate de caliza

silicificada (figura 131). La extracción de esta lasca permitió alisar la superficie

del núcleo, eliminando una arista bastante irregular. Los retoques posiblemente

fueron realizados para facilitar la prensión, adelgazando ligeramente el objeto.

Las dimensiones del objeto son 86 * 55 * 25 mm. No se aprecia ningún resto de

córtex. La cara talonar es de tipo plataforma y multifacetada. Los retoques son

unifaciales indirectos y muy marginales.

Página 243

La muestra estudiada se completa con tres lascas (Chazumba 020, 022 y 025),

cuyas dimensiones oscilan entre los 38 * 30 * 5 mm de la más pequeña y los

59*36*9 mm de la mayor. El promedio de los tres objetos es de 50*32*11 mm

(figura 132). La zona talonar de una de las lascas no es analizable debido a la

existencia de una fractura. Las otras dos muestran talones unifacetados de tipo

plataforma sin restos de córtex. Tampoco se observa córtex en las caras

dorsales de ninguna de las tres piezas (Arroyo y Viñas 2008, 2009, 2011;

Viñas, 2009).

Figura 128. Cara superior de la pieza “Chazumba 019”. Se trata de una BN2GE (núcleo sobre

lasca), con extracciones de tendencia centrípeta a lo largo de todo el perímetro del objeto.

Página 244

Figura 129. Cara posterior de la pieza “Chazumba 019”, que correspondería a la antigua cara

ventral de la lasca utilizada como núcleo.

Página 245

Figura 130. Cara superior de la pieza “Chazumba sección”. Esta pieza es una lasca retocada

(BN2GC) en su zona lateral izquierda.

Página 246

Figura 131. Cara superior de la pieza “Chazumba 023”. Lasca retocada (BN2GC) en su zona

lateral izquierda. Se trata de retoques cuyo objetivo es disminuir el espesor del objeto. En la

parte inferior de la imagen se observa el talón multifacetado.

Página 247

Figura 132. Cara superior de la pieza “Chazumba 020”. Se trata de una lasca (BP) de caliza.

Página 248

CHAZUMBA M

AT

ER

IA

PR

IMA

SIG

LA

CA

TE

GO

RÍA

ES

TR

UC

TU

RA

L

LO

NG

ITU

D

(mm

)

MO

RF

OL

ÓG

IC

A

AN

CH

UR

A

(mm

)

MO

RF

OL

ÓG

IC

A

ES

PE

SO

R

(mm

)

MO

RF

OL

ÓG

IC

O

OB

SE

RV

AC

IO

NE

S

Sílex sección BN2GC 46 36 17

Jaspe 019 BN2GE 53 51 30

Caliza silicificada

plataforma anterior 020

BP 59 36 9 Posiblemente talla bipolar opuesta

Jaspe sec 2 = 022

BP 54 31 19 Dudas sobre su origen antrópico

¿Sílex? 023 BN2GC 86 55 25 Retoques posiblemente para facilitar la prensión, adelgazando ligeramente el objeto.

Sílex 025 BPF 38 30 5 Zona talonar eliminada por la fractura

Tabla 8. Primeros materiales líticos descubierto en superficie en el área de la barranca del

Muerto en Santiago Chazumba