DICCIONARIO APOLOGETICO DE LA - Biblioteca Virtual ...

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POR Ell Esta obra puede considerarse como el resumen da todos los estudios histó~ ricos puMi"dw desde los princiás de¡ siglo, y contiene el análisis y las conclusiones de los trabajos más insignes en Tatmia de histoHa, señalando á los escritores catélíces las fuentes mi donde pueden y deben buscar la "n°_ dad, Hasta tal punto hemos creido importante y útil la publícación de esta otra en nuestro idioma, que no vacílamos en afirmar, dadas 1 sus singuirs8 condiciones, que está llamada á ímpémir dirección en nuestra ¡"ya i los estudios de historia eletámba, tan descuidados y olvida 'dos-.por lo general, así como á servir de luz vivíslinp y guía en el cultivo de la historía profana, Su aun, E bágno cordenRR Hergenr¿jter, mereció por su ciencia, que el saplentísimo Papa León XIH lo clavasa si, transbién alguna, á la diguidad de U p>pwa desde su modesta p~n de profesor y sacerdote particular . Consta esta abra de seis volumbosos =m" en 1% en b"n papel, esmera- da impresión, y enriquecidas con copiosas y or - aditísimas notas° Precio : GO pcietal. T DICCIONARIO APOLOGETICO DE LA QUE CONTIENE las pruebas principales de la vadad de la RQM, y las respuestas á las objeciones sacadas de las ciencias hurnanas, ILMO . S POR EL ATE, B, 1AUGEY CON LA COLABORAMóN DE =CHOS SABIOS C .A,76LICOS, Y TRADUCIDO AL CASTELLANO POR VARIOS LITERAT915, $ .430 .Lá WRECCIóN D M , WK TORRES ASENS Pu=o doméa &o áe Su Santidad, Catedrático de Sagrada Esgritura, y Canónigo Lectora .1 de la Catedral de o en esta Apologia en todo su Psplendor el globoso túanó consa- guído por la verdad catóHea en toda la I ínea de los errores con que la coin- Men susanenígos, y al mismo tiempo Inuestranse también las armas victo ríosas que han usado los insignes apologistas, y - que parirán asar can s anal éxito todos los que deseen utiliza , .Ian ., aprovechándose de esta hermosa victo .. ria. Dos tomos en folio, r1o pa: melals .

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POR Ell

Esta obra puede considerarse como el resumen da todos los estudios histó~ricos

puMi"dw desde los princiás de¡ siglo, y contiene el análisis y lasconclusiones de los trabajos más insignes en Tatmia de histoHa, señalandoá los escritores catélíces las fuentes mi donde pueden y deben buscar la "n°_dad, Hasta tal punto hemos creido importante y útil la publícación de estaotra en nuestro idioma, que no vacílamos en afirmar, dadas

1

sus singuirs8condiciones, que está llamada á ímpémir dirección en nuestra ¡"ya i losestudios de historia eletámba, tan descuidados y olvida 'dos-.por lo general,así como á servir de luz vivíslinp y guía en el cultivo de la historía profana,

Su aun, Ebágno cordenRR Hergenr¿jter, mereció por su ciencia, que elsaplentísimo Papa León XIH lo clavasa si, transbién alguna, á la diguidadde Up>pwa desde su modesta p~n de profesor y sacerdote particular .

Consta esta abra de seis volumbosos =m" en 1% en b"n papel, esmera-da impresión, y enriquecidas con copiosas y or -aditísimas notas° Precio : GOpcietal.

TDICCIONARIO APOLOGETICO DE LA

QUE CONTIENE

las pruebas principales de la vadad de la RQM,y las respuestas á las objeciones sacadas de las ciencias hurnanas,

ILMO. S

POR EL

ATE, B, 1AUGEYCON LA COLABORAMóN DE =CHOS SABIOS C .A,76LICOS, Y TRADUCIDO AL CASTELLANO

POR VARIOS LITERAT915, $ .430 .Lá WRECCIóN DM,

WK TORRES ASENSPu=o doméa&o áe Su Santidad,

Catedrático de Sagrada Esgritura, y Canónigo Lectora.1 de la Catedral de

o en esta Apologia en todo su Psplendor el globoso túanó consa-guído por la verdad catóHea en toda la I�ínea de los errores con que la coin-Men susanenígos, y al mismotiempo Inuestranse también las armas victoríosas que han usado los insignes apologistas, y- que parirán asar can s analéxito todos los que deseen utiliza,.Ian., aprovechándose de esta hermosa victo..ria. Dos tomos en folio, r1o pa:melals .

UDIOS CRITICOS

ACERCA DE UN PERIODO DE LA

POR

D . ALEJANDRO DE LA TORRE Y VÉLEZ

Canónigo lec-.o .-ai de la Catedral de Salamanca,

1892

MADRIDNTA DE LA SO=DAD EDITORIAL DE S. FRANCISCO DE SALES

calle de la Flor Baja, m¿un . 22 .

lJos PALABRAS AL LECTOR . . . .lxzoooncc 6x . . . . . .

7 ?~'l~~ T ~~X i 1q 1_1P 1 "14-

PARTE P

CArírUcorRzmEuo-E\ episodio de l m Róbida . . . . . . . . . . . . . . . .

ICAP IL-Juegos de imogrinación de los colombinos . . . . . . . . . . .

18CAZ lM-Prm ignrn los juegos de imaginación. . . . . . . . . . . . . . .

27CAP. I\7.--Los muertos resucitados vengándose de loa vivos,

sus calumniadores.. 39CAP. \7-Prosiguen los descargos de los muertos resuci-

tados. . . . . . . . . . . . . . ., . . . . . . . . . . ., . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

joC.kcT/I-Notablm disoocsu de Dezm~ . . . . . . . . . . . . . ., . . . . . . . . 62Cur VII.-Final de la seai ón . y confirmación de su fallo por

«l supremo Tribunal delaBlatorim . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

71

PARTE SEGUN

PARTE TERCERA

CAPITULO eRosoao. -Entrada de Colón en Castilla . . . . . . . . . . .CAP . IT.-Por qué

'puerto entró Colón en Castilla?. . . . . . . . . . .

Cuc 111.-Colón ofreciendo á los Reyes Católicos su pro -

CA.P . I\r,-Joieio des5vorable de la junta cortesana . . .CAP . V.-- Colónen Salamanca . , . . . . . . . . . . . . .-CAP. N1 1.- El huésped de San Esteban . . .CAP . VIL,-Los doctos de Salarnanca . . .

CuPirnLopRIAIEno'-El Héroe dencnnocÍ8oprinoero y olvida-do después, ante la Zraodeza de! descubrimiento. . . . .

-,9CAP. IL-Confirmase el anterior mediante el examen de vo-

riu; autores. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

87CAP. lJI,-- Vagmedud de los antiguos cronistas y tradición

cierta de Sam Esteban de Salemnonc~. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

97CAP, IV.-La historia del Almirante por D. Fernando Colón,

joz1ud a por lu sana Móoa . . . . ., . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

104Cur. `J .--Cooónúala er1ócu_ y resulta que el libro está, cuan-

do menos, interpolado. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

zz/CAP . VI.-Ornatos novelescos oüodi doe á la falsificación de

TTUompnrBosc!ly de "rgoea., . .^ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .l zgCAP. VIL-Continúan l os orautueomve\escos del mismo Con-

de bi0grufo. . . . . . . . . . . ., ., .- . . . . . . ., . . . . . . ., ., . . . . . . .~ . . . . .

127

1 3714 1

1 531621751871.00

304

h0ce.

B CUARÍA

CAriTnLu PmzMoea.-Ccúóo adonWdoul servicio de los Reyes.

213CAP. I l.--Matrionmn&m clandestino de Colón . . . . . . . . . . , . . . . . . . .

zzzCAP. IIIr-Viniaúodeade Colón acompañando á la (qarte- . . ., .232CAP. IP--Causaegoe detuvieron á Colón al lado de la Corte.

246CAP. V.-Colón permanece en Castilla y sigue á, le Corte

mu 22i c^ /

. . . . . . . ., . . . . . . . . . ., . . . . . . . . . . . . . . . . ., . .^ . .^ . 253CAP. VI.-Colón, desde iogá x "i , escondido á la vista de los

bismrrúadores ¡ dónde y cómo pasó esos dos afíns tan obscu-ros

_eoeutón%rala . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .- . .' . . . . . . . . . . . . . . 267

CAP. VIL-Colón desesperanzado y resuelto á abandonar dc~ioiúvmmocote á Cumiil\m .--S o arribo providencial al con-vento de la Róbida'-Fr. Juan Pérez y Colón en Santa Fey Gruooda'-Noevms obstáculos . . . . . . . . . . . . - . . . . . . . . . . . . . .

27CCAP. V111.-Fidel iüaóde SanAngel.-Rasgo dela Reina Csté-

lico.--Arregle de las capitulaciones.-Colór en el puertode Palos . . . . . . .^ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ., . . . . .

^yzCnXcLUszónc . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .^ . ., . . . . . . 3n1

ís ue> corre d ,ss.le

Colón, á1u tGé .

secretamente de Portugal, enuka en los donall-Aos

9 vencidas chas c ifieultades y-

eyoradasse hízo C11 la vela desde el puwo

l oeneiy

e los mares, es una ps,ggr"i ~ y auví. a. de insigno genovés, o sólo los-

veiistas, sino ta bi6n zesudos antores dhistorias unpoetas

ye>sa es ó °?e Espa3la , y aun los ái.,is,rios, ifos de! g�n, -n -marino, al entrar en el estadío dear aeíón

desde el principío su. c umü7.o , yados '

e marcha

e noehe por >i(-,~-,edQ~s desacostumbrMas . Yii i tyromxzeau en escer~a

ajes extra-nos al i g~,ii e-to,, ó refieran sucesos que:todode autenticidad ; sino porqu

falsas situ aclonnu-s,

Dos j5alabras al leclier .

que estan inuy dlstantes . de la verdad y exactitud his-tóricas .

a de aparecer, pues, la gran figura dell héroede los inares en su fsonor`rria sublime y con su natu-ral colorido, se hace preciso retocar el cuadro, o masbien trazarlo de nuevo a la luz de una sana crltlca. yde docLii-iientos or,igiréales . Así lo reclaman de consunola urandeza del Genio cr'¿st¿agio, la honra de la Patria,y sobre todo la verdad histórica, y nlngu rrna ocasióntan oportuna para llenar' el vacio como la proximidaddel ciiar'to Centenarlo de la fecha memorable en queel coloso de los trempos modernos, poniendo, como elantiguo de Podas, un pie en el puerto de Palos y otroen las islas descubiertas, con las carabelas de su in-enio y de sir lreroisnio, rinló ambos continentes con el

lazo de la Reliolón , de las ideas , de las artes, del co-mercio, de la civilización y de la historia .

ero dil7rijar el .ínteresante retrato, donde no sólo.el prota7onista, sino también el noble cortejo de susapoyos y sostenedores, colocados err derredor suyo ycada uno en su natural postlrá°a, formen el bello y ve-rosimil grupo del descrtbrlriz .ento, después de tan as1'z-nagenes contra!iecrias y co171as desfi,q'aladas , no esfácil empresa: es una tarea comprometida y arriespa-da . 1_lara llevarla il geliz térrnino es menester : pr'inre-ro, desvanecer las sombras, desenredar el embrollo,rectificar las inexactitudes, niostr ,ar , en n, la inve-rosirzril .ltrrd , los ariaeroii.l.snros, las incoherencias,aun contradicciones , de rcille adolecen las narr'cacio-nes colombinas ; se~4rn(wo, ave'rguar las C21,lls<Ls, .V se-

el hilo , (le la- falsilcación desde s -~ r origen liasianuestros dias ,

como medio

de (i rrrd'~i' con el error'formular las reglas de Ia reCOMPos e-IOl'_ CIO l

t ria,

terc(rro,

(le brozacto d e. este modo e

aini7

tantos Ano , ol)strcado por

Iropiezos y ~`,s1J

prenden de nuevo el nnnsteinoso vnale que hizodesvalido y despreciado pretendíente por entre lasencrucijadas de una generación q-uie no comprendíael transcendental proyecto ; sigulóndole en todospasos con el auxilio de los documentos, sin ~; Tenntu®rar connjetun-as que- no estén en ellos fundadas, y re-prhmiendo sobre todo el ardor y los caprichosos jne-gos de la fanta.sla, que los colombinos han tomadoor historicas realidades . Adoptando este método y

ateniéndose a estas reglas, si el lector se, priva delplacer que producen las situaciones novelescas y losgrandes golpes de efecto : si en algunos casos por fal-ta de testimonios no se satisface su cariosidad, encambio tendra l seguridad de que lo poco que sesabe es un hecho cierto, y que la relación que se ofre-ce á. su vista no es una novela, sino una hlstoria�

he agul el niódesto propósito que nos guió alemprender hace afos este desaliiiado escrito, que aho-ra tenemos la honra de ofrecer al pUhlico sin otraspretensiones que el de contribuir con el óbolo de nues-tro pobre ingenio a la estatua que se va c levantar alhombre cuya frente brilla más cada dla con una au-reola de hiaynarcesible gloría por haber realizado elacontecinniento que en la historia del género humanosólo reconoce ®_r sulaerlor el divino de la redenclónn,de que es el oeotTr C'ífco complemento .

Ahora sólo resta hacer al yunnas advePortantes w

1 . 1 Aunqueplumas mejor cortadas que 1,9 nuestra,desde que se proyectó la celebración del

ent~nna.ricn,vienen aclarando algunos huatos

~nfnadiend ¬~ pre-ciosos detalles al suceso que, n', todos emlnar�a en es-tos nZonienntos, -no destrayendo ni modificandosubstancial el tegfido de esta relaclón, ` , conservarnos

tacta, tal como se redactó hace

)s caños, clo-

ncias hu-

Vill

Dos palabras al lector .

jando al cronista del Cente arío, ó a los que ha,blen e-,n,adelante del interesante periodo, el cuidado de com-pletar v aun enrhellecer el cuadro .

Trazado este escrito antes que el erudito his-toriador salrnantino Sr . odriguez Pinilla publicarasvi libro titulado Colón en -España, que, conviniendocon el presente en algunos laorrnertores , dista, sinrrnbargo ; inucho en ei plan, or seg-r err gran partela corriente de las anteriores relaciones, no hacernos,de él mención por no alterar el que hoy se publica,entendiéndose que en lo que estanios ccriIrnies quedaaceptado, y en lo que discrepa siguiendo la comunopinión, en ella, le sonr®s contrarios.

Uno de Ios puntos en que primero el 8n Pl-nilla, y recientemente el ,do. Pe Fray José Coll, de la,Orden de San Francisco, están de acuerdo, es err distinguir á Frav Juan Pérez de Fray Antonio Marche-15

rra, v err ello nos complacemos, porque vienen a corro -orar nuestro humilde parecer dos aurtores tan auto-

rizados v competentes .Mal pergefa,do este trabajo hace a~fios, v ha-

biendo inefliado una gravísima enfermedad, por cau-sas que no es del caso nnanlfestar agul se trastornaron los datos acunrulados, de manera que, hoy seria.dúicil verificar las citas que con encargo especial sereconiendaron entonces al amanuense que las puso enlinrl;ioa e lo que podemos responder es ele que os ,-es-.tirnonios alegados son rí (y tiro saniente textuales ; cor~.ie

todos pasaron por nuestra inano v fueron eseri-tos por nuestro puño . Si, pues, en la, copia se hubieradeslizado alg°vina equivocación seria hsuraniente ina-terrial, que en nada atacarla á la verdad del texto.

Damos agtrl gustosos -un testinronio de grat3--tucl al Sr. D. Pedro Mannbel, catedrátáco de esta Uni-versidad, per habernos franqueado generosaniente s

s palabras al lector .

escogida UTería y sLiministrado datos,reconocida erudici

les no hubíéramos dado cima á la, para nuestrquefiez, trabajosa tarca .

61

Aunque lo relativo á las conférencías de Sa-lamanca está ya . publicado en la Memoria de la

. año 1885, lo reproducimos, sin embargo, en este libro,y en su lugar oporturno, COMO ParLe, HILC

plan general de la obra.Y dicho esto, nos despedírnos del lector benévolo,ma os desde hiezo en inatería .

grandeza humana en el tíerp.po, es como 1,n co-1

nte de las aguas en A espacio : ocultacepifible en sus orígenes ., sólo se mani-

flesta 6 advierte cuando, reunidos los afluen-in un río en el ancho cauce de la naturaleza 6

historia . Y ésta es Drecísarnente la de Colón en7ida. del

en sus primeros pasos, ó del Marino en sus expedício-nes preparatorias, es conocida en algunos de sus por-

res . La historia del Gernío luchando con mil contra-dicciones hasta lanzarse en el mar tenebroso y volver

fante con el hallazgo de un rnundo, está rodeadaobscurídad sublírne . En fuerza de eruditas inyes-'

ses escapadas depluma del Héroe, son conocidas la antigüedad de su

alcurnia 1, el oficio de sus padres, el estado y miembros.

Sobre el lugar de su -nacimiento son b5n conocidas Es nrernáwesvarias ciudades italianas al honor de haberle servido deecir de Cicerón, en otro tiempo se disputaban las de Grecia el haberlode Hornero . Recienternente se ha publicado un librito lleno de curio-

í probar que la patria del célebre marino es Caí-(honrada caca de tres sígios después por el cé-

nos toca terciar siciuíera en unaestro propósito . La dbrita se titula

Coloml

tos encarrinla isla de Córce

. Isla),cuesti6n completamente ajena»mr Vorise et la patrio

<,Ostmdit futura , et abscondita ante-quam evenirent . *

(ML, XLM, 2&)

X11

Infroduc-ci6m .

de su familia, sus estudios en Pavfa ,=te de navegar, Innos de sus viajes, su trato con gen-tes de todas nacíones, sus conocímíentos de ciencias y,artes, y ei,.z,'¿7strologliz lo que abasta.ba . Por testimonioscontemporáneos nos consta asimismo su arribo á Portu-gal y casamiento con Doña Felipa Mufftiz, el nacde a Nego en Puerto Santo, la oferta del colosal pro-yecto al rey D. _Juan, la Junta'de cosmógda de examinarla, y después de la resolucíó

6c hizo iuntz,s común sentirncali

desfa.vora-á, su proyecto y 1, su

í6grafos é historiadores que,~ fué su fuga disimulada de

un país que, punzando en lo más vivo la honradez delhombre sencillo, hería en lo más delicado los sagradosderechos del Genio . Y aunque faltan todavía algunas fe-chas que fijar y algunos vacíos y puntos que suplir ó es-darecer, a! finsos preparatoriostre 1 están averiguados loen que vió la luz y satisfacerción anáosa de recoger hasta los más ínsígníficantes de-talles .

Oro en vano se ha intentado hasta hoy penetrar enel escondido laboratorio del Genio y señalar el tiempoen que nacíó, y el modo y serie de misteriosas operacio-nes conque dé aclarándose en aquella menterobusta uidea que llegó á convertirse en una- convicción profunday arraigada, en una especie de probtica intuición . Perovanos é Muctuosos han sido también los múltíples es-fáerzos empleados hasta aquí para ligar á la suerte de!marino y á la honra del descubrinbento personajes ílus-

destos, que, acompañando á gula de nocortejo al Héroe en sus desaires y contradicciones, deben

lo mismo partEpes y soEduios de sus giodls .Un velo sagrado cubre el santuario de la conciencia,

tre cuyos pliegues brotó lumi -noso el tan felíz comoatrevido pensamiento : una nube de obscuridad misterio-

pasos'J,3

0 platen r= J ella 1 a ar unas CUIL

osas que le ayudaron en la arrieempresa.

Y, sín embargo, aunque la

es-ca figura,abía de ser tan í'ius-

para. honra.- la patriaiosidad de una erudi-

sa existencia, por pertenecer á la esfera de la vida pri-vada, es ta.n sólo objeto de una noble y levantada curio-sidad, la segunda, la que podemos llamar el segundo pe-ríodo, es ya de un interés vital para el mundo, porque encierto modo cae bajo la jurisdicción yentra ya en elplan general de la historia . Si, deslizándose silencioso porla corriente de los sucesos comunes, brilla con resplan-dor prestado, como un reflejo del descubrimiento, mira-do, no obstante, por el lado de sus relaciones práctico-transcendentales es una especie de prólogo necesario ála acción de! interesante poema : es la única llave capazde abrir la inteligencia al gran acoPecímiento de lostiempos modernos.Y así, la entrada de Colón en Castilla, su venida á Sa-

lamanca, los siete años de profundas amarguras, y deelevados y desínterados sacrificios, el Rlo y reñuJo decontrarias influencías en una corte que reconociendo enla Arada penetrante al Genio, y en las circunstanciasque le rodéan, un. obstáculo para la realización de! pro-yecto, entretiene, no obstante, los impacientes deseos, yliga al extranjero con lazos que no se acaban de romper;el sólido

-ido fundamento sobre que debió descansar la con-

Ranza de un hombre que ve consumirse sus años en la es-terilidad, y alargada ádefinidamente la realización delsueño de su vida, hasta que al, fin suena la hora tan an-siada de concluir las capitulaciones y de lanzarse en bus-ca del inundo que brotara de su cabeza antes de salirdel abismo de las aguas y de los siglos , todo ese enre-doso drama de asplacOnes sublimes, y de hondas amar-guras, ensayado en la mente del Genio y en el corazóndel Héroe antes de representarse en el teatro inmensodel mundo, no es ya un simple objeto de curiosidad vanaó de vanidad nacional ; entra ya en cierto modo en losdominios de la histoHa : es el exordio, el prefacio del des-cubrimiento ; y cuanto éste interesa ii la ciencia y á lareligión, al earnerc.i o y á la política, á la etnografía y ála civilización, tanta es la importancia de la venida deColón á Castilla, del hospedaje de San Esteban, de lasMuencías adversas que retrasaron 6 favorables que,íuniando al fin de sus adversarios, dieron cima al colo-

roy

XIV

Introducci6n .

Mao desgraciadamente, la Estoría de esta fase impor-tanásimn de la vida del genovés no se ha escrito toda-vía . Los pasos que díó el marino por el escabroso sendero,de sus pretensiones, están todavía envueltos en una con-fusión lastimosa . Faha una narración de los hechos, cortaó extensa, pero original y auténtica, que pudiera servirde guá ; escasean los datos coetáneos y dignos de entere>crédito, que pudieran servir de base, y todavía n.o se hafijado una regla segura, ni iormado el molde donde pu-dieran encajarse los pocos hechos ciertos que han llega-do á nuestra noticia . El que acometa la empresa de des-cubrir la verdad y seguir los pasos de una vida que noha dejado sino débiles 6 medio borrados rastros en laestela de los documentos, lene que lanzarse, como 1 Hé-roe Usmo, en un iwar tenebroso de dudas é íncertidum-bres, sin que para salvar los escollos de la vaguedad 6inexacítud, y evitar el naufragio de la falsedad ó de lacontradicción, se divise norte alguno en el cielo de unacrítica sana y razonable .

Llenos, pues, de recelo, y con la más honda y tristedesconfianza, entramos en el examen de un asunto que,por Ara parte, es capital en este escrito. Y no es, cier-tamente,, porque abriguemos temor alguno de que porahondar demasiado en el cimiento haya de venír abajo.el laboriosamente levantado edificio, 6 que, en fuerza deanalizar los datos referentes á: la estancía de Colón enEspaña y al generoso hospedaj e que recibe en el conven-to de San Esteban, se nos escape de las manos la certí-dumbre de esos hechos históricos. Mortunadamente, la,

- venida del Héroe á Salamanca y el influjo decisivo de losdominicos están sólidamente asentados y al abrigo detoda duda . Dos ilustrados salmantinos , han recogido yacumulado testimoníos suficientes para una plena pro-banza histórica. Los mismos calumniadores de la Univer-Adad se ven obHgados á. respetar el nombre insigne delConvento Dominicano, y á pagar un tributo de admira-ción y gratítud á la memoria del ilustre Deza .1

Lo arduo y arriesgado de la empresa, por tanto, no,consiste en establecer y demostrar un hecho que está por

'

Doncel: La Universídad de Salamanca ante el Tribunal de la Historía;y PTIS : Reseña b~a de ásProgresos de la

ni, cap. z~

todós reconocido, sino en 1: Ti el zaráUer, señalar la,época, descubrir los secretos resortes, delíndar la par-te que en pro 6 en contra toma cada uno de ¡os persona-jes que intervienen en el complicado asunto . La díflcul-tad consiste en relacionar la historía secreta de! Marínocon la política de los Reyes Católicos, y de todos los con-temporáneos que, adversarios 6 amigos del proyecto,ín-fluyeron directa ó índirectamente- en su definitiva reso-lucíón . Y para ello hay que recomponer, 6 más bien tejery ordenar de nuevo una historia que, aunque secreta enla forma en que acontece, es una parte preliminar, elprólogo, digámoslo así, de! gran acontecimiento quetransformó la faz de la, tierra . Y aquí, preciso es confe-sarlo con ingenuídad, aquí desfallecen las fuerzas, y elinvestigador más animoso y decidido se ve obligado átemer y desconfiar . Por cualquiera parte que se tiendala vista reina la más completa obscuridad, sin que pornínguno de los puntos del horizonte asome la aurora deldía destinado á esclarecer la verdad de los hechos,

Multitud de escritores en todos los ramos se han ocu-pado durante cuatro siglos de ese hombre extraordína-rio que abrió tantos horizontes á la ciencia, y derroterosdesconocidos á la ávilización ; pero atinando á describircon más ó menos acierto la obra, 6 alguno de sus varia-dos y múltiples aspectos ., á todos se ha ocultado la vidamisma del Héroe. Los que de ella se han ocupado suce-sivamente, en vez de derramar nueva luz no han hechomás - que añadír un nuevo grado de obscurídad en elasunto . Los tinos por su vaguedad, y por su f~-tlta de crf-tica los otros, todos han contribuído con su granito dearena á levantar un promontorio de confuisión tras del.cual se nos esconde la colosal figura . Los contemporá-neos é inmediatos á los sucesos, á q5enes fuera fáciltarea desbrozar el terreno y dejar expedít.i la vía alesclarecimiento de los hechos, absortos con la grandezade la,obra se olvidan casi por completo de la personadel Héroe . Si de eDa se ocupan es por incidencia, y des-

chando en breves rasgos y en ¡rases llenas de vaguedad-una historia de siete años La única narracíón que conpretensiones de historia, y con el título de Vida del Al-mírante, Jó la luz cal un siglo después del suceso, aun-

-ojuccmn .

xv]

introducciin .

que aUtOrizada con un nombre respetable, nada menosque con el del hijo del Almirante, el caballeroso D. Fer-nando, CS traducción castellana de una traducción de lalengua de Ariosto, que, además de las ínexactítudes y ca-luminosas acusaciones en que abunda, carece de deta-lles y es inútil para nuestro objeto . Y enmo desde la pu-blícacíón del libro de Ulloa todos los historiadores hanido a beber á esa fuente de no crístalinas aguas, déjaseentender la poca limpieza que llevará la corriente d-c losarroyuelos . Y si, al decir del sesudo Irvíng, esa historiaescrita por D. Fernando, ó esa traducción alterada deUlloa es la piedra angular de la historia colombina, fá-cilmente se comprenderá la solidez del edificio leval1tadosobre tan frácril cimiento .Y al fin, si7los escritores del descubrimiento se hubie-

ran limitado á copiar ó resumir la vida del ~klm, .ír--~nte,dejándoros en la misma ígnorancia, no hubieran at menos aumentado el embrollo . Pero la tarea de simples co-pistas ó Ue fiálDiles co mpenu¡adores era demasiado mo-desta para los que, en su ramo respectivo, con justicia as-piran á ser escritores originales . El erudito tenía quebuscar datos nuevos, el filósofo que derramar raudalesde ciencia, el. literato que vestir la frase con todas lasgalas de un buen estilo : en ello estaba interesada suhonra científica (S su nombre literario. Y no hav dudatodos consiguen su objeto, apareciendo lo que son, doc-tos, científicos, literatos . Pero como si presidiera unatriste fatalidad en todo lo que concierne al hombre síngu-lar que unid con lazos de civilización las riberas dedos mundos, esos mismos atitores, que en su ramo res-pectivo navegan por el océano de la ciencia con sucesopróspero, al llegar aquí, al golfo del descubrimiento, sicin-pre se estrellan contra las rocas de los mundos y de losmares, y lo son todo, todo menos hístoriadores de Colón .

íase que Colón es la piedra de toque donde tropie-zan todas las especialidades . Dírfase que el hombre, áquien los siglos se han empeñado en negar justicia 1, níegaá su vez á todos los escritores la honra de dispensársela .

1

Para conocer de algún modo la importancia históricapuede verse el Bosquej*o de una Filosofía cristiapta de la Historia á la lzi~descubripniento del Nuevo Mundo, del autor .

os íos más claros se enturbían , la erudiciónmr5s cc7~gg ;,da se extravía, la ciencia más profunuea,, y hasta el buen sentido parece que les abandona al

u vista en la original figura . Y es, sin duda, que lesofusca su brillo y majestad, 6 que la miran al través deun vidrio undoso y empa5ado que la anubla y desnatu-raliza . En vez de una historia auténtica, detallada y tide-dígna de la estancia de Colón en Castilla, sólo nos handado hasta ahora narraciones novelescas que, traspa-sando todas las reglas de la sana crftica, ¡altar,, ademá- s,al arte de la buena ficcíón, sin motivar siquiera la entra-da y la salida de los personajes en la escena. Y al deciresto, no nos referimos al, por otra parte, orípnal noveli:ta julio Verne, que en su historia de los grandes víajesy de los grandes Sajeros no hace más que repetir unahistoria de Colón ya gastada ; ni á los versos del duquede Rivas, que en época no lejana sírvieron de entrete-nimiente, á las tertulias elegantes ; ni al Cancionero deColón, de Escobar, inagnífico como pocina, pero que no;estal destinado á aclarar la verdad histórica . Tampocohablamos de las calumniosas é índoctas voces salidasrecientemente, y en un mismo año, de la Exposición deFíladáña y de una llamada Universidad española, decuyo 7ioyilzbi~-e gio quisíera acordarme ~-. Ni mucho menosincluírnos en ese número á esa turba de revistas, folletí-nes y escritos de todos géneros que, hacíéndose eco dela vulgar opinión, han repeüdo en todos los tonos las ran-cias calumnias levantadas á los doctores de Salamanca.Nos referimos á escritores serios que gozan de univer-sal aceptación, que se han conquistado un nombre en larepública de las letras, ytienen el deber y el interés deser fundados en sus aserciones y verídicos en sus relatos,

Pues bien : esos hombres de cuya plun-ia. fluyen rau-dalas de luz á todos los horizmites de La ciencia. y de lavida, sólo se turban y desorientan al hablar de Colón,de su vida en España, de las conferencias de Salamanca .Como si cayera una venda en los ojos de su inteligencia,o un borrón en los documentos que tienen á la vista,

Esta íntroducción se cardía In 077, y á esa época se reñereSn .

XT11

lntroducci6n .

marchan á ciegas por el laberinto de una vida cuyos sederos les son desconocidos . Y nada importa que áse le Unqueen los archivos de España ; de nada vaien

boldt la profundidad y extensión de sus conocín, len-tos ; para nada aprovechan á César Cantú y á Prescottlo vasto de su erudición y su Orada penetrante paracomprender una época ; ni alcanzan á salvar á Lamarti-no lo castizo de su Tase37 los encantos poéticos de suestilo . Y á Lafuente, Cavanilles, Villar y Caballero noles sirve su carácter de, historiadores de Espafila, ni á losmismos Irving y Roselly de Lorgues el ser Tográfos espe-ciales de Colón . Todos se pierden en el enredoso y com-plicado laberinto . Y se ofuscan precisamente al mirarde cara al único foco de donde brota la luz . Y se extra-vfan y confunden precisamente en el que debiera ser elpunto de partida , si alguno hay, para reorganizar ycomponer de nuevo la historia, Ninguno de ellos hacejusticia á Salamanca, y parece como que Salamanca sevenga de ellos, negándoles la clave que da la intelígen-cia, y ocultándoles el núcleo en torno del cual debieranordenarse los acontecimientos . Y lo más singular del casoes que el. primero de los autores citados, el académicoMuñoz, que vino á Salamanca con el único objeto de re-gístrar sus archivos, sólo por no andar cien pasos mássaHó de la Atenas española tan confuso como había vení-do. Registró los Colegios de Cuenca y de San Bartolomé,donde no había lo que buscaba, y olvidó visitar el con-vento de San Esteban, donde estaba la luz en su foco yviva aún la única solucíón del problema planteado . De~-cididamente no son los sabios los llamados á escribir lahistoria del Genio cristiano 1 .

1

A fin de no ÍI'ePetir á cada P"0 Us citas, voy á poner aquí de unavez los autores que aduciré en el texto , y el libro y capítulos á que merefiero : Muñoz : Hisloria del _Wujvo Mundo, lib, ii , desde el núm. 21 enadelante.-Prescott : Hístoria del reinado de lo~ Reyes Catálicos . etc ., t . ¡y,cap . xvi-César Cantú : Hisloria Universal, epoca H4, cap . iv-Wás-nington Irving : P ida y viajes de Grislóbal de Colón,

lib .

r, cap . viiguientes.-RosellY de Lorgues : Historia, de Cristóbal Colón y sus viajes,tomo i, cap . iv.-Lafuente : Historágeneral de Espana, tonio ix, cap . x -Cavanilleq : Historia de España, tomo v, M) . vu , cap . vi-Zamora y Ca-ballero . Historia general de España y de sus Posesiones Úe UlIraniar, cap . xvil,tomo in . -D . Antonio del Villar . Historía general de

_y ¿le sm

A~Mwi

Posible es que estos juicios de las obras citadas sehen de severos é ínjustos, y las cahúcacíones de los

autores de exageradas é irrespetuosas, Al que así opina-re, le rogamos que pase la vista por las páginas de los li-bros destinadas á referir la vida. del Marino en España :y si la tarea le parece molesta, que se digne recorrer lasiguiente resefia de las opiniones y sentencías que sobre

16n y Salamanca se han emítído y formulado. El sínóp-tico cuadro que vamos á trazar, lo aseguramos, es porlo menos curioso y entretenido . Dejará el ánimo del lec-

obscuridad y acaso mayor incertídum-bre que antes : aprendera poco 6 nada acerca de Colón y

Salamanca en relación con el reinado de Isabeldo : no acertará á salir de un enredo que, prí

ndo con la entrada de! Marino en Castilla, tiene sulas capitulaciones de Granada, 6 más bien

en la salida de Palos . Pero al menos pasará un rato dís-traído, y conocerá por experiencia á qué extravíos con-duce una preocupacíón generalmente arraígada.

Indias, tomo IV, Cap . LV .-Lamartine : Mida o homb= Tzebres : crist¿_bal Colón, págs . i o y siguientes-Humboldt : Exqmen crítico de la his-toi ¡a de la Geografía, tomo ¡ .-Respecto al libro de D . Fernando 6 traduc-ción de Ulloa, tenemos á la vista una edición antigua que Deva por tituloLa historia de D. Fernando Colón, en la cual se da particular y verdaderarelación de los lyecbos del Alinirante . ._ que tradujo de espafiol á italianoAlonso Ulloa, y abora, por no Pareser el original español, sacado de¡ trasla~do italiano . L&interesante de este escrito son los capítulos xi y xii, relati-vos D perlodo de los siete años que pasé el genovés en Castilla hasta supartla DI puedo de Pabs .

CAPITUL

EPISODIO LE LA RÁBIDA

ores en laPortugal en el afío 1484, principia luego la di-

~ e rsídad de pareceres acerca de dos pportantes , de cuya resolución pende el entrar (5se luego del recto camino. No convienen en la

venida brecta de Colón desde Lisboa á Espafia,entonces se decfa, á Castilla, ni en el aflio . en que se verí-ficó su entrada . Navarrete, Prescott y la mayor parte delos hístoriadores, síguiendo á los antiguos Herreranda del Alii5tirante, le hacen venir diPortugal á los dominíos de la Reina Católica Pero Mu-ñoz, reconociendo todo el peso de autores que le son con-traríos, aventura esta proposición : «Yo tengo por más

le que fué antes á Génova, donde se halla en 148 5 »,se sirve índícarnos los motivos en que la

oya, sin embargo, Humboldt, Cesar Caikit -Ci y Rosellyten con él un viaje de Colón. á su patria nativa antes

de arribár á las playas espaflolas, Y lo gracioso del case,timo, sabiéndolo de un modo

ícarnos otros documentos ní otras pruebas quede! académico Muñoz, que, por lo visto, para el

2

Parte L-Capiftdo 1 .

Conde es autoridad bastante en la matería. Más caprudente Zamora y Caballero, lo deja en suspenso . «No sesabe, dice, si fué entonces (á la salida de Portugal) cuan-do hizo igual oleciMento á Génova, su patria. Por lo tan-to, suponemos que, á pesar de las seguridades de Roselly,el lector se quedará en la duda de sí Colón vino directa-mente á España , o si desde Portugal fué á visitar á, supadre y ofrecer su proyecto á la Serenísíma Repúblíca.»

Mayor obscuridad reina acerca del año, memorablesin duda, en que entra en el reino de Castílla el Geníoque la iba á regalar un munda Los que, apoyados en laconstante tradición de los historiadores de Indias, le traendirectamente desde el vecino reino, fijan la fuga de Por-tugal y la entrada en Castilla en el mismo año, á finesde! 84. Pero los que le hacen viajar por el Mediterráneocon objeto de o5ecer á sus padres una nueva prueba deúlial cariño ó á la SeñoKa de Génova sola, 6, según Cé-sar Cantú, también á Venecia y á Inglaterra, su proyec-to , naturalmente, tienen que darle tiempo para recorrerlos mares, y presentar sus pretensiones y sus ofertas, yconsíguientemente tienen que retrasar su venida á lapatria de Isabel y de Fernando hasta. . . . . ; pero aquí vuel-ven á surgir las dudas Mentras que Lafuente, y engeneral los partídarios de ídas y vueltas, de ofertas yexpediciones, le introducen en escena en la primavera, enel verano 6 en el otoño del año 8 S, el americano Irving,sin cuidarse del testimonio de los antiguos, ni de las opi-niones de los modernos, sencillamente, y bajo sólo supalabra honrada, le hace aparecer en la Rábida en laprimavera del 86 . El escritor inglés no sabe, ni quiereaveriguar, en qué fecha hizo su entrada en Castilla, nidónde, ni en qué ocupaciones pasó ese afío, 6 más bienesos dos años, que tanto tormento har, dado á los histo-riadores colombinos. Se conoce que, como buen ameri-cano, no gusta de quebraderos de cabeza inúti�les é in-fructuosos ; sólo sabe, y, atendido su carácter de escrí-tor serio y honrado, con fundamentos que se reserva,sólo sabe que en la primavera del 86 Colón paseaba porlos silenciosos claustros de la. Rábida, conversando conFr . Juan Pérez acerca del proyecto que había de trans-formar el mundo . Todo lo demas le íniporta poco : aun-

íó ser un poco más c~

7- - :)Soconcffiar las fechas si es que, como parece, asplaba

ití-Lulo de escritor concienzudo y verídico .

orque dete-iniéndole en la Rábida hasta la primavera de¡ s6, y supo-

do que lué posterior á la salida de! convento su pre-sentacíón en la corte , á no cambíar las estaciones de eseaño memorable no se -comprende cómo el asendereadoMarino llega á la corte en el ínierno del 86 -110 habíendosahdo aún de la Rábida en la rísueña estación de la pri-mavera. Sin duda que el amerícano al escribir el capí-tulo estaba dormítando al arrullo de los pajarillos delbosque 6 al sonido de las ondas del mar que bafta elcélebre convento cuando incurría en esa inconcebible

ricia . Nos quedamos, pues, sin saho entró Colón en Espafta, y á qué fecha hizo su prí-mera aparícíón en la corte de los Reyes Católicos.

descansen los lectores de la pequeña,que debe producirles esa divergencia de opiniones, y ~sepreparen para otras más largas y penosas que han desufrir en el viaje, lueno será que hagamos una aradaen el puerto de Palos, ó en el célebre convento de labida, por y en donde han pasado y posado todos los his-toriadores . Colón desembarca en Palos, según algunos,arrojado por la tempestad ; según otros, sencillamenteporque era uno de los puertos de Castilla, lleno de ma-Eneros y embarcaciones patrias, y frecuentado por ex-trajeron Dio es que Colón toma tierra en elPalos, y dirigiéndose con su hijo D. Díego al inmediato-convento de la Rábida, encuentra una cordial acooda,entre aquellos sencillos Religiosos, y una amistad inque-brantable, un entusiasmo fervoroso y una protección de-cídida en el generoso y levantado corazón del Mor, elcélebre U. Juan Pérez de Marchena, Tal es la narracie

¡a desde nífios , ya nacíón en el mundo donde en su respectíva

lengua no esté repetida hasta la sacíedad esta hístoría .Aquí podIamos tomar un ligero descanso y refríge-puesto que la mayor parte de los hístoríadores están

, sí no ibera á levantar escrúpulos en nues-gen-

por la vez primera en Palos, y que casual ó províden-cialmente tropezó con un asíle, de hospitalidad en la Rá-bída, y con un amigo en el Príor del convento . Puesbien : en ese coro unísono de voces hay dos que produ-cen una disonancia desagradable. Al decír de Cavanílles,«Colón, burlado poco dignamente (en Portugal), viEspaña : hospedóse en casa. de Medínaceli, y fué en buscade los Reyes, ocupados en la guerra de Granada . . . . llegó .al convento de franciscanos de la Rábida, demcindaiido~hospítalidad-» De estas palabras parece desprenderseclaramente que la primera casa donde el extranjero en-cuentra hospitalidad es en el palacio de un Mande de U-paña, y no en la celda modesta de un ReUgloso. Y lo másgrave del asunto es que el clásico historiador español ,podría apoyarse en la historia de Indias del contempo-ráneo González Oviedo, que, sin mencionar para nada

l

la Rábida, nos presenta á Colón vagando por Andalucf.v~y hospedado en casa del Duque. Si hubiéramos de aten-der, por tanto, al parecer de los historiadores, nos queda-ría

la duda de si el primer hospedaje que recibió Colónen Esparia tuvo lugar en- un convento ó en un palacio .Pero hay más : según el común sentir, el encuentro del3 larino con el Prior dé casual, y de todos modos la pri-mera entrevista . Pero viene Prescott dicíéndonos queColón fué desgraciado en el primer conducto que se lepresentó para ponerse en comunicación con la corte, yque este conducto Té U. Juan Pikez, « persona que yade antemano había tomado mucho interés en sus planes» .-Al decir del historiador de los Reyes Católícos, pues, la¡da de Colón á la Rábida Po fué casual, sino meditada deantemano, y porque sabía que en el silencioso claustrohabía una persona que Unaba interA en sus planes.

en podríamos pedir cuentas al escritor inglés : dóndehabfan trabado amistad esos dos célebres personajes, yen qué ocasiones el Religioso había tomado interés en los

nes del Marino : pero esa cuestíón nos detendrfa deina-síado en la Rábida, y tenemos que andar aÚn mucho ca-mino . Quede, pues, sentado que Colón desembarcó siPalos, písó las losas del convento francíscano y recibie,de los buenos Religiosos una cordial acogida, sin menos ahora á averizuar si la dramálca escena de

parle 1 -copittilo L

El epísodío '7e Ii '

fa es la primera entrevista del 1viaríno con el Relígio-so, ó si es anterior 6 posterior al hospedaje de Co-casa de MedínaceH .

Pasando, pues, por alto esas menudas diferencias derdietalle, tan frecuentes en esta histoHa, lo pie 7or Horanos interesa es Par el punto predso, del desembarque, yla razón secreta, el motívo, forma ú ocasión de hacer elI-léroe su entrada solemne en el reino de Castilla por elcelebérrímo episodio de la Rábida . Y á la verdad, quetratándose del punto de partida de un viaje tan laboríosaé íntríncado, de! prólogo, digámoslo así, de un drama, tanvariado y peregrino, lo natural sería que se revistiera laescena de todo el aparato de erudición 6 de fantásfa deque es susceptible el interés y sublimidad del asunto, deque son capaces la habilidad y delicadeza de los artistas .Pero ora se emboten al llegar aquí los pinceles, 6 bienpor uno de esos co--~itraste-~ que tanto realzan las obrasde la naturaleza ó de! arte, es lo cíerto que las narracio-nes colombinas se muestran aqui! tan sobrias y comedi-das cuanto han de ser coposas y animadas en asuntosde escasa ímoortancia. Diríase que ahora tienen miedo ála geografía, ó más bien á la topografía de los sítios,como antes han mostrado horror á las fechas y cómputode los meses y de los años . Ulloa se contenta con decir-nos : «Vino á Castilla, y dejando á su híjo en Palos, enun convento llamado la Rábida, pasó á Córdova . . . .» Deese intencionado laconismo la más exquísita habílidad-exegética no podrá sacar luz alguna para resolver elproblema propuesto . Las Casas es algo más explícito,pero no lo bastante para librarnos de la duda ; he aquísus palabras, : « Salió Colón de Portugal, y . . . . tomando ásu hijo, niño , Díego Colón, dio consigo en I-a villa de Pa-los, donde quizá tenía cognoscimiento cor, alguno de los-marineros de allí, é tambíén por ventura con algunos re-ligíosos de San Francisco, de¡ monasterio que se llaniaSanta María de la Rábida� , donde dejó encomendado ásu hij o . . . . Partióse para la corte l . » Como se ve, el insígneobispo de Chíapa sólo afirma resueltarnente dos cosas :primera, dió consigo en la villa de Palos, y lo mismo las

~a 5 las Indias, t . H, cap . xix.

Parle I.-Cap. 1.

demás ; y segunda, de la Rábida, donde dejó encomdo á su hijo . . . ., partíóse para¡ i. corte.» En lodemás todo lo~deja en duda con estas palabras, capaces de helar el cora-zón más entusiasmado : « donde qztízds tenía cognoscí-miento con markieros,

etambién por ventura con los reli-

giosos de San Francísco», ó como diría Prescott : «conU . Juan Pérez , persona que anteriormente había tomadointerés en sas planes» .

Y si los testigos contemporáneos andan tan perplejos,inútil será pedir á los historíadores sucesivos noticiasmás seguras y detálladas . La mayor parte de ellos selimitan á presentárnosle en ha portería de! convento pí-diendo hospitalidad para él, y pany agua para su hijo

. Diego . Algunos se aventuran ,,t desembarcarle en elpuerto de Palos, encaminando en seguida á padre é_ hIjoá pie desde el pueblo al monasterio, aunque sin tomarsela molestia de ínquirír la razón secreta de este misteriosoviaje . Sólo Roselly de Lorgues es el que, en vista de¡ vacíoque dejan las antiguas descripcíones, y sintiendo todo elpeso de la dificultad que envuelve el problema, en su cali-dad de biégrafo especial de Colón se cree en el deberde llenar el hueco, y ufano con los datos y noticias que,escapadas á la diligencia de oros, han venido felizmenteá sus manon con Terzas bastantes para acometer defrente la dificultad y dar al problema una solución satis-factoría . Colón bogaba con rumbo y díreqcíói :i á Huelva,con el fin de dejar á su hijo D. Diego en casa de Mullar,marido de una hermana de Dofla Felipa, y, por tanto, cu-ñado de Cristóbal y tío de¡ niño chiquito . Pero la Provi-dencia, que regía con mano invisible el tímón de la navey los pasos del Marino, ordena las cosas de otro modo,haciendo virar la nave y cambiar el rumbo de ambos.Una tempestad en el mar le obliga a detenerse y des-

car en Palos, y un extravío en tierra, en el ca-míno desde Palos á Huelva, le lleva provide-ncialmente ála portería del convento, y he aquí todo : está desatadGel nudo gortano de la cuestión, descubierta la íncógnitadel problema, y libre de tropiezos la vía para que Colónse encuecre en la portería de la R.Ibída con la noble figu-ra de Fr . Juan Pérez .

Está bien, y se non é vero, ~ bene trovato, idarios,

nosotros del destino providencial de Color-, y del enlacemísteríoso que une al Maríno con los religiosos de San

sco y de Santo Domingo, con Pérez y con Deza, ycon las santas casas de Santa María de la Rábida ySan Esteban de Salamanca, no haremos al ilustre Condeun cargo por íntroducír el augusto nombre de la Provi-deneía en la historia, y llevar á Colón á las puertas delsanto asílo guíado por tan sabio dedo . Pero ahora no setrata de ese dogma ímportantísimo de nuestra apunto enque, con los católicos, están conformes varios racíonalis-tas . La cuestión que ahora se ventila es de un ordeninferior : es sólo del modo, de la Trma en que la sabiay or-denadora Providencia conducía los pasos del Genio parallegar al fin altísimo -del descubrimiento . Y consideradabajo este punto de vista, se nos antoja que al entusiastabiógrafo de Colón le ha sucedido en su viaje á la Rábidalo que al Rey Sabio en la adminístracíón de sus reinos,que por mirar demasiado á los cíelos no vid en la tierrael punto donde jaba el pie . Á fin de evitar nosotros eldoble escollo de la vaguedad de los antiguos y del gra-tuito é inútil extravío inventado por Roselly daremos unadescripción de los lugares que, sin pretensión algunacientífica, sea vulgarmente bastante, al menos para sa-ber el terreno que vamos á recorrer ~,

r el centro de la provincia de Huelva , procedentede la inmensidad del Atlántico, y en el punto que se lla-ma la Torre de la Arenilla, entra un gran brazo de mar,que, bifurcándose casi enfrente de la Rábida, marcha endos direcciones oblicuas, formando un ángulo agudo,cuyo vértice es el punto de separación, y cuya área unaespecie de peninsula, dentro de la cual está situada Huel-va, antes villa, y hoy ciudad y capital . En dirección deSO . á NE ., y baúando la misma oriHa =convento, ex-

dese el brazo merifflonal ha. sta encontrarse con el ríoo, de donde el mar toma su nombre, y en cuyas már-

poco trecho, están sítuados los puertos de Pa-los, antes frecuentado, y el de Moguer, hoy cabeza departído, según el Diccionario de Madoz . Oblícuamente,

El episodio de la Rábida .

3

Estos datos están tomados de una descápción de la provinda deHuMa, cuya responsabilidad dlamos al auWr, iendo además dUSIdescribír bien un lugar que -no se ha visto .

cción de SE. á NO ., corre el otro brazo- hastamezclar sus aguas con el Odiel, de donde toma su nom-bre, y en cuya orilla angular, como hemos dicho, estásituado el pueblo de MuHar, á quien, según el testigoCabezudo, iba á confiar Colón su hijo, como veremos ensu lugar . Desde Palos á Huelva, pues, hay dos vías, ma-rítima una y la otra terrestre . La prírnera es el pequeñotraYecto que, saliendo de! río Tinto y salvando el vértice,hay que recorrer por el Odiel hasta Hegar á Huelva .Hoy se liace el via-le en una hora , sí es que no se acortaatravesando un canal que comunica transversalmenteambos brazos y sale cerca de Huelva, Por la vía terres-tre hay que dar un gran rodeo todo á lo largo del Tinto,antes por camino de herradura, y hoy, contando con lospuentes, de algunas leguas de distancia .

Esto supuesto, si se dijera que Colón, bogando conru»o á Huelva y obligado por una tempestad, tuvo quearribar, 6 como dice el testigo Hernández, vino á laarribada á la Rábida, el suceso sería á la vez históricoy proidencíal . La Providencia intervendría en cambíar.los destinos del Genio por medio de una tempestad ínes-perada que le obliga á desembarcar enfrente de la Rá-bída, y lo sencillamente histórico consistiría en que unnáufrago se acogíese al convento y pidiera pan y aguapara su hijo, y para ambos hospitalidad . Pero si, con lageneralidad de los historiadores, le hacemos entrar en elTinto, desembarcar en Palos y marchará Huelva por elcamino de la Rábida, resultan los absurdos y contrasen-tídos que siguen : i .' Que, en vez de la sencilla vía mar (-tima de una hora, Colón opta por la penosa terrestre devarias . 2 . - Que emprende un viaje largo y laborioso, He-vando de la mano un ni,.,,-io chiquito, á la sazón de cinco,seis ó siete años . T Que es tan imprevísor que ni síquíe-ra lleva un pedazo de pan para el niño, que lo está pídíen-do ja todas horas, Yo'Y es el más grave, que está tan cie-go y desatentado que, en vez de tomar el camino de Mo-guer hacía el interior y en dirección á Huelva, se vuelvehacia la costa, tomando el de la Rábida, que es precísa-mente el camino contrarío . ó nosotros hemos perdido el

idn ó las historías de Colón andan completamentedesoríeintadas . Pero como nuestra tarea al presente se

Parte L-Cap. 1.

A Qsodk AA RAW.

reduce á narrar y no á discutir. con les sabios, tenemosque convenír en que Colón, tornando tíerra en el puer-to de Palos, por un curavío ínconcebíble, en vez del deHuelva ton2ó el camino de la- Rábida para hacer su en-trada en escena con un episodio memorable .

¿Pero qué hizo Colón en el convento de Santa María?La Ustoría de D. Mrnando Ó la Uída de! Almírante,que es el primero 3 , funda'mental documento de dondeestá tomada la noticia, se reduce, como hemos visto, á,estas breves y sencillas palabras: «Vino á Castílla,y dejan-do á su hijo en Palos en un convento llamado la Ráblida,paséá Córdova. . . . » También conocemos el laconismo deLas Casas . Pero la traducción de Ulloa era demasiadoseca y descarnada para satísfacer la curiosidad y llenarlos deseos y gusto de los historiadores, y por eso cuantosobiAos p sí se quiere , tímidos en topografía, son en darvida á la acción personap animosos y determinados .

Con efecto, era necesario revestir esa escena de cir-cunstancias dramáticas que la hicieran interesante . Porlo menoshabía que añadir explicaciones y comentarios que,dieran cierta verosimilitud á un rasgo tan desusado, comoes el llegar un desconocido á un convento, dejar el h~ío alcuidado de los frailes y marcharse en busca de la Cor-te, sin que en cinco, seis ó siete arios se cruce una co-munícación escrita, ni un simple aviso verbal entre elMarino y los Religiosos, sin que vuelvan á acordarse elpadre del hijo, el amigo del amigo, los frailes de Colón,Colón de los irailes ni del convento . Los vacfos que de-jaba en el ánimo esa relación tan árida y lacónica, ha-bfa que llenalos de algún modo ; á falta de datos y do-cuanentos, con los recursos de la fantasía (S de la eru-dicíón ; á fálta de hechos verídicos, con los recursosdel arte.

Veamos las artes de que se valen los narradores paraembellecer el árido descanso de la Rábida. Después de

y llevar al Marino desairado y escarnecido d.iirai--i-tes siete años mortales ; después de presentarnos el pro-yecto declarado como quimérico por una junta de ígno-rantes, y al Héroe desatendido por la, Corte, desechadopor los Duques de Medinasidonía y burlado de todos,continúa la narración de Gloa : « Fuése al convento de la

io M L-" . 1 .

Rábida con íntencíón de llevar á su híjo D. Díego á Cór-dova, y proseguir su Jaje (á Handa) . Pero Dios or-AM que no Luviese eItCLO, inspirando a

rayrez, Guardián de! convento, á que tomase amistad conel AIrrúrrante, y que le agradase tanto su empresa quele causó sentírníento su resolucíón . . . . » La interpretaciónsencilla y natural del documento es que Colón, al mar-charse á Córdoba en el año 84, dejó encomendados elsostén y educación de! hijo al cuidado caritativo de losfrailes, y que en el año 9 1 , camino ya de Francía, al vol-ver él con intención de llevarle á Córdova, quisoque el Guardíán del convento tomara amistad con el Al-mirante, y le agradase tanto su empresa que le causarasentimiento su resolución . . . . y se determinara á escribira la Reina. Tampoco habla Las Casas, del Guardíán, sinode los Religiosos, en esta primera entrevista .

Lo que de la historia de! Almirante y del texto de¡obispo de Chíapa se deduce, por tanto, es que en el año8,, -~ dejó Colón á su hijo en la Rábída á cargo del con-vento ; pero que la amistad con Fr. Juan Guardián de¡convento y confesor de la Reina, hay que retrasarlahasta el año 9,, cuando estaba la Corte en Santa Fe . Sondos féchas separadas por el largo período de siete años,que no deben confundirse atropelladamente . Porque bienpodría suceder que en el 8 4 Fr . Juan no fuera miembrode la Comunidad, 6 que, síéndolo, no residiera en la Rá-Nda, 6 que, siendo frále del Olebre convento y resí-dindo en él, no hubiera llegado al rango de Guardiánni alcanzado la honra de confesar á la Reina .

Absolutamente no es imposible que el Guardián y con-fésor real del año gi hubiera sido ya en el año 84- confe-sor de la Reina y Guardián de la Rábida; pero como aquíno se trata de lo posible, sino de lo hístórico, y la historiade D. Fernando, que es,la piedra angular de la Colom-bina, al decir de Irvíng, no habla de Fr. Juan hasta elfinal . . . . . hasta el momento solemne y decisivo, por unadeduccíón ajustada á las reglas más vulgaresde la ínter-pretación de un libro, y dictada por el símple buen sen-tído , dibía retrasarse la entrevista 6 amistad de Colóncon Fr. Juan Pérez haba el año gi, es decir, al Rnal del

a Pero como en la vida de Colón todo es

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dínarío, y peregríno, y la lógíca río ríge, se qdas las reglas de hermenéutica, y hasta desaparece elbuen senúdo ; la historia, claro está, debe también mar-char por derroteros desconocidos, y por encima de todaslas leves de la crítica y de los dícuamenes del comúnsentir. Los -historiadores colombinos , valiéndose si-nduda de una critíca transcendental, que podríamos llamarde Ata escuela, se creen autorizados para usar en hís-toría de las- licencias que Horacio concede tan sólo á. lospintores y á los poetas. Si no está fundada en documen-tos - al menos es erudita y novelesca .

No se contentan tan sólo con entretejer y combinarartificiosa y delicadamente la llegada á la Rábida, y laamistad de Pérez, uniendo sin intermedio dos épocas tanimportantes, como son el príncípío y el fin,- la entraday la salida . Á ésa, que podríamos llamar transposiciónhistórica, siguen una multitud de figuras retóricas, depoéticas licencias, de dramáticas invenciones . Los textosorigínales llaman al Guardián de la Rábida Fr. juan Pé-rez, á secas. Así la Vída del Alimírante, así el médicoernández, así el grave historiador Las Casas. Pues

bien : á los colombinos les sonaba demasiado común elapellido y poco dramático para un personaje el conjuntode U . Juan Pérez . Había á la sazón en el aflo 93 un Priorde otro convento francíscano, de¡ de jesús de Alcalá, !Ia-mado Juan Marquína ; hubo otro fraile franciscano llama-do Antonio Marchena, como veremos, es verosímil queintervínieran los tres en el asunto de Colón . Y dijeron loshístoríadores : hagamos de tres personajes interesantesuno solo, y de dos apellidos descarnados uno que sea . so-noro y altisonante ., como el que buscó el Caballero de laManCha para la señora de sus pensamientos. Y con efec-to, se descubrió el secreto de la armonía y sonoridad. ElTor de la Rábida es Fr . Juan Pérez de Marchena . Así

principian á llamarle Gomara y Herrera, y desde enton-ces los historiadores todos, sin titubear, han seguido sushuellas .

Por nuestra parte nada decimos, porque no se tratade averiguar la verdad de los hechos, síno de poner encotejo la diversidad de pareceres, y el enredo é íncerúdumbre de la historia . Lo único que hacemos constar es

R :2

Parle L-Cap . 1.

que sí en los textos originales el, Guardíán de laes Fr . Juan Pérez, á secas, en los historiadores tiene elnombre rotundo y poético de,Fr. Juan Pérezde Marchena .

Una vez en posesión de este descubrimiento ; una vezreunidos en un solo personaje los rasgos y caracteres quela hístoria vulgar reparte entre Fr.,Juan MarquÚna, FrayAntonío Marchena y U. Juan Pérez ; una vez compues-to, en ñn, de los tres hombres un solo héroe con el nom-bre de 0. Juan Pérez de Marchena, ya no hay frenocontenga la imagít.nacíón, ní barrera que no salte la in-vención de los colombinos . El Guardián de la Rábidacontemplando muchas veces desde su humilde celda lainmenádad de los mares, los destinos del género humanoy el reino de jesucristo en la tierra, había presentido lavenida del Genio á la silenciosa mansión de su obscuravivienda . Cuando ve al náufrago en traje de tierra extra-na y con un niño tierno en las manos, como Belisariocuando iba con el suyo errante y decaído, le parece des-cubrir en él al enviado de! cielo-, que presentía en sus es-peculaciones astronómicas, a según el lenguaje de Rose-By, en sus visiones seráficas, y. . . . ; pero no entra en nues-tro plan knitar, ni seguir de lejos siquiera, las bellísimasdescripciones que hacen del Guardián y de! convento losbíógr,ds colombinos ; antes bien, detenidos en la Rábi-da más que lo suficiente para tomar un descanso, nosparece ya llegada la hora de partir, emprendiendo denuevo nuestra larga jornada .

Pero antes de despedirnos de ese lugar sagrado y ve-nerando, adonde con gusto y asentimiento de todos losviajeros hemos de volver á contemplar la patriótica ysublime figura de Fr. Juan Pérez, preciso nos es, sí he-mos de concertar el Taje, saber á puso ñjo el día, elmes y el año qae para la salida de Colón desde la Rábidaá la corte se señala en el calendarío de los colombínos.Afortuinadamente , en este punto todos los relojes estánconformes en apuntar un mismo año, aunque en el mesy el día discrepen algún. tanto, 6, por mejor decir, aun-,que ninguno se atreve á marcarlos . Todos convienen enque el futuro Descubridor, y al.norahumílde yasendereado

etendiente, hace su primera aparición en la corte en elaño (S6 9 de donde parece deducírse lógicament

ese mismo año dejó al hijo y al amígo en la Rábída, consólo la diferencia de los días que empleó en, el viaje.

espiremos : quizá se sorprendan los lectores de esadesacostumbrada uniformidad . Y, con efecto, no es pe-queña maravilla que jen la salída de la Rábida, 6 másden la Regada á la coro, unos hombres que discrepan enla llegada á CastiHa desde ñnes de! 84 hasta la prímaverade! 86 . Pero cesará la extrañeza en el momento que des-cubran el motivo de la díscrepancía y la razón secretade la conformidad . Nada sucede sin razón suficíente, diceun axíoma muy conocido en las escuelas de Filosofía ; ycuando los colombínos convergen hacía un mismo punto,señal clara es de que alguna fuerza .irresís tible les ímpulsahacía ése, que puede considerarse como un centro de gra-vedad En la artiácirosa combinación hay una- escena degran ef=to que necesita ser preparada de antemano síha de ofrecer al mundo el ínterés y verosíraffitud de unasituación dramática . Para llegar á ella con naturalídad,sin saltos violentos , ni situacíones forzadas, se hace pre~císo entretener agradablemente la atención de los espec-tadores con frecuentes episodios, con escenas secunda-rias , con nuevos personajes ; hay que emplear, en ún ,todos los recursos del arte hasta que llegue el momentosolemne. . . . de las célebres conferencias de Salamanca .He aquí el nudo de la cuestióm Como á juicio de los Ms-toríadores las conferencias tíenen lugar en el invíernoMI 86 al 8 7, en que la corte establece sus reales en la en-tonces Atenas española, la presentación del pretendienteá los Reyes debe larse, 6 al menos les conviene fijaríaen la primavera, 6 cuando más en el verano del 86.

Está descubierta la incógnita . Ya sabemos la razónde la conformidad . Sí á nuestros lectores les parece de-cisiva para el arreglo de una novela, ímpropia de la gra-vedad de la hístoria, debe recordar que la de Colón noestá sometida á reglas, así como la vida del Genio estáfundada en el contraste .

, Pero si hay conformidad en asignar el año s6 parala salida de la Rábida, la presentación en la corte y lascélebres conferencias, en cambio no saben qué Ocer delMarino desde la fuga de Portugal hasta que aparece en

los doctores de Salamanca . Unos le llevan á, Génova,

aobodo o k Ráb=.

14 art 1.-np. L

su patria, á visitar á su anciano padre ; otros hacen via`-al Héroe y al proyecto por mares procelosoS acuJO-

do á lla Señoria de Venecia 6 algún otro punto, y entre-teniendo así el tiempo hasta que llega el año s6 . Los Os-mos que le suponen en Castílla en la primavera de! sstampoco saben en qué se ocupa durante ese afto mortal,que newsaan llenar de cualquier modo hasta que lleguela andada hora de presentárnosle ante el Claustro de laníversidad . Cautos y prudentes los más, envuelven su

desconocímiento de los pasos del Marino en frases vagas(S en saltos disimulados ; y después de llevarle á la Rábí-da el 84 ó el 8 s, sencillamente y sin recorrer veredas queles son desconocidas, nos le presentan en la corte elaño 86, para tenerle en disposición de conducirle á Sala-manca. en la convenida fecha de las conferencias, Hacenbien ; con esta prudente reserva nada aventuran, á nadase comprometen . La narración carece de episodios dra-máticos, pero se salva al menos la verosimílitud de unahistoria de antemano convenída .

Por el consario, los aspirantes á biógrafos de Colón,los que se las echan de bien enterados en el asunto, tienenque llenar esas lagunas que deja la narración árida delos otros en el ánimo de los leyentes, y aquí es don-de brílla el genio de la invenciónr aquf es donde selucen la erudición 6 el talento . Roselly, por ejemplo, en-tretiene ingeniosamente un año haciendo estudiar al Ma-rino un curso de Teología, de Escritura y de Patristícaen el convento de la Rábida, y conversando íntimamenteen los reos ociosos con su amigo el Guardián . Sí omiteel examen, la prueba de curso y la censura de Notable-mente aprovechado 6 Sobresalíente, que de seguro le díóel Ubunal, lo deja sobrentender fácilmente á la sagací-dad de los lectores . 'V sí no habla de las lecciones de gra-mática castellana y latína, de artes y de hístoria, querecibió el niño D, Diego en las aulas del convento, no esciertamente porque no tuviara certeza del hecho, comola tiene de otros más inverosímiles, sino porque no lojuzgó, sin duda, digno de la majestad de la historicambio Irving, que siente todo,el peso de la díticuel compromiso de llenar esos dos años, sale delescapándose por la tangente ; yo no sé lo que es de Co-

lón desde su fuga de Portugal hasta su despedida de laRábida ; 10 cierto Y averiguado es que en la primaveradel 86 aparece en el convento, despidiéndose de su ami-go Pérez de Marchena, y que en el ínvierno del mismo añose había ya dejado ver en la corte . Ahora bien ; cómollega á ésta antes de salir del convento. . - doctores hayen Salamanca que lo sabrán conciliar, Lo cierto es queColón partió de la Rábida despTéndose del Guardián .

Pues despidámonos también nosotros de un. sitio ve-nerable y sagrado, donde nos hemos detenido un tiempoasaz precioso, para quedarnos con las mismas dudas queabrigábamos al pisar los umbrales del sagrado recinto .

Los antíguos Estoríadores, por la condsAn y vague-dad de las bases que consagran á este período, y aunquede sentimientos caballerescos, por no haber alcanzadolas formas cultas de la moderna cortesía despachan áColón de la Rábida sin cumplido ni ceremonia alguna,Pero desde que IrAng, registrando antiguas historias,en una base de Gomara tropieza con una carta de reco-mendación del antiguo cúrnesor de la Reina, Pérez deMarchena, para el actual confesor de la real persona, elcélebre Fernando de Talavera, y, sobre todo, desde queLamartipe, pareciéndole fría la despedida sin una mues-tra de cariño, introduce al Religioso y al Maríno, dándoseun fuerte abrazo en los umbrales del nzonasterio, almismo tiempo que le suministra ropa decente, unamula-,un,guía y un bolsillo, los historiadores todos creeríancometer una grave falta de urbanidad 6 -un vacío de hís-tórica exactitud si po hicieran mención del abrazo en losumbrales del monasterio, Y de la carta, que sin haberlanadie visto original, ni siquiera en copia autorizada, les espatente, sin embargo, su contenido . Y, ciertamente, queen este punto no son espléndidos, ni se muestran siquieramuy generosos los colombinos . Porque atendida la des-interesada hospitalidad que por espacío de un año hadado el convento á Colón, para el entusiasta del Genio,para el protector del Héroe, para el amigo en cuyo pe-

ha depositado todos los secretos de su alma, para elcompañero de observaciones meteorológícas en el mo-desto observatorio astronómico del convento, no es mucho obecer un abrazo, que se dan siempre los amigos

16

más vulgares, 6 una simple carta de recomendación,no se niega á ningún pretendíente ordinario .

Personajes DI rango de Colón y Pérez deM=hena, yun poema más elevado y heroico que el de la llíada ó eldela Eneída, parece que exígon recursos más íngeníosos,shuaciones más interesantes, un enredo y un desarrollomás elevado y poética El ejemplo de Ulíses despidién-dose de su mujer y de su hijo : 1 trabajo que costó á,Eneas desprenderse de Dído , serían pálidos al lado deesta escena sublime . Por lo menos un antiguo Confesorde la Reina debió escribir, no al Confesor nuevo, sinoá la Reina misma . Un buen astrólogo, un personaje ín-fluyente en la corte, un entusiasta &¡ proyecto, un ami-go de su amigo, un hombre, en fin, del temple de Pé-rez de Marchena, debió volar á la corte en compafífa delHéroe, valerse de su carácter de confesor para introdu-círle con los Reyes, emplear todo su saber cosmogrJifico,y toda su elocuencia de Apóstol en convencer á unos, re-batir á otros, formando entre todos lo que ahora se llamaatmósfera, no retirándose de la corte á su celda hasta quedejara ultimado y en términos de realizarse el proyecto .

Pero, según los colombinos, no sucede riada de eso .el ilustrado, el generososo, el hidalgo, el entusiasta, el pa-triótico Pérez de Marchena, se contenta con escribir unacarta de recomendación . Al entregársela al Marino anteso después del abrazo, lo que no puntualiza ninguno, sevuelve á su celda tranquilo 37 sosegado, sin que en cinco6 seis alos vuelva á acordarse del proyecto, ni de la car-ta, ni del Marino. Los que antes acumulaban en el Gua,, -dián de la RáSida la sonoridad de tres nombres, los másnobles sentírníentos que puede albergar un corazón ge-neroso y una ciencia superior á su siglo, le despojanahora de las cualidades más vulgares, de los nnas co-munes sentimientos , hasta de la curiosídad más sen-cilla é inocente por saber el resultado de la carta, delportador, y el efecto siquiera de la primera entrevísta .No es extraño, por tanto, que al. Genio , al Héroe mismo,le desnuden también de su. carácter de padre, de su cor-dialidad cle amigo , de la nobleza del hombre atento yagradecido, puesto que, haciéndole, olvidar al protector,desatender al hijo, faltar á los más vulgares deberes de

mh L-W. 1.

la cortesía y de la gratítud, le envuelven en místerloso,cío por espacio de cinco 6 seis ainos, sin que ni una

carta, ni un avíso, ni la curiosidad siquiera reanude lasrelaciones entre la silenciosa tranquilidad del claustro yla vída azarosa del maríno .

Sin duda sentía el peso de esta díficultad Lafuientecuando, al ver que Talavera no toma en cuenta la reco-

dacíón de Marchena, afliadéque el francíscano influyócon Mendoza para alcanzarle una entrevista con losyes. Pero con =te nuevo dato, que no sabemos de dónle toma, no hace sino aumentar el enredo . En vez de unatendríamos dos cartas de recomendacíón, y sobre el des-cuido en avisar á Marchena y el desabrimiento del Príordel Prado, habría que añadir ahora la ingratitud de Co-lón en ocuhar al Guardián la buena acogida del. Cardenal-de apaña . Contentémonos, pues, con una sola carta, conuna sola recomendación desatendida . En una ficcíón dra-mática donde sólo se buscan golpes de efecto, sólo el olvi-do absoluto Pena las condiciones de un contraste sublime.

Si Pérez de Marchena desplegara al entrar en escenatodo el vuelo de su heroismo, si Coló-n no se mostraradurante seis años duro y olvídadízo, la segunda partedel epísodio de la Rábida sería fría y descolorida . Loscolombínos, que son maestros de¡ arte, han arregladolos papeles de modo que la segunda é! inesperada entre-vista de la Rábída rivalice con lo más tierno y sublímede la Eteratura, con el Yo soy José, de la Biblia, ó con elYo soy tu padre UMs, del poeta. En el enredo dra-mático bien va Col0n solo con la carta de recomendacíónpara Talavern y todavía mejor queda Marchena en sucelda cumpliendo sus deberes religiosos . Lo que pareceuna anomalía, un contrasentído ante la historia, es precí-samente el secreto del ínterés y el mayor mdríto de estaobra maestra . Marchena se reserva para mej1or ocasión,y Colón deja la influencia de la Rábida para dar el últi-ino golpe en el asunto . Y dejemos también nosotros, porahora, en paz al venerable Fr . Juan Pérez y al sagradorecinto de la Rábida, para acompañaral pretendiente er,su larga y escabrosa peregrinación por entre las sinuo-sidades de la política cortesana .

El epíso¿lío de la RáNda .

JUEGOS DE IMAGINACIóN DE LOS COLOTÍMBINOS.

= INO á Castilla, y dejando j su hijo en la Rábida, seDé á Córdoba donde estaba la Corte~~, dice la Vidadel Almirante . Y con Wloa, todos los historiadores

envían á Colón desde la Rábida á la antigua ciudad de losCalifás, si se exceptúa Cesar Cantú, que por razones quese reserva nos le Heva á la ciudad de Lo%ja, célebre, porotra parte, en este último período de la Reconquista.Dejando, pues, al italiano la responsabilidad de su diver-gencia, convendríamos con todos los historiadores enacompañar al pretendiente hasta la poética ciudad de losárabes si del común acuerdo no surgiera una nueva di-ñcultad . Porque, reñIéndose Ulloa al año 84 Y IOS moder-nos al 8 6 5 en el momento en que parte Colón de la Rábida,sería bien raro y extralo que en todo evento residieraen Córdoba precisamente una Corte que no tenía asientofijo, que estaba siempre ambulante, según lo exigían lasnecesidades de la guerra 6 los complicados negocios delreino . No parece sino que la corte de los Reyes Católicosestá á m. erced de los biógrafos de Colón, para ínstalarseallí en el año , día y hora en que les conviene llevarle á pre -sencia de los Reyes, Ó, que los Rey-es están esperando enCórdoba dos años para cuando llegue Colón á besarlesla mano, ofreciéndoles sus respetos y su colosal proyecto .

Alguna razón,_ secreta mueve á los colombinos paraprebdr la corte primitíva de los Emires á todas Íciudades del reino de Castilla . Doña Beatriz Enríquez,madre de D . Fernando, era natural de Córdoba, y elhijo segundo de Colón nació en la patria de los Sénecas .or denso que sea el velo que cubre los pasos de! Marino

en su vida de pretendiente, es indudable que moró algtiempo en ella . En llevarle á la ciudad donde nací(5 suhijo no hay riesgo de equívocarse : está descífr

CAPITULO II

Juegos de iniaoínacíón de los coloiribinos,

,enigni a. . Colón ví(5 la mezquita, hoy catedran ; no hay dudaColón y la corte de Isabel moraron algún tiempo en

1,a ciudad conquistada por San Fernando . Ahora, sí alpartir de la Rábida con su carta de recomendación esta-ba la Corte en Córdobn 6 en otro punto, ni es fácil averí-guarlo, ni posible desmentirlo : los colombinos estánlibres de todo compromiso, exentos de toda crítica res-

;ponsabilídad . Quede, pues, sentado que la corte de Cas-tílla estuvo esperando la Legada de Colón desde el 886, y que en cualquier dfa, mes y aflo que el Marino,ciera su primera entrada en lá ciudad natal de Doña

atriz, allí estaban esperándole, Talavera para recibirla carta de recomendación, y la reina Isabel para com-prender al Genio que había de regalarla un mundo .

Aunque los anales del reinado de Isabel y Urnandose opongan y lo repugne el buen sentído, los colombinos,deben quedar tranquilos. Por lo menos consíguen asentaral pie en la roca firme de un hecho histórico . Además deique -el nacímiento de D . Fernando en la ciudad moris-,ca les ha de pro'porcionar un recurso supremo y últímpara salir de los Ínfinitos aprietos y estrechuras en qules ha de poner su carácter de hístoríadores filosóficos y-concienzudos . A Roselly, que deflende el segundo matrí-monio de Colón con Doña Beatriz y la legitimidad de DonFernando, le viene de molde la ciudad de Córdoba y elaño 86 para unírles en santo lazo á fin de Noviembre deese año, célebre en los fastos colombinos . Contando nue-ve meses justos desde ún de Noviembre del 8 6 , en quesegún el Conde se veáRca el enlace, sale exacta la cuentapara el nacimiento de D . Fernando en 29 de Agosto del87 . Pero si en ese cómputo obstetricio matemático es felizel Conde francés, no lo es tanto en la pintura y oportuní-dad de las sduacdnes Casándole en Córdoba á ñn deNoviembre del 86, y citándole para, las conferencias deSalamanca en Noviembre del mismo año y mes, á noanticipar, cuatro siglos el descubrimiento de las líneasférreas, ó dotarle del don sobrenatural de lano se concibe M, cilmente cómo, asistiendo en Novíembreá la boda en Córdoba, estuvo puntual á . las conférencias

,de Salamanca citadas para la llegada de la Corte eiNoviembre del rriísmo aho .

20

Parte 1. -Cap. 11 .

A su vez, para los que no temen mancíllar1a honra'deuna dama ilustre y ennegrecer la gloria del Geníomortal, aunque sin datos suficientes para resolver lacuestión la ciudad de Córdoba es un recurso fecundo yexpedito . Cuando se sienten apretados para expHcar la .permanencia del Marino en España, tienen á la mano �unaclave preciosa . El gran aconteciHento de los tiemposmodernos se retrasó aigunos años, y al fi in vino á quedarligado á la historia de España por unos amores ilícítos .La solución del misterio . que cubre los pasos de Colón -enCastílla no es muy dígna de la yandeza del Héroe, ni dela importancia del acontecimiento ; pero es muy cómodapara sacar de apuros á los colombinos,

Ya conocen, pues, los lectores la predílección de los,novelistas en favor de la ciudad de Córdoba, y por qué lellevan alIf con carta de recomendación 6 sin ella al deíarel asilo sagrado de la Rábida. Prosígamos . En Córdobaó en la. ciu.Ud de Loia, en la primavera 6 en el veranGdel s6, penetra el Marino en el laberinto de la Corte paraperderse en un mar de contradicciones y de amarguras .,La carta de Pérez de Marchena para Fr. Fernando de Ta-lavera es el primer anillo de una cadena de desaires que,durarán siete años, y la recomendación de la Rábida elmayor obstáculo para la realización del proyecto . Al sa-lir por las puertas de la casa del Confesor regio, debió,Colón arrepentirse de tener un amígo tan torpe y pococonocedor de los hombres, como mostraba serlo el PadreMarchena . Al decir de Ulloa, Talavera es un enemigoencarnizado de Colón ; es el jefe del partido que llíe fuécontrario toda su vida de pretendiente ; y los colombinos,ya que no pueden atacar su vida sin tacha, nos le pre-sentan al menos como un hombre ígnorante, preocupadoy terco, que por sistema impugnaba el proyecto . De esemodo, el tan elogiado Marchena y el tan desfigurado Ta-lavera, el fraile franciscano y el monje jerónímo, ambosquedan iguales en la narración novelesca ; el monje porfanático y corto de alcances, y el fraile por poco cono-cedor del corazón humano . í Lástima de dos años gasta-dos en alcanzar una carta, más inútil y aun nocíva

e llevó á Dulcínea Sancho de parte del cal

~,rote Figura! ¡Y lástima también de la tinta y

juegos ige, íniq acíón de los colombinos .

-consumídos durante cuatro siglos en los escritos de loscolombinos! Sí el proyecto ha de salir á la orilla. de esemar tenebroso de contrasentidos y falsedades ; si el plan,del descubrímiento ha de llegar sano y salvo á los murosde Granada, ó más bien al puerto de Palos, menester esar otro rumbo á la narración y seguir el camino que

se trazó 1 Genio, sin los numerosos rodeos que se tomanlos colombinos .,,Llamemos, pues, á otra puerta, puesto que la casa

,de Talavera, de! amigo de Marchena, se nos cierra her-méticamente. Ulloa lo dice con gran naturalidad : « Pasóá Córdoba, y con su afabilidad y dulzura trabé amistadcon las personas que gustaban de su proposícíón, entrelas cuales,Luís de San Angel . . . ., escribano de Razionesde la Real Casa� , entró den en ella : habló al Rey sobreque el Almirante mostraría por razón la posíbilidad desu empresa.>, Este pasaje, ya que no otro mérito, tieneal menos el de la sencillez y naturalidad, Pero los co-lombinos, que siguen á Uloa cuando les conviene y leabandonan cuando marcha por buen sendero, amantesde lo erudito , de lo pomposo, de lo novelesco, no se sa-tisfacen con esa narración sencilla, Les gusta introducirmuchos personajes á la vez en escena. Omitiendo el nom-

e del caballero aragonés, que reservan para desem-pehar un principal papel al final, nos hablan del Nuncío-Giraldiní. . . ., del Contador Quíntanilla, y sobre todo delCardenal Mendoza, como introductores de Colón á lareal presencia . Y aun al decir de Roselly, todos los pa-sos fueran vanos, é ineHaces todas las influencias, si eldespreciado Marino no hubiera enviado una nota ó misi-va á los Reyes interesándoles por sí mismo y sin el in-termedio de níngún. cortesano. Por supuesto que la talmisiva es sólo un adorno de la novela compuesta y arre-

da por el poeta. Aunque tomada en su sentído y enmuchas de sus palabras de un documento original citadopor Ulloa, es bien claro que sí los pensamientos son del

arino, la forma de misiva á los Reyes es invención delonde 1 .

'

Compárese el texto de Ulloa, cap . ,Y, citado por Roselly, con lamisiva arreglada por el Conde, y se verán las ficencías que se toman loscolombinos .

22

parte £1. -- c#. H.

Sea como quiera, bajo el pobre aspecto del extran-1jero, que llevaba una capa raída, segi1n la frase

íedo, la reina de Castilla vió ondear en su frente la.llama de! Genio, y en sus palabras persuasivas vibrar laconvíecíón más profun da . Y por eso creyó qú. e la empre-sa era digna de examen, interesando en ella al Rey, su,marido, aunque éste, como prudente, no quiso resolversehasta oir el parecer de una junta de cosmógrafos que fuénombrada al efecto . «El Rey, dice Ulloa, lo cometió alNíor del Nado, que después fué arzobispo de Granada,para que con los más hábiles cosmógrafos confiriese conColón . »

Hemos llegado al fin con felicidad á las célebres -Con-_ferencías .

Por más que se aprieten en la prensa de la hermenéu-Eca las palabras de Ulloa, ni el peso de los antecedentes,,ni el tornillo de la Jeción, podrán exprimir Jamás el, nombre de Salamanca . Llega Colón á Córdoba, traba amís-tad con San Angel, el escribano le introduce con los,Reyes : el Rev somete el negocio .91 Níor del Prado, yTalavera obedece, reuniendo en junta á los más hábilescosmógrafos ; he aquí las palabras de Ulloa . La interpre-tación vulgar se limitaría á decir que, no sabiendo ni pu-dendo deducir del texto en qué punto se reunió la junta, .parece lo más probable que se verificó en Córdoba, ó endonde quiera morase á la sazón una Corte ambulante ;por más que se estruje la frase en la máquina de la inter-pretación más Uzada, de Ungún modo se puede deducirque el Príor del Mado convocó para el mes de Noviern-bre del 86 á Claustro de doctores salmantinos en el con-vento de San Esteban. Pero adonde no alcanza el sentidoliteral de un. texto, llega sin tropiezo ní dácuUad el vuelo,sublime de la erudición colombina .

Registrando archivos, desempolvando libros viejos,,consultando crónícas y combinando historias de diversosgéneros, han tropezado con un texto de Fr. Antonío deRemesa4 que incidentalmente habla de tinas conferen-cías habidas en . San Esteban . Y como al mismo tiempo elCronicón de Valladolid pone

ala corte de los Reyes Ca-

tóHcos invernando en Salamanca desde fin de Novíennbrede¡ año 1486'hasta CI 27 de Enero de], 8 7, lian dicho, sin,,

duda, para sí : negocio redondo : la junta, de Ulloa y lasconferendas de Rerric~sa~i'- son una sola y misma cosa . Con-forme además el Cronícón de Valladolid con Galfndez deCarvajal y otros autores contemporáneos en que la cor-te de los Reyes Católicos no visitó á la ciudad de lossabíos hasta Enes de Noviembre del mencionado añode 86, es clro como el cielo de Andaluefa que laconvocada en Córdoba por el Prior del Prado en la pri-mavera ' no se reunió hasta fines de Novíembre, y estocon motivo de la visita de los Reyes al entonces emporíode las letras patrias .Y he aquí el criterio histórico con que proceden, y al

mismo tiempo la base y fundamento del soberbio edíficíolevantado por los colombinos . Para proc-.dpr rectamente,y sin que la preocupación ofusq-lue ni el interés obscurezcaen asunto de tanta monta, comparemos texto con texto,el de Ulloa con el de Remes,-,!, y la narración. fernandínacon otros docun, entos originales ; de este modo los lecto-res podrán, apreciar por sí mismos todo el mérito de la !a-mante lucubración . Dice Ulloa : « El Rey cometió all Prior

Oado para que conIdese con los más Habíles cosmó-grafos . » A esto responde Remesal ` : « Desechado Colónde algunos Reyes como hombre quimerísta y de pocojuicio, para persuadirsu intento á los Reyes deCasüHa . . .vino á Salamanca á comunicar sus razones con los maes-tros de Astrología y Cosmografía, que leían estas Facul-tades en la Universidad. » Y añade Pizarro ' : « DetermínÓ,Coló,n de ir d la Universidad de Salamanca como á ina-dre de todas las ciencias .» Es decir, que, segú-n Ulloa, co-metíd el Rey al Prior delPrado : según los historiadores

os, fué Colón el que víno para persuadír á losReyes. - fu¿ Colón quien deternúnÓ ir d Salainanca comoa madre de todas las ciencías .» Y sígue el texto de Ulloa. :Medecíó el Príor del Prado ; pero como los que había,

ado eran ignorantes ., no pudieron comprender nadadiscursos del Alinírante, que tampoco quería ex-

s

Jnegos de imq 7ción de los coloiibíros .

'

Esta es la dcha señalada cornúnmente ; pero ateniéndonos al relatoUlloa sobre la llegada de Colón á España, no discorde en este puntoLas Casas 9 bien podía retrotraerse á fines de 84 ó pi- !?eipios del 85 .2

~A aproMB de apa, = u, capcYn, num, 3 .3

Varones flustres del Nuevo Mundo, cap . iu .

24

plicarse mucho .» A esto responde Pízarro : «Determinóde ir á Salamanca como á madre de todas las ciencias .~lógrande wnparo en el convento de San Esteban, enquíen florecían en aquella sazón todas las buenas letras :que no solamente había maestros de Teología y Artes,pero aun de las demás Facultades, Matemátícas y Artesliberales . Comenzaron d oírle y d ínquírír los funda-mentos que tenía, y_a Añade Remesal: «En el conventose hacían las juntas de los astrólogos y matemátícos :allí proponía Colón sus conclusiones y las defendía .» Desuerte que los cosmógrafos de Ulloa eran ignorantes, yno comprendieron los díscursos del Almirante, míentrasque en Salamanca halló grande amparo y comenzarond oírle é inquirír los funda7nentos que tenía. Y sigueUlloa: «Los cosmógrafos díj eron al Rey que el intento deColón era imposible . » A esto responde Remesal : « Co-menzó á proponer sus discursos y ftindamentos, y en sólolos Taíles de ga n -U,5te'6~il-u encoiitrc>y con el oyor cle los religiosos reaujo ~Coloii) a sil Opi-22= ú IOS MaYO72S WMdDS d_P la Y añadi~Zzarro: ~Co,-ne-nzaro,.~i á oirle, y á los pocos días aj,5roba-ron su demostracíón . »

Ahora bien : ateniéndonos al sentido obvio y natural'de las palabras, son bien marcadas las diferencias quemedian entre la junta de cosmógrafos, presidida por elPrior del Prado, y las conferencias de San Esteban . Launa es de orden de los Reyes, aunque no solemne, nirodeada de la pompa de que la viste la fantasía de loscolombínos ; pero al bn es ofic.al, como diríamos hoy,puesto que el Rey (nótese bien, no la Reína, á quien to-dos dan la gloria de haber comprendido al Genio), puestoque el My comete al Prior del Prado su reunión y pre-sídencia . Por el contrarío, lasconferencias de San Este-ban, aunque más solemnes é importantes que la junta dela Corte, presidida por el representante del Rey, tíenenun. caráct-cr privado y espontáneo, y no reconocen otrapresidencia que la prioridad de los dominicos en com-prender al Marino, y la superioriulad y ascendiente deeza para convencer á los maestros más, insignes de la

Escuela. En la primera asiste Colón como un preten-,-diente~ y su empresa se somete á un riguroso examen

Park 1. -op. A

juegos de ímaginación de los colombinos .

25

aantes de ser adoptada por los Reyes. En las segundas esismo Colón el que las provoca, viniendo espontánea-

mente á, Salamanca con el fin de autorizarse con el apoyoy parecer de la Escuela, que respetan, los Reyes y gozade gran celebrídad en el mundo. En la primera los vocalesson ignorantes er. Cosmografía, que no comprender. losdiscursos del Almirante . En las segundas los oyentes sonmaestros de Matemáticas, de Astronomía y Cosmogra fía,que, sí no excedían, estaban al menos á la altura de losconocimientos de la época. Pudieron dísentír del Marino ,pero no eran incapaces de comprender sus discursos yconclusiones . En la primera, los cosmógrafos todos, lajunta en pleno, ínformó a. l Rey que el intento de Colón eraimposible . En las segur-das, desde luego encontró aten-ción en los dominicos, que comenzaron á oírle, é ínquerirsus razones y fundamentos, y d pocos días aprobaron su<demostración : y después, con el favor de los dorninicos,redujo (el Almirante) á su opinión á los mayores maes-tros de la Escuela, Más aún ; de las palabras de Remesal :~para persuadir su intento á los Reyes de Castílla», y delas de Pizarro : «determinó de ¡r», se infiere claramenteque Colón vino a Salamanca después y á consecuenciade no haber sido comprendído en la junta cortesana, yqu .e vino á la madre de todas las cíencias precisamentePara persuadir su intento a los Reyes, que, mal impre-donados con la resolución de la >nta y de las platicasnabidas en la Corte, necesitaban nada menos que un in-forme favorable de la madre de todas ciencias para des-vanecer la impresión que recibieran de la junta pred-dída por Talavera .

Por eso Colón, sabiendo que Salamanca gozaba á lasazon de -una fama universal, y en la esperanza de serentendido por la madre de todas las ciencias, deteri-ninó de ir (por índicación de los Reyes acaso, pero sinmandato 5 carácter alguno oficial) adonde su corazónle decía que había de encontrar atencíón y acogída. porlo menos, y después de asentar y dender sus conclu-siones, reducír d su opínión á los mayores maestros dela &cuba : ésa es al menos la conclusión que, sin esfuer-zo ni violencia Aguna, se deduce de las palabras citadas .

Oro como los documentos en que se funda este sen-

Parte 1.- Cap . 11.

cíllo raciocinio han pasado por la mano de todos Ios his-toriadoresdel descubrimiento, y en las palabras de Ulloa,

emesal y de Pízarro no han notado diferencia al-guna , quizá estemos nosotros alucínados al seguir eldictamen del común sentir é interpretar las palabrasen su sentido ob0o y natural . Por lo visto, según lasreglas de la alta escuela exegética, los testigos se re-Üeren todos á un solo acto, único, indívísíble, al másruidoso acontecimiento de la vida de Colón en Castílla,á las célebres conferencias de Salamanca . Y mandadaséstas de real orden, veriticadas en presencia de la Cor-te, presi=as por el Prior del Prado, confesor de losReyes, no es extralo que hubiera previa citación de doc-tores, y aviso y emplazamiento del interesado, con cé-dulas de convite á las personas más notables de la ciu-dad y del reino . Sólo aquí es de notar una circunstanciaen que, sin duda, río han reparado los colombinos. Lo na-tural era que el examinando se tomara la molestía deacudir á la cita, y entrar en el salón una vez constítuídoel tribunal y sentados los jueces, Pero como á Colón todole sucede al revés de lo que acontece al resto de los hom-bres, en vez de ir el petendiente, el reo, el examinando,desde San Esteban , donde estaba hospedado, al salóndonde se reune el Oaustro, por el contrarío, es el trí-bunal es el Claustro el que marcha en ordenada y si-lenciosa procesion, con sus maceros y bedeles, desde laUniversidad hasta el convento de San Esteban, donde leesperan los frailes donúnicos, y en medio de ellos el exa-minando.

-omo se ve, los colombinos han logrado su objeto,que era dar una escena de sensación, un grangolpe de efecto . Y así no es de maravillar que

una junta tan peregrina, que una sesión que principia porinvertir el orden natural de las cosas , haya metido tantoruido en el mundo . Á ella se puede aplicar lo que decíaCervantes de la primera parte de su inmortal poema : «losnitos la manosean, los mozos la leen, los hombres la en-tienden, los viejos la celebran, y, -finalmente, es tan trilladay tan láda y sabida de todo género de gentes», que, cuan-do se habla de las conferencias de Colón, todo el mundo,se acuerda deStamanca . Detengámonos aquí un ínstanteá saborear el precíoso hallazgo, supliendo algunos vacíosque se han escapado. á la diligencia de los colombinos 1 .

Pues bien, citados ante díem los doctores con la notade precisa asistencia ; distribuídas las cédulas de convite átoda persona de distinción en la ciudad ; convocados losletrados de! reino para el día dado y salón de las con-ferencias ; adornado éste con dosel, mesa de presidenciay tapete verde, tintero, papel y plumas ; reunidos los ban-cos necesarios para la multitud de convidados y curiosos,cuya asistencía era de esperar ; distribuídos los argurnen-

CAPfTU

PROSIGUEN LOS JUEGOS DE IMAGINACIóN.

Otros varios descuidos y omisiones podríamos llenar en este pun-to . Así, v . g ., expedida por Talavera la convocatoria, medio, uno 6 acasodos años antes, la fidelidad histórica parecía exigir que se fuesen anotando las villas y ciudades que con la Corte recorrió el pretendienie marinoy su asendereado proyecto, haba que al En, después de una piadosa pe-regrinación al Apóstol Santíago, recayeron todos juntos en Salamanca áfines de Noviembre del 86 . Pero como los colombinos, á sernejanza de:piter, no se ocupan en tales menudencias, non vacat exiguis rebus adesselovem, y por otra parte no son necesarias al desarrolT de¡ asunto, tam-bién debemos prescindir de ellas nosotros,

28

Parte 1.-Q~b. 111 .

tos de hora entre los catedráticos de Matemáticas , As --onomia y Sagrada Escrítura, dejándolos libres á todo elque quiera hablar ; puesta la correspondiente silla parael asiento, y mesa y esbra armilar para que explíque- ydefienda Colón sus conclusiones ; preparado, en fin, yarreglado todo, de orden de Talavera, con intervenciónde Maldonado, y ejecutado fielmente por los bedeles dela Universidad y los legos de San Esteban, amanece, enfin, el andado dfa , con un sol tan claro en el horizonte yuna escarcha tan día en los tejados que no se ha borradoaún de la memoria de Salamanca, ya que los doctores yconvidados del año 86 no lo recuerdan por la sencilla ra-zón de que con la vida perdieron la reminiscencia, y conla memoria y la vida una Ema con tanto trabajo conquis-tada .

Ello es que el Oaurro reunido en la Universídad, ypresidido, no por el Rector, Escolástico 6 Cancelario,como -espectivamente sucedía otras veces, sino por elConLesor de los Reyes, en atención á lo extraflo de lascircunstanzías ; llevando entre Las á los convidados, en-tre los cuales figuraban mujeres literatas, adOtidas áreligiosa clausura por esta sola vez, y en atencíón tam-bíén á lo extraordinario del caso, con las manos ateridasde Ho, aunque con el corazón rebosando curíosídad enunos, y en otros sobresalto ; los maceros delante, los be-deles detrás, los curiosos donde cada uno podía, ello esque el salmantino Claustro, atravesando la plazuela delColegio de San Bartolomé, y bajando una cuestecíta 6calle en declive, llega á San Esteban sobre las nueve 6diez de la mafia-na, saliendo los dominicos á la puertapara recibirle y conducir la comitiva vía recta, pero enel más profundo silencio, al salón de las conférencias .Acomodados cada uno en su respectívo asiento, Tala-vera bajo dosel, en nombre y representacíón de los Re-yes, que no asísieron por no turbar al dísertante nicortar la libertad á los argumentos ; Maldonado en el sí-tio del Secretario, y á un lado dos escribíentes (taquígra-fos no había) ; los doctores y convidados en los . bancos, ylos curiosos de In 6 donde cada uno pudo ., constituído,en fin, el tribunal, y en medio de uníversal silenc,itra Col6n acompafiado del maestro Deza, llama

íÓn de la tan numerosa como respetable a, samblea,se síenta á una señal del Presidente, y agitada -por éstela campanilla, coMenza la sesión con un largo y bíenordenado discurso . De cuántas partes constaba la díser-tacíón cosmográfica ; 1 el exordio fué de insinuación,como el de Marco Tulío contra la ley agraria, 6 ex-abrupto como la del cónsul Cícer6n contra Catílina ; siasentó una 6 más proposicíones, no lo han podido averi-guar los colombinos . Según Roselly, el extracto de lassesiones se hizo dos años después, y apresuradamente , ,y es posible y aun verosímil que en él se deslizara algúntrueque de pensamiento 6 alguna inexactitud en las pa-labras . Lo que se da por cierto y averiguado , es que eldiscurso fué elocuente, erudito, proUndo, persuasivo;que después de probada con razones especulativasAstronomía, y prácticas de sus Tajes y observaciones, laexistencia de islas y tierra Erme del otro lado del Atlán-tico , adujo varios testimonios de antiguos geógrafosque lo presentían y confirmaban, con~1 -,.iyendo por de-mostrar que su teoría no era opuesta á texto alguno dela Sagrada Escritura . Ningún colombíno nos dice el nom-bre de los doctores encargados de los argumentos demedio, ni de los argumentos libres ; pero conocen encambio , como si hubieran estado presentes, el número ycalidad de las objeciones . Helas aquí según Ulloa, áquien siguen los hístoríadores y biógralios .

Muchos han intentado descubrir nuevas tierras, queno lo consiguieron . El mundo es der-nasiado grande para,ir en tres años al fin de Levante . En este globo ínferíorsólo es habitada una corona ó cinta pequefía, que está ennuestro hernisferío encima del agua, y todo lo demás esmar. Aun cuando se conceWese que alguno híciera ewviaje no volvería jamás, porque se vería obligado á su-bir por el mar como una especie de montaña. Tambiénparece que se trajo á colación el pasaje de San Agustín

Prosíguen Zos juegos de ~49,,-gínacíón .

a

Como ni da señales de haberle manejado Antonio Herrera, que, se-gún dice en su testamento, devolvió los paples que se le enregaronpara componer su historia ; ni le vió Muño--, que registró todos los archi-vos de España ; ni hoy se encuentra en Simancas semejante extracto, nosabemos de dónde ha sacado el Conde francés la especie de que no ha sa-lido de este rico depósito de preciosos documentos . Claro ; mal podía saIL-del archivo de Sinvancas lo que nunca había estado en él,

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Te Civítate Deo lib . xxi, cap . vii) en que, argumentando ,sobre 1 dato cíentíñeo de la época, de la incomunicaciónde los dos hemísTrios, concluía que los antípodas, encaso de existir, no descenderían de Adán . Y, por i1ltímo,«auto rizaban su sentencia con.la fábula de las cinco zo-nas y otras mentiras que le parecían verdades muy se-guras » .

Tales fueron los argument9s que, al decir de los co-lombinos, se opusieron á los discursos del Ah�nirantg ; ycomo ésa era toda la ciencia cosmográfica que se sabíaá la sazón en Salamanca, tienen razón que les sobra paracalificarles, con su acostumbrada dureza, con los másdeshonrosos epítetos . Así Muñoz llama á las objecionesde los doctores ridiculas, dignas de ídíotas, destítuídasde los elementos de la eera, Es verdad que despuésconfúnde las objeciones hechas en el salón con las opí-niones de un vulgo iginorante, dejándonos en la duda desi los ¡Botas á que se reflere en las objecíones ridículas

son el

í,,P~norante 6 los doctores de -Salamanca .e todos modos, los miembros de las conierencías, en sen-

tído de! académico, eran gentes sin príncipios y unossoMas orgullosos Pareciendo, sin embargo, demasiadoduros esos arranques extemporáneos en boca de un hís-toriador español, y hablando de la Universidad de Sala-manca, Js colombinos han templado después algún tan-to la acusación, envolviendo en las formas cultas de iinlenguaje ceremonioso la inj ,,iria lanzada , á la frente deSalamanca .

Irvíng acusa á los doctores sólo de pedantesca pre-sunción, y César Cantú de preocupados . Lafuente diceque, en lugar de examinarse el proyecto científicamente, apenas se hizo sino combatirle con textos de la Bí-blia ; Prescott se contenta con decir que declararon elproyecto quimérico é_ impracticable ; Roselly, más inge-Toso y redondeado que los otros, dice que, como Colón~ se apoyaba en la ciencia, no pudo seguirle bien la jun-ta» . Es decir, casi la misma frase de Ulloa : « como eranígnorantes, no comprendieron los discursos de! Almiran-tel con la sola diferencia de un desenfadado español delsiglo XVI á un culto parisíense del siglo XIX. Pero porlo inísmo que es tan ñno, cortésy alambícado, híncando

Porte- I.-Cap . 111.

Pros¡

er. los J; os d,_- imagínacíón .

MdSconconcpríchos de la ímnínacíón, íncurriendo sobre todo enel error involuntarío (se supone que no había de sererror á sabiendas) de confundír al. Séneca Poeta con elSéneca fzt'ósofo» . De donde resulta que los doctores deSalamanca, á quIenes desde Ulloa hasta Irvíng sólo seacusaba de malos cosmó Tafos

según Roselly nada sa-9 1

bían, ni de Escritura, ni de Patrístíca, ní de Literaturalatina, ni de Séneca el poeta, ni de Séneca el filósofo, elprofundo moralista estoico .

Pero como cuando se recarga un cuadro de sombrasel ojo más vulgar se ofende de la obscuridad ; ofendido,sin duda, en la -flibra más delicada de su patríotismn CavaniHes se ve obligado á salir á la defbnsa de -la Univer-sidad . En premio de tan alto y generoso sentimiento tie-ne, sin duda, un atisbo que no ha ocurrido á ninguno delos historiadores . «No se sabe que de orden superiorfuese Colón á Salamanca á consultar con aquella Uní-versidad, que era entonces una de las más famosas delorbe ; no hay documento alguno que así lo diga . Mas sino fué por real precepto iría por su voluntad, pues es locierto que se hospedó en el convento de dor�iínicos deSan Esteban.» ¡Lástima que Cavanilles no siguiera porel camino con tanto acierto emprendido! Pero, en fin, sealo que quiera de la sentencia singular de un historiadorque no tiene peso bastante para contrabalancear 1 pa-recer de tantos autores graves ; siguíendo nosotros á lamuchedumbre damos por sentado que la junta se com-onía de ignorantes, idiotas, sofistas, orgullosos, preocu-

pados y de presuncíón pedantesca,, y que no pudíeroncomprender nada de los discursos del Almirante porque,como Colón se fundaba en la ciencia, no pudo seguirlela junta de los atrasados cosmógrafos .

Asimismo es un hecho averiguado que todas las ob-jeciones que se opusieron, al discurso de! genovés eran rí-dículas, hijas de gentes sin principios, destitufdas de loselementos de la esfera , 6 bien aplicaciones pésimas de la'Santa Escritura, trozos truncados de autores eclesásti-cos, y uno de Séneca el poeta, atribuido ffivol �antarian, en-

con más delicadeza la tíenta, afiade : ~~iSe le argüuzaspes de la Ucrítura Pésíinaimentd~ uPlícados,gmentos truncados de avtores eciesíastícos, co7,z

32 Parte 1 . -Cap. 111 .

te á Séneca el filósofo . Todo esto está muy bien ; - y cuán-tos epítetos se empleen para reprimir el orgullo científicode una Escuela que tiene por lema Oninítim scientíarprínceps Salmantica docet, todo es poco para castigaresa. altivez científica castellana,

Lo úníco que hay de extraflo en este asunto, es queunos hombres tan sabios, tan cultos y tan eruditos comoson los colombínos, empleen sus grandes talentos ~ y susaber inmenso en refutar objecíones tan ridículas y enresponder á tan pedantescos sofistas. Lo más maravíllo-so, en el caso presente, es que el sabio Humboldt, apro-vechándose de los adelantos que en estos cuatro sigloshan Ocho las ciencias naturales, merced al impulso queimprimió á todas el proyecto de Colón, use de estas pala-bras : « Gro de los errores de la Junta de Salaman.-ca, ete . », y en seguida se ponga á combatir en serio los ar-gumentos que se objetaban á ese -,n-ísmo descubrimiento, áquien debe el sabio geógrafo todo el caudal de su ciencia .Mgo m1or empleados secan los conocimientos de! sabiozialemán, y la vasta erudición de los biográfos é historia-dores colombinos In averíguar el estado intelectual deSalamanca al tiempo de las conferencias . Y mucho máscuerdos que en desvanecer fantasmas andarían en pre-guntarse á sí mismos si las objeciones rídículas que seatribuyen á los doctores salmantinos salieron realmentede su boca, 6 sí han sido forjadas por Ulloa ; ó más biensí, aunque algún marino de la Coi-te las formulase talescomo Ulloa las resume, han sido después atríbuídas, porequivocación y calumniosamente, al Claustro de Sala-manca .Y á la verdad, que, si se comparan las opiniones cos-

mográficas que corrían en laAtenas española el año 1 48 6con las que sostienen hoy, no ya los cultos colombinos,no ya el sabio y por tantos títulos ilustre Humboldt, sínoel alumno menos aprovechado de una clase de Astrono-mía, ciertamente que los maestros de Artes y de Astrono-mía del siglo XV no podrían sostener el cotejo con los,alumnos del siglo XIX . Esto es tan claro y evidente, queno necesitan los colombinos esfórzarse en demostrarlo .En lo que acaso tengan que aprender algo los sabios yerudaos 51 siglo XIX de los sofistas Pendatescos y pr

-osíguen los juegos de ímapwdn .

suntu,osos doctores del siglo XV, es en no aventurar prpos0ones sin datos bastantes para probarlas : en no atri-buir á hombres respetables opiniones y sentencias que nose acordaron formular y sostener, 6 2,1 menos faltan prue-bas suficíentes para atribuírselas . Pero, en Rn, sea lo quequiera acerca de esta cuestión de cordura científica, eslo cierto, al menos en las historias de Colón, que las ob-jeciones propuestas en las célebres conferencias proce-d'an de ídíotas, de gentes sin principios, sob-stas orgullo-sos, pedantes y presuntubsos, que no comprendían nde los Bscursos del Almírante, ni pudieron seguirle ensus excursiones cíentíficas . No es extraño, pues, que elMarino se viera abrumado por la fuerza de los pulmonesy del número, y que acaso hubiera sucumbido sí los do-mínícos de San Esteban, en cuya casa estaba hospedado,y especialmente el maestro Deza, no hubiera salido á sudefensa, amparándole con el manto de su saber y el es-cudo de su prestigio en la Escuela. Mas aún : por cíertasproposiciones teológUas y escrkurarias que se escapa-lron de los labios del Genovés, al decir , por supuesto, delos historiadores, el --trevído cosmógrafo hubiera corri-do ríesgo de ser delatado al Tribunal de la Inquisición síno hubiera tenido la previsión y el acierto de hospedarsezn la casa misma de los inquisídores .Y aquf se detienen generalmente los biógrafos . Saben

de cierto que las conferencias presídidas por el Prior delPrado tuvieron lugar en San Esteban, que el Marino expuso con calma y sostuvo con dignidad sus conclusiones,que sus oponentes eran soñeas orgullosos y sus objecío-7nes ridículas . En cuanto al número de sesiones, los másguardan un prudente sílencio . Hay, sin embargo, algunos

e pretenden seguír paso á paso el giro de la díscusíón,y hasta se aventuran á describirla. Como si estuvieranhaciendo en el periódico una reseña tomada del diariode Cortes, nos dicen que «las conferencías se prolongarontodo el üeMo que residí6 la Corte en Salamanca, llegan-lo á asegurar RoscHy, el más moderno y enterado detodos, que la Corte no esperó el fin de las conferencias,que abandonó á Mamanca el día 26 de Enero para irá Ar3dalucía», y que -la Comisión se separó sin haber

anímidad condenaba el pro-4

~4 Parte L-M. =

yecto, bien por quimérico, bien como ímpractícable .,No hay que preguntar, pues, á los colombinos cuál

fué el resultado de unas conferencias anunciadas contantos preparativos, celebradas con tanto aparato, sos-tenidas con tanto empeño y calor, y cuyo resultado eraesperado con tanta ansia. Según Roselly, el gran biógra-fo de Colón, la Corte no esperó al fin de las confÍrencias ;y la Comisión se separó sin haber concluído nada. Pare-ciendo á Oros, sin. embargo, demasiado fría una soluciónque nada explica, y poco dramático el éxito de una esce-na de donde está pendiente la atencíón del mundo entero,procuran darla un remate que, por lo menos, no des-diga de la grandeza del asunto.

Pero hoc oPus, hic labor est. Si para un novelistas,,,c.rfa ardua empresa encontrar salida á una situadón tanenredosa y complícada, para el que presume de historiador serio y formal, que quiere apoyarse en documentos,la solución es poco menos que imposible Y desesperada.Por una parte, díce Eloa : «La Junta, compuesta de ignomrantes, no comprendiendo nada de los discursos del APmirante, informú al Rey que el intento de Colón era ím-posíble» ; á lo cual añade Maldonado «que todos ellosacordaron que era impoáble ser verdad lo que decía elAl0ranten Mas como, por otra parte, se encuentran conla,s palabras de Pizarro,, que dice: ~< Comensaron doírle.. .y á los pocos días aprobaron su demostraci0 ~, y con éltexto de Remesal, que afiade : «En sólo los frailes deSa.n Esteban encontró atención y acogída, y con elfavorde los relígiosos red;?~io á su opinión á los mayoresntaestros de la Ucuela ~, de aquí el embarazo de los his-toriadores, y motivos hay, cíertamente, para títubear .Ei.ntre ser unos ígnorantes que no conifirenden nada de,los díscursos del Almirante, y comenzar d oírle, y apro-bar su dennostracíón; entre acordar todos que era ím-posible el proyecto, y encontrar acogida en los .fraíles,y Por el favor de los religiosos redvcir d siu opiníá los Ynds c¿lebres maestros de la Escuela» , hay una:contradicción tan palmaria, que, según las reglas de la,exégesis, es imposíble la concffiacíón .

ero lo que en el círculo del tuen sentido po es muy de¡¡ y hacedero en la elevada-

Prosiguen los filegos de finagínac

región colombina. Trepando por La ma~oma de 1, ¿~,Ipótesís, y colocados en el trapecio de la fántasia, hacen

equilibrios gimnásticos de palabras que, si no satísfa.-cen la mente, al =nos encretienen la vista de los espec-tadores.

e la solución colombina resulta, con efecto, que sífué favorable al proyecto . el voto de Deza, la junta, porunanínúdad, le declaró qtíi~,néríco; que á pesar de estarde real orden someúdo su exarnen á la Universidad , yser todos los doctores de contraría opinión, la junta notomó acuerdo ninguno ; 6 más bien que, aunque todosacordaron ser ijnposíble lo que decía el Almirante, níse íjIrmó d los Rpes del resultado, ni se comunicó áColón, por de pronto, la resolución de la junta, sino des-pués de mucho tíempo, y no franca y resueltamente, sinocon evasivas cortesanas, como las que usan hoy los mí-nístros cuando no pueden favorecer á un amigo y tieneninterés en no desagradarle. Y lo más notable del caso esque lo que no hizo la Universidad en el espacio de cíncoaños, ni alcanzaron el prestigio de Deza, el poder de Men-doza y el patriotismo de Juan Pérez contra todo el torren-te del parecer contrarío de Salamanca y de la opínióngeneral, lo consígue San Angel, escribano de raciones,con un solo discurso en una entrevista con la Reina .

Todo esto está muy bien pensado, y con toda ele-gancía y erudición dicho ; pero al oír esa explicación co-Ombina habrán surgido en el ánimo de los lectores susdudas , graves y concienzudos escrúpulos, para cuyainteligencia anticiparemos el concepto que tenían forma-do de la célebre Universidad los ilustrados Reyes Católi-cos . En una carta que dirigen al cardenal de Angelis,Tchada en Sevílla en 17 de Febrero de 1491 é ínserta, porG.il González Dávíla en su Historia de Salamanca, pá-gina 4 ,11, se leen esas palabras : «Facemes vos saber quela ciudad de Salamanca es una de las más ínsignes, po-pu .losas ¿ principales de nuestros Reinos, en la cualun estudio general en que se leen todas las ciencias, ácuya causa concurren en ella de continuo mucha gentede- t :)dos ¡os estados, eta » 1 y luego piden bulas del PapaP," ---

fondos de beneficios con el fin de constru

P7 7 7 (la catedral) . Pues Men : aun concediendo á

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los colombinos que los Reyes no estuvieran tan bien ir,-Ermados del estado intelectual de la Escuela que reco-miendan al Papa, como lo estamos hoy, merced á suerudición portentosa, es índudable que los Reyes, ciegosy preocupados como estaban, tenfan -una confianza ffimi-tada en los ídísas, sofísas y presuntuosos doctoresSalamanca. Tambíén tendrán que concedernos que losdoctores s.-)Im-~,intínos~ por pedantes y orgullosos que seles suponga, miraban con respeto la persona, obedecíancon prontitud los mandatos, y se creerían muy honradoscon el encargo de examinar á la luz de su pedanteseaciencía la. cuestión más importante que se ha sometidonunca al distamen. de ningún cuerpo científico .

Esto supuesto, lo primero que se extraña es la solu-cíón colombína, es que la &cuela salmantina encargapor los Wyes de examinar un proyecto de tal magnitudno resolviera nada, aunque el parecer de todos sus míem-bros fuera contrarío al proyecto . Lo que en segundo tér-Uno causa maravilla, es que después de! THo condena-torío, aunque no publicado, de esa Corporación de pedan-tes, pero de tan extendida fhma en el mundo, quedaraColón con esperanzas bastantes para detenerse cincoaños más en Castílla, y los Reyes con valor para sumi-nístrar respetables cantidades á un aventurero y sola-dor, cuyo proy=to es caHñcado por la junta de quimé-rico é irrealízable . Y, por áltimo, en la solución colem-bina causa extrañeza que la reina Isabel, tan prudenteen sus consejos, tan cuerda en los negocios, tan sesudaen sus resoluciones, se dejara alucinar por un escribanode raciones, después de haberse resístído á las ínfluen-cias de un Mendoza, de un Deza, de un Cárdenas, de unr . Juan Pérez. Lo extraño aquí principalmente ., es que

el parecer de San Angel pesara más en la balanza de sureal ánimo que la resolución de la junta de Salamanca._Y en medio de ese conjunto de contrasentidos, toda,resalta más que nada el decidido empeflio de los colom-bínos en sostenerlos y confirmarlos. Alguna razón secre-ta, algún misterioso resorte les mueve á contradecir tanbiertámente al sentido común, á traspasar todas

leyes de la verosimílitud, á trastornar todas las reglas dla historía~ Y esa razón secreta y ese misterioso

rk L-Cap . X.

uen los j l s d

ú d,,oinacion .

no es, ciertamente, el odio del protestantismo á, la Esc--que produjo á Cano, á Soto y á Suárez, porque en .punto le siguen también autores católicos ; esa razón noes la envidia del extranjero, inclinado á rebajar y obscu-recer una gloría inmarcesible de la patria de Sar, Isidoro,de San Fernando y de Santa Teresa, porque son espafío-les muchos de los calumniadores de Salamanca.

Por mO ás vueltas que se dé á la cuestión, no se deseu-bre otra razón plausible y satisfactoria que la que, acasosin pretenderlo, nos revela irving en estas curiosas ysignificativas palabras : «Muchas de las objeciones y re-yros puestos por aquella docta.Corporacíón han llegadohasta nosotros, y excitado más de una sonrisa á expen-sas de la Universidad de Salamanca » ; lo que en otrostérminos significa que los colombinos se han propuestohacer reir al mundo y á la historia á costa de los docto-res salmantínor Si aras pruebas faltaran, bastaría estaconfesión ingenua para conOmarnos en la idea de que lanarración colombina no es una historia seria y formal,sino sólo un cuento ideado para excitar la sonrisa delmundo . La invención de las conferencías,, por lo visto,es una situación dramática artificiosamente ordenadapara producir lo que se llama una sítuacíón de efecto.

Pero , con permiso de Mr, Irving y de toda la cienciay erudición colombina, las conferencias de Salamanca,en que es juzgado el Genio y ventilada la gran cuestiónde los tiempos modernos, es un asunto demasíado seríopara convertirle en objeto de risa . Aquí no cabe medio .0 los doctores salmantinos, comprendiendo á Colón, co-operaron al gran acontecimiento de la historia moderna,6 por su pedantesca sofistería y escolástico orgullo de-jaron al escríbano de raciones San Angel que les arreba-ora una palma que no admite rivalidad en su gloria. Enel primer caso, la Escuela escolástica salmantina debeser tratada con el respeto de lo grande y la admiracióndie lo sublime . En el segundo, una simple sonrisa sería in-digna del Genio indosamente condenado y de la Escuelatan groseramente ofuscada en asunto de tamaña impor-tancia . En este segundo caso la Historia sólo vindícaríaal descubridor del Nuevo Mundo con una carcajada ho-

con la gran carcajada de los siglos . Nos atre-

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vemos á dirigir esta advertencía carítatíva á los cbh_nos por temor de que se les anticipen los injuríadosdoctores, y, en vez de recíbirla, sga-n ellos los que sueltenesa gran carcajada á costa de los que se han sonreído dela Ciencia y de la Hístoría. Precísamente al comenzaresta cuartilla ha llegado á nuestros oídos una anécdotacuriosa que puede servirles de aviso ; ya que á los colom-

os no sirva de escarmiento, la verán con gusto nues-tros lectores por lo peregrina y entretenída .

LOS MUERTOS SUCITADOS VEENGÁNDOSE DE LOS VIVOS,

SUS CALUIVINIADORE'~

LÁ aT los aios de la exclaustració1, de los frailes,y con todos de los dominicos de San Esteban ; cuan-do la hípocresfa de la persecución dejaba en el con

vento á los ancianos con el nombre de venerables, mien-tras permítfa que los caballos manchasen sus salones, yqIzá el Asco de las conférencias se convirtiese en unacuadra, dícese que un lego que estaba al servicio de losprivilegiados Padres oyó cierta noche un ruído extrafío .,que, desacostumbrado en esta región sublunar de los vi-vos, semejaba, primero el rechínar de los huesos en latumba, y después á un habla como de ánimas del otromundo . Animoso é intrépido el tal lego, como que no leremordía la conciencia de ningún pecado contra los vi-vos que les perseguían, ni contra los muertos, á quíenesno ofendiera en su honra, lejos de huir ó acobardarse, sefué acercando poco á poco al foco del misterioso estré-Pto, al lugar donde resonaba el eco de esas voces de ul-tratumbp Y la escena tenfa lugar nada menos que en lacelda que tradícion almente se decía haber habitado elinsigne Deza. Lo primero que saltó á su vista, fué el le-trero que estaba escrito en el dintel : En esta celda 1 fuedescubierto el Nuevo Múndo. «Eso ya lo sabía yo», mur-muró,el denodado lego, ~<y para darme la noficía no eramenester tanto ruído» . Convencido,pues, deque el origeny la causa de todo el suceso se encerraba en lo que fuésanta vivienda del célebre ayo del Príncipe, aplicó sucorresponáente llave 1 la puerta de la antes desierta yahora encantada celda, cuando una fuerza irresistible leechó hacía atrás, al mismo tiempo que le dejaba oír

se co-,iserva esa celda segúi los ínteligentes, conFtrucción6 XV.

esta voz : «Aquí no cabe ningún mortal Mentras esta-mos en coiiferencía.» Por mimoso y varonil que fuera elcorazón del lego, no supo ni pudo resistir ya á, la ínespe-rada prueba . Entre confuso y acobardado se retiró á sucelda, sin saber 1 guardar en su pecho el secreto, 6 co-municárseio todo á los venerables . Al siguiente día, auná riesgo de aparecer iluso, se lo conñó muy en secretoálos Padres, que,, como era de presumir, lo calificaron desu=o 6 dcHrio, sonando alguna vez hasta la palabra_núedo . Picado entonces el leguíto en lo más vivo de suamor propio, aseguró que no era ilusiófi, que todavíaquedaban el rastro y la prueba en el díntel de la celda deeza. Cuando fueron á regístrarla, la inscripción exte-

dor había desaparecido ; pero, con asombro de los Padres,dé hallado sobre la mesita un pergamino escrito en ca-racteres ilegíbles en su mayor parte, pero en cuyo enca-bezamiento se podían leer bien claro estas notables pa-labras : «Profranado este sagrado asilo, deshonrados tor-pemente nuestros nombres, y engañado el mundo nni.se-rablemente con una fábula que corre muy válida acercade las condrencías de Salamanca, los aquí reunídos-»Atónitos los Padres con el incomprensible hallazgo, nosólo pensaron en absolver al lego de la culpa de iluso6 de medroso con que en un príncipío le condenaron,sino que se echaron á discurrir acerca del origen, natu-raleza y sig=cado del misterioso jeroglífico, sin quede todos sus discursos resultara conclusión alguna . Cun-dió, además, el rumor por entre los afectos al conventoque no habían renunciado á su devoción del Rosario, mo-tivo providencial de la conservación de la magníScaiglesia y quizá del histórico convento , siendo varias lasversíones 37 los sentidos que se daban á la aparíción y almanuscrito. Unos decían que la Pitonisa que estaba ála puerta del claustro de los aljibes había suscitado,como en otro tiempo, la sombra de Samuel, ahora losmanes de los ultrajados doctores . Según otros, era cosadel espiritismo, que princípiabi á rayar entonces .opinión más general decía. : no acudamos ni á la supers-tíción antigua ni al delirio de los modernos, cuando te-nemos á mano una jxplicación tan sencílla como satísfaetoda . Las conUencias de Salamanca han metido tanto

Parte L-Cap. ¡V.

Los muertos resucdaJos,

ru=, que, no síendo bastante á sostenerle la región ,delos vivos, ha penetrado hasta la de los ffluertos, y rerno-viendo sus descarnados huesos, los ha reunido y levan-tado en un arranque de indignación para volver por sufama y resablecer la verdad de los hechos . Sea de esolo que quiera , lo cierto es que el pergamino se conserva,que en gran parte se ha ínterpretado por un domínicopaleógrafo, que ha leído también los libros de claustro,que insertaremos en su lugar, y esto con tanto funda-mento por lo menos como el en que se apoya Roselly deLorgues para hablar de¡ extracto de las conferencias,que él no ha vísto, aunque sabe de positívo que está en-cerrado en el Archivo de Símancas . Vamos á dar á luzpor primera vez este precioso documnto, el más origí-nal y auténtico que hasta ahora se ha publicado acercade las célebres conferencías de Salamanca. Hélo aquí :

Precedido de un prólogo, á excepcíón. de las palabrascitadas ininteligibles á las más exquisitas dilígencias,pro que á todas luces contíenen el nombre de los concurrentes y la ocasi6n y motivo de¡ Claustro, principia áleerse lo que sigue, según la interpretación del paleógra-0. . Desde aquí son palabras textuales del misterioso es-crito

«Entonces se levanta Lucío Maríneo Sículo , ydice

Aunque llegó á mis oídos la fama de un hombreque ofreció desciubrír islas y continentes en medio de lainmensidad de¡ Océano, abstraído en el estudio de lospoetas latinos que explicaba en esta Escuela, y del gustoliterarío que pugnaba por difundir en Castilla, ni prestéatención al rumor esparcido en la ciudad, ni conocí siquie-ra de nombre al pregonero de tan altas maravillas . En mílibro De Rebus Bispaníae memorabilíbus, folio 16, dejéescritas estas palabras : « Los Reyes Catóficos ., habiendo" sujetado las Canarías y establecido en ellas la Religión" cristiana, enviaron á PedroColón con treinta y cínco na-»ves Hamadas carabelas, y gran nÚmero de hombres, áislas más lejanas, etc .» Sea cualquiera el juicio que enasunto de Cosmografía se merezca un literato del sí-glo XV que contribuy6 á difundir la culta latínídad enEuropa, ¡o que se desprende por lo menos de ese pasaic,inserto en los libros de -Prescott, tomo ii , Pág- 3 07 y y de

lly, tomo i, pág, 28, es que no existieron tales con-

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brencías ante el Claustro salmantíno, á que yo me hde haber pereneddo. , y mucho meros que yo esturviese aellas presente . Y extrario mucho que ese yerro mío denonTre, de fecha y de número de carabelas no haya aho-rrado los rnuchos que se han esparcido en esta materia .Sí en ello es dáculpable un poeta de! siglo XV, no mere-cen perdón los eruditos de¡ siglo XIX. »

¡de la palabra en seguida Pedro Mártir 9 y e,mación de su paisano Lucio Marineo díce :

«Yo, que 51 uno de los primeros que me ocupé del des-iento de las Indias en un libro títulado De Rebus

occeanícís et novo=be ; yo, que conocí personalmente áColón y estuve en Salarnanca en el aflo 88, es decir, dosaños después de! en que se fija la dcha de las inventadascobárencias ; yo, desinteresado en este asunto, declaroque, en los Das que moré en Salamanca, no oí mencionarel ruidoso suceso, y desafío á todos los historiadores á quecíten un pasaje, una palabra mía, que haga la más remotaalusión á las sesiones, que tanta celebridad han alcanzadoen el mundo . Y no es, á la verdad, por "ta de curiosidaden averiguar, ni de diligencia en referir todo lo memora-ble que sucedí6 en apaña durante el reinado de mis se-ñores los reyes Fernando é Isabel . Ahí esti ..mi Opus epís-tNarum Heno de sucesos contemporáneos, sembrado dejuicios de personajes é instituciones de la época, compren-sívo de todo lo que juzgué digno de ser consígnado porescrito ; ahí, están mis caros, que vienen en confirmaciónde mi aserto .

»Encuéntranse en este inmenso repertorio de noticiasvarias cartas, dirigidas á notables personajes de Espay de Italía, describiendo el recibimiento de Colón en Barcelona, y mi parecer sobre la extensión é importancíade¡ descubrimiento (cart . 124 s 1 3 3 9 1 3 4, 13 5 v 140 , 15 J ; peroen vano se buscará el nombre de Salamanca, -ni la más re-mota alusión á las cuestiones que se supone haber ven-tilado el Claustro del año 86. Más'aún : dos ocasiones seme presentaron para referir este gran suceso, que tantopreocupa hoy al mundo,y atendida mí dHigenciescríbír, no las hubieramera

P&te 1.-Cap. IV.

Imente hulaveriguar, y

asado desapercíbí

istido,!'¡¡dad en

as . Es la prindo desde Salarnanca escribí al conde de Ten-

Los inuertos resucitados .

dílla., mi protector, una carta que en el Opus epístol,,-- �está señalada con el número 56 . Á ruego de los amig -isMaríneo, Gutiérrez de Toledo y otros aquí presentes,vi obligado á dar una lección que por las círcunstancl

'as

del gentío inmenso que me esperaba, de haber sído lleva-do en hombros á la tribuna y disertado de improvisosobre la segunda sátira de juvenal, se hizo tan solemney memorable en Salamanca como lo fueran en su caso laspretendidas conferencias de Colón . Nada más natural quelos amigos hubieran recordado con este motivo un sucesoreciente, vivo en la memoria de todos, y cuyo extracto,al decir de RoseHy, se estaba redactando precisamente enaquel instante . Y nada más oportuno que haber yo susti-tuído en la carta al Conde el solemne y oficial acto delas importantes conferencías á mi pobre, aunque ruido-sa, improvisación. Pero como las tales conferencias nc>existieron sino en la imaginación de los colombinos, yvosotros guardasteis silencio profundo, y nada me dijis-teis de junta ni de conMendas, mal podía yo aludé áellas en la carta al ¡lastre Embajador de los Reyes Cató-Hcos .

»Pero hay más aún, y es la segunda oportunidad quese me ofreció de hablar de las conferencias . Partiendode Salamanca en busca de la Corte, donde tuve lara de ejercer el cargo de maestro de la juventud noble,como Alcuino en la de Carlomagno, me dirigí á la nobleciudad de Ávila, á la sazón lugar de su residencia y Sillaepiscopal del tan venerable como calumníado Fr . Fer-nando de Talavera . Amante de la ciencia, é hijo agrade-cido de la renombrada Escuela, el virtuoso monje rnepreguntó por el estado intelectual de su buena madre,de cuyas aulas hacía más de veíntítrés aflos estaba au-sente - . Afortunadamente para la Historia, y en víndica-cid-nde la justa Ema de Salamanca y de la denigradahonra del Hustre .Prelado, la conversación fué interrum-Ida al empézar, y yo me vi oblígado á consígnar porescrito la ímpresión que me causó la celebrada Acade-

~

Véase la H~, storia de la Orden de, San jer¿nimo, por Fr . José Si-güenza : de los datos que da está Trmado ese cál, - ulo . (Lib . n ~ párra-fo 386 .) El orador conoce la fecha fija por estar argayendo con datos .

44

~

QUSpt, PAg

52~

Farfe 1. -Cap . ~

mía ..No soy yo el llamado, ni es ésta ocasión op^na,para decidir la cuestión de sí lo que yo califique de es-cuela de FilosoRa, rivalizando con las de Grecía, de un Se-nado de jurisconsultos que competía con los de Roy de matemáticos á lo Arquímcd--s, y de cosmógrafoslo Ptolomeo, y de médicos á lo ffipócrates -, no díspute-mos ahora sobre si los sabios de mí carta' lo eran co -inolos juzgué realmente, ó si, por el contrarío, la Acadeinúaera una turba de gentes An prínclíos, de pedantes yargullosos sofistas, y otras lindezas semejantes proferi-das por los colombinos. Lo úníco que intento probar esque Fr . Fernando de Talavera no pudo presidir en elaño 86 unas conTrenlas en Sbamnea, de donde cuabaa,usente unos veintitrés años hacía, y que toda la razóndel interés con que me preguntó por el estado florecientede su amada madro y todo el motivo de mí carta, fuéprecisamente su ausencia de Salamanca desde el año 63 -Aun desechadas las fechas y suponiendo á Talavera aquíen el año 86, 6 me hubiara hablado en el 88 y yo men-cíonado en la carta su presidencia en la junta, y hedicho lo bastante para que me entiendan los colom-binos.

»Desde que sonó por primera vez el nombre de Tala-vera, Rodrigo Maldonado estaba impaciente por tomarparte en la disculón ; pero como el razonamiento de Pedro M-Irtír le alánaba el camino, respetó la anticipación

crato italiano . Mas luego que el Alcuino de los Re-yes Católicos cesó de hablar, el paríente de Talavera selevantó del asiento y habló de esta rnanera : «Hasta aqu ,.'sólo se han presentado argumentos negativos, aunqae,á decir verdad, las Túmas palabras de Mártir tienen todala fuerza de una demostración ; de todos modos, tiempoes ya de esclarecer los hechos, y colocar á cada perso-naje en su puesto y cada suceso en su lugar propio . Elrespetable Congreso que me escucha no alcanzó la épocaen que D . Diego Colón, h~i,o del Almirante, promovió unpleito contra la Corona de España, reclamando como he-redero del Almirante el cumplimiento de las capítulacío-

1 NAvA--, tomo nw 1idem , pág. 588.

Los

bien - en ese pleito célebre y notable fui yo lla-mado á deponer, y repito la frase de Mártir : ¡Elíz testí-monio que sirve para esclarecer la historia embrolladapor los colombinos!

»No es ahora del caso , ni me concierne á mí ponderarlo embarazoso de mi posición, ni la destreza con que, sifaltar á la verdad, traje á la memoria un parecer que es-taba desmentido por el hecho del descubrimiento ; estosería una cuestión personal en que no debo mezclarmeahora, dejándola al juicio de otros. Mí objeto en este mo-mento se reduce á restablecer la verda¿ histórica, des-úgurada por los colombinos . Ante todo he aquí mis declaraciones, - según q

'nedaron consignadas en el pleito .

Á la segunda pregunta del segundo interrogatorio, el. Rodrigo Maldontado, vecino Regídor de la ciudad de

Salamanca, díce : « Que estando en la corte se ocupó pormandato'de S . A. en despachar á Colón para dicho viaje,y sabe que descubrió muchasislas 1» Á la décímaquínta,que es la séptima de] segundo interrogatorio, dice que,, antes que se descubriesen las Indias por el dicho Almí-rante, muchos sabios letrados y marineros decían queno era posible que hubiese en aquellas partes tierra ñrme,que por esta causa, cuando el dicho Almirante fué á

.-Imer via

nucha, gente é rnarineros se, je , rWver, etc. - Y luego el Dr . Mqldonado dice -,

o que de esta pregusa sabe es que eso tesúgo conel Príor del Prado que á la sazon era, é con otros sabios,é lerados, é marineros platicaron con el dícho Almiran-te sobre su ¡da á las dichas Has, é que todos ellos acor-daron que era imposible ser verdad lo que el dich. o Almí-rante deefa ; é contra el parecer de los más de ellos por-fió el dícho Almírante de ir el dicho viaje é SS. AA . man-daron librax cierta cantidad de maravedíses para ello, éasintaron ciertas capitulaciones con él - lo cual todo Losupo este testigo como uno de los de¡ Consejo de Su Al-teza, etc . 2 .» Ateniéndome á las palabras verdaderas,

s, de mí declaración, y sin mezclar otras ex-,,acío-nes que, como perfectamente enterado de todo

ríos re-sucítados .

580.

negocio, daré después á este respetable Senado -, perá los coiombínos, resulta~ i .', que este testigo con

5 Prior DI Prado, é con otros sabíos letrados é rnaríne-ros

'platicaron con el Almirante, y que todos -ellos acor-

daron ser ímposále lo que decia; 2?, que lo cual todo losupo, no como vecino de Salamanca y doctor de la Un¡-versidad, de las cuales estaba ausente desde el año 69 1,

sino como uno de los del Consejo de S. A ; 3 .', que antesque se descubriesen las Indias, es decir, en los síeteaños que medíaron desde la plática del Prior deldo hasta que (estando el testigo constantemente en laCorte) se asentaron Hertas capituáciones, y este testigose ocupó por mandato de S. A. en despachar a Colónpara dicho viaje, muchos (no todos los) sabios é letra-dos é gnaríneros decían que g2o era posible que hubieseen aquellas partes tierra firme . Pero como contra elparecer de los mds de ellos, que eran gnuchos (no todoslos) sabios é letrados é marineros conio contra los indsde ellos poffizó el AInárante de ír d dicho Tpe, ven-cíendo al fin el ánimo de S A . los contrarios á los »zdsde ellos, es decir, los menos, es decir, los que á todasluces no están inclufflos en el número de los que acorda-ron que era íznposible ser verdad lo que decia el Alrní-rante, es decir, los que pudiendo muy bien ser sabios életrados, á todas luces no eran inarineros, SS. AA . seresolvieron al fin á asentar ciertas capítulacíones y des-pachar d Colón para dícho vía¡e .

»Sí los colombinos supTran leer los documentos quetienen á la vista, en mís palabras distinguieran fácílmen-te las tres bien marcadas frases de que consta el periodo : , i, en que todos acordaron ser imposíble ; 2 .", en queporla Colon, no contra todos, sino contra los indsellOS; Y 3 - ", en que mandan SS - AA . al testigo despaclpara el viaje á Colón Es claro, pues, que la primera,que todos acordaron ser imposible, no se relacíona conSalamanca, aun según el mismo sistema colombíno .resiumen ; al pesentarse Colón á los Reyes el año. . . y c2i

Parle 1 .-Cap. - IV.

1 En el libro de Claustros, i, pág . 167 , dí 2del Dr . Bonilla s-~ da licencia al Dr . Talavcra (,m~e cranado) para k á la corte,

de� . SS . AA. encomendaron al Olor dela formación de una Junta de cosiizógrafOs que

exanúnaran el proyecto . Obedeciendo el Prior, reunió dlos sabíos é letrados é maríneros que pudo hallar entreel séquito de los Reyes, los cuales todos acordaron seriniposíble lo que el Almirante decía. Mas el Genovés,contra el parecer de la junta y de los más de los sabíos,életrados e niaríneros, porfió de ir el dicho víaje artesque se descubriesen las Indias . Entre los menos, y fuerade la Corte, encontró, sin duda, personas de ín0uencia ;que si sabios é íetrados no eran marineros, con cuyoapoyo volvió á. introducirse con los Reyes, y logró que,;e asentaran las capitittacíones ; y por mandato de SusMtezas, estando ya en la Corte, despaché á Colón paradicho viaje . Quiénes fueron estos sabios é letrados, nomaríneros, que destruyeron la impresión de la junta,é incUnaron el áámo de S. A . para darme mandato dedespachar á Colón, yo bien lo sé, porque, como uno de!os de! Consejo de S. A. ., estaba informado de todo . . . ;

.1

no me toca á mí esclarecer la cuestión que hoy seta con tanto calor en la rejón de los vivos . Datos más

que suñientes les henws dejado los muertos para ave-ríguarlo sí tuvieran ojos de ver y seso para interpretar unescrito . Lo que yo intentaba probar es que las pláticasde] Príor á que yo asistí no tienen relación alguna conlo que sucedió en Salamanca, y creo haberlo demostradocon el estilo de interpretar y el modo de argüir queaprendí como discípulo y enseñé como maestro en lasaulas de la renombrado Escuela . Sí á estas reglas de in-terpretación y á, este género de argurnentos les llamanlos colombinos sofistería de escuela, 6 pedantísmo esco-lácia, es cosa que no me interesa . »

Al sentarse Maidonado, todos quedaron pensativos ysilenciosos por unos breves momentos, hasta que el Príordel Prado, indeciso entre hacer uso de la palabra, 6 permanecer como hasta aquf, en reserva, al fin se levantó, ydijo de esta manera : « Sí sólo se tratara de vindicar la

Los myerfos resuc~rados .

os puros swpe"ivoi indican que las p ¡Tras son indesd"bds .cTo díce qúe u," de carkteres ininfelígibles, porque los vivos no

re£Ibir noticias de lós , muertos, á quienes tan sin piedad

48

honra de la persona más ultrajada . en todo este en ` )sonegocio, bien lo sabe Dios, como durante mi vid , -acon mayor razón, que ya Diosharía gustoso el sacrificio de mi honra para conservar lapreciosa virtud de la humildad ; pero se interesa en elasunto la de una escuela católica, que además f_ié rrina madre. Estáde por medio, además, la verdad hístóriedel mayor de los acontecimientos, después de la Reden-

le . Digo, pues, que desde- Ipara un esta

as en la renombradame entre los individuos delmds me huWera atrevido A

sídír, aun supuesto el absurdo mandato de los ReyesCatólicos, una Corporacíón, entre cuyos miembros yo mereputaba, y era en realidad el último individuo . Hice pro-fesíón religiosa en el Monasterío de jerónimos de Albade Tormes hacía el año referido. De orden -superior f

kadado al del Prado de V.1-~.llad--'.id, de]. eual siendoPrior, fui llamado á la Corte como conTsor de los Reyes.Según parece, así lo tiene consignado en su historia de la

5 San jerónimo, el erudito Fr. JoséSígüenza. Cierto que al presentarse Cola Reína mi señora, y no el Rey, como dice Uloa, meencomendó el examen del colosal proyecto ; y que comoha dicho mí pariente Maldonado, todos acordamos ser ím-posible lo que el Mmirante decía ; pero ní esto sucedió elario 86, ni la junta tuvo lugar en Salamanca. La historiacolombina está llena de errores cronológicos y de inexac-

des y ficeíones hístóricas . Entrada la primavera, has-el 86, no habiendo rnorado la corte en Cór-

doba 1, mal pudo recibir en ella á Colón, y encomendarmeá mí el examen del asunto en dicha ciudad, ní cítar yodresde eHa para la junta de Salamanca. Mal pude yo, as¡-mismo recibir en Córdoba cartaá quien no conocí "nca ; puesto que á quien yo vi enSanta Fe el ario 9 1, fué al respetabiUsirno Fr .

ción, y . . . mí silencio sería culpahacia el ario 63 en que Diosperkwo, que A proksar lascuela, nunca volví á seOaustro de Sbamanca,

I.-Cap . IV.

Se~,-On Marian2 , lib . xxv, cars . vrn v ix . en AHR p"6 Nn Fw-o a Guadalppp, y desplés ~ de onoe Yarios plicb,os > en 28 ueá Borp»

ardíán de la Rábídj, Por lo demás, cuando la Corteestuvo en Salamanca, en el invierno del. 86 al 87, ya mehabía separado de ella y estaba ocupado en preparar míposesí6n del obispado de Avíla, que por obediencia acep-té. Así lo ha consignado Aríza en su libro Grandezas deAvíla, fOli0 43, donde puede ver el aflo de mi nombra-miento el que no dé crédito á mis palabras 1 . Así es queno sólo no presidí una junta de Doctores, que sólo existeen la imaginación de los colombinos, sino que ní siquieratuve el gusto de saludar respetuosamente á mi amadaEscuela, la célebre Academia salinantína . Por eso pre-gunté á Mártir con tanto interés el afi0 88 por el estadointelectual de la célebre Academia salmantina, lo queera bien excusado si dos años antes presidiera el Claus-tro de Doctores.»

Los rowertos resucitados .

i

Gil González Dávíla, en su Tearo Crilico, tomo n 9 añade : « Sien-do obispo de Avila Talavma, se ganó de los moros la ciudad de Málaga,cá el año 1489-11

PROSIGUEN LOS DESCARGOS DE LOS MUERTOS RESUCITADOS

~ALLo Fr. Fernando de Talavera, y se sentó con elaire de modesta dígnídad que le había distinguidodurante toda su vida . No bíen había cesado de ha

blar el Prior del Prado, se levanta Gutiérrez de Toledoy dice: «Como Maestrescuela de esta Santa Iglesia, comoCatedrático y Rector que Tí de la Universidad, y comoprimo del Rey nuestro Señor, debo decir : que los colom-binos, al inventar la fábula de las conferencias, no han te-,nido presente ni el respeto que guardaban los Reyes, misaugustos primos, á. la Academia ; ni el sitio y forma usa-dos por el Claustro en sus juntas ; ni la dignidad, aplomoy libertad con que procedía la Academia en todas sus de-liberaciones . En 5 de Octubre de 14 69, el Dr. BoniBa ppe-sentó al Claustro -una carta del rey D. Enrique, otra de mípadre el duque de Alba y otra del Dr . Talavera pidiendopara ése licencia para estar ausente por un año. Contra-dierénlo algunos Maestros y Doctores ; pero atendíela lautilidad que á la Ucuela vendría, se<gún estaban los tie7,2-z-_pos, de que Talavera anduviese con losgrandes serzores(le la Corte, se le prorrogó licencia por un ano, síneper-ceptíone salaríí (lib . 1, pág. 167) . En i i de Marzo de 14 7 5 ,reunido el Claustro en la capilla de San jerónimo . . ., entró

arcía Manrique, Corregidor de la ciudad, y expuso :cuanto el Estudio aún no habia jurado ¿I los Re-

yes, venía en su nombre á pedírselo : á lo cual accedióClaustro, jurando tener por Reyes y Señores á Doña Isa-bel y Don Fernando, su legítimo marido : salva.s siernprelas ínmunídades y privílegios del Estz,.,dío ,:~ (lib . 11,

- 431 Y para no ser más molesto á estamblea, en13 de Septiembre del mismo afto E- rev -15e,

o para prestar á los

CAPITU V

y conceder licencía al Dr . Talavera para que, sin perdeila cátedra, anduvíese un ato en la Corte (lib . 11, pág. 57)-Hoyque, por lo v.;sto, la Universídad y demásCorporacio-nes son dependenclas subalternas de un inonstruo que sellama Estado, y de un poder arbitrario que se llama Mi-nistros, apenas se comprenderá el linaje de organizaciónque en nuestros tiempos tenía la Academia salmantina .Ella delibera sí ha de jurar 6 no á los Reyes al recono-cérseles como tales. Ella pone la condición de que se . sal-ven sus prívilegíos é inmunidades . La Corte misma la pideliencia para que perOta ausentarse uno de sus Maes-tros, y el Claustro acuerda concedérsela sólo por un ato .E-ra, en fin, tal su índependencia, que el Rey la pide, y laUníversidad presta al Rey mismo, cien mil maravedises .

»No me meteré yo ahora á discutir cuestiones políti-cas, y decídd quién gozaba más libertad, sí los que, te-niéndola siempre en los labios, están amarrados como le-reles á las más deshonrosa servidumbre, 6 los que, sín

hablar de ella tanto , disfrutábamos de sus beneicios,como la tierra del sol que la alumbra . Lo que á A pro-pósito conduce, es probar á los colombinos que ní los Re-yes osaran dar el mandato de conferencias, ni la Escuelaconsintiese nunca la presidencia del confesor de los Re-yes, y mucho menos esperara 6 aprovechara la ocasiónde estar presente la Corte para resolver un asunto puraY exclusivamente cíentífico . Semejantes asertos revelanun completo desconocíBento de Salamanca y de los Re-yes. Además, un Cuerpo que economíza sus favores, alextremo de conceder licencia sólo por un año á,un,Doc-tor que los Wyes necesitan tener á su lado, no había deconsentir que ese mismo Dr . Talavera, que no era otro

el mísmo Maldonado, aunque por delegación, ocu-para la regia vícepresídencia en un Claustro en que sedíácutía el porvenir del mundo .

»Ya que se admitiera el hecho de las conferencias uní-versitarias, mis primos los Reyes hubieran, enviado á la&cuela, no un precepto, sino una respetuosa cédula deruego y encargo. Ya que asístíeran á las sesíopes ,vera y Maldonado, ocuparlan su puesto de antigüedad 1,

»caWs 4 ks qnuerks resucítados .

. Fernando de Tpiavera, que no hay que confundir con el ainctor, su pariente, 3, que, como dice el texto, era, l~odrigo ffiá, '

más la presidencia como delegados regios .sometiera ese asunto gravísímo al Claustro, -fuera reser-vadamente, con asistencia de solos los Maestros y Docto-res, y no con el ruido y aparato con que las describen loscolombinos.

»El Claustro de Salamanca no era una colección deideólogos,de retórícos 6 de sofistas, sino unaCorporacíónde caballeros y de sabios, no de pedantes y de serviles-»Y dicho esto, se sentó con cierto aire de desdenso

talante, como si le repugnara seguir hablando de lascreaciones de ínvención moderna .

Coligiendo de su ademán su desagrado, el Dr. Espino-sa se levanta y dice : « Conozco el disgusto que ha cau-sado al señor Rector y Maestrescuela el cotejo entre laantigua altivez castellana y el rebajamiento de caracteresdel siglo XIX, y las díTrencias de los antiguos Claustrosá las modernas Corporaciones científicas. Cortando poreso, sin duda únicamente, el hilo de su persuasivo y le-vantado discurso, ha oCtido una ebreunstancía que, ín-sí-nuada al principio, ha dejado de explanar, y no convíepasar en silencio . Esta circunstancia notable u eLlugarde las conferencias, que, al decir de los colombinos, tu-vieron lugar en este convento de San Esteban . Están. co-gidos en Hagante delito de impostura . El Claustro teníaun sitio propio determinado, donde, en caso de reynÍrse,hubieran tenido lugar las pláticas . Ciertamente que SanEsteban, en el año 86, brillaba con resplandecientes estre-llas como una constelación aparte en el cielo de la Escue-la salmantina ; y sí alguna excepción, algún privilegioconcediera el Claustro, sería, ciertamente, en favor delilustrado y respetable convento . Pero la Casa, que tan se-vera se mostró siempre en el cumplimiento de su propia

no iba á exigir del Claustro, á que pertenecíanilustres y ajustados religiosos, la infraccíón de los esta-tutos de Escuela sólo porque se hospedaba en el convento el Marino . Los cien pasos que daban. el P. Betoño yotros dominicoscuando eran cítados=austro comoDoc-tores, también podrá darlos, como exarnínando, Colón-

y L-0p. Y.

4 ; el Vior de¡ Prado, cor -sor de los Reyes, el o'-^ po de Avíla yGranada, en fin, no cm N ~

, i lo Un s1o LU

e

nospen ks d,,sear,,Tos de los iritertos resucítados

Es un, contrasentido suponer que la Ju ,, � se reuni6 en un,I

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& n1in nr~ nlull_snio excepciona y p, w al u o.

0

11

na vez¿ incídentalmente se verificaro

eslonesenlaca-pilla de San jerónimo . como la de¡ i i de Marzo del 7 5 1

jurará los Reyes, pero el Etio ordinarío de las juntasera el claustro de la catedral. El de! i .' de Mayo de i so-,se encabezó con estas palabras, de que yo testífico yacredíta el libro de actas : WWde ^o de Hoj en laUmistra de la Iglesia Catedral, lugar acostumbrado,»los señores Doctores, Maestros, etc., que han de leer»para el año siguiente, prestaron el juramento según las»constituciones de dicho Estudio, y son las siguientes :» . . .el Dr. Espinosa : «que soy el mismísímo que en los de!»año 1 474 aparezco con el nombre del maestro Espinosa,»y, por tanto, como testigo hábil, puedo deponer que el lu--gar de las juntas era la claustra de la catedral . » De aquí

bre de Claustro aplicado á la reunión deDoctores ; de aquí la fórmula, tan repetida en los escritosde este tiempo, intra claustra cuando se quería dar ím-portáncia á la resolución de un asunto .

»Además, la Escuela salamantina no usaba los proce-clímientos aparatosos y teatrales de los modernos Con-greso0 Academias y Parlamentos, donde se habla muchoy se resuelve poco, y acaso sin díscernim- iento y sin acíer-to . Nuestra Madre procedía de una m_anera más formal ymás seria . Cuando se sometfa á su examen y consejo un,tsunto de la gravedad y proporciones que envolvía elproyecto del Maríno, se encomendaba á

'los Maestros es-

pecialmente consagrados al ramo científico á que perte-necían dándoles tiempo para que le examinasen con pro-fundo estudio y maduro consejo, y emítíesen dictamendigno de la fama de la Escuela . De ello suministran unarelevante pru ala las consultas dirigidas por los PapasLeón X y Gregorío XIII sobre la reforraa de! calendario,que íntentó el primero y llevó á felíz término el segunanálogas, como es claro, al proyecto del descubriMento .

es bien : en la misiva que dirige la Universidad al dé-cinnotercio Gregorio, acompañando los díctámenes de losastrónomos consultados en ambos casos, dice textual-

On encomenuado el arduo negodrtium peritis, quos insignes semper

Parte L-Cap . V.

haec schola liabitít . . . -Así consta. de un manuscrito de 1,1época, guardado cuidadosamente en el Archivo, donde loscolombinos que tengan el gusto ó la paciencia de regís-trarle podrán convencerse de[ giro que daba á los asuntosSa.lamanca en los siglos XV y XVI, bien distinto, porcierto, de los ostentosos que emplean los sabios del XIX.»

Quedó el Congreso en sílencío por algunos instantes,mirándose unos á otros, como si el punto estuviera sufi-cientemente discutido y fuera ya llegada la hora de vol-ver á la tumba . Pero virio á llamar de nuevo su atencíénla majestuosa tigura del P. RetoCo, que, levantándosede su asiento, dijo : «Hasta aquí ha callado San Esueban,porque, no siendo directamente ofendida una casatodos respetan, tampoco le tocaba directamente la de-fensa ; pero como solidaria de la honra de la Universídad,cuya rama principal fué el convento, no puede menos detornar parte en el esclarecímiento de la verdad históríca,ya por Ober Ido aludida oportunamente por el doctorEspinosa, ya principalmente porque los, frailes dominicossomos testigos de mayor excepción en el asunto .

»El generoso hospedaje que dimos al Genio nos pusoen el caso de conocer todos sus pasos, y aun de penetrarhasta los pliegues más escondidos de su plan y de sú con-ciencia ; y la circunstancia de no haber sido injuriados,antes bien enaltecidos y admirados por los colombinos,da á nuestras palabras un sello de imparcialidad de quecarecen los señores que hasta, a, quíhan tomado parte en ladiscusión . Y no, ciertamente, porque se hayan salído unpunto de la verdad, 6 porque hayan eMúdo argurnento al-guno que no sea sóllído ., razonadq y persuasívo. No . antesbien se han mostrado tan discretos y habilidosos, que to-dos sus razonamientos han tenido por base datos hístóri-cos que pueden comprobarse ; síno que, por rnes -urada yconcienzuda que sea la defensa en causa propia, siemprelleva consigo un carácter de personalidad en el actor yun fondo de sospecha en. el que oye bastantes para debí-lit,arla . Ahora, pues, ya- no es la Escuela injuriada la quehabla. : es el convento, por todos respetado, el que echa

1 peso de su testimonio en la balanza de la verdad hístó-- Y puesto que la parte negativa de la cues

ya aclarada lo bastante .pAra persuadir

parcial que las pláticas de la Corte'bajo la presidencíadelí príor del Prado no tienen relación ninguna con elClaustro de S, - ~ sólo me resta aclarar el punto,del hospedaje de Colón en el convento, la favorable aco-gida que recibió de la generosidad de los frailes, el ca-rácter privado de las conferencías, y la. partícipae

íeron en ellas algunos Maestros insignes deEscuela.

»Muchas circunstancias curiosas, muchos episodiostiernos é interesantes pudiera yo referir, á los cuales mequedaría agradecido el mundo, ansioso de conocer la his-toria del Marino hasta en sus más mínímos detalles . Pero

-los que, dejando el sayal de la tosca mortalidad, respira-mos el ambiente de los espíritus, estamos inhíbídos derevelar secretos que la Historia no tuvo el cuidado derecoger. Mí cargo, y el favor que dispensar puedo á laHistoria, se reduce á dar la clave para su recta ínteligen--¡a . Y entre los múltiples y todos verídicos documentosque con fidelidad conserva la casa, escojo el más auto-rízado y completo ; como que fué sancionado por la co-munídad en pleno y resume perfectamente los hechos .

»Me refiero al Memoríal que en 1 7 1 3 elevó San Esteban2 rey Ulipe V, de cuya autenticidad no puede dudar laHistoria Las palabras son del Memorial ; los paréntesis,explicaciones mfas . <Acudió Colón á los Reyes Czatóli-»cos- . los cuales, como prudentes (no satisfechos de los~cosmógrafos de la Corte,reunidos por el prior delPrado,~ quo aunque sabios, é letrados, é maríneros, carecían de,>la autoridad científica necesaria para resolver definiti--vamente una cuestión tan grave), no quisieron cleternú-,, narse en un negocio tan arduo

-sin consulta (más) larga

»de hombres (verdaderamente) doctos, y de quien tuvie-»sen :a satisfacción más plena (puesto que los cortesanos~~habian dejado en el real ánimo un inmenso vacío con su-»tan ínfundada negatíval Y así como refiere D. Francís-»co Pizarro, le remítíeron (insinuando, no mandando) á-este convento de San Esteban (no d 1 a Universidad, .»por indicación de . ~ - y recomendado por. . . . me está, pro»bido decirlo) para que allí examinasen sus desígnios y-razones .

egó Colón á San Esteban 17110 1484 (bien pue

ize,, 1 los descargos dé los muertos resucitados .

» cirse al ; pero esta: dcha es más bien la de su llegadaa

»CasüHa : de todos modos, llegó á Salamanca mucho tíem-o antes del Noviembre del 86), y allí encontró quien en-

»tendiese y atendiese sus razones . Detúyose largo tiempo»(casi un año) aposentado en, el convento (y en la quinta de>~Valcuevo), asisfiéndole éste con todo lo necesario para»su persona y viajes (que se dirán después), teniéndose al»mísmo tiempo largas y frecuentes conferencias (prime-»ro en Valcuevo y luego en Salamanca) entre los Maes-»tros de Matemáticas que había allí entonces ; y convenci-» do y aclarado (primero en Valcuevo entre el prio»y algún otro, y luego entre los religiosos del convento)»que Colón tenía razón en su propuesta, por medio de los»reHjosos fueron convencidos los hombres más celebra-»dos (primero en la Escuela salmantina, y después los ma-»yores personajes) que tenía Espafia ; y así (es decir, conw1 parecer de los religiosos y el apoyo secundario de los»Maestros más celebrados de la Escuela) se tomó por obra» el informar á los Reyes (que todavia no habían venido ni»se acordaban de venir a ínvernar en Salamanca), ayu->,dando á Colón los religiosos en todas sus operaciones . . .»(una de ellas) fué (el ir) con él á la corte el Prelado del»convento (que á la sazón era el P. Magdaleno) con otros»religíosos y Maestros (entre los cuales tengo yo la honraTe contarme), y éstos le introdujeron con los Reyes, ín-»Trmando con él á Sus Majestades, y certífican.doles de»lo seguro é importante del asunto .

»Pero quien más se singularizó dé el doctísimo maes-»tro U . "ego de Deza, entonces (cuando fué por prime-»ra vez á la corte) catedrático de Prima, y después (cuan-» do invernaron los Reyes en Salamanca) Maestro del Prín-,cipe D . Juan (permaneciendo á su vuelta en el convento),,hasta que salió á la corte (algún tienipo después de ha-»berle enseñado en Salamanca), Mamado de los Monarcas»para enseñanza del Príncipe . Este Maestro halló varías»veces á los Reyes (contrabalanceando la tenaz oposí-,>cIón que los cortesanos le opusieron durante siete años)»acompañando siempre (unas veces personalmenle y-otras veces por su apoyo moral) á Colón, hasta que (re-»suelto el negocío y asentadas las caltulacíones) pasó al»Nuevo Mundo,»

Parte 1.---Cap .

siguen los descargos de los muertos resucitados .

»Por esta y otras razones afirman muchos historiado-res clásicos que los religiosos de! convento de San Este-ban (científicamente, por haberle comprendido y aproba-do el proyecto ; 'm-oralmente, por haber atraído á su opí-nión los Maestros principales de la Escuela y personjesnotables en la corte, y realmente por la influenciaDeza en el ánimo de una madre que le confiara la educa-ción del heredero de su trono) fueron la causa principalde que los ¡Reyes e~endiesen el descubríCento de lasindias . . . En una carta orígínal escrita de mano de Colón 106 (Las Usas) que decía : « que debían los Rayes Católi-»cos las Indías al maestro Fr. Diego de Deza y al conven-»to de San Esteban, y muchos años antes que viese estewscrito había oído decir (en Sevilla, su patria) que Deza

o Arzobispo de allí) de haber sido laeyes emprendiesen el descubrimien-emorial, con las aclaraciones afia-

didas por sus entreparéntesís . Por ahora es cuanto debedecir San Esteban»

Entonces se levantó una figura desconocida para lamayor parte de los circunstantes, excitando una Uva cu-ríosidad, y atención en la Asamblea . El nuevo orador comienza diciendo : «Respetables Maestros, nunca osara yocruzar mi débil palabra con la amorízada de los que mehan precedido, ní mezclarme en un asunto que personal-mente no me alcanza, á no mediar la honra de la que démdre tárna de todos noscros, la ilustre Escuela de Sa-lamanca Pero en cierta ocasión, cuando al oponerme ála cátedra de Fílosofía moral me vi oblígado á relatarante el Claustro mis servicíos á la Ciencía, siguiendo lapráctica de esta Escuela, parece que cumplí la enojosatarea con tanto acierto y discreción que mereció las ala-banzas de los jueces y los honores de la publícidad . Desdeque mi sobrino Morales la díó á la estampa, parece quese cita como un modelo de castizo lenguaje ~, de delícade-za de sentimientos, de modestia sin afectacíón, de fran-queza sin arrogancia, de oposiciór.

a mis contrarios, sinfaltar á la cortesía y al comedimiento .

arazado hoy de todo interés personal. y de la

-se gloriaba (sic»cau.sa de que los-ton Hasta aquf el 1

1 Este escrito se ha publicado de MoraUs .

presencia de mís rivales, con sobrada razón espen Se-varme sobre el bajo mundo, donde se aghan las pasioneshur=nas, que descríbía en mi diálogo de 1hombre 1 , para cerner las alas de mí pensamfiento en lasEtas y serenas regánes de la verdad histórica, Y desdeluego anuncio á este venerable auditorio unadesconocida á su sabiduría, como ha estado hastaoculta á la Historia, es bastante por sí sola para dcer todas las injurias lanzadas á la firente de Salam

¡os de oponerse Salamanca al cumplimiento del colo-sal proyecto, la pritmera, y por lo visto la única historia

éntíca de la vida y hechos de Cristóbal Co-está escrita por mí el hijo menor 0 esta Escue-

la (sensación profunda) . En el catálogo de la BibliotecaColom. bina, fundada por D. Fernando Colón, hijo del Al-

aisano é íntimo amigo mío, se registró unaque tenía este título : _Ferdínandi Pérez de Olíva.tatus níanu et híspano sernnone scríptus de ¿,,íta et

gestís D. CI-,,Yístophorí Colón, etc . Está dividida en nuevecapítulos, de los cuales el prímero comenzaba : « CrístóbalColón, genovés», y el últímo concluía : «los otros destoslas wi Mo gratías.» Compuesta en vista de documen-tos originales, con noticias de testigos fidedígnos, y sobretodo con los recuerdos que conservaba vivos en su me-moria el caballeroso é Hustrado D. Fernando, hubíse evitado de una vez para siempre los yerros, inexacti-tudes, falsedades manifiestas, contrasentídos~y calumnias

andan envueltas entre la verdadera historia del, si por esa sonTra que cubre su misteriosa vida, 6

mas bien sí por esa especie de fatalidad que preside átodo asunto que con Colón se roza, no hubíera desapare-cido, casual 6 intenciocélebre Biblioteca SeviHana,

su regístro enmente, ni en la famosa Librería Fernan

' Rivadeneyra ha"¡Cos españoles . .

Parte L-Cap. V.

a

so libro en su colee

Ie, de los estantes de ladejar otro rastro de

. Desgraci-

les de e'scríl,~,ores que de Colón y del descubrímiento sehan ocúpado por espacio de casi cuatro siglos, se hacemencíón de mi escrito . No es ésta la hora, -I-ni soy yo el

encargado de llorar la pérdida de un libro que,'sí no a, 1-canA anos á evitar errores , serviría hoy al menos paradesvanecer las calumnías levantadas contra nuestra, ve-

ada Escuela.»Sin embargo, ahí está todavía el rastro de esta gloria

salmantina, que en vano se trata de obscurecer : la, glo-ría de haber producído la primera y única historia ¿deColón, cuyo mérito íntrinseco podrá discutirse, perocuyo carácter de historia, y la única original y auténticade! Genovés, nadie puede arrancar de la &ente de estaEscuela. Y aquí estoy yo también para testifirar que loscapítulos XI y MI de la nda del Almírante no son parto,genuíno de la pluma de D . Fernando . Yo no sé las razo -nes que movieron al hidalgo, discreto, cortés y erudito.Jo segundo del AlOrante pnra escribir, después de ha-bérmelo encomendado á mí, la historia de su padre, nime es posible señalar hasta qué punto se ¿Herenciaba , 6más bien qué noticias y documentos añadía á los queel mismo D. Fer.nando se _sírvíera proporcionarme . En,su carácter delicado y caballeresco no se comprendeque, sin gravísimos motivos, se atreviera á enmendar6 adicionar el escrito que á petición suya compuse, ycon gusto le entregué, á fin de enriquecer su biblioteca .Quizá fueran las inexactitudes de Oviedo las que le im-pulsaron á escribirla ; quizá el menosprecio en que había

o todo lo que á la far-nilía de Colón pertenecá ; quí-zá .� pero no debo proseguir en ese camino de símples.conjeturas, que nada conducen á nuestro objeto .

»Lo que sí puedo asegurar con certeza y sin temor dee se me desmienta, es que, en lo referente al período

de las pretensiones de Colón en Espafla, la traducción deVenecia no representa flelmente los sentimientos de DonFernando, que sin reserva me fueron varías veces por éldescubiertos . Entre D. Fernando é yo no mediaba nin-gún secreto ; pues bien : al hablar de los protectores de

, de los que le dieron apoyo contra los eneOgos.oyecto y menosprecíadores de la persona,

bíera citado sólo á San Ángel, ni se olvidara nunca deDeza, ni de los dominícos de Salam anca, y mucho menos,estoy seguro de ello, hubiera suprimido el justo elogio

ba mí historia en, honor del convento de S-ant

s,~g,i,oen los desr-icrgos de los inuertos resucítados, 59

60

Parge 1.-Cap. Y.

Esteban. Varías veces le oí referir, y siempre con lágri-mas de agradeciCento, el hospedaje que recibió su padreen el convento y los obsequios de que fué él mismo obje-to de parte de los reHgíosos, y sobre todo de¡ obispoDeza, cuando visitó la ciudad del saber sirviendo depaje al desgraciado príncipe D. Juan el ario 97- i Oh yla muerte prematura del heredero de dos mundos ; el lutode la ciudad al ocurrir el fatal suceso ; los extremosdolor que exhaló el convento de San Esteban ; el pater-nal cariño que Deza profesaba al malogrado mancebo, yel mar de amargura que devoró el ilustrado ayo y maes-tro al ver que se habían desvanecido de un solo golpetodos sus sueños de felicidad de España y de gloria de suaugusto díscípulo ; el rejo y Enebre aparato con quefueron trasladados sus mortales despojos á la insigneciudad de Ávila, y la resolución de¡ antiguo catedráticode Prima de pedir su traslación á oro obispado, por nopoder subir su continuación en Salamanca, todas lascircunstancías de su morada en las Atenas española,eran recuerdos tristes, sí, pero tiernamente impresos ensu memoria. Y una traición á mi amistad y á mi carác-ter de escritor, y un olvído de Deza y de Salamanca, se-rían una monstruosídad en el corazón de D. Fernando .

»Imposible : imposible que hayan sido escritos esos doscapítulos por la mano de mí paísano, é imposible tam-Mén que tratara con tanta dureza al insigne príor delPrado . Si en la junta cortesana, y á primera vista, juel proyecto quimérico, bien sabía D. Fernando que el

tuoso monje procedí6 de buena fe ; que después deblar Salamanca cambio de parecer, y que al sonar la

ora solemne se prestó gustoso á despachar al Almi-rante, entregándole él mismo la cantidad necesaría parael Saje, y que está anotada en el libro de cuentas delReal Tesoro , al año 1493 .

»Le eran asimismo bien conocidas sus vírtudes de reH-gíosn su ilustración teológica, la suavidad con que tratóen Granada á losjudíos y moriscos, y el reglamento quedió á su Seminarío, sirviendo acaso de ocasión, Ó al me-nos de modelo, para el decreto que sobre estos fructíferossemilleros de clérigos dió después al Concílío de Trento.A todas luces, la traducción de Uloa está alterada torpe-

ros~,,auen los descargos de los ~ ertos resucitados.

mente ; y ya que se ha yrdMo mi Ubro y se ha ocultadola historia de D. Fernando, si el mundo quiere conocerauténtica y verídica la historia del Genovés, menester leserá acudir á otras fuentes menos turbías, ó, por m1or-decil á labente cristalina delos documentos originales . -

Vuelve á reinar el silencio por algunos instantes, y áponerse todos en actitud de volverse á la tumba ; dirí-gíéndose, sin embargo, todas las míradas hacía un va~rón de venerable aspecto, de cuya boca esperaban laseñal que habla de disolver la Asamblea . Mas al verlelevantarse con un aire de majestad que inspíraba respeto,y en ademán de dirigirles la palabra, todos se sosegarony volvieron á ocupar su asiento respectivo, y en mediowde la más profunda atención comienza Deza á decir deesta manera :

~ -E oído con gusto las graves y atínadas reílexionesque en Andicación de la honra de nuestra ama-daEgeu,ela galmantina se han deducido delos docu.

os que ha conservado la Hístoría y perdonadoFaltaría yo al deber de compa

liga con vosotros, de cariño que debo á mí tierna madrela Uníversídad, y de amor y respeto á los fueros de lawrdad, á que es acreedora la Historia, si, como testigo yactor de los príncípales sucesos que precedieron al des-cubrimiento, no añadíera á los vuestros mí testimonío,tanto más auténtico cuanto dé deposlarío de todos lossecretos del Héroe; y tanto más imparcíai, cuanto, respe-tado mí nombre por todos , ni está lesionado . 0 amorpropio, ni mis palabras se pueden interpretar como laexpresión de la propia defensa .

» Pues bien , seáores : sí en el obscuro negocio de lasconferencias y en el embrollado de la permanencía deColón en'España se ha de derramar alguna luz que sirvade

hiloconductor para salir de una vez del laberi

conjeturas y de opíníories diversas, menester es consrar la cuestión bajo sus varios aspectos, dístítres en una sola, 6 más bien una sola cuestíón mirpor tres lados distintos . En. el proyecto del Genovefecto, había : primero, una cuestión científica,, quetía

en averiguar si sus cálsados en un sólido fundamento cosmogruna cuestión política,,de la gloria nacional,lidad material

NOTABLE DISCURSO DE DEZA

Nolable. discurso

acometer una empresa rechazada por oros monarcas ; ytercero, una cuestión puramente económica y ~Us-trativa, que se reducía á averiguar sí la NaciMIs u s : -bía gastado cerca de siete siglos en sacudír el yugo a-hornetano estaba desahogada lo bastante para ir en bus-ca de arriesgadas glorias antes de acabar su epopeya;sí Castilla cuaba en dísposící6n de descubrir un mundoantes de conquistar del todo su propio suelo, plantandoel estandarte de la Cruz sobre las almenas soberbias deGranada.

e estas tres cuestiones ., la primera la habían de re-solver los sabion En la segunda sólo podían influir lospersonajes aHegados á los Reyes. La tercera dependíadel libro de cuentas que llevaba el tesorero de la RealCasa, el escribano de raciones 6 5 contador de la RealHacienda . Y no se diga que esta distinción es una sutilezade escuela ., 6 un medio ingenioso inventado para dar unasolución cualquiera á un problema que inútilmente se haventilado por espacio de cuatro siglos ; no . La existenciade warias esferas sociales dentro de una sola organiza-ción de la sociedad nadie será osado á negada, y muchomenos desde que la cíencia polftica moderna se gloría dehaber resuelto el gran problema de la gobernación de lospueblos por medio de la distinción de poderes legíslatí-vo, ejecutivo y judicíal . Aunque en principio, y con esosnombres, no era conocida en nuestro tiempo la divisiónde poderes, de hecho era practícado en el reinado de lailustre Doña Isabel, como lo prueba el procedimiento se-guído en el asunto de Colón.

»Se presenta con su colosal proyecto un extranjero yd=conocído, en cuya frente ondea ,la lla

'ma de¡ genio y

cuyas palabras llevan al ánimo la convicción . El primerso que reclama el negocio es averiguar los fundamen-

mentos científicos en que lo apoya : saber sí es un genio6 un sofíador . Aunque provisionalmente se encomíenda áuna junta de cortesanos que poXan entender muchoguerra, de náutica vulgar, de política y de goberno,pero que no estaban obEgados á conocer los secretos dela Cosmograffa,rr Ls habitables y

e

i detrás del mar tenebroso había tie-itadas , la negativa y apresura

la sátisfacer á.unos Reyes

64

Parte 1.-Cap. VI.

ta-n prudentes como los Católicos ; y en un asunto tanglave como era la propagadón de la fe por todo el mún-do, y la- extensión de sus dominios por tierras ignoradas,no habían de resolverse porsólo un dictamen apresuradode los cortesanos .

»Colón es enviado á Salamanca, -no por un mandatolos Reyes, no al Oaustro universitario, ó, como ahorase dice, oficialmente, lo que fuera herir sin necesidad lasusceptibilidad de la junta, y retirar á sus índivíduos, ob-cialmente también, la confianza que en ellos se deposita-ra, sino por insinuaciones de los Reyes, con acuerdo ybeneplácito de Colón, que abrigaba cierta confianza deser atendido aquí, acreditando el proyecto en la opi-nión, 6, como ahora se dice , en el mundo, en la esperanzade crear atmósfera. El que no reconozca en este regioproceder la discreta previsíón de la Reina, es porque noalcanzó -nunca la honra de descubrir la sublimidad de suingenio, su alteza de miras, y la delicadeza é hidalguiade sus sentimientos . Deseaba saber el juicío delos sabiosde Salamanca, pero sin lastimar en lo más mínimo elamor propio de sus políticos cortesanos . Y he aquí el pa-pel que representa Salamanca en el asunto de Colón :examinar en la región serena de la Uencía las razonesdel Genovés, y asegurar á los Reyes de lo seguro y pro-vechoso del proyecto .

»La parte de gloria que cúpo á San Esteban, no soy yoel llamado á ponderarla ; pero es en mí un deber de justí -cía, que cumplo gustoso en esta ocasión solemne, el citar,los nombres de los que, 1 al princípio no atendíeroMaríno, y aun le consababan abíertamente, cedieron alñn á la berza de sus profundos é incontrastables razona-míentos . Encuéntranse en este número Nebríja, el restau-rador de las letras ; Núñez de laYerba, el docto comen-tador de Pomponío ; Diego de Torres, el gran astri'3zoSelaya, de quien se puede decir lo que ha dicho,de Leibnitz, Fontenelle, que llevaba delante de sí ,

'las ciencias ; y GuüBrez de Tpledo, el amígo de Sa

As-, el futuro maestro de Dsneros, y� otros

aquí presentes y son bien conocidos del

lta favorablemente la cuestión cientffi-

teban ;muchos que esresucitado

0

ea, faltaba aún llevar la convicción, no sólo á los Reyes,que tanta confianza ten-fan en el parecer de la Escuela,sino á los más altos é TRuyentes personajes de la Cortey de! Reino, sin cuyo asenso no se hubiera determinadola prud

,ente y dácreta Señora á entregar al Marino las

carabelan Y entramos en la segunda fase de la cuestión.Los historiadores se juejan de la demora que sufrió elnegocio ; y como si les alcanzaran las amarguras que

7oró el Marino en estos iños de heroica constancia,exhalan gritos de dolor y acres reconvenciones contra lasdilaciones de una Corte que de tan desatentada manerale entretenía con evasivas . Lo que sucedió tuvo razón deser, como también ahora- se dice . Aunque convencida laReina de que el Marino tenía razón, dos obstáculos se leoponían para realizarlo inmediatamente . Era el primeroel torrente de la opíníon, que no quería contrariar dírec-tamente la discreta Señora . Era el segundo el estado depenuria del Real Erado, que, alcanzando apenas á cubrirlos gastos de una Zuerra de cuyo éxito estaban pendien-tes todosIos espaholes, mal podría suministrar los nece-sarios para una expedición considerada generalmentecomo una quimera.

»La Reina obró cuerdamente adoptando el tempera-mento de alimentar las esperanzas del Marino, y no con-trariar de frente el curso de la opinión general . Por unaparte, admitió á Colón á su servicio desde el 2o de Enerodel S6, y le asignó una decorosa, subsistencia en los afliossiguientes, como reconocen los mismos historiadores .Por otra,-me dió á mí, entusiasta sostenedor del pro-yecto, una prueba solemne de su real confianza enco-mendándome la educación del lIituro poseedor de lastierras prometidas por el Markio . Con esos dos actos dealtísima diplomacia quedó trazada la línea de conductaadoptada en la Corte, y ésta fué la más cuerda, la másprevisora, la única que á la sazón convenía . Todo lodemás lo dejó la SeEora al lempo, que más que nadieconocí,a la virtud de este gran factor en el artíficío de

los humanos sucesos . Dej ó que se desvaneciesenlas preocupacíones, que se rectificasen las ideas, que lasseguridades que aventuraba el Genio se proba.ser enconstancia del Héroe. En esta segunda fase, aunque

6

Notable discVrSO de

6 6

Parie 1.-Cap. VI.

ecer de Salamanca sirve de regla. y de tipo para for-mar la opinión, ya no es la Universidad como escuela, niSain Esteban como convento, los que figuran . Son los- in-dividuos influyentes de ambas Corporaciones, el Prídel convento y los religiosos que van á la corte ; fuí yoprincipalmente el que con el carácter de maestro del:Príncipe, y por la confianzek regia que envolvía el cargo,valiéndonos del prestigio cientifico que cada uno se con-quístara, y apoyados en el resultado favorable de 1conferencias, fuimos atrayendo á nuestro parecer á lospersonajes más influyentes en la Corte y más renombra-dos de España,

»No ha lugar, pues, á esas lágrimas de comedia de-rramadas por los historiadores, cuando nosotros, quepasamos las ansiedades y amarguras, lejos de quejarnosde las dilaciones las damos por bien empleadas . Lo quesucedió era natural que ocurríesa Toda ídea grande,antes de ganar las ínteligencías comunes, tiene que pasarpor grandes pruebas, y así como el I-Aierro se templa enel fuego vivo, así las almas fuertes sólo se descubrenen tiempo de la contradicción . Faltaría al Héroe su prin-cipal corona sin esos siete años de próbada co9stancía yabnegación, que sólo yo, que de ellos participé, pue-do apreciar en su valor . Dios, que dirige con tanta suaví-dad de medios como certeza del resultado todos los su-cesos de la vida, pero principalmente los grandes acon-tecírníentos que forman época en la Historia, se valíó dela general ignorancia para probar la virtud de su síer-vo, arraígando con siete años de desdenes en la humildadal que por siglos enteros había de llenar de gloría : heaquí la causa de la dHación . Pero como, atendida la hu-mana Raqueza, era expuesto que se quebrantase la for-taleza, y la ímpacíencia se cansase de esperar, Dios at6con lazos suaves la, suerte del Maríno á los destinos deapaña, á quien tenía destinada para realizar ese gironuevo de la Religión y de la Historia . Y para ello valíósede una Reina que vid ondular la llama del genio en aquelextranjero que, sólo por llevar la capa los hom-bres vulgares tenían por un iluso . Me deparó á mí, awn-que índigno instrumento, para atraer á los Maestros de

ela con mí prestigio C-tentífico, y á, los cortesanos

por el alto oficio que desempefiffaba con el Príncipe . Ycomo sí esto no fuera bastante, tenía reservado otro con-vento insigne, aunque modesto, y otro hom- bre de cora-zón más levantado que el mío para detenerle en el mo-mento en que estaba ya camino de Francia. Los que noconocen los caminos dé la Providencia se admiran delaltísimo designio, cuyos instrumentos fuimos dos frailesy tina Reina católica ; pero si no admiten esta elevada teo-logfa, que reconozcan por lo menos los hechos textífica-dos por la Historia.

»Dos fenómenos hay en todo este obscuro y complíca-do período que todavía no han explicado satisfactoria-mente los historiadores . Primero : cómo una Reina tandiscreta y piadosa entretiene, no sólo con esperanzas,sino también con cantídades, y admíte á su servicio á unhombre condenado solemnemente por el fallo de la Es-cuela más renombrada . Segundo : cómo el Genio delaHistoria, desde que pesa sobre su frente el anatema deuna Corporacíón científica, de cuya sentencía no tenfaapelación, alimenta esperanzas bastantes para aguardarpor espacio de cinco ó seis años . En la solución dadahasta hoy por la Ciencia y por la Historia, es necesariosuponer en la Reina una dosís de doblez, de ínconsidera-cíc5n y de crueldad, y en el Marino un fondo de simpleza,de ilusión y de ceguedad, que de cierto es muy ajeno delas augustas personas de que se trata, y de la ímparcíalí-dad y buena fe que la justicia reclama de los historiado-res . Luego algún motivo desconocido y secreto medíabaentre ambos personajes para ligarles con ese vínculo deansiedad� prímero, y luego de gloria que les hace solída-ríos ante la Historia y la ¿ivilízacíón .

»El que no tenga valor para remontar su vuelo á laregión de la Providencia, habrá de admitir en el enredohumano del drama alguna inRuencia poderosa, un lazomoral que uniera los dos extremos . Si el fallo de Sala-marica le fuera contrario, nadíe en el Reíno osara con-tradecír el fallo de la Escuela y ton=r á su cargo la de-fensa del Marino . :Éste porffa, no obstante, contra los másde los cortesanos ; luego, sobre la base del parecer no ad-verso de Salamanca, se levantó un poder, una ínsobre la Reina y los personajes de la Corte bastante po-

Nmable discurso �de Dez

68

parke 1.-Cap. VI.

derosa para contener el torrente de la opinión, ya que no-para dominarles . Me poder, esa influencia, fueron el car-denal Mendoza, el maestre de Santiago, Cárdenas, elobispo de Palencia, Alonso de Burgos, y otros personajesbien conocidos en la Historia, que, dando al parecer deSalamanca todo el valor que á la sazón merecía, me ayu-daron á llevar al ánimo de la Reina la más honda y arraí-gada convicción, y 91 del Marino la sólida y fundada espe-ranza de que, apoyado en padrinos tan poderosos, haWC-ial fin de prevalecer y tríunfar. Sólo así se explican esossiete años de mortal angustia.

»Mas á pesar de los vivos y regíos deseos, á pesar denuestra poderosa ínfluencia é instancias repetidas, noobstante la longanimidad del Héroe, los días, los meses ylos años pasan sin que la epopeya de siete siglos llegue ásu término, sin que el Erario se desahogue, sin que pue-da distraerse un momento la atención de Espafia, -fija enla vega de Granada. El Marino, que ve consumirse en laociosidad los mejores años de su vida, llega á tenier que

eina, con los mejores deseos, y nosotros, con nues-tras desinteresadas instancias, no hemos de poder cum-plír la palabra, y en un momento de desesperacíón ó deimpaciencia toma la resolución extrema de alejarse deun país que ya n.o cree destinado á unir con él su nom-bre . Pero la Providencia le lleva, sin él saberlo, á labíd.a, y allí se encuentra con un hombre tanto más gran-de, generoso y heroico, cuanto que, sin someter al Genioni al proyecto á las largas y científicas discusiones deue sólo podía ser objeto en Salamanca, en su claro en-

tendimiento, en su corazón levantado, en su patriotisrnosublime, cree que nada valen ¡mos cuentos de maravedí-ses, ni una simple oposición cortesana, para malograr litocasión de dar á Jesucrísto .m.filones de almas y a Cas-tílla nuevas coronas .

»Fr. Juan Pérez es á la sazón el héroe sin cuya in-tervención providencial nada valíeran los esfuerzos decuantos se interesaran en el proyecto . Está resucas lacuestíón en su segunda fase . Pero el rasgo sublime de¡

canose estrella todavía con un pequeño obstácu-lo, con la penurla del Erario ., y más que todo con el me

íterío de unos cortesanos que escatiman

a

pedazos de tierra, algunos m. aravedises y unos títuloshonor0cos al que les va á regalar un

»Aquí la cuestíón ha entrado en su tercera y últimafase : ya no se trata de sí es químérico 6 fundado el pro-yecto, lo que se resolvió científicamente hace años enSalamanca . Tampoco es menester persuadír á la Reinade lo ventajoso de! proyecto, ínclinando su real ánimo enávor del Marina Esta segunda cuestión está ya resueltapor los políticos de más altas míras de la Corte, á losque ha venido á poner el sello de su autoridad el arran-que sublime de Fr. Juan Pérez. La cuestión, pues, queal Enal se ventila, baja, mezquína, cortesana, se reSereá títulos y maravedíses, á la conclusión de las capitula-ciones .

» Para `resolverla no es menester que se reuna el Claus-tro de Salamanca, ni que ínterponga todo el peso de suprestigio el llamado tercer Rey de Esparia : basta un simple escribano de raciones , ayudado de! contador de!Reino, para vencer el ánimo de Isabel y venir el instantesupremo . Quintanüla y San Ángel son hombres - heroi-cos, pero en su esfera : les cabe en el suceso su parte degloria ; pero que sería absurdo confundirlos con los Doc-tores de Salamanca, 6 darles más valor que á los confe-sores de la Reina, ayos del Príncipe y Ministros uníver-sales . De este modo, en el cuadro sublime del descubrí--rniento , cada figura =tá codeada en su puesto, El bellogrupo guarda la similitud histOrica, toda la gracia artís-tia, toda la proporción del conjunto . Y he dicho lo bas-tante para ilustrar á los colombinos, en agradecimientoá los honores que me dispensan, volviendo claro lo queera confuso, racional lo que no tenía sentídc , , verosimíl loque parecía íncreíble, sencillo lo que era víolento y enre-doso, histórico lo que era artiSciosamente novelesco. Pormi parte, he cumplido con lo que debía á la Religión y ála Historia ; á la Universidad y al convento ; á los -que se

on por mi amigo y protegido Colón, y á los quehan tergiversado y obscurecido su historia . Á los colom-binos toca ahora restablecer las cosas y las personassu lugar, y ordenar de otro modo, pero bajo la

la venida de Color. á Castílla y el hospedaje dean,» Y dicho esto, se sentó con majestuosa gra-

5k dícurso A Ola.

Parte I.-Cap.

vedad, rníentras la concurrencía prorrumpía en vivas áDeza y al convento, saliendo de entre la multitud una vozque decía : ~<Justo es que el que comprendió al Genío s1vade guía á los hístoríadores, y que de donde salió la luzpara el descubrimiento de las Indías vuelva ahora á bro-tar la rádga que ha de ilustrar la hístoria del Héroe . »

FD,1AL DE ILA SESIóN, Y CONFIRMACIóN DE SU FALLO POR ELSUPREMO TRIBUNAL DE LA -HISTORIA

CAPITULO 1711

- ~NTONCES se levantó . . .,-aquí vuelve otro párrafo ín-el cual se ínserta el síguien-junta de Doctores salman-

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u te��Dictamen de 1Jnos del año 1 48 6 .

»Leídos cuidadosamente todos los libros, revistas, ar-tículos, poemas, etc ., cte ., que se ocupan de las confe-rencias de Colón ante el Claustro de Salama-nca ; en vistade la aBitrariedad con que proceden los colombínospara asegurar un hecho que sólo ha'exístído en su fecun-da imaginación ; teniendo presentes todas las atinadas ysólidas observaciones que se han hecho en esta junta,5ndadas en documentos que afortunadamente no ha con-suSdo la accíón destructora del tíempo ; y sin valernosde otras noticias ni .datos que poseemos, pero que porhaber desaparecido de la región de los mortales no ha-rían fe en el tribunal de la Historia, en justa defensa denuestra honra, y más que la nuestra personal en víndi-cación de la honra de la Ucuela católica, á que nos hon-ramos haber pertenecido, declaramos y fallamos :

»Prímera Que, como hecho históríco, la Escuela yClaustro de Salamanca no fué consultado en el asunto

,ortante del descubrirniento de las Indias ; y como su-posíción y en la forma en que la retieren los colombinos,,Sería ímpropla del respeto y delicado tacto con que la

on síempre los Reyes, y ofensíva á la altívez de laa Escuela . Ntinca hubiera consentido ésta e-n ser¡da por un personaje cortesano ; ní en admitir á la

gentes extrañas al Claustro ; ní en celebrar se-con- el ruido y aparato que se usa, en los modIernos

-Pesos, Ateneos 6 Academías ; ni er. oi - .ui,,

-- . :,Lra la

72

Parte, I.-Cap. V11.

discusión un sitio que no fuera suyo y distinto del acos-tumbrado, siendo absurda sobre todo la suposición de iren cuerpo la Escuela en busca del examinando, en vez deesperarle y darle entrada en la sebón sólo cuando estu-viera constítuído el Claustro .

»Segunda

Que sometido el proyecto dl Marino su-mariamente á una junta compuesta, no de sabios cosmó-gr^, que eran los únicos competentes en la materia,sino de hombres instruTos, que en el lenguaje vulgar sellaman sabios, aunque todos acordaron ser ímposíblelo que el Almírante decía, la Reina nuestra Seflora, pocosatisfecha en su conciencia de una resolución que no ofre-cía prendas de seguridad y contrariaba á lo que su ojoperspicaz había descubierto en la frente de! Marino, quí-so someter el proyecto al examen de su gran Escuela,pero de una manera delicada y sin ofender en lo más mí-nimo la susceptibilidad de los sabios, é letrados, é n2arí-7,7,eros, á quienes de real orden se había antes encomen-dado. Por insinuación de la Reina, y con beneplácito delMarino , viene éste á Salamanca, se hospeda en San Es-teban es entendido y atendido, y á los pocos días esaprobada en el convento su demostración . Con el fin deautorizar el parecer de los religiosos, consultados algu-nos Maestros de Cosmografía, Astronomía y Matemátí-cas, y vencida la resistencia que opusieron al principio,son atraídos á la opinión de los dominicos y del Marino .Entonces el Príor del convento y otros frailes, con Deza,hacen un viaje á la corte para informar á Sus Altezasde lo seguro é importante del asunto, y desde aquel mo-mento queda resulto en el real ánimo tomar de su cuen-ta la empresa cuando lo permitan las círc -unstancías .

»Tercero.

Que sólo por este camino, recto y sencillo,es posible desenredar la complicada trama de la vida-oculta de Colón en Castilla . Á no ínjuriar á los augustoápersonajes, diciendo que la Reina se convence sin razón,y el Marino espera sin. fundamento, es menester admítirque ambos se apoyan en el dictamen favorable de Sala-manca. Y sólo distinguiendo con la perspicacia que lo hahecho Deza las tres cuestiones, cientOca, politíca y eco-nómica, cuya, gloria pertenece, la, primerala segunda á Deza y demás personas ínfluyentes,

tercera á San Angel, es como puede recomponerse la hís-toria de Colón en Espafía .

»Cuarto .

Que las suposiciones de los colombinos., deue no se resolvíó nada en la junta ; de que se hizo el ex-cto de las sesiones imperfectamente dos años después;

se entretuvo á Colón con palabras ambiguas 6esperanzas ilusorias, 6 se le respondió con evasivas ; delue, ínterrumpidas las conMencias 'de Salamanca portener que ausentarse la Corte, 6 por rumores fatfdícosacerca de la ortodoxia del Marino y temores de ser dela-tado á la Inquisición, es decir, á la mismo. casa que le dabageneroso hospedaje, se reanudaron el a-fto go en Sevilla 6el 9, en Santa Fe ; que todas estas y otras muchas Ende-zas, estampadas en letras de molde en los escritos colom-bínos, no son más que expedientes más 6 menos ínge-niosos inventados por los qun no teniendo la clave de lossucesos, ni sabíendo qué hacer de Colón en esos sieteafíos mortales, ni acertando á dar en el secreto resortede su heráca conducta, echan mano del prímer recursoque les sugiere su imagínacíón, como un mal poeta ó no-velísta para hacer salir á un personje de la sítuacíóninverosfrail en que le han colocado.

o .

Para que nunca se diga que el Claustro deSalamanca no tuvo 1 valor de sus convicciones, queformuló extractos imperfectos 6 respondió con evasivas, hacemos esta clara, ternúnante y Trmal declaración.en la complexa y embrollada cuestíón de la historia del

oe . Y ya que por no haberse sometido el proyecto alexamen del Claustro no puede hoy gloriarse de haberdado como tal Ucuela una resolución terminante, reuni-do hoy en pleno declara á la faz del mur-do sin ambagesni rodeos, y sin temor de ser desmentido, que el conven-to, de San Esteban y los ¿osmógrafíos por él consultados,después de pesar las razones del Marino los unos, y de

er su primera repugnancia los otros, lejos de estarecisos 6 , responder con evasivas, al contriarío, decidí-resueltamente le apoyaron en sus pretensiones, y sin

rebozo ni coiisideraciores~humaiias defendíeron elante la Corte como en sus pláticas privadas .

-Sextoyh%mo. Que perdonando con caridad cristiza-colombinos los duros epítetos lanzados á la f,,na

5

Fínal de, la sesíón y c rnfiad6n de su fadlo . 73

74 Parle 1. -Cap. VII .

clientífica de los individuos que compon -lamos el Claustroen el ato 086, de ánguna manera es nuestro ánimo, níestá en nuestro poder, relajarles la estrecha obligación derestituir la honra de la célebre Escuela católica salman-tina . Antes bíen declaramos que por derecho natural,divino, positivo, de gentes, y todos los derechos humanos,ante el Tribunal deMos y de los hombres, ante la Ciencíay la Religíón, ante la civilización y ante la Hístoría, estánobligados á borrar las páginas que han consagrado -á Ladescripción de las conierencias de Salamanca, y empe-zar de nuevo á tejer la Inistoría del Marino en Castílla, elhospedaje de San Esteban y el apoyo prestado por Sala-manca . Y si ellos quieren recobrar el aplomo cíentfficoque en este asunto han perdido, les es preciso determí-narse á componer una historía fundada en documentosoriginales exenta de todo linaje de suposiciones gratuí-tas, conforme á las instituciones y costumbres contempo-

eas ; una Mstoría, en fin, que se acerque ó, ya que noes posible seguírla en todas sus partes, que no contradígaen ninguno de sus pormenores á la verdad de los hechos,á la verdad histórica .

»Y para que conste esta nuestra declaración de unamanera auténtica y original, antes de volver

ala tumba

dejarnos esta reseña de la sesión celebrada en la celda delP . Deza, donde muchos de los aquí presentes tuimos lahonra de hablar con Colón, Irmada de todos los concu-rrentes ; y en vez de sello, que no tenemos á mano, lohacemos con caracteres ininteligibles é inimitables por lamano de ningún mortal, incapaz, por tanto, de falsificar-los.=Siguen las firmas .=D . . .» Unícamente la primera seentiende ser Deza ; las demás son completamente íninte-ligíbles.

Sea el que quiera el valor crítico que se conceda á lamísteríosa sebón , cuya copia fiel ve hoy la luz por la vezprimera, merece por lo menos tanto crédíto como el extracto que, según RoseHy, se ázo de las conferencias dosatos después y apresuradamente . Y aun sí se compara-

parcíalmente los razonamientos de los Doresucítados con los que se atribuyen á los Doctorescarne y hueso , todas las ventaj as están. de parte C -~ los

ímeros~ A.1 rmenos tstos no aducen testinionio E - - 11

Mal A 13 ses% -y confirrzaci6n nie su folio .

que pueda ser contestado ; no se separan de las leyes dela. exégesis, -ni de la lógica, ni contrarían el dictamenbuen sentido ; no se muestran ajenos á las ideas, se-nú-mientos, costumbres de la época¡ ni saltan por encima delos estatutos, prácticas y dignidad de la Escuela, Todoshablan con discreción, con imparcíalidad , con plenocono -cimiento del asunto, sin lanzarse por el golfo arriesgadode las conjeturas, con la discreción y comedimiento de!verdadero sabio, con la seguridad del que no teme que ledesmientan.

El discurso de Deza, sobre todo, es tan sólido, aina-,do y luminoso, que, al mismo tiempo que echa por tierratodas las fabricaciones imaginarias , desvanece todas lasinjurias inmotivadas, y desata los nudos de todas lasdudas y contradicciones, derramando una luz viva sobrelos pasos difíciles del Marino y violentas sítuacíones has-ta hoy sin salida ni punto de entrada. Sin disputar, pues,á los historiadores su talento y erudición, y el méritoHterarío de sus narraciones ; en vista de la divergenciade sus opiniones, y merced sobre todo á las deciaracío~nes y razonamientos emiúdos en la sesión misteriosa dela celda, surgen dudas iundadas de que los historiado-res, al seguir los pasos del Genio, se pierden en el labe-rinto de la ficción, y que, en vez de darnos una historiaauténtica de Colón en Castilla, sin sabe .,r, y sin quererloellos mismos, han arreglado tan sólo una novela . Y no esque Colón no haya pasado por los puntos que nítratado con los personajes que introducen en la escena .,ni sufrido los desaires y contradicciones de que se quejan,ni obtenido el apoyo de los hombres que nos ofrecencomo sus protectores . No es que la narración, en fin, noenvuelva un fondo de verdad, y que los documentos adu-cidos carezcan de autenticidad y de certidumbre . En laFabiola del cardenal Wísseman, Santa Inés, San Sebtíán, Díocleciano y las Catacumbas, son personeajeslugares rigurosamente históricos, y, sin embargo, el dís-curso de Syra, el parentesco de Fabiola con Santa inés,la amistad de San Sebastián con Fabiola, y toredo dramático de la narración, suman en conjunto unanovela histórica, Pues una cosa semejante acontece en,

colo -,r.nbinos .

Mirada á la fúnebre luz de íos resucitados Doctores yá la crítica del caos de sus contradicciones, Deza, Men-doza, Pérez, San Esteban y la Rábida, son lugares y per-sonajes hístórícos ; pero la urdímbre con que les mez-clan y entretejen, es toda invención de los historiadores .Aunque según el plan antes trazado sería en su segundaparte como en la primera curiosa y entretenida, el dis-curso de Deza, anticipándose á indicar la verdadera so-lucíón del problema, Mendo una salida racional y ve-rosímil al laberínto, ha privado del interés de la novedadla continuación de la novela colombina. En su vista,menester es dar otro Oro á la cuestión, menos íntere-sante para los curiosos pero más provechoso para lahistoria .

No se trata ya de seguir describiendo ese torbellí-no de personajes y de sucesos que en revuelta corrien-te fluye de la pluma de los colombinos, Lo que ahoraimporta es señalar el origen, descubrir sus causas ; en-derezar, en En, los pasos del Genio, de manera que cadacosa vuelva á su lugar y cada persona ocupe su puesto .Aunque la empresa está erizada de dificultades, queno han superado cuatro siglos de ínvesUgacíones ; envista de las declaraciones de testigos presenciales, y conel autorizado parecer de Deza, es posible, aunque cos-toso, llevarla á cabo, si no en todos sus detalles y porme-nores, al menos substancíalmente y en su interesantedesenlace . Toda la dificultad estriba en encoBrar unnúcleo en torno del cual giren los sucesos, una antorchaá cuya luz se vean en su figura natural los personajes,

punto de reunión, un ¿entro adonde converjan laspersonas y las cosas . Y como esa base, ese centro, esaTave nos le ha señalado Deza, con tan autorizado mentor y excepcional testigo bien podremos recorrer esossenderos misteriosos, en la esperanza de salir incóal menos de los grandes atolladeros, y sin temor de per-dernos en el dificultoso camíno .

El plan de este ensayo de recomposícide Colón en Castilla debe reducirse, pues, á tres puntos :Primero : á mostrar el origen, causas é historia `conásíón colomána . Segundo , á establecer lascríticas v exezéticas aue se deben observar en .,

Parip, L-Cap . VII.

Fínal de la sesióny confir,

ínterpretación de los documentos. Tercero :ansayo, aunqueAnido y receloso, de ura nueva

historia de Colón en Castílla, que será aume-,- .ado Órectíficado por nuevos datos, 6 por una más

ynada combinacíón . En este trabajo no vamos á ser nos-otros los que hablamos, ni ha de ser nuestro el criteriocon que se juzguen los textos y los sucesos ; han de serlos lectores los que acierten 6 se engañen por sí Asmos.A nosotros sólo nos toca ckarlos literalmente, sin. pre-tensiones de que prevalezca nuestro débil y falaz juicio.eseamos conocer la verdadera hístoría del Héroe ; sí

otro más diestro 6 más abrunado nos corrige, no seofenderá en nada nuestro amor propio : seremos los prí-meros en rendir homenaje á la verdad que buscamos, yrespeto al escrítor que nos aventaje .

as de lo, úsariud y calsión iritroducída en este periodo de la Vidadel Genío, y medios de desvar-eccerlas d .

,k hístoría del Genio, principalmente cuando nose da á luz por Uados*y sucesivamente, sino quese revela de repente al mundo por medio deuna prueba , de cuyo éxíto estál pendiente su

fán--- C ~ -'Iu§p ó de vidente ; la historia de un genio de estaclase, naturalmente se divide en dos períodos, siempreconsta de dos páginas, que forman entre sí un notablecontraste, En la primera, desconocido ó desdefiado, ape -nas si consígue llamar la atención de un mundo que, nocomprenlendo su grandeza, le trata con desdén ; y síalguna vez, salíéndole al paso, se digna fijar en él su mira-da, es para compadecerse de é.1, burlarle y escarnecerle .

itado como un fluso ó un delirante, sólo merece el ol-osprecio : sus acciones, aun las más heroí-

cas, porque consisten en las virtudes más difíciles á lahumana Haqueza, que son la abnegación y la constancia,pasan todas desapercibídas para una h,ístoría que sólo se

de lo ruídoso y de lo brillante . Son sólo arroyuelosva formando el río : son sólo incidentes en ese

E DESCONOCIDO PRIMERO Y OLVIDADO DESPUÉS,ANTE LA GRANDEZA DEL DESCUBRWENTO

CA 1TUL ERO

esas palabras al título porque me parece cle ambas cosas y que la tercera se ocupa

la,,ecoi-,-,-historia .

80

Parte II.-Cap . 1.

drama anónimo que se llama la vida humana. El Genio,el Héroe , el hombre grande, en ese estado no es más queun ser vulgar y el más ignorado, y el más escarnecidode los hombres . Pero llega un día solemne en que la luzescondida á los ojos de la muchedumbre brilla de repen-te con vivo resplandor que la deslumbra, convirtiéndoseel sueño del delirante en un mundo real, y entonces cam-bía también de repente de decoración la escena. Losdesaires se convierten en asombro, el menospreciorespeto, la obscuridad en brillo, y el universal desdén eobjeto preferente de la atención públíca. El que antes vi-vía abrumado bajo el anatema, aparece ahora rodeadode homenajes y de gloria . El que antes pasaba desaper-cíbído en los arranques má~ sublimes de un corazón ge-neroso y de una mente robusta, es observado ahora enlos más ínsignificantes detalles de su vida, en todas suspalabras, en sus miradas y aun en sus gestos .

Ya nadie se acuerda de los ultrajes, desaires y contradicciones pasadas, que, fugitivos y desapercibidos, no handejado rastro alguno en la dístraida memoria de los hom-bres . Cuando más, se conserva la confusión del remordi-miento en los enemigos, y la satisfacción del apoyo enlos amigos y protectores . Pero estos recuerdos están re-servados en el corazón, 6 se desahogan en el seno 'de laconfi.anza y de la arnistad : -no trascienden á la escenapública de la hístoria . Y aun estas reminiscencias gratas6 dolorosas son aisladas é inconexas entre sí ; como queestán divididas por el tiempo 6 por el espacio, Sólo el ge-nio inísmo, que en la esfera exterior de la vida les sirvióde lazo, como en el arehívo secreto de la conciencía lesguarda en fiel depósito, p el que pudiera enlazarles en-tre sí, y trazar ante la Historia el cuadro completo de suvida pasada, colocando cada una de las figu-ras en suverdadero lugar Y cada rasgó 6 incidente en su respecti-

puesto .A estas consideraciones generales de la vida humana

hay que añadir otras especiales, que se reunieron en lamisteriosa de Colón en Castilla . Faltaban á la sazón esosmedios rápidos y generales de comubcacíón, que hoyhacen al mundo entero sabedor de los s- enrifican en todas partes . Además, la gra,--

címíento eclipsa de tal manera la persona del Héroe, quede la primera sorpresa absorbe la atencíón ge-

do descubierto ; y sí se fija en la persona deldescubridor, es con relación á la importancia de su obra .Sólo se piensa en la conquista, en el lucro, en el anuncioy descubríCento de nuevos países . Tras de éstas vienenotras circunstancias que deben tenerse en cuenta. Le-vántanse por todas partes contra el Almirante la enví-día, la emulación, la maledícencía y aun la calumnia ; esdesconocida su autoridad, rebajado su mérito, traídocon cadenas, desatendido en sus'pretensiones, y aun á lamuerte de su gran protectora, la Reina, abandonado detodos, muerto en la pobreza y sepultado en el abandono .Y mientras al sucesor se le disputan los títulos y rentasque se habían estipulado en las capitulaciones, y se veobligado á sostener un pleito contra la Corona, la ímpre-síón que habfa producido un descubrimiento cuyas ven-tajas materiales eran problemáticas va decayendo en laopinión .

Jizgado con el mezquino criterio del presente, el des-cubrimiento no se veía á la sazón en toda la magnitud ytrascendencia que había de revelar el porvenir . Surgíannuevos sucesos y se levantaban nuevos héroes, que, ab~sorbiendo 1& atención del mundo, y de los españoles sin-gularmente, hacían olvidar el mérito del descubriCentoy del Genio que le concibió . Mientras Vasco de Gamadoblaba el cabo de las Urmentas y descubría á Mozam-bíque, y las armas portuguesas sometian á Madagascary conquistaban á Goa, Ponce de León llegaba hasta laFlorída ; Núftez de Balboa tomaba posesión de! mar delSur ; Yáfiez PínzOn atravesaba la línea ; Diego Velázquezenviaba una expedicíón desde la isla de Cuba á Méjíco ;Hernán Cortés conquistaba con quinientos hombres elimperio de Moctezuma, y Magallanes abría en los maresel camino que completa Sebastián el Cano dando vueltaá toda la tierra . ¿Quién piensa ya entonces en CristóbalColón? ¿Quién se pára á averiguar si en su período depretendiente en Castílla estuvo en éste 6 en el otro pun-to, si se reladonó con éstas 6 las otras personas, sí tuv,_,,,por protectores á estos personajes, y á los otros por ad-

íos? Sobre todo, ¿quién se toma el. cuidado de tejer7

&oe desconocido Primero y olvidado despu~s .

Ile 11 -Cop . 1.

la vasta y delicada trama de una vida tan'azarosa, y com-pHeada, ni de discernir esas inilluencias secretw, que seocultan blo el velo de la modestia, y que, sisuelen ser las más decísívas en todos los grandes aconcimientos?

Cuando se principia á escribir un suceso que cuatrosiglos de investigaciones no han agotado, ni esclarecidosíquiera, ni había ya curiosidad., ni medíaba ya interés,ni quedaban. apenas en la, memoria rastros de su vida,oculta . Los historiadores todos se ocupan con preferen-cia de]. descubrimiento, tocando ligera, incidental y con-fusamente sus causas y la vida oculta del Héroe . Nadiese cuida de seguirle en todos sus pasos de pretendiente,que se han borrado de la memoria; sólo han quedado flo-tantes en la común opinión algunas de las circunstandasmás notables y el nombre de algunos personajes que ín-tervinieron en el asunto, pero sin pleno y detallado cono-cimiento de la parte que á cada uno cupo . La clave detoda esa vasta y complicada trama, el secreto resorte detodos sus movi"entos, se escapa á la diligencia de loscontemporáneos, y sólo en alZunas frases deslizadas dela pluma del Marino pudiera encontrarse la luz que es-clareciera todo ese obscuro período . Pero esas preciosaspalabras eran á la sazón un secreto de la corresponden-da privada 6 de comunicaciones á los Reyes, que esta-ban guardadas en los archivos de la diplomada 6 de laamistad con la llave de un riguroso secreto. He aquí elel origen de la obscuridad : principia en la misma fuente ;no es extraño que Ihayan corrído turbías las aguas'por elrío de la historía colombína. Tzan cierto es el juicío y tanexacas las observaciones que acabamos de emitir, queno hay más que abrir la historia del descubrMento para

súalrse de cHo.Pedro Mártir, que viene á, España el año 1 48 7, acom-

pafla siempre á la Corte ve c', Colón muchas veces y mue-re en 15 9-6 ; en toda su numerosa correspondencia rio ha-

su paisano sino desde el rnomento de su presen-tación en Barcelona, Y si en las Décadas se reficre alAlmírante, es para defenderle de las calumnias de queera ol~~jeto . Los síete años de pretendiente no ofredan íterés á, la pluírna del lkerato italia -no, Andrés Berná

El béroe descortoc,~,'¿Yo Prinigro y olvida-lo después .

el célbre cura de '11os Palacios, cronista de los Reyes Ca-tólicos, capellán del arzobispo de Sevilla Fr . Díego deDeza, que tuvo la honra de hospedar á Colón en su casay á quien debemos el texto original y casi íntegro de larelación que hizo el Almirante de su prímqr descubrí-miento, al ocuparse de la venida del Marino á Castillamaza el perfodo en tan breves rasgos que apenas puedesacarse de la narración un hecho concreto, con la cir--cunstancia de equivocar la fecha de la salida de Palos,-que dilata hasta Septiembre . González Oviedo, en el año1490 : Seyendo de doce aiYos, Page mochachofué llevadoa la corte de los Reyes Católicos, é conienza d conocer dlos príncípales varones de Españía, como dice el mismoal fin del corriente sobre la estancia .22 de la quíncuagena3 Y, sin embargo, en su historia de las In días sólo hacereferencia de algunas circunstancias, como el ser desprc-dado por llebar la capa ralda, y el generoso hospedaje encasa de Medinacelí, atribuyendo en las quíncuagenastodo el mérito de haber sido introducido con los Reyes alinflujo del cardenal Mendoza. Y como los tres mencio-nados autores son los únicos orígenes de las historíascontemporáneas que sobre la estancia de Colón en Cas-tIlla han llegado hasta nosotros, puede coleg-irse fácil-mente la escasez de materiales y la debilidad del cirníentocon que se ha pretendido levantar el majestuoso edificio .Y decirnos el origen y la fuente de la historia colom-a, porque sí bien Gomara, en el prólogo de su Bisto-

ría general de las -Ndias y del Nuevo dada á luzel aRO 15 5 p habla de la persona del Almirante, nadaadelanta en este punto sobre los autores que le prece-dieron, sino en ser el primero en Hamar al guardián dela Rábida Fr . Juan Drez de Marchena, Y no menciona-mos á Ramusío, el docto colector de viajes y comentadorde las tres primeras décadas de Pedro Mártir, porque síden se ocupa a! principio de la persona del Almírante yde las negociaciones preySs al descuibriinícnto,,-ciada diceque no se encuentre en el libro posterior de Ulloa. Pasa-mos en sílencio la Ustoría1taliana del Nuevo Afundo,Benzoni, porque está tan poco enterado de nuestro'Lo que no sabe síquiera dónde está Granada,notado Navarrete en el prólogo de su,

8 4 Pr,rfe if.-Cop . 1.

Y con gran sentimiento concluímos esta reseña dicien-do que ni en las legos 6 elogios de varones ilustres deindias del poeta Juan Castellanos, ni en los historiadores,de España del síg1o XVI, se encuentra apenas algún ras-go con que ilustrar nuestro asunto .'Un libro, sín embar-go, podía llenar los vacios que, por no cuadrar al objete-de sus obras, dejaron los autores citados . Este precioso lí -bro es la -vida de Cristóbal Colón escrita por el salmtino Ferrán Pérez de Olíva . Nada podría objetarse- á- su,testimonio . Era tan ilustrado como lo demuestran sus.obras : era amigo y paisano de D . Fernando, por cuyosruegos quizá escribió la vida y hazafias del Almírante. : de-Vita et gestis Colombi . Tenía á, su disposición los escri-tos originales de Colón, noticias auténticas referídas porel mís-mo hilo segundo, posibilidad de aumentarlas contestigos de vista ó inmediatos . Pudo además informarse .muy á fondo de todo lo ocurrido en Salamanca, en cuyaescuel .a fu E~ maestro de Fílosofl'a moral y Rector . Su obra,en án, llevaba la sancíón de D . Fernando, que si no reci-:bió el autógrab de sus projas manos, como la traduccióndel An§cteón, de la que dice ~< es en 4 ~' y diómela el 0 s-mo autor en Sevilla á 27 de Noviembre de 1525 » , por 10,menos fué registrada en el indíce por el mismo fundador-de la Colombina, puesto que en el _Registrum B se lee :,17erdinandi Pérez de Oliva . -Tra.ctat2,ís . . . de vita et - g-es -tis� Colóri . ., etc .

Pero ese tesoro, esa fuente pura, ese primer ensayo ,de una, historia del Genio, no ha dejado rastro alguno . .No está citada por ni -ng-án eseritor ; sólo consta su exístencia por los índices de la Biblioteca Colombína . Y alñn, si ya que la producdón de Oliva hubiera desapare~cido se conservara al menos la que corrió con el nom-bre de D . Urnando , seda menos sensible la pérdida de,la obra debida á la plurna del sabio salmantíno,

No sabemos si 12, célebre

-Vida del AIP7,ziiazite es e.o Hactatus atribuído al hijo de Doña Beatriz

haberse encontrado en su biblioteca, 6 si sería un co~r .nentario 6 adicíón al líbro de Olíva, 6 una historía ori-

Véne el Ebro un Fernardo QI¿;' ¡lisioriador de su1871 .

EWe "onwhic Pringeroy olvidadodespu

gínal escrita por el hijo de¡ Almírante . Como si presidierauna espede de fatalídad sobre la vida de Colón- en Casti-Ea, esa obra, que á todas luces estuvo en manos del do-.míníco Las Casas, arrastró una existencia tan secreta ymisteriosa, que no ha sido conocida ni citada por níngúnotro historiador del siglo XVI, incluso su bibliotecario ycomensal Vasco, inclusos sus amigos y contemporáneos,Floríán de Ocampo, jerónimo de Zurita, Ortiz de Züffl-,,ga, Gínés de Sepúlveda y otros varios . Sólo despOs detreinta y dos años de la muerte de D . Fernando, y casiun siglo posteríor á los sucesos, aparece en Venecía, en

fÍO 1571, una traducción al italíano de la Vída de! Al-mira.j

nie, hecha por Alfonso de UHoa en vista ; según dice,del original llevado de España, que en seguída se da porcompletamente perdido . Y á pesar de las f1ndadas sos-pechas de interpolación que ínfunde en el ánimo máscandoroso, nadie desconta de la íntegridad de un textoque se oculta 6 se pierde verdaderamente, y cuya fielexpresión sólo depende de la honradez del traductor . Yá pesar de tantos nnotívos de recelo, la versión italianaes recibida por el mundo científico como la expresíÓn ge-

de los sentirrientos de D . Fernando . Si á esto se.agrega que _, untonio Herrera, nombrado por Felipe H enel año 1596 cronista mayor de las Indias, al ocuparse dela vida de Colón en Castilla sigue paso á paso, y aun,copiando algunas veces las palabras mismas de Ulloa, yano se suscita en adelante duda ni sospecha alguna acercade la autenticidad e íntegridad de la obra . En la Vída delAlUyante, escrita por D. Fernando y traducida al itala-no por el espai-iol UHoa, queda redactada definitivamentela historia y formulada para siempre la opínión de! mun-do acerca de la venida de Colón á Castílla . Desde enton-

¡e se ocupa rnás de! asunto,

nadie se hubie-ra. atrevido á disputar a! hijo del Almúrante su oficio decronista de su propio padre, ni á Herrera, el gran hístoriador de las indias, su puesto oficial de cronísta del des-cubriWento .

-os vacfos, la confusíón, el embrollo y la mentiraoficiali-nente autorízados ., y nínguno osará levantar elue cubz e la verdad de los hechos . Salen á luz escrí-Últíples y de varios géneroi acerca del descubrí~

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Parle If.--Cop . L

miento y conquista de las Indias. Como Ercílla habíaversiEcado con su diecíón fácil y su fluida palabra la delArauco, y Solís arregla su hístoría clásica de la NuevaEspaña, el dominíco Garcia escríbe sobre el orígen de los,índios el franciscano Torquemada su ~Voizarguía india-na', el jurísta salmantino Solórzano su de Iure et Guber-natíone Indiaruin, el gran marino Cladera sus profundas,investígaciones sobre los descubriCentos de los españo-les en el mar Océano . En fin, y por no molestar más la,atención de los lectores, era tan crecído el número deproducciones que habían visto la luz en el afío i627, que-el salmantino D. Antonio de León creyó hacer un serví-cío á la historia componiendo un largo índice de todoslos Hbros que sobre el descubrimiento se habían publica-do en el espacio de siglo y medio : el título de esta obra esEpítonie de la Bíblioteca oriental y occidental, náutíca,y geo,-Ya:fica (donde incluye multitud de obras), recni-das con díligente solicitud yjunadas con sana crítica .,ues bien : en todas ellas se Ara 6 descubrimiento en.

alguno de sus detalles, ó por alguno de sus variados as-pectos ; de todo se trata menos de la persona del descu-brídor, cuya historia esaba ya, ó al menos se suponía, for-mada defínitívamente en la generalizada traducción deUlloa . Así corrieron las cosas hasta fines del pasado siglo .Aro Censas que la Vida del Alindrante, coiÍsignada

en rasgos vagos é_ incompletos, 6 falsificada por la men-tira, se transmitía por el canal manchado de la vaguedad6 de la llsíficación, un manso arroyo de cristalinas noti

'-

cías se deslizaba suavemente al través de los úempos ypor el cauce de una tradicíón autorizada . Sí la vida delGenio en Castilla no está condenada á perpetua confu-síón, á permanecer en el misterio siempre, por sólo este-conducto ha de venir la limpieza y claridad de las notí-cias . Este punto luMnoso es el episodio de la venida á.Salam.anca, insinuado por el mismo Marino, confirmado

Las Casas y trarsmítido, por tanto, desde la mismaúente por una tradición no alterada ni Herrumpidahasta nuestros días .

1

De la cual lee Rem"d : «Persona que alcanzó tanto de la 1 -- mía,~indiana , como lo manifestó en los tres tornos que de ella escY

- '

'~veínte y dos años contínuos.» ?ág. 748 .

CONFIRMASE EL ANTERIOR MEDIANTE EL EXAMEN DE VARIOSAUTORES

omo éste es el punto principal de la cuesbión, el nú-cleo en torno de! cual se han de ordenar todos los

sucesos, el hilo conductor que nos saque del laberinto,nos detendremos á establecerle sólidamente . Para lo cualdebemos notar, en primer término, que . estando San.Esteban relacionado durante ágio y medio con la fa-mília de Colón por medio de la del duque de Alba ; conAmérica por medio de sus rnisíoneros ; con la corte del'Emperador y de los Reyes de Espafila por los confeso-res de la Corona, y con Roma, con el concilio de Trentoy con la Orden dominicana en general, esto es, porsus Cardenales, por sus teólogos, por ser la casa másilustre, 6, como se decÍa, por ser media Orden de Predíca-dores, el generoso hospedaje de Colón en el convento noha podido ser intentado, ni adulterado, sin hacer cómplí-ce en A engaño casi á todo el universo católico .

En rígor, el suceso no ha sido consígnado en sus deta-llas haba el año "19 por Ramesal, y en r 6 3 9 por Pizarro,y el primero habla de él íncidentalmente con motivo de

a mísi0n á Nueva España, y el, segundo al trazar, entreotros varones ilustres, la vida del Almirante . Esto pruebaque los frailes de Sa-a Esteban no hacían alarde de unsuceso que juzgaban natural y ordinario, que no busca-ban glorias para una Casa que llenaba al mundo con sufama . Pero que Remesal refirló un suceso conocido enambos hemísTrios candorosamente y sin temor de serAsmenúdo, es indudable . Colón había dicho ya en unacarta, á D . Diego que Dez.a había mirado por su honradesde que entró en Ustílla . Las Casas víó'otra cartadel Almirante á los Reyes en que decía que los Reyes

CAPITULO H

Parle 11 . - Cap. 11 .

Católicos debían las Indias al Maestro Deza y al conven-to de San Estebam El ilustrísimo Acuña, en el informeque íntítula « Santo Da0ngo en el Perú », había clado(THO 25) las palabras conservadas en la historia de LasCasas ; y, finalmente, Pa.dilla, en su historia de Méjicó,había dicho que había ordenado la divina ProVidencíaque el convento de San Esteban fuese como una esferade luz, ó un cielo estrellado, que no sólo alumbrase .1Upañn Ino que diese vuelta á todo el mundo (10 1, -ca-ítulo xxxv). El hecho estaba consignado de una manerap,

auténtica y original ; faltaban sólo los detalles, que si nohubo interés U ocasión ó curiosidad de explicar, no pore,3o fueron ni pudieron ser alterados cuando todavía seconservaba la tradición viva, y había tantos testigos paradesmentir la falsificación 0 el invento .

Remesa!, educado en San Esteban, alcanzó al célebreBáñez, d quíen todos conocímos, dice : « Así como Báñezconocfa, la tradición de la Casa, alcanzando á su vez á loscontemporáneos de Col(, n, Remesal estuvo en comunica-Tón con los religiosos, que durante un siglo habían idodesde San Esteban á diversos puntos de América con elfin. d e evangelizar á los indios, y sólo se determinó á es-

ir la historia de Chiapa y de Guatemala después deregistrados todos sus archivos y consultadas sobre todolas tradiciones, que, como decía Padilla, era el verdaderoarchívo que conservaba la historia de la conquista y evan-geli7 ación de América. Por otra parte, desde que en el

0 1490 profesa en" San Esteban Fr . Vicente de Toledo ~,de la familia del duque de Alba, durarne un siglo nuncafalta enel convento -un religioso de este apellido ilustre .espués deFr. Vicente viene Fr. Juan deToledo, el funda-

dor de la iglesia, el Cardenal que juzgó y aprobó los ejer-cídos de San Ignacío y salvó á Roma de un nuevo saqueo .Y después de él Fr . Antonio, hermano de Do5a María -

de Toledo, mujer de D . Diego, virrána & las Indás, queen la gran expedición de dominícos á las Amérícas, en ela!0 1544, va con el célebre Las Casas en compaftía de losrelijosos junto con su herm, ano Fr. Antonio 1 .

MORA, Hístoría

del Convento, tomo ii,--cap . xxiii .RrmEsu, líb . iv, c2p . IH, Pág . 224 de la obra citada .

,

Con Rom?, sostiene comunIcaciones contínuas San Es-teban . Poco antes del descubrimiento, Inocencio VIII, pormedio del Cardenal de la Orden, concede á la Casa prí-vilegios y mercedes cuales no se otorgaran á níngún otroconvento . Nombrando después la Silla Apostólica Carde-nal al ilustre hijo del duque de Alba, Fr . Juan de Toledo,por teólogo del concilio de Trento á Pedro de Soto, yconcurriendo al mismo Concilio los Canos, los Chaves,jos Sotos, los Gallos, difundíase en el centro del Cristia-nismo el hecho del hospedaje de Colón en San Esteban .

abíe ndo salido, finalmente, de la Casa Pedro Sotopara confesor del Emperador, Melchor Cano de su her-mana María, y Chaves de Felipe 11, y habiéndose veríficado el Capítulo general de la Orden en San Esteban, enel año , 5 s i al 5 2, en tieMPO y con asistencia del generalRomeo, compréndese fácilmente que el mundo cristianotodo entero era dueño de los secretos de la Casa, y que,según las reglas más vulgares de la crítica, era imposiblela invención 6 adulteración de un biecho cuya noticia sedifundíera por todas partes . Cuando, pues, el P. Remesal,hijo de San Esteban, misionero en América, viene á Es-paña con su historia de Guatemala, el testimonio del his-toriador dominico es el eco de ambos hem. ísferios con to-das las señales de autenticidad . La obra, con efecto, espresentada al convento de San Pablo, de Sevilla, dondeestuvo por algunos años la Biblioteca Colombina, y seconservaba viva la tradición de D . Fernando, que se lalega en un caso dado, y de Dofia María de Toledo, que sela concede en custodia durante su víaje á la Española, ylos censores dicen en su informe que todo está sacado depapeles auténticos (Pág . 7 5o) . Además, antes de publicar-

odavía revisada en San Esteban por Sotomayor,Aragón y Escobar, que, alaban su cuidado en averiguarlas verdades con la puntualidad que pide la historia (íb .) .Revestida, pues, la hístoria de Remesal de todas estas

andas en la venida de Colón á Salamanca, es eleco de la opinión general de la Orden y de ambos herrás-feríos, y, por tanto, su narrací6n lleva el sello de la au-tentlidad que se puede exigir á todo hecho histórico .

Vie-ne á confirmar estas observaciones el testímonío,ando Pizarro y Orellana, caballero del hábito,

rmase el anteríor ii2e,gía~ife el exa7nen de v

de Santiago . Había sido colegíal en el Mayor de Cuenca,cuya librería era notable entre las más ricas de Salaman-ea, y catedrático de la Universidad durante catorce a-ftos .,Subió desde la cátedra á la, plaza de Consejero de las,órdenes ; dé luego promovido al Supremo Consejo deCastiRa . Cuando, pues, en el año 16 3 9 publica su obra deLos varones flustres del _¡Vuevo Alundo, llena de noticias

raras como verídicas, y de consideraciones tan atína-das como profundas, y en la biografía de Colón ínsertael pasaje que ya hemos citado, y volveremos á comentaroportunamente ; si por proceder de Salamanca debí0 es-tar bien informado del asunto, en su calidad de Conse-jero de la Corona nunca se atreviera á lanzar á la publi-cidad un hecho que pudiera ser desmentido.A este razonamiento crítico, fundado en hechos

todos pueden comprobar y ninguno osará desmentirsólo se puede objetar un argumento, que vemos ya surgir en el ánimo de los lectores . Sicndo auténticas la ve-nida de Colón á Salamanca, el hospedaje de San Esteban,el apoyo de los doUndos, y tan decisivo como se suponeel influjo de! convento en el descubrimiento del NuevoMundo, ¿cómo es que, entre esa multitud de escritores,que honraron la Escuela en el transcurso de siglo y me-dio, á ninguno le ocurrió mencionar el suceso hasta quevinieron Remesal y Pízarro á revelarle en sus pormeno-res y circunstancias más notables? No se dirá que ocul-tamos ó rehuímos la dificultad .

Para responder á ella príncipiaremos proporáendo,otras más graves, aun la que la historía debe dar respues-ta y solución . ¿ Y por qué nuestros ya citados hístoria~oresy cronistas del siglo XVI, y por qué el grave y clásicahistoriador Mariana dan tan poca importancia al descu-brimiento que sólo le incluyen como un incidente en la,historia patria? ¿Y por qué los mismos'c ronístas de In-dias, los contemporáneos de¡ gran suceso, dejan esos va-

s, incurren en esas equívocaciones, y pasan tan poralto las circunstancias de la persona para convertir toda.su atención á, los hombres y conquistas sucesivas? ¿Y porqué los amigos de D. Fernar -o, el mismo Pérez de Olíva,que ha escrito la primera y

-c - historia del Almíraial dírígirse á la ciudad de Córdoba en su bellísimo y pro-

Parle H.-Cap. 11 .

fiando discurso sobre la canalización del Guadalquivir, yel nuevo giro que llevaba recientemente el comercio, nose acuerda siquiera de Colón, que es el autor y la causa

do ese cambio de relaciones con=reíales? Induda-ente mediaron hondas causas para, que todos los es-

critores de la época, como si obedecieran 1. -tina sola voz,convengan en gu-ardar un misterioso silencio acerca delhombre de los tiempos modernos. Y estas causas proce-derán en parte de la timidez y falta de valor moral de loshombres, pero también pudieron oríginarlas el estadopoHúco de la nación y la marcha natural de las cosas .Pudo contribuir la envidia cortesana á malquistarle conlos Reyes. Pudo la emulación nacional, que vefa con dis-gusto la elevacíón de un extranjero sobre todos los con-temporáneos, contribuir CL que muriera en el abandonodespués de haberle cargado de cadenas . Pudo el temorde desagradar á una Corte, con quien pleiteaba la familiadel Héroe, moverles á guardar un silencio discretn ó ser-vil si se quíere . Pero -no recarguemos el cuadro de lasmiserias humanas, atribuyéndolo todo á mezquinas pa-síones, cuando hay otros motivos más altos y racionales,que expliquen los sucesos.

En reblar ni empequeñecer un ápice el mérito delHéroe que venimos ensalzando en toda la obra, decimos

la marcha natural de los sucesos es superior al hom-e, por grande que sea. Colón es el gran personaje de la

historia moderna, pero cuya grandeza no comprendO,él Asmo, y "ueho menos sus contemporáneos, Sometió,

y dio un mundo : prometió - riquezas, y no diómás que gastos : estipuló con los Reyes de Espafía, y elcondato era para todas las Naciones - su más ardientedeseo, el premio que buscaba, aunque tarí noble y gene-roso como era el rescate del Santo Sepulcro, transcendíalos límites del tiempo y de la humana flaqueza : era tem-poral y limitado á su vida, y Dios y la Historia le tenfanreservado otro premio mayor de lo que él se imz,.ginaba, .que era el ser glorioso en todas las generaciones . Consi-derada la cuestión bajo este punto de vista, río era todomezquindad é injusticia en la Corte de apa5a en la nega-ción de las capítulacíones, ni todo justicia en el p

o á la Corte por una ficimilia que no corresponTa a

ase e! aWerior rnedia;ik el examen de virks amWez

9t

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la grandeza del tronco ; que era ímpoteáte para sostenerel peso de las dignidades estípuladas ; que, sobre todola persona de D. Luis, el hijo de D. Díego y el nieto de

. Cristóbal, se había hecho-índígna de las condecoracío-nes que pretendia, y aun del apellído ilustre que llevaba .

Por otra parte, la figura histórica de un hombre quese habia limitado á trazar el camino, pero que dejaba aotros la tarea de utilizarle, debía caer en el olvido antelos nuevos héroes, ante las hazañas de un Magallanes, deun Cortés, de un Ojeda, de un Pizarro, ante la conquistade Méjico, del Perú, de Chile, ante la inmortal epopeyadel Arauco . Sí á este ruido de batallas, si á ese choquede intereses, sí á esa anda de riquezas y de gloria en elotro hemisferio se añade el gran suceso que llamaba laatención en Europa, el nacimiento del protestantismo y3I.a apostasía de algunas naciones, contra las cuales tuvie-ron que esgri"rse, al mismo tiempo que la espada dei,gran emperador Carlos V, los anatemas de los :Papas ydel concíHo de Trento, y las plumas de nuestros sabiossalmantinos, reunido todo ese conjunto de círcunstan-Tas entíéndese de algún modo el porqué nadie se vol-vió á ocupar de un hombre y de un suceso que estaba ya-descrito en su tiempo, aunque imperfectamente, pero quelos escritores de entonces, ni tenían interés en repetir, niles movía la curiosidad, á amplíarle,

Menester ha sido que transcurran tres siglos paraque, pasado el Micío de aquellos tiempos, combinadoslos datos particulares que aís13daniente y cada escrítoren su ramo, y para su objeto determinado, consignaron,y rehecha la historia moderna desde un punto de vistamás extenso, se viera la grandeza. del que la díó este nue-vo giro, y á cuyo impulso se deben todos los modernosadelantos . Sólo ahora, que se va restableciendo á su ver-dadero puesto en la historia la colosal figuira de Colón,es cuando se ha excitado la curiosidad y el interés poraveriguar hasta los más Unimos detalles, cuya imtancia no conocieron los contemporáneos . Sí á éstos scles puede echar en cara un silencio que procedía de mo-destia, y de no querer hacer alarde de una gloría para

equeña donde brillaban ofiras de actualídad,odo se puede deducir un argumento en contra

Porte If .-Cap,. 11 .

verdad de! suceso, de una omisión que reconoce'causas tan complexas y numerosas .

o a nuestro asunto, del que ros habíamosen una digrebón que no ha de ser del todo in-

oportuna, el hospedaje de Colón en, San Esteban y la de-císiva influencía del convento en la resolución de lana está al abrigo de toda sospecha . Substancíalmente elhecho está consíginado por el mismo Colón., confirmado,por Las Usas, recordado por Acufta y Padílla ; preciososanillos de una tradición que, atendidas las circunstancias,,no pudo fingirse ni aherarse . Remesal y Pizarro no ha-cen más que poner el sello de su testimonio al generalsentír, explicándole en sus detalles . Y desde entonces,hasta nuestros días, ya la cadena de la tradición, lejos de.cortarse, se transmite por una serie no interrumpida detestigos que se confirman y completan unos á otros. Noharemos más que indicarla .

Víenen, con efecto, después de los anteriores testigos,el P. Juan Meléndez en la Historía de la Província del-»rú (lib . 4 pág . 6) . El P. Fr. Antonio González en elMemorial que hizo del estado ele la Orden de Predicado-res al general Juan Bautista Marinis, célebre en los fas-tos dominicanos, y el mismo General en la circular dadaá la Orden con motivo de la canonización de Santa Rosa,de Bma, elevada al honor de los bienaventurados por laSanúdad de Clemente IX en 1668, y citada por el hísto-., iador del convento Mora (pruebas y apoyos del lib . iii~volumen n). En pos de éstos vienen Bremont, que fuédespués general de la Orden, en la nota 6 á la Bula Coe-lestís Mtenmilias, dada en Roma el i 2 de Abril de 1 6 71 ~citada también por Mora j`ibid) y efl tolosano Fr . Vicente

en su Apologético (lib . v, sec . xiv, par. in), de cu-y~-ts palabras hemos de Ocer uso, y el .13tilarío de la, or-den, en el tomo VI, Pár. 2,92, y Fontana en los No-72117nCHt0s dO,"I'Iíllícal'IOS, n"!M. 27, y ',_) . Salvador Rosellyen la Siííizafilosdfzca, en una larga nota sobre la redon-dez de la tierra, que inserta en el tomo iv, pág. 7(,, cíta9n~do á los dos anteriores . A éstos hay que aDadir documen-tos especiales del convento y de Salamanca . Es elmero el testimonío de las histo-.ias ínédítas de Sarab,an, escritas por el P. Juan de Araya y ell P. Barrio,

el anierior meffiante él exanzende varios au

Pin-te IL-Crzh. 11.

las cuales conserva un ejemplar el P. Manobel,primera tiene otro el Excnao . Sr . D . Aurelíano Fernández-Guerra . Es el segundo el ~Illemoríal dirigido por los Pa-res dominicos de San Esteban á la majestad,

pe V, de que ya tienen noticia los lectores, y del cual estáen mis manos un ejerriplar impreso en aquerubricado por los contemporáneos con todas las sefialesde la autenticidad . Es el tercero la historia manuscritade! P . Mora, ya citada, y de que hemos de hacer largouso . Es el cuarto la =toría de Salamanca, escritaD. Bernardo Dorado en vista de los preciosos manuscri-tos que todaja se conservaban en esta ciudad en el siglopasado. Y como Último anillo de esta gloriosa cadena, yúltimo destello de sabiduria de la Casa, está él 5 PascualSánchez, monstruo de erudición en este siglo tan super-ficial, pero que, por desgraria y por una excesiva mo-destia, llevó consigo al sepulcro . Todos convienen enañrmar el hecho, todos le rodean de circunstancias idén-ticas ; y sí hay alguna variedad, es en la adición de algúndetalle omitido por los demás, y que hemos de utilizaroportunamente para la aclaración de este ímportante pe-ríodo de la vid-a de nuestro Héroe .

Tenemos, pues, dos Ideas, dos canales, dos historiasde Colón. en Castilla . La una general, pero vaga é incom-jeta, y aun tergiversada y con5ndida en su giro y ensus detalles . La otra limitada á un hecho concreto, peroautér tíco desde su origen, y aclarado sucesivamente ensus pormenores . El encuentro de las dos en un puntodebió y si no dar la única clave para la intelige -ncia, porlo menos derraMar clarísima luz para desvanecer laconfusíón de este período importante . Por desgracia nosucedió asf : como al principio los cronistas, así ahora loshistoriadores se cegaron en el foco mismo de la Duz, o

dos, sin duda, por sus vivos resplandores . Veamosc6mo .

Había corrido por espacio de dos siglos la traducde Ulloa, autorizada por Herrera, sin tropíezo ni altera-cien, como la verdadera historia del Almirante . Al mis-mo tiempo corría ta -mbién la Junta de cosmógrafós, pre-sidida por el prior del Prado, como el Úníco tribunaldonde se fallara la gran cuestión de los tiempos moder-

nz os , sin que nadie se acordara de hacer á Salamanca so-lidar~*, -~ de la célebre condenatoria sentencia . Pero llegala énncade los llamados espíritus f`untes, que, Hamándosesí

si os los regeneradores del mundo , osan citar a1 t Munal. de su, razón á Dios, á la Religión, á la socíe-

dad, ála Cíencía y á la Historia, proporfléndose nada me-nos que rehacer la Historia conforme á las nuevas, idque se han . farmado acerca de la Religión, de la socíe-dad y de la Ciencia . Y claro es que no se había de exímírde, la regla general el gran acontecimiento de la redondezde! globo y de la civilización extendida por toda la fazde la tierra . Colón iba á salir de¡ olvído y de la obscuri-dad en que yacía por espacio de algunos siglos .

Se va á escribir la historia filosófica del descubrí-ente . Al revolver libros antiguos para amoldarlos á labrícación de las nuevas ideas, se encuentra la erudi-

cíón moderna, por una parte, con una Iiistoria de Colónen Castílla ya formada, pero incompleta ; y por otra, conlos detalles que les suministra Remesa!, ó Pizarro, 6cualquiera de los autores, cuya lista acaban de ver nues-tros lectores . Esto basta para los sapientísímos reforma-dores de la HistoHa, como lo pretendían ser de la Cienciay de la Religión : confundiendo el episodio con el drama,discurríeron del modo siguiente, aunque no en la formadel silogismo que por más claridad vamos á emplicar,si bien- su refinada cultura lo Vcprobaba como una anti-gualla . Pero, al fin, como sin querer ni pretenderlo losrefórmadores confeccionaron substancialmente un silo-,Yisl,rg

-o, no les hacemos injuria presentando en. forma surazonamiento . Es como sigue . Según la Vida del Aliní-rante, el proyecto de Colón fué sometido á una junta decosmógrafós, que le declaró quim.5ríco e', e

-- imposible ; esasf que ., según el texto de los dominícos, Colón tuvo con-feren,cías en Salamanca en que, sí algunos Maestros leimpugnaron al principio, fueron después reducidos á suopiníon por el esfuerzo de los religiosos, luego. . . la con-sc-cuenciac, n térnninos escolásticos debíera ser ésta.: luegola junta de cosmógrafós- de la Corte y las conferenicías deSan Esteban no tienen entre .;f el más mínímo punto decontacto . -Pero, como los protestantes del siglo XVII, 1

XVII y los Tosofástros elel sig7, 1o pasadoesC6

�i i el

nzed.a~zte el exai

principian por supríCr las leyes del silogismo, la conse-cuencia fué esta otra : luego la junta del prior del Prado-

discusión de San Esteban son una misma cosa, un,solo acontecimiento histórico,

El pasado siglo se limító á este primer y esencial des-cubrírníento . Y tenía muy bastante para llenar su objeto,que era empequeñecer y manchar la honra de una Escuela emínenternente católica, que tan sabía y oportuna-mente había combatido al protestantisma Pero, en ñn, se--limitó á. insinuar la idea, dejando al siglo XIX toda lagloria de ulteriores descubrimientos . Y ciertamente que,en materia de lógica, no desmerecen los discípulos de los.maestros . Los sucesores de la Enciclopedia, bien que á.pesar suyo, vuelven al silogismo, aunque reforzado connuevos datos y embellecido con una erudición porten-tosa . Hele aquí. La junta del príor del Prado y las con-ferencías de Salamanca son un mismo é idéntico hecho,según la pre0sa que nos ha legado el siglo de la Filoso-fía ; es así que en nuestras investigaciones históricas he-mos hallado que la Corte de los Reyes Católicos invernó-en Salarnanca desde En de Noviembre de 1486 á 26 deEnero del 1857 . . . luego� ; nos mostramosllenos de crudí-ción asignando esa dcha á las conTrencias y dandoocasión al mundo á que asome más de una sonrísa dsus labíos d expensas de la Universidad católíca deSalanzanca,

Parte 11.-Cap. 11 .

he aquí también la historia de la hístoría de loscolombinos. Quién sea el primer inventor del tancurioso como peregrino hallazgo no lo sabemos

con certeza, ni por falta de libros nos es posible averí-guarlo. Expondremos, sin embargo, conjeturas que sehan de acercar á la verdad histórica . Cuando en el últi-mo tercio del pasado siglo escribíaRobertson su Hístoriade Carlos V, la fabula, ó estaba por inventar, 6 al me-nos no tan generalizada que hubíero. llegado á su noticia .Por encontrar las conquistas de los españoles en Méjicoy en el Perú demasiado importantes para tratarlas su-perficíalmente, y dándolas la extensión que se merecfan,empeñarle en un episodio harto desproporcíonado al plantrazado de su obra, se reservó el tratar circunstanciada-mente esta materia en una historia particular, como él

nos advierte en el prólogo de su celebrada Histo-ría de Carlos V. Pues Men : como el clebre profesor deEdímburgo, en su Hisioría de América, no menciona si-uíera á Salamanca, no es absurdo el presumir que, 6 laábula no estaba en uso, ó que le merecía escasa ímpor-tapeía . Y, sin embargo, cuando en el mísmoultímo terciodel silo daban á luz su Llístoria del ATuevo lVundo elacadémico Murioz ., y suHistoria política de los estableci-míentos ultranzarínos el seudónimo Eduardo Malo deLuque, príncipian ya á correr por el mundo las confe-rencias de Salamanca y las ínjurías -Contra los Doctores .De, esta coíncidericía nos creemos autorizados para co-legir que el felícisírno des¿ubrímíento debe fijarse a finesdel siglo pasado.

VAGUEDAD DE LOS ANTIGUOS CRONISTAS Y TRADICIóNOERTA DE SAN ESTEBAN DE SALAMANCA

CA ITULO 111

9.8

Parte H.-Cap. IH.

Sí ahora se nos pregunta determinadamente- por elgenio á quien la Historia es deudora del precioso haHaz-go, no seremos osados á darlo por cierto . Sólo conjet-,ralmente diremos que si no fué Malo de Luque, puestoque intenta defender á Salamanca ; ni Muftoz, que nohace más que recargar de sombras el cuadro, en nues-tro humilde juicio los honores de la jornada están reser-vados al aba,te Raynal. El episodío es curioso para cono~cer á los espíritus Tertes del pasado siglo , y los Icétoresque se interesen por la gloria de la Religíón y por saberlas mañas de sus enemigos nos han de agradecer unadigresión que no juzgamos del todo inoportuna .

El célebre abate Raynal escribió una obra con el tí-tulo de Historía filosóficay política del establecízníen-to de los europeos en las Indias, cuyo juicio crítico nopodemos hacer por la sencilla razón de que nunca ha ¡le-grado á nuestras manos, pero de cuyo carácter é_ ínten-ción. nos informa un juez competente que tenemos á lavista, y en cuyo criterío podemos confiar . Este es DonFrancisco M . de Sílva, que escribió otro libro con el tí-tulo de Década epistolar sobre el estado de las letras enFrancía, y que en la carta iv, pág. iog, dice : «Esta cé-lebre obra (la de Raynal) es la más seductora é inducti-va ti errores de toda especie » ; y luego, citando las pala-bras de Sabatier, añade : « Que le sería (á Raynal) de-inasiado vergonzoso encanecer e2,,~i~tedío de senidantesfábulas .» Si ahora queremos saber en qué,consístíanesos errores, de que está Pagada. la tal historia, y esas"bulas en cuya afirmación le seria vergonzoso encane-cer, también nos lo dice el Sr. Silva en estas palabras dela pág . 113 : « Nuestra IgIsia, Nación ó Gobierno son losobjetos más enconadamente maltratados y la parte másHena de errores, equivocaciones y calumnias . ,> Pero elabate Raynal, á lo que parece, no persistió hasta el finen sostener las fábulas en que le ficuera vergonzoso enca-necer . Siguiendo, sin duda, el consejo ele Sabatíer, «publicado una nueva edición . . . con sú nombre propio deGuillermo Tomás Rayrial, y esta obra ha salido algo co-rregída- en sus klsedades coora los españoles� , enco-nándose ahora con más ahinco contra los portugueses» .>id.)

edad de los a;qt~,euos cronístas .

no vayan á creer los lectores que la rectíficaciónde G. Raynal es debida á su amor la, verdad 6 su entü-síasmo en defender la jusUcía . El motívo que ínclinó alb6sofo á cambiar de tono fué más bajo é interesado . Ha-

el marqués de Pombal encomendado el examen de laera edición al Trílbunal de la Real Mesa cens

Los señores jueces nombrados por el enemigo de los je-suftas, y á quienes sin ínjuría debemos suponer poco es-crupulosos en materias de ortodoxia, no pudieron menosde condenar y prohibir la círculación de una obra quetan descaradamente faltaba á la verdad . Indignado Ray-nal. de la regia censura, convierte toda su saña en contra

los portugueses . Pero dirán para sí los lectores : elepisodio es, sin duda, curioso é interesante para conocerlas artes de los enciclopedistas, y la manera como se des-cubren y tratan unos á otros . ¿Pero que relación tienenRaynal, Silva, Pombal y Sabatier con Colón y las confe-rendas de Salamanca? Es el caso, y sígue el episodío,

or aquel fierrapo se publicó en Espa= una obra conun título muy parecido á la del Abate francés : Hístoriapolítíca de los esablecimíentos ultramarínos de lasizaciones europeas, su autor D . Eduardo Malo de Lu-que. Según el Sr. La Fuente, la obra del Sr . Malo es unatraducción de la de Raynal. Nosotros conjeturamos quees sólo una refundición ; que es la historia francesa, sí,pero vestida con traje español . Sea de eso lo que quiera,"n el

tomoVI, Pág- 114 de la producción de! Sr . de Lu-

que, se leen estas textuales palabras : «Es falsa la ígno-rancia que se supone en los españoles de aquel tiempo(del descubrimiento) para conocer el provecto de Colón .Habiéndose este Marino hospedado en el convento deSan Esteban de Salamanca, se remitió á la Universídadel examen A su proyecto, se levantó un observatorio,dónde concurrían los catedráticos de Matemáticas, y

pués de examinados los puntos se los aprobaron . »No vamos á decidir ahora si el Sr . Malo de Luque

acertó á de1nder 1 honor de la Escuela en esasfrases que, la consagra, ni á prejuntarle de qué arcilivo,historia. ó documento sacó la peregrina especíe del. obser-vatorío levantado en ia Universidad con el fin de exami-nar los puntos que proponía á los catedráticos de Matemá-

S

100

Porte H.-Cap. 111.

cas el huésped, de San Esteban. Lo que n, os importa es-tablecer, y parece deducírse claramente de sus palabras,es que en el último tercío del siglo pasa,do se acusabaignorancia á los españoles contemporáneos de Colón, y-que el Sr. de Luque, movido de patríotismn se veía,obligado á vindicar el honor de la Escuela de Salamanca-Y como la obra de! español Sr. Malo era una traducción.6 una refundición de la de' Abate francés, y en ésta los.«objetos más enconadamente maltratados, al decir delSr. Silva, eran nuestra Iglesia, Nación y Gobíerno»,nada tendría de extraño que, «entre las mentiras, equí-vocaciones y calumnias de que estaba llena », hubiera al-canzado un hilo de la baba venenosa á los censores que,examinaron el proyecto de Colón en Salamanca. Sea,pues, Raynal atacando, 6 el Sr . Malo defendiendo á Sala-manca, es lo cierto que desde la publicación. de la Usto�ria polUica, entra ya la Escuela salmantina y sus céle-bres conferencías en el dominio de la Historia.

ébanos tan sólo averiguar quién era ese Sr . Silvaqueensudécada epistolar criticaba, y descubrir quién era.ese Sr . Malo que se metió á recomponer la célebre histo-ria de Rayn-al. Pues bien : esta natural y justa curiosidadde mis lectores no somos nosotros quien la hemos de sa�tisfacer ; es el Sr . La Fuente, que, con ese carácter ínves-tigádor que le distingue, lo descubre todo, hasta lo más.oculto, y que con Uan copia de materiales curiosos ha lle-gado á escribir una historia de las Sociedades secretas, Enel tomo p página 1 34, apoyándose en el testimonio nada .sospechoso de Uorente, dice : «AIgunos habían sido de-nunciados al Santo Oficio- y entre ellos cita (Lloreal duque de Almodóvar, autor de la MstoKa de los esta-blecímientos, etc, traduccíón del libro de Raynal, bajo elseudón., mo de D. Eduardo Malo de Luque, anagrama desu tsulo.» Tenemos, pues, que el Sr . Malo de Luque no.es otro que el duque de Almodóvar, que oculta su nom-bre bajo el velo del anagrama ara ¡Producir en Espatala obra de RaynT, llena de menáras y Tisedades al de-cir de D. Francisco SilVa. Y como este Sr. Silva no esoro que el duque de Almodóvar, denunciado al Santo

¡o á pesar del ingenioso ai.tiagi-amn de Malo de L -con que se encubrú, resulta que la obra

introducida en España por Malo de Luque, salvo el trajeespañol que la disbaza, y la deOnsa que por p7'_riotísmahace de los catedráticos salmantinos de M.P ter - --ticas, es

as más seductoras é inductivas á erroi - -todaecie, sí hemos de atenernos al juicio del rrsmoancisco de Silva, duque de Almodóvar, autor de la

Historía de los establecímíejztos, cte ., bajo el anagramade Malo de Luque. De la sencífia narración de! curiosoincidente se colíge que la fábula de las conferencias tieneun origen que, ni por lo reciente goza de gran autoridad,ni por los inventores merece gran confianza histórica . Un

_escritor que se dísiraza, una obra llena de errores, enque sería vergonzoso encanecerse ; un traductor que, co-nociendo las mentiras del original, se las regala á su pa-ti-¡a, aunque cambiándolas de traje y ocultándose él mis-me bajo el disfraz del anagrama para no ser coqocídodel Santo Oücio, no son los m. ejores conductos paratransmitirnos un hecho histórico de cuya verdad depen-de el gran acontecimiento de los tiempos modernos .

En el último tercio de] siglo pasado, pues, y bajo la ín-fluencia y ambiente enciclopedísta, se fabrica en el taller,y se expende en el mostrador de la pubHcídad, la fábula

-de las conferencias . Lo único que falta para generalizar-ka y hacerla de común consumo, es el adorno de círcuns-tancías, incidentes y episodíos interesantes que por losudoso y ameno lahagan gustosa, y por ciertos datos deerudición la elevan á la pretensión de una historia . Yeste honor, preciso es con.15esarlo, ya no pertenece á los,encíclopedistas ; es propio y exclusivo de nuestro ílustra-,do siglo. Principia Irvíng por fijar el ~~ :ñ.o 8(, como fecha

as conMendas ; viene en pos de él Lamartine dandoá la historia de Colón en general, y á las conferencias enparticular, el aire novelesco que tan bien se aviene conPimaginacíón fecunda. Sigue Roselly de Lorgues, citan-do uno por uno los nombres de los cortesanos, doctores,maestros y mujeres célebres que fueron írivitados á lajunta, yreRdendo el giro de la discubón, la clase degumentos, las respuestas que tenía preparadas el Mar¡-no, con tanta puntualidad com.o se hace hoy en el perió-,dice de]. día síguiente la rescha de la sebón tomada del

de sesiones de Cortes .

Vaguedad de los ai~t,'~,uz4os cr

j02

Parte If.-Cap. 111.

Los historiadores de EsPaña, á quienes íncumbía elcargo de díscernir lo que hay de fábula y de verdad, sedejan llevar por la corriente ; los poetas y folletínistas,nacionales y extranjeros, dando por supuesto un hechoque los críticos no impugnan, le reviste cada uno á sumodo, acomodándole al plan de su obra . Y he aquilá Sa-lamanca convertida en la fábula de! mundo ; he aquí á.las célebres conferencias elevadas á la categoría de una .historia, á cuyas expensas se ha excitado más de unasonrisa, según la feliz expresión de Irvíng. Y lo más sin-gular del caso os que en las tres ocasiones solemnes quelos siglos han ofrecído generosos para desvanecer la con-fusíón y poner en claro la figura de las personas y la sí-tuacíón de las cosas, es precisamente cuando se ha auw-mentado la obscuridad y el embrollo. La historia deColón es como la ley que rige el movimiento de los as-tros ; es decir , la fuerza atractiva que constituye elorden del universo ; así, en la historia de Colón, el desor-den y la obscuridad están en razón directa de la masa 6cuantidad de documentos que se manejar, y e_n razóninversa del cuadrado de la distancia que medía entre elhistoriador y los sucesos .

Al poco tiempo de aparecer la traduccíón falsificadade Ulloa, se presenta Antonio de Herrera con todos losauxilios necesarios para descubrir la falsificación ; es cronista mayor de indias, nombrado por Felipe 11 ; tiene á sudisposición los documentos que él misr-no menciona enesta cláusula de su, testamento : « Item, declaro que todoslos papeles que se me han entregado en los Consejos yTribunales de 9 n para escríbir las crónicas é hístorías,asi de Castilla como de Indias, los he devuelto á quien melos dió, sin que ninguno de ellos tenga en m¡ poder , . » Y,sín embargo, el gran Herrera, lejos de desvanecer elerror, sanciona con su nombre la Vída del Almírai-íte,,atríbuída á D. Fernando . En. el taller de la Enciclopedia,se fabrica la fábula de las conferencías, al mismo tíempo,que á Muñoz se franqueaban de real, orden todos los ar-

í

Otorgada en Madrid el H i de Marzo de ¡622 ante el escribano donJuan ObregS, y cuya copia, tesárnoníada en la lHa de Cullar en 25 deOctubre de ¡639 por el notario del Município, tengo á la vista y transia-do textualmente,

vedad de los angíZuos cronísfas .

chivos de España para rehacer la historia del NuevoMundo . Pues bien : Muloz, no sólo autoríza la fábula, sínoque recarga el cuadro con los más torpes dícterios quese han dirigido á la Universidad de Salarnanca .Ar el Gobierno de FernandoWI es encargado Nava-

rrete de lanzar á la publicidad y hacer del dominío pú-blico los documentos inéditos que manejaran Herrera yMufloz, y con gran trab~jo habían sido- examinados porlos historiadores de Indias, y precisamente en la ópocade la luz y de la publicacíón de todos los secretos del des-cubríMento es cuando la fábula, revestida de sítuacio-nes dramáticas, y autorizada con datos mal entendidos y

-peor aplicados, pretende elevarse al rango de una Esto-ría, de la hístoría de Colón en Castílla . Ante esa serie nointerrumpida de lamentables cegueras, ante esa especiede fatal�idad que preside el destino del genovés ; ante esanube de escritores eruditos, graves y concienzudos, quecon tanta ínsístencia han marchado por los extraviadoscaminos del error y del contrasentido, nuestra pequeñezse asusta y nuestro ánimo se sobrecoge de espanto, loconfesamos ingenuamente . Sí no estuviéramos convencí-dos que la razón humana, una vez extraviada del rectosendero, no se detiene ante los mayores absurdos ; sí nodemostrara la experiepcia que en las más arduas cues-tíones el secreto de la solución sude consistir en una cosapequeña, en encontraruna clave que explique todos lossucesos, y que este secreto, esta clave, la da muchas ve-ces la casualidad y no la erudición ó el talento, hubíéra-mos desde el primer instante desistido de la empresa, por-que nospareciera temerídad y osadT inaudaa contrariará tantos escritmes Hustres.Pero al mismo tiempo abriga-mos la convícción profundade que la modestia, por sin-cera y =raigada que esté en el ánimo, no &be ser partep,eara. impedír el . esclarecimiento de la verdad en el me-mento que la casualidad, ó en lenguaje cristiano la Pro-videncia, pone en las =nos la clave para descubrírla . Yhechas estas salvedades, pasamos inmedíatamente al se-gundo punto del plan que nos hemos trazado de antema-- 6 sea á dar las reglascrácas según ",as cuales se ha.no,de recomponer la historia de Col~6~-i en Castílla .

LA HISTORIA DEL ALMIRANTE POR D . FERNANDO COLóNJUZGADA POR LA SANA CRíTICA

A historía de Colón en España se ha Trmado : prí-mero, de documentos auténticos y originales que

1

por su vaguedad é índeterminacíón son de suyoobscuros y susceptibles de vario sentido . Y segundo, denarraciones Mstórícas que sobre la base del libro publí-cado en Unela, y afíadíendo cada uno circunstanciasnuevas, han dado el orden y sucesión á los hechos que ácada uno han parecido más conformes á su plan y su ob-jeto . Si conseguimos, pues, probar que la Vida del Almí-rante, piedra angular de la abigarrada fábrica, no es eleco fiel de los sentimientos de D . Fernando, y que el edi-ficío levantado sobre tan ruinosa base no es más que uncastillo de fantásicas invenciones, claro es que, pararecomponerle, se hace preciso olvidar á los historiado-res y volver á los rnismos docunientos originales . Nues-tra crItica debe reducirse á tres principales puntos :

Primero . Discernimiento crítico del libro de Ulloa .Segundo . Ligereza de los colombinos en conf�undir la

junta del prior del Prado con las conferencias de SanEsteban.

17 tercero . Reglas críticas y exegétícas á cuya luz sehan de examinar de nuevo los documentos, y esclarecí-miento de algunas círcunstancías aclaratorías adquiridasauténticamente, y conservadas y transmitidas con fidelí-dad por los antiguos historiadores del descubrimiento . Ylo primero es el libro de Ulloa .

En el aflio 187 1 , y tres siglos j Listos desde suen Venecia, se publicó en Sevilla un librito conde Fernando Colón, historíador de su padre: ensayocrítíco por el autor de la Bíblíoteca ai-izerí-cana veíiistí-

CAPIT

'sloria del A

En él se propone el docto awricano ímpugnar laautenticidad de las Istoríe, 6 sea la primera publica-cíón de la MstoTa del Alinírante, hecha en Ve-necia elaño i 5 71 por Alfonso de Ulloa, con pretensiones de seruna traducción "l á la lengua italiana de la =da de Co-lón, escrita en español por su hijo D . Fernando . Y comoel francés M. d'Avezac, saliendo á la defensa de su au-tenticídad, impugnase al autor del libro anónimo en elBoletín de la Socíedad Geográfica de París, correspon-diente al mes de Enero de 1873, el americano, dando sunombre de Henríque Harrisse, que en Sevilla creyó con-veniente callar, en la Asma publicación parisíense y en'los números de Abril de 73, y de Octubre y Noviembrede 1874, ha salido á su vez á la defensa de¡ libro sevílla-no, re»zando los primeros argumentos con nuevos da-tos y observaciones . Ciertamente que no tiene razón eldocto americano, en cuanto pretende probar que donFernando no escribió ni pudo escribir la historia de supadre ; pero es luAnoso y contundente en cuanto tiendeá demostrar que la traducción de Ulloa no es la versión¿el de la Historia que se atribuye al fundador de lablíoteca Colombina . Para nosotros ambos extremos sontan sencillos como evidentes : contra los hechos nada va-len. las conjeturas .Hay Bartolomé de Las Casas, al escríbir su Hístoria

de las Indias en el año 15 5 2 , tuvo á la vista la que de supadre escribiera ó, al menos, era atríbuffla á la plumade D . Urnando 1 : la razón es tan sencilla como conclu-yente. Las Casas cita á 0 Fernando varías veces en suobra, desconocida del americano en 'el 71, puesto queUé publicada en Madrid en el afío 87 5 . Es un hecho ín-rie-

te, por tanto, que existía la historia fernandína antesdel ano i si i, en que se

publicóen Venecía la traducción

d:!~ Ulloa, y así lo reconocerá Mr . Harrisse si se toma eltrabajo de compararlas . Por ejemplo, Las Casas, en el

Escríto este párrafo, llega á nuestras manos la excelente obra de¡Sr . Fabíé sobre el célbre dorrúnico, en la cual sostiene la misma opiniónque la consignada. en -el texto, Reforzado éste con el apoyo del sabio acadé ,,r,íco, no te alteramos en un ápice, siquiera sep. para probar que mar-chando vía recta, aunque por distintos caminos, se llega al fin al mismopunta, que es la verdad histórica .

io6

Parfe IL-Cap . W.

tomo n, cita unas palabras de D. Fernando, r'elatívas á

Pedro Magarít, que se leen textuales en la 1,'ída del Al-mírante . En el cap . xxvn DI lib . n, tOMO 1119 Pág- 13 81

cita otras palabras de D. Fernando relativas á Quivia,rey de Veragua, y Tras semejantes corresponden en elcap . xx-xvii del libro de Ulloa . En el tomo iii, líb . ir,cap . xxiii, pág. 123, reüere Las Casas lo que sucedió enRetrete, refiriéndose á 0 Fernando, y en la Vida delAlmírante., cap . xcm, se leen, con efecto, esas palabras .

En fin, y por no molestar al lector, concluírnos conesta cita de Las Casas, tomada del tomo ii, cap. xcvi :<, Esto, en sentencia, saqué de lo que escri,be D. HernandoColón, hijo del dicho primer Almirante, y de las Décadasde Pedro Mártir, que lo dice más largo que D. Hernando,porque en aquel tiempo D. Hernando era muy niño, yPedro Mártir lo pudo saber muy bien de¡ mismo Almir,te . » Y aun para probar este hecho no hay necesidad. deacudir al libro que, conservándose inédito cerca de tressiglos, han tenido el buen acuerdo de dar á luz el aflO 75el marqués de la Fuensanta del Valle y D. José San-cho Rayón . En la introduccíón de Navarrete á su volu-minosa obra de documentos puede ver y cotejar el doctoamericano un testimonío de Las Casas, fundado en lahistoria escrita por D. Hernando, como le llama síempreel dominico obispo de Chiapa . La existencia, pues, deuna producción atribuída al hijo de doña Beatriz, es de-cir , la Historía del Almirante escrita por D. Fernando,es cierta é inatacable . Los argunantos de Mr . Harrisse sepierden en el vacío si se trata de combatir la genuínidaddel libro . Pero la, cuestión cam-bíq completamente de as-pecto en cuanto se reflere á la -fidelidad de Ulloa. . Aquí elamericano es, como Aquíles, invencible, sin que M. d'Ave-zac, ni níngún otro impugnador del Fernando Colón, seacapaz de dar cor- el talón vulnerable . No vamos a trans-críbir sus argumentos, que pueden verse en su libro ydefensa citados ; pero sí nos aprovecharemos de las pre-cíosas noticias que sacó, en solos quince días de su activa

á la Biblioteca Colombina, en cuanto se refieraná nuestro objeto .

La traducción de Ulloa, y singularmente los capítu-los xi y mi, que son los conducentes á nuestro objeto,

La bistoría del

son parto genuíno de D. Fernando . Y á la verdad, lo prí-mero que sorprende en la aparición déla misteriosa Us-toría, es que, aun en el caso de haberse resuelto el fun-dador de la Colombina á. componer una narración de lahistoria de su padre después de la producción del cate-drátíco de Salamanca Pérez de Olíva , no la anotara ensus escrupulosos índíces, donde aparecen obrillas Ir-nanánas de menor cuantía é ímportancía Llama no me-nos la atención que ningún escritor contemporáneo, ni elbibliotecario Vaseo, ni amigos como Ocampo y demásque citamos en otro lugar, conocieran semejante LJUsto-Ka . El único afortunado en este punto fué el célebreobispo de Chiapa, que, junto con las cartas, libros y pa-peles varios pertenecientes al gran Almirante, merecióser poseedor de una Ustoría que sin duda tuvo en susmanos puesto que la cita, pero de la cual no se descubrerastro alguno en otra parte . Y sube de punto la admira-dón al ver que Las Casas, que maneja todos los papelesde Colón y todos los libros de la Colombina, tuviera ámano la Ustoría de D . Fernando, que no está ínscritaen los índíces, y no tropezaran nunca con la de Olíva,que está registrada por mano de D . Fernando .

Sumado todo este conjunto de circunstancias, no seríatemerario conjeturar que la =toría de D. Fernando,citada por Las Casas, no es otra que la eserita por Oliva,anotada acaso por D . Fernando, y conocida con el nom-bre de éste en la Tmilía de Colón, de cuyas manos la re-cibíd Las Casas para hacer de ella el curacto y las citasque se ven hoy en su Historia de las Indias . Esta conje-tura se apoya y confirma si se atiende á la fecha en quedebió manejarla Las Casas, que fué después de la muerte

nando, ocurrida en el año , 5 3 9 . Míster Harrisseta probar que, sí en víd.a no pudo escribirla, después

e su muerte no pudo exeaerse de la Biblioteca ; primo-ro, porque desde el instante del fallecimiento estuvo in-tervenída por los genoveses hasta el año

44- Segundo,porque Doña María, al despedirse para la Española, laentregó en depósito á los dominicos de San Pablo, que

on por inventarío . Y tercero, porque en lamísma forma fué entregada en el añola sentencia de la C.)a-ncillería de Granada, ordenando

We.

los

Parte IV.

entregada á la íglesía catedral, de donde la família deColón no ha podido sacaría .

El raciocinio del. americano no sólo parece conclu-yente, sino que está iundado en datos originales, toma-dos del Archívo de la catedral, de la sentencia deChancillería y otros varios de cuya autenticidad no pue-de dudarse . Siguiendo el

hilode la hístoría afffo por afto,

va probando que de la Biblioteca, no ha podido faltar unsolo libro desde la muerte de D . Fernando hasta que apa-recíó en Venecía 1 libro de Moa en 1 57 1 . Está muy bien .Es así que la Histaría de Olíva 6 la de D . Fernando ; esasí, en ñn, que una historia del Almírase, atríbufda ycitada por Las Casas con el nombre de D . Hernándo,estuvo fuera de la Biblioteca después del añO 3 9 ; luego . . .contra los hechos nada valen los razonamientos, aunquese funden en datos tan auténlícos como los recogidos contanta diligencia por el docto autor de la Biblioteca ame-rícana . Entre el raciocinio, que está bien Trmado yapoyado, y el hecho con-Irarío, que tambíé-n es evidente,hay, pues, que buscar una conciliación, sopena de embro-¡Ir de nuevo en vez de esclarecer el punto que estamosventíllando . Aquí vuelven 11 ,as conjeturas, pero que no seoponen al buen sentido ní trastornan el curso ordinariode la vida humana . E misterioso libro se había escrítoen circunstancias poco favorables á la família colombína .No conviniendo por entonces lanzarle á la luz de la pu-blícidad, quedó reservado para una ocasión oportuna :D . Fernando se lo entrega reservadamente á su testa-mentarío, Marcos Felípe, para que éste á su vez se lo en-tregara oportunamente á la familia ; y supuestas las rela-cíones amistosas que la ligaban con los dominicos de SanPablo de Sevilla, nada tiene de extraflo que ésta se loconúara á Las Casas para que hiciera uso de él en suHístoría de las Indías . Y he a~~,quí todo el m. ísterío .

Los mHes de volúmenes qke componen la Bíblloteca -fueron íServenídos, recíbídos y entregados bajo escbano, y del catálogo no pudo faltar uno solo ; en esne razón el americano ; pero bien pudo eximirse de laregla general una hístoría de familia que nunca estuvo.

Tvenida, ni Dé- recibida bajo inventarlo, El Ocho esque Las Usas la tuvo en suis manos ; y como la, craca-

ístoriador de Indias no la víd en el tique la Biblioteca estuvo depositada en el conveSan Pablo, 6 más bien que no la recibió por conducto -- .~los frailes, porque en este caso los dominicos le hubieranentregado á la catedral, de donde Ulloa no pudiera sacar-le, la consecuencía natural y legítima es que le recibióprivadamente de la familia de Colón, á quien, con los de-más papeles, se la devolvió á su tiempo el obispoChiapa .

Pues entonces, ¿cómo llegó á manos de Alionso Ulloa,y cómo éste la publica en Venecía y en lengua ítaliana?En cuanto á lo primero, tomamos por guía al docto americano . En lo segundo aventuramos una conjetura pro-pia . El P. Spotorno, en la introducción al Códice diplo-mático publicado por la municipalidad de Génova elaño 182 P y por tanto con un carácter semíoficial, nos re-fUre el origen del libro de URoa de este modo : « T1uols¡notare che Luigi Colombo, persona dí víta dísoluta, ve-nuto a Genova íntorno al z568, portb seco Vistoría 21Tsdell'Eroe, composta ín língua Spagnola da D. Fernan-do . lascíandola ín mano del patrízío Fornarí, del qualepasso al altro patríTo Gio B.' ,, de Alaríní. Qi¡estíandatosene ú Venetia, fe tradurre ín italíano da. . . . Al-fonso Ulloa, il tedo apenna, íl quale cosí tradottovenne publícato ín quella cittú Vanno 1571 . DoriginaleSpagnolo sí l perditto» . Pues bien : D. Luis no estuvo nipudo estar en Italia el año 68, ni menos entregar el ma-nuscrito á Fornari, ni éste a Marini para llevarlo á Ve-necia . Luego las tradiciones ítalianas acerca de la célebretraducción de Venecia, recogidas por el sabio bernabita,no son más que el velo con que se quiso encubrir lafialsi-Ecacíón de URoa . Se prueba : D . Luís, híjo de D . DiegG

ofia Marfa de Toledo, y nieto del Héroe, nació en, -Española -unos seis aflos antes de la rnuerte de su pa-

en 23 de Ubrero del 5 2 6 . Cuando en el año 3 0 la Vi-rreina, su madre, vino á España, le dejó, j"to con su her-mana FeEpa, en la Española, como dice Ovíedo . Cuandoen el año 36 se falló el compromiso con la Corte y doríaMaría, en nombre y cono curadora de¡ hijo, hizo deja-ción de sus d xechos al virreinato de las Indías,

íó en ca - )¡o ka Jam, aíca con el título de Dueue

i 10

Parfe II.-Cap.

Marqués, hacíéndole merced adede Veragua, D . Luís era de mene -- ede una coleccíón de documentos -

exís~l~ einteca Nacional de París, que citarerr -)s con el nombre deMemoríal . En el año 1 5 3 9 9 á 9 de julio, en que murióFernando, su tío, D . Luis no estaba en Sevilla hacía mu-chos años . Así consta de una carta en que se le da cuen-ta del fallecimíento de su tío dejándole por heredero . Eloriginal está hoy en manos de D . Bartolomé Pérez Nasvarro, veinticuatro de Sevilla . En 2o de Septiembrede 1540 , los canódgos de Sevilla « mandaron que el seiorMaestrescuela escriba á D . Luis Colón y á FranciscoMendoza, canónigo de Santo Domingo, sobre la herenciay testamento de D . Hernando Colón» . (Actas capitulares .)D . Luis Colón, estando en la isla Española, en la ciudadde Santo Domingo, en el año 154 2 , se desposó por pala-ras de presente con Doña María de Orozco . (Memorial .)Mando en el a= 44 Uña María toma sobre sí la respon-sabilídad de depositar la l3iblioteca en el convento deSan Pablo, es con la condícíón de que sobre la puerta seponga un título en que se diga «en nombre del Ilustrís0oSr . D . Luis Colón », lo que indica que no estaba en Es-paña .

CONTIN LA CRITICA, Y RESULTA QUE EL LIBRO ESTÁ,

CAPITUL

CUANDO WMNOS 9 INTERPOLADO

iL dicho almirante D. Luís, por el año 1 549, se despo-isó por palabras de presente, ínfacíe Ecclesíae, con

fía María de Mosquera en la misma ciudad deSa.,,to Domingo. (Mem .) El dicho D. Luís había otorgadouna escritura de renunciación, en 7 de Diciembre de 5 56,ante Ochoa de Luyando . . . y S. M. aprueba y confirmadicho conderto, y que quede . . . sólo c', nombre de Almi-rante y duque de Veragua. (Mem .) La causa de esto fuéque, ~ n -poriendo el Almirante poblar las tierras que se ledaban en Veragua . . . pidió que se le díese licencia parasacar gente de Castílla ; y que, viendo que esto no le eratan fácil de hacer, dejaba dicha tierra por la Corona deCastilla, yrenunciaba en &U el uso y ejercicio de¡ oticiode &mirante » . (Meni,) Hasta aquí D. Luís está ocupadoen sus negocios, vive de ordinario en las Indias, y sí vinoá apaña, sóloflué por corto tíerp.po .

Pero D. Luís tuvo la desgracia de manchar su ilustreellído con el crimen de trigamía, que no podía m. enos

de castigarse, y mucho más en un sucesor del gran Co-16,1 y en la persona de una familía que tantas cuesfioneshabía movido á la Corte de Castil.la, y desde entonceshasta su muerte ya no salió del poder de la autoridad.En x .' de 15 5 9, « dé llevado y entregado al Alcaíde de di-cha fortaleza» (de Símancas, donde, á peficíón del Fiscal,,Té transladado desde Arévalo, en que fué preso, (5, más

sde la Mota de Medina del Campo, donde enton-ces estaba, por mayor y segura prisíón) . Desde Siman-cas,

«el año x 5 6 3 vino á Madríd preso, donde estala Corte» . (Mem.) «A 4 de Agosto de i 5 6 3 , los Alcaldes de

V

312 arte 11 . -Cap . V.

Corte dieron sentencia contra Tcho =Orante, en que lecondenaron á tez años de destierro de esta corte v cincosleguas, y de las Indias (y que los primeros cinco, sirvieseen Orán con su persona, y diez de á caballo, del cual no,se ausentase) so pena de dobladon (Merm), «En 5 UeNoviembre de 65 se conflirmó la sentencia de vista, conque todos los diez años de destierro los sirva en 0rán .»(Mem.) Y, finalmente, «el almirante D. Luís Colón hizo si--itestamento, debajo cuya disposición murió, estando des -terrado en la ciudad de Orán en el año 1572 » . (MCM- 9 171 .')

Luís murió en Orán á 3 de Febrero de 1572 . (Mem., i g) .~asta aquí los documentor De ellos se deducen lógi-

camente estas consecuencias . Mego D. Luis no pudo.estar en Italia en 15 68 : tampoco pudo entregar el manus-crito á Ballano de Fornari, para que éste se le conSaseá Gio B . de Maríni, por la sencilla razón de que Gio Bamtísta de Marini liabia muerto en 15 6 S . Así consta de la,inscripción que se puso en la iglesia de Santa Brígída deUnova : «Sepoltura de Gío Bautísta de Maríni e di Lu-che-nitta, sua moglie . 15 6 5 » . Asf lo refiere Gíaconio Guí -cardí en la historía manuscríta de las grandes famiHasde Génova, cuyo original está en la Biblioteca de¡ Muni-cipio.Y no se diga que estas fechas atacan sólo la narración

del E Spotorno, sino á la fidelidad del traductor y de lospersonajes que intervienen en este tan. obscuro como sospechoso negocio, El sabio bernabíta escribe su íntroduc-Tón para que sirva de inteligencia á los documentos de-su Códíce diplo~izátíco, que da á luz el munícipío de Gé-nova, y, por tanto, debió recoger noticias exactas sobrelas circunstancias de la impresión. Si hay falsedad, noutá en el P . Spotorno, sino en los impostores que falsíti-caron el original de la historia escrita por D. Fernando .

,Además de este cargo contra la fidelidad del traduc-tor, hay otro argumento fundado en la misma edícíón deVenecia, que ya no recae sobre éste 6 el otro codor, sino sobre la traducción mima, objeto de esta crotica . En ella 5 con efecto, se lee una carta, sin Ina- S 7! -,dirigida por Gíusseppe Moletto á Baliano deque dice :

bitare che I'historia non sJA vera. Ne

ContinÚa la crítica .

anchora da dubítare qué non síá seritta di mano del sudet-to íllustre D . HernanW ata duda, propuesta á, un hom-bre que se supone haber rec=do, el nnanuscríto de ma--nos de D. Luís, es bien extrafta . Y sígue la carta : « Eche questo che V. S. avuto no siá B propio origínale essen-do che á V. S. fu dato per tale da Fillustre D. Luígi Colom-bo, amico molto deV. S. » No es =nos extraño que, sien-do tan znolto amíco de Fornarí D . Luis, necesite Molettoadvertírle que D. Luís no había de engañarle « del vadredi questo D. Luígi nor, si puo dír tanto quepiú nor, síá» . Ysigue diciendo la carta que Fornari, «non habendo riguar-do alla etá sua d'LXXX anní, ne all Stagíone ne alla lun-gheria del viaggio venne da Genova á Venetia con pro-ponimento di far stampare il sudetto libro . . . ma vedendoU moho tempo che afar cio bísognaba . . . astretto . . . a tor-narsene neUa sua catá, se ne presse cura il signor'GiGBatt .' di Marino- il quale, essendo come molto mío si-gnore ., ha volutto che D buona parte la cura di tal ne-gotio fosse mia .'» Hasta aquí la carta que sírve de íntro-ducción á la versión de Ulloa. Notemos rápidamente loscontrasentidos .

Según la carta, D. Luís entrega el manuscrito á For-iiari, ,i,izolto ainíco suyo, lo cual no pudo suceder en Italia,donde nunca estuvo D- Luis, ni después del 5 9, en que fuépreso . Fornari, que podfa ímprimirla en Génova, á pesar

ochenta años, la mala estación del invierno y unalarga jornada, se va á Venecia con el fin de imprírnírle ;pero, apurado por sus ocupaciones, no se puede deteneren la ciudad de los Dux y se lo entrega á J. Bautista Marí-ni . Este viaje de Fornari tuvo que ser antes del 6 S, porqueá esta fecha, como hemos visto, Marini habia pasado yaála región de los muertos . A pesar de la priesa que tieneFornari por imprimirle, las obligaciones que le llaman áUnova, y el apremiante encargo que da á Marini, éste

le sorprenda la muerte en el afilo 65 9 y el buenetto, que nos refinere todas estas cosas en una carta

que pone al Pente de la edición, se queda en la inacción,contemplando el manuscOo, hasta que seis afios despuésde muerto Marini, es decir, el año 71 y se publica el mís-terioso libro, y la carta dírígída .11, Fornari rnetiendotanta priesa por imprimirle se la deja á Marini, que había

�le 11 .-CaP . V.

inuerto seis años antes� Sí una seríe de ín-exactitu-des como las que publica el bueno de Moletto no soriseñales inequTocas de falsificación', y por añadídura deinsigne torpeza, no sabemos en qué consiste la super-cherfa .

.Lo que á todas luces se descubre en este misteriosoasunto, es que el bueno de Moletto, en compañfa del as-tuto Ulloa, apoderados del manuscrito que estuvo algúndía en manos de Las Casas, y se conservó en la Lamílíade los Colones, á fin de autorizar la ínterpolación de laverdadera historia Irnandina invocaron los nombres res-petables de los patrícios genoveses Fornari y Maríni,bíen por haber pasado el origínal por sus manos, 6 bienpor consarás que el primero era niolto anúco de DonLuis, y el segundo amigo del honrado Fornarí . De todosmodos, así como es bien extraña la coíncídencia de haberllegado el manuscrito á manos tan torpes y manipulado -ras, ylaberse publicado en lengua italiana en Venecia,así también, y precisamente esas dos circuristancias re-unidas, nos sugíeren una conjetura que puede servir declave para expHcarla .

La familia de Colón y la República de Venecía teníanel mism. o interés en desacreditar á España y á la Cortede Castilla por cuantos medios tuvieron á su ácance . Launa estaba olvidada en su tronco, desatendida en suspretensiones, deshonrada en su segundo vástago porhaber vívído desterrado y muerto en la condena . Laotra, seiora antes del Mediteirráneo y emporio del co-inercio de Levante, había perdido toda su importancíamarítima desde que, abiertas otras vías por el Oeste yMediodía, iba y venía por ellas el comerc1o desde arabasIndias, comu5cándose además entre si por el camínotrazado por Magallanes . Con la falsificacíón de Ulloa yel mal tratamiento á los españoles, conseguían ambas=hogar su despecho en unna aunque estéril venganza--este plan, que no pasa de ser una, conjetura, no es

menester involucrar á la noble ciudad de Venecia ; bastaéon algún falsario al estilo de Moletto, que en su cartamuestras de ~.,io ser muy veraz en matería de fechas y denombres, y con un traductor á lo URoa, que tampoco eramuy escrupuloso en negocio de falsificaciones . Si h

élebres, es al estilo de Er6strato . por habsto su mano en la vida del Genio .Después de estas sospechas de ínterpolacíón' deLmís,

terioso libro, no debemos insistir en otras pruebas queueden verse en la cilla del docto americano. Por nues-

,tra parte, mencionaremos tan sólo dos crasos errores con,que principia y concluye el libro . El de Pérez de Oliva

íncipiaba con estas palabras : Cristóbal Colón, Gino-vA, anotadas en el registro por el mismo D. Fernando .,Sin- embargo, la Vida del Alinírante, en su primer capí-

no sabe ó no quíere decir en qué pueblo de Italianaciera el Almírante . Y mientras intentó ocultar de este-rmodo la patria del Héroe, la revela después indirecta-mente en el capítulo ii : llama al genovés Justiiiiani par-cial ó malígno paísano de Colón, y en el v aftade queColón se dirigió á Usboa, donde se hallaban - muchosde su nación genovesa y paisanos suyos . Así princi-pían las Atoríe, y del mismo modo concluyen. En el añio1539 todos en Sevilla eran sabedores que los restos delMarino, transladados desde el convento de San Francís-co de Valladolid, donde se depositaron i su muerte en2o de Mayo de I 5o6, descansaron en la capMa de San-ta Ana de la Cartuja de las Cuevas, hasta que en 15 3 15fueron llevados á Santo Domingo, Pues bien : lo que es>conocido de todo el mundo lo ignora sólo el historiador,que le da por enterrado, no en la Cartuja, sino en la igle-sia mayor ó en la catedral y no transladado á la Española,sino continuando en Sevilla á la muerte de D. Fernando,

,es decir , en el afío 15 3 6 . Bien se conoce que el libro searregló, no en Sevilla, sino en Venecia, y que en la,-travesía de una ciudad á otra se le perdieron al autor losmemoriales .

Pero dejando aparte la crítica general del libro, limi-témonos á los capítulos xi, xii y xin, referentes 1 nues-tro asunto, esto es, á los siete años de morada de Colónen Castilla . Don Fernando nos muestra el aprecío en que

á Salamanca en, estas cláusulas de su testamento :e el prímer gasto quehará (el heredero de la renta

eTcto) en cada un aflio, será comprar los lí-ue aquí en Sevilla ó en Salamanca se,

el Maestro ó persona docta (que ha de estar

i 16

Parte IL-Cap . V.

al Unte de la Mbliosca) ha de ganar la oposición en Sa-lama-,nca, notificáindose un mes antes del examen en Al-cal . - cuya cola (de las obligaciones que se le íMoneQse mostrará en Salamanca al tiempo del examen 1 ,> . A es-tas palabras responde la traducción veneciana: «como los que había juntado (el prior El Oado) eran ig-norantes, no pudieron comprender nada de los discursosdel Almirante » . Y como esos ígnorantes, según la- ínter�pretación colombina, eran los doctores de Salamanca,,resulta que el testador D . Fernando ordena comprar li-bros y examinar al sumista de su librerá á los mismosque el historiador D . Fernando declara incapaces decomprender nada de los discursos del Almirante ; sinduda al hacer testamento cambió la opinión que tenía altiempo de escribir la historia .

Hosigamos . Don Fernando no podía ignorar el apoyo,que prestaron los dominicos á su desvalido padre. Pri-mero : porque, cuando en Salamanca en la fecha memorable de la muerte de! príncipe D . Juan, no pudo ignorarel generoso hospedaje que recíbíó su padre er. San Este-ban, Segundo : porque el obispo DezS ayo, de su señor,,q,n, író por la honra de Colón desde que entró en Casti-lla . Tercero : porque, de! mismo modo que Las Casas,pudo oir él mismo en SeáBa que Deza se gloriaba dehaber sido la causa principal del descubrimiento de lasIndias . Por otra parte, D . Fernando no era aj eno á lasbuenas relaciones y cariñoso afecto que mediaban entrela Orden de dominicos y la familia de Colón, pues alfinal de su testamento dice : «Dejo por heredero á donLuis Colón . . . con- tal cargo que gaste cada año, en aumen-to y conservación de la librería . . . . cien mil maravedíses :é si no quiere acetar- á la fabrica de la iglesia mayor . . .6 sí no acetare, al monesterío de San Pablo de esta ciu-dad . »

Además, Doña María de Tolledo, madre del sobrino y �heredero de D. Fernando, aceptando la herencia, pero nopudiendo cumplir personal -mente las coíidícíoiies, laen depósito en el convento de San PaWo, como hemos

Véase el texto íntegro en el Fmando Co1¿n, historiador dePágs- 140 Y 14 1 -

visto ; y todo esto acoTece el año 1 544, en que la Vírreínaparte de Seilla para la Espatla en compañíaAntonio de Toledo, su hermano, é hijo de San Esteban,y con los dos embarca también Las Casas con una granMisión de dominicos, once de ellos procedentes de S.an

teban de Salamanca . Y sólo así se explíca el qhistoría origínal de D. Fernando, y todos los papeles deColón y líbros de la célebre Bíblioteca, pasaran por ma-nos de Las Casas . Tales son, en resumen las noticiasdertas y auténticas que tenía D. Fernando, y las relacío-nes de amístad que unfan á la familla de Colón con el con-vento de SanEsteban . Pues bien : ese rnismo D. Fernando,que tan, agradecido debiera estar á los obsequios presta-dos á su padre por los dominicos de Salamanca ; que tan-to debía respetar á Deza, como ayo d, e su amo el príncipeD, Juan y especial protector de su padre, no sólo noconsagra una palabra de alabanza á Deza, y de recono-cimíento á los religiosos, síno que á todos los que exami-nan el proyecto les regala el epíteto de ignorantes, sinque de su pluma, mojada en Mel, salga bíen librado otronoWre que el de un escribano de racioneS el caballe-ro aragonés San Angel . Indudablemente, el paje de donjuan, el acar0ado de Deza, el honrado en Salamanca,el testador de la librerfa al convento de San Pablo, es un

errando distinto de! historiador de su padre ., por último, 12, Vida de!

se ensafía prin-cipalmente contra el prir Mi Mado y sus secuaces, nosólo hacíéndoles ignorantes en la primera junta del afios ~, síno presentándoles como perpetuos enemigos de Co-lón, á quien toda~,ia contrariaban el 9, en Santa Fe, a1

ipularse las cap=aciones . Pues bien : Las Casas, enel capítulo xxix de su Historia de las Indias, tomo i, dice

as palabras : «Y porque al princípío de los negocíos9 en las cortes de los Reyes es dar noticia larga

de lo que se pretende á, los más allegados á los Prínci-pes . . . por ende procuró (Colón) de hablar las personas . . .que sentía que podán ayudar : éstas fueron el Cardenal. . .otro� Deza� , otro el prior del Prado, baile de San Jeré-nímo, que fué después el primer arzobispo de Gra-nada.

cierto de ayudar en ello mucho ; pero no basta-ron, porque otro . . . San Angel, cte . »

Oninga A &Ka.

'is

Porte II.-Cap. V.

La extraleza que salta aquí á los ojos, es queCasas, por cuyas manos pasó el manuscrito originalD. Fernando, combatiéndole casi síempre sin considera-ción ni miramiento alguno, no le desmiiitícra en este lu-gar . Si el texto auténtico de D. Fernando que manejaba,el obispo de ChiapE,,, d..sintiera de la Hístoria de las In-Has, de Las Casas, tanto como hoy aparece en la traduc-cíón de Ulloa, que se conserva, Las Casas, el constantecensor de la 1-Ustoría, de D. Hernando, no hubiera dejadode decir: «D . Hernando se muestra parcial y apasionadoomitiendo los hombres Husces que yo he oído decir ínter-vinieron en el asunto ; D . Hernando falta á la verdad y ála justicía maltratando tar. sin piedad al Husue fraile je->rónimo» . El obispo de Chiapa no le corrige en este punto�Luego al menos los capítulos xi y = de Ulloa no repre-sentan fielmente el pensamiento de D. Hernando . No pre-tendemos dar estas observaciones como una prueba geo-métríca de la infidelídad de una versión que el mundocientífico ha recibido como U verdadera historia del Ge-nio . En materias de crítíca no rigen las leyes de Matemá--ticas ; pero hay, en cambio, un buen sentido, un tacto, uncriterio que, sin demostraciones rigurosas, juzga de la.honradez de los hombres lo mismo que de la sinceridadde los escritores . Si no hemos llevado la convícción al ,ánimo del lector, estarnos seguros de haberle ínfundido,al menos sospechas vehementes de falsificación ; indicíosde que la historia de Colón basada sobre un libro que-da origen á tantos recelos, no merece la conflanza bas-tante para dar como auténticas tan aéreas y fantásticasaseveraciones .Y lo que con la versión de Ullo .a en general, sucede

con el episodio de las conferencias, objetobreferente denuestra crítica, de nuestras investigaciones. Son la bola,de nieve que, corriendo por la pendiente de la fleción des -de la Enciclopedia, que las inventó, hasta el mundo cré-dulo de nuestros días, que las ha convertido en asunto derisa, han adquirido el volumen y la forma de un suceso,histórico en el libro de Roselly de Lorgues .

ORNATOS NOVELESCOS A-1Ñ_J.ADIDOS Á LA FALSIFICACIóNULLOA POR ROSELLY DE LORGUES

'ARA deshacerla del mismo modo que se derrite elagua helada que se estrecha entre las manos, noes menester tomar una por una todas las narra

cion-es de los historiadores colombinos ; basta fijarnos enla DI Conde lancés, resumen de todos los descubrímíen-tos y última palabra de la historia en materia de confe-rencias . Roselly es un escritor con cuyas apreciacionesestamos conformes en muchos puntos, porque, domo nos-otros, mira la Igura de Colón bajo su aspecto províden-cial y católico, Pero cuando llega á Salamanca y pone sumano en el arca santa de las conferencias, al instantees derribado al suelo, convirtiéndose en el más fantásti~co por querer superar en erudición á todos,; de modoque, sometido el libro de! Conde al análisis crítico, que-dan todos sus antecesores juzgad= . Si es importavindicar al Genio del descubrimiento, no es de menor in-terés sacar á salvo la Unra de una Escuela que tantosservicios -prestó á la ReHgión'y á la Ciencia . An,~~iczis Pla-to, sed magís amíca verítas.Za Religión y la Ciencia ocupaban por sí solas la cíu-d. de Salamanca l . » Así principia M . Roselly el párrafo

que consagra á las con1rencías, y ciertamente que ele

,Scordio, 6 más bíen la apertura de la escena, no puede ser

ni más elevada ni más oportuna . Quid dpnuni tantoferet ffic promisor híatu? «Adernás de los Colegios del

alatrava, Alcdntara, Burgos, Oviedo, 1rIandeses,cérran Ya nos parecía, á nosotros que el vuelo del fan-

tástico Conde era demasiado alto para que pudiera con-

CAPITU

9

V1

120

Pa-rte If.-Cap. VL

servarse mucho tiempo en la, región sublíme de la- verihistórica . Los Colegíos que cita pertenecen todos al si-glo XVI, á excepcíón del deBurgos, que nunca exístíó sinoen la imaginación de Roselly. Sin necesidad de hablar delos otros Colegios citados, bastará decir que los írlande-ses vienen á Salamanca buscando el asilo que les ofrecióFelipe 11 contra la persecución y crueldad de la hia de

¡que VIII, la buena de la Reína doncella . Y en ver-dad que para un novelista que pretende de historiador noes la mjor recomendación el confundír la época de Isabel Tudor con el reinado de Isabel de Castilla . Y sigueRoselly, 6 más bien nos ha dícho un poco antes , : <~No erafácil la co0dón conferida á Fr . Hernando, porque en-tonces no había en Castilla sino corto número de cosmó-grafos, y, como díce un cronísta (suponemos que esrrera), no valían cosa . En su defecto buscó Talaverateólogos y los cító para Salanianca, donde aquel aflio ín-vernaba la Corte .» Todos los colombinos sin excepciónhabían señalado á Salamanca como asiento de las confe-rencías, por ser el úníco punto donde había Maestros deAstrología, aunque fuera en corto número y no valíerancosa . Pero eso de buscar teólogos por todos los rinconesde España para reunírles en Salamanca, á nadT se lehabía ocurrído hasta que el crudíto Conde tropezó con elprecioso hallazgo en los archivos de su fantasía noveles-ca . Los antecesores de Rosellyhacían á los Doctores sal-mantinos ignorantes en Cosmograffa . Merced al descu-brimíento del Conde sabemos que entre los Maestros dela Universidad, de los Colegios del Rey, Cala,trava, etcé-tera, entre 1= reHgiosos de varias Ordenes, que se ha-bfan reunido en torno de la célbre T-'~scuela atraídos porla celebrídad de su nombre, no había teólogos que val¿e-ran cosa; pues adíos, fama de Salamanca- Cuando elmundo entero inclinaba su frente ante los teólogos de laEscuela salmantina, el mundo entero se equivocaba, y el'udíto Conde ha. venido á sacarle del error. Salamanca

no produjo teólogos que valíeran, cosa, y hubo quemarles de fuera.

~<A causa de su nombre y superiorídad, el Colegí

I pa~ h pAg . 9 .

Utulos mayores que dírígían los dornínícos en su con-vento de Sa-n Esteban estaba. en prímera línea, y marcha-ba al frente de los demás estab1lecimíentos, siendo en surecinto donde se reunió la Junta científica .» Gracias á=os que Salamanca da señales de vida científica en laspágínas de Roselly . A lo que parece, en San Esteban he-

de encontrar, sí no cosmógrafos que entiendan elproyecto de Colón, al menos teólogos que valgan algu-

osa. Sólo que aun para conceder á San Esteban ester, 6 más bien para la íntelígencia del período parí-e, tropezamos con algunas dificialtades . Es verSan Esteban había sido un Colegio, 6 más bien una

Escuela ó Estudío, como se decía entonces, donde se con-¡irieran grados mayores ; pero esto era antes que la Teología se enseñara en la Universidad . E-1 año 86 era tan sólouno de los muchos plantejes de donde salfan ~Vaestrospara la Universidad, ganando por opolcán las cátedras,pero no un colegío de Estudios mayores que gnarchabaaljiente de los demds establecimientos .

Por otra parte, ó la junta cíentilica que se reune enel recinto de San Esteban era la Universidad en cuerpo,á la cual se habían agregado los teólogos que buscaraTalavera fuera de Salamanca, ó sólo se componía deteólogos españoles tomados de diversos puntos de Espa-fia, reunidos accidentalmente en San Esteban . En el prí-mer caso, resultarían estos absurdos : primero, que el,Cla -ustro de Salamanca no hubiera admitido en la díscu-sión á teólogos no incorporados en su seno, aunque va-lieran tanto como el conde de Roselly y demás compañe-ros é hístoriadores colombinos ; segundo, que la Juntano se hubíera reunido en San Esteban, aunque entre losColegios de Estudios n2ayores figurase en prímera lí �nea, sino en la claustra de la catedral, que era él lugardcostzij,?tbrado para las juntas de esos teólogos, cosmó-grafós, Maestros en Artes, etc ., que valia-n tan poca cosa -Tercero y últímo, que ese Claustro salmantíno, á pesarde 7,,?o valer cosa, tenía altivez é índependencía bastante

ejarse presidir por un delegado regio, aunq,ese --,ersonaje fuera miembro de su seno y deposítarío dela - - - 1 conciencia . Preciso es, por tanto ., escoger el se-

:xtremo del dilema, y decir que la jIunta sé re-

2

Parie M.-Cap . VI.

un¡Ó, con efecto, en el reánto del convento, pera, que losteólogos reunídos por Talavera procedán de Eversospuntos de España, de las Escuelas de Castílla que valayuna cosa Pero en este caso hay que borrar todas laspáginas que los colombinos han gastado inútilmente, du-rante un Centenar de años, para injuriar torpemente álos doctores de Salamanca. La Junta se reune en el re-cínto de San Esteban pero los Doctores salmantinos,d cuyas exi5ensas ha aso7nado nzás de inna sonrísa á loslabios del mundo, nada tienen que ver con la Junta ni conla sonrisa ; ésta debe recaer sobre los teólogos de diver-sos puntos, reunidos accidentalmente en San Esteban, ycuestión concluída entre los colombínos y Salamanca.A los primeros es á quienes íncumbe, y especialmente -áIrving y á Roselly, el desengañar al mundo crédulo, quese ha reído de Salarnanca candorosamente Ífiado tan sóloen la palabra de los colombinos .

~ Puede índrIrse el ruido que haría en Salamancanoticia de semejante Congreso . . . Una circunstancia casidramática contribuía á que fuera más sonado el suceso .El gremio de barberos guardaba su bandera en San Es-teban. . . calcúlese si sus lenguas no estarían en continuomovimiento ; hasta los arrieros y las nodrizas estabanal tanto> Terudición y belleza del pasaje es admira-ble, es de una delicadeza verdaderamente parísíense ;mas á pesar de todo vuelven á asomar á nuestra críticala duda Y la incerldunTre . Porque no sería tan estrepi-toso el ruido que en la ciudad metieron las conferenciascuando Lucio Maríneo, qui poesim hic _p?,,t?fttetiir, comodice Pedro Mártir, no conoció siquíera, de vista ni denombre, al objeto de la curiosidad de los fígaros, pues en,vez de Cristóbal le llama Pedro Colón. Ni serían muy.famosas tampoco unas confereacías que no llegaron ánoticia de¡ mismo Pedro Mártir, cuando dos años des-pués, y precisamente al tiempo de formarse el extracto,_daba su célebre lección sobre la segunda sátira de Juve-nal, debiéndose, naturalmente, enlazarse la reciente me-moría del anterior suceso con el que en toda la cíufue asunto del día . Roselly ha padecido, sin duda,equivocación recibiendo desfigurada la notícia, Quizá leha -n contado algún chísme de vecíndad que puso en mo-

figaros y de los arrieros (nos.azón no call ,.ejeaban en Sala-

y el bueno y candoroso del Conde le confundí6ita reunída en el recínto de San Esteba-ii . No

es extraño, pues, que se queden atónitas las gentes (quehan leído la historia de Roselly) de que se discutan en se-río cosas de tanto chiste .

«Se formó la junta de profesores de Astronomía yCosmografía, propietarios de las prímeras cátedras de laUníversídad y de los primeros geógrafos y geómetrasque habían estudiado Matemátícas con Apolonío y Físicacon Pascual de Aranda, únicos Maestros de cuenta quehubiera producido todavía Salamanew Razón tenía,

, Talavera para buscar teólogos de c?,¡enta y reunir-es en Salamanca . Sólo que aquí nos vuelve á ocurrir unaduda. Á dar crédito á Roselly, no sabemos quiénes fueronal fin y al cabo los jueces del inmortal Colón ; si los as-trónomos 37 cosmógrabs propietarios de las cátedras dela Universidad, 6 los teólogos buscados por Talaverapor todo el reino de Espafía para suplir la falta de lossalmantínos, que, por lo visto, no eran de cuenta ní va-lía.n una grait cosa Y de aquí surge espontáneamenteotra cuestión que podemos formular en breves términos :1, aunque no de cuenta, en Salamanca habfaastrónomosy cosmógrabs, ¿á qué buscar telogos en todo el reinodie Castilla? Y sí el proyecto se somete á los teólogos decuenta extranos, ¿á qué convocar á los cosmógrabsSalamanca, que no valían gran cosa?

« La Reina, que con el fin de dar impulso á los estu-dios asistía á los exámenes, Po quiso ínfluir con su pre-sencia en el debate . Er. cambio la jurista Doria Lucía deIVIedrano, Doña Beatriz Galindo la Latina, la poetisa,Doña Fransisca del Pinar y Doña Francisco, de Lebrí-

. . figuraban entre los curíosos .'» Al decir esto, sin dudaolvidó el Conde que la Junta se reunió en el sagrado

recínto de un convento que, diÍstínguiéndose siempreosa observancía, preíaisamente, y por obe-

cía, había admitido la reforma en el mísino año 86, en, al decir dé Roselly, se reunió la junta en su "cínto.

Parte 11. -cap.

Pero como todo es misterioso y exuaordinario, enla videl Héroe, por esta vez, y sin ejemplar, dispensó siiduda en la clausura el Nuncio deSu Santidad, Mons . Sci

- -díano, que á 12, sazón se hallaba presente . Y, á la ver-dad, que si los arrieros y las nodrizas discutían en lasposadas y en las plazas ; sí había regíones en que losho»res andaban cabeza abajo, nada tiene de extrañoque mujeres célebres, honra de su sexo, asistieran al de-bate, figurando entre los curiosos, sí por casualidad- es-taban en Salamanca .

Ponemos esta cortapisa, porque es dudosa, no ya laasistencia á las pláticas, pero aun la morada de esas céle-bres literatas en la ciudad que el Tormes baña. De'DoñaFrancisca Nebrüa sabemos que sustítuyó á su padreD . Antonio en su cátedra de Alcalá por los años 1522 ;

en el año de las conferencias, es decir, treinta y seisaños antes, es verosímil que, 6 -no hubiera nacido, 6 almenos no tuviera edad para discutir si la Tierra era re-donda con2o una naranja. Por L-ncio Maríneo y por La-guna en su traducción del Díoscórídes, nos consta queDoña Lucía Medrano perorá en público en Salamanca ;pero como ni el literato ni el -médico indican el año enque se veríficó el suceso, nadie puede asegurar que hon--rara las letras salmantinas en el año de las conUencias .Cierto que Doña Beatriz Galindo, discípula de Nebrijay maestra de Doña Isaben estuvo al lado de la l~eiiiamientras la enseñó la gramática latina ; pero de aquí 51

ínferir que , aun cumplida su &evada y honrosa misión-cerca de la ilustre Princesa, había de acompañar siem-pre á la Corte, hay una gran distancia, que sólo puederecorrer el Conde con la rápida fantasía que le dístin-gue : probablemente se ocupaba á la sazón en fundar enMadríd el hospítal quq ha ínmortalizado el nombre dela Latina .

ecidídamente el conde de Roselly es poco afortu-nado para citar nombres propios . Diego Muros, 6 seaínguez del Mendana Vanes, aunque estudió en Sala-

manca hasta recibir el grado de Bachílleren Teologfa .,idesde el año 1484 estaba ya en, el colegió de Santa Cruz,j en 3 de Mayo del 87 recibía el de Licenciado en la Uni-

Edad de VaRadol.id . Así lo díce Gil G-orzález en el

Ornatos novelescos .

Teatro de la, Iglesía, de Oviedo, y Vídal ede los eustínos de -"-~alamaizca . El portugués A~ 'bosa, que aparece como Bachiller'en. el libro de Clausto,del Ude Mayo de 15 04 y y llar-nado después por el rey dePortugal paraexplícar er, Coímbra, publícaba en 1 577 suAntí iDría, 6 sea la impugnación de! Y4oría de Erasmo :difícilmente podrá probarse que, no obstante' su ionvidad, fuera ya catedrático C11 -486 . Es cierto queuna carta dirigida por Pedro Arías que llevaba porcha el año 81 pero, aun así, queda siempre la duda de quela presencia de! insigne portugués en las conferencias.pueda conciliarse con el argumento inapelable de las,fechas .

De Antonio Blamíardo, más conocido con el nombrede Flamínío, sólo diremos que en el líbro de Claustros,fOlO 43 vuelto, aparece como Bachiller y oponiéndose ála cátedra de Gramática en 1 5 03 . Con el matemático va-lenciano juan Scríba nada tíe-ne que ver Salamanca, don-de tampoco se conoce el nombre de Víllaescandíano . Elapellido que Sgura en el hbro de Taustro es el de Vi-llasandino, Gonzalo y Antonio, padre é hijo, ambos ca-tedrátícos de Derecho . De Torella nos da abundantes,noticias la Bíblíoteca escogída de ,Illedíciiya, de Usera,tomo i, págínas 3 10, 11 Y 12 . En ella, con efecto, se hablade jerónimo Torella, astrónomo famoso, catedrático dela Universídad de Valencia y médico de los Reyes Ca-tólicos, junto con el salmantino Villalobos . Pero del Gas-par Torella citado por Roselly sólo nos dice que vivióen Roma muchos años, y que después de ser médico delPapa Alejandro VI se hízo eclesiástico, asistíendo en i S, 2al Concilio lateranense como obispo de Cerdeña. De losnombres citados por el Conde sólo quedan el NuncíoScandiano, Olivíer! y los dos Girandíni, italianos, y Gu-úérrez de Toledo que como afecto á los domínícos nohaWa de disentir de su opiníón, y el viceescolástico Ponte(y no Pontea), que es verosímil siguiera al escolástico Gu-tíé-,rrez~

La tan ámosa y repetida, c~~5tlum-nia 0 la ignorancia ypejarntismo de los- Doctores de las conferencias se lia.

tido en un fuego fatuo que se va alejando á pro-e el análisís crítico se acerca á ell a_. . Sí a

26

Porte -11.-Cap . VI.

se opone á Colón. en las célebres conferencias, sone : - tro,italianos que acompañaban á la Corte . Entre los E - ni:-ímpugnadores no figura un solo miembro de¡ CL----salmantino .

Ha quedado lucido el Conde. Los antiguos calumriia-dores, sospechando sin duda que no poban probar susasertos, se envolvieron en la vaguedad Blendo tan sóloen globo : Los núembros de la Junta, los Docto7es deSalanianca- El bueno de¡ Conde ha sido el único cando-roso é inocente que, privando

ala novela deLmás drarná-

tíco de sus golpes, ha robado al mundo crédulo la másdulce de sus sonrisas . «Dios os perdone el agravio quehabéis hecho á todo el mundo, en querer volver cuerdo,al más gracioso loco que hay en él.~, Así dijo en Barcelo-na D . Antonio al bachiller Sansón Carrasco, cuandóvencido D . Quijote le impuso la condicíón de que no ejer-ciera por un año el oficio de la andante caballería, y esomismo pueden repetirá coro todos los colombinossencillo conde de RoseHy de Lorgues, Mientras usábamosde voces vagas y anónirnas acusaciones el mundo nosdaba crédito, y bajo el testimonio de nuestra palabra se-guía creyendo que los Doctores salmantinos eran unospedantes, gentes sin príncípíos, unos fanáticos . Por me-teros vos, sin que nadie os forzara á ello, á bachiller Ca-rrasco y Caballero de la Blanca Luna, habéis privado almundo de la mas sabrosa rnentira que había inventadola fantasía humapa . Dios os perdone, bondadoso Conde,y que a la novela, de las conferencias sea por si¿~Mreligera la tIrra. Pero no� , que, aunque en la cita de nom-bres propios ha sido poco feliz el Conde, en la relacíóndel suceso se va á cobrar con wuras de la perdida fama,desagraviando al mismo tiempo á sus compañeros los co-lombinos .

UL N7 JI

WNTINUAN LOS ORNATOS NOVELESCOS DEL MISMOCONDE BI6GRAFO

~-oN la cabeza erguida y el corazór, tranquilo compa-recióColó-n ante la audíen--ía .» Lo de¡ corazón tran-quilo debe presumirse, porque no íba á cometer nín

gún crimen ; pero eso de la cabeza erguida, ofrece -algunasdudas . Según Roselly, Colón se desposó con Doña BeatrízEnríquez en la ciudad de Córdoba en fines de Noviembrede 1 48 1 ~P-- 9- 81 ; según el Conde parísíense, «la época dela junta . .-. dos circunstancias nos permíten fijarla . . . en elimes de Noviembre de 1846» (pág. gi) . Por veloz que fue-ra el vehículo que le condujo de Córdoba á Salamanca,y aunque partiera de la patria de Doña Beatriz al día sí-guiente de la boda, debió llegar rendido á la ciudad delas átras v entrar en la audiencia con el corazón tran-quilo, sí, pero con la cabeza rendida de]. cansancio del ca-míno ; á no ser que el señor Conde le viera entrar , nospermitiremos dudar que llevara la cabeza ci-gztída .

«Cristóbal se decidió á no pasar de ciertas generalí-dades .» Pues entonces'no es extraño que no le 'compren-dieran los miembros de la junta. Ni Colón puede quejarse, ni los colombinos acusar á los Doctores de ignoran-tes, ni de fanáticos . «Como se apoyaba en las ciencias,no -pudo seguirle la junta . - ~ » ; pero comono pasó de cíer-las generalídades, no valdría gran cosa la ciencía quemostró Colón en las conMendas . Acaso la Junta, aun-que pudiera, no querría seguirle po,.,- la regíón de lasge-neralidades . « Algunos miembros le arguyeron con pa-sajes de las Santas Escrituras pésimamente aplicadosaYa quelos salmantinos fueran tan ígnorantes, al menoslos teólogos de cuenta, buscados con una Eserna por

128

Park V-".

Talavera en todo el reino de España, ¿no sabfan-Era? De todos modos, cuando esos miembros de la juntaargüían con la Escritura y fragmentos truncados de au-tores eclesiásticos , no serían tan generales los puque abrazaba la discusión .

« Con respecto á Séneca, incurrían e.n un error inyo-luntario .» Hemos concedido á URoscUy que los teólogos,de Salamanca no zallan cosa. Pero eso de que llegaran áconfundir á Séneca, el Tósofo y preceptor de Nerón, conSéneca, el poeta de! tiempo de Augusto, una Escuela er.,que Maríneo explicaba los poetas latinos, qui poesim hicprofitetur, dice Mártir ; una escuela en que á Flaminiase le encomienda la interpretación de Plinío ; una escuelaen que principalmente brillaba Nebríja, el autor de la Gna-mátíca que, formada para el uso de Isabel la Católica ypublicada por orden de la Reina á insinuación del calum-níado Talavera 1, ha servido de base á cuantas gramáti-cas sobre la lengua del Lacio se han publicado en Europadesde ñnes de] sígio XV, hasta las que inanejó en las cá-tedras de latinidad el Sr, Roselly de Lorgues ; acusar,enfin, á Salamanca de no conocer á Séneca, eso es ya tangroseramente indocto, que, por más delicadeza y cortesíaque usemos con el señor Conde, no podemos seguirle portan resbaladizo camino .

En prueba de que en Salamanca se conocían los tex-tos latinos tan profundamente por lo menos como enUrá, podríamos responder al Conde lo síguíente . Santiago Tapulende dió á principios del siglo XVI un comen-tario de la -Esfera de Sacro Bosco, que los parísiensescalificaron de breve y obscuro, y más dfficil que el mismotexto, sólo parque no les era familiar el latín del comen-tarista : ob exqiiísitazi,~ ejus liytíziítate7ilz Parísien.sibus

1 Como este hecho es tan glorioso para Talavera como poco cono-cido aun de los literatos, vamos a citar las palabras textuales de Nebri-ja : « Uspués de las dos'ediciones de la Gramática latina hechas en Sa~lamansa en 1 año 1481 y 82, publicó aquí mismo su farnosa y primeralatino-española en el gi, en cu a dedicatoria á la Reina se leen estas pa-labras : «De ella á lo menos,, Señora, se seguirá. aquel conocido prove-»cho, que de pase de V . A . me dejó el muy Rdo . Padre y señor el obis-»po de ATT, pe no por ola causa me mandaba, hacer esta obra en la-»tín y romance, sino porq1e las mujeres rellLosas y virgenes deúTra -,»á Dios p~en conocer algo, de la lengua latina,» El título de ~es Introducciónes laginas, conír.,ipttesto el romance al lafin, etc .

etam . Entonces rogaron al salmantínopuesto que habla enselado aul., ese Lri

y le entendía bien, quí sPherícuire, fflud opusculúm L&dem publíce legerain, se sirviese acomodarle á la vulgarínteligencia comentándole en estilo bajo é inteligible,hum= et pedestri ; agradando á todos los regentes decátedras de tal modo, que recibieron el comentario deCiruelo con los brazos abiertos : eum gratíssíme duobu,-complecterentur brachús 1 .

Bien'pod.-zfarr~os respondier á una injuria gratuíta conun Ocho tristemente hístóríco ; pero esa solución heríriademasiado el orgullo francés, y nos hemos'propuesto serhidalgos con el señor Unde . Nos contentaremos con re-plicarle que Fr . Diego de Deza, uno de los miembros dela junta, conocía y manejaba á Séneca con la misma fací-lídad que las Cartas de San Pablo . En la dedicatoria alcardenal Mendoza de una obra que en defensa de SantoTomás, mal interpretado por Nicolás de Lira, el domi-,rico escribió, y se conserva manuscrita en la BibliotecaColombina sin pretensiones de erudición, y como quese le escapa de la pluma, dice : «~Vt7iiz crebro (tit Senecadicit) mendacítim specíe veritalis obcliidítzir .» Y baste-esta ligera corrección ,al Sr. Roselly, y con él á todos losque reproducen esta acusación injusta .Y sigue Roselly : «En la disputa se iban tocando dema-

síados puntos íncidentales,» ¿En qué quedamos? ¿No,pasé Colón de ciertas generalidades, 6 se bi~jó á muchos.

ntos concretos, aunqye incidentales? « Comprendiendo-no Dastaba-, se reswvió á rebatír ¡as auitorí-

dades de las Escrítuiras .» No sería muy profunda la cien-e vertió Colón cu-,-Indo no pasó de ciertas genera-

lidades incídentales . « lAs espíritus tímoratos . . . encon-en extremo presuntuoso que un Marino hablara

contra� Meolás de Lira . » Pero no durarfa inucho tiempo,el escrúpulo cuando Deza les replicara que sin presun-ción había escrito contra las opiniones de Nicolás de ,Ura . 0e diftindió en esto un rumor vago, que hubierasido peHgroso en un país en que la Inquísíción acaba

confiruan los ornatos novelescos .

I Opusc . Do Sphera, Joan . de Lac, B., cum Comment . Petri Ciruel . Proe-

de establecerse . » Pero ese rumor debíó cundir só--3 c�. - � e

los arrieros y'los fígaros, sin llegar al salón de las con-ferenclas, verificadas en el recínto mismo del convento,donde se había establepido la Inquisición . « Para neutlizar, pues, el efecto de las pérfidas insínuacío.nes quetraían receloso al Santo Oficio, no fué necesario á Gi-raldíní solicitar una audiencia del cardenal Mendoza .»Bastaba á Colón estar hospedado en el recínto del SantoOficío, á lo, sombra de Deza, futuro inquisidor .

Hasta aquí RoseHy en la descripcíón de las céleb.-conferencías . Y á la verdad que si atentamente se conGran la calidad de los jueces, el modo de proponer susconclusiones, el recinto en que se Yerífican, la abigarradaconcurrencia de mujeres y religiosos, de teólogos y cos-mógrafos, de cortesanos y doctores que á ellas asisten,el ruido que producen en ]a ciudad, la chismografía dejos barberos, los rumores de heterodoba en las doctri-nas de un huésped del Santo Oficio, y otras lindezas se -mCjantes, casi nos inchnamos á dar la razón á irvíng,cuando asegura que las tales conferencias han excitadomás de una sonrisa ; y sí no se ofendíe£a el Sr. Roselly, leíbamos á decir que la junta á que se refiere es más pro-pia de los barberos y de las nodrizas que del Genio de laEscuela salmantina y del gran acontecimiento de los tiem-pos modernos . Pero como nos proponemos seguir al se-ñor Conde hasta el ún de su. erudita y luminosa lucu-bración, vengamos al resultado de las conferencias . Yahora ya las frases del seflor Conde son tan claras queno necesitan comentarios. Sólo llamamos la atenció'n dellector acerca del contraste que resalta de su cotejo, pues-tas las unas enfrente de las otras .

«La dígna actitud tomada por Colón ante la Juhizo que r.nuchos de los concurrentes se sintieran atraídoshacía él, y que. . . Deza ganara

asu causa á los prírn, eros

Maestros de la, Uníversídad.» Pero aunque «Colón terna-os

P,rte 11.-Cap . ViL

en su favor la calidad, ya que no la cantitos», «la Comisión se separó sin haber concluído napues por iti,,7animídad condenaba el proyecto, bíen cornoquírnéricn bien como -i ,,riprictícabl.e» . Cansada y aburda, por tanto, de una junta donde,su favor la calidad de los votos y ha

1 los prímeros :,,,-a,,~stros de la Escuela, condeo por unanT 11 ad, «La Corte no esperó el -

e las conferencias, _- abandonó á Salamanca eÍEnero de .1487-» Y -no obstante que vefa el proyectoton-denadq,por unanimidad, por el gusto de hacer un desaireá la junta enco=ndada ú Talavera, y demostrarle lo absurdo de un proceder que después de estar ganados mu-chos, los primeros Maestros de la Escuela, condenabpor unanimidad el proyecto, «desde entonces comenza-ron los Reyes á tratarle con mucha consideracíon» . Enconfirmación de estas palabras se cita á Andrés Bernál-

,dez en suHistoria de los Reyes CatólÍcos, cap.tulo cxvni,~donde Roselly ha visto estas otras : «Desde entonces lemiraron los Reyes con agrado» ; pero como las tales pa-labras no se leen en la edición de Bernáldez, dada á luzpor Alcántara rebentemente, ni mucho menos se refieren~--í Salamanca, dejamos al señor Conde toda la responsa-bilidád del aserto .

Sí ahora se le pregunta de qué documento ha sacadotan peregrinas noticias, nos contestará con toda la sans-fa~oti parisíense : «A falta de! extracto de las sesiones,que con ímperfección se hizo dos años después, y que noha salido todavía del Archivo de Simancas, convendrá almenos formarse una idea de¡ lugar y de los personajesque tomaron parte en la liza», etc . (Pág . gi .) De estas pa-labras se deduce : Primero, que se hizo un extracto delas selones Segundo, que se Mzo dos años después éimperfectamente . Tercero, que se ha depositado aIgLnavez en. el Archivo de Simancas. Cuarto, pero que no hasalido de allí todavía, Quinto, que no habiéndole visto en-car el Conde, ni habiendo saEdo desde que entra debehaber entrado el Corde en el Archivo, ó al menos algunaotra persona en su lugar y de orden suya, para cercio-rarse de que entró, y no ha salído de allí todavía, Y sex-to, dándonos ¡entender el Conde que no le ha visto porsus propOs ojos, sino por relacíón ajena, es fácíl colegíque el en.cargado de registrar el Archivo hizo un ex-ti-acto del extracto tan imperfécto, como el quedos años después de las célebres conferencás, y tan obs-curo y embrollado como lo dennuestra la hístoria del se-¡íor Conde,

ncnos I )Velesc

132

Con el fin de rectíficar las equívocaciQnes enextracto incurre este historiador de Colón, hemostambién nosotros diligencias por conocer la hi~misterioso extracto, y he aquí el resultado deaveriguaciones . Á fines del siglo XVI el gran cronIndias, Antonio Herrera, que tuvo en su poder y e4 su muerte todos los papeles que se le franquearon paracomponer suHistoría, no vió semejante extracto, puesto,que ni menciona. síquiera á Salamanca . En 1626 el sal-mantino León registró escrupulosamente el Arehívo para,componer un -E~bítome de Biblíoteca, etc., y habla detodos los libros que se habían publicado y de los manus-crios que se conservaban inéditos, como la Historía deLas Casas, pero del extracto de las sesiones ni una pala-bra síquiera . En el aio 1779 se comunícó á Muloz la or-den de escribir la Historia del _Nuevo Alundo abríéndo,-sele de par en par las puertas de todos los arcb,-ivos,~ y elprimero de todos el de Símancas ; y, sin embargo, ni hacernencíón de tal extracto, ni por su descripción de las con-férencias puede colegirse que le Sera; antes bien apare�ce lo consarío. A principios de este siglo Navarrete hapublicado todos los documentos ínéditos de Símancas re-lativos al descubrimiento, y el tal extracto no apareceen su colección.

Por si acaso se hubiera escapado á la dRígencia del,real colector, y movido por las -palabras del seif-Nor Con-de, preguntó el Sr ~ Pinilla al -archivero D . Manuel Gonzá�lez si tenía noticia del precioso documento ; la contesta-ción de la siguiente : « Está Ud. en lo cierto ; ni escritores,nacionales ni extranjeros han hallado aquí hasta hoy míasdocumentos relatívos á Cristóbal Colón. que los ordena-dos por mí difunto tío (D . Toniás), y publicados por Don,Martín Fernández de Navarrete . Aquí tic existen las ac-tas de las conferencias de Salamanca 1 ~ » Y, finalmente,como hace pocos años se echara á, volar la especíe deque en Tmancas se había encontrado una carta de! al-Orante Enríquez á los Reyes Catól.ícos que hablaba, nosólo contra la Universídad, sino contra el mismo conven-to de San Esteban, 37 con motivo del informe elevado por

1 Obira citada,

Part A-M. M

, RealsAcade0a de la Hístoría acerca ,,erígído en Valcuebo en el año ig6,s, se pídieron notas á.Simancas. El jefle DI Archivo respondió que no había se-mejante carta: así lo dice el Sr . La Fuente en su graciosa~obra La sopa de los conventos, pág. 1 0 3 -

Si el señor conde Roselly aspira á pasar por un hís-toríador serio y formal, queda comprometido á decírnos

-en qué estante y cajón de Símancas se halla escondidoese eOracto de las sesiones que se Hzo dos años des-pués imperfectamente, y que no ha salído todavía del Nr-chívo. Del mismo modo, todo el que:en adelante se atrevaá tomar en boca el nombre de Salamanca está obligado,á ley de escritor honrado, á citar los testígos 6,doeu-mentos en que apoya sus aseveraciones . Interín llega ese~día, nosotros, cerrando todos los libros que por espacio,de tres siglos, desde UNoa hasta Roselly, se han ocupado,de este período importantísímo de la vida de Colón, va-mos á ensayar la recomposición de esa historia miste-ríosa, y más que obscura desfigurada . Quizá incurramosen los mismos defectos que hemos combatido en los co-lombinos . Por eso, cuanto mayor ha sido nuestra confian-.za al, emprender la refútación, es tanto mayor el recelocon que entramos en la ardua y casi imposible tarea deirehacer esa. hístoria.

Una sola consideracíón nos anima, sín embargo, queal mismo tiempo es un compromiso solemne que contrae-mos con nuestros lectores, y es que nada hemos deaventurar de propia cuenta, dejando el encargo de ha-blar á los documentos originales . Nuestro trabajo ha deEmítarse á ordenarlos, acompafiando tan sólo algunasrefleTones necesarias para conocer su valor crítico éhistórico; algunas notícías contemporáneas que les sirvan:junto de enlace, y algunas reglas de interpretación,más bien de buen sentido, que abran la inteligencia

ntído genuino ; y en este caso no hemos de ser nos-otros, sino el lector, el que ha de ir tejiendo de nuevo lahístoria ; en la inteligencia de que sí ayuno, ó más afbr-tunadó en hallar documentos, 6 más diestro y agudo en

=ina ínterpretacíón nos, contraril ase, nosotrosos los prímeros en reconocer el error y d

restaurador de la historia colombína. Este no

tinuan los : -'-,alos noveles,,'os .

es asunto de amor propio, sino de la verdad de los~hechbs,,y el hombre nunca es más grande que cuando sacríficsus opiniones particulares en las aras de la verdad . Niuna palabra más acerca del asunto delícado de la perso-na, Veamos el origen y valor de los documentos en quese ha de ftiridar esta arriesgada recomposición.

En primer lugar se conservan los Archivos, y Nava-rrete ha tenido el acuerdo de publicar una coleccíón pre-ciosa de cartas del Marino yotros personajes comemporá-neos, de cuentas de la Tesorería de los Reyes Católicos,de testimonios y deposiciones hechas por testigos de vistaó coetáneos á los sucesos, de cuya autenticidad nadieduda . En la colección de Navarrete, pues, tenemos do-cumentos originales que proceden de la misma fuente-yno se han enturbiado en la corriente de los siglos, porsencilla razór, de que se cionservan autógrafos y sin señalalguna de adulteración, Son los primeros materiales que-han de emplearse en la condrucción del edíiqcio . Presén-tanse en segundo término los escritores cercanos al su-ceso, que conocieron personalmente á Cplón y refierencon candor y sencillez las circunstancias que llegaron ásus oídos . No podemos dudar de su testimonio ; sólo que,como despachan en pocas líneas una historia de -sieteaños, es preciso Par el sentido de sus palabras compa-rándolas entre sí y con las cartas del Marino y demásoriginales que hacemos ñgurar en primera Idea. Los tes-tigos son verdicos y de toda excepción . Toda la díficul-tad estriba en la inteligencia de sus palabras .

Estos son Andrés Bernáldez, González Ovíedo, enparte Gomara, y sobre todo Fr . Bartolomé de Las Casas.Los de Bernáldez y Las Casas, ínéditos por más de tressiglos, acaban de ver la luz pública, y derraman á su vezuna ráfaga de viva luz en la obscurídad de la historia co-lombina . Vienen en último lugar la traducción de Ulloa,,la historia de Antonio Herrera y otros escritores de In-das, que aunque en el giro y enredo del drama, son tanescasos y confusos y andan tan extraviados , como hemostenido ocasión de observar, sin embargo, en algunchas o circunstandas eran ecos de la opinión general yórganos de una tradición constante que noatender ni podemos del todo desechar . Si á esto se ag

testigos q :__

yolón á Salamahca, su hospedaje en San- Esteban-que tomó el convento,en la resolución cíentífica y

Rlujo político que ejerce Deza en el ánimo de la Reina,tenemos lo bastante para asentar sobre nueva base lahístoría del Genovés, en Castílla.

Carecerá de novelescos epísodíos, de las situacíonesdramáticas, delos incidentes curiosos é ínteresantes, delas bellas y magníficas descripciones con que la erudiciónó fantasía de los colombiI,-,os :ros ha presentado hasta hoy :quedarán en claro algunas Tchas, varios lugares, cir-cunstancías de efecto : no será siempre satisfecha la cu-riosídad de un siglo ávido de conocer esa vida que se des-Iba suavemente como un arroyo manso por entre la es-pesura de un bosque . La narración, en fin, será árida ydescarnada en los hechos, y hasta enojosa por el girocr{tico y polémieo que necesariamente ha de llevar sise ha dediscernir- con riguroso criterio la verdad histó-rica de la novelesca invención .

Vamos á decir pocn lo poco que se sabe de cierto, ó al=nos lo poco que de cierto hemos podido adquírír acer-

de una vida que tanto ínteresa á la presente genera-cíón- Peto nos proponemos que esos rasgos lígeros quehan de formar el boceto de la figura del Héroe, ya que nola belleza de un pincel delicado, lleven al menos el colo-rido de la verdad. Tenemos intencíón de colocar á cadapersonaje del cuadro en su grupo y puesto respectivo,para que, ya que no por su magnificencia, ni gracia yperfección, se distinga por su cática e histórica exacti-tud.,Sin más preámbulos entramos en él.

Ustílla.,yo de. fecoiriposícíón de la, histona de Colón en Ú

C

ENTRADA DE COLóN EN CASTILLA

[GNADO el Marino de! poco noble -proceder deuna Corte que intenta-ra robar al Genio su se-

y al ho=re su fama, y temeroso quizá dealgún desaguisado contra su nombre 6 contra su,

uyó sigiloso del vecino reino de Portugal ., y se,- o á Castilla en busca de un asilo seguro para su per-sona, y con la esperanza de encontrar en la Nacíón cató-Uca por excelencia la intehígencía de su colosal proyecto.¿Pero en qué afío se ha de fijar la salída de Portugal? ¿Yen qué otro la entrada del Héroe en Castílla? Dos hechos

os consígnar como ciertos . Primero : que en el afioestaba en Portugal . Y segundo : que á fines de! mis-

~yó secretamente del vecino reino. Lo primero.ista de sus mismas palabras . En el diario de naveg

os ha conservado en parte Bernáldez y Lase publicó Mavarrete y hoy ha visto la luz en

s de! cura de los Palacios y del obispo de Chia-een ~textuales estas palabras :

aquí el Almirante quegal el afío 1 484, vino -ano de la ks1a

Caravela. - Estd at ~Co del se

0

138

parte Ill.-Cap. L

fecha señala Las Casas, cuyás . palabras son las - si- ,guíentes : « Según podemos colegir, consíderabdo el tíem-po que Colón estuvo en la Corte de Castílla, que fueronsiete años .! y algunas palabras de sus cartas . . ., primerodebía haber salído de Portugal para Castílla CristóbalColón, que su hermano Bartolomé para Inglaterra . Y asísalió Cristóbal por el año 1484 ó á principio del 85 . . . 1 »

Como éste es el punto de partida de cuya sítuacíón de-penda acaso toda la Blicidad del vía`e, convendrá quej

-nos detengamos algún tanto á fin de asentarle en sólidabase .

González Ovíedo dice : «Entonces (después de habertocado con el duque de Medínaceli) se presentó en la Cor-te de los Reyes, donde anduvo mucho tiempo sin quenadie le entendiera_ . siete años anduvo en estas preten-siones », etc, (Cap . iv.) Tenemos dos escritores coetáneosconformes en señalar un período de siete años de preten-siones en la Corte, de donde debe colegirse que era unaopinión general en aquel tiempo . Pero á quien debemosoir especialmente es al Héroe mism- o, que los llevabacontados día por día de desaires, y hora por hora deamargura y de ansiedad . «Siete años pasé aquí en su realCorte, disputando el caso con tantas personas de, autor¡-dad y sabios , », dice en una carta á los Reyes. «Siete añosse pasaron en pláticas y nueve ejecutando 3 », dice en sucarta á Doña Juana de la Torre, aya de! príncípe a Juan .«Ya saben VV. AA . que anduve siete años en vuestraCorte », dice en otra carta á los P-, .eyes, vista y citada porLas Casas .

En la opinión de los contemporáneos, pues, loque la memoría fija de Colón, se habían pasado síete afíos~desde el momento en que se presentó á los Reyes hastael instante memorable en que Isabel, movida de las pala-bras de San Angel, por un arranque sublime de su cora-zón generoso le mandó llamar y estipular las capitula-----cíones en 17 de

Abrilde 1492- ¿Pero qué Agniñcan estos

siete años en la pluma del Marino, y desde qué punto se

1 Tom~ q "p . xxm, pig . 266.2 NAVARR., tOM . 11, Pig. 262.a Tom. ; pi, i2k

0

han de c-)-

�T Desde luego asegu ,.-?,

�elnúme-meroderT ,-osehadeentencier-r------

do qne el período dé la pretensión y

las disputasforme la. cífra redonda de siete aiños, sin faltarle Ti¡ so-

r1e nL-igún día . A esto se opone el estilo -~',~~,míliar deuna carta, el modo connún de hablar y basta la circuns-

la de ser la frase íncídental en el escrito . El fin prín-el Marino en esos díchos es mostrar las quejas que

,a de suseneraígosycalumniadores, yponderar la. gran-za de! sacrificio que había hecho por CastiRa y por suseyes . Y para esto era indiferente que el período de siete

años consara de un mes más 6 menos, porque siempreresuharía que había sufrido moralmente siete años deangustia y de tormento. Más aún: en el archivo del duquede Veragua encontró Navarrete una hoja escrita por Co-lón, en donde se contienen estas palabras : <Ocho añosfui traído en disputas, y en fin se dá mí aviso por cosa deburla , .» Al ver, pues, la insístencia con que repite la cifrade siete, y combinándola con esta nota en que alarga elperíodo al número de ocho, la lógíca, el buen sentido y lasana exégesis se inclina á creer que el tiempo de las dis-putas había durado los sAte completos y algún espacío

computado el cual podía decirse ocho años. Y siendoesto así, resulta claro que, recayendo el pánclio de esossiete años completos en Abril del 8 5, para dar lugar á losocho, hay que Par la dcha de !a entrada de Color, en Cas-tílla á fines del 8 4 ó príncipío del 85, según el racíocíníode Las Casas

Los colombinos pasan por alto estos documentos, ytemen entrar en cálculos sobre el año de la entrada, ó sea

1 punto de partida del misteríosovíaj e del Genio altravésdesierto de los desaires y del abandono y para obrar

0 U, pág . 28a Era tan gener2l la creencia de que Colón gastósiete ú ocho años en sus pretensiones, que hasta los extranjeros lo hanconsignado en sus escritos, En un libro existente en la Biblioteca de laUniversidad, señalado en el lhdice (tomo 1 , Pág- 54) con el título Novi or-

um, etc ., impreso en Basilea en 1 537, y que, según parece, estápor el cél,ebre Sebastián Mucer, en la pág, 3o pone ese

Wvja» Cbyistopbori (--olvr-ibiac ; y desPués de referir las vicísí-pretensión, que aprovecharemos oportunamente, dice estaslabras : «T,

peractis annis VIII, insistente idhuc Colon-hi S

-

res praestare attentione, decrevitque, etc .»

de Colón en

arte III.-Cap . 1 .

de ese modo tienen razón que les sobra. Como desque le llevaban 1 la Rábida, hasta el 8i6, que lo- pre-

sentan ante el Congreso de Salamanca, no sabeft qué ha-cer del asendereado Maríno, de ahí la incertidumbre, lavaguedal los contrasentidos en que está envuelta su na-rración . El 84 es fatal para los calumniadores de Sala- .manca ; pero nosotros, firmes con las palabras del Héroe,con el testimonio de Oviedo y de Las Casas, y no repug-nándolo Ulloa y Herrera, establecemos como un puntodemostrado é incontrastable la entrada de Colón en Es-paña á fines de¡ 84 6 príncípíos del 8 S .Uro desde este nimer hecho histórico , una vez afir-

mado, estamos en disposición de colegir su venida directa de Portugal á Castílla . No hay lugar al intermediodel episodio de Génova, Venecía é Inglaterra en la pri-mavera 6 en todo el curso del 85, que introducen Muñoz,Humboldt, Roselly y César Cantú . Nos hemos propuestono dar crédito á los colombinos sólo bajo el testimonio,de su palabra honrada : hemos convenido en dar fe tansólo á los documentos oríginales . Aunque tropecemoscon estas palabras de Muúoz : «Graves autores dicen quese hizo á la vela del puerto de Lisboa (á fines del 84, enque partió secretamente), y convíenen todos los más enque pasó inmediatamente á España, yo tengo por másprobable que dé antes á Génova, donde se hallabaen 14 8 5 » ; ínterín los que siguen la opinión del Académicono presenten un documento de la Señoría 6 carta de Co-lón originales que destruyan la dcha de los siete años,nosotros, dejando á Muñoz en su opinión con los gravesautores á que alude el autor de la Hístoria del JVuevoMundo, y, sobre todo, con el testimonio de Colón mismo,seguiremos creyendo que la salida de Portugal y la en-trada en Castilla son dos hechos símultáneos y sin solu-ción de continuidad, y que ambos se verificaron á finesdCl 84 ó principios del 85 .

-- Ni qué puerto pisó por primera vez tierra espa-fliola,6 al menos por qué lado hizo por la vez primera sue_Arada en Castílla? No vamos'á repetír aquí el

c -mulo de aserciones gratuítas, de contradíceíones pal-pables, de torpes contrasentidos, de novelescas circuns-tancías con que aparece rodeado el episodio de la Rábida,en la pluma de los colombinos. Tampoco querernos, re-cordar las gravisímas injurias que inflieren á las perso-

Jnas venerandas de Colón y de Fr. Juan Ilérez . Ellos,con efecto, suponen al religioso tan solícito por la edu-cación del híjo, como inhumano y olvidadizo de la suerte.del padre. Ellos hacen al Marino tan ingrato para con el

igo, como desnaturalizado para con el hijo . Al deciros historiadores, en cinco ó seís años mortales no se

acuerdan unos de otros, hasta que volviéndose á trope-zar, y no de intención, sino por qasualidad, á la arriba-da, como dice el testigo García Hernández, la naturalezav el corazón recobran sus ínstíntos naturales y sus dere-chos legítimos . Entonces, y sólo entonces, es cuandoColón vuelve á ser padre cariñoso, Pérez amigo fiel, yambos tratan de reparar el tiempo perdido . Fr. Juanconcluye por donde debía y sentía no haber comenzado .Entonces es cuando, no contento con escribir

ala Reina

misma, vuela en alas de la. amístad y de]. patriotismo ádar ímpulso á un negocio paralizado seis años por su ne-

ncia, á un negocio en que tanto se ínteresan la honra

gloria de la Religión y el porvenír de lapatria .

do lleguemos en nuestro viaje, y por el caminodocumentos', al santo, al venerable ; al ¡n

¿POR QUE PUERTO EXTRó COLóN EN CASTILLA?

PITULO 11

1 42- te X.-cap. H.

tal -recinto de la Rábída, allí trazarernos el cuadro de esepaso interesantísimo en la historia del descubrimiento,dando al convento y al Guardián todo el honor, todagloria que en el plan de la Providencia y en la epopeya

gran suceso de justicia les pertenpce . Por ahora noslimitaremos á buscar el origen de esa equivocación tanconstante y tan general, y porque se ha introducidoen escena anticipadamente un. suceso que tiene oportunolugar en la h

'ístoría del Marino en Castilla . llues bien : el

error sólo se puede explicar atendiendo á la obscurídadque rodea la Uda privada, al descrédao en que cayó elHéroe durante su vida pública, y al modo cómo se ha es-crito su historia .

Entre los sitío!~honrados por el Genio y los protectoresdecididos de] proyecto, sonaron los nombres de U. JuanPérez y de la Rábida al tiempo del descubrimiento . En elperíodo de Joria del Héroe, el episodio de la Rábida eraconocido en sus más ínsigníficantes detalles ; pero vinieronotra generación Y oros héroes de! dia, al par que caía enolvido el protagonista y carecían ya de interés los epíso-dios de su vida privada. Mientras se conservan unidos enla tradición los nombres de Colón y de Pérez, de la Rá-bída y Santa Fe, habíanse borrado de la i-neírnoria, ó almenos confundido con facilidad, las fechas y detalles dela dramática entreváta Y ése es 1 estado de la cues-tión cuando se príncípía á escribir la historia de Colón .El hecho es indudable, auténtico ; queda consignado enun documento oficial, en lla deposición de un testigo devista, en la declaración de! méTco Hernández ; peroocultas las píezas del pleito en 5 Archivo de la Real Au-diencia, no entran por entonces en los dominios de la his-toria. Los escritores del descubrirniento, ignorantes 6imposibilkados de consultarle, mencionaron el hecho se-gún el confuso rumor que llegara á su noticia, 6 hicieronde él caso o0so porque le creían de escaso interés, y heaquí el =¡gen de la conf�usión o de la vaguedad. Esta ex-plicación no es una simple conjetura nuestra : es uncho que aparece evidente, consultando á los historíado-

s del descubrimiento .. I no nacen mencíón deel italiano acómpañó const-

e nos incumbe I - )r

¿PC - qui PUMS ensó uT

sde su venida á Espafía en 1487,'Y 0,¡e T --entró al servicio de la Corte de page ~i-toclzachq el aÑO ~-2,es decir, pocos meses después queU. Juan Pérez volaraal campo de Unta Fe á interponer . su, vallímíento con suaugusta confesada, la Reína, en flavor de su protegido elMarina El primero que, á nuestro entender, se ocupa delhecho, fué Gomara en el año 1 5 5 2 ; pero el testimonio deGomara, lejos de Evorecer á los colombínos, trastornapor completo el sistema . He aquí sus palabras : «Y así se

barcó en Lísboa y vino al Palos de Moguer, donde ha-b16 con Martfn Alonso Pinz6n y con Fr. Juan P6rezMarchena, baile franciscano de la R

'ábida, cosmógrafa

y humanista, á quien en purídad descubrió su corazón . . .,1 cual fraile se esfórzó mucho en su demanda y empresa,y le aconsejó que tratase su negocio con el duque de Me-dina Sidonia, D. Enrique de Guzmán ; e luego conLuis de la Cerda, duque de Medína Celí ; y como tuvie-sen ambos por sueflo de italíano burlador la empresa,aníinólo á ir á la corte de los Reyes Católicos, y escribiócon. élá Fr . Fernando de Talavera ., corifesor de la Reína .Y entró en la corte de Castílla el aflo 86 . » Y sigue dícíen-do quelos Reyes no le hícíeron caso, que sólo Alonso deQuintanilla le atendía, hasta que Mendoza vencíó las di-ficultades prometiéndole que, tomada Granada, se pró-veería . (Historia de las _Indias, fol. i o vuelto .)

Hemos afirmado tres cosas : Primera, que los histo-ríadores del descubrimiento despacInan en breves rasgos,llenos de vaguedad, un perfodo de . siete afíos . Segundo,que introduceii en escena los personajes que intervínie-Fon en el asunto, pero sin distinción de fechas y de orden,por lo cual hay que entresacar de su candoroso y verfdí-co, pero confuso y embrollado testimonio, esos persona-

esos hechos si se ha de reordenar y aclarar la his-tork5i . ~7 tercero, que las palabras de Gomara trastornanel plan tan laboriosamente levantado por los colombínos,y nos deja en la duda del papel que desempeflia en el asun-to el respetable guardán de la Rábída. Las dos prímerasaseveraciones están patentes en el texto citado, y lo es-

7oporción que vayamos examínapdo-1 Oviedo, Las Casas, etc .

- Lat ra hacer no-

144 Parte 111.-Cap . .11.

tar á nuestros lectores . Según los colombinos, llegandoColón á Palos de la arribada, el primero con quien se en-tendió fué con el Guardián, que acertó á pasar por la poritería cuando Colón demandaba pan y agua para su

hijo

íego . Según Gomara, la honra del primer encuentrocon el Genio pertenece, no al reUgioso U . Juan Wrez deMar&ena, sino al marno Martín Alonso Pinzón, que prímero había de ser su cariñoso compañero, y después rí-val implacable de su Joria . Segundo, al decir de los mo-dernos, Colón se dirigió á 1,a Rábida casualmente, extra-viado, llevando al hijo de la mano, y pidiendo en el con-vento un alivio en su cansancio, pan y agua, satisfacer elhambre y sed del ní~io D. Díego. De las palabras de Go- .mara se deduce claramente que Colón habló muy tran-quilo con Pinzón en Palos, y'que por Pínzón se relacíonó~,' -con U. Juan Wrez. Si hemos de creer á los colombínos,U. Juan, como confesor de la Reina y amigo de Talave-ra, le dírigió inmediatamente á la corte con una cartapara el priar de! Mado . Sí damos crédito ?', !a_ narraciónde Gomara, el Malpaíle le aconsejó que tratase (antes.que con nadie, se sobrentíende) con los duques de Ale-dina Sídonía y Aledina Celí, y sólo cuando vió'que te-nían anibos por suei,-to de ítaliano burlador la empresa,fué cuando aníznólo d ír á la corte de los Reyes Católi�cos . Y de aquí nace una tercera divergencia .

Según los colombinos, desde que entra Colón en Cas-tillael año 849 ó el año s5, 6 el año 86, hasta que en =teúltimo se dirige á Córdoba, donde estaba la Corte,el tiempo le pas0 en la Rabída, ó conversando con elGuardíán sobre el descubrimientn 6, según Roselly, estu-diando Teología, los Padres y la Santa Escritura . En lanarración de Gomara se dístribuye el tiempo de otra

a distinta : primero habla con Pinzón ; después comu-ca con Orez, á quien descubre en puridad el corazón ;

en tercer lugar, el Guardían se esfuerza en la empresa y�le aconseja que trate con los Duques ; y sólo cuando és-.,tos le desechan como italiano burlador, es cuando seacuerda que era confesor de la Reina y que puede reco-meñdarle á Talavera . A estas divergencias víene á poner

llo una que las excede y resume todas ; porque Go-a no vuelve á acordarse de Fr. Juan enlodo el rIAS

0

ación , y sólo .-c

- alvez en la apc - - f

leln los colorribinos y i~, -te la

do Arez desempef-5a un. alto 6 interesantedrama, el año gi, cuando estaba la Co

Fe y el ejército estrechando el síti-lo de Grana-. La consecuencia que de estas sencíllas reflexíones sur-

ge espontáneamente y sín víolendia alguna, es que 6 loscolombinos 6 Gomara andan desorientados . Los persona-

s son históricos, pero no están bien coloca-dos en el cuadro . Gomara pone al principio lo que suce-dió al ñn, y los colombinos dividen un solo hecho en dos�distintos episodios .

gamos HoraaLas Casas : « Y ansí (desde Portugal)

tomando á su hijo, nirie, Díego Colón, díó consigo en lavilla de Palos, donde quízá tenía cognoscímiento con al-uno de los marineros de allí, é taziibíéri Por ventura conunos religiosos de San Francisco de¡ monasterío que

se llama de Santa Marfa de la Rábída~ . . donde dejó enco-mendado'á su hijo chiquito, Díego Colón . Partíóse para lacorte 1 a Esta es la primera explicación que da Las Casas,Pero no satísfécho él mismo de ella, pone luego una se-gunda y una tercera versíón de las negociacíones quemediaron en el descubrimiento, y al empezar la segundadice : ~ Y puesto que en algunas cosas parezca con la pri-

será bien condenar del.,-ímera y de estasegun~ítulo siguiente se refe-

rdá, podrá tomar el que esto leyere la que mejor le pa-recíere, ó de todas tres componer una, sí salva la ver9sí-

ilitud que compadecer se pudíere : 6 que despedido dele de Medina Sidonia , 6 del de Medina Cell, saliese

descontento sobre el descontento que trujo de la corteCrístóbil Colón, sa4n los que dijeron que fué á la víllade Palos con su hijo, 6 d tomar d su hijo . Diego Colón,dño, sejún yo creo, Tése al monasterío de la Rábi-da, etc . '» Es de advertir que Las Casas escribía estaspalabras después de publicado el libro de Gomara ; que

XIV,% 211 .

rnera íncompatíble, no por esluélla . . . Finalmente, de la

, y de la tercera, que en el ca

146

Las Casas estuvo en íntima relación con la Jamili -aMarino, con D . Diego mismo, con la Virreina su muje

María de Toledo . Pues sí ahora se fijan los lectoresen las palabras quizá y por

en la incertidumbrey falta de seguridad con que nos da las tres distintasversiones, y en la licencia que concede para combinarlasentre sí y de otro modo que 1, el testigo aurícular de lossucesos, de todo esto podrá colegirse á qué altura deconfusión andaba ya por este tiempo la vída privada~ delMarino .

Y limitándonos al suceso de la Rábida, vemos que,dando por cierto el hecho de la ¡da de Colón á la Rábida,,no está seguro del modo y tiempo en que el suceso tuvolugar . Mientras en el capítulo xxix dice resueltamenteque, < tomando a su hijo, Diego Colón (año 8 5), dió con-sigo en la villa de Palos » , ahora, en el capítulo _xxxi, re-firiéndose al año gi, títubea en afirmar si Colón fué á lavilla de Palos con su hijo, 6 a tomar á su hijo ; es decir,que no sabe si dé á tomar en 9 1 a su hijo, en la hipótesisde que en el año 8 5 le hubiera dejado en el convento, ó1 dé en el año 8 5 acompañado del hü o, Psando por 12,vez primera los umbrales de la Rábida . Y aunque se ín-clina á creer que en el año gi y al ¡inal del drama dé átomar á su hijo, es decir, al niño que dejara al cuidadode los =Res por espacio de seis aflos, esta misma opi-nión no es muy firme en su ánimo .

Al exponer esta HpTeás en la capítulo xxix, usa de laspalabras dubitativas quízd, por veinura: «dió consigo enla villa de Palos, donde quiza tenía cognoscimíento conalguno de los marineros de allí, é también por ventura,con algunos religiosos de la Rábída» . En tiempo de LasCasas, pues, corrían ya dos dísIntas versiones acerca de!místeríoso suceso, ó lo que es lo "smo, se había ya ín-troducido la confusíón y diversídada, aunque el sabio do-mit-flco se inclina al extremo de haberdqjado á D~ Diego~él Iáfio 8 5 y volver por él en el año 9 1 , pero de eso mismo

tiene

idea- : no sabe si desembarcó en Palos porer «cognoscímiento con alguno de los maríneros

alU», 6 si el motívo de haber dado consi~To en la R � 'era, por ventura, sus anteriores relaciones de 7 -lo Td calgunos religiosos . Aun en- esta hipótesís, la,í

Parfe III.-Ca'b. 11.

For qui puerlo

común versíón ., el testimonio de Las Casas trastortodo el sistema de los colombí-nos . Según. la opinión vul-gar, el Marino, llevado de una tempestad, y tomando tlrra á la arribada, casualmente desembarcó en Palos, ypor una Tliz casualidad también se encaminó, 6 más biendesorientado llegó con su hijo al convento ; por el con-trario, al decir de Las Casas, dió consigo en la Rábidaor tener «cognoscimiento» con los marineros de Palos

con algunos religiosos de San Francisco . ó Las Casas,ó los colombinos, puies, andan desorientados del verdade-ro camino .

Pero estamos viendo nacer en el corazón de! lector unsentimiento de enojo y de cansancio, y aun cruzar por suinteligencia el recelo y la desconfianza de encontrar unverdadero é histórico hecho concreto en la vida obscurade Colón. Si Las Casas, que habl(5 en Barcelona y en la,Espafíola con el mismo D . Diego ; que en el ai0 44 acom-pañó á Dofía María en su viaje á Santo Domingo ; que tuvoen su mano las cartas del padro las piezas de¡ pleito ylos l:ibros que D . Fernando acopíara en su célebre Biblio-teca de Sevilla ; si Las Casas, con todos estos auxilios,titubea, ¿quién será osado lo bastante para buscar, y tantemerario que se gloríe de haber encontrado, al través decuatro siglos de obscurídad, lo que ignoraban, ó sabíansólo por conjeturas, los escritores contemporáneos? .Quélaberinto es ése? ¿Qué misterio se encierra en todo lo quese refiere á la vida privada de ese hombre enigmático,objeto de tanta curiosidad y tormento de toda Crftíca

7estigacíón? No se asusten ni desalienten los lectores .Todo tiene una natural y sencilla explicación . Con ha -

ber Las Casas dirigido á D . Díego 6 á su esposaMaría, ó á su hermano D . Fernando, esta simple pre-

nta : ¿D. Diego nior0 seis aflos en la Rábida, desde elaño 85 haba el gp i por el contrarío, fué el gi con su pa-dre casualmente á pedir un poco de agua y un trozopan en 5 convento? Con sólo haberlo preguntado LasCasas hubiera, salido de la duda, y nos hubiera aborrac-'nosotros estas laboriosas y nada gratas investigaciones .

Casas no se le ocurrío hacer semejante pre-gunta, porque no Diabía cruz,,ado aún por su, mente la id

,de escribí,- su 'historia . Ni la curiosídad le estimuló

l colón en Castilla.? '47

3 48

.intar una cosa que para nosotros es de interés sumo ;ni el celoso dominíco, empeñado en la noble tarea de al-canzar la libertad natural de los indíos, podía ocuparseentonces en un asunto para él ínsígníficante . Y he aquícómo lo que á nuestra vista parece arduo, misterioso éíncomprensible, es la cosa más sencilla y naturalmundo. Las Casas no lo supo por no haberlo preguSa-do, y no lo preguntó porque, como asunto de curíosídad,era baladí ; y como hecho históríco ., no le ocurrió ha-staque principiaba á escribir la historia .Á fin de que no se nos acuse de fingir hipótesís ínge-

níosas para salir del apuro, á Macíón de los colombí-nos, dejaremos hablar y darnos razón de sus dudas almismo Las Casas : «Y porque algún tiempo vivió (Colón),,,en dicha isla de Puerto Santo, y dejó alguna hacienda . . .(según que me quiero acordar que me dijo su hijo D . Díe-go Colón el año, i si 9 en la ciudad de Barcelona, estandGal

d

, M el rey le España A Cabos V) ansí que llese á vivirCristóbal Colón á dicha isla de Puerto Santo, en dondeengendró al dicho su primogénito heredero D . Díego 1 .»

En otra parte dice : «Estos cien mil maravedises de juro(por haber visto tierra el prímero) llevó siempre (Colón),,por toda su vida ; y si no me he olvídado, un día, hablandocon la vírreina de las Indias, nuera del Almirante, mujer- se su primer sucesor, en las cosas de aquel víaJe, me dijG

érsela librado en las carnicerías de Sevilla, donc~re se pagaron - .» Por estos dos incidentes se des-cubren las relaciones de Las Casas con la famílía de Co-lón, y con cuánta verdad, candor y segurídad añrma laue oyó de los labios de alguno de sus individuos .

os ahora el secreto de ignorar ciertas cosas, no,obstante sus cordiales y frecuentes comunícacíores, conla famífia de¡ genovés . « Propuesta, pues, su empresa,artolomé Colón al rey de Inglaterra . . ., no sabemos qu

repulsas tuvo, 6 cuánto tiempo tardó en su desdesde que la comenzó (puesto que nos vimos encon D . Bartolomé Colón); que sí nos ocz,,,,,Yríera penscríbir esta historia, lo pudiéramos bien saber 9 .» No

Tomo i, cap, Tv, pág . 54 .Tnmo i, cap, XXXVIH, Pág . 289 .Tomo n, cap~ es, pág. 78 .

Parfe III.-Cap . H.

pues, misterio alguno en que Las Casas, tc - ,-Tsasiones para preguntar á D . Díego lo s � - ,e _" :)

1 .1 girara la conversación sori~e el3sto que, si le ocurríera pensar escribir su historia,udíera bien saber » . Antes bien ., de este silencio deDiego y de su fáH-lia en sus relaciones con Las Ca-

sas surge en el átnimo la fundada conjetura de que el epi--sodio de la Rábida fué para D. Díego -aria escenjera y fugítiva, de la cual no quedó rastro en su me-moría .

La cosa es clara. Supongainos que Colón tocara en laRábída, 6 por incidente 6 dirigido por la Providencia, enel año gi, y que no se detuvíera en el convento sino losdfas que tardó en volver la contestación de la Reina á, laentusiasta y persuasiva carta del Guardíán . En este caso,la morada por algunos días en la Rábida Té Para el pa-dre, á no dudarlo, un hecho decisivo en sus pretansisones,-tanto como para el descubrimiento uno de sus momentossolemnes . Sin el patriotisrno de Fr . Juan Pérez, Colónhubiera abandonado para siempre el suelo de España, y,ó no se hubiera verácado el descubrimiento, 6 se hubierallevado otra nación la palma. Pero, como es claro, la im-portancía de la escena de la Rábida estaba vinculada alpadre, que comprendÍa toda su transcendencía . Para elniño D . Díego fué negocio de pedir un poco de pan (lo

sucede á los niños muchas veces al dia) y el comerpor catorce días la ración del convento, lo que en unniño produce una impresión fugitiva,

Supongamos, por el contrario, que n Diego queda enla Rabída al cuidado de Fr . Juan durante los seis añosmortales en que es abandonado de su padre, en que frayJuan es un verdadero padre para él, y el convento el lu-gar de su educación, donde pasa los mejores años de su

�vida . Esto supuesto con la opinión vulgar, dejamos ádiscreción de nuestros lectores el decidir si D . Diego,,en sus conversaciones con Las Casas, ó con su mujerDoña María, o con su Ormano D. Fernaundo, 6 con. sus

bles amigos, hubiera dejado de hacer mil alusio-do ta-a interesAnte y tierno de su vida . Ytantos testigos, lo verosfin-ii es que Las

z en su vida con uno

en Ce7.SUI[ ?

que le certíficara de la estancia y educación de D . DiegdurantC seis años en la Rábida. No sabemos el efecto qproducirán en el animo del ICCLOr estas re-flexíones tanobvias como sencillas y naturales . Por nuestra parte, rC-nunciamos á insistir un instante más en el as llanto ; y pues-to que hay falta de seguridad en los testimonios de Go-mara y de Las Casas, y no podemos recabar �una pala-bra de D. Diego, que sería la auténtica y decisiva , para-averiguar el hecho hav que acudir á otras fuentes .

Por fortuna, la Historia nos ha conservado la acciara-ción oficial, de un testigo de vista que, con toda la síncerí-dad y candor de un hombre ínstruído y honrado, cuenta .el suceso de la manera más sencilla y detallada . Atenién-donos, pues, á las palabras del físico García Hernández,consio,nadas solemnemente en el pleito, y que examinare-in

moS en su lugar, nos despedimos por ahora de la Rábida--para visitar ese sagrado recínto en su lugar respectivo,y colocar á Fr . JuanPérez en el puesto que de justicia le.corresponde en el magnífico cuadro del. descubrímiento .

Dispénsennos los lectores de que hayamos gastado,tantas páginas en asegurar tan sólo dos puntos de la vida .del Héroe ; á saber : que vino directamente de Portugal,,y que hizo su entrada en territorio de Castílla á fines del84 6 principlo de! 8 5 . Dispénsennos estas paradas ínfruc-tuosas en un viaje que de suyo sería. tan corto y tan sen-illo . Pero tenemos que desbrozar un camino lieno Úe�

ficciones y de mentiras históricas, acumuladas en cuatrosiglos, y esta tarea enojosa es la que nos detiene y re-trasa la marcha. Sin los escritos de los colombinos, lajornada sería ligera,, fácil, sencilla . Prosigamos .

Colón víno directamente á (Zastilla el año 84 ; pero,,¿en qué puerto písó tierra española, y qué camino le dírí-gíó á la corte? Francamente confesamos nuestra ígnorancia, y preferimos decír un no sé á imitar en su des-enfado á los colombinos . Pero donde faltan los datos po-sitívos pueden suplir prudentes conjeturas siempre quelos indicios no se den como hechos averiguadosdeduceíones no repugnen á los documentos ni alsentido .

: Colón, que huye secretarnente de Portugal.qa con a -parato teatral . sino sen-

Parte III.-Cap. 11.

imodestamente . El Héra que ha de brillar en su día,hasta que amanezca en el horizonte de los tie - _-- Ds no sedátingue de la generalidad de los hombres, No entra enCasílla arrojado por la tempestad ; no va perdido con suhiío de la mano, como Belisarío con el suyo, pidiendoh¿spitalídad ; no tropieza con un corazón elevado y gene-roso, que le da una carta para íntroducírle en la Corte ;no hay necesidad de esos pasos de novela, de esas .situa-cíones de efecto, para hacer interesante la vida ocultade! Genio . La grandeza del suceso no consiste en el apa-rato 6 rareza de las situaciones por donde pasa el Héroe:la grandeza y sublimidad las lleva él Usmo conágo. ElGenio que lleva escondido en su cabeza un mundo ;, esmás sublime entrando en Castílla desconocido, sin un

otector , abriéndose paso con su inteligencia superior,y conquistando inteligencias y corazones con su palabra;es más sublime con su dignidad, con su pobreza., con suresignación, que con toda esa serie de ficciones que paraengrandecerle han inventado los colombinos.

Así, pues, es probable que Colón desembarcase enelva, y que allí dejase á su hijo D . Diego, mientras él

se lanzaba en el mar de la pretensión . El físico GarcíaHernáñdez dice en su declaración estas notables pala-bras : <, Y que el dícho Cristóbal Colón, viendo ser surazón disulta en tan poco conocimiento de lo que ofre-cía, facer, él se vino de la corte (aio 9 i S é se íba Gre-cho de esta villa á la villa de Huelva, para fallar y versecon un su cuñado, casado con hermana de su majer, é,que á la sazón estaba y tenía por nombre Muliar 1 . » Y enla declaración de Juan Rodríguez Cabezudo se leen estasotras : ~Y al tiempo que se partió (Colón á la corte el

o año de gi), le dió á Y Diego, su- hijo, en gLiardi~ átigo, y á Martín Sánchez, clérígo ~ . » Sabemos

a-uténtícamente y por testígos presencíales, primero : quecuando Colón, después de siete años de mortal angustia,venía de la corte con su hijo D. Diego con el fin de aban-donar á Castilla para siempre, iba á la villa de Huelva,onde tenía un cuEado, cuya mujer, hermana de su di-

,,rlo e1,dró colón en

AVAR"TE, t M, pig, 562 .NAVARRETE, ibid ., 09~ 5 80 .

a doña Felipa, era tía carnal de a DUgo. Y segundo:que deten, ido por U. Juan Orez, y llamado por la Reinaá Santa Fe á consecuencia de las generosas y patriéticas gestiones de! guardíán de la Rábida, al partir parala corte dejó encomendado su hijío D. Díego, no al con-vento de la Rábida , donde debía permanecer, según lacomún opínión, sino « en guardia á este testigo y á Mar-tín Sánchez, clérígo» .

De esos dos hechos rigurosamente históricos no esinverosímil deducir que -uno de los intentos del asende-reado Marino al dirigirse á Huelva en el afío 9, era eldejar el niño D . Diego en casa de un tío Muliar, maridode la hermana menor de Doila Felípa, míentras él iba áoUcer su proyecto al rey de Francia . Pero como fué !Ti-terrumpído en su viaje é intentos por el incidente de laRábida , tuvo que dlarle en guarda á Cabezudo y al clé-rígo Martín Sánchez . Hasta aquí vamos con pie seguro,apoyados en documentos . Ahora bien : puesto que nin-gún otro auténtíco, nos habla de su entrada en Castílla,no es aventurado el conjeturar que, fugitivo de Portu-gal, se refugió en casa de sus cuñados, donde podía dejar

h c¿nflanza á su hijo D . Diego . Cierto que esta solu-ción despoja al primer paso de la historla del Héroe detodo el encanto poético con que se le ha revestido hastaahora, reduciéndole á un suceso común . Pero como nohemos de sustituir una novela por otra, y la importanciadel primero, lo mismo que los demás pasos, no depen-den de lo raro de las circunstancias, sino de la grandezapersonal del Héroe, el nombre y la casa de Mulía.r, quede otro modo serían obscuros é ¡ ,,,.diferentes, entran aho-ra en los dominios de la historia, engrandecidos sólo porhaberlos honrado con su presencia el inmortal Colón.

Parte 111.-Cap. II .

COLóN OFRECIENDO Á LOS

�EA como quiera, y En insistir en un hecho que no esde gran ínterés, lo que Dos importa averiguar escómo el desvalido Genio se puso en relaciones con

la Corte, y cómo entra á formar parte de la historia delos Reyes Católicos . Volvamos á los documentos, Heaquí cómo nos lo refiere Ovíedo . « Después de referir losofrecimientos que hizo á Enrique VII de Inglaterra pormedio de su hermano Bartolomé, y por sí mismo al deortugal, D . Juan II, « que tampoco 1.56 de él, aunqqc era

Colón casado en aquel reino, y se había hecho naturalvasallo de aquella monarquía por su matrimonio », con-

úa díciendo, Ovíedo : <~ Entonces dé cuando se decidióir en Castilla (inmediatamente següín parece y sin ir

á Génova, como dice Mufloz y Roselly), y expo-níendo sus ídeas á D. Enrique de Guzmán en Sevílla, yluego al duque de Medinaceli, D . Luis de la Urda, te-niendo ambos por cosa fabulosa sus descubrimientos, de-jaron de favorecerle, aunque este Duque intentó hacer-lo, pero que los seiores Reyes Católicos no quisierondarle lícencía. Entonces se presentó en la corte de losReyes, donde anduvo mucho tiempo sin que nadie le en-téñ ,diera,, padeciendo raucha necesidad y pobreza . Sieteaños anduvo en estas pretensiones, Mas coino traía lacapa raída é pobre, teníanle por fábuloso'soflador : sóloel Contador mayor de cuentas de los Reyes, AlonsoQuintanílla, cuando iba por su casa, le mandaba dar deconner é lo necesario por compasión, y en él encontró

y acogímiento, y por su respeto y intercesiódel Rmo. Sr . Cardenal D . Pedro Go

CAPfTULO III

YES CATóLICPS SU PROYECTO

1 54

de Mendoza,

á, que, dando audienciaa

Colón, empezó ;conocer que era sabio , y que daba buena razón de lo quedecía, y empezó á £avorecerle , y por estos dos persona-jes ya fué oído de los keyes u»

Leidas con atención las palabras de un historiador queentró á servir en la corte de los Reyes Católicos, seyendo

mochacho de doce años, en el mismo del descubrí-miento, es decir, el 14 92, parece ímposíble que los colom-bdos hayan buscado otra relación distinta de la que pontanto candor como naturalídad nos ofrece Ovíedo, con lanotabilísima círcunstancia de estar confirmada substan-cialmente la relación del viejo capitán de la Espa¡.i- ola por5 historiador Gomara en las palabras anteriormente e¡-tadas, « y le aconsejó (Fr . Juan Pérez á Colón) que tra-tase su negocio con el duque de Medina Sídonia . . . é lue-go con D . Luis de la Cerda. . . ; é como tuviesen ambospor sueño de italiano burlador la empresa, animólo, á irá la corte de los Reyes Católícos» .

Sí no se ha de tingir, pues, la historia á capricho, sinoqL, e ha de deducirse de documentos, parece indudable queel Marino, escarmentado de la mala partida que le jugarala corte de Portugal, se dirigió, antes que á la corte de losReyes Católicos, á esos dos poderosos Duques, que -po-seían vastos dominios en Andalucía, y puertos y navíosbastantes para ensayar el descubrimiento, así como ayu-daban á los Reyes mismos en su grande empresa de laexpulsión de la morisma . Sólo dos reparos podrian ímpe-dirnos seguir á ciegas la relación de estos dos sencillostestigos, combinándolas entre sí y formando de las dosuna sola historia .

Es el prímero que, según Gomara, ese primer pasofué aconsejado por el guardián de la RáNda . Es el se-gundo que otros historíadores, y entre ellos Las Casas yHerrera, colocan los tratos de Colón con Medinaceli, yla traducción de Ulloa con Medinasídonía, al ñnal de! dra-ma, ó sea en los años del 8 9 a- 1 9 z - Pero si no nos hde enmarañar otra vez- en las redes de conf;asíó,-~i que

e

Parte Ill.-Cap . 1.11.

1 Historia general de las Indias, cap, iv . Está impresa en Sa"

nar

n1 547, i se conserva un ejemplar en la Biblioteca Nacional , & J,

envia nota .

ente y con gran t~abo,,4 o vamos -rompiendo,íso nos es ínterpretar lo vago y oMcwo de las na-

rracánes por los hechos ciertos y auténticos que vamosconsignando . Todos dicen verdad, pero ordena~h mal lossucesos ; á la crítica toca desenredarlos y colocar caduno en su puesto . Gomara pone al princíplo el episodiode la Rábida, que, como hemos visto y probaremos des-

, sólo tuvo lugar alfin. Este trueque de escenas noTruye el orden de ofrecimientos : segün Gomara, con-

forme con Oviedo, Colón hizo primero su oterta á losDuques, y luego, cuando Só que le tenían por Pbulososoñador, á los Reyes Católicos . El que fuera aconsejadopor Fr . Juan Pérez en ese orden de sucesión, ó fueramovido por inspiración propia, no altera en nada la prio-ridad de! ofrecimíento. Lo cierto es que, según Gomaray Oviedo, Colón llamó primero á las puertas ducalesde estos señores poderosos que á las de! regio alcá-zar de Fernando é IsabeL De este modo se concílianlos dos ; no hay más diferencia sino que Oviedo le hace irg,notu proprío, y Gomara por consejo de Fr . Juan ; pero enel orden de sucesión están conformes . Colón, pues, seieció á los Duques, 6 á un Duque primero, y luego á laia Isabel .tra objeción hay más seria y más grave, que, como

todas, acometemos de irente . Colón estuvo los dos últi-años en casa de Medinaceli ; así nos lo aseguran Lasas y Herrera . ¿Cómo, pues, Medinacelí tiene por

huésped dos años al que antes despreció como soñadorfabuloso? ¿Y cómo Colón se dirige el año 9, al mismo

ínasidonía, que en el año 84 desechó como italiano.-? La clave para descifrar estos enigmas nos la

da una carta original del duque de Medinaceli, publicadaorNavarrete y citada por los colombinos, pero delaque,

alácinados por un falso é inveterado sistema, no han3.bído sacar partido . La carta va encaminada al carde-

rial Mendoza desde Cogolludo, y lleva la fecha de 19 deMarzo de 1493, es decir, pocos dias después de publicado,

presa de todos, el descubrimiento . La carta díceverendísímo Sefior : No sé sí sabe vuestra seño-

es Católícos su Proyec

as! :ria como yo tove en 0 casa mucho tiempo á Cristóbal.Co1o2,,n.o , que se venía de Portugal y se quería ir al rey

. de Manda_, é yo le quisiera probar y enviar desdpuerto (de Santa Marín propiedad suya) que tenía buenaparejo con tres ó cuatro carabelas, que no me deman-daba más . Pero como vi que ésta era empresaReina . . escribílo a la Reina desde Rota, y respondíómeque gelo enviase. . . ; y por tenerle yo en mi casa dos añosy haberle enderezado si mi servicio, se ha hallado tangrande cosa como ésta . »

Si se tiene presente que el Duque se dirige al Carde-nal exponiendo sus servicios en el descubrimiento conel fin de que la Reina le haga merced, dándole parte desus resultados, y que, corno prudente y avisado, había decaUar una circunstancia que no le favorecía, la de habersido reputado por ítaliano burlador ó por soñador fabu-loso al que acababa de arribar á las playas españolaslleno de gloria y con un mundo descubierto, quedancomo verdaderos y auténticos los hechos siguientes . Prí-mero, que tuvo en su casa á Cristóbal Colón, «que se ve-n1a de PÓrtugal» . Segundo, y (cuando) -se quería ir dFrancía» . Tercero, «éyo le quísiera probar y enviar des-'de el puerto » . Cuarto, « escríbílo d la Reina desde Ro -la ~> . Quinto, «y por tenerleyo en nú casa dos arios se hahallado tan grande cosa » . Luego le tuvo en su casa endos distintas ocasiones : primera, cuando venía de Por-tugal el año 84 ; y segunda, cuando se quería ir á Fran-da el aio gi . Y como en una de las dos ocasiones le tuvodos años, « y entonces sin duda yo le quisiera probar yenviar desde el Puerto, que tenla buen aparejo con trescaravelas», y á todas luces estos dos años no fueron alprincipio, porque, como veremos, estuvo en,otra parte,dedúcese legítimamente que fueron al final, . « cuandoquería irse a Francía, y por tenerle yo en ini casa dosaflios se ha hallado tan grande cosa . Cómo le tuvo ensu casa al princípío, cuando se venía de Portugal, nolo dice el Duque, porque no le tenía cuenta ;que el Duque calla cuerdamente, nos lo revelany Gornara.

Le tuvo en casa como pretendiente aventurero, y ledespachó de su casa como italiano burlador, 6 . al menos

NAVARRETE, t. 11, pig. 20.

Parte 111.-Cab . I/L

Mpl, ofreeciendo d

desconfiarido de unas promesas cuyo fundamer, 1--

-ve Ía,y de las palabras de un hom, bre que para eldesconocido. Y aunque la círcunstancia de escri"2"rle al

Reína desde Rota y responderle que gelo envíase,rece indicar que el introductor de Colón en la Corteé Medinaceli, sín embargo, teniendo en cuenta la po-eza y necesídad que sufrió Colón en la Coi- te antes de

lograr audiencia de los Reyes ; teniendo en cuenta que laiera entrevista con los Reyes se alcanzó por T~edía-

cíón de Mendoza, y no por cada del Duque, y mucho me-nos por haberle llamado la Reína, claramente se deduceque esta carta del Duque á la Reína, y el llamar la Reinaá Colón, deben referirse á la segunda temporada, y no ála primera. El Duque, como todos los autores de la época,amontona los sucesos según cuadra á sus planes, dIspa-chando en breves frases una historia de siete aflos . Sal-va, pues, la ruta de Colón por los dominios de¡ Duqueantes de Hegar á la corte ; testificada por la confesión in-genua dp! mismo D . Luis de la Cerda, pero en la cual nole convenía insistir, y á nosotros nos basta consignar porHora ; salva esta con-lesión ingenua de un hombre quecalla lo que no conviene á su propósito, en lo demás pode-mos tomar por guía segura al historiador Ovíedo, testígo-de oídas, ya que no presencial, de los sucesos. Así, pues,«entonces (ó sea despedido por el duque de Medinacelícomo soiador fabuloso) se presentó en la Corte de los,Reyes, donde anduvo mucho tiempo, sin que nadie lo en-tendiera, padeciendo mucha necesidad y pobreza . . ., sóloAlonso Quintanilla, cuando iba por su casa, le mandabadar de comer é lo necesario por compasión» .

ate eO sin duda, el período triste y azaroso á que alu-de Bernáldez cuando, al introducir en escena á Colón,comienza el capítulo xviii con estas palabras : «En el nombre de Dios Todopoderoso . Ovo un hombre de Génova,

libros de estampa, que trataba en esta tíe-que Ilamaban Crist6bal Col6n, 'hom-

to ingenio, sin saber muchas letras, muyte de Cosmografía é de repartír el m

o que el rey de Portugal placía -ir . _ho el_'e-!a

derrra de Va

~ de muydíestro eldo_Csicurrír, él se le dé á convidar . . . é no~

- ~ . . así que se vírio

158

Parte, 1,11.-Cap . 111.

reina Doña Isabel, é les fizo relación de su imaginación,al cual tampoco no daban mucho crédito, etc . »

El pobre Marino, pues, burlado en la corte de Por-tugal ; refugiado en Huelva en casa de Muliar, á cuyoscuidados encomendó su hijo ; desechado por Medinasidonia y Medinacelí como sofinador, con el resto acaso desus posesiones de Puerto Santo, y vendiendo libros deestampa y mapas, en cuyo díbujo era muy diestro, se di-rige ja la corte de los Reyes Católícos, donde pasa algúntíempo sin que nade le enüenda, padeciendo necesidady pobreza, llevando la capa raída, y dándole de co=rpor compasión Quíntanilla siempre que se acercaba á lacasa del contador de los Reyes Católicos .

Ura el que busque historia son bastantes estos docu-rn.,entos combinados ; si alguno no se satisface con estaárida y descarnada relación y desea situaciones de efecto, ya sabe dónde cuán la ábríca y arsenal . Para nos-otros, esa pobreza del Héroe es lo más interesante, y esaobscuridad vaga en que se píerde desde su entrada enCastilla es más sublime que todos los cuentos de inven-ción colombina .

¿Pero en qué aiNo, mes y dfa aparece por primera vezColón en la corte, y en qué punto residía la Corte cuan-do en ella se presentó el Marino? A estas preguntas sólocontestaremos con los Anales de Galindez de Carvajal,que llevan por título : _Memorial ó regístro breve de loslugares donde el Rey y la Reína nuestros Señores, quehayan gloría, estuvíeron . El rnanuscríto s_e conservaaún en la Biblíoteca de esta Universidad, y fué pub0apor los Sres. Salvá y Baranda . Dice así : «Año

Eneste aflo partieron los Reyes en principio de él desde Vi-toria, y fueron á Tarazona, y de allí vinieron á Guadala-jara é á Toledo é á Córdova : y en el mes de julio gana-ron á Mora, y en el de Septiembre á Setenil, 1 Tvernam-ron en Sev= . ~ Se puede, pues, escoger á cualquiera de-esos puntos : 6 por mejor decír, puesto que lospasaron el invierno del 84 al 85 en Sevilla �, y ésa es pre-císamente la fecha de la entrada del Marino en España,al salir del do0do de los Duques no tuyo, Colón,

dar muchas leguas para encontrar á-Católicos . «Ovo un ho'.rnbr-e, dice el Cura

1 ofreck, :' - 9 ¿ los Reyes católicos su P7

íos ., en la díócesís de Sevílla, ovo un hon.Génova, mercader de libros de estanil ' que tra-esta tíerra de Vandalucía . » El, llevarle desde la

ábída á Córdoba no tiene otro fundarnento que laducción de Ulloa ; pero co=, según Ulloa, la entrada enEspa--,-ia y el viaje á Córdoba tuvo lugar á ñnes del 849precisamente cuando la Corte ínver.naba en Sevílla, dé-Jase entender que Ulloa no era muy fuerte en el calerío, ni los colombinos han tenido mucho cuidado en ave-Iguar la residencía de la Corte en Castilla .

Tan cierto es esto,, que la Corte, ni á fines del 84, ni áprincipios ni á medíados del 85, estuvo en Córdoba . El

-historiador clásico Mariana, que va siguiendo los pasosde la guerra de G_Tranada y de las empresas de los ReyesCatólicos, en el cap, vi de! líb. xxv, he aquí lo que nosdice : «Enviada la gente á los invernaderos, el Rey y laeina partieron para Sevilla� llegaron á aquella ciudad

á 2 de Octubre� ; era tan grande eso deseo (de tomar áRonda y á MEagal que en medio del invierno, por el mesde Enero de 1 48 5, volvieron á la guerra . » Habla en se-guida del empeño del Rey de tomar á Loja, de que desis-tió en fuerza de las observaciones de un soldado . Se ocu-pa después de la empresa de Ronda y Málaga ; pero niuna palabra de Córdoba hasta Septiembre, que salió el

a Mealá la Real . Suponiendo, pues, que duranteierno del SI- al 8 5 la Reina y la Corte no salieron de

Sevilla, y sí sólo el Rey con la gente de guerra, podemosasegurar que Colón se presentó á la Corte en Sevilla enel invierno del s p y que es una ficción cuanto los colom-binos han discurrido acerca de la íd.a de Colón idoba .

Ya tecómo fué introducido á presencia de los Reyes? ¿Cuántotiempo pasó desde su llegada hasta que logró una realudiencía ? ¿ MediO algún personaje cortesano para que

eyes prestaran su atenci6n al desconocido y extran-jero? Ulloa dice que Colón, «con su afabílídad y dulzura,trabó arnístad con las personas que gustaban de su pro-

íón, entre las cuales Sap. Angel . - . entró Muy bíehabló al Rey» . Pero, aunque no descarnín

abemos el peso que tiene en esta cues

C6r-

os á Colón en el laberinto de la Corte . ¿Pero

Parte 111.-Cap . 111 .

testimonio de Ulloa . Los colombínos en general ac -á la carta de recomendación de Férez 1. Talavera , percomo la dichosa carta, ínventada por Gornara y repro-ducída por Irvíng, es í=íl y aun perjudicial al Marino,tienen que apelar á otros recursos . El más ingenioso yameno entre todos, Roselly de Lorgues, tomando los con-ceptos de una carta que dirigió el Almirante á los Reyesel año i 5o,, citada por Ulloa en el capítulo iv, forja unamisiva enviada por Colón á Fernando en el año 86 y ápocos días de desposarse con Dofía Beatriz . No se acuer-da el bueno del Conde que en esa fecha estaba la Corteen Salamanca, y reunIdos ya en San Esteban los teólogos-citados por Talavera . De todos modos, al bueno del Con-de no le parece suticíente toda la elocuencia de Colón,para mover el frío corazón de Fernando el Católico . Ape-la á la intervención del antiguo Nuncio, Antonio Giraldí-ni, que se síntíó atraído hacia el Mar¡-no desde el prí-mer momento, haciéndose su amigo cuando creía ser-sólo su protector . «Gíraldíni refirió la conferencia á variospersonajes de la Corte, afiade el francés, entre ellos al-cardenal Mendoza, que, admitiendo á su presencia al na-vegante extranjero, formó de él tan buen concepto que,,sin entrometerse á escudríñar el mérito de su plan, creyde su obUgación ponerlo en noticia de los Reyes, y por-su benévola mediación pudo el genovés obtener una au-díencia de S . A.»

Sín desechar de! todo esta última parte de la versiónparísiense, porque bien pudieron intervenir varios per-sonajes en un mismo asunto, cada uno en su línea, y según los variados matices de la ínfluencia que cada -Lino .ofreciera en la Corte, nosotros nos atenemos á la sencí-lla, candorosa y verosímil relación de Ovíedo, que dice :«Sólo el contador Quintanilla, cuando iba Colón po~ su,casa, lo mandaba dar de comer ., y lo necesario por com-pasión y en él encontró más parte y acegimiento ,su respeto é íntercesíón fué conocído del Rmo . Sr. Car-denal D . Pedro González de Mendoza, que, dando au�

~ncia á Colón, empezó á conocer que era sabio, y quedaba buena razón de lo que decí- ; y em-cerle ; y por estos dos persona-1 ,s y~ 5 5

UV 04~_' ~' ~10 U11

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- 1 y : a el relato K! capitán hístoriador, ésta será lahLtoría -tuténtíca . Podrá haber intervenido Gíral'dlní,

Marino, pero no corista de documentos.iacíón de Mendoza, y acaso con anuencía de

Talavera, Colón es oído de los Reyes en Sevilla en el ín-víerno de! 84 al 8 5 1 6 quizá sólo d, e la Reina por habersalido D. Fernando á campaña con la gente de guerra,que estaba impaciente, en Enero del mismo afio . Aupquela perspicacía de Isabel descubrió en Colón un hombreno vulgar, el proyecto era, no obstante, demasiado ar-duo y transcendesal para ser aceptado de repente ysin el previo consejo de hombres doctos . De cuenta delreino de Castílla encomendó el negocio la Reina, y no el

como dice Uloa, al regio confesor Talavera . P-stereune una junta de sabíos, de letrados é marineros paraoir á Colón y pesar la fuerza de sus razones, y todosucordaron ser impos=e ser wrdad lo que el (Juturo)Almír~7nie decía . En estas mísmas frases nos descríbelacélebre Junta, presídída por el prior del Prado, uno delos miembros de la junta, un testigo de mayor excep-cíón 1 el Dr. Rodrígo Maldonado, acusándose á sí mismode su desacierto y'á la junta de su error, No hay nece-sidad de andar á caza de otros testimonios ni elcuncan-cias donde el delito está confesado por el mismo reo .

Lo que hay que averiguar aquí no es la substancíade! hecho y el resultado desfavorable de la Tunta, queison cosas evidentes . La díficultad estriba sólo en fijar el

o, el lugar, y sobre todo el carácter de esa céle-nta cortesana . Con respecto á los dos primeros

os, es decir, el tiempo y el lugar, no es necesariousar de una crítica transcendental ; basta el símple buensentido para considerar como un, absurdo la dilacíón delasunto desde fines del 84 hasta fines del s6, es decir, por

acio de dos aflos . Y es mucho menos ínvero-el suponer que una Corte que, por exigencias

uerra, estaba siempre ambulante, había de señalarpara dentro de dos años como sitio de reunión á Sala-manca, donde por casualidad é íncídentalmente había, de

ar el año 86 . Desde la presentación de¡ Maríno enla Corte á fines del 84 hasta la venida de la Corte á Sa-

á Sn del 86,medían las estaciones siguientes :

e

ofrec.y

¡endó á los Reyes Caiblícos su proyecto .

02

Parte 111.-Cap . 111.

Enero del s S, sigue en Sevilla ; á fines de Enero salle elRey, no la Corte, para el sitio de Loja, de que después sedesiste. Emprende luego el Rey con la gen-te deaunque ínútílmente, la conquista de Ronda y de M

den6 el My que la masa de gentes se hiciese en Al-calá la Reap por estar cerca de la frontera . . . ; el mismose partió para allá desde Córdova, á i .' de Septierribredel ss ~ .» «En Alcalá de Henares la reina doña Isabel, á ic,de Diciembre, parió una hija, que se llamó doña Catali-na 2 . ,> <~ Ario S.6 : en príncipío de este año estuvieron losReyes en Alcalá de Henares, y desde allí se fueron á Cór-dova. . ., y este año fueron los Reyes en romería á Santía-go� y volvieron á tener el invierno en Salamanca 3 .»

Es GcT, que el pobre proyecto de Colón estuvo dan-do saltos y tumbos por espacio de dos años, desde Seví-lla á Alealá, donde hrivernó ; desde Alcalá á Córdoba,donde tomó un descanso, y después de ír en romerfa áSantiago, vino á ínvernar y descansar de su largo viaje álas orillas de! Tormes, para adormecerse al murmullo desus mansas aguas y no despertar hara 1 año gr en Sevi-Ha, ó el 92 denso de las almenas de Granada . Si despuésde lo que llevamos escrito todavía fiene alguno el humorde devorar ese cúmulo de contrasentidos, poi,- nuestraparte no le hemos de inquietar en la pacífica posesión desus colombinos ensueños ; sólo haremos constar que en lajunta presídída por el prior del Prado todos acordaronser imposible, ser verdad lo que Colón decía,,y que en lasconTrencias de San Esteban desde el principio merecióel apoyo de los dominicos, y por éstos redujo á su opi-nión á los primeros maerros de la Escuela y á los hom-bres más célebres de! rebio . Sólo resta fi.jar el carácterde la junta presidida por Talavera .

A

' MARIANA, lib . xxv, cap . vu ., lUd .3 GALíNDEZ DE CARVAJAL, P - 2 7 1 á la 2-77-

' MARIANA,2 Lib, de Tasa

C

, cap . XXIK .

AULO IV

JUICIO DESFAVORABLE DE LA JUNTA CORTESANA

i no hemos de sacar las cosas de su quício y térmí-nos naturales, la junta fué simplemente una con-suka ordenada por la Reina, 6, como ffiríamos aho

oficial, sí, pero despiada de todo aparato teatral yranovelesco . La Reina se encuentra con un hombre no vul-gar y con un plan extraordinario é inesperado . En la-frente del hombre ve ondular la llama del genío, pero nadadescubre sino obscuridad ysorpresa en el proyecto.Comodiscreta y previsora, le somete al consejo de los hombresdoctos experimentados que la rodean ; tiene á su lado alconfésor Hernando de Talavera, acreditado de docto,de político, de santo, aparte las eminentes cualidades,con que le describen el cropísta de la Orden de San Je-rónímo, Yepes, y el historiador de la guerra de Granada,Pedraza, libros cuya lectura nos atrevemos á recomen-dar á los detractores del prior del Prado, Habfa desem-e-fíado á satisfacción de los Reyes una emblada en el

reino de Portugal -para conñrmár las avenencías pues-tas (después de la guerra de sucesión) y tratar que losIniantes, puestos en rehenes, friesen vueltoslá sus padres,como se hizo e Tenía, además, en su Consejo á Rodrígo

onado, Hamado expresamente porque IV, y otorgándole licencíano, de que era Doctor, porque convla Corte, < según andan los tíemdo, enviado á Navarra «en razón que ya aW al Rey mozomuerto para tratar, que la reinaDoba CatT - -,sucesorade su hermano, casase con. el principe D. _

3n, híjo de!

04

Porte N.-Cap. IV.

ernando » 1 ; ál Maldopado, en ñn, quetión de la clebre Idea trazada porAlejandro VI Ldo los descubrímier tos entre Castilla y Portugal, ac - ~"ió 1Tordesillas, donde se resolvió punto por punto con Cár-denas y el a!Crante Enríquez, síendo Rodrígo « por quienpasaban todas las cosas más ímportantes de su estado(de los Reyes) -" . De estos documentos resulta que DoñaIsabel no anduvo tan desacertada en la elección de Con-sejeros, ni los Consejeros elegidos por la Reina eranígnorantes como suponen, sus detractores .

Curp.plíendo Talavera su noble y alto encargo con lafidelidad y patriotismo que le distinguían, reunió á todoslos sabios é letrados é maríneros que encontró á mano,en la Corte. Pero como en la Corte guerrera de los ReyescatóHcos no había ni tenían razón de estar esperando,a Colón cosmógrafos insignes á la altura de la nuevaidea, sucedió lo que era natural ocurríese, lo que acon-tecíó en Génova, en Portugal, en Inglaterra y dondequiere, que el Genio descubría una idea contraría á las-opiniones recibidas corrúnmente . Antes que se descubríe-son las Indias, «_muchos sabios é letrados é inarinerosdecían que no era posible que hobiese en aquellas partestierra firme, é por esta causa, cumndo el Almírantefitéd descubrir el primer viaje, mucha gente é` miarinerosse querían volver» . Con esta sagaz y díscreta naturalí-dad nos da la razón el mismo Maldonado del misterio queno acaban de comprender los colombinos . Por eso no esextraño que «este testigo con el prior del Prado, qdepués .pé arzobispo de Granada, é con otros sabio,-é letrados é` maríneros que platícaron con el dicho Al-mírante sobre su ¡da á dichas íslas, todos ellos acor-dasen que era ímposible ser verclad lo que el ~dích,-Imírante decía3 .»No hay necesidad de recargar el cuadro cuando el

mismo Maldonado se acusa de su falta ; lo que esto quiere,_decir es que Maldonado y Fr . Hernando, y los « sabíos életrados é marineros » de la junta, no tienen la gloria dehaber comprendido á Colón, ó lo que es lo mismo, que

' MARIANA, lib. xxv, cap. iii, al aho 1483 .ZURITA, Historía de Fernando V, líb~ Y,

PLEITO, NaVaT., t~ 111 , Pág- 585-X~

ío desfavoi ~,,,e de la

an en el caso dé los detrados é mar!-neros»tero . No hay -razón ninguna para que al mun

ro se le perdone, y en hombres que confiesan no ele-varse en asuntos de Gosmografla, que no habían estudiadoprofundamente, sobre el nivel de su síglo, se cebe la ira,colombína con la hiel y encarnízamíento con que les trata .Y esto con tanta mayor razón cuanto á todas luces esajunta y ese examen fuero-vi tan sólo,sumaríos y proví-Sonales, como ros indica candorosa y delicadamente elmismo Rodrigo en las palabras que siguen á contínua-ción : «E contra el Parecer de los mas de ellos porfió el .dícho Almírante de ír al dicho viaje, é SS. AA. le man-daron lárar cien cuentos de mi�s . para ello ; é asentaron,cíertas capitulaciones con a, lo cual todo lo supo estetestígo, como uno de los del Consejo de S. A » Por,donde se ve que la historia de las pláticas consta de dospartes distintas, según la deposición de este testigo írre-prochable .

En la primera, todos ellos acordaron ser i~vnposíblelo que Olón decía. En la segunda, porfia, é contra elparecer de los mds de ellos, hasta que S. - A. asíenta las.capítulaciones. Hubo, pues, algunos, aunque los menos,de los sabios 6 letrados que no fueron contra el parecerde Colón de ir á dicho SaJe, y con cuyo apoyo se asen-,,taron las capítulacíones . Y claro está que estos menosdebieron reunirse en otra junta, y que esa junta debióser de tanto peso científico y de tal influencía en la Cortey en el ánimo de la Reina que s1viese de contúapesopara neutralizar y aun exceder el acuerdo unánime de la

. de letrados e marineros presidida por el prior delrado, y que el apoyo de esos menos no fué, no, suma-

rio y provisional, sino concienzudo y definfilívo . Todase5tas consecuencias no están contenidas explícitamenteen unas bases concisas que resumen una historia de sieteaños. Pero para explicar esa historia de siete años encerrada en tan cortas frases, menester es sobrentenderiaen todos esos pormenores y consecuencias . El testigo,

ple su obJeto con insinuar la idea ; á la crítica toca eterla, y la crítica tiene datos para ello, porqueS = 84 haba el 2o de Enero del 86 han media-

os tan importantes y transcendentales

06

Parte 111.-Cap. IV.

,ci6n del Marino, que del extremo de acordar todos serimposible lo que el Almirante decía po,,~fzan',-Io contraparecer de los mds, ha tropezado con los rnenos que leIan comprendido, neutralizado la impresión de los masde ellos, é inclinado el ánimo de la Reina á admitirle ásu serOcío . Este cambio de decoración en el drama de la-iída privada del Héroe es demasiado importante pue no consideremos una necesidad y un deber detener- ,

nos á establecerle sólídaniente .Con efecto, Colón, en el diario del primer viaje, con-

servado por Bernáldez y Las Casas, y publicado por Na--varrete, nos ha dejado consignadas estas preciosas pEabras : « Han sido causa (los que se oponían al descubri-miento) de que la corona de VV. AA, no tenga ciencuentos más de renta de la que tienen después que yoles vine á les servir, que son siete aPos agora á veinte deEnero de este mismo mes .» (Diario, 14de Mero de 1 4")' ,Las Casas lo refiere de esta manera : « Lunes 1 4 de Ene-ro (de 1 493) vieron mucha gente en la playa . . . Acuér-ase aquí el Almirante de las grandes díficultades

tuvo en la Corte antes de que se aceptase su negocio . . .,.las cuales dificultades y dilación fueron causa para queno tuviesen los Reyes ya cient cuentos de renta más de losque tenían, y más lo que se acrecentara : éstas son sus,palabras . . . Después dice él « que vine á servir á Vuestras»AlTzas que hace agora síete años á .2o de Enero » ; de

-manera que entró en la Corte aflo 1 4 86 ; aftade más : aquelpoderoso Dios lo remediara todo u»

Prescindamos de los comentarios de Las Casas y Na-varrete, con los cuales no estamos del todo conformes, yatengámonos á las palabras de que son testigos fehacien-tes . En 2o de Enero de 1493 hacía siete aftos quenido á servir á S& AA. ; y como rebajando de esta fech

años justos recaemosCI1 2o de Enero de 14869 es ¡11-auténtico, oríginal, que Colón entró al servic!

de los Reyes Católicos en Enero del 86, y precisamente el2o que el Marino conservaba en la memoria . Sólo restariguar el sentido que tienen las palabras víne d ser-

NAVARRETE, Instuccíón, pál gi .LAS CASAS, ME, etc., tOm. l~ Pag. 437, cap, LVI

víY d, Muestras Altezas en la mente de¡ genovés . ¿Si,fican tan sólo su entrada en Castilla? Es evídente que no .Antes nos ha dicho que pas6 siete años en pláticas ; lue-go sí el 2o de Enero se refiriera á su entrada en España,sólo hubiera estado en disputas y pretensiones seis ajos;es decir, desde el 86 al 92', en que se ajustaron las capi-tulaciones. En este caso se destruye además la dchates señalada de fines del 8 4 ó principio del 8 5 . ¿ ágníficansu presentación en la Corte o la primera audiencia conlos Reyes? Tampoco, porque habiéndose sometido el pro-yecto al examen de una junta, ep que todos ellos acor-daron que era ímposíble ser verdad lo que el Almíran-te decía, lejos de estar sirviendo á los Reyes, 6 los Re-y es recibiendo sus servicios, al contrarío, el 2o de Enerosería la dcha en que se ventilaba la cuestión de sí eraun aventurero 6 un Genio, que era precisamente lío quelos Reyes deseaban saber antes de admítírle á su servi-cio. Y habiendo acordado la junta en pleno ser ímposi-ble lo que el Genio decín hubiera sido un desaire á lajunta, y por añadidura un contrasentido, admitir al realservicio al que, sometído al regio tríbunap era desecha-do como un iluso. Para prevenir esta absurda interpreta-cíón, tiene buen cuidado el Marino de advertirnos quese quejaba, no precisamente de no haber sido compren-dido su pensamíento, sino de las dificultades y dilaciónque sufrió antes de ser llevado á cabo. Había de la eje-cución, no de la admisión ; de las dificultades y dilación,no de la repulsa DI proyecto : « las cuales dificultades ydilacíón fueron causa de que los Reyes no tuviesen ciencuentos de renta más de la que tienen » ; que es como sídijera : «sí desde que, persuadida la Reina de lo seguro é

ortante del proyecto, me admitió en su casa y á suservicio, los cortesanos no hubíeran levantado dificulta-¿es, dilatando su ejecución, el descubrimiento se hubáraanticipado algunos años, y á esta dcha tuviera ya la Co-

de Castilla cien cuentos más de renta por el oro yroduceíones que en la Espafíola se hubieran ex

do» ; todo esto no tendría sentido sí sólo se límitara la fra-se Va pffirer- au~íencia, puesto que Colón, ni preten

si p0i

--- ---- -ue con sólo presentarse á los Re-abelas .

juicio desfavorable,

Y lo que el Genovés ínsínúa fijando la fecha, lo am-plían los historiadores refiriendo circunstancias que novenían al caso en las eases escapadas en un simple recuerdo al Marino ; de suerte que el dato breve pero pre-císo del Genovés se explica por los historiadores , y lascírcunstancías a -,r-iadídas, aunque de un modo vago, porlos historiadores reciben una sanción autorízada en eldato auténtico del Héroe. Así Bernáldez, que nos ha di-cho antes : « Colón se vino á la corte de D . Fernando yDoña Isabel, é les fizo relación de su imaginación, al -cualtampoco no daban mucho crédito» , añade en seguida :~ é él les Jaticó, é dijo ser cierto lo que decía ; é les en-señó el Mapa Mundí, de manera que les puso en deseo desaber de aquellas tierras, é dejando á él, llamaron sa-bios astrólogos é ho»res de la Corte, de Cosmograde quien se informaron,- é la opinión de los más de ellos,oída la plática de Cristóbal Colón, fué que decía verdad-,de manera que el Rey y la Reina se Prmaron d a, é lemandaron dar tres navíos en Sevilla, cte . »

rescindamos de la confusión y vaguedad de Bernál-dez, común á todos los contemporáneos, así ¿omo de loscosmógrafos de la Corte, y de 'los navíos de Sevilla, y deque «parti0 de Palos en el mes de Septiembre de !492»,y otras dreunstancías que no distingue bien el historia-dor, que de oídas, y sin bajar á detalles, recibió del co-mún rumor. Lo que en ese rumor general en su tiempo yen la relación del Cura de los Palacíos es fundamental,son los dos períodos bien distintos y marcados en las pre-tensiones del Marino : primero, cuando, á semejanza delos reyes de Portugal, los católicos reyes de apaña«tam,poco le daban mucho cré-dflo» . Segundo, cuando lla-maron sabios astrónomos y hombres de Cosmogrea,«de quien se informaron ; é, la opínión. de los méis deellos, oída lo plática de Colón, fué que decía verdad ; demanera que el Rey y la Reina se afirmaron á él » . Sobre labase de Bernáldez, Hora podríamos argüír de este modo:Es así que en la junta presidida por el príor del Prado to-dos acordaron que era imposible ser verdad lo que Co-lón deda; luego esa opinión de los mds de ellos, de quiColón decía verdad, en el texto de Bernádez pr-d otros astrólogos é hombres de Cosmoginap,,a, J`

¿

os sabios é letrados é maríneros del texto de Maldo-n,- o. Y el haber arúado con los menos, esto es, con losc - s_ rólogos, cuya opinión- era que decía verdad, contra elparecer de los nids, que acordaron que era imposíbleser verdad lo que Colón, decía, fué la causa de que el Rey

eína se afIrmaron a él y le admítieron á su serví-Cí0 el 2o de Enero de 1 486 .

Veamos ahora lo que nos dice Ovíedo . En la Hísto-ría general de las Indías nos había dicho, capítulo iv :« Sólo Quíntanílla le daba de co~r por compasán», etc.,y por su respeto é intervención fué conocido de Mendo-za, que, « dando audiencia á Colón, empezó á conocerque era sabío, y que daba buena razón de lo que decía,y empezó á favorecerle, y por estos dos personajes yafué oído de los Reyes» . Aquí concluye el texto de la

istoria de las Indías, y en él se cierra el prímer ciclo,digámoslo así, de las pretensiones del Marino : « por me-

ción de Mendoza es oído de los Reyes» . Aunque elhistoriador no lo declara expresamente, deja entender,no obstante, que el papel de Me-ndoza se límító á cono-cer que Colón era sabio y daba buena razón de lo que,decía, y que el cardenal de Esparia, sin mezclarse en elEndo de la cuestión, para e: que se reconoefa incompe-tente, creyó que el extranjero merecía ser oído de loseyes . -Pero como á los Reyes les sucedía lo mismo, que

itifan incapaces, no ya de decidir, pero aun de en-tender los planes del Marino, por la declaración de Mal-donado sabemos lo que hicieron : que fué encomendar elnegocio á una junta de «sabios é letrados é maríneros» .

Como todos acordaron que era ímposíble ser verdactlo que Colón decía, mal podfan apoyarse en la resolu-cíón de la Junta, ni el Urdenal para seguir favorecíen-do, ni los Reyes para admitir á su servicio á un aventu-rero, condenado por ítalíano soñador, y por cosa fabu-losa sus desc~~,ibríii~tíepitos . Esta con.secuencía es clara,evidente, de buen sentido ; y, sin embargo, al decir de!

víedo, «en sólo el Cardenal halló Colón acogi-miento, y por medio del Cardenal el Rey y la Re

ieron á Colón, y le despacharon, y armaronnavegación, y por sólo su favor resultó tanto tesoro

odos sabemos» . Luego entre la pri

tkic desfavorable ~- ~~ ~ junra cr,

1 70

Parfe III.-Cap. IV.

que el Cardenal se limitó á conocer que era salreda ser aído de los Reyes ; y la segunda, en que decí-dídamente le prestó su favor, y por su medio los Reyesle recibieron y despacharon para su navegación, ocurrialgún suceso importante que hizo cambiar al Car zde simple introductor de la persona , en apoyo firmedecidido del proyecto, para el cual le despacharon y ar-maron los Reyes : y este notable y decisivo acontecí-miento se verificó después de la junta presidida por elprior del Prado y antes del 2o de Enero de 148 6 - Desdeentonces el Cardenal, no sólo le introduce con los Reyes,sino que además principia á mostrar el favor de que re-sultó tanto tesoro .

Resta ahora dar el texto mismo de Ovíedo, que, pro-ceder-te de la Biblioteca de Salamanca, existe hoy endel Palacio Real . Es un manuscrito con el título de Quíncuagenas del capitán Gonzalo Fernández de- Ovíedo . Enuna de las batallas, como si dijéramos artículos, dedi-cada al cardenal de España D . Pedro González de Men-doza , entre los grandes elogios que le tríbuta, pone enboca del Alcaide, su principal interlocutor, las palabrassiguientes : «Podéis tener por cierto que no se conclu-yera el descubrimiento de las Indias sin 5 Cardenal ; por-que Cristóbal Colón, primero Almirante de ellas, des-confiado de todos, con medíos que buscó para cumplirtal viaje y su deseo, en sólo el Cardenal halló acogi-míeso ; y regultó del favor que este Reverendísimo lehizo á Espafía y 1 los Reyes de ella tanto tesoro comotodos sabemos y habemos visto con nuestros ojos ; yor medio del Cardenal, el Rey y la Reina católicos aco-

gieron y recibíeron á Colón, y le despacharon y arma-ron para su navegación.>, (Biblioteca del Palacio Real,407 .) Hasta aquf Ovied

Ahora volvamos á Gomara : « Y le aconsejó (Fr. Jérez á Colón) que tratase su negocio con el Duque, etc . ;̂---

y como tuviesen ambos por sueffo de italiano burlador laempresa, animólo á ir á la corte de los Reyes Católicos . . .Entró, pues, en la, corte de Castílla el año 86.analizado el texto de Gomara, y no insistiremos e:

Lar al guaruian de la Rabida de esta pr1 drama, Pero es notable y una prueba de que e¡ ~

Juicio desfavorable de lajunta cortesana .

171

cornún fijaba la entrada y admísíón. de Colón en la Corteel aho 86. Por Gomara sabemos el año, por Colón el mes

1 día, y por ambos, combinados con Oviedo, que estafecha no se refiere á su primera aparición en la Corte,cuando llevaba la capa raída y Pobrep y Quíntanilla ledaba de comer por compasíón, sino cuando, aseguradoslos Reyes de lo seguro é Iniportante de su proyecto, le

itieron en su casa y le colocaron á su servícío .Pero todavía tenemos otro testimonio más claro y ex-

presivo que confirma toda. esta argumentación . El de Sa-]azar de Mendoza, que, coino cronista del gran Cardenal , debió tener á la vista documentos preciosos y origi-nales ara hacer su biografía . Dice así : « Antes de en-trar á los sucesos del Cardenal en el año ochenta y sáte,en que vamos, diré uno del periodo ochenta y seis, tan-grande y maravilloso como se entenderá, Es la venidaá la corte de Cristóbal Colón . . . Acudió á la corte conalgunas cartas de recomendación para Fr . Hernando deTalavera y Oropesa, confésor de la Reina, y parecíd tandificultoso lo que proponía que no se le escuchó . Víén-dose desahuciado y sin remedio, acordó meterse por laspuertas de Alonso de QT,-Intanílla . Contador mayor deCastilla, el cual, agradándose mucho de la pretensión,le introdujo con el Cardenal ; y habiéndole oído, le pare-cieron muy bien las razones que daba de su intento . ElCardenal, que lo mandaba todo, como dice el Dr . illes-cas (P . Gonzalo) autor del Pontifical, le negoció audien-cia con los Reyes y lugar para que los informase ; favo-recióle tanto, que con buenas palabras se le dieron espe-ranzas cíertas de que, acabando lo de Granada, se resol-vería u »

ra ínteligencía de este pasaje hemos de suponerque Salazar tomó los incidentes de la historia que corríaen boga en el Siglo XVII, y no merece =yor crédito quelas Tentes de donde los tomaba. No debe embarazarnos,pues, lo de las cartas (ya son en plural cartas, y no unasola, como áce Gomara) que llevaba Colón para Tala-

ra. Ni hems de exigir del cronista y encomiador de

1 CMO Mg~ Cardenal de E~pafza, por Salazar de ¡Mendoza, pá-

Mendoza un orden escrupuloso en los hechos de Colón,que son incidentales en el escrito . Va á elogiar y ponde-rar la grandeza de un suceso maravilloso, en que ínter-vino el Cardenal, que es lo que al bíógrafo interesa ; todolo demás debe participar de la vaguedad en que estánenvueltos hasta los mismos escritores contemporáneos.

La notícia, pues, que debernos á Salazar de Mendoza es -que en el año 86 ocurrí6 en la corte de los Reyes Católi-cos un suceso grande y maravílloso, en que intervieneel Cardenap y este gran acaecímíento consíste en que elCardenal que lo 7nandaba todo, le negoció audiencia conlos Reyes y lugar para que les informase ; y que le favo-recíó tanto, que con buenas palabras se le dieron eje-ranzas ciertas de que, acabando lo de Granada, se resol-

fa . Hay aquí dos cosas ciertas. Primera, que muchotiempo antes de acabarse lo de Granada, con buenas pa-labras se díeron á Colón esperanzas ciertas de que, tomada Manada, se resolvería su negocio . Y segundo, queeste suceso grande y maravilloso, debido á que Mendo-za, que lo mandaba todo, le favoreció tanto que le ne-goció audiencia con los Reyes y lugar para que les ínfor-mase, ocurrió el año Só. Luego el afío 86 se dieron ya

a

Colón esperanzas ciertas.Hasta aquí lo que sabe Salazar .Pero nosotros sabemos además otras cosas . Urque

sabemos que esas esperanzas ciertas no se dieron al Ma-rino la vez primera que, por mediacíón de! Cardenal, sepresentó á los Reyes . Parque sabemos que los Reyes,lejos de darle la primera vez esperanza alguna, enco-mendaron al prior del Prado el examen del proyecto, yque, compuesta la junta de «sabios é letrados é marine-ros», todos acordaron que era íniposible ser verdad loque Colón decía, Ycomo sabemos esto por un testigo pre-sencíal, cuya deposícíón no conocía Salazar, podemosaErmar que por entonces, no sólo no se le díeron esperan---as cíertas, sino que estuvo á pique de fracasar el pro-yecto, condenado como quimérico é ímposíble, -Y sin du-da hubiera perecido por completo, á pesar del favor deMendoza, sí después de la Junta cortesana el Cardenal, áquien parecíeron muy bien las razones - - ~ -`no,, yReyes, para quienes le negoció audiencía .1

P47rie Ill.-Cap . IV .

1les informase, poco satisfechos de luna resolución qcontrariaba su previsora y perspicaz mirada, no le hu-bieran remítído á un Cuerpo científico que les inspiraraconflanza plena, y bajo cuya palabra y resolución pudíe-ran apoyarse las esperanzas ciertas que en el afío s6 sele dieron. De otro modo más breve y más claro. 0 esasesperanzas ciertas se dieron á Colón antes de la juntadel prior del Prado, 0 después que todos acordaron serimposible lo que Colón decía. Sí se dieron antep es in-útil y aun ilusoria la junta de sabios é letrados é marine-ros, puesto que para dar esperanzas á Colón debían es-tar ciertos los Reyes de la posibilidad del proyecto . Pero,-si se dieron las esperanzas después que todos acorda-ron ser ín-iposible y quimérico el proyecto, rí Reyes,ni Cardenal pudíeron dar, ni Colón recibir, esperanzasciertas, ní esperanza remota siquiera de la realización deun proyecto que la junta acababa de declarar imposible .

Además, la junta, según la opínión común, tuvo lugardesde fin de Noviembre del 86 al _,6 de Enero del 87,mirras invernaba la Corte en Salamanca . Además, según los colombinos, el Claustro de Salamanca 6 las con-ferencías de San Esteban no resolvieron nada, y se con-tentaron con evasivas. A-demás, al decir de Roselly, laCorte no esperó el fin de la contienda, y hasta dos aiosdespués no se hizo el extracto de las sesiones, y esto im-perfectamente . Y, por último, si hemos de creer á La-fliente, «la apátíca junta dejó transcurrír años ; como queno le importaba, ni en su entender el proyecto había detener nunca resultados » ; y sólo cuando Colón, en el afíogi, pidí6 contestacíón definaíva, es cuando se le dio queSalamanca le había declarado irrealizable . En el sistema.colonibíno es indudable, pues, que en el año 86 no se díe-ron ni pudieron dar á Colón esperanzas ciertas, ni Sala-z= de Mendoza podría colocar en el calendario de la vidadel gran Cardenal el suceso grande y maravilloso antesde entrar en el período del 87 .

Sí hemos de salir de una vez del laberinto de confu-sión en que nos han metido los colombinos, menesteres buscar el hilo conductor de una nueva combinación,de otro suceso verdaderamente grande y maravilloso,en que se apoyen esas esperanzas cíertas . Menestei

174

hace buscar el misteríoso resorte , la causa secre� ,esa transformación en el ánimo del Cardenal, en latud de la Corte y en la suerte de¡ Marino . Algodesde la junta de¡ prbr del Prado, en que todos acc_-daron ser imposible lo que Colón decía, hasta que, con-vencidos de que era posíble y seguro el negocío deldescubrimiento, los Reyes y el Cardenal pudieron dar alMaríno y el Marino concebir esperanzas cíertas de que, ,acabado lo de Manada, se resolvería, no la posíbilídad,sino la ejecución del proyecto .

o este resorte que lo cambia todo, esta causa queproduce un efecto tan maravilloso , la clave que todo loaclara y lo explica, mal podían indicarla Ovíedo, ni Gomara, ni Salazar, cuando era de ellos desconocida ; selimítan á referir el efecto, el resultado ; noMran sóloslpersonaje que en la Corte lo mandaba todo, como sucedede ordinario en los grandes negocios, en que se lleva lagloria el que menos la merece, quedando en la obscuri-dad el verdadero autor de la idea, 6 de¡ proyecto. Hoyque hems visto tantas vulgaridades levadas al rande personajes y brWando con luz prestada, no debemosextráñar que á un sujeto tan digno como el Cardenal deapaña se le atríbuyera en su tiempo una gloria que de

icía pertenece á un relígíoso modesta Y =tamos deel asunto . La clave de esta transformación, el

eleo en torno del cual hay que reordenar los sucesos,el guía que nos ha de conducir por entre el desierto dela obscurídad y sacarnos de! laberínto colombíno, es Sa-lamanca, 6 más bien el convento de San Esteban.

e

Park- !V.

0

2

CA

COLON EN SALADIANCA

primer punto que debemos aclarar en confirma-ción de nuestro nuevo método de ordenar la his-

¡a de Colón en Castílla, es el fijar la fecha desu venida á Salamanca . Y no dudamos afirmar que Colónsalió de la corte en dirección á la ciudad de los sabiosinmediatamente después de haber sido declarado su pro-yecto quimérico en la junta presidida por el prior delPrada Mí se deduce de unas palabras preciosas esca-padas, como otras muchas, de la pluma del Marino enmomentos para él angustiosos . Cuando, al volver de sucuarto y último viaje, se 2ncontró con la trAte nueva dela muerte de su protectora la reina Dofta Isabel, escribióuna serie de cartas á su hijo D, Díego, que residía en lacorte. En ellas habla del obispo de Palencia (Fr. DiegoDeza) en los términos siguientes : « El Sr. Obispo de Pa-lencia siempre, desde que yo vine á Castilla, me hafavorecido y deseado mi honra . , » «Al Sr. Obispo dePalencia es de dar parte de esto (el rnal estado de recur-sos en que se hallaba), por la confianza que en su mercedtengoi » «Es de trabajar de saber si la Reina, que Diosguarde, dejó dicho algo en su testamento de mí, y es dedar al Sr. Obispo de Palencia, el que fué causa de que

s Altezas descubriesen las Indías y que yo quedase enCastilla , que ya estaba yo de camino para fuera.3» «Yo heescrito al Santo Padre de mi viaje porque se quejaba deMporque no le escríbila . El traslado de la carta te envío :

fTULO V

Carta 2 1 de Nov . de 1 5 04 - NAvARRE-rE, t . i, Pág. 3 .34-no de No, 11, PáS 339 .21 de Dic . de 1 504 - ib ., Pág . 346 .

176

Parte 111.-Cap. V.

fa que la Tese el Rey nuestro Señor 6 el Sr. ObispoquerrI,de llalencia primero que yo envíe la carta para evitarElsos testimonios - ; y luego anade : « este traslado envio,para que le vea S . A. 6 el Sr . Obispo de Palencía» . Y,por último, en 18 de Enero de i so 5 vuelve á citar la car-ta á Su Santidad para que se la enseñe al Sr . Arzobispode Sevilla, que era el mismo Deza, que tornó posesíóndel arzobispado á principios del año i so S, aunque no hízo,su entrada solemne hasta el 24 de Octubre, según lata-mente refiere Ortíz de ZúJ.Iiiga en sas Anales de Seven los libros xii y xiii,

e esas palabras, que están por encima del testimoníode Ovíedo, de Gomara y de Sala. zar, resulta claramenteque el señor obispo de Palencia, antes Fr . Díego Deza,favoreció y deseó siempre la honra de Colón desde queéste vino á Castílla : que ese favor consistió en defenderla honra de la persona, y apoyar eficazmente el proyectohasta tal grado que se puede decir que él sólo fué causade! descubrimiento de las indias, llegando al extremo dehaberle detenido en España cuando estaba ya de caminopara fuera'. Por eso era ¡limitada la confianza, que teníaen su merced el Maríno, y tan alto el prestigio que goza-ba con el Rey, que valía tanto que viese Deza la cartaque el Marino enviaba á Su Santidad como sí la viera eley mísmo en persona, para el efecto de evitar falsos

testimonios . Pero como Fr . Díego Deza no salió del. con-vento de San Esteban hasta que, nombrado Maestro delpríncípe D. Juan, fué llamado á la Corte, y para prestarese favor y desear esa honra del Marino era necesarío,que le conocára, claro es que el Marino víno á Salaman-ea á poco de entrar en Castílla,

No pretendemos que el adverbio desde y la frase des-de que vino d Ustílla haya de entenderse matemátíca-mente del momento mismo que entró en Castílla ; á estose opondría el estilo famílíar y aun la verdad histórica ., -porque, como hemos visto, mediaron algunos acontecí-míentos ímportanten Oro sí ha de hacer sentído, precí-so es que muy al principio de su vida azarosa en Casti-lla, es decir, inmediatamente después de condenado

29 de ic . : NAVARRETE, t- 1 , 09- 347.

ríor del Prado, principiase á favorecerlepara arrancar de un pecho agradecído eesta preciosaconfesión : síempre desde que yo vine d Castílla .

No se puede dudar, por tamo, de la venida de Coló-ná San Esteban, y el acontecimiento hay que -flijarle en unfecha anterior al año 86, en que se le dieron esperanzasHertas . Si ahora se nos pregunta por el día, mes y añopreciso en que toma este nuevo giro la suerte de! Marino,y esa nueva decoración la escena, responderemos ínge-nuamente qun ni es ácil averiguado, ni íntercia muchoá la verdad de la -narración con tal que se guarde el or-den de los sucesos . Los documentos de la época, sobreser cortos en número, revísten una vaguedad que lasmás veces es el tormento de la cronología . En la mayorparte de los casos sólo puede fijarse el año por los corto

'S

datos que suministran los autores, cotejados con otrossucesos contemporáneos ; excepto en algunos casos ra-ros, los antiguos descuidaban siempre la cronología, Asíes que, aunque en el Memorial de SanEstebar, á Felipe V,el 5 Barrio y el gran historiador del convento, Mora,señalan á fines del ~4, nosotros creemos que hay que di-latarlo á principios, 6 ya entrado el 85, sí se han de en-cajar los hechos referidos, que son tan índudables comoel hospedaje de San Esteban. En nuestro juicio, los domi-nícos padecen en este punto una pequeña equivocación,y este yerro de cálculo procede de haber conflundido enuna sola dos tradiciones igualmente ciertas : por unaparte, que Colón víno á España á Rnes del 84 les cons-taba por la historia ; por tradición del convento sabíanademás que Deza le favoreció desde que vino á Castílla .

Los contemporáneos distinguían perfectamente lasdos fases casi coetáneas, pero cronológicamente sucesi-vas, de la entrada de Colón en Castílla (incluyendo todossus pasos con los duques de Medinasídonía y Medína-

pretensiones en la Corte y la Junta del príor&1 Dado) y de la venida inmediatamente después á SanEsteban, en que principia Deza á favorecerle, Pero conel transcursodel tiempo esos dossucesos moralme:-- tecoe-táneos, cronológicamente sucesívos, se c~

indireron en uno ; y sin contar con el t1plear Colón en los pnw anteriores,

1 3

178

Parte 111.-CaP. V.

noraban 6 sabían sólo en confuso, = düo : el convende San Esteban Lvorecíó á Colón desde su entrada enCastílla ; y como ésta ocurrió á fines del 8 4 , fué fácil pasarde una á esta otra proposición del Memoria¡ : llegó Colóná San Esteban año 14 84-

Sea de esto lo quiera, y dejando al lector libertadpara seguir la sentencia que más razonable juzgue ., la ve-nída de Colón á Salamanca, la influencia de San Estebanpara neutralizar el efecto producido por la junta corte-sana, y su intervención en el suceso grande y maraví-lloso de haber dado á Colón esperanzas cíertas, y seradmitido al servicío de los Reyes el 2o de Enero del s6,en sana crítica, y ante la evidencia de los testimonios,están al abrigo de toda duda . Nos lo ha indicado en bre-ves, pero sentidas y expresivas bases el corazón agra-decido y atribulado del Marino, y lo confirma Las Casasen varios pasajes de su . historia, tanto más auténtica eneste punto cuanto que en todos los historiadores que seocupan de San Esteban se viene citando síempre elsaje que se lee en la edición que acaba de ver la luz pú-blíca . Aun á riesgo de ser molestos no debemos abste-nernos de reproducir sus palabras .

Va hablando de las personas que ayudaron á Colónen la Corte, y después del Cardenal dice : « Otro füé el,maestro del príncípe D. Juan, Fray Díego Deza, etc. Yen carta escrita de su mano de Cristóbal Colón, víde quedecía al Rey que el susodicho maestro del Príncípe,arzobispo de Sevilla, Fray Díego Deza, y el dicho ca-marero Juan Cabrero, habían sido causa que los Reyestuviesen las Indias . E muchos años antes que lo viese yoescrito de la letra del airnárante Colón, había oído decirque el dicho arzobispo de Sevilla por sí, y lo mismo elcamarero Juan Cabrero se gloriaban que habían sídola causa que los Reyes aceptasen dicha empresa y des-cubrimiento de las Indias 1 .» Cuando muerta la Reina, y�vuelto Colón de su último víaje, elevó al ReyD. Fernan-do una súplica para que se le cumpliesen las cláusulas delas Capitulaciones, afío i so 5, como el »y le responTeraque sería bien señalar una persona para resolver el ne

a Tomo i, cap. xxxix, pág . 2

espondí6 el Almirante : --ea lo queVA. mandeo y,añadió : « ¿Quién lo puede mejor hacer que el arzobispode SeOla, pues había sido causa con el camarero queS-a Alteza hobíese las _Indias.2 Esto dijo, porque este ar-zobíspo de Sevilla, que era Fn Diego Deza, laíle deSanto Dorningo, siendo maestro del príncipe D. Juan, ín-sistió mucho con la Reina que aceptase aquesta empre-sa, y lo mismo hizo el camarero Juan Cabrero, arago-nés, que fué muy privado del Rey . Respondió el Rey alAlOrante que lo díjese de su parte al Arzobispo, el cualrespondió que, por lo que tocaba á la hacíenda y rentasdel Almirante, que se señalasen letrados, pero no para lagobernación. Quiso decir, según entendí yo, porque noera menester ponello en disputa, pues era claro que se le

bía u » No insistimos más, porque, 6 hay que negarcrédito á todo testimonio, ó es preciso reconocer que,para dar esperanzas ciertas y admitir en su servicio loseyes á Colón en 2o de Enero de 1486, medió un suceso

importante y una influencia poderosa que favoreció -91rino,- y descó su honra desde que vino á Casti7la, y

fué la causa principal de que los Reyes «hobiesen las In-¿ias» : la substanda = hecho es indisputable . La dificul-tad consiste en aclarar el modo, las c1cunstancías ypasos que mediaron desde la junta del prior del Pradohasta el 2o de Enero del 86,Y para entender la razón que movíd á la Corte á re-

mítir á Colón á Salamanca y el peso que echó San Este-ban en la balanza de un negocio, que en la junta cortesa-na estaba perdido, debemos mostrar antes las relacionesque unían á la sazón á la ciudad de los estudios con laCorte, y el concepto que merecía á la Corte Salamanca.Sin esta prevía investigación sería incomprensible lo que,con ella es más claro que la luz del día. Y en primer !u-gar debemos consignar que, habíendo venido los ReyesCatólicos á Salamanca en 91 año 8o, y presenciado el actoúblíco que para festejar á. la Corte sostuvo el fiandador

Colegio de Cuenca, Ramírez de Víllaescusa, tuvoocasión. de -conocer las capacidades de la célebre Acade--inía, y entre otros á Fr . Diego Deza Aunque los cronis-

p fib . ii, cap . xxxvii, pág . 188 .

180

Parte X.-Cap . 1, .

tas contemporáneos pasan por alto este hecho delreínade Fernando é Isabel, terminantemente le conágnan el

o, el P. Mora y la historia de! Colegio de Cuenca .No insistimos, sín embargo, en este suceso por pasarleen silencio Galíndez de Carvajal, salmantino y contempo-,ráneo, y . poderse rebrir el acto públíco de Villaescusa elaño 86 . De todos modos, que Salamanca, y en especial_San Esteban, estaba relacionado con altos personajes de.la Corte, es evidente .

Lo estaba en primer lugar con el duque de - Alba.cuando en la grave crísis que, según Zurita, pasó la cíu-dad en la guerra de sucesión, sí Salamanca fué sostenidapor el brazo robusto del Duque contra la Beltraneja, los,dominicos de Salamanca apoyaron la causa de Isabel dela manera que es perMúdo á los religiosos, dice el histo-riador del convento, Mora 1 . Prueba esta relación amistosael no haber faltado en un siglo el apellido Toledo en la casade los domínícos salmantinos, y el haber sulagado elDuque los gamos que ocasionó el Capítulo provincia! ha-bido en Sin Uteban el ado 89 . De la amistad que enlazaba

eza con el cardenal de España, es clarísimo testimonío,la dedicatoria que elevó á Mendoza siendo -catedrático de,Prima, que principia por estas palabras : « Fratrís Dida-ci de Deza. . . in defensione Sancti -Thomae ab inzpU nal-211,9^tionibus� Alagísirí Nicolai (de Lyra). . . ab lllzístríssí-mum� Utrum lileridoza epistola .» En su contexto seleen estas notables y expresivas : « Accipíet igitur domí-natio tua� opus hoc meac in illam ñdeí et reveren-tiae locupet testímoníum, cui id jure optírno dedicaví . . .Nam anírní tu¡ magnitudo, rara probitas, virtutum or-namenta et omnis scíentiae decus. . . te judicem omníurnlitterarum efficíunt . . . si quídem íncíderít quod non ad un-quem (ut ajunt) fiaerít elímaturra pro tuo íngenío inirabíllprimas clarissíme, castigationi non parcas : at míhí nonsatis perho pro solíta humanítate índulgeas u » Por donde-,

2

He aquí las palabras de Zurita (Anal.,lib

. xm, ^ xxvo : «En elmismo día que la Reina salió de Toledo para ir á Tordesillas, entró ell»y, su marido, en Salamanca para reducirla á su obediencia porOa de¡ duque del Alba, que era con el Almirante el más declarado ser '-dor de¡ Rey .»

2

Existente en la Biblioteca Colombina de Sevilremite copia .

eón,lantado deos ' obispoor del ColePues bien : á expensas de

del pri`ncípe D . Juan y de los

Colin en salamanta .

18,1-

speto, mezclado con una filíal conflanza, coneza trataba d Mendoza .

no de los personajes que íntervíníeron en el negocio,de Colón, ayudándole en su empresa, fué D . Gutíerrede Cárdenas, como dice termínantemente Las Casas,estas pa.labras : « Oro fué el, Comendador mayor Cárde-nas . » Si ahora se desea saber el prestigio que tenía en laCorte y con que lealtad servía á los Reyes, además de lasCrónicas de la épocp que le hacen intervenir en todos~os grandes sucesos, síngullarmente en la guerra de Gra-nada, he aquí lo que dice un autor que conocía á fondolos personajes de la Corte de los Reyes Católicos : «0 Gu-tierre de Cárdenas, Contador mayor del Rey y de laeína, y su vasallo, fué híjo de Rodrígo de Cárdenas, Co-

mendador de Valencía del Ventoso, y trece de la Ordenide Santiago, y de su mujer Doria Teresa Chacón, herma-na de Gonzalo Chacón, señor de Casarrubíos . Sirvió deMaestresala á la Reína, y fué mucha parte, para que seefectuase su matrimonio con el Rey ; después fué su Con-tador mayor, y Comendador mayor de León, y Alcaíde-de los alcázares de Carmona, Tuvo tanta mano en el go-bíerno de estos reinos, como dice la copia :

«Cárdenas y el Cardenal,Y Chacón y Fray M.ortero,Traen la Corte al retortero.»

»El cardenal era 0Pedro González de Mendoza. . . Cha-an Chac6n, Contador mayor de Castilla, Ade-

urcia ; Fr . Mortero, D. Fr . Alonso dee Palencia, confesor de los Reyes y funda-o de San Gregorio de Valíadolid ~ .»

Guderre de Cárdenas,eyes Cat6licos se ediEW

1

Origen de las dignidades seglares de Castillay de Le¿n . . � por el Dr . Sa-lazar A Mendoza, líb . Rv, cap . i, pág . i5n Uáse tanJán á Zu0a, queMue con extensión la pase que Cárdenas y Alonso de Burgos tomaronen el arriesgado negocio del regio enlace . He aquí sus palabras : « Gonzalo,Chacán y Gutierre de Cárdenas, su sobrino, que eran los niás aceptospun aconsejarle (al Rey) lo que le convenía . » (Líb . xvin, cap . xx.) Se-,dió orden de apresurar la ¡da de¡ Rey de Sicilia á Castilla, y para ello vinoá Za"gwa Gutierre de Cárdenas, que era de q1en la Princesa (Isabel)hacía mayor conflanza.» (Cap. xxv~

0

182

Urk =-W V.

el refectorio de la casa donde se hospedó Colón, como,lo prueban los escudos de armas, que todavía se conser-van hoy en el refectorio de San Esteban, habiéndosereconocido según las reglas de la Heráldíca y consig-nado en escritura pública el año :864 COMO tales blasonesde los Reyes, y del Príncipe, y del comendador Cárde-nas. Y el texto de Salazar nos conduce

adescubrir otr

interesante relaci6n entre Deza y Fr. Alonso de Burgos .s verdad que al fundador de San Gregorío no se le atri-

buye por los colombinos infíqjo ni intervención alguna enel descubríCento ; pero que no es ajeno al importante ne-gocio dan testimonio claro las cantidades que de ordende los Reyes, y con la firma de! obispo de Palencía, sedieron á Colón después de las conferencias de San Este-ban, en lo que están conformes todos los colombinos, yhemos de citar nosotros en su lugar respectivo . Puesbien : Deza, inspirándose en San Esteban, reformó y au-mentó, de orden de la Reina y de Fr. Alonso, los esta-tutos 37 becas de San Gregorío de Valladolid, dando con,su reforma grande impulso á sus estudios.Y si de relaciones entre la Corte y Salamanca se tra-

ta, hasta al mismo Alonso de Quintanilla., el que daba decomer á Colón cuando íba por su casa, ej- que le proporcíonó una audiencia con el cardenal de España y fué elprimer anillo, digámoslo así, de esa cadena de sucesosque dieron por resultado el descubrímíento, al mismoQuíntanilla vemos en comunicación con tan célebre po-blacíón . Entre los documentos de la casa de Solís que,custodiados en el convento de San Francisco el Grande,en 1 794 se entregaron á la casa de Torre de Moncantar,y hoy pertenecen á los duques de Fernán-Núfíez, hay una,caro de pago que D. Juan Solís, hijo del' comendador

Solis, con su hermana Doña María, otorgó á5favor de Alonso de Quintanilla, Contador mayor de loseyes Católicos, de 855987 maravedises que quedaron -

sobrantes de un cuento 518 -137 maravedises que estabandepositados en poder de dicho Contador, los 's os que-había quedado debiendo el Dr. Rodrígo 1, ' - -- � - -'9, dW

~sic) de la compra qi--,Consejo delafuente ante Juan de las Peñas, escríbar, )

á 14 de Marzo

sar la rnolestía que le esta-osa tan clara y unívers

S cok

Tos nos obligan á insistiren un punto que se debía da - por supuesto . No parecesino que Colón aparece en Salamanca como los hongos

el desiertn y que nada pesaba en la Corte y en elmundo en una cuestión científica el voto de la Escuela . Enconfirmación de las continuas comunicaciones que se cru-zaban entre los Maestros de la Universidad y los perso-najes que acompañaban á los Reyes, podíamos recordarque &dro Mártír vino á Salamanca rogado por Gutíe-

arineo ; que Antonio de Nebrija escrí-Ina la célebre gran, ática, cuyo au-

el real Palacio hasta poco des-

lector nos ha de dísmos causando en promente reconocida . I

rre de Toledo yTó para uso de latógrab se conservó epués del fallecimiento de¡ rey Fernando, que ha desapa-recído, y que por consejo de Tallavera, y á ruegos de laeina Católica, se ímprimió en Salamanca el año 1491 .dará recordar que la mayor parte de los poetas, líte-

ratos, j urísconsátos y hombres de Estado de aquel tiem -po habían estudiado ó enseñando en Salaman.ca ; que losReyes habán formado de la Escuela el alto concepto querevela su carta 1 cardenal de Angelís, que insertamosen otro lugar, y que la resolucíón de Doña Isabel, en En,de educar al príncípe a Juan en Castilla, y por lo tantoen Salamanca, ubí tu Utteris narrastí operam, según dicela expresión de Pedro Mártir, iué tomada desput1s de ma-duro consejo y á pesar de los muchos pareceres en con-trario, sí hemos de creer al grave historiador Zuríta .

La venida, pues, de Colón á Salamanca después delanatema que arrojara á su proyecto la junta cortesanadel prior del Prado no fué casual, ni mucho menos inmotivada. Entró en los planes de la Reína, del Cardenal,de Quintanilla, y aun de! tan calumniado Talavera, tan-lo como en los deseos y esperanzas de Colón mismo . To-

ellos creyeron importante y aun necesarío oír el pa-recer de la célebre Escuela en asunto de tanto interéspara la Religión como para laexaminado sumaria y

petencía los másera,

ovisional por la send _~ .

onarquía . Había sídoalmente, y por

ellos reconocían : el fallorazón de -Ii-e el juicio no

-a lntudcid-_'I~

IN

y el Cardenal por su. conocimiento de los hombres y sualto críterio científico, conocían que el extranjero no habíade medirse por la talla del común de los hombres . A pe-sar del anatema pronuncíado por la junta, su concíenciade hombre de Estado, y su corazón cortado para empre-sas ahas, no quedaban tranquílos sin oir antes el parecerde la Escuela, que en la cose de España y el orbe cató-lico gozaba de una celebridad que en vano se esfuerzanen empañar los colombinos . Sólo que el Cardenal y la

eína, y Cárdenas y Quintanilla, y Juan Cabrero - y lamarquesa de Moya , y cuantos personajes se sentíanatraídos por la majestuosa figura del Marino, según ex-presión de Las Casas, arrastrados en cierto modo por suencantadora elocuencia, por las poderosas razones que,aun sin comprenderlas sentían su peso, no podían ni de-bán desplegar bandera apoyando abiertamente á unhombre sobre euya frente había caído el veredicto de untribunal nombrado al cUto, y de cuyos planes ellos mis-mos al fi.n quedaban inciertos . Todo el favor que á la sa-zón podían dispensarles era suspender el juicio, ponien-do en duda la competencia de la junta ; todo el interésque podían mostrar por él era remitirle como en apela-ción á un tribunal de alzada, á la última instanda de unCuerpo científico que en asunto de Cosmografía, como enlos demás ramos del saber humano, era, en su concepto,una especie de Tribunal Supremo.

Pero esta apelacíón no podia ser un acto oficial, solem-teatral, según se les antoja suponer á los historíado-

ren Esto se opone á la índole del asunto y á las circuns-tandas de la Cwte . Será, por tanto, una insinuación, unconsio, una advertencia privada que no contradijese la.formación especial aunque no aparatosa dela junta, y sinherir la susceptibilidad de los jueces convocados. Se le en-víó á Salamanca con carácter ^ado, sin orden ni man-dato alguno, á tantear el terreno científico, ya que el cor-tesano había abierto una sima á los pies del proyecto.Colón vino á Salarna-nca gustoso, confiando ser escuc~do y entendido, con la esperanza de ganar, bajo el -

o de la ciencia y del prestigio de la Escuela .,perdera en una sola sesión cortesana. El mismo Tala,ra acaso no sería, ajeno á este discreto designio,

irk HL-M . V.

yas Aras entraba su auguaa confesada la Reina, y el ter-'ey ~ . e Espafia, Mendoza. Guidbale ep, sus actos

recta 1 s -,- _cíón, y era humilde y no apegado á su sentiry no p o~ -,-ía mirar con malos ojos que se sometiese lacuestión al lallo de una Escuela que habia sido su tíerrimadre .

Con anuencia, ya que no de orden de los Reyes, -vino,pues, Colón á Salamanca, y no está fuera del buen senti-,do suponer que no emprendió su viaje sin venir provistode cartas comendatícías de Mendoza para Deza ; de

a5lla, para SoNs ; de Talavera, para Nebríja, y delos duques de Albp para D. Gutierre de Toledo . Los do-

entos que, como Pizarro, dicen determínó de ír, ylos que, como Mora, dícen que los Reyes le remitíeroná Salamanca, pueden de este modo conciliarse entre sí .Los Reyes le remítieron privada y amistosamente, peroColón vino gustoso y en la esperanza de ser entendidopor los hombres de ja ciencia . Ambos tienen razón, yambos están conformes con el buen sentido.

Llegamos, pues, al punto capítal de este capítulo, álo que ha sido objeto de tantos comentarios, de tantasficciones y calumnias ; al punto que sirve de núcleo á laestancia de Colón en España y de clave para explicar elgran acontecimiento del siglo XV y de los tiempos mo-dernos. Este punto es la venida de Colón á Sbamanca,el hospedaje de San Esteban y las célebres conferencias .Como no vamos á dar al mundo una novela sobre las ir,-numerables que corren con crédito por él, sino una Hís-toria crítica y auténtica de lo sucedido en esta fase ím-

nte y decisiva, nos proponemos no decir nada denuestra cuenta, sino transcribir literalmente los docu-mentos que tenemos á la vista . Pero como, por referirsubstancíalmente el suceso de la misma manera, la inser-e¡6n de todos ellos sero tan enojosa como inútH, adop-tando por base las palabras del Memorial y la relaciónd -,1 hístoriador Mora, que son los más detallados, sólo

erhos la libertad de ordenar la narración, su-o los vacíos con otros documentos y con la tradi-

cibida de los últimos Padres, conserva un.-¿íníca. Sólo nos resta observar que son

mera vez á luz las historias

Colón en Salanianca

06

manuscrítas de Araya, de Barrio y de Mora ; la-del general Marínís y los textos de Bremorit yno Barrón, cítados por Mora en un apéndíce quePruebasy apoyos al capítulo II La narracíón de ¿-suya está en el cuerpo de la obra el afío 1 48 3 7 Pál:- 4'Príncípiemos, pues; y á fi-n de evitar la confusión, a`de los párrafos ínsertos eltaremos el autor de don¿¡e - s-

I I mados, pomendo de nuestra par-te tan s6lo a1gui-)sparéntesis para mayor claridad y recta íntelígencia de!sentído .

Lorgues.)periment6qi,,1~ después

Inglaterra (

CA

EL HUÉSPED DE SAN ESTE

NCIPIA hablando Mora : « Sabida cosa es los viajesy varias fortunas que experimenté aqu. el Héroe de

- i la fama y digno de tada memoria en la prosecucióndel ¿-.sunto que había tomado del descubrímiento del Nue-vo Mundo. Desde Pprtugal, isla de su dominio (PuertoSanto) donde estaba casado (en Portugal, al como enuerto Santn engendró á su hijo D. Díego, como dice

Las Casas), pasó á dar noticás de las experíencías que eneste punto tenía á Génova, su patria . (Con estas pala-bras de Mora se c(?rta la cuestión tan debatída de sí vi-no directamente de Portujal á CastiHa 6 dé primero áGénova ; el . P. Mora nos dice que el viaje á Génova fuéanterior á su fuga de Portugal, y, por tanto, que no hayrelación alguna entre Génova y España ; preferímos eltestimonio de Mora á la opínión de Muñoz y Roselly de

esprecióse como novedad ; fortuna que ex-bién con los reyes de Portugal (es claro

erse ofrecido á Génova su patria) yonde fué su hermano Bartolomé des-

T le la venida de Crístóbal á Espafía si hemosá -~,as Casas) . Vino á España y á la Corte y palaciooTos católicos Monarcas, y padeció el mismo des-

aquí Moral «Sabíendo que el rey de Mr-o el descubrir, él se le ¡fué á conví-el ácho de su imaginación, no ',,~

-nile el rpy de Fortugal tenía m,7,ly-i,ue no lo estimaron, ~

Yotros mayores desc-

AN

1 188

Parle EL-Cap. [/l.

dores que ellos : así que Cristóbal Colón se vino ála cte del rey D . Fernando é la reina D=a Isabel, é lesrelación de su imaginacíón, al cual tampoco daban mu-cho crédito . 2 les platicó, é díjo ser cierto lo que lesdecía, é les ensehó el Mapa Mundl, é les puso en deseo,de saber de aquellas tíerras .» (Hasta aquí Bernáldez .)

e allí ,' después de ofrecer a Enrique 1711 de Inglate-k

rrp en lo que no tiene razón) marchó á Portugal, haciendoíguales ofrecimientos al rey D . Juan II, que tampoco 5.óde él . - Entonces fué cuando se decidió venir á Casty exponiendo sus ideas á D . Enrique de Guzmán, y lue-go al duque de Medína Celí, D. Luis de la Cerda , tenien-do ambos por cosa Ibulosa sus descubrimientos, aun-que este Duque intentó hacerlo (esto fué después), pero-que los señores Reyes Católicos Ino ~quísíeror. darle lícen-cia . Entonces se presentó en la corte de los Reyes, don-de estuvo mucho tiempo (aquí concluye los siete añosanticipadamente, y debía decir algún tiempo) sin que na-die le entendiera, padeciendo mucha necesidad y pobre-za. . . » (Hasta aquí Bernáldez.)

«Como traía la capa raída y pobre, teníanle por fa-buloso sofiador . Sólo el contador. . . Alonso de Quíntani-lla, cuando iba Colón por su casa, le mandaba dar decomer, y lo necesario por compasión, y por su respeto éintercesión fué conocido del Rma Cardenal Mendoza,que, dando audiencia á Colón, empezó á conocer queera sabio y que daba buena razón de lo que decia, y em-pezó á Evorecerle, y por estos dos personajes ya fuié-oído de los Reyes . » (Hasta aquí Oviedo ' .)

« Al cual no daban mucho crédito ; é les platicó, é lesdijo ser cierto lo que decía, é les ensefló el Mapa Mundi;de manera que les puso en deseo de saber de aquellas tierras ; é dejando á él, llamaron sabios astrólogos, é astró-nomos, é hombres de la Corte, de la Cosmografia, de quiense informaron ; é la opinión de los más de ellos , oida laplática del Almirante, fué que decía verdad . ,~ (

ez .)onos aquí un poco á comparar unos text

d"d en escena á CoMn en su Historía de los Reyes Calf¿lícos,cap, xviii,

2 Hístoria general de las Indias, ca.p . iv .

á riesgo de repetir lo dicho : el asunto lo). Manifíestamente hay que establecer dos

proyecto y dos ínformes . El primero per-ece á los hombres de la Corte, de la Cosmografía; en-

tre ellos Rodrigo Maldonado, el que con el priorMOa-do que á la sazón era, que después fué arzobíspo deGranada, « é con oros sabios, é letrados, é marineros(que sonlos «hoMres de la Corte» de Bernáldez) platica-ron con el dicho Almirante sobre su ída á dichas islas, éque todos acordaron que era imposible ser verdad loque el dinho Almirante decía. » (Declaracíón de Maldona-lo.) Sí, pues, según Bernáldez, la opinión de los inás, esdecI q de los astrónomos y de los hombres de la Cosmo-grafía, fué que decía verdad, de manera que el Rey y laReina se afirmaron d a2 Y le mandaron dar los tres navíos

ernáldez), claro es que hay que admitir otro informeque el que inclínó á los Reyes á afiruzarse ad él, y ésteno pudo ser oro «que el de los astrónomos, é hombresde la Cosmografía», dístintos de los que, con Mádonadoy el prior del Prado, « acordaron todos que era ímpo-síble ser verdad lo que el Almirante decía» ; porque, noobstante esta sentencia, Colón, «contra el parecer de losinás de ellos, porSó de ir al dicho viaje , é SS. AA . lemandaron Hbrar cierta cantidad de maravedíses, é asen-taron Tertas capitulaciones con él . » (Declaraci6n de Ma-1-donado .) Como se ve los cortesanos releren circuns-tancíadamente lo ocurrido al lado de los Reyes, dondetodos acordaron que no decía verdad Colón, y sólo ín-sinuan el examen del proyecto por otros astrólogos .

Los dominícos, por el contrario, insinuando que antesde venb á San Esteban no se le había dado crédito, reñe-

detalladamente lo ocurrido en Salamanca. Ambosos, como todos los de la época, son verdaderos,

etos ; para conocer toda la historia, es me-r y completar unos con otros . Así, pues, para

uiénes fueron esos astrónomos y hombres de larala, con cuyo apoyo porfió contra los�1s �J-

dlo0 abramos los archivos de la tradición salrru it`-ii_Cuando, reprobado por los hombres de la Ce- -

, Coi'- _, ví(5 Colón qúe por ese lado se le--

-

f--

Iw YU1-, Y E-11 a i1aulal IOS uoeU

con otros,merece

a

« determinó de ira

la Universidad de Salamanca, como ála madre de todas las ciencias en esta Mona-rquía» (Píza-rro) ; (y los mismos Reyes, que, conociendo su mérito,veían pesar sobre él el ELo de los cortesanos, poco sals-fechos de una decisión precípitada y sin garantías deacierto) « como prudentes, no quisieron determinarse en

ocio tan arduo sin consulta larga de hombres (ver-daderarr.qnte) doctos, y de quien tuviesen la satisfacción,más plena, (puesto que no la tenían en este asunto en losde la Corte) ; y así como refiere D. Francisco Pízarrola historia que compuso de los va. rones ilustres del NuevoMundo, le rem5eron á este convento de San Estepara que allí examinasen sus designios y razonesa (Me-morial! « Para escribir, pues, con fundamento la ocasiónque hubo para esta jornada (una Misión de dominicos deSan Esteban envíada á Nueva España) es menester decircómo entre las muchas grandezas que hacen famoso alinsigne convento de San Esteban, una es haber sido laprincipal ocasión del descLibrímíento de las Indias ; pque habindo puesto Dios en el corazón de Cristóbal Co-lón el propósito de pasar en aquella parte del mundo,hasta entonces encubierta, y no habiendo sido admitidode algunos Reyes, antes desechado como hombre quime-rista y de poco juicio, para persuadír su íntento d loseyes de Castilla,AUrnandoéIsabel, vino dSalaman-

ca á comunicar sus razones con jos Maestros de Astro'.o-gía y Cosmografía que leían estas fácultades en la Un¡-versidal Tendo providencia especial de Dios que de¡convento de San Esteban saliese la resolución primera dedescubrir las indias, contra el juicio de todos los príncí-pes de Europa, que tenfan el asunto por quimera . . . y so--lamente en el convento de San Esteban halló quien leatendiese, porque halló quien le entendiese. ,> (Remesal .)

~Rofesábanse y enseñábanse en este convento e-aquel tiempo, no solamente las Artes y Teología, co :ahora (en el siglo xvii), sino todas las demás facu- :,-que se leían en la Universidad. » (Araya, parte i, líb . :cap, xi.) Cuando, pues, Colón, para persuadír á los-de su intento, se determinó de ir a Salamanca, en e: -ciudad, aunque tocó con algunos otros, pero prín-C_inente «fratres rostros (dominicanos) quos promptioj z ,

Parte X.-

consilia aQuvaL-a sperabat, convenit : rogavitques :maxímas aperturur-n audírent- . (Barrón., citado por

,j,Aunque á primera Asta parezcan íncoherenteslos datos aducidos, y en cierto modo cor-itrz,,,díctorio eldecir por un lado que Colón determinó de ir, y por otroque los Reyes le rerriitlero~,.i ; por una parte que se dirigióá la Universidad, y por otra que los dominícos estabar.prontos á oírle, y as-1 lo esperaba el Marino, cesará todaambígüedad y extrafieza sí se consideran atentamentelas circunstancias de Colón y de los Reyes después delEllo condenatorío de la junta. Y en esto está luminosoora.Con efecto, «conociendo su alta capacidad (de Colón)

que la razón de no apreciar ni aprovechar su asunto erael error en que estaban los cosmógrafos (contemporáneos, y principalrnente los hombres de la Corte, de la Cos-mografía), de que no eran habítables las tierras y países,que noticiaba, puso en condíción á los serenílbos ReyesCatólicos que no atendiesen á sus designios por las razo-nes y motivos que de ellos daba, sí éstos no los aproba-sen y confirmasen los doctos y letrados en todas cienciasde su reino . Vínieron en tal condícíón los Reyes ; y comel año antecedente de ochenta estuviera en Salaman-ea, visitaron su Universidad y se enteraron de los princí-ples,miembros qué componán su muy lucido Cuerpo ;parece se enteraron también, como amantes de la Orde-(de Santo Domingo) y sus glorias, del cuantioso númerode letrados en todas cíencias que tenía San Esteban. Re-mitiéronle, pues, á Salamanca, y señaladamente á estegravísimo convento, como asevera D. Francisco Piza-rro, etc, para que confiriese en él sus animosos deseosy los fundamentos de ellos con sus grandes maestros . »(Hasta aquí Mora.)

Está bien claro, pues, por qué Colón determínó de ir,y cómo le remitieron los Reyes á Salamanca, y seña-ladamente á San Esteban . Reprobado por la junta cor-tes,ana, y conociendo su alta capacidad que la razónno apreciar su vastísimo plan era la falta de cienciapara comprenderle, apeló del Ello de unos-~ -,ryipetentes -a los doctos de todas las ciencias, que Ta-

-P.~l bullici

Ig2

Parte 111.-Cap. VI.

guerra, y sólo se encooraban en la región serena deuna Universidad que con razón llama Pízarro madre detodas las ciencias . Y los Reyes, que no habían quedadosatisfechos de la resolución de los hombres de la Corte,y que, como prudentes, no querían determinarse en uninegocio tan arduo sin larga consulta de hombres dedica-dos al cultivo de todos los ramos del saber y verdadera-mente doctos, vinieron en la razonable condíción- ímpues-ta por el Marino,. Y al determinar éste ir, y al remítirlecon esa condición los Reyes, uno y otros sabían pertlécta-mente lo que hacán y tenían plena conciencia de sus ac-tos . Colón sabía por la fama que en Salamanca se estu-daba Ofondo la Cosmografía, y los Reyes, que según,`Mora y Dorado hacía cuatro años habían visitado la Es-cuela, estaban bien informados de que en 12, Universidad,.y singularmente en San Esteban había un lucido cuerpGde sabios maestros y un cuantioso número de lesados entodas las cíencias . Y sí Colón y los Reyes conocían latranscendencía y gravedad de'este nuevo giro dado á lacuestión en Salamanca, y singularmente en San Estebam,debió mostrarse muy á fondo y detalladamente el encar-go que traía el extranjero y la condición y convenio que-mediaba entre Colón y los Riyes, Y como álos doctores,de la Universidad y á los religiosos del cítado convento no�les hemos de hacer adivinar los consejos de los Reyes,ni creer á Colón. bajo su palabra, menester será. . suponerque Colón vino provisto de cartas comendaticías, si no delos Reyes mismoo lo que no parece probable, al menos deMendoza, de Quintanilla, de Cárdenas, y en ellas se lesdarán noticias árcunstancíadas de las pretensíores delarTo, del fallo condenatorio de la junta, y de la condi-

ción impuesta por Colón y aceptada gustosamente poryes.

Cierto que los documentos no mencionan carta nicomunícacíón alguna entre la Corte y la Escuela ó el con-vento ; pero, á diferencia de la carta de Pérez á Talavera,que examinada á la luz de la crítica y del buen seaparece absurda, ínfructuosa y aun perjudicíal é íncoveníente, las que aquí introducimos ahora en esesobre estar conformes y ajustadas al curso nat - -

sas , son necesarias para explicar los sucesos,

guía á lo' ocurrido en Salamanca .i.ítanse ó se rechacen esas cartas de re-

comendación, 6 más bien de ruego y encargo, no á_ laUniversidad, síno á Doctores particulares, no al conven-to, sino á Deza, y todo con carácter privado y de níngún,modo oficial, y como mandato de los Reyes, lo cierto esque, «Hegado Colón á San Esteban este afío de ochen-ta y cuatro (ó más bien á principios de! 85) para con-sultar sus desrignás, haHó en él quien le atendiese, por-que halló quien entendiese sus razones y fundamentos,que florecían en él, y también en la Universidad, todaslas buenas letras que en aquélla se leían ; pues no sola-mente tenía maestros y catedráticos de Filosofía y Teo-logía, sino de las demás facultades, y señaladamenteAstrbogía Y Matemátícas, como ya se insinuó en otrolugar o (Mora .)

Pero al mismo tiempo, ó acaso antes que con los domí-nicos, debió tocar Colón con algunos maestros de la Uni-versidad,al quienes Venía recomendado, poi-que, al decirde varios testimonios, sólo halló al principio acogida enSan Esteban- De donde se deduce que no la hallóen otros.Entonces fué, sin duda, cuando se hospedó en un mesónque todavía Heva su P3mbre, y recientemente se ha con-wrüdo en casa moderna en la Plaza de la Verdura .

Sea--de esto lo que quiera, «comenzó á proponer los

fundamentos que para este tan. nuevo asunto tenía, ysolamente en el convento de San. Esteban halló quien leatendiese » . (Araya.) « Comenzó á proponer sus discursosy fúndamentos, y en sólo los frailes de San Esteban en-contró atención y acogida.» (Rerresal .) «Halló allí grandeamparo en el insigne convento de San Esteban de Padresdominicos, en quien fiorecían en aquella sazón todas lasbuenas letras . » (Pizarro .) De aquí se desprende queColón, provisto de cartas para varios maestros de laUníversidad, privadamente, y en descargo de su cometí-do, iba proponíendo á cada uno su proyecto y los fun-da.mentos en que le apoyaba ; pero que sólo en los domí-Izos encontró atención y acogida, por ser los -inicos queconocieron á primera vista la gravedad, verosimilítud,y transcendencía histórica y relijosa del proyecto,

icen los documentos, sólo en el convento hall14

194 Park 111.-Cap . VI.

quíen le atendiese y diese acogída y hospedaje ; sólo allhubo sujetos capaces de entenderle.

Según la tradición conservada Dor dicha religiosamínica, que debemos confesar íng-enuamente habernosdado más Iluz que todos los libros y manuscrítos, sucedióde la manera síguiente : Colón entró en el convento enocasión en que entraba 6 salía la Comunidad en ordy silenciosa procesíón del refectorio . Al verle en aqueltraje y maneras de tierra extraría, algunos frafles pre-gUntáronse adIrnírados o enojosos : ¿Quién es ése, ó áquéviene aquí ese extranjero? Entonces el Prior con Deza yalgunos otros Maestros, para evitar hablillas y murmu-raciones, se retiraron con él, á Valcuebo . Esta tradiciónestaba viva en Salamanca á principios del pasado siglo,pues en el informe del general Tibault 1 se hace de ellaZn

MenCión (Pág. 45) . De todos modos, es una noticia que,aunque lacónica y descarnada, se presta á graves consí-deraciones . De ella se colíge en primer lugar, que Colónvenía, er, busca, no precisamente del convento ó de laComunidad, sino del, Prior ó del P . Deza. Colígese, ade-más que el negocio era reservado, de confianza, en-caminado á personas determinadas y graves . De aquí seinfiere asimismo que en la prirnera entrevista de Colóncon Deza y el Príor, y antes de examinar científicamentelos fundamentos de su proyecto, debió Intervenir un gra-

I-nrnnI- 151 r�olución de llevar consizo alrnisterioso y desconocido personaje á la Granja de Val-cuebo . Y no es fficra del buen sentido el suponer que elsecreto resorte que movió al Prior y á Deza para hos-pedar, atender y examinar concíenzudamente al, hombreextrafío y á la nueva idea, fué la carta de algún alto per-sonaje de la Corte, de Mendoza, de Cárdenas 6 dl- algúnotro .

Lo cierto y positivo, porque así lo dice la tradicíónconstante y universal, es que el gran acontecimiento seventiló en la casa-granja y en un pequeño teso, que te-

o-

~ He aquí sus palabras : « Para examinar mejor sulón) el célebre Deza juntó ~ los astrónornos rnás distinguidos,todos á una aldea llarnada Valcuebo . . ., después de rruchos dírencias y meditaciones, declararon que era posibie hallar nuevasmás allá del O~:éano . »

davia conserva el nombre desídad tomó posesión del monum,moría de Colón en la c.ma de aqmente T la Escucia per e propietario,el -1 de Abril de 1866 . Pronurcíáronse, entre otras bellas,composiciones, esas profétias palabras : «¡Ríca pdginaleas d la Mstoría,-que hará de tu blasin alto comen-to!» El autor de este escrito, que tuvo la honra de asís-tir al acto solemne, apenas se apercibió de la proffinda-verdad encerrada en la frase del anciano poeta ; estabamuy ajeno á la idea de anunciar al mundo que en aquelsitio memorable dió comienzo la serie de sucesos que ha-bían de dar por resultado el descubrimiento del Nuevo¡Mundo . Con efecto : ya no es el cano poeta, ni el pobrehistoriador de Colón ; es Pizarro el que Inabla . « Comen-zaron á oirle (claro es que no en el convento, de dondese retiraron por evitar sordas murmuraciones, sino enValcuebo, donde llevaron á Colón con el objeto de inqui-rir los grandes fundamentos que tenial y á los pocos días

robaron (todos, Prior y religiosos graves) su demos-ación apoyándole (en la ciudad, devuelta de su gloriosa

.e importante expedición) con el prestigio del P . M . FrayZo Deza, catedrático de Prima y maestrc (al ano si-

guiente) del príncipe D . Juan .» fflasta aqui Pizarro .)- Tuvi,~ronse, pues, en San Esteban las conferencías

Idespuls de las de Valcuebo, corno es claro), En ellasproponía Colón y exponía los motivos de sus asertos ; yapoyados aquéllos con el favor y ay ada de los religiosos,redujo á su opiníón y sentir á los sabios del Claustro dela Uníverádad más celebrados. Mas aunque halló en SanEsteban muchos padrinos y patronos (luego ni síquíera-todos-los Wiles ; bueno es tenerlo presente para expli-

ciertas cosas) de su sentir ; quán tomó más á su car-la aprobación de su sentencia y el favor de su gran-

de asunto, Té el sapíentisímo maestro Deza, etc . Todo eltiempo que Colón se detuvo en Salar-nanca (Remesal dice :-todo el tiempo que se detenfa», lo cual prueba que estu-

más de una vez), San Esteban fué quien le aposentó yistió con todo lo necesario para el sustento y j ornada s

ocutorias (luego no una, sino varias, fueron las jor-as interlocutorias que mediaron antes de ser admítú-

6n . La Univer-o levantado á la me-

él, y cedído generosa-Mariano Solfs .

ig6

Parle 111.-Cap. VI .

do Colón al servícío de los Reyes, y esto antes de! 2o deEnero de i .~86, cuando ya se ic dieron esperanzas ciertas ,y después que de! todo partió á la Corte (Colón, como esclaro, y con esperanzas ciertas, y para entrar al serviciode los Reyes), los Prelados de! convento, y especialmentcel maestro Deza, le íiitrodi,~ieron con los Reyes (no porsí solos, sino con el apoyo del cardenal Mendoza y otrospersonajes de la Corte que movieron á los Reyes a darleesperanzas ciertas) y pusieron. en el último favorable pun-to el estado de su pretensión . Refiérenlo así diferentes au-tores de nombre (aquí cita y se apoya Mora en los autO-res que ya hemos mencionado varías veces, Y luego sí-gu e) . Dernoró en Salamanca y en San Esteban ~:olóti casítodo este año de ochenta y cu.atro» (casi todo el ario de 8 5debe decir , es un error cronológíco á todas luces) : hast-a

ora . Se detuvo, pues, Colón en Salamanca mien-tras duraron las conferencias, mientras redujo á su. opi-nión á los sabios del Claustro más celebrados, mientrasduraron las jornadas interlocutorias , y hasta que los.Prelados pusieron en el último favorable punto el estadode su pretensión, é iiz l-rorniaj,oiz a los Reyes de lo seguroé íniportante del asunto, como díce el Memorial . Enton-ces fué cuando partió del todo á la corte, donde estabaya su pretensión en el último favorable punto, y fué ad-mitido á servir á los Reyes, dándole con buenas palabrasesperanzas ciertas ; entiéndase bien, esperanzas ciertas,con las cuales se contentó por entonces el Marino ; demodo que (ahora sigue Mora), «aunque sus designíos tu-vieron aquí (en San Esteban) la aprobación que dijimosy cuadró ella

alos Reyes Católicos, no reconvino de lue-

go (Colón) á Sus Majestades, viéndoles tan ocupados enla conquista de Granada, y tan alcanzados, á causa de

a, de gastos; ni pudieron (ios Reyes) hasta n.o acabaresta tan santa conquista, y que cada día veían adelantar,

1poner man-o á otra (en, presa) aunque de tan grande írn-portancia . Por lo que Colón, como Maríana escribe, tnvoque esperar con paciencía síete afilos, aun después de-aprobado en San Esteban su sentir» . (Después de aproba-do en Salamanca el proyecto, yadmitido Colón al sei _'cio de los Reyes, sólo tuvo que esperar seís ajEnero del 86 hasta Abril del 92 .)

os hísoríadores y Colón mismo hablan de sietea-¡los de espera., de dísputas, de pretensión, incluyendotodo el tiempo que estuvo en Castilla . Vuelve áMora : «Ní los Uyes pudáron otra cosa hacer hasta des-pués de la toma y posesión del reino de Granada y su ca-pital, que fué día seis de Enero de -mil cuatrocientos no-venta y dos. ,,

En este a-fto de 92, pues, tomadas por los Reyes Ca-tólicos las providencias convenientes cerca del nuevoreino, pudo ya Colón ser atendido, no como lo pedía lagrandeza de la empresa y la generosidad de tan, glorío--sos Príncipes, sino como lo permítfan los inmensos gas-tos de la acabada campala. «Mandaron, pues, este Asmoaño equipar tres navíos », etc . Hasta aquí el grave y eru-,dito historiador del convento, Mora, salvas las observa-ciones que hemos interpuesto para mayor inteligencia.

No concluiremos este asunto sin confirmar esta sen-,cílla y verfdica relación con las palabras del Memoríal,en donde, áunque se repítan las mismas círcunstancias,añádense, no obstante, otras que iremos notando entreparéntesis, como hasta aquí. « Llegó Colón á San Estebanaño de 14 84 (85) y allí encontró quien le entendiese yatendiese sus razones (al principio nadie le entendió, sínc,los dominícos) ; detúvose largo tiempo (casi todo el año,de 8 S) aposentado en el convento y asistiéndole éste contodo lo necesarío para su persona y víajes (el prirnero delos cuales Té á Alcalá de Henares para entrar á servir,á los Reyes, como diremos después), teníindose al mis-mo tiempo largas y frecuentes conferencias (primero enValcuebo, entre el Prior, Deza y algún otro, y luego enel convento) entre los Maestros de Matemáticas que ha-bía allí entonces (donde se leían todas las Artes y facul-tades de la Universidad, dice Araya, lo que ya no suce--día en su tiempo) ; y convencído y aclarado (primero enValcuebo entre pocos y reservadam ente, y luego en pú-íco entre los religiosos, de los cuales eran muchos, no

itodos, sus patronos), por medio de los refiglosos (ques padrinos, y medía.,nte largas y frecuentes confFe-

iencías), -fueron convencídos (primero y duran,cla de Colón en Salamanca los sabios del Clauieclebrados, y después) los hombres ir

-19S Parte 111.-Cafi . VI .

1-

tíen,1 enía España en aquel'

, po ; y así se tomó por obra elínformar á ¡os Reyes (apoyándose los dominícos en losMayores ICtrados de la Escuela, y en los hombres máscelebrados que tenía Espafía en aquel tiempo), ayudando,.á Colón los religiosos en todas sus operaciones . Fué coél á la corte (el affio 86, y estando ésta en Alcalá) ellado de! convento con otros relígíosos y MaeSILCOS, V éS-tos le introdujeron con ios Reyes (mediante el cardenalMendoza), informando con él á Sus Majestades, y certí-ficándoles de lo seguro é importante del asunto» (por llo,cual SusAltezas ya no titubearon en dar áColón esperan-zas cíertas) .

« Pero quien más se singularizó (en Valcuebo, C.n. elconvento, en reducir á los sabios de la Escuela, y en suinfluencia en la Corte) fu(5 el doctísimo Deza . . . Este maes-tro habló á los Reyes diversas veces (primero en Alcalá-antes del 2o de Enero del 86 ; después á fún del mismGafió, cuando vino la Corte á Salamanca, y repetidas ve-

A

11 11ces cua-nUo nomUrado maestro d.- -D . Juan) ; salió á !a-J- Jcorte, llamado de los Monarcas, para enseñanza del Prín-cípe, acompañando sien, pre á Colón (en persona á veces,,y moralmente siempre), hasta que (ajustadas las Capitu-laciones) pasó al Nuevo Mando. . . Por esta y otras razo-nes, los religiosos de este convento de San Esteban fue-ron la causa principal de que los Reyes Católicos empren-111

i 11U.Lesen el

Además de los que se citan n1margen, el limo . Las Casas, etc .» (Hasta aquí el Memo .-rial.)

Con razón escribía el general Marinis en carta-círcu-lar á la Orden, con motivo de la canonización de Santa.osa de Lima por Clernente TX en

5 de Abril de 1668,,estas notables palabras : «A la verdad, como no pudo de-jar de alegrarse esta religión santa cuando los Padres,del convento de San Esteban de Salamanca, dando apro-bación y aliento á los designíos de Colón, facilítaron con-los Reyes Católicos el descubrimiento de! Nuevo Muny su impulso fiad cas., todo el motivo de emprende%.- su con-quista, así nunca podrá apesadumbrarse de haber sila primera (Religión ú Orden religíosa) que remitió a,!- rú los primeros obreros del cultivo de¡ Evangelio .»,

- -inis, citado por Mora .)

r

Resumíendo ahora, diremos que, al larzarsríno en el mar de las pretensiones, hubiere,j unto con su proyecto en el estrecho criterio desana junta , sí á su alta capacidad no hublera ocurrido el

de poner por condicíón á los Reyes que no aten-díeran más j sus intentos sí éstos, examinados concíen-zudamente, no fueran aprobados por los sabios de Sala-manca . Aceptada por los Reyes la condición , vino y encierto modo fué remitido á Salamanca, haciéndose cono-cer por =dio de caSas comendaticias de Mendoza, Quín-tanílla ú otros personjes de la Corte la mísión que eldesconocido traía á la Escuela, y síngularmente al con-vento de San Esteban, quos (fratres) promptíores adsua ajuvanda consflia (Columbus) sperabat, como diceFr . Vicente Baróp el Tolosano . Entre todos los Maes-tros y Doctores á quienes se presentó Colón, no hubo --niuno sólo que al principio le acogíese benigno, reputándo-le todos por un sofíador, como le había sucedido en to-das parten Solamente en los reRgiosos de San Estebanhalló quien le atendiese, porque desde la prímera entre-vista entendieron que se las habían, no con un hombrevulgar, sino con un Genio que merecía ser escuchado an-tes de resolver nada . Rogabitque res ii~z ,zxiinas apertiu-rum audírent . =maWs0me ab ínís acceptus, quaejamdT volvebat ~mo, ordíne disser.,,tít, afíade Barón .

ata es la primera gloría de San Esteban, que sólo lees común con la Reina Católica, con Mendoza y acaso con1 rey a Juan II de Portugal : comprender que Colónera un Genio . Pero esta honra estuvo limitada á Deza,al prior Magdaleno y algún oro relgioso grave ; pues losdemás andaban en Oblillas, y acaso no estaban en el se-creto que por carta confidencial venía encomendado alPrior 0 al . célebre catedrátíco de Prima . Con el fin de

ar el proyeao tranquilos y en silencío, y evitar almismo tiempo las sordas nnurmuracIones de los que¡ noesando en eñecreto, extrañaban la presencia de! níste-rioso extranjero en 5 convento, se retira. ron á Valcuebo,trazando el Marino con carbón en sus paredes círculos yfigi sLs que todavía alcanzó á ver el P. Manobel, y d.;sc ,,-i-

ches de prímavera, yante un -hermoso cielose llama de Colón.

200

Aprobada á los pocos días su demostración, como dicePízarro, de vuelta á la ciudad y al convento, abiertamen-

roclarnaron á los frailes y á los Doctores de la Escuelala grandeza de Oras y la transc-endencía de los planes delMaríno ; y con el fin de autorizar más y más su dictamencon el parecer de los sabios de la Escuela, provocaron lar-gas y frecuentes conferencias, según la frase de! Memo-ríal ; éstas sin carácter alguno oficial, sino amistosamenteconvocadas por los domínicos, tuvíero-n lugar en San Es-teban, donde Colón proponía y defendía sus conclusiones,respondiendo á los argumentos con que se le ojoaba:Quo Plus auctorítatís adderent divíi2o'ínvento et tantaemolitíonís gloríam emn alíís Partírentur (alíenae nun-quam ínvído visum est et consilio gravíssímo patríbusMerum Plenís totíus Acadenflae con,~;e?itií (esta frase seha de entender en el sentido expHeado, no de la Uníversidad en cuerpo, lo que sería absurdo por las razonesíndicadas, sino de los maestros más celebrados) au-díendum Columbuin.

arte 111.-Cap. VI .

--Nvano se ha empeñado la crítica en penetrar laselaboraciones secretas del genio cristiano, queríen-~ :) escudrífiar los motivos y resortes deuna ínspíra

cíón que la naturalaza ha escondido en el misterio . Ulloa,6 quien quiera que sea el autor de los capítulosvi,vii y viiide la Eda del Almírante, los ha reducido á tres . .', la re-dondez de la tierraj 2!, la autoridad de los escritores, y3 .', los indicios de los navegantes y experiencias delmísmoColón ; y desde entonces muchos historiadores, principian-do por Las Casas, síguíendo por Herrera y concluyendocon Mufíoz é Iráng, cada uno según su erudición y cono-cíCentos astrondOcueosmográficos, hanintentado me-dir con al compás de la ciencia la extensión de! área y lasolidez del eje en que se- movió el mundo de la luminosaínspiración. Admirados de los raudales de ciencia y- delcúrnulo de erudición que vierten por su plurna, lo confén-samos con ingenuídad, las lucubracíones colombinas dejan, sin embargo, en nuebra pequeñez un inmenso vacío,que no le llenan todos los esberzos de la erudición y

la ciencia acumulada por espacio de cuatro siglos .Antéjasenos que Colón, en las pláticas de Valcuebo

conférencias de Salamanca, dijo cosas distintas ya manera más alta, persuasiva y convincente que

-~-s a jerítas por los historiadores . Sí en sus escritos dejóágún rastro de los motivos cíentíficos y racionales en quesi apoyaba, y realmante !Gs recogió la Vida del Almí-rante, de donde los han copíado los historiad, ores, sospe-

os que se Eevó al sepulcro el 'iego dc 1- Ir - , -,la-le 1- - E- ,c~iitencias, los ] ,~, s~' ~"<,, s de s,

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LOS DOCTOS DE SALAMANCA

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202

Pahe X-C

a~go que no se ha consignado por escrito, que no .dejado rasco en la tierra, que se llevó Colón consigocomo sello propio de la persona. Por otra parte, másden que á los íntérpretes damos crédito al Genio cuan-do dice que no le valió nada, ní ~datemAícas, ní ~a,=nda ní razón ní cíencía ; luego había algo en suspalabras que la ciencia no le enseñó, ni puede apredarla crítica . Sea de esto lo que quiera, es bíen extra-fío quelos calumniadores de Salamanca, que pretenden habei-sorprendido el secreto de la inspiración en los tres ca-pítulos de la Eda del Almírante supongan á los Doctoresde ésta incapaces de comprender los razonamientos quetan fácilmente escribió D. Fernando 6 Ulloa, y que sólohagan jugar en las célebres conferencias las ridículasobjeciones que, según el mismo Ulloa en el capítulo xi,dirigieron á Colón los cosmógrabs ignorases reunidospor el prior de! Prado .

Cuando se adopta un falso sistema, no hay absurdoni inconsecuencia que no se devore como sí Tera unaverdad axiomática ; porque una de dos : ó los fundamentos que tenfa Colón han sido consignados fiel é íntegra-mente por Ulloa, ó ní Ulloa ni los colombinos han lo.grado sorprender el secreto que el Genio descubrió per-sonalmente á los Doctores de Salamanca . En el primercaso, es ridículo suponer á los Doctores incapaces de en-tender lo que fué capaz de escribir con tanta facilidadUlloa . En el segundo, son bien ligeros los colombinos aldecir que los Doctores no entendieron á Colón, cuando,el secreto del Genio revelado á los Doctores no ha podi-do, después de cuatro siglos de adelantos, ser sorpren-Edo aún por todos los esfuerzos científicos de los colom-binos. Á diferencía de los que quíeren saberlo todo, ycuando no tienen datos los suponen, y lo que calla la his-toda lo ñngen , nosotros juzgamos más conveniente con-Mar nuestra ignorancia, diciendo tan sólo con Fr. Vi-cente Barón : et inulta qziaerentibua nec levíasiibjicie~litibl,is, cum plane satísfecísset, quo Pli~s iKtaHs, ut supra. Y si todavía se quiere medi,to de Deza, nos contentaremos con decircortado por el patrón del Genio , á quíei - cPara apreciarlos en su valor basta echar

sultados del descu', ~-imíe,-.ito de~de el puntoe consideramos en este escrito . Nuestra cu-

ueda más satísfecha con esta sencilla reflexíjnés de leídas y meditadas todas las ínvestig

cíones colombinas . Frolgarnos nuestro resume-,n de loque ocurrió en Salamanca.Ura robusecer el juicio del convento con el presti-

gío de la Universidad, quo plus auctoritatís adderent,Deza, principal motor del asunto, y Maestro de granascendiente en la Escuela, llamó á su eeIda á los cate-dráticos, sus amigos para que conferenciasen con Colón,y aun por acuerdo de los Padres más autorizados de laCasa se provocaron unas conferencias, compuestas delos Profesores más renombrados de la Escuela, y cuyaenseñanza tuviera analogfa con la empresa de¡ descubri-miento . En este sentido se han de entender las palabras

ar6n, Penis tothis Academiae conventu . Pero !a re-o tenía carácter alguno oficial ; conocíase el inte-

rés de los Reyes en el asunto ; ninguno de los asistentesignoraba lo ocurrido en la junta presídída por el priorDI Oado ; todos sabían que el buen 6 mal éxito de laempresa pendía en gran parte de su decísión, La asisten-da al salon era tan sólo un acto de deferencia á San Es-teban, ligado con la Universidad con lazos de gratitud yde admiración. Esto es lo que se desprende de todos losdocumentos ; pero desgraciadamente surgió una díticul-tad nueva allí donde los dominicos creyeron encontrarapoyo .

Los asistentes, en su mayoría, á la primera impresión,se mostraron adversos al proyecto . Sed unde dífliczilta-tes ev-,~5ediendae sperabant, índe enierserunt gravíores,relíquís jere Academíae -Professoribus Coluníbo recla-

íbus . (Barón .) Y aquí principia la tercera gloría deEsteban : estarfirmes los religiosos en su sentencia,er con su apoyo en favor del Marino, no á todos,

o sí á los más celbrados de la Escuela, como dícen,inesal y Araya. Así queda rebatída la calumnía de que

octores'salmantínos eran ignorantes é incapaces decomprender d Col6n. Repugnaron. muchos al principio,

da idea nueva ; no era de espir. La gloría de la Escue

da á -losta

riosidadque des

204

,

Parte 111.-Cap. VIL

católica salmantina consiste en haber producido hom-bres de talla capaces de comprender á Colón, auéstos Teran en menor número ; porque no fueron Hama-dos todos, Ino los más celebrados, dicen los historiado-res, y éstos, aunque contrarios en un principio, cedieronal fin y coparticiparon de la gloria de San Esteban,iniciador, apoyo y sello de la tan fecunda como honrosaresolución, y podemos concluir con Barón : Auctored,aco Deza,. . . res confecta est .

Una vez aclarado y resuelto en Valcuebo y en el -con-vento que el Marino tenía razón en sus ideas y proyec-tos ; una vez ganados por los dominicos, en las largas yfrecuentes conferencias habidas en San Esteban, losMaestros más renombrados de la Escuela, el conventotomó á su cargo la empresa de informar á los Reyes, cer-tificándoles de lo seguro é importante del asunto.tiendo para la corte el Prior con Deza, y algunos Maes-tros y relIgiosos, permanece Colón en San Esteban mien-tras duraron las jornadas interlocutorías de que hablaMora, es decir, casi todo el año de 14 8 5 . Cuando se pre-sentó Colón á servir á los Reyesá 2o de Enero del 86, yse le dieron esperanzas cíertas, el negocio estaba yaarreglado de antemano por intervención de los domini-cos, apoyados científicamente por los hombres más ilus-tres de la Universidad, y polítícan,¿ente por los persona-jes más ínfluyentes de la Corte . Y de este modo quedaaclarada una cuestión hasta aquí tan confusa y embro-Hada .

Según la atinada observación de Deza en la. místerío-sa sebón habida en lo que fué su celda, hay que distín-guir tres cuesiones distintas en el importante y complicado negocio del descubríCentu Primero : la cientáca,cuya gloria pertenece á Deza, por Deza á los princípalesMaestros del convento, y por los religiosos á los Mtros más renombrados de la Escuela, que al fin se adhí- -rieron, echando en. la balanza el peso de su dictanvoto del convento . En la cuesti-ón segunda, que podemosHamar política 6 de iniluencía, asócianse á Salamanca, y

e a los renposos, los llomures mas Cu Z -, Ja-Esparia, que sin entrar en el fondo - - la cuestión,

r incompetentes por si mismos para er

ire,enos decidirla, tuiñeron el buen sentido de preferir ymas crédíto al parecer de la Escuiella de Salamanca queá la Junta cortesana del prior d, ei Pra, do. Entre ellos vuel -

á Ífigurar en primera línea. Deza después qurado Maestro del Príncipe, ejerció una influencía -i!, ímí-

tada en el ánimo de los Reyes, y en una hora marcadaPérez .

esta una tercera cuestión, que llamaremos adminis-trativa ó de ejecución, y en ella ya puede entrar y ocu-par un puesto honroso el escríbano de raciones San Angel, y cuantos contribuyeron directa 6 índirectamerite ádetener en España á Colón hasta el momento solemne

que se firmaron jas capitulaciones . La primera cues-tión, pues, se resolvió en Salamanca .. ó más bien en SanEsteban, y más propiamente en Valcuebo ; la segundaen Alcalá de Henares y en la Rábida ; y la, tercera enGranada . cuatro sítios meniorables, que en los dominiosde la historía deben ir asociados con estrecho lazo á lagloria del descubrimiento . »

Pero por la misma razón, antes de dejar á Saiaman-ca. y acompañar á Colón á la insigne ciudad complutense,hija y reverbero de la gloria de Salamanca en este suce -so primero, y después en su célebre Escuela teológico-escríturaria, justo es qué saquemos de la obscuridad enque han estado escondidos por espacio de cuatro siglos.Los nom

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U, L0-, a IJU y aIIUU a

1,-11su noble enipresa, deben ser solidarios de su hopra. ¡Cosasinerular y extrafla i Todos los historiadores salmantinos2lD

hablan del Prior y maestros de San Esteban, y á níngu-no le ha ocurrido citar sus nombres . Y no es cíertamen-te por series desconocidos, sino porque, como si presi-diera la misma ley moral á la misteriosa vida del iMarino

á los lugares y personas que ai Genio y <al daescu-iento se refiereii de algún modo, había una manoti

invisible que detenía su pluma al estamparlos, como di-s : Aun no es tiempo. En prueba de ello, reflexió-

.nense estas palabras de Araya : «Y si á Fi~- ~ Díego Dezase deben dar gracias por esto, siendo uno sólo dellos mu-clinos y grandes Maestros que en aquel tiempo había enSai Isteban, que todos concurrieron con su

cia y consejo, con mucha más razón se le deber, á

2o6

Porte 'fil.-cap. vl~r.

todo el convento, que asístió en aquella ocasión. cociencía de to4s sus ilfaestros, y con el agasajo de asento y plato todo el tíern-po que duraron las consultas,al fin de Mí

salióla resolución, etc.»

Después de este perfodo, naturalmente debian venirlos nombres de esos Maestros que concurrieron con suciencia y consejo á tan importante resolución, y, sin embargo, el P, Araya, como el P. Mora y como todos losdemás que en el lugar propío ha hablado de ellos, ni sí-quiera nos dan el nombre del Prior y de los religiosos1le acompañaron á la corte. Por lo visto entonces no eratiempo, y los buenos Padres domínicos dejaron á la pos-teridad el cuidado de restablecer y rehabílitar con la me-moria de Colón la gloria de sus auxiHares y coopera-dores. Pues sí esa hora ha sonado, el que lleva er- susmanos las llaves del tiempo y las riendas de los sucesossabrá por qué ; cuanto es ínmensa la satisfacción, tantoes ácil é inmeritoria la tarea de publicarles .

Los dejaron consignados en los Anales del convento,y en el curso de su historia, esos mismos eruditos relí-giosos que, sin saber por qué, cometieron la ínexplicableomision . Nosotros no hacemos más que copiarles, unién-,doles con el descubrimiento . Transcríbiremos las pala-bras del P . Mora, que es el que con más detaHes y dete-nimiento se ocupa de esta época . Y prescindiendo de losr0giosos de años anteriores, de los cuales se podría du-dar si alcanzaron el ano 85, y por tanto, las célebresconferencias, damos principio por el afío 8o . No hay duda,pues, que todos lo¡ que de ese año Puran en la hIstoria,vivían en San Esteban durante la estancia y hospedaje,de Colón en el convento.

Afio 148o .-Era Províncíal el M . 1 . Andrés de Toro,hijo de San Esteban y Príor de la Congregación el muyvirtuoso y venerable dervo de Dios Fr. Vicente de Córdbva, hijo también del convento . Y ahora vuelve á llamarla atención el bachiller Fr. Diego Deza 1, gobernandoaún como Prior, el Presentado Fr . Pedro de San JuHán .

' Sí . porque, además de haberse opuesto á Jia cátedra de Hosofia natu-ial 6 Física, como álamos hoy, en años anteriores había ya escrito al-

de los libros que publicó después,

207

Año 1 48 1 .-Se nombran al Dr. Fr. Míguel Muríllo ychiller Fr. Juan de Son Martin, Inquísidores .Año

1482.- Era Vicarío gene-T-- Fr . Vicente deova, y á San Esteban gobern,-,,-,L como Prior el vír-

so y ejemplar Fr. Díego Magdale--io . En este tiempoprofesó el M. Fr. Alonso de Aguilar, y el sabio y virtuo-so Fr . Matías de Paz, natural de Salamanca . Fué var0nínsígne, gran letrado y gran religioso, é hizo grandesservicios á la Orden, como se dirá . En el prioratoMagdaleno, Fr .'Díego Deza y Fr. Diego Betoio rebatíe-ron cierto escrito de un religioso . Este (Betoflio) se jubí-la el 3 de Optiembre de 148 3 (de la cátedra de Escritura,que habfa desempe-fiado veinte aflos, según estatuto de la

íversídad) . Sucedíóle el doctisimo Fr . Alfonso de Pe-Mel, hombre muy famoso por este tiempo,Año

1483 .-Principia á hablar de Colón, según la rela-cíón que hemos transcrito arriba .

ño a8Q-En este año gobernaba la Provincia elPresentado Fr . Juan del Espiritu Santo ., y era Príor elvirtuosa varón U. Vicente de Córdova, hijos ambos deSalamanca .

Además de los mencionados todavía aparecen otros,-que hemos extractado del mismo autor 2, y son los si-guientes : Primero, Fr. Pedro de León, procedente de laciudad de los Ordoños, pero prohijado el año 83 en SanEsteban, que le da el grado de predicador de la Uden elaño 89 : fué además non0rado regente de estudios del

nto en el Capftulo de Jerez el 1502, Segundo, frayDiego Magdaleno aparece Prior en el 86, y luego Priorora vez después de Yarza, ó sea en el 92 . Tercero, . frayAlonso de Paredes, que murió de Prior del convento el-año 89. Cuarto, Fr . Francisco Porres, que era Subpriorbajo el segundo Worato de Magdaleno ; lo que pruebaque era ya varón formado el año 85 . Quinto, Fr-Yarza, que sucede á Paredes en el cargo de Príor elaño s9, así como á este Magdaleno hasta el 92 . Sexto,Fr. Vicente de Córdova, que como vemos era Prior el 8 :,,

desde el cap,2 11, cap .

1 Entresacado de Mora, Hisloría del Convento de San

tomo u,Pág~ 449 . ¡]asta 1,1 484-

1 00 09 á la 508-

208

Parte 111.-Cap . VIL

y muere antes de Paredes, es decir, antes del 89,,~ Y Se_-: -

tímo, Fr. Garcia de Bayén, céiebre predicador de aquel,tiempo, y luego nombrado obispo de LaodiceaPapa Alejandro.

Moraban, pues, en el convento durante el hos-pedajede Colón, y debieron asistir á las conferencías y apoyarel provecto, por lo menos, los religiosos síguelites : elmaestro Andrés de Toro, Vicente de Córdova, Pedro deSan Julián, el doctor. Miguel Muríllo, bachiller Juan de

marti,n monso de A uilar Matia , de Pazetoño, jubilado ya, y Alor.so de Peñafiel, que le sucedid

en la cátedra de Escritura ; Juan del Espíritu Santo, Pe-dro de León, Diego Magdaleno, Alonso Paredes, Fran-cisco Porres, Juan Yarza y García Bayén . El orden enque se sucedieron los Priores es el siguiente :

Aiffo 82 .-Magdaleno, 86 ; Córdova ; 89 .-Paredes, mu-riendo en esteaño y sucediéndole Yarza, y á éste porsegunda vez Magdaleno, siendo subprior Porres . Si ahorabuscamos quién era el Prior que acorripañó á Collón á llacorte, parece serlo el P . Magdaleno, puesto que desde el,s2, al 86, en que le sucede Córdova, no hay uno interme-dio que lo fuera . Según eso, Magdaleno, que providen-cialmente dirige el convento en las dos ¡echas memora,bles de la vída de Colón, prímera durante el

en que- eban,se examina científicamente el proyecto en San Est

y segunda el 92, en que se pone en. ejecuciáí--.~debe asociarse con Deza á la gloria del descubrimientoy figurar en la historia como uno de los personajes másnotables é_ importantes en el reinado de los Reyes Católi-cos. Y con efecto es así, porque ya antes de este misté-rioso enlace con las conferencias de Colón la historia seha ocupado de él en un asunto ímportantísirno relacíona-do con el descubrimiento .

espechado el rey de Portugal por haber dejado es-capar de sus manos una gloria que ensalzaba tanto á lacorona de Castilla, promovió dos cuestiones á ios reyesde Espafía que, si de distinta índole y na.turaleza, conspí-raban ambas al fin que intentaba D . Juan 11. Versaba la-una sobre la célebre línea que, como últímo arranquela intervención de la Santa Silúa, sobre los intereses tporales de las naciones, trazaba el Papa Alejandro V., con,

íerto que no acaban de admirar los modernos cos-mográfos . La segunda, y ara el rey de Portugal prin-

cuestión, era la legímitacíón del bastardo D. Jorge,que pretendía casar con una infanta de~ Espafía, en per-juicio de D. Mapuel, duque de Boja y señor de Viseo,por, cuyos derechos legítimos é indísputables se interesa-bar, los reyes de apaña . Pues bíen : el que siendo Príorde San Esteban contribuyó á dar á la corona de Espahatan vastos dominios, el 5 Magdaleno, ya Vícarío gene-ral de la Orden, acompatado de Fr . Antonio de la Uña,hijo tambíén de San Esteban, y asistente probablemen-te á las conferencias, míentras en Roma trabajaba en elmismo sentido para impedir la legítimacíón, D. Bernar-díno de Carvajal, salmantíno tambíén, era enviado Em-bajador á Portugal para arreglar esta segunda cues-tión . La primera de ellas víó su térmíno en Tordesillas,siendo comisíonados por apaña el antiguo almirante

Jue Enríquez, el Comendador de Wón, & Gude-rre de Cárdenas y el Dr . Rodrigo Maldonado, por quíenpasaban todas las cosas ímportantes de su Estado, diceZuríta, de quíen están tomados estos datos , . Ese eraMagdaleno ; esos los hombres de que se "Han los ReyesCatólicos, y ésos los que intervinieron en el gran asuntodel descubriHento.

Si ahora se quiere saber quíénes fueron los Doctoresy Maestros renombrados de la Escuela que los domini-cios atrajeron á su opinión, no nos es posíble safisfacerdel todo tan justa y racional curiosidad . Sí nos dejáramosllevar del desenfado de Roselly de "rgues, fácil nos sedaformar un gran catálogo de nombres propios, ya de losProfesores en todos los ramos del saber que á la sazóncultivaban la ciencia en la Universidad, ya de las per-sonas que por su nobleza, ilustración 6 influencia se dís-tísiguían á la sazón en Salamanca . Con sólo abrir los lí-ros de Claustro y reMír los nombres de los Doctores,

-11VIaestros 6 sustkutos que ñguran en las reudones de losT

s 64, al 70 y desde el 1503 en adelante, -ánícos que sen, y cuyo estracto tenemos á la vista ; con sóloibro de linjes de Salamanca, donde se conser-

Los doctos de

209

3

Hístoria de Fernando V, Eb, i, cap . xxix .15

210

Parte 111.-Cap.

van los nombres de las principales famiHas que h -la ciudad de! Tormes del estudio, sería fácil ta-,una larga lista de nombres, que indudablemente vív.anel año que moró Colón en Salarnanca . Pero como loscumentos sólo hacen intervenir en las conferencías á losMaestros de la Universidad, y no á las fámiiias nobles ; yde los hombres científicos sólo hablan en general, asegu-rándonos que los domínícos COríqUíS'Laron á los más re-nombrados de la Escuela, dejando á todos ellos en laobscuridad donde yacen, y de donde sólo deberían salir

en una crónica local y de inter¿s prívado, sólo nos oca-paremos de los que por su nombradía, como dícen losdocumentos, son acreedores á copartíCipar de ia honrainmarcesible del descubrimiento, y de pertenecer portanto á la hístoría general de¡ inundo. Estos creemos queson, además de los que hablaron en la sesión misteriosahabida en la celda del P. Deza, según dejamos consíg-nado en su lugar, los siguientes :

, .'Elmaestro Roa, de¡ Orden y convento de SanFrancisco, profesor del Bachiller de pupilos en Salaman-ca, que después habla de ser el gran cardenal Cisneros .

2_'

DLego de Torres, que publícó una Cosmografía enel año

48 s -3 .'

Núñez de la Yerba, que comentó y publicó Cn1498la Geografía de Pomponío Mela, poniendo al final de eliael grado de latitud en que se encuentra Salamanca .

4-'Antonio de Nebrija, que, además de ser el prí-rnero, al decir de Clemencín , que midíó un grado de latí-tud terrestre en un escrito citado por Nicolás Antoníoy publicado en Salam� anca antes dei descubrimiento, diceque, á juzgar por el atrevimíento de algunos hombres deaquella edad, no era un absurdo creer en la existIenciade los antípodas, lo cual manífiestamente se refle

1Colón, que algunos años antes, el 1 48 5, había reveladoya en Salamanca su proyecto.

5 .'Elmaestro Selaya, que si por una parte ti�e Abrahan?, Zacut, cuyo manuscrito se ha-

lioteca Salmantina, por otra fué llamado poreza á las Cortes de Toro, lo cualenas relacíones con el ayo del príncípe

a sazón obispo de Palencía, �

el Alr,-,,anackHa en laindicaciftsus antiguas

6 .'

Fra.,ncisco Yáñez, de¡ colegio de pan 37 carbón,or que habfa sido de la Uníversidad, amigo de los

dominicos, de cuya conversación gustaba y usaba confrecuencia, y aunque legista, uno de los más acredítadossabios que entonces honraban estos estudios.

Yaquí hacemos punto en la cita de hombres doctos ;porque sí bien, como hemos dícho con el libro de Cla-as-tros en la mano, sería Ecíl alargar la lista de Doctoresen todas las Facultades, faltando pruebas y apoyos querecaen sobre los rnencíonados sería aventurado todo loque en el asunto se añadiese .

Tormina la re'oomposid

CAPITULO PRIM

COLóN ADMITIDO AL SIZ.RVICIO DE LOS REYES

'UESTO ya el asunto de Colón en el último favora-ble estado mediante las jornadas ínterlocutorias,como dice Mora, salió Colón de Salamancaacompañado de Deza, de Magdaleno y de otros

Maes ros y religiosos, y se encaminaron adonde cuaba laCol Le . Admitido al serácio de los Reyes, con buenas pa-labras se le dan esperanzas ciertas de que, acabada laguerra de Manada, será despachado para el ímportanTaje. El a ño 1 el mes y hasta el dLa de este grande y ma-ravilloso suceso nos es ya conocido. Según el testimoniode Salazar de Mendoza, ocurrió este rasgo de influencia

ardenal Mendoza el año 86 . Colón en el día 14 de Ene-ro del 93 se acuerda queCI 20 de Enero hace siete afíos

o á servir á SS. AA . Este detalle está consignadou libro de memoria, y con el fin de lamentarse de la

pérdida de intereses que padecen los reyes de apaEa porAcátades y dilaciones que opusieron los cortesanos

á la realizacíón de las esperanzas dertas que se le dieroncuando vino á servir á SS. AA.

relación tan circunstanciada y detenidainr Tato, qy-e estaba bien lája, y grabada en la

o esa Ese decisiva de su vida ,partida de su nueva situacíón en la C

determinada, sobre la cual,

de la historia de colóra 811 GastilL

0

Parle IV.-Cap. 1 .

como firmísima base, podemos levantar el edificío de suhistoria . Sí, pues, partíendo de estos datos ciertos quere-mos saber ahora el sitio que sírvíó de teatro á esa escenainteresantísima y de núcleo á ese nuevo giro de la vidade Colón en Espafía, no dudamos señalar á la que habíade ser dentro de pocos años una célebre Escuela teológTea tambíén, á la patria de los Santos -niños justo y Pastory de Cervantes, al Complutuni de los romanos, al Alcaláde los árabes. La razón es la siguíente - Galíndez de Car-vajal, en sus Anales dice : «El año 8 5 fueron los Reyes áínvernar á Alcalá de Henaresa Y luego, en el año 86 ' -Enprincipio de este año estuvieron los Reyes en Alcalá deHenares, y desde allí se fueron á Córdoba .» Y afiade Ma-riana : «En Alcalá de Henares, á (, de Diciembre (della reína Doña Isabel parió una hija, que se llamó Dor-aCatalína , .» Lo mismo se colíge de otros cronistas é hísto-riadores que podríamos aducir . Es indudable, pues, queel zo de Enero del 86, en que vi-no Cólón á servír á SusMezas, la Corte ínvernaba en la ciudad de la Poliglota,que poco después enriquecíó Cisneros con una célebreUniversidad. Nos hemos detenido aquí, no por la simplecuriosidad de saber el punto donde á Colón se le díeronesperanzas cíertas, lo que sería indíferente para la hís-toría, sino porque esta círcunstancía, al parecer casualy á primera vista de interés baladí, nos abre el caminopara düucidar otros puntos de importancía .

Aunque no tenemos dato alguno cierto para asegu-rarlo, conjeturalmente nos atreveinos á decir que el con-vento fianciscano de¡ Jesús no fué extraño del todo almaravilloso suceso-, y para ello nos fundamos en las si-guientes conjeturas : Es biert conocida, en los Anales 6Crónicas respectivas, la hermandad de las órdenes, cu-yos Patriarcas se dieron en Roma un caritativo abra-zo, No habiendo á la sazón en Alcalá convento domini-cano, z, es verosímil que el Príor y frailes de San Estebanse hospedasen, junto con su huésped Colón, en el francís-cano W jesús, que á la sazón era Morecíente en varorde ciencia y santidad . Entre ellos figuira an Fray Ji

Lib . xxv, cap . vi .i M le hubo haba el año 1529 E ..

Colin admítido al ~erjicio de los Reyes.

Marchena, como guardíán del convento de Santa Maráde Tesús, como refiere Gil González Dávíla- en el natroMísíástico de la 5 1. de Avíla 1 . Por otra parte, encon-tramos en la Cróníca Seráfica los datos siguientes : «Eneste mismo convento tomó el hábito, y consurn6 feliz-mente el curso de sus días, el Venerable P. Fr. Juan Mar-

ína . . . -,-'ué gran siervo de N. S . . . ~ fué electo muchas ve-ces Guardián de esta santa Casa, y tres Provincial de lade Castilla . . . Le estimaron mucho, fiando á su consejosus interioridades el cardenal Císneros y el Comendadormayor de León 0 Gutierre de Cárdenas . Y habiendosucedido la muerte de este caballero en Alcalá, y asís-tidole en ella su Rel aUgo el venerable Marquina, por suTreccíón dejó el Comendador fundadas muchas obraspfas . Muríó este venerable con gran opiníón de santidad,año de 1528 2. Y antes nos había dicho -3 Dorfila Beatriz deSilva, fundadora de la Orden de la PurOma Concepción .,á quien alentó mucho U. Juan de Tolosa, que fué confe-sor de la reina Isabel . . . Fr . Pedro Pérez, confesor deoña María de Toledo, fundadora del convento de Santa

Isabep venerada de los Reyes Católicos, y ambos guar-dianes del convento del jesús. » Hasta aquí el texto. Ahoradiscurramos un poco .

En el convento del jesús de Alcalá, donde, si no dehuéspedes, visitarían como hermanos los dominicos deS hay un Juan Marquina, quie Gil Gorizález !la-Salamanca, ima Juan Marchena, y un Pedro Pérez, todos guardianes,todos contemporáneos de los Reyes Católicos, siendo elPérez confesor de Doña María de Toledo (que debe serdistinta y anterior de la Vírreina); un Juan Tolosa, con-fesor de la reina Isabel, y el P . Juan Marq~iina, amigoíntimo de Cárdenas, que, según Las Casas, fué uno de losfavorecedores de Colón y, según hemos probado antes,_édificó á su costa el refectorio de San Esteban . No estará,puies, fuera de sentido el suponer que los religiosos delJesús ayudaran á los religiosos de San Esteban por elíntermedio de Cárdenas, y que esos nombres y apellí-

A la pág . 288 .Sexta PaftC, lib- 211 9 CaP , Xxx, Pág . 470,Pág. 469 .

arteJV.-Cap . I.

dos comunes con el guardián de la RIbída, hayan con-tribuído á introducir la confusión . De este modo, la ílus.-tre Orden de San Francisco es solidaria de las glorias dela de Santo Do0ngo ; pero de distinto modo que ha con-signado la historia, trasladando á la Rábida lo que esprpío de Alcalá, acumulando enU. Juan Orez hechos,influencías y glorías distintas, y hacíendo de distintospersonajes insignes uno solo con el nombre de Fr. JuanPérez de Marchena.

Por otra parte, aquí se nos presenta ocasión de íntro-ducír otro nombre ilustre, que indudablemente tomó ladefensa del genovés, y que, distinto de los mencionados,se ha confundido y debe separarse del guardián de laRábida : éste es Fr. Antonio de Marchena. Ante todoY, camos los documentos sobre los cuales podemos mar-char con paso seguro, y no por el camino de las conjetu-ras, que hemos aventurado acerca del convento de! je-sús de Alcalá . Después de referir las tres versiones quecorrian en su tiempo sobre el mudo de ser admitido elproyecto de Colón y las personas que hablan en él de al-gún modo intervenido, concluye Las Casas con estas pa-labras : « Aquí ocurre más que notar, que según parecepor algunas cartas de Cristóbal Colón, escritas de

-su

misma mano para los Reyes desde la ísla Española, queyo he tenido en mis manos, un religioso que había, pornoWre 0. A¡-itonio de Marcheria, no dice de que Order,ni en qué, ni cuándo, fué el que mucho le ayudó á que laReina se persuadiese y aceptase la petíción, el cual diceasí . «Ya saben=AA . que anduve siete afíos en su cor-de importunándoles por esto ; nunca en todo este tiempo»se halló píloto, ni marínero, ni filósofo, ni de otra scien-»cia, que todos no dijesen que mi empresa era falsa, que»yo, nunca haHé ayuda de nadie, salvo deFr . Antonio Mar-»chena, después de aquella de Dios eterno », etc, ; y aba-jo dice otra vez: « que no se halló persona, que no le tuvie-»se á burla, salvo aquel P . Fr. Antonío Marchenw (comoarriba dice, eta) nunca pude hallar de qué Orden fuese,aunque creo que fuese de Sant Francisco, por cognos-cer que Cristóbal Colón, después de Almirante,dé devoto de aquella Orden. Tampoco pude sdo, ni en qué, ni cómo le favoreciese, ni qué en

dicho P . Fr. Antonío de Mar-sas.')érez de Antonio Marchena

no fueran bastantes el nombre y apellído j y las circuns-tancías todas distintas, ahadíremos que Las Casas, quesabía muy bien quién era Fr. Tuan Pérez, no sólo los hacedistintos personajes, sino que, sí alguna duda le quedarasobre este pu-,-ito, la índícara y desvaneciera Hablandode la guarnición que,~ejó Colón en el fuerte de Navídad

spañola, dice el obispo de Chiapa : «Dejóles porcapitán á Diego de Arana. . . y sí acaecíese algún motín,ejerciese su cargo Rodrigo Escobedo, natural de Segovía, sobrino de Fr. Rodrigo Pérez: debe ser Fr . Juan Pe-rez, de que arriba (cap . u) dijimos había sido confesorde la Reina . . sino que debe estar la letra mentirosa, quepor decir Fr. Juan Pérez dice Fr. Rodrígo 2.» Así como eneste pasaje corrige Las Casas el nianuscríto, si en la car-ta de Colón á los Reyes hubiera algún índícío de equivo-cación, y en vez de U. Antonio de Marchena se le leyeraFr . Juan Pérez de Marchena, hubiera deshecho la equí-vocación ; sobre todo jamás diría Las Casas que no sabede qué Orden era, ni en qué favoreciera á los Reyes,puesto que de Juan Urez ha escrito largamente, etcéte-ra. Roselly, que se empeña en confundírles, haciendo delos dos personajes uno solo, lucha contra el viento, y sólopor una inconceWble aberración de la Mala puedeaferrarse en esa falsedad histórica . Pero hay más aún .

En carta de la Reina á Colón fechada en Barcelona á5 de 4^=re de 1493, refiríéndose al segundo Tleque proyectaba, le áce : «Y platicando acá en estas cosas, nos parece que sería bien llevásedes con vos un buenastrólogo, y nos parece que sería bueno para esto frayAntonio de Marchena, porque es buen astrólogo y síem-

nos parecíd que se conformaba con vuestro pare-cer 3.» A todas luces, el Fr . Antonío de Marchena quemenciona Colón en la carta á los Reyes, que Las Casastuvo en sus manos, y el Fr~ Antonio de Marchena

am a

s Reyes ela ,» (Hasta acuí Las

- Sí para dístkr-iguir á

Tomo i, cap . XXXII, ~ig. 250.Tomo i, cap . i-xin, pag- 4 14-NAV., tOMO 11, P~-g~ 125~

= al servicio dc los Reyes.

2- 1 7

218

Parte lv.-Cap. 1.

na le aconseja Hevar consigo en la segunda. expedí-cíón, son una misma y sola persona ; y aun podemos aula-dír : parece como que la carta de Colón desde la Española, recordando el ayuda que halló sólo en Fr. Antonio, esla contestación á estas palabras de la carta, de la Reina:« y siempre nos parescíó que se conformaba con vuestroparecer » . Es el mismo pensamiento traducido en distintafórmula, según el diverso puesto é íntencíón de Colón yde la Reina . 0 es preciso trastornar todas las reglas exe-géticas, 6 negarla autenticidad de los documentos, 6 decir-que U. Antonio Marchena no tiene relación alguna conFr . Juan Pérez : esto meniéndonos á lo líteral del texto .Oro sí además se atánde á que Fr . Antonio le parecíaá la Reina que siempre se había conforinado con su pa-recer, mientras que de Fr . Juan Pérez sólo podía asegu-rarlo desde que se presentó en Santa Fe á interceder porél, y por tanto no siempre sino en el final de sus preten-:---,iones, resulta claro que Fr . Antonio Marchena,y no FrayJuan Pérez, es el religioso que acompañó á Colón en elsegundo viaje, y acaso Té el primero que celebró elSanto Sacrificío en el mundo descubierto . Por eso nosinclinamos á creer que 0. Juan Pérez no atravesó losmares, ni 156 el suelo de la Española . Con efecto, LasCasas, que relata el segundo viaje con todos sus detalles,y estuvo personalmente en la Española pocos años des-puép y adqWríó noticias de los mismos testigos ocularesentre los clérigos y religiosos que acompañaron al PadreBuíl, no menciona para nada á Fr, Juan Pérez. Sí entreellos se hallara el guardián de la Rábida, sería incom-prensible esta omisión . He aquí sus palabras : «Proveye-ron los Reyes cómo las gentes de estas tierras fuerai:iinstruídas en las cosas de nuestra santa fe, para lo cualenviaron con el AlOrante un fraile de San Benito, quedebía ser persona notable» ; y luego, copiando la ínstruc-ción del Almírante,, que díce que ~ Sus Altezas envían alláal devoto P. Fr . Buil con otros religiosoS que conside llevar », añade Las Casas : « éste, el P . Buil,yo alcanzar, porque poco estuvo acá ; pero alcancé ácognoscer dos religiosos de la Orden de Sant Wancisco,que fueron con él, frailes legos pero personas notables . . -bien cognoscídos míos, y en amistad y conversa

menos el lino, muy conjuntos la Si, pues, en el segundoviaje de Colón uno de los expedicionarios fuera Fr. Juan.Pérez, ní los legos hubieran dejado de contárselo áCasas, ni Las Casas omitído consignar en su hístoríael nombre de un personaje tan célebre por"entonces .

El astrólogo, por tanto, que la Reina aconseja álávar consigo es el mismo baile en quien sólo hallóColón ayuda en la Corte en sus siete años de pretensio-nes, y uno y otro es Antonio de Marchena. Sobre esenorabre y ese apellido no podían equivocarse, ni la Reina,á quien la pareció que siempre se conformaba con 1 pa-recer del Marino, ni el Marino, cuyo corazón agradecidon o podía confundirle con otro alguno . Este Fr. AntonioMarchena es, sin duda, el mámo á que en otro documen-to alude Colón cuando dice : que sólo dosfraíles le fue-ron constantes . En la historia que hizo de su tercer viajedice Colón : ~ La Santa Trinidad movió á V . A. á estaempresa de las Indás- las personas que entendíeroní~ctro es que cerca de VV . AA .) lo tuvieron por ímposí-ble, y el caudal hacían sobre bienes de fortuna (luego nosobre argumentos científicos), y allí echaron el clavo. . .porque todos los que habían entendido en ello y oídoesta plática (sobre los bienes de fortuna en que echaronel clavo), todos á una mano lo tenían á burla, salvo dosPaílea que denreftieronconstaiztes'.»

Ahora bien :

¿ quíénes fueron estos dos frailes queen la memoria ñja del Almirante aparecían siempre cons-tantes? Respecto del uno no hay duda alguba : á todasluces se rWere á Deza, que rniró siempre por su honradesde que víno d Ustílla . El otro fraile siempre cons-tante, á primera vista parece ser Fr . Juan Pérez, y en élse fijan los colombinos ; pero sí se refi-exiona un pocosobre el sentido de la frase y lo que se atribuye al guar-dián de la Rábida, se comprende desde luego que, aun-que 0 . Juan Pérez ocupaba un lugar preférente en elpecho agradecido de Colón, en el momento en que escri-bía esta frase, no era Pérez, sino otro fraile, el que tuvopresente el Marino . La razón es clara : en la opinión co-

Colón adilzítiíJo al servicío de los Reves .

219.

0 N , CaP- Lx~XI , Pág . 493-94-, t-̂MO y ? P219- 240 ,

220 M-co. 1.

mún, desde que Colón salió de la Rábida en el afío y 9 -C-78 ,) , ú 8 6, hasta el 9 1, en que volvió á recoger á su hijo,Fr. Juan Pérez, lejos de ser constante Evorecedor delproyecto del genovés ante S. A ., 6 en las peripecías desu pretensión en la Corte, se olvídó de tal manera de suprotegido y amigo, que ni un aviso, ni una carta, ni unsimple comunicaci6n se cruzaron entre ambos. Sí, por elcontrario, Fr . Juan Pérez no intervino hasta el final en elaño gi, como creemos nosotros, haciendo más honor áPérez que todos los colombinos, claro es que no pudoserie constante durante siete años el que hasta el únazaroso período no conoció siquiera al genovés .

&lo eMeñándose en sostener un sistema preconce-bido pero falso, y ajustar á él los hechos de cualquiermodo, es como en Fr. Juan Pérez se puede ver á uno delos frailes que le fueron siempre constantes . Por el con-trario, si esta frase se refiere á Fr . Antonío de Marchena,todo marcha bien y está conforme á los documentos . Por-que Fr. Antonio , al decir de la Reina, se conformó siem-Pre con el Parecer de Colón, y Colón, en siete afíos queanduvo tras de la Corte, no halló püoto, ni marinero, níllósa, ni de otra sciencía, que no dijesen que la empre-sa era Wa ; ni hallé ayuda en nadie, salvo en Fr. Anto-nio de Marchena . No insistimos más : el que no se con-venza con estas reflexiones obvias , no le convencerán to-,dos los argumentos. Concluimos, pues, por sacar de laobscuridad en que ha estado escondido por espacio decuatro siglos el nombre ilustre de Fis Antonio Marchena,que era buen astrólogo, que siempre se conformó con elparecer de Colón, y en quien Colón halló sólo ayuda enmedio de una Corte de burladores .

Ahora sólo resta decir quíén era y en qué le favo-recíd este ílustrado religioso . Las Casas dice que no losabe, y i :io vamos á aventurar wsotros una cosa que ígnoraba su contemporáneo, pero sf podemos conjecturar-Probablemente era del Orden de San Francácn dice LasCasas, y por tanto las dos Ordenes hermanas tienen lagloria de nesentar dos indivíduos que, 4,1 decir del Ma-rino, síempre lefueron constantes . Pero si Fr. AntonioMarchena y Fr. Diego Deza estaban unidos en la memo-

el Almirante, y á la Reina le parecín5 que el primero

Mn ~W alwvkh A

siempre se conFormó con el parecer de Colón, claro esque á Fr . Antonio de Marchena le hemos de introduciren escena muy desde el principio , desde el momento queentra en ella Fr. Díego Deza . Y como el servicio que leprestó el franciscano fué en la Corte, á diferencia deDeza, que le apoyó en la Corte, sí, pero principalmenteen el convento, no es absurdo suponer que Marchenaprincipia á declararse en favor del pretendiente cuandoTene éste á la Corto desde que entra d servír d S. A.;en el momento en que, puesto su negocrio en el Último fa.-vorable estado, se le dan esperanzas cíertas.

Por otra parte, como Fr. Antonio Marchena era buenstrólogo, y esa ciencia no -se cultivaba á la sazón sino

en la Universidad de Salamanca, aunque Las Casas nadasabe del franciscann nosotros, conjIetural pero fundada-mente, podemos inferir que Fr. Antonio había estudiadoen Salamanca y era muy conocido de Deza ; que acaso sehallase en Alcalá en el convento del jesús, donde se hos-pedaron los dominícos ; que pudo unirse á ellos paraasegurar á la Reina de lo seguro é importante del asun-to, y que después de llenar los dominicos de San Estebansu cometido, dejando á Colón al servicio de los Reyes ycon esperanzas ciertas, Fr. Antonio Marchena ejercíóalgún cargo en la Corte, desempeftó algunas comisionescon la Reina, ó tuvo ocasiones varias para hablar conIsabel del asunto, Sin todas 0 las más de estas conjetu-ras, no se comprende cómo la discreta señora pudieraasegurará Colón que era -un buen astrólogo, y que laparecía que síeinpre se había conformado con su parecer,ni cómo Colón los unía en un constante y grato recuerdaá los dospades que síempre le:eron constantes .

PA& 24-

CA

MATRIMONIO CLANDESTINO DE COLÓN

-0NCLUYA`MOS, pues, que por impulso de San Este-ban, con el apoyo de los más celebrados Maestros

- ~ i de Salamanca, viniendo en refuerzo los francisca-nos del jesús de Alcalá, surgiendo un nuevo y hasta hoydesconocido campeón, por influjo de Mendoza, Cabrero,Cárdenas y aun el mismo Talavera, convencida la Reinade lo seguro é importante del asunto, se dan á Colón es-peranzas ciertas, y en prenda de esta palabra de honores admitido al servicio de los RCYeS el 2o de Enero de1486, estando invernando la Corte en Alcalá .Y una vez Colón al servicio de los Reyes, es natural

suponer que sigue la marcha de la Corte ; y como la Cor-te, al decír de Zurita, salió de Alcalá, para Córdoba enMarzo del mismo año, tenemos á Colón en Córdoba, don-de los colombinos nos le han llevado antes sin motivo nirazón alguna, y con gran desconocimiento de la historiade este reinado . Antes de escudriñar los misteriosos pa-sos que da el genovés en la ciudad de los Sénecas, en lapatria de doña Beatriz y de D . Fernando, su hijo , debe-mos consignar un Ocho que habla muy alto en favor de1-9, protección que dispensaron los Reyes á la Uníversídade Salamanca, En el ínforme que elevó el general Thínbault al intruso José Bonaparte sobre esta Escuela, citauna real orden expedída en Córdoba'en 3 x de Marzo de14 8 5 con el fin de ampliar los estudios y levantar la Es-cuela de Salamanca 1 . Sin que lo estorbe el hoc yst hoc

»trímonio cicindestino de Colón .

223

cao pryter hoc, no seería aventurado sospechar queesa real orden inñuyó en la visita de los dominicos á laReina en Alcalá, y, por tanto, que Colón pagó,co-n usuraal convento y á la Universidad su hospedaje levantándo-les en la. estimación de los Reyes .

Volviendo ahora á nuestro asunto, Colón entró enCórdoba, no como un aventurero desdeñado de todos,llevando la capa raída y mendigando la coMída de Alon-su de Quíntanílla, como dice OTedo, rcúriéndose aríodo anterior, sino entendido por la Escuela de Sala-manca, apoyado por los frailes, Evorecído por Mendoza,y, sobre todo, admildo al servicio de los Reyes como unhombre importante, de cuyos altos pensamientos se es-peraba un gran porvenir para la Corona de Castilla . Ysólo así se comprende que una dama de la noble alcurniaá que pertenecía Doña Beatriz Enríquez fijara sus ojosen el extranjero . Y estamos en un ¡Psodío importante,sobre el cual se han admitido juicios tan diversos y con-tradíctorios .

No nos toca á nosotros entrar en el fondo de estacuestión espinosa y delícad

'a, que, por otra parte, han

ventilado Roselly de Lorgues en una obra especialmentedestinada á este asunto con el título de Satan contreChrísIophore Colomb, etc ., y después del autor del libroitaliano que lleva por epígrafe : L'Onestá de Christopho-ro Colombo. Tampoco insistiremos en la dramátíca manera que, según documentos recientemente descubiertos ytradición inserta en la Revista Francíscana, entró Co-

relaciones con la ilustre familia de los Aranas y deíquez : sólo aduciremos los testimonios que Rose-

lly yL'Onest¿! no alcanzan por haberse descubierto poste-ríormente. Y como nos propo~emos ser imparciales y es-

ibír lo que arrojen de sí los documentos, no podemoso-raitir la íngrata impresión que nos causaron estas pala-bras de Las Casas. Hablando de la muerte de Colón enVaRadoHd, después de decirnos que recibió con muchadevocíón los Sacramentos, y llegada la hora de sutránsítQ, dicen que la postrera palabra que dijo Té : 0

us t_ zs commendo ineung- Es decir, lasel Salvador del mundo, y afiade el historia

1

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224

Parte IV.-Cap . 11.

versal heredero á su hijo D. Díego ; y sí no tuviesíos, á D . Hernz,~-.ido,, su híjo natural ; y sí aquél -no los tvíese, á D. Bartolomé, etc . 1 . » Este es el mayor

ar en contmento que en nuestro concepto se puede alede la legitimidad de D. Fernando.Y con eOcto : sí Las Casas ha escrito esa palabra E-

tal, y lo Mzo con toda reflexión, el argumento seria detrastable autoridad. Afortuna-

sas se encuentran otros pa-ernando como de un hijo le-

gitímo, y con tanta naturalidad como sí no hubiera dudaacerca de ello . Por ejemplo, en el tomo 14 Op. C=1 PTgina 376, escribe estas textuales palabras : «Contradijo (áRíquelme) un Pedro de Arana, hombre muy honrado,tío de D. Hernando, segundo hijo del Almírante, y escri-biólo al Almirante, é yo vide la carta . » Además, con re-lacíón al diario del primer víaJe, cuando ya volvía á Es-paña, y en- medio de la tempestad que amenazaba inutíli-zar el descubrimiento, dice Las Casas : « En este paso es-cribe el Almirante cosas de compasión por las angustiasen que estaba ; refiere las cosas que le daban temon . . yotras que le daban esperanza de que Dios le había de po-ner en salvo� . ; dice más : que también le daba gran penados hijos que tenía en Córdoba al estudio, que quedabanhuérfanos de padre y madre, en tierra extraña, y los Re-yes no sabían el, servicio que les había hecho en aquelvíaje y las nuevas tan prósperas que les llevaba, para queles moviesen á les remedar Y así por este estilo po-dríamos aducir otros.

En ellos es de notar lo extraño de las situaciones siernando no es Jo legffimo . Primero : es extraño que

Colón ínstítuyese heredero á ur- bastardo antes que á suhermano Bartolomé. Segundo : es raro que el Pedro Ara-na sea llamado tío de D. Hernando , segundo hijo delmirante, sin advertencia ninguna si hubíera en la mentede Las Casas alguna duda sobre su origen . Tercero yprincipal : sería una cosa estupenda que Colón hubiera,durante él primer víaje, dejado á su hijo legítím_o D. Die-

gran peso y de casi incodamente, en el mismo Lassajes en que habla de D. '

Tomo m, lib . n, cap . xxxviHi, pág . ig+Tomo i, Págs- 446 - 47 .

en poder de una concubina, rnadre del bastar-~stos los dos al estudio en, Córdoba. Y es más admira-

e la noble Dofta Beatriz hiciera ostentación desu infamia, y la familia de los Enríquez y de los Aranasla permítíeran deshonrar la sangre, no sólo con el deslizpasado, sino con la. admisión en su casa de¡ hijo del cóm-plíce padre . Si á esto se añade que en la Hístoría de LasCasas los Aranas aparecen acompañando siempre á Co-,

y honrados por el Almirante con cargos de ímpor-tanda, y, sobre todo, D. Diego Mana parldpando conel Genio las incertidumbres de¡ viaje primero, se haceínconcebible un descaro y una falta de pudor semejanteen Colón y en la familia de Dofia Beatriz .

o la duda que podría quedar en las palabras de!obispo de Chiapa la desvanecen otros documentos . Enel Archívo de Veragua existe una carta original de Colón que insertó Navarrete, y sobre la cual díce el mis-mo diligente colector : <Este documento, que hemos vistooriginal de mano propia de Colón, nos parece una minutade la carta que escríbiría á alguna de las personas que lefavorecían en la Corte 1 . Ahora bien : el texto de la cartaÓ mínuta dice así : «Ya hice diez y siete aflos (fecha i 5oo)»que yo vine á servir á estos Príncipes . . . los ocho fuf traí-~> do en disputas ; y en fin, se dió mí aviso por cosa de bur-»la. Yo con amor proseguí en ello, y respondí á Francia,»á inglaterra y á Portugal que para el Rey y la Reina mis»seflores eran estas tierras y señoríos . . . Suplico á vues-»tras mercedes que con celo de fidelísímos cristianos, y»de quien SS. AA. tanto se fían, que miren todas mis es-»crituras, y cómo vine á servir á estos Príncípes de tan»llos, 17 dejé muger éfifos que jamás vi por ello, y que»agora, al cabo de mi vida, fuí despojado de mí honra y»de mí hacienda sin causa. . . 2 » Ahora bien : en esta frase~eré^s, la mujer sólo puede referirse á Doña Bea-

; pues cuando víno á servir á estos Príncipes habíamuerto Doña Felipa : y estos hijos que en su mente eraniguaks, son D. Díego y D. Fernando, fijo de la mugerque dejó por servir á los Príncipes. Además, en la -hol a

,mop,,í-j clazndest'ipio ae Colón.

' HAVARRETE, tOMO H, pán 294 .1 La

r9 de Diciembre de 1 87 6 , pág~ 697 y 698 .

22 6

Parte IV.-Cap. 11 .

del testamento, arrancada maliciosamente, y ahorare-aparecída en la Biblioteca de la Academia de la Hístoricon otros documentos importantes, principalmente elbol genealógico de la familía formado poco después desu muerte, y en el cual Egura D. Fernando como legímo , hay esta cláusula: « Que víníeren á prescribir here-deros nombres legítimos á el ya dicho Mayorazgo, y lesuceda y herede el pariente más llegado á la persona que

edado le tenía , siendo hombre legítimo . . . el cual Ma-yorazgo en ninguna manera le herede mujer ninguna,salvo sí . . . faltase hombre . . . ; y si esto acaeciese, que ental caso lo haya la mujer más allegada de sangre legUÍgna, y esto será con las condiciones que aquí ablo diré-nY puestas estas condiciones, añade : « Las cuales son asípara D. Diego como para cada uno de los susodichos, »entre los cuales era íncluído, sin duda alguna, D. Fer-nando 1 .

A estos testimonios originales y, auténticos podañadir otros de gran peso y autoridad . Sea uno la príme-ra arte de las Noticías historíales de las conquistas deHerrafirme en las _Indías occidentales, compuesto porFr. Pedro Simón , natural de Paníllá, en la provincia deCuenca, provincíal de la Seráfica Orden de San Francís-co en el nuevo reino de Granada, y dedicada al reyFelipe IV : está impresa en Cuenca el aflo 1627 . Laencontró el P. Buidú en la Universidad de Valencia, ypublicóse el texto en la Revista Francíscana en el mesde &púeWre de 1876 . Es como sigue : «D. CristóbalCo-lQmbo. . . caballero de la ciudad de Génova, buscando me-jor ventura, vino á Portugal,donde casó una vezcon Do~aFelipa Muffiz de Peres-Trello -, de quien tuvo á D. DiColón. Envíudó y casó segunda vez en la ciudad de Cór-doba con Doña Beatríz Enríquez, natural de aquella ciu-dad, que parió áD. Fernando Colón, que salió de mucvirtud y letras 2n Yluego añade la Revísta : «El que quíe-¡a saber el valor y peso de este escritor, lea las obrasibliográficas de Fernando Brascur Denís Maisenouve,

Shea y Caulus, Historia coreogrdfica natural y evange'-lica de la Nueva Andalucía. »

La 5^ 19 deCap . xiv de la

Tembre d~ ~876, págs . 698 y 699.era notacia .

os

Sea el segundo un manuscrito hallado por el P. avez-z_a en la Bíblíoteca de la Real Academia de la Historiacon el título de « -AVístoría general de la muy leal cüidadde Córdoba y de sus nobilísíimasfainílías, que escribióel doctor Andrés Morales, natural de Córdoba . De estaobra dice D, Tomás Muñoz de Romero en su Diccíunarío,biblíográfico-hístóríca, cte ., lo siguiente : « Manuscrito endos grandes volúmenes en foHo en la Academia de laHistoria . » El autor, según hemos visto en una nota de unmanuscrito de esta misma obra, dé el Y Alfonso Garcfa,de la Compañía de jesús, hermano del doctor AndrésMorales . Según Rívadencira, el P . García, después de

- haber predicado con gloria en las islas Canarias y sidonombrado rector del Colegio de Osuna, murió el año 6,,s .Ahora, veamos el preciroso é interesante pasaje : «Crís-tábal Colón, el primer conquistador descubridor de lasIndias occidentales, dé Almirante mayor de ellar . . ycasó dos =ces : la primera en Portugal, donde vivió ensu =cedad, con =ña Felipa M .z de Per .<>, de quien

o á su hio mayor D . Diego . Segunda vez casó enCórdoba, donde dé vecíno seis años, con una señora deesta ciudad. llamada Doña Beatriz Enríquez de Arana, delinale de los hijosdalgo, descendiente de Vizcaya, y deella tuvo á D. Fernando Colón, caballero de grande en-tendimíento, valor, virtud y grandes letras, después quesalió de! servicio de! príncipe D . juan, cuyo'-paje fué 1 » -

asta de testimonios . El último nos parece decisivo y el,más á propósito para nuestro objeto .

No se trata de una simple aserción escapada de la plu-ma del autor sin pleno conocimiento : hay dos circuns-tancias especiales que parecen probar que el autor hatenido á la vista documentos públicos y originales dé laciudad de Córdoba . Es la primera el tejer la genealogía,ySefíalar la alcurnia de Doña Beatriz : «Pertenecía, dice,al linaje de los hijosdalgo,y descendían éstos de Vizcaya,»Esto prueba que registró los archivos municipales, dondeel genovés estaba ínscrito como vecíno . Ahora bíen :Colón no pudo durante esos seis años serlo por su resí-dencía fija en la célebre ciudad de los Caffas, de donde

rimonío clandeslino de Colón .

227

1

Revista Frai2cis~5ana, Nov . d e 1876 .

22 8

Parte IV.-Cap. 11.

estuvo ausentecasi siempre ; luego no tuvo ni pudo tenerotro lazo que le uniera á la ciudad de Córdoba como ve-cíno, sino el enlace con Doña Beatriz, por medio del cualestuvo en ella empadronado . Esta argumentación escisiva, ya para probar la legitimidad de D. Fernando,ya para fijar la época de su enlace . Los seis años que dévecino de Córdoba no pueden ser otros que los transcu-rridos desde Marzo 6 Abril del 86 hasta el Abril, 6 sí sequiere el Agosto del 92, en que hizo patria suya al mundo.

No hay que acudír, pues, al cálculo que hace Ros~ellyal flijar la fecha del casamiento. Para que D. Fernandonazca el 29 de Agostó del 87 fija la fecha del enlace áfines de Noviembre del 86

. Ya hemos hecho notar enotra parte lo absurdo de esta consecuencia, y mucho másen el sistema de Roselly, que señala en la misma épo-ca las conferencias de Salamanca : no es así. Don Fer-nando nació á 15 de Agosto de 1 488 : así lo consignar¡ lasaclaraciones del albacea Marcos Felipe para la ejecucióndel testamento, en cuyo capítulo n dice el testamentario :« En el capítulo n que habla (D. Fernando en su testamen-to) de la losa ., digo y declaro que porque el señor D. Her-nando Colón f¿-.,Ilescíó . . . doce días del mes de

juliodé este

año de mil e quinientos é treinta y nueve, y en tal día élhabía cincuenta años, diez meses y veintiún días, porquepor memorias suyas Ededignas parece que nació en Cór-doba á quince días del mes de Agosto, día de la Asun-ción de Nuestra Señora, año de míll é cuatrocientosé ochenta y ocho 2 . » Ante esta declaracíón ya no hay du-das ni opiniones, y el testímonío del mismo Ortiz de Zú-ñíga, que señala el 29 de Agosto del 8 S, cae por tierra ála vista de un documento tan auténtico como el del alba-cea . Pero como no es necesario que D. Fernando nazcaun ano 6 dos después, ni la Dcha del enlace del padre de-pende para nada de la época del nacimiemo del hüo, porese lado somos libres para señalarla . Si fijamos ~ pues, laprimavera 3 del aEo 86, es porque Colón fué seis años ve-

' RoSELLY, tOMO 1, pág . 86 .FERNANDO COLU, Historiad~r desu Padre, documentos justificatl

Elo debe entenderse de¡ príncipio de la prirnavera, como hemosho antes apoyados en la Historia de MIriana .

P,Ila,,ríir,,or,ío clandestino Je CO,'&I .

1

229

cino de Córdoba, y porque á la sazón estuvo allí la Cor-te, á cuyo servicio estaba admitido desde el 2o de Enerodel mismo año. En la incertidumbre que siempre habrásobre este punto, nosotros fijamos esta fecha -fundadosen los motivos expuestos .

asta aquí los nuevos documentos que venen á robus-tecer la opinión que sostiene y defiende el segundo matri-

ío del grán Marino. Sha embargo, simples cronistas,y no defensores y apologistas del genovés, no podemosT debemos ocuaar que mí como ni la erudición y gala-nura del Conde francés, ni los sutiles y agudos razona-mientos del escritor italíano ., acaban de dísípar las som-bras que infunden en el mismo las palabras del testamen-to, me pesa mucho en el ánínia, así también, á pesar delas expresivas frases de los documentos referidos, quedasiempre el tremendo calíficativo de hijo natural, aplica-do al segundo por un autor tan grave y autorizado comoLas Casas, que, en comunicación con la familia del des-cubrídor, haNa manejado los manuscritos del Genio y te-nido á la vista la histoda de D. Fernando, objeto de estadiscusión . Preciso se hace, por tanto, buscar alguna so-lución al problema sin prescindir de ninguno de los datosque le coMHcan y obscurecen ; menester es buscar unaclave que, aclarando el enigma, dé solución á todas lasdíficultades y explicación ~ bases al parecer contra-díctorías, y, en nuestro humilde concepto, la única ideasalvadora es ésta . El enlace de Colón con Doña Beatrizfué, un matrimonio rato y verdadero, pero clandestino .En este caso, la falta que recordaba el Marino en sus úl-timos instases no era la sucia de haber estado abarra-ganado, sino la disculpable de haber seguído una costum-bre abusiva de la época . En este caso, la falta, que comoculpa podía lavarse con un acto de arrepentimiento, y

--que tenía bien purgado con la vida de sacrificios y deheroísmo, constituía, por otra parte, un hecho irrepara-ble, puesto que, una vez verHicado el enlace clandestino,ya, no estaba en su mano celebrarlo otra vez corain PicieEcclesías Lo veros"il de esta hipótesis se funda en lacostumbre de aquellos siglos que obligó al concílío deTrento á levar la

'clandestinidad á impedimento dírí-

mente del matrimonio, y antes á los sabios legisladores de

230 ParM M-

las Co-i tes de Toro á exígír como condición de la legítí-,midad de la prole el que los padres fueran casados y ve-lados. Y prescindiendo de las crónícas y concilíos contemporáneos, tes1monio de esa práctica es la acreditadanovela de! Príncipe de los Ingenios, que supone podersedisolver el enlace de D . Fernando con Luscínda, contraí-do con todas las formalidades, para dar validez al prdo hecho con Dorotea, y que, por tanto, era á todas lu-ces clandestino. Con este sencillo sistema queda refutadala injuriosa hipótesis del amancebamiento, sostenida porcasi todos los escritores que de Colón se han ocupado . Es,con efecto, absurdo suponer que Deza, Mendoza y FrayJuan Pérez amparasen con el manto de su protección á unpúblico abagamanado que con un simple acto de su volun-tad podía cubrir la falta y reparar el escándalo : es decir,casándose con la concubina, como manda la Iglesia .pugna asimísmo suponer que la discreta y pudorosana Católica escolera por ayo del príncipe D . Juan afruto de una unión concubínaria, que tan fácilmente podía.legitimarse ; de donde se deduce que la falta, si la hubo,en esa unión, era de tal género que no podía suplirse, aun-que, por otra parte, ya límpía con la lejfa de muchas he-roicas virtudes. Aro al mismo tiempo, la hipótesis de laclandestinidad y sola ella es capaz de disipar todas lassombras que envuelve este misterioso asunto . Colón, mo-ribundo, con una humildad que realza más y Más susvirtudes y sus glorias, confiesa en el testamento ese dis-culpable tributo que pagó á un abuso más propio de laépoca que de la persona ; el justo, al comparecer ante eltribunal de Dios, tiembla y confiesa sus pecados . En estahipótesis tenía cabida aún el tremendo epíteto del verídí-co y concienzudo historiador Las Casas. Don Fernandoera hUo natural, no de tal género que fuera fruto deuníón -ílícita, sino en el sentido de que ese enlace no cons-taba á la Iglesia, no se había veriticado coram &cíe-E, cclesiae, regla civil, á la sazón, de la legítímídad de laprole . Tenía el carácter de matrimonio rato, de Sacra-mento ; pero ante la Iglesia, y por tanto, ante la sociedadno constaba oticialmente .

Si después se le consideró como vecino de Córdoba,sería por haber llenado los requisitos"exígidos por la cos-

tumbre 6 reglamentos, munícípales de la cíudad de losantíguos Calífás en conTrAdad, con la ley de la iglesia .

n fin, ésta es nuestra humilde opinión : al mundo sa-bío toca aceptarla 6 impugnarla.

Sea de eso lo que quiera, vaTos á terminar este íncí-Mora, que en cierto modosteban, en donde pareceitímídad de D. Fernando.

Las palabras del grave historiador del convento son lassíguíentes . «Fueron, en parte, premio de los gloriosostrabajos de este Mroe dos hijos que dejó acá para conti-nuar su gloriosa -memoría : D. Diego . . ., primogénito yheredero de sus mayorazgos, y también de su valor yprudencia. . . El hijo segundo del Almirante fué D. Fer-nando, excelente caballero y de erudición notable, queescríbló los hechos y hazafias de su padreu ~ Ahora bien :si Doña Beatriz fuera una concubina, no es verosímíl quese ignorara esta círcunstancía en San Esteban, y en estecaso nunca se atreviera á decir el historiador que su hijoilegítimo era prenúo de los trabajos del Héroe, ni que -almorir le dejara en el mundo para continuar su gloríosamemoría. Y basta de esta gravOima cuestión, que noatañe directamente á nuestro objeto,

dente con el testimonio delrepresenta la opinión de Sanque no se puso en duda la le

¿wi0 ci~

~ -"-Stillo de

' MORA, Historia anafflica de San Esteban, lib . iv, cap . i. , n.- 23, fó-110 699100 .

CANTULO III

VICISITUDES DE COLON ACOMPA&ANDO A LA CORTE

OMPRENDIDO Cn Salamanca , apoyado por San Este-ban, acompañado por los religiosos á la corte, ad-mitido al servicio de los Reyes, casado honrosa

mente cop una noble dama cordobesa, y reputado porsus mismos rivales y enemigos, no como un aventureroque viene buscando fortuna, sino como un hombre dístin-guido y singular, de cuyo arrojo esperaban los Reyes deCastilla nuevos reínos, Colón sigue todos los pasos de laCorte, confundido ende la regía servidumbre, y volvíén-dose á ocultar en cierto modo á la historia . Este eclípsetemporal no es debido á que el Héroe pierda un ,ápíce desu grandeza, ni el proyecto un átomo de su gravedad ytranscendencia . El silencio en que ambos caen desde él 20de Enero del 86 hasta el episodio dé la Rábida, dependede que, resueltas ya las dos cuestiones principales, lacientífica ante los sabios de Salamanca y la política enla Corte, sólo falta por resolver la tercera ; pero ésta esya muy secundaría¡ administrativa, de ejecución, que, decomún acuerdo de las partes contratantes, está en sus-penso hasta que Hegue la ócabón oportuna, 6, según Sa-lazar, con esperan--as cíertas de que, acabado lo de Gra-nada, se resolvería .A nadie causará extrañeza que Colón y su proyecto

se escondan en la obscuridad, envueltos en el torbellinode los viajes y sucesos que constituyen el carácter Wstintivo de la historia española en los años que vamosrecorriendo . En este punto, nuestro ensayo de recompo-sicíón tiene que variar poco de la que viene trazándosedesde el tiempo de la Enciclopedia . La diferencia nosíste en los hechos, que son. en corto número y obsc

Ino en el punto de vista desde el que se conte---ese díverso criterio, que á primera vista es L -lJerente,introduce, sin embargo, una divergencia esencial en lahistoria . En la opinión común, no hay razón alguna paraque la Corte entretenga al Marino, T para que el Marinoespere de la Corte la resolución de un negocio condenadocomo químérico é irrealizable . Desde nuestro punto devista, Colón espera porque se le han dado esperanzasciertas; y en prenda de la empeñada palabra, se le haadmitído al servicio de los Reyes; y la Corte ha empe-fiado la palabra, le ha dado esperanzas ciertas y le haconsagrado á su servicio fundada en el informe de SanEsteban, asegurándole de lo serio é ~ortante de!asunto .M silencio, pues, de los cinco años restantes tiene

un diverso sentido, según el aspecto con que se le Ore .Es natural para nosotros . En la opinión común es infundado, es inexplicable, es absurdo . Bajo esta base pode-mos seguir los pasos de la Corte, descubriendo de vez encuando un rastro del tránsito del genovés por los cami-nos que recorren los Reyes . Así no tiene nada de absurdosuponer que Colón fué con ellos á Segovía y Medina delCampo . Aquí, según MaHana, pasó D. Fernando con laReina su mujer, habiendo visitado el Rey en este viaje á

11

Garefa de Toledo, que se llamaba ya duque de Alba,á fin de reconcilíárle con el Condestable, Pero Fernándezde Velasco ~ . Asimismo, en el otoño de este afí6 de 86hizo la Corte una expedición á Galicia y con un dobleobjeto : primero con el político de sosegar los ánimos alte-rados de ese país á causa de haberse apoderado el condede Lemus de la villa de Ponferrada contra la voluntaddel Rey, y echando la guarnición que en nombre de losCyes la ocupaba ~ ; segundo, con el piadoso de cumplir

-un voto que tenían ofrecido al Apóstol de las Españas .No está, pues, fuera de las reglas crficas supon

que Colón iba recorriendo con los Reyes estos lugares .A los ojos de la humana prudeni~ia, y para el que no veaen este retraso y vicisitudes del descubrímiento más que

Kícísititde-~z de Colón acor-5¿

234

un tiempo perdido lastirnosarnente para el reino de Cas-tilla y para la historia en general, la peregrinación delMarino al lado de la Corte pareciera monótona y ernojosa .Pero sí se considera desde un punto de vista más alto,compréndese fácilmente que esos rodeos y dilacionestienen un alto signácado, porque entraban en el plansabio, aunque inescrutable, de la Providencia. . El que ibaá regalar á la Corona de Castilla reinos enteros y á laHistoria un hemisbrío, convenía que midíera con, su ex-periencia el grandor é ímportancía de la Corona que iba

á engrandecer, y por cuyo medio había de dotar á la His-toria de un nuevo mundo . Era un segundo rey, el rey dela ínteligencía, que se estaba educando en la humildad yen la resignación para llevar con honra el cetro de lostiempos modernos.

¿Y quién podrá penetrar, y mucho menos descubrir,las sublimes ínspíracíones, los elevados pensamientos,las tiernas plegarias, las lágrimas de triste consuelo quederramaría el Marino al pie del sepulcro del gran Após-tol, con cuyo patrocinio habían sostenido los espaiolesuna lucha de siete siglos, y á cuyos méritos debe acasoEspaha ser la escogída para la gran empresa del descu-brirniento ? Sea de esto lo que quiera, y juzgue el lectorcomo crea conveniente desde su respectivo criterio! elhecho es que la Corte, de vuelta de Santiago, vino á. ín-vernar en Salamanca. Desde Noviemb're de! s6 detúvosehasta tl 26 de Enero de¡ 87, en que partió de la Atenasespañola para cominuar su constante empeño de aca-bar con la dominación de los árabes en Espafía . Y estaes la dcha tan célebre en los anales colombinos .Or las razones y con los fundamentos que " hemos

expuesto en su lugar, los calumníadores de Salamancaconví

-erten la venida de los Reyes Católicos en un suceso

ruidoso y memorable, en que juegan el Marino y los doc-tores, la Corte y los consejeros, el honor de la Escuelay el proyecto del genovés de la manera más á propósitopara excitar más de una sonrisa á expensas de Salaman-ca . Pero la Historia, en su árida y severa veracidad, mi-rando con el desdén que se merece esa índocta é ínfun-dada sonrisa, pasa majestuosa por encima de todas lasinvenciones, oponíendo al ostentoso aparato, forjado por

t'e I/V~-cap . III .

richosas imaginaciones, un laconismo sígnificativo-ara satisfacer curíosídades es un desengaflió amar-

go, para los inventores de cuentos es una, de las más se-veras lecciones que á un novelísta pudiera proporcio-nar]a- Historia . He, aquí lo que nos dicen las crónicas de aqueltiempo .

Galíndez de Carvajal, en sus anales del año 86 : ~< Enprincipio de este, año estuvieron los Reyes en Alcalá, ydesde allí se Teron á Córdoba. . . y este año fueron en romería á Santiago . . . y volvieron á tener el invierno en Sa-lamanca.» Aflo 87 : «Este aflo estuvieron los Reyes en Sa-lamanca y después en Córdoba . ~> Hasta aquí Galindez -,

na palabra de Colón ni de conferencias . El Cronicón0 YalladoM, que anota aun las más mínimas círcuns-tancías, se limita á, decir, «Año 87 , Enero 26 : Tarderonlos Reyes, nuestros señores, de Salamanca para ir áAndalucía, lunes 26 de Enero de 1 487 .» Registrando áOrtíz de Zúúíga, encontramos estas palabras : «Prestolos Reyes se partíeron á Galícia. . . y en Salamanca, donpasaron lo recio de¡ invierno, á 3o de Noviembre, etc. »Se refiere á la dcha de un despacho firmado en Salaman-ca,Y, finalmente,Mariana sólo menciona el hecho en estaspalabras : « Sobretodo los Reyes, después de cumplidassus devociones en la ciudad é iglesia de Santiago, vueltosá Salamanca, en que se detuvieron algunos días al princi-pio del año de 1487, acordaron de poner en Galicía unanueva Audiencia », etc . Hasta a hora sólo nos dice la His-toria la venida de los Reyes á Salamanca ; y si mencionaalgunas de las disposiciones que en ella adoptaron, pre-cisamente se reñeren todas á otros pueblos, personas ylugares distintos de Salamanca . únicamente Garíbay yernández del Pulgar son los que nos hablan de la revi-

sión de los pleitos y la reforma de la Chancülería ; pero-un esto mismo no concíerne directamente á. la ciudadTormes, sino á la Audiencia establecida en la ciudad

or donde pasa el Písuerga, á Valladolid .s palabras del último son éstas : «En que se siguen

s cosas que pasaron el año de 1 487 - » (Este es el título delcapítulo, y luego principia.) : «Estando los Reyes en Sala-manca » (aquí reñere varios hechos qu. e no tienen relacióncon la ciudad ni con el asunto, y aflade) : «E m. andaron

Vicisí,tz,ydes de Colón 235-

236

Pade IV.-Cap W.

ver y expedir otros negocios arduos que entre ellos pen-dían tocante á algunos grandes de sus reinos. E quisie-ron ver algunos pleitos que estaban pendientes entre losOídores de su Chancillería , e mandáronles determinar,porque las gentes no se gastasen siguiendo pleitos largotiempo. E refor=ron la Chancúllería, ponícr.do en ellaDoctores escogidos en sciencía, y experimentados en bue-na conciencia .» Basta de documentos, y desafiamos átodos los colombinos á que nos cíten crónica ó historiaim.presas, 6 algún manuscrito original cualquíera, en que.s e describa conlos detalles que ellos trazan, en que se men-cione ó haga la más mínima al.usíón á las conferenciasde San Esteban durante la estancia de la Corte en Sala-manca en el invierno del 86 al 8 7 . Lo único que sabemosateniéndonos á la Historia, es que el 3o de Noviembre sedcha aquf ya el despacho á que alude Ortiz de Zúñíga,y que eq un lunes 26 de Enero partieron los Reyes paraAndalucía, al decir de¡ Cronícón de Valladolid. Ciertoque los Reyes, en los dos meses que moraron en la ciu-dad del saber, no estuvieron ociosos . La Historia diceque se ocuparon en ver y expedir negocios arduos, queesaban pendientes tocante á los grandes de su reino, y enrevisar los pleitos y reformar la Chancillería de Vallado-líd, escogiendo para jueces doctores de su querida Uni-versidad . Pero todo lo demás es sobreafiadido 6 forjadopor la irna ginación, y debe mirarse como fabuloso si nose nos dan de ello otras pruebas históricas que la palabraido los colombinos .

Ponemos esta condición porque nosotros, En tenerningún dato positivo para asegurar la segunda venida deColón á Salamanca, podemos deducírla de los principiosestablecidos . Porque es cierto que desde el 2o de E~,.ieroestuvo al servícío de los Reyes , y es verosímil que, en ca-lidad de agregado á la Real Casa, les acompañara en to-,das sus expedicionew Nada tiene de absurdo.-que vinieracon ellos gustoso á Salamanca, La Historia calla en estepunto, es -verdad, porque sólo se ocupa de los hechosruidosos, y cuyas consecuencias sa l en de 14 esféra de la

pHvada, y por su importancia entran en el domí-

1

Crónica de los Reyes Católicos, pág . 238 -

Vicísílu,, Ies ¿le Co .'jYx acc

nío de los hechos públicos- Pero esta reflexíón,ve de un gran argumento negativo en contra de las con-Trencias, revestídas de la solemnidad y aparato con quenos las presentan los colombínos, no tiene fuerza algu-na sí se aplica á la estancia de Colón en Salamanca coun servídor de los Reyes, que lleva la garantía de --palabra empciada, y á quien se le han dado esbero,,,~is zTertas.

E_n los dos meses que con los Reyes se detuvo Colónen Salamanca no ocurrió suceso alguno públíco y de es-trépíto que llamara la atención de los cronistas paraconsígnarle en su afialejo ; pero sí pas6 algo de eso quese oculta. á la observación y á la crítica, y que, sin em-bargo, produce en su tiempo frutos copiosos y saluda-bles . El rocío que bafia en el silencio de la noche la corola .y los pétalos de la entreabierta flor, no es objeto de ob-servaciones meteorológicas ; y, sin embargo, la Botánicacuenta con esa influencia suave y benéfica para explícarla ida de las plantas . ¿Se trató del descubrimiento en elinvierno del 86 al 8 7, durante la estancia de los Reyes yde Colón en Salamanca? La Hístoría, repetimos, calla.

el buen sentido suple su silencio. El Memoríal diceeza habló varías veces á los Reyes, que los relí-

giosos apoyaron á Colón en todas sus operaciones . Reme-sal afiade que todo el tíempo que se detenla en Salamancaestaba hospedado en San Esteban, y todos los historia-dores de¡ convento añaden que por los religíosos de SanEsteban fueron convencidos los Maestros niás celebradose la Escuela y los hombres 7,nds ii-zlliiyentes de España.Pues bien : de estos datos ciertos y positivos es fácil

indrir que Colón volvió á hospedarse en San Esteban,-que Deza habló á los Reyes, que ten-j a presentes ; que losrelígíosos harían un último esfuerzo para acreditar suopinión, y autordar el proyecto con el testimonio de los.

aestros mds celebrados de la acuda, y que los Reyes,en fin, aprovecharían esta ocas-.ón para cerciorarse per-sonalir-nente del dictamen de los Maestros salmantínos, queen su apoyo invocaran los dominicos en Alcalá, antes

á Colón esperanzas ciertas y ser admitido al servicíode la Corte. Pero todo esto lp?,,só en el seno de la real con -

stas privadas, y con la cau-

"I

038

tela y precauciones que exigía un negocio á la salón tdelicado . Era contradicho por la turba de cortesanos querodeaban á los Reyes . El hombre que le proponía, por sucualidad de extranjero y sus aparíencías de visionarioexcitaba lástima A unos, á otros menosprecio, y á todosla íncertidumbre de si era un fluso 6 un Genio. No esextraño que el asunto fuera secreto y se tratase cautelo-samente : entonces no era de! dominio de los cronistas .

De todos modos, como resultado del paso de la Cortepor Sala=nca podemos asegurar dos cosas contrariasal parecer, pero que, sin embargo, se apoyan la una á laotra, y reunidas sIven de clave para aclarar este enre-Uso período . Es la primera que el proyecto recibíó unanueva fuerza y confirmación, tanto en el ánimo de la Reí-na para arraigar más su convicción-, como en el pechodel Marino para renovarle las esperanzas ciertas . Es lasegunda que, lejos de darse ruido y publicidad á los pa-sos que mediaron en este asunto espinoso, se guardaron,por el contrario, toda clase de precauciones para queno transcendera á la generalidad, con razón miradacomo milítando en un campo enemigo . En prueba de loprimero vamos á revelar un hecho cierto, indudable, quehasta hoy ha pasado desapercíbído á los historiadores,ero que, bien considerado, vale por cien documentos .Este hecho notable, transcendental, decisivo en esta

rnateria, es que el máestro Fr. Díego Deza fué nombradoayo del príncipe D. Juan en el año 148 6 : así lo consignael gran historiador Fernández er la bíografía de este in-Igne religTso ; así nos lo aseguran otros varios manus-critos procedentes de San Esteban l así nos lo dice el yavarias veces citado P. Mora, cuyas palabras son las sí-guientes . Año 86, Pág- 482, núnI . ~, : «En este affo gober-naba la Provincia el Presentado Fr. Juan del EspírituSanto, y era Prior el virtuoso varón Fr . Vícente de Cór-dova, hijos ambos de Salamanca, y ambos tuvieron la,complacencia santa de que saliese este mismo año de losclaustros de su religiosa casa á maestro de¡ SerenísínioPríncipe D. Juan el famoso catedriffico de Prima . . . FrayDiego Deza», etc . No sabemos la fecha predsa de este sin-guiar nombramiento, ni pretendemos fijarla duran,estancia de los Reves en Salarnanca , antes

art M-W~w

Vícisítudes de Colón

probabilidades están en Pavor de la anterioridad del nom-bramiento de Deza á la venida de los Reyes á fin, de No-víembre del 86 . U que nos consta por Zuríta eselección del punto y de la persona á cuyas manos sebía de conflar la educación del heredero de la corona,dé hecha después de largo consejo y con plena Celíbera-ción ; que muchos querían llevarle al reino de Aragónpor más seguridad, y que, decMéndose la Reina á dejarleen Castílla, á su iniciativa dé debido el envíarle á Sa-lamanca . La elección, pues, de Deza y de San Estebanen el Os= año en que se dieron á Colón esperan-sasHertas, significaba la plena confianza que tenía la Re¡en el saber y fidelidad del convento, y una especie desancíón. al proyecto que San Esteban había propuesto ála Reina como seguro y de transcendencia suma. Es comosí le dijera : «Tú me has enviado un Genio que ofrece en-sanchar la corona de Castílla con una mitad del globo ;pues yo te entrego al heredero de mis Estados adquíri-dos y por conquistar, para que le eduques coniorme á lagrandeza de sus inmensos destinos . En tu saber he con-fiado para dar esperanzas cíertas, y en tu prudenciaconfío la educación del que ha de ver realizadas laspromesas que por tu mediación me ofrece el Marino. »Y ahora no es menester ya averiguar las personas y

motivos que inclinaron á la primera Isabel á designar áeza por ayo de su hijo . Es indiferente que la elección

fuera consecuencia de la entrevísta deAlcalá, 6 resultadode la venida y estancia de la Corte en Salamanca. No hayque andar buscando entre la turba cortesana las perso-nas influyentes de que se valieron los dominicos para per-suadir á la Reina de lo seguro é importante del proyecto ;todas estas cuestiones, necesarias antes para establecerun lazo de comunicación entre los Reyes y el convento,s_on ociosas ahora que les vemos ya unidos por el anillodel mismo heredero de la corona . Cárdenas y Mendoza,Alonso de Burgos y Quintanílla, Juan Cabrero y Tala-vera, y todos los personajes de la Corte, sígnífican muypoco ante el hecho de haber sido noMrado Deza ayodel hijo querido de Isabel 1, presunto heredero del mundoque ofrece Colón .

E'¡ catedrático de Prima no necesita padrinos ni ir,-

la Corte.

240

termedíarios para ganar la conflanza dJe la Reina ; la tíeneya conquistada . El proyecto colombino -no ha menesterde confirmación, ni de otros apoyos, teniendo de su par-te al pedagogo del que ha de ceñir las coronas que en el,proyecto se prometem Sí, como hemos dícho, los domí-nicos buscan auxilio en los Maestros celebrados de la Es-cuela para que hablen favorablemente á los Reyes ; sí laeína escucha con gusto á los doctores amigos de los

dominicos y de Colón, no es por aftadír un nuevo piso,una probabilidad más á un asunto que está ya decididoen el terreno científico, adoptado en el político y alen-tado de una manera firme é inquebrantable en él ání-mo de la Reina . Es porque la Reina, los dominicos y Co-lón necesitan no chocar abíertamente con la turba decortesanos que se les oponen, con los obstáculos que selevantan contra toda idea nueva, con una preocupacióngeneral que hay que desvanecer suave y deheadamente ;es porque necesitan ganar partidarios entre los que, ab-sortos con la empresa de Granada, y siendo auxiliares in-díspensables para Hevarla á cabo, convenía no disgustarcon un proyecto que, ímportante para Castilla y de sumatranscendencía en la Historia, era á la sazón reputadocomo quimérico é imposible .Y he aquí la razón del secreto y precaucíones con que

era tratado el proyecto en Salamanca á fines del 8 ,,,, comoen Alcalá antes del 2o de Enero del mismo año . La resolución es firme é inquebrantable, pero los medios deejecutarla están rodeados de una prudencía exquisita .Sólo así tienen sentido y explicación los documentos sí-guíentes : «En 5 de Mayo, 3 de JU110, 27 de Agosto y15 de Octubre de 1487 se le Ubraron (á Colón), por man-dato del obispo de Palencía (Alonso de Burgos), hastacatorce mil maravedíses y otras cantidades en los aríossucesivos . . . y los Reyes le honraron queriéndole tenerpresente á su lado en los sítios de Málaga y de Granada , .»Así habla Navarrete en vista de los documentos que teá la vista, y éste es el resultado del paso de los Reyes yde Colón por Salamanca. En Alcalá, el 2o de Enero del 86,

se contentaron con agregarle á la servídumbre de la Cor-

RETE : Inso .

Parte 1V.�Cap. 111.

tomo I! . 92 .

Vícísítudes de Colón acomp-,~-~,

,t.ZsTs. tomo mi, pág, 4 .

5 de Mayo -del 8~~ <Se le ::braron varías cantí-d.ades de maravedises para su subsistencia y el decoro desu persona . La Historia calla ; pero las cantidades recíbldas en todo este afilo de 87 hablan muy alto y elocuenteen favor del terreno que

habíaganado el M~-r.,no en con-

cepto y estimación de los Reyes después de pasar porSalamanca.

Esa cuenta árida llevada por . Alonso de urges,obíspo de Palencia, es todo un poema ; es la expresiónde las ideas y sentimientos que Salamanca inspiró a losReyes en favor del servidor eurajera Está probado conuna cuenta matemática el primer extremo . Pero el segun-do, que es lo reservado del negocio, es consíguíenteanterior, y nos le revelan también las cifras .

En un libro de cuentas de Francisco González, deSevilla, Tesorero de los Reyes Católicos, entre otras par-tidas que mencíonamos arriba, se halla la siguiente : «E-ndicho día 15 de Mayo de 87 di á Cristóbal Colomo, ex-trangero ., tres mil maravedises, que está aquí faciendoalgunas -cosas B~deras al servícío de SS. AA ., por'cédula de Alonso Quíntanilla con del Obis-po (de Palencía, Fr . Alonso de Burgos) . Nota. Cuase mandaba dar dinero á alguna persona que entendía ócuidaba de algún nejocio reservado, ó que no se habíahecho ni convenía hacerlo público, se decía siempreparaciertas cosas cumplideras al servicio de SS. AA . , »

Está bien claro y marcado, el estado del asunto . Enprenda de las esperanzas ciertas que se le dieron en Al-calá y se le han renovado en Salarnanca, se ordena darleciertas cantidades necesarias para atender al decoro dela persona ; pero como prueba de la eautela, precaucío-nes y mbaSentos que tiene que guardar la Corte paracon los muchos impugnadores del proyecto y burladoresda� la persona, esas cantidades se dan en secreto, con la in-tervencíón sólo de dos de los amigos y partidarios del Ma-ríno, Quintanilla y el obispo de Palencia, y con la fórmu-la acostumbrada en estos casos : «Porque está facíendoalgunas cosas cu"líderas al servicio de SS . AA. ,> . Pornuestra parte, y según nuedro plan, no necesitamos

0

242

Part M-Cop. W.

Bien pueden los colombinos desplegar todo el vuelode su fecunda ímaginación, Y abrir los tesoros de susvastos conocimientos para trazar el cuadro de una narración amena y entretenida que divierta al mundo á expen-sas de Salamanca, Cediéndoles la palma en el arte de lasinvenciones, nosotros nos atenemos á. los áridos y descar-nados apuntes del líbro de cuentas del Tesorero de loseyes ; y en esos números, en esa fecha, y sobre todo

en la fórmula usada para los negocios reservados, encon-tramos más poela por lo mismo que hay más verdadque en todas las narraciones colombinas . Por ese precio-so aunque descarnado documento sabemos que Colónestaba fáciendo cosas cumplíderas al servicio de Sus Al-tezas, y como esas cosas no pueden ser osas que el ne-gocio que constituye y compendia la vida del Marino enCastilla, es indudable que su permanencia en Castilla al .lado de la Corte era 01 agrado, consentida y ordenadade acuerdo é íntelígencía con los Reyes. Pero en el hechode ser negocio reservado, 6 que no convenía hacersepúblico por entonces, es señial que la real confianza esta-ba limitada á pocos, porque sería peligroso hacerla delpúblico dominio . Y la razón de estas precauciones ymiramientos no podía ser otra que el estar rodeados la

ína, Colón y el proyecto de numerosos y terriblesenemigos . Esta consecuencia es la que dicta la sana crí-tíca ; esto es lo que nos dice el buen sentido .

Si en nuestros raciocinios no caben los caprichososjuegos de una ántasía extravíadal en cambio llevar. elsello de la verdad histórica, que es tan sólo lo que busca-mos . Como hechos averiguados sentamos, pues, que enSan Esteban y por los doWnicos fué resuelta la, cuestíóncientffica de lo seguro é importante del proyecto . Que elMíor y demás reHgdsos, llevando la convicción á loshombres influyentes de la Corte y apoyándose en ellos,pusieron el negocio en el último favorable estado y con--_siguieron colocar á Colón al servicio de Sus Altezas,arrancando de la Reina esperanzas ciertas . Que, en prue-ba de la confianza que inspíraba la opinión de! conventoá la reina Isabel, ésta encomienda á Deza la educacióndel heredero de los Estados que prometía el Mar,' ytodo eso antes de venir la Corte -á Salamanca.

~"m a =n acoinpañando ála Corte.

bien : en los dos in.eses que los Reyes se detuvieron en laciudad de su célebre Escue1p entre los varios y arduosnegocíos que resolvieron, como los tocantes á los gran-des de su reino, sentencias de pleitos y arreglo de laChancillería de Valladolid, eligiendo varios doctores sal-,mantínoá de ciencia yJustíficacíón ; entre los asuntos gra-ves, decimos, de que se ocupó una Corte que nunca es-taba ociosa, uno de los príncípales fué el proyecto deldescubriMento ; pero la cuestión ésta no se ventiló conel ruido y aparato que ha inventado la fantasía colombí-na, sino en el seno de la confianza, y con el secreto y re-serva que exigía un negocio de Estado que tenía nume-�rosos y á la sazón influyentes ímpugnadores . Colón, enel =ro hecho de hospedarse en San Esteban, tenía elapoyo y protección del convento . Deza, nombrado yamaestro del Princípe, tenía ganado el corazón de laReina -,los doctores que los dominicos, después de los primerosmomentos de resistencia, conquistaron á su opinión, se~rían llamados á manifestarla en audíencia privada, y Co-lón, los -dominicos y la Reina tendrían interés y unagran complacencia en ver aumentarse el número de par-tidarios de un proyecto que en el ánimo de los tres esta-ba ya resuelto de antemano, pero que, como idea nueva,extrafia, rodeada de enemigos y contraría á la preocupa-ción generap necesitaba tiempo y sazón para germínar yconvertirse en un árbol frondoso que abarcara toda la ,tierra . En Salamanca, pues, ganó terreno Colón, ya porhaber puedo el sello de la convicción en el ánimo de la

a, ya por el apoyo franco y decidido que ante loscortesanos le daba su hospedaje en San Esteban ; ora porel refuerzo que añadieron los doctores que le eran 5vo-rables, que al decir de los documentos eran los más re-no»rados de la Escuela ; ora, en fin, por haber pasadoinc-ólume por la crisis de Salamanca y de la Corte reuni-das en un tribunal supremo, del cual ya no había apela-ción posible, porque en él estaban representados los dosmás altos poderes á que el proyecto había de sujetarse:la berza del influjo y el voto de la Ciencia .

Pero nuese bien, y no nos engaEemos sacando laCuestión de su lugar y el negocio de su quicio . Contracualquier torcida ínterpretacíón esta el testimonio árido

243

244

Parte IV,-Cap . 111.

pero elocuente, del libro de cuentas ; norte seguro, cif.inapreciable, dato segurísímo para restablecer cualqextravío de la verdad histórica . Colón tenía en su favorel voto de la Cíencía y el apoyo de personas influyentesen la Corte, y con eRos la resolución ínquebrantable dela Reina ; pero la Ciencia no pesaba tanto por elnúmero,cuanto por la calidad de los votos, así como la influenciano se debe medir tanto por la signíficacíón. é Importancde los personajes cuanto por el puedo que ocupaban enla confianza de la Reina . Amantes de la verdad más.bien que apologístas de Salamanca, manifestamos fran-camen-te nuestra opinión, ó más bien la consecuencia quearrojan de suyo los datos ; y cuando decimos que á Sala-manca y á su Escuela es debido el descubrímiento, enten-demos por Salamanca un corto número de hombres prí-vílegíados, y el prestigío de que por éstos gozaba la Es-cuela en la Corte de España y en la república de las le-tras . Que también había entonces vulgo, como le hayhoy y le habrá síempre, entre los Doctores de una Es-cuela, por renombrada que sea .

La gloria de la célebre Escuela salmantina, que á la,sazón era la inteligencia de la España católica, no consis-te en que todos los que vistíeran borla fueran intelígencias superiores capaces de comprender al Genio ; su hon-ra inmarcesible está cíbada en contener en su seno, po-cos, un Deza, un Magdaleno, un Betoño, un. Yarza, nGsólo capaces de comprender al hombre que fuera burla-do y menospreciado en todas partes, sino en haber de'hecho comprendido y apoyado al Genio de los siglos, lo-grando que por su medíación la Reina le diera las ca-rabelas .M proyecto colombino atravesó, pues, su crisís su-

prema en Salamanca, pasando, volvemos á decir, por elgran crisol de la ciencia católica, y de la- influencia política y cortesana ; y cuando decímos Ciencia, volvemos á-decir, no entendemos todos los hombres científicos, comoen el nombre de influencia no se .incluyen todos losnajes de la Corte ; al contrario, y éste es el resumEesta tan larga, como acaso ya enqJosa, aunque i- 'sable Yscusi6n. La crisis considW en que, 1 pasa 7 ~

octores y de la op9síción de

icísít-'"'~os de

esanos, la Reina se confírmó y a-,Qanz6 en su convíc-ción por el peso de los votosfavorabies y el prestigío delos amigos ínfluyentes, aunque por no contraríar abíerta-mente al voto de la muchedumbre y á la oposición deturba cortesana adoptó el prudente, discreto, y en ciertomodo necesario temperamento de hacer negocio reserv, a-do y cumplídero al servícío de Sus Altezas el socorrorestado á Colón para el mantenímíento y decoro de su

persona.

!TULO IV

CAUSAS QUE DETUVIERON Á COLON AL LADO DE LA CORTE

:, - - - ox esto quedan aclarados, y casi nos atreveríamosii

á decir resueltos, los dos puntos más importantes1 ---

de la cuestióm Estos consisten : W 9 en determinará quién, después de Colón y de la Reina Católica, esdeudor el mundo del descubrímiento ; y _, .', ¿ cuál dé lacausa de su permanencia en Espafía durante siete afíosde heroica constancia ? Mirándolos bajo un errado crite-río y desde un Oso punto de vista, los colombinos todolo habían confundido y des-figurado ; á Fr . Juan Pérez,le habían hecho un amigo olvidadizo ; á Talavera, un ad-versario terco y sístemátíco ; á la Reina, una mujer taima-da que entretiene al Héroe con falaces promesas ; á losoctores de Salamanca, unos pedantes orgullosos~ y se-

fistas irresolutos, sin atreverse á dar su dictamen ; con-vírtiendo, en fín, al Héroe en un estúlpido que esperasin motivo ni fundamento alguno, ó en un hombre livia-no á quien aprisiona en Espaffi .a La torpe cadena de unosamores críMnales, por los que cambia la honra inmortaldel descubrimiento .

Pues bien : contra esa trama, de juicio-,; ínjustos, ffive-rosímiles y calumniosos, nosotros nos creemos autoríza-dos para establecer otra serie de proposíciones contrarias más conformes con el buen sentido, y, sobre todo,apoyadas en documentos fehacientes y en argumentosajustados á todas las reglas de una crítica sana y razona-ble, Decimos : que U. Juan Wrez y la Rábida desempe-ñarán un importantisímo y providencial destino cuandollegue su Ora, sazón y oportunidad . Que Fr, Hernandode Talavera, aunque tuvo la desgracia de presidir unajunta de letrados y maríneros incapaces de comprender

isas que detuvieron tí Colón a,,' lado de la ',- orte .

al Genío, y carecer, por tanto, de la gloria deentendído al principio, como hombre de buena fe y desano entendímíento cedió al fi -n al dictamen de su vene-rada madre, la Escuela salmantina, y, como dice Las Ca-sas, fué uno de los personajes que en la Corte apoyaronel proyecto. Decimos que esta junta cortesana y proví-sional no tiene relación alguna ; es anteríor en el tiempo,y distínta en todas sus circunstancías, á la venida de Co-ló-n á Salam- anca y las célebres conferendas de San Este-ban. La una, aunque sin aparato, formada por encargo,orden 6 mandato de los Reyes, fué sólo provisional y deprimera instancia, y el dictamen unánimemente negativo .Las otras, aunque más solemnes y concienzudas, flueronprivadas, sin carácter público ni oficial, provocadas porlos dominicos con el fin de autorizar su ya formada opi-níón con el peso de los más celebrados Maestros de laEscuela . Decimos y aseguramos que entre las pláticasdel prior del Prado y el hospedaje y conferencias de SanEsteban media un abismo en la cíencia de los jueces, enla situación del Maríno, en- el esta-do del proyecto y en ladisposición de ánimo de la Reina, siendo ésta la claveúnica capaz de explicar histórica y satisfactoriamente lapermanencia de Colón en Isparla v la conducta de los

yes con el Genio .Asentamos que la Reina Católica no desmiente un ápi-

ce 5 en este ardulo y transcendental negocio, 1 carácter quejustamente la atribuyen todos los historiadores, la altezade sus UraS la sublimidad de sus sentimientos, la noble-za de su proceder, y la discreción, prudencia y delica-deza con que sabía tratar los negocios y con los hombres.En la primera entrevista, tuvo la perspicacia de penetrarel alma y el corazón del extranjero ; como exigía la gra-vedad del asunto, no se fió de sus impresiones, sino que

su examen á los sabios que la acompañaban .Poco satísIcha de un parecer que se oponía á su in-tuición, vino gustosa en la condíción impuesta por el Ma-

de escuchar, antes de pronunciar sentencia definití-el parecer de los sabios de su reino, que á la sazón

estaban reunidos en la acuda de Salaganca. Sin carác-ter oficial, por no herir la susceptibílidaa de los maríne-roS se le remite á Salamanca, y singularmente á San

.247

248

Esteban, en cuyos Maestros tenía la doble conñanza deser hombres científicos y patrióticos lo bastante para noempeñarla en una empresa, ní por lo quimérico rídicula,ni por lo ineficaz ínfructuosa .

Una vez aceptada por el convento y apoyada por losMaestros más notables v celebrados de su querida Es-cuela, se convence de que no se habia equivocado en superspicaz mirada, que no eran sueños sus intuiciones ypresentimientos ; pero viendo al mismo tiempo el am-biente de la opinión que rodeaba á la Corte, adopta un'término medio en que no se sabe qué admirar más, sí elvalor v Hmeza de la Reina 6 la discreta delicadeza dé lamujer. Admitiendo á Colón á su servicio y nombrandoayo del Príncipe á Deza, se declara partidaría del Marí-no, Aguiendo el dictamen de los pocos contra la preocu-pacíón de la multitud . Hasta ahora no sabemos que se .haya hecho constar este rasgo de fortaleza y de heroís-mo. Pero sí ha de acabar la empresa de Granada y com-poner el desasosiego de su reino, y preparar por tanto elcamino para la realización de las esperanzas ciertas da-das al genovés, necesita no descontentar á los muchos,á la turba enemiga del extranjero, hiriendo la altivezcastellana, por eso los recu~sos que le proporciona sonsecretos, por estar facíendo cosas cumplideras, á su -ser-vicio . Tampoco sabemos se haya notado este arranquede cordura y alta razón de Estado . La Reína, pues, estáen su puedo, y no resta sino admirar la reunión de doscualidades que no se Grmanan -fácilmente, y resaltan enla propietaría de la corona de Castilla de un modo singu-lar : el valor moderado por la prudencia, la prudenciasirviendo de guía á la firmeza .

echazamos, en fin, como una torpe calumnia el decirque Colón estuvo ligado á la patria de Dofia Beatriz porel lazo críminal de un amor vedado . Aun en el casoprobable de que el Héroe h-~~,ibiera pagado un tributo á lahumana flaqueza en un momento de alucínación ; aun ad-Otiendo Wpotétfcamen ,te el borrón de la ilegitimidad deon Fernando, todavía rechazaríamos como personal-

mente i ,.,ijuríosik,' históricamente inverosímil é índígnade la grandeza de], acontecímiento, la m, alíciosa ínsíiraa-cíón que se han prmitido hacer los colombinos, de que

rk W.-Co- 0.

-asa de la det�ción"del Héroe en Espafia era una,dega y crim.inal pasión . Los que tan inconsideradamentehan rebajado al Héroe merecen que esa bajeza de sentí-mientos recaiga sobre eHos, suponiéndoles de un cora-zón estrecho y mezquíno, capaz de lo que inculpan alHéroe .

Afortunadamente, la calumnía está deshecha por sísola . Siguiendo cronológicamente el hilo de los hechos .,apenas hallamos tiempo para llevar á Colón al puntodonde se le acusa estar ligado con las cadenas del amorcriminal . Hasta el año 861 en Marzo, no hay posíbffidadde llevarle á Córdoba. El año 87 le veremos allí una vez,y por poco tiempu Y en los años siguientes hasta 192,le hemos de encontrar en otros puntos . Queda víndicadoel Héroe, y la baba de la calumnía cayendo de rechazosobre sus detractores . Lo decimos muy alto : quien de-tuvo á Colón en apaña no dé una dama, sino un eble ;no los encantos de Doña Beatriz Enríquez, sino las espe-ranzas dertas que le dió Isabel de Castilla ; no Córdoba,

fin, sino Salamanca, ó más bien el convento de SanEsteban . Eso es lo único digno ., eso es lo único histórico ;ésa es la única causa proporcionada á la grandeza delefecto, y, por tanto, el gran acontecimiento no está man-chado con el borrón que han arrojado á su &ente la lige-reza, más bien que la malignidad de los colombinos.

Una vez aclarados estos puntos. principales, sólo faltaque transcurra el tiempo señalado para la realización delas esperanzas cieTas : sólo falta que los Reyes se des-embaracen de los cuidados, gastos y expedícíones queabsorben toda su atencíón en los cinco años síguíentes, 6más bien lo que Ata es que suene la hora marcada enel reloj de la Providencia para que se abra la escena deun acontecímíento que religiosa, social, histórica, cien-tífica y aun comercialmente es uno de los más notables

3 ofrece la Historia . En este nuevo aspecto de lacuestión que hemos llamado adminístrativa y de jecu-ción, ya no interviene Salamanca, ni aun San Esteban,Eto por el apoyo constante quo según las palabras del

y del Memorial, le presta Deza acompaPándolesiempre, hasta que, asentadas las capítulacio-nes, pasó al

mundo.

250

Parfe B71.-Ce~b . iV .

os, pues, en otra fase : tenemos que recorrerotros lugares : verernos intervenir otras personas, y latarea que nos hems impuesto parece exigir que llenerriosesos cinco años de esperanzas desvanecidas, de desepga-ños continuos, de heráca wnstancía, dando razón de lapermanencia del Héroe en España, y de los lugares, ocu-pacíones y personas que lo detuvieron . Pero aquí, lo con-Esamos ingenuamente, el Héroe se esconde otra vez á laspesquisas de la curiosídad, dejando apenas rastro algunopara que pueda seguírle la Historia Y nosotros, que noshemos propuesto escribir una historia crítica, aunquedescarnada, en contraposición álas novelescas narracio-nes colombinas, no bemos de faltar á nuestro propósíto=que no abunden, como hasta aquí, los datos auténticosy originales . Y á deck wrdad, no necesitamos averiguardetalladamente las Ocísitades del Héroe durante esos cín-co años de obscuridad y de misterioso silencio, que paralos colombinos son tan incomprensíbles, cuanto fueronlos dos prímeros confasos y embarazosos . Bajo nuestropunto de vista, la permanencia es tan sencilla y naturalcuanto en el sistema colombino es extraña é inexpHcable .

Colón al servicio de los Reyes, confiado en la noblezay sinceridad de la Reina, conocedor de los obstáculosque ofrecía la realización de las esperanzas, la situacióndel reino 1 el eWeho de la guerra y la penuria del Teso-ro, es natural que espere aigüin tiempo, al, -menos los dosprimeros años . Y cuando el lapso del tiempo,

'la dilación

de la guerra, la oposíción tenaz de los cortesanos y otrascausas que ignoramos hicieron brotar en su pecho la

paciencia primero, la desconfianza después, y quizá,al fin, la desesperación, estaba el Maestro del Princípepara reanimarle y detenerle ; porque, como corfiesa elmismo Colón, Deza fué la causa de que se detuviera enCasUlla, que ya estaba yo camino defuera. En rígor nonecesitamos averiguar más después de tener esa, basesólida de la permanencia, dejando á la imagínación quesupla la serie de angustias, huAHacíones y amargurasque padecería el genovés al ver pasar lo más foridode su edad, y el tormento moral que oprimiría el pechode la herána de Granada por no poder cumppenada palabra .

clet~&víeror, u,' Colón al

Los colombinos, no acertando por un lado á explícarestos afflos de mortal angustia, ni alcanzando, por otro, ásatisfacer su curíoldad y los vacÍos de la novela, se des-tan en quejas amargas, lamentacionis injuriosas contra

la Corte y los cortesanos, contra SaL

i ica y su preten-dida irresolución, compadeciéndose ue la suerte de! -'rIéroe-y de su proyecto, como sí en su tierno y sensible corazóncompartieran de sus penas y crueles tormentos. Sin ex-cusar ni disi-ninuír la malicia y ceguedad de los hombres,pero elevando un poco más alto nuestra mente, y miran. -do esta dílación desde el punto de vista provídencialcomo cristianos, y aun sólo desde el punto de vista hístó-rico como filósofos, decimos que esos obstáculos, esasdilaciones, esa oposición, eran necesarios para engrande-cer al Héroe, hacer á apaña digna de la gloria ínmarce-sible del descubrimiento y llenar el plan providencial deno emprender la cristianízación de los indios hasta queno se diera fin á la empresa de expulsar á los musulmanesde apaña .

No seda Colón el Héroe, ni Isabel de Castílla, la graneina de la Historia, no aparecería tan claro como hoy

lo es : que en los incomprensibles designios de la ProvP-dencia la gloria de dividir la historia, y de cristianizar ycivilizar á la América, estaba reservada á España, y no á.otra nación en el mundo, sin esos cinco años de heroicaconstancía de Colón 1 de firmeza inquebrantable de Isa-bel, que produjo la felíz coíncidencía, no advertída quesepamos hasta hoy, de haberse emprendido el descubri-miento de las Indias ex.n el mismo afío en que se díó feliztérmino á la epopeya de siete siglos . ¿Qué importan cinco

os de ansiedad en la vida de un hombre, y de dilaciónrída de un pueblo, ante la marcha majestuosa de la

historia general, ante un acontecimiento que haba dellenar de gloria al Marino y á la Reina, y honrar á la na-ción española por todos los siglos, y precisamente poresos mismos cinco ahos de que tanto se lamentán los Ms-toriadores?

Cesen, pues, de una vez esas lágrimas de teatro, esasquejas y lamentos de novela ; que si en toda ficción ¡el protagonista, para elevarse á la categorá de un hérce,é interesar el ánimo del leyente ó de¡ espectador, tiene

25

2522

Partee IV.-Cap. IV.

que sufrír grandes infortunios y salir aíroso

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el protagonista de los tiempos m. odernos es tan gcomo es menester reconocerle, precisamente 1 )rescísítudes que, sín comprenderlap hacen 1 -'o le sussentidos lamentos los hístoríadores .

COLóN PERMANECE EN CASTILLA Y SIGUE Á LA CóRT

1489

DE-E estas bases, y por satisfacer en cua-nto cabe 1curiosidad, seguiremos los pasos del Héroe. Y asl'cc mpréndese bien que, admitido al servicio de los

zes, y con la aracía del socorro que le- surninístra elreal Erario, sobrelleve los dos primeros años, Entiéndese

desde Córdoba y Vélez Málaga, donde estuvie-yes al salir de Salamanca, marcharfa lleno de

esperanzas al sitio de Málaga, que duró desde el 7 CICMayo hasta el 18 de Agosto del aflo 87 . Según el texto yacitado de Navarrete, le tenían los Reyes á su lado - : esto,es indudable, porque el mísmo colector de documentosinserta la partída siguíen te : « En 2 7 de dicho mes (Agosto,de 1487) di á Cristóbal Colomo cuatro mil maravedísespara ir al Real por mandado de Sus Altezas por céduladel Obispo » ; y de distinta letra continúa asf : «Son sieteMI maravedises con tres mil que le míandaron dar SusAltezas para ayuda á su costa por cédula del Obispo»(de Palencía, Fr. Alonso de Burgos 2) : y como, según he-mos dicho con el mismo Navarrete, «en 5 de Mayo , 3 deJuHO , 27 de Agosto y 15 de Octubre de 148 7 se le Ebraronpor mandato del obispo de Palencía (síe) hasta catorce01 maravedises, y otras cantidades en los años sucesí-vos

tiene razón para concluir que , losrar

queriéndole tener á su lado, cnr� -)1.

i( ; de MAlaga y Granada

al tomo 1, pá¡ 92.- t0m0 R~, Pag- 4~

~ 92 .

surge del cotejo de las palabras de los docurnentos conlas fechas que al sitio señala la Historia ; porque si, segúnMaríana, ~lla toma de la nobilisima cíudad (de Málaga)sucedió á 18 de Agosto 1 », y según el libro de cuentas«en 25 de dícho mes di á Cristóbal Colorno cuatro rnílmaraveáses para ir al Real (sobre Málaga) », claro esque Colón no estaba en el Real el s, en que sucedió latoma de la nobílísíma cíudad. Pero esto lo único quepueba es que Colón no estaba en el Real er. el felíz mo-

nto de ocupación de la ciudad por el ejércíto cristiano,no que no hubiera preser.ciado el sitío, puesto que se ledieron cantidades el 5 de Mayo, es decir, dos días antesde comenzarle, Y 3 de JuHo, cuando los Reyes estabanmás eMeñados en él .A fin del 87 y pr,-',ncípío de! ss la Corte fué

á Zaragoza con el ¡in de apaciguar las alteraciones en queá la sazón estaba envuelto el reino de Aragón . El año sí-guiente de 88 le pasó la Corte entre Zaragoza, Valencíay Murcia, viniendo á ínvernar, según Galíndez, á la índus -tríosa Medína del Campo . Aquí esperaban una embajadade Enrique VI! de Inglaterra, y de aqui « partieron, a 27de Marzo del 89, para Andalucía . . . ; por principios del mesde junio se pusieron nuestras gentes sobre Baza » ; sonpalabras de Mariana ~ . De los citados textos podemos de-ducir que Colón viajó con la Corte de Málaga á Zarago-za, de aquí por lo menos á Valencia y Murcia . En el yacitado libro de cuentas, una de las partidas dice : «En 16de Junio (de 148s) di á Cristóbal Colomo tres mil maravedí-ses por cédula de SE AA.» ; luego hasta junio, y aun algomás, tenemo

's á nuestro Héroe en. Castilla y en el mismo

estado y condición que al salir de la gran crisis de Sa-lamanca . Deza, Fr . Alonso de Burgos, las conferencíasde San Esteban, el paso de los Reyes por la célebre Es-cuela, siguen pesando moralmente sobre la Reina paracontínuar sus liberalidades, y sobre Colón para sostener

peyanzas . La suerte del descubrímíento contínúaligada á los destinos de la Corona de Castílla ce-,,zos de la Edelidad en la una, en el otro con el de,

Lib. xxv, cap, x.Lib . xxv, cap, xi .

parte 1V.-C4. V.

ar

permarace en Cash'sla .

y en ambos con el vínculo común- á las allínas grandes, conel lazo de la constancia y,del heroísmo .Y nos atreveríamos desde luego á prolongar esta sí-

tuacíón hasta el 12 de Mayo del s9, dcha de la últimapartida, que aparece en el tantas veces citado libro decuentas ; y haciendo invernar á Colón en Medina del Cam-po y partir de aquí con los Reyes para AndaluCía, y asís-ir al síLío de Baza, continuaríamos sin interrupción lahistoria del Héroe síguiendo el Tnerarío de la Corte, síno se atravesara como un obstáculo en nuestro camínouna cuestión que importa dejar en claro en honra delHéroe, y como prenda de estar vinculado el descubri-miento á la Corona de Castilla . . . De todos modos, y an-tes de entrar en ella, conviene dejar sentado el hecho dela continuación del Marino en Castílla y el documentoque la conflyma . « Por Reales cédulas de 12 de Mayo del89 se mandó que cuando transitase (Colón) por cuales-quiera ciudades, villas y lugares, se le aposentase bieny gratis, pagando sólo los mantenimientos á precioscorrientes 1 . » Aunque desde el 16 de Junío del 8 8 no apa-rece ninguna otra partida de data en favor del Marino,las cédulas de¡ 12 de Mayo de¡ 89 demuestran que siguemereciendo la real confianza, puesto que le otorgan mer-cedes y privOgíos más honrosos aún que las mismascantidades que antes s-e le entregaban . De todos modos,en el año casi entero que media entre las dos fechas, pa-rece índudable que el Marino permaneció,en Castílla, yque el estado del negocio no .había cambiado substancial-mente.

Una circunstancia haremos notar aquí en confirmaciónde nuestros raciocinios, y es que, habTndo los Wyes he-cho su, viaje desde Castilla á Andalucía por Guadalupe,según Galíndez, es verosímíl que pasaran por Salaman-ea, y que la circunstancia misteriosa de haberle detenidoDeza en Castilla, cuando ya estaba camino de fuera, se-gún nos ha revelado el mismo Colón en una carta á suhijo D . Diego, acaso ocurriera en este viaje y en esteaiffo . Al menos á nosotros no. nos ocurre otra ocasión másoportuna para encajar un hecho de cuya verdad no po-

' NAv., tomo i, pág . 92-, Introd-

os dudar sí hemos de dar crédito al mismo interesa-do Colón . Supuestos estos preliminares ., y en cierto modoap.ticip~ida refutacíón, vamos á examinar el punto quenos obstruye el paso .

Pues bien ; la cuestión es si Colón permaneció en,Castílla los siete años de pretensión, 6 sí salid de ella al-guna vez In virtud de las solicitaciones de algunos Reyes, síngularmente el de Portugal . Importa mucho ánuestro objeto aclarar este punto, porque- de su resolu-cíón depende el carácter de las esperanzas que abrígabael Marino, fundado en la promesa de la Reina, y la pro-tección de Deza y de Salamanca ; porque de ella depen-de la índole misma de los sentimientos de nobleza y gra-titud que distinguían al Héroe respecto á sus protecto-res Deza y la Reina de Castílla . Y á la verdad que, simientras recibía cantidades del Erario castellano, estabatratando con otros Príncípes, y con más razón si, míen-mas se le prodigaban regías mercedes, abandona el sue-lo de Espafía para oTecer á Reyes extraffos el proyecto,no salen bien 11radas la hidalguía y sinceridad del Hé-roe . Si, por el contrario, rogado y sonsacado por otrosPríncipes, sigue conSando en la palabra de Isabel y enla protección del maeoro de su hijo, esa fidelídad y cons-tancia á prueba de todas las tentaciones del amor propioy de todas las esperanzas de un porvenir glorioso, valen-más, en el orden moral, que todos los beneficios que trajoal mundo y á la Historia el mismo descubrimiento . Eneste último caso resalta además la intención providen-cíal de Hgar á España la suerte del Marino con tan fuer-tes lazos ., que todos los Princípes de Europa no fueronbastantes para desatarlos. La cuestión que nos ha salídoal paso es, por tanto, un poema en que van encerradoslos problemas más graves y pertinentes al fin principalde este escrito . Se trata de saber á quién, después delHéroe, pertenece la honra DI gran acontecimiento , y siprovíd encialmente estaba reservada á Espafla

apesar

de tantos obstáculos como en el espinoso itinerario se,atraviesan . Expuesta la gravedad de la cuestión, venga-mos á su examen .

Pues bien : el autor del- Fernando Colón ' Enríquerrie, que es el que la inserta, habla de esta manera:

Parle IV.-Cap . 'V.

os los historiadores cuentan que 9 á partir de esta20de Enero del 86, en que, entró á servicio de los

yes, y dernas fechas de las cantidades), acompaf,5ó fre-cuentemente ~- la Corte en sus víajes

aZaragoza, á Va-

lladolid, Medina del Campo . . . ; pero en lo que se equivo-can los hItoTadores es en asegurar que , á vírtud de lasconcesiones que le hicieron Fernando é_ isabel ., rehusóColón las ofertas de! rey de Portugal y no se movió deEspaña 1 .» Hasta aquí Harríse . Antes de pasar adelan-te haremos notar al docto americano que no tradu-ceexactamente las opiniones de los historiadores, y quesus aseveraciones más directamente recaerían sobrenuestro humilde =sayo de recomposición de la historiaque sobre ninguna de las novelescas narraciones colom-binas. Ninguno, que sepamos, le admite al servicio delos Reyes en 2o de Enero del 86 . Antes bien le tienen to-dos en suspenso hasta las conferencias de Salamanca,que,al decir de los colombinos , tuvieron lugar en el inviernoDI 86 al sp Ninguno de los que hemos leído nosocos ha-bla de concesiones hechas por Urnando é Isabelaun des-pués de las ionferencias . Al contrario ; las conUencásde San Esteban, según ellos, nada resolvieron, y los IP,_eyesle entretuvieron con evasivas . De suerte que en el siste-

colombino, lejos de ser extraña, sería muy sencillay naturalísima la ¡da á Portugal y el abandono de unsuelo ingrato é inhospitalario .

í Cosa singular! El docto americano, entreviendo lahistórica que se ha ocultado á todos los colom-

bínos, les atríbuye opiniones que nunca cruzaron por sumente y son contrarias á todo su sistema, y precisamen,te en este falso supuesto suscita una duda que, no tenien-do aplicación á los colombinos, es gravisima, de interéssumo, en nuestro humilde ensayo, antítesis de todos loshistoríadores . Por, su previsión y anticipada perspícacia,felicitamos al americano, y nos haremos cargo de susdudas con el objeto de desvanecerlas . La objecíón essiguient? : en la Biblioteca Colombina hay una AraUdro de AHaco con el título de _1?nago mundi . En epitulo Ysn, , á la hoja ig, hay una -nota marginal que, dice :

CoMn permareece en Caslilla .

-257

Fervando C11"611 , 12 tc-, PA9. 74-18

258

Parte 1V.-Cap.

NO'.

La . - Quod hoc anno Domini 88 in mense Decemb,~in Ulisipona. Baytolontems Didacus, capitanus

triunz carabelarum, quem mi.seral Domínus Rex Por-ti~i,q~aliae in Guineam . . . quod víaíí2,ini píctavít et scripsítde leucha in leucham in una charta zza.z~-íga.tioiiís ut ocu-lí vísuí ostenderet ipso serei-e.issíwto Rege, ín quíbus om-nibus ínterfuí 1 - » Aquí se trata de la célebre expedicíónde Bartolonié Diaz al cabo de Buena Esperanza, de suarrib o á Portugal en Diciembre del 8 8, del mapa que pínt

-e viaje al reyLó para ofrecer un diseño de su interesant]J . Juan . Todo esto está bien, y nos interesa poco porahora. La díficultad consiste tan sólo en estas palabrasfinales : ín quibus ojmzzíbz,.fs ízi.tez-fuí, y en averiguar lapersona á quien esas palabras se refieren . Porque ello esclaro : el que escribió esas palabras intervino en todas lasoperaciones de la expedición y aun en la confección delMapa ; sí, pues, el autor de esa escritura fuera nuestroHéroe, tendría razón Harrise para deducir que Cristó-bal Colén estaba en Lisboa en Diciembre del 88 .

Ahora bien : como, següín el criterio del anticuarioamericano, la redacción es de Crístóbal, y següin dosamígos nuestros que han evo cuado la cita el carácter dela letra es conforme con los escritos de Cristóbal, parececoncluyente el argumento . Colón estaba en Portugal alfinalizar el año 88, y toda la firmeza del Héroe y todonuestro sistema viene a¡ suelo con sólo la nota marginalpuesta por Cristóbal en el libro de Pedro de Aliaco. Con-I-esamos ingenuamente que el argumento es de peso, yha puesto en tortura más de una vez nuestro pobre ínge-nio y escasos conocimientos . Pero como al mismo tiempoes absurdo y destruye hechos que por otra parte estáncomprobados, creemos aplícable á este caso singularaquel axioma tan conocido en las escuelas : quod ninúsprobat, nihil Probai . Podemos desentendernos de él iá-cílmente diciendo : el que acompañó á Bartolomé Díaá la costa de Guínea y arribó á Lisboa en Dicíembre de1 487 , y no de 88, como dice el texto, fué BartoloMé Colón,hermano del Almirante, y no el Almirante mismo Cristó-bal, que durante el descubrímíento del Cabo de las Tor-

I

FERN ~ Coi-, Hi5l . de su padre,, p ~,74 3' Sig ientes .

Col&1 perinanece en Casiffla .

25

itas estaba en España al servicio de los Reyes,cibíendo cantidades de! Erario y esperando la resolu-ción del asunto . Y la, razón es clara y evidente : segel hístoríador portugués Barros, citado por el, mísToHarrise, Díaz arríbó á Portugal «em Dezembro do annode quatro centos et outenta et sete, avendo deza seis me-ses et deza sete dias que eraon partidas delle » . El autorde la nota de Alíaco, pues, estuvo viajando por la costade Africa todo el año 8 7 y los últimos cuatro meses del86 ; esto es claro así-~.,~,s-~, .o, porque, si íntervíno en todoslos asuntos del ví2.je, estuvo en el mar por espacio dedieciséis meses . Ahora bien : como es ndudable que Crís-tóbal Colón estuvo al servicio de la reina Isabel desde el2o dé Enero del 86, y recibiendo cantidades del Tesorode Castilla en 5 de Mayo, 3 dejUliO, 27 de Agosto y 15 deOctubre del 87 Y 16 de junio del 88, mandándose por cé-dula de 12 de Mayo del sg que se le diese alojamientogratís, claro es que no podía acompañar durante los die-cíocho meses de viaje á Bartolomé Díaz, y en una expe-dícíón al Cabo, veriácada desde Agosto del 86 hastaciembre del 8 7- Si Harrísse insistiera, serían bastantespara hacerle enmudecer las célebres conferencias de No-víembre del 86 .

astarían estas sencillas reflexiones, fundadas en datosy fechas auténticas, para destruir los castHIos levantadospor el anaerTano en su excursión á la Biblioteca de DonFernando ; pero como no queremos fiarnos en el propiojuicio, por racional que parezca, cuando podemos apo-yarnos en el ajeno, que en asuntos críticos é históricos esmás seguro que todos los nazonamientos, vamos á citarel testimonio de Las Casas, que tres siglos antes que vi-

1sitara Harrisse la Colombina -había ya tocado y resueltola cuestión presente . lle aquí sus palabras : «Yo hallé enun libro viejo de Cristóbal Colón, de las obras de Pedrode Aliaco . . . de la misma letra y mano de Bartolorné Colón,la cual muy bien conocí, y agora tengo hartas cartas y le-tras suyas tratando de este viaje : Nota quac hocanno deochenta y, ocho (síe, lo cual discrepa del texto dado

arríse) ín mense Decembrí ., etc .» (aquí sigue el textocon algunas variantes del del americano, príncipalmenteen las fechas puestas en castellano, y luego contínú

260

Par~'e /V.-Cap. V.

Casas) : «Estas son palabras escritas de la mano de Bar-toiorné Clolón, no sé si las escribió de sí 6 de su letra porsu hermano Cristóbal Colón ; la letra yo la conozco serde Bartolórné, porque tuve muchas suyas . Algún mal la-tín parece que hay, é todo lo es malo ; pero póngolo á le-tra como lo hallé de la dicha mano escrito ; dice ansí queen el annO por Diciembre, etc, (aquí pone Las Casasel mismo texto en castellano, y luego continúa.) : de mane-ra que, ó él ó su hermano e"' almirante D. Cristóbal, óambos á dos, se hallaron en el d-escubrírníento del. Cabode Buena Esperariza. Parece diferír en el afto lo que diceBartolorné Colón y lo que refiere el coronista, porqueBartolorné díce que el año 3,8 y oí coronista el, de 87, quelíe(Yaron á Lisboa ; puede ser verdad todo de esta mane-ll~ra, y es que algunos comienzan á contar el afío síguientedesde el día de Navídad, que ansif lo debfa contar Barto-lomé Colón, y poreso dijo que en Dícíembre llegaron áLisboa, afío de 88, y otros desde Enero ; y ansí, no siendosólido

'Diciembre, refirió el coronista que el aflo 87 llega-

ron á Lisboa . Esto parece ser verdad, porque dice quesalíeron el año 86, por ¡in de Agosto, Y volvieron el añode 87 por Diciembre, habiendo tardado en la jornada 6viaje dieciséis meses, que viene á ser cuenta cabal .»

Hasta aquí Las Casas 1 . Y sí no nos enganamos, aquiestá también la solución del argumento, ó más bien la

-remnols . El

de Ali,-acoconcmació .n de todos los ext

-1

-N

y la nota m arginal que tuvo en sus manos Las Casas,escrita por Bartolorné, son distíntos del que existe hoyen la Colombína . El actualfué copiado al margen con las-sraríantes que á primera vista resaltan entre ambos por

-olo-Cristóbal . Las Casas asegura que es de letra de Bartmé, que él conoce ; Harrise y nuestros amigos dicen quede Cristóbal, según todas las muestras . El que viajó con

faz fué Bartolomé : Cristóbal lo copíó corno una cosacuriosa . Si esta solución no satisface, adóptese otra, con

-tal que no se haga víajar por la costa de Africa, á Crístó-bal en Noviembre de¡ 86, cuando, según los colombinos,

estaba citado á las confFerencías de Salamanca, y segú,a combinación vino á Salamanca, con 12,

TOMO'I ' C&_P ',XXV["P6

Colón per'9,zaíqece en Casiffilla .

agregado ya á su servícíó . Sígase la opinión que se quie-ra con tal que en todo el afío 87 no se le suponga ausente

it,

fia, donde al decir de todos, y según el libro decuentas, estaba recibiendo cantidades del Erario,Pero á esto añade Harríse en una nota : « Sepán Nava-

rrete, Bartolomé estaba en Inglaterra. en el año 88 . Nora posible, por ta-iito, que se encontrase en Lisboa en elmismo 8s .» A esto respondemos con las pajabras de LasCasas, de doride el, mismo Navarrete ha tomado sus no-ticias : «Considerando el tiempo que Criístób_al esbuvo eer,

la corte de Castílla �. y otras circunstancias, primerodebía de haber salído de Portugal para Castílla Crístó-bal, que su hermano Bartolomé para, Inglaterra, Y vunsisalió Cristóbal por el año S .p 6 á principio del s 5 ; ó sí sa-lieron juntos después que se perdió Bartolomé (aquí hacealusión a los trabajos y penalidades que, según Harríse,tomándolo de Navarrete, y éste de Las Casas, en el ca-pítulo anterior, padeció Bartolorné antes de presentarse.a Enrique VI! de Inglaterra), debió tornar á Portugal éir el viaje que hizo Bartolomé Díaz, con quien descubrioel Cabo de Buena Esperanza ; y tornados el aflo ss (s-i )por Diciembre á Portugal, luego partirse para Inglate-rra, y compuso los versos (que ha citado Cn el capítuloanterior) por Febrero del mismo aff.o de 88 ; de dondeparece seguirse de necesidad que Cristóbal no se hallóen el dicho descubrir-niento del C_.nh_o de Buena Espe------1 il

za, y lo que referi que halié escrito de la inano de Barto-lomé en el libro de Pedro Aliaco, lo dijo de sí mismo, yno de su hermano Cristóbal, y ansí lo creo yo haberacaecido cierto por las rnizones dichas 1 » . Esta, pues,

¡da y refutada de antemano por el obispo depreven,-Chiapa ¡a opinión del americano, y no afiadiremos unasola palabra á una relación tan sencilla coi.-no ftindada .

Lo que desde este punto de vista se explican ahorason las cartas que recibió (-_rístóba1 de los Reves de Por-tugal, de Inglaterra y de Francía para arrancar á la Co-rona de Castílla la gloria del descubrimiento . Ante todo .,asentenios el hecho . Con respecto al de Portugal, N,?,,va-rrete pub!¡-ca una carta de D. Juan LI á Colón, con fecha

LAS CASAS, tOMO 1, C'ap, NXIX, PácY', 22ey

262

2o de Marzo do 1488, en la cual, después de 115.Imarle ami-go, le da todo género de segurídades de no ser motesta-do sí se presenta en Lisboa 1 ~ « Nos por esta nossa cartavos segurarnos, por la vínda, stada é tornada que nonsejades preso, retendo, acusado, citado, nem demandadopor nemhua causa, etc . » En la súplíca que dírigió el Almírante al Rey Católico en el año

5os desde Segovía,-dice : «Porque tambíén hobe cartas de ruego de tres Prín-cípes, que la Reina que Díos haya vido y se las legó elDoctor Vilialón 1 » . Y en otra parte, señalando los tresPríncípes, dice : «Por servir á vuestras Altezas yo noquise entender con Francía, ni Inglaterra, ni Portugal,de los cuales Príncipes vieron vuestras Altezas cartas,por mano del Doctor Víllalano » -; .

Ahora bien : si el hecho de haber sido rogado de tresReyer y el rasgo de no haber aceptado Colón , en la es-peranza de alcanzar las carabelas de la Reina de CastiHa, son tan ciertos como gloriosos para España, 1 quienreservaba la Providencia el gran suceso, la explícaciónes asimismo tan sencílla como natural y satisfactoria .Las comunicacíones del rey de Inglaterra y de! de Fran-cia, y la determinación de Colón de irse á la segundacuando providencíalmente le detuvo en la Rábida Fr. JuanPérez, son el fruto de las gestiones de su hermano Bar-tolomé, que, ofreciendo á su vista el proyecto de Crist'O-bap les puso en deseo, no de ejecutarse, síno de conocerlos fundamentos v las condíciones de su admisión . Peroel hecho más importante es el de Portugal : detengámo-nos en él por la importancia en la historia de la Geografía.

Juan III que acaso fué el único hombre del vecinoreino que conoció el mérito de Colón, y que, robándoleel secreto, quiso suplantado la honra del descubrímíento,sin quedar ligado á las dignas y,magnffl-cas condicionesexigidas por el Genio, aunque abrigara alguna duda delresátado en la época que Clón era súbdito suyo ; cuan-do vió que Bartolomé DíazInabía doblado, aunque sir. sa-berlo, impunemente el Cabo de las Torment-,-,s, volvíen-

W-ACap-

NAVARRETE, tOMO 1, pág . 5 .LAS CASAS, tomo m, lib . ii, cgP- X"cXv", Pág- 187-Carta desde La Española á los Reyes, chada por Lu CASAS,

OMO 1 , CON x=, Pál 242,

Colón 1121anece en castifla .

do á Lisboa, no sólo con el descub iento del Cabo, sinocon el conocimiento de la verdadera forma geográficadel Áfríca, que tanto atormentara á la Academia funda-da por D. Enrique, persuadíóse, á no dudarlo, que elTaje hacía el Occidente era posible y que ínconsídera-damente había dejado escapar de las manos la gran em-presa del descubrimiento . La carta del 2o de Marzoes, á los dos meses de la vuelta de Díaz, revela bien cla-ro el arrepentimiento, aunque tardío, del astuto Monarcaportugués. Pero de aquí á establecer el hecho de que Co-jón saliera de Castílla, 6 que la del Monarca portuguésfuera respuesta á la carta de, Colón, como quiere deducirel americano, hay una gran distancia . Antes bien, eseruego confirma el razonamiento que hemos hecho en k-vw de la permanencia de Colón en Espaip y es una prue-ba más de que Colón no acompaflió á Díaz en su expedí-ción al Cabo de Buena Esperanza . Si Cristóbal hubieraarribado á Lisboa en Diciembre del 87, excusaba el Reyde Portugal rogarle que volviera á su Corte en2o de Mar-zo del 8,s . En vez de asegurarle por carta que no sería re-tenido, ni molestado en el viaje, podfa haberle dado todogénero de garantías', cuando en Diciembre le tenía enLisboa . Sí, al contrarío, le escribió tres meses después,fué porque el descubrimiento del Cabo le dió la segu-ridad de que el viaje á las Indias no era tan descabelladocomo se creía ; D . Juan vió claro desde entonces queColón _no era un iluso 6 un visionario .

El doao americano no se ha f~iado, sin duda, en estascircunstancias ; tomando el 8s de la nota por el fin del año88, ó sea por el afto 88 en Diciembre, mientras que se-gún el cronista Barros, que él mismo cita, la llegada deDfaz á Lisboa fué en Diciembre del 8 7 ~ y no teniendo en.

,cuenta la dlerencía de- cómputos, debida al diverso modode contar de unos y Aros, según nos ha dícho Las Ca-sas, mediante esa equivocación materíal , repetimos, esúnicamente como ha podido incurrir en la contradíccíónde hacer la carta de D . Juan á Colón anterior á la vuelta

rtolomé Díaz y sacarle de Castíll a, y llevarle á Lis-boa en Diciembre del 88 . 1 absurcio esta a la vista : Co-lón. está con Díaz en el mar de Africa desde Agosto

y, sin embargo, el rey de Portugal

263

escribe a Cristóbal en Castilla en 2o de Marzo de! s8 .Está alucínado el americano : el punto es demasiado cla-ro para que 1nSíStamos en él un momento más ; pero nolo dejaremos sin hacer notar una. circunstancia que nosabemos se haya advertido hasta hoy, y que entregamoscon al

L,guna conflanza á los historiadores de los progresosGeografía. Es la síguiente :

Si el descubrimiento del Cabo abrió los oÍjos del rey

de Portugal para acabar de ver con claridad lo razona-ble y verosímil de los planes de Colón, los planes de Colón, ensayados aunque inútilmente por los marinos en-viados por el rey de lPortugal en busca del! nuevo ca-mino de Indias trazado por el Genio, quizá dieron lluz yatrevimiento á Bartolomé Díaz para lanzarse por maresdesconocidos, y doblar, aunque sin saberlo, el temidoCabo de las Tormentas . Esta conjetura se apoya en he-

s y en fechas bien conocidas de todos los geógrafos.Es cierto que los portugueses, á pesar de la Academialundada por D . Enrique con maestros tan notables comoAbraham Zecut, hicieron progresos asombrosos en laijavegaci6n, adelantando cada vez más -,! lo largo de lascostas del Africa ; pel-o viene Colón, se ensaya su pro-yecto aunque inútilmente, y á los dos años adelanta inásBartolorné Díaz en -un solo viaje que todos los cosmó-grafos y pilotos durante muchos años de tímidos aunquegarriesgados pasos y descubrímientos . ,Contribuirían áe-!lo el atrevimiento de Cris , Sbal haciendo perder el mie-do al mar tenebroso, y las luces prestadas á-i BartoloméDíaz por Bartolorné Colón, hermano y profundo conoce-dor de los planes de! Genio , Elfacile est ffiventís aalderetiene aquí una aplicación ffimedíata y oportuna . Como,después de volver Cristóbal de su víaje inmortal, le fué

des-i e-¡]. j Vasco de Gama dar la vueltaai Afríca ; como,pués de conocida la forma de la Tierra y la situación delcontinente americano, fué

fácilá Magallanes atravesar el

estrecho de su nombre y cruzar el Pacífico, completandola a-.r-riesg,-,,,u .a expedición, y dando ta vueit¿,~ a, munvascongado Sebastián Elcano, así también pudo ~~

osadía de Bartolomé Díaz el proyecto de Crk - -'sconocido, ni acaso del todo menosprecíado, por J

ilotos portlugueses .

rte IK-Cap . V.

Sín quitar a estos atrevidos navegantes, príncípal-mente al que dobló el Cabo de las Torirnentas, un apicede su mérito,, la gloria' de todos - los grandes descubdmientes se refunde en últímo término en el hombre es -elarecído que á todos les dió la idea y el impulso. Cuan-

obertson, el gran hístoríador de Carlos V y de 1tampó en esta última. obra estas palabras :éricas, est

«Si la perspicacia de Colón no nos hubiera hecho cono-cer las Américas una feliz casualidad nos hubiera lleva-do á ellas algunos años inás tarde» ; creyendo, sin duda,que hacía una observación aguda y origínal no hízo másque emítir un pensamiento vulgar, Y sobre mezquino fal-so . No fué la casualidad, que es una palabra filosófica-mente sín sentido, la que descubrió la América, comono son casuales tampoco los viajes de Díaz, de Vasco, deMagallanes ; fueron impulsados todos, directa ó indIrec-tamente, por el hombre providencial destinado á produ-cír una transformación relígosa, histórica y geográficaen la superficie del globo y en los destinos del género hu-mano . Fué la Provídencia la que, valíéndose de un ítalia-no como de un instrumento para la realización del gransuceso, quíso sabiamente víncular á España la gloria dela cooperación á ese transcendental acontecimiento .

Mas filosofla que en la erudita obra y en las agudaspalabras del protestante profesor de Edimburgo de¡ siglopasado hay en estas otras de! Cura de los Palacios CICIsiglo XV: «S-abien.do que al rey de Portuga,l aplacía mu-cho el descubrir, él (Colón) se le fué á convidar ; é recon-tado el fecho de su ímaginación, no le fué dado crédito,porque el rey de Portugal tenía muy altos é_ bien 11`�unda-dos marineros que no lo estimaron é presurnían no haberen el mundo otros mayores descubridores que ellos , así

Colón se vino á la corte del rey D. Fernando é de la-- reina Doña Isabel», etc . 1 Sépanlo de una vez los protes-3

tantes y racionalístas, y los énaulos de la honra de Espa-fía : las obras de la Providencia no están destinadas paralos orgullosos - los que presurnían no halber en el mundo

mayores descubridores que ellos, en castigo de su,présúnción tíenen que reconocer hoy que sus grandesüCSCUDrlmientos, que son ¡os del

abo y de ¡asjtales, son debídos al siervo de Dios ., que no estinia-

n66

parfe 1V.-Cap. V.

ron presumiendo serle superíores. Al que conoze-,

,~los caminos de la Providencia, le parecerá tan senclúa co--rno exacta la observacíón de Bernáldez; para los que des-tíerren á la Providencia de las grandes evoluciones de laHistoria, que destruyan :prímero el hecho 6 citen otro deigual magnituj debido al genio del protestantísmo 6 del.acionalisr.no, y entonces podrán argulnos de Maos 6 depoco ñdsóñcos. Esretanto volvamos á la hístoria denuestro Héroe .

TULO

Esputs del 12 de Mayo dei 87 i en que por realescédulas se manda aposentarlo bíen y gratis por

- cualesquíera ciudades, villas y lugares que transi-te ; después del sitio de Baza, donde, si hemos de creer áOrtíz de Zúfíiga, estuvo presente y pele0 como un valien-te en pro de la causa de la civilización, el genovés vuelveá desaparecer de la escena hasta el año gi, en que los in-cidentes son demasiadointeresantes para que los pasemosdesapercibidos . ¿Qué es del Marino y de su proyecto enesos dos aflos mortales que permanece escondido parala Historia, y principalmente en todas las narracíones,colombinas? De la Vída del Almúrante -nada se saca enresumen ; después de referír en el cap. xi su ída á Córdo-ba, la junta de¡ prior del Prado y las ridículas objecio-nes que le presentaron los ignorantes que no compren-dieron los discursos de! Almirante, dice en el cap . xa«que se dilató mucho tiempo la respuesta ; que fué el Al-mirante á Sevilla, y no hallando en Sus Altezas mejorconclusión, díá cuenta de su empresa al duque de Medí-na Sídoñía ; y no concluyendo nada tampoco, determin,irse á Francia, tocando antes en la Rábida para. recogá su híjo D . Díego» . Irvíng, después de referír el sitiotoma de BazaCI 22 de Diciembre del s9, dando por su-

brencía cita da, para Sevilla, contínuacíón,emnto de la salmantina, añ ade: « La agitació -n y

ío de la campaña ímpídíero.q la- conferencía díspues -ierno del 91 no

COLóN, DESDE 1489A

14919 ESCONDIDO A LA VISTA DE LOSMSTORIADORES ; DóNDE Y COMO PASó ESOS DOS AÑOS TAXOBSCUROS EN SU BIOGRAFfA .

ti para Sevilla (pág, 21, y hast-Ir,

In t-nn

~A ~'3yLk

gina2i). En el año 9 i Talavera rec

`s crden de de-a Colón, que se hallaba ¿ la sazón ,=rdobnque-

26S

Parte /V.- Cap .

los muchos gastos de la, guerra Inacían ímposíbieen nuevas empresas .» (Ibíd.) No es extraño, pues, qColón, desazonado con una respuesta semejante, dirigíe-Ya sus pasos por otro camino y ofreciese sus servicios álos duques de Medínasidonía y Medínacelí . Mas comotampoco hallase en estes magnates apoyo, viendo pasarel tiempo y consumirse la vida en amargos desengaños,resolvió ma'charse á Francia, recogí

1

endo a ntes á donDiego, que «estaba todavía, desde el año 86, bajo el cui-dado de su celoso amigo Fr. Juan Pérez1,

g. ~ -,'~

aquí en substancia Irving .Y como la historia del a �merícano es la piedra angu-

lar de todas las modernas narraciones, así como la tra-duccíón de Ulloa es la base de la historia de Colón aldecir del mismo Irvíng, en vano se buscarfa en todos loscolombinos . un rayo de luz para esclarecer el final deldrama, tan obscuro como el principio . Los colombír-os si-guen fielmente á Irvíng, suponiendo con el escritor inglés,que la Corte de España era tan poco sería, y Coló.n ta.nexcesivamente sencillo, que, después de entretenerse una,al otro con evasivas y dilaciones, al fin, y después de cín-co años, se le dió la negativa respuesta . El renombradohistoriador Lafuente, iundado también en Irving, añadenuevas inverosimilitudes : «La apátíca Junta (de Salaman-ca) no resolvió nada, y dejó transcurrir tiempo y años ;como que ni le importaba ., rí en su entender había de te-ner resultado alguno .» Colón vivió en esos aflos, unas ve-ces con el dinero que le daban los Reyes, otras vendiendolibros y cartas de marcar, y, finalmente, á expensas de--los duques de Medinaceli y Medínasidonia, hasta que,,cansado de esperar, pidió contestacíón definitiva al asun-to que propusiera afíos atrás ; y como la respuesta dadaen el 9 1 fué que la Junta de Salamanca había deciaradoirrealizable el plan, aunque templada su dureza por elconstante protector, Deza, y por el cardenal Mendoza,desesperado se resolvió marchar á Francia, etc . ~Ei-i-tíendes Fabio lo que voy diciendo'~ Una Junta de doct-res, presidida por el real confesor, apatica porque no 1

porta saber si hay un hemisferio desconocidoi unarte que se satisface con la Junta, que no resuelve nadasin embargo, da cantidades ií Colón con ánirno

0Lretenerle ; un pretendiente que, llevando en su eamundo, es tan desinteresado que deja pasar los años _con,sumírsele la vída fiado de una Junta apática,re-z;u-,Ive nada -, ,un genio tan indolente que-Inada hace hastaque, cansado de esperar, después de cinco al-nios pide lacontestación definitiva ; y una resolución de lo, junta,fin, que, á pesar de su inconcebible "gHgenda, declarairrealizable el plan colombino ; cada una de estas cosaspor sí, y mucho más reuddas en una sola narración, soncapaces de desconcertar la inteligencía más clara y trans -formar el recto sentido mejor asentado .

Si á estas lindezas se ayegan las círcunstancias queañade el famoso y último colombino, Roselly de Lorgues,queda completo y acabado el cuadro. Después de describir detalladamente y en todas sus vicisitudes el sitio y latoma de Baza, en la que Colón se consagró -á servir contanto valor como humildad la causa del Redentor, diceque durante las ñesas con qüe se celebró en S2villa ta-maña victoria fué imposible reanudar las conferencíassobre lo discutido en Salamanca ; que la relación que lajunta debía remitir á los Reyes no estaba redactadaaún ; pero que Colón, no queriendo esperar los prepara-tivos de otra guerra, ni mucho menos la toma de Grana-da, reuniendo á los suyos los esfuerzos de sus amigos,consiguió que la Comisión Ellara en definitiva, volviendoel obispo de Ávíla á tomar la presidencia, y acordandotodos los miembros, por unanimidad, que el proyecto eraimposible . Á pesar de tan triste conclusión, la Reina en-cargó á Talavera le dijese que los apuros del Tesoro nopermitían ocuparse, por de pronto, de un plan decl irado,irrealizable ; pero que, una vez terinínada la guerra deGranada, se procedería á examinarlo de nuevo,

Pues, señor, no entendemos una palabra en esta ínge-niosa y magnífica lucubración del Conde . La de Irvíng�es falsa, pero posible ; la de Lafuente es ínve -,-osfmíl ycontraria al buen sentido, pero consiguiente en ciertorrodo . Faltaba tan sólo lo contradictorio y absurdo, y eseper0 púltimo toqué á la belleza del cuadro nos le propor-ciona el conde R9selly de Lorgues . N o estar redactadael año ~9 relac£én ; dé la J=ja de Salarr arica, cu andoal É-~abláú, , de: las. c"rencía-s en á ,7-, -nos' dijo que se re-

270

Parte IK-Cap. VI.

dactó dos años después ímperfectamente ; encargar laReina á Talavera diga á Colón que los apuros del - Teso-ro no le permiten ocuparse de¡ plan colombino ; despuésde conseguir que la junta se reuna y por unanimidadvotos Talle en definitiva ser imposible realizarse ; confun-

, por últírno, una junta celebrada en Sevilla el aio 9 i,con la que se supone haber tenido lugar en Salamanca elaño 86, como si la junta fuera ambulante y acom- pañaraá los Reyes en todas sus variadas expediciones, es el col-mo del delirio 6 de la incoherencia . Cuando el viajerosale DI camÍno real, todos sus pasos son de un hombredesorientado . Si no se distingue la cuestión científica re-suelta en Salamanca de la administratíva y de ejecuciónventilada entre los cortesanos, todo es confusión y tínio-blas . Volvamos á nuestra historia .

Después,de la toma de Baza, viendo que se difería in-definidamente el día del cumplimiento de las esperanzasque se le dieran el año 86, una nube de tristeza debió caeren su corazón ; y apuntando acaso en su mente la primeraráfaga de la desconñanza, quizá -.naciera en su pecho laresolución de abandonar una nación empeñada en Im-presas cuyo término no se veía cercano. Cuando en elaño gi marchaba resueltamente á Fran.ela, y províden-cialmente fué detenido en la M-Ibida, á todas luces erauna resolución fija y madura después de muchas dudas yvacilaciones . Para añrmar eso no es necesario ser críti-co, ni Mósofo ; basta conocer algún -tanto el. corazón hu-mano y pensar en la difícil y anyistíosa posición del Ma-rín.o . Cuando se encontró con Fr. Juan, Pérez, no era laprimera vez que intentara abandonar el reino de Castílla .Quién le detuvo en el reino reanimando su abatido esrítu, y cómo vino á parar á, casa del duque de Medína-celí, conjurando la crisis que arnenazaba hundír el pro-yecto en el olvido y al Héroe en la obscuridad, DO 10 Sa-

os ; qUzá se refieran á esta ocasión las palabraseza le detuvo éw Castílla cuando ya estaba, yo ca-

inino de fuera . Quizá el mayordomo del Duque, por unencuentro casual, prometiera proponérselo á. su amo, y,según puede colegirse de Las Casas, fuera el medio pro-vídencíal de detenerle en Andalucía . (Q

zá. . . Pero de-jandp el campo de las conjeturas, do5 '

-i hay aquj,',!

ero : que Colón estuvo yesente y auntomó parte como soldado de la Cruz contra el estandartede la Media Luna en el sitio de Baza, como así lo testificaOrtíz de Zúñíga_ Y segando : que los años de go y partedel gi los pasó en casa del duque de Medínaceli, en

to de Santa María., en Rota, 6 en alguno de los pue-blos de que era señor este magnate . Esto consta de la yamencionada carta del Duque al cardenal Mendoza, 15e-chada en CogoEudo á í9 de Marzo de 1 49 3 , es decir, enlos primeros momentos en que sorprendía á Espafia y ála, Europa la noticia del descubrimiento ; documento ím-portantísímo, del cual no han sabido sacar partido loscolombinos extraviados por un falso sistema, y que en el-nuestro es tan interesante como natural el acontedmíen-to . -El texto es co= sigue :

«Rev.-O Señor : Yo no sé sí sabeVuestra Señoría cómoyo tove en U casa.mucho tiempo á Cristóbal Colomo, quese venía de Portugal, y se quería 1 Arey de Manda paraque emprendiese de ir á buscar las Indias con su favor yayuda, é yo lo quisiera probar y enviar desde el Puerto (deSanta María, propiedad del Duque), que tenía buen apa-rejo, con tres 6 cuatro carabelas, que no me demandabamás ; pero como vi que ésta era empresa para la Reinanuestra señora, escr ibilo á Su Alteza desde Rota, y res-pondíóme que gelo envíase : yo gelo envié entonces, y su-pliqué á Su Alteza, pues yo lo quise tentar, y lo aderezabapara su servicio, que me mandase hacer merced y parteen ello, y que el cargo y descargo de este negocio fuese enel Puerto . Su Alteza lo recibió y le dió encargo á Alonsode Quíntanilla, el cual me escribió de su parte que no te -nía este negocio por muy cierto, pero que, si se acertase,que Su Alteza me daría merced y parte en ello . . . Pues ácabsn y por tenerle yo en A casa dos años y Oberle en-derezado á su servícío, se Da hallado tan grande cosacomo es ésta , .» Veamos asimismo lo que dice Las Casasrespecto á este mismo asunto, completando los vacíos dela carta del Duque: «Contado hemos las repulsas y traba-jos y disfavores que allí padeció (en la Corte, Colón) pormuchos años, por defecto de no comprerider la empresa

, tomo u,

27 2

que les presentaba, ri entender la materia que se les pro-pjnía. á aquellos á quienes los Reyes cometíeron la imáción de ella (aquí, como es claro, habla de los cortesa-nos, no de Salamanca, que en toda su relacíón no men-ciona siquiera el obispo de Chíapa) : el c-infl venido á laciudad de Sevilla, como tuviese noticia de las riquezas ymagnanirnidad del duque de Medina Sidoni,-t . . . Propuestosu negocio , o porque no lo creyo, o porque no entendióla grandeza de la demanda, 6 porque como estaban ocu-pados todos los grandes del reíno, mayormente los deAndalucía con el cerco de Granada . . . Finalmente : pare-ció no atreverse á lo que tan poca mella hiciera en susTesoros y tanto esclareciera el esplendor . . . de su Esta-elo, . . Dejado el duque de Medina Sidonía, acordó pasarseColón al de Medina Celí, D. Luis'de la Cerda, que á lasazÓn residía en su villa del Puerto de Santa María . . .Este señor, luego que supo que estaba en su tierra aquelde quien la fama refería ofrecerse á los Reyes, que des-cubriría otros re-Inos . . ., mandóle llamar ; y haciéndole eltratamiento que según la nobleza y benignidad suya, y laautorizada persona y graciosa presencia de Colón, mere-cía, informáse délmuy particularizadamente, por muchosdías de la negocíación ; y tomando gusto el generosoDuque en las pláticas que cada día tenía. con CristóbalColón . . . hubo de concebir buena estima de su propósitoy viaje que pensaba hacer ., y tener en poco cualquierasuma de gastos, que por ello se aventurasen, cuanto mássiendo tan poco lo que pedía. En , estos días, sabiendo queno tenía Colón para el gasto ordinario abundancia, man-dóle proveer en su casa todo lo que le fuese necesario . . .Satisfecho, . pues, el ilustre Duque de las razones queColón le díó . . . determína no disputar más si saldría conello ó no, y magnífica y líberalmen.te, como si fuese cosacíerta, manda dar todo lo que Colón decía era menester,hasta 304 ooo ducados, con que hiciese tres navios o ca-rabelas, proveídas de comida para un año y para más, yde rescates y gente marínera . . . mandando se pusiesenlos navíos en aquel río :del Puerto . . . Esto ansf mandado,porque más autor-i7ado fuese su hecho envió por lícen-cia real, suplicando al Rey y á la Reina tuvíesúíi por bíeiique él con su hacienda ayudase aqúel',va,rión. ,táfi e

él esneraba eperidad de estos reinos . . .mente y con mds AcAn por la

s que todo resultaría en pros-or Sus Altezas, mayor-eipa, la peticíón de] Du-

. . . Considerando ésta que podía el negocío suceder enalguna egregia y hazañosa obra (ordenándolo así Dios,que quería que estos reinos de tan inmensa grandeza nolos hobíesen sino los Reyes) por persuasión, según sedijo, del generoso cardenal D. Pero Gonz . de Mendoza, ytambién diz que ayudó mucho el susodicho doctísimomaestro Fr. Díego Deza, maestro de! Príncipe . . . Mandó

ína escribir al dícho Duque tenerle su propósito engran servício . . . Pero que le rogaba el se holgase que ell amisma fuese la que guiase aquella demanda, porque suvoluntad era mandar con eñcacía, entender en ella, y desu Cámara se proveyese. . . Porque tal empresa comoaquélla, no era sino para Wyer Por otra parte, mandó,despachar sus letras graciosas para Cristóbal Colór,mandándola que luego, sin dilación, para su Corte par-tiese . Mandó asimismo que de su Cámara se pagase alDuque lo gastado . . . Y en sus navios diz que Colón hizosu descubrimiento .

»No se puede creer el pesar que hobo desto el Duque:pero como sabio. . . conformóse con la voluntad de la Reí-na, creyendo también como crístíano que aquélla era lavoluntad de aos, acordó haber en ello paciencia. Estoasí en substancia me contó muchos afios ha, en esta islaUpañola, un Diego Morales, honrada y cuerda persona,que vino á ella primero que yo, casi de los primeros, yera sobrino de un Mayordomo mayor que tenía el Duque,que creo se llamaba Romero, el cual diz que había sidoel que primero dió relación al Duque de lo que Colónpretendía, y dé causa mucha que le oyese largamente yse persuadiese ¿I aceptar lo que le ofrecía , . ,> Ante docu-mentos y relaciones tan údedpnos y detallados, nosotrosno debemos anadir nada, y lo único que nos toca es fijarla época, encajarlos en la historia y conciliarlos con otrosdocumentos igualmente fidedígnos y otros hechos igual-mente ciertos, suplíendo la falta de que la cart

H 9

tomo x, cap . xxx entero, salvas algunas palabras y pá-os por ilinecesarios~

274

que y narración de Las Casas, como todos los escritoscontemporáneos de la época adolecen .

Así, pues, Colón estuvo dos años en casa del Duque,como dice éste en su carta . Estos dos afíos no pueden seranteriores al go, cuyos pasos hemos seguido, ni posteriores al gi, en que se vedñca el episodio de la Rábida. Lue-go entre el sitio de Baza y la marcha á Francia por la.1Zábída estuvo Colón en casa del Duque; la consecuen-cia es legítima é irreprochable, y lo que deducimos porun razonamiento critico nos lo dice termínantemente laHistoria . Wontado hemos, dice Las Casas, las repulsasque padeció Colón en la Corte por no entender aquéllosla materia que les proponía, y venido á Sevilla se dirigióá los Duques», etc . Luego toda su nárracíón se reúer ea¡final ; luego todo lo que va á narrar es posterior á las re-pulsas que por muchos años sufrió Colón de los cortesa-'nos. Ahora bien : el tiempo que Las Casas deja índeter-minado bajo la fórmula general muchos aflos, nos lo fijanHerrera y el Duque. -Después de haber andado cincoaños en la Coi-te sin fruto, hizo proponer al duque de Me-dina Celi», dice Herrera ~ ; es decir, á fines del S g ó prínci-pios del go ; «é por tenerle yo en mí casa dos años, se hahallado tan grande cosa como es ésta», dice el Duque.Luego estos dos años no pueden ser otros que el tíem- poque media desde la toma de Baza á su viaje á la Rábida,es decir, todo el año go y parte del 9 1 .

Es verdad que 5 Duque indla dos épocas distintas yda dos distintas s=ales : príinera, al principio, cuandodice : «yo no sé si sabe vuestra Señoría que tuve en micasa mucho tiempo á Colón, que se venía de Portugal yse quería ír al rey de Francía », y segi:,nda, « por tenerleyo en 0 casa se halló una cosa tan grande como es ésta» .Oro sí no nos hemos de enredar en nuevas dificultades,deshaciendo la tan laboríosamente tejida narracíón, ne-gando los testimonios de Oviedo y Gomara, y lo que esmás grave aún, desmintiendo al mismo Duque, diremosque son dos ocasiones distintas las en que tocó Colóná las puertas de Medinacelí. Primera, cuando venía dePortugal ; y segunda, cuando se quería ir al rey de Fran-

lv~w.

' Hi.~loria de las Indias occidertales, lib . i, dec . t .', cap .

cía . En la primera, como el proyecto no estaba discutido,y mucho menos aprobado por una Corporacíón tan res-petable como el convento de San Esteban, al duque deMedínacelí, como al de Medínasidoi , -3s pareció unitaliano burlador, como dicen. Gornara y Oviedo : estocuandd se vená de Portugal . Pero después de cíneo afios,y entre ellos tres de esperan-zas dertas, después de estaral servicio de los Wyes y apoyado por Mendoza y Deza,y haber recibido cantidades de! real Erario ; cuando, des -confiando de la Corte, pensó ir á Francía y Ífué detenidopor Deza, ó de otro modo que no sabemos ; cuando al Ense presenta por segunda vez al Duque por consejo del ma -yordomo Romero, á todas luces en esta segunda entrevís-ta Col ón aparecía á ¡os oj os del señor del Puerto com- o otrohombre distinto, burlado por los cortesanos, sí, pero en-tendido en San Esteban, apoyado por dístinguídos hom-bres de Estado, y sobre todo admitido por la Reina su pro-yecto, y dilatada sólo la ejecución por los apuros del Era-río y cuidados de la guerra .

Sí-no hemos de volver á los absurdos y contrasentidosque venímos notando en esta larga discusíón, la cuestiónque propuso el Marino al Duque, como la que se sometiódespués el año 9, a la junta de Sevilla, no era la cíenEfi-ea resuelta en Valcuebo años antes, sino la de gastos,administrativa ir de ejecución, que tantos sinsabores pro-dujo al Marino y á, la Reina . De lo contrario, es precisosuponer que no San Angel, el Escribano de raciones, co-mo dicen los colombinos, sino el duque de Medinacelí,magnate liberal y magnífico, pero sin ínstruccíón, fué elúnico que comprendió al Genio y causa bastante para quela Reina mandara ír á Colón á la Corte y tomar ella á su,cargo una empresa que estaba ya dispuesto á ejecutar elespléndido Barón, como dice terminantemente Las Casas,

-é inEnúa en su carta el Duque mismo . Si hemos de evítar,pues, esos absurdos y aberracíones, convengamos de unavez en la necesidad de recomponer la historia, y con e¡sentido común y los dos citados documentos ordenarla deeste modo tan sencillo corno natural .

esconfiado primero y casi desesperanzado Colón deleumplímiento de una esperanza cierta y síncera, perocuya realizacíón se dílataba Lidefimídamente, después

del sitío de Baza se dd-.gíó á Sevilla, á casa de D . Enide Guzmán, que por las razones que da Las Casas noestimó la oferta . Desechpdo por Medínasidonía, convir-tió sus Aras á D . Luis de la Cerda en su residencia or-dinaría del Puerto de Santa María ; y aquí notaremos depaso la extrafíeza que nos causa el que Colón no hicíerauna excursíón tan Mcü desde el Puerto á la Rábida parasaber de su hijo 0 Mego y de su amigo Urez de Mar-chena, anticipando de este modo dos años el rasgo depatriotismo, y acaso el éxito del negocio . De todos modos,el Duque se complació ver en sus estados al que la famadecía ofrecer á los Reyes un hemisfería Y más den quepor razones y fundamentos de un proyecto que él no es-taba en situación de apreciar, atendida la calidad, ya queno el número de sus patronos y favorecedores, y movi-do por lo agradable y encantador de su palabra, en unarranque de magníticencía resolvió no disputar irás enun asunto que él no entendía . Bastóle saber que en prin-cípio estaba aceptado por la Reina, y que sólo los apurosdel Erario y la contradicción de los cortesanos impedíansu ejecución . Al efecto mandó armar en su astillero delPuerto los tres navíos que pedía el Marino, junto con loscomestibles y gente marinera que formara la tripulación .Pero antes de llegar el caso de embarcarse, un alto senti-miento de patriotismo le obliga á pedir lícencía á losyes, poniendo en conolmíento suyo una empresa en queantes que el Duque estaba empeñada una palabra real .

La Reina, obedeciendo al impulso de sus conviccionespersonales, y aun al sentimiento de honra nacional, y se -cundada en estos generosos y patrióticos pensamientos

oza, y príncipalmente por el constante amigodel Marino, Deza, no sólo no permite al Duque la reali-zación de una hazaña, que era propia de Reyes y no de

-un particular por caraaerizado que sep Ino que orde~na E Duque le reCta á Colón Méndose del mismo

íntanílla, que, intermedio antes para introducirle conel Cardenal, sirve ahora de lazo entre el Duque y los

. Y Quintanílla, que al principio por Deza y Men-doza se persuadiera acaso de la certeza de¡ proyecto ., alver la multitud y diversidad de pareceres vacilaba des-pués, confesando al Duque, como juicio particular su

0

Parte 1V.-CaP. f/l.

e Propl1

a cuenta, que no creía el negocio muy seguro .6 el Contador, como órgano de la regla voluntad,

ordenó al Duque, y el Duque, como buen súbdíto, cum-íendo el regío mandato, envió á Colón á Sevilla, don-

e renovaron las esperanzas y los desengaflos . Y estaes la célebre junta de que hablan todos los historiado-res, sin entender su carácter, significación ni impor-tancía .

En Sevilla, con efecto, se vuelve á reunir el afío gi, ydespués de pasados los dos en casa del Duque, una junta,no de cosmógrafos, sino de políticos y cortesanos ; nopara discutir los fundamentos científicos del proyecto,Ino para aj uñar las condiciones de la ejecución ; no paradar la respuesta de las conferencías de Salamanca, deque ya nadie se acordaba más que la Re ina, en cuyoánimo habían producido una convícción que seis aiIosde contradiccíonew no haTan apagado, y que continua-mente la estaba renovando y soceniendo Deza, sino paradecidir si había. llegado el momento de obrar ; si los re-cursos del Erario y las atenciones de la guerra permitíaná la Corona acometer la empresa que estaba resuelto aejecutar el Duque . Hasta aquí llegan las noticias de lacarta fechada en CogoHudo : de aquí no pasa la narca-cíón de Las Casas, y esto por una razón muy sencilla .El primero ni intervino en los pasos ulteriores, ni le con-venía dar á otro gloria u¡ importancia en una carta quees una espece de memoríal y hoja de servicios . Las Ca-sas ha propuesto antes otras dos distíntas versiones, enque hacejugar otros personajes, y no tenía para qué repe-tírlo en este lugar. La narración, pues, aquí interrumpí-da debe Henarse con otros documentos y otros hechosque fluyen naturalmente, y con un enlace críríco, lógico ynatural, de los que nos han referido por su misma plumael Duque, testigo presencíal y actor de los sucesos, y elsobrino de su mayordomo por boca de Ws Casas. Y aquíviene sencilla y espontáneamente el episodio de la R.á-bida .

COLóN DESESPERANZADO Y RESUELTO Á ABANDONAR DEFI-NITIVAMENTE Á C.,'ISTILLA.-SU ARRIBO PROVIDENCIAL -ALCONVENTO DE LA RÁBIDA .-FR . JUAN PÉREZ Y COLóN ENSANTA FE Y GRANAD A . -NUEVOS OBSTÁCULOS .

CAPIT

OLóN se quería ir al rey de Francia cuando entróen los estados de Medínaceli, como indica el mis-

i-

--

, mo Duque, que le detuvo dos años en su casa.Inhibido éste por la Reina de acometer la empresa, esllamado el Marino á la corte por el intermedio de Quin-tanilla ; y para entenderse con él en el modo de la ejecu-ción , se nombra la célebre junta de cortesanos . Des-echadas las condicíones que para la ejecución proponía el

arino á la junta de Sevilla, no sólo quería irse, conocuando entró en casa de! Duque, Ano que deñátivamen-te resuelve marchar, 37 de hecho marchaba ya para Fran-da, cuando casualmente segun los ateos ó racíonalistas,y providencialmente en el sistema que venimos desenvol-viendo, tropezó con el albergue de un asilo sagrado y eldique de un pecho levantado y patríótíco . El P . Juan Pé-rez y el convento de la Rábida le detuvieron en su de-Initivamente resuelta marcha, y volvieron á ligarle conla nacíón que estaba atacando el Últímo baluarte de lamorísma, é iba provídencialmente,, y corno premio de suTrolmo, á enlazar el gran acontecimiento de los tiemposmodernos con el término de una epopeya de siete siglos-Y estamos en el celebérrimo episodio de lacuya inteligencia según nuestro sistelos documentos .

Si á un hombre de recto sentido , y libre de toda pre -ocupación colombina, -un testigo presencíal le refiríera elepisodio de la Rábida de este modo : « El almirante Crís-

"I

ábída, paraa, apelaremos d

tóbal Colón, vitendo á la arAbada (á Palos) con suíego, que es agora Almírante, á pie, se vino á 1ída, que es monasterio de fraíles en esta villa , el

cual demandó á la portería que le besen para aquel ni-fico pan y agua, que bebiese, y estando allende este tes-tígo , un frále que se llamaba Fr. Juan Pérez , que es yadifunto, quiso hablar con el dicho D . Cristóbal Colón,y viéndole disposición de otra tierra, é reino ajeno, ensu lengua le preguntó que quíén era y de dónde venía» ;si un hombre despreocupado oyera esta narración deboca de un testigo presen~íal, al ver, decimos, el comíen-zo de tan senciLo como verídico relato , es claro , diría,es evidente que Colón tocaba por primera vez á las puer-tas dá convento, y que Fr . Juan Pérez veía por la vezprimera á, Colón y á su hijo .

Pues bien : si el testigo presencial continuara inmedía-tamente y sin interrupción, diciendo : «E que el dicho

istóbal Colón le dijo que venía de la corte de Su Alte-za, é le quiso dar parte de su embajada á que fué á lacorte é como venía, é que dijo el dicho Cristóbal ColónA dicho Fray Juan "rez como había puesto en pláticaá descubrir ante S. A., é que se obligaba á dar tierraf,,-rme, queriéndole ayudar S . A. con navíos, é las cosaspertenecientes al dicho vi¿~je, é que conviniesen : é quemuchos (no todos) de los caballeros y otras personas queasí se fallaron al dicho razonamiento, le volaron su pala-bra, y que no fué acogida, más que antes facían burla desu razón diciendo que tantos tiempos acá se habfan pro-bado y puesto navíos en la buscar, é quetodo era unpoco de aire, é que no había razón de ello », el hombreimparcial y de recto sentído añadiría : no hay dudala primera y única vez que tocó Colón con`su hijo a laspuertas del convento, y tropezó con Fr . Juan Pérez, es

ando vería de la coae, donde habfa puesto en pláticaá descubrir ante S . A . ; y muchos, no todos, los caball-ros que se fállaron al razonamiento, le volaron la pala-

y facían burla de su razón .Y sí el testigo siguiera diciendo sin ínterrupción : « E

quel dicho Crístóbal Colón, viendo ser su razón disueltaconoc=ento de lo que ofre--fa de ofrecer ye vino de la corte, é es iba derecho de esta

CoMn resuelto ~,' ai'i~

28o

Part M-C* V11.

villa á la villa de Huelva, para fallar y verse cor. un cufía-do, casado con hermana de su mujer, é que á la sazón es-taba y tenía por nombre Mullarjé que víendo el dichofraile su razón, envió á llamar á este testigo, con-el cualtenía mucha conversación de amor, é porque alguna co-sa sabía del arte astronómica, para que habluse con el di-cho Cristóbal Colón, é víese razón sobre este caso deldescubrir ; é que este dicho testigo vino luego, é fablarontodos tres sobre dicho caso, ¿ que de aquí eligíeron luegoun hombre para que llevase una carta á la re¡na DofiaIsabel, que haya santa go1ria, del dicho fray Juan Pérez,que era su confesor » (6 lo había sido, dice Las Casas),al oír el juez recto y crítico imparcial esta parte de lanarración del testigo de vista, diría : No hay duda : al to-car Colón en el convento iba á Huelva á dejar á D . Díe-go en casa de Muliar, míentras él hacía su víaje á Fran-cia. Y volviendo á leer toda la relación íntegra, concluí-ría en sentencia definitiva : Es obvío, es índisputable ; asílo exigen todas las reglas de la exégesis . Cuando Colón,viniendo de la arábada, demandaba á la portería pan yagua para su hijo, y Fr ., Juan Pérez, viéndole «disposí-ción de otra tierra y reino ajeno,Ae preguntó en su len-gua quién era y de donde venfa», es indudable que Colónno venía de Portugal, pisando por la vez primera tierraespañola, sino de la corte de Su Alte,za, donde inuchos,notodos, los caballexos le volaron la palabra, y fué su ra-zón dísitelta en ian poco conocímiento de lo que pensabafacer y citií4,plír ; y entonces fué cuando Fr . Juan Pérezenvió á llamar este testigo, con el cual tenía 7nucha con--versacíón de amor, é Porque alguna cosa sabía del arteastronómica, e los tresfablaron sobre el dicho caso dedescubril é de aqui ellieron un hombre para que lle-vase una carta á la reina Dofia Isabel .

Sí un hombre de buen sentidolcon sólo saber leer unescrito, y sin hacer uso de las altas reglas de la crítica .,que se usa en la escuela de los colombinos, uniera la relacíón en una sola escena, sin que le ocurríera la me-nor duda diría que la segunda y tercera parte son la res-puesta y natural continuación de la primera . Pero loscolomános, que tíenen ojos y no ven, oídos y no entien-

isuelta su razón, no por el poco conocímíento,

por sobra de voluntad de apartarse de la verdad,divíden en dos 6 tres partes la declaración del ffsíco Gar-cía Hernández, cuyas palabras textuales hemos copiado,y dicen : la ¡da de Colón á la Rábida, el encuentro d

n con Colón, y la extrañeza del traje, y la pre-gunta en lengua italiana de quién era y de dónde venía,toda esta primera parte, en fin, se verífica al principiode! drama el ario 84 -jl 85 ú 86, esto es, cuando Colón ve-nía de Portugal, 6 de Génova, Ó de Venecia, ó de ingla-terra . Y aquí queda en suspenso la pregunta y la escena,y la narración del testigo, hasta que, después de sieteaños y miles de vicisitudes, vuelve Colón á la Rábida, yel Marino da al religloso la contestación que se contieneen la segunda y tercera parte del relato . Más breve ymás claro : Fr. juan Pérez pregunta al desconocido en elaño

84 ú 86 quién era y de dónde venía ; Colón respondeen el año gi que venía de la corte, donde había puesto enplática el descubrir ante S. A, y muchos caballeros levolaron la palabra . Como se ve, los colombinos son consí -guientes : han tenido cortadas las relacíones de Colón yllérez por espacio de seis afflos, sin que el padre se acuer-de DI hij o, ni el amigo de! amigo ;. es lógico ahora dedu-cir lo que Colón responde el año 9 -~ á la pregunta que Pé-rez le hace el año 84 . Así se explica el ávido y sHenciode los seis aflos . Una vez en este camino, ya no paranaquí las líndezas de los colombinos .

la relación del físico Hernández, que sabía bien loque se deba, coUgese ácilmente que cuando U. Juanenvíó á llamarle por tener con él ~<miicha conversación dea=r, é porque alguna cosa sabía del arte astronó.rníca,é fáblaron los tres sobre este caso de descubrir, y comoresultado de la fabla eligieron un hombre para que lleva-se una carta á la Reína», colígese que todo esto frué des-pués que Colón había reespondido á Pérez que ven,fa de lacorte, donde algunos caballeros le habían volado la pala-bra. Pues bien, como, al decir de los colombínos, FrayJuan llamó al Hernández el año Sp wando llegó á la por-terfa, síguese que antes que el desconocido le respondie-ra que venía de la corte, 6 que sin saber Fr. juan que,Colón venfa de la corte, fablaron los tres sobre este caso

escubrír . Y sin duda la fabla se queda en

282

Parte IV.-CaP . 1/11 .

entonces, hasta que al ún, después de cinco, seís 0 sieteaflos de pretensión en la corte, y de volarle los caba-lleros la palabra, la fábla de los tres en el aEo 84 dapor resultado en el año gr elegir un hombre que lleye lacarta á la reina Isabel . Bastaría este primer absurdopara desechar la versión colombina ; pero hay más to-davía.

Al decir de los historiadores, Colón, sin dar respuestaá 0 . Juan sobre quién era y dónde venía, márchase á lacorto dejando al Guardíán encomendado el nTíco paraquien demandaba pan y agua á la portería ; y sin embar-go de que en siete aflos de ausencia no vuelve á pregun-tar por él, Fr . Tuan, que no merece recibir contestacióndel padre, cuid7a del hijo como sí fuera la prenda másquerida de su corazón . Pero he aquí que después de seis(S siete aflos, cansado de burlas y de desaires, vuelve elMarino con la respuesta, retiriéndole detalladamente suscuítas cortesanas, Entonces el religioso sale de su apa-tía ; envía primero una carta á la Reina, vuela despuésen persona á la corte, y. . . lo natural era que el nMito

íego, que abandonado por su padre verdadero ha-da encontrado un padre adoptivo en Fr . Juan y un asiloen el convento, lo natural era que, en los días que iba ádurar la negociación en Santa Fe, permaneciera el níffito

. Díego en la Rábida, donde llevaba siete acos de Os-ítalída.d, sirviéndole de ayo y protector y maestro otro

fraile que supliera las veces de! generoso Pérez. Lo na-tural, lo verosímH, lo lógico, sería ese proceder del, con-vento ; pero como en la narración colombina ¡as cosas,suceden al revés de lo que el buen sentido dícta, de loque inspiran las reglas de la prudencia, Pentras frayuan estuvo esperando la respuesta de quién era Colón,D . Díego, su hijo, estuvo en la Rábida muy tranquilo, ysin que nadie le molestase ni interrumpiese en su educa-cán . Pero apenas vuelve su padre D . Crístóbal con larespuesta, y Pérez primero y D . Cristóbal después, mchan. á la corte á negocíar el gran ac.ontecímíehabía dé transformar la tierra, todo es contrarío

adon

Mego . Para el pobre nilo, que tanta compasión inspira-ba cuando pedía pan y agua en la portería, ahorasu padre va á descubrir un hemísferío se acaba de re-

^

ala caridad de los frailes, y el nírio es arrancado,violentamente de sus brazos . Al decir de otro testigopresencíal, tan fidedigno en este punto como el físicoHernández, «al tiempo que se partió (Colón para la cortedesde la Rábida) le díó á D . Díego, su hijo, en guarda áeste testigo (Juan Rodríguez Cabezudo) y á Martín Sáp-chez, clérigo la

No sabemos sí el lector tendrá gusto y paciencía para-seguir escuchando los desatinos en que abunda la novelacolombina ; por nuestra parte renuncíamos á la enojosatarea de ponerlos más en relieve y, según nuestra cos-tunTro de apelar á los documentos y no añadir una solapalabra de nuestra propia cuenta, sino tan sólo ordenar-les, poniendo á cada uno en su lugar, y cuando más,hacer algunas Hamadas ó formular algúlin raciocinio, quesometemos, sin embargo, al juicio del lector . Siguiendonuestra costumbre, continuamos la relación con las pa-labras mismas de! físico Hernández

Nos ha dicho que, después de fablar los tres sobre elcaso de Colón , elígíeron un hombre para que Hevase una

ta á la Reina del dicho Fr. Juan Pérez, que era suconfesor, y luego sigue sin interrupción : «E cual porta-dor de dicha carta Té Sebast1n Rodrfguez, un piloto deLepe, é que detuvieron al dicho Cristóbal Colón (con suhijo D . Diego, se sobrentíende) en el monasterio fastasaber respuesta de la dicha corte de S A. para ver loque por ella proveían, y así se fizo : é dende catorce dfas-la Reina nuestra señora escribió al dicho U . Juan Wrez,agradeciéndole mucho su buen propósito, é que le roga-ba é mandaba que luego, vista la presente, parecíese enla corte ante S . A . é que dejase al dicho Cristóbal Colónen segurídad de esperanza (es decir, renovándole las,esperanzas cíertas que se le d1ron en el aio s6, lo cualno fué debido á una simple carta de 0. Juan Pérea Anoá la convíecíón que nunca la abandonO eso es claro ytodo conErme desde nuestro punto de vista), fasta queS . A . le escribiese (á Colón como es claro, diciéndole :llegado la hora de cumplir la palabra), é vísta la dicha-

RRErE : Proban~a def'Pkito, tOMG III, P~1,- 58o.

C

284

1 Parte !V.-Cab. V11.

carta é su disposícíón, secretamente (siempre es reser--vado lo favorable) se partió antes de medía noche el dí-cho fraile de! monasterio, é cabalgó en un mulo, e cum-plíó el mandamiento de S. A . » . . . Hasta aquí la declara-cíón del físico, que interrumpimos para intercalar la deKodrjuez Cabezudo que dice : «Sabe que puede haberveinte y dos afflos vido al Almirante víejo en esta villa deMoguer, andando negociando de ír á descubrir las Indiascon un fraile de San Manchco, que andaba con el dichoAlOrante, é que á este testigo le demando el dícho Almi-rante una mula (lo que prueba que tenía alguna relacíóncon él para pedírle la mula y dejardespués á su cuidadoal hp o Y MegoS en que fué el

dicho fraile á la corte á ne-gocíar, y se la díó .» Ahora sigue el físico Herilández : «Ecabalgó en un mulo, é_ cumplió el mandamiento de S . A.,é pareció en la corte, é de allí consultaron que le diesenal dicho Cristóbal Colón tres navíos para que fuese ádescubrir é facer verdad su palabra dada (antes de esohubo algunas dificultades que el físico ignoraba : lo autén-tico de su declaración se límíta á lo que él presenció ; lomismo sucede á Juan Rodríguez Cabezudo, y aun á lacarta del duque de Medinacelí), é que la Reina nuestrasefiora, concedido esto, envió 2 .000 maravedises en flori-nes, los cuales trujo Díego Príeto, vecino de esta villa -, élos díó con una carta á este testigo para que los diese áCristóbal Colónyara que se vistiese honestamente y mer-case una vestezuela , é pareciese ante S. A. 9 é que eldicho Cristóbal Colón recibió los dichos 2 .000 maravedi-ses, é partió ante S. A ., como dicho es, é de allí vinoroveído (desde aquí ya sale de su esfera el físico, y

e muchas cosas que pasaron en la Corte) de licenciapara tomar los dichos navíos que él señalase que conve-da para seguir el dicho viaje, é de esta fecha fué el con-cíerto é compañía que tomó con Martín. Alonso Pínzón(ése es el objeto principal de la decáracán : probar quePinzón no haWa intervenido en la idea del descubrimiento,,sino tan sólo en la ejecución, para lo cual todo lo referidoera un peámbulo necesario) é Vícente Yá-5--iez, porqueeran personas sulicientes é sabidos en las cosas de rnar,los cual.es, allende de su saber, é del dícho Cristóbal Co-Jón, le avisaron e pusieron en muchas cosas, las cuales

on en provecho de dicho viaj e, ¿ de esta preesto sabe u»

uí el tan célebre como desfigurado epísodío '~iducído á la verdad histórica y despojado ~

las novelescas Trcunstancias de que lle han revestido ' )scolombinos . En ello creemos honrar más á la ilustre Emí-lía francíscana, de la cual somos sínceros adOradores,y al esclarecido Fr . Juan Pérez, á quien damos un puestomás importante en el cuadro del descubríCento, que átodas las ínvenciones

'novelescas . Para dar á Fr. Tuanel honor que se merece de justicia, y á la Rábida el des-tino que le estaba reservado en las altas mbas de la Pro-videncía, no es necesario fFalsíficar 12. Historia, ni suprimírel buen senEdo, ni faltar á las más obvias reglas de las,-na crítica, La Rábida y Fr. Juan son tan sólo lo que sedesprende de la declaración del físico Hernández. Peroaun así, y dentro de esa árida pero sencilla narración,son grand

'es Eguras en donde todo lo que favorece al

Genio, aún no descubierto, adquiere una mag5tud de re-flejo mayor que todas las grandezas de la Historía . LaRábida sólo se puede comparar con San Esteban de Sa-lamanca, así como á Fr . Juan Pérez sólo puede oponér-sele Fr. Diego Deza . Pero, como es claro, cada lugar ycada persona son ilustres en su tíempo y destino propio,cada uno en su propia esfera .

Si en letras, en sanúdad 6 en servicios prestados á laIglesia, á la sociedad y á la Historia hubiéramos de po-ner en parangón las dos Ordenes hermanas de San Francisco y de Santo Domingo, dificil seria la resolución, y lamás segura sentencia consístíría en decír que ambas sonbeneméritas de la Relígió-n y de la sociedad, ó, como dicealmes, sí la Iglesia no hubiera elevado á los dos Patr

cas á los ahares, el género humano, síngularmente laUropa y la América, debieran levantarles una esotuade adGración Y reconocimíento . Pero sí en particular secomparan los dos conventos y los dos hombres en la es-fera especial de la Ciencia, colocar á un convento frar-císcano que tiene por misión moralizar á los pilotos, so-bre un convento dominicano que es la lumbrera de la �

, NAVARRETE, Frckw7,ag, tomo m,

286

Parte ¡V.

Cap. VIL

niadre de todas las ciencias ; comparar al Guardíán deuna Comunidad separada del comercio literario con elcatedrático de Prima, respetado entre los sabios sF_

tinos, es una especíe de paradoja que sólo podía tenercabída en la fantasía colombina .

No ; no era el destino de la Rábida discutir la cuestÍóncientáca, que estaba ya resulta en San Oteban; comono era la misión ni consiste la grandeza de Fr. JuanOrez en persuadir á la Reina de lo seguro é importante,del asunto. Lo primero estaba yarealízado en San Este-ban ; lo segundo por el prestigio de Fr . Diego Deza. Lasemejanza entre las dos casas y los dos frailes, consiste,en haber sido ambos el medio providencíal de contenerla natural impaciencia ~de Colón para vencer con apoyode ambos la malicia ó ignorancia de los contemporáneos .1,a paridad consiste en tener ambos frailes la perspicacíabastante para comprender á la primera ojeada al Genio, 6más bien al enviado de! cielo ; en estar ambos frailes dota-dos del suficiente valor moral para oponerse al torrentede la opinión cortesana ; en gozar ambos del ascendientenecesario para sostener á Colón en sus desfallecimientos,in3uir en el ánimo de la Reina, en las príncipales vícisitu-des del negocin y Hgal en fin, la gloria del descubri-miento á la suerte y destino de la nación católica . Consí-derado desde este punto de vista el guardián de la Rábida,nos importa poco saber si era cosmógrafo y humanista,como llama á U . Juan Urez de Marchena el historiadorGomara ; así como para probar que era buen astrólogono le aplicaremos las palabras dichas por la reina Isabeldel Fr. Antonio Marchena, como lo hace el Conde fran-Tés 1 .

Tampoco vamos á =producir la cuestión ventilada enotro lugar sobre el cambio y trueque de nombres . Sólodiremos por ahora que los documentos originales, la vi',de! Alinirante, Las Casas, el físico Hernández y eloRial del regio mandato, leído en San Jorge de la

' Tomo i, P69,72 .

:abi

da, que charemos después, le llaman Fr. . Tuan Pérez ásecas, y sólo desde Gomara y Herrera se ha principiaá añadirle el de Marchena, Hamándole Fn Juan Pérez dp

Marchena. -Y =nos aún nos fij aremos en la círcunstancíade ser llamado confesor regio, -no porqúe lo hubiera sidooficíaimente, sino por haber sido elegido por la Reina

la confesase en alguna de las frecuentesdones que hizo á Andalucía, en Señila quizá, puesque la Reina, desde el princíplo, tenía su confesor, queera Talavera . Y no nos detenemos en esas menudencias,porque eso de andar rebuscando dignidades para pngran-decer á un personaje se queda para los colombinos . Asícomo no conciben las conferencias de Salamanca sin elaparato que, para suplir hoy la falta de grandeza real, seda á todos actos oficiales, así no comprenden al héroe

. Juan Pérez sin vestirle de circunstancias poétícas yponerle en situaciones de efecto ; que fuera confesor de laReinn 6 la confesara alguna vez ; que fuera cosmógrafoy humanista en este ó en el otro grado, puede sostenerse6 disputarse . Pero todo eso es muy pequeño y ordinarioen el asunto de que se trata . No, y MI veces no ; la gran-deza de Pérez es más excelsa y gloriosa que todas las no-velas, á que ha dado origen .

La misión especial de Pérez en la historia del descu-brimíento, y, por tanto, en la historía general, consiste ensu profundo conocimiento del hombre, de la sociedad ydel corazón, á cuya luz distinguió á la primera ojeada alhombre providencial que estaba destinado á dar unaépoca á la Historia . La gloria de Fr . Juan Pérez consisteen descubrir al primer golpe la infernal trama cortesana,que, ahogando la voz del Genio y del Héroe que le hacesombra, emplea todos los medios, por reprobados quesean, para alejar de su presencia una grandeza moralque la asusta y avergüenza. El mérito de Fr. Juan Pérez=salta en el celo por el bien de las almas, y en el patrio-t1srng por la honra de la nadón, que, al verlas en peligroy malograda la ocasión, al verlas perderse por mezqui-nas pasiones y disculpas insubstancíales, toma la heroicaresolución, primero de escribir á la Reino y después devolar á Santa Fe, sacrificando su reposo, su, amor pro-pio y hasta su reputacíón, por salvar esos dos objetostan caros á su corazón, y por los cuales estaría dispuestoá sacríRcar la vida . El heroísmo de Fr . Juan, como el delos domínicos de San Esteban, consistió en tomar á su

288

Parle IV.-Cap. VIL

cargo la defensa de una causa que, 1 parecer, estaba .jurdida, y, de todos modos, estaba desacreditada entrelos cortesanos, y desahuciada en la opinión común de lasgentes . El que no haya peleado alguna vez por la justiciaÓ i or el Inonor ; el que contra el común sentir extraviado'Pno se haya puesto alguna vez de parte de los oprimidos ;el que por sostener lo que cree justo 6 decoroso no hayadesafiado las burlas de los unos, la mala fe, de los otros,la oposición de todos, no puede apreciar el valor d

'e ese

arranque generoso que llevó á Fr . Juan Urez ante lasantesalas de la Corte .

Fr. Juan Pérez, más bien que en la cuestión cántáca,que estaba wntHada y resuelta, fijó su mirada penetran-te en los pasos y vicisitudes del negocio . En el relato queoyó de boca del Genio saldría la Junta del prior del Pra-do, la acogida de San Esteban el 2o de Enero en Alcalá,y la hermandad de los franciscanos del jesús con los do-minícos de Salamanca, y Fr . Antonio Marchena, el buenastrólogo, que estuvo siempre conforme con su parecer,s7 Mendoza, y Cárdenas, y Cabrero, y Meánacel! y cuan-tos sincerarnente le apoyaron y favorecieron . Pero tam-bién píntaría el Marino con los negros cobres de la tás-teza y de la indignación la malignidad 6 envidia de losunos, la torpe tenacidad de los otros y la antipatriótícaoposición de todos los cortesanos que se le oponían .

El físico Hernández canite todos estos pormenores ensu declaración ; pero, sin salir del cam. ¡no del buen sentidoy de las leyes de la crítica, puede suponerlos y darlosor ciertos la Hísorib E mérito del Guardián consiste

lanzar una ojeada de atención al relato del Maríno,haber comprendido la cuestión en su tnanscendencia y la,trama en todo su enredo, y con su mirada de águila, suheroico patriotismo y su abrasado celo por la extensíón,

11,

del reino de jesucristo, haber formado la resolucíÓSn deemplear todos los recursos de su ingenio y elocuencia, ytodo su ascendiente en el corazón de la Reina, para sacará flote un proyecto que parecía estar perdido deSTáva-mente . El físico no nos dice tampoqo el contenido de 1carta á la Reina ; pero la honda impresión que la causinos revela la contestación recibida á los catorce dÍas . Ladeclaración del testigo no pinta los talentos diplomáticos

C~ol6n -resuefto ~ abandonar ~ Ciislilla.

.289

franciscano y el ascendiente que gozaba en la Corte ;o le descubre el honroso y conflidencíal encargo que

Isabel le encomienda . Qué sentimientos e_ncerraba aquelcorazón oculto bajo el burdo pafío del hábito franciscano,tampoco lo dice el testigo ; pero nos '.o descubre el Guar-dián cuando á media noche sale del convento y se pla

Santa Fe, y no vuelve hasta que deja el negocio des-pachado .

Hemos despojado, en fin, á Fr . Juan del carácter no-velesco con que se le ha pintado hasta aquí en la leyen-da . No introducimos á la Rábida en escena hasta el finaldel período . Privamos de ser ed-acado , en el convento áD . Diego, que durante las negociaciones fué dado enguarda, no al convento, sino á Cabezudo y al clérigoMartín Sánchez, y durante el viaje del descubrímientoestaba estudiando en Córdoba con su hermano D. Fer-nando . Fr . Juan y la Rábida no tienen culpa de no haberconocido y albergado á Colón antes del año gi, ni lo tar-dío de la fecha en que entran en ila historia menoscaba unápice su mérito . Pero el feliz y provídencial viaje de Co-lón al convento, y el importante y sublime papel que hís-tóricamente desempeña Fr. Juan en el desenlace, valenmás en la historia del descubrimiento y de¡ género hu-mano, que el ridículo, inverosímil y á todas luces fálsoque le hacen jugar los colombinos .

De! juicio que formen los historiadores y literatos deesta nuestra modesta recomposición histórica nos im-porta poco, porque, de ser impugnada con datos y argumentos convincentes, seríamos los primeros en reconocerel error, como ahora creemos un deber proclamar lo quejuzgamos la verdad histórica . Lo que sentiríamos en lomás vivo y delicado del corazón, sería que la ilustre Or-

eancicana se ofe -ndíera como si hubiéramos arre-cza una de las joyas más preciosas con

que hasta hoy ha tejido su corona de gloria, No ha sidoésta nuesti-a intención : al contrario, con la verdad histó-rica creemos haberla dado más honra que con la leyendatodos los colom- binos, Se la hemos dado muy cumplida S.

onío Marchena, que en el orden cíebtífico ríva-¡la con Uza, puedo que de ambos habla Colón en tér-

os parecidos, Sí de Deza dice que miró por su, honra20

Parle ¡V.-Cap . Vfl.

desde que entró en Castilla, y fué la causa de que losyes tuvieran las Indias ., de Marchena dice que en sietearios de oposición en la Corte no halló ayuda de nadie,salvo en Fr . Antonío Marchería . Y luego les igualado dice que sólo dos Mes le fueron constantes . Hemoshecho íntervenír además al insigne converito del jesús,donde murió San "ego de Alcalá, en la resolución de laCorte de admitir á Colón á su servicio, dando hospedajey hacíendo suya la causa de los dominicos en San Este-ba n. Y si, por últím o, dej amos á la Rábida como el recur-so ñnal que tenía reservado la Providencia para unir losdestínos de Colón y del descubrimiento con la Corona deCastilla, en su propia esfera cada una y en su respectivolugar hemos igualado en la sublíme misión y en la gran-deza del destino á Urez con Deza y á la Rábida con SanEsteban . De este modo es debído á las dos Ordenes her-manao que no rivalizan sino en las letras y en la virtud,que sólo son émulas una de otra en los grandes serviciosprestados á la Religión y á la socíedad, estando enlaza-das ambas, decimos, con, los dulces lazos de la eficaz co-operación á la gloria del gran acontecimiento. Esto es loque en nuestas modestas investigaciones hemos descu-bierto con grandes trabajos y fatigas, y asf lo proclama-mos á la faz del mundo y de la historia, con la sinceridad,recta intención é imparcialidad que nos caracteriza .

DELIDAD DE SAN ANGEL .�RASGO DE LA REINA CATóLICA .�ARREGLO DE LAS CAPITULACIONES.-COLóN EN EL PUER-TO DE PALOS .

del episodio de la Rábida, ya no niedía cues-9tión alguna ímportante , sólo queda por aclarar elcarácter de la peroración de San Angel, que, según

lo que repetidamente llevamos probado, debe reducirse ásus términos naturales . No fué científica, como quieren!os colombinos, sino simplemente una cuestión de oportu-nidad, de ejecución, en la que intervino el Escribano deraciones . Cábele también su parte de gloria, que nos-otros le concedemos gustosos ; pero secundaria, de reflejo,cual conviene á un empeado de la Real Casa que, entre laturba de cortesanos, fué el único que tuvo valor para ha-blar á la Reina en los términos que dice la Historia . Bajo

e concepto, nos es indiferente tomar la relación des Casas, de la Eda 01 MUrante ó del gran historia-

dor Antonio Herrera . Todos están conformes entre sí, ysubstancíalmente todas son iguales ; lo que importa espenetrar su verdadero sentido, y en ello insistiremos :-nos es indiferente uno ú otros relatos ; escogemos, sinembargo, la drel obispo de Chiapa por ser desconocidade la mayor parte de los historiadores y haber sido publi--cada recientemente .

s bien ; Las Casas dice así : «Recíbido este despa-cho, Cristóbal Colón fruése á la corte, y el Guardíán dicho(Pérez) y algunas personas (Deza, Mendioza, Cárdenas,Cabrero, el tesorero Sánchez, la marquesa de Moya, la

iga de la Reina ; Doia Juana de la Torre, ayae = Juan; An Angel, Quintanifia, y, según -nostes el mismo Las Casas, Talavera), puesto

en comparación de los impugna

CANTULO VIII

292

Parte IV.-Cap. Vill .

las que le favorecían, suplican á la. Reina que se torne ahablar de ello . Hicíéronse de nuevo muchas díligencias .,juntáronse muchas personas, hobíéronse informaciones_de filósofos y astrólogos y cosmógrafos (sí, con todo, en-tonces algunos perfectos había en Castilla) -el paréntesises de Las Casas, y á él añadimos nosotros que sí esosMósofos y cosmógrafos discutieron otra vez el punto en1 terreno cientáco, sería de propia cuenta, puesto que enel ánimo de la Reina estaba resuelta la cuestión desde elaño 86-de marineros y pilotos, y todos á una voz decíanque era todo locura y vanidad, y á cada paso bulaban yescarnecían de ello, según que el mismo Almirante mu-chas veces en sus cartas á los Reyes refiere y testifica .»(Esta constante y tenaz oposición prueba las razones quemovían á la Reina para retrasar la ejecución de un pro-yeccto que ella creía seguro é importante ; no podía pres-cíndir de la turba que la ayudaba á lanzar los moros deGranada, que era 1 interés supremo en aquellas circuns-tanclas, y por eso tenfa que transigir ; pero esa misconsideración es la señal más segura del ascendiente queejercían en su ánimo Deza, Marchena y Pérez cuandotuvieron fuerza moral bastante para contrarrestar prí-mero, y vencer al En, el terreno de la oposición cortesa-na, cada cosa en su lugar.) Y sigue el texto :

<,Hacía más difícil la aceptación de este negocio (aqujen donde cargaron el clavo, según la gráfica expresióndel Marino y por consecuencia la principal dificultad ála sazón era, no la cuestión científica sino) lo mucho queCristóbal Colón, en remuneracíón de sus trabajos y ser-vicios é industria, pedía, conviene á saber : Estado, Almí-rante, Viso-rey y Gobernador perpetuo, etc. Cosas que,á la verdad, entonces se juzgaban por, muy grandes y so-beranas como lo eran, y hoy por tales se estimarfan,puesto que mucha fué entonces la inadvertencia, y hoylo fuera no considerándose que, si pedía esto, no era Inocomo el que pide las albricias de ellas mismas . Llegó átanto el no creer ni estimar en nada lo que Cristóbal Co-lón ofrecía, que vino en total despedimiento, mandandolos Reyes que le díjesen que se fuese en hora . buena . Elprincipal que fué causa de esta ultimada despedida secree haber sido el priw del Prado y los que le segu .'

de creer es que, no por otra causa, sino porque otra cosano ailcanzaban ni entendán : el cual, despedído por man-dado de la Reína, despidióse él de los que le favorecían.~,

~<Tomó el camino para Córdoba con determinada vo-tad de marcharse á Francia y hacer lo que arriba se

dijo : aquí se puede bien notar la gran constancia y ánimogeneroso, y no menos la sabiduría de Colón, y tambiénla certídumbre que tuvo del descubrimiento, que, víéndo-dose con tanta repulsa y contradicción, afligido y apreta-do de gran necesidad, que quizá aflojando en las merce-des que pedfa- . los Reyes se movieran á darle lo que eramenester para el víaje . . . no - quiso blandear en cosa algu-naisino con toda entereza perseverar en lo que una vezhabía pedido �a (Con el respeto debido á L-as Casas, nosparece muy recargado el cuadro, y atendidos todos losantecedentes, nos es costoso el creer que la Reina le des-

¡era definitivamente .) La traducción de Ullo,'a, empeña-do en reblar á Españía, no va tan lejos, y sólo dice lo si-guiente : «Partido el Almirante de la Rábida con Fr . JuanPérez al campo de Santa Fe. . . habló éste á la Reina contan grande instancia, que logró que S. M . mandase vol-ver al tratado- ; pero como por una parte lo contradecíanel prior del Prado y sus secuaces, y por otra pedía el Al-rairantazgo, el título de Virrey y otras cosas de tanta es-tímación é importancia, pareció cosa dura concedérselas ;pues saliendo con la empresa parecía mucho, y malo-grándose, ligereza ; con lo cual cesó el negocio . . . Siendoestas cosas (que pedia) tan importantes, y no queriendoSus Altezas concedérselas, se volvió á Córdoba para dis-poner su viaje á Francia .» Hasta aquí Moa, de donde pa-rece colegirse que no fueron los Reyes los que le despi-dieron, sino Colón el que resolvió marcharse, vísto que

s Reyes, 0 más bier, los cortesanos, no le concedían suspeticiones . Y esto conñrma nuestra constante opiniónque en Santa Fe no se trataba de los fiandamentos cíentía-ficos del descubrimiento, sino de las condiciones impues-tas por el Marino para llevarle á cabo, 6 sea de las capi-tulacíopres . En esta idea está fundado el discurso de Sanngel .Ahora sigue Las Casas : «D,-spedido esta segunda vez

andato de los Wyer-, acompafiado de harta tríste-

e

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za y d=vor, como cada uno podrá considerar,_ saliósede la ciudad de Gran.ada, donde los Reyes habían ya . . .entrado á dos días del mes de Enero (de gz), en el mismomes que salió

(Colón) para proseguir su ¡da á Francía .Entre otras personas que le ayudaban en la corte y desea-ban que su obra se concluyese� dé aquel San Angelque dijimos arriba, Escribano de racíones .» Aquí senosocurre el dudar que fuera sólo este personaje el que seinteresara con la Reina, estando en la corte Pérez, Dezay demás patronos de Colón . El mísi-no Las Casas, _refi-riéndose á los favorecedores del Marino, cíta á Mendoza,Deza, Talavera y Cabrero, afiadiendo : «Debieron, cier-tn de ayudar en ello mucho ; pero no bastaron, porqueoro, á lo que parecerá, hizo más, y éste fué un Luís SanAngel,» etc . u

Si no estuviéramos acostumbrados á las omisiones éinexactitudes de los historiadores, nos abrumarían estaspa5bras del obispo de Chiapa ; pero nos ha costado mucho trabajo discernir la verdad y llenar los vacíos de lahistoria de Colón para que una frase nos haga vacilaren nuestro sistema . También el mismo Las Casas poneaquí entre los favorecedores de Colón á Talavera, y enla relación que vamos copiando le coloca el primero en

-tre

los impugnadores del proyecto ; lo cual, si nada arguye encontra de su buena 2 y veracidad, que no le disputamos,es una prueba de la confusión y obscuridad en que ya entiempo de Las Casas estaba envuelto este período, á lasazón de escaso interés, y hoy de tan alta importancia ;sea como quiera, sigue el historiador, ~ éste recibiú tangrande pena y tristeza de esta segunda y final repulsa sinesperanza, como sí á él fuera en ello ¡alguna ganancia yoco =nos que la vida . . . ; y no pudiendo sufrir el daño ymenoscabo que juzgaba á los Reyes seguirle . _, conñandoen Nos y en la privanza y estima que los Reyes, de suüdelidad y deseo de serviles sabía que tenían, se fué á

eina y dijole de esta manera : «Señora : el deseo que-síempre he tenido de servir á V .A., que sí fuere mene» ter moriría por su real servicio, me ha constreflido apa-»recer delante deZAyhablarle en cosaque,ní convenía,

' Cap~ XXIX, P6g. 228 .

_p, ~,Ysona, ní dejo de conocer que excei,~j las regftes de .nú ofzcio .» (En'esta intróduccíón el püuder -- 2

~oíco San Angel corrige la equívocacíón de todos loscolombinos, incluso el mismo Las Usas, reduciendo lacuestión á sus verdaderos términos, esto es , á las condí-ciones de la capitulación, y no á los fundarnentos cosmo-gráficos, que ní convenla, discutir á lo, persona, ni deja deconocer que exceden los I~tes de un simple Escribanode raciones.)

Algunos estaban, pues, detrás de San Angel, á quíe-nes competía la cuestión de Cosmografía , y por cuyaopiníÓn se movía el noble aragonés ; no diremos sí Pérezcuaba en oración, ó sí, al concluir San Angel, entró Quin-tanilla, como, para preparar una situación dramátka, hainventado Roselly de Lorgues ; lo que sin ficción noveles-ca, atendídoslos antecedentes, podemos conjeturar ya,que la Historia lo calla, es que el resuelto Escribano noestaba sólo en eseúltimo crítico y decisivo paso, que en supropio entender no le competía , pero que tuvo valor dedar de acuerdo con todos los favorecedores de Colón yhado en la privanza con la Reina. Asf parece indicarlo enlas siguientes palabras, Y sigue haMando en Las Casas elaragones : « Pero á la confianza que siempre tuve de laciemencía de V. A. y su real generosidad, y,que mira-ra las entrañas con que lo digo, he tomado ánimo de no-ticarle lo que en 0 corazón lento, y que olyos quizá muyindor lo sentirían que yo, que e'aiiibíé7z áVA, y desean su prosperidad como yo su m. ínímo siervo �,>(Luego había decás de San Angel amigos y favorecedo-res que, de seguro, no estaban ignorantes de lo que pasabaen la Mal Cámara.) ~ ago, pues, señora, que, conside-rando el ánimo tan generoso y constante de que Dios ador-nó á Z A. para emprender cosas gra,ndes, héme maraví-flado mucho de no haber aceptado unaempresa corno esteColón ha ofrecido, en que tan poco se perdía, puesto quesallese vana , y tanto bien se aventuraba coiiseguii- ppwaservicio de Dios y utilidad de su Iglesia con grande cre-cimiento del real Estado de V. A. y prosperidad de vues-tros reinos .» (Este airgumento debió ser la saeta que atra-

orazón de Isabel ; pero, como se ve, San Angelte en el fondo de la cuestión cientffica, y sólo le

'1171 ~.

296

Park IV.-Cap. V111.

toca como á él le conveda, ) « Y pues este Colón _ sien-do horTre sabio y prudente, y de tan buena razón comoes, y que parece (San Angel no podía hablar de otromodo) dar muy buenos fundamentos, de los cuales algu-nos á quienes V. A. le han cometído le adiniten, puestoque otros le resisten (en lo que á mí no me tocajuzgar ),pero vemos que á muchas cosas no le saben, responder,y él á todas las que le oponen da sus salidas y respues-tas (lo que á m1 lego en materia, pero de recto buen sen-tido me basta para convencerme que tiene razón ) y élaventura su persona ; y lo que píde para luego es muypoco , y las mercedes y remuneracíón no las quiere sinode lo que él mismo descubríere . Suplico á V. A. que nomire este negocio por tan imposible que no pueda conmucha gloria de vuestro nombre y prosperidad de vues-tros súbdios suceder� cuanto más que todo lo que alpresen,te pide no es sino sólo un cuento, y que no se digaque V. A. lo deja por no dar lan poca cuantía, sonaríamuy feo, y de ninguna manera conviene que V. A. abra -mano de tan grande empresa, aunquefuese muy nzás ín-cíerta.» Hasta aquí el discurso que pone Las Casas enboca de San Angel, y que substancíalmente conviene conel que le atribuye la Vida del Alinirante .

Si ésta no estuviera condenada á ser desconocida (5desfigurada, atribuyendo á una sola entrevista final y alpatriotísm. o elevadísimo á la verdad de un criado suba!terno de la Real Casa, lo que en muchos años no consi-guieran el Maestro del Príncipe, Deza, el real confesorPérez, el tercer rey de España, Mendoza, la simple lec-tura del discurso del Escribano bastaría para desvanecertodos los errores en esta materia . Al. través de los rodeosy agudos pensamientos que le inspira un alto patriotismo,deja traslucir bien clara su posición secundaria en elasunto, y los letrados y personajes que tiene detras, ycon los cuals estaba de acuerdo para dar este último yatrevido golpe en el corazón de la Reina . Decir con Ro-selly que contra el sentir de la junta de Salamanca , desu consejo privado, de su confesor, de su marido mísmo,movida sólo del discurso de San Arigel, reforzado al finalpor la entrada repentina de Quíntarfilla, y medianteoraciones de Fr . Juan, cambia de repe-nte la Prínc

F-idedud oyde actitud, opérase en su alma un inísteríoso movimientoY . . . comprende á Colón . . . Será todo lo belIn ágendso ydramático que se quiera, pero es al mismo tiempo con-trario á la verdad histórica, inverosímil ante las leyes dela lógica y del buen sentido, y sobre todo desmentidopor el discurso del mismo San Angel.

Sí la Reína no hubiera descubierto en Colón al Geníodesde la primera Urada ; sí no- estuviera convencida delo seguro del proyecto desde que en 86 le admitío á suservicio, dándole esperanzas ciertas, si en esa constanpersuasión no le hubiera suministrado cantidades delmezquino Erario real, ni hubiera impedido á Medinacellacometer la empresa que estaba reservado, para los Re-yes, ni hubiera ordenado á Fr. Juan Pérez presentarseen la Corte y enviádole dos mil ducados para que Colónle siguiera vestido honestamente, sí Deza no hubiera ha-blado diversas veces á los Reyes, acompafíando siempreal Marino hasta el momento de su viaje, como dice elMemorial ; sin todos estos antecedentes y preparativos,el discurso del EscrIbano, por hábí! y retórico que fuera,se hubiera perdido en el vado, ó, por mejor decir, nuncaosara un empleado subalterno de la Real Casa interveníren un asunto, que no le competía, que estuviera reproba-do por una Corporación científica como

'Salamanca, y

que fuera contrAio, además, al torrente de la opínión .Cuando el noble aragonés se determinó á dar ese pasotan arríesgado y en tan alta esfera, es porque conocía á¡fondo la historia del negocio, la turba de ímpugnadores,la calidad de los patronos, y sobre todo la profundaconvicción que nunca abandonara á la Reina .

No se trataba de los fundamentos científicos que él,con habHídad, ¡nsffiúa diciendo que Colón daba respues-ta á todn y á sus razones los émulos no sabían contestar .Se trataba sólo del estado del Erario, de las condiciones

exigía Colón, de que éste se marchaba ya definitiva-mente de Castilla, y si se le dejaba salé del reino, otrosPríncipes se iban á Ovar la gloria, siendo mengu<_i. parala de Castilla que, por un cuento de maravedíses , se ma-lograra una empresa tan importante para la Religíón ypara la Patria Bajo este punto de vista, todo se aclara y

a . Todos los patronos de Colón. caben en el cuadro

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Parte IV.-Cap. V11f .

del descubrimiento ; son el noble y glorioso corte o delGenio en la ocasión más alta que vieron los siglos ; todoscaben en el grupo, pero cada uno en su propio lugar. Siá un Escríbano de raciones se le hace más ínteligenteá la junta de Sala=nca, y más íniluyente que 1 Deza,á Pérez, á Mendoza, todas las ideas se trastornan y lahistoria dd descubrimiento vuelve á. caer en la confusióny el caos . Si, por el contrarío, resuel~-- :is previamente lascuestiones de Cosmografía y de altas razones de Estado,al tropezar el proyecto en un cuento de maravedíses,' yen honras y distinciones que le escatiman los frívoloscortesanos, viene un hombre que, aunque colocado enun puesto secundario, tiene pensamientos más altos ymás acendrado patriotismo que todos los que rodean á laReina, y con herofsmo singular la dice : « Seflora, ¿y V. A.se pára en cosas tan pequefias y baladfes, como son unosmaravedises y unas condecoraciones que él ha de ganar? ,,, :y á una reflexión sencilla que no tiene réplica, pero quepara hacerla en aquella ocasión se necesita todo el ani-moso corazón de! aragonés, la Reina, entre avergon-zada y confusa, dando la razón al Escribano, dice : «Esverdad ; es una mengua para la reina de Castílla elhacer dependiente la gran cuestión del mundo de unosmaravedíses y unos dijornas . Ahí están Os joyasya que el Tesoro está exhausto ; extléndanse los títu-los que él misi-no ha de conquistar » : así todo queda ex-plicado .

Sí ; concibiénd5o de ese modo tan sencillo y natural, ytan conforme á las palabras del mismo San Angel, éste-aparece rodcado de unaaureola inmarcesible, singular ; litgloria de haber acabado y dado cima á un asunto tan labo-rioso, variado, y en aquel momento ¿rftico, sin su inter-vención, perdido para siempre . Pero á San Angel, queél mismo se contenta con ese puesto, por Dios, no ledemos otro que no le pertenece ; no le elevemos sobreMarchena y Deza, sobre Nlendoza y Pérez, sobre Alonsode Burgos y el coinendador Cárdenas, porque en estecaso todo el orden se invierte, todas las ideas se con -funden, y en vez de un glorioso, nombre histórico harfia-mos de él un personje de novela, Y aquí damos 5n ánuestro largo ensayo y razonaMento .

Lo que pasó desde este meal-ento cnitico hasta el --no-menos solemne de! embarque, es una historia repetidahasta la saciedaS « Usto por San Angel el favor que laReina le hacía en aceptar lo que por consejo de tantoshabía diesé

'~tímado, la respondió que no era necesario

empefiar las joyas ; que él servirla á S . A. prestándola eldinero, con esta resolución despachó luego un caffitán erbusca del Almírante, que alcanzó cerca de la Puente dePinos, á dos leguas de Granada; y aunque Colón se dolíade las dilaciones y pesares que habla padecido en su em-presa, informado de la determinacíón de la Reina volTó,á Santa U, donde dé bien recibido de los Reyes, y man-,daron al secretario Juan de Coloma le despachase comopedía, y con su real ñrma y sello le concedieron todoslos capítulos y cláusulas que había pedido, sín quitar niañadir nada .» Son palabras de la Hístoria-del

Firmadas, en ñn , las caphulacíones á 17 de Abril enSanta Fe, el 12 de Mayo salió Colón de Granada para lavilla de Palos, «lo uno porque alif había hombres versa-,dos en la mar, lo otro porque ya tenía de ellos algunosconocidos y amigos ; además por el conocUíenio y devo-ción que tenía, y conversación y ayuda con Fr . JuanPérez, y por lo que tengo entendido, en fin, los Reyestenían obligada a la vílla de Palos, no sé si por delito 6por subsidio, para que sirviesen á SS. AA . tres meses enjo que ¡es mandasem . . Entre los vecírios de aquella villahabía unos tres hermanos que Hamaban los Enzones,marineros ricos y personas principales . . Con el príncípal-Martín Alonso Pinzón, comenzó Cristóbal su plática, ro-gándole que fuese con él en aquel viaje : creemos queéste y un hermano ayudaron mucho á Colón para su des-pacho .» (Las Casas,) De cualquier modo, y después devencidos graves obstáculos, se aprontaron tres carabe-las : la capitana, donde iba Colón, llamada Santa illaría;la Pínta, de que era capitán Alonso Pinzón ; y la ¡Víña,que era latina, mandada por Yáñez Pínzón, hermano de!

erior . Con las tres se hicieron á la vela el dia 3 deAgosto de 1492,y se inauguró el gran suceso de los tíem-

modernos .No concluiremos la relación sin copiar dos documen-

ortantes . El uno le ínserta Navarrete, y es la no-

A

.300 ap . Vill.

tificación de la real cédula, expedída á 3o de Abril enManada para que los de Palos den las dos carabelas,,que por los de! Consejo se les había mandado, y que apa-rece firmada, entre otroS por RoderícusDo~tor, índuda-blernente Rodrígo Maldonado. Dice así - «En miércoles2-, de Mayo, afio de! Nacímíento de N. S . J. C . de mil écuatrocientos é noventa y dos, estando en la iglesia deSan Jorge de esta viRa de Palos ; estando ende pre-sentes U. Juan Urez é_ Cristóbal Colón, é asimismo es-tando ende presentes Alvaro Alonso Cosfo é Diego Ro-drfguez Prieto é Francisco Negrete, y Alonso RodríguezPrieto, y Alonso Gutiérrez Regidor, luego el dicho Mis -tóbal Colón díó é presentó á los sobredichos esta carta~-de & A. », etc . ' . Es el otro la partida de! finiquito dadoá los tesoreros Luís de San Ángel y Francisco Príeto,de las cuentas del aio 9 1 al 9 3, al núm, 134, publicadapor Clemencin, donde hay la partida siguiente: «Vos fue-ron reciMos é pasados en cuentas un cuento é ciento cín-cuenta mil maravedises que disteis por nuestro mandadoal obispo de Avila, que ahora es arzobispo de Granada,para despacho del almirante 0 Cristóbal Colón 2~ »

NAV. , torno ii . Pág- 2 3-Clado por La Fuente en el opúsculo que titula La sopa de los,5onveit-

kS, pág. 101 .

Y aquí podríamos trazar un cuadro pintoresco con ladescripción detallada de los preparativos del vía,',e, de laforma y capacidad de las carabelas, del número y ea!¡ -dad de los tripulantes, de las lágrimas que se derrama -ron en aquel d.,,,'a solemne y eternamente memorable, delas esperanzas de los que marchan, de los recelos de losque se quedan, de la antedad de todos, de las vicísitudes,en fin, por donde pasan los nuevos argonautas, 6 más atre-vidos aún que los mitológícos, hasta que de la boca detodos sale el entusiasta grito de í tierra 1 í tierra! Peroesta tarea , además de ser ajena á nuestro propósito,está ya desempeñada por otras -blumas mejor cortadasque la nuestra, y por eso darnos aquí térmíno á la mo-desta tarea que nos hablamos impuesto . Sólo aftadiremosalgunas palabras .

La relación del período de siete años de pretensionesde Colón en Castilla que acabamos de tejer y tenemos la

ra de presentar al mundo científico, es de suyo áríday� descarnada, compuesta de varios retazos, interrumpidacon Recuentes observaciones, y aun molesta por la nece-saría repetición de nombres y circunstancias menciona-dos varias veces, Carece, además, de esa construcciónartística, de esas situaciones novelescaS de esa bellezade estílo, de esa forma delicada é interesante con que hansabído vestirla los colombinos. No campea en ella ni laciencia de Humboldt, ni la erudicíón de Cesar Cantú y de

ing, ni la fecu'ndídad de imaginación de Lam-artíne, ní

enguaje clásico de Cavanilles, 5 la crítica elevada deLafuente ó de Zarnora y Caballero, ní el desenádo de Re-selly, ni mucho menos el aparato teatral con que apare-cen las conMencias de Sahimanca en los innurnerablesescritos que de ellas se han ocupado .

Reconociéndonos ínferisores á todos esos nombres res-

30'

co;1dusiin .

petables y respetados en la república del saber humano,sólo reclamamos para nuestra desalifiada narraciónventaj~-L, es decir, la verdad hístórica . Nada hemos dichoni establecido que no esté fundado en algún documento,ni hemos asentado una círeuristancia, la más menuda,sin que al instante haya seguido la prueba .

Podrá venir después de nosotros algún erudito condatos nuevos y desconocidos, lo cual es posible ; podrávenir algún critico que, con más agudeza de ingenio ymayor delicadeza exegética, modífique lo que juzgamoshacedero ó trastorne nuestra combinación, lo que cree-mos difícil ; podrá despojarse á la narración de esa aridezy naturalidad con quede propósito la hemos tejido, exor-nándola con un gran aparato de erudicíón, con todas lasgalas de la elocuencia, con el estilo clásico de los gran-des hístoriadores, lo cual sería muy fácil á los muchoseruditos, científicos y literatos que honran el siglo XIX .

Lo que de aquí en adelante no es lícito á ningún histo-riador, folletínista ú orador que de Colón se ocupe, porautorizado que sea su nombre en alguno de los ramos de1las ciencias ó de las letras, es hablar de las conferenciasde San Esteban con la ligereza y falta de estudio y coro-cimiento de causa con que lo han hecho hasta hoy. El-que intente reirse á costa de Salamanca, injuriando á susdoctores ; el que desee explicar la causa. y motivo del des-cubrimiento y la razón secreta de la permanencia de Co-10n en España por espacio de siete años llenos de amar-guras y sinsabores, antes de reirse ó de injuriar la céle-bre Escuela católica, antes de calumniar al Héroe, atri-búyendo su detención en Castilla á un motivo tan bajo ytan innoble como son los amores con Dofi-abeatrizquez ; el que se atreva á hablar, en fin, de dístinta maneraque los documentos que hoy ofrecemos al mundo sabío,tiene que tomarse el trabajo de buscar otros datos y onar otra narración y otro plan peculiar suyo, y no en esteó en el otro punto incídental en que podemos estar equi-vocados, sino en toda la serie de datos y de argumentosen que tenemos bastante confianza de haber acertado .

FIN

e-

lJos PALABRAS AL LECTOR . . . .lxzoooncc 6x . . . . . .

7 ?~'l~~ T ~~X i 1q 1_1P 1 "14-

PARTE P

CArírUcorRzmEuo-E\ episodio de l m Róbida . . . . . . . . . . . . . . . .

ICAP IL-Juegos de imogrinación de los colombinos . . . . . . . . . . .

18CAZ lM-Prm ignrn los juegos de imaginación. . . . . . . . . . . . . . .

27CAP. I\7.--Los muertos resucitados vengándose de loa vivos,

sus calumniadores.. 39CAP. \7-Prosiguen los descargos de los muertos resuci-

tados. . . . . . . . . . . . . . ., . . . . . . . . . . ., . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

joC.kcT/I-Notablm disoocsu de Dezm~ . . . . . . . . . . . . . ., . . . . . . . . 62Cur VII.-Final de la seai ón . y confirmación de su fallo por

«l supremo Tribunal delaBlatorim . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

71

PARTE SEGUN

PARTE TERCERA

CAPITULO eRosoao. -Entrada de Colón en Castilla . . . . . . . . . . .CAP . IT.-Por qué

'puerto entró Colón en Castilla?. . . . . . . . . . .

Cuc 111.-Colón ofreciendo á los Reyes Católicos su pro -

CA.P . I\r,-Joieio des5vorable de la junta cortesana . . .CAP . V.-- Colónen Salamanca . , . . . . . . . . . . . . .-CAP. N1 1.- El huésped de San Esteban . . .CAP . VIL,-Los doctos de Salarnanca . . .

CuPirnLopRIAIEno'-El Héroe dencnnocÍ8oprinoero y olvida-do después, ante la Zraodeza de! descubrimiento. . . . .

-,9CAP. IL-Confirmase el anterior mediante el examen de vo-

riu; autores. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

87CAP. lJI,-- Vagmedud de los antiguos cronistas y tradición

cierta de Sam Esteban de Salemnonc~. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

97CAP, IV.-La historia del Almirante por D. Fernando Colón,

joz1ud a por lu sana Móoa . . . . ., . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

104Cur. `J .--Cooónúala er1ócu_ y resulta que el libro está, cuan-

do menos, interpolado. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

zz/CAP . VI.-Ornatos novelescos oüodi doe á la falsificación de

TTUompnrBosc!ly de "rgoea., . .^ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .l zgCAP. VIL-Continúan l os orautueomve\escos del mismo Con-

de bi0grufo. . . . . . . . . . . ., ., .- . . . . . . ., . . . . . . ., ., . . . . . . .~ . . . . .

127

1 3714 1

1 531621751871.00

304

h0ce.

B CUARÍA

CAriTnLu PmzMoea.-Ccúóo adonWdoul servicio de los Reyes.

213CAP. I l.--Matrionmn&m clandestino de Colón . . . . . . . . . . , . . . . . . . .

zzzCAP. IIIr-Viniaúodeade Colón acompañando á la (qarte- . . ., .232CAP. IP--Causaegoe detuvieron á Colón al lado de la Corte.

246CAP. V.-Colón permanece en Castilla y sigue á, le Corte

mu 22i c^ /

. . . . . . . ., . . . . . . . . . ., . . . . . . . . . . . . . . . . ., . .^ . .^ . 253CAP. VI.-Colón, desde iogá x "i , escondido á la vista de los

bismrrúadores ¡ dónde y cómo pasó esos dos afíns tan obscu-ros

_eoeutón%rala . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .- . .' . . . . . . . . . . . . . . 267

CAP. VIL-Colón desesperanzado y resuelto á abandonar dc~ioiúvmmocote á Cumiil\m .--S o arribo providencial al con-vento de la Róbida'-Fr. Juan Pérez y Colón en Santa Fey Gruooda'-Noevms obstáculos . . . . . . . . . . . . - . . . . . . . . . . . . . .

27CCAP. V111.-Fidel iüaóde SanAngel.-Rasgo dela Reina Csté-

lico.--Arregle de las capitulaciones.-Colór en el puertode Palos . . . . . . .^ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ., . . . . .

^yzCnXcLUszónc . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .^ . ., . . . . . . 3n1

~~o de Una filosofíe, crí,?tíapa de la kisforía 9 í_ Zuz del de .gcub?-i?níe-~itide¿ ¿evo =ndo, por 0 Alejandro de la Torre y Vélez, canónigo lectoTal.de la santa iglesh, catedral de Salamanca . Un íomo en 4- , de -120 págin~~~,11 pesetas .

Colón y la Rd,',¡da, del U Fr . Josó 011, fTancíseano . Un tomo en S.% 3 pe-

Fuentes hístiriem sobre Colón y América- _Pedro Mártir de Angleria, porJoa ~ ~ 'a Torres Asensio, canónigo lecto,. al de la santa iglesia ea' idi- ac1

, -¡.Tomo 1 . cuatro pesetas e2irústi£a,yeineo eneiiaderna¿ooLcon sancha dorada .

Mentes h&WrhaR

-L-Mán y los

s de vuls autores relatívas 1

de _, ho 69 imp

--o.-I ~ cc-La.

DEL

SA

CÓDiny

-o Idrtir de Angleria . Tomo

EN PREPARACIO

PARTE TER

Fuentes hl'st<~ricas sobre Mán y Amblu~MIU p dwubd~umc de Amírico-Ves pucio, escritos por él mismo . Un - to

).IdemíA

.L9PAme,ra v?:elte&al ,»lundo por

- q1,3nes, escrita Pop

i viaje Antonio Pigafetta. Un tomo . -

OBRAS DEL P. RICA1 0 APPA,, S. 1

EeMos orMeos acuca de

PARTESEGUNDA

n espa0a on Wri

conquistar Za, Amgrica? Andlisis politico('~ ~.rcera edici6n)_ . ~ . . . . . . . . . . . . .

2-

i (tei eera edicidn) . . . . . . . . . .anarquía (tercera edicíón) . . ~ . . . .

3

O&WM - cc - - vecuaria llevada 6 Amgrica por los espa-� . . 1

1. . . . . . . . . . . . . . . . . .

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