De San Agustín a la "Reconquista" bizantina: ¿continuidad o cambio en el monacato norteafricano?

13
Fundación 'José Luis de Oriol - Catalina de Urquijo" Ciencias hurnanas Y sociedad: la Fundación Oriol-Urquiio (1953-1993)

Transcript of De San Agustín a la "Reconquista" bizantina: ¿continuidad o cambio en el monacato norteafricano?

Fundación'José Luis de Oriol - Catalina de Urquijo"

Ciencias hurnanas Y sociedad:la Fundación Oriol-Urquiio

(1953-1993)

@ 1993Fundación 'José Luis de Oriol - Catahna de Urquijo"

coordinación de textos:Javier prades

Gilberto Gutiérrez

Fotocomposición

ORCIIE - MadridImproión

ROGAR - Fuc¡labreda (M"d.td)E¡rodcrocióq

SANFER - M¿d¡idISBN: 84-7490-310-6

Depósito lcgal M. 27.6M-\993Printed in SFin

ffiei*-,-:- "'

DE SAN AGIJSTIN A LA"RECONQUIST[" BIZANTINA:

¿CONTINIJIDAD O CAMBIO EN ELMONACATO I\ORTEAFRICANO?*

Federico-Mario Beltrán Torreira

I. San Agustín y el Monacato Norteafricano

Los orígenes remotos del fenómeno monástico en el norte de Africa se con-funden prácticamente con los del cristianismo mismo en la región. La existenciade vírgenes y anacotetas está de hecho bien documentada desde tiempos deTertuliano y San Cipriano hasta los inicios del dominio vándalo. Se trataba encualquier caso de un movimiento irregular, no cenobítico y a menudo vinculadoa tendencias heterodoxas minoritarias, por lo que no puede valorarse comohecho constitutivo de la realldad monástióa posterlor'.

Tampoco el donatismo aportó elementos fundamentales a dicha realidad.Autoerigida en baluarte de una pretendida pvteza original y aislada por consi-guiente del mundo, la Iglesia donatista siguió apegada a los postulados ideoló-gicos de la época de las persecuciones. Lejos de aceptar el "giro constantinia-no", siguió considerando al Imperio como potencia hostil y a sus representantes

-obispos católicos y funcionarios- como siervos del Anticristo2. No puede

* Un resumen del presente trabajo fue defendido en su día en las sesiones del CongresoInternacional sobre "Espacios y tiempos en el Monacato", celebrado en León en diciembre de1988. Agradecemos a nuestra amiga y compañera, Maria Antonia Herradón, su valiosa y desin-teresada ayrda en la rarea de documentación. Sirvan estas líneas como expresión de nuestrosincero reconocimiento.

' Sobre el monacato norteafricano antes de San Agustín, J. M. DEf ESTAI, "¿Un cenobitis-mo preagusriniano en Africa?": Ia Ciudad de Dios 169 0956) 375-403; A. MANRIQUE, La uidamonástica en San Agustín. Encbiridion histórico-doctrinal y regla. El Escorial-Salamanca,1959, 131-146; "San Agustín y el cenobitismo africano": La Ciudad de Dios 173 0960) 118-138;

J. FOLLIET, "Aux origines de I'ascétisme africain et du monaschisme": Studia Anselmiana 44(7961) 25-44 y J. J. GAVIGAN, De uita. monastica in Africa Septentrionali inde a temporibusS. Augustini usque ad inuasíones Arabum.Roma-Turin, 7962. 30-37.

'La bibliografía sobre el donatismo es abundantísima. Remitimos a los estudios generalesde P. MONCE,!\71X, Histoire littéraíre de I'A"frique cbrétienne. T. IV-\II, París, 1912-1.923; A.MANDOUZE, Saint Augustin, I'auenture de la raison et de la grá.ce. Paits, 7968. 337-390; E.TENGSTROM, Donatisten und Katboliken: soziale, uirtscbaftlicbe und politiscbe Aspekte eínernordafrikaniscben Kircbenspaltung. Góteborg, 1964; W.H.C. FREND, Tbe Donatist Cburch.Oxford, 1971; P. BRO\7N, Biografía de Agustín d.e Hipona. Madrid, 1970. 277-327, 439-452,Religion and Society in tbe Age of St. Augustine. Londres, 1972; R.A. MARKUS, "Saeculum".Histoty and Society in tbe Theologl,t of St. Agustine. Cambridge, 1983. Añádase la reciente y útil

CinNcr¡s HTTMANAS n Socuo¿.o. Madrid. 1993, 155-165.

155

Federico-Mario Beltrán Torreira

exttañar, por 1o tanto, que también rechazara el fenómeno monástico en suconjunto como una desagradable novedad3.

Desde el punto de vista de los cismáticos, la simple adscripción a su Iglesia,considerada la (tnica verdaderamente ortodoxa frente a la de los "cecilianistastraidores", se consideraba suficiente gafantia de santidad. La voluntad ascéticay de perfeccionamiento moral que el monacato representaba se iuzgaba asicomo innecesaria, cuando no como una peligrosa desviación doctrinal. Encuanto a los llamados circumcelliones, si bien es cierto que representabanalgunos puntos de contacto con el monacato

-¿56sti5m9, voto de castidad,

hábito, vida en común, etc.-, constituían en la prácticala propia negación delmundo monástico. Su adhesión incondicional a los postulados más radicalesdel donatismo les hacía propugnar no ya solo la violencia, sino incluso la bús-queda del martirio liberador. Lejos de considerarse monjes, rechazaban taldenominación, autotitulándose agonistici o milites Cbristi, coincidiendo asíplenamente con los postulados eclesiológicos de la Iglesia de Donatoa.

En realidad, el hecho monástico en el norte de Africa se vincula desde sus orí-genes a la Iglesia catóIica y, muy en concreto, a Ia labor personal de San Agustín5.

Ya antes incluso de su conversión, el futuro obispo de Hipona habia queda-do impresionado por la altura moral del ascetismo ortodoxo

-lectura de la Vita

Antonii- y en particular, por su pujante expansión en Italia6. Admirador de losanacoretas, San Agustín apostó sin embargo desde un principio por elcenobitismo y, más en concreto, por su versión urbana, consolidada ya plena-mente en lugares como Roma o Milán, bajo Ia directa supervisión y patronazgode sus obispos. A este modelo aiadió una doble motivación personal: la impor-tancia del trabajo manual y Ia vocación intelectual. Elementos ambos que,difundidos desde sus escritos monásticos, están en la base obviamente de loque luego serían el ora et labora benedictinosT.

Vuelto en 388 a Nrica, San Agustín fundó de inmediato y según tales presu-puestos un primer cenobio en Tagaste, al que seguiría dos años más tarde el

puesta a punto de P. IA.NGA, San Agustín. Escritos antidona.tístas 1. Madrid, 1,988, 5-155 y)O(U-XUV (amplia bibliografia). El rechazo donatista de toda autoridad se haría extensivo por1o demás al propio estado vándalo. Cfr. nuestro trabato "Historia y profecía del donatismo tar-dio: el Líber genealogus": Antigúedad y Cristiúlnisnxo 7 1J990) 343-351. Cfr. infra, 4.

' J.P. BRISSON, JJ. GAVIGAN y V.H.C. FREND, o.c.,373-31.4;232-233 y 234,328. Cfr. infra 4.4 A. MANRIQUE, JJ. GA\TGAN y V.H.C. FREND, o.c., L37-137,231.-247 y 772-177 respecti-

vamente. Añádase, en especial, \l.H.C. FREND, "Circumcellions and monks": TheJournal oJTbeological Studies 20 (7969) 542-549.

5 El meior estudio de coniunto sigue siendo sin duda el ya citado de A. MANRIQUE. Cfr. JJ.GAVIGAN y A. MANDOUZE, o.c., 31-53 y 165-242 respectivamente. Para los aspectos doct¡inalesresulta útil L. CILLERUELO , El monacato de San Agrctín Valladolid, 7966. Cfr. infra, 6 y 7.

6 Sobre el ideal monástico de San Agustín, P. MONCEAIX, "Saint Augustin et Saint Antoine.Contribution á I'histoire du monachisme" : Miscellanea Agostiniana 2, Roma-Ciudad del Vaticano,(7937) 67-72; G. COLOMBAS, "El concepto de monje y vida monástica hasta fines dei siglo V":Studia Monastica 1 (795, 327-329; A. MANRIQLIE, o.c.,2141; E. BOUI-ARAND, "Experience erconception de la vie monastique chez St. Augustine": Bulletin de Litterature Eccl&iastiqLe 64 (1963)8-116,772-194r A. MANDOUZE, o.c.,765-202 y H. CFIADWICK, 'The Ascetic Ideal in the History ofthe Church": HJ. SHEIIJ (ed), Monks, bermix and tbe ascetíc tr¿tdition. Londres, 7985,8-23. Para elmonacato en Italia, M. GARCIA COLOMBAS, El monarca.to primitiuo I. Mad¡id, 7974, 215-230.

? P. MONCEAIIX, o.c., 77-72. En concreto, para los aspectos intelectuales, U. DOMINGUEZDEL VAl, "Cultura y formación intelectual en los monasterios agustinianos de Tagaste, Cartagoe Hipona": La ciudad de Dios 1.69 0956) 425-455; A. MANRIQUE yJJ. GAVIGAN, o.c., 372-385y 704-770 ¡espectivamenfe. Cfr. ínfra30.

156

De San Agustín a la .Reconquista' bizantina...

monasterio -sensu

strictu- de Hipona. Ordenado obispo de esta ciudad en395, su programa de fundaciones monásticas conocería a partír de entonces unéxito imparable, viéndose auspiciado oficialmente por el propio Aurelio deCarIago. Numerosos discípulos de San Agustín, educados todos ellos en el centrode Hipona, accederian a su vez con el tiempo a diversas sedes de Numidia yProconsular, fundando allí nuevos monasterios, siempre según el modelo de sumaestro. En vísperas de la invasión vándala, puede afirmarse pues que el fenó-meno monástico

-incluida también su vertiente femenina- estaba ya firme-

mente enraizado en el norte de Africas.Desde el punto de vista organizativo, e independientemente de la estric-

ta condición de sus miembros -clérigos

o laicos-, los monasterios asíconstituidos se caracterizaban por una fuerte dependencia episcopal, aun-que en ocasiones pudiera verse muy aminorada en 1o relativo tanto a losasuntos económicos como a los de régimen interno. La intervención de losobispos en los diversos aspectos de la vida monástica, aunque generalmen-te no regulada de forma explícita, se consideraba normal y el propio SanAgustín dio buena prueba de ello zanjando numerosos pleitos en susmonasterios e.

Una consecuencia especialmente notable de esta subordinación monásticafue la conversión de buena parte de los cenobios en verdaderos seminarios.Aunque en la mente de San Agustín el ascetismo y la vida en común constitu-yeran objetivos en sí mismos, el modelo propuesto de monacato

-intelectual,urbano y dependiente de los obispos- no podía sino encontrar su finalidadúltima en la renovación del clero secular. Naturalmente no todos los monjesdeseaban acceder a la clericatura, ni este acceso resultaba fácil a los posiblesaspirantes, pero dadas la sujeción episcopal y las propias necesidades de laIglesia cat1hca norteafricana resultaba obligado acudir a este método de pro-moción. El monasterio fue así transformándose insensiblemente en seminario

-rnonasteriurn clericorum in domo episcopii, dirá San Agustín- consistiendo

su más alta meta en proveer de los cuadros necesarios que permitieran derro-tar al donatismolo.

Independientemente de la labor doctrinal de San Agustín y de la positivaintervención de las autoridades en la represión del cisma, la victoria final sobreéste se explica ante todo por el progresivo fortalecimiento de la Iglesia Cat1licanorteafricana. Ala tradicional indigentia clericorum había sucedido, en efecto, laconstitución de un episcopado numeroso, homogéneo, bien formado intelectual-

8 Posidio, Vit. Aug 77. 7-4. Edicíón de A.A.R. BASTIAENSEN, Vite dei Santi 3. Yerona, 1)75,156- 158. Un detallado elenco de los monasterios agustinianos en A. MANRIQUE, o.c., 751-189;añádase, para todo el siglo V, JJ. GAVIGAN, o.c., 776-744. Sobre el monacato femenino ibid,54-94 (siglo v) y 224-230 (siglos w-\{I) Cfr. infra 71.

e Pleitos mayorifariamente de carácter disciplinar y económico, aunque no faltasen los detipo teológico (pelagianismo): P. MONCEAIIX, o.c.,79-84; U. MORICCA, "Spunti polemici di S.

Agostino contro i nemici e i falsi interpreti del suo ideale monastico": MiscellaneaAgostiniana...933-975; A. MANRIQUE, o.c., 207-245; JJ. GAVIGAN, o.c., 101-103 y A. MANDOUZE, o.c., 226-228, siguiendo éste a A. THOMAS, Augustin et ses monastéres. Argel, 7955, obra que no hemospodido consultar. En general, sobre el problema de las relaciones monacato-episcopado de laépoca, H.R. BITTERMANN, "The Council of Chalcedon and episcopal lurisdiction": Speculum 730938) 198-203 y M. GARCIA COLOMBAS, o.c,330-338.

\0 Lug, Ep. 60, Serm. 355,1, etc.; Posidio, Vit. Aug, o.c., 766. P. MONCEALX, A. MAN-DOUZE y H. CHADWICK, o.c., 77-79; 21.3-22L. 235-238 y 18-20 respectivamente. Cfr. supra 6e ínfra 77.

r57

Federico-Mario Beltrán Torrei¡a

mente y con estrechas vinculaciones con la corte imperial. Sin el progtamamonástico agustiniano todo esto hubiera resultado imposible".

il. El impacto de la inuasión uándala

San Agustín tuvo tiempo de ver sin embargo como la irrupción de los vánda-los destruía la obra de su vida. Desprovistas de sólidas defensas y carentes asi-mismo de tropas de importancia, Ias ricas tierras norteafricanas fueron presa fáclIparalas turbas invasoras. Las destrucciones y violencias generalizadas alcanzarontambién, y muy especialmente, a los eclesiásticos, hasta el punto de provocar unpráctico colapsamiento del sistema diocesano. Tras perseguir inútilmente el res-tablecimiento de la normalidad, el mismo San Agustín murió en la asediadaHipona, poco después tomada por los vándalos12.

En este marco general de catástrofes, el monacato norteafricano debió sufrirtambién importantes pérdidas. Posidio de Calama, San León Magno y Víctor deVita nos informan en efecto de la violación de monjas, de la destrucción por elfuego de numerosos cenobios y, en suma, de la dispersión, cautiverio y muertede sus miembros. Pujante hasta entonces en Numidia y Proconsular, el monacatodebió ser prácticamente barrido por la invasión y, de hecho, la totalidad de loscentros agustinianos jamás volveiran a documentarsel3.

Tradicionalmente se habia venido admitiendo que las violentas acciones deGenserico, sumadas a la persecuciín arriana de é1 como de su hijo Hunerico,condujeron a la rápida y total extinción del monacato, del mismo modo quepusieron en trance de desaparecer a la Iglesia católica norteafricana en su con-junto. La Passio septenx monachorum sobre el martirio de los monjes de Capsa

" Aug. W.,209; Posidio Vit. Aug. B, l-4 y 31,8. o.c., 748-750, 756-758 y 238 respectivamen-te. CH.COURTOIS, les Vandales et lAfríque. Paús, 7955, 1.39-1.42; A. MANRIQUE, o.c., 105-107;JJ. GA\TGAN, o.c., 104, 106; \V. H. C. FREND, Tfse Donatist Cburcb.., 243, 246 y P. BRO\X|N,Biografia de Agustín...185-186. En general, sobre el episcopado norteafricano, Cfr. el importan-te artículo de V. ECK, "Der Episkopat im spátantiken Afrika: organisatorische Entwicklung,soziale Herkunft und óffentliche Funktionen": Historiscbe Zsitschrift236 (7981 265-295.

La previa indigentia clericorum puede por 1o demás apreciarse muy bien en la irregularelección de San Agustín como obispo coadjutor de Hipona a instancias de su titular Valerio, ydel primado de Cartago, Aurelio: A. MANDOUZE, o.c., 140-142 y Prosopograpbie de I'A"friquecbrétienne. Paris, 1.982. 1139-11.4L ("Valerius 2").

" Posidio, Vit. Aug., 28-3O, o.c., 204-236. Cfr. nuest¡os trabajos, "Un testimonio de la inva-si6n vá¡dala del no¡te de Africa: Posidio de Calama y su Vita Augustint': Actas del I CongresoInternacional "El Estrecbo de Gibraltar" L Madrid, 1988. 7715-1722 y "Propaganda y persecu-ción en los inicios del dominio vándalo (El caso de Arcadio y sus compañeros)": Actas del IICongreso..., Ceuta-Madrid, 1990, (en prensa).

'3 Así, "Un testimonio de la invasión...", 1118. Para el impacto de la invasión vándala en elmonacato, CH. COURTOIS y A. MANRIQUE, o.c., 165-766 y 246-250 respecrivamente; JJ. GAVI-GAN, "Vita monastica in Africa desiitne cum invasione vandalon¡m?": Augustinianum 7 (7967) 7ss., De uita ftionastica...7-9,57,70-71,97,114-715 y HJ. DIESNER, "Das Mónchtum derVandalenzeit in Afrika": Kircbe und Staat im Spritrómiscben Reicb. Berli¡, 7963, 740-1,47. L^incautación de numerosas basílicas por los vándalos y su conversión al culto arriano está biendocumentada (incluso arqueológicamente), pero no ocure así en los monasterios. Sobre estasincautaciones, H.I. MARROU, "La basilique chrétienne d'Hippone d'aprés le resultat des demié-res fouilles": Reuue des Etudes Augustiní.ennes 6 (196C¡) 777-779 y especialmente G.G. KOEMG,"Vandalische Grabfunde des 5. und 6. ¡hs": Madrider Mitteilungen 22 (1981) 341-344.Agradecemos al profesor L.A. GARCIA MORENO el habernos indicado el interés de este últimotrabajo. Cfr. infra22.

158

De San Agustín a la .Reconquista" bizantina...

-enBizacena-, del que también se hace eco Víctor de Vita hacia 489, consti-

fuiita la mejor prueba de 1o que venimos diciendola. La creaci1n, en tiempos deSan Fulgencio de Ruspe (468-53r, de nuevos monasterios se explicaría solo poruna relativa tregua por parte de los arrianos, existiendo entre esta época y la deSan Agustín una verdadera solución de continuidadl5.

Frente a esta postura, diversos autores han defendido a lo largo del presen-te siglo que el monacato norteafricano en modo alguno desapareció con lainvasión de los vándalos, o con la dura persecución de sus dos primerosmonarcas. Aparte de los testimonios arqueológicos y epigráficos, señalan estosautores, son precisamente las fuentes literarias, que nos informan con todo lujode detalles de las atrocidades de los arrianos, las que mencionan asimismo laexistencia de monasterios en la época'6. Existencia que sorprendentemente noparece haber sido alterada en modo alguno por los bárbaros. Tan soloHunerico, a partir del 484, parece haber proyectado explícitamente la destruc-ción del monacato, tal y como indica Ia citada Passio septenx monacborum,pero su inesperada muerte lo habria impedido'7. Salvo episódicos enfrenta-mientos y superado el momento de la invasi1n, da la impresión, en suma, deque los reyes vándalos no desearon extinguir sino al clero secular, dejando enpaz casi por completo a los monjes. Lejos de desaparecer, el fenómeno monás-tico norteafricano hab(ra pervivido asi, tras la dura prueba de los años 429 a

'4 V. DE \1TA, H.P. l1I, 70; Pass. beat. mart., L-7. Edición de C. FIALM, XI.G.H., A.A. III/7.Berlín, 1879, 50-57 y 59-62 respectivamente. Cfr. la adecuada visión de conjunto sobre la políti-ca religiosa en el reino vándalo por K.BAUS, "El cristianismo norteafricano desde el comienzode la dominacií¡vándala hasta la invasión islámica": en HJEDIN (dir.): Manual de Historia dela lglesia 2. Barcelona, 1980, 815-824. Para una breve orientación bibliográfica, nuestro trabajo,"la Iglesia norteafricana y el problema de la c¡istianización de los pueblos indígenas en laépocavándala": I'Afríca romana WL Sassari, 7990.384, rrot^ 32.

'5 Un elenco provisional de los monasterios norteafricanos en el período vándalo por G.G.LAPEYRE, Saint Fulgence de Ruspe. Un éuéque catbolique africain sous la domination uandale.Paris, L929, 109-111; pero veánse ias acertadas observaciones de CH. COURTOIS, o.c., 308.Añádase especialmente, JJ. GA\1GAN, "Vita monast\ca...", 77-30 y, en general, para los siglos VaI]'II, De uita monastica...., 1,16-1,44, 172-787,207-224,227-229 y mapas pp. )OC\4-)O04I. Nonos ha resultado accesible el trabalo de N. DtIVAl, "Les témoignages archéologiques du mona-chisme no¡d-africain": Actes du Colloque sur "Le site monastique copte des Kelli.a.". Gineb¡a, 1986,273-287. Cfr. infra34.

6 V. DE VITA, H.P. l, 10; 32, llI, 9; 34, 1.0; 41. y 19; 68, o.c., 8,49, 50-51. y 57 respectivamen-te. Fer¡ando de Cartago, Vit. Fulg. 2, J, 5, etc. Edición de G.G. IAPE\aRE, Vie de Saint Fulgencede Ruspe. París, 7929, 24, 1) y 30 respectivamente. Cfr. infra 18 y 19.

'7 Pass. beat. mart.2, ed. c., 59. Sobre esta obra y el problema de su autoría, CH. COUR-TOIS, Victor de Vita et son oeuure. Argel, 7954, 26-27, 57 y 81. De carácter exclusivamentefilosófico es R.PITKAERANTA, "Stilischer Kommentar zur Passio Septenx Martyrurn": Arctos B(1974) 127-137. Un análisis del marti¡io en sí por JJ. GA\TGAN, "Vita monastica...", 78-79, Deuita monastica...,732-1.33 y H.J. DIESNER, o.c., L42. Añádase A. MANDOUZE,Prosopograpbie..., 766 ("Mtrifta"). Para la deposición de las reliquias, extramuros de Cartago,y su culto posterior, \7.H.C. FREND, "The Early Christian Church in Carthage": J.H. HUMPH-REY (ed.), Excauations at Cartbage, 1976. Ann Arbor,7977,37-32, 40; Y. DIJY.LL, "IocaSanctorum Africae". Le culte des martyrs en Afrique du IVe au WIe siécle. Roma, 1982, 10-11;y en especial "Les saints vénérés dans l'Eglise byzantine d'Afrique": XXX Corso di Culturasull'Arte Rauennate e Bizantina. Rávena, 1983, 135-139, siguiendo el importante trabajo de\7. BAIRAN-BEN OSMAN y L. ENNABLI, "Note sur la topographie chrétienne de Carthage: lesmosaiques du monastére de Bigua": Reuue des Etudes Augustiniennes 28 (7982) 3/8-18. Parala inesperada muerte de Hunerico y su leyenda, A. RONCORONI, "Sulla morte di re Unerico.(Vittore di Vita, Hist. persec. III, 71.)": Romanoba.rbarica 2 (1977) 247-257 .

159

Federico-Mario Beltrán Torreira

4JL, lniciando una rápida recuperación gracias a la tolerancia, o cuanto menosal desinterés, de las nuevas autoridadesls.

Así, frente a las visiones apocalípticas de Posidio y, sobre todo, de Víctor deYita, Ia pujanza del monacato, atestiguada por Ferrando de Carfago en su VitaFulgentii, constituiría una prueba indudable de la bondad del régimen vándalo,de la pax uandalica en suma'e.

ru. El rnonacato en el reino uandalo

Pese a resultar atracttya, la idea de "tolerancia bárbara" resulta indefinible enrelación al conjunto de la Iglesia cafólica norteafricana. El enfrentamiento entreinvasores e invadidos, aunque variable en sus formas y grado de intensidad,caracteiz5 todo el dominio vándalo y tuvo en la religión su base fundamental.La "Reconquista" justinianea no fue en el fondo sino el lógico resultado de lapermanente negativí¿ de los afrorromanos a aceptar como legítimo otro gobiernoque no fuera el imperialto.

Sea como fuere, resulta obligado reconocer que ni el monacato desapareciócon los vándalos, ni fue objeto de una persecución similar a la que conoció laestructura episcopal. Mas no resulta lícito hablar de "tolerancla", por cuanto larelafiva libertad del monacato en este trágico período en absoluto obedeció amotivaciones altruistas, o al desinterés de las nuevas autoridades, sino por elcontrario a una calculada estrafegia anticatílica.

Ni desde el punto de vista teológico ni desde el organizativo, el arrianismogermánico había sentido una especial predilección por el fenómeno monástico.Salvadas algunas excepciones en el siglo IV, su estnrctura eclesiástica fue siem-pre episcopal, no existiendo desde luego en el reino vándalo.nada parecido a unmonacato del signo arriano2'. Todo lo más, conocemos casos de antiguos monjes

18 Así, H. LECLERCQ, "Cenobitisme", D.A.C.L. lI/2. París, I9I2, col. 3230; G.G. LAPEYRE,SaintFulgence..., 119y, especialmente,JJ. GAVIGAN, "Vitamonastica...",7-11: Deuítamonasti-ca..., 114-116, 150-152. Cercanos a nuestra postura (la ausencia de persecuciones encubre unacalculada estrategia anticatólica): CH. COIIRTOIS, Ies Vandales..., 308 y HJ. DIESNER, o.c., I47-742. Cfr. infral) y 27.

'e Tesis defendida especialmente por CH. SAUMAGNE, "La pair' vandale": Ies Cabiers deTunisie 70 (1962) (= Retrue Tunisimne (1930D 477425. Ie sigue en pafte CH. CouRToIS, o.c., 310-323. Resulta sin embargo incuestionable la decadencia socioeconómica -y no solo por omisión-no¡teafricana du¡ante \a épcrca víndala. HJ. DIESNER, Der Untergang der nimirscbm Herrschafi inNordafrika. Weimar, 1964. 1,64-169; L. MAURIN, "Thuburbo Maius et la Paix vandale": Ies Cahiers deTunisie 15 0967) 225-254r C. LEPELLEY, Ies ci6 de lAfriry.e romaine au Bas-Empire 1. Pa¡is, 1979,409414. Cfr. infra 24. Como caso apafie debe juzgarse naturalrnente a la capital del reino, Cafiago:F.M. CLO\€R, "Carthage and the Vandals":J.H. HUMPHREY'(ed.), F-xcauations al Cartbage,7978.Ann Arbor, 1982,7-22y "Felix Carthago": Dumbañon Oaks Papers 40 (19%) l-1,6.

'o Cfr., en general, la excelente obra de \í.8. KAEGI, Byzantium and tbe decline of Rome.Princeton, 1968, aquí especialmente 52-58. La ideología de la Recupera.tio Imperii ha sido fre-cuentemente analizada. CH. DIEHL, Iustinien et la ciuilisation byzantine au We siécle 1. París,7907. 22-30, I25- 743; E. STEIN, Hístoire du Bas Empire 2. Amsterdam, 1968. 278-280. En con-$eto, p ra Africa, P. COURCELLE, Histoire littéraire des grandes inuasions germaniques. Paris,7964. 219-224 y w.E. I(A.EGI, "Arianism and the byzantine army in Africa (533-546)": Traditio 21.(7965') 23-27. Añádase, P.A. FEVRIER, "Approces récents de l'Afrique byzantine": Reuue deI'Occidsnt Musulman et de la Méditenanée 35 O98t 25-53.

" Sobre estas excepciones, J.PEREZ DE URBEL, Los rnonjes españoles en La Edad Media 1.Madrid, 7933, 280-281. La existencia de un monacato ar¡iano en el reino vándalo fue defendida

1.60

De San Agustín a la .Reconquista, bizantina...

que abjuraron de la fe católica, medrando así como clérigos en la nueva Iglesiaoficial". Respecto a la benevolencia de los vándalos pan con ciertos monjes,atesfiguada por Salviano, respondía a motivaciones en absoluto neutrales. Se tra-taba de elementos heterodoxos cuya libertad de movimientos, garantizada porlos conquistadores, no podía sino perjudicar al bando cafóIico21.

En realidad, la aparcnte tolerancia hacia los monjes ortodoxos se debía alprofundo cambio de perspectiva sufrido por el monacato norteafricano tras lainvasión. Cambio altamente beneficioso para Ia política $eneral del reino vánda-1o. Privado de sus contactos, hasta entonces íntimos, con la jerarquia episcopal,el monacato se embarcó en una tendencia aislacionista, por completo perjudicialpara los intereses católicos.

Pese a su fama de sanguinarios, ampliamente difundida por laliteraltra de pro-paganda cafóhca, es sabido que uno de los principales métodos utilizados por losreyes vándalos para vencer la resistencia de los afrorromanos, fue el exilio de susclérigos y, en suma, la no provisión de los obispados'a. Orgarizado de acuerdo conuna complicada red diocesana, expresión a sLt vez de la hasta entonces pujantevida municipal, el catolicismo norteafricano no podía subsistir sin sus prelados.Ausentes éstos, la extinción de la fe catíhca sería solo cuesüón de tiempo. Tiempoque favorecía naturalmente a los arrianos y a su clero, ahora oficialt5.

El descabezamiento de la estructura episcopal supuso también una grave cri-sis de identidad para la organización monástica. Destruidos o abandonados lamayoria de los cenobios, los que sobrevivieron se encontraron de pronto faltosde dirección y finalidad. La figara del monasterio-seminario, hasta entonces pre-dominante, carecia ya de sentido en unos tiempos en los que el acceso ala cleri-catura solía llevar acarreado el destierro, y en los que, por lo demás, la consagra-ción de nuevos prelados estaba rigurosamente prohibida. La culminación delcursus bonorum de un monje habia deiado de ser pues la silla episcopal.

por A. AUDOLLEñT, Cartbage ronl,aine. París, 1901. 596, basándose en el testimonio de Victorde Vita, H.P. 7I, 1; 2, ed.c., 13. Pero el Vitense tan solo se ¡efiere a la apostasia del monje(¿maniqueo?) Clementianus, convertido en presbítero aria¡o. CH. COURTOIS, JJ. GAVIGAN yA. MANDOUZE, o.c., 225; 244-245 y 21J respectivamente. Cfr. infra 22.

" Conocemos en efecto otros ejemplos de apostasía, como el de'los monjes norteafricanospenalizados en el concilio de Letrán en 487: CH. HEFELE y H. LECIERCQ, Histoire des concilesd'aprés les documents original$ IU2. Pairs, 1908, 935 y JJ. GAVIGAN, o.c., 72-73. También elcaso de Fastidiosus, contrincante de San Fulgencio de Ruspe: A. MANDOUZE, o.c., 382.

'z3 Salviano de Marsella, De Gub. Dei ylil, 4-5. Edición de C. HALM, M.G.H., A.A. I/1.Berlin, 1,877, 106-108. A. MANRIQUE y P. CoURCELLE, o.c., 140 y 153-T56, respecrivamente.

'4 Resulta significativo en este sentido, Ferrando, Vit. Fulg. TJ; "...regalis auctoritas episco-pos ordina.ri probibuerat, nec uiduatis plebibus prouidere pa.stores licebat... PostquaftL uero sacraturba pontificum qui remanserat, communicato inter se consilio, definierunt aduersus praecep-tum regis in omnibus locis ordinationes celebrare potificum: cogitantes aut regis iracundiam, siqua forsitam existeret, mitígandam, quo facilius ordinati in suis plebíbus uiuerent, aut, si perse-cutionis uiolentin n6.sceretur, corona.ndos eti.am fidei confessione, quos dignos inueniebant pro-motione: nxinisterium uero suum facilius impleturus, a.tque inter ipsas tribulationes propriis ple-bibus solatia praestaturas'. Ed. c., 69. Sobre el "vandalismo" y su leyenda, CH. COURTOIS, o.c.,58-64i IJJ. MESSMER, Hispania-idee und Gotenmttbos. Zurich, 7960. 74-16 y C. BOURGEOIS,'\,es Vandales, le vandalisme et l'Afrique": Antiquités Africaines 16 (7980) 213-228.

" La decadencia de la lglesia catóIica ante los embates de la persecución vandáIica ha sidoanahzada (y exagerada) por '$7.H.C. FREND, Tl¡e Donatist Cburch..., 307-303 y "The ChristianPe¡iod in Mediterranean Africa c. A.D. 200 to 700": J.D. FAGE (dir.), Tbe Cambrid.ge History ofAfrica 2. Cambridge, 9lg, 419-480. Para \a lglesia arla¡a como nueva Iglesia oficial, L. SCH-MIDT, Histoire des Vandales. Paris, 1953,225-229; CH. COURTOIS, o.c., 225-228 y HJ. DIES-NER, Das Vandalenreicb. Aufstieg und Untergang. Berlín, 7966, 137-141.

161

Federico-Mario Beltrán Torreira

Abandonado a su propia suerte, el monacato fue por ofra parle adquiriendouna independencia que hubiera resultado inimaginable en la época de SanAgustín'?6. Dado el calamitoso estado de la organización eclesial, resultó imposi-ble no ya solo atemperar dicha independencia, sino impedir incluso que la pro-gresiva desvinculación de intereses monásticos y episcopales perjudicase al cato-licismo en su conjunto. Desde esta perspectiva, resultaba lógico que los gober-nantes vándalos no se preocupasen de reprimir un movimierito abocado cadavez más a la fuga mundi, y ajeno por lo tanto a la gravisima amenaza que dehecho representaba el anianismo'7. La actitrd, verdaderamente suicida, delmonacato, contribuía pues tanto o más que las medidas de represión dictadaspor los vándalos al debilitamiento de la ortodoxia.

Colapsado el monacato prácticamente en Numidia y Proconsular a conse-cuencia de la invasión y el asentamiento masivo de los bárbaros, y perdidas tam-bién las Mauritanias, foco de un pujante cristianismo autónomo indígena ortodo-xo aunque casi exclusivamente de tipo episcopal, fue en Ia Bizacena donde seprocedió a la reconstrucción monásticaz'. La existencia de una rica y poderosaallrslocracia local, favorable a la dotación de los nuevos cenobios y el propio ale-jamiento de la provincia respecto de los centros de poder vándalos constituíande hecho una excelente base para tal cometido2e. En cualquier caso, la vida

6 CH. COIIRTOIS, o.c., 308 y HJ. DIESNER, "Das Mónchtum...", 742-74 . Cfr. infra, 33, 37 y 38.

'7 Así en el enf¡entamiento de San Fulgencio, todavia monie, con el presbítero arriano Félix.Ferrando, Vü. Fulg.6: "(Feli,tc)... catbolicoru.m persecutor acerrimus, beati Fulgenti nomen in illisregionibw clarumfieri sí.entens, reconciliandos occulte multos quos deceperat suspicatur. Nequeuirum digno sacerdotio, uere adbuc, esse monacbum credidit sed eutn sub babitu monachi,sacerdotis fficium putat implere. Et reuera, sacerdotis fficium Laudabiter etiam tunc implebat,nos aliquantos reconciliando, sed omnes quos attíngere potera.t ad reconciliationem salutaribusftionitis inuitandd'. Ed. c., 35. A. MANDOUZE, o.c., 44'1. ("Felix 90"). El desinterés de los monjesnorteafricanos respecto a la defensa de la ortodoxia (y en suma del Imperio) contrasta grande-mente con ta pafriótica actitud de sus homólogos orientales. \7.H.C. FRIND, "The monks andthe survival of the East Rome Empire in the Fifth Century": Past and Present 54 (1972) 3-24.

28 Aspecto destacado ya por L. DUCHESNE, L'Eglise au We siécle. Paús, 7925. 627-628. Dem fler^ similar, G.G. LAPEYRE, Saint Fulgence de Ruspe... L47; P. MONCEAUX, "SaintAugustin...", 87 ylts.J. DIESNER, "Das Mónchtum...",143-1,44. En contra,JJ. GAVIGAN, "Vitamonastica...", 19-21,, quien se inclina por una simple ausencia de información sobre otras pro-vincias. Pero es lo cierto que la Bizacena carece casi por completo de hallazgos "vándalos": G.KOENIG, o.c.,34O y 358. nn general sobre la Iglesia católica enBizacena y su florecimiento enépoca vándala: A. AUDOLLENT, "Byzacéne": D.H.G.E. 10. París, 1938, 7479 ss; S. LANCEL,"Originalité de la province ecclésiastique de Byzacéne aux IVe et Va siécles": Ies Cabiers deTunisie 12 (1964) 139- 153 (excelente, aunque pat^ úr época anterior) y N. DUVAI, "Etudesd'a¡chitecture crétienne nord-africaine. II: L'Architecture chrétienne de Byzacéne": Mélangesd,'Arcbeologie et d'Histoire de I'Ecole Franga.ise de Rome 84 (1972) 7727-7772. Cfr. infra 29. Parael monacato en Mauritania Cesariense, \1. SESTON, "Le monastére d'Aim-tanda et les originesde I'architecture monastique du Afrique du nord": Mélanges d'Archeologie...51' (1'934) 79- 1'13 Y

JJ. GAVIGAN, De uita...., 1,37-139. Pero véase en contra muy recientemente, N. DIJVAL, I. GUI yJ.P. CACILLET, Basiliques chréti.ennes d'Afrique du Nord.. (Inuentaire et Typologie), I: Inuentairedes Monuments de I'Algérie. Paris, 7992,49-52. E¡ general, sobre el cristianismo bereber en elperíodo vándalo, nuestro trabajo, "La Iglesia norteafricana.. .", 387-390.

2e Ferrando, Vit. Ful+. 10, ed. c., 59. cfr. JJ. GA\4GAN, o.c., 1,53-1,54, 175-176 y A. MAN-DOUZE, o.c., 1084 ("Silvestrius"). Continuando por lo demás con una ra¡clatradición de la aris-rocracia norteafricana: Aug. Serm. 356,10 y A. MANDOUZE, Saint Augustin..., 21,3-227. Para \aPenínsula Ibérica es bien conocido el elemplo del monasterio Servitano: Satlldefonso, Deuir.¡11., 3; JJ.GA\TGAN, o.c.,2L8-219 y L.A. GARCIA MORENO, Prosopografia del Reino uisigodo deToledo. Salamanca, 7974. 61-62 ("Minice¿"). Los problemas para la Bizacena comenzarían solocon Trasamundo y de la mano de las razias bereberes' Vit. Fulg.28. o.c. 1'41'; C}{. COURTOIS,

1.62

De San Agustín a la .Reconquista" bizantina...

monástica, ahora reconstruida, iba a presentat caracteres muy distintos a los delanterior modelo, por más que las normas internas de los centros se basarangeneralmente en los escritos de San Agustín. La localización rural, la plena auto-norría económica y la práctica independencia de los monasterios respecto de lajurisdicción episcopal, constituían de hecho los elementos definitorios de unnuevo monacato, aunque las preocupaciones intelectuales del sistema agustinia-no se mantuvieran3o.

Por fortuna para Ia cavsa catílica, el esfuerzo de los obispos por vincular denuevo a los monjes con la organización diocesana en su conjunto, y por ende,presentar un frente común al arrianismo, tuvo éxito a largo plazo, aunque no sindificultades. La ya citada Vida Fulgentii de Ferrando de Cartago, escrita hacia535, constituye en este sentido un documento de excepcional interés3t.

En sus págrnas, los enfrentamientos entre católicos y arrianos conforman nafu-ralmente el hilo principal del relato32. Mas al mismo tiempo, resulta obvia la enor-me resistencia que los monjes

-representados en la emblemática fígura de San

Fulgencio de Ruspe- oponen aIa renovada voluntad de control por parte de losobispos33. Que el mismo San Fulgencio se convirtiera al fln en prelado y, ya en sunueva condición, fundase dos cenobio-seminarios de acuerdo con el modelo deSan Agustín, no significa que con el tiempo se consiguiera retornar al pasado3a. Elalto grado de autonomía conseguido por los monjes nofeafricanos a lo largo delperíodo vándalo, no iba desaparecer en efecto con la derrota del arrianismo35.

o.c.,346-349 y \ü.H.C. FREND, "Nomads and Christianity in the Middle Ages": TbeJournal ofEcclesiastical History, 26 (197 ) 209 -274.

3o Ferrando, Vü. Fulg.5, 8, 10, 12, 1,9, 24, etc. o.c., 31, 33, 47, 59, 62, 95, 1.1.3, 11.5 y 117 res-pectivamente; JJ. GAVIGAN, o.c., 150-772, 199 y 225-227. Para la difusión de las "reglas" agusti-nianas en el Occidente medieval, L. \CRHEIJEN, La régle de Saint Augustín, 2: Recbercbes bisto'riques. Paris, 1967. 275-218 y A. MANRIQTJE, "La regla de San Agustín en España durante losprimeros siglos de su existencia": La ciudad d,e Dios 782 (1'96D 486-501. En concreto, para lainfluencia de San Agustín de San Fulgencio monje, G. FOLLIET, "Fulgence de Ruspe, témoinprivitégié de I'influence d'Augustin en Sardaigne": L'A,fríca romana, VI. Sassari, 1989, 561'-569 yP. MELONI, "Lavifa monastica in Africa e in Sardegna nel W secolo sulle orme di S. Agostinio":ibid.,571-587. Cfr. supraíy 7 e infra34.

3' Sobre esta obra, G.G. LAPEYRE, Vie de SaintFulgence... VII-Lil; M. SIMONETTI, "Notesúla Vita Fulgentit'i Analecta. Bollandiana 100 (1982) 277-289 y A. ISOLA, "Sulla paternitá dellaVita Fulgentit': Vetera Cbristianotam 23 Q986) 63-7t e "Introduzione" a Pseudo-Fenando diCartagine. Vita di San Fulgenzio. Roma, 1987. 5-28. Para Ferrando, G.G. LAPEYRE, o.c., LIV-DOCVI y A. MANDOUZE, Prosopograph¡e... 446-450. Cfr. infra34y 35.

3, Ferrando, vü. Fulg., 6,7, 13, 17-20. o.c., 35-45, 67-71., 87-89 y 98-101 respectivamente.Aspecto destacado por M. SIMONETTI, o.c., 282-283,

53 Ferrando, Vü. Fulg., 13-14. o.c.,67-77. Resistencia que tanto G.G. LAPEYRE, SaintFulgence..., 141,-143, como JJ. GA\TGAN, o.c., 748, 159 y 77I justifican de manera poco conün-cente apelando a la "humildad" del santo, siguiendo así lite¡aiménte al hagiógrafo. Cfr. A. MAN-DOUZE, o.c., 398 ("Faustus 6"). Cfr. supra, 26.

ra Ferrando, Vü. Fulg., 1,) y 24, ed. c., 95 y 113-11,6. Sobre estos monasterios, ambos enCagliari, JJ. GAVIGAN, o.c., 178-180. Para San Fulgencio, G.G. LAPEI'RE, o.c.; F. DI SCIASCIO,Fulgmzio di Ruspe, un grande discqolo di San Agostino. Roma, 1941 (aspectos exclusivamentedocirinales); J. FRAIPONT, Sancti Fulgentii Episcopi Ruspensk Opera, C. Cbr.XCl. Tumhout, 1968,X-XV (con amplia bibliografia); A. MANDOUZE, o.c., 507-513 P. IANGLOIS, "Afrika unter denVandalen (Literaturgeschichtlich)": Reallexikon für Antike und Cbristentzrn. (Supplement-Lieferung 7/2). Swngart, 1985, 205-209 y M. SIMONETTI, La produzione letteraria Latinafra roma-ni e barbari (sec. V-WI). Roma, 1986, 48-54. No nos ha resultado accesible el importante estudiode HJ. DIESNER, Fulgmtius uon Ruspe als Theologe und Kircbenpolitiker. Sruttgart, 1966.

35 Fenando, Vrt. Fulg.,27, o.c.,727-129; G.G. LAPEYRE, o.c., 179-181; JJ. GA\4GAN, o.c.,177-172y 177-178. Añádase, ibid.150-752. Cfr. infra40.

163

Federico-Mario Beltrán Torreira

IV. Conclusión

Sin duda, la continuidad de Ia independencia monástica respecto del poderepiscopal se había visto favorecida por la propia desunión de éste. Hechoexplicable no tanto por la persecución vandálica en sí

-aunque sin duda la

favoreció-, cuanto por la rancia tradición norteafricana de autonomía eclesiás-tica. Ya incluso antes de la "Reconquisfa" bizantina, se hizo evidente tal desu-nión en el concilio general de Cartago de 525, boicoteado por los prelados deBizacena por su no aceptación del primado cartaginés36. Esta circunstancia fueaprovechada entonces por un tal Pedro, abad de un monasterio desconocidode Ia Bizacena, quien so pretexto de reconocer

-y en tonos bien serviles- lasuprema jurisdicción de Carfago sobre las sedes norteafricanas, logró rcafirmarla libertad de su monasterio frente a los deseos de control del episcopado desu provincia3T.

Once años más tarde, también en Cartago, el problema del monasterio delabad Pedro volvería a plantearse en otro concilio general. Y de nuevo las dife-rencias, que el tiempo mostraria irresolubles, entre Numldia, Bizacena yProconsular beneficiaron, ahora definitivamente, la autonomía monástica3s.

La introducción, a raiz de la "Reconquista", de un monacato de origen orien-tal, con frecuencia vinculado a doctrinas heterodoxas

-problemas de los "Tres

Capítulos" y del monotelismo-, vino a complicar aún más el panorama nortea-fricano3e. Lejos de retornar a los gloriosos tiempos de San Agustín, el monacato

36 Problemas a los que se refie¡e también implícitamente Ferrando, uit. Fulg.,27. o.c., 127-t33; CH COURTOIS y A. MANDOUZE, o.c., 304-308 y 572-573 respecrivamente. Añádase, S.I"A.NCEL, o.c., 751-153. Cfr infra, 37.

37 Es significativo, en efecto, el elogio del abad Pedro al metropolitano Bonifacio en Conc.Cartbg. a. 525: "Hac sede sancta Carthaginensis ecclesiae, quae primatum totius Africanarumecclesiarum habere viderur". Edición de CH. MUNIER, Concilia Africae (a. 345 - a. 529, C.Cbr.CCLX. Tu¡nhouÍ., 1974,279-280. Sobre Pedro y la problemárica de su monasterio, JJ. GAVIGAN,o.c., 733-135, 792-795, 203-204 y A. MANDOIJZE, o.c., 159-161 ("Bonifatius 26"), 355-256("Epiphanius"), 499-500 ("Fortunacus 16"), 638-639 ("Liberatus 7") y 873-874 ("petrus 8"). Engeneral, sobre el concilio cartaginés de 525, CH. HEFELE y H. LECLERCQ, o.c. 1059-1060,7069-70741 L. DUCHESNE, o.c., 636-63e y Iw. MARSCFIALL, Kartbago und. Rom. Die Stellung derNordafrikankcben Kircbe zum a¡;ostoliscben Stubl in Rom. Stuffg Ít, 1971.206-209.

38 Conoc. Cartbag. a 536. Ed.c., 283. Sobre este concilio, CH. HEFELE y H. IECLERCQ,o.c., 1.1.36-1139; L. DUCHESNE, o.c., 640-641,t P. CHAPETIER, "Les conciles africains duranr lapériode byzantine": Reuue Africaine 95 Q951) 104-105, 116; H.J. DIESNER, "DasMónchtum...", 748; JJ. GA\TGAN, o.c., 195-196; \r. MARSCHALL, o.c., 209-2tt y A. MAN-DOUZE, o.c., 404- 405 ("Felicianus 11") y 443 (Felix 97"). En general, para \a polémica entorno al primado cartaginés, P. BATIFFOL, "Le prímae sedis epíscopus en Afrique": Reuue desSciences Religieuses 3 O92, 425-432; R. MASSIGLI, "Primat de Carthage et Métropolitain deByzacéne. Un conflict dans I'Eglise africaine au VIe siécle": Melanges R. Cagnat. París,7)12,427-440; J.L. MAIER, L'episcopat de I'Afrique rom.tine, uandale et byzantine. Neuchatel, 1973,246-248 y especialmente R.A. MARKUS, "The imperial administration and the Church inByzantine Africa": Cburcb History 36 (1967) 1B-2J; "Country bishops in Byzanrine Af¡ica":Stud.ies in Cburch History 16 (797D 3-7, 12-15 y "Carthage-Prima Jusriniana-Ravenna: anaspect of Justinian's Kircbenpolitik": Byzantion 49 O97D 279-306. Pero últimamente, encontra, J. DURLIAT, "L'administration religieuse du diocése byzantin d'Afrique (533-70D":Riuista di Studi Bizantini e Slaui 4 (7984) 752-154.

3e Sobre el monacato norteaf¡icano en 1a época bizantina, Cfr. CH. DIEHL, L'Afrique byzan-tine. Histoire de la domination byzantine en Afrique (533-709. Paits , 7986, 427-43I; JJ. GAVI-GAN, "Vita monastica...", 30-49; De uita monastica... 182-230, 245-250, 258-259 y J. DURLIAT,o.c., 174. Cfr. infra, 40.

164

De San Agustín a la .Reconquist^" btzarltirra...

acentuaita durante el régimen bízantino las tendencias que se habían ido gestan-do en la época vándala. Como en otros muchos aspectos, la reintegración formalal mundo antiguo que el Imperio de Justiniano representaba, no pudo impediren definitiva el advenimiento del mundo medievalao.

4 Para un claro ejemplo de autonomía monástica en época bizantina, CH. DIEHL, "Unecharte lapidaire du \¡Iq siécle": Comptes Rendus de I'Acad.emie des Inscriptions et Belles Lettres,7894, 38t3\7t JJ. GAVIGAN, o.c.,204-205 e Y. DLIVAI, roca Sanctorum Africae..., 68-71'. Elpredominio institucional en la Iglesia africana, aunque sometido al poder civil, volvió a corres-ponder sin embargo a los obispos en época bizantina, J. DURLIAT, o.c., 166-176 y "Les atribu-tions civiles des évéques byzantins: I'exemple du diocése d'Afrique (533-709": Jabrbucb derÓstetreicbiscben Byzantínistik 32 (.7982) 73-84. Lo mismo puede decirse en el plano teológico,R. ENO, "Doctrinal authorithy in the african ecclesiology of the Sixh Century: Ferrandus andFacundus": Reuue des Etudes Augustiníennes22 (7976) 95-113.

rc5