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Rivista di Filosofia Neo-Scolastica, 4 (2014), pp. 949-961 CEFERINO P.D. MUÑOZ * BREVE STATUS QUAESTIONIS SOBRE EL LUGAR DE CAYETANO EN LA HISTORIA DEL TOMISMO (SIGLOS XX-XXI) 1. La importancia de Tomás de Vio Es conocido el afán de Cayetano (1468-1534) por enseñar y resguardar en todas sus aristas el pensamiento de Tomás de Aquino. Su labor de difusión fue extensa e importante: v.gr., lograr que la Summa Theologiae reemplace a las Sentencias de Pedro Lombardo como libro de texto a comentar; tam- bién sus glosas a la misma Suma y sus numerosos opúsculos que exponen, defienden y desarrollan las tesis tomistas fueron significativos y conocidos ya en su época 1 . Explica al respecto García Villoslada: «La autoridad de Cayetano entre los sabios de Europa era grande. Su fama volaba por todas las naciones y universidades como el príncipe de los filósofos escolásticos y el más alto teólogo de su tiempo» 2 . Por todo esto no resulta extraño que por mucho tiempo se haya sostenido una identidad fundamental de pensamiento entre el Doctor Común y Tomás de Vio. Éste sería el gran ordenador y expo- sitor de los temas esenciales de aquel tanto teológicos como filosóficos y * CONICET - Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza (Argentina). 1 Para ver un listado de toda la obra de Cayetano cfr. Y. CONGAR, Bio-bilbliographie de Cajétan, «Revue Thomiste», 17 (1934-1935), pp. 36-49. 2 R. GARCÍA-VILLOSLADA, Martin Lutero. El fraile hambriento de Dios, BAC, Madrid 1972, p. 259. © 2014 Vita e Pensiero / Pubblicazioni dell’Università Cattolica del Sacro Cuore

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Rivista di Filosofia Neo-Scolastica, 4 (2014), pp. 949-961

Ceferino P.D. Muñoz*

BREVE STATUS QUAESTIONIS SOBRE EL LUGAR DE CAYETANO EN LA HISTORIA DEL TOMISMO (SIGLOS XX-XXI)

1. La importancia de Tomás de Vio

Es conocido el afán de Cayetano (1468-1534) por enseñar y resguardar en todas sus aristas el pensamiento de Tomás de Aquino. Su labor de difusión fue extensa e importante: v.gr., lograr que la Summa Theologiae reemplace a las Sentencias de Pedro Lombardo como libro de texto a comentar; tam-bién sus glosas a la misma Suma y sus numerosos opúsculos que exponen, defienden y desarrollan las tesis tomistas fueron significativos y conocidos ya en su época1. Explica al respecto García Villoslada: «La autoridad de Cayetano entre los sabios de Europa era grande. Su fama volaba por todas las naciones y universidades como el príncipe de los filósofos escolásticos y el más alto teólogo de su tiempo»2. Por todo esto no resulta extraño que por mucho tiempo se haya sostenido una identidad fundamental de pensamiento entre el Doctor Común y Tomás de Vio. Éste sería el gran ordenador y expo-sitor de los temas esenciales de aquel − tanto teológicos como filosóficos − y

* CONICET - Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza (Argentina).

1 Para ver un listado de toda la obra de Cayetano cfr. Y. Congar, Bio-bilbliographie de Cajétan, «Revue Thomiste», 17 (1934-1935), pp. 36-49.

2 r. garCía-VilloslaDa, Martin Lutero. El fraile hambriento de Dios, BAC, Madrid 1972, p. 259.©

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por ende la mejor vía de ingreso al pensamiento tomista. Cayetano sería el pórtico que facilita el acceso a su maestro.

Hasta tal punto esto es así que en la llamada filosofía perenne o filosofía aristotélico- tomista, tan extendida hasta mitad del siglo pasado, con frecuen-cia no se distingue en las citas al discípulo del maestro. Es que ambos partici-parían de una doctrina común. De ahí que los comentarios de nuestro autor al Aquinate son tan apreciados en la interpretación de la letra tomasiana.

2. Los defensores de la continuidad doctrinal

Esta fidelidad del natural de Gaeta a su maestro Tomás es defendida por numerosísimos tomistas contemporáneos. Entre ellos el conocido dominico Reginald Garrigou-Lagrange sostiene:

la doctrina formulada por Cayetano no sólo es la única conforme con Santo Tomás, sino que también es la única conforme con la noción que la razón natural o sentido común se forma de la persona y de los pronombres personales, yo, tu, él, como sujeto inteligente y libre3.

Además, esta identidad o profunda continuidad de pensamiento sería par-ticularmente importante en los ámbitos metafísicos y gnoseológicos. Así, Maritain escribe:

Es mérito de santo Tomás y de sus grandes comentaristas haber formulado con cla-ridad y resueltamente el problema del conocimiento, el más importante de todos los de la noética, y que no puede ser tratado adecuadamente si no se echa mano del más afinado instrumental metafísico; y no sólo haberlo planteado, sino también haberle dado la solución más profunda4.

De este modo no es casualidad que, enunciada esta enérgica tesis, Maritain, aunque sin citar la autoría de Tomás de Vio, glose al gran comentador domi-nico al afirmar que el conocimiento pertenece a un orden distinto del de los acontecimientos materiales: «y aprenderás a elevar el ingenio y a entrar en otro orden de cosas»5. Por su parte, Leroy sostiene que no hay dudas de que

3 R. GaRRiGou-LaGRanGe, La síntesis tomista, tr. esp. por E. Melo, Dedebec, Buenos Aires 1946, p. 492.

4 J. Maritain, Distinguir para unir o Los Grados del Saber, tr. esp. por A. Frossard, en colaboración con L. De Sesma - L. y P. De Iragui, Club de Lectores, Buenos Aires 1978, p. 183.

5 «Et disces elevare ingenium, aliumque rerum ordinem ingredi». Cfr. ibi, pp. 183-184. Si bien no aparece en el texto maritaniano, el autor está citando el comentario de Cayetano,

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la doctrina tradicional de los tres grados de abstracción postulada por el gae-tano es tomista6. Lo mismo hace De Andrea7. Simmons, en unión con esta postura, intenta mostrar que la doctrina clásica, en especial la trabajada por Cayetano y Juan de Santo Tomás, está ligada con la del Aquinate, y que aun-que no haya una total identidad de términos, existe una plena adecuación de la abstractio totius al primer grado de abstracción formal, de la abstractio formae al segundo grado, y una coincidencia entre la separatio y el tercer grado de abstracción formal8. Asimismo, Ponferrada ve en los escritos de los comentadores, entre ellos en los del Cardenal, una profundización del planteo de la doctrina de Tomás de Aquino9. En la misma línea encontramos a Santiago Ramírez10, Georges Van Riet11, Iosephus Gredt12, Gallus Man-ser13, Cesáreo López Salgado14, Jesús García López15, Octavio Nicolás Deri-

en sanCti thoMae aquinatis, Summa Theologica cum comentario Cardenali Caietani I, q. 14, a. 1, VII, en iD., Opera Omnia, ed. Leonina, Romae 1883, vol. IV, p. 168.

6 Cfr. M.V. leroY, Le savoir spéculatif. Anexxe: abstractio et separatio d´aprés un texte controversé de saint Thomas, «Revue Thomiste», 48 (1948), pp. 236-327 y 328-339.

7 Cfr. M. De anDrea, Soggetto e oggetto della metafisica secondo S. Tommaso, «Angeli-cum», 27 (1950), pp. 165-195.

8 Cfr. e. SimmonS, The thomistic doctrine of the three degrees of formal abstraction, «The Thomist», 22 (1959), pp. 47-64.

9 Cfr. g. PonferraDa, Nota sobre los grados de abstracción, «Sapientia», 33 (1978), pp. 267- 284.

10 Cfr. S. RamíRez, De ipsa philosophia in universum, secundum doctrinam aristotélico thomistica, La Ciencia Tomista, Madrid 1922.

11 Cfr. G. Van Riet, La theorie Thomiste de l’abstraction, «Revue Philosophique de Louvain», 50 (1952), pp. 353-393.

12 Cfr. i. GRedt, Elementa philosophiae Aristotelico-thomisticae, Herder, Friburgo - Barcelona 1953.

13 Cfr. g. Manser, La esencia del Tomismo, tr. esp. por V. García Yebra, CSIC - Instituto de Investigación Luis Vives de Filosofía, Madrid 1947. Explica José Mendoza: «Entre los principales intérpretes de Tomás de Aquino aparece Cayetano: En orden a la fundamen-tación y explicación correcta tomasiana del origen del conocimiento humano pueblan las notas cayetanistas su sentido hermenéutico. En apoyo de Tomás de Aquino como su natural continuador, quien en ocasiones lo reemplaza, pueden citarse los siguientes temas: El pro-blema de los universales (p. 266); las ideas trascendentales y la primacía noética del ser (pp. 291-295, 302-303); las pruebas de la existencia de Dios (p. 394); el amplio espectro de la analogía (pp. 435-438, 471-478 y ss.); el problema del esse y la essentia (p. 600); o bien, el principio de individuación (pp. 739, 765 y ss.)» (J.M. MenDoza, Breve status quaestionis de la ciencia neotomista como introducción confusa al sentido de scientia tomística: Algunas apreciaciones históricas en filósofos del siglo XX, «Pensamiento», 70 [2013], 260, p. 110).

14 Cfr. C. lóPez salgaDo, Abstractio y Separatio como Acceso a la Metafísica, en prensa.15 J. garCía lóPez, La abstracción según Santo Tomás, «Anuario filosófico», 8 (1975),

pp. 207-221.

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si16, Robert Pasnau17 y Ralph McInerny18, entre los más destacados. Este último autor ha revisado algunas de sus posturas anteriores con respecto a Cayetano y ahora concluye que la fidelidad del Cardenal al Aquinate es mucho mayor que la que suele atribuírsele, incluso en algunos de los puntos más criticados de la enseñanza cayetaniana, v.gr, el actus essendi19 y la doc-trina de la naturaleza pura20.

En relación con la lealtad del comentador de Gaeta a Santo Tomás, y vin-culado a la concreta distinción entre concepto formal y concepto objetivo21 − pero extensible también a otras temáticas −, sostiene Maritain:

en una discusión como ésta, el primum necessarium es recurrir al texto de santo Tomás y establecer una rigurosa exégesis del vocabulario de que se ha valido. Pero si se pretendiera descuidar o rehusar para esto las explicitaciones y los desarrollos concedidos por sus grandes discípulos, se reduciría la filosofía tomista a una disci-plina arqueológica, se le rehusaría desde el principio el derecho de ser una filosofía viva que crece con el tiempo y en cada instante se coloca en situación de responder a las cuestiones nuevamente planteadas22.

Sin duda un argumento fuerte de parte del filósofo francés que merece toda la atención antes de marcar alguna posible distancia entre nuestro autor y el Aquinate.

3. Los críticos de Cayetano

Sin embargo, y a partir de mediados del siglo pasado, apareció un segun-do grupo de autores importantes que vieron diferencias no sólo de orden

16 Cfr. o. Derisi, La doctrina de la inteligencia de Aristóteles a Santo Tomás, Club de Lectores, Buenos Aires 1980.

17 r. Pasnau, Abstract Truth in Thomas Aquinas, in h. lagerlunD - J. MaCDonalD Marenbon - C.J. Martin - s. Knuuttila (eds.), Representation and Objects of Thought in Medieval Philosophy. Studies in Medieval Philosophy, Ashgate Publishing Company, Hampshire 2007, pp. 33-61.

18 Cfr. r. MCinernY, Boethius and Aquinas, The Catholic University of America Press, Washington 1990.

19 Cfr. iD., Praeambula Fidei: Thomism and the God of the Philosophers, The Catholic University of America Press, Washington 2006, pp. 62-63. Antes lo había hecho J. reillY, Cajetan: essentialist or existentialist?, «The New Scholasticism», 41 (1967) p. 198.

20 Cfr. MCinernY, Praeambula Fidei, p. 79.21 Una lista parcial de los tomistas que adhieren a esta terminología puede verse en u.

Degl’innoCenti, Concetto formale e concetto oggettivo, «Aquinas», 3 (1970), pp. 436-445.22 Maritain, Distinguir para unir, p. 607.

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terminológico sino doctrinal entre ambos dominicos. Se destaca, entre ellos, Étienne Gilson, quien ha llegado a decir que algunos comentarios de Cayetano son un «corruptorium sancti Thomae»23. Bonino sostiene, sinte-tizando la crítica del medievalista francés, que la doctrina de Tomás de Vio es una regresión en relación con el tomismo auténtico24. En este sentido, son numerosos los puntos en los cuales esa segunda línea de estudiosos ha encontrado considerables desviaciones por parte del Cardenal con respecto a la doctrina del Doctor Común. Esto ha llevado a Maurer a afirmar acer-ca de aquel que «a pesar de su reputación de buen comentarista de Santo Tomás, hay estudios recientes que ponen dudas acerca de la confianza que se puede tener en él como guía del pensamiento del Doctor Angélico»25. En esta línea, García Cuadrado sostiene que:

La historia crítica del tomismo ha mostrado cada vez con mayor claridad de qué manera la doctrina del Doctor Angélico ha sufrido síntesis empobrecedoras e inter-pretaciones desafortunadas precisamente de aquellos mismos que enarbolaban la bandera de la fidelidad al pensamiento tomista. A lo largo de este siglo Fabro y Gilson principalmente han mostrado de qué manera las principales tesis metafísicas tomistas se han desvirtuado en gran parte por las interpretaciones de sus comenta-dores: Capreolo, Cayetano, Silvestre de Ferrara, etc.26

Autores como el recién citado Fabro27, también Klubertanz28 y Owens29, estiman que hay una marcadísima discrepancia entre la noción tomista tra-dicional de ente y aquella propuesta por el Cardenal y conservada por la mayor parte de los tomistas modernos. Así, por ejemplo, ni la disquisición

23 Cfr. e. gilson, Cajetán et l’humanisme théologique, «Archives d’histoire doctrinale et littéraire du Moyen Age», 30 (1955), p. 136.

24 Cfr. s.t. bonino, La historiografía de la escuela tomista: el caso Gilson, «Scripta Theologica», 26 (1994), 3, p. 960.

25 a. Maurer, Medieval Philosophy, EGS 4, Random House, New York 1982, p. 350.26 J. garCía CuaDraDo, La luz del intelecto agente. Estudio desde la metafísica de Bañez,

Eunsa, Pamplona 1998, p. 20.27 Cfr. C. fabro, Participación y causalidad según Tomás de Aquino, tr. esp. por M.L.

Mújica Rivas, Eunsa, Pamplona 2009, pp. 250-282. Del mismo autor: La nozione meta-fisica di partecipazione secondo S. Tommaso d´Aquino, Societá Editrice Internazionale, Torino 1950, p. 188.

28 Cfr. g. Klubertanz, Introduction to the Philosophy of Being, Appleton Century Crofts, New York 1963, p. 46.

29 Cfr. J. owens, An elementary Christian Metaphysics, The Bruce Publishing Company, Milwaukee 1963, pp. 370-371.

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sobre el ens primum cognitum30 y el ens como objeto de la metafísica31, ni todas las distinciones objetivas o del objeto en cuanto tal32 habrían sido enseñadas por el Doctor Común.

En relación con la conocida doctrina de los grados de abstracción desa-rrollada por el comentador de Gaeta, escritores como Geiger33, Sanguineti34, Gelonch35 y Pascual36 se niegan a aceptar un tercer grado de abstracción en el Aquinate. Otros ni siquiera reconocen en Santo Tomás la distinción entre una abstracción neutra y otras total y formal37. En esta misma línea, estudio-sos como Weispheil cuestionan la división de las ciencias especulativas al modo cayetaniano38. Pensadores como Lafleur y Carrier39 llaman la atención sobre el uso meramente lógico que algunos tomistas le han atribuido a la expresión abstractio, cuando en Tomás el empleo del término es mucho más amplio y profundo, y no se refiere sólo a la operación del intelecto humano o al método de acceso a la realidad que posee la inteligencia para llegar a un

30 Cfr. f. riVa, Il Gaetano e l’ente come «primum cognitum», «Rivista di Filosofia Neo-Scolastica», 85 (1993), 1, pp. 3-20; C. blaCKwell, Thomas Aquinas against the Scotists and Platonists. The definition of ens: Cajetano, Zimara, Pererio, 1495-1576, «Verbum» (Budapest), 6 (2004), p. 183; r. CalDera, La primera captación intelectual, Cuadernos de Anuario Filosófico, Pamplona 1999, p. 36; b. braun, Ontische Metaphysik. Zur Aktualität der Thomasdeutung Cajetans, Königshausen-Neumann, Würzburg 1995, pp. 25-27.

31 Cfr. P.P. ruffinengo, L’oggetto della metafisica nella scuola tomista tra tardo medioe-vo ed età moderna, «Medioevo: Rivista di storia della filosofia medievale», 34 (2009), pp. 141-219; e. gilson, El Tomismo: introducción a la filosofía de Santo Tomas de Aquino, Eunsa, Pamplona 2002, p. 192.

32 Cfr. s. gelonCh, Una contribución para la comprensión del nacimiento del represen-tacionalismo, «Philosophia», 68 (2008), p. 130.

33 Cfr. l.-b. geiger, Abstraction et separation d´après s. Thomas. In de Trinitate q5 a3, «Revue des Sciences Philosophiques et Theologiques», 31 (1947), pp. 3-40.

34 Cfr. J.J. sanguineti, La filosofía de las ciencias según Santo Tomás, Eunsa, Pamplo-na 1977, p. 188.

35 Cfr. s. gelonCh, Separatio y Objeto de la Metafísica. Una interpretación textual del Super Boetium de Trinitate, q5 a3, de Tomás de Aquino, Eunsa, Pamplona 2002, p. 61.

36 r. PasCual, La división de las ciencias especulativas en santo Tomás de Aquino, Excerpta ex dissertatione ad Doctorandum in Facultate Philosophiae Pontificiae Universita-tis Gregorianae, Roma 2003, p. 10.

37 Cfr. a. Maurer, The Division and Methods of the Sciences, Question V and VI of St. Thomas’ Commentary on the De Trinitate of Boethius, The Pontifical Institute of Mediaeval Studies, Toronto 1953, pp. 24-25, notas 29, 30.

38 Cfr. J. weisPheil, The meaning of sacra doctrina in Summa Theologiae I, q. 1, «The Thomist» 38 (1974), pp. 49-80.

39 Cfr. C. lafleur - J. Carrier, Abstraction, séparation et tripartition de la philosophie théoréthique. Quelques éléments de l’arrière-fond farabien et artien de Thomas D’Aquin, Super Boetium «De Trinitate», question 5, article 3, «Recherches de théologie et philoso-phie médiévales» 65 (1998), 2, pp. 248-271.

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juicio, sino a una característica o cualidad propia de las cosas, y, más preci-samente, de la forma de las cosas40.

Una situación similar acaece con las nociones de concepto formal y concepto objetivo41, puntillosamente tratadas por Cayetano y usadas por cuantiosas generaciones de tomistas42. Dichas nociones no aparecen en ningún lugar de la obra del Aquinate sino que fueron sus comentadores quienes las introdujeron43 y, sin embargo, han pasado como magisterio del mismo Tomás. Autores como Alvira estiman nefasta la adopción de estos términos, dado que lo que se conocerá a partir de ahora ya no serán las cosas sino sus conceptos, o, lo que es más peligroso aún, de allí en más a la cosa se la llamará concepto44, dando lugar, de esta manera, a una teoría representacionista del conocimiento45.

La sistematización que el Cardenal hizo en el De nominum analogia de la enseñanza de Tomás sobre la analogía también ha sido fuertemente cues-tionada. La crítica tiene varios frentes, aunque complementarios entre sí. Algunos estudiosos creen que el comentador de Gaeta fue excesivamente esquemático y simplista al intentar explicitar la doctrina tomasiana, distor-sionando así el auténtico sentido de la misma y perdiendo su original rique-za46. Intérpretes como Ramírez47 creen que Cayetano realiza añadidos a la doctrina aquiniana, como la famosa analogía de proporcionalidad, la cual, según el dominico español, estaría incluida en la analogía de atribución.

40 Cfr. e. CuCCia, Una controversia acerca del sentido de la abstracción, en S. filiPPi, Controversias Filosóficas, Científicas y Teológicas en el Pensamiento Tardo-Antiguo y Medieval, Paideia - Universidad Nacional de Rosario, Facultad de Humanidades y Artes, Rosario 2011, pp. 273-281.

41 Cfr. C. Muñoz, Concepto formal y concepto objetivo en Cayetano. Un análisis a partir de su comentario al De ente et essentia, «Estudios Filosóficos», 179 (2013), 62, pp. 49-61.

42 r. eChauri, Para la historia del concepto, «Philosophica» 11 (1988), pp. 113-121; V. VelarDe-MaYol, El Sentido del Concepto. Un Estudio a través de Santo Tomás, «Revista Española de Filosofía Medieval», 0 (1993), pp. 251-261.

43 Cfr. J.l. fernánDez, Metafísica y Lógica, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, Pamplona 1991, p. 11.

44 Cfr. t. alVira, Esencialismo y Verdad, «Anuario filosófico», 15 (1982), 2, pp. 155-156.45 a. llano, Metafísica y Lenguaje, Eunsa, Pamplona 2011, p. 83; M. tweeDale, Re-

presentation in Scholastic Epistemology, in lagerlunD - MaCDonalD Marenbon - Martin - Knuuttila Representation and Objects of Thought in Medieval Philosophy, pp. 73-75.

46 Cfr. r. luCiani riVero, El misterio de la diferencia. Un estudio tipológico de la analo-gía como estructura originaria de la realidad en Tomás de Aquino, Erich Przywara y Hans Urs von Balthasar y su uso en teología trinitaria, Editrice Pontificia Università Gregoriana, Roma 2002, pp. 32 y 43.

47 Cfr. S. RamíRez, En torno a un famoso texto de Santo Tomás sobre la analogía, «Sapientia», 8 (1953), pp. 166-192.

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Otros como Ralph Masiello48, Herbert Schwartz 49 y Michael McCanles50 avanzan más aún y cuestionan el mismo punto de partida de la doctrina del Cardenal. Estos autores hacen notar que la analogía cayetaniana se daría principalmente en el plano lógico y no real51, conduciendo de esta manera a situar fundamentalmente dicho planteamiento en los órdenes del entender y no en los órdenes de ser u orden metafísico52. Hevia Echevarría en una reciente traducción al español del De nominum analogia explica:

Ha sido objeto de discusión recurrente la cuestión de si la analogía debe ser materia de reflexión lógica o metafísica (ontológica, diríamos hoy). Filósofos como Silves-tre de Ferrara o Juan de Santo Tomás han considerado que la analogía, como todos los conceptos lógicos, es una segunda intención. Otros, como Domingo Báñez o Juan Sedeño, han pensado, por el contrario, que la analogía, al ser incomprensible sin los analogados en los que está embebida, sería más bien una primera intención y, por ello, materia de reflexión metafísica. En cuanto a Cayetano, ¿a qué opción se adhiere? Según lo que él mismo dice en el §72 (de su tratado De nominum ana-logia), parece que considera a la analogía una segunda intención y, por ello, en su tratado sólo hablaría del ente exemplariter53.

Otros de los puntos en el pensamiento del gaetano que destacan por su eviden-cia y clara oposición a la doctrina de Tomás de Aquino han sido los relativos a la demostración racional de la inmortalidad del alma54 y a la validez de las cinco

48 Cfr. r. Masiello, The Analogy of Proportion According to the Metaphysics of St. Thomas, «The Modern Schoolman», 35 (1958), pp. 91-105.

49 Cfr. H. ScHwaRtz, Analogy in St. Thomas and Cajetan, «The New Scholasticism», 28 (1954), pp. 127-44.

50 M. MCCanles, Univocalism in Cajetan’s Doctrine of Analogy, «The New Scholasti-cism» 42 (1968), pp. 34-42.

51 Cfr. a. Maurer, St. Thomas and the Analogy of Genus, «The New Scholasticism», 29 (1955), pp. 127-144.

52 En esta línea existe un estudio muy completo y actual sobre el tema, escrito por F. riVa, Analogia e univocità in Tommaso de Vio Gaetano, Vita e Pensiero, Milano 1995 (Scienze Filosofiche, 58).

53 J.a. HeVia ecHeVaRRía, Tratado sobre la analogía de los nombres, Tratado sobre el concepto de ente, Biblioteca Filosofía en español, Oviedo 2005, p. 17. En otra línea de pen- samiento se pueden consultar los estudios de S.a. LonG, Analogia Entis: On The Analogy of Being, Metaphysics, and the Act of Faith, University of Notre Dame Press, Notre Dame 2011; J. HocHScHiLd, The Semantics of Analogy: Rereading Cajetan’s De Nominum Analo-gia, University of Notre Dame Press, Notre Dame 2010; id., Cajetan on Scotus on Univoci-ty, «Proceedings of the Society for Medieval Logic and Metaphysics», 7 (2007), pp. 32-42; id., Words, Concepts and Things: Cajetan on the Subject of the Categories, «Dionysius», 19 (2001), pp. 159-66.

54 Cfr. i. guiu, ¿Puede la razón demostrar la inmortalidad del alma? (Santo Tomás y

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vías en torno a la existencia de Dios55. A saber, según la posición del Cardenal no es posible demostrar por la razón la inmortalidad del alma56; y, por otro lado, las cinco vías tomasianas concluirían en la existencia de un ser superior pero al que el comentador de Gaeta se rehúsa a llamarle Dios57. Según algunos espe-cialistas, estas dos posiciones del Cardenal, como aquella que distingue tajante-mente entre filosofía y teología58, estarían revelando en el fondo un filosofismo o una racionalidad filosófica concretamente separada del intellectus fidei59.

La literatura tomista se ha concentrado también de modo muy directo en la noción de esse presente en Tomás de Vio60. Hay un acuerdo casi generali-zado entre los estudiosos en mostrar que el Cardenal ha obliterado el actus essendi61 tomasiano y ha puesto en su lugar la existencia62 o esse actualis existentiae63, entendiendo éstos como la mera realidad fáctica de un ente64; y

Cayetano), en J.M. aYala (ed.), Actas del I Congreso Nacional de Filosofía Medieval, Iber-Caja y Sociedad de Filosofía Medieval, Zaragoza 1992, pp. 357-371.

55 Cfr. C. giaCon, La Seconda Scolastica, vol. I, I grandi commentatori di San Tommaso: il Gaetano, il Ferrarese, il Vitoria, Fratelli Bocca, Milano 1944, p. 134.

56 Cfr. M. ManzaneDo, La inmortalidad del alma humana según Cayetano, «Angeli-cum» 76 (1999), pp. 309-340.

57 Cfr. C. Muñoz - s. gelonCh, Algunas inflexiones en la cuestión si Dios es: santo Tomás, Cayetano y Platón, en J.J herrera (ed.), Fuentes del Pensamiento Medieval, Editorial de la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino, San Miguel de Tucumán 2012, pp. 327-339.

58 Cfr. J.-i. saranYana, La filosofía medieval. Desde sus orígenes patrísticos hasta la Escolástica barroca, Eunsa, Pamplona 2011 (Colección Pensamiento filosófico medieval y renacentista, 51), p. 326.

59 Cfr. e. gilson, Note sur le revelabile selon Cajétan, «Mediaeval Studies» 15 (1953), pp. 199-206.

60 Cfr. G. De tanoüarn, Cajétan. Le personnalisme integral, Les Éditions du Cerf, Paris 2009, pp. 211-226.

61 Cfr. gilson, Cajetán et l’humanisme théologique. También se puede consultar l. elDers, The Metaphysics of Being of St. Thomas Aquinas in a Historical Perspective, E.J. Brill, Leiden 1993. Del mismo autor y más cercano en el tiempo: Cayetano, comentador de la Suma de teología de Santo Tomás [citado el 18 de diciembre de 2013], en: Semana Tomista. Intérpretes del pensamiento de Santo Tomás, XXXVI, 5-9 septiembre 2011, Socie-dad Tomista Argentina; Universidad Católica Argentina, Facultad de Filosofía y Letras, Buenos Aires. Disponible en: http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/ponencias/caye-tano-commentador-suma-teologia-tomas.pdf.

62 Cfr. e. gilson, Cajétan et l’existence, «Tijdschrift voor Philosophie», 15 (1953), pp. 267-286. Una crítica a la vision gilsoniana puede verse en l. Dewan, Etienne Gilson and the Actus of Essendi, «Maritain Studies» 15 (1999), pp. 70-96. Para otra connotación de la noción de existencia en Cayetano cfr. iD., A Text from Cajetan Touching on Existence, «Acta Philosophica», 16 (2007) pp. 295-306.

63 Cfr. g. ProuVost, Thomas d’Aquin et le thomistes, Les Éditions du Cerf, París 1996, p. 95.64 Cfr. a. gonzález ÁlVarez, Ser y Participación. Estudio sobre la cuarta vía de Tomás

de Aquino, Eunsa, Pamplona 2001, p. 116; s. renzi, La fondazione radicale dell’essere

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desde esta mirada65 el esse no sería más que un modo de la esencia66. Lo cual no es un dato menor dado que para muchos conocedores del pensamiento del Doctor Común toda la metafísica del Aquinate pivota sobre la noción de actus essendi67, comprendida como la perfección de las perfecciones o el acto de los actos y no como el mero existir de la sustancia68.

Muchos de los manuales de filosofía tomista han sido redactados a partir de las categorizaciones de nuestro autor y de otros comentadores, y esta orde-nación de la doctrina de Santo Tomás ha nutrido – y sigue haciéndolo – a un gran número de estudiosos tomistas. En este contexto, Saranyana afirma: «que Cayetano ha marcado el itinerario de la manualística tanto segunda-escolás-tica (siglos XVI y XVII) como neoescolástica (siglos XIX y XX), llevándola por caminos ajenos a la verdadera síntesis tomasiana, parece evidente»69.

possibile nell’Avicenna latino, «Aquinas», 9 (1966), p. 297.65 Algunos autores creen que esta visión del Cardenal estuvo influenciada por uno de

los tomistas que lo precedieron, el también dominico Juan Capreolo. Cfr. a. Von gunten, Cajetan et Capreolus, in g. beDouelle - r. Cessario - K. white (éds.), Jean Capreolus en son temps (1380-1444), Les Editions du Cerf, Paris 1997, pp. 213-238; n. wells, On Last Looking into Cajetan’s Metaphysics: A Rejoinder, «The New Scholasticism», 42 (1968), pp. 112-117; A. Maurer, Cajetan’s Notion of Being in His Commentary on the Sentences, «Medieval Studies», 28 (1966), p. 269.

66 Cfr. a. De Muralt, L’enjeu de la philosophie médiévale. Études thomistes, scotistes, occamiennes et grégoriennes, Brill, Leiden 1991, p. 136; C. fabro, L’obscurcissement de l’esse dans l’école thomiste, «Revue Thomiste», 58 (1958), pp. 443-472. Aún en la actuali-dad sigue llamando la atención de los estudiosos la posición cayetaniana en torno al status de la esencia. Es el caso de un reciente artículo de l. gili, A Renaissance Reading of Aqui-nas: Thomas Cajetan on the Ontological Status of Essences, «Metaphysica», 13 (2012), 2, pp. 217-227. Lo que hace el autor es seguir el planteo de Cayetano a lo largo de la quae- stio VI de su comentario al De ente et essentia. En este sentido, para Gili, la solución a la que arriba el Cardenal no ha sido lo suficientemente valorada en tanto podría constituir un importante punto de contacto con los planteos metafísicos contemporáneos.

67 Son numerosos los textos en los cuales se encuentra la doctrina tomasiana del actus essendi; un raconto de los mismos puede verse en C. fabro, Tomismo e pensiero moderno, Pontificia Università Lateranense, Roma 1969, pp. 110-113.

68 Cfr. J.J. herrera, La simplicidad divina según Santo Tomás de Aquino, Editorial de la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino, San Miguel de Tucumán 2011, p. 457. El autor cree que la distinción entre el ser y la existencia es clara en Tomás y como prueba cita el siguiente texto: «Ipsum autem esse est complementum substantiae existen-tis: unumquodque enim actu est per hoc quod esse habet» (toMás De aquino, C.G., L. II, c. 53). A renglón seguido Herrera aclara que: «no se trata obviamente del complementum possibilitatis. Es preciso señalar que el término complementum está íntimamente rela-cionado con lo que es acto, perfección y es empleado por Tomás para referirse al papel actualizador y, por tanto, perfeccionante de la forma respecto de la materia» (Herrera, La simplicidad divina según Santo Tomás de Aquino, p. 457).

69 saranYana, La filosofía medieval, pp. 430-431.

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Por lo demás, existen más diferencias especulativas (filosóficas y teo-lógicas) entre el comentador de Gaeta y su maestro Tomás, algunas de las cuales ya han sido estudiadas. Entre ellas, la interpretación cayetaniana referente a la suposición del nombre Deus en la quaestio 3 art. 3 de la Suma de Teología70, la doctrina trinitaria71, el problema del constitutivo formal o metafísico de la persona humana72, la discusión sobre la trascendentalidad o no del pulchrum73, la teoría de la naturaleza pura74 − la cual niega que el hombre posea un deseo natural hacia la beatitud sobrenatural75 −, la defini-ción cayetaniana de pecado76, el problema del destino de los niños sin bau-

70 Cfr. t. sMith, Thomas Aquinas’ Trinitarian Theology. A Study in Theological Method, The Catholic University of American Press, Washington 2003, pp. 39-46 y D. Dubarle, Dieu avec l’etre, De Parménide à saint Thomas. Essai d’ ontologie théologale, Beauchesne, Paris 1986, pp. 314-317.

71 Cfr. J. PraDes, Deus specialiter est in sanctis per gratiam. El misterio de la inhabitación de la Trinidad, en los escritos de Santo Tomás, Editrice Pontificia Universitá Gregoriana, Roma 2003, p. 403; De tanoüarn, Cajétan. Le personnalisme integral, 378-385; l. bouYer, Le Pére invisible. Approches du mystére de la divinité, Les Éditions du Cerf, Paris 1976, p. 273.

72 Cfr. e. forMent, Persona y modo sustancial, Promociones Publicaciones Universita-rias, Barcelona 1983; De tanoüarn, Cajétan. Le personnalisme integral, pp. 566-579.

73 Cfr. h. Costarelli branDi, ‘Pulchrum’: Origen y originalidad del ‘quae visa placent’ en Santo Tomás de Aquino, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, Pam-plona 2010 (Cuadernos de Anuario Filosófico, Serie Universitaria, 228), p. 77.

74 Cfr. o. boulnois, Puissance neutre et puissance obédientielle: de l’homme à Dieu selon Duns Scot et Cajétan, en B. PinCharD - S. riCCi (éds.), Rationalisme analogique et humanisme théologique: la culture de Thomas de Vio ‘Il Gaetano’, Vivarium, Napoli 1993, pp. 31-69. J. alfaro, Lo natural y lo sobrenatural. Estudio histórico desde Santo Tomás hasta Cayetano (1274-1554), Consejo Superior de Investigaciones Científicas - Patronato Raimundo Lulio, Matriti 1952. Para otro análisis del tema cfr. la postura de f. gaboriau, Saint Thomas d’Aquin: en dialogue, FAC, Paris 1993 y de l. feingolD, The Natural Desire to See God According to St. Thomas Aquinas and His Interpreters, Sapientia Press of Ave Maria University, Naples (FL) 2010. Más bibliografía del tema en r. Cessario, Cardinal Cajetan and His Critics, «Nova et Vetera», 3 (2005), 1, pp. 109-118.

75 Cfr. a.s. rosenthal, The problem of the desiderium natural in the thomistic tradi-tion, «Verbum» (Budapest), 6 (2004), 2, pp. 335-344. En esta línea tambien se encuentra D. basso, Moral Fundamental, Educa, Buenos Aires 2011. De otra postura es b. MulCahY, Not Everything is Grace: Aquinas’s Notion of ‘pure Nature’ and the Christian Integralism of Henri de Lubac and of Radical Orthodoxy, Australian Catholic University, Fitzroy 2008. Aquí el autor se centra en la crítica de Henri de Lubac a Cayetano, e intenta mostrar cómo la noción de naturaleza pura es anterior a Tomás de Vio.

76 Cfr. D. basso, Trágica rebeldía humana e inefable clemencia divina, Educa, Buenos Aires 2010.

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tismo77, la prueba de las Sagradas Escrituras acerca de la presencia real de la eucaristía78, la concepción de derecho79, etc.

En posteriores trabajos pensamos detenernos en aquellos temas que a nuestro entender son fundamentales a la hora de inteligir algunos puntos con-cretos del pensamiento metafísico y gnoseológico de Cayetano. Sin embargo, hemos estimado valioso ampliar el panorama incluyendo otros tópicos que, si bien no se vinculan de forma directa con el estudio que estamos empren-diendo en esta ocasión, lo hacen de modo colateral y contribuyen a mostrar que detrás de estos temas y de su particular abordaje existe en nuestro autor una cosmovisión filosófico-teológica que no condice en muchos casos con la de Santo Tomás y con el espíritu medieval que lo animaba.

Al respecto, Gilson − creemos el mayor fustigador de Cayetano − ve tan-tas las diferencias entre el comentador de Gaeta y el Aquinate, que llega a preguntarse si aquel pudo haber bloqueado, para las generaciones siguien-tes, el acceso genuino a Tomás de Aquino80. Más cercano en el tiempo, y en la misma dirección gilsoniana, Olivier Boulnois ha llegado a sostener que el Cardenal no sólo habría sido un corrector sino un corruptor del Aquinate81.

4. Consideraciones finales

En definitiva, se puede concluir que el estado de la investigación actual afir-ma convincentemente la inexistencia de una identidad entre el pensamiento de Tomás de Aquino y la exposición que hace de él Cayetano82. Y de ahí la ya clásica insistencia en que para conocer al Aquinate hay que ir a sus mismos textos, para que él sea su propio intérprete; así no se lo juzgará por sus comentadores, sino que éstos serán juzgados por lo que el propio Tomás dijo83. En otros términos, y parafraseando a quien quizá ha escrito la mejor

77 Sostiene Saranyana: «Según Cayetano, los niños sin bautizarse tienen, en el último instante de la vida, una “iluminación” especial que les permite optar libremente por Dios. Tales tesis fueron excluidas, por disposición de San Pío V, del comentario cayetanista a la Summa Theologiae de Santo Tomás, publicada en 1570» (cfr. J.-i. saranYana - J.l. illanes, Historia de la Teología, BAC, Madrid 1995, pp. 110-112. El destacado es de los autores).

78 Cfr. ibi, p. 112.79 Cfr. J. finnis, Natural Law and Natural Rights, Clarendon Law Series - Oxford Uni-

versity Press, New York - Oxford 2011, pp. 185-187.80 Cfr. gilson, Cajetán et l`humanisme théologique, p. 136.81 Cfr. boulnois, Puissance neutre et puissance obédientielle, p. 68.82 Por lo menos en muchos de los puntos que hemos señalado.83 Cfr. e. gilson, El filósofo y la teología, tr. cast. por G. Torrente Ballester, Guadarrama,

Madrid 1962, p. 225.

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biografía hasta el momento del Angélico, el dominico Jean-Pierre Torrell84, Santo Tomás se explica mejor por lo que lo precede que por lo que lo sigue85.

Habida cuenta de lo anterior, pareciera probada la necesidad de eludir a Tomás de Vio para un mejor entendimiento del Angélico. Mas entonces, ¿qué dice nuestro filósofo y por qué difiere de su maestro si su intención es la de darlo a conocer? En otras palabras, a raíz de sus estudios sobre Tomás de Aquino, se ha ido configurando un cuerpo de doctrinas de Cayetano que no son tomasianas, sino atribuibles sólo a él. Sin embargo, no sabemos por qué el comentador italiano es realmente diferente, ni qué sea lo que lo mue-ve a separarse de su maestro. Tal cuestión se torna más interesante cuando conocemos de hecho que el Cardenal nunca pretende, por lo menos cons-cientemente, apartarse de las enseñanzas de Santo Tomás; es más, como ya se dijo, fue un propulsor de todo el pensamiento del Aquinate y de su estu-dio permanente. En palabras de Garrigou-Lagrange: «El mérito de Cayeta-no consiste en haber reconocido la verdadera grandeza de Santo Tomás del cual sólo ha querido ser el fiel comentarista»86.

Así, sobre las doctrinas de nuestro autor se da una extraña paradoja: por una parte, supuestamente ha sido estudiado y expuesto con profusión, pero esto ha ocurrido bajo el manto de la confusión según la cual sería Tomás de Aquino quien fundamentalmente hablaba. Ahora comprende-mos que esto no es así. Por ello, entonces, nos interesa saber qué dijo real-mente Cayetano y, mucho más aún, por qué lo dijo. Esto es precisamente lo que intentaremos esclarecer en futuros escritos.

84 Cfr. J.P. torrell, Iniciación a Tomás de Aquino: su persona y su obra, Eunsa, Pamplona 2002. Con todo, no debemos desconocer el juicio que sobre el libro de Chesterton, Introduc-ción a Tomás de Aquino, hiciera Gilson: «Lo tengo por el mejor libro sin comparación que se haya escrito sobre Santo Tomás. Sólo un genio podía hacer algo así. Indudablemente todo el mundo tiene que reconocer que es un libro “inteligente”; pero pocos lectores que durante veinte o treinta años hayan estudiado a Tomás de Aquino y tal vez incluso hayan publicado dos o tres volúmenes sobre él, no pueden menos de notar que el llamado ingenio de Chesterton ha eclipsado su erudición. Él ha hecho todo lo que ellos más o menos torpemente buscaban expre-sar en formulaciones académicas» (citado por J. PiePer, Introducción a Tomás de Aquino: doce lecciones, tr. esp. por R. Cercós Rialp, Madrid 2005, p. 20. El énfasis es del autor).

85 Cfr. e. reinharDt, Conversación en Fribourg con Jean-Pierre Torrell, «Anuario de Historia de la Iglesia», 15 (2006), p. 309.

86 GaRRiGou-LaGRanGe, La síntesis tomista, p. 443.