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Asociados numerarios de El Colegio de Jalisco
Consejo Nacional de Ciencia y TecnologíaGobierno del Estado de Jalisco
Universidad de GuadalajaraInstituto Nacional de Antropología e Historia
Ayuntamiento de ZapopanAyuntamiento de GuadalajaraEl Colegio de México, A.C.
El Colegio de Michoacán, A.C.Subsecretaría de Educación Superior-SEP
José Luis Leal SanabriaPresidente
Carlos G. Velasco PicazoSecretario general
347.7235A679e
Arellano Ríos, Alberto La estructura política de la justicia / Alberto Arellano Ríos. -- 1ª ed. -- Zapo-pan, Jal. : El Colegio de Jalisco, 2011.176 p.: fots. ; 21.5 cm. -- (Colección Investigación)
Contenido: Introducción -- I. Elementos para un análisis sociopolítico de la justicia -- II. La interpretación de la ley y la división formal del trabajo judicial -- III. Los acto-res e instituciones externos a la interpretación formal de la norma: entre la oposición y la concordia -- A manera de Epílogo -- Anexos.
Bibliografía: pp. 105-116.
ISBN 978-607-7770-36-7
1. Derecho - México.2. Justicia - Jalisco (México). 3. Justicia - Administración -Jalisco (México). 4.Poder judicial -Jalisco (México). 5. Poder judicial - Teoría política. 6. Tri-bunales constitucionales. 7. Impartición de justicia. 8. Funcionarios y empleados pú-blicos judiciales - Jalisco (México) - Ética. 9. Estado, El. 10. Poder (Ciencias sociales).
© D.R. 2011, El Colegio de Jalisco, A.C.5 de Mayo 32145100, Zapopan, Jalisco
Primera edición, 2011
ISBN 978-607-7770-36-7
Impreso y hecho en MéxicoPrinted and made in Mexico
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ÍNDICE
Introducción 9
I. ELEMENTOS PARA UN ANÁLISIS SOCIOPOLÍTICO DE LA JUSTICIA 13
Poder Judicial y ciencias sociales 13El estudio político de los tribunales 17
II. LA INTERPRETACIÓN DE LA LEY
Y LA DIVISIÓN FORMAL DEL TRABAJO JUDICIAL 31
Los magistrados del Supremo Tribunal 33Los magistrados del Tribunal Administrativo 51Los magistrados del Tribunal Electoral 53El Consejo de la Judicatura: un espacio en disputa 57Los inferiores jerárquicos en la estructuras
del Poder Judicial 59
III. LOS ACTORES E INSTITUCIONES EXTERNOS
A LA INTERPRETACIÓN FORMAL DE LA NORMA:ENTRE LA OPOSICIÓN Y LA CONCORDIA 65
La División de Estudios Jurídicos 65Los colegios y barras de abogados:
¿cofradías u organizaciones gremiales? 72
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Despachos, bufetes y fi rmas:entre el mercado y la distinción 80
El club de las familias notariales 84Otros actores e instituciones en el campo jurídico 90
A MANERA DE EPÍLOGO 101
BIBLIOGRAFÍA 105
ANEXOS 117
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INTRODUCCIÓN
Este libro analiza la estructura política que subyace en la justicia mexicana a partir del caso jalisciense. En particular hace un inventario de un determina-do campo social para precisar, clarifi car o dar respuesta, según sea el caso, a la idea de que los poderes judiciales de las entidades federativas alojan o sirven a ciertos grupos políticos y sociales. Esta construcción social la refuerzan tanto actores internos como externos a él, ya que la justicia está altamente politiza-da o sirve a intereses privados en los que no media un apego estricto a la ley, o que las decisiones judiciales están altamente infl uenciadas por un contexto social o económico.
Desde esta consideración se intenta comprender los mecanismos con los cuales un conjunto de actores e instituciones se interrelacionan. Al enunciar en el título “la estructura política de la justicia” se busca no sólo etiquetar que ésta se encuentra burdamente partidizada o que sirve a ciertos grupos, sino también dar cuenta, en el sentido amplio del término, de formas de do-minación; es decir, poner en contexto las relaciones de poder. De este modo será posible ubicar espacial y socialmente por qué no existe el juez neutral e independiente que el tipo ideal reclama.
Para iniciar, es importante señalar que es imposible que el juez se des-envuelva con plena independencia del entorno social, político y económico. Hacerlo, pedirlo y exigirlo sería ignorar, por un lado, que las relaciones sociales en esencia son relaciones de poder y, por el otro, que nuestras acciones son condicionadas históricamente. El problema se encuentra, quizá, en cómo ha-cer coincidir el discurso y la práctica con lo que un buen diseño institucional impone en su cometido para hacer realidad una justicia rápida, expedita y transparente.
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En este sentido, el desafío de la presente investigación consiste en evi-denciar la naturaleza y la lógica de las relaciones sociales que se dan en el inte-rior de los diversos tribunales y juzgados. Hacerlo es un gran reto sobre todo porque se trata de un poder complejo, segmentado e integrado en un sistema jerarquizado de instancias. El lance analítico, por lo tanto, es clarifi car su sen-tido y naturaleza. Ante esta situación el libro intenta observar cómo se dan las diversas relaciones sociales que repercuten en una resistencia al proceso de transformación profunda de la justicia tal como la democracia exige.
Desde la década de 1980, la justicia y los sistemas legal y judicial han sido analizados en América Latina desde diversas perspectivas. Hay dos importan-tes enfoques sociológicos donde lo principal es observar la interrelación entre diversos actores e instituciones.
El primero ve la justicia, o específi camente su impartición, desde una postura sistémica; cabe precisar que es el enfoque dominante en México. En dicho sistema la justicia está interrelacionada con la procuración, la parte di-suasiva y preventiva de las diversas instituciones estatales y ámbitos de go-bierno, así como con la readaptación social. El enfoque anterior responde al marco normativo que surgió del Sistema Nacional de Seguridad Pública, creado en diciembre de 1995. Esta concepción que parte de la teoría de los sistemas descansó posteriormente en la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
La segunda orientación, aun en ciernes, y que pretende aplicarse en esta obra, es la de ver dicho espacio desde el punto de vista de campo. El énfasis en este enfoque parte de la intención de observar y analizar el conjunto de actores e instituciones que lo componen y luchan por un capital específi co. Desde este matiz se quiere poner en un mismo plano el elemento general de la visión sistémica y la interrelación de lo institucional, así como el actor con lo simbólico. Esto es así porque la noción de campo aplicada al ámbito jurídico y judicial tiene como punto de partida o convergencia saber quiénes o cómo se integran, quién está autorizado a impartir justicia a partir de inter-pretar el derecho.
Para la realización del estudio de dicho campo social, este libro se estruc-tura en tres capítulos. En el primero se sientan algunas consideraciones teó-ricas y metodológicas con el fi n de efectuar un análisis político de la justicia
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a partir de lo que se ha escrito acerca de las instituciones, la clase y las elites políticas, su reclutamiento y la carrera judicial en México.
En el segundo se delinea empíricamente la manera en que se estructuran los tribunales de Justicia, Electoral y Administrativo de Jalisco, para ver, entre otras cosas, cómo se da la carrera judicial y los mecanismos de reclutamien-to, las redes políticas y relaciones gremiales y universitarias establecidas. En esta sección se describe la parte formal del campo judicial de Jalisco, pero también se hace una revisión del Consejo de la Judicatura, de los jueces y la burocracia judicial.
En el tercer capítulo se examinan las formas de participación social de otro conjunto de actores e instituciones en el campo judicial de Jalisco, cuya inciden-cia e importancia en éste se debe a que ayudan a transformarlo y fortalecerlo. En este sentido, se esboza el desenvolvimiento interno y social de la División de Estudios Jurídicos de la Universidad de Guadalajara (U de G), barras y co-legios de abogados, el mundo profesional de la abogacía, el de los notarios, el de la Procuraduría y la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH).
En ambos capítulos, ya sea por separado o en los ejercicios de recapitu-lación, la intención es establecer, con base en la evidencia empírica mostrada, algunas conclusiones generales o explicaciones sociológicas de los elementos que estructuran la justicia en Jalisco.
Este libro, además de las respectivas conclusiones, contiene diversos anexos que sistematizan parte de la información recabada que podría servir para otras investigaciones.
Finalmente queda decir que si esta obra tiene algún mérito, se debió a la multiplicidad de personas que participaron en ella dando parte de su tiempo o información, mientras que los errores o las defi ciencias son responsabilidad del autor.
Agradezco en especial el apoyo y aliento de mi esposa, Erika Patricia Cár-denas, y la alegría que me da mi hija Andrea Isabel. No puedo dejar de mencio-nar la lectura y los comentarios que en su momento, y siendo otra la naturaleza de este texto, hicieron Alberto Aziz Nassif, Jorge Alonso Sánchez y Guillermo Zepeda Lecuona; el apoyo institucional de El Colegio de Jalisco y el personal, brindado tanto por el maestro José Luis Leal Sanabria en su calidad de presi-dente, como el de la doctora Alicia Peredo Merlo, directora académica.
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I. ELEMENTOS PARA UN ANÁLISIS SOCIOPOLÍTICODE LA JUSTICIA
El Poder Judicial detenta una de las tres funciones estatales fundamentales: la jurisdiccional. En ella se resuelven las controversias entre los individuos y las autoridades en diferentes grados y sentidos. Las otras dos funciones, la le-gislativa y la administrativa, pueden ser identifi cadas, precisadas y delimitadas en los otros dos poderes o ámbitos de gobierno. La función jurisdiccional, en cambio, no es fácil de ubicar; por el contrario, es dispersa, fragmentada pero se vincula estrechamente entre sí. Sin embargo, es posible señalar que en México es ejercida por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), el Consejo de la Judicatura Federal, los tribunales de circuito, los juzgados de distrito, los tribunales y los juzgados de las entidades federativas, así como los juzgados municipales.
Dichas características institucionales vuelven imposible un estudio del sistema de justicia con pretensiones de validez general. Consecuentemente, los trabajos que tengan este fi n serán descriptivos de la normatividad y esta-rán apegados a una doctrina legal cuya característica básica es la abstracción de los principios jurídicos. No obstante, puede afi rmarse que las ciencias so-ciales han descubierto el Poder Judicial como objeto, problema y fenómeno de estudio.
PODER JUDICIAL Y CIENCIAS SOCIALES
El descuido del sistema de justicia y el legal como objeto de estudio para las ciencias sociales, principalmente por parte de la sociología, las ciencias políti-cas, la economía y la antropología, pudo deberse a: 1) que este poder era sujeto pasivo en los países latinoamericanos, 2) la infl uencia marxista al señalar al
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sistema de justicia como un asunto de “superestructura”, o 3) a una simple laguna en la comprensión de su funcionamiento institucional.1
Ya sea por una u otra razón se dejó su estudio, análisis y refl exión a los ju-ristas, quienes sólo lo abordaron desde una perspectiva formal. La indiferencia de las ciencias sociales hacia el Poder Judicial se explicó también porque dicho poder difi ere de los otros por su carácter disperso, fragmentado e individuali-zado. Esto condiciona el hecho de que el poder formal resida en cada uno de los juzgados y tribunales que administran justicia, los cuales están unidos me-diante un sistema jerarquizado de instancias que ratifi can o revierten decisio-nes previas.2 De allí que cueste trabajo defi nir y sintetizar su funcionamiento.
No obstante, los acontecimientos suscitados en el marco del proceso de democratización política en América Latina pusieron sobre la mesa de discusión una serie de reformas en materia de justicia y el sistema judicial, independientemente de la existencia de organismos internacionales que tam-bién presionaban en dichos temas.
En esta tesitura, Carothers identifi có tres círculos de actores y organismos internacionales para efectuar el cambio de los sistemas judiciales en la región, cada uno con su discurso, agenda y propuestas de acción. El primero impulsó la democracia y en él estaban las Naciones Unidas y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). El segundo se insertó en el tema de los derechos huma-nos y en él se encontraban fundaciones y organismos no gubernamentales de Estados Unidos y Europa. El tercero fueron los del ámbito económico y en él se integraban organismos como el Banco Mundial (BM) y el BID.3
Al mismo tiempo, surgieron trabajos académicos que diferían del análisis jurídico tradicional y dieron cuenta de una bibliografía judicial postautoritaria. Las líneas de trabajo e investigación académica a la luz de la relación de los poderes judiciales en los procesos de cambio político e institucional, fueron en tres vertientes. La primera, de corte politológico, desde la perspectiva de la
1 Véase Luis Pásara. “Justicia, régimen político y sociedad en América Latina”. Política y gobier-no. México: CIDE, vol. X, núm. 2, segundo semestre de 2003, p. 413.
2 Véase Manuel Alcántara y Antonia Martínez. Política y gobierno en España. Valencia: Tirant Lo Blanch, 2001, p. 243.
3 Véase Thomas Carothers. “The Many Agendas of Rule of Law Reform in Latin America”. Pilar Domingo y Rafael Sieder (eds.). Promoting the Rule Law: Perspectives on Latin America. Londres: Institute of Latin America Studies, 2002, pp. 4-16.
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sociología y la ciencia política, intentó comprender y explicar cómo los cam-bios institucionales en el Poder Judicial se integraban o delineaban el rumbo del cambio político. La segunda investigó y analizó las transformaciones ins-titucionales de los poderes judiciales a partir de estudios de caso o desde una perspectiva comparada. La tercera, quizá no sufi cientemente explorada, se adentró en el Poder Judicial y el sistema legal que se deriva de una perspectiva antropológica. El objetivo era estudiar la cultura política, las redes y alianzas que se conforman en su interior y cómo se expresan hacia el exterior.
En lo referente a las politológicas, puede decirse que éstas empezaron a evaluar los alcances y limitaciones de las reformas judiciales implantadas en los países de la región. Por ejemplo, Guillermo O’Donnell resaltó la impor-tancia del sistema legal como un elemento indispensable para la moderni-zación, además enfatizó que las reformas judiciales eran importantes en el proceso de consolidación de las democracias en América Latina. Al mismo tiempo señaló que los intentos de reforma del sistema de justicia alentados, por un lado, por la democratización política y, por el otro, por las exigencias del mercado globalizado, no llegaban a feliz término. Asimismo, precisó que sistemas de justicia débiles no hacen efectiva la igualdad ciudadana, creando en la región una “pobreza legal” que se suma a las ya existentes.4 En parte, esto ha sido así porque las instituciones judiciales en América Latina han es-tado al servicio de los vaivenes de políticos, aunque sin duda fue durante los procesos de transición y consolidación democrática cuando los tribunales se volvieron actores importantes del sistema político.
En cuanto al Poder Judicial en México, como poder no representativo, y en particular la Suprema Corte, puede afi rmarse que es otro caso más de la penetración del Poder Ejecutivo. La intervención del presidente en la compo-sición y en el comportamiento de la SCJN fue más allá de lo legalmente esta-blecido. El monopolio que el partido hegemónico tuvo de los cargos públicos en los poderes legislativos, cuando la oposición era inexistente o cuando ésta no era factor de peso en la designación de ministros o magistrados, hizo del método institucional una explicación secundaria de la debilidad del Poder Ju-dicial. Ello esclareció la capacidad del régimen para ampliar el apoyo político
4 Guillermo O’Donnell. Democracy, Law and Comparative Politics. Estados Unidos: The Hellen Kellogs Institute for International Studies-University of Notre Dame, 2002.
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hacia el Poder Judicial y le permitió al presidente de la república o al goberna-dor en su caso, ejercer el poder a capricho o discreción. Así, la razón de dicha debilidad se encontraba en otra parte del sistema político, concretamente en el sistema de partidos y en las funciones metaconstitucionales que acaparó el presidente5 o el gobernador, en el caso de las entidades federativas.
No obstante, en el sistema judicial mexicano se distinguen dos espacios formales: la macrojusticia del ámbito federal y la microjusticia del ámbito estatal. En la primera los actores políticos discuten las distribuciones de com-petencias, mientras que la segunda concierne al ciudadano, que es donde se tratan los pleitos judiciales de la vida cotidiana.6
En cuanto a la macrojusticia se dice que se ha asistido a un escenario en donde la SCJN y otros tribunales, como el Electoral Federal, han pasado de ser objetos del cambio político a ser sujetos del mismo,7 sobre todo a raíz de las reformas de diciembre de 1994. Y pese al interés que han despertado los tribunales para las ciencias sociales, los estudios a principios del siglo XXI aún se centraban en la SCJN o los tribunales electorales.
Si bien es cierto que se ha conformado una base desde dónde mirar el Poder Judicial y el sistema legal, la verdad es que las investigaciones aún resultan insufi cientes para la comprensión de una interacción social y polí-tica que construya signifi cados y hurgue en elementos no tangibles o en las “áreas vacías” del análisis institucional. En este sentido, un estudio político de la justicia con estas características intentaría precisar y detallar cómo con-viven las estructuras institucionales con las dimensiones subjetivas y cómo se dan las actividades sociales en un ámbito de lucha.
5 Véase María Amparo Casar. “Las bases político-institucionales del poder presidencial en México”. Carlos Elizondo Mayer-Serra y Benito Nacif Hernández (comps.). Lecturas sobre el cambio político en México. México: FCE-CIDE, 2002, pp. 68-70.
6 Véase Miguel Carbonnell. “Los guardianes de las promesas. Poder Judicial y democracia en México”. El Poder Judicial en la transición y consolidación democrática en México. México: IFE, 2004 (Ensayos Francisco I. Madero), pp. 37-56.
7 Véase Carlos Báez Silva. “Cambio político y Poder Judicial en México”. Espiral. Guadalajara: Universidad de Guadalajara, vol. XI, núm. 32, enero-abril de 2005, pp. 51-91.
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EL ESTUDIO POLÍTICO DE LOS TRIBUNALES
Como ya se ha observado, la justicia y el sistema legal pueden ser analizados desde varios enfoques. Sin embargo, desde una perspectiva sociopolítica cuyo objetivo es observar la interrelación de diversos actores e instituciones, hay dos enfoques principales.
El primero estudia la justicia desde una perspectiva sistémica; la imparti-ción de justicia, en específi co, es vista como parte del sistema de seguridad pú-blica. En dicho sistema la justicia se interrelaciona con la procuración, la parte disuasiva y preventiva de las diversas instituciones estatales y ámbitos de go-bierno, así como con las instituciones de readaptación social.8 Esta concepción tiene como base la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
La segunda orientación, aún en ciernes, observa el sistema legal y judi-cial como un campo social en donde hay un conjunto de actores e institu-ciones que luchan por un capital específi co; se disputa por saber quién está autorizado a impartir justicia a partir de la interpretación de la ley. En térmi-nos generales puede decirse que dicho campo se integra, a partir de la expe-riencia de Jalisco, por los siguientes actores: magistrados, jueces, abogados, notarios, algunos políticos (en este caso priístas y panistas) que se relacionan de distintas maneras y en distintos grados. Las instituciones que lo compo-nen son: el Supremo Tribunal de Justicia (STJ), el Tribunal Administrativo, el Tribunal Electoral, el Consejo de la Judicatura, el Congreso de Jalisco, barras y colegios de abogados, el Colegio de Notarios, la División de Estudios Ju-rídicos de la U de G y otras universidades, entre otras instituciones. Es en esta dirección en la cual se analizará la justicia y el campo jurídico, teniendo en consideración los planteamientos de Pierre Bourdieu y Otto Maduro.9
8 Cfr. Marcos Pablo Moloeznik y Arturo Villareal. “Sistema de justicia penal jalisciense”. Víctor Manuel González Romero et al. (eds.). Dos décadas en el desarrollo de Jalisco, 1990-2010. Guadalajara: Gobierno de Jalisco, 2010, p. 266.
9 Véase Pierre Bourdieu. “Espíritus del Estado: génesis y estructura del campo burocrático”. Actes de la Recherche en Sciences Sociales. París: L’École des Hautes Études en Sciences Socia-les, núm. 96-97, marzo de 1993, pp. 49-62; Poder, derecho y clase sociales. Bilbao: Desclée de Brouwer, 2000; Otto Maduro. Religión y confl icto social. México: Centro de Estudios Ecuméni-cos y Centro de Refl exión Teológica, 1980.
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Se busca observar en específi co: a) la estructura política de la justicia, entendida como la distribución y el orden de sus componentes en función de ciertas relaciones sociales de dominación, ya sea de carácter político, gremial o universitario; b) los procesos históricos y sociológicos que explican dicha estructura; c) la interrelación entre diversos actores e instituciones en el cam-po donde se interpreta y discute la ley; y d) la forma en que se desarrolla la carrera judicial en la práctica.10
Antes de poner en práctica dicho enfoque, hay que manifestar el adeudo con diferentes posturas académicas con el fi n de justifi car la importancia, pertinencia o primicias que este libro pudiera ofrecer.
Para ello no es necesario hacer una serie erudita y pormenorizada de los textos que se han encargado del estudio de los integrantes que ejercen la do-minación por medio de las instituciones o en un espacio determinado, pero sí hay que considerar aquellos textos considerados clásicos o investigaciones realizadas en México y Jalisco al respecto, en cierto modo, como pago de una deuda intelectual.
En este sentido, deben mencionarse en primer lugar los textos de Gae-tano Mosca, Vilfredo Pareto y Robert Michels que conforman, por consenso de la comunidad académica, la teoría clásica del estudio de las elites. Tampoco pueden omitirse las aportaciones teóricas de Max Weber acerca de la domi-nación.11
Lo anterior se complementaría con lo que se ha escrito en México al respecto. Por tal motivo deben mencionarse los estudios que diversos histo-riadores y científi cos sociales han hecho sobre las elites mexicanas o su clase política.
10 El caso jalisciense puede servir como “caso crucial” si se comparan o generalizan sus re-sultados o los elementos que lo estructuran. Véase Pierre Bourdieu y Löic J. D. Wacquant. Respuestas. Por una antropología refl exiva. México: Grijalbo, 1995; y Alexander L. George y An-drew Bennett. “Case Studies and Theory Development”. Case Studies and Theory Development in the Social Sciences. Cambridge: Belfer Center for Science and International Affairs Harvard University, 2005, pp. 3-36.
11 Véase Gaetano Mosca. La clase política. México: FCE, 1984; Vilfredo Pareto. Sociological Wri-tings. Londres: Pall Mall Press, 1966; Robert Michels. Los partidos políticos. Un estudio sociológico de las tendencias oligárquicas de la democracia moderna. Buenos Aires: Amorrortu, 1983; y Max Weber. Economía y sociedad. Esbozo de sociología comprensiva. México: FCE, 1997.
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En temas específi cos destaca desde luego el trabajo del historiador Fran-cisco Xavier Guerra respecto de las relaciones de parentesco en el régimen político. Acerca de cómo se componen o comportan las elites burocráticas, sobresalen los trabajos de Suárez Farías y Mauricio Ibarra. En cuestiones de formación, liderazgo o reclutamiento de la clase política, se distinguen Roderic Ai Camp, Peter Smith, Isabelle Rousseau, Armando Rendón y Tania Hernández.12
Por último, para el estudio específi co de Jalisco, no pueden dejar de ci-tarse los trabajos de Javier Hurtado; referencia obligada para el estudio de la clase política local, tanto del Partido Revolucionario Institucional (PRI) como del Partido Acción Nacional (PAN). En ellos, Hurtado analiza y describe las re-laciones de parentesco y las familias políticas que se han erigido en el sistema político local. En cuanto a las raíces históricas de la oligarquía de Guadalajara tendría que recurrirse a Jaime Olveda.13
12 Véase François Xavier Guerra. México del antiguo régimen a la revolución. México: FCE, 1988; Francisco Suárez Farías. Composición y comportamiento de la elite política en México 1976-1981. México: UAM, 1988; Elite, tecnocracia y movilidad política en México. México: UAM, 1991; Mauricio I. Ibarra. Las guerras burocráticas: abogados y economistas en el gobierno mexicano. México: Miguel Ángel Porrúa, 2006; Roderic Ai Camp. “University Environment and Socialization: The Case of Mexican Politicians”. History of Education Quarterly. Estados Unidos, vol. 20, núm. 3, 1980, pp. 313-335; Los líderes políticos en México: su educación y reclutamiento. México: FCE, 1981; La formación de un gobernante. México: FCE, 1985; Reclutamiento político en México. México: Siglo XXI, 1996; Las elites del poder en México. México: Siglo XXI, 2006; Peter Smith. Los laber-intos del poder. El reclutamiento de las élites en México, 1910-1970. México: El Colegio de México, 1981; Isabelle Rousseau. México: ¿una revolución silenciosa? 1970-1995. Elites gubernamentales y proyectos de modernización. México: El Colegio de México, 2001; Armando Rendón Corona. La renovación de la clase política en México, 1940-1977. México: UAM, 1998; y Tania Hernández Vicencio. “La elite de la alternancia. El caso del Partido Acción Nacional”. Revista Mexicana de Sociología. México: UNAM, núm. 4 octubre-diciembre de 2006, pp. 617-666; y Tras las huellas de la derecha. El Partido Acción Nacional 1939-2000. México: Itaca, 2009.
13 Javier Hurtado. Familias, política y parentesco en Jalisco 1919-1991. México: FCE-Universidad de Guadalajara, 1993; Javier Hurtado y Eliseo López. Relaciones de parentesco, estructuras de poder y grupos políticos en Jalisco 1995-2003. Guadalajara: Universidad de Guadalajara, CUCI, 2004; y Jaime Olveda. La oligarquía de Guadalajara. México: Conaculta, 1991. Un estudio reciente de la vida y los grupos panistas es el de Carlos Alberto Navarrete Ulloa. Identidad panista: entre tradición y modernidad. El proceso de institucionalización del Partido Acción Nacional en Jalisco. Zapo-pan: El Colegio de Jalisco, 2009.
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Tampoco puede dejar de mencionarse el reto que en la década de 1980 Guillermo de la Peña lanzó cuando dijo que las ciencias sociales en los estudios locales y regionales deberían estudiar las raíces históricas, las redes familiares, de amistad, gremiales, políticas, sociales y económicas de las instituciones for-males del Estado.14 Por ello, esta investigación asume esta preocupación al se-ñalar que desde entonces ha habido resultados que aún resultan insufi cientes.
La presente investigación también cuestiona en el plano sociológico la idea doctrinal de corte positivista y kelseniano de la cual parten muchos tex-tos jurídicos en México, cuando refl exionan acerca del papel de los tribunales a partir de la existencia de un “tercero neutral” encargado de la resolución de confl ictos sociales sin considerar el contexto social. Dicho tercero, más que un “tipo ideal” de trabajo metodológico para los juristas, es un deber ser mal entendido con el que hacen una distinción radical entre la realidad y el trabajo intelectual. Se condiciona así una diferencia que no les permite com-prender cómo el sujeto puede, ahora sí, actuar conforme con principios de derecho considerando el contexto social, económico o político.15
La limitación anterior condiciona la práctica y desprende un estudio del derecho carente de análisis sociológico que no ve en el tipo ideal un instru-mento que ayude a determinar qué tan independientes son los jueces en el sistema judicial con relación a otros actores del sistema político, económico o social.16
Un estudio político de la justicia ayudaría al cometido anterior. Aunque se parta del supuesto de que la justicia no debe politizarse, en términos ana-líticos un estudio político de ella haría referencia a que las relaciones sociales, establecidas por medio de las dimensiones en que la discrepancia, rivalidad y el confl icto se presentan, son elementos que la estructuran.
14 Guillermo de la Peña. “Poder local, poder regional: perspectivas socioantropológicas”. Jor-ge Padua y Alain Vanneph (coords.). Poder local y regional. México: El Colegio de México-CEMCA, 1993, pp. 27-56.
15 Véase Chistopher M. Larkins. “Judicial Independence and Democratization: A Theoretical and Conceptual Analysis”. The American Journal of Comparative Law. Michigan: University of Michigan Law School, vol. 44, núm. 4, otoño de 1996, pp. 607-609.
16 Véase Alberto Arellano Ríos. “Autonomía e independencia judicial en México”. Vetas. San Luis Potosí: El Colegio de San Luis, núm. 29, julio-diciembre de 2008, pp. 138-153.
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Así, un estudio político de la justicia se centraría, por lo tanto, en observar las relaciones de poder subyacentes en la justicia, y al mismo tiempo estaría al tanto de la estructura que realmente organiza, aminora o canaliza las situacio-nes confl ictivas. De este modo, la estructura política de la justicia implicaría tomar en cuenta el marco que da lógica a la relación entre actores e insti-tuciones, ideas, valores, discursos, prácticas y fuerzas sociales en coyunturas específi cas.17
Esta vertiente no ha sido explotada en su justa dimensión, de ahí que el análisis de la justicia y los tribunales en términos formales no ofrezca los elementos y herramientas necesarios para el mejoramiento institucional, organizacional y de la práctica jurídica encaminada hacia una justicia rápida y expedita.
Cabe decir que en México desde la década de 1990 hay algunos enfoques que escapan del estudio formal del derecho. Los nuevos enfoques, clasifi ca-dos como jurimetría, sociología jurídica y los trabajos de corte sociológico y politológico, dan cuenta de nuevas formas de ver y analizar el derecho y la justicia.18 Sin duda, un tipo estudio empírico y sociológico con las caracte-rísticas arriba enunciadas se ha desarrollado en Estados Unidos, donde las investigaciones se han centrado en las carreras judiciales.19
A esta perspectiva se acerca, por ejemplo, Michael Cohen. Él parte de la premisa de que el derecho organiza y estructura una profesión que se desen-
17 Algunos trabajos enmarcados en la vertiente del estudio del poder en la justicia en América Latina serían los de Sofía Tiscornia (comp.). Burocracias y violencia. Estudios de antropología jurídica. Buenos Aires: Antropofagia y Facultad de Filosofía y Letras, 2004; Bourdieu, Poder, derecho…; María José Sarrabayrouse Oliveria. “Grupos, lealtades y prácticas: el caso de la justicia penal argentina”. Revista de Sociologia e Politica. Brasil: Universidade Federal do Para-ná, núm. 13, noviembre de 1999, pp. 81-104; y Boaventura de Sousa Santos. “La tradición postmoderna. Derecho y política”. Doxa. Alicante, núm. 6, 1989, pp. 223-263.
18 Cfr. Alberto Arellano Ríos. “Poder Judicial, ciencias sociales y consolidación democrática”. Espiral. Guadalajara: Universidad de Guadalajara, vol. XV, núm. 43, septiembre-diciembre de 2008, pp. 123-147. Además la bibliografía escrita abarca América Latina.
19 Lo que se les podría objetar a estos enfoques es que no dinamizan los espacios sociales y limitan al análisis de las trayectorias de manera ascendente y descendente o bien la cir-cunscriben a una especie de sociología de las profesiones. Véase Alberto Arellano Ríos. “Cambio político y campo judicial en Jalisco: 1989-2009”. Guadalajara: CIESAS, 2009 (tesis de doctorado); y “Poder Judicial…”.
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vuelve en un campo de doctrina legal, de litigio e investigación jurídica, así como un sistema de relaciones entre clientes, fi rmas, gremios y abogados.20
Con el concepto de “carrera judicial”, Cohen y otros investigadores so-ciales han tratado de entender el movimiento individual, el rango, estatus o simplemente la ocupación de una persona dentro de una organización burocrática de corte jurídico o judicial. Al mismo tiempo, esta categoría in-tenta mostrar la relación que hay entre el individuo y su trabajo en diferentes etapas de su vida.21
Pese a ser un enfoque que podría servir en el estudio empírico de los tribunales y tener relación con los estudios sobre el reclutamiento que se han hecho para la clase política, no ha sido agotado con la pertinencia requerida en México. Aunque es probable que ya se estén dando los primeros resulta-dos, sobre todo en el ámbito federal.
En esta tesitura debe mencionarse el trabajo de Pilar Domingo donde se analizó, a partir de estos esquemas analíticos, el desarrollo institucional de la SCJN en el sistema político mexicano durante el siglo XX. Domingo planteó que la Corte fue un instrumento fundamental en la legitimación y consolida-ción de la legalidad, el Estado constitucional y el Estado de derecho, a partir de que se subordinó políticamente al sistema de partido hegemónico. La sub-ordinación fue posible, entre otras cosas, porque el nombramiento y designa-ción de los ministros, así como su desempeño, se supeditaba a los deseos y al mando del presidente de la república.22
20 Véase Michel Cohen. “Lawyers and Political Careers”. Law & Society Review. Boston: Uni-versidad de Massachusetts, vol. 3, núm. 4, mayo de 1969, p. 563.
21 Ibid., p. 564; Paul Hain y James E. Piereson. “Lawyers and Politics Revisited: Structural Advantages of Lawyers-Politicians”. American Journal of Political Science, vol. 19, núm. 1, 1975 (http://www.jstor.org/pss/2110692), pp. 41-51; Larkins, op. cit.; Edward Laumann, John P. Hainz, Robert L. Nelson y Robert H. Salisbury. “Washington Lawyers and Others: The Structure of Washington Representation”. Stanford Law Review. Palo Alto: Stanford University, vol. 37, núm. 2, 1985, Symposium on the Law Firm as a Social Institution, pp. 465-502.
22 Pilar Domingo. “Judicial Independence: The Politics of the Supreme Court in Mexico”. Journal of Latin American Studies. Cambridge: Cambridge University Press, vol. 32, núm. 3, octubre de 2000, pp. 605-644. María Amparo Casar concluyó en el mismo sentido. Casar, op. cit.
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También dio cuenta de que se conformó un escenario en el que la Corte poco a poco fue adquiriendo mayor independencia con respecto del Ejecu-tivo en la década de 1990. En su texto, después de considerar las carreras de los ministros de la Suprema Corte, concluyó que en el periodo previo a la reforma de 1994 no podían generarse grandes expectativas para hacer carrera judicial debido a que los incentivos y el reconocimiento social eran mínimos o porque había más autoridad en otros ámbitos de gobierno. En síntesis, en el régimen priísta el puesto de ministro no era la culminación de una carrera burocrática en la justicia federal.23
Ya en el plano empírico, la autora identifi có antes de la reforma de 1994 –la cual apuntó y provocó cierta inmovilidad de los ministros y su fortaleci-miento institucional–, el hecho de que cuando los ministros dejaban la Corte no abandonaban la función pública, tal y como hoy manda la ley. Así, la autora afi rma que cuando los ministros deponían en la Corte, en el periodo que va desde 1940 a 1994, se iban a otros cargos de la administración públi-ca. Menciona que dos fueron nombrados secretarios en el gabinete federal, cuatro fueron designados directores de la administración pública federal o bien subsecretarios, siete fueron gobernadores, tres fueron diputados, seis senadores de la república, dos secretarios de gobiernos estatales, otros fue-ron nombrados asesor presidencial, abogado general, procurador especial y embajador; dos más tuvieron una posición menor en la estructura del Poder Judicial como juez o magistrado federal.24
Lo anterior conduce a bosquejar el campo judicial de Jalisco. No obstante, antes es necesario precisar que los trabajos hechos acerca de los tribunales tienen como objeto central de estudio las carreras y el problema empírico de la independencia y autonomía judicial. Tal vez lo que se les pudiera objetar es que no dinamizan los espacios sociales y se limitan al análisis de las tra-yectorias ya sea de manera ascendente y descendente o la circunscriben a una especie de sociología de las profesiones.
23 Domingo, op. cit. En este último punto cabe señalar que el puesto de secretario o procura-dor general de la república tenía más peso, por lo que este cargo era un incentivo mayor en la función pública dentro del régimen priísta; era un premio a la lealtad política.
24 Idem.
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Se tiene de este modo una base conceptual y empírica con la cual se ob-serva el origen y el trayecto de los sujetos en las instituciones que conforman un campo social. Desde esta consideración en la presente investigación se intentará en lo particular, además de indagar acerca de la estructura política de la justicia y el campo jurídico, observar cómo se da en la práctica la carrera judicial.
Es probable que con este enfoque se aborde de mejor manera la indepen-dencia y autonomía judicial que ha acaparado la atención de sociólogos, poli-tólogos y juristas, aunque no podría comprenderse la importancia pública de la independencia y autonomía judicial si antes no se esbozara este fenómeno como un problema académico y social, al menos en México.
Para empezar, la reforma constitucional que impulsó el presidente Er-nesto Zedillo en diciembre de 1994 ha sido considerada como un parteaguas en la estructura político-institucional del Estado mexicano, ya que transfor-mó sustancialmente el Poder Judicial. En este contexto, la SCJN en particular asumió un nuevo papel al dejar el de subordinación y cooptación al sistema político cuya explicación de desenvolvimiento institucional era la presidencia de la república.
Desde entonces los resultados han sido tan variados que la SCJN comien-za a ser evaluada en su justa dimensión. Otra reforma igual de importante fue la realizada en el sistema de justicia penal en junio de 2008, que introdujo, entre otras cosas, la oralidad en los juicios penales.25
En cuanto a la reforma de 1994 puede decirse que trajo una serie de trans-formaciones institucionales del sistema judicial que hasta ahora tienen reper-cusión; entre ellas, se le otorgó a la Suprema Corte la atribución de conocer y dirimir las controversias entre distintos ámbitos o esferas gubernamentales, así como revisar la constitucionalidad de las leyes federales y estatales. También dispuso la creación del Consejo del Judicatura Federal (CJF), al que le encargó
25 Véase “Decreto del 18 de junio de 2008 en el que se reforman y adicionan diversas dispo-siciones de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos”. Diario Ofi cial de la Federación, pp. 3-11.
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las cuestiones administrativas propiamente dichas. Con ello se hizo una dis-tinción con respecto a las actividades jurisdiccionales.26
Bajo estos lineamientos institucionales el CJF tuvo la misión de encargarse de la disciplina, la profesionalización y capacitación de los juzgadores del país, básicamente de los jueces y magistrados federales y de otros funcionarios, como los secretarios, defensores de ofi cio y asesores jurídicos del Instituto Federal de Defensoría Pública.27
Por lo general cuando se aborda la autonomía e independencia judicial en México, se limita al estudio de las relaciones que se originan de la división o separación de poderes en el ámbito federal o estatal. Empíricamente, y más allá de las disciplinas jurídicas de corte tradicional, se ha pretendido observar –sin alcanzar una visión general del problema– las competencias, atribuciones y relaciones institucionales que hay entre el Poder Judicial y los otros pode-res o estructuras estatales, los mecanismos de selección o designación de los magistrados y ministros, cuál es el sentido de sus resoluciones, o bien, cómo operan las redes sociales o políticas en ciertas coyunturas.
De tal modo, hay que especifi car que la independencia judicial es un su-puesto de trabajo analítico en el que un tercero neutral decide sobre los casos
26 La reforma señaló que el CJF debería ser encabezado por un consejo integrado inicialmente por siete personas. Cuatro pertenecientes al Poder Judicial: el presidente de la Suprema Cor-te de Justicia de la Nación (SCJN), que es al mismo presidente del CJF, y tres integrantes más designados entre los jueces y los magistrados; posteriormente se redujo a seis el número de sus integrantes. En 2008 estando constituido por el ministro Guillermo Ortiz Mayagoitia, María Teresa Herrera Tello, Jorge Efraín Moreno Callado, Luis María Aguilar Morales, Juan Carlos Cruz Razo y Óscar Vázquez Marín.
27 De hecho, en México se están construyendo varios indicadores e instrumentos para medir la efi cacia institucional de los juzgados. La mayoría tiene como base, siguiendo a Sebastián Linares, la efectividad de una lógica de insumo-producto, o bien la consistencia de las sen-tencias. Aunque según el mismo autor aún no ha sido agotada satisfactoriamente por lo que construye una tipología de métodos de medición de la independencia judicial; éstos son a grandes rasgos: el método de análisis de la consistencia jurídica de las sentencias, método de análisis de la consistencia axiológica de las sentencias, método de constatación de violación al debido procedimiento, método de análisis estadístico, método de medición de instituciones y método de medición de percepciones. Véase Sebastián Linares. “La independencia judicial: conceptualización y mediación”. Política y gobierno. México: CIDE, vol. XI, núm. 1, primer semes-tre de 2004, pp. 73-136.
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que se le presentan conforme a los principios de derecho y no con base en consideraciones sociales, económicas o políticas.28 Es necesario puntualizar asimismo que la independencia judicial no existe de manera absoluta, por lo que sería necesario hablar de autonomía para matizar o indicar que el juez interactúa socialmente. De esta manera se precisaría de un juez autónomo con capacidad de decisión y resistente a las diversas presiones políticas, eco-nómicas y sociales.
No obstante, la independencia judicial es un principio con el cual el ter-cero neutral trata de dar defi nitividad a los confl ictos, y constituye un tipo ideal que ayuda a determinar qué tan independientes son los jueces en rela-ción con otros actores e instituciones del sistema judicial u otras partes del sistema político, económico o social. Sin embargo, ¿cómo comprenderíamos la autonomía e independencia judicial en la justicia mexicana? Una primera forma se da al intentar contextualizar el problema en la realidad mexicana. Se puede afi rmar que este tema, al menos en el ámbito de la percepción, es una asignatura no resuelta en la modernización del Poder Judicial. Para ilustrar la magnitud de los problemas que enfrentan el sistema judicial en estos temas, se trae a la palestra dos evaluaciones.
La primera es del World Economic Forum Executive Opinion Survey 2006-2007 realizada en 127 países. De ella se rescata que México ocupó la posición 74 con una puntuación de 3.58 puntos en una escala de 10. La segunda es un estudio que se hizo en marzo de 2003 a los sistemas de justicia local del país, en el que participaron diversas organizaciones como el BM, la agrupación civil Únete, el Consejo Coordinador Empresarial, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Instituto Tecnológico Autónomo de Méxi-co. El estudio acentuó su preocupación por la calidad de las resoluciones de los jueces y además cuestionó la imparcialidad y calidad de los juzgadores del país.
El problema en Jalisco se agrava al ser la entidad que ocupa el primer lugar del contexto nacional en el abuso de prisión preventiva. En el sistema
28 Larkins, op. cit., pp. 607-609.
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judicial de Jalisco, 58% de las personas en proceso penal son privadas de su libertad, lo cual viola el principio de presunción de inocencia.29
Respecto de esta realidad, la llamada modernización del sistema judicial adquiere un signifi cado mayor. Algunos temas específi cos, incrustados inicial-mente en los procesos de transición a la democracia en América Latina y pos-terior consolidación, como la independencia de los jueces, fueron un asunto primordial en la agenda de cambio político e institucional.30
Por lo tanto, la independencia y autonomía judicial constituyen uno de los pilares centrales que la sociología jurídica y las ciencias sociales; tanto las aje-nas al estudio clásico del derecho como las que lo estudian como fenómeno social deben debatir y analizar con el fi n de ver los procesos que incentivan la desigualdad. Se construye así una realidad que señala que sólo una clase privilegiada puede acceder a la justicia y que la corrupción en los tribunales es generalizada, que defi ende ciertos intereses o también que es sensible a los vaivenes políticos y económicos.31
En suma, al reconocer la deuda con los trabajos académicos anteriores pero enunciar el problema de la independencia y autonomía judicial, esta in-vestigación se distancia de lo escrito hasta el momento por lo siguiente:
29 Guillermo Zepeda Lecuona. “¿Cuánto cuesta la prisión sin condena?”. Costos económicos y sociales de la prisión preventiva en México. Nueva York-Monterrey: Open Society Justice Initia-tive, 2010 (http//:www.justiceinitiative.org).
30 Véase Scott Mainwaring y Christopher Welna (eds.). Democratic Accountability in Latin Amer-ica. Oxford: Oxford University Press, 2003; Pilar Domingo y Rafael Sieder (eds.) Promoting the Rule Law: Perspectives on Latin America. Londres: Institute of Latin America Studies, 2002; y O´Donnell, op. cit.
31 De ahí que los fenómenos de corrupción y la falta de independencia del Poder Judicial sean asuntos que merman su autoridad. Sobre todo teniendo en cuenta la excelente observa-ción que hizo el teórico político Alexis de Tocqueville cuando señaló que el Poder Judicial no “posee fuerza ni voluntad” sino únicamente discernimiento, y que ha de apoyarse en defi nitiva del brazo del Ejecutivo para que sus fallos tengan efi cacia. Así, el Poder Judicial podrá ser el más débil de los poderes del Estado por carecer de la coacción física; no tiene la espada del Ejecutivo ni la bolsa del Legislativo, pero su fuerza radica en el buen juicio y la autoridad moral. Véase Alexis de Tocqueville. La democracia en América. México: FCE, 1996. La corrupción que incide en la independencia judicial, y que termina por manifestarse en prácticas y conductas éticamente cuestionables, se presenta consecuentemente como una deslegitimación de su desempeño institucional.
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No se limita a estudiar una elite burocrática a partir de los modelos 1. simples con los que se cimienta la teoría clásica.No se hace única y exclusivamente una indagación empírica del 2. comportamiento, composición, formación de liderazgo de una elite, aunque la descripción de la trayectoria de los magistrados y otros actores del campo judicial puedan aparentar y presentarse como tal.Tampoco se pretende hacer un estudio de las familias y sus redes 3. familiares, ya que no son los únicos elementos a considerar en la red de relaciones, pues habría que sumar otras de tipo gremial, de amistad o político-institucionales.
Restringir este ejercicio académico en alguno de los puntos anteriores o incluso combinarlos, equivaldría a concebir que el Poder Judicial es una institución total: desprovista de un entorno en el cual participa y que a la vez condiciona. Planteado esto, si bien los magistrados están en la cúspide de una institución que dirigen o dominan, también interactúan con otros actores e instituciones que conforman un campo social. Con esta descripción se seña-lan las carencias que los trabajos anteriores han tenido; este libro, por lo tanto, intenta evidenciar las dinámicas internas y externas de dicho campo.32
Del mismo modo, como ya se mencionó, se pretende cuestionar la idea doctrinal de la cual parten muchos textos jurídicos en México cuando re-fl exionan acerca del papel de los tribunales a partir de la existencia de un “tercero neutral” en la resolución de confl ictos sociales. En ellos el estudio del derecho carece del más mínimo análisis sociológico que no ve en el tipo ideal un instrumento que ayude a determinar qué tan independientes son, o no, los jueces en el sistema judicial con relación a otros actores del sistema político, económico o social.
La idea con la que se desea trabajar estaría más clara si se tiene en cuenta lo que Jorge Alonso y Alberto Aziz señalaron en los siguientes términos:
32 Del mismo modo se debe aclarar que el modelo habitus-prácticas-campo obligaría a consi-derar la cultura en el sentido antropológico del término y las relaciones de poder estructu-rales y estructurantes para comprender la corrupción, inefi ciencia y opacidad del llamado sistema de justicia local. Un esfuerzo por explicar estas características está en Arellano, Cambio político y…
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Las instituciones se manejan mediante reglas, pero están cubiertas por redes de intereses, por grupos que conforman proyectos y tratan de procesar sus objeti-vos en los espacios institucionales. Tanto las instituciones como las redes for-man parte de un campo especializado en donde se ubican los actores sociales y se vinculan desde sus diversas capacidades. La lucha es por la conquista de la legitimidad y el poder; esta lucha es el vector que le da racionalidad al campo.33
En este libro, y para cerrar este capítulo, se parte de la idea, muy pre-sente en México, de que los poderes judiciales de las entidades federativas se encuentran habitados o sirven a ciertos grupos políticos; y esta percepción tiene, al menos en Jalisco, algo de razón.
La percepción es reforzada tanto por actores internos como externos al campo al decir que la justicia está altamente politizada. Este comentario obliga a precisar la forma y los mecanismos con los cuales los actores se des-envuelven en un campo social, cómo se expande y da la dominación.
Antes de comenzar con la descripción empírica del campo judicial con-viene retomar la idea de que las relaciones en este campo se estructuran obje-tivamente a partir de las posiciones que ocupan los agentes o las instituciones que lo forman.
La noción “campo” además nos permite ir más allá de la lógica institu-cional que plantean algunas propuestas imperantes en la ciencia política aun cuando el actor y los elementos simbólicos alrededor de la política hayan re-visado o decidido volver al estudio de los procesos.34
El campo, además, supera metodológicamente la noción de “redes” que se dan entre los actores, debido a que son vistas como fl ujos de información
33 Alonso, Jorge y Alberto Aziz. Campo electoral, espacios autónomos y redes: el consejo general del IFE (1996-2005). México: CIESAS-Universidad Veracruzana, 2005, p. 9.
34 En particular véase el llamado neoinstitucionalismo normativo e histórico. Guy B. Peters. El nuevo institucionalismo. Teoría institucional en ciencia política. Barcelona: Gedisa, 2003; James G. March y Johan P. Olsen. El redescubrimiento de las instituciones. La base organizativa de la política. México: FCE, 1997; y Kathleen Thelen y Sven Steinmo. “Historical Institutionalism in Comparative Politics”. K. Thelen S. Steinmo y F. Longstreth. Historical Institutionalism in Comparative Politics: State, Society and economy. Nueva York: Cambridge University Press, 1992, pp. 1-32 (http://spot.colorado.edu/~steinmo/).
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entre los actores que ocupan las instituciones políticas.35 Parafraseando a Bour-dieu, esta conceptualización satisface una expectativa positivista en su afán por encontrar leyes, tendencias o postulados normativos tendientes a la generaliza-ción, misma que en ocasiones olvida la naturaleza de las relaciones sociales de los conjuntos organizados. Cuando los enfoques positivistas y funcionalistas-quieren romper con la camisa de fuerza que implica el grupo estructurado, ya que se observa que muchas relaciones no son cuantifi cables o formalizadas, recurren al network analysis para poder observar los nexos particulares entre agentes e instituciones a partir de los fl ujos de información.36
De este modo, con la perspectiva de campo, indirectamente, se intentará explicar por qué no existe el juez neutral e independiente que el tipo ideal reclama; así, al observar los condicionantes que moldean su actuación, se ob-servarán otros elementos institucionales, la interacción social y la dimensión subjetiva, así como elementos específi cos y generales del fenómeno.
35 Véase Hugh Heclo. “Issue Networks and the Executive Establishment”. A. King (ed.). The New Political System. Washington: American Enterprise Institute, 1978, pp. 87-124.
36 Pierre Bourdieu et al. El ofi cio de sociólogo. México: Siglo XXI, 1995, pp. 63 y 76-77.
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II. LA INTERPRETACIÓN DE LA LEY Y LA DIVISIÓNFORMAL DEL TRABAJO JUDICIAL
Ignorar que el juez se desenvuelve en un entorno político, en el sentido am-plio del término, sería relegar que las relaciones sociales son relaciones de poder. El problema se encuentra, quizá, en cómo hacer coincidir el discurso y la práctica con lo que un buen diseño institucional impone en el cometido de hacer realidad una justicia rápida, expedita y transparente.
El problema, si acaso, se encuentra en la manera rústica en que se mani-fi esta dicha subordinación. Baste el siguiente ejemplo: ante la pregunta de qué grupos dominaban el Poder Judicial de Jalisco, el magistrado Celso Rodríguez González, en 2008 y en su calidad de presidente del Supremo Tribunal y del Consejo de la Judicatura, declaró lo siguiente:
Más que grupos, [se trata de] quienes fueron nombrados por gobiernos priístas. Paco [Ramírez Acuña] yo creo que en este momento no tiene a nadie, o a lo me-jor a un magistrado. Cosío, directamente que le responda, a la mejor tres o cuatro. Por el PRI muchos fueron nombrados … Yo diría que hay grupos con más anti-güedad, que tienen más derechos o se sienten como dueños pertenecientes a una institución que les ha dado de comer, y que aparte de que la ven como fuente de trabajo, también la ven con respeto y solemnidad porque ahí se imparte justicia; sienten pasión por el Poder Judicial y no permiten que se introduzcan cosas que afecten al poder; pero también tenemos nuevos magistrados que ni idea [tienen] de lo que es una institución, una solemnidad, y ni idea de lo que es el respeto absoluto a la institución. Yo creo que en este momento podemos hablar de un grupo antiguo que protege a una institución, que se protege sí mismo, y hablar de un magistrado es hablar de un grupo, y hablar de él es afectar la imagen de
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todos ellos y de su familia. Así lo ven. Y que se oponen a cambios, que tienen interés ...1
Más allá de estar de acuerdo o no con la declaración anterior, el desafío de este texto reside en evidenciar la naturaleza y la lógica de las relaciones sociales que se dan dentro de un tribunal de justicia; el reto es clarifi car su sentido y naturaleza, ya sean dichas relaciones de índole política, gremial o profesional. La intención es observar cómo diversas relaciones sociales repercuten o se re-sisten en la práctica al proceso de transformación profunda de la justicia como la democracia exige. De ahí que la declaración anterior sólo sea el elemento indiciario de este capítulo.
Por lo tanto, en esta obra se busca observar el origen, las trayectorias y algunas relaciones sociales de los agentes que ocupan las instituciones y con-forman un campo social en los términos trazados por Pierre Bourdieu y Otto Maduro.2
En esta obra se indaga sobre los actores e instituciones que componen el campo jurídico-judicial de Jalisco con el fi n de delinearlo de manera empí-rica, lo que constituye en sí una gran empresa. Un campo judicial o jurídico, término que de inicio se usa indistintamente, según Pierre Bourdieu es:
… el lugar de una concurrencia por el monopolio del derecho de decir, esto es, la buena distribución (nomos) o el buen orden en el que se enfrentan agentes investidos de una competencia inseparablemente social y técnica, que consiste esencialmente en la capacidad socialmente reconocida de interpretar (de mane-ra más o menos libre o autorizada) un corpus de textos que consagran la visión legítima y recta del mundo social.3
A partir de esta defi nición según la cual el campo jurídico es un espacio social de concurrencia por el monopolio del derecho, en tanto discurso y co-nocimiento, se hace necesario saber a quién le corresponde interpretar cómo
1 Véase Felipe Cobián. “Consejo de la Judicatura se reforma o desaparece”. Proceso. Suplemen-to Jalisco. México, núm. 1660, 24 de agosto de 2008, p. IV.
2 Véase principalmente Pierre Bourdieu. “La represéntation politique…”; “Espíritus del…”; Poder, derecho…; Maduro, Religión y…
3 Bourdieu, Poder, derecho…, p. 169.
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se interrelacionan los actores e instituciones participantes en él. Este campo cuenta además con un público que lo sostiene, en este caso la sociedad jalis-ciense, pero que también percibe que las instituciones del Poder Judicial se encuentran habitadas o sirven a ciertos grupos políticos. Dicha construcción es reforzada tanto por los actores internos como externos a él. Para ello se valen de la afi rmación de que la justicia en Jalisco se encuentra altamente politizada provocando ante esta situación la difi cultad de que exista un juez neutral e independiente que el tipo ideal reclama.
La evidencia que se presenta en torno de las trayectorias de los actores individuales y colectivos, así como de las instituciones, permitirá clarifi car empíricamente el campo que desde un inicio se ha propuesto esbozar esta in-vestigación. Se parte de la descripción y conforme lo permita, poco a poco, se irán estableciendo relaciones sociológicas o explicaciones más sólidas sobre la estructura y las relaciones sociales subyacentes.
En este capítulo se detallará un conjunto de actores e instituciones que se articulan a partir del mandato expreso de que están autorizados por la misma ley a interpretarla y aplicarla. Se desenvuelven, por otro lado, en un sistema jerarquizado de instancias: los ámbitos formales de la justicia.
LOS MAGISTRADOS DEL SUPREMO TRIBUNAL
Según el artículo 58 de la Constitución del Estado vigente hasta el año 2009, el STJ se integraba por 34 magistrados propietarios. Funcionaba en pleno y en salas, y sus sesiones eran de dos tipos: públicas y, por excepción, reservadas. Asimismo, la Constitución determinaba que en el pleno se designaba a los magistrados que integrarían cada sala y las competencias de las mismas. De igual modo, el artículo 59 mencionaba que para ser electo magistrado del STJ se requería lo siguiente:
Ser ciudadano mexicano por nacimiento, en pleno ejercicio de sus derechos I. políticos y civiles; ser nativo del Estado o, en su defecto, haber residido en la entidad durante los últimos cinco años, salvo en el caso de ausencia motivada por el desempeño de algún cargo en el servicio público, siempre y cuando no haya sido fuera del país;Tener cuando menos 35 años cumplidos al día de la elección;II.
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Poseer el día de la elección, con antigüedad mínima de diez años, III. título profesional de licenciado en Derecho, abogado o su equivalente, expedido por autoridad o institución legalmente facultada para ello y registrado en la Dirección de Profesiones del Estado;Gozar de buena reputación y no haber sido condenado por delito que IV. amerite pena corporal de más de un año de prisión; pero si se tratare de robo, fraude, falsifi cación, abuso de confi anza u otro que lastime seriamente la buena fama en el concepto público, inhabilitará para el cargo, cualquiera que haya sido la pena;No haber sido gobernador, titular de alguna de las secretarías de V. despacho del Ejecutivo, jefe de departamento administrativo, procurador general de justicia, integrante del Consejo de la Judicatura, diputado local, presidente, síndico o regidor de ayuntamiento, durante el año previo al día de la elección; yNo haber sido secretario de Estado o jefe de departamento VI. administrativo de la federación, procurador general de la república, senador o diputado federal, a menos que se separe de su cargo un año antes al día en que tenga verifi cativo la elección.
Hay en la cita anterior el banderazo de salida para que quede claro que un magistrado tiene que ser abogado y llevar diez años al menos de ejercicio pro-fesional; que al día de su designación tengan por lo menos 35 años, que se goce de buena reputación y calidad moral, pero sobre todo no haber sido condenado por pena corporal; así como no haber desempeñado algún puesto de elección popular o de la función pública en los ámbitos federal, estatal o municipal. Sin embargo, esto es insufi ciente para un análisis sociopolítico de la institución, lo que obliga a indagar en las carreras o trayectorias públicas de los magistrados del Supremo Tribunal para corroborar, o bien descubrir, algunas relaciones sociológicas, que al menos en el plano de la percepción están presentes.
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Imagen 1. El Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco
Fuente: Fotografía tomada el 7 de enero de 2007 por Marcos Cibrián González, centro histórico de Guadalajara.
El análisis de las trayectorias de los magistrados del STJ se divide en tres apartados: a) los estudios profesionales; b) la trayectoria institucional dentro del sistema judicial, ya sea local o federal; y c) la trayectoria pública o política. Se tiene en cuenta que la profesión de abogado es el eje común, aunque puede haber matices. En esta parte el análisis se maneja el enfoque de la sociología o antropología de las profesiones. Se analizan 36 casos y no 34, porque coin-cidió con un proceso de ratifi cación del STJ.4
4 Las trayectorias de los magistrados que fueron analizadas son las de Jaime Cedeño Coral, Celso Rodríguez González, Tomás Aguilar Robles, Luis Arturo Díaz Cedeño, José Félix Pa-dilla Lozano, Juan Carlos Herrera Palacios, Carlos Raúl Acosta Cordero, Salvador Cantero Aguilar, José María Magallanes Valenzuela, Miguel Ángel Estrada Nava, Ernesto Chavoya Cervantes, Alfredo González Becerra, Javier Humberto Orendáin Camacho, Gilberto Er-nesto Garabito García, Guillermo Valdez Angulo, Guillermo Reyes Robles, Esteban de la Asunción Robles, Manuel Higinio Ramiro Ramos, Ramón Soltero Guzmán, Jesús Francis-co Ramírez Estrada, Juan José Rodríguez López, José de Jesús Angulo Aguirre, Hugo Ol-veda Colunga, Luis Carlos Vega Pámanes, Espartaco Cedeño Muñoz, Austreberto Andrade Mariscal, Marcelo Romero García de Quevedo, Héctor Delfi no León Garibay, Bonifacio Padilla González, Lucía Padilla Hernández, Antonio Fierros Ramírez, Sabás Ugarte Parra,
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Los estudios profesionales
Hay que iniciar este apartado diciendo que 16 magistrados contaban con es-tudios de posgrado: maestría, especialidad o doctorado (véase anexo 1). Dos de ellos, Manuel Higinio Ramiro y Aurelio Núñez López, eran doctores en derecho, uno por la Universidad-CEU de San Pablo de la ciudad de Madrid, España, y el otro por la Universidad de Toulouse, Francia. En ese mismo sentido dos magistrados manifestaron, hasta 2008, tener la calidad de docto-randos en derecho; fue el caso de Jesús Francisco Estrada Nava y Hugo Ol-veda Colunga. También había otros estudiantes en línea en esta universidad en otros niveles.5
En cuanto al rubro de especialidades o estudios de maestría, 16 ma-gistrados tenían cuando menos dos de estos grados, ya fuera en derecho constitucional, en materia penal, civil, mercantil y amparo; en temas como administración de justicia, crimen organizado o seguridad pública; estaba el atípico caso de Jorge Leonel Sandoval Figueroa, maestro en fi losofía por
Federico Hernández Coronado, Jaime Gómez, Jorge Leonel Sandoval Figueroa y Aurelio Núñez López (véanse anexos 1, 2 y 3). Cabe señalar que la renovación de junio de 2008 recayó en Aurelio Núñez López y Jorge Leonel Sandoval Figueroa, que sustituyeron a Jesús Francisco Ramírez Estrada y Bonifacio Padilla González respectivamente, pese a que sus nombramientos fueron impugnados en otras instancias. Del mismo modo hay que men-cionar el caso de Guillermo Valdez porque, además de ser magistrado del STJ, es un actor relevante en el campo judicial.
5 Ellos eran Celso Rodríguez, Manuel Higinio Ramiro Ramos, Ramón Soltero Guzmán, José de Jesús Angulo, Aguirre Hugo Olveda Colunga, Luis Carlos Vega Pámanes, Espartaco Cedeño Muñoz, Austreberto Andrade Mariscal, Lucía Padilla Hernández, Antonio Fierros Hernández y Guillermo Valdez Angulo. Cabe señalar que la Universidad CEU-San Pablo de Madrid, España, se fundó, según su página web, para “formar humana y profesionalmente a los futuros dirigentes de la sociedad española. Ministros, directores de grandes empresas nacionales e internacionales, escritores y pensadores, artistas, profesores universitarios y científi cos”; muchos funcionarios, políticos, magistrados, jueces, notarios y abogados de Jalisco cursan algunos de sus doctorados por este medio. Entre los doctorados que se ofre-cen están: Derecho Concursal, Hacia un Nuevo Derecho Público y Cuestiones Actuales de la Ciencia Jurídica”. Véase (http://www.uspceu.com). Algunos actores e informantes claves denostaron su calidad, seriedad y los resultados de su formación, al argumentar que en el fondo es una institución que expide y otorga los nuevos títulos nobiliarios del campo judi-cial, ya fuera para la función pública o la vida académica.
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la U de G. Los magistrados que estudiaban una maestría o especialidad lo hicieron fundamentalmente en la U de G, seguido de la Universidad Pana-mericana (UP).
Sobra decir que todos tenían como profesión la de abogado, ya que de-bían cumplir con el requisito estipulado por la Constitución local, aunque habría que señalar que dos magistrados tenían además otra profesión: Celso Rodríguez era licenciado en Ciencias Sociales por la Escuela Normal Superior de Jalisco y Juan Carlos Herrera Palacios en administración pública (proba-blemente por la U de G).
Por otro lado, la institución que formaba el grueso de la elite burocráti-ca del STJ fue la U de G, con 28 casos. Hubo varias excepciones, como dos egresados de la Escuela Libre de Derecho (Bonifacio Padilla López y Aurelio López Rocha) y uno de la UNAM (José Félix Padilla Lozano).6
Un dato simbólico y que refl eja más de una forma de pensar, como se verá más adelante, es la marca o el sello de los llamados “viejos magistrados” o el bloque identifi cado con el PRI. Éstos se caracterizan por representar una vieja tradición y cierta manera de conducirse en el sistema de justicia, visible
6 En cinco casos no fue posible ubicar la institución de la que egresaron pero seguramente lo eran de la Universidad de Guadalajara (U de G). Cabe decir que la Escuela Libre de Dere-cho es una de las instituciones académicas más prestigiadas en la enseñanza del derecho y es la segunda escuela del campo jurídico mexicano más antigua después de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Es una institución pri-vada y está auspiciada por un patronato del Nacional Colegio de Abogados de México; sus estudios tienen reconocimiento ofi cial sin necesidad de autorización por parte de la Secre-taría de Educación Pública (SEP). Esta institución de educación superior tiene su sede en la ciudad de México y ha sido formadora de importantes políticos panistas y de la asociación de derecha Desarrollo Integral Humano Acción Ciudadana (DIHAC). En el caso del primero, el presidente Felipe Calderón, y en el segundo, el político y muchas veces funcionario estatal Fernando Guzmán Pérez Peláez. También ha formado a otros políticos y juristas como Emilio Portes Gil, Adolfo Ruiz Cortines, José Luis de la Peza, Felipe Tena Ramírez, Igna-cio R. Morales Lechuga, Alejandro Gertz Manero, Javier Lozano Alarcón, Carlos Abascal Carranza, Fauzi Hamdan, Miguel Villoro, José Antonio González Fernández, Luis Pazos, entre otros. Véase (http://www.eld.edu.mx).
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en algunos documentos, en los currículos, en las charlas dentro del gremio o incluso en la forma de referirse con respecto a otros grupos de abogados.7
Abría que hacer un paréntesis para mencionar la costumbre tan exten-dida del “padrino de generación”, práctica muy común y relevante para el mundo de los abogados. El padrino, por lo general un destacado jurista o político, es visto como un protector, un apoyo, guía o dispositivo de recluta-miento para insertarse en la función pública, la vida política o en el mismo gremio legal de Jalisco. Esta práctica social fue, durante el régimen del PRI, uno de los referentes obligados para entender cómo se reclutaba la clase polí-tica y la burocracia estatal. Sin embargo, en el caso de Jalisco, y después de tres gobiernos panistas, la División de Estudios Jurídicos ha perdido la presencia en algunos espacios del régimen político, pasando a ser una institución más dentro de la gama de actores del campo político.8
Al hecho de que el PRI hubiera perdido importantes espacios se sumó la inserción de las universidades privadas y también que la profesión de abogado ya no fuera la única considerada para reclutar a la burocracia; la presencia de economistas, politólogos, administradores de empresas, contadores públicos y administradores públicos dio cuenta de ello, aunque no ocurrió lo mismo en el sistema judicial donde aún es la única permitida. Esto se explica en dos sentidos: por el monopolio que tiene la profesión del campo judicial y porque las universidades privadas no lograban romper el cerco que tenía la universi-dad estatal.9
7 Éstos fueron envestidos en épocas de Guillermo Cosío Vidaurri o Carlos Rivera Aceves; algunos magistrados incluso fueron nombrados tiempo atrás. Dicho bloque se manifestó en más de una ocasión como una fuerza política ante el primer gobierno panista de Jalisco.
8 Para Roderic Ai Camp, la escuela, además del partido político, era el lugar donde los políti-cos conformaban grupos o camarillas; Jalisco no fue la excepción. Véase Ai Camp, “Uni-versity Environment...”. Según la tesis de 1998 de David Coronado, la ex facultad de Juris-prudencia, hoy División de Estudios Jurídicos y anteriormente Facultad de Derecho, se caracterizó durante el siglo XX por ser el baluarte ideológico, político y académico de la U de G y de gran parte de la clase política. También fue el espacio en donde se acrecentó o construyó un capital relacional y de coexistencia con el sistema político.
9 Su incursión fue más intensa en los tribunales administrativo y electoral. Cuando se aborden estos casos será más clara la idea.
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Con esto se cierra el paréntesis y se vuelve a una de las formas en las que los magistrados de la vieja guardia se diferencian de los grupos que encabezan el STJ: la solemnidad con la que se conducen en comparación con los nuevos magistrados; haciendo referencia, desde luego, a la generación o la persona que los apadrinó.10
Así, el decano Jaime Cedeño Coral fue apadrinado en 1955 por el econo-mista, catedrático y ex rector de la U de G, Guillermo Ramírez Valadez. El abogado veracruzano y director de la antigua Facultad de Derecho de 1976 a 1985, José Mora Luna, apadrinó a los magistrados Salvador Cantero Aguilar, Manuel Higinio Ramiro Ramos, Alfredo González Becerra y Esteban de la Asunción Robles en 1974 o 1975. El abogado, notario y ex rector de la U de G, Enrique Alfaro Anguiano, apadrinó a Ramón Soltero Guzmán y a Jesús Francisco Estrada Nava en 1976. El también ex director de la Facultad de Derecho, abogado, notario y alguna vez secretario de gobierno, Enrique González Romero, apadrinó en 1970 a Miguel Ángel Estrada Nava y a Gil-berto Ernesto García Garabito. El jurista Roberto Larios Valencia apadrinó
10 La vieja guardia de la que se habla, además de refl ejar otra forma de conducirse, es aquella que se integró con los magistrados nombrados hasta antes de 1997. Es por muchos esta-blecida su vinculación con los ex gobernadores Guillermo Cosío y Carlos Rivera, así como con otros priístas o directores de la ex facultad de Derecho. Los magistrados son Jaime Cedeño Coral, Alfredo González Becerra, Esteban de la Asunción Robles, Carlos Raúl Acosta Cordero, Manuel Higinio Ramiro Ramos, Salvador Cantero Aguilar, José María Ma-gallanes, Guillermo Valdez Angulo, Miguel Ángel Estrada Nava, Ernesto Garabito García, Ramón Soltero Guzmán, Javier Humberto Orendáin Camacho, Ernesto Chavoya Cervan-tes, Luis Arturo Díaz Cedeño y Tomás Aguilar Robles. La nueva guardia es el otro bloque identifi cable de magistrados del Tribunal; tiene otra forma de conducirse y lo integran los magistrados que fueron nombrados a partir de 1997. Su nombramiento estuvo marcado por el dinamismo y las coyunturas que daba la correlación de fuerzas en el Congreso de Jalisco. Esto sirvió para que sus oponentes se diferenciaran y distanciaran de ellos diciendo que no son completamente independientes y que en ellos priva la corrupción. Los magistrados del nuevo bloque fueron Marcelo Romero García de Quevedo, José Félix Padilla Lozano, Héctor Delfi no León Garibaldi, José Carlos Herrera Palacios, Rogelio Assad Guerra, Celso Rodríguez Franco, Austreberto Andrade Mariscal, Jaime Gómez, Luis Carlos Vega Pámanes, Hugo Olveda Colunga, Espartaco Cedeño Muñoz, José de Jesús Angulo Aguirre, Aurelio Núñez López y Jorge Leonel Sandoval Figueroa. Pero como dijeron algunos informantes clave, en esencia reproducen las mismas prácticas, “la diferencia entre ambos es que los pri-meros son más discretos que los segundos a la hora de inclinar la balanza de la justicia”.
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en 1978 a la generación de Celso Rodríguez, y el político José Guadalupe Zuno Hernández hizo lo propio con José María Magallanes en 1970. El abo-gado y ex magistrado electoral Carlos González Durán apadrinó en 1971 a Ernesto Chavoya Cervantes. El político, y el antes considerado “hombre fuerte”, Javier García Paniagua hizo en 1975 lo propio con la generación de Guillermo Valdez Angulo. Finalmente, el abogado y ex director de la Facultad de Derecho, Manuel González Bailón, acogió a Guillermo Reyes Robles.
Con lo anterior quedan evidenciados algunos lazos, redes y relaciones que los magistrados construyen desde que estudian la carrera de abogado en la U de G; sobre todo cuando coinciden en una misma generación.11
La carrera judicial
Formalmente se sostiene que la carrera judicial en el sistema de justicia local, y en particular en los puestos que no pertenecen al ámbito administrativo, tiene la siguiente dirección burocrática. La carrera judicial inicia cuando un notifi -cador, o “mortifi cador” como dicen socarronamente los abogados, pasa a ser secretario de juzgado. Luego para ascender en el sistema de justicia, el Conse-jo de la Judicatura convoca una vacante de juez, ya sea porque quede vacía o sea de reciente creación, en el Primer Partido Judicial o los juzgados foráneos. Este puesto sería un primer premio institucional y escalafonario dentro del sistema judicial. Gracias al desempeño individual, y en condiciones equidad y competencia, mediante otra convocatoria que lanzaría el Consejo de la Ju-dicatura para estudiar perfi l y trayectoria, el candidato sería propuesto ante el Congreso de Jalisco para que lo designara y nombrara magistrado.12
11 Pero, ¿cómo se manifi estan estas relaciones junto con otras? Esto quedará más claro en el siguiente capítulo en la medida que se avance en la descripción de sus trayectorias, se hurgue en la de otros actores del campo judicial y se dinamicen en algunas coyunturas críticas.
12 De este modo los legisladores del Congreso de Jalisco darían cumplimiento a lo estipulado en el artículo 60 de la Constitución local, que dice: “Para la elección de los magistrados del Supremo Tribunal de Justicia, el Consejo de la Judicatura, previa convocatoria realizada por el Congreso del Estado a la sociedad en general, con excepción de los partidos políticos, someterá a consideración del Congreso del Estado una lista de candidatos que contenga, cuando menos, el doble del número de magistrados a elegir, remitiendo los expedientes para acreditar que los ciudadanos propuestos cumplen con los requisitos establecidos en el presente capítulo y tienen aptitud para ocupar dicho cargo. El Congreso del Estado, por
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Hay así una ruta lógica y justa en la carrera judicial. Empero, no es la única; la ruta burocrática anterior se complementa con otra: aquella que reco-noce trayectorias ligadas a la función o el reconocimiento público, académico y profesional en otras áreas del campo jurídico-judicial.13
Ambas constituyen la ruta formal que se plantea en una carrera judicial, aunque, en la práctica burocrática existen otros matices y sentidos. Un abo-gado que desea hacer carrera judicial en el sistema de justicia inicia como “meritorio” en los juzgados. Esto signifi ca que antes tiene que ser ayudante en los juzgados, sin goce de sueldo, sin prestaciones y sin aparecer formal-mente en la burocracia del Poder Judicial. De este entramado, el joven que ingresa posteriormente intentará ser notifi cador, secretario y juez. Sin embar-go, su inserción en la burocracia judicial inicia, en la mayoría de las ocasiones, cuando un magistrado o juez en su carácter de profesor universitario o por el pago de favores gremiales o políticos a otros actores del campo judicial, invita al joven a formar parte de su equipo de trabajo. El reclutamiento formal, es decir, aparecer y estar en la nómina, quedará saldado cuando se presente la oportunidad y las “condiciones presupuestarias lo permitan”. Mientras tanto durante esta fase de la trayectoria profesional se evalúa al prospecto.14
acuerdo de las dos terceras partes de los diputados presentes, elegirá al Magistrado que deba cubrir la vacante, dentro de un término improrrogable de treinta días. En caso de que el Congreso no resolviere dentro de dicho término, se entenderá que rechaza la totalidad de los candidatos propuestos. En caso de que el Congreso rechace la totalidad de los candi-datos propuestos, el Consejo de la Judicatura someterá una nueva propuesta integrada por personas distintas a la inicial, en los términos de este artículo”.
13 “En igualdad de circunstancias, los nombramientos de magistrados serán hechos preferen-temente entre aquellas personas que hayan prestado sus servicios con efi ciencia y probidad en la administración de justicia o que lo merezcan por su honorabilidad, competencia y antecedentes en otras ramas de la profesión jurídica”. Véase artículo 60 de la Constitución local.
14 El proceso anterior es muy común y si se entrevista a diferentes jueces y magistrados del Poder Judicial de Jalisco, una abrumadora mayoría coincidían más o menos en el proceso de incursión anterior. Por ejemplo, el magistrado Esteban de la Asunción Robles nos cuen-ta que sus inicios en los laberintos de la burocracia judicial comenzaron cuando en 1969 un juez de la entonces penal de Oblatos lo invitó como mecanógrafo y auxiliar judicial. En la práctica era más bien ser “mozo de ofi cina”. Para 1974 terminó siendo ministro ejecutor y encargado de estadística judicial. Nos dijo que hizo un paréntesis en el Poder Judicial y de
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El proceso, en la práctica, fue quizá el más o menos lógico que siguieron los magistrados, salvo que su cargo fuera producto del reconocimiento que tuviera como abogado en el litigio, el espacio público o académico, o por un pago político. Se apunta que era el proceso más o menos lógico porque se dio hasta el año de 2008, ya que como resultado de la reforma política de 1997, la designación de los magistrados estaba marcada por cuotas partidistas, coyun-turas o vaivenes en la correlación de fuerzas en el Congreso de Jalisco.
Esto no impide indicar que en la conducción del STJ había dos grandes bloques; a partir de 1997 (véase cuadro 1), fecha considerada como punto de quiebre, las designaciones adquirieron una lógica de confl icto entre las fuerzas representadas en el Congreso, y en principio, el bloque o grupo al que perte-necían.
Cuadro 1. Año en que fueron nombrados magistrados del Supremo Tribunal
Magistrado Año Jaime Cedeño Coral 1977Alfredo González Becerra 1983Esteban de la Asunción Robles 1983Carlos Raúl Acosta Cordero 1986Manuel Higinio Ramiro Ramos 1987Salvador Cantero Aguilar 1987José María Magallanes 1988Guillermo Valdez Angulo 1988Miguel Ángel Estrada Nava 1989
allí se pasó a la Procuraduría de Jalisco durante el gobierno de Flavio Romero de Velasco. Volvió al Poder Judicial cuando fue designado juez en materia penal en 1977 y se convirtió en magistrado en 1983, desde entonces hasta 2009 ocupó dicho cargo. El magistrado de la Asunción Robles recordó, durante el diálogo que sostuvimos con él, que le tocaron temas muy espinosos, como dictar sentencia a implicados en la Liga 23 de Septiembre y a miembros de la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG). Reconoció que en su posición de juez penal estuvo sometido a presiones y amenazas, como ahora lo está con el narcotráfi co. Entrevista a Esteban de la Asunción Robles, magistrado del STJ. Realizada el 20 de febrero de 2007 por Alberto Arellano Ríos.
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Magistrado Año Ernesto Garabito García 1989Ramón Soltero Guzmán 1989Javier Humberto Orendáin Camacho 1991Ernesto Chavoya Cervantes 1993Luis Arturo Díaz Cedeño 1993Tomás Aguilar Robles 1994Marcelo Romero García de Quevedo 1997José Félix Padilla Lozano 1997Bonifacio Padilla González* 1997Héctor Delfi no León Garibaldi 1997Jesús Francisco Ramírez Estrada* 1997José Carlos Herrera Palacios 1997Rogelio Assad Guerra 1998Celso Rodríguez Franco 2000Austreberto Andrade Mariscal 2007Jaime Gómez 2007Luis Carlos Vega Pámanes 2007Hugo Olveda Colunga 2007Espartaco Cedeño Muñoz 2007José de Jesús Angulo Aguirre 2007Aurelio Núñez López 2008Jorge Leonel Sandoval Figueroa 2008
Fuente: Elaboración propia.* Fueron sustituidos en junio de 2008.
En una visión general de la carrera judicial de los magistrados, se puede decir en tanto eran jóvenes abogados recién egresados o que estudiaban los últimos semestres de la licenciatura, que fueron invitados por un maestro a integrarse a una instancia del Poder Judicial o concretamente en el STJ. Gracias a un ofrecimiento de ingresar como “meritorio” o auxiliar administrativo, un abogado se incrusta por lo general en las estructuras burocráticas.
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Asimismo, puede concluirse que, en términos generales, la carrera de los magistrados del Supremo Tribunal tiene las siguientes características: la ma-yoría de ellos inició como auxiliar, meritorio o notifi cador; algunos ocuparon puestos administrativos en el Poder Judicial para desde allí pasar a la carrera judicial como juez civil, familiar, penal o mercantil o foráneo.
Conviene mencionar que el magistrado Jaime Cedeño Coral había sido magistrado y presidente del entonces Tribunal de lo Contencioso Electoral, cuando éste formaba parte de la estructura del Poder Ejecutivo. Dicho esto, destaca el hecho de que cinco magistrados trabajaron como agentes del Minis-terio Público (MP) o en puesto de jefatura o coordinación de la Procuraduría de Jalisco; dos fueron defensores de ofi cio en el ámbito federal; dos laboraron en el sistema judicial de otra entidad del país; y recientemente algunos magis-trados han sido antes consejeros del Consejo de la Judicatura local. Este caso no ha signifi cado que no hayan pasado por los juzgados, por la burocracia ju-dicial, o que no se hayan dedicado al litigio, pero sí signifi ca una nueva forma como los actores ajenos al PRI se han insertado en el STJ.15
Desenvolvimiento profesional y público
La importancia de considerar el desenvolvimiento profesional y público radica en la necesidad de ir estableciendo algunos vínculos que los magistrados del Supremo Tribunal tienen en el campo jurídico y político local, de manera que expliquen su llegada al tribunal. Además se rastrean y ubican sus redes prece-dentes o manifi estas en el campo judicial a partir de lo construido en el ámbito académico, la vida político-burocrática, profesional o gremial.
15 Los magistrados que trabajaron en la procuraduría fueron los casos de Celso Rodríguez, José Félix Padilla Lozano (1995-1997), Esteban de la Asunción Robles, Juan José Rodrí-guez López (1986-1989) y Héctor Delfi no Garibay Garabito (1977-1979). Los magistrados que trabajaron en el ámbito de la justicia federal fueron Guillermo Robles y Héctor León Delfi no Garabito cuando fueron secretarios, el primero en un juzgado y el segundo en una sala regional de Tribunal Federal Electoral. Los que fueron en algún momento defensores de ofi cio fueron José Félix Padilla Lozano, Antonio Fierro y Jaime Gómez. Los magistra-dos que trabajaron en el Poder Judicial en otra parte del país fueron Padilla Lozano, en el DF, y Hugo Olveda Colunga, en Sinaloa. Los que antes fueron del Consejo de la Judicatura fueron José de Jesús Angulo Aguirre, Austreberto Andrade Mariscal y Lucía Padilla Her-nández.
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Para empezar, decir que hay estrecha relación entre un magistrado y alguna universidad no necesita muchas aclaraciones, puesto que ésta cons-tituye una red o mecanismo de vinculación básico y nodal. Sin pretender agotar este medio o manifestación social, puede añadirse lo siguiente: los magistrados tienen una vinculación con alguna de las universidades de la zona metropolitana de Guadalajara (ZMG), en particular con la U de G. En ésta, los magistrados que se ostentan como catedráticos de la antigua Facul-tad de Derecho lo hacen con la intención de obtener y preservar estatus y reconocimiento social en el campo judicial. La escuela es también el espacio en donde los magistrados contribuyen a trasmitir el discurso y las prácticas del campo jurídico.16
En términos generales, mediante la docencia se refrenda y subraya su ca-pital simbólico; con ella también se reafi rma su poder en las estructuras ante los futuros miembros e integrantes del campo. Del mismo modo, sirve para reclutar, integrar e iniciar a los jóvenes en el sistema de justicia o condensar relaciones políticas y sociales.
Por ello puede concluirse que 18 magistrados durante el año 2008 abier-tamente impartían cátedra o tenían experiencia académica en alguna institu-ción de educación superior (véase anexo 3). Las universidades, en orden de importancia, fueron la U de G, el Instituto Tecnológico de Estudios Supe-riores de Occidente (ITESO), la Universidad Panamericana (UP), la Universidad del Valle de Atemajac (Univa) y la Universidad Guadalajara Lamar.
En términos específi cos, en la U de G impartían docencia, concretamente en la División de Estudios Jurídicos, 15 magistrados. Los cargos académicos que ostentaban la mayoría eran de profesor de asignatura A o B, y sólo dos magistrados, Esteban de la Asunción de Robles y Luis Arturo Díaz Cedeño,
16 La vinculación con la universidad pública de Jalisco no puede comprenderse en términos laborales si no se tiene en cuenta que están impedidos por la ley para desarrollar otras activi-dades que no sean las estrictamente académicas y que no puedan obtener benefi cios econó-micos por ellas. Aunque por impartir cátedra reciben un salario que es exiguo, sobre todo en la Universidad de Guadalajara, la importancia de la cátedra reside en el plano simbólico, político y social. Según el discurso de los magistrados: “Es una forma de retribuir social-mente a la institución educativa que nos formó”.
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eran profesores docentes titular A y docente asociado A, respectivamente (véase cuadro 2).17
Una primera impresión de este hecho fue que los magistrados del viejo bloque en el Supremo Tribunal eran los que tenían una vinculación directa con la antigua Facultad de Derecho de la U de G. Con ello era indudable que se establecían lazos y se fortalecían posiciones en el campo jurídico. En contraparte, los magistrados que se integraron al STJ después del año 1997 no tenían vínculos intensos con la División de Estudios Jurídicos.
Cuadro 2. Magistrados del STJ que imparten cátedraen la División de Estudios Jurídicos de la U de G
Magistrado Cargo académico Años impartiendo cátedra (hasta agosto de 2007)
Alfredo González Becerra Profesor de asignatura B 23 añosEsteban de la Asunción de Robles Profesor docente titular A 32 añosManuel Higinio Ramiro Profesor de asignatura B 20 añosJesús Francisco Ramírez Estrada Profesor de asignatura A 23 años
17 Destacan de igual modo por la antigüedad en la impartición de clases de Jaime Cedeño Coral, Esteban de la Asunción Robles y Ramón Soltero Guzmán, entre otros. En términos generales, y según la normatividad de la U de G, los profesores de asignatura tanto A como B, se dedican fundamentalmente a la docencia. En el caso del profesor de asignatura A, los docentes en el nivel superior deben contar con título de licenciatura o una formación equi-valente. Por su parte, los profesores de asignatura B son aquellos que tienen un grado aca-démico superior al programa en el que imparten clases. También este marco institucional señala que un profesor titular es aquel que tiene la capacidad de formar recursos humanos dentro de los programas académicos, guía o dirige actividades docentes, de investigación, de preservación y extensión de la cultura o éstas entre sí; mientras que el asociado es quien realiza actividades académicas de docencia, de investigación, de preservación y extensión de la cultura o de éstas entre sí, bajo la guía y supervisión del titular. Pero en los casos que nos ocupan, un profesor asociado A tiene 100% de los créditos de una maestría o el título de licenciatura con tres años de antigüedad. El profesor titular en el nivel A tiene grado de doctor con tres años de antigüedad, maestro con seis años de antigüedad o tiene el título de licenciado con quince años de antigüedad. Véase Estatuto del personal académico de la Universi-dad de Guadalajara. Guadalajara: Secretaría General de la Universidad de Guadalajara, 2008 (http://www.secgral.udg.mx/normatividad/ngeneral/EstatutodelPersonalcademico.pdf).
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Magistrado Cargo académico Años impartiendo cátedra (hasta agosto de 2007)
Juan José Rodríguez López Profesor de asignatura A 25 añosJaime Cedeño Corral Profesor docente titular B 40 añosAntonio Fierros Ramírez Profesor de asignatura A 7 añosCelso Rodríguez González Profesor de asignatura A 4 añosRamón Soltero Guzmán Profesor de asignatura A 23 añosTomás Aguilar Robles Profesor de asignatura B 17 añosLuis Arturo Díaz Cedeño Profesor docente asociado A 20 añosGilberto Ernesto Garabito García Profesor de asignatura B 10 añosJosé María Magallanes Valenzuela Profesor de asignatura A 23 añosMiguel Ángel Estrada Nava Profesor de asignatura A 13 añosErnesto Chavoya Cervantes Profesor de asignatura A 10 años
Fuente: Elaboración propia con base en el ofi cio VI/08/2007/1312 de la Coordinación de Transparencia y Archivo de la Universidad de Guadalajara.
Como ya se dijo, algunos magistrados impartían cátedra en otras univer-sidades privadas como el ITESO o la UP, ya sea en combinación con la cátedra en la U de G o como única opción. Destacan en este punto los casos de José Félix Padilla, Carlos Herrera Palacios, Gilberto E. Garabito y Jesús Rodríguez. Sólo Jaime Gómez y Marcelo Romero de Quevedo no impartían cátedra en la U de G y limitaban su actividad docente a la UP, la Univa o la Universidad Lamar (véase cuadro 3).
Cuadro 3. Magistrados del STJ que imparten cátedra en universidades privadas
Magistrado UniversidadMarcelo Romero García de Quevedo UP
José Félix Padilla Lozano Universidad Guadalajara Lamar e ITESO
Jaime Gómez Universidad Guadalajara Lamar y UnivaJosé de Jesús Angulo Aguirre ITESO
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Magistrado UniversidadGilberto Ernesto Garabito García ITESO
Juan Carlos Herrera Palacios ITESO y la UP
Fuente: Elaboración propia.
El rastreo de la trayectoria político-burocrática puede ofrecer algunos in-dicios sobre qué magistrados estuvieron vinculados o se desenvolvieron en otros ámbitos estatales diferentes al del Poder Judicial antes de pertenecer a él; con ello puede inferirse si dicho desenvolvimiento repercutió o no en su designación.
La evidencia encontrada (véase anexo 3) muestra que los magistrados José Félix Padilla, Guillermo Valdez Angulo y Jorge Leonel Sandoval Fi-gueroa tenían antecedentes de militancia priísta. Siete magistrados antes de serlo laboraron en la administración pública estatal, cuatro en la burocracia municipal y uno en la federal.18
La trayectoria profesional y pública de los magistrados puede dar indi-cios de si ésta resarció las pocas credenciales que tenían para acceder o ser nombrados en el máximo tribunal de justicia local. Porque, como señala el artículo 60 de la Constitución de Jalisco, los nombramientos de magistrados serán hechos “preferentemente entre aquellas personas que hayan prestado sus servicios con efi ciencia y probidad en la administración de justicia”, aun-que reconoce también que se podrá hacer cuando otras personas que no
18 El primero en el DF en los años ochenta, el segundo en Jalisco durante la década de 1970, y Jorge Leonel Sandoval Figueroa como diputado federal y local, además de ser el padre del político local Aristóteles Sandoval Díaz. Un caso digno de mencionar es del ex magistrado Guillermo Reyes Robles, quien fue diputado local (1971-1973) y presidente municipal de Guadalajara (1977-1979) y un hombre con fuerte peso en el STJ. Los magistrados que labo-raron en otras áreas de la burocracia estatal fueron Juan Carlos Herrera, Guillermo Reyes Robles, Jesús Francisco Estrada Nava, Austreberto Andrade, Marcelo Romero García de Quevedo, Antonio Fierros y Sabás Ugarte. En el ámbito de la administración munici-pal destacaron sólo cuatro casos: Guillermo Reyes, en carácter de síndico, y Austreberto Andrade; los otros dos son los de Luis Carlos Vega, quien trabajó en el Ayuntamiento de Puerto Vallarta, y Lucía Padilla, que lo hizo en el de Guadalajara. En cuanto al ámbito de la administración pública federal sólo la magistrada Lucía Padilla manifestó haber trabajado en ella, concretamente en la Secretaría de la Reforma Agraria (SRA).
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tengan carrera judicial “lo merezcan por su honorabilidad, competencia y antecedentes en otras ramas de la profesión jurídica”.
Fue así como ocho magistrados, al no contar con una trayectoria institu-cional en el Poder Judicial de Jalisco, ejercieron y desarrollaron su actividad profesional o gremial fuera de él. Curiosamente este grupo de magistrados estuvo integrado por los nombrados después de 1997, conformando, a decir de los actores y miembros del campo judicial, el otro bloque del Supremo Tribunal.19
Con este indicio los magistrados en cuestión manifestaron su conoci-miento del sistema de justicia por medio de su actividad de litigantes, al pre-sentarse como abogados postulantes en lo individual o pertenecientes a un bufete o fi rma de abogados. Algunos explicaron ser en ocasiones asesores jurídicos de empresas privadas, gremios laborales o incluso del sector público. Para otros fue determinante justifi car su nombramiento como magistrados, mediante la pertenencia a un gremio o barra de abogados.20
De este modo, se llega al punto en que se indagó una parte del campo judicial: el origen particular de los magistrados del STJ. Se ha identifi cado un grupo social que encabeza una institución, en la cual hay una correlación de fuerzas que conforma dos grandes bloques en el interior, hasta cierto punto antagónicos, pero que se unen cuando “el enemigo viene de fuera”, sobre todo del Congreso de Jalisco u otros actores políticos y sociales.
El primer bloque curiosamente es el de la vieja guardia de magistrados, tal y como lo llaman integrantes del campo judicial. Los integrantes de este
19 Fue el caso de Juan Carlos Herrera Palacios, Jesús Francisco Ramírez, Juan José Rodríguez López, José de Jesús Angulo, Hugo Olveda, Luis Carlos Vega, Austreberto Andrade, Mar-celo Romero, Lucía Padilla, Sabás Ugarte y Jaime Gómez (véase anexo 3).
20 De entre las empresas privadas que dijeron asesorar hubo algunas del ramo de la cons-trucción, minería, textil y automotriz, pero sobre todo de la banca privada. Destacaron al respecto Juan Carlos Herrera en el desaparecido Banco del Atlántico, Jesús Francisco Ramírez Estrada en Bancentro y Marcelo Romero en los ya inexistentes bancos Serfín e Internacional. Los magistrados que dijeron ser miembros o dirigentes de algunas barras de abogados fueron Juan Carlos Herrera, miembro del Colegio de Abogados Foro Jalisco y en algún momento su presidente, José de Jesús Angulo, fue miembro y fundador del Foro Federalista Licenciado Alberto Orozco Romero y del que Jesús Francisco Ramírez también fue miembro.
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bloque, cuyas trayectorias mostraron una carrera en el interior del sistema judicial de Jalisco, tienen fuertes lazos institucionales y académicos, mediante la docencia, con la División de Estudios Jurídicos de la U de G. Además, las relaciones entre sus componentes son más estrechas y cercanas porque, tal como se deduce del seguimiento generacional, estuvieron vinculados con el PRI o con un político en particular. El padrinazgo o el reconocimiento gene-racional fue más efectivo en el proceso de reclutamiento, y el hecho de que fueran nombrados por un Congreso local en donde preponderaba el PRI, se acentúa en ellos. De ahí que éstos sean los factores que explican su alto grado de homogeneidad.
Los magistrados del segundo bloque no tienen una carrera judicial como los miembros del anterior, ni mucho menos un vínculo de cercanía total con alguna universidad privada, a pesar de la actividad docente de algunos de ellos en el ITESO y la UP; además, su ingreso al Supremo Tribunal estuvo mediado por otras condiciones. Su nombramiento fue resultado de un proceso de ne-gociación en el cual el Congreso era más plural, lo que no signifi ca que les fueran ajenos los elementos estructurantes del habitus judicial. No obstante que sus trayectorias sociales evidenciaron que no poseían una carrera judicial, su itinerario profesional los hizo desenvolverse en el ámbito del litigio o gre-mial, sobre todo en la burocracia estatal o la iniciativa privada.
Cabe resaltar que, a pesar de haber casos de abogados egresados de la Escuela Libre de Derecho y la UNAM, la U de G es la formadora de la elite judicial del STJ. Es notorio también que los magistrados del primer bloque son quienes tuvieron una relación académica y más institucional y cercana con la División de Estudios Jurídicos.
Finalmente, la situación del campo jurídico, hasta cumplida la primera década del siglo XXI, mostró que el primer bloque tenía una posición de he-gemonía total; con la inclusión de nuevos actores en los puestos de primer nivel del Supremo Tribunal que muchas veces vinieron de una posición de subalternanidad, se trató de equilibrar las relaciones de fuerza.
El papel que asumió el Congreso de Jalisco en los procesos de ratifi cación y nombramiento de los magistrados ha sido determinante para que un grupo de abogados vinculados con el PAN esté dispuesto a arrebatarle la hegemonía al
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antiguo bloque del campo judicial; manifestándose así diferencias en la cúpula del STJ sin que ello implique un confl icto generalizado.
Hecho el esbozo del Supremo Tribunal, toca el turno del análisis de los tribunales Administrativo y Electoral de Jalisco. Cabe decir que por estar in-tegrados por un menor número de magistrados, no sería necesario dividir exhaustivamente la indagación como lo hicimos con la primera institución.
LOS MAGISTRADOS DEL TRIBUNAL ADMINISTRATIVO
Según el artículo 65 de la Constitución política de Jalisco, el Tribunal de lo Administrativo (TAE) se encarga de dirimir las controversias de carácter admi-nistrativo y fi scal que se susciten entre las autoridades estatales, municipales y los organismos descentralizados con los particulares; también las que sur-jan entre dos o más entidades públicas de las autoridades citadas, así como resolver los confl ictos laborales que se originen entre sus propios trabajadores. Por otro lado, la misma Carta Magna dispone en el artículo 66, que para ser magistrado del TAE, tanto en la forma de elección como en el periodo en el cargo, rigen los mismos requisitos y procedimientos que se establecen para el nombramiento de los magistrados del STJ. Y según el artículo 59 de la Ley Orgánica del Poder Judicial (vigente hasta junio de 2008), el número de ma-gistrados necesarios en ningún momento podría ser menor a seis.
Las disposiciones jurídicas e institucionales son muy claras, ¿pero qué re-des y relaciones hay detrás, debajo o alrededor de ellas? Para responder esta cuestión se analizarán las trayectorias de los magistrados Eleuterio Valencia Carranza, Horacio León Hernández, Víctor Manuel León Figueroa, Armando García Estrada, Patricia Campos González y Adalberto Barba Hernández Gó-mez (véanse anexos 4, 5 y 6).21
En el caso del Tribunal Administrativo, todos sus integrantes eran egre-sados de la U de G y contaban con estudios de maestría en derecho; sólo dos
21 Es necesario señalar que durante la investigación, el Tribunal Administrativo se encontraba en proceso de ratifi cación de sus integrantes. Sólo el magistrado Eleuterio Valencia fue ra-tifi cado; los demás, como Carlos Alfredo Sepúlveda Valle, Luis Antonio Rocha Santos, José Gabriel Peñalosa Plascencia y Félix Andrade Aceves Bravo, no lo fueron. En esta coyuntura se hizo presente la asignación o designación de las magistraturas en función de cuotas par-tidistas (véanse anexos 4, 5 y 6).
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de ellos tenían la calidad de doctorandos.22 También los magistrados Eleute-rio Valencia y Víctor Manuel León ya habían trabajado en el Tribunal de lo Contencioso Administrativo. En ese entonces el órgano pertenecía al Poder Ejecutivo, lo que refl ejaría dos cuestiones: a) que ambos magistrados tenían experiencia en el ámbito del derecho administrativo; y b) que dada la natu-raleza de selección e integración de dicho tribunal, lo más seguro es que su acceso al órgano hubiera estado mediado por una situación de cercanía o conocimiento de la forma política en la que se desenvolvían las estructuras burocráticas del Ejecutivo estatal.
Por otro lado, destaca que los magistrados con carrera judicial sólo fue-ron Eleuterio Valencia, Patricia Campos y Adalberto Barba, los cuales habían sido jueces en alguna rama del derecho u ocupado otro cargo en la burocracia del Poder Judicial. Salvo la magistrada Patricia Campos, los demás tenían ex-periencia burocrática en otros ámbitos.
En cuanto a la trayectoria político-burocrática, los magistrados Eleuterio Valencia, Víctor Manuel León y Adalberto Barba habían ocupado algún pues-to en los ayuntamientos, el gobierno del Estado o la burocracia federal con sede en Jalisco. Lo anterior puede explicar en alguna medida su designación como magistrados.23
De los magistrados del Tribunal Administrativo, Patricia Campos ma-nifestó haber laborado en la iniciativa privada, concretamente en el sector bancario. Fue apoderada legal de los desaparecidos Banco del Atlántico y Banco Internacional, además de abogada postulante en las ramas familiar, mercantil, de lo administrativo y amparo. Por su parte, el magistrado Horacio León fue socio y consejero del Colegio de Abogados del Foro Jalisco A.C. y miembro del consejo directivo de la Confederación de Colegios y Asocia-ciones de Abogados de México, manifestando así estar relacionado con las organizaciones gremiales y administrativas.
Del mismo modo fue evidente que todos los magistrados impartían cá-tedra en la U de G, el ITESO, la UP u otra institución o centro de investigación
22 Los que tenían calidad de doctorandos fueron Horacio León, en la Universidad de Gua-najuato, y Patricia Campos, en la Universidad San Pablo CEU-Madrid.
23 El reto sería aclarar y señalar cómo es que dicho pasado repercutió en la interacción insti-tucional, lo cual se verá clarifi cado cuando se analicen algunas coyunturas críticas.
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estatal o nacional; en el caso de Eleuterio Valencia y Horacio León, la docen-cia no se limitó a la U de G. En todos los casos, la docencia tenía la función de reiterar y fortalecer el capital simbólico dentro del campo judicial.
Con lo anterior, se ha cumplido con el cometido de describir las trayec-torias de los magistrados del Tribunal Administrativo para examinar algunas de sus redes sociales. Hay que reiterar que los magistrados de este órgano jurisdiccional conforman un actor colectivo importante en el campo judicial, ya que participan en él y son piezas claves en la estructura. Por tal razón, en este inventario llega el turno de los magistrados del Tribunal Electoral, con la intención, como ya se dijo, de captar los nodos que hay entre los actores, tanto los que les vienen dados como los que condicionan su modo de actuar en el campo judicial.
LOS MAGISTRADOS DEL TRIBUNAL ELECTORAL
Según su diseño institucional, el Tribunal Electoral de Jalisco tiene a su car-go la resolución de cualquier controversia suscitada con motivo de los pro-cesos electorales para la renovación de los poderes Legislativo y Ejecutivo, de los órganos de gobierno municipales y respecto de la realización de los procesos de plebiscito y referéndum (artículo 68 de la Constitución).24
Del mismo modo, la Constitución local indicaba que eran electos por el voto de cuando menos dos terceras partes de los miembros presentes del Congreso. Esto con base en la propuesta de candidatos que realizada por los
24 Según el artículo 70 de la Constitución de Jalisco, el Tribunal Electoral resolverá de forma defi nitiva e inatacable las impugnaciones de las elecciones locales de presidentes, regidores y síndicos de los ayuntamientos, diputados por ambos principios y gobernador; las impug-naciones que se presenten durante el proceso electoral en contra de los actos o resoluciones de la autoridad electoral; las impugnaciones que se presenten durante el desarrollo de los procesos de plebiscito y referéndum, con motivo de actos o resoluciones de la autoridad electoral; las impugnaciones de actos y resoluciones que violen los derechos político-elec-torales de los ciudadanos a votar, a ser votado y a la afi liación libre y pacífi ca para tomar parte en los asuntos políticos del Estado; los recursos que se presenten contra actos o reso-luciones de la autoridad electoral, fuera de los procesos electorales, de plebiscito o referén-dum; la determinación e imposición de sanciones en la materia; los confl ictos o diferencias laborales entre el tribunal y sus trabajadores; los confl ictos o diferencias laborales entre el Instituto Electoral del Estado y sus trabajadores, entre otras.
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grupos parlamentarios, teniendo en cuenta a los partidos políticos, institu-ciones de educación superior, colegios de abogados y demás organizaciones sociales y civiles en la forma y términos que determinaba la ley (artículo 69).
También se determinaba que los magistrados electorales duraran en el ejercicio de su cargo cuatro años, pudiendo ser ratifi cados por el Congreso del Estado para cuatro años más. Si el Congreso del Estado resolvía la no ratifi cación, el magistrado cesaría en sus funciones una vez concluido el pe-riodo para el que fue designado, procediendo un nuevo nombramiento.
Finalmente, la Constitución de Jalisco señalaba en el artículo 71 que el Tribunal Electoral se integraba por cinco magistrados y que, decretada la conclusión de algún proceso electoral, éste se constituía en sala permanente integrada por tres de dichos magistrados, mientras que los restantes se incor-porarían a la Dirección del Instituto de Investigaciones y Capacitación Elec-toral. Según algunos críticos, esta situación genera “una función parasitaria legalmente consagrada”. En un momento dado, Fernando Guzmán Pérez Peláez intentó infructuosamente aprovechar la “ociosidad” del Tribunal Elec-toral para que atendieran otros asuntos en la esfera de la justicia cuando no hubiera procesos electorales.
Es necesario insistir en que lo anterior es apenas el requerimiento míni-mo mediante el cual se articulan racionalmente las relaciones de poder entre diversos actores e instituciones. De ahí que para hacer un análisis sociológico, las disposiciones legales apenas representan el principio para examinar cómo los actores utilizan los márgenes de libertad que las leyes otorgan.
El funcionamiento real de las instituciones se conoce al contrastar el dis-curso que proporciona la norma con la práctica social, aunque estas inquie-tudes son tema de otra investigación, alejada de la descripción de los actores que ocupan la institución del Tribunal Electoral.
En el caso del Tribunal Electoral se repite una cuestión común en la trayectoria de los otros dos tribunales de Jalisco: la mayoría de los integrantes son abogados egresados de la U de G (véase anexo 7). El hecho de que los magistrados José de Jesús Reynoso Loza, Rubén Vázquez, José Guillermo Meza García, Julián Rosa Hernández y Luis Antonio Nakamura sean egre-sados de la máxima casa de estudios de Jalisco reafi rma que esta institución
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tiene la hegemonía en las áreas educativa, profesional y cultural dentro del campo judicial.25
Al analizar las trayectorias de los magistrados del Tribunal Electoral de Jalisco destaca que, de los cinco integrantes de que se compone, cuatro con-taban con estudios de posgrado en alguna rama del derecho; de ellos única-mente tres tenían estudios de doctorado. Fue el caso de José Guillermo Meza y Julián Rosa Hernández, doctorados por la Universidad San Pablo CEU-Ma-drid, y Antonio Corona, doctorado en Derecho Constitucional Electoral por la Universidad Autónoma de Aguascalientes.
Por otro lado, sólo dos poseían una carrera judicial: Julián Rosa, que ya había sido magistrado del entonces Tribunal Contencioso Electoral y actuario en un juzgado de lo criminal, y José Guillermo Meza, actuario en un juzga-do criminal y ofi cial notifi cador; en este sentido, Julián Rosa contaba con experiencia laboral y profesional en la justicia federal (véase anexo 8). Jesús Reynoso y Antonio Corona transitaron asimismo por los órganos electorales local y federal, respectivamente.
Lo trascendente en el análisis de las trayectorias de los magistrados del Tribunal Electoral no está en su travesía por el sistema judicial, sino en su vida profesional y pública. Esto corrobora la sospecha de que la integración de este órgano jurisdiccional está mediada por redes profesionales, académicas, gremiales, políticas o de otro tipo, más que por una carrera judicial. ¿Cómo sustentar esta afi rmación? Subrayando que la mayoría de los magistrados elec-torales impartían cátedra en la División de Estudios Jurídicos de la U de G, ya sea en la División de Estudios Jurídicos o en el Departamento de Estudios Políticos; aunque también lo hacían en la UP o la Universidad Guadalajara-Lamar. En dichas instituciones ocuparon diversos cargos directivos, como coordinaciones de carrera o presidencias en los cuerpos académicos. Además, destacó en sus trayectorias una intensa actividad política y burocrática (véase anexo 9).25 Es necesario señalar que cuando se realizaban las pesquisas de esta investigación, el Tribu-
nal Electoral estaba en un proceso de ratifi cación de sus integrantes. Los magistrados que estuvieron sujetos a tal procedimiento y no fueron ratifi cados son Abraham Castellanos Morfín, Eduardo Flores Partida, Luis Martínez Rivera, Benjamín Robles Suárez y Jesús Covarrubias Dueñas. En esta coyuntura se hizo evidente el monopolio compartido de los partidos políticos (véanse anexos 7, 8 y 9).
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Así, José de Jesús Reynoso, antes de ser designado magistrado electoral ocupó diversos cargos en los ayuntamientos de Chapala y Tlaquepaque, y en organismos públicos como el Sistema Intermunicipal de Agua Potable y Al-cantarillado (Siapa). En tanto que el magistrado José Guillermo Meza había laborado en la Secretaría General de Gobierno como asesor y director en algunas de sus dependencias.
Por su parte el magistrado Julián Rosa laboró en la Tesorería del Estado y el Ayuntamiento de Zapopan. Sus conocimientos en materia electoral queda-ron manifi estos cuando dijo ser presidente del primer distrito electoral local y director jurídico del entonces Consejo Electoral de Jalisco.
Sin embargo, fueron los magistrados Rubén Vázquez y Antonio Corona los que tuvieron mayor actividad política o al menos algún vínculo directo con algún actor del campo político local. El primero de ellos trabajó en diver-sas dependencias del gobierno de Jalisco y su carrera política fue más intensa; fungió como diputado local y federal por el PRI y fue secretario del partido. Mientras que el segundo, además de ser hermano de Rocío Corona Nakamu-ra, conocida política local que ha ocupado varios puestos públicos y políticos, fue asesor del PRI en el Congreso de Jalisco.
Con lo expuesto hasta el momento se han detallado sólo algunos actores e instituciones que participan en el campo judicial, haciendo el análisis insufi -ciente; faltan jugadores y oponentes. Por ello es el turno de otro conjunto de instituciones y actores que se integran en el campo y que darán una imagen más completa del mismo. Hay que señalar, en cambio, que no se puede abor-dar detalladamente este nuevo conglomerado debido a su complejidad. La delimitación y construcción de un campo judicial, como el que esta investiga-ción se propuso hacer para Jalisco, busca aprovechar un modelo con el cual se descubran las relaciones sociales.
El conglomerado de actores e instituciones precisadas a continuación son nodales en el momento de estructurar el campo. Esto se refi ere a que no son secundarios, al contrario, participan y le dan coherencia y lógica es-tructural al campo. En este sentido, las instituciones y actores que vienen a enriquecer y darle mayor sentido al campo son el Consejo del Judicatura, los jueces, la División de Estudios Jurídicos de la U de G, los notarios, las barras
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y colegios de abogados, la Procuraduría de Justicia de Jalisco y la CEDH. Hay que comenzar entonces con la descripción de cada uno de ellos.
EL CONSEJO DE LA JUDICATURA: UN ESPACIO EN DISPUTA
La reforma constitucional de diciembre de 1994 dispuso la creación de los consejos de la Judicatura Federal del DF y de las demás entidades federativas; en el caso de Jalisco recayó en el Consejo de la Judicatura del Poder Judicial. A partir de dicha reforma las entidades federativas “en cascada” comenzaron a llevar a cabo procesos de cambio institucional del sistema judicial. Es nece-sario mencionar que desde la creación del Consejo de la Judicatura en 1997, antes llamado Consejo General del Poder Judicial, despertó la sospecha o crítica de más un integrante del campo judicial.26
Hay varias razones para ello. Una es que su creación no ha disminuido la idea de corrupción en el sistema judicial. Otra es que entre los abogados existe la sospecha de que al interponer una queja contra funcionarios del Poder Judicial rige la parcialidad del presidente del consejo que es al mismo tiempo presidente del tribunal; esta parcialidad también se le ha atribuido a sus demás integrantes. La razón de la parcialidad del presidente se debe a que es la misma persona quien cuenta con información privilegiada de la que sólo debe gozar el Consejo General del Poder Judicial.27
26 En algún momento otros actores propusieron la creación de un instituto administrativo dentro del Poder Judicial y no un órgano de tales características. Otros más, desde el inicio y tras la creación y observación del desempeño del Consejo de la Judicatura, se han obse-sionado con desaparecerlo.
27 La reforma de 1997 dispuso la creación del Consejo General del Poder Judicial confor-mado por siete consejeros. Cuatro serían integrantes del Poder Judicial y tres externos a él. Sin embargo, en agosto de 2006 cambió de nombre a Consejo de la Judicatura y se redujo el número de seis a cinco. Para septiembre de 2008 la Comisión de Justicia del Congreso de Jalisco aprobó un dictamen en el que dejaba fuera del mismo al presidente del STJ y reducía el número de sus miembros de cinco a tres. La iniciativa dispuso que el consejo estaría formado por un consejero electo entre los jueces de primera instancia y otros dos de origen ciudadano que no hubieran desempeñado un cargo de la carrera judicial durante cuatro años. El peso de la presidencia del Supremo Tribunal en el Consejo de la Judicatura se comprende muy bien cuando desde esta posición de autoridad se designan a directores, o bien, se proponen candidatos para ocupar algún puesto en los mandos altos y medios de la
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La última razón reside en que al Consejo de la Judicatura no ha sido útil para los fi nes para los que fue creado; por ejemplo, se planteó que es oneroso y sus resultados pobres y, sobre todo, que era un instrumento de disputa o “bo-tín político” entre los poderes Judicial, Ejecutivo y los partidos políticos repre-sentados en el Congreso de Jalisco. Pese a ello, en la práctica política todos han reñido por él debido a que se instituyó para decidir la esfera administrativa y vigilar a los jueces.28
El resultado formal para el año 2008, en términos institucionales, fue que el Consejo de la Judicatura, según el artículo 64 de la Constitución de Jalisco, tuvo como objetivo la administración, vigilancia y disciplina del Poder Judi-cial, con excepción del STJ, del TAE y del Tribunal Electoral. Hasta el mes de septiembre de 2008 el Consejo de la Judicatura estaba integrado por cinco miembros; uno de los cuales era el presidente del STJ, quien además lo presidía; otro se elegía entre los jueces de primera instancia y los otros tres eran de origen ciudadano que no habían desempeñado un cargo dentro del sistema judicial durante los cuatro años anteriores a su nombramiento. Cabe aclarar que los tres últimos fueron electos por dos terceras partes de los diputados del Congreso del Estado, propuestos por los grupos parlamentarios previa convocatoria.
La Carta Magna también dispuso que a excepción del presidente, los con-sejeros durarían en el cargo cuatro años, y debían ser sustituidos de manera escalonada y no ratifi cados para un nuevo periodo. Como resultado de estas disposiciones institucionales, en 2008 el Consejo de la Judicatura estuvo con-formado por el magistrado Celso Rodríguez González, presidente del consejo y del Supremo Tribunal, Juan Ochoa Luna, Luis Enrique Villanueva Gómez, Gabriela Guadalupe de León Carrillo y Miguel Gutiérrez Barba.29
burocracia o en diferentes juzgados de la capital y el interior del estado. Todo ello conforma en esencia un sistema de cuotas y relaciones de clientela entre un actor o varios grupos en el interior del Poder Judicial. Véase Alberto Arellano Ríos. Poder Judicial y cambio institucional en Jalisco. Confl icto y acuerdo en la reforma política de 1997. Zapopan: El Colegio de Jalisco, 2008, pp. 170-172.
28 Véase Cobián, op. cit.29 La función del Consejo de la Judicatura en la carrera judicial, al menos formalmente, es fun-
damental. En cambio, según algunos críticos, en la práctica no existen concursos públicos de oposición, al no darse por consecuencia una verdadera escuela de la judicatura, ni hay re-glas de juego claras para los ascensos o promociones. En la realidad muchas designaciones
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LOS INFERIORES JERÁRQUICOS EN LAS ESTRUCTURAS DEL PODER JUDICIAL
Para concluir con la descripción de los actores o instituciones que en térmi-nos formales pertenecen al Poder Judicial no podría dejar de mencionarse los jueces y la burocracia.
Los jueces en el sistema jerarquizado de instancias
Este segmento rescata la idea de que los jueces son un grupo individualizado que mira más dentro del Poder Judicial, y en concreto hacia los actores que pueden garantizar un ascenso burocrático o protección. Esto se debe a la fragmentación territorial o a la división en ámbitos de competencias.
De la primera idea se desprende que los juzgados en Jalisco se encuen-tran organizados territorialmente en 32 partidos judiciales, distribuidos en dos grandes espacios: los juzgados foráneos y los del Primer Partido Judicial. En los juzgados foráneos se localizan los 31 partidos judiciales y son de tipo mixto; esto es, los jueces conocen y dictan sentencia en todas las materias. Cabe aclarar que en las ciudades de Puerto Vallarta y Ciudad Guzmán se hace una distinción en cuanto al trabajo jurisdiccional debido a que cuentan con un centro de readaptación social y mayor dinamismo socioeconómico, haciendo que los jueces especialicen.
El Primer Partido Judicial abarca los municipios de la ZMG y concentra los juzgados especializados; es decir, en su interior hay una división del tra-bajo jurisdiccional en ramas o materias. En él se localizan los juzgados civiles, mercantiles y familiares y los juzgados penales. Todos se encuentran disgre-gados por la ciudad, con excepción de los juzgados penales que se ubican en el Centro de Readaptación Social del Estado de Jalisco localizado en las cercanías del poblado de Puente Grande, Tonalá, Jalisco.30
de los juzgadores están alejadas de trayectorias institucionales y perfi les, lo que se asemeja más un spoils system que una carrera judicial propiamente dicha.
30 Para tratar de concentrarlos se intentó construir la Ciudad Judicial. En ella se encontrarían los tres tribunales superiores, diversos juzgados, con excepción de los de la rama penal, así como otras dependencias burocráticas del Poder Judicial. La construcción de la Ciudad Judicial es una vieja aspiración que viene por lo menos del año 1992 y que tomó mayor auge y forma durante el gobierno de Francisco Ramírez Acuña. En su sexenio se solicitó un préstamo a una institución fi nanciera internacional para su edifi cación, tal como anterior-
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La distribución territorial de los jueces condiciona una distribución social. Como un espacio socialmente construido, se guardan algunas similitudes con el que se presenta en la Procuraduría de Jalisco. La analogía radica en que los jueces del Primer Partido Judicial relegan o desestiman el trabajo de los jueces foráneos. Los jueces mixtos, por otro lado, hacen lo mismo con los del primer partido porque afi rman que éstos al tener un trabajo especializado provocan que un conocimiento general exiguo del derecho. Sin embargo, ambos deni-gran el trabajo de los inferiores jerárquicos, como el de los jueces menores y de paz.
En términos formales, la Ley Orgánica del Poder Judicial de Jalisco indica que los jueces de primera instancia son mixtos o especializados y se encargan de acordar y sentenciar los casos que ante ellos sean llevados (artículo 111). Para tal fi n el juez se vale de lo previsto en la ley, la jurisprudencia, la doctrina y la costumbre. También señala que deben acatar sin demora las ejecutorias y requerimientos de sus supervisores y residir en la cabecera del partido judicial de su adscripción. Pero, como se ha indicado reiteradamente, el marco norma-tivo ignora sociológicamente que dentro del Poder Judicial los jueces ocupan una posición subordinada del sistema judicial.
Al ser esto así, la ley reconoce a los jueces menores y los jueces de paz. Los primeros conocen de delitos cuya pena no exceda de dos años de prisión o asuntos civiles y mercantiles, cuya cuantía no exceda de ciento ochenta días de salario mínimo general vigente en la zona económica del lugar de su adscripción (artículo 118). En tanto que los jueces de paz tratan delitos cuya pena no rebase los seis meses de prisión y en asuntos civiles y mercantiles cuya cuantía no exceda de cien días de salario mínimo (artículo 119). De ambas disposiciones legales se desprende que en Jalisco, según constaba el Consejo de la Judicatura hasta septiembre de 2008, había 81 jueces de primera instancia, 51 jueces menores y 20 jueces de paz, distribuidos en 32 partidos judiciales.31
mente se hizo en Puebla y otros estados del país; sin embargo, al fi nalizar su gobierno no se había construido, ni tampoco fue una realidad en pleno funcionamiento hasta 2009. Se proyectó que la Ciudad Judicial viera sus luces en 2011 en el Periférico por la zona llamada del Bajío.
31 Véase http://wcgpj.jalisco.gob.mx/sel_art_gral.php
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El mayor de éstos era el Primer Partido Judicial con sede en Guadalajara y abarcaba los municipios de Zapopan, Tlaquepaque, Tonalá y San Cristóbal de la Barranca. Su complejidad quedaba anotada en el momento que se inte-graba con trece juzgados civiles, diez juzgados mercantiles, nueve juzgados familiares, 16 penales y dos juzgados especializados para adolescentes. Le seguía el Partido 27 con sede en Puerto Vallarta y cuya jurisdicción abarca-ba además los municipios de Cabo Corrientes (El Tuito) y Tomatlán; estaba compuesto por cuatro juzgados civiles y dos penales.
Recapitulando, en los juzgadores había, por lo tanto, una división social del trabajo jurídico. Así, por ejemplo, estaban los jueces en materia penal, civil, familiar, mercantil y otras ramas; o se basaban en consideraciones te-rritoriales, en donde encontraban los juzgados mixtos que trataban diversas materias. Estas divisiones espaciales o territoriales, a su vez, conllevaban dis-tinciones y jerarquías sociales en el cuerpo de los juzgadores. De este modo, la fragmentación de las decisiones judiciales que se hacía por medio de instan-cias en orden ascendente, además de buscar la racionalidad en las decisiones de autoridad, implicaba en la práctica diferencias sociales.
Los sindicatos: los grupos subalternos del campo judicial
En el sistema jerarquizado de instancias participan, además de los jueces, los secretarios y notifi cadores, así como la burocracia judicial. Mediante esta última se reafi rma la hegemonía del Poder Judicial, visible en los modos des-medidos de deferencia con los cuales se trata a los superiores jerárquicos, que en el fondo ocultan más un temor al despido o quedar fuera de los benefi cios, que las relaciones de amistad o clientelares que la burocracia judicial puede ofrecer.
Los trabajadores administrativos, tal como los reconoce la ley, en la coti-dianidad reproducen y fortalecen los halos aristocráticos de los magistrados y los jueces. No sólo son conscientes de la posición que ocupan y la compe-tencia burocrática asignada, sino que reafi rman la distancia social, lo cual no correspondería a las burocracias modernas sino a estructuras patrimoniales. De ahí que a los burócratas judiciales se les reconozca un lugar muy distinto y lejano al de los secretarios y notifi cadores.
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Los trabajadores administrativos constituyen un grupo atomizado con una posición de grupo subalterno. Ante tal evidencia, únicamente puede señalarse que los trabajadores participan en las luchas de poder cuando se constituyen en organizaciones sindicales. De esta manera, los sindicatos son los actores colectivos que tratan de equilibrar las relaciones de fuerza coyun-turales del campo judicial.
En esta investigación se corrobora que, independientemente de las po-cas organizaciones que han tenido voz, el impulso o el freno de su activismo lo recibieron de otros actores con mayor poder en el campo judicial.
Pese a las diferencias se conformaron dos grandes bloques de distinción social en el Poder Judicial; por un lado, jueces y magistrados que se erigían como una elite burocrática con privilegios económicos y laborales, y por el otro, el resto de los trabajadores del Poder Judicial que sobrevivían con sa-larios bajos; en otras palabras, una masa de grupos subalternos con una posición marginal en el sistema burocrático, un conglomerado de individuos clave para lograr cambios sociales en el sistema de justicia, pero que en la práctica social optan por mantener el orden.
Las pocas veces que los sindicatos se han hecho notar como organiza-ciones gremiales creadas para representar y defender a los operadores de las instituciones judiciales, ha sido de manera coyuntural.
El acercamiento analítico de la investigación evidenció la forma en que el campo judicial está compuesto complejamente por una multiplicidad de suje-tos; a pesar de ello, podrían distinguirse dos grandes actores en el confl icto. Uno fue el Sindicato de Empleados al Servicio del Poder Judicial del Estado de Jalisco, encabezado por Jesús Muñoz Dueñas, y otro, el Sindicato Democrático del Poder Judicial del Estado de Jalisco, dirigido por Laura Ramírez Sánchez.
El primero de ellos era conocido como el sindicato ofi cial o tradicional y contaba con el aval o visto bueno del STJ. El segundo era el sindicato inde-pendiente o disidente, que en un momento dado llegó a ser el más aguerrido y trató de refrendar tal etiqueta de 2002 a 2006 cuando protagonizó un activis-mo social y de denuncia ante los medios de comunicación por la corrupción
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y el nepotismo del Poder Judicial. Por tal motivo, fue identifi cado como el brazo político del Consejo de la Judicatura.32
Tal como se ha visto, la justicia del ámbito local se organiza en una es-tricta jerarquía, no sólo de instancias judiciales, materias y ramas sino que, en función de la interpretación reglada de los textos, se instituyen, por un lado, principios de autoridad en las decisiones y, por el otro, relaciones sociales de poder. La coherencia del cuerpo jerarquizado que pone en práctica la interpre-tación de la norma es redoblada por la disciplina.
En síntesis, la estructura política de la justicia en las instituciones for-males se explica, además de por el mundo jurídico que condiciona su habitus, por la amplia red de relaciones gremiales, familiares y políticas que explican o condicionan quiénes las habrán de dirigir.
Es cierto que hay una serie de estructuras institucionales en las que una amplia gama de actores se enfrentan entre sí para ocupar dichos espacios de autoridad, pero la lucha se da fuera de las instituciones formales de justicia. La competencia por el capital simbólico, cohesionada por un mundo cultural jurídico, es más abierta en el exterior. Sin embargo, en el caso de Jalisco, la coherencia que tiene el campo jurídico condiciona que se orqueste una lucha en la que las relaciones de fuerza no son tan abiertas y frontales como las de un campo político. Si esto se da es porque es protagonizada por grupos subal-ternos o que ocupan posiciones marginales del campo social.
32 Al fi nal su fuerza decayó y su dirigente fue confi nada a algún lugar de la Dirección de Archivo del Poder Judicial. Se solicitó una entrevista con ella pero en la dependencia no quisieron dar informes al respecto. El sigilo y la desconfi anza fueron muy notorios.
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III. LOS ACTORES E INSTITUCIONES EXTERNOSA LA INTERPRETACIÓN FORMAL DE LA NORMA:
ENTRE LA OPOSICIÓN Y LA CONCORDIA
Este capítulo tiene como intención principal delinear el conjunto de institu-ciones y actores que, aun cuando participan en la construcción e interpreta-ción de las normas, no están autorizados formalmente para impartir justicia. Se refi ere en este sentido, a los actores e instituciones que ponen en práctica las querellas y confl ictos legales siguiendo los procedimientos judiciales racio-nalmente establecidos, o que hacen uso de una parte del capital jurídico con el que cuentan para participar e incidir en un campo socialmente construido.
De todo ello resultará, además del detalle de posiciones y relaciones, la evidencia de cómo participan y se estructuran los campos jurídico y judicial. Las situaciones que tienen y guardan entre sí en situaciones coyunturales de antagonismo o concordia explican la base de la lucha simbólica que resulta del trabajo jurídico. En esta parte del campo se encuentran otros intérpre-tes, escuelas, corporaciones jurídicas, expertos y profesionistas que organizan clientelas y empresas para impulsar, anular o sancionar la producción de leyes o la interpretación de las mismas. De este modo, la producción del derecho y más específi camente la interpretación de la norma, así como la división social del trabajo, quedarán más completas tras este trazado.
LA DIVISIÓN DE ESTUDIOS JURÍDICOS
La antigua Facultad de Jurisprudencia y Facultad de Derecho de la U de G, posteriormente División de Estudios Jurídicos, fue y tiene, como la mayoría de las universidades estatales del país, una importancia por encima de las de-más no sólo en el campo educativo o social. Su peso ha sido sobre todo políti-co, ya que gobernadores, funcionarios o activistas políticos y sociales pasaron
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por sus aulas. Además, durante el régimen priísta se convirtió en el semillero de las ideas y los proyectos ideológicos, así como de los grupos políticos que se adherían al régimen.
Por esta sencilla razón la División de Estudios Jurídicos, desde el ámbito profesional, educativo y sobre todo político, se convertía en un referente obli-gado para comprender el campo judicial de Jalisco, a pesar de que otras uni-versidades estuvieran incursionando en el campo jurídico, o que la infl uencia de la carrera de abogado en otras instancias burocráticas hubiera disminuido. La verdad es que la División de Estudios Jurídicos, indudablemente sigue siendo el espacio en donde se socializan las prácticas que defi nen el campo judicial de Jalisco. De este modo, más que entrar en su microcosmos se inda-gó sobre cómo participa en la estructura del campo.
Antes de iniciar con tal inquietud es necesario reiterar el peso social de la División de Estudios Jurídicos y señalar que su importancia política incluso escapa a las dinámicas institucionales de la misma U de G.1
También rescatamos la idea de que la universidad es el terreno propicio para establecer contactos, amistades y formar alianzas. En esta tesitura, la escuela de derecho no es ajena a las dinámicas del campo jurídico, porque la Facultad de Derecho fue y es un puente hacia puestos políticos o burocrá-ticos, lo que ha hecho que se reproduzca un esquema de reclutamiento y de formación de camarillas, grupos y organizaciones que han incidido en el régi-men político. Las relaciones de sociabilidad política y judicial, por llamarlas de alguna manera, tenían repercusiones cuando desde este espacio se entretejían relaciones con los padrinos de una generación; la mayoría de ellos eran conno-tados políticos, notarios o magistrados, cuya función fue, además de identifi car una generación con respecto de otra, garantizar el acceso a posiciones en el régimen político o el campo judicial.
1 Por ejemplo, 60% de los alumnos que aspiran a pertenecer al Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) pretende estudiar la carrera de derecho: ya sea escolarizada o semiescolarizada. En el calendario 2007B, 1 981 de los 3 183 aspirantes a estudiar en el CUCSH, querían entrar en la carrera de abogado. Pese a que la División de Es-tudios Jurídicos pertenece al CUCSH institucionalmente, goza de independencia, puesto que no requiere de la mediación o vinculación de dichas autoridades para muchos de sus fi nes educativos y políticos.
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Así, la antigua Facultad de Derecho fue el espacio de formación de la clase política de Jalisco durante buena parte del siglo XX, aunque a principios del si-glo XXI este peso disminuyó debido a que otras instituciones de educación su-perior y otras carreras vinculadas con las ciencias políticas, la administración pública y la economía, aparecieron en el campo profesional repercutiendo en los mecanismos de reclutamiento burocrático y político. A pesar de esta nueva realidad, no fue así en el campo judicial, donde aún se conservó la he-gemonía educativa y profesional.
Se insiste así en la idea de que la carrera de derecho tiene una gran importancia histórica y sociocultural en México, puesto que estudiarla era un requisito para ser considerado, seleccionado o avanzar en las estructuras políticas y gubernamentales. La importancia de las escuelas de derecho en las entidades federativas y en la política nacional podría entenderse con mayor claridad al recordar que estudiar abogacía era de suma importancia para ser reclutado en el régimen priísta.2
2 Según Peter Smith, para tener éxito y escalar en el sistema político-burocrático nacional, se recomendaba estudiar una carrera universitaria, de preferencia en la UNAM. Habría que precisar que para el caso de Jalisco era la carrera de derecho en la Universidad de Guada-lajara. Posteriormnte, si el futuro abogado deseaba tener éxito, era obligatorio ingresar en el PRI y desde allí tratar de escalar en la estructura burocrática y política. Siguiendo a Smith, después de las anteriores, las otras reglas no escritas del sistema político eran: “3. Acepte cualquier cargo que pueda obtener en la política o en el gobierno, y cuanto antes mejor; 4. Ya que esté en la política prepárese a competir; 5. Estudie el sistema; 6. Siempre que haya posibilidad trate de obtener un puesto en la Ciudad de México; 7. Haga los amigos que pueda, sobre todo entre sus superiores; 8. Capitalice sus relaciones familiares, esto es establezca y haga alianzas consanguíneas o de parentesco; 9. Si ha decidido formar parte de un equipo o de una camarilla, elija con mucho cuidado a su jefe; 10. No se enemigue con na-die; 11. No hunda el barco, esto es no provoque difi cultades a sus superiores; 12. Evite los errores; 13. No haga declaraciones controversiales; 14. Si tiene que hacer una declaración pública, utilice un lenguaje adecuado; 15. Turne las decisiones difíciles a sus superiores; 16. Evite errores, evada los medios de comunicación y la excesiva responsabilidad, pero trate de destacar; 17. Trabaje rápido; 18. En vez de perder el tiempo en el cargo que ocupa siga haciendo amigos; y 19. Respete la Ley de la Inefi ciencia Productiva, ésta se aplica en orga-nismos con amplios poderes discrecionales en particular en los que se tramitan licencias y permisos. No denuncie, sea parte del juego”. Véase Smith, op. cit., p. 290. Valdría la pena señalar que algunas reglas siguen operando y otras se han readecuado.
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De este modo, el estudio y tránsito por la antigua Facultad de Derecho era el augurio de una prometedora trayectoria profesional y pública; además, en el ámbito sociopolítico era el baluarte ideológico de la U de G y buena parte de la clase política. También fue el espacio sociocultural en donde se acrecentaba o construía un capital relacional y de coexistencia con el sistema judicial y político; el espacio en donde se aprende ese habitus que defi ne al abogado.3
En el plano político su importancia se manifestó cuando, por ejemplo, en el siglo XX, egresaron varios personajes defi nitivos para la vida política y pública del estado y, en algunos casos, del país. De nuevo y sin pretender hacer un análisis detallado, sirva el enunciar los siguientes nombres para que quede clara la importancia de esta institución en los campos judicial y polí-tico (véase cuadro 4).
Cuadro 4. Políticos o personajes públicos egresados de la antiguaFacultad de Derecho (1919-1984)
Generación Nombre1918 Víctor González Luna 1920 Silvano Barba González y Efraín González Luna 1922 Anacleto González Flores1923 Jesús González Gallo1931 José Guadalupe Zuno1934 Francisco Medina Ascencio1938 Enrique Ramos Romero1941 José Parres Arias1948 Enrique Romero González
Licenciado Fernando Nafarrate Mexía (1948-1953)
Guillermo Cosío Vidaurri y Carlos Ramírez Ladewing
1950 Alberto Orozco Romero1953 Raúl Padilla Gutiérrez y José Luis Lamadrid Sauza
Licenciado Alberto G. Arce (1951-1956)
Porfi rio Cortés Silva y Jorge Humberto ChaviraMartínez
3 Véase Coronado, op. cit.
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Generación NombreLicenciado Constancio
Hernández Alvirde (1956-1961)Francisco Hanon Quijas y José Luis Leal Sanabria
Licenciado Agustín Yáñez (1958-1963)
Carlos Rivera Aceves
Licenciado Efraín Urzúa Macías (1959-1964)
Rodolfo Ramos Ruiz
Licenciado Ignacio MacielSalcedo (1961-1966)
José Carlos Mora López, Guillermo Vallarta Platay Enrique Javier Alfaro Anguiano
Asociación Civil Premio alMejor Alumno de la Carrera
(1963-1968)
Francisco Javier Hidalgo y Costilla, Eugenio Ruiz Orozco y Enrique Romero A.
Licenciado Enrique Romero González (1965-1970)
Leobardo Larios Guzmán y Guillermo Ramos Ruiz
Licenciado Carlos González Durán (1966-1971)
Gabriel Gallo Álvarez
Licenciado Carlos Ramírez La-dewing (1968-1973)
Juan José Bañuelos Guardado, Jorge López Vergara y Alfredo Ramos Ruiz
Javier García Paniagua(1970-1975)
Juan Enrique Ibarra Pedroza y Ángel Guillermo Ruiz Moreno
Licenciado Enrique J. Alfaro Anguiano (1971-1976)
Alberto Orozco Bañuelos
Licenciado Ramiro AcostaCastillo (1972-1977)
Fernando Cotero Bernal y Luis Octavio Cotero Bernal
(1980-1984) Francisco Ramírez Acuña y Arturo Zamora Jiménez
Fuente: Elaboración propia con base en Pedro Vargas Ávalos. Historia de la Facultad de Derecho de la Universidad de Guadalajara. Guadalajara: s.e., 1980, pp. 111-175.
La importancia política de la antigua Facultad de Derecho de la U de G en la historia de Jalisco se revela al exponer que por sus aulas pasaron los ex gobernadores Silvano Barba González, Jesús González Gallo, José Guadalupe Zuno, Francisco Medina Ascencio, Guillermo Cosío Vidaurri, Alberto Oroz-co Romero, Carlos Rivera Aceves y el panista Francisco Ramírez Acuña.
Destacan por igual políticos y dirigentes universitarios como José Parres Arias, Raúl Padilla Gutiérrez (padre de Raúl Padilla López), Carlos Ramírez
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Ladewing y Enrique Alfaro Anguiano. Lo mismo sucede con los notarios priístas como los hermanos Ramos Ruiz, Francisco Javier Hidalgo y Costilla, José Luis Leal Sanabria; o políticos como Eugenio Ruiz Orozco, Juan José Bañuelos Guardado, Enrique Ibarra, Arturo Zamora, Guillermo Vallarta Pla-ta, Porfi rio Cortés Silva, entre otros.
También estudiaron en esta institución educativa políticos no vinculados con el régimen del PRI como el político y fundador del PAN Efraín González Luna y su hermano Víctor, así como Jorge López Vergara ex procurador en el gobierno de Alberto Cárdenas. Del mismo modo puede mencionarse al mártir cristero Anacleto González Flores.
Otra forma con la cual la División de Estudios Jurídicos acentuó su pre-sencia política y mantuvo su hegemonía fue mediante la producción y repro-ducción del discurso jurídico en el ámbito de la ciencia y técnica jurídica. Este capital simbólico se erige como otro mecanismo con el cual sus egresados contribuyen a fortalecer la presencia de la institución por medio del activismo profesional o gremial. En este sentido destacan Gabriel Gallo Álvarez, los hermanos Cotero Bernal y Ángel Guillermo Ruiz Moreno.
Destaca el hecho de que durante buena parte del siglo XX la División de Estudios tuvo una identifi cación partidista con el PRI. Sin embargo, tras el arribo del PAN a varios espacios del régimen político se produjo cierta pluralidad inter-na; estudiantes o grupos vinculados con el panismo pudieron incursionar en él, aunque lo cierto es que dicha inclusión no ocasionó un cambio generacional que implicara una nueva forma de interactuar y conducirse en el campo judicial.
Muchas son las formas en que la División de Estudios Jurídicos no sólo participa en el campo judicial sino que tiene incidencia en la vida política, social y económica de Jalisco. Un ejemplo de ello, al término de la primera dé-cada del siglo XXI, es la constitución de una red cuyo nodo entre la división y otros espacios del campo judicial es representado por Javier Peña Razo, quien desde su posición en la Coordinación de Posgrado en Derecho, entiéndase la Maestría en Derecho, colocó a diferentes personas en posiciones clave del Tribunal Electoral y otras instancias judiciales.4
4 En 2010 tenía el cargo de abogado general de la U de G y en la práctica ejercía el control divisional. Además, desde el Tribunal Electoral impulsó la maestría y el doctorado en derecho electoral.
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Se concluye así que la División de Estudios Jurídicos es plural en el sen-tido de que en ella hay diversidad de grupos gremiales o facciones. No obs-tante, su homogeneidad es más signifi cativa cuando se percibe que entre los actores del campo judicial existe un espíritu gremial para erigir un solo frente contra el enemigo externo; se defi enden de aquello que intente trastocar la estructura esencial del campo para conservar el monopolio en la interpreta-ción del derecho.
Imagen 2. Graduación en la División de Estudios Jurídicos
Fuente: Fotografía tomada por Alberto Arellano Ríos el 14 de enero de 2007 en el CUCSH de la U de G.
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Imagen 3. Placa de la Generación de Abogados Agustín Yáñez A.C.en reconocimiento a catedráticos de la antigua Facultad de Derecho
Fuente: Fotografía tomada por Alberto Arellano Ríos el 7 de enero de 2007 en el CUCSH de la U de G.
LOS COLEGIOS Y BARRAS DE ABOGADOS:¿COFRADÍAS U ORGANIZACIONES GREMIALES?
Para trascender en la vida pública básicamente hay dos formas de agrupacio-nes de abogados. La primera se da por medio de la conformación de grupos, camarillas, círculos de amigos, o bien, un clan político o familia política.5
5 Véase Hurtado, Familias… Es necesario precisar que las relaciones en el grupo político son más densas y personales. La vinculación social, la proximidad y la confi anza se compren-den en mayor medida con la conformación de relaciones internas y externas que buscan la seguridad recíproca. Las relaciones en el grupo político tienen mayor grado de solidaridad, fi delidad y lealtad mutua, lo cual explica la predisposición natural de sus miembros a ayu-darse. En el grupo político se reconoce un liderazgo que puede ser compartido; la mono-polización y fortaleza del liderazgo se encuentra en función inversamente proporcional al tamaño de la asociación: mientras en el círculo de amigos es más horizontal, en la familia o clan político se reconoce a un líder cuyas características son fuertemente patriarcales.
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La segunda forma correspondería a la creación de barras o colegios de abogados para distinguirse de los jueces y profesionistas fi scales.6
En esta última, si bien estas organizaciones no tienen una atribución legal relevante, cuentan con importancia política y social. Para empezar, este tipo de asociación es gremial, voluntaria y en ella se aglutinan básicamente los abogados litigantes. Además la ley prohíbe el uso de la expresión “colegio” para las agrupaciones o asociaciones de profesionistas constituidas que no hayan sido reconocidas y debidamente registradas ante la Dirección de Pro-fesiones de Jalisco. Esta es una primera diferencia entre barra de abogados y asociación o colegio de abogados.7
Sin entrar de lleno en el debate acerca de estos conceptos puede apun-tarse que el término “barra” incluye a ciertas organizaciones gremiales, que a pesar de estar amparadas en el derecho a la asociación y que podrían cons-tituirse como una asociación civil, no son un colegio de profesionistas. Por tal razón una barra de abogados es una organización profesional que no está reconocida por la ley en la materia pero que sociológicamente tienen existen-cia. En términos legales no basta que un grupo de individuos se reúna para la cooperación y consecución de determinados fi nes, aunque sea la protección y defensa de sus intereses, sino que la asociación debe contar con un sustento
6 Los abogados se unen en agrupaciones profesionales llamadas barras o colegios de abo-gados, que según el artículo 33 de la Ley para el Ejercicio de las Profesiones del Estado de Jalisco, son agrupaciones de profesionistas que deben además estar reconocidos por el gobierno de Jalisco, contar con registro y cumplir con una serie de ordenamientos legales y reglamentarios. Según este mismo artículo, las asociaciones de profesionistas que deseen constituirse como tales deberán presentar una solicitud por escrito a la Dirección de Profe-siones de Jalisco, acompañando copia del testimonio de la escritura pública del acta consti-tutiva y copia de sus estatutos. Deberán reunir un número mínimo de treinta miembros para los casos de los profesionistas en los niveles técnico, normal o de licenciatura; y un mínimo de veinte miembros para los casos de los profesionistas que tengan especialidad o grado de maestría o doctorado, registrados ante la Dirección de Profesiones del Estado. Deben entregar asimismo un directorio de sus miembros con el número de cédula de cada uno de ellos. Finalmente estas agrupaciones se rigen también por lo estipulado en el Código Civil de Jalisco en materia de asociaciones. Por otro lado, el artículo 35 dice que las agrupaciones de profesionistas podrán instalar delegaciones en los otros municipios del estado; esto sig-nifi ca que pueden asentarse fuera de la capital de Jalisco.
7 Artículo 56, Ley para el Ejercicio de las Profesiones del Estado de Jalisco.
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contractual. Así, y desde esta base jurídica, en México sólo hay tres tipos de asociaciones: civiles, políticas y religiosas.8
Sobre el asunto particular que se trata y en el marco de la Ley para el Ejer-cicio de las Profesiones del Estado de Jalisco, las asociaciones son “personas jurídicas de interés social a quienes el Estado de Jalisco reconoce personali-dad jurídica propia”. Este sustento jurídico les permite a las agrupaciones de abogados ejercer diferentes derechos y cumplir algunas obligaciones.9
Lo anterior provoca que los colegios de abogados, amparados y reco-nocidos por la ley y las autoridades en la materia, se constituyan como ac-tores grupales claves que interactúan en el campo judicial. Por consiguiente, manifi estan su existencia en la lucha por obtener, de algún modo, el capital
8 Véanse los tres trabajos siguientes sobre la distinción entre organismos de la sociedad ci-vil (ONG), grupos de presión, asociaciones civiles o agrupaciones políticas. Las agrupaciones políticas nacionales en la vida democrática de México. México: Nueva Generación Azteca A.C., 2006; Anna Pi I Murugó. “Las ONG: nuevos conceptos para viejos problemas”. Estudios Jaliscienses. Zapopan: El Colegio de Jalisco, núm. 62, noviembre de 2005, pp. 37-48; Luis F. Aguilar Villanueva. “Cuidemos las ONG’s”. Sociedad Civil. Organizaciones No Gubernamentales. Transición a la democracia. México: Miguel Ángel Porrúa, 1994; y Peter Willetts. Pressure Groups in the Global System: the Transnational Relations of Issue Oriented Nongovernment Organizations. Londres: F. Printer, 1982.
9 Algunas de estas obligaciones son las siguientes: vigilar que el ejercicio profesional y activi-dad de sus miembros se realice apegado al derecho, denunciando a las autoridades compe-tentes y las violaciones a los dispositivos legales en que incurran por tal motivo; proponer en materia de profesiones ante la dirección, la expedición de leyes, reglamentos y sus refor-mas y participar en la iniciativa popular en los términos de la ley de la materia; promover y participar en los programas de actualización profesional; llevar el registro de los trabajos anualmente desempeñados por los miembros en la práctica del servicio social profesional, y de aquellos otros que de manera destacada realicen; proponer a las autoridades judicia-les y administrativas listas de peritos profesionales, cuyos servicios puedan ser requeridos por aquellas, en virtud de sus características y desempeño profesional; recomendar ante la dirección, las comunidades, lugares y fechas que a su juicio requieran con mayor urgencia de la atención de un profesionista, para los efectos de la prestación del servicio social pro-fesional; establecer y aplicar sanciones a los miembros que incurran en faltas en el cumpli-miento de sus deberes profesionales o gremiales; admitir como miembros exclusivamente profesionistas debidamente autorizados y registrados con la cédula profesional, en los casos de las profesiones a que se refi ere el artículo 5º de este ordenamiento. Artículo 38, Ley para el Ejercicio de las Profesiones en el Estado de Jalisco.
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simbólico que se desprende de la impartición de la justicia y la interpretación del derecho.
Sin embargo, por lo que respecta al inventario de actores e instituciones que se hace en este segmento, podría afi rmarse que en Jalisco hay entre 21 y 24 organizaciones formales claramente identifi cadas.
Las organizaciones gremiales que se encontraron fueron las siguientes: la Confederación de Colegios y Asociaciones de Abogados en México, el Colegio de Abogados del Foro de Jalisco, la Federación de Colegios de Abogados de Jalisco A.C., la Barra Mexicana Colegio de Abogados, la Asociación Nacional de Abogados de Empresas de Jalisco, la Barra Jalisciense Ignacio L. Vallarta Colegio de Abogados, el Colegio de Abogados de Jalisco y Academia Nacio-nal de Derecho Penal, el Colegio de Abogados de Jalisco Foro Federalista Licenciado Alberto Orozco Romero, el Colegio de Abogados de Jalisco-Aso-ciación Jurídica Jalisciense, el Colegio de Abogados Libres de Jalisco Tomás López Linares, el Colegio Democrático de Juristas Mariano Otero, el Colegio de Abogados Constituyente Luis Manuel Rojas A.C., el Colegio de Abogados de Jalisco A.C., el Colegio de Abogados Fiscalistas de Jalisco, la Federación de Colegios de Abogados de Jalisco, el Colegio Justicialista de Abogados, el Co-legio de Abogados Penalistas de Jalisco, el Colegio de Abogados de la Rivera de Chapala, la Barra de Abogados de Bahía de Banderas en Puerto Vallarta, la Barra de Abogados del Sur de Jalisco, la Barra de Abogados de Autlán de Navarro, y la Barra de Abogados de Ocotlán (véase cuadro 5).
Cuadro 5. Barras y colegios de abogados de Jalisco
Organismo Dirigentes 2001 Dirigentes 2008Confederación de Colegios y Asociaciones de Abogados en México
Felipe de Jesús Álvarez Cibrián (primer vicepresidente nacio-nal), Rosario Mejía Larios (pre-sidente regional Colima-Jalisco-Nayarit)
Óscar Castro Cantú
Colegio de Abogados del Foro de Jalisco
Javier Perlasca Gerónimo Flores González
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Organismo Dirigentes 2001 Dirigentes 2008Federación de Colegios de Abogados de Jalisco A.C.
Luis Octavio Cotero Bernal SD (Sin dato)
Barra Mexicana Colegio de Abogados
Sergio Salvador Aguirre Luis Enrique Graham Tapia
Asociación Nacional de Abo-gados de Empresas (Jalisco)
Juan Diego Ramos Uriarte Miguel Ángel Martínez López
Barra Jalisciense Ignacio L. Vallarta Colegio de Abogados
Jorge Rafael Alarcón Álvarez Jorge Rafael Alarcón Ál-varez
Colegio de Abogados deJalisco y Academia Nacional de Derecho Penal
Sergio Fernando Ramos Rojas Sergio Fernando Ramos Rojas
Colegio de Abogados de Jalisco Foro Federalistas Licenciado Alberto Orozco Romero
José Luis Tello Ramírez Alfredo Galván Chávez, Alfredo Plascencia Men-doza*
Colegio de Abogados de Jalisco-Asociación Jurídica Jalisciense
Roberto Lares Gil Roberto Lares Gil*
Colegio de Abogados Libres de Jalisco Tomás López Li-nares
Juan Manuel Lepe González Juan Manuel Lepe Gon-zález
Colegio Democrático de Juristas Mariano Otero
Trinidad Rentería Dávalos Martín Márquez Carpio*
Colegio de Abogados Cons-tituyente Luis Manuel Rojas A.C.
SD Pedro Vargas Ávalos
Colegio de Abogados de Jalisco A.C.
SD Sergio Fernando Rojas
Colegio de Abogados Fisca-listas de Jalisco A.C.
SD Víctor Manuel Jaramillo Farías
Colegio de Abogados de la Rivera de Chapala
Luis Carlos Hernández del Toro
Luis Carlos Hernández del Toro*
Federación de Colegios de Abogados de Jalisco,
SD SD
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Organismo Dirigentes 2001 Dirigentes 2008Colegio Justicialista de Abo-gados
SD SD
Colegio de Abogados Pena-listas de Jalisco
SD SD
Barra de Abogados de Bahía de Banderas Jalisco en Puerto Vallarta
Miguel Ángel Yerena Ruiz Miguel Ángel Yerena Ruiz
Barra de Abogados del Sur de Jalisco
Alejandro Elizondo Verduzco Alejandro Elizondo Ver-duzco
Barra de Abogados de Autlán de Navarro Jalisco
Leobardo Godoy Cabrera SD
Barra de Abogados deOcotlán
Miguel Durán Bernal Fernando Robles
Fuente: Elaboración propia con base en Directorio Lascaux Foro Regional, pp. 220-232; Periódico Ofi cial del Estado de Jalisco, Guadalajara, 30 de enero de 2007, núm. 17, sección II; el Censo Nacional de Federación y Colegios de Profesionistas (noviembre de 2007), mimeo y de entrevistas con informantes clave.*Censo Nacional de Federación y Colegios de Profesionistas (noviembre de 2007), mi-meo.
A reserva de que el lector saque sus propias conclusiones se diría que las organizaciones profesionales que llevan el nombre de un destacado jurista en algún modo reconocen la historia, la tradición, los actores fundadores o constructores del discurso del campo judicial. Éste es el caso de los cinco colegios que tienen el nombre de un jurista jalisciense con amplio reconoci-miento nacional, como los que llevan el nombre de Luis Ignacio L. Vallarta, Mariano Otero, Luis Manuel Rojas, Tomás López Linares y Alberto Orozco Romero.10
10 Luis L. Vallarta y Mariano Otero fueron connotados juristas jaliscienses en la segunda mitad del siglo XIX. La devoción a Otero en el campo jurídico es enorme porque es con-siderado el padre del juicio de amparo, en tanto que a Vallarta se le reconoce como un ilustre ministro de la Suprema Corte. Luis Manuel Rojas fue abogado, periodista y político jalisciense partidario en la revolución mexicana y actor en el Congreso Constituyente de 1917. Mientras que Tomás López Linares y Alberto Orozco Romero fueron abogados y
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En cuanto a la posición política que ocupan en el campo judicial, conside-rando el análisis previo de David Coronado, a grandes rasgos podríamos decir que los colegios de profesionistas en la palestra pública se desenvuelven de la siguiente manera: la Barra Ignacio L. Vallarta es la tradicional y más antigua en Jalisco, fue creada en 1949 y es una organización con una línea progobiernista que mantiene vínculos muy claros con el PRI. También destaca el Colegio Foro de Jalisco, cuya tendencia es de derecha y agrupa a los abogados del comercio, la industria, los bancos y a un grupo de notarios. El Colegio de Abogados de Jalisco tiene una tendencia de centro-izquierda y responde más bien a la línea universitaria, aunque está abierta a diversas corrientes. Por otro lado, el Cole-gio de Juristas Democráticos Mariano Otero es de izquierda radical; en tanto que el Colegio Luis Manuel Rojas trata de equilibrar las fuerzas agrupando a los abogados que no están en las fi las de los colegios de tinte ofi cialista.11
De las 24 organizaciones profesionales citadas, cinco tienen un fuerte matiz territorial, regional o local en el estado de Jalisco. Es el caso de las or-ganizaciones que existen en Chapala, Puerto Vallarta y la del sur de Jalisco, las cuales probablemente tienen su sede en Ciudad Guzmán, Autlán de Na-varro y Ocotlán. Cabe decir que la organización de Chapala se ostenta como colegio mientras que las otras sólo son barras, lo que evidencia de nuevo las diferencias entre ambos tipos de asociación.
Del universo de organizaciones en las que se aglutinan los abogados de Jalisco hay tres que son temáticas o específi cas. En ellas se agrupan única-mente litigantes de empresas, o que laboran y tienen experiencia profesional o académica en el ámbito fi scal y penal. Finalmente tres asociaciones profe-sionales de abogados rebasan o tienen vínculos nacionales; es el caso de la Confederación de Colegios y Asociaciones de Abogados en México, la Barra Mexicana Colegio de Abogados y la Asociación Nacional de Abogados de Empresas.
Una vez trazadas las organizaciones grupales como actores colectivos, se debe tratar de ver en ellas a los actores individuales que manifi estan y evi-dencian las redes y relaciones que se dan en el campo. Sin pretender hacer un
gobernadores del estado. El primero entre 1916 y 1917, y el segundo de 1971 a 1977; ade-más, este último fue ministro de la Suprema Corte de Justicia.
11 Coronado, op. cit., p. 91.
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análisis exhaustivo acerca de este tópico, puede indicarse que en las dirigen-cias de estas asociaciones profesionales destaca el caso de Felipe Álvarez Ci-brián como primer vicepresidente nacional de la Confederación de Colegios y Asociaciones de Abogados de México y quien a la postre sería ombudsman en Jalisco. Otro ejemplo es el de Javier Perlasca, que fue dirigente del Cole-gio de Abogados del Foro de Jalisco en 2001; tiempo después, en 2010, fue funcionario de la CEDH de Jalisco y formó parte del grupo de Felipe Álvarez Cibrián. También es notorio el caso de Luis Octavio Cotero Bernal, quien estuvo al frente de la Federación de Colegios de Abogados de Jalisco A.C., y que en más de una ocasión se erigió como activista o líder de opinión pública en temas que versan sobre la justicia o el quehacer político.
Por otro lado, se encuentran los dirigentes que se han mantenido en la dirección de sus organizaciones por más de un periodo, como: Juan Manuel Lepe González, dirigente de El Colegio de Abogados Libre de Jalisco Tomás López Linares; Miguel Ángel Yerena Ruiz, dirigente de la Barra de Abogados de Puerto Vallarta; y Alejandro Elizondo Verduzco en la Barra del Sur de Jalisco (véase cuadro 5).
Y pese a que existe una diversidad de asociaciones o agrupaciones pro-fesionales, cuando hay un enemigo común o agente que pretenda cambiar la esencia que estructura el campo judicial, este es, el monopolio del derecho, la mayoría, por no decir todos, cierran fi las para defenderlo. Al fi nal, las organi-zaciones profesionales, a decir de algunos abogados, se comportan más como gremios o cofradías a la vieja usanza colonial que defendían cotos y espacios de poder porque se reúnen en torno de la advocación de un connotado juris-ta, escuela o materia jurídica, y dirigen sus actividades a remembrar su vida o predicar sus postulados como una especie de reliquia. Esto condiciona que en la práctica las organizaciones de abogados se opongan a la profesionalización y actualización, ya no se diga de la certifi cación nacional e internacional.12
12 Esta opinión la comparte la doctora Ruth Gabriela Gallardo Vega, directora del Depar-tamento de Políticas Institucionales y Proyectos Especiales del STJ de Jalisco. Entrevista realizada por Alberto Arellano Ríos el 25 de junio de 2008, Guadalajara, Jalisco.
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DESPACHOS, BUFETES Y FIRMAS: ENTRE EL MERCADO Y LA DISTINCIÓN
Los abogados litigantes se desempeñan o laboran en ofi cinas de diferentes tamaños llamadas despachos. Aun cuando existe un gran bufete como fi rma acreditada, por ejemplo, en materia de propiedad intelectual, el despacho es un modelo organizativo que responde, en su mayoría, al menos en Jalisco, a procesos mercantiles premodernos y muy pocas veces están ligados al merca-do globalizado. En estas ofi cinas, unas más modestas que otras, asisten varios abogados y son la expresión de una sociedad más dinámica.
Desde esta consideración, y antes de iniciar con el análisis de los inte-grantes de esta parte del campo, es necesario recalcar que la idea de fi rma está ligada con un mercado competitivo de la abogacía. No en balde una primera diferenciación entre fi rmas, bufetes y despachos radica en que las primeras se han insertado en el fenómeno de la globalización económica, mientras que los bufetes y despachos continúan vinculados con las materias tradicionales: civil, familiar, mercantil o judicial, o bien, creen conservar, perpetuar o iniciar el linaje del fundador del despacho. El apellido es su marca o distintivo.13
Hay que subrayar que entre estos actores hay ciertas distinciones o jerar-quías, por lo que numerosos despachos ocupan una posición subordinada e in-cluso marginal. Esto es resultado del prestigio o capital simbólico que envuel-ven al bufete y al desempeño que tienen en el ejercicio de su profesión. Otros factores que contribuyen a su posicionamiento en el campo profesional de la abogacía serían las redes gremiales, el abolengo familiar y los conocimientos o destreza profesional que tenga el despacho. Debido a la complejidad de
13 Este trabajo está lejos de hacer una refl exión respecto los orígenes e historia de las pala-bras bufete, despacho o fi rma pero habría que considerar algunas precisiones. El punto de partida es el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española quien utiliza a las dos primeras palabras como sinónimos. En cuanto a “bufete”, dice que el término hace alusión al despacho y las clientelas que tiene un profesionista, en este caso el abogado. El despacho, entre otras acepciones más, es el local destinado a la gestión profesional, la or-ganización y en último caso a un local y su mobiliario. En tanto que el término fi rma refi ere una razón social o una empresa de carácter comercial en la que la representación o direc-ción de ciertos asuntos o negocios es lo distintivo de ella. Independientemente del término que se emplee, para efectos prácticos y comprender el conjunto de actores e instituciones del campo judicial se entenderá por bufete, fi rma o despacho lo mismo.
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lo anterior, este segmento únicamente mencionará quiénes participan en el campo judicial de Jalisco.
En Jalisco se pudo identifi car 133 fi rmas, despachos o bufetes de aboga-dos; 107 se asientan en la ZMG, cuatro en Autlán de Navarro, cuatro en Ciudad Guzmán, seis en Lagos de Moreno, cuatro en Ocotlán, siete en Puerto Vallar-ta y uno en Tequila (véase anexo 10).14
En términos civiles y mercantiles, los despachos de abogados de Jalisco se erigen en su mayoría como sociedades civiles y raramente en sociedades anónimas. De hecho, 48 despachos de abogados ostentan su razón comercial o social con el término “sociedad civil”, mientras que sólo dos fi rmas se cons-tituyen como sociedades anónimas;15 éstas son Arkel S.A. de C.V. y Benvea Consultores Jurídicos Profesionales y Asesores Inmobiliarios S.A. de C.V. El primer despacho se especializa en derecho laboral, asesoría jurídica, inmobi-liaria, derecho civil y mercantil, en tanto que el segundo sólo en derecho civil y mercantil. Más allá de las implicaciones jurídicas, fi scales o mercantiles, lo cierto es que los despachos de abogados de Jalisco denotan cierta compleji-dad en su conceptualización.14 Se ha dado un proceso de proletarización de la profesión como producto de la masifi ca-
ción de la educación superior, lo que también ha provocado el aumento del número de fi rmas, despachos o bufetes de abogados en Jalisco. Cabe precisar que la existencia de un abogado individual o de modestos despachos en diferentes barrios, colonias o pueblos, darían cuenta de ello; de ahí que en ningún momento esta investigación sostenga que los resultados o las interpretaciones a las que se llegan abarquen la totalidad. El análisis que aquí se hace parte de la existencia de un directorio de fi rmas o bufetes de abogados en Jalisco (“Directorio de Instituciones Jurídicas de la Región Centro Occidente de México”. Directorio Lascaux. Foro Regional. Edición de Ismael Órnelas Altamirano, 2001), de las entrevistas con algunos abogados y de las observaciones que se recogieron en el trabajo de campo. Este boceto es apenas una expresión de la complejidad subyacente en la realidad.
15 Según el artículo 208 del Código Civil de Jalisco vigente en 2008, una sociedad civil es un tipo de personalidad jurídica en donde los socios se obligan mutuamente a combinar sus re-cursos o sus esfuerzos para la realización de un fi n común, de carácter preponderantemente económico pero que no constituya una especulación comercial. En cambio, una sociedad anónima, según la Ley General de Sociedades Mercantiles, que es de carácter federal, indica que este tipo de asociación es una sociedad mercantil cuyos titulares participan en el capital común a través de títulos o acciones. Las acciones apuntan a diferenciarse entre sí por su distinto valor nominal o por los diferentes privilegios vinculados con éstas como, por ejem-plo, la percepción a un dividendo mínimo.
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Hay diversidad en los despachos de Jalisco en cuanto a la forma en que se autonombran. Con objeto de clarifi car, esta investigación distinguió y estableció tres categorías que al fi nal fueron utilizadas como sinónimos. Asimismo, la evidencia dice que sólo cuatro despachos de abogados se au-tonombran como tales; quince lo hacen como bufetes, mientras que sólo uno se ostenta como fi rma (Firma Jurídica Acosta Rea-Larios Méndez). La mayoría de los despachos de abogados de Jalisco se conciben a sí mismos como corporativo, consultoría, consorcio, conjunto de asesores o despacho de servicios jurídicos, sin que lo anterior signifi que la puesta en práctica de un mercado capitalista en la actividad legal de Jalisco.
Es posible que haya otros despachos que intenten vincularse con los pro-cesos de la globalización económica y que busquen la certifi cación interna-cional, se actualicen acerca de los cambios en las legislaciones de otros países o las dinámicas comerciales. Así, aunque hay indicios de la constitución de despachos en la lógica de la competitividad capitalista, la característica general en el campo judicial de Jalisco es que aún se conserva una amplia tradición; las relaciones y las redes familiares y la cultura notarial de nuestro derecho saltan a la vista.
De este modo, sólo 19 despachos de abogados ofertaban servicios jurí-dicos en otras lenguas distintas al español.16 Además, los despachos de abo-gados del campo judicial de Jalisco desarrollaban su actividad en la ZMG o en una ciudad media.
También hubo un pequeño grupo, que no rebasaba 5%, de bufetes con sucursales o representaciones en otras ciudades del país, como en Cabo San Lucas, Aguascalientes, la ciudad de México, Uruapan, Mazatlán, Manzanillo,
16 De ellos, 17 se ofrecían básicamente como bilingües en español e inglés; uno más brindaba servicios en lengua francesa, el despacho Ramos Uriarte Abogados S.C., especializado en inversión extranjera, justicia antidumping, derecho corporativo, civil y familiar; eran, además, peritos traductores de documentos legales. El último bufete, Abogados Consultores de Puerto Vallarta, tenía servicios en español, inglés, francés, italiano y alemán, cuya especiali-dad era contratos, asuntos sucesorios, litigios civiles, derecho familiar y mercantil y trámites migratorios.
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Puebla, Monterrey y Tijuana; o en ciudades extranjeras, principalmente en los estados de California y Arizona, en Estados Unidos.17
Por tanto, se induce que por su naturaleza de desempeño profesional, cuando sus actividades legales se vinculan con los procesos de globalización económica, los despachos de abogados se alejan de las formas tradicionales de desenvolvimiento en el campo judicial local: su lógica se dirige al mercado. Se asemejan a las fi rmas legales norteamericanas: prototipo del despacho jurídico altamente capitalizado y que se está incorporando en ciertas áreas del campo judicial jalisciense. El derecho bancario y corporativo, así como los contratos comerciales y litigios antidumping son los que introducen nuevas formas y prácticas culturales en la entidad, pero que aún no cuentan con demasada relevancia.
En suma, la liberalización económica ha desplazado los servicios de los abogados a ámbitos económicos, como los asuntos de tráfi co y la propiedad intelectual en los llamados procesos globales. Es así como el abogado se ve inmerso o se incorpora a las grandes organizaciones privadas; surge de ello el abogado corporativo o especialista en tópicos técnicos como el factoraje, la franquicia, los impuestos especiales o específi cos, en derecho autoral o los mercados internacionales. También esta lógica puede trasladarse al hecho de que estas fi rmas tienen dos o tres decenas de abogados socios y un centenar de abogados empleados, y junto con ellos una burocracia a su servicio. La idea que subyace es que los despachos tienen una organización de tipo indus-trial o postindustrial.
Por otro lado, y como resultado de las entrevistas realizadas a informan-tes clave, se deduce que el gremio de los abogados considera que hay tres bufetes que, en términos profesionales son los mejores en su desempeño profesional. En materia mercantil se encuentra el bufete de Santiago Kelly Hermanos, que es encabezado por Santiago Alfredo Kelly Hernández, quien además de dedicarse a las labores de docencia en la UP y la U de G, fue direc-tor jurídico de la Canaco-Guadalajara.
17 En este punto destaca el bufete Garza-Malfavón, Abogados Asociados, un despacho que tiene sucursales también en Madrid y Río de Janeiro; especializado en derecho civil, mer-cantil, fi scal, familiar, penal y corporativo, patentes y marcas.
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En la misma rama del derecho privado se encuentra el corporativo Mala-cara, encabezado por Alejandro Malacara Ortiz de Montellano, quien es abo-gado por la UNAM y maestro en derecho por la UP. Su despacho se encarga de prestar servicios a grandes empresas en asuntos de patentes, secretos indus-triales, competencia desleal, derecho administrativo, corporativo, fi nanciero y penal.18
En materia penal, el gremio reconoce al abogado Felipe de Jesús Garibay Valle, profesor investigador de la División de Estudios Jurídicos de la U de G, como el mejor profesional de esta área.
Acerca de los vínculos entre los despachos de abogados y las asociacio-nes gremiales sólo hay que señalar que algunos están vinculados con la Aso-ciación Nacional de Abogados de Empresas (ANADE) y de la Barra Mexicana de Colegios de Abogados o barras de abogados regionales.19
Del mismo modo la forma como se desenvuelven los bufetes de aboga-dos los hace ofrecer servicios jurídicos “redondos”, brindando también servi-cios notariales. Los bufetes que así lo hacen refl ejan lazos o mecanismos más tradicionales ya que manifi estan con mayor intensidad las redes o relaciones familiares existentes con el mundo del notariado.20
EL CLUB DE LAS FAMILIAS NOTARIALES
Se ha visto en más de una ocasión que derecho es una de las carreras tradi-cionales que miles de jóvenes buscan estudiar. Este hecho puede explicarse por diversos factores, circunstancias o elementos, pero este trabajo parte de la base de que la abogacía representa en el imaginario individual y colectivo,
18 En el despacho de Malacara Ortiz trabajó el político panista Fernando Guzmán Pérez Pe-láez, miembro del Desarrollo Humano Integral y Acción Ciudadana (DHIAC).
19 Los casos de bufetes relacionados con organizaciones nacionales fueron los de Procesum, García Godínez (del abogado Mario García Godínez) y el despacho Rodríguez Zúñiga y Asociados S.C. En el caso de los abogados relacionados con barras regionales del estado, destacan: Consultores Jurídicos Especializados S.C., el bufete del abogado Miguel Bernal con la Barra de Abogados de Ocotlán y el bufete Servicios Jurídicos S.C., que dirige José Luis de Alba relacionado con la Barra de Abogados de Puerto Vallarta.
20 Resaltan en este sentido los casos de los bufetes Jurídico Romero Valencia y Asociados, del notario Javier Romero Valencia; León Elizondo y Asociados S.C., del notario León Elizon-do Díaz; y el Bufete Jurídico Sahagún y Asociados, del notario Antonio Sahagún.
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pese a la masifi cación de la profesión, un elemento de movilidad social y el convencimiento de los jóvenes de obtener estatus y reconocimiento social.
Como resultado de las jerarquías que hay en el campo jurídico-judicial, las distinciones sociales se acentúan con respecto de quienes están en una posi-ción hegemónica o dominante. Es decir, si un individuo del campo no cuenta o construye las redes y relaciones sociales necesarias, difícilmente destacará en él. En conclusión: un individuo con mayor capital simbólico en el campo jurídico es aquel que trataría de reunir el ser un prestigiado litigante, magistra-do, dirigente gremial, connotado abogado, notario público o catedrático en una universidad de Jalisco.
No obstante las posiciones antes mencionadas en el campo jurídico y judicial de Jalisco, la de notario público proporciona mayor capital simbólico. En términos profesionales esto se traduce en benefi cios económicos y rela-ciones de mayor reconocimiento social. Para cientos de abogados el cargo o la posición de notario supone el culmen de una carrera individual en la pro-fesión, al mismo tiempo de marcar un estilo de vida. Así, para el desarrollo de este apartado, la categoría de estatus es muy importante debido a que en muchas ocasiones es el único dato disponible para identifi car la ubicación de un sujeto en la organización social.21
Para ser notario se requiere contar la patente conocida como Fiat. Los re-quisitos para su obtención son: ser ciudadano mexicano, tener cuando menos 27 años de edad, ser abogado o licenciado en derecho, estar en pleno goce de derechos civiles, tener domicilio en Jalisco, tener experiencia mínima de tres años en alguna notaría, no haber sido condenado a pena privativa de libertad y no haber sido separado por sanción del ejercicio del notario. Cumplidos los requisitos anteriores, la Secretaría General de Gobierno (SGG) de Jalisco remi-te su petición al Colegio de Notarios para la verifi cación; si no hay ningún inconveniente, asumiéndose como órgano que otorga o no un voto de con-fi anza, y después aprobar un examen de oposición con la mejor califi cación 21 En el campo jurídico-judicial se entiende por estatus una forma especial de tipifi cación
dirigida a que determinados sujetos orienten su actividad y le den lógica organizativa al cam-po. Con esta categoría se hace alusión a la posición que ocupa una persona en una escala de jerarquías en una sociedad determinada. A partir de ella se desprende una serie de roles sociales que son compatibles y esperados por su pertenencia a cierta posición desde donde se confi guran las relaciones sociales.
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cuando se trate de una sede vacante, el gobernador del estado otorga el Fiat al candidato.22
Como puntualizó María Correa Cortez, ser notario es resultado de la pues-ta en práctica de una compleja red de relaciones de amistad, compadrazgo, familiares y políticas. El cargo de notario es muy cotizado, ya que da prestigio y garantiza grandes ingresos económicos, asociándose de forma directa con el éxito en el campo jurídico y judicial. Además, estos cargos son muy ambi-cionados puesto que diversos servicios mercantiles, civiles, fi scales y políticos requieren de su fi rma. Así, el notario formaliza testamentos, compras, ventas, donaciones, hipotecas, contratos de crédito, fi deicomisos, poderes, constitu-ción de sociedades mercantiles y civiles, además de dar fe a los compromisos que los políticos establecen en la contiendas electorales.23
Es decir, para acceder a dicha posición se requiere estar incorporado en la red de relaciones políticas, gremiales y familiares del campo judicial, debido a que el gobernador no designa si antes el Colegio de Notarios no da su visto bueno. De tal manera que como institución, organización gremial o espacio de interacción social, media, facilita u obstaculiza el acceso al cargo, conformándose relaciones endogámicas muy sólidas.
Sin precisar un estudio exhaustivo de los notarios de Jalisco, se puede decir que hay familias completas en las que el suplente es pariente del titular
22 Véanse los artículos 8, 9 y 10 de la Ley del Notariado del Estado de Jalisco.23 Véase María Correa Cortez. “Factores que infl uyen en la movilidad ocupacional de los
egresados de Derecho de la Universidad de Guadalajara: el caso de dos generaciones (1964-1969 y 1989-1994)”. Guadalajara: Universidad de Guadalajara, 2001, (tesis de maestría), pp. 12-21. Un notario público, según el artículo 3 de la Ley del Notariado del Estado de Jalisco, es el profesional del derecho que desempeña una función pública, investido por delegación del Estado a través del titular del Poder Ejecutivo; tiene la capacidad de formalizar y dar fe para hacer constar hechos, actos y negocios jurídicos a los que se quiera o deba dar autenti-cidad y seguridad jurídica. También está facultado para intervenir como mediador, concilia-dor o árbitro, y en concurrencia con los órganos jurisdiccionales, en el trámite de negocios de jurisdicción voluntaria y de los procedimientos sucesorios, en tanto no haya controversia entre los interesados, así como en los casos en que expresamente se autorice. El notario podrá ser depositario de bienes, disposiciones testamentarias, acciones de empresas mer-cantiles y de otros títulos valor, que sean consecuencia de los actos jurídicos otorgados ante él.
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o laboran como practicantes los hijos de otros amigos notarios.24 Algunos incluso no limitan sus actividades a la fe pública sino que sus relaciones se extienden al campo político o a las asociaciones gremiales (véase anexo 11).
Por ejemplo, entre los notarios públicos de Jalisco que fueron gober-nadores del estado, están Francisco Rodríguez Gómez y Guillermo Cosío Vidaurri.25 Otros, por su parte, tienen una intensa actividad política ligada en su mayor parte con el priísmo, como diputados, presidentes municipales, re-gidores o con diversos cargos burocráticos. Es el caso de Arnulfo Villaseñor Saavedra, Porfi rio Cortés Silva, José Luis Leal Sanabria, Guillermo Ramos Ruiz, Jorge Humberto Chavira Martínez, Javier Hidalgo y Costilla, Guiller-mo Vallarta Plata, Eugenio Ruiz Orozco, Arturo Zamora Jiménez y Salvador Cosío Gaona.
En cuanto a los notarios que fueron magistrados en algunos de los tri-bunales de Jalisco pueden mencionarse a Juan Peña Razo, Salvador García Rodríguez, Manuel Sepúlveda Silva, Edmundo Márquez Hernández, Carlos Sepúlveda Valle y Eleuterio Valencia Carranza. Ocuparon un cargo en el ám-bito de la procuración de justicia estatal o federal José Alberto Ramírez Gil y Héctor Castañeda Jiménez. Y fi nalmente, entre los dirigentes o funcionarios universitarios, destacan Enrique Romero González y Enrique Alfaro Anguia-no.
En cuanto a los racimos familiares identifi camos 38 casos, en los que la relación más evidente es la fi lial (véase anexo 12). En este ámbito sobresalen cinco casos: las notarías 22 y 25 de los Bailón Cabrera con sede en la ciudad de Arandas; la notaría 3 de los Ruiz Higuera con sede en Puerto Vallarta; las nota-
24 Véase Mario Gerardo Cervantes. “Paternidad y relaciones clientelares consanguíneas en el mundo de los notarios”. La Ventana. Revista de Estudios de Género. Guadalajara: Universidad de Guadalajara, núm. 23, 2006, pp. 76-82.
25 El primero fue gobernador sustituto por un periodo de cuatro meses, cuando Enrique Álvarez del Castillo dejó el cargo y se fue a la Procuraduría General de la República. Fue antecesor de Guillermo Cosío quien, a su vez, fue electo para el periodo constitucional de 1989-2005; como es sabido, pidió licencia ante la grave crisis social y política de 1992. De las relaciones que el ex gobernador Cosío Vidaurri tiene en el mundo de los notarios se puede decir que además tiene a su hijo, Salvador Cosío Gaona, que es el notario núm. 8 en Zapopan; a un cuñado, Víctor Flores Márquez, fedatario en la notaria núm. 75; en esa notaría también trabajó su ahijado David Parra Grave.
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rías 2 y 3 de los González Luna con sede en Guadalajara y Autlán de Navarro y la notaría número 80 de los hermanos Ramos Ruiz (Alfredo, Guillermo, En-rique y Eduardo) con sede en la ciudad de Guadalajara. Esto sin contar a Ro-dolfo Ramos Menchaca notario número 117, hijo de Eduardo Ramos Ruiz.
Esto ha provocado que en el gremio se distingan algunas familias no-tariales como detentoras del poder y de la capacidad de reclutamiento, pro-vocando que los demás miembros del campo consideren el mundo notarial como un “club de familias”.26 Por lo tanto, las distinciones y las jerarquías en esta parte del gremio están en función del origen, los ingresos económicos o la ubicación de la notaría.
Esta realidad se expresa irónicamente en la expresión: “En Jalisco hay más Ramos que ramas del derecho”, en clara alusión a la famosa familia de abogados. Asimismo, lo que subyace en ella es que el capital simbólico, y en consecuencia la persistencia de las jerarquías y distinciones, llegue a explicar-se a partir de esa red de relaciones sociales. Una realidad así condicionada explicaría que el éxito de un abogado no esté en función de su capacidad in-dividual sino en proporción al tamaño de esa red. De esta manera, el mayor capital simbólico reunido en el campo jurídico de Jalisco se localiza cierta-mente en un individuo que sea al mismo tiempo magistrado y fedatario, que cuente con posgrado, que imparta cátedra en una universidad, que posea publicaciones o distinciones y fi nalmente que sea notario público.
Cabe decir que en Jalisco hay una sobrepoblación de notarios cuyo ori-gen se debe a que en los últimos días de la administración de Carlos Rivera Aceves, cuando ante la inminente llegada del panismo al gobierno de Jalisco se concedieron cincuenta Fiats.27 La prensa califi có este hecho como “no-ches de las vendimias” (véase cuadro 6); lo interesante fue que se pusieron en práctica las relaciones políticas, quedando de manifi esto de nuevo que en ciertas ocasiones el campo político y el campo jurídico-judicial se relacio-nan.26 Cervantes, op. cit.27 Se reformó la Ley del Notariado para quitar el requisito del curso de derecho notarial para
la obtención del Fiat, permitiendo otorgar los cargos al margen del Colegio de Notarios. En el medio jurídico se dice que hubo pruebas sufi cientes que demostraban que más allá de la red de infl uencias y los grupos, operó una compra-venta de notarías en Palacio de Gobierno, destacando el caso del ex consejero de la judicatura, Juan Ochoa Luna.
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Cuadro 6. Entrega de Fiats en las vísperas de la alternancia de 1995
Noche Cantidad Notarios designados19 de enero de 1995 15 Rubén Arámbula Curiel, Salvador López Verga-
ra, José Humberto Rojas Ríos, Julio Manuel A. Tinajero Guerrero, Miguel Ernesto Negrete de Alba, Teresita de Jesús Hernández Amaya, Ma-rio Humberto Torres Verdín, Carlos Gutiérrez Aceves, José Antonio Jaime Reynoso, Salvador Orozco Becerra, José Martín Hernández Nuño, José Rafael Gutiérrez, Salvador Pérez Gómez y Guillermo Coronado Figueroa.
27 de febrero de 1995 27 Enrique Camarena Obseso, Enrique Casillas Franco, Jorge Humberto Chavira Martínez, Car-los Hernández Agras, Alfredo González Rubio, Guillermo Gómez Villaseñor, Agustín Ibarra García de Quevedo, Jaime Lozano Casillas, Francisco Javier Manjarrez Gutiérrez, José Saúl Jiménez, Juan Peña Razo, Eduardo Robles Iguí-niz, Rubén Alberto Santana Murillo, Enrique Torres Jacobo, Alfonso Tostado Hermosillo, Rafael González Navarro, Jorge Eduardo Gu-tiérrez Maya, Alberto Macías Comparan, Fran-cisco Javier Macías Vázquez, Jorge Francisco Pelayo Bañuelos, Jorge Ramón Quiñonez Ruiz, Guillermo Rivas Barba y Óscar Soltero Villela.
28 de febrero de 1995 8 José Gil Camacho Cortés, Francisco Jaime Cas-tañeda Ramos, José Córdova Lemus, Luis Cor-nejo Gómez, Francisco Javier Hidalgo y Costilla Hernández, José Hinojosa Torres, Romualdo Sandoval Figueroa, Juan José Zepeda Rangel.
Fuente: Elaboración propia con base en “Otorgamiento del Fiat Primigenio”. Podium Notarial. Revista del Colegio de Notarios del Estado de Jalisco, Guadalajara, núm. 27, junio de 2003, pp. 7-12.Nota: Para ver la cantidad entregada de Fiats desde el año de 1941 a 2001 y qué per-sonajes destacan es necesario consultar el anexo 15.
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Se puede recapitular hasta este momento que el bosquejo de un conjunto de actores, individuales o colectivos, así como de diversas instituciones erigen un campo jurídico. Se demuestra, aunque someramente, que hay camarillas, grupos o familias de abogados que jerarquizan las relaciones objetivamente en el campo judicial de Jalisco y que éstas se sustentan en relaciones consan-guíneas, de parentesco, gremiales o políticas. Se han trazado grosso modo rela-ciones que estructuran el campo judicial a partir de un catálogo de actores, individuales o colectivos, y de diversas instituciones.
Sin embargo, dejar el trabajo hasta aquí daría la impresión de que el cam-po cuenta con altos grados de autonomía e independencia social. En virtud de esto decidió ampliarse el elenco de actores la escena, incluyendo de este modo a otros que participan en el sistema de justicia, como la Procuraduría de Justicia de Jalisco y la CEDH, aunque podrían integrarse más.
OTROS ACTORES E INSTITUCIONES DEL CAMPO JURÍDICO
Los expertos y estudiosos en temas de justicia penal o seguridad pública reconocen e identifi can un gran sistema compuesto por varios subsistemas como los de la prevención, la procuración e impartición de justicia, la readaptación social y la victimología. La relación nace a partir de una vinculación institucional y su integración en el fenómeno social de la inseguridad y el combate a la delincuencia que desde 1990 ha causado zozobra social. En él, los jueces acusan a los agentes del MP y policías investigadores de no levantar de manera correcta las averiguaciones previas o investigar por medio de la tortura. El MP, a su vez, reprocha a los jueces que a pesar de existir pruebas sólidas liberan a los delincuentes. Lo cierto es que en el sistema judicial hay un conjunto de actores e instituciones que interactúan en una complejidad sistémica.28
De tal modo, no tener en cuenta la procuración de justicia mostraría que lo que se ha venido haciendo hasta el momento tiene algunos huecos. Faltaría entonces un análisis del MP y de la CEDH, que generalmente se encarga de vigi-
28 Tal como ya se dijo, esta investigación se basó, más que en una noción de sistema, en una propuesta campo-práctica-habitus para el análisis de la realidad social, ya que se pretende retratar dicha interacción en el confl icto social. Véase Arellano, Cambio político y...
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lar a esta última. Se establecen así vínculos institucionales que se incorporan al campo y participan en la discusión e interpretación del derecho.
En esta tesitura, la Carta Magna local plantea en el artículo 53 que la im-posición de penas es propia y exclusiva de la autoridad judicial, pero también apunta que la investigación y persecución del delito del fuero común ante los tribunales incumbe al MP estatal, el cual se auxilia en una corporación policial que estará bajo su autoridad y mando. Este órgano es presidido por un pro-curador, designado por el gobernador y ratifi cado por el congreso local con el voto de cuando menos 71% de los diputados presentes.
En tanto que la CEDH, según el artículo 10 de la misma Constitución, es una institución creada para defensa y protección de los derechos recono-cidos en la Constitución federal y otras declaraciones internacionales. Este organismo autónomo, que sigue la lógica de la rendición de cuentas horizontal bajo los términos de O’Donnell,29 tiene un papel reducido ya que sólo formula recomendaciones públicas, autónomas y no vinculatorias, así como denuncias y quejas ante diferentes autoridades estatales o municipales, exceptuando desde luego las decisiones judiciales, salvo que pertenezcan al ámbito administrativo o laboral. Y aunque la ley de la CEDH indica que su presidente debe ser electo para un periodo de cinco años y puede ser designado para un segundo, con-forme con un procedimiento determinado que busca la ciudadanización, la historia reciente demuestra que los procesos de designación o ratifi cación de los presidentes fueron coaccionados por los partidos políticos.30
Cabe señalar que tomar en cuenta ambas instituciones en el campo judi-cial implicaría adentrarse en otros tópicos y complejidades internas y exter-nas, por lo cual hay que apuntar que este trabajo únicamente delineará los es-tilos de dirección de quienes dirigieron ambas instituciones. La razón es que éstos se constituyen como actores del campo judicial mientras las encabezan.
29 Véase Guillermo O’Donnell. Disonancias. Críticas democráticas a la democracia. Buenos Aires: Prometeo Libros, 2007, pp. 113-133.
30 Formalmente los artículos 22 y 23 de la Ley de la Comisión Estatal de Derechos Humanos puntualizan que en el procedimiento el Congreso de Jalisco expide una convocatoria pública dirigida a los organismos sociales, colegios de profesionistas, universidades y a la sociedad en general, con la fi nalidad de allegarse propuestas de candidatos. De los candidatos propuestos por la sociedad, el Congreso del Estado nombrará al ciudadano que fungirá como presidente de la comisión con la aprobación de las dos terceras partes de los diputados presentes.
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Para tal fi n se identifi can a los procuradores como actores relevantes que par-ticipan en el campo judicial de Jalisco del mismo modo en que se incorpora la acción de la CEDH, ya que esta institución se vincula con la procuraduría de Jalisco al vigilar su desempeño. El análisis también se circunscribe a las trayec-torias de los ombudsman y sus estilos de gestión debido a que en la institución una persona condiciona en mayor medida su desempeño institucional.
Los procuradores de Jalisco
En este apartado se intentará, más que evaluar técnicamente el trabajo de la Procuraduría de Jalisco, esbozar los estilos de gestión de los procuradores durante los gobiernos panistas, con el fi n de comprender de qué forma se incorporan en el campo judicial. Evidentemente los estilos se desprenden de la trayectoria de los procuradores de Jalisco nombrados por los gobiernos panistas de Alberto Cárdenas, Francisco Ramírez y Emilio González. Su de-signación y dependencia directa del Ejecutivo, así como la trayectoria que cada uno, permitiría comprender algunos procesos políticos y coyunturas.
No se puede comenzar tal cometido sin antes recordar lo que la forma-lidad legal enuncia. Según el artículo 53 de la Constitución de Jalisco, para ser procurador del estado se deben cumplir con los mismos requisitos que se exigen para los magistrados del STJ. En específi co, en el artículo 59 se expone que el procurador tiene que ser ciudadano mexicano por nacimiento, nativo del estado o haber residido durante los cinco años previos a su designación; tener cuando menos treinta y cinco años cumplidos al día de la elección; poseer el título de licenciado en derecho, abogado o su equivalente al día de la elección, con una antigüedad mínima de diez años; gozar de buena reputación y no haber sido condenado por delito que amerite pena corporal de más de un año de prisión y no haber ocupado otros cargos de elección popular o similares.
Tal como ya se ha visto, los lineamientos o disposiciones jurídicas son apenas el inicio del análisis sociopolítico. Así, el gobierno de Alberto Cárde-nas enfrentó graves problemas en materia de seguridad pública; los índices delictivos fueron los más altos y a pesar de ello la sociedad no le retiró su apoyo, sino que en cierta medida toleró su actuación y asumió que no era el causante del entorno de inseguridad.
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Un indicador muy ilustrativo de los problemas que Alberto Cárdenas tuvo al respecto fue el hecho de que su gobierno tuvo tres procuradores.31 Sin embargo, aquí sólo se esbozarán los perfi les y la gestión de Jorge López Vergara y Félix Ledesma, ya que fueron los procuradores que marcaron la relación con el campo judicial.
Jorge López Vergara
Durante los tres primeros años de gobierno de Alberto Cárdenas, al frente de la Procuraduría de Jalisco estuvo el connotado abogado Jorge López Vergara. Este nuevo titular había destacado previamente como consejero ciudadano electoral y director de la Escuela de Derecho del ITESO. Fue además miem-bro de la Academia Estatal de Derechos Humanos y contaba con una larga carrera académica. Sin embargo, su gestión se dio en un entorno en el que los índices delictivos aumentaron considerablemente y él, como los primeros gobiernos panistas de alternancia, no escapó a la concepción legalista de la actuación gubernamental.
Como procurador exigió que los agentes del MP se ajustaran a la ley y respetaran los derechos humanos. Se opuso a los retenes, prohibió el uso de autos ilegales y, al menos en el discurso, la tortura. Pero las acciones anterio-res serían insufi cientes en tanto fueron intenciones, ya que López Vergara no les dio a los policías las herramientas científi cas para investigar. Al mismo tiempo, terminó con las audiencias públicas que años atrás había establecido el abogado Guillermo Reyes Robles.
También enfrentó una serie de rupturas políticas y escándalos. Entre las primeras puede señalarse la del director de Seguridad Pública, Horacio Mon-31 El primero fue Jorge López Vergara (12 de febrero de 1995 a 5 de abril de 1997), el se-
gundo fue Pedro Raúl Mendieta Fernández (5 de abril de 1997 a 13 de abril de 1998), y el tercero fue Félix Javier Ledesma Martínez Negrete (13 de abril de 1998 a 14 de febrero del 2000). En la última época de su gobierno se nombró a Gerardo Octavio Solís como procurador con Francisco Ramírez Acuña. Cabe señalar, por otro lado, que el día en que Félix Flores Ledesma dejó el cargo de procurador, el gobernador Alberto Cárdenas nom-bró a Roberto Aguilera Hernández como encargado del despacho. Luego lo propuso como titular ante el congreso, quien lo rechazó por no cumplir con los requisitos establecidos en la Constitución de Jalisco. Se nombró a Gerardo Octavio Solís Gómez pero también fue cuestionado.
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tenegro, muy cercano al general Gutiérrez Rebollo, ambos implicados a la postre con el narcotrafi cante Amado Carrillo conocido como el Señor de los Cielos.32
Entre los escándalos destaca el fallido rescate de la joven Elba Rosa Frank, que irritó a la sociedad; los casos de adopciones irregulares del Consejo Esta-tal de la Familia en el que estuvo implicada su esposa, un caso que trascendió hasta instancias internacionales; y por último, el hecho de que el bufete de algunos de sus hermanos, según fuentes militares y la Drug Enforcement Administration (conocida como DEA), estuviera vinculado en la prestación de servicios notariales con el cártel de los hermanos Arellano Félix.33
Félix Javier Ledesma Martínez Negrete
Durante los tres años siguientes la persecución del delito estuvo a cargo del procurador Félix Flores Ledesma, cuyas sus estrategias y acciones de lucha contra la delincuencia, al contrario de su antecesor, recibieron el califi cati-vo de mano dura por la poca preocupación por los derechos humanos, el respeto a la legalidad y de una posible concepción errónea de la efi cacia gu-bernamental. Las acciones emprendidas iniciaron el debate entre los diversos grupos y organizaciones civiles acerca de cuál era la concepción en la que descansaban las estrategias contra la inseguridad.
Pese a esto, Félix Javier Ledesma Martínez Negrete fue un reconocido abogado, catedrático de la U de G, donde incluso fue director del entonces Instituto de Ciencias Jurídicas. No obstante, su gestión estuvo plagada de una serie de recomendaciones por parte de la CEDH sobre la reiterada práctica de
32 Durante el gobierno del PRI había una regla tácita mediante la cual el comandante de la XV zona militar elegía al jefe de la policía. Alberto Cárdenas no la rompió y pidió apoyo al gene-ral Gutiérrez Rebollo, en su momento comandante de la jurisdicción militar, para nombrar al titular de la policía estatal; con su consejo y recomendación, nombró al capitán Horacio Montenegro. Sin embargo, López Vergara tuvo varios enfrentamientos con Montenegro por el asunto de los retenes y los derechos humanos; las diferencias trascendieron cuando en una ocasión policías estatales agredieron al guardaespaldas del procurador. Véase Julia Preston y Samuel Dillon. El despertar de México. Episodios de una búsqueda de la democracia. México: Océa-no, 2004.
33 Véase Siglo XXI, 12 de abril de 1996; La Jornada, 12 de junio de 1996; y El Informador, El Occidental, Ocho Columnas, Siglo XXI, 11 de diciembre de 1996.
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la tortura como método de investigación policial. Tanto fue así que diversos empresarios y organizaciones civiles presionaron para que renunciara, lo cual se efectuó el 14 de febrero del año 2000.
Gerardo Octavio Solís Gómez
No podría comprenderse la gestión de Gerardo Octavio Solís Gómez como procurador si no se contextualiza el estilo personal de política del gobernador Francisco Ramírez Acuña. En un entorno de aumento de la incidencia delicti-va, Gerardo Octavio Solís se desenvolvió como fi scal del estado, y aunque fue designado procurador del gobierno de Alberto Cárdenas al fi nal de su sexe-nio, fue Francisco Ramírez quien lo ratifi có en el cargo, con quien se entendió muy bien. Al fi nal de su sexenio se convirtió en gobernador sustituto.
De Gerardo Octavio se dijo que fue un hombre efi ciente, discreto y que supo leer las indicaciones del jefe en turno.34 Estas cualidades, en conjunción con la personalidad de Ramírez Acuña, le permitieron manejar y enfrentar las manifestaciones sociales que marcaron el sexenio. Las más signifi cativas fue-ron las indagaciones para llevar ante los tribunales a los dirigentes que se mani-festaron el 28 de mayo de 2004 en ocasión de la III Cumbre de Jefes de Estado de la Unión Europea, América Latina y el Caribe. Esta forma de actuar hizo coincidir a diversos especialistas en que el gobierno de Francisco Ramírez y, por ende, la procuraduría, tuvo mejores resultados en su combate contra la delincuencia, aunque en detrimento de los derechos humanos.
Tomás Coronado Olmos
Coronado Olmos, licenciado en derecho por la U de G, militante activo del PAN desde 1997 y diputado federal (2000-2003), fue procurador de Jalisco du-34 La trayectoria de Gerardo Octavio Solís comprende haber pasado por las aulas de la U de
G, en donde se graduó como abogado, y obtuvo el grado de maestro en Derecho Penal. Fue defensor de ofi cio (1991-1999), subprocurador regional de justicia en la zona costa (1995-1997). Después de ser procurador fue secretario general de gobierno, gobernador interino por espacio de tres meses y coordinador de asesores de Francisco Ramírez Acuña, ya como secretario de gobernación. Además laboró en diversas dependencias como asesor jurídico, como en la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos, la Contaduría Mayor de Hacienda, la Comisión Nacional del Agua y la Secretaría de Desarrollo Social.
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rante el gobierno de Emilio González; antes fue su secretario general cuando éste era alcalde Guadalajara (2004-2006). Cuando encabezó la Procuraduría de Jalisco pretendió combatir la inseguridad privilegiando la efi cacia de la mano dura, nada distinto a lo que sus antecesores habían hecho.
Su gestión estuvo marcada por el escándalo. Junto con otros funcionarios cargó con la acusación social de haber participado en delitos de pederastia, prostitución y pornografía infantil. Ante estos hechos, y en otros contextos, se le hubiera removido en tanto se aclaraba el asunto, pero convergió un condicionante que podría explicar su permanencia: su amistad con Emilio González.
Así se afi anzó la idea entre los actores políticos de que su nombramien-to había respondido más a la idea de darle a la institución un uso político. Sus detractores no comprendieron que el gobernador fuera complaciente al mantenerlo en el cargo. De este modo, puede verse que la personalidad de un gobernante no sólo marca el estilo de gestión sino que se convierte en un condicionante y factor explicativo del desempeño gubernamental.
Los ombudsman de Jalisco
Para cerrar el apartado de actores e instituciones que participan en el campo judicial de Jalisco, no puede faltar la CEDH, vinculada con el campo por tres razones. La primera es en cuanto vigilante de la procuraduría; la segunda se da en el momento que la abogacía determina, en cierto grado, algunas relaciones sociales; y la tercera como participante en la discusión e interpretación de las leyes en el marco de los derechos humanos.
Desde que fue creada, en febrero de 1993, hasta 2009, pasó por cuatro etapas muy relacionadas con quienes la encabezaron. Los autores Jorge Rega-lado y Marcos Pablo Moloeznik dan cuenta de las tres primeras y las denomi-nan de la manera siguiente: 1) los inicios de la CEDH DE Jalisco, 2) la reafi rma-ción de los derechos humanos en Jalisco, 3) negociación no confrontación,35 y 4) la de Felipe de Jesús Álvarez Cibrián, difícil de clasifi car debido a que su gestión aún no concluía cuando se realizó esta investigación.35 Jorge Regalado Santillán y Marcos Pablo Moloeznik. Derechos humanos y alternancia política
(1993-2006): el caso de la Comisión Estatal de Derechos Humanos en Jalisco. México: CIESAS-Uni-versidad Veracruzana, 2007, pp. 32-51.
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Los inicios de la CEDH:la etapa de Carlos Hidalgo Riestra
El primer titular de la CEDH fue Carlos Hidalgo Riestra, jurista que contaba con una trayectoria de cincuenta años de servicio en el Poder Judicial de la Federación y cuyo perfi l resultó, a decir de Regalado y Moloeznik, su fortale-za y debilidad. Su principal mérito consistió en haber moldeado la comisión y darle sustancia y sentido. Cuando asumió el cargo sólo contaba con la ley que le dio origen, pero al fi nalizar su cargo en 1997 había establecido la base normativa, organizacional, fi nanciera, administrativa, humana y tecnológica de la institución.36
Durante su gestión se conformó un equipo de trabajo con experiencia en la prevención, defensa y promoción de los derechos humanos. No obstante, su gestión estuvo marcada por el sesgo formalista en tres aspectos centrales:
Su organización interna de la que destacó la formación de cuatros subcomisiones en el seno del Consejo Ciudadano … La generación de doctrina en materia de Derechos Humanos que ante vacío o lagunas jurídicas en el ámbito local, dota de contenido y consecuencias jurídicas a los derechos fundamentales. El establecimiento del marco procesal en las actuaciones del organismo protector de los derechos humanos en Jalisco, es decir, la normatividad a la que el per-sonal de la CEDHJ debió ajustar sus esquemas de trabajo; comenzando por el propio Reglamento Interior de Trabajo.37
La reafi rmación de los derechos humanos:la etapa de Guadalupe Morfín
La segunda etapa de la CEDH estuvo encabezada por Guadalupe Morfín Ote-ro. Esta abogada no sólo tenía una formación jurídica sino que en su haber académico tenía una formación humanista, con una maestría en Literaturas del Siglo XX en la U de G y un año de teología en la Universidad Gregoriana
36 Ibid., p. 32.37 Ibid., p. 34. Cursivas en el original.
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de Roma; fue además la fundadora del periódico Siglo XXI y editorialista en el Mural.
Después de asumir la CEDH de Jalisco, fue candidata a la presidencia de la CNDH. También fue comisionada para prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres en Ciudad Juárez, Chihuahua (de 2003 a 2006). Su gestión fue ca-lifi cada como la más activa en la defensa de los derechos humanos en Jalisco, hasta el punto de que Jorge Regalado y Marcos Pablo Moloeznik la califi caron como etapa de reafi rmación de los derechos fundamentales, y como ellos lo dicen, el primer gobierno panista explicó las condiciones y el desarrollo de su administración.38
Según dichos autores, fue una etapa de reafi rmación porque la CEDH tuvo una importante presencia en los medios de comunicación, desarrolló una es-trecha relación de colaboración y respeto con las organizaciones no guber-namentales, tuvo un marcado interés por el respeto de los derechos de las víctimas de los delincuentes, se dio preeminencia a la educación y difusión, se consolidó el quehacer colegiado del Consejo Ciudadano, dio puntual segui-miento al cumplimiento de las recomendaciones y atendió especialmente la conciliación como forma de resolver las quejas.39
La gestión de Morfín Otero fue valorada positivamente, pero su modo de conducir la Comisión la llevó a confrontarse con servidores de la misma institución, mientras que otros más decían que había cierto “maquillaje” de las estadísticas.40 Al fi nal lo cierto es que su tránsito por la CEDH fortaleció la institución.
Negociar no confrontar: la etapa de Carlos Barba
La tercera etapa estuvo protagonizada por Carlos Manuel Barba García, quien tras quince meses como presidente interino fue ratifi cado como director de la institución (2002-2007). En su designación participó por primera vez el Congreso de Jalisco, pero no era posible si no contaba, en la práctica, con la aprobación del gobernador Francisco Ramírez.
38 Ibid., p. 38.39 Ibid., pp. 38-39.40 Ibid., p. 43.
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Carlos Barba fue un abogado con experiencia y conocimientos jurídicos y técnicos en materia de derechos humanos; incluso fue Primer visitador en la gestión de su antecesora. Sin embargo, como dicen Regalado y Moloeznik, su personalidad se ajustaba al viejo estilo político que lo alejaba de la discusión, la confrontación y la presencia en los medios de comunicación que Guada-lupe Morfín había impuesto.41 Esta forma de ser, además de tener el agrado de Francisco Ramírez, fue acorde con el estilo como condujo los asuntos del estado.
Su etapa se caracterizó por el compromiso de mejorar la calidad del ser-vicio y la agilidad procesal de la institución; para lo cual, inició un proceso de reestructuración y de reingeniería como los indicadores imparciales de su productividad y calidad. El modo de conducir la institución se dio en favor de propiciar el acercamiento y diálogo permanente con las autoridades, evi-tando la confrontación y la presencia en los medios de comunicación.42
La etapa de Felipe de Jesús Álvarez Cibrián
Felipe de Jesús Álvarez Cibrián, egresado de la Facultad de Derecho de la U de G, cursó más de cuarenta programas académicos, entre diplomados, semina-rios, conferencias y congresos nacionales. Difícilmente se conseguiría hacer una evaluación completa de su gestión aunque pueden apuntarse dos cuestiones.
La primera es que su designación (2007-2011) fue fuertemente cuestio-nada por diversas organizaciones civiles defensoras de derechos humanos; y la segunda se desprende de su trayectoria: Álvarez Cibrián fue más bien un abogado penalista con nula trayectoria en la defensa de los derechos huma-nos. La fortaleza de su trayectoria profesional por la que fue designado radicó en que se había ostentado hasta ese entonces como un abogado litigante con más de veinte años de experiencia en las áreas de derecho civil, familiar, mer-cantil, inmobiliario y corporativo. Y, sobre todo, porque había sido presidente de varias organizaciones de abogados entre las que destacó el Colegio de Abogados de Jalisco-Foro Federalista y su labor como delegado estatal de la Federación Mexicana de Colegios de Abogados.
41 Ibid., p. 46.42 Ibid., pp. 49-50.
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A MANERA DE EPÍLOGO
Con lo expuesto en esta obra se da por concluido el esbozo de la estructura política de la justicia jalisciense. Específi camente, se propuso descubrir, y en su caso evidenciar, las redes y relaciones sociales que surgen o se dan en el campo judicial. Este ejercicio permitió captar las relaciones recíprocas entre los actores e instituciones que lo integran.
De este modo, estudiar la estructura política de la justicia implicó consi-derar el marco que le da lógica a la interrelación entre actores e instituciones, ideas, valores, discursos, prácticas y relaciones entre fuerzas sociales.
Todo ello fue con la intención de prestar atención a las redes o relacio-nes sociales que explican el sentido lógico de las coyunturas mediante las cuales se pueden identifi car de manera sincrónica y diacrónica la naturaleza del campo judicial y la forma en la que otros agentes externos fortalecen o tratan de modifi car su estructura.
De esta manera, se podrían recapitular las siguientes conclusiones:En primer lugar, desde una perspectiva teórica, hay que plantear que un
campo judicial se estructura básicamente por medio de una red de relaciones entre diversos actores e instituciones judiciales. En él se incrusta el Poder Judicial con sus tribunales y diversos juzgados de diversa índole o materia, vin-culados por medio de un sistema de instancias jerarquizadas que delimitan o dividen el trabajo jurídico, así como la burocracia a su servicio. El campo no se agota aquí sino que también participan en la producción del derecho y la lucha por el capital jurídico, es decir, por la interpretación jurídica, un conjunto de diversas notarías, fi rmas o despachos de abogados, universidades públicas y privadas, así como diversas organizaciones gremiales de abogados y trabaja-dores sindicalizados.
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La intensidad, peso o fuerza de dichas redes o relaciones varían y se dan en función de la posición que se tenga en el campo judicial. De ahí la necesi-dad de ubicarlos y precisarlos.
Desde este punto de vista del campo, circunscrito a un modelo de análisis, se intentó comprender el desenvolvimiento sociológico del campo judicial. Si bien este estudio político consideró la lógica institucional y la valoración del actor, éstos quedarían vacíos si antes no se delinean los elementos subyacen-tes o poco evidentes en las contiendas o relaciones de poder. Así se analizó una compleja estructura de relaciones entre actores e instituciones del cam-po judicial y político.
Esto conduce al segundo racimo de conclusiones específi cas. La eviden-cia mostrada lleva a sostener que aun en un proceso de transición política y aunque haya una renovación de actores en el régimen o bien se incorpore un mayor número de jugadores en el campo político que incidan en el espacio jurídico, en esencia no se trastoca la forma como se estructura la justicia.
La política, limitada o circunscrita a los partidos y sus facciones, mantiene incidencia clara y abierta en la composición de los tribunales, sin embargo an-tes median diversas redes gremiales, familiares y políticas en su designación.
En este sentido, la estructura política de la justicia en el ámbito local se presenta en dos sentidos: por un lado, puede haber una fuerza política hege-mónica que tenga dominados por completo a los tribunales; y por el otro, si hay nuevos actores, la esencia que lo estructura sociológicamente no se trans-forma. El caso jalisciense así lo demuestra, en la medida que hay un conjunto de actores e instituciones cuyas redes sociales instituidas dicen que aún el jue-go no es abierto, transparente ni democrático. El seguimiento de las carreras y trayectorias de los magistrados, en tanto individuos y como actores colecti-vos, indician la estructura de la justicia local de México. Esto se confi rma en los casos en los tribunales Superior de Justicia, Electoral y Administrativo.
En cuanto al caso de los inferiores jerárquicos se rescató la idea de que, entre otras cosas, los jueces son un grupo individualizado enfocado más al interior del Poder Judicial, concretamente hacia los actores que pueden garan-tizarles un ascenso burocrático o protección. Esto se debe a la fragmentación territorial o división en ámbitos de competencias.
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Algo similar ocurre con la burocracia judicial, aunque en ella se refrenda el poder simbólico interno del Poder Judicial, a causa de los modos de refe-rencia que utilizados para los superiores jerárquicos, provocando una relación de características aristocrático-patrimoniales.
En cuanto a la posición que tiene la escuela en el campo jurídico, y pese a la complejización del campo educativo y profesional, y específi camente con respecto de quienes habrán de integrarse a los tribunales y juzgados de Jalisco, la universidad pública es la que hegemoniza esta relación. En este sentido, la División de Estudios Jurídicos de la U de G continúa siendo el puente natural hacia los puestos burocráticos del Poder Judicial. Unido a lo anterior, también se da la acentuación de los modos hegemónicos de producción y reproduc-ción del discurso y las prácticas jurídicas por parte de diversos actores del campo.
De los grupos gremiales, conocidos en este entorno como barras o cole-gios de abogados, si bien no tienen una atribución legal relevante, participan política y socialmente en la obtención de una parte del capital simbólico o al menos en la posibilidad de incidir en él o en quienes habrán de formar parte de la burocracia judicial. En este complejo mundo se observa que los abogados litigantes de Jalisco se organizan en despachos, bufetes o fi rmas, en los cuales se intentan vincular con los nuevos procesos de la globalización económica, aunque sociológicamente la tradición impera en la profesión. Ello se expresa en la forma de interactuar, donde imperan las relaciones y redes familiares y una cultura notarial del derecho.
Por lo tanto, en el cargo de notario público se sintetizan las cualidades y maneras de conducirse en el campo jurídico y judicial. Este cargo proporcio-na mayor capital simbólico en términos profesionales y se traduce en benefi -cios económicos y relaciones de mayor reconocimiento. Asimismo, en otros ámbitos, no jurídicos el cargo de notario es resultado de la puesta en práctica de una compleja red de relaciones de amistad, compadrazgo, familiares y po-líticas.
El capital simbólico se incrementa si, sumado a lo anterior, un abogado como actor relevante del campo cuenta con publicaciones. Los abogados del campo judicial de Jalisco que suelen apostar por una imagen académica, lo hacen con la publicación y presentación de libros y manuales en diferentes
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ramas del derecho; sin embargo las obras no van más allá de la reproducción de cuerpos u ordenamientos jurídicos con breves comentarios. Son compen-dios de leyes e instrumentos jurídicos que están lejos de constituir un análisis jurídico y aportar algo al desarrollo de la disciplina o a la creación de teorías novedosas. El campo jurídico local tiene un largo camino por recorrer si se quiere emular o acercar al dinamismo intelectual y académico suscitado en el ámbito nacional o expresamente al de la capital del país.
Finalmente, una vez esbozado el espacio social, no puede dejar de men-cionarse la relevancia de la procuraduría y de la CEDH, cuyos vínculos institu-cionales con el campo jurídico podrían considerarse tangenciales. En cambio, participan en la práctica judicial, tanto en querellas legales como en la discu-sión e interpretación del derecho. Dada su naturaleza, su desenvolvimiento en el campo jurídico está circunscrito a los estilos de gestión de quienes las encabezan.
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133
4. Los estudios profesionales de los magistradosdel Tribunal de lo Administrativo de Jalisco (Taejal)
Magistrado Licenciatura Estudios de posgradoEleuterio Valencia CarranzaMagistrado ratifi cado (2007)
Abogado egresado de la Facultad de Derecho de la U de G (1963-1968).
Maestro en derecho por la Escuela de Graduados de la U de G. (1975-1978)
Horacio León Hernández Licenciatura en derecho Facultad de Derecho de la U de G. (1985-1990)
Maestría en derecho civil y fi nanciero en la División de Estudios Jurídicos de laU de G (1995-1997)Curso de especialización y posgrado en derecho tributario, Universidad de Salamanca, España (enero de 2004)Estudiante del doctorado interinstitucional en dere-cho en la Universidad de Guanajuato
Víctor Manuel León Figueroa Abogado por la U de GPatricia Campos González Licenciatura en derecho
por la U de G (1974-1979)Maestría en derecho pri-vado por la U de G (1984-1987)Doctorando en derecho por la Universidad San Pablo CEU, Madrid (2002 a la fecha); diploma de inves-tigadora en el área del dere-cho procesal (25 de febrero de 2006, Madrid)
Adalberto Barba Hernández Gómez
Abogado por la U de G (1983-1988)
Maestría en derecho pri-vado por la Escuela de Graduados del U de G (1989-1992)
Armando García Estrada SD
134
Magistrado Licenciatura Estudios de posgradoMagistrados no ratifi cados en el año 2007
Carlos Alfredo Sepúlveda Abogado por la U de G (1978)
Maestro en administración pública por la University of New México (1993)Maestría en derecho por la Universidad San Pablo CEU.Doctorando en la Universi-dad San Pablo CEU
Luis Antonio Rocha Santos Abogado por la U de G Maestro en derecho por la U de G
José Gabriel PeñalosaPlascencia
Abogado por la UNAM (1961-1965).
Posgrado en derecho admi-nistrativo por el Instituto Nacional de Administra-ción Pública (INAP), 2001
Félix Andrés Aceves Bravo Abogado por la U de G (1971-1976).
Especialidad en derecho penal por la U de G (1983-1984)Maestría en derecho por la U de G
Fuente: Elaboración propia.
135
5. La carrera judicial de los magistrados del Tribunal Administrativo
Magistrado Tribunal Administrativo Otro ámbito de la justicia Eleuterio ValenciaCarranzaMagistrado ratifi cado (2007)
Magistrado del Tribunal de lo Contencioso Electoral del Es-tado y del TAE
Magistrado del STJ
Secretario de acuerdos del Juz-gado Primero de lo Civil y de Hacienda
Horacio León Hernández Magistrado propietario del Taejal
Víctor Manuel LeónFigueroa
Magistrado del Taejal (2007)
Patricia Campos González Magistrada propietaria Sala 5 familiar, civil y mercantil del STJ del estado de Jalisco (1993-1995)Magistrada, juez de lo familiar, secretaria del Juzgado de Distri-to en materia agrariaSecretaria de acuerdos en el STJ del estado de Jalisco
Adalberto Barba Hernán-dez Gómez
Secretario de acuerdosSecretario relatorOfi cial mayor en el STJ
Ofi cial mayor notifi cador del Juzgado 3 Familiar
Armando García Estrada SD
Magistrados no ratifi cados en el año 2007Carlos Alfredo Sepúlveda Magistrado presidente del TAE
(1998-2007)Luis Antonio RochaSantos
Magistrado de la Sala 4 del TAE Actuario del Juzgado de Distrito
José Gabriel PeñalosaPlascencia
Magistrado del TAE Director administrativo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de Jalisco
Félix Andrés Aceves Bravo
Fuente: Elaboración propia.
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7. Los estudios profesionales de los magistrados del Tribunal Electoral
Magistrado Estudios profesionales Estudios de posgradoJosé de Jesús Reynoso Loza
Abogado por la U de G Tiene seminarios y diplo-mados en derecho, justicia administrativa y derecho electoral
Rubén Vázquez Abogado por la U de GJosé Guillermo MezaGarcía
Abogado por la U de G Maestro en derecho por la U de GDoctor en derecho privado por la Universidad San Pablo CEU
Julián Rosa Hernández Abogado por la U de G Maestro en derecho civil yfi nancieroEstudios de doctorado en derecho administrativo en Madrid
Luis Antonio CoronaNakamura
Abogado por la U de G Maestro en derecho por la U de GDoctor en derecho constitucional electoral por la Universidad Autó-noma de Aguascalientes
Los magistrados hasta mayo de 2008Abraham CastellanosMorfín
Abogado por la Escuela Libre de Derecho (1971-1976)
Estudia maestría en derecho elec-toral por el Instituto de Investi-gaciones y Capacitación Electoral del Tribunal Electoral del Poder Judicial del Estado de Jalisco
Eduardo Flores Partida Licenciatura en derecho por la U de G
Maestría en derecho electoral en el Instituto de Investigaciones y Capacitación Electoral del Tribunal Electoral del Poder Judicial del Estado de Jalisco
Luis Martínez Rivera Licenciado en derecho por la UAG
140
Magistrado Estudios profesionales Estudios de posgradoBenjamín Robles Suárez Licenciatura en pedago-
gía por Escuela Normal Superior Nueva Galicia. Licenciatura en derecho por la UAM
Maestría en criminología por el Instituto de Formación Profesional de la Procuraduría del DF
Maestría en derecho electoral por el Instituto Prisciliano Sánchez
Jesús CovarrubiasDueñas
Abogado por la U de G Maestrías en derecho electoral y derecho europeoDoctorados en derecho y ciencias sociales
Fuente: Elaboración propia.
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12. Notarios con relación de parentesco
Nombres Núm. Lugar Parentesco
Aguirre Anguiano, José Luis 6Tonalá HermanosAguirre Anguiano, Sergio
Salvador 24
Álvarez Vázquez, Filiberto 1Arandas Padre e hijoÁlvarez Vázquez, Guillermo
Antonio 4
Bailón Cabrera, José de Jesús 22
Arandas HermanosBailón Cabrera, Lorenzo 25
Bailón Cabrera, Manuel 25
Barba Rubio, Rubén 1Tepatitlán Padre e hijo
Barba Hernández, Rubén 1
Calderón Reynoso, Raymundo Dionisio 93 Guadalajara
Padre e hijoCalderón Ávalos, Antonio 49 Guadalajara
Camberos Garibi, SilvanoPadre e hijo
Camberos Sánchez, Carlos 84 Guadalajara
Camacho Cortés, Antonio28 Guadalajara Hermanos
Camacho Cortés, José Gil
Cárdenas Navarro, Carlos1 Ahualulco de
Mercado HermanosCárdenas Navarro, Salvador
Casillas Franco, Enrique3 Tepatitlán Padre e hijo
Casillas y Casillas, Cayetano
170
Elizondo Díaz, León5 Ciudad Guzmán
Los dos primeros son hermanos y León Elizon-do es padre de Alejandro Elizondo
Elizondo Díaz, Pedro
Elizondo Verduzco, Alejandro 6 Ciudad Guzmán
Hernández Nuño, José Martín 131 GuadalajaraPadre e hijo
Hernández Cobián, Miguel 39 Guadalajara
Hernández Allende, Héctor Constancio 14 Guadalajara
Padre e hijoHernández González, Gui-llermo 14 Guadalajara
González Durán, Pedro19 Guadalajara Hermanos
González Durán, Vidal
González Luna, Romero Jorge 2 Autlán
Los dos primeros son hermanos y Víctor Gon-zález Luna es padre de Eugenio Alberto y Jorge González Villanueva.
González Luna, Víctor 31 Guadalajara
González Villanueva, Eugenio Alberto 2 AutlánGonzález Villanueva, Jorge
Gutiérrez García, Salvador70 Guadalajara Hermanos
Gutiérrez García, Teodoro
Jaime Reynoso, José Antonio 43 ZapopanPadre e hijo
Jaime Sandoval, J. Antonio 9 Zapopan
López Vergara, Fernando9 Guadalajara Hermanos
López Vergara, Salvador
Maciel Rábago, José Ignacio38 Guadalajara Hermanos
Maciel Rábago, Óscar
171
Márquez Hernández,Edmundo 3 Tlajomulco de
Zúñiga HermanosMárquez Hernández,Francisco 1 Ameca
Morán Díaz, Elías2 Zapotlanejo Padre e hijo
Morán González, Elías
Moreno Pérez, Alejandro22 Zapopan HermanosMoreno Pérez, Gabriela
ValentinaNegrete de Alba, MiguelErnesto 11 Zapopan Padre e hijoNegrete Páez, Ernesto
Organista Macías, José Luis 2 Tlajomulco de Zúñiga Padre e hijo
Organista Ordorica, José Luis 78 Guadalajara
Parada Jiménez, José Saúl1 Encarnación de
Díaz HermanosParada Jiménez, Manuel
Pérez Gómez, Humberto4 Guadalajara Hermanos
Pérez Gómez, Salvador
Ramos Arias, Arturo52 Guadalajara HermanosRamos Arias, Fernando
Manuel
Ramos Ruiz, Alfredo
80 GuadalajaraLos cuatro primeros son hermanos y el último es padre de Rodolfo Ramos Menchaca.
Ramos Ruiz, Guillermo
Ramos Ruiz, Jesús Enrique
Ramos Ruiz, RodolfoEduardo
Ramos Menchaca, Rodolfo 117 Guadalajara
172
Robles Torres, Luis 18 GuadalajaraPadre e hijo
Robles Brambila, Luis 18 Guadalajara
Robles Farías, Jorge12 Guadalajara Hermanos
Robles Farías, Diego
Rojas Mora, Heriberto 7 ZapopanPadre e hijo
Rojas Ríos, José Heriberto 4 Tonalá
Rodríguez Ontiveros, Juan José 4 Chapala HermanosRodríguez Ontiveros, Enrique G.
Ruiz Higuera, Francisco José
3 Puerto Vallarta HermanosRuiz Higuera, José de Jesús
Ruiz Higuera, Pedro
Santana Murillo, Heriberto Raúl 71 Guadalajara HermanosSantana Murillo, RubénAlbertoSerratos Salcedo, José Fran-cisco SD SD
HermanosSerratos Salcedo, Juan José 11 Tlaquepaque
Torres Jacobo, Enrique 9 Puerto VallartaLos dos primeros son hermanos y los últimos dos son hijos de Enrique Torres Jacobo
Torres Jacobo, Manuel 13 Tonalá
Torres Pérez, Enrique1 Puerto Vallarta
Torres Pérez, Porfi rio Rafael
Tostado Hermosillo, Alfonso2 San Juan de los
lagos HermanosTostado Hermosillo, Félix
173
Vázquez Martín, Felipe3 Guadalajara Hermanos
Vázquez Martín, Juan Carlos
Villaseñor Morales, Salvador47 Guadalajara Hermanos
Villaseñor Morales, Ricardo
Fuente: Elaboración propia con base en entrevistas a informantes clave; el “Directorio de notarios públicos del estado de Jalisco de 1997; “Directorio de notarios públicos del estado de Jalisco”. Periódico Ofi cial de Jalisco. Gobierno de Jalisco, Guadalajara: 30 de enero del 2007, núm. 17, sección II, pp. 3-18; y Mario Gerardo Cervantes Medi-na. “Paternidad y relaciones clientelares consanguíneas en el mundo de los notarios”. La Ventana. Revista de Estudios de Género. Guadalajara: Universidad de Guadalajara, núm. 23, 2006, pp. 86-88.
174
13. Entrega de Fiats en Jalisco (1941-2001)
Año Cantidad Observaciones o comentarios1941 11942 11946 21954 11957 1 Es el caso de Arnulfo Villaseñor Saavedra1958 31959 6 Es el caso de Rodolfo Hernández Ruiz1960 31962 71963 11964 11 Destacan Guillermo Cosío Vidaurri, En-
rique Romero González, Porfi rio Cortés Silva, Carlos Luviano Jaramillo
1965 131966 11968 1 Es el caso de Víctor González Luna1969 1 Es el caso de Antonio Basalto Ruiz1970 41971 31972 31973 21974 4 Es el caso de Manuel Bailón Cabrera1975 31976 101977 24 Destacan Eugenio Rodrigo Ruiz Orozco,
Guillermo Ramos Ruiz y Jesús Enrique Ramos Ruiz
1979 11980 8 Destacan Lorenzo Bailón Cabrera y Felipe
de Jesús Preciado Coronado1981 6
175
Año Cantidad Observaciones o comentarios1982 141983 21 Destacan José Luis Leal Sanabria y José de
Jesús Bailón Cabrera1984 31985 61986 8 Es el caso de Eleuterio Valencia Carranza1987 61988 13 Destacan Alfredo Ramos Ruiz y Enrique
Alfaro Anguiano1989 13 Es el caso de Salvador Cosío Gaona1990 11 Es el caso de Carlos Alfredo Sepúlveda
Valles1991 31992 11993 41994 41995 62 Destacan Jorge Humberto Chavira Martí-
nez, Guillermo Gómez Villaseñor, Fran-cisco Javier Hidalgo y Costilla y Arturo Zamora Jiménez
1996 161997 41998 51999 42000 22001 3Total 324
Fuente: Elaboración propia con base en el “Otorgamiento del Fiat Primigenio”. Po-dium Notarisal. Revista del Colegio de Notarios del Estado de Jalisco. Guadalajara: núm. 27, junio 2003, pp. 7-12.
La estructura política de la justiciase terminó de imprimir el 16 de mayo de 2011
en los talleres deCárdenas y Asociados, S.A. de C.V.
Zapopan, Jalisco, México
Tiraje 500 ejemplares
Cuidado de la ediciónIliana Ávalos González
CorrecciónEncarni López Gonzálvez
Marcela Moreno
DiagramaciónMarcela Moreno