Tinajas, Ollas y Yuros: Producción de Alfarería durante el Período Tardío (ca. AD 900 - AD...
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Tinajas, Ollas y Yuros: Producción de Alfarería durante el Período Tardío (ca. AD
900 – AD 1200) en Watungasta (Dpto. Tinogasta, Catamarca, Argentina)
Guillermo A. De La Fuente
“Lo que resalta en los momentos de ver los objetos de arcilla cocidos es que los indios, especialmente en Watungasta, El Puesto y Fiambalá, eran excelentes alfareros, los de los primeros lugares más hábiles y los de Fiambalá con más fantasía. Corresponde la
belleza de la cerámica al pueblo que sabía construir fortalezas como la Troya, y una vez que se hagan grandes colecciones de Tinogasta, para poder comparar unos objetos con los otros, así como los grabados y signos entre sí, entonces recién ha de darse el valor verdadero que la cerámica tenía entre los indios, porque hay un simbolismo en todos los dibujos de las tinajas, y no parece
sino probarlo la repetición del mismo dibujo en objetos de su clase, como en yuros, ollas ó tinajas” (Adán Quiroga 1896: 514).
Introducción
Hacia fines del siglo XIX, Adán Quiroga estaba
fascinado por la alfarería encontrada en el sector
medio del valle de Abaucán (Dpto. Tinogasta,
Catamarca), como lo demuestra la cita textual que
abre este trabajo. Esta fascinación con las “tejas”
de Batungasta –o Watungasta- ha sido reflejada en
casi la mayoría de los trabajos arqueológicos que
desde fines del siglo XIX se llevaron a cabo en
diferentes sectores del valle de Abaucán (Lafone
Quevedo 1892; Lange 1892; Quiroga 1896;
Gómez 1953; González y Sempé 1975; Dreidemie
1951, 1953; Sempé 1973, 1976, 1977, 1980;
Weisser 1925).
El estudio de la organización de la producción
cerámica en contextos arqueológicos ha sido
abordado por un número importante de
investigadores a través del tiempo en donde se han
materializado diferentes aproximaciones (van der
Leeuw 1977, 1984; Arnold 1971, 1975, 1985,
1991, 1993, 1994, 2000, 2005; Rice 1981, 1984,
1987, 1989, 1991; Peacock 1982; Hagstrum 1985;
Vandiver 1988; Bishop y Neff 1989; Costil 1991;
Gosselain 1992, 1999, 2000; Blackman et al.
1995; Costin y Hagstrum 1995; Gosselain y
Livingstone-Smith 2005). Aunque estas
aproximaciones no han sido siempre excluyentes
en sus enfoques teóricos y metodológicos han
permitido explorar y evaluar aspectos o temáticas
diferentes de la organización y escala de la
producción cerámica en diferentes contextos
geográficos y culturales, etnoarqueológicos y
arqueológicos (Rice 1981, 1991; van der Leeuw
1984, 1993; Vandiver 1988; Costin 1991; Arnold
2000).
El registro arqueológico de la producción
cerámica generalmente posee aspectos
multidimensionales que pueden ser explorados a
diferentes escalas de resolución informativa y de
este modo las interpretaciones sobre la conducta
humana en el pasado basadas sobre datos
composicionales (sean éstos mineralógicos o
químicos) están lejos de ser interpretaciones
simples sobre las pastas cerámicas y no pueden
descansar solamente sobre comparaciones directas
entre los datos químicos o mineralógicos
obtenidos de las pastas cerámicas y aquellos
procedentes del análisis de las materias primas o
sus contextos geológicos (Arnold 2000, 2005).
Como ha sido señalado por Arnold (2005), el
vínculo entre los análisis composicionales de
alfarería (mineralógicos y químicos) y las materias
primas (arcillas y antiplásticos) constituyentes es
conductualmente complejo y es el resultado de
numerosas variables tanto naturales como
culturales. En primer lugar, la composición de la
alfarería es afectada por las elecciones de las
materias primas realizadas por los alfareros que
involucran, en un sentido general, las nociones o
conceptos cognitivos sobre su apropiabilidad
(Arnold 1971, 1975), disponibilidad natural
(Gosselain 1992, 1999, 2000), factores religiosos,
creencias culturales sobre los lugares más
adecuados para extraerlas (Arnold 1971, 1993;
Sillar 1988, 1999, 2000) y los factores
tecnológicos que afectan o intervienen en las
características de performance en el mezclado de
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la pasta, el modelado de las vasijas, el posterior
secado al sol y finalmente la cocción (Arnold
2005). En segundo lugar, los alfareros pueden –y
de hecho lo hacen- mezclar arcillas procedentes de
diferentes depósitos para manufacturar cerámica
(Gosselain 1999; Gosselain y Livingstone-Smith
2005) y en algunos casos la arcilla puede ser
mezclada con antiplásticos que alteren las
propiedades físicas durante los procesos de
modelado, secado y posterior cocción de las pastas
cerámicas (Arnold 2005). Por último, en
situaciones de desarrollo tecnológico más
complejas, los alfareros pueden modificar las
arcillas originales en una etapa previa a la de
modelado de la forma base de la vasija cerámica,
utilizando técnicas como la levigación, la
molienda y el tamizado del material arcilloso con
el cual se conformará el cuerpo arcilloso (Arnold
2005; ver también Gosselain y Livingstone-Smith
2005 para ejemplos en donde se utilizan diferentes
tipos de antiplástico para el modelado de una sola
vasija). El reconocimiento de la existencia de estas
situaciones en el pasado implica comprender que
el proceso de manufactura cerámica en una
sociedad específica es muy complejo e
inequívocamente estará intersectado por un
número de variables naturales y culturales que
afectarán tanto al producto final, la vasija
cerámica, como a las características propias de la
organización de la producción cerámica (Arnold
2000, 2005; Gosselain 1992, 1999; Sillar 1999).
Las investigaciones etnoarqueológicas realizadas
en sociedades alfareras no occidentales permiten
abordar el estudio de estas variables naturales y
culturales con el objetivo de entender cual es el rol
que juegan cada una de estas variables en el
proceso organizativo de la producción cerámica, y
en última instancia generar modelos explicativos
que sean pasibles de aplicarse, aunque sea
parcialmente, a contextos arqueológicos (Arnold
1971, 1975, 1985, 1991, 1992, 2000, 2005;
Arnold, P. 1991; Gosselain 1992, 1999; Costin y
Hagstrum 1995; Gosselain y Livingstone-Smith
2005).
En el presente trabajo nos proponemos abordar el
estudio de las “prácticas alfareras” desarrolladas
por los alfareros del Período Tardío (ca. AD 900 –
AD 1200) en el sector medio del valle de Abaucán
(Dpto. Tinogasta, Catamarca), más
específicamente en el sitio arqueológico de
Batungasta, a partir de la identificación de las
“elecciones tecnológicas” involucradas en la
manufactura de cerámica. Un concepto teórico que
creemos clave para entender estas elecciones
tecnológicas es aquel de chaîne opératoire (o
cadena operativa) desarrollado originalmente por
André Leroi-Gourhan (Leroi-Gourhan 1943, 1945,
1964, 1965) y reelaborado por autores franceses
como Pierre Lemmonier en su “antropología de la
tecnología” (Lemmonier 1986, 1992). Dentro de
esta línea de trabajo, un segundo y más ambicioso
objetivo de este trabajo es aproximarnos a la
definición de los comportamientos técnicos
empleados por los alfareros en el pasado con la
idea de poder desarrollar algunas ideas sobre lo
que se ha denominado “identidad técnica”
(Gosselain 1992, 1999; ver también Leroi-
Gourhan (1964, 1965) y Lemmonier (1992),
concepto derivado de la corriente de la “tecnología
cultural” o la “etnología de las técnicas” (Leroi-
Gourhan 1964, 1965).
Figura 1. Primer plano del sitio arqueológico
Watungasta, realizado a fines del siglo XIX por el
Ing. Gunardo Lange (tomado de Lange 1891).
En la primer parte de este trabajo se presenta en
detalle las principales características de la
organización de la producción de alfarería durante
el Período Tardío en Batungasta (Figura 1),
haciendo énfasis en los aspectos materiales,
básicamente tecnológicos, producto del proceso de
elaboración de alfarería, conformando lo que
denominamos el registro arqueológico de la
producción de alfarería. En la segunda sección de
este trabajo se discuten las ideas acerca de la
identidad y tradición técnica en la producción de
alfarería en Batungasta y de cómo se pueden
entender estos conceptos en perspectiva
arqueológica. Finalmente, nos proponemos
generar y discutir un acercamiento arqueológico a
la definición de una “tradición alfarera” que nos
permita entender uno de los aspectos más
importantes del desarrollo artesanal prehispánico
para el Período Tardío en el valle de Abaucán
(Dpto. Tinogasta, Catamarca) a través de la
resignificación de las prácticas alfareras como
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parte integrante y activa de las prácticas sociales
dentro de una sociedad, por la cual ésta construye
su identidad social.
Características Organizativas de la Producción
Cerámica en Batungasta
El estudio integral de una muestra cerámica
extensa procedente de contextos de recolección
superficial en Batungasta y sus alrededores
(N=15.937) complementada con una muestra de
piezas cerámicas procedentes de diferentes
colecciones arqueológicas (N=93) y material
cerámico fragmentado procedente de sondeos en
el ejido urbano de Batungasta, ha permitido
abordar desde diferentes enfoques analíticos el
estudio de la organización y la escala de la
producción cerámica desarrollada en el sector
medio del valle de Abaucán para el lapso temporal
comprendido por el Período Agroalfarero Tardío
(ca. AD 900 – AD 1200).
Los resultados obtenidos en esta investigación
permiten aproximarse a la definición de las
principales características de la producción
cerámica en Batungasta:
1) la existencia de 47 estructuras de combustión –
hornos de cerámica- registradas tanto al norte
como al sur de la instalación de Batungasta hacen
que sea defendible la idea propuesta por Ratto
(Ratto et al. 2002) de que Batungasta funcionó en
el pasado como un “centro manufacturero y
emisor de bienes cerámicos” (Caletti 2005; Feely
2003).
2) la identificación y registro de altas tasas de
material cerámico fragmentado de descarte
(sobrecocido) y su correlación espacial con las
estructuras de combustión refuerzan la idea de una
producción cerámica intensiva a través del tiempo
(De La Fuente 2007; ver también Feely 2003).
3) el estudio de las características morfológicas y
estilísticas de la muestra cerámica permite afirmar
que la producción cerámica estuvo intensificada
para momentos del Período Tardío (especialmente
para que lo que se ha definido tradicionalmente en
la literatura arqueológica como culturas Sanagasta,
Abaucán y Belén) (De La Fuente 2007), aunque
los resultados de los análisis distribucionales
obtenidos por Feely (Feely 2003) hacen pensar
que esta producción habría comenzado en etapas
formativas más tempranas (Período Temprano).
4) el análisis morfológico de la muestra superficial
(N=15.937), los estudios de remontaje de piezas
cerámicas identificadas en el material fragmentado
(N=148) y su comparación con las piezas
cerámicas procedentes de diferentes colecciones
arqueológicas (N=93) permitieron visualizar la
presencia de las formas cerámicas más conspicuas
(Pucos, Ollas Globulares y Urnas Funerarias)
(Figuras 2, 3 y 4) presentes en el sector medio del
valle de Abaucán para el Período Tardío (De La
Fuente 2007).
5) la identificación de estas formas cerámicas ha
posibilitado la construcción de una tipología
cerámica tentativa y preliminar para el Período
Tardío en el sector medio del valle de Abaucán,
caracterizada por la presencia de las formas Pucos,
Ollas Globulares y Urnas Funerarias: (a) dentro de
la forma puco, los pucos Sanagasta y Abaucán son
los más típicos, aunque se registraron también
pucos asignados a la cultura Belén, (b) las ollas
globulares más recurrentes son aquellas asignadas
a lo Sanagasta (decoradas y no decoradas), y (c)
las urnas funerarias presentan la mayor
variabilidad a nivel de formas, tamaños y de
decoración, siendo las Urnas Sanagasta las más
comunes (ver Boman 1927-1932), seguidas por las
Urnas Sanagasta no decoradas con bases cónicas y
las Urnas Abaucán de grandes dimensiones (De La
Fuente 2007) (Figura 2).
6) la presencia de un alto grado de estandarización
dimensional en la producción de algunas formas
cerámicas (Urnas Funerarias no decoradas, Urnas
de enterratorios de párvulos y Pucos),
pertenecientes al Período Tardío, identificado en la
muestra de vasijas completas analizada nos hace
pensar en la existencia de “categorías culturales”
muy cohesionadas y profundamente enraizadas de
cómo hacer las cosas y en este sentido nos
permiten hablar de la presencia de percepciones
locales ´representaciones sociales´ bien
establecidas en el ámbito de la producción de
alfarería (De La Fuente 2007; Lemmonier 1992;
Sillar 1999: 2), quizás fuertemente vinculadas a
aspectos identitarios, cosmogónicos y de
reproducción social para este Período (De La
Fuente 2007; Gosselain 1999).
7) los estudios de tecnología cerámica por
microscopia binocular a bajos aumentos -20X-
40X- (N=959) y petrología cerámica en altos
aumentos -40X-100X- (N=125), permiten
observar la existencia de variabilidad tecnológica
a través del tiempo, fuertemente marcada por una
utilización de materias primas locales (materiales
félsicos -diferentes variedades de inclusiones de
cuarzos y feldespatos-, micas, biotitas, fragmentos
de rocas ígneas plutónicas y volcánicas –
vulcanitas y andesitas- y minerales accesorios –
anfíboles y piroxenos) asociada a una
homogeneidad y uniformidad en la elaboración de
las pastas cerámicas que nos permite defender la
idea de un alto grado de “estandarización” en la
elaboración de las pastas cerámicas; las
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Figura 2. Formas cerámicas más conspícuas en Batungasta: pucos Sanagasta, urnas Sanagasta de entierro
de párvulos, urnas Sanagasta no decoradas con base cónica.
diferencias tecnológicas observadas se vuelven
significativas hacia momentos del Período Tardío
en donde se ha registrado la presencia casi
exclusiva de la incorporación de antiplástico de
origen cultural -“tiestos molidos”- en la
elaboración de las pastas cerámicas para todas las
formas cerámicas analizadas (De La Fuente 1999,
2007), y los porcentajes más altos registrados para
la utilización de “vidrio volcánico” (ver también
De La Fuente (2004) para resultados similares
observados en cerámicas incaicas procedentes del
sitio inca San Francisco, región de Chaschuil)
8) los estudios de las principales técnicas de
manufactura cerámica primarias y secundarias
abordadas a través de diferentes niveles de
resolución (macroscópicos y microscópicos –
radiografías industriales y petrología cerámica-),
permiten afirmar que en la manufactura de las
vasijas cerámicas (pucos, ollas globulares, urnas
funerarias, etc.) los alfareros antiguos de
Batungasta utilizaron un repertorio reducido y
muy claro de técnicas, siendo aquella del
“chorizeado” o “rodeteado” la técnica de
manufactura primaría más común para el
levantado de las piezas (Figura 5), seguida por el
“estiramiento de pasta” para formatizar los
sectores superiores de las bases y la utilización de
algún tipo de molde no convencional para lograr
las bases cóncavas de las piezas de mayor tamaño
como por ej. las urnas y ollas globulares;
sorprendentemente, en algunas piezas cerámicas
del Período Temprano se identificó
microscópicamente la utilización de la técnica
primaria de manufactura por “planchas”, no
mencionada anteriormente para ningún tipo de
alfarería de este Período del Noroeste Argentino
(De La Fuente 2007). En relación a las técnicas de
manufactura secundarias la única que pudo ser
fehacientemente identificada fue el “alisado” tanto
91
en las superficies externas como internas de los
diferentes tipos de vasijas cerámicas. Para la
forma Puco, se pudo identificar en algunas vasijas
la existencia de atributos físicos compatibles con
la aplicación de la técnica de “paleteado”, una
técnica de manufactura secundaria en la que
generalmente es difícil de identificar en las vasijas
terminadas, dado que recurrentemente sus rasgos y
atributos físicos se encuentran obliterados por el
“alisado” y “pulido” final que se aplica en el
acabado de este tipo de piezas (De La Fuente
2007).
9) los resultados de los análisis de procedencia
(A.A.N.I.) realizados sobre una muestra de
material cerámico fragmentado (N=127)
perteneciente básicamente al Período Tardío e
Inca indican claramente que para momentos del
Período Tardío e Inca los artefactos cerámicos
están siendo manufacturados localmente en los
alrededores del sitio arqueológico de Batungasta,
utilizando materias primas locales (depósitos
arcillosos) cuya “fuente” está localizada en el área
–o cuenca- media del río La Troya (De La Fuente
2007; Arnold 2005), con un fuerte énfasis en la
reutilización del alfar de La Troya a través del
tiempo desde épocas Formativas tempranas hasta
momentos Incaicos (Ratto et al. 2002a, 2002b,
2004, 2006).
Los resultados obtenidos en esta investigación nos
permiten avanzar en algunas ideas relativas a la
organización de la producción cerámica en
Batungasta. El análisis del registro arqueológico
de la producción cerámica en Batungasta para
momentos del Período Tardío (ca. AD 900 – AD
1200) e Inca (ca. AD 1480 – AD 1532) indica que
la producción cerámica en el valle de Abaucán
estuvo altamente concentrada (Costin 1991) a
través del tiempo en su sector medio (Batungasta y
alrededores) con características propias que
implican una producción intensiva de vasijas
cerámicas (ver también Feely 2003) y un patrón
distribucional o de intercambio que refleja un alto
grado de movilidad espacial de los artefactos, que
no se limitó solamente al valle de Abaucán, sino
que alcanzó la región puneña de Chaschuil (Plá y
Ratto 2003, 2007; Ratto et al. 2002a, 2002b, 2004,
2006; Orgaz et al. 2006) y probablemente hasta la
región de Antofagasta de la Sierra (Ratto et al.
2006).
Por otro lado, se puede defender la idea de que en
el sitio de Batungasta existió una alta
especialización funcional relacionada con la
producción cerámica a una escala supra-doméstica
de diferentes formas de vasijas y la utilización de
recursos (materias primas cerámicas) a través del
tiempo (Rice 1991; ver también Peacock (1982)
para una discusión sobre la categoría de “talleres
nucleados”) reflejada en el registro arqueológico
en una “alta estandarización” de las pastas
cerámicas para épocas Formativas e Incaicas
(Arnold 2000).
Identidad y Tradición Técnica Alfarera en
Watungasta: entendiendo el comportamiento
técnico
En sus trabajos etnoarqueológicos realizados
durante casi cuatro décadas, Arnold (1971, 1975,
1985, 1991, 1993, 2000, 2005) ha propuesto y
desarrollado varios conceptos para tratar de
identificar y explicar las causas de la variabilidad
en la composición de las pastas cerámicas, la
forma en que esta variabilidad se relaciona con el
comportamiento de los alfareros y su rol dentro de
la organización de la producción cerámica en las
diferentes comunidades estudiadas. Uno de los
conceptos más apropiados desarrollado y aplicado
en diferentes situaciones por él observadas es el de
“comunidad de alfareros” (Arnold 2000, 2005). La
noción de “comunidad de alfareros” se refiere a la
unidad social de producción en la cual sus
miembros interactúan entre ellos más
frecuentemente que lo que lo hacen con miembros
de otras comunidades, y de este modo cada
comunidad se aprovisiona de las materias primas
cerámicas dentro de lo que Arnold ha denominado
el modelo de las “distancias umbrales” (Arnold
1985, 1991, 1993) –ver los trabajos de Gosselain
(1999, 2000) y Gosselain y Livingstone-Smith
2005) para una interpretación diferente- y tiende a
categorizar, definir y utilizar las materias primas
cerámicas en una forma unívoca (Arnold 2005).
Esta noción de “comunidad de alfareros” no solo
está restringida al aprovisionamiento y utilización
de las materias primas cerámicas, sino que los
alfareros a causa de la interacción social en una
comunidad también comparten una “estructura de
toma de decisión” común con respecto a las demás
etapas del proceso tecnológico en la manufactura
de las vasijas cerámicas (estructuras de diseños,
formas, funcionalidad de las vasijas, etc.) (Arnold
1975, 1985, 1993), generando de este modo una
mayor cohesión y un bajo nivel de variabilidad en
la producción de alfarería dentro de la misma
comunidad (Arnold 1993: 140-187, 2000, 2005).
Sin embargo, reconsiderando los datos
etnográficos recolectados por él desde 1965,
Arnold ha observado que los comportamiento
pertenecientes a las etapas de la selección de
materias primas y la preparación de las pastas
cerámicas son altamente variables, más bien
inestables, y ampliamente gobernados por un
número de factores tales como la geología del
ambiente circundante a las comunidades, las
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percepciones individuales de las materias primas,
los patrones de asentamiento y la tenencia de la
tierra, los preceptos religiosos, el uso esperado de
las vasijas y las técnicas utilizadas e involucradas
en las restantes etapas del proceso de manufactura
(Arnold 2005).
A través de un enfoque similar, Sillar (1999, 2000)
ha observado formas bien definidas en el proceso
de producción de alfarería en diferentes
comunidades de los Andes Centro-Sur (Perú y
Bolivia), en donde la producción de alfarería en
esta área es sorprendentemente consistente tanto
en términos de las técnicas utilizadas como en la
organización de la producción (tradiciones
locales). Su aproximación es relativamente
diferente a la de Arnold, y él ha enfatizado su
estudio en el entendimiento de las “elecciones
técnicas” (Lemmonier 1992, 1993; van der Leeuw
1993) realizadas por los alfareros en las diferentes
etapas del proceso de producción de alfarería y su
importancia vital en la reproducción social de las
comunidades alfareras (Sillar 1988, 1999, 2000).
Una de las áreas investigadas por Sillar (1999) en
los Andes ha sido la utilización del estiércol de
diferentes animales (cabra, oveja y llama) como
combustible para la etapa de cocción de la
alfarería, visualizando no solo las propiedades
físicas del estiércol como combustible, sino las
“elecciones técnicas” involucradas en la selección
del mismo por parte de los alfareros andinos –
chaîne opératoire- y su relación e inter-
dependencia con prácticas sociales (su
significancia social y ritual), económicas y
técnicas más amplias dentro de la sociedad,
dilucidando de esta forma como la tecnología es
socialmente definida y reproducida en una
situación de espacio-tiempo específica (Sillar
1999: 3-5). De este modo, las “elecciones
técnicas” realizadas por los alfareros durante las
diferentes etapas del proceso de producción de
alfarería son visualizadas como “elecciones
culturales”, en donde una tradición tecnológica es
reproducida cotidianamente a través de la
repetición de un rango amplio de “actos técnicos”
y parcialmente mantenida a través del tiempo y
espacio a causa de la forma en que las tecnologías
específicas están embebidas dentro de prácticas
sociales y técnicas mucho más abarcativas dentro
Figura 3. Bordes de pucos, urnas y ollas
Abaucán, Período Tardío.
Figura 4. Vistas de vasijas reconstruidas a
partir de los trabajos de remontaje (Urnas).
.
93
Figura 5. Técnicas de manufactura primaria: (a) y (b) puco Sanagasta, rodeteado, (c) urna Abaucán,
rodeteado en la sección media de la urna, (d) urna Abaucán levantada en tres secciones diferentes por la
técnica de rodeteado, (e) estiramiento de pasta en sector superior de base, urna Sanagasta, y (d) grandes
rodetes visibles en urna Sanagasta no decorada.
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de la vida social de estas comunidades (Sillar
1999; Lemmonier 1993).
Gosselain (1999) y Gosselain y Livingstone-Smith
(2005) han ido aún más allá en su exploración de
los mecanismos –estrategias técnicas- de selección
y procesamiento de materias primas cerámicas en
su estudio intercultural llevado a cabo en el Africa
sub-sahariana con más de 1000 alfareros en
diferentes países. Su enfoque ha radicado en
entender el “comportamiento técnico” de los
alfareros en una forma más dinámica y realista, a
través del estudio de los aspectos sociales más
amplios que gobiernan esta actividad artesanal.
Una de las conclusiones más importantes a las que
Gosselain y Livingstone-Smith (2005) han
arribado es que los patrones actuales de selección
y procesamiento de las materias primas cerámicas
no dependen ni están determinados por la
distancia geográfica a las fuentes, los derechos de
propiedad de la tierra, ni por cuestiones
relacionadas a la funcionalidad esperada de las
vasijas a modelar, sino que la forma en que las
prácticas alfareras se configuran una y otra vez en
el tiempo y el espacio responde a otras
consideraciones: (1) la percepción individual de
los lugares adecuados para extraer la arcilla, (2)
los criterios que permiten al alfarero localizar los
bancos de arcilla, (3) los tipos de actividad durante
la cual un nuevo depósito de arcilla puede ser
descubierto (trabajo agrícola, tareas domésticas,
reparación de casas, etc.), (4) las concepciones
personales de lo que es una arcilla “apropiada”
para modelar vasijas cerámicas (y su comparación
por ej. con las prácticas de procesamiento de
alimentos), (5) el estatus socio-económico de la
actividad artesanal (alfarero/a) y (6) las creencias
y prácticas religiosas (rituales, prohibiciones,
sacrificios). En otras palabras, las estrategias de
selección y procesamiento de las arcillas para la
manufactura de cerámica involucran una serie de
“habilidades” y “representaciones” que caen
dentro de los campos económicos y técnicos, así
como también dentro de aquellos sociales y
simbólicos (Gosselain y Livingstone-Smith 2005).
De este modo, para Gosselain y Livingstone-
Smith (2005) existen cuatro aspectos que juegan
un rol muy importante para tratar de entender la
lógica subyacente detrás de estas prácticas locales
y representaciones: la tradición, los limitantes
tecno-funcionales, las relaciones con otros ámbitos
de actividad social y las concepciones simbólicas.
La selección de las “recetas apropiadas”, dentro de
un rango muy amplio de técnicas de
procesamiento adecuadas y disponibles para el
alfarero, está basada en el conocimiento específico
y general perteneciente a la forma en que los
individuos se sitúan asimísmos en el tiempo y en
el espacio (noción de “tradición”), en las
concepciones locales de los limitantes técnicos y
funcionales, en las relaciones con otras actividades
diferentes a la producción de alfarería y en el
significado simbólico de los materiales y
comportamientos particulares. De esta forma,
Gosselain y Livingstone-Smith (2005: 67-68)
plantean: …”que los alfareros no actúan
aleatoriamente, sino que navegan a través de un
canal estrecho de prácticas definidas y
compartidas culturalmente.”;…”y que lo que
constituyen tradiciones puede se considerado
como definiciones locales de «lo que es posible» y
lo «que no es posible» dentro de un contexto
específico, en donde tales definiciones (o
«reglas») están embebidas en los individuos a
través de la práctica, tácitamente compartida y,
más frecuentemente, no explícita.”
Las tradiciones son entendidas, entonces, no como
meros actos técnicos, sino como prácticas
culturalmente definidas que son puestas en juego
y transmitidas tanto vertical como horizontalmente
dentro de comunidades con límites sociales muy
marcados, dentro de “comunidades de práctica”
(Gosselain y Livingstone-Smith 2005; Wenger
1998; Barley 1994).
Mas aún, Barley (1984) ha planteado que partes
del proceso técnico sirven como una “metáfora”
para explicar aspectos de la experiencia humana y
estructurar una serie de ritos sociales: …”la
alfarería como proceso involucra un número de
cambios. Este proceso toma la materia amorfa y
la formatiza. La transforma a través de la
operación de calentamiento, de lo húmedo a lo
seco, de lo blando a lo duro, de lo crudo a lo
cocido, de lo natural a lo cultural, de lo impuro a
lo puro. Una vasija rota puede ser nuevamente
molida e incorporada dentro de nuevas vasijas
para mostrar la reversibilidad del tiempo. Las
vasijas se prestan asimismas a la fractura abrupta
para marcar aislamiento, destrucción”….. “Ellas
son sobre todas las cosas vasijas y por lo tanto
pueden ser usadas para referirse las cavidades del
cuerpo. Ellas se prestan rápidamente a la
discusión del espíritu, la concepción y la esencia”
(Barley 1984: 99). La chaîne opératoire –cadena
operativa- de este modo ofrece una herramienta
útil para explicar los procesos naturales y para
estructurar aquellos procesos culturales. Esto es lo
que Barley llama el “modelo alfarero”: …”una de
las numerosas formas disponibles para una
cultura para pensar sobre si misma”…(Barley
1994: 138). Teniendo en cuenta todas las
instancias en donde la alfarería está involucrada en
una sociedad o donde se hace una referencia
explítica a su chaîne opératoire, se vuelve claro
que su común denominador es la transformación:
transformación fisiológica (concepción, gestación,
aparición del primer diente, madurez sexual,
95
menstruación, menopausia, muerte),
transformación cultural (ritos de nacimiento,
iniciación, matrimonios, funerales,
ancestralización) y transformación mítica (la
creación de los humanos) (Gosselain 1999: 214).
Esto muestra que los productos de arcilla (las
vasijas) o partes del proceso de manufactura
pueden servir como un instrumento o un modelo
en el curso de las transformaciones culturales o
aún como una metáfora para explicar ciertas
transformaciones fisiológicas o míticas en la vida
de los individuos (Gosselain 1999: 214).
Es casi imposible hablar de “tradición” sin caer en
el esquema normativista histórico-cultural que
conlleva el término en las interpretaciones
arqueológicas. Creemos, como mencionamos
anteriormente, que las tradiciones pueden ser
visualizadas como “prácticas culturalmente
definidas” a través del tiempo dentro de
comunidades con límites sociales muy marcados
(Gosselain y Livingstone-Smith 2005). Esta
definición puede aplicarse para entender el
registro arqueológico de la producción cerámica
del sitio de Batungasta y sus alrededores para
momentos del Período Tardío (ca. AD 900 – AD
1200) en el valle de Abaucán (Dpto. Tinogasta,
Catamarca), en donde podemos hablar de la
existencia de una “tradición alfarera”, la cual
implicaría un conjunto de prácticas o
comportamiento técnicos conservadores repetidos
a través del tiempo por los alfareros - chaîne
opératoire-, que habría comenzado en épocas
Formativas muy tempranas, acentuándose en el
Período Tardío con las manifestaciones cerámicas
de lo que se ha denominado Cultura Sanagasta o
Sanagasta-Abaucán (Ratto el al. 2004; Caletti
2005) y que involucraría las diferentes “elecciones
técnicas” realizadas por los alfareros durante los
procesos de: (1) selección y preparación de las
materias primas cerámicas –arcillas y
antiplásticos-, (2) modelado de las vasijas a través
de las técnicas de manufactura primarias y
secundarias para lograr diferentes formas, (3)
acabado y decoración de las vasijas y (4) cocción
de las vasijas en estructuras de combustión y a
cielo abierto (Caletti 2005).
Ríos de Arcilla: Producción Cerámica en
Watungasta
Considerando la información presentada en este
trabajo, podemos plantear para Batungasta un
modelo de producción cerámica para el Periodo
Tardío (ca. AD 900 – AD 1200) e Inca (ca. AD
1480 – AD 1532) basado en la noción de la
“comunidad de alfareros” (Arnold 2005), en donde
la producción de alfarería en el valle de Abaucán
(Dpto. Tinogasta, Catamarca) estuvo concentrada
en el sitio de Batungasta y alrededores. Esta
producción de cerámica se intensificó hacia el
Período Tardío alcanzando una escala que fue
mucho más allá de la esfera doméstica abarcando
no solo el valle de Abaucán sino también la región
puneña de Chaschuil y probablemente algunos
sectores puneños de Antofagasta de la Sierra
(Ratto et al. 2002a, 2002b, 2004, 2006).
La intensificación de la producción de alfarería en
el Período Tardío (ca. AD 900 – AD 1200) llevó a
Batungasta al nivel de un “centro de manufactura”
cerámica bien establecido en talleres (Orgaz et al.
2006; Ratto et al. 2002a, 2002b, 2004, 2006;
Caletti 2005) y con un alto grado de
especialización funcional así como también en la
utilización de los recursos –materias primas
cerámicas- (Rice 1991). Como mencionamos
anteriormente, esta especialización artesanal en la
producción de alfarería posee su correlato directo
a nivel arqueológico en la aparición de altos
grados de “estandarización” tanto a nivel
morfológico y dimensional en la manufactura de
las vasijas como en la elaboración de las pastas
cerámicas que caracterizan este período (Arnold
2000).
Esta producción cerámica quizás fue nuevamente
intensificada y reorientada en tiempos de la
ocupación Inca en el valle (Ratto et al. 2002;
Orgaz et al. 2006) adecuando las necesidades de la
burocracia estatal durante la anexión de estos
nuevos territorios y poblaciones (Orgaz et al.
2006).
La “tradición local de alfarería” en el sector
medio del valle de Abaucán, materializada en el
registro arqueológico de la producción cerámica
estudiado, nos habla de una producción con
fuertes características locales y muy conservadora
en relación a la estructuración de la chaîne
opératoire –cadena operativa-: (1) la utilización de
las materias primas cerámicas –arcillas y
antiplásticos-, (2) la producción de formas
cerámicas muy conspicuas –la mayor parte de
ellas relacionada con la concepción y ritos en
torno a la muerte-, (3) la utilización de un
repertorio reducido de técnicas de manufactura –
primarias y secundarias-, (4) la decoración de las
vasijas y (5) la cocción de las mismas.
En relación a las formas y decoración de las
vasijas si bien la mayoría pertenecen a momentos
del Período Tardío, Culturas Sanagasta y Abaucán
(González y Sempé 1975; Sempé 1977, 1980),
Ratto y colaboradores (Ratto et al. 2007) han
observado que existe un gran sincretismo con
elementos decorativos asignados a la Cultura
Belén en la decoración de ciertas formas
cerámicas procedentes de contextos funerarios
96
(ver también Alanis 1947). Por otro lado, la
evidencia cerámica procedentes de los valles
meridionales como San Blas de Los Sauces y
Pituil (Provincia de La Rioja) muestra que existe
una relación muy fuerte entre la “tradición
alfarera” definida para el sector medio del valle
de Abaucán (Dpto. Tinogasta, Pcia. de Catamarca)
y las poblaciones que vivieron durante el Período
Tardío en aquellos valles riojanos (Boman 1927-
1932).
Vasijas Sagradas, Vasijas Domésticas:
entendiendo el rol de la alfarería en el Período
Tardío
Podríamos caracterizar a las sociedades del
Período Tardío en el valle de Abaucán como
sociedades alfareras con un fuerte contenido
agrícolo-pastoril. Definir a éstas sociedades como
alfareras implica emprender una visión en la que
la alfarería, en tanto una de las ergologías con
mayor presencia en todos los ámbitos de la
sociedad, jugó un papel estructurador en la
organización económica, política, social y
religiosa de las mismas. Podríamos pensar,
entonces, que la elaboración de alfarería en el
pasado fue parte de la experiencia cotidiana
compartida por los individuos en la sociedad. De
este modo, las vasijas cerámicas participaron en
las diferentes visiones sociales del mundo. Cada
vasija está íntimamente conectada con el medio
social y cultural donde fue creada, aunque algunas
veces las vasijas pueden tomar diferentes rumbos
y su destino puede variar drásticamente. Aún más,
las vasijas cerámicas pueden moverse desde lo
sagrado a lo profano en su participación dentro de
la vida social dentro de una sociedad,
resignificando los nuevos contextos dentro de los
cuales toman parte activa como objetos sociales.
La visión estática del arqueólogo en la definición
de las categorías formales para estudiar los objetos
cerámicos presenta una barrera teórica más bien
que metodológica para avanzar en la
interpretación de los aspectos sociales e
identitarios en el pasado. Las urnas, los pucos y
las ollas se transmutan en el Período Tardío en el
valle de Abaucán; mientras que las urnas
funerarias nos hablan directamente del ritual de la
muerte, los pucos, que usualmente refieren a
aspectos domésticos de la vida (e.g. servir comida)
aparecen también mezclados con las urnas
funerarias en diversos contextos.
Los pucos y las ollas son contenedores de líquidos
y sólidos, pero también de esencias espirituales a
través de la transformación física de los alimentos.
Las vasijas cerámicas poseen labios, bocas,
cuellos, hombros, pies, extremidades y fondos o
bases, lo cual nos lleva directamente a pensar en la
forma del cuerpo humano y su desarrollo a través
de la vida (Barley 1994). El proceso por el cual la
arcilla se vuelve una vasija cerámica recrea y
refleja las transformaciones biológicas, físicas y
sociales por las que un individuo pasa a través de
toda su vida, desde su concepción hasta su muerte
(Barley 1994; Gosselain 1999; Gosselain y
Livingstone-Smith 2005).
Platt en los Andes meridionales muestra como el
proceso de concepción, gestación y parto del ser
humano es homologado metafóricamente entre los
Macha al proceso de cocción de una vasija
cerámica (Platt 2002).
Adicionalmente, las vasijas nos llevan
rápidamente a un lenguaje interno/externo,
contenedor/contenido, poseyendo un lugar
particular dentro de la gramática de los objetos de
las sociedades del Período Tardío (Barley 1994).
La inclusión de un antiplástico de origen cultural
como el “tiesto molido” a las pastas cerámicas,
básicamente en las vasijas Sanagasta (pucos y
urnas) en muy bajos porcentajes no posee ninguna
significancia funcional (De La Fuente 2007). Por
el contrario, vemos la molienda y el agregado del
tiesto molido como una elección tecnológica
relacionada con una práctica reproductiva social
mucho más amplia, probablemente asociada con
ritos, mitos y prohibiciones que gobernaron la vida
de estas sociedades (Barley 1994; Sillar 1999,
2000).
En los Andes meridionales, el proceso de hacer
alfarería como un todo, puede ser visto como un
escenario que provee una experiencia concreta que
pudo servir como un modelo para organizar otras
actividades de la vida en el pasado. En las
sociedades alfareras, como aquellas del Período
Tardío en Batungasta, el hacer alfarería fue una
forma válida para explicar el mundo en el pasado,
y más ampliamente fue un modelo utilizado para
entender las diferentes etapas en el ciclo de la vida
humana. La alfarería no solo participó en todas las
etapas de la vida humana sino que fue un ítem de
la cultura material asociado a todas las prácticas
sociales en diferentes formas. Un ejemplo
interesante en Andes meridionales es aquel
descripto por Platt para los Macha del altiplano
boliviano, en el que la alfarería, en este caso los
tiestos, asociados a los chullpa ancestrales,
participan en las prácticas etno-obstétricas
resignificando el contexto particular del parto
durante la separación del recién nacido de su
madre (Platt 2002):…”Solo entonces se corta el
cordón (kururu) con un tiesto (k´analla), a veces
recogido del suelo fuera de la casa en ese
instante. Los tiestos también se asocian con los
restos arqueológicos del tiempo de los
chullpa.”…”Se dice que el uso del tiesto
97
garantizará que el niño siempre tenga buena
ropa; el uso de las tijeras o de una chuchilla
(gilette), que ahora se ha adoptado en algunas
familias, se critica por los tradicionalistas,
quienes dicen que esto va a suponer ropa escasa y
andrajosa. Detrás de estas creencias yace un
cuento sobre el origen del tejido, que nos
proporciona una clave importante para
interpretar la conceptualización del parto en
Macha. Dios, se dice, dijo al zorro que ordenase a
las mujeres sacar sus tejidos de las ollas, pero el
zorro les dijo que fuesen a poner cuatro palos en
el suelo para tejer. El zorro es una figura
embaucadora, asociada con los orígenes de la
cultura. La idea de que los tejidos debieran
sacarse cocidos de las ollas ofrece una analogía
con la emergencia del feto hilado del vientre
caliente y húmedo de la madre.”…..”El uso del
tiesto, metonímicamente relacionado con las ollas
de los chullpa, para cortar el cordón constituye,
por lo tanto, una delimitación simbólica de la
frontera convergente entre los tejidos internos
(naturales) y externos (culturales) del cuerpo
humano. De ahí que propicie una abundancia de
buena ropa para el recién nacido.” (Platt 2002:
141).
De este modo, no debería sorprendernos que la
alfarería adopte configuraciones y patrones
diferentes en el registro arqueológico de acuerdo a
su rol como producto social. El estudio de la
chaîne opératoire –cadena operativa- en las
sociedades alfareras es una herramienta poderosa a
nivel teórico y metodológico para aproximarse, en
diferentes formas, al estudio de aspectos tales
como la identidad y el comportamiento técnico y
entender mucho mejor el rol de la alfarería en el
pasado.
Agradecimientos
Este trabajo fue presentado por primera vez en el
Simposio “La Cerámica Arqueológica en la
Materialización de la Sociedad.
Transformaciones, metáforas y reproducción
social”, realizado durante la IV Reunión
Internacional de Teoría Arqueológica
Sudamericana, 3 al 7 de julio de 2007, Catamarca.
Diferentes versiones del mismo fueron
presentadas en otros ámbitos académicos durante
el año 2008. Una versión ampliada fue presentada
en una conferencia realizada durante el mes de
noviembre de 2008 en el Departamento de
Antropología de la Universidad de Missouri-
Columbia, la cual fue beneficiada por numerosas
críticas. El autor agradece las diferentes críticas y
opiniones vertidas por los asistentes a las
presentaciones del mismo y los comentarios
ofrecidos por los evaluadores del trabajo. El autor
agradece el apoyo del CONICET a través de una
Beca Doctoral Interna (2001-2005), a la Escuela
de Arqueología, Universidad Nacional de
Catamarca, y a la Comisión Fulbright a través de
una Beca de Investigación (2008) por brindar los
medios adecuados para la realización de este
trabajo. Finalmente, el autor agradece a los
organizadores del IV TAAS por ofrecernos el
espacio para poder coordinar el simposio que dio
origen a este trabajo. Las opiniones aquí vertidas
así como también las omisiones son de exclusiva
responsabilidad del autor.
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