La imagen y la Hermandad de Nuestra Señora del Amparo antes del terremoto de Lisboa de 1755

41
José Roda Peña Director SEVILLA 2009 X SIMPOSIO sobre HERMANDADES de SEVILLA y su PROVINCIA

Transcript of La imagen y la Hermandad de Nuestra Señora del Amparo antes del terremoto de Lisboa de 1755

José Roda PeñaDirector

SEVILLA

2009

XSIMPOSIO

sobreHERMANDADES

deSEVILLA

y suPROVINCIA

© Fundación Cruzcampo. Sevilla.© del texto: los autores.

Depósito Legal: SE-4891/2009I.S.B.N.:

Impreso en España. Printed in Spain

7

ÍNDICE

Presentación........................................................................................Julio Cuesta Domínguez

Introducción........................................................................................José Roda Peña

Entre la exhibición y la exposición. Aproximación a las muestrasde Hermandades y Cofradías en Sevilla ...........................................

Daniel Expósito Sánchez y Antonio García Baeza

1750, año de sequía y rogativas para las Hermandades de Sevilla....Álvaro Cabezas García

La música de capilla en las Hermandades de la Semana Santa deSevilla ..................................................................................................

Jesús Rojas-Marcos González

La iglesia de Santa Catalina de Sevilla y sus Hermandades a travésde un inventario de 1884...................................................................

Francisco Manuel Delgado Aboza

Aproximación histórico-artística a la antigua Hermandad de Nues-tra Señora de los Reyes del gremio de sastres.................................

José Francisco Haldón Reina

La imagen literaria de la Semana Santa de Sevilla en el siglo XX..Miguel Cruz Giráldez

El último siglo de historia de la Hermandad gremial de carpinterosde Sevilla (1857-1967) ........................................................................

Fernando Cruz Isidoro

La imagen y la Hermandad de Nuestra Señora del Amparo antesdel Terremoto de Lisboa de 1755 .....................................................

José Roda Peña

9

11

15

45

73

115

155

191

229

263

263

LA IMAGEN Y LA HERMANDAD DE NUESTRA SEÑORA DEL AMPAROANTES DEL TERREMOTO DE LISBOA DE 1755

José Roda Peña

La devoción a la imagen de Nuestra Señora del Amparo, venerada enla parroquia de Santa María Magdalena de Sevilla, se remonta a mediadosdel siglo XVI, cuando fue primorosamente tallada por el escultor de ori-gen flamenco Roque de Balduque. Pero es un hecho cierto que la erec-ción canónica de su Congregación o Hermandad a finales de 1736 porparte del Cardenal Luis de Salcedo y Azcona contribuyó poderosamente asu crecimiento y expansión, incluso más allá de las fronteras del antiguoReino de Sevilla, alcanzando tierras hispanoamericanas.

Este trabajo abarcará diversos aspectos relacionados con la historia yel patrimonio artístico de esta corporación letífica, anteriores en su desa-rrollo cronológico a la conmoción que produjo en nuestra ciudad -comoen otras muchas de toda Europa- el terremoto de Lisboa del 1 de noviem-bre de 1755, fecha crucial para el futuro devenir de la hermandad, puesen medio del espanto que produjo este seísmo, los feligreses y la clerecíade la parroquia de la Magdalena experimentaron el benéfico patrocinio dela Virgen del Amparo, hasta el punto de no tener que lamentarse ningunapérdida humana en la citada collación, que desde entonces, y hace ya másde 250 años, la venera como su singular Patrona.

1. La imagen de la Virgen del Amparo y los orígenes de suadvocación.

La efigie de Nuestra Señora del Amparo, como refiere el presbíteroAntonio González Cantero (†1774) en el manuscrito que sobre dicha ima-gen y su Hermandad redactó a mediados del siglo XVIII, recibía culto enla desaparecida parroquia sevillana de Santa María Magdalena, “al ladoderecho del Altar Mayor, y bajo del Arco toral de dicha Capilla Mayor”1.

1 GONZÁLEZ CANTERO, Antonio: Noticias sevillanas del siglo XVIII. La Virgen del Amparo y el terre-moto de Lisboa de 1755. Edición a cargo de José Roda Peña. Sevilla, 2005, p. 95.

264

Confirma dicho emplazamiento González de León en 1844, refiriéndose ala Virgen como “antigua y devota… simulacro de gran prestigio y devoción

en esta ciudad, y por tanto muy rica de adornos y alhajas, cuya escultu-

ra, a pesar de su mucha antigüedad, no carece de mérito artístico, sin que

sea fácil fijarle autor”2. En 1848, cuando se produjo la definitiva instala-ción de la parroquia de la Magdalena en el antiguo convento dominico deSan Pablo, la venerada escultura se entronizó en la capilla del Cristo deConfalón, en el lado del Evangelio del crucero, ocupando la hornacinaprincipal de su retablo, donde permanece desde entonces.

Este “hermoso simulacro de María Santísima”, en palabras de FermínArana de Varflora (1789)3, es una escultura de tamaño natural (mide 1,53m.), en madera policromada, que ha venido siendo atribuida con firmeconvicción al imaginero flamenco Roque de Balduque (†1561)4, hacia15555. Responde al tradicional modelo iconográfico, de raíz bizantina, dela Hodegetria o Virgen Conductora, de manera que se presenta erguida,con el Niño Jesús sobre el brazo izquierdo, flexionando la pierna delmismo lado en característica actitud de contrapposto que dinamiza la com-posición de la figura. Posee unas formas rotundas y un indudable empa-que de signo renacentista, contemplado siempre desde los parámetros deun artista de procedencia nórdica que también conoce y maneja las fuen-tes italianas. Con la cabeza suavemente inclinada hacia abajo y a la dies-tra, su delicado rostro se nos aparece como ensimismado en melancólicospensamientos -que no le impiden esbozar una ligera sonrisa-, como ajenoy en abierto contraste con el pequeño y rubicundo Jesús, que inquietojuguetea con la toca materna. Un pañal, de rojizas tonalidades, ciñe las

2 GONZÁLEZ DE LEÓN, Félix: Noticia Artística de Sevilla. Sevilla, 1844, p. 101.3 ARANA DE VARFLORA, Fermín: Compendio histórico descriptivo de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad

de Sevilla. Sevilla, 1789, p. 31.4 La trayectoria de Roque de Balduque como escultor, resaltando especialmente su faceta como “ima-ginero de la Madre de Dios”, ha sido glosada por HERNÁNDEZ DÍAZ, José: Iconografía hispalense de

la Virgen-Madre en la escultura renacentista. Sevilla, 1944, pp. 17-24. Su sobresaliente personalidadcomo entallador fue estudiada por PALOMERO PÁRAMO, Jesús M.: El retablo sevillano del Renaci-

miento: análisis y evolución (1560-1629). Sevilla, 1983, pp. 134-159.5 HERNÁNDEZ DÍAZ, José: Iconografía hispalense de la Virgen-Madre en la escultura renacentista.

Op. cit., p. 24. Del mismo autor: Imaginería hispalense del Bajo Renacimiento. Sevilla, 1951, p. 12; La

iconografía mariana en la escultura hispalense de los Siglos de Oro. Madrid, 1986, p. 21; La parroquia

sevillana de Santa María Magdalena. Templo del extinguido Convento de Dominicos de San Pablo.

Sevilla, 1980, pp. 220-221. Un completo análisis descriptivo de la talla y de su vistosa policromía lo harealizado GONZÁLEZ GÓMEZ, Juan Miguel: “Nuestra Señora del Amparo” en Catálogo de la Exposi-ción Las Glorias. Sevilla, 1992, s.p.

265

caderas del Infante, luciendo desnuda el resto de su anatomía. La Virgensujeta en su mano derecha un radiante corazón alado de plata cuajado dejoyas, emblema pleno de significado que también constituye la heráldicade su Hermandad6. La corona, la ráfaga, la media luna y el rosario son losatributos metálicos que complementan la lectura simbólica de esta esplén-dida talla.

A nuestro juicio, como demostramos en su momento, debe despejar-se toda duda a propósito de su autoría y dejar de catalogarse simplemen-te como una escultura atribuida a Roque de Balduque, pues su paternidadnos parece segura, mereciendo además la consideración de ser una de suscreaciones más afortunadas, en lo que a este género de imaginería maria-na se refiere7. En primer lugar, quiero reparar en el hecho de que Roquede Balduque estuvo avecindado durante muchos años en la collación deSanta María Magdalena, debiendo existir una relación especialmente cer-cana y afectiva con su parroquia. Para la misma, y en unión del pintorAntonio de Alfián, contrató el 3 de octubre de 1545 la realización de unretablo, por encargo de Alonso de Espinosa. La máquina lignaria, aplica-da a uno de los pilares del templo -el postrero de la nave donde estaba lapila del agua bendita-, debía albergar “una imajen de nuestra señora pin-

tada de pinzel que sea la dicha imajen del tamaño que la que agora está

en el dicho pilar e de la misma forma e manera questá figurada en el dicho

pilar”8. Se trataba, por consiguiente, de una pintura de la Virgen que ade-más debía responder en todo a otra preexistente en el mismo lugar, y queen principio no cabe confundir con la escultura que estudiamos, a no serque la comisión diera un vuelco en plena realización, y por expreso deseodel comitente se decidiera trocar la factura de la imagen mariana, aban-donándose la materia pictórica por una hechura escultórica de bulto, conla repercusión que indudablemente ello traería sobre la propia configura-ción del retablo. No sabemos si esto pudo llegar a suceder, pero lo ciertoes que Roque de Balduque sí que ejecutó una talla de Nuestra Señora para

6 MARTÍNEZ AMORES, Juan Carlos: “La Hermandad del Amparo y el emblema del corazón alado. Posi-bles fuentes e interpretaciones simbólicas” en Boletín de las Cofradías de Sevilla, nº 573. Sevilla,noviembre de 2006, pp. 757-763.7 RODA PEÑA, José: “Estudio preliminar” en GONZÁLEZ CANTERO, Antonio: Noticias sevillanas del

siglo XVIII. La Virgen del Amparo y el terremoto de Lisboa de 1755. Op. cit., pp. 20-24.8 HERNÁNDEZ DÍAZ, José: Arte y artistas del Renacimiento en Sevilla en “Documentos para la Histo-ria del Arte en Andalucía”. T. VI. Sevilla, 1933, pp. 38-39. Se estipula un pago de 30.000 maravedíes,debiendo estar acabado para la Pascua de Navidad de ese año.

266

la parroquia de la Magdalena, de la que hasta ahora no se ha encontradosu escritura de concierto. Pero su existencia queda fehacientemente acre-ditada en otros documentos contractuales generados en el año 1555, en elcontexto de los múltiples encargos que Balduque recibió de maneraexpresa por parte del Provisor para que tallara diversos tabernáculos eimágenes marianas destinadas a diversas parroquias del Arzobispado his-palense. Así, el 3 de septiembre de 1555, otro pintor que habitualmentecolaboró con él en estas tareas, Andrés Ramírez, se obligó con la parro-quia de Santa Marina a que Roque de Balduque haría, por un precio de23 ducados, una imagen de la Virgen “conforme a la de la iglesia de la

madalena de esta cibdad e de su tamaño”9; dicha información se comple-ta el 6 de febrero de 1556 cuando el pintor anteriormente citado Antoniode Alfián -durante estos años también vecino de la Magdalena- se com-prometía a “fazer la pintura y estofado de una ymagen de nuestra señora

para un tabernáculo que se haze para la yglesia de santa marina de esta

cibdad de sevilla… conforme otras questán en la yglesia de la madalena y

de san bartolomé de esta cibdad de sevilla”, con un coste de 7.000maravedíes10. El mismo día de 1556, y ante el mismo escribano público,el también pintor Andrés Morín como principal y Antonio Alfián como sufiador, se obligan “de hazer la pintura y dorado de una ymagen de talla

para la yglesia de san román de sevilla que sea conforme a la questá hecha

en la yglesia de la magdalena y a otra que está hecha en la yglesia de san

bartolomé desta cibdad”, también por 7.000 maravedíes11. Todo ello vienea corroborar lo que venimos argumentando sobre la indudable autoría deRoque de Balduque sobre la Virgen del Amparo, y la muy probable cola-boración, en lo que a su estofado y policromía se refiere, del pintor Anto-nio de Alfián12. Juntos, en torno al año 1555, lograron una obra de cali-dades plásticas y devocionales más que notables, que de inmediato seconstituyó en admirable modelo a seguir en otras esculturas suyas de lamisma temática. Pero más relevante me parece incluso que, a los pocosaños de su ejecución, ya fuera referente para otros escultores, como Her-

9 Ibidem, p. 41.10 HERNÁNDEZ DÍAZ, José: Arte hispalense de los siglos XV y XVI en “Documentos para la Historia delArte en Andalucía”. T. IX. Sevilla, 1937, p. 50.11 Ibidem.12 Ofreció un primer estudio sobre este pintor HERRÁEZ Y SÁNCHEZ DE ESCARICHE, Julia: “Antoniode Alfián. Aportaciones al estudio del arte pictórico sevillano del siglo XVI” en Boletín de la Sociedad

Española de Excursiones, nº 37. Madrid, 1929, pp. 270-310.

267

nando de Uceda, que al contratar el 1 de diciembre de 1561, en unión deldorador Miguel Vallés, una imagen de Nuestra Señora “de talla y pintura”

con el clérigo Pedro Sánchez, vecino de Gibraltar y desplazado expresa-mente a la capital hispalense para firmar el concierto, se estipulara quedicha escultura fuese “conforme a una ymagen questá en la yglesia de la

madalena desta ciudad de sevilla”; hasta en lo referente a su estofado secondiciona a que “será dorada toda la ymagen de oro bruñydo y encima

del oro echará sus colores y sacará sus lavores conforme a la de la mada-

lena”13.Interesa traer a colación que, según González Cantero -quien venía

ejerciendo su ministerio sacerdotal en la parroquia de la Magdalena desde1741 como Teniente de Cura, accediendo al curato propiamente dicho endiciembre de 1743-, la Hermandad de Nuestra Señora del Amparo -de laque llegó a ser su Capellán y Hermano Mayor- tenía concedido el uso ycuidado tanto de la escultura titular mariana, cuanto de su altar, lámparay alhajas14. Hace constar que aunque se argüía que la propiedad de dichoretablo e imagen pertenecía a la Casa Hospital de la Misericordia, comoadministradora de la capellanía que en la iglesia de la Magdalena fundóLuis Zumeño de Porras y que se cumplía en el expresado altar, sin embar-go en aquel momento -cuando él compone su manuscrito- dicha posesiónrecaía sobre la fábrica de la parroquia. Añade que la Hermandad estabaintentando aclarar aquel derecho de pertenencia, pues deseaba adquirir eluso de la bóveda de enterramiento15.

Por nuestra parte, hemos podido averiguar que el tal Luis Zumeño dePorras fue Fiscal de la Real Audiencia de la Casa de la Contratación de lasIndias. En una de las cláusulas de su testamento otorgado ante el escriba-no público Juan de Tordesillas el 8 de enero de 1603, reconoce haber sidoheredero de su esposa Dª Jerónima de Monardes, con cargo de fundar,

13 LÓPEZ MARTÍNEZ, Celestino: Desde Jerónimo Hernández hasta Martínez Montañés. Sevilla, 1929,pp. 88-89.14 Aun así, la fábrica parroquial se hizo cargo en 1745 de pagarle al maestro platero Salvador Gonzá-lez los 16 reales que costó la composición de la lámpara del altar de la Virgen del Amparo. Archivode la Parroquia de Santa María Magdalena de Sevilla (A.P.S.M.M.S.). Libro de Cuentas de Fábrica, 1743-

1745, pp. 546-552. Por el mismo concepto, se abonaron 4 reales al citado platero en 1748. A.P.S.M.M.S.Libro de Cuentas de Fábrica, 1746-1748, p. 534.15 GONZÁLEZ CANTERO, Antonio: Noticias sevillanas del siglo XVIII. La Virgen del Amparo y el terre-

moto de Lisboa de 1755. Op. cit., p. 95.

268

como lo hizo, una capellanía perpetua de veinte misas rezadas cada mesen el lugar donde quedara establecida la sepultura familiar, escogiendo “el

altar de Nuestra Señora que está arrimado a un pilar de los de la dicha

Yglesia [de la Magdalena]”16.Sigue afirmando González Cantero que, “en tiempos antiguos”, la Vir-

gen del Amparo era venerada bajo el título de Nuestra Señora de Gracia.Para probarlo, revela que en su época se localizó en el archivo del RealConvento de San Pablo una carta remitida por el Maestro General de laOrden de Predicadores al Prior del citado cenobio, encomendándoleponer paz y quietud entre la Hermandad del Rosario de San Pablo17 y el“Rosario de Nuestra Señora de Gracia” de la parroquia de Santa MaríaMagdalena, después de haberse producido algunas rencillas entre ambasCongregaciones “en los regulares encuentros, o concurrencias que se ofre-

cían”, y excedido aquella primitiva Cofradía rosariana en sus malosmodos18.

¿Qué motivó el cambio de advocación en la imagen mariana? La res-puesta de González Cantero se desenvuelve en el ámbito de la tradiciónoral -“averlo oído de sujetos de madura edad, y de litteratura”-, aunqueconfiesa haber practicado varias diligencias con ánimo de averiguar laverdad, que se vieron frustradas por la pérdida de la mayor parte del archi-vo parroquial en la riada de 1626. La historia, de tintes milagrosos, es lasiguiente: al parecer, una noche se quedó escondido un hombre en el inte-rior del templo con ánimo de robar lo que pudiera; se encaminó hacia laimagen “de Nuestra Señora de Gracia”, a fin de sustraerle la corona, pero

16 A.P.S.M.M.S. Certificación de D. Bernardino de Arce, Contador Mayor de la Casa Hospital de la Mise-

ricordia, relativa a la fundación de la Capellanía que en dicha Iglesia de Santa María Magdalena

fundó Luis Zumeño de Porras, y al vínculo que fundó el susodicho, que administra dicha Casa Hospi-

tal.17 Sobre la Primitiva Cofradía de Nuestra Señora del Rosario de San Pablo, presuntamente erigida en1481, pueden consultarse los trabajos de ROMERO MENSAQUE, Carlos José: “El Rosario y la religio-sidad oficial en la Sevilla del Barroco: la Primitiva Cofradía del Rosario en el siglo XVIII” en Las Fies-

tas de Sevilla en el siglo XV. Otros estudios. Madrid, 1991, pp. 233-249. Del mismo autor, El Rosario en

Sevilla. Devoción, Rosarios Públicos y Hermandades (Siglos XV-XXI). Op. cit., pp. 166-185. GARCÍA DELA CONCHA DELGADO, Federico: “El Hospital del Rosario y los comienzos de la Cofradía del Rosa-rio del Convento de San Pablo de Sevilla” en Actas del Congreso Internacional del Rosario. Sevilla,2004, pp. 121-129.18 GONZÁLEZ CANTERO, Antonio: Noticias sevillanas del siglo XVIII. La Virgen del Amparo y el terre-

moto de Lisboa de 1755. Op. cit., p. 95.

269

encontró tan gran resistencia en su empeño que empezó a clarear el día,decidiendo ocultarse para no ser apresado. Fue en ese momento cuandocontempló con estupor que sus manos quedaron como adheridas a la pre-sea, sin poder desasirse de ella. Levantados los ministros de la iglesia, die-ron noticia de lo que estaba ocurriendo a los Curas, divulgándose de unosen otros el caso, hasta que la parroquia se llenó de gente. Llegó el JuezSecular para arrestarlo, como ladrón sacrílego, pero no pudo cumplir supropósito, porque no había modo de desprender la corona. Creciendo laadmiración y confusión entre los presentes, se juzgó conveniente darcuenta de lo sucedido al Señor Arzobispo, quien acudió personalmente allugar de los hechos, agarró por la ropa al pobre hombre, y le dijo “que se

viniera con él; que no padecería, que pues le avía Amparado María San-

tíssima él a su imitación le ampararía”; en ese preciso instante se despe-garon sus manos, como si la Virgen hubiera dado a entender que era sugusto el que no se le siguiera ningún mal, “manifestando su Amparo y

Patrocinio de estte modo”. Amparo sería, por consiguiente, el título conque comenzó a conocerse el portentoso simulacro mariano, oscurecién-dose en la memoria popular el anterior de Gracia19.

Pero aún existió, en el último cuarto del siglo XVIII, otra explicación,bastante diferente a la anterior -al menos en su argumento, pero no tantoen el fondo-, que justificaba el consabido cambio de advocación mariana,cuyo narrador también procedía del clero parroquial. Nos referimos enesta ocasión a José Tinoco, Cura Teniente de la Magdalena, quien en 1775dejó anotado en uno de los libros de bautismos de dicha iglesia, que “no

se sabe el origen de esta ymagen; primero se llamó del Rosario, y por un

milagro con que libró a un cavallero Teniente de Justicia de esta Ciudad,

de imposturas con la inquisión [sic], la hicieron una gran fiesta por los

años de 1550, y le pusieron el título del Amparo que oy tiene”20. Vuelve aser un acontecimiento “milagroso”, asociado a la protección de la Virgensobre un individuo, perteneciente en esta ocasión a un estrato alto de lasociedad sevillana, el que autoriza el trueque de títulos: Rosario por Ampa-ro. Sin duda, tiene gran interés que dicho trance se sitúe “por los años de

1550”, esto es, cuando realmente se esculpió la imagen por Roque de Bal-duque.

19 Ibidem, pp. 95-96.20 A.P.S.M.M.S. Libro 30 de Bautismos, f. 159v.

270

2. La Regla de 1736 y sus adiciones de 1742.

La Hermandad de Nuestra Señora del Amparo quedó erigida en laparroquia de Santa María Magdalena de Sevilla, tras producirse la perti-nente aprobación de su Regla por parte del Arzobispo D. Luis de Salcedoy Azcona el 22 de diciembre de 173621. Se veía así cumplido el deseo dediferentes feligreses que desde tiempo atrás venían rindiendo culto a tanhermosa imagen mariana, anhelando extender su devoción, “con el

fomento de su Santíssimo Rosario”, lo que viene a indicar, como despuéslo confirmará el contenido de estos Estatutos, el indiscutible carisma rosa-riano con que nació esta corporación. Quedaría, por consiguiente, englo-bada en la categoría de “Hermandades rosarianas con otra advocación,dedicadas al ejercicio público callejero”, ejemplarmente definida por elprofesor Romero Mensaque22. Se compone la Regla de un total de veinti-cuatro capítulos, cuyo contenido, que glosaremos y estructuraremos a con-tinuación en diversos apartados, se vio pocos años después corregido yampliado -incluso en un capítulo más, el veinticinco- por unas adicionesque fueron ratificadas por el Provisor y Vicario General D. FernandoManuel de Albear, el 31 de agosto de 174223.

2.1. Novena y Función Principal a la Virgen del Amparo.

La Regla de 1736 fija la función principal de la Hermandad el 18 dediciembre, festividad de la Expectación de Nuestra Señora, con fiestasolemne de vísperas y, en el propio día, misa cantada con sermón y acom-pañamiento musical. A la misma debían concurrir todos los hermanos, sopena de pagar media libra de cera, a no ser que tuvieran un justo impe-dimento (Capítulo 1). Sin embargo, pronto se apercibieron los cofradesque dicha función sólo distaba dos días del final de la Octava de la Inma-culada Concepción que celebraba la Hermandad Sacramental, por lo queno había posibilidad ni de adelantar la Novena a la Virgen del Amparo ni

21 GONZÁLEZ CANTERO, Antonio: Noticias sevillanas del siglo XVIII. La Virgen del Amparo y el terre-

moto de Lisboa de 1755. Op. cit., p. 89.22 ROMERO MENSAQUE, Carlos José: El Rosario en Sevilla. Devoción, Rosarios Públicos y Hermanda-

des (Siglos XV-XXI). Sevilla, 2004, p. 349.23 La Regla de 1736 y sus adiciones de 1742 fueron transcritas por GONZÁLEZ CANTERO, Antonio:Noticias sevillanas del siglo XVIII. La Virgen del Amparo y el terremoto de Lisboa de 1755. Op. cit., pp.69-92.

271

de atrasarla, pues se topaba con la Pascua de Navidad, y la asistencia severía muy mermada. En consecuencia, tal como se indica en la reforma de1742, la función se transfirió al día del Patrocinio de Nuestra Señora en elsegundo domingo del mes de noviembre, subsanándose los inconvenien-tes mencionados, además “de ser el título del Amparo el verdadero signifi-

cado de Patrocinio”. Para subvenir con estos y otros gastos los hermanospedirían una vez al año la demanda, pues en caso contrario se veríanimpelidos a pagar de multa cuatro reales de vellón.

2.2. El Rosario público y la Novena de calle.

Por cuanto que uno de los principales fines de la Hermandad era laextensión del Santo Rosario y el mayor culto y veneración de María San-tísima, se ordenaba que todas las noches, inviolablemente después deltoque de oraciones, cada cofrade habría de dirigirse a la parroquia, y unavez juntos, al sonido de una campanilla tañida por el Hermano Mayor oel Capellán, se reunirían ante el altar de la Virgen del Amparo, que debíaestar descubierto y con cuatro luces encendidas al menos. Allí, postradostodos de rodillas, el aludido Hermano Mayor o el Capellán iniciaba unasoraciones; a su conclusión, los hermanos tomarían la Cruz, el Simpecadoy los faroles y saldrían con el mayor orden y compostura en procesión porlas calles, cantando el Ave María hasta rematar un tercio del Rosario, y ter-minado esto, se volvían entonando las Letanías de Nuestra Señora hastallegar a la iglesia y altar, donde culminaba la estación con un responso porlas almas de los bienhechores y hermanos difuntos (Capítulo 6).

Para incrementar entre los fieles su devoción al Santo Rosario, se con-sidera que un medio idóneo sería que el Hermano Mayor dispusiera que,al menos una vez al mes, se predicara una plática, fuese por la tarde o porla noche, dentro o fuera de la iglesia, donde el orador ponderara el testi-monio público de fe que representaban las oraciones por las calles y pla-zas, teniendo presente que en dicho rezo avemariano se confesaban “los

principales mistterios de nuestra Redempción; la vida, Passión, y muertte

de Nuestro Señor Jesu Christo, y gozos, dolores y glorias de su Santíssima

Madre la Puríssima Virgen María nuestra Abogada y Protectora” (Capítu-lo 21).

Todos los años, y siempre que la corporación contara con fondos eco-nómicos suficientes, los hermanos sacarían su Rosario en Novena de calle,comenzando el 15 de agosto, quedando bajo la responsabilidad de losdiputados nombrados para este efecto su organización, excepto los itine-

272

rarios a seguir en cada noche, pues estos se consensuarían con los cape-llanes, formando entre todos un callejero que sería autorizado por uno delos Secretarios (Capítulo 25).

2.3. Los hermanos.

En cuanto a las calidades que debía reunir aquel que pretendiera serrecibido como hermano de la Congregación, se cifran en ser cristianoviejo, “limpio de toda mala raza, de judío, morisco, mulato, ni peniten-

ciado por el Santo Oficio de la Ynquisición, ni de los nuevamentte conver-

tidos, ni castigados por otra Justicia eclesiástica o secular por delito, que

induzga infamia, ni los descendientes de esttos tales”, debiendo ser ade-más individuo de buena vida, fama y costumbres. La veracidad de todosestos extremos habría de ser comprobada con toda exactitud por dos“ynformantes”. Sin embargo, si la persona en cuestión certificara su con-dición de cofrade de la Sacramental o de cualquiera de las otras Herman-dades radicadas en la parroquia de la Magdalena, sería admitido sin mayo-res diligencias (Capítulo 7). La solicitud era leída en un primer cabildo porel Secretario, habiéndose de esperar hasta el siguiente para constatar, atenor de la información emitida, que no existía ningún impedimento paraproceder a su admisión, la cual debía ser aprobada por mayoría de lospresentes mediante votos secretos o “bolillas”, quedando asentado, si erapositivo el veredicto, en el libro de recibimientos. El nuevo hermanoentregaría al Mayordomo como limosna de entrada cuatro reales de plata.En caso de encontrarse alguna razón para rechazar su petición de ingre-so, “se procurará disuadirlo con toda prudencia, y charidad, pretextando

el motivo más decentte” (Capítulo 8). Con vistas a evitar dilaciones en esteproceso, con el riesgo de que se entibiara el fervor de los pretendientes,se decidió en la reforma de 1742 que el Hermano Mayor pudiera admitirél mismo las peticiones y las cursara sobre la marcha, para que en el pri-mer cabildo, tramitados ya los informes, pudieran ser admitidos o exclui-dos. Los sacerdotes que desearan ser admitidos como hermanos, por supropia condición ya reunían todos los requisitos necesarios para ello, yhasta serían preferidos “para que con su buen exemplo fomentten la mayor

devoción, a que se debe aspirar” (Capítulo 9). Asimismo, si se trataba dealgún miembro del clero parroquial de la Magdalena -Beneficiado, Cura oCapellán-, sería recibido sin mediar limosna alguna, pues se entendía quepor razón de su ministerio era merecedor de alguna excepción, aunqueno quedaría libre de pagar sus averiguaciones y multas (Capítulo 10).

273

En el transcurso del mismo cabildo en que se votaba la admisión deun nuevo hermano, se procedía a su recibimiento, para lo cual el reci-piendario se encontraba esperando fuera de la sala capitular. El HermanoMayor nombraba dos diputados que salían a la puerta a recogerlo, acom-pañándolo hasta la mesa de Oficiales, en donde arrodillado hacía el jura-mento de defender el misterio de la Concepción Inmaculada de María y deguardar todos los capítulos de la Regla, tras lo cual daba las gracias al Her-mano Mayor y a todos los presentes, y tomaba asiento en la reunión (Capí-tulo 11). En la adición de 1742 se introdujo la cláusula de que dicho votopudiera hacerse con la sola presencia del Hermano Mayor y de un Secre-tario, pues “en muchos hombres, sus ocupaciones, y en las más señoras elrubor les hace dificultoso venir a hacer el promettimiento a los Cavildos”.

La averiguación o cuota anual de cada hermano se establece en tresreales, “o más, lo que su devoción le moviere”, que se pagarían el día dela función principal -primero en la fiesta de la Expectación y después enla del Patrocinio- (Capítulo 2). La escasez de los tiempos hizo que en laadición de 1742 se rebajara la cuestación a dos reales y se previno que sialguno se retrasara en su abono, cuando necesitara algo de la Hermandadtendría antes que reintegrar cada averiguación que debiese al precio decuatro reales. El control de todo ello lo llevaría el Secretario, anotándoloen el libro de recibimientos de hermanos.

Se determinan como causas de expulsión de un hermano la incursiónen crimen de herejía, delito de lesa majestad divina o humana, o cualquierotro por el que fuera condenado a pena de infamia, o bien porque pasarea ejercer un oficio vil. En cualquier caso, antes de proceder a su separa-ción, el Hermano Mayor y uno de los Alcaldes pasarían a informar al Pro-visor, para que éste prestara su consentimiento por decreto (Capítulo 23).

2.4. Sufragios y honras por los hermanos difuntos.

Ocho días después de que la Hermandad del Santísimo Sacramento yÁnimas Benditas de la parroquia de la Magdalena hubiese celebrado suaniversario anual por los hermanos difuntos, la del Amparo haría lo pro-pio, con su vigilia, misa y responso, poniendo túmulo cubierto por unpaño negro. Para proveer cuanto se necesitara en orden a su “formalidad,authoridad, y pompa”, el Fiscal citaría previamente a cabildo (Capítulo 3).La adición de 1742 contempla que estas honras serían de obligación pre-cisa para la Hermandad, siempre que tuviera fondos para costearlas. Alfallecimiento de un hermano, el Fiscal avisaría mediante cédula a cada

274

cofrade para recordarle su obligación, siendo seglar, de rezar por su almauna parte del Rosario, y si fuese sacerdote, de aplicarle una misa (Capítu-lo 4). En 1742 se complementó el anterior sufragio con el rezo del Rosa-rio completo por parte de los cofrades legos. Por su parte, la Hermandad,una vez que el deceso llegara a conocimiento del Mayordomo y del Her-mano Mayor, quedaba sujeta a decir por su eterno descanso una misa deréquiem cantada y cuatro más rezadas, concediéndose doce cirios para suentierro y sepultura (Capítulo 5). Habida cuenta del excesivo gasto quetodo ello suponía, en 1742 se decidió suprimir la misa cantada y, en cam-bio, aumentar hasta ocho las misas rezadas; además, durante las nuevenoches siguientes a la muerte del hermano, el Rosario público le entona-ría un responso, el primero estando el difunto de cuerpo presente. El cum-plimiento de estos sufragios estaba supeditado a que el interfecto tuvieracumplidas y pagadas todas sus entradas, multas y averiguaciones. Lomismo, a todos los efectos, se resolvería con el cofrade que murieseausente de la ciudad, luego que se tuviera noticia de su defunción.

2.5. Los Oficiales.

Para el gobierno y el buen régimen de la Hermandad se contaba conlos siguientes Oficiales: Hermano Mayor, dos Alcaldes, Mayordomo, Fiscal,dos Priostes, dos Secretarios y ocho Diputados (Capítulo 12). Desde elpunto de vista protocolario, el Hermano Mayor presidía cuantas fiestas,funciones y cabildos tuvieran lugar tanto dentro, como fuera de la iglesia,debiendo figurar a su derecha el Alcalde más antiguo, el Mayordomo, elFiscal y cuatro Diputados; y a su izquierda el Alcalde moderno, los dosPriostes y los cuatro Diputados restantes. Los demás hermanos se situarí-an por riguroso orden de antigüedad (Capítulo 13).

En cuanto a las obligaciones que asumían cada uno de los Oficiales aldesempeñar su cargo (Capítulo 16), comenzaremos por las del HermanoMayor, quien debía convocar y presidir con el mayor celo los cabildosordinarios y extraordinarios, vigilando que se celebraran con toda paz yorden, e informando de cuantos asuntos afectaran al buen gobierno de laHermandad; extender la devoción al Rosario, dando ejemplo con su asis-tencia y dando las providencias oportunas para promover la participaciónde los hermanos. Los dos Alcaldes, el antiguo y el moderno, actúan comoauxiliares y asesores del Hermano Mayor, sustituyéndolo en caso deausencia, e incluso asumiendo su tarea de convocar a cabildo, habiendocausa urgente para ello, si es que aquél se negara a hacerlo. El Mayordo-

275

mo, además de concurrir a todos los cabildos y juntas -donde informabade los gastos ocurridos en el mes antecedente-, cuidaba de los bienes, ren-tas y efectos de la Hermandad, gozando de poder cumplido para repre-sentarla en cualquier pleito y administrar sus bienes; disponía los sufragiosal fallecimiento de un hermano, tras comprobar que éste se encontraba aldía en sus averiguaciones; distribuía por mano del Fiscal las demandas delos domingos y días de fiesta a quienes hubieran de pedir; recogía laslimosnas y las demandas de noche procedentes del Rosario; expedía losrecibos justificativos del cargo y data, que se anotaban en el libro de cuen-ta y razón, y elaboraba el inventario patrimonial. El Fiscal vigilaba que loscabildos se desarrollaran en calma y orden -“que no se hable alto, o des-

compuestamente; ni se falte a la modestia”-; intervenía en la fase informa-tiva de quienes solicitaban ser recibidos por hermanos; cuidaba de quetodos cumplieran con sus respectivas obligaciones; repartía las cédulas deconvocatoria, así como las demandas de noche y días de fiesta. Los dosPriostes tenían a su cargo las alhajas y enseres del Rosario público, que seles entregaban por inventario; atendían el altar de la Virgen para que nole faltara cera; repartían los faroles, Cruz y Simpecado entre los sujetos demayor modestia y quietud, dejándose aconsejar por los Capellanes delRosario. Los Diputados prestarían suma atención a que los Oficiales quese hubieren de nombrar fuesen, en todo, idóneos, pues de sus resolucio-nes dependía “el bien, paz, y aumento de estta Hermandad”. Los Secreta-rios, “como personas, de cuya fee pende la rectitud, de lo que en dicha Her-

mandad se executa”, debían ser “fieles, devotos, y asistentes”. El Secretario1º o más antiguo tenía en su poder el libro de actas y los de entradas dehermanos y hermanas (Capítulo 18), redactaba los acuerdos de los cabil-dos generales y particulares, leía las peticiones de los pretendientes y cual-quier otra solicitud, certificando lo que sobre ellas se resolviese; tomabarazón de las limosnas y gastos que presentara el Mayordomo, dando fe detodo lo que entrase o saliese de las arcas, anotándolo en un cuaderno. Porsu parte, el Secretario 2º, aparte de sustituir al primero en caso de ausen-cia, se iría instruyendo debidamente para cuando llegara el momento enque pasaría a ocupar su vacante.

En 1742 se amplió el contenido del capítulo anterior. Al HermanoMayor se le confiere la obligación de hacer repartir todo tipo de cédulasy de presidir cualquier diputación que la Hermandad nombrara, “pues

como su caveza, debe intelixenciarse de todo”. Al fallecimiento de un her-mano, el Secretario emitiría una certificación que acreditara que no man-tenía deuda alguna con la Hermandad, pues en caso contrario el Mayor-

276

domo se arriesgaba a tener que desembolsar el gasto de su propio pecu-lio. Al Fiscal se le exime de tener que distribuir las cédulas de cabildos ysufragios, “por ser carga, que a muchos auyenta de tal oficio”, pero encambio se le urge a velar para que los hermanos que eran nombrados paraalguna diputación, cumplieran con aquella comisión con la mayor exacti-tud y brevedad, celando también la observancia de los acuerdos que laHermandad tomara, dando cuenta en los cabildos de la ejecución u omi-sión que encontrara; asimismo tomaría la demanda, siempre que un her-mano no tuviese compañero, o incluso pediría solo, con tal de que nin-guna semana se quedara sin demandar. En este sentido, para que loscofrades estuvieran prevenidos, a comienzos del año prepararía unascedulitas con la fecha en que tocaba pedir a cada uno, y al menos dos díasantes que llegara el señalado, prevendría a cada hermano para que nopudiera alegar ocupación o ignorancia. En cualquier función particular odurante la Novena de la Virgen, el Simpecado tendría que ser portado porlos Secretarios, y de no querer ellos, aquel cofrade que decidieran losdiputados nombrados para tal festividad. Dichos Secretarios asistirían alHermano Mayor en las ceremonias de recepción y juramento de un nuevohermano. La obligación del Contador consistía en tomar la cuenta alMayordomo por el libro de caja y los recibos que le presentara, remitién-dosela después al cabildo de hacienda, para que éste a su vez la enviaraa los diputados para su revisión y aprobación; también estaría presentesiempre que se abriera el arca de tres llaves para anotar la entrada o sali-da que se produjera.

2.6. El cabildo general de elecciones.

El cabildo general de elecciones (Capítulo 14) tendría lugar el domin-go siguiente a la fiesta de la Titular, citándose a los hermanos dos díasantes mediante cédula que repartiría el Fiscal. El acto comenzaba con unamisa ante el altar de la Virgen, retirándose después los cofrades a una sala,donde estaría preparada una mesa con un Crucifijo flanqueado por dosvelas. El Hermano Mayor tocaba una campanilla, hincándose todos derodillas para proceder al rezo del himno Veni Creator Spiritus, con su antí-fona y oración, pasado lo cual se sentaban y escuchaban la exhortaciónde aquél a favor de designar como Oficiales a los individuos más fervo-rosos, pacíficos y preparados para desempeñar los cargos. A quien pri-mero se elegía era, precisamente, al Hermano Mayor, “caveza de la Her-

mandad, y superior, a quien todos han de obedecer en lo lícito, y honesto

277

tocante al buen gobierno de nuestra Hermandad, de que resulta servicio

de Dios, y el bien de la paz, y perseverancia”. El Hermano Mayor tenía queser sacerdote, bien perteneciente al clero parroquial, o simplemente her-mano de la corporación, “pues lo que se ha de solicitar es, que sea herma-

no docto, fervoroso, asistente, y que promueva con su ejemplo a la devo-

ción”. Por escrito, los Diputados -en nombre de la Hermandad- presenta-ban un candidato, y los Oficiales hacían lo propio; si las dos propuestaseran coincidentes, quedaba proclamado por el Secretario, pero en casocontrario se dirimía la elección mediante bolas blancas y negras, asignan-do un color a cada aspirante. En caso de empate, la votación podía repe-tirse hasta tres veces; a la cuarta, el Hermano Mayor empleaba su voto decalidad para desempatar.

A continuación, llegaba el turno de los dos Alcaldes; el moderno pasa-ba automáticamente a ser Alcalde antiguo, y aquél era elegido por el pro-cedimiento ya descrito. Lo mismo sucedía con el Mayordomo, el Fiscal, losdos Priostes y los dos Secretarios -también el moderno pasaba a ocupar lavacante del antiguo, sin necesidad de elección-. En cuanto a los ochoDiputados, sólo eran objeto de nombramiento los cuatro más modernos,pues el mismo procedimiento mecánico de ascenso se aplicaba en estecaso. La Diputación presentaba cuatro candidatos y la Mesa otros cuatro,de manera que se confeccionaba una lista de ocho pretendientes que erandados a conocer entre los hermanos presentes para que cada uno votarapor cuatro de ellos; en caso de empate, el Hermano Mayor designaba aquien estimaba más conveniente.

Finalizado el proceso, el Secretario proclamaba en voz alta e inteligi-ble a quienes habían quedado electos por Hermano Mayor, Alcaldemoderno, Mayordomo, Fiscal, Priostes, Secretario moderno y cuatro Dipu-tados, concluyéndose con la antífona, verso y oración de la Expectaciónde Nuestra Señora, y un responso por los hermanos difuntos. La duraciónde los diferentes oficios era de un año, aunque todos los cargos podíanser reelegidos cuantas veces se estimara oportuno, siempre que existieraconformidad entre los Oficiales y Diputados o, en caso de someterse asufragio, obtuvieran al menos las dos terceras partes de los votos.

Además, la Congregación contaba con la asistencia espiritual de dosCapellanes, hermanos, cuya misión fundamental era el fomento del Rosario,quedando su elección o reelección a discreción del Hermano Mayor, Ofi-ciales y Diputados, que procederían a su nombramiento en junta particular.

Las adiciones de 1742 mudan la fecha de celebración del cabildogeneral de elecciones al último día del año. Otro cambio substancial afec-

278

ta al proceso propiamente dicho, pues se determina que el escrutinio paradesignar candidatos por parte de la Mesa y la Diputación debía verificar-se antes del cabildo, para que éste no se dilatara tanto tiempo. Para cadaempleo se propondrían tres nombres, de los que uno podía ser el del Ofi-cial cesante, si se estimara conveniente su reelección. En cuanto a losDiputados, se aumenta su número hasta doce, dándose cabida entre ellosa los cargos salientes, dada su experiencia, y el resto, hasta completar ladocena, se sortearía entre los hermanos. En el mismo cabildo de eleccio-nes se nombrarían un Contador y un Capellán para el Rosario de Señoras,eligiéndose también por toda la Hermandad diputados para preparar lafiesta de la Virgen, Aniversarios, y Novenas de iglesia, calle y ánimas, encada caso el número que se considerara pertinente.

Si alguno, sin justa causa puesta en conocimiento de la Hermandad,renunciara al cargo para el que hubiera sido electo, se le penaría con unalibra de cera, y no volvería a ser propuesto para ningún otro puesto en lostres años siguientes. Por supuesto, quedaba al arbitrio de la Hermandad laaceptación o no del citado desistimiento (Capítulo 17). En 1742 se añadi-rá que si algún Oficial no cumpliera con su obligación, se le amonestaríahasta tres veces, y si no enmendaba su actitud, se nombraría a otro en sulugar.

2.7. Las juntas particulares y los cabildos generales.

Las juntas particulares, según la Regla de 1736, han de celebrarse elprimer domingo de cada mes, asistiendo los Oficiales y Diputados, pararesolver todo lo referente al gobierno de la Hermandad. El Mayordomodaba cuenta de las limosnas que por cualquier circunstancia hubieseningresado en su poder, llevando puntual anotación de lo recibido y gasta-do -sólo tenía facultad para desembolsar hasta 60 reales sin licencia-,entrando el dinero sobrante en el arca de tres llaves; una de estas últimasestaba en poder del Hermano Mayor, otra la tenía el Alcalde antiguo y latercera el Mayordomo (Capítulo 18). De igual manera, en estos cabildosordinarios se leían las peticiones de quienes pretendían ser recibidos porhermanos, nombrándose los informantes. Para aquel asunto o problemaque requiriese una reflexión especial y pudiera acarrear graves conse-cuencias en cualquier orden, esta junta sólo tendría voto consultivo,habiéndose de convocar cabildo general a fin de tomar la decisión final.Para poder celebrar una junta particular debían asistir, como mínimo, ochopersonas entre Oficiales y Diputados, siendo inexcusable la presencia,

279

bien del Hermano Mayor, bien de uno de los Alcaldes, junto con algunode los Secretarios. En caso de no reunirse el quórum suficiente, el Presi-dente de la Mesa determinaría qué domingo volvía a convocarse, para queningún mes corriera sin celebrarse cabildo (Capítulo 15). Más tarde, en lareforma de 1742, se faculta al Hermano Mayor -o a quien estuviese presi-diendo la Junta- para habilitar a cualquier hermano como Secretario, sininguno hubiera concurrido, e incluso como Diputado, si fuera impres-cindible para lograr el quórum establecido. De otro lado, al comienzo decada reunión, el Secretario habría de leer el acta de la sesión anterior,dando cuenta seguidamente el Fiscal del grado de cumplimiento de losacuerdos adoptados.

El número de hermanos que había de concurrir para que pudiera cele-brarse un cabildo general no podía ser inferior a trece, incluyendo entreellos al Hermano Mayor o a cualquiera de los Alcaldes, con el Secretario.En caso de no alcanzarse dicha cifra, se diferiría a otro día, para lo cualhabría que volver a citar (Capítulo 19).

Al cabildo general se le reserva la facultad de poder corregir o revo-car los capítulos de la Regla, e incluso añadir otros nuevos, teniendo vali-dación siempre que se contara con la aprobación del Ordinario del Arzo-bispado (Capítulo 24).

2.8. Las hermanas.

Por cuanto muchas mujeres acudían las tardes de los domingos y díasfestivos a la Magdalena para rezar a coros el Rosario delante de la vene-rada imagen de Nuestra Señora del Amparo, parecía de justicia que pudie-ran ser admitidas como hermanas, siempre que reunieran las calidadesantedichas; pero si acreditaban ser esposas, hijas, madres o hermanas deuno de los cofrades, o pertenecer a alguna de las Hermandades de laparroquia, serían recibidas sin otro informe, dando por entrada cuatro rea-les de plata, asistiéndoseles en su defunción con los mismos sufragios, yquedando asentadas por el Secretario en el libro que se abriría para ellasen particular (Capítulo 22).

Por acuerdo de cabildo general celebrado el 18 de junio de 1741, lashermanas debían sacar por las calles su propio Rosario, entre otras cosasporque la autoridad eclesiástica les prohibió acompañar al de los herma-nos. Para una mejor organización, contarían con sus “Oficialas”, a saber:una Hermana Mayor, una Camarera, dos Asistentas con la distinción deprimera y segunda, y una “Fiscala”. Su elección estaría presidida por el

280

Hermano Mayor, con asistencia de uno de los Secretarios, en el día y lugarque estimaran ellos conveniente, precediendo una jornada de escrutinioen la que para cada empleo se propondrían tres hermanas. Además, eneste cabildo de elecciones se sortearían hasta doce Consiliarias, que juntoa las Oficialas celebrarían sus juntas particulares y generales, que siemprehabría de presidir el Hermano Mayor, o quien hiciere sus veces, acompa-ñado de un Secretario.

Se advierte que todas las limosnas que las hermanas pudieran recau-dar, ya fuese dentro o fuera del Rosario, sin la menor ocultación debíanentregarlas al Capellán que las asistiría, o en su defecto al Fiscal, para queéste las pusiera en poder del Mayordomo, pues se consideraban caudalpropio de la Hermandad. Por su parte, el Mayordomo llevaría cuenta sepa-rada de dicho ingreso, así como de las entradas y averiguaciones de lashermanas -registradas por el Secretario en el libro de asientos-, y de estefondo se pagarían sus sufragios particulares, la mitad de lo que costara laNovena de la Virgen y todos los gastos de la fiesta que ellas, de maneraprivativa, consagraban a Nuestra Señora el último día del Novenario.

Volviendo al Rosario de mujeres, éste podía sacarse cualquier día,fuera laboral o festivo, quedando al arbitrio de las hermanas el reparto delas insignias y la determinación de las estaciones, pero eso sí, con la asis-tencia de un hermano sacerdote, o en su defecto, del que nombrase laHermandad, cuidando el Hermano Mayor de que todo se desarrollara conel mayor decoro, amonestando a la que faltare al cumplimiento de su obli-gación. Si se tenía noticia de que algún hermano o hermana hubiera caídoenfermo, sin esperar mayor convite, el Rosario correspondiente acudiríahasta su domicilio en el plazo más breve posible, a cantarle sus Salves.

Fuera de lo estipulado en la Regla, cualquier asunto que las Oficialasdesearan llevar a buen puerto había que consultarlo con el Hermano Mayor,que determinaría por sí mismo o lo presentaría a una junta para su resolu-ción. En materia de gasto, pasando de veinte reales, ni siquiera el HermanoMayor disponía de facultades, sino tan sólo el cabildo de hacienda.

2.9. El Archivo.

Se regula la necesidad de contar con un archivo emplazado en lugarseguro y cerrado con una llave que pararía en poder del Hermano Mayor.En su interior quedarían custodiados los papeles, escrituras, instrumentosy demás papeles emitidos o recibidos por la corporación, para su mayor

salvaguardia y conservación. De allí no podría extraerse documento algu-

281

no sin consentimiento del cabildo, y siempre quedando un comprobantede quién lo sacaba y para qué efecto. En cualquier circunstancia que loexigiera, sobre todo en caso de posibles pleitos, parecía más útil que ladocumentación original no se presentara, sino que se recurriera a un tras-lado público en el oficio donde estuviera protocolizada, “porque lo con-

trario es dexar los archivos sin instrumenttos, y con el tiempo se pierde la

memoria de ellos” (Capítulo 18). En 1742, cuando todavía no se había for-malizado la adquisición del mueble contenedor del archivo -mientrastanto, los papeles estaban al cuidado de un hermano elegido por la Junta,existiendo un inventario de los mismos-, sí se contempla la exigencia deque aquél contara en el futuro con dos llaves, una guardada por el Her-mano Mayor, como se ha dicho, y la otra por los Secretarios.

2.10. Providencias para una posible extinción de la Hermandad.

Si llegara a darse la hipotética y triste circunstancia de que la Her-mandad de Nuestra Señora del Amparo decayese hasta el punto de temer-se su total extinción, su voluntad era que la Hermandad del SantísimoSacramento y Ánimas Benditas se constituyera en depositaria y adminis-tradora de todas sus insignias, alhajas, libros y documentos; naturalmen-te, si con el tiempo volviera a fomentarse la corporación mariana con“sujettos de sattisfacción y confianza”, se le restituiría todo lo anterior(Capítulo 20). Pero el hecho es que la Sacramental declinó tal responsa-bilidad, por lo que en 1742 se aprobó que fuera la fábrica parroquial laque asumiera la citada custodia.

3. Patrimonio artístico.

3.1. El retablo de la Virgen y su adorno.

Una excelente estampa abierta hacia 1750 por el grabador sevillanoJuan Fernández, sobre un diseño original del pintor Pedro Tortolero, nosmuestra a la Virgen del Amparo presidiendo un sencillo retablo-hornacinade estructura y decoración tardobarroca, tal como debía venerarse duran-te aquellos años en la desaparecida parroquia de Santa María Magdalena24.

24 MARTÍNEZ AMORES, Juan Carlos: “La Virgen del Amparo en la estampa” en Boletín de las Cofradíasde Sevilla, nº 561. Sevilla, noviembre de 2005, pp. 784-785.

282

Por decreto de 3 de noviembre de 1752, el Arzobispo Coadministrador dela Diócesis concedió a la Hermandad del Amparo el uso de dicho altar,pues ésta le había manifestado, a través de un memorial, su deseo dereformarlo y mejorarlo hasta dejarlo con el mismo primor y decencia conque estaba el vecino retablo dedicado a San Juan Nepomuceno (Docu-mento nº 1). En efecto, el altar de la Virgen fue sometido desde mayo de1753 a una importante intervención, costeada por su Hermandad, tenden-te a su enriquecimiento. Las mejoras que se introdujeron en el mismo fue-ron las siguientes: se procedió, en el centro del banco, a la talla y doradode un sagrario, así como de un “camarín” o manifestador para el Santísi-mo y de un “trono” para San Juan Bautista, una efigie que había sidodonada por el cofrade y Licenciado D. Juan de Vargas; asimismo, se escul-pieron y policromaron los dos ángeles que, situados sobre la cornisa, sos-tenían las insignias de los corazones alados; además, se practicó una esca-lera desde el púlpito, para que el sacerdote pudiera acceder hasta el refe-rido expositor eucarístico; también se doraron las molduras de los crista-les que cerraban la hornacina de la Virgen; se avivaron los colores de losfestones de frutas y se encarnaron los serafines, el referido San Juan y lasfiguras de medio relieve del grupo de la Visitación, quizás colocado en elático; por último, la máquina lignaria se barnizó por completo, corriendotodos los gastos a costa de la corporación25.

Nuestra investigación en el archivo de la Hermandad nos ha permiti-do completar la anterior información, desvelando la identidad de los artí-fices que se hicieron cargo de las tareas mencionadas. En concreto, la obrade talla se encomendó al carpintero Vicente López, a quien se pagaron 458reales26; las imprescindibles obras de albañilería las asumió el oficial

25 GONZÁLEZ CANTERO, Antonio: Noticias sevillanas del siglo XVIII. La Virgen del Amparo y el terre-

moto de Lisboa de 1755. Op. cit., p. 107.26 A.H.A.S. Leg. 3.2.2. Carpeta 3, recibo nº 2. “Digo yo Vizente López que tengo ajustado con los Dipu-

tados de la Hermandad de Nuestra Señora del Amparo en quatrosientos y sinquenta reales de vellón,

la obra del retablo de dicha Hermandad, la que se compone de manifestador para el Santíssimo, trono

para Señor San Joseph [creo que puede tratarse de una confusión, y referirse en realidad a San JuanBautista], Sagrario para el Santíssimo, una puerta para una taca que se ha de hacer en el plan del altar,

y he de repasar y poner todas las piesas que faltaren y aforrar la gotera, para lo qual, y a quenta de

dichos quatrosientos y sinquenta reales de vellón en que tengo hecho ajuste, he resebido del Sr. D. Ygna-

cio de Arteaga, hermano Mayordomo de dicha Hermandad, doscientos reales de vellón, y para que

conste dicha obligación y resivo, doy el presente en Sevilla a treinta de Mayo de mil setezientos sin-

quenta y tres. Son 200 reales vellón. Bisente López (rúbrica)”. Los 250 reales restantes los cobró el 13de agosto de 1753. A los anteriores se sumaron otros 8 reales que también se le entregaron el 13 de

283

Diego Dávila por 145 reales y 10 maravedíes27; la composición del frenteacristalado de la hornacina de la Virgen la emprendió Antonio Rodríguez,llevando 120 reales28; las menudencias de cerrajería supusieron 30 realesque se abonaron a Juan González29; el escultor Bartolomé García de San-tiago cobró 105 reales entre septiembre y noviembre de 1753 por lahechura de los dos ángeles30. Ya en enero de 1754, se liquidaron 230 rea-les al pintor y cofrade de la Hermandad Juan José de Uceda, quien estu-vo al frente de todas las tareas de policromía y encarnado31. Tras obtener

agosto, correspondientes a dos días de sueldo de un peón que le ayudó a quitar el retablo “y poner-

le las espigas”.27 Ibidem. Carpeta 3, recibo nº 3. “Memoria por menor del costo de Albañilería causado en el altar deMaría Santíssima Nuestra Señora del Amparo, sita en la Yglesia Parroquial de Señora Santa MaríaMagdalena desta Ciudad, en el qual se hizo de nuevo la tarimilla de él, se mudó la taca del aseyte, queestaba en el mismo altar, en lo que se y demás que se ofreció se ha gastado lo siguiente… ciento qua-renta y cinco reales y diez maravedíes de vellón, que yo Diego Dávila, ofizial de Albañil he distribui-do en la forma referida, y resevido del Señor D. Ygnacio de Arteaga, Mayordomo de la referida Her-mandad, i por no saber firmar, a mi ruego firma un testigo, que lo fue Sebastián Vázquez. Sevilla, diezy seis de Agosto de mil setezientos sinquenta y tres”.28 Ibid. Carpeta 3, recibo nº 4. “Digo Antonio Rodríguez que reciví del Sr. D. Ygnacio de Arteaga, Pres-vítero Mayordomo de la Hermandad de Nuestra Señora del Amparo de la Parroquial de Santa MaríaMagdalena de esta Ciudad, ciento y veinte reales de vellón por la composizión de la vidriera del Altarde dicha Ymagen; y para que conste, y sea verdad doy éste en Sevilla en dies y ocho de Agosto de millsetezientos sinquenta y tres. Son 120 reales vellón. Antonio Rodríguez (rúbrica)”.29 Ibid. Carpeta 3, recibo nº 5. “Digo io Juan Gonzales maestro serrajero, que reciví del Señor D. Ygna-cio de Arteaga Presvítero Mayordomo de la Hermandad de Nuestra Señora del Amparo de la Parro-quial de Santa María Magdalena de esta Ciudad, treinta reales vellón por lo que a tenido que hazerde nuevo y componer diferentes piezas de hierro de vidriera, y la gotera, llaves, y demás composiziónpara el Altar de dicha Ymagen; y por ser verdad doy éste en Sevilla, y Agosto 18 de 1753. Son 30 rea-les vellón. Juan Gonzales (rúbrica)”.30 Ibid. Carpeta 3, recibo nº 7. “Reseví del Sr. D. Francisco Carrejo, Presvítero, diputado de la Her-mandad de María Santíssima del Amparo, sinquenta reales de vellón por quenta de mayor cantidad,por unos Ánjeles compañeros de los del Señor San Juan Nepomuceno que he de entregar dentro dequinse días del mes presente, y por verdad lo firmé en Sevilla en 3 de septiembre de mil setesientos ycinquenta y tres. Son 50 reales de vellón. Bartolomé Garsía de Santiago (rúbrica)”. Ibid. Carpeta 3, reci-

bo nº 8. “Reciví del Sr. D. Andrés Joseph Mercier treinta reales vellón por quenta de los Ángeles que estoyexecutando para el altar de Nuestra Señora del Amparo. Sevilla y Septiembre 29 de 1753. Son 30 rea-les vellón. Bartolomé Garsía de Santiago (rúbrica)”. [Al dorso] “Reciví del dicho Sr- veinte y sinco rea-les de vellón con que se completan los siete pesos en que se ajustaron dichos ángeles. Noviembre 1 de1753. Son 25 reales vellón. Santiago (rúbrica)”. Los ángeles debían ajustarse al modelo que ofrecían

los del vecino retablo de San Juan Nepomuceno, situado en el colateral del lado de la Epístola. Nos

encontramos ante una de las últimas obras documentadas de Bartolomé García de Santiago.31 Ibid. Carpeta 3, recibo nº 12. “Reciví del Sr. D. Andrés Mercier, como Diputado de la obra del reta-blo de María Santíssima del Amparo, sita en la Parroquial de Santa María Magdalena de esta Ciudad,nombrado por su Hermandad, treinta reales de vellón por los remates insignias de la Hermandad que

284

la preceptiva licencia del Provisor Céspedes, el 31 de marzo de 1754 Anto-nio González Cantero bendijo el tabernáculo del retablo a fin de poderreservar en su interior el Santísimo Sacramento, puesto que la puerta delsagrario de la Hermandad Sacramental se había retirado provisionalmentepara forrarla de plata32.

Fue también entonces, en marzo de 1754, cuando se colocó en el res-paldo de este altar un cajón de madera, provisto internamente de tres divi-siones y cerrado por dos llaves, para que sirviera de archivo, cumplién-dose así lo estipulado en el capítulo dieciocho de la Regla, donde se poníade relieve lo oportuno y útil que sería contar con un mueble que contu-viera, en las mejores condiciones de conservación y seguridad, los fondosdocumentales de la Hermandad33. Su manufactura corrió a cargo del car-pintero Juan Eugenio Vázquez de Molina, con un coste de 124 reales34.Este mismo artífice suplementó el plan de altar con una tabla sujeta pordos canes, a fin de poder colocar sobre él unos blandones que iluminaranla imagen mariana35.

Los ramos con coronas de flores contrahechas de seda formaron partedel adorno habitual del altar de la Virgen. Un total de ocho -cuatro gran-des, valorados en 150 reales, y otros tantos más pequeños, en 60 reales-fueron confeccionados por la hermana Dª Manuela Pereira en junio de1754, siendo donados por ella misma y por otra hermana, Dª MaríaMallén36. La Hermandad costeó para los mismos unos pies de madera pla-

he hecho y se han puesto en el retablo dicho. Sevilla y Noviembre 30 de 1753. Son 30 reales de vellón”.“Reciví de dicho Señor dossientos reales de vellón, los ciento y veinte de ellos, por encarnar, y estofar losdos Ángeles que ahora se han puesto en la cornisa del Retablo expresado en el antecedente recivo, y losochenta reales restantes por renovar los colores de las frutas de el mismo retablo, encarnar sus serafi-nes, la Ymagen de San Juan, y las figuras de medio relieve de las ymágenes de la Visitación que estáen él. Sevilla 31 de enero de 1754. Son 200 reales vellón. Juan Joseph de Uzeda (rúbrica)”.32 GONZÁLEZ CANTERO, Antonio: Noticias sevillanas del siglo XVIII. La Virgen del Amparo y el terre-moto de Lisboa de 1755. Op. cit., p. 106.33 Ibidem.34 A.H.A.S. Leg. 3.2.2. Carpeta 3, recibo nº 15. El 30 de marzo de 1754 firma un recibo de 124 reales“por el costo de madera, herraje y manisfactura del Archivo, que se ha formado en el respaldo del Altarde dicha Hermandad”.35 Ibidem. “Reseví de dichas Arcas por mano de dicho Señor D. Antonio Gonzales sinquenta reales devellón por el costo que tubo una tabla que se hizo para colocar blandones para poner luces a los piesde la Virgen, dos canesillos en que descansa, hacer dos corazones para el remate del Altar y compo-ner otro, y por el dorado y pintado de los canes y corazones, y el filete de la tabla. Sevilla treinta deMarzo de mil setezientos sinquenta y quatro”.36 GONZÁLEZ CANTERO, Antonio: Noticias sevillanas del siglo XVIII. La Virgen del Amparo y el terre-moto de Lisboa de 1755. Op. cit., p. 106.

285

teada, que los ejecutó el citado carpintero Juan Eugenio Vázquez de Moli-na37. Dos más, “mui menuditos”, obsequiados por la camarera Dª Josefade Yartúa, se sumaron a los anteriores en octubre de ese año38.

Consta asimismo que la corporación sufragó en diciembre de 1754 los510 reales que costaron los dos candeleros “cornicopias” de plata situadosdelante de la Virgen, repujados por Antonio Méndez39.

Un cofrade que se trasladó a México por orden del Rey, D. AgustínLópez Cámaras Altas, regaló los cordones carmesíes que sustentaban lasdos arañas que colgaban delante del altar de Nuestra Señora, así como elque servía para correr y descorrer el velo de su camarín49. En efecto, pen-diente de una gotera, un velo permitía que la imagen mariana estuvieseoculta o descubierta a la vista de los fieles, y aún existía otro amplio cor-tinaje exterior de lienzo teñido que podía llegar a cubrir enteramente elaltar en las fechas prescritas por la liturgia de Cuaresma y Semana Santa41.Sabemos que a uno de los grandes devotos que tuvo la Virgen del Ampa-ro a finales del siglo XVII, el Arzobispo Jaime de Palafox y Cardona (1684-1701), se le “descubría” la imagen todas las tardes que acudía a venerar-la al templo de la Magdalena, permaneciendo “largo tiempo sentado con-

templando sus perfecciones, hermosura, y gracia”42.

3.2. Ajuar y ornato de la Virgen.

El 13 de abril de 1754 se estrenó la nueva ráfaga de plata de la Vir-gen, que se había comenzado muchos años atrás. La Hermandad se gastó733 reales en los últimos nueve tramos de rayos que faltaban para com-

37 A.H.A.S. Leg. 3.2.2. Carpeta 3, recibo nº 15. Recibió 33 reales el 30 de junio de 1754, “los quinze

dellos por ocho pies para los ramos de flores que sirven en el Altar de dicha Hermandad, y los diez y

ocho restantes del plateado”.38 GONZÁLEZ CANTERO, Antonio: Noticias sevillanas del siglo XVIII. La Virgen del Amparo y el terre-

moto de Lisboa de 1755. Op. cit., p. 108.39 A.H.A.S. Leg. 3.2.2. Carpeta 3, recibo nº 27. Antonio Méndez firmó un recibo de 510 reales de vellónel 20 de diciembre de 1754, “los tresientos y setenta de ellos por el valor de veinte y tres onsas, y dos

adarmes de plata de a dies y seis reales la onsa que pesan dos cornicopias que he hecho para el altar

de dicha Soberana Señora, los ciento y veinte por la hechura dellas, y los veinte restantes por la arma-

zón de hierros dellas”.40 GONZÁLEZ CANTERO, Antonio: Noticias sevillanas del siglo XVIII. La Virgen del Amparo y el terre-

moto de Lisboa de 1755. Op. cit., p. 107.41 Ibidem, p. 108.42 Ibid, p. 152.

286

pletarla -contaba, en total, con veintidós-, de cuyo cincelado se encargó elartista platero Ramón Rodríguez43. Por cierto, que para acoplar con mayorcomodidad la pieza, la imagen se había llevado privadamente al oratoriode D. José Maestre, Veinticuatro de Sevilla, el 30 de marzo, y al tiempo detraerla de nuevo a la iglesia, su hija Dª María Antonia Maestre le regaló unanillo de oro con una esmeralda y doce diamantes alrededor, así como un“lasito de tela” para la mano derecha44. Esta es la ráfaga que aparecerepresentada en un grabado abierto por Gabriel José de Jesús Díaz en esemismo año de 175445, en la que se alternan los rayos rectos y flamígeros-rematados estos últimos por estrellas de ocho puntas-, perfilando la silue-ta de la efigie, desde los hombros hasta los pies. Desde luego, no es laráfaga que ha llegado hasta nuestros días, de plata en su color, con formade ocho, rayos biselados y decoración rococó, la cual mantiene los pun-zones de “PDRAJAS” -el platero Tomás de Pedrajas-, “DECARDEN” -el con-traste y marcador Nicolás de Cárdenas- y la Giralda, debiendo fecharse enel tercer cuarto del siglo XVIII46.

43 A.H.A.S. Leg. 3.2.2. Carpeta 3, recibo nº 16. “Relación del coste, y peso de nuebe trechos de Rayos,

de los veinte y dos con que se adorna nuestra Soberana titular María Santíssima del Amparo de laParroquial de Santa María Magdalena de Sevilla fechos a expensas de su Hermandad en el año de1754”. De los 733 reales, 517 le fueron entregados en dinero efectivo y los 216 restantes en alhajas,concretamente una “tumbaga de oro”, un “sintillo de oro y esmeraldas, compuesto de nuebe piedras”y “dos lazos de plata de a diez y seis reales onza, y su peso ocho onzas y tres adarmes”, valorados res-pectivamente en 40, 45 y 131 reales. En el coste total se incluyó la limpieza y bruñido de los trechosrestantes, así como el “blanquecido de los Ángeles, y la lámpara, y limpiado de coronas, y componer-las, por estar lastimadas”.44 GONZÁLEZ CANTERO, Antonio: Noticias sevillanas del siglo XVIII. La Virgen del Amparo y el terre-moto de Lisboa de 1755. Op. cit., p. 106.45 MARTÍNEZ AMORES, Juan Carlos: “Iconografía popular del Rosario en la estampa sevillana” enActas del Congreso Internacional del Rosario. Sevilla, 2004, pp. 511-512. Del mismo autor, “La Virgendel Amparo en la estampa”. Op. cit., pp. 785-786. En su momento, publiqué que a instancias del cofra-de D. Andrés José Mercier, la Hermandad acordó abrir tres láminas de cobre: una “de a cuartilla” dela imagen de la Virgen “con rayos”, que se corresponde con esta estampa firmada por Gabriel José deJesús Díaz; y las otras dos “de a media cuartilla”, la primera de la misma temática y la segunda delcorazón alado, “ynsignia de nuestra Hermandad”, sirviendo esta última para encabezar la impresiónde la Salve que el Rosario cantaba a los enfermos. RODA PEÑA, José: “Estudio preliminar”. Op. cit.,p. 42.46 SANZ SERRANO, María Jesús: La Orfebrería Sevillana del Barroco. T. II. Sevilla, 1976, p. 247. CRUZVALDOVINOS, José Manuel: Cinco Siglos de Platería Sevillana. Sevilla, 1992, p. 377.

287

Siguiendo con el capítulo de donaciones, en julio de 1754 el Tesore-ro de Millones y cofrade del Amparo D. José María Gaburri regaló una batay guardapiés de raso de Nápoles celeste para que se cosiera un “vestido

entero” para Nuestra Señora, lo que se llevó a efecto, además de un“baquerito” para el Niño Jesús, guarneciéndose uno y otro con una puntade encaje de plata que regaló la aludida camarera Dª Josefa de Yartúa. Conla tela sobrante se hizo un velo de tres paños y una palia para el altar.Desechado el velo preexistente, y con el beneplácito de la mencionadacamarera que lo había costeado, se realizó un frontal blanco para los díasde primera clase, adornándose con un galón dorado47. Como acaba deverse, en este momento ya estaba extendida la costumbre, tan caracterís-tica de la mentalidad barroca, de sobrevestir la talla escultórica de Nues-tra Señora del Amparo con ricos ropajes, como también la casi desnudaanatomía infantil del Niño Jesús.

3.3. El Simpecado del Rosario de prima noche.

A mediados del siglo XVIII, Francisco Antonio Díaz se convirtió en unode los principales benefactores de la Hermandad de Nuestra Señora delAmparo, en cuya mesa de gobierno ocupaba el cargo de Mayordomo48. Élera un acomodado comerciante que había “experimentado muchos, gran-

dísimos y repetidos prodigios de dicha Sacratísima Señora, assí en venefisio

de mi vida y salud, como de haverme sacado de naufrajios en la Carrera

de Yndias, hasí en los peligros del mar como de enemigos, y aumentos en

mi caudal y tráfico… haviendo también partisipado de tan soberano ampa-

ro toda mi familia de muger e hijos, cormándoles como a mí de espesiales

favores de su misericordia”. El 23 de mayo de 1755 se personó ante el escri-bano público Juan Montero de Espinosa y Colarte para otorgar valor jurí-dico a su donación de “una lámina de plata de martillo de toda ley, y mar-

cada, que está sentada sobre madera de zedro y fondo de tersiopelo carme-

sí con su corona ymperial y dos ángeles, todo de la misma espesie de plata

y un rosario de coral engarsado en plata sobredorada y una cruz de pie-

47 GONZÁLEZ CANTERO, Antonio: Noticias sevillanas del siglo XVIII. La Virgen del Amparo y el terre-

moto de Lisboa de 1755. Op. cit., pp. 106-107.48 RODA PEÑA, José: “Unas donaciones de plata para el rosario de Nuestra Señora del Amparo en1755 y 1759” en Boletín de las Cofradías de Sevilla, nº 561. Sevilla, noviembre de 2005, p. 793-796.

288

dras verdes engastada en la misma plata sobredorada y del mismo engaste

los padres nuestros, cuio rosario sircunda el óbalo dorado sobre platadonde está la Santíssima efiguie de Nuestra Señora, en el sentro de dicha

lámina”. Dicha plancha argéntea, podría decirse que un relieve de plata ensu color y sobredorada, con presencia de otros materiales que le prestabanuna apariencia polícroma, tenía un peso de 167 onzas, y estaba presididapor una fidedigna representación miniaturizada de la Virgen del Amparo,con su corona, ráfaga, media luna y el característico atributo del corazónalado en su mano derecha. La presea estaba destinada al “pendón” o Sim-pecado con el que todas las noches el Rosario de la Hermandad recorríalas calles de la collación. Dicha insignia contaba con su cordonería, y suvara estaba coronada por una cruz de plata49.

Para su mejor protección y la del propio Simpecado, Francisco Anto-nio Díaz también donó, como se hizo constar en aquella misma escriturapública, un “escaparate” o armario de madera, hermoseado con varias pin-turas en su interior, que se colocó en la nave del Evangelio de la parroquia,entre el altar “de la degollación” y el de San Pedro50, no sin antes recabarla autorización expresa de la Hermandad Sacramental, que nada objetóporque su ubicación no perjudicaba la visión de su capilla del sagrario, quepresidía el testero de aquella nave (Documentos números 2 y 3).

3.4. El Simpecado de la Novena del Rosario.

Entre las condiciones que el Mayordomo Francisco Antonio Díaz dejópactadas a la hora de donar la mencionada cartela de plata, destaca la queimperativamente indicaba que la Hermandad sólo podría “dejar de sacarla dicha lámina las noches que durare la novena que acostumbra haser

en dicho Rosario la espresada Hermandad en cada un año, esto en aten-

zión a tener para este fin hecho un Simpecado bordado con toda desensiay no ser mi ánimo perjudicar a dicha Hermandad, ni pervertir su estilo”51.

49 RODA PEÑA, José: “El arca de las tres llaves y algunos bienes de la Hermandad del Amparo en1753” en Amparo, nº 37. Sevilla, noviembre de 2008, pp. 22-23.50 GONZÁLEZ CANTERO, Antonio: Noticias sevillanas del siglo XVIII. La Virgen del Amparo y el terre-

moto de Lisboa de 1755. Op. cit., pp. 108-109. RODA PEÑA, José: “Unas donaciones de plata para elrosario de Nuestra Señora del Amparo en 1755 y 1759”. Op. cit., p. 793. El valor de la donación, tantode la lámina del Simpecado como del armario, se estima en 6.571 reales y tres cuartillos de vellón.51 RODA PEÑA, José: “Unas donaciones de plata para el rosario de Nuestra Señora del Amparo en1755 y 1759”. Op. cit., p. 794.

289

Estamos en condiciones de aportar alguna noticia inédita a propósitode este Simpecado que presidía el culto anual de la Novena de calle. Enuna cuenta presentada al Provisor y Vicario General del Arzobispado porel Teniente de Cura de la Magdalena, Marcos de Alarcón, cuyos asientoscomenzaban en julio de 1736 -cuando aún no estaba erigida canónica-mente la Hermandad- y terminaban en octubre de 1737, la primera parti-da de gastos, por una suma de 5.595 reales, se destinan precisamente alpago del bordador -cuyo nombre se silencia- “por el bordado del Simpe-

cado del rosario de Nuestra Señora”. Siguen de inmediato otros abonosreferidos a la confección de esta insignia: 84 reales por el forro de tafetáncarmesí, 30 reales por la entretela de lienzo, 50 reales a cuenta de lasbellotas de hilo de oro, 375 reales “de la pintura de Nuestra Señora que se

fixó en dicho Simpecado” y 90 reales por la media luna y coronitas deplata que lucía la referida imagen pintada52. Posteriormente, desde finalesde enero hasta mayo de 1738, se fueron consignando desembolsos, prác-ticamente de periodicidad semanal, para costear los 255 reales y medioque importó el terciopelo y los 195 reales y medio de los cordones53. EsteSimpecado bordado pendía de un asta con sus perillas de plata, rematán-dose por una cruz de cristales54.

3.5. Otras adquisiciones y donativos.

Se reseña por parte de González Cantero la compra en 1754 de doscampanillas, una para moderar las reuniones y la otra para el servicio dealtar, pero esta última hubo que retirarla porque estorbaba y rompía losmanteles. Con las limosnas recogidas en la alcancía que conservaba en su

52 A.H.A.S. “Quenta y relazión jurada que yo Marcos de Alarcón Theniente de Cura de la Yglesia

Parrochial de Santa María Magdalena de esta ciudad de Sevilla presento ante el Sr. Provisor y VicarioGeneral de este Arzobispado de lo que han produzido las limosnas que por devozión a la Virgen Madre

de Dios del Amparo que se venera en dicha Yglesia, subministradas por los devotos para el culto de esta

Ymagen, las quales se han pedido y juntado en virtud de lizencia que para ello octubo de su Señoría

dicho Sr. Provisor el Mayordomo de la fábrica de la menzionada Yglesia, las que se han combertido en

los gastos y alajas que se contendrán en la data de la quenta que con cargo y data formo en la mane-

ra siguiente”.53 A.H.A.S. “Memoria de los gastos que se han ido causando desde la fiesta de Ntra. Señora, que fue el

día 18 de diciembre de 1737, hasta el día de las Elecciones, que fue el veinte y uno de Septiembre de

1738”.54 RODA PEÑA, José: “El arca de las tres llaves y algunos bienes de la Hermandad del Amparo en1753”. Op. cit., pp. 22-23.

propio domicilio, el Mayordomo Francisco Antonio Díaz pudo gestionar elcincelado, en primer lugar, de una demanda de plata, de la que hizo entre-ga formal a la Hermandad en el cabildo celebrado el 14 de septiembre de1754; meses más tarde, sobre junio de 1755, hizo lo propio con el asta,también repujada en plata, para la Cruz alzada del rosario público. Otrademanda, de la misma hechura pero de menor peso que la anterior, fueregalada, también en septiembre de 1754, por el hermano y presbíteroJuan Ignacio de Flores.

De otro lado, reseñaremos que a finales de 1754 el paño de damascoque cubría la mesa de oficiales se enriqueció con unos bordados de cor-tadura y con un fleco de seda en sus tres caras. El 2 de abril de 1755 seadquirió un cajón para guardar la cera, que se pintó por fuera, colocán-dose a la entrada de la sacristía parroquial. La Hermandad asumió porentonces el coste de cuatro candeleros torneados de madera con losmecheros de metal, pintándose de carey con los perfiles dorados. En juliode 1755 también confeccionó, aprovechando un delantal que Dª Bernar-dina Montoro entregó a González Cantero, una palia bordada en plata ysedas55.

290

55 GONZÁLEZ CANTERO, Antonio: Noticias sevillanas del siglo XVIII. La Virgen del Amparo y el terre-

moto de Lisboa de 1755. Op. cit., pp. 108-109.

291

APÉNDICE DOCUMENTAL

Documento nº 1.1752, noviembre, 3. Sevilla.Memorial y decreto por el cual se concede el uso del retablo de la Vir-

gen del Amparo a su Hermandad.

Archivo General del Arzobispado de Sevilla. Sección Justicia. SerieHermandades. Leg. 11A.

“Memorial. Yltmo. Sr. La Hermandad de María Santísima Nuestra Seño-ra del Amparo, cita en la Yglesia Parroquial de Señora Santa María Mag-dalena desta Ciudad, puesta a la disposición de Vs. Yltma. con la más pro-funda veneración dize que teniendo colocada su soberana titular en elaltar de el corateral principal de dicha Yglesia, éste se halla no con aquelprimor que su rendida Hermandad apetece, y habiendo acordado seponga igual y con la decencia con que está el de Señor San Juan Nepo-muceno (a quien V.S.Y. le dio el uso) con la qualidad de pedir a V.S.Y.esta gracia; y para que los deseos de esta Hermandad lleguen a todo suefecto, y la Señora se coloque con la desencia que es dable en aquel sitio,con la mayor confianza haze recurso esta Hermandad a la Piedad de V.S.Y.a quien pide y suplica con el mayor encarecimiento, se sirva V.Y. conce-derle a esta Hermandad el uso de dicho Altar para que con esta seguridadse entre a costear lo necesario a dicho fin, en que recevirá merced de lanotoria commiseración de V.S.Y. a quien Nuestro Señor prospere.

Decreto. Sevilla, tres de Noviembre de mil setecientos sinquenta y dos.En atención a la aplicación y zelo con que la Hermandad de Nuestra Seño-ra de el Amparo se esmera en los cultos a su soberana titular, damos nues-tro permiso y lizencia quanto a lugar en derecho y nos compete por nues-tras facultades, para que pueda ussar y usse de el Altar collateral en queestá colocada la Ymagen y pueda hazer retablo, y quanto en él les inspi-rare su devoción, para su mayor adorno, para cuio efecto le concedemosel usso de dicho Altar en la conformidad que lo concedimos a la Her-mandad de Señor San Juan Nepomuceno. El Arzobispo Coadministrador.D. Miguel José de Cossío”.

292

Documento nº 2.1755, mayo, 10. Sevilla.El Hermano Mayor del Amparo solicita la autorización de la Sacra-

mental de la parroquia de la Magdalena para poder colocar en la nave delEvangelio un armario para resguardo de su Simpecado.

Archivo de la Hermandad Sacramental de Santa María Magdalena deSevilla.

“Mui Señor mío: aviendo expresado a Vmd., cómo la Hermandad deMaría Santísima del Amparo (de la que soi Hermano mayor) me hizoencargo para que visitase a los Señores Alcaldes de la Ilustre Hermandaddel Santísimo Sacramento y a Vmd. como su Cavallero Mayordomo, lo queejecuté aviendo tenido la fortuna de encontrarle días pasados junto a laPlaza de San Francisco; y esto a fin de participarles, cómo un devoto dedicha Soberana Señora le avía presentado a mi Hermandad una lámina deplata para el Estandarte del Rosario, dando al mismo tiempo un caxón delfondo de media vara, y alto quanto el dicho Estandarte, que será de qua-tro a cinco varas, para su custodia y seguridad; el que mereciendo la apro-bación de su Ilustre Hermandad se está en colocar en el mismo sitio enque hoy subsiste el Sinpecado con su gotera y cortina, que es en la naveque haze tránsito a la capilla del Santísimo, y persuadiéndome por las res-puestas que se me han dado, que sin dar noticia formal a su Ilustre Her-mandad no puede tener la mía la satisfacción que solicita, me valgo deéste, a fin de que luego que se junte la Hermandad se sirva Vmd. (conti-nuando el favor que siempre le he merecido) dar cuenta de este asumptoa esos Señores, mereciéndole al mismo tiempo esfuerze la pretención,expresándole a la Hermandad cómo de ningún perjuicio puede servirle laplantificación del dicho caxón en el expresado sitio por lo que respecta ala vista de la capilla, y franquía para procesiones que de ella se forman,por contemplarlo yo aún de menos saliente que el sillón confesonario queen dicha nave se conserva de uso; y antes bien, le aseguro servirá de espe-cial hermoso adorno a la dicha nave por lo primoroso de su pintura y dis-posición de su fondo.

Espera mi Hermandad como yo que los buenos oficios y authorizadoeficaz influxo de Vmd. y su gran devoción a la Señora, nos ha de facilitarde que esos Señores aprueben esta determinación, y que dispensarán qua-lesquiera reparo que ocurra, continuando el gran favor que siempre le hamerecido mi Hermandad a ese Ilustre Cuerpo.

Confío debe a Vmd. este nuevo favor y que me dará noticia de ladeterminación para darla yo, bien entendido en que nada que sea en desa-grado de su Ilustre Hermandad apeteze la mía, antes sí darle un testimo-nio visible de su atensión y resignación en su acertada conducta, a cuyofin he dirixido siempre mi cuidado en todos mis empleos y encargos, queme ha confiado y que discurro aver satisfecho con puntualidad y rendi-miento.

Nuestro Señor guarde a Vmd. muchos años de esta mui suya. Viernes10 de Mayo de 1755.

Su seguro servidor y capellán.D. Antonio González Cantero (rúbrica).

Sr. D. Joseph Peres”.

293

Documento nº 3.1755, mayo, 14. Sevilla.La Hermandad Sacramental de la Magdalena autoriza a la del Ampa-

ro para que pueda colocar su Simpecadera en la nave del Evangelio de la

parroquia.

Archivo de la Hermandad Sacramental de Santa María Magdalena deSevilla.

“En cumplimiento de la comizión que por esta Hermandad se nosconfirió en el Cavildo de Hazienda zelebrado el día 11 del corriente parala ynspección y reconosimiento del caxón que pretende colocar la Vene-rable Hermandad de María Santísima del Amparo (para el resguardo de suSimpecado, y lámina de plata que le a donado un devoto) en la nave dela capilla del Santísimo Sacramento, frente del pilar que está ynmediato alaltar de dicha Ymaxen, y haviendo hecho poner en dicho sitio equibalen-te demostración de dicho caxón en lo alto, ancho y fondo de que se com-pone, para reconoser desde serca y lexos en dicha nave si embarazava oympedía la vista del altar y sagrario de dicha nuestra capilla, practicadasquantas dilixencias tubimos por conbenientes no encontramos le resulteperjuicio alguno para ello, ni en la colocazión de dicho caxón, medianteque la pared de la Yglesia facilita y franquea por su disposición diagonalen aquel sitio la vista de la capilla y altar, en la misma conformidad quesi no ubiera tal caxón o estubiera embebido en la pared estando recta.Que es quanto podemos ynformar a esta Hermandad para que en su ynte-lixencia por lo que así toca condesienda en dicha pretención o resuelbalo que sea más combeniente. Sevilla Mayo 14 de 1755.

D. Luis de Robles Velázquez.Joseph Pérez (rúbricas)”.

294

295

1. Roque de Balduque. Nuestra Señora del Amparo. Hacia 1555. Parroquia de

Santa María Magdalena. Sevilla.

296

2. Cartel anunciador de la Novena a la imagen de Nuestra Señora del Amparo en

noviembre de 1750.

297

3. Cartel anunciador de la Novena de calle con el Simpecado del Amparo en agosto de

1750.

298

4. Salve que el Rosario de María Santísima del Amparo cantaba a los enfermos.

299

5. Juan Fernández sobre diseño de Pedro Tortolero. Grabado de la Vir-

gen del Amparo en su retablo. Hacia 1750.

300

6. Gabriel José de Jesús Díaz. Grabado de Nuestra Señora del Amparo. Año 1754.