CRITERIOS DE INTERVENCIÓN DE LOS MONUMENTOS NACIONALES DE CHILE DAÑADOS POR EL TERREMOTO DE JUNIO...

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1 CRITERIOS DE INTERVENCIÓN DE LOS MONUMENTOS NACIONALES DE CHILE DAÑADOS POR EL TERREMOTO DE JUNIO DE 2005 Daniela Díaz Fuentes Consejo de Monumentos Nacionales Vicuña Mackenna 84, Providencia, Santiago, Chile C.P. 7500910, Santiago, Chile Tel. (+56) 27261400; E-mail: [email protected] Tema 1: Arquitectura Latinoamericana en riesgo: Terremotos, Lluvias y Daño por Inundaciones. Palabras clave: terremoto, tierra, piedra, restauración. Resumen El terremoto del 13 de junio de 2005, de magnitud 7,9 grados en la escala de Richter, afectó una vasta zona del Norte Grande de Chile, dañando en gran medida la arquitectura construida en tierra cruda y piedra, materiales propios del patrimonio protegido en esta zona, que no cuentan con una normativa sísmica para su restauración. En el marco del desarrollo de iniciativas de inversión promovidas por el Estado de Chile, para la recuperación de inmuebles protegidos por la Ley 17.288 de Monumentos Nacionales, se generaron proyectos de restauración para 20 iglesias emplazadas en este territorio, de estilo barroco mestizo y con sistema constructivo de albañilería de adobe y mampostería de piedra asentada en barro. Por lo anterior, el Consejo de Monumentos Nacionales tuvo que establecer criterios generales para la recuperación de estos inmuebles, con la premisa de conservar su identidad y valores, y garantizar la seguridad de quienes los ocupan. La particularidad de estos proyectos exigió la revisión y precisión de algunos criterios de restauración como la mínima intervención y la reversibilidad, debido a que se consideraron más apropiados los sistemas estructurales mixtos y los reforzamientos que podían ser ejecutados y mantenidos por las comunidades usuarias de estos inmuebles, ya que el objetivo no sólo era restaurar el objeto patrimonial tangible, sino también recuperar la identidad de pueblos fervientemente religiosos (ver Fig.1). Fig.1 Festividad religiosa, Pueblo de Chiu Chiu, Calama, Chile. (Créditos: http://www.sanfranciscochiuchiu.com/Galeria%20Imagenes/Festividades%20Religiosas/festivid ades.htm# Consultada: 19/07/2011). 1. INTRODUCCIÓN El territorio conocido genéricamente como Norte Grande, está conformado por las regiones de Arica y Parinacota, Tarapacá y Antofagasta, regiones que por su similitud geográfica son reconocidas como una unidad territorial. Esta semejanza también se refleja en el patrimonio cultural construido en la Cordillera de los Andes, en el que sobresalen las iglesias del altiplano y de quebrada, como un ejemplo de arquitectura colonial sincrética de enorme valor histórico, arquitectónico y religioso.

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CRITERIOS DE INTERVENCIÓN DE LOS MONUMENTOS NACIONALES DE CHILE DAÑADOS POR EL TERREMOTO DE JUNIO DE 2005

Daniela Díaz Fuentes

Consejo de Monumentos Nacionales Vicuña Mackenna 84, Providencia, Santiago, Chile

C.P. 7500910, Santiago, Chile Tel. (+56) 27261400; E-mail: [email protected]

Tema 1: Arquitectura Latinoamericana en riesgo: Terremotos, Lluvias y Daño por Inundaciones. Palabras clave: terremoto, tierra, piedra, restauración. Resumen El terremoto del 13 de junio de 2005, de magnitud 7,9 grados en la escala de Richter, afectó una vasta zona del Norte Grande de Chile, dañando en gran medida la arquitectura construida en tierra cruda y piedra, materiales propios del patrimonio protegido en esta zona, que no cuentan con una normativa sísmica para su restauración. En el marco del desarrollo de iniciativas de inversión promovidas por el Estado de Chile, para la recuperación de inmuebles protegidos por la Ley 17.288 de Monumentos Nacionales, se generaron proyectos de restauración para 20 iglesias emplazadas en este territorio, de estilo barroco mestizo y con sistema constructivo de albañilería de adobe y mampostería de piedra asentada en barro. Por lo anterior, el Consejo de Monumentos Nacionales tuvo que establecer criterios generales para la recuperación de estos inmuebles, con la premisa de conservar su identidad y valores, y garantizar la seguridad de quienes los ocupan. La particularidad de estos proyectos exigió la revisión y precisión de algunos criterios de restauración como la mínima intervención y la reversibilidad, debido a que se consideraron más apropiados los sistemas estructurales mixtos y los reforzamientos que podían ser ejecutados y mantenidos por las comunidades usuarias de estos inmuebles, ya que el objetivo no sólo era restaurar el objeto patrimonial tangible, sino también recuperar la identidad de pueblos fervientemente religiosos (ver Fig.1).

Fig.1 – Festividad religiosa, Pueblo de Chiu Chiu, Calama, Chile. (Créditos: http://www.sanfranciscochiuchiu.com/Galeria%20Imagenes/Festividades%20Religiosas/festivid

ades.htm# Consultada: 19/07/2011).

1. INTRODUCCIÓN El territorio conocido genéricamente como Norte Grande, está conformado por las regiones de Arica y Parinacota, Tarapacá y Antofagasta, regiones que por su similitud geográfica son reconocidas como una unidad territorial. Esta semejanza también se refleja en el patrimonio cultural construido en la Cordillera de los Andes, en el que sobresalen las iglesias del altiplano y de quebrada, como un ejemplo de arquitectura colonial sincrética de enorme valor histórico, arquitectónico y religioso.

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“La zona de Tarapacá fue escenario durante la Colonia de un complejo proceso cultural, que sucedió y se superpuso a otros similares, los cuales habían dado lugar a una compleja realidad étnica y cultural, que fundió el aporte quechua, tiahuanaco, inca, aymara, entre otros. El reflejo más tangible del encuentro hispano y el de Tarapacá son las numerosas capillas e iglesias edificadas en la época. (…) A fines del siglo XVI llegaron a Tarapacá los primeros misioneros, que acometieron el desafío de evangelizar a los indígenas del lugar, construyendo para tal efecto pequeños templos cuyo diseño y construcción se insertan dentro de un estilo que se ha denominado genéricamente “mestizo andino”.” (Consejo de Monumentos Nacionales, 2004, p.13). La tipología de las iglesias del altiplano y de quebrada corresponde al estilo “mestizo andino” o “barroco mestizo”, que presenta las siguientes características: son iglesias de una nave con una torre campanario adosada o exenta, presentan un muro perimetral que define el espacio del atrio, se construyen con el sistema de albañilería de adobe y mampostería de piedra asentada en barro, con una estructura de techumbre con sistema de par y nudillo de madera local, y cubierta de paja brava o torta de barro. Los elementos decorativos principales de esta tipología son: las portadas de piedra decoradas con motivos como frutas, flores, volutas y figuras humanas, y los retablos interiores de adobe, piedra, o madera tallada y policromada. Otra característica relevante de estas iglesias es que siempre están asociadas a sitios arqueológicos, debido a que se emplazan en espacios indígenas cuya ocupación y sacralización es muy anterior a la española, por lo mismo es en estos espacios donde los españoles llevaron a cabo la extirpación de idolatrías mediante la construcción de templos católicos. Por otra parte, la utilización de estas iglesias como cementerio se mantuvo hasta principios del siglo XX, a pesar de haberse prohibido estas prácticas mediante el decreto de ley del año 1821, que creó el Cementerio General. Por la condición sísmica del país, las iglesias del altiplano y de quebrada son sencillas en sus formas, acotadas en sus dimensiones, presentan escasos vanos y muros macizos, para evitar el colapso de las construcciones. No obstante lo anterior, estas iglesias han sufrido reiterados daños a causa de terremotos e incendios, los que han sido reparados gracias a la tradición constructiva transmitida oralmente por las comunidades asociadas a estas iglesias, tradición que también ha permitido su consolidación estructural mediante la adición de recintos y contrafuertes de tierra o piedra. La cultura globalizante y la migración de las comunidades andinas a las ciudades ha transformado gran parte de los poblados andinos en centros ceremoniales que permanecen prácticamente deshabitados durante todo el año, excepto para las festividades religiosas. En estas fechas, las comunidades retornan a sus pueblos colmándolos de gente, música y bailes tradicionales, que son manifestación de las creencias ancestrales provenientes de la cosmovisión indígena, y de un ferviente cristianismo. Si bien la religiosidad sigue convocando a la comunidad, su disgregación durante el resto del año ha provocado, entre otros aspectos, la pérdida de la tradición constructiva. En este contexto, el terremoto del 13 de junio de 2005 afectó gran parte del patrimonio conformado por esta tipología de iglesias, y fue especialmente destructivo en la Región de Tarapacá, en la que existieron casos en los que colapsó más del 50% de la estructura de los inmuebles. Como respuesta a esta catástrofe, el Estado de Chile financió el desarrollo de 20 proyectos de restauración de iglesias de esta tipología. Si bien este Consejo revisó estos proyectos caso a caso, la ausencia de normativa para la restauración de la

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albañilería de adobe y la mampostería de piedra asentada en barro, y la pérdida de la tradición de las comunidades de mantener, reparar y reconstruir las iglesias, exigió en el proceso el establecimiento de criterios generales para la recuperación de estos inmuebles (ver Fig.2).

Fig.2 – De izquierda a derecha: Ubicación del Norte Grande en Chile; Ubicación de los 20 proyectos; Iglesia de Limacsiña colapsada tras el terremoto del 2005, Huara, Chile.

(Créditos: CMN y Patricio Arias, 2010)

2. CRITERIOS DE INTERVENCIÓN ESTRUCTURAL, COMUNIDAD Y PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO 2.1 Criterios de Intervención Estructural En el proceso de revisión de los 20 proyectos de la tipología de iglesias del altiplano y de quebrada, se presentaron principalmente dos sistemas constructivos, la albañilería de adobe de soga tradicional y la mampostería de piedra asentada en mortero de barro, constituyendo cada sistema la estructura total del inmueble, o conformando sistemas mixtos. En ambos casos, se mantenía la morfología tradicional con una nave rectangular, recintos aledaños y contrafuertes. Tanto los contrafuertes como los recintos aledaños cumplían un rol estructural relevante, ya que aportaban rigidez transversal. En el marco de la revisión de estos proyectos de restauración, este Consejo realizó un análisis de los criterios de intervención estructural adoptados por cada región que evidenció lo siguiente: La Región de Tarapacá presentó la mayor cantidad de casos de iglesias con riesgo de colapso o colapsadas, y por lo mismo la mayor cantidad de propuestas de reconstrucción. Las soluciones de refuerzo propuestas para la reconstrucción de iglesias de mampostería de piedra asentada en barro fueron: la utilización de cadenas, muros, pilares o vigas de fundación de hormigón armado, la conformación de gaviones de piedra contenidos por mallas electrosoldadas, la utilización de cadenas metálicas de coronación de muros, y la constitución de una doble techumbre, mediante la construcción de una estructura metálica sobre el par y nudillo original, para distribuir homogéneamente las cargas de la techumbre. Por otra parte, las soluciones de refuerzo para la reconstrucción de iglesias de albañilería de adobe fueron: la utilización de cadenas metálicas de coronación de muros, barras de acero insertas en el adobe, revoques reforzados con mallas

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electrosoldadas, y sistemas de marcos rígidos metálicos insertos en el muro de adobe (ver Fig. 3). Fig. 3 – De izquierda a derecha: Corte Iglesia de Laonzana. Solución de marcos rígidos en estructura de adobe con contrafuertes; Detalle Iglesia de Huasquiña. Solución de gaviones con cadena de H.A.; Detalle Iglesia de Huaviña. Solución de machones y loseta de H.A. y pilares metálicos (Créditos: Alberto Prado, Patricio Arias y Antonio Sahady, 2010)

La Región de Arica y Parinacota presentó casos de iglesias de tierra cruda y piedra que se encontraban en buen estado de conservación, por lo que se propuso su consolidación preventiva mediante la incorporación de escalerillas de amarre de madera, para distribuir equitativamente las cargas de la techumbre. Por otra parte, para los casos que requerían una consolidación estructural o reconstrucción parcial, tanto en iglesias de tierra cruda como de piedra, se propuso la utilización de: escalerillas de amarre de madera, revoque reforzado con “geomalla” (1), cables de acero y tirantes de madera para complementar la estructura de techumbre (ver Fig. 4). En el caso de la Iglesia de Socoroma, además se propuso la incorporación de dos contrafuertes. Fig. 4 – De izquierda a derecha: Planta Iglesia de Parinacota. Solución de cables de acero para conectar los recintos laterales con el muro de la nave; Corte Iglesia de Socoroma. Solución de tirantes como complemento al par y nudillo original (Créditos: Fundación Altiplano MSV, 2011)

La Región de Antofagasta presentó casos de iglesias en regular estado de conservación, por lo que se propusieron consolidaciones estructurales. Para las iglesias de piedra, la solución de refuerzo consistió en la incorporación de una cadena

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de coronación de hormigón armado, y un revoque reforzado con mallas electrosoldadas. En el caso de la Iglesia de Ayquina, además se propuso la incorporación de seis contrafuertes. Para las iglesias de tierra cruda, la solución de refuerzo consistió en la incorporación de: escalerillas de amarre de madera, una doble techumbre conformada por una estructura de madera laminada sobre el par y nudillo original, y revoque reforzado con mallas electrosoldadas. En el caso de la Iglesia de San Pedro de Atacama, además se propuso la incorporación de dos contrafuertes. Este Consejo pudo observar en el estudio de los casos, que las propuestas reflejaron la postura del ingeniero civil estructural respecto a los sistemas constructivos en base a tierra o piedra, pero que existieron criterios estructurales que se repitieron y que tuvieron relación con la compatibilidad entre las materialidades tradicionales y las de refuerzo. La materialidad que más se repitió para los refuerzos de albañilerías de adobe fue la madera, las mallas electrosoldadas y la geomalla, y la materialidad que más se repitió para los refuerzos de mamposterías de piedra fueron las mallas electrosoldadas y el hormigón armado. En ambos sistemas constructivos se presentó la solución de refuerzo con perfiles de acero, pero en menor medida. 2.2 Comunidad y Patrimonio Arqueológico En general, estos proyectos no consideraron la incorporación de una manera activa de las comunidades asociadas a los inmuebles patrimoniales, principalmente porque los sistemas de financiamiento estatales privilegiaron que la ejecución de las obras quedara a cargo de empresas constructoras, y también por las soluciones de refuerzo que se propusieron para cumplir con las normas sísmicas. No obstante lo anterior, las soluciones que propusieron mantener los sistemas constructivos tradicionales de las iglesias, pero reforzados con mallas electrosoldadas, geomalla o escalerillas de madera, permitían en mayor medida la incorporación de la comunidad en el proceso de ejecución de la obra. Por otra parte, los proyectos de restauración de esta tipología de iglesias propusieron en todos los casos el movimiento de tierras, para la ejecución de las fundaciones del refuerzo estructural, o para soluciones de drenaje de aguas lluvias, por lo que existía una alta probabilidad de encontrar restos arqueológicos. Por lo anterior, era fundamental la coordinación entre arquitectos, ingenieros y arqueólogos desde el inicio del proyecto. La definición de los criterios de intervención de estos proyectos fue parte de un proceso, en el que se discutieron temas como la valoración de la materialidad original, la incorporación de tecnologías constructivas ajenas a las tradicionales, y de sistemas estructurales mixtos. En este proceso, se evidenció que la valoración de la opinión de la comunidad y su participación en el proceso de diseño, era el factor fundamental que garantizaría la sustentabilidad del proyecto, el reconocimiento de sitios arqueológicos a partir de la memoria oral, y la preservación de la identidad del objeto patrimonial. “Más allá de lo material, el sitio patrimonial puede contener un profundo mensaje espiritual que es el soporte de la vida comunitaria, y que lo vincula con el pasado ancestral. (…) Este intangible es inherente al patrimonio cultural, por lo que su vínculo con el significado de los elementos tangibles de los sitios debe ser cuidadosamente identificado, evaluado, protegido e interpretado” (ICOMOS, 1996, p. 3). 3. SISTEMAS ESTRUCTURALES MIXTOS Los principios de conservación establecidos en la Carta de Burra se enmarcan en premisas como el respeto por el tejido histórico existente, la mínima intervención física,

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el uso de técnicas tradicionales y también modernas, si cuentan con una base científica y empírica, y si mantienen aspectos como la forma, la escala, el color, la textura y los materiales (ICOMOS en Cabeza y Simonetti, 1997, p. 27-28). Estos principios de conservación eran contrarios a la situación de las iglesias del altiplano y de quebrada, ya que las comunidades históricamente han intervenido sus iglesias con prácticas constructivas que se han transmitido por medio de la tradición oral. Estas prácticas respondían a la lógica de su emplazamiento, a los materiales disponibles, y a la condición sísmica del territorio, y derivaron principalmente en la construcción sucesiva de contrafuertes y recintos laterales que mejoraron la resistencia estructural de las iglesias. En oposición a lo anterior, también han existido intervenciones que son resultado de la pérdida de las técnicas constructivas tradicionales, como la incorporación de hormigón armado en estructuras de adobe. En este sentido, este Consejo pudo apreciar que en el primer caso, la conservación de la autenticidad del bien patrimonial se mantuvo a pesar de haber modificado su forma, y en el segundo caso, la incorporación de materiales contemporáneos generó una discontinuidad en el proceso de evolución y mejoramiento de las técnicas tradicionales, afectando su autenticidad e integridad. Considerando este escenario, este Consejo, en el proceso de definición de los criterios de intervención, buscó el equilibrio entre la mantención de la autenticidad e integridad del bien, y la estabilidad estructural del inmueble, para garantizar la seguridad de las personas. “Algunos cambios físicos asociados al mantenimiento de los patrones tradicionales de uso comunitario del sitio patrimonial, no necesariamente disminuyen su importancia y pueden incluso incrementarla. Por lo tanto, esos cambios materiales pueden ser aceptables como parte de la evolución en proceso.” (ICOMOS, 1996, p. 4). Otro aspecto que se consideró para la definición de los criterios de intervención, fue la opinión de la comunidad, obtenida a través de talleres de participación ciudadana en las distintas etapas del diseño de los proyectos. Estas opiniones fueron diferentes en cada iglesia, por lo que se lograron consensos diversos: el cambio de materialidad manteniendo la imagen formal, la mantención de la estructura e imagen original incorporando elementos de reforzamiento ocultos bajo los materiales de terminación o visibles ante la mirada de un experto, e incluso el cambio de la imagen original, principalmente mediante la adición de nuevos contrafuertes. En el marco de los 20 proyectos analizados, los sistemas mixtos de reforzamiento más utilizados fueron los que conformaban una piel, con mallas electrosoldadas o geomalla, a modo de refuerzo del revoque de barro tradicional, conformando un “revoque armado” (2). Esto se complementó en todos los casos con el reforzamiento de la estructura de techumbre, y en algunos casos con la construcción de nuevos contrafuertes de tierra o piedra, conectados a los muros originales mediante mallas electrosoldadas o geomallas, y mediante conectores pasados. Los sistemas estructurales mixtos implicaban una menor cantidad de excavaciones para fundaciones, debido a que en general utilizaban las existentes, lo que resultaba muy positivo para la conservación del patrimonio arqueológico. Por otra parte, debido a que los sistemas mixtos de reforzamiento incorporaban nuevas tecnologías a las estructuras originales, favorecían la participación de la comunidad en el proceso de diseño y obras, ya que podían aportar con su conocimiento sobre las técnicas tradicionales.

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4. RECONSTRUCCIÓN En el marco de los 20 casos revisados, existieron 8 proyectos de intervención que propusieron la reconstrucción de más del 60% de la estructura de los templos, fueron los casos de las iglesias de Camiña, Sibaya, Laonzana, Limacsiña, Mocha, Usmagama y Huaviña, en la Región de Tarapacá, y de la iglesia de Socoroma, en la Región de Arica y Parinacota. Para los casos de las iglesias de Camiña, Sibaya y Laonzana, se consideró el criterio de valoración y consolidación del vestigio original, y reconstrucción de la volumetría utilizando sistemas como el de muros y cadenas de hormigón armado (ver Fig.5), y el de marcos rígidos metálicos en conjunto con una tabiquería de quincha para lograr el espesor de los muros originales.

Fig.5 – Daños de la Iglesia de Camiña y planta de la reconstrucción en H.A., Huara, Chile (Créditos: Pablo González, 2008)

En el caso de las iglesias de Limacsiña y Mocha, ambas con sistemas mixtos de albañilería de adobe y mampostería de piedra asentada en barro, se consideró el criterio de reconstrucción con los materiales originales, pero incorporando sistemas de refuerzo que mejoraran su resistencia estructural. Se planteó la reconstrucción de los bloques de la albañilería de adobe pero con mayor porcentaje de arcilla y fibra vegetal, y complementando el sistema con un revoque reforzado con mallas electrosoldadas. Por otra parte, se planteó la reconstrucción de la mampostería de piedra, pero con mortero de cal – tierra – arena, y reforzada mediante gaviones (refuerzo vertical y horizontal en base a la generación de bloques con mallas electrosoldadas). Además se consideró una cadena de amarre metálica para vincular la estructura total del templo, y la reconstrucción de los tímpanos con tabiquería metálica (ver Fig.6). El criterio anterior se repitió en las iglesias de Usmagama, Huaviña y Socoroma, pero en los primeros dos casos se incorporaron refuerzos de hormigón armado en el alma de los muros o en su plomo interior, mientras que en el caso de Socoroma la reconstrucción en albañilería de adobe consideró como reforzamiento: un revoque de barro reforzado con geomalla, una escalerilla superior y llaves de madera, cables de acero para conectar los recintos y contrafuertes a los muros de la nave, la incorporación de tirantes de madera en la estructura de techumbre, y la construcción de 2 nuevos contrafuertes. Respecto a la reconstrucción, la Carta de Burra establece que solamente es apropiada cuando un lugar ha resultado incompleto por daños o alteraciones, cuando es necesario para su supervivencia, o cuando a través de ella, se llega a revelar el valor cultural del lugar en su totalidad (ICOMOS en Cabeza y Simonetti, 1997, p. 29). Si bien lo anterior coincide con los criterios que este Consejo definió en los 8 casos anteriores, no fue posible establecer criterios generales en los casos que implicaban la reconstrucción de más del 60% del inmueble, debido a que la nueva construcción constituía la mayor parte del tejido histórico del lugar, y además no contaba con una normativa sísmica vigente que la respaldara.

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Fig.6 – Daño Iglesia de Limacsiña y cortes de la propuesta de reconstrucción con gaviones,

Huara, Chile (Créditos: Patricio Arias, 2010)

5. CRITERIOS GENERALES DE INTERVENCIÓN En la revisión caso a caso de cada uno de los proyectos, este Consejo consideró criterios generales de intervención en esta tipología de iglesias, como la utilización de sistemas estructurales mixtos, la participación de la comunidad, y la mínima intervención del subsuelo para la protección del patrimonio arqueológico. No obstante lo anterior, este proceso permitió reflexionar en base a los aspectos positivos y negativos de los 20 proyectos de intervención revisados, por lo que este Consejo pudo definir los siguientes criterios generales de intervención, que podrán ser considerados en intervenciones futuras: 1. Para proponer acciones de conservación en esta tipología de iglesias se deberá

contar con una visión integral multicomponente, que considere tanto el patrimonio arquitectónico como las comunidades, el patrimonio arqueológico, y los bienes culturales como los retablos y la imaginería, que dan sentido a la devoción.

2. La comunidad asociada a cada iglesia deberá ser protagonista en la definición de

los proyectos en etapa de diseño, y deberá existir la posibilidad de que intervenga en la etapa de ejecución de las obras, debido a que la reconstrucción de su patrimonio es parte de su cultura e identidad.

3. Se recomienda la metodología de las Escuelas Taller, debido a que permitirá

rescatar las técnicas constructivas tradicionales enseñándolas en la práctica, y permitirá que la comunidad ejecute la restauración de sus templos, favoreciendo el puente generacional con sus antepasados, y la transmisión de las artes y oficios. Lo anterior garantizará el desarrollo de proyectos sustentables, la mantención física del monumento, y la preservación de su significado.

4. Deberá promoverse la coordinación interdisciplinaria y la flexibilización de los

procesos administrativos propios del financiamiento estatal de los proyectos, para evitar que sean construidos por empresas externas presionadas por los plazos y por el presupuesto, y privilegiar la intervención del arqueólogo en la etapa de diseño, y de la comunidad en la etapa de ejecución de las obras.

5. Se recomienda la aplicación de sistemas estructurales mixtos en las

consolidaciones de los templos construidos en albañilería de adobe o mampostería de piedra asentada en barro, con materiales de reforzamiento como la geomalla, mallas electrosoldadas o escalerillas de madera, debido a que permitirán la incorporación de la comunidad en el proceso de ejecución de la obra. En este sentido, la incorporación de estructuras metálicas y hormigón armado deberá medirse.

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6. La solución de refuerzo deberá ser solidaria con la estructura original, es decir, esta

última deberá seguir cumpliendo una labor estructural fundamental para la estabilidad del inmueble, evitando así que quede supeditada a constituir un material de relleno. Por lo anterior, los materiales de refuerzo deberán ser compatibles con el sistema estructural original.

7. El criterio de mínima intervención será aceptado siempre y cuando se garantice la

seguridad de las personas, y se evite el colapso del bien patrimonial. Algunos factores de análisis para la definición del grado de intervención serán los siguientes:

- El nivel de sismicidad de la zona en la que se emplaza el inmueble. - El nivel de uso del templo: Se considerará como mínimo uso posible el de una

capilla emplazada en un poblado deshabitado y utilizada sólo para festividades religiosas, y como máximo el de una iglesia utilizada todo el año por los habitantes del pueblo, con gran aglomeración de fieles en las festividades religiosas, y visitada regularmente por turistas. Se recomienda estudiar la capacidad de carga de cada uno de los edificios y evaluar la posibilidad de mantención del inmueble por parte de la comunidad.

- El diagnóstico del estado de conservación del inmueble: Es el que deberá definir las

acciones mínimas necesarias para su conservación, sean estas labores de mantención, reparaciones, mejoramientos de los materiales tradicionales, consolidaciones estructurales o reconstrucciones parciales. La intervención propuesta deberá responder a un daño y no a una prevención, a menos que estas intervenciones preventivas se basen en la experiencia y en un amplio conocimiento técnico de su desempeño.

- La pérdida de rigidez o integridad entre los elementos que conforman el sistema

estructural: Las propuestas de intervención con materiales ajenos a las técnicas constructivas originales debe responder sólo a la necesidad de realizar acciones de consolidación estructural o reconstrucción parcial, debiendo las demás intervenciones responder a las técnicas tradicionales.

8. Las intervenciones de mantención, reparación y mejoramiento de los inmuebles

deberán ser fieles a las técnicas constructivas tradicionales y serán las siguientes: restauración mediante calzaduras con piedra canteada (sobrecimientos, muros, pavimentos, portadas), remoción y restauración de estucos de barro y enlucidos de cal, fabricación de bloques de adobe y morteros de tierra para la reparación mediante calzaduras, cambio de piezas de madera del sistema de par y nudillo tradicional (utilizando ensambles y conexiones de piezas de madera, y amarres de cuero), restauración de vigas collar y arrocabes preexistentes, reparación de la cubierta con estera de totora, caña, “pira” (3), barro y paja brava.

9. Los consensos técnicos específicos sobre las intervenciones de consolidación

estructural y reconstrucciones parciales en las construcciones patrimoniales de tierra serán regulados por la norma chilena NTM 002-2010 Estructuras: Proyecto de intervención estructural de construcciones patrimoniales de tierra, en desarrollo desde el año 2008 por el Instituto de la Construcción. Esta norma entre otros aspectos, establecerá los materiales y sistemas de refuerzo estructuralmente compatibles con las construcciones patrimoniales de tierra.

10. En el entendido de que esta tipología de iglesias no fue construida con los

estándares de seguridad establecidos por la normativa sísmica vigente, ni cuenta

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aún con una normativa técnica especial que respalde su funcionamiento estructural ante un sismo, toda intervención en estos inmuebles deberá incorporar la implementación de planes de seguridad que definan vías de evacuación, señalética, entre otros.

11. Toda intervención en estos inmuebles deberá registrarse mediante

documentación precisa y analítica, apoyada con planimetría, especificaciones técnicas y fotos, tanto en la etapa de proyecto como en la etapa de ejecución de las obras. Estos registros deberán ser archivados en el Archivo del Consejo de Monumentos Nacionales para la libre disposición del público general y para los investigadores del tema, siendo recomendable su publicación.

No obstante estos criterios generales, este Consejo considera que cada intervención debe ajustarse a su circunstancia particular, justificándose cada una de ellas mediante el diagnóstico y estudio de la patología del inmueble, el análisis de su historia constructiva, y el consenso logrado con la comunidad. Finalmente, es indispensable entender que la conservación de esta tipología de iglesias requiere de decisiones técnicas interdisciplinarias, pero además presenta la posibilidad de rehabilitar un quehacer tradicional, al incorporar a la comunidad en el proceso de diseño y ejecución del proyecto, lo que permitirá que la recuperación de la cultura material siga formando parte de la cosmovisión de las comunidades del sincrético mundo andino. Bibliografía Consejo de Monumentos Nacionales (2004). Iglesias del Altiplano. Cuadernos del Consejo de Monumentos Nacionales Nº 30. Lista Tentativa de Bienes Culturales de Chile a ser postulados como Sitios del Patrimonio Mundial UNESCO. Santiago: Consejo de Monumentos Nacionales, pp.13-15. ICOMOS En Cabeza, A. y Simonetti S. (1997). Carta para la conservación de lugares de valor cultural “Carta de Burra”. Cuadernos del Consejo de Monumentos Nacionales Nº 21. Cartas Internacionales sobre Patrimonio Cultural. Santiago: Consejo de Monumentos Nacionales, pp. 26-32. ICOMOS (1996). Declaración de San Antonio. Disponible en http://www.icomos.org/docs/san_antonio.html (Consultada: 12/08/2011). Notas (1) Sistema desarrollado por Ingeniería de la Universidad Católica del Perú. (2) Es un revoque o estuco reforzado con una malla, electrosoldada o de polímero. (3) Material aislante térmico flexible, conformado por barro arcilloso, paja brava y agua. Currículum Daniela Díaz Fuentes. Arquitecta de la Comisión de Arquitectura y Patrimonio Urbano del Consejo de Monumentos Nacionales. Responsable de la revisión de proyectos de intervención del Norte Grande de Chile y de la organización del seminario: I Reunión Técnica Iglesias del Altiplano: Intervenciones Arquitectónicas y Arqueológicas en los Monumentos Nacionales.