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ANUARIO DE ESTUDIOS MEDIEVALES 41/2, julio-diciembre de 2011 pp. 901-933 ISSN 0066-5061 NOTAS BIBLIOGRÁFICAS Cyrille AILLET, Les mozarabes. Christianisme, islamisation et arabisation en Pé- ninsule Ibérique (IX e -XII e siècle), préface de Gabriel Martínez-Gros, Madrid, Casa de Veláz- quez, 2010, 418 pp. ISBN 978-84-96820-30-2. A la vista de sus últimos trabajos, Cyrille Aillet 1 ofrece este libro como resultado o síntesis de su recorrido por el problema del mozarabismo hispánico o, como él dice en referen- cia al conjunto de características históricas y culturales, de la “situación mozárabe”, evitando, en respuesta a la historiografía habitual, expresiones como “comunidad o sociedad mozárabe”. Ya el subtítulo denota un cierto posicionamiento, al querer distinguir metodológicamente isla- mización y arabización sobre la población cristiana peninsular. Otro elemento que caracteriza este libro, también anunciado en el título, es la acotación temporal: siglos IX-XII, elegidos como fechas a partir de las cuales existen evidencias documentales de islamización masiva de la población y existencia de minorías mozárabes (como, por ejemplo, las que dan los textos sobre los mártires de Córdoba) hasta la entrada de los almorávides, que se ocuparon de profundizar en la ruptura entre musulmanes y cristianos. Visto el amplio uso que Aillet, no sin razón, otorga a Jiménez de Rada, su trabajo podría haberse también anunciado con el límite de los inicios del s. XIII. Y en el centro de estas acotaciones, se encuentra su análisis sobre el mozarabismo, apor- tando una base fundamental para su comprensión y punto de partida para el estudio de las con- secuencias históricas del mismo (entre las que cabría enumerar la expulsión de los moriscos). Para atender el asunto del mozarabismo, Aillet ofrece una introducción que no se limita a reseñar los antecedentes de la historiografía reciente (siglos XIX-XX), período en el que Reinhardt Dozy y François Simonet asentaron un punto de vista sobre la identidad mozá- rabe al servicio de la identidad española que fue largamente debatido, a favor o en contra, por otros referentes no menos influyentes como Amador de los Ríos, Claudio Sánchez Albornoz o Américo Castro, algunas de cuyas ideas o prejuicios siguen vivos en la historiografía actual. Su estudio de introducción aporta menciones de monumentos y documentos textuales y materiales que habrá que tener en cuenta en el desarrollo de su argumentación. Así, por ejemplo, junto a la mención de las crónicas astur-leonesas, de las evidencias de la influencia artística islamizante en la zona norte peninsular y de las referencias en las fuentes árabes, nos parece una aportación su estudio sobre la etimología de “mozárabe” (pp. 2-3): para Jiménez de Rada (inicio del s. XIII) mixti arabes, eo quod mixti Arabibus convivebant; para Ibn Manzur (inicio del s. XIV) mustariba, un grupo de población no árabe que hicieron su entrada entre los árabes y procu- ran hablar su lengua e imitan su apariencia. Aillet aclara que el término mozárabe ya existía en la literatura árabe cuando hace su aparición en un documento de la catedral de León fechado en el 1024 (p. 3). A nuestro juicio puede apreciarse desde el mismo estudio introductorio que Aillet pretende (y consigue) situarse “por encima” de la implicación ideológica que ha impregnado el problema del mozarabismo, también para la historia reciente del largo debate sobre la identidad 1 Destaquemos los siguientes: Cyrille Aillet, Mayte Penelas, Philippe Roisse (eds.), ¿Existe una identidad mozárabe? Historia, lengua y cultura de los cristianos de al-Andalus (siglos IX-XII), Ma- drid, Casa de Velázquez, 2008; Cyrile Aillet, Recherches sur le christianisme arabisé (IX e -XII e siè- cles). Les manuscrits hispaniques annotés en arabe, en Cyrille Aillet, Mayte Penelas, Philippe Roisse (eds.), ¿Existe una identidad mozárabe? Historia, lengua y cultura de los cristianos de al-Andalus (siglos IX-XII), Madrid, Casa de Velázquez, 2008, pp. 91-134; Cyrille Aillet, Islamización y arabiza- ción en al-Andalus a través de la evolución del cristianismo autóctono (s. VIII-XII), en Flocel Sabaté (dir.) - Jesús Brufal (coord.), Arqueología medieval. La transformación de la frontera medieval mu- sulmana, Lleida, Universitat de Lleida, 2009, pp. 39-51.

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ANUARIO DE ESTUDIOS MEDIEVALES 41/2, julio-diciembre de 2011

pp. 901-933ISSN 0066-5061

NOTAS BIBLIOGRÁFICAS

Cyrille AILLET, Les mozarabes. Christianisme, islamisation et arabisation en Pé-ninsule Ibérique (IXe-XIIe siècle), préface de Gabriel Martínez-Gros, Madrid, Casa de Veláz-quez, 2010, 418 pp. ISBN 978-84-96820-30-2.

A la vista de sus últimos trabajos, Cyrille Aillet1 ofrece este libro como resultado o síntesis de su recorrido por el problema del mozarabismo hispánico o, como él dice en referen-cia al conjunto de características históricas y culturales, de la “situación mozárabe”, evitando, en respuesta a la historiografía habitual, expresiones como “comunidad o sociedad mozárabe”. Ya el subtítulo denota un cierto posicionamiento, al querer distinguir metodológicamente isla-mización y arabización sobre la población cristiana peninsular. Otro elemento que caracteriza este libro, también anunciado en el título, es la acotación temporal: siglos IX-XII, elegidos como fechas a partir de las cuales existen evidencias documentales de islamización masiva de la población y existencia de minorías mozárabes (como, por ejemplo, las que dan los textos sobre los mártires de Córdoba) hasta la entrada de los almorávides, que se ocuparon de profundizar en la ruptura entre musulmanes y cristianos. Visto el amplio uso que Aillet, no sin razón, otorga a Jiménez de Rada, su trabajo podría haberse también anunciado con el límite de los inicios del s. XIII. Y en el centro de estas acotaciones, se encuentra su análisis sobre el mozarabismo, apor-tando una base fundamental para su comprensión y punto de partida para el estudio de las con-secuencias históricas del mismo (entre las que cabría enumerar la expulsión de los moriscos).

Para atender el asunto del mozarabismo, Aillet ofrece una introducción que no se limita a reseñar los antecedentes de la historiografía reciente (siglos XIX-XX), período en el que Reinhardt Dozy y François Simonet asentaron un punto de vista sobre la identidad mozá-rabe al servicio de la identidad española que fue largamente debatido, a favor o en contra, por otros referentes no menos infl uyentes como Amador de los Ríos, Claudio Sánchez Albornoz o Américo Castro, algunas de cuyas ideas o prejuicios siguen vivos en la historiografía actual. Su estudio de introducción aporta menciones de monumentos y documentos textuales y materiales que habrá que tener en cuenta en el desarrollo de su argumentación. Así, por ejemplo, junto a la mención de las crónicas astur-leonesas, de las evidencias de la infl uencia artística islamizante en la zona norte peninsular y de las referencias en las fuentes árabes, nos parece una aportación su estudio sobre la etimología de “mozárabe” (pp. 2-3): para Jiménez de Rada (inicio del s. XIII) mixti arabes, eo quod mixti Arabibus convivebant; para Ibn Manzur (inicio del s. XIV) musta‚riba, un grupo de población no árabe que hicieron su entrada entre los árabes y procu-ran hablar su lengua e imitan su apariencia. Aillet aclara que el término mozárabe ya existía en la literatura árabe cuando hace su aparición en un documento de la catedral de León fechado en el 1024 (p. 3).

A nuestro juicio puede apreciarse desde el mismo estudio introductorio que Aillet pretende (y consigue) situarse “por encima” de la implicación ideológica que ha impregnado el problema del mozarabismo, también para la historia reciente del largo debate sobre la identidad

1 Destaquemos los siguientes: Cyrille Aillet, Mayte Penelas, Philippe Roisse (eds.), ¿Existe una identidad mozárabe? Historia, lengua y cultura de los cristianos de al-Andalus (siglos IX-XII), Ma-drid, Casa de Velázquez, 2008; Cyrile Aillet, Recherches sur le christianisme arabisé (IXe-XIIe siè-cles). Les manuscrits hispaniques annotés en arabe, en Cyrille Aillet, Mayte Penelas, Philippe Roisse (eds.), ¿Existe una identidad mozárabe? Historia, lengua y cultura de los cristianos de al-Andalus (siglos IX-XII), Madrid, Casa de Velázquez, 2008, pp. 91-134; Cyrille Aillet, Islamización y arabiza-ción en al-Andalus a través de la evolución del cristianismo autóctono (s. VIII-XII), en Flocel Sabaté (dir.) - Jesús Brufal (coord.), Arqueología medieval. La transformación de la frontera medieval mu-sulmana, Lleida, Universitat de Lleida, 2009, pp. 39-51.

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española. Sin abandonar nunca el discurso historiográfi co, refi riéndonos así al estudio sobre los avances de la conquista musulmana en la península Ibérica y las relaciones políticas entre gobernantes cristianos y musulmanes, sin abandonar los estudios sobre toponimia o la lectura de cronicones latinos y árabes, el trabajo de Aillet amplifi ca la signifi cación de los documentos conservados (sobre todo textuales), mirando sobre ellos de manera extraordinaria: a Aillet, como evidencia del mozarabismo hispánico, le interesan las famosas infl uencias arabizantes de los iluminadores de mayúsculas o ilustraciones, y le interesan las notas marginales en árabe que conservan ciertos códices latinos, elaboradas por mozárabes y casi siempre inéditas hasta el momento. Hay que agradecer, para ello, las fotografías del anexo. Este último aspecto hace que Aillet amplíe su metodología gracias a las herramientas de la fi lología y, por defi nición, hace que su libro gane en interés no sólo para los historiadores.

Así pues, frente a la presentación de una historiografía insoslayable sobre los mozá-rabes como comunidades cristianas que consiguen mantener su identidad en medio de un am-biente hostil de dominación musulmana (según lograba sublimar el testimonio de los mártires de Córdoba relatado en los documentos contemporáneos del s. IX), y, por lo tanto, frente a la idea reducida de una barrera de oposición entre cristianismo e islam en la hispania medieval, la “situación mozárabe” de Aillet demuestra la existencia de evidencias elaboradas por quienes mantienen las tradiciones cristianas bajo dominio islámico, entre los cuales el mantenimiento del latín se había convertido en la bandera de identidad al lado de a los que pretendían el uso del árabe para la evangelización. En el trabajo de Aillet, por tanto, queda en evidencia que las tradiciones morzárabes hispanas resultan arabizadas. El material de Aillet, del que queremos destacar el cúmulo de noticias sobre el comercio de libros entre norte-cristiano y sur-musulmán peninsular, las pruebas epigráfi cas y el uso del árabe en la anotación de libros cristianos, evi-dencia una situación de refl ejo de la realidad árabe-islámica sobre los cristianos peninsulares (y no sólo los que viven bajo dominio islámico) que califi ca el fenómeno del mozarabismo. Tales infl uencias, como vendrá advirtiendo desde el principio de su trabajo, se verán coaccionadas y comenzarán a desaparecer en el siglo XII.

ÓSCAR DE LA CRUZ PALMAUniversitat Autònoma de Barcelona

María ÁLVAREZ FERNÁNDEZ, La ciudad de Oviedo y su alfoz a través de las actas concejiles de 1498, Oviedo, Real Instituto de Estudios Asturianos, 2008, 188 pp. ISBN 978-84-87212-65-9.

María ÁLVAREZ FERNÁNDEZ, Oviedo a fi nes de la Edad Media. Morfología urbana y política concejil, Oviedo, Consejería de Cultura y Turismo-KRK ediciones, 2009, 510 pp. ISBN 978-84-8367-210-5.

La medievalista asturiana María Álvarez Fernández nos ofrece en estas dos mono-grafías, que brevemente vamos a reseñar, dos novedosas contribuciones a la historia medieval de Oviedo, una de carácter más puntual, centrada en la edición y comentario de las actas con-cejiles correspondientes a un único año del reinado de los Reyes Católicos, 1498, y otra de más amplio alcance, que aborda la reconstrucción de la evolución urbanística de la ciudad, desde sus orígenes en el siglo VIII, hasta comienzos del siglo XVI, en una magnífi ca edición con abundantes fotografías, antiguas y modernas, y varios didácticos planos.

Oviedo no es una ciudad cualquiera, pues, pese a su tamaño más bien modesto, pre-senta una serie de rasgos singulares que justifi can el que se le asigne un lugar preferente en la historia urbana de la Corona de Castilla. Así, cabe destacar que fue uno de los primeros núcleos urbanos del reino de Asturias, en los inicios del Medievo, cuando este reino era uno de los pocos reductos de la península Ibérica que había escapado al dominio musulmán, y que allí estableció su capital la Monarquía asturiana. Ciertamente esta condición de capital, que marcó su primera fase histórica, la perdió muy pronto a favor de otros núcleos urbanos más meridionales, pero, a escala regional, mantuvo su condición de principal centro político hasta el fi n del Antiguo Régimen, como sede del corregimiento y de la Junta General del Principado de Asturias, desde

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la aparición de estas instituciones. Y, además, también adquirió en fecha muy temprana la con-dición de importante centro de peregrinación, gracias al poder de atracción que ejercieron las reliquias custodiadas en su iglesia de San Salvador.

Por éstas y otras muy diversas razones el análisis de la evolución urbanística de Oviedo interesa no sólo desde una perspectiva estrictamente local, sino también para enrique-cer nuestra visión de conjunto de la historia urbana de la Corona de Castilla en el Medievo, al permitirnos profundizar en el conocimiento de un tipo de ciudad de indiscutible singularidad en el panorama urbano del conjunto del reino. De ahí que debamos felicitarnos por la aparición de estas dos obras de María Álvarez, que nos ofrecen una minuciosa reconstrucción de la evolu-ción urbanística de esta ciudad, a partir de un intensivo aprovechamiento de la documentación disponible, y de un conocimiento de primera mano del paisaje urbano actual.

La autora presta atención a una amplia gama de cuestiones, tales como la morfología urbana, la articulación de los distintos sectores constitutivos del espacio urbano y la caracterización de los edifi cios. También nos informa sobre los espacios no edifi cados en el casco urbano (calles, plazas, corrales, espacios abiertos), y se detiene en la identifi cación pormenorizada de todo tipo de edifi cios y demás instalaciones que albergó la ciudad en los siglos medievales, lo cual le permite detectar las principales líneas de distribución de las actividades económicas en el espacio urbano.

Dedica un capítulo específi co al estudio de la muralla, sus características, funciones y papel en la articulación del espacio urbano, que integraba tanto el espacio intramuros como numerosos arrabales, que son identifi cados con minuciosidad. Nos recuerda cómo a una prime-ra cerca construida en tiempos de Alfonso el Casto, que proporcionaba protección a la llamada civitas episcopal, se sumó después una segunda muralla bastante más extensa, iniciada en el rei-nado de Alfonso IX y concluida en el de Alfonso X , la cual incorporaba las dos jurisdicciones en que se encontraba dividida la ciudad, la episcopal y la concejil. Pero demuestra que también esta segunda muralla dejó fuera numerosos espacios edifi cados, que, además, con el transcurso del tiempo no cesaron de extenderse.

También nos informa sobre las actuaciones del poder político en el espacio urbano, dando cuenta de su intervención en la regulación de las construcciones, la salubridad y la higie-ne, estudiando los procedimientos de fi nanciación de las obras públicas acometidas, y tratando de identifi car los principios que inspiraron la política urbanística de las autoridades municipa-les. Y, fi nalmente, presta atención al encuadramiento de la ciudad en su contexto comarcal y regional, dando cuenta de las características de la red de caminos que permitían el acceso a la misma y la comunicaba n con otros lugares.

MÁXIMO DIAGO HERNANDOInstituto de Historia. CSIC, Madrid

Maria BARCELÓ, Guillem ROSSELLÓ, La ciudad de Mallorca. La vida cotidiana en una ciudad mediterráea medieval, Palma, Lleonard Muntaner, 2006, 480 pp. (Rafaubetx; 28). ISBN 84-9624-291-9.

Se trata de un meritorio y extenso trabajo de síntesis, basado en las investigaciones sobre historia urbana realizadas por los autores a lo largo de su trayectoria profesional, que se concreta en la Ciudad de Mallorca, en un periodo de tiempo que abarca la época andalusí de Madina Mayurqa y la ciudad feudal o gótica, es decir, la ciudad con nuevas características que nace tras la conquista cristina, hasta entrado el siglo XVI.

El libro no solamente nos acerca a la estructura física, a los edifi cios y al urbanismo de la ciudad y a su evolución, sino que además penetra en la vida cotidiana de sus habitantes, presentándonos una ciudad pensada para la gente, apta para vivir en ella y cubrir las necesida-des de sus habitantes.

Destacamos la metodología de trabajo con un perfecto manejo y complementariedad de las fuentes documentales consultadas, tanto inéditas como publicadas, así como la importan-te colección de imágenes que se usan convenientemente como fuentes históricas. Las imágenes son una parte realmente interesantes de la obra en la que se combinan fotografías con planos, grabados y retablos, y conviene analizarlas detenidamente.

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El estudio se inicia con un acercamiento a la ciudad andalusí y a sus alfoces, en base a textos literarios árabes y los escasos restos arqueológicos conservados. Seguidamente se ana-liza el paso de la madina a la ciudad feudal. El grueso del trabajo se centra precisamente en el estudio de la ciudad de época gótica, sus espacios y las diversas actividades que se desarrollan en ellos, de modo que nos permite acercarnos al devenir cotidiano de sus gentes.

Como toda ciudad medieval, la Mallorca gótica aparece rodeada por sus murallas que ofrecen unas estructuras de defensa y que separan la ciudad del campo circundante. Por las murallas y sus puertas, perfectamente descritas, puede penetrarse en la ciudad, pero prime-ro se visita la zona extramuros vinculada al mundo urbano, especialmente el frente marítimo que caracteriza a la ciudad mediterránea, con el puerto, los muelles y las atarazanas. También hay una descripción de los conventos y los hospitales, y de las áreas artesanales que, por sus características especiales, se situaban fuera de la muralla. Asimismo se citan otros espacios colindantes a la ciudad como los lavaderos o las horcas.

Intramuros de la ciudad feudal, se sigue un itinerario parroquia por parroquia, es-tudiando en cada una de ellas los edifi cios y espacios más emblemáticos. Podemos percibir un número muy importante de edifi cios religiosos (iglesias, capillas, conventos), pero también en-contramos centros administrativos y centros culturales: el Estudi General, donde se realizaron desde la segunda mitad del siglo XV estudios universitarios; la Criança, una de las primeras escuelas para niñas de inicios del siglo XVI. Hay en cada parroquia los espacios donde se desa-rrollan actividades económicas: mercados, lonjas, hornos, hostales. También nos acercamos al burdel, a los baños, al borne, espacio festivo por excelencia. Se utilizan, para la descripción de cada uno de los edifi cios y espacio descritos, las fuentes disponibles, bibliografía, documentos, imágenes y también la toponimia.

Merecen especial mención los apartados sobre el abastecimiento hídrico de la ciu-dad, el control social del agua, su limpieza y salubridad, así como los eternos litigios y proble-mas en torno a este preciado y escaso bien, que lo era y lo es aún en nuestros días.

En defi nitiva, consideramos que es una obra muy interesante, no sólo por las apor-taciones que nos ofrece sobre la historia de Mallorca, sino por su metodología aplicable a la historia urbana en general. Los autores han sabido descubrir, mostrar y realzar el patrimonio urbano; se perciben por medio de las imágenes continuidades, evoluciones, destrucciones de las estructuras formales; pero además, a través de las fuentes documentales, nos acercamos a una ciudad vivida, de la que quedan restos materiales, y percibimos que la fi nalidad de los mismos era servir a la vida en común de sus habitantes.

TERESA VINYOLES VIDALUniversitat de Barcelona

Maria BARCELÓ, Guillem ROSSELLÓ, La casa gòtica a la ciutat de Mallorca, Palma, Institut d'Estudis Baleàrics-Lleonard Muntaner, 2009, 190 pp. (L'Arjau; 12). ISBN 978-84-9256-225-1.

L’estudi de la casa, és a dir de l’espai privat per excel·lència, és imprescindible per poder comprendre la qualitat i les formes de vida dels seus estadants. Són prou evidents les difi cultats per poder estudiar les cases urbanes medievals. Al llarg dels segles unes cases s’han superposat o han substituït totalment o en part els hàbitats anteriors; així mateix l’evolució urbanística ha transformat i desfi gurat els espais. De tota manera, Maria Barceló i Guillem Ros-selló han pogut reeixir en el seu estudi sobre la casa gòtica de la ciutat de Mallorca, mitjançant la combinació de fonts diverses: documentació notarial, restes arqueològiques, iconografi a, descripcions literàries.

Breument destaquen les diferències essencials entre la llar musulmana i la d’època feudal, fet que cal assenyalar precisament a la Ciutat de Malloca. S’apropen a la materialitat de les cases, assenyalant la fragilitat dels materials de les cases més humils, així com les poques aportacions documentals al respecte. Caldrà doncs limitar-se a les cases burgeses.

Primer des del carrer ens fan contemplar les façanes, els embants, o sigui el espais que sobresurten de la façana, els portals, les fi nestres; ens descobreixen un conjunt molt in-

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teressant de fi nestres gòtiques que resten visibles o mig amagades a les façanes actuals. Tot seguit accedeixen a les cases, travessant els patis gòtics, il·lustrats amb interessants fotografi es. Es passegen, de la mà dels inventaris, per la planta baixa i les seves dependències, incloses botigues i cellers. Després pugen per magnífi ques escalinates gòtiques fi ns a la plata noble, els inventaris permeten recrear-se en les sales i també penetrar a les privacitat de les cambres. Finalment pugen a les golfes i potser a la torre, que no era ben be un luxe, ja que permetia avisar dels estols enemics.

Per completar el tema ens presenten uns exemples de cases gòtiques concretes, tam-bé en aquest cas els inventaris són la font primordial d’informació.

Un dels mèrits que cal atorgar a l’obra és la part dedicada als professionals de l’art de la construcció, els artífex, doncs, de les cases estudiades. En aquesta part les fonts històri-ques primordials són els contractes d’obra i la comptabilitat de les despeses d’algunes obres concretes. Podem veure, per exemple, com un picapedrer signa amb l’amo d’una casa un con-tracte en el que es detallen minuciosament les obres que s’han de realitzar a la sala; així mateix podem comprovar el preu de la calç o el que valia construir un graó d’una escala. De tota ma-nera no obliden la riquesa que ens ofereixen els inventaris i en ells troben l’instrumental i les eines pròpies dels professionals de la construcció. Aquesta part ve il·lustrada amb les pedreres d’on es treia la matèria primera i amb un interessant conjunt de fotografi es de cases, comparant el seu estat actual amb gravats antics.

Cal esmentar, fi nalment, la part dedicada a la decoració de les cases i el capítol sobre les cases pintades en els retaules gòtics mallorquins.

Considerem que és interessant la metodologia emprada, de quina manera es fan ser-vir les fonts escrites per descriure espais, com a substitut o complement de les restes materials. De tota manera aquesta obra es sustenta també sobre un importat material iconogràfi c: escuts heràldics obrats per picapedrers; dibuixos de cases, patis i carrers, fets el segle XIX; fotografi es actuals d’edifi cis i de petits detalls arquitectònics; així com alguns fragments de retaules gòtics.

No hi ha dubte, com afi rmen els autors, que estudiar la materialitat de les cases és un tema important, afegiria que imprescindible, tot i les difi cultats que comporta, per endinsar-nos en l’estudi de la història de la vida quotidiana.

TERESA VINYOLES VIDALUniversitat de Barcelona

Vicenç BELTRAN, Poesia, escriptura i societat: els camins de March, Castelló-Bar-celona, Fundació Germà Colón Domènech - Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2006, 206 pp. (Col·lecció Germà Colón d’Estudis Filològics; 3). ISBN 84-8415-822-5.

Vicenç Beltran en aquest llibre, que recull i cohesiona treballs precedents, aborda l’estudi de la formació dels cançoners catalans tardomedievals. Partint d’una acurada anàlisi codicològica dels materials pervinguts, l’autor arriba a reconstruir el context històric, ideològic i cultural dels principals centres productors de la lírica catalana del segle XV, així com els me-canismes que dinamitzaven la vida intel·lectual en aquest cercles. Aquesta reconstrucció gravita al voltant d’una qüestió central, que, desenvolupada al capítol tercer, té a veure amb l’anàlisi de la tradició textual d’Ausiàs March i de la debatuda hipòtesi que la fa derivar d’un “cançoner d’autor”. Acompanyen i faciliten la lectura els quatre annexos inclosos al fi nal del llibre: Annex 1: Els manuscrits de March de la tradició antiga; Annex 2: Concordança dels manuscrits de March; Annex 3: Ausiàs March: taula comparada de J, N i F1; Annex 4: Joan Berenguer de Masdovelles: taula comparada de JM. Al capítol primer, “La cultura cortesa”, l’autor ens in-trodueix dins del teixit social de la poesia medieval, ressaltant el paper de les corts com a nuclis aglutinadors i la progressiva assimilació per part de la burgesia dels usos i modes aristocràtics, i insereix en aquest mapa general el conreu de la poesia a la Catalunya i la València del segle XV. El capítol segon, “El plec poètic de Tarragona i el comte de Prades”, il·lustra la vitalitat de la difusió de la poesia a través de fulls volants o plecs independents analitzant el ms. 1744 de la Biblioteca de Catalunya i, més detalladament, el ms. Còdex 193 de l’Arxiu Històric Arxidi-ocesà de Tarragona (abans manuscrit 60). El minuciós estudi estructural d’aquest darrer còdex

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permet datar-lo i vincular-lo a l’entorn del comte de Prades, però sobretot, enllaçant amb els arguments desenvolupats al capítol precedent, forneix precioses informacions sobre la creació, la difusió i la funció de la lírica cortesana d’aquest període, lligada sovint a circumstàncies i interessos concrets propis d’una cort, d’un personatge, de la seva imatge pública, o de la seva projecció social.

El capítol tercer, “El cançoner d’Ausiàs March”, a través de l’anàlisi de la tradició textual d’Ausiàs March, es proposa dilucidar si s’hi amaga al darrere el cançoner d’autor que va postular A. Pagès així com la reconstrucció d’aquest arquetip. El cas concret serveix a més per abordar, de forma general, els problemes metodològics que planteja l’estudi del cançoner d’autor i per analitzar amb detall els procediments de construcció d’un cançoner col·lectiu. Després d’un exhaustiu estat de la qüestió, que recorda la hipòtesi de l’arquetip comú de tota la tradició textual ausiasmarchiana i valora la seva recepció crítica, Vicenç Beltran reprèn la hipòtesi de l’arquetip i del seu origen autorial i la matisa. De l’estudi estructural dels cançoners l’autor dedueix que existiria un arquetip comú coincident amb la impaginació de FN i datable cap a 1440-1445. Aquest arquetip quedaria, però, reduït al primer centenar de composicions segons la numeració d’A. Pagès, mentre que la resta, difoses a través de plecs solts, s’haurien anat incorporant de forma independent als manuscrits preexistents.

La hipòtesi formulada se situa en un context precís al llarg del capítol quart, “A la Barcelona de 1450”, dedicat a l’estudi codicològic del cançoner J i a la reordenació de K, dos cançoners que Vicenç Beltran situa en l’entorn d’un cercle de poetes barcelonins, que, articulat al voltant dels notaris Jaume Valmanya i Joan Fogassot, estaria íntimament relacionat amb l’obra de Joan Berenguer de Masdovelles, poeta que, amb Ausiàs March, ocupa un lloc preeminent als dos reculls. Així, Vicenç Beltran interpreta J, model emblemàtic del recull oca-sional i desordenat de composicions vinculades a un entorn concret que anomena cançoner de cort, com a fruit del treball no tant d’una cort com d’un cercle ciutadà, tot i que probablement connectat amb la cort, i llegeix el cànon poètic que dissenya el cançoner a la llum dels gustos i de les relacions personals d’aquest cercle d’afi cionats. Segons l’autor, les peces conservades en testimoni únic, procedents del mateix entorn social del recull, suggereixen que el copista ana-va incorporant aquests textos a mesura que li arribaven, probablement en forma de fulls solts escrits pels mateixos autors; el compilador tindria a més a l’abast, un cançoner amb nombroses obres catalanes de l’època precedent i dos grans cançoners d’autor: el de Joan Berenguer de Masdovelles i el d’Ausiàs March. Vicenç Beltran identifi ca aquest darrer amb una antologia marquiana que, compartida també amb L, i ordenada segons la seqüència canònica, devia cir-cular per Barcelona cap a 1455.

L’estudi que fa Vicenç Beltran de la recepció d’Ausiàs March, de l’estratifi cació de les diverses fases de composició dels cançoners considerats, dels criteris d’ordenació dels textos i de les fonts emprades pels compiladors no només dóna moltes informacions sobre la transformació de les eines de treball intel·lectual a la Catalunya de l’època, sinó que documenta de forma precisa l’existència i les activitats d’un grup de ciutadans rics, amant de la poesia i ben relacionat amb el poder, i permet reconstruir les fonts que manejaven, els seus mecanismes de treball, els seus gustos i el seu sistema de valors. En defi nitiva, l’estudi de Vicenç Beltran contribueix de forma decisiva i polièdrica al millor coneixement del context social i literari de mitjan segle XV.

MERITXELL SIMÓ TORRESUniversitat de Barcelona

Ghislain BRUNEL, Serge BRUNET (eds.), Les luttes anti-seigneuriales dans l'Europe médiévale et moderne. Actes des XXIX Journées Internationales d'Histoire de l'Abbaye Flaran (5 et 6 octobre 2007), Toulouse, Presses Universitaires du Mirail, 2009, 212 pp. ISBN 978-2-8107-0001-1.

Las movilizaciones populares en la Europa medieval y moderna constituyeron el objeto de refl exión de las Jornadas de Historia de la Abadía de Flaran celebradas en octubre de 2007, en las que participaron, como es costumbre, medievalistas y modernistas de muy diversos

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países europeos, aunque con claro predominio de los franceses. En esta ocasión cabe advertir que la atención se desplazó hacia el mundo medieval en muy mayor medida que en años ante-riores, quizás porque los movimientos antiseñoriales propiamente dichos proliferaron más en los siglos del Medievo, mientras que a partir del siglo XVI las revueltas estuvieron preferen-temente dirigidas contra el Estado monárquico, en claro proceso de avance y consolidación.

Circunscribiéndonos a dar brevemente cuenta del contenido de los trabajos centra-dos en el período medieval, tenemos en primer lugar que Vincent Challet dedica su atención a la revuelta de los tuchins, desencadenada en el Languedoc en 1381. Resalta que la misma no estu-vo animada por un marcado sentimiento antiseñorial o antinobiliario, sino que más bien tuvo un carácter de movimiento de autodefensa frente a los abusos de las tropas mercenarias que trajo consigo el duque de Berry al ser nombrado lugarteniente del rey en esa región. En consecuencia prevalecieron en ella los rasgos propios de una reacción espontánea ante la situación caótica en que vivía el Languedoc, y la incapacidad de los poderes real y señorial de asegurar la deffensio patrie. Y también presentó rasgos característicos de una revuelta antifi scal contra la Monarquía, pues entre sus principales objetivos fi guró el de conseguir la supresión de la gabela de la sal.

Oliva Herrer, en su trabajo centrado en el ámbito de la Corona de Castilla a fi nes del Medievo, retoma algunas de las principales tesis defendidas en una monografía que en 2004 dedicó a la Tierra de Campos durante el reinado de los Reyes Católicos. Propone ideas sin duda novedosas y originales, aunque en algunos puntos controvertidas. Así, a nuestro parecer, tiende a simplifi car porque implícitamente identifi ca tierras de señorío con ámbitos rurales habitados por campesinos, y movimiento antiseñorial con acción política del campesinado. Pero la rea-lidad castellana en el período que toma en consideración este autor era mucho más compleja, puesto que, en primer lugar, fueron muchos los núcleos urbanos, algunos con intensa actividad mercantil y fi nanciera, que estuvieron sometidos a régimen señorial, y, en segundo lugar, inclu-so en estados señoriales de marcado carácter rural existieron nutridos grupos de población que no respondían al perfi l convencional del campesino, pues había entre ellos mercaderes, fabri-cantes pañeros o empresarios del transporte. Otra cuestión que tampoco tiene sufi cientemente en cuenta Oliva Herrer en su análisis es la de las divisiones que se dieron en determinados señoríos entre un sector de la sociedad política local pro-señorial y otro antiseñorial, que en ocasiones llegaron a combatirse encarnizadamente cuando se plantearon movimientos de rebe-lión contra los señores. Y, por consiguiente, entendemos que si se toman en consideración todos estos hechos, las tesis que propone Oliva Herrer sobre el proceso de concienciación política del campesinado habrían de ser un tanto matizadas.

Georges Bischoff analiza los movimientos campesinos en las regiones de los Vosgos y la Selva Negra en las décadas precedentes a la Guerra Campesina de 1525, y durante la mis-ma, hasta su aplastamiento, resaltando los testimonios que demuestran que el campesinado que los protagonizó poseía una auténtica cultura política.

Jan Dumolyn y Kristof Papin dirigen su atención hacia las tierras del ducado de Borgoña, más en concreto a la región de Cassel, en el Flandes de habla francesa, para demostrar que también en los ámbitos rurales hubo movimientos de contestación frente a los avances del proyecto político centralizador de los duques de Borgoña, y no sólo en las ciudades. Así, a juicio de estos autores, la revuelta de Cassel entre 1427 y 1431 demostraría la capacidad de las comunidades campesinas fl amencas de poner en marcha acciones políticas sin contar con el apoyo de los grandes núcleos urbanos, y de ofrecer resistencia al proceso de consolidación del Estado borgoñón.

Hélène Couderc-Barraud centra su atención en la región de Gascuña en el siglo XII y comienzos del siglo XIII, para constatar que, aunque no se dieron entonces en este ámbito revueltas anti-señoriales propiamente dichas, sí cabe advertir que muchos valles pirenaicos estuvieron habitados por población no noble militarizada, ante la que los señores debieron man-tener una actitud precavida, que les llevó a moderar sus exigencias de prestaciones señoriales, para evitar choques que pudiesen comprometer su autoridad, ante una nada improbable derrota. Y, como consecuencia de ello, se estableció en estos valles un singular equilibrio, sin paralelo en otras regiones francesas en las que la capacidad militar del sector no noble de su población fue mucho menor.

Laure Verdon, en su trabajo centrado en la región de Arles en los siglos XII y XIII, presta atención a una vía alternativa a la resolución de los confl ictos entre señores y

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vasallos, distinta de la del levantamiento de carácter más o menos violento. Se trata de la vía judicial, que con mucha frecuencia fue utilizada para resolver las diferencias plantea-das en torno a la fi jación de los derechos señoriales. Y, por fi n, el grupo de contribuciones centradas en el período cronológico medieval se concluye con la de Laetitia Cornu, dedi-cada a la región de Velay en el siglo XV. En ella esta autora nos propone un minucioso microanálisis de un pequeño señorío perteneciente a la Orden de San Juan de Jerusalén, en el que da cuenta de la tipología de delitos que conocía el tribunal señorial, para tratar de detectar las principales fuentes de confl ictividad entre señores y vasallos en un señorío en el que las revueltas propiamente dichas estuvieron ausentes, y sólo cabe detectar resistencias de baja intensidad.

La introducción, a cargo de Ghislain Brunel y Serge Brunet, y la conclusión de Yves-Marie Bercé, también contienen refl exiones de indudable interés, relativas tanto al perío-do medieval como al moderno, propuestas al hilo de comentarios a las aportaciones realizadas en las distintas ponencias. De modo que, en conclusión, podemos considerar el presente libro como una valiosa y novedosa contribución al estudio de la compleja materia de las luchas anti-señoriales en la Europa occidental hasta el fi n del Antiguo Régimen, que nos pone en contacto con novedosos enfoques, que complementan los de las valiosas obras clásicas dedicadas en el pasado al análisis de esta atractiva problemática.

MÁXIMO DIAGO HERNANDOInstituto de Historia, CSIC. Madrid

Rafael CONDE y DELGADO DE MOLINA, Reyes y archivos en la Corona de Aragón. Siete siglos de reglamentación y praxis archivística (siglos XII-XIX), presentación de Carlos López Rodríguez, Zaragoza, Institución “Fernando el Católico” - Excma. Diputación Provin-cial, 2008, 676 pp. (Fuentes históricas aragonesas; 44). ISBN 978-84-7820-963-7.

Ens plau molt de fer la ressenya d’una de les obres pòstumes d’un eminent arxiver i amic, el malaguanyat Rafael Conde, massa prematurament traspassat el març de 2005. Tots els qui havíem conegut en Rafael Conde som testimonis de la seva autèntica afi ció i passió pels arxius, les quals es van manifestar tant durant els llargs anys en què va prestar els seus serveis a l’Arxiu de la Corona d’Aragó (en endavant ACA), com també en les seves publicacions i, de manera especial, en l’obra Reyes y archivos en la Corona de Aragón. Hem de remarcar que aquest llibre pòstum d’en Rafael Conde ha vist la llum gràcies a l’interès dels seus col·legues de l’ACA, els quals consideraren que la millor manera de reconèixer la labor realitzada pel company traspassat i la seva vàlua intel·lectual era donar sortida a aquest llibre que tenia pràc-ticament acabat quan el sorprengué, inesperadament, la mort.

Conde havia publicat diversos articles sobre la història de l’ACA, tanmateix, en el present llibre, publica un important corpus documental dels textos fonamentals per a la història del dit Arxiu. És a dir, l’obra conté la transcripció i edició de 284 documents que fan referència, no tan sols a l’ACA, sinó també a la resta dels arxius reials de la Corona d’Aragó. L’àmbit cro-nològic s’estén des del segle XII fi ns al segle XIX. Aquest corpus documental va precedit d’un estudi introductori en el qual l’autor, convençut com estava de la manca de treballs dedicats a la història dels arxius, afi rmava que un arxiu és molt més que una acumulació de documents: és un propòsit i un instrument (p. 10). Els historiadors han utilitzat, certament molt, els documents, però no s’han interessat prou per a saber perquè existeixen els arxius, com van sorgir o quan; i els arxivers, per la seva banda, tampoc no han explicat sufi cientment la història dels arxius als quals presten els seus serveis.

Utilitzant les seves mateixes paraules, allò que Conde fa en aquesta obra és historiar i documentar la realitat dels arxius en la seva pròpia àrea de coneixement i d’interès, la Coro-na –o corona en minúscula– d’Aragó (p. 11).

Del conjunt d’arxius reials de la Corona d’Aragó, l’arxiu reial de Barcelona (ano-menat actualment ACA) és el que té la història més coneguda, malgrat que els arxius de les administracions reials de Catalunya, com ho eren la Batllia General de Catalunya, el Mestre Racional o la Reial Audiència, restaven a l’ombra. Pel que fa als arxius valencians, la seva his-

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tòria més recent que culmina en la creació de l’actual Arxiu del Regne de València era menys coneguda. Mallorca no tingué arxiu de registre reial i poc és el que se sap dels arxius d’Aragó i de Sardenya.

L’aportació de Rafael Conde en aquest camp és importantíssima, tant en l’estudi introductori com en el corpus documental.

L’autor passa revista als arxius reials de la Corona d’Aragó en les seves diferents etapes i les estructura de la següent manera: I. Els arxius abans de produir-se la unió de Catalu-nya i Aragó. II. L’arxiu d’Alfons el Trovador. III. Els arxius del segle XIII. Durant aquest segle, els arxius van estar repartits en diversos indrets: 1) Arxiu reial en el monestir de Santa Maria de Santa María de Sijena. 2) Arxiu reial en el monestir de Sant Joan de Jerusalem de Barce-lona. 3) Palau reial de Barcelona. 4) Casa del Temple de Barcelona. 5) Monestir de San Juan de la Peña. A més d’altres dipòsits de documentació. IV. Els arxius en el segle XIV. Coincidint pràcticament amb el segle XIV, entre els anys 1319 i 1419, els arxius reials foren unitaris. Es va crear l’arxiu reial de Barcelona o arxiu de la cancelleria i les altres escrivanies. La incorporació de Sardenya comportà la constitució d’un nou dipòsit de documentació. V. El segle Trastámara (1412-1516). Durant aquest segle es produeix la descentralització administrativa amb la creació de les magistratures dels mestres racionals de València i d’Aragó, i la descentralització judicial, amb les Reials Audiències territorials. VI Els segles de la Casa d’Austria (1516-1700). Durant aquests segles, la iniciativa arxivística més important fou, sens dubte, la creació del Archivo General de Simancas (Valladolid). Segons Rafael Conde, Simancas es va confi gurar com l’arxiu del sistema “polisinodal” mitjançant el qual es va articular l’administració. Tanmateix, l’exis-tència de l’Arxiu de Simancas no interferí en el normal desenvolupament dels arxius generals i territorials de la Corona d’Aragó. Hi hagué, però, models diferents per a Catalunya, Aragó, València, Mallorca i Sardenya. L’època borbònica va ser la dels grans arxivers de l’ACA: els Bofarull, Josep Llaris, Jeroni Alterachs, José de Luyando y Juan Lorenzo Letamendi. Fou, així mateix, l’època del projecte de 1751 de Javier de Garma, del de Próspero de Bofarull de 1820, i del de Manuel de Bofarull de 1852.

L’autor examina també el que es coneix dels altres arxius del Regne d’Aragó (el dels processos de la Reial Audiència, el de “la Baylía”, el del Regne i el de “La Real Cancillería o del registro”; els de Catalunya (Reial Audiència, Reial Patrimoni de Catalunya), sense oblidar els de Mallorca i els de València.

Aquest aprofundit i documentat estudi introductori es completa amb una relació bibliogràfi ca.

Com ja hem dit, la segona part de l’obra la constitueix l’edició crítica de 284 docu-ments, els més signifi catius, per a la fi nalitat que es proposava l’autor.

Que aquesta breu nota serveixi per a testimoniar la vàlua intel·lectual i la intensa laboriositat de l’amic Rafael Conde i la seva dedicació total “en cos i ànima” als arxius.

Manifestem també el nostre agraïment a les seves companyes de l’ACA: Luz Ro-dríguez Olivares i Gloria López de la Plaza que van revisar l’obra abans de ser publicada, i al Director de l’Arxiu, Carlos López Rodríguez. Ells han fet possible que aquest llibre hagi arribat a les nostres mans.

JOSEFINA MUTGÉ VIVESInstitución Milà i Fontanals, CSIC. Barcelona

Dolors DOMINGO, A la recerca d’Aurembiaix d’Urgell, Lleida, Universitat de Lleida-Institut d’Estudis Ilerdencs, 2007, 215 pp. (El Comtat d’Urgell; 2). ISBN 978-84-8409-226-1.

De tota la sèrie comtal d’Urgell, especialment de la primera dinastia que entronca amb la descendència directa de Borrell II, cap personatge ha tingut un interès tan gran i un ressò tan rellevant com la comtessa Aurembiaix (1196-1231). Protagonista de nombrosos romanços populars, de textos literaris (penso especialment amb Esteve Albert), i fi ns i tot també d’algunes obres artístiques amb voluntat de ser referent del territori. No obstant, a la comtessa li mancava un estudi seriós de la seva vida i la seva trajectòria política, així com precisar-ne i desfer molts tòpics que han deformat la seva biografi a. Aquesta comesa l’ha dut a terme i amb gran encert,

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Dolors Domingo que ha revisat amb atenció tota la historiografi a a l’abast i ha analitzat nova documentació per tal de reubicar el personatge de la comtessa en el seu degut context i valorar-ne el seu paper en la primera meitat del segle XIII, tant dins com més enllà del marc espaial del comtat d’Urgell.

L’inici de l’estudi està dedicat als progenitors, els comtes Ermengol VIII i Elvi-ra Núñez de Lara. Hom hi destaca tant la complexa trajectòria en la governació del comtat, com també la seva estreta relació amb els regnes hispànics occidentals, i concretament amb Castella gràcies als vincles amb el llinatge dels Lara. Sense oblidar les tensions matrimonials, la utilització d’Elvira com a peça important en la complexitat de les relacions entre Urgell i Foix. El naixement, la infantesa i el nom de la comtessa són objecte del segon capítol. Preci-sament la qüestió de l’exòtic nom que s’ha convertit en una autèntica referència de la nissaga comtal, és analitzada amb atenció, tot oferint diverses hipòtesis interpretatives, en les que no hi manca l’estreta relació de la casa d’Urgell amb el món trobadoresc i, sobretot, amb Guillem de Cervera. Tot refl exionant sobre el marc vital de la petita comtessa, l’autora ens situa en les tres possibles ciutats i viles que pogueren ser el seu bressol: Balaguer, en el castell de la Suda, Agramunt o, potser, Lleida, de la que els comtes urgellencs n’eren cosenyors. La mort del pare, Ermengol VIII (1208) deixava una petita i dèbil hereva, amb un incert futur. D’aquí l’interès del testament del comte que preveu amb detall qualsevol circumstància futura, fi ns i tot la possible mort de la fi lla.

La regència de la comtessa vídua, Elvira, la seva personalitat, els enfrontaments amb la casa de Cabrera i, concretament amb el vescomte Guerau Ponç IV, la crida a l’auxili i protec-ció reials, el seu matrimoni de necessitat amb Guillem de Cervera, i sobretot la relació estreta entre aquesta comtessa i el monestir cistercenc femení de Sant Hilari de Lleida que, per aquest motiu, és detingudament analitzat en l’obra, des dels seus inicis fi ns a la Guerra de Successió que tants estralls causà a la ciutat de Lleida.

Són rellevants els capítols dedicats a la presència d’Aurembiaix per terres castella-nes, amb la seva mare, fi ns el 1228. El seu matrimoni amb Álvaro Pérez i la implicació d’Urgell en la política i els problemes de Castella, que comportà també el matrimoni d’Elo Pérez amb Guerau de Cabrera, permeten fer un detallat estat de la qüestió pel que fa a les relacions d’Ur-gell-Castella d’ençà del segle XII, sobretot les que condicionen aquesta llarga presència d’Au-rembiaix, acabada amb la desfeta dels Lara durant el regnat de Ferran III. Fou en aquest marc i temps que Aurembiaix estrenyé les tradicionals relacions d’Urgell amb l’orde de Santiago, de la que es feu freyla, amb la condició que els germans de l’orde l’ajudessin en la recuperació dels seus drets i del comtat d’Urgell.

Tanmateix, la part més rellevant i més densa d’aquest estudi és el format per la re-lació, sempre problemàtica i sempre discutida, entre Aurembiaix i el rei Jaume I. Hom analitza la visió que el monarca tenia de la comtessa, a través d’una lectura atenta del Llibre dels Feyts; de com es procedí a la reclamació del comtat davant del rei, i quin fou el procés detallat de la recuperació dels vuit castells, especialment el de Balaguer. L’amistançament del rei i la comtes-sa, pactat a Agramunt a l’octubre de 1229, i que fou objecte d’un dels més coneguts estudis de Ferran Soldevila, no sols és transcrit i reproduït en part en aquesta obra, sinó sobretot revisat i matisat en tant que Jaume I mai va arribar a donar total satisfacció als pactes de recuperació dels dominis comtals, i a més li va preparar el casament amb Pere de Portugal, com a alternativa a la possible unió matrimonial amb el rei.

L’administració del comtat, l’entorn dels personatges de la cort, la presència de grans eclesiàstics, així com dels rectors de parròquia, confi guren un intent d’aproximació al que deuria ser la gestió del comtat i el personal, tant de procedència catalana com castellana, que infl uí i condicionà l’administració del territori. Tot plegat, i sobretot, amb l’objectiu de pre-cisar quins grups i quins personatges foren els que restaren sempre més propers a la comtessa i, per tant, pogueren infl uir en les seves decisions de govern.

La sigil·lografi a i la numismàtica de la comtessa, per altra banda prou conegudes i estudiades, queda com el darrer dels capítols, en el que s’hi descriuen les peces identifi ca-des, i a través d’elles s’intenta una aproximació als trets personals de la biografi ada. Domingo s’interessa també per la suposada signatura autògrafa de la comtessa conservada en diversos documents originals, tant de territori castellà com català. Un llarg epíleg, amb la biografi a dels personatges que ocuparen un lloc important en la vida i govern d’Aurembiaix, clou l’obra.

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En aquesta relació hi consten fi gures de la casa de Cabrera, membres del llinatge castellà que emparentà amb Aurembiaix o el seu cosí Nunyo Sanç. No hi consta Jaume I tota vegada que ha estat un dels principals objectius de l’obra, àmpliament estudiat pel que fa a la seva presència i acció sobre Urgell, i a la seva relació amb la comtessa.

L’edició de 28 documents, en apèndix, que van de 1203 a 1231, constitueix un inte-ressant complement, atès que hi són presents els actes i decisions cabdals de la història d’Urgell en el primer terç del segle XIII, així com també els que afectaren la relació directa entre rei i comtessa.

Sens dubte es tracta de la millor i més completa aproximació a la fi gura d’Aurembi-aix, superant així aportacions ja clàssiques del mateix Soldevila, de Corredera, de S. Sobrequés i, òbviament, del gran cronista de la casa d’Urgell, Diego de Monfar.

PRIM BERTRAN ROIGÉUniversitat de Barcelona

Santiago DOMÍNGUEZ, Klaus HERBERS (coords.), Roma y la Península Ibérica en la Alta Edad Media. La construcción de espacios, normas y redes de relación, León-Göttingen, Universidad de León-Akademie der Wissenschaften zu Göttingen, 2009, 208 pp. ISBN 978-84-9773-472-1.

Este volumen puede considerarse un exponente más de un ambicioso proyecto cuyos orígenes se remontan ya al siglo pasado y cuyo objetivo es la edición de fuentes, en particular la documentación pontifi cia medieval que se encuentra en la península Ibérica, y que permitirá poner las bases científi cas de futuros trabajos acometidos por historiadores.

Las ocho colaboraciones recogidas en esta obra tienen un mismo hilo conductor que tal y como enuncia el título son los distintos cauces de relación que se fueron confi gurando en los siglos centrales de la Edad Media entre la iglesia de Roma y las sedes episcopales de la península Ibérica. Unas relaciones que tal y como afi rma K. Herbers en la introducción favo-recieron a partir del siglo XI la apertura del espacio peninsular a Europa. Para este autor, las intervenciones de Roma en el contexto eclesiástico peninsular abarcaban fundamentalmente tres acciones: mediar en los confl ictos entre obispados; salvaguardar el patrocinio de monaste-rios, órdenes religiosas y militares; y en último término y en estrecha relación con el contexto histórico, legitimizar los nuevos reinos nacidos al calor de la Reconquista, un último punto en el que el Papado tuvo un especial interés pues sobre todo pretendía la unifi cación peninsular cara a la participación en ese proyecto común que era la lucha contra el Islam. Este último tema es el punto de partida de la intervención de J.L. Martín quien analiza las vicisitudes de la orga-nización eclesiástica durante los siglos altomedievales y como se produjo la transición a veces “violenta” entre los reyes, que hasta entonces fueron los encargados de restaurar sedes y fundar nuevos obispados, y la Curia romana, que a partir del siglo XI empieza a intervenir en el diseño del mapa eclesiástico con un criterio unifi cador y jerárquico que abogaba por una simplifi cación administrativa pero que chocaba en muchas ocasiones con los intereses de los reinos y de las diócesis. Tal es el caso de la iglesia compostelana que convierte al apóstol, evangelizador de la Península, en cabeza de la Cristiandad hispana al margen de la iglesia de Roma, tal y como afi rma López Alsina en su comunicación y que origina tensos enfrentamientos sobre todo a raíz de la proclamación de la primacía toledana en el año 1088.

Ante este panorama de gobierno universal, donde era urgente una clara comunica-ción y para solventar la distancia espacial que podía agravar los problemas y malentendidos, la iglesia gregoriana disponía de unos instrumentos que eran los legados papales, que garantiza-ban la unión entre el Papa y los distintos obispos, y que contribuyeron a la centralización pon-tifi cal. Estas fi guras, destacadas por su gran nivel intelectual y moral, son el objeto de estudio de I. Fleisch quien advierte de la inexistencia de trabajos sobre estos individuos, sus viajes y, lo que aún sería más interesante, el impacto cultural que ejercieron en la península Ibérica. Los legados pontifi cios fueron sin duda unos elementos imprescindibles para la consecución de la reforma eclesiástica, así como los sínodos provinciales, tal y como analiza MªC. Cunha para el caso portugués en los siglos centrales del medievo.

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Finalmente, junto a estos análisis históricos el libro contiene otras aportaciones como los trabajos de M.J. Sanz Fuentes que muestra una de las consecuencias de esas relacio-nes entre la sede apostólica y las iglesias peninsulares desde un punto de vista diplomático. La autora afi rma la infl uencia y en su caso subraya las similitudes entre la cancillería pontifi cia y la castellano-leonesa, analizando desde las tipologías documentales, los usos escriturarios o de-terminados ofi ciales que ejercían funciones similares en ambas cancillerías. Desde una misma perspectiva archivística y diplomática, S. Domínguez arroja nuevas luces sobre la diplomacia pontifi cia, en su caso, analizando la trasmisión documental, de vital importancia para las poste-riores investigaciones históricas, de las bulas pontifi cias en el reino leonés, mucho más disperso en cuanto a la conservación archivística que la corona aragonesa (pp. 100-102).

Como hemos señalado este volumen constituye una aportación científi ca de gran interés para el panorama historiográfi co peninsular, no obstante y como en varias ocasiones los autores ponen de manifi esto aún son muchas las cuestiones que los historiadores deben abordar, muchos los terrenos inexplorados y las áreas que esperan a investigadores con espíritu crítico y conocimiento de las fuentes para ser exploradas.

ANGELES GARCÍA DE LA BORBOLLAUniversidad de Navarra

Theresa EARENFIGHT, The King's Other Body. María of Castile and the Crown of Aragon, Philadelphia, University of Pennsylvania Press, 2010, 240 pp. ISBN 978-0-8122-4185-3.

The King’s Other Body analyses the political career of María of Castile (1401-1458), the wife of Alfonso V the Magnanimous (r. 1416-1458), King of the Crown of Aragon, with the aim of challenging common assumptions regarding the nature of medieval monarchy. María of Castile was much more than a queen-consort; as her husband’s lieutenant, she governed Catalunya from 1420 to 1423 and again from 1432 to 1453 – while the monarch conquered the Kingdom of Naples and established his power there. María became Alfonso’s alter nos, being second only to her absent husband, who granted her offi cial political authority to rule on his behalf – a circumstance that gave her considerable and real autonomy to govern. In Earenfi ght’s view this combination of exalted royal status plus offi cial political appointment was not common and may not have existed outside the realms of the Crown of Aragon (p. 1) Because while most European queens exercised power only as regents or through informal avenues, the lieutenancy gave a few Catalano-Aragonese queens formal and public access to authority. As such, the example of Maria is effectively employed by Earenfi ght to make a compelling argument for a reformulation of our understanding of the place of queenship in the institution of monarchy (p. 3).

In the six chapters that form this study (there is no introduction or conclusion, per se) Earenfi ght convincingly shows that rulership and kingship are not equivalent – and this is the true strength of this most engaging book. As such, Earenfi ght’s work constitutes a study of the institution of monarchy as much as it is a theoretical reconsideration of modern understanding of the operations of gender in monarchy (p. 4). The fi rst chapter “Alter nos: The Lieutenancy of María de Castile” introduces the problems she will address and presents a biographical study of the queen. María and Alfonso were married for thirty-two years, but they only lived together for fourteen. In Earenfi ght’s view, during Maria’s tenure as lieutenant, the queen governed like a king and lived like a saint (p. 5). In fact, Maria’s role as lieutenant exemplifi es the possibilities that this institution granted to a queen, particularly to such an atypical queen. Maria was childless and married to a husband who didn’t particularly like her. Indeed, at one point Alfonso attempted to have their marriage annulled, and he did not even mention her in his last will and testament. Nevertheless, he did not hesitate to appoint her his lieutenant, and he trusted her in this capacity. He needed his wife to help him rule his lands, and to counterbalance his other lieutenant, his controversial brother, Juan (who would go on to succeed him in 1458 as Juan II).

The following four chapters comprise the body of the study, progressing chronologically to disentangle the complex politics of fi fteenth century Iberia. Chapter Two:

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“From Castilian Princess to Aragonese Queen” is biographical in orientation and scope. It explains how and why the daughter of Catalina of Lancaster and Enrique III, King of Castile, came to be married to her cousin Alfonso, thereby consolidating the Castilian and the Aragonese branches of the Trastámara family. Maria’s own political experiences and education are contrasted with those of her mother, who acted as regent of her own son, Juan II of Castile, during his minority – a charge she shared unhappily with her brother-in-law, Fernando de Antequera (later elected King of Aragon in 1412). Chapter Three: “From Queen to Queen Lieutenant, 1420-35,” discusses Maria’s role as lieutenant – the sixth of seven queens that held the offi ce in the Crown of Aragon. Based on the author’s painstaking investigation of the registers of the royal Chancellery, it lays out Maria’s policies and also points out some of the limitations of her position. For instance, it was her husband who chose her council of advisors, and typically intervened to make the highest-ranking appointments in her administration. The following chapter, “A Permanent Lieutenancy, 1436-48,” continues exploring Maria’s important role as lieutenant and how she dealt with the challenges that she sometimes faced from her own subjects, such as at the Cortes of Monzón of 1435-1436. The study continues with a chapter devoted to “The Struggle to Liberate the Remença Peasants, 1448-53.” The situation of the remença peasants and Maria’s actions to liberate them from the feudal mals usos they suffered at the hands of their lords, further illustrates her strong commitment to their cause, and underlines the complexity and intractability of this problem. This confl ict polarized Catalan society; nobles and landlords challenged the queen and, when the king ultimately would not support her policies, she resigned her position as lieutenant (1453), and returned home to Castile for a time, where she employed her skills as a peacemaker in her ancestral lands. The remença struggle remained unresolved and was one of the main causes behind the disastrous civil war of 1462-1472.

The book ends with a concluding chapter, “Queenship, Kingship, and the Dynamics of Monarchy.” Maria and Alfonso’s reign is described here as a political partnership (p. 142), the implication being that medieval monarchy can no longer be regarded as merely a manifestation of “the king’s two bodies” (as Kantorowicz put it) – rather, we must consider also the role of the queen. Hence, the title of the book. This important and revisionary study will appeal to a wide audience, and comprises a most welcome addition to the growing body of work on medieval queens and queenship – a scholarly turn which has already had a profound and far-reaching impact on medieval studies, particularly those aspects of it that consider government, politics, and notions such as power and authority.

NÚRIA SILLERAS-FERNÁNDEZUniversity of Colorado at Boulder

Adela FÁBREGAS GARCÍA (ed.), Islas y sistemas de navegación durante las edades media y moderna, Granada, Alhulia, 2010, 601 pp. ISBN 978-84-92593-76-7.

La historia marítima es un ámbito de la historiografía sobre la navegación consolida-do y de amplia trayectoria en otras historiografías europeas como la italiana o la francesa. Así lo ponen de manifi esto numerosas publicaciones, que no conocen una contrapartida española a la altura, como demuestra la parquedad de títulos. Para comenzar a cubrir esa laguna el grupo de investigación “Toponimia, Historia y Arqueología del Reino de Granada” ha impulsado desde la universidad granadina el Coloquio Internacional sobre la Navegación, del que la presente publicación ofrece los trabajos presentados en su tercera edición. Si la primera fue de temática general (Navegación marítima del Mediterráneo al Atlántico) y la segunda se articuló en tor-no a las Relaciones entre el Mediterráneo cristiano y el Norte de África en época medieval y moderna (ambas publicadas previamente por Alhulia), la última, celebrada en 2005, se centró en las islas y los sistemas de navegación en los que se insertaban. Su valor como escalas téc-nicas y su importancia como ejes vertebradores de la comunicación y el comercio justifi can sobradamente la temática, abordada por destacados investigadores del campo de los estudios marítimos, que ofrecen refl exiones sobre la vía transversal, geográfi ca y económicamente, que constituía la ruta de las islas mediterráneas y atlánticas.

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En el volumen se distinguen dos bloques generales: de una parte el geográfi co –las islas mediterráneas y las atlánticas– y de otra el temporal –las edades media y moderna–. María Barceló (El reino de Mallorca: una encrucijada en el Mediterráneo occidental (siglos XIII-XV)) y Adela Fábregas (Mallorca y Granada: contacto e intercambios en el sistema del comercio mediterráneo bajomedieval) se centran en el papel de interconexión y redistribución del archi-piélago balear, con Mallorca como centro, en los contactos entre los dos grandes polos medite-rráneos de los siglos XV y XVI, el islámico y el cristiano. María Eugenia Cededdu (Insularidad, aislamiento, rutas. Notas sobre la Cerdeña de los siglos bajomedievales) se acerca al mundo sardo desde la encrucijada de intereses pisanos, genoveses y catalanoaragoneses, mientras que Giovanni Murgia (Cerdeña, entre el miedo corsario y los problemas defensivos de los siglos XVI y XVII) aborda su papel una vez integrado en la Monarquía Hispánica. Aunque es llamativa la ausencia de la tercera gran isla del Mediterráneo occidental (Sicilia) en este cuadro, se agradece la presencia de Malta, si bien en este caso la cronología queda más descompensada en los traba-jos de Víctor Mallia-Milanes (Entre el arcaísmo y la innovación. La contribución de los Hospi-talarios de Malta a la navegación mediterránea en la Alta Edad Moderna) y Simon Mercieca (Inmigrantes españoles en la Malta de la Alta Edad Moderna. La conexión del siglo XVIII).

El papel de las islas atlánticas en el nuevo sistema económico mundial que comienza a partir del Descubrimiento de América representa la oportuna contrapartida de continuidad frente al antiguo sistema bajomedieval. La experimentación de los nuevos sistemas de produc-ción llevados a cabo en Canarias, Madeira o Cabo Verde, en el centro del incipiente capitalismo, les otorga una posición central en las rutas transoceánicas. Así, Manuel Lobo (La navegación entre las Islas Canarias en la Edad Moderna) y Alberto Vieira (Las islas. Navegación y eco-nomía en el Atlántico en los siglos XV y XVI) ofrecen el marco general en el que se encuadran los estudios más concretos de Amelia Polonia (Navegación y transporte a las islas atlánticas a lo largo del siglo XVI. El estudio de un caso: Vila do Conde) y Amandio Morais Barros (La navegación a las islas y la construcción del sistema atlántico. La participación de Oporto, si-glos XV-XVI) sobre la proyección portuguesa en las islas. Por último, Ines Amorim (Las Islas de Cabo Verde en la ruta de la sal. La construcción de un complejo económico de época moderna) se centra en un aspecto económico concreto como es el comercio de la sal en el lanzamiento comercial del citado archipiélago luso.

RAÚL GONZÁLEZ ARÉVALOUniversidad de Granada

José M. GALIANA FERRANDO (ed.), La visita pastoral d’Otó de Montcada al Bisbat de Tortosa (1428-1429), València, Universitat de València, 2009, 469 pp. (Fonts històriques valencianes; 40). ISBN 978-84-370-7407-8.

Amb el número 40 de la col·lecció “Fonts històriques valencianes” es va publicar, l’any 2009, el text de la visita pastoral que el bisbe Ot de Montcada va fer durant el 1428 i el 1429 a 94 parròquies de diòcesi de Tortosa. Cal recordar que fi ns al 1957 el bisbat tortosí s’este-nia entre Maials i Almenara, a escassos 40 quilòmetres de València capital, i que encara avui les comarques septentrionals del País Valencià es vinculen a aquesta mitra. L’edició és obra de José María Galiana Ferrando, que va presentar el treball com a tesi doctoral, llegida a la Universitat de Múrcia el 23 de novembre de 2006.

El volum s’inicia amb una presentació de 19 pàgines, que inclouen una breu intro-ducció històrica, l’explicació de la metodologia, quatre fotografi es a tota plana del document, la descripció del manuscrit, una reduït llistat bibliogràfi c i els criteris d’edició. Són resum d’un text més extens publicat com a article independent al número 10 de la revista “Estudis Caste-llonencs”, pàgines 457 a 660. Tot seguit es regesten els 223 documents intitulats pel bisbe, el vicari general o el seu lloctinent, i es transcriu el registre de la visita pastoral, que no inclou ni directori ni l’articulat de l’interrogatori que van manejar els visitadors. L’edició s’acaba amb dos útils índexs, onomàstic i toponímic.

Malgrat que no presenta l’estudi preliminar, l’edició d’una font d’aquesta rellevàn-cia sempre és una important notícia, i més si tenim en compte que durant alguns anys ha estat

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difícil accedir a l’Arxiu Capitular de Tortosa (ACTo), un dels més importants del país pel que fa a la quantitat –i qualitat– d’informació que posseeix sobre època medieval. L’edició és desta-cable, doncs, perquè ha d’ajudar a ampliar el nostre coneixement de la història eclesiàstica del fi nal de l’Edat Mitjana: la visita es produeix tot just acabat el Cisma d’Occident a Sant Mateu del Maestrat i la du a terme un important bisbe nomenat per Benet XIII, com ens recorda l’autor. Però és rellevant, sobretot, perquè ens ha de permetre conèixer més bé l’estat material i espiri-tual d’una part signifi cativa del bisbat tortosí (la visitatio rerum i la visitatio hominum, encara que no apareixen com a tals al registre). Malauradament, al text de la visita no s’hi inclouen ni la catedral ni les altres esglésies de la ciutat.

A partir del fons capitular de Tortosa ja s’havien publicat dos signifi catius docu-ments d’aquestes característiques. Primer, la visita pastoral del 1314 de Francesc Paholac, que va ser objecte d’una tesi de llicenciatura per part de Teresa García Egea; el text va ser editat per la Diputació de Castelló el 1993. Després, el qüestionari del 1409 inclòs en el registre de visites pastorals del mateix any, quan era bisbe de la diòcesi Francesc Climent, dit Sapera, mà dreta del papa Luna. La seva edició forma part de la tesi doctoral de Lluís Monjas, llegida el 2005 i publicada per la Fundació Noguera el 2008.

A l’ACTo es conserven més visites pastorals que caldria estudiar, datades entre els segles XIV i XIX, incloses dues més d’Ot de Montcada, del 1423 i el 1435. Però altres arxius de la ciutat conserven informació pertinent sobre la matèria. Per exemple, a l’Arxiu Històric Dio-cesà hi ha les visites de la segona meitat del vuit-cents i les del segle XX, a part d’un manuscrit diferent de la visita ara editada del bisbe Montcada; seria interessant de contraposar-los. Per la seva banda, l’Arxiu Comarcal del Baix Ebre –hereu de l’antic arxiu de la ciutat– custodia un fragment de la visita que el bisbe Guillem de Torrelles va fer pels volts del 1370. El més inte-ressant d’aquests 26 folis és que corresponen a la Seu, l’Hospital de Santa Maria, la parròquia de Sant Jaume i la capella de l’Hospital de la Santa Creu, és a dir, que descriuen l’estat espiritual i també el material –se’n repassen els ornaments de les capelles– de les esglésies del cap del bisbat, sovint bandejat en aquests documents.

JACOBO VIDAL FRANQUETUniversitat de Barcelona

Manuel GARCÍA FERNÁNDEZ, Portugal. Aragón. Castilla. Alianzas dinásticas y re-laciones diplomáticas (1297-1357), Sevilla-Granada, Universidad de Sevilla-Universidad de Granada, 2008, 300 pp. (Historia y geografía. Universidad de Sevilla; 144). ISBN 978-84-472-1141-8 (U. Sevilla) y 978-84-338-4884-0 (U. Granada).

El libro que nos presenta el profesor García Fernández, buen conocedor de la Anda-lucía bajomedieval, es una recopilación de siete artículos publicados entre 1987 y 2006 en dife-rentes revistas españolas y portuguesas sobre el tema general que fi gura en el título. La utilidad de esta colección es innegable para los estudiosos de las relaciones peninsulares en la primera mitad del siglo XIV, aunque predomina el punto de vista castellano en la mayor parte de los textos. En el prólogo de Manuel González Jiménez se advierte precisamente de la necesidad de ahondar aún más en el conocimiento de las relaciones castellano-aragonesas.

Algunos temas de fondo aparecen analizados con especial detalle, como es el tratado de Alcañices de 1297 entre Castilla y Portugal, al que se dedica los tres primeros estudios, o los problemas políticos del reinado de Alfonso XI en relación con la corte portuguesa, que ocupan otros dos artículos. Las relaciones con la corte aragonesa se refi eren principalmente a la época de la minoría de Alfonso XI y cuentan con dos estudios. En todos ellos, el autor realiza un no-table esfuerzo de síntesis sobre el estado actual de la investigación y aporta valiosas referencias documentales inéditas, obtenidas principalmente del Archivo de la Corona de Aragón y del Archivo de la Torre do Tombo.

El lector también percibe a lo largo de las páginas la recurrente referencia a otras cuestiones de fondo que quizás hubiesen merecido un análisis más detallado en la introducción del libro. El más destacable, tal vez sea la noción de “equilibrio” entre los reinos peninsulares que se advierte en las cortes portuguesa y aragonesa, con el fi n de evitar un excesivo predomi-

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nio castellano. También hubiese sido conveniente explicar mejor qué entiende el autor por “his-toria política de las relaciones internacionales” entre las tres monarquías, y no sólo por el hecho de presuponer la existencia prematura de tales naciones, sino porque las frecuentes relaciones dinásticas forman parte del bagaje histórico anterior (y del posterior también) y no constituyen en sí mismas una plataforma capaz de sostener un concepto que es más propio de etapas históri-cas posteriores. También hubiese sido oportuno matizar alguna que otra expresión algo tópica, como la contraposición constante entre historia positivista tradicional e investigación moderna, cuando todos sabemos que en cualquier época hay buenos y malos trabajos, aportaciones ver-daderamente sólidas y trabajos caducos, sean o no modernos. La constante alusión que hace el autor a las rebeldías de la alta nobleza castellana como modelo de comportamiento arbitrario y caprichoso, en constante asedio a la monarquía, también hubiese merecido un comentario más matizado. Por último se echa de menos una corrección tipográfi ca del texto. Al margen de estos detalles, que no disminuyen el mérito de su autor, el libro es una aportación muy valiosa.

CÉSAR OLIVERA SERRANOInstituto de Historia, CSIC. Madrid

Alfonso GARCÍA LEAL, Ramón GUTIÉRREZ GONZÁLEZ, Clara Elena PRIETO EN-TRIALGO (eds.), MC Aniversario de la muerte de Alfonso III y de la tripartición del territorio del reino de Asturias, Tomo I, Oviedo, Trabe, 2010, VIII+342 pp. (“Asturiensis Regni Terri-torium”. Documentos y Estudios sobre el período tardorromano y medieval en el Noroeste Hispano; I). ISBN 978-84-8053-596-X.

Con este volumen que reseñamos se inicia la Serie titulada “Asturiensis Regni Te-rritorium”, dirigida por el Prof. Alfonso García Leal, Catedrático de la Universidad de Oviedo. Esta colección acogerá documentos y estudios sobre el período tardo-romano y medieval en el Noroeste hispano y permitirá un intercambio de información y de relación entre todos cuántos se interesan por estos temas. Este primer número de la serie, en dos tomos, da cabida a los trabajos elaborados por un amplio grupo de investigadores, con motivo de la conmemoración del MC aniversario de la muerte de Alfonso III, último monarca del reino de Asturias, acaecida en el 910, y la consiguiente tripartición del territorio del reino asturiano en tres nuevos reinos: el de Asturias, el de Galicia y el de León. Todos estos estudios analizan con rigor científi co y sin dogmatismo alguno la perdurable y excelsa aportación del reino de Asturias al arte, a la cultura y a la religiosidad europeos en el breve pero fructífero período de cerca de dos siglos que duró su existencia (p. VII). No solamente se tratan los aspectos históricos sino que también se abordan los artísticos, arqueológicos, bibliográfi cos, documentales, lingüísticos y religiosos del reinado de Alfonso III y del reino de Asturias en su conjunto. Es, por tanto, una aportación multidisciplinar.

Las colaboraciones que integran este primer tomo son las siguientes:Javier Rodríguez Muñoz, en Alfonso III y la historia del reino de Asturias (pp. 1-23),

realiza un trabajo historiográfi co, ofreciendo un detallado análisis de las fuentes cronísticas referidas al período de la monarquía asturiana: la Crónica Albeldense, las dos versiones de la crónica de Alfonso II, la llamada primitiva o Rotense y la erudita o Sebastianense, a las que se añade la llamada Crónica Profética. Mientras en las tres primeras se encuentra una descripción de los diferentes reinados, la Profética, como su nombre indica, recoge la profecía de Ezequiel, según la cual Dios habría castigado a los godos, por sus pecados, a ser dominados por los musulmanes, cuyo yugo se sacudirían después de transcurridos 170 tiempos. Alfonso III se presenta como el legítimo continuador del reino godo de Toledo.

El escritor gijonés Luís Díez Tejón (El Prerrománico, un arte de síntesis, pp. 25-43) se refi ere al arte prerrománico asturiano. Es curiosa la defi nición del propio autor cuando dice que el arte prerrománico es un regalo indirecto, hecho a Asturias por el Islam que, al invadir tierras cristianas obliga a sus habitantes a refugiarse en nuestra tierra como último reducto y, claro, traen todo su saber constructivo y teológico que era infi nitamente mayor que el nuestro (p. 26). Según el autor, el prerrománico en Asturias corrió paralelo con la política, nació con la victoria de Covadonga y acabó con la muerte de Alfonso III.

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La incógnita planteada sobre si la torre de Gauzón fue obra de Alfonso III o si tuvo fases anteriores puede conocerse a través del trabajo, realizado en colaboración, por dos personas bien conocedoras del tema: Alejandro García Álvarez-Busto e Iván Muñiz López, codirectores de las excavaciones arqueológicas del castillo de Gauzón. El artículo se titula El castillo de Gauzón y Alfonso III. La formación del reino de Asturias a través de una fortaleza (pp. 45-68).

Vicente José González García se refi ere a la ciudad de Oviedo en Oviedo: de ciudad romana al siglo dorado de la Reconquista (pp. 69-109). El Dr. González García defi ende y de-muestra fehacientemente, con documentación escrita y arqueológica, la existencia de un Ovie-do antiguo y medieval, presente ya en la época romana, y reivindica también su importancia en el siglo dorado de la Reconquista.

José Antonio Valdés Gallego, en Los notarios de los diplomas de Alfonso III (pp. 111-177), nos ofrece un largo artículo sobre la historia del notariado. El autor trata de distinguir las funciones propias del notario y las del escriba. Cree que en el período asturiano hubo un redactor único. Conviven fórmulas propias del notario, del escriba y mixtas. Sólo hubo notarios estables vinculados a la monarquía, no a obispos, por ejemplo.

El trabajo siguiente, escrito en lengua asturiana por Xosé Luís García Árias (Univer-sidad de Oviedo), se introduce en el campo de la lingüística, y se titula El léxicu de la llingua asturiana y los documentos orixinales de los sieglos IX y X (pp. 179-190). García Arias analiza la evolución del latín hacia el asturiano.

El artículo de Ramón Gutiérrez González (Universidad de Bolonia), El latín de la “Versión Rotense” de la “Crónica de Alfonso III” (pp. 191-219), se incluye también en el ám-bito lingüístico y examina en la primera parte, aquí presentada, las peculiaridades ortográfi cas y morfológicas del latín empleado en las citadas crónicas, tanto referidas a las vocales, como a las consonantes y a los grupos consonánticos, así como los cambios en la morfología de los nombres y de los verbos.

El trabajo del Dr. Xosé-Carlos Díaz Camacho, El monasterio de San Martín de Castañeda/San Martiño de Castañeira. Un enclave del Noroeste mozarabizado (pp. 221-262) está dedicado a este cenobio, situado junto al lago de Sanabria: de tradición suevo-visigótica y eremítico-anacorética, se halla en una zona de comunicación entre Gallaecia y Al-Andalus en la que confl uyen infl uencias árabes con la tradición tardoantigua y visigótico-latina.

El análisis de la intitulación regia, desde Pelayo a Alfonso VI, es decir, en el pe-ríodo en el cual la intitulación regia empezaba a apuntarse como elemento fundamental del documento, es objeto de examen por parte de Susana Cabezas Fontanilla y de Nicolás Ávila Seoane (ambos de la Universidad Complutense de Madrid) en el trabajo, La intitulación en la documentación regia: de Pelayo a Alfonso VI (pp. 263-312). Aunque la intitulación general en los diplomas astures y leoneses ya había sido abordada desde diversas perspectivas, Susana Cabezas y Nicolás Ávila se fi jan en las formas intitulativas de cada uno de los monarcas de este período, en las que se hallan, especialmente a partir de Alfonso VI, los principales elementos que constituirán la intitulación de la plena Edad Media.

Mª Concepción Fernández López (Universidad de Santiago de Compostela, Campus de Lugo) en“Nominis Ithacii; Teodenandus conuersus”: Consagración personal y territorio (pp. 313-326) se refi ere a la onomástica en diversos textos del área hispano-romana norocci-dental, del período tardolatino o altomedieval cristiano, luco-ovetense.

Finalmente, Alfonso García Leal (Universidad de Oviedo), uno de los editores de la obra que reseñamos, cierra el tomo con un trabajo sobre La diplomática del reino de Asturias (718-910) (pp. 327-342), una de sus principales líneas de investigación. García Leal estudia aquí únicamente los diplomas auténticos y se interesa particularmente por su valor diplomático y lingüístico.

Vaya nuestra enhorabuena a los editores, a los autores y a las entidades e institucio-nes que han fi nanciado la edición de esta obra (Cajastur, Universidad de Oviedo y Principado de Asturias) y han hecho posible que estos interesantes trabajos puedan llegar a manos de los estudiosos. Al mismo tiempo, deseamos larga vida a la Colección “Asturiensis Regni Territo-rium” que fomenta la investigación del antiguo reino de Asturias.

JOSEFINA MUTGÉ VIVESInstitución Milà i Fontanals, CSIC. Barcelona

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Alfonso GARCÍA LEAL, Ramón GUTIÉRREZ GONZÁLEZ, Clara Elena PRIETO EN-TRIALGO (eds.), MC Aniversario de la muerte de Alfonso III y de la tripartición del territorio del reino de Asturias, Tomo II, Oviedo, Trabe, 2011, 346 pp. (“Asturiensis Regni Territorium”. Documentos y Estudios sobre el período tardorromano y medieval en el Noroeste Hispano; II). ISBN 978-84-8053-597-7.

Pocos meses después de la publicación del tomo I –reseñado más arriba– que com-prendía once de los trabajos elaborados con motivo de la conmemoración del MC aniversario de la muerte de Alfonso III, ha visto la luz el tomo II, coordinado y editado –lo mismo que el primero–, por Alfonso García Leal, Ramón Gutiérrez González y Clara Elena Prieto Entrialgo. Integran este segundo tomo ocho trabajos, caracterizados también por su rigor científi co. El pri-mero de ellos es el de Manuel Candelario Castilla titulado Apocalipsis visigóticos: una perspec-tiva de clasifi cación de los Beatos (pp. 1-112). El autor defi ne los Apocalipsis españoles como un grupo de códices datados entre los siglos X y XIII, cuyo texto es el Comentario al Apoca-lipsis, escrito en el último cuarto del siglo VIII por Beato de Liébana; también se consideran como visigóticos los que se compusieron en el siglo X, además del primer ejemplar conocido del siglo XI, y se les denomina Beatos (p. 1). En un exhaustivo estudio, el autor analiza a fondo el Comentario al Apocalipsis de Beato de Liébana y todos y cada uno de los Beatos visigóticos, ofreciendo cuatro propuestas de clasifi cación.

El trabajo de Lorenzo Arias Páramo (Universidad de Oviedo), El programa icono-gráfi co del Naranco y la teología del poder en el reino de Asturias (pp. 113-155), se refi ere a la iconografía del emblemático edifi cio de arte asturiano de Santa María de Naranco, próximo a la ciudad de Oviedo. Este edifi cio fue construido dentro del ámbito regio, en un principio, como un edifi cio civil, pero se convirtió posteriormente, en el siglo XI, en una iglesia. Lorenzo Arias, en este estudio, ofrece un conjunto de imágenes transmitidas desde Ramiro I en el marco arquitectónico de Santa María de Naranco y demuestra que los reyes astures integraron en su lenguaje del poder el universo cristiano como un referente clave en sus programas políticos, ideológicos y artísticos (p. 115). Lo mismo puede aplicarse a San Miguel de Liño y a San Sal-vador de Valdediós no se puede comprender el arte medieval astur sin tener plena conciencia de la infl uencia de la ideología cristiana sobre aquella población. La iconografía cristiana tuvo una especial proyección en todos los órdenes de la vida.

El tercer estudio de este segundo tomo se realizó en el marco del proyecto fi nanciado HAR2009-2011 y corre a cargo de tres autores: Fátima Martín Escudero (Universidad Com-plutense de Madrid), Julio Mínguez (investigador) y Alberto J. Canto (Universidad Autónoma de Madrid). Se trata de un trabajo de numismática que aborda La circulación monetaria en el reinado de Alfonso III, a través de las fuentes documentales (pp. 157-205). Esta cuestión había sido ya tratada anteriormente, pero lo había sido en base únicamente al análisis de la documen-tación escrita. La novedad de este artículo radica en que sus autores utilizan, además de la docu-mentación escrita, otras fuentes documentales de igual valor, como son las monedas en sí y los datos extraídos de las excavaciones arqueológicas, además de realizar un estudio comparativo con otros territorios circundantes. Con todas estas premisas han llegado a algunas conclusiones concretas: 1) Parece inaceptable la pervivencia física de la moneda sueva y visigoda más allá del siglo VIII en el reino de Asturias, aunque es posible que se mantuviera la referencia a aque-llos sistemas monetarios como unidad de cuenta. 2) Hay constancia documental de la existencia de sólidos argénteos en la zona de León y Berganza, en los años 894 y 909, lo que puede indicar una evolución desde el sistema monetario suevo-visigodo (en oro) al sistema argénteo andalusí. 3) No hay constancia de la presencia de moneda carolingia en las zonas estudiadas.

Josué Villa Prieto estudia la fi gura del rey Alfonso III de forma retrospectiva. Gra-cias a la subvención de una beca predoctoral del Principado de Asturias, Josué Villa ha rea-lizado el trabajo Alfonso III cinco siglos después de su muerte. Los reyes de Asturias en la anecdótica historiografía goticista del siglo XV: la “Anacephaleosis” y la “Compendiosa His-toria Hispánica” (pp. 207-226). El autor examina las citadas crónicas, realizadas por Alonso de Cartagena y Rodrigo Sánchez Arévalo, dos humanistas del siglo XV, los cuales, en vez de seguir las tendencias de su época, se inspiraron en la Historia Gothica de Ximénez de Rada.

El trabajo de Ramón Gutiérrez González (Universidad de Bolonia) sobre El latín de la “Versión Rotense” de la “Crónica de Alfonso III” (pp. 227-264), constituye la segunda parte

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del que se publicó en el tomo I (pp. 191-219). Mientras en la primera entrega el autor analizaba las peculiaridades ortográfi cas y morfológicas del latín empleado en las citadas crónicas, en la parte que publica en el tomo II, considera las particularidades sintácticas, en las cuales el latín se aleja aún más del modelo clásico.

Serafín Bodelón, en su trabajo Literatura sobre Eulalia: desde su muerte hasta Al-fonso III (pp. 265-311), examina a fondo las fuentes sobre Eulalia o sobre las Eulalias, corres-pondientes a los siglos IV-IX. Se trata en ellas de las santas mártires Eulalia de Mérida y Eulalia de Barcelona.

Concluye el volumen una Bibliografía selecta sobre el reino de Asturias (pp. 313-337), que se debe a Clara Elena Prieto Entrialgo, una de las editoras. Son sus palabras: No se trata de una bibliografía exhaustiva pero sí de una selección amplia de obras: unas antiguas y otras recientes; ambiciosos tratados de conjunto y estudios de tema particular; clásicos vene-rados, nuevos clásicos y publicaciones prácticamente caídas en el olvido (p. 313).

Como colofón de la obra y en homenaje a la Memoria del Prof. Francisco Diego Santos, fallecido el pasado 17 de julio de 2010, se incluye una pequeña colección epigráfi ca, tomada de Studies on Latin Inscriptions of Asturias, que ocupa las pp. 341-346.

Repetimos aquí las mismas palabras con las que terminábamos la reseña del primer tomo. Palabras de felicitación a los editores, a los autores y a las entidades e instituciones que han fi nanciado la edición de esta obra (Cajastur, Universidad de Oviedo y Principado de Asturias). Todos estos artículos constituyen una contribución multidisciplinar al conocimiento de la historia de la alta Edad Media española y, muy especialmente, a la historia del antiguo reino de Asturias.

JOSEFINA MUTGÉ VIVESInstitución Milà i Fontanals, CSIC. Barcelona

María Teresa IRANZO MUÑÍO, Política municipal y vida pública en Huesca: do-cumentos (1260-1527), Zaragoza-Huesca, Universidad de Zaragoza-Instituto de Estudios Al-toaragoneses, 2008, 313 pp. (Textos e Instrumentos para la investigación; 6). ISBN 978-84-9252-200-2.

La colección de documentos reunida por María Teresa Iranzo en el presente volu-men constituyó, en origen, uno de los apéndices de su tesis doctoral, publicada en 2005 con el título Elites políticas y gobierno urbano en Huesca en la Edad Media (Huesca, Ayuntamiento). En ella, se incluye una selección de 135 documentos, relativos a la organización del poder y la reglamentación de la vida urbana en Huesca entre fi nales del siglo XIII y comienzos del XVI. Las transcripciones se presentan precedidas de un estudio preliminar, a modo de presentación, y seguidas de un completo índice de personas y lugares.

La Historia bajomedieval de la ciudad de Huesca adolecía, hasta el momento, de la edición crítica de fuentes, por lo que el trabajo que nos ocupa contribuye decisivamente a paliar dicha carencia y proporciona el contrapunto a las ediciones realizadas hasta ahora, dedicadas preferentemente a la alta y plena Edad Media, concretamente, las publicaciones de Antonio Durán Gudiol, Colección diplomática de la Catedral de Huesca, 2 vols., Huesca, 1965-1967; y de Carlos Laliena Corbera (ed.), Documentos municipales de Huesca, 1100-1350, Huesca, Ayuntamiento, 1988. El volumen, a su vez, se inserta en la colección “Textos e instrumen-tos para la investigación”, respaldada por el Departamento de Historia Medieval, Ciencias y Técnicas Historiográfi cas y Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Zaragoza, que, actualmente, cuenta ya con diez tomos en su haber.

Dentro de su común adscripción al concejo y a la población oscense, los docu-mentos trabajados presentan un origen diverso, que se reparte entre seis archivos diferentes: el Archivo Municipal de Huesca (AMHu); el Archivo de la Catedral de Huesca (ACH); el Archivo de la Corona de Aragón (ACA), especialmente en la sección Real Cancillería; el Ar-chivo Histórico Provincial de Huesca (AHPHu), en su sección Protocolos Notariales; y el Archivo Histórico Provincial de Zaragoza (AHPZ), en sus secciones Inquisición y Archivo Ducal de Híjar.

Asimismo, desde el punto de vista de su contenido, la colección ofrece una rica heterogeneidad. En ella encontramos un completo repertorio de referencias para profundizar en

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el conocimiento de la ciudad de Huesca durante la baja Edad Media, fundamentalmente en el plano institucional y político, pero sin olvidar aspectos más sociales y propios de la cotidianei-dad. Entre ellos, destacan algunos nombramientos de ofi ciales municipales y de representantes de la ciudad ante poderes externos, regulaciones de ofi cios, estatutos, contratos de emisión de deuda pública, actas de reuniones del concejo o varias nóminas de ciudadanos e infanzones que aspiraban al poder político. Muchas de estas fuentes, como señala la autora en la presentación (p. 13), son instrumentos básicos para realizar estudios de tipo prosopográfi co. Por otro lado, se incorpora también un buen número de documentos en los que se da cuenta de aspectos deriva-dos de las relaciones mantenidas entre la ciudad de Huesca y otras entidades o poderes, parti-cularmente la monarquía. En este sentido, hallamos, por ejemplo, la fi rma de derecho requerida por las autoridades locales ante el Justicia de Aragón, para frenar la injerencia del rey en la elec-ción de cargos del concejo, y todo tipo de documentos derivados del ejercicio del poder real.

MARIO LAFUENTE GÓMEZUniversidad de Zaragoza

Giuseppina MELONI, Olivetta SCHENA (a cura di), Sardegna e Mediterraneo tra Medioevo ed Età Moderna: studi in onore di Francesco Cesare Casula, Genova, Brigati, 2009, 457 pp. ISBN 978-88-8782-249-6.

El volumen, coordinado por G. Meloni y O. Schena, es el reconocimiento de sus co-legas, colaboradores y alumnos de las universidades sardas y del Istituto di Storia dell’Europa Mediterranea a sus más de cuarenta años de actividad docente e investigadora. Homenaje al que se suman el Dr. L. Codignola, el Prof. L. Leurini y el Dr. G. Milia, y al que me adhiero en estas líneas, tras una larga y fecunda colaboración.

Su bibliografía, recopilada por MªR. Cotza, evidencia la amplitud de sus inquietudes en diversos campos (Paleografía, Diplomática e Historia Medieval y Moderna), formatos (des-de la monografía al artículo, incluyendo diversos medios audiovisuales) y temáticas (política, economía, cultura y sociedad).

Trabajos centrados en la historia sarda y dirigidos a la comunidad científi ca, a sus alumnos y al conjunto del pueblo sardo a través publicaciones especializadas y de artículos de divulgación, videos o series televisivas.

Se deben a su iniciativa, además, la revista “Medioevo. Saggi e Rassegne”, la Colla-na di Studi Italo-Iberici, y la Collezione di Documenti per il Regno di Sardegna.

Participan en el homenaje: A. Castellaccio, Castelli e fortezze nella Sardegna medio-evale: il periodo genovese; S. Chirra, La fi gura di Berenguer Carròs: luci e ombre della feudalità sardo-iberica; A. Cioppi, Il Regnum Sardiniae et Corsicae nei primi del Trecento attraverso un inedito resoconto di Ramon ça Vall; M. Corda, Marmorari nel Regno di Sardegna (XVII-XVIII secolo); B. Fois, Le donne, il matrimonio, l’amore e il sesso nella Sardegna giudicale; L. Galli-nari, Alcuni “discorsi” politici e istituzionali nello scontro tra Pietro IV d’ Aragona e Mariano IV d’Arborea; E. Martí Sentañes, I procuratori municipali nelle assemblee rappresentative della Corona d’Aragona nel XV secolo: il caso sardo; MªG. Mele, La frontiera mediterranea: i Centelles tra interessi feudali e difesa del Regno di Sardegna; G. Meloni, La conoscenza del territorio tra storia e microstoria. La curatoria di Dore; MªG. Meloni, La Corsica medioevale nell’Archivio della Corona d’Aragona di Barcellona; Sebastiana Nocco, La defi nizione della linea di confi ne tra due comunità della Sardegna nei secc. XIV-XV; A.Mª Oliva, March Jover uomo del re e uomo dei consiglieri di Cagliari nella Sardegna tra Tre e Quattrocento; O. Schena, La Carta sarda in caratteri greci. Note diplomatistiche e paleografi che; G. Serreli, Alcuni casi di pianifi cazione dell’insediamento in epoca giudicale; G. Sini, Informatica umanistica: appunti e rifl essioni sullo stato dell’arte e nuove prospettive; S. Sitzia, Le visite pastorali in Sardegna tra XVI e XIX secolo: rifl essioni storiografi che e annotazioni metodologiche; D. Vacca, Le torri litoranee della costa sud-occidentale della Sardegna e i problemi relativi alla difesa delle isole minori dagli attachi corsari.

Mª ROSA MUÑOZ POMERUniversitat de València

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Ramon ORDEIG i MATA, Diplomatari de la catedral de Vic, segle XI, Vic, Publica-cions del Patronat d'Estudis Osonencs-Publicacions de l'Arxiu i Biblioteca Episcopals, 2000-2009, 5 fascicles, 1166 pp. (Sèrie Documents; 1-5). ISBN 84-931853-0-2.

Entre els anys 1980-1996 es publicà en cinc fascicles el Diplomatari de la Catedral de Vic: segles IX-X, obra pòstuma d’Eduard Junyent i Subirà, canonge arxiver de la seu de Vic. Segons explica Miquel S. Gros en la introducció d’aquesta obra, Junyent havia aplegat anys enrere la documentació dels segles IX-X conservada als arxius eclesiàstics de Vic però, mal-grat els seus múltiples intents, no fou possible publicar-la per manca de recursos econòmics. Precisament, fou gràcies a les últimes voluntats del propi Junyent que aquesta obra va poder veure la llum. La publicació d’aquest diplomatari es dugué a terme per un equip de treball co-ordinat per Ramon Ordeig i que comptà amb Miquel S. Gros, Antoni Pladevall i Manuel Rovira que s’encarregaren d’adaptar l’edició de Junyent a les normes diplomàtiques actuals. Aquesta obra formidable aplega un total de 651 documents dels segles IX-X, gairebé tots originals, procedents de l’arxiu capitular i de l’arxiu episcopal de Vic. Cal parar esment a l’últim fascicle d’aquesta obra, el qual conté una taula amb tots els noms dels escrivans que hi apareixen, un exhaustiu índex alfabètic i una valuosa selecció de 126 làmines que mostren els diferents tipus de lletra en què foren escrits els documents del diplomatari.

Doncs bé, presentem tot seguit la continuació d’aquesta tasca iniciada per Junyent. Es tracta de la publicació, també en cinc fascicles, de tota la documentació del segle XI de la catedral de Vic duta a terme per Ramon Ordeig i Mata i que constitueix el segon volum d’aquesta sèrie: Diplomatari de la catedral de Vic, segle XI. Consisteix en una obra ingent que reuneix més d’un miler de diplomes, la majoria fi ns ara inèdits. S’hi inclouen essencialment els documents dels fons primitius de la catedral, però també s’hi pot trobar algun document de gran importància per a la història de la catedral procedent d’arxius o de reculls incorporats posterior-ment a l’arxiu capitular i a l’arxiu episcopal vigatans.

La numeració de documents és consecutiva a la de l’obra de Junyent i aquesta pu-blicació segueix les mateixes normes d’edició que el primer volum. Cada document va precedit d'un regest i, sota d’aquest, s’hi fan constar les dades arxivístiques i bibliogràfi ques correspo-nents. La datació dels diplomes, que correspon a la del regnat del rei franc, és adaptada se-gons el còmput actual, d'acord amb les taules cronològiques d’E. Flórez contingudes a España Sagrada (t. XXVIII, Madrid, 1774, pp. 365-367), però amb l’esmena proposada per Anscari M. Mundó en el seu article on parla de la datació dels documents del rei Robert (La datació de documents pel rei Robert (396-1031) a Catalunya, “Anuario de Estudios Medievales”, 4 (1967), pp. 13-34).

L’obra és encapçalada per una breu introducció on Ramon Ordeig repassa la his-tòria de l’arxiu capitular de Vic i, concretament, la de la documentació del segle XI. També fa referència a les edicions parcials o en extracte realitzades per autors nacionals i estrangers d’aquest fons específi c.

En el fascicle primer s’hi inclouen, a manera d’apèndix del volum I, tres documents del segle X que no havien estat publicats en el lloc corresponent del diplomatari. Així mateix, hi trobem una nota on es demostra que el document 138 data de l’any 872, i no del 929 com es va considerar en el primer volum. Aquesta esmena converteix el document 138 en el més antic dels documents que es guarden en el conjunt d’arxius de la catedral vigatana, tal i com assenyala Ramon Ordeig (p. 4).

Posa punt i fi nal a aquesta obra el fascicle cinquè on hi trobem l’addenda, consti-tuïda per sis documents que per raons diverses no havien estat integrats en el lloc corresponent del diplomatari. Ramon Ordeig, a més, hi afegeix una nota sobre la difi cultat d’establir la data exacta d’alguns documents. Finalment, s’hi inclou un complet índex alfabètic de noms propis de persona i de lloc que apareixen al llarg del diplomatari, a més d’aquells termes o expressions que poden tenir un interès des dels camps diplomàtic, fi lològic, històric, jurídic i fi losòfi c.

El diplomatari està constituït per tota mena de documents. Hi predomina la docu-mentació de caire privat procedent del conjunt de la diòcesi d’Osona, entre la qual es troben do-cuments de compravenda, permutes, testaments i execucions testamentàries, donacions, libels de dot, convinences, empenyoraments, sacramentals, processos judicials, juraments de fi delitat i vassallatge, etc. Tanmateix, tampoc manquen aquells textos que fan referència a actuacions

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de les autoritats episcopals i comtals, i que són d’importància cabdal tant per la història de la catedral com per la de la diòcesi osonenca. Hi destaquen, per exemple, els testimonis de les actuacions del bisbe Oliba que mostren la seva acció pacifi cadora enfront dels primers feudals, la defensa dels béns de l’església i la seva voluntat de protegir els més febles; com és el cas del document 880 (pp. 205-206), en què l’esmentat bisbe anuncia als monjos del cenobi de Santa Maria de Ripoll les constitucions de Pau i Treva establertes en un sínode celebrat a Vic l’any 1029, i que són confi rmades anys més tard davant de bisbes, abats, comtes, vescomtes i altres magnats (document 919, pp. 245-246). Hi trobem també el document de consagració de la ca-tedral de Vic del 31 d’agost del 1038, després que el propi Oliba n’impulsés la renovació amb l’ajuda de la comtessa Ermessenda (document 974, pp. 298-300).

Al llarg d’aquests cinc volums del diplomatari, es pot apreciar l’evolució històri-ca de la diòcesi d’Osona. Així doncs, veiem com aquesta passa d’estar sota la protecció de l’arxidiòcesi de Narbona a dependre de l’arxidiòcesi de Tarragona recent restaurada. Podem llegir en el diplomatari (document 1554, pp. 838-840) la butlla que el papa Urbà II va adreçar l’any 1089 als comtes Berenguer de Barcelona, Ermengol d’Urgell i Bernat de Besalú, on els notifi ca que el bisbe Berenguer Sunifred Lluçà li ha mostrat els privilegis papals que pertanyien a Tarragona i els exhorta a restaurar aquesta ciutat per tal que hi pugui haver carta episcopal; els fa saber també que lliurarà el pal·li al bisbe Berenguer, si l’arquebisbe de Narbona no pot acreditar els seus drets sobre la tarraconense.

En defi nitiva, el Diplomatari de la Catedral de Vic és una obra excel·lent que repre-senta una font imponderable pels medievalistes de qualsevol disciplina.

MARTA SEGARRÉS GISBERTUniversitat de Barcelona

Paulo OROSIO, Historias contra los paganos. Versión aragonesa patrocinada por Juan Fernández Heredia, edición de Ángeles ROMERO CAMBRÓN, en colaboración con Ignacio J. GARCÍA PINILLA, Zaragoza, Instituto de Estudios Altoaragoneses-Instituto de Estudios Turo-lenses, 2008, 732 pp. ISBN 978-84-7733-986-1.

Para preparar esta noticia, tomo los volúmenes de la Budé [Orose, Histoires (contre les païens), ed. y trad. francesa de M.P. Arnaud-Lindet, Paris, 1991], pues prefi ero tener ante mí un texto crítico latino que me permita apreciar la traducción de Heredia (lamento, pues, que la versión de Heredia no haya sido dada en edición bilingüe, a pesar de saber el volumen que ello hubiera supuesto). Y es que no quiero dejar de denunciar que la mayoría de manuales de literatura latina disponibles apenas mencionan a Orosio, a pesar de su innegable importancia: así, por ejemplo, ¿de cuántas obras clásicas se conservan más de 250 manuscritos latinos y, más aún, un buen puñado de ellos anteriores al siglo IX, es decir, a la renouatio Carolingia? El citado estudio de introducción de Arnaud-Lindet nos recuerda la trascendencia de las Historias de Orosio (discípulo de san Agustín, s. IV), uno de los primeros historiadores cristianos –¿de ahí el silencio en nuestros manuales?–, pero explica velozmente la razón de su decadencia en época reciente. Dice Arnaud-Lindet (vol. I, p. VII) que, al haber sido Orosio un gran compilador de historiadores romanos anteriores, ha tenido la mala suerte (Orose a eu la mauvaise fortune) de que la mayoría de las fuentes que cita se han conservado razonablemente bien, con lo que las recientes ediciones críticas fueron restándole importancia como fuente para el estudio de la his-toria. Esta razón, además de convincente, explica, a nuestro juicio, que Orosio supo distinguir excelentes fuentes historiográfi cas latinas para su proyecto de crítica histórica cristiana y nos plantea que habría que demostrar, a la inversa, hasta qué punto ciertos historiadores ganaron interés para la tradición por el hecho de haber sido citados por Orosio, como ocurre con las obras de otras autoridades, como las de Aristóteles o las del mismo san Agustín, que por su infl uencia ayudaron a mantener el interés de textos que, de otro modo, se hubieran perdido. En suma, explica también la necesidad de no olvidar a Orosio en la historia literaria y, por ende, mi celebración por la aparición de este trabajo.

El estudio de introducción de Romero y García Pinilla da noticia, en primer lugar, de la existencia de dos traducciones encargadas por Heredia, ambas en versión aragonesa: 1) a

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partir de la versión italiana de Bono Giamboni (G), en la segunda mitad del s. XIII (ms. 10200 BN de España, anterior a 1377, M); 2) a partir del latín, pero con mediación de la anterior citada (Colegio Corpus Christi de Valencia ms. V-27, posterior a 1377,V; Bibl. Univ. de Valencia, ms. 189, fi n. XVI-inic. XVII, W, descriptus de M). El códice V y su versión es el tomado como objeto de edición crítica, cotejado con el testimonio W (de peor calidad textual y material, pero que conserva el último folio perdido en V), y con los fragmentos editados en varios estudios. Continúan con la aportación de un estudio paleográfi co para determinar la atribución de la copia (de V) a Fernando de Medina, mas llegan a la conclusión negativa y que tal copista sigue siendo desconocido (p. XXXVI). El apartado dedicado a las rúbricas del texto –que no serían de Orosio, aunque aparecerían en época temprana con la función, siempre permanente, de facilitar su consulta y lectura fragmentaria– sirven para fi jar criterios de edición y para ver la manera de proceder del traductor y de la copia. Demuestran la infl uencia de M sobre V, en ocasiones contribuyendo al error o la calidad de la traducción. Acudiendo al stemma de la redacción latina, determinan que la base de V era un códice tardío (recentior) y ya bastante contaminado (deterior), características que han debido infl uir también en el resultado de la traducción. Preci-san la redacción de V con posterioridad a 1385, en razón de su uso en otras crónicas elaboradas contemporáneamente. También es relevante en el estudio de introducción el análisis lingüístico del texto, en el que las características del aragonés contaminado de rasgos castellanos, cata-lanes, occitanos, italianos y latinizantes (una mezcla que al parecer ya pertenecía al mismo Heredia, pero en el que cabe añadir la mano de los correctores y copistas) explica el resultado de un texto realmente curioso (es decir, extraordinario) desde un punto de vista lingüístico. De ahí que el léxico aislado y comentado al fi nal del trabajo (pp. 693-717) resulte útil no sólo para la comprensión del texto, sino para continuar su estudio. Sin embargo, se echa en falta un índice de nombres, sobre todo para una obra en la que su temática historiográfi ca hace que éste sea más que conveniente. Hay que destacar el fi no trabajo de anotación del texto, realmente central junto a la fi jación misma del texto, en tanto que tales notas contienen o bien el aparato crítico, en ocasiones acompañado de justifi caciones sobre las lecturas y variantes, o bien notas lingüísticas y culturales al texto.

El texto que, fi nalmente, es el objeto central del libro publicado, resulta editado excelente y convenientemente con criterios diplomáticos, sobre los que mínimamente se han aplicado algunos criterios de modernización, tales como una acentuación regularizada (pero afortunadamente no una ortografía regular) y una puntuación muy meditada.

ÓSCAR DE LA CRUZ PALMAUniversitat Autònoma de Barcelona

Stefano PALMIERI (ed.), I fascicoli della Cancelleria Angioina. V.3: Le inchieste di Carlo I (1268-1284), Napoli, Accademia Pontaniana, 2008, CLXIV+608 pp. (Testi e documenti di Storia Napoletana, serie III; 3). ISBN 978-88-6419-010-5.

Nella tipologia dei documenti prodotti dalla cancelleria angioina, la cui genesi è stata esemplarmente studiata e sintetizzata da Stefano Palmieri nel volume La cancelleria del Regno di Sicilia in età angioina, “Quaderni dell’Accademia Pontaniana”, 48 (2006), i cosiddetti fascicoli rappresentano una delle tre serie che componevano l’antico archivio della cancelleria angioina noto anche come “Archivio della regia zecca” e fi n dall'età me-dievale era la peggio conservata. Questi documenti, costituiti da semplici fascicoli cuciti e senza rilegatura, erano degli strumenti conoscitivi sintetici, redatti sia da funzionari peri-ferici sia da altri uffi ciali dell’amministrazione centrale su specifi co ordine regio ed il loro nome deriva appunto dalla loro struttura che li distingue dai registri e dalle arche. Questi atti, che venivano rimessi alla regia curia alla fi ne del mandato dei funzionari, si possono racchiudere in sole tre tipologie di scritture come ha sottolineato l’autore: 1) i quaderni redatti per le cure degli uffi ciali regi preposti a circoscrizioni amministrative periferiche, i quali erano tenuti a registrare tutti gli atti del loro uffi cio e in alcuni casi trascrivendo pure gli ordini regi in apertura del fascicolo, che giustifi cavano l’operato dell’uffi ciale; 2) stru-menti amministrativi sintetici compilati dagli uffi ciali in servizio alla grande curia regia

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ogni qualvolta sorgeva l’esigenza di informazioni su una specifi ca questione; 3) registri di cancelleria che a causa dei loro caratteri estrinseci erano stati erroneamente aggregati alla serie dei fascicoli.

Solo l’impegno costante e l’esperienza che Stefano Palmieri ripone da anni insieme con gli archivisti napoletani ha permesso anche in questo caso la ricostruzione parziale di una parte di questa serie. Nel volume si ripercorre la lunga storia della documentazione caratterizzata da traslochi, rilegature e riordini che si evincono dalle testimonianze di coloro che studiarono e lavorarono su quelle carte fi no alla distruzione avvenuta nel 1943. L’ultima testimonianza, quella della Mazzoleni, è stata forse la più utile per redigere in modo esemplare l’inventario cronologico-sistematico della serie che viene pubblicato nella pagine XXXIII-CLXIV.

In questa edizione si è voluto privilegiare la tipologia degli atti sull’ordinamento archivistico. I documenti raccolti e pubblicati in questo lavoro riguardano 45 inchieste ordi-narie e straordinarie, relative tutte al regno di Carlo I dal 1268 al 1284, sia quelle relative a uno specifi co territorio sia quelle relative a un determinato affare. Non tutti i fascicoli sono composti da più carte, ma ognuno è un tassello in più nella storia del Regno di Sicilia. Dalle inchieste sui traditori di Terra di Lavoro a quella sui boschi del Regno (1270-71), da quella del 1272 sui vassalli di Napoli e Terra di Lavoro convocata per la spedizione di Romania a quella importante e ricca di notizie sull’Abruzzo del 1272, si evince ancora una volta la strut-tura avanzata dell’apparato burocratico del regno, capace di garantire dovunque il controllo del sovrano.

Emerge così il rilievo che possono assumere questo tipo di lavori e la loro valenza interdisciplinare. I documenti contenuti, pur rientrando in sole tre categorie, forniscono notizie in alcuni casi di straordinario interesse che permettono di inquadrare aspetti della vita sociale, economica e culturale che va ben oltre la storia amministrativa. Si tratta quindi di un volume di grande importanza non solo per la storia del regno di Carlo I ma più in generale per la storia della società e delle problematiche del mezzogiorno angioino.

L’esemplarità dell’impianto metodologico e fi lologico di tutto il volume ci induce a formulare l’augurio di poter disporre presto di altri numerosi strumenti di lavoro come quello di Palmieri che dal prossimo anno saranno disponibili on line sul sito dell’Archivio di Stato di Napoli.

GEMMA COLESANTIISSM-CNR

Christiane RAYNAUD, Villes en guerre : XIVe-XVe siècles. Actes du colloque tenu à l'Université de Provence, Aix-en-Provence, 8-9 juin 2006, Aix-en-Provence, Publications de l'Université de Provence, 2008, 243 pp. (Le Temps de l'histoire). ISBN 978-2-85399-691-4.

Les neuf communications qui composent le recueil Villes en guerre, issues du co-lloque du même nom qui s'est tenu les 8 et 9 juin 2006 à Aix-en-Provence, se placent au coeur d'une tendance historiographique qui s'est avérée particulièrement féconde depuis une quin-zaine d'années. Questionnant des problématiques déjà éprouvées – par exemple les mutations de l'organisation militaire urbaine qui semblent préfi gurer la « révolution militaire » de l'époque moderne – et s'efforçant d'ouvrir de nouvelles perspectives, les auteurs composent en effet un tableau stimulant et cohérent des acquis récents de la recherche sur ce thème des rapports entre les sociétés et les espaces urbains d'une part et la guerre d'autre part dans l'Europe occidentale de la fi n du Moyen Age. Au terme de la lecture, il ressort ainsi que la guerre n'est pas un phéno-mène qui se tiendrait dans les marges de l'histoire urbaine, mais qu'elle est au contraire un fait social urbain total, tant les villes vivent, à la fi n du Moyen Age, avec la guerre comme horizon d'attente. Qu'elle soit une réalité quotidienne obsédante ou que sa proximité, dans le temps comme dans l'espace, suffi se à nourrir les fantasmes, la guerre est vécue et pensée comme une structure fondamentale des modes d'organisation et des imaginaires urbains. La mise en regard des sources littéraires et iconographiques et des documents d'archives fait clairement apparaître deux centres d'intérêt majeurs, qui font l'objet d'études plus ou moins approfondies dans cha-cune des contributions.

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Le premier axe de recherche a trait aux conditions de vie des populations urbaines en temps de guerre. Peter F. Ainsworth (pp. 13-42), Manuel Sánchez Martínez (pp. 43-62), Philippe Jansen (pp. 63-84), Louis Stouff (pp. 127-136) et Christiane Raynaud (pp. 137-159) consacrent à cette question de longs développements qui esquissent un portrait vivant des épreuves – la disette, la peste, la pauvreté principalement – auxquelles sont confrontés les citadins dans ces temps d'incertitudes et d'angoisses collectives. Ils mettent notamment en lu-mière la diffi cile cohabitation entre les habitants des villes et les compagnies de mercenaires qui tendent à se substituer, selon des chronologies décalées en fonction des aires géographiques considérées, aux milices urbaines pour assurer la défense des villes. Si les autorités municipales s'en remettent à elles, conscientes de leur plus grande adaptation aux nouvelles conditions de la guerre, elles n'en craignent pas moins ces hommes qu'il faut loger, nourrir, payer et contrô-ler, ce qui ne se fait pas sans heurt avec les citadins tant sont fréquentes les déprédations et autres formes de violences. Plus généralement, la guerre a pour effet, partout où elle passe, des phénomènes de pénurie et partant de cherté liés à la déstructuration des réseaux d'approvi-sionnement. Pour faire face aux coûts considérables qu'induisent l'entretien des fortifi cations et l'engagement de troupes de mercenaires, les villes se voient contraintes à s'endetter lourdement auprès de créanciers qu'elles ne remboursent parfois qu'au terme de plusieurs dizaines d'années au prix d'un alourdissement de la fi scalité directe et, plus encore, indirecte. Au-delà des consé-quences immédiatement tangibles, la guerre génère de nouveaux équilibres politiques, écono-miques, sociaux et territoriaux durables. Elle tend en effet à accroître l'autorité des institutions de gouvernement municipal, à qui ont été confi ées, pour le temps des confl its, de nouvelles responsabilités économiques et militaires, comme dans les Marches (pp. 65-84) ou les cités de l'Empire (pp. 185-223). Elle rend nécessaire la mise en place de nouveaux régimes fi scaux et de nouvelles techniques comptables, qu'expérimente de façon assez précoce la Catalogne (pp. 43-62 et pp. 161-184). Elle transforme les modes d'occupation de l'espace, en favorisant l'abandon des noyaux d'habitations situés hors les murs et le repli vers les centres urbains do-minants, comme à Arles (pp. 127-136). Enfi n, elle accompagne et accélère l'aristocratisation des élites urbaines, qui s'agrègent pour certaines à l'aristocratie militaire, et creuse le fossé qui sépare les citoyens riches, partisans d'une augmentation des taxes sur la consommation, et le commun qui privilégie l'imposition directe.

Si la guerre affecte donc la ville à tous les niveaux, la ville, en retour, apparaît bien sous la plume des auteurs, notamment Germain Butaud (pp. 103-126), Pere Verdés Pijuan (pp. 161-184) et Pierre Monnet (pp. 185-223), comme un laboratoire des mutations de la guerre et de ses perceptions au cours de cet « automne du Moyen Age ». Dans la mesure où les popula-tions urbaines, dont il s'agit de gagner les coeurs, sont directement impliquées par les confl its, toute guerre est aussi et immédiatement guerre économique, guerre psychologique et guerre de propagande. En Catalogne, les municipalités révoltées contre l'autorité de Jean II entre 1462 et 1472 déploient ainsi des trésors d'imagination pour défendre la légitimité de la cause re-belle et jeter l'opprobre sur les « traîtres » à la cité que sont les partisans de la cause royale (pp. 161-184). A Avignon, le gouvernement local qui s'est rallié au principe de la soustraction d'obédience au pape Benoît XIII fait donner des représentations devant tout le peuple assemblé pour tourner en dérision ce pape isolé et retranché derrière les murs de son palais (pp. 103-126). Enfi n, l'article de Pierre Monnet met en lumière la façon dont la guerre, en Allemagne comme en Italie, devient partie prenante de l'identité communale et s'intègre dans des constructions mémorielles complexes qui fondent la conscience que la ville et le citoyen de la ville se don-nent d'eux-mêmes. Le diptyque formé par l'héroïsation et la « mise en mémoire » des hauts faits d'armes de la ville jette les bases d'un langage politique partagé, qui s'exprime sous des formes cérémonielles ou scripturaires diverses – rituels, fêtes, concours, inscriptions, statuaire, chroniques... –, et qui témoigne de l'union indissoluble et paradoxale de la guerre et de la ville, conçue pourtant comme communauté pacifi que et condition de réalisation de la paix.

LÉONARD COURBONUniversité Lumière Lyon II

UMR 5648/CIHAM

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Carlos Manuel REGLERO DE LA FUENTE, Cluny en España: los prioratos de la pro-vincia y sus redes sociales (1073-ca.1270), León, Centro de Estudios e Investigación “San Isidoro”- Archivo Histórico Diocesano, 2008, 866 pp. ISBN 978-84-87667-96-1.

Hasta no hace mucho, quien quería ver los documentos de la abadía de Cluny de-bía consultar los monumentales cartularios de J.H. Pignot - M. Dejussieu, Historie de l'ordre de Cluny, Autun, 1868; y de A. Bernard - A. Bruel (eds.) Recueil des chartes de l'abbaye de Cluny, 6 vols., Paris, 1876-1903. Esta tradición de estudios diplomáticos, con antecedentes e intermediarios que, por cuestión de espacio, no podemos citar, tiene su actualización y conti-nuación en el proyecto sobre “Les documents du monastère de Cluny” que desarrolla el Institut für Frühmittelalterforschung de Münster, entre cuyos colaboradores hay que contar a Carlos Manuel Reglero de la Fuente (Universidad de Valladolid) [sus resultados pueden verse ahora en http://www.unimuenster.de/Fruehmittelalter/Projekte/Cluny/Welcome-f.htm]. No hay duda de que el libro de Reglero es resultado de su colaboración en tal proyecto, en tanto que se ofrece como especialista en la presencia de Cluny en la península Ibérica. De ahí que en su libro, junto al gran análisis de corte histórico, no faltan ediciones de 60 documentos nuevos (pp. 690-783), transcritos de originales de varias bibliotecas y archivos españoles, y un interesante índice comentado (biográfi co) de los personajes hispánicos que aparecen en el largo necrológico del monasterio cluniaciense de san Zoilo de Carrión (pp. 643-669). Con todo, éstos no son más que una parte documental del total del libro. Su aportación es más bien de tipo historiográfi co, queremos decir, de análisis del patrimonio y de las relaciones político-sociales que logró esta-blecer el monasterio central de Cluny a través de su red monástica hispánica. Emprende, enton-ces, y lo hace incansablemente, el camino de estudios sobre la historia de Cluny que ya habían iniciado G. Constable, J. Kritzeck o Ch. J. Bishko, y, más adelante, P. Henriet y D. Iogna-Prat, del que no cabe ignorar su hermoso análisis Ordonner et exclure: Cluny et la societé chrétienne face à l'hérésie, au judaïsme et à l'Islam, 1000-1050, Paris, 1998.

Ante tal monumentalidad, Reglero se ve obligado a delimitar su campo de estudio: lo hace centrándose en la parte nordhispánica, en donde, efectivamente, la presencia de Cluny es más antigua y signifi cativa, pero dejando de lado la parte de la corona catalano-aragonesa. En cuanto a los límites cronológicos, se refi eren a la aparición de Cluny en la Península (la donación de san Isidoro de Dueñas a Cluny por Alfonso VI (1073), p. 17), hasta aprox. 1270 (sin justifi car), aunque es cierto que en época alfonsina y debido a la menor infl uencia de Cluny, la intensidad de ésta ya decae. En suma, pues, Reglero analiza la presencia de Cluny en la Pe-nínsula sobre el espacio en el que ésta fue más evidente y en el arco temporal en que Cluny se mostró más vigoroso para infl uir sobre los reinos castellanos.

ÓSCAR DE LA CRUZ PALMAUniversitat Autònoma de Barcelona

Flocel SABATÉ (dir.), Jesús BRUFAL (coord.), II Curs internacional d’arqueologia medieval: Arqueologia Medieval. La transformació de la frontera medieval musulmana, Llei-da, Pagès, 2009, 245 pp. ISBN 978-84-9779-783-2.

Aquesta publicació recull les actes del II Curs d’Arqueologia Medieval celebrat a la Universitat de Lleida i a Algerri els dies 15 i 16 de març de l’any 2007, una iniciativa que se centrà en l’estudi de la frontera musulmana i que introdueix les opinions del director del curs, Flocel Sabaté, tot reunint vuit aportacions heterogènies.

Patrice Cressier contrasta les característiques fundacionals i les transformacions diacròniques que observa als espais agrícoles de dues ciutats magrebines, com són Agmat i Tamdult, amb el cas andalusí de Granada, tres exemples on es palesa la importància que cal concedir a l’agricultura irrigada periurbana. Cyrille Aillet detalla de forma didàctica els processos d’islamització i d’arabització a al-Andalus tot seguint la pròpia evolució del cris-tianisme autòcton, del seu posicionament inicial a la seva arabització durant els segles IX-XI i, d’aquí, al seu anihilament defi nitiu. Sophie Gilotte condueix una aproximació arqueològica sobre l’Extremadura oriental, que hom pot considerar com una àrea rural marginal durant

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els segles VIII-XIII, on exemplifi ca les principals transformacions detectades mitjançant una sèrie de casos exemplars de la zona. Pascal Buresi descriu les transformacions de la frontera peninsular entre cristians i musulmans durant els segles XI-XIII, tot destacant les activitats productives a una escala local, els centres de poder a una escala regional i l’evolució de les dues societats a una escala mediterrània. Josep Torró sintetitza, des de l’anàlisi hidràulica, quins poden haver estat els objectius i els efectes de les primeres operacions colonitzadores feudals al regne de València, operacions que impliquen la creació de nous sistemes irrigats difusos i que també persegueixen el drenatge dels marjals. José Mª Martín sistematitza les diverses tècniques constructives d’època andalusina observades a la província de Granada, tècniques que classifi ca i subdivideix a partir de cinc tipus bàsics (mamposteria, sillarejo, sillería, tapial, ladrillo), tot refl exionant sobre el seus usos i cronologies. Jesús Brufal descriu i comenta algunes de les restes visitades durant l’itinerari pràctic del curs, com són la torre de la Ràpita (Vallfogona de Balaguer), certs monuments de Castelló de Farfanya i el castell d’Al-gerri. Marta Monjo, Carme Alòs i Eva Solanes sintetitzen els avenços obtinguts al jaciment del Pla d’Almatà (Balaguer) al capdavall de vint anys de recerca arqueològica, on les successives intervencions aporten dades sobre la muralla, el barri dels terrissaires, la necròpolis, les cases i els carrers o els materials recuperats.

Finalment, aquesta publicació incorpora la transcripció de les discussions que se-guiren les ponències i d’una taula rodona sobre el present i el futur de l’arqueologia andalusí, on destaquem la presidència i els àcids comentaris de Guillem Rosselló, mestre de mestres en aquesta disciplina.

RAMON MARTÍUniversitat Autònoma de Barcelona

Flocel SABATÉ (dir.), Jesús BRUFAL (coord.), III Curs internacional d’arqueologia medieval: Arqueologia Medieval. La prospecció i el territorio, Lleida, Pagès, 2010, 223 pp. ISBN 978-84-9975-070-5.

En aquesta publicació queden recollides les actes del III Curs d’Arqueologia Me-dieval, celebrat a Lleida i Algerri el 13 i 14 de març del 2008. L’objectiu d’aquesta edició es va centrar en el paper de la prospecció arqueològica en els estudis territorials, com presenta en la seva introducció Flocel Sabaté, on també repassa la historia de l’Arqueologia des de l’Edat Mitjana. En total s’hi presenten set ponències que engloben aspectes ben diferenciats.

Antonio Malpica defensa la cientifi citat de l’Arqueologia i especialment de la pros-pecció arqueològica, no només a l’hora d’identifi car jaciments sinó també per establir les relacions dels assentaments humans dins d’un territori concret, en el seu cas el de la Vega de Granada. Ricardo Izquierdo realitza una aproximació al territori de la Sagra (Toledo) a través del seu poblament, utilitzant sobretot les fonts escrites i la toponímia i relegant les prospeccions a una opció complementària, atesa la poca precisió cronològica que aportarien. Jorge Eiroa proposa un marc metodològic on la prospecció representa, junt amb l’anàlisi documental i toponímica, l’excavació arqueològica i un tractament informàtic de les dades, una eina més per aconseguir l’objectiu fi nal d’explicar l’organització d’una societat concreta, com per exemple les comunitats situades en la frontera castellano-granadina dels segles XIII-XV. Vicente Sal-vatierra analitza el paper de les ciutats durant l’emirat andalusí i la seva continuïtat o ruptura amb el model romà i/o visigot, centrant el seu estudi en els àmbits urbans, tant els excavats, com els no excavats o els despoblats de l’Alt Guadalquivir, a la província de Jaén. Al seu torn, Helena Kirchner repassa i sintetitza diversos treballs sobre arqueologia hidràulica, tant en el seu vessant teòric, on realitza una tipologia dels sistemes hidràulics andalusins, com en estudis territorials concrets arreu de la geografi a andalusina i feudal. Tot seguit, trobem un text de Ch-ristophe Picard sobre la fi gura del ribat a la zona sud-oest d’al-Andalus, en un intent de determi-nar-ne els seus orígens i la seva funció fronterera emprant tant documentació escrita com dades arqueològiques. Per últim, Jesús Brufal encabeix un estudi sobre els canvis de capitalitat en les regions de la Frontera Superior d’al-Andalus com a conseqüència de la conquesta almoràvit del segle XII, centrant el seu interès en la ciutat i el territori lleidatà.

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Finalment, aquesta publicació aplega els diversos debats, fi ns a tres, que es van dur a terme durant els tres dies de curs. En aquest apartat destaca la presència d’Eduard Riu-Barrera, que també va participar d’aquest esdeveniment, però qui fi nalment no va poder aportar el seu text a l’edició de les actes, de la mateixa manera que tampoc ho va poder fer Hermenegildo Fernandes. En la transcripció d’aquestes discussions, en les quals també eren presents Carlos Laliena, José Ignacio Padilla i Francesc Fité, s’observa com es van tractar temes no només rela-cionats amb elements propis de la prospecció o el territori, sinó que també es va parlar sobre la pràctica arqueològica medieval, la salvaguarda del patrimoni o la dicotomia entre intervencions programades i excavacions d’empresa.

XAVIER GONZALO ARANGOUniversitat Autònoma de Barcelona

José Ángel SESMA MUÑOZ, El tráfi co mercantil por las aduanas de Ribagorza (1444-1450). Producción y comercio rural en Aragón a fi nales de la Edad Media, Zaragoza, Universidad de Zaragoza-Instituto de Estudios Altoaragoneses, 2010, 400 pp. (Textos e instru-mentos para la investigación; 10). ISBN 978-84-92522-19-4.

En el presente volumen, José Ángel Sesma transcribe y comenta los 25 registros conservados entre 1444 y 1450 de los puntos aduaneros instalados en el espacio de Ribagorza, dentro del reino medieval de Aragón, para controlar el tráfi co mercantil y recaudar sobre él el derecho de las Generalidades. Conviene recordar que este derecho consistía en la exigencia a todos los productos que entraban o salían del territorio aragonés de un porcentaje de su valor de mercado. En concreto, las aduanas incluidas aquí son las enclavadas en ocho lugares: Benas-que, Benabarre, Bonansa, Estadilla, Graus, Lascuarre, Montañana y Pont de Suert.

El libro pertenece a la colección “Textos e instrumentos para la investigación” que viene editando desde 2003, en la Universidad de Zaragoza, el Departamento de Historia Medie-val, Ciencias y Técnicas Historiográfi cas y Estudios Árabes e Islámicos. En esta serie supone la tercera contribución del profesor Sesma a la publicación de las fuentes aduaneras aragonesas de fi nales de la Edad Media, tras las que dedicó a las aduanas de Huesca (en 2005) y de Jaca y Canfranc (en 2006). De hecho, la estructura de la obra sigue el modelo establecido en ambos casos anteriores: el grueso lo constituye lógicamente la transcripción de los registros de Riba-gorza (pp. 25-355), a la que acompañan al fi nal unos índices onomástico y de mercancías (pp. 357-398) y al inicio una breve introducción (pp. 5-24). En ésta se anotan las características que revistió la zona de Ribagorza tanto en el comercio exterior de Aragón como en el sistema aduanero del reino, y se resumen los datos principales que cabe extraer de las aduanas reprodu-cidas en relación con los productos y los operadores que vertebraban los tráfi cos comerciales y con los ámbitos económicos (locales o regionales) que se veían afectados por ellos.

En cuanto a trabajo de edición heurística, el libro en su conjunto signifi ca una apor-tación de interés indudable para la comunidad de historiadores, sobre todo para los investigado-res de la fi scalidad y el comercio o incluso de la fi lología, gracias a la abundancia y la diversidad del léxico con que se hacen constar las mercancías en los documentos transcritos. Pero, en mi opinión, el volumen sirve para subrayar también otros dos elementos de importancia.

El primero atañe a la riqueza de las fuentes aduaneras de Aragón, procedentes del Archivo de la Diputación de Zaragoza, por lo menos para algunos años de mediados del si-glo XV. Esto es algo que ya habían enseñado los textos previos citados de José Ángel Sesma, y que se reitera bien en esta nueva publicación. Si seguimos las palabras del propio autor (pp. 5 y 7), al tratarse de una línea documental muy especializada, toda la que rodea a la fi scalidad medieval (como la de las aduanas) es básica para conocer no sólo la evolución de la realidad impositiva, sino asimismo la actividad económica de las comarcas consideradas. En el ejemplo de Ribagorza, además, por su condición de área homogénea y fronteriza con el sur francés y el oeste catalán, el movimiento global atestiguado de mercancías expresa la proyección comercial de sus habitantes, el comportamiento económico del territorio como unidad de producción y consumo, y su posible actuación como espacio de tránsito hacia otros focos.

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El segundo elemento se refi ere al contenido económico que recogen los registros editados. Según el profesor Sesma (pp. 11-13), tales registros testimonian un comercio muy fragmentado y elemental tanto en sus mercancías (la mayoría adaptadas al mundo rural del que surgen y al que se dirigen), como en las personas que intervienen (también en su mayoría, los propios campesinos que conducen sus modestos excedentes hacia los mercados próximos). El poco peso recaudatorio de las aduanas de Ribagorza en comparación con las restantes del reino de Aragón, y el escaso relieve individual de cada una de las operaciones realizadas al año, se ven compensados por la suma total de éstas últimas (que son más de 1.100 en el conjunto de puntos aduaneros estudiados) y por la amplia variedad de artículos transportados. De ahí deriva el rendimiento social que poseían los tráfi cos atestiguados, que favorecía por distintas vías a numerosos aldeanos de la región. En este contexto es obvio que existían, minoritariamente, perfi les mercantiles más profesionalizados, con actuaciones incluso próximas al gran comercio, y sectores de intercambio donde se daban estrategias de mayor especialización (como ocurría a veces en torno a los cereales, la lana, el aceite y los textiles). Pero, al fi nal, lo que más se vislumbra desde los documentos expuestos en el libro es un pequeño comercio rural e interior, cuya trascendencia en la época medieval ha sido comprobada desde hace tiempo, partiendo del observatorio aragonés, por José Ángel Sesma y otros medievalistas de la Universidad de Zara-goza. En los últimos años, y siempre desde el foro zaragozano, diversos proyectos de investi-gación, reuniones científi cas o volúmenes colectivos certifi can el realce de esa comprobación, dentro de la cual el trabajo reseñado aquí implica un nuevo hito historiográfi co.

DAVID IGUAL LUISUniversidad de Castilla-La Mancha

Pauline STAFFORD, Gender, Family and the Legitimation of Power: England from the Ninth to Early Twelfth Century, Aldershot, Ashgate, 2006, 350 pp. (Variorum Collected Studies Series; CS850). ISBN 0-86078-994-2.

Como viene siendo normal en la colección “Variorum Collected Studies”, este vo-lumen presenta una recopilación de quince artículos escritos por Pauline Stafford, actualmente profesora emérita en la Universidad de Liverpool, cuya producción científi ca está centrada sobre todo en temas de historia política y social en el mundo anglosajón de la alta Edad Media, con especial énfasis en lo referente a la historia de la mujer en el marco de las instituciones monárquicas.

Los textos, un total de catorce editados entre los años 1978 y 2003, más un texto hasta entonces inédito, no están ordenados por año de aparición, sino encajados en cuatro áreas temáticas, a saber: política y género en el siglo IX; monarquía, política y familia entre el siglo X y principios del XI; las reinas y su espacio en el seno de la monarquía; y realeza y mujer a partir de la conquista normanda de Inglaterra hasta inicios del siglo XII.

La distribución de los artículos en dichas áreas pone en difi cultades al lector que pretenda seguir la carrera investigadora de la autora desde un punto de vista estrictamente cro-nológico. Por otra parte, en algunos casos el criterio de uniformidad de los bloques a los que ha dado lugar parece cuanto menos discutible.

Todo ello no es obstáculo, sin embargo, para hacerse una idea clara de cuáles son los intereses principales de Stafford. Éstos giran principalmente alrededor del poder monárquico, sus necesidades y formas de legitimación frente a la aristocracia, y su incidencia en el entorno familiar en los reinos anglosajones entre el siglo IX y los cambios experimentados a raíz de la invasión de 1066. Asimismo, se realizan algunas incursiones en el espacio político carolingio del siglo IX y sus vínculos con las monarquías anglosajonas coetáneas, y todo ello con un en-foque muy centrado en la fi gura de la mujer. De hecho, como la misma autora reconoce en el prefacio, el peso adquirido gradualmente por la perspectiva de género a lo largo de sus años de investigación se manifi esta de un modo u otro en la mayoría de los artículos recopilados para este volumen.

Aunque para el medievalista del medio no anglófono exista tal vez el inconveniente de la falta de familiaridad con la plétora de nombres que en ellos se recogen, lo cierto es que sus

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artículos, bien avalados por un uso francamente cuidadoso e inteligente de fuentes documen-tales y cronísticas, ofrecen al lector interesantes interpretaciones y perspectivas metodológicas de trabajo. En este sentido su lectura, tanto si es selectiva como si es en su totalidad, se hace recomendable.

ALEJANDRO MARTÍNEZ GIRALTCentre de Recerca d’Història Rural-Institut de Recerca Històrica

Universitat de Girona

Sergio TOGNETTI (a cura di), Firenze e Pisa dopo il 1406. La creazione di un nuovo spazio regionale. Atti del convegno di studi. Firenze, 27-28 settembre 2008, Florencia, Leo S. Olschki, 2010, VI+189 pp. (Biblioteca storica toscana; 63). ISBN 978-88-222-5998-1.

Coincidiendo prácticamente con el 150º aniversario de la Unidad de Italia (1861-2011) se publican las actas conmemorativas del 600º aniversario de la conquista de Pisa por Florencia (1406-2006). No deja de ser curiosa la concurrencia de efemérides que celebran la creación de nuevos espacios nacionales precisamente cuando el país se ve inmerso en una fuerte crisis que tiene sus raíces en lo más profundo de su identidad política.

La conquista de Pisa en 1406 ha sido un tema recurrente en la historiografía toscana e italiana desde el siglo XIX. Sin embargo, era necesario retomarlo a la luz de las novedades aportadas por las corrientes más recientes, que han tenido presente tanto el papel de la cons-trucción de los Estados regionales en los siglos XIV y XV para la construcción de Italia, como las mutaciones económicas y de los intercambios internacionales a fi nales de la Edad Media. Efectivamente, más allá de la evidencia, la anexión de Pisa a la república fl orentina era un he-cho cuyo alcance trascendía la mera conquista militar para dar paso a la creación de un nuevo Estado a partir de regiones que habían conocido un desarrollo económico, político y social diverso –cuando no claramente divergente– a lo largo de los siglos centrales de la Edad Media. Florencia alcanzaba el rango de potencia territorial italiana de primera clase y se abría a nuevos espacios, facilitando la proyección peninsular e internacional de la ciudad y su territorio. Éste es precisamente el punto de partida de los siete estudios que componen el presente volumen, de la mano de especialistas en la materia, jóvenes o de largo recorrido. Todos ellos ofrecen nuevas trazas interpretativas que señalan líneas de investigación cuyos resultados están lejos de ser de-fi nitivos si se tiene en cuenta la ingente masa documental conservada, estudiada en una mínima parte en relación a su volumen. En consecuencia, estas actas constituyen a la vez una puesta al día y un punto de partida obligado para quienes aborden las distintas temáticas contenidas en él de aquí en adelante.

Giovanni Ciccaglioni (“Priores Antianorum”, primi tra gli Anziani. Criteri di pre-minenza, cicli economici e ricambio dei gruppi dirigenti popolari a Pisa nel XIV secolo) re-construye con meticuloso detalle la evolución política y social de Pisa en los decenios anterio-res a la conquista, lo que permite comprender la situación interna del territorio. A partir de un uso novedoso del método prosopográfi co, Ciccaglioni estudia ampliamente la relación entre el reemplazo político, los ciclos económicos y las formas de preeminencia, indagando en el modo en el que las instituciones se transformaron con el tiempo e interactuaron con otros represen-tantes del poder político local. Sin embargo, el análisis del Priorato de los Ancianos, élite entre las élites, es sólo el primer paso, uno de los múltiples mecanismos de los que se valieron estas élites ciudadanas para gestionar el cambio político.

La contrapartida la ofrece Laura de Angelis (“Contra Pisas Fiat Viriliter”. Le vicen-de della conquista), que ha trabajado mucho sobre los registros de las Consulte e Pratiche de la Señoría fl orentina. La reconstrucción minuciosa de la conquista permite conocer el punto de vista fl orentino, cómo se vivió y se proyectó la que sería hasta el momento la expansión política más importante de su historia, la que proporcionaría la ansiada salida al mar, iniciando un cami-no que culminaría en 1555 con la conquista de Siena. Pero, sobre todo, emerge la conciencia de la clase dirigente fl orentina del momento histórico, de los retos que se presentaban en el campo de la reorganización estatal, de las posibilidades en materia de expansión económica y del nue-vo peso adquirido en el tablero de ajedrez de la política italiana y mediterránea.

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La expansión fl orentina y la creación de un nuevo espacio estatal de carácter regio-nal no es un hecho único de la Toscana. En una península italiana fuertemente atomizada en ciudades-Estado y señoríos de todo tipo y condición, la contribución de Isabella Lazzarini (La conquista di Pisa nel quadro del sistema territoriale italiano. La testimonianza delle cronache) resulta fundamental para encuadrar el proceso toscano en un marco más amplio que conoce desarrollos paralelos, desde el precedente fallido del Milán de los Visconti (el llamado “Imperio visconteo”) hasta la conquista de la Terraferma veneciana que anclaría fi rmemente la ciudad de la laguna en la política peninsular. Son hechos que tienen un carácter de punto de infl exión a partir del cual nada vuelve a ser lo mismo. La ruptura sistemática de los confi nes políticos tradicionales, iniciada con Gian Galeazzo Visconti con reconocida vastedad y brutalidad inéditas hasta el momento, y desarrollada de manera diversa por Florencia y Venecia, permite la ma-duración de una refl exión historiográfi ca nueva, con una percepción más precisa del proceso político en marcha.

Naturalmente, una conquista de tal alcance, que prácticamente duplicaba el territorio de la república, comportaba obligatoriamente una reorganización de las instituciones adminis-trativas, civiles y eclesiásticas, punto central de los trabajos de Andrea Zorzi (L’inquadramento di Pisa e del suo territorio nel dominio fi orentino) y Mauro Ronzani. El primero ofrece una refl exión con apuntes interesantes sobre la novedad real que comportó la sumisión pisana en la defi nición del nuevo Estado territorial, dentro del cuadro más amplio que tiene en cuenta la naturaleza de la construcción fl orentina en curso. Zorzi relativiza la dureza del dominio fl oren-tino sobre Pisa, en línea con los sufridos por Arezzo y Pistoia. Pero, sobre todo, concluye que el objetivo de Florencia no fue tanto administrar un Estado sino gobernar un dominio: lejos de concebir las funciones públicas al servicio de un proceso de integración estatal, el aparato jurídico-institucional y la práctica de gobierno habrían servido fundamentalmente como instru-mento de conservación de situaciones anteriores.

Ronzani (La chiesa pisana dopo il 1406: arcivescovi e capitolo della cattedrale) pone la atención sobre el mantenimiento de las tradiciones de la iglesia pisana como punto de partida para la designación de un capítulo eclesiástico y arzobispos al servicio de la dominación fl orentina, señalando cuestiones abiertas en el estudio de la iglesia pisana en la primera mitad del siglo XV.

El punto de vista de los vencidos centra el estudio de Giuseppe Petralia (1406: il dissolversi di una società tardocomunale come premessa alla costruzione di uno stato toscano), que aborda las consecuencias de la conquista en la sociedad pisana del siglo XV. Frente al gran desarrollo de la historia administrativa, institucional y política, Petralia invoca la necesidad de abordar el estudio social del antiguo contado pisano que deje de lado la crisis debida a la disolución de la ciudad-Estado y las consecuencias de la diáspora del cuadro dirigente político y económico. Así, señala la oportunidad de nuevas líneas de investigación centradas en la re-novación parcial de la población pisana, con el ascenso de nuevas familias y protagonistas a la sombra del poder fl orentino, más allá de algunos casos ejemplares.

Por último, Sergio Tognetti, en Pisa e il mare (metà XIV-fi ne XV sec.), retrata la expansión de la economía fl orentina más allá del Tirreno, aprovechando y transformando las estructuras y mecanismos pisanos en el Mediterráneo. Se trata de un ensayo crítico que revisa aseveraciones generalizadas, desde la decadencia económica atribuida a Pisa tras la sumisión a Florencia hasta el fracaso como empresa económica del sistema estatal de galeras mercantiles que esta última impulsa a imagen y semejanza de las mude venecianas. Efectivamente, el estudio sin ideas preconcebidas sobre el resultado de la fl ota estatal y su relación directa con la industria y las exigencias de la economía fl orentina dan una nueva visión sobre los éxitos y la obsolescencia de la marina de Estado, siendo igualmente signifi -cativa la integración de los resultados obtenidos por las compañías fl orentinas que instalaron sedes en Pisa.

RAÚL GONZÁLEZ ARÉVALOUniversidad de Sevilla

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Teresa VINYOLES I VIDAL, Història de les dones a la Catalunya medieval, Lleida-Vic, Pagès - Eumo, 2005, 264 pp. (Biblioteca d'Història de Catalunya; 6). ISBN 84-9779-334-X (Pagès) y 84-9766-139-7 (Eumo).

Publicado en el año 2005, el volumen que nos ocupa es un recorrido por la historia de Cataluña a través de mujeres de diferentes estratos sociales, que vivieron entre los siglos IX y los albores de la Edad Moderna. Su autora, la doctora Teresa Vinyoles, es profesora titular de la Universidad de Barcelona desde hace más de treinta años, y una experta en la historia de vida cotidiana y de las mujeres en el ámbito catalán. El planteamiento metodológico de la obra, fundamentado principalmente en el análisis exhaustivo de fuentes archivísticas, nos muestra un discurso inequívoco: que las mujeres, desde diversos ámbitos, fueron parte activa, aunque no siempre reconocida historiográfi camente, del nacimiento y desarrollo de la Cataluña medieval.

Tras una breve introducción que presenta los contenidos del libro, la autora expone un primer capítulo que nos traslada al siglo IX, el momento de confi guración territorial catala-na. Es en este apartado donde la abundante presencia de mujeres en la documentación nos las presentan como repobladoras, agricultoras, nobles a cargo de señoríos o entregadas a una vida religiosa. Aparecen, a modo de ejemplo, vendiendo viñas junto a sus maridos, administrando solas el patrimonio heredado de sus esposos o sus progenitores y restaurando cenobios tras los ataques musulmanes.

En el segundo capítulo encontramos a las mujeres inmersas en el contexto socio-cultural feudal y bajomedieval. En este sentido, la autora diferencia claramente la situación jurídica de las mujeres hasta el siglo XIII, a partir del cual, la expansión político-militar y las transformaciones económicas propiciaron un cambio de mentalidad que no siempre fue favo-rable para la situación general de muchas mujeres. El modelo de familia nuclear, que ya estaba fuertemente establecido en la Cataluña pre-feudal, irá modifi cando negativamente los derechos de las mismas: la fi gura jurídica del hereu único, la pérdida del usufructo vitalicio de las viudas y sobretodo, la consolidación del sistema dotal femenino, harán que muchas mujeres pierdan consideraciones legales, que la autora también asocia al deterioro del prestigio social y dentro de la familia.

El tercer capítulo supone un alto en el análisis de documentación de archivo, para fi jar la atención sobre las fuentes literarias. La autora examina las quatre grans cròniques ca-talanas (la de Jaime I, Bernat Desclot, Ramón Muntaner y Pedro III), para extraer información sobre la presencia y el tratamiento que en ellas se hace de las mujeres. Cabe decir que, mayori-tariamente, estas fuentes refl ejan retratos de reinas, princesas y nobles. De algunas, tan sólo se menciona su nombre y su fi liación paterna, y del resto la autora establece algunos parámetros de observación: las mujeres de estas obras son usadas como “moneda de cambio” por sus pa-rientes masculinos, con el fi n de establecer alianzas entre linajes y conseguir tratados de paz. Además, confi guran un modelo de virtud, en el cual son alabadas la belleza, la sabiduría y la bondad, aunque sin duda el papel que se les otorga de manera signifi cativa es el de madres y obedientes reinas.

Los aspectos más relevantes del cuarto capítulo, que nos sitúa a las mujeres en el entorno urbano bajomedieval, son los referentes a las ocupaciones a las que éstas se dedicaban, tanto dentro como fuera del hogar. Además de las tareas domésticas, trabajaron como panade-ras, coraleras, tejedoras y vendedoras y revendedoras de los más variados productos. Algunas también ayudaban a sus maridos en ofi cios artesanales y también se dedicaron a profesiones tradicionalmente ligadas a los hombres, como es el caso de la metalurgia o la farmacéutica. Al-gunos de los casos más interesantes son los referidos a algunas mujeres de mercaderes, que se convirtieron en verdaderas mujeres de negocios y que han sido estudiadas con más profundidad en posteriores trabajos de la autora (Elles no només fi laven: producció i comerç en mans de dones a la Catalunya baixmedieval, “Recerques”, 56 (2008), pp. 19-45).

El quinto y último capítulo se ocupa de aquellas mujeres que viven en esferas mar-ginales de la sociedad, ya sea en el campo o en la ciudad. Dentro de este grupo, la autora nos recupera el testimonio de las mujeres que vivieron dedicadas a la vida espiritual, ya fuera ésta regulada o independiente de las instituciones eclesiásticas; se ocupa también de las evidencias sobre la vida de mujeres judías y musulmanas, y también de aquellas mujeres especialmente marginadas, como las prostitutas y las esclavas. Para fi nalizar, examina las mujeres que ejercían

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actividades relacionadas con la medicina, y que vieron como, a partir del establecimiento de los Estudios Generales, sus competencias profesionales no podían avalarse en el ámbito universita-rio, al cual no podían acceder por su condición femenina, lo que las degradó a la marginalidad.

Las conclusiones que la autora desea poner de manifi esto pueden resumirse en tres aspectos: por un lado, la documentación catalana nos aporta numerosa información sobre las mujeres medievales, información que no se refl eja en nuestros libros de historia. Por otro lado, las mujeres han sido las depositarias y trasmisoras de unos valores más allá de la cultura domi-nante, entre los cuales, y éste es el tercer aspecto que puntualiza la autora, destaca la predispo-sición femenina a las relaciones humanas.

La dilatada trayectoria docente e investigadora de la doctora Vinyoles hace de este trabajo una combinación magistralmente expuesta de erudición y cercanía, característica que defi ne una manera muy personal de conocer y transmitir conocimiento. La autora propone una singular “mirada” a las fuentes, considerando diferentes ámbitos, algunos tradicionalmente asociados al mundo femenino, y otros fruto de la investigación propia, y siempre cuestionando, siempre preguntando a la fuente desnuda, algo a lo que ya nos tiene acostumbrados en otros de sus estudios y en sus numerosos artículos.

El presente volumen busca la genealogía perdida de las mujeres a través de unas “pinceladas”, como la propia autora indica, sin embargo ofrece algo más, mucho más que un simple boceto. La visualización de la mujer como “sujeto” de análisis histórico, es mostrada, bajo la mirada de la autora, a través de nombres propios: nombres de reinas, campesinas, mon-jas, repobladoras, panaderas o prostitutas. Mujeres reales cuyas historias son rescatadas de protocolos notariales, cartularios, procesos o crónicas para ofrecer una imagen heterogénea, porque diversas son las situaciones sociales que rodean a cada una de ellas, pero que tiene, sin embargo, un elemento en común: sobre todas rige la misma ley, una ley que fue evolucionando amparada en una cultura basada en el poder y el dominio y que las ha relegado durante siglos a la mera anécdota, cuando no al olvido. A través de las vivencias concretas de estas mujeres y de las representaciones que se realizaron sobre ellas, hoy podemos identifi car cómo se elaboran e imponen los discursos que pretenden negar la participación de las mujeres en el desarrollo histórico y, por medio de la investigación científi ca, combatirlos.

ARACELI ROSILLO LUQUEUniversitat de Barcelona

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RESEÑAS

Ignacio ÁLVAREZ BORGE, Cambios y alianzas. La política regia en la frontera del Ebro en el reinado de Alfonso VIII de Castilla (1158-1214), Madrid, Consejo Superior de In-vestigaciones Científi cas, 2008, 520 pp. ISBN 978-84-00-08682-4.

El estudio del poder ha estado siempre presente en la obra de Ignacio Álvarez Bor-ge. El análisis de las formas de su articulación espacial, de su representación social y de su concreción política ha marcado en buena medida su quehacer científi co. No en vano son muy conocidos sus numerosos ensayos dedicados a la organización territorial del reino de Castilla o a las estructuras de poder y a las formas de dominación social durante los siglos X-XIV. El libro que aquí se presenta no es una excepción. Bien al contrario, se trata de un magnífi co ejemplo de cómo un análisis riguroso, exhaustivo y articulado de las fuentes del reino de Castilla en tiempos de Alfonso VIII, (aunque el libro es mucho más ambicioso, pues abarca también los años postreros del reinado de Alfonso VII y los compases iniciales del gobierno de su tataranie-to Fernando), puede ofrecer conclusiones fundamentales para valorar en toda su complejidad la consolidación del cuerpo político castellano a través del fortalecimiento de la acción regia y del diseño de un sistema de alianzas con las principales instituciones eclesiásticas y familias señoriales, y con sus respectivas clientelas militares, activas en la frontera del Ebro.

Sus páginas constituyen también un sobresaliente ejemplo metodológico. En efecto, la labor interpretativa de la política de cancillería de los reyes castellanos en la zona, es decir, de las estrategias adoptadas por los monarcas para obtener sus objetivos programáticos, descan-sa sobre un profundo conocimiento de las fuentes conservadas en los archivos de los principales centros eclesiásticos del territorio y se lleva a cabo observando de forma conjunta todos y cada uno de los destinatarios de las mismas: las instituciones religiosas, los concejos y la nobleza; agrupando sucesivamente su estudio por periodos cronológicos –cuántos documentos fueron escritos por año y por reinado (Cuadros 1-4) y cuántos para cada agente político (Cuadros 5-10)– lo que ha permitido a su autor conocer qué donaciones y qué privilegios fueron obteni-dos por cada uno de los agentes con intereses en la zona (Cuadros 11-17).

Esos datos, simplemente enunciados, tendrían escasa relevancia. El mérito de Álva-rez Borge está en la interpretación histórica que se hace de ellos: cuando el método se transfor-ma en riguroso análisis y el caudal de datos se convierte en una herramienta fundamental para descodifi car las estrategias regias en la frontera del Ebro, mostrando las complejas relaciones de todos los agentes sociales en un abigarrado mosaico que denota un paisaje de soberanías muy articulado, en donde el peso de los dominios señoriales infl uencia toda acción del poder real.

En este contexto jurisdiccional cobra una importancia central el estudio de los con-cejos. Es a través de las relaciones entre rey y las autoridades concejiles (aún lejos de una plena autonomía de su sistema político en las formas defi nidas por J.Mª Monsalvo) que se observa la voluntad regia de interferir y modelar en benefi cio propio la geografía del poder a escala local y comarcal. Allí donde la presencia de señoríos laicos y eclesiásticos era mayor (Rioja Alta o Bu-reba), más incisivos fueron los intentos de la corona por favorecer a las instituciones concejiles. La acción de Alfonso VIII es, desde este punto de vista, muy signifi cativa pues no se limitó a confi rmar o ampliar los privilegios de concejos nacidos en un tiempo anterior. Al contrario, se lanzó a una ambiciosa política de fundaciones reales que terminó por granjearle la oposición de algunos magnates, entre los que destaca, por su peso político, Diego López de Haro. Con todo, la creación de nuevas plataformas para el ejercicio del poder real (pues así hay que entender el surgimiento de nuevos concejos) no siempre tuvo éxito. Algunas no llegaron a mantenerse como instituciones concejiles (casos de Grañón, Sajazarra, Baños o Mijangos) bien por la cercanía de otras villas de importancia mayor, bien por la tenaz oposición política de las fuerzas señoriales más directamente damnifi cadas por el eventual fortalecimiento de un nuevo agente político en sus áreas de infl uencia. Pero la intensidad de las fundaciones y su concentración geográfi ca son, sin embargo, datos sufi cientes para valorar la importancia histórica del fenómeno patrocinado

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por Alfonso VIII en su continua búsqueda de alianzas que redundasen en benefi cio de la gober-nabilidad de la zona por parte de la corona, estrategia que se corresponde con el programa de reequilibrio de fuerzas en la zona buscado con ahínco por el monarca castellano.

Desde este punto de vista se interpreta la cifra de los privilegios y las donaciones re-cibidos por las instituciones eclesiásticas (de Oña y Bujedo a Calahorra y Albelda, entre otros) y por las principales familias con intereses patrimoniales y de gobierno en la zona (de los Haro y Cameros a personajes de la baja nobleza, cuya defi nición social no queda exenta de proble-mas interpretativos relacionados con la escasez y discontinuidad de las fuentes documentales). Muchos de ellos, además, recibieron privilegios, donaciones y exenciones en momentos que, signifi cativamente, coinciden con los años en los que el interés de los monarcas castellanos por el control de la frontera se hizo patente a través de algunas acciones militares (campañas de 1173-1176 y de 1199-1200).

En la interpretación de esta trama de relaciones reside, quizás, la principal contri-bución del libro. Observando la articulación de tales desigualdades, Álvarez Borge disecciona el sistema político que las vertebra. La tenencia aparece así como la célula de relación entre (principalmente) los miembros de la alta aristocracia del reino y el monarca, cuya posición como árbitro resulta fundamental para comprender los mecanismos de asunción del gobierno de los distritos y las estrategias de sucesión, que se ejecutan siempre dentro de seguros már-genes familiares (tanto agnáticos como cognáticos) que contemplan una reducida panoplia de candidatos a la “herencia” política del tenente fallecido o depuesto. A pesar de que los márgenes de la acción regia quedaban limitados de esta manera, el rey contaba con cierta capacidad de maniobra, superior a la que poseían en ese mismo momento histórico reyes y emperadores en otras zonas del continente europeo, en donde apenas disponían de resortes para infl uir la acción política a escala local o comarcal. Buen ejemplo de ello fue la fundación de villas reales, que posibilitó el diseño de políticas tendentes a la ruptura de las lógicas de poder precedentes.

El libro se cierra con una refl exión sobre la posible caracterización de la zona de estudio como una “sociedad de frontera”. Álvarez Borge niega la posibilidad de interpretar los mecanismos políticos, económicos y sociales del Ebro a través de ese manido cliché historio-gráfi co. No en vano era ésta una tierra en la que las fuerzas productivas estaban sometidas a una fuerte dependencia señorial. Igualmente niega que los aspectos exclusivamente castrenses tuviesen un papel preponderante como generadores de las lógicas políticas. A pesar de la na-turaleza fronteriza de la tierra y de la rivalidad y las acciones militares que, coyunturalmente, opusieron tropas castellanas y navarras, los combates fueron escasos. De igual modo, las po-líticas estructurales diseñadas por la monarquía, y que pivotaron sobre nuevas realidades con-cejiles, tendieron siempre a privilegiar los aspectos mercantiles más que los de defensa, como demuestra la elección del fuero de Logroño como ley básica de las nuevas villas reales (en sus artículos apenas se da peso a los aspectos militares).

Una última consideración de carácter crítico: el análisis complejo y exhaustivo de la documentación realizado por Álvarez Borge muestra de forma efi ciente la acción de los reyes castellanos en un continuum que se corona con la consecución de muchos de los objetivos de la política regia, pues, no en vano, desde 1145 a 1220 el dominio castellano de la zona pasó de ser incierto y disputado a establecerse de forma incontestable. Un lector superfi cial bien pudiera confundir estos avatares con la infalibilidad del sistema puesto en práctica por los reyes castellanos, capaz de asegurar la expansión del reino sin reveses mayores que los puramente biológicos encarnados en las prematuras muertes de algunos monarcas a las que siguieron pro-blemáticas minorías. Por esta razón, quien esto escribe hubiera preferido que se hubiera dedica-do algún espacio al estudio de las evidencias observables al otro lado del Ebro, en los territorios bajo control navarro; aunque el volumen de información manejado es ya lo sufi cientemente amplio como para que se entienda la sola elección de las evidencias castellanas. A pesar de ello, alargar el ángulo de visión a la conducta de reyes como Sancho VI y Sancho VII hubiera permi-tido observar políticas muy similares a las de Alfonso VIII (fundación de villas, donaciones y privilegios a instituciones religiosas y a familias nobiliarias) sin que por ello lograsen garantizar el mantenimiento del dominio político sobre el territorio más occidental de su reino. La supe-rioridad del poder militar castellano cercenó toda posibilidad a un gradual fortalecimiento del poder regio navarro en la zona de frontera, a pesar de que las estrategias utilizadas por ambas coronas mostrasen concepciones de poder muy similares.

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Estamos, por tanto, ante un libro esencial para entender muchos de los problemas relativos a la gobernabilidad del territorio en un periodo, como el siglo XII, que protagoniza importantes debates internacionales sobre distintas cuestiones ligadas a las formas de con-trol y organización de las relaciones de poder y de la articulación política de los reinos de la Europa cristiana. Además, el libro se acompaña de casi cien páginas de anexos en los que se catalogan exhaustivamente las tenencias, los tenentes y los ofi ciales menores en todos los distritos de la frontera del Ebro, lo que constituye una herramienta de valor incalculable para futuros trabajos. Solo resta desear que aparezcan estudios similares en otras zonas de frontera entre reinos hispanos que contribuyan de esta forma a un mejor conocimiento de los sistemas de gobierno y de las lógicas de actuación política del siglo XII en todo el norte de la península Ibérica.

IGOR SANTOS SALAZARUniversidad del País Vasco

Marie-Christine BAILLY-MAÎTRE, Jean-Michel POISSON (dir.), Mines et pouvoir au Moyen Âge, Lyon, Presses Universitaires de Lyon, 2007, 213 pp. (Collection d’histoire et d’archéologie médiévales; 20). ISBN 2-7297-0793-X.

L’obra recull les actes de la taula rodona que es va celebrar a Lió el 15 de maig del 2002, amb el títol Pouvoir châtelain et exploitation minière au Moyen Âge. Així, sota la direcció de Marie-Christine Bailly-Maître i Jean-Michel Poisson, el llibre aglutina una sèrie de treballs de diversos autors que analitzen la relació existent entre l’explotació dels recursos minerals i els centres de poder al llarg dels segles medievals. De fet, es presenten estudis de diferents àrees mineres de diversos països del continent europeu: França, Itàlia, Espanya i la República Txeca. De tota manera, aquesta diversitat territorial dels estudis no confereix una dimensió global a l’obra perquè es tracta majoritàriament de casos concrets. Ara bé, aquesta varietat geogràfi ca ens permet conèixer les característiques i singularitats pròpies d’àrees i con-textos diferents. Per la qual cosa, un cop llegits i analitzats tots els articles, se’n poden extreure conclusions que sobrepassen l’àmbit merament local.

En tot cas, per introduir l’obra, els dos directors científi cs de la publicació signen un acurat estat de la qüestió en què s’aborda especialment l’evolució del poder i el control senyo-rial sobre l’explotació minera de l’argent al territori que ocupa l’actual França. Així, d’aquesta manera, defensen que hi van haver tres etapes bàsiques en què la gestió i el control efectius so-bre l’explotació dels recursos minerals van anar basculant entre el poder imperial o reial, d’una banda, i els poders senyorials d’àmbit local o regional, de l’altra. En aquest sentit, la primera de les intervencions del llibre és precisament la de la professora Marie-Christine Bailly-Maître, codirectora de l’edició, que és especialista en l’estudi de la mineria medieval de l’argent i un referent en aquest àmbit. En el text, l’autora planteja i corrobora amb casos concrets l’estreta relació que hi ha entre l’explotació minera i la construcció d’algunes fortaleses medievals. Precisament, un dels exemples més destacables és el de l’assentament medieval de Brandes-en-Oisans, a l’Alpe d’Huez (Isère, França). El qual és, de fet, un cas paradigmàtic de la creació i desenvolupament d’una vila i d’un castell en una zona d’extracció minera, únicament i exclusi-va per explotar-ne els recursos minerals.

En el següent article, s’avança en l’estudi del poder senyorial i s’aborda el tema des d’una altra perspectiva. Així, Nadège Garioud analitza la política minera dels prínceps de Savoia. Per tant, focalitza l’atenció en l’acció senyorial i ens mostra com, al llarg de la baixa Edat Mitjana, els governants de Savoia (a les valls alpines, entre Itàlia i França) van adoptar vàries i diferents mesures i estratègies per millorar l’explotació minera i incrementar-ne la producció. En aquest mateix sentit, Marie-Pierre Berthet també centra l’atenció en la política minera. Però el marc territorial és, en aquesta ocasió, la Provença (al sud-est de França). Així doncs, es posa en relleu la voluntat i els esforços dels òrgans de poder per potenciar l’obtenció de metalls preciosos, especialment argent. Justament, s’introdueix un altre aspecte a tenir molt en compte a l’hora d’estudiar el poder sobre l’explotació dels recursos minerals: el repartiment del benefi ci.

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Seguidament, el treball de Giorgio Di Gangi ens trasllada a la regió del Piemont (nord d’Itàlia) per abordar el tema des d’un punt de vista bàsicament territorial, acompanyant el text amb abundant cartografi a. De fet, al llarg del treball es plasmen cartogràfi cament totes les fonts d’informació que s’hi treballen. Amb aquesta base, l’autor constata que l’activitat minera afavoreix l’augment de la població i els assentaments a les zones d’extracció i de transforma-ció metal·lúrgica dels recursos minerals. A més, també es verifi ca la presència de castells per controlar l’activitat extractiva de la part del senyor. En el següent article, l’àrea d’estudi són les Muntanyes de Campiglia Marittima (a la Toscana, Itàlia). Pel que fa a l’Edat Mitjana, en què l’àrea d’extracció es va veure reduïda respecte a èpoques anteriors, el treball se centra en l’ex-plotació de dos metalls monetaris: el coure i l’argent. En aquest marc, a través de l’anàlisi dels estudis que s’han dut a terme a la zona, Alessandra Casini dóna a conèixer de forma resumida la morfologia de les mines, pous i galeries de l’època preindustrial, els sistemes i tècniques d’extracció i l’organització del treball miner al subsòl. Tanmateix, els puntals d’aquest estudi són l’anàlisi de la dinàmica de poblament i l’aprofundiment en la relació que es va establir entre els hàbitats i les àrees d’extracció i treball del metall.

Posteriorment, el text d’André Bazzana analitza la connexió entre els centres de poder (castells o fortifi cacions) i les mines en època andalusina. En concret, el marc territorial és el districte de Niebla (la kûra de Niebla), ubicat al sud-oest de la península Ibèrica (província de Huelva, Espanya). Del qual, en ressalta la vila costera de Saltés, que va ser un port important en temps dels almohades i s’hi va desenvolupar una destacable activitat metal·lúrgica. Ara bé, l’autor va més enllà, perquè l’objectiu del treball és determinar la relació entre els llocs de po-blament, la xarxa de castells (hûsun), les vies de comunicació (fl uvials, marítimes i terrestres) i les mines. Amb aquesta fi nalitat, es presenta un ampli repertori cartogràfi c que ens ajuda a contextualitzar el territori d’infl uència de Saltés en època andalusina.

Finalment, en el darrer dels articles, Pavel Rous, Ladislav Vilímek i Karel Malý ana-litzen les posicions fortifi cades que hi havia a les zones mineres medievals de l’àrea de Jihlava i de Havlíckuv Brod (República Txeca). Tanmateix, tot i que el treball se centra en aquesta àrea, també es presenten exemples d’altres zones mineres de Bohèmia i Moràvia per poder establir-hi comparacions. Així doncs, es fa un recull de diferents exemples de posicions fortifi cades (llocs fortifi cats, petits castells o castells forts ja desapareguts) que estaven situades prop de zones d’extracció o relacionades amb la metal·lúrgia dels recursos minerals.

Tal com hem exposat al principi i a la vista del que s’ha comentat fi ns ara, la lectu-ra plural del llibre permet extreure’n conclusions d’àmbit general. Així doncs, en conjunt, es constata que hi ha una relació marcada entre la presència d’aglomeracions de població amb espais de poder i l’existència de zones d’explotació minerometal·lúrgica. En alguns casos, que-da clar que la creació i desenvolupament dels assentaments i fortifi cacions va ser una conse-qüència directa de l’existència de recursos minerals explotables. De fet, aquesta circumstància és especialment signifi cativa en zones en què pràcticament els únics recursos naturals són els minerals; com és el cas de les explotacions mineres dels Alps. En d’altres, però, creiem que no es pot determinar amb exactitud si van ser primer els assentaments o l’explotació dels recur-sos minerals. En qualsevol cas, és evident que existien i hi havia d’haver centres de poder per gestionar i controlar l’activitat minerometal·lúrgica. Ara bé, precisament per aquesta funció de gestió i control, més que de centres de poder, hauríem de parlar de centres d’administració. Altrament, en alguns dels articles, també es posa de manifest que l’administració i les accions del poder senyorial, esperonat pels seus propis interessos, és el que permet l’increment de la producció. En aquest sentit, una de les principals mesures que van adoptar els governants per potenciar l’explotació dels recursos minerals i millorar-ne el rendiment, va ser la crida de mà d’obra especialitzada d’altres zones mineres. De fet, aquesta mobilitat va ser una constant al llarg de l’edat mitjana a tota Europa; no només a les àrees mineres que s’estudien en el llibre ressenyat. Per tant, podríem dir que s’analitza el poder des d’una visió àmplia del terme. És a dir, es parla del poder en diferents estrats o nivells: des d’una vessant territorial i des d’un àmbit senyorial o governatiu. Per altra part, els diferents treballs posen de relleu la importància i la ineludible necessitat d’abordar el tema a través de la recerca documental i arqueològica. Així, en bona part dels estudis presentats, es produeix una interrelació molt profi tosa entre la recerca en arxius i l’estudi sobre el terreny. De fet, es destacable la diversitat de fonts utilitzades: docu-mentació d’arxiu, excavacions i prospeccions arqueològiques, exploracions espeleològiques de

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les mines, informació geològica, cartografi a, fotografi es aèries o l’estudi de la toponímia en són exemples. Malgrat tot, també és cert que alguns dels estudis adverteixen de la necessitat d’avan-çar en la investigació per acabar de perfi lar els resultats de la recerca i les conclusions actuals. En darrera instància, per arrodonir i completar l’obra, potser hagués estat interessant incloure-hi treballs sobre altres importants zones mineres europees d’època medieval, com poden ser les mines del territori d’Iglesias (a l’illa de Sardenya, Itàlia) o les mines de Goslar i de Freiberg (a Alemanya), entre d’altres.

En qualsevol cas, l’obra en conjunt aborda el tema del control de les explotacions mineres medievals des de perspectives diverses i, el més destacable, en contextos i àrees dife-rents. Per tant, aquesta diversitat i la varietat d’investigadors que participen en el llibre fa que l’acostament al tema sigui plural i molt enriquidor. En defi nitiva, es tracta la relació existent entre les mines i el poder a l’Edat Mitjana de forma àmplia i amb nombrosos exemples.

ALBERT MARTÍNEZ ELCACHOUniversitat de Lleida

Nicole BÉRIOU, Jacques CHIFFOLEAU (dirs.), Économie et religion. L'expérience des ordres mendiants (s.XIII-XV), Lyon, Presses Universitaires de Lyon, 2009, 810 pp. (Collection d'histoire et d'archéologie médiévales; 21). ISBN 978-2-7297-0817-7.

Reúne la presente obra, editada bajo la dirección de los profesores Beriou y Chiffo-leau, una veintena de breves trabajos monográfi cos de otros tantos medievalistas procedentes de diversos países europeos, aunque todos los textos se ofrecen en lengua francesa. Se presta atención en ellos a un extenso espacio geográfi co de la Europa occidental, en el que se incluyen Inglaterra y las tierras del Imperio, aunque el grupo más numeroso de contribuciones hace re-ferencia a las tierras de Italia y de Francia. Llama la atención, no obstante, la ausencia total de estudios relativos al ámbito de la península Ibérica, pese al origen castellano del fundador de una de las principales órdenes mendicantes objeto de atención, la de los dominicos. Este numeroso y diversifi cado conjunto de estudios monográfi cos, centrados en su totalidad en el análisis de casos puntuales, se completa, además, con dos extensos trabajos de síntesis a cargo de los direc-tores de la publicación, que incorporan los resultados parciales de todas las contribuciones en unas sugerentes visiones globales, repletas de interesantes refl exiones de carácter tanto teórico como metodológico.

El objetivo que comparten todos los trabajos aquí reunidos es el de profundizar en el análisis de las complejas relaciones que se establecieron en el ámbito europeo occidental entre religión, sociedad y desarrollo económico durante el período bajomedieval, es decir, el que precedió al desencadenamiento del proceso conocido como Reforma protestante. Para ello se presta especial atención al seguimiento de la evolución de la actitud de los mendicantes hacia el ideal originario de pobreza voluntaria que animó a sus órdenes, como consecuencia de su entrada en contacto con las realidades económicas en que tuvieron que desenvolverse. Ante todo se trata de comprobar en qué medida este contacto provocó un cierto cambio en la primitiva actitud de las órdenes mendicantes hacia los bienes materiales, y como consecuencia de ello éstas renunciaron, al menos parcialmente, a su original ideal de pobreza evangélica, que conllevaba un radical rechazo a la propiedad.

En torno a esta cuestión central se defi nen algunas otras de carácter secundario, que son abordadas desde diferentes ángulos en las distintas contribuciones. Así, por ejemplo, en algunos trabajos se llama la atención sobre el fenómeno de la adopción de métodos de contabi-lidad en los conventos mendicantes, constatable a partir de la segunda mitad del siglo XIV, para determinar en qué medida el mismo tradujo un importante cambio en la actitud hacia el ideal de pobreza en estas órdenes. Y la conclusión a que se llega a partir del análisis de este fenómeno es que se trató de un cambio sólo parcial, puesto que los principios de racionalidad aplicados por los mendicantes en su gestión contable aparecen muy alejados de los aplicados por sus contem-poráneos mercaderes, acostumbrados a prácticas contables mucho más sofi sticadas.

También son varios los trabajos que detectan la irrupción a partir de la segunda mi-tad del siglo XIV de otro importante cambio en la actitud hacia la propiedad en los conventos

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mendicantes de la Europa occidental. Se trata de que a partir de esa época comienzan a prolife-rar los conventos poseedores de censos y otros tipos de rentas, que como consecuencia de ello pasaron a convertirse en propietarios propiamente dichos, y comenzaron a experimentar ciertas difi cultades a la hora de hacer concordar su regla con las nuevas prácticas económicas que de dicha condición se derivaban.

No obstante, de la lectura de muchos de los trabajos aquí reunidos se deduce que, pese a la indiscutible importancia que estos nuevos ingresos derivados de la propiedad tuvieron para cada vez mayor número de conventos, para otros muchos la fuente principal de ingresos siguió estando representada por las limosnas que recibían de los fi eles cristianos, en muchos casos como compensación por sus prestaciones en celebraciones de carácter funerario y otros actos litúrgicos de carácter propiciatorio para el eterno descanso de los difuntos. Esta proble-mática de la interpretación del sentido de la limosna ofrecida a los mendicantes en la sociedad europea bajomedieval constituye, en efecto, otro de los ejes argumentales principales del pre-sente libro, en el que encontramos interesantes refl exiones al respecto. Desde esta perspectiva resultan de particular interés en concreto las vinculaciones que se establecen entre un aspecto de la evolución de la historia de las mentalidades, como es la difusión de la creencia en el Purgatorio, de la que los mendicantes fueron principales propagandistas, y otro relativo a las transformaciones en la realidad económica, por la importancia que los sufragios por los muertos llegaron a tener como fuente de ingresos para los conventos mendicantes, posibilitándoles en cierta medida liberarse del apremio de tener que convertirse en propietarios para poder subsis-tir. De este modo, al llamar la atención sobre este género de vinculaciones, las contribuciones reunidas en este libro efectúan una valiosa aportación desde el punto de vista metodológico a la superación de las fronteras historiográfi cas que han separado la historia de la religión y de las mentalidades de la historia de la economía, poniendo de manifiesto algunos aspectos de las complejas interacciones que se dieron en el pasado entre ambos ámbitos.

La gran mayoría de los trabajos nos ofrecen análisis de carácter empírico, circuns-critos a espacios y períodos de tiempo muy limitados, que permiten profundizar en el conoci-miento de la experiencia específi ca de los mendicantes como adeptos de la pobreza voluntaria, desde fi nes del siglo XIII hasta comienzos del siglo XVI. Más en concreto, en la primera parte se incluyen varios estudios en que se trata de profundizar en la caracterización de los archivos de los conventos mendicantes bajomedievales, mediante análisis puntuales centrados en los ca-sos de las ciudades italianas de Treviso, Verona, Florencia, las francesas de París y Avignon, la suiza de Lausanne, y la belga de Lieja. En la segunda parte se aborda la problemática del aporte de las fuentes seriales a la historia económica de los conventos, con contribuciones dedicadas a los de la ciudad de Londres, los de los dominios de los duques de Borgoña de la casa de Valois, y los de carmelitas de la provincia de Germania inferior.

En la tercera parte se incluyen cinco breves monografías que abordan cuestiones varias relacionadas con aspectos normativos de la historia de las órdenes mendicantes y sus conventos. En primer lugar Sylvain Piron analiza la situación del convento franciscano de Santa Croce en Florencia a comienzos del siglo XIV. Damien Ruiz da cuenta de la incidencia que la legislación de ámbito provincial tuvo sobre la vida económica de los conventos franciscanos de Francia e Italia en la primera mitad del siglo XIV. Martín Morard a partir del estudio porme-norizado del testamento de un dominico llamado Jacques de Lausanne, que murió en 1321, re-fl exiona en torno al problema de si los frailes mendicantes llegaron a tener propiedades. En esta misma línea Andrea Bartocci analiza un opúsculo del cardenal Bonifacio Ammannati titulado Contra Bartolum en el que se trata sobre la capacidad de los franciscanos de recibir bienes en herencia mortis causa. Y, por fi n, Gian Maria Varanini presta atención a las polémicas y debates surgidos en Verona a mediados del siglo XV en torno a la introducción de la Observancia en los conventos mendicantes.

La cuarta y última parte incluye seis trabajos relacionados con la problemática de la circulación de las riquezas, abordada desde muy variadas perspectivas. En primer lugar Joanna Cannon trata de determinar si la práctica cotidiana de pedir limosnas para asegurarse la manu-tención llegó a formar parte de la imagen pública de las órdenes mendicantes en el ámbito de la Italia central. Christine Gadrat aborda el problema de la adquisición de libros por parte de los conventos mendicantes, prestando particular atención al proceso de formación de la biblioteca del convento dominico de Rodez, en Francia. Michele Bacci estudia las inversiones realizadas

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en los conventos en pro del aumento del culto divino, en especial de las fi nanciadas con los le-gados testamentarios de los fi eles laicos. Rosalba di Meglio analiza la estructura del patrimonio del convento de Sant’Agostino de Nápoles y el modelo de gestión del mismo puesto en práctica por los frailes. Gary M. Radke se centra en la caracterización de los protectores del convento de dominicas de Corpus Domini, en Venecia. Y, por fi n, Ludovic Viallet concluye prestando atención a la fi gura de los procuradores e intermediarios que actuaban por cuenta de las comu-nidades franciscanas, y se interponían entre las mismas y las realidades de los bienes materiales.

MÁXIMO DIAGO HERNANDOInstituto de Historia, CSIC. Madrid

Nicole BÉRIOU, Philippe JOSSERAND (dirs.), Prier et Combattre. Dictionnaire européen des ordres militares au Moyen Âge, Paris, Fayard, 2009, 1029 pp. ISBN 978-2-213-62720-5.

La multiplicación de investigaciones sobre las órdenes militares hacía necesario do-tar al público general y a los investigadores en particular, tanto a los especialistas en la materia como al conjunto del medievalismo, de un instrumento de trabajo que les sirviese de referencia inmediata y permitiese con comodidad, como sostiene Anthony Luttrell en el prefacio de la obra, clarifi car cuestiones técnicas y problemas de terminología, responder a dudas concretas, documentar un personaje o ampliar una información, comparar realidades transversales o en-cuadrarlas en marcos temáticos más amplios, y todo ello fundamentado sobre una erudición crítica solvente y actualizada.

Básicamente esta ha sido la apuesta, tan atractiva y meritoria como difícil y tra-bajosa, de los directores de la obra, Nicole Bériou y Philippe Josserand, dos especialistas de reconocido prestigio en el ámbito de la religiosidad medieval y de las órdenes militares, que se han propuesto como objetivo escrutar y comprender el medio social, cultural y religioso en el que tuvo lugar el nacimiento y afi rmación de las órdenes. La obra es muy ambiciosa, puesto que para alcanzar aquella meta no solo se propone ofrecer en sus 1128 entradas una presentación sintética de lo conocido sobre cada una de ellas a través de las investigaciones más recientes –para lo cual se acompaña en cada caso de una referencia a fuentes y bibliografía básica–, sino también una refl exión crítica y una indicación sobre posibles nuevas líneas de investigación. Además, se ha procurado insertar los contenidos en el marco de una perspectiva comparatista y contextualizar a las órdenes militares en la historia de su tiempo, los cuatro siglos transcurridos entre sus orígenes y el reinado del emperador Carlos V.

Según los propios directores, la obra ha sido abordada bajo tres premisas fundamen-tales: primera, a nuestro juicio la más remarcable desde el punto de vista de su valor académico, la de realizar una empresa global en la que la historia de las órdenes pueda ser contemplada en todas sus dimensiones; segunda, la de realizar un proyecto que superase el punto de vista de una determinada historiografía nacional –la francesa–, optando por una perspectiva de alcance europeo –la aportación de 230 especialistas de 25 países es, sin duda, una garantía de pluralidad de perspectivas–; tercera, realizar una obra eminentemente práctica, de fácil consulta, que se acompaña a estos efectos de un buen número de planos, mapas y fotografías.

A modo de preámbulo se ofrece una historia de la historiografía de las órdenes desde el siglo XVI hasta nuestros días, fi rmada por uno de los especialistas más reconocidos en esta materia, Alain Demurger: se puede seguir así el camino recorrido por la investigación, pero especialmente se tiene la posibilidad de conocer la producción historiográfi ca durante la última década y, por tanto, el momento presente de renovación, ampliación y consolidación de un área de estudio esencial para el medievalismo occidental.

Alcanzar o no estos objetivos dependía de los criterios que se empleasen en la selec-ción de las entradas, y de nuevo el buen sentido ha presidido la concepción de la obra: frente a la lógica de la acumulación, se ha optado por la de la comprensión. En consecuencia, y así lo reconocen desde el principio los responsables de la obra, el lector podrá comprobar que quizás faltan determinados artículos, nombres, lugares, instituciones o fenómenos que pudieran haberse incluido, pero en contrapartida se recogen otros, aparentemente secundarios, pero más iluminadores y representativos de la realidad histórica de las órdenes.

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El abanico de entradas necesario para cumplir con aquella vocación de globalidad es amplísimo: por supuesto, a todas las órdenes militares se les ha dedicado un artículo específi co, pero estos se complementan con numerosas entradas temáticas que desgranan de manera trans-versal y comparativa aspectos sustanciales de su organización interna, de su ordenación militar y de sus rasgos identitarios. También la vida cotidiana y su doble función religiosa y bélica, se ilustran a través de un vasto conjunto de entradas específi cas que detallan tanto su modelo de religiosidad como su actividad asistencial y su práctica militar, así como los marcos legales que los reglamentan. La vertiente económica de estas instituciones ha merecido una especial atención, al igual que la relación de los miembros de las órdenes con la cultura.

Muy enriquecedora resulta la perspectiva externa, esto es, las relaciones de las órdenes con otras instituciones laicas y eclesiásticas, así como la imagen que proyectaron, la memoria que dejaron en los cronistas de la época y las críticas que merecieron. A propósito de la imagen de las órdenes, es evidente la preocupación de la obra por acabar con o matizar muchos de los mitos y leyendas que en nuestros días rodean a la historia y al signifi cado de aquellas instituciones, y en particular el aura de misterio y fascinación que colorea al Temple: quizás no sea ajeno a este interés el hecho que la entrada sobre su proceso ocupe tanto o más espacio que la dedicada a la historia de la orden, y que además se complemente con otras relacionadas con aquel juicio. Claro que quien simplemente pretenda acercarse a la presencia de las órdenes en la cultura actual tam-bién puede rastrearla a través de las entradas dedicadas al cine, al teatro o a la ópera.

Pero, además de organizaciones, prácticas o relaciones, aquí también hay hombres y mujeres particulares que tuvieron una conexión signifi cativa con las órdenes y de cuyas bio-grafías se da amplia cuenta: por supuesto muchas hacen referencia a miembros relevantes de aquellas instituciones, pero también aparecen eclesiásticos, gobernantes laicos, nobles, linajes, mercaderes, escritores, enemigos… que pudieron tener alguna incidencia en la historia de las órdenes. Claro que todo aquello tuvo lugar en una geografía y unos lugares concretos sobre los que las órdenes dejaron su huella y a los que las entradas del diccionario también atienden: cas-tillos, localidades, regiones, condados, reinos, incluso mares, ríos, caminos y rutas representan el marco espacial de esta historia.

Artículos, en defi nitiva, sobre una historia particular que, al objeto de que pueda ser debidamente contextualizada, se ha acompañado de artículos de contenido mucho más gené-rico, en cuyos gruesos trazos se inserta aquella: cruzada, cruzado, feudalidad, frontera, recon-quista, guerra santa, herejías, nobleza, paz o reforma.

El listado de maestres y en algún caso de administradores, así como los índices de personas y lugares que aparecen al fi nal de obra, son instrumentos adicionales que facilitan la con-sulta. Tal vez una relación bibliográfi ca que diese cuenta de manera conjunta de las fuentes y la bibliografía citadas en cada entrada habría permitido al lector disponer de otra efi caz herramienta.

Creemos que sin duda la obra alcanza sus objetivos de globalidad y utilidad, y es-tamos convencidos de que su consulta no sólo será particularmente valiosa para todos los inte-resados, sino que se convertirá en la primera obra de referencia a la hora de abordar cualquier trabajo sobre órdenes militares: a estos efectos, pensamos que está llamada a convertirse en “la enciclopedia”. El mérito es de los directores, que han realizado un gran esfuerzo de armo-nización, traducción y cruzamiento de entradas, pero también del enorme trabajo de síntesis y clarifi cación que ha tenido que realizar cada uno de los autores.

FRANCISCO GARCÍA FITZUniversidad de Extremadura

Jordi BOLÒS (ed.), La caracterització del paisatge històric, Lleida, Edicions de la Universitat de Lleida, 2010, 440 pp. (Territori i Societat: el paisatge històric; V). ISBN 978-84-8409-372-5.

Aquest cinquè volum de la sèrie “Territori i Societat”, de la Universitat de Lleida, obre una nova etapa on es vol donar prioritat defi nitivament als estudis vinculats al paisatge històric, a la vegada que s’estén el marc cronològic de base, que passa de centrar-se en l’època medieval estricta a abastar els darrers dos mil·lennis. Aquest fet, que no pot sorprendre a qui

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conegui la trajectòria científi ca de l’editor, catedràtic d’Història Medieval en aquella univer-sitat, ha implicat fi ns i tot la modifi cació parcial del propi nom de la sèrie, que ara incorpora explícitament el “paisatge històric” com a element principal (fi ns ara, “Territori i Societat a l’Edat Mitjana”).

Més enllà d’unes primeres línies de presentació, on es justifi ca el canvi esmentat, el volum es divideix en tres apartats bàsics defi nits per un dossier monogràfi c inicial, seguit d’un bloc destinat a articles de recerca diversos, sempre entorn de l’eix vertebrador de la publicació, el paisatge històric, per acabar amb unes pàgines fi nals on es troba la traducció d’alguns dels textos que es consideren més importants del volum, tant de l’anglès al català com en sentit contrari.

El dossier que obre el volum constitueix, de fet, la carta de presentació del projecte PaHisCat (Paisatge Històric de Catalunya), dirigit pel mateix Jordi Bolòs i del qual, per altra banda, aquest volum i els que el segueixin en volen ser l’òrgan de difusió. Tenint en compte que, tal i com adverteix repetidament aquest investigador, el projecte ressenyat s’inspira en els estudis anglesos sobre el paisatge històric, de llarga tradició en aquelles contrades, no estranya que el primer treball correspongui a Sam Turner, de la Newcastle University, qui s’encarrega de desgranar i valorar les característiques i aportacions a la recerca històrica dels treballs de Ca-racterització del Paisatge Històric (Historic Landscape Characterisation, HLC). Tot aportant exemples d’estudis concrets, tant britànics com de la mediterrània oriental, l’autor defensa la utilitat dels HLC com a instruments de coneixement històric, més enllà de la seva funció inicial en la gestió i la planifi cació del paisatge actual. En el seu desenvolupament, és d’agrair i desta-car l’honestedat de l’autor en reconèixer obertament en la seva exposició algunes de les febleses del mètode, fonamentalment la dependència que té d’un registre arqueològic (p. 21) variable en quantitat i en qualitat i que no sempre constitueix una base sòlida sobre la que bastir posteriors estudis genèrics de paisatge, donant peu sovint a interpretacions de caràcter provisional o apro-ximatiu (p. 36). Per tant, el treball amb HLC, entesa aquesta en la seva variant d’eina d’anàlisi històrica, es veu obligat a moure’s en el terreny de les generalitzacions (p. 28), presentant uns marcs cronològics amplíssims i una capacitat de percepció que, evidentment, perd en detall com més enrere en el temps es pretén anar.

Darrere d’aquest treball ens arriba, per part del mateix editor del volum, Jordi Bo-lòs, la presentació en concret del projecte PaHisCat, que pretén reconstruir el paisatge històric de diverses unitats de paisatge catalanes, seguint l’exemple del projecte HLC anglès, detallat en l’article anterior, i partint de la pròpia experiència, ben palesa en l’obra publicada del seu impulsor i director. És important insistir en el doble vessant, vers el passat i el futur, que es vol atribuir al projecte, en tant que eina de recerca històrica però també de valoració patrimonial del paisatge, fet que el converteix en un instrument bàsic de cara a la seva gestió present i futura. El procediment emprat es correspon amb la confecció de mapes a partir d’un Sistema d’Infor-mació Geogràfi ca (SIG) on s’intenta determinar l’origen històric dels elements paisatgístics, tot elaborant una cartografi a per èpoques genèriques (prehistòrica, romana, altmedieval, baixme-dieval, moderna i recent) per arribar fi nalment a la consecució d’un mapa de caracterització del paisatge històric, tal i com es pot observar en les làmines que s’adjunten, relatives a les unitats de paisatge de l’Horta de Pinyana, la Conca de Poblet o la Vall Cerdana. De fet, aquest article es complementa tot seguit amb un extens treball del mateix autor on es plantegen algunes de les conclusions extretes a partir de les primeres recerques vinculades al projecte PaHisCat o anteriors. En aquestes pàgines s’insisteix en la complexitat del paisatge històric i en la seva capacitat de generar informació si s’estudia amb deteniment. Així, es para atenció, de nou a partir d’exemples concrets principalment de l’àrea de Lleida i de la Conca de Barberà, però també rossellonesos o cerdans, als fenòmens de parcel·lació de la terra, al recorregut de camins i sèquies o a l’estudi de la toponímia en relació al paisatge. Cal convenir amb l’autor que l’es-tudi del paisatge històric constitueix una línia de recerca necessària que aporta un tipus concret d’informació de cara a la comprensió de les societats pretèrites, a la vegada que es presenta com una eina fonamental per a una adequada gestió del territori. Pel que fa al primer aspecte, però, existeixen algunes limitacions que es desprenen de la mateixa exposició i que fonamentalment es resumeixen en els problemes que presenten aquests estudis a l’hora de defi nir de manera de-cidida la relació temporal entre els diferents elements del paisatge (camins, pobles, necròpolis, sèquies) o d’atribuir-los cronologies precises, un fet que provoca que abundin les incerteses,

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d’altra banda ben comprensibles davant del risc de caure en interpretacions abusives. En tot cas, són interessants les refl exions de l’autor en relació a l’extrema complexitat dels processos formatius del paisatge, una condició que crida a la prudència davant d’alguns apriorismes, de vegades instal·lats en la historiografi a, que adjudiquen de manera excessivament automàtica un model d’explotació agrària a cada formació social (vegi’s el cas de les parcel·lacions reticulades per al món romà o la creació de sèquies i espais irrigats per al període andalusí), quan la realitat pot ser molt més diversa.

En aquest primer bloc s’inclou encara l’anàlisi detallada, per part de Raimon Graells, de dues necròpolis altmedievals de l’entorn de Lleida (Escalç, a la Portella, i la Tossa de Baix, a Rosselló), dins la unitat de paisatge anomenada “Horta de Pinyana”, objecte de recerca en el marc del projecte PaHisCat. L’estudi és d’un gran interès donat el paper que tenen aquest tipus d’espais funeraris com a elements arqueològics visibles del poblament altmedieval, més quan ambdues presenten dimensions i característiques formals molt similars, amb prop d’una cinquantena de tombes excavades a la roca respectivament. No obstant, l’absència majoritària de restes òssies en l’interior de les sepultures no permet abordar els necessaris estudis antropolò-gics, mentre que l’única datació radiocarbònica efectuada, per trobar-se encara en curs en editar-se el treball, no aporta una mínima, però fonamental, cronologia absoluta. Això obliga l’autor a desplegar alguns arguments, poc desenvolupats en el text, per tal de justifi car la seva adscripció genèrica a l’alta Edat Mitjana, proposant un moment inicial en època visigoda i un funcionament que s’estendria fi ns el període islàmic. En tot cas, es tracta d’un estudi que caldrà adjuntar, quan es puguin incorporar els resultats que hi manquen, al cada vegada més nombrós grup de necrò-polis conegudes i examinades, l’únic camí, el dels estudis específi cs amb les seves analítiques corresponents, per resoldre els problemes que aquests jaciments han plantejat fi ns ara.

Clou la primera part del volum un Manifest per a l’estudi i la conservació del pai-satge històric a Catalunya i a la resta d’Europa, redactat i difós l’any 2008 i que es troba a la base de l’actual projecte PaHisCat. Aquí s’expressen els principis generals, que per altra banda subscrivim, que porten a considerar el paisatge històric com una realitat social que no només permet acostar-se als processos històrics, sinó que també constitueix una realitat patrimonial que cal conèixer, preservar i difondre.

El segon bloc de la publicació s’inicia amb una nova contribució d’origen anglès, en la que Ian D. Whyte, de la Lancaster University, ofereix una revisió genèrica de les trans-formacions del paisatge de les “terres altes” britàniques del segle XVI ençà i de la contribució de l’arqueologia al seu estudi. Centrant la seva atenció en aspectes com l’evolució dels assen-taments, la incidència de la ramaderia o el desenvolupament d’activitats de tipus industrial, l’autor insisteix en la idea de que, més enllà de les transformacions sofertes en la llarga durada, els darrers segles concentren una gran quantitat de canvis sobre el paisatge anterior d’època medieval, si més no en l’àrea tractada en l’estudi, una refl exió que pensem que pot ser vàlida arreu de l’Europa occidental i que ha de moure a la cautela o, si més no, a cercar comprovacions fi ables abans d’assignar antiguitats excessives a elements moderns o contemporanis.

El següent treball ens apropa a la qüestió dels límits administratius en àrees de mun-tanya, proposant mètodes d’anàlisi i desgranant les fonts a emprar en el seu estudi, de la mà de Jacinto Bonales Cortés, de la Universitat de Lleida. Inicialment, l’autor planteja, en el marc genèric dels pirineus catalans i especialment pel que fa a èpoques recents, els confl ictes que es poden generar entre comunitats a l’hora de defi nir, o redefi nir, límits, de reconèixer drets d’empriu d’unes en terreny d’altres o de gestionar l’existència de termes mitgers o compartits, confl ictes que apareixen de manera cíclica vinculats a canvis econòmics i demogràfi cs. Arri-bats a aquest punt, l’autor exposa una sèrie de consideracions metodològiques a l’entorn del reconeixement de límits històrics, per acabar descrivint el cas concret de la muntanya d’Enclar, escenari de diversos xocs d’interessos durant la baixa Edat Mitjana i l’època moderna entre Andorra la Vella i les parròquies de la Massana i Sant Julià de Lòria.

Per la seva part, Vicent Royo, de la Universitat de València, s’encarrega de descriu-re, amb el detall que permet un article com aquest, el paisatge agrari baixmedieval del terme de Culla, a l’Alt Maestrat, a partir fonamentalment de les dades aportades per un text de l’any 1431 que conté la relació dels béns immobles que s’hi troben i la seva valoració fi scal. Malgrat que el document no especifi ca habitualment dimensions, cultius ni ubicació exacta, l’autor, amb l’ajut de la toponímia, reïx a reconstruir aquell paisatge, on horts, prats i farraginals,

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camps de secà, vinyets i masos es distribueixen seguint una lògica imposada per l’orografi a muntanyenca del terreny i els condicionants socials i econòmics derivats de la conquesta i la colonització d’aquell territori a mitjan segle XIII. Cal remarcar, en tot cas, que l’estudi es limita a utilitzar el text en qüestió, cenyint-se, com el seu títol indica, a un marc cronològic molt concret que no depassa el segle XV; en aquest sentit, i pel que fa a les pervivències de paisatges agraris previs, especialment anteriors a la conquesta feudal, l’autor, més enllà d’al-gunes insinuacions en relació a un possible model de poblament dispers andalusí (p. 290), reconeix la necessitat de recórrer a la prospecció arqueològica, a la vegada que adverteix de la difi cultat de posar-la en pràctica a causa de les grans transformacions sofertes pel paisatge en els segles XVIII i XIX.

Per acabar, Imma Ollich refl exiona sobre els conceptes de poblament i territori en relació a l’època medieval, tot prenent, com és habitual en aquesta investigadora, la comarca d’Osona com a marc referencial des d’on exposar les seves hipòtesis i conclusions. Les primeres pàgines de l’article contenen, però, apreciacions de caràcter general a l’entorn dels avenços i defi ci-ències de l’arqueologia medieval, seguides d’algunes interessants disquisicions terminològiques i conceptuals sobre l’adjectivació d’aquesta arqueologia, sense que s’acabi plantejant una proposta en ferm. Un segon bloc de l’article inclou diverses consideracions teòriques sobre el poblament del segle XI en endavant, atenent a alguns conceptes historiogràfi cs ja clàssics, com l’“encaste-llament” o l’“ensagrerament”, al voltant dels quals existeix bibliografi a, catalana i europea, a la que no es recorre i que podria enriquir o contrastar les opinions de l’autora. Sobre aquesta base, es proposen uns models teòrics d’assentament concentrat vinculats a la presència d’esglésies, castells i monestirs, unes opcions que es desenvolupen detalladament sobre l’escenari osonenc. És interessant en aquest punt destacar els plantejaments aportats en relació a l’existència d’assenta-ments fortifi cats previs a l’aparició dels castells d’època comtal, si bé pensem que la defi nició que es fa dels seus ocupants com poblacions antigues (...) amb una estructura social lliure (p. 335) o comunitats d’homes lliures que construeixen una església (p. 339) és en certa manera ambigua i no destaca la qualitat de centres de poder d’aquests emplaçaments.

En suma, aquesta publicació representa un pas més per part del professor Bolòs en la consolidació d’una línia de recerca que, amb una llarga trajectòria al darrere, ara creix en di-versos sentits, en un camí on els medievalistes potser hem de lamentar l’ampliació d’horitzons d’una publicació fi ns ara dedicada exclusivament al nostre període, una transformació que, no obstant, podem celebrar com a historiadors. Com a apunt fi nal, volem insistir en el fet que, tal i com el propi editor del volum destaca en els seus textos, l’estudi del paisatge històric, i en concret el projecte PaHisCat, constitueix un procés de coneixement especialment obert a la introducció de noves aportacions que el vagin convertint progressivament en un instrument més precís i amb major capacitat de detall, un fet que, per altra banda i en relació especialment a èpoques reculades, només passa per introduir successivament dades generades per projectes paral·lels i complementaris de prospecció i excavació arqueològiques.

JORDI GIBERT REBULLUniversitat Autònoma de Barcelona

Patrick BOUCHERON, Francisco RUIZ GÓMEZ (coord.) Modelos culturales y normas sociales al fi nal de la Edad Media, Cuenca, Universidad de Castilla-La Mancha-Casa de Veláz-quez, 2009, 493 pp. ISBN 978-84-8427-585-5 (UCLM) y 978-84-96820-09-8 (Casa Velázquez).

En abril de 2004, Madrid y Almagro fueron las sedes elegidas para hospedar un coloquio que, siguiendo los intereses de la historiografía del momento, pretendía repensar la historia del Occidente bajomedieval desde una perspectiva esencialmente cultural. En 2009, se publicaban las actas de este encuentro científi co, organizado conjuntamente por la Universidad de Castilla-La Mancha y el Laboratoire de Médiévistique Occidentale de Paris (LAMOP), junto con la colaboración de l’École Française de Rome y la Casa de Velázquez.

El libro se abre con un remarcable marco teórico, desarrollado tanto en el prólogo (redactado por los dos coordinadores del coloquio) como, sobre todo, en la primera contribu-ción, obra de Jean-Philippe Genet. Se trata, de hecho, de una verdadera declaración de inten-

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ciones en la que se defi nen conceptos tan ambiguos como “historia cultural”, “norma social” y “modelo cultural”.

Cabe destacar, ante todo, una defensa categórica de la diferenciación entre “historia cultural” e historia de la producción cultural de otras épocas. Siguiendo el camino marcado por la historia de las mentalidades, dichos autores entienden la cultura como representación, manifestación directa de la estructura mental de individuos y sociedades (p. 11 del prólogo). Expresadas ya por otros teóricos, este tipo de consideraciones plantean el estrecho y legítimo vínculo que todo historiador puede y debe tejer entre historia cultural e historia social. No obs-tante, la obra en su conjunto recoge también opiniones algo más pesimistas. Así, David Igual hace referencia al sentido polisémico que la historiografía sigue atribuyendo al término de “cul-tura”. En consecuencia, la historia cultural acaba siendo, en su opinión, un cajón de sastre en el que predomina la indefi nición analítica (p. 275). En este sentido, Genet reconoce que queda todavía mucho por hacer. Más taxativo, introduce una compleja refl exión conceptual con la que afi rma que comprender el fenómeno cultural en toda su globalidad pasa por desprenderse de las perspectivas más tradicionales y concebirlo como un “sistema”, analizable y comprensible sólo a través de normas sociales y modelos culturales. No nos extenderemos más aquí sobre la defi nición de estos conceptos. Baste remarcar que la obra se abre así con una clara exaltación y reivindicación de la cultura, vista como núcleo fundamental en la comprensión de los procesos históricos.

Partiendo de este marco teórico, el conjunto de la obra pretende explorar tres siste-mas culturales, todos ellos considerados tradicionalmente como actores básicos y fundamenta-les de las vicisitudes económicas, políticas y sociales de la Europa bajomedieval: la monarquía (parte primera: “la cultura política de las monarquías”), la ciudad (parte segunda: “modelos cul-turales urbanos”) y, fi nalmente, la Iglesia (parte tercera: “la iglesia y la cultura de lo sagrado”). No obstante, las premisas teóricas plantean aquí una perspectiva prometedora e innovadora. Se trata de acercarse y entender en profundidad el funcionamiento de la sociedad bajomedieval entre derecho y cotidianeidad, poder y producción cultural a través de una refl exión sobre la evolución y transformación de los sistemas de valores, dando voz a la rica diversidad de la pro-ducción simbólica bajomedieval.

Desde una perspectiva más concreta, el coloquio y la obra resultante pretendían centrar sus intereses en el caso de la sociedad castellana de fi nales de la Edad Media. Sin em-bargo, su afán por seguir las tendencias más actuales llevó a los coordinadores a organizar un interesante ejercicio de historia comparada que permitiera entender el caso castellano a la luz de estudios versados sobre la Corona de Aragón, Francia e Italia. El resultado fue un fructífero encuentro internacional entre historiadores españoles, franceses, italianos y americanos que, combinando la escala local e internacional, abre las puertas a una refl exión más global sobre un tema tan confuso como el de los efectos y manifestaciones de los valores simbólicos en una sociedad de transición.

En defi nitiva, puede afi rmarse que la confi guración teórica es uno de los puntos fuertes y destacables de la obra. No obstante, es necesario también plantearse hasta qué punto el conjunto de contribuciones consigue aplicar y seguir esta declaración de principios e inten-ciones. En efecto, algunas de entre ellas tienden a hacer un repaso más tradicional de la produc-ción cultural del marco geográfi co y cronológico escogido. Sin embargo, este desequilibrio no desvirtúa la intención general de la obra que incita al lector a cruzar análisis e interpretaciones diversas con vistas a extraer temas de refl exión que le ayuden a entender hasta qué punto los códigos y sistemas de valores incidían y transformaban continuamente las diversas y ricas nor-mas sociales de la sociedad bajomedieval.

Basándonos en nuestra propia experiencia, presentamos aquí tres posibles ejes de lectura y refl exión. En primer lugar, cabe destacar que varios artículos analizan la consolidación de la fi gura del rey sabio; un príncipe cada vez más involucrado en la actividad cultural, que se esfuerza conscientemente en crear su propio mito a partir del modelo de Salomón. Poderoso, inteligente e infl uyente, se trata de un príncipe que hace de la cultura un vehículo para imponer y magnifi car su poder. Con él, la monarquía se regenera y camina hacia el Estado Moderno, presentando una nueva concepción del poder; compartido –emergencia de la privanza– y estre-chamente vinculado con la producción escrita –relevancia de la cancillería y la burocratización administrativa–.

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Por otra parte, algunos artículos recrean y sistematizan de manera notable fi guras representativas del panorama social de la época. De este modo, la obra plantea también, sin tratarlo a fondo, el tema de la identidad, verdadero clásico de la historia cultural. Así, mientras David Igual recupera la fi gura del mercader, Hélène Millet y María José Lop revalorizan el peso cultural del canónigo. Finalmente, Étienne Anheim por un lado, Guido Guerzoni y Guido Alfani por el otro, redefi nen al cortesano, destacando su diversidad y su habilidad para hacer de la cultura un arma de proyección personal en las esferas de la élite política.

En defi nitiva, tres actores (cortesano, mercader y canónigo) que se identifi can con los tres espacios de estudio escogidos (monarquía, ciudad e Iglesia), trabando así en toda su diversidad tres identidades bien contextualizadas que deben ayudarnos a entender mejor los va-lores simbólicos y humanos que marcaron el devenir de la sociedad bajomedieval. En este mapa de identidades, se echan de menos otras fi guras como la del ciudadano, el campesino, el margi-nado y se ha prestado, en general, menor atención a los grupos y realidades más desfavorecidos.

Finalmente, al acercarse a la Iglesia desde el prisma de la historia cultural, la obra consigue romper con la esquemática tesis según la cual la emergencia de un espíritu laico a partir de fi nales de la Edad Media acabó con la supuesta preeminencia cultural de la Iglesia, imponiendo modelos modernos e individualistas. Más allá de monopolios, y retomando las palabras de María José Lop, se trata aquí de seguir apreciando la Iglesia bajomedieval como un ente generador de cultura que, al igual que la monarquía y la ciudad, se transformó progresiva-mente, reaccionando a los nuevos tiempos con un nuevo tinte místico y espiritual que creció y se desarrolló a la sombra de la Inquisición.

Faltan en esta publicación unas refl exiones fi nales y conclusivas que analicen la aportación general y teórica del conjunto de las contribuciones. No obstante, la obra ha sabi-do demostrar claramente como la historia cultural, entendida como historia social, acerca al historiador a la estructura mental de los individuos, ayudándole ya no sólo a entender, sino a tejer y describir la evolución histórica como continuos y complejos procesos de readaptación, transformación y progresiva diferenciación. Desde las entrañas de la empatía humana, el histo-riador demuestra aquí como el eje explicativo de la historia puede girar no tanto sobre la idea del cambio como sobre el pensar, sentir y vivir cotidiano de los individuos.

CAROLINA OBRADORS SUAZOEuropean University Institute- Florence

Simonetta CAVACIOCCHI (a cura de), La fi scalità nell’economia europea secc. XIII-XVIII = Fiscal systems in the European economy from the 13th to the 18th centuries: atti della “Trentanovesima settimana di studi”, 22-26 aprile 2007, Firenze, Firenze University Press, 2008, 590 pp. ISBN 978-88-8453-702-7.

La célebre Settimana di studi de Prato organizada por el Istituto Internazionale di Storia Economica “F. Datini” consagró su trigésimo novena edición a los sistemas fi scales en Europa entre los siglos XIII y XVIII. Se recogen los resultados en dos volúmenes publicados en 2008. Según reza la conferencia inaugural del encuentro, a cargo de A. Grohmann, el interés del tema va más allá del ámbito estricto de los historiadores económicos ya que se trata de una cuestión recurrente en los debates políticos y las disputas de poder de todas las épocas, por tanto, susceptible de ser abordada desde múltiples enfoques y, asimismo, de guiar el estudio de muchos aspectos de una sociedad concreta. Dado, pues, el alcance del fenómeno y la necesidad de adoptar perspectivas de larga duración, el encuentro reunió expertos de todo el continente europeo que en algunos casos se centraron en periodos de un par de siglos, pero que muchas veces plantearon panorámicas para todo el arco cronológico al que se abrió la cita.

Habida cuenta de la orientación de la revista donde se incluye esta reseña, nos limitaremos a reportar las contribuciones relativas al lapso temporal que por convención se considera la Edad Media. La opción adoptada conlleva excluir ciertas aportaciones o cerce-nar el contenido de algunos trabajos que sobrepasan el umbral del siglo XVI. Dicho en otras palabras, si retomamos el esquema schumpeteriano de la historia de la fi scalidad redefi nido y ampliado por autores como R. Booney o W.M. Ormrod, puede considerarse que nos ocupa-

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remos desde la fase del Domain State hasta el surgimiento y primeros pasos del Tax State a mediados del siglo XV.

El encuentro contó con un programa ciertamente denso, con numerosas ponencias seguidas de comunicaciones más breves y debates que también se recogen en las actas. Con el fi n de dotar de un cierto orden el resumen que pretendemos ofrecer, agruparemos los trabajos en función del área geográfi ca que cubren y empezaremos por los dos territorios que son el objeto de atención de más autores: la península Itálica y los reinos hispánicos.

L. Pezzolo y E. Stumpo apuntan la existencia de distintas trayectorias de los esta-dos itálicos desde la baja Edad Media hasta el Seiscientos en función del peso que tuvo en sus estructuras fi scales y fi nancieras el impuesto directo. A grandes rasgos, distinguen entre el mo-delo que representan Venecia, Génova y Florencia, y el que se observa en los reinos de Sicilia, de Nápoles y al estado de Milán, a pesar de las divergencias de estos dos últimos en ciertos elementos. Además, remarcan la incidencia de las demandas de los centros estatales en la articulación de las fi nanzas locales y el papel decisivo de las relaciones entre el poder central y las élites o corporaciones locales a la hora de graduar esta presión.

A. Bulgarelli Lukacs presenta una síntesis sobre el sistema fi scal del reino de Nápo-les entre los siglos XIII y XVIII, si bien dedica una atención preferente sobre todo al periodo a partir de 1500. Destaca ciertos elementos susceptibles de comparación, entre los que sobresale la importancia de la tasación directa, que la autora relaciona con la base agraria de la estructura económica y la distribución geográfi ca de la población del reino. Completa el cuadro itálico para la época que nos ocupa la comunicación de F. Guidi Bruscoli a propósito de la relación entre los mercaderes-banqueros y las fi nanzas del Estado pontifi cio en los siglos XV y XVI, y la infl uencia que pudieron tener estos profesionales en la política fi scal de la corte papal.

En cuanto a los reinos hispánicos medievales, D. Menjot evalúa el peso del impuesto directo dentro de los sistemas fi scales y fi nancieros de las ciudades castellanas. En líneas gene-rales y frente a una gran diversidad de casos, observa las difi cultades para aplicar gravámenes proporcionales a la riqueza de cada contribuyente así como la trascendencia de las considera-ciones políticas y las relaciones de poder, mayor que los condicionantes económicos. Por su parte, M. Asenjo expone el proceso por el cual a fi nes del siglo XV, durante el reinado de los Reyes Católicos, desde la monarquía se difundió un modelo de deuda pública, hasta entonces ausente en Castilla, sobre la base de rentas reales progresivamente encabezadas. Para ello fue necesario el concurso de las ciudades en el proceso de recaudación y, de hecho, la novedad consiguió atraer a las oligarquías urbanas y rurales, que invirtieron en juros vendidos por el rey sobre dichas rentas.

En una ponencia conjunta de M. Sánchez, A. Furió y A. Sesma, se analiza la articu-lación del new State taxation system en la Corona de Aragón entre mediados del siglo XIII y las décadas centrales de la centuria siguiente. Después de contraponer la evolución sincrónica de las estructuras fi scales en los distintos territorios de la Corona, advierten en el periodo estudiado una transformación radical de los conceptos y métodos de la punción fi scal. El equilibrio de po-deres, marcado por la disparidad de intereses de los sectores urbanos en relación con la nobleza y a la Iglesia, condicionó las medidas adoptadas en las Cortes por la monarquía. Explican, ade-más, como las continuas demandas reales, en especial a partir de la década 1350, y la necesidad de organizar y proceder a la recaudación de los subsidios tuvo efectos institucionales impor-tantes, en esencia, la aparición de las diputaciones de los distintos reinos y la consolidación de los sistemas fi scales municipales. Precisamente, J.V. García Marsilla dedica su intervención al campo de negocio que se abrió en los municipios valencianos convertidos por la Corona en cé-lulas de recaudación fi scal. El autor investiga tanto la vertebración de los mercados que implica la percepción de importantes impuestos indirectos en los centros urbanos como la posibilidad de rentables inversiones que ofrecía su arriendo.

Dos son también los trabajos dedicados al reino de Navarra. Uno de J. Carrasco que se centra en una década concreta del periodo, entre el último tercio del siglo XIII y el primero del siguiente, durante el cual el reino estuvo bajo el gobierno de la dinastía francesa de los Capetos y se convirtió en una demarcación fi scal más dentro de los dominios de esta casa real. El otro, de E. Ramírez, dedicado a las ayudas extraordinarias aprobadas por las asambleas de estados a partir de la década de 1370, cuya concesión dio lugar a un sistema fi scal cada vez más estable.

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Finalmente, S. Boissellier se ocupa del reino de Portugal en el siglo XIV. Analiza los debates en las Cortes, donde el rey atendía a las peticiones de las comunidades locales, con el objetivo de percibir cuáles eran las concepciones sociopolíticas acerca de la fi scalidad. Concluye, así, que el aparato fi scal de la realeza portuguesa era en aquellos momentos todavía muy arcaico, predominando las prestaciones públicas y las tributaciones en especie, y que el discurso estaba dominado por conceptos de honor y jerarquía, al menos hasta las tribulaciones sociales que siguieron a la Peste de 1348.

Para el caso francés en la Edad Media, se incluyen sólo estudios del área meridional. G. Larguier se propone responder a distintas cuestiones a partir de un análisis de larga durada (siglos XIV al XVIII) centrado en el Languedoc. Ante la diversidad de sistemas fi scales, se pregunta qué parte de lo que drenaban las comunidades era transferido a la monarquía, teniendo en cuenta la entrada tardía de este territorio en el reino Capeto y la implantación, desde el siglo XV, de una estructura fi scal encabezada por una asamblea representativa que negociaba los subsidios en nombre de las ciudades y villas. A pesar de ello, cada localidad adoptó sus propias estrategias, razón por la cual el autor observa las fi nanzas del municipio de Narbona con el fi n de calibrar la presión fi scal sobre la población.

A su vez, A. Rigaudière realiza un exhaustivo análisis de la aplicación de impuestos directos en las poblaciones del Mediodía francés. Analiza, en primer lugar, su implantación derivada del traspaso de resortes fi scales de una monarquía incapaz de imponerse a las ciudades y el proceso de confección de las fuentes fundamentales ligadas al impuesto directo, los libros de estimas y los compoix. Posteriormente, nos muestra, mediante la observación integrada de múltiples ejemplos, la estructura de dichos libros, los contribuyentes que contenía y los bienes que se grababan, la forma en que se procesaban estos datos y, a la postre, como se fi jaban las distintas cantidades a tributar.

Los cinco representantes de los Países Bajos se repartieron los diferentes aspectos a tratar en dicho territorio. M. Boone presenta una síntesis de los sistemas fi scales en los princi-pados del área meridional entre los siglos XIV-XVI. Después de trazar un cuadro de la realidad geográfi ca y política de estos territorios, marcados por una fuerte urbanización, afi rma que ésta se encontraba en la base del diseño de las políticas fi scales tanto de las instancias muni-cipales como estatales. El alto desarrollo de las actividades comerciales y artesanales explica, por ejemplo, la apuesta general por los impuestos indirectos. Y en este contexto, la necesidad de los príncipes de compensar sus defi ciencias patrimoniales condujo a la articulación de una fi scalidad específi ca. Su implantación se produjo a través del debate con las elites urbanas, cuyo papel fue fundamental en la regulación del equilibrio entre las fi nanzas de las ciudades y las demandas principescas.

Desde otro enfoque, C. Billen centra su intervención en las disputas sociales alrede-dor de los impuestos indirectos. Analiza los discursos en los que se critica su carácter desigual y los grupos que acostumbran a oponerse a su aplicación. La autora considera que el adecuado establecimiento de dichos impuestos, de acuerdo con una gradación de precios, no necesaria-mente debía de ser más molesta que otras modalidades fi scales. E. Thoen y T. Soens desplazan el foco de las ciudades a la campiña para calibrar el impacto de la fi scalidad de Estado en la sociedad campesina del siglo XIV al XVIII. Argumentan que la presión fi scal sobre las áreas rurales fl amencas no era excesiva, al menos hasta el siglo XVII, sin olvidar que cualquier siste-ma siempre daba lugar a una repartición irregular y con efectos dispares.

Por último, J.H. Munro se adentra en el fenómeno de la deuda pública emitida por las ciudades de Flandes en la época tardomedieval. Primeramente, argumenta que el paso de préstamos con interés a rentas perpetuas responde a una intensa campaña contra la usura que tuvo lugar a lo largo del siglo XIII y la posterior aceptación por parte del Papa de la licitud de estos nuevos contratos. Con esta premisa, el autor analiza el peso de las emisiones de deuda, consignadas sobre impuestos indirectos, en los sistemas fi scales de distintas localidades fl amen-cas. Munro añade un último apartado donde observa la presión fi scal en la ciudad de Aalst a la luz de un debate sobre los niveles de vida.

En contraste con otros ámbitos geográfi cos, los estudios relativos a la monarquía inglesa medieval tienden, ante todo, a poner el acento en el impacto de la fi scalidad y su dimen-sión social. Ch. Dyer presenta una síntesis sobre el impacto de la tasación directa en el marco de la controversia historiográfi ca sobre los efectos de la presión fi scal en relación con la crisis del

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siglo XIV. Llega a la conclusión que, a largo plazo (expande su perspectiva hasta el siglo XVI), la fi scalidad directa era menos gravosa y, al mismo tiempo, dio lugar a unas comunidades con competencias crecientes en la colecta de impuestos.

Bajo unas coordenadas parecidas, W.M. Ormrod pone al día ciertos modelos a pro-pósito de la presión fi scal en la Inglaterra de los siglos XIV y XV. Sugiere, en resumen, que debe evitarse centrar la atención únicamente en fases tan extraordinarias como los inicios de la guerra de los Cien Años y, en cambio, obviar las limitaciones que se podían poner habitualmen-te desde el Parlamento a las demandas de la realeza o los mecanismos de redistribución y com-pensación de las tasas en el seno de las comunidades. Con vistas a resituar el panorama fi scal inglés del siglo XV, arguye que la tendencia que se detecta entonces a una menor confl ictividad en el terreno político a propósito del reparto fi scal o la consolidación de la capacidad de los contribuyentes como criterio básico de tributación podría deberse a novedades en el discurso y la cultura política acerca de la fi scalidad aún por estudiar.

Finalmente, R. Schofi eld convierte las fuentes documentales de reparto fi scal en una herramienta para evaluar la distribución de la riqueza a lo largo de Inglaterra entre los siglos XIV y XVI. Analiza a fondo la fi abilidad de los registros que se conservan e induce de su con-tenido que se produjo una erosión en los subsidios, así como un progresivo reparto territorial de la riqueza.

Como de constumbre, tampoco faltaron representantes alemanes en el encuentro. B. Fuhrmann ofrece una visión de conjunto del entramado fi scal de los municipios entre los siglos XIV y XVII. Muestra como se combinaban impuestos directos sobre la propiedad con otros indirectos sobre el consumo de ciertos productos y que, a pesar de las diferencias entre los distintos casos, prevalecieron los segundos. Trasciende el ámbito local E. Isenmann cuando analiza los recursos fi scales del emperador en el Imperio Germano-Romano del siglo XV y las reformas que entonces se introdujeron en varios campos para suplir las irregulares aportaciones de las ciudades.

Asimismo, cabe tener en cuenta la aportación de M. Caesar acerca de la política fi scal en la comunidad de Ginebra en el periodo comprendido entre fi nes del siglo XIV y prin-cipios del XVI. El autor pone de relieve los problemas de aplicación, las resistencias y los retrasos en el pago de derramas, a la vez que los pros y los contras de la percepción de gabelas, procedimiento que –según él– sostenía mejor el recurso generalizado y regular al préstamo en las fi nanzas comunitarias.

G. Mysliwski glosa la transición hacia un sistema fi scal moderno en los reinos me-dievales de Polonia y Hungría, donde se constata el paso de las prestaciones en especie y apor-taciones en trabajo a impuestos generalizados sobre la población campesina en un contexto de desarrollo socioeconómico. El aumento extraordinario de estas exigencias también se relaciona con el estancamiento que experimentaron las economías de ambos estados. Además, muestra la traducción de dicho fenómeno en el ámbito local. Para una cronología que arranca del siglo XII, T. Kivisto investiga las raíces de los mecanismos impositivos aplicados en la Finlandia incor-porada en aquel momento a la Corona sueca y a la Cristiandad, vigentes ya en la sociedad de la Edad del Hierro. A partir del Doscientos, pues, la población dejó de tributar a las comunidades locales para hacerlo a la administración sueca de recién implantación.

Completa la nómina de trabajos de la Settimana relativos a la Edad Media, el que presenta E. Zéi para los sistemas fi scales en los territorios del Mediterráneo oriental bajo domi-nio veneciano en el lapso entre los siglos XIV y XVIII. Expone, en resumen, como la fi scalidad sobre la propiedad de la tierra sufrió grandes transformaciones en un contexto de cambio gene-ralizado alrededor del siglo XV y que, a la par, dichos cambios contribuyeron a otras novedades en el orden social y cultural.

La gran variedad de aportaciones de los trabajos que hemos tratado de sintetizar nos parecen una clara demostración de las consideraciones proemiales de A. Grohmann. En algunas contribuciones se pone el acento en cuestiones más bien técnicas acerca de la organi-zación de sistemas fi scales y métodos impositivos. Sin embargo, en prácticamente todas, sea para explicar el propio proceso de articulación de dichos sistemas, sea para intentar justifi car ciertas opciones tomadas en materia de política fi scal, se hallan análisis de las estructuras económicas y sociales, al mismo tiempo que consideraciones acerca de las organizaciones políticas o estatales.

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Para recordar sólo un par de ejemplos bastante recurrentes en los trabajos, no se puede documentar y razonar la preferencia por los impuestos indirectos o los directos sin ob-servar el grado de urbanización o la vertebración del mercado en un territorio; y tampoco se puede entender la evolución de ciertos sistemas fi scales sin tener en cuenta la correlación de fuerzas y las relaciones entre los distintos actores sociales de un reino o estado. En defi nitiva, en la Settimana de Prato de 2007 el tema de estudio era la fi scalidad, aunque, como muestran las aportaciones relativas a la Edad Media reseñadas, dicho tema sirvió (y sirve) de punto de referencia para explorar muchos otros aspectos de una sociedad determinada.

ALBERT REIXACH SALAInstitución Milà i Fontanals, CSIC. Barcelona

Carmel FERRAGUD DOMINGO, La cura dels animals. Menescals i menescalia a la València medieval, Catarroja, Afers, 2009, 261 pp. (Recerca i pensament; 49). ISBN 978-84-92542-04-8.

La monografía de Carmel Ferragud Domingo es el resultado de una línea de inves-tigación apenas tratada por quienes se dedican al estudio de la medicina durante el periodo medieval hispano, como es el ámbito de la salud y la cura de los animales, en especial el relacio-nado con los equinos. La importancia de estos animales (mulas y asnos) en las tareas agrarias de las familias campesinas, pero también en otras de mayor proyección social, como las de los comerciantes en el ámbito urbano, y la alcanzada por el caballo en la guerra y como represen-tación del prestigio de los miembros de las élites (monarquía, nobleza, patriciado urbano) de la época queda fuera de duda, llegando muchas de las veces a ser considerados por sus dueños como una part de la família. Una obra que plantea los resultados de unos temas sobre los que Ferragud Domingo ya ha trabajado con anterioridad en colaboración con otro investigador, Lluís Cifuentes, y cuya importancia ha puesto de manifi esto en su tesis doctoral, defendida en 2002 y publicada posteriormente en 2005, con el título: Medicina i promoció social a la Baixa Edat Mitjana (Corona d’Aragó, 1350-1410), Madrid, CSIC. El libro aquí reseñado se centra principalmente en la ciudad de Valencia, y para ello el autor ha utilizado, como hilo conductor, parte de un proceso judicial contra un menescal (albéitar en castellano) –Antoni de Vilaspino-sa– acusado de negligencia profesional, conservado en el Archivo del Reino de Valencia. Un documento que le ha permitido establecer un interesante entramado no sólo de lo que resultó el tratamiento y la cura de caballos en la dinámica ciudad valenciana, sino también las implicacio-nes socioeconómicas de aquellos que ejercían el ofi cio. El grueso de la documentación mane-jada se custodia en el mencionado archivo valenciano y en el Archivo de la Corona de Aragón, aunque también ha consultado otros archivos, como el Archivo Capitular de la Catedral de Barcelona, el Archivo Histórico de Protocolos de Girona, el Archivo Municipal de Alcoy y el Archivo de Protocolos del Colegio del Patriarca de Valencia. Otras fuentes empleadas, como las literarias y las iconográfi cas, han tenido una relevancia menor en el resultado fi nal del trabajo.

Por lo que respecta a la estructura del libro, el autor lo divide en tres grandes apar-tados, delimitados por una temática distinta, aunque como núcleo central siempre está presente la atención sanitaria ofrecida a los animales. En el primero titulado “La cura dels animals i la pràctica de la menescalia”, se refl eja el valor adquirido por los animales –preferentemente los caballos– en la sociedad de fi nales de la Edad Media, así como los aspectos médicos (galenismo y empirismo), religiosos (oraciones), supersticiosos (conjuros) y populares (pociones, hierbas y talismanes) que infl uyeron en su tratamiento. Se aborda de pasada la importancia de otros ani-males en los estamentos privilegiados de la época, como aves de presa, perros de caza o animales exóticos propios de las casas reales (leones, osos, leopardos, camellos, papagayos, pavos…), de gran carga simbólica y cuya posesión distinguía a su poseedor y sobre los que los menes-cals también ejercieron sus saberes; mientras otros animales, por lo general los destinados al consumo humano, como las aves de corral, los cerdos, los conejos, las ovejas, las palomas…, quedaban fuera de su atención, lo que produjo una especialización sobre los animales de gran valor y rendimiento económico y social. Igualmente, Ferragud Domingo vincula el origen de los menescals con los herreros, poseedores estos últimos de un bagaje médico producto del

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empirismo, aunque con el tiempo los primeros acaben especializándose en la cura de equinos, sobre todo en el entorno urbano. Una afi nidad herreros-menescals/albéitares muy habitual en otros reinos peninsulares y difícil de separar puesto que sus funciones –el trabajo del hierro y el sanitario– se complementaban en numerosas ocasiones, sin dejar de lado una de las activida-des comerciales más lucrativas que podían ejercer, como el alquiler y la venta de bestias de su propiedad. El autor recoge las principales fuentes doctrinales que circulaban y utilizaban estos personajes en el ámbito de la Corona de Aragón, basadas, como sucedía en la medicina humana, en el corpus doctrinal hipocrático, primeramente aplicadas al caso de los caballos por algunos teóricos italianos, traducidos posteriormente al catalán, aunque ya en el siglo XV se documen-tan tratados de autores locales, como Manuel Díez, que alcanzan gran difusión. Era necesario, y así lo plantea Ferragud Domingo, completar esta parte con una visión de los ámbitos –domés-tico y laboral– en donde se practicaba la menescalia y sus implicaciones tanto personales por parte de los propios menescals como desde un punto de vista de la salud pública, al igual que del aprendizaje del ofi cio y de la importancia que los esclavos tuvieron en su práctica.

La segunda parte, “Els practicants de la menescalia a la ciutat de València”, se centra en la importancia que tuvo para algunos menescals ofrecer sus servicios a las élites sociales y el prestigio alcanzado tanto por algunos cristianos (los Vilaspinosa y los Faberzà) como por cier-tas familias musulmanas (los Bellvís y los Abenxoa). Un ofi cio aparentemente vedado para las mujeres, percepción favorecida por el silencio de las fuentes respecto a su práctica, y digo apa-rentemente porque no parece que en ningún momento las distintas legislaciones, y entre ellas los Furs, lo prohibieran, y en el que la presencia judía brilla por su ausencia. Pero este apartado va más allá que la simple descripción de la evolución de cada uno de los profesionales que ejer-cieron el arte de la menescalia. Aquí el autor plantea de forma clara y rigurosa los encontrados intereses que existían entre los miembros de las diversas familias y las disputas (algunas de ellas ante los tribunales) con otros menescals, con el fi n de alcanzar un lugar destacado en su ofi cio, lo que llevaba implicado un aumento del prestigio y autoridad. Cuestiones que se com-prueban sobre todo en el caso de las dos familias musulmanas, ambas con gran poder político y económico en la Corona de Aragón. Finaliza el capítulo con dos cuadros genealógicos de las familias Bellvís y Faberzà (pp. 140-141) de gran ayuda para poder ubicar a los protagonistas en el contexto narrativo.

La tercera y última parte se titula “Sociabilitat i economia. El benefi cis de la pràctica de la menescalia”. En ella el autor reconoce que la mayor parte de los menescals cristianos no pasaron de pertenecer a las clases medias de la sociedad, desde un punto de vista socioeconómi-co, aunque hay algún ejemplo, como el de Ramón Faberzà que vivió en condiciones semejantes a los miembros del patriciado urbano. El estudio del inventario de los bienes de este último (1346), realizado tras su fallecimiento, es un excelente ejemplo de uno de aquellos –pocos– que adquirieron gran prestigio en la ciudad de Valencia, llegando incluso estar al servicio de los monarcas. Una familia, la de los Faberzà, algunos de cuyos miembros llegaron a ser consellers de dicha ciudad entre los años 1306-1355, algo inusual entre los practicantes de la medicina animal. Por lo que respecta a las familias de menescals mudéjares vinculadas con la corte, éstas obtuvieron un importante poder político en el ámbito de las instituciones musulmanas –aljamas– en gran parte de los territorios de la Corona de Aragón. Así, miembros de la familia Abenxoa tuvieron en sus manos diferentes cargos, entre los años 1319 y 1361, en Huesca, Za-ragoza, Tarazona, Huesca, Tortosa y otros lugares el reino de Valencia; mientras que los Bellvís alcanzaron representación en Huesca, Zaragoza, Borja, Tarazona, Calatayud, Lérida, Valencia, Játiva, Elche y Crevillente, entre 1339 y 1418. Ferragud Domingo concluye esta parte con unas breves pinceladas sobre la importancia y la antigüedad de la cofradía de los herreros, menescals y plateros de la ciudad de Valencia, cuyas Ordenanzas fueron establecidas el 8 de mayo de 1298 por el rey Jaime II, bajo la advocación a San Eloy, hasta fi nales de la Edad Media, momento en que la separación entre los menescals y herreros es defi nitiva.

Finaliza el libro con unas concisas conclusiones bien estructuradas, un amplio apén-dice documental, un glosario de términos que tienen que ver con la menescalia, los aparejos de los caballos o que, según Ferragud Domingo, resultan de interés para entender las caracte-rísticas del proceso judicial al citado Antoni de Vilaspinosa, y una completa bibliografía. Tan sólo se echa en falta un índice de lugares y de nombres propios, tan útil en estos casos como herramienta de trabajo. Aunque es cierto –ya lo he repetido en alguna que otra ocasión– hay

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veces en que esta ausencia de índices no hay que achacarlo al autor sino a políticas propias de las editoriales.

No quiero concluir sin felicitar al autor por el excelente trabajo realizado. Un tema prácticamente inédito en la historiografía medieval referente a los reinos hispanos. No en vano fue galardonado con el premio “Senyera d’Investigacions Històriques 2004”.

FERNANDO SERRANO LARRÁYOZUniversidad de Alcalá de Henares

Mercedes GAIBROIS DE BALLESTEROS, María de Molina; prólogo de Ana del CAM-PO GUTIÉRREZ, Pamplona, Urgoiti, 2010, CXV+319 pp. (Historiadores; 12). ISBN 978-84-937462-1-6.

Nos hallamos ante un libro a través del cual podemos oír, directa o indirectamente, las voces de tres mujeres, distantes entre ellas en el tiempo, distintas por el papel que desempe-ñan en el libro, y evidentemente en la Historia. Conviene oír las tres voces, enlazándose entre sí por medio de dos biografías encadenadas.

La joven historiadora Ana del Campo Gutiérrez traza, con los ojos de hoy y con gran rigor histórico, la biografía de Mercedes Gaibrois y nos presenta la obra que Mercedes escri-biera allá por los años treinta del siglo XX, dedicada a biografi ar a María de Molina, reina de Castilla y León, que publicó la editorial Espasa-Calpe en 1936. He aquí a las tres mujeres: Ana y Mercedes, historiadoras; María, reina, esposa, madre y abuela de reyes.

Comencemos por el principio. Siempre cuesta empezar y me ha gustado como Ana del Campo inicia la presentación de esta reedición de María de Molina describiendo el espacio privilegiado en el que fue escrito el libro: la biblioteca del matrimonio Ballesteros-Gaibrois. Ana del Campo nació en Logroño en 1978, donde realizó sus primeros estudios; cursó la carre-ra de Historia en la Universidad de Zaragoza, allí se doctoró con una tesis titulada Rituales y creencias en torno a la muerte en Zaragoza durante la segunda mitad del siglo XIV; ha obteni-do diversos premios de investigación y ha escrito varios artículos, algunos sobre biografías de mujeres. La he visto trabajar con rigor, buscando y manejando la documentación para perfi lar biografías femeninas.

Inicia la biografía de Mercedes Gaibrois (1891-1960) destacando la infl uencia posi-tiva de su primera educación en tierras colombianas: el orden y el método se deben a tu primera maestra, afi rmación en la que estoy plenamente de acuerdo. A menudo yo misma he dicho que lo realmente importante lo aprendí de niña en la escuela. Mercedes Gaibrois, de su primera maestra, recibiría las herramientas de trabajo necesarias para investigar y escribir con maestría, además de una educación cristiana y su interés por la historia de las mujeres.

Debemos a Mercedes Gaibrois su incursión en la historia de las mujeres, durante una época en que los libros de historia apenas hablaban de ellas. Investigó sobre diversas fi guras femeninas de la realeza, destacando especialmente esta biografía de María de Molina (1264?-1321).

No es fácil trazar una biografía, hay que saber llegar “al alma” del personaje. Ana del Campo ha sabido comprender los métodos y las razones de Mercedes Gaibrois, ha investi-gado en sus archivos, ha leído una cantidad importante de artículos dispersos, ha ahondado en los escritos y pensamientos de la biografi ada, para presentarnos una convincente semblanza de la autora de María de Molina. Como afi rma ella misma, se ha acercado a la mujer para com-prender mejor a la historiadora.

Mercedes Gaibrois se inició en su tarea de historiadora de la mano de su marido Antonio Ballesteros. La Historia y el amor se habían cruzado en su vida en 1910. Compaginó su maternidad con la investigación incansable en los archivos, de los que consultó 134 situados en diversos lugares, para redactar la Historia del reinado de Sancho IV, material que también utilizó para trazar la biografía de su esposa María de Molina. Se acercó a este personaje y a las demás mujeres que biografi ó con entusiasmo, y siempre a través de las fuentes históricas. Bebió de las fuentes inéditas, se obsesionó por los archivos, impregnó su obra de documentos. Escri-bió con fl uidez, y sus obras tienen gran valor literario. El mismo manejo de las fuentes y fl uidez

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en la palabra escrita nos muestra la autora de su biografía en este prólogo que muy acertada-mente titula “Mercedes Gaibrois de Ballesteros: del amor a la historia y de la historia al amor”.

Destacamos que Mercedes Gabrois fue la primera mujer aceptada en la Real Acade-mia de la Historia (1932), tras haberle negado el ingreso diez años antes. Asistió al Congreso Internacional de Ciencias Históricas de Paris (1950), realizando ciertos intentos de apertura, a pesar de su posición política cercana al franquismo.

En su obra María de Molina nos ofrece una visión positivista, política y cronológica de los hechos, pero mantiene en todo momento el interés del lector gracias a la excelente re-dacción y al frescor que dan al texto las fuentes directas utilizadas. Nos ofrece una recreación histórica ceñida a las fuentes, pero en la que puede oírse también la voz de la historiadora, que nos muestra a menudo su valoración personal sobre los hechos y los personajes, y podemos re-crearnos asimismo en fragmentos de documentos, si bien la obra carece de notas críticas, notas que en cambio se agradecen en la redacción del prólogo.

A pesar de los años transcurridos desde su primera edición, y de cierta visión de la historia que responde, como no podía ser de otra manera, al pensamiento y la época de la autora, en muchos aspectos esta biografía no ha sido superada. Este trabajo va más allá de contarnos la vida de esa reina, la valora y entra en la azarosa historia de Castilla; es decir, se ocupa de la historia política en estos complejos momentos del paso del siglo XIII al siglo XIV, con intrigas, bandos, infantas-niñas ofrecidas como moneda de cambio, y príncipes, hermanos, tíos, sobri-nos, primos, luchado por el poder. No hay un acercamiento a la sociedad, la economía o la cul-tura; pero se describen muy bien los entramados políticos de la familia real castellano-leonesa y de la alta nobleza que pretende interferir en los asuntos de la corona.

En esta compleja situación la autora siempre logra situar a María de Molina en el centro de la escena. Nos presenta a una reina mesurada, acertada en sus decisiones y consejos, respetada por el pueblo, que luchó incansablemente para mantener a su hijo en el trono.

Pienso que ha sido un acierto la reedición del libro, acompañado de la biografía de la autora. Como hemos dicho, es una obra sin notas críticas y de amena lectura, adecuada para una divulgación histórica de calidad. En pro de la divulgación, quizá hubiese sido interesante incluir la genealogía de los miembros de la familia real, protagonistas de la trama histórica, y una breve referencia a los personajes más relevantes. De todos modos creo que continúa siendo interesante la lectura de María de Molina. La viveza del texto, impregnado del frescor de las crónicas, nos ayuda a comprender la difícil convivencia de la nobleza castellano-leonesa entre ella y con la corona. María aparece como la fi gura central imprescindible, no solo en las relaciones de los miembros de la familia real entre sí y con la nobleza. La autora también tiene la pericia de colocar la fi gura de la reina castellana en el centro de las relaciones peninsulares: Jaime II de Aragón y Dionís de Portugal aparecen en esta compleja red de relaciones políticas, que forman parte de las conexiones familiares que se crearon entre los diversos estados ibéricos durante la Edad Media. Y es que en la vida de la reina María, como en la de tantas otras mujeres, no podemos separar la vida pública de la privada.

Recomiendo vivamente su lectura, pero antes de adentrarse en la biografía de María de Molina, deben leer atentamente el prólogo; considero que es una lección de metodología histórica.

TERESA VINYOLES VIDAL Universidad de Barcelona

Juan Vicente GARCÍA MARSILLA, La taula del senyor duc. Alimentació, gastronomía i etiqueta a la cort dels ducs reials de Gandia, Gandía, CEIC Alfonso el Vell, 2010, 227 pp. ISBN 978-84-96839-33-5.

La reciente monografía de Juan Vicente García Marsilla viene a completar un hueco de una disciplina, como es la historia de la alimentación, que desde hace tiempo ha dejado de ser un saco de curiosidades eruditas, llegando a alcanzar el grado de corriente historiográfi ca gracias a destacados medievalistas como Antoni Riera i Melis, para la España cristiana, y a Manuela Marín y Expiración García Sánchez para el espacio hispano-musulmán. Una obra que,

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como su autor expone en la introducción, se ha hecho esperar debido a diversas vicisitudes, hasta que en el año 2009, tras un ciclo de conferencias sobre Alfonso el Viejo, duque de Gandía, fue tomando la forma que hoy el lector tiene en sus manos.

García Marsilla no es un desconocido para los estudiosos de la alimentación bajo-medieval. En 1993 publicó lo que en su momento fue su tesis de licenciatura y primera mono-grafía, con el título La jerarquía de la mesa. Los sistemas alimentarios en la Valencia bajome-dieval (Valencia, Diputació de València), a la que han seguido un buen número de artículos en distintas revistas especializadas y congresos. El libro aquí reseñado puede ser considerado, a mi entender, como una segunda parte, en esta ocasión centrado en la mesa de una de las fami-lias más importantes del reino de Valencia, como fueron los duques de Gandía, tanto Alfonso el Viejo como su hijo, Alfonso el Joven, pero también Violante de Arenós, esposa y madre de ambos respectivamente, cuando lo considera necesario. Un tema todavía no cerrado para los otros sectores sociales de la población valenciana y que esperemos que el autor aborde en un futuro cercano.

Por lo que respecta a la estructura del libro, éste ha quedado dividido en tres apar-tados claramente diferenciados. En el primero, titulado “Donar menjar al duc. El col·lectiu cortesà i l’alimentació”, se presenta el funcionamiento del la casa ducal, al fi n y al cabo un mi-crocosmos donde queda representado el poder que tienen o pretenden tener sus representantes, no sólo en los aspectos relacionados con los ofi cios dedicados a la elaboración, preparación y servicio de los alimentos, sino también con otro tipo de ofi cios palaciegos, que permiten com-probar el grado de organización y refi namiento de la alta nobleza valenciana. Esta planifi cación permite al autor tratar otros aspectos que los puramente organizativos, para adentrarse en el abastecimiento (tipos de compras –al por mayor y al por menor– y rentas propias –cereales, animales de corral–) de la corte y en la administración y distribución de los diferentes víveres que van a ser consumidos no sólo por el personal cortesano y sus señores, sino también por las caballerías, por ellos mantenidas. Un recorrido que permite comprender cómo la estructu-ra organizativa del la corte señorial quedaba necesariamente infl uenciada por las necesidades alimentarias en la persona del duque, superando con mucho la mera necesidad bromatológica, para pasar a ser un refl ejo de superioridad social en un momento cuya mayor preocupación en el día a día para la gran mayoría de la población consistía en poder llevarse algo a la boca.

La segunda parte, “La dieta dels poderosos”, está dedicada a los alimentos y con-dimentos presentes en la corte ducal, sin dejar de lado el papel que cada uno de ellos tuvo en el contexto ideológico de la época. Sus resultados han sido brillantes, gracias a las fuentes contables que generó la casa de los duques de Gandía, que como García Marsilla apunta estan entre les millors, a escala europea, per a tractar de reconstruir l’alimentació i la vida quoti-diana d’un destacat membre de la noblesa baixmedieval. No le falta razón, basta comprobar los apéndices documentales del fi nal del libro para darse cuenta de ello (pp. 173-213). El consumo de carnes, pescados, pan, vino, vegetales, derivados de la leche (huevos y queso), condimen-tos, especias queda refl ejado con todas sus variantes, a la vez que plantea los condicionantes económicos, sociales y religiosos que infl uyen en el consumo de cada uno de los alimentos, ofreciendo también datos precisos sobre los menús que se presentaban en la mesa.

Titula la tercera y última parte “La cuina i la taula. Menjar i conviure en palau”. En ella, el autor muestra que una necesidad biológica como el comer y el beber, necesita ser ritua-lizada por las élites sociales de una sociedad tan compleja como la medieval, convirtiéndola en un auténtico arte y una forma de sociabilidad. A través del hecho cotidiano de alimentarse se busca expresar la preeminencia social del linaje ducal. En este contexto se analizan los medios y las técnicas de toda la gastronomía desarrollada en los palacios ducales, como los tipos de cocinas y el menaje que las completaba. Se destaca la importancia de algunos productos consu-midos y la diferencia de su presentación según las circunstancias. También se alude a la materia prima utilizada para hacer funcionar las cocinas, como leña y carbón, cuestión nada baladí por su elevado coste. Añadamos a todo esto la importancia del ritual y la planifi cación de la sala donde se come, la iluminación, vajilla que se presenta y lencería de mesa, elementos que mues-tran el carácter simbólico y de ostentación de estos objetos para sus dueños.

Finaliza el libro con unas conclusiones bien estructuradas, un apéndice documental conciso pero clarifi cador y una bibliografía seleccionada, de la que tan sólo algún título podría echarse en falta (cuestión, de hecho, muy personal). El libro se complementa con un organigra-

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ma a todo color de la organización de la casa de los duques de Gandía (p. 38), que ejemplifi ca en gran medida la descripción del primer capítulo, e imágenes muy bien escogidas que ilustran magnífi camente el texto.

Si habría que poner algún pero al trabajo de García Marsilla, debería aludirse pri-meramente a que, pese a lo extremadamente bien planteado y redactado que está el estudio, al investigador, quizás no tanto al lector no especializado (y esto es un aspecto muy subjetivo y opinable), le queda la sensación de que se podrían haber hecho comparaciones más concretas basándose en estudios de otras cortes coetáneas, como la castellana, la navarra y la propiamente aragonesa. Así tendríamos una perspectiva más amplia del caso concreto que se estudia en este libro. La otra cuestión es puramente formal, y me refi ero a la ausencia de un índice de lugares y de nombres propios, tan útil en estos casos como herramienta de trabajo. Cierto es que muchas veces esta ausencia de índices no hay que achacarla al autor, sino a políticas propias de las editoriales.

Podemos concluir diciendo que nos encontramos ante un magnífi co libro, no sólo por el contenido sino también por el continente, y felicitar tanto a su autor, quien esperamos siga deleitándonos con obras como ésta, como a sus promotores, CEIC Alfons el Vell y Ayun-tamiento de Gandía.

FERNANDO SERRANO LARRÁYOZUniversidad de Alcalá de Henares

Luís KRUS, Luís Filipe OLIVEIRA, João FONTES (coord.), Lisboa Medieval. Os ros-tos da cidade, Lisboa, Livros Horizonte, 2007, 463 pp. (Cidade de Lisboa; 45). ISBN 978-972-24-1563-7.

Este livro, contendo trinta e um ensaios, corresponde às actas do IIº Colóquio A Nova Lisboa Medieval, levado a cabo pelo Instituto de Estudos Medievais da Universidade Nova de Lisboa em Dezembro de 2004. Dividido em três grandes partes, poderia, na verdade, conter apenas duas, já que a primeira, intitulada “Por Lisboa”, inclui unicamente o estudo de Iria Gonçalves, Regateiras, padeiras e outras mais na Lisboa medieval, que evoca as principais actividades económicas femininas na cidade e poderia perfeitamente integrar-se no segundo apartado, intitulado “Gentes e percursos”. Este, com efeito, é composto por um conjunto de trabalhos referentes às mais diversas categorias de lisboetas: mouros e moçárabes, eclesiásticos e religiosas, nobres e mercadores, artífi ces e hortelões.

Os primeiros ensaios referem-se a al-Ushbuna, a Lisboa muçulmana. Maribel Fierro estuda as origens étnicas e familiares, a mobilidade, as actividades e a irradiação cultural d’ Os Ulemas de Lisboa. António Rei, em Os rostos do poder na Lisboa das Taifas (1009-1093) – novas leituras, demonstra que a cidade e a sua região protagonizaram nesse período alguns momentos de administração autónoma e foram disputadas pelos chefes das taifas de Sevilha e Badajoz, não constituindo de todo um território esquecido e de menor importância, como an-teriormente se pensava. Paulo Almeida Fernandes, em Os moçárabes de Lisboa e a sua impor-tância para a evolução das comunidades cristãs sob domínio islâmico, contesta a ideia de um declínio demográfi co e cultural dessa comunidade nos fi nais do séc. IX e no séc. X, apontando pelo contrário para a sua afi rmação, e para um recuo mais tardio, posterior à conquista da ci-dade pelos cristãos em 1147. Sobre essa conquista se debruça Pedro Gomes Barbosa, fazendo dela uma breve descrição a partir das narrativas dos cruzados que nela participaram, em Mouros e cristãos no relato da conquista de Lisboa.

Os restantes textos desta parte referem-se à cidade cristã, e adoptam perspectivas múltiplas. Em A sociedade rural da região lisboeta nas transacções do mosteiro de S. Vicente de Fora (1147-1205), Stéphane Boissellier fala-nos das primeiras etapas da formação do patri-mónio desse cenóbio de cónegos regrantes de Santo Agostinho. Vários outros ensaios referem-se, igualmente, a casas de religião lisboetas, mas femininas. Isabel Branquinho esclarece-nos sobre a organização interna e a gestão do património da comunidade de freiras estabelecida junto do mosteiro anteriormente referido em As sorores de São Vicente de Fora: uma primeira abordagem. Já Maria Filomena Andrade, em Opções religiosas das elites lisboetas: o convento

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de Chelas no século XV e Luís Miguel Repas, em Entre o mosteiro e a cidade: o recrutamento social das «donas» de Odivelas debruçam-se sobre a ligação das freiras destas instituições às elites lisboetas. De uma opção religiosa mais radical, mas ainda maioritariamente feminina, nos fala João Luís Inglês Fontes em Reclusão, eremitismo e espaço urbano: o exemplo de Lisboa na Idade Média. Por fi m, Hermínia Vasconcelos Vilar, no seu artigo Em torno de uma diocese: os bispos de Lisboa entre dois séculos (1244-1325) analisa algumas eleições episcopais neste período, todas elas contestadas, que revelam com nitidez a evolução das diferentes forças em presença nessas ocasiões.

Depois de trazidos à luz os religiosos e os eclesiásticos, a atenção dos participantes no colóquio dirigiu-se para os diferentes estratos da população urbana laica. Dos homens e mulheres que labutavam as terras em torno de Lisboa, apenas tratou Carla Devesa Rodrigues em Pelo alfoz de Lisboa: a aldeia da Ameixoeira e as suas gentes em fi nais da Idade Média. Marisa Costa ocupou-se desses artesãos altamente especializados e que trabalhavam materiais nobres, Os ourives na Lisboa de Quatrocentos. Mas a grande maioria dos textos procurou analisar as elites da urbe, em relação às quais a documentação disponível é bastante mais abundante.

O comércio foi um dos factores de enriquecimento dos lisboetas, o que levou a Coroa a procurar recuperar para si o domínio eminente das tendas da cidade que haviam per-tencido no passado aos reis muçulmanos, obrigando os tendeiros a pagar rendas por elas, num processo minuciosamente descrito por Bernardo de Sá-Nogueira em Intervenção da corte régia no enquadramento do comércio lisboeta (1276-1279), documentada por instrumentos notariais de composição. Não era, porém, este pequeno comércio de retalho, nem o de pequeno curso que estuda José Augusto C. F. Oliveira em Atravessar o Tejo: mercadores entre Lisboa e a Outra Margem, mas sim o de grande trato que fazia a fortuna dos mercadores da elite governativa lisboeta. Com efeito, as magistraturas concelhias de Lisboa, na primeira metade do séc. XIV, estavam nas mãos de um número restrito de famílias enriquecidas pelo comércio internacional que alternavam nos cargos, como demonstra Miguel Gomes Martins em Para mais tarde re-gressar. Percursos na administração municipal da Lisboa medieval.

Todavia, o facto do monarca e da corte estanciarem com muita frequência em Lis-boa, levou a que o governo da cidade contasse cada vez mais ofi ciais régios, e que as elites urbanas fossem compostas, para além de mercadores, por esse ofi cialato e por uma pequena nobreza em ascensão devido aos serviços prestados ao rei e à rainha. Essas famílias casavam entre si e, além de monopolizarem os cargos concelhios, ainda colocavam alguns dos seus fi lhos no cabido da Sé lisboeta e as suas fi lhas nos mosteiros locais: é o que se depreende dos textos de Mário Farelo, Ao serviço da Coroa no século XIV: o percurso de uma família de Lisboa, os «Nogueiras»; Vanda Lourenço, Os Avelar – percurso de uma linhagem em Lisboa (1325-1367); Luís Filipe Oliveira, Uma barregã régia, um mercador de Lisboa e as freiras de Santos; Ana Cláudia Silveira, Entre Lisboa e Setúbal: os Palhavã e Maria de Lurdes Rosa, Além da aventura, aquém do capitalismo?: elementos para a história de Fernão Lourenço (1480-1505), um “perito económico” na Expansão portuguesa. Até aos muçulmanos, os serviços prestados ao soberano como artesãos especializados permitiam uma notável ascensão social dentro das respectivas comunas, como demonstra Maria Filomena Lopes de Barros, em Os Láparos: uma família muçulmana da elite comunal olisiponense.

A terceira parte desta obra, intitulada “Discursos e memórias”, apresenta uma ainda maior variedade de análises. Dois textos ocupam-se do culto dos santos mártires lisboetas Veríssimo, Máxima e Júlia em espaços geográfi cos distintos: os de Odília Alves Gameiro, Sociologia e geografi a do culto medieval dos Santos Mártires de Lisboa e Mário de Gouveia, O culto dos santos mártires de Lisboa na fronteira ocidental do reino de Leão. Quanto a Maria Isabel Rosa Dias, em Ecos da trasladação de S. Vicente para Lisboa, na Flandres relaciona a existência de um manuscrito relatando essa transferência no mosteiro de Saint-Ghislain, no Hainaut belga, com o governo da fi lha de D. Afonso Henriques, D. Matilde (ou Mafalda), condessa dessa região. António de Castro Henriques e Tiago de Sousa Mendes, procurando Coerências heráldicas nas famílias de Lisboa (séculos XIII e XIV), detectam nos 13 brasões estudados uma enorme frequência da banda, que podia ser a insígnia da hoste concelhia e representar assim uma identifi cação institucional. Analisando os agravos de Lisboa em Cortes de 1352/1371 e as respectivas respostas, João Silva de Sousa traça-nos um quadro da crise

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demográfi ca, económica e social que então eclodiu e das medidas que os monarcas tomaram para a debelar.

Por fi m, Graça Videira Lopes, «em Lisboa sobre lo mar»: imagens de Lisboa na poesia medieval, Teresa Araújo em Imagens de Lisboa no Cancioneiro de Garcia de Resende e Filipa Medeiros, em A Lisboa cronística. Espaço e sociologia urbana nas crónicas de D. Pedro I e de D. Fernando, de Fernão Lopes, dão-nos a ver a cidade pelos olhos dos poetas e dos cronis-tas de tempos medievos. O livro termina com a desconstrução, por Sandra Amaral Monteiro, da narrativa romanceada que o grande historiador Herculano construiu em torno dos episódios de contestação popular ao casamento do rei D. Fernando com D. Leonor Teles (Uma visão liberal da Lisboa do século XIV - «Arras por Foro de Espanha» de Alexandre Herculano).

Trata-se, portanto, de uma obra essencial para o conhecimento da Lisboa medieval, e que ao mesmo tempo nos informa sobre os rumos que os estudos sobre esse período vão tomando em Portugal.

ANA MARIA S. A. RODRIGUESUniversidade de Lisboa

Maria Filomena LOPES DE BARROS, José HINOJOSA MONTALVO (eds.), Minorias ét-nico-religiosas na Península Ibérica. Período medieval e moderno. Actas I Encontro Minorias no Mediterrâneo (Évora, 21-23 de Setembro de 2006), Lisboa, Ediçôes Colibri - CIDEHUS/UE - Centro Interdisciplinar de História, Culturas e Sociedades da Universidade de Évora - Universidad de Alicante, 2008, 454 pp. ISBN 978-972-772-835-0.

Este volumen, resultado de un congreso, consta de dos partes dedicadas respec-tivamente al periodo medieval y al moderno. Maria José Ferro Tavares, en A construçâo de um estereótipo: o Judeu no Mediterraneo Ocidental e o seu refl exo na Arte (séculos XII a XVI), que fue la conferencia inaugural del congreso, analiza la creación de ese estereotipo en una área extensa de Europa occidental y mediterránea, especialmente en la península Ibérica, Francia e Italia, y en un periodo que se extiende de la Edad Media al inicio de la Moderna. Los centros productores de esos estereotipos serían la Iglesia, la corte y las ciudades y señala que es en ocasiones de inestabilidad social o miedo colectivo que los judíos son vistos como el mal absoluto. Recorre las manifestaciones de rechazo a los judíos desde el inicio del Cristianismo, su crecimiento en tiempos de las cruzadas, las persecuciones y acusaciones infundadas y las expulsiones. Centra su atención especialmente en la traducción en el arte de las percepciones de judeofi lia o de judeofobia y de rechazo de esa minoría y señala que en el mundo mediterráneo occidental raramente el arte y la literatura asumen la connotación negativa de los judíos y pocas veces presentan el estereotipo. Un buen número de imágenes apoyan la exposición.

Saul António Gomes, en Os judeus no Reino Português (séculos XII-XIII), centra su estudio de los judíos portugueses en la ciudad de Coimbra y en su documentación. Se ocupa del asentamiento espacial de esa minoría, de su estructura social, de cómo está considerada en el derecho canónico y en el derecho real y de la imagen de los judíos proyectada en la literatura de la época. José Hinojosa Montalvo, en Los judíos en la Corona de Aragón. La recuperación de la memoria histórica en torno a una minoría, nos presenta una síntesis en la que se ocupa en primer lugar de las fuentes hebreas como las Responsa, respuestas dadas por los rabinos a las consultas que recibían, aunque conviene completarlas con la documentación cristiana y comen-ta las publicaciones de fuentes antiguas y recientes, como las que publica la Universidad He-brea de Jerusalén; podría haberse citado también el volumen tercero de la “Miscel·lània de Textos Medievals”, Els Libri Iudeorum de Vic i de Cardona, de Immaculada Ollich y Montse-rrat Casas, así como el tratado publicado por Josep Hernando: Tractatus adversus iudaeos. Un tratado anónimo de polémica antijudía (siglo XIII), en “Acta Historia et Archaeologica Me-diaevalia”, 7-8 (1986), pp. 9-77. Señala que hay que tener en cuenta también la aportación de la arqueología al conocimiento de la presencia hebraica i comenta el interés actual por la historia judía con la creación de centros como el de Isaac el Cec de Girona, que ha supuesto una recu-peración del patrimonio judío de Girona, o la “Red de Juderías de España” o “Aragón. Espacio Sefarad”, patrocinado por la Diputación General de Aragón, donde lo científi co se combina con

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la promoción turística. Como instrumentos de trabajo señala un repertorio bibliográfi co de Jau-me Riera y las revistas especializadas, en Cataluña “Calls” y actualmente “Tamid” y a nivel hispánico “Sefarad”, así como diversos estados de la cuestión, congresos y coloquios especia-lizados etc. Concluye el trabajo con una síntesis histórica para no iniciados, analizando aspectos como la demografía, aljamas y juderías, la sociedad, la actividad profesional, las relaciones con el poder, una minoría privilegiada, las relaciones con cristianos y mudéjares, la cultura judía y una bibliografía seleccionada. Isabel Montes Romero-Camacho, en Judíos y mudéjares en An-dalucía (siglos XIII-XV): un intento de balance historiográfi co, realiza primero un balance historiográfi co, incluyendo una amplia bibliografía, sobre los judíos andaluces, concretando por espacios como Sevilla, reino de Sevilla y reino de Córdoba, y por temas como el asalto de 1391, la conversión, la Inquisición y la expulsión. Seguidamente se ocupa del estado actual del conocimiento sobre los judíos andaluces y la repoblación de Andalucía hasta el fi nal del reinado de Alfonso XI (1350), continuando con los tiempos de la crisis y el paso del problema judío al problema converso y concluyendo con la solución fi nal para los judíos andaluces, es decir, la expulsión; el mismo procedimiento se emplea para el estudio de los mudéjares, primero el ba-lance historiográfi co y seguidamente el estado actual de los conocimientos, estructurando el análisis a partir de realidades sociológicas diversas, primero los musulmanes libres, estudiados a través de las aljamas, la demografía, la actividad profesional y el estatuto jurídico, y después los musulmanes cautivos; fi naliza su análisis con los mudéjares granadinos, su sometimiento, revueltas y conversión forzada puesto que los no conversos fueron expulsados en 1502; el nue-vo mudejarismo fracasó y generó un rechazo total en la sociedad cristiana; el problema mudéjar se convirtió en el problema morisco y acabó con la expulsión de los moriscos años más tarde. Ángel Luis Molina Molina, en Minorías étnico-religiosas en el reino de Murcia durante la Baja Edad Media, analiza el estatuto jurídico, el régimen fi scal y los aspectos socio-demográfi cos, singularizando la situación de los moros residentes en tierras de señorío y fi nalmente la conver-sión en 1502 para evitar la expulsión. El análisis de los judíos se centra en el estatuto jurídico, el régimen fi scal, las relaciones con la mayoría cristiana y la instauración de la Inquisición. Pocos años después, los judíos eran expulsados. Juan Antonio Barrio Barrio, en Los judeocon-versos hispanos y su problemática inserción en la sociedad cristiana urbana peninsular, estu-dia los judeoconversos entre 1391 y 1492, muchos de los cuales se introdujeron en puestos re-levantes de la sociedad, en la corte, en los gobiernos municipales, las fi nanzas, los negocios, las profesiones, los cargos eclesiásticos y enlazaron con familias cristianas; señala que no era una minoría importante cuantitativamente, puesto que no sobrepasaba el 5% de la población, pero sí lo era desde un punto de vista cualitativo a causa de la posición social que adquirió. Destaca sobre todo la importancia de las alianzas matrimoniales con familias cristianas, antes prohibi-das, elemento que cree que ha sido poco destacado hasta ahora por los historiadores. Precisa-mente su profunda implicación en la vida urbana desde posiciones de poder político y econó-mico desencadenó las violentas reacciones contra los judeoconversos, que tuvieron poco tras-fondo religioso. La sentencia-estatuto de Toledo de limpieza de sangre de 1449 y las diversas ordenanzas que se publicaron en ese mismo sentido, denegaron el acceso a los judeoconversos a cualquier cargo, y a cualquier benefi cio eclesiástico marginándoles de la sociedad cristiana. Señala que la implicación de los judeoconversos en las oligarquías urbanas de la Corona de Aragón están menos estudiadas y por ello aporta algunas noticias sobre el caso de la villa de Orihuela y como algún linaje, por ejemplo el de los Liminyana, se vio relegado en el derecho a ocupar cargos municipales por su origen converso y fi nalmente años después, cayó en manos de la Inquisición. De todos modos, destaca que también mercaderes importantes de Alicante fueron excluidos de las listas de elegibles en el municipio, mientras eran incluidos vizcaínos, portugueses y franceses que ni estaban naturalizados ni hablaban catalán. Para fi nalizar, señala una serie de puntos que deberían ser estudiados y concluye con la bibliografía. Rica Amran, en Sobre algunos puntos de vista de cristianos nuevos y viejos en el siglo XV: el cisma castellano de 1449, examina el cambio que supuso en la forma de vida de los judíos hispanos la conversión forzada por el miedo en el transcurso de los tumultos de 1391; después de esta fecha, afi rma, comenzaron los problemas con los conversos; concretamente en Toledo, la actuación de con-versos como colectores de un impuesto real extraordinario, comportó un ataque contra el barrio donde habitaban, la llegada del rey con tropas obligó a entrar en negociaciones, de las que for-mó parte la Súplica de Pedro Sarmiento que denunciaba al privado Álvaro de Luna y le acusaba,

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entre otras cosas de favorecer a los conversos en detrimento de los cristianos viejos; estudia dicha suplicación así como la Sentencia-estatuto de Toledo de 1449 en su contexto político y el Memorial de Marcos García de Mora. Sigue el análisis de la reacción contra estos textos de cuatro importantes personajes, Fernán Díaz de Toledo, secretario de Juan II de Castilla, de ori-gen converso, Juan de Torquemada, tío del inquisidor, Alonso de Cartagena, obispo de Burgos y Alonso Díaz de Montalvo, gobernador y alcaide de la orden de Santiago en Castilla. Jean Pierre Molénat, en Minorités en miroir: mozarabes et mudéjars dans la péninsule ibérique médiévale, compara la situación de los mozárabes, una minoría cristiana en un contexto árabe musulmán, y la de los mudéjares, una minoría musulmana dentro de la sociedad cristiana; ana-liza el estatuto de dhimma que protegió a los mozárabes y que quizás infl uyó, según el autor, los estatutos de protección concedidos por los soberanos cristianos a los musulmanes; compara la organización de ambas comunidades, así como la formación y reproducción de élites, la acultu-ración, especialmente a través de la adopción del idioma de la mayoría, la cuestión doctrinal e ideológica y las formas de resistencia. Ana Echevarría Arsuaga, Los mudéjares al norte del sistema central: nuevas aportaciones sobre la aljama de Ávila, estudia los mudéjares castella-nos no desde el punto de vista fi scal, como se había hecho tradicionalmente, sino desde la perspectiva de la jurisdicción en la que se encontraban situados, es decir, las aljamas, tal como se ha hecho en la Corona de Aragón. En este caso estudia una aljama concreta, la de Ávila, aportando muchos datos nuevos procedentes del examen de fuentes escritas, especialmente del Archivo de la Catedral, pero también de otros archivos, que le permiten localizar los espacios ocupados por los musulmanes y su evolución, con la aparición de dos nuevas mezquitas en los arrabales además de la mezquita que se encontraba en el centro del recinto amurallado; analiza también la estructura administrativa de la aljama, la relación económica de los mudéjares con el cabildo y con el obispo a causa de la propiedad de los bienes cedidos en enfi teusis, y la ad-ministración de justicia; apunta la posibilidad de llevar a cabo un estudio parecido de la aljama de Burgos; incluye dos planos uno con el dominio de la catedral, donde se señalan los edifi cios ocupados por censatarios mudéjares, y otro con la distribución de los mudéjares en Ávila. Filo-mena Barros, en Nomear e ser nomeado: a onomástica dos muçulmanos portugueses no pro-cesso identitario, se ocupa de la onomástica de los mudéjares portugueses, usando documenta-ción cristiana, que es la que se conserva; aunque es documentación externa a dicha minoría, intenta llegar a través de ella a los parámetros antroponímicos internos de los mudéjares portu-gueses para complementar la autopercepción de los indivíduos y la percepción desde fuera, es decir, desde la sociedad cristiana mayoritaria.

La seguda parte de las Actas está dedicada a la Edad Moderna, época en que la sociedad multireligiosa se transforma en una sociedad religiosa homogénea, al menos aparen-temente, a través de la conversión forzada de las minorías étnico-religiosas de los reinos penin-sulares. Nos interesa de este grupo de artículos el de François Soyer, Le royaume du Portugal et l'expulsion des juifs d'Espagne en 1492, porque analiza un periodo de transición y el tema de los judíos expulsados de Castilla en 1492; muchos emigraron a Portugal, donde pudieron gozar todavía de una sociedad multireligiosa durante unos pocos años, hasta fi nes de 1496 sólo. Se había dicho que esos emigrados habían sido un elemento desestabilizador, responsable de la exacerbación de los sentimientos antijudaicos y de la conversión forzosa en Portugal, y se había dicho también que los judíos que habían entrado en Portugal eran más de cien mil. En cambio, el autor examina el verdadero impacto demográfi co de los judíos emigrados, que fueron segura-mente unos 50.000 o 60.000. Muchos permanecieron en campos de refugiados en condiciones difíciles y sólo unas 600 familias, según las crónicas, recibieron permiso para permanecer en Portugal; muchos optaron por volver a Castilla, otros fueron esclavizados por haber entrado ilegalmente o no haber marchado en el plazo indicado por el monarca portugués. Otros trabajos que ya no comentaremos por exceder el periodo cronológico fi jado por la revista son: José Alberto Rodrigues da Silva Tavim, Negociaçao de identidades - O jogo dos afectos. Judeus do Mediterraneo em Portugal e seu império (séculos XVI-XVII); Elvira Cunha de Azevedo Mea, Inquisiçao e minoria judaica, séculos XVI-XVII; Fernanda Olival, A investigaçao sobre a mobilidades social dos cristâos-novos no Portugal moderno: notas de balanço; Isabel M.R. Mendes Drumond Braga, Marca de infâmia: sangue mouro e difi culdades de acesso ao “estado do meio”; Vincent Barletta, La literatura aljamiado-morisca: textos, lectura e interacción; y Mª Desamparados Martínez San Pedro, Los gitanos: entre la marginación y la tolerancia. Los

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trabajos comentados son de un gran interés, algunos son estados de la cuestión, con aportación de abundante bibliografía, mientras que otros aportan y analizan nuevas noticias como resulta-do de investigación documental.

MARIA TERESA FERRER I MALLOL

Institut d'Estudis Catalans

Girolamo MANFREDI, Libro llamado el porqué: régimen de salud y tratado de fi -siognomonía, edición de Antonia CARRÉ, San Millán de la Cogolla, Cilengua, 2009, 584 pp. (Instituto Biblioteca Hispánica. Serie básica; 2). ISBN 978-84-937654-0-8.

En 1567, Pedro de Ribas, vicario de la iglesia de San Nicolás de Zaragoza, decidía a instancias del mercader de libros zaragozano Antonio de Furno emprender la traducción al castellano de la obra conocida como el Liber de homine, o más popularmente conocida como Il perché, del célebre médico y astrólogo boloñés Girolamo Manfredi (c. 1430-1493), profesor de la simbólica universidad de su ciudad durante casi tres décadas. Se trataba de un texto dividido en dos grandes apartados y articulado a base de preguntas con una respuesta más o menos amplia. En primer lugar, un regimiento de salud y, en segundo, un tratado de fi siognomonía. Manfredi había escrito su tratado pensando en un público amplio compuesto por burgueses, mercaderes, artesanos de ofi cios diversos, profesionales de la justicia y de la medicina, notarios y clérigos, que no podían leer en latín. Este público había mostrado ya desde el siglo XIII un gran interés por tratados científi co-técnicos por los que sentían una gran atracción y curiosidad, sobre todo porque podían ser de gran utilidad en sus ocupaciones. Por ello se inició un proceso de traducción y de redacción de tratados en lengua vernácula, con la fi nalidad de divulgarlos y hacerlos accesibles a tan nutrido grupo. Este interesante proceso de “vernacularización”, que afectó a buena parte de la Europa occidental, y también, por supuesto, a los reinos hispánicos, ha sido estudiado con gran profundidad en los últimos años y ha dado artículos y trabajos monográfi cos de gran interés.

Sin embargo, Pedro de Ribas no se conformó con efectuar tan solo la traducción directa del italiano, sino que optó por realizar una versión propia a partir de una clasifi cación, mezcla, ampliación y selección, con un auténtico expurgo de cierta consideración. La razón no era otra que el impacto del ambiente contrareformista en el cual se efectuó el trabajo de traducción. En este sentido, Ribas suprimió 74 cuestiones, en su casi totalidad relativas a la sexualidad y el coito.

Antonia Carré, la editora de este texto, ha utilizado para su trabajo la primera edición de la traducción efectuada por Pedro de Ribas, que fue impresa en Zaragoza en 1567, y con-cretamente el ejemplar que se conserva en la Real Biblioteca. Carré, para conseguir asentar el texto con la mayor exactitud, la ha contrastado con la primera edición italiana del texto (1474) y las demás ediciones posteriores, así como la traducción catalana de 1499 (Girolamo Manfredi, Quesits e perquens. Regiment de sanitat i tractat de fi siognomonia, Barcelona, Barcino, 2004), de la cual ya había sido editora con anterioridad. La opción como editora de Carré, buena cono-cedora de la literatura médica de la época, y sobre todo de diversos textos de carácter científi co-médico y literario en catalán sobre los que ha trabajado, era, sin duda, una garantía de rigor y de óptimos resultados. Efectivamente, todos los criterios que la autora ha utilizado en su edición parecen pertinentes y han dado como resultado un texto perfectamente legible y entendible por cualquier interesado en la materia.

Previo a la edición, Carré ha efectuado un estudio preliminar de gran interés para si-tuar la obra y su autor convenientemente en su contexto. En primer lugar, se ha tratado el género, la literatura de problemas, el cual gozó de gran predicamento durante el siglo XVI (1540-60), a tenor del volumen de obras, traducciones de una lengua vernácula a otra y reediciones de las que se tiene conocimiento. En segundo lugar, se hace una aproximación a la fi gura de Manfredi y la divulgación de la medicina. La autora pretende dibujar un perfi l biográfi co y analizar el contenido de su obra, así como contextualizar al autor y dar sentido a su producción científi ca en el contexto intelectual propio de la baja Edad Media en Europa. En este sentido, Carré utiliza el concepto de “medicalización” de la sociedad, es decir, el incremento de la presencia de la medicina esco-lástica, de base galenista y fundamentada sobre la fi losofía natural aristotélica que la encumbró

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al rango de scientia, en una gran cantidad de espacios inéditos anteriormente al siglo XIII. Los conocedores y prácticos de esta medicina habían convencido a la sociedad del gran valor y las posibilidades que tenía para actuar ante problemas de tal magnitud como la salud y su manteni-miento o recuperación ante la enfermedad, y habían recibido el apoyo de las elites, convencidas de las virtudes que ello podía comportar. Creo que por la importancia que tuvo este proceso, y también porque una parte de los lectores de este texto de Manfredi pueden ser desconocedores de ello, Carré debería haber profundizado más en las particularidades de este interesante e intenso cambio en el rol social jugado por la medicina durante la baja Edad Media. Un proceso que la autora conoce a la perfección, como ha demostrado en sus anteriores trabajos. En tercer lugar, se estudia propiamente el contenido de Il perché. Y se hace dentro de lo que fueron los conocidos textos médicos que sirvieron como régimen de salud, y también como tratado de fi siognomonía. Si los regímenes de salud, con sus variedades, habían sido obras dirigidas en general a una elite (reyes, nobles y patriciado urbano) que podían permitirse seguir los consejos prácticos de un médico que dirigieran completamente sus vidas, Manfredi se propuso extender y popularizar este régimen de sanidad a un grupo mucho más nutrido. Carré explica como, aun siendo un texto que se pueda encuadrar entre los regímenes de salud atendiendo a sus peculiaridades, también es cier-to que su autor lo acomodó a sus intereses, al organizarlo siguiendo el esquema clásico de las seis cosas no naturales que explicaban el fenómeno de la enfermedad desde el galenismo medieval, pero alterando su orden tradicional y suprimiendo las cuestiones que no eran de su interés. La autora analiza el contenido del texto, poniéndolo en correlación con la tradición clásica y árabe en las materias tratadas. Pretende con ello encontrar la fi liación del texto de Manfredi. Igualmente, se hace un trabajo semejante para la parte dedicada a la fi siognomonía, esto es, una antigua disciplina (Carré sitúa en el pseudoaristotélico Secretum secretorum la fi liación más próxima) que pretendía probar que las pasiones y tendencias individuales dependían exclusivamente de las características físicas del individuo y no de una opción moral determinada.

En otro apartado, Carré analiza el estilo de Manfredi y concretamente el uso de metá-foras y comparaciones. Se trata de una estrategia habitualmente utilizada por aquellos que querían hacer llegar conocimientos caracterizados por su difi cultad de comprensión para los legos en la materia, para mantener su atención y facilitar su aceptación. Este era el caso, por ejemplo, de los predicadores, quienes se dotaron de un arsenal de materiales adecuados para su ocupación: hacer inteligible la teología a todo tipo de creyentes. En este sentido, el médico boloñés también recurrió a ejemplos tradicionales en el galenismo medieval. Manfredi renunció prácticamente a la cita de autoridades y rebajó tanto como pudo la difi cultad y la terminología técnica que debía usar. Consiguió así acercar los conceptos esenciales del galenismo, explicando el funcionamiento del cuerpo y sus partes, pero también haciéndose eco de diversos aspectos prácticos de la medi-cina. Finalmente, la autora también estudia qué hizo de éste un libro tan exitoso, con sus diversas ediciones y traducciones, para pasar a analizar la traducción castellana, su autor y sus principales características. Completan el libro un glosario, un índice onomástico y una bibliografía, instru-mentos todos ellos de gran utilidad en un trabajo como éste, así como un apéndice en el que se recogen de la primera edición italiana las 74 preguntas que Pedro de Riba obvió en su traducción.

No deja de sorprender el gran esfuerzo que autores como Girolamo Manfredi y sus traductores y editores hicieron por difundir la ciencia, seducidos por ella y convencidos del papel fundamental que tenía en la organización del conocimiento y el buen funcionamiento de la sociedad. Manfredi buscó las estrategias oportunas y acertó a confeccionar un best seller. Sorprende que tantos siglos después, cuando la ciencia ejerce un papel fundamental en nuestras vidas, no exista este poder seductor y esta atracción entre el gran público, y que el papel que desempeñan los políticos en el impulso de la investigación científi ca deje a menudo mucho que desear. Como también sorprende que la universidad española y sus profesionales no ejerzan un papel mucho más signifi cativo en el acercamiento de este conocimiento a la sociedad con la publicación de monografías, revistas y programas de televisión o radio, salvadas honrosas excepciones, en la fecunda línea del mundo anglosajón. Es por eso que editar y leer textos clá-sicos, magnífi camente estudiados y editados como el que nos ocupa, nos confronta con nuestra realidad y los hace válidos e intemporales más allá de los intereses de los especialistas.

CARMEL FERRAGUDUniversidad Miguel Hernández de Elche

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Iñaki MARTÍN VISO (ed.), ¿Tiempos oscuros? Territorio y sociedad en el centro de la Península Ibérica (s.VII-X), Madrid - Salamanca, Sílex - Universidad de Salamanca, 2009, 227 pp. ISBN 978-84-7737-242-4.

Gestada en el marco de un proyecto de investigación específi co, la presente publi-cación aborda el estudio de ciertos territorios del centro peninsular durante un largo periodo histórico, el de los primeros siglos medievales, que aún resulta controvertido, primando aquí la aplicación de los recursos arqueológicos y de nuevas hipótesis genéricas. Tal fi n condujo a la celebración de un seminario de investigación en la Universidad de Salamanca durante los días 28 y 29 de mayo del año 2009, donde se interrogaba sobre las relaciones que pudieron establecerse entre territorio y sociedad a partir de la Antigüedad Tardía, bajo el enunciado con-creto de “Espacios de poder y espacios campesinos en el centro de la Península Ibérica (siglos VI-X)”. Esta convocatoria precisa integraba seis aportaciones distintas, cinco de las cuales hoy recoge el libro que se presenta, y se cerraba mediante una mesa redonda a la que fueron invita-dos los doctores José Mª Mínguez, Isabel Alfonso, Pablo C. Díaz, Julio Escalona, Juan Antonio Quirós y Chris Wickham, junto con otros investigadores asistentes de reconocido prestigio. Como lamenta el propio editor en su presentación, este debate fi nal hoy no se reproduce, si bien debe haber infl uido en la redacción de los textos heterogéneos que se reúnen, añadiendo otras cinco aportaciones que se disponen siguiendo un cierto orden cronológico.

Tras la presentación introductoria, el libro resultante se inicia con las propuestas, más bien teóricas, de Antonio Blanco sobre el estudio de los espacios residenciales y producti-vos mediante el recurso de la arqueología extensiva: su objetivo explícito sería el de superar los límites de la práctica arqueológica habitual, intentando que sus resultados sean algo más que mapas de puntos; sus premisas básicas se centran en considerar probado que cabe conceder un mayor protagonismo a las comunidades campesinas durante esta fase histórica, dotadas como estarían de un alto grado de autonomía y protagonistas como serían de un cierto proceso de “campesinización”.

Por su parte, Alfonso Vigil-Escalera aborda objetivos más prácticos y precisos, centrándose en el análisis específi co del siglo V en la zona: para ello plantea sin ambages las problemáticas que rodean la distribución de la llamada Terra Sigillata Hispánica Tardía y de las denominadas Necrópolis del Duero, que propone redefi nir como necrópolis rurales postmedievales; de ambas infi ere una notable movilidad social, observando también que por entonces aún se trata de una sociedad bastante estratifi cada; no obstante, aquí percibe las pri-meras manifestaciones de comunidades campesinas de rasgos aldeanos, el inicio de un proceso de “aldeanización” que derivaría en nuevas aldeas y en granjas altomedievales, dos conceptos analíticos que están de actualidad y que él mismo ha contribuido a establecer.

Aún más concreta, la aportación de Fernando Paricio y María Vinuesa expone los datos obtenidos mediante la excavación parcial del yacimiento arqueológico salmantino de Monte el Alcaide: así, mediante la intervención en tres sectores del mismo, las estructuras descubiertas se interpretan como restos de una granja o poblado dedicado a la viticultura o a la explotación forestal, mientras que la presencia de pizarras inscritas se percibe como indicio de una cierta fi scalización de su actividad; no disponiendo de dataciones absolutas, sus analistas consideran una ocupación muy breve del lugar, centrada en el siglo VII o inicios del VIII, si bien anotan la presencia de tumbas de bañera y antropomorfas que permitirían cuestionar su propuesta, posponiéndola un tanto.

Desde una perspectiva estrictamente documental, Iker Gómez aborda el diálogo entre lo local y lo central mediante el itinerario específi co que pudo seguir el obispado burga-lés de Auca: de acuerdo con sus premisas, las sedes episcopales tardoantiguas constituirían el principal escenario de interrelación entre el Estado central y las élites locales, una hipótesis a la que aplica las pocas noticias concretas de que dispone; por ello y ante la inexistencia de datos relativos a esta sede tras la conquista musulmana, el autor infi ere la ausencia de Estado durante los siglos VIII-IX; por entonces se iniciarían nuevos modelos de organización local cuyo arque-tipo pudiera ser el pacto monástico de San Miguel de Pedroso, fechado hacia el año 759, cuya autenticidad es cuando menos discutible.

Partiendo de la ocupación antigua del territorio, Marina Afonso refl exiona sobre el desarrollo del poblamiento altomedieval en el área portuguesa de la cuenca superior del río

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Paiva, una investigación en la que ha invertido cerca de una década. Su método de trabajo se ha aplicado de forma sucesiva tanto a la arqueología extensiva como a la arqueología intensi-va, detectando ciertas continuidades en las explotaciones mineras y en los lagares excavados en la roca o en las necrópolis. Por otra parte, considera que aquí predomina un poblamiento relativamente disperso, caracterizado por quintas que serían las unidades de explotación agraria mayoritarias, pudiendo entenderse como granjas en el sentido histórico del término. Al cabo y ante la ausencia de estructuras áulicas conservadas, considera que ciertas torres o determinados sillares prerrománicos reutilizados pueden identifi carse como vestigios del poder en la zona.

Desarrollando las refl exiones recientes de Chris Wickham sobre las sociedades campesinas de la alta Edad Media, a Iñaki Martín corresponde formular y defender una de las propuestas sobre la que inciden distintas aportaciones: los territorios occidentales entre el Duero y el Sistema Central habrían sido “espacios sin Estado” durante los siglos VIII-IX. En su planteamiento el punto de partida es el de un estado visigodo muy débil frente a unas élites locales que tampoco dispondrían de demasiadas propiedades ni recursos en un contexto de aldeas incipientes, sin que la conquista musulmana consiguiese implantar estructuras estatales sólidas de forma inmediata. En la práctica, todo ello se traduciría en una ausencia de jerarquía a nivel regional, considerando que durante el período en cuestión sólo persistirían ciertos poderes de ámbito comarcal o local, como correspondería a los castella que se documenta ya en el siglo X. No obstante, también se atestiguan otros enclaves de rango inferior como las penellas y las populaturas, negando que las primeras tuviesen relación con cualquier organización estatal y considerando que las segundas deben interpretarse como aldeas. Por tanto y en su opinión, el desarrollo de una jerarquía política en estos espacios debiera posponerse hasta la implantación del dominio asturleonés, a quien atribuye las principales realizaciones poliorcéticas conocidas.

Por su parte, el análisis que desarrolla Catarina Tente sobre la organización del te-rritorio en el alto Mondego portugués defi ne su situación como autárquica y sin un poder cen-tralizado durante los siglos V-X, si bien los datos disponibles hasta el siglo VIII apenas aportan precisión alguna. En cualquier caso, la situación de predominio de las comunidades rurales en esta zona parece despejarse a partir del siglo IX: de hecho, aquí la reocupación de castros prerromanos se demostraría irrelevante; en cambio, se atribuye a pequeñas comunidades cam-pesinas la ocupación y la fortifi cación de penellas, como se comprobaría en el yacimiento de Penedo dos Mouros, o de populaturas, siendo éstos poblados rodeados con cercas como los que se identifi ca en S. Gens y en Soida, a los que aún cabría sumar una tercera categoría de pequeños casales campesinos (casais). En su observación de los espacios de poder propiamente dichos concluye que tal organización sólo puede considerarse desde fi nes del siglo X y comien-zos del siglo XI, con el establecimiento de castillos a media pendiente en la Sierra de la Estrella, bajo el impulso asturleonés.

El colectivo que encabeza Jorge Díaz expone los resultados de las excavaciones realizadas en el despoblado abulense de San Cristóbal o Las Henrenes, detallando también la complejidad del mismo, ya que se abandonó en época moderna y, puntualmente, se detectan restos de tegulae en superfi cie. No obstante, la intervención se ha centrado sólo en un sector, donde se han excavado los restos de tres edifi cios distintos, dos de los cuales aportan ciertos materiales cerámicos y algunos enseres agrícolas y ganaderos. Pese a no disponer de dataciones absolutas, sus analistas sugieren que estas estructuras pudieran corresponder a los siglos X-XI.

En su aportación, Ana Echevarría conduce el análisis de la explotación salinera en el norte de la meseta, identifi cando los que debieron ser sus principales centros productores durante la alta Edad Media: así, en el caso de la meseta oriental plantea que se trata de un es-pacio menos “deslocalizado” que el resto y aquí argumenta sobre la continuidad que debieron tener en época andalusí los antiguos espacios salineros comprendidos entre Atienza, Medina-celi, Santiuste y Molina de Aragón; por otra parte, en la meseta central y occidental observa el caso burgalés de Poza de la Sal y el caso zamorano de Lampreana, cuyos réditos tienden a monopolizar, respectivamente, los monasterios de Cardeña y de Sahagún a partir del siglo X.

Cierra la serie el estudio de Fernando Luis Corral sobre el papel que jugaron los santos Atila e Ildefonso en la fi jación de la sede episcopal de Zamora, inexistente en época vi-sigoda. Sobre la identidad del primero se desgranan las escasas noticias coetáneas disponibles, destacando la actividad evangelizadora que se le atribuye y su nombramiento episcopal por parte de Alfonso III a comienzos del siglo X, si bien la sede se extinguió al cabo de ochenta

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años. Cabe esperar hasta el año 1121 para que el arzobispo de Toledo restablezca el obispado de Zamora en el marco del confl icto jurisdiccional que le enfrentaba a las sedes de Braga y Com-postela. Será entonces cuando se elabore el relato hagiográfi co de San Atila a quien se atribuye la invención del cuerpo del santo toledano Ildefonso en Zamora, estableciéndose así un vínculo lejano con la metrópoli.

Cabe felicitar, en suma, al editor por el interés de la iniciativa emprendida y por sus resultados, aunque anotemos en conclusión ciertas carencias que nos inquietan. Puntualmente, así sucede en el plano documental con la escasa fi abilidad de algunos textos aducidos que re-sultan fundamentales para el desarrollo de ciertos argumentos. En el plano arqueológico, así su-cede también de forma más general con la escasez de análisis de laboratorio, una circunstancia que, entre otros aspectos, impide confi rmar las dataciones propuestas, tanto para los enclaves puramente campesinos como para los espacios del poder. Ello facilita, en cualquier caso, que en esta vindicación de los logros campesinos al comienzo de la Edad Media la perdedora vuelva a ser, una vez más, la sociedad andalusí de los siglos VIII y IX, cuyas realizaciones sólo se admi-ten de forma indirecta, vehiculadas por el poder asturleonés. Creemos, al cabo, que poco puede aportar al debate el concepto unívoco de Estado que se utiliza, entendido exclusivamente como organización política centralizada, así como resulta ambiguo el recurso de unas comunidades campesinas que permanecen imprecisas en el tiempo y en su composición social.

RAMON MARTÍUniversitat Autònoma de Barcelona

Christine MAZZOLI-GUINTARD, Madrid, petite ville de l'Islam médiéval (IXe-XXIe siècles), prefacio de Mª Jesús VIGUERA MOLINS, Rennes, Presses Universitaires de Rennes, 2009, 268 pp. ISBN 978-2-7535-0823-1 [Trad.: Madrid, pequeña ciudad de al-Andalus, Ma-drid, Almudayna, 2011, 276 pp. ISBN 978-8-4870-9058-5].

Siguiendo con su dedicación principal a la historia urbana de al-Andalus, Christine Mazzoli-Guintard plantea en este libro el caso concreto de Madrid, como plasmación del desa-rrollo urbano de lo que la autora denomina “pequeña ciudad”. Esta caracterización se realiza no sólo respecto al tamaño del núcleo urbano o su población, sino también mediante una serie de características comunes a otra serie de poblaciones de la Meseta Central fundadas de manera parecida por Muhammad I, y que pasan a constituir la base de la organización del territorio an-dalusí entre los núcleos mayores de Toledo y Guadalajara. A lo largo de toda la obra, la autora se esfuerza por desarrollar este paradigma de “pequeña ciudad”, que sin duda será útil para explicar los orígenes andalusíes de muchas villas y ciudades españolas.

Podemos decir que la obra se centra en el periodo clásico del Islam en al-Andalus, dando mayor importancia a las etapas de formación y desarrollo de la ciudad en los siglos IX y X, y a su participación en la crisis del siglo XI, temas que se tratan con profundidad. En la primera parte, dedicada a “Mitos y realidades de una fundación”, se examinan el contexto geográfi co, todas las teorías etimológicas del origen de la ciudad, así como la etapa originaria de la creación de un hisn en este lugar por parte del emir Muhammad I, hito cronológico que señalaría la verdadera fundación del núcleo de población andalusí según las fuentes.

La segunda parte, dedicada a “El tiempo del desarrollo urbano”, traza la evolución de las poblaciones de la Marca Media, de fortifi caciones construidas para guardar las cose-chas de la zona y garantizar el cobro de los tributos correspondientes, a verdaderas ciudades con un foco político –el gobernador enviado desde Córdoba– y judicial. En ella se describen también los elementos arquitectónicos que constituyen esta identidad urbana, como la muralla o la alcazaba; y aquellos más propios de la vida comunal, como los abastecimientos de agua, viviendas, mezquitas, etc. Finalmente, se hace un repaso a las personas que habitaban la ciudad, con especial atención al elemento bereber presente en ella, su organización y caracterización, su participación en el yihad como milicia con su propio alcaide, etc.

La tercera parte, “Madrid y los otros. De ayer a hoy”, pone Madrid en relación con su espacio inmediato y más alejado, desde el alfoz que la rodeaba hasta sus relaciones con los territorios más lejanos del dar al-Islam, en un capítulo que retoma las informaciones geográ-

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fi cas posteriores al periodo califal. Es interesante el análisis de la red viaria y lo que revela de planteamientos realizados a partir de las fuentes y el periodo histórico propiamente dicho, o a partir de la visión contemporánea de Madrid desde una óptica autonómica, que desvirtúa la naturaleza de la red viaria y las conexiones de la ciudad, así como de los territorios montañosos circundantes. Este nuevo marco geográfi co tiene como fi n introducirnos en el siglo XI, que a pesar de constituir un periodo turbulento para el centro del califato, durante la fi tna, dejó paso a una mayor tranquilidad momentánea en la frontera, salvo la revuelta de un tal Gulam al-‘Attar en Madrid en 1024-1025. Su incorporación a la Taifa de Toledo apenas está documentada en las fuentes. Los esfuerzos de expansión cristiana por la zona, se plasman en una serie de algaradas bajo Fernando I y al fi n, con su conquista defi nitiva por Alfonso VI una vez tomada la ciudad de Toledo (1085), como parte de los territorios bajo su dominio. Mazzoli deja clara la coincidencia tanto de fuentes árabes como cristianas de que la ocupación de Madrid tuvo lugar después –y no antes, como podría suponerse por su emplazamiento más septentrional– de la caída de la capital. También es interesante el último capítulo, que traza un rápido panorama de la evolución del patrimonio islámico en la ciudad desde el siglo XII a nuestros días. El importante apartado dedicado al grupo mudéjar que se concentró en la villa retoma las investigaciones anteriores y, lamentablemente, no inscribe a los mudéjares en el urbanismo de la misma forma pormenori-zada que hizo con las etapas anteriores, lo mismo que se echa en falta un apartado dedicado al impacto que las reformas urbanas de los siglos XVII al XIX tuvieron en la destrucción de ese patrimonio que el siglo XXI se empeña en recuperar. Sin embargo, como el título del trabajo señala, su interés principal es la primera época reseñada, y en ella brilla el conocimiento de Mazzoli sobre el urbanismo islámico en general, y sobre el de esta zona en particular.

Retomando los estudios previos sobre la ciudad y los clásicos del urbanismo an-dalusí, Mazzoli sigue una nueva línea que amplía sus anteriores trabajos: el contraste entre las fuentes literarias y topográfi cas con los abundantes trabajos arqueológicos realizados en los últimos años en la ciudad, gran parte de ellos en excavaciones de urgencia o en campañas politizadas que han levantado una gran polémica, y cuyos informes y publicaciones no siempre son fáciles de consultar a la hora de elaborar monografías especializadas. Sólo esta metodología puede proporcionar actualmente una imagen adecuada de la población y el urbanismo de los si-glos VII-XII, especialmente para al-Andalus. Por otra parte, al poner en relación los trabajos de diferentes arqueólogos y especialistas, Mazzoli puede obtener una visión de conjunto difícil de pergeñar en las memorias de yacimientos puntuales, y que le lleva a posicionarse en temas como la evolución de la ciudad a partir de una fortifi cación anterior, el tamaño del recinto amu-rallado o la datación de las famosas vías de agua de la ciudad; en otros temas, como la situación de la alcazaba o la red viaria, la autora no termina de ofrecer una explicación fi nal.

Algunos detalles formales hacen que el lector no se sienta del todo cómodo con la edición de este libro: por ejemplo, la mezcla de notas a pie de página con las incluidas entre paréntesis en el mismo texto –utilizadas sobre todo en el contexto arqueológico– produce cierta confusión. Por otra parte, la elección de eliminar los diacríticos del árabe en un libro de divul-gación como este, aun siendo razonable, difi culta algunas de las explicaciones etimológicas. Finalmente, en la versión castellana pueden detectarse algunos pequeños errores de traducción que no desdicen del valor general de la obra, pero podrían subsanarse para siguientes ediciones. Por último, la división de la bibliografía por temas hace que el lector interesado tenga algunas difi cultades en encontrar algunos títulos que pueden caber en varios apartados. Aun así, se trata de un libro francamente interesante como recopilación de las numerosas posturas respecto a la evolución de Madrid durante la primera parte de la Edad Media, y con una aportación fun-damental de Mazzoli, al encuadrarla dentro de la historia general del urbanismo andalusí, y más particularmente, de la Marca Media, sobre la que todavía queda tanto por hacer. Será un instrumento básico en el futuro tanto para poder replantear los próximos trabajos arqueológicos que se realicen en la ciudad, como para seguir estudiando su evolución en la baja Edad Media, a partir de una base sólida.

ANA ECHEVARRIA ARSUAGAKHK, Universidad del Ruhr, Bochum

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Denis MENJOT, Manuel SÁNCHEZ MARTÍNEZ, Fiscalidad de Estado y fi scalidad mu-nicipal en los reinos hispánicos medievales, Madrid, Casa de Velázquez, 2006, 472 pp. ISBN 84-95555-43-3.

En 2006 fue publicado, bajo la dirección de Denis Menjot y Manuel Sánchez, un volumen que recogía la mayor parte de comunicaciones presentadas en el seminario titulado Fiscalidad de Estado y fi scalidad municipal en los reinos hispánicos medievales que albergó la Casa de Velázquez a lo largo de dos sesiones celebradas los años 1999 y 2000. Como explican los editores en la presentación, ante la nueva oleada de aportaciones en materia fi scal y fi nancie-ra que entonces se registraba en la historiografía española, se perseguía con el encuentro poner en contacto investigadores con trabajos en curso acerca de diferentes espacios y localidades de la geografía peninsular en la Edad Media.

Asimismo, se pretendía que el eje del seminario pivotara en la interacción entre los sistemas fi scales desarrollados por los estados y los municipios, es decir, por un lado, la evo-lución de la fi scalidad real/estatal y el papel que tuvieron en ella las ciudades, con un interés especial en el grado de presión que pudieron ejercer las monarquías en el establecimiento de la fi scalidad municipal y, por otro lado, las estrategias empleadas por los municipios para hacer frente a las exigencias de la Corona. Sobre estos parámetros, la publicación cuenta con 17 artí-culos que se refi eren tanto a la Corona de Castilla como a los distintos reinos de la de Aragón, además de un par de contribuciones a propósito de Navarra y Portugal.

Por lo que respecta a la corona castellana, C. Estepa Díaz analiza la fi scalidad de ori-gen militar en el siglo XIV a partir de los ejemplos de tributaciones en dinero al castillo de Burgos y de las aportaciones a expediciones navales documentadas en algunas villas cantábricas. D. Menjot, por su parte, estudia las imbricaciones entre los sistemas fi scales de la monarquía y de las ciudades castellanas en el periodo entre los siglos XIII y XV habida cuenta del peso cre-ciente de los impuestos a la hora de hacer frente a gastos originados sobre todo por la guerra. El autor muestra como los dos sistemas se superponen y se entrelazan en la medida que las ciudades se encargan de la sisa y de la recaudación de los impuestos reales de repartimiento (pedidos), e intervienen en el establecimiento de las nóminas de las monedas foreras y, en ciertas coyunturas, en la percepción directa de tributos arrendados como las alcabalas o el almojarifazgo.

El punto de llegada de todo este proceso (y al que también aluden algunas de la con-tribuciones que resumiremos más adelante) es precisamente la implantación de los encabeza-mientos de alcabalas, una medida aplicada en la última etapa del reinado de los Reyes Católicos y de la que se ocupa M. Asenjo en su trabajo. Según expone la autora, con estas modifi caciones se aseguró el carácter de contribución general de las alcabalas y en muchos casos se convirtie-ron en un impuesto recaudado de modo directo con la colaboración de les concejos. En todo caso, la virtud principal de la medida fue la capacidad de atraer las inversiones de oligarquías urbanas y sectores sociales emergentes, un fenómeno que favoreció claramente la monarquía en el terreno político.

J. R. Díaz de Durana y S. Piquero ofrecen una primera síntesis de los rasgos de la fi s-calidad real en Vizcaya, Álava y Guipúzcoa en los siglos XIV y XV, de la articulación inicial de las llamadas en fechas posteriores Haciendas forales y, fi nalmente, de la organización fi nanciera de las villas de este territorio con un énfasis especial en la fi scalidad directa. En su contribución E. García Fernández ahonda en la fi scalidad de estas villas en los últimos decenios del siglo XV y el siglo XVI. En concreto, estudia las implicaciones de les exigencias fi scales de la monarquía en las haciendas municipales, la participación de los consejos en la administración de algunos tributos de la Corona (como las alcabalas en el momento que fueron encabezadas) y los efectos que tuvo el proceso, además de otras cuestiones como los particularismos tributarios del señorío de Vizcaya o los mecanismos fi scales y fi nancieros de algunas villas.

En una línea similar, Y. Guerrero y J.M. Sánchez comparan los casos de las ciudades de Burgos y Cuenca, y los niveles de défi cit que alcanzaron en paralelo a la evolución de los ciclos económicos y las demandas de la Corona. A pesar de las diferencias inevitables entre dos núcleos desiguales desde el punto de vista socioeconómico, se constata la incidencia de las políticas regias sobre dichos municipios y la infl uencia de la administración fi nanciera en la confi guración de las instituciones de gobierno y las estructuras de poder de cada localidad a lo largo del siglo XV.

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Para otra geografía distinta dentro de la Corona de Castilla, el reino de Sevilla, y un periodo circunscrito al reinado de los Reyes Católicos, A. Collantes expone cómo el aumento de la presión fi scal y la intervención de la monarquía en los consejos mediante la fi gura del corregidor se combina con un traspaso de la recaudación de los recursos de la Corona y de sus cargas a las autoridades concejiles. De ahí que termine su estudio apuntando algunos aspectos del protagonismo que ganaron los poderes locales, junto con la capacidad creciente para adaptar los procedimientos tributarios a sus intereses.

Completa el cuadro castellano un trabajo de A. Galán y R.G. Peinado sobre el pro-ceso de constitución de la hacienda concejil de Granada posterior a la incorporación del reino nazarí a la Corona de Castilla. En él muestran el carácter excepcional del caso y que puede explicarse, en esencia, por el origen musulmán de sus bienes patrimoniales y los efectos de las capitulaciones de rendición que permitieron ciertas continuidades. En segundo lugar, evalúan las fuentes de ingresos del nuevo concejo, donde prevalecían los bienes de habices (rentas de castillos fronteros, de la madraza y de las acequias) y, en menor proporción, otra renta com-puesta por hornos, molinos y tiendas propiedad de la Corona, quien consiguió ser un actor imprescindible ante la insufi ciencia de recursos hacendísticos de Granada.

Si nos trasladamos a la Corona de Aragón, se abre el apartado con el artículo de M. Sánchez a propósito del papel decisivo que desempeñó la Corona en las primeras emisiones de rentas perpetuas o vitalicias por parte de los municipios catalanes en 1343 y 1344, un hecho que constituye una prueba más de la incidencia de la monarquía en la génesis de los sistemas fi scales municipales en el principado. En concreto, se estudia la forma mediante la cual la Tesorería Real indujo a las ciudades y villas catalanas a emitir deuda pública asignada sobre la questia real y el donativo votado en el Parlamento de 1344 para fi nanciar la guerra contra el antiguo reino de Mallorca. Se identifi can, asimismo, los benefi ciarios la operación, o sea los compradores de estos violarios y censales, mayormente ciudadanos acaudalados de Barcelona.

Para un contexto más amplio, P. Orti presenta uno de los tipos de donativo conce-didos a la Corona por las Cortes catalanas durante el siglo XIV, los llamados donativos de repar-tición, en los que la asamblea aprobaba una determinada cantidad que posteriormente era repartida entre las comunidades y recaudadas por ellas mismas, a diferencia de los donativos de cuota. El autor demuestra que los donativos de repartición fueron característicos del periodo comprendido entre 1330 y 1370, y describe, con el propósito último de calcular el impacto de la fi scalidad de Estado sobre las comunidades, los distintos criterios que, fruto de una decisión política, se emplearon para dicha repartición.

Centrándose en casos específi cos, Ch. Guilleré repasa la evolución de la fi scalidad de la ciudad de Gerona entre los siglos XIII y XV a través de un cartulario del archivo municipal y de las letras reales editadas que en él se conservan. Por su parte, J. Morelló analiza la inci-dencia de las demandas reales en el Camp de Tarragona, mostrando así las reacciones adversas que éstas suscitaron en un territorio de señorío eclesiástico desde fi nales del siglo XIII y la resistencia cada vez más organizada con la que se encontraron a lo largo del Trescientos. Ante la agudización de la presión fi scal de la monarquía, que se manifi esta tanto en la satisfacción de donativos como redenciones del servicio militar y, en los últimos decenios de la centuria, en el aumento de demandas exigidas fuera del marco de las Cortes, el objeto habitual en las negocia-ciones que se forzaron fue el cómputo de fuegos de las distintas localidades.

Esta realidad catalana contrasta en ciertos aspectos con el caso de la hacienda de otra ciudad de la misma corona, pero del reino de Aragón, Calatayud. La corporación de gobierno consiguió reunir cada vez más bienes de propios, aunque eso no le libró de aplicar impuestos extraordinarios a la población para cubrir sus propias necesidades fi nancieras y responder a las demandas de la monarquía. El proceso culminaría a fi nes del siglo XIV en un elevado índice de endeudamiento que propició la intervención de la administración real.

En relación al reino de Valencia, J.V. García Marsilla revisa la tradicional visión sobre las importantes aportaciones que hizo la capital del reino a la Corona a lo largo del siglo XV, en realidad préstamos cuyos intereses el rey abonaba cada año a la ciudad a través de la Bailía General valenciana. De ahí que el papel que desempeñó el municipio, junto al cabildo catedralicio en un segundo plano, fuese sobre todo el de agente y que el patriciado urbano invirtiera en productos fi nancieros emitidos por la propia monarquía con la intermediación de la ciudad. En otro orden de cosas, P. Viciano utiliza el caso de la villa de Castellón como

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observatorio de los mecanismos a los que recurrieron las haciendas municipales valencianas para hacer frente a las demandas de la Corona y de las Cortes. Pone en relieve de esta forma la importancia del contexto socioeconómico, del confl icto de intereses en el seno de la sociedad local y de la cultura política en la toma de decisiones en materia fi scal.

Cierran el volumen los trabajos de E. Ramírez y de L.M. Duarte. La primera ofrece una primera cata de las cuentas regias y municipales de la ciudad navarra de Tudela en el trán-sito del siglo XV al XVI prestando una atención especial a las ayudas concedidas en Cortes y a los procedimientos utilizados por la administración municipal para atenderlas. El segundo descubre el uso político que hizo el rey Juan II a fi nales del siglo XV de las sisas portuguesas, nacidas como un impuesto local de carácter esporádico, y otorgadas al rey por primera vez en 1374, pero cuyos orígenes fueron distorsionados por la monarquía o los procuradores munici-pales en las Cortes.

Como puede entreverse en este repaso sumario a los trabajos, sobre la interrelación en-tre la fi scalidad municipal y la real/estatal, tema axial del seminario, se articula un vasto mosaico de realidades y casos que ponen de manifi esto contrastes a lo largo y ancho de los reinos hispáni-cos bajomedievales, al mismo tiempo que abren la puerta a comparaciones en muchos sentidos.

ALBERT REIXACH SALAInstitución Milà i Fontanals, CSIC. Barcelona

Lluís MONJAS MANSO, La reforma eclesiàstica i religiosa de la província eclesiàstica Tarraconense al llarg de la baixa edat mitjana: a través dels qüestionaris de visita pastoral, Barcelona, Lleida, Fundació Noguera - Pagès, 2008, 355 pp. (Col·lecció Estudis; 43). ISBN 978-84-9779-644-6.

Aquest llibre neix de la tesi doctoral que l’autor va llegir el 2005, amb un títol simi-lar, a la Universitat Pompeu Fabra, sota la direcció del professor Josep M. Salrach. Lluís Mon-jas compta amb altres treballs d’investigació (com ara la tesi de llicenciatura, que presentà el 1996) sobre les visites pastorals a la comarca del Baix Llobregat, juntament amb la publicació d’alguns articles sobre la mateixa temàtica.

L’autor, conscientment situat al marge del tipus d’història que conreen altres histo-riadors provinents del món eclesiàstic (cas de Josep Mª Martí Bonet i de Josep Baucells, autor aquest últim d’una summa d’història de l’església de Barcelona durant el segle XIII i part del XIV, que abraça quatre gruixuts volums), ha orientat la seva investigació cap al camp de la religiositat, prenent de base un tipus de font –les visites pastorals– que encara avui dia segueix captivant molts joves investigadors, convenientment esperonats pel professorat universitari.

Tot l’estudi de Monjas gira al voltant, doncs, de les visites pastorals, a través de les quals es pot copsar el grau d’aplicació de les reformes impulsades per les màximes autoritats diocesanes en les seves respectives demarcacions. Com recorda Joaquim M. Puigvert, prolo-guista del llibre, l’ús que se n’ha fet d’aquesta font ha servit per forjar una imatge negativa del clergat i la religiositat baixmedievals des del moment que s’ha posat massa èmfasi en deter-minades qüestions (tant pel que fa a l’absentisme i acumulació de benefi cis, com pel que fa a comportaments blasmables dels clergues, entre altres coses), que no han permès valorar com cal la posada en pràctica dels projectes reformadors. L’estudi diacrònic de Monjas apunta en aquesta altra direcció, abordant el tema de les visites pastorals des de plantejaments rigorosos i sense deixar-se portar pel sensacionalisme.

L’autor utilitza com a principal font d’estudi diversos qüestionaris (o formularis) de visita pastoral, cosa que complementa amb altra documentació eclesiàstica: d’una banda, amb les fonts iuslegislatives (constitucions provincials i sinodals) i, d’una altra, amb els registres pròpiament dits de les visites pastorals. Els al·ludits qüestionaris conformaven l’encapçalament d’aquests registres, si bé ara se solen localitzar en altres fonts documentals, àdhuc en algunes obres eclesiàstiques. Així, doncs, aquest estudi se centra en aquest tipus de document, que serví de guia per als visitadors de la respectiva diòcesi, ja fossin els bisbes en persona o els seus de-legats. L’autor es proposa observar, a través de l’evolució i estudi comparatiu dels formularis, els canvis del pensament reformador en la seva concreció pràctica.

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Monjas ha treballat un total de 8 qüestionaris, repartits entre diferents diòcesis per-tanyents a la Tarraconense: Tortosa (1314, 1409), Girona (1329), Tarragona (1372), València (1383-1388) i Barcelona (1413-1414, v.1425). Com es veu, no hi són representats tots els bis-bats de la província (hi falten els de Vic, Lleida i Urgell). El darrer qüestionari concerneix la diòcesi de Saragossa (1435), fora, doncs, de l’àmbit de la Tarraconense, però el fet es justifi ca per la seva vinculació amb l’arquebisbe català Dalmau de Mur, que provenia de la seu de Tar-ragona.

Per realitzar aquest treball, l’autor ha tingut en compte materials procedents de di-versos arxius eclesiàstics, però principalment del Diocesà de Barcelona. Probablement, la re-cerca arxivística hauria pogut ser més àmplia; així, per exemple, no fi gura cap esment a l’Arxiu Arxidiocesà de Tarragona –antiga capital de la província eclesiàstica–, on em consta del cert que s’hi conserven diversos manuscrits de visites pastorals del segle XV. Ben mirat, l’autor ha optat per intentar treure el màxim partit del que tenia més a l’abast, tant a nivell arxivístic com bibliogràfi c. Així, l’anàlisi dels susdits qüestionaris es complementa amb els resultats obtinguts de diferents estudis sobre les actes de visites pastorals, tant els realitzats pel mateix autor (Baix Llobregat) com per altres: Pere Benito i Roser Salicrú (Maresme), Imma Puig (Baix Empordà) –estudi també publicat per la Fundació Noguera el 2006–, Lucía Conte (Vallès), Mª Teresa Gar-cía Egea i José María Galiana (Tortosa); sense oblidar els treballs d’estudiosos valencians com Milagros Cárcel Ortí. A la bibliografi a del fi nal del llibre s’ofereix un ampli repertori d’estudis relacionats amb el tema de les visites. Amb posterioritat a l’obra que estem ressenyant, s’ha fet l’edició (2009) de la visita pastoral de Tortosa de 1428-1429, a cura del ja esmentat J.Mª Galia-na (dins la col·lecció “Fonts històriques valencianes” de la Universitat de València).

L’autor també té molt en compte les disposicions provincials (de la Tarraconense) i, en segon terme, les sinodals, almenys pel que fa a algunes diòcesis. No en va, els formularis de visita podrien ser considerats com una mena de translatio sintètica de les disposicions aprova-des en aquelles assemblees eclesiàstiques. Com indica el propi autor (p. 218), els qüestionaris feien de pont entre la norma legisladora (la dels concilis i sínodes) i la pràctica visitadora.

L’obra és compartimentada en tres parts, tot i que no se segueix cap tipus de classi-fi cació numeral o alfabètica. La primera part és de caràcter preliminar i inclou capítols dedicats al marc geogràfi c de la Tarraconense, a l’evolució del pensament reformista durant el període comprès entre el concili IV Laterà de 1215 i el de Trento (1545), a la fi gura dels bisbes i llurs funcions pastorals, al conciliarisme i la sinodalitat desplegada en l’àmbit de la Tarraconense –temes que han estat tractats per diversos autors, no tots citats– i, per últim, als procediments seguits en les visites pastorals.

El nucli central del treball és la part dedicada a l’estudi de cada un dels qüestionaris, seguint un ordre cronològic, des del més antic al més modern. Per a cada un s’aplica el mateix esquema d’anàlisi, situant en primer terme la transcripció íntegra del text i nombroses notes a peu de pàgina on s’indiquen els referents constitucionals i sinodals de cada article o ítem. Tot seguit, s’examinen les fonts d’inspiració (citacions bíbliques i de dret canònic) i es passa revista a la fi gura dels visitadors i les seves intencions reformadores, seguit d’altres valoracions més generals sobre el contingut del qüestionari i la seva aplicació pràctica a través de les visites pastorals realitzades posteriorment. Els textos d’aquests formularis no solen ser gaire llargs: el més complet és el de 1413-1414, l’autor del qual fou el canonista Jaume Marquilles, home de confi ança del famós bisbe barceloní Francesc Climent Sapera. Tots aquests textos, amb les seves glosses, podrien haver donat peu a la confecció d’un formidable Apèndix documental, te-nint en compte, per altra banda, que la majoria ja han estat editats; de fet, l’únic text pròpiament inèdit seria el de Tortosa de 1409.

La següent part és dedicada a la reforma religiosa en les seves dues vessants: vi-sitatio hominum i visitatio rerum. Hom passa revista, doncs, a tot un seguit de qüestions que tenien com a punt de mira la reforma del clergat, així pel que fa al comportament moral, nivell de formació dels clergues, serveis parroquials/benefi cials..., o també pel que fa a la moralitat dels laics i les seves pràctiques religioses. Altres aspectes no menys interessants tenen a veure amb l’economia parroquial (rendes i càrregues) i amb el funcionament del sistema benefi cial, on s’inclou una avaluació del fenomen de l’absentisme i l’acumulació de benefi cis a les par-ròquies del Baix Llobregat. Una darrera qüestió versa sobre les obligacions econòmiques dels parroquians tocant al pagament del delme i la primícia, entre altres coses.

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L’altra gran preocupació dels visitadors-reformadors pertany a l’àmbit de les coses materials; en primer lloc, pel que fa a l’estat de conservació dels temples i d’altres elements sagrats o d’ús litúrgic. Hom detecta, a partir de 1372, un interès creixent pels elements cultuals, juntament amb la popularització de la festivitat del Corpus; així mateix, també es tenia especial cura per la inspecció i inventari dels llibres parroquials. La reforma rerum abraça altres àmbits com l’ensenyament (escoles parroquials) i la benefi cència o assistència hospitalària.

Aquesta part inclou un altre capítol dedicat al poder sancionador de l’Església (to-cant a l’aplicació, per als incomplidors, de penes d’excomunió o d’altre tipus) i un darrer on es valora el grau de compliment que haurien tingut tots aquests preceptes.

La conclusió de l’autor és que els prelats de la Corona d’Aragó, independentment de les seus que ocuparen, cercaren aplicar unes mateixes directrius, a través d’uns qüestionaris cada vegada més perfeccionats, que haurien esdevingut el principal mitjà per fer arribar les dis-posicions conciliars i sinodals –i, de retruc, les idees reformadores– a l’àmbit de la parròquia. Hom assenyala dos models de qüestionaris corresponents a dos períodes reformistes: fi ns als inicis del Cisma, en aplicació dels preceptes conciliars del IV Laterà (1215) i de Lleida (1229); i a partir dels inicis del Cisma, utilitzant com a model el qüestionari de Tarragona de 1372. L’estudi dut a terme per Monjas apunta a un cert èxit dels projectes reformistes de l’Església, que en bona mesura prefi guren la gran reforma tridentina del Cinc-cents. Amb tot, hom deixa sense explorar un període ulterior, i més pròxim en el temps a Trento, que algun dia també cal-drà examinar amb el mateix grau d’escrupolositat (o és que a partir de mitjans segle XV es van deixar de fer qüestionaris de visita?).

L’estudi de Monjas, com altres publicats per la Fundació Noguera, també és consul-table en línia en format pdf a la pàgina de la institució editora [http://www.fundacionoguera.com/libros/REFORMA%20ECLESI%C3%80STICA%2007%20fet.pdf]. Aquesta versió digi-tal conté alguns petits defectes de presentació que seria aconsellable de poder esmenar. Amb tot, la principal anomalia observada afecta ambdues edicions (la impresa i la digital) i és que les pàgines indicades a l’índex no es corresponen amb la paginació del llibre imprès ni tampoc amb la paginació de la versió digital. Òbviament, aquest desgavell no pot ser imputat a l’autor, sinó als corresponents responsables de l’edició.

JORDI MORELLÓ BAGETInstitución Milà i Fontanals, CSIC. Barcelona

Jordi MORELLÓ BAGET, Municipis sota la senyoria dels creditors de censals. La gestió del deute públic a la baronia de la Llacuna (s. XV), Barcelona, Fundació Noguera, 2008, 401 pp. (Col·lecció Estudis; 45). ISBN 978-84-9779-696-5.

En aquest treball, Jordi Morelló mostra l’impacte que l’escalada del deute censal va tenir en els municipis catalans durant els segles XIV i XV, en aquest cas mitjançant l’exemple de l’endeutament col·lectiu de les universitats adscrites a la baronia de la Llacuna, un petit senyoriu rural situat entre les actuals comarques de l’Anoia i la Conca de Barberà. Amb aquest objectiu, Morelló s’ha basat, fonamentalment, en l’anàlisi parcial dels llibres dels notaris Pere Pellicer (1393-1434/35) i Antoni Vinyes (1424-1489) conservats a l’Arxiu Històric de Proto-cols de Barcelona (AHPB), sense oblidar, però, la consulta d’altres fons, dipositats en diferents arxius barcelonins i tarragonins, susceptibles d’aportar dades d’interès sobre l’objecte d’estudi, la qual cosa no només demostra un bon aprofi tament de les fonts documentals disponibles, sinó també la garantia d’una descripció acurada de l’evolució del deute municipal a l’esmentada baronia.

A mode d’introducció, en el primer capítol Morelló explica diversos aspectes de la confi guració d’aquest senyoriu, d’entre els quals en destaquen un parell. Per un costat, el llarg procés de consolidació del poder jurisdiccional per part de la família dels Cervelló que, segons el parer de l’autor, es podria delimitar entre els anys 1325 i 1410. I, per l’altre costat, els recursos fi scals i fi nancers a disposició de les universitats de la baronia (Vilademàger-la Llacuna, Pontils, Miralles i Santa Perpètua) per fer front a les seves necessitats pecuniàries. El més important d’aquests recursos era la talla, un impost directe proporcional a la riquesa de

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cada contribuent que any rere any es recaptava per a pagar la quèstia al senyor, malgrat que es solia aprofi tar la seva col·lecta per a recollir una quantitat superior a l’estipulada a fi de fer front a altres despeses estrictament municipals. En segon lloc, també s’establiren les anomenades imposicions, impostos indirectes que gravaven la comercialització dels productes bàsics (pa, vi i carn) i altres mercaderies, tot i que només es circumscriviren a la Llacuna, únic indret de la baronia amb potestat per organitzar mercat i fi ra. Finalment, i com no podia ser d’una altra manera, els Consells de les universitats també recorregueren al préstec, tant a curt –especial-ment a creditors jueus– com a llarg termini; aquest darrer, això és, l’emissió de rendes vitalícies (violaris) o perpètues (censals morts), ja es començà a emprar, com a mínim, des de 1346.

Jordi Morelló assenyala encertadament que, a causa de la crisi econòmica que afectà a les zones rurals durant la segona meitat del s. XIV, els senyors cercaren formes alternatives de sostracció que els permetessin mantenir l’anterior nivell d’ingressos, per la qual cosa re-clamaren més ajuts als habitants dels seus municipis. Segurament aquest context explicaria, en part, l’augment del nombre de talles que anualment es van repartir entre les universitats de la baronia, així com el recurs incessant al deute censal registrat durant aquell període. L’autor comptabilitza una setantena d’emissions realitzades entre els anys 1350 i 1413, gairebé totes compravendes de censals morts taxats al tipus d’interès habitual del 7,14% o el 8,33%, tot i que cal considerar aquesta xifra com un mínim, atès que les dades provenen de memorials de rendes redactats el s. XV. Malgrat que no sempre s’expliciten, es pot especular amb els motius de les emissions a partir de l’exemple d’altres municipis catalans: com ja s’ha avançat, podien haver respost a transferències de deutes per part dels Cervelló als habitants de les seves universitats, encara que no s’ha d’oblidar tampoc la important pressió fi scal a què el Principat fou sotmès per la Corona, embarcada en successives campanyes militars tant a la Península com a la Me-diterrània (donatius concedits a les Corts, convocatòries de l’usatge Princeps namque, etc.), ni les urgències purament municipals, com els efectes de la greu carestia de cereals de 1374-1376 o la construcció i/o reparació de les muralles davant les amenaces d’invasió de Catalunya. Fos quina fos la causa, el cert és que els municipis de la baronia es van veure abocats a un espiral d’endeutament tan intens (18.000 lliures de capital degut) que, a fi nals del s. XIV, es documen-ten actuacions judicials dels creditors contra els singulars de les universitats per impagament d’un nombre signifi catiu de pensions. El confl icte acabà desembocant amb la signatura d’una concòrdia entre ambdues parts el 1397, segons la qual els municipis es comprometeren a re-prendre el pagament de les pensions i a saldar els endarreriments durant els següents quatre anys, a canvi de que els creditors rebaixessin el tipus d’interès a un 5%.

A grans trets, aquesta dinàmica –escalada del deute censal; greus difi cultats per a pa-gar els interessos; i pacte amb els censalistes– és comparable amb l’observada en altres indrets de Catalunya al llarg del mateix període. Tanmateix, el treball de Jordi Morelló mostra un tret original en la gestió de l’endeutament municipal a la baronia de la Llacuna respecte a altres lo-calitats catalanes, tal com es pot veure a la llum d’una nova concòrdia que el 1413 es fi rmà amb els creditors. Efectivament, aviat s’evidencià que les previsions de sanejament efectuades en l’anterior tracte no es podrien assolir, ja fos per manca de recursos i/o per una gestió inefi cient, per la qual cosa s’acordà amb els creditors la reconversió del deute censal en deute simple. Dit en altres paraules, a partir del 1413 les quantitats que percebrien els creditors ja no serien a fons perdut, sinó que servirien per a lluir any rere any el preu dels censals fi ns a rescatar-los del tot. Els interessos anuals, doncs, es substituïren per una quota d’amortització, que procediria d’un nou impost, el vuitè, aplicat sobre la producció agrària dels habitants del senyoriu: del producte fi nal recaptat, uns administradors especialment nomenats pels creditors serien els responsables de distribuir-lo a prorrata entre tots aquests. En aquest punt, cal subratllar la pèrdua de poder jurisdiccional que suposava la concòrdia per la família Cervelló, atès que s’atorgaven tots els poders als creditors pel que fa a la percepció del vuitè i en l’ús de qualsevol mesura de força que s’hagués d’adoptar contra els contribuents en cas d’impagament, la qual cosa no deixa de ser curiosa si tenim en compte que, tan sols tres anys abans, els Cervelló havien pogut consolidar per fi la seva jurisdicció sobre la senyoria. En qualsevol cas, el sistema d’amortització es man-tingué actiu fi ns el 1462, encara que al llarg de tots aquests anys s’hagueren d’introduir algunes modifi cacions per a garantir-ne el funcionament: així, el 1437/38 es decidí substituir el vuitè sobre el safrà per un dotzè, i el 1453 s’optà per arrendar l’impost a canvi d’una quantitat fi xa de diners. Malgrat aquestes transformacions, però, l’essència del sistema restà invariable, tal com

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demostra el fet que, a l’inici de la guerra civil catalana, s’havia aconseguit disminuir el muntant del deute en més del 72% respecte al comptabilitzat el 1413. La lluïció total del deute censal, gairebé una quimera per la majoria dels municipis catalans, s’albirava per les universitats de la Llacuna com una possibilitat real de futur, a costa, però, de grans esforços per part dels seus habitants, atès que el vuitè s’anà recaptant cada any mentre la lluïció no es consumava.

A més de resseguir les vicissituds en la gestió del deute per part de les universitats de la Llacuna, Jordi Morelló també dedica alguns apartats a descriure el rerefons social, és a dir, la identitat dels actors implicats en el negoci censal, especialment els propietaris de les rendes. Sobre aquest col·lectiu, caldria subratllar dos aspectes: d’una banda, el pes signifi catiu dels creditors procedents de Barcelona, que el 1428-29 acaparaven el 33% del capital degut i, una dotzena d’anys després, el 42,5%; de fet, la presència barcelonina no només es mostra dins el grup dels creditors, sinó també en l’administració –i després arrendament– del vuitè, cosa que evidencia una forma de captació de l’excedent agrari del camp cap a la ciutat. D’altra banda, també cal remarcar el canvi que, amb el temps, experimentà el perfi l social predominant entre els censalistes, bo i passant d’una certa preeminència dels mercaders en la segona meitat del s. XIV a un domini de l’estament eclesiàstic ben entrat el s. XV, un procés similar al que s’ob-serva a molts altres indrets de Catalunya. Per acabar, val la pena destacar el notable esforç de l’autor per complementar les dades biogràfi ques d’aquests personatges amb altres informacions arxivístiques o bibliogràfi ques, tant dels administradors del vuitè (membres de les famílies Gi-bert o Solsona) com dels creditors (mercaders, professionals liberals, nobles, eclesiàstics, etc.), d’entre els quals sobresurt la vida del mercader Bertran Nicolau.

En defi nitiva, el treball de Jordi Morelló sobre la forma de gestió del deute censal en un petit senyoriu d’àmbit rural s’afegeix a altres estudis previs dedicats a aquesta qües-tió –alguns realitzats pel mateix autor– que han anat apareixent en els últims anys, centrats en localitats representatives de les diverses realitats del país (Cardona, Manresa, Reus, Valls, Cervera, Castelló d’Empúries, Sant Feliu de Guíxols, etc.); aportacions totes elles que ajuden a comprendre millor l’impacte d’aquest transcendental fenomen en el teixit social i econòmic de la Catalunya baixmedieval.

ALBERT MARTÍ ARAUInstitución Milà i Fontanals, CSIC. Barcelona

Alan V. MURRAY (ed.), The clash of cultures on the medieval baltic frontier, Surrey, Ashgate, 2009, 369 pp. ISBN 978-0-7546-6483-3.

La presente obra editada por el profesor británico Alan Murray aborda cuestiones poco familiares para los medievalistas españoles, pese a que se refi eren a un ámbito que presen-ta un evidente paralelismo con la península Ibérica durante el Medievo, debido a su condición de espacio de frontera, donde dos modelos de civilización colisionaron, como consecuencia del ímpetu expansivo de uno de ellos, el de los cristianos de obediencia latina, que terminó impo-niéndose sobre el otro, el de los pueblos nativos paganos del entorno del Báltico, para fi nalmen-te aniquilarlo. Prácticamente todo el territorio al que en ella se presta atención forma hoy en día parte de la Unión Europea, pero para la mayor parte de los españoles sigue constituyendo un ámbito exótico, que probablemente muchos tendrían difi cultad para localizar en un mapa. Para avanzar en la tarea de construir una común identidad europea, tarea harto complicada en los tiempos actuales, no cabe duda, por tanto, de que han de darse importantes pasos en la profundización y difusión del conocimiento sobre aspectos de la historia del continente hasta ahora muy descuidados, no sólo entre el grueso de la población, sino incluso también entre los especialistas. De ahí el interés de obras como la presente, que nos permite profundizar en la comprensión del proceso de incorporación, en fecha relativamente tardía, de un territorio de la periferia europea al ámbito de civilización de impronta cristiana latina que está en la base del actual modelo de civilización europeo, por más que las profundas transformaciones aconteci-das en los siglos XIX y XX hayan hecho retroceder en él el factor religioso o confesional a un segundo plano, con la entusiasta colaboración de poderosos grupos de creación de opinión que controlan ciertos medios de comunicación europeos.

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En efecto, el presente libro reúne dieciséis breves trabajos monográfi cos que abor-dan una amplia serie de cuestiones concretas relacionadas con el proceso de conquista e incor-poración al ámbito de civilización cristiano latino de las tierras ribereñas del Báltico Oriental entre 1150 y 1300, en el que participaron como protagonistas principales los alemanes, daneses y suecos. Se trató de un proceso muy complejo, por cuanto los conquistadores no sólo trajeron consigo una nueva religión, el cristianismo que había de sustituir al paganismo de los pueblos indígenas, sino todo un nuevo modelo de civilización, con un grado de desarrollo tecnológico mucho mayor. Y de todo ello dan cumplida cuenta los autores de los distintos trabajos, que, al abarcar un amplio abanico temático, han sido agrupados por el editor en cinco grandes bloques.

En el primero, bajo el título “Cultura e Identidad”, se reúnen cuatro contribucio-nes. La primera, a cargo de Marek Tamm, nos informa sobre la incorporación por los autores occidentales al corpus de conocimientos de carácter geográfi co y enciclopédico de la nueva información generada por la entrada en contacto con los pueblos del Báltico. Y, entre otras cosas, advierte como prevaleció entre dichos autores una visión negativa de dichos pueblos, a los que tendieron a identifi car con barbarie e idolatría. A continuación Eva Eihmane analiza las cruzadas del Báltico como un proceso de choque entre dos identidades, destacando que los pue-blos indígenas carecían de un arraigado sentido de identidad pagana, que les hubiese permitido un mayor grado de cooperación contra los cruzados. En tercer lugar Andris Sne reconstruye el proceso de surgimiento de Livonia, entidad que corresponde a las actuales repúblicas de Esto-nia y Letonia, donde se adoptó el cristianismo en fecha mucho más temprana que en la vecina Lituania, que persistió como enclave pagano hasta la segunda mitad del siglo XIV. Para ello se detiene en la identifi cación de las principales transformaciones desencadenadas en las estruc-turas políticas y sociales del territorio durante los siglos XII y XIII como consecuencia de su conquista por los alemanes. Y otro tanto hace Philip Line en su trabajo dedicado al estudio de las consecuencias del proceso de conquista y cristianización de Finlandia por lo suecos.

Un segundo bloque agrupa dos trabajos bajo el título de “Cruzada y misión”. El pri-mero, a cargo de Iben Fonnesberg-Schmidt, nos propone una reevalución de la política del Papa Honorio III en relación a la cruzada en el Báltico, destacando cómo pasó a dar mayor énfasis a a la potenciación de las actividades misioneras, y a la protección de paganos convertidos al cristianismo. Y, en el segundo, Rasa Mazeika analiza el contenido y orientación ideológica de la Crónica de Peter von Dusburg, clérigo de la Orden Teutónica, obra que constituye la principal fuente de información sobre la conquista de Prusia por los caballeros teutónicos. En concreto refl exiona sobre la manipulación de los datos que pudo llevar a cabo el autor en su afán por ofrecer argumentos para defender el carácter justo de la mencionada guerra de conquista.

En el tercer bloque se incluyen cuatro trabajos en que se analizan cuestiones relacio-nadas con los efectos que tuvo la conversión al cristianismo de las regiones del Báltico oriental. En primer lugar, Kart Villads Jensen se ocupa de las cruzadas de los daneses contra los vendos de la costa de Pomerania, llamando la atención sobre el empeño puesto por los cruzados por transformar el paisaje pagano en uno cristiano, sacralizándolo, mediante la erección de iglesias y monasterios, y la erradicación de templos y lugares sagrados paganos. A esta misma cuestión de la conversión del paisaje dedica su atención Carsten Selch Jensen en su trabajo centrado en el estudio del Chronicon Livoniae, obra de un clérigo alemán llamado Enrique de Livonia que informa sobre el proceso de conversión de los pueblos del Báltico oriental en las últimas décadas del siglo XII y primeras del XIII. Tiina Cala trata de determinar el grado en que la fe cristiana fue asumida por la población predominantemente rural de Livonia, para concluir que la aceptación del bautismo entre los pueblos paganos de la región fue con más frecuencia una decisión política que un asunto de convicción religiosa, lo que explica la prolongada supervi-vencia de prácticas paganas coexistiendo con las nuevas cristianas. Por fi n, el historiador del arte Anu Mänd se ocupa del estudio del culto a los santos en Livonia tomando como hilo con-ductor la identifi cación de los que fueron elegidos como patronos para las iglesias, monasterios y ciudades.

La cuarta parte comprende tres trabajos que abordan el problema de las relaciones que las regiones del Báltico que adoptaron en el siglo XIII el cristianismo en su versión cató-lica-romana mantuvieron con la Iglesia ortodoxa rusa, dominante en su entorno más próximo. En primer lugar, Torben K. Nielsen analiza la imagen que se ofrece de esta Iglesia en la ya aludida Crónica de Enrique de Livonia, quien la presenta como una estéril y falsa madre, con-

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traponiéndola a la Iglesia Católica de Riga, única madre verdadera. Desde la perspectiva rusa, Michael Paul da cuenta de la confrontación entre cristianos latinos y ortodoxos que se vivió en el entorno del Báltico, centrándose en el análisis pormenorizado de un suceso concreto, el de la construcción a principios del siglo XIV por el arzobispo de Novgorod, Vasilii Kalika, de la fortaleza de Orekhov como bastión para la defensa de las tierras que profesaban la fe ortodoxa frente a la amenaza que representaban los cruzados suecos y alemanes. Por fi n, Anti Selart pone el acento por el contrario en la faceta de la co-existencia pragmática de las dos religiones, llamando la atención sobre el hecho, poco valorado, de que la existencia de iglesias ortodoxas rusas fue tolerada en Livonia.

En el quinto bloque se agrupan, por fi n, tres trabajos que abordan cuestiones relati-vas a la tecnología militar y la forma en que se libraron las guerras. En primer lugar el editor, Alan Murray, nos informa sobre los nuevos instrumentos musicales que fueron introducidos en la zona, que fueron empleados de hecho como armas de combate, al tratar con su uso de poner nervioso al enemigo. A continuación Stephen Turnbull se detiene en la identifi cación de las armas utilizadas por los conquistadores cruzados, tomando como base la información proporcionada por la Crónica de Enrique de Livonia. Y Kaspar Klavins llama la atención sobre el fenómeno de la participación de indígenas convertidos al cristianismo junto a los cruzados venidos de fuera en las luchas contra los pueblos que continuaban fi eles al paganismo.

Concluye el libro con una selección bibliográfi ca de obras en inglés, relacionadas con la historia de las tierras del Báltico oriental en la época de las cruzadas contra los pueblos paganos, que sin duda resultará de utilidad para quien se interese por profundizar en el conoci-miento de esta temática, para la que apenas existe bibliografía en lengua española, aunque sí en otras lenguas que resultan todavía más desconocidas en España que el inglés.

En conclusión, nos encontramos, pues, ante un libro de indudable interés para am-pliar nuestros horizontes historiográfi cos, que nos permite familiarizarnos con una serie de cuestiones y ámbitos académicos que hasta el momento presente han tenido un carácter más bien “exótico” para los medievalistas españoles. Y por ello, en unos tiempos en que tanto se nos insiste sobre la necesidad de “internacionalizar” nuestra labor investigadora, consideramos plenamente recomendable su lectura.

MÁXIMO DIAGO HERNANDOInstituto de Historia, CSIC. Madrid

J. Santiago PALACIOS ONTALVA, Fortalezas y poder político. Castillos del reino de Toledo, Guadalajara, Aache ediciones, 2008, 430 pp. ISBN 978-84-96885-31-8.

Los huesos del reino. William de Newburgh, el cronista inglés del siglo XII, no pudo encontrar una mejor expresión para resumir el complejo signifi cado y la extraordinaria impor-tancia de los castillos en la vida y confi guración de los reinos medievales. Hace tiempo que la historiografía especializada viene poniendo de manifi esto la profusa red de funciones que se articulaba en torno a aquellos edifi cios: por supuesto militares, pero también políticas, sociales, económicas y simbólicas. Todo un amplísimo conjunto de relaciones humanas entretejidas en torno a aquellos puntos fuertes que se erigían perfi lando el paisaje de una manera característica, y que hacía de ellos elementos esenciales para la vertebración del espacio y para el control de los hombres en no pocas de sus múltiples manifestaciones: efectivamente fueron los elementos sólidos, pétreos, sobre los que se soportaban la seguridad física de las poblaciones y sus expec-tativas de conquista, las relaciones de dominio y sometimiento entre gobernantes y gobernados, la ordenación de buena parte de la actividad productiva, la plasmación simbólica de la realidad social, en defi nitiva, la fortaleza del reino.

El autor de la obra que comentamos, Santiago Palacios, ha comprendido en toda su extensión la magnitud, complejidad y trascendencia de este fenómeno y se ha propuesto desve-larlo y desmenuzarlo tomando como marcos de referencia unas coordenadas espacio-temporales privilegiadas para llevar a cabo una tarea tan ardua como historiográfi camente productiva: el reino de Toledo entre las últimas décadas del siglo XI y mediados del XIII. Por las propias cir-cunstancias históricas que se desarrollaron en aquel espacio durante aquel tiempo, la elección no

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podía ser más pertinente: una geografía sufi cientemente delimitable, un paisaje encastillado, un ámbito fronterizo y confl ictivo, unos procesos políticos de cambio, unas dinámicas instituciona-les, sociales y económicas profundamente marcadas por el signo de la transformación. Todo lo preciso para el análisis en profundidad de los castillos desde una perspectiva histórica global, que a la postre es la que se espera del historiador. Y Palacios Ontalva demuestra que lo es.

Partiendo de lo que fuera su Tesis Doctoral, dirigida por cierto por uno de los in-vestigadores que más y mejor ha contribuido al conocimiento de estos fenómenos –el profesor Carlos de Ayala Martínez–, la obra se sustenta sobre una hipótesis inicial a la que constante-mente se remite a lo largo del texto: la idea de que los castillos y fortalezas del reino de Toledo contribuyeron a dotar de coherencia institucional al conjunto de la corona de Castilla y, por extensión, de la propia monarquía, mediante su implicación funcional en muy heterogéneos aspectos sociales, políticos o económicos (p. 16). Para demostrarlo, el autor estudiará la diversa funcionalidad de las fortifi caciones toledanas desde variados puntos de vista que, por expresar-lo de una manera simplifi cada, cabría decir que presentan al menos tres niveles de análisis: el militar, el político y el económico, si bien los entrecruzamientos son una constante a lo largo de todo el texto, como por otra parte exigía la propia realidad histórica abordada.

Para llevar a cabo tal tarea, el autor siente la necesidad de abordar dos cuestiones previas: primero, realizar una refl exión en torno al concepto geográfi co de “reino de Toledo” –capítulo 2–, refl exión que sirve no solo para defi nir territorialmente la entidad geográfi ca del concepto, para marcar sus límites y fronteras, sino también para presentar “la percepción” del mis-mo como un confl ictivo espacio fronterizo, en el que las fortalezas constituyen una referencia básica del paisaje, íntimamente conectada con la red de caminos, con los grandes hitos orográ-fi cos y con la red hidrográfi ca.

La segunda refl exión previa, a la que se dedica el capítulo 3, se refi ere a las trans-formaciones experimentadas por el “sistema defensivo” del reino de Toledo en el paso del dominio islámico al feudal: partiendo de la organización castral y de la tipología, nomenclatura y funcionalidad de los castillos andalusíes, se abordan las continuidades y cambios experimen-tados en estos y en sus territorios castrales a raíz de la conquista, unas transformaciones que de-terminarían un incastellamento distinto al anterior, ahora dirigido por la monarquía, orientado al cumplimiento de nuevas funcionalidades de carácter feudal y condicionado por los nuevos modelos de organización social implantados sobre el territorio –señoríos, ciudades, encomien-das de órdenes militares–.

Aclarados el encuadre geográfi co y las transformaciones del sistema, el primer nivel de análisis de las fortalezas toledanas y de su vinculación con el poder político, viene repre-sentando por el plano bélico –capítulo 4–. Durante todo el período que abarca el estudio, el espacio comprendido entre el valle del Tajo y Sierra Morena fue el escenario fronterizo en el que se dirimió la lucha entre cristianos y musulmanes por el control territorial de buena parte de la península Ibérica. En consecuencia, la guerra fue una prioridad constante que tuvo a las fortalezas como eje de referencia obligado y que determinó la cristalización de un determinado tipo de frontera. El análisis de la funcionalidad militar de los castillos –tanto en el contexto de una estrategia defensiva como, sobre todo, en tanto que protagonistas de las acciones ofensivas y conquistadoras– tiene un interés histórico de primera magnitud.

Pero la funcionalidad de las fortalezas fue más allá de la realidad estrictamente bé-lica, por cuanto que demostraron servir como efi caces herramientas para la construcción de entidades políticas de ámbito suprarregional, actuando como elementos que contribuyeron a dar cohesión institucional a un ámbito aparentemente deslavazado y a la vertebración del reino castellano (p. 241). Es a ello a lo que se dedica el capítulo 5 de la obra: arrancando del análisis de los fundamentos políticos y jurídicos de la suprema potestad regia sobre los castillos, se demues-tra el papel central de las fortifi caciones en el engranaje político del reino, en la conformación y consolidación de las relaciones feudales, y en los procesos de colonización, todo lo cual hizo que formasen una parte esencial de la estructura política, institucional y social del reino.

Por último, las fortalezas desarrollaron también un importante protagonismo en la consolidación de las estructuras económicas y fi scales del reino –capítulo 6–, y ello en al me-nos una triple medida: primero, en tanto que el despliegue de sus funciones permitió o facilitó la explotación de los recursos económicos del reino y las actividades minero-extractivas, las ganaderas o las forestales; segundo, porque se convirtieron en un instrumento básico en la ge-

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neración, cobro y distribución de derechos fi scales; tercero, por su papel como consumidores y destinatarios de una parte de aquella riqueza.

La conclusión que se deriva de todo ello no puede ser más clara y convincente: la arquitectura castral fue una herramienta del poder que permitió que pudieran materializarse los esfuerzos centralizadores de la monarquía, la punta de lanza de la conquista del territorio y el primer fundamento de la estructuración administrativa, fi scal y económica de los espacios progresivamente incorporados al dominio castellano (p. 360). Su rigurosa demostración, y la consiguiente creación de todo un solvente modelo de interpretación constituyen el gran mérito intelectual del autor.

FRANCISCO GARCÍA-FITZUniversidad de Extremadura

Registros notariales de Sevilla (1441-1442), estudio Pilar OSTOS SALCEDO; trans-cripciones Raquel RODRÍGUEZ CONDE, Tamara SÁNCHEZ VALDAYO, Sevilla, Junta de Andalu-cía, Consejería de Cultura, 2010, 469 pp. ISBN 978-84-9959-002-8.

El libro que presentamos, se enmarca dentro de un Proyecto de Investigación de Ex-celencia que lleva por título “Notariado y documentación notarial en Sevilla”; cuya directora, Pilar Ostos Salcedo, se ha encargado de realizar el estudio de la obra que reseñamos, al tiempo que ha supervisado los trabajos de transcripción y de elaboración de índices que han llevado a cabo Raquel Rodríguez Conde y Tamara Sánchez Valdayo.

El trabajo recupera, afortunadamente para la investigación, los registros notariales más antiguos que se conservan en el amplio fondo documental de los Protocolos Notariales de la ciudad de Sevilla; que corresponden en concreto, al registro del notario público Gonzalo de Bernal, fechado en 1441, y a los de Fernán García, del mismo ofi cio, fechados entre 1441 y 1442.

Los registros de ambos notarios sevillanos constituyen una de las manifestaciones más tempranas de este tipo de fuentes en el ámbito de la Corona de Castilla. Como es bien sabido, y a diferencia de otros territorios como Italia o la Corona de Aragón, los protocolos notariales conservados para la Castilla medieval suelen arrancar con suerte a fi nes del siglo XV, y en no pocos casos, no se han conservado hasta los primeros decenios de la centuria siguiente.

Si pensamos en la importancia decisiva que Sevilla tiene, tanto para la historia cas-tellana, como para el conjunto de la historia medieval europea, por cuanto se trata de uno de los lugares donde de manera más temprana se manifi estan los síntomas de la recuperación económica posterior a la gran crisis del siglo XIV, se comprenderá la importancia de la edición de estos registros notariales.

Es muy poco lo que se puede añadir a la abundantísima literatura existente sobre la utilidad historiográfi ca de este tipo de documentación, por eso, señalaremos sólo algunos de los contenidos que mejor pueden ayudarnos a completar el panorama de la historia medieval de la Baja Andalucía, en unos años decisivos para la conformación de las estructuras sociopolíticas del Estado Trastámara y para entender una parte de los orígenes de la posterior vitalidad que se inicia con los Reyes Católicos y la expansión atlántica.

Como ocurre con todos los documentos de esta naturaleza, a través de ellos, se puede acceder a la realidad cotidiana de la vida ciudadana; una vida ciudadana difícilmente rastreable en otro tipo de fuentes documentales, especialmente para aquellos miembros de la sociedad que no pertenecen a los grupos privilegiados. Gracias a estos registros notariales podemos tener más datos sobre la realidad económica de Sevilla y sus vecinos, conociendo: los salarios que corresponden a determinados ofi cios y a la prestación de servicios; los precios de algunos productos, tierras, viviendas y cabezas de ganado, para su venta o arrendamiento; las relaciones comerciales o fi nancieras que se establecen entre vecinos, a través de las sociedades o compañías, los reconocimientos de deuda por préstamos y la obligación de fi adores; o cono-cer los niveles de riqueza a través de los testamentos.

Igualmente, con los testamentos y los documentos relacionados con los regímenes ma-trimoniales, puede conocerse como se establecían las relaciones familiares, generalmente de mane-ra endogámica dentro de los distintos grupos sociales, y cuáles eran las preocupaciones de carácter

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religioso que gobernaban la mentalidad de la época entre otras cosas. Relaciones que trascienden del ámbito familiar y pueden rastrearse también a través de los contratos de aprendizaje y crianza.

Ante tan abundante y heterogénea información sólo destacaremos algunos docu-mentos. Este es el caso de tres instrumentos relacionados con el establecimiento de compañías o sociedades, agrupaciones de comerciantes que no se encuentran con facilidad en la documen-tación medieval. En el primero de los documentos se establece la formación de una compañía de correduría por dos años entre Antonio González de las Parras y Juan Ruiz Chorbe para la compraventa de corambre, en la cual, el primero actúa como socio capitalista. Gracias a este documento se pueden conocer mejor las condiciones y compromisos de cada una de las par-tes, y como participan éstas de las ganancias y pérdidas. Este tipo de información tan valiosa podemos conocerla igualmente, mediante los contratos de formación de otras dos compañías o sociedades: una entre Fernando Rodríguez, socio capitalista, y Juan Rodríguez Escudero para que éste último sea arráez de un barco del primero durante un año; y otra, entre Pedro Arévalo y Martín López de Úbeda para crear una tienda de chapinería por dos años, el primero poniendo el capital y el segundo su trabajo y las herramientas.

Otros documentos que aportan una preciada información son aquellos que dan a conocer los nombres de pequeños fi nancieros que prestan cantidades relativamente importantes a sus vecinos, y que podemos rastrear en documentos como en el que Alfonso González de Ala-nís, vecino de la collación de San Salvador, reconoce que debe al mercader, Rodrigo de España, cinco mil maravedíes. Al parecer, en este caso, no se trata de un préstamo propiamente dicho, más bien, de las deudas contraídas entre los miembros de una sociedad. En otros casos sí que nos encontramos con verdaderos prestamos, así Alfonso de Mairena, carpintero de las Atara-zanas de Sevilla, reconoce que mantiene una deuda con Alfonso González de Córdoba de mil doscientos maravedíes, que éste le había prestado; al igual que Juan Díaz, vecino de Hinojos, admite que Pedro García, jubetero, le prestó tres mil novecientos maravedíes.

Igualmente encontramos traspasos de ofi cios, con los que podremos conocer mejor a la élite concejil sevillana, esto es, qué personajes controlaban la vida civil de la ciudad. En lo que a los asuntos fi scales se refi ere, existen registros que hacen referencia a rentas municipales, ya sea porque se subarriendan, se traspasan, o bien porque se solicita alguna parte de éstas que quedan sin recaudar. Gracias a estos asientos tenemos a nuestro alcance información tan valiosa como quién era el arrendatario o recaudador de una renta, conocer a sus fi adores, e incluso se podría buscar si existen compañías de arrendatarios. De la misma manera, podremos acercar-nos a los sistemas de arrendamiento y subarrendamiento, y conocer los precios en que estaban estimadas estas rentas municipales. Entre las que aparecen mencionadas podemos señalar: la alcabala de la uva que se vende en Sevilla, la alcabala de la heredades de Sevilla, la renta del partido de la madera, la renta de los dados, la renta de la angostura, la alcabala de la reventa del vino y la alcabala de la madera, entre otras.

En cuanto al estudio preliminar realizado por la autora, debe destacarse el análisis diplomático y el análisis histórico que de la institución del notariado se hace, en este caso, para la Sevilla del siglo XV. Del análisis histórico resultan especialmente útiles, por un lado, el listado que aporta de escribanos públicos de Sevilla que en algún momento colaboran con los notarios Gonzalo de Bernal y Fernán García o aparecen entre sus registros; y por otro, la descripción de cada uno de los negocios que quedaron asentados en las tiendas de escribanía de los notarios mencionados. Igualmente, hay que hacer una mención especial a la elaboración de un triple índice: de documentos, onomástico y topográfi co; que facilita al investigador la localiza-ción de documentos, personas o lugares que le puedan interesar especialmente. En este sentido, quizás se eche en falta un índice por materias, pero somos conscientes de que la elaboración de un índice de estas características puede resultar complicado, debido a la multiplicidad de asuntos y temas que se pueden encontrar entre los folios de un registro notarial.

No podemos terminar sin felicitar tanto a la autora, Pilar Ostos Salcedo, como a todos aquellos que han participado en este trabajo, o han hecho posible que estos preciados documen-tos hayan sido editados; puesto que, tenemos la certeza de que la lectura de este libro permitirá a otros historiadores obtener valiosísimas informaciones para sus propias investigaciones.

JULIETA RODRÍGUEZ SARRIAUniversidad de Málaga

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Ricos y pobres: Opulencia y dessarraigo en el Occidente medieval (Actas de la XXXVI Semana de Estudios Medievales de Estella, 20 a 24 de julio de 2009), Pamplona, Go-bierno de Navarra, 2010, 418 pp. ISBN 978-84-235-3222-3.

En la edición del año 2009, la arraigada Semana de Estudios Medievales de Estella se dedicó a las desigualdades sociales en la época medieval. Como muestran las actas publi-cadas a fi nales de 2010, el objeto de discusión de las jornadas se aborda desde múltiples pers-pectivas: desde las más propias de la historia económica y social hasta la historia de la cultura pasando por la literatura y el arte. Las intervenciones se ciñen a un arco cronológico acotado a los siglos XIV y XVI, pero cubren un área geográfi ca bastante amplia.

Si tratamos de destacar los temas en los que más se incide y algunas de las apor-taciones realizadas desde los distintos enfoques, se podría apuntar lo siguiente. En el ámbito de estudio de las sociedades bajomedievales, los autores optan tanto por refl exionar al mismo tiempo sobre la riqueza y la pobreza como por aislar una única esfera del binomio que da nom-bre al congreso. G. Pinto, por ejemplo, propone una doble aproximación para la Italia centro-septentrional de los siglos XIV y XV: en primer lugar, trata de defi nir los conceptos pobre y rico a partir de las prolífi cas fuentes literarias toscanas; a continuación, utiliza la igualmente nutrida documentación de carácter fi scal y privado con el fi n de evaluar los niveles de riqueza y los elementos distintivos de la condición económica en las zonas rurales y en los núcleos urbanos. G.P. Nigro, a su vez, pone a prueba varias técnicas de análisis para obtener cifras de las formas de inversión y de consumo de la burguesía mercantil toscana.

Por lo que respecta al área valenciana desde el siglo XIV hasta principios del XVI, P. Iradiel se centra en las categorías superiores de la sociedad y, sobre todo, en los mecanismos y factores de la movilidad social ascendente dentro de los sectores intermedios, así como en el proceso inverso, o sea la regresión y la caída en la pobreza. En contraste, M. Borrero se ciñe a los pobres del agro, con un énfasis especial en los grupos de braceros y jornaleros de la Andalu-cía bajomedieval, mientras que R. Córdoba de la Llave dedica su atención a los elementos que condujeron a la marginación y a la exclusión social sintetizando para ello investigaciones ya publicados a lo largo y ancho de la península Ibérica.

Un elemento inseparable del tema de debate es la caridad y la asistencia a los des-favorecidos. El fenómeno es tratado en más de un sentido. G. Piccinni indaga en el ejemplo de un hospital sienés destacando su papel fi nanciero en auge en el siglo XIV, simultáneo a la función protectora; por otra parte, Ch. Dyer examina, en el marco de la Inglaterra bajomedie-val, la efectividad de la asistencia a la pobreza procurada por los grupos acomodados frente al diversifi cado sistema de ayudas que se ofrecían dentro de la propia comunidad.

Desde otras perspectivas, y de nuevo para el cuadro itálico (probablemente el mejor representado en el encuentro), G. Todeschini refl exiona sobre el carácter relativo de la riqueza y la consideración ética que ésta merece durante la baja Edad Media en función de la inclusión o la pertenencia a las minorías cristianas poderosas. En cuanto a la cuestión asistencial, M.G. Muzzarelli esboza los vínculos existentes entre la imagen de san Martín repartiendo su capa y la institución caritativa del Monte di Pietà.

A.Toaff y M. Fierro aportan un contrapunto digamos étnico a los temas dominantes. Sus intervenciones versan, respectivamente, sobre el trato y plataformas de soporte a los desfa-vorecidos en las comunidades judías de la Italia de los siglos XV y XVI, y sobre la pobreza en las sociedades islámicas de una larga edad media que abarca desde el siglo II al XV.

Finalmente, M.C. Lacarra repasa las representaciones de la pobreza en la icono-grafía de retablos navarros y aragoneses del siglo XV, bien ilustrados por láminas publicadas a color en el centro del volumen. N. Salvador Miguel realiza un ejercicio similar a partir de la literatura castellana medieval, aunque se fi ja tanto en la caracterización de los pobres como la de los ricos.

Ante la ausencia de una presentación científi ca completa o de unas conclusiones resulta difícil resumir con una mínima coherencia las refl exiones fi nales de conjunto del en-cuentro. Sin embargo, en líneas generales, puede deducirse que la mayoría de autores ponen de relieve los problemas de defi nición de dos conceptos, ricos y pobres, simples en apariencia, pero muy expuestos a connotaciones y ambigüedades. De manera especial P. Iradiel y G. Pinto tienden a mostrar las difi cultades de fi jar términos en la estatifi cación social, habida cuenta del

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hecho que tanto la opulencia como la miseria eran situaciones cambiantes (de ahí el acento que pone el primero en la movilidad social) y que carecen de indicadores unívocos (el segun-do ofrece tres, aunque no da con todas las posibilidades, como tampoco parece lograrlo G.P. Nigro). Así las cosas, resulta sugerente el enfoque de Todeschini al remarcar la importancia del contexto y de elementos no estrictamente materiales en la interpretación que se hacía en la época de la usura o de la ganancia crematística, y la consiguiente posición en la escala social.

Terminada la lectura del volumen, uno podría dudar del interés que tiene una com-pilación de intervenciones en bastantes casos pensadas para la presentación oral (reforzadas a posteriori con aparato crítico), de voluntad sintética y que muchas veces avanzan por caminos paralelos. Sin embargo, la utilidad de la publicación seguramente se halla en la convergencia de líneas de investigación, máxime cuando los autores, a modo de síndicos acreditados de las novedades historiográfi cas, se esfuerzan en presentar la bibliografía y las refl exiones más re-cientes de los respectivos ámbitos.

En este sentido, pues, el repertorio de referencias bibliográfi cas que elabora J.L. de Souza en la última intervención ayuda a conocer nuevos trabajos donde se desarrollan a fondo ideas sólo presentadas de forma esquemática en el libro que nos ocupa. Con todo, pueda que hubiera sido práctico emplear el mismo sistema de citación en todos los artículos y remitir a la relación fi nal de citas bibliográfi cas completas. Pequeñeces como esa posiblemente darían una última capa de barniz a las actas de la Semana de Estudios Medievales de Estella. Y desde la perspectiva que ofrecen este tipo de publicaciones aprovecharíamos aún mejor los frutos de una de las asambleas anuales con más tradición y prestigio del medievalismo hispánico.

ALBERT REIXACH SALAInstitución Milà i Fontanals, CSIC. Barcelona

Paulino RODRÍGUEZ BARRAL, La imagen del judío en la España medieval. El con-fl icto entre cristianismo y judaísmo en las artes visuales góticas, Bellaterra [etc.], Universitat Autònoma de Barcelona [etc.], 2008, 288 pp. (Memoria Artium; 8). ISBN 978-84-4902-592-1 (UAB).

Pese a los considerables avances que en los últimos decenios han experimentado los estudios y las investigaciones acerca de la historia de la minoría judía en la España medieval, todavía no han sido sufi cientemente analizados los múltiples y complejos aspectos relativos a la mentalidad y al mundo de las “imágenes”. Sin embargo, qué duda cabe, se trata de un tema de trascendental importancia para profundizar en el conocimiento de las concepciones mutuas entre la mayoría cristiana y la minoría judía.

Aun cuando toda “imagen histórica” conlleva un margen de error, como resultado de la distancia existente entre la propia realidad y la imagen de ella producida por quien la percibe, las “imágenes” poseen una virtualidad histórica, por cuanto pueden dar lugar a acon-tecimientos históricos reales; no en vano, creadas de forma inconsciente o deliberada, pueden ser provocadoras de sentimientos de adhesión o de repulsión hacia el sujeto al que se refi eren. El historiador hebreo Ron Barkai afi rmaba hace unos años que la “imagen” es una expresión simbólica literal de la realidad; para él, la “imagen” no se trata de una descripción objetiva de la realidad, sino del refl ejo de las concepciones subjetivas de quienes la conforman (Cristianos y musulmanes en la España medieval. El enemigo en el espejo, Madrid, 1984, p. 11). Siguiendo el modelo propuesto por el profesor Barkai, el estudio de las “imágenes” puede permitir, en relación con el tema de la minoría judía, una mejor comprensión de la mentalidad de hostilidad entre las comunidades cristiana y judía en la España medieval, desde una óptica que difícilmen-te podría ser defi nida en términos jurídico-legales, económico-sociales o culturales. Y de ahí su enorme interés.

Como resultado del sentimiento antijudío, desde fechas tempranas de la Edad Media comenzó a confi gurarse y a difundirse una imagen peyorativa de los judíos, expresión de la profunda antipatía que hacia ellos sentía la población mayoritaria cristiana, y que ha perdurado hasta tiempos actuales. El arte fi gurativo cristiano medieval refl eja fi elmente la imagen que de los judíos existía en toda la Europa occidental y que, en buena medida, coincidía con el

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“retrato” que de ellos se hacía en diversos textos escritos de carácter apologético, doctrinal, jurídico o literario. Es éste un tema que hace ya varios decenios estudió con maestría Bernhard Blumenkranz (Le juif médiéval au miroir de l’art chrétien, París, 1966), para quien el arte fi gurativo cristiano es un auténtico espejo del destino judío. Este autor puso de manifi esto la efi cacia apologética que a lo largo de la Edad Media tuvo la “imagen”, como arma aún más efectiva que la palabra en la controversia y en la predicación destinada a un pueblo que, en su inmensa mayoría, era analfabeto.

En este excelente estudio, Paulino Rodríguez Barral analiza con minuciosidad el tratamiento que las artes visuales hispánicas dan a la imagen del judío. Como señala el autor, las artes visuales contribuyeron en buena medida al enrarecimiento del clima hacia los judíos, al proyectar en imágenes toda una serie de motivos temáticos en torno a los que en la Edad Media se construyó el imaginario de la alteridad judía en sus aspectos más negativos. El libro se estructura en seis capítulos, en los que se abordan diferentes cuestiones relativas a la imagen del judío medieval a través de las artes visuales góticas hispanas.

En el primer capítulo, titulado “Contra caecitatem iudeorum”, se estudia uno de los temas más recurrentes de la literatura cristiana del género adversus iudaeos: la ceguera espiritual de los judíos, que los haría impermeables a la revelación evangélica y les llevaría a persistir en sus errores doctrinales. La formulación visual más evidente de este tema es la ima-gen de la Synagoga, en su confrontación con la Ecclesia, representada frecuentemente con los ojos vendados y sosteniendo el emblema quebrado de su falsa fe. Se trata, sin embargo, de un tema menos habitual en los reinos hispanos que en otros territorios europeos, sobresaliendo al-gunas representaciones castellanas del siglo XV, como el retablo que el cardenal Juan de Mena encargó alrededor de 1475-1480 a Fernando Gallego para su capilla funeraria de la catedral de Zamora. La ceguera espiritual de los judíos era también representada plásticamente mediante miniaturas en las que aparecen judíos con los ojos cubiertos con una venda o con la mano, como se analiza detenidamente en un apartado de este primer capítulo dedicado al Breviari d’Amor, un poema narrativo compuesto por Matfré Ermengaud alrededor del año 1288; se trata de una summa del saber de su tiempo, en la línea de los Specula de Vincent de Beauvais, que conoció una gran difusión en el sur de Francia y en la Corona de Aragón. Otro apartado de este mismo capítulo está dedicado a las representaciones de los judíos en las miniaturas de los diversos manuscritos que se conservan del Fortalitium fi dei, una obra compuesta por el franciscano fray Alonso de Espina en torno al año 1460, y que se muestra especialmente beligerante con los judíos y el judaísmo.

El segundo capítulo lleva por título “La Virgen y los judíos: una relación confl icti-va”. En él se pone de manifi esto cómo a lo largo de los siglos XII y XIII se desarrolla considera-blemente el culto a la Virgen María, haciéndose frecuentes las compilaciones de milagros de la Virgen y los dramas en torno a la Asunción. En unas y otras obras los judíos adquieren un papel protagonista, siendo presentados como enemigos acérrimos de la Virgen. Un apartado de este capítulo está dedicado de forma específi ca a las Cantigas de Alfonso X el Sabio, analizando el autor de forma detenida la dialéctica entre texto e imagen en las representaciones de los judíos que aparecen en numerosas miniaturas de esta obra, y en las que se presenta al judío como aliado del diablo, como infanticida o como profanador de imágenes cristianas; los judíos son frecuentemente representados con los rasgos propios del estereotipo del judío conformado en época medieval, es decir la nariz ganchuda y prominente y rasgos marcadamente angulosos. Como señala el autor, la imagen de los judíos que ofrecen las Cantigas guarda estrecha relación con el tono antijudío que marca buena parte de los mariales europeos del siglo XIII; en este sentido, considera que el culto a la Virgen haría las veces de mecanismo a partir del que se tra-zan los límites que defi nen la diferencia y, por consiguiente, la autoafi rmación de la comunidad cristiana en relación a la judía. De este modo, se construye un imaginario en el que el judío se perfi la como un elemento ajeno al cuerpo místico, un “otro”, además de ajeno, enemigo. En otro apartado se estudia el lugar que los judíos ocupan en los dramas asuncionistas, un género litera-rio que se hizo relativamente frecuente en los siglos XIV y XV. En las imágenes que acompañan a estas obras, los judíos son representados tratando de profanar el ataúd de la Virgen, sufriendo las consecuencias de su malvada acción.

En el tercer capítulo, titulado “Judaísmo y deicidio en el imaginario de la Pasión”, se desarrolla el tema del judío como deicida, una idea que está ya presente en los escritos de

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los Padres de la Iglesia, pero que será a partir del siglo XII cuando se haga con un espacio en el imaginario popular, trascendiendo al cuerpo social. Desde ahora los judíos son considerados responsables principales de la muerte de Jesús, coincidiendo con un interés creciente, en par-ticular desde el siglo XIII, por todo lo relacionado con la Pasión de Cristo. Coincidiendo con el notable incremento que desde mediados del siglo XIV conoció el antijudaísmo hispano, se agudiza la imagen negativa de los judíos, imponiéndose su presentación iconográfi ca como deicida. En un apartado de este capítulo el autor dedica su atención a las obras dramáticas y a las narraciones acerca de la Pasión, un género literario que tuvo mucho éxito en Cataluña y en Castilla desde el siglo XIV; en estas obras se pone de manifi esto el protagonismo judío en las vejaciones y tormentos infl igidos a Jesús, presentándolos como verdugos, instigadores o cómplices en la Pasión. Es muy signifi cativo el tratamiento de la fi gura de Judas, del que se hace un paradigma del judaísmo, representándole con los rasgos estereotipados del judío, proyectando de este modo la acusación de su traición sobre el conjunto del pueblo hebreo. En otro apartado se analiza la representación de los judíos en las miniaturas que acompañan a las Pasiones dramáticas y narrativas, en las que es fácil observar una decidida voluntad en resaltar la maldad de los judíos, mediante escenas en las que se ensañan con Cristo durante la Pasión, y en otras en las que aparecen representados con distintos símbolos de la Pasión; aunque ya hay representaciones de judíos en escenas de la Pasión correspondientes a los siglos XII y XIII, es desde mediados del siglo XIV cuando el judío adquiere auténtico protagonismo, especialmente en Cataluña, donde sobresalen las obras de las que son autores artistas como los hermanos Bassa, Ramón Destorrens, el Maestro de Tortosa, Pere Serra, Lluís Borrassà, Bernat Despuig y Jaume Cirera, Bernat Martorell o Jaume Huguet. En otros apartados del mismo capítulo se ana-liza la representación de los judíos en escenas de la Pasión en la pintura aragonesa, valenciana, navarra y castellana, sobresaliendo en esta última la obra de artistas como Nicolás Francés, los hermanos Delli o Fernando Gallego.

El cuarto capítulo se titula “Del dogma de la transubstanciación al deicidio simbó-lico: el mito de la profanación de la hostia”. El autor afi rma que esta acusación lanzada contra los judíos tenía una doble fi nalidad: exacerbar el sentimiento antijudío y reafi rmar el dogma de la transubstanciación, proclamado en el IV Concilio de Letrán de 1215, poco antes de que aparecieran las primeras acusaciones; los relatos de profanaciones concluían siempre con un milagro, que ponía en evidencia la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Supone, de hecho, una transposición de la acusación de deicidio al plano de lo simbólico, considerando la presen-cia real de Cristo en la Eucaristía. Un apartado del capítulo está dedicado a explicar con detalle las tablas procedentes del monasterio de Vallbona de les Monges, de mediados del siglo XIV, que contienen la primera representación en el arte gótico hispano de una profanación eucarís-tica protagonizada por judíos. En otros apartados se analizan el retablo de Sigena (Huesca), la tabla de Queralbs (Gerona), el retablo de Villahermosa del Río (Castellón) y el manuscrito 154 del Archivo Capitular de Burgo de Osma, en los que asimismo se contienen representaciones de actos de profanación de Hostias consagradas. Las acusaciones de profanación eucarística en Castilla son escasas y tardías, de forma que la primera tuvo por escenario la ciudad de Segovia, en el año 1410, según se recoge en el Fortalitium fi dei.

En el quinto capítulo, titulado “La acusación de crimen ritual. El caso del Santo Niño de La Guardia”, el autor se centra en las acusaciones lanzadas contra los judíos de prác-tica de crímenes rituales, consistentes en el rapto, suplicio y crucifi xión de un niño cristiano en Viernes Santo, con el fi n de rememorar la Pasión de Cristo. Es ésta una acusación tardía en los reinos hispanos, en relación con lo acontecido en otros territorios europeos. Dedica una especial atención al caso español más conocido, que es el del Santo Niño de La Guardia, un suceso acae-cido en esta localidad toledana en el año 1490, y que fue juzgado y sentenciado por el tribunal de la Inquisición en Ávila en noviembre de 1491, teniendo una enorme repercusión popular en el reino de Castilla en las fechas inmediatamente anteriores a la promulgación, el 31 de marzo de 1492, del edicto de expulsión general de los judíos de Castilla y Aragón.

El sexto y último capítulo, que lleva por título “Los judíos como seguidores del Anticristo”, se centra en el análisis de un tema de gran interés, teniendo en cuenta el importante lugar que el Anticristo tuvo en las inquietudes apocalípticas y milenaristas de fi nes de la Edad Media, muy extendidas en el reino de Castilla pero, sobre todo, en la Corona de Aragón. Como pone de manifi esto el autor, al menos desde fi nes del siglo II, desde Ireneo de Lyon, se atribuye

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al Anticristo una estirpe judía, haciéndole descender de la tribu de Dan; asimismo se afi rmaba en la Edad Media que, cuando apareciera, los judíos estarían entre sus seguidores más fi eles. Pero, como pone de manifi esto el autor, en los reinos hispanos no parece haber estado muy extendida la creencia en una conexión signifi cativa entre el Anticristo y los judíos, ni en obras escritas ni en representaciones gráfi cas. Pese a todo, hay algunos tratados sobre el tema que se acompañan de grabados que representan a judíos como seguidores del Anticristo. El más im-portante de ellos es el Libro del Anticristo, del aragonés Martín Martínez de Ampiés, escrito a fi nes de la Edad Media y que contiene un marcado discurso antijudío; en sus abundantes repre-sentaciones gráfi cas, los judíos aparecen claramente como seguidores del Anticristo. También el Libro del Alboraique, un duro alegato anticonverso publicado en 1470, insiste en las estre-chas conexiones entre el Anticristo y los judíos. En opinión del autor, las expectativas de judíos y conversos en la próxima venida del Mesías, que conocieron un repunte signifi cativo a fi nes de la Edad Media, favorecieron que los polemistas cristianos identifi caran al Mesías esperado por los judíos con el Anticristo, y que los judíos fueran considerados sus más fi eles seguidores.

El texto va acompañado de numerosísimas reproducciones gráfi cas, de fundamental importancia en un estudio de las características del que nos ocupa y que ayudan a entender las diversas cuestiones abordadas. Asimismo se ofrecen al lector unos muy útiles índices onomás-tico e iconográfi co y de materias.

En defi nitiva, un estudio de gran interés tanto para historiadores de la Edad Media como para historiadores del Arte, e imprescindible para los estudiosos e investigadores de las minorías étnico-religiosas en la España medieval.

ENRIQUE CANTERA MONTENEGROUNED

Antonio SÁNCHEZ DE MORA, Los Lara. Un linaje castellano de la plena Edad Me-dia, Burgos, Diputación Provincial, 2007, 406 pp. ISBN 978-84-95874-47-4.

El linaje de los Lara despunta como uno de los principales de la vieja nobleza caste-llana, a los que Salvador de Moxó contrapuso en una clásica monografía los nuevos linajes que ascendieron en el período bajomedieval, la mayoría a la sombra de la nueva dinastía de origen bastardo de los Trastámara. A pesar de su extraordinaria importancia, dicho linaje no había sido objeto de ningún estudio monográfi co hasta fechas muy recientes desde que el incansable Salazar y Castro le dedicase en el siglo XVII una voluminosa monografía, que todavía sigue re-sultando de incuestionable utilidad para el investigador actual. Esta falta de estudios se ha visto compensada, sin embargo, recientemente por la publicación de dos obras que se han marcado precisamente como objetivo reconstruir la trayectoria de este linaje. La primera en aparecer fue la del medievalista norteamericano Simon Doubleday, que fue publicada en su versión original en inglés en 2001, y traducida después a castellano. Y, la segunda es la que vamos aquí a reseñar con un cierto retraso con respecto a su fecha de publicación, en 2007, de la que es autor Antonio Sánchez de Mora, y que tiene su base en la tesis doctoral defendida por éste en la Universi-dad de Sevilla en 2003. No podemos entrar, en el escueto marco de una reseña, a efectuar un sistemático análisis comparativo de las aportaciones y metodología de estas dos monografías, que, por supuesto, en muchos puntos resultan repetitivas, aunque desde otros muchos ángulos se complementan, pues contienen en los dos casos indiscutibles aportaciones originales. Nos limitaremos, por tanto, a dar brevemente cuenta del contenido y metodología de la de Sánchez de Mora, que es la última en haber sido elaborada y publicada.

El libro se estructura en dos grandes partes. La primera nos ofrece la reconstrucción de las biografías de los principales miembros del linaje desde sus oscuros orígenes altomedie-vales hasta el siglo XIII. Y la segunda aborda en cinco capítulos el análisis de los principales aspectos estructurales relacionados con la historia del mismo, más en concreto sus estructuras familiares, su inserción en la sociedad castellana medieval, su participación en el ejercicio del poder político y militar, las bases económicas de su posición, y su proyección en el espacio.

Por lo que respecta a la primera parte, estructurada en cinco capítulos, nos ofrece por estricto orden cronológico las biografías de los principales miembros del linaje en sus diversas

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ramas, que nos ayudan a identifi car las tablas genealógicas ofrecidas en apéndice, y en ella cabe ante todo destacar la minuciosa tarea de recopilación de información llevada a cabo por el autor. Al centrarse la atención en un período en que las fuentes documentales son escasas, y en bas-tantes casos están total o parcialmente falsifi cadas, la simple tarea de fi jar los hechos positivos resulta sumamente complicada, y con frecuencia no puede llevarse a cabo de forma plenamente satisfactoria. Por ello resulta encomiable el trabajo realizado por Sánchez de Mora, que gracias a una paciente labor de análisis crítico de los pocos y dispersos documentos conservados, logra reconstruir con la sufi ciente claridad la identidad y fi liaciones de los numerosos miembros de uno de los principales linajes de la alta nobleza castellana de la época plenomedieval, entre fi nales del siglo XI y comienzos del siglo XIII. Y de este modo nos pone en contacto con per-sonajes clave de la historia castellana, que gozaron de extraordinaria infl uencia en la Corte, pero también con otros que no lograron alcanzar tan elevado rango, que resulta preciso, no obstante, conocer para alcanzar una visión más ajustada de lo que era un linaje de alta nobleza en esta época, en sus múltiples ramifi caciones. Al mismo tiempo nos ofrece una clarifi cadora reconstrucción de la historia política castellana entre los reinados de Alfonso VI y Fernando III, que, aunque no aporte nada esencialmente novedoso, resulta de interés por haberse construido desde la perspectiva del papel que en ella desempeñaron los representantes de un singular linaje de alta nobleza, lo cual permite percibir mejor la relevancia y continuidad de su protagonismo, y comprender en toda su complejidad las fl uctuantes relaciones entre Monarquía y nobleza en esta fase de la historia castellana.

La segunda parte se inicia con el capítulo sexto, en el que el autor se centra en el análisis de las estructuras familiares, resaltando algunos rasgos que las diferencian con res-pecto a las de los linajes nobles de la baja Edad Media, entre las que cabe destacar el notable retraso en la adopción del agnatismo. Al mismo tiempo se presta atención a cuestiones varias relacionadas con esta misma temática como son la antroponimia, la evolución de los sistemas de fi liación, la aparición de signos de identidad de la familia, el advenimiento de la heráldica y la formación de líneas colaterales. Y se concluye el capítulo con informaciones sobre cómo se organizaba la vida familiar, y qué papel se reservaba en ella a niños, jóvenes, adultos y viejos, hombres y mujeres.

El capítulo séptimo analiza la posición que los miembros del linaje de los Lara ocu-paron en la sociedad de su tiempo, prestando particular atención a las relaciones que estable-cieron con otros nobles de similar rango, pero también con aquéllos que ocupaban una posición subordinada, como eran, por ejemplo, los Fuentearmegil o los Hinojosa. Se valoran igualmente las intensas relaciones que mantuvieron con las instituciones eclesiásticas, principalmente con monasterios y obispos. Y, por fi n, se aborda la difícil tarea de identifi car y caracterizar a las personas que formaron parte de sus “clientelas”, y vivieron de forma más o menos regular en su entorno más próximo, llegando a constituir una pequeña “Corte”, remedo de la constituida en torno al rey.

El capítulo octavo da cuenta pormenorizada de las formas en que los miembros de la parentela de los Lara accedieron al ejercicio del poder político y militar. En primer lugar se destaca la importancia que desde esta perspectiva tuvo para ellos su presencia en la Corte, en directo contacto con los sucesivos monarcas, que les permitió obtener nombramientos para algunos de los principales ofi cios cortesanos, como los de alférez o mayordomo, para ellos o para algunos de sus partidarios más próximos. Se valora también la importancia que tuvo su nombramiento como tenentes de numerosos distritos y fortalezas, que les permitió controlar extensos territorios en calidad de delegados del rey, aunque no de forma continuada, pues su permanencia como tenentes tuvo siempre un marcado carácter temporal. En segundo lugar, el autor presta también atención, no obstante, a otra vertiente del ejercicio del poder por parte de los Lara menos dependiente de la evolución de sus relaciones con el poder real. Se trata del ejer-cicio por su parte de derechos señoriales en multitud de lugares del territorio castellano, que, como oportunamente se nos demuestra, no alcanzó, sin embargo, el mismo grado de intensidad en todos ellos. La caracterización de los señoríos nobiliarios en el reino de Castilla entre los siglos XI y XIII resulta sin duda una tarea harto compleja, dado el carácter de las fuentes do-cumentales disponibles, que plantean importantes problemas de interpretación, por lo escueto y a veces enigmático de las informaciones que aportan. Pese a ello, Sánchez de Mora, no elude el tratamiento de esta problemática, y se esfuerza por poner de manifi esto las peculiaridades

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del perfi l como señores de vasallos de los miembros del linaje Lara en estos siglos. Entre ellas destaca la permanencia de los miembros de una de sus ramas a lo largo de varias generaciones como señores de Molina y su Tierra. Por ello se detiene el autor en la caracterización de este señorío, resaltando el amplio grado de autonomía que alcanzaron sus señores durante gran parte del siglo XII y principios del siglo XIII, y llamando la atención sobre los paralelismos que su trayectoria ofrece con la de otro señorío constituido en esa misma zona en esta época, el de Albarracín.

El capítulo noveno está dedicado al estudio de los fundamentos económicos en que se sustentó la posición preeminente en los terrenos político y social de los miembros del linaje hasta comienzos del siglo XIII. Se constata que el patrimonio que llegaron a reunir sus dis-tintos miembros estuvo caracterizado por una notable dispersión y diversifi cación, con fuerte tendencia a la fragmentación, como consecuencia del reparto equitativo de los bienes de las herencias. La información disponible para el estudio de este aspecto de la historia del linaje es, no obstante, sumamente parca, y ello impide al autor profundizar en la descripción del funcio-namiento de las economías domésticas de estos nobles, y de las explotaciones agrarias que les proporcionaban el grueso de sus ingresos. Muy en particular hay que lamentar la falta de noti-cias concretas que nos permitiesen conocer con un mínimo detalle su perfi l como propietarios ganaderos, pues los pocos datos e indicios que se nos ofrecen no dan pie para llegar a ninguna conclusión segura.

En el capítulo décimo, por fi n, se nos ofrece una detallada reconstrucción de la pro-yección espacial de la parentela, que toma en consideración los lugares donde sus miembros ejercieron derechos señoriales, donde poseyeron propiedades y donde actuaron como tenentes nombrados por el rey. Y para una mejor percepción de dicha proyección se incluye un impor-tante número de mapas, de indiscutible valor pedagógico.

A estos mapas se suman, por otra parte, varios cuadros genealógicos y la reges-ta de 236 documentos, que cubren un arco cronológico que va del año 1086 hasta el 1266. Ciertamente se trata de documentos ya conocidos, y en su mayor parte editados en diversas colecciones diplomáticas. Pero su agrupamiento ofrece al investigador interesado por la histo-ria en concreto del linaje de los Lara una muy valiosa herramienta de trabajo, y por ello ha de valorarse positivamente su inclusión.

Con esta monografía Sánchez de Mora realiza, por consiguiente, una encomiable contribución a la caracterización del grupo sociopolítico de la alta nobleza del reino de Casti-lla en el período plenomedieval, que nos proporciona un valioso elemento de referencia para abordar análisis comparativos con otros ámbitos europeos de esa misma época, y con los linajes de alta nobleza de la propia Corona de Castilla del período bajomedieval, cuya posición se sus-tentó sobre unas bases políticas, sociales y económicas en muchos aspectos diferentes a las que permitieron a los miembros del linaje de los Lara ocupar un lugar preeminente en la Castilla de los siglos XI al XIII.

MÁXIMO DIAGO HERNANDOInstituto de Historia, CSIC. Madrid

Mª Josefa SANZ FUENTES, Miguel CALLEJA PUERTA (coords.), Las escrituras góti-cas desde 1250 hasta la imprenta. V Jornadas de la Sociedad española de Ciencias y Técnicas Historiográfi cas (Oviedo, 18 y 19 de junio de 2007), Oviedo, Universidad de Oviedo, 2010, 275 pp. ISBN 978-84-8317-825-6.

El libro que aquí reseñamos es una muestra más de la actividad científi ca que siem-pre acompaña a la reunión anual de la antigua Asociación de Profesores de Paleografía y Diplo-mática desde su refundación hace unos años. En esta ocasión, la Junta Directiva encomendó la organización de las V Jornadas a los colegas de la Universidad de Oviedo, a quienes debemos que el resultado científi co del evento, celebrado en la capital asturiana los días 18 y 19 de junio de 2007, esté ahora en nuestras manos. Esta vez se trataba de continuar profundizando en el desarrollo histórico de la escritura en España desde el siglo XIII, por lo que el rico y complejo mundo de las escrituras góticas peninsulares fue tenido en cuenta como objeto de análisis. En

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particular, los elementos defi nitorios y sus características vigentes en cada una de las unidades políticas medievales hispanas, que al igual que en el resto de Europa fueron un fi el refl ejo del binomio regionalismo-internacionalización, tanto en sus aspectos formales como en su funcio-nalidad. Las ponencias invitadas y la comunicaciones que aquí se editan –la muerte repentina de Mª Luisa Cabanes impidió que viera impresas sus refl exiones sobre este tipo gráfi co en Valencia– son fi el refl ejo de cómo se desarrollaron las sesiones, que se vertebraron en torno a dos ejes principales, el uso y el espacio. De esta manera la escritura empleada para escribir libros, documentos o epígrafes se fi jaba en unos territorios independientes con lengua vernácula propia.

En la primera aportación, Pilar Ostos Salcedo efectúa una útil revisión bibliográfi ca de los principales trabajos sobre estas escrituras, comenzando por obras de carácter general y por la manualística española desde la etapa precientífi ca del siglo XVIII, poniendo de manifi es-to la importante cesura que supuso la obra fundamental de Agustín Millares en un panorama marcado por una producción bastante pobre en número y contenido. A continuación, sistemati-za los principales estudios relacionados con las escrituras góticas de uso librario y documental, dedicando epígrafes independientes a la Corona de Castilla, la Corona de Aragón y al Reino de Navarra que, a su vez, se estructuran clasifi cando las aportaciones destacadas según su relación con el estudio de la tipología gráfi ca, de las ofi cinas de producción de documentos, la edición de colecciones documentales y la atención prestada a las escrituras personales y al uso de estas modalidades gráfi cas en otros periodos cronológicos como la Edad Moderna y en otros ámbitos gráfi cos como el epigráfi co. Prosigue la autora con una interesante recapitulación en la que plantea aspectos necesitados de atención, como la normalización terminológica, los problemas que siguen planteando las etapas primera y última de evolución de las escrituras góticas o las necesidades de efectuar estudios comparados y de conjunto que relacionen tanto la producción libraria y la documental, como los vínculos de la realidad española con la de otros reinos euro-peos. El trabajo se cierra con una relación bibliográfi ca sobre el tema.

Tras ella Carmen Álvarez Márquez hace un intento de sistematizar la escritura gó-tica libraria, o mejor dicho, si nos atenemos a lo editado, todo lo concerniente a los copistas hispanos que escriben en esta grafía. Heredera tal y como afi rma la propia autora de lo publi-cado en las actas del II Coloquio Internacional de Epigrafía medieval celebrado en León en el año 2006, el resultado es un relación de escribanos, profesionales o no, a los que asigna noti-cias de los manuscritos realizados por ellos, todos datados, entre las que aporta el tipo gráfi co empleado. La utilidad de estos ejercicios eruditos los hacen fundamentales para el historiador de la escritura si están presididos por criterios claros, cosa que pese la intención de la autora no ocurre en relación con los términos utilizados para la clasifi cación de la escritura, que evi-dencia la adopción de dos pautas distintas, la de G. Lieftinck de 1954 y la de J.P. Gumbert de 1976, sin discriminar. Pero con independencia de tal cuestión este vademécum, al presentarse como trabajo de carácter fi nalista, no sintetiza ni explota la información a la hora de llegar a conclusiones científi cas sobre el panorama general del uso y función de esta grafía en el ámbito librario español. Un ejemplo puede ser revelador, la existencia de tantas escrituras “fuera de sis-tema” quizás enmascare distintas realizaciones que corresponden a la secuencia temporal de realización material del texto y a la fi nalidad con que se confecciona el manuscrito. Ello tiene como efecto que, en algunas ocasiones, la autora no alcance a comprender la naturaleza de los libros que analiza y, en consecuencia, el signifi cado y la función del tipo de escritura empleado en ellos. Una última cuestión nada desdeñable son las referencias bibliográfi cas utilizadas que delimita ella misma a trabajos atinentes al campo de la Paleografía y Codicología. Se apre-cian ausencias notables referidas precisamente a estudios de colegas españoles y extranjeros recientes, presentados y editados en ámbitos de reconocido prestigio, tanto en revistas como en volúmenes independientes. Sirva como muestra los Coloquios del Comité International de Paléographie Latine de Cluny (1998) y de Weingarten (2000), cuyas actas fueron por l’École de Chartes respectivamente en los años 2000 y 2003.

A continuación, Mª Josefa Sanz Fuentes aborda el también complicado y profuso mundo de la clasifi cación de las góticas documentales en la Corona de Castilla, en el que se manifi esta, al igual que en el anterior, la ampliación del uso del escrito que acontece en este periodo. La autora señala acertadamente dos difi cultades a la hora de proceder a su sistematiza-ción. La primera, general en toda Europa, deriva de la gran cantidad de tipos y variantes que las

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distintas instancias productoras de escritura –cancillerías soberanas, iglesia, concejos, señoríos, notariado– alumbraron para satisfacer sus nuevas necesidades documentarias en este periodo; la segunda es la acuñación por parte de la manualística española desde el siglo XVIII de térmi-nos para califi car los tipos gráfi cos de la Corona de Castilla, vinculados siempre a categorías diplomáticas o a usos documentales. Denominaciones como escritura de privilegios, de alba-láes, escritura cortesana o escritura procesal son una buena muestra de ello. Partiendo de estas consideraciones procede a plantear su propuesta que explica en las páginas siguientes y que sin-tetiza en un cuadro al fi nal del trabajo. Los criterios que la presiden, nutridos con la bibliografía más reciente, son nítidos y tan precisos como lo pueden ser ante tan variado panorama, en el que las tendencias generales conviven con realizaciones más particulares e incluso personales. Partiendo de las pautas de Lieftinck, que ya utilizara la autora años antes, y teniendo siempre presente el desarrollo histórico de la escritura en Castilla como el hilo conductor inexcusable, el cuadro de clasifi cación que elabora pivota siempre sobre tres realizaciones distintas de la es-critura, formada, usual y corriente, dependiendo de la mayor o menor rapidez en su ejecución, factor que va a venir determinado por la función del escrito. Así, desde Alfonso X a los Reyes Católicos, en los reinos castellanos se utiliza sucesivamente para documentos solemnes o no, libros administrativos y anotaciones varias, la escritura cursiva fracturada, la cursiva precorte-sana, la cursiva redonda y la bastarda, que a su vez presentan periodos de transición entre ellas, y pueden mostrar además distinto grado de ejecución. Un acierto de esta clasifi cación ha sido incorporar la nomenclatura tradicional antes aludida en su justo grado de uso, empleo y función.

La escritura gótica usada en las inscripciones es analizada por Encarnación Martín López, quien siguiendo la terminología acuñada por su maestro el Dr. García Lobo hace una síntesis del uso de la escritura “publicitaria” en España en el arco cronológico comprendido entre los siglos XIII y XVI. Distigue a su vez dos realidades culturales, que defi nen sus espacios de elaboración y también su mayor o menor capacidad técnica: la escritura de cultura “urbana” emanada de centros de producción profesionales y monásticos, caracterizada por su regularidad y canonización, y la correspondiente a la cultura “rural”, realizada en contextos de escasos me-dios técnicos y que no se atiene a ningún canon establecido. A continuación, la autora somete las fuentes utilizadas a un análisis formal riguroso, que saca a la luz las diferencias estilísticas de la mayúscula en uso desde el segundo cuarto del siglo XIII hasta que la minúscula se impon-ga hacia el 1400, que será desplazada a su vez, a fi nes del siglo XV, por un panorama gráfi co en donde predomine la convivencia de ambos modelos e incluso la hibridación en un mismo texto de ambos fi lones. En su opinión, mucho tuvieron que ver en estos cambios las grafías utilizadas en el libro contemporáneo y el empleo del epígrafe como un medio que propaga algo más que contenidos funerarios o religiosos. Por último, la comparación con realidades extrapeninsulares parece indicar el carácter retardatario de tales fenómenos en la península Ibérica, hecho que se confi rmará en la medida que trabajos de esta temática sigan realizándose en nuestro país.

Le sigue el trabajo de Daniel Piñol Alabart sobre la escritura gótica en Cataluña, en donde analiza la escritura documental en boga en este territorio hasta que los nuevos aires culturales traigan la escritura humanística procedente de Italia. Con un manejo amplio de la bi-bliografía específi ca hace un correcto recorrido por la rica problemática de dicha grafía, a la que denomina catalana, marcando en primer lugar su tiempo de uso y analizando de manera formal las variantes gráfícas que señalan el inicio del camino hasta la consecución del canon, que sitúa en la cancillería real de Jaime I. Más adelante irá incorporando infl uencias de la bastarda fran-cesa a mediados del siglo XIV, y tras un periodo compartiendo uso y espacio con la minúscula cancilleresca, será desplazada por la nueva escritura a partir del reinado de Alfonso el Magná-nimo. Señala el autor a mercaderes, notarios, maestros, artesanos, eclesiásticos, burócratas de las administración municipal e incluso a mujeres como usuarios habituales de la misma, en sus modalidades caligráfi cas, usuales o notulares, dando prueba de que lo extendido de su práctica no sólo abarcó la estricta geografía de los nuevos territorios incorporados a la Corona de Ara-gón, tal y como demuestra acertadamente. Termina su aportación con unas pinceladas acerca de la difusión social de dicha escritura.

Cierra el capítulo de ponencias la extensa síntesis que Mª Isabel Ostolaza Elizondo realiza sobre la escritura del Reino de Navarra durante la plena y baja Edad Media. La consoli-dación de las grafías góticas a lo largo del siglo XIII en este territorio, resultado del mismo pro-ceso evolutivo acontecido en los otros reinos europeos, es atribuido por la autora a la asunción

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de modelos escriturarios procedentes de Francia, infl uyendo notablemente en los tres focos de producción escrituraria sobre los que organiza su trabajo: el ámbito eclesiástico, el notarial y el de la administración real. En el desarrollo de cada uno de ellos, que hace a renglón seguido, muestra una acribia en el análisis de las fuentes conservadas que acompaña siempre con datos históricos abundantes referidos a la historia política y cultural de de este territorio. Así de la producción monástica cisterciense –Fitero, la Oliva– analiza las pocas pero importantes piezas conservadas de escrituras formatas, la mayoría procedentes de libros litúrgicos, lo mismo que la de los “decadentes” monasterios benedictinos de Irache y Leire. No ocurre así con la escri-tura documental, una cursiva notarial, poco descrita por la autora, al igual que ocurre con la que se realiza en el ámbito de la cancillería real, si bien incide más en cómo en los magnífi cos ejemplares de la Cámara de Comptos se empleaban cursivas para recibos y albaranes, además de préstamos del mundo librario como la textualis formata y textualis para los párrafos que articulan el texto de estos registros. La pronta introducción de las bastardas en este ámbito y sus caracteristicas son el refl ejo gráfi co cultural de la fuerte infl uencia política y cultural francesa, al igual que el turbulento reinado de Juan II de Castilla supuso el uso eventual de escrituras castellanas, como acertadamente afi rma la autora.

Concluye el libro con la edición de tres trabajos correspondientes al apartado de comunicaciones que siempre tienen estas jornadas. En las dos primeras se advierten cómo y de qué manera las escrituras góticas castellanas en sus distintas modalidades resultan ser un instrumento al servicio de las administraciones eclesiástica y municipal. Así lo demuestra el modélico estudio de A. Chacón, MªT. Carrasco y M. Salamanca sobre el primer libro de actas capitulares de la Catedral de Cuenca, al igual que el realizado por J. Fernández San Felices sobre el libro de acuerdos más antiguo conservado del concejo de Oviedo, datado en 1499. Por último N. Rodríguez Suárez aporta noticias sobre la escritura expuesta proveniente de talleres epigráfi cos de ámbito rural y monástico, habitualmente fi lacterias con grafías arcaizantes, del periodo gótico.

MARIA LUISA PARDO RODRÍGUEZUniversidad de Sevilla

Stefan SCHLELEIN, Chronisten, Räte, Professoren. Zum Einfl uss des italenischen Humanismus in Kastilien am Vorabend der spanischen Hegemonie (ca. 1450 bis 1527), Berlin, Lit Verlag, 2010, 426 pp. ISBN 978-3-8258-1981-1.

Stefan Schlelein nos ofrece en el presente libro, que tiene su origen en su tesis doc-toral defendida en la Universidad de Friburgo de Brisgovia en el curso académico 2006-2007, una contribución al estudio de la historia cultural de España en el tránsito del Medievo a la Edad Moderna, que al mismo tiempo trata de enriquecer nuestra visión sobre el fenómeno cul-tural del humanismo desde una perspectiva global, profundizando en la caracterización de las variantes que adoptó en los distintos territorios del continente europeo. Más en concreto centra su atención en el ámbito de la Corona de Castilla, para comprobar el grado de difusión que esta corriente, que tuvo su origen en Italia en el siglo XIV, alcanzó allí durante el siglo XV y en las primeras décadas del siglo XVI, identifi car las principales vías a través de las que se produjo su entrada y difusión, y determinar, por fi n, si adoptó algunas características peculiares como consecuencia de su adaptación a las circunstancias singulares de dicho territorio desde el punto de vista social y cultural.

Tras una breve introducción en que se nos informa sobre los objetivos del libro, el autor dedica un primer extenso apartado a presentar los conceptos fundamentales por él escogidos para utilizarlos como instrumentos básicos de análisis en su investigación. Se trata de conceptos profusamente utilizados en las distintas ciencias sociales, y para los que también han encontrado aplicación en su trabajo los historiadores, aunque ciertamente en muy mayor medida los que se ocupan de los siglos más próximos al momento actual que los que centran su atención en épocas más remotas. Se trata, en primer lugar, de los conceptos de “transferen-cia cultural” (Kulturtransfer en alemán) y difusión, muy utilizados por las ciencias sociales en las últimas décadas para dar razón de los procesos de intercambio cultural, y que, en un

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planteamiento metodológico relativamente novedoso, Schlelein se propone emplear de forma simultánea para dar cuenta del proceso de adopción del humanismo de origen italiano en tierras castellanas, por entender que no son incompatibles entre sí, sino más bien complementarios. En segundo lugar, otro grupo de conceptos básicos a los que recurre para llevar a cabo su análisis son los relacionados con el llamado Verfl echtungsparadigma (paradigma del entrelazamiento en redes), defi nido en la década de 1970 por Wolfgang Reinhard. Se trata de conceptos que sirven para defi nir las relaciones sociales establecidas por el individuo integrado en redes. Y entre ellos escoge, más en particular, tres (parentesco, patronazgo y amistad), de los que se sir-ve para dar cuenta del papel que las relaciones personales establecidas por unos determinados autores en concreto desempeñaron en la difusión del humanismo en territorio castellano. Por fi n, en este mismo apartado dedicado a la clarifi cación de los instrumentos conceptuales que se propone utilizar en su investigación, Schlelein también incluye unas cuantas páginas en las que aborda la defi nición del propio concepto de humanismo, en torno a la que no hay unanimidad entre las distintas corrientes historiográfi cas, y que él aboga por que sea sufi cientemente fl exible como para dar cabida a todas las variantes culturales constatables en los distintos ámbitos del continente europeo en los siglos XV y XVI.

Después de este apartado de carácter teórico-metodológico, el autor pasa a abordar la tarea principal de su investigación, que consiste en profundizar en la identifi cación de las vías de difusión del humanismo italiano en Castilla a través del análisis detallado de las trayectorias y producción escrita de cuatro autores en concreto. Elige para ello a cuatro individuos que no se cuentan ciertamente entre las fi guras más descollantes del panorama cultural castellano de su época. E incluso a uno de ellos, el obispo Diego de Muros, no se le conoce obra escrita de sufi -ciente entidad como para poder califi carle propiamente de literato, a pesar de lo cual Schlelein lo selecciona por razón de su papel de mecenas promotor de los estudios humanísticos. Los otros tres, Juan de Lucena, Alonso de Palencia y Hernando Alonso de Herrera, sí tienen una producción más abundante, y que en muchos aspectos responde a los rasgos propios del huma-nismo, pero además de ellos hubo otros muchos más autores, y en varios casos de producción bastante más relevante.

Por ello, para situar a estas cuatro fi guras en su contexto, antes de proceder al aná-lisis particularizado de cada una de ellas, Schlelein nos ofrece un apretado panorama sintético sobre la historia cultural de la Corona de Castilla en los siglos XV y XVI, acompañado de al-gunas someras referencias a la Corona de Aragón, donde, por estar más abierta a las infl uencias italianas, la adopción del humanismo se produjo en fecha más temprana. Propone, en concreto, diferenciar tres grandes grupos generacionales de escritores humanistas castellanos, y se detie-ne a dar noticia particularizada de los principales representantes de cada grupo, de los temas que abordaron en sus obras, entre las que destacan las de historia y las de moral política, y de los géneros que cultivaron con mayor predilección.

La parte más original del libro es la dedicada al estudio pormenorizado de los cuatros autores arriba mencionados, que se ocupa de sus biografías, la identifi cación y caracterización de su producción escrita, y la reconstrucción de las “redes” en las que se integraron, es decir, el medio social en el que se desenvolvieron. En líneas generales cabe afi rmar que Schlelein no aporta informaciones novedosas en relación a ninguno de ellos. Pero, por lo que toca a uno en particular, Juan de Lucena, hay que lamentar que, en lugar de contribuir a clarifi car su perfi l, contribuye más bien a sembrar por el contrario la confusión en torno al mismo.

En efecto, parte de la constatación de que existen fuertes discrepancias entre las informaciones que dan por buenas los diversos autores que han dedicado su atención a este personaje, que en más de un caso resultan abiertamente incompatibles. Pero no dedica apenas esfuerzo a reexaminar de forma sistemática los argumentos y pruebas documentales en que se sustentan dichas informaciones, para tratar de llegar a conclusiones más seguras. Y, en lugar de ello, se conforma con dar por buena una de las varias alternativas propuestas por quienes le han precedido en el estudio de este autor, sin percibir las contradicciones que encierran algunas de sus aseveraciones. Así, admite que el Juan de Lucena constatado en Roma en la Corte de Pío II y el que estuvo al servicio de los Reyes Católicos, y fue su embajador en Borgoña e Inglaterra, es la misma persona. También sostiene que éste nació en Soria hacia 1430. Pero, a pesar de ello, no tiene inconveniente en afi rmar por otro lado que fue probablemente hijo de Martín de Luce-na, escribano de arábigo del rey. Pues bien, tales aseveraciones resultan incompatibles, porque

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en Soria el único Juan Ramírez de Lucena documentado en esta época, que fue protonotario apostólico, y que, según declaró en su testamento, sirvió a los Reyes Católicos como embajador en Borgoña, Francia e Inglaterra, era hijo de otro individuo llamado también Juan Ramírez de Lucena, que fue un destacado y bien conocido arrendador de rentas de la Monarquía durante los reinados de Juan II y Enrique IV. Si no se quiere admitir que este protonotario que nació y murió en Soria, y sobre el que existe abundante documentación, fue el autor de De Vita beata, habría que aportar pruebas más concluyentes sobre la existencia de otro individuo llamado Juan de Lucena, que sí sería el autor de dicha obra, y que, como propone Schlelein, habría nacido también en Soria, y sería hijo de un tal Martín de Lucena, “escribano de arábigo del rey”, personaje a quien, por lo demás, en ninguna ocasión hemos encontrado mencionado en la documentación soriana del siglo XV, a diferencia del arrendador Juan Ramírez de Lucena, que sí aparece con bastante frecuencia. Schlelein no aporta, sin embargo, ninguna prueba en este sentido, sino que en gran medida basa su hipótesis sobre la fi liación del autor de De Vita beata en un documento de 1455 en que el escribano de arábigo Martín de Lucena renuncia 10.000 mrs. que recibía como quitación del rey a favor de su hijo Juan de Lucena. Dado que individuos con el nombre de Juan de Lucena hubo muchos, se necesitan pruebas adicionales que demuestren que este hijo del mencionado Martín de Lucena era efectivamente el que escribió De Vita bea-ta. Pero, incluso en el caso de que tal cosa pudiese demostrarse, no podría ser caracterizado al mismo tiempo como embajador al servicio de los Reyes Católicos, pues el que desempeñó tal misión fue el soriano Juan Ramírez de Lucena, hijo del arrendador del mismo nombre, según demuestra su testamento, del que hay copia en el archivo de la Chancillería de Valladolid. Por otro lado, no alcanzamos a comprender las razones que llevan a Schlelein a admitir con tanta seguridad que este Juan de Lucena hijo de Martín de Lucena había nacido en Soria, pues en los documentos de Simancas que cita nada se dice al respecto. Por todo ello entendemos que varias de las informaciones y valoraciones que sobre este personaje, y su contexto social, se nos proponen en el presente libro han de ser tomadas con extrema precaución. Y, en consecuencia, aconsejamos a quienes estén interesados en formarse una opinión más sólida al respecto que recurran a la consulta de la bibliografía especializada, que, por lo demás, no es citada de forma exhaustiva por Schlelein, pues pasa por alto, entre otros, trabajos tan fundamentales como los de Carrete Parrondo, que editó además una interesante documentación inquisitorial, con abun-dantes declaraciones de testigos sobre el protonotario Lucena y su familia.

Al margen de estas puntualizaciones, cabe emitir un juicio positivo sobre el propó-sito de Schlelein de ilustrar las vías de difusión del humanismo en Castilla a partir del análisis exhaustivo de las experiencias concretas de unos pocos autores en particular, aunque cabría debatir sobre la condición representativa de los seleccionados. El mencionado análisis, en efec-to, le proporciona ocasión a este autor para refl exionar sobre la procedencia social de los in-dividuos que actuaron como principales agentes transmisores del humanismo en Castilla, los lugares donde éstos se movieron y los contactos sociales que establecieron, y el refl ejo que todo ello tuvo sobre su producción escrita. Y, de este modo, a partir del conocimiento de lo concreto puede adentrarse en una segunda fase en el terreno de la formulación de conclusiones de carác-ter más general, que enriquecen nuestro conocimiento sobre las vías de difusión del humanismo en Europa, y sobre las peculiaridades de la cultura castellana en los períodos bajomedieval y altomoderno, en la que, como se nos demuestra de forma convincente, ciertamente penetró el humanismo, pero de forma muy circunscrita a un pequeño sector de las élites.

En suma, entendemos, pues, que, por sus presupuestos metodológicos, el presente trabajo de investigación representa una valiosa contribución a la historia cultural de la Corona de Castilla, que enriquece nuestro conocimiento de la misma situándola en su contexto euro-peo. Pero también somos de la opinión de que se habría conseguido un resultado fi nal mucho mejor si el trabajo de documentación hubiese sido llevado a cabo de forma más concienzuda. Así, entendemos que las lagunas en la bibliografía son importantes, y no sólo en cuestiones de detalle, como la ya apuntada en relación a la biografía de Juan de Lucena. En concreto, por lo que respecta a las obras de historia general de Castilla, se advierte una marcada preferencia por obras de síntesis publicadas en alemán, como es el caso de las de Vones y Herbers, o traducidas al alemán, como ocurre con la de Ladero. Y esta preferencia por las obras editadas en Alemania también se hace extensiva a algunos trabajos especializados. Así, llama la atención que, de la relativamente abundante bibliografía dedicada al comercio de exportación de lanas de la Coro-

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na de Castilla, sólo se cite un trabajo del profesor Julio Valdeón de orientación esencialmente divulgativa, pero que se incluye en una obra miscelánea publicada por una editorial alemana. Por lo demás, se detectan omisiones un tanto sorprendentes, pues, por poner un único ejemplo, aunque a lo largo del libro se hacen repetidas alusiones al confl icto de las Comunidades de Castilla, no hay referencias a prácticamente ninguna de las monografías que se han ocupado de su estudio, ni siquiera a la celebérrima de Joseph Pérez. En lo que respecta a la bibliografía especializada sobre historia de la literatura y de la cultura en general, las lagunas no resultan tan llamativas, aunque también cabe detectar alguna. Así, en concreto, nos ha sorprendido no encontrar referencias a varios interesantes estudios dedicados al análisis de la composición de las bibliotecas de diversos nobles castellanos de la baja Edad Media.

MÁXIMO DIAGO HERNANDO Instituto de Historia, CSIC. Madrid

Amleto SPICCIANI, Santi lucchesi nel medioevo: Allucio da Pescia, Pisa, ETS, 2008, 167 pp. (Quaderni della Biblioteca Capitolare; 18). ISBN 978-88-4672-076-4.

En sentido genérico, la santidad cristiana es la fi delidad al carisma propio de una vocación y a los deberes propios de un estado. No obstante en el amplio margen temporal de la historia de la Iglesia, el modo de llevar a cabo este proyecto ha encontrado los más diversos exponentes, que aun presentando unas mismas constantes, también manifi estan diferentes sin-gularidades. Así, por ejemplo, fue la memoria los mártires, cuyo recuerdo se prolonga con la veneración de sus reliquias, la que cristalizó como primer culto. Posteriormente, una vez que Europa se defi ne como cristiana, la literatura martirial de carácter conmemorativo dejará paso a una más elaborada que se nutre de algunas redacciones biográfi cas de los confesores, anacore-tas o santos obispos. En esta sucesión tipológica muy pronto serán los monasterios los lugares de santidad por excelencia. Desde el siglo X, la Iglesia propugnaba un arquetipo de vida cuya conducta sirviera de punto de referencia para los fi eles cristianos y que completara, en el orden espiritual, la labor de defensa y protección que desempeñaba el caballero en el orden material.

Pero el panorama vuelve a cambiar y a partir de los siglos XII y XIII se produce una transición que por ejemplo en el caso peninsular, a diferencia del espacio italiano o francés, es bastante tímida e imperceptible hasta siglos más tarde. Este cambio supondrá que los modelos tradicionales de santos, defi nidos como una “santidad de función”, se verán suplantados por aquellos más ligados a un estilo de vida. En consecuencia, la santidad se espiritualizará aún más, pues toma como eje la realización del ideal de vida apostólica y de la perfección evangé-lica. En este contexto y desde el punto de vista de la historia de la espiritualidad, cabe señalar la aparición entre los laicos de una elite de hombres y mujeres que buscaban llevar una vida auténticamente religiosa, pero de manera independiente a toda institución monástica. Hasta el momento y en la mentalidad medieval el hecho de vivir en el mundo y dedicado a los trabajos materiales parecía incompatible con la idea de lograr la perfección cristiana. Sin lugar a dudas este fenómeno resulta bastante notorio en el Norte de Italia donde en el discurso hagiográfi co aparecen varias vidas que promueven una “santidad laica”, como es el caso de Facio de Cremo-na, Homebon de Cremona o Alberto de Villa d’Ogna, cuyas vitae presentan las huellas de una espiritualidad laica que gira sobre unos mismos ejes: el trabajo, la oración y la caridad en favor de los pobres. Dentro de este movimiento de una novedad inusitada se debe encuadrar la vida del santo protagonista de esta obra. Allucio es un laico que vive a caballo entre el siglo XI y el XII en la localidad de Pescia, en el corazón de la Toscana, carece de formación intelectual y religiosa, pues sus labores parecen estar ligadas a tareas de pastoreo, y sin embargo su vida destaca por un riguroso ascetismo y una caridad fraterna vivida ejemplarmente. De manera que su santidad se encuentra claramente asociada a su caridad y a su trabajo a favor de los pobres.

Por otro lado, la fi gura de san Allucio presenta otra característica bastante frecuente en esta época postgregoriana, la del santo constructor. Un modelo que en el caso peninsular tiene un nutrido grupo de representantes relacionados todos ello con la ruta jacobea: san Rai-mundo de Gairard, san Juan Ortega, Santo Domingo de la Calzada, san Lesmes o Pedro de Dios. En esta ocasión y según las fuentes hagiográfi cas, el santo fue el promotor de diversas

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obras arquitectónicas como la iglesia y el hospital de Campugliano o un puente sobre el Arno, todas ellas destinadas a facilitar el trayecto de peregrinos y por lo tanto imbuidas de esa caridad evangélica que reconoce en el peregrino al “pobre de Cristo”. En esta línea, san Allucio incluso impulso la creación de una “fraternidad” o cofradía, integrada por laicos y eclesiásticos de la ciudad de Pescia que pervive hasta que dicho hospital pasa a la orden de san Juan de Jerusalén a fi nales del siglo XII. Toda su obra obedecía al concepto de hospitalidad que desde el siglo XI inunda Occidente y, tal como A. Spicciani señala, forma parte de la idea de peregrinación y de la espiritualidad de ese tiempo.

Por último, a nuestro juicio este santo italiano presenta otro rasgo bastante signi-fi cativo en estos nuevos arquetipos de santidad: la proximidad espacial y temporal con los fi eles que lo veneran. Este dato lo pone en conexión directa con los principios de la reforma gregoriana, en la que el Papado impulsa una nueva orientación didáctica y pedagógica des-plazando el interés de lo milagroso y prodigioso en las vidas de los santos, a lo ordinario, a las virtudes y la función modélica del santo. Lógicamente si este personaje disfrutaba de una fama de santidad en vida, como al parecer ocurría, no resulta difícil imaginar cómo la devoción a este santo fuera un efecto casi inmediato a su muerte. La explicación radica prin-cipalmente en el hecho de ser un personaje próximo, tanto temporal como espacialmente a un grupo de individuos, pero también por su propia condición social más cercana al común de los fi eles. La familiaridad con la que cuenta el santo tendrá como consecuencia la difusión de un patronazgo local. Es entonces cuando nace un culto cívico, que es la manifestación de la integración del culto y devoción a los santos en la vida social. Un proceso similar en la pe-nínsula Ibérica es el caso de san Isidro labrador con quien se asiste a una adaptación del ideal de vida monástico fuera del claustro y por lo tanto no signifi ca una santifi cación del estado de vida secular. En el caso de san Allucio, la ofi cialidad de su culto según la tradición es desde 1182. El santo fallece en 1134 y a los cuarenta años de su muerte el hospital de Campuglia-no se conocía bajo la advocación de san Allucio, aunque será en 1344 cuando tiene lugar el proceso de canonización celebrado en Lucca. Posteriormente, tal y como el autor analiza, el culto fue retomado e impulsado por motivaciones de un orden muy distinto al de la piedad o devoción popular.

En consecuencia, el estudio de Spicciani resulta bastante revelador pues aunque el santo y su culto se circunscriben a un panorama espacial bastante reducido, el modelo de vida que trasmite es una auténtica novedad en el ámbito de la Christianitas medieval. Si bien es cierto que quizás ese localismo tan acentuado reduzca la visión del lector, que pueda echar en falta un análisis comparativo con otras vitae similares en la producción hagiográfi ca italiana y fuera de ella. No obstante las paginas de esta breve obra, dividida en tres capítulos y con una destacada aportación documental, son un ejemplo de un claro y riguroso estudio científi co de fuentes hagiográfi cas (existe una Vita latina anónima al parecer redactada en el último cuarto del siglo XII) e históricas (actas sinodales, documentación notarial) en torno a la fi gura de un santo local que representa un nuevo modelo de santidad que emerge tímidamente en la Europa postgregoriana: un santo laico, caritativo y fraterno.

ANGELES GARCÍA DE LA BORBOLLAUniversidad de Navarra

Rodrigue TRÉTON i Jérôme BÉNÉZET, El llibre de les monedes de Barcelona i dels fl orins d’or d’Aragó. Compilació redactada per Jaume Garcia, arxiver reial de Barcelona, per a ús de la seca de Perpinyà, Barcelona, Fundació Noguera, 2009, 226 pp. (Textos i Documents; 43) ISBN 978-84-9779-748-1.

La benemérita Fundación Noguera ofrece en el volumen 43 de su colección “Textos i Documents” una edición del manuscrito AA8 del Archivo Municipal de Perpiñán. Se trata, en origen, de una extensa colección documental de instrumentos conservados en el Archivo Real de Barcelona –hoy incluido en el actual Archivo de la Corona de Aragón– relativos a la acuña-ción monetaria barcelonesa que fue compilada, como reza su título, para uso de la Casa de la Moneda de Perpiñán por el archivero Jaume Garcia entorno 1458.

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La edición de este rico conjunto documental ha sido asumida por Rodrigue Tréton y es, en sí misma, una muy buena noticia tanto para los numismáticos como para los medie-valistas. Efectivamente, hasta la fecha la Casa de la Moneda de Perpiñán no dispone de un estudio como merecería. Para un acercamiento específi co a la misma continua siendo utilísimo el decimonónico trabajo de Colson1 construido a partir de material de archivo. Especialmente, para encontrar las referencias específi cas ya que su obra se alza sobre un minucioso trabajo de exhumación de noticias documentales inéditas que, lamentablemente, no culminó en un apéndice o anejo documental al uso de los que en la otra vertiente de los Pirineos hilvanaron en su momento Josep Salat2 o Joaquim Botet i Sisó3, que continúan siendo imprescindibles al historiador actual, sobre todo, por sus extensas recopilaciones diplomáticas. Ahora, la presente edición del manuscrito AA8 rellenará, aunque sea parcialmente, este vacío historiográfi co si-guiendo los pasos del mencionado erudito.

El editor publica una transcripción íntegra del contenido del manuscrito individuali-zando cada una de las piezas documentales (53) con su correspondiente numeración correlativa, datación y regesto. Con ello se conseguirá, sin duda, que tanto numismáticos como historia-dores de las instituciones puedan citar con mayor comodidad, a partir de ahora, la totalidad de piezas de este conjunto puesto que sólo algunas habían sido publicadas anteriormente en obras diversas. Es esclarecedora, en este último sentido, la preparación de una tabla de equivalencias o concordancias en la que se pueden seguir estas ediciones (pp. 17-19). El contenido primigenio está, además, enriquecido con la edición de 8 documentos suplementarios relativos a la ceca real de Perpiñán y procedentes del mismo Archivo Municipal de Perpiñán, de los Archives Départementales des Pyrénées-Orientales y del Archivo de la Corona de Aragón.

A pesar del excelente trabajo de transcripción se han detectado unos pocos errores menores de lectura del texto que, sin voluntad de ser exhaustivo, se traen a colación no para afear la gran labor del editor sino, únicamente, por si se considerase oportuno contrastarlos y añadir una modesta fe de erratas. Así, en la página 177, la lectura de audedor por andador, esto es el mensajero o recadero usual en las cecas y otros organismos públicos coetáneos. Este último error se repite, por cierto, en la página 182 complicando la lectura al dejar colgada la palabra missatge cuando la lectura correcta a nuestro parecer sería de corrido Salvador Vallspir, andador missatgé.

También en los regestos se perciben algunos errores de interpretación como en el doc. núm. 19 (p. 102) en el que el término latino –y también catalán– monetam y moneda no corresponde al más corriente sino al propio establecimiento emisor o ceca, de acuerdo con la terminología de tradición altomedieval anterior a la introducción de los términos sicca o seca. Con esta última interpretación cobra sentido el tenor del documento en el que el rey Pedro el Ceremonioso no otorga la protección del guiatge a aquéllos que lleven moneda –como se dice en el regesto– sino únicamente a aquéllos que lleven metal a la Casa de la moneda facilitando así, en defi nitiva, su aprovisionamiento.

A pesar de no tratarse propiamente de lo que podríamos califi car de un libro de privi-legios de esta casa de moneda rosellonesa si es oportuno relacionarlo con los libros de privilegios de las cecas hermanas de Barcelona, Valencia, Palma de Mallorca y Cagliari. Excepto el de Va-lencia –el llamado Baldufari– que fue editado por Mateu Llopis4 el resto todavía está, por cierto, a la espera de un editor. Especialmente fl agrante es el hecho que el libro de privilegios de la ceca real de Barcelona –durante muchos años extraviado– no esté editado. Es de esperar que la publi-cación de la obra que comentamos sea un estímulo para acometer esta tarea pendiente ahora que la antigua sede de este notable organismo medieval y moderno ha sido restaurada por el Ayunta-miento de Barcelona (2011) y que una tesis doctoral sobre el tema está en curso de redacción. La referencia a las colecciones documentales de otras cecas es pertinente porque el régimen jurídico

1 Achille Colson, Monnaies du Roussillon, Perpiñán, 1854.2 Josep Salat, Tratado de las monedas labradas en el principado de Cataluña con instrumentos

justifi cativos, 2 vol., Barcelona, 1818.3 Joaquim Botet i Sisó, Les monedes catalanes, 3 vol., Barcelona, 1908-1911. 4 Felipe Mateu Llopis, Libre dels privilegis de la seca y casa real de la moneda de Sa Magestad

de la ciutat y regne de Valencia los quals se han vertit de lati en romans en lo any de la nativitat del Senyor MDCXXX, València, 1957.

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de estos establecimientos fue pasando de uno a otro, tal y como se ha visto en acercamientos al tema y, por tanto, los documentos interesan también al conjunto de casas de moneda5.

La compilación documental transcrita está precedida de dos interesantes estudios. El primero es obra del editor de los textos Rodrigue Tréton y presenta el estudio codicológico e histórico del texto editado. El segundo es una colaboración numismática de Jérôme Bénézet que tiene por objeto plantear un estado de la cuestión y nuevas propuestas sobre el papel de la moneda barcelonesa en la circulación monetaria en el condado del Rosellón. Las dos colabora-ciones tienen un interés evidente y enriquecen en gran medida el trabajo de edición de un texto, de por si, de gran valor.

El primer trabajo aporta un estudio codicológico así como una contextualización histórica muy útil de la recopilación cuyo contenido, técnicamente, no es como reiteradamente señala el autor una colección de “jurisprudencia” (pp. 10 y 11) –esto es, resoluciones judiciales u opiniones de la doctrina– sino una auténtica miscelánea temática de normativa –derecho positivo– sobre la materia monetaria barcelonesa (constituciones y capítulos de corte, pragmá-ticas, privilegios, ordenanzas y provisiones o lletres de manament). En este apartado también destaca una breve noticia histórica de la ceca de Perpiñán incidiendo en sus conocidos orígenes espúrios. En esta parte cabría añadir a la citada identifi cación por Crusafont del fl orín de Ma-llorca acuñado en Perpiñán –y a fi n de redondear el texto del autor– la también identifi cación por Savès y Villaronga del gros tornès de Mallorca6 (p. 22), a la que hay que sumar, ya bajo responsabilidad del Ceremonioso, la del fl orín de Franria (p. 28) dado a conocer por Marc Bompaire7. El descubrimiento de estas tres piezas prueba lo minucioso y veraz del inventario judicial levantado durante el célebre proceso de Pedro el Ceremonioso contra su cuñado Jaime de Mallorca en relación al taller monetario.

El segundo trabajo es un muy buen complemento numismático a la primera parte histórica del estudio. Precisamente esta combinación constituye un acierto que enriquece la ya de por sí importante aportación de la edición del Libro de las monedas y que es un ejemplo de interdisciplinariedad a seguir. Bénezet construye un ensayo centrado en el papel de la moneda barcelonesa en el área rosellonesa. Se trata de un utilísimo estudio en un terreno huérfano hasta ahora de una visión de conjunto sobre circulación monetaria que complementará, a partir de aho-ra, los trabajos existentes en esta materia en el Principado.

Completan, fi nalmente, la edición algunas fotografías de la portada y de dos folios del manuscrito así como de las dos unidades monetarias acuñadas en el taller de Perpiñán y más citadas a lo largo del texto. Esto es, un croat de Fernando I de Antequera y un fl orín de oro de Aragón de Pedro III el Ceremonioso conservados en el Museo de monedas y medallas J. Puig de Perpiñán. Incorporar unas imágenes a un libro de este tipo siempre es enriquecedor y es de agradecer. Nuestra única objeción es que, por un defecto de reproducción achacable a los im-presores que no a los autores, el croat presenta la misma tonalidad amarilla que el fl orín de oro en vez de la argéntea que le corresponde.

La obra se cierra, como es habitual en la citada colección, con unos utilísimos índices onomástico y de materias que hacen más operativo el trabajo. En defi nitiva, cabe felicitar a los autores por su empeño y a la Fundación Noguera por el acierto de edición que, además, refuer-za los vínculos a veces no tan intensos como deberían entre ambas vertientes catalanas y que estimulará, sin duda, el interés por el estudio de las casas de moneda de la Corona de Aragón.

ALBERT ESTRADA-RIUSGabinet Numismàtic de Catalunya

del Museu Nacional d’Art de Catalunya

5 Albert Estrada-Rius, La recepción de la ordenanza mallorquina de 1315 en las cecas medievales de la Corona de Aragón. Notas para su estudio, en Actas del XIII Congreso Internacional de Numis-màtica (Madrid, 2003), vol. 2, Madrid, 2005, pp. 1319-1325.

6 Georges Savès, Leandre Villaronga, Gros tournois inédit de Jaume roi de Majorque, “Gaceta Numismàtica”, 16 (1970), pp. 34-37.

7 Marc Bompaire, Florin d'or à légende FRANRIA, frappé à Perpignan, “Bulletin de la Societé Française de Numismatique”, 2 (1996), pp. 20-24.

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Dominique VALERIAN, Bougie, port maghrébin, 1067-1510, Roma, École Française de Rome, 2006, 795 pp., 4 láms. (Bibliothèque des Écoles Françaises d’Athènes et de Rome; 328). ISBN 2-7283-0748-2.

Dominique Valérian es profesor en la Universidad de París-Sorbona y el volumen que comentaré es la edición de su tesis doctoral. Podríamos pensar por el título que se trata del estudio de esa ciudad sólo desde el punto de vista marítimo y comercial, pero en realidad es el estudio de la ciudad en todos sus aspectos y también del territorio que la rodea puesto que era una capital regional. El marco cronológico del estudio va del año de la fundación de la ciudad a la conquista española. En una introducción muy interesante el autor nos expone la visión que la historiografía francesa e italiana ofrece sobre el Magreb, muy condicionada por la política euro-pea de los siglos XIX y XX, y señala que la historia de Bugía ha dejado más rastro en Europa que en el Magreb. La documentación europea la muestra como una ciudad activa, abierta al Medite-rráneo y a las relaciones comerciales con italianos, provenzales y catalanes. Las fuentes árabes utilizadas son las obras geográfi cas, narraciones de viajes, diccionarios biográfi cos, crónicas regionales y, sobre todo, la documentación árabe conservada en los archivos de Barcelona, Gé-nova y Pisa. Las fuentes latinas son mucho más extensas, y entre los textos fi guran los libros de mercadería, algunos relatos de viaje y la obra de León el Africano, el Consolat de Mar y el mapa comentado de Piri Reis. La documentación usada es notarial de Génova, Mallorca, Valencia y Barcelona, fi scal, municipal y de cancillería, especialmente del Archivo de la Corona de Aragón.

La primera parte de la obra está dedicada al análisis de la construcción, no exenta de difi cultades, de un polo regional en el Magreb, desde la fundación de Bugía por los hammami-tas, que la convirtieron en su capital, su situación durante el dominio almohade y su conversión en una capital regional de los hafsíes, la dinastía dominante en Túnez después de la desapari-ción del imperio almohade y la división del territorio en tres estados: el ya citado más Marrue-cos, gobernado por los meriníes, y Tremecén por los abdelwadíes. Para los hafsíes, Bugía fue la capital de las marcas occidentales del sultanato y a causa de esa situación fue ambicionada por los abdelwadíes, que dominaban en el Magreb central, en el reino de Tremecén. Sigue esas luchas y la campaña de los abdelwadíes contra Bugía de 1313-1314 en la que intervinieron los catalanes, con una fl ota de Barcelona y de Valencia que destruyó la fl ota abdelwadita en 1315, a petición de Túnez. El autor comenta también el intento de Tremecén de conseguir la ayuda, en galeras, de la Corona de Aragón y del reino de Mallorca para su política expansiva, que no consiguió. Más tarde, en 1347, Bugía fue conquistada por Abul-Hasan, sultán de Marruecos, dominio que duró poco tiempo, aunque parece que los meriníes lo aprovecharon para desviar parte del comercio de Bugía hacia Marruecos. Analiza a continuación la historia de la ciudad dentro del espacio político hafsí, con el que Bugía se sentía más identifi cada aunque también tenía aspiraciones de una autonomía que en ciertos momentos se convirtió en independencia, como por ejemplo en 1279, 1283, 1285-1309 y 1312-1318. Esa autonomía era producto de la lejanía de Túnez, pero no de una voluntad de independencia enraizada.

El segundo capítulo de la obra comenta las difi cultades para dominar el territorio propio, difícil de defi nir puesto que una parte de sus habitantes eran tribus nómadas. Bugía era una metrópolis de extensión media, con 18.000 casas según alguna fuente a principios del siglo XVI y 8.000 fuegos según otras. Después de la conquista de Granada, muchos granadinos se instalaron en la ciudad. Describe el paisaje urbano: las defensas de la ciudad, sus principales edifi cios, la zona de las alhóndigas cerca del puerto, etc.; y también sus alrededores, donde se documentan huertos con árboles frutales. Bugía dominaba algunas ciudades menores: al oeste Argel y Dellys, donde la autoridad de Bugía fue siempre mal aceptada. Argel, que era una competidora económica, dejó de reconocer la autoridad de Bugía en distintos momentos. Hacia el este, dominaba Bona, Constantina y Collo y también aquí perdió progresivamente el control de esas ciudades. El dominio del territorio meridional también ofreció difi cultades en ciertos momentos; era habitado por tribus, tanto beréberes como árabes, estas últimas de implantación reciente, del s. XI, que dominaron a las beréberes y causaron algunos problemas, especialmente inseguridad en los caminos, con ataques a las caravanas y a los campesinos sedentarios. El poder intentaba fi delizar las tribus mediante la concesión de las rentas fi scales de un territorio determinado. Algunos mapas nos ayudan a comprender la relación de Bugía con su territorio, la situación de las tribus, etc.

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El tercer capítulo está dedicado a estudiar los intercambios y los espacios econó-micos interiores. En primer lugar estudia el medio natural del territorio, en el que destacan la pequeña Cabilia, situada en el Atlas, y el valle del Summam; destaca que los suelos eran pedre-gosos y poco fértiles, pero el territorio estaba cruzado por los caminos que llevaban al desierto del Sahara, por Biskra; el territorio era poco poblado. Estudia a continuación las producciones agrícolas: cereales, higueras, olivos y nogales, además de frutas y legumbres en los huertos y algunos productos industriales, como lino, cáñamo y algodón. El territorio meridional recolec-taba dátiles. La Cabilia tenía bosques, útiles para la construcción naval y para la obtención de pez y alquitrán. Había ganadería trashumante y apicultura, con producción de cera, y pesca en el litoral. Había recursos mineros: hierro, cobre, lapislázuli y yeso; en cuanto al alumbre de Bugía, mencionado en los documentos, procedía del Sahara, de Kawar. Las actividades industriales estaban centradas en la fabricación de tejidos, trabajos de cuero y de cerámica. Analiza también el comercio con el Sahara y todos los problemas que plantea por la falta de documentación. Se sabe, sin embargo, que del África negra, especialmente de Mali y Ghana llegaba oro, madera de ébano, marfi l, goma y plumas de avestruz, además de esclavos, aunque los esclavos eran encaminados preferentemente hacia la zona de los Montes de Barca. Al África negra se envia-ban objetos de hierro, cobre o plata y tejidos tanto magrebíes como occidentales. Estudia los itinerarios saharianos, por lugares que tuvieran hierba para los animales, y las variaciones que experimentaron a lo largo del tiempo. Todas las regiones del Magrib se esforzaron a atraer a las caravanas hacia su territorio y desde luego hubo distintos ramales uno de los cuales benefi ció a Bugía aunque a fi nes del siglo XV, a causa de la revuelta de Biskra, el ramal que llegaba a Bugía se desvió hacia Egipto. Comenta también las noticias existentes sobre los mercaderes que realizaban ese comercio: los ibaditas, los judíos y algunas compañías especializadas, como la de los Makkari. Los viajes se hacían en invierno con un buen número de camellos. Gene-ralmente, los mercaderes árabes no llegaban hasta las regiones productoras de oro sino que se detenían antes. Todas esas mercancías del Sahara y del propio territorio de Bugía fueron las que alimentaron el comercio de esa ciudad.

La segunda parte del volumen está dedicada a las actividades marítimas y comer-ciales. El autor señala que Bugía era un punto de contacto entre el Magreb y Europa y que su actividad comercial comenzó a tener una cierta amplitud a partir del siglo XII; la presencia de los mercaderes europeos creó riqueza para una buena parte de los habitantes de la ciudad y de su región, orientó la producción que se adaptó al mercado de la ribera septentrional del Me-diterráneo y reforzó el poder hafsí, que obtuvo recursos fi scales importantes y regulares. Bugía también fue base de piratería, pero ni la actividad mercantil ni la pirática no son descritas por las fuentes árabes.

En el capítulo cuarto, el autor describe el puerto de Bugía y sus instalaciones; era un buen puerto salvo cuando soplaba viento del N-E. Generalmente, los barcos extranjeros tenían que entregar las áncoras, velas y timones para que no pudieran irse sin pagar, sin embargo, a partir del tratado de 1315, los catalanes quedaron exentos de esa obligación porque las autorida-des tenían la garantía del cónsul; el puerto contaba con embarcaciones pequeñas para efectuar la descarga de las naves ancladas. Esas mercancías pasaban a la aduana, dirigida por un alcalde que era uno de los cargos más importantes del estado; era Túnez quien decidía la política adua-nera. Puesto que algunos tratados con los catalanes preveían que estos recuperasen una parte de los impuestos, podían tener a alguien que vigilase la administración de la aduana. En la aduana había un trujamán que era también corredor. Los mercaderes rendían cuentas en la aduana cada mes o cada dos meses para liquidar los impuestos de lo que habían vendido; lo que quedaba sin vender no pagaba. Bugía privilegiaba las importaciones: no se podía exportar si previamente no se había importado. Cuando las mercancías salían de la aduana eran llevadas a las alhóndigas de cada comunidad mercantil, garantizadas por tratados de paz, que cada nación regulaba desde la metrópolis; los catalanes la tuvieron desde 1258; describe como era una alhóndiga basándose en la descripción de Félix Fabri de la de los catalanes en Alejandría. Los latinos tenían soberanía sobre esas parcelas de territorio y los hafsíes no forzaron la entrada en los lugares reservados a cristianos. El autor comenta la organización de las naciones con sus consulados y se refi ere al pleito entre catalanes y mallorquines por la pretensión de éstos de contar con consulado propio. Para todas estas cuestiones el autor usa mucho la documentación catalana, especialmente los tratados. El autor comenta el ritmo de la navegación, que no se interrumpía a lo largo del año

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pero que registraba mayor intensidad durante la primavera y la entrada del otoño; esos ritmos tenían repercusión en el comercio interior porque las mercancías tenían que llegar al puerto en esas épocas. Los intercambios comerciales con los mercaderes locales resultan poco visibles porque están muy poco documentados mientras que lo están mucho más los que eran entre cris-tianos: comandas, cambios, sociedades, fl etes o ventas. Comenta las difi cultades para comer-ciar fuera de los grandes puertos, a causa de la lengua (árabe o bereber) aunque opina que los mercaderes que frecuentaban los puertos norteafricanos dominaban un vocabulario restringido. No parece que los mercaderes frecuentasen las escuelas de lenguas orientales creadas para los misioneros. Los mercaderes cristianos hacían sus compras en alhóndigas especializadas, por ejemplo en lanas y cueros, pero vendían en subasta con la ayuda de intermediarios, los trujama-nes, cuyo nombramiento dependía del jefe de la aduana, a petición de las naciones extranjeras; además de intérpretes eran competentes en asuntos comerciales y su tarea era fundamental para los mercaderes extranjeros; sus competencias y salarios fueron regulados para evitar abusos. Señala que el trueque o barata era uno de los procedimientos más usados para los intercambios, aunque la moneda, estudiada en detalle, corría abundantemente en Bugía.

El capítulo quinto se titula “El mar fuente de provecho” y en él aborda el comercio, analizando las importaciones y las exportaciones. Entre las primeras destaca los tejidos, ya desde el siglo XII, importación que aumentó a lo largo de la Edad Media a causa del creci-miento de la industria textil europea; el autor recoge mucha información de Génova, de Mar-sella y de los puertos del área catalana, Barcelona, Mallorca y Valencia, especialmente de Mallorca; incluye un glosario de tejidos y señala que el Magreb no sólo importaba tejidos de calidad media, que es la idea común, sino también tejidos de lujo; examina igualmente la importación de productos para la industria textil: lino, algodón, seda, cáñamo, tintes y mor-dientes, entre los cuales alumbre y tártaro, materiales destinados a la industria textil de Bugía. Entre los productos alimentarios señala la importación eventual, en momentos de carestía, de trigo, aceite, higos, miel, productos que también producía aunque de forma quizás no sufi -ciente, vino para las alhóndigas de los mercaderes cristianos, azúcar, sal, especias orientales, azafrán, joyas y orfebrería y productos prohibidos como la madera y los metales, de los que se sabe que también llegaban a pesar de la prohibición papal; de todos esos productos se estudia el origen, procedencia inmediata etc. a través de la documentación de los grandes puertos del Mediterráneo occidental, los libros de mercadería etc. En cuanto a las exportaciones señala que dependieron de la demanda europea para sus industrias, de los recursos que Bugía podía conseguir en el interior del país y de la competencia que sus productos encontraban en otros lugares del Magreb o de la Europa cristiana. Uno de los principales productos exportados fue la lana, que tuvo mucha demanda hasta mediados del siglo XIV, coincidiendo con el cre-cimiento de la industria textil lanera en el Mediterráneo, pero que bajó mucho después, al ser considerada de mala calidad en comparación con las lanas del Maestrat, de Aragón o de Menorca. En cambio los cueros, de los que comenta las distintas clases, mantuvieron la demanda durante toda la Edad Media. La gran exportación de estos dos productos muestra la importancia del sector ganadero en la economía de Bugía. Otros productos exportados fue-ron el alumbre de Bugía, y la grana. Los productos manufacturados como las cerámicas, los tejidos o las confecciones como los albornoces tuvieron menos éxito. En cambio la cera fue un producto importante de exportación. Entre los productos alimentarios, los cereales fueron exportados cuando hubo excedentes, la sémola, dátiles, higos, nuez d’exarc o malagueta; in-dica que también exportaba madera a otros países islámicos y algunos pocos esclavos. Acerca de la balanza comercial, el autor opina, basándose en sus datos, que el comercio con Europa fue una fuente de enriquecimiento para Bugía y dinamizó su economía, en contra de lo que opinaba A. Laroui, quien creía que sólo el poder y su entorno se aprovechaban de un comercio que procuraba entradas fi scales seguras pero que lo aislaban del resto del cuerpo social. Se-ñala que el intercambio fue desigual: materias primas contra productos manufacturados, que la balanza parece favorable a Europa y que por ello tenía que compensarse con la exportación de oro, aunque comenta que, si no conocemos el volumen de exportación de esas materias primas, no sabemos si compensaban o no las importaciones. Comenta la exportación de oro, aunque Bugía no era el principal exportador de ese producto en el Magreb; Tremecén y Túnez eran más importantes. Presenta numerosos datos sobre esa exportación hacia distintos puertos mediterráneos: Génova, Barcelona, Mallorca, Valencia.

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El capítulo sexto está dedicado a la piratería, considerada también como fuente de provecho. El autor nos recuerda que la guerra era el estado normal de relaciones entre cristianos y musulmanes, interrumpido por treguas provisionales. La piratería, o más bien el corso, si era reglamentado, estaba permitido; los corsarios sólo tenían que respetar a la gente con quien su estado estaba en paz. La piratería contra cristianos en Bugía se desarrolló desde el segundo tercio del siglo XIV; antes los incidentes fueron poco signifi cativos. En el último cuarto del siglo XIV se produjo un aumento muy importante que el autor muestra en cuadros que corres-ponden al avistamiento de piratas musulmanes en Valencia entre 1350 y 1399, a las misiones de rescate de cautivos de las órdenes redentoras y al número de cautivos retenidos en Bugía entre 1370-1479. Después de 1430, la actividad pirática disminuyó, aunque volvió a crecer a fi nes del siglo XV, cuando llegaron turcos como Piri Reis. En esta parte de la obra, el autor se basa en la bibliografía y en las fuentes del área catalana, es decir, Barcelona, Mallorca y Valencia. El autor se ocupa de la organización de la piratería; personas, naves, cómo se llevaban a cabo los ataques, la distinción entre corso y piratería, la primacía de los cautivos en la economía del corso, la condición de los cautivos, el rescate y sus diversas modalidades, las misiones ofi ciales de rescate y la tarea de las ordenes redentoras. Analiza asimismo las consecuencias del corso y la piratería, que producía un estado de guerra latente y graves perjuicios al comercio.

La tercera parte de la obra analiza la fuerte dependencia de la coyuntura mediterrá-nea. En la alta Edad Media las relaciones eran fundamentalmente con el mundo islámico orien-tal y señala que, mientras que Túnez conservó estrechos lazos con el mundo oriental, Bugía y los demás puertos magrebíes se orientaron hacia el Mediterráneo occidental, lo que les hizo dependientes de ese comercio y llevó su economía a una posición pasiva. Por ello, en el capítulo séptimo el autor estudia un comercio que escapa parcialmente de las manos de los habitantes de Bugía, que participaron relativamente poco en el intercambio marítimo con los países cris-tianos y se limitaron más bien al área islámica, aunque excepcionalmente está documentada la presencia de mercaderes de Bugía en tierras cristianas, a pesar de la doctrina contraria de sus autoridades religiosas; iban al menos a Mallorca y a Valencia, y quizás a otros lugares de la Corona de Aragón; ofrece un cuadro con los musulmanes y judíos de Bugía presentes en Ma-llorca y Valencia (1279-1500), también se interesa por los viajes comerciales de los mudéjares valencianos a Bugía, que sitúa en un apartado titulado “Les Andalous” junto con granadinos así como por la actividad económica de los judíos. Considera todavía otros aspectos, como el papel jugado por el sultán y su entorno en el desarrollo del comercio, la insufi ciencia de la fl ota mercantil, que relaciona con el retroceso de la actividad comercial, cuyas causas intenta expli-car y el predominio de los mercaderes cristianos, cuyo éxito explica a través del desarrollo de las técnicas comerciales, la expansión de las fl otas comerciales, la implicación en el comercio de una amplia capa social en los grandes puertos cristianos.

En el capítulo octavo y último el autor trata de la evolución del comercio de Bugía, ligada a las transformaciones acaecidas en el Magreb, que fi ja en diversas etapas. La primera es la que titula “La edad de oro de los siglos XII y XIII”, y en ella distingue dos periodos: la segun-da mitad del s. XII, caracterizada por la expansión de las relaciones con las ciudades italianas, y el siglo XIII, que contempla la actuación creciente de los catalanes en esa zona, especialmente desde Mallorca, aunque pisanos, genoveses y también venecianos y sicilianos continúan estan-do presentes, así como los marselleses. Otra etapa estudiada es la de la crisis del siglo XIV, en la que señala el retroceso de la presencia de los mercaderes italianos y provenzales y el aumento de los mallorquines y de los catalanes en general; analiza las razones de la crisis, causada en parte por los ataques de abdelwadíes y meriníes, las pérdidas debidas a la Peste Negra, las difi cultades en otros puertos mediterráneos, que acabaron afectando el comercio con Bugía, la pérdida de mercado por parte de la lana de Bugía, considerada ahora de baja calidad, y un cierto abandono de ese puerto por parte de los mercaderes italianos, que preferían concentrarse en el Levante; los mercaderes mallorquines dominaron, pues, ese mercado; otra de las causas de la crisis fue la de las relaciones confl ictivas con las potencias europeas, especialmente con la Corona de Aragón. La última etapa contemplada es la de la recuperación de Bugía a partir del último tercio del siglo XV, gracias a una coyuntura más favorable, una estabilidad mayor en Ifriquía, relaciones menos confl ictivas con las potencias cristianas, la recuperación económica europea que, sin embargo, se inclinaba hacia el Atlántico, y la integración de Bugía en las redes de navegación este-oeste; Bugía fue frecuentada de nuevo no sólo por los mallorquines sino

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también por genoveses, venecianos y marselleses, aunque el crecimiento de Argel y de Túnez puso en peligro su anterior hegemonía.

La obra concluye con unas conclusiones en las que se resume cuanto hemos co-mentado. Los anejos completan nuestra información con listas y árboles genealógicos de las dinastías reinantes en el Magreb, una lista de los tratados de paz de las potencias mediterráneas con Bugía o con el estado hafsida, además de las fuentes y la bibliografía usadas, útiles índices de nombres de lugar y de persona, además de índice de materias y algunos planos antiguos y fotografías de Bugía. La obra de Dominique Valerian es una obra bien estructurada, resultado de un largo trabajo de búsqueda en los archivos y de consulta de una gran cantidad de biblio-grafía de distintos orígenes: italiana, francesa, catalana, árabe, etc. Aunque se ha centrado en un puerto determinado, el de Bugía, ha sabido enmarcar su estudio no sólo en el Magreb sino en el contexto político y económico del Mediterráneo occidental en la baja Edad Media y es sin duda una aportación muy importante al conocimiento de ese espacio.

MARIA TERESA FERRER I MALLOLInstitut d’Estudis Catalans

Braulio VÁZQUEZ CAMPOS, Adelantados y lucha por el poder en el reino de Murcia, Alcalá la Real (Jaén), Editorial Zumaque, 2009, 355 pp. (Colección Historia; 1). ISBN 978-84-96806-77-1.

Este libro podríamos inscribirlo dentro de tradicional relación existente entre el me-dievalismo murciano y sevillano que ha permitido, y sigue permitiendo, comprender mejor la realidad de ambos territorios fruto de los interesantes contactos mantenidos durante la baja Edad Media entre Murcia y Sevilla. Esta relación tiene su origen en la conquista pareja de di-chos territorios a mediados del siglo XIII y en su organización mediante la creación de nuevas instituciones y la transformación de las antiguas, a fi n de poder dar respuesta a las profundas mutaciones sociales, políticas, institucionales y económicas en que estaban inmersas aquellas regiones. De esa innovación e improvisación por parte de los poderes con el fi n de controlar y organizar los territorios da buena fe la intensa correspondencia mantenida por los concejos murciano y sevillano solicitando instrucciones, consejo y guía para la puesta en práctica de car-gos, impuestos y demás instrumentos de control y organización de sus respectivos territorios. Es por ello que medievalistas murcianos y sevillanos, como Juan Torres Fontes, Manuel Gon-zález Jiménez, José Damián González Arce o el propio Braulio Vázquez Campos, han podido profundizar en sus estudios regionales merced a los diplomas existentes en los archivos de la ciudad vecina o, simplemente, realizar trabajos sobre aspectos del reino vecino. En este caso en concreto, la existencia de la fi gura del adelantamiento (la del adelantado mayor de la frontera en Andalucía y la del adelantado del reino de Murcia) ha animado al autor a realizar un profun-do y valioso estudio de los adelantados en el reino murciano en los siglos XIII y XIV desde el profundo conocimiento que el autor ya posee del adelantamiento andaluz.

El libro recoge un tema que no resulta nuevo para el autor ya que lleva más de una década trabajando sobre él, y fruto de esta labor han visto la luz numerosos trabajos en revis-tas especializadas (es el caso, por ejemplo, de los artículos El adelantamiento murciano en el contexto de las reformas alfonsíes (I y II), en “Miscelánea Medieval Murciana”, años 2005 y 2006) y monografías. De hecho, como se reseña en la introducción, este libro tiene mucho que ver con el ya publicado en el año 2006 por la Universidad de Sevilla (Los adelantados mayo-res de la frontera o Andalucía), fundamental para entender el signifi cado de los adelantados castellanos en las tierras meridionales peninsulares en los siglos XIII y XIV. Sin embargo, este trabajo podría considerarse que supera la mera crónica de adelantados para ofrecer, además, una historia de los primeros cien años de existencia del “reino” cristiano de Murcia y para entender las vicisitudes de la monarquía en estos momentos en dura pugna con la nobleza feudal.

La estructura del trabajo presenta el análisis de los diferentes adelantados que ocu-paron dicho cargo divididos por reinados, abarcando desde la conquista en tiempos de Fernan-do III (1243) hasta la muerte de Alfonso XI (1350). Asimismo, tras el capítulo de este último monarca se recoge una síntesis de dicha relación por medio de una tabla resumen de cinco

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páginas, un epílogo a modo de conclusiones y una concienzuda bibliografía y relación de fuen-tes documentales impresas trabajadas. Todos los capítulos van acompañados por un aparato crítico abrumador que muestra a las claras el ingente trabajo de archivo y de rastreo de fuentes realizado, que llevan a un conocimiento profundo y detallado de cada uno de los personajes reseñados. Hasta tal punto llega el trabajo de documentación que el autor se permite el lujo de poder entrar en el complicado mundo de la onomástica medieval y ser capaz de establecer con solidez la fi liación y diferenciación de nombres y personajes que a priori podrían ser considera-dos la misma persona. En línea con la mejor tradición del medievalismo hispano, el libro es un claro ejemplo del buen trabajo del historiador comprometido con la argumentación sólida de las ideas esgrimidas mediante el serio y riguroso conocimiento del legado documental, no siempre fácil de encontrar ni de descifrar. Si nos referimos a los siglos XIII y XIV, ese conocimiento diplomático tiene aún mayor valor.

Como decimos, el trabajo no pretende ser un simple acercamiento a la fi gura del ade-lantado desde la perspectiva institucional. Con un conocimiento de la bibliografía específi ca so-bre dicha institución medieval y con los textos jurídicos de la época (Espéculo, Las Partidas…) se diseña el entramado de funciones del adelantado murciano, pero con la particularidad de que el trabajo con las fuentes documentales (sentencias, informes del concejo murciano y de la corona, correspondencia de la época) consigue presentar una imagen de la institución completa que excede la mera declaración de intenciones recogidas en las grandes obras jurídicas. De este modo, se presenta la evolución de la institución y la necesidad de ir adaptándose a las nuevas realidades de la época y a las particularidades del reino de Murcia, diferentes a las que pudieran existir en Andalucía, Castilla y León o Galicia. Esto justifi ca la presencia de investigaciones particulares sobre instituciones ya trabajadas con anterioridad, porque se consigue mostrar el carácter dinámico y adaptativo de las instituciones regias en función de las necesidades y parti-cularidades de cada uno de los territorios de la corona. Es decir, obtenemos una imagen lo más real posible no sólo de las funciones sino también de la relación de los adelantados con la tierra en la que se encuentran, con los concejos, con la Iglesia y con el resto de individuos del territo-rio, refl ejando toda una red de clientelas y luchas de poder. El caso murciano es interesantísimo porque durante esos cien primeros años de historia de la institución, y del reino, la familia Ma-nuel (primero el infante don Manuel, hermano de Alfonso X, luego su hijo Don Juan Manuel, personaje clave en la historia castellana del siglo XIV, y, fi nalmente, el hijo de éste, Fernando Manuel) prácticamente controlará el adelantamiento y lo usará no sólo como un instrumento de consolidación de la monarquía en la región (no en vano es un representante del rey, un adelanto de su persona en la tierra recién incorporada) sino que será utilizado por los adelantados, no sólo los Manuel, para engrandecer su poder en el reino más allá de sus posesiones territoriales. En defi nitiva, se consigue una descripción de la institución que no carga todas las tintas sobre el aspecto legal de las instituciones y nos introduce en el contexto social de la época. Asimismo, por lo que respecta al valor de Las Partidas y a los esfuerzos de Alfonso X por introducir el derecho común en la Península como instrumento para reforzar el poder regio, se vislumbra que no se trata de un simple marco teórico sin aplicación apenas, que sólo con el Ordenamiento de Alcalá o con los Reyes Católicos llegó a tener vigencia. En este caso en concreto, se comprueba que el texto jurídico tiene su aplicación real, al menos en lo que respecta a la función de los adelantados, lo que ayuda a describir a una monarquía tenaz en su intento de conseguir un equi-librio con las instituciones de poder, pero estableciéndose ella como el árbitro de toda relación. En defi nitiva, esta obra puede ser utilizada como referencia para entender la constitución de una sociedad castellana sobre un territorio de origen y estructura islámica y cómo se asentaron las directrices rectoras de las relaciones de poder en el reino murciano en los siglos siguientes.

No obstante, diferentes lectores encuentra satisfacciones distintas con la lectura de un mismo libro, lo cual hace que una reseña bibliográfi ca no deje de ser un elemento subjetivo. Desde esta premisa, y sin contradecirme con lo anteriormente reseñado que hizo de esta obra justa merecedora del 1er premio Enrique Toral 2008 de Historia de sociedades de frontera, creo que adoptar la estructura de crónica tiene sus ventajas (desvela particularidades del ofi cio, se ven elementos de fi delidad y comportamientos de alianza con la nobleza local…), pero es un arma de doble fi lo. Estilísticamente genera redundancia en la descripción de muchas de las situaciones al intentar no dejar de mencionar las actuaciones documentadas de todos y cada uno de los adelantados recogidos, a modo de diccionario de autoridades. Genera la sensación

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de tratarse de parte de un trabajo académico (tesis doctoral), pero que para su publicación como monografía necesitaría de una mayor criba de datos y presentación de la información de una manera más sintética y analítica. En cierta manera, el epílogo del libro podría marcar esa línea pero, tal y como está reducido a unas páginas de conclusiones, resultan insufi cientes ante las expectativas creadas. Tal vez esa debiera haber sido la estructura del trabajo y haber quedado la relación de adelantados como apéndice. Esto no deja de ser una apreciación subjetiva y par-ticular de estilo, pero en el libro aparecen sufi cientes menciones al comportamiento clientelar de los ofi ciales respecto a poderes señoriales en el territorio, el concepto de justicia y poder en el mundo medieval como para convertirlos en los ejes de la publicación. La labor del don Juan Manuel es la pieza central del libro y sobre su comportamiento y escritos la potencialidad es enorme ya que conservamos sus propias opiniones sobre la sociedad feudal a la par que docu-mentada su actuación. En ciertas ocasiones el autor nos remite a su libro sobre el adelantamien-to andaluz para desarrollar esas ideas, lo cual da pie a pensar que este trabajo es no sólo deudor de aquél, sino parte de un trabajo mayor de conjunto (la tesis doctoral) que al desagregarla deja incompleta la visión de la institución al presentarse como dos monografías diferentes. En mi opinión, una publicación debe ser autónoma y contar con la sufi ciente información para ser coherente sin necesidad de remitir a otras. No hablo de profundizar en aspectos de interés, sino del hecho de mencionar que dichas ideas son trabajadas en otras obras a las cuales se remite. El resultado es un potencial de información no del todo explotado por el historiador a falta de una mayor análisis que debata, no que describa, una idea concreta sobre qué era y qué representó dicha institución. Además, se podía haber incidido en la comparación entre los textos jurídicos, el papel de la monarquía intentando llevar a la praxis los principios de derecho común tendentes a desarrollar el poder monárquico y el modo en el que se organizaron estos nuevos territorios propicios para el ensayo de los nuevos principios que recorrían Europa. La lucha por el poder es presentada como un juego de suma cero entre la monarquía y la alta nobleza, en el que se pretenden contrarrestar mutuamente (nombramientos y destitución de ofi ciales), pero que dejan cierta inseguridad en el lector, puesto que no se entiende por qué fi guras tan poco fi ables para la corona como don Juan Manuel gozarán del adelantamiento durante tantos años (de manera intermitente) y cómo es que los ofi ciales regios llegados para frenar al magnate en sus conti-nuos desafueros y ansias de enriquecimiento están tan poco tiempo en el poder; dicho en otras palabras, por qué la corona termina por premiar a un noble del que tiene probada infi delidad. La incorporación, dentro de la narración sobre los adelantados, de una interpretación teórica sobre el concepto de la expansión del modelo feudal centroeuopeo que coincide con la expansión cristiana peninsular en los siglos XII-XIV y la imitación del modo de organización social desa-rrollado a lo largo de la Europa cristiana (Robert Bartlett, Nora Berend, Jean Flori…), que en gran medida se ven recogidos en la propia obra y praxis de don Juan Manuel; sobre el concepto de poder de la monarquía entendida como un poder asentado en la negociación con otras ins-tituciones de poder, muy alejado de juegos de suma cero (Kantorowicz, Hespanha, Bourquin); o sobre los debates respecto al papel de la monarquía castellana tendentes a defi nir el concepto de poder de la misma (Nieto Soria, Teófi lo Ruiz…) hubieran permitido ir entendiendo mejor el comportamiento tanto de la nobleza como de la monarquía y los concejos en torno a la fi gura de los adelantados, que siendo una institución de delegación regia se convierte en un cargo fundamental para entender el equilibrio de poderes en el territorio. Se podrá decir que eso daría para un libro diferente que no es el objetivo del trabajo y posiblemente sea cierto, pero esas intenciones son manifestadas por el autor, ya recogidas en el título mismo de la obra y en las constantes referencias al juego político que supuso el nombramiento y comportamiento de los adelantados. Ese juego no pretendía la derrota de la nobleza o la monarquía, ese juego era la propia confi guración del poder regio, la propia concepción de la sociedad medieval de entender las relaciones de poder y el concepto de justicia.

JORGE ORTUÑO MOLINAUniversidad de Murcia

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ACTA VECTIGALIA REGNI NAVARRAE. TOMOS XI Y XII1.

1. INTRODUCCIÓN

No hay historia sin documentos. El quinto postulado del decálogo del historiador recogido por Charles Samaran en su prefacio a la magna obra L’Histoire et ses méthodes (París, Gallimard, 1961), dice así: Il n’y a pas d’histoire sans documents, y aunque aquí la palabra “documento” se emplea en sentido lato, equivalente a cualquier testimonio procedente del pa-sado de la humanidad, no se puede tampoco minusvalorar el alcance y dimensión que ha tenido siempre el testimonio escrito, el del “documento” en sentido estricto, en la reconstrucción de la historia. A partir de los propios textos documentales de época, transcritos y analizados rigu-rosamente, se ha conformado un modus operandi que, como poco, se remonta a los cronistas del Renacimiento italiano y que continúa su práctica hasta nuestros días; toda una metodología secular destinada a desentrañar las acciones del hombre en el pasado, en defi nitiva, con el obje-tivo último de poder reescribir la historia.

La historiografía navarra. En este propósito de tener muy presentes las fuentes do-cumentales en el análisis histórico, hasta el punto de integrar sus textos en el propio tenor de la narración –como lo hicieran Moret y Alesón en sus Annales del Reyno de Navarra–, o bien, complementando los estudios con un rico aporte documental en forma de colecciones diplo-máticas, es justo admitir que la historiografía navarra ha sabido alcanzar las máximas cotas, tanto por su rigurosa labor, su afán por dar a la luz la riqueza de sus fondos archivísticos y, asimismo, por el esmero editorial siempre impecable logrado gracias al respaldo de sus propias instituciones. De toda esta meritoria labor pueden ser un buen ejemplo nombres como el de los profesores José María Lacarra, Ángel J. Martín Duque o Santos García Larragueta, así como el de organismos culturales relacionados con la Diputación Foral y el Gobierno de Navarra, muy en especial la Institución “Príncipe de Viana” o bien, para el caso que nos ocupa, el propio Departamento de Economía y Hacienda.

La obra. Acta Vectigalia Regni Navarrae. Dentro del gran proyecto CODHIRNA, acrónimo de “Corpus Documental para la Historia del Reino de Navarra”, se conoce con el nombre latino de Acta Vectigalia Regni Navarrae, también abreviado por sus siglas AVRN, a la edición –tal como se subtitula la obra– del conjunto de Documentos fi nancieros para el estudio de la Hacienda Real de Navarra, con la que se abre su primera serie relativa a los Comptos Reales: Registros. Esta serie se inició con el tomo I destinado a los Registros de Teobaldo II de 1259 y 1266, editado y dirigido por el profesor Juan Carrasco (UPNA), con la colaboración de Fermín Miranda y Eloísa Ramírez. Desde 1999 en el que se publicó aquella primera entrega,

1 Juan Carrasco, Íñigo Mugueta, (dirs.), Acta vectigalia regni Navarrae. Documentos fi nancieros para el estudio de la Hacienda Real de Navarra. Serie I. Comptos reales. Tomo XI: Registros de la Casa de Francia. Felipe II el Largo / Carlos I el Calvo, 1319-1325. Pamplona, Gobierno de Navarra, Institución Príncipe de Viana, 2006, 984 pp. ISBN 84-235-2891-X.

Juan Carrasco, Marcelino Beroiz (dirs.), Acta vectigalia regni Navarrae. Documentos fi nancieros para el estudio de la Hacienda Real de Navarra. Serie I. Comptos reales. Tomo XII.1: Registros de la Casa de Francia. Carlos I el Calvo, 1328). Pamplona, Gobierno de Navarra, Institución Príncipe de Viana, 2009, 682 pp. ISBN 978-84-235-3135-6.

Juan Carrasco, Mikel Goñi, Íñigo Mugueta (dirs.), Acta vectigalia regni Navarrae. Documentos fi nancieros para el estudio de la Hacienda Real de Navarra. Serie I. Comptos reales. Tomo XII.2: Re-gistros de la Casa de Francia. Carlos I el Calvo, 1328. Pamplona, Gobierno de Navarra, Institución Príncipe de Viana, 2010, 525 pp. ISBN 978-84-235-3210-0.

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ha transcurrido ya una docena de años que han permitido poner al alcance de los investigado-res otros tantos tomos, cuyos dos últimos, el XI y XII –articulado éste en dos volúmenes– son objeto de esta triple reseña.

2. EL TOMO XI, relativo a los Registros de la Casa de Francia: Felipe II el Largo / Carlos I el Calvo, 1319-1325; se vertebra según los siguientes contenidos:

Preliminar. El gobierno y administración francesa (pp. 19-44). La entronización en Navarra de la dinastía francesa de los Capetos por medio del matrimonio de doña Juana I con Felipe el Hermoso, condujo a partir de 1305, año de la muerte de la reina y señora natural de los navarros, a que en poco más de veinte años el viejo reino pirenaico conociera la sucesión como reyes de tres de sus hijos: Luis I Hutín –o sea, el Testarudo– (1305-1316), Felipe II el Largo (1316-1322) y Carlos I el Calvo (1322-1328). Su muerte puso fi n a la dinastía capeta suplida en Francia por los Valois, mientras que en Navarra fue continuada a partir de 1328 por Juana II, hija de Luis I y esposa de Felipe III de Evreux. Dentro de este contexto histórico y sucesorio en el que acontece el fi nal de la Casa de Francia, el capítulo preliminar subscrito por el propio director de la obra, el profesor Juan Carrasco, sirve a modo de introducción para presentar los registros aquí editados. Gracias a esta acertada síntesis, nos acercamos a diversas circunstancias históricas que afectan al reino de Navarra, en donde la aportación de las fuentes hacendísticas resulta trascendental para la mejor comprensión del gobierno y la administración de este peque-ño “reino satélite”, que giraba por entonces en la órbita de Francia. Se analizan así, con singular dedicación, múltiples aspectos de índole fi scal y contable recogidos por la gestión administrativa navarra, tales como: la gobernación territorial del reino, sustentada en los llamados inquisidores y reformadores, delegados especiales del poder real; el desarrollo de la fi gura del recibidor, originalmente de carácter excepcional y con funciones limitadas en el tiempo, que acabaría por imponerse en las merindades como herramienta de control por parte de la Corona en todo el entramado contributivo; la regulación de competencias en materia hacendística con objeto de deslindar, al modo de la practicada en Francia según las ordenanzas de Le Vivier-en-Brie (1320), las funciones de los distintos ofi ciales de la Tesorería; la cuantía de los ingresos anuales, tanto en dinero como en grano (trigo, cebada y avena), según distritos y ofi ciales recaudadores; el destino de los gastos, cuyos mayores desembolsos suelen dirigirse –así sucede en Sangüesa para 1319– a equipar gentes de armas para hacer frente a las acciones de bandidaje en la zona; los precios de los cereales y otros artículos de consumo, cuyo análisis ofrece grandes oscilaciones e inestabili-dad; la cuantía de los salarios y su naturaleza; pesos, medidas, fórmulas contables, etc. y así, de manera pautada, una variedad de asuntos que se refl ejan en estos recuentos contables, cuya prin-cipal problemática es en muchos casos su carácter fragmentario. Buena parte de la información obtenida a partir de estos Registros de Comptos queda plasmada en once cuadros, prolijamente compuestos y ordenados (aunque su numeración se puede prestar al equívoco), donde se detallan los nombres y la cronología de los altos cargos, merinos, bailes y otros ofi ciales de la administra-ción real y fi nanciera de Navarra entre 1316 y 1326 (cuadros 01 y 02); tras lo cual se relaciona y se hace un balance de ingresos, gastos y saldo fi nal por distritos y ofi ciales, tanto de las cuentas en dinero y en grano, así como de las cuentas inter-receptores de los años 1319 (cuadros 1, 2 y 3), 1321 (cuadros 4, 5 y 6) y 1322 (cuadros 7, 8 y 9). La elección precisa y detallada de estos tres años dentro de una serie más amplia vemos que responde, sin lugar a dudas, a la mayor riqueza informativa y contable de sus propios registros. Sucede en esta ocasión, como otras muchas veces y en otros campos del análisis histórico, que la trasmisión y conservación textual, más o menos grande y azarosa, condiciona mucho el saber sobre nuestro pasado.

La edición de los Comptos (años 1319-1325). Tras un primer registro de 1318 referido a Pamplona, el 151 bis (Archivo General de Navarra, Comptos, Reg. 3), desubicado ya en origen por un error de catalogación archivística, se da paso al cuerpo de la edición, o sea: a los Comptos de los Ofi ciales navarros de los años 1319 a 1325 (AGN, Comptos, Reg. 18 al 21 y otros sueltos). Para hacernos cierta idea del caudal informativo de este conjunto de registros contables es preciso acotar sus dimensiones según años y distritos; así, para el de 1319, el primero y más rico en in-formación se cuenta con 16 comptos, relativos a la Ribera (2), Tudela (2), Olite (3), Sangüesa (2), Pamplona (3), Puente la Reina (1) y Estella (3), que van numerados del Reg. 157 al 172 (pp. 53-346). El registro del año 1320 está compuesto por sólo un compto incompleto, que corresponde a

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la merindad de La Ribera; se trata del Reg. 173 (pp. 347-372). Los registros del año 1321 vuelven a ser numerosos, lo integran un total de 14 comptos, según las siguientes procedencias: Tudela (1), Olite (1), Sangüesa (2), Pamplona (4), Puente la Reina (1), Estella (4) y uno más del “procurador real y guardasellos”, que ocupan en conjunto los Reg. 174 al 187 (pp. 373-654). Los restantes comptos, de los años 1322 (Reg. 188 a 191, pp. 655-730), 1323 (Reg. 192 y 193, pp. 731-796), 1324 (Reg. 194, pp. 797-814) y 1325 (Reg. 195, pp. 815-844), son relativamente escasos (un total de 8 comptos para cuatro años) y afectan a Tudela (2), Olite (1), Pamplona (2) y Estella (2), al que se añade el compto general de 1324 sobre la “saca de caballos, pan y vino”, donde se relaciona un total de 276 transacciones con tales mercancías y productos.

Anexos e índices. La edición se cierra con una colección de 30 láminas a color, perfec-tamente indizadas y descritas, que son de gran utilidad para apreciar la materialidad de las piezas editadas, cuyos originales van sobre soporte en pergamino, así como las distintas grafías emplea-das y la disposición contable de los textos registrados (pp. 845-877); a lo que se añade un mapa de las circunscripciones o distritos fi scales del reino de Navarra entre los años 1319 y 1325 (p. 878). El tomo se cierra con un necesario índice normalizado de nombres propios que hace muy maneja-ble la edición (pp. 879-984). Su realización ha corrido a cargo de Marta Echave e Íñigo Mugueta.

3. EL TOMO XII, VOLUMEN 1, corresponde a los Registros de la Casa de Francia: Carlos I el Calvo, 1328; y se vertebra según los siguientes contenidos:

Preliminar. El fi nal del reinado de Carlos I el Calvo (pp. 15-40). La muerte del so-berano, acaecida de manera súbita el primer día de febrero de 1328 en el castillo de Vincennes, próximo a la capital del Sena, se produjo en un momento en que la administración navarra vivía un ambiente de latente tensión, que bien pudiera defi nirse como el resultado de un “ajuste de cuentas” llevado a cabo a raíz de la llegada desde París de los nuevos reformadores y, cierta-mente, con ellos, la renovación de los cargos en las máximas instancias administrativas del Reino. Se ha de recordar que poco tiempo antes, a fi nes de 1327, por orden del ya nuevo go-bernador de Navarra, Pedro Ramón de Rabastens –sucesor de Alfonso de Roubray–, asistimos a la sustitución del viejo tesorero, el maestro y clérigo del rey Guillén de Lahala, por uno de los reformadores, Simón de Aubert, mediando pugnas intestinas y denuncias de irregularidades contables, relevo al que se llegó por sugerencia del propio monarca. De este modo, el nuevo responsable de la hacienda real en Navarra se instalaba en el cargo a costa de intervenir muy activamente en el cese de su predecesor. Desde el punto de vista administrativo, durante los seis años del reinado de Carlos el Calvo, pese a la existencia de una contabilidad efectiva de ingresos y gastos, tan sólo se nos han conservado ocho registros, que como ya hemos tenido oportunidad de evaluar para el tomo anterior, resultan ser, en su mayor parte, fragmentarios y confeccionados por media docena de ofi ciales de circunscrip ciones territoriales y locales. Sin embargo, para el caso de 1328, se dispone de mucha más información, pues se conserva un Libro Registro completo (edit. tomo XI, vol. I) y un Libro de Tesorería (edit. tomo XI, vol. II). En buena medida, los asuntos registrados en el primer volumen corresponden a los contenidos habituales y ya conocidos para casos anteriores (sobre la rienta de la tierra, según merindades y detallada término a término o villa a villa; las cuantías asociadas a las retenencias de castiellos y las cauayllerias de barones; las asignaciones de donos del rey a uida, así como los gages et espiensas varias, etc.), si bien ahora relacionados con un mayor detalle y mucho más concen-trados en el tiempo, el transcurso de sólo un ejercicio fi scal, lo que nuevamente ha permitido al profesor Juan Carrasco componer otros siete cuadros que –con información de registros ante-riores– sirven para completar la relación de altos cargos de la administración real y fi nanciera de Navarra, años 1316-1328 (cuadros 1a y 1b); con los correspondientes merinos, bailes y otros ofi ciales (cuadros 2a y 2b); y, asimismo, se resumen las cuentas en dinero (cuadro 3); las cuen-tas inter-receptores (cuadro 4) y las cuentas en grano de 1328 (cuadro 5).

La edición de los Comptos (año 1328). A diferencia del tomo anterior, los Comptos de los Ofi ciales navarros de 1328 aquí editados se recogen en un mismo Libro Registro (AGN, Comptos, Reg. 23), que contiene un total de 27 comptos de los ofi ciales (Reg. 196 al 222, pp. 43-584). Se trata de una pieza encuadernada, que reúne cuadernillos en pergamino de dis-tintas dimensiones (máx. 206 x 330 mm.), que suman un total de 207 folios numerados. Por tratarse de asientos contables producidos dentro del mismo año y registrados en un mismo vo-

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lumen, su edición respeta en general la sucesión de su propia foliación. En casi todos los casos, vemos que cada compto se atribuye a un ofi cial (recibidor, merino, baile, etc.) identifi cado por su nombre y cargo. Así, por citar dos ejemplos, la relación se inicia con el “Compto de Miguel Pérez de Villanueva, recibidor de la merindad de la Ribera” y se cierra con el “Compto de Mar-tín López de Asiáin, abad de Enériz, procurador de Navarra”. Sólo en un caso el asiento rompe esta presentación constante y alude a su materia: “Compto de mensajeros al obispo de Bayona”. La distribución geográfi ca de estos comptos, según la asignación territorial de los mismos, alude a los siguientes distritos y lugares: la Ribera (3), castillo de Sancho Abarca (1), Tudela (2), Olite (2), Sangüesa (2), Pamplona (7), las Montañas (1), Puente la Reina (1), Baztán (1), Estella (3), Ultrapuertos (2) y otros (2).

Anexos e índices. De nuevo, como en el caso anterior, la edición aporta un total de 26 láminas (pp. 585-614), un mapa de los distritos y circunscripciones fi scales navarras en 1328 (p. 615) y un índice de nombres propios (pp. 617-682). Su realización ha corrido a cargo de Marta Echave.

4. EL TOMO XII, VOLUMEN 2, sigue correspondiendo a los Registros de la Casa de Francia: Carlos I el Calvo, 1328; y se vertebra según los siguientes contenidos:

Preliminar. 1328: un año pródigo en acontecimientos (pp. 11-32). Forzosamen-te, la temprana muerte del rey francés Carlos IV (I de Navarra) con apenas 34 años y sin herederos directos, la extinción de la dinastía capeta y los nuevos rumbos tomados por la monarquía navarra a través del ascenso al trono de su sobrina Juana, hija de Luis I, son he-chos que resultan ciertamente trascendentes, cuando menos y por regla general para la vida política y administrativa de cualquier reino en la Edad Media. Es un hecho incuestionable, como bien apunta el profesor Juan Carrasco, que desde el punto de vista de la exigible le-gitimidad dinástica que demandaban amplios sectores de la sociedad navarra, sustanciada en la singularidad de sus leyes sucesorias, [el rey Carlos] era un soberano consentido e impuesto por la fuerza de los hechos, pero ilegal, pues el ejercicio del poder –siquiera vicarial en la persona del gobernador y de los reformadores e inquisidores enviados desde París– carecía del soporte foral o, si se prefi ere, constitucional que entraña el juramento regio y su consiguiente alzamiento y coronación (p. 13). Por lo tanto, 1328 fue un año com-plejo en lo político, ya desde el mes de febrero, momento a partir del cual se sucedieron distintos acontecimientos. Así, el domingo 13 de marzo, se congregó en Puente la Reina una gran asamblea de notables de los distintos estamentos que juraron guardar el regno de Na-varra pora qui debe regnar, donde se nombraron como regentes a dos ricos hombres: Juan Corbarán de Leet, alférez del reino, y Juan Martínez de Medrano, el Mayor, y, fi nalmente, se derrocó al gobernador francés, que buscó refugio en el castillo de Tudela. Desde ese momento, el resto de ofi ciales nombrados en su día por el último capeto, fueron destitui-dos. Seguidamente, en poco más de tres meses, el 20 de julio, los futuros reyes de Navarra, Juana II y Felipe de Evreux, atendieron a la apremiante requisitoria de sus futuros súbditos, por lo que se inician las negociaciones y los preparativos para la coronación de los nuevos monarcas. Por último, el domingo 5 de marzo de 1329 y ante los Tres Estados del Reino, los condes de Evreux prestaron el juramento real y fueron proclamados reyes de Navarra. Que-daba así clausurado un tiempo –unos trece meses– de provisionalidad en la gobernación, inquietud y desasosiego entre las gentes del reino (p. 13). De uno u otro modo, esta sucesión de hechos dejó huella en la contabilidad de la real Tesorería, a través del registro de partidas tales como: los 366 corderos entregados a un carnicero de Pamplona con destino a los feste-jos de la coronación de los reyes [asiento 1136], así como los más de 309 cántaros de vino [as. 1499], el mantenimiento del hostal de los reyes en Olite [as. 690 ss.], los gastos de los regentes en el desarrollo de sus atribuciones políticas (mensajerías, delegaciones y viajes) [as. 593 ss.], etc. Otros sucesos de interés general, constatados para el mismo año 1328 y también por vía contable, fueron los asaltos contra las comunidades judías, especialmente virulentos tras conocerse la muerte del rey, por lo que en lugares como Puente la Reina su preboste recaudaba –entre otras partidas– los derechos de la escribanía de los judíos de la villa, así como los bienes de los desaparecidos en la persecución [as. 2225]. Los avatares de 1328, tanto el vacío de poder como la inestabilidad política del momento, tuvieron su fi el

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refl ejo en la gestión de las fi nanzas públicas, por lo que la composición de nuevos balances desde la Tesorería, tratarían en parte de corregir los errores detectados en una primera fase de la gestión. De este modo, los cuadros compuestos en el volumen anterior para el propio año 1328, tienen aquí su complemento y contrapunto a partir de la contabilidad registrada según el Libro de la Tesorería. De este modo se aportan para el mismo espacio de tiempo las cuentas en dinero, tanto por distritos y ofi ciales, con sus balances de ingresos y gastos (cuadro 1); los ingresos de dinero extra comptos adjuntados por merinos y bailes (cuadro 2); los gastos de la Tesorería por actuación de su propio tesorero (cuadro 3); los ingresos y gastos fi nales según el rol contable de los regentes (cuadro 4); y, fi nalmente, las cuentas en grano (trigo, cebada y avena) registrados por la Tesorería en 1328.

La edición del Libro de la Tesorería o “Compto General” del Reino de 1328. Si en el volumen anterior se edita un Registro de Comtos en concreto, en este caso la fuente contable corresponde al Compto general de 1328, compuesto por Simón Aubert, clérigo de la iglesia de Miranda, quien actuó como comisario diputado para la audición de los comptos del reino de Navarra (AGN, Comptos, Reg. 22, fols. 1-123). La estructura de este manuscrito en pergamino, originalmente librario pero completado con varios rollos coetáneos, es el más apropiado para una herramienta fi scal utilizada con fi nes administrativos, es decir, el poder localizar y cuantifi car las partidas según su procedencia tributaria y su destino dado en la Tesorería. El capítulo primero corresponde a la “Recepta y expensa de dineros”, que reúne un total de 20 comptos de otros tantos ofi ciales navarros, ordenados de sur a norte, del recibidor de la merindad de la Ribera al procurador real en Ultrapuertos (Reg. 223, 1-20; pp. 33-225). El capítulo segundo aporta un único pero muy denso compto que contiene la “Recepta y ex-pensa de los dineros de extra merindades y bailías”, cuya naturaleza y origen –como indica su propio título– escapan a los ofi ciales ordinarios (Reg. 223, 21; pp. 229-272). El capítulo tercero, compuesto a partir de una copia completa conservada en un rol en pergamino (AGN, Comptos, caja 6, núm. 91), se refi ere a los “Ingresos y gastos, gestionados por los regentes y de diversos ofi ciales reales”, que aporta otros 28 comptos (Reg. 223, 22-27; pp. 272-299). El cuarto y último capítulo de estas cuentas es el destinado a la “Recepta y expensa de trigo y otras especies, recibidas por Simón Aubert, rector de la iglesia de Baigorri, comisario real para la audición de los comptos del reino de Navarra”, que suma otros 14 nuevos comptos, que evidencian, además –como sucede en casos anteriores–, la existencia de un doble registro según se tributen las cargas impositivas en dinero o en especie, esto es, a base de cereal en grano con aporte de trigo, cebada y avena (Reg. 223, 28-41; pp. 300-400). Como ya se ha apuntado, a la pieza libraría del Registro 22, se han de sumar diversos roldes –o rollos– que contienen información adicional, ya sean otras versiones del mismo texto, ya sean textos complementarios que registra nuevos títulos no recogidos en el compto encuadernado como Libro de la Tesorería (AGN, Comptos, caja 6, núms. 56 y 86-91).

Anexos e índices. Al igual que en los tomos anteriores, la edición se completa con otras 37 láminas a color (pp. 401-451), repite el mapa de los distritos y circunscripciones fi s-cales navarras en 1328 (p. 452) y un adecuado índice de nombres propios (pp. 453-525). Su realización ha corrido a cargo de Íñigo Mugueta y Ana Setuáin.

5. CONSIDERACIONES FINALES

En defi nitiva, una edición pulcra, ordenada y rigurosa que ha de ser recibida con singular gozo por todos los estudiosos de la historia del Reino de Navarra, más en concreto por sus medievalistas, pues con la publicación de este último tomo XII –en dos volúmenes– se pone fi n y se cumple muy satisfactoriamente la meta propuesta por su director, esto es, editar los pri-meros veintitrés registros del Archivo General de Navarra (Pamplona) y los libros de Tesorería conservados en la Biblioteca Nacional de Francia, en su depósito parisino de la rue Richelieu. En cierta medida –como nos apunta el profesor Juan Carrasco–, esta primera fase de nuestro proyecto es un homenaje al maestro Lacarra, que, con su habitual ironía, solía decirnos que los comptos navarros eran más famosos que conocidos (p. 27). Llegados a este punto, la obra debería continuar con los Registros de los Evreux entre 1328 y 1425, de notable volumen y cuyo epicentro ubicamos en 1365 con la organización por Carlos II de la Cámara de Comptos,

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tradicional organismo hacendístico del Reino de Navarra. Pero ésta es una tarea que está aún por hacer, de una dimensión colosal y que se debería acometer con calma, pensando siempre que tarde o temprano se ha de empezar lo que se quiera acabar.

JOSÉ ANTONIO MUNITA LOINAZUniversidad del País Vasco

ESPACES ET RÉSEAUX EN MÉDITERRANÉE VIE-XVIE SIÈCLE2

Ambos volúmenes son la primera expresión de un proyecto de investigación del equipo liderado por Damien Coulon, de la Universidad de Estrasburgo, y Christophe Picard y Dominique Valerian, ambos de la Universidad de París-Sorbona, en el que contribuyen medie-valistas de las universidades de Montpellier, Rouen, Estrasburgo, Toulouse, Barcelona, Pisa y Túnez. Ese equipo es en buena parte el heredero del que crearon hace unos años los profesores Michel Balard y Alain Ducellier. Tal como se explica en la introducción, el equipo se propone llevar a cabo una refl exión histórica, centrada en el ámbito del Mediterráneo, sirviéndose del concepto de red para analizar relaciones complejas entre actores múltiples y diversos como bizantinos, musulmanes y cristianos occidentales, integrando tanto las redes comerciales como las diplomáticas, administrativas, militares. etc. y escapando de la lógica binaria de relación: Islam-Cristiandad o de centro-periferia que propuso Braudel y que consideran demasiado es-quemática porque dibuja sólo una geografía imperial. Destacan que las redes que contemplan confi guran nuevas fronteras distintas de las estatales. Ponen de relieve la importancia de las ciu-dades portuarias en la formación de redes porque fueron polos de irradiación política, económi-ca, fi nanciera, religiosa e intelectual y, al mismo tiempo, centros de producción, transformación y redistribución, mientras que las islas jugaron un papel esencial en la organización de fl ujos marítimos y en la conexión de distintas redes. Otros puntos de observación son los hombres: mercaderes, embajadores, soldados, y los productos que circulaban por el Mediterráneo puesto que un mismo producto pasaba por diferentes redes.

Uno de los métodos usados por el equipo es el de analizar polos que estructuraron espacios, cuyas fronteras resultan marcadas por los límites de su irradiación como por ejemplo Barcelona, capital económica que irradia hacia la península Ibérica y hasta el Mediterráneo oriental. Damien Coulon, en Barcelona, pôle d’impulsion de réseaux à la fi n du Moyen Âge, pone de relieve, por ejemplo, la participación de mercaderes catalanes no barceloneses en los negocios en el Levante impulsados por estos; son 171 individuos sobre 1500 mercaderes barce-loneses, que permiten dibujar un mapa de ciudades y villas con mayor o menor participación desde Perpiñán hasta Tortosa, Girona, Lleida, Berga, Solsona; el autor destaca el caso de Per-piñán que, a pesar de poder liderar sus propios negocios, acude con frecuencia a invertir en los negocios de Barcelona, que contaba con redes efi caces en Levante, mientras que villas textiles como Berga exportan su producción a Levante a través de Barcelona. El autor señala también la red de consulados, dirigida por Barcelona, la participación de barceloneses en las redes polí-ticas y administrativas (cargos reales, embajadas), en las de deuda pública, puesto que compran deuda pública de todos los rincones de Cataluña, y examina también su importante papel en las redes religiosas de franciscanos, dominicos y mercedarios y en la artística, con atracción de artistas extranjeros.

Otra de las ciudades analizadas es la de Messina, ciudad de importancia secundaria, que no era capital ni cabeza de grandes redes mediterráneas, ni tenia un hinterland importante

2 Damien Coulon, Christophe Picard, Dominique Valerian (dir.), Espaces et Réseaux en Médi-terranée VIe-XVIe siècle. I. La confi guration des réseaux, Paris, Éditions Bouchène, 2007, 318 pp. ISBN 978-2-912946-94-8.

Damien Coulon, Christophe Picard, Dominique Valerian (dir.), Espaces et Réseaux en Médi-terranée VIe-XVIe siècle. II. La formation des réseaux, Paris, Éditions Bouchène, 2010, 260 pp. ISBN 978-2-35676-013-5.

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ni un gran mercado de consumo, a diferencia de Barcelona, pero que estaba situada en una de las rutas marítimas más importantes del Mediterráneo entre el occidente y el Levante medite-rráneo y también la del N. de África; por ello procuró sacar provecho del paso de naves como escala obligada que era. Es el tema estudiado por Hadrien Penet en L’organisation des réseaux d’un port de detroit: le cas de Messine (XIe-XVe siècle) que destaca, además, que su situación en el estrecho la convirtió en un centro de atracción de emigración de Italia y en polo de estructu-ración del sur de la península italiana.

Dominique Valerian se ocupa, como era de esperar, de Bugía, una ciudad magrebí mediana, que ejerció una infl uencia importante sobre una red terrestre de lugares del interior, que le proporcionaban los productos que interesaban a los mercaderes extranjeros que acudían a su puerto, tanto los de producción de la zona, lana y cueros o dátiles, como los que llegaban por las rutas transaharianas: oro, alumbre y esclavos; señala que cuando hubo problemas en esa zona interior o cuando gran parte del fl ujo comercial de las rutas transaharianas se desvió hacia Túnez y Argel su comercio quedó muy afectado; Bugía se encontraba inserta también en las redes de los mercaderes cristianos, aunque tenía en ellas una posición pasiva y dependiente y no tuvo medios para reaccionar cuando se modifi caron itinerarios comerciales o decreció el interés por la lana magrebí.

Maria Elisa Soldani se ocupa de las redes entre los mercaderes italianos, en concreto fl orentinos, pisanos y luqueses, que residían en centros extranjeros, especialmente en Barcelo-na, en Tra reti internazionali e spazio urbano. Orme mercantili di comunicazione, solidarietà e gestione degli affari nel Mediterraneo occidentale bassomedievale. Señala que mostraron una organización muy fuerte de grupo aunque no generaron una estructura institucional en forma de consulados, como las otras naciones mercantes; a mi entender ello no les favoreció como tampoco el escaso apoyo institucional y diplomático que recibieron de su patria. Añade que se instalaron en Barcelona porque era un gran centro de redistribución (y yo añadiría no sólo de redistribución sino también un centro textil y de creaciones artesanales exportables), conectado a circuitos locales, interregionales e internacionales y un centro de estudio de las cotizaciones de cambios con las principales ciudades europeas, Afi rma que se establecieron en Barcelona bien porque les pareció un buen negocio o bien porque fueron exiliados de Florencia y que sacaron buen provecho de esa oportunidad gracias al alto nivel de racionalización del negocio mediante una contabilidad depurada, una amplia red de contactos, incluida la monarquía cata-lano-aragonesa, y la disponibilidad de capitales. Insiste en la importancia de la correspondencia abundantísima entre ellos como básica para su éxito en los negocios. De todo ello infi ere la su-perioridad de los mercaderes toscanos respecto a los colegas catalanes, aunque esa conclusión no es el resultado de ningún estudio comparativo. Las compañías catalanas también tenían su contabilidad y sus socios mantenían correspondencia muy frecuente. Si, como señala la autora, los mercaderes fl orentinos crearon una scarsella en 1337, los mercaderes catalanes en Brujas crearon la suya, en el marco de su consulado ya en 1330 y la fueron perfeccionando a lo largo de los años3. Pese a todo, el artículo es muy interesante para conocer las compañías italianas que actuaban en Barcelona.

Catherine Otten Froux, con su trabajo Chipre dans les réseaux maritimes médite-rranéens aux XIIe-XVe siècles, nos introduce en las redes insulares. Señala que las islas, según su situación respecto a las lineas comerciales o bien factores como la poca extensión o la poca población, podían quedar marginalizadas, mientras que si eran sufi cientemente extensas podían desarrollar su propia red interior y participar en redes exteriores; es el caso de Chipre, que se encontraba en un lugar de paso para los peregrinos y para los mercaderes, muy interesados además en su producción de azúcar y algodón. La isla era el centro de una red regional ligada a las costas de Cilicia y Siria-Palestina, especialmente, y también Egipto y el Imperio Bizantino y estaba conectada a la red internacional que ligaba los grandes puertos como Venecia, Génova, Pisa, Marsella, Montpeller y Barcelona y otros menores. Tomó gran importancia a escala inter-nacional cuando fue prohibido el comercio con el sultanato mameluco en 1291 y afi rma que es la documentación catalana la que mejor permite seguir ese proceso. Comenta las consecuencias

3 Dolors Pifarré Torres, El comerç internacional de Barcelona i el mar del Nord (Bruges) al fi nal del segle XIV, Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2002, pp. 58-63.

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de la intervención genovesa, que se apoderó de Famagusta e impuso, en el tratado de 1383 que todo el comercio internacional de la isla pasase por dicha plaza. Philippe Trélat completa la visión de Chipre con su artículo La place de Nicosia dans les réseaux méditerranéens (XIIe-XVe siècle). Señala que la ciudad fue la capital de los Lusignan, reyes de Chipre, y se desarrolló como centro de poder político muy seguro, en el interior, donde residía la nobleza franca y el clero latino. Contó con refi nerías y almacenes reales de azúcar y con una tintorería real puesto que se fabricaban en la ciudad tejidos de seda preciosos (camelot, samit, sendal, bucran, camo-cas). El algodón se cultivaba en los dominios reales del sur. Tanto el azúcar como las telas de seda eran exportados; los venecianos fueron buenos clientes y se instalaron en Nicosia cuando los genoveses ocuparon Famagusta. La ciudad fue pues el centro de una red de poder y también de una red de comercio internacional aunque no comparable a Famagusta.

Resulta más difícil de encajar en la teoría de las redes el artículo de Nicolas Dro-court, Peut-on parler d’un réseau d’ambassadeurs dans la Méditerranée médiévale? Le cas des ambassadeurs étrangers envoyés dans l’Empire byzantin du VIIIe au XIIe siècle. Señala que tienen en común, a parte de la función, los itinerarios que solían pasar por Italia, al menos los del mundo occidental. Estudia esos itinerarios, las formas de desplazamiento, el origen y extracción social de los embajadores. Algunos de ellos actuaron en nombre de señores dife-rentes. También parecen difíciles de encajar en redes los caballeros mercenarios de los que se ocupa Armand Jamme, Mécanismes dirigés, mécanismes spontanés. Notes sur les réseaux de travail des cavaliers d’Outremont en Italie (XIIIe-XIVe siècles). La implicación de Italia en la guerras con los emperadores germánicos, el confl icto güelfo-gibelino y las luchas expansivas de algunas ciudades requirieron la colaboración de muchos caballeros extranjeros aunque se ocupa sólo de alemanes y franceses, a pesar de mencionar que también los hubo catalanes. Co-menta las distintas teorías sobre las causas del recurso a caballeros extranjeros, la organización de esas milicias y su conversión en compañías de ventura, verdaderas potencias en el siglo XIV y señala el cambio de actitud en Italia en el siglo XV en que la guerra se basó en recursos militares propios.

Eric Vallet estudia en Entre deux mondes. Les produits du commerce égyptien à Aden (XIIIe-XIVe siècle) unas listas de tasas cobradas en el puerto de Adén a una serie de mer-cancías tanto de importación como de exportación de Egipto, la India y el Yemen, que permiten apreciar que Adén era un puerto de enlace entre una red de comercio del océano Índico y la egipcia, que prolongaba hasta el Mar Rojo la red mediterránea. Apreciamos en esas listas pro-ductos como coral, pasas, frutos secos, azafrán, antimonio y mercurio, que eran comercializa-dos generalmente por los catalanes. Gwenaëlle Fellinger estudia el comercio de objetos de arte en Commerce de l’art et échange d’objets au Moyen Âge en Mediterranée: le point sur la ques-tion y concentra su atención especialmente en Flandes, Alemania e Italia y particularmente en obras de arte orientales, en las que incluye la cerámica valenciana, además de la egipcia, vidrios esmaltados de Tiro, objetos de metal trabajados en Damasco o El Cairo, tejidos, como el mantel de altar de lino egipcio de la condesa Guisla de Barcelona, y tapices turcos y egipcios. Moha-mmed Ouerfelli intenta también encuadrar en una red las zonas de producción y los centros de consumo del azúcar en Le transport du sucre en Méditerranée à la fi n du Moyen Âge (XIVe-XVe siècle). Nos informa de las zonas de producción de azúcar: Alejandría, Damasco y Chipre, a las que se sumaron Granada, Sicilia y después Valencia y más tarde las islas del Atlántico. Por ello los mercaderes occidentales dejaron de interesarse por el azúcar oriental, salvo el de Chipre, en el siglo XV. Analiza la distribución del azúcar por vía terrestre y sobre todo por vía marítima, las naves en las que se cargaba, el acondicionamiento de la mercancía (los panes de azúcar eran frágiles mientras que el azúcar en polvo ofrecía menos difi cultades), el coste del transporte y los actores del tráfi co, diferenciando los lugares de aprovisionamiento de venecianos, genoveses y catalanes a fi nes de la Edad Media; incurre en alguna inexactitud, sin embargo, cuando afi rma (p. 269) que los catalanes no tenían una red de relaciones internacionales que les permitiese al-canzar Flandes e Inglaterra; puedo asegurarle que sí iban y que el tráfi co era importante, aunque no tanto como el de Levante.

Annliese Nef, en La Sicile dans la documentation de la Geniza cairote (fi n Xe-XIIIe siècle): les réseaux attestés et leur nature, estudia el tráfi co entre esas dos comunidades judías y las características del célebre corpus documental cairota, que es sólo de correspondencia comercial, sin referencias a la producción; se analiza la frecuencia epistolar, los destinos, el

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tiempo del recorrido, la información contenida en las cartas y los productos intercambiados: lino egipcio, productos para la industria textil y especias entre los de importación y seda grie-ga, tejidos preciosos, quesos, pieles, aceite y trigo, almendras y plata entre los de exportación. Emmanuelle Vagnon, en Cartes marines et réseaux à la fi n du Moyen Âge, afi rma que las cartas marinas son emblemáticas para las redes mediterráneas; unas eran útiles para la navegación, como la brújula o el sextante, y otras era objetos de arte. Analiza la evolución del mapamundi a la carta marina, su presencia en los inventarios italianos o catalanes, su producción y difu-sión, los principales centros de producción (Génova, Venecia y Mallorca) y las características diferenciales de esa producción así como los ejemplares más famosos. A su bibliografía cabría añadir un trabajo de Gabriel Llompart, de 1997, mientras que los espléndidos libros de Ramon Pujades son contemporáneos o posteriores del libro que reseñamos4. Cierra el volumen una Conclusión de Ch. Picard.

El segundo volumen d’Espaces et Réseaux, dedicado a la formación de las redes, contiene igualmente una introducción de D. Coulon y D. Valerian en la que comentan los pro-gresos del proyecto de investigación sobre las redes, exponen consideraciones sobre los me-canismos y conexiones entre escalas local, regional e intercontinental en las redes, sobre la conectividad, las redes de creación voluntaria y las espontáneas, etc.

Entre los trabajos incluidos en este volumen fi guran el de Doris Stöckly, Le systè-me de l’incanto des galées du marché de Venise: un exemple de réseau mis en place par un État, que analiza la creación progresiva de líneas ofi ciales con galeras mercantes en Venecia a partir de una red privada anterior al 1300 de navegación en convoy o “de conserva”, las mude. Anteriormente, el gobierno veneciano había intervenido en la reglamentación del comercio, en los privilegios comerciales, tratados, etc. y se implicó en la seguridad de la navegación transportando en ocasiones mercaderes y mercaderías en galeras de guerra. El paso siguiente fue poner a disposición de los mercaderes las galeras para fi nalidades comerciales a cambio de un precio fi jado en el incanto. Como el sistema funcionó, al otorgar seguridad y regula-ridad a la navegación comercial, el estado veneciano se esforzó en mantenerlo. Es pues una red comercial desarrollada y regulada por un estado que se perfeccionó progresivamente y duró más de un siglo y medio. Las líneas ofi ciales fueron la de Romania, Chipre y Alejandría, establecidas a principios del s. XIV, la de Flandes en 1314, la de Beirut en 1374, la de Aigues Mortes en 1412, la de Berbería el 1436-1437 y la de trafego que unía el N. de África y la Es-paña musulmana en 1462. Es un artículo de gran interés y que puede ser la base para estudios comparativos pues son muchas las soluciones similares adoptadas por otras marinas auque no tuvieron la misma continuidad.

David Bramoullé, Le réseau portuaire du califat fatimide en Méditerranée (969-1171): une diffi cile mise en oeuvre, después de estudiar el uso que los fatimidas hicieron de los puertos de Egipto, Siria y Palestina que dominaron, concluye que no usaron las potencialidades estratégicas que les ofrecía su red portuaria y ello a la larga fue un grave error; establecieron un sistema muy centralizado en que cada puerto se relacionaba con el central de Fustat, en el delta del Nilo; la red estaba ligada y organizada por el poder; hacia el fi nal del dominio fatimida, sin embargo, creció la autonomía de la red. El imperio fatimí favoreció en gran manera el tráfi co internacional y sus puertos acogieron a gentes de todas las regiones del Mediterráneo, según los documentos de la Geniza. Finalmente, los puertos de Siria-Palestina terminaron en manos de los cruzados.

Philippe Colombani, Les réseaux de défense de la Commune de Gênes en Ligurie et en Corse, estudia la organización de esa red, redefi nida por el dux Simon Boccanegra (1339-1344 y 1356-1363) en el momento del enfrentamiento con la corona catalano-aragonesa; estaba formada por castillos que defendían cada uno de los territorios del estado genovés: la Riviera di Levante, la Riviera di Ponente, l’Oltregiogo (los Apeninos ligures) y la misma Génova. Desta-ca que desde fi nes del siglo XIV Génova, como otros estados italianos, recurrió a los mercena-

4 Gabriel Llompart, Registro de los cartógrafos medievales activos en el puerto de Mallorca, “Anuario de Estudios Medievales”, 27/2 (1997), pp. 1117-1148. Ramon J. Pujades i Bataller, Les cartes portolanes: la representació medieval d’una mar solcada, Barcelona, Lunwerg, 2007 y La carta de Gabriel de Vallseca de 1439, Barcelona, Lumen Artis, 2009.

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rios extranjeros. Analiza también con detalle la progresiva implantación de Génova en Córcega, a cuyo dominio aspiraba también la corona catalano-aragonesa como parte del regnum Sardinie et Corsice otorgado por la Santa Sede a Jaime II en 1297, y los puntos escogidos para defender los intereses genoveses: Bonifacio y Calvi especialmente. Acaba con el intento de dominio de Alfonso el Magnánimo, que tomó Calvi y fracasó, por poco, ante Bonifacio.

Mathieu Tillier, en Les réseaux judiciaires en Iraq à l’époque abbaside, exami-na la fi gura y competencias del cadí, que ejercía la justicia islámica, así como los distritos judiciales, independientes los unos de los otros, ligados sólo por la cúpula del poder. Esta fragmentación encontró una solución, aunque de procedimiento largo e inseguro, a través de la correspondencia entre los cadís, que permitía proseguir una causa en un distrito diferente del demandante.

Claudine Delacroix-Besnier, en Les Frères prêcheurs et les missions en Orient: un réseau effi cace?, señala que la orden de los dominicos no fue un factor dinámico en la expan-sión de las misiones. Como todas las órdenes religiosas formaba una red muy regulada, pero ello no ayudó a esa expansión sino más bien al contrario, las iniciativas particulares fueron más efi caces. Añade que los capítulos generales, a pesar de haberse ocupado en algún momento de las misiones, eran más bien desconfi ados respecto a los misioneros, vistos como gente indis-ciplinada, como frailes giróvagos a quienes había que controlar. La orden tuvo dos estructuras para las misiones, las provincias, especialmente las que se encontraban en territorio no católico, Grecia y Tierra Santa, y la Sociedad de frailes peregrinos, fundada hacia 1300 y regulada en 1312. La autora estudia como se desarrolló la acción de cada una de las partes implicadas y la promoción de las misiones, que solía venir de los maestros generales y en última instancia de los papas. Thomas Tanase, en Frère Jérome de Catalogne, premier éveque de Caffa, et l’Orient franciscain, estudia la biografía de ese franciscano catalán singular, glorifi cado por la historiografía franciscana y caricaturizado por Humberto Eco en El nombre de la Rosa. Señala que pertenecía a la provincia franciscana de Cataluña, muy importante dentro de la orden, aun-que se ignora su lugar de nacimiento, quizás Perpiñán. Hacia 1300, año de la victoria del kan mongol de Persia sobre los mamelucos, acogida con esperanza en Occidente, ya se encontraba en la Romania veneciana, donde pronto fue provincial de los franciscanos de la zona por su fi rme oposición a las tesis de los espirituales. En 1311 fue a Aviñón y, como persona experta y conocedora de la situación política y religiosa de esa zona y de la problemática de las misiones, el papa le confi ó un obispado sobre los tártaros, que se tradujo al fi n en la diócesis de Caffa en la Gazaria (Crimea), donde ya se encontraba en 1316. Viajó constantemente durante unos años entre Caffa, Constantinopla y Aviñón a fi n de obtener apoyo para la misión. Precisamente du-rante su estancia en Aviñón, iniciada en 1321, tuvo lugar ante el papa un debate sobre la pobreza de Cristo, en la que intervino fray Jerónimo defendiendo las tesis de pobreza de su orden, que el papa no compartía, como tampoco su convicción que era posible atraer al emperador An-drónico II a la unión de las iglesias. Parece que murió en Aviñón, hacia 1327, en el transcurso de otro viaje. El autor analiza los contactos de fray Jerónimo con el emperador, con el dux de Venecia, con Marino Sanudo, con Jaime II, etc. y también su visión de la política a seguir en la zona. En general, estudia también la política misionera del papa Juan XXII, que quiso que fuera compartida por franciscanos y dominicos. Es un trabajo de gran interés.

Virginia Prevost, en La formation des réseaux ibadites nord-africains (VIIIe-XIIe siè-cle), analiza dos redes formadas por la secta kharigita o ibadita, que echó raíces entre los beré-beres en el siglo VIII; sus adeptos se instalaron en la región de Tahert con una cierta autonomía hasta que fueron atacados y derrotados por los fatimidas, chiitas, que dominaban el Magreb y tuvieron que mantenerse en la clandestinidad y disgregarse en diferentes asentamientos. Una de las redes que formaron fue la de la educación: tuvieron una especie de escuela ambulante que mantuvo la comunicación y la enseñanza de sus creencias entre las diversas comunidades. La otra red fue la del comercio: como buenos conocedores del territorio, desarrollaron el comer-cio transahariano. Fueron al Sudán, a Gana y Gao y a Sigilmasa, lugares en donde también se instalaron algunos de ellos, y llevaron hacia el Magreb mercancías de esos lugares y esclavos negros. Señala que fue una red paralela a la de los judíos, aunque estos no atravesaban el Saha-ra, se instalaron en los bordes del desierto y condujeron las mercancías hasta el Mediterráneo. Laurent Fenoy, Refuge et réseaux: les chrétiens orientaux en Chipre entre 1192 et 1473, destaca que antes de la instalación de los Lusignan en Chipre, la isla ya había sido refugio de gente que

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huía de confl ictos en esa zona del Mediterráneo oriental y que, cuando se produjeron nuevas migraciones en tiempos de los Lusignan, encontraron redes diaspóricas que les proporcionaron apoyo; así por ejemplo los sirios melquitas, jacobitas y nestorianos y más tarde maronitas y armenios. Fueron las expediciones mongoles y las de los mamelucos las que hicieron huir la población. En Chipre se instalaron con vocación de permanencia, no como refugio temporal. Tuvieron el apoyo de los Lusignan, a los que los sirios melquitas, por ejemplo, habían prestado dinero para comprar la isla a Ricardo Corazón de León. El cultivo de la caña de azúcar fue traí-do por esos emigrantes desde la costa siria y se debió también a ellos el desarrollo del comercio en Famagusta puesto que se trasladaron con ellos redes económicas de las ciudades portuarias sirio-palestinas. Comenta que, en general, se refugiaron en la isla los cristianos que estaban en relación con los latinos, mientras que no lo hicieron los que estaban en relación con los musul-manes. Vanesa Van Renterghem, en Structure et fonctionnement du réseau hanbalite bagdadien dans les premiers temps de la domination seljoukide (milieu du Ve-XIe siècle), analiza la red formada por los hanbalitas, un grupo religioso sunnita a través de las noticias aportadas por una fuente original, las anotaciones de un letrado hanbalita, escritas sin intención de publicarlas y que informan de las actividades del grupo o red, de las relaciones de vecindad, de la práctica religiosa colectiva junto con noticias de autoridades religiosas, de la transmisión del saber, del mecenazgo de los mercaderes ricos, de las estrategias matrimoniales, etc. La autora analiza las características de esa red.

Laurent Feller, en Groupements, aliances et réseaux. L’organisation des solidarités familiales dans l’Italie médiévale, se centra en el estudio de las alianzas familiares en la alta Edad media tanto entre las familias poderosas como en el medio rural. Destaca la importancia del respeto a las reglas de juego sociales y los odios y destrucción del grupo familiar que se-guían cuando no se observaban. Señala la importancia para los grupos poderosos de poseer igle-sias privadas y su inclinación a pedir el arbitraje de iglesias o monasterios en sus diferencias.

Claude Denjean, en Réseaux relationnels des prêteurs juifs de Cerdagne et du Rous-sillon, 1260-1420, analiza el funcionamiento del crédito rural en esas dos comarcas, su segu-ridad y sus condiciones, generalmente por una duración de tres a seis meses pero que a veces podía durar veinte años si el deudor iba pagando los intereses. Presenta los árboles genealógicos de las familias de algunos prestamistas judíos, que formaron una red o cadena que genera-ba confi anza, y presenta un gráfi co con la red geográfi ca de actuación de los prestamistas de Puigcerdà. Comenta también las difi cultades surgidas en la Corona de Aragón para los judíos relacionados con la corte que, después del Privilegio General de 1283, fueron excluidos de los cargos públicos y la marginalización de los judíos desde mediados del siglo XIV, lo que tam-bién acabó afectando a la reducción de ese negocio.

Por último, Georg Christ, en Passagers clandestins? Rôle moteur des galères vé-nitiennes et concurrence des navires ronds à Alexandrie au début du XVe siècle, señala que siempre se ha dado mucha importancia a las líneas ofi ciales venecianas de navegación, pero que el transporte naval libre era más importante y no era sólo de cabotaje. Se centra en la línea de Alejandría y en los años 1418-1419 y en una fuente inédita, el archivo privado del mercader veneciano Biagio Dolfi n, que fue cónsul de los venecianos en Alejandría. Después de trazar las características esenciales de la línea ofi cial, el monopolio del transporte de las especias y de los metales preciosos y la obligación de observar un calendario estricto para cumplir con las redes que dependían de esa (la de los mercaderes alemanes en Venecia y las líneas distribuidoras de las especias del Mediterráneo occidental y el Mar del Norte), comenta la navegación privada en naves redondas; en 1418-1419 fueron 20 las que acudieron a Alejandría contra sólo tres ga-leras. A esas cifras habría que añadir las naves que fueron a puertos menores del delta del Nilo. Las naves privadas solían hacer escala en Candia, Rodas y Modon, también podían navegar en convoy si había alguna amenaza, como cuando el pirata catalán Nicolau Sant Pere, que se re-fugiaba en Rodas, tomó algunas cocas venecianas, pero generalmente navegaban solas. Tenían mayor fl exibilidad y resultaban menos caras que las galeras ofi ciales, que tenían que cumplir un calendario y tenían un mayor gasto de personal; además tenían que comprar la pimienta del sultán, más cara de lo habitual puesto que en realidad era una especie de impuesto. A veces, los patrones y mercaderes intentaban escapar de la obligación de cargar en las galeras ofi ciales, especialmente en 1419, porque sabían que estaba a punto de llegar la pimienta más barata al Mar Rojo. El dilema se encontraba entre la oferta regular de las galeras ofi ciales que daban el

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prestigio a Venecia, y la fl exibilidad de las particulares; por ello dice que los mercaderes que usaban el segundo sistema eran como pasajeros clandestinos del sistema ofi cial, que les propor-cionaba una situación privilegiada.

En conjunto, ambos volúmenes aportan artículos de gran interés, aunque su encaje en el esquema de las redes es, a veces, algo forzado. La aplicación de ese esquema a la inves-tigación puede dar paso a algún punto de vista nuevo pero tampoco demasiado distinto del que se obtiene según los métodos tradicionales.

MARIA TERESA FERRER I MALLOLInstitut d’Estudis Catalans