Hacia una definición de las unidades fraseológicas coloquiales

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Studies in Hispanic and Lusophone Linguistics Volume 6, Issue 2 Fall 2013 Hacia una definición de las unidades fraseológicas coloquiales Carolina Travalia Hobart and William Smith Colleges Abstract Phraseology is often examined within the context of colloquial language. Given the figurative nature of both of these areas, it is easy to view all phraseology as colloquial. But not all idioms or proverbs can be used in informal contexts. Some are only appropriate for neutral or even formal settings. In this article, the author proposes a series of criteria for identifying colloquial phraseological units (PUs) in Spanish and distinguishing them from standard units. She focuses on idioms, routine formulae and proverbs, given that colloquial collocations have been defined in a previous work (Travalia 2008). Different guidelines for determining register are proposed for each group of PUs, based on their defining characteristics. The author analyzes examples of each class of PUs, using the suggested criteria, in order to test their validity. 1. Introducción Muchos son los estudios que tratan de la fraseología en el lenguaje coloquial. Autores como Ruiz Gurillo (1997, 1998) y Cascón Martín (2000) analizan el uso y la función de la fraseología en este registro. No obstante, trabajos de este tipo no ofrecen una definición concreta de las unidades fraseológicas (UFS) coloquiales. Por su parte, los diccionarios tanto monolingües como bilingües normalmente indican con una abreviatura (col o fam) las palabras y locuciones coloquiales y, por lo tanto, pueden ser una ayuda a la hora de distinguir entre una UF estándar y una coloquial. Sin embargo, estos recursos no bastan para clasificar estos tipos de UFS, puesto que, a veces, aunque una combinación determinada es coloquial, no aparece con la marca de este registro. Asimismo, a menudo los diccionarios difieren entre sí con respecto al nivel del habla de ciertas expresiones. Es fácil identificar, de forma científica, una unidad fraseológica. Esta debe ser una combinación de dos o más palabras, con cierto grado de fijación e idiomaticidad. Más difícil es comprobar de forma científica que una palabra o construcción es coloquial. Mientras que para la primera prueba hay una serie de rasgos concretos que debe reunir la unidad, para la segunda es más bien una cuestión de cómo suena o de quién la emplea normalmente. Con el fin de dar un

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Studies in Hispanic and Lusophone Linguistics Volume 6, Issue 2 Fall 2013

Hacia una definición de las unidades fraseológicas coloquiales

Carolina Travalia Hobart and William Smith Colleges

Abstract Phraseology is often examined within the context of colloquial language. Given the figurative nature of both of these areas, it is easy to view all phraseology as colloquial. But not all idioms or proverbs can be used in informal contexts. Some are only appropriate for neutral or even formal settings. In this article, the author proposes a series of criteria for identifying colloquial phraseological units (PUs) in Spanish and distinguishing them from standard units. She focuses on idioms, routine formulae and proverbs, given that colloquial collocations have been defined in a previous work (Travalia 2008). Different guidelines for determining register are proposed for each group of PUs, based on their defining characteristics. The author analyzes examples of each class of PUs, using the suggested criteria, in order to test their validity. 1. Introducción Muchos son los estudios que tratan de la fraseología en el lenguaje coloquial. Autores como Ruiz Gurillo (1997, 1998) y Cascón Martín (2000) analizan el uso y la función de la fraseología en este registro. No obstante, trabajos de este tipo no ofrecen una definición concreta de las unidades fraseológicas (UFS) coloquiales. Por su parte, los diccionarios tanto monolingües como bilingües normalmente indican con una abreviatura (col o fam) las palabras y locuciones coloquiales y, por lo tanto, pueden ser una ayuda a la hora de distinguir entre una UF estándar y una coloquial. Sin embargo, estos recursos no bastan para clasificar estos tipos de UFS, puesto que, a veces, aunque una combinación determinada es coloquial, no aparece con la marca de este registro. Asimismo, a menudo los diccionarios difieren entre sí con respecto al nivel del habla de ciertas expresiones. Es fácil identificar, de forma científica, una unidad fraseológica. Esta debe ser una combinación de dos o más palabras, con cierto grado de fijación e idiomaticidad. Más difícil es comprobar de forma científica que una palabra o construcción es coloquial. Mientras que para la primera prueba hay una serie de rasgos concretos que debe reunir la unidad, para la segunda es más bien una cuestión de cómo suena o de quién la emplea normalmente. Con el fin de dar un

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paso hacia la formalización del concepto de UF coloquial, nos planteamos desarrollar ciertos criterios básicos para su distinción y clasificación. Dado que hay varios tipos o esferas de UFS, debemos usar criterios distintos para distinguir las unidades coloquiales dentro de cada esfera. Después, aplicando los criterios presentados, analizaremos ejemplos de cada una de estas clases en términos de su registro. 2. Las esferas de la fraseología Las unidades fraseológicas se caracterizan por ser construcciones idiomáticas. Sin embargo, no todas presentan el mismo grado de fijación y opacidad en su significado. El nivel de idiomaticidad es solo uno de los aspectos a partir de los cuales se clasifican las unidades fraseológicas. Son muchas las tipologías de UFS en español. Para este trabajo, nosotros seguiremos la que ofrece Corpas (1996), en la que se distinguen tres tipos o esferas de unidades fraseológicas: las colocaciones, las locuciones y los enunciados fraseológicos. Esta última incluye las paremias y las fórmulas rutinarias. La primera esfera corresponde a la de las colocaciones. En un trabajo anterior (Travalia 2008), desarrollamos pautas para la delimitación y clasificación de las colocaciones coloquiales.1 Por eso, en este trabajo, no consideraremos las colocaciones. Nos limitaremos a ofrecer una breve definición de estas unidades para distinguirlas de las demás. Las colocaciones se encuentran a medio camino entre las combinaciones libres y las locuciones. Quizá la característica que más las aleja de las primeras y, al mismo tiempo, las acerca a las segundas, sea la co-aparición frecuente de sus constituyentes. Sin embargo, a diferencia de las locuciones, las colocaciones gozan de una transparencia semántica alta y presentan flexibilidad sintáctica. Asimismo, sus elementos revelan un vínculo léxico entre sí. En otras palabras, un elemento pide la presencia del otro. La palabra error, por ejemplo, pide la presencia de garrafal y no la de otros adjetivos, como exorbitante o grandioso. De los tipos de colocaciones, las formaciones de verbo más sustantivo (presentar una denuncia; saldar una deuda) son las más numerosas, seguidas por las de sustantivo y adjetivo (lucha reñida: escena dantesca). Existen otros tipos de colocaciones menos frecuentes como los de verbo más adverbio (rogar encarecidamente; rechazar categóricamente) o verbo y adjetivo (resultar ileso; salir malparado).

La segunda esfera comprende las locuciones (p.ej. estirar la pata; echar una cana al aire). Son unidades altamente idiomáticas; su significado no equivale a la suma del significado de sus constituyentes. Al mismo tiempo, no se pueden alterar sintácticamente y son unidades del sistema. Dentro de los enunciados fraseológicos, se hallan las fórmulas rutinarias y las paremias. Las fórmulas (p.ej. mira quién fue a hablar; ¿qué tal?) también están petrificadas en su significado y en su forma. Asimismo, constituyen elementos del habla cuya presencia depende de la situación comunicativa. Las paremias (p.ej. Más vale pájaro en mano que ciento volando; A

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buenas horas mangas verdes) se caracterizan igualmente por una fijación formal y semántica total. Solo algunas paremias en forma de infinitivo aceptan ajustes de concordancia: Juntarse el hambre con las ganas de comer → Se juntaba el hambre con las ganas de comer. Al igual que las fórmulas rutinarias, las paremias son unidades del habla, pero, a diferencia de estas, gozan de autonomía textual.

En nuestra delimitación de las UFS coloquiales, nos ocuparemos de las siguientes esferas: las locuciones y los enunciados fraseológicos (las fórmulas rutinarias y las paremias). Sin embargo, dentro de cada esfera, examinaremos solo las UFS verbales, es decir, las locuciones verbales, las fórmulas rutinarias verbales y las paremias verbales. Las UFS verbales han de contener un verbo en infinitivo o conjugado, y se diferencian de las UFS compuestas por adjetivos, nombres y pronombres. Estas últimas incluyen, por ejemplo, las locuciones adjetivales (p.ej. sano y salvo), algunas fórmulas rutinarias como la expresiva ¿Y qué? y ciertas paremias como la cita sangre, sudor y lágrimas de Churchill. Las locuciones verbales comprenden las siguientes estructuras: Binomios (dar y tomar) Verbo + pronombre (cargársela) Verbo copulativo + atributo (ser el vivo retrato de alguien) Verbo + sustantivo (CC) (dormir como un tronco) Verbo + suplemento (oler a cuerno quemado) Verbo + sustantivo (OD)2 (costar un ojo de la cara) También incluimos aquí las locuciones causales:3 Sustantivo (Suj) + predicado (salirle a alguien el tiro por la culata) Las fórmulas rutinarias verbales incluyen: Fórmulas de apertura y cierre (¿Qué hay?) Fórmulas de transición (Para que veas) Fórmulas expresivas (¡Y que lo digas!) Fórmulas directivas (Quítate de mi vista) Fórmulas asertivas (Como lo oyes) Las paremias verbales son: Las de valor específico (Si te he visto no me acuerdo) Las citas (La vida es sueño) Los refranes (Vísteme despacio que tengo prisa) En el Cuadro 1 resumimos los rasgos de los tres tipos de UFS que consideraremos en este estudio, según Corpas (1996): la locución, la fórmula rutinaria y la paremia. Destacamos en cursiva los rasgos concretos en los que se basarán nuestros criterios.

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Locución: (Meter la pata)

Fórmula rutinaria: (Te acompaño en el sentimiento)

Paremia: (Al que madruga, Dios le ayuda)

Fijación formal semi- total

Fijación formal semi-total/ total

Fijación formal total

Idiomaticidad Petrificación semántica Lexicalización Dependencia pasemática Dependencia situacional

Dependencia situacional/ Autonomía textual

Unidad del sistema Unidad del habla Unidad del habla Cuadro 1. Rasgos de las locuciones, fórmulas rutinarias y paremias

Los criterios que emplearemos para la clasificación de UFS coloquiales estarán basados en su idiomaticidad, en el caso de las locuciones, y su dependencia situacional, en el caso de las fórmulas y las paremias. Además, en lo que concierne a las fórmulas, también será fundamental su función, como veremos en el Apartado 3.2. 3. Delimitación de las unidades fraseológicas coloquiales Según el DRAE, la palabra coloquial equivale a un lenguaje utilizado en una conversación informal y distendida en oposición al lenguaje estándar y al lenguaje formal. Quizá el rasgo más importante del lenguaje coloquial sea la expresividad. Según Vigara Tauste (1980, pp.16-17), la expresividad nace del impulso del hablante de comunicar su propio yo.

El lenguaje coloquial es muchas veces figurado, gracias a la presencia de la fraseología y también a la de las lexías simples coloquiales. Es muy común el uso de términos como pata para referirse a la pierna, coco para hablar de la cabeza y otros usos figurados como decir que alguien se ha trasquilado en vez de decir que se ha cortado el pelo. A través de estos usos figurados de la lengua, los hablantes consiguen ser expresivos. Además de la expresividad, Vigara Tauste (1980) subraya la afectividad y la subjetividad de la actitud como características del lenguaje coloquial. El lenguaje coloquial, para la mayoría de los hablantes, es el registro en el que se sienten más cómodos comunicándose. Este es su registro habitual o neutro. En él, se manifiesta todo tipo de aspectos expresivos como la ironía, el humor, el enfado y otras emociones, gracias a la confianza que comparte con el interlocutor. La salida de este registro neutro provoca en el hablante una relativa inseguridad lingüística en parte porque sus interlocutores pasan a ser personas con las que no tiene confianza. El resultado de dicha salida es una reducción de los aspectos afectivos de la lengua. El

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habla estándar, pues, sirve más para comunicar información y menos para expresar los sentimientos y reforzar la identidad del emisor. Existen numerosos diccionarios sobre la fraseología en español y también cuantiosos diccionarios sobre el lenguaje coloquial en dicho idioma. En muchos casos, si intercambiáramos el título de uno de los primeros por el de uno de los segundos, los títulos seguirían siendo representativos del contenido de cada diccionario. En otras palabras, un gran número de lexías recogidas en diccionarios fraseológicos son coloquiales y una parte importante de las lexías que aparecen en diccionarios de lenguaje coloquial son fraseológicas. En las primeras páginas del Diccionario fraseológico del español moderno, por ejemplo, encontramos expresiones coloquiales como no [necesitar / tener] abuela, [cambiarle / mudarle] el agua a las aceitunas y tapar agujeros. Una reseña del Diccionario del Español Coloquial de Ediciones Akal señala la presencia significativa de la fraseología en el diccionario: “tienen cabida en la obra todo tipo de locuciones verbales y preposicionales, desde las más castizas (Tener más cuento que Calleja, p.273) hasta los modismos más actuales (estar espídico; estar fuera de onda, p.117)” (Res. de Diccionario Akal). Otros diccionarios no intentan separar la fraseología del lenguaje coloquial y ofrecen ambos elementos, como el Diccionario del español coloquial: dichos, modismos y locuciones populares y el Diccionario de modismos y lenguaje coloquial (español-alemán). En algunos casos, los diccionarios de fraseología ofrecen marcas de registro. El Diccionario fraseológico documentado del español actual de Seco & Andrés (2004), por ejemplo, usa las siguientes abreviaturas: (col), (vulg), (juv) y (jerg). A pesar de que no estemos de acuerdo con todas las calificaciones de registro de Seco & Andrés,4 la obra constituye una herramienta útil para nuestra delimitación. ¿Con qué criterios se determina que una unidad es coloquial, no solo en el diccionario de Seco & Andrés sino en cualquier diccionario, sea monolingüe, bilingüe o de un campo especializado? Aparte de consultar cómo otros autores o lexicógrafos la han calificado en sus obras, depende de cómo suene al oído nativo. El hablante es capaz de discernir si una construcción es más apropiada para un contexto informal, si la usan solo los jóvenes o si resulta obscena y es, por tanto, vulgar. El parlante nativo tiende a percibir las unidades fraseológicas – y sobre todo las locuciones – como elementos coloquiales, debido a su naturaleza figurada. Sin embargo, solo una muestra de las colocaciones, locuciones, fórmulas rutinarias y refranes forma parte del registro coloquial. 3.1 Las locuciones Sin duda, las locuciones son la UF cuya clasificación según el registro presenta mayor dificultad. Como hemos dicho (véase Apartado 3.), en general, las locuciones se aprecian como unidades coloquiales. El carácter figurado tanto de las locuciones como del lenguaje coloquial es una de las razones por las que a veces es difícil

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separar los dos conceptos. Sin embargo, no podemos negar que hay una diferencia de registro entre algunas locuciones. Si consideramos, por ejemplo, las locuciones comerse el marrón y romper el hielo, vemos que la primera pertenece claramente al registro coloquial, mientras que la segunda es más propia de un nivel de habla estándar. Comerse el marrón se usaría solo con amigos en un contexto informal. Romper el hielo, en cambio, se podría emplear con personas de un rango superior, por ejemplo, en una reunión de trabajo. Las locuciones son unidades altamente idiomáticas. Por esta razón, emplearemos criterios relacionados con la idiomaticidad para distinguir las locuciones coloquiales de las locuciones estándar. Como sabemos, el rasgo de la idiomaticidad implica que el significado del conjunto no se puede deducir a partir de la suma del sentido de sus constituyentes. El lenguaje coloquial también se caracteriza por ser figurado, por lo que las locuciones coloquiales presentan, en general, un grado de idiomaticidad aún más alto que las locuciones estándar. En concreto, la locución coloquial no constituye una imagen figurada del concepto que representa, mientras que en el caso de las locuciones estándar normalmente existe una relación entre la interpretación literal de la expresión y su significado. Por esta razón, los hablantes no nativos suelen tener mayores dificultades para entender el significado de las locuciones coloquiales. Si consideramos la locución coloquial comerse el marrón, vemos que no presenta una imagen de ser el que “carga con la culpa de un delito, se haya cometido o no” o “cargar con alguna obligación ingrata” (DRAE). La locución estándar romper el hielo, en cambio, refleja figuradamente la idea de quebrantar (romper) la reserva, el embarazo o el recelo (el hielo) que existe en el trato personal o en una reunión (DRAE). Por supuesto que hay locuciones coloquiales menos opacas que otras desde el punto de vista semántico. Alba-Salas (2006) recalca la posibilidad de someter algunas locuciones a un análisis semicomposicional metafórico, aunque no hace mención de su relación con el registro.

[…] Mientras que algunas expresiones idiomáticas parecen completamente opacas en cuanto a su sentido (tomar el pelo), otras son susceptibles de un análisis semicomposicional metafórico (por ejemplo, un hablante puede, hasta cierto punto, establecer un vínculo conceptual entre la imagen evocada por estirar la pata y su significado de ‘morir’). Alba-Salas (2006, p.52)

Estirar la pata es un ejemplo de una locución coloquial semánticamente más transparente. Como sugiere Alba-Salas, la imagen de estirar la pierna concuerda con la idea de rígor mortis. Hincar los codos es otra locución coloquial cuyo significado se puede intuir a través de la imagen que representa: cuando uno se pone a estudiar seriamente apoya los codos en la mesa. Volveremos sobre estos casos más adelante en esta sección.

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A continuación, presentaremos algunos criterios para distinguir entre las locuciones coloquiales y las locuciones estándar. El punto clave es la imagen visual que representa la locución, así como la relación entre dicha imagen y el significado de la locución. Con imagen visual nos referimos, de nuevo, al hecho de que la interpretación literal de la expresión cree una imagen. Es preciso mencionar que la imagen visual no ha de confundirse con el origen histórico de la locución. Puede que el origen de dar caña sea la acción de la persona montada en una carroza de pegar al caballo con un palo o una caña para que este vaya más rápido. Pero el significado literal no es aumentar la velocidad de algo mediante golpes, sino entregarle una caña, esto es, un tallo, a alguien. Se trata, por lo tanto, de interpretarla de forma literal y no de examinar la procedencia de la expresión. Estos son los criterios que proponemos para determinar el registro de las locuciones: a. La imagen visual corresponde al significado locucional (estándar) b. La imagen visual no corresponde al significado locucional (coloquial) Representaremos esta prueba con la siguiente fórmula: Locución: [imagen visual]x ≈ o ≠ [significado locucional]y

Donde la imagen visual puede corresponder al significado: x ≈ y, o no: x ≠ y. En el caso de que corresponda, la locución es estándar. En el caso de que no corresponda, la locución es coloquial. Consideremos el ejemplo de la locución calentar motores en (1). Su significado es preparase para iniciar una actividad. (1) Calentar motores:

[imagen visual]poner en marcha un vehículo ≈ [significado locucional]prepararse para iniciar una

actividad La idea del inicio de una actividad y de la preparación de esta está presente tanto en la imagen visual como en el significado locucional. Dado que ambos aspectos coinciden, podemos concluir que la locución es estándar. Si la imagen visual no corresponde al significado locucional, concluimos que se trata de una locución coloquial. Veamos en (2) el ejemplo tomarle el pelo a alguien que, según el DRAE, significa “burlarse de [alguien] con elogios, promesas o halagos fingidos.” (2) Tomar el pelo a alguien: [imagen visual]cogerle el pelo a alguien ≠ [significado locucional]burlarse de alguien En este ejemplo, la imagen visual es la de coger físicamente el pelo a una persona. El significado locucional, en cambio, se refiere a la acción de burlarse de

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alguien. Dado que no hay coincidencia, podemos concluir que la locución es coloquial. Sin embargo, no todas las locuciones coloquiales cumplen este requisito. Si volvemos a la locución hincar los codos, vemos que la imagen visual (poner los codos encima de la mesa) tiene relación con el significado locucional (“estudiar con ahínco”) (DRAE). No obstante, podemos observar que de los dos elementos de la locución, uno es marcado. Hincar es un término que no se usaría normalmente para describir la acción de poner los codos encima de la mesa. Para crear la misma imagen se tendería a usar una palabra neutra como poner o apoyar. Hincar en este contexto es enfático y expresivo. Por eso, para poder distinguir las locuciones estándar de las locuciones coloquiales – incluidas aquellas similares a hincar los codos – es preciso aplicar una segunda prueba, además de la que ya hemos especificado. Prueba 1: la imagen está relacionada metafóricamente con el significado si la respuesta es “no” → la locución es coloquial si la respuesta es “sí” → pasar a prueba 2

Prueba 2: uno de los constituyentes es marcado en el sentido de que existe otra palabra más neutra que resultaría más natural en ese contexto

si la repuesta es “no” → la locución es estándar si la respuesta es “sí” → la locución es coloquial Locución: [constituyentes]x ≈ o ≠ [términos marcados]y

Donde los constituyentes pueden ser términos marcados: x ≈ y, o no: x ≠ y. En el caso de que son términos marcados, la locución es coloquial. En el caso de que no son términos marcados, la locución es estándar. En el Cuadro 2 analizaremos una serie de locuciones según el registro al que pertenezcan para comprobar que las pruebas ideadas son válidas. Nos valdremos de los siguientes símbolos: X = No, la imagen no guarda relación con el significado locucional; √ = Sí, la imagen guarda relación con el significado locucional.

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Locución Imagen- significado

Elemento marcado

Registro

1. buscar una aguja en el pajar

√ –La idea de buscar un objeto tan pequeño en un lugar tan grande y desordenado sí refleja el concepto de intentar lo imposible.

NO Estándar

2. coger comba X –Coger una comba no refleja la idea de habituarse (a algo).

N/A Coloquial

3. consultar con la almohada

√ –Se consulta a alguien o algo cuando se tiene un dilema. La almohada se usa para dormir. Sí, representa la idea de resolver un dilema mientras se duerme.

NO Estándar

4. cortarle las alas a alguien

√ –Si se le cortan las alas a un pájaro, ya no puede volar. Volar se relaciona con la libertad. Sí, refleja la idea de quitarle libertad a alguien.

NO Estándar

5. cruzársele los cables a alguien

√ –La imagen de unos cables que se cruzan sí representa el concepto de sufrir una confusión momentáneamente.

SÍ –“Idea” sería un término más natural que “cable” para esa imagen.

Coloquial

6. dar calabazas

X –Entregar unas calabazas a alguien no guarda relación con rechazar una petición amorosa.

N/A Coloquial

7. dar rienda suelta

√ –La imagen es soltar las riendas a un caballo, dejándolo libre para determinar su propia trayectoria. Sí refleja la idea de dar libertad a alguien o algo.

NO Estándar

8. darle a la alpargata

√ –La alpargata es un zapato tradicional de España. Sí representa la idea de practicar habitual o insistentemente la acción de caminar.

SÍ –El término neutro “zapato” sería más natural que “alpargata” en este contexto.

Coloquial

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9. estrujarse las meninges

√ –La imagen de exprimirse el cerebro sí está relacionada con la idea de discurrir.

SÍ –“Cerebro” sería un término más natural para esa imagen. “Meninges” es especializado.

Coloquial

10. hacer buenas migas

X Hacer migas no tiene nada que ver con llevarse bien con alguien.

N/A Coloquial

11. no pegar ojo √ –Cuando se duerme se cierran los ojos. La imagen de no cerrar el ojo sí representa la idea de no dormir.

SÍ –En este contexto “cerrar” sería un término más natural que “pegar.”

Coloquial

12. planchar la oreja

√ –Cuando se duerme boca abajo o de lado, la cabeza se coloca de lado y, de esta forma, la oreja queda aplastada. La imagen de aplastar la oreja sí está relacionada con dormir.

SÍ –“Aplastar” sería una palabra más adecuada para esta imagen.

Coloquial

13. quitar algo / a alguien de la cabeza

√ –Sacar algo de la mente sí representa la idea de disuadir a alguien del concepto que se había formado.

NO Estándar

14. rizar el rizo √ –El rizo ya está rizado. Rizándolo no se consigue nada que no se tenía antes. Sí, está relacionado con la noción de complicar algo inútilmente.

NO Estándar

15. vender la moto a alguien

X –Vender una moto no tiene relación con la noción de engañar a alguien.

N/A Coloquial

Cuadro 2. Análisis de las locuciones según su registro Según esta clasificación, el grado de idiomaticidad es más alto en las locuciones coloquiales que en las locuciones estándar. Locuciones coloquiales como dar calabazas, coger comba, hacer buenas migas y vender la moto a alguien no constituyen una imagen figurada del concepto que representan. Las locuciones estándar, por el contrario, tienden más a crear dicha imagen, por ejemplo en (3).

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(3) a. Cortarle las alas a alguien (no. 4 en Cuadro 2): si un ser tiene alas, puede volar y, por tanto, tiene libertad. Si se las cortan, no podrá volar y, como consecuencia, no tendrá libertad.

b. Dar rienda suelta (no. 7 en Cuadro 2): si se sueltan las riendas de un caballo, este tiene la libertad para ir donde quiera y hacer lo que quiera. Lo mismo es cierto para una persona, esto es, si se le da rienda suelta, disfruta de la libertad para hacer lo que quiera.

Con todo, existen algunas locuciones coloquiales que proporcionan una imagen visual de su significado. En ellas, la identificación es posible porque contienen un término contextualmente marcado. Dicho de otra forma, en el contexto de la imagen implicada por la expresión, el uso de una palabra neutra sería más natural. Las locuciones de este tipo que hemos identificado en nuestro corpus se recogen en (4) (la palabra contextualmente marcada está subrayada y a la derecha de la flecha se encuentra el término neutro que resultaría más natural en ese contexto). (4) a. cruzársele los cables a alguien (no. 5 en Cuadro 2) → ideas b. darle a la alpargata (no. 8 en Cuadro 2) → zapato c. estrujarse las meninges (no. 9 en Cuadro 2) → cerebro d. no pegar ojo (no. 11 en Cuadro 2) → cerrar e. planchar la oreja (no. 12 en Cuadro 2) → aplastar La presencia de la palabra marcada es lo que proporciona el carácter coloquial a estas locuciones. Es más expresivo decir cables en vez de ideas (en la locución cruzársele los cables a alguien) y meninges en vez cerebro (en la locución estrujarse las meninges). Para resumir, pues, hemos identificado los siguientes tipos de locuciones coloquiales: 1. Locuciones cuya imagen de base no corresponde a su significado denotativo (coger comba) 2. Locuciones con un elemento marcado (darle a la alpargata ) Dado que, de los tres tipos de unidades fraseológicas, las locuciones son las más difíciles de clasificar según su registro, en el Apéndice ofrecemos más ejemplos de estas unidades analizadas. 3.2 Fórmulas rutinarias A primera vista, puede parecer que todas las fórmulas rutinarias forman parte del mismo nivel de habla, esto es, el estándar. Sin embargo, si comparamos expresiones como Cuéntaselo a tu abuela y Te acompaño en el sentimiento, vemos que pertenecen a registros distintos. La primera es coloquial, al ser más indicada para

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conversaciones entre personas que tienen confianza. La segunda, en cambio, es estándar; se emplea normalmente en situaciones más formales. Corpas (1996, p.183) señala algunas fórmulas que pertenecen al registro coloquial: Ya lo creo; Apaga y vámonos; Con perdón. No obstante, esta autora no indica las razones por las que denomina estas expresiones coloquiales. De nuevo, lo que pretendemos es desarrollar unos criterios concretos que permitan la distinción entre las fórmulas coloquiales y las estándar. Las fórmulas rutinarias son determinadas por su uso en circunstancias concretas. Este rasgo de la dependencia situacional, que Corpas (1996, p.174) califica como “uno de los aspectos más significativos de estas unidades,” formarán la base de nuestros criterios. También tomaremos en consideración la función de las fórmulas. Como actos ilocucionarios, sirven para enunciar, preguntar, mandar, prometer, etc. Algunas fórmulas transmiten los sentimientos o la disposición del hablante, mientras que otras cumplen finalidades sociales o estructuradoras dentro del discurso (Roos 1985, p.77). Coulmas (1985) denomina las fórmulas que expresan los sentimientos o la disposición del hablante psico-ostentivas. Estas fórmulas expresivas pueden comunicar, entre otras cosas, disgusto, protesta, enfado y sorpresa por una acción abusiva. Las fórmulas rutinarias coloquiales se encuentran dentro del tipo de las psico-ostentivas. Sabemos que el lenguaje coloquial se caracteriza por la expresividad que, según Vigara Tauste (1980, p.16-17), es “la manifestación lingüística externa del ánimo del hablante.” Asimismo, en el lenguaje coloquial, el hablante presenta una actitud afectiva y subjetiva, al expresar enfado, humor e ironía. Por esta razón, nos parece lógico suponer que las fórmulas rutinarias coloquiales transmiten los sentimientos y la disposición del hablante. En concreto, veremos que las fórmulas rutinarias coloquiales revelan un tono agresivo. El adjetivo agresivo se define (en este contexto) como algo “que implica provocación o ataque” (DRAE). Con un discurso o unas palabras agresivas, el hablante desafía al interlocutor. Este tono agresivo se manifiesta en las fórmulas rutinarias coloquiales de varias formas. Los mandatos constituyen un modo de trasmitir agresividad. Con el mandato, el hablante se muestra exigente y hasta dominante. Sabemos que no solo se expresa el mandato a través del modo imperativo (Vete). El presente o el futuro del indicativo con una entonación firme sirve para transmitir un mandato: Me llamas cuando llegues, Me llamarás cuando llegues. El gerundio también funciona como mandato: ¡Andando! Además de los mandatos, las palabras malsonantes también pueden ser agresivas al expresar una actitud de enfado. ¡Me cago en… !, por ejemplo, tiene connotaciones agresivas. Por último, la ironía y el sarcasmo conllevan a menudo un tono agresivo. Alguien que desconfía de la identidad de una persona puede responder: Si tú eres ----, yo soy el Rey de España. Esta frase irónica tiene una intención claramente desafiante. Las fórmulas rutinarias estándar, en cambio, no son psico-ostentivas y carecen de cualquier tono agresivo. Tienen una finalidad social (Roos 1985). En algunos

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casos, presentan una función de cortesía (¿Por qué te has molestado?). En otros, son neutras y sirven para comunicar información de forma eficiente, p.ej. ¡Hombre al agua! Si se cae un hombre al mar, la forma más eficaz de avisar a los demás de lo sucedido es con una expresión hecha. Si se utilizara una combinación libre, no solo el hablante perdería tiempo buscando las palabras individuales necesarias de su lexicón para crear la frase, sino que también los interlocutores tardarían más en procesar su significado. Si hubiera, además, interferencia en forma de ruido, se reconocería más fácilmente una fórmula que una combinación libre. La función de este tipo de fórmulas, en general, es mantener la estabilidad social. Una forma de hacerlo es promover las costumbres de la sociedad. La fórmula Colorín, colorado, este cuento se ha acabado es una manera común de poner fin a los cuentos infantiles. Su repetición ayuda a conservar la tradición de una sociedad. Ábrete, sésamo, que procede del cuento Alí Babá y los cuarenta ladrones, de las Mil y una noches, cumple la misma función. A veces las fórmulas rutinarias estándar contienen un mandato. Los mandatos de las fórmulas estándar, empero, no constituyen órdenes de verdad. La fórmula estándar Sálvese quien pueda, por ejemplo, no va dirigida a nadie, sino que, de forma general, incita a huir y sin ningún orden cuando es difícil enfrentarse a un ataque (DRAE). La fórmula Vaya con Dios, en cambio, va dirigida al interlocutor, pero presenta la forma de Usted y, además, se trata de un deseo positivo. Hemos establecido, entonces, que las fórmulas rutinarias coloquiales presentan un tono agresivo, mientras que las fórmulas rutinarias estándar carecen de este rasgo. Juzgaremos que una fórmula presenta un tono agresivo si constituye un mandato que va dirigido al interlocutor, si contiene una o más palabras malsonantes, si expresa enfado o reproche y si revela una intención irónica. Examinemos ahora una serie de fórmulas para determinar el registro al que pertenecen en el Cuadro 3.

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Fórmula rutinaria Tono agresivo Registro 1. ahí te quedas SÍ –El presente del indicativo funciona

como mandato. Sí es agresiva. Coloquial

2. apaga y vámonos SÍ –Incluye un mandato. Sí es agresiva. Coloquial

3. ¿cuándo hemos comido juntos?

SÍ –El hablante sabe que no existe intimidad y a través de esta pregunta reprocha al interlocutor su presunción. Sí es irónico.

Coloquial

4. cuéntaselo a tu tía

SÍ –Constituye un mandato. Sí es agresiva. Coloquial

5. ¿en qué puedo ayudarle?

NO – No contiene elementos agresivos.

Estándar

6. hay que joderse SÌ –La palabra joderse es malsonante. Sí, la fórmula es agresiva.

Coloquial

7. ¡lo que faltaba! SÍ –Es irónica. Significa que algo desagradable que sucede es el colmo. Esta acción no hacía falta, sino que más bien sobraba. Sí, es agresiva.

Coloquial

8. mira quién fue a hablar

SÍ –Contiene un imperativo. Sí es agresiva. Coloquial

9. nadie te ha dado vela en este entierro

SÍ –Expresa un reproche. Sí es agresiva.

Coloquial

10. que aproveche NO –No contiene elementos agresivos. Expresa un deseo.

Estándar

11. que en paz descanse

NO – Constituye un deseo y no un mandato. No es agresiva.

Estándar

12. si me apuras NO –Tiene un tono ligero y muchas veces jocoso. No resulta agresiva.

Estándar

13. vete a freír espárragos

SÍ –Constituye un mandato. Sí es agresiva. Coloquial

14. vivieron felices y comieron perdices

NO –No contiene elementos agresivos. Estándar

15. y a mí que me parta un rayo

SÍ –Es irónica: lo que se critica es el desinterés mostrado hacia la persona en cuestión. Pero lo que se desea es la atención, no el daño. Sí es agresiva.

Coloquial

Cuadro 3. Análisis de las fórmulas rutinarias según su registro

Hacia una definición de las unidades fraseológicas coloquiales 15

En nuestro corpus, hemos identificado fórmulas rutinarias coloquiales porque revelan un aspecto agresivo. Dicho tono se manifiesta a través de un tono irónico, un mandato o una o más palabras malsonantes, como vemos en (5)-(8). (5) Fórmulas rutinarias de nuestro corpus que presentan un tono irónico a. ¡Lo que faltaba! (no. 7 en Cuadro 3) b. Y a mí que me parta un rayo (no. 15 en Cuadro 3) (6) Fórmulas que constituyen un mandato a. Ahí te quedas (no. 1 en Cuadro 3) b. Cuéntaselo a tu tía (no. 4 en Cuadro 3) c. Apaga y vámonos (no. 2 en Cuadro 3) d. Mira quién fue a hablar (no. 8 en Cuadro 3) e. Vete a freír espárragos (no. 13 en Cuadro 3) (7) Fórmulas que expresan reproche o enfado a. ¿Cuándo hemos comido juntos? (no. 3 en Cuadro 3) b. Nadie te ha dado vela en este entierro (no. 9 en Cuadro 3) (8) Fórmula que contiene una palabra malsonante Hay que joderse (no. 6 en Cuadro 3) Es posible imaginar el uso de estas fórmulas rutinarias coloquiales en un contexto informal entre personas que tienen confianza o que son del mismo estatus. Por su parte, las fórmulas estándar que hemos analizado, como Que en paz descanse o ¿En qué puedo ayudarle? no presentan un tono agresivo. No comunican reproche y carecen de un sentido irónico o sarcástico, de mandatos y de palabras malsonantes. Sin embargo, conviene resaltar que algunas fórmulas estándar se pueden emplear de forma sarcástica. Consideremos el siguiente ejemplo: “¿Así que prefieres ir al cine con tu vecino en vez de conmigo? Vale. Que os aproveche.” El hablante está molesto porque su amiga se va al cine con otra persona y expresa su enfado a través del uso sarcástico de la fórmula Que [os] aproveche. Utilizada de este modo, la fórmula adquiere un tono agresivo y, como resultado, pasa a formar parte del registro coloquial. No obstante, en este trabajo nos interesa identificar las fórmulas rutinarias coloquiales – y también las locuciones y las paremias coloquiales – independientemente del contexto. Solo a partir de una definición objetiva, los trabajos lexicográficos podrán señalar de forma sistemática las UFS coloquiales.

16 Carolina Travalia

3.3 Las paremias Las paremias, al igual que las fórmulas rutinarias, se consideran normalmente como construcciones del registro estándar. Sin embargo, si comparamos las paremias Más vale pájaro en mano que ciento volando y Si te he visto, no me acuerdo, vemos que forman parte de niveles de habla distintos. La segunda es coloquial por su carácter irónico. La primera carece de ironía y pertenece al nivel estándar de la lengua. Las tres clases de paremias señaladas por Corpas (1996) son: 1. las de enunciados de valor específico; 2. las citas; 3. los refranes. Los refranes y las citas, cuya única diferencia es que el origen de las segundas es desconocido, expresan una verdad general y se usan para “relacionar lo comentado (o un aspecto de ello) con una clase de situaciones” (Corpas 1996, p.137). Por su parte, los enunciados de valor específico no se pueden considerar verdad en sí mismos (Corpas 1996, p.138). Solo esta última clase de paremias puede ser coloquial. Corresponde señalar, sin embargo, que no todos los enunciados de valor específico son coloquiales, como es el caso de Las paredes oyen y Ahí le duele. A diferencia de los refranes y las citas, que disfrutan de autonomía textual, los enunciados de valor específico han de producirse con relación a un contexto determinado. Además, pueden transmitir información acerca de la actitud del hablante.5 En estos dos aspectos, los enunciados se aproximan a las fórmulas rutinarias. No obstante, se distinguen de las fórmulas en que no van dirigidos al interlocutor y, por lo tanto, no pueden expresar reproche o enfado. Dadas estas características, para identificar las paremias coloquiales podemos aplicar el criterio de la ironía, pero no el de la agresividad. A buenas horas mangas verdes, por ejemplo, es un enunciado de valor específico considerado coloquial (A buen entendedor, p.39) que critica de una forma sarcástica el hecho de que la ayuda solicitada llegue tarde. Tiene su origen en la Santa Hermandad, cuyos miembros llevaban mangas verdes y a menudo llegaban tarde a la escena de un crimen. Es irónico porque, aunque sus constituyentes son positivos (buenas), su sentido es negativo. También es posible ser irónico ofreciendo una desfiguración de un hecho (‘misrepresentation’) (Alba Juez 1996). La intención del hablante no es engañar al interlocutor, como en el caso de la mentira. Al revés, el hablante irónico quiere que el interlocutor reconozca el significado secundario. Las paremias estándar no conllevan un sentido irónico. En todas partes cuecen habas, por ejemplo, es una paremia estándar. Comenta una verdad general al expresar que un inconveniente determinado no es exclusivo del lugar o la persona a la que afecta, y carece de ironía. Lo prometido es deuda y No haber moros en la costa también son paremias estándar. Hacen referencia a situaciones específicas y no presentan un sentido irónico. Analizaremos, a continuación, algunas paremias para determinar si son o no coloquiales en el Cuadro 4. Para ello, emplearemos el criterio de la ironía.

Hacia una definición de las unidades fraseológicas coloquiales 17

Examinaremos lo que el hablante desea expresar y lo que dice de verdad, además de cómo representa los hechos. Paremia Sentido irónico Registro 1. a falta de pan buenas son tortas

NO –Es una referencia transparente al aprecio por el sustituto de algo: tortas en vez de pan. No revela ironía.

Estándar

2. dentro de cien años todos calvos

NO –Relativiza la importancia que parece tener un hecho en el presente. Hace referencia al hecho de que dentro de cien años estaremos todos muertos y no significará nada. No es irónica.

Estándar

3. dime con quién andas y te diré quién eres

NO –El significado es transparente: las personas suelen asociarse con gente con personalidades, gustos y creencias parecidos. No revela ironía.

Estándar

4. el coche de San Fernando, un ratito a pie y otro andando

NO –Habla de ir a pie. Hay repetición de esta idea (“a pie” y “andando”), además de rima. Pero no contiene ironía.

Estándar

5. el diablo las carga6

SÍ –La palabra escopetas está implícita. El diablo no puede cargar escopetas. Decir que las carga es una desfiguración. Sí es irónica.

Coloquial

6. el horno no está para bollos

SÍ –Expresa que no es el momento adecuado para algo. El horno está pensado para cocer, entre otras cosas, bollos. Decir que no “está” para su única función es una desfiguración. Síes irónica.

Coloquial

7. el mundo es un pañuelo

NO –Expresa que el mundo es pequeño, como un pañuelo. No hay ironía.

Estándar

8. el que no llora no mama

NO –Es una alusión a un bebé que, si no llora, su mamá no sabe que tiene hambre y no lo amamanta. No contiene ironía.

Estándar

9. el que tiene un tío en Alcalá, ni tiene tío ni tiene ná

SÍ –Si una persona tiene un tío, no es lógico afirmar a continuación que no lo tiene. Sí es irónico.

Coloquial

10. en boca cerrada no entran moscas

NO –Expresa que a veces es mejor callar, a través de la imagen de mantener la boca cerrada. No revela ironía.

Estándar

18 Carolina Travalia

11. éramos pocos y parió la abuela

SÍ –Indica un aumento inoportuno del número de personas. Constituye una desfiguración porque hay muchas personas (no “pocas”) y no es normal que una abuela dé a luz. Sí es irónica.

Coloquial

12. llamar al pan, pan y al vino, vino

NO –Expresa la idea de llamar a las cosas por su nombre. No es irónica.

Estándar

13. no hay más cera que la que arde

NO –Con la metáfora de la cera, comenta que no hay alternativas a lo que se tiene. No revela ironía.

Estándar

14. si te he visto, no me acuerdo

SÍ –Tiene un sentido irónico. Si has visto a alguien, lo normal es que te acuerdes. Sí, se emplea para expresar ironía.

Coloquial

15. vísteme despacio, que tengo prisa

NO –A pesar de ser contradictoria, ya que lo normal sería querer que le vistieran más rápido por tener prisa, la frase no es irónica.

Estándar

Cuadro 4. Análisis de las paremias según su registro Las paremias coloquiales, como hemos visto, se caracterizan por aplicarse a situaciones específicas y por contener un significado irónico. Lo que el hablante quiere expresar es lo opuesto de lo que dice, como en el caso de Éramos pocos y parió la abuela, ya que en realidad se parte de que hay muchas personas. El aspecto irónico puede venir igualmente de una desfiguración de un hecho. Decir que El horno no está para bollos no representa fielmente la realidad. La función de un horno es precisamente cocer alimentos, como los bollos. El ejemplo de El diablo las carga también es una desfiguración de un hecho. El diablo, tal y como se entiende en la tradición judeocristiana, no tiene presencia física en la tierra y, por tanto, no puede cargar escopetas. Estas paremias coloquiales son más apropiadas para contextos informales entre amigos, familiares o personas con confianza. Las paremias estándar transmiten verdades generales o contienen un valor específico. La frase El mundo es un pañuelo, por ejemplo, expresa una verdad general. Dentro de cien años, todos calvos, en cambio, se refiere a una situación concreta. Estas dos paremias pueden utilizarse en circunstancias formales. 4. Conclusiones En este trabajo, hemos iniciado el proceso de delimitar las UFS coloquiales en español. Para ello, nos hemos valido de los rasgos principales del lenguaje coloquial, un registro expresivo a través del cual el hablante transmite su

Hacia una definición de las unidades fraseológicas coloquiales 19

personalidad y sus emociones. Basándonos en las características y funciones de tres grupos de unidades fraseológicas definidos por Corpas (1996), – y limitándonos a las unidades con verbo dentro de cada grupo – hemos establecido una serie de parámetros a través de los cuales es posible determinar si una unidad particular forma parte del registro estándar o del registro coloquial. Para las locuciones, que son elementos idiomáticos, el registro se puede averiguar gracias a la relación entre la imagen representada y el significado. El nivel del habla de las fórmulas rutinarias, que se caracterizan por su dependencia situacional y por su función expresiva, se sujeta al criterio de la agresividad, el cual se expresa mediante mandatos, palabrotas e ironía. La ironía también vale como criterio para reconocer paremias – y específicamente, los enunciados de valor específico – coloquiales, ya que estas unidades se refieren a situaciones concretas. Las UFS coloquiales analizadas nos han servido para poner a prueba los criterios de clasificación de estas unidades según su registro. Nuestra delimitación del registro en las expresiones del español pone en evidencia, – y empieza a llenar – una laguna en el campo de la fraseología de este idioma. Los abundantes trabajos que existen sobre las colocaciones, las locuciones, las fórmulas y las paremias se limitan, por lo general, a las unidades del registro estándar. Los estudios que identifican UFS coloquiales, por su parte, no proporcionan pautas para facilitar la identificación de las mismas. Con este trabajo, damos un paso hacia una definición y clasificación más precisas de la fraseología, así como hacia un mayor entendimiento del lenguaje coloquial. Notas 1 Colocaciones coloquiales

a. Contiene constituyentes coloquiales. En estas colocaciones, la base y/o el colocativo es coloquial o presenta una acepción coloquial.

La base: poner pegas, echar una bronca, dar una colleja, dar un garbeo El colocativo: machacarle la cabeza/ el cerebro a alguien, (no tener ni) puñetera idea, ir mangado, hablar en plata La base y el colocativo: atizar una hostia, molar mazo, rollo mortal, tipo duro

b. Se contrapone a otra colocación sinónima más neutral. Una colocación es coloquial si existe otra colocación con la misma base, pero con otro colocativo más neutro o, al revés, con el mismo colocativo pero una base sinónima más neutra.

poner una zancadilla →echar una zancadilla dar un susto →pegar un susto dar un puñetazo →atizar un puñetazo hacer autoestop →hacer dedo

20 Carolina Travalia

c. Cumplen los requisitos a y b. Algunas colocaciones cumplen con los dos requisitos mencionados arriba, de modo que contienen una base coloquial y se contraponen a otra colocación con la misma base, pero un colocativo de un registro más formal.

darse un castañazo →pegarse un castañazo darse un atracón →pegarse un atracón tener un berrinche →agarrarse un berrinche tener un ciego →agarrarse un ciego

2 Corpas (1996) presenta este tipo como Verbo + objeto directo. Nosotros lo hemos cambiado a verbo + sustantivo (OD), al considerar que así queda más clara la distinción entre la forma de los elementos oracionales y su función.

3 Consideramos que las locuciones causales, por contener un verbo, se deben analizar junto a las locuciones verbales propiamente dichas.

4 No estamos de acuerdo, por ejemplo, con la calificación de la locución sentar la cabeza y ver las estrellas de coloquial. Para nosotros, estos ejemplos pertenecen al registro estándar.

5 Al carecer de subjetividad, los refranes y las citas solo pertenecen al registro estándar.

6 También es común la siguiente forma: Las carga el diablo (DFDEA). Apéndice Más ejemplos de locuciones coloquiales y estándar LOCUCIÓN IMAGEN-

SIGNIFICADO ELEMENTO MARCADO

REGISTRO

1. andarse / irse por las ramas

√ –La imagen de ir por las partes extremas y no quedarse en el cuerpo sí corresponde a la idea de detenerse en lo menos sustancial, dejando lo principal.

NO Estándar

2. atar cabos √ –Ir uniendo partes sueltas sí refleja la noción de reunir datos para sacar una conclusión.

NO Estándar

3. beber [los aires / los vientos] por alguien

X –Aparte del hecho de que la acción en sí es imposible, su imagen no tiene relación con estar colado por alguien.

N/A Coloquial

Hacia una definición de las unidades fraseológicas coloquiales 21

4. buscarle tres pies al gato

X –La imagen de buscar tres patas de un gato no tiene nada que ver con la noción de crearse complicaciones inútiles.

N/A Coloquial

5. cambiarle el agua al canario

X –Darle al canario agua fresca de beber no tiene relación con la noción de ir a orinar.

N/A Coloquial

6. cantarle a alguien las cuarenta

X –La idea de cantar algo a alguien no está relacionada con hacerle los reproches que merece.

N/A Coloquial

7. cargar con el muerto

√ –La imagen es tener que deshacerse del cadáver después de haber matado a alguien. Sí tiene relación con la idea de tener que cargar con la responsabilidad o las consecuencias de algo molesto.

SÍ – “Cadáver” sería una palabra más natural para crear esta imagen.

Coloquial

8. comerse [algo / a alguien] con la mirada

√ –La imagen de comer algo con la mirada sí refleja la idea de mirar algo con mucho deseo.

NO Estándar

9. cortar el bacalao

X –Cortar pescado no tiene nada que ver con la persona que manda en una relación.

N/A Coloquial

10. dar abasto √ –Dar provisiones sí corresponde a la idea de ser suficiente o bastar.

NO Estándar

11. dar largas √ –Dar dilaciones sí está relacionado con la idea de dar pretextos para entretener a la persona mientras se resuelve un asunto.

NO Estándar

12. dar palmadas con las orejas

√ –La imagen es aplaudir con las orejas. Se aplaude cuando se está contento, sobre todo un niño. Sí representa el concepto de dar muestras de alegría.

NO Estándar

22 Carolina Travalia

13. dejarse las uñas X –Perder las uñas no es un resultado normal de trabajar o esforzarse mucho. La locución no evoca esta idea.

N/A Coloquial

14. dorar la píldora √ –La imagen de cubrir una píldora de oro sí corresponde al concepto de mitigar con palabras benévolas una mala noticia.

SÍ- “Endulzar” o “dulcificar” serían palabras más naturales para describir esta acción.

Coloquial

15. echar el ancla √ –El ancla sirve para aferrarse al fondo del mar con el fin de no moverse durante un tiempo. Sí, manifiesta la idea de quedarse en un sitio.

NO Estándar

16. encontrar la horma de su zapato

X –Encontrar la horma del zapato no tiene nada que ver con localizar a la persona más adecuada para uno.

N/A Coloquial

17. estar entre la espada y la pared

√ –La imagen de estar una persona de espaldas contra la pared con una espada delante apuntada a ella sí refleja la idea de deber tomar una decisión sin escapatoria.

NO Estándar

18. ganar a alguien la acción

√ –La imagen de apoderarse de una acción sí refleja el concepto de anticipársele a alguien sus intentos, impidiendo que los realice.

NO Estándar

19. hacerle a alguien la pelota

X –Hacer una pelota no está asociado a la idea de adular para conseguir algo.

N/A Coloquial

20. hacer [su / el] agosto

X –Hacer el mes de agosto no tiene ningún vínculo con obtener una ganancia aprovechando una ocasión oportuna.

N/A Coloquial

Hacia una definición de las unidades fraseológicas coloquiales 23

21. hacerse el sueco X – Intentar ser como una persona de nacionalidad sueca no implica fingir que no se oye o se entiende.

N/A Coloquial

22. no comerse una rosca

X –No comer un bollo no guarda relación con tener éxito, especialmente en asuntos amorosos.

N/A Coloquial

23. no dar un palo al agua

X –La imagen de golpear el agua con un palo no guarda relación con la noción de no hacer nada de provecho.

N/A Coloquial

24. no tener abuela

X –Tener o no abuela no tiene nada que ver con el elogio de uno mismo.

N/A Coloquial

25. pasarse de la raya

√ –La raya representa un límite, por lo que la imagen es sobrepasar un límite. Sí representa la idea de ir más allá de lo discreto y correcto.

NO Estándar

26. pelar la pava X –Quitarle las plumas a un pavo no representa la idea de dos enamorados que conversan.

N/A Coloquial

27. picar el anzuelo √ –El anzuelo se usa para coger al pez, haciéndole pensar que es comida. Sí, refleja la idea de ser engañado.

NO Estándar

28. quedarse calvo X –Perder el pelo no refleja la idea de reflexionar mucho sobre algo.

N/A Coloquial

29. quemarse las pestañas

√ –Cuando se estudiaba antiguamente por la noche, se usaba una vela. La imagen de que se quemen las pestañas por la vela sí representa la idea de estudiar o trabajar intensamente.

NO Estándar

24 Carolina Travalia

30. sacar de quicio √ –La imagen es sacar una puerta de su quicio. Sí refleja la idea de hacer perder los nervios a alguien.

NO Estándar

31. tapar agujeros X –La imagen de tapar agujeros no se asemeja a la noción de pagar deudas.

N/A Coloquial

32. sentar la cabeza X –La imagen de poner la cabeza en una silla no está relacionada con el concepto de volverse más sensato.

N/A Coloquial

33. tocarle a alguien la lotería

√ –Recibir dinero por un sorteo sí está relacionado con la idea de que a alguien le ocurra algo beneficioso de manera inesperada.

NO Estándar

34. tomarse la justicia por su mano

√ –Apoderarse de la justicia sí representa la noción de aplicar un castigo que se considera merecido

NO Estándar

35. ver las estrellas √ –Ver motas blancas sobre un fondo negro sí está asociado con sentir un dolor fuerte.

NO Estándar

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