Hacia una ciudad segregada

30
Fernando Vicente Albarrán Hacia una ciudad segregada HACIA UNA CIUDAD SEGREGADA Rasgos comunes y diferenciales del primer desarrollo del Ensanche madrileño en sus tres zonas (1860-1880) FERNANDO VICENTE ALBARRÁN Investigador de apoyo del Dpto. de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense de Madrid [email protected] Rubén PALLOL TRIGUEROS Becario FPI de la Comunidad de Madrid en el Dpto. de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense de Madrid [email protected] Borja CARBALLO BARRAL Universidad Complutense de Madrid [email protected] Sesión 19: Poblamiento y sistemas urbanos en la Península Ibérica: Pasado y presente (I) VIII Congreso de la ADEH, Mahón, junio de 2007 ______________________________________________________________________ Palabras clave: Ensanche de Madrid, demografía, inmigración, estructura profesional, segregación espacial Resumen: Esta comunicación conjunta pretende analizar el diferente modo de poblamiento que experimentaron las tres zonas del Ensanche de Madrid en sus primeras dos décadas de desarrollo. A mediados del siglo XIX, Madrid comenzaba a despegar demográficamente y su amurallado recinto se mostraba incapaz de dar cobijo a las corrientes migratorias que acudían a la ciudad. El Ensanche de Castro nació con ese objetivo de partida, junto con el de mejorar las condiciones higiénicas de habitabilidad. Desde el su comienzo, se erigió como una zona con unos comportamientos demográficos y socioprofesionales muy diversos. Las dos primeras décadas de desarrollo del Ensanche evidenciaron que la ciudad caminaba hacia una progresiva segregación en horizontal de los espacios, dentro de un contexto de rápida urbanización en la que no resultó necesaria la existencia de una industrialización previa o paralela al proceso en marcha. Sesión 19: Pasado y presente (I) VIII Congreso de la ADEH, Mahón, 2007 1

Transcript of Hacia una ciudad segregada

Fernando Vicente Albarrán Hacia una ciudad segregada

HACIA UNA CIUDAD SEGREGADA Rasgos comunes y diferenciales del primer desarrollo del Ensanche madrileño en sus tres zonas (1860-1880)

FERNANDO VICENTE ALBARRÁN

Investigador de apoyo del Dpto. de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense de Madrid

[email protected]

Rubén PALLOL TRIGUEROS Becario FPI de la Comunidad de Madrid en el Dpto. de Historia Contemporánea de

la Universidad Complutense de Madrid [email protected]

Borja CARBALLO BARRAL

Universidad Complutense de Madrid [email protected]

Sesión 19: Poblamiento y sistemas urbanos en la Península Ibérica:

Pasado y presente (I) VIII Congreso de la ADEH, Mahón, junio de 2007

______________________________________________________________________

Palabras clave: Ensanche de Madrid, demografía, inmigración, estructura profesional, segregación espacial Resumen:

Esta comunicación conjunta pretende analizar el diferente modo de poblamiento

que experimentaron las tres zonas del Ensanche de Madrid en sus primeras dos décadas

de desarrollo. A mediados del siglo XIX, Madrid comenzaba a despegar

demográficamente y su amurallado recinto se mostraba incapaz de dar cobijo a las

corrientes migratorias que acudían a la ciudad. El Ensanche de Castro nació con ese

objetivo de partida, junto con el de mejorar las condiciones higiénicas de habitabilidad.

Desde el su comienzo, se erigió como una zona con unos comportamientos

demográficos y socioprofesionales muy diversos. Las dos primeras décadas de

desarrollo del Ensanche evidenciaron que la ciudad caminaba hacia una progresiva

segregación en horizontal de los espacios, dentro de un contexto de rápida urbanización

en la que no resultó necesaria la existencia de una industrialización previa o paralela al

proceso en marcha.

Sesión 19: Pasado y presente (I) VIII Congreso de la ADEH, Mahón, 2007 1

Fernando Vicente Albarrán Hacia una ciudad segregada

1. Aproximación a los procesos de urbanización en el ámbito español

Cuando a finales de la década de 1850 diseñaba su plan de Ensanche para

Madrid, el ingeniero Carlos María de Castro consideraba inevitable que en la nueva

zona en la que se extendería la ciudad y en la que se debía alojar su nueva población, se

produjera una diferenciación de los nuevos barrios según la clase social a la que

pertenecieran sus habitantes. Por un lado se trataba, en su opinión, de la consecuencia

lógica de unas leyes naturales del mercado sobre la oferta inmobiliaria que ni él ni el

gobierno estaban dispuestos a contrarrestar al diseñar la forma en que el nuevo Madrid

debía crecer. Por otro lado, la aparición de barrios progresivamente diferenciados

socialmente era un fenómeno común a las grandes ciudades europeas que habían

conocido ya un crecimiento acelerado tanto de su superficie construida como de su

número de habitantes (MAS, R., 1982).

La superación de los límites tradicionalmente impuestos al crecimiento de las

ciudades en forma de murallas y cercas y la progresiva conquista de los terrenos

circundantes por el trazado de nuevas calles y la construcción de nuevos edificios,

distanció cada vez más a habitantes ricos y pobres de una misma ciudad, creando

espacios urbanos cada vez más diferenciados y crecientemente desconectados.

Desconexión y segregación entre estos distintos espacios urbanos, entre barrios altos y

barrios bajos, que llegaría hasta el punto de que los habitantes de unos no se atrevieran o

se vieran impedidos de adentrarse en los otros y que quedó claramente expreso en el

temor de las clases más acomodadas y miembros de las élites urbanas a unas clases

trabajadoras percibidas gradualmente como peligrosas. La imagen del barrio obrero

como barrio peligroso, el miedo a una ciudad masificada y a un crecimiento urbano

desbordante que escapa al control de las autoridades, es un tema recurrente en la

literatura de la época en la mayoría de las ciudades europeas que experimentaron un

desarrollo espacial y demográfico en esta época. Desde las denuncias de la situación de

la clase obrera en Manchester por Engels, a las descripción de los trabajadores del East

End londinense por Mayhew, pasando por la recreación entre romántica y atemorizada

de las clases populares parisinas que realizaron folletinistas como Eugène Sue (JONES,

G. S., 1971).

Sesión 19: Pasado y presente (I) VIII Congreso de la ADEH, Mahón, 2007 2

Fernando Vicente Albarrán Hacia una ciudad segregada

Esta transformación de la organización social urbana durante la Edad

Contemporánea, lejos de ser la sola expresión de los temores de los sectores más

acomodados de la sociedad de aquel tiempo, ha representado uno de los ejes temáticos

por excelencia de las descripciones del surgimiento de la ciudad contemporánea. En la

interpretación que hacía de la virtuosa relación entre industrialización y urbanización

una de las claves de la transformación social que da luz a la Edad Contemporánea, los

cambios en la organización social del espacio quedan claramente definidos. A medida

que las masas inmigrantes abandonaban un entorno rural incapaz de asegurarles la

subsistencia y se dirigían a las ciudades para alimentar su crecimiento demográfico y

enrolarse en las filas del proletariado industrial, fueron surgiendo los nuevos barrios

obreros ya en los centros degradados de las ciudades, ya en sus afueras, en nuevos

arrabales construidos al margen de los beneficios sociales y de las infraestructuras que

el gobierno municipal proveía. Al mismo tiempo, la emergencia de un nuevo grupo de

poder, de naturaleza burguesa, se imprimía en la trama urbana y distanciándose de las

viejas prácticas y símbolos de poder nobiliarios, creaban una nueva ciudad a su imagen

y semejanza en la que se expresaba su concepción de las relaciones sociales.

En España encontraría su perfecta expresión en los Ensanches, espacios urbanos

ex novo en que la burguesía crearía su paraíso residencial, alejándose de los centros

insalubres de las ciudades y del contacto con unas clases populares en proceso de

pauperización por el efecto combinado del hacinamiento que conllevaba la llegada

creciente de inmigrantes, la descomposición gremial y el fin del artesanado y la

emergencia del trabajo industrial (DYOS, H. J., 1961; THOMPSON, F. M. L., 1982).1

Sin embargo, esta aparente homogeneidad de la evolución de la organización

social del espacio urbano en el tránsito del Antiguo Régimen a la sociedad

contemporánea ha sido recientemente cuestionada. El examen comparado de los

múltiples y diversos casos de evolución histórica que componen el fenómeno de la

urbanización europea desde el siglo XIX demuestra que tal proceso, tradicionalmente

descrito bajo la égida de la industrialización, lejos de ofrecer rasgos comunes se

caracterizó fundamentalmente por la diversidad (PINOL, J. L., 2003; RICHARD, D.,

2000: 95-131). Primero porque el desarrollo industrial no puede ser considerado como

el único ni el fundamental impulso económico que explicaría el crecimiento urbano:

junto a las ciudades que hicieron de las fábricas y manufacturas los principales factores

1 Es quizá la versión más simple de un proceso que como demuestran estudios minuciosos es mucho más complejo, por ejemplo los que se han ocupado de la suburbanización en Londres.

Sesión 19: Pasado y presente (I) VIII Congreso de la ADEH, Mahón, 2007 3

Fernando Vicente Albarrán Hacia una ciudad segregada

de atracción de contingentes de inmigrantes, se han revalorizado las ciudades de corte

administrativo y de economía de predominio del sector terciario como protagonistas en

plano de igualdad en el tránsito de la sociedad rural a la urbana. En segundo lugar y en

parte como consecuencia derivada de la toma en consideración de otras ciudades,

también en crecimiento pero ajenas a un desarrollo industrial de sus estructuras de

organización económica, porque los efectos de la expansión urbana variaron

sustancialmente a lo largo y ancho de la geografía europea.

Las razones de esta diversidad, sin embargo, no pueden reducirse a la

orientación económica de cada ciudad y debe tener en cuenta muy diversos factores

para explicar las consecuencias concretas que el desarrollo urbano tuvo en cada caso:

desde el análisis de los mercados laborales que explicarían el tipo de inmigración

atraída hacia la propia ciudad y que hacen comprensible el rimo y la forma de

crecimiento de su población, hasta la caracterización de los procesos de diseño y de

construcción de las ampliaciones materiales de la ciudad, de la creación de una nueva

oferta residencial en que alojar a la nueva población recibida y nacida en unas ciudades,

las de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, que vieron en muchos casos una

transformación radical de sus anteriores tramas viarias.

La más reciente historiografía española ha contribuido decididamente a

enriquecer el conocimiento del proceso de urbanización contemporáneo y a señalar las

particularidades y rasgos diferenciales manifestados en cada uno de los núcleos que

componen la trama urbana peninsular. Entre los últimos estudios que se han ocupado

del tema, destacan los que han tenido por objeto núcleos y entornos urbanos de claro

sesgo industrial y en los que se puede ver expresa esa drástica segregación entre clases

sociales con la que tradicionalmente se ha caracterizado la urbanización decimonónica:

es el caso por ejemplo de desarrollos urbanos como el de San Salvador del Valle o

Baracaldo que absorbieron gran parte del crecimiento e inmigración hacia la industrial

ría de Bilbao y que emergieron como verdaderos focos obreros dentro de un entorno

urbano en expansión (GONZÁLEZ PORTILLA, M., 2001; PÉREZ-FUENTES, P.,

1993; GARCÍA ABAD, R., PAREJA ALONSO, A., y ZÁRRAGA SANGRÓNIZ, K.,

2006: 21-51).2 La progresiva concentración de las clases obreras y de los inmigrantes en

2 Sin duda, una de las contribuciones más importantes a la caracterización del proceso de urbanización en la España contemporánea ha venido servida por el minucioso y sistemático trabajo dirigido por Manuel González Portilla y que se ha ocupado del estudio del desarrollo de la Ría de Bilbao como espacio urbano

Sesión 19: Pasado y presente (I) VIII Congreso de la ADEH, Mahón, 2007 4

Fernando Vicente Albarrán Hacia una ciudad segregada

estos municipios vizcaínos, así como la observación de los rasgos diferenciales de sus

comportamientos demográficos dentro de la Ría de Bilbao refuerzan en parte la imagen

de esa ciudad progresivamente segregada cuyo nacimiento tiene origen en la

industrialización.

Al mismo tiempo, han sido destacados los casos de ciudades en que llamaba la

atención, más que la innovación que suponía el desarrollo industrial, la persistencia de

viejas pautas de evolución, tanto en el crecimiento de su población como en la

organización social del espacio; un buen ejemplo de ello es Pamplona, en cuyo retrato

histórico, tanto desde la más pura historia demográfica (MENDIOLA GONZALO, F.,

2002) como desde aproximaciones más próximas a la historia sociocultural (UGARTE

TELLERÍA, J.), se ha subrayado cómo los rasgos propios de la ciudad preindustrial se

mantuvieron hasta bien entrado el siglo XX.

A pesar de la inmigración afluyente a la capital navarra, de su lento pero sensible

crecimiento y del registro de cambios sustanciales en los comportamientos

demográficos de su población que permiten asimilarlos a los de la transición

demográfica, su ensanche y reorganización espacial apenas se puso en marcha.

Pamplona era antes de la Guerra Civil, en feliz expresión de Ugarte Tellería, más que

una ciudad, una ciudadela (de más de 40.000 habitantes, eso sí) que permanecía

encastillada en gran parte tras sus vetustas murallas y donde las distancias entre grupos

sociales de diferente condición no habían alcanzado las longitudes que creaban el

desconocimiento y el extrañamiento en otros lugares.

2. Madrid y su Ensanche, ¿un nuevo paradigma en el sistema urbano español

del siglo XIX?

En esta dicotomía entre efectos revolucionarios del desarrollo industrial y

presencia e influencia de las persistencias del Antiguo Régimen, la singular realidad de

la ciudad de Madrid presenta un grado de complejidad añadido (BAHAMONDE, A., y

OTERO, L. E., 1986: 24-26; 1989: 517-613) al de otras poblaciones españolas a la hora

de adscribirla a un modelo u otro, a la hora de definir su proyecto de ciudad. La capital

e industrial a finales del XIX. El análisis de las interrelaciones entre desarrollo industrial, ritmos y pautas migratorias, evolución demográfica y crecimiento urbano ha permitido ofrecer un rico retrato de las dinámicas y rasgos propios de crecimiento demográfico de una ciudad de claro corte industrial como era el Bilbao en el tránsito del XIX al XX.

Sesión 19: Pasado y presente (I) VIII Congreso de la ADEH, Mahón, 2007 5

Fernando Vicente Albarrán Hacia una ciudad segregada

española, que rivalizaba con Barcelona como la urbe más poblada del país, carece del

halo industrializador (a diferencia de la ciudad condal) que pueda explicar su

crecimiento y transformación desde mediados del siglo XIX. Sin embargo, Madrid

creció desde 1850 a ritmos que, si bien la dejan atrás de las tasas y las cifras de otras

capitales europeas, la colocan en un puesto de privilegio dentro del paisaje urbano y del

proceso general de transformación demográfico peninsulares (FERNÁNDEZ GARCÍA,

A., 1989: 29-76; TORO MÉRIDA, J.: 44-51). A pesar de que sus estructuras de

producción permanecieran ancladas en las formas de organización propias del mundo de

los oficios y las fábricas brillaran por su ausencia, en una ciudad más industriosa que

industrial (BAHAMONDE, A., 1980: 143-175; PALLOL, R., 2004), Madrid era una

ciudad de inmigrantes, con altas tasas de población no nacida en su provincia residiendo

en sus calles (CARBAJOSA ISLA, M., 1987) y que se mantendrían en los mismos

niveles, si no superiores, durante la primera mitad del siglo XX.

Convertida en el principal destino de los flujos migratorios de un país en lento

pero decidido trasvase de su población rural hacia los núcleos urbanos (SILVESTRE

RODRIGUEZ, J., 2003), Madrid creció en la segunda mitad del XIX a pesar de sus

constantes tasas vegetativas negativas y edificó a un ritmo bastante superior al previsto

por sus autoridades en el proyecto de Ensanche urbano con que se dotó a la ciudad en

1860. En el lapso de las dos primeras décadas de desarrollo de esta nueva zona de la

ciudad fundada a extramuros y como continuación del casco antiguo, la capital española

había incrementado su población desde los cerca de 300.000 habitantes, según el censo

de 1860, a los cerca de 400.000 habitantes contabilizados en el de 1877 (FERNÁNDEZ

GARCÍA, A., BAHAMONDE, A., 1993: 481):3 una nueva población que, en gran

medida, se fue a instalar a estos nuevos barrios construidos en los territorios adyacentes

a las viejas murallas de la ciudad, levantados como ansiada solución a los problemas de

hacinamiento y salubridad que ahogaban a la urbe capitalina.

Los efectos en la organización social del espacio que produjo el fuerte

crecimiento de Madrid en estas dos décadas (aumento de su población en un tercio y

triplicación de su suelo urbanizable), no han sido objeto de un exhaustivo tratamiento

por la historiografía hasta el momento. Sí se conocen los diferentes ritmos de desarrollo

de la expansión urbanística madrileña, distinguiendo entre las diferentes zonas de

3 La población de la ciudad de Madrid era de 298.426 habitantes según el censo de 1860 y pasó a 397.816 según el censo de 1877.

Sesión 19: Pasado y presente (I) VIII Congreso de la ADEH, Mahón, 2007 6

Fernando Vicente Albarrán Hacia una ciudad segregada

Ensanche en función de las características y calidades de los nuevos barrios que iban

edificándose. En este sentido, las investigaciones realizadas desde la geografía urbana

han sabido identificar y explicar el funcionamiento de los mecanismos que produjeron

un desarrollo diferencial de las nuevas áreas citadas y que quedaron impresos en los

precios de sus alquileres y las fachadas de sus edificios (MAS, R., 1982; BRANDIS, D.,

1983; DÍEZ DE BALDEÓN, C., 1986; MAS, R., 1986: 23-87). Tres zonas de Ensanche

quedaban diferenciadas desde el inicio de la ampliación urbana: una zona burguesa en la

zona Este o barrio de Salamanca, otra obrera o popular en la parte Sur de la capital,

barrios de clase media y artesanal en el Norte de la antigua cerca que rodeaba Madrid.

Pero poco sabemos de los habitantes de tales áreas de ensanchamiento urbano y si en la

elección de su residencia contribuyeron a segregarse según las pautas de las otras

grandes ciudades en expansión, o si por el contrario extendieron con su crecimiento las

viejas pautas de organización social propias de una sociedad, como lo era en parte

Madrid, que no había conocido una transformación industrial de sus pautas productivas

que abriera la brecha entre las clases sociales de distinta condición.

Una vía de aproximación que ya ha resultado útil en la identificación y

evaluación del proceso de segregación entre los diferentes barrios que componían la

ciudad es el estudio de sus pautas diferenciales de comportamiento demográfico. Como

bien demostrara Antonio Fernández García en sus pioneros estudios acerca de los

embates de la epidemia de cólera en el Madrid decimonónico, el rastreo de los lugares

en que la enfermedad se mostró más mortífera arroja un mapa de las diferencias de la

mortalidad que revela las extremas desigualdades sociales que atravesaban la ciudad

(FERNÁNDEZ GARCÍA, A., 1985).

En los numerosos escritos que nos han llegado de políticos, ensayistas, escritores

o ingenieros de la época isabelina, es un lugar común el sentimiento de que, aparte de la

idea de respetabilidad y representabilidad que por su capitalidad debía tener Madrid, la

ciudad debía resolver sus numerosos y graves problemas de falta de viviendas cómodas

e higiénicas, su carencia de edificios adecuados para los servicios públicos, la

inexistencia de grandes avenidas o espacios verdes. Como se ha indicado anteriormente,

en este contexto en el que se aprueba el proyecto de ampliación urbana, Castro asumía

los usos periurbanos que había observado en las afueras colindantes a la cerca. Las

zonas Norte y Este eran las designadas primordialmente como idóneas para el

asentamiento humano (de hecho, la zona Este es la que presenta en la actualidad las

formas más regulares del conjunto del Ensanche según su proyecto inicial, mientras que

Sesión 19: Pasado y presente (I) VIII Congreso de la ADEH, Mahón, 2007 7

Fernando Vicente Albarrán Hacia una ciudad segregada

en el Norte sería principalmente la acción de los propietarios la que distorsionó en

mayor medida el diseño). En cambio, la zona Sur presentaba un terreno cortado por

barrancos y fuertes pendientes que, junto a la presencia del ferrocarril, supuso siempre

un impedimento de primer orden a la hora del desarrollo del proyecto. Sin embargo,

como veremos más adelante, las tres zonas se erigieron en focos de recepción de primer

orden de generaciones de españoles que elegían Madrid como estación de llegada

(definitiva o no) para su futuro socioprofesional y el de sus familias, algo que también

sucedía épocas pasadas como en la Edad Moderna, pero con la diferencia de que ahora

comenzaban a hacerlo de forma masiva.

Sesión 19: Pasado y presente (I) VIII Congreso de la ADEH, Mahón, 2007 8

Fernando Vicente Albarrán Hacia una ciudad segregada

CASCO ANTIGUO

ENSANCHE SUR DE MADRID

ENSANCHE NORTE DE MADRID

[Plano de Madrid elaborado para el proyecto de Ensanche urbano de la capital por Carlos Mª de Castro en 1860. Las líneas de división de las tres zonas de Ensanche han sido efectuadas por los autores para una identificación visual más directa del área estudiada.]

El carácter periférico que en sus primeras etapas distinguió al Ensanche

madrileño confirió a la población que fue asentándose en sus terrenos unas

características propias respecto del resto de la ciudad. Las desigualdades en los

periódicos ataques epidémicos del siglo XIX, estudiadas por el profesor Fernández

García, no deben interpretarse únicamente como irregulares capacidades para evitar a la

muerte por parte de las clases más acomodadas, ubicadas en los barrios mejor dotados

en infraestructuras, y las de las clases populares y estratos empobrecidos que residían en

zonas de gran insalubridad y carencia de higiene pública y privada. También es

necesario presumir la existencia de diversos comportamientos demográficos que revelen

Sesión 19: Pasado y presente (I) VIII Congreso de la ADEH, Mahón, 2007 9

Fernando Vicente Albarrán Hacia una ciudad segregada

las distancias que en lo social y en lo cultural se estaban abriendo entre barrios y

espacios urbanos de muy distinta condición.

A la altura de 1860, cuando las tres zonas de Ensanche no eran más que

pequeños arrabales extramuros (surgidos con anterioridad a la aprobación del proyecto

de Castro y, por tanto, a todo su aparato regulador y racionalizador del espacio urbano),

la población que se asentaba en ellas era mayoritariamente inmigrante (entre el 62% y el

66%).4 Salvo ciertas diferencias a nivel cuantitativo, puede observarse cómo el ritmo de

afluencia de inmigrantes es similar a lo largo de las sucesivas décadas, tanto en sus

recesos como en su despegue definitivo.

Gráfico 1. Ritmo de llegada de los inmigrantes residentes en las nuevas zonas del Ensanche de Madrid en 1860

0

100

200

300

400

500

600

700

800

900

1000

1801-1805

1806-1810

1811-1815

1816-1820

1821-1825

1826-1830

1831-1835

1836-1840

1841-1845

1846-1850

1851-1855

1856-1860

Años

de

hab

itan

tes

Ensanche Este Ensanche Sur Ensanche Norte

Sin poder extendernos en profundidad en las causas de este fenómeno, parece

plausible afirmar que respondía tanto a factores de índole general o macroeconómicos

(véase los diversos procesos de desamortización, sistemas hereditarios y de propiedad

de la tierra, cambios en la organización socioeconómica, etc.), como otros de carácter

4 La caracterización de tales zonas se hará a través del análisis de los datos contenidos en una fuente de conocimiento histórico de la riqueza del padrón municipal y cuya información íntegra ha sido introducida en sendas bases de datos para los años de 1860 y 1878-1880. Las diferentes lagunas existentes en el negociado de Estadística Archivo de Villa de Madrid han obligado a ciertas alteraciones en nuestro proyecto de investigación de la ciudad; así, si la investigación de Rubén Pallol Trigueros sobre el distrito de Chamberí debió tomar el padrón de 1880 como fuente para su estudio, las de Fernando Vicente Albarrán sobre Arganzuela y Borja Carballo Barral sobre Salamanca se remiten al padrón de 1878 por haber desaparecido partes del padrón de 1880 para estas zonas.

Sesión 19: Pasado y presente (I) VIII Congreso de la ADEH, Mahón, 2007 10

Fernando Vicente Albarrán Hacia una ciudad segregada

sociocultural o microhistórico, según se desprende de las nuevas e interesantes

aportaciones que se están ofreciendo desde la demografía histórica (GARCÍA ABAD,

R.,1999: 181-207; 2001, 2004 y 2005), y que tendrían que ver más con el contexto vital

de las propias familias en el momento de su decisión de emigrar y la existencia de

vínculos en el lugar de llegada (parentesco, amistad) que facilitasen ese momento crítico

en la vida de las familias.

En todo caso, este caudal humano condicionó por completo la estructura

demográfica de la zona de Ensanche, reflejando en su pirámide poblacional una

situación de transición demográfica que la distinguía sensiblemente de la Madrid en su

conjunto.

Gráfico 2. Pirámide de población del Ensanche de Madrid (1860)

-800 -600 -400 -200 0 200 400 600 800

0-4

5-9

10-14

15-19

20-24

25-29

30-34

35-39

40-44

45-49

50-54

55-59

60-64

65-69

70-74

75-79

80 y más

Nacidos en el Ensanche Sur Nacidos en el Ensanche Este Nacidos en el Ensanche NorteNacidas en el Ensanche Sur Nacidas en el Ensanche Este Nacidas en el Ensanche Norte

Hombres Mujeres

Ninguna de las dos pirámides responde a una evolución natural de su población,

pero en el rostro piramidal de la zona de Ensanche aparecen los surcos dejados por la

inmigración de una manera más profunda y latente. Es evidente el fuerte

estrangulamiento de la primera pirámide en la cohorte de edad de 20-24 años, y de

manera más atenuada en los grupos de 15-19 y 25-29 años, mientras que en la pirámide

general de Madrid ocurre el fenómeno inverso: precisamente es el grupo de los 21-30

años el más numeroso de todos, fruto indudable de un ensanchamiento “artificial”

debido a los flujos migratorios.

Sesión 19: Pasado y presente (I) VIII Congreso de la ADEH, Mahón, 2007 11

Fernando Vicente Albarrán Hacia una ciudad segregada

Gráfico 3. Pirámide de población de Madrid de 1860

-25000 -20000 -15000 -10000 -5000 0 5000 10000 15000 20000

0-5

6-10

11-15

16-20

21-25

26-30

31-35

36-40

41-45

46-50

51-55

56-60

61-65

66-70

71-75

76-80

81 y más

hombres

mujeres

[Elaborado a partir de los datos del censo de Madrid de 1860]

Por otro lado, parece que el comportamiento de las diferentes zonas de Ensanche

era prácticamente idéntico en todos sus grupos de edad, salvo pequeños matices, lo que

se debe en buena medida a que todavía son zonas sin desarrollar, extramuros y que, por

tanto, aún no han desarrollado las diferencias que Castro intuía se iban a producir con su

futuro desarrollo y consecuente ahondamiento en las desigualdades socioespaciales.

Frente a la inmigración de jóvenes en solitario (REHER, D. S., 1996), principalmente

varones, en busca de un salto cualitativo en su situación socioprofesional, en los

primeros años del Ensanche madrileño aparece con fuerza una inmigración en familia

(lo cual no implica en absoluto que la primera figura no apareciese en estas zonas),

principalmente de matrimonios relativamente jóvenes con uno o dos hijos, lo cual

explicaría la potencia de determinadas cohortes de edad como son las de adultos en

plena madurez laboral (30-45 años) y la de menores de 15 años, presumiblemente sus

hijos. Un modelo demográfico, asociado a un proceso de urbanización, que encuentra

importantes analogías en un espacio bastante diferente al de Madrid como era una

ciudad de provincias e industrial como Sabadell (CAMPS, E., 1995: 98-111).

. Si introducimos el componente sexo, se aprecia un comportamiento un tanto

disonante, pues en el grupo de mujeres con una edad de 20-24 años experimenta una

reducción más suave que en el caso masculino, mientras que su crecimiento en el grupo

30-34 años es menor. Aunque la similitud es grande, encontramos matices

Sesión 19: Pasado y presente (I) VIII Congreso de la ADEH, Mahón, 2007 12

Fernando Vicente Albarrán Hacia una ciudad segregada

diferenciadores muy interesantes que pueden anunciarnos divergencias más marcadas

en el futuro inmediato del Ensanche. La zona Este se desmarca de las otras dos en el

grupo de edad de 15-19 años, indicándonos una mayor presencia de chicas jóvenes con

presumibles aspiraciones de penetrar en el circuito del servicio doméstico (SARASÚA,

C., 1994) de la burguesía y nobleza capitalinas, aunque todavía su importancia

cuantitativa era menor dado el nulo desarrollo urbanístico de la nueva zona que impedía

un asentamiento de esas clases sociales que arrastraban, al calor de sus enaguas y

levitas, a toda una procesión de criados y sirvientas.

Por tanto, puede observarse cómo en la capital, punto nodal de la circulación

migratoria peninsular, se estaban produciendo cambios significativos en los patrones de

movimientos de personas que se habían venido desarrollando en la época preindustrial.

Profundizando en la procedencia de estos flujos, se pueden observar características

compartidas por las tres zonas del Ensanche madrileño (por ejemplo, el predominio de

la población inmigrante sobre la nacida en la propia ciudad, de manera más pronunciada

en las zonas Este y Sur), pero especialmente aquellos rasgos que comienzan a actuar

como puntas de lanza de comportamientos diversos.

Inmigración en el Ensanche madrileño. Principales provincias (1860) Ensanche Norte Ensanche Este Ensanche Sur

Provincias Inmigrantes Provincias Inmigrantes Provincias InmigrantesMadrid 487 (9,8%) Madrid 177 (8,9%) Alicante 408 (11,1%) Oviedo 286 (5,7%) Oviedo 165 (8,3%) Toledo 300 (8,1%) Toledo 267 (5,4%) Guadalajara 107 (5,4%) Madrid 270 (7,3%) Guadalajara 186 (3,7%) Lugo 87 (4,4%) Ciudad Real 134 (3,6%) Lugo 163 (3,3%) Toledo 80 (4%) Lugo 113 (3,1%) Segovia 117 (2,4%) Cuenca 52 (2,6%) Oviedo 113 (3,1%) Cuenca 107 (2,1%) Valencia 46 (2,3%) Murcia 106 (2,9%) Burgos 96 (1,9%) Burgos 32 (1,6%) Cuenca 105 (2,8%)

Total 1.709

(34,13%) 746

(37,45%) 1.549

(41,85%) Nacidos en Madrid ciudad

1.896 (38%)

685 (34,4%)

1.265 (34,2%)

Aquellos terrenos que, a priori, presentaban unas condiciones más adecuadas

para el asentamiento de contingentes humanos, es decir, las zonas Norte y Este,

compartían rasgos paralelos en cuanto a los orígenes geográficos de la inmigración: un

peso muy importante de aquellos llegados de la zona más próxima a la ciudad y su

capacidad de atracción (la actual provincia de Madrid) y, por otro lado, una destacada

presencia de zonas muy alejadas de la capital, pero con una raigambre muy asentada en

Sesión 19: Pasado y presente (I) VIII Congreso de la ADEH, Mahón, 2007 13

Fernando Vicente Albarrán Hacia una ciudad segregada

los flujos migratorios que acudían a la gran urbe (las provincias del norte peninsular

como Oviedo o Lugo). En cambio, sin ser totalmente discordante, la inmigración de

larga distancia sobresalía por encima del resto (Alicante, cuyo caso es especialmente

simbólico a la hora de constatar las diferencias espaciales que podía contener la urbe

madrileña),5 mientras que el hinterland madrileño representaba un papel más

secundario. Por otro lado, se puede deducir que la ubicación geográfica de las zonas de

Ensanche respecto a los caminos y carreteras de entrada a Madrid actuaban como un

elemento a tener en cuenta: de esta forma, aquellas familias o individuos que llegaban

de la Meseta Norte tendían a elegir, como lugar de residencia, el Ensanche Norte o

Chamberí (Segovia, Burgos) frente al Ensanche Sur o Arganzuela, donde encontraban

mayor acomodo los provenientes de la Meseta Sur y el Levante (Ciudad Real, Cuenca o

Murcia). Por tanto, a la altura de 1860 contamos dentro del Ensanche con zonas –Norte

o Chamberí- que reproducían los parámetros tradicionales de la ciudad respecto al

origen de los flujos migratorios que nutrían su crecimiento demográfico (inmigrantes de

la zona cantábrica y del campo castellano) y otras –Sur o Arganzuela- que apuntaban

elementos nuevos o particulares fruto de cambios económicos y modernizadores como

podía suponer la irrupción del ferrocarril.

A la altura de 1878-1880, las tres zonas de Ensanche habían experimentado un

crecimiento demográfico espectacular (respecto al padrón de 1860, Arganzuela un

424%, Chamberí un 473% y Salamanca un 771%), en buena medida debido a un punto

de partida poblacional muy reducido, especialmente la zona Este o de Salamanca, pero

también por la continua llegada de población inmigrante, cuyos flujos de entrada no

sólo se mantuvieron sino que se incrementaron a lo largo de estas dos décadas de

diferencia. La antigua cerca ya había desaparecido hacía unos años y lo que antes fueron

arrabales extramuros, quizá sin excesiva relevancia a la hora de caracterizar la

estructura demográfica madrileña y su modelo de crecimiento, ahora son barrios de la

ciudad en acelerada expansión demográfica, cuyo propio desarrollo y ampliación

urbanística suponen uno de los motores económicos de la ciudad y cuya población

comienza a significar una parte sustantiva de la capital española (ver gráfico 4).

5 Sin conocer en profundidad los posibles factores de repulsión que se produjesen en esta provincia, pueden apuntarse elementos como los primeros pasos del ferrocarril y de la línea Madrid-Zaragoza-Alicante o la llamativa presencia de cigarreras alicantinas en la Fábrica de Tabacos (ubicada en la zona sur del casco antiguo, colindante con la zona de Ensanche correspondiente a Arganzuela) que actuaban como reclamo para la llegada de familiares o amigos de sus zonas de origen.

Sesión 19: Pasado y presente (I) VIII Congreso de la ADEH, Mahón, 2007 14

Fernando Vicente Albarrán Hacia una ciudad segregada

Gráfico 4. Pirámide de población de Madrid con el Ensanche pormenorizado (1877-1880)

-30.000 -20.000 -10.000 0 10.000 20.000 30.000

0-4

5-9

10-14

15-19

20-24

25-29

30-34

35-39

40-44

45-49

50-54

55-59

60-64

65-69

70-74

75-79

80 y más

Nacidos en el Ensanche Sur Nacidos en el Ensanche Este Nacidos en el Ensanche NorteNacidos en el resto de Madrid Nacidas en el Ensanche Sur Nacidas en el Ensanche EsteNacidas en el Ensanche Norte Nacidas en el resto de Madrid

Hombres Mujeres

Gráfico 5. Pirámide de población del Ensanche de Madrid (1878-1880)

-4000 -3000 -2000 -1000 0 1000 2000 3000 4000

0-4

5-9

10-14

15-19

20-24

25-29

30-34

35-39

40-44

45-49

50-54

55-59

60-64

65-69

70-74

75-79

80 y más

Nacidos en el Ensanche Sur Nacidos en el Ensanche Este Nacidos en el Ensanche NorteNacidas en el Ensanche Sur Nacidas en el Ensanche Este Nacidas en el Ensanche Norte

Hombres Mujeres

Aunque de formas más regulares que la presentada en 1860, de nuevo parece

que la población asentada en las nuevas zonas de Ensanche mostraba afinidades y

disparidades con el conjunto de la ciudad, así como en su propio interior entre unas y

otras. Parece razonable pensar que una ciudad que, en 1880, alcanzó casi los 400.000

habitantes, no se comportara homogéneamente en sus pautas de reproducción biológica

y social y que en un contexto de creciente redistribución geográfica de su población se

Sesión 19: Pasado y presente (I) VIII Congreso de la ADEH, Mahón, 2007 15

Fernando Vicente Albarrán Hacia una ciudad segregada

conformaran grupos diferenciados en sus comportamientos demográficos. Madrid era

una ciudad especialmente diversa y fragmentada, cuya población no puede ser reducida

a una única lógica de comportamiento, tanto por la composición de su mercado laboral,

como por lo nutrido de su volumen demográfico.

En primer lugar, llama la atención la prominente base que comparten ambas

pirámides, lo cual nos conduce a una doble consideración. Por un lado, es una prueba

palmaria del modelo demográfico madrileño que en su día definiese el profesor Antonio

Fernández, caracterizado por una alta natalidad y una alta mortalidad, con ocasionales

azotes epidémicos que causaban muertes catastróficas. De ahí la drástica reducción en el

siguiente escalón, los niños de 5 á 9 años. Por otro lado, esta fuerte base nos induce a

pensar en un tipo de inmigración que ya se apuntaba en el año 1860: el de matrimonios

o parejas con hijos pequeños. Para corroborarlo, podemos comprobar cómo aquellos

varones en edad de casarse (25-39 años) son más numerosos de lo que en principio

marca la evolución decreciente de los estratos de edad inferiores a éstos (5-24 años),

mientras que en el caso de las mujeres, con una edad para desposarse algo inferior (20-

29 años) también son bastante más numerosas para tratarse de una evolución biológica

de la población. En este caso en particular, hay que considerar al mismo tiempo una

importante presencia de una inmigración más temporal o en solitario, de chicas jóvenes

cuya meta era el servicio doméstico. En este momento, se hace más evidente una

situación que apenas se esbozaba en 1860. El Ensanche Este comenzaba a actuar como

referente indiscutible para este sector de la población (mujeres de los 15 a los 29 años)

gracias al paulatino traslado de la alta burguesía a las nuevas zonas promovidas por el

marqués de Salamanca. En cambio, no parece que ninguna de las zonas del Ensanche

fuera el lugar escogido por esos hombres jóvenes (15-24 años) que, presumiblemente,

acudían a la capital en solitario en la búsqueda de un trabajo de forma permanente o

temporal (a estas alturas, el centro histórico todavía concentraba las instituciones y

lugares públicos de contratación, tanto formal como informal) como se desprende de la

pirámide de Madrid (el número de mujeres en el conjunto del Ensanche era muy

superior al de hombres, especialmente entre los 15 y los 39 años, cuando las facultades

eran plenas para el trabajo). En cuanto a posibles diferencias en el interior del Ensanche

podemos afirmar que el modelo migratorio de familias jóvenes no estaba

universalmente extendido: era más propio de la zona de Chamberí, mientras que en

Arganzuela se aprecia un pequeño retraso que nos hace hablar de matrimonios de una

mayor madurez (aumento del grupo de niños con 10-14 años y de los adultos de 40-44

Sesión 19: Pasado y presente (I) VIII Congreso de la ADEH, Mahón, 2007 16

Fernando Vicente Albarrán Hacia una ciudad segregada

años). En buena medida, esta situación podía derivarse del lapso de tiempo transcurrido.

Aunque eran zonas de gran movilidad intraurbana, se ha podido constatar la

permanencia de muchos de los jóvenes matrimonios, junto con sus hijos pequeños, que

observábamos en 1860.

Por tanto, nos encontramos en con varias líneas de comportamiento demográfico

en un contexto dominado por la coexistencia de dos modelos demográficos dentro de la

misma ciudad: uno de transición, en el que las clases altas, con un número de hijos cada

vez menor y con frenos a la mortalidad, se acercaba a los parámetros europeos; otro

protagonizado por clases medias bajas, populares y marginales, que sufrían una

terrorífica mortalidad, sobre todo infantil, y que trataban de compensar con una

natalidad abundante. Madrid era consciente de su pérdida de efectivos humanos cuando

realizaba el saldo entre los nacidos y los que morían en su seno, pero seguía su

imparable marcha de crecimiento gracias al aporte sin fin de la inmigración. En este

vertiginoso contexto de cambio a marchas forzadas, el Ensanche en su conjunto ejercía

un papel de redistribuidor de la población, especialmente las zonas Este y Norte.

Aunque no había variado significativamente el peso de la población inmigrante respecto

a la nacida en Madrid, en comparación a 1860, sí pueden constatarse una

profundización en ciertas tendencias vislumbradas anteriormente.

Inmigración en el Ensanche madrileño. Principales provincias (1878-1880) Ensanche Norte (1880) Ensanche Este (1878) Ensanche Sur (1878)

Provincias Inmigrantes Provincias Inmigrantes Provincias Inmigrantes Madrid 1.947 (8,3%) Madrid 1.050 (6,9%) Toledo 1.854 (11,8%) Guadalajara 1.115 (4,7%) Oviedo 643 (4,2%) Madrid 1.087 (6,9%) Toledo 902 (3,8%) Guadalajara 639 (4,2%) Guadalajara 691 (4,4%) Segovia 894 (3,8%) Toledo 598 (3,9%) Ciudad Real 559 (3,6%) Oviedo 865 (3,7%) Valencia 382 (2,5%) Cuenca 486 (3,1%) Burgos 679 (2,9%) Lugo 335 (2,2%) Alicante 477 (3%) Lugo 618 (2,6%) Cuenca 330 (2,2%) Albacete 434 (2,8%) Soria 516 (2,2%) Burgos 312 (2%) Oviedo 420 (2,7%)

Total 7.536

(31,94%) 4.286

(27,9%) 6.008

(38,27%) Nacidos en Madrid ciudad

8.805 (37,5%)

4.679 (30,5%)

5.767 (36,7%)

Si el entorno más próximo a la ciudad parece cobrar definitivamente un mayor

protagonismo en el conjunto de las tres zonas, no ocurre lo mismo con la representación

del resto de provincias y su aporte poblacional.

Sesión 19: Pasado y presente (I) VIII Congreso de la ADEH, Mahón, 2007 17

Fernando Vicente Albarrán Hacia una ciudad segregada

Una vez más, la ubicación geográfica de las respectivas zonas de Ensanche se

erige en un elemento a tener en cuenta por esas familias que encontraban un hogar en la

capital: en el Ensanche Norte (Chamberí) encontramos, en mayor medida, gentes

venidas del norte y oeste peninsular (Segovia, Soria, Burgos, Lugo, Oviedo) o de

provincias cercanas a Madrid (como Guadalajara y Toledo), mientras que en el

Ensanche Sur (Arganzuela) dominan las regiones meridionales y del Este peninsular

(todas las provincias de la actual Castilla la Mancha, o Alicante, aunque ésta en un

notable retroceso). El Ensanche Este (Salamanca) sería una especie de mezcolanza,

aunque la significativa presencia de Valencia es otro indicador en este mismo sentido.

Ahondando en el conocimiento de la naturaleza de esta población inmigrante, se puede

constatar cómo los contrastes entre zonas se diversificaban progresivamente. Aparte de

la procedencia concreta por provincias, el Ensanche Sur comenzaba a atraer con mayor

fuerza a personas del hinterland de la capital que en 1860 (del 23`6% se pasa al 33`5%,

mientras que los de las provincias lejanas a Madrid pasan del 61`3% al 53`5%); una

situación inversamente proporcional a lo que ocurría en el área de Salamanca, donde los

nacidos en provincias alejadas o en el extranjero cobraban una mayor presencia. Pero el

Ensanche Sur empezaba a denotar un ritmo algo inferior en su crecimiento respecto a

sus áreas compañeras en la ampliación de la ciudad.

Sesión 19: Pasado y presente (I) VIII Congreso de la ADEH, Mahón, 2007 18

Fernando Vicente Albarrán Hacia una ciudad segregada

Gráfico 6. Ritmo de llegada a las zonas de Ensanche de Madrid de los inmigrantes (1869-1878)

560

823

425

597620

703

695

493

257

334

409

340

730

849

609

330

408

476480576

438

425

268

783

359277

213

558

342

0

100

200

300

400

500

600

700

800

900

1869 1870 1871 1872 1873 1874 1875 1876 1877 1878Año de llegada

Nºd

e p

erso

nas

Ensanche Este

Ensanche Norte

Ensanche Sur

Como puede observarse en el anterior gráfico, Norte y Este eran los terrenos

elegidos preferentemente como lugar de residencia por aquella población que llevaba

menos tiempo en la ciudad y que, por tanto, puede rastrearse con mayor precisión sus

patrones de comportamiento a su llegada a Madrid. En cambio, en Arganzuela aquellas

personas con menos de cinco años de residencia se habían reducido del 24% al 18% del

total de la población respecto a 1860. Esta situación no atendía sólo o principalmente a

un cambio en las pautas de asentamiento de los nuevos contingentes humanos llegados a

Madrid, sino también un importante factor de movilidad interna de las personas entre

los diferentes barrios de la capital (si se contabilizan los inmigrantes que habían llegado

con anterioridad a 1860, registrados en el padrón de 1878, se comprueba que eran

significativamente superiores a los registrados en 1860, lo que explica esa movilidad

entre barrios). El marcado contraste en el modelo demográfico madrileño,

particularmente en la diferente tasa de mortalidad de unos grupos sociales respecto a

otros, no se circunscribía exclusivamente a los individuos, sino que se transmitía a los

espacios, a los distritos en que se dividía administrativamente la ciudad, produciendo el

efecto de la clásica dicotomía de la ciudad industrial (FERNÁNDEZ GARCÍA, A.,

1987:163-180). Hasta la década de los años 70, los distritos del centro y sur de la ciudad

Sesión 19: Pasado y presente (I) VIII Congreso de la ADEH, Mahón, 2007 19

Fernando Vicente Albarrán Hacia una ciudad segregada

habían sido los más poblados; sin embargo, el progresivo deterioro de los inmuebles, el

hacinamiento, la estrechez de sus calles, la carencia de los más indispensables servicios

públicos, etc., les habían conducido a un estancamiento demográfico frente al

dinamismo de otras zonas de la ciudad como Buenavista y los barrios colindantes (de

los que dependía administrativamente las zonas Este y Norte del Ensanche, por

ejemplo), lo cual nos indica que un gran número de personas huía en busca de zonas

más desahogadas (Ensanche Norte o Este) o con unos alquileres más baratos (Norte y

Sur, a pesar de ser un área de habitabilidad precaria).

Alquileres/Habitantes en el Ensanche de Madrid (1860)

Alquiler medio

Moda alquileres

Nº habitantes

Nº familias

Nº hab/familias

Nº edificios

Ensanche Sur 9,48 7,50 3.701 980 3,78 251 Ensanche Este 46,97 10,00 1.992 425 4,69 150 Ensanche Norte 14,73 7,50 5.007 1.204 3,91 357

Alquileres/Habitantes en el Ensanche de Madrid (1878-1880)

Alquiler medio

Moda alquileres

Nº habitantes

Nº familias

Nº hab/familias

Nº edificios

Ensanche Sur 12,56 10,00 15.698 3.801 4,13 439

Ensanche Este 78,34 15,00 15.362 3.185 4,82 451 Ensanche Norte 30,42 15,00 23.593 5.988 3,94 971

En las tablas anteriores, el indicador de los alquileres resulta un eficaz

instrumento a la hora de comprender la progresiva diferenciación y segregación

socioespacial de Madrid y su Ensanche en el segundo tercio del siglo XIX, tanto por la

evolución del alquiler medio y de los más habituales (moda), como por el ritmo de

edificación de los barrios. En este punto es necesario recordar los apuntes que Castro

dejó en su memoria sobre la idoneidad de unos y otros terrenos para el asentamiento

permanente de personas, así como el sistema de financiación del Ensanche6 que se

6 Los impuestos abonados por los propietarios de las edificaciones y solares conformaron el principal fondo del que dispuso el Ayuntamiento, mientras que los gastos se destinaban a obras públicas y pagos por expropiación de terrenos. Además, las zonas de Ensanche eran económicamente independientes, y la contribución territorial dependía de las rentas generadas por las edificaciones, no de su número. Por tanto, pocos edificios de alta calidad disponían de mayores recursos para obras de urbanización (una completa

Sesión 19: Pasado y presente (I) VIII Congreso de la ADEH, Mahón, 2007 20

Fernando Vicente Albarrán Hacia una ciudad segregada

adoptó por parte de las administraciones. Sucintamente decir que mientras las zonas

Norte y Sur se fueron afianzando como terrenos residenciales, el Ensanche Sur se

convirtió progresivamente en un área mixta de residencia y usos industriales del suelo,

debido al desarrollo del ferrocarril y las estaciones e industrias que fueron brotando a la

sombra de su estela de humo y hierro. Además, estaba infinitamente peor dotado en

cuanto a infraestructuras públicas y de higiene, y la calidad en sus edificios era

notoriamente inferior. Sin embargo, es importante resaltar que no era una segregación

homogénea por zonas de Ensanche, sino que en su interior las diferencias eran notables

y graduales en función de diversos factores: en Chamberí, por ejemplo, la proximidad a

la Castellana distinguía a zonas de elevado coste y alto nivel socioeconómico, mientras

que la cercanía a los cementerios del oeste de Chamberí actuaba en sentido inverso; en

Arganzuela, los principales paseos arbolados o la proximidad a la estación ferroviaria de

Atocha eran zonas de mayor calidad que las desastradas y miserables barriadas las

Injurias o las Cambroneras, contextos de marginalidad social y delincuencia (PALLOL

TRIGUEROS, R., 2004; VICENTE ALBARRÁN, F., 2006: 109-160).

El imaginario colectivo de los madrileños, especialmente el de las clases más

pudientes y los dirigentes políticos, comenzaba a percibir a barrios como las Peñuelas

como focos de inseguridad sanitaria y/o de peligro social, mientras que el entorno

arbolado de la Castellana y el lujoso barrio de Salamanca, con sus palacetes ajardinados

y sus amplias avenidas, eran observados con orgullo indisimulado por unos, con velada

envidia por otros, como logro digno para el ritual del paseo capitalino y las relaciones y

rivalidades sociales que en él se generaban. Sin embargo, tanto las zonas “de luz fuerte,

de vida europea” como aquellas “de oscuridad, de vida casi de aduar”, en palabras de

Baroja, mostraban un gran dinamismo en su crecimiento y desarrollo. A ellas no sólo

acudían personas que buscaban asociar su apellido al nuevo palacete, o que huyesen del

casero por impagos y se viesen abocadas a viviendas (o cuartos) de ínfimos alquileres,

sino que también existían muchas familias que esperaban una mayor facilidad para

encontrar trabajo, un campo abierto a una nueva oportunidad.

La exploración de la estructura profesional que caracterizaba al Ensanche en sus

distintas zonas, nos brinda una nueva ocasión para profundizar en el conocimiento del

proceso de segregación socioespacial que se estaba produciendo en la capital de la

nación. Como se podrá comprobar, aunque las diferencias serán bastantes notables entre

gama de servicios de alcantarillado, alumbrado, empedrado, arbolado, etc.), que generaban a su vez una revalorización de la zona, que muchos edificios de baja calidad.

Sesión 19: Pasado y presente (I) VIII Congreso de la ADEH, Mahón, 2007 21

Fernando Vicente Albarrán Hacia una ciudad segregada

unos espacios y otros, quedaba lejos de la realidad unos barrios socialmente

homogéneos, tal que compartimentos estancos independientes, en el que se agruparan

las clases económicamente pudientes a un lado y las clases populares y marginales

alejadas en el otro, según puede desprenderse de una lectura de la literatura de la época

(tanto en novelas como en prensa escrita), en la que a veces se entremezclan temores,

generalizaciones y simplificaciones que pueden llevar a equívoco, aunque bien es cierto

que contaban con una base considerable de realidad.

A la altura de 1860, cuando el Ensanche todavía no era más que un conjunto de

pequeños arrabales expandidos en derredor de la cerca, grupúsculos de casas mal

construidas y chozas en gran parte, las diferencias entre unas zonas y otras ya eran muy

palpables e insinuaban el camino que habrían de recorrer cada una de ellas en las

próximas décadas. En casi todas las categorías profesionales consideradas, al menos las

más importantes cuantitativamente hablando, las zonas Este y Sur serán dos caras

opuestas, manteniendo un diálogo de extremos matizado por el puente de transición que

va a suponer el Ensanche Norte.

Estructura profesional7 de la población del Ensanche +12 años (1860) Hombres Mujeres

Categorías profesionales E. Norte E. Este E. Sur E. Norte E. Este E. Sur

Artesanos, oficios y trabajo cualificado

467 (25,2%)

111 (13,7%)

306 (21,8%)

221 (11,8%)

35 (4,8%)

193 (14,6%)

Iglesia y militares 17 (0,9%) 62 (7,7%) 4 (0,3%) 21 (1,1%) 2 (0,3%) 0 (0%) Industriales 12 (0,6%) 8 (1%) 16 (1,1%) 0 (0%) 1 (0,1%) 1 (0,1%) Jornaleros/Trabajadores sin cualificar

629 (34%)

158 (19,5%)

625 (44,4%)

62 (3,3%)

9 (1,2%)

38 (2,9%)

Labores agropecuarias 44 (2,4%) 23 (2,8%) 26 (1,9%) 2 (0,1%) 1 (0,1%) 1 (0,1%) Pensionistas, jubilados y retirados

26 (1,4%)

3 (0,4%)

0 (0%)

33 (1,8%)

11 (1,5%)

1 (0,1%)

Pequeño comercio 149

(8%) 60

(7,4%) 114

(8,1%) 57

(3,1%) 14

(1,9%) 33

(2,5%) Profesiones liberales/Titulados

37 (2%)

24 (3%)

13 (0,9%)

5 (0,3%)

2 (0,3%)

2 (0,2%)

Propietarios y rentistas 26 (1,4%) 12 (1,5%) 16 (1,1%) 15 (0,8%) 5 (0,7%) 6 (0,5%)

Servicio doméstico 41

(2,2%) 109

(13,5%) 42

(3%) 279

(14,9%) 157

(21,4%) 140

(10,6%) Servicios, empleados y dependientes de comercio

184 (9,9%) 170 (21%)

88 (6,3%)

2 (0,1%)

9 (1,2%)

3 (0,2%)

Sin determinar/Sus labores

182 (9%)

46 (5,7%)

142 (10,1%)

1.166 (62,4%)

485 (66,1%)

904 (68,4%)

Sin oficio 37 (2%) 23 (2,8%) 15 (1,1%) 7 (0,4%) 3 (0,4%) 0 (0%)

Total 1.851

(100%) 809

(100%) 1.407

(100%) 1.870

(100%) 734

(100%) 1.322

(100%)

Sesión 19: Pasado y presente (I) VIII Congreso de la ADEH, Mahón, 2007 22

Fernando Vicente Albarrán Hacia una ciudad segregada

En dos ámbitos profesionales se pueden analizar con nitidez el proceso de

segregación que se estaba efectuando no sólo entre las nacientes zonas del Ensanche

madrileño, sino también con respecto al conjunto de la ciudad: el trabajo descualificado

y el servicio doméstico. Respecto al primero, que tiene mayor relación con el mundo

masculino, simboliza el uno de los criterios segregadores por excelencia pues su mayor

o menor presencia es identificada con una composición social de extracción baja

contagiada al espacio. El conjunto del Ensanche era un área preferencial en la recepción

de esta clase de trabajadores respecto al conjunto de la ciudad (9`9%), pero los

contrastes entre zonas eran muy profundos, en una progresión ascendente hasta llegar al

44% de Arganzuela, prácticamente la mitad de su población activa.

Sin embargo, si en este sector del Sur de la ciudad distinguimos, por ejemplo,

entre trabajadores que habían nacido en Madrid, con aquellos que eran inmigrantes,

observamos que entre los primeros dominaría claramente el mundo de los oficios y el

trabajo cualificado (49´7%), mientras que entre los segundos se acentuaría el inseguro

jornalerismo (48´5%). Si recordamos en este momento que la gran mayoría de la

población era inmigrante (dos tercios, aproximadamente), podemos dar un paso más en

la comprensión del funcionamiento y los ritmos de la economía y sociedad madrileñas.

La canalización del canal de Isabel II, las reformas en el interior del casco antiguo, las

propias obras del Ensanche, el ferrocarril o algunas fábricas como la del gas, actuaban

como potentes reclamos de mano de obra, generalmente descualificada o con un nivel

técnico mínimo. Era la nueva oportunidad que venían a encontrar los ríos humanos del

campo español, un sueño dorado que pronto notarían cargado de alforjas llenas de

inseguridad y estrecheces (si no miseria), a la par que evidenciaban una significativa

dificultad para penetrar en la cara industriosa de la gran urbe, en ese universo de

pequeños y grandes talleres, más que modernas fábricas, donde zapateros, carpinteros,

sastres, cerrajeros o herreros, comenzaban a verse con el paso cambiado, donde el

orgullo por el trabajo bien hecho persistía, pero se veían forzados a participar en un

sistema de trabajo más amplio de putting-out, que escapaba a su control, participando en

determinadas fases del proceso de producción, quizá rematando el producto, quizá al

revés, si querían sobrevivir con su taller abierto en un difícil mundo de transición propio

del cambio de sistemas gremiales a sistemas fabriles-industriales.

Sesión 19: Pasado y presente (I) VIII Congreso de la ADEH, Mahón, 2007 23

Fernando Vicente Albarrán Hacia una ciudad segregada

En el servicio doméstico sobresale el Ensanche Este, que intenta seguir la estela

del peso que representaba esta categoría profesional dentro de la población activa

madrileña, que representaba otro de los grandes graneros en los que desembocaban gran

parte de las jóvenes esperanzas que se aventuraban a viajar a la capital. La baja

representación en las otras dos zonas indica la escasa presencia de alta burguesía o

nobleza, especialmente en la del Sur, y un carácter más externo (y eventual) en las

mujeres que desempeñaban este tipo de trabajos. En cambio, en las zonas Norte y Sur

encontramos una mayor presencia de mujeres con un oficio cualificado, lo cual

responde a la presencia de numerosas costureras, mujeres trabajando en tejares (en

Chamberí, propio de zonas periurbanas, donde el paisaje es más de campo que de

ciudad) o cigarreras (Arganzuela), un oficio de corte preindustrial que suponía la mayor

concentración de fuerza laboral de la ciudad por estas fechas.

Estructura profesional de la población del Ensanche +12 años (1878-1880) Hombres Mujeres

Categorías profesionales E. Norte (1880)

E. Este (1878)

E. Sur (1878)

E. Norte (1880)

E. Este (1878)

E. Sur (1878)

Artesanos, oficios y trabajo cualificado

1.522 (18%)

424 (8%)

1.105 (19,3%)

316 (3,3%)

165 (2,4%)

692 (11,4%)

Iglesia y militares 213

(2,5%) 483

(9,1%) 59

(1%) 118

(1,2%) 4

(0,1%) 6

(0,1%)

Industriales 62

(0,7%) 79

(1,5%) 10

(0,2%) 0

(0%) 5

(0,1%) 1

(0,02%) Jornaleros/Trabajadores sin cualificar

3.643 (43,1%)

1.168 (22,1%)

3.159 (55,2%)

300 (3,2%)

59 (0,9%)

227 (3,7%)

Labores agropecuarias 20

(0,2%) 23

(0,4%) 35

(0,6%) 4

(0,04%) 2

(0,03%) 1

(0,02%) Pensionistas, jubilados y retirados

108 (1,3%)

88 (1,7%)

18 (0,3%)

164 (1,7%)

182 (2,7%)

15 (0,3%)

Pequeño comercio 408

(4,8%) 319

(6%) 342

(6%) 114

(1,2%) 62

(0,9%) 167

(2,8%)

Profesiones liberales/Titulados 210

(2,5%) 338

(6,4%) 43

(0,8%) 25

(0,3%) 23

(0,3%) 10

(0,2%)

Propietarios y rentistas 139

(1,6%) 185

(3,5%) 28

(0,5%) 48

(0,5%) 86

(1,3%) 6

(0,1%)

Servicio doméstico 211

(2,5%) 416

(7,9%) 55

(1%) 1.197

(12,6%) 1.756

(25,8%) 422

(7%) Servicios, empleados y dependientes de comercio

962 (11,4%)

879 (16,6%)

337 (5,9%)

38 (0,4%)

74 (1,1%)

7 (0,1%)

Sin determinar/Sus labores 714

(8,4%) 586

(11,1%) 434

(7,6%) 7.156

(75,3%) 4.340

(63,8%) 4.494 (74%)

Sin oficio 250

(3%) 310

(5,6%) 99

(1,7%) 30

(0,3%) 44

(0,7%) 29

(0,5%)

Total 8.462

(100%) 5.298

(100%) 5.724

(100%) 9.510

(100%) 6.802

(100%) 6.077

(100%)

Sesión 19: Pasado y presente (I) VIII Congreso de la ADEH, Mahón, 2007 24

Fernando Vicente Albarrán Hacia una ciudad segregada

A la altura de 1878-1880, cuando la integración del Ensanche en la ciudad era

mayor (observar el descenso de los trabajos referidos a las labores agropecuarias

respecto a 1860) la evolución de la estructura profesional de la población parece ir de la

mano, junto a los variados comportamientos demográficos o el contraste en la calidad e

higiene de las viviendas, hacia una progresiva segregación y zonificación del espacio

urbano. Las zonas de Ensanche Norte y Sur, de manera más acelerada éste último,

parecen deslizarse en un agudo proceso de jornalerización en detrimento del oficio y el

trabajo cualificado. Aumentaba con ello el número de familias que vivían una constante

situación de precariedad, intermitente desempleo, constante provisionalidad, es decir, el

porcentaje de población pauperizable (VICENTE ALBARRÁN, F., 2006) que mantenía

confusos límites con el mundo de la pobreza, de la beneficencia y/o de la marginalidad

y la delincuencia. De esta manera, la figura del jornalero se confirmaba como un

indicador primordial para evaluar el proceso de segregación en horizontal y la existencia

de bolsas de pobreza8. Por otro lado, no su considerable incremento no se debía sólo a

que continuaran llegando un gran número de inmigrantes, sino que la jornalerización era

un fenómeno que también afectaba a aquellos que habían nacido en Madrid. Si

continuamos con el anterior ejemplo de Arganzuela, la zona del Ensanche con mayor

número de trabajadores descualificados (convertido en el área jornalera de Madrid por

excelencia), observamos que el porcentaje de madrileños inmiscuidos en el tradicional

mundo de los oficios se ha reducido drásticamente (de casi el 50% en 1860 al 39% en

1878), mientras que el de jornaleros ha pasado del casi el 23% al 36´5%. Además, se ha

podido constatar que gran parte de los trabajadores insertos en el mundo de los oficios,

en todo el Ensanche, estaban en riesgo de perder su independencia económica y la

propiedad de los medios de producción o de haberla perdido (especialmente zapateros,

herreros o cerrajeros). También hay que tener presente que Arganzuela se confirma

como el “distrito industrial” de la ciudad, donde se concentra el mayor índice de

fábricas, talleres y almacenes de la modesta industria madrileña. Sin embargo, no hay

que caer en el error de identificar a Arganzuela como una zona exclusiva de jornaleros,

artesanos empobrecidos y pobres, y Salamanca como tierra de nobles y grandes

burgueses (con sus ejércitos de criados detrás), militares y altos cargos de la

administración, o Chamberí como una zona de la brumosa clase media, sino que

existían matices, excepciones, que a primera vista pueden sorprender, pero que es

necesario introducir para descubrir que, junto a una separación en horizontal que crecía

por momento, pervivía una suerte de segregación en vertical en gran parte de los nuevos

Sesión 19: Pasado y presente (I) VIII Congreso de la ADEH, Mahón, 2007 25

Fernando Vicente Albarrán Hacia una ciudad segregada

edificios que se levantaban en el Ensanche. Empleados de alto rango, como el director

general de la compañía de ferrocarriles M.Z.A., o el director de la fábrica del gas, cuyos

altos sueldos eran equiparables a los de la alta burguesía de Chamberí, o incluso de

Salamanca, vivían en edificios próximos a sus lugares de trabajo y en cuya escalera se

cruzaban con vecinos que eran empleados de la administración local, algún cesante o

jornaleros que habían realquilado su vivienda, en el piso superior, a otra familia con el

fin de pagar conjuntamente el alquiler. Pero no era una situación que se daba sólo en las

calles principales y mejor acondicionadas, sino que en zonas más degradas, como el

antiguo arrabal de las Peñuelas, en el corazón de la nueva zona del Ensanche Sur,

también se percibe una cierta diferenciación entre los principales de las casas (ocupados

por pequeños propietarios, profesiones liberales, pequeños comerciantes o artesanos) y

los sótanos y los pisos superiores (en los que abundaban más jornaleros, empleados del

escalón inferior de la administración local, cesantes, viudas, etc.). Por tanto, una

separación en horizontal muy marcada, sí, pero entreverada con otra línea en vertical

que matizaba los extremos (el Ensanche de Salamanca, a pesar de ser considerado la

zona de clases altas y medias-altas por excelencia, contaba con un nada despreciable

22% de jornaleros en 1878). En el caso femenino, se constata una mayor ocultación en

la fuente documental del trabajo que desarrollaban las mujeres (y que tan importante era

para el buen funcionamiento de la economía doméstica, en especial para las clases

populares). El servicio doméstico se confirmaba como la principal salida profesional

femenina, sobresaliendo una vez más la zona Este, cuyo creciente desarrollo urbano

permitía en mayor medida que las clases altas de la sociedad lo considerasen,

definitivamente, como una de las mejores opciones residenciales de Madrid, frente al ya

angosto casco viejo.

Por tanto, la clasificación profesional del Ensanche nos está anunciando un

proceso de proletarización de las clases populares a través de la acumulación de

trabajadores con un nulo o bajo de nivel de cualificación profesional y la degradación de

aquellos que participaban de una manera más activa en la industriosa economía urbana,

en una ciudad que no contaba con una industrialización clásica al estilo de la británica, o

en nuestro ámbito nacional de la catalana o la vasca, pero que disponía de una triple vía

de desarrollo económico (servicios, construcción y ferrocarril) que explican una

urbanización y una segregación socioespacial multicausal, alejada de una relación

directa industrialización-urbanización, que aporta al proceso de urbanización español un

grado de complejidad superior. Madrid y su Ensanche desarrollarían, en las décadas de

Sesión 19: Pasado y presente (I) VIII Congreso de la ADEH, Mahón, 2007 26

Fernando Vicente Albarrán Hacia una ciudad segregada

finales del siglo XIX y principios del siglo XX, un intenso proceso urbanizador que la

situaría a la cabeza del país como la ciudad más poblada en los años 30 del siglo XX, y

ello sin la existencia previa de una industrialización “clásica” y potente de su economía,

sino con una situación mucho más diversificada, podríamos decir más global, que

terminó dando como fruto a la activa, dinámica y modernizadora sociedad madrileña de

los años 20 y 30 del siglo XX.

Sesión 19: Pasado y presente (I) VIII Congreso de la ADEH, Mahón, 2007 27

Fernando Vicente Albarrán Hacia una ciudad segregada

BIBLIOGRAFÍA

- BAHAMONDE, Ángel y OTERO, Luis Enrique: “Madrid, de territorio fronterizo a región metropolitana”, en FUSI, J.P.: España. Autonomías Madrid, Espasa, 1989, pp.517-613.

- BAHAMONDE, Ángel y OTERO, Luis Enrique: “Quietud y Cambio en el

Madrid de la Restauración” en BAHAMONDE MAGRO y OTERO CARVAJAL (eds.): La sociedad madrileña durante la Restauración 1876-1931. 2 Vols. Madrid, Comunidad de Madrid-Alfoz, 1986, vol.1 pp. 24-26.

- BAHAMONDE, Ángel: “El mercado de mano de obra madrileño (1850-1874)”

en Estudios de Historia Social, 15, 1980, pp. 143-175.

- BAHAMONDE, A. y FERNÁNDEZ, A, Antonio: “La transformación de la economía” en FERNÁNDEZ GARCÍA, Antonio (dir.): Historia de Madrid, Editorial Complutense, Madrid, 1993.

- BONET CORREA, Antonio (ed): Plan Castro, COAM, Madrid, 1978.

- BRANDIS, Dolores: El paisaje residencial en Madrid, Madrid, MOPU, 1983.

- CAMPS, E.: La formación del mercado de trabajo industrial en la Cataluña del

siglo XIX. Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Madrid, 1995.

- CARBAJO ISLA, María F: La población de la villa de Madrid: desde finales del siglo XVI hasta mediados del siglo XIX. Madrid, Siglo XXI de España, 1987.

- DÍEZ DE BALDEÓN, Clementina: Arquitectura y clases sociales en el Madrid

del siglo XIX, Siglo XXI, Madrid, 1986.

- DYOS, Harold James: Victorian Suburbs. A study of the growth of Camberwell. 1961.

- FERNÁNDEZ GARCÍA, Antonio: “La población madrileña entre 1876 y 1931.

El cambio de modelo demográfico” en BAHAMONDE MAGRO, A. Y OTERO CARVAJAL, L.E.: La sociedad madrileña durante la Restauración, 1876-1931.” Comunidad de Madrid, 1989. Vol. I, pp.29-76.

- FERNÁNDEZ GARCÍA, Antonio: Epidemias y sociedad en Madrid. Vicens

Vives, Barcelona, 1985.

- GARCÍA ABAD, Rocío; PAREJA ALONSO, Arantza, ZÁRRAGA SANGRÓNIZ, Karmele: “La contribución de la demografía al proceso de modernización en las ciudades” en BEASCOECHEA GANGOITI, José María; GONZÁLEZ PORTILLA, Manuel; y NOVO LÓPEZ, Pedro A.: La ciudad contemporánea, espacio y sociedad. Universidad del País Vasco, 2006, pp. 21-51.

Sesión 19: Pasado y presente (I) VIII Congreso de la ADEH, Mahón, 2007 28

Fernando Vicente Albarrán Hacia una ciudad segregada

- GONZÁLEZ PORTILLA, Manuel (dir): Los orígenes de una metrópoli industrial: la ría de Bilbao. Fundación BBVA, Bilbao, 2001, 2 vols.

- JONES, Gareth-Stedman: Outcast London: a study in the relationship between classes in Victorian society. Oxford, 1971.

- MAS HERNÁNDEZ, Rafael: El barrio de Salamanca. Planeamiento y

propiedad en el Ensanche de Madrid .Instituto de Estudios de Administración Local, Madrid, 1982.

- MAS HERNÁNDEZ, Rafael: “La propiedad urbana en Madrid en la primera

mitad del siglo XIX”, en Bahamonde Magro, Ángel, y Otero Carvajal, Luis Enrique (eds.): La sociedad en Madrid en la primera mitad del siglo XIX. Madrid, Revista Alfoz – Comunidad de Madrid, 1986, pp. 23-87.

- MENDIOLA GONZALO, Fernando: Inmigración, Familia y Empleo.

Estrategias familiares en los inicios de la industrialización, Pamplona (1840-1930). Bilbao, Servicio Editorial Universidad del País Vasco, 2002.

- PALLOL TRIGUEROS, R.: El distrito de Chamberí, 1860-1880. El nacimiento

de una nueva ciudad. Trabajo Académico de Tercer Ciclo, Universidad Complutense de Madrid, 2004.

- PALLOL TRIGUEROS, R.: “Ciudad e identidad en el siglo XIX – El proceso

de urbanización como proceso de fondo en la creación de nuevas identidades: jornaleros en inmigrantes en el Ensanche Norte de Madrid.” comunicación presentada al Congreso de la AHC, septiembre de 2004, Santiago de Compostela.

- PÉREZ-FUENTES, P.: Vivir y morir en las minas. Estrategias familiares y

relaciones de género en la primera industrialización vizcaína, 1877-1913. Bilbao, UPV-EHU, 1993.

- PINOL, Jean-Luc: Histoire de l’Europe Urbaine. Vol. II, de l’Ancien Régime à

nos jours. Seuil, Paris, 2003.

- REHER, D. S.: La familia en España. Pasado y presente. Alianza Universal, Madrid, 1996.

- RICHARD, Dennis: “Modern London” en CLARK, Peter (ed.): The Cambridge

Urban History of Britain, Cambridge: Cambridge University Press, 2000, vol. 2, pp. 95-131.

- SARASÚA, C.: Criados, nodrizas y amos. El servicio doméstico en la

formación del mercado de trabajo madrileño (1758-1868). Siglo XXI, Madrid, 1994.

- SILVESTRE RODRIGUEZ, Javier, “Inmigraciones interiores e

industrialización: el caso de la ciudad de Zaragoza durante el primer tercio del siglo XX”, en Revista de Demografía Histórica, 2003, XXI, 2.

Sesión 19: Pasado y presente (I) VIII Congreso de la ADEH, Mahón, 2007 29

Fernando Vicente Albarrán Hacia una ciudad segregada

Sesión 19: Pasado y presente (I) VIII Congreso de la ADEH, Mahón, 2007 30

- THOMPSON, F.M.L.(ED.) :The Rise of suburbia. Leicester, Leicester University Press, 1982.

- TORO MÉRIDA, Julián: “El modelo demográfico madrileño” Historia 16, nº

59, pp. 44-51.

- UGARTE TELLERÍA, Javier: “Pamplona, toda ella un castillo, y más que ciudad, ciudadela. Construcción de la imagen de una ciudad, 1876-1941” en SANZ MARCOTEGUI, Ángel (ed.): Memoria histórica e identidad. En torno a Cataluña, Aragón y Navarra. Universidad Pública de Navarra, s.a.

- VICENTE ALBARRÁN, F.: Los albores de un nuevo Madrid: El distrito de

Arganzuela (1860-1878). Trabajo Académico de Tercer Ciclo, Universidad Complutense de Madrid, 2006.

- VICENTE ALBARRÁN, F.: “Pauperismo, pobres y asistencia domiciliaria en el

Ensanche Sur (1878-1910)” en Modernizar España, 1898-1914. Proyectos de reforma y apertura internacional en torno a la Conferencia de Algeciras. Congreso Internacional, Universidad Complutense de Madrid, 2006, 2 vols.