Ella solo ha encontrado una ciudad enrejada - Revista Ciudad Vaga

12
Ella solo ha encontrado una ciudad enrejada Escrito por Jorge Caicedo   A cada santo le debía una vela y cada vela me quemaba las entrañas tan rápido que así como llegaba cada peso, así se iba. Salía más de lo que entraba. Cada día, ese tapar huecos con otros huecos, me puso al fondo de un laberinto en el que la única salida, fue largarme a buscar la suerte lejos de vos y de todos los que quiero, hasta de mis hijas. Fue por eso, y contrario a lo que creés, no me fui buscándola a ella. Quería arreglar todo lo que sabía que estaba a punto de dañarse sin remedio. La ciudad comenzó a quedarme pequeña o mi vida y mis problemas se habían hecho tan grandes como para atravesar sus avenidas sin dañarme. A cada santo le debía una vela y cada vela me quemaba las entrañas tan rápido que así como llegaba cada peso, así se iba. Salía más de lo que entraba. Cada día, ese tapar huecos con otros huecos, me puso al fondo de un laberinto en el que la única salida, fue largarme a buscar la suerte lejos de vos y de todos los que quiero, hasta de mis hijas. Fue por eso, y contrario a lo que creés, no me fui buscándola a ella. Quería arreglar todo lo que sabía que estaba a punto de dañarse sin remedio.  Recuerdo muy bien el desespero que me entró a mitad de taller. Eran las doce del día y el sol del pacífico nariñense hacía que la arena que cubre todo Mosquera, se tornara como un inmenso espejo que quema hasta el alma. Salí en busca de un teléfono minutero caminando por las calles palafíticas con el cuidado que exige el vértigo a caer en el barro podrido que deja la marea cuando se va. No alcancé a llamar porque antes, a mi celular, con unas pocas rayas producto de estar en territorio Comcel, entró la llamada. 1 / 12

Transcript of Ella solo ha encontrado una ciudad enrejada - Revista Ciudad Vaga

Ella solo ha encontrado una ciudad enrejada

Escrito por Jorge Caicedo

 

 A cada santo le debía una vela y cada vela me quemaba las entrañas tan rápido que así comollegaba cada peso, así se iba. Salía más de lo que entraba. Cada día, ese tapar huecos conotros huecos, me puso al fondo de un laberinto en el que la única salida, fue largarme a buscarla suerte lejos de vos y de todos los que quiero, hasta de mis hijas. Fue por eso, y contrario a loque creés, no me fui buscándola a ella. Quería arreglar todo lo que sabía que estaba a puntode dañarse sin remedio.

La ciudad comenzó a quedarme pequeña o mi vida y mis problemas se habían hecho tangrandes como para atravesar sus avenidas sin dañarme. A cada santo le debía una vela y cadavela me quemaba las entrañas tan rápido que así como llegaba cada peso, así se iba. Salíamás de lo que entraba. Cada día, ese tapar huecos con otros huecos, me puso al fondo de unlaberinto en el que la única salida, fue largarme a buscar la suerte lejos de vos y de todos losque quiero, hasta de mis hijas. Fue por eso, y contrario a lo que creés, no me fui buscándola aella. Quería arreglar todo lo que sabía que estaba a punto de dañarse sin remedio.

 

Recuerdo muy bien el desespero que me entró a mitad de taller. Eran las doce del día y el soldel pacífico nariñense hacía que la arena que cubre todo Mosquera, se tornara como uninmenso espejo que quema hasta el alma. Salí en busca de un teléfono minutero caminandopor las calles palafíticas con el cuidado que exige el vértigo a caer en el barro podrido que dejala marea cuando se va. No alcancé a llamar porque antes, a mi celular, con unas pocas rayasproducto de estar en territorio Comcel, entró la llamada.

1 / 12

Ella solo ha encontrado una ciudad enrejada

Escrito por Jorge Caicedo

 

Qué hubo hermano, Hola, ¿cómo está?, Bien, aún en Colombia, ¿usted cuándo llega a Cali?Yo creo que el lunes porque acá la lancha no sale los domingos, Qué joda, entonces no nosalcanzamos a ver, viajo mañana, Y usted para dónde es que se va al fín, Tu tu tu tu…

 

El día que me fui, me tocó hacerlo a gran velocidad. El viaje estaba pensado para diciembrepero al Señor le entró el afán y me dijo que la única opción de irnos y alcanzar a concretarvarios negocios, era ya o ya. Lo otro por lo que me tuve que ir rápido es porque tenía queescondérmele a unas deudas de tanto negocio extraño que hacía, que ya se estabancalentando mucho y además, en el fondo, no quería que vos llegaras primero porque sabía queno me dejarías viajar.

 

El taller de radio comunitaria se hizo a medio espíritu. En mi cabeza retumbaban las milversiones del supuesto viaje que mi hermana había estado planteando desde seis meses atrás.Una inmensa cantidad de personas extrañas habían estado entrando y saliendo de la casapaterna, la misma que meses después perderíamos en medio del terror que produce el miedo ala muerte violenta. Teléfonos fijos y celulares sonando a diestra y siniestra desde donde segeneraban respuestas extrañas y agitadas: que la visa ya está pero solo se entrega cuando elman suelte la plata, que aquel otro no ha pagado y así no viaja por más que se rebote, que esecheque ya se puede cobrar porque hay que aprovechar que el dueño de la chequera no andapor acá, que hay que viajar por tierra otra vez a Pasto porque falta un trámite más, que seconsiguió nueva papelería de una empresita que es virgen y de ahí se sacan dos o trespréstamos más… miles de frases que me sonaban inconexas en medio de la ingenuidad delque se las sabe todas pero no las pilla, cuando las tiene al lado.

 

2 / 12

Ella solo ha encontrado una ciudad enrejada

Escrito por Jorge Caicedo

La noche anterior al viaje, nos quedamos en un hotel a unos cuantos metros del aeropuerto. Elsonido de los aviones entrando y saliendo me hacía revolver el estómago y para evitartrasbocar, me puse a leer los folletos turísticos que habían dejado debajo del nochero. Lalevantada al otro día era a las cinco, me dijeron que a esa hora desayunaríamos normalmentey entonces me entró la inquietud. Por qué comer si se suponía que el estómago tenía que estarvacío pa que aguantara el trote que se le venía encima (o adentro). Todo comenzó a joderse.

 

De regreso a Cali, en un avión de LAC y con la turbina a 20 centímetros de mi oído, intenté envano encontrar la lógica de lo que estaba sucediendo. No la encontré. Cuando estuve en lacasa, efectivamente ella ya no estaba. Cierto aire de nostalgia y de falsa ilusión, reinaba en lascaras de esos otros que compartían mi vida y mi hogar por aquellas cosas de la naturaleza.Las versiones eran muchas; cada uno creía haber escuchado una razón y un destino: que seiba para Japón a acompañar a un comerciante duro pero de los sanos, que confiaba mucho enella y en el que venía trabajando con ella unos meses atrás, que la cosa era por España y queallá se iba a encontrar con la novia que viajó primero y que de allá iban a llover los euros, quealguien escuchó que era para los Estados Unidos y que estaría unos seis meses y despuésmandaría por el resto de la gente y que si al fin yo también me quería ir. Nada de eso resultó,tres días después el teléfono fijo, que había descansado por esos días, volvió a sonar.

 

Qué hubo hermano, Hola, usted dónde es que está al fin, Bien, en Ecuador, Y no era en Japón,Sí, pero primero hay que hacer escala acá, ¿Desde cuándo?, Páseme a mi mamá y a lasniñas, ¿sí?...

 

Desde eso, no volví a saber de ella, ni de sus llamadas, ni de sus promesas de futuro, ni de susmiles de destinos hasta mucho después. El silencio se tomó el espacio, la mente y los días ylas noches con sus rutinas. La incertidumbre reinó por toda la casa y las lágrimas apuradas por

3 / 12

Ella solo ha encontrado una ciudad enrejada

Escrito por Jorge Caicedo

el miedo, comenzaron a volverse constantes en los ojos de la Madre y de las hijas. Mi vidaintentó seguir su curso: de las clases dictadas en una universidad pública a las clases en laotra privada, de ahí a las clases del postgrado y en el fin de semana al trabajo con lascomunidades de la orilla del río Cauca. Todo se volvió tenso y solo se pudo des-entrabar, unanoche en la que el celular me sacó del ensueño en medio de un viaje en uno de esos busesurbanos que luego dejarían paso a los armatostes articulados azules del masivo.

 

Esa tarde parecía que todo el mundo estaba revolucionado. Cuando entramos al aeropuertotraté de rogar con mis ojos para que mi custodio me perdonara la vida. Era la crónica de unamuerte anunciada con cuatro horas de anticipo. El mundo del que de alguna manera habíagozado en estos cuarenta años, comenzaba a diluirse en medio de un aire pesado y de lamuchedumbre que se tornaba igualmente opaca; no escuchaba nada, paso a paso meacercaba a los uniformados y sus perros sabuesos. Pensé en no mostrarme asustada pero meconvencí de que hiciera lo que hiciera, el final de esa novela ya estaba escrito. El hocico frío deuno de los perros, pegado a mi cuerpo, terminó de definirlo todo. Era el fin.

 

Aló, quién habla, Ole, soy yo, ¿Qué más?, ¿Sí sabes las de tu hermana?, ¿Y es que ya no eshermana tuya también?, En fin, no vayas a decirle nada a la vieja, Contá hombre, no des másvueltas, Esa hembra estaba endeudada hasta el culo acá en Cali, y no se fue pa´ ningúnJapón, se fue de mula y la cogieron en Ecuador…

 

Todas las películas que uno ha visto, todos los libros que ha leído, los folletos, las charlas ytodo lo que uno cree que cree y que sabe sobre el negocio de las drogas y los peligros y losazares, todo se volvió letra viva. Ahora todo ese maldito país del que se hablaba en las tertuliasy en los foros, esa nación que se la comía la corrupción, la violencia y el narcotráfico, estabatocando a mi puerta y no había otra opción que abrirle, dejarla entrar y pensar en cómo asumirsu terrible visita. Los días posteriores se convirtieron en un infierno en el que había queaguantar el dolor y ocultar la pena a la Vieja para ahorrarle un infarto. Que por qué es que no

4 / 12

Ella solo ha encontrado una ciudad enrejada

Escrito por Jorge Caicedo

llama, que qué será que pasa, que será que le fue mal por allá, que bendito sea Dios estamuchacha por qué es así… La puesta en escena estaba lista e intentaría pintar un viaje exitosoa Japón, con unas cartas que se escribirían desde acá, se firmarían como si fuera de allá, paraser leídas en una especie de ritual familiar en donde los que se quedaron se regocijarían porlas letras que pintan que la que se fue, habría cruzado el mundo para triunfar; no se pudo. Elteléfono sonó otra vez con un número desconocido.

 

Aló, Aló, esa es la casa de la señora L., Sí, acá es pero ella no está, Pues claro que no está sise voló y se voló con mi droga, ¿Quién habla?, Vea lo que le voy a decir, dígale a esa h… si esque llama o aparece, que me responde por mi droga o los mato a ustedes uno por uno yempiezo por usted, Oiga señor, ella está presa en Ecuador, Ella no está ninguna presa, esa h...se me voló con lo mío, le doy 48 horas para que aparezca la droga o la plata… tu tu tu tu

 

Me llevaron a una inspección de policía. A cada momento tenía una leve ilusión de que todofuera un mal sueño. Traté de echar atrás el casete de mi vida y quedarme en el momento en elque decidí meterme en esto. Nada funcionaba. A mi lado había otras mujeres que como yo,habían intentado solucionar su vida con un simple viaje cargado al exterior. Ahora todasestábamos a punto de iniciar la carrera más pesada y larga que puede empezar un serhumano: solas, jodidas, miradas como leprosas unas veces y como miserables otras tanto. Lasllamadas solo podrían hacerse 12 horas después. El tiempo implacable antes, ahora parecía noavanzar.

 

Alguien dijo que del cielo al infierno hay un paso. Todo cambió de color. Las cosas vividas porlargos años perdieron su sentido. La vida eterna que nos ofrecieron en los tiempos en los queaún íbamos a misa, quedó reducida a 48 horas y el reloj estaba contando. Entonces todo sevolvió claro, lo que no tenía explicación, por obra y gracia del azar y el miedo, cogió sentido.Las versiones ahora sí se pusieron de acuerdo. Que en medio del afán por conseguir plata, mihermana y su compañera, se habían vendido el cuento de que en España eso se puede lograr.

5 / 12

Ella solo ha encontrado una ciudad enrejada

Escrito por Jorge Caicedo

Entonces se endeudaron hasta el cuello para comprar la visa fraudulenta para que una de ellasviajara. Las mismas visas con las que ella negociaba en medio de la turbiedad en la que habíaconvertido su vida. La otra mujer viajó y como pasa con muchos de los colombianos que logranllegar, una vez en tierra española, el pasado le importó cinco… entonces la otra, mi hermana,se quedó acá en Colombia, igual de pobre pero más jodida que antes, ahora tendría queresponder por las deudas a los gota-gota y por la hipoteca de la casa paterna a la que acudiópara conseguirle el pasaje a la traidora. Los intereses y las amenazas de los “motorratones”, ladesesperaron tanto que la hicieron meterse con unos duros del barrio Alameda; entonces levendieron la idea de irse cargada, que por lo gorda era más fácil, que por Ecuador no jodíantanto, que en menos de dos meses y dos viajes, pagaba todo y le quedaba hasta para prestar.Pura mierda todo.

 

Aló, hermano, perdóneme… perdóneme, De qué le sirve mi perdón ahora, ¿dónde la tienen?,Estoy en la cárcel del Inca, en Quito, ¿Inca? ¿En Quito?, Sí, en la cárcel de mujeres, ¿LosIncas no eran de Perú? (pésimo chiste en pésimo momento, pensé después)¿y qué le handicho?, Acá no me dicen nada, ayúdeme hermanito, (Nunca me había dicho así antes), puesmás jodidos estamos acá, ahí llamaron unos tipos y que nos van a matar a todos, ¿usted quéfue lo que hizo?, ¿usted si está en la cárcel?... tu tu tu

 

Las monedas rinden menos cuando se llama a larga distancia y si es en dólares, peor. El caosse fue aclarando pero la situación se enredó mucho más. Las visitas de los pistoleros a lapuerta de la casa, hicieron que la parafernalia, que se había montado para que mi Madre no seenterara, se fuera a pique. Ahora todos sabíamos todo. Efectivamente la pobre hermana habíaviajado hasta Ipiales con un lavaperro del supuesto patrón, con ese mismo man, había llegadoa Quito y, una noche antes del viaje, se había enterado que el viaje con la carga,supuestamente seguro, no era otra cosa que un infierno: ella sería un gancho ciego para pasaruna carga más dura por otra puerta del Aeropuerto Internacional Mariscal Sucre, en la capitaldel vecino país. Que una vez ante esta noticia, lloró e imploró que no le hicieran eso peroentonces le recordaron sus hijas, su madre y hasta me mencionaron a mí con los dos nombresy apellidos, justo como no me gusta que me llamen. No había reversa.

 

6 / 12

Ella solo ha encontrado una ciudad enrejada

Escrito por Jorge Caicedo

El infierno se hizo más grande cuando me dijeron que estos hijueputas iban a matar a miMadre y a las hijas. Tuve que hacer muchas llamadas con los pocos dólares que alcancé aencaletar. Llame al Señor, al custodio, al maldito gordo vecino que me ayudó a entrar alnegocio, a la pitonisa amiga que nunca me advirtió esta vaina; tuve que rogar mucho, prometersilencios, aguantarme la rabia y las ganas de amenazar. Lloré mucho pero valió la pena.

 

Todo estaba calculado. Su viaje, su captura, las llamadas amenazantes, las visitas aterradoras.Todo era parte de un macabro juego de los Señores de la droga. Un juego para pasar sumercancía y volverse más malditamente ricos, un juego para encochinar a una pobre ingenua yun juego de presiones terroristas para que ni ella ni nosotros, nos atreviéramos a buscarayudas que los pusieran en riesgo. Una mierda bien montada.

 

Aló, Dígame, Con el profesor C., Sí señor, Vea profesor, pues yo llamo pa disculparme porquees que lo que pasa es que a mí ya antes se me han robado la merca y pues yo creía que suhermana me había hecho la misma, Ya, ¿y entonces?, No, pues nada, yo quiero decirle puesque cuente conmigo, que yo le voy a ayudar a que ella salga de esto, Ajá… vea, pues, por quémás bien no me hace un favor, déjenos tranquilos, ya ella se cagó la vida y nos cagó por ahíderecho, déjeme yo salgo de esta solo, de todas maneras le agradezco, muy gentil… tu tu tu

 

Son de esas cosas que uno hace y después de un rato se da cuenta del lío que pudo armar.Hablarle así a un traqueto de mando medio, es decir, de los que son más jodidos que el mismoDuro, no se hace cuando uno está sobrio. El miedo, la rabia, el dolor, todo junto lo vuelven auno otro. Por cosas de Dios, no volvieron a llamar. Después de eso, el infierno cambió de cara.Los señores de la droga se volvieron un maldito recuerdo y entonces entraron los otros actoresde esta tragedia mezclada con farsa: los gota-gota, los prestamistas de ocasión, los clientes delas visas chimbas, aquellos a los que les habían cobrado por cartas falsas para lograr

7 / 12

Ella solo ha encontrado una ciudad enrejada

Escrito por Jorge Caicedo

préstamos en bancos y que no se las habían dado, vecinos oportunistas que aparecieronreclamando platas prestadas y los abogados que tenían en sus manos la hipoteca de la casaque mi Padre había construido durante sesenta años y nos había dejado con mucho orgullo;todos juntos se vinieron al tiempo para ahogarnos y apretarnos mientras intentábamos unafigura legal que permitiera que esta señora no se pudriera sola en una cárcel de un país en elque para colmo, no teníamos ni un pinche amigo. Todo se solucionó dentro de lo que cabe. Lacasa se alcanzó a vender y con eso pagamos la hipoteca y muchas de las deudas, el carruselde las motos no volvió a verse por nuestra puerta. Pasamos de ser dueños de la casa, a sersus inquilinos; las otras deudas se pagaron con la venta de otras cosas y el empeño de lapalabra y de cuanta cosa se pudo negociar. Después de muchos años de trabajar y conseguircositas, estábamos de nuevo como al comienzo, yo creo que hasta peor.

 

Llegar a esa cárcel volvió a ponerme en relación con mi suerte, la suerte que desde hacía unbuen rato, no volvió a coger color. El frío me quemaba los huesos y una sola muda de ropa quese usaba, se lavaba y se volvía a poner, le ponía un toque de desgracia mucho mayor a miestadía allí. Por todo tenía qué pagar y a veces, cuando la plata escaseaba había queaguantarse hasta las ganas de hacer del cuerpo para no tener que andar y dormir sucia. Cadadía allá adentro se demora dos en pasar; no sabés cómo mirar para que no te odien o para queno te quieran en exceso. Y vos y toda la familia y la ciudad y las cosas del pasado, cada vez sehacían más borrosas en el recuerdo; la gente a la que quería y les había fallado, se reducían aunos cuantos segundos de voz cada tres días bastante caros y con muy mala señal.

 

Aló, hermano, ¿Qué hubo, qué pasó en el juicio? (llanto)… (silencio) (llanto), A ver, diga algo,que con llorar ya no arregla nada, (llanto) Me dieron ocho años, (Ahora, silencio acá pero sinllanto), No le vaya a decir nada a mi Madre todavía hermano, Tu tu tu.

 

Madre se dio cuenta y por esas cosas de Dios, salió más fuerte que todos nosotros. Lo asumiócomo mujer verraca que ya ha enviudado y no solo ha enterrado al marido sino también a un

8 / 12

Ella solo ha encontrado una ciudad enrejada

Escrito por Jorge Caicedo

hijo y a un nieto (los tres con el mismo nombre, como si fuera una maldición). De abuelaalcahueta pasó a madre a la fuerza de las dos nietas. Semana tras semana, esa mujer quedebería estar en una mecedora recibiendo el chocholeo del resto de la familia o una pensióndel gobierno, no, estaba criando otras dos hijas, una de ellas vuelta un completo infiernoinmanejable escudada en las teorías modernas de la sicología que dicen que los muchachosante episodios extremos, se vuelven rebeldes. Fueron dos años seguidos de rutinas que no setenían. Viajando cada seis meses de casa en casa como los inquilinos que nunca fuimos;buscando salidas legales pa’ repatriar a la hermana apoyados por abogados que sabían detodo, menos de ley internacional; pagando deudas viejas que de vez en cuando aparecían yesperando sagradamente la llamada de todas las mañanas desde Ecuador.

 

La lucha legal se hizo más fuerte. Mucha gente se acercaba para ayudar pero muy pocoslograban algo. Mientras tanto, en la casa, las cosas se iban poniendo más duras. Ya no teníannada, por datos de vecinos a los que llamaba, me di cuenta que vendieron la casa, y que hastavos perdiste tu apartamento para pagar mis cagadas. Es una sensación extraña. Te dan ganasde morirte o de perderte para no soportar la culpa y la vergüenza, pero en esa soledad tanterrible, lo único que le pedís a Dios es que te permita volver a ver a los que querés. Pormomentos la esperanza renacía con alguna razón o alguna promesa de ley del presidenteCorrea, pero, mientras tanto, las voces al otro lado del teléfono se hacían más vacías, másdifusas…

 

Aló, ¿Qué hubo?, Parece que ya es un hecho que me van a repatriar, Ajá… ¿y eso qué vienesignificando?, Pues que me llevan de pronto a Ipiales un tiempo y luego a Cali y como voy conel dos por uno de la ley de acá, de pronto salgo libre porque yo en Colombia no debo nada,(¿Nada? Pensaba yo) ah bueno… será esperar.

 

Era una sensación rara. Querer verla libre pero temer que ya afuera, el infierno se reviviera.Que las deudas subterráneas de las que aún no sé si andan por ahí agazapadas esperando

9 / 12

Ella solo ha encontrado una ciudad enrejada

Escrito por Jorge Caicedo

para dar el zarpazo, aparezcan de las ruinas y terminen con las pocas cosas que estamosintentando reparar. Por fortuna no era una decisión que dependiera de mi o de alguno denosotros; si tenía que regresar, regresaría; si volvía para mejorar todo, que así fuera y si volvíapara que todo empeorara, pues que ojalá Dios nos cogiera confesados.

 

El viaje de regreso fue pesado, volvimos en un bus con cortinas que no se podían correr.Algunas pequeñas hendijas nos permitían ver pedazos de esa Colombia a la que no pisábamosni veíamos desde muchos años atrás. Solo los olores y los sonidos nos iban indicando queestábamos en Pasto o en Rosas, o en Popayán. El corazón se me aceleró con la cercanía aCali y con la posibilidad de verte y de verlos a todos otra vez; Santander de Quilichao con susolores a almidón de yuca y Villarrica con sus cañaduzales ajenos, quedaron atrás; sin embargo,unos kilómetros antes de llegar a Jamundí, el carro se desvió a la derecha y se alejó denosotras, la posibilidad de volver a ver la ciudad de la que nunca debimos salir o al menos deesa forma; de pronto nos vimos internadas en una selva húmeda y caliente, con senderosdestapados y huecos como cráteres que terminaron de golpear nuestros maltratados cuerposque llevaban 16 horas seguidas de camino. De la nada, de pronto, apareció un gigante gris yamarillo que abrió sus fauces y nos devoró a todas, dejándonos medio instaladas en celdasfrías que aún olían a cemento fresco y que conservaban el aire helado propio de los inviernosprefabricados en el trópico.

 

Aló hermano, Qué hubo, qué tal la nueva casa (otro chiste malo), Ayúdeme a salir de acá, estoacá es muy duro, ¿Pues de qué otra forma puede ser?, De noche se escuchan silbar lasculebras, nos tenemos que bañar delante de todos los guardas, no hay medicina y yo con estahemorragia que no me para, (Silencio acá)… Hable con quien pueda hermano, yo cuandosalga le juro que voy a pagarle todo lo que haga por mí, (Con que no me joda otra vez, meconformo, pensé) Voy a ver qué puedo hacer, Tu tu tu.

 

Todo se hizo, se habló con cuanto abogado ofrecía su divino saber: con los rectos que movían

10 / 12

Ella solo ha encontrado una ciudad enrejada

Escrito por Jorge Caicedo

leyes y los torcidos que movían influencias; ninguno salió con nada. Es como si todas esascosas en las que ella creía cuando era libre: los tabacos, los paleros, las cartas y los hechizos ytodas esas amigas pitonisas que siempre la quisieron ver jodida, pusieran sus artes ocultas alservicio de hundirla una y otra vez. Estoy empezando a creer en eso. Le negaron la casa porcárcel porque el cáncer que tiene, no está oficialmente decretado, de Ecuador no mandaron elpapel de su rebaja de penas y ahora tiene que chuparse los ocho años completicos, le quedancinco y con lo enferma que está, no sabemos si aguante; ni siquiera le dieron las 72 horasporque ya el cupo del año se llenó y tendrá que esperar otro año para eso. Mientras tanto, elúnico asomo a la ciudad que parece no quererla recibir más, es el viaje que de vez en cuandohace desde esa cárcel en medio de la selva al hospital del seguro social en cercanías a laTerminal de transporte.

 

A veces le pido a Dios que el dolor aumente y que la sangre corra más fuerte por mis piernas.Que mi vida se ponga en riesgo para que acá se asusten y me lleven de urgencia al seguro. Enmedio del dolor me aferro a la pequeña ventanita que me deja ver la ciudad a través de lapequeña, sucia y alta rejita, llena de tantos pesares pasados. La ciudad se presenta enrejadaante mis ojos, tan rara y ajena como debo serlo yo ahora para ella. Mucho de lo que dejé ya noestá aquí. El colorido de sus buses se volvió azul, no reconozco sus rutas, sus edificaciones nisu gente, hasta su olor ya no es el mismo. En medio de la pequeña vista a la que se hareducido mi ciudad, te busco y los busco entre los pocos rostros que alcanzo a ver en lasparadas en rojo de semáforos o en los trancones que la remodelación de la ciudad ha dejadopor todas partes. Nada. No te veo, no te he visto y no sé si lo vuelva a hacer. Por ahora, sigoen esta carrera contra la muerte y el olvido. A Madre ya no le permito que venga a visitarme ymenos a las niñas porque no quiero que me vean esposada y vestida de naranja como loimpone ahora la ley. Quiero que me recuerden distinto para que no se les acabe todo ese amorcon que ha soportado todo esta situación en la que las puse. Tengo que aguantar para que nospodamos ver otra vez libres, vestidas de colores y pensando en que aún se puede recuperar lavida que tuvimos; si la suerte me ganó una batalla, la muerte no me ganará esta otra. Tengomucha fe aún y eso es lo único que nadie nunca me podrá quitar.

 

Aló, Aló, ¿Qué más hermano?, Nada, todo igual por acá, Su amiga abogada le ha dicho algo,Dijo que iba averiguar pero usted sabe cómo es eso, mientras no se les pague bien, esa genteno mueve un dedo, Ay Dios mío, (Silencio), ¿Y qué le han dicho allá adentro del papel deEcuador?, La Cónsul dice que ya casi se firma, que tengo que esperar, Pero eso es lo que le

11 / 12

Ella solo ha encontrado una ciudad enrejada

Escrito por Jorge Caicedo

vienen diciendo hace tres meses, Sí, pero no me da mayor razón, Qué joda, Hermano, ¿ustedcuándo va a venir a verme?, (Silencio acá), ¿Usted no me ha perdonado?, (Silencio acá por uninstante) ¿Va a hablar con Madre?, Bueno, pásemela (Silencio).

12 / 12