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Formación ofrecida y competencias requeridas en la educación sobre suelos en Chile: una visión...
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Simposio La educación superior sobre suelos en Chile. Valdivia, 18-19 abril, 2013 Boletín de la Sociedad Chilena de la Ciencia del Suelo 25:37-46.
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Formación ofrecida y competencias requeridas en la educación sobre suelos en Chile:
una visión de la actualidad desde la universidad
Víctor Gerding S
Dr. ingeniero forestal
Facultad de Ciencias Forestales y Recursos Naturales
Universidad Austral de Chile
INTRODUCCIÓN
Desde hace varios años los gobiernos declaran y fomentan el eslogan de “Chile, potencia
agroalimentaria y forestal”, como reza en el portal de acceso al Ministerio de Agricultura. Entre los
indicadores de la actividad silvoagropecuaria, por ejemplo, el producto interno bruto y la balanza
comercial muestran claras tendencias positivas que tienen, en gran parte, su base en la adecuada
utilización del suelo (figura 1). Además, existen varios programas del Estado relacionados con el apoyo
para un mejor aprovechamiento del suelo, como la recuperación de suelos degradados, riego y drenaje,
y forestación. En consideración a estos temas, se puede juzgar que la educación superior sobre suelos
en Chile es exitosa, porque ha permitido un significativo mejoramiento de indicadores relacionados con
la producción silvoagropecuaria, dependiente del suelo.
Figura 1. Indicadores de la economía silvoagropecuaria de Chile. Fuente: ODEPA, Ministerio de
Agricultura.
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Sin embargo, también existe uso inadecuado del suelo en situaciones donde actúan los
profesionales que han estudiado la ciencia del suelo en la educación superior. En tales casos se aprecian
diversas formas de degradación del suelo, como erosión significativa, compactación, agotamiento
nutritivo, contaminación de diversos orígenes, drenaje excesivo, salinización, acidificación y
desertificación; con frecuencia el uso actual sobrepasa la capacidad de uso del suelo, originando parte
importante de su degradación, como es frecuente observar en agricultura y fruticultura de la zona
central de Chile (figura 2A, 2B); y, en extensas zonas, el inadecuado uso del suelo produce efectos
ecológicos, paisajísticos y sociales adversos, por la aplicación de una visión parcial de las funciones del
suelo. En esto último, por ejemplo, están las extensas talas rasas practicadas en plantaciones forestales
(figura 2C).
Figura 2. Malas prácticas de uso del suelo. A) y B): fruticultura en la zona central de Chile (fotografías
de Samuel Francke). C) Tala rasa masiva en la Cordillera de la Costa de la región del Biobío; el
cuadrado delimita una superficie de 1 km2.
A B
C
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Entonces, con respecto a las competencias profesionales relacionadas con la ciencia del suelo,
por una parte, habría satisfacción por la contribución de los docentes al aprendizaje significativo de los
profesionales que permiten la generación de producción silvoagropecuaria que contribuye a buenos
indicadores económicos; y, por otra, habría insatisfacción por las competencias no logradas en la
educación superior, que se manifiestan en un uso degradante del suelo con la actuación de tales
profesionales universitarios.
Para discutir acerca de la educación superior sobre suelos en Chile, el presente trabajo hace
referencia a algunos aspectos de la formación de pregrado1, es decir, de la formación de profesionales
que deben aplicar su disciplina tomando en cuenta el suelo. El desarrollo del tema se centra en aquellos
temas que, a juicio del autor, requieren mayor atención por la necesidad de superar las insatisfacciones
ocasionadas por las competencias no logradas.
PROBLEMAS Y POSIBLES VÍAS DE SOLUCIÓN
Se puede considerar que la educación es un proceso para lograr cambios de actitud frente a
estímulos variables, cuyo objetivo fundamental es el desarrollo y la realización de la persona de manera
íntegra y en sus múltiples dimensiones. En este caso, se trata de la formación de profesionales,
mayoritariamente del ámbito ingenieril de los recursos naturales, donde el suelo debiese jugar un rol
preponderante. Pero, ¿por qué no se logran adecuadamente algunas competencias de egreso y
profesionales? (figura 3). A continuación se plantea un conjunto de aspectos que contribuyen a explicar
el problema y se proponen líneas de acción para encontrar soluciones.
A la educación superior llegan los estudiantes desde una educación básica y media donde el
proceso de enseñanza-aprendizaje de las ciencias naturales todavía no está resuelto. El suelo no es un
tema que se desarrolle a lo largo del currículo y sólo consigue algunas menciones que no tienen
continuidad en el plan de estudios, donde aún no se ha logrado la metodología docente apropiada.
Tampoco es tema que se difunda en los medios de comunicación social ni es cuestión de conversación
en la vida familiar, salvo excepciones. En consecuencia, nuestra educación superior recibe estudiantes
que poco o nada saben del suelo y, con frecuencia, han cimentado mitos sobre este recurso natural o
incluso no lo conciben como tal. Lograr un adecuado posicionamiento del tema suelo en la sociedad
requiere de la participación de largo plazo de diversas instituciones del Estado, de la educación en
todos sus niveles y de organizaciones como la Sociedad Chilena de la Ciencia del Suelo.
1 Principales fuentes de apoyo para el tema: programas de cursos de suelos de varias universidades, consultas a profesionales y profesores universitarios, y la literatura mostrada en las referencias.
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Figura 3. Síntesis de principales causas que explican gran parte de por qué no se logran adecuadamente
algunas competencias de egreso y profesional con relación a la ciencia del suelo.
Dichos estudiantes, con toda su energía y entusiasmo, se encuentran tempranamente con
cursos de la ciencia del suelo, cuando su nivel de madurez y de interiorización del aprendizaje
significativo aún no ha alcanzado un adecuado desarrollo y tampoco han adquirido hábitos y actitudes
propias para el estudio. Como la ciencia del suelo se nutre de la combinación de varias ciencias, los
estudiantes requieren habilidades en todas ellas. La ciencia del suelo es de las primeras áreas
profesionales que conoce de la frustración tanto de los estudiantes como de los profesores, por un alto
grado de reprobación en los cursos y por los resultados exiguos. Avanzando en el plan de estudios, los
alumnos acceden mayoritariamente a cursos con poca o sin conexión con aquellos previos de la ciencia
del suelo; es decir, se forja un aprendizaje profesional terminal desconectado del suelo.
Por el lado de los profesores, aparece un selecto contingente de buenos investigadores que
hacen buena ciencia, pero que tienen poca formación en didáctica de las ciencias naturales. Estos
docentes hacen un gran esfuerzo de capacitación pedagógica entre sus múltiples actividades, siguen las
tendencias de aquellos que son considerados “grandes maestros” de la ciencia del suelo y han
acumulado una rica experiencia; estas son las herramientas que tienen para acometer su labor
académica de formación profesional. La dificultad ha sido y es transformar a un científico en un
maestro docente para satisfacer múltiples aspiraciones juveniles y necesidades de aplicaciones
ingenieriles del suelo. No está resuelto tampoco el cómo abordar la docencia para la ciencia del suelo y
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cómo llevar el conocimiento científico fundamental a la praxis ingenieril de las carreras universitarias
con base en el suelo. Por supuesto, cada día se avanza más y mejor en este ámbito y las nuevas
generaciones logran mejores herramientas. No obstante, la persuasión y el encantamiento por la ciencia
del suelo es cada vez menor entre las generaciones jóvenes, fenómeno que se da a nivel mundial. Ello
se refleja en menor número de estudiantes motivados en estos temas, hasta el punto de disminuir
significativamente la cantidad de jóvenes científicos del suelo, y – por supuesto – en la formación de un
contingente profesional que no domina la ciencia del suelo en aspectos fundamentales para su
aplicación profesional.
Los contenidos son muy numerosos, en consideración a que los estudiantes llegan con un
nivel muy bajo de conocimiento. Frecuentemente estas materias están poco asociadas con la realidad,
aunque se pretenda dar por satisfecha esta relación mediante ejemplos que se mencionan o casos que se
estudian en aula, o por la “laboratorilandia” que generalmente otorga habilidades en aspectos poco
profesionales. Es decir, se debe reemplazar gran parte de las “actividades prácticas” actuales por
instancias de aproximación significativa a lo real. En todo caso, los cursos tienden a ser fuertes en la
realidad regional o local donde se dictan, permitiendo mayor acercamiento de los estudiantes al entorno
edáfico en que generalmente se inserta la carrera que siguen. Al finalizar la carrera, las tesis de
pregrado tienden a satisfacer más las necesidades científicas de los profesores-científicos que la
práctica profesional aplicada al suelo. Se echa de menos más aprendizaje significativo a través de la
praxis compleja y multidimensional de los futuros profesionales. Por cierto, esto no es labor exclusiva
del profesor de la ciencia del suelo, sino que es un objetivo a lograr con la participación de muchos
actores, lo que debiese significar cambios curriculares y metodológicos profundos de macrounidades de
la universidad. Afortunadamente, existen muy buenos libros guía de varios países y, muy valioso, más
de tres decenas de libros y manuales de autores chilenos con material aplicado a la realidad nacional.
Nuevos libros para estudiantes y profesionales de campo serán siempre bienvenidos.
La sensación final de muchos estudiantes es que falta práctica en casos reales y complejos,
como lo es habitualmente el ejercicio de su profesión, y que la educación superior no logra impregnar
al profesional (estudiante) de la importancia del suelo en las decisiones que toma (figura 3).
Si bien la educación hasta ahora practicada logra importantes cambios de actitud positivos entre
muchos de sus estudiantes, todavía falta que se exprese su influencia en el resto de sus estudiantes,
aquellos que luego actúan profesionalmente sin las competencias suficientes. Donde la educación
superior sobre suelos en Chile no ha tenido efectos significativos para el cambio de actitud, es en los
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personeros de los poderes legislativo y ejecutivo del Estado y en aquellos directivos del sector privado,
con respecto a lo siguiente:
a) Legislación vigente, en la que actualmente el suelo tiene una representación absolutamente
insuficiente y continúa siendo un recurso natural no regulado y altamente degradado; esta discusión
está truncada desde hace más de una década (criterios para la elaboración de una ley marco para la
conservación de suelos) (CONAMA-MINAGRI 2000, Escárate et al. 2005) y es hora de retomarla
con más fuerza que antes.
b) Políticas empresariales del sector privado, donde se cometen evidente errores para la conservación y
aprovechamiento del suelo, poniendo en riesgo la sostenibilidad del recurso y de segmentos
importantes de la sociedad.
c) Políticas públicas que, bajo una intención de mejoramiento técnico, económico y social, muchas
veces promueven prácticas inadecuadas de manejo del suelo y omiten instrumentos para recuperar
los suelos más degradados.
En estos temas, nuestra educación superior sobre suelos tiene una deuda importante, porque
debería generar el sustrato humano, técnico y de opinión pública suficiente como para evitar o
minimizar malas prácticas y promover el correcto uso del suelo para el bien de la sociedad y su futuro.
En la Declaración de Cartagena de Indias de la Sociedad Latinoamericana de la Ciencia del Suelo
(2004), se expresa: “Reconocemos que la única forma viable de generar los cambios requeridos para
que los sistemas agropecuarios sean sustentables y sostenibles en el tiempo, es siendo capaces de
conformar con nuestros futuros ciudadanos proyectos educativos que desarrollen en los niños y
jóvenes, una clara y acendrada conciencia y sensibilidad de la necesidad de preservar el recurso
edáfico”. Entonces, siendo la educación (a todo nivel) sobre suelos un problema generalizado en
Latinoamérica, es conveniente que Chile participe activamente en la Red Latinoamericana de
Educación y Enseñanza de la Ciencia del Suelo como ya lo hacen, por ejemplo, Argentina, Colombia y
México. Chile necesita que su propia “Red Chilena de Educación y Enseñanza de la Ciencia del
Suelo”, dependiente de la Sociedad Chilena de la Ciencia del Suelo, sea muy activa e influyente en la
sociedad.
CONCLUSIONES Y PROPOSICIONES
La educación superior sobre suelos en Chile puede exhibir buenos resultados, aunque
insuficientes para la sostenibilidad del recurso global, para el desarrollo nacional de la propia ciencia
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del suelo y, consecuentemente, para la formación profesional futura. Esta educación tendrá mejores
resultados que los actuales si mejoran significativamente, por lo menos, los siguientes aspectos:
• Desarrollar la educación sobre el suelo desde la etapa preescolar y continuarla durante todo el
proceso de enseñanza básica y media. Que los ciudadanos tengan conocimiento y conciencia de la
importancia del suelo como recurso natural estratégico.
• Integrar pedósfera con hidrósfera, atmósfera, litósfera y biósfera. Avanzar en la formación
multidisciplinaria y transdisciplinaria que nos convoca el mundo actual.
• En las carreras pertinentes, mantener una educación continua sobre suelos e integrada a los
problemas reales. Aumentar el aprender haciendo en casos reales.
• Conjugar los hechos humanos con los hechos científicos. Conectar el suelo con la sociedad.
• El docente debe comprender y conectarse con la cultura juvenil de sus estudiantes, ya que profesores
y alumnos pertenecen a diferentes generaciones.
• Dados ciertos niveles de éxito en la educación superior sobre suelos en Chile, una síntesis de
técnicas didácticas que se aplican con buenos resultados para la ciencia del suelo en las diferentes
universidades permitiría tener y mantener un adecuado manual de buenas prácticas docentes.
Igualmente conveniente es la asociación con otros países latinoamericanos.
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Simposio La educación superior sobre suelos en Chile. Valdivia, 18-19 abril, 2013 Boletín de la Sociedad Chilena de la Ciencia del Suelo 25:37-46.
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