El fuero de Teruel [2015] En coautoría con María del Mar Agudo Romeo. pp. 129-156. ISBN:...

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El Fuero de Teruel M.ª DEL MAR AGUDO ROMEO Y M.ª LUZ RODRIGO ESTEVAN El primero de octubre del año 1177 Alfonso II concedía a Teruel una carta de población, origen de un extenso fuero que nos ha llegado en una redacción del siglo XIII. La gran expansión territorial al sur del Ebro y las tareas de repoblación fueron impulsadas en ese período mediante la aplicación de una serie de ordenamientos jurídicos locales −los fueros de Calatayud, Daroca, Alfambra o Teruel−, denominados fueros de extremadura por concederse a enclaves fronterizos con los musulmanes. Las localidades dotadas con estos ordenamientos con- trolaron un amplio territorio administrado por asambleas vecinales o concejos que elegían anualmente a sus principales cargos y poseían su propio ejército. Esta situación permitía que sus pobladores, a la vez que guerreaban con los musulmanes, realizasen también actividades agrícolas, ganaderas, artesanales y comerciales. Estos fueros presentan unas características que los aproximan a los de la extremadura castellana, donde el Fuero de Cuenca tiene una gran similitud con el de Teruel. Sin embargo, se diferencian de los fueros de francos, iniciados con la concesión de Sancho Ramírez a Jaca en 1077 de un breve texto que se ampliará hasta el siglo XIII

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El Fuero de TeruelM.ª del Mar agudo roMeo y M.ª luz rodrigo estevan

El primero de octubre del año 1177 Alfonso II concedía a Teruel una carta de población, origen de un extenso fuero que nos ha llegado en una redacción del siglo Xiii. La gran expansión territorial al sur del Ebro y las tareas de repoblación fueron impulsadas en ese período mediante la aplicación de una serie de ordenamientos jurídicos locales −los fueros de Calatayud, Daroca, Alfambra o Teruel−, denominados fueros de extremadura por concederse a enclaves fronterizos con los musulmanes. Las localidades dotadas con estos ordenamientos con-trolaron un amplio territorio administrado por asambleas vecinales o concejos que elegían anualmente a sus principales cargos y poseían su propio ejército. Esta situación permitía que sus pobladores, a la vez que guerreaban con los musulmanes, realizasen también actividades agrícolas, ganaderas, artesanales y comerciales.

Estos fueros presentan unas características que los aproximan a los de la extremadura castellana, donde el Fuero de Cuenca tiene una gran similitud con el de Teruel. Sin embargo, se diferencian de los fueros de francos, iniciados con la concesión de Sancho Ramírez a Jaca en 1077 de un breve texto que se ampliará hasta el siglo Xiii

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y que se aplica a lugares como Pamplona, Estella y San Sebastián. En 1247 las Cortes de Huesca aprueban los denominados Fueros de Aragón, de carácter territorial, cuyos contenidos son muy semejantes a los de los fueros de Jaca. No obstante, Teruel, Albarracín y la villa de Mosqueruela siguieron disfrutando de sus propios fueros munici-pales hasta que, en 1598, Felipe II los derogó como consecuencia de los conflictos políticos existentes entre la monarquía y las ciudades y comunidades de Teruel y Albarracín.

El Fuero de Teruel se ha conservado tanto en versión latina como romanceada. El Ayuntamiento de Teruel es propietario de un códice en latín y otro en romance que se custodian en el Archivo Histórico Provincial. La Biblioteca Nacional posee también un manuscrito latino y otro romance, destacando en el último la existencia de ilus-traciones de temática diversa. Los códices latinos han conocido tres ediciones: la primera, publicada en Zaragoza en 1905 por Francisco Aznar y Navarro; la segunda, a cargo de Jaime Caruana (Teruel, 1974), culmina una serie de trabajos de este autor sobre Teruel y su fuero, entre los que destaca la publicación en 1955 de las adiciones al fuero contenidas en el manuscrito latino de Teruel. La tercera, acom-pañada de una traducción, se debe a José Castañé (Teruel, 1989) y es la seguida en este trabajo. En 1950 aparece en Estocolmo una edición romance a cargo de Max Gorosch (reed. Zaragoza, 2007).

En el siglo Xvi se publicaron dos ediciones modernas de los fueros: la realizada por Juan del Pastor con el título Suma de fueros de las ciudades de Santa María de Albarrazín y de Teruel y de las Comunidades de las aldeas de dichas ciudades y de la villa de Mos-queruela y de otras villas convezinas aparece en Valencia en 1531; y la de Gil de Luna, Fori Turolii, publicada en 1565 en la imprenta valenciana de Juan Mey, de la que existe una edición facsimilar (1998).

El Fuero de Teruel constituye la normativa fundamental que per-mite repoblar y organizar política, social y económicamente el terri-torio turolense y que convierte a Teruel en baluarte defensivo del sur de Aragón hasta que se produjo el siguiente impulso conquistador hacia tierras levantinas, ya en el siglo Xiii. El articulado del fuero, compilado y desarrollado a lo largo del tiempo, no corresponde ex-clusivamente al momento de concesión de la carta de población. Un análisis textual permite establecer diferentes momentos en la creación del contenido legislativo, formulado hacia 1260 y completado hasta

página anterior: Detalle de la ilustración de la página siguiente.derecha: Inicio de la versión latina del Fuero de Teruel. En la parte superior, la letra Q miniada representa la figura de un rey, posiblemente Alfonso II, que otorgó la normativa foral (Archivo Histórico Provincial de Teruel).

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1428 con disposiciones reales adicionales. Veamos, a continuación, sus aspectos más destacados.

pobladorEs. ExaccionEs y privilEgios

Según expresa el inicio del fuero, Alfonso II hace y puebla una villa en el lugar llamado Turolium. Concede a sus habitantes una carta de población, costumbre y franqueza y delimita el amplio territorio so-bre el que se aplica el texto. El monarca señala que otorga los fueros y costumbres que los pobladores le han pedido.

Las normas y ventajas para los nuevos pobladores son de diversa índole. Así, si alguien viene a establecerse a Teruel y tiene enemigos que llegan a la villa después que él, estos sólo pueden ser acogidos como vecinos si aquél da su consentimiento. Esta medida pretendía evitar la violencia entre los pobladores del lugar. Por otro lado, la comisión de ciertos delitos o acciones conlleva la declaración de enemistad. Y quien es considerado enemigo por el fuero, debe aban-donar Teruel y sus términos en un exilio que puede ser temporal o permanente.

En cuanto a la igualdad jurídica de los pobladores, tanto los in-fanzones como los villanos que habitan Teruel se rigen por un único fuero. Y los condes, potestades, infanzones y caballeros del reino o de otros lugares que vengan a poblar Teruel, tienen las mismas penas pecuniarias y el mismo fuero que el resto de pobladores, tanto en lo que se refiere a la vida como a la muerte. Pero el privilegio de tener palacio en la villa sólo corresponde al rey de Aragón y al obispo: el juez, los alcaldes, el andador y el sayón pueden entrar a tomar pren-das a cualquier casa salvo a estos palacios.

La posesión de una casa poblada en Teruel es uno de los requisitos para lograr la condición de vecino, condición que exime a su titular del pago de los tributos que abonan o pechan los pobladores de las al-deas. Se considera casa poblada aquella en la que un hombre vive con su esposa o, en caso de no tenerla, con su hija o con una parienta.

En cuanto a las obligaciones guerreras, los pobladores y vecinos de Teruel sólo deben participar en expedición militar con el rey, en batalla campal y, si el monarca lo requiere, irán al asedio de un castillo con pan y víveres. Tanto el caballero como el peón que no acudan a los llamamientos de hueste o apellido deberán pagar una multa.

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Los caballeros gozan de privilegios fiscales: quien tenga un caballo de montar que valga 200 sueldos, así como un escudo, una lanza y un capacete de hierro o yelmo, no paga ningún impuesto salvo el exigido por hueste o apellido. Quien se case con una mujer soltera no tributa durante un año; pero la viuda cuyo hijo haga las veces de su marido en sostener la casa y los trabajos, paga la totalidad del tributo que le corresponde y, si no tiene un hijo con tal condición, sólo abona medio tributo.

Para fomentar la actividad comercial, el fuero dice que el portaz-guero de Teruel, encargado de recaudar la lezda o portazgo −impuesto sobre la circulación de mercancías y sobre las transacciones realizadas en los mercados−, sólo debe exigir lo que está establecido por dere-cho. Si un mercader no paga en la villa y el portazguero lo detiene en el camino, debe abonar el portazgo pero no incurre en ninguna multa ni se le hace volver. No paga el impuesto ningún vecino de Teruel que introduzca en territorio islámico una bestia, la venda o no la venda, y tan sólo debe abonar una cantidad al exea o conductor de la recua comercial.

musulmanEs y judíos

El fuero es concedido por Alfonso II, un monarca que lo es por la gracia de Dios y que puebla el lugar para exaltación de la cristiandad y persecución de los enemigos de Cristo, especialmente de los musul-manes, cuyas tierras están siendo conquistadas e incorporadas a los dominios de los reyes cristianos.

Se denomina a los musulmanes con las voces maurus −que en el latín clásico significa «habitante de Mauritania o africano»− y sarracenus, palabra de origen árabe. Se distingue entre el moro de paz o musulmán libre y el que es propiedad de alguien, calificado con los términos cautivo −que hace mención al hecho de haber sido capturado en los enfrentamientos entre cristianos y musulmanes− y ajeno, en referencia a que pertenece a otro. Además de la presencia mayoritaria de los cristianos, se habla también de los judíos vecinos de Teruel.

En determinadas ocasiones las tres religiones son tratadas en un plano de igualdad. Los escribanos y el sayón, por ejemplo, deben jurar ser fieles en su oficio tanto a cristianos como a judíos y moros. Los tres colectivos son tratados de modo similar cuando vienen con

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mercancías a Teruel o a la hora de pagar la multa por vender uva antes de la vendimia. En los homicidios, no hay distinción al juzgar al cristiano que da muerte a un vecino judío o al judío que mata a un cristiano. En el caso de los musulmanes, depende de si los implicados son moros cautivos o moros de paz. Así, si un cautivo mata a un cris-tiano, el dueño del moro debe elegir si paga la multa del homicidio o entrega el agresor al demandante para que haga con él lo que desee; y si un cristiano mata a moro ajeno, debe pagar una pequeña multa. Pero cuando el muerto o herido es un moro de paz, el cristiano debe pagar como si hubiera atacado a un cristiano; en el supuesto de que un moro de paz hiera a un cristiano, paga la pena pecuniaria por los daños causados, pero, si lo mata, el moro debe ser entregado al demandante, que, primero, recibe de él la multa correspondiente y, después, hará con el cuerpo del moro lo que quiera.

Por otra parte, el fuero procura que no haya contacto físico en-tre los pertenecientes a distintas religiones, y muy especialmente se prohíben los contactos sexuales de mujeres cristianas con moros y judíos. Las regulaciones de uso del baño público establecen que los cristianos vayan los martes, jueves y sábados; las cristianas, los lunes y miércoles; y reservan para judíos o moros el viernes. Asimismo, se prohíbe que cualquier mujer sea enviada como prenda o rehén a tierra de moros y se castiga con la hoguera al padre que envía de este modo a su hija. También son quemados la mujer y el moro o judío que son sorprendidos fornicando. Menos rigor se contempla cuando un cristiano tiene acceso carnal con una mujer mora y, en caso de violar a una mora ajena, las penas que conlleva la comisión del delito son menores que las consignadas en otros supuestos de violación.

Los preceptos que regulan la participación turolense en la lucha contra las tierras del Islam y en otro tipo de acciones de botín e inter-cambios fronterizos hacen constantes referencias a los musulmanes. Por su parte, los judíos tienen un amplio tratamiento cuando el fuero aborda los pleitos entre cristianos y judíos que tienen lugar ante la puerta de la alcaicería o barrio con tiendas regentadas por mercaderes judíos; entre otros aspectos, se señala que los juicios deben ser segui-dos por dos alcaldes de Teruel, uno cristiano y otro judío, y se estipula que los testigos también serán uno de cada religión.

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Fuente de cerámica de Teruel decorada con un caballero, siglo XIV(Jorge Escudero. Museo de Teruel)

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El concEjo. cargos concEjilEs y rEalEs

El concilium o municipio es la entidad jurídica responsable de la gestión política, económica, judicial, militar y fiscal de Teruel y su territorio dependiente. Su organigrama está conformado por la asam-blea vecinal reunida en concejo, las magistraturas u oficios mayores y los cargos subalternos. Al lado de los funcionarios locales de nom-bramiento anual por el Concejo, el rey ejerce su poder a través de la designación de delegados que integran los cargos del palatium.

Integrado por quienes poseen la vecindad turolense, el Concejo posee amplias competencias de gobierno según el fuero: nombra anualmente al juez, escribano, alcaldes, almotacén, andadores y sayón; tiene potestad para repoblar, delimitar, acotar, donar y ena-jenar su territorio; en el ámbito militar, se encarga de hacer hueste y cabalgadas, organizar las levas y defensa de la villa, repartir el botín de guerra, hacer paces y treguas o indemnizar por daños; en el pro-cedimiento judicial, recibe querellas, juzga, legisla, impone multas, aplica castigos y sentencias, ordena y toma prendas, recibe fianzas, aplaza pleitos, tiene prisión y es órgano de apelación. Dirige la polí-tica económica defendiendo los intereses de la villa o sus habitantes, hace regulaciones laborales, fija precios máximos y fomenta el comer-cio. Interviene en asuntos de hacienda local y en cuestiones privadas como las testamentarias.

El ejercicio ordinario de poder está en manos de los oficios ma-yores −juez, escribano, alcaldes y almotacén−, cargos anuales que son elegidos el martes de Pascua de Resurrección. El juez, cargo unipersonal, ocupa el oficio de mayor rango en la organización del Concejo; dentro de sus funciones, goza de amplias atribuciones en la administración de justicia y tiene bajo sus órdenes al escribano. Los alcaldes también centran sus funciones en el ámbito judicial. Entre las misiones del almotacén destaca la inspección de los oficios de la villa, las medidas usadas en el mercado y la salubridad viaria. Entre los funcionarios menores, el fuero regula el oficio de los andadores o alguaciles, del sayón o pregonero, de los porteros que guardan las puertas de la villa y evitan el tránsito de bienes robados, del caballio o dulero, que custodia las bestias del Concejo, de los guardas de viñas y de los mesegueros, que preservan vides y mieses de robos, talas y otros daños. En la actividad militar, destacan los centinelas o velas, que están en las torres de la villa desde la puesta de sol al amanecer,

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los atalayas u oteadores, los adalides, que organizan las compañías de la cabalgada militar, y los cuadrilleros, que reparten entre los barrios o colaciones turolenses el botín conseguido.

El organigrama de gobierno en Teruel y su territorio se completa con el palatium, integrado por funcionarios reales, los homines palatii, que administran las rentas y los derechos del monarca en las tierras de su jurisdicción. Son el tenente o señor de la villa, generalmente absentista; el alcaide, que asume las funciones administrativas del tenente, centradas en la administración de las rentas reales y en la jefatura de las tropas del castillo mayor; y el merino, encargado de funciones recaudatorias.

oFicios y sEcTorEs producTivos

En cuanto a las actividades económicas que se desarrollan en la villa, el fuero determina, por un lado, el fomento y protección de determi-nados sectores productivos y, por otro, regula el ejercicio de algunos oficios. A la par que contempla la protección de la horticultura, de los viñedos y campos de cereal y de los montes, pastos y ganados, se regulan los oficios y quehaceres de yugueros, de pastores, rabadanes y cabañeros, de molineros y zabacequias y de cazadores, pescadores y apicultores. El fomento de los intercambios exteriores conlleva la regulación del oficio de los exeas, encargados de conducir y guardar las recuas o expediciones comerciales a tierra de moros, juzgar los pleitos entre los arrieros y liberar y canjear cautivos.

El fuero regula la actividad profesional de artesanos y menestrales de manera general, ocupándose tanto de las relaciones contractuales entre patronos y obreros como de los derechos del cliente, al que se le garantizan la conclusión de la obra y su entrega en el plazo esta-blecido o la reparación e indemnización por trabajos mal hechos. Se contempla, además, la actividad laboral de una serie de oficios del metal −herreros, plateros y orfebres−, del sector textil −zapateros, pellejeros, sastres, tejedores, bataneros−, del sector constructivo −leñadores, ladrilleros y tejeros−, del sector alimentario −olleros, carniceros, pescadores, cazadores, panaderas− y del sector comercial −vinateros, vendedores de caza y de pescado, mercaderes y revende-dores−. También se regulan los oficios de hornero, tundidor y señor o administrador de los baños.

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Escena del ciclo de los pintores en la techumbre de la catedral(Instituto del Patrimonio Cultural de España. Archivo General)

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Estas normativas laborales establecen la obligación de ejercer el oficio bien y lealmente, fijan los precios de venta de algunos produc-tos, penalizan a quien no paga un trabajo ya concluido y garantizan la obra dada, la calidad de las materias primas y del producto elaborado; además, persiguen los fraudes y engaños en el material utilizado o en los pesos y medidas y penalizan las prácticas prohibidas que dañan o deterioran materiales y productos, siendo el almotacén y los prebos-tes de las cofradías artesanales quienes supervisan la observancia del fuero.

dErEcho pEnal

Se puede considerar que el objeto fundamental del derecho penal es prohibir los actos que atentan contra los principios sobre los que se asienta la comunidad, previendo también las consecuencias que di-chos actos acarrean y cómo han de repararse. A continuación vamos a referirnos a diferentes delitos, especialmente a los que dañan a las personas, haciendo alguna mención a delitos patrimoniales.

homicidios. aborto

Entre los llamados delitos corporales, el más grave es el homicidio, consistente en la acción de quitar la vida a alguien. El vecino de Teruel que mata a otro vecino de la villa debe pagar una elevada multa y salir como enemigo −exiliado− de Teruel y su término. En el caso de que un hombre de otra villa mate a alguien en Teruel, debe ser ahorcado y no puede obtener amparo en iglesia, palacio o monasterio.

En otros supuestos se agravan los castigos por consideración a la víctima del delito. Es descuartizado quien mate al señor de la villa o traicione el castillo. Y el que da muerte a su padre, a su madre, al se-ñor de cuyo pan come o a la persona que le ha invitado a su casa para comer o deliberar, debe ser enterrado bajo el muerto o entregado a sus enemigos para que hagan de él lo que quieran.

A la hora de establecer el órgano competente para juzgar el ho-micidio o sus consecuencias, ocupa un lugar destacado la religión. El clérigo que mata a un lego debe probar su inocencia en la jurisdicción eclesiástica, pues el juez seglar no tiene sobre el clérigo ninguna po-testad. Sin embargo, si un lego mata a un clérigo, el fuero establece lo mismo que en el resto de homicidios.

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El agresor paga el doble del homicidio si la víctima es una mujer embarazada; en el caso de que la hiera y aborte, el culpable paga la pena pecuniaria de la herida y, además, la pena del homicidio. Tam-bién se considera homicida y enemiga del Concejo a la nodriza que da al lactante leche mala, de tal manera que el niño muere. El castigo a la mujer que aborta intencionadamente, si lo reconoce, es la hoguera. La mujer que abandona a su hijo tiene pena de azotes y, además, la ley le impone la obligación de criarlo. Igualmente es azotada la mujer que no quiere criar a su hijo y lo abandona al padre que le pasa para ali-mentarlo una pensión anual. También se obliga al padre a criar al hijo no reconocido, siempre y cuando la madre haya podido demostrar la paternidad por medio de la prueba del hierro candente.

El fuero también regula con detalle la muerte provocada por animales de trabajo. Si una bestia mata a un hombre, el dueño del animal puede optar entre pagar la pena pecuniaria del homicidio o entregar la bestia. Pero si el accidente ocurre porque el animal ha sido espantado por algún hombre, éste deberá pagar el daño u homicidio, quedando libre de toda responsabilidad el dueño de la bestia, lo mismo que en el caso de un buey espantado por los tábanos. Tam-poco es punible la muerte causada por un caballo desbocado; pero si hay sospecha de que el dueño o jinete son culpables, éstos deben probar su inocencia con el juramento de doce vecinos. En cualquier caso, existe un plazo de nueve días para denunciar el daño producido por un gato u otro animal.

Quienes juegan a los bohordos sin seguir las normas establecidas tienen que asumir, en caso de producirse, los daños ocasionados. Se trata de un juego de caballería consistente en arrojar lanzas a un tablado de madera yendo sobre el caballo a la carrera. Tenía lugar de-terminados días festivos −Navidad, Resurrección, Pascua del Espíritu Santo y San Juan Bautista− y en ciertas celebraciones, como bodas, en la plaza mayor pública, situada en el centro de la villa; si se hacía en otras plazas y había resultado de muerte a consecuencia del juego, el jugador pagaba la pena de homicidio.

El plazo legal para que los parientes del muerto presenten la de-manda por homicidio ante el juez en el Concejo es de 60 días; si no se hace en este plazo, el autor de la muerte no tiene que responder ante la justicia.

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lesiones. delitos contra el honor. homosexualidad

Junto al homicidio se documentan otros delitos corporales, como los de lesiones. Nuestro fuero presenta alguna disposición general, pero, sobre todo, recoge una amplia casuística al especificar la parte del cuerpo que sufre la agresión y la pena pecuniaria que se impone, como ocurre en otros fueros. Así, reventar un ojo, cortar una oreja, la nariz o la cara, romper un diente, un brazo o una pierna, amputar un brazo, un pie, una mano, el pulgar o cualquiera de los otros dedos son acciones que el Fuero de Teruel tasa con multas de distinto valor, atendiendo a la incapacidad física que se ocasiona en el agredido.

En dos ocasiones se tienen en cuenta órganos sexuales, en un caso relacionado con la mujer y en otro con el varón. La pena pecuniaria por cortar un pecho a una mujer se dobla si se le amputan los dos y, en caso de que dicha mujer muera como consecuencia de ello, el delito pasa a considerarse homicidio. La acción de castrar a un hombre se castiga con el pago de la misma multa fijada por cortar los dos pechos, pero además se obliga al agresor a salir del lugar como enemigo. Hay que señalar que la castración no es punible si quien la comete ha sorprendido al hombre manteniendo una relación sexual con su mujer o con su hija. Meter a alguno un palo por el ano es otra agresión física que además conlleva la injuria de llamar al agredido homosexual.

La misma pena impuesta por castrar a un hombre se aplica por cortarle la barba: la severidad de esta sanción reside en la considera-ción simbólica de la barba, lo que provoca que esta acción se convierta en un delito contra el honor. Hay otra serie de acciones en las que, a pesar de que puedan suponer una agresión, es más importante la inju-ria que supone para el sujeto pasivo del delito que el daño físico que causan. Cortar el pelo a otro se penaliza con una multa y la obligación de proveer al agredido en su casa de todo lo que necesite hasta que le crezca el cabello. En relación con el mundo femenino, se castiga a quien agarre a una mujer por los cabellos o la empuje violentamente, y a quien se vanaglorie de tener trato carnal con una casada.

Las injurias verbales también reciben su penalización, e insultar a un hombre con las palabras viciatum, «homosexual», o filium viciati, «hijo de homosexual», traidor, cornudo, tornadizo y leproso, implica el pago de una multa. El único denuesto recogido expresamente con-tra el honor de la mujer es el de puta, aunque no se paga la pena que

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Escena de cama en la techumbre de la catedral(Instituto del Patrimonio Cultural de España. Archivo General)

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corresponde a este delito si la injuriada es una puta pública, quien, como veremos a continuación, se halla privada de protección jurídica ante una serie de agresiones que puede sufrir.

violación y rapto. prostitución

También se atenta contra la libertad y seguridad de las personas, en este caso de las mujeres, en los delitos de violación y rapto, que se regulan juntos en varios preceptos. En el delito de violación, la acción se caracteriza por la fuerza empleada para tener acceso carnal con una mujer en contra de su voluntad. En el rapto, la acción consiste en apoderarse de una mujer con fines sexuales y no sólo se castiga al hombre que se lleva a la mujer, sino también a la mujer que en contra de la voluntad de los padres consiente con su raptor, lo que significa penalizar la unión entre un hombre y una mujer si se oponen los padres de ella.

Según el estado o condición de la mujer, las consecuencias que derivan de la comisión del delito son diferentes. Cuando la víctima es una soltera, el violador o raptor debe pagar una multa y salir para siempre como enemigo del lugar. En el supuesto de rapto consentido, es decir, cuando la mujer se fuga con su enamorado y de este modo actúa contra la voluntad de sus padres, la hija es desheredada y debe salir del lugar como enemiga para siempre.

La pena impuesta se agrava castigando con la hoguera al que viola o rapta a una casada. Si ella se va voluntariamente con el raptor y ambos son capturados en la villa o su término, ambos son quemados. La horca aguarda a quien ejerce violencia sexual sobre una monja y es capturado. La violación de una mora ajena tiene una multa inferior a las estipuladas en el resto de los casos. Y se considera no punible la violación en los baños públicos, así como el robo de ropas o la injuria de la mujer que es considerada puta. En efecto, el fuero no castiga directamente la prostitución, pero en varias ocasiones deja sin protec-ción jurídica a la prostituta, definiendo como tal a quien haya tenido relaciones sexuales con cinco hombres o más. Y también manda que se queme a la mediadora o alcahueta que favorece la prostitución.

A la hora de interponer una querella por violación, la víctima tiene un plazo de tres días, debiendo presentarse ante el juez con las mejillas rasgadas.

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Encerramiento y allanamiento de casa. otros delitos relacionados con la casa

Dentro del derecho penal la casa goza de una protección jurídica especial, con la pretensión de que sea un lugar seguro para sus moradores. Dos delitos atentan directamente contra la misma, los denominados «encerramiento» y «quebrantamiento» de casa. En el primero se da una serie de violencias fuera de la casa que obligan a sus moradores a refugiarse dentro, sin que los agresores dejen por ello de cesar en su intento de atacarles, pretendiendo entrar en la casa. Aunque no penetren en ella, sólo por el hecho de atacar el edificio se produce el delito de encerramiento y el agresor debe pagar una multa por cada persona que está en el interior de la casa.

Según el fuero, el allanamiento de morada se produce en tres supuestos: cuando alguien entra en una casa con intención de herir y hiere; cuando entra airadamente con armas prohibidas, aunque no hiera a nadie; y cuando entra y permanece en la vivienda en contra de la voluntad de su dueño.

También se castigan las acciones en las que el bien que sufre daño es la casa: quemarla, subirse sobre ella, apedrear su puerta y lanzarle piedras. Hacer necesidades fisiológicas o poner huesos o cuernos de-lante de las puertas de una casa son actos que reciben sanción porque, como dice el fuero expresamente, existen quienes sólo se atreven a injuriar a otra persona de esta forma.

adulterio y bigamia. otros delitos

El fin que se persigue con el castigo de las acciones por adulterio y bigamia es defender la organización familiar. Existe adulterio cuando un casado o una casada, después que se ha unido y mientras su pareja está viva, mantiene relaciones sexuales con otra u otro.

La hoguera es la pena impuesta al casado y la casada que cometen adulterio. El marido que sorprende a su mujer legítima en adulterio puede matarla impunemente. Tampoco recibe ningún castigo si mata o hiere al hombre que comete con ella el adulterio; no obstante, ha de probarlo y, si mata a su mujer en otras circunstancias, debe pagar la multa y salir como enemigo, castigo que también se le impone en el supuesto de matar al adúltero y dejar con vida a su mujer.

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En el delito de bigamia se prohíbe la existencia de más de una unión, ya sea con matrimonio formal o sin él; se imponen graves pe-nas, sobre todo si hay matrimonio formal. Así, se condena a la horca al hombre que tiene mujer legítima en un lugar y se casa en Teruel con otra. La hoguera espera a la mujer que ya tiene marido y se casa en Teruel con otro hombre; aunque, si se une a éste sin matrimonio formal, la pena aplicada consiste en recibir azotes a través de plazas y calles y ser expulsada de la villa. En el supuesto de un hombre casado legítimamente que se une mediante concubinato con otra mujer en Teruel, la pena prevista establece que sean atados juntos y azotados.

Finalmente, aludimos en este apartado al delito de hechicería. El fuero regula diferentes actuaciones judiciales y castigos dependiendo de si el sujeto activo del delito es hombre o mujer. La prueba utilizada para mostrar la inocencia de la sospechosa consiste en levantar el hierro candente, mientras que el sospechoso debe realizar el combate judicial. En caso de culpabilidad, la hoguera espera a la hechicera; sin embargo, el culpable, tras serle cortado el pelo en forma de cruz, es expulsado de Teruel como enemigo.

dErEcho civil

Las normas relativas al derecho civil son numerosas y algunas de ellas presentan gran interés, como son las concernientes a los esponsales, a la patria potestad y a los alimentos y cuidados debidos a los padres, a las que nos referimos junto con otras materias.

Esponsales. la viudedad

Varios preceptos regulan los esponsales o contratos previos al matri-monio, estableciendo la dote que se debe dar a la futura contrayente, dependiendo de si es viuda o soltera y si vive en Teruel o en las aldeas. El fuero contempla los supuestos en que, tras los esponsales, el es-poso repudia a la esposa o la esposa al esposo, debiéndose pagar una compensación económica al cónyuge repudiado.

La viudedad es una de las situaciones más reguladas, debido a los repartos de bienes que se generan cuando existen hijos. Así, cuando un viudo o viuda desean permanecer en estado de viudedad y de cas-tidad, en el reparto de bienes con los herederos del cónyuge difunto se excluye de la partición, en lo que respecta al viudo, su caballo, ar-

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mas y aves de caza y, si no dispone de dichos bienes, le corresponden un campo, una viña, una yunta de bueyes y la cama que compartía con su mujer; bienes similares recibe la viuda. En caso de no perma-necer viudos ni castos, estos bienes quedan incluidos en la partición. También se regulan con minuciosidad estos repartos cuando el viudo o viuda con hijos se quieren volver a casar.

la patria potestad. obligaciones entre padres e hijos

El fuero contempla que los hijos estén bajo la potestad de los padres −tanto del padre como de la madre− hasta que contraigan matrimo-nio o, los que se hagan clérigos, hasta que se ordenen como tales. Mientras la potestad está vigente, cualquier cosa que los hijos adquie-ren o encuentran pertenece a sus padres y no tienen capacidad legal de dar o retener nada para sí contra la voluntad de sus progenitores. Asimismo, los padres responden por los delitos de los hijos que están bajo su potestad, ya estén éstos en su sano juicio, ya sean dementes.

La obligación de los padres de criar a sus vástagos queda regulada en los supuestos en los que puede producirse una dejación del deber. Así, se aborda la crianza y atención del huérfano lactante mediante una nodriza hasta que cumpla tres años, y del resto de los hijos hasta que tengan doce, por parte del padre o la madre sobreviviente; se establece judicialmente el deber de la madre de criar al hijo que ha abandonado; y se señala que el padre proporcione una manutención anual hasta los tres años al hijo natural cuya paternidad ha reconocido voluntariamente o mediante procedimiento judicial.

La obligación legal de que los padres alimenten a sus vástagos supone, en contrapartida, el derecho alimentario de los padres, que, en caso necesario, debe ser prestado por los hijos. El fuero se hace eco del hijo que, movido por misericordia y piedad, recibe en su casa al progenitor necesitado y del hijo que, por el contrario, se niega a acoger y alimentar a los padres de forma voluntaria y es obligado a ello judicialmente.

El derecho de sucesiones

En Teruel no se exige mañería, derecho que tenían los reyes o señores de heredar a los que morían sin sucesión legítima. De este modo, quien antes o después de contraer matrimonio muere sin testar, no

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Doncellas y donceles en un cofre de bodas, siglo XV(Pedro Luis Hernando. Museo de Arte Sacro de Teruel)

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paga mañería al palacio. Y el que no tiene parientes, puede dividir sus bienes, tanto muebles como raíces, según su deseo. En el supuesto del señor que hace cristianos a sus moros, si éstos mueren sin hijos, sus bienes son heredados por el señor.

Cuando alguien muere sin testamento y tiene parientes, corres-ponde a su colación o parroquia la quinta parte de sus bienes mue-bles y ganado mayor, excepto su caballo de silla, que, con el resto de bienes, pasa a sus parientes. El fuero aborda también disposiciones relativas al entierro y sepultura, que se harán en la colación o parro-quia del muerto. Y si el difunto es un bebé o un niño de menos de doce años, los padres eligen su enterramiento.

Cuando no hay hijos, son los parientes más cercanos y vecinos en la villa de Teruel o en su término los que heredan. Pero si llega de fuera un pariente más cercano, éste podrá heredar tras dar fianzas de ser poblador en Teruel al menos durante diez años.

El padre hereda los bienes del hijo y el hijo los del padre, pero el fuero exceptúa expresamente al hijo o hija engendrados en adulterio, ya que, según dice, el que no debe nacer, no debe heredar. Ni el padre ni la madre pueden dejar a uno de sus hijos más que a los otros, es decir, todos deben recibir lo mismo tanto de los bienes muebles como inmuebles. No obstante, puede desheredarse al hijo que hiere a su padre o madre o a la mujer que se fuga con su raptor.

dErEcho procEsal

A lo largo del articulado del fuero se hallan numerosos preceptos re-lativos al derecho procesal, tanto en el ámbito penal como en el civil. Vamos a exponer a continuación algunos de los aspectos que quedan regulados.

Órganos jurisdiccionales

El Concejo, y especialmente el juez y los alcaldes, tienen funciones jurisdiccionales. Son apelables ante un órgano judicial las sentencias promulgadas por un tribunal inferior. Toda apelación ha de ser por demanda, pleito o deuda de más de 60 sueldos, ya que si la cantidad es menor se pierde el pleito y la apelación es nula. Está permitido apelar al rey, si se hace de acuerdo con el fuero; los que recurren al monarca son emplazados para el tercer día ante la puerta del juez,

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plazo que se da para poder llegar a un acuerdo sin necesidad de acudir al rey.

prendas y fianzas

Tanto las prendas como las fianzas personales tienen una gran impor-tancia en el fuero. Cuando una persona quiere tomarse su derecho de alguien que le debe algo, se procede a la toma de prendas, en la que es necesaria la presencia del sayón o dos vecinos. Entre los bienes que se prohíbe tomar en prenda se encuentran la masa del pan, la ropa de la cama en la que se hallan un enfermo o una mujer dando a luz, y el colchón; asimismo, se prohíbe tomar prendas vivas, si las hay inanimadas.

Las normas referentes a las garantías personales o fiadores son también muy numerosas y complejas. El fuero establece que, cuando un vecino tiene miedo de otro, en el plazo de una semana le tome fianzas de salvo que garanticen su seguridad, con el juez y el escribano que lo ponga por escrito. Si el que debe dar fiadores no lo hace vo-luntariamente, será apresado por el juez y los alcaldes, que lo tendrán en el cepo o prisión del Concejo durante tres días; transcurrido este plazo, será expulsado de la villa.

Cuando una persona hiere o mata a otra a la que ha dado fianza de salvo, se agrava la pena impuesta por el fuero al agresor, que es decla-rado traidor y, por tanto, debe abandonar la villa. La obligación de los fiadores es distinta si el que comete el delito sufre la pena o escapa a la ley. Si el agresor huye, el fiador paga toda la pena pecuniaria por la herida y por la muerte y, si en el plazo de 27 días no paga dicha pena, se le priva de comida y bebida hasta que perece de hambre y sed en prisión; únicamente quedan liberados de esta muerte los fiadores que entreguen al autor del delito.

medios de prueba

Los testigos son el medio principal de prueba en el proceso judicial, aunque ya cobra importancia la prueba documental. El fuero señala quiénes son testigos aptos y quiénes no: no son válidos el abogado que está o estuvo en la causa, el enemigo de aquel contra quien presta testimonio, el que toma parte en la demanda y los socios que han for-mado una sociedad con fines lucrativos fuera de la villa. Es necesario

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que el testigo haya visto y oído aquello sobre lo que atestigua, por lo que quedan excluidos ciegos y sordos. Tampoco pueden atestiguar quienes no están en su sano juicio, los llamados lunáticos o furiosos.

La prueba documental tiene especial importancia y se impone a las otras pruebas cuando existe. Como medios probatorios subsidia-rios se hallan el juramento, el combate judicial y el hierro candente. Sobre los dos últimos existe unanimidad en considerarlos como una ordalía o juicio de Dios, carácter que creemos que también tiene el juramento, aunque en él no se manifieste de forma inmediata la divi-nidad con signos materiales.

Según la gravedad del delito, el acusado realiza el juramento de decir la verdad sobre la cruz, bien solo o bien acompañado de dos o de doce cojuradores. Para actuar como cojurador es necesario ser vecino y, por ejemplo, si quien jura es judío, los cojuradores también deben serlo. Se prohíbe prestar juramento en Cuaresma. El perjurio es un delito penalizado, pero, ante todo, se cree en el castigo divino por haber jurado en falso.

El combate judicial sólo lo realizan los hombres. Aunque en alguna ocasión aparece como única prueba subsidiaria, lo más frecuente es que sea un medio alternativo al juramento con doce vecinos. La elec-ción del juramento con doce vecinos o el combate judicial depende de la voluntad de la parte acusadora, según se dice expresamente en cada uno de los supuestos donde aparece. La regulación sobre el desarrollo del combate es muy precisa. El acusado debe luchar en persona salvo que se halle enfermo, pero el que demanda no lo hace personalmente, sino que presenta cinco luchadores con unas condi-ciones físicas semejantes al acusado y el juez y los alcaldes decidirán quién de ellos debe luchar. Por esta razón, cuando la mujer es la parte acusadora puede darse el combate judicial, ya que es otro quien lucha en su lugar, tal y como sucede en el delito de violación sufrido por una soltera. Las armas aptas para el combate son: loriga, grebas de hierro, yelmo, escudo, lanza y dos espadas si se pelea a caballo y una si se hace a pie. El combate puede durar tres días, pero terminará antes si se llega a un acuerdo, si alguno de los luchadores traspasa los límites del campo que le han sido asignados, si lleva otras armas diferentes a las permitidas, o si muere.

La ordalía del hierro candente es una prueba propia de mujeres. Aunque el precepto 381 sólo permite su aplicación en tres delitos −acusaciones de hechicera, alcahueta y puta−, hay más supuestos

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Castigo en la hoguera, tal vez por prácticas hechiceriles, posible combate judicial y celebración de la Eucaristía en los dibujos marginales del Fuero de Teruel romanceado

(Biblioteca Nacional)

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en que aparece esta prueba, por ejemplo cuando la mujer aborta intencionadamente o cuando vende a un cristiano. En el ámbito civil destaca su empleo cuando un hombre no reconoce su paternidad o muere antes de nacer su supuesto hijo, ya que la mujer puede, a través de esta prueba, lograr el reconocimiento de dicha paternidad. En los delitos en que se establece esta prueba para la mujer, el hombre suele hacer el combate judicial.

La ordalía, consistente en que la mujer levante un hierro caliente, se regula con detalle. El hierro debe medir un palmo de largo y dos dedos de ancho; antes de ser calentado en presencia del juez y del sacerdote, debe ser bendecido. Una vez que el hierro se calienta, colocado sobre dos soportes u horquillas a una altura de cuatro pies del suelo, la mujer debe meter la mano por debajo y cogerlo. Antes de levantarlo, la mujer ha de lavarse y secarse las manos delante de todos para evitar cualquier maleficio. La acusada andará con el hierro en la mano nueve pasos y luego lo dejará en el suelo. A continuación, el juez le cubrirá la mano con cera y estopa o lino. La procesada permanecerá durante tres días con la mano cubierta en casa del juez. Al cabo de los tres días, el juez destapa y examina la mano y, si ha resultado quemada, la mujer es considerada culpable.

Epílogo

El Fuero de Teruel es un texto legal de una gran extensión que trata temas muy diversos. En lo expuesto se ha pretendido mostrar la parte de los contenidos que nos parecen más interesantes, aunque es mucho lo que queda sin mencionar, sobre todo en lo que concierne a temas más técnicos dentro del campo del derecho, como, por ejem-plo, el ámbito procesal.

La redacción del fuero no responde a un único acto y el texto sufrió una serie de incorporaciones que se plasman en un tratamiento diverso de temas. La incipiente configuración de la estructura política será remodelada mediante privilegios y mandatos reales que la con-vierten en un complejo entramado institucional consolidado definiti-vamente en la segunda mitad del siglo Xiii.

El valor decisivo del elemento religioso se constata en la presencia de ordalías o juicios de Dios en el proceso probatorio, junto a otras pruebas como la documental. Junto a los cristianos se hacen presentes musulmanes, con los que hay enfrentamientos militares, y judíos, que

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aparecen, ante todo, como siervos del rey. En determinados aspectos, así en los económicos, se da una igualdad jurídica de trato a las tres religiones. Aunque existe una convivencia pacífica en la villa, se trata de evitar el contacto físico entre unos y otros, especialmente el sexual de una mujer cristiana con moros o judíos.

En un momento en que se presta especial atención a los estudios de género, hay que resaltar la abundante presencia de la mujer en el texto foral en asuntos como compartir la patria potestad, participar como parte acusadora en un proceso o monopolizar algunos oficios como el de panadera.

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