El chico del tapersex - MegaFilesXL
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Prólogo
6añosantes…
UnpreciosoatardeceracaparabalaazoteaparisinadelrestaurantedeTerrassHotelenMontmartre,mientrastanto,bajoelsensitivohilomusicaldelexclusivolugar,servíandosdesusespecialidadesenunamesa:MagretdecanardySoupeal’Oignon(pechugadepatoysopadecebolla,enfrancés).—¡Oh, Dios Santo, Óliver!, ¡esto es increíble! —exclamó Julia mientras
admiraba su plato recién puesto y daba un raudo repaso a las vistas de losventanales,quemostrabanalacapitalcadavezmásazafranada.—Sí,loes—afirmóélsinquitarlosojosdeencimaasuflamantenovia.—¿Pero cómo…cómo se te ha ocurrido? ¡Es una locura!—espetó con una
sonrisainsosteniblequenoledejabatapiarsusgruesoslabiosteñidosdecarmín.—Bueno,penséquedespuésdelosexámenesnosiríabiendesconectarunfin
de semana. —Arrastró sus manos por el sedoso mantel para recogerdelicadamentelasdeJulia,estasaúnmástersasquelamismatelaqueacariciaba—. Además, encontré un buscador de escapadas que lo ofertaba a un preciobuenísimo,creoqueeracanoa.es…—¡Ja,ja!Querrásdecirkayak.es.—Eso—seruborizóysedejóllevardefinitivamenteporlarisajocosadeella,
que era resplandeciente—. En fin, no podía dejarlo pasar, aunque tampocoquería, la verdad.—La besó con calidez en una de sus manos y ella sonriócomplacida—.Solohetenidoquehacerunpardedoblesturnosenlacafetería.—Cariñomío…¿Ademásdelosexámenes?Eresunencanto.Y,porsupuesto,
mi caramelitomás dulce (ella siempre le llamaba así). Y te prometo que hoy
mismotecompensarétodoelesfuerzoquehashecho.—Leguiñóunojoalavezqueleofrecíaunasonrisapicaresca.—Creoqueestanocheyamehascompensadodosveces…No,hansidotres,
quealfinalnolohabíasoñado.Peroquesepasquetodoespocoparacomplacera mi princesa. —Ella se derritió de nuevo tras su halago y se acercó parasusurrarlealgo.—¿Qué te parece si… regresamos ahoramismo a la habitación a tomarnos
directamenteelpostre?—Semordióel labiorojoalmismotiempoqueunodesuspiessemostródelomáscariñosobajoellargomanteldeterciopelograna,donderozabaconsumafinuralapiernadesuenamorado.Óliversacudiósucabezacomosiquisieradeshacersedelhechizodelabellay
enloquecedoraJulia.—No—dijomientrasseerguíae intentabaaparentarserunhombreduro—.
Prefieroacabarlacena.—Sinembargo,nopudocontenerlacurvaturadivertidadesuslabios,queseleescapabasinpoderdominarla.—Como quiera, «don Formal» —manifestó ella como si le hablara a un
general—.Peroteaseguroquedespuésteapresaréconmiszarpasdediablesaynotedejarémarcharentooodalanoche.—Yyonomeantepondréaello—rio.Ambossededicaronunamiradacómpliceenlaquesequedaroninmersos.Uncamareroconeltrajedepingüinoylapieldealabastro,lesobligóasalir
de su ensimismamiento. Este se presentaba en la mesa con una botella deMeursaultVieillesVignes(reservadel2006)enlamano.—Madame.Chevalier.A continuación, el hombre de correctísimos ademanes y diestra urbanidad,
reclinóelcostosorecipienteenlacopadecristaldeÓliver.Élsedispusoacatarel apetecible líquido y le hizo un gesto de aprobación, fue entonces cuandoprocedióahenchirlasdoscopas.Julia,mientras tanto, atestiguaba el acto, levantaba su rubio flequillo con el
movimiento alzado de sus cejas, estaba asombrada por tanta exclusividad.Cuandoelcamarerosefue,ellanosepudocontenermás.—Óliver,esto…¡Esdemasiado!¿Perocuántotehacostado?
No obstante en ese preciso instante, Óliver salió de su asiento e hincó larodillaalaveradeJulia,dejándolaconlabocaabierta.—JuliaSalamancaArellano—pronuncióraudoconunarespiracióndelomás
acelerada que hacia elevar de modo discontinuo la tela blanca de su pecho,mientrastantoelmurmullodederredorseibaapagandodeformasolícita—.Séquesolollevamosochomesesjuntos,pero…—Sacóalinstanteunapequeñacajaaterciopelada de su bolsillo y la abrió, mostrando en ella un anillo—… ¿Tequierescasarconmigo?Elrotundosilencioqueseconsagrabaalaesperadesuansiadarespuesta,hizo
parecer que bajo aquel techo privativo y distinguido solo existieran ellos dos,aunque para nada fuera así. Las decenas de comensales, al igual que loscamareros,inclusoeldepieldealabastroqueleshabíaservidohacíatansolounmomento, observaban abstraídos aquel romántico capítulo donde dos jóvenesenamoradosestabanapuntodetrazarelcaminodesusvidas.—¡Sí, claro que quiero!—dijo resplandeciente, de la misma forma que se
hallabalasúbitasonrisadelvalienteÓliver.ActoseguidoJuliaselevantóeufóricadelamesadandocasiunsalto,aunque
enseguida intentó recuperar la compostura puesto que debía aferrarse a larutilantejoyaconlaelevadaclasequeestamerecía.El anillo era de oro blanco, portaba en su engarce lo que parecía ser un
diamantedeaguamarinayposiblemente fuerade18quilates.O, almenosesoera lo que ella caviló en un tris, porque aunque no era rica, le encantaba lofastuoso y lo distinguido, y siempre estaba a la vanguardia sobre ese mundopudientedelquenoformabaparte,sibiensiempresoñabaconquequizá,undíaesocambiaría.Óliverlocolocóalaperfecciónensufinodedoanular,yencuantoterminó,
ambossintieronlaimparableimantacióndesusbocas.Y,peseaserelpuntodemiradelasmiradasajenas,noopusieronresistenciaalguna,yguiaronsuslabiosconlaluzbrillantedesuspupilascautivadas.Sedieronunbesodulce,largoyarrolladorquenodejóindiferenteaninguno
delostestigosquenocesabanenaplaudiryvociferarfélicitationsporeldichosoambiente, como si aquello en vez de ser un lugar donde la gente acudía para
henchirsusbocasconcomidadedioses,fueraunauténticoconvitedebodas.—Pormeracuriosidad—bisbiseóÓliveralaorejadesuyaprometida,justo
después de besarse con pura pasión y romanticismo—, ¿cuánto me lo vas acompensar?—Notehacesunaidea,micaramelito.
Capítulo1
HASTAELMOÑO
Enlaactualidad…
—¡Niconunpalotetocaría!—salióJuliagritandodelahabitaciónconyugal.—Ah,¿no?¡Puesyotampocoesquetengamuchasganas!—siguióvoceando
Óliver.—Cualquieralodiría—respondióescénica—,despuésdehabermemetidola
manopordebajodelcamisón.—Essoloqueteníauncalentón.Estabasoñandoconalguienquenoerauna
frígidacomotú—respondióél,resaltandolastresúltimaspalabras.Julia lemiró con saña y se dirigió de nuevo al interior del dormitorio, tras
unossegundos,salióconlaalmohadaensusmanosyselalanzóalacabeza.—¡Puesyapuedes seguir soñandoen el sofá con el único ser que te tolera,
porque solo se encuentra en tus sueños! ¡Y cuando despiertes, recuerda noacercartemásamí!—Diounportazoquehizotemblarlosfinostabiquesdelacasa.—¡Noloharíaniporunmillóndeeuros!¡Frígida!¡Queeresunafrígida!¡Y
quesepas,que lasmujereshacencolaparaestarconmigo!—replicóÓliverenalto,enmediodelpasilloconlaalmohadasujetaensusmanos.Suspiróprofundamenteysedirigióalsofá.Estabamuyenfadado.—¡Sal de aquí, chucho! —echó con tono hosco a Supermán, que se
encontrabaenroscadoenelrincóndelasiento.
Supermáneraelamoractualdesumujer:suchihuahua.YÓliverloaborrecíaporcompleto.Nohabíadíaquenosearrepintieradehabérseloregaladoporsuprimeraniversariodebodas.Dehecho,muchasvecesélleasegurabaaJulia,queeldíamenospensadoseencontraríadegustandoelmenúdelosdomingos,pollocon patatas, pero esa vez no provendría de la acostumbrada pollería de abajo,sino que lo elaboraría él de forma clandestina, con la materia prima gratisprovenientedesucasa.Óliverporfinsepudoadueñardelcómodosofá,semullólaalmohadaycogió
lapequeñamantaverdequeseencontrabaenelreposabrazos.Peroalponérselapara poder abrigar su cuerpo del sutil frío de la noche, comprobó que solo letapabaeltronco.—¡Pfff!Porqueríademanta—refunfuñó,yconrabialatiróalsuelo.Enseguida el diminuto Supermán vio la inesperada oportunidad que se le
habíapresentadoparadormircalentito.Noobstante,cuandoÓliverlovioenroscadoconfortablementeenelpoliéster,
enseguidaalargósumanoparacogerlapuntadelaprendayselasacóatirones.—Nilosueñes,boladepelosarnosa—ledijoentredientes.Elpequeñoanimalreplicóconunpequeñoalaridoensucaída,ydespuésse
quedóimpertérritodenuevoenelfríomardegres.Óliver,trasproclamarseelmachoalfalesonriómalicioso,peroalinstantese
escuchólavozdeJuliaqueproveníadelahabitación.—¡Supermán…!¡Venconmigo,precioso!Elcanantesdeacudir,pareciódedicarleunasonrisasimilaralaquesegundos
anteselgranmastodontedesucuevalehabíadedicado,ydespués,abandonóelgélidosalónenunaraudaysegurahuida.Óliver, con el ceño fruncido, comenzó a colocarse otra vez la escasamanta
comopudo,e insistióenconseguirunaposiciónmedianamentecómodadandomanotazosaladeformadaalmohadaycambiándosevariasvecesdecostado.Yaunquenolaconsiguió,traslargosminutossequedódormido.
***
Juliaseestabadandolosúltimosretoquesdemaquillaje,sinembargo,tuvoquedejarlabarradelabiosfucsiaapoyadaeneltocadorparacerrarlaventana.Eraprimerahorade lamañanayno sehabía acordadohasta ese lapsodeque eramartes.Losmarteshabíamercado,yporelmolestoestrépitoqueesterealizabaen su despliegue y la polvareda que se adentraba en el piso, apenas podíaventilarlahabitación.Encuantocerró,regresóalespejoparaacabardeacicalarse.Todavíanohabía
idoalacocinaadesayunar,puestoquenoleapetecíacruzarseconsuindeseableylatosomarido,asíquesecolocólaamericananegraycogióunasmonedasqueteníasobrelacómoda:desayunaríaenelbardeenfrente.Seinclinósobrelacamaparapropinaruncálidobesojuntoaunacariciaasu
queridoSupermán.Esteyacíaestiradobocaarribaconlacabecitaapoyadaenlaalmohadaylosojosentrecerrados.—Adiós,cielito,pórtatebien—lesusurró,sibienapenasélseinmutó.Al recorrer el pasillo, Julia escuchó un ruido cada vez más escandaloso
proveniente del salón, y cuando abrió la puerta corredera, contempló lo quedesafortunadamenteyasehabía imaginado,dadoqueen losúltimosmeseseramás que habitual. Óliver y José Abel, el vecino y adolescente del bajo, seencontrabanjugandoalaPlayStation.—¡Ejem, ejem!—carraspeómolesta.—. ¿No tenéis nadamejor que hacer a
lassieteymediadelamañana?—Hola, Julia—respondió José Abel despegando sus órbitas de la pantalla
paraposarlasenella tansolounsegundo,peroencuanto lohizosevolviódenuevoparaadmirarla—.¡Caray,Julia!Siemprevasechaunpincel.—Bueno, creo que es lo mínimo que se debe hacer cuando uno acude al
trabajo.Ademásestandoenunainmobiliaria…—Ajá…—respondió abstraído nuevamente en las imágenes, haciendo caso
omisodesuexplicación.Ysinmás,élcambiódetema—.Estanocheheestaoenuna caseto que te cagas, los padres de un amigo estaban de viaje y hemosaprovechao.¡Quéfiestón!—dijosonriendo—…EstabaporlazonadePedralbes¡Agüita el nivel que hay por allá! Por eso cuando Óliver me ha enviado unwasapdiciéndomequenopodíadormiryquesimeapuntabaaunvicio, justo
estabaentrandoamiKeoyhepensao…¿Porquéno?Yadormirédespués,total,hoy no pensaba en ir al insti. —Julia alzó las cejas y negó con la cabezaentretantoobservabalosdoscogotes.—Mevoyatrabajar—mencionóellahostilmientrasseadelantabaacogerlas
llavesdelcochequeseencontrabanguardadasenuncajóndelmueble—.Notepongas demasiado tarde a buscar trabajo, Óliver. Consideran más a loscandidatos que demandan empleo a horas tempranas que a los que lo hacen aúltimahora,estácomprobado—decíamientrasdabaunrepasoalinteriordesubolso.—Hoyseguramentemesaltaréesa tediosa tarea.—Juliaenseguidabuscósu
rostro dejando lo que estaba haciendo, como si hubiera sido horrorosamentealarmada por un estruendoso relámpago—. Lomás probable es que eche unacabezaditaen lacama,hoynohedormidodemasiadobien—respondióÓlivermirandoalapantallasinparardepresionarlosbotonesdelmando.Juliaapretólosdientesyentrecerrósusojoscomosileestuvieradeseandola
peordelasmaldiciones,sinembargoconsideróqueeramejorsaliratiempodelacasaparanoaparecerenlostelediariosdelmediodíacomounapsicópata.Ycuandoseapresurósindespedirse,diounodesushabitualesportazos.¡Poom!Ciertamente la pareja no pasaba por uno de susmejoresmomentos, Óliver
hacíaseismesesquesehabíaquedadosintrabajo.AntesdesempeñabasulaborcomocapatazenunaobrabastanteimportantedelaGranVía,peroporlovistolos continuos desacuerdos entre él y su jefe un día profundizaron más de lodebido,haciendoqueel impulsivoÓliverperdieradefinitivamente losestribos:leasestóunfuertepuñetazoalseñorCapdevila,dejándolegrabadalamarcadesuanillodebodasenelpárpadoderecho.Fue un hecho lamentable. Sin embargo, ahora el malaventurado Óliver lo
estaba pagando con creces, puesto que nunca pensó que las futurasconsecuenciasseríantandurasynefastas.YesqueelseñorCapdevilaportabaelmonopoliodeindefinidasobrasdeBarcelona,ademásdedecenasdecontactos,yesohacíaquelodeencontrartrabajocomocapatazsetrataradeunaclarautopía.Ademásdeeso,ladesquebrajadarelaciónqueambosllevabanacuestashacía
tiempo se debía también a otra serie de factores: la dura e inimaginableconvivencia, aquella que no se descubre hasta que ya es demasiado tarde; larutina,quevaapagandosilenciosamenteunaporcióndetihastaquederepentetedascuentadequeeressosoyaburrido;lasobligaciones,quesuelenarrancardurantelamayorpartedeltiempoelalmadetucuerpoparatransformarloenunmerorobotquenopuedenideseaobservarlospequeñosmomentosdelavida;yladecepción,queeslaqueteobligaamadurarsintúdesearloenabsoluto.En fin, la vida entre los dos les había convertido en un par de extraños
infelices,dejandomuyatrásaaquellapareja jovenyenamoradaqueundía sedioelsíquieroenunrománticolugar.Ypor lovisto,noparecíahaberningúnantídotoparacambiarlafatídicasituación.
AmediamañanaJuliaseencontrabahaciendoundescansoenlacafeteríadealladodeFincasSalvat,lainmobiliariadondetrabajaba.Ylohacíaconsuqueridaamigaycompañeradetrabajo,Cris,conlaquehabíacompartidoeldíaadíadesusúltimoscuatroaños,yeso,leshabíadotadodeunfuertevínculo.—¿Entonces, como pensáis hacerlo?—preguntó Cris después de sorber el
caféconlechedesutazadeporcelana.Juliaapoyóloscodossobrelamesaydespuésposóladelicadabarbillaensus
manos,ysuspiró.—Yocreoqueelpisomeloquedaréyo.Alfinyalcaboélnotienetrabajo—
obvió—.Ya tengo enmente algunos cambios que le haré a la decoración,megustaríaalgomás…minimalista—explicabamirandoconfijezalaparedblancadel bar, como si estuviera visualizándolo—. Nunca hemos coincidido en laformadedecorarla.—Seguíaabstraídaenlapared,peroestavezconunatisbodenostalgia.Una camarera de facciones aniñadas y con las curvas similares a las que
aparecíanenlarevistaPlayboy, seacercóydejóunplatocon lasmonedasdelcambio encima de la mesa. Era evidente que era nueva en el puesto, ya quealguienasínosolíapasardesapercibidoantelosojosdenadie,sobretodoantelosdeloshombres.Sinembargocuandodesempeñósutarea,nopudoocultarun
semblantedelomásinteresadoenlaajenaconversación.—Gracias—dijoCrisalaforasteraquesemanteníaimpertérritaalladodela
mesa,deseandosabermássobreloqueparecíasersumomentáneanovela.Peroellano sediopor aludida—. ¡Ejem!Gracias—insistiómásardua la amigadeJulia.La veinteañera de cuerpo explosivo se abochornó de pronto sonrosando sus
pálidas mejillas, asintió con la cabeza y se marchó para seguir con susquehaceres portando lasmanos pegadas a su baja espalda y una expresión dedesilusión.—¡Qué descarada! —susurró Cris aproximándose a la cara de Julia—. Y
encimaesnueva,porqueesta ayer no estaba.No creo queduremucho—dijomientrasespiabaalajovenzueladesoslayoconsusojosvivarachosycastaños.Juliaasintiócondificultadalnosepararsuslabiosdelbordedelvasodeltibio
cortadoqueestabasorbiendo,mencionandounbreve«mmm».—Jo,nena,túyÓliverseparados.Nuncamelohubieraimaginado¿Peroyalo
habéishablado?—Todavíano.Peroesevidentequenotardaremos,enrealidadescomosiya
lo hubiéramos hecho. Y cuando pronunciemos las palabras en alto, ya seráúnicamenteparaconcretardatosimportantes,legales…túyameentiendes.—Bueno, así te saltarás laparte aburridade serunamujer casadaconhijos
como yo, que está deseando subir al autobús para que alguien la roce —confesabamientras removía la cucharilla en el vacío recipiente y enfocaba suapocadamirada allámismo. Julia apretó sus labiosmostrando comprensión, yCrisvolvióamirarlosojosazulesdesuamigaparaacabardedesahogarse—.Yes que los hijos y todo lo que conllevan, acaba definitivamente con la pareja,hasta con los rescoldos si cabe—dictaminó—.Uno deja de conversar con elotro,dehacercosasjuntos,hastadedarselosbuenosdías…ydelsexoyanitecuanto, es inexistente—enfatizó las últimas palabras agrandando sus pupilascastañascomosihubierapronunciandoeltítulodeunapelículadeterror—.Perono te pienses que una echa en falta darse un revolcón con el espécimen queocupa tres cuartos del colchónmientras ronca como un condenado sin dejartepegarojo,¡nooo…esono!Unasueña—sonriómaliciosa—conelvecinodeal
lado, con el individuo que te dijo adiós al cruzarse contigo en la calle el díaanterior,conelmecánicoquetehacelarevisiónhabitualdelcocheenfundadoensumono azul y sudoroso, con cualquiera que no sea el cargante ymonótonoenergúmenoquetienesencasayestáscansadadevertodoslospuñeterosdíasdetuvida.—Jo,Cris,quémallopintas—mascullóJuliacondesánimoacariciándolelos
nudillos.Observabaasucompañeraconatención,apoyandoelmentónenlapalmade
unadesusmanos.Crissejuntóelcabellolargoylacioenunpuñoparahacerseunarápidacola,
ymientraslohacíasemostrabapensativaenlanada.Luegocurvójocosamenteloslabiosteñidosderosa.—No,sienelfondoesmiPaco.Avecesmehaceenfadar,ytieneesasmanías
quesondelomásgrrr…—expresóhaciendounademánespontáneoydivertido.Julia rio—, y el sexo, es cierto que no es para nada satisfactorio en estosmomentos,¿peroquéquieresdespuésdequinceañosviéndonoslascaras,ydelidiar con la energía ilimitada de dos monstruitos pequeños? Cuandoconseguimos acostarlos estamos los dos para el arrastre. Pero lo dicho, esmiPacoyloquieroconlocura.—¡Ay,Cris,quebonito!—musitóJuliaconciertapelusilla,yalisóelmechón
marróndesuamigaqueenmarcabasucambianterostro,esteahorafeliz.YesqueJuliasabíaquepormuyimperfectoquefueraelamorreciénnarrado,
eraantetodoincondicional.Pasó varios minutos absorta en su compañera, quizá admirándola, o
posiblementecavilandoelporquédesudesdichaconÓliver¿Quéhabíahechoellamalparanopoderdisfrutardeunaparejaparatodalavida?—¡Vamos! Que Franchesca nos va a estirar de los pelos como lleguemos
tarde—mascullóCrisalavezquealzabaelbolsoparacolocárseloensubrazo.—Sí,sí.Selevantaronparaabandonarelsitio,yencuantolohicieronsedieroncuenta
de que la anterior camarera curiosa, ahora se encontraba limpiando de arribaabajolamesavecina.Eratanextrañoveraalguienfrotartanconcienzudamente
unasimplemesadebarquecuandosusojosvivarachosyhuidizos se toparonconlasmiradasdeambascompañeras,estasacabarondecorroborarqueaquellamuchachaentrometidahabíaestadofisgandodenuevo.—¿Peroyesa,dequéva?Meestádando repeluzno—manifestóconfidente
Crisasuamiga.—Serámejorquenosvayamos.Juliahizounúltimoyraudoestudioalallamativamujerqueeneseinstantese
hacíalasueca,agarróelbrazodeCrisylacondujohacialasalida.
Capítulo2
NOTEDARÉLASATISFACCIÓN
Óliverselevantódelamesadelsalónconlaintencióndebajarlapersiana.Laluz matinal le estaba deslumbrando la pantalla del portátil donde revisaba elestadodelasofertasdetrabajoenlascualessehabíaapuntado.Labajójustoalaalturadesucuello,ensombreciendosutilmenteellugar.—Muchomejor—murmuróparasícuandolohizo.Volvióaacomodarseenlasilladearceyretomólacomprobación.«Enproceso» ponía en unaoferta comocapataz de obra en la que se había
apuntadohacíamásdedosmeses.Óliveradoptóunademándeaborrecimientocon la boca al leerlo, y tras cavilar unos segundos se levantó en busca de sumóvil.Nodudóenllamaralaempresadetrabajotemporalquelaofertaba.—Buenos días, llamaba para preguntar por una oferta como capataz que
ustedesofrecen.—Élescuchabaconatenciónalapersonaquesehallabaalotrolado del teléfono, sin embargo, después de escucharla intentó de nuevopronunciarse, aunque parecía que aquella tarea se había vuelto un tanto…dificultosa—.Sí... ya... yo ya, no, yo solo…—Tras el continuadobalbuceo, elpobreÓliver sediocuentaquecompletaruna fraseentera sehabíavueltounatareaimposible.Hastaquefinalmentesehartó—.Señorita,lequierodecirsimedejahablar—destacóconclarotonodemolestia—,queyaestoyinscritoenlabasededatosdesuweb,unalaborque,porcierto,mehizoperdercasitreslargashoras de mi vida porque tenía unos puñeteros e indescifrables problemas
técnicos. También complementé correctamente mi currículum vitae, e inclusohace dos meses se lo llevé en mano a su dichosa oficina. ¿No será usted lapelirrojadelpelocorto?—Alescucharlarespuestadeformasúbitaadoptóunamueca de asco a la vez que negaba con la cabeza—.DoñaNúria, ¿me quieredecir, «de nuevo» —resaltó con aversión— que mi única opción es seguiresperando de brazos cruzados a que me llame?—Y al pronunciar un ínfimosilencio entretanto oía la repuesta contraria, se despidió como la impulsivapersona que era—. Pues espero que mientras aguardo la llamada, la hayanrelegado a usted de su puesto por alguien que, como mínimo, sepa cómofuncionauna absurda fotocopiadora, porque cuando fui el otrodíano sabíanihacermelafotocopiadelDNI.¡Inepta,queesustedunainepta!—Ipsofacto lecolgóconunmosqueodemildemoniosylanzóelmóvilalsofá.Se sentóotravezen la sillade arcepara intentar serenarse.Aquel juegode
sillasdesalónfueelúltimomobiliarioqueacabódecompletarelmoblajedelacasa,puestoqueJuliaseenamoródeellasenItalia,durantesuviajedenovios,ytardaronmásdedosmesesenllegar.Alverlascuantiosashilerasenlapantallaenlasquedestacaba«Enproceso»,
el angustiado Óliver no consiguió relajarse, todo lo contrario, notó como suenervación se magnificaba por momentos. Así que cerró la pantalla delordenadordeungolpe,y se levantóproduciendounescandalosoydesafinadoruidooriginadoporelbruscorocerepentinodelaspatasdelasillayelsuelo.Cuandoanduvounospasosporelsalónalmismotiempoqueabríaycerraba
suspuños,retrocedióuninstante,yseobservóenelespejograndeyrectangularconelmarcodeplataquecolgabaenlapared.Sequedóun tantopasmado,puestoquealhacerlocayóen lacuentadeque
hacíamuchosdíasquenosehabíamirado: tenía lacarapálidayasusojosdecolormiellesacompañabanunasantiestéticasbolsasyojerasporfaltadesueño,omásbienpornopoderconciliarlocomodebía.Seacaricióunodesuspómulosconlasyemasdelosdedosmientraspensabaenquémomentohabíaperdidoelfrescor de su rostro. Estaba prácticamente desnudo, solo llevaba unos bóxersgrisesqueletapabansuszonasmásíntimas,elcortedepelopapillonquelucía,oalmenoseraasícomolodenominabasuvanguardistapeluqueroAxel,alque
novisitabahacíameses,ahoraloteníacomounamarañaajadayonduladapornopeinárselo,ysuformafísicaalaquesiemprelehabíadedicadounpromediodecuarentaycincominutosderunningdiarios,empezabaadecaernotoriamenteporsuolvidadoejercicio.Susatractivosabdominalesyanoestaban,peroesonofue lo peor, sino que lo que le pareció ver en el malévolo reflejo fue taninesperadoqueseacercóconunaexpresióndelomásturbada,ycomprobó,pesea no desear creerlo, un pequeño relieve blanquecino que había comenzado asurgirsobrelagomadeloscalzoncillos,yseloapretóconsusmanossintiendoqueaquellaindeseadaynuevapartedesucuerpoestabamásqueanclada.—¡Quémierda!—espetóconespanto.Alinstanteseescucharonunasllaveschocarconlacerraduradelapuertade
entrada.DebíaserJulia,queveníaacomer.Enseguida,Óliversedirigióraudoalahabitación,noqueríadarleelgustoa
sumujerdeverloactivoydespejado,ymuchomenostrabajandoparacambiarsuinestablesituación.Semetióenelinteriordelacálidacolchaaguamarinadeentretiempo,dondesetopóconelinmutableSupermánque,enesemomentosehallabalimpiandoaconcienciasudiminutavirilidad.—¡Largo,chuchoasqueroso!—legruñó.Elpequeñocansaliódisparadodelcolchónytambiéndelahabitacióncomo
unaestrella fugaz, profiriendo los típicosy agudos alaridosquehacíanque sudueña, si es que estaba presente, le consagrara como una pobre e indefensavíctimaalaqueproteger.Óliveryasehacíaeldormido,einclusosimulabasusmolestosyestruendosos
ronquidos cuando el portillo de madera chocó violentamente contra la pared,comosiunvendavallahubieraatizado.—¿Todavíaestásdurmiendo?—leamonestóJulia—.¡Nomelopuedocreer!
—Diounfuerteestirónalacolcha,dejándolototalmentedesamparado.—Cariño…¿Yaestásaquí…?—pronuncióÓliversomnolientoalavezquese
frotaba los ojos, fingiendo un reciente despertar, y poco a poco, divisó elpeliagudopanoramaqueleesperaba:Juliasemanteníafrenteaélenunatensaposición,conlabocadesencajadasimilaraunbuzóntraslanochedeSanJuan,y,porsifuerapoco,Supermánseencontrabasujetoenunodesusbrazosconla
misma expresión lunática que la que deslucía su dueña, la cual hacía que sepusiera en duda la pureza de su raza. A grandes rasgos, ahora parecía unpequinés.«¡Dios,peroqueperromásfeo!»,meditóalmirarlo.—Sí—voceóofuscada—.¿Deverdadmeestásdiciendoquellevasacostado
todalamañana?—Bueno, así es. ¿Querías que hiciera algo en concreto? —Se incorporó
sabiendoquesurespuestaexasperaríaaúnmásasuqueridamujercita,peroparasusorpresanofueasí,yellaparecióapaciguarsedeformainstantánea.Juliasesentóenelbordedelacama,dejóenelsueloasuapreciadamascotay
secruzódebrazosdirigiendolamiradahacialapared.—Óliver—musitóreflexiva,yesonolegustóniunpeloadonComediante
—.Sé, que aunquenomedigas nada, nodebes estar pasándolobien con estasituación.—Élnosabíasisereferíaexactamenteasucalamitosavidalaboral,obien, a su desastrosa vida en pareja. En cualquier caso, sus simultáneasposibilidades reflejaban con claridad que no era un hombre afortunado,posiblementefueraelmásdesgraciadodelafazdelatierra—.Peroestoyseguradequepronto se te presentaráunagranoportunidady la cogerás al vuelo.Túsiempre has sabido aprovechar las oportunidades —dijo curvando sus labiosfucsiasconsutileza.Óliverfruncióelceñoalatestiguarsuamableconducta,mientrasobservabasu
arregladoeintachableperfilquelehizosuavizarpaulatinamentesuendurecidaexpresión; llevaba los pendientes con turquesas que le había regalado para suveinticincocumpleaños,yque,contodacerteza,sehabíanfabricadoparahacerjuego con sus refrescantes y preciosos ojos azules. Su cabello liso yconcienzudamente planchado le tapaba el cuello dejando a la vista sus firmeshombros y su recta espalda, que lucía revestida con una impoluta americananegrahechaamedida.Ylacontemplóbellaporprimeravezenmuchotiempo.Sin embargo de repente le pareció que se compadecía de él, o quizá se
mostraba tan indulgente para encaminarlo con argucia a algún indeseado temaquenotuvieraretornounavezemprendido.Encualquiercaso,laextrañaactituddesumujer,nolediobuenaespina.—Tienesrazón,nena,asíqueseguiréaprovechandolaoportunidaddeseguir
durmiendo —masculló entretanto recogía la colcha del suelo para volver ataparse—.Juliasequedópasmadatrasescucharsuinesperadarespuesta,ysintiócomosus cavilares le ardíanenel interior a lavezqueobservabacomoaquelmajaderoadoptabaunacómodaposturaparasucumbirdenuevoalsueño.Sedirigióhacialapuertaconelfindealejarseloantesposibledesuhorrible
marido,nocomprendíacómohabíapodidosertaningenua,dehechoestabamásenfadada con ellamisma que con el hombre con el que apenas intercambiabadiezpalabrasaldía.—Mevoyacomerfuera—espetóreciaalcruzarelumbral.—Yo que te iba a preparar pollo con patatas…—gritó él pensando que ya
estabalejos.Julia,quesehabíamantenidoquietafueradelahabitaciónduranteuninstanteparaescucharloqueledecía,entendióalaprimerasudesagradableyprovocadorsarcasmo,ydiootrohabitualportazodelossuyos.¡Pom!Ytrasapenasunossegundosmás,unportazomásalejadohizoretumbartoda
lacasa,Juliayasehabíaido.EsentoncescuandoÓliverdecidiórelajarporfinsu capcioso y sólido rictus, el cual había mantenido con dureza durante lapresenciadeella.Unosojosvidriosos reaparecieronensuaflojado rostro.Estosmanteníanun
líquido agrio que, pormuchoque pesara, el dueño que se había encargado deelaborarlo no permitiría por nada del mundo que se derramara afuera dellimitadocontornodesuspestañas.Setapóhastalacabezaconlamullidacolchadeprimavera,yestavezintentó
sucumbirdeverasalsueño,ynoprecisamenteparaobtenerunplácidodescanso,sinoparaqueelfunestodíatranscurrieraloantesposible.
***
Julia había estudiado diseño de interiores en Madrid, de eso hacía ya cuatroaños,justoenelmomentoenqueaÓliverloaceptaronparaocuparunavacantecomo capataz en Barcelona, el propio señor Capdevila lo contrató. En aquel
tiempo a Julia solo le faltaba realizar las prácticas para obtener el grado, esentoncescuandoobtuvo laoportunidaddeelaborarlasenFincasSalvat,noeraexactamente el trabajo que ella quería desempeñar para poder desenvolver elmardeconocimientosquehabíaabsorbidodurantelosúltimosañosdesuvida,peroeraunainmobiliariaqueofertabalosmejoresyexclusivospisosycasasdelaciudad,ycreyóquealgopodríaaprenderdeaquello,y,sinoeraasí,almenosserecrearíalavistacontemplandotalesobrasdearte.No obstante su estancia se alargómás de lo que ella imaginaba, cuando al
finalizarlasprácticaslepropusieronquedarseconellos.Pensóqueaquelempleoestablelevendríadeperlaspararodarlanuevavidaquehabíareemprendidonohacía mucho tiempo con su querido marido, así que no dejó escapar laposibilidad de beneficiarse de esa prometedora y estable situación. Aun así,desde entonces, ella siempremantuvo la ilusión demontar su propio negociocomodecoradoradeinteriores,dehecho,cadamesahorrabauntantoparalograrhacerrealidadsusueñoloantesposible,sibieneseañonohabíapodidoahorrardemasiadodebidoalimprevisibledespidodeÓliver.
Julia aparcó suRenaultCaptur rojodeseode segundamanoen la calleBigai,unamanzanamásabajodedondeseencontrabaFincasSalvat.Pensóenprobarel nuevo restaurante del que tan bien le habían hablado los comerciales deltrabajo,mencionabanquesuterneraconsalsadesetasysusperasalvinotintoestabandemuerte.Empujólapuertaparaentrar,yalhacerlo,enseguidasusoídosse inundaron
de un barullo molesto y ensordecedor. Por lo visto, el lugar estaba teniendobastante éxito.Pero entre aquelmolesto e indescifrableparloteo, se extrañó alescucharsunombre:—¡Julia,Julia!Allocalizarlabocadedondeproveníaaquellavozquelallamabasincesar,se
ruborizóintensamente.Era Pol Cros, el irresistible, guapo y bronceadísimo comercial que había
entrado hacía tan solo un año a trabajar en la empresa, el mismo que ya se
encargabadevenderlospisosylascasasdealtostandingquesehallabanenlaszonasmás lujosas y prohibitivas deBarcelona: Pedralbes ySarriá.Y ahora leestabahaciendounademánparaquesesentaraconélenlasillavacíaquehabíaa su lado.Y es quePolCros era un auténtico tiburón de las ventas, no habíaninguna que se le resistiera, como tampoco existíamujer que lo hiciera.Cadavezquedirigíasuatenciónaunaafortunada,hacíaqueaesta le temblaran lasrodillascomosifueranlasfrágilesalasdeunamariposa,yJulianoeraningunaexcepción.Ellalesaludóconlamanoalavezquepensaba:«¡Tierra,trágame!Ahíestáel
tíobuenorro».Porsifuerapoco,nohabíanadiemásconél,yencuantoellasesentara,dispondríandeunainesperadaybochornosaintimidad.Sí, era cierto que se veían todos los días en el trabajo, pero siempre se
encontraban rodeados de los demás compañeros y de los infinitos temasinmobiliarios, y eso evitaba que surgiera ninguna indeseada y sofocantesituación,nitampocotemaspersonales.Peroenaquelinstantesoloibanaestarellosdossolos,sinnadaninadiequelesenturbiaralaconversación.Juliaseacercónotandounardorensusmejillasimposibledeaplacar,incluso
teníamiedodequeestasseprendieranencualquiermomento,cosasmásrarassehabíanvisto.—¡Hola,Pol!¡Quésorpresa!—sonrióconexageración.—¡Siéntate, Julia! —le ofreció. Parecía estar muy contento de verla—.
Pensabaquetúsiempreteibasacomeracasa.—Sí,bueno…Hoyhepensadoenvariar.—Yyomealegrodequelohayashecho.Aquella respuesta espontánea le produjo a Julia una sonrisa súbita y
despegada.Hacíatiempoquenoveíaanadietanentusiasmadoporencontrarseconella.—¿Ytú,comessolo?—Ahora no —sonrió, y ella también lo hizo como si fuera una cándida
adolescente—.No…En realidadmuchasvecesSilviameacompaña,perohoyteníaquemostrarunacasaaestahora.Silvia era otra comercial de Fincas Salvat, que llevaba más de media vida
dedicando su labor a la empresa, aunque a pesar de ello, no poseía el talentoinnatodePolenlasventas.Polhizounademánmuysutilalcamareroparaqueacudieraalamesa.—Yoacabodepedir,simepermites,pediréporti.—Sí,claro…—Juliasesentíaabrumadaporesaseguridadycuidadoquele
brindaba desinteresadamente aquel muchacho de dientes blancos y ojosesmeraldasqueloteníatodo.—Por favor, traiga de primero a la señorita fideos de mar con salsa de
carabineros,ydesegundo,solomilloibéricocontexturadefrutasdelbosqueychips de loto. Gracias.—Al despachar al camarero se aproximó y adoptó untono más confidente—: la ternera con salsa de setas era el plato estrella lasemanapasada,perodesdequeprobéelsolomillo…mmm…Sabeagloria,yaloverás.—Estoydeseandoprobarlo—dijoellaembelesadaensuboca.Después,ambossequedaronobservándoseensilencio,comosiporprimera
vezseestuvieranhaciendounsúbitoeintensoexamendereconocimiento.—Dios, tienes los ojos más cristalinos que he visto jamás —manifestó él
susurrantemirándolafijamente.—¿Ah…sí?—repusoellanerviosa.—Deberíasdormirconellosabiertostodalanoche,sonpreciosos.—Juliase
exaltó tantoalescucharel imprevisiblecumplidoqueretiró lamanoqueyacíasobreelmanteldeformarepentina,ocasionando lacaídade lacoparepletadeaguaencimadelacamisadeladuladorPol.Elbarullodederredorseacallóalinstante,yuncamareromuysolícitoacudió
a lamesaarecogercuantoantes lacopadelsueloque,porsuerte,nosehabíahechoañicos.—¡Madre mía! ¡Cuanto lo siento, Pol! —Julia angustiada se levantó
enseguidaparasecarlelacamisaconlaservilleta.—No pasa nada, Julia, solo es un poco de agua. Aunque menos mal que
todavíanohabían traídoelvino tinto—dijoavispado.Yapretó suscomisurasdestacandoenélelpícaroindefensoquellevabadentro.Julia tiñóderojosusmejillasrosadas,puestoquedesdesucasualencuentro
conPolaúnnohabíanlogradorecuperarsucolormarfilnatural.El camarero que había recogido el reciente desorden acudió de nuevo a la
mesa,peroestavezconlasdemandadasdeliciasenlosplatos.Juliavolvióasupuestointentandorecobrarlacomposturaytambiénparaqueelleveydelatadortemblordesusdedosdesaparecieraenseguida.Sinembargo leestabacostandohorrores recomponerse,debidoaqueyanoestabaacostumbradaaquealguiendel sexo contrario le regalara el oído y le pusiera tan nerviosa.Era cierto queestabadebuenver,peroporsuestadociviloporelritmoestablecidodesuvida,nosolíansurgirleesetipodesituaciones.Ella respiró hondo con cierto disimulo, y despuésmiró hacia su plato para
poderconcentrarseenalgo.Alinstanteelllamativofulgordelasalsaanaranjadaque absorbieron sus órbitas azulonas le produjo una instantánea mueca decomplacencia.—¡Vaya, esto tiene una pinta exquisita! —expresó Julia con deleite a su
acompañante.—Sí,poresotelohepedido.Julialevantólacabezadelmajarparaatenderlarespuestadebidamentedesu
acompañante, pero de nuevo, de forma impredecible, ella volvió a caer en elanteriortema.—Esperoquesetehayasecadoantesdevolveraltrabajo—insistió.Polagachólacabezaparadarseunraudovistazoasímismo.—Notepreocupes…,deverdad—repuso indulgente—.Además, tengootra
camisalimpiaenelcoche.No obstante, a Julia ciertamente no le preocupaba que él pudiera acudir
empapadoaltrabajo,sinoquenosabíasipodríacontrolardurantetodalaveladaelsecretotrastornoqueleestabaoriginandodivisarlasensualymacizaimagendePol,queleestabaofreciendodeformagratuitalapegadaytransparentetelamojada de su camisa endeble: la musculatura de su pecho izquierdo se veíanítida, como si estuviera desnudo, además de la enloquecedora imagen de supezón, que se observaba erecto y rosado como el suyo propio, puesto quecasualmenteenesos instantesellanotabacomosubotoncitoestaba rozandoeldelicadoencajedelsujetador.
—Deberíamosempezarantesdequeseenfríe—dijoobligandoaJuliaasalirdesuembeleso.—Claro, estoy hambrienta.—Se extrañó ellamisma al dar la respuesta, ya
queen las centésimasde segundos siguientesprocesóque sucomentario teníamás de un significado, así que se dijo que no volvería a mencionarlo. Perollevabatantotiemposin…comer.—Buenprovecho—mascullóélmientrassehacíaconeltenedoryelcuchillo
—.Ocomodiríanlosfranceses:BonAppetit.Alpronunciarlasúltimaspalabras,Juliaabrióintensamentelosojosalmismo
lapsoqueleinvadíaunsentimientodeculpabilidad.YesquedesdequeÓliveryella viajaron a Paris años atrás, a Óliver se le había enganchado la tontacostumbre de decir aquella frase antes de comer, y todavía no se le habíaquitado.SumiradaidaypersistentehaciaelmantelmoradodecuadroshizoquePolse
extrañara.—¿Teencuentrasbien?Julia escuchó como de nuevo alguien se preocupaba por ella. Habían sido
tantas atenciones en escasos minutos que, de repente, se arrepintió decompadecerseporpasarsutiempolibreconotrohombrequenofuerasumarido,aquelquenisiquieralamirabacuandoleconcedíalasdiezpalabrasdeldía.Asíquepusolamejorcaraquetenía: levantósufinabarbilla,deslizólos labiosenuna curva radiante y alegre, y adoptó a la perfección una expresión que nopondríaendudaanadiedequeestabadisfrutandoalmáximodeesetrance.—Mejorquenunca,Pol.
Capítulo3
MOMENTOSCOMPROMETIDOS
Óliversehabíapuestoelchándalylasdeportivasdepieldesgastadaparabajarunmomentoacomprarsealgoenlapanadería,eranlassietedelatardeydesdeel café con leche que se había preparado por la mañana, todavía no habíaprobadobocado.Siteníaquecomersolo,nosemolestabaenhacerlo.Alaesperadequeelsemáforoenrojosetornaraverdeparacruzarlacalzada,
elmóvillevibróenelhondobolsillodelpantalóndetela.Loscochesformabantanto fragor que no había logrado escuchar la musiquilla antiestrés de mar ygaviotas que, un día sin darse cuenta, Julia le había puesto. Simplemente ellahabíallevadoacabootradesusindirectassintenersiquieraqueesforzarseendirigirlelapalabra,yÓliveralintentartrataraquelhechoconsumaindiferencia,habíadecididonomolestarseencambiarla.Seguramente,deesaformanoharíaquesuagudamujerse regocijaranisesintieracienporcienvictoriosaantesuobra,oalmenosesoesperaba.SehabíaprohibidodarledemasiadaimportanciaalasbobadasdeJulia…«Elvacíohacemayormella»,pensabaél.Óliverdeslizóeldedoparacogerlallamada,eraÁlex,sumejoramigo.—¡Que pasa, Álex! —expresó jocoso—. ¿Ya has vuelto de tu confortable
chalet?Aunquetodavíaseencontrabanenelmesdemayo,suamigohabíaadelantado
susvacacionespara iraverporvezprimera lacasaenlamontañadesegundamanoquesehabíacompradohacíaunosmeses.EstaestabasituadaenAlquézar,unpintorescopueblodelaprovinciadeHuesca.
—No,queva,Óliver—pronuncióunavozalejadayuntantoafligidadesdeelotrolado.—¿Teocurrealgo?Noteoigodemasiadobien.Óliver por fin se dispuso a cruzar, y al llegar a la otra acera se apartó
aferrándosealarugosapareddelacalleparanoobstaculizaralostranseúntesypoderescucharconmejornitidez.Él arrugabael entrecejoy se apretabamáseldispositivoaloídopara poder
atendermejorasuamigo.—Puessí,másbien,quénomeocurre.—¿Quéhapasado?—Resulta que hoy debería de estar de vuelta, pero… la idílica casa que
compréatravésdeaquellawebsinintermediarios,noharesultadosertanidílicacomo parecía en las fotos, y uno de sus muros se ha derrumbado sin previoaviso.—¿Cómo?Ytú,¿teencuentrasbien?—inquirióÓlivercondesasosiego.—Sí, sí, yo estoy bien. Sin embargo no puedo irme y dejarla así, todo el
interiorseencuentraalavista.Hellamadoaunconstructordelazonaparaverquépuedehacer,pero,tío,unasemanamásaquínomelaquitanadie.—Bien,notesulfures.¿Yahasavisadoeneltrabajo?—Sí,deesoqueríahablarte.Eneltallernohayproblema,yahehabladocon
ellos y lo he solucionado. Pero hay otra cosa que… todavía no había podidoexplicarte.—¿Otracosa?,¿quécosa?—Verás, tengo un segundo trabajo. —Óliver alzó las cejas al escuchar la
novedad,perosemantuvoensilencio—.Desdequemecomprélacasalospagoshansidodesorbitados,asíquedesdeentoncesmepuseabuscarotroempleoyencontréesteque,mepermitíaganarundineroextrasintenerqueabandonarmipuestoeneltaller.—Yaentiendo.—Sé que te lo tendría que haber contado pero… con tu situación de
desempleocreíquenoeraelmejortemaatratar,¿mecomprendes,no?—Sí,claro.
—¿Estásmolesto,Óliver?ÓliverserascabalaperillaincipientemientrasmanteníaenvelaaÁlex,cada
vezsehincabamáslasuñasenlapiel.Yesqueporsupuestoqueestabamolestodequesumejoramigonolehubieracomentadoqueteníadossalarios,mientrasqueélllevabaunlargotiemposinpoderseganarlavida.—No…Paranada,deverdad—farfullóentonoamigable.Enunmomentotandesventuradoparasuamigo,¿cómoibaaserélcapazde
mostrarlesuindignación?Álexhabíasidoelprimeroconelqueestrechólazosaltrasladarsealaciudad,elcolegaconelquecompartíaunaalocadayforofatardede fútbol, el que en los días más apagados le invitaba a una cerveza fría yconsoladora.Deningunamaneraseríatanmalnacidocomoparatransformarsumomentáneadesgraciaenunainolvidablepesadilla.—Menosmal,solomefaltabaeso—expresóÁlexconalivio.—Yentonces…¿Quévashacercontusegundotrabajo?¿Yahasavisadode
quenopuedesacudir?—De eso… te… quería hablar… —La conversación se volvió difusa e
intermitente.—No te oigo bien… —dijo Óliver moviéndose de un lado a otro para
restablecerlaescucha.Sinembargosecortó.En cuestión de pocos segundos, cuando Óliver se desplazaba por la acera
buscandomayoresrayasdecobertura,recibióunwasap:No tengo cobertura. Solo necesito que me hagas un gran favor, te lo
compensaré: Utiliza la llave de mi piso que te presté, debajo de mi camaencontrarás unmaletín rojo, y en el primer cajón demimesita de noche unalista.Porfavor,acudeaesossitiosenlosdíasquefalte.¡Ah!Ynoteolvidesdeacudirhabitualmentealcorreodondeteenviaránmaterialnuevo,yahedadomiconsentimientoparaquepuedasrecogerlo.Deverdadquemeresultaimposibleanularesascitas,medespediríanenelacto.Tequiero,hermano.Óliverestrechóelceñotrasleerelmensaje,¿unmaletínrojoyunalista?Intentóponerseencontactoconélvariasvecesparaque leexplicaradequé
cojones iba todo eso, pero el penetrante e irrisorio sonido por la falta decoberturanoparabadesonarencadaunadelasseisllamadasqueejecutó.
Óliver respiró hondo, se notaba un tantomareado y desfallecido.Hacía tansolo unos instantes que hubiera estado seguro de que su endeble estado eradebidoalafaltadealimento,peroahoraestabaconvencidodequeeracausadelinesperadoenredoenelquesuamigolehabíaenvuelto.Acabó de recomponer su aturdimiento apoyando la mano en la pared, y
enseguidasedirigióalapanaderíadelaesquinaquesehallabaaunospasos.Alentraryescucharelagudoruidodelacampanilladelapuerta,diograciasa
Diosdequenohubieraclientela.—Hola.Ponmeuncroissantyunagua fresca,por favor.—Óliversedirigió
frotándoselafrentealajovenpanaderaquesehallabatraselmostrador.No conocía su nombre, ni tampoco había establecido largas conversaciones
conella,perohacíaun tiempoqueaquellamujerconcoleta largayaparienciallamativaqueseocultababajosubatablanca,levendíaelpanypastascuandoélacudía,eintentabatambiénconciertagraciasacarlealgúntemairrelevanteparalograrintercambiarconélunaspocaspalabras.—¿Teocurrealgo?Teveounpocopálido—manifestóella.—No,essolounligeromareo,peroyasemepasa.La presta chica se dispuso a envolverle la pasta con rapidez y a coger una
botellade laneveraque teníadetrás.Almomento saliódel aparadordonde seencontraba.Óliversesorprendiógratamentealversuenterapresencia,puestoquesiempre
lahabíacontempladodetrásdeaquelmuebleplagadodedelicias,comosifuerapartedeladecoración.Ahoraysinningúntipodedudas,estabaconvencidodeque aquel cuerpo de armas tomar, se había escapado de la mansiónPlayboy.«¡Peroquébuenaqueestá!»,cavilóalmomento.Lachicapusolabotelladeaguasobreelcristaldelaparador,seaproximóaél
losuficienteparaquesintierasufraganciaafrutaday,acontinuación,comenzóadesenvolverconcuidadoelpapeldelcroissant.—Toma,comeunpoco,tesentarábien—dijoellamientrasseloacercabaala
boca.Después, empezó a frotarle condelicadeza el cuernodel croissant sobresus labios.—La palidez de Óliver se desvaneció en centésimas de segundos,ahora su semblante se había vuelto amelocotonadomostrando una pinta de lo
mássaludable,yempezabaaenrojecerseporlapartedelasmejillas.«¿Quéestáhaciendoesta?»,sepreguntóÓliverduranteaquel trance inusual
queestabaprotagonizando,sinsabertodavíacómodebíaproceder.Finalmente cedió. Abrió poco a poco su hilo hermético y dejó que aquella
femeninamanole introdujeraelalimento.Aunqueeraverdadqueparecíaalgomuy erótico, demasiado. Ambas miradas chocaron en el proceso, y Óliverextendió su perspectiva hasta llegar a la tuna sonrisa que ella le estabadedicando.Eraunadeesasquenodejabalugaradudasdequedeseabajuguetearconélatodaclasedejuegostórridos.Hincólosdientesenlatiernayexquisitamasareciénhechadejándosellevar,yluego,setapólabocamientrasmasticaba.«Mmmm…», soltó él sin querer. Pero aquel inmenso gusto que habíapronunciadonocabíadudadequeproveníadeunplacermásrelevantequeeldeunbuenalimento,eraporalgomuchomásfuerte.Noobstantenolediotiempoaacabardedeglutirelalimentoydedicarleala
muchachaunaspalabrasdeagradecimientoporsu…comedidogesto,queestabaclaroporcómoellasemordíaellabioinferiorylomirabaconfijezadequelasestaba esperando con impaciencia, cuando demodo imprevisto Julia irrumpióporlapuertaconunrictusdelomásofuscado,sinhaberhechonisiquierasonarlacampanillaporeltoscoyraudomovimientoquehabíaempleadoparaabrirlapuerta.—¿Óliver?Él al verla, tragó el gran trozo de su boca que aún no había conseguido
triturar.—¿Julia,qué…hacesaquí?—pronunciócondificultadmientrasintentabano
atragantarse.La astuta esposa no apartaba la vista de la espalda en movimiento de la
panadera que, desde que ella había entrado se dirigía huidiza al confortable yseguro interior del aparador, como si fuera un conejo de camino a su ocultamadriguera.—Yo he aparcado en la calle de abajo y…—Su mirada entornada seguía
buscandolaidentidaddeaquelladesconocidayosadavendedoraque,deformaextrañalehabíaparecidoconocerdesdeelexteriordelcristaldellocal—.…Me
dirigíaacasa.Juliahacía tiempoqueno se encargabade comprar el pan, ni tampoco a lo
referentealasnecesidadesdelhogar,incluyendolacomida.DesdequeÓlivernotrabajabalohacíaél,yantesdeeso,ellasolíahacerlacompraalsalirdeltrabajo,en un supermercado cercano a Fincas Salvat. Por ese motivo, no estabafamiliarizadaconningunodelosrostrosquepululabanporlasusualestiendasysupermercadosdelbarrio.Unsilenciorotoyextrañoseasomódesagradablementeenellugar.Juliasemantenía impertérritacomoelpalodeunaescoba,atestiguandocon
incomodidadlararaactituddelosallápresentes:ladelavendedora,quetodavíano le había ofrecidoningún tipode atencióndesdequehabía irrumpido en sutienda, e incluso le había negado el saludo de urbanidad que toda profesionalbrindaasunuevaclientela;yalpeculiarespécimenqueteníacomomarido,quese mantenía allá de pie, sudoroso, sin hacer nada, como si se tratara de unaestatua de cera en plena fundición.De nuevo se hallaba pálido, pero esta vezcomolamuerte.—¿Nopiensaspagar?—interpelóellaconperversaobviedad.—Sí…Ahoraiba—respondióconvacilación—.¿Cuántoes?Lapanaderaqueahoraseinclinabaconlevedadenelaparadorapelotonando
las pastas sobrantes del día, con el gesto justo que le permitía no tener quemostrar su identidad, tuvo que abandonar sin opción alguna lo que estabahaciendo,erguirseydarlacara.—Son dos con cincuenta. —Y fue entonces cuando las órbitas de las dos
mujereschocaroncomodosrayosdebatallaentreelsuculentoysecoaromadetrigoyavena.—¿Teconozco?—lepreguntóJuliaavanzandounpasoalavezquesesubía
lasasasdelbolsocrema imitacióndeLouisVuitton.LohabíacompradohacíapocoporunprecioincreíbleeneltopmantadelazonadelMaremagnum.Los insidiosos iris de cada una de ellas, respondieron de formamuda pero
irrevocableaesacuestión,yloquepermanecióenvozalta,nofuemásque….laconsagracióndeunembuste.—No,paranada—respondiólapanadera.
—Perdona,mehabréconfundidoconotra.Aquellasdosmujeresyasehabíansusurradolaverdadenabsolutosecreto,y
conesoteníanmásquesuficiente.Juliasabíaconcertezaqueaquellamujerdecuerpoembriagadoreralamisma
que esta mañana se encontraba husmeando sin reparo alguno la íntimaconversaciónquemanteníaconsuamigamientrassetomabaelcafé.Asimismo,la panadera que había estado minutos antes tratando con ilegítimo mimo almaridodeesta,yasabíaqueerasumujer.Esmás,losabíahacíamuchosmeses,desde que entró a trabajar allá, poco después de haber echado el ojo a suirresistible hombre, y desde la información que había obtenido esa mañanaclandestinamente,discerníaqueteníaunapequeñaposibilidadconél.Óliversesentíapeorquenunca,sucoloralabastrodelrostrohabíapasadoal
rojoydespuésalverde,yluegodenuevoaldelamuerte.ConocíaaJuliamásquesupropiamadre,eintuíaquealgoterribleestabasucediendo,dehechosabíacon seguridad que tras finalizar aquella situación, no saldría para nada bienparado.Pero de repente un ángel caído del cielo abrió la puerta haciendo sonar la
campanillaque,deformainstantáneahabíasustituidosuirritantesonidoporuncantocelestial.—¡Ay,Angélica,quinacalorquefaavui![1]—manifestóufanalavoluminosa
señoraquesedisponíaaquitarselachaqueta.Su interrupción hizo que parte del hilo que cortaba el aire de absoluta
angustia,sequebraraporfin,permitiendoalosalláinternosescapardeunfuturoahogamiento.Julia,alverquesumaridoaúnnohabíadepositadolasmonedasrequeridasde
su compra, se sacó un billete de cinco euros del bolsillo de su impolutaamericananegra,avanzóhaciaelmostradoryselocolocóconcontundenciaenelmenudoplatillodelcambio.—Quédateelcambio,porlosserviciosprestados—decretóJuliasoberbia.—Gracias, es un placer—respondióAngélica con sonrisa alevosa mientras
recogíaelbilleteconsuslargasuñasdeporcelana.
Capítulo4
ASCENSO
Al fin la pareja abandonó aquel lugar que, de modo misterioso, se habíaconvertido en un tris en un abismo oscuro y tenebroso, donde con todaprobabilidadlosorcosylosdemoniosseocultabanentrelashogazasamansalvadelosestantesdemaderaytambiéndetrásdelasdecenasdebandejasextraídasdeloshornosquesesujetabanenelaltosoportemetálico.Elcaminohaciacasafuesilencioso.Ólivernoseatrevíaamentarpalabra,estabaclaroqueloquehabíaatisbado
sumujerdesdelacallenohabíasidounactodelomás…apropiado,noobstanteélsabíaquenohabíahechonadamalo.Julia avanzaba por la acera como alma que lleva el diablo, clavando en
profundidadsustaconesenlossurcosdelosadoquines,mientrastantoagarrabasuqueridobolsodelasendurecidasasasdepieldebecerrodejandolaseñaldesusuñas.Sinembargoella tampocodecíanada.Estabamolestaperosabíaqueaquel hecho tremendamente sofocante que había protagonizado Óliver con lazorra de la panaderamantenía cierta similitud con su escena en el restaurantecon Pol Cros. Así que prefirió no atreverse a echar en cara algo de lo queposiblementeydeformairremediable,el traicionerocristaldesusojospudierasercapazdedelatarunamismaculpa.Duranteelrestodelatardeambossucumbieronalaocultaciónentrelospocos
peroeficacestabiquesdesucasa,aunquedeformaindependiente,porsupuesto.Estos les servían como trincheras para resguardarse de un inesperado ataque
enemigo, en las guerras nunca había descanso ni bajada de guardia. Susoscilacionestranscurríanbásicamenteentreelsalón,lahabitaciónyelpeligrosopasillo.Cuando la oscuridadperegrinó en el luminoso salónde estética psicodélica,
dejandodeobstaculizaral fin lavisióndelpartidode fútbolqueÓliverestabaviendo,yaquedesdequesehabíaapoltronadoenelsofáhacíadoshorasnosehabíadignadoaponerseenpieparabajarlapersiana,escuchóelrotundocierrede la puerta de la habitación. Fue entonces cuando meditó sobre la nulaposibilidad que tendría ese día en acomodarse en la cama conyugal de formapacífica, así que, despuésdel día quehabía tenido repletode estrés, nerviosysofocos,decidiónointentarlosiquiera.Además,teníalacabezaenotraparte,yesquenoparabadepensarcuálseríalaenigmáticatareaquesuamigoÁlexlehabía interpuesto. De hecho había pensado averiguarlo después de ir a lapanadería,cuandohubieraingeridoalgodeenergía,perodespuésdeloquehabíasucedidopensóqueseríamejornodesaparecersinexplicación.Julia,queyasehabíapuestosupijamaderayasrosasygrises,estabasentada
enlacamamirandofijahaciaelarmario.Entretantosemasajeabaconsudedoíndicelaarrugaqueselepronunciabademaneranotoriaenelentrecejocuandose ponía de mala leche. ¿Cómo era posible que después de varias horas deltrancequesumaridoylafrescaesahabíanprotagonizado,todavíaseencontraracon un cabreo de tres pares? Era cierto que no había ocurrido nada que seasemejaraaunainfidelidad,nitampocoqueseaproximara.Noobstante,ellayÓliver siempre habían permanecido tan unidos que aquello había sido unainaceptablefaltaderespetohaciaella,yesoheríadeigualforma.Alverquesusturbadorespensamientosnoconseguíanencontrarunaluzque
le propiciaran la calma que necesitaba para seguir despierta, decidió estirarseparaqueeldíafinalizara.Searropóconsuagradablecolchaprimaveralyapagólaluzdelalamparilla.Unavezexpuestaenlapacíficaoscuridadcerrólosojosparaconciliarenseguidaelsueño,pero,depronto,pensóalgoquehizoquelosabrieradenuevo,comosihubieracometidoungrandelitoalcerrarlos.Yesquerecordóqueesedíaalguienlehabíadichoquenodebíacerrarlosnuncamás,omás bien, se lo había mencionado un tipo de lo más atractivo y sensual que
asegurabaquesusojoseranpreciosos.Aquel dulce pensamiento produjo que sus comisuras se apretaran de forma
instantánea, y sin quererlo, regresó al anterior momento delicioso que habíapasadoconPolCrosduranteelmediodía.Yconesaidea,másunpoquitodesuerótica imaginación,comenzóaaventurarseenelocasodeunamaneraquenoteníaprevista:deslizósusmanosporelinteriordelpijama,sintiendolacalidezde su suave entrepierna, y volvió a exprimir el recuerdo con la intención y eldeseodequedarseexhaustaenalgúninstante.Ráfagasdeincreíblesimágenesvolvieronainvadirla:sushúmedoslabios,su
perfectayperfiladanuezvaronil,susprofundosojosverdes,supechomarcadoyseductoramente mojado, su entreabrir de boca… A continuación su fantasíacomenzó a estrujarse almáximo para llegar cuanto antes a su propósito, pueshasta ahora solo le había reconfortado y extraído algún breve soplo.Ahora élarrasabacon suestoicamano todo loquehabíaencimadelmantelde lamesadondeamboscomían,seponíaenpieeibahaciaellaalevoso,yenunsegundo,la agarraba de su estrecho cuerpo y la posaba boca abajo encima de lamesa,hasta que le bajó las bragas. ¡Oh!, gimió ella al sentirse su posesión. Suexcitación,aligualquesusmovimientoscontinuosconlosdedoscomenzaronacogervelocidad,aunqueJuliaapretabaloslabiosparanoemitirningúnsonido.«Te la voy a meter entera, Julia». Sus dedos ahora se movían como unrelámpagosobresuslabiosmásíntimos.«Soytodatuya,PolCros,hazmeloquequieras». Pol la empotraba contra lamesa con un vaivén salvaje e imparable,mientrasella sentía sugranmiembrocomosi fueraunagranbazucaentre suspiernas.«Nopares,Pol,sigue…sigue».Yconesehechoretumbanteycasirealensucabeza,Juliaexplotóyseestremecióbajoeledredónalmismotiempoquemordía su labio superior con los dientes, para contener el lúbrico sonido quetodoelgustoquesupervertidacabezalehabíaproporcionado.Ella,yacompletamenterelajada,cerrólosojosparadormirse,manteniendoen
su mente la certeza de una reflexión que a menudo pensaba: las cosasespontáneassuelendarresultadosmuchomássatisfactorios.
***
Los rayos intensos del sol mañanero junto al progresivo barullo que Juliaoriginaba en el salón cuando recogía los entes necesarios para irse al trabajo,despertaronal somnolientoÓliver, que de nuevonohabía dormidodemasiadobien.—Me voy al trabajo. Por favor, evita sacar a Supermán al balcón, están
haciendoobrasyseasustaconfacilidad.CuandoÓliverconsiguióadaptarsusadormiladasórbitasalaluznatural,ala
vez que se erguía para sentarse entre la maraña de cojines y mantas, sesorprendióalverel rostrodeJulia,esteestabaresplandeciente.Yesquehacíamuchotiempoquenolaveíaasí.Laobservóabstraídodurantealgunossegundosintentandoaveriguarelporqué
deesecambio.—¿Ocurre algo, Óliver? —preguntó extrañada al ver a su marido tan
ensimismadoenella.Él se pasó la mano por la cara para deshacer el embeleso, y fingió estar
embobadoporeladormilamiento.—No,nada.Solamentequeestabasoñandoprofundamente,ytú,coneljaleo
quehasarmadomehasdespertado.Esoestodo—dijotaciturno.Sin embargo a ella pareció resultarle indiferente la primera provocación del
díaqueÓliveryalehabíalanzado.Seagachóparabesarelhocicoasudiminutocompañero que le miraba con los ojos hechos chiribitas, y se fue de lo másrisueñahacialapuertadesalida.Alinstanteenqueseoyóelcierredelapuerta,Ólivereliminósuposetensa,
se desperezó bostezando y, estirando los músculos como si fueran los de unelásticogato,echóunvistazoalahoradelrelojqueestabacolgadoenlapared(las ocho y cinco, marcaba). Era lo que siempre solía hacer al despertarse;desperezarse ymirar la hora, aunque simplemente lo hacía por curiosidad. Sibien le faltaba una cosa para cumplir del todo su costumbre matutina, peroestabaenello:Localizóalrelajadochihuahuaqueseacababaderepantingaren
unode losmaxicojines reciéncaídosdel sofá,yacontinuación, entrecerró lospárpados y le lanzó unamirada feroz y terrorífica quemantuvo durante unoslargossegundos,comosifueraunserdiabólicoeinfernal.EsaeralaformaquehacíaqueSupermánhuyeraconcanguelodelcompartidoespacio,ytambién,delaspocascosasqueconseguíanliberarlafrustracióndeÓliver.AsíquecuandoJuliasequitabadelmedio,laindefensamascotateníaqueaguantarsusdeliriosmajaderos,puesera laúnicacon laquesepodíadesquitarsinescucharniunasolaqueja.Alproclamarseelvencedorindiscutibledesucruelhazaña,sepusoenpieala
vez que se rascaba su revoltoso cabello creando una maraña todavía másvoluminosaydesordenadadeloqueyaera.Todoibaacámaralenta.Segundosmástarde,aúndepiecomounabriznadehierbasinviento,sedispusoalevantarelbrazoparaolersuaxila¡Puaj!Apartódemodohoscolanarizarrugadaysedirigióalbañoconlaintencióndesacarseelfuertehedordecavernícolaqueleenvolvía.Eso,oalcruzarlafinalíneadelacalleseacabaríaconvirtiendoenelnuevoasesinoenseriedelaciudad,unodedicadoaasfixiaralostranseúntesconsutufovenenoso.Sepusoenmarchaparaacabarloantesposible,solodeseaballegaralpisodesuamigoyaveriguardeunavezportodascuáleraaquellatareaalaquedebíaatenerse.
***
Juliahabía llegadoquinceminutos tardeporculpadeuncolapsoquesehabíaoriginadoenPaseodeGracia.Trasentrarenlainmobiliariaconpasoapresuradoycomprobarconunparde
vistazosyelcorazónenunpuñoqueporsuertesolohabíallegadosuamiga,serelajóycomenzóarespirar.Aunquetodavíaquedabamuchoparaqueelritmodelarespiraciónseralentizaranotablemente.—¡VirgenSanta!Pensabaquenollegaríanunca—musitóaCris.Sujefa,Franchesca,seponíaendemoniadavivacuandoalguienseretrasaba,
peroporsuertetodavíanohabíallegado.Franchescaeraunamujerpudientede
cincuenta años, perfectamente conservada, y no tenía un pelo de tonta, pueshabíasabidoatraparaunmagnatedeltocho,treintaycincoañosmayorqueella.Sibien,porsuerteopordesgracia,estehabíafallecidohacíayados.Peroparaqué engañarse, había sido por suerte, puesto que le había dejado a su enteradisposiciónunlegadomillonario,ylodehacermanitasconesevejestorio…noselocreíaniella.Entretanto, Julia se restablecía en su amplia mesa de cristal y encendía el
ordenador,Silvia, lacomercialveterana,entródandolosbuenosdíasalmismotiempoquedespejabaelcabellodelacaraconsusenormesgafasdesoldeDior,sinperderniunapizcadealtaneríaensusgestos.JuliayCrisrespondieronconsuma cordialidad como si fuera un cántico ensayado y programado a laperfección.—¡Buenosdías,Silvia!EncuantoSilviaseestablecióensumesa,queseencontrabaenlaotrapunta
de la amplia sala, comenzó a reiniciar el contacto matutino con su extensacarteradeclientes.Alhacerlo,suvozseasemejabaaladeunrobottarareandounayotravez lasmismas frasesafablesycálidas.Desde luegoaquellamujer,desdeñosa casi a tiempo completo, parecía la comercial más encantadora delmundoatravésdeunabsurdoaparato.Quéengaño.Cris se aproximó hacia Julia impulsándose con la cómoda silla de respaldo
altoconruedas,además,comosufiguraeracomoladeunfideo,lasillaparecíairsola.—CreoqueapartirdeahoratúllevarastodoslosclientesdePol—lesusurró
consecretismo.—¿Qué?Sihastaahoralohacíamosentrelasdos,ylosmásimportanteslos
atiendesiempreFranchesca—respondiósorprendidatambiénconlavozbaja.—Ya,nosé.PeroFranchescaha llamadohacecincominutosymehadicho
quetepasaratodaslasfichas,sinexcepciónalguna.Dicequehoyllegarásobrelasonce.—¿Lehasdichoquetodavíanohabíallegado?—No. Que estabas en el baño —Julia le sonrió como modo de
agradecimiento.
Cris se levantó para recoger dos archivadores que tenía apartados en laesquinadesumesaylosrecondujohacialadeJulia.—Toma—losdepositóencima—:estossontodoslosclientesdePedralbesy
Sarrià,ademástedejoelpendrivecontodoslosdatos.—Sacódelbolsillodesuamericana blanca el dispositivo y se lo dio en mano. Julia miraba los entescontrariada—. ¿Quéocurre, no te gusta la idea?—interpelóCris entretanto selimpiabalastransparentesgafasdelecturaconlafinateladesucamiseta—.Sieresbuenaconlospecesgordosysusventassonfructíferas,quizátedenalgúntipodecomisión.—Sí,essoloqueelcambioestanrepentino…Criscruzólosbrazosysequedópensativa.Sinembargoluegocomprobóque
Juliaserascabaelcuello,delmismomodoquelohacíasiemprecuandoestabanerviosa.—¿Julia,hayalgoquehayaocurridoynomehayascontado?—No…nada.—¿Seguro?—interrogósuamigamientrascolocabalasgafasenelsemblante
deundesconfiadoinspector.—Nadaquetengaimportancia.SoloestuvecomiendoconPolCros,ayer.—Ah…—Crisapoyósuestrechaposaderaenelcostadodelamesayvolvióa
cruzarsedebrazosalaesperadeunaenteraydetalladaexplicación.—Nomemiresasí.Solocoincidimosenlacomida.—¿Ytumarido,nocoincidió?Juliaagachólacabezahacialamesa,cogióellápizquehabíasobreellayse
lollevóalaboca.—Mimarido—suspiró—…Élnocoincideconmigonicuandoestamosuno
frentealotro.Crisapoyólamanoenelhombrodesuamiga,quenoestabapasandoporun
buenmomento.AlinstantesonóelteléfonodelamesadeCrisyenseguidaacudiódejandoen
elaireladelicadasituación.Mientrastanto,Juliadecidióconcentrarseeneltrabajo.Introdujoelpendrive
quelehabíadadosuamigaenlaentradadelordenadoryclicóenlacarpetade
clientesdealtostanding,aquellosquealparecerahorarequeriríansumásenteradisposición.—¡Oh, Dios, qué maravilla! —farfulló para sí al mismo tiempo que
contemplabalasfotosdelosinterioresdeaquellosprohibitivospalacios.Siempre había pensado en lo ventajoso que era para ella como interiorista,
poderobservaryestudiarlosinterioresdelasbuenasresidenciasdeclasemediaaltaqueseofertabanenFincasSalvat.Noobstantehacíamuchotiempoqueseencontraba encalladaprofesionalmente, no solopormantener elmismopuestode trabajo, sino porque nunca había tenido la oportunidad de instruirse conincreíbles mansiones como aquellas, donde había cabida para cultivarfascinanteseinnovadorasideas.Ademásdecodearseconsuspudientesdueños,porsupuesto.Suteléfonosonóyrespondiódespuésdelprimertono.—FincasSalvat.LeatiendeJulia,¿enquépuedoayudarle?—Julia,soyPol.AlinstanteJuliacogióaireyseirguió.—Sí,dime,Pol,¿quénecesitas?—Ati—repuso tajante. Juliaenseguidaadquirióun tonocarmesíen la fina
tezdesucara—.¿Tehancomentadoqueahoratúllevarásmisclientes?—Sí,Cris…QuierodecirqueCrismelohadicho—balbuceó.—Bien.Despuésdecomercontigoayer,medicuentadequeentrenosotros
había una química que… no se encuentra fácilmente. —Julia tragó salivaentretanto sentía como el tórrido sofoco de su cuerpo iba aumentando por suvientre—. Así que pensé que tú y solamente tú, serías mi ayudante perfecta.Contigomifaenaserámuchomásfácil.—Oh,esunplacer.Gracias.—Denada.LedijeaFranchescaquemisclientesnosemerecíanmediarcon
unoy conotrode la oficina, que esono inspiraba la confianzanecesaria paracerrarciertasventas.Ellaaccediódesdeelprincipio,yasabesqueloqueyoledigosueleiramisa.Ynoesporalardear—recalcó—,peroesasí.Sinembargoinsistió en quedarse a algunos de los peces gordos, quería seguir tratando conellos.
—¿Ycómoconseguistequecambiaradeopinión?—Le dije que había observado cierto talento en ti que me ayudaría en un
futuroaduplicarlasventas.—¿Qué?—espetóJuliaconangustiamientrasseatragantabaconlasaliva—.
Yo ¡Cof, cof! No... Quiero decir que yo no sé si seré capaz de lograr esedificultosoobjetivo.PolCros era el responsable de vender el ochenta y cinco por ciento de los
habitáculos que se habían puesto a la venta en los últimos seis meses. Y laclientela de la inmobiliaria había crecido de forma sobresaliente desde que élestabaallí,aumentando,siesqueesoeraposible,elbuennombredelnegocio.—Porsupuestoqueloharás,tienesloquehayquetener.Ahoraquieroquete
pongas en contacto con el señor Jordi FerrerOlivera, el dueño de lamansiónArosa,lavacagorda.Eselcódigo0031899.¿Lotienes?—Sí.Apuntado.Aquella espectacular residencia era una de las estrellas de la inmobiliaria,
pedíannadamásynadamenosquecuatromillonesymediodeeuros.SiPollaconseguíavender,seharíaconunaaltísimacomisión,lacualcontodacertezalesolventaríaunavidadelomásacomodada.—Excelente. Tengo algunas preguntas que tengo que tratar con el dueño
directamente,aunqueesposiblequeterespondasurepresentante,PabloGarcía.Enesecaso,pásamelodeigualmanera.—De acuerdo. —Un silencio permaneció durante algunos segundos—.
¿Deseasalgomás,Pol?—Porahorano,Julia,peroprontonecesitarémásdeti.Juliadudósiaquellarespuestahacíareferenciaalolaboral,porqueporeltono
cálido y meloso que había puesto, le pareció más bien que se refería a lopersonal. Si bien ella estaba hecha un lío, no sabía si todo aquello estabaúnicamente en su cabeza, o es que desde el día anterior, ese chico guapo yexitosolehabíaechadoelojoyahoraerasuambiciónmásobsesiva.—Llámameparaloquenecesites—dijoJulia.Y al colgar se topó con lamirada de su amiga, que la observaba desde su
puestomostrandounapícarasonrisa.
Capítulo5
ALGO…INESPERADO
Tras una buena ducha y vestirse con los vaqueros rotos por las rodillas y lacamiseta de los Ramones, Óliver ya se sentía una persona normal. Cogió lasllavesdecasade suamigoqueguardabaenel fondodel segundocajónde sumesita de noche, y se dirigió al salón para coger las suyas propias, estas sehallabansobrelamesaderoble.Siemprelastirabaalláencima,apesardequeJulialerogabaquenolohicieraparaquenoserayara.Despuéssehizoconelmóvilysecondujohacialapuertadesalida.Encuantolaabrióydiounpasoalfrente,retrocediódenuevo,parecíaquesehabíaolvidadoalgo.Dio media vuelta, se agachó raudo y atrapó con una mano inesperada a
Supermánquesepersonabajustodetrásdeél.—¡Venaquí,chucho!Hoyteirábientomarelaire,hacemuchocalor.Seadentródenuevoenelsalónparasacarloalbalcón,loteníacogidoporel
pellejocomosifueraunmenudoconejo.Alabrirlapuertademadera,elhorribleestrépitoqueoriginabanlasobrasdelacalleseadentródeformairremediable,ySupermán se fue directo al rincón de la balconera para resguardarse deldesagradableambiente.—No te preocupes, tan solo serán unas cuantas horas —le espetó Óliver
sonriente—.¡Chao,boladepelo!
SuamigoÁlextansolovivíaadosmanzanasdecasa.Suloftnoeragrancosa
pero tenía todo loqueun solteropodíadesear; pocoespaciopara limpiar, unaenorme tele de plasma, una camagrande para descansar a pata suelta o en sulugar…acompañadosilanochedefiestalehabíasonreído,ylomejordetodo,pazytranquilidad.Durante el camino, Óliver estuvo llamando otra vez a su amigo. En esta
ocasión sí parecía tener cobertura, puesto que los tonos de llamada seescuchabancorrectamente.Sinembargonolocogió.Alllegaralportalestiródelllaveroquesobresalíadesubolsilloyobtuvolas
llavesdelacasadeÁlex.Esteteníaunpequeñoabrelatascolgando,quemásdeuna vez habían utilizado para abrir los quintos de cerveza en sus reunionesfutbolísticas.Colocó la llaveverdede lapuerta en el cerrojo, lagiróy entró.Observó la
angosta y deshabitada portería que hacíamás de tresmeses que no pisaba, almismotiempoqueidentificabaelhorrorosohedoracerradoquelehizotaparsela nariz, estaba seguro que aquel aroma era parecido al del sobaco de unchimpancé. En aquellos, apenas doce metros cuadrados, solo se divisaba lapuertadelbajoylosempinadosescalonesascendentesquellevabanalosdemáspisos,puestoquelacomúnescaleranodisponíadeascensor.Elloftestabaenelcuarto piso y la idea de subir hasta allá hizo queÓliver suscitara un pequeñosuspiro de fastidio: ¡Pff…! Enseguida evocó la opinión de Álex cuando élmismo le decía la lata que era tener que subir diariamente cuatro plantas sinascensor. Sin embargo su amigo opinaba lo contrario. Aseguraba que era unagranventaja,yaqueleobligabacadadíaamantenerseenforma,ynosoloeso,cuandolasfortuitasnochesleobsequiabanconunanuevaycautivadoraamistadalaqueinvitabaacasa,élactuabacomounverdaderocaballeroofreciéndoleelprimerpuestoenlaescalera,yaquelloleprocurabaunplacenterodeleiteensutraseraposición.AquelpensamientotambiénhizoarrancarleaÓliverunasordapero destacada risotada,mientras tanto ascendía los escalones todavía con lospulmonesllenos.Intento recuperar el aliento después de subir los cuatro pisos, esta vez los
pulmonessehallabanmásvacíosqueunabolsarotadesarga.Alsentirseconelcuerpodeunhombrede la tercera edad, se juróyperjuróqueapartir deldía
siguiente volvería a recorrer los quince quilómetros que lograba hacer cadamañana antes de quedarse sin trabajo. Aunque lo más probable, después delfunestoestadoenque sehabíaquedadoal subir la endemoniadaescalinata, esquetuvieraqueempezarpordos.Al abrir la puerta del loft, unpestilentey cargado aroma a pino terminó de
asesinar definitivamente el olfato deÓliver. A este paso se iba a asfixiar contasta pestilencia.Álex era un forofo de los ambientadores, ponía uno en cadarincón,asíqueencuantoaquelcuartuchosequedabacerradomásdedosdíasseguidos,eralacámaradegasperfectaparamataralosintrusos.Diounraudovistazoenelmenudoespacioordenadoeiluminadoqueconsistíaenlaconjuntadistribución del salón comedor y cocina en unos escasos treinta metroscuadrados,mientrasibadirectohacialasventanas.Abrióconansialasdosquehabía y durante unos segundosmantuvo enunade ellas la cabeza afuera paraaprovisionarsedeairepuro.Cuandooxigenótodoloquepudosuinteriorregresóadentro,sesentóplácidoenelsofádedosplazascolorgranatequeteníaenfrentede su plasma de cincuenta y cinco pulgadas (en aquello no escatimaba engastos), apoyó su brazo en el reposabrazos y repiqueteó sin cesar en elendurecidotejidoconlosdedos.El inusual instanteseapoderódeél:¿quéeraaquellagustosasensaciónque
percibía?,¿aquelmudosonido?,¿aqueltiempolentocasicongeladoquepasabasincomplicaciones?,sepreguntóalmismotiempoquearrugabadelicadamenteelceño.Esbozódeprontounalevesonrisatorcidacuandodioconlarespuesta.Estabaclaro,esagozosapercepcióneradebidoúnicamentealplacerdelatotalsoledadqueestabaexperimentando.Seimaginódeprontolodiferentequeseríasuvidasicoexistieraconesapaz,
sin nadie que lo atormentara condeliberados juicios y sin el acecho constantebajo sumismo techo. ¿Cómohabría sido su vida si no se hubiera casado conJulia?Reflexionófinalmente.Una mancha oscura de incertidumbre se prolongó tanto en su cabeza que
parpadeóvariasvecespara liberarsedeella, solodeseabavolver a la realidad,puestoque tampocodeseabaenesosmomentosencasquillarseenunaestúpidafantasía. Se puso en pie para seguir con lo que había venido hacer y recordó
enseguidalasinstruccionesdeÁlex.«Coge la lista quehay enmimesita denoche».Al instante se condujo a la
habitación, o en su lugar a la otra y última estancia que había en la estrecharesidencia.Volvióaapretar lascomisurasconprofundidadalcontemplarelexplosivoy
semidesnudopersonajedecartónytamañonaturalqueÁlexalbergabaalladodesucama,eraeliconodesensualidaddeaquellafamosaseriedesocorristasdelosnoventa: Pamela Anderson. Le chiflaba. Se acercó a la mesita de nochemanteniendotodavíasujocosidadenloslabiosyabrióelcajón.Enefecto,ahíseencontraba una lista impresa por ordenador, en la cual figuraban diversasdireccionesdeBarcelonayelsellodelaempresa:Séptimocielo,S.A.,ponía.Despuésdeleérselaporambascarasla tirósobreelcolchón.Sequedóunos
segundoscomounpasmarotey,finalmente,seagachóyestiróelbrazobajo lacamapalpandodeunladoaotro,hastaquelocalizóuntoscoenteconlamano.Loarrastróyalverlosobresalirdiscernióqueeraunmaletínrojo,eraelmaletíndelqueÁlexlehabíahablado.Lopusosobrelacamacongranesfuerzo,esteeraamplioygrueso...ypesaba
unhuevo.«¡Dios!,¿peroquémierda…?»,mascullóaldeshacersedelincómodopeso.Ycuandodioconelbotónparaabrirlo,sonóelteléfono.EraÁlex.—¡Álex,porfin!—expresóÓliverconalivio.—Sí,séquemehasestadollamando,peroentrelapocacoberturayeljaleode
lasmáquinas extrayendo los escombros, nohepodidocontactar contigo antes.¿Hasidoamicasa?—Estoyenellaahoramismo.—Vale,¿hasencontradotodoloquetedije?Lalistayelmaletín.—Sí,pero…—Bien—le interrumpió—, no tengomucho tiempo, el jefe de la obra me
necesita.Soloqueríacomentartequepuedesponerteeltrajedechaquetaquehayenmiarmario,eselquesueloutilizarparaasistira lascitas,y túyyo,másomenostenemoslamismatalla.—¿PeroÁlex,queesloquedebohacerenesascitas?—Ja,ja—risoteó—.Veoqueaúnnohasabiertoelmaletín.—Ólivervisualizó
ipso facto el ente rojo que yacía sobre el colchón, y lo miró con tremendaturbación—.Vender,Óliver,soloeso.Peroestoysegurodequecontusencantosnaturales,venderásacientos.Ja,ja…—¿Qué?¿Aquéterefieres?¿Porquéteríes?Portussantoscojones,dimede
unavezquéhayahí,Álex.—Tepierdo…Estosecorta…Tequiero,hermano.—No te atrevas…—Pero antes de poder amonestarlo, su amigo (si es que
todavía lo consideraba así), ya no se encontraba al otro lado del teléfono—.¡Cabrón!—despotricóconexacerbaciónalmóvil.Sufuriarecorrióalmomentotodoelcuerpodelospiesalacabeza,sobretodo
porqueestabacasiseguroquelacoberturanohabíasidolaculpabledeponerfinalafulminanteconversación,sinoqueensulugarhabíasidosudesvergonzado,miserableymalnacidoamigo,conelquetendríamásqueunaspalabrascuandollegara.Sehinchódeairecomosiconellosearmaradevalentía,queríaabrirdeuna
vezesedichosomaletínque,despuésdelallamada,leinfundíamásrespeto.Estiróelbrazoylamanosinapenasmoversucuerpo,comosisedispusieraa
desactivarunabombamortal.Conundedorígidopulsóelbotónquesehallabaal ladodelasae ipso facto la taparojaseabriódel todo,comosielcuantiosomaterialhubieraestadoesperandolamínimaoportunidadparasalirdisparadodesudesfasadoaforamiento.¡Ah!, espetóÓliver con sobresalto al ver el interior, que ahora sobresalía y
colgabaporlosbordesdelrectángulo.No podía creer lo que avistaban sus órbitas. «¿Pero qué cojones estás
vendiendo,Álex?»,profirióconrepugnanciaeincredulidadmientrasseacercabaalamaleta:habíapenesdesiliconadeltamañodesumano,omásgrandes,bolasde metal embolsadas, decenas de aparatos con una morfología compleja einexplicable,ymásymásobjetosquenohabíavistojamás.Noobstante,peseano saber sus nombres o su determinadautilidad, no era tan tonto para ignorarquesetratabadeunapiladejuguetessexuales.Enunlapsodecuriosidad,sesentóenelcolchónydecidiótocarconelíndice
unodeesosmiembroslargosquecolgaban,lonotóblandoyluegolopalpócon
la mano. Al apretarlo le pareció muy bien logrado e hizo una mueca deaceptación.AlmomentollamaronalapuertayÓliverprodujotalrespingoalescucharel
timbreque,lanzóelconsoladorhaciaeltecho,contanmalasuertequesecolóenloaltodelarmario.¡Dios!,mascullóconelcorazónamil.Demanera raudaescudriñóel sitiodondehabía idoaparar,yalcomprobar
queelmuebleeramásaltodeloquepensabacreyóconvenienteutilizarlasillaque había en el cuarto para llegar arriba del todo. Si bien al hacerlo vio quetodavíanoerasuficienteparavislumbrarlaubicacióndelobjeto,asíqueintentóencaramarse con los brazos dando un salto. ¡Ya está!, gruñó al conseguirlo.Asomó lavisiónpor la fina líneahorizontaldel armarioentretanto se sujetabacongran esfuerzo en el canto demadera, y discernió que si alargaba un pocomás el brazo atraparía el pene del diablo. ¡Te tengo!, farfulló con alegría encuantoloagarró.No obstante cuando quiso apoyar sus pies en el respaldo de la silla para
comenzar sudescenso, esta se cayóal suelo. ¡Lamadrequemeparió!,bramóentredientesconelrostrocadavezmásencendido.AhoraÓlivermirabalacondenadaalturaconsupliciocolgandodelosbrazos
comounestúpidomono,aunquealmenosteníaensupodereldepravadoentedesilicona. Mientras cavilaba cuáles podían ser las posibilidades para volver atierra,sintióeldeslizdeunafríayhúmedagotadesudorporsusien.Loteníacrudo,dadoquesoloexistíaunaalternativa:saltar.Se soltó e intentó impulsarse hacia el centro de la cama para amparar su
cuerpoconelmullidocolchón.¡Ah…!SeaventurócomoTarzán.Sinembargosuacción fue tan infaustaquesucorpulentamasa revotóenelcolchónycayódefinitivamente en el bordedemaderade la cama,originándole al instanteundolor terminante al mismo tiempo que todo lo que yacía sobre la colcha seelevabayaterrizabasobresucabeza.Ólivergimoteabadedolorenelsuelo,aunquesuvozreproducíaecobajoel
maletínabiertoytodossuscomplementos.Eltimbreseguíasonandosinparar.Óliversepusoenpiecongranirritacióny
sedirigióa lapuertaconelúnicofindequeel individuoquetocabael timbrecomosituvieraeldedoenganchadoconpegamento,sedetuviera.—¡¿Qué?!—gritóhostilalabrir.Una chica morena de unos veintilargos años vestida con ropa deportiva y
sudorosa,lemirabaconestupor.—No…nada, tío. Tranquilo—dijo ella apaciguando la situación—.Yo solo
había venido a pedirle huevos aÁlex, pero entiendo que os hemolestado.Losiento—manifestómientrasdirigíauna turbadamiradaa lamano izquierdadeÓliveryretrocedíaunospasos.Óliverpensóquequizáshabíasidodemasiadobruscoperonocomprendíapor
qué ella lemiraba de esa forma tan extraña y se alejaba, así que le siguió lamirada.«¡MadredeDios!Quévergüenza»,pensóeufóricoenel interiordesucabeza abochornada al comprobar que todavía tenía en su mano el enormeconsolador. Enseguida se lo escondió tras la espalda como si de esa formapudieradeshacerlaembarazosaescenaqueacababadeocurrir.—No,estonoesloqueparece.Yono…nosotrosnosomos…—No, tío—le interrumpió mientras tanto le sonreía y se aproximaba a la
puertaentreabiertadesucasaqueyacíaenfrente—,notienesqueexcusarte.Amímeparecebieneserollo.—Teconfundes.¡Siélnoestá!—Oh,vale…—espetólajovenfrunciendoelceño,quecadavezsemostraba
más azoradapor la insólita situación—.En ese caso…quepases buena tarde.DalerecuerdosaÁlex.—Volvióasonreírycerrólapuerta.Óliverregresóalinteriordelpisosintiendotodavíalavergüenzalatente.Alllegaralahabitación,cogióconofuscaciónlamaletayvolvióarellenarla
detodosaquellosobjetosimpúdicosquesehabíancaídoalrededor.Ycuandolohizovolvióameterladebajodelacamadeunapatada.Conlalistatambiénhizolomismo,ladejódenuevoenel lugardondelahabíaencontrado.Comosideesamaneratodovolvieraalamismanormalidaddeantes.Respiróhondo,ytrascerrarlasventanasquehabíaabierto,saliódelpisodesu
amigopensandoenquenovolveríaapisarlohastaqueélregresara.
Capítulo6
OPORTUNIDADES
Julia esa mañana canturreaba de forma alegre bajo la atenta mirada de sumaridosomnoliento.Mientrasacababadehenchirsubolso,imitaciónPrada,delas cosas necesarias paramarcharse al trabajo.Y parecía sonreír entretanto lohacía.—¿Teocurrealgo?Parecesestardebuenhumor—opinóÓlivercomosifuera
unhechoextraño,apretandounacomisuramaliciosa.Ella enseguida le miró con aborrecimiento, borrando al instante su risueño
semblante.PeroentoncesJuliadecidióquealigualqueél,leibaaobsequiarconsudosis
deamarguradebuenamañana.—Toma —sacó de su bolso un sobre—, nos han devuelto la factura del
teléfono.Sinolapagamosprontonoslodarándebaja.¡Ah!Ytambiéninternetylateleporcable,porsupuesto.—Ólivercambiósurostroalinstante,altemerla posibilidad de que sus ciento quince canales amigos se esfumaran de suguarida,dejándoloenplenasoledad.Ella, al observar a su marido abstraído en la nada, cogió su chaqueta del
respaldo de la silla y se dirigió hacia la salida, invicta al pensar que ya se lahabíadevuelto.Aunque cuando cerró la puerta sintió un desazón en su interior. ¿Por qué
teníanqueestarsiempreconelhachadeguerra?Porunavezleencantaríairsealtrabajocomocualquiermujercasada,conelbesohúmedoylatentedesuesposo
enloslabios,yun«¡quetengasunbuendía!».Ydenuevomeditó seriamentequepronto tendríanque sentarse ahablar, la
cosanoibanadabien.Sin embargo, durante su conducción al trabajo, su rostro pizpireto volvió a
reaparecer, sobre todo al escuchar las canciones románticas que estabanemitiendoenlaradio.Sesentíalaprotagonistadetodasellas.Yantesdebajardel coche para dirigirse a la inmobiliaria, repasó de nuevo sumaquillaje, susgruesos labios no estaban demasiado frambuesas, y justamente hoy, creía queteníanqueestarperfectos.Asíque los repasócon subarrade labios.Tambiénañadióunpocomásdemáscaradepestañasycolorete.Alllegaralaoficina,deformainesperadaPolCroslaesperabasentadoensu
asiento.Eraalgoinusualpuestoquenosolíaverlohastamediamañana,aveces,inclusohastalatarde.—¡Bue…Buenos días, Pol!—balbuceó ella al ver ese atractivo espécimen
caldearsumismasilla—.¿Quéhacesaquí?—¡Tremenda belleza! Qué guapa estás de buena mañana —dijo él. De
inmediato ella notó el ardor en sus mejillas, y pensó en el error que habíacometidoalespolvorearlasconcolorete,ahorapareceríaunrojotomatemaduro.—Soloveníaadecirtequeestatardequieroquevengasconmigo.—¿Yo?—preguntósorprendida.—Claro.¿Quiénentonces?—¿Pero…adónde?—Quieroquehagas las fotosdeunacasa.Meencargaronayer suventa.—
Juliarespiróalcomprobarquesetratabadetrabajo—.EstáenPedralbes,enlacalleManila.Notardaremos.—Claro.—¡Perfecto,entonces!Pol se puso en pie, y se aproximó a ella obsequiándola con su exquisita
fraganciaprovenientedeunabuenamarcadeperfumemasculino,oquizáfuerasupropioolorcorporal,queasimismolodefiníacomoloqueera:unadonisentodaregla.—Tehedejadoelasientocalentito—lesusurró.
—Oh…—sonrióellacomounaboba—,québien.Julia,alversaliraaquelsobresalienteserde laoficina,miróasualrededor
descubriendo por primera vez que había más personas en el lugar, y vio lossentenciadoresojosmarronesdesuamiga.—¿Qué?—espetóJulia.—Nada,nada—dijoCris.Julia se sentó en el asiento para iniciar sus labores, y enseguida sintió el
ardiente tejido en sus nalgas que le hizo esbozar una tenue sonrisa.De nuevovolvióaencontrarseconlacríticamiradadeCris,queparanadaeraindulgente.Yfueenaquelmomentocuandoleinstóencambiardetema.—Notienesbuenacara,Cris.¿Pacosiguecongastroenteritis?—Sí, esta noche se ha levantadopor lomenos quinceveces.Nohepegado
ojo.—Jo,quémalmesabe.Traslaescasaconversación,ambasseabstrajeronensutrabajosinmentarni
unapalabramás.Noobstante,Juliadurantepartedelamañanatuvoquelucharenmásdeunaocasiónparaextraerdesucabezaciertasimágenesinapropiadasquelesurgíansincesarysinpoderevitarlo:alparecer,suimaginaciónideabalaresidencia que iba a visitar esamisma tarde demuchasmaneras, y los planossolíanserdesdeunaposturahorizontal, todosellosrequeridosconlafervorosacompañíadelapuestovendedor.—¡Julia, Julia…!—Unavozalejada repetíasunombrede forma latosa.Era
Cris, que se encontraba enfrente de su mesa con un rictus de lo másdesconcertado.—¿Qué?—respondió.—¿Como que qué? Te llevo llamado cinco veces y no me respondes, me
estabaempezandoamosquear.¿Sepuedesaberenquéestáspensando?SinembargoJulianosupoquéresponderalmomento,ytrasunossegundos,
comosilehubieradadouncortocircuito,ingenióalgo.—Son losnuevosclientesdePol.Estoycreandosus fichasydeverdadque
me tienen totalmente abstraída. Además los que son extranjeros no sé cómointroducirlosenelnuevoprograma.
Su pretexto quizá hubiera funcionado si justo después Julia no se hubierarascadoelcuello.—Sí, los clientes de Pol y lo que no son los clientes—le murmulló Cris
aproximándoseaellamientrasseapartabasulacioycastañopeloaunlado—.Anda,deja loquequieraqueestéshaciendoyvámonosaalmorzar,que tengoganasdefumarmeunpiti.Ynoterasquesmáselcuelloquetedescubrestúsola.Julia hizo caso a su compañera haciéndose la sueca, aunque con mucho
esfuerzo ocultó la pereza que le daba tener que abandonar sus pensamientosadictivos,quenoeranmásque suyosy solo suyos.Noobstante sabíaqueeramejorasí: lasdrogasenpequeñasdosisnoteenloquecían,o,demomento,esopensaba.Cogióelbolsoylachaquetadecolorrosaqueconjuntabadivinamenteconsu
barradelabiosframbuesa,ysedirigióhacialasalidajuntoasucompañera.Alabrir la puerta de cristal, Franchesca apareció en el recuadro tan exuberantecomo siempre; su atuendo siempre era elegante y oscuro, lo que hacía que sumelena de color rubio platino le hiciera resplandecer aún más. Era el típicoatuendoquetodoserhumanoevocaríacomoeldeunaviudanegra.—¿Yaosvais?—interpelólajefaalmomentoquedespejabasumiradadelas
grandesycarasgafasnegras.JuliayCris,quepisabanelsuelocallejero,seecharonaunladoparadejarel
umbrallibreydespejado.Ipsofacto,Juliasefijóbajolaplenaluzdeldía,enlaque no estaba acostumbrada a observar a su jefa, cuántas nuevas arrugas lehabían emergido alrededor del labio superior durante los últimos años, oposiblemente,losúltimosmeses.Porlovisto,eldineronohacemilagros,pensóellaabstraída.—Sí,vamosatomaruncafé—comentóCris,ydespuésrebuscóelpaquetede
tabacodelbolso—.Silviasequedaparaatenderelteléfonoennuestraausencia.Notardaremosmucho.—Está bien —masculló sin mirarla ya concentrada en otro asunto—. Por
cierto,Julia…—Ellalemiróponiendolamáximaatención.—¿Sí,Franchesca?—Esperoqueestésalaalturadetunuevaocupación.Sonlosmejoresclientes
quetenemos,niseteocurrafastidiarla—expresóuntantotosca.—Loharélomejorposible.Tienemipalabra—respondióbuscandodereojo
lamiradaamigadeCris,queleobservabaconsubocaechaunínfimopunto.Franchescaacomodósusgafasdobladasenelsutilcanalillodesublusaopaca,
ymientraslohacíafarfullóalgo.—Cuentoconello,señoritaSalamanca.Trasfinalizarlaincómodaconversación,lapoderosamujerempujólapuerta
para entrar, y Julia y Cris dieron por sentado que ya podían alejarse. Pero alinstantelamujerdenegrovolvióamentarelnombredeJulia.—Otracosamás,Julia.Felicidades—concluyó.Enseguida la cara de Julia resplandeció al oír la congratulación de aquella
ásperamujer,quejamássehabíadignadoaalagaraningunodesusempleados,oalmenosenpúblico.—Gracias—musitóconorgullo.Ambasamigasanduvieronporlacalledeformamuyfacunda,desarrollando
una conversación de lo más dichosa tras el insólito hecho que acababan deexperimentar.FueentoncescuandoCrisseparóenseco.—Vamosmejor al bar de ahí enfrente.Aquí está esa camarera entrometida.
Además,tampocosepuedefumar…—expresóarrugandosuampliaboca.—No—respondióJuliacontundente—.Alenemigohayquetenerlecerca.—
YCrisfruncióelceñosincomprenderaqueserefería.Durantelaestanciaenelbar,ycuandolatalAngélica(nombrequeyaestaba
másquegrabadoconsumodesdénenlamentedeJulia)sehallabarelativamentelejos,JuliaaprovechóparaexplicarleaCristodoloquelehabíasucedidoeldíaanteriorconaquellamujerdesconocida.—¡Peroquédescarada!—exclamóCrisatónitadespuésdelimpiarseafanosa
elbigotedeespumadesutazóndecaféconleche.Acontinuación,mientrasapretujabalaservilletadepapelconsutersopuño,
alargósucuellodeserpienteylesusurróalgomásaJulia:—Asíqueellayasabíaquiéneras.Yporesoayerseacercabatantoanuestra
mesa, para saber más sobre vuestra relación—discernió como una auténticapolicíadepelícula—.Nena,¡quégrima!
—Notepreocupes,despuésdelodeayer,nocreoque«esa»vuelvaatomarsetantas libertades conÓliver.—Miró con el rabillo del ojo y claro desaire a lajovencamareraque, justoenesemomentoseencontrabaen labarra—.YdoyporsentadoqueÓlivertampocolohará—aclaróconobviedad.—¿Sí?Ahoranoesqueestéisenelmejormomento…—murmullósuamiga
con despreocupación mientras echaba otro sobre de sacarina en la bebidahumeante. Parecía como si sin quererlo, hubiera desvelado sus propiospensamientos.Julia,alescucharla,sequedóuntantosorprendidadequesehubieraatrevido
adecirtalcosa.Agachósumiradahaciaelcortadoquetodavíanohabíaprobadoy, sin decir nada al respecto, comenzó a removerlo sin cesar, abstrayéndoseinfinitamenteenlalechosayoscuraespiral.EnseguidaCrissediocuentadesupésimamención.—Perdona,Julia—dijoarrepentida—,noqueríadecirque…—No,yalosé,tranquila.—Enaquelinstantesediocuentadelcorajequele
suscitólaposibilidaddepensarqueÓliverpudieramirarconojosdedeseoaotramujer.
***
Ólivercerrólapuertadesucasadeunfuertegolpeencuantollegó,sehallabamuyofuscado.Yalcrear talestrépitoprovocóqueSupermánarañaraelcristalde la puerta del balcón donde todavía permanecía encerrado.Emitía agudos yrepetitivosladridos,eramuymolesto.Lo metió para que parara de una vez, pero cuando lo hizo lo ignoró por
completo.Estabademasiadoocupadodiscutiendocon lapresencia invisibledesuamigoÁlex.—¡Capullo!¿Peroquétehaspensado?¿Deverdadcreesquevoyairporahí
vendiendoestúpidosconsoladoresalasmujeres?¡Ja!Talvezlosmecánicosnosirváisniparaestarescondidos,peroyo,encuantovuelvaalomío,podrévolveraestartranquilo.
Dejósuspertenenciasencimadelamesadelsalónyencendióelportátilparaverelestadodesuscandidaturas.Sesentíaesperanzado.No obstante, al echar el raudo vistazo, comprobó que de nuevo no había
cambios.¡Pff!Sealborotólamarañadepelomorenoconunrabiosomovimientodemano,y
aldesviarlavistaviolafacturadelaluzdesplegada—135euros,ponía—.Sufrustraciónleatizólacabezaysefrotólacaraconsusdosanchasmanos.
Debíahaceralgo,¿peroelqué?Un pequeño sonido de lloro hizo que Óliver mirara hacia abajo. Era
Supermán,queseencontrabasentadoasu ladomirándolecomosi leestuvieraescuchandoconinterés.Fruncióloslabiosalversutiernamiradadeojosenormes,ylehizounasuave
cariciaenlacabecita.—Estábien…CogióelmóvildelamesacondecisiónyllamóaÁlex.Peroélnolocogió,si
bienaÓlivernoleresultónadaextraño.PasóalplanB:mandarleunterminantemensajeporWhatsApp.—Sideseasquemeencarguedelasunto,quierotodaslasgananciasquesaque.AlospocossegundosÁlexcontestó,yÓliverapretóunatraviesacomisura.—¿Apachas?—No.—Vale,túganas.Óliverdejóelmóvilcongrandesahogoencimadelamesa,conlasensación
dehaberfinalizadounexitosoduelo.Yrespiróhondo.—¡Pues sí!—espetó a Supermán—. Parece que me voy a zambullir en el
inexplorado mundo de las siliconas y lubricantes—citó arqueando sus cejas,comosiélmismonoselocreyera.
***
Todavíafaltabaunahoraparaacabarenlaoficina,mientrastantoJuliasehallabaen su mesa con la cabeza agachada inmersa en la lectura de algunos nuevoscontratos.Enaquelmomentoelbarullode lacalle se introdujoen la tranquilaoficina, alguien había entrado. Y al alzar la vista tras la desconcentración,observóqueeraPol.—Buenastardes,señoraCastillo,¿cómoseencuentra?—pronunciódeforma
extremadamente amable el llamativo comercial a una clienta que se hallabasentadaenlamesadeCris.Lamujerdemedianaedad,seencontrabaalaesperadequeCrisregresaraal
asientoconunasfotocopias.—¡Queridísimo señorCros!—exclamómuy contentamientras se levantaba
de la silla para poder saludarle con los requeridos ademanes. Le cogió delhombroy loatrajohaciaellaparadarledosenérgicosbesos—.Eselmejor, losabe,¿no?—Bueno, se intenta, señoraCastillo.Y tutéeme,por favor.—Ellacurvósus
finoslabiosdemodoalegre.Lamujer regordeta y de baja estatura pero atusada conmuybuengusto, se
volvióhaciaJulia—Chica, estehombre, tanguapoyatractivoaquídonde loves—leposó la
mano encima de su hombro y lo palpó de manera vigorosa— es el mejorvendedor de casas que ha existido en todos los tiempos. —Pol parecióabochornarseporelcumplidotrashabérseleenrojadoconsutilidadlasmejillas,sibienJuliasabíaquedebíahabersentidocalor,puesélnuncaseabochornabapornada.—Sí.Noesustedlaprimeraquelodice—sonrió.Crisregresóasumesaconlasfotocopiasenmano,ycontemplódivertidala
momentáneaconversación.—Noesparatanto—dijoPol.—Noesparatanto,dice—repitiólaseñoradehenchidosmofletes,desviando
sucomentarioaCris—.¿Cuántoponeahí,Cristina?—LaseñoraCastilloseñalólosfoliosqueportabaenlamano.Crislosrevisó.
—Aver…Cuatrocientoscincuentaydosmilquinientoseuros.—¡Ja!Porochentamileurosmenosestuvocincoañospuestaalaventaenla
anterior inmobiliaria, y aun así no fueron capaces de venderla. Y aquí, encuestión de tres meses, ¡ya está vendida! ¡Y por ese dineral! —espetómaravillada.—Mealegromucho,señoraCastillo,dequemisservicioslehayansatisfecho.
Esloúnicoquemepropongo.—Por supuesto que lo han hecho —concluyó complacida, y regresó a su
asientoaposentandoensuregazoelgranbolsodepieldecocodriloqueportaba.Julia volvió a sepultarse en sus quehaceres tras el buen sabor de boca del
entretenimiento cuando, segundos después, sintió una presencia muy cercana.Notaba que la observaban. Comenzó a izar la cabeza con lentitud, mientrasdiscerníaquiénpodíaser.Allocalizarlo,observóqueeraPol.Teníasuscaderasapoyadasencimadesu
mesadecristal,ylamirabacomosiselafueraacomerviva.—¿Tevienesconmigo?—Ellaseazoródepronto.—¿A…ahora?—vacilóal instantequemirabaelrelojdesumuñeca—.Aún
mefaltaunahoraparaacabar.Franchesca,quejustohabíasalidodesudespachoreplicólaglosa.—Debes ir, es parte del trabajo. ¿O acaso te piensas que te va a llevar a
merendar?—dijoconmofa.Variosdelospresentesmostraronunahilaranteysilenciosasonrisa.Juliaseabochornóyodióipsofactoasuranciajefa.Seguidamenteselevantó
de la sillaparacoger suspertenenciasyentretanto lohacía,meditaba sobre lahorrorosa infancia que debía haber tenido esamujer para llegar a ser tanmalnacida.—¿Lotienestodo?—interpelóPol.Ellasaliódesufuribundoyabstraídopensamiento.—Sí, creo que sí.—Asomó la cámara de fotos de su bolso y se lamostró
sonrienteaPol.Élapretósus tiernascomisurasyasintió,ycuandocaminaronunospasosal
frente,Juliasevolviócomosilefaltaraalgo.
—Cris, ¿podrías apagarme el ordenador, por favor? Seme ha olvidado.—Arrugósufrente.—Claro,tranquila,túveahacer…loquetengasquehacer.Lasmiradasdelasdosamigaspermanecieronuninstanteenganchadas,hasta
que Julia decidió retirarse y hacer como si el acto de Cris no hubiera tenidoningúnsentido.Al salir de la inmobiliaria ambos se toparon con Silvia, que venía con sus
adustosandareshablandoporelmóvil.Ymientrasfinalizabasuconversaciónseplantóanteellos,aunquetodavíanoleshabíadedicadomiradaalguna.PeroPoly Julia también decidieron mantenerse estáticos esperando el próximo yprobablementeantipáticocomentarioqueesamujerlestendríaguardado.—Si, d’acord, señorEspasí, així ho faré[2].—Colgó, y al fin posó los ojos
sobreellos,aunquecuando lohizosobreJulia fuecomosiestuvieraviendoalmismísimoportavozdel partido socialista. Regresó al exuberante rostro de sucolega y relajó un poco la expresión—. ¿Adónde vais, si se puede saber?—indagó,esperandoquelarespuestaemergieraúnicamentedeloscarnososlabiosdePol.—Juliavaaacompañarmea fotografiar losplanosdeunchaléenPedralbes
quehaentradohacepocosdías—.Juliaapretósuslabiosmientrastantoasentía.—Yaveo.—AcontinuaciónlehizounrápidorepasoaJulia,comenzandopor
susbonitoszapatosdetacónhastasucabellolisoysedoso.Silvia,aunqueparecíaserunamujermadurae independienteporsu trabajo,
alojabaensuinterioraunaniñaquenuncacrecía,yqueenvidiabaacualquieraquepudieraeclipsarla.Luegoreemprendióunanuevapreguntadeinterés:—¿Ysepuedesaberquechalées?Polsepasólamanoporsubrillanteydoradacabellera.—Por supuesto. La casaFlorensa, la que tiene un precio equivalente a dos
millones…—Vale,vale—lecortó—.Yase laquedices.Tengomilcosasquehacerno
me entretengasmás—concluyó seca.Y se dirigió al interior de la oficina sindecirniunapalabramás.JuliamiróaPolboquiabierta,yélleanimóacaminar,empujandoconlevedad
suantebrazo.—¿Pero,québichorarolehapicado?¡Québorde!—mascullóella.—¿Acasonolaconoces?—Sí, pero en la oficina no es tan... Bueno, ahora que lo pienso, apenas
hablamosconella.—¡Ja!Yotampocoledaríamuchopaliquesituvieraqueestarbajoelmismo
techodurantehoras.Solollevounañoaquí,yreconozcoqueeslapersonamáscompetitiva y envidiosa que he conocido jamás a lo largo de mi carreraprofesional.—Y debes de haber conocido a mucha gente competitiva. Seguro que tus
antiguoscompañerosdebíanponerseellistónmuyaltoparaigualarte.—No. ¿O tal vez sí? —dijo pensativo—. No lo sé, dado que nunca lo
consiguieron —sonrió jactancioso, y a Julia le pareció divisar un fulgorprovenientedesusdientesblancosquelehizoadorarlo—.Sube.PolsehabíaparadoalladodeunflamanteBMWgrismetalizado,queeramás
largoqueelcochedeJuliamultiplicadopordos.—¿Esteestucoche?—dijoconpasmoensusuavesemblante.—Enrealidadno—musitómientraspresionabaelminúsculomando—.Este
eseldecortesía.Elotroestáeneltaller,elHillassistnofuncionababien.—Ah…YotehabíavistoaparcarunMercedes,decolorazulmarino.—Sí,eldelaempresa.YotengounAudi,unQ8.—Oh,québonito—dijoella, escueta,obligándoseanoexpresar demasiada
fascinación, ya que él parecía hablar con tanta «naturalidad» sobre esosprohibitivos modelos, que no iba a ser ella quien le aclarara su modestasituación.Claroqueaalguiencomoélno lepegabaenabsolutoconducirunutilitario
cualquiera, su facha era digna de pasearse en aquellas increíbles y ostentosascarrozas.Cuando subieron al coche, Julia inspiró el exquisito aroma de piel de la
carrocería,ylaacaricióconunamanosintiendoelagradabletactoquenosolíapasearporsudermis.—¿Tegusta?—ledijoélmuypróximoconsusabiertosycentelleantesojos
turquesa.EstabatancercaqueJuliasediocuentaeneseinstantedequeestabaasolasconél,yademás,queestabaencerradaenunínfimoespacioquenodejabalugar a la historia que pudieran tener ninguno de los dos, simplemente alpresente.—Sí—respondióengatusada.A continuación, sus órbitas se deslizaron lentamente hacia abajo, y recordó
sus pezones húmedos que había admirado con fascinación el otro día en elrestaurante.¡Oh,Dios,estabanparamordisquearlos!Sin embargo en aquelmomento le vino el rostro deÓliver a la cabeza, era
escalofriantementenítido,yparpadeóvariasvecesparasalirdelembobamiento.Élvioquedespegabasumiradadelasuyaalmismotiempoqueadoptabaun
gestomásrecioydistanciado;ahorasimplementeobservabacomopasabanloscochesporlaventanilla.—¿Vamosahaceresasfotos?—dijoPolanimado.—Sí,aesovamos—declaróellamirandoalfrente,ydespuéssuspiróhondo
silenciosamente.Llegaronalaespectacularmorada,yJulianopudocontener laemocióntras
rebasarelportóndehierro.Nuncahabíavistonadaigual.—¡Esasombrosa!—exclamó.La casa Florensa era de estilo moderno. El camino empedrado y seseante
haciasuentradaprincipal,aligualquesusjardines,noeranenormesnitampocofloreados, tansolodestacabael frondosoverdeque rodeaba laedificación.Sinembargo,precisamente aquella sencillez extrema, era lo que hacía destacar deformacautivadoraelblancoimpolutodelafachada,ytambiénlasindefinidasyresplandecientes cristaleras que esculpían de forma rectangular la gigantescaresidencia.Pol,quemirabacondivertimentoasucompañera,abriólapuertaprincipal.—Pasa—lainvitó.Ella le obedeció con gusto y se adentró antes que él. Y al echar el primer
vistazo, su boca entreabierta de repente se transformó en una gigante O. Acontinuación, se aproximó sigilosa y con aquella graciosa guisa de embelesohaciaelcentrodeloquedebíaserelgransalóndelacasa,oesoimaginaba,ya
que la casa no se encontraba amueblada para evidenciarlo. En sus numerosospasos el lento repiqueteo de los tacones sonó demanera contundente sobre elreluciente parquet, creando un destacado eco en el amplio ambiente. Dio unavueltasobresímisma,yrompióelmutis.—¡Polestoes…estoes…lomásespléndidoquehevistonunca!—expresó
emocionada,yPolrio.Ellasonriente,cerrólosojosysedispusoaabsorberportodoslosporosdesu
piellacuantiosaluminosidadnaturalquehabitabaenelespacio.—Me alegro de que te guste tanto—masculló Pol segundos después en su
oreja. Julia abrió los ojos y se volvió enseguida hacia él con un pálpito en elcorazón.Sehabíaabstraído tantoensudeleitequeno loescuchóacercarsedeesaformatan…silenciosa.Loquelerecordóauntigreacechante—.Solohacecuatro días que está a la venta —le farfulló haciendo rebotar su aliento aclorofilaensuperfiladanariz.—Ah, ¿sí?—Aprovechó su escueto comentario para retroceder un paso—.
Claro, por eso hemos venido a… fotografiarla—balbuceó mientras se poníatímidaunmechónrubiodetrásdelaoreja.Julia notaba como él acaparaba su rostro en un intimidante estudio, y sus
mejillas abochornadas no podían resistirmás su infierno.Desvió sumirada lomáslejosquepudodeél.—Hepensadoqueestasería lamejorcasaparaquepracticaras tusdotesde
diseñadora... —Ella apartó de inmediato la vista del vertiginoso techado queestabaobservandopara,denuevo,admirarconsorpresaalbronceadoyperfectohombre que le dedicaba esas consideradas palabras—.Aunque solo sea comosimulacro. Además, yo seguramente, pronto me compraré algo así y seríainteresanteconoceraalguienquesupieradecorarcongusto.¿Comoladiseñaríastúpordentro?—dijocomosileinteresararealmentesuopinión.—¿Comolohassabido?Quesoydiseñadoradeinteriores,merefiero.—Bueno,heindagadoenlaoficinasobreti.Y,porcierto,todoscoincidenen
lotrabajadora,amableysimpáticaqueeres.—Oh,gracias.—PerofueCrisquienmedijolodequeerasdiseñadora.—Éladelantóaquel
pasoqueellahabíareculadoantesylecogiódelamano,lamiróytocóelanillodecasadaconlayemadesupulgar—.Ytambiénqueestáscasada—mascullóconvozdesalentada.Juliaabriólosojosdesorbitados,retrocedióysecogiósupropiamano.—Así es. Creo que será mejor que empiece a fotografiar las demás
habitaciones,voyaexplorar.Polapretóunadesuscomisurasmientraslaveíaalejarseporlasiguientesala
comounaniñaasustada.—¡Todavíanohasmencionadoningunadetusideas…!—dijoalzandolavoz.—¡No! ¡Tengo que pensármelo! —vociferó ella ya desde su innovador
escondrijo.Ytrasmencionaraquellaspalabras,meditóconciertaturbación:«Ytengoque
pensármelomuyperoquemuybien».
Apenashabíapasadounahoracuandosalierondelaespectacularmorada.Juliahabíahechotodoloposibleparafotografiarlosdistintoseinnumerablesángulosdelainmensamoradaentiemporecord.Yduranteeltrayectoencoche,elejedela conversación lomantuvoPol, ya que ella solo se limitó a responder sí, no,gracias,ajá.—Hasestadomuycallada,¿teocurrealgo?—dijoPolaltorcersutorsohacia
elladespuésdehaberclavadoelfrenodemano.YahabíanllegadoalacalledondeseencontrabaaparcadoelRenaultCaptur
deJulia.—¿Amí?No…—Alzóde formapaulatinasusgrandesy temerosos luceros
azules hasta el anguloso y viril rostro de su acompañante, y se perdió por uninstanteensuslabios.—Tranquila,pequeña,tenemosmuchosdíaspordelante.A Julia le temblaron los tobillos al pensar en centésimas de segundos que
quizá él pudiera dar por hecho que ella… O tal vez ella fuera la única quepensaraqueél…Encualquiercaso,noloteníanadaclaro.Asíquedecidiósalirpitandoporlapuertacomouncervatilloaterrado.
Capítulo7
TRANCESINCÓMODOS
Alllegaracasa,Juliaseencontrólaslucesencendidas,sinembargonoparecíaquehubieranadie,nisiquierasuadorableSupermánhabíaidoarecibirla,comodecostumbre.Noobstanteellasiguióregistrandoellugar.—¡Hola…! ¿Óliver…,donde estás?—dijo conunapreocupación incipiente
trashaberescudriñadolosdemásespaciosdelpisosinéxito.Poruninstantesevioprotagonizandounadeesashorriblesescenasdetensión
quesurgíanenlaspelículasdeterroryquetantoodiaba.Peroentonces,vioundébilreflejoqueproveníadelaoscuraterraza.Abrió la puerta de madera que chirriaba horrorosamente cada vez que se
movía, y salió al exterior. De inmediato localizó a Óliver y espiró de aliviosintiendo como su espeluznante sensación se evaporaba; él se encontrabasentado en la pequeña mesa redonda de hierro a la que le faltaba una buenamanodepintura,ysobreella,yacíaunavelaencendidamedioconsumida.EseminúsculodetallefuesuficienteparainformaraJuliadequeyallevabaunbuenratoalláafuera,puestoquelasvelasdelasquedisponíanencasaerannuevasyse encontraban dentro de un paquete que estaba precintado en el armario delmuebledelsalón.Ellalohallótanimpasiblequesequedóabsortaensuimagen;yesqueÓliver
contemplabalalunacomosifuerasugloria.Enseguidasuqueridochihuahuaseleacercómoviendoelpequeñoraboconla
rapidezdeuncolibrí,ysesubióalaspiernasdesuqueridadueñarompiendode
esaformasuinstantáneoembeleso.Juliaseinclinóparaacariciarlo.—Mehabíaasustado,pensabaque…—¿Qué?—leinterrumpióél—.¿Quemehabíaocurridoalgo?¿Quemehabía
suicidado?—farfullócondesganasindespegarsusojosdelgrandeleitealbar.—¡No…!—dijo ella desechando la horrible idea al mismo tiempo que lo
mirabaconperplejidad—.Quetehabíasdejadolaslucesencendidasytehabíasido.Seacercóa lamesay se sentó en laotra sillaquehabía a su lado,después
miró el suave y nítido perfil de su marido, que se reflejaba bajo lasespectaculares luces del renegrido ambiente, y aquello le condujo a pensar lomuchoquellevabansinhacereso.Alprincipiodevivirallá,siempresalíanlosdos con una copa de vino tinto en lamano para admirar la preciosa noche yconversarsobrecómoleshabíaidoeldía,peroyanolohacían.Respiróhondoalmeditar otro bonito y doloroso recuerdo de lo que fue su relación y, trasendurecerse de nuevo con la cruda realidad, levantó la vista para admirar a ladeidaddeaquelmomento,quealparecerestababrindándoleasumaridoloqueellanoeracapazdedarle:pazytranquilidad.—¿NoterecuerdaalalunaqueveíamosdesdelahabitacióndeFlorencia?—
manifestóÓliverrompiendodeformainesperadaellúgubresilencio.—Síclaro,porqueeslamisma—sonrióella.
***
Al día siguiente, Óliver fue a buscar el dichoso maletín de la casa de Álex.Aquelquealparecerasuscasiveintinueveaños, le ibaa llevarporunasendapecaminosaeinexplorada.«¡Puessíquedavueltaslavida!»,afirmóduranteelcamino, mientras meditaba largo y tendido sobre el conocido dicho. Por otrolado, aquella mañana se había levantado de buen humor, dado que la nocheanterior, él y Julia habían permanecido un buen rato en el balcón, juntos, yaunquenosedijeronnada,conesolodijerontodo.Entró en el deshabitado loft de su amigo sintiendo el cargante hedor a pino
que definitivamente había impregnado por completo la vivienda, siendo estecapaz de hacer morir a un ser humano por intoxicación. Y, raudo, se dirigiódirecto hacia los sitios claves donde yacían elmaletín y la lista.Cuando tuvoambos en sus manos, intentó huir despavorido de aquella cámara de gas quepodía hacerle desfallecer instantáneamente, sin embargo, antes de rebasar lapuertadesalida,sedetuvo.Retrocediósumarcha,cerródenuevolapuertapeseatodo,yvolviósobresus
pasos. Cuando llegó otra vez a la habitación, abrió el armario de ropa de suamigo y ahí lo vio, tal y como él le había dicho: un traje de chaquetaelegantísimo,negroyconuncortedistinguido,colgadoenunapercha,sibiennodejaba de ser la indumentaria de unmero comercial, pero almenos con buengusto. Debajo de la americana se encontraba la camisa blanca, la tocó y almomentosintiólafrescuraylasuavidaddelbuenalgodónentresusdedos.—¡Noestámal!—musitóenvozalta.Decidióabrirlaventanadelcuarto,yaqueibaapermanecerallámásdepocos
minutos y para asegurar el estado de su buena salud, creyó que era lo másconveniente.Elfríoaireirrumpióderepenteenelangostoespacioyesohizoquedeforma
inesperada el monumental y acartonado cuerpo de la excepcional socorristacayerarotundamentealsuelo.¡Plaf!—¡No,no,no!—espetóÓliverconespanto,quesedirigiórápidoarecogerlo.Yencuantolohizo,loposicionórectotraslaventana,teniendodeesamanera
lacertezadequeaquellamusanovolveríaaversearrastradaporlacorrientedeaireconelriesgodedañarseconelcantodeunmueblealgunabellapartedesusexplosivasextremidades.—Aquíestarásbien,encanto—laadmiró,ylesonrióalverquesuincreíble
pechonalidadestabaintacta.Comenzó a desnudarse y a colocarse aquel serio uniforme. Al notar los
agradables tejidos acariciar sudesnudapiel legustó, y se impacientó enversereflejadoenunespejo,últimamentesiemprelucíatandesarreglado…Cuando terminó, se condujo al pequeño baño que se hallaba al lado de la
habitación,eraelúnicolugardondehabíaunespejo.Encendiólaluz,ydeprontosevio.Unasonrisa sedesdibujóensus rosados labios sinquerer.Estabaguapo.Se
acercó al cristal observando el fulgor de lamiel de sus ojos, se acarició haciaatrás el cabello, y luego, se posicionó bien la chaqueta para que sus hombrosaparentaran estar bien erguidos.Parecíaunbuenpartido, y solo imaginarlo, ledio una momentánea alegría. Si bien todavía no podía dar el visto buenocompleto,puesnopodíavisualizarsuspiernas.Asíquesesubióen loaltodelváter,despuésagachóconlevedadsutorsoparaversemejor.Comprobóqueaúnle faltaban unos zapatos adecuados, pero aun así, llevando solo los calcetinesblancos deportivos, la largura del pantalón no le iba ni demasiado larga, nitampocodemasiadocorta.Enaquelmomentoseencontrótanatractivoquecreyóquesimejorabaunpoquitomás,conseguiríaquitarleelalientoaJulia.—Mañana,mañana sin falta empiezo—dijo al pensar en que comenzaría a
hacerdeporte.Repentinamenteunruidotoscosonó,yleparecióelmismoqueelquehabía
escuchadoantesalcaerseelcartón.Bajódelváterysedirigióconpreocupaciónalahabitación.Sí,enefecto,la
rubiaexplosivasehabíavueltoacaer.Lalevantósolícitoyalinstantetocaronaltimbre.Fueaabrirconelcartónbajosubrazo.—¿Sí?—dijoalabrirlapuerta.Lapersonaquellamabanoeraotraquelachicamorenadelotrodía,lavecina
deenfrente.Aunqueestavez,lucíabienvestidayaseada.—Nopuedeser,¿acasovivesaquí?—dijoellasinescondersufastidio.—No. Pero…—pensó en explicarle que había venido a buscar unas cosas,
peroalfinaldesechótalcomplicación—.¿Quéquerías?—lepreguntóalapoyarelpesadocartónenelsuelo.—Oh…nada. —Ella retrocedió un paso al mirar con extrañeza el lado de
Óliver—.SolocreíaqueÁlexyahabríaregresado,peronoeranadaimportante.No te preocupes, puedes seguir con lo que… estuvieras haciendo esta vez—concluyóvacilante,aúnconsusojosclavadosenelmismositio.
Óliver se dio cuenta del porqué de su actitud tras seguir su miradaconmocionada.—No…estonoesloquetúpiensas—dijonervioso—,solosehabíacaídoy
yo…—Hastaotra—vociferóbreveyaconlamanopuestaenelpomodesupuerta
—. ¡Que te lo pases bien! —Y cerró a cal y canto, haciendo resonar en elestrecho pasadizo el ruido del cierre de sus llaves tras la puerta, y también elchoquedelquitamiedosenelroble.Óliver entró en el loft sintiendo cierta irritación.A lomejor aquello que le
había pasado con aquella chica por segunda vez era un augurio de lo que lesucederíaenadelantesidesempeñabaaquelobscenotrabajo:seríaunpervertidobajolosojossentenciadoresdelosdemás.Cogiólascosasysaliópitandodeaquelzulo.Despuésdehaberrecorridounamanzana,ledioelarrebatodeveraJulia.Y
recordó la lata que era no tener coche. Hacía dos meses que la correa dedistribuciónselahabíajugado,obligándoleatirarelcoche,yesqueporsumalaeconomía no había podido cambiarla a tiempo.Así que en cuanto pasó por laparada de autobuses, observó una solución a su momentáneo problema,justamenteelautobúsquepasabacercadelainmobiliariaseencontrabaeneselapsoahíparado,esperandoaquelosnuevosocupantessubieran.—Un ticket, por favor—le demandó al conductor con las monedas en su
mano.Este eramayor y se escondía tras las anchas y oscuras gafas de sol que le
tapaban la mitad de su cara. En excepción a su camisa azul bien lavada yplanchada,esehombrederasposabarbanegraaparentabanohaberseaseadoyafeitadoen,porlomenos,unasemana.—Tenga—respondiómientrasledabaelpapelitoamarillo.Comenzó a recorrer el pasillo deshabitado del monstruoso automóvil,
sintiendolasmiradasfemeninaspegadasensuelegantefachada,yalverunsitiolibre,sesentó.Colocóelvastomaletínrojoencimadesuregazo,yloagarróconsus dos manos. A continuación se dedicó a mirar por la ventanilla mientrasvolvíaazambullirseensuscomplejospensamientos.
Demaneraimprevista,notóunamiradaclavadaenél.Desvióligeramentesusojosycomprobócomounamujerpocosañosmayorqueélyconelatuendodeunaauténticaletrada,leestabamirandoconcierta…picardía.Élseruborizó,ysin saber qué otra cosa hacer, le dedicó una menuda sonrisa cordial. Peroentonces atisbó condesconcierto como lamiradade aquellamujer de grandesojosnegros,rebotabasincesarentresusojosyelllamativomaletín.Comosiconaquelgestoqueacompañabaconsuinquebrantablesonrisatraviesa,leestuvieradiciendoalgo,algoqueevidentementeeradesutotalagrado.Óliversepusotannerviosoqueipsofactoemergiódelasillacomosialgole
hubiera picado en el culo.Y atravesó el resto del pasillo que quedaba, con laesperanzadequellegaradeunavezasuparada.
Capítulo8
SECRETOSDECAFETERÍAYMERCEDES
Porfincaminabaentrelascallesconlaansiadacalmayasobrenadandoensupecho,e inspirabael frescoairede la libertadque lehabíasacadodeesaauraincómoda y lasciva que había percibido, o quizá simplemente había sido sucastigadoraconciencia.Peroencualquiercaso,¡québiensesentíaahora!Sedetuvoysacóelmóvilde subolsilloparamirar lahora, faltabanquince
minutosparaqueJuliasalieraaalmorzar.Levantólavistayatisbóunbarcercadela inmobiliaria,despuésleescribió
unwasap:«¡Hola (emoticonosaludando)!Hoymeapetecíaalmorzarcontigo.Estoyen
lacafeteríadeallado:(miróelletrero)CafédiRoma.¿Tepidoalgo?».Óliver se dirigió directo a la cafetería. Ya había inspirado y exhalado
demasiadasvecesdurantesucortopaseomientrasmeditabacómolecontaríaaJulia loque leestabapasando,peroahoraya se sentíapreparado.Noobstanteestaba un poco nervioso por lo que ella pudiera opinar sobre que su propiomaridosededicaraavenderenteslujuriososalasmujeres:¿seopondría?O,delocontrario,¿legustaríalaidea?Entróenlacafeteríapercibiendoundeliciosoaromaacafédemáquina,deese
queseenquistaenelpaladarproporcionandoun regustodurante lassiguienteshorassintenersiquieraquesorberlo,ytambiénnotóunbulliciomuycalmado,era como la agradable charla de una bandada lejana de pájaros. Al echar unraudovistazo,observóqueellugarsehallababastantevacíoparaloamplioque
era, saludó con un ínfimomovimiento de cabeza al hombre que estaba en labarraysecondujoaunamesaquedabahacialacristaleradelacalle.Legustabacontemplarcómolagentetranscurríacondespreocupación.Sesentóyacomodóasuladoelaparatosomaletín.Allevantarlavistaalaalturadelamesa,violacartayfueacogerla,seencontrabaenposiciónverticalpegadaalservilleteroyestesehallabavacío.Enseguidaanalizóelestadodelrestodeservilleterosdelasdemásmesas:todosestabanllenos.Ycavilóporquéteníamalasuertehastaparaeso.Comenzó a leer con el fastidio latente, comprobandoquehabíauna enorme
variedad de cafés: Mocha, Hawaiano, Irlandés, Caramel Machiato, CaféAmaretto,EspressoPanna,CoffeCream,Corretto…¡Notejode…!,espetóporlobajoconelcejofruncido.—¿Yasabesquévasapedir?—preguntóunavozfemenina.Óliversiguiópegadoalasletrashaciendocasoomisodelapresenciaquese
habíapuestoasulado.—Sí,ponmeun…caféconleche—dijosinmás.Ylevantólacabeza.Pero al instante, visualizó a una persona que para nada esperaba ver. Era
Angélica,lapanaderaqueleestuvodandodecomerconsusmanoselotrodía.—¡Erestú!—expresóÓliver,asomandounarojezinstantáneaensusmofletes
—.¿Tambiéntrabajasaquí?—Sí,pero,porfavor,llámameAngélica.Esmáscercano,¿nocrees?—Claro.Angélica.—¡Estás guapísimo! —le dijo sin pelos en la lengua mirándole de arriba
abajo.—Gracias. —Se pasó la mano por la nuca un tanto intimidado y ella
prosiguió.—Trabajo desde hace unos días en este bar y por las tardes lo hago en la
panadería.Lavidaesdura—dijosonriendo—.Aunqueenrealidadlohagoparapagarmeuncursodeinterpretación.Quieroseractriz.Encuantoledijoeso,aÓlivernolesorprendióenabsoluto.«Conesecuerpo
nome extraña», pensó.Y, sin querer, sus audaces pupilas dieron un golpe deestacadaalasuavelíneaasomadadesuvoluptuosoescote.
—¡Oh,vaya,actriz!—respondiócentrandodenuevosumiradaenlosojosdegatadelajoven—.Quéinteresante,nuncaheconocidoaninguna.—Pues aquí me tienes, puedes conocerme todo lo que quieras —declaró
mordiéndoseellabioinferior,comosifueraungruesoyapetitosofiletecrudo.Óliverseabochornócomounniñodespuésdehaberentendidoalaperfección
suindirectamásdirecta,estabaclaroqueaquelladesinhibidamujernoseandabacon rodeos. Pero de repente, pensó en que Julia estaría al caer y rebuscópresuroso el móvil en su bolsillo. Lo miró: faltaban cinco minutos para quesaliera.—¿Te traigo tucafécon leche?Pareceque tienesprisa, aunquemegustaría
quenofueraasí.—Meharíasungranfavor,gracias.
***
Entretantoenlainmobiliaria,Juliaechóunvistazoalmóvilmientrasrecogíasuscosasparairalmorzar.—¡Dios,no!—farfullóalverelmensajedeÓliver.—¿Ocurre algo?—le preguntó Cris que estaba junto a la puerta de salida
esperándola.—No.Buenosí.ÓliverhavenidoymeesperaenelCafédiRoma—frunció
supequeñaboca.—Yaentiendo…—mascullóCris.Leestabapropinandopequeñosgolpesala
punta del cigarro en la palma de sumano—.Pues entonces, no te quedes ahíparada, vamos a saludar a tumaridito—expresó con positividad—.Que, porcierto,hacetiempoquenoloveo.Alsalir,divisaronaPol.Estabaunpocoalejadoyseaproximabacomouna
estela reluciente enel firmamento, robandohasta lamiradadel conductormásprecavido.—¿Yavaisaalmorzar,chicas?—vociferódesprendiendounarisanevadade
unserembriagador.
—Asíes, tenemoshambre—dijo Juliamientraspracticaba lasandadurasdeuncangrejo.Sinembargo,PolobservabaconextrañezaaJuliaseguiralejándose,envezde
pararsecomodecostumbreparahablarconél.—Sí,yaloveo,vaiscomogacelas.—Esquelaesperasumarido.Havenidoaverla—leinformóCrisdivertidaal
mismotiempoquealzabadosvecesseguidassuscejascastañas.FueentoncescuandoPolseparóenseco,tornandosurostromásrecio.Julia
sedetuvoaldarsecuentadesucambianteexpresión,yalinstantelohizoCris.—¿Necesitasalgo,Pol?—Sí—musitóconseriedad—.Necesitoquevengasahacerfotosaunanueva
casaqueentróayerporlatarde.—¿Tienequeserahora?—Puessí.HemosdecogerlaB-20,yporlamañanaeltránsitoesmuydenso.JuliadesviólamiradahaciaCris,queparecíaestarigualqueella,totalmente
desconcertada. Después miró hacia la dirección del bar con desazón, y acontinuación,volvió aposar sus iris azulados enel anormal rostro seriode sujefe,quesepersonabaimpertérritoenlacalzadaesperandoaserobedecido.—Vale.Yavoy.Antes de que Julia semarchara, Cris aprovechó la lejanía que tenía con el
apuestocomercialylesusurróalgoasucompañera.—Quécasualidadquelehayanentradolasprisasjustocuandohasabidoque
Óliverteesperaba,¿noteparece?Juliapusocaradetotalignoranciaantesupregunta,sibiensabíaquequizás
ellahabíasidounpoquitoculpableporhabersemostradoenlosúltimosdíasuntanto… receptiva. Aunque cuando esa idea se le asomaba en la cabeza, laderrochaba con absoluta fiereza, esperando de alguna forma que se despeñaraporunagujerooscuroeindescifrabledesuhemisferio.Odiabasentirseculpable.—Vetú,¿vale?—lepidió—.Dilequenohepodidoirportrabajo.Yvigilaa
esalagarta.Cris entró en la cafetería identificando el gustoso aroma de cada mañana.
EnseguidalocalizóaÓliverdepie,estabajuntoaunamesaqueteníalasmejores
vistasalacalle.Aparentabaestarnervioso,además,noparabadeagacharsepararecogercosasqueselecaían.—¡Buenos días,Óliver! ¡Qué elegante!—Él se volvió al dar un pequeño y
casiimperceptiblesusto.—Gracias.YJulia,¿dóndeestá?—Labuscó.—Yo también me alegro de verte—respondió Cris, lánguida entretanto se
descolgabaelbolsomarróndelhombro.—Perdona,Cris.Amí tambiénmealegraverte.—Seinclinóhaciaellapara
darledosbesosenlasmejillas—.¿Cuántohacequenonosveíamos?¿DesdelaspasadasNavidades?Ellaobservócómoagarrabaconímpetuelasadesumaletínylocolocabatras
él,comosiquisieraesconderlo.—Sí, justo. ¿Qué llevas ahí?—Cris alargó su cuello comoel deun caballo
paradivisarmejorelobjetocantón.—Nada.¿DóndeestáJulia?—EllasehaidoconPol.—¿Conquién?—averiguóconunahorrorosamuecadeperplejidad.Porque aunque Óliver discernía que con su ausencia hubiera salvado el
momentodequelopillarahablandoconlaincreíbleAngélica,habríapreferidomil veces más que se personara y le mostrara su bonita cara enfurruñada, aescucharquesehabíaidoconotrotío.A Cris se le escapó una espontanea risa al ver su expresivo gesto, pero al
comprobar que su cara de pocos amigos no mejoraba, le aclaró enseguida lapregunta.—PolCros,eselcomercialdeFincasSalvat.Desdehacepoco,digamosque
ellatrabajabajosumando.Hanidoafotografiarunacasa.—Pol Cros… —meditó en la nada, luego volvió a mirar las marcadas
facciones deCris, y pensó en una fracción de segundo que había empeoradodesdelaúltimavezquelavio—.¿YcuántollevaesetalCrosenlaempresa?—Pues…unaño,creo.¿Julianotehabíahabladodeél?—No.—Bajólacabezaconreparo—.Haceuntiempoquenuestrarelaciónno
esdemasiado…comunicativa.
Crisloviounpocodecaídoeintentóanimarlo.—Bueno,esoesalgopasajero.Delomásnormalenunmatrimonio—declaró
enérgicayleapretóelhombroconbrío—.¿Teapetecetomaruncafé,Óliver?—No,metengoqueir.Gracias.Ólivercomenzóasortearconprisaunasmesasparaposarseendirecciónala
salida.MientrastantoCrisdivisabaalgopintadoconbolígrafosobresumuñeca,parecíanunosnúmeros,peroconelmovimientoyladistancianoloteníaclaro.PeroencuantoÓliversediocuentadelajenovistazosebajólamanga.Parecíaestarmásnerviosoqueantes.—¿Cómo?¿Mevasadejarsolaahora?—insistió.—Losiento,enotraocasión.Mehaencantadoverte,deverdad—lesonrióen
suavancey levantó lamanoamododedespedida.Sinembargocuandohabíarecorridounospasosvolvióagirarse—.¡Ah!SaludaalosniñosyaPacodemiparte,¿vale?Ydileque leestoyesperandoparaecharunosvicios.Medebelarevancha.—¡Claro,loharé!CrisseacomodóenlamismamesaenlaquehabíaestadoÓliver.Ydespués
volvióaizarlamiradabuscandosusilueta.Élyahabíallegadoalapuertaperocuriosamente se detenía un instante y desviaba su rostro hacia la barra. Crissiguióelrecorridodesumiradayfueentoncescuandovioalafrescacamareraque,sincortarseunpelo,sepusolamanocercadelaoreja,comosileestuvierarecordandoquelellamara.—Será descarada la tía… —murmulló mirándola en su lejanía con puro
desdén.
CuandoÓliversaliódelbarsuspiródeunamaneracompletamentesatisfactoria,comosiconellosucuerpohubieraperdidoporlomenoscincokilos.Al levantar lavista,yamássosegado,contemplóde forma inesperadacomo
unelegantísimoycolosalMercedespasabapordelantedeélconJuliametidaensuinterior,yporsifuerapoco,ellaseestabariendoacarcajadas.Ipsofactounasensacióndeterrorleinvadióensufondo,igualquesiunimportanteterremoto
degranescalaseestuvieraproduciendobajosuspies.Noobstante,cuandocreíaqueera imposibleempeorarese traumáticomomento,una ráfagadevisióndelhombre que conducía el coche se grabó en sus retinas brillantes: este eratremendamenteexuberante,lucíaelaspectodeunpresentadordelatelevisióno,ensulugar,deunmodelodemarcaspijas.Sus celos aparecieron como locos en su cabeza y comenzaron a exprimirla
hasta sacar un seseante humo. Frunció los labios y levantó la manga de sumuñeca en busca de algo. Ahí estaba, el teléfono que, animadamente y sinconsentimiento,Angélica le había anotado con bolígrafo azul cuando le habíaservidoelcaféconleche,aunqueenelmomentoqueloestabahaciendo,élteníaclaroqueseloborraríanadamássalirdelbar.Noobstante,trasexperimentarlosrecienteshechos,lovolvióaguardarbajolatelaabuenrecaudocomosifueraunvaliososegurodevida.
Capítulo9
¡SOCORRO,NECESITODESINHIBIRME!
La tarde sehabía empezadoa consumirdejandoel cielo sin colorni alegría.Fue entonces cuando Óliver regresó a casa después de haber aprovechado susalida para admirar la nueva tecnología, ropa y accesorios que ofrecían lasmejoresboutiquesdeSanGervasio,ademásdeperderseporsuscalles,lascualesno solía frecuentar. Hacía días que no salía y después de lo ocurrido por lamañana, tuvoclaroquenoqueríavolveraencerrarseparamachacarsucabezacon atroces pensamientos, si bien estos no habían dejado de hacer acto depresenciadetantoencuanto.—¡Hola! ¡Ya estoy en casa!—vociferó él a su entrada,mostrando una voz
animadayoptimista.Mientrasesperabarespuesta,atravesóelangostorecibidor.—¡Estamosaquí,Óliver!—seescuchólavozdeJulia.«¿Estamos?»,pensóextrañado.Yalmomentovisualizóelmaletínconcierto
recelo.Al entrar en el salón, no pudo entender por qué la vida le atizaba con esos
momentos tan… inoportunos. Su suegra, la que hacía más de un año que nopisabasuterreno,seencontrabaahorasentadaensusofáconsuhija, tomandotranquilamenteunatazadeté.—¡DoñaSoledad,quésorpresaverlaaquí!—espetóÓliverconunamuecade
alegríaforzada.Ambas mujeres observaron con admiración de arriba abajo su distinguida
facha.Óliver nunca se arreglaba en exceso, a él le iba más lo casual, aunque
últimamenteibadesmarañadohastalascejas.Sibieneneltrabajocomocapatazsolíasustituirsusvaqueroshabitualesporpantalonesdealgodón,másquenadapararesaltarsucargoentrelacuadrilladeobreros.—Óliver,estás…¡estásestupendo!—dijoJuliadesvelandoensuvisajeuna
clarasatisfacción.—Es verdad, querido yerno —respondió la mujer con una mirada de
aprobación y sorpresa,mientras intentaba con esfuerzo levantarse delmullidosofáapoyandosusgruesosnudillos—.Estásmuyelegante.Pensabaqueacababadeentrarelmismísimoactordemitelenovelafavorita—opinócurvandosubocapintadaalconseguirporfinlevantarse,justodespuésdehabersoltadounsoplodealivio.Luegolediounbesoenlamejillamientras loestrechabaconfuerzaentresuampliacorpulencia.Soledad era una mujer de mediana estatura y con el ceño indefinidamente
fruncido, lucía entre sus profundas arrugas la clonada y gastada belleza de sujoven hija, no obstante, el hipotiroidismo que sufría le había hecho engordartreintaycincokiloslosúltimoscincoañoshaciéndolellegaralpesomórbido,eimposibilitándole moverse con facilidad. Sin embargo, eso no le frenaba enabsoluto a la marchosa señora para perderse entre los numerosos viajes querealizaba con el grupo del Imserso y en algún que otro crucero de oferta queencontraba.Yesquedesdehacíamásdecincoaños,cuandoelpadredeJulia,Francisco, falleció, Soledad desechó las agujas de punto y el mando deltelevisor,parahacerseconunamaletagrandeyotrademano.—Gracias,supongoqueesoesunhalago.—¿Lo dudas? Ese mejicano de Amores verdaderos es un sex symbol. Lo
debenhaberhechoconunmolde,seguro.«Talvezparalasviejasmarujaslosea,peronadiesabedequiéncojonesestás
hablando»,cavilóélensusonrisa.Pero enseguida su alarma se activó al ver a las dos mujeres escudriñar su
maletín, y pensó que debía distraerlas como fuera antes de que pronunciarancualquierpreguntaindeseada.
—¡Puesquébien tenerlaaquí,Soledad!—dijofingidamentecontento—.¿Aqué se debe su visita?—Con disimulo fue colocando el maletín detrás de susombra,almenosparaquenopudieraverseasimplevista.—Vengoaveramihija.¿Oacasoesonoesunarazónsuficiente?—Yvolvió
amostrarsurostroconelacostumbradoydeformadoentrecejodesiempre.—Claroquesí.—¿Y bien? ¿Ya has encontrado trabajo? —dijo la señora sin tapujos,
mirándolefijaconlosenormesojosdeunamosca.Yahícomenzóelinterrogatorio,conJuliatambiénexpectantealarespuesta.—Bueno,…algo así.—Madre e hija pusieron elmismo rostrode extrañeza,
aunque con el mapa que tenía Soledad en su malparado semblante, no pudoconcretarquéesloquehabíacambiado.—¿Quéquieredeciresode«algoasí»?Osetieneonosetienetrabajo,chico.Estaba claro que a los ojos de doña Soledad, la cual tenía sentimiento de
duquesasinhabergozadodeunavidacomotal,puestoquesusricosantecesoressehabíangastadohastaelúltimoduro,nuncaestaríaalaalturaparaestarconsuhija. O al menos no como lo hacía el esposo de la hermana mayor de Julia,Cristopher,uncomerciantelondinensequehabíahechofortunavendiendotintesparalaropa,yquehabíaarrastradoasuhijaMarinaaunabuenavida.—¿Por eso has venido esta mañana a verme al trabajo? —continuó Julia
ilusionada—.¿Paradarmelanoticia?—Bueno, quería hablar contigo de unos asuntos, pero, al parecer tú estabas
muy ocupada. —Al instante Julia sintió resentimiento en las palabras de sumaridoyseruborizó.Ignorabahastadóndesabíaél.—¿Quéllevasahí,enesemaletínrojo?—señalóSoledadavanzandounpaso
hacialapartetraseradeÓliver.«¡PorDios,estamujeresinsufrible!¿NoofertaránuncruceroporelTriangulo
delasBermudas?»,meditóÓliverenunsegundoapretandolosdientes.Julialemirócadavezconmásdesconciertoalcomprobarquenorespondíaa
lapreguntaque lehabíahechosumadre,almismo tiempoqueel rostrodesusuegra iba adquiriendo un estado horrorosamente terrorífico por su adoptadaseriedad.
ÓliversintiódeprontounagobioenormealveraesasdosmujeresjuzgándolecomolaInquisición. Inclusoempezóadivisardeformaborrosaaaquellasdosfiguras que se acercaban cada vez más a él, recordando por un instante lasensaciónquetuvocuandoprobóenotrostiemposunapastilladecolorazul.Enlaactualidad,todavíanoteníaclarodequéclasedeestupefacientesetrató,perosin duda, aquello le hizo experimentar algo parecido a un trance de éxtasismístico.SealejódelrecuerdoalescucharlavozdistanteeirritantededoñaSoledad,y
comenzóaimaginarotracosacomosifueralapurarealidad:abarcabaconsusmanos el coloso e inflado cuerpo de su suegra y lo empujaba con brutalidadsobre el mullido sofá, después comenzaba a adaptar sus solícitas manosalrededordeesecuellodejabalíqueteníaycomenzabaaestrangularlasinpenani vacilación, hasta que el suelo, por la descomunal fuerza que se estabaejerciendo sobre él, cedía y se desquebrajaba. Después todo se desparramabasobreunaespiral infernaldondesusuegra,desaparecíaparasiempreenelmarrenegridodelolvido.Perotrasunossegundos,apesardesupersonalysecretodeleite,volvióensí.
Sibiensabíaquenopodíaseguiralláplantado,silohacíaacabaríaestallandoyprotagonizandolaescenareciénfantaseada.Aélnoesqueleimportarallevarlaacabo, pues estaba seguro de que no se arrepentiría, pero, a los ojos legales ysociales no estaba permitido, aunque estos no supieran la agonía que le hacíapadeceresaodiosamujer.Tragósalivayrespiróhondo.—Creoquemehedejadolasllavesenelcoche.Ahoravuelvo.Madreehijasemiraronconpasmo,entretantoÓliversealejaba.—Hija,¿nomehabíasdichoquenoteníacoche?Juliaalzóloshombrosyapretóloslabios.
Óliverdesechóla ideadeutilizarelascensorparabajar,mejor lohacíapor lasescaleraspuestoqueibacomounamoto.CuandollegóabajoconsusangretodavíarecorriendouncircuitodeFórmula
1,seencontróaJoséAbel,estabaabriendolapuertadesucasa.—¡Tío, pareces Michael Jackson! —dijo el chaval, que lucía unos ojos
brillantes un tanto sospechosos y no paraba de sonreír, a pesar de no haberlementadotodavíaniunapalabra.Óliverpusolosojosenblanco,noestabaparachorradas—.No,enserio,tesientabieneselook.—Vale.Nosvemos—sedespidióÓliver.—¡Eh!,¿adóndevas?Sinotienesnadaimportantequehacer,tepodríasvenir
alParquedeCanDragó.Haybotellón.Aunqueconesemaletínyesaspintasqueme llevas, parece que vayas a vender armas o algo así —farfulló aun mássocarróndeloqueyaestaba.—Supongoquenolleganaserarmasletales…—murmullóÓliver.—¿Qué?—Nada,nada.Quesí.Meapunto.—«Unabuenacogorzaesloquenecesito»,
cavilóélenuntris.—¡Estupendo!—Se acercó a Óliver y le palmeó la espalda—. Trae.—Le
robódeun tirónelmaletínde lamanodejandoaÓliverconcaradebarbo—.Esto te lo guardo, somos una peña pacífica, no te hará falta. —Y dejó elllamativoenteapoyadoenelmuebledesurecibidor.
Porlomenoshabíatreintaocuarentaadolescentesreunidosenlosconfinesdeltenueparque.TodosellosparecíanserréplicasdelinolvidableBobMarleyoensu lugar, del perpetuo John Bon Jovi, a cual más extraño, pero por muydiferentes que estos fueran, todos dominaban el mismo arte: la absolutadespreocupación.Óliver que se hallaba sentado sobre el respaldo de un banco, envuelto de
andrógenos, estrógenos y progesterona a raudales, pensaba en lo mucho queechaba demenos tener esa edad: sin obligaciones, sinmal de conciencia, sincompromisos… únicamente retroalimentando las relaciones sociales, eintentandonorecaerdeformacontinuaenlasdrogasyelalcohol.Todoeraapedirdebocaenlavidadeesosencandiladosqueteníanelfuturo
al alcance de sus manos. Sin embargo sus recuerdos de aquella época eran
breves, o al menos no se acordaba de haber pasado un periodo tan largo enBabia.Porsupuestoquehabíapracticadoladestrezadeverpasareltiemposintonnisonensusdíasdefacultad,ytambiénhabíadormidolamonaenlaorillade laplayadespertándosecon loshuesoshechos trizas,peropor logeneral, élsiemprehabíasidobastantecentrado.AdemáshabíaconocidoaJulia,loquelellevóaestartodavíamásabstraídoenbuscarunbuenporvenir.Nohastaelpuntodeseruna lumbrera,desde luego,peroalmenos,parapoderganarse lavidaycompartirlaconella.—¿Ronowhisky?—preguntó JoséAbel de pronto liberando aÓliver de su
melancólico estado—. Aunque tendrá que ser con cola, lo demás ya se haacabado. —Venía con una chica pelirroja de su edad colgada del hombro,mientrastantoaprovechabasuaguanteparabeberseendostragoselcubata.—Ron,gracias.—Túamigoparece de otro planeta con esa ropa—le comentóunamásdel
grupo a José Abel, que inspeccionaba al mayor con cierto recelo mientrasinspirabacaladasintensasdesuporrodesgastado.—Sí,notequitolarazón,peroesunbuentíoytieneunamujerqueestácomo
unqueso—respondió.YacontinuaciónlealargóelbrazoaÓliverparatenderlesufrescabebida—.Toma,quelodisfrutes.
Capítulo10
REFLEXIONES
—¿Perodónde se hametido el desaprensivo este? ¡Será capullo!Cuandollegue seva a enterar—despotricaba Juliadandovueltaspor la casahaciendoretumbarsusfinostaconesenellisosueloabrillantado.Durante la larga e inusual noche que había transcurrido sin pegar ojo, Julia
había experimentado diferentes fases: en primer lugar, sus miedos habíanapresadosumentedeformatormentosaalpensarque lepodríahaberocurridoalgomaloasumarido,yensegundolugar,yesteparaellafueelpeor,loscelosle trastornaron lacabezaal imaginaraese ingenuoentre losbrazosdeaquellabuscona. No obstante, hacía un rato que aquella mezcla de lacerantessentimientoshabíaderivadoenellaunarabiacoléricaenestadopuro.Inesperadamente, Julia que ahora se hallaba sentada en el sofá intentando
serenarsesinéxito,sepercatódeunextrañosonidoqueproveníadelapuertadela calle, este se asemejaba al choque continuo de las llaves en el metal.Enseguidasedirigióconelceñoarrugadohastalapuertaylaabrió.Alinstante,supreciosacaramaquilladasedesencajódeiraalencontrarseaÓliveragachado,intentandoatinar con el agujero de la cerradura en aquel deplorable estado deebriedad.—Ah…, hola, mujer. ¿Qué haces… levantada?—musitó Óliver con claros
signosdeembriaguez,alavezquelamirabaconlosojosentrecerrados.Deslucíadescamisado,desgreñadoyconlamismacarablancadeunzombi.
Sinembargosulevesonrisanocesabaenasomarseensusfinoslabios,comosi
fueraeltontomásfelizdelmundo.—Son las ocho y media de la mañana, ya estaba preparada para irme al
trabajo—dijoofuscadaabriendosusmenudasfosasnasalesigualquelasdeuntoro bravo. Óliver no mentó nada más, ya que estaba demasiado ocupadointentando ponerse en pie con el único apoyo de la pared, pero tras variosintentos fallidosque lehicieronparecerunahormigapretendiendoescalarunapeceravacía,Juliadecidióayudarlo.Secolocósupesadobrazomuertoalrededordelcuelloehizoimpulsoparalevantarlo—.¿Sabes?Tehellamadoveinteveces.¿Dondetieneselmóvil?Estabapreocupada.—Sí,claro…elmóvil.—Ycuandoabriólaboca,Juliatuvoquedeclinarsu
carahaciaelotroladoparanoahogarseentreelhedoraetanolquedesprendíasuapestosoaliento—.Puesahoraquelodices,creoque…semequedósinbateríaantesde…tomarmeelsegundo…¿Ofueelquintocubalibre?Perdona.Séqueaalguientan…listocomotú,no…lehubierapasado.—Elendurecidorictusdeellaparecióablandarseunpocoysurabiasedeshizoenunatisbodetristeza.Llegaron a duras penas a la habitación, y Julia se desprendió de su cuerpo
empujándolosobrelacama.¡Uf!Suspiróaldeshacersedesumonstruosamasa,ysesentóenelbordedelcolchónparadescansar.Lomiróyviocomoélobservaba laparedcon labocaabierta.Sinembargo
porsuaturdidaexpresión,parecíanoestarviendonadaytenerademásloscincosentidoscomatosos.—Debesdormirlamona.Yahablaremosluego.
Juliasepasólamañanapensativayconunahorriblesensaciónenelestómago.Sentíaquealgoensuvidaseestabaderrumbandoyparecíaserirreversible.—¿Te encuentras bien, Julia?—interpeló Pol, que le estaba mostrando los
mejores ángulos para tomar fotografías en el piso donde se encontraban—.Parecequeestésenotromundo.—Sí,sí,perdona,essoloque…—Agachósumiradaafligida.Él sepuso frenteaelladejandopasar soloun ínfimohilodevientoentre la
moldura de sus formales trajes. A continuación le levantó su barbilla y le
acariciólatersamejillaconsudedopulgar.—¿Acaso las cosas no van bien en casa?—averiguó.Los ojos azulados de
Juliaseposaronalmomentoenlossuyosverdemar,evidenciandoconesebrevemovimientodepupilasquehabíadadoenelclavo.Sin embargo, antes de decir nada, los ojos de Julia se desviaron
irremediablementealosgruesoslabiosdesuatentocompañero,puesseacababadedarcuentadequeapenassehallabaunpeligrosoabismoentreambasbocasentreabiertas.—Sí,esalgo…así—musitóvacilantealsentirelrebotecálidodesualientoen
loslabiosdePol.Pol se acercóunmilímetromás, unmilímetroque…podía ser el devastador
componentecapazdecambiarelrumbodevariasvidas.—Si tú estuvieras conmigo —le susurraba él, y Julia sentía como su piel
estaba cada vez más adherida a una fulgente hoguera—, no consentiría quepasarasniunsolosegundoapenada.Tufelicidadseríamiúnicaobsesión.A Julia se le escapó un suspiro secreto y ardoroso en sus adentros, que
reconfortó de placer los recovecos más insospechados de su cuerpo. Si bienambossiguieronvalerososmanteniendolaexcitanteyagoniosaposicióndesuscaras casi pegadas, pues era prácticamente imposible que ni siquiera elmismísimodiabloconsiguieraaguantarladurantemásdedossegundos.Eneselapso,elpresenteyahabíahechounaapuesta:desencadenarloquehacíatiempose iba urdiendo, un apasionado y desatado beso que lograra dar forma a laabstractasensaciónquesobrenadabacontinuamenteentreellosdos.Noobstante,Pol, que semantenía paciente, parecía esperar a que ella fuera la que diera elprimerpaso.Pero Julia de modo inesperado retiró la cara y retrocedió, caminó hacia el
centrode lagran cocinade lujo en laque estaban,y sedispuso a enfocary aapretarelbotóndesucámara.Nodijoabsolutamentenada.
Capítulo11
PELEAYSUPERVIVENCIA
AlassieteenpuntodebíaestarenelHotelVincciBit,oalmenosesoponíaenlatormentosahojaquelequitabaelsueñoaÓliverhacíayaunosdías.Ledolíalacabezacomosilehubieranaporreadoconunmartillo,laresacale
estabamatando.Hacíatansolodiezminutosquesehabíalevantadodelacamaporquesuvacíoestómagoledemandaba,omejordicho,leamenazaba,conquesi no depositaba algo de alimento de inmediato, le proveería con unamuertesúbita.Pasó por delante del espejo sin percatarse, y vio de pronto a un infame
personajemediodesnudo,leresultótanrepulsivoquediounrespingo:eraél.—¡Estoyhechounamierda!—mascullóconespantomientrassepeinabasu
desgreñadopeloconlosdedoshaciaatrás.Noobstanteaquellonoledesviódelcaminoquelellevabahaciaelfrigorífico.
Ycuandollegósintiendoelfríodelgresensuspiesdescalzos,loabrióycogióun plato que contenía cuatro trozos de pizza reseca y un yogur bebible deplátano. Cerró con un fuerte manotazo y se dirigió al sofá para pegarse elcalóricoatracón.Le había dado al botón del mando para visualizar el canal de deportes,
mientrastantodevorabalostrozoscomosifueraunauténticoloboenayunas.Ycuando lo hacía, comenzó a sentir el concedido perdón de su estómagoreplicante.Repentinamente:—¡Ay!—voceó Óliver poniéndose la mano en el pecho, justo después de
haber alcanzado con deleite la última punta de queso colgante. Se habíaencontradodeimprovisoconJulia,quelemirabaseriayconlosbrazoscruzados—.¡Joder,quésustomehasdado!Noteheescuchadoentrar.¿Yaeslahoradecomer?—Dímelotú.—Sí,yodiríaquesí—dijoconlabocarepleta.AJuliaseleestabanvolviendoahincharlasfosasnasales.—Veoqueestásmejor.—Ajá.Aunquelacabezameduelehorrores,asíque,porfavor,nohagasruido
duranteel ratoqueestésaquí.—Él seguíahablandoa lavezqueaprovechabapara deglutir la comida, sin importarle en absoluto lo asqueroso que pudieraresultar.Julialomiróconasco,yevocóporuninstantealchicolozanoquelainvitóa
cenarporprimeravezaunrestauranteitaliano:eraÓliver,alqueleresplandecíala nariz de lo pulcro que iba, y masticaba tímido la lasaña con las mejillasruborizadasporlavergüenza.Siempremanteniéndoseconcentradoparamostrarsumejor urbanidad ante su nueva chica, lo que, por aquel entonces, a ella leresultódelomásadorable.Perocómohabíacambiadotodo.—Ydime,¿haspodidoprepararmealgo?Éllamirócomosilehubierasugeridoalgoenunidiomaoriental.—¿Me ves con un absurdo sombrero de cocinero en la cabeza?—dijo con
mofa,yellaentornólosojos—.Igualmentesilohubierahecho,ahoranoestaríacomiéndomelassobrasdehacenosécuantosdías.—Pues ya que estás en casa, digo yo que podrías preparar la comida.
Además…anteslohacíascongusto.—Ya,peronoconelfindequeteacostumbrarasaquefueratuchacha.Tengo
mejorescosasquehacerqueservirte.—Sí,yaloveo—mascullóconodiosaironía.—No…Esmejor hacer como tú—dijoÓliver teatral—.Arreglarte durante
másdeunahoradebuenamañanaparadirigirteatuincreíbletrabajodeerudita,donde te pasas todo el día sentada, cogiendo llamadas y añadiendo datospersonalesenunaridículaficha¡Quégrantriunfo!—exclamó—.Yodemayor
quierosercomotú—concluyóconunasonrisamaliciosa.—No, por supuesto que no. Es mejor ir por ahí ejerciendo de borracho
mientrastemantienen—dictaminófuriosa.Óliverdejóelplatosobreelasientoyse levantócon lareciénnacidacólera
amparadaensusbrillantespupilasdemiel,unamielquesehabíaconvertidoenunaincipientellamaradadefuego.—¿Cómoteatrevesadecirmeeso?Encimadequevasporahíflirteandocon
lagentedeltrabajo.Eresunmalditotémpano.Ytrasaquelcomentarioinesperado,Juliasintiócómounpuñalatravesabade
modovilsuespalda.Seaproximóaéldejandounaescasayarriesgadadistancia.—¿Pero quién te crees que eres, cabrón desagradecido? ¿Acaso no eres tú
quien pasa el rato comiendo de lasmanos de una buscona,mientras yo estoytrabajandoparatraerunsueldodignoaestacasa?—explotó.Los dos se mantuvieron impertérritos en su posición temblorosa,
observándose con un semblante desencajado de ira, como si fueran dosmalévolas gárgolas.Aunque lomás amenazador era la clase demiradaque seestabandedicando,puestoquesusfulminantesretinasvidriosasestabanclavadasconestacadaenlasdelotro,enlasdelenemigo.Juliacomenzóanegarconlacabezacomosisehubieradadocuentadealgo.—Nuncapenséque lonuestro fueraaacabardeestamanera—comentósin
fuerza—.Peroasíeslavida,totalmenteimpredecible.Sediolavueltaysemarchóhacialasalida.Óliver, trasescucharel tremendoportazo,cogióelplatodepizzay lo lanzó
consañahaciaelmueble,provocandoqueelfrágilobjetosehicieratrizasyalmismotiempo,elpequeñoyasustadizoSupermánseescondieratraselsofá.
***
Habíanpasadovariashorasdesdelahorriblediscusiónynofaltabamuchoparaquefueranlassietedelatarde.Duranteellapsoanterior,Óliverhabíaexprimidobieneltiempomostrándose
activoenvezdequedarseencasahechounovillocompareciéndose.Dehechosehabía ido a cortar el pelo, al fin y al cabo la ocasión lomerecía, y no podíaaparecerfrenteafuturasmiradasfemeninasylujuriosasconsemejantesetosinmantenimiento sobre su cabeza. «¡Pareces elmismísimo JonKortajarena!», lehabíaaseguradosupeluqueroAxelcuandohabíarealizadosuobramaestra.Esedía,porprimeravez,elartistahabíaaprovechadoparapresentarleformalmenteasumaridoManu, un hombre quince añosmayor que él, sin embargo, eso noparecíaafectarlesenabsolutoensuamorosayafectuosarelación.Tambiénhabíainvertido su tiempo en negociar con Álex, por mensaje por supuesto, ya quetodavía el sinvergüenza no se atrevía a cogerle la llamada, por si lasmoscas.Óliverleexigióqueledejaralasllavesdesucoche,apesardequesabíaquesuOpel Insignia era lo más importante que había tenido después de su madre,incluso había preferido realizar el largo viaje en tren y dejar el coche en elgaraje,paraevitardeesaformacualquierposibleaccidentequepudieraprovocardaños a su encerada chapa, realmente era algo enfermizo. Sin embargo,igualmente Óliver tanteó el terreno para propiciar una calidad favorable a subrevevidalaboral,despuésdetodo,estabaapuntodevenderconsoladores.Lanegociación,comocualquieradelasconversacionesqueambossevenían
dedicandolosúltimosdías,nofuedemasiadodistendida:—Ome dejas tu coche para los desplazamientos, o bienes desde el remoto
lugardondeteencuentrasyacudestúmismoalasreuniones—leimpusoÓliver.—Estábien.Peroporfavor,noseteocurrahacerlelamásmínimarayadaami
Insignia,sabesqueseríaloúnicoquepondríapuntoyfinalanuestraamistad.—Lointentaré.Ypor último,Óliver destinó su tiempo para hacer algo imperioso si quería
dirigirse a la reunión: recuperar su maletín. Picó a José Abel para que se loretornase,puestoquelanocheanteriorlohabíacustodiadoporcuentapropiaensucasa.Ypeseaqueelpobregorrióntodavíanohabíarecuperadonilamitaddesus capacidades, si bien lo suyo no había sido tan solo la cogorza, sino quetambiénse lehabíasumadounbuencolocóndemaría, fuecapazalmenosdeabrirlelapuerta,lojustoynecesarioparaqueÓliversesirvieraelmismo.
Capítulo12
JUGUETESERÓTICOSYPREGUNTASPELIGROSAS
Había aparcado una calle abajo del Hotel Vincci Bit. Por lo que teníaentendido, era un lugar donde se realizaban conferencias con frecuencia, yademás,estabasituadocercadeunodeloscentroscomercialesmásconcurridosdelacosmopolitaciudad.Óliverensuavancehaciasudestino, tratódesacarsuactitudmásvalerosa:
pisabaconfuerzalacalzadayencuadrabasuespaldabajolaamericananegradeltrajecomosianduvieracomounhombreseguroyterminante,inclusoselepasópor la cabeza la imagen de Al Capone. En cuanto se personó enfrente delmonumental edificio, respiró hondo. Un aroma distinto sobrenadaba en él.Sonriósutilmentealcavilarqueaquelolortanvirildebíasereldelavalentíayahoraemanabacomosi fuera sunuevoolor corporal, eldeungladiador.Peroluegocayóenlacuenta,encogiendosusfinoslabios,dequeaquellafragancianoeramás que la que le había regalado sumadre en la víspera de Reyes y quellevabatiemposinponerse.«Essencillo:losconsoladoresentranysalen,losvibradoresfuncionanconun
botón,vibrany sirvenparamasajear las zonas íntimas…y losgeles, lubrican.¡Estáchupado!Enrealidadnohaymuchomásquesaber.¡Síesquelagentesecomplicalavida!»,resumiómentalmente.Llegóalapuertadelhotelyentró.Esteeramuymoderno,conunaincreíble
iluminación y un impecable estado. Pensó que a Julia le encantaría, y másinclusocuandoobservólainfluenciaqueteníanlosindescifrablesartistasenlos
decorados,aellaleencantabaelarte.Ólivermetiósu índiceentresucuelloy lacamisaparacogeraire,yavanzó
haciaelrecepcionista.—Buenosdías,soyOl…ÁlexBadía—dijoatiempo,antesdemeterlapata.
Y es que debíamantener la identidad de su amigo si no quería que su jefa leecharadeltrabajoporincumplirsucometido—.Tengohoraalassieteparadarun...una…ejem…conferencia—musitóuntantonervioso.El recepcionista ―Jack, ponía en la placa―, un señor muy solícito e
impoluto, asintióconcortesíay revisóde inmediato losdatosenelordenador.Traspocos segundos, elhombredeamplias entradasymovimientosperfectos,buscódenuevolamiradadeÓliver.—Leesperanenlaprimeraplantaseñor,habitación69—leinformósonriente.—¡Vaya,69…!—murmuróintentandocomprenderlasátiradesudestino.—¿Decíaalgo,señor?—Sí,quemuchasgracias,Jack.Sedirigióhaciaelascensor,faltabantresminutos.Llegó a la primera planta y caminó con serenidad por la moqueta roja,
apretandoconsumanocerradaelasadesuinseparablemaletín.Sibiennopodíadetenerlaangustiosasensaciónincipienteycomenzabaaasomarsecadavezconmás fuerza por los poros de su piel, creando una sudación pegajosa y muymolesta.Había llegado el momento: se encontraba frente a la puerta número 69.
Levantó los nudillos de sumano y la golpeó dos veces con ligereza antes deentrar,yempujó.Unadocenademujeresseencontrabanalrededordeunagranmesaovalada.
Estas, todas trajeadas,dejarondecuchichearentreellasparadedicarlealúnicohombrequehabitabaahoraensumismasala,unasonrisaacarameladaysutotalatención.—¡Buenosdías,señoritas!—dijoÓlivermientras intentabaaclararsuvisión
borrosadelaque,apesardelagranluminosidadqueofrecíanlosventanalesdela estancia, se habían adueñado los nervios, y no conseguía identificar conprecisiónlosrostrosallápresentes.
—¡Buenosdías!—respondieronellasconuncánticoalegre.Óliverseubicóenlapresidenciadelamesaentretantosentíaensussudorosas
carneselbochornosotrancedelmomento.Eralaexpectación.Pusoencimadeltablerocaobasumaletínrojoyojeóloqueponíaenlahoja.—¿Ustedessondelaempresa—leyólalínea—…SortyasociadosRuiz?—Correcto—respondióunamujerrubiadepelocorto,queestabasentadaal
finaldelamesa—.YosoyquiendemandólosserviciosdeSéptimocielo,S.A.SoyLauraMárquez,lagerentedelaempresa.—Oh,estupendo—mascullóÓliversonriente,intentandonoevidenciarensu
semblantelaextrañezaqueleoriginabaquealguiendesuelevadorango,pudierapropiciar esos asuntos tan… informales. «¡Qué falta de seriedad!Aunque conesacarademalfollada…nomeextraña»,dictaminóÓliverensucabeza—.YosoyÁlexBadía,elcomercialqueosmostraráestos…peculiaresproductos.—¿Ytodosloscomercialesdetuempresasonigualdeatractivosquetú?—
planteójocosaunamorena,haciendoestallarunmardecarcajadas.—Puesnolosé,señorita,esperoqueno—contestóÓlivercurvandoloslabios
y gobernando con su voz el mutis absoluto de aquellas féminas—. Bueno,empezaré.Todasrelajaronsubusto,ensancharonsusbocasysemantuvieronexpectantes
alacajadesorpresasqueelúnicohombredelaestanciateníaensupoder.No obstante, en cuanto abrió la maleta, los productos se cayeron
desperdigados por la ancha mesa. Por lo visto, Óliver no había revisado elcontenidoantesdeempezar.—Disculpen. Lo siento mucho —musitó Óliver entre el mar de risas
espontaneas.Se dispuso a recogerlo todo al mismo tiempo que las manos vecinas le
ofrecíanalgúnqueotroysingularobjetoquehabíallegadohastaellas.—Óliver,esperoquemedisculpes—unadelasmujerescomenzóaleerenvoz
altaunanotaajenaqueacababaderesbalarhastaellaporlasuperficiedelamesayquepertenecíaalinteriordelmaletín—porhabercogidosinpermisounodetus sensacionalesproductos.Mimaridoestabadeviajeyyonecesitaba…unadistracción.—Las risas incipientes comenzaron adesvirtuar el silenciopropio
—. Te he dejado el dinero que marcaba en la etiqueta dentro de la bolsa.Gracias,vecino.Graciela.—Óliversequedóatónitoporelepisodioytambiénpor el descabellado hecho. La caradura madre de José Abel había estadohurgandoensumaletín lanocheanteriorcuando lohabíasalvaguardadoensucasa—.Heencontradotambiénunabolsitaprecintadaconsesentaycuatroeurosenelinterior—continuólamismamujerbocazas,queparecíatenerlavocacióndepayasoentresuscolegas—.Geniusmil,poneenlaetiqueta.—Seaguantólarisa, sin embargo las demás ya se tronchaban por ella—.Y, en efecto,marcasesentaycuatroeuros.Óliver,quemostrabasurostroenunvaivéndecolorrojoyblanco,sedirigió
prestoa labúsquedadeaquellanota,yse laarrebatódegolpede lamano.Lapocadelicadezaquetuvoalhacerseconaquelloquelehabíaavergonzadotanto,nopareciócaerdemasiadobienentrelamultituddemujeresvivarachas.Acto seguidovolvió a su sitio e intentó serenarse, pues élmismo sabíaque
había actuado con demasiada brusquedad, y es que cuando le sacaban de suscasillas…—Ejem,ejem—carraspeóÓliverdenuevofirmeenlapresidencia—.Trasel
contratiempoquesehapresentado…—Sihubierasrevisadotusproductosantes,ÁlexBadía—interrumpiólamás
mayor del grupo, que por la mirada vil que le estaba dedicando, no parecíahaberle caído para nada en gracia—, seguro que no se hubiera originado taldesorden.¿YquiénesesetalÓliver?Ólivertragósalivayapretósuspuñospordebajodelamesa.Esoeraloqueen
principioleayudaríaatranquilizarse,enlugardedirigirsehacialacarapecosayentrometidaque le acababade ridiculizarypisotear como si fueraunababosainmundaypropinarleunbuenrevésensusodiososmorros.—Comohedichoantes,losientomucho—recalcó—.YÓlivernoesmásque
otro de los comerciales de la empresa. Ahora, si me permiten, iniciaré laexplicacióndelosproductosqueSéptimocieloofrece.—Noobstantelascarasque rodeaban la mesa ovalada habían cambiado su afabilidad inicial por eldesdénqueÓliverleshabíaocasionadotraseltoscocomportamientoanterior.Desplególosproductosycomenzóasacarlosdesusenvoltorios.Empezópor
losmássencillos.—Aquí tenemos una serie de consoladores. Como pueden ver, hay varias
tallas.—Alzóalgunosmodelosconsusmanosparaquelasdelfinallopudieranvisualizarmejor.—¿Ycómoseutilizan?—dijouna.—Pues es… esmuy fácil.Me refiero a que estos no llevan botones, son…
manuales.¿Meexplico?—¿Asíquesolohayque introducirlosen lavaginayyaestá?—interpeló la
misma.—Sí,bueno,yhay…hayquemoverlosunpoco—sesonrojóél.—Yparadarplaceranal,¿tambiénsirven?—preguntóotra.—A…anal —Óliver se pasó la mano por la cara. Estaba horrorosamente
sofocado—.Supongo…quesí.—¿Yestássegurodequeesteentra?Meparecedemasiadogrueso.Alguienque teníaunrostrodistorsionadoantesusojosentelados, lealzóun
consoladorazul.—Diríaquesí,estánfabricadosconlamejorsiliconaynosuelenhacerdaño.
Pero, vayamos con otra cosa.—Cogió lo primero que alcanzó sumano comosalidadeescape,y levantóelproducto.Al instanteviocomolosentrecejosdelasmujeressefruncieronalmismotiempoquevirabansucabezadeun ladoaotro,comosiacabarandepresenciaralgoinsólito—.Estoes…—yalobservarelindescifrableenteporprimeravez,ahogóunsoplodeespantoensugarganta.Bajólavistaparahallarraudoelnombredelproducto—.TaisonX—sonriócondesahogo un segundo, después se le borró de la cara. «¡Pero qué cojones denombre es ese!», pensó entretanto se tornaba como un tomate—. Y sirve…sirve…Alverquenoarrancaba.Unamujerselevantóydiounaexplicación.—Chicas, mi hermana tiene uno igual y asegura que te hace literalmente
enloquecer.Semetetodalaextensióndelacadenaenlapartetraseray,despuéssesacapocoapocomientrasalcanzaseléxtasis.Yoquierouno,Álex.—Sí,yotambién—añadióotra.—Vale,levantadlamanolasquequeráisuno,porfavor—demandólagerente
—.Cincoentotal.Apunta,Álex.Óliversesentíacomounimbécilacadaminutoquepasaba.—¿Yestoparaquésirve?Pareceuntampón,peroredondo.—Lachicaderojo
leseñalóelobjetoesperandoquesatisficierasucuriosidad.Óliverlotomóensumano,ysediocuentadequenohabíapodidocontrolar
su patidifuso rictus al verlo.—«¿Pero qué coño es esto?»,meditó conmayorsofoco que con el invento anterior—. Esto se debe introducir en la vagina yluego…extraerconrapidez.Susbalbuceoseraninfinitos.—¿Quées?¿UnmétodoparaencontrarelpuntoGoA?—No,creoqueesmásbienparaelpuntoK.PorqueelAestámáscercadel
cérvix.¿Esasí,Álex?—mencionóotra.—¿Qué?—espetóhorrorizado.—¿Quési esparaestimularelpuntode lavaginamáscercanoal rectooel
másalejado?Sabesdóndeseencuentrancadauno,¿no?Óliver, tras sentir unmareo durante el diluvio de retumbantes preguntas, se
desmayóipsofactosobrelamesa.Alcabodeunoslargosminutos…—¿Estásbien,Álex?¿Álex?—escuchabaélenladistancia.Óliverdespertóenunaposiciónhorizontalysintióunabrisafrescaqueibay
veníaazotandodemodoagradablesurostro.Intentólentamentedarlesentidoalasimágenesqueoscilabanfrenteasusretinas.Ycuandoloconsiguió,identificóavariasdelasmujeresquehabíaconocidoenlareunión.Leestabandandoaireconpapelesamododeabanico.Seincorporóconlentitud,comprobandoquesehallabasobrelamesaovalada.—Gracias,estoybien.¿Quéhapasado?—dijocondesconcierto.—Tehasdesmayado.Hasestadocincominutosinconsciente—leinformóla
mujerdecarapecosa,queapretabaloslabiosrosadosconlamento.Óliver se puso en pie, obligando con su corpulencia a que la multitud
expectante se abriera camino en el angosto espacio, y se dispuso a recoger elmaletín.—Hemoscolocadotodoslosproductosenelinterior—ledijolagerentecon
tono impostado—, excepto los cinco que nos hemos quedado. El dinero estádentro.—Gracias.—Sin embargo debo decirte que, muy a mi pesar del incidente, no hemos
quedadonadasatisfechasconlosserviciosquenoshasofrecido.NovolveremosacontactarconSéptimocielo.Lolamento.Óliverfruncióloslabiosyasintió.—Entiendo.Seguidamenteatravesóelumbralysintióabrazarsuansiadalibertad.
Capítulo13
PARADOJASYAPETECENCIASPOCORECOMENDABLES
Los siguientes días transcurrieron, yÓliver, a pesar de haber experimentadounanefastaexperienciaconlaprimerareunión,nofaltóasupalabrayacudióalasconsecutivas.Sin embargo, estas no fueron mejores y le hicieron a cada instante desear
abandonar.AúnsudabaalrevivirunaquedioenundúplexprivadoubicadoenlaPlaza Tetuán (esta había sido contratada para celebrar un cumpleaños), leproporcionótaldevastadoraexperienciaquedeseóevaporarsecomoelvaporosohumodeunachimenea.Yesqueaseguróquetambiénvendíabisutería,sí,asíes«bisutería».Yaquealextraernuevosproductosquelehabíanllegadoporcorreo,confundiócomoelverdaderoignorantesobreeltemaqueera,lascadenasanalespor simples pulseras, además de los estranguladores de pene por anillospuramentedecorativos.En su persuasión para la venta, alegó que embellecer la imagen propia
tambiéneraimportanteparaaumentareldeseodelapareja:—Aquítenéisunaspulserasdivinasparadeslumbrarantevuestrasparejas.Es
muyimportanteadornarseparaagradaratumedianaranja.Dehecho,lasgeishassiempre han seducido a los hombres con sus delicadas y bellas muñecas,despertandoenseguidaeldeseodeposesiónhaciaellas.Lasmujeresallápresentes,quealprincipiopensaronqueestabadeguasa,se
percataron en breve que el enorme convencimiento que él ofrecía en sus
palabras,enrealidadevidenciabaunaúnicacosa:quenoteníanipuñeteraideadeloqueestabahablando.—¡Oye,tío!¿Nosestástomandoelpelo?Porquesiesasítevamosaexplicar
unpardecosas,sinvergüenza.Le increparon de tal forma, exponiendo sus derechos como un petulante
sindicatodeconsumidores,queleobligaronadevolverleslatotalidaddeldinero.Otracitaencambio,fuesumamentedesconcertante,yaqueloqueleocurrió
enplenailustración,hizoquedeclaraasusclientesenmitaddelareuniónqueno tenía ni papa sobre el asunto. Tal cual. Esto sucedió en una reunión dehomosexuales, los cuales se vieron ofendidos porque Óliver, que balbuceabaconstantementeen susdescripcionesporelpavorque le causaba la ignoranciaqueteníasobrelosproductos,sepensaronquesesentíaatemorizadoalcreerquesilesexplicabalosdetallesexplícitos,ellosquerríanpracticarloconél.—LacajaEggNatural...,tampocoséenrealidadcómoseutiliza.Yesque…
noespornada—comenzóahablarconciertahilaridad—,peroesqueparecelamismamediadocenadehuevosquesuelocomprarenelsúper—acabósoltandounarisotadanerviosa.—Tío,perosupongoqueseráparamasajearoalgoasílazonaerógena,¿no?
—insistió el que le había preguntado por el producto, con la esperanza de noquedarsesinsuansiadaexplicación.—¿Notienevibración?—preguntóotro.—¿Perocómovaestoatener…?Nosé…laverdadesquenotengoniidea.
Mesabemal,perolamayoríadeestosobjetossonmuyextraños—aclaróÓliveracaloradomientrasrevisabadearribaabajoelinusualmaterialovaladoqueteníaentresusmanos.—¿Teestásquedandoconnosotros?—cuestionóunhombredeunoscuarenta
ypocosqueparecíatenerunrictusdeauténticometalensuseriedad—.Porqueestásmuynervioso.¿Acasonopensarásquesinosexplicaslasfunciones,vamosaobligarteaponerlasapruebaconnosotros?—¡No…! ¡Para nada! —dijo Óliver totalmente escandalizado por tal
ocurrencia—. Te juro que no sé cómo va. Soy un ignorante en este tema, loconfieso.
—Tútededicasaesto,¿aquiéncoñoquieresengañardiciendoquenosabesdequéhablas?—lerecriminó—.¿Noseráshomófobo?Él reiteró varias veces en su declaración que, para nada era por eso el
nerviosismoquesuscitaba,simplementequenoconocíalautilidaddelamayoríade sus productos. Sin embargo, al parecer, los más de doce indignados no lecreyeronniunasolapalabra.ElpobreÓlivertuvoquehuirfinalmentehacialasalida,quefuetormentosamenteacompañadadehostilesabucheosytambiéndealguno de sus artículos que sobrevolaron su cabeza. Por lo vistomás de unoconsideródeliberadamentequeeseeraunbuencastigoparauntipoquenoeradignodedescifrarlasclavesdelamor.Así que, entre esas y otras experiencias truncadas, Óliver sentía que no
lograba levantar cabeza.No obstante, por si no fuera suficiente la prolongadapesadillaqueestabasoportandoensuscarnes,larelaciónentreJuliayéldesdela última discusión, se había enfriado de forma altamente angustiosa, omejordicho,seencontrabacongeladacomouncubitodehielo.Ambos hacían lo posible para no coincidir durante el día en casa, aunque
entrada la noche era irremediable. Sin embargo, eso tampoco suponía ningúnproblema. Óliver ya había bautizado el salón definitivamente como su nuevodormitorio.Así que en uno de esos terribles días en el queÓliver tocó fondo, decidió
buscarunhombrodondellorar,pormuyilegítimoquefuerasumeditadodeseo.Cogiódesucarteraunpequeñopapeldondesehallabaapuntadoelnúmerodeteléfono de la panadera y camarera sexi, Angélica, y ni corto ni perezosocontactóconella.—¿Diga?—respondióella.—Hola,¿Angélica?—Sí,soyyo¿Quiéneres?—SoyÓliver…Elclientedevoradordecroissants.—¡Sí,erestú!—expresóalegre—.Quéilusiónquemehayasllamado,hacía
díasquenopasabasacomprar.¿Quieresquedar?—Pues…sí—respondiónervioso.—¿EstanochealasonceymediaenelSidecar?¿Loconoces,no?
—Sí,eselqueestádosmanzanasmásabajodelapanadería,¿verdad?—Exacto.—Bien.Entoncesnosvemosestanoche.—Estoydeseandoverte.—Ah…vale—titubeó—,hastaluego,…nosvemosenesesitio.Finalizó la conversaciónpareciendounniño asustado invitandopor primera
vezaunachicaalcine.Óliverhabíallegadodiezminutosantesalpub,aunqueantesdeirsedecasa
no había entrado en la habitación donde Julia se hallaba aislada por voluntadpropiaparacomentarlequesemarchaba.Hacíadíasquenosedabanningúntipode explicación, así que no sería él quien cambiara la dañina situación. Seencontrabasentadoen labarra tomándoseunacerveza.Sehabíaacicaladoconuna camisa nueva de color azul marino que solo se había puesto en dosocasionesyunosvaquerosdesgastados,aunquese loshabía tenidoqueajustarconuncinturónporqueenlosúltimosdíashabíaadelgazadoconsiderablementepor no probar casi bocado, y además, el hecho de haber salido varias veces acorrerporlamañanaparaintentaraplacarsusnerviosdesatados,tambiénhabíacontribuido a su pérdida de peso. Si bien la serenidad que andaba buscando,todavíanolahabíahallado.Ellugarestababastanteconcurrido,ademáserajuevesylagentejoven,omás
bien,laquenocumplíaconunpapelsignificativocomoelde«casado»o«biencazado»,yahabíacomenzadodeformaimpacienteasaborearelfindesemana.Respiró hondo sorbiendo por sus fosas nasales la peculiar mezcla de licoresagriosydulcesjuntoalruraltoquedemaderadepinodelambiente,yentonces,evocóporsudistintivoaromaquesolohabíaentradounpardevecesaesesitio:una con Julia, el día que celebraron un mes viviendo en Barcelona, queprecisamentediluviabaamaresyalentrarcomosopascambiaronlosantojadoscubalibresporcafécaliente;yotraconÁlex,queleinvitóaunascervezasparacelebrarsunuevotrabajocomomecánicoeneltallerdondeseguíaactualmente.Lasjarrasdelitrodecervezaespumadaylostubosllenosdelíquidobrillante
yturbio,pasabandemanoamano,oensulugar,sobrelasbandejasdealuminioque se asemejaban a ovnis en plenomovimiento.Entretanto se escuchaba con
agradoentreelmurmullodelgentío,grandestemazosderockandroll,sibienelsonidoeraaptoparamantenerconversaciones.Mientras tanto Óliver se mojaba los labios con la refrescante bebida a la
esperadesunuevacompañía,sedispusoadeleitarloscuriososretratosensepiaque colgaban sobre los cuantiosos estantes repletos de botellas importadas, norecordabahabersefijadoantesenellos.Aquellasimágenesqueleentretenían,yque estaban iluminadas expresamente para que resaltaran de la opaca luz delentorno,mostrabandeformapintorescaelmismolocalmodernodondeahoraseencontraba,perocon ladiferenciade treintaañosatrás.Enunode loscuadrosquemáslellamólaatención,seexhibíaalosdueñosdelaépocafrentealpub(aunque el rótulo lucía más modesto y anticuado), montando en una motoantiguaconunsidecaranclado.Alverlo,Óliverdiscernióqueesaspersonasquehabían inmortalizado su motorizado pasatiempo junto al legendario lugar,habrían sido sinduda los responsablesdebautizarloen suhonor.Yademáselhombre que se hallaba montado en la moto, tenía toda la pinta, aunque másjovenycondensopelotodavíaenlacabeza,deserelmismoqueseencontrabasirviendoenlabarra.—Porsitelopreguntas,porqueveoquemeestáscomparandocontinuamente
conelde la foto, enefecto, soyyo—.Óliver sonrióy se avergonzóporhabersidopillado.—Sí,esocreía.—Perolosañosnopasanenbalde.Hayqueaprovecharlajuventudalmáximo
ydarlealegríaalcuerposerranocuandotodavíaestácatable—secontorneódeformagraciosayÓliverapretóloslabiosparanoliberarunarisaquepodríaserofensiva—.¿Tepongootra,chico?—lepreguntóalverquehabíaliquidadosurubia.—Sí,yaqueestamos…—respondióconforme.—Porcierto,mellamoRoque.—Óliver.—Seestrecharonlamano.Óliver pensó que aquel espécimen tan saleroso y servicial no tenía
desperdicio, y es que desde que se había adentrado en el local ya le habíallamado la atención, exhibiendo esa pelona brillante sobre su cabeza que
conjuntada con algo totalmente contradictorio, la barba más larga y recia delmundo.Pornomencionar los tatuajesquedescendíanpor todasucabezaigualqueunaenredadera,comosideunverdaderomiembrodeunabandamoterasetratara.Asimismodespuésdehablarconélhabíasuperadosusexpectativas,eltalRoqueera todounpersonajedignodeunpapelprotagonistaenunapelideficción.Lesirviólacervezaenunsantiamén,dejandounpequeñoreguerodeespuma
quedeformamágicafuedesapareciendoenfulminantessegundos.—¡Mamma mía! —espetó de pronto el extraño tipo agitando su pomposa
barba.Habíalevantadosumiradahacialasescalerasdelaentradaysaltabaalavista
que,entrelasveladasluces,habíadivisadoalgoconagrado.Esealgoquetedejasindartecuentaconcaradebobo.Óliversegirósobresutabureteparaaliviarsucuriosidadalavezquecataba
otrorefrescantesorbodecerveza.EnseguidaavistóaAngélicaconunimponentevestidonegro,másceñidoque
lapieldeunacobra,asimismoellatambiénparecíaposeeralgúntipodepoderhipnótico.Ólivertragóconrapidezellíquidodesugargantaantesdeatragantarseporsu
súbitafascinación,y levantó lamanoparaqueella,queseencontrabasobre laescaleravirandosucabezadeunladoaotroensubúsqueda,loencontrara.Encuantolovio,sonrió.—¿Esaestuchurri?—lepreguntóRoque—.¡Estáquetemueres!Sialgúndía
tecansas…yasabes,me lapasas.—Óliver lomiróconel rabillodelojoy loignoró.Al momento se centró en las largas piernas desnudas de Angélica que se
aproximabanhaciaélcomosifueranunregalodeDios.AunqueeramásposiblequeaquelincreíbleobsequioprohibidofueradelmalévoloylianteDiabloqueleobservabadesdealgúnlugarsecreto,yconunaactitudmorbosamentepropiadeél.—¡Óliver,hasvenido!Se apartó su larga melena y le dio dos sentidos besos en las mejillas
acaloradas,estosuntantohumedecidosycercanosalascomisuras.Elaromaquela joven portaba en su cuello, enseguida envolvió a Óliver de una inesperadafragancia extremadamente sensual y femenina, y con una gota de deseo queembaucabafinalmentealrestodelcontenido.—Sí,aquíestoy—asintiómediomareado.—Pero¿quétehashecho?—Loestudiócondeleite—.Estásmásguapoque
elúltimodíaque tevi,queyaesdecir…—Élapretó los labiosyencogió loshombrosdejandoquesupreguntaseperdieraenelaire—.Estabaseguradequealfinalnotepresentarías.—¿Porquénoibahacerlo?Tehellamadoyo.—Ya,perotú…yasabes,noeresunhombrelibre.Óliver aprovechó que no le interesaba en absoluto seguir aquel comentario
para llamar al camarero, que ahora se encontraba en laotrapuntade labarra.Enseguidaseacercó.—¿Qué le pongo a tu churri?—interpeló con una media sonrisa que hizo
elevarsuescarpadabarbadeunúnicolado.—No,ellanoesmichurri—corrigióconbochorno.Angélicasonreíadivertida.—¡Pero comonova ser esta tu churri!—farfulló el hombretónplantándose
delantedeellaconsololaestrechabarradepormedio—.Coneseparde…—lemiródesorbitadoelangulosoescote—pedazodeojosquetiene.Ellacurvósussensualeslabiosmostrándosesoberbiaalmismotiempoquese
apartaba el lacio pelo detrás de los hombros, como si estuviera más queacostumbradaaserlaúnicareceptoradeloscumplidosaledaños.—Gracias.Aunque,bueno,yosiempredigoquenuncaestardesiladichaes
buena—añadióellamirandoconpicardíalosojosdecorderodeÓliver.—¡Uouh…!Estachicavaenserio,tencuidado—murmullóhistriónellatoso
camareroaloídodeÓliver.Óliverdecidióacabarconaquelloqueleestabaturbandomásdelacuenta,y
pensóendarleunatarearápidaparaquesealejara.—¿Quéquieres,unacerveza?—averiguó.—No.Yoprefiero…unvodkaconlimón.
—Loqueyotehedicho,chico,estahoynodejatítereconcabeza—leinsistióde nuevo, provocando que Óliver ya mostrara sin corte alguno su ceñudoparecer,sibienelhombremediomelenudofuelistoysealejóatiempoparaqueelambientenosecargaraenexceso.—¿Sabes, Óliver? —Angélica le cogió la mano e hizo que un escalofrío
recorrieradeformainopinadasucuerpo—.Desdelaprimeravezquetevientrara la panadería, hace ya un año si no me equivoco, me llamaste mucho laatención.—EllaacercósusrodillasflexionadasalaabiertaposturadeÓliver,ysemordióel labio—.Peroalmostrarte tan serioymoderadoconmigocuandoveníasacomprar,ademásdeexhibirte repetidasvecespordelantede la tiendacontu…novia.—Juliaesmimujer—leaclaró.—Bueno,mujer, la etiqueta que tú prefieras ponerle. Pero los dos sabemos
queesonoesloquecuenta—pronuncióastuta.Óliveragachólamiradaparanocontinuar con la disputa—… Pues lo que te estaba diciendo, pensé que nolograría llamarnunca tu atención.Peroayer cuandome llamaste,utilizandoelteléfonoque tehabíaescritoenelbar,mepusemuycontenta.Porquediscerníque actuaste pensando en mí; aquel día, antes de que se borraran aquellosnúmeros,deseasteguardarlosparacontactarenalgúnmomentoconmigo.Desdeentonces, pienso que todo es posible.—Le acarició la mano y se la llevó alprominentepechocondescaro—.Miracomomelateelcorazón.Óliverseenrojecióal instanteyseacaloró.Seguidamente leapartó lamano
concuidadoyselaacomodóencimadesufalda.—Ya…yaveo—titubeó.—Aquí está, el lanzallamas parami chica guerrera—manifestó de golpe el
tormentosoRoquedejandosobreeltablerolabebida.—Muchasgracias—respondióella.Acontinuación,cogióeltubollenoquetintineabaporelhieloyselollevóa
laboca.Ingirióbuenapartedellíquidodeunsolotrago.—¡Vaya!—mascullóÓliversorprendido—.Veoquetehagustado.—No está mal —respondió. Se inclinó hacia él rozando notoriamente su
entrepiernacuandolesusurró—:perotesorprenderíaloquehagoconloqueme
gustadeverdad.Óliverlamirócomosiempezaraasucumbiraella,asuvoz,asusinfalibles
gestos de diosa.No obstante, solo él sabía que en realidad se sentía como unniño perdido, intentando encontrar un camino que le ofreciera un confortmomentáneo.Durante la hora siguiente, el peligroso juego del ratón y el gato se desató
continuamenteentreellos.Porlovisto,losvigorososelixiresleshabíandotadoaambosdemayordominioenalgunadesusaptitudes;aÓliver,dealgoqueantesapenasatesoraba,elatrevimiento.YaAngélica,leaumentódeformailimitadaypococonvenientesuyanaturaldesenfreno.—Ahoravengo,voyunmomentoalservicio—instóÓliveraAngélica.—Está bien, pero nomedejes solamucho tiempo, con la que llevo, podría
acabarbailandomediodesnudasobrelabarra.—No creo que a la mayoría de los aquí presentes les importara, todo lo
contrario—lesusurró.Despuéslesonrióyseencaminóacumplirconlallamadadelanaturaleza.ÓliverentróenellavabocanturreandoSatisfaction,delosRollingStongs,que
estaba sonando en aquel momento; y, sin preocuparse de echar el pestillo, sedispuso a hacer pis en el váter sin perder la letra y un ligeromovimiento decaderas. Y cuando ya se estaba subiendo la cremallera del pantalón, escuchócomoelhuracanadosonidodelamúsicaacababadeentrarporlapuerta.—¡Ocupado!—mascullóélsinmirar.Peroelsonidodeuncerrojodemetalsonóasuespalda,dejandonuevamente
elecovacíodelbaño,aunqueestavez,condosrespiracionesensuinterior.Algirarsesequedóacuadros.Angélicaestabadentroyveníaconunatemible
expresióndeunloboenmitaddesucaceríanocturna.—Angélica,¿quéestáshaciendo?—dijoÓlivertragandosaliva.Ella se acercó a él sigilosa y arrebatadora, agarró su torso y lo empujó
despaciohacialaparedaplastandosupronunciadopechocontrasucamisa.—Loquedeseohacer—declaróseductoraadoscentímetrosdesuboca—.¿O
acasopensabasqueibaaperderestaoportunidad?Desdequemellamasteayer,teníaclaroloqueibahacercontigo—lemanifestó,clavandosuspupilasdegata
pardaenlassuyasintimidadas.Óliverseruborizódeinmediato,ysintióunadesatadaquemazónensuspartes
más veneradas. El hálito de aquella jaca era cálido y placentero. Se sentíaaltamente coaccionado por aquella persuasiva mujer que, para nada tenía lareducidainiciativanaturaldesulozanaedad.Sinembargolalínearojaeramuyfina.Loúnicoqueseríacapazdesalvara
Óliver de ser una presa más de la salvaje jungla, sería su sensatez y, porsupuesto, su lealtadhacia Julia.Sibien sumaladecisiónhabía sidodealgunaforma premeditada, pero todavía estaba a tiempo de no cruzar la línea. Noobstante, el desmedido alcohol de la noche, la falta de sexo a largo plazo, o,simplemente,lapenitenciaqueestabapagandoúltimamenteensuinestablevida,desmoralizaron por completo a su sano y cuerdo comportamiento, y se dejóllevarcomosivagaraporlascorrientesdeunfuertetorrenteporlosseductoresyaniquiladoreslabiosdelamordazAngélica.Acontinuaciónella,alversegratamentecorrespondidaensubeso,loabrazó
con vigor, y llenó su boca con su mojada y famélica lengua, creandoinsostenibles y crecientes jadeos que rebotaban en el angosto y privado lugar.Óliver,entrelostortuososbesossintióelaflojardesumusculaturayunestallidoardorosoensuinterior.Habíaansiadotantosentiresegozo.Ellabuscósumano,ycuandolaencontró,selacolocóconrotundidadensumuslo,ylaacompañóalcomprometidoascensoquehabitababajolafinateladesuapretadovestido.Alinstante,Óliversintióelcrecimientodesumiembroyapretóaquellaajenacarneconfervor,comosiahoralapresahubieracambiadoyyanofueraél,sinoella.Noobstantetraslapequeñamuestradeposesión,sumanonosedetuvo.—Mmm…—gimióalnotarlacalidezdesusbragasbajosusdedos.Yanopodía estarmás caliente, y solo se le pasabauna cosapor la cabeza:
metérselaprofundamente.PeroAngélica,medioexhausta, separóunsegundo losempapados labiosde
losdeÓliverparasusurrarlealgo.Hastaesemomento,todavíanohabíadejadodebesarleniunasolavez.—Óliver no puedo parar… de saborearte —le murmulló ahogada entre su
exaltada respiración—.Eres…comoelcaramelomásdulcequeexiste.—Ipso
facto,Óliverabrió losojosdeparenparcomosialgogravehubieraocurrido,comosihubieravueltoensí,ylaapartódeél.Susrecientespalabraslehabíanrecordadodeformaentrañableydolorosalo
queJuliasiempreledecíaconsumaternura:«Eresmicaramelitomásdulce».Actoseguidoseirguió,seremetiólacamisasalidaentresuspantalonesyse
secólaesparcidasalivadesurostro.—¿Qué estás haciendo, Óliver?—le preguntó ella anonadada y totalmente
hostigadaporsucortadaderollo.—Losiento.Nuncatuvequedarpieaesto,hasidounerror.Se fuehasta lapuertay laabrió,peroAngélica leobligóaquesedetuviera
agarrándoledelhombro.—¿Quécoñoestásdiciendo?Ellanotequiere,¿sabes?—dijoconrabia,como
sifueraunaniñaquesehabíaquedadosinpeluche.Élsevolvióparamirarlaalacara—.Laheescuchadoenelbarydicequetequieredejar—asegurólacerante,entretantosebajabalaescasateladelafaldaconunamano.Óliverapretóunadesuscomisurasalescucharsudeclaración.—Ellaesasí,guerrera.Palmeóelmarcodelapuertadosvecesamododedespedidaysemarchó.
Capítulo14
ACCIDENTESQUE...¿OCURREN?
Juliahabíasalidodecasaa lahoradesiempreparaacudirpuntualal trabajo,aunqueestavezlohabíahechodepuntillasllevandoenlamanosustaconesdeaguja.NohabíaqueridodespertaraÓliverensupasoporelsalón,puestoquelanoche anterior sehabíapercatadode suhuida, y esono lehabíadejadopegarojo.Estabaconvencidadequeleestabaponiendoloscuernos.Habíaamanecidoconlosojosrojosehinchadosporeldisgustoy,desdeluego,noqueríadarleelgustoalmuycabritodeverlahundida.Cuando llegó al coche, se perfeccionó el maquillaje a la luz del día, su
semblante entristecido aún seguía dando pena. Sacó el máximo partido a surepleto neceser de pinturas, en esencia al corrector de ojeras, y añadiendo suhabitual destreza para afinar su belleza, finalmente consiguió lucir su cara desedacomonueva.Pasó la mañana volcada en el trabajo, introduciendo como una loca las
cuantiosasentradasdelaúltimasemanaensubasededatos,arreglandoeltetrisque teníaPolporagenda,con inesperadascitas,ymostrandofotosdediversascasasdealtostandingaunmatrimonioadineradoqueseencontrabacasualmenteporlazonayhabíadecididopreguntarporsihabíaalgodesuagrado.Hizotodoen cuanto estuvo en sumano para alejar de su cabeza las terribles y alevosasimágenes que, desde la ausencia deÓliver durante la noche, le habían estadoatormentando.Inclusohabíanotadolalocurarenacerdesusentrañas,llevándolea comprender por un momento el porqué de los crímenes pasionales. Quería
matarlo.—Vamos,Julia,es lahora—ledijoCrisyalevantada.Senotabaqueestaba
ansiosaporsalir—.Menosmalqueyasehan idoCleopatrayMarcoAntonio,todo lo que él decía, la otra le respondía: Sí, amor, tienes toda la razón…; yluegoalainversa:Sí,cariñomío,tienesungustoexquisito…—comentóteatral—.Ggrr…¡Quéascomedabanesosdos!Julia no pareció prestarle demasiada atención, y eso que su amiga había
contribuidoconsupésimaperocómicaimitaciónaquetodoelqueestuvieraahílededicaraalmenosunamirada.—Unmomento, ahoravoy—musitó Julia impasible, todavía con lasyemas
tecleando.—Vámonosya,que tengounasganasde fumarmeunpiti…—le insistió su
amigamientras buscaba su vicio en el interior del bolso. Si bien ya se habíapercatadodesuextrañocomportamiento.—Venga,notardes,Julia—leinstóreciaFranchesca,quesalióunmomento
desudespachoparallenarseunvasoeneldispensadordeagua—.Polpasaráabuscartedeaquíaveinticincominutos.Vaisaverunacasaen…Sarrià,creo.Julia enseguida dejó todo lo que estaba haciendo, cogió elmonedero de su
bolsoparaverificarquellevabasuficientedineroynoteníaquepasarantesporelcajerodeallado,yseencaminójuntoasuamiga.Noerabuenaideaexasperaralajefa.Alentrar enelbar,despuésdeesperarunosminutosen la entradaparaque
Cris se acabarade fumar el cigarro, se sentaron en laprimeramesavacíaquevieron.—Esperoquelamosquitamuertanotardeentraernoselcafé.Estacontalde
fastidiar…—lebisbiseóCris a Julia, y después, regresó a su tonohabitual—.Pueseso, loquete ibadiciendo,quesiempresehadichoquelasuegraesunapesadilla,peroyodigoqueesoesunbulo,lamíaesunauténticoamor—sonrióCrisdesprendiendounavaporosafelicidadensuaura—.Yesquedesdequesemudólasemanapasadaanuestrobarrio,losniñossoloquiereniraverladespuésdelcole,yyo,yaves,encantadadelavida.Hacíatantotiempoquenodisponíadeun ratoparamí.Además,ayer insistieron tantoenquedarseadormiren su
casa,queal finalsequedaron.Y…¿aquenoadivinasquéhicimosPacoyyodurantetodalanochesinlospeques?Bueno,enverdadfuehastalasdoce,peroesoparanosotroscuentacomosihubierasidolanocheentera.—¿Sexo?—obvióJulia.—¡Sííí!—espetóCrisconsumaalegría—.Aunquenoestuvimoshaciéndolo
hastamedianoche,sinoqueconelvino,lacenayelsexo,lacosasealargóhastalasdoce.¡NiquemiPacofueraRoccoSiffredi…!—¿Quién?—indagóJuliaconcaradetopo.—Sí,hombre,RoccoSiffredi,elfamosoactorpornoitalianoqueaseguraque
llevaeldiabloentre suspiernas,aquelque…—LacaradeJuliade importarletrespimientoshizoqueCrisdejaradeesforzarseensuexplicación:—.Daigual.Elcasoesqueporprimeravezenañosnofornicamoscomounasestatuasbajolas sábanas, acechando con pavor al pomo de la puerta, lo hicimos con luz ysobre el edredón, y jadeando como la gente joven y pasional que disfruta delsexolibreysucio.Aunquesíqueesverdadquemehubieragustadoprobaralgodiferente…Nosé,otrapostura,quizá.Ladelmisioneroyaesunpococansina.Juliamirabaporelcristalabstraídaenelmovimientoexteriordelacalle,oal
menos,eraevidentequesumenteestabainmersaenotracosaquenoeraloquelafacundaCrisleestabaexplicando.—¿Meestásescuchando?—¿Qué?—desviósusemblanteparamirarasuamiga—.Oh,sí,…claro.Que
ayermojaste—farfullóquitándoleimportancia.Criscruzólosbrazossobrelamesa,apartósumolestaexpresióndelacarade
Juliaysuspiróprofundamente.—Oye,perdóname,Cris,noqueríaserinsensible.—Extendiósumanoporla
mesayletiróconsuavidaddelamangadesufinacamisa—.Mealegrodequetú y Paco os llevéis bien. —Apretó sus gruesos labios volviéndolos un finoalambre.—Vale,nopasanada.¿Peromepuedesdecirquéteocurre?Tehevistoenla
oficina,yturetraídocomportamiento,juntoalexageradomaquillajequetehaspuestohoy,escondetodomenoslaverdad.Juliacreyóquehablarconsuamigalealiviaría,normalmentelohacía.
—Que… —Cris acercó su cara impaciente esperando a que escupiera elmotivoque la tenía tan rara.Sí que sabíaqueno estababien conÓliver, peroúltimamente parecía estar totalmente sumergida en un lúgubre universo—…PuesqueÓliveryyollevamosmuchosdíassinhablarnos,peronocomoantes,ahoranisiquieranossaludamos,ynosoloeso,intentamosnocoincidirencasahastalanoche,queesirremediable.Porsupuesto,élsiguedurmiendoenelsofá.—Crisbuscósumanoyselacogiócomomododeapoyo.—Ay,Julia,séqueloestáspasandomal…quizáyahallegadolahoradeque
ossentéisypongáisfinatodoesto—musitóconpesar.Juliamirabaalanadaconunrostroafligido.—Peroesqueloquecolmóelvasofueayer,cuandosemarchódecasaporla
noche sin decir nada, y regresó a las tantas de la madrugada. —Clavó sushirientesojosazulesenlosdesuamiga,castañosysorprendidos.DerepenteuncaféhumeantesevertiósobreelregazodeJulia,haciendoque
ellayCrisbramarandelsustoysepusieranenpiedeunrespingo.—¡Ay…!Lacaradepavorseasomóenambosrostros.Por lo visto la bebida se había derramado de la deslizante bandeja de la
camarera…Angélica.Crisacudióenseguidaaobservarsisuamigasehabíaquemado.—¿Julia, estás bien? —Le levantó el fino jersey y la observó con
detenimiento.—Sí…—pronuncióaúnenshockmientrastambiénescudriñabasucuerpo—.
Creoque,elbolsomehasalvadodequemarme,loteníasobremiregazo.Enefecto,elbolsoLouisVuittondeimitaciónhabíaimpedidoqueellíquido
dealtatemperaturasefundieraenlafinaropaypieldeJulia.—Aquí en la muñeca te ha salpicado un poco—acarició una rojez con su
pulgar—,peronoesnada,setecurarápronto—leaseguró.Y tras finalizar el importante y raudo examen que hizoCris a su amiga, se
volvióipsofactoenbuscadelaresponsabledelincidente.—¿Pero a ti que te pasa, gilipollas? ¿Te das cuenta de que podrías haberla
quemado?—mascullóhostilyconsumaofuscación.
—Losiento,semeharesbaladodelabandeja.Esmuydeslizante—contestóladespechadaAngélicasinunápicedearrepentimientoensuvoz.Semostrabaplantadaanteellascomounadiva.Juliaavanzóhastallegaraella,apropiándosedelprimerpuestoqueocupaba
suamiga.—Mira,guapa—pronuncióJuliaconvozimpostadayclavandosusenormes
ybrillantesretinasenlasotrasalevosas—.Séqueestáscoladitapormimaridohacetiempo.Perosiélaestasalturastodavíanohasucumbidoatuvenenodearpía, es que no te desea, y tampoco quiere tener nada que ver contigo —concluyó.Tras el acertado y humillante comentario, la cólera de Angélica aumentó
todavía más, haciendo que sus pupilas vidriosas y llenas de ira temblaranmientras contenían un lloro de amargura ante su rival. Sin embargo, sintiómomentáneamente la necesidad de escapar. Pero antes, lanzó la bandeja dealuminioalsuelocreandounestruendosoruidoenelsofocadoambiente,yhuyóde inmediato del bar, sin atender siquiera los reclamos de su jefe, el cualdesgañitabadesdeelinteriordelabarrasunombresincesar:—¡Angélica…!¡Angélica,vuelveaquíahoramismo!—Ven, cariño —le dijo Cris con mimo a Julia mientras se abrazaba a su
antebrazoparaavanzarjuntas—.Enmicochetengoalgoderopa,telaprestaré.¿Quieresquetellevealmédico?—No,queva,estoybien.Peroantesdesalirdelbar,eldueñosuplicódisculpascomouncosaco,yaque
Crislehabíaaseguradoqueaúnestabanpensandoendenunciarleportenerasuserviciounpersonaltanineptoypeligroso.Noobstante,cuandoelpobreyanopodíaconelsofoco,JulialehizounaseñaaCrisparaquelodejaracorrer,alfinyalcabo,laamenazayasehabíamarchado.
Capítulo15
UNAVISITACHINCHE
Óliverhabíapasadoeldíahaciendovariascosasensoledad,aunquedesdelasalidanocturnadelanocheanterior,quelehabíadejadoclaroquetodavíaestabacolgado de Julia, solo tenía ganas de verla. Si bien entretanto intentó serproductivo: salió a hacer running, puso una lavadora, pasó la aspiradora, einclusosacóapasearaSupermán,todoesoymás.Almediodíameditóporuninstante que aunque hacía días que ella no se presentaba a la hora de comer,quizáhoyconsuertesíloharía,asíquepreparóespaguetialacarbonara,comoaellalegustaba.Despuésdetrescuartosdehoradeespera,finalmenteloguardótodoenuntupperdentrodelfrigorífico.Juliahoytampocosehabíapresentado.SibienÓliveryaintuíaqueseríalomásprobablequeocurriera,peroigualmentesehabía resistidoamandarleunwasapparapreguntárselo (aunquehabríasidomuchomás práctico) porque hubiera resultado hasta raro hacerlo. Tal y comoestabanlascosas…NoobstanteÓlivernodecayó,yesquecadavezlequedabamásclaroquelos
iniciosnuncaeranfáciles,asíquedecidióbuscarotroquehacer.Sepusoaojearpor internet las ofertas de empleo como capataz, pero, un impulso, el cualdebería haber tenido hace mucho tiempo, le hizo indagar sobre los jugueteseróticos:«Septimocielo.com (visualizó la página web de su empresa, bueno, la de
Álex). Lamayor tienda virtual donde encontrarás todo aquello que necesitaspara gozar con tu pareja, o… tú solit@. Juguetes: vibradores, bolas chinas,
paraellos, sexoanal,BDSM-Fetish…—arqueaba las cejas amedida que ibaleyendo—.Estrangulador de pene,—ahí acercó la vista de golpe, se posó lamano sobre sus partes y fingió una mueca de dolor—, conoce más sobre elplacermasculino.Nohaydolor.Ereccionesmáspotentes.—«Ah»,musitóconmássosiegotraslasaclaraciones.Repentinamente llamaron al timbre de la puerta, el cual le hizo pegar un
respingo.—¡Mecagoenlaleche!¡Quésusto!—dijoconlamanoenelpecho.Selevantódelsofádejandoelportátilsobreélysecondujoalapuerta.Miró
por lamirillaperonovioconclaridad,solohabíaunaenormecabezagrisáceamoviéndoseytapandolavisión.Abrió.—¡Dani!¡Quésorpresa!—espetósorprendido.Ledioenseguidaunabrazoyunbesoenlamejilla.Erasuhermanomayor.—Quédelgadoteveo,Oli.¿Nocomesoqué?—¿Quéhacesaquí?TehacíaenMadrid.Pasa,anda—leanimó.Recorrieronelpasillohastaelsalón,yDanisequitólacazadoramarrónyla
acomodóenelrespaldodeunadelassillas.—HevenidoahaceruncursodeTIC[3],elsitioestácercadeaquí.Yasabes,
latecnologíanoperdona,renovaromorir,hermano.Que,porcierto,empiezaenunahora.—Miróel relojplateadodesumuñeca—.Aúnqueda.Cuandoacabeme tendréque irdirectoaporel trendevuelta.Laempresanomedejaniunrespiro—alzólasórbitas—.Solohepasadoasaludarte.¿Cómotevatodo?Daniera informático,yvivíaenMadridconsumujerAlbaysuhijodedos
años,elpequeñoManu.—Oh…pues bien. —Se rascó la nuca—. Te traeré algo de beber. Ponte
cómodo,ahoravengo.Danisesentóenelsofá.Primeroprobólacomodidaddelalarguradelchaise
long estirando sus piernas, ¡hmm!, suspiró al sentir la relajación en su cuerpocansado. Pero luego volvió a sentarse más apropiadamente, aunque por él sehubiera quedado en la anterior posición, que le hacía sentirse como en casa.EnseguidaSupermánselesubióalasrodillasparaqueleofrecieraunoscuantos
mimos.—¿Quépasa,elperrotampococome?—vociferóaÓliverqueseencontraba
en la cocina—. Cada vez que lo veo está más pequeño. Ahora parecedefinitivamenteunarata.—Óliverapretó lacomisuraenrespuestaalsarcasmodesuhermano.—Bueno,siemprelohasido.EstesolosealimentadelosbesosdeJulia,esun
mamoncete—levoceómientrascogíaunpardelatasdecervezadelanevera—.¿Ynuestrospadres,comoestán?—Bien,aunquemayores,yasabes,nohayquienlossaquedecasa.Dani,despuésdeacariciar lasorejasdeSupermán,bajósuspatasal sueloy
apoyó la espalda en el sofá para volver a sentirse cómodo y relajado. Acontinuación, y de forma accidental cuando agachaba la mirada en suaflojamiento, vio la comprometida página que su hermano tenía abierta en lapantalladelordenador.Seacercóparaleerconclaridad.Óliverentróalsalónydetuvosupaso,aligualquesurisueñasonrisa.Nose
habíaacordadodequehabíadejadopuesto…eso.Daniseirguióensuasientoysonrióasuhermanomenorqueseencontraba
impertérritoconlabebidacolgadadesusdedossinsaberquedecir.—PuesteibaapreguntarcómoteibaconJulia,pero…—setronchódegolpe
sin poder contenerse—. Veo que… lo lleváis bastante bien—dijo intentandoreponerse.Pero lacaraencarnadadeÓliver lehizovolveraemprenderfuertescarcajadas—…Ja,ja...Óliversemantuvopacienteesperandoaquesuodiosohermanosemoderara.—¿Y bien, has acabado? —Dani sostuvo con los nudillos de la mano su
hilarantesonrisaeintentóponerseserio.—Sí…,creoquesí.Lointento.Óliver le ofreció una lata de cerveza mientras dejaba la otra encima de la
mesita, después cogió el portátil del sofáy lo cerróde inmediato, olvidándolosobreeltablero.Respiróhondo,sesentóyabriólabebida.—¡Salud!—dedicóasuhermanoalzándola,yéltambiénlevantólalatacomo
respuesta. Ambos dieron un buen sorbo—. ¿Y qué, como se encuentran micuñadaymiqueridosobrinito?—lepreguntó.
—Bien—afirmóapretandolosfinoslabiosyasintiendoconvincente.Despuésse quedó inmerso durante un instante—. ¿Pero una cosa, de verdad te laestrangulas?—lesoltóconelceñofruncidoyunadesalentadoramuecadedolor.—¡No!—espetórotundo.—¿Telohaceella,entonces?—¡Porsupuestoqueno!Paraya, tío—farfullóabochornado—,pensabaque
habíaspasadoavercómomeibatodo.—Yesloquehehecho.Ahora,séquetodoteva…muybien.—Ydenuevo
comenzóadesternillarse.Óliverselevantódelsofáhastiadodesumofa.—Venga,hermano—lecogiódelbrazoapresurándoloaquese levantara—,
vasallegartardeatuTIC.Hasidoungranreencuentro,sinduda,comotodoslosquetenemos.—Daniapretabasuscomisurasalavezqueseponíaenpieconpereza.—Vale,vale…yamevoy.Dani le rodeó la espalda con su largo brazo y Óliver le encaminó hacia la
puerta de salida.Aunque antes de abandonar el espacio,Dani alargó el brazoparaalcanzarsuchaqueta.—Mealegrahabertevisto,ydalerecuerdosaAlbayunbesoenormeaManu,
desutío,quelequiere.—Selosdaréa losdosde tuparte.—SedieronunabrazosonoroyDani le
miró a los ojos, por fin parecía estar sosegado—.Y que sepas, hermano, quesiempre he envidiado tu osadía y tus santos cojones…—Desvió lamirada uninstanteyserascólabarbilla―.Porqueaúnlostienes,¿no?—¡Serás…! —Le empujó hacia fuera—.Vete ya, antes de que aterrice mi
osadopuñoentubocaza—dijohilarante—.Adiós.—Nosvemos,Óliver—leguiñóunojoconcariñoydesapareciódelrellano
bajandolasescaleras.
Capítulo16
CRUZANDOLALINEAROJA
Óliver ya había salido de casa tras haber completado su dedicadametamorfosis; ahora era un radiante comercial y no un hombre desaliñadocualquiera. Tenía una reunión en la calle Aragón a las seis de la tarde. Sinembargo,despuésdelasanteriores,quehabíansidountremendofiasco,acualpeor,habíadecididoqueaquellaseríalaúltima.Además,queríacomprobarsilosuyocon Julia teníaarreglo,y conese sinvivirnoconseguíacentrar la cabezaparapoderimplicarsedelleno.PoresopensóquedebíadecírselocuantoantesaÁlex.Asíqueprobóenllamarlo,ysorprendentemente,lecogióelteléfono:—¿Sí?—¿Álex?¡Nopuedocreerquemeestéscontestando!—dijoÓliverconcierto
entusiasmo.—Sí,tío.Mehaspilladoenunbuenmomento.—Mejor, porque tengo muchas cosas que decirte —manifestó en un tono
serio.—Vale.Pero…porfavor,piensaentodosnuestrosañosdeamistad.—Sí, pero esto no se hace—le recriminó—.Tendrías que haber sido claro
desde el principio. Y además, te has estado escondiendo para no contestarmedirectamentealteléfono.—Bueno…puede.Quizáunpoco,y losiento.Peroambossabemosque las
palabrasquemehabríasdedicadonohubieransidoagradables.Entiéndelo,teníaunbuenmarrón.Ylosigoteniendo—recalcó.
—Y de verdad que me sabe muy mal todo lo que te ha pasado con elderrumbedelacasanuevaytodoeso,pero…yonovoyapoderayudartemás.Hagolasiguienteylodejo.—¿Qué?No,no,no,espera…EscúchameÓliver—lesuplicó—.Elotrodía,
Romina,mi jefa de Séptimo cielo, aunque ahora es la tuya,me escribió parapedirme explicaciones. Dijo que algunos clientes se habían quejado de misreuniones. Yo, en vez de preocuparme, le dije con toda seguridad que habíatenidoquehaberalgúnmalentendidoyquenovolveríaasuceder.Porquesabíaque tú,mimejoramigo,nomefallaríayhallaría la formadesacarmedeesta.Tú,Óliver,ereselhombremáslistoyespabiladoqueheconocidoenmivida,alguien que lucha siempre por los suyos, y estoy seguro de que sabrás cómosalirtedeesta.Confíoplenamenteenti.—No,Álex,no.Nopuedeshacermeesto—musitóconcongoja—.¿Pero tú
sabesloquemeestáspidiendo?Esqueyonotengonipuñeteraideasobreestetema,y…Además,últimamentelascosasnovanbienporaquí.—Oli..Oliv…—¿Álex?—No... escucho… Se corta… nos… pronto. —La conexión finalmente se
detuvo.—¡Lamadrequeteparió!—acabóvoceandoÓliveralaparato.Sesubióalcocheeintentómitigarsumalalecheponiendolaradioantesde
llegar al lugar de la reunión. Si bien no lo consiguió del todo porque nosintonizababien,hastahabíaprobadoconelcanaldemúsicaclásicaquenuncafallaba, pero no, ni con esas pudo desconectar y el cabreo fue mermandoirremediablementeensucabeza.Cuandoaparcó, recibióunmensajealmóvil:«Yonuncame rindo,ymenos
ante unos labios tan dulces como los tuyos. Te quiero entero», ponía. EraAngélica.—Joder…,laquemefaltaba—murmullópasándoselamanoporlacara.Bajódelcocheconelúnicodeseodeacabarconlopróximoqueleangustiaba:
la reunión. Y se dirigió a la puerta de la casa privada intentando recordar,mientras se mordía con angustia las uñas, para qué servía el Taison X de las
narices.
***
—Julia, ¿de verdad que estás bien? —le preguntaba Pol preocupado,entretantocerrabaelcolosalportóndelaexquisitamansiónalaqueacababandeentrar—.Despuésdeloquetehapasado,seríamejorquetellevaraaunmédicoaqueteexaminara.Crishadichoqueelcaféestabahirviendo.—No te preocupes, solome ha salpicado una gota, todo lo demás ha ido a
pararalbolso…Aunque,meencantabaesebolso—dijoconpesar—.EraunaperfectaimitacióndeLouisVuitton.Polseacercóaella,ylevantósumanoparaescudriñarla.—Yaveo la salpicadura—dijo fijando lavistaen lamuñeca.Aproximósus
labiosylebesóenlamisma—.Ahorasetecuraráenseguida.Juliaseruborizódeinmediato,nosabíaquéhacerantetaldescaro,yesque
cadavezibaamás.Deslizólamanoporsucerradagarrahastaliberarseyluegoreinició unos pasos por la entrada del comedor. Era un lujoso ambiente queestaba decorado para recibir a la mismísima familia real; resaltaba laimpresionantemesa demadera de estilo europeo antiguo tallada amano, queportaba elegantísimos candelabros plateados en su largura de, por lo menos,cinco metros; también los cuatro cuadros de arte disipados por las paredespertenecientes con certeza a idolatrados artistas, uno de ellos Van Gogh, sinduda.Y loque ledabael toquemás imperialde todoseranaquellascolumnasembellecidasdemarfilqueactuabanjuntoalaplata,luciendoestaúltimacomolafaunaluminosadelpaisaje.—¡Me encanta este sitio! La luminosidad, la increíble decoración, el
equilibrioquehayentrelosmatices…Todohacequeelcomedorseaevocador―dijoparacambiardetercio.—Sí,síqueloes,yahoratodavíamás―opinóPoldesdelapuertamientrasla
observabacautivado.Ellasabíaperfectamentealoqueserefería,perointentóhacercomosinada.
—CreoqueseríaidealparaelmatrimonioAguilar—valoró.—¿Sabesqué?—Anduvohastaella.—Dime,¿setehaocurridootrapareja?—No, no es eso. He estado hablando con Franchesca, parece que quiere
adelantar su jubilacióny…puedeque lleguemosaun acuerdoynoshagamossocios.—¿Cómo?¡Esoesmaravilloso!Ellaleabrazóconentusiasmo.Cuandovolvieronaencontrarsedefrente,élla
mirópenetrantesindejardeagarrarsucintura,yJuliasequedóatrapadaensuverdemar.—Si llegara a ser socio, lo primeroquenecesitaría sería a unagerentepara
FincasSalvat. ¿Qué teparecería si tú…—le acarició el contornode su rostroconelíndice—…fuerasmielección?—¿En…enserio?—musitótitubeante—.¿Mepondríasamídegerente?—Así es. Incluso había pensado que, podríamos ofrecer un servicio
profesionalparanuestrosclientessobreladecoracióndeinterioresdesusnuevasresidencias.Yporsupuesto,túseríasquienloadministraras.—¿Deverdadharíaseso?—Bueno,solosi…mepermitierasverbrillarmásdecercaesospreciososojos
azulesquetienes.—Élseacercócautelosoasuslabios,aunqueestavezlohizodeformainfalible.JuliasabíaquePol,elreputadoeinigualablevendedordecasasdealtagama,
no estaba resultando ser muy profesional en ese lapso, sin embargo, ella semantenía impertérrita contemplando su vibrante presente, y es que se sentíaplenamentesofocada.Sibienestabaanhelanteporfundirseenladeliciosacarnedeeseespléndidoespécimenquelehabíarondadoúltimamente.Erademasiadodifícilnosucumbirasullamadaymantenersefielanteelmatrimonio.Yensurauda reflexión, cuando los sensuales labios todavía permanecían distantes,recordódeprontolahorriblenochequehabíapasadoimaginandoloqueÓliverleestaríahaciendoa susespaldas.Enun segundoadelantóel escaso recorridoquefaltaba,yalcanzóconsussedientoslabioslosmelososdePol,sintiendoensuinteriorunagloriosaexplosiónderegocijo.
Él la estrechócon fuerza, correspondiendodeesa forma su idéntico anhelo.Enelansiosorecibimiento, lahumedaddeambas lenguascomenzóadisiparsepor losmeridianosdesuscaras,susorejasysusbarbillas,puestoquedesdeelprincipio ese consolador beso, se había convertido en un gesto ferviente ydescontroladodepasión.Sindudaerafrutodeldeseocontenidodehacíatantosdías. Rozarse entre ellos, parecía ser algo muy peligroso, su libido era tanexasperantequepodríanperecerporproducirseunadesorbitada tensiónensuscuerpos.Sinembargo,ellosnoparecíantemerleenabsoluto.¡Hmm! ¡Mn…!Los resuellos no cesaban, su gozo se pronunciaba entre sus
bocas con increíble insolencia. Y con tan solo dos pasos hacia delante, PolacorralóelcuerpodeJuliahastaelbordedelamesatalladademadera,aunquenoseatrevióasepararsussonrojadosyalteradoslabiosdesuexquisitatez,quele sabía aunadulceguindadepastel, ni tampocodesprendió su cuerpode lascurvas de Julia. La cogió por un instante de las nalgas y la subió de formaimpetuosaallujosoyfríotablero,creandounincipienteydesgarradorjadeodesuboca.¡Ah!—Heesperadotanto…estemomento—lesusurróélenellóbulodelaoreja
coneljadeocontenidoentrelosdientes.Julia semordió el labio de deseo y le quitó la americana, deslizándola con
rapidezentresusbrazos.Despuéslesacólasuavecamisadelpantalóndemodoimpaciente,eirrumpióencuantopudoconsusmanoselextraordinariotactodesumusculosotorso,queeraeldeundios.Sedeleitótantoconeseactoquesusresuellosresonaronsinquererdesuslabios.¡Hm…!PeroPol noquisoquedarse el último, ymientras su conquista lo acariciaba
placenteramente,enseguidaquisocatartambiénéldesucáliz.ColópordebajodeladelicadablusadeJuliasusnervudasmanosycomenzóaexplorarsinmásdemoralosespaciosmásrecónditoseíntimosdesucuerpo:sumanoagarróunpechoalcompleto.«¡Mmm…!»,voceóJulia.Ellasedejabaacariciarconfervorysentíagratamentecomolanervudaehirientemanodesuseductordeshacíasupielcomosifueracandentecera,asimismoexperimentabalaexcitantesensaciónqueleprovocabalasobresalientevoluptuosidaddesumiembroentrelafinatelade su ropa: la tenía más dura que el hierro. Hacía tanto tiempo que nadie la
acariciaba así, que nadie la deseaba de esa forma tan impetuosa...Durante uninstante,susojosentrecerradosdegozosereencontraronconlosdePol,quelamirabanacechantesy codiciosos.Sintióvergüenzay contuvo su excitaciónuninstante.—¿Podrías bajar un poco esa persiana de allá, por favor?—demandó Julia
señalandoladeenfrente,queera laresponsabledeabastecerlescondesmedidaluznatural.Y entretanto pensó con más bochorno que estarían pareciendo dos actores
pornodesmadradosenuniluminadoescenario.—¿Ahora? —Se notó con claridad que le había importunado, pero de
inmediatocurvósubocaconligerezaparadisimular—.Sí,claro…voy.Polse irguiódesu inclinadaposición,estabaaturdidoe intentabaconcierta
dificultad que susmovimientos y reflejos volvieran a su sano juicio.Actuabaigualquesiacabaradedespertardeunsueñoprofundo,ocomosisobrellevaraunapesadacogorza.Mientras él recorría el amplio comedor, Julia se fijó en la otra ventana que
estabaalfinaldelaestancia.Ensurecuadrosedivisabaunainmensayazuladapiscinacristalina.Yalmomento rememoróun relevante recuerdo: el día en elque Óliver y ella se conocieron. Fue en una noche de agosto, había salido atomaralgoconsusamigas.Alparecer,unahablóporelmóvilconunamigodela universidad y le dijo que él y unos cuantosmás se estaban bañando en lapiscinalocal,ydurantelaconversación,laanimóaqueellaysusacompañantesfueranparaallá.Eranlasdosdelamañana,asíqueeraevidentequeaesashorastan intempestivas no estaba abierta. No obstante su amiga en aquelmomentoresultósermuyconvincenteparaquelaacompañasen,nofuefácilpersuadirlasatodas,sobretodoaJulia,puestoquesetendríanquecolarylamayoríanoteníanganasdemeterseenproblemas.Peroal final todasaceptaron,yJulianoquisoquedarseatrás,asíqueencuestióndeveinteminutossepersonaronenellugar.Cuando llegaron había cuatro personas bañándose en la enorme piscina,
aunquesoloseveíansusoscurassombrasmasculinasiluminadasporelbrillodelasestrellasylaluna,queaquellanochepermanecíainusualmentebaja.Tambiénse escuchaban las carcajadas ahogadas de los chicos por las imprevistas
zambullidasqueseprovocabanentreellos,peronosepodíaapreciarenningúnlapso el rostro de nadie. Cuando Julia se sumergió por primera vez, intentóbuceardeuntirónlatotalidaddelapiscinaencapotada,elaguaestabademuertey le encantaban esos retos que ellamisma se imponía. Pero cuando ya estaballegandoalfinal,sechocóconalguien.Saliógritandodedolortocándoseel labio,selohabíapartido.Deinmediato
Óliver,queeraconquienhabíatenidoelincidente,lasacódelagua.Éltambiénse había hecho daño en la cabeza pero no le importaba, tan solo le urgíaatenderlaaella.Lacogióenbrazosyhaciendocasoomisodelaspeticionesdesusamigos,queleincitabanaqueladejaraenelsueloyletaparalabocaparaquenoprovocaramásalborotodelator,fuedirectoalaverjaconellaentresusbrazos y pateó el alambre originando un gran estrépito hasta que consiguióderribarlo,despuéslasubióasucocheypisóafondoelacelerador.Enmenosdediez minutos Óliver ya estaba plantado en el hospital exigiendo que laexaminaranylasanaranenelacto.Cuandocomenzaronasalir,élleconfesóque,desdelaprimeravezquelavio
ahídepiesobreelbordedelapiscina,conelreflejodelaguaturbiarebotandoensubello rostro, seenamoró locamentedeella.Ycuandosupoqueel incidentehabíasidoconellaylahabíalastimado,nodudósiunsegundoenatenderloquedesdeesemomentoerigíasumundo:ella.—Bueno, ya está bajada—dijo Pol posando nadamás llegar sus candentes
manosenlasrodillasdeJulia—.¿Pordóndeíbamos?Peroentonces,JuliasebajódelamesaeimpulsólamasadePolparaabrirse
camino.—¿Quéhaces,Julia?—interpelóPolcontrariado.—Mevoy.—¿Cómo?¿Adónde?—Ellanolecontestó.Sedispusoarecogerunabolsay
unacarpetadelsueloysedirigióhacialasalida.—Espera…Yotellevo.—¡No!—voceódesdeelumbral—.Cogeréuntaxi.
Capítulo17
LAAVEZADASEXÓLOGA
Óliveracababadesalirde la reunión,estabaacaloradoyalterado,aunquesurespiraciónseibaralentizandoamedidaqueibaabandonandosuszancadasporpasosnormales.Se dirigía hacia el coche mientras sentía en sus adentros una enorme
indignaciónyofuscaciónalavez.Denuevohabíasidotodounfracaso.Sibienlo peor no había sido la reunión en sí, sino que había tenido que marchar aescape.Yesquecuandoélestabaapuntodesalirporlapuerta,yaconelchascolatente entre susmanos, una señora de la edad de sumadre le acorraló en laentradayleagarrólamuñecatoscamente;queríaenseñarlebajosufaldadondeseencontrabaelpuntoGconcretamente.Óliver,horrorizado,tuvoquehacerunafuerza inconmensurable para quitársela de encima, al mismo tiempo queintentabanohacerledaño.Noobstante, ellanoparabade insistir robándole lamano y poniéndola lo más cerca posible de sus partes íntimas, además conaquella prenda de vuelo que llevaba le resultabamás fácil ir directa al grano.Aquella desagradable e incómoda situación, hizo que el pobre Óliver sintieraciertarepulsión,hastaquepudoabrirlapuertayhuircomounciervoasustadizo.Sesintióviolado.Antesdeeso, lasmujeresencuestiónsehabíansentidoestafadasy también
ofendidasdurantesuactuación:―¿Comoalguienquenoconoce lautilidadde susproductos,ni siquiera su
denominación, puede tener la cara dura de personarse ante tantasmujeres que
ignoran el temay se han puesto en susmanos?Hayque ser un sinvergüenza.HastaunamonjasabedóndeestáelpuntoG.¡PorDios!―ledijolaquelohabíacontratado.ÓliverabriólapuertadelInsigniadeunbuen tirón,casi laarranca,después
intentóintroducirelmaletínconunlanzamiento,aunqueestevolvióacaersealsuelo.Lo agarró de nuevo y lo fuemetiendo conmala leche por la ranura dedetrásdelasiento,—¡Cabrón,entradeunavez!—.Despotricóa lavezque seayudabadeunascuantaspatadasparaacabarlodemeter,ytodopornoinclinarel asiento hacia adelante.Aunque estaba claro que aquella granmasa sin vidaestabapagandoelpatodesuexacerbación.Suspatadasfuerontanviolentasqueabollaron un poco el respaldo, y también mancharon la impecable piel de latapiceríaconsuciaspisadas.Ycuandoalfineldichosomaletínyaseencontrabaenel interior,sedispusoaacomodarseenelasiento.Aunqueantesdedarlealcontacto,sequedóabstraídodivisandoalgofrenteaélquelerobósucompletaatención;eraunsexshop.Saliódelcoche,ysecondujohastaél.Al llegara la resplandecientepuertadecolorpúrpura,aunqueenrealidadél
pensabaqueeradecolorrojoputónverbenero,entrósintitubear.Algoquehaceunassemanashubierasidoimpensable.El sitio estaba altamente iluminado, y sus cuatro paredes estaban decoradas
convistososexpositoresmuysugerentes:seexhibíanlasespectacularesmodelosdelafamosafirmaestadounidenseVictoria’sSecret,luciendosuspicardíasentrelasalascomosienrealidadfuerandiablesasdispuestasaabsorberteelalmaenunabrirdesostén.Tambiénsehallabanotrasmujeresmenosconocidas,perodeigualformaaltamenteexuberantesqueserevestíanescasamentecondisfracesdemiloficios;profesora,sirvienta,enfermera,cocinera…Vamos, todasellasmuyprofesionales.Asimismo,Óliverprocedióaobservarlosestantes.Trashacerlodiscernióque
la colección de productos eróticos se asemejaba mucho a la suya, aunque enaquella se añadían chispeantes juegos de mesa que aclaraba a los jugadoresquiénseencargaríadedarleelgustoalotro.Eso lehizosonreír.Peroalpasarpordelantedeunmaniquímorbosoenformademujer,nopudocontenerseen
tocareltangadesupanderodeplástico.Loestiróyvioqueensuinsignificantetelaofrecíadosagujeros,unopordelanteyotropordetrás.¡Ah,claro,cañaporlosdoslados!,espetóocurrentedespuésdecomprendersuutilidad.—Hola,¿necesitasalgo?—dijounamujersonrientequevestíadeunelegante
negro.—No…bueno…—musitódubitativo,peroal finalsedecidió—.Enrealidad
sí.Queríasaberlautilidaddevariosdesusproductos.Lamujer de pelo rubio y rizado, que lucía perfectamentemaquillada y con
exquisitapresencia,lesonríosutilmente.—¿Varios?—Ajá—aseguróÓliver.—Entonces, sígueme—le estiró de su antebrazo—. Por cierto, soyRaquel,
dueña de todo esto y, además, sexóloga.—Óliver enarcó las cejas debido alinterésquelesuscitó.Ypensóquehabíatenidosuerte.—Encantado,yosoyÓliver.—Lorecordaré—mascullósinceramirándoleconelrabillodelojo.Alllegaralaotrapunta,lapeculiarmujerquedesprendíaunintensoaromaa
naranjo,apartóunacortinarojayleinstóaentrar.—Adelante.Aquelsitioparecíaserunaextensadespensa,donderesguardababajounaluz
untantotenue,elalimentomáspicantedelarazahumana.—¡Vaya, tienes cientos de productos! —se sorprendió Óliver al encontrar
entrelasestanteríascosasquenohabíahalladoensumaletín.—Está bien. Comenzaremos por los esenciales. Tenemos estimulantes y
afrodisíacos,lubricantesíntimosytambiénjuegoseróticos.—Alzólascejasunpardeveces seguidaspara remarcar la sensualidaddelasunto,yÓliver sonriódivertido—.Estoesbásicoparavencerlarutinadecualquierpareja.Sinotienesesto,turelaciónvadirectaalamorgue.—Ah,entiendo.—PorsupuestotampocotepuedefaltarellibrodelKamasutraentumesitade
noche,¿Quéharíamos repitiendo lomismounayotravez? ¡Quéhorror!—rio
obviándolo.IpsofactoÓliverpensóenlastresposturasquellevabapracticandoconJulia
durantelosúltimosaños,yaqueensusprincipiostodovalía;eranlacucharilla,elmisioneroyelperrito,y siempre lohacíanen lacama.El sofá resultabaunpocoincómodo.—Claro,claro—respondióélcompartiendosuopinión.—Despuésestánlosjuguetes,lamejordiversiónparaeladulto,einclusopara
los adúlteros. —Volvió a curvar su boca traviesa, se notaba que estabadisfrutando.YesquelatalRaquelhabíanacidoparaeso,nocabíalamenorduda.Óliver,
entretanto, seasemejabaa la luzdeemergenciadeaquella sala lúgubrepor surostrobermellón.—Mira,lasbolaschinassondelomejorcitoquehay.Conellas,losorgasmos
de tuparejapuedendurarhastaquincesegundos, ¡sonunamaravilla!Ypor sifuera poco, aumentan el deseo sexual y disminuyen los síntomas de lamenopausia. ¡Unagozada!—Acontinuaciónsacóalgodeotracajita—:Para ti.—Se lo depositó en la mano—: Anillo vibrador, otra maravilla del universo.¿Sabíasqueelclítorisdetuparejatieneeldobledeterminacionesnerviosasquetu pene?—Óliver apretó sus finos labios y negó con la cabeza con reparo—.8000entotal.¿Ysabescómosacarleprovecho?—Volvióanegarconlacabeza,yaquesinolohacía,ellanocontinuabaconlaexplicación.Lerecordabaalasprofesoras de párvulos, aunque esta, no mantenía su inocencia. Ciertamenteaquellamujererainquietante,peroparecíasabermuybiendeloquehablaba—.Estimulaelclítorisypotencialaereccióndelhombre.Unjugueteparaquenoospeleéis.Aunquesilohacéis,unareconciliaciónextra.—Guiñóelojo.RaquelcontinuóasesorandoaÓliverentodoloquepudo,mostrándolehasta
cosasquenisiquierahabíansalido todavíaa laventa.Pero traspasarcasiunahoradeinteresanteeilustrativacharla,exceptoendosmomentosquetuvoquesaliraatender,ellafuemuyclara:—Aver,meparecesunchicoexcepcional.Dehechopocoshombressetoman
tanenseriolaimportanciadelasexualidad.Sitodosfuerancomotú,noexistiríalatensiónnoresuelta,nitampocolaexpresiónde«¡estásmalfollado!».—Óliver
sonriódeformainesperadaalavezqueenarcólascejas,yesqueRaqueleratanclara….Aunque precisamente por eso y por la naturalidad con lo que tratabatodo aquello, él no lograba sentirse cómodo—.Sin embargo, si quieres que tedigaelmejorconsejoparallegaraserunauténticoentendidosobreeltema,eseste:sinolopruebasnolosabes.—Mm,…yaveo—musitóélabrumado,yechóunraudovistazoalasdecenas
decajasabiertasquelehabíaenseñado.—Te voy a poner en una bolsa varios demis productos, son cortesía de la
casa.—No,noesnecesario,deverdad.—Porsupuestoque loes,alguiencomo túdebe tenerunamplioabanicode
posibilidadesparaelegir.—Abrióunabolsadeplásticoycomenzóaintroduciralgunascajasquesehallabanporlasestanterías.Segiródepronto—.Pero,esosí, cuando acabes con la experiencia, quiero saber qué tal te ha ido—sugirió,finalizandosusosadaspalabrasconsuacostumbradaytraviesasonrisa.—Vale, me parece justo —respondió Óliver con su continuo rubor en las
mejillas.Ellaacabódecolmarlabolsa.—Bueno, ya está todo, salgamos de aquí. Creo que estás pasando mucho
calor,porquetieneslacaramásrojaquelapuertademilocal.—Sí,eseso…elcalor—aseguróÓliver.
Capítulo18
CONFESIONESYRECONCILIACIONES
Ólivercondujohasta sucasadispuestoahacer lonecesarioparanodejarenmallugarasuamigo,sobretodoconelfindequenoleacabarandespidiendo.Talycomoibalacosa,leaugurabalopeoralpobre.Al llegar, escudriñó las habitaciones de una en una. «Bien, Julia no está»,
caviló.Se dirigió al dormitorio, pero se detuvo un momento para recular hasta la
mesadel salón.Depositósobreellael recibopagadode la luzqueacababadesacar del bolsillo de la chaqueta. A continuación fue un instante al lavabo alavarselasmanosydespuéssemetióeneldormitorio,cerrólapuertaydesplegótodoelarsenalquehabíarecopiladoentresumaletínylospresentesdeRaquel.¡Fffff…!Suspirócondesasosiegomientrascontemplabaelinusualpanorama.Acto seguido comenzó a desnudarse tirando la ropa al suelo
despreocupadamente,hastaquedarsecomoDioslotrajoalmundo.—Allávoy.Avanzóhacialagranmontañayempezóahurgarenella.—No.Estoesparaellas…—dijodesechandoelproductohacialaotrapunta
delcolchón—.Estonotengoniideaparaquésirve…,muygrueso…,demasiadopuntiagudo… —aseguró con expresión de desagradable dolor—. Creo quecomenzaréporeste lubricanteconcentradodealoevera,pero…¿Dóndeme lopongo?
Locogió,abrióelproductoysepusounanuezdepomadaensusdedos,peroantes de cerrar la tapa se echó otra buena cantidad encima—sí,mejor así—.Lanzóelfrascodeplásticoalsueloysequedóabstraídoporuninstante.Despuéssesentóenlacamaycomenzóadeslizarlapomadaporsumiembro
quesehallabaciertamenteerecto.—Grrr.Sequejóporlaaltafrescuraincipientequesintióensudelicadapiel,perono
sedetuvo.Yduranteelmasajeposteriorexperimentólagratalubricaciónqueleestaba obligando a apretar ligeramente sus comisuras. Al desviar la miradaobservóunacajaquesehabíadesplomadohaciasupeso:RobocopXXL,ponía.Tomólacajaconsusmanosresbaladizasysacóelobjetodedentro.«¡Joder,esenorme!», espetó con horror. Aquel instrumento de punta ovalada era másgrande que sumano y parte de lamuñeca.—¡VamosÓliver, tú puedes!—seanimóélmismo.Se inclinó al suelo, recogió el frasco de aloe y lo apretó hasta ponerle al
colosalRobocopunabuenacantidad.Despuésseposicionóderodillassobre lacama, tragó saliva y se lo empezó a acercar con sigilo a su parte trasera. Ycuandoestabayarozando…—¡No puedo hacerlo! —Le entró el pánico y se sentó temeroso
obstaculizandosuentradatrasera.Tras unos minutos en silencio intentando desechar la pesada carga de
cobardía,volvióallío.Estavezcogióunacajapequeñaquellevabamirandohacíaunossegundos.El
comentado anillo vibrador. Lo sacó del interior y admiró su precioso diseño,inclusoseloprobóeneldedo.—Esbonito—murmullóconaceptación.Respiróhondodenuevoycomenzóaadentrárseloporelpene,quebrillaba
como la piel escamada de un pez salado. Pero al parecer tenía problemas encolocárselo.―Esto no entra —insistió—. ¿Habrá tallas? —se preguntó con cierta
perplejidad, pero siguió intentándolo, hasta que ejerció un poco de fuerza—.¡Ah,mecagoenlamadrequeteparió!¡Mierdadeinvento!—lolanzócontrael
armario.Se levantóenfurruñado,diovariasvueltas alrededory finalmente, se acercó
detrás de la puerta y cogió al azar una bata de estar por casa para ataviar sucompletadesnudez.Teníaquesalirimperiosamenteatomarelfresco.Sedirigióhaciaelbalcón,yaunquenopodíaveraSupermán,sabíaqueélle
seguía al escuchar el tintineo continuo de sus uñas en el suelo. Pero antes desalir, abrió el cajón del mueble donde salvaguardaba bajo unos papeles unpaquete de tabaco. Él no fumaba, de hecho ese lo tenía guardado hacía añoscomorecuerdodesujuventudydesustiemposdedespreocupadaintoxicación.Sehizoconuncigarrojuntoalencendedorycerróelcajón.Fueentoncescuandosedispusoaabrirlapuertademaderadelbalcónquechirriabahorrorosamentecomo los pavorosos puercos de un matadero. Frunció el ceño entretantoescuchaba el ruido ensordecedor, y avanzó al exterior para respirar al fin elansiadoairefresco;¡Ah…!Seacomodóenunadelassillascruzándosedepiernasycomprobódereojo
como su peludo seguidor también le vigilaba, y seguramente el muy cabrito,tambiénloestaríajuzgando.Diounfuertepisotónenelsueloparaasustarloyencuanto vio como huía pusilánime, curvó los labios triunfantes. Se encendió elpitilloymiróelcieloconunsemblanterepentinamenteserenoyrelajado.El silencio se había vuelto sumejor aliado y aquel corriente lugar era, sin
duda,susantuario.Enunlapsoinesperado:—¡¿Óliver!,quéhaces?!—leasustóJulia.Ella lomiraba completamente atónita desde la puerta del balcón. Y es que
Óliver se encontraba expulsando humo por su boca como una locomotora, yademás, se hallaba cubierto solamente con su corta bata de satén de estiloorientalenunaposiciónigualitaaladeunagranlady,yeso…,sencillamentenole ayudaba en absoluto. Él se quedó afásico al meditar en el acto lo queprobablementelehabíacausadotalpasmoasumujer.—Yo… —pero antes de que pudiera dar una explicación medianamente
creíble,Supermánsalióalbalcónpaseandoalgoconsuboca.Mientrasdabavueltassinpararporelespacio,Julia intentabavisualizarque
esloquelesobresalíatantodesupequeñohocico.
—¿Qué es eso que lleva? —dijo ella frunciendo el ceño a la vez que seacercabaasuqueridabolapeluda.Óliveragrandólosojosproduciendounaexpresióndeauténticohorror,alcaer
queloquelerebasabadesusbigotesnoeraotracosaqueelRobocopXXL.YcuandoJuliaalcanzóasuperro:—¡PorDios,Óliver!¿Quésignificaesto?Tiró en seguida al suelo el sucio ente que había extraído del morro de su
amigo.—¡Espera,puedoexplicarlo!—Sí,¿deverdadcreesquepuedesexplicarmeporquéestásfumandomedio
desnudoenelbalcónymiperrollevaunenormepenedesiliconaenlaboca?—Creo…—musitócauteloso.ElpálidorostrodeÓliverevidencióquenoestabapasandounbuenmomento.—Ay…Estábien,vayamosdentro—ledijoellapiadosa.AlirrumpirelinteriorJuliaseacercóalamesa,dondevioelrecibopagadode
laluz.BuscólacaradeÓliver.—¿Cómolahaspagado?—Pues…últimamentemehasurgidountrabajo.—Sí, ya lo sé.Tehe visto trajeadoy conunmaletín…Sin embargo, no sé
nadamás.Óliversesentóenelsofáyagachólamirada,parecíaapesadumbrado.—Bueno,yanoimporta.HeintentadohacerleunfavoraÁlex,perodespués
detodoloquehapasadocreoquenovoyapodercumplirmásmipalabra.Yséque nosotros tampoco estamos bien, en realidad nuestra relación va como elculo.Peronotepreocupes,loheestadopensandoynoquierosermásunacarga.Por mi culpa nos estamos quedando sin medios —parloteaba sin cesar, sinsiquiera respirar entre palabra y palabra—, así que no prolongaré más estaagoníaycogerélascosasparamarcharmecuantoantes.—Espera,espera,espera…—Seacercóaélconcaradeconfusión—.Pensaba
queÁlexyahabíavueltodevacaciones.—No.Fueaversucasanuevayselederrumbó.
—Oh, qué mala suerte. Bueno, a lo que iba… —Se sentó en el sofádirigiéndosehaciaél—:Nunca,jamás,entodoslosañosquellevocontigo,teheescuchadorendirte,nimuchomenosfaltaratupalabra.Asíque,ovuelvesaserelgranhombreluchadorqueyoconocíalosveintidósaños,o,pormuchoqueme duela, ya puedes coger tus cosas y largarte por esa puerta. Porque yo nodeseoestarconalguienquenoseaelauténticoÓliverCruzCoronelconelquemecasé.Óliversequedóperplejo.¿Enserioqueríaseguirconél?Los sentimientos que Julia acababa de expresarle le compusieron
repentinamentedeunaarmadurasólidaeinvisibleportodasumasa,ysecreyócapazdetodo.Noobstantesintiólaobligacióndesincerarse,yesolevolvióacausarciertainseguridad.La miró a sus bellos ojos, y sintió agradablemente cómo, por fin, podía
perderse de nuevo en su pacífico y fulgente mar, un mar que veneraba y leofrecíalapazqueélnecesitabaparaseguirviviendo.—Quizásitecuentodequévaeltrabajo…cambiesdeopinión.—Prueba—manifestósegura.Élserevolvióensuasiento,miróhaciaunpuntomuertoyexhalóaire.—Vale.EstosurgiódebidoalcontratiempoquetuvoÁlexconsucasanueva,
resultaquenopodíallegarparaatendersutrabajoymepidióquemeencargarayo.Noqueríaquelodespidieran.—¿Tú,comomecánico?Sinosabesnidóndeestálabombadeagua.—No,eldemecánicono—explicóuntantoofendido—.Ysísédondeestála
bombadeagua,seencuentra…debajodelcapó—resolvió.Ellaapretóloslabiosperosecontuvo.—¿Entonces,dequémástrabajaÁlex?—Estásigualqueyocuandomeenteré.Tampocoteníanilamásremotaidea
dequetuvieraotrotrabajo,perosí,lotieneparaganarseunextra…Esasesordereunionesdetapersex…Ejem—murmullólaúltimafrasetanrápidoqueapenassecomprendió.—¿Qué?Noheentendidoloquehasdicho.Lamiróalacaraypensó:«Loperdidoalrío.Adelante».
—Que es asesor de reuniones de Tapersex —resaltó alto y claro, y cogiócarrerilla—.Oseaqueyoheestadodedicándomeamostraryailustraravariosgrupos de personas sobre la utilidad de los juguetes eróticos. Bueno… o almenoslointentaba.—Óliverobservóelsemblanteboquiabiertodesumujer,quenodecíanada.Esperóunossegundoseternos—.Bien…dialgo,porfavor.—¡Ja, ja, ja…—Juliaseechóareírynopodíaparar, inclusosu tezclaray
albarsetornóencarnadacomoladeunaalemanadeveraneoenlaCostaBrava.Óliver miraba alrededor, hostigado, hasta el punto de comenzar a estar
hastiadodeescucharloslatososruidosdeburladesudichosamujercita.—¿Tú?¿Explicándolealosdemáscómofuncionaunconsolador?Ja,ja…—y
volvióatroncharse.Ycuandoparecíaquerecuperaraelaliento—:Sinisiquierateatrevesajadearporsiteescuchanlosvecinos.Élapretólosdientes.—Lohagopor ti.Sabesquecuandosenoshaescuchado,yaldía siguiente
has coincidido con elmaldito vecino de al lado,Arnau, en el ascensor, te hamirado como si fuera a devorarte con los ojos, elmuy cerdo.—Ella puso losojosenblanco—.Miraquetetengodichoquebajesporlaescalera,esmássano,perotú…errequeerre.—Vale. Entonces, déjame un segundo. —Miró hacia el suelo mientras se
tocaba las sienes—. Has estado ganando dinero a costa de tus trabajos comoasesordeTapersex—dijomurmullando.Estabaclaroqueseestabahaciendoalaidea. Al instante levantó la cabeza y lo miró—. ¿Bueno, y dónde está elproblema?Óliversequedópatidifusotrasescucharsuconclusión,dejándoletodavíamás
titubeante.—Pues…nosé…Quetampocoheganadomucho,acomparaciónconloque
podríahaberganado…Yquenotengonipajoleraideasobreeltema,paraquévamos a engañarnos. —Se puso en pie—. Ven, sígueme. —Hizo que leacompañarahaciaeldormitorioestirándoledelamuñeca.Ycuandoseadentróenelcuarto,lemostrólamontañadeaparatososylujuriososobjetos—:¡Mira!Juliaquelehabíaseguidocuriosa,sequedóestupefactaalvertalestampa.No
se lo esperaba. Su coqueta cama armada con el elegantísimo edredón de
entretiempo, ahora se veía bañada con increíbles y libidinosos objetos que secaíanporloslados.Acontinuaciónselepasóporlacabezalaturbadoraideadequesumaridoloshabíaestadousando.Enseguidalededicóunaperturbadoraypenetrantemirada.—¿Hasestado…utilizándolos?—dijoconreparo.—¡No!—obvió—. Bueno, no he llegado a hacerlo—masculló con mayor
sinceridad.—Bien.Estáclaroqueasínopuedestenerniideadeloqueestásvendiendo.
—Sesubióligeramentelasmangasdelablusayseacercóalcolchón—.Asíqueentonces, no queda otro remedio que probarlos todos. Es la única forma quetienesdeconvertirteenunbuenvendedoryganardineroconello.Ycumplirtupalabra.Óliver no daba crédito. Su Julia le estaba proponiendo que iniciaran juegos
eróticosysexualesconesesinfíndeobjetosviciosos.Seacercóaellaylemiróalosojos.—¿Deverdadquieresquetúyyo…?—Sí.¿Porquéno?Dicenquehayqueprobarlotodoenestavida.Óliversintióunenormeestallidodefelicidadensucorazón.Comosiaquello
que le había puesto su vida patas arriba últimamente, creándole una granfrustraciónydesdicha,sehubieraresueltodegolpe.Inclusotodoparecíabrillaraúnmás.—¡Estábien!Peroantes….Hayqueresolverunimportanteasunto.Se aproximó a su rostro con delicadeza, desdibujando una codiciosa y
engatusadora sonrisa, y sin dejar de imantar sus retinas en las otras máspreciosasqueleobservabannerviosas,labesóapasionadamente.Juliaabriósubocaparaalimentarsedelcálidogustodesumarido,quesabíaa
canela tostada. Y enseguida se propagó de forma natural una llamadacalenturienta de claro deseo entre los dos.Una lluvia de fuego caía imparablesobre ellos. No cesaban en comprimirse el uno al otro, como si quisieranacariciar suespíritu solitario,unoqueyanovolveríaa ser loqueera.Por fin,esosdoselementostandistintossehabíanunidodenuevoparasermásfuertes.Ytrasvariosminutosdeleitándoseconelsabordeaquelloslabiosquenohabían
podido degustar durante tiempo remoto, ya se hallaban revueltos entre lassábanascomosifuerandoslujuriososenamorados.Óliver cubría cada centímetro de la piel de su amada con un torturador y
melosobeso,mientrassedeshacíaensuombligohastaretomarelcaminohaciasuíntimahojarasca,queerasuaveyrubiacomoelpelodeunángel.Ellaabriólaspiernassintiéndoseplenamentedispuestaaquesesaciaraconsucorazóndehembra,yél,nolodesaprovechóenabsoluto.¡Ah...!Peroantesdeextasiarlaporcompleto en su devoro más adicto, ella tomó el mando posándoserepentinamente sobre él. Sus pechos firmes y blancos ayudaban al extáticoÓliveranoperderelnorte.Ellamismaseintrodujosuerectopeneenelinteriorynodejódemontarahorcajadashastallegarasuanheladodestino:elclímax.Minutos después, en colosalmovimiento, Julia se deshizo regando de gozo lapiel de su marido, sin embargo Óliver no la dejó marchar hasta expandir susemilla ardiente en su interior. A continuación, ambos se abrazaron agotados,conelsecretosentimientodehaberpalpadounanuevayprometedoraera.
Capítulo19
APRENDIENDOJUNTOS
Julia se había quedado traspuesta durante un lapso incierto, y al despertarvislumbróelcuerpodesnudodeÓliver iluminadopor losescasos rayosdesolquesecolabanporlaventana:estabamásdelgadoydefinido,sindudaeramásatractivoqueeldehacíaunosmesesatrás,yesolefascinó.—Te he echado mucho de menos, Julia —le susurró Óliver al oído
inesperadamente.—¿Sí?Puesyocreíaqueyanoteimportaba—respondió.—¿Bromeas?Túereslomásimportantequehayenmivida.—Ydenuevolos
susurrosvolvieronaocultarsetrasunprofundoyfervientechoquedelabios,quesedetuvoúnicamenteparadescenderporlaoscuridaddelassábanasusadas.Estabaclaroquelaparejasehabíareconciliado,¡ydequémanera!Inclusose
dieroncuentadequehabíanperdido la fundadel colchón, la cual encontraronhorasmástardedetrásdelapuertadelahabitación.Y como el primordial asunto que tenían que resolver ya estaba más que
zanjado,sededicarontodoelfindesemanaaprobarelcuriosoarsenaldeguerra.—Vale,cariño,túpontederodillas,verásqueestaestodavíamáslubricantey
fresca.Le deslizó la húmeda mano por su ardiente vagina, que llevaba un rato
deleitándose con los innovadores productos que lemostraba sumarido, a cualmásexcepcional.—¡Oh, sí! ¡Mm…qué gusto!—expresó Julia cuando sintió el tacto de sus
yemasmojadas resbalandopor suzonamáserógena.Ycuandoestuvoun ratoexperimentando la placentera experiencia, indagó—: ¿De qué es?—preguntóconvozdeplacer.Óliverentretantoleaplicabalacremaconrepetidaseidílicascaricias.Miróel
reversodelaetiqueta.—Aquíponequeestáhechaconpiña.—Entoncessabráapiña,¿no?—¡Yoquesé!—Puespruébala.—Vale.EscondiósucabezaentrelostersosglúteosdeJuliaylaprobóconsufamélica
lengua. Seguidamente continuó con pequeños mordiscos que sus dantescosdientes reemprendieron,puestoquesuestadocadavezseestaba tornandomássalvaje.—¡Ah!¡Ah…!—gritóella.—¡Mff…!—resolvíaéldesdesunuevoidiomaindescifrable.Por lo visto, tras el resultado que estaba originando aquel acto, donde los
morbososresuellosconstantesdeambosnohacíanmásqueascender,Óliversindudaestabacatandoelmásprestigiosodelosmanjares,compuestodedelirantesingredientesqueobligabanaperderelcontrole inclusoasacarelseraborigenquecadaunodeellosllevabadentro.Óliversedetuvounsegundoconlarespiraciónamil,perolohizoúnicamente
paramentaralgoimportante.—Cariño…,eslapiñamásbuenaqueheprobadoenlavida.—Selimpiócon
unampliogestodelantebrazolascomisuras.—¡Losé!¿Ves?—respondíaellaextasiada—,asíescomoseaprende.Anda,
sigue,ynovuelvasaparar.Enotra ocasióndel díaprobaronunode los consoladores, este erade color
negroyconuntamañopococomún:KingKong,sellamaba.La textura de aquel pene irreal era casi de lamisma seda, y Julia lo paseó
despacioporelcuerpodesnudodesuparejaque,pocoapocoseestremecía:losurcóporsusmejillas,porsuslabios,ylodeslizóporsuanchopectoralquese
sintió indefenso al detectar el nuevo y desconocido intruso bajar hacia suombligo. Julia sentía aquel acto como algo divertido y refrescante, y sonreíadichosa.Finalmentelopaseóporlamarañavirildepelomorenoquehizoqueelrelajado paisaje adoptara una formamás rocambolesca. Sumiembro se izó alinstantefuerteyaltocomounroble.El deseo tan extremo que se aplacó en Óliver, provocó que se levantara
lanzadoysehicierarápidamenteconelcontroldelpoderosoobjeto.PusoaJuliabocaabajocomosifueraunaendeblemuñecaysinmásdilación,leintrodujoelcolosalmiembronegroentresuspiernasabiertas.—¡Aah…!—vociferóelladegolpe.Su estrepitoso grito fue unamezcla de dolor con tremendo fervor. Pero en
ningúnmomentopidióparar.Él no cesó en sus rotundos e inclementes gestos que con su rudo brazo
elaboraba.Ambosestabanrompiendounalíneaderegocijoalaquenuncaanteshabíanllegado.Enciertaformaloqueestabanejecutandonoerahacerelamor,estavezsetratabamásbiendepracticarsexocomomontaracesanimalesdelaselva. Si bien parecía ser algo insustancial en una relación amorosa, pero enrealidadnoloeraparaellos.ÓliveryJuliasiempresehabíanqueridomucho,sinembargollevabandemasiadotiempoconteniéndose,yesqueseirritabantantoelunoconelotroquenuncasedesinhibíanporcompletoensusternezas.Asíqueloqueahoraestabandisfrutando,eralamejorterapiaquepodíanpracticar.
Elfindesemanafuetanbreveyadictivo,queaJulialesupoapocoyellunesaprimerahorallamóaltrabajoparadecirqueestabaenferma,algoimpensableenella.Gripe,aseguróquetenía,ymuycontagiosa.—VengaÓliver,queantesdequetevayasalareuniónquieroqueprobemos
las anillas—le suplicó ella desde la cama destartalada, sujetando la caja deljugueteentresusmanos.—¿Estás loca? Eso me va a hacer daño —opinó mientras se subía sus
pantaloneslisosynegros.—Vamos,mi caramelitomás dulce, sabes que yo no te haría eso.Además,
segúnpone,tendrásunabuenarecompensa;tuerecciónserámáspotente.—¿Aúnmás?Puesnosequévaasalirdeahí,alfinalvoyaflotarcomouna
boya.—Juliarió.—Va…hazlopormí…—le imploróponiendomorritos—,y teaseguroque
cuandovuelvastehabrépreparadounaimponentemesacontucenafavorita.—Aversidespuésdeparecerunospeleonestrogloditas,vasatransformarnos
contusbuenosactosenlatípicayperfectafamiliaamericanaquecomepavoenAccióndeGracias.Esoseríamuyradical.—Mmm,nolopareceríamosdeltodo.—Ah,¿no?¿Yporqué?—Porquenoveoqueellossearranquenlaropasobreelmantel,elpavoyel
relleno.—Rieron.Ólivernoselopensódosveces,sebajóotravezlospantalonesyseencerró
con su mujer en el cuarto, donde seguramente los ecos que deliberarían sinremedioporlasangostasparedes,pondríanacienalatentoysalidoArnau,yaalgúnqueotrovecinomás.
Capítulo20
OCURRENCIAS
Trashabersalidoextenuadoypitandodecasaparallegarpuntualalareuniónde las siete, Óliver ya se expresaba ante su femenino público con mayorseguridad y comodidad que la de hacía unos días, y también, con unamiradaoptimista.—Señoras,noselopiensenmás.Siquierenlomejorparasupareja,confíen
enelplacerqueproporcionanestasestupendasanillas—lasmostró—,notienendesperdicio.Selodiceunoquelashaprobado.—Guiñóunojodivertidohaciaalgunadeellasytodascomenzaronabisbisearjocosas.—¿Deverdadtocanelcieloconeso,Álex?—lepreguntóunaseñorarolliza
queestabaenlaprimerafila.—El cielo no, Adelaida, las estrellas —afirmó como un encantador de
serpientes.Ladecenademujeresseanimaronensacarlosbilletesdesubolsoalescuchar
lacontundenteafirmacióndesuatractivoasesor,queparloteabasincesarconunsemblantedelomásresplandeciente.Vendió anillas, consoladores, vibradores, y otros tantos productos. Nunca
había sacado tanto dinero en una sola reunión, y parecía que aquella buenaracha,solohubierahechomásqueempezar.Volvió a casa con una sonrisa de oreja a oreja. Y después de jalarse su
preferido y delicioso manjar que Julia le había preparado con mucho amor,galtasalhornoconcompotademanzana,noquisieronparalizarsuaprendizajey
volvieronatenermásymássexoincreíble,yencimadelamesa.Su cuarto ardoroso de juegos comenzó a quedárseles pequeño, así que lo
ampliaronpormásespaciosdelpiso,hastaacapararloporcompleto.Desatabansudescontroladalibidoencimadelalavadorasierapreciso,enlabañera,enlaencimera de la cocina, en la mesa del salón, daba igual, todo valía. Noencontrabanmomentodeparar,ycuando lohacían, les surgíanotrasnuevasydivertidasideas.—Explícame una fantasía que siempre hayas querido hacer, o que hayas
tenidorecientemente—ledemandóÓlivermientraslelimpiabaconeldedounagotadevinotintoquesederramabaporsucomisura.Estaban tiradosenel frío suelode la cocinacon sus cuerpos semidesnudos,
aunquedespuésdelacaloradodesenfrenoquehabíantenido,eratodounalivio.Tras la ardiente copulación, habían decidido que la botella de buen vino deborgoñaquesalvaguardabanenelarmariodesdehacíavariosaños,eraperfectaparaacompañarlasconfesionesqueseestabanconcediendoelunoalotro.—Mmm… y si te la digo, ¿querrá decir que la pondremos en marcha?—
preguntóJuliaesperanzada.—Bueno,depende.—No,no,sinomeloaseguras,notelacuento.Ademástúhaspreguntado.—Joder,Julia,comoseaalgodescabellado…—refunfuñó.Peroellasemostró
inexpugnable,nisiquierapestañeóhaciéndolesaberconsutajanteposequenoteníaotraopciónsiqueríaobtenerlarepuesta—.Vale,peronotepases.Julia,quellevabasupelorubioalborotadocomounaniñatraviesa,escondió
subocarisueñatrasunodesuslaciosygruesosmechonesamarillentos.—Lasfantasíassonloqueson,nitepasasnitequedascorto.Asíqueallávoy.
—Óliver abandonó su expresión de reproche por otra de plena curiosidad—:HacerloenelescaparatedeElCorteinglés.—¿Qué?¿Perotehasvueltoloca?¡Nopiensohacereso!—dijoescandalizado
mientrasseincorporabadelsuelo.—Perotúmehasdichoque…—Tehaspasado—leinterrumpióseco,mirándoleseriamentealosojos.Ellaparecióreflexionarunsegundo.
—Bueno,quizáesunaideaunpocoloca—confesó—.Peroesmifantasíayyatehedichoquenohaylímites.—Claro,ysolotefaltabadecirquelohiciéramosenelprimerdíaderebajas.
¡Estásfatal!Queno,queno,quenihartodevinomepongocontigodalequetepegoentrelosmaniquís,ynuncamejordicho.—Alzólabotellaypegóuntrago—.Nopiensohacertalcosa.—Está bien. Pero ahora no me voy a quedar sin mi fantasía, me lo has
prometido.Levantó su desnudo busto del suelo haciendo que Óliver se quedara
ensimismado con sus preciosos y rosados pezones, que todavía parecían estarcoloreadospor laanteriorexcitaciónalcanzada.Después secolocóbocaarribamientrassehacíaconlafuertemanodesumarido,lacualposicionóencimadesucálidopecho.—Sabescómoresultarmetremendamenteconvincente,¿verdad?—leapretóel
pechocomosiagarrarauncántaroysemordióellabioinferior.—Ajá.—Dimeotra.Laharemos.—Quierofollarenelascensor—resolviómirándolepenetrante.YaunqueaÓlivertambiénleparecióundisparatemás,lalevantódelsuelo,la
cogióenvolandasysedirigióhacialapuertadelacalle.—¡No,queestoydesnuda!—Mellevounacamisetaenlamano.Julianopodíacreerquesutímidomaridohubieraaccedidoasemejanteidea,
talvezaquelloera laprueba irrefutabledequehabíacambiado.Ymientras semovía alzada en su hombro con el cabello desparramado, experimentaba unasensacióndediversiónynerviosismoalavez,algoqueeranuevoparaella.Cuandoestuvieronenelangosto interiordelascensor, iniciaronsurumboal
pisomásalto.Óliverpulsóelnúmerodiez.Desdeentonces,seconvirtieronendos posesos desinhibidos deliberando un acto de lo más emocionante, y porsupuesto,placentero.Losjadeosresonabanigualqueelrebotedelasembestidasen la dura chapa del ascensor, sus lamidas eran llamaradas pero apenas lededicabansegundos,aesooacualquierotracosaquedierasimplecariño,loque
premiabaenaquelmomentoera laposesión, eldeseo, loprohibido.Sibienelatrevido comportamiento por el que habían optado, aseguraba a sus infamesprotagonistas quenogozaríandemasiado tiempode sudepravado acto sexual,pueselorgasmoquelessucedíaestabaapuntodellegar.—¡Sí!¡Sí!¡Sííí….!—voceóella,entretantoÓliveracababa.Sinembargo,cuandocomenzaronacubrirseconsusescuetasropascaídasen
sepulcralsilencio,algohizoquelosdosdirigieransumiradahacialasalida.No podía ser, la puerta del ascensor estaba abierta, y su vecinoArnau con
pinta deportiva y con una bolsa de basura en la mano, se encontraba delantemirándoloscontotalsobrecogimiento.Julia, completamente abochornada se puso ipso facto detrás de su marido
mientras intentaba taparsecomopodíasuszonasdescubiertas,yÓliver,queniporasomosehabíaencontradojamásenunasituaciónsimilar,fuesobrepasadopor la ignorancia y los nervios, y comentó algo totalmente fuera de lugar, o,quizáno:—¿Qué?¿Noscorremos?Cabesdesobra.La cara del pobre Arnau se transformó en uno de los retratos de Picasso,
deformada y coloreada con tonos vivos y alarmantes. Y finalmente, sin decirnada,sediomediavueltayoptóporbajaraprisalasescaleras.InstantáneamenteÓliveryJulianopudieronaguantarlarisaycomenzarona
desternillarsecomoauténticoslunáticos.
El desenfreno que habían iniciado aquellos dos de forma espontanea no sedetuvo a lo largo de los días, y entre su continuo contacto íntimo y lasinnovadorasexperienciascompartidas,laparejasehabíavueltoinseparable.—¿Enserio tienesque irtehoya trabajar?Yono tengomipróxima reunión
hastalasdocedelmediodía—dijoÓliveraJuliaconfastidio.—¡Jo! No me lo recuerdes. Pero tengo que hacer acto de presencia,
Franchescadebeestarquemuerde.—Vale, me resignaré. Pero vuelve derechita a casa. —En cuanto Julia se
levantódelacama,Óliverlediounapalmaditaenelculo.
Capítulo21
REECUENTROSORPRESA
Julia se encontraba terminando las fotos de la primera planta de una casaunifamiliar en Sarrià, a la que había acudido con Pol después de lidiar en laoficina con la cara de perro de presa de Franchesca. Ahora solo le faltabafotografiarlasegunda.—Voyarribaytermino.—Espera—dijoPol—.Te he traído un regalo—masculló escondiendo una
bolsaconlasmanostrasél.—¿Paramí?Pero…nohasdebidohacerlo.—Claroquesí,despuésdetantosdíasenferma,yademás,conloquepasóel
otrodíaentrenosotros…—curvósuspreciososlabios―.Teníamuchasganasdeverte y hablar contigo. Estuve a punto de llamarte, pero no me atreví por siestaba…yasabes,tumarido.Juliasesintióincómoda.—Ah,entiendo.Perodeverdadquenohacíafaltaquemecomprarasnada.—Losé,peroestoysegurodequetegustará.Toma.—Selaofreció.Ellaseacercóconciertadesazónensuinterior.Discerníaqueaquellonoera
apropiado,sinembargonoencontrabaunamaneradelicadadedecírselo.Metiólamanoenlabolsaycuandolaalzó,contemplóunpreciosobolsode
colorbeigequelehizoponerlosojoscomoplatos.—Perosies…¡UnLouisVuittonauténtico!—espetóalucinada—.Nopuedo
aceptarlo.—Lovolvióameterenlabolsayseladevolvió.
—Nodigaseso.Telohecompradoparati.—Seacercóaellayleacariciólamejilla.Julialeapartólamanoyélseextrañóalinstante.—Pol, loquepasóelotrodíanodeberíahaber sucedidonunca.Ha sidoun
terribleerror.Polendureciósusemblante.—Noteentiendo.Élnotehacefelizytúeresmuyjovenparaviviramargada.Juliaapretólosdientesmolestaylemirófulminante.—¡Noteatrevasadecirmecómovivoodejodevivir!Noesasuntotuyo.—
Se dio la vuelta y caminó unos pasos, pero antes de desaparecer por el largopasillo,volvióamirarlo—.Yquesepas,quelagentenormaltieneotrotipodeproblemasmásimportantesquequeseestropeeelHillassistdelcocheocomomierdassedigaeso.Notodoelmundoviveenelpaísdellimón.Voyasubiralaplantadearriba,ycuandoterminenosmarcharemos.Polsequedópasmado,nopudodecirniunapalabra.Sinembargo,despuésde
aquello, suhabilidadcompetitivae invicta se lehabíadespertado todavíamás.QueríaaJuliaparaélsolo.
***
Óliver ya había llegado de su reunión, otro éxito desorbitado. Esta vez, lamarabuntademujereshabíadejadoelmaletínvacío,estabaseguroqueconlasgananciasdeaquellasesión,podríacogersinproblemasunvueloalasislasFiji,sibienenaquelmomentoesecambionoleinteresabaparanada.Mañanatendríaque pasarse por la oficina de correos para atiborrar de nuevo el despejadorectángulo.Mientras salía de la ducha, recibió un mensaje en el móvil. Se enroscó la
toalla tapando sus partes y lo cogió de encima de la tapa del váter, donde lohabíadejadoparatenerloamano:«Ya se acerca. Tengo ganas de verte, abrazarte, y de morder tus labios
calientes.».EraAngélica.
—¿Quésehabrábebidoesta?—farfullóalleerlo.Caminóasucuartoylanzóelmóvildespreocupadamenteencimadelcolchón.A continuación se dedicó a escudriñar con detenimiento el cajón donde
depositaba la ropa interior. Buscaba aquellos slips naranjas que marcabanpaquete y que un día Julia le había regalado. Quería estar rompedor para sumujercita, que no tardaría en llegar. Pero antes de encontrarlos, picaron a lapuerta.Mirólahoraeneldespertadordesumesitadenocheycomprobóquetodavía
eraprontoparaque Julia se encontraraencasa,yademás, sin llaves.Despuésdesvió los ojos hacia Supermán, que se hallaba dormitando encima de laalmohadadesucamasinmoversiquieralaspestañas,asíqueestabaclaroquenopodíaserJulia.Anduvoel recorridodesde laotrapuntadelpisohacia lapuertadeentrada.
EstabadispuestoaabrirsinimportarleenabsolutolapeculiarimagenquedabaenvueltotansoloconunacoloridatoalladeAgathaRuizdelaPrada,ycuandollegóciertamenteabriósinvacilación.—¿Perobueno,túquéhacesaquí?—dijojocoso.EraÁlex,ylotomóenun
efusivoabrazo.—¿Qué pasa, Oli? Tenía ganas de verte. Pero qué pintas me llevas…—le
expresódivertidomirandosuescasa indumentaria.Despuésvolvióabuscar susemblante—.Alfinalyalohepodidosolucionar,aunqueminuevacasaahoraseparece a lade los siete enanitos.Pero, en fin, qué levamosahacer.Nunca tecompresunacasaporinternet,eseesmiconsejo.—Descuida,noloharé.Esolodejoparalagentecomotú.—¿Meestásllamandoidiota?—No,esolohasdichotú—sonrieron—.Anda,pasa—leinvitóÓliver.SeadentraronhastaelsalónyÁlexsepusocómodoenelchaiselongue,hasta
sesacólaszapatillasdeportivaslanzándolasconlaspuntasdecadapie.—Túpontecómodo,comosiestuvierasentucasa—ledijoÓliversarcástico.—Gracias,hermano—respondióÁlex,yapretóunacomisuradesuestrecha
boca.Ólivernegóconlacabezaalverlafrescuradesuamigo,desdeluegoeratodo
uncaso.Despuésdesaparecióporlapuertaqueconducíahaciasuhabitación.—¡Voy a ponerme decente! —vociferó desde su lejanía—. No quiero que
Julia venga y se piense que podría haber cambiadomi sexualidad por alguiencomotú.—Yotambiéntequiero—bramóÁlex—.Aver,cuéntame,¿cómohanidolas
ventas?—preguntóalzandolavoz.Óliver regresó vestido con unos pantalones cortos y una camiseta, y con el
maletínrojoentresusmanos.—Hanidoasí—leabriólatapadelmaletín,mostrándoleelinteriorvacío.Álexenarcósusrubiascejas.—Joder…—dijoasombrado—.¿Encuántassesiones?Cinco,seis…—Una—declarójactancioso,mientrassepasabalapalmadesumanoporel
pelohúmedo.—¡Tío,eresuncrack!¿Peronomehabíasdichoquenosetedabanadabien?—Eso era antes, antes de que Julia y yo… probáramos los productos —
mascullóorgullosoyconciertavergüenzaensusmejillas.—¡Eh…!¡Peroquégolfoeres!—espetóÁlexsonriente.Ambosseasemejabanadosquinceañeroshablandodesusconquistas.—Aunque supongo que ya se me ha acabado el chollo. Mañana hay una
reuniónconcertada,esalasoncedelanoche.Laharástú,¿no?—Uf,simehicieraselúltimofavor…Esquehequedadoconunatíabuenorra
con la que antes de irme surgió algo, pero no tuvimos tiempo de intimar y…Pues eso, que necesito una noche. Ella es mi vecina, vive en la puerta deenfrente.Ólivermostróunasonrisaflojaqueselefueensanchadocadavezmás.—¿Qué?¿Dequéteríes?—Nada, que tu tía buenorra y yo nos conocemos. Sin embargo lo hemos
hechoencomplejascircunstancias.—Álexfruncióelceño—.Bueno,da igual.Simplementequepuedeserquepienseque túyyo…—ElceñodeÁlexcadavezsearrugabamás—.…somospareja.—¿Qué?—espetócomosilehubierancomunicadounaenormecatástrofe.Elsonidodelapuertadeentradasonó.
—¡Hola,yaestoyencasa!—vociferólavozalegredeJuliadesdelpasillo—.¿Cómoestáelcaramelitomásdulcedelmundo?—No importa —murmulló Óliver a su amigo enfurruñado—. Un buen
revolcónmañanayselequitaránlastonterías.¡Estamosaquí,cariño!Julia apareció por el marco de madera con Supermán sostenido entre los
brazos.—¡Álex,yahasvuelto!—exclamóJuliaalverlo.Seadelantóparadarledos
besos,peroantes,dejóasuqueridoamigoenelsuelo.—Sí,estamañanahecogidoeltren,yyameves.—Sebesaronlasmejillas—.
¿Quéperfumeusas,meresultafamiliar?—dijoolfateandocercadesucuello.—Oh,ChanelNº5,¿Tegusta?—Sí,peronoes loquehuelo.—AJuliase leencogióelestómagoalver la
caraderarezadeÁlex,yenseguidacavilóalarmada:«¿Alomejor,meheimpregnadodelafraganciadePolalestarensucoche?
Peroesextraño,hoynomeherestregadoconél,nisiquieraloherozado.¿Quécoñoestápensandoeste?»ObservóaÓliverquemirabasincomprender laextrañasituación,ysepuso
aún más nerviosa. Enseguida buscó una vía de escape para salir de aquelinesperadocenagalynomorirdeunataquealcorazón.—Yelasuntodetucasanueva,¿cómoestá?¿Lohaspodidoarreglar?—Bueno,ahíva.Hetenidoquereembolsarunimportantedineroenlaobra,y
porsupuesto,hedenunciadoalvendedor.Ahorahayqueesperaraljuicio.Peroyasabes,estovapianopiano.—Notedesesperes,veráscómologanasyrecuperaseldinero.—Leestrechó
elhombrocomomuestradeapoyo—.Supongoquenohacefaltaqueteaconsejequenocompresmásviviendasporinternet,¿no?—Desde luego, no hace falta gracias. Por cierto, Oli, ¿cómo está miOpel
Insignia?Esperoquereluzcatalycomolodejé.AÓliver se le encogió el pecho del susto al recordar el asiento abollado y
algunasrayadasquelehabíaoriginadoensunuevayfulgentechapa,estayadesegundamano. Y es que el dantesco objeto había pagadomás de una de susofuscaciones, todas ellas irremediables, y como no podía retroceder en el
tiempo…—Ajá.¿Tequedasacenar?Creoqueenelcongeladorhaylasaña,tufavorita,
ytienedobledebechamel.—Queva,notemolestes—contestósininsistirensuanteriorcuestión.Óliver
sabíaquehablarledecomidasiempreledistraía—.Además,creoquevosotrostenéisclarohastaelpostrequevaisatomarestanoche.—Apretósuscomisurasprofundamenteyserascólanucapelada.La parejita acompañó su gracioso y acertado comentario con una sonrisa
vergonzosa y, acto seguido, se estrechó con ternura como si fueran un par detórtolas.
Capítulo22
PILLADA
TrashaberdespedidoaÁlexyrebosarsusestómagosconlarápidalasañadelcongelador,ambossedirigieronalacamaaretomarsu…tesis.—Espera,voyunmomentoalacocinaaporunabotelladeagua,asíluegono
nostenemosquelevantar—manifestóÓlivercuandoJuliayasehabíatumbadodesnudaenelcentrodelanchocolchón.Ellasedivisabaentreelmarnebulosodelaluzdelasvelasquelosdoshabían
puestoentresusmuebles.—Vale,peronotardesquecojofrío—demandóella.CuandoÓliveratravesabaelsalón,elmóvildeJuliavibrósobrelamesa,ysin
quererlo,contempló lasprimeraspalabras iluminadasdeunraromensaje,yél,acabóabriéndoloparadesvelarlatotalidaddelcontenido.Estedecía:«Noloentiendo,Julia,yotodavíanopuedoolvidarlamielquesaboreédetus
labiosylacálidapielquetemplómismanos».EradePolCros.De repente, el interior de Óliver se abrasó transformando su corazón en
brasas, su cara se encarnó igual que la de un demonio, y toda la vida que élconocíahastaahora,seconvirtióenunsegundoenalgoturbioeincierto.Cogió el móvil y se dirigió colmado de ira hacia la habitación donde le
esperabaJulia.Al instante, el romántico y cálido ambiente que se producía por la
ambientación que el matrimonio se había dedicado a proporcionar, sedesvaneció.Óliverencendiólaluz,mostrandodeesaformasudeslucidorostro
desencajado.Julia,alverlodeesahorribleguisa,seincorporóasustada.—¿Óliver,quéteocurre?—Estoesloquemeocurre.—Lemostróencolerizadoelmóvilyselolanzóa
lacama.Julialocogió.Nosabíaloquesucedía,aunqueselotemía.Ycuandoacabóde
leerelmensaje,miróasumaridoconciertopavorensurostro.—Noesloqueparece—dijonerviosa.Óliver,quesehallabaahíplantado,mirándolacomosiquisierafulminarlacon
lamirada,sellevólasmanosalacabeza.Todoelmundosabíaqueaquellafrasenoqueríadecirnadabueno.—PoresoÁlextehaolidodiferente,yyotambiénlohenotado.¡Claro,hueles
a ese cabrón!—Julia cayó de inmediato en queÓliver hacía un año le habíaregaladoasuamigoelmismoperfumequePolsiempreutilizaba,unahorrorosacoincidenciaquelehabíadelatado—.¡Tehasestadorestregandoconesehijodeputaduranteeldía!—dedujohorrorizado.—No.Noescierto.—Selevantósobresaltadatapándosesucuerpodesvalido
conlasábana.Éllamiróasusojosazules,ylohizodeunmodotanincisivoqueparecíaque
pudieraacariciarsusmancilladasideas.—Dime que no has estado con ese desgraciado —dijo conteniendo la
respiración. La espera de la respuesta de Julia se prolongó, hasta que Óliverdecidió que con su demoledor silencio ya la había obtenido—. ¿Cómo haspodido?Eresuna…—No—pronuncióconlavozrota—.Soloocurrióunavezynohicimosnada.
—Lecogiódelbrazomientrasleimploraba—.Yoteamo,Óliver.—¡Déjame! ¡No quiero escucharmásmentiras!Ahora quiero estar solo.—
Saliódelahabitaciónycerródeunportazolapuerta.Juliasehundióenelsuelodesconsolada.
***
Por la mañana el cielo había amanecido completamente encapotado, como sifuera capaz de diagnosticar el gris presente, y tal vez, también futuro de lapareja.Julia,trasdormirlasdosúltimashorasantesdequesonaraeldespertador,se
levantó nerviosa y con un tremendo dolor en el pecho.A continuación se fuedirecta al salón para constatar la que ya se temía, Óliver no estaba. Alencontrarse sola y con una desagradable incertidumbre, se sintió como untremendodespojo,sibiensabíaqueselomerecía.¿Quéesloquehabíahecho?NuncapensóqueseríacapazdeserleinfielaÓliver,elamordesuvida.Ahoraquevolvíanaserfelices,lohabíaestropeadotodo.Suspensamientos le regaronde tal cólera e impotenciaque se convenció al
instante en que se dirigiría como una verdadera antorcha derecha al trabajo,dispuestaasacarelfuegoabrasadorquellevabaadentromientraslecantabalascuarenta a ese hijo de su madre que se había atrevido a mandarle talcomprometidadeclaración,sabiendoqueposiblemente,loleeríaquiennodebía.SeibaaenterareseengreídodequiéneralaverdaderaJuliaSalamancaArellano.
Entretanto,Óliverseencontrabaenunacafeteríatomandoalgoqueleaportaralonecesarioparallevaracabosuarduodía.—¡Uncarajillo,porfavor!—demandóalcamarero.Se encontraba en Pedralbes, puesto que al levantarse había recordado
casualmenteunaconversacióntelefónicaqueJuliahabíamantenidoconsujefadías atrás, donde le decía que aquel mismomiércoles, ella y Pol se deberíanreunirenlacalleMarsans,número29paramostrarlacasaFlorensa,sufavorita.Asíquenolodudóniunsegundo,yenvezdedirigirsealainmobiliariadondeprobablemente seríamás difícil pillar a esa escoria de Pol, creyómás segurodirigirsealpuntodondelohallaríacontodacertezaenpersona.Queríatrincarloyenseñarlesuspuñosdemielmásdecerca,aunqueparasudesgracianoseríantandelicadoscomolosbesosquerecordabadesumujer.EraelúltimodíaquedispondríadelcochedeÁlex,yaqueenelmomentoque
leretornaraeltrabajo,osea,esemismodía,tambiéntendríaquedespedirsedel
cocheyvolverairapata.Leharíaunbuenúltimoservicio.Pagósusmonedasalcamareroydecidióqueyaerahoradedirigirsehaciala
casa y esperar a que ese hijo de perra se presentara.Quería amasarlo con suspropiasmanos,patearlo,molerloapalos,cortarlelalenguadecuajoconlaquehabía osado saborear a su mujer, deseaba imperiosamente acabar con suexistencia.Sin embargo, lo que le encantaría de verdad, inclusomás que toda aquella
barbariequehabíaplanificadoen su atroz cabeza, eraque el tiempo regresaraatrás.Anhelabavolveraaquellosdíasen losquenoatendiódebidamentea sumujer, para plagarle de besos tiernos y abrazarla cada noche como si fuera laúltima,parasusurrarlealoídolomuchoquelaamaba,parahacerlecosquillasyseguidamente el amor bajo las sábanas, para estar con ella una vezmás y nosepararse ni una luna. Solo de aquella forma, aquel desgraciado no le habríapuestoniunasolamanoencima,porqueellanolohabríanecesitado.¿Quéibaapasarahora?¿Deverdadpondría finasurelaciónconJulia,aun
habiendosido todorealmenteporsuculpa?Él tambiénsabíaquéeranecesitarcariño,sentirsesolo,vulnerable.Dehecho,élhabíaobradodelamismamaneraconAngélica, y se sentía fatal.Una horrible desazón recorrió su cuerpo, y sesubió al coche sin desprenderse de ella. Era la hora, y pese a su reciénmeditaciónnoseveíadispuestoaabandonarsumaliciosocometido.Cuando llegó, aparcó casi enfrente de la casa, unamansiónmejor dicho, la
número29.Ytrasunosminutosadmirándola,lesonóelmóvil.EraÁlex:—Tío,¿tepilloenmalmomento?—preguntóÁlexconciertaangustia.—Bueno,pues…—lecortósindejarleacabar.—Esque,verás,hasucedidoalgoterrible.—¿Qué?—sealarmóÓliver.—Mi jefahadescubiertoquenoerayoelque realizaba las reunionesyme
quieredespedir.—¡Quémierda!Cuantolosiento,Álex.—Peromehadadounaopción,ounultimátumcomoloquierasllamar.—¿Sí?¿Ycuáles?—Que le traigaa suoficinaal responsabledeusurparmi lugar,y entonces,
podrécontinuarenmipuesto.—¡Ja!¿Supongoquelehabrásdichoqueno?—¿Cómoleibaadecirqueno,Óliver?Puedoconservarmitrabajo.—Puessipiensasqueyovoyapresentarme, lo llevasclaro,esacabroname
quieredenunciar.—Queno,Óliver,queno.No tienesquedesconfiar.Dicequenuncahabían
subidotantolasventasenunperiodotancortodetiempo,yademás,aseguraquetieneunalistadeesperademásdedosmesesconminombre.—¿Qué?—se sorprendió—. Bueno, de igual manera tú y yo ya habíamos
acordadoquehoyseríamiúltimodía.—Ya,tío,peroesonoimporta.Mevaadespedirsinolohagoynecesitoel
dinerocontodaesamierdadelderrumbeyeljuicio.—Mmm…Laverdadesqueahoranomepillasenbuenmomento.Luegote
llamo.—Venga,Oli…—lesuplicó—.Notendrásquehacernada,soloexplicarlepor
quélohiciste,aunqueyoyaselohedichoperoellainsisteenverteati.Yoteacompañaré.Mañanaalas9tepasoabuscar.—Bueno,yaveremos,ahoratengoquedejarte.—Colgósindejardemiraral
frente.Óliver había divisado a Pol en la lejanía, y aunque nadie se lo había
presentadoformalmente,sabíaqueeraélporquerememoróeldíaenquesaliódelacafeteríadealladodelainmobiliariayvisualizóagriamentecomountipoconpintademuñecoKenbronceado llevabaa sumujer enun flamanteMercedes,ademáslatormentosaimagendeellariéndosesinparar,nocesabaensucabeza.Eraunaauténticatorturachina.Se bajó decidido del coche, mientras observaba como aquel tipo intentaba
abrirlaverjadelamansión.Julianoleacompañaba.Seplantódetrásdeél:—¿TúeresPolCros?—¿Quién lo pregunta?—farfulló sin molestarse enmirar entretanto seguía
insistiendoconlacerradura.—Óliver,elmaridodeJulia.
DerepentePolsedetuvoensutareaysegiródespacioparadarlacara.—Sí,soyyo—tragósalivayseenderezóensuanchaespalda.—Óyemebien,gilipollasrepeinado.Séquehastomadoloquenoeratuyo,y
nodebistehacerlo—mascullóÓliverconlairaentresusdientes—.Yteaseguroquesivuelvesabuscarlayameterteennuestromatrimonio…—EnseguidaPolleinterrumpiósacandopechoydesdibujandounamediasonrisa:—¿Qué?¿Quévashacer?Ellanoesfelizatulado,poresoquisocaerenmis
brazos.Óliveravanzóencóleraconelpuñoapretadodispuestoaclavardenuevoel
sellodesualianza.Peroantesdequelohiciera,Polgritó.—¡No,porfavor,enlacaranomepegues!¡Porfavor,enlacarano!―reiteró
mientrassecubríaconlasmanos.Óliver observó la ridícula y nefasta guisa del que era su contrincante, y
discernióquenovalíalapenareemprendersurabiaenalguienasí.Elverdaderoproblemaquehabíaexistidonohabíasidoaquelinsignificanteser,sinolopocoqueélhabíacultivadosurelaciónconJulia,laquesemerecíatodasuatención.Ahoralohabíavistoclarocomounimpactanteamanecer,yaquello,cambióelrumbodesusactos.Óliverbajósupuño,miróaPolconpenaysemarchósinmediarpalabra.
Capítulo23
ELJUEGODELIMPÁVIDOYMÁSYMÁS
Juliafinalmentenosehabíavistoconfuerzasparaacudiraltrabajoycantarlelas cuarenta a Pol, aquel día no, aunque estaba segura de que lo haría másadelante.Asíquellamóaltrabajoparadecirquenoseencontrababienyquenoasistiríaentodoeldía.AlhaberhabladoconSilviaen laanterior llamadaa la inmobiliaria,cuando
era Cris quien solía responder siempre al teléfono, recordó que Cris aquellasemana se había cogido un par de días libres, así que enseguida se puso encontactoconellaparatenerunhombrodondellorar.Pocodespués,ambasacudieronasuencuentroenuncentrocomercial,ytras
haberdesayunado juntas en la cafeteríaparapoder charlar con tranquilidaddesusproblemas,Crisleaseguróqueenlastiendasencontraríaunbuenconsuelo,yesqueelshoopingeraunincreíbleremedioparatodotipodedolores,inclusopara elmal de amores.Así que en esemomento se encontrabandeambulandoporelinteriordeunatiendaderopainterior.—Sí, nena, sé que lo que te ha pasado a ti es muy fuerte, y lo siento un
montón —aseguró mientras se ponía un sujetador naranja fluorescente porencimade lacamisa—.Peroesquenopuedosoportarlamás,misuegraesungranoenelculo.—Perosihaceunosdíasasegurabasqueeraunamor—mencionóJuliaapenas
sinfuerza,conlatristezapresenteensudébilvoz.—Me equivoqué. Esa bruja ha engatusado a mis niños con chucherías y
regalos de todo tipo. Ahora solo quieren quedarse con ella a todas horas; adormir,acomer,amerendar,elfindesemana…¡Esunaauténticapesadilla!—espetóconhorror—.Ylopeoresqueseacabademudarcercadenosotros.Loúnicoqueveoquepuedesalvarnosesquenostraslademosnosotros.Noquedaotraopción.Ytienequeseraunsitioqueestébienlejos,aJapónoalgoasí—dijo abatida almismo tiempoque seponía lamano en la frenteynegaba conconsternación.—Pero qué exagerada eres. Aunque si te fueras, al menos lo harías con tu
marido—musitóJulia,ysepusoallorarotravez.Crisleapretócontrasíconsumanofría.—Cálmate,estoyseguradequeÓliverytúloacabareisarreglando—Juliase
secórápidamentelacara.—¿Sí?¿Yporquéestástansegura?—Porquesolohayqueverlocuandohabladeti,seleiluminanesosojitosde
carameloquetiene,yaprietainvoluntariamenteunacomisuracomosiestuvierapensandoenlomástiernodelmundo.Estácoladitoporti,sinduda.—¿Deverdadlopiensas?—dijoconilusión.PeroCrisnorespondió,fuedirectaaunconjuntodeleopardoqueacababade
avistarcomosihubieraencontradoloquelefaltaba.—¡Mira,Julia!—Sepusolaprendaceñidasobresucamisa—.¿Creesqueeste
legustaráaPaco?—sonrióesperanzadamientrassemirabacoquetaaunespejo.—Sí,esidealsiquiereshacerelsaltodeltigredesdeelarmario—semofó.Crislamiródesoslayoconcaradefastidio.—Esestampadodeleopardo,nodetigre—corrigió.—Bueno,segúnsemire.Peroenesecaso,siteponeseso,tambiénlapuedes
liarparda…—sonrióabiertamentesindejardeestudiarlaprenda.—Vale,Julia,creoquetehasvenidoarriba,¿no?—Perdón,esqueestoynerviosa.—Yaséqueestonoeselnovamásdelasensualidad,yquizátieneunpunto
hortera.—Colgódefinitivamenteelconjuntoenuncolgador—.Peroesqueelsexodenuevoestáresultandosermuyaburrido.Julia se secódel todosusmofleteshúmedosy respiróconprofundidadpara
restablecerse.—Septimocielo.com—nombró—.AhíestátodoloquenecesitáisPacoytú.Y
si no sabéis por dónde empezar, yo os recomiendo el anillo vibrador, ¡es unapasada!—¿Cómo?¿Meestáshablandodejuguetessexuales?—Asíes—declaróJuliasintapujos.—Ay, nena, nuncame lo hubiera imaginado—rio al pensarlo, y dejó en su
rostrounaexpresiónpizpiretaperpetua.
***
Despuésdeun largo día,Óliver acababa de llegar a la dirección de su últimacita.Picóaloctavopisodelporteroautomático.—¿Sí?—respondióalguienconvozfemenina.—SoydeSéptimocielo—contestóÓliver.—Sube.Lapuertaseabrió,escuchándosemientrastantounbulliciodepersonasenel
altavoz.Justamente aquella reunión había sido contratada para una despedida de
soltera,asíquetampocoseextrañódelajaranaquehabíamontada.Algoqueenaquelmomentonoleapetecíaenabsoluto,peroteníaclaroqueseibaceñirúnicayexclusivamentealasexplicacionesinformativasquerequeríasutrabajo.Al llegar al octavo piso, la puerta número tres se abrió sin dejar ver la
identidaddelapersonaqueseencontrabaenelinterior.Óliversequedóuntantoextrañado,peroavanzóhaciaella.—¡¿Hola?!Irrumpióellugarylapuertamisteriosamentesecerró,ycuálfuesuasombro
cuandovioelrostrodeAngélica.—¡Tú!¿Quéesloque…?—pronuncióÓliverpatidifuso.—¡Bienvenido,Óliver!—Lecogiódelasolapadelachaquetayseaproximó
peligrosamenteasucuello—.Tedijequeyaseacercabaelmomentodevernos,
estabaansiosaportenertecercaotravez.Unardornaciente recorrióelcuerpodeÓliveral sentirelhálitovaporosoy
candentequeatemperabasupieltandecerca.Noobstante,Óliverselasacódeencimayreculóunpaso.—Creo que me he equivocado de piso—, yo iba al noveno… —Ella le
interrumpióenseguida.—Tercera.Hasvenidoadarunareunióndetapersex,ÁlexBadía.—¿Cómolohassabido?—Bueno la gente habla y no haymuchos asesores de juguetes eróticos que
tengan esas impresionantes características, pero tú sí las tienes. También hayalgoquetendríaquecomprobarpormímisma,puestoqueaseguranqueposeesgranexperienciaydesparpajosobreeltema.—Volvióaacercarseaélcomosifueraunaperversavampiresa.Óliverabrumadoleapartólacara—.Perodime,¿porquélodelnombre?—Atitelovoyacontar.—Volvióazafarsedeella—.¿Lareuniónesaquío
no?Tengoprisaynoquieroserdescortés,peroyatedijequeloquepasóentrenosotroshabíasidoungranerror.Ahoradimesiesesteelpiso.Angélicaendureciósuexpresiónysuspiróhostigada.—Sí,venporaquí.Ellaavanzóporunlargopasilloqueapenasestabailuminado,yabriólapuerta
delfondo.Entretanto,Óliverleobservabaestáticodesdesuanteriorposición,nosefiabaniunpelo.Laaperturadelapuertadesprendióporel lánguidopasillolaidénticajarana
que había escuchado por el portero automático, y supo que, en efecto, loesperaban.Noobstante,aquelloeracomometerseenlajauladelosleones,¿seatrevería?Óliverrespiróprofundamente.Parecíaunalocura,peroteníaclaroquepodía
ser todavía peor quedarse a solas con Angélica. Así que avanzó hacia sucometidoyseinternóenelbarullo.Encuantolohizo,unbuenpuñadodemujeres,todasellaspordebajodelos
veinticincoyconlarebeldíadesatadaenlalengua,empezaronasilbaryaemitirobscenidadesyhalagoscomorudoscamioneros.
ÓlivermiróconturbaciónaAngélica,quesonreíacomounamalapécora.—¡Chicas,comoosprometí,hetraídoalasesormássexiyexperimentadode
toda la ciudad! —clamó ella haciéndolo enrojecer definitivamente—. Él nosexplicará cómo se practica «el sexo»—enfatizó,mirándole y pronunciando lapalabramáslascivadeloqueyaera.—¡Sííí….!Todaslasallípresentesgritaroncomolocas.Eraevidentequeantesdesullegadahabíanestadoatemperandoconenormes
dosis de alcohol sus cuerpos, y este ya había conseguido hacer mella en susalocadasydesinhibidascabezas.Óliverdescomprimiósurespiración,quesehabíamantenidoimpertérritaenel
interiordesupecho,ysellenódecorajeantesdesaliralruedo.Sabíaque,comoencualquierdesenlace,laúltimamisióneralamásdifícil.Cogiósumaletíncondecisiónyavanzóhacialamesadelsalónsinvacilar.—Bien, si queréis sumergiros enel fascinanteyplacenteromundodelbuen
sexo,serámejorqueossentéisyprestéistotalatención.Su voz sonó a la de un auténticomaestro, como si fuera el único capaz de
desvelar a esas lozanas vidas la clave de lograr una futura existencia plena yfeliz.Ytodassesentaronasualrededorsinquererseperderniunsolodetalledeloquesalieradesusabiaboca.—Supongo que a todas os habrán instruido alguna vez sobre historia. No
obstante es evidentequeunapartede ella, pornodecir lamás importante, hasidovetadaenloslibrosy,porsupuesto,enlasclasesdeloscolegios.—Nomedigasquehasvenidoadarnoslachapaconlahistoria—sugirióuna
chica con naciente fastidio en su voz. Estaba sentaba en el sofá, sujetando untuboturbiomediovacíoenlamano.—Así es.He venido a hablaros del primer juego sexual que inventaron los
noblesylosreyes,elquefueelprimerodelosmuchosqueenadelantevendrían:elimpávido.—Derepente,lamayoríaserevolvióensuasientoparaadoptarunaposiciónmáscómoda—.Esteconsistíaenlaentradadeseisvaronesaunasala,una saladonde tendríanque sentarse alrededordeunamesa redonda revestidaconunlargomantelhastaelsuelo.Peroantesdesentarse,seteníanquedesnudar
decinturaparaabajo.Cuandolosjugadoresyayacíanpreparadosensuspuestos,unabellayaristócratadamaconantifaz,entrabaenlahabitaciónparaocultarsebajo la mesa redonda. Es ahí cuando empezaba el juego: tras activar ladesorbitadacuriosidadaladamaacompañadadeunaimagendelomásobscena,seisgenitalesseofrecíanparasaciarlosinstintosmásdeshonestosylibidinososdeesta.Estejuegodelacorteversallescacausógranfuror,yfueelcausantedeque el ser humano no pudiera parar de desarrollar más y más invencioneseróticasyplacenteras.Óliverteníaatodassusoyenteshechizadas.SusdíasdeaprendizajeconJulia
habían dado para mucho, incluso su entrega era tan intensa que, en algúnmomentohabíanindagadosobrelasraícesdelasexualidadeninternet.Después de sus increíbles y envolventes monólogos, Óliver les ofreció el
materialcomosifueranubesdelcielo.—Solo debéis humedecerlas. Con la saliva caliente da mucho más placer
cuandolasintroduces.—¿Ysitelasintroducen?—preguntólanovia,queresaltabaconclaridadpor
lapornográficacoronaquesusagudasamigaslehabíanpuestoenlacabeza:ungranpeneapuntandoalcielo,abrigadoconunprofusomantodevellonegro.—Entonceslaplatasedesharáenlavaardienteyteharágemirdeverdadero
gozo.—¿Yquémedicesdeestoquetieneestaformatanrara?¿Paraquésirve?—
interpelólamásjoven,querebuscabaenlamaletacomosiestuvieraextrayendosuculentasyvariadaschucherías.—¡Ja!Eresmuyobservadora.Pues te diré que este increíble juguetito es el
Sucsuc, así escomose llama—se locogióde lasmanos—, tieneunautilidadmuy pero quemuy demandada. ¿Ves que tiene como una enorme barriga quefinaliza en una simulada boca abierta? —Lo mostró perfilando su formaredondeadacon el dedo—. Pues es donde se debe apretar para que sus ondasexpansivas te hagan alcanzar tremendos orgasmos. ¿Y cómo lo hace?Succionándoteelclítoris.—¡Québarbaridad!—espetóuna—.YoquieroelSucsuc.Las chicas arrasaron con el peculiar juguete que conseguía actuar como los
labios hambrientos de unmulato, y también, con todo el interior restante delmaletíndeÓliver.Yenpocomásdeunahora,élsedespedíaconlosbolsillosatestadosdebilletesyconlaautoestimamássaturadaqueelmismísimoDios.—Hasidounverdaderoplacerpasar este ratoconvosotras, chicas.Yno lo
olvidéis, el gozo es infinito, solo hay que contar con unamente abierta y losmediosadecuadosparadisfrutardeélalmáximo.Supúblicosatisfecholeaplaudióensusalida,abriéndolepasocomosifuera
unpersonajecélebre.Inclusoalgunaosóenmeterleunpapelitoconsunúmerode teléfonoenelbolsillode lachaqueta,mientras lesusurraba«¿probamosunimpávidodedos?».Porsupuesto,Ólivernorespondía,perosequedabaconcaradeboniatopelado.—Te acompaño—le susurró Angélica en la oreja. Si bien no lo hacía por
mera cortesía, sino para actuar como guardaespaldas ante tantos peligros queacechabanasucodiciadomacho.Cuandoestabanenlasalida,deimprovisoAngélicaseabalanzósobreél.Le
absorbióloslabiosylalenguacomosifueraloúnicoquelograramantenerlaconvidadesdeeseinstante.SusbesoserantanfervientesypasionalesqueaÓliverlecostódesengancharsedeella,perolohizo.Yconelardorensusentrañas,lamiróasusojosimplorantes:—Losientomucho,Angélica—dijoconlavozagitadaporlaexcitación—,si
nolaamaratantocomolaamo,nodudaríaenposeerte.Eresunadiosa…Ella agachó su mirada desalentada y se limpió con el índice la saliva que
humedecía el derredor de su boca, y se lo chupó.Aunque enseguida volvió abuscarsurostroconsuslucerosdegata.—¿Sabes?Siempreteesperaré,Óliver.Nohayhombrecomotúsobrelafaz
delatierra.Óliver labesóenlafrentetrassugratohalago,ysemarchóvictoriosodela
quecreíaquehabíasidosuúltimamisión.
Capítulo24
LASEDECENTRALDETAPERSEX
Cuando llegóacasa, seencontróaJuliadormidaenel sofá,estabaencogidacomo si estuviera pasando frío.De inmediato cogió lamanta que había en elreposabrazos y la cubrió hasta los pies, a continuación la observó como si seestuviera deleitando con su perla más valiosa, era tan preciosa. Acarició sucabellodoradoysesentóasuladodispuestoadormir.Ansiabaqueaqueltrancede enemistad entre los dos transcurriera lomás rápido posible, ya que estabaconvencidodeque cuando sedespertaran todovolvería a arreglarse; la amabamásqueasuvida.JuliasehabíadespertadoesamañanaynohabíaencontradoaÓliverencasa,
estabafueradesípensandoquedefinitivamentelehabíadejado.—¡Sal, perro desobediente! —le dijo ofuscada a Supermán, que yacía
enroscadoenlamantadelsofáysabíaqueÓliverodiabaquelohiciera.Acontinuaciónsevistióysefuecomounabestiamalheridahaciaeltrabajo.
De hoy no pasaba que le cantara las cuarenta a ese presuntuoso que le habíasaboteadolavida.Cuando llegó a la inmobiliaria y vio tras el cristal que Pol se encontraba
adentro,irrumpióellugarcomounaposesa.—¡Tú!¡¿Cómotehasatrevido,cabrónengreído?!—gritó.Franchesca,SilviayCristina, que estabanpresentes, sequedaronatónitas al
verasusupuestadulceyafablecompañeraconaquelladesequilibradaactitud,parecíaunalocaquesehabíaescapadodelmanicomio.
—¡Julia! —Pol le cogió del brazo—. Creo que este no es el lugar másindicadopara…—¡Nome toques!—le cortó histérica con los ojos inyectados en sangre—.
¡PortuculpaÓlivermevaadejar!¡Cabrón!¡Hijodeputa!¡Noteacerquesamí!—Inmediatamenteellasederrumbóycomenzóallorardesconsolada.Crisselevantódesuasientoparaconsolarasuamiga,peroPolladetuvopara
queledejaraunmomentoasolasconella.Juliaseveíatanfrágilytriste,queatodos se les encogió el corazón. Pol la cogió de sus pequeños hombros parareconducirla hacia la calle como si llevara entre sus manos una delicadísimafigura de porcelana, y cuando comprobó que ya se habían alejado de lasmorbosasmiradasdesuscolegas,ladetuvo.Ladejóunosminutosdesahogarseeinspirarairepuro,ydespuéslamiróasusojosenrojecidos.—¿Estásmejor?—AunqueJulianolerespondió—.Mira,yonopretendíaque
fuerasdesgraciada.Soloqueríahacertefeliz.Julialevantósurostrogachoyrepletodesinuososreguerosdelágrimas.—¡Mentira!Túsoloqueríasconseguiruntrofeomás,yyo…fuiunatontapor
caerenlatrampa—expresóaúnconsañalatente.Sinembargoaélnoparecióimportarlequelegritaraymontaraunaescenita
en plena calle, incluso con varios transeúntes anonadados observándoles condescaro.Lacogiódelrostroconsusfuertesmanosyleplantóunintensobesoenloslabios.Noobstante,ellasedesprendióencuantopudodeél.—¿Peroatiquétepasa?Teodio.¿Quenolohasentendido?—Tequiero,Julia.Túmehasenseñadoqueessentiralgodeverdad,algotan
fuertequetehaceverlavidadeotramanera.Loscochesdelujo,lasmansiones,eldinero,esonotienenilamásmínimaimportancia.Quieroquevengasavivirconmigo.Julialomiróescéptica,perocuandoobservólatransparenciadelverdemarde
sus ojos y sus comisuras risueñas e ilusionadas, vio que increíblemente elelocuente,embaucadoryliantePolCros,estavezdecíalaverdad.—Me sientomuy halagada, Pol. Pero de la únicamanera en la que podría
estar contigo o con cualquier otro es si durante mi existencia jamás hubiera
conocidoaÓliver.Éleselhombredemivida.Poldesvaneciósuresplandecienteexpresiónylatornóenunamástriste.—Almenosdimequeenalgúnmomentotesentisteatraídapormí.—¿Enalgúnmomentodices?Mehas tenido enmásdeunaocasión loquita
porti—leconfesó,ylebesócariñosamentelamejilla.Julia se despidió de Pol y del resto de la plantilla, ya que tras finalizar la
aclaración fue directa a la inmobiliaria y presentó su dimisión. ¿Un arrebato?Quizá, pero tenía claro que después de todo lo que había sucedido no podíaseguirtrabajandoahí,ymássiqueríaconseguirganarunápicedelaconfianzadeÓliver,siesqueesotodavíaeraposible.
***
Óliver y Álex habían recorrido alrededor de cien kilómetros en cochedirigiéndosehaciaGeronaparapresentarseenlasededeSéptimocielo,allílesesperabaRomina,lajefa.—¡No puedo creer que hayas tratado así a mi Insignia! —masculló Álex
ofuscadomientrasaparcaba—.Eresunmamonazo.—Vamosno te cabrees, un pocode reparador de arañazos y listo.Luego te
compro.—¿Ylaabolladura?—Óliverloignoróycambiódetema.—¿Aquíes?—preguntóÓliveralencontrarsefrenteaunedificiode lomás
común.—Sí,¿porqué?¿Noesde tuagrado?¿Quécoño teesperabas,zopenco?—
expresóÁlextodavíarabioso.—Bueno,yomeesperabaunlocalllenodeneonesrojosyrosasqueformaran
siluetasmóvilesdepenesyvaginas en el aparador, ypor supuesto, deparejasfollando.—Ya, pero es que esto es la sede de un negocio de objetos eróticos, no un
puticlub—aclaróÁlex.—¿Yquédiferenciahay?
Álexlemiródesoslayoconlacejalevantada,aunquenosemolestóenvirardeltodosucabeza.—Oli,despuésdehaber trabajadoenestoun tiempo,¿todavíamepreguntas
qué diferencia hay? ¡Pues está claro!Nuestro negocio ofrece objetos sexualesparamejorarydisfrutardelsexo,ynoapersonasquelesgaranticeneseservicio.—Queridoamigo,discrepo.Sientodecirtequequizáserestúelquetodavíano
haentendidoquerealmentenohayningunalíneaqueseparelosdosconceptos,puestoqueel fineselmismo: loquequiere todoelmundoessaciarsumentecon cualquier tipo de cosa que le haga liberarse a través del sexo.Humana oartificial,laformanoimportaenabsoluto,soloelresultado.—Ya,anda,vamos—mascullónegandoconlacabeza.Alentraralasede,unamujercontrajedeejecutivaselevantódelamesadel
fondoparairarecibirlos.—¡Álex,cuántotiemposinverte!—espetóellaconalegría,yloacogióenun
amigableabrazoquefinalizócondosbesossonorosensusmejillas.—Yotambiénmealegrodeverte,Romina.Lamujer,queeramásaltaqueellos,oalmenosloparecíaconlaayudadesus
aparatosos tacones y plataformas de charol de, como mínimo, dieciochocentímetros, desvió lamirada de su empleado para observar de arriba abajo aÓliver.—¿Asíqueesél?Óliversesonrojó,nosabíaquédecir.Y es que se había involucrado en el negocio de aquella desconocida sin su
consentimiento, así que, en cualquier instante, la tal Romina podría soltarlecualquiersalvajadaynotenerderechoaunamíseradefensa.—Encantado,yosoyÓliver—leofreciólamanomuyformal.Últimamente había discernido que actuando de forma más seria y educada
solíaconseguirmayorescosas.Noobstante,lalargaesperasinquelaindefinidamujer se la estrechara, le hizo dudar sobre aquella teoría. Los dos amigos nosabíandóndemeterse.Derepente,Rominaseabalanzóasusbrazosyloabrazócongranentusiasmo.—¡Cómomealegrodeconocerteporfin!—Lemiróalosojoscastañosque
radiaban confusión—. Tú has conseguido que mi negocio volviera a resurgir.Estabaconsiderandocerrarloporquelasventasdelúltimoañoapenasmehabíandadoparacubrirloscostes.Eresmiángeldelaguarda,¡yvayaángel!—rioconpicarescayleplantóunfuerteyrotundobesoenlaboca.Óliversequedópasmadoyaturdido,igualqueundibujoanimadodespuésde
darseunbuengolpe.—Gracias…supongo—pronuncióÓliverconinseguridad.—¡Graciasati,cariño!—Sevolvióysedirigióhaciasumesa—.Poresoes
que tengo un plan que va hacer que Séptimo cielo sea conocido hasta en losconfinesdeluniverso.—Rebuscóenunade lasmontañasdepapelesque tenía—.¡Aquíestá!—¿Esmidespido?—preguntóÁlexcontemblorensugarganta.—¡No,quéva!Cielo, si túnohubierasdejadoque tu amigo te ayudara,mi
negocionoestaríasubiendocomolaespumaahoramismo—.Desplegóungranfolioblancodondesusuñascolorfucsiarelumbrabanenelmarco—.Estaeslagráfica donde se ve con claridad el crecimiento de este mes respecto a losúltimosseis.—¡Madremía!—exclamóÁlexmaravillado.Enelpapelsereflejabacómola
línearectacrecíadegolpeagranalturaynovolvíaadescender—.Yesolohashecho tú,Óliver. ¡Qué crack!—Le dio una colleja cariñosa en el cogote a suamigo.—Cierto.YporesoquieroproponertequeteunasaSéptimocielo,demanera
legal, por supuesto —manifestó Romina mientras salía del espacio donde laintensa luz solar de la ventana cegaba sus ojos grises. Avanzó unos pasos yaprovechó para posarse a la vera de Óliver y mostrarse de esa forma máspersuasiva—.¿Quémedices,chicarrón?—Oh,esustedmuyamable,pero…—Por favor—le interrumpió—,nome tratesdeusted.Para ti soyRomina,
ahorasomosamigos.—Apretósuscomisurasdeporcelanayleabanicóconsuslargaspestañas.—Romina—pronuncióylesonrió—.Teloagradezcomucho,peroyo…no
estoysegurodequeesoseaunabuenaidea.
Aquellarespuestaparecióserfatídicaenelrostrodelaempresaria.—Te haré socio —dejó caer como una bomba. Óliver y Álex se miraron
completamentedesconcertados¿Habíanoídobien?—.Sitodosiguecomoahora,enmenos de un año serás rico. Solo tienes que ver todos esos impresos quetengo sobre la mesa, casi todo son reservas hechas para los próximos sietemeses.Yentodastepidenati.Óliverestabacongelado¿Cómohabíasucedidotodoeso?—Oye,Oli,nopuedesdecirqueno,¡seríaunalocura!Estaestuoportunidad
—ledijoÁlexapretándoleelhombro.Óliver, quemiraba al suelo absorto, levantó la cabeza y buscó los ojos de
Romina,queloesperabaconimpaciencia.—Estábien,diréquesíentonces—dijoilusionado—.¿Quétengoquehacer?—Fabuloso.—Rominaensanchósuslabioshastamostrarsusdientesblancos.
Parecíahaberseconvertidoenlamujermásafortunadadelmundo.Y tras deleitarse con la respuesta de su nuevo socio, endureció de golpe su
semblanteparaabstraersealmáximoensulabor.ComenzóaojearyteclearsuiPhone como si de repente estuvierahipnotizadapor la tecnología.Entretanto,losdosamigoscomentaban jocosos la trascendenciade lo sucedido,hastaqueellavolvióapronunciarseinterrumpiendolaconversación.—Bien,noperdamosmáseltiempo.Mañana,Óliver,tedirigirásaMallorca.
Teacabodereservarvueloyhospedaje,yminotarioyahapuestoenmarchalosdocumentosrequeridosparaasociarteenelnegocio.RespectoaMallorca,quieroque abras una sede allá. También te encargarás de formar a los nuevoscomerciales de Séptimo cielo. Tú eres el único que puede enseñarles cómoconseguir que nuestros clientes sientan deseo e ilusión de probar nuestrosproductos—explicóconcarrerilla.Sinduda,alaemprendedoraseleibalavidaenello.—Para, para, para—musitóÓliver con cierto agobio—.Yonopuedo irme.
Estoycasado.—¿Casado?Puesentonces,quetumujersevayacontigo.—ResolvióRomina.Óliverensunuevaconmoción,notócómoÁlexlepropinabagolpecitosenla
espaldadesostén.Sibienenpocotiempo,cuandosumentesehabíavueltomás
Capítulo25
PILLADO
Juliaestabatumbadayestáticasobreelsofáconelmóvilsobresupecho.HabíallamadoaÓliverunasveinticincovecesynolehabíacontestado.Despuésdelloraryllorardurantedoslargashoras,susojossehabíanquedado
tan secos como la mojama. Así que la única forma que halló para seguirdesahogándose fue la de devorar los dos botes de helado de dulce de leche ychocolate que tenía en el congelador, y que hacíamedio año que no se habíaatrevidoacomerparanoengordar.Lapanzadanoduródemasiado,yaquehabíacomidodemaneracompulsiva.
Ytrasreposarunratoestiradaenelsofá,sereincorporóparavolveracogerlacucharaquehabíadejadodentrodelbote.Apuróansiosamenteconelutensilioelrestodechocolatequesehabíadeshechoenelfondoyselointrodujoenlabocacomosifueraaireenvezdealimento.Perocuandosaboreólaúltimagota,sediocuenta de que aquel consuelo no había sidomás que un fraude, y es que otralágrima se desplomaba sigilosa por su lagrimal igual que una férrea pesa demetal,esta,increíblementedolorosa.Por lo visto sus desgarradores sentimientos, habían tenido tiempo suficiente
paragenerarmáslágrimasácidasensuinterior.¿QuéibahacerellasinÓliver?¿Quésentidoteníalavidasinél?Sepusounpiey sedirigió al balcón.Supermán la seguía como si fuera su
sombra,noobstante,Julianolehabíaacariciadoniunasolavez,ytampocolehabíadirigidolamiradadurantesucompañía.
Se acercó a la balconera e inclinó levemente su cabeza para divisar conestuporlagranalturaqueleprecedíayloscochesenmovimientodelacarretera.Cerró los ojos y respiró profundamente mientras apretaba las manos a labarandilla:Sentíaelaire,sentíaelvacíodesusproblemasyladisolucióndesudolor,todaaquellalibertadinsensibleestabaenelaire…¡Guau!Elagudo ladridodeSupermánhizoqueJuliaabrieraalmomento losojosy
agitara la cabeza. «¡Dios! ¿Qué estoy haciendo?», caviló completamenteturbada.Seadentróenseguidaalinteriorsinquererpensarenlalocuraqueselehabía
pasadopor lacabeza:acabarconsu tristevida.Yseprometióa símismaquenuncamásvolveríaarepetirse.Lapuertadeentradasonócomosiacabarandecerrarla,yÓliverresurgiódel
marcodelapuerta.Julia, al verlo, avanzóunospasoshacia él, y ambos sequedaronabsortosy
petrificados en los ojos del otro. Solo se podía observar un punto idéntico enaquellosdos iris tandiferentes;elpurosentimientofatigadoque iluminabasusojosdesnudos.Óliver fuedirectoasusbrazosyenseguidaJulia loabrazócomosi fuerasu
mástil, estrechándoloconuna fuerza inconmensurableparanodejarlomarcharjamás.Otravezestaban juntos.Susbesoscomenzaronaconvertirseen tiernosbocados que recorrían sus rostros apaciguados, desde luego estaba claro quemaridoymujeransiabancomerseelunoalotro.Éllatomóensusbrazosponiendoapruebasunervudotorso,yentrepasoy
paso, los dos pusieron enmarcha el arte de deleitarse con el sabor de la pielajena, que curiosamente parecía contener alguna sustancia adictiva. Cuandollegaronal sofá la soltó,yalgunosde loscojines rebotaronenel airecomosifueraelfollajecaídodelbosque.—Lonuestrosoloacabadeempezar—mascullóÓlivermirándolafijamentea
sus ojos azules, que habían descendido a la altura de sus piernas y parecíandestellantescometaslejanas.Juliasonrióradiantealoírlaconvincentedeclaracióndesumarido.Volvíaa
serfeliz.Óliver se inclinó para desabrocharle y quitarle los pantalones, y también la
camisetaqueestabamanchadaescandalosamentedechocolate.Despuésvolvióaponerse derecho y la admiró desde su altura como si estuviera divisando unaalhajamágicareciénextraídadelmar.¡Cómolaquería!—Tequierodentrodemí—pronuncióJulia.Óliver sin hacerla esperar, se colocó con cuidado sobre ella y se introdujo
cálidamenteensuinterior,talycomoelladeseaba.Lastiernasyfervientesembestidasqueélpropinabacomosifuerantempladas
olasdemar,seprolongabangustosamenteentrelasmiradasinseparablesdelosdos enamorados. Se amaban simplemente con lamirada.Hacían el amormuydespacio, igual que lo hicieron la primera vez, pero es que se sentían tancolmados de amor que no querían que aquello terminara nunca. En realidaddeseabandetenereltiempoparanodejardesentiresaincreíbleuniónespiritualqueacaparabasuscuerpos,yqueleshacíatandichosos.Noobstante,depronto,aquellosdelicadoscuerposcomenzaronaadoptarotra
consonancia, una más recia y decidida. Indudablemente aquel efecto eraconsecuencia del mismísimo delirio, uno que en cualquier caso se describíacomoindependienteydesvergonzado,yquenopedíapermisoparapresentarse,aunquecuandolohacía,nosolíatenermuchasprotestas.Elmullido sofá revestido por esamasa cada vezmás encarnada, empezó a
quejarseporelachaquemásfuertequeesosdosdeliberaban,proyectandoentrelosgemidosdiferentes ruidoschirriantese inconstantes,yelgozode laparejaapareciómás tangible en el ambiente. «¡No paresÓliver, te lo suplico!¡Oh…,así,sí…!»,clamabaJuliamientrassuhombrenocesabaenobrarsucometido.Acontinuación, lasincontrolablescontraccionessedesprendieronporsusfrágilesextremidades, tensándolas como cuerdas de instrumentos musicales ydesencadenando en ellas una amatoria melodía. Tras finalizar aquel lapso tangratificante y perturbado a la vez, el sellado de su inquebrantable amor ya sehabía completado.Ambos se quedaron sin aliento, yÓliver descansó sobre elpechoardientedesuamada.Novolveríanasepararsejamás.
Juliaabrió losojos,sehabíaquedadodormidadespuésdehacerelamor.Notócomosurostroestabadiferente,asíquesetocóconlayemadelosdedoslabocaycomprobóquesuslabiossehallabanestiradosdeladoalado,comosidesdesurecién despertar poseyera la imperturbable sonrisa de un payaso. Estabacompletamenteradiante.Seincorporóysedesperezóigualqueunágilratón,ytrassentirlarelajacióndesusmúsculosselevantóparairabuscarunacervezafríaalacocina.Un móvil vibró en la madera de la mesa antes de que le diera tiempo a
abandonarelsalón,ycomprobóqueeraeldeÓliver.—¡Cariño!¿Dóndeestás?Teacabadevibrarelmóvil—gritóella.PeroantesdequeÓliverlaescuchara,elaguaapresióndeladuchasonóde
fondo.Julia locogiópara llevárseloalbaño,quizáeraalgo importante relacionado
coneltrabajo,pensó.Perocuandolotuvoenlamano,decidióecharunvistazoalas escuetas palabras principales del mensaje todavía iluminado, y, al darsecuentadesuautoría,nodudóenleerloentero:«Gracias,Óliver, ha sido realmente excitante tu visita.Aunque no creo que
puedaolvidartuscálidasmanosacariciandomisnalgasytusbesosconsaboramielquemehicieronperderelsentidolaotranoche,tendríaqueestarlocaparahacerlo».ElmensajeeradeAngélica.Juliasellevóunamanoalacabezayseapretóunmanojodepelocomosise
trataradeunainserviblebrozareciéncogidadelcampo.Sesentíatanengañadaque sintió repulsiónhacia símisma. ¿Cómo sehabía atrevido a engañarla conesa pelandusca?Y, además, ¿cómo había sido tan despiadado al hacerla sufrirporlodePol,despuésdehabercometidoéllamismatraición?—¿Mellamabas,mivida?—musitóÓlivermelosoalasomarseporlapuerta.Estabamojadoydesnudo,yenvolvíasuscaderastansoloconlatoalla.PerolacaraescarlatadeJulia,juntoaladesencajadaposicióndelamandíbula
quedeslucía,dijomásquecualquierotrapalabraquepudierapronunciar.Sibienlaomisión,nodurómucho.—¿Por qué? ¿Cuándo…? ¿Cómo te has atrevido? —interpeló ella
escandalizada comprimiendo el móvil con las manos—. ¿Qué es lo que hashecho, Óliver? —Al instante una dolorosa tristeza brotó en sus ojos,desquebrajandopordentroalapersonaquelosmirara.Óliver,trasaquelladesoladoraescena,nonecesitóningúndatomásparasaber
aloqueserefería.—Yo…noestoyorgullosodeello—mascullóapesadumbrado—.Loborraría
sindudasipudiera,pero,tedoymipalabradequenopasónada.—¿Lapalabradequién?Dealguienqueenlugardecorazóntieneuncactus
en su interior. ¿Cómo fuiste capaz de hacerme sentir como una auténticamiserable,cuandotúhabíashechoexactamentelomismo?Eresun…—Óliverlecogiódelasmuñecasyselaacercóatansolounabismodesuboca,haciéndolesentirsucandenteydesesperadoaliento.—Sí,uncabrón,unhijodeputa.Dilo.Esverdad,soyundesgraciadoqueno
hasabidover loafortunadoqueeraal teneraalguiencomo túasu lado.Peroperdóname,telosuplico.—Lamirabafijoconloslagrimalesatestadosdedolor—.Deverdadcreoquelonuestrohavueltoarenacer,yestavezconmásfuerzaque nunca. Si tú me dejas… mi vida dejará de tener sentido. Por favor,perdóname.Sin embargo, Julia no podía parar de mirarlo con una ira infinitamente
creciente.Loodiaba,queríamatarlo.Nuncajamásalguienlehabíahechotantodaño.Alsentirseacorraladapornumerososeinsufriblessentimientosquelehacían
versuvidacomoungruesoagujeronegro,noaguantómás.—¡Maldigoeldíaenqueteconocí!¡Apartirdeahoraparamíestásmuerto!
—Buscóconrapidezelbolsoy las llaves,ydesaparecióporelpasilloque ibaderechoalacalle.Óliversequedóhorrorizadoconlas tremebundaspalabrasqueJulia lehabía
dicho.Paranadahabíavistoensusdesoladosojosniunápicedeperdón.Ellayanolequería,oalmenosesopareció.Alsalirdesumomentáneoletargo,quisoirensubúsqueda.—¡Julia…!¡Julia,espera!Peroyaeratarde,Juliasehabíaevaporado.Noseencontrabaniencasa,nien
elrellanodelaescalera.Yensupersecuciónhastalaentrada,sediocuentadequesumanoseguíasujetandolatoallaquerevestíaescuetamentesuscaderas.Un tosco golpe de metal que provenía de abajo, le hizo comprender que
alguien,Julia,acababadesalirdeledificio.EnseguidaÓliverseprecipitóaldormitorioparaproporcionaralgoderopaa
sudesnudez,yenpocomásdeunminutoyasalíavestidodispuestoarecorrerelcaminoquelellevaraasuamadamujer.Hastalosconfinesdeluniversoiríasifueraprecisoparaencontrarla.
Capítulo26
UNSUSTOYUNSUPERHÉROE
Entretanto Julia corría como una loca por las calles circundantes. No podíadistinguir hacia dónde se dirigía, ni tampoco qué era lo que se hallaba justodelante de ella, pues las continuas lágrimas agridulces que renacían de suscastigadosluceroscelestes,noledejabanver.Noobstante,ellaseguíacorriendosindetenerse, tansolodeseabadeshacersedel inmensodolorquesulfurabasusentrañasynoledejabaapenasrespirar.Repentinamente alguien la tiró al suelo de forma brusca, y montó su peso
descomunalencimadeella.—Notemuevas,zorrita—dijounavozextrañaymasculina.Al instante sus sollozos dejaron de fluir, y su pavor hizo que recuperara la
visiónparasabercuantoantesquiéneraeldiabloqueleestabaatemorizando,ytalveztambiénparasobreviviraltrance.Unhombredesaliñadoyconelpeloasquerosamentegrasientoseencontraba
sentado sobre su barriga, mientras tanto se dedicaba con una mano ainmovilizarleelcuelloyconlaotra,avaciarleelbolso.—¿Qué quieres… de mí…? —pronunciaba Julia con dificultad—. Puedes
llevártelotodo,pero,porfavor…nomehagasdaño.Escudriñóellugara laesperadequeesemalvadoespécimenseapiadarade
ella. Pero su miedo se acrecentó al comprobar que, por desgracia, se habíametido en un deshabitado callejón sin salida, adonde ni siquiera se atrevían aadentrarselosrayosdesol.
Sus lágrimas empezaron a surgir nuevamente, pero esta vez no por tristeza,sinoporqueseacababadedarcuentadequesuvidacorríaliteralmentepeligro.Elasaltantelanzóelbolsoyavacíohacialaotrapunta,ydespuéslamiró.—Bien, ya tengo lo que quería —sonrió con vileza. Aunque se detuvo a
ojearla con más detenimiento, descendiendo su mirada al torso y más abajo.Cuandoyalahuborepasadoconauténticomorboyunasalivarebosanteensuscomisuras,sepronunciódenuevo—.Oquizá,todavíano.Comenzóamanosearsuspechostemblorososysusmuslosagitados.—¡Para, no me toques asqueroso! —Julia se sacudió como un pez en la
angustiosared.—¡Calla,zorra,ynoteresistasmás!—¡Socorro…Socorro!¡Quealguienmeayude!—gritóhastadesgañitarse.IpsofactoalguiensacólamasamonstruosadeencimadelaaterradaJulia.Era
Óliver,queacababade lanzarconunúnicoyhuracanadoempujónalasaltantecontralapared,yahoraesteseencontrabainmóvilenelsuelo.—¿Estás bien, cariño? ¿Te ha hecho daño ese cabrón? —le inspeccionó
preocupadoelcuerpo.—No, no me ha hecho nada. Estoy bien.—Le ayudó a ponerse en pie—.
Cómomealegrodequehayasvenido,sinohubierasaparecido,yo…—musitóJulia con los labios hechos un flan en movimiento, y empezó a llorardesconsoladamente.—Shh…Yapasó.Yaestoyaquí,mivida,ynopiensodejartenunca.—Óliver
laabrazótodolofuertequepudoparaquesesintieraprotegida.No obstante, cuando Julia abrió los ojos, tras haber estado apretándolos
mientras abrazaba con grato consuelo a su salvador, vio que el malvadodelincuenteestabaapuntodeatacaraÓliverporlaespalda.—¡Cuidado,Óliver!EllaseapartóalinstanteyÓlivercomenzóaforcejearconelinfameextraño.
Amboshombres se agarrabandel cuelloyde losbrazos, sin apenas conseguiravanzar o retroceder más de un paso forzado. La tez belicosa de ambos seenrojecíaporelactosulfuradoyporlaopresiónquelafuerzaajenaleproducía.Perocuandoelactoparecíaquenopodíasermástorturador,elhombredemal
fondosacóunanavajadelbolsillodesupantalón.—¡Tieneunanavaja!—gritóJulia,ydespuéssetapólabocaconhorror.Sequedóobservandoenestadodeshockcómosumaridocorríagravepeligro
porhaberlesalvadolavida.Los dos hombres forcejeaban contra el muro sin dar tregua, y la navaja
empezabaaolfatearensumovimientodeavanceelsudordeinocente.AÓliverseleagotabanlasfuerzas,ysuspupilasdilatadasestabanclavadasen
elafiladoperfildemetal,queseacercabapeligrosamentealaalturadesunariz.Aquello podía ser una carnicería. Fue entonces cuando Julia reaccionó de suanestesiadasituación,pensandoenque,sino lohacía,podríaser testigodeunfatídico final. Se acercó a ellos y desde su trasera posición, propinó unacontundentepatadaaldelincuenteensuspartesbajas.—¡Ah!—voceóéldedolormientrasseencogíacomounalombriz.Al instante,Óliver aprovechóy le lanzóunpuñetazo en la caraque lehizo
tambalearse y perder el arma blanca. Y cuando pudo volver a mantener elequilibrio,saliópitandodellugarquelehabíadesgraciadoeldía.Juliafuehaciasumarido,yleinspeccionódearribaabajocomosisetratara
deunaavezadadoctora.—¿Estás bien? No veo ninguna herida. ¿Te duele algo?—Ella le subía el
suéterconnerviosismo.—Esehijodeperranohaconseguidohacermenada.Estoyperfectamente,no
te preocupes.—Pero Julia seguía ojeando sus extremidades con desasosiego,hasta que Óliver le cogió de las muñecas—. Déjalo ya, no me ha ocurridoabsolutamentenada.Mírame,sigoaquí.Julia se quedó cegada en su tranquilizadora mirada. Hasta que explotó,
sacandotodoaquelloqueestabaapuntodecausarleunataquedeansiedad.—No quiero ni pensar qué hubiera pasado si la navaja…, si tú…. No, no
quiero ni imaginármelo. —Sus sollozos surgieron tras su angustiosopensamiento.Óliversequedóconmovido.Suspalabraseranreconfortantes,peronosabíasi
ella después de lo que había sucedido anteriormente le seguiría rechazando.Estabaensuderecho.
Noobstante,Juliavioenélelmismopavorqueellaenalgúnmomentohabíaexperimentado, y después de sentir las frías lágrimas que limpiaban condescontrolsusmejillas,decidióbesarlo.SeresguardóenelÓliverque,despuésdetodo,lahabíaqueridosiempremásqueasupropiavida.Él la correspondió impregnándola con un beso húmedo y amoroso, y tras
sentir el anhelado perdón ya consolidado en sus carnes, la estrechó con susférreosbrazoscomosiquisierametérseladentro.—Vayámonoslejosdeaquí—murmullóJuliapegadaasupecho.—¿QuéteparecesimañanapartimosaMallorca?—¿Qué?Elmatrimonio denunció inmediatamente el asalto a la policía.Y cuando se
recuperaron del angustioso sobresalto, Julia le declaró a Óliver que habíadimitidoenlainmobiliaria,yapesardelosproblemaseconómicosqueteníanenaquel momento, a él no le pudo hacermás feliz la noticia. Después de todo,¿quiénquerría tragarse el sapodeque sumujerviera a su examante todos losdías?Niporunmillóndeeuros.
Capítulo27
UNFUTUROINCREÍBLEMENTESEXUALYPROMETEDOR
Al día siguiente, ya se encontraban tomando tierra en la isla de Mallorca,donde se alojaron en un extenso y confortable ático situado enManacor, unaimportanteciudadque tenía la famadeconquistar alvisitantecon su increíblepatrimonioculturalysuspreciosospuertosnaturales.Óliver,despuésdepocosdíasdeaclimatación, comenzóadedicarse a impartir conferenciasy reunionessobrecómodisfrutardelsexoconlamayornaturalidaddelmundo,ytambién,aadiestrarsindescansoafuturossabuesosdelnegocio.CajasycajasdeproductosnuevostodavíaporprobarqueleenviabaRomina
desdeBarcelona,llegabansemanalmenteasucasa.Ylapareja,muyprofesionalyenteramenteadeptaalacausa,sededicabaacatardelprimeroalúltimo:—Vamos,cariño, tengounasganaslocasdeprobareste…—lesuplicóJulia
conlabocapequeña,queyacíaasuladoenlacama.—Estábien, perodespuésdehabermequedadoextasiadoconelComplacer
men, no respondo de mis actos. Tenías razón sobre los masturbadores, songenialesytequitantotalmenteelestrés.—Telodije,peroloshombressoistan…cuadriculados,queoscuesta.Ahora,
quieroqueledeslamáximapotencia—lemostróelconsoladoralargadoyrosa—ymeacaricieselclítorisconél.Óliver apretó una comisura, se acercó y después la besó con intención de
engullirsulenguaresbaladiza.
—Para, para—dijo ella al despegarlo de su boca—, no vayas a consumirtodastusfuerzas.—Yleofrecióelobjetodelmomento.Óliverlorevisóunossegundosylopusoenmarcha.—Allávoy,preciosa.Sepusoderodillashaciaellaylosdossedeleitaronconladesnudezdelotro,
quenosecansabandeadmirar.Óliverencendióelnuevoaparatosinestrenaryse lo acercó hacia la apertura de sus esbeltas y bronceadas piernas. Era tansilenciosoqueapenassepercibíauninsignificantebisbiseoenlahabitación.Juliasonriódepronto,eralaseñaldequesumaridoleestabaproporcionando
aqueldeliciosogesto.—¡Óliver,así!¡Sigue,sigue!—expresóconvozvibrante.Óliver disfrutaba al verla estremecerse, era como ver a una mariposa de
coloresindefensavapulearsusalas.Sumiembroerectocrecíaconcadaunodesus comedidos gestos, hasta sentir que simplemente con un rozamiento podríaalcanzarelclímax.Ytrasvariosminutosmásdegozocompartido:—Creoqueestoyapunto…¡Oh,sí!—gimoteóJulia.—Espera,mividayotambién,loharemosjuntos.Óliverlanzóelaparatoalsueloyseacomodósobresumasaexcitada.Lerecogiólasmuñecasinquietasyselaspusoporencimadelacabeza,estaba
tancachondo...Enesetrancemeditóquela teníaensupoderypodíajugarunpocoalbondage,sacandoquizádelamesitadenochelasesposasdepelorosa.Sibiennopudoreprimirmirarlaconembeleso,comosiemprelohacía,ysintiósu dulzura recorrer su vello crespo como fina arena de playa. Hasta quefinalmentedejóapresadaensumentelaideadelasumisiónydominanciaparaotrodía,ahoraleurgíallevaracaboalgodemayorrelevancia:unirseaellaencuerpoyalma.Duranteelactoapenashuboimpulsos,yaquealfusionaraquellosdostórridos
volcanessu fogosa lavano tardóenexpandirse, lohizoasusanchasypor lascavidadesdeambosque,denuevo,sehabíanconvertidoenelmismoescollo.—¡Ah…!—expresólaparejadeplaceralmismotiempo.Aunqueaquelloya
sehabíavueltounaclasederitual.—Comotequiero,Julia.
—Andaqueyo,midulcecaramelito.
Cuando pasaron seis meses de intenso trabajo e investigación, además de latremendísimatareaquetuvolaparejadeexperimentarlasespectacularesnochesmallorquinas regadas conPalo yRon (bebidas típicas de allá) que les hacíandesinhibirsemásdeloqueyaestaban,Óliveryahabíalogradolevantarunasedeconmásdemilquinientosnuevosclientesyhabíaformadoamásdedoscientoscincuenta comerciales de tapersex en la isla. Sus beneficios habían subido tanaltoquelacuentabancariadelmatrimonioacababadeincluirseenladenuevosricosdeEspaña.Porsupuesto,aquellamaravillosayaventajadaeconomíaimpulsóaJuliaadar
elpasoquesiemprehabíadeseadocontodassusfuerzas:abrirsupropiaagenciacomodiseñadorade interiores.Y aunque todavía no había tenido el suficientetiempoparahacerlorealidad,contantaayudaprestadaasumarido,ya teníaellugar,elproyectoylosplanosenmarcha.Enpocotiempo,sitodoibasegúnsuspredicciones,susueñohabríacogidoformaysededicaríadeplenoaél.Bueno,en realidad no deseaba dejar de lado la gustosa tarea que desempeñaba comoayudante de uno de los dueños de la popular marca española de jugueteseróticos,asíque,setendríaquepartirendos.Tras aquella transición demedio año,Óliver y Julia emprendieron rumbo a
BarcelonaparareunirseconRomina.Susociaestabapletóricaeimpacienteporhablar del impresionante crecimiento y de las increíbles ganancias que suidolatradosociohabíagenerado.LosdosenamoradosyaseencontrabanenelaeropuertodelPrat recogiendo
susmaletas,entretantoJuliasemanteníaconlaorejapegadaalmóvil.—¿Aquiénllamas,cariño?—Puesalhotel,quieroconfirmarnuestrallegada,nomefioniunpelo.—¿Quéhotel?—Pueselquereservélasemanapasada¿Sino,adóndepensabasdormir,enla
calle?Oacasonoteacordabasdequevendimosnuestropisohaceyadosmeses.Óliverlecogióelmóvildeimprovisoyloapagó.
—¿Eh,peroquéhaces?—refunfuñóJuliaconelentrecejoarrugado—.Miraquecomohayahabidoalgúnerroren lagestión,nosveoa losdosdurmiendoentrecartones.—Anda,relájateydisfruta,queséquelosabeshacermuybien.—Learrancó
unahilarantesonrisa.Al salir del edificio, un despampanante Porsche descapotable rojo estaba
aparcado justoen lapuerta.Óliver sedetuvoal ladomientrasque Julia siguióavanzandoconsumaletahacialazonadetaxis.SegundosdespuéssediocuentadequeÓlivernoseguíaasuvera.—¿Quéhacesahíparado?—voceótrasgirarse.—¡Vamos!—dijoélseñalandoconlacabezaelflamantecoche—.¡Esnuestro
alquiler! Ella desdibujó una amplia sonrisa y corrió con entusiasmo haciendochirriarlasruedecillasdesumaleta.Conducíanconlacapotabajadamientraselfrescoaireondeabasusmelenasy
lesempapabade libertad, sintiéndose losmásafortunadosdelmundopor todoaquello que la vida les estaba brindando. ¿Hacia qué dirección se dirigían?Según Óliver, se reunirían y alojarían con sus amigos y familiares, aunque aJulia le cayó por sorpresa la noticia, puesto que no sabía que había estadoacordadoconellosaquelplan.Igualmente,lehizomuyfeliz.Deseabanverlosatodosparaaprovecharsumomentáneaestanciaenlaciudad
ycontarleslosespléndidossucesosquesehabíanproducidodurantelosúltimosmesesenMallorca,bueno,todos,todosnoselosibanacontar.—Acércate—ledijoÓliverconunavendaderasorojoenlamano—.Quiero
vendartelosojos.—Creoquenoeselmejormomento,Óliver.Estamosparadosenunsemáforo
conlacapotadelcochebajada.Aunquenoniegoquenoseaunaideaexcitante.—Estirósustersoslabiospintadosconcarmín.—Sí, ya. Pero no lo hago para eso. No quiero que veas hacia dónde nos
dirigimos.—¿Yporquéno?—Vamos,anda,déjameponérteladeunavez.—Vale.Ay,mevasamatarcontantomisterio—reíanerviosa.
Anduvieronun largo lapsopor la autopista, o eso intuía Julia a travésde laintensa corriente que rebotaba y enfriaba la desvalida tez de su rostro.Posteriormenteelcocheabandonósu rectadirecciónpara tomardiversosgirosenvariasdirecciones,hastaquenotócómoejercíaunascuantasmaniobrasmuybreveseinusuales:estabaaparcando.—¿Yahemosllegado?—preguntóellacomounaniñacuriosaeimpaciente.—Sí,peroespera,yoteayudaréabajarytequitarélavenda.Óliver así lo hizo, la sacómuy despacio de su asiento y la acompañó con
sumocuidadohastaunpuntosegurodelacalle,yalfinledeslizóelrasoporsuperfiladayrecogidanariz.ElrostrodeJuliadesdibujóunatremendaalegría.—¡PerosieslacasaFlorensa!Espreciosa,¿aquesí?—exclamóenmarcando
sualegrecaraconsusdosmanos—.Mira.Yanoestáelcarteldeenventa.Claro,quecuandoyo laviporprimeravez, apenas llevabaunosdíasenelmercado.Algo así te lo quitan de las manos, y más en esta zona. —Julia seguíaparloteandosincesarysindespegarlosojosdelacasa,hastaquecayóenalgo—.Esperaunmomento,¿quéhacemosnosotrosaquí?Óliversepusoenfrentedeella.—Tienes razón, la casa se vendió. Por lo visto un alemán se enamoró
perdidamente de ella y aflojó la pasta, pero por desgracia al poco tiempo decomprarla al hombre le dio un ataque al corazón y la palmó. Sus hijos lavolvieronaponeralaventa.—Oh,quépena.¿Ysabesquiénfueelcompradordefinitivo?—Sí—dijoconseguridad—.Tú.Los ojos de Julia se agrandaron como platos y se quedó completamente
atónita.—¿Qué?Dicesque…¿lacasaFlorensaesmía?—Aja. Aunque de momento solo la puedas disfrutar los días en que nos
traslademosaquí.Peroestuya.—¡Ay, ay, ay! —Saltó a los brazos de su amor con euforia y comenzó a
comérseloabesos.—Vale, vale… Déjame —le suplicaba Óliver con el rostro manchado de
húmedocarmín—.Estamosenplenacalleynosestámirandotodoelmundo.Aflojósurostrodelsuyoporuninstanteparaescudriñar.—¿Que dices? Si aquí no hay nadie. Solo esa señora que acaba de girar la
esquina con la compra, seguro que es lamujer de las faenas de esa increíblemansión,nocreoquese locuenteaningunodenuestrospudientesvecinos—sonrió perversa—. En estas reputadas urbanizaciones apenas transcurre gentecaminando,solopasanencarrozastiradasporcaballosoencochazosbañadosenoro,ocomonosotros,enPorsche—rioconunasonrisadeorejaaorejacadavezmásvil.—Vengaamor,quemeestásasustando.¡Vayamosavernuestranuevacasa!Julia asintió y le estiró del brazo a la vez que daba repentinos respingos,
estabaentusiasmadísima,yÓliverlavigilabadesoslayo.
Capítulo28
UNAPÍCARACENA
Laparejacomenzóagozarde los increíblesespaciosde lavilla, sibienestaapenasconteníaunosescasosmueblesdeldueñoanterior.Óliverhabíapreferidoque se llevaran todo lo posible de la casa para que Julia se encargara deldecorado.Losdosestabanrebosantesdealegría,pueshacíatansolounosmeseseselugarerainalcanzableparasusdesvalidosbolsillos,yahora,erasusegundaresidencia.Pero cuando Julia recorrió alguna de las salas, evocó de forma imprevista
como en el pasado, en una de aquellas habitaciones, había ofrecido su íntimocariño a Pol, traicionando así la confianza de su marido. Enseguida hizo loposibleparaborraresepensamientoconunrápidomovimientodecabeza,comosiunaabejamerodearaporsussienesyseladesearaquitardeencima.—Veoque se dejaron esta enormemesa—dijo ella intentando sanar elmal
cuerpoqueselehabíapuestoconotranuevailusión—,separecealaslargasyampliasquesalenenlaspelículasdelosblasones.¡Esfascinante!Nocomprendocómodecidierondejarlaaquí.—Noladejarongratuitamente,selacompréyo.Penséquetegustaría.—¡Oh,Óliver,erestanatento!Cómosenotaquemeconocesbien—musitó
encantada. Y evocó por un segundo la pedantería y el empalago de aquelmatrimonioqueundíaacudióasuinmobiliaria:CleopatrayMarcoAntonio,losapodó su amiga Cris. Desde aquel momento intentó contener sus melifluoscomentarios. Por nada del mundo quería asemejarse a esa pareja tan
insoportable.¡Peroesqueeratanfeliz!,nosabíasilograríacontenerse.—Además,dóndesinoseibanasentarlosinvitadosdeestanoche.—¿Cómo?¿Hasconvocadoaquíatodos?—Sí, y he encargado un catering que… debe estar a punto de llegar.―Al
momentosonólapuerta—.Ahíestá.—¡Ja!¡Sevanacaerdeculocuandoveanesto!—espetóJuliaconunregocijo
tremendoensumirada.YÓlivervolvióamirarlaconestupor.Julia,mientrasÓliversedirigíaaabrirlapuertaalosdelcatering,decidióno
perderniunsegundomásyextraviarseporlospisosdesunuevaresidencia.Fueentoncescuandoentróenlaqueseguramenteseríalahabitaciónmásgrandedetodasporsudescomunalespacio,yencontróunacajarosaarayasblancasqueyacíaenelsuelo.Seacercóyobservóqueenellahabíadepositadaunanota,seinclinóparacogerlaylaleyó:«Métemedentrodeti,peroprimeromójameentuboca»,ponía.A continuación abrió la caja y observó unos increíbles y brillantes plomos
colorplatino.Al ladohabía tambiénundiminutomando,este tansolocondosbotones.Julia no lo dudó, ymientras esbozaba una hilarante sonrisa al pensar en lo
picantequesehabíavueltosuapocadomarido,semetiólospequeñosplomosenla boca y los humedeció bien con saliva, luego se subió la falda y se losintrodujoconcuidadodentrodesí.Cuando ya tenía el juguete en su interior se notó extraña, pero decidió
avanzar.—¡Ah!—seleescapóaldarsusprimeraspisadas.Lacariciaardientequesentíacadavezqueavanzabaunpaso,eraunamezcla
trepidanteentremolestiayplacer,sinembargonoseatrevíaaabandonaraquelexperimento,puessucaminarahoralaenvolvíadeunintensobuclededolorysatisfaccióndelquenuncaanteshabíapercibidoensolitario.BajólasescalerasparaexpresarleaÓlivertodasaquellassensaciones,esosí,
concuidado.Noobstantecuandocasillegóabajo,vioquevariosdelosinvitadosya habían llegado y estaban dispersos por el gran salón, y durante el raudorepasochocóconlasfascinadasórbitasdesumadre.
—¡Hijamía,nome lopuedocreer,quécaserón!—voceódoñaSoledadconalborozodesdelalejanaentrada.Enseguida la mujer fue en su búsqueda, aunque no le iba a ser fácil, pues
tendríaqueapartar conciertadificultad lasmasasque sehallabanparloteandoinmóviles y distraídas en su camino, además de las que se encontrabandisponiendo la comida. Y cuando sus manos regordetas y enjoyadas no sededicabanaempujar,seapretabalacaraexpresandosuinconmensurablejúbilo,sibienaquelgestoledabaasuefusivaactitudtodavíamásvesania.Julia se quedó helada, para nada podría actuar con normalidad mientras
llevaraesoensuinterior.Sinembargo,mientrasesperabaserabordadacomountsunami por la exagerada emoción de su madre, se agarró fuertemente alpasamanos de roble e identificó desde el antepenúltimo escalón al resto de lamultitud que se encontraba en esos momentos inmersa en sus fluidasconversaciones.EstabaMarina,suhermanamayor,alaquehacíatiempoquenoveía,sibienasimplevistaseguíaconservandolosmismosgestosdeesnobylamismafachadacursidesiempre.Ellanoveníasola, leacompañabasuidénticagotadeagua,Cristopher, sumarido,elcualnodejabadeestudiar laespaciosasalacomosiestuvieraenlamismísimaCapillaSixtina,aunquesindudaestaríacomprobandolacertezadelaaltacalidad,eraunpelusero.También había venido Dani, el hermano de Óliver. Lo acababa de pillar
mirando aCristopher de reojo con la expresión de como si alguien le hubieranarradoalgoenchino,peroderepentedesconectóytomólaotradirecciónconairemásdesenfadado,ysereunióconsumujerAlbayelpequeñoManu,queeraunacalcomaníadeélmismo.Julia comprobó que sumadre ya acababa de demoler el bloque de fornidas
espaldasde losmontadoresdel catering,yqueya lequedabapocopara llegarhastaella.Alrebotarsuslucerosazulesenelespacioyagarrarsemásfuertealabaranda,
vioalgoquelehizosonreír.Yesqueenunareunióndeesaíndolepornadadelmundo podría haber faltado su gran amiga del alma,Cris, que se hallaba alláabajomostrándosedelomásocupadaregañandoconbravezaasusdospequeñosmonstruitos.PorsupuestosehabíatraídoasuPaco,elmachoalphadeaquella
manada tan…descontrolada, quemiraba condisimulo hacia el estey el oesteasegurándose de que nadie estuviera escuchando el histerismo de su mujer,despuésadoptabaunmododeescondrijoensucuerpoque lehacíaparecerunpatosincuello.—Tumadre acercándose a las doce en punto—masculló Óliver, que se le
habíapuestojustoalladotrasregresardeabrirlapuertapordécimoterceravez.—Losé.¿Perocuandohanvenidotodos?—murmuróJuliaentredientes.—Laprimeravezquehasonadoeltimbre.—Ah,pensabaqueeranlosdelcatering.—Sí, lo eran. Pero ellos venían detrás—aclaró—. Aunque… creía que te
alegraríasdeverlos,ynoséporqué,tucaramedicelocontrario.—No…, digo sí. Quiero decir que estaría muy contenta si no me hubiera
probadoturegalito—refunfuñó.EnseguidaÓliverensanchóloslabios.—Porsiteconsuela,noereslaúnica—desvelósindejardemiraralfrente—.
Yotambiénmeencuentroentumismasituación—lemiróyleguiñóunojo.Julia apretó una comisura al saber que su marido le acompañaba en el
comprometidotrago,aunquecambióalinstantesumuecaporunamásterroríficaalverseabordadapor losgrandesbrazosdesumadre.Ypeseaquesucuerposolo le pedía absoluta intimidad, volvió a estrechar con vigor el pasamanos yejerciódebuenaanfitriona.—¡Quealegríaverte,mamá!
La hora de la cena había llegado, y tras los emotivos reencuentros entre losañorados amigos y familiares, la mesa blasonada ahora se contemplaba bienabrigada por cariñosos comensales, la mayoría de ellos ensombrecidos por latenueluzdeloscirioshabilitadosenelampliotablero.Elhambresedesvelabaatravés de las pupilas destellantes y fijas en las bandejas de alimentos, y justoantesdequeempezaranadegustar lamollejadeterneralechalconmostazadechampiñonesqueelcateringleshabíadispuesto,eltimbredelapuertavolvióaresonar,deteniendoconcorajesilenciadoelansiadoprimerbocadodetodos.Al parecer era Romina, puesto que a través de la cristalera iluminada del
exterior,susvastostaconesdedragqueenesbozadosladelatabansintitubeo.Ólivervolvióaejercerdemayordomo,cayendoenlacuentadequepronto,a
ser posible esa semana, adquiriría uno de carne y hueso. El interrumpir sucomida había acabado con su santa paciencia en aquella labor, y seguramenteconladetodoslostragaldabasqueapretabanloslabiosparasudesahogo.—¡MiqueridoÓliver!—leasaltóellaconunefusivoabrazoencuantolovio.Enefecto,eraRomina,nopodíaserotra.—Yo también… me alegro de verte, mi querida socia —pronunció con
dificultadmientrasintentabanoasfixiarse.Cuandologródeshacersedesusbrazosraptores,Óliversedispusoaacariciar
alacompañantequeyacíaconlacabecitaafueradesubolso.—¡Supermán!¿Quépasa,chaval?Teheechadodemenos.El peludo bulto canela que sobresalía por el forro de piel como una seta
removidapor elviento, intentabanoperderseniuna sola cariciade lasque leestabadedicando sudueño, yno cesabadedar constantes saltos con las patasalzadascomosiestuvieradanzandoconlascastañuelasincluidas.Yesquedesdeque se marcharon a Mallorca, su socia se había estado encargando de él. Elmatrimoniolehabíapedidoquelocuidaraensuausenciaantesdereemprendersuviaje,pueselpequeñoSupermáneraintoleranteasalirdecasaymuchomásaloslargostrayectos,ademásenesemomentonocreyeronquesuestanciafueraaalargarse tanto. Romina quedó encantada con la proposición, amaba a loschihuahuas,yahoraellaySupermánsehabíanhechoinseparables.Si bien en cuanto el diminuto perro vio a Julia en el interior, el animal
comenzó adar coces comoun salvajepercherónynodescansóhasta salir delbolso, y emprendió el vuelo como el auténtico superhéroe que era hasta susmimososbrazos,olvidándoseporcompletodelasmanosquelehabíancuidadoúltimamenteytraídoasunuevamorada.—¡Mi pequeñín! —vociferó Julia con inmensa alegría, tan fuerte, que se
escuchóenladistancia.Romina hizo unamueca forzada antes de irrumpir dentro, se notaba que el
granreencuentroentreaquellosdoslehabíamolestado…unpelín.—Pasa,Romina,siéntetecomoentucasa—ledijoÓliver—.Ynodecaigas,la
relación entre Supermán y Julia es tan intensa que todavía yo no he logradocomprenderla,peroteacostumbrarás.—Notepreocupes,siyasabíaqueseríaalgotemporal—asintióconforme,e
intentócambiardetercioparanoparecerafligidaporunasuntotantrivialcomoloeraunaboladepelodiminutacomoaquella.Aunqueverdaderamentelehabíaafectadomásdeloqueunespécimendesuclasenuncaconfesaría—.¡Caray!—estudiaba el derredor mientras pisaba fuerte con sus altos tacones afilados—.Pensabaqueestabaenlacasadeunjequeárabeoalgoporelestilo.—Yaves,aunquesientodecepcionarteconmicontrariapresencia.Perodebo
confesar que amí siempreme ha fascinado su cultura, sobre todo lo de tenercuatromujeres…Ja,ja,ja.Nuncasesabe,demomentoyatengolaprimera—manifestóchistoso.Rominahizoelamagodedarleunacollejaalmuygañán.—Atrévete con la segunday Julia tedejará sin el aparatode tu cuerpomás
parecidoalproductoestrelladetunegocio—rieron.
CuandoÓliveryaestabacerrandoelportón,una fuerza lodetuvo.Élabriódenuevoparaverquéera loquedeteníaelcierre,yobservóquese tratabadesugrancolegaÁlex.—¿Quépasa?¿Enestecaserónnohaycenadignaparaunparmás,oqué?—
interpelóÁlexsarcástico.—¡Álex,pensabaqueyanovendrías!Se abrazaron con infinito cariño mientras Óliver divisaba su femenina
compañíaconelrabillodelojo.—Ya, lo que pasa es que había un atasco en el litoral y…—Óliver, que
observabaasuamigodearribaabajo,comprobóelatascoalqueserefería.—Llevaslachaquetadelrevés.—Oh—seabochornóyse la sacóde inmediatocomosi llevaraunabomba
paraponérselacorrectamente—, sí.Esqueme lahepuestoencasacon la luzapagadayhesalidopitando.—Ytambiénvasenseñandoelpajarito.
—Ya.—Sebuscóraudolabraguetaconlasmanosejerciendogestosnerviososentretantosurostropasabadelsonrosadoalbermejototal.—SoyÓliver,encantado.—Lediodosbesosasucompañeraaprovechandoel
faenónqueselehabíavenidoencimaasuamigo.Ellatampocopodíaparardesonreírjocosa,igualqueél,yesqueaquelindividuoeratodouncaso—.Perotúyyoyanosconocemos,¿verdad?—dijoélconelentrecejofruncido—.Aunquenomeacuerdodequé.Ellaserascó lanariz.Parecíaque intentarareprimirsupróximae imparable
carcajadaantesdehablar.—Bueno…,tíasemidesnudadecartón,consolador…¿Todoesotedicealgo?Óliveralescucharla,adoptóenseguidaelcolorintensodelacaradesuamigo,
yrecordóqueeralavecinadeÁlex.—¿Tú?—¡Ja ja!—Pero esta vez fueÁlex, ya vestido comoDiosmanda, quien se
desternilló.—Sí…ya lo recuerdo. —Se rascó el nacimiento del pelo de su frente
pareciendounniñoinocente,aunquenoloera.—No te avergüences, hombre―dijo Álex abrazando sus espaldas con una
mano—,almenosHelenayahacomprobadoquetúnoeresmitipo.—Sí,esosí,aunqueloquemásmeinquietabaporaquelentonceseralorarito
que parecías. Pero no te preocupes,Álex yameha puesto al corriente de ti yestoymástranquila.—Ah,¿sí?—Estirósulabiohilarantesinsaberquédecir.Lostresrieronenelporcheolvidándosedetodo,inclusodecualquierápicede
vergüenza que habían padecido, y si seguían conversando, podían volver apadecer.Ningunodeesostrespodíaponerlamanoenelfuego.Hastaqueunavozquesurgiódelinteriorlesincitóaentrar.—¡Vamos, entrad de una vez, que se escapa el gato! —masculló Dani
conteniendoasuhijitoenbrazos.—¿Ahoratenéisgato?—preguntóÁlexcurioso.—Ay,Álex,siemprepicas.Helena se tapó de golpe la boca sin poder refrenar un grito desesperado de
risa,yvolvióatroncharse.Trasotrocálidoreencuentro,todosprocedieronadegustar,porfin,elsabroso
menú,aunqueaalgunoslecostóhincareldiente,yaqueprefirieronesperarunosminutosmásporsisaltabalaalarmadeincendiososepresentabanenlapuertalostestigosdeJehováparavendersusnovelasparanormales,osimplemente,porsi el tiempo les congelaba hasta que se deteriora por completo el suculentomanjardesusplatos.Julia yÓliver presidían lamesa, y aquella escena compartida con sus seres
queridosnopodíasermásmemorable.Julia, mientras masticaba la grasilla de lechón y la deslizaba de entre sus
dientes conelvino tinto, cayóquecon tantomovimiento se lehabíaolvidadopreguntaraÓliverparaquéservíaaquelminúsculomandoquehabíaencontradoen la caja de rayas. Al principio pensó que era el control remoto de lo quellevabametidoentresuspiernas,peroyahabíapulsadolosbotonesvariasvecesynohabíasentidoningúntipodeoscilación,oloquequisieraquesesintieraconeselascivoaparato,ydesdeentonces teníaaúnmáscuriosidad.Noobstante lollevabaenelbolsillodesufalda.«Quizánotienepilas»,pensófinalmente.—Podrías desvelarme, cuñado —empezó Cristopher con su recalcado y
repelenteacentoinglés—,¿cuántasventashasfacturadoenMallorcaduranteeltiempoquellevasallá?Nomecuadranlasfechasconesta…acomodada—dijocomosiescupieralaúltimapalabra—maneradevidaquehabéisalcanzado.Laverdad,estoyunpocodesconcertado.Porciertoestamesaesderoble,¿verdad?Yotengomuchasasíeneldespacho.Cristophereraempresariolasveinticuatrohorasdeldía,inclusoloeracuando
dormíayseaposentabaaleerenelváterlarevistaTheEconomist.Ynopodíadejar escapar cualquier ínfimo dato que le pudiera servir para mejorar sunegocio. Él debía ser elmejor en lo que hacía, y si no lo era, no descansaríahastasolucionarunamejoraqueloequiparara,oalmenoslointentaríahastaelfin de sus días. En Inglaterra, por ahora, no existía ningún comercio de suespecialidad que lo igualara, y si lo había habido alguna vez, él se habíaencargadodeaplastarloydesguazarlohastaquenoquedarannilastrizasdesunombre.
—Muchas, Cristopher, muchas —respondió Óliver presumido. Como si nisiquiera él pudiera alcanzar la elevada magnitud del asunto—. Solo puedodecirtequelosbeneficiosobtenidosnossirvenparaarrancarconestanuevavidaydespreocuparnos absolutamentede lasventasquepodamos tener el próximoaño.Ah, y por cierto, estamesa no es de roble común, es de puramadera degranadilloimportadadeloestedeÁfrica.Solohaysieteenelmundo.Cristopher se quedó sin respiración, y tragó con dolor un pedazo de
champiñónquesehabíametidoenlabocay,acontinuación,leestabaobturandola tráquea.Bebióun sorbo instantáneodevino, aunque sepuso amarillo, perointentóaguantareltipo.—Peroeso…esoesprácticamenteimposiblehacerloentanpocotiempo—
musitóMarinacontormentotrasverasuesposomudoypatidifuso,yconesecolor en el rostro tan… limonado. Los demás comensales comenzaron abisbisear sobre la preocupante cara que se le había quedado al repeinadoCristopher, si bien a alguno se le escapó una malsonante risotada—. MiCristopher trabajócomoun locoyno logrósolvenciahastaelañoymedio—mentó con arrebato.Y lo dijo con tanta contundencia que sumoño bajo se ledeshizo al hacer un contundentemovimiento con el cuello.Ahora parecía quellevaraunafregonapegadaenlanuca.—Sí,esverdad,hayquevalerparabordarlo.No todoelmundo…—seguía
parloteandoÓliversincesar,máschulescoqueuncabróndeganado.Julia observó que sumarido estaba siendo demasiado presuntuoso. Aunque
teníaque reconocerquedesdequeestabaconella,había tenidoque lidiarconirritables e inmerecidos comentarios que su engreído cuñado y su altanerahermana le lanzaban constantemente sin piedad. Siempre creyeron que era unfracasado de clase media, y sin duda alguna, ahora él estaba degustando suansiadayfríavenganza.Enseguida recordó lo que Óliver le mencionó antes de que pudiera haber
saludadoalosinvitados:queéltambiénjugabaalmismojuegoqueella.Asíquepensó que aquel mando que salvaguardaba en su prenda de seda, podía serposiblementeelcontroldesujuguetito.Metiólamanoenelbolsillodelafaldaypulsó uno de los botones para comprobar la certeza que había sobre lo que
sobrenadabaporsucabeza.—Eléxitosoloestáparalos…¡Uou!—soltóÓliverremoviéndoseensusilla,
conunsemblanteentredoloridoygozosoalavez.Todossequedaronpasmados.—¿Estás bien, Óliver? —preguntó la impactada Alba, que tapaba con sus
blancasmanos losojosdesuhijo.Yesqueaunquenoestabadel todosegura,creíaqueaquelloqueacababadepresenciarnohabíasidoaptoparamenores.—Sí—contestó seco, lanzándole una mirada de recelo a su mujer, que se
sonreíacomosiporfinhubieradescubiertolatumbadelfaraón.Siguieroncomiendo lasdeliciosasexquisitecesysaboreandoelbuen líquido
etílicoqueÓliverhabíapagadoalcateringconmásdecuatrocifras.—Óliveresmiángeldelaguarda,cariño—sedirigióRominaaMarina,que
ya estaba con el punto que le había proporcionado el inacabable vino de labotella—. Sin élmi negocio hubieramuerto. Así que tenlo claro, guapita, notodoelmundovale.Hayqueserunbuenvisionario,ysobretododedicartealoqueverdaderamenteteapasiona.Marinaescondiósuirritanterictusenlosmechonescaídosdesudesmelenado
recogido, sin entender a qué venía su inclemente e intrusa defensa. Y tras elcorte, más de uno se sumergió en el interior de sus henchidas copas paraescondersus labiossellados,que finalmenteprovocaronunestallido inevitabledeburbujasdemalaurbanidad.—Sí,enesoledoylarazón,Romina—sonrióDanialasofisticadamujer,que
ledevolvióotraagradablesonrisa—.Sinohacesalgoqueteapasionadeverdad,nocreoqueselogreteneréxito.Yporeso,tú,Julia,mejorquenadiedebessabercómolesurgenamihermanoesasideastaninnovadoras,asíque,desembucha.Julia curvó sus labios al escuchar aquella imprevista cuestión, igual que lo
hicieronconciertotapujoelrestodelosinvitados.Sinembargo,Óliver,desdeelotroladodelamesaseexponíaserio,yesqueapesardetodoeramuycelosodesu intimidad.Ymás si se tratabade alimentar otra de las absurdasyburlonascuestionesquehabíapropuestosulatosohermano.—Porsupuestoquelosé—expresóJuliadecidida.Sesentíatraviesa.Óliverlamiróarqueandounadesuscejas:«noseráscapaz»,pensó.Peroella
nosecortóycomenzóailustraralosoídosatentos.—Cuando recibimos en casa todas las semanas, decenas y decenas de cajas
repletas con nuevos artilugios que nuestra querida Romina nos manda desdeaquí.—Miróasusociaconunamuecadecariñoyellaselaretornó—.Éleselprimero que prueba todos los… —y antes de que desvelara nada más—.¡Mmm…!—Julia soltó un largo jadeo totalmente lujurioso, al mismo tiempoqueseagarrabaalamesacomounagataconlosojospuestosenblanco.Denuevo,Albatapólomásrápidoquepudolosojosdesupequeño,yCrisy
Pacointentaronhacerlomismoconlossuyos,mientraslosdemássequedabanperplejosanteloocurrido.CuandoJuliavolvióensí,observólosbisbiseosalarmadosdelosdemásyse
avergonzó.Hastaahoranohabíacaídoquesiella teníaelcontrolsobreél,porsupuesto, él lo tendría también sobre ella. En escasos segundos no dudó entomarselarevanchayapretóelbotóndelmandoqueescondíacomosifueraadetonarunaexorbitanteexplosión.—¡Joder...!Óliverrebotóenlasilla,ydespuésdeunadesconcertanteeintensasensación,
se volvió a erguir. Se levantó con rudeza arrastrando las patas de la silla y sedirigióhaciasujuguetonamujercita.—Disculpadnos un momento, Julia y yo tenemos algo que resolver en
privado.—Lamirósincondescendencia.—Sí,yhacerloprontoporquesino,estovaaparecerunrodajeX—murmuró
Álexentredientesburlones,yenseguidaHelenalediountoquedeatenciónbajolamesaquelehizorecomponersecasiporcompleto,aunqueleresultódifícil.Mientrastanto,todoslosdemásobservabanperplejoslachocantesituación.Laanfitrionasepusoenpiesinpoderevitarsentirseabochornada,perodonde
lasdan las toman,pensabaella.Yconcomedidae irresolublediversiónensuslabios,fuedetrásdesumaridoqueleestabatirandodelbrazoparasalirdeunavezdelasala.
Capítulo29
LOMÁSINSOSPECHADO
Duranteelascensodepisoningunodelosdosmentópalabra.Hastaqueéllametióenunahabitaciónycerrólapuertaacalycanto.—Creo que ya te has divertido bastante, ahora me toca a mí —le aclaró
Óliver.La tumbóenelsuelosobreunaalfombra,puestoquenohabíamobiliario,y
cuando ella estaba boca arriba disfrutando del interesante juego sensual de sumarido, se dio cuenta de que el techo estaba forrado por un inmenso espejo.Aquelinusualdecoradohabíadebidoserobradelúltimodueñodelacasa,dadoque,cuandoellalafotografióensumomento,norecordabahaberlovisto.Julia sintió un placer todavíamás intenso al ver como sumarido la tocaba
desdeotraperspectiva,ynoapartólamiradadeltechoniporunsegundo.Óliverlejuntólasmuñecasconasperezaporarribadesucabeza,estabaclaroqueseibaacobrarelbochornoque lehabíahechopadecerenpúblico;sudulcevendettaacababa de empezar.Deslizó sumano por encima de la blusa acariciando suspechos, siguióbajandodirectohacia la sedade su faldahastameter susdedoscaprichosos por debajo de la prenda, y entonces, el sendero de amapolasrecorrido con complacencia hasta el momento, finalizó para acariciar elterciopeloquesehabíaocultadoconcienzudamentejustodebajodelencajemásíntimo. ¡Ah!, resolló ella al notar el contacto tórrido y persuasivo de lamanoviril.Sinembargo,él,anteelajenoestremecimiento,novacilóenentretenerseysacarelardientejuguetitoquesehallabaensuinterior.Estiródeél,y tras tres
jadeosintensoseinolvidablesdesuagitadaJulia,lotiróalsuelo.Sepercibiólavibracióndelosplomoshúmedosypesadosduranteunossegundos.PeroÓlivernodetuvosugratafaena,yaquenolodeseabaenabsoluto,yvolvióamasajearcon suspequeñas extremidadesmojadas a su fogosamujer, unayotravez sinparar.Yensuregocijo,envueltodeunaromaplenamentepasionalmientrassealimentaba del cuerpo de su bendito pecado, miraba profundamente esas dospreciosas malaquitas que le acechaban y brillaban en la oscuridad como siestuvieranmojadasdeunvirtuososentimiento.Asimismo,Juliaabríamássuspiernasynodejabadeperderseniundetalle
dellibidinosoactocarnalqueseproyectabaensualtura,yquesegalardonaconunOscarporserprotagonizandoporsímismaysuenloquecedormarido.Julianolograbasoportarmáseltremendoplacerqueélleestabaconcediendo,
peronopodíahacernadaalrespecto.Enaquelmomentoerasuesclava,unaquenooponía resistencia.Susendeblesmuñecas seguían inmovilizadasyno tardóen estallar ymojarse losmuslos de sumodeleite.Fue entonces cuandoÓliverofreció por fin al alto reflejo sus fuertes nalgas blancas, e introdujo suprominenciaenelcandenteinteriordesumujerparahacerlasufrirdenuevoconungozomayor,elquealcanzaríanjuntos.—Mmm…—gimieronambosconregocijo,hastaquedarextenuadosbajoel
fulgenteysecretoreflejodelahabitación.
***
Alregresarconlosinvitados,vieronquelamayoríasehabíandispersadoporlacasa.Unaobramaestracomoaquella siempredespertaba lacuriosidadenojosextraños.VioaCrissolitariacercade lacocinayfueenseguidahaciaelladándoleun
tirónaÓliver,queleacompañaba.—Cris,yaestoyaquí.—Ay, Julia—leagarróde lamanoactuandoconmezcladepreocupacióny
emociónalavez—,llevotodalanochepensandoencuándoteloibaadecir.
—¿Decirme?¿Elqué?—Enprimerlugar,quememarchoaJapón.—¿Qué?Pero¿porqué?—Yatelodije,siqueríalibrarmedemisuegrasoloteníaesaopción.Juliasequedóanonadada.Óliverleapretóelhombrocomoseñaldeapoyoy
luegosealejóparadejarlaasolasconsuamiga.—Pero,tía,pensabaqueeraundecir,comoquiendiceelHonolulu.—Puesno.Tengounaprimaquevivealláhacediezañosymehabuscadoun
trabajo como guía española. —Julia alzaba sus cejas hasta el tope, no dabacréditoaquesuamigasefueraamarchardeverastanlejos,ytodopornoverasusuegra.—Peroatodoesto,¿quédicePaco?—Paconodicenada,sino,yasabeloqueleespera.
Óliver entretanto se dirigió al bañomás cercano, y cuando abrió la puerta, setopó con algo de lo más inesperado: el reflejo del cristal desvelaba como suarrogante cuñada,Marina, estaba siendo embestida placenteramente. Su rostrodegusto,encadarespingoqueagitabasucuerpo,ademásdelvahoquereteníaen el espejo, nodejaba lugar a dudasde lo que estabahaciendo.Sin embargocuando la cara de su compañía se asomó por el perfil de su cuello, dejó alasombradoÓliversinhabla,ycasisinequilibrio.Por lo visto, no era Cristopher el que le estaba proporcionando el animado
coito,sinounamujer:Romina.Cuando Óliver decidió cerrar la puerta para no ser descubierto, vio que
Rominallevabauncinturónensuscaderasdesnudas,peroestenoeraunsimplecinturón, era más bien un arnés forrado de un deslumbrante charol negro.Después del raudo análisis catalogó aquel objeto como uno familiar. Era elproducto que dos semanas antes había estado probando con Julia en sudormitorio de Manacor, y que, por cierto, nada más salir al mercado habíasuperadolasexpectativasenventasentiemporécord.SetratabadeunadaptadorconungranmiembrodesiliconamásgrandequeelfamosoRobocopXXL,oel
consolidadoKing Kong: Búfalo Vil, se llamaba este; un ente muy funcional,aunque, adiferenciade losdemás,no lohacía todo solito, trabajaba según lasactitudesdequienlollevarapuesto.Laventajaqueloavalaba,desdeluegoeraquelapersonaquelodisfrutabanonecesitabaaningúnsermasculinoasuladoparapodergozardeuncoitoalcompleto,yporesoeraeljuguetemásvendidoentreloshomosexuales.Cuandocerrólapuertasequedócomoflotandoenunanube.Eratanincreíble
loqueacababadedescubrir…AlpocoratosevolvióareunirconJuliaqueaúnseguíaconversandoconCris.
Yaunqueteníaunasinmensasganasdecontarlesusecreto,decidiónohacerlo,aquelloquehabíadescubiertoeraunadelaspocascosasquesellevaríaconélalatumba.¿Quiénseríacapazdedesvelaralgoasí?
—Porcierto,tambiénteníaquecomentarteotracosa,aunquemevasamatar,Julia—expresaba con remordimiento su amiga. Julia arrugó su fina frente yÓlivertambién—.Esqueseenteródequeveníasymedijosipodíapasarsey…nosupedecirlequeno.—¿Dequiénhablas?—preguntóJulia.—DePolCros.Elmatrimonioqueestabacogidodelamano,semiróalinstante.—Pero¿sabes?Medijoquevendríaconsunovia.—Oh—mascullóÓlivercomosiaquellaidealehubieracomplacido—.Que
vengan,lesinvitaremosaunacopa.—Óliver,teveomuypálidodesdequehasvenido—comentóCris.YJuliale
supervisóalmomento.—Sí,tienerazón.Estásblancocomolanata.—¿Sí?Pues…nosé.—Sepalpóelrostro—.Puedeserquelacremadeleche
delaterneramehayahechoestragos.Avecesnomesientabien.—¿Alomejorhasvistounfantasmaoaunextraterrestreporelcamino?—
interpelóCrisconguasa.—Ojaláloshubieravistoaellosyno…—contestóéldivagando.
JuliayCriscompartieronunamiradadetotalincomprensión,peroentonceseltimbresonózanjandoalmomentolasposiblescuestionesquepudieransalirdesusbocas.Juliaseapresuróaabrirlapuertaporellargopasadizoqueseparabaelsalóndelaentrada.Perocuandoelportónseabrió,observóalPolCrosdesiempre,conesaboca
blancayensanchadadeanuncio,yesebronceadodoradocomoelsolcaribeño.—¿Cómoestás,guapa?Juliaarrugóelentrecejoalnocomprenderporquéconeltiemponodejabade
mostrarsetan…arrogante.—Bien,gracias.—¿Quiénes, cariño?—Óliver apareciópordetrás, yporprimeravezdesde
quetuvieronsuúnicoyhostilencuentro,sevieronlascaras—.Hola,¿quéhay?—dijoconcortesíafingidaencuantolovio.—Todobien,gracias.Aunquedesdeluegonotanbiencomovosotros.¡Perosi
habéiscompradolacasaFlorensa!—Sí. Ejem, ¿y tu novia? —preguntó Óliver disipando en un segundo su
recreadafascinación.Loaborrecíaporcompleto.Julialediouncamufladocodazo.—Crisnoshadichoquevendríasacompañado—explicóellamásamigable.DerepenteunacoquetamanosurgiópordetrásdelhombrodePol,yleechó
haciaunladoparahacerseespacio.—¡Muybuenas!¿Cómoestáis,parejita?JuliayÓliversequedaronatónitosalversuinesperadavisita;eraAngélica.—Bueno, según me han contado, sobran las presentaciones —declaró
sonrienteeldescaradoPol.La extrovertida e imponenteAngélica se colgaba del robusto hombro de su
«enamorado»,conunasonrisacasiigualderetorcidaqueladeél.—Quésorpresataninesperada,Angélica—musitóÓliver.Julia le miró de reojo sin poder apenas deshacer la mueca de asco que
desdibujaronsuslabios.—Bueno, ¿nos vais a tener en la puerta mucho tiempo? —preguntó el
desdeñosoPol—.Lodigoparairacogermisillaplegablededirectorquetengo
enelmaleterodelAudi.—Sipormífuera…—susurróÓliverdemodoimperceptible,oalmenoseso
pensóhastaqueJulialevolvióaasestaruncodazoenlacintura.—Pasad, por favor—invitó ella—. Venid a la cocina, os ofreceremos una
copadevino.
Capítulo30
ADIÓS,VENENOPURO;MEQUEDOCONTIGO,AMOR
Lasdosparejasanduvieronporotrodeloslánguidospasillosquellevabanalacolosal cocina, entretanto Angélica se deleitaba con el desorbitado espacio,ademásdelosincreíblesacabadosdelacasa.—¡MadredeDios!¿Perocuántooshacostadoestecaserón?—Algoindecible—contestóJuliarisueñarozándolelamirada.LlegaronalacocinayÓliversedispusoallenarlascopas.Julia,encambio,
sededicóahacerlesunaradiografíaconrayosxincluidosaesosdos.«¡Perosijuntosparecendosactoresdelporno!«,caviló.—Ybien,¿cómoosconocisteis?—preguntóÓlivercuandoofreciólaprimera
copadecristalconlíquidoambarino.Angélicalaaceptócomosicogieraalgoansiado.—Oh, pues —empezó ella con aire interesante—, yo estaba haciendo un
castingenlacalleTuró,enPedralbes.Eraparaunanunciodecremahidratanteypedían a unamujer con insinuantes curvas.—Julia alzó las órbitas—.Y justocuandosalíadelpiso,Polseacercóamí,apesadumbrado,pidiéndomedisculpasporsuretraso.Yonosabíadequémeestabahablando,ymientrasseguíaconsuincansable defensa, yo me vi metida dentro del piso de enfrente que teníacolgado un cartel de en venta, escuchando de pronto la increíble calidad delcristalclimalitdelasventanasylasinfinitasventajasdelparquetflotante.Mediahoradespués,por fin lepude informardequeyonoera lapersonacon laque
habíaquedadoparaverelpiso.—Quésituaciónmásincómoda,¿no?—opinóJulia.—Unpoco—asintióella—.Pero todofueaclaradoyaldíasiguienteyame
sentabaacenarconélenunprestigiosorestaurantedelaDiagonal.¡Quénochemásglamurosamehizopasarestetruhan!—Acariciólaespaldaasuquerido—.Ydesdeentonces,metieneengatusada—sonrióconodiosaexageración.—Ya,yalosupongo,ya—bisbiseóladueñadelacasa.—Sí,asíescomofue—corroboróPol,queacababadesaborearunbuentrago
de su copa—.Y es queAngélica esmuy cariñosa, ¿quién se puede resistir aalguienasí?—Elsilencioprotagonizóporuninstanteelcrucedemiradas—.Porcierto,debíamosdecirosquenosolohemosvenidoaquíparasaludaros.—Ah,¿no?—Óliverenderezósurelajadapostura.—No.Queríamoscomentarosquevuestronegocioylamagiaqueofrecéisen
todos los artilugios del Séptimo cielo, ha brindado a nuestra relación unaincreíbleventanaa laquenuncaningunode losdoshabíamosaccedido.―Polacariciólamanodesunovia.—En efecto —continuó Angélica, como si estuvieran sintonizados a la
perfección—.Yporesonoshavuelto imparables, insaciables…ydeseábamossabersivosotrosestaríasdispuestosaintroducirosenotrosmétodos.—¿Otrosmétodos?—preguntóJuliaconfusa—.¿Aquéosreferís?—Eso,¿quéqueréisdecirexactamente?—insistiósumarido.—Algo de lo que estamos completamente seguros que os inspiraría
positivamenteenvuestronegocio,ofreciendotodavíamásdiversidaddemirassicabe de las que ya obsequiáis a vuestros clientes y más fieles seguidores—manifestóAngélicademodointrigante.—Vale,¿peropodríasdecirdeunavezdequésetrata?—Claro,noteimpacientesgatita.—AngélicaacariciólamejilladeJuliacon
suíndice,yesohizoquelaturbadaJuliaapartarasurostroconincomodidad—.Nosreferimosalcambiodepareja.JuliayÓliversemiraronconunincreíblepasmo,comosisumundovolviera
a revolversepeligrosamente.Y sin saber cómo,degolpeelmatrimonio sevioeclipsado y separado por los dos personajes acechantes que surcaban a su
alrededor.Angélica instantáneamente cortó el aire al estrechar su cuerpo con el rígido
torsodeÓliver,yalhacerlo,élnopudoevitardeleitarseconsusmaravillososyenormessenos,quemostrabanunvertiginosocanalilloparaahogarseenellosyno volver a respirar. Estaba ante la manzana de Eva. A continuación, laprovocadoramujer le cogió lamano para que recorriera de forma sigilosa sucamisaaterciopeladaypalparagratuitamenteaquelloqueadmiraba.Porotrolado,PolcondesfachatezacercósushúmedoslabiosalosdeJulia,a
lavezquelesecuestrabalamiradaconsusintensosojosverdemar.—Esperoquesigasdurmiendoconlosojosabiertos,Julia—lemurmulló—.
Seríaundelitosinolohicieras.—Subocasetapiófinalmentedesprendiendouncálido aliento en la entreabierta de ella, que no podía cerrarse. Ymientras lamanteníahipnotizada,buscósupequeñamanoyselallevósinpermisoaldurocontenidoque teníaenvueltobajosuscaderas,yqueconcerteza,era frutodelDiablo.Un estremecimiento acudió demodo silencioso en la parte íntima de Julia,
cuandonitansolosabíaloquesuinocentemanoestabafrotando.Aquella escena empezaba a parecer un prefacio delKamasutra. Cualquiera
que entrara podría pensar tranquilamente que estaban practicando el anheladocambio de parejas que esos dos extravagantes deseaban realizar desde elprincipio.Peroentonces,dosmanosdeambulantesyperdidas, resurgierondeentre los
bloques de extremidades ajenas y se toparon. Eran las deÓliver y Julia, y alreconocerse, se apretaron lo más fuerte que pudieron para ir a su encuentro.Enseguida salieron de sus instigadores escondrijos hasta sentirse unidos yseguros, lejos de las venenosas serpientes que amenazaban de nuevo sumatrimonio.Óliver se irguió ante aquellos dos, sin mostrarles esta vez ni un ápice de
inseguridadenél.—¡Yo creo que ya está bien! Andáis, muy pero quemuy equivocados con
nosotros,porque¿sabéis?Síqueesverdadquenuestro lemaesqueanadie leamargaundulce—manifestóÓliveraúnagarrandolafríamanodesumujercon
fuerza—.Peronoesdeltodocierto,hayquesaberleerentrelíneas,puestoquehayciertascosasquepuedenresultarvenenopuroparanuestroselectopaladar.PolyAngélicaborraronenseguidalasombradesupresuntuosasonrisa,yse
miraronentreellossinpoderesconderunapizcaderabiaqueselesescapabaporelrabillodelojo.—Ahora,porfavor—mencionóJuliaavanzandoalaveradeÓliver—,ami
maridoyamínosgustaría,quédigo,nosencantaríaqueos fueraispordondehabéisvenido.Atomarviento,parasermásexactos.Además,estamosreunidosconseresqueridosynotenemostiempoparadedicárseloaotracosademuchamásirrelevancia.Lajovenyespectacularparejaqueconteníamalensussemblantesunagran
ofuscacióne indignaciónpor lasduraspalabrasque lesacababandeasignar,ytambiénporsuobjetivofallido,dejósobreelmármoldelacocinaconungestohoscolascopasdevinotodavíamediollenas.Acontinuación,secogierondelacintura como si sus manos contuvieran algún tipo de magnetismo y seaventuraronadecir lasque seríanprobablemente susúltimaspalabrasante losdueñosdelaexquisitaresidencia.—Ya nos vamos. Pero que sepáis que estáis cometiendo un gran error, este
trennuncaregresará—mascullóPolconaltanería.—Detodasformas,cariño,notepreocupes—prosiguióAngélicadirigiéndose
soloaél—,nocreoquehubieranestadoalaaltura.Dieronmediavueltayseencaminaronhacialasalida.Cuando Óliver y Julia se sintieron por fin en total soledad, comenzaron a
exhalar todo el aire que habían contenido en sus desamparados pulmonesdurante la incómoda situación, y, justo después, sus imprevistas carcajadasbrotaronenelespaciocomosifueranrayosdesoldeveranodespuésdeunlargoyagónicoinvierno.Hastaquellegaronanotarensuscomisurasundoloragudocada vez más intenso y torturador, a partir de ahí, optaron por intentarrecomponersureciaboca.No obstante, pocos minutos después, la expresión de Óliver se recompuso
extrañamenteconundejodeaflicción.—¿Quéteocurre,Óliver?—preguntóellaconconfusión.
—Julia,voyadejarelSéptimocielo.—¿Qué? ¿Por qué vas hacer tal cosa? Eres el mejor en lo que haces. Has
levantadounimperioenunabrirycerrardeojos.—Esquenoquieroquelagenteveaenmíaunaespeciedegurúdelsexo.Yo
solohiceestoporti,paravolveraconquistarte.PenséquetútemerecíasalguienmásexitosoqueelÓliverdesdichadodeantes—confesó—.Amímedaigualnotener dinero, ni tener una carrera triunfante.Yo solo quiero sentarme contigo,conunacopadevinotintoenlamano,aadmirarlaluna,mientrasdisfrutocomoeltiemposecongelaentucompañía,Julia.—Ay,Óliver,loquemehasdichoesprecioso—musitóemocionada—.Pero
tienes que saber que tú no me reconquistaste por emprender el camino en elSéptimocielo,yonuncahedejadodeamarteniun solo segundodesdeque teconocí.Loquepasó,simplementefueuncapítulomásdelaeternaenciclopediadenuestravida juntos.Ysiquieresdejarlo seré laprimeraque teapoyará, sinembargo, creo con firmeza que una persona que encuentra su habilidad en lavida,jamásdebeabandonarla.Óliverrespiróconplacidez,susinceridadlediopaz.—Bueno, supongo…que es algo que se me da bastante bien, y, si tú estás
orgullosa,¡alamierdaconloquepiensenlosdemás!—Seacercóasusalegreslabiosylabesóconfrescura.Cuando Julia se sació de sus acaramelados besos, lo miró con desmedida
ternura.—¿Sabes, Óliver? Tú siempre serás mi caramelito más dulce —dijo ella
apoyándoseensutorsoyacariciandosucarasuavementeconlanariz.—Ah,¿sí?Puesesperoquetengasganasdedulce,porquetucaramelitoacaba
decrecer,ymucho—Leposólamanoenlaprominenteteladelpantalón.—Pero…¿ylosinvitados?—Nena,¿todavíanohasaprendidoqueelriesgoacompañadodelapasiónson
losdosmayorescatalizadoressexualesqueexistenparallegaralséptimocielo?—Sí,losé,pero…—Anda,venaquíquetevoyaexplicardesdeelprincipiolalección.—Ay…Migurúdelamor.
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AlgomásqueunaluminosasonrisairlandesadeBegoñaGambín
Capítulo1
ConnorMurraysegiróconbrusquedadydejódemirarpor laventanadesudespachoparaalternarsusojoshaciacadaunodesusdosamigos.—¡¿Enseriohabéishechoeso?!¡¿Sinmiconsentimiento?!—Connor, lo hemos hablado en multitud de ocasiones y siempre terminas
convenciéndonosparapostergarlo—arguyósusocioyamigoSeánGallagher.—Ahora es un hecho consumado y no puedes negarte —continuó Declan
Campbell,eltercersociodeDagda.—¿Ynohabéispensadoquequizásseaporqueyonoquiero?—inquiriócon
elceñofruncidoyunamuecaensuslabiosdeprofundodisgusto.—Nosetratadeloquetúquierasono,sinodeloqueesnecesarioytúdebes
tener a alguien que te descargue de trabajo o caerás enfermo—le recriminóSeán.—¿Te has mirado en el espejo últimamente? ¡Estás macilento! —insistió
Declan.Connor sabía que sus amigos y socios tenían razón. Su tez estaba cada vez
máspálidamientrasquesusojerassehacíancadavezmásprofundas.Élllevabael control de la empresa que habían fundado hacía tres años y eso no eracualquierminucia.Se dedicaban a la creación de videojuegos y cada uno tenía su cometido
dependiendo de su formación. Seán era un experto programador y tenía a sucargolaplantilladelpersonaldedicadoaldesarrollodelosvideojuegos.Declanse ocupaba de la parte legal de la empresa como abogadoque era.YConnor,siendo el economista del trío, tenía la función de director, administrador yorganizador.Alprincipio,susactividadesyámbitosdeactuación,peseaquelecubríansus
horas de trabajo en su totalidad, se podían llevar con tranquilidad, pero desdeque la empresa había ido obteniendo mayores éxitos, el trabajo lo habíadesbordado, aunquenoquisiera reconocerlo.Peroprefería soportarlo a tener aalguien que tendría que empezar desde cero. Además, todos los datos que élmanejabaerandesumaimportanciayunpequeñodetallepodríallevaraltrasteeltrabajodetodounaño.
Dicenqueunamigoesunoquesabetododetiyapesardeellotequiere,peroen esosmomentos él preferiría que sus socios sintiesenmenos estima por él.«¡Malditos sean! ¡Menudoel emboladoenelquemehanmetido!»,pensó.Sí,eracierto,necesitabaayuda,perojamásloadmitiríaymenossinhabertenidonivoznivotoenlaelección.Ydesdeluego,élnohabríabuscadounnovato.Esoseguro.CuandoConnorentróporprimeravezalcuartoqueibaacompartirconSeán
y Declan en el Trinity College de Dublín, ni se imaginaba que esos doscompañeros de habitación iban a convertirse en sus mejores amigos. Erandiametralmente opuestos entre los tres y la primera impresión fue nefasta.Incluso,estuvoapuntodepediruntraslado.LazonadeSeáneraunauténticodesastre,conuncúmuloderopaycalzado
desperdigadoportodosladosy,porelcontrario,éleraunmaniáticodelorden.Un sitio para cada cosa y cada cosa en su sitio, repetía incesantemente a sushermanaspequeñas.Encambio,el ladodeDeclan,aunqueestabamásordenado, laacumulación
de ropa demarca y zapatos a la últimamoda junto conbotecitos de colonias,desodorantes y demás artículos de belleza, innecesarios a su entender, le dejóclaroquesuspersonalidadesibanachocar.Conlosdos.Éleraelordenpersonificado,osea, locontrarioqueSeán,ynadavanidoso,
comodebíaserDeclan.Pusotodosuempeñoennomezclarseconningunodelosdos,peroellosnose
lopermitieron;DeclanconsuhumorsocarrónySeánconsubondad.¿Quéélsemostrabahoscoyhuraño?,puesmáspersistentessecomportabanellosparaqueparticipase conellos en los ratosdeocio.El futuro abogado leprovocabacondiscusiones tontas y el futuro informático mediaba entre ellos hasta quecompartíanrisasycervezas.Antes de acabar los tres sus respectivas carreras ya tenían claro que iban a
formarpartedeunmismoproyecto.A lo largode losañoshabíanconseguidoencajar de talmanera que el objetivo eramás que evidente para los tres.Trespersonalidadesdistintas,tresprofesionesdistintas,perounmismofin.—Yonomehequejado—siguióponiendopegas.
—Nohacefalta,Connor.Tenemosojosysabemoselaumentodetrabajoquehastenidoenlosúltimostiempos.Necesitasayuda—concluyóSeán.—Peronoquieroteneraalguienpegadoamispantalonesdurantetodoeldía,
perdiendoeltiempomientrasledigoloquetienequehacer.Prefierohacerloyo.Sugesto,adustoyhoscodeporsí,sehabíaacentuadoduranteeltranscursode
laconversaciónconsussocios.Perosusamigosestabanaltantodecómotratarloysabíanqueconélsolovalíanloshechosconsumados.—¡Caray! ¡Connor, solo dale una oportunidad! La hemos contratado en
prácticas.Acabade terminardosgradosenEspaña:unodeDerechoyotrodeAdministración y Dirección de Empresas con unas notas y referenciasexcelentes.Porlotanto,soloestaráduranteseismesessinoquierescontratarlaenfirme—seexasperóDeclan.—¡Yencimaextranjero!¿Vosotrossabéislostecnicismoseconómicosquecon
seguridadnotendránipajoleraidea?—Puessiesporeso,nodebespreocuparte.LoshaacabadoenEspaña,pero
losinicióenDublín.Esbilingüe.El economista agachó la cabeza y apretó sus puños a ambos lados de su
cuerpoparaintentarcontrolarse.Estabaacostumbradoatrabajarensolitario.Nose sentía a gusto con la gente, salvo con sus dos amigos. Era un hombreintrovertidoyhuraño,aunqueeducado,honestoyfranco.Cuandoeraunniñosiemprehabíasidoelraritodelaclase,aquelqueerala
dianadelasmofasyburlasdesuscompañerosysoloporqueenlasmatemáticaseraunlinceyelprofesorsiempreloponíadeejemplo.Bueno, por eso y porque tenía la puñetera costumbre de tropezarse con
cualquier pequeña esquirla del suelo y, por supuesto, caía cuan largo era cadados por tres, también tropezaba con las mesas de las clases, la pelota nuncaaterrizabaen lazonadelcuerpodondedebíacuando jugabaaalgúndeporte…¡Paraquéseguircontando!Endefinitiva,eracarnedecañónparalosgallitosdelcorral,asíque,pocoa
poco,seconvirtióenunniño tímido, luegofueunadolescentehurañoyahoraeraunadultotímido,hurañoysolitario.Jamáspensóqueconectaríacondosserestandistintosaél,peroahoraserían
imprescindibles en su vida y por eso, a veces, no tenía más remedio queclaudicaranteellos.—¡Estábien!¡Estábien!—exclamólevantandolosbrazosconlaspalmasde
las manos abiertas—. ¡Probaré a ese muchacho! Pero no os prometo que seafácil.No sé trabajar en compañía, os lo advierto.Además, sigue sin gustarmequelohayáiscontratadoaescondidas,sindarmelaoportunidaddesupervisarsuidoneidad.Ambosamigossemiraronconcomplicidad.Mejorsecallabanelresto.Sería
una sorpresa para Connor. Así que, una vez obtenida la claudicación deleconomista,ambossefueronasusrespectivostrabajos.Connorsedirigióalaventanaparamiraratravésdeellaconlaintenciónde
calmarsumalhumor.Eraunvicioquetenía.Localmabayloayudabaapensar.Poresoéleligióesedespachocuandotomaronposesióndelanave.AunqueerabastantemáspequeñoqueeldeDeclan,teníaunasvistasespectaculares.Bueno,poresoyporqueesedespachonoteníaantesalaparaunasecretaria,comoeldeDeclan.Asínotuvoqueponerexcusasparaevitartenerunaparaél.¡Yahoraleimponíanunayudante!¡Estoeraelcolmo!
Cuandolasrelacionescomienzanaflojearesnecesariocuanto
antesecharmanodealgonuevoyrefrescante,comoporejemplo…unmaletín.
JuliayOliversonunaparejajoven,apasionadaynaturalcomola vida misma, y también, dos personas con caracteres muydiferentesentresíqueleshacenchocarenmásdeunaocasión.En ese momento, ambos llevan un ritmo impar en sus vidas;Julia trabaja en una inmobiliaria de prestigio rodeada deimponentescomerciales,mientrasqueOliverbuscaempleosincesar.
Durantesuexasperantebúsqueda,unamigolepediráunfavor:cubrirsupuestotemporalmentecomoorganizadordereunionesdetapersex.Yaunqueaélnoleagradeenabsolutolaidea,poramistadloaceptará.Sutarearepentinalemostraráundifícilinicioeneldesconocidoasunto,dondese verá obligado amostrar sumayor entereza y a agudizar el ingenio para nofaltarasupalabra,e inclusodecidiráexperimentarcondeterminadosartilugiosqueantesnisiquierahabíavisto.EsentoncescuandoJulialoverátanperdidoquenodudaráenembarcarsejuntoaélenesenuevoychispeantemundo.Yduranteeseprocesodivertidoycargadodeobjetosmuy,muy eróticos, la relaciónde pareja proyectará una importantemetamorfosis.Yesque...¿aquiénleamargaundulce?
SaraLis.NacidaenBarcelonaenJuliode1983.Finalizólosestudiossuperioresen comercio y marketing. Desde su infancia le brotó una vena creativa quesaciaba con el dibujo. Pero hace unos años descubrió que con la escritura suimaginaciónpodíacobrarvidatrasreflejarlaenunpapel.Aquelloleentusiasmóyahoranohayquienlapare.Resideenunpueblecitorodeadodenaturalezaqueleinspiraacrearnuevosrelatos.
Ediciónenformatodigital:juliode2019©2019,SaraLis©2019,PenguinRandomHouseGrupoEditorial,S.A.U.TravesseradeGràcia,47-49.08021BarcelonaPenguinRandomHouseGrupoEditorial apoya laproteccióndelcopyright.Elcopyright estimula la creatividad, defiende la diversidad en el ámbito de lasideas y el conocimiento, promueve la libre expresión y favorece una culturaviva.Graciasporcomprarunaediciónautorizadadeestelibroyporrespetarlasleyesdelcopyrightalnoreproducirnidistribuirningunapartedeestaobraporningún medio sin permiso. Al hacerlo está respaldando a los autores ypermitiendo que PRHGE continúe publicando libros para todos los lectores.Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos,http://www.cedro.org)sinecesitareproduciralgúnfragmentodeestaobra.ISBN:978-84-17606-99-2Composicióndigital:leerendigital.comwww.megustaleer.com
NOTAS
Capítulo3[1]Quécalorquehacehoy,encatalán.
Capítulo6[2]Sí,deacuerdo,señorEspasí,asíloharé,encatalán.
Capítulo15[3]Tecnologíadelainformaciónylacomunicación.
Índice
Elchicodeltapersex
PrólogoCapítulo1.HastaelmoñoCapítulo2.NotedarélasatisfacciónCapítulo3.MomentoscomprometidosCapítulo4.AscensoCapítulo5.Algo...inesperadoCapítulo6.OportunidadesCapítulo7.TrancesincómodosCapítulo8.SecretosdecafeteríayMercedesCapítulo9.¡Socorro,necesitodesinhibirme!Capítulo10.ReflexionesCapítulo11.PeleaysupervivenciaCapítulo12.JugueteseróticosypreguntaspeligrosasCapítulo13.ParadojasyapetenciaspocorecomendablesCapítulo14.Accidentesque...¿Ocurren?Capítulo15.UnavisitachincheCapítulo16.CruzandolalínearojaCapítulo17.LaavezadasexólogaCapítulo18.ConfesionesyreconciliacionesCapítulo19.AprendiendojuntosCapítulo20.OcurrenciasCapítulo21.ReencuentrosorpresaCapítulo22.PilladaCapítulo23.EljuegomásimpávidoymásymásCapítulo24.LasedecentraldetapersexCapítulo25.Pillado