¡Al suelo! - MegaFilesXL

137

Transcript of ¡Al suelo! - MegaFilesXL

¡Alsuelo!Enredosconlaley4

RuthM.Lerga

Amiamiga,lapreciosaEsther,elpegamentodelasKetchup

ADVERTENCIA:Elsistemadeorganizacióndevigilanciaquepresentoenestanovela

para laBrigada deEscoltas es completamente falso.Os diré que, enfunción delVIP—la persona a la que se escolta—, de si es o no uncargopolíticoydelaextensióndesujornada,asícomodelanecesidadde una guarda de veinticuatro horas los siete días de la semana oúnicamente durante la jornada laboral, el sistema se organiza de unmodo u otro y, creedme, para lo que aquí propongo hacen faltamuchísimas más personas y no recibirían el apoyo de SeguridadCiudadanaparaello,alosqueenlanovelahagopringarlosfindes.¿Por qué he decidido inventármelo? ¿Para regalar a Juanjo un

horario de ocho horas de lunes a viernes y que pueda ir a clases yaprendadeunavezabailarkizomba?Naaah.Es que creo que hay cosas que no necesitamos saber sobre el

funcionamientodelCuerpoNacionaldePolicía,menosaúncuandodelasunto en cuestión depende la seguridad no solo de los civiles, sinotambiéndelospropiosagentes.Llamadlo,pues,pedazodelicenciadeautora.Por cierto, ya que nos sinceramos, el proyecto urbanístico de la

CiudadUniversitariatampocoexiste(ouch,cómosoyaveces).

RuthM.Lerga.

Capítulo1

NataliaMiralles miraba con rencor hacia la puerta cerrada de su despacho.Desde esa mañana había fuera un policía nacional justo al otro lado, en pie,quieto. Al parecer, estaba «escoltándola». O lo que era lo mismo para ella,vigilándola,fiscalizandocadaunodesusmovimientos.Aver,quetampocoeraque necesitase esconder una plantación de marihuana en su casa ni tenía laintención de cargarse a alguno de sus exnovios y meterlo en el maletero delcoche...Pero,¡porfavor!,quedebíaavisarinclusocuandoibaahacerpis,comoen el colegio. Era incómodo, era un engorro y, según el conseller de PolíticaTerritorial, Obras Públicas y Movilidad —su jefe directo—, era tambiénestrictamentenecesariohastaquelalicitacióndelanuevaCiudadUniversitariaserealizaseyadjudicase.Eraesooqueatrapasenaunpiradoque,hastadondeellasabía,sededicabaaenviarleamenazasdemuertesobreelplanurbanísticoqueenbrevesaldríaalicitación.¡Ey!,yquealseñoramenazadorlemolestabatodode lo que tuviera que ver con el proyecto: quién se presentaría, según lopocoquesehabíaapostadooquelospropiosdespachosdearquitecturahabíanfiltrado; el lugar en el que se construirían las nuevasuniversidades, el destinoparaelterrenodelasantiguas;elpreciomáximoconelqueelpiradoespeculaba¡porque es que ni siquiera se había decidido todavía! Vamos que, para suacosador,Natalianohabíadadopieconbola.Bueno, para su acosador oficial, si tenía que especificar quién la acosaba,

porque,ademásdeltaradoqueenviabacartasalaConselleria,estabaelsegundopelotón de acosadores personales, «El Equipo A»: los tres escoltas que laguardaríanmañana, tardeynoche;aún teníaquedecidirquiénera,comoen laseriedelosochenta,ellisto,quiénelguapoyquiénelloco.Losfinesdesemana

seríangruposdeSeguridadCiudadana,significaraesoloquesignificase,eiríanrotando.Había decidido que los de los sábados y domingos seríanM.A., estoera,MásAzules,porelcolordesusuniformes.Sushermanaslahabíanllamadoencantadasconelhechodequelaprotegieran

y, además, que lo estuviera por—literalmente— hombretones «guapérrimos».Paraellanoeratandifícildeentendersudisgusto:nolegustabanlaslegumbres,nolegustabairenbicicletaynolegustabanlospolicías.Maníassuyas.—¿Quétal lasvacaciones?—lepreguntólaenésimacompañeraqueentraba

ensudespachoaquellamañanaasaludarla.No eran tan popular. Era obvio, por tanto, que iban a ver al poli buenorro

ubicadoalaentradadesudespacho,untalPuig.Silosotrosdos,eldelatardeyel de la noche, eran igual de guapos, iba a tener una procesión infinita demujeresperegrinandohastaelladíasí,díatambién.—Marineras —respondió—. Estuve una semana fondeada en Formentera,

aprovechando que mis padres no iban a usar el velero, y después me fui decruceroporlasislasgriegas.No le diría que había sido un crucero de solteros, tampoco tenía por qué

pregonarloy,además,sehabíasentidoenunaespeciedeHighSchoolMusical,comositodoslospasajerossehubieranrehormonadocomoenelinstituto.—Quéenvidia,yomefuialpueblodeminovio,enlameseta...Yestuvodiezminutoscontándolemenudenciasantesdemarcharseydejarla

trabajar.NataliaestudióArquitecturaenlaUniversidadPolitécnica.Elmejoramigode

lainfanciadesupadreeraFranciscoCamps,quien,ademásdeapadrinarlaenlapila bautismal, acabó, con los años, convirtiéndose en el Muy HonorablePresidente de la Generalitat Valenciana. Así que, cuando la crisis la dejó sintrabajo, leofrecióunempleo.Tresañosdespuésera lamáximaresponsabledeObrasPúblicas, solo por debajo del conseller.Lo increíble fue que, cuando elPartidoPopularperdiólaselecciones,elsocialistaXimoPuiglaconfirmaseensupuesto,siendoelsuyouncargodeconfianza.Eraunaprivilegiada.Volvió la vista a los terrenos que tenían que urbanizar, al enorme mapa

colgadoenlapared,enplenaavenidaBlascoIbáñez.ElcampusuniversitariodelaUniversidaddeValencia,elprimerode los tresde laciudad,seproyectóen1908,aunquedada la inestabilidadpolíticade lassiguientescuatrodécadasnofueterminadohastafinalesdeloscuarenta.Eranvarioslosedificiosseñoriales,comoeldelaFacultaddeMedicina,ademásdelaBibliotecaoelRectorado,losquecomponían laprimera zonaacadémicaque tuvo la ciudad.Estaba situada,juntoconotrosdoscampusmuchomásmodernosyalgoapartadosde lagranavenida,enlaentradanorte,elúnicoacceso«limpio»aValenciaquequedaba,enelsentidodequenoteníamunicipiosadheridos,juntoalcampodefútboldelValencia,elMestalla.Losatascossolíanserimportantesporlamañana,alahorade entrada de los estudiantes, y a la salida si coincidía con que había partidoentresemana,momentoenelqueconducirporlazonaeraunacondena,asíquehabíallegadoelmomentodesacarlasfacultades—elestadiotambién,peroesaeraunacuestiónmunicipal—alazonadeloscampusnuevos,yesorequeríadedos proyectos diferentes y una inyección de capital importante que implicaríatrabajoparamuchagente.LaCiudaddelasArtesylasCienciascostómilcienmillonesyesteproyecto

llevaba elmismo camino. LaCiudadUniversitaria se había convertido en «laniña bonita» de los grandes estudios de arquitectura, tanto nacionales comointernacionales,quequeríandejar su selloenunaciudadque,con losaños, sehabíaidomodernizandoyengalanando.AhíeradondeentrabaNatalia:sería laencargadaderedactar lospliegos,de

valorarlosproyectosyseñalarlosválidose,incluso,aconsejarcuáldebíaserelelegido.Yunjodidopiradolahabíatomadoconella.Volvió a fijar los ojos en la puerta, con rencor, y despuésmiró el reloj. En

cuantoacabaseloqueteníaenlamesabajaríaacomer,sustripasleadvertíandequenecesitabannuevocombustibleparaseguirrindiendo.

***

—¿Tepreparouncafé?Todavíatienesdiezminutos.Miróelreloj:pasabancincominutosdelaunaymedia.—En breve muchos entraremos o saldremos del trabajo y el paseo de la

Pechina estará hasta arriba de tráfico. Prefiero ir con tiempo. Pero gracias,mamá.Juanjo, de profesión subinspector Ríos, comenzaba esa tarde en su nuevo

puestoenValenciadespuésdemásdedosañostrabajandoenCastellón.Sehabíaacostumbradoavivirsoloeirasuritmo,comerencasadesumadreselehacíaextraño. Pero, un par demeses antes, Carmen había tenido una recaída de suenfermedaddecorazónyélhabíasolicitadoeltrasladodeinmediato.Suspadres,ambos, eranmayoresy, apesardeque teníaotros treshermanosyconstituíanunafamiliabienavenida,queríaestarcercayayudar,asíquehabíaaceptadoelprimerpuestoque lehabíanofrecido, enel serviciodeEscolta, a la esperadequesurgiesealgoquelegustasemás.EraelúnicoRíossinpareja,asíque,porelmomento, comería con ellos a diario y se aseguraría de que todo fuera comodebía. Es decir, bien. El resto también se turnaba para que estuvieran bienatendidosyacompañadoselmayortiempoposible.Supadreestabamuyorgullosodelalabordehijosdesuschicos;sumadre,en

cambio,sesentíaagobiadacontantaatención,acostumbradacomohabíaestadodesdesiempreapreocuparseporellos,noasercuidada.Juanjosepusoenpieycogiódelasillalaamericana.Carmen,presta,lepasó

uncepilloporlashombreras,unoquehabíasacadodeuncajóndelacocinanadamásverloentrar.—Mamá,lachaquetaestáimpoluta—protestó.—Ay,hijo,esqueestástanguapovestidoasí.Eralaprimeravezendieciséisañosquenollevabalaropadetrabajo.Entró

enelCuerpopocoantesdecumplir losdiecinueveysiemprehabíaservidoenSeguridad Ciudadana, en una u otra unidad. Su último destino fue comosubinspectordeSala,coordinandolasllamadasdel091.Siemprehabíallevado,pues,eluniformereglamentario.Ahora,sinembargo,vestiríavaquerososcuros,camisablanca,zapatoschelsea

—losoxford, más elegantes, llevaban cordones y no cubrían los tobillos— y

americanaazulmarino.SesentíaajenoalCNPconesasropas.Eracomosilosochentahubieranregresado,sololefaltabacambiar laamericanaporunblazerblancoparaparecerSonnyCrockett,elprotagonistade«CorrupciónenMiami»,se quejó para sí. Las gafas estilo aviador eran lo único que mantenía de suatuendodediario.Besóasumadre,miróasupadreconperspicacia,convencidodequeaquel,

trasmás de cuarenta años patrullando, pensaría que su hijo iba disfrazado, sedespidió hasta el día siguiente y bajó al garaje a por el coche oficial. HabíapasadoantesporelparquemóvildeZapadoresarecogerun«ka»[1],unvehículocamuflado,dejandoallíelsuyohastaqueacabasesuturno.Parasufortuna,ensucasayanadieconducíaypodíaocuparlaplazacadamediodía.Vivíaaquinceminutosdeallíconduciendoendireccióneste,enelpisodesuhermanoAlberto,queahoraresidíaenunespectacularáticoenelcentrodelaciudadpropiedaddeAitana,sunoviaymédicodelInstitutoForense.Desde casa de sus padres a la Conselleria de Vivienda, Obras Públicas y

Vertebración del Territorio había otros quince minutos más dirección oeste.AcostumbradoaconducirpordentrodeCastellón,unaexperienciacaóticaenlaquelosintermitentesparecíanguardarseparalaslucesdeNavidad,eltráficodeValencialehizosonreír.Leencantabasupuntofrenético,dondemeterelmorrodelcoche,salirconelsemáforoaúnenrojoydarvolantazoseralamejorformademanejarseporlacalzadasinquenadielepitase.Porquehacersonarelclaxoneraotradelasnormasnoescritasdecirculaciónentodalaprovincia.Llegóveinteminutosantesdelasdos,suhoradeentrada.Aquelprimeradía

habíaempezadolosturnossujefe,elinspectorMarcosPuig,aquientodavíanoconocíayquieniríademañanasesasemana.TrasJuanjo,eloficialSantosseríaelhombrederefrescoparalanoche.Elviernesanterior,sucomisariolehabíaentregadounacarpetaconlosdatos

de la persona a la que había que escoltar, la VIP, una tal señorita NataliaMiralles,ademásdelinformepolicialconlasamenazas.Eranvariaslaspersonasque estabanmolestas con ella, al parecer—debía de ser una joyita demujer,ironizó—,perohabíaunasamenazasespecialmentepreocupantes.Aparcó enfrente del edificio, en el lugar reservado para vehículos oficiales,

pasó las medidas de seguridad pertinentes evitando el arco al ir armado,enseñando la placa con discreción al guardia civil que vigilaba la entrada, ysubióaladecimoterceraplanta.Reconocióasusuperiorporlaposeapesardenoconocerloysepresentóconun«asusórdenes»,codoflexionadoydedosenlasienenlaformadelsaludooficial.—¿SubinspectorJuanJoséRíos?Letendiólamanoenunapretónfirmequeledioconfianza.—Juanjo,porfavor.—Bienvenido.¿EstuprimeravezenEscoltas?—Asíes.—Ylehizounbreveresumendesucarrera.—Conozco a tu hermanoy coincidí con tu padreunpar de años enMotos.

Compartiendolamismasangre,nodudodequemeencantarátrabajarcontigo.—Señor—repitió,agradecido.Larealidaderaquenotrabajaríaconél,sinoparaél.Aumentósuagradohacia

elinspectorPuig.—Lamañanahasidotranquila,laVIPnosehamovidodeldespachomásque

endosocasiones,ambasalbaño.Apesardeello,noparecellevarmuybienestasituación.—¿Eslaprimeravezquesufreamenazas?—Sí,peroloquellevamalesnuestrapresencia.—Sonrieronambos—.Aun

así, ha sido correcta y educada. Ha pasado toda la mañana trabajando, harecibidovariasvisitas,bastantesenrealidad,aunquecreoquesedebíamásalacuriosidadpormipresencia.—Apesardeserunhombreadultoyacostumbradocomodebíadeestarallamarlaatenciónfemenina,vioqueelinspectorPuigsesintióincómodoaldecirlo—.Hastadondesé,comeráalgorápidoenlacafeteríadeledificioyregresaráasudespachohastaqueconsidere.¿Llevascoche?—Unk.—Perfecto, a las diez de la noche Santos te cubrirá. Cualquier cosa, estaré

operativo.Despuésdeunparde instruccionesmás sedespidiódeél,node la señorita

Miralles. Bien, se dijo Juanjo, colocándose al lado de la puerta. Ahí estaba.Ahoraaquedarsequietoyaobservarlotodo.

Mientras esperaba, localizó las salidas de emergencia, las posibles entradas,lasventanasdesdedondepodíarecibirseundisparo,losdespachoscolindantesylascarasdequienessalíandeestoscuandosehicieronlastresy,enfin,todoloqueconsiderórelevanteparapoderhacerbiensutrabajo.

Capítulo2

AlastresyveinteNataliaabriólapuertadesudespacho,cansada,esperandoencontraralpolicíatreintañerodepelocastañoylosojosdecolorverdequesehabíapresentadoallíesamañana.Encambio,habíaunhombremorenoydeojosnegros; un desconocido de edad similar vestido como el anterior: vaqueros,camisablancayamericana.Unconjuntosexiencasicualquierhombre,sedijosecretamente,siteníaelcuerpoquesegastabanestepoliyelanterior.—Señora—lasaludóconseriedad.Nataliaesquivósumiradaybuscóporel

pasilloaltalPuig.Intuitivoelnuevo,seexplicó—:Elinspectoracabósuturnoalas dos, desde entonces y hasta las diez, hora en que me sustituirá el oficialSantos,seréyoquienveleporsuseguridad.SubinspectorRíos.—Yletendiólamano.Le costó unos segundos reaccionar, tiempo en el que el agente, impasible,

mantuvoelbrazoestiradoesperandoelestrechóncorrespondiente.Finalmentetambiénellatendiólamano,másqueacostumbradaacerrartratos

conhombres.—¿Sehaidosindespedirse?—¿Quién?—lepreguntóJuanjo,desorientado.—Marcos, el inspector Puig. ¿Se ha ido sin despedirse? Soy señorita, por

cierto.—Lanuestraesunalabordeprotección,señoritaMiralles,nodiplomática.—¿Quieredecirqueesustedunmaleducado?Natalialovioenvararseysupoquesehabíaexcedido,pero¡quédemonios!,

esehombre ibaaexcederseconellaochohorasdiariasdurantea sabercuántotiempo,controlándolaydiciéndolequépodíayquénopodíahacer.

Echó a andar por el pasillo, ignorándolo para evitar disculparse, tozuda sinmotivo.Secolocóélasulado,ametroymedio,ellaenlapartedelaparedquetenía

ventanasapesardequeyalehabíaexplicadoMarcosPuigquelohicieraporelotro lado. Sin tocarla, pero de algún modo efectivo, el subinspector Ríos laredirigióhaciaellugarcorrecto.—Loquequierodecir,señoritaMiralles—respondiócomosilaconversación

fuerafluida—,esqueprocuramospasardesapercibidos,ynoentrarnisalirdeundespachosinohaynecesidad,yevitarchácharafútilayudabastante.Tambiénloharíaquesealejasedelasventanasgrandesqueladejanexpuesta.—¿Notendréisunmanualdevigilados,porcasualidad?—susurró,irónica.Peroéllaoyó,desdeluegoquelohizo.—VIP,eseeselnombre.Vigiladosuenaapresoyconfíoenque...—Presaescomomesiento.—SeñoritaMiralles...—lepidióconcorrecciónapesardequeellaletuteaba.—Natalia.—Señorita Miralles —insistió—, colijo que esta situación no le resulta

agradable, ha sido muy taxativa en sus formas y en sus palabras para dejarconstanciadeello.Quedaanotado.Yahora, si leparece,háganosel trabajo lomássencilloposible.Sesonrojó.Habíasidounainsolenteylahabíareñidocomosifueseunacría.

Elascensorllegóylacampanillaavisódequelaspuertasseabrían.Fueaentrarcuandounamanograndeyfuertelatomóporelhombrodeformaimpersonalyla hizo a un lado con firmeza. Solo cuando Juanjo vio que el cubículo estabavacíoladejóentrar,pasandoéldelante.—Nomegustaquemetoquen.«Niquemeregañen»,quisoadvertirle,depaso.—A partir de ahora ya sabe qué hacer para evitarlo. Imagino que ya ha

comprendido usted solita que sigo un patrón, que todos lo hacemos, así quehágaseaun ladocadavezqueentreo salgadeun sitioyevitaremoscontactoindeseado.—Enlasventanasnomehatocado—ledijoconvozruda.

—Nohasidonecesario—lerespondióélconunasonrisainsolente—.Mehasonado a reproche, como si le molestase, pero estoy convencido de estarequivocadoporquemeacabadedecirquenolegustaquelatoque.—Quemetoquen,engeneral,nosedéimportancia.—Ajá—fuetodoloquedijo.Nataliaseirritótodavíamásantesuasertividad.—Estoesloqueharemos—nosabíaporquéestabatanenfadada,peroechaba

humoporlasorejas—:yoteenseñarémodales,comodejarpasar,antesdeentrartú, a una mujer en cualquier lugar donde haya una puerta excepto si hayescalerasy,acambio,túnometocarásmás.Lapequeñarisaqueélsoltóestaballenadesarcasmo.—Estoesloqueharemos:pasarésiempredelantedeustedenunapuerta,un

vehículoodondeconsidere,conosinescaleras,paraque,encasodeemergenciaoevacuación,seaustedquienestémáscercadelasalida,conindependenciadesi mi protocolo le parece grosero o sexista y, a cambio, usted se comportarácomounaadulta.El ascensor sonó de nuevo avisando de que era elmomento de bajarse. Se

cruzó de brazos y lomiró, esperando. Él asintió y salió delante. Se volvió alsegundoparaconfirmarleconungestoqueyapodíaseguirlo.—¿Dóndevamos?—lepreguntóelsubinspector.—Yo,alrestaurantedeaquíenfrente.—Señalóunlocalquehacíachaflán—.

Tú,niidea.Lacarcajada,estavez,fuegenuina.—Elrestaurantedeenfrentetieneunnombrequeestaráenlaredytambiénun

teléfono.Pediremoslacomida,larecogeremosenquinceminutosyvolveremosconellaenvueltaaquí.Enquépartedeledificiodecidacomerlaserácosasuya,yosololaacompañaréensilenciomientrassealimenta.Lomiróconrencor.—Megustaeselugar.—Siesporlacocina,lehedadounasolución.Siesporellocal,estállenode

ventanalesenormesquedanalacalle,asíque,porelmomento, loevitaremos.Seconvertiríaenunescaparateparacualquiera.

Aquelloeraelcolmo.Ledabaórdenesynisiquieradirigíalosojosasurostromientraslohacía.—Haquedadoclaroquenovasatutearmeniadecirmetunombre.¿Tampoco

vasamirarmealacara?—Silamironopuedoverquéocurreasualrededor,señoritaMiralles.¡Serendía!Eltíoerainsufrible.—Puestútelopierdes,soymuyguapa.Y, haciéndole ella una peineta que hubiera horrorizado a su madre y

sorprendidoasupadre,diomediavueltayregresóalascensor,deespaldasaél,aesperarlo mientras el policía entraba primero para comprobar lo obvio: queestabavacío.—¿Planta?—Veintiocho—respondió,seria.Eledificioteníasoloquincepisos.Nisiquierareplicó,marcóelbotónconelnúmerotreceyesperó,escoltándola

denuevohastalapuerta.Lapizzallegóunratodespués.

***

Escondidadentrodesudespacho,dejódeladolosinformesunosminutos.Nopodíatrabajaralmismotiempoquecomíaunacuatroestacionesconlasmanos;acabaríatodopringoso.«Vale,Natalia»,sedijo,«acabasdecruzartealque,sinofueraungilipollas,

seríatuhombreperfecto».¿Paraquémentirse?ElsubinspectorRíoseraexactamentesutipo.Altopero

nodemasiado,queellamedíaunosesentaytres,conelpelomuynegro—¡ycontodo el pelo, sin entradas!— y los ojos oscuros, una boca ancha, hecha parabesar,narizmedianayunasorejitasideales.Leencantabamorderorejasbonitas.Aunque suvoz era loquemás lehabía impactado: eragrave, conunpunto

ronco,sexidecojones.

Bueno, era su presencia la que la había derribado. Con la altura perfecta,reservado, de chaqueta azulmarino y camisa blanca, cabello corto aunque nodemasiado y el semblante serio. ¡Le volvían loca los hombres formales, conpintadesolitarios,sidescubríadespuésqueteníansentidodelhumor!Pero suguardaespaldas de tardes no tenía ni unpoquito degracia, siquiera.

Eraunimbécil.Mejoraún,ungilipollas.Vayaascazoquefueraperfectoparasufantasíasmáslocas.Puespensabaparapetarseensudespachohastalasdiezycuartodelanoche.

Tenía mucho trabajo pendiente, podía salir solo al baño. Es más, llevaba elkindle,asíque,siseaburría,podía leerunratoenelenormesillóneamesquecompróen su segundoañoallí, hartade leer foliosymás folios sentadaen lasilladelescritorio,incómodaparamásdecincohoras.Conlaotomanaparalospies,eraellugarperfectoparacasitodo.Alassieteymediasuvejigagritabaasíquenolequedóotraquehacerseel

ánimodetraspasarlapuerta.Cerberoesperabaalotrolado,cualfieroguardián.—Voyalbaño—ledijosinmirarlo,mientraspasabadelantedeél—.¿Qué?

Ah,no,esosíqueno.Marcosnomehaacompañadoallavabodeseñorasytútampocoloharás.Desde luego que el inspector la había escoltado hasta la puerta, pero él no

teníaporquésaberlo.—Lo que Puig haga es cosa suya.No le quepa ninguna duda de que yo la

acompañaré, entraré primero para asegurarme de que no hay peligro y que,después,esperaréfuerahastaquesalga.—Ni.De.Coña.NosabríadecirNataliaquélemolestómás:elhechoensídequelaignoraseo

quefueseacumplirsupalabradeescoltarlaalmaldito«meódromo».Llegaronalaseoyesperóenlapuerta,resignada,hastaqueélentró,volviódondeellaestabaylecedióelpaso.—Chicalista—seburlódeellaenvozbaja,aunqueconlaclaraintenciónde

queloescuchase,lasatisfaccióndesaberseobedecidoensutono,bienporhaberesperadoaqueentraraprimeroél,bienporconformarsesinprotestarmás.Deverdadquedebíadetenerelpeordíadesuvida,porquenoeradelasque

entrabaaltrapoconnadie.Sinembargo,sevolvióaél.—Estoesmuyfrustrante.¿Ysinecesitomásdedosminutos?Notienespor

quésaberquévoyahacerahídentro.—No me importa cuáles sean sus necesidades. Esperaré aquí sin tener

conciencianingunadeltiempo.—¿Y si lo que quiero esmasturbarme?—preguntó, provocadora, buscando

que reaccionase de algúnmodo, el que fuera, pero que dejase de hablarle sinmirarlayconelmismotonodevozhueco,comosiellafueseunobjeto,nounamujer.—Lepediréque,enlamedidadeloposible,seasilenciosa.Sigimeogritame

veréenlanecesidaddeentrarparacomprobarquenoestásiendoatacada.—¡Aarrrggg! —gritó, enfadada—, ¿y qué pasará si algún día me apetece

pegarunpolvoensuturno,eh?Por fin logró su atención.Lamiró congravedad, el cuerpo tenso,masnotó

quetratabadeevitarlasonrisaquetirabadelacomisuradesuslabios.—Metemo,señoritaMiralles,quesuscoitosnoentranenelservicioquese

mehaencomendado.Leerédenuevoelreglamento,soloporsiacaso.¡Estuvo a punto de abofetearlo! Ella, una mujer serena y justa que había

trabajadoparatresequiposdegobiernosdiferentes,¡casiledaunabofetada!Lomirólargamente,incrédulaydemanerainútil,puesélseguíavigilandoel

fondodelpasillo,ignorándola.Entróalbañoporquenolequedómásremedio,marcandocadapasoconsus

tacones,tanfuertepisaba,deseandoquelatierraselatragase.Omejoraún,quesetragasealjodidosubinspectorRíos.Regresó a su despachoy envió una solicitud al conseller, cuya autorización

reenvió después a sus compañeros de trabajo. Durante esa semana, por unproblemaencasa,entraríaalasoncedelamañanaysaldríamástarde;cualquieremergencia,podríanlocalizarlaensumóvil.Sinmásexplicaciones.Nopodíadecirlesqueenvezdetrabajardeochoasiete,queeralohabitual,

prefería hacerlo de once de la mañana a diez de la noche y evitarse así alincómodopolicía.Sellevaríaunafiambreraconcomidaparanotenerquesalir,siquiera. Seguro que le prohibía ir, incluso, a la compra, recomendándole, a

mododeorden, que la hicieraonline.Si hacía falta, ¡se compraría unmalditoorinal!

***

Santos llegó a las diez menos dos minutos. Se presentó y, sin nada quedecirse, no había visto a la VIP más que dos veces y el inspector ya habíahabladoconeloficial,sedespidieronyJuanjopusorumboaZapadores.Dejaríaallíelkycogeríasucochehíbrido.Semoríadeganasdellegaracasa.—NataliaMiralles—dijoparasíenvozalta,yadentrodesuToyota.CómoestabalaVIP.Yaselohabíaadvertidoella:sinolamiraba,esoquese

perdía porque era muy guapa. Dudaba de que se lo hubiera dicho en planpresumido, no parecía creída, sino más bien por fastidiarle. ¡Y se le daba demiedohacerlo!Peroteníaquereconocerqueeramuchomásqueguapa:estababuena.Algo

bajita—mejor,élmedíaunosetentayocho—,melenacastañaamediaespaldaycon los ojos de color ámbar. ¿Ámbar?, ¿cómo que ámbar? ¿Desde cuándodescribía él como los poetas? Ojos del color del whisky, así mucho mejor.Naricilla respingonacon trespecasysolo tresenella—lashabíacontado—yunapiellibredecualquiermarca.Teníaloslabiosnormales,nifinosnigruesos,peromuybiendefinidos,deesosquedabanganasdebesar.¡Quéleches!Eraaella a quien quería besar, con independencia de la forma de su boca. Era unabocazas, eso sí, pero le enseñaría a trabajar con los labios en actividadesmásplacenteras.Cuerpazo—debíadehacer deporte—,pero cuerpazonopor trabajado, sino

porqueeraproporcionado:lospechos...yaestabaotravez...latetasidealesparasu altura, quizá algomás grandes, incluso, la cintura y las caderas hacíanunacurvasuaveyarmoniosayunculo—sí,culo,quécojones—deescándalo.La tía estaba para follársela y a la mierda si era políticamente incorrecto.

Total,nosehabíancaídobieny,aunquefueraelcaso,unescoltanoseacostabacon suVIP, eso lo hacíanKevinCostner yWhitneyHouston en el cine y así

acababa la película.O peor, como en la serie de laBBC, donde unaministraacababamuerta y bienmuerta y su guardaespaldas, al que se tiraba, no podíaevitarlo;unabombasinorecordabamal.Enamboscasoslosprotassejugabansuscarrerasporunoscuantospolvosy,encima,lacosaacababacomoelrosariodelaaurora.TantomejorquelaseñoritaMirallesfueseunaestiradaantipática,sucarácter

eraelrepelenteperfectoparasulibido.Porqueconellateníalaseguridaddequenoseríanunoscuantospolvos,sinotodoslospolvazosquepudiera.Encuantoentróenelpisosemetióenladuchay,asupesar,semasturbó.Un

pardemesessinunamujeryahorapasaríaotrostantos,almenos,conunaquelovolvíalocoenmásdeunsentido.Putokarma,fueraloquefuesesquehabíahechomalenotravida.

Capítulo3

—¿Qué tal lo llevas? —le preguntó Cristina, su hermana mayor,aprovechando que se habían quedado solas en la cocina. La pequeña, Ana,estabatambiénconellas.—Bajalavoz—lepidió.Suspadresnosabíannadadelasamenazas—.Mal,

laverdad.—Quépenamedas—replicóAna,divertida—,variospolisparatisolita.Rieronlastressinremedio.—No,enserio,noescómodo.Tengoquerecordarnoacercarmealaventanas,

tenerelestordemidespachobajado...—Lástima,lasvistasdelcaucedelríosonespectaculares.—Ventajasdeundecimotercero.—¿Yquépasaelfindesemana?¿Porquénoestánahoraaquí?—Soloherecibidoamenazasenmidespacho,asíqueseentiendequeeltipo

ese no sabe dónde vivo. De todas formas hay alguien bajo, en un coche,vigilando la zona, y pasará la noche vigilando desde el pasillo de miapartamento. De hecho, me ha traído él. ¡Ahora tengo chófer!—bromeó condesgana.—Natalia, por favor, ve con cuidado —le pidió su hermana pequeña,

preocupada.—No necesita hacerlo—la corrigióCristina con una sonrisa—. Tiene a dos

tíosbuenoscuidandodeella.¿Tehasplanteadountrío?Rierondenuevo,esasrisitasqueseemitencuandolaconversaciónhasubido

detonoyhaymuchaconfianza.Eldel turnodenoche,Santos,habíaresultadouncincuentónagradable,peroenabsolutosexi.

—¿De qué estaréis hablando, que tenéis la misma sonrisa que cuandosorprendisteisalvecinodesnudo?—lasriñósumadre,medioenbroma,medioenserio,conformeentrabaenlacocinayevaluabasuactitud.—DelaconvenienciadesubirlostiposdeinterésporpartedelBancoCentral.

CrisdicequeLagardeseestáequivocando.Yodigoqueseamássolidariaconlasmujeresyledéunvotodeconfianza—respondióNataliacomponiendocaradeinocencia,sabiendoquesumadrenolascreería.—Yyonodigonadaalrespectoporque,enrealidad,tuhijateestámintiendo

—siguióAna.—¡Traidora!—Mamá, se meten conmigo porque soy la pequeña —trató de lloriquear,

aunquelarisaseleescapabaacadapalabra.—Dejad en paz a vuestra hermana. —Las otras dos pusieron los ojos en

blanco.Sumadrebromeaba,claro,perolamenorsiemprehabíasidolafavorita—.Osdejaréenlacocinaunpocomás,peronofreguéis,¡ydesdeluegoniseosocurrafumar!EnlosmomentosdeestrésCrisseencendíaalgúnpitillo.Últimamenteenel

banco para el que trabajaba el ritmo era frenético y su madre la habíasorprendidoyaunpardevecesconelmecheroenlamano,apuntodeencenderuncigarro,ysehabíapuestofuriosa.Solasdenuevo,semiraronconcariño.Delamayoralapequeñahabíamenos

decuatroañosdediferencia.CristeníatreintayochoyAnaibaacumplirelmessiguientetreintaycinco.Estabanmuyunidas.—No,enserio,ándateconojo.—Essolountarado,yapasará.Perodetodasformasestoycumpliendoconlo

quemedicen.—¿Inclusoconlasórdenesdeltíodelatarde?LeshabíaescritoesasemanaalgrupodeWhatsappde«hermanaslechuzas»

parahablarlesdel subinspectorRíos.Apesardehabersesacado todoel rencordelpecho,aélnoselohabíasacadodelacabeza.Ylasemanasiguienteiríadenochesynohabríaformadequitárselodeencima.¿Ysilellevabauncaféconunadosisaltadelaxante?,pensóconmaldad.

—Estasemanairádenoche.—Puesmira,aveceslamejorformadeevitarrocesesrozarsemucho.—Ana,deverdad,desdequetedivorciasteestásfatal.Hacíadosañosdesuseparación,estabamásquesuperada.—Desde queme separé he practicadomás sexo que en los cinco años que

estuvecasada.—Tieneunpunto,Cris,—leconcedióNatalia—,tegusteono.—Mividamatrimonio-sexualesmagnífica,gracias—sedefendiólamayor—.

¿Quéhaydelatuya,acaso?—Creoquevoyatenerquedivorciarme—bromeóNatalia—,aversideese

modotengomássexo.—¡Perosinuncahasestadocasada!—Pueseso,perocomoAnadicequeseligatanto...Volvieronareír.—Ahora en serio, ¿por qué no te apuntas a un gimnasio en vez de salir a

correr? Hay gente de nuestra edad. O vas a bailar, dicen que está llena dehombresconganasdemeterla.—Esohasidosoez.—Ops.—Pasodevosotras.Yde los tíos.Yno,no tengoningún traumanisoyuna

sosa,mantengounaestupendavidasexualconmisatisfayery,devezencuando,conalguien.—¿Heoídosatisfayer?—Sumadrevolvíaaentraryesavezsutonodevoz

eraalarmado.Yalarmante.—¿Vas a hacer café, mamá? Para mí un macchiato con nata, canela y

caramelo.¿Volvemosconpapá?Yhuyerondelacocina,cualratasportirante.Semarchóunratodespués,estabacansadayesatardequeríaacabarseellibro

queestabaleyendo.Recibióalgunabromamássobresumadre,elconsoladorysobreelsubinspector.Lasúltimasnolehicierongracia.Aqueltipolegustabatantocomoparaque

huyesedeél,siesqueesoteníaalgúnsentido.Ypodíasermuchascosas,peronounacobarde.

***

El domingo, Juanjo quedó con Paula para ir a bailar. Paula era prima deAitana, la novia de su hermanoAlberto. Acababa demudarse a Valencia portrabajo, como él, solo que ella era arquitecta y venía de Madrid. Y tenía unmontóndedineroasíquevivíaenunavilladeprimerosdelsigloXXenfrentedelaplaya.Comoél,sehabíaintegradoenlapandilladeamigosdeAlbertoyAitana,yel

vínculoque losuníaera,ademásdeque todoselloseranpolicías,elbaile.AsíquePaulalehabíapedidoquefueraconélaclases.Habíaaccedidoporqueellalegustaba,porqueeraunabuenaformadeligaryporquelabachataparecíaelnuevoyoga.Paula le gustaba, sí, pero no para tirársela. Ni siquiera lo había intentado.

Siendojustos,tampocoellalehabíadadopie.Eraguapa,divertida,inteligenteyteníaunpuntoalgocándidoquelehacíareír.Teníaclaseysí,eraalgopija,perodisfrutabamuchodesucompañíaypracticabanamenudoencasadeunouotro,intentandocogernivelsuficienteparanosentirseridículosenlapista.—¿Qué tal la semana?—le preguntó él, al tiempo que la recogía para ir a

Moon,ladiscotecaqueabríalosdomingosparalossalseros.Solíanirensucoche,eldeellaerademasiadoescandaloso.—Tengoqueverquéhagoconunpuente.Sonriósinpoderevitarlo.Yasehabíaacostumbradoaquedieraporsentado

quépasabaporsucabezay,porende,entendiesecualquierfrasealazar.—¿Quieresdecirsicruzarlooquemarlo?Paulario,dándosecuentadequehabíavueltoarespondersinpensar.—Quierodecirquedeberíaconstruirunaspasarelasdeun ladoalotrode la

nuevaavenida,algobonito.MeencantaeldelasFlores...—Eseesirrepetible.

Setrababadeunpuentecuyacaracterísticaconspicuaeraque,durantetodoelaño, susmárgenes estaban llenos de flores: de Pascua enNavidades, clavelesnormalmenteyotrasdetemporadaenfestividadesespeciales.—Tú eres irrepetible —bromeó Paula con él—. Y ya lo sé, no pretendo

copiarlo.Además,elmantenimientoescarísimo.—Elsetentaporcientodelpresupuestodefloresdelaciudad.—¿Enserio?Vayapasada.Quierohacerunseriedeconstruccionesque...—¿Quenosarruinen?Soltaronambosunacarcajada.—Creoqueiréamedirloelviernesqueviene,despuésdecomer.Juanjosepusoserio.—Nolohagas.—¿Porqué?—Noestoyseguro,peroveentresemanaoesperaunpocomás.—Noquieroescaparmeentresemanadelaoficinaparaeso,aunquetambién

seatrabajo.Además,quierohacerlosinprisasyelviernesesundíaperfectoparaello—No,noloes.—Porque tú lo digas.—Solía divertirle que se comportase como una cría,

peroenesemomentonolehacíatantagracia—.¿Vienesconmigo?Noibaadecirlequeélnoiría,peroqueeraprobablequemuchoscompañeros

sílohicieran.HabíacosasquenopodíancontarseanadieajenoalCuerpo.—Paula.No.Vayas.—Nomegustaquemediganloquetengoquehacer,Juanjo,telorecuerdo.—¿Porquéúltimamentelasmujeresdemividasonasí?Acababadeaparcar,peroellanoledejósacarlallavedelcontactoy,porende,

loforzabaanosalirdelcoche.—¿Hasconocidoalamujerdetuvida?—¿Porquénomepreguntassierestúlamujerdemivida?—Porqueséquenolosoy.—No...—Nomeenredesycontéstame:¿hasconocidoalamujerdetuvida?

Erasuamiga,no teníandemasiadossecretos.Tambiénella lehabíacontadomuchascosasíntimas.—Noeslamujerdemivida.EslaVIP,lamujeralaqueestoyescoltando—

seexplicó—.Tampocolegustaquelediganloquetienequehacer.—¿Tegusta?—Mierda,sivamosa tenerestaconversación,hagámosloconunacervezao

bailando.—Túno sabeshacerdoscosasa lavez,yen lapista tequieroconcentrado

paraquenomepises,asíquecervezayyaveremossinosdaparabailar.Resignado,apagóelmotoryse fueronalbardondesolía irconDavidysu

hermanocuandohabíapartido.EsasemanalaSelecciónjugabalunesyjueves,asíquenohabíaliganihabríaescándalodeaficionados.Yasentados,volvióalacarga.—¿Estábuena?—Merecuerdaenciertaformaati.—¿Rubiadeojosazules?—No,escastañayconlosojosmarrónclaro.—Nolediría lodeojoscolor

ámbar ni harto de vino—. Pero, como tú, no es muy alta y parece que tienemuchaclase.—Vaya,gracias—respondióPaula,azorada.—Ytambiénuncuerpazo.Yesarquitecta.—¡Cuántascasualidades!¿Noestarásproyectándome?—bromeó.—Ojalá nos gustásemos —dijo, muy serio—. Tú y yo —acabó, aun sin

necesidaddeespecificar.—Ojalá—corroboróella.Ambossesentíansolosenunaciudadnueva,quizáporesohabíanhechotan

buenasmigas.—Quierosabermásde...¿cómose llama?Vale,nopuedesdecírmelo,como

nopuedesdecirmeporquénopuedoirelviernespor la tardealpuentede lasFlores.Peroquierosabermásdeella,tenmealdía,¿vale?Seacabaroneltercioysefueronabailar.LaimagendeNataliasecruzócon

insistencia por sumente, a pesar de que apenas la había visto durante aquella

semana.Ahorabien,lasiguienteibadenochesynopodríaevitarlo.Porquedeesonoteníadudas:NataliaMirallesloestabaesquivando.

***

A la mañana siguiente hubo una pequeña reunión a las ocho entre los tresencargadosdelaescoltadeNatalia.Santossalía,uncompañeroderefrescoharíalamañanayPuigempezaríaalasdos.Estabaneneldespachodelinspector,enZapadores,enunambienterelajado.—Graciasporveniralosdos.Soloquierosabersi,almargendeloquehayáis

puestoenlosinformes,hayalgomásquequeráiscomentaroquenecesitesaber.—Nada,señor—contestóalinstanteél.Santosseexplayómás.Eraunoficialconmásdetreintaañosdeexperiencia

enel cuerpo.Apesardeque suscincuentay tantosañoshabíanaumentadoelperímetrodesubarriga,semanteníaenforma.—Pormiparteestoyencantadoconella,jefe.—Poseía,además,larelajación

que daban tantos años de trabajo—. Aunque es obvio que no le gusta queestemosconella,eseducadaycolaboradora.¿Educada? ¿Colaboradora? ¡Esa no era su Natalia! En realidad, se corrigió

enseguida, Natalia no era suya, era la VIP y punto. ¡Dichosa Paula, que loenredabademalamanera!—Estoydeacuerdo—corroboróPuig—,yesmuyamable,además.—¿Tehapreparadoyaunodesuscafés?Elinspectorsonrió,asintiendo.—Cuandolarecojoporlasmañanasmelobajaenunatazadecerámica.—Elpuntodelacanelaconcarameloesimpresionante.Amímelohaestado

trayendo a eso de las dos de lamadrugada cada noche. Creo que se ponía eldespertadorparahacérmelo.—Esunamujerestupenda.—Síqueloes.¿Dequécoñohablabanesosdos?NataliaMiralles,¿preparandocafésparasus

escoltas?Le estaban vacilando, pero no se atrevió a preguntar para no quedarcomouncompletoimbécil,fueraciertoono.Asíquemintió,simás:—Losmejorescafés,enefecto.—Osrecuerdo—volvióaltemaoficialMarcos—quedesconocelagravedad

delasamenazasylafrecuenciadeestas.—¿Nodeberíasaberlo?—dijoSantos.Apesardepreguntar,nocuestionabalaorden.—No,sinoesnecesario.Podríavolversepsicóticayesmássencillosiactúa

con normalidad. Eso sí, si en algún momento veis imprescindible contárselo,hacedlo.Tampocoesunsecretoniunaordenmantenerloensilencio.Quizáfueralarazóndesuinsolencia,sedijoJuanjo.Nosabíahastaquépunto

necesitabaserprotegida.¿Porquélecheslajustificaba?Larealidaderaquenolegustabaquelamangoneasen,comolehabíasoltadoelmiércoles,queniqueélfueseelacosador,ypagabasufrustraciónconellos.No, se corrigió, la pagaba con él, a sus compañeros les llevaba cafés

exquisitos.¡Dichosaarquitectadeldemonio!—Otra cuestión: lospuentesdeoctubre.—ElDíade laComunidad caía en

martesylaHispanidadenviernes;TodoslosSantosenmiércoles—.SeguridadCiudadananonoscubre,onodeentrada.Bastantefollónvanatenerconeltemadelfindesemanapróximo.Puedopresionar,pero...—¿Podríamos trabajar dos turnos y que nos cubran la noche? —preguntó

Juanjo—.Podríamoshacermañanaytardeconella,undíacadauno,ydisfrutardedosdíasdedescanso.—Esosímeloconcederían.¿Santos?—Mesalváis,eldeldíanueveteníaplanespormianiversariodebodas...—Yoharéel...—Empezaréyo—seofrecióPuig,interrumpiéndole.Eraelmejordelostres

díasdefiestayelinspectorsiempredabaelprimerpasoadelante—.Juanjo,¿elochoteníasfiesta?Sigueenpie,entonces.—Puedohacereldoce—seofrecióeloficial—.MisuegrasellamaPilar,no

meimportaríanopoderiralacomidafamiliar.Huborisas.

—Entoncesyoharéelmiércolesunodenoviembre—dijoél.Parecíaqueconesoquedabatodosolucionado.—Deacuerdo,¿nadaquereseñar,entonces?—prosiguióelinspector.Negaron

los otros dos con la cabeza—. En ese caso, Santos,mejor vete a descansar yJuanjo,intentadormiralgoestatarde,lanochesehacelarga.Graciasdenuevoalosdos.Marcos Puig era un buen jefe, se dijo camino del gimnasio, con idea de

reventarsetreshorasparaecharseunasiestalargaycambiarelhorarioconmásfacilidad.

Capítulo4

NataliaMiralles vivía en el último piso de una finca nueva en la Alameda,enfrentedelHemisférico.Erajueves.Llevabantodalasemanasinverse.Alasdiezdelanoche,cuando

él empezaba, ella ya estaba en casa, y a las seis, cuando llegaba Santos pararelevarle,todavíanolahabíavisto.Hacíasuguardiaenelpasillo,aunqueteníallaves y sabía que los otros dos la hacían dentro. Era mortal de necesidad,aburridísimo,peroerasutrabajoy,porelmomento,nohabíasalidounavacanteen otro lugar. Su jefe sabía, había hablado con él, que cambiaría en cuantoaparecieraunaocasióninteresante.Esa noche, sin embargo, la VIP parecía tener otros planes. Cuando llegó

estaba en la puerta, hablando con Puig. Se los veía en pose distendida,divirtiéndose, incluso.Desde lejos pudo ver que vestía diferente: en lugar deltrajedechaquetahabitualcontaconesbajos,llevabaunosvaqueros,botinesaltosy una blusa muy femenina con escote por delante y por detrás, según pudoapreciar.¿Cómohacíanlasmujeresparallevaresascosassinqueselesvieraelsujetador?Alacercarsevioquesumaquillaje,siemprediscreto,eramásintenso.Estabaguapísima.—Señor—saludóasuinspector.—Buenas noches, Juanjo. La dama sale esta noche —le dijo, sonriendo a

Natalia—.Tendrásqueasegurartedequenadieseleechaencima.Ahorafueellaquienrio.—Haceañosquenotengoeseproblema,perograciasporlosánimos.Sintió una punzada de celos al verlos tan a gusto el uno con el otro.Celos

profesionales,sedijo,porquelarelaciónconsuVIPnoerabuena.

—Serámejorquememarcheyquevosotros también lohagáis.Noquerráshacerlasesperar.—Gracias—respondióalotro,peromirándoloaél—.¿Medasdosminutos?

Tengoquecogerelbolso.Ni siquiera le contestó, porque era absurdo hacerlo y porque no era una

pregunta.Desapareciódentrodelacasa.—Cualquierproblema,llama—leofrecióel inspector—.Vaacenarconsus

hermanasaunrestaurantejaponés.Asintióysedespidiódeélsinelsaludoreglamentario,perosíconun:—Asusórdenes.PocodespuéssalióNatalia,preguntandoporinercia:—¿Vamos?—EntiendoqueelinspectorPuighaautorizadoestasalida—inquiriósolopor

fastidiarla.—¿Marcos?Desdeluego.Quellamaraasucompañeroporsunombredepilanoayudóaqueserebajara

la sensación de competencia masculina. Profesional, se corrigió de nuevo,competencia profesional. Si NataliaMiralles fuera un hombre la situación nocambiaría,semintiócondescaro.—Vamos,entonces—dijoconvozneutra,obligándoseamantenersesereno.

Entraronenelascensorypulsólaplantabaja.—Podemoscogermicoche,estáenelparking,asíalavueltaserámásfácil

aparcar.—Iremosenelmío—llevabaunooficial.—No me importa, lo tengo asegurado a todo riesgo —insistió, puñetera,

insinuandoquenosabíaconducir.Lamiradaqueseganófuedeórdago.—Estupendalaextensióndetuseguro.—Lodigoenserio.Oinclusopodríallevarloyo.Sedetuvoelascensorenlaplantabaja,salióalportal,miróasualrededoryse

volvió para indicarle que hiciera lo propio.Natalia, cabezota, se quedó dentropulsandoelbotóndeabrirpuertas,esperándolo.

—Noquieropresumir,perotengounPorsche—dijo,mostrándoleelllavero.¿Sería cierto?, se preguntó.No podía ganar tanto, aunque su casa debió de

costarleunpico.—Noquieropresumir—lereplicóenelmismotono—,peroelmíotieneuna

sirenaescondidayarmas.¿TuPorschetienealgunadelasdoscosas?—Podría ponerle una piscina detrás.—La miró sin comprender—. Para la

sirena,digo.Bufó,incrédulo.—Siquieresveratushermanasestanoche,saldelascensor.Resignada, losiguió.Abrió lapuertadeatrásdeunOpelAstray la invitóa

entrar.—¿Nopuedoirdelante,comolosmayores?—Detrás,MissDaisy.FueelturnodeNataliadeemitirungemidodequeja,perosubió.Éllecerróla

puertay,dandolavueltaalcochedesdedetrás,subióalasientodelpiloto.—Asíqueaquíesdondemetéisaloschorizos.—Enestecochenotrasladamosadetenidos.—Arrancó—.¿Dónde?—AlOsaka.—¿Aldelasuniversidades?—No,aldelaplazadeEuropa.—Vamos,nomejodas—protestóenvozbaja.Apagóelmotorysalió,dandodenuevolavueltaalvehículoparaabrirle.—¿Noiremos?—preguntóella.—Iremosandando.SeapeótambiénNatalia.—¿Eresecologista?—Soy de los que odia llegar a un sitio en el coche en cincominutos para

después tener que pasarse otros quince intentando aparcar. Enmenos de diezminutosestaremosallí,ymevendrábienestirarlaspiernas.—Deberíascomprarteunpatineteeléctrico, si tanto tedisgustanoencontrar

sitioparameterelcoche.¿Tienesuno?Lamirócomosiestuvieseloca,absteniéndosedeseguirlaconversación.

Siguieronensilenciounpardeminutos,élenlaparteexteriordelaacera,lacallealumbradaporlosedificiosylasfarolas,laavenidacasidesierta.—Esunnombrebonito.—¿Qué?—No sabía a qué se refería ella, estaba concentradomirando a su

alrededorsinaparentarhacerlo.—Juanjo,esunnombrebonito.Creíque te llamaríasLeocadio,deahí tanto

empeñoconlodesubinspectorRíos.—Noreaccionó—.OAgapito.—Nada—.QuizáTorcuato.Suspiróenungestoexagerado,noentraríaensujuego.—Gracias,selodiréamispadresdetuparte.—¿Tienespadres?¡Vaya!,creíqueerasalgunaclasedeexperimentosecreto

delGobierno,unaespeciederobotquenisientenipadece.Añosdeentrenamientohicieronquenoseecharaareír.—Sinosdamosprisa, podemoscruzar antesdeque sepongaen rojo—fue

todoloquesalióporsuboca,apretandoelpaso.Semoríaporquitárseladeencima,soltarlaenelOsakaynoverla.Estabamuy

sexienvaquerospero,sobretodo,ledivertíayleexasperabaalmismotiempo,queriendoreíryestrangularlaalavez.Resumiendo,queleatraía,leintrigabay,sobretodo,legustabademasiado.¡Quéleches!,leponía;punto.Natalia se rindió. Al parecer, era imposible alterar al policía. ¿Mantendría

relaciones sexuales, acaso? ¿O ni siquiera sería capaz de excitarse? Tentadaestuvodepreguntarle,perolaotravezquehablódesexosalióescaldada.—¿Entrarásalrestaurante?—Yahecenado.Sushermanasibanallevarseunadecepciónsinisiquieraentrabaenellocal,y

Juanjo no parecía tener intención de colaborar. De hecho, había quedado ainsistenciadeCrisyAna,queestabanintrigadasconél.Porquesí,claroqueleshabíahabladodeFénix—¿cómonoibaaserelguapodelEquipoA?—;segúnsus lechuzas, que así se apodaban porque ese ave en concreto tenía unasignificaciónespecialparaellas,nohabíadejadodemencionarsunombre.Raro,porquenoteníanadaquedeciryaqueapenascoincidíaconelagente.Llegaronallugar,elescoltaleabriólapuertayleindicóquepasase.Alzando

lascejas,diodospasospararecordarentoncesqueellocalteníapuertasdobles,estoes,unaalaentradadelbajocomercialyotraquedabaalrestaurante.Sabíaquéteníaquehacer,asíqueesperóhastaqueélseasomóalasalayleconfirmóqueentrasecuandoquisiese.—¿Enseriotevasaquedaraquí?—Sicreesquealguienquiereatacarteconunpalillo,grita.—Lediréaunademishermanasquevengaaavisarte,llegadoelmomento.Podíaestarallíopodíaentrar,erasudecisión.Soloporfastidiarla,cambióde

idea.—¿Están tushermanasdentro?Vaya,¿ysonguapas?Déjalo, locomprobaré

pormímismo.Yabrió,entrandoysosteniéndolelapuerta.Lomiróconrencormaldisimulado.Verlaaellaledabacompletamenteigual,

pero,sinembargo,queríaconocerasushermanas.Losceloslaasaltaron.¡Puesclaro que sus hermanas eran guapas! ¡Más que ella! Cris no le preocupaba,estabafelizmentecasada,perosiAna tonteabaconél leconfesaríaasumadrequenofueundelincuenteanónimoquienrayóelMercedescuandolapequeñateníadiecinueveaños.

***

—Estácomounqueso,tengoquereconocértelo—ledijoCristinaalcabodeunrato,conlamesaservidayunabotelladevinoyavacía.—Síqueloestá—confirmóAna.Juanjodebíadesaberque lohabíanestadomirando todoel ratoyhablando

sobre él. En cambio, no había hecho ningún gesto que delatase que eraconscientedelescrutinio.—Lodecíscomosifuesemío.—Bueno,¿nohayningunaposibilidad?¿Lahabía?Noteníaniidea.—Hagamosalgodivertido—propusolamenor,traviesa.

Lasotrasdosseanimaron.—¿Qué?—Escápate por la puerta de detrás. Di que vas al baño, le haces la tres

catorce...—Eslatrececatorce—lacorrigióella,enunadiscusiónquemanteníandesde

siempre.—Bien,vale—laignoró—,salesporlascocinasyentrasdenuevo.Ledará

algo.Rieron las tres como crías. ¿Se atrevería? A él no le haría ninguna gracia,

ninguna,esoseguro.Perodudabadequelometieraenunlíoporalgotantonto.—Hecho—sedecidió.Selevantó,hizounaseñadisimuladaasuguardaespaldasysefueendirección

al baño. Apenas podía aguantar la risa y, sin duda, sus hermanas estaríancarcajeándoseenlamesa.¿Cuántotiempodebíapermanecerfuera?,sepreguntómientras saludaba a los camareros con naturalidad, como si colarse hacia lascocinas fuera lo más normal. Al final no fue necesario cruzarlas, tenían unapuertalateralparacargaydescargaysalióporallí.La noche era algo fresca. Había un pequeño parque al lado, una zona de

céspedconalgunosárboles,seguramenteunapropiedadvecinalabierta,puesnoteníasentidoalgoasíestandoamenosdeunminutoandandotantolaAlamedacomoelcauceantiguodelrío,ungranvergelquecruzabalaciudaddeoesteaeste.Decidióquedarseallí.Nohabíacogidoelmóvilasíquenosabíaquéhoraera.

Contaríahasta trescientosyentraría.Seríanunoscincominutos,másomenos.Disciplinada, comenzó. No había llegado al cien cuando lo vio aparecer,iracundo.—¿Creesqueestoesdivertido?¿Teparecequemeloestépasandobien?Su voz, dura, y su mirada, furibunda, resultaban aterradoras. Supo que se

habíaexcedidoenesemomentoytuvolacertezadequeseloharíapagar.—Yo...—calló,sinsaberquéresponder.—Vaya, doñaNatalia-LaListilla-Miralles se ha quedado sin palabras. Te lo

repetiré,¿veslagraciaentodoesto?¿Creesquemeloestoypasandoengrande?

Seacercóaellaehizoloimpensable,latomódelbrazoconfirmeza,sinllegaraapretarparahacerledaño,peroamarrándoladeunmodoquenosesoltaríaniaunquelointentase.Cosaque,desdeluego,nopensabahacer;seríaunsuicidioconelcabreoquellevabaél.—Acabodedarmecuentadequeno.Quenotienegracia—dijoenvozbaja,

arrepentida.Su voz y, sobre todo, sus enormes ojos de color ámbar—a la mierda las

descripciones— lo ablandaron.La soltó apenas e iba a rebajar el tono cuandosonóunaexplosión.Enunsegundolateníacogidaporelbrazo,alsiguientelehacíaalgunaespeciedellaveyselanzabaalsueloconelladebajo,protegiéndolaconelcuerpo.Nataliaseasustó.—Hasidounpetardo—dijoélalcabodeunsegundo,sintiéndoseridículo.Debía de haber algún crío en la zona tirando tronadores[2] dado que se

acercabaelpuentedelaComunidadysepermitíalanzarlos.Frutodelosnervios,ellaseechóareír.Nounpoco,sinoatensascarcajadas.

Molesto,selevantóyseapartódeella,obviandolafiguraduraysuavealavezsobrelaquesehabíatendido.Aquellamujereratodocontradicciones,inclusosucuerpoloera.—Esperodecorazónquehayascaídoencimadeunexcrementodeperro—le

dijoconunasonrisaforzada.Aquellocambiólasituación.Nataliaentendióquelohabíahechoysepusoen

pie de un salto, al tiempo que se quitaba la blusa, histérica. Y así fue comoJuanjo supo por qué no se le veía el sujetador con tanto escote: porque nollevaba.Marcólavistaalfrente.—Bromeaba,Natalia,nohascaídosobreningunahez.Natalia...—Ellaseguía

dándolevueltasalacamisa,nerviosa—.¡Natalia,joder,vístete!Soloentoncesfueconscientedequesucamisaestabalimpiaydequeestaba

enseñando los pechos en la Alameda. Se acercó la camisa al cuerpo, pero laretiródenuevo.Lerepelíasoloporlaideadequehubierapodidoocurrir.—Quizánounacacadeperro—suvozsonabainfantil,nopodíaevitarlo—,

peroasabersinohanorinadoahí,oescupidooquéséyo.Así que era escrupulosa, sonrió para sí. Tentado estuvo de decirle que la

misma norma se podía aplicar a su pantalón, pero capaz era de quitarse losvaqueros,también.—Túestásfatal,enserio.Vístete,porfavor.Deverasqueintentóponerselacamisa,perolaidealeasqueaba.—Notepreocupes—intentóquitarlehierroalasunto—,estoyacostumbradaa

hacertop-lessenlaplaya.—Aquínohayarenanibañistas.Natalia...—Seguíaconlamiradaclavadaen

unpuntoindefinidoporencimadelamelenacastaña.—Puedesmirar,nosonmías.Aquellohizoquebajaralavistaunmicrosegundo.¡Seríacabrona!,sequejó,

levantandolavistadenuevo,convencidodequelohabíavistomirarlelastetas.Unastetaspreciosas,porcierto.—Paula dice que si las has pagado, son tuyas—replicó, sin saber quémás

decir.—Entonces son de mi madre. ¿Quién es Paula?, ¿es tu novia?—No pudo

esconderloscelos—.¿Tambiénselashaoperado?Joder, joder, joder, o se ponía la maldita blusa o no respondía. Ignoró su

preguntaysequitólaamericana.—Póntela,porfavor.—Habíaundejededesesperaciónensuvozmientrasse

latendíasinmirarla.Agradecida,lacogióyselapuso.Sesentíaridícula,eranormeyseguroque

parecía un payaso con ella. El olor a su aftershave la envolvió y sintió unacalidezenlasentrañas.EnesemomentoaparecieronCrisyAna.—¿Vatodobien?—Todoenorden,señoras.Suhermanayaseiba.¿Esesesubolso?¿Elmóvil

estádentro?Porfavor,simeloentrega—respondiódeltirón.Desde luego que sabía que se había dejado el móvil sobre la mesa, había

observadosusalida.Encuantosehabíanpuestoacuchichearsupoquetramabanalgo,habíansidomuytransparentes.

—Aquítiene,señor—dijolamenorentonosumiso.HabíaquedecirquehabíaimpresionadoalasotrasdosMiralles.Sedespidióconlacabezay,sinnecesidaddedecirmás,Natalialosiguió.Nopronunciaronniunasolapalabradurantelavuelta.Nisiquieraseasomóa

devolverlelachaquetaunavezensupiso.

Capítulo5

El viernes tras su desnudo ya no lo vio. Para cuando llegó, a las diez, ellaestabayaenlacama,ycuandosalió,aldíasiguiente,eraunagentederefresco,unoquenoconocía,quienlaesperaba.Lasemanasiguientesalióalassieteymediaenpuntocadamañanaylepidió

coneducaciónque la llevaraal trabajo.Nohablabanen losveinteminutosdeltrayecto,seencerrabaensudespachonadamásllegaryyanosalíahastapasadaslasdos.Pedíaalencargadodelacafeteríadeenfrentequelesubieseelalmuerzoeintentabanohacerpipísinoeraestrictamentenecesario.Confiabaenquenolecostaseunainfeccióndeorinapero...sesentíaavergonzadaporloocurridoynosabíacómodisculparse.Ledevolvió laamericanaelmartes,quehabía llevadopreviamentealatintorería,sinmediarpalabra,ysemantuvoalejadadeél.Tentadaestuvodehacerselaenfermatodalasemanaytrabajardesdecasa.No

había faltado nunca a la oficina en once años, nadie lo pondría en duda, nisiquierasumédicadecabecerasiledecíaquenoseencontrababien,dadoquesabíaqueteníaunasaluddehierro,pueslaconocíadesdequedejaraelpediatra,a los catorce. Se preguntó, como por capricho, cuántos años tendría aquellaseñora.Y,porenésimavez,laedaddeJuanjo.Debíandeserdelamismaquinta,año

arribaoañoabajo.Nolehabíadadopieapreguntarlenadaporquenolehabíadichonimu.Nadadenada.Rienderien.Nothingdenothingycomofueraquesedijeraenalemán.Desdeelintentodefugadehacíaochodíasnohabíadejadodepensarenél,

en su enfado, en el poco tiempo que lo tuvo sobre su cuerpo, en la miradaapurada de sus ojos negros cuando se quedó desnuda de cintura para arriba...

Había rememorado la imagenunascienvecesensumente—ladeunaescenaquenohabíacontadoanadie,niasushermanassiquiera—,esaymuchasotrasde él. Cada día era más consciente de Juanjo, de sus hombros anchos, de suboca, de sus orejas—lo suyo con las orejas no era normal—, de su cuerpocompacto, de sus manos grandes y de uñas limpias. Podría dibujarlo dememoria, tanbien loconocía.Ysí, lohabíahechoconescasoéxito, eldibujoartísticonuncafuesufuerteylesupusounlastredurantelacarrera.LasemanaselehizoeternaycuálfuesusorpresaalencontrarseaSantosel

viernesalassieteymediadelamañanaensupuerta.—Esperoquenotemoleste,Natalia,peroestatardesalgodeviaje—ellunes

erapuenteyelmartesfiesta—yJuanjomehahechoelfavordecambiarmeelturnoparapoderirmeantesyevitarelatasco.—Enabsoluto—lerespondió,amable—.¿Dóndetevas?Escuchabaamediasaloficial,aunquesumenteyaestabamaquinandocómo

quitarsedeencimaalsubinspector.¿Quizácurrarhastalasonce?Exageradomasnoimposible...Finalmente,bienpasadaslassietedelatardeyanoaguantabamásydecidió

marcharsedeldespacho.Juanjoestabafuera,perosoloseríanveinteminutosyse acabaría el suplicio, almenosporunosdías, en elmismomomento enquecerraselapuertadesucasa.Deseabacontodassusfuerzasqueélhiciesepuente,también.

***

Malditas las ganas que tenía de verla más de la cuenta, pero Santos le habíapedidoquelecambiarasuturnoparapoderirseconsumujeralaSelvadeIratiantesdequeempezasenlascolas.Habíapasadounasemanadesdelabromitayestaba obsesionado con ella. La visión de sus pechos le había impactado. Leimportaba bien poco si eran operados o no, eran del tamaño perfecto para eltorso deNatalia y para sumano.Erannaturales, no dos bolas de tenis, teníanformadelágrimayunpezóngrandeysonrosado,eran...eransujodidaobsesión

yseríansuperdición,losabíaya.Sucrónicadeunacaídaanunciada.Aunque loque lohabíadesarmado fueverlaconsuchaqueta.Grande, se la

había doblado por los puños intentando adaptársela, cerrando al máximo lassolapas para que no le colgase por los hombros, dejando que la abertura lellegasehastamásalládelescote.No era hombre de lencería, eramás bien de «todo fuera ya». ¿Quién iba a

decirlequeunaamericanaloexcitaríatanto?Claroque,enella, teníaunpuntoeleganteycalientealavez.Ibaamatarlo;esamujerlomataríaantesdequeacabaselamisión.Miróelrelojcuandoescuchóruidosdentrodeldespacho.Erancasilassietey

media.ConfiabaenqueNatalialepidierairacasadirectamenteyleshicieralavidamásfácilaambos.Sabíaporsuscompañerosquesalíaacorrer,peroquelohacíaenelturnodel

inspector, aunque para ello tuvieran que hacerlo a las cinco y media de lamañana. Era, según Puig, una buena atleta. También le habían dicho que legustabatomarseunvinoconalgunaamiga,perotampocolohacíanuncacuandoélestabadeturno.Yseguíapreparandosusfamososcapuchinospararecibiralde lamañanaypara animar lamadrugadadelde lanoche,unosquenohabíaprobado.Menosdetreshoras,sedijo,doshorasymediaytendríapuente;esasemanay

lasiguienteDiosseapiadaríadeambosyacortaríalosdíaslaborablesacuatro,también.—¿Nosvamos,porfavor?—lepidiólaVIPnadamássalirdeldespacho.Todo educación desde el jueves anterior, no intentaba pincharle, no

bromeaba...nonada.Leveníajustomirarlealacaralaspocasvecesenquelehablaba.Echabademenossulenguaafilada,sierasincero.—¿Acasa?—lefaltóaélel«porfavor»,tansuplicanteerasutono.—Sí,gracias.Salierondeledificioyseadentraroneneltráfico,másdensodelohabitual.Le

sonóelmóvil,conectadoalmanoslibresdelcoche,yelnombredePaulasalióen lapantalladel salpicadero.Loapagóyalmomentovolvióadarel tonodellamada.Lodejósonar,paciente,hastaquesedetuvo.

Yvolvióunaterceravezlajodidamelodía.—Nomeimportaquelocojas—ledijoellaconvozforzada.—No necesito tu permiso para atender una llamada si así lo deseo —le

respondió,seco.—Disculpa—semolestó ella—, pero como es tu novia creía que no se lo

cogíasporsi...porsi...porsiloquesea.Elteléfonovolvióasonarunacuartavez.—¡Mierda!—espetó,dándolealbotóndedescolgarubicadoenelvolante—.

Paula,estoyenmanoslibres,trabajando.¿Vatodobien?Suamigaeraunachicalista,sabríaquelaVIPdelaquelehabíahablado—sí,

tambiénlodeljaponésselohabíacontado—estabaconélyseríadiscreta.—No...nosabíaqueestabas...creíaqueibasdemañanas.Losiento,yo...—¡Nocuelgues!—lepidió.El tonodeellaestabacargadodepreocupación,

inclusodemiedo—.Ibademañanas,perohecambiadoelturnoauncompañero.¿Dóndeestás?Se hizo un silencio de cinco segundos. Incluso Natalia estaba tensa, tanta

angustiasesentíaenlavozdelotroladodelalínea.—EstoyenZapadores.Mehandetenido.¡Joder!¿Yhabíadichodeellaqueeraunchicalista?—Hasidoalpuenteadibujar,¿verdad?—preguntósinnecesidad.¡Desdeluegoquelohabríahecho!—Sí—confesóenvozbaja.—¿Estásbien?—Sí, solo... ¿podrías venir a...?No, claro que no, estás trabajando. ¿Puedo

llamaraAlbertooestoescomoenlaspelículas,solotengounallamada?—Escúchamebien,preciosa—lehablóconcariño,intentandoquesesintiera

segura—,loarregloendiezminutos.CreoqueMartínestáenJefatura.Enbrevesaldrásdeallí.¿Seguraqueestásbien?—Sí.—Lavozsonabamuydesanimada.—Voy a colgarte para solucionarlo, ¿de acuerdo? En nada, verás una cara

amiga.Ovarias,incluso.Ycuandosalgasmeavisaránytevolveréallamar,teloprometo.Esto quedará en una anécdota divertida, ya lo verás.Yhas hecho lo

correctollamándome.Locorrectoylomejor.ANatalia la ternurade Juanjo, cómohacíaque laotra se sintiese segura, le

produjoundolorinesperado.—Gracias—respondióPaula,albordedelllanto.Juanjo colgó sin decir nada a la pasajera, detuvo el coche, apagó elmanos

libresyllamóaMartín.LeexplicóestequeestabaenJefaturaperoquellegaríaenquinceminutosyloarreglaría.—Queseandiez—lepidió.Yvolvió a arrancar.Puso el intermitente izquierdoymirópor el retrovisor,

dispuestoa ingresar enel tráficodenuevo, evitando la zonadelpuentede lasFlores,aunquesupusieraunavueltamayor.—Vamosallí—oyóqueleordenabaNatalia,conseguridad.Callóunossegundos,sorprendido.SemoríaporiratranquilizaraPaula,pero

estabatrabajando.—Teloagradezco,peronoesposible...—Creoquesoyyoquiendecidedóndevamos,¿no?—Sutonoerafirmepero

susojosysuslabiossonreían—.LlévameaZapadores,porfavor.Loanalizóapenasdossegundos.—Laesperaremosenelbardeenfrente—anunció—,tomandouncafé.—Quiendiceuncafé,diceunatilaouncoñac.Asupesar,sonrió.DichosasPauladeCastroyNataliaMiralles.

***

Martínentróenelbarconsuamiga.Lerodeabaloshombrosconelbrazo.Selaveía frágil. Se sentó y, acto seguido, ella se quitó el echarpe que llevaba, selevantó y la rodeó con él. Era de cachemira, tenía un tacto que, sin duda, lareconfortaría.—¿Quieres una infusión o prefieres alcohol? —le preguntó ella con voz

suave.La rubia preciosa, como Juanjo la había llamado en el coche, la miró

agradecida.—Unatilaestaríabien,gracias.Puesvayamierda,sedijoNatalia:lanoviadesuescoltabuenorrolecaíabien.—¿Ustedquierealgo?—leofrecióalpolicíaquehabíallegadoconella.Este,enpie,negóconlacabezaperoleextendiólamano.—InspectorLlagaria.Martín—rectificóalpunto—.MartínLlagaria.—NataliaMiralles.Seacercóenesemomentoelcamareroyellalepidiólatila.—¿NataliaMiralles,ladeObrasPúblicas?—MiróaJuanjo—.¿Eslajefadel

gabinetetuVIP?Este,encambio,lamiróaella.—Martínlosabetodo.—Esunaenciclopedia—confirmóenvozbajaPaula.—Juanjo, tengo que volver—explicó el inspector, que estaba trabajando—.

¿Pidouncochepara...?Noespecificóparacuáldelasdos,queeligieraél.—No será necesario—dijo Paula. Su voz estaba llena de culpabilidad, no

queríapedirmásfavores—.Pediréuntaxi.—Noseránecesario,nosotroslaacercaremosdondesea—aseveróNatalia.Martínsedespidiódetodosellosconungestoysemarchó.Llegó el camarero, la rubia puso dos sobres de azúcar, removió el líquido

amarillentoyselobebiócomosifueraunchupito,necesitadadecalor.—Podríashaberteabrasado—bromeóNataliaconella.—Ypodríashabertehechodaño—lariñóél.—¡Nolaregañes!Cómono,sedijoél,laotrasalióensudefensa,llevándolelacontraria.Sin ánimodenada, soloporque estabaherida,Paula se apartó el pelode la

cara.Habíaunfeomoratónenlamandíbula.—Yamehehechodaño.PorelrostrodeJuanjocruzólarabiaaunquesuvozsonarasuave.—¿Tehangolpeado?Paula,¿tehan...?—No, tropecé, hubo una avalancha de gente—se detuvo y miró a la otra

mujer—.QueríadibujarelpuentedelasFlores,soyarquitectaynecesitabaunasmedidas.Meadvirtiódequenofuera—serefería,eraobvio,aJuanjo—,nomedioninguna razónperomedijoqueno fuera,yno lehicecaso.Megolpeéelrostroconunafarolaycaíalsuelo.Merecogióunagenteymedetuvo.Yahoraestoyaquí—terminó,concaradecircunstancias.—Yotampocohabríaobedecidociegamentesinsaberporqué—sesolidarizó.Selaveíatandébilenaquelmomentoqueselahubierallevadoasucasa.No

lesorprendíaqueJuanjolaquisiera.Aquel pensamiento la partió en dos, le sobrevino un dolor intenso que la

desanimótambiénaella.—Estupendo,lasdosmujeresdemividamedesafíanymedesobedecensino

recibenexplicaciones.Debíportarmefatalenotravida.—Puedodarfedequeenestavidatampocoeresunsanto—bromeóNatalia

—.Yniquefuerasunaautoridadennadaparasometernos.—Puessedaelcasodequesoylamalditaautoridad.—Mehequedadosoloconlodemaldita.¡Oh, fantástico!AhoraquePaula se comportaba comoun corderito,Natalia

volvíaaserlalobaferoz.—¿Nosvamos,porfavor?Meponenerviosoqueestéisaquí.—¿Nosvasapermitir seguir juntas?—fue la rubia laque,porprimeravez,

bromeó.Pidió lacuenta,pagóysaliódeallícasicorriendo.Aquellasdosmujeresno

debíanhacerseamigasoestaríaperdido.

***

DejaronaPaulaencasa,tantoinsistióesta,ydevueltasepermitióllamardesdeelmanoslibresalaprimadeellaysucuñada,Aitana,paracontarleloocurrido.La forense sabría qué hacer y cómo. Al poco fue Alberto quien llamó parainteresarseporlosucedido,acababadeenterarseporMartín,asíqueelcaminoderegresofuebastanteentretenido.

Isabel se lo pasaría en grande cuando lo supiera, se dio cuenta Juanjo,sabiendoqueyanoeralaúnicadelapandillaalaquehabíandetenidoporerror.Acompañó aNatalia hasta la puerta y se dispuso a acabar la guardia. A lo

tontoeranlasnuevelargas,enmenosdemediahoraseríalibreporcuatrodías.—¿Quieres entrar?—le ofreció ella, para su pasmo—. Sé que puedes estar

dentro,Santossuelequedarseenelcomedorsentadoenelsillón,leyendoconsuKindle.—Sepusoseriadepronto, lamiradaarrepentida—.Vaya,¿podíadecireso?Sonrióasupesar,entrandotrasella,noantes.—SéqueSantossequedaaquíy lee,comoséquePuigprefiere lacocinay

quesaleacorrercontigo,oquehacesunoscafésexquisitosconnata,canelaycaramelo.Sesintióculpablepornohaberleofrecidounonunca.—¿Oslocontáistodo?—Escomofunciona.—¿Lesdijistelode...?—¿Lodetuaficiónalescapismo?Claroquesí.Parasusorpresa,laviosonrojarse.Deseópasarlosdedosporsusmejillas.—¿Ylode...?—¿Lodetustetasoperadas?No,esonolosaben.Sepusomásrojatodavía,peroseechóareír.—Así que, después de todo, el subinspector Ríos tiene sentido del humor.

¿Quiénloibaadecir?—Viendoquenolerespondía,leofrecióuncafé.—Porfavor—seconcedió.—¿Normalodescafeinado?—Nocreoquetúpuedashacernadanormal,menosaúndescafeinado.Searrepintióencuantolodijo.Latardehabíasidodetodomenosprofesional,

estabaensucasayhabíamencionadosustetas.Nohabíabajadolaguardia,no,lahabíatiradodirectamenteporlaventanaylehabíasoltadoloqueprimeroquelehabíapasadoporlacabeza.Se quedaron mirándose unos segundos con intensidad. Finalmente Natalia

desapareciópara,supuso,hacerleelextraordinariocafé.

Capítulo6

Estaba en el sofá. Se había descalzado, como hiciera ella nadamás pisar elparquet del piso, y ojeaba una revista de decoración mientras la esperaba.Asomólacabezaalcabodequinceminutos,aunquesoloparalanzarleunmantelsinprevioaviso.Noledioenlacaraporqueteníalosreflejosdeungato.—Cubrelamesa,subinspectorRíos,queestoycontigoenunminuto.Legustóquelotuteara.SupoquenolellamabaJuanjoporburlarsedeél.Le

encantaba laNataliadivertiday esa tarde, además, sehabía comportadocomounaverdaderaamiga.NoleimportabasilohabíahechoporquecreíaqueselodebíaporeljuevesanterioroporquesehabíapreocupadoporPaula,sureacciónantelasituaciónhabíasidodediez.Lapartededebajodesucinturalerecordóquenoerasuamistadloquequería,precisamente.Esosí,tendríadesdeentoncesasucompañeradebaileencimaatodashoras,

insistiéndole en que suVIP era perfecta para él, que tenía que tirarle la caña,blablá. Solo le faltaba la rubia haciéndole de diablillo, como si no tuvierabastanteconsusganas.¿Podíaacostarseconlamujeralaqueescoltaba?Fueradehoras¿porquéno?

¿Debíahacerlo?Definitivamenteno.Llegóellaconunabandejaycomenzóadepositarenlamesilladedelantede

lossofásalgodefiambre,quesos,patésyunosbiscotes.Lesonrióyregresóalminutoconunaensalada,pandecristalalhorno,aguaenunajarradediseñoyunpardevasos.Yaenelcomedor,sacódelavitrinaunpardecopasyabriólaneveradelosvinos.—¿Blancootinto?—Estoydeservicio.

—En cuatro minutos —especificó tras mirar su reloj de muñeca— habráalguien sustituyéndote ahí fuera.El tiempo idealparaoxigenarlo. ¿Oprefieresunacerveza?Tendréalgunadecuandovienenmishermanas.—¿Notegustalacerveza?—Nodemasiado.¿Ybien?—Tinto.—¿Te importa si es de la tierra? —Sacó una botella con el dibujo de un

racimo de uvas perforando la etiqueta blanca—. Maduresa —le anunció,satisfecha—:purovicio.Laobservódescorcharla,olereltapónyacercarseconunasonrisaalamesa.

Sesentóenelsuelo,frenteaél.Enelpasilloseescuchóunruido.NataliapusolosojosenblancoyJuanjose

levantó, abrió, se asomó y saludó al agente de refresco, un compañero deSeguridadCiudadana,volviendoacerraryregresandohastaella.—Creoquemeapuntoalodelcuerpoatierra.Apartaronunpoco lamesay se sentó sobre lamullidaalfombra, la espalda

contraelsofádondeestabaunminutoantes.—¿Noestáinvitado?—preguntóNataliaentonodebromamirandohaciala

salida.—Estucasa,¿quieresqueMéndeznosacompañe?—No,creoqueno.—Menosmal—lerestóélimportanciaasurespuesta,aunqueleimportasey

mucho que no quisiera más compañía que la suya—. Si le dejas entrar singanárselo primero, como me has forzado a hacer a mí durante semanas, mehundesenlamiseria.—Noséyosi,enrealidad,telohasacabadodeganar.Conunguiño,Natalialeofrecióvinoycomenzóacenar,cogiendolacomida

conlasmanosconnaturalidad.—Paulaesmiparejadebaile—ledijopocodespués,aunsinveniracuento.Ellanosupoquéabordar,sieransoloparejaenelbaileoquebailase.Optó

poreltemamásseguro.—¿Bailáis?

—Salsa, bachata y, sobre todo, kizomba. Somos un desastre, pero estamosrecién llegados aValenciay el restode amigosde la pandilla, suprima esmicuñada,bailandesdehacealgunosañosyacudentodaslassemanas.Asíque...—¿Dóndevivíaisantes?—dejócaer,parasabercuánenserioiban.—Ella enMadrid—dudó—.O en laSierra o qué sé yo.Ha venido por un

proyecto...—callódepronto,prudente.—¿Por el de la Ciudad Universitaria? —Le había comentado que era

arquitecta, tenía buena memoria—. Puedes decirlo, no implicará tráfico deinfluenciasninadaporelestilo.Losabía,peronoqueríaquesesintieseincómoda.—Sí,poresomismo.TrabajaparaCalatrava.—Vaya,tienequesermuybuena.—Quisierapensarqueloes.—¿TútambiénvivíasenMadrid,enlaSierraoquéséyo?Seechóareír.—No,yovivíaenCastellón, llevabadosañosdestinadoallí.Paulayyonos

conocimosenunacenahaceunassemanas.—Noqueríahablardesímismo,noestaba acostumbrado y prefería saber de ella—. ¿Qué hay de ti? ¿Por qué noejercesdearquitecta?Lavioencogersedehombros.Tambiénviosucopavacíaylesirvióunpoco

más.—Lohiceduranteunpardeaños,peroentoncesllególacrisisymipadrino

meofreciótrabajarparaél.Camps,elexpresidente—seexplicó.—¡Vaya!—respondió,impresionado.Esono estaba en el informe.Lo comentaría conPuig, solopor si podía ser

pertinenteparaelcaso.—Echodemenosdibujar,asíqueavecessalgoconunjuegodelápicesyel

bloca relajarme,peromegustamucho loquehago.Cuandoconelcambiodegobiernonomeecharon,descubrícuánto.—¿Noeresfuncionaria?—No—negóconlacabeza—.Cargodeconfianza.Debíadeserbuenaparahabersesalvadodelahabitualcribacuandoelsillón

delacalleCavallerscambiabadedueño.Asíselodijo.—Esomegustaríapensar—emulósurespuestademomentosantes—.¿Ytú?

¿Siemprequisisteserpolicía?—Supongo.Mipadreloeraysiemprefuemihéroe.ANatalialeencantóquereconociesealgoasí;mejoraún,quelosintiese.—Ytuhermano,porloquehesabidoestatarde,tambiénestáenelcuerpo.—Albertosí.—¿Haymás?—Somoscuatro,todoschicos—leconfesóconreticencia—,unprofesor,dos

polisyuncocinero.—Caramba,solofaltauntorero.—MetemoquemimadreseplantóconJavier.—¿PuedopreguntarenquéunidadtrabajaAlberto?—No,losiento.—Nodeberíapreguntartetampocoporlodelpuente,supongo.Al parecer ella era experta en preguntar lo que no debía y él en evitar

responderleloquenoquería.—Estará ya en la prensa digital. El martes es el día de la Comunidad,

nacionalistasynonacionalistas...—Sellamanconstitucionalistas—nopretendíacorregirlo,lesaliósinmás.—Loquesea,mejornotedirécómolesllamamosnosotrosalosquemontan

semejantespollos,deuncoloruotro.Ellaseechóareír.—No,mierda,noloharásymequedaréconlasganasdesaberlo.Lesorprendiólapalabrota,aunquenodijoanda.Legustabaverlatancómoda,

desinhibidaincluso.—Vaya,vaya,asíqueNataliaMirallesesunachicacuriosa.Tepuedodecir,

esosí,cómotellamamosati.—No sé si quiero saberlo, creo que voy a pensármelo. Tengo mandarinas,

¿quieres?—Unpar.Recogió lo de la mesa, prohibiéndole moverse, y trajo un plato con varias

piezasdefruta.Latemporadaacababadecomenzar.—¿Ybien?¿Telodigo?—insistió,divertido—.Esunanimal.—¿Noserálagarta?Seechóareír.—Nome dejaron escoger un reptil, así que tampoco eres víbora.—Ella lo

miró simulando enfadoy él levantó lasmanos en señal de rendición—.Esunave.—¿Unave?—Noespava,tampocomedejaronoptarporese.—Eresmuygracioso,Juanjo.Aldecirsunombredepilasepusieronseriosporunmomento.Tenso,siguióa

losuyo.—Tampocogallina.—Viendoqueseguíamirándoloconintensidad,concluyó

—:Lechuza.Sepusomásseriatodavía.—¿Poreltatuaje?Todassushermanassehabíanhechoelmismodiseñoindeleble.—¿Quétatuaje?Sindejardeobservarlo,sedesabrochólostresbotonesdedebajodesucamisa

y levantó la tela. Tenía en un costado, a la altura del ombligo, una pequeñalechuzadibujadaentintanegra.Yunapielsinpecasqueparecíasersuavecomolaseda.Y un estómago liso y duro aunque no marcado, con un ombligo sexi de

narices.Yunamiradamuycaliente.Se levantó,apartódel todo lamesayseacercóaella,sentándoseasu lado.

Nataliasevolvióhaciaél.—Hace días que quiero quitarte la camisa —le dijo en un susurro,

comenzando a desabrochar despacio la prenda, los ojos negros fijos en cadatrozodepielqueibadescubriendo.—¿Comoochodías?—lepreguntóellaenvozbaja,excitada,refiriéndoseala

nocheenqueleviolospechos.

—Comodesdeelprimerdía.Cuandohuboacabadofueellaquienselaquitó,sacándoselasmangasporlos

brazos.Llevabadebajounsujetadordeencajeblanco.Sabíaquéescondíaysemoría por quitárselo. Sin querer precipitarse, bajó lamano hasta la lechuza yacarició su contorno con un dedo, para subir después ambas manos por loscostados,sintiendocómolasuavepielseerizabaasupaso.Recorriólacintayabrióelcierre.Unavezmás,fueellaquiensequitólapiezaderopa.Laspupilasseledilataronmientrasobservabaloqueacababadedescubrirle.—Si dices que no son tuyas—susurró, bajando la cabeza—, entonces creo

quemelasvoyaquedaryo.Ylamióunpezónconganas,humedeciéndoloparasoplarapenasdespués.La

escuchó gemir y repitió el gesto, esta vez succionando después. Miró haciaarribaylavioconlacabezaechadahaciaatrásylosojoscerrados.Eralaimagendelalasciviahechamujer.Así que cubrió uno con una mano, masajeándolo, pellizcándole la cima,

mientrassubocacontinuabaagasajandolaotra.LosdedosdeNataliavolaronasucabezaylopegaronasutorso,acariciándoleelpelo,tirandoapenasdeél.Seseparópocodespués.Lavioabrirlosojos,interrogantes.—Nisiquieratehebesado—sediocuenta.Asaltósubocaconpasión,introduciéndoseenella,mordisqueandoloslabios.

Nataliaintentabapegarseaélalmáximo,necesitadadesucontacto,porloquelalevantóy la subió a su regazo.Colaboradora, abrió laspiernasy sepegóa supubis,meciéndosesobresuevidenteerección,haciéndolesgemir.Seapartódenuevo,estavezalarmado.—¿Quéocurre?—Tambiénellaseinquietó.Si le decía quenopodían continuar lomataba allímismo, y sería unapena

asesinar a un tío bueno que, además, besaba como Di... como el mismísimodemonio.—Vamosatudormitorio.Noquieroquenosoigan.Tan escandalizada como divertida ante la idea de que el escolta del pasillo

supiera lo que estaba pasando, se levantó y comenzó a andar. Sabía que laseguiría.

Yaensudormitorioleindicóquesesentaraenlacamaysequedófrenteaél.Poco a poco se desabrochó el pantalón para dejarlo caer y, de una patada,apartarlo. Se humedeció el dedo después y lo pasó por el borde de su tangablancodeencaje.Elgestolovolvióloco.—Quítatelo yamismo si le tienes cariño—le advirtió con voz ronca—.Es

probablequeenmenosdeunminutointentearrancártelo.Ellahizoexactamenteeso.—Tetoca.Juanjo dudó. Nunca se había desnudado para una mujer y la idea le hacía

sentirse ridículo, pero no sería justo negarse. Así que le cedió el sitio en elcolchónysepusoenpie,decaraaella.Sequitólacamisasinprisa,segurodesímismo.Teníaunbuentorsoysabía

quelegustaría.Eltemadelospantalonesleresultómásviolento.Llevabaunosbóxerceñidosdecolornegroque,encuantoquedaronalavista,evidenciaronsumiembro,yaexcitado.—Estásmuycaliente—lehizonotarella.—Estásdesnuda,delantedemíyerespreciosa,¿quéesperas?Comorespuesta,Nataliaabriólaspiernas,invitadora.Searrancólaropaquelequedabayselanzósobreella.Semezclaronenun

besotórrido,pielcontrapiel,laspiernasenredadasylascaderasmoviéndosealunísono.A Natalia le podía la impaciencia, estaba más que preparada y sentía que

tambiénélloestaba,asíque¡alamierdalospreliminares!Loqueríadentroeneseprecisoinstanteydespuésyaloharíanmástranquilos.La idea de que no hubiera un segundo polvo, que pasó por su mente a la

velocidaddelaluz,latensóunpoco.Porsupuesto,Juanjolonotó.Ellasehabíadadocuentadequeestabaatentoacadareacciónsuya,parecíaunamantemuyconsiderado.—¿Quéteocurre?—¿Te importaría metérmela ya y lo hacemos de nuevo después, con más

calma?—lepreguntóconcrudeza,demasiadocalienteparamostrarsuhabitualtimidezencuestionesdesexo.

Lamiróunmomento,dejandoquevieratodoeldeseoqueledespertaba.—Simelopidesasí—bromeó—.¿Condones?Estiró Natalia el brazo y abrió el segundo cajón, sacando la caja y

ofreciéndoselaconmanostemblorosas.Selaarrebatóycogióuno,poniéndoseloenseguida.—Tienespráctica—habíachanzaenlavozfemenina.—Esperaysabrásenquémástengopráctica.Yempujódentrodeella,colándosehastael fondo.Nataliagritó,sintiéndolo

casienelútero.—OtrogritocomoeseyelagenteMéndezentrará.Yterecuerdoquenoestá

invitado—dijoconposesividad,embistiendodenuevo.Nataliacogióuncojínysetapólacaraconél,intentandoahogarsusgemidos.

Élseloarrebatóylolanzóavolar,aterrizandoenalgúnlugardeldormitorio.—Quierovertecuandotecorras.Asíquenolequedóotraquetaparselabocaconeldorsodelamanoymorder

unpoco,tratandodeevitarelescándalo.Verlatanidafuesuperdición.Habíanquedadoquehabríaunomástranquilo,

¿no?Puesibaacorrerseenmenosdeunminuto,lonecesitaba,yseaseguraríadequeellaloacompañase.Se rodeó la cintura con sus piernas, afianzó los brazos y empezó un ritmo

rápidoyduroquenopensababajarhastaqueellanosuplicasequesedetuvieraosecorriesecomounacrudezaque,confiaba,nuncahubieraexperimentado.Peroellaloalentó,pidiéndolequenosedetuvieranunca,quesiguieradándole

placer.—Juanjo,mecorro—leadvirtióunsegundoantesdealzarlascaderascontra

élconfuerzayquedarsequieta,traspasadaporelplacer.El clímax se la llevó, literalmente, por delante. Él le fue detrás en cuanto

sintiócómosusmúsculosinternossecontraíancontrasumiembro,amasándolo.Apuntoestuvodegritar.Cuandoacabósedejócaersobresucuerpo,sudadoslosdos,asegurándosede

nocargartodoelpesoenella,ylebesócondelicadezaelcuello,unmimoquecontrastabaconlaferocidaddeunminutoantes.Lassuavesyemasdelosdedos

sededicaronapasearporlaanchaespaldacondelicadeza.Se separaron cuando fue necesario, se lavaron y volvieron a la cama sin

decirsenada.Pocohabíaquedecir,habíasidounpolvazoy,enbreve, llegaríaotro. Se dedicaron a acariciarse y besarse con calma y a dejar que la pasiónmarcaseelritmo.

Capítulo7

A las seisymediade lamañanael sol lodespertó.Nataliadebiópresentirloporqueabriólosojos,también.—Buenosdías—losaludó,tímida.—Buenosdías.¿Quémásselepodíadeciraunamujerdespuésdeunanochedeescándalo?

Todoparecíapoco.—¿Temarchas?Esmuytemprano.—Estoy pensando queme tendré que quedar aquí todo el fin de semana o

idearunplanparalargarmesinservisto.Lesonrióellaymetiólamanodebajodelassábanas.—Estásinvitadoaquedarte—ronroneó.—Nidecoña—lesaliósinpensar.Mierda,ibademasiadodormidoylahabía

ofendido, sumano volvía a estar a la vista—. Lo que quiero decir es que nopuedo,tengoque...—Losé.—LavozdeNataliasonabasuave,comosiledieracompletamente

igualsisequedabaono.—No,enserio,tengoasuntosqueresolver,peroyo...—Losé.Nosabíanada,peronopensabamostrarsudecepción.Juanjonosabíaquésabíaella,aunquesospechaba—noeratanignoranteenlo

queamujeresserefería—queconcadafraselajodíamás.—Alomejor...—Talvez—locortó—.¿Desayunamos?Estoyfamélica.Yconunbesoenlamejillayunasonrisa,comosideverdadselatrajeraal

pairo que él no se quedase, se fue a la cocina.Ni siquiera parecía enfadadaoheridaenelorgullo.ElegodeJuanjoseibadesinflandopormomentos.Sediounaducharápidaycuandosalióalcomedorhabíacafé,tostadas,unos

croissantsyunajarrallenadezumodenaranjareciénexprimido.Labesóenloslabioscondelicadezaysesentóasu ladoadesayunarensilencio.Nosabíasiella no era persona de hablar por las mañanas o qué, porque no dijoabsolutamentenada.Solocuandoestabaapuntodeirse,lepreguntó.—¿LecontarásestoaMarcos?Detestóescucharelnombredeotroensuboca.¿Selocontaríaasujefe?—Supongo—reconociómásparasíqueparaella—.Yo...—Losé.A punto estuvo de gritarle que, si tanto sabía, le hiciera un resumen. Sin

embargo volvió a besarla, un beso lleno, húmedo aunque no frenético. Por suparte iba a quedar demostrado el interés a pesar de su resbalón nada másdespertar,yaverquéhacíaella.—Tengoqueirmeya.—Lo...Laacercóaélconfirmezay,esavez,labesócondureza.—Novuelvasadecirlo.Se fue sin decir adiós.Claro, que para él había sido una despedida en toda

regla.

***

Esamañana,algomástarde,JuanjollamóaPuig.QuedaronenelgimnasiodeZapadores,enelring,parapracticaralgodeboxeo.Estabadesentrenado,nolecabía duda de que su jefe le daría una buena paliza, pero sentía que se lamerecía,asíquealasdiezymediaestabaenpantalóncortoyunacamisetadetirantes,colocándoselosguantesdetrásdelascuerdas.Cuarenta y cincominutos más tarde le dolían el costado y la mandíbula y

había salvado un ojo porque el inspector desvió su golpe a tiempo. Tras eseúltimo error garrafal al cubrirse,Marcos fue a su rincón, cogió la toalla y sesecó.TambiénJuanjohabíalogradoconectaralgúnuppercut.—Ríos, ¿qué tal si me cuentas con una cerveza qué hace que estés a

kilómetrosdelcuadrilátero?—Esquién,señor.Quién,noquémetienealejadodeaquí.Lasonrisaladinaquerecibióledijoquealgosabía.Habíarevisadoelinforme

delturnodelanocheynadasedecíadeélyelturnodelamañanaaúnnohabíaterminadonielagentequeestabacuandosalióloconocía.Lovioquitarse losguantes ehizo lomismo, retirando lavendaque llevaba

debajo.—¿Duchaynosvemosenelbardedentroenveinteminutos?Zapadoresteníadentrodesusinstalacionesunacafeteríasoloparaelpersonal,

enfrentedelparquemóvildelaUIP.—Hecho.Llegó antes. Se sentó y al momento se le acercó un compañero al que no

conocía de nada. Hacía solo dos años que había dejado Jefatura para irse,ascendido,aCastellón.Lesorprendíalacantidaddecarasnuevas.—¿SubinspectorRíos?InspectorJefeBeltrán.—Señor—selevantóasaludarlo.—Siéntese,porfavor.Soloqueríapreguntarleporsuamiga,laseñoritaPaula

deCastro.ElinspectorLlagariameexplicó...—¿Fue usted quien la detuvo?—le inquirió, en un tonomás duro del que

debiera.Parasufortuna,elotronoselotuvoencuenta.—Fueunademisunidades,Orca67,yfueunerror.—Entiendoquelofue.Paulapuedeparecermuchascosas,pero,desdeluego,

nounamanifestante.—Losospechéencuantolaviqueriendobajardelfurgón.Entodosmisaños

deexperienciaenantidisturbios—Juanjocalculóquetendríasu,edad,ysiendoIJ habría ingresado al Cuerpo directamente como inspector, tras una carrerauniversitaria y las oposiciones, por lo quenopodía llevarmásdediezodoce

añosenelCNP—nuncahabíavistoaunamanifestante...así.Supo a qué se refería: ropa cara, seguramente tacones, bolso grande e

incómodo...—Paula estábien.Llevaunbuengolpeen lamejilla, peroeso la curtirá—

bromeó para sí—.O, almenos, le enseñará a aceptar consejos de los buenosamigos.Beltránsoltóunacarcajada.—Alparecerlaencontróunodelosnuestrosenelsuelo,lapusoenpieyella

supusoquenolepasaríanada,porquelediolasgracias.Enserio,¿quiéncoñodalasgraciasalaNacionalmientrasdispersaunamanifestación?Fuesuturnodeecharseunasbuenasrisas.—Esdeloquenohay.—Lacuestiónesqueelagentelaapartóyselapasóalcompañeroquevenía

detrás,asíqueesteletomóelrelevoylepasóunabridaporlasmuñecas.—Dios,hubieramatadoporverlo—confesó,asupesar—.Sino llegaaser

por el golpe contra la farola, nome hubiera dado ninguna lástima. ¿Vosotrosbien?—Algún herido de levedad, pero nada fuera de lo común. ¿Le dirás demi

parte... de parte de la unidad Orca 67, que esperamos que pronto estérecuperada?Algolehizopensarque,talvez,eltalBeltránestabainteresadoenalgomás

quelasaluddePaula.Lomiró:castañoclaro,altoyancho,ojosgrises,sonrisaamable.Podíasereltipodesuamiga.Ellaeraunametomentodo,portanto,¿porquéno?—¿Queréishacerlovosotros?Puedopasartesunúmero.No se negó el compañero, así que le anotó el contacto dememoria en una

servilletayseloentregó.—Suerte—nopudoresistirseabromear.Elinspectorjefenorespondió,doblóelpapel,selometióenelbolsilloyse

marchó,asintiendoconlacabeza.—Veoquehasconocidoalpróximocomisario—ledijoPuig,quellegabaen

esemomentoporelotrolado.

—¿Tanbuenoes?—Unacarrera impecablee imparable,unpardemedallasyuna familiacon

contactos.Aunqueinsisto:nolerestaréméritos.—Puesnomehaparecidouncapullo.—Eso es lomás exasperante, que es un buen tío.—Rieron los dos—. ¿Un

tercio?¡Marta!—llamóalahijadeldueño—,unpardeterciosyalgoparapicar,porfavor.¿Ybien?—lepreguntómientrassesentaba,directoalgrano.TampocoJuanjoseanduvoconrodeos.—AnochemeacostéconlaVIP.—¿Fueradeturno?—¡Señor!—protestó,ofendido.—Yameimaginoquenoerestanestúpidocomoparajugarteunasanciónmuy

grave o, incluso, la placa, teniendo sexo durante el horario laboral, pero teníaquepreguntar.—Lomiró,serio—.¿Melohabríasdicho?—Dudomuchoqueocurra,señor.—Marcos,queestamosdecervezas.¿Fuelaprimeravez?Sesentíaincómodo,nocomosujefe,queestabadelomásrelajado.Oeramás

habitual de lo que pensaba o era un hombre más calmado todavía de lo queparecía.Entodocaso,silemolestabasunaturalidad,reconocíaqueeralaformamenosperturbadoradellevareltema.—Sí.—¿Serálaúltima?¡Vaya!,detodoslosescenariosposiblesparaaquellaconversaciónquehabía

imaginado, eseno se le habíapasadopor la cabeza. ¿Volvería a acostarse conella?Atenordelasalidadeesamañana,noteníanadaclaroquepudieraocurrir.Dudóyelotroleechóuncapote.—Telopreguntarédeotromodo:sinoestuviera relacionadacon tu trabajo,

¿tegustaríaintentarlo?—Sí.Ahora fueMarcos quien calló unos segundos, aprovechando que llegaba la

camareraconlosbotellinesyunabolsadepatatas.—NataliaMiralles es unamujer excelente, yo no la dejaría escapar.Nome

mirescomosiquisierasarrancarmelacabeza,noesmi tipoynohadejadodehacer preguntas sobre ti, con supuesto disimulo, desde que te conoció. Todasesaspreguntasquetúnohashecho,loquetampocohasidonormal.—Ya.Asíqueporesonoestabasorprendido,porquelohabíavistovenir.—Hazloquetengasquehacer,perosiquieresunconsejo,eimaginoqueno

hasvenidosoloaquetepegueunapalizayapagarmeunacerveza—Juanjoriosinganas,enverdadlehabíadadounatundaenelring—,explícalelasituaciónyseddiscretos.Y,dadoquevaaestarvigiladalasveinticuatrohorasdeldíaporcompañerosyquetuturnoquedadescartado,aprovechadelmío.Enrojeció. No se lo podía creer, a sus treinta y cinco años sintió el rubor

subirleconviolenciaporlasmejillas.Elotrobrindóensilencioconélylediountragoalacerveza,bienfría.—¿QuéqueríaBeltrán?Cambiaron de tema y pasaron la siguiente hora hablando de anécdotas de

trabajo,divertidos.

***

Habíanpasadotresdías,eraoncedeoctubre,ynolahabíallamado.Nataliasedebatía entre hacerle voodoo, llenando de agujas un peluche de Garfielddisfrazadodepolicía,odellamaraunexydarseunrevolcónporpurodespecho.Elmóvillalibródetomarunadecisión.Eraunnúmerodesconocido.Nerviosa,descolgó, pensando que podría ser él. Se decepcionó al escuchar una voz demujer,aunquealfinallaconversaciónfueramuyproductiva.—Buenastardes,¿laseñoritaMiralles?Vaya,o lequeríanvenderunaspiradorpor teléfonoo,quien fuese,eramuy

educada.—Sí,soyyo—ellatambiénpodíaserlo,quéleches—.¿Conquiénhablo,por

favor?—Hola,Natalia,soyPaula,PauladeCastro.Nosconocimoselviernes.Soyla

amigadeJuanjo.Sonrióalrecordarla,deverdadquelehabíagustadoaquellamujer.Másaúnal

saberquenoseacostabaconél.Yqueella loespecificaseeraotropuntoasufavor.—Paula,quéplacerescucharte,¿cómoestás?Laconversacióncomenzócorrecta,se fueanimandoysecitaronpara tomar

una copa de vino en un par de horas en casa de la madrileña para que ledevolvieraelecharpe.HabíanquedadoallíapeticióndeNatalia,que,desdequeladejaran en casa el jueves anterior, semoríaporver lavilladeprimerosdelsigloveinteubicadaenelmismísimopaseomarítimo.Llamóaltimbredelaimpresionanteedificaciónalahoraconvenidatrasmás

dedosminutosdediscusiónconsuescolta,quiendecidióquedarsefueraapesardesu insistencia.PortabaunabotelladeMarinaAltabienfría—llevabafundadeneopreno—enlamanoyunasonrisapegadaenloslabios.Entróysequedómaravillada.Desdefuera,lapuertablancayelaltosetono

dejabanverelcuidadojardín,lapiscinaoelporchedelacasaseñorial.—¿Eresaficionadaalajardinería?—Mi abuela lo era. Ahora se encarga un profesional. Viene una vez por

semanayseaseguradequetodosigaigual.Hayunazonadebonsáis,cadavezquemeveacercarme tuerceelgesto, temerosodequematealgunosi tengo lareglaocualquiersupersticiónparecida.Rieron.Enlamesadedebajodelporchehabíacortadounpocodequeso,jamónyun

par de copas vacías. En una cubitera había una botella por abrir. Paula, encambio,tomólaqueNatalialeofrecíaylainvitóasentarse.—Viviraquídebedeserunprivilegio.—Síqueloes.Estacasanometraegrandesrecuerdos,peroahorasolodeseo

quedarmeenValenciaparaseguirviviendoenella.SielproyectodeCalatravano...—calló,dándosecuentadequeestabahablandoconquienlolicitaría.—Sinosaleadelante—acabóporella—,¿sí?—Quizá me quede y busque trabajo aquí. Es una casa muy grande, tengo

algunas habitaciones cerradas, pero no quiero renunciar ni a ella ni al mar.

Veremosquétalestáelmercadolaboralparalosarquitectos...—¿Haspensadoenunestudioindependiente?Sitehanconfiadounproyecto

deestaenvergadura...—Solounaparte.Y,¿sabes,qué?Quehastaahoranolohabíavalorado,pero

derepentelaideameatraemucho.Nataliaacababadeservir,asíquelevantósuvinoeinvitóalarubiaahacerlo

mismo.—Porlosnuevosplanes,losquesean.Brindaron,alegres.Despuésdelaconversaciónderigorsobreloocurridoen

lamanifestación,pasaronmásdeunahorahablandodearquitecturaantesdequelamadrileñalainvitaseacenar.—Sonmásdelasochoymedia,sipedimosalgoparatraeradomicilioy,por

favor, disculpa que no me ofrezca a cocinar, a las nueve y cuarto podemostenerloaquí.Al final la sobremesa se alargó hasta pasada la una de la mañana. El día

siguienteerafestivo,asíquenolespreocupó.Asuvuelta, ¡quéventajaqueotrocondujeseporella!, estuvo reflexionando

sobretodoloquesabíaahorasobreJuanjoconunascuantascopasdevinoenelcuerpo.Noteníapareja,eraleal,sepodíaconfiarenély,hastadondesuamigasabía,

noeraunmujeriego.¡Y cuánto había aprendido sobre los policías nacionales en lo relativo a su

vidaprivadaysuprofesióndurantelaconversación!Semoríaporconoceralanovia del inspectorLlagaria, una jueza, y a la prima dePaula, la únicamujermédicoforensedelaCiudaddelaJusticia.Alparecer,mezclartrabajoyplacereraalgoquesepensabamuchounagente

antesdeintentarlo,siquiera.Pues ya que Juanjo se había animado, Natalia iba a asegurarse de que le

cogiese el gusto a lamixtura. Pero ¿cómo hacerlo, cuando estaba vigilada lasveinticuatrohorasdeldíaporalguien?Claro,queochodeesashoraslaspasabaasolasconél...Sucabezapasótodoeldíasiguientefantaseando.

Capítulo8

Cuatro días. Habían pasado cuatro días y no había llamado. Ni un míserowasap,siquiera.Ydebíadetenersunúmero,dabaporsentadoqueselohabríandado.Sehabíapasadotodoelpuentecualidiota,acercándoseamirarlapantallacadavezquesonabaconlailusióndeversunombre,perono.Incluso había cambiado el tono de sus mensajes para saber si le enviaba

alguno,asídeimbécilsesentía.Habíasidounadecepciónnotenernoticiassuyas.Peroaldíasiguienteyanoera festivo, regresaríana la rutina,yesamañana

volveríanaverse.AsíqueesemartesJuanjodecidióolvidarsedelinolvidablesexoconNatalia

que,atenordesureacción,nohabíasidoparatantodesdeelpuntodevistadeella, e ir a trabajar como si nada. Le tocaba de tardes por lo que no podríaescondersedeél,aunquehubierapreferidohacernocheynotenerqueverlaenunosdíasmás.A las dos en punto entró en el edificio de la Conselleria, saludó a su jefe,

intercambiaronloscomentarioshabituales,lapocainformaciónnecesariay,trascincominutoscharlandosobrelosdíasfestivos,Puigsedespidió,dejándoloaélde servicio. Se colocó en la puerta, tal y como era su costumbre, en absolutosilencio,yesperó.UnahoraycuartodespuésapareciólaVIP,comohabíadecididoquepensaría

en ella pues el jueves no había existido, ni el sexo que ya no recordaba nitampoco la cena, el café y su divertida conversación. Cuando asomó le costótodaladisciplinaaprendidaenÁvila,dondesehallabalaacademiadelCNP,nodevorarla con la mirada. Iba como siempre pero diferente, algunos pequeños

maticesquesoloalguienacostumbradoalosdetalleshabríapodidodistinguir.Los zapatos tenían los tacones algomás altos de lo normal y tambiénmás

afilados,ademásdequedejabanverunamayorporcióndelpie, loque lehizopreguntarsedesdecuándo lapieldelempeinepodía resultar sexi.La faldaquellevaba—solía llevar trajedechaquetadepantalón,porcierto—levenía justopordebajodelasrodillasyerabastanteceñida,conuncortepordetrás.Lehabíavistoesacamisaalgunaqueotravez,peronuncaconuncolgantequealcanzaraelpuntoexactodelúltimobotóndesabrochado,dandoelefectoópticodequeeramás profundo y mucho más sensual. La chaqueta le llegaba hasta la cintura,permitiendo que, todos los quemirasen, pudieran apreciar sumagnífico culo.Delmismomodo,sumaquillaje, siemprediscreto, teníaunpuntomáselevadode intensidad,pues la rayadelojoeramásoscuraydefinida,elcoloretehacíaparecerelpómulomásafiladoyelpintalabioseramássubido,comosolíadecirsumadre;másfucsiaquerosa.Porúltimo,estabasuperfume.Natalia...LaVIP,queríadecir,solíaoleraflores,algosuave,casiindefinido;enesemomento,encambio,emanabaunsensualoloravainillayaalgomásquenosabíareconoceryqueacrecentabasunecesidaddelamerlelapieldelcuello.Enresumidascuentas,sincambiosexcesivos,ibavestidaparamatary,auna

riesgodeparecerengreído,estabaconvencidodequetodoaqueldesplieguedefeminidadibadestinadoaél,másconcretamenteasucordura,conlaúnicaideade volverlo completamente loco. Ymaldita fuera su estampa, estaba teniendoéxito.Sinembargo,seaseguraríadequeellanonotaranada.—Señorita Miralles, buenas tardes. ¿A su domicilio o a la cafetería a por

comida?Natalialomiróconirritación.—Acasa,trabajarédesdeallí.Secolocóasuvera,élenel ladodelosenormesventanales,y,siguiendola

habitual rutina de ascensor, coche, etc., llegaron a su casa. Saludaron al señorque limpiaba en esemomento los buzones postales y anotómentalmente que,aunllevandoeluniformedelamismaempresaqueacudíacadamartesyjueves,era un varón y no la mujer habitual quien estaba haciendo las labores dedesinfección.Yaenelúltimopiso,letomólasllavesdelamano,cuyasuñasiban

pintadasde rojoynodeun rosa suave, como siempre, entróy comprobóquedentroestuviera«limpio»ylepermitióaccederasuvivienda.—Quepaseunabuenatarde—fuetodoloqueJuanjoledijo,entonograve,

sinmirarla a ella sino a un punto indefinido sobre su hombro derecho, comohabíahechosiempreexceptoeljueves.¿Jueves?,¿quéjueves?,serepitió,nosabíasipararecordárselooparaburlarse

desímismo.Esedíahabíasidoborradodelcalendario.Si sus amigos supieran el rencor que sentía por haber sido ignorado tan

descaradamentedespuésdeunanochedesexoincreíble...Ahoranovalorabalaquímica, era objetivo, se dijo... Se reirían de él, diciéndole que parecía unaheroínadecomediasrománticasy,quesiqueríaalgo,quellamaseél.SoloMartín,elúnicoqueparecíacomprenderelhonordeltrabajodelmismo

modoqueél,entenderíaquenopodíahacernada.Asíqueseapoyócontralapared,dispuestoapasarochohorasquieto.Parasu

fortunahabíadospuertasporplantayenladeenfrentenovivíanadie,asíquepodíapasearporelcorredorparaestirarlaspiernasaratos.Si ella hubiera querido hablar, había tenido todo el camino para hacerlo.O

despuésdecomer—habíaestadoatentoalosruidosdedentrodelavivienda—podríahaberleinvitadoaunodesusexquisitoscafés.Nolohizo,señaldequenoestaba interesadaennadaque tuvieraquever con Juanjo.Y supadre lehabíaenseñado,aélyatodoslosRíos,quenuncaseimponíalaatenciónaunamujerquenoparecíadesearla,queunoseapartabacondeportividady,sobretodo,conrespeto.Pasarondoslargashorasantesdequelapuertaseabrieseyunaenfadadísima

NataliaMirallesloencaraseconuntonodevozqueindicabaquenolequedabaniunapizcadepaciencia.—¿Piensas pasarte toda la maldita tarde... todas las jodidas tardes de la

semana,paraserexactos,enelpasillo?—Siemprehasidoasíynorecuerdoquehayaspuestoningúninconveniente.

Es, de hecho, la primera vez que te veo salir enmodo huracán a increparmecómohagomitrabajo.—Llevo increpando tu trabajo desde el mismísimo primer día en que te

conocí.—Vivo para entretenerte, ya lo sabes —le respondió, burlón, intentando

parecerrelajadoapesardequesumalalecheempezabaasercontagiosa.—Notodoslosdíashasestadofuera.¿Ose tehaolvidadoloqueocurrióel

jueves?Debería haber ido con tiento y haber meditado la respuesta, pero era un

bocazascuandodiscutíaconunamujer,losabíadesdehacíaaños,ysedabaelcaso de que se había acostumbrado a aquel defecto en concreto; le gustaba,incluso.—¿Eljueves?Durantemijornadalaboralestuvehaciendomitrabajo—dijo,

moviendolamanocomosinotuvieraimportancia.—El juevesfuimosaZapadoresasacardelcalabozoaPaula ladelincuente.

—Era un golpe bajo, lo sabía, pero que hiciera como si el jueves no hubieraocurridonadaconstituía lamismaofensa—.Parecequeno recuerdasbienquéocurrióesedía.—Atenorde tusilencioduranteestoscuatrodías,creoqueeres túquienha

preferido olvidar lo que ocurrió el jueves y, tengo que insistir, fuera de mijornadalaboral.Apenas pudo aguantar el grito de indignación que pugnaba por superar la

fronteradesugarganta.—¿Yporquéhabríadeseryoquientellamaseati?—¿Y por qué habrías de esperar que fuera al revés? ¿Porque yo soy el

hombre,talvez?Aquellaeraunamalditapreguntatrampa.SiNataliarespondíaquesíquedaba

comounamujerpocoliberada,incapazdehacersaberloquedeseaba—porque,quenadielodudase,deseabaalsubinspectorJuanjoRíos—,ysiledecíaqueno,entonces estaba diciendo que no le había llamado porque le daba igual, y noqueríaserellaquiensecargaseloquefueraquehabíanempezado.Eraorgullosa,sí,peronounacompletaimbécil.—¿Quizá porque fuiste tú quien dijo que no se quedaría enmi casa, y cito

textualmente,«nidecoña»?—Noeraesoloquequeríadecirylohubierassabidosimehubierasdejado

explicarme,peroteníasdemasiadaprisaporecharmedetucasapara...—Sihubieraqueridoechartenotehubierapreguntadositequedabas.—Supongoqueescomolasllamadas,quetengoqueadivinarloquequieres

porcienciainfusaporquetucomportamiento,alparecer,indicajustolocontrariodeloquequieres.—¡Tú...!¡Tú...!—Estabacasimudadeindignación.—Ytú—laseñalócongrosería—vasaentrarentudomicilio,queesdonde

debesestar,yacerrarlapuerta.Conladignidaddeunareinasediolavueltaycruzóelumbral.Enelúltimo

momentosevolvióaélylepreguntóconvozdura:—¿Piensasentraraterminarlacharla?Juanjo podía estar enfadado, pero no era tan estúpido como para no

aprovecharunaoportunidadcomoesa,fueraloquefueseloquepudierasalirdeaquel cruce de palabras, que sería cualquier cosa excepto una conversacióncivilizada.—Despuésdeti.Ella le franqueó la entrada y, una vez él entró, se dio el gusto de pegar un

portazo.Se sentó sin pedir permiso y la miró. La observó fijamente, calmado, sin

ninguna intención de hablar. ¿No era ella, acaso, quien lo había invitado a sucasaparatenerunaspalabras?Pueséleratodooídos.—¿Ybien?—leexigióNatalia,cuandoentendióqueelpolicíanodiríanada.—¿Ybien,qué?Soltóunbufidomuypocofemenino.—Queporquénomehasllamadoentodoelfindesemana.—Porquenomedejasteexplicarmeymelargastedetucasa.—Yono...—¿Cuáles fueron tus palabras exactas? ¡Ah, ningunas!Desayunamos en un

silencio incómodoynomepermitistequemedisculparapormidesafortunadafrase.—Nomehabríaspedidoperdónniporsabermorir.—Ahorayanuncalosabrás.

Quisovolveraresoplar,tanmolestaestaba.Yaél,encambio,seloveíadelomásrelajado.¿Quésesuponíaqueibaadecirle?,¿quenohabíahechoplanesentodo el puente esperando una llamada que nunca llegó? ¿Que, en efecto, bienpudoserellalaqueintentasequedar?Esosignificabaoreconocerquenohabíaobrado bien o, peor, que él tenía razón y ella se había impuesto el papel dedamiselapasiva.Sabíaque,sinodabaunpasohaciaél,notendríamuchasmásoportunidades,Juanjohabíademostradoquepodíasermuydistante.Pero¿cómohacerlo?Necesitabapensar.Queríasalir,lonecesitaba.—¿Llevasropadedeporte?—¿Disculpa?—lepreguntóelpolicía,sinentenderaquéveníaaquello,—Ropa deportiva —repitió—. Un chándal o mallas para salir a correr,

¿llevas?—¿Quiéntecreesquesoy?¿Doraemon,quetieneunbolsillomágicodelque

sacarunajirafa,sileapetece?Sinpoderniquererevitarlo,Nataliaechólacabezaatrásyserio.Lohizoa

carcajadas,anteloabsurdodesuafirmación.—¿Doraemon? ¿Jirafas? ¿Qué has comido? Porque quiero una ración de lo

mismo.Contagiado de su buen humor, le respondió con sinceridad, a pesar de lo

reacioqueeraahablardesuvida.—Tengo dos sobrinos. Al mayor siempre le nombro a los pingüinos; al

pequeño,lasjirafas.—¿Rollo...?—sentíacuriosidad.—Rollosinoshacemosunbocadillodejirafa,sinoscompramosuna,sitiene

unbañadordejirafa...—¿Ytieneuno?—Claroqueno—ledijo,comosiestuvierapreguntandounabarbaridad,que

era lo que su sobrino pequeño le había respondido a él—, con un bañador dejirafanocabríaenlapiscina,mevolveríademasiadolargo.Nataliavolvióareír,conmásganastodavía.—Niños.—Niños—corroboróél.

Trasunpocodesilencio,quetrajolapaz,lehablómásserena.—Ahora en serio, Juanjo, necesito pensar con claridad. Y suelo hacerlo

corriendo.—Séquecorresenlosturnosdelinspector.—Enlostuyoshagocosasmásdivertidas.Suvozsonóinfantil,peronohabíadudadequesereferíaalsexo.Bien,ella

tambiénlorecordaba.—Podemossaliradarunpaseo,esoestodoloquepuedoconcederteyendo,

comovoy,envaquerosyconzapatosdepiel.Ellacreyóqueleofrecería«esascosasmásdivertidas»comoalternativa,así

quesuspirósonoramente.—Tendráqueservir.—Puesvámonos.—Dameunminutoquemepongaalgodecente.Llevabaunasmallasviejasyunasudaderaquehabíavistodíasmejores.Diezminutosdespuéssalíaconunosleggins,unachaquetaestilouniversitario

con cremallera y unas buenas deportivas.Bajaron por el ascensor, bromeandoJuanjo sobre el poco espíritu deportivo que eso suponía, y, cuando iban aalcanzarlacalle,algollamólaatencióndeél.ElbuzóndelaVIPteníaunacartadentro.Cuandohabíanllegadoestabavacío,estabaseguro.Enesemomento,encambio,habíaunsobredentro.¿DesdecuándoelserviciodeCorreosrepartíadetardes?—¿Hascogido las llavesparaabrirlo?—lepreguntó, señalandoeldiminuto

cubículometálico.—Sí,claro,llevolasdecasa,garajeybuzónenelmismollavero.—Dámelas.Lo abrió, asegurándose de no tocar nada. Se sacó del bolsillo un pañuelo y

cogióelcontenido.Noteníaremitentenidirección,soloelnombredeella.Miróasualrededor,peronovionadamásfueradelugar.Seasomóalacalleymiróaizquierda y derecha, pero tampoco encontró a nadie sospechoso. Transeúntesiban y venían por la acera, algunos con ropa deportiva, otros con bolsas delcentrocomercialpróximo.

—Subamos—leordenó.Nataliavioelcambioenélysupoquecualquierconversaciónsobreelfinde

semanahabíaquedadoaplazada.Cuandollegaronarribalepidióunabolsadecremalleraparaelcongeladorsi

tenía, aestrenar si eraposible,yunosguantesdesechables si esque losusabaparalimpiar.—Laseñoraquevienelosusadevinilo.¿Tesirven?—Perfecto.Se los puso con rapidez, abrió el sobre con la navaja suiza pequeña que

portaba siempre en el llavero y que le incautó un delincuente común,asegurándosedenorasgarmásqueeldoblezdelapartesuperior,ysacólacarta,quedejósobreelpañuelo.Metióelsobredentrodelabolsay,unavezsegurodequenosecontaminaría, abrióelpapel.Enungolpedevista supoqueeraunaamenaza, así que lo cerró con celeridad para que ella no pudiera verlo y seasustase,yloguardóenunsegundoplástico.—Dameunabolsadebasuraycelo.Voyabajarasellartubuzón.Loestaban

limpiandocuandoentramos,alastresymedia.Consuerteen—mirósureloj—treshorasnadielohabrátocado,soloquiendejóestoparati.Ellaletendióunabolsayunrollodeembalar.Yaenlapuerta,sevolvióylamiróconmortalseriedad.—Cierralapuertaconllavecuandosalgaynoabrasanadiequenoseayo.Es

más,usalamirillayasegúratedequevengosolo.Sinoesasí,tedigaloquetediga,noabras,¿quedaclaro?Siqueríaasustarla,loestabahaciendobastantebien.—Deacuerdo.Yaenelportal,Juanjosoltóunabocanadadeaire.Hastadondesabía,nohabía

recibido ninguna amenaza en su domicilio, solo en su puesto de trabajo. Alparecer, el acosador estaba estrechando el círculo. Solo esperaba que hubieracometidoalgúnerror.SacóelmóvilyllamóaMarcos.—¿Inspector?Hasucedidoalgo.—Ylenarró,sucinto,loocurrido.Elotronotardóenponerseenacción.—Teenvíoa alguiende científica enmediahora comomáximo. ¿Necesitas

queacuda?—Noseránecesario.Estaréenelportal,vigilandoelbuzón,hastaquellegue

elcompañero.—¿LaVIP?—Sola,ensuvivienda,encerrada.—Bienhecho.—Marcos, ¿podrías enviarme al subinspector Moreno? —Hasta donde

recordaba,suamigoDavidibadetardes.—Ningúnproblema.¿Hayalgúnmotivoenconcretoparaello?—Porquedetestasalirahacerregistros—ledijoentonoguasón,aunqueera

absolutamentecierto.—Razónmásquesuficienteparaenviártelo.Siestátrabajando,cuentaconél

yconningúnotro.Diezminutosdespués,Davidlellamabaparaavisarledequeibaparaallácon

elmaletínenunzetayparapedirleconfirmacióndeladirección.—Estaré esperándote en la puerta de abajo, custodiando el buzón. Cuando

acabes,subesalático,lapuertadelaizquierda,yleechasunaojeadaalsobreylacarta,también.—Cuentaconello.

Capítulo9

MientrasesperabaaDavid,JuanjollamóaSantosparaponerlealdía.—Seguramenteme quede a dormir en el domicilio de laVIP—decidió en

aquelmomento,pareciéndoleunaideaexcelente—.Asíquesiprefieres...—No,acudirétambiényo,esmejorqueestemoslosdos,yaqueteofrecesa

pernoctar. Si ese cabrón sabe dónde vive, puede que ahora mismo estémerodeandoy,conseguridad,habrávistoqueestánbuscadohuellas.Sihasidodescuidado,esposiblequevuelva.Quedándotetúapasarlanocheconella—apesardequelodijosinintención,Juanjosesintióincómodoenextremoconelcomentario—,haréyoelservicioenelportal.—De acuerdo. Será mejor que te abrigues, comienza a refrescar por las

noches.—Jajaja, empiezas a parecerte a mi mujer, Ríos. Deberías de buscarte una

novia.—También él rio, divertido. ¡Si Santos supiera!—.Llamo yo aMarcosparanotificarlequeharemosnochelosdos;túavísameconloquetediganlosdecientífica.—Hecho.Colgó y esperó en la acera, atento a todos los que pasaban y a los coches

aparcados,sinolvidarsedelassubidasybajadasdelascensor,asegurándosedeque nadie llegaba al ático ni al penúltimo piso, hasta que llegó Moreno,acompañadodeotropolicía,conlacajadecientíficaasidaporlaagarraderaylacámara de fotografía, una Canon de gama media-alta, colgada del cuello. Losaludó—saludóaambosagentes,paraserexactos—ylesavisódedóndepodíanencontrarle,traslocualsubióalático.Teníaquehablarconellaynodelacharlaquehabíandejadopendiente,sino

de su acosador. Al parecer, la cosa se estaba poniendo seria y, tal vez, habíallegado la hora de que Natalia supiera que había que tomarse en serio lasamenazas y que iban a extremar las medidas si no podían identificar al muycabrón.Estaba convencido de que tendría una batalla campal con ella, habiéndose

mostradotanreaciadesdeelprincipioaserescoltadaysiendoquehabíanestadoenmediodeunadiscusiónminutosantes,perocuandoleabriólapuerta,despuésdemirar diligentemente por lamirilla como él le había ordenado, se encontróconunamujerdemacrada,conelceñofruncidoylamiradagrave.—Tenemosquehablar—dijoél,directoalgrano.—Esosesuponequelodecimossiemprelaschicas,¿no?—tratódebromear,

perolavozsonódébil,asustada.Una sensación de protección, de necesidad de hacerle sentir segura, se

apoderó de él. No era idiota, sabía que poco tenía que ver con su trabajo ymuchoconlamujerqueteníaenfrente,perosemoríaporabrazarlayprometerlequetodosaldríabien.Sinembargo,nopodíahacerningunadelasdoscosas.—¿Porquénotesientas?—Laarrastróhastaelsofá—.Teprepararéuncafé

descafeinado.¿Oprefieresunainfusión?—Hay rooibos de vainilla en el armario a la derecha de la encimera—le

respondióella—.¿Podrías...?—Claro.¿Conazúcarmoreno?¿Oprefierescanela,caramelo,nataomiel?—

leofrecióalverelcontenidodelestantedelasinfusiones.—Canelaymiel,porfavor.—Marchando.—Hazteloqueteapetezca—leofreció,educada,lavozausente.—Gracias.Encambio,nosetomónada.Mástardeseharíauncaféo,siestabadehumor,

lepediríaaellaquelepreparaseunodelossuyosespeciales.Intuíaquelanochesería larga y era probable que la pasara en vela, atento a cualquier sonido.Regresóalcomedorconunabandejaqueportabaunatazadecerámicahumeanteylamiel,paraquesesirvieseadiscreción.Intuíaqueeragolosa,peronopodíasabercuánto.

—Esperoqueestéatugusto.—Loestará,gracias—lerespondióconinnatacorrección.Juanjosesentóenelotroextremodelsofáyesperóaqueledieraunsorboy

el líquido caliente, al cruzarle la garganta y asentársele en el estómago, lacalmara un poco. La vio sonreír con timidez y se sintió mucho mejor. Leafectabaverlatanabatidaynopoderhacernadaporanimarla.—¿Puedosaberquéesloqueteparecedivertido?—Apesardequelafrase

pudierasonarbrusca,lavozdeJuanjosoloreflejabacuriosidadporsugesto.—Ahora mismo parezco tu amiga Paula el día que la detuvieron, con una

infusiónyenshock.No,quisodecirle,noseparecíaaPaulaenabsoluto.Sucompañeradebailele

habíadadounbuensusto,sobretodoalverelgolpequeteníaenelrostro,peronohabía sido invadidoporunasganas locasdemataraalguien, comocuandohabía leído la carta de amenazas contra ella. Ni de cerca le despertaba lamadrileñalamitaddeemocionesquelehacíasentirNatalia.Aunque eso tampoco podía decírselo, o no en aquel momento. Era lo que

menos necesitaría escuchar. Estaba allí para protegerla, no para hablar de sussentimientosporella.—¿Estásenshock?—Nolosé,nuncaanteslohabíaestado.Lamiró.Sugestodelatabamiedo,peroparecíaserconscientedetodoloque

estabaocurriendoasualrededor.Seleocurrióunaformaderelajarlaquenoibacontraelreglamento.—¿Quieres que te prepare una baño caliente? Seguro que tienes sales

aromáticasoalgoasí...—Sí,porfavor—lavozlesalió,alfincálida—.Eresmuyamable.—Mealegrodequeloaprecies—lerespondióconunasonrisa,enalusiónala

discusión de antes, intentando quitar un poco de hierro al asunto que lesocupaba.Ellaentendiólabromaynoentróaltrapo.Selimitóasoltarunarisita.—Quizá,despuésdelbaño,tepidaunmasaje.Ahorafueélquienesquivóeltema.

—¿Hasllegadoaleerlacarta?Lavionegarconlacabeza.—Nohepodido,lahasdobladoenseguida,evitándolo,ylohashechoademás

a propósito. ¿Qué ha ocurrido?, ¿qué decía que no pueda saber? Después detodo,setratademiseguridad.Respiróhondo.Daríasubrazoporlibrarladecualquierpreocupación.—¿Quésabesdelasamenazasquehanforzadoestaescolta?Seencogiódehombros.—Quealgúnpiradohaenviadounpardecartasdiciendoquemevaahacer

no-sé-quésiseapruebaelproyectodelaCiudadUniversitariadeValencia.—Tengo que matizar tu información, me temo. No estamos demasiado

segurosdequeseaunpirado...—¿Creesquepodríairenserio?—lepreguntó,lavozteñidadenervios.—Nopodemosdescartarlo.YNatalia...—¿Sí?—No han sido un par de cartas, han sido más de dos docenas, enviadas

semanalmente a tu oficina. Y nada de no-sé-qués... Lo cierto es que hanresultadobastanteexplícitas,rayandolomacabro.La sintió temblar, mas no podía arrepentirse de decirle la verdad. Si aquel

malnacido sabía dónde vivía ella, lo mejor sería que todos extremaran lasprecauciones, ella incluida. Se habían acabado las bromas sobre salir por lapuertadeatrás,sí,perotambiénlascarrerasporelcaucedelrío...Puigtrazaríalasnuevasnormas.—¿Quésignificaexplícitas?—Élnorespondió—.Juanjo,porfavor,cualquier

cosaquemedigasvaasermejorqueloqueestoypensandoenestemomento.Amínomedanmiedo loszombies,yo temoa lospsicópatas,y laspelisquedeverdadmequitanelsueñosonestilo«Seven».—NocreoqueBradPitt...—Juanjo —lo cortó con el rostro blanquecino—, ¿pretende cortarme en

pedacitosytirarmealcanaldelaV-30?—Noes tancreativo.—Aunque síhabía sido, en realidad,muyexplícito,y

descuartizarla había sido una de sus intimidaciones—. Pero son, sin duda,

amenazasdemuerte.—Dios.—Se levantó, incapazdeestarsequieta enel sofá—.Dios,Dios—

repitió,tratandodeasumirloqueestabaescuchando.Ellanosabíaquémásdecir.Comenzóadarvueltasporel comedor,deuna

paredaotra,sinsentidoniorientación,yampliódespuéselrecorridoalacocina.Trasunosminutos,Juanjolallamó.—Natalia,ven.Selevantóyabriólosbrazosyellaserefugióenellos,apretándoleconfuerza

la espalda, pegándose a él y buscando confort en el calor de su cuerpo. A lamierdasieracorrectoono,eraloquenecesitaba.Y¡jodersiélnolonecesitabatambién!Selimitóarodearlaconsuavidad,aacariciarleelpeloyabesarlelacoronilla

mientras le susurraba palabras de aliento. No podía prometerle que todo iríabien,nosabíacómoacabaríalahistoria,peropodríapasarhorasteniéndolaentresusbrazossiellaledejase.Al cabodeunpoco, se separódeél, aunqueno se alejó,quedando frente a

frente,aunsuspiroelunodelotro.—¿Eslaprimeracartaquereciboenmicasa?—Sí—leconfirmó,tomándolelasmanos.—¿Esoesbuenooesmalo?Ahorasí,seseparóélylainvitóaregresaralsofá.Pensócómoresponderle.—Es bueno porque eso nos hace pensar que, hasta ahora, no había sabido

dóndevivías.Peroesmaloporque,sinlugaradudas,yalosabe.Lomiróconlosojosmuyabiertos.—¿Quéclasederespuestaesesa,Juanjo?—Laúnicaquepuedodarte.Vioquenosacaríanadamásdeélaeserespecto,asíquesiguiópreguntando

conformesumenteibaasimilandoloocurrido.—¿Y,contantascartas,nohabéisencontradohuellas?—Emborronadas,siempreusaguantes.Peroestavezpodríaserdiferente,tal

vez tocó el buzón, no lo sabemos. Esta tarde, el hombre de la empresa de

limpieza...—Esunamujer.—Losé,peroestáenfermaylahasustituidounempleadoquellevamásde

cinco años trabajando en esa compañía.—Había dado aviso a comisaría nadamás cerrar ella la puerta y quedarse a solas en el corredor, y había hecho lasaveriguacionespertinentes—.Lacuestiónesque,cuandohemosllegado,estabalimpiandolosbuzonesyeltuyoestabavacío.—¿Tehadadotiempoamirartodoesomientrasentrábamos?No le respondió la obviedad: ese era su trabajo, y años patrullando habían

agudizadosusentidodelavista.Podríadescribiraltipo,sifueranecesario.—Silohatocado,habráhuellas.Crucemoslosdedosparaquesirvaalguna.Yque, además, elmuyhijo deperra esté fichado, se dijo, pero esoprefirió

guardárselo para sí. Por estadística, esa clase de delincuentes solía serreincidente.—Habrátambiénhuellasdellimpiador.—Davidseencargarádetodo.—¿David?—El subinspectorMoreno.Enbreve lo conocerás, no tardará demasiado en

subiraporlacarta.Esunbuenamigo,loconozcodesdehaceaños;entróconmihermanoenlaacademia.Anoser,claro—insistió—,queprefierasunbaño.Peroellasentíacuriosidadporsusamigos.—¿EselnoviodePaula?—Lesonabahaberoídoquelomencionabanaquella

tarde.—No,Paulaestásoltera.DavidestáconIsabel,unaamigadelgrupodebaile.—Ah,entoncesnolahabrádetenidonunca—quisobromear—,conPaulaes

suficiente.Nopudoevitar sonreír al escucharla.Loquehubieradadoporhaber estado

aquellanocheconLlagariayMoreno.—Másomenos...Enrealidadlacacheó.Lomiróylaidealediociertomorbo.Juanjoleyóeldeseoensumiradayse

arrepintió de habérselo dicho. No podía tocarla, menos aún dadas lascircunstancias, y ella parecía querer que la cacheara centímetro a centímetro.

¡Mierda!,lanocheibaasereterna.—¿Enseriolohizo?¿Ofueunabroma?Enesemomentosonóeltimbre.—Quédateaquí.—Yseacercóalapuerta—.¿David,erestú?—¿Quieres que asome lo que yo te diga por debajo de la puerta? —le

respondióunavozdivertida.LasonrisaseleborródelacaraalabrirleJuanjoyveralavíctimasentadaa

unosmetros.Eraobvioquelehabíaescuchado.—Buenastardes,señora...—Señorita Natalia Miralles —los presentó Ríos—. Y no, no tienes que

disculparte,tienesentidodelhumoryesdiscreta.Aunasí,aMorenolefastidióhaberhechouncomentariotanestúpido.—¿Dóndeestáelsobre?—Sobre la mesa. ¿Había algo? —El gigante rubio que acababan de

presentarle la miró, interrogante. Juanjo asintió y solo entonces continuó—.Podría haber suerte, el empleadoutilizóguantes y las huellas sonbuenas.Lasmeteréenelsistema,averquénosda.—Avísameconloquesea.—Mellevoelsobreylotrabajoallí,aunquedudodequeencontremosnada.

Elrestoestabanlimpios.—¿SelopasarásaEsteve?Eraelencargadodelcaso.—LoentraréenBincipolyseloacercarédespués.NoromperlacadenadecustodiaeraunanormasagradaenelCNP.—Perfecto,llámamemástarde.—Cuentaconello.Señorita—sedespidiódeNatalia,tendiéndolelamano.Perosialgoteníaella,eraunacuriosidadinfinita.—¿Es cierto que cacheaste a tu novia? ¿Y lo hiciste antes o después de

comenzarlarelación?DavidmiróaJuanjo.—EstabacuandodetuvieronaPaula—resumió,amododeexplicación.—Telocontaréconunacervezaeldíaquetodoestoacabe,señoritaMiralles.

¿Bailas?,¿no?Bueno,pues tendremosqueorganizarunacena,Paulanosdebeuna en sunuevohogar.Tevienes con Juanjo, así habráparidaddehombresymujeres, porque fijoquePaula tieneun clubde fans, y te lo explico. ¡Pero loharéyo,nodejesquelohagaIsabelomeharáparecerelmalodelcuento!Rio,unaalegrecarcajada,impensableunosminutosantesdadalatensióndela

situación. David lanzó una última mirada a Ríos, una muy significativa, ydesaparecióporlapuerta.—Megustatuamigo.—Tútambiénlegustas—respondió,enfurruñado,alaesperadequesonarael

móvil,loquesindudaocurriríaenmenosdeunminuto.—¿Túcrees?Nohabíaengreimientoniinteréssexualorománticoensuvoz.Poreltonodel

subinspector de científica al hablar de la tal Isabel, había quedado claro queestabalocoporella.—Créeme,notehubierainvitadoaunacenaconelgrupodenoserasí.¡Vaya!,asíquelainvitaciónibaenserio,secongratulóNatalia.—SisontodostanagradablescomoesteagenteocomoPaula,ocomoMartín

Llagaria—añadió,recordandoalinspectorquesacóalaarquitectadeZapadores—,seráunplaceracudir.En ese momento sonó un wasap en el móvil de Juanjo. Lo abrió y, como

sospechaba,Morenonohabíaperdidoeltiempo.

Paula,tendrásqueprepararunacenaeinvitaralaVIPdeJuanjo.Estábuenay,omuchomeequivoco,oéltambiénlohanotado.

Pasódecontestar.Esmás,silencióelgrupo.Se despidió también poco después, con intención de vigilar desde la calle,

dándolesupalabradeque,encuantoSantos llegara, subiría.Lehizoprometerquecerraríacon llaveyquesoloaél leabriría.Eloficialno teníaquesubiranada.—¿Porquénovasunsegundoatucasaycogesropaparaestaragustoaquí?

Nocreoqueconamericanapuedaspasarlanocheconcomodidad.Lovaloró.

—Tengounabolsadedeporteparairalgimnasioconunamudaenmicoche.—¡Perosimehasdichoquenoteníasropaparahacerejercicio!—seofendió.—Noaquí,sinoenmicoche,queestáenZapadores.Siteparece,meacercaré

unsegundoacambiarelvehículoysubirélasprendasaquí.Nataliasedisculpóconlamirada,abrióuncajónylelanzóunllavero:tenía

unmandoadistanciayunpardellaves.—Tengodosplazasdegaraje,mételodentro,enestazonaescasi imposible

aparcarapartirdelasdiezdelanoche.Lallavedepaletaesladelascensor,queestáalaizquierdadelarayadeaparcamiento.Ladepompaesladelapuertademicasa.Laplazaeslacatorce,alladodelPorsche911.Noestabasegurodequélesorprendíamás:siqueleofrecieralasllavesdesu

casacon toda laconfianzay tranquilidadoque,enverdad, tuvieraunmalditodeportivo.Aquella mujer era una caja de sorpresas, cada cual más deliciosa que la

anterior.

Capítulo10

Santosllegóalasnueveymediadelanoche,horaenqueélentródenuevoenel apartamento de Natalia para continuar con el servicio. Si no aparecíancoincidencias Puig solicitaría doblarlo, con un agente con ella y un segundofuera del edificio, ya lo habían hablado y le había agradecido la guardia, sinchanzassobresiteníanunrolloono.Natalia comenzaría, además, a trabajar desde casa. Pero Juanjo prefirió no

adelantarlequeibaahabercambiosnicuáles,nocuandoseguíaimpactadaporloocurridoapesardequetrataradeaparentarcalmaycuandoestabanalaesperadesabersi lashuellasestabanfichadasycorrespondíanaalguienconelperfilqueestabanbuscando.Ellahabíapreparadolacena.—No sé qué sueles cenar—le dijo casi amodo de disculpa—ymi nevera

tampocoestádemasiadonutrida,perohehecholoquehepodido.Miró lamesa:unaensalada,merluzaconpatatas alvaporyunbol llenode

mandarinas.—Tieneunapintaexcelente.No estabamintiendo, eramás de pescado que de carne y procuraba comer

ligeroyequilibrado.—Supongoquenoquerrásunacerveza.—Sigodeservicio—seencogiódehombros—,perogracias.Sesentaronensilencio.Juanjosoloabriólabocaparacomeryparaasegurarle

lodeliciosoquesabíatodo,peroprefiriócallarydejarlaasuaire.Siteníaalgunapregunta,yalaharía.Encasocontrario,tampocoélteníademasiadoquedecir.Terminaron enseguida, recogieron y cargaron el lavavajillas. Iba a

recomendarlequesefueraalacama,quehabíasidoundíalargo,cuandolesonóelteléfono.Mirólapantallayfruncióelceño:¿Davidalasdiezycuartodelanoche?Suturnodeberíahaberacabadoya.SiqueríahacerbromassobresuVIP,noestabademalditohumor.—Ríos—respondióconformalidad.—¿Siguestrabajando?—lepreguntóMoreno,extrañado.—Siloqueoigoatualrededornomeengaña,tambiéntúsiguesenJefatura.Seescuchabanunassirenasdefondoyhabíaalgoinefableenelsonidodeuna

comisaría,algocaracterísticoyúnico.—Enefecto, estoy todavía aquí.—Ycontinuó sin rodeos—.Hahabidouna

coincidenciaconlashuellasdelbuzón.—Y yo que creía queme llamabas para seguir con loswasaps—semedio

disculpó,sintiéndosemalporhaberdudadodesusintenciones.—Eso lo haré este jueves, si vienes a bailar.Y si no ya hallaré elmodode

reírmeyhacerqueelrestoseríatambién.Peroaloquevamos...—Tedejaréburlartedemíeternamentesiloquetienesesbueno.¿Tevasyaa

casa?,¿quiénentraahora?—Olvida ami refresco.Hace veinteminutos que debería haberme largado,

peroIsatieneguardiaymediolasensacióndequeestoeraimportanteparati.Noseloconfirmó,noeranecesario.—Vamosparaallá,entonces.Llegamosenveinteminutos.¿David?—¿Sí?—Gracias.—No lasmerecen.—No había falsamodestia en su respuesta, solo lamás

absolutasinceridad.Colgóysevolvió.Natalialomiraba,nerviosa.—¿Quéhaocurrido?—Las huellas en el buzón están en nuestra base de datos. Podríamos saber

quiénes.—¿Podríais? ¿Qué significa eso?Tenéis las huellas de todo elmundo en la

basedeDNIs,¿cuálesladuda?No era tan sencillo, no se podía entrar en dicha base de datos sin una

autorización judicial y por unmotivo fundamentado, capital y urgente.Y, aunasí,muchasveceslapeticióneradesestimada.—Nofuncionaasí,metemo.DecaminoaJefaturateloexplico.¿Vamos?—Dos minutos, me lavo los dientes y salimos. ¿Mi coche? —bromeó,

esperanzada.—Sabes que no—le sonrió, siguiéndole la broma—, a no ser que le hayas

puestosirenas.Sillevasarmas,tendréquedetenerte.Ycachearme,pensóNatalia,peroprefiriócallarydirigirseasudormitorio.Tambiénélcogiósubolsadeaseoyfuealotrobaño.Cinco minutos más tarde iban en el Toyota del subinspector hacia plaza

España.

***

—¿Tesuenadealgo?Estaban en la cuarta planta de Jefatura, en el área de científica. Lo normal

hubierasidoquelemostraralasimágeneselinspectorquellevabaelcaso,perose habían puesto en contacto con él vía telefónica y tenían su permiso paraprocedereinformarledespuésconloqueaveriguasen.—No—se lamentóNatalia,mirando fijamente la fotografía del tipo que le

mostraban—.¿Debería?—Nonecesariamente.Lasvíctimasnosiempreconocíanasusacosadores.Teníafrenteasílaimagendeunhombredeunoscincuentaaños,conelpelo

entrecano y entradas, barba de cuatro días desarreglada, ojos marrones... unhombreperfectamenteconfundibleconcualquierotro.—Quizátehayascruzadoconélynisiquiera tehayasdadocuenta—probó

Moreno,sinintencióndepresionar—.Tieneunacaraestándar.Negóconlacabeza,desesperanzada.—Losiento,perono.—Notepreocupes—latranquilizóJuanjo—.Sabemosquiénesyconocemos

suúltimodomicilio.Enalgúnmomento,alguien leharáunavisitaysabremosmás.Noseríaunavisitaamistosa,esoseguro.—Laura está de guardia hoy —comentó Moreno, mirando a Juanjo con

intención.Sinecesitabaunaorden,yasabíaquételéfonomarcar.—CreíquetuchicasellamabaIsabel—semetióenlaconversaciónella,aun

sindeber,consecuenciadelosnervios.Losdospolicíassonrieron.—Laura es juez, Isabelmédico.Aquí, unos u otros, parece que en el grupo

todos tenemos servicios especiales —le explicó el rubio de científica conamabilidad.—Laura es la pareja deLlagaria—continuó Juanjo—.Lo conociste cuando

fuimosaporPaula.—Laura, jueza, y Martín. Aitana y Alberto. David e Isabel, médico —

intentabamemorizar.—LacuñadadeJuanjotambiénhaceguardiasytambiénesmédico,soloque

forense —Moreno lo dijo para impresionarla y, en efecto abrió los ojos,sorprendida.Davidcontinuó—.Losiento,perositienesunhorarioordinarionopuedesseramiganuestra,tendrásquebuscarteotro...—David—leadvirtióJuanjo,nodejándoleterminarlafrase.Legustabaaquelhombre,sedijoNatalia.Transmitíabuenrollitoycreíaque

entreJuanjoyellahabía,opodíahaber,algo.—Paulaesarquitecta,comoyo,yvaconvosotros—sedefendióconunagran

sonrisa,temerosadeparecerapocadaperosinquereraparentarserunapedante.Elotrolesiguióeljuego,divertido.—PaulaesprimadeAitana,laforense.¿Túeresfamiliadealguien?¿No?¿Y

sabesbailar?¿Tampoco?Ufff,pueslotienesmal.¿Quétalcocinas?Porqueporelestómagonosganarásatodos.—Nosoymalacocinera,pero tengounvelero—replicó,bromista—.Esun

barco de quincemetros de eslora donde podríamos caber todos e ir a navegaralgunamañana.¿Soisaficionadosalapescao,almenos,almar?

Davidsepusoenpieyletendiólamano.—Bienvenidaalgrupo.LepedirétunúmeroaJuanjoyteincluiréennuestro

wasap.Laschicastevanaadorar,estoyconvencido.Ellaselaestrechóehizounareverencia,teatrera.Juanjoestabaempezandoaenfadarse.—¿Habéis terminado? ¿Seguro? ¿Podemos continuar? Porque no hemos

venidoasocializar,oslorecuerdo.Aunque una parte de él estuviera encantada de queNatalia pudiese encajar,

primeroteníaquedejardetrabajarconella.—Perdón—sedisculpó, contrita—. ¿Quéha hecho ese hombre para que lo

tengáisfichado?Sehizounsilencioincómodo.—Metemoqueesonopuedessaberlo.—¡¿Cómoqueno?!—lesgritó, sinquerer,poniendo losbrazosen jarras—.

Esehombremeestáacosando...—Supuestamente—dijeronlosotrosdos,alunísono.—Loquequeráis,perotengoderechoasabersiespeligroso.Davidcarraspeó.—Esonolodeterminastú.Ninosotrostampoco.—¿Entonces?—Unjuez.—¿Y sin la autorización de uno no puedo saber...? ¿En serio? Hay que

joderse,losdelincuentes...—Supuestos—repitieron los policías, tratando de evitar sonreír delante de

ella.Noesqueaellosnolesmolestaselasituación,dehecholohacíatantoomás

quealasvíctimas,peroestabanacostumbradosaljodido«supuestamente».—Lo que sea, la cuestión en que, por lo que entiendo, los chorizos están

amparadosporlaLeydeProteccióndeDatos.¡Yestoyapuntitodemandarosalamierdaalosdossiseguíssonriendoasí!—acabó,másenserioqueenbroma.—Asípues—volvióJuanjoaltema,ignorandosurabieta—,¿estássegurade

nohaberlovisto?

Quisodarunapatadaenelsuelo,tanenfadadaestaba.Omejor,eneltraserodealguien.Secruzódebrazos.—No.—Ya—suspiróJuanjo—.¿Podríasesperarmefuera?Tengoquehablarconél.—Ynoserádepasosdezumba,supongo.—Kizomba—lerepicaron,alavez.—¿Soisgemelosdedistintosúteros,oqué?Semarchósinesperarrespuesta.—Es muy divertida —apreció Moreno en cuanto desapareció, cerrando la

puertatrasdesí—.Yguapa.—Yaveremos—sehizoelescurridizo—.¿Entonces...?—Yvolvióalaficha.—Detenidocuatrovecesporamenazas,unasolacondena,ensuspensióndela

penaporsermenordedosañosyporquesiempreseconceden—sequejó,confastidio—. La primera, a una vecina por colocar un tendedero en el patio deluces,nopudodemostrarse.Lasegunda,aunprofesoruniversitario,por,segúncitóendeclaración,aleccionarsobrelosrojosalalumnado...—¿Teníaunhijoestudiandoallí?—No.Lecayerondieciochomeses.Esofue...haceveintidósmeses.—Algo es algo. —Siendo un delito sentenciado con pena superior a doce

meses, los informes policiales se mantenían durante tres años, lo que podíaimplicar su entrada en prisión a pesar de que la condena no superase los dosaños,o tres sinohabíapeligrosidad, si sedemostraba lodeNataliaduranteelañosiguiente,antesdequesecumpliesenlostresañosdelacondenaanterioryprescribiesen dichos antecedentes—. ¿Siguiente? —se refería a la terceradenuncia.—Aunaprostituta,poralentaralpecadodelacarne.Estaretiróladenuncia.Seguramentesincoacciones.¿Quién,quesededicaseaesenegocio,queríaa

lapolicíacerca?—Estetíoestacomounacabra.—Desdeluego,esmuycoralenlaeleccióndesusvíctimas.Lacuartafueaun

sacerdote.Juanjonopudoevitarreírse.

—Auncura,¿enserio?¿Porpredicarcontraeldemonio?—Niidea,retiróladenunciatambién.—¡Joder!—sequejó—.Flacofavorlehacenalsiguienteaquienamenaza.Eldecientíficanopodíaestarmásdeacuerdo.—Ahoralehadadoporunproyectourbanístico.¿Creesqueseráecologista?

—ironizóDavid.—Meconformoconquenoseapeligroso,lasamenazaserasmuyexplícitas.

DejaréalaVIPencasa,prepararéelescritoparaeljuzgadoymeacercaréacasadeEsteve.—Era quien llevaba el caso—.Queme la firme y se la acercaré aLau...alajuezaMora.Elrubionegóconlacabeza.—OlvídatedenadaquenoseaNataliaMiralles.Preparaelescritosipuedes,

odioesaparte,yelrestoyalohagoyo,túquédateconella.—David,soyyosuescolta,túdeberías...—Isabelestádeguardiaymañanavoydetardes.Enserio,quédateconella,

yomeencargo.Además,Estevemedebeunaymecaecomounapatadaenloscojones.Mevaaencantardespertarlo.—Ahorateladeberéyo.—Talvez,perotúnomecaesmal.—Gracias.—LosdossabemosquetúhabríashecholomismoporIsabelaquellanoche.—¿Obligarteacachearla?—bromeó—.Esposible.SalíayaporlapuertacuandolavozdeMorenolodetuvo:—Ríos.—Juanjosegiróyviounamiradaseriasobreél—.Tuamigatampoco

mecaemal.Sonrió, agradecido. Era lo que le faltaba, que sus amigos le dieran la

bendiciónparaligarseaalguien.

***

Devueltaenelcoche,Nataliaseimpacientóantesusilencio.

—Ahora¿qué?—Ahoraesperaremos.Siesél...—¡Esél!¿Dequésirvetomarhuellassino...?—... y podemos demostrarlo —continuó—, lo detendrán y se acabará tu

servicio de escolta. Si no lo detienen, Puig pedirá que te doblen el servicio ytrabajarásdesdecasa.—¿Qué? ¡No! Yo no he hecho nada malo, es él quien debería pagar las

consecuenciasdelasamenazas,noyo.Juanjosuspiró,cansado,yquisodecirleelconsabido«bienvenidamimundo»,

dondelainocenciaeralanormaauncuandolaculpabilidadfueraflagrante.—Natalia.—Habíaperdidolapacienciaalsaberquenopodíairaporaquel

desgraciado, que tenían que rellenarse informes y pasar trámites burocráticospara poder detenerlo y que, aun así, no era seguro que lo atrapasen; solo lefaltabaella echandomásgasolinaa lahoguerade sucabreo—.Estoes loquehay.Sinotegusta,puedesrenunciaralaguardia.—Estabasiendoinjusto,sediocuenta así que rebajó el tono—.Pero te recomiendo que leas un par de notassuyasantesdedecidirte.Telorecomiendoencarecidamente.Se apretó las sienes, cansada. También ella estaba presionándolo, como si

fueraélquiennoquisieradeteneraltíodelafoto.—Lo siento, estoy pagando mi frustración contigo y tú estás haciendo un

turnoextrasoloparaprotegerme.Todoestomefrustra.—Esfrustrante—leconfirmó.Llegaronasucasa,hablódosminutosconSantos,queestabaenelportalyal

verlosseacercóalacancelaautomática,leactualizóloquesabíandenuevoyseadentróenelgaraje,aparcandoalladodelpreciosocochedeella.Subieronhastaeláticocadaunosumidoensuspropiospensamientos.—Serámejor que te acuestes—le recomendó Juanjo—,pareces agotada.Y

mañananoirásalaoficina.Telodigoyaporsitienesqueavisaratujefe.—Gracias, ahora le envío un mail. —Lo miró con fijeza—. Tú también

parecesnecesitarunbuendescanso.¿Quieres...?—Medaréunaduchaymetomaréuncafé,gracias.—Noesesoloqueteestabaofreciendo,losabes.

—Losé—lerespondió,incómodo.—¿Prefieresladucha?—preguntóella,incrédula.Quizáeraelmomentodeexplicarlequenodebíanacostarsejuntosmientras...

¡quéleches,yaquisodecírselolaotravezynoquisoescucharle,quesequedaracon la duda ahora de si la deseaba o no, como había estado él cuatro díasseguidos,esperandounmensajequenollegó!Sabíaqueestabacansadoytenso,quenoeraelmejormomentoparamantener

unaconversacióntanradical,peronoleimportó.Tambiénélestabafrustradoylopagaríaconellayalamierdasiestabamal.EnelcochehabíasidoalrevésyJuanjohabíasidomagnánimo,eraelturnodeNataliadesercomprensiva.—Sí,creoquesí.Yelcafé,porfavor.Bufó,enfadada.—Flipas,sicreesquevoyapreparártelodespuésdequemehayasrechazado

sinmiramientosniexplicaciones.Ah,yterecomiendoquetedesunaduchabiencaliente.Pasarásfríoestanocheenesesofá.Se fue a su dormitorio a zancadas. Él negó con la cabeza y la siguió unos

pocospasos.—Noseasobtusa...—¡Nomeinsultes!—Natalia,estoyaquíparaasegurarmedequenotepasanada,noparadarte

placer.Ellaseasomódenuevoalcomedor,cabreada.—¿Darmeplacer?¿Darmeplacer,dices?Creoque túgritastemásqueyoel

otrodía.Juanjo se pasó la mano por la cara, tratando de serenarse ya que ella no

parecíaestarporlalabor.Quizásuspalabrasteníanalgoquever,paraserjusto.—Mierda,nomalinterpretescadacosaquedigo.Podemosintentarlounavez

acabe este caso, pero no antes. Y, por si tengo que ser específico, podemosacostarnosjuntosentonces.Peronoseríaprofesional...—Yanohassidoprofesional.—Graciasporrecordarmemierror—ledijosarcástico.Nataliasoltóungritoindignado.

—¿Acabas de llamarme tu error? ¿Tú? ¿A mí? —Afloraron todas susinseguridades—. ¿Cómo te atreves, tú... tú... jodido cabrón? Largo de mihabitación.¡Fuerahedicho!Norazonaríaconella,nocuandoestabatanenfadadaquenisiquierasehabía

dadocuentadequeélestabaenelcomedoryellaenelquiciodesudormitorio.Aunasí,hizounúltimointento.—Por favor, Natalia, esperemos a que todo esto acabe y lo hablamos con

calma.—Nosésiquierotenerunarelación...¿osolovadesexo?No,niseteocurra

contestarmeahoraoesprobablequetedescuarticeconelcuchillocebollero.—Natalia...—Pasodeestarconalguienqueescapazderesistirseamícontantadisciplina

—leespetó,sintiéndosepocoatractiva.¿Asíqueeseeratodosucabreo?,¿quenolograballevárseloalacamacuando

quería?Sesintiócosificado.Élvalíabastantemásqueunpolvo.—Nosésiquiero tenerlayoconunamujerquepretende tenermedominado

porlabragueta.—Hubieradichopolla,peroseretuvoatiempo.Aunque,dadasureacción,hubierapreferidonocontenerse,porquefueépica.—Fuera.De.Mi.Dormitorio.Asintióconlacabeza,mirándolaconfijeza,yseacercóacerrarlelapuertaen

las narices, ya que seguía en el comedor por más que ella se empeñase enecharlodedondenoestaba.—Deacuerdo.Quedescanses.Escuchóalgorebotarcontralamadera.Nopuedoevitarsonreír.¡Vayagenio!,

lohubieradescuartizadodeverdadsihubieraseguidoenfureciéndola.Eratodopasión,laseñoritaMiralles,dentroyfueradelacama.Ypensarque

los tenía a todos engañados con su seriedad en el trabajo y su simpatía yamabilidad fuera de él. Se diría que era una mujer templada, pero Juanjo laconocíamejorqueeso:fuego,ellaerapurofuego.

Capítulo11

Nataliadespertópasadaslasoncedelamañana.Cuandosalióahacerseuncaféy no vio ni rastro de Juanjo se asomó al pasillo, donde tampoco encontró aSantos.Claroque,aesashoras,debíaserMarcosquienestuvieraallí.¿Dónde...?¿Qué...?Sepusonerviosaycerrólapuerta,girandolallave.Fueentoncescuandohallólanotasobrelamesa.

Eltipohaconfesadoyhanencontradopruebassuficientesparaempapelarlo.Hasidopuestoadisposiciónjudicialestamañanaaesodelassiete,vuelvesaserlibre.

LlamaaMarcoscuandotedespiertesyélteloexplicarátodo.

Nibuenosdías,nihastaluego,ninosvemos,nillámameninada.¡Mierda!Teníaunpardellamabasdelinspector.Selasdevolvióconunatazadecaféya

enlamano,disculpándoseporhacerlotantarde.Puignoledijomuchomás:quehabíapasadoelpeligro,queestabanconvencidosdeello,quehabríaun juicio,que... no escuchó mucho más. El resumen para ella era claro: ya no vería aJuanjoadiario.Lapartepositivaeraque,sesuponía,yapodíancomenzarunarelación.Lanegativaeraque,despuésdelpollode lanocheanterior,dudababastante

delasposibilidadesdequealgoasíocurrieraenunfuturocercano,yladistancianoharíasinoempeorarlotodo.¿Habíadichoya«mierda»?Revisósusmensajes:ningunodelsubinspector.Almenosteníaunmaildesu

jefe,elconseller,enrespuestaalsuyodeldíaanterior,dándolelamañanalibre.Sefijó:habíasidoenviadoalas7:23delamañana.¡Puesmenosmalque la librabade iralcurro,porqueaesashorasnopodía

presentarseenlaoficinasinunabuenaexplicación!Grabóunmensajeasushermanasparaquedejarandepreocuparseporella,

explicándolesqueelacosadorhabíasidodetenidoypocomás,yllenólabañera,dispuestaaintentarrelajarse.Averpordóndesalíaelsolaldíasiguiente.

***

LossiguientesdíasdebierondesernubladosencasadeJuanjo,porqueniasomónidioseñalesdeacordarsedequeellaexistía.Necesitabavolveraentrarensuvida,unaoportunidaddetenerlocerca,peroescribirleunwasap—odejarleunaudio,paraelcasoeralomismo—,leresultabafrío,distantey,sobretodo,pocoacertado, y requería una operación de diez. No podría, por otro lado, ver sureacción si se comunicaba con él a través delmóvil.Quería saber si él estabareceptivoyparaellotendríaqueverlomientraslehablaba.Quería,enfin,tenerventaja, porque detestaba la idea de hacer el ridículo con él. Se sentiría unaacosadorafracasada.¡Malditafuera!,loquequeríaerahacertrampasysaberdeantemanocómoreaccionaríaasusavances.Derepente,comoporartedemagia, levinounaideamagníficaalacabeza.

Quizá,consuerte,unresquiciodesdeelqueasomarsealavidadeJuanjosinservista, ganándose a una aliada que, sin duda, estaría a favor de él, pero queparecía creer que Natalia era lo mejor que podía pasarle a Juanjo. Abrió unficherodelordenador,comenzóasacarinformaciónylagrabóenunpendrive.Despuéscogióelmóvilybuscóunodelosúltimoscontactosquehabíagrabado.Altercertono,lecontestóunavozalegre:—¿Natalia?Buenosdías,¿vatodobien?Sonrió,sintiendoquesullamadaerabienrecibida.—Buenosdías,Paula,¿tepilloenmalmomento?—No,no,enabsoluto,mevienebienundescanso,aúnnomehe tomadoel

cafédemediamañana.¿Enquétepuedoayudar?¡Yellaenpijama!Sesintiódecadenteyfelizalavez.

—Tellamabaparasabersipodíaayudarteyoa ti.¿Conseguiste lasmedidasdelpuentedelasFlores?Escuchó una risita. ¡La que habíamontado aquella rubiamadrileña por ir a

dibujarlohabíasidoépica!—No,nohevuelto.Ytengoqueirestasemanasíosí.Necesitolosdatospara

elpróximolunes.¿Teapuntas?—Por eso te llamaba, aunque quizá no sea necesaria la excursión. En

Conselleria tenemos los datos de todos los puentes de la ciudad; de las tresprovincias, para ser exactos. Aunque sean locales, su infraestructura escompetenciaautonómica,mástodavíadespuésdeloqueocurrióenel82conelpantanodeTous,odelariadadel57enlacapital.Dos desgracias que seguían bien impresas en la memoria colectiva de los

valencianos.—HeoídoqueenValenciaporpocovuelantodoslospuentes,noséquéhabrá

deverdadenello.—Laschabolas,arrastradasporelagua,obstruyeronlosojosdelospuentes,

convirtiéndolosenpequeñaspresasyhaciendoqueelaguarebasaseelcauceacada poco, inundando todos los barrios aledaños, así que sí, se panificó suvoladuraporpartedelEjércitoalingenieroHornero.Finalmente,graciasaDios,nofuenecesario,puesdejódellover.Lacuestiónesquepuedessolicitarnoslainformacióndetodoslospuentesquenecesitesy te laenviamosdesdeaquí:eldel Real, el de las Gárgolas, el del Ángel custodio, el de Madera, los deCalatrava...todos.—¿En serio? Eso me ayudaría y, sobre todo, me ahorraría mucho tiempo.

¿Cuántotiempotardaríaenllegarmelainformación?—Silasolicitasalmailquetepasaréahoraporwasap,llamoaldepartamento

en cuestión y pido queme reenvíen el correo y te lo paso todo yomisma.Omejor,porquepesamucho,telograboenunpenyteloacerco.—¡Eso significará que seremos amigas para siempre! —rio—. ¿No te

supondráningúnproblema,siendoquevamosalicitar?—No, siempre que lo pidas por los cauces legales. Cualquier despacho de

arquitectospuedehacerlomismo,siseleocurre.

—Mándameladirección,entonces.—Enunminutolatienes.—Oye, Natalia —la urgió Paula, antes de que colgase—, ¿qué haces este

sábadonoche?¡Bien!,sefelicitó,ahíteníasuoportunidad.—¿QuedaratomaralgoydarteunUSB?—De acuerdo.O... bueno, solo si lo prefieres, puedes venir a cenar a casa.

Estaremos el grupo de amigos, aunque creo que ya nos conoces a casi todos:Llagaria, Ríos... los dos Ríos, quiero decir, Juanjo y Alberto, David, yo, unamigo tambiénpolicía...—La ideadevera Juanjohizoqueelestómagose lellenaranodemariposas,no,sinodelaPatrullaÁguilahaciendopiruetasaéreas—.¿Quémedices?—Queaquéhoratengoqueestarallí.—Sonrió,debuenhumor,dándolelas

graciasporlainvitación.—Alasochosi teapetecencervezasypuedesllegar,a lasnueveymediasi

vienesdirectaalacena.—Hecho.¿Quéllevo?—¡ElUSB,claro!Rieronlasdos,secruzaronlascuatrofrasesderigorysedespidieronhastael

sábado.

***

PauladudósicontárseloaJuanjoodejarquelotomaraporsorpresa.Eljuevesanteriorhabíanidoabailaryhabíaestadodeunhumordeperros,peronohabíaquerido hablar de lo que le pasaba. El domingo lo asaltó directamente y lepreguntóporNatalia,peroélesquivólarespuestaconun«noquierohablardeello».¿Quédiabloshabríapasado?Eraobvioqueaquellosdosseentendíanalaperfeccióny, apesardel shock cuando la conoció—¡nopor ella!, sinopor suexcursión a comisaría—, pudo sentir la química fluir entre ambos. Aunquetampoco ella le había hablado a su amigo de Beltrán, cada cual tenía sus

secretitos, ¿no era cierto? Pero estaba preocupada de que Juanjo y sucabezoneríasecargasenunarelaciónquepodíaserladefinitiva.Comosipudieraleerlelamente,esanochelallamó.—¿Quéhaces?—preguntóseco,directo.—¿Mellamasparasaberquéhago?¿Enserio?—¿Qué?,mepreocupoporti.—Nunca me has llamado para un «qué tal», ¿quieres ir al grano?, ¿o te

explicoprimeroqueestoyleyendounanovelaque...—¿ConocesalinspectorjefeBeltrán?«Pero ¿qué narices...?» Paula no sería policía, pero tenía unos reflejos de

vértigo,asíquenomostróningunaemoción.—Esdifícilolvidarelnombredequien tedetiene.Yhablandodeaqueldía,

¿sabesquiénmehallamado?Juanjolosabía,claroquesí.Oesosuponía.—ElinspectorjefeBeltránparadisculparseennombredesuequipo,poreso

telohedicho.—Asíquefuistetúquienlediominúmero—pensóenvozalta,cuidándose

muchodeacusarlodenada.—Másomenos,¿temolestó?—Unadisculpasiempreesbienvenida.Perono,nomereferíaaesallamada

—cambiódetema,porprecauciónypordiversión—.Conquienhehabladoestasemanahasidocontuamiga,NataliaMiralles.—Noesmiamiga—refunfuñó.—Davidbromeóelotrodíaconque...—Davidnosabenada.—Oye,cálmateunpoco.Mehallamadoporeltemadelospuentes.—Fantástico—respondió,irónico—,idosatomarmedidasdeunoyaversi

os caéisde lamano.—Encuanto lodijo, se arrepintió, sabiendoque sehabíaexcedido—.Mierda,losiento.Losientomucho.—Tehaspasado,Juanjo,peroteperdonarésimeperdonastúamí.Algolopusoalerta,Paulaseestabadivirtiendoasucosa.—Dimeprimeroquéhashecho.

—Desearquetecaigasdeunpuenteno,desdeluego.Esoloobligóarebajareltono.—Yamehedisculpadoporeso.—Bueno,porsiacasonoentiendeslagravedaddetufalta.—Paaulaaaa....—LehedichoaNataliaquevengaalacenadelsábado.—Sehizounsilencio

sordoalotroladodelalínea.Ellasedijoquelodelmóvileraunasco,quenopodíasabersiélestabamordiéndoselalenguaparanorepetirlelodelpuenteohaciendoelbailedelavictoria—.¿Juanjo?—Teheoído.¿Acudirá?—Sí,sinomepidesqueretirelainvitación.—¿Porquéhabríadehacereso?—Porque apostaría mi coche a que es ella la que te tiene jodidamente

cabreado.—No estoy jodidamente cabreado, y ¿qué coño os pasa a lasmujeres de la

pandilla con los coches? Laura tiene un Audi Q8 descapotable, Aitana unHummer, Isabel unMercedes tamaño tanquedescapotable,NataliaunPorsche911y tú...—Ella teníaunJaguarF-typedescapotabledecolor rojoque le ibaque ni pintado—. O todoterrenos enormes o deportivos, todos ellosdescapotables.¡Tenéisgustosdetíos,quelosepáis!Yunaeconomíaholgadísimagraciasasusfamilias.,esononecesitódecirlo.A

Paula la comparación le resultó divertida, pero el dato de Natalia, muyinteresante.—¿TieneunCarrera?—Esohedicho.—¿Elúltimo?—Laediciónespecialdel911Targa4Sencolorazulnoche.Laescuchósilbaralotroladodelalínea.—¿Yhasmontado?—No.—Yconella,¿telohasmontado?—¡Paula,joder!

—Tranquilo,noselodiréanadie.—Nohedicho...—Poreso,porquenolohasnegado.¿Estáisenfadados?—Novasaparar,¿verdad?—Sabesqueno.Seresignó,¡quéremedio!Aquellarubiaeracomounterrierconunhueso,si

mordía,yanosoltaba.—¿Quedamosmañanaatomaralgoantesdelaclase,entonces?—lepropuso.Sediocuentadequeleapetecíahablarlo,queconfiabaenellayque,además,

suamigaconocíaaNatalia,quehabíancongeniado.Nolevendríamalunpocodelafamosavisiónfemenina.—Unahoraantesenlacafeteríadeenfrente.—Hastamañana,entonces.Colgaron.Paulacomenzóahacersesuscábalas.AsíqueJuanjoyNatalia...Le

gustabalaidea,legustabamucho.

***

Faltaban cuarenta y cinco minutos para la clase, iban muy justos, así quepidieronsucena—Juanjounbocadillo,Paulaunaensalada—ylarubiaselanzóalataque.—¿Ybien?¿QuépasaconNatalia?—¿Quétehacontadoella?—prefiriópreguntarél.—Absolutamentenada.Nomemiresasí,telodiría,estoydetulado.Peroel

díaquevinoamicasaarecogerelecharpe...,¿noteloconté?Pueseso,quevinoamicasaarecogerelquemeprestóeldíaquenosconocimos—preferíaobviarlodeladetención—yavercómomeencontraba,yacabamoscenandojuntas.Megustaesachica,laverdad,creoqueesencantadora.—Paaulaaa...—¿Túnolocrees?—leinterrogóconaireinocente.Entreaquellasdosarquitectasibanamatarlo,estabaconvencido.

—Esanoeslacuestión.—¡Quémaníatenéistodosdeponerosshakesperianos!,laverdad.Sitegusta

o no es exactamente la cuestión, porque tú a ella le gustas, esa noche mepreguntóbastanteporti.Condisimulo,desdeluego,selaveunamujerdiscreta,peroestabaclaroque le interesabas.Ysi,por loqueentiendo, tehasacostadoconella...—NopuedoacostarmeconunaVIP—dijoconvozcansada.—Perolohiciste.Serindió.—Perolohice.—Entonces sí puedes.—Juanjo odiaba su lógica aplastante e irrefutable—.

Mientrastujefenoseentere...—Mijefelosabe.—¿Ospilló?—Claroquesí,haciendoelsesentaynueve,notejode.—Siemprehequeridohacerlo—murmuróella.Semiraron,preguntándosehastaquépuntohablabanenserio.Paulasabíaque

él bromeaba, estaba convencida de que no sería tan tonto como para dejarsesorprenderconlospantalonesbajadosporsuinspectoryquehabríasidoélquieninformaraaltalPuig,yapostaríalamanoizquierda—conladerechadibujabaylaestimabademasiadoparajugársela—,incluso,aqueelsexohabíasidofueradesuturno.Pero, se preguntó Juanjo, ¿bromeaba Paula?No, no lo hacía, aunque él no

pudiera saberlo.Aella legustabael sexo,desde luegoque sí,peroera... pocoaventurera, por no decir que temía hacerlo mal y prefería no correr riesgosinnecesarios.—Ahoraenserio,Juanjo.¿Quierescontármelo?¿Quería?Talvezno,peroandabaperdidoyaquellasdosparecíanentenderse

lamardebien.—Laprimeravezfuefatal.No,noescierto,fueincreíble,peroalamañana

siguienteyodijealgoindebidoynomedejóexplicarmeodisculparme,sepusoenmodo«melapelatodo»yalfinalmefuisinmás.No,esotampococierto,le

diunbesoque,creo,dejabaclarasmisintenciones.—Noestoyseguradequeunbeso...—Fueunbeso,beso.Sisupierascómolohago,nodudarías.«¿Mehabránbesadoamídeverdad,unodeesosbesos,besos?»Suprincipal

problemaconelsexoeraquepensabademasiadoyhacía...innovabamuypoco.Paraellahabíasolodosposturas:mujerarribaymujerabajo,yconesosesentíaseguraysatisfechayfindelahistoria.—¿Yentonces?—Estuvocuatrodíassindarseñalesdevida.—¿Ytú,disteseñalesdevida?—No—seenfurruñó—,perolaquesepusobordefueella,noyo.—Puntoconcedido.Sintióqueibaganando,erademasiadocompetitivo.—La cuestión es que comenzamos a hablarlo, o más bien a discutirlo, y

ocurrió algo, algo relacionado con el caso que no te voy a contar y que nosinterrumpióymeobligó,además,aquedarmeadormir.—Ynoquisisteacostarteconella.Hizoungestoexageradodeagradecimiento.—Almenos tú lo entiendes, ella no. Dio por sentado que como cometí un

errorunavez...¿qué,porquémemirasasí?—Dimequenoledijistequeeraunerror.—Paulaloobservaba,incrédula.Mierda,mierda,mierda.—¡Medisculpéalinstante!—sedefendió—,ytampocomedejóexplicarme.—Asíqueel resumenesqueellanoesdadaa laconversacióny túeresun

malditobocazas.Sinpoderevitarlo,seechóareír.Suamigapodíasertremenda.—Vale,loquetúdigas,pero¿quiéntienerazón?—Noimportaquiéntengarazón,Juanjo,sinoquelosolucionéis.Ellahadado

unpasoparaacercarseati,ahoratetocaatinocagarla.—¿Ycómosehaceeso,listilla?—Intentandonosertúmismo.—¡Paula!

—Tetocapagar.Yespabilaquellegamostarde—ledijomientrasselevantabayseponíalacazadoravaquera.También lodejabacon lapalabraen laboca, sinpoder explicarse.Esasdos

iban a hacerse íntimas, lo estabaviendo.Más le valía arreglarlo, porque iba atener NataliaMiralles para rato, aunque solo fuera para que, entre ambas, lotorturasen.

Capítulo12

Nataliaestabamuynerviosa.Nuncahabía tardadotantotiempoenelegirquéponerse.Paula,benditafuera,lehabíaenviadounwasapesamañana:

Porsiteloestáspreguntando,ropacómodaperosexi.

Claro,que¿quésesuponíaquesignificabaeso?¿Vaqueros,camisaytacones?¿Vestidoinformalycalzadoliso?¿Coleta?Después de media hora descartó cualquier conjunto que Juanjo pudiera

relacionarconeltrabajo,asíquefuerapantalonesyfaldaslápiz,ysecentróenlasperchasdelostejanos.Probóacombinarlosconelrojo,peroenelespejolepareció demasiado... demasiado. Lo intentó con el rosa, que tenía un puntoromántico,sinembargolahacíaparecercándida.—¡Joder!—mediogritó,frustrada.Comocastigo,seobligóadoblartodalaropayameterladiligentementeenel

armario.EllunesveníaManuela,podíahacerloella,peroibaallíalimpiar,noarecogersusdesastres.—Concéntrate,concéntrate—seanimó.Despuésdediezminutossinquellegaralainspiraciónsefuealaducha.Total,

teníaquehacerloigualmenteypensabaplancharseelpelo.Desdeahí,recogerloodejarlosueltonosuponíaningunadiferencia.Salióconlamelenaplanchada,unmaquillajediscretoafaltadeelegirelcolor

de labios—losojosenblancoynegronofallabannunca,menosconunarayaporfuera,enlapartedeabajo,enverde,pararesaltarelambarinodesusiris—,con su perfume de invierno favorito, uno fougère con acabado en vainilla y

cedro,ytandesnudacomosumadrelatrajoalmundo.Regresóa suvestidor, corrió laspuertasde losarmarioshacia lazonade la

ropa de abrigo, tapándola, dejando al descubierto toda la de verano yentretiempo,y fueasí como loencontró:unvestidovaquerodeLevi’sblanco,abotonado, con cuello enVymangas abullonadas.Buscóunas alpargatas concuñaencolornegroycambióelcinturónníveodelvestidoporunodelmismocolorytejidoqueelcalzado.Alfinalacabóconlamelenacastañarecogidaenunacoletaaltadelaquese

escapaban algunosmechones, unos pendientes de botón de oro blanco con unbrillante, un bolso tote en rafia de StellaMcCartney, un reloj estilo brazaleteanchodeaceroy,sedecidió,unpocodebrilloenloslabios.Natural,sofisticadaysexi.¡Oesoesperaba!AlasochoymediapusorumboalaplayadelaMalvarrosa,calculandoque

llegaría sobre lasnuevemenosdiez,buenahoraparanoparecer impacientenillegaramesapuesta.¿Estaríaélyaallí?Todoelcamino,quesedioelgustodehacer con la capota bajada y a treinta por hora, su estómago estuvo haciendopiruetas.Parecíaunaadolescente.Sediocuenta,dehecho,dequeJuanjoeraelprimerhombrequelahacíasentirasíynoestabaseguradequerer,contreintaysieteaños, tenerqueestarpensandoenquéseponíaosiunhombre—unoenconcreto— la vería guapa. Era atractiva, pero sus hermanas eran auténticosbellezones.Nuncatuvocomplejo,eraunamujermuyseguradesímismayensucasa nunca las compararon. Y ahora, de repente, la idea de que no laconsiderasen—queelsubinspectorno laconsiderase,enverdad—preciosa, lehacíadeseartenerlaspiernasmáslargasolosojosdeotrocolor.—Enhorabuena, Natalia—se burló de sí misma—, te has convertido en tu

madre.¡Ojo!, su madre era una mujer maravillosa y, además, presumida y guapa.

Pero,¿quiénqueríaparecerseasumadre?SololashijasdelaPresley,supuso.

***

Cuando llegó a la dirección, la puerta de la villa estaba abierta y, en esemomento,unHummerH2negrosecolabadentro.Nopudoevitaradmirarlo,legustabanloscochestantocomoasupadre,peroellaeramásdedeportivosquedetodoterrenos.Dehecho,suPorschehabíasidoelregalodesuprogenitoralserrenovadaporpartedelnuevogobierno.Hizolasluces,avisandodequetambiénellaentraría,y,alhacerlo,alguien—

unpolicía,sinduda,porcómoladirigió—sebajódeaquellaespeciedetanquetayleindicóqueaparcaraalotroladodeljardín,enlazonaasfaltada,apesardequepisaseelcésped.—Es artificial—ledijo, haciéndose escuchar por encimade losmotores de

ambosvehículos.Locolocódondeledijerony,antesdepoderhacerloella,elmismohombrele

abríalapuertaylainvitabaabajar.—Atinoteconozconiestásenelgrupodewasap,asíqueimaginoqueno

sabesbailar.—Teníaunasonrisadivertidaenelrostro.—NataliaMiralles—sepresentó,tendiéndolelamano.Esteselaestrechó,nosinantesadvertirle.—Serédelospocosquenotedédosbesos,aquílesvaelrollodelacercanía,

asíque,sinotegustaquetetoquen,estásatiempodelargarte.Yotecubro.—Ellaseechóareíryleacercólamejilla,dándoselosdosbesosderigor—.SoyAlberto—sepresentófinalmente—.OinspectorRíos,lodejoatuelección.—¿Prefieres...?—Alberto, pero tendrás que saber que se refieren a mí cuando hablen del

inspectorRíos.—¿Conrangoyapellido?Nomepegaconesodeserbesucones.—Hay dos inspectores y dos Ríos. —Se encogió de hombros—. La otra

opción sería señalarnos y gritarnos «oye, tú», pero las chicas dicen queparecemosneandertalescuandolohacemos.Natalialomiróconfijezaunossegundos,tratandodeaveriguarsihablabaen

seriooleestabavacilando.—Creoquemegustas,inspectorRíos—terminódecidiendo.Una figura femenina y elegante hizo a un lado al enorme inspector con la

caderaysedirigióaella,sonriente.—Entoncesyotegustarémás:AitanaMendoza,lamujeralaquesebeneficia

estelistillo.En ningún momento pensó Paula que la otra estuviera marcando terreno o

haciéndolealgúntipodeadvertencia.Sugestoerafrancoysumiradaamistosa.—Natalia Miralles. Y si eres la conductora del Hummer, seremos amigas

eternas.Riolamujermorena.—Nosoymuydecoches,laverdad,peromispadresmedieronaelegirentre

tresmodelos...misueldodeforensenomedaparaesetrastonidelejos...yestemepareciólamejorvenganzaasuimposición.Porserelmáscaro,seentendía.AnoserquelehubieranofrecidounFerrari...—¿Cervezafríaparatodos?—preguntótrasellaunavozqueconocíabien.—Siempre—confirmóAlberto,abriendoelcírculoparaquecupieseunomás

—.Natalia,permítemepresentarteamihermano...—LaseñoritaMirallesyyoyanosconocemos—respondióeste,seco—,era

miVIPhastahaceunosdías.¿Vinotintoparati?—Lamirabaconseriedad,niunamagodesimpatíaensurostro.—Porfavor—lerespondió,descolocada.Noesperabaquehicierapúblicosuenfado.Comoeradeesperar,sehizounsilencioincómodo.—Amítráemeunacopadevinoblanco—dijoAitana—.¿Sabesqué,Juanjo?

Déjalo, creo queNatalia y yo iremos a saludar a Paula y a Laura... es la deljaguar deportivo —le indicó con una sonrisa a Natalia—, y asaltaremos labodegadelacocina.—Latomódelbrazoytiródeellasinpreguntarsiquiera—.Señores.Unosmetrosmásadelantelasoltóysedisculpóporsusformas.—Mehaparecidoqueeramejorsepararos.Nosupoquécontestaraeso,asíquediounsencillo«gracias»ysedejóllevar

hastalaanfitriona.—¡Natalia!—lasaludóentusiasmadaladueñadelacasa.Se dieron dos besos, esta le tendió el USB, la rubia dio una explicación

sucintaysefueronlascuatro,pueslatalLauraseacercóapresentarsetambién,al interior de la vivienda a abrir una botella de vino, o dos o las que hicieranfalta.

***

Lacena,enelporche, fueexquisitaymuyamena.Hubounmomentoextrañocuando llegóalguienenunamotoa lasnueveymediaenpunto.Nocualquiermoto,unaHarley-DavidsonWLAde750ccdel año1942,unapiezacodiciadaporcualquiercoleccionista.Sinembargo,tuvolasensacióndequeloshombresnosequedaroncalladosporelvehículo,sinoporquienloconducía.Fue presentado como el inspector jefe Mateo Beltrán y saludado con

formalidadportodos.Juanjo,nopudoevitarnotarella,intercambióunamiradainterrogativaconPaula,ylaotralehizoungestoque,supuso,debíadeseralgoasícomo«luegoteloexplico».LacomplicidadentreellosfueparaNataliacomounapatada en el estómago, aunque daba la sensación de que aPaula quien leimportaba era el tipo enorme de pelo castaño similar al suyo y de sonrisaamable.Era,desdeluego,unhombremuysegurodesímismoyquesecomportódemanera relajada durante la cena a pesar de ser consciente, sin duda, de losrecelosquehabíalevantadoenelresto.Porlodemás,corriólacerveza,elvinoy,parasusorpresa,Juanjosepusode

camareroenlabarraimprovisadaapreparargin-tonics.—Esobvioquenosiremosentaxiymañanatendremosquevolveraporlos

coches—dijoLaura,cuandorecibiósucopadebalónconHendricks,pepinoycardamomo.—Sea—brindóalguien,nosupoquién.AlaunadelamadrugadaaNataliacomenzabaadarlevueltaslacabeza,así

quesemetióenlacasaabuscaraguafría.Pensóenlavarselacaraparaversisedespejaba,yalamierdaelmaquillaje.Total,Juanjonolehabíahechonicaso...Buscóelbañoyabrióelgrifo,dejandolapuertaabierta.Seenjabonólasmanoseibaaaclarárselascuandoalguienlainterrumpió.

Porque Juanjo llevaba buscando un minuto para quedarse a solas con elladesde que la había visto llegar. ¿Qué se suponía que hacía allí? Sentía que lohabíaechadodesuvida—¡niunsolomensaje,nada!—paraahorameterseenlasuya.Bien,sipretendíaqueaquellofueraunaconquista,oalmenosesolehabíacuchicheadoPaulaqueera,éllosentíamásbiencomounainvasión.Habíaestadomirándolotodalanocheahurtadillas,sehabíadadocuenta.Y,

mal que le pesara, él había pasado toda la velada atento a ella. Joder, estabapreciosayeradivina.¡Quélástimaquetodoeseencantoseloocultaseaélyseloprodigasealosdemás!Así que, en cuanto tuvo ocasión, la interceptó. El baño, el jardín, no le

importabadóndecontalde...dehablarconellaytenerlasolaparaél,¡malditafuerasuestampapornecesitarlatanto!—¿Aquéhasvenido,Natalia?Sinrodeos,segúnsucostumbre.—¿Aquí,albaño?¿Aquí,acasadePaula?¿Oalmundoengeneralconalgún

malvadopropósito?Metemoquenotesigo.Enfadadoporsusarcasmo,entróenelaseoycerrótrasél.Comosinada,ella

seacabódelavarlasmanosyselassecóconparsimonia.—Déjamesalir,porfavor—lepidiócuandohuboacabado.—Yo pregunté antes de que tú pidieras nada. ¿Seguimos un orden, si te

parece?—¿Eselalcoholoestásunpelínborde?Ignoróquedudaradesusobriedad.Sehabíaaseguradodenoperderelcontrol

con ella allí, temerosodediscutir enpúblicoo,mejor, cargársela al hombroyllevársela a su casa, a ser posible y si recibía ayuda porque solo no podría,amordazada.—Estásdefiestaconmisamigasdelbaile,conalgunoscompañerosdetrabajo

yconmihermanoymicuñada.Ysiaalguienledaporsumarparejas,pareceráquenosotrossomosuna.Seencogiódehombrosconindiferencia.—EsodíseloaPaula,fueellaquienmeinvitó.—Yahetenidounaconversaciónconella.

Semoríaporsaberquésehabríancontado,peronopreguntaría.Antesdejaríaquelerayaranlacarroceríadel911;total,estabaatodoriesgo.—¿YtehadicholodelUSBconlospuentesdelaciudad?—Sí.—Puesyasabesquéhagoaquí,subinspector.Yahora,siguiendoelordenque

haspropuesto,¿medejassalir,porfavor?Lamiróconengreimiento.—Desdeluegoquesí.Vasasalirdeaquí,Natalia,peroparadespedirteeirte

directamenteatucasa.Dolió.Elcomentariolehizodaño.Laechabasinmiramientos.—Mira,Juanjo...—Nos vamos los dos—la interrumpió—, tú y yo. Yme vas a contar qué

diablos haces volviendo ami vida cuando se supone que saliste y cerraste lapuerta.Deberíareplicarlequeellanocerrónada.Oquesiseibanjuntos,entoncessí,

parecerían una pareja. Pero prefirió callar. Si quería acompañarla a suapartamento, ¡adelante!Eso sí,quenopensaraque saldríadeallí indemne,nopodíasertanestúpido.Seaseguraríadequesequedara,comomínimo,hastaelamanecer,ynodiscutiendogilipollecessiellateníaalgoquedeciralrespecto.Cincominutosdespués,estabanenuntaxicaminodelaavenidadeFrancia,el

lugar en el que habían estado viéndose durante varias semanas, directos, losupieraélono,alacamaqueyahabíandisfrutadounavez.Lasganasestabanporsuperarla.

Capítulo13

El taxi llevaba sintonizada la cadenaCOPE,comomuchosde los taxisde laciudad. Ninguno de los dos escuchaba lo que decía el locutor, demasiadoconscienteselunodelotrocomoparaatenderaunterceroquenisiquieraestabapresente.CuandoeltaxigirabaporlaplazadeEuropaparaenfilarlaavenidadeFrancia,Nataliapidióquealconductorquesedetuviera.—Bajaremos aquí, gracias—ledijo, al tiempoque le extendía su tarjeta de

créditoparaquesecobrase.—No,nosapearemoshastallegaratuportal—dijoJuanjoconrotundidad.El hombre dudó, podía reconocer una voz con autoridad en cuanto la

escuchabay,omuchoseequivocaba,oaqueltipoerapolicía.—De acuerdo —respondió ella calmada, sin dejar de mirar al chófer—,

entonces yome bajaré aquí, cobre esta parte del trayecto y, después, lleve alcaballerodondelepida.Ysinodijo«aserposible,alamierda»fueporquenoqueríaenfadarlomás.Juanjo soltó una palabrota, le quitó la tarjeta de la mano, sacó un par de

billetesypagó.Sinesperarelcambio,abriólapuertaylamantuvoabiertahastaqueellabajó.Tentada estuvo de quedarse dentro, dar portazo y largarse, pidiéndole al

taxista que la llevase al fin del mundo, pero eso hubiera sido un suicidio: lahubieraseguidoasucasaoalCanaldeSuezsihubierasidonecesario,lehabríadichodetodoydespuéshubieradesaparecidoparasiempre.QueríaaunJuanjotranquilo,deahíquedecidiesebajarseadiezminutosde

caminodecasa.Estirólamanoparaquelaayudaraabajar,lediolasbuenasnochesaltaxista

y, cuando él quiso apartarse, apretó sus dedos, asegurándose de que siguieranentrelazados.—Haceunanochefantásticaparapasear,¿nocrees?Elagentesemordiólalenguaparanodecirleque,siloquequeríaerapasear,

por qué leches se encerraba en una villa en la playa con un montón dedesconocidos.En un arranque de cabreo la había echado de casa de Paula casi a rastras,

delantedeungrupodegentequenoconocía,y,aunasí,ellanolegritaba,sinoquequeríaquepaseasenjuntoshastasudomiciliocogidosdelamano.Podía ser impulsivo, pero no tonto. Así que le acarició la muñeca con el

pulgar, haciéndole saber que podía dejar de apretarle con fuerza, que no lasoltaría,yserelajaronambos.—Tugrupodeamigosesmuydivertido,¿hacemuchoqueosconocéis?—Nosotrossí.Bueno,yomealejécuandome fuiaCastellón,alascendera

subinspector,peroantesde irmesolíaquedarconellosapesardequeeran loscolegasdeAlberto.CoincidíconMorenountiempoenMotosyestuvebajoelmandodeLlagariatambién.Asíque,alfinal,fuecasinaturalquemeconvirtieseenunomás.—¿Tambiénalahoradebailar?Seechóareír,unarisabaja,grave,tranquila.—SolomihermanoyDavidbailaban.Martínseapuntócuandoempezócon

Laura,ellaesmuysalsera.Yyo...bueno,¡quéremedio!,parecíadivertidoyesuna forma sana y barata de entretenerse. Paula, además, puede ser muyinsistente.—Teibaapreguntartambiénporellas.Parecenllevarsemuybien.—LauraesjuezayconocióaAitanaensuprimercaso,alllegarmicuñadaal

institutoforense;antestrabajóenSalamancadurantediezaños.Isabelesamigaíntimasuya,compañeradefacultad.PaulaesprimadeAitana,eIsabellaconocedesde hace años. Cuando llegó... en fin, que acabamos haciendo pandilla yconvirtiéndonoseníntimos.—Esunasuertequeellasselleventanbien.—Son,cadaunaasumanera,unasmujeresexcepcionales.

Sintióelgolpedeloscelos.Queríaqueélserefirieseaelladelmismomodoyconlamismaadmiraciónenlavoz.—¿QuéocurreconMateo?VioqueJuanjoperdíalasonrisa.—¿Quéocurreconél?—laesquivó.—No lo sé, pero cuando ha entrado, por un momento, todo se ha vuelto

incómodo.Todosloestabaismenosél.—Esuncabronazoquesabebiendóndeestá.Lesorprendióesadescripcióndeuncompañero.—¿Esoesmalo?Negóconlacabezaconunasonrisacínica.—Beltrán tiene una carrera impoluta, es casi un héroe, tiene un par de

medallasalméritoyeselIJ... inspectorjefe,aunquesupongoqueyalohabíasentendido...másjovendelaprovincia.Esprobablequeenmenosdecincoañosseacomisario.Tienelaoportunidad,elexpedienteyloscontactosnecesarios.—¿Poresonooscaebien?—No —reflexionó—. En realidad es un tío que gusta bastante. Es buen

compañero,esunjefefirmeperojustohastadondeheoído,ynoesuncapullo.—¿Entonces?—Paula.ANatalialecostópreguntar.Noqueríasabersiél...No,loquequeríaeraque

ledijeraqueellaleimportabamásquesuamiga.—¿Temolestaquepuedaestarporél?—MepreocupaqueMateonoselatomeenserio.Paulaesenamoradizayél...—¿Él?—Joder,nolosé.Peroesmuyherméticoconsuvidaprivaday,porloquese

rumorea,unligóndeprimera.Nolesorprendió,eraunhombremuyguapo,peronoselodiríao,seguro,él

se lo tomaría como una traición. Le apretó lamano con cariño, en cambio, yapoyólacabezaensuhombro,mimosa.—Entoncesdejaqueseaellaquiensepreocupe,¿no?—Comosimefueraadejarmeterlanarizdondeellanoquiera.Estandurade

sesera como tú, cuando se empeña. Debe de ser algo que os enseñan en lafacultaddeArquitectura.AhorafueelturnodeNataliadereír.—Somoslasmujeresdetuvida,séquelohasdichoenalgunaocasión.—Y que me mataréis entre las dos, eso también lo he dicho. Y el mismo

númerodeveces—sedefendió,aunquesuvozsonabadivertida.Pasearonunosmetrosmásyellaleseñalóalotroladodelacalle.—Algúndíatendremosquemontárnosloallí.Se refería a la pequeña zona ajardinada de detrás del restaurante japonés,

dondelalanzóalcéspedalescucharunpetardo.—¿Estamoslocos?Siquiereshacerloenalgúnsuelo,queseaeneldetucasa.

Elparquetesmuycálido,ylasparedesmuydiscretas.Seechóa reír, ella,más segura.No lehabíadichoquenadade sexoe iban

cogidos de la mano. La conversación era prudente, o lo había sido hasta esemomento,peroteníalasensacióndequetodoibaasalirbien.Tomóaireyentróenmateria.—¿Sabes que le he llevado un USB a Paula con información sobre las

infraestructurasdelaciudad?—Algomehadicho,sí.—Forma parte de mi trabajo hacerlo. En realidad lo hace otra división de

Conselleria,pero,siendoella,pedíquemereenviaransusolicitudylatramitéyomisma.Esmás,selahellevadoenmanoporquelanecesitabaconurgencia.—Calló, antes de acabar su confesión—. De hecho, fui yo quien le ofreció losdatos sin queme los pidiera; Paula no sabía que podía obtenerlos, no es unaopción que hagamos pública para evitar que un aluvión de frikis colapsen eldepartamento.Portanto,tampocootrosestudioslosaben,esosquevanalicitar.Estabanadosminutosdelportal.Juanjoladetuvoylamiróconseriedad.—¿Sesuponequeestoesunaanalogíaentrenuestropolvoy lospuentesde

Paula?Porestarsegurodequenomeestoyperdiendo...Pusolosojosenblancoysusurróun«¡hombres!»,asegurándosedequeleoía

antesdeproseguir.—Eresunromántico,conesodenuestropolvo.Déjameacabar,porfavor.La

cuestión es que no hice nada ilegal, no le di ventaja sobre nadie, nome salténingunanorma,yaunasí...—Aunasísentistequenoestababien—terminóJuanjoporella.—Exacto.Pasearonensilenciohastasuportal.CuandoNataliasacólasllaves,élselas

cogióde lamanoy abrió, cediéndole el paso.Sonrió, contenta; era laprimeravezquepodíapasardelante.Subieronalascensory,cercadelático,Juanjoapretóelbotóndeparada.—¿Quéhaces?,¿estásloco?Lacogiódelasmanos,intentandotranquilizarla.—¿Tienesclaustrofobia?—Desdeluegoqueno—respondió,ofendida.—Entonces no grites. Son casi las dos de la mañana, nadie necesita el

ascensoraestashoras.Y,sisedieraelcaso,hayotro.—Ya,pero...—¿Quieres entrar en tu casa todavía con dudas sobre lo nuestro?—Juanjo

fue,comosiempre,directoalmeollodelasunto.Natalianodudó.—No.—Deacuerdo.Puesdigamosque...cuandoteprestémiUSB...mesentímal.

Aunque lo usaste según los cauces oficiales y no había nada ilegal en quetuvierasaccesoa...—Seenfadó—.Natalia,sisiguesriéndoteteinmovilizarédetalmodoqueseteacabaráelcachondeíto.Ellaintentóaguantarlarisa.—Lo intento, pero desde ahora, las analogías son cosamía y la claridad la

tuya,¿deacuerdo?—Vale—confirmó,volviendoadarlealbotóndesubida.—¡USB!—se rio—.Había oído nombres raros de tíos para referirse a sus

partesperoUSB,jajaja...La acalló cubriéndole la boca con la suya. Lástima que el elevador frenara

cincosegundosdespués.Llegaronalacasayfueél,esavez,quienentróprimero.Nisiquieraencendió

la luz, encuantopasóNatalia lapusodecara a lapuerta con lasmanosen laespaldaylapresionócontralamadera.—¿Qué...?—Voyaasegurarmedeque...—¿De que no voy a atacar tu USB? ¡Ay, Juanjo!—protestó cuando él la

apretóunpocomás.Conunasonrisadiabólica,comenzóaregistrarlaconlamanoqueteníalibre.

Enrealidad,sededicóaacariciarlasindelicadeza,metiendolamanopordebajodelaropa,incluso,aunquesiguiendoelordenreglamentariodeuncacheo,quefueloúnicolegalquelehizo.Sabíaque,siendosuVIP,Nataliahabíafantaseadocon ello, pero dudaba de que hubiera podido imaginar algo tan pornográficocomo lo que le estaba haciendo en ese momento. Le pellizcó los pezonessuperando el escote del vestido, metió su mano por debajo de la falda,presionandoentresusmuslosysubiendoybajandolosdedossobrelateladelasbraguitassiguiendosuclítorisy,enfin,cuandoacabó,ellatemblabadedeseo.—Deberíamultarteporsalirdecasasinsujetador—lesusurróconvozgrave,

llenadedeseo.Natalia restregó las nalgas contra la bragueta de su pantalón, sintiéndolo

preparado.—Yatiporllevarlareglamentariacargada—bromeó.—SeñoritaMiralles,alsuelo—leordenó.—¿Qué?¿Porqué?Juanjo,lodejardínera...Deunallaverápidalatumbóbocaabajocontraelpiso.—Hedichoalsuelo.—¡Juanjo!—protestó.—Shh, calla y disfruta —le susurró al oído, tumbándose sobre ella,

asegurándosedenocargarsupesosobreelcuerpofemenino.Ladesnudóconrapidez,frutodelaprácticaensutrabajoydelacolaboración

entusiastadeella: estiró losbrazosparaque le sacaraelvestidopor la cabezamientras se quitaba los zapatos y alzó la cadera cuando sintió un tirón en lasbraguitas.Notó cómo sus grandesmanos comenzaban a amasarle las nalgasmientras,

conlabocaledabapequeñosmordisquitosenlaespalda.—Llevosemanasobsesionadocontuculo.—Ese sí esmío. ¡Ay!—Acababade recibirunapalmada,ungolpe tonto, y

protestó,másporlasorpresaqueporquelehubieradolido.—Créeme,operadoonatural,desdeahoraesmío.Ybajólabocahastaallí,mordisqueando,lamiéndolo,antesdeabrirleunpoco

losmuslos—queteníaaprisionadasentrelossuyos—,eintroducirundedoquesedeslizóporsuclítoris,haciéndolagemir,antesdeintroducirloenella.Unsegundodedoacompañóalprimero,lograndoqueseretorciesedeplacer.—Estásmuycaliente,Natalia.—¿Túno?—ledesafióella.Juanjosehizoaunlado,volviendoatomarlelasmuñecasparaasegurarsede

que no semovía, se bajó el pantalón y los calzoncillos y se los pasó por unapierna—porlaotranopodíasinsoltarlaynolehacíafalta,estabalobastantedesnudo—,volvióaarrodillarsesobrelascurvadascaderas,queselevantaronabuscar su contacto, y, comprimiendo sus muslos con las largas piernas paraasegurarsedequenoseabríamásdeloqueélledejara,entróenellasinavisar.El grito de placer que acompañó su movimiento hizo que se pusiera

completamente duro. Comenzó a entrar y salir de su cálida humedad,presionandoavecessuespaldahaciaabajoparaquelafriccióndesumiembrollegase a cada rincón del interior de Natalia, haciéndola gritar de placer,llevándoloaélalabismo.Todoterminópocodespuésenunorgasmoviolentoyrápidoquelosdejósin

aliento.—¿Tendremosunsegundoconmáscalma,no?—bromeóella,enalusiónala

otravezqueseacostaronjuntos.Labesóenlanucaantesdecontestar.—Tendremostodoloquetúquieras.

Epílogo

Cuatromesesdespués

Regresaban al ático de Natalia, donde se podría decir que Juanjo vivía yadesdenosesabíaexactamentecuándo,pueshabíaidotrayendosuspertenenciasatandashastatenerlocasitodoallí.Pasabandelascincodelatardey,paraél,habíasidounacomidacomplicada.

Aunque,alparecer,habíaaprobado.—Bueno,puesyaesoficial:yaconocesamispadres.HacíasemanasqueellaconocíaalclanRíos,peroparalosMiralleshabíauna

especiede«entradaoficial», losfollamigosocualquiercosaquenofueraseriaeraignoradaynosemencionaba.—Megustatufamilia—ledijo,pensativo.Eracierto,temíademasiadaseriedad—apesardequehabíaconocidoantesa

sus hermanas, las lechuzas, y estaban todas ellas de atar— o que sus padresconsiderasenaunsubinspectorpocacosapara suhija.Sinembargo, lohabíantratadosindistancias,comosi fueraunomásy llevaraañosentrandoenaquelpisoenormeenlacalleColón.Habíasidounabienvenidaentodaregla.—Y tú leshas encantadoa ellos, lo sé.Y,por si acaso,mimadreme loha

notificadoenlacocina,mientrasvigilabaqueCrisnofumase.¿Quétehadichomipadre,porcierto?—¿Cuándo?Nataliapusolosojosenblanco.—Sabesperfectamentecuándo:enlaterraza,cuandotehapedidounacharla,

ycitotextualmente,«dehombreahombre».—Meha dicho que la tuya es una familia de casarse, que nada de vivir en

pecado.Ahogóungritodevergüenza.—Mientes.—Noeraunaacusación,eraunasúplica.—No,te lo juro.Nohasidotandirecto,peromehadadoaentenderque,si

nosvamosavivir juntos,noquieresaberlo.Aél loúnicoque le interesaesellugar,fechayhoradelaboda.Sepusoenpie,indignada.—¡Puesnopiensocasarmecontigo!Intentando tomarla en serio, le dio un tirón desde el brazo y la devolvió al

enromesillón,asulado.—Eso, que tengo que decirte que no es nada halagador, me lo contestas

cuandotelopida.Bajó la cabeza y lo besó con mimo. Estaba loca por él, ¿a quién quería

engañar?ComodiríaDavidMoreno,elchicodelosnoventa,porJuanjoiríaalpolonorteenpantalonesdedeporte.Laarquitectaseencogiódehombros.—Notienesquehacer loquemipadrediga—sedisculpóyseexplicóaun

tiempo.—Creoquesí—compusoelpolicíaunacarateatrera,comodevíctima—.De

momentoyavivimosjuntos...yaveremos.—Diosdirá—dijoella,almismotiempo.—¡¿Tendráqueserunabodaporlaiglesia?!Mierda,conesonocontaba.—Acabasdeconocerlos—rioella—,¿túquecrees?Lacolocódebajodesucuerpo.ANatalia seguíamaravillándole la facilidad

conlaquelamanejaba.—Quevasatenerquecompensármeloporadelantado.Seguramentedesdeya.Ylenarró,condetalleyejemplos,cómohacerlo.

***

Unratodespués,Sevolvióamirarlo.—Estásmuyserio.¿Haocurridoalgomásencasademispadres?,¿algoque

noquierascontarme?—No—respondió,seco.Demasiadoseco.—Teconozcoyesobvioquealgotepreocupa.¿Qué...?—Esportrabajo,esoestodo.—¿Puedescontármelo?Sabíaquehabíacosasquenodebíapreguntarysehabíaacostumbrado.Noera

faltadeconfianza,solounrequisitoprofesionaldesuchico.—Sí,sí,noesnadaoficial.EsPuig,estámuynervioso.Nataliaabrió losojoscomoplatos, sorprendida.Enel tiempoqueconocíaa

Marcos, habían estrechado lazos al comenzar la relación con Juanjo, se habíallevadolaimpresióndequeerainalterable.—¿Leocurrealgo?¿Podemosayudarle?Éllopensó.Quizáquedaramásamenudoconsujefeenunfuturocercano.—Seavecinancambios.Enuna semana llegauna subcomisaria aSeguridad

Ciudadana de la que, en cierto modo, podríamos depender. Como mínimo,vamosatenerquecolaborarenmásdeunaocasiónconella.—¿Mujer jefa? ¡Viva el empoderamiento femenino! —celebró—. ¿Acaso

Marcosesmachista?Porquenolepegaenabsoluto.Juanjoselevantódelsofá,sepusoloscalzoncillosylamiródefrente.—Estoessoloparatusoídos,¿deacuerdo?—Sinopuedesdecírmelo...—NotienenadaqueverconelCNP,peroespersonalynoesmisecreto.¿De

acuerdo?—insistió.—Teloprometo.—Lanuevasubcomisariaessuexmujer.—¿DeMarcos?—Ajá.Nataliasequedómuda.Lecostóencontraralgoquedecir.—Nuncalehabíaoídomencionarquehubieraestadocasadoninadasobreuna

ex,tampoco.—Ni yo, así que doy por sentado que o acabaron fatal o la relación está

inconclusa.—O,peor,lasdoscosas—sentencióella—.Preparaos,oyonomeenterode

nadaovienencurvas.—Vienen curvas, pero para eso aún falta una semana. Mejor llenamos la

bañera y comenzamos a hacer prácticas de relax, por si la historia se ponedemasiadotensa.—Hecho —coincidió, entusiasmada—. Se me están ocurriendo un par de

ideassobrecómohacerqueterelajes...—¡Teloadvierto!Sivuelvesallenarelsuelodeagua,estavezlorecogerás

tú.—Segúnelgradodeplacerquetedé.—Mierda—sequejóJuanjo,tomándolaenbrazosyllevándolahaciaelbaño.Letocaríapasarlafregonaaél,síosí.

EstoesloqueteperdisteeldíaquePaulasecolóenlamanifestación...

Llevaba toda la semana dándole vueltas a una nueva idea sobre el proyectoparalaCiudadUniversitaria,unarelacionadaconlospuentesdeValencia.Porlazonaenlaqueibanaproyectarnopasabaelcaucedelrío,perosíel tranvíayunaavenidaconcuatrocarrilesparacadasentido,ademásdesendoscarrilesparaautobuses y taxis. Serían necesarias pasarelas y quería inspirarlas en algunospuentesdelaciudad,comenzandoporeldelasFloresdeValencia.Estefue,enprincipio,unterraplénproductodelariadadel57,queseutilizó

duranteañosyque,cuandosehicieronlasobrasparasoterrarelmetro,huboderetirarse.Sedecidióconstruir entoncesunpuente,dadoel altonivelde tráficoque transitaba por el terraplén de arena. Lo curioso es que, estando entre dosconstrucciones tan potentes como el antiquísimo puente del Mar y elmodernísimopuentedeCalatrava,sedecidiórealizaralgodiscretoquenorestaraprotagonismoasuspuentesvecinos.Buscandodisimularlo,sehabíacubiertosuestructuraconfloresy,coneltiempo,seconvirtióenunodelosfavoritosdelaciudad.Quería que sus pasarelas tuvieran sentido para sus habitantes así que, aquel

viernesprevioalpuentedelacomunidadautónoma,teníaprevistoiradibujarloa escala. Lo mediría y disfrutaría del buen tiempo haciendo lo que más legustaba:unaproyeccióntridimensionaldeloquefuera.Sumejoramigodesdequellegaraalaciudad—hacíadosmesesquesehabía

instaladoenValenciaparatrabajarenunimportantedespachodearquitectos—le había prohibido ir. Juanjo era encantador, pero también era policía y, desdequeestabaenlabrigadadeescoltas,seloveíaunpocomandón.¿Quiéneraél

paradecirlequépodíayquénopodíahacer?Lamujeralaqueprotegíaleestabadandomuchosproblemasasíque,supuso,proyectabasusfrustracionesenPaula.Peroellanoeraesamujerysenegabaadejarsemangonear.Así que se puso cómoda, dentrode lo quepara ella significaba comodidad:

camisablanca,unfolulard,vaquerosdemarcayunasbotasplanasdepiely,consuslápicesyblocdedibujoenunacarteraMontblanctambiénnegra,cogióuntaxiyseplantóallíencuantoacabódecomer.Ensimismadacomoestabaconsusaparejosdemedidaysusnotas,apenasse

diocuentadelacantidaddegentequeseibaagolpandoenelpuente.Sípensó,enhonora laverdad,queestabamuyconcurrido,quedebíade serunode loslugares favoritosde losvalencianosparael findesemana,peroquesiqueríandisfrutar de un paseo, tenía más sentido bajar al cauce. Molesta con losincipientesgritos—porquélagenteenValenciahablabaagritoseraunmisterioparaella—,sacólosauricularesdelmóvilysepusounalistadepopbritánico.Una hora después decidió subir a la pasarela a comprobar desde arriba los

tirantes.Molestaporloqueyaeraunariadadegente,ibaasomándosealcaucedesdearriba,intentandonofastidiarlasflores,tomandonotas.Derepentecomenzaronlosgritos,lassirenasysusentidocomúnsepusoen

acción.—¿Quénarices...?¡Noselopodíacreer!Olvidadossusdibujos,ampliólavistaaalgomásque

subestructuras,plataformas,vigasyvuelos,ymiróasualrededorconatención.Pancartas,cánticos,gritos.¿Cómonosehabíadadocuentaantesdequesehabíametido en una manifestación? Al final iba a ser cierto que, cuando seconcentrabaenalgoquelegustaba,podíaacabarseelmundoyellanolonotaría.Aunquellevarlosauricularestampocohabíaayudado.Lamultitudcomenzóacorrerendirecciónalcascoantiguo.Prudente,prefirió

hacerse a un lado. Era obvio que, lo que fuera, no iba con ella. ¡Acababa dellegaralaciudadyeramadrileña,porfavor!¿Quépodíareclamarella,siestabaencantada,además?Cuandolosúltimosmanifestantespasaronvio,trasellosyensudirección,ala

policía.Nerviosa,secolocóenmediodelaaceraparaexplicarlesqueellaestaba

allí dibujando y que, para colmo, un par de críos le habían intentado robar elmaletín.—¡Corre! —le gritó uno de los últimos perseguidos, que ni que fueran

sanferminesylosastadosllegasendetrás,dándoleunempellón.Elimpulsolahizotambalearseyperdióelequilibrio,golpeándoseconfuerza

contra una de las farolas en la mejilla. Aún estaba intentando mantener laverticalidad cuando un primer agente le dio otro empujón y cayó al suelo,haciéndosedañoenlasmanos.Desdelaacerapudoverlasbotasdeunpolicíayunamanotendidahaciaella.

Al menos, aún quedaban caballeros que se preocupaban por las mujeresdesvalidas.—Gracias—murmuróenagradecimiento.Peroencuantoelagentelecogiólamano¡laesposó!—Tuya—ledijoaotrocompañero.—¿Qué?, ¿cómo? —intentó zafarse para poder hablar, lo que hizo que la

cogieranconmásfuerza.Antesdequepudieradarsecuenta,estabaenunfurgónpolicial,sentada,con

otras quince personas, más o menos, las manos atadas con un plástico a laespalda.Esosí,sucarteraibaconella,lateníabiensujeta.¿Quédiabloshabíapasado?LacaraledolíahorroresyJuanjoibaacargársela

cuandoseenterase.Porqueclaro,tendríaquellamarle.Sino,¿cómoibaasalirdeallí?

***

Seabrióelfurgónunratodespués.EstabaenZapadores,conocía lacomisaría,cuandoseempadronófueallíacambiarseladireccióndelDNI.SinoJuanjo,suhermano, el inspector Ríos trabajaba allí. David Moreno y Martín Llagariaestaban en Jefatura, pero eran menos de diez minutos de distancia a pie. Suamigo iba de mañanas, así que lo llamaría en cuanto le dejasen hacer unallamada,porquetendríaderechoauna,¿no?,comoenlaspelis.

***

ElinspectorjefeMateoBeltránbajódelmismofurgónsinsaberlasorpresaquele esperaba fuera. Felicitó al oficial de la unidad Orcas 67 y a su equipo yabrieron las puertas de atrás. Comenzaron a bajar personas de todo tipo.Detestaba lamanifestacióndel 9deoctubre, habíagentemuydiferente: desdeperroflautashastaprofesoresmayoresdesesentaaños.Eraunamalditalocuradedía.Cuálfuesusorpresaalsalirenúltimolugarunamujerrubia,concaratriste,

quenosedecidíaabajardeunsaltodelfurgón.Solotuvoqueecharunvistazorápidoparasaberquenopintabanadaallí.¿Quiénibaaunamanifestaciónconsemejante cartera?Había reconocido el logode lamarcade sus estilográficas.Confiaba en que lo hubieran registrado. Se la veía pequeña, con las manosesposadasalaespaldayelmaletíncolgandodeellas.Ibamaquillada,llevabaelpelo perfecto, o debía de haber sido así antes de que la detuvieran. Ropa decalidad y reloj y pendientes más caros todavía. Parecía el juego de lasdiferencias,aquellode«adivinaquiénnopintanadaenestegrupo».Le tendió la mano para ayudarla antes de darse cuenta de que no podría

cogérsela,asíquedijo:—Consupermiso,señora.Ylacogiódelacintura,llevándolaélalsuelo.—Muyamable,gracias—dijoenvozbaja,porinercia.¿Unadetenida en unamanifestación dándole las gracias?Aquella tía estaba

tanperdidacomounpulpoenungaraje.—¿Quéhaceaquí?—lepreguntómientrasleindicabaelcamino.El resto de furgones ya estaban allí,Detenciones debía de ser una locura a

pesardequehabíantriplicadoelpersonaly,aquellaparte,además,yanoerasuresponsabilidad.La suyahabía acabado con la dispersiónde losmanifestantescon los mínimos desperfectos posibles al mobiliario urbano —las flores delpuente habría que cambiarlas— y sin heridos graves, en especial entre suscompañeros.—Ustedesmehan traído—le respondióconundejede rencoren lavoz—.

¿ConocealsubinspectorRíos?Lamiróconcuriosidadyfueentoncescuandovioelhematomadesumejilla.

Consuavidadpasólamanoporlapielenrojecidayellaseencogiódedolor.—¿Quiénlehagolpeado?—Norespondióasupregunta,asíquelohizoéla

ladeella—.ConozcoaunRíos,peroesinspector.—EseesAlberto,suhermano,peroyopreferiríahablarconJuanjo,queséque

estatardenotrabaja.¿Seríaposiblequehicieraunallamada,porfavor?Enserio,¿quiéneraaquellamujer?Sacóunapequeñanavajasuizaycortólasbridasdesuespalda.—Llame.ExtrajodelacarteraunmóvildeúltimageneraciónyMateo,aunsindeber,se

quedóaescuchar.Poco después llegaba a recogerla el inspector Llagaria, de la UDYCO y

compañero suyo durante un par de años en Subsuelo, cuando el accidente delmetro.—¿Quécoñohapasado?—leinquirióMartin,enfadado.—Nolosé,perodiríaquelugarequivocadoymomentoequivocado.Martínnoquisodiscutir conél, a finde cuentas cadacualhacía su trabajo,

pero¿quiénpodíaconfundiraPaulaconunamanifestante,joder?—¿Estábien?—Llevaunbuengolpeenlacara,alparecerlaempujaronysegolpeóconuna

farola.—¡Mecagoenlaputa!—Respiróhondoparacalmarse—.Encuantolehagáis

lafichaoloquesea,melallevaréalmédicoaquelamiren.OavisaréaMorenosiestálibre,yotengounproblemaenJefatura.Eraextrañoescucharaaquelagentedecirpalabrotas,eraunhombretranquilo.

Ymásaúnquedejaradeladodesutrabajo.—Novamosadetenerla,esobvioquenopintabanadaenelfollónqueseha

liado.¿Quiénes?—quisosaber.Aquellarubiadeojosazuleslehabíaimpresionadoynosoloporsubelleza,

sinoporsuactitud.—Unabuenaamiga.

—¿DelmenordelosRíos?Llagarialevantólavista.—¿Quémeestáspreguntandoexactamente,Beltrán?—Nada—respondió,restándoleimportancia.Yaseencargaríaélsolitodeaveriguarlo.

***

Martín la acompañó, medio conmocionada, al bar de enfrente de Zapadores,dondelaesperabanJuanjoysuVIP.Pero,enshockono,preguntaríaquiéneraelpolicía,altoyancho,decabellocastañoclaro,ojosgrisesysonrisaamablequelahabíaayudadoabajarylehabíapermitidousarelmóvil.Alfinalibaaresultarqueaellatambiénlegustabanlosuniformes,comoasu

primayelrestodeamigasdelgrupo.

Notadeautora

Sí,osprometoqueoscontarélahistoriadelanuevasubinspectorayMarcos,¡cómoparanohacerlo,sihastayomehequedadoconlasganasdesaberquésetraenesosdosentremanos!Perohabráqueseguirunorden,¿ono?YPaula,lasupuesta«rubiatonta»,ha

estadoquedandoconquien,enpocosaños,podríasereljefazodemuchosdeloschicos del grupo, sin que nadie se enterase. ¡Ni siquiera Martín! Y eso queLlagariaesunamezcladeGoogleylaenciclopediaSopena.Asíqueesteeseltrato:oscuentolodelinspectorjefeBeltrán,elbuenorrocon

una pedazo de moto y, después, volveremos al superior directo de Juanjo: elinspectorPuig.¿Tratohecho?¡Puesclaro!,poresoosconsideromischicas.¡¡MUAAKAAA!!

Sitehagustado

¡Alsuelo!terecomendamoscomenzaraleer

NosueltesmimanodeRaquelGilEspejo

Prólogo

A Miranda no le gustaban las despedidas. Siempre le dejaban un regustoagridulce.Desdequehabíadecididomarcharseaviviraotropaís,eldíaenelque había de regresar —después de una visita en la que parecía que lasmanecillasdel relojseaceleraban,corriendoensucontra—seconvertíaenunauténticodrama.—Sigo sin entender por qué te empeñas en alejarte de nosotros —se

lamentabasumadre.—No es eso, mamá, ya lo sabes... Y no me apetece volver a tener esta

conversaciónotravez—sequejóella.—Mimitienerazón,cariño.Essudecisióny,comotal,hemosderespetarla.—Gracias,papá.Julián,elpadredeMiranda,teníalavistafijaenlacarretera.Sinembargo,por

uninstante,observóasuhijaporelespejoretrovisor.Ellalededicóunamediasonrisaquefuecorrespondida.Élysuesposa,Carmela,vivíanenunodeloslujososchalésdelaMoraleja.

Julián Ros figuraba, desde hacía años, entre las veinte personasmás ricas deEspaña.Así se había hecho constar en la última lista elaborada por la revistaForbes.Pese a estar casada con uno de los empresariosmás influyentes deMadrid,

Carmela—que había dejado su Córdoba natal por amor hacía más de veinteaños— continuaba ejerciendo como arquitecta, su gran pasión. Julián y ellaformabanuntándemperfecto.Durante los casi once kilómetros que los separaban del aeropuerto, apenas

intercambiaron una docena de palabras; todas ellas, referidas al día tanespléndidoquehabíaamanecidopeseaestarcomenzandoelmesdeenero.AMiranda lepartíaelalmaverasumadre tanabatida,perohabíadecidido

tomarlasriendasdesupropiavidaynohabíamarchaatrásposible.El coche se detuvo en una de las plazas del aparcamiento del aeropuerto.

Carmelaresoplóalponerlospiessobreelsuelo.—Esperoquetuhermanollegueatiempo—comentómirandoasuhija.Miranda se limitó a sonreírley adedicarleunclarogestode incertidumbre.

Álexnuncadejabadesorprenderlos.Eraunauténticodesastre.Aveces,parecíamoversemásporimpulsosqueporcomportamientosusualesoracionales.Todo dependía de cómo había resultado su noche y de cuánto se había

alargado.LafamiliallevabadíasplaneandocompartirunaúltimacenaantesdequeMimiregresaraaLondrespero,minutosantesdelasnueve,horaoficialenlaquetodosdebíanestarreunidos,Álexllamóparadecirlesquelehabíasurgidoun imprevisto y que lamentaba no poderlos acompañar, prometiendo ver a suhermanaantesdeembarcar.Miranda sabíaque laausenciade suhermano,debidaa su«imprevisto»,no

era nadamás que una excusa.Cualquier plan le seríamás atractivo que pasartodaunaveladaescuchandolasquejasdesumadre.Lavidalahabíabendecidocondosmaravillososhijosquepocoapocoseiban

alejandode ella, o eso era lo que sentía.Carmela no entendía por qué su hijahabía elegido marcharse a una ciudad en la que el mejor trabajo que habíaencontradohabíasidoeldeempleadaenunacadenadecomidarápida.Miranda era joven e inteligente. Se había diplomado enTurismo, dominaba

variosidiomasyhabíacursadovariosmásteresuniversitarios;entreellos,unodeAdministraciónyDireccióndeEmpresasyotrodeRecursosHumanos,yamboslahabilitabanparapodertrabajarencualquieradelasempresasdesupadre.Álex,porsuparte,eraunodelosingenierosinformáticosconmásproyección

de la ciudad. Él siempre había sido el cerebrito, mientras queMimi se habíaquedadoconelsambenitodeseresalocasoñadoraque,peseasusdescalabrosamorosos,aúncreíaenelamoryenlosfinalesfelices.Eso había hecho que se convirtiera en el blanco fácil de las bromas de su

hermano,quelaadoraba;yellaaél.LoshermanosRossellevabanalgomenosde tres años de diferencia. «Dos años, ocho meses y catorce días», solíarecordarlesconfrecuenciasumadre.Álex y ella siempre habían estado muy unidos, y así seguía siendo. La

distancianoeraolvido.Menosaúnparaaquellosquesequierendeverdad.Talerasucaso.Se encontrabandesayunandoenunade las cafeteríasdel aeropuerto cuando

Juliánmirósurelojylasapremió.Miranda,quehabíahechotodoslostrámites

desdecasaydebíaembarcarenapenasunosminutos,diounúltimosorboasuzumodenaranjay sepusodepie.Al reparar en sumadre,vio comosusojoscomenzabanallenarsedelágrimas.—Mamá,nollores,porfavor.Sécuidarmuybiendemímisma.Además,ya

sabesquepapáytúpodéisveniravisitarmesiemprequequeráis.Ynoolvidesquesoyunculoinquietoyque,decierto,enciertotiempo,necesitoverte—dijo,tratandodeanimarla,mientrasseabrazabaaella.—Nunca me acostumbraré a ver como se va mi chiquitita —respondió

Carmelaenunsuspiro.—Mamá,amisveintiséisaños,yanosoyunaniña.—Siempreserásmichiquitita—lereiteróysehizoaunladoparadejarque

sumarido,también,sedespidieradeella.—Cuídate,hija.Yrecuerdaque,silascosasnoacabansaliendocomoesperas,

siemprepodrásrecurriratupadre.—Losé,papá.Aunquesobradecirtequeacabezotanohayquienmegane.—Quémevasadeciramí.—Sonrió.Amboslohicieron.Miranda se disponía a echar a caminar cuando una voz familiar le pidió a

gritosquesedetuviera.—¡Altoahí,jovencita!—EraÁlex,quehabíallegadoinextremis—.Pensabas

quenollegaría,¿eh?—ledijounavezqueestuvofrenteaella.—Confiabaenquelohicieras.—Lesonrióyseabrazóaél—.¿Jaqueandoa

alguien?—musitóensuoreja.—Algoasí,hermanita.Álexlesacabaunacabezaasuhermana.Élhabíaheredadolosrasgosdesu

padre. Ambos eran altos y delgados, aunque Julián había ganado peso en losúltimosaños.A Carmela le molestaba que su hijo se empeñara en dejar que su cabello,

castañoyondulado,cayerahastarozarsushombros;peroéleraunespíritulibre,un joven indomable. Y si algo no le agradaba a sumadre, conmás razón lollevabaatérmino.Miranda, sin embargo, era el vivo retrato de sumadre años atrás. Sumetro

setenta, una altura nada desdeñable, no evitaba que tuviera que ponerse de

puntillasparabesarasuhermanooasupadre.Supiel era clara—eseeraun rasgoquecompartían todosellos—,mientras

quesucabelloeramásoscuroqueeldeÁlex, tirandocasianegro,ysehabíacortadoelflequillojustoantesdevolaraMadrid.«Ese flequillo no te sienta nada bien, Mimi. Le quita protagonismo a tus

bonitosyenormesojosverdes»,lehabíadichoCarmelanadamásverla.Ella se lo había tomado con naturalidad, como siempre hacía cuando se

tratabadesumadre;unamujeríntegraydeférreosvaloresquesecaracterizabaporunasinceridadque,enocasiones,sehacíaprescindible.—Tequiero,Mimi—ledijoÁlex,antesdesepararsedeella,clavándoleuna

cómplicemiradadecoloravellana.—Yotambiéntequiero,hermanito.Osquiero—añadió,aldarsemediavuelta,

aguantandounaslágrimasqueaCarmelallevabanminutosresbalándoleporlasmejillas.—Noolvides llamara laabuelacuando lleguesaLondres,cariño—legritó

sinsabersisuhijahabíallegadoaescucharla.Lo hizo y fue en ese momento, al pensar en su abuela Lola, cuando una

lágrimadecidióactuarconplenalibertadydeambularporsufaz.

¿Deberoplacer?EsaeslapreguntadelmillónparaJuanjo.DebeescoltaraNataliaMirallesydoscosasseloestáponiendomuydifícil:lacorrientedenecesidad

sensualqueparecefluirentreellosyelcomportamientoinfantildeella.PeroloquenosabeesqueNataliahadecididocomportarsecomounacríahastaqueelsubinspectorlaveacomoaunamujer,

unaquevaavolverlolocodedeseo.

JuanjoRíosacabadeingresarenlaBrigadadeEscoltasysuVIP,unaarquitectaconuncargo importanteenConselleria,hadejadobienclarodesdeeldíaunoquenoleapetecenadaquelavigilen.¿Y?,aéltampocolegustatenerlacerca,dehecholepareceinsufrible,yaunasíhacesutrabajocondisciplina.Asíquesino aprende a comportarse por las buenas... quizá, quizá, pida autorizaciónjudicial para atarla. A ser posible, al cabezal de su cama. Porque la señoritaMiralles será una estirada, pero Juanjo se acostaría con ella con los ojoscerrados.Mentira:bienabiertos,paranoperdersedetalle.A Natalia, la idea de estar custodiada veinticuatro horas al día le resultainsoportable,casitantocomoelsubinspectorRíos,quedetodoslospolicíasde

launidades,condiferencia,elmáscapullo.Yesunalástima,porqueestambiénel tío más bueno que ha conocido en años. Qué rabia que él no parezcainteresado,porquesolicitaríaqueaél le tocaransiempre los turnosdenoche...desnudoyensudormitorio,aserposible.

RuthM.LergaesdeSagunto.Hijademaestros,seaficionóalalecturagraciasasumadre.Lectoravorazyaficionadaalashistoriasdeamor,empezóaescribiren2010,cuandounproblemadesaludlaobligóapermanecerpostradadurantemuchosmeses.ElresultadofueCuandoelcorazónperdona,unanovelaconlaque ganó el PremioVergara-ElRincón de laNovelaRomántica. La serie quecomenzóconaquellanovela,continuóconCuandoelamordespiertaytuvosuconclusiónenCuandolapasiónespera,todasellaspublicadasenEdicionesB.AellashayquesumarAtadosporerroryUnaúltimatemporada;enesta,RuthM.Lerganosdeleitaconlaarrebatadorahistoriadeamorentredosdelosvástagosde Julian y April (Cuando el amor despierta) y James y Judith (Cuando lapasiónespera).

Ediciónenformatodigital:marzode2021

©2021,RuthM.Lerga©2021,PenguinRandomHouseGrupoEditorial,S.A.U.

TravesseradeGràcia,47-49.08021Barcelona

Portada:MoreybaMartínBancodeimágenes:Istock

PenguinRandomHouseGrupoEditorialapoyalaproteccióndelcopyright.Elcopyrightestimulala

creatividad,defiendeladiversidadenelámbitodelasideasyelconocimiento,promuevelalibreexpresiónyfavoreceunaculturaviva.Graciasporcomprarunaediciónautorizadadeestelibroyporrespetarlasleyesdelcopyrightalnoreproducirnidistribuirningunapartedeestaobraporningúnmediosinpermiso.AlhacerloestárespaldandoalosautoresypermitiendoquePRHGEcontinúepublicandolibrosparatodosloslectores.DiríjaseaCEDRO(CentroEspañoldeDerechosReprográficos,http://www.cedro.org)sinecesita

reproduciralgúnfragmentodeestaobra.

ISBN:978-84-18646-46-1

Composicióndigital:leerendigital.com

Facebook:penguinebooksFacebook:SomosSelectaTwitter:penguinlibrosInstagram:somosselectaYoutube:penguinlibros

NOTAS

Capítulo1

[1]N.delE.:enadelante,simplemente«k».

Capítulo4

[2] Para que os hagáis una idea, este tipo de petardos tiene un sonido de 120decibelios;unmartilloneumáticoson130,yeldespeguedeunavión,150.Osaseguro que la reacción de Juanjo no es exagerada. Se diría que no se hacriadoenLaTerreta,esosí,porqueunpetardonosuelealteraranadiedelaComunidadValenciana,peronoexagera.

Índice

¡Alsuelo!

Capítulo1Capítulo2Capítulo3Capítulo4Capítulo5Capítulo6Capítulo7Capítulo8Capítulo9Capítulo10Capítulo11Capítulo12Capítulo13EpílogoNotadeautora

SitehagustadoestanovelaSobreestelibroSobreRuthM.LergaCréditosNotas