CRITERIO MEDICO. - Hemeroteca Digital

24
EL CRITERIO MEDICO. Madrid, 85 de Febrero de 1877. SECCIÓN OFICIAL SOCIEDAD HAHNEMANNIANA MATRITENSE. m m LITERARIA DEL S DE EMKO DE 1 $ 7 7 , PRESIDENCIA DEL EXCMO. SB. MARQUES DE NoSfaz. Se abrió la sesión á las cuatro y media de la tarde. Leída el acta de la anterior fué aprobada. Concluido el despacho ordinario se entró en la orden del dia: Enfermedades reinantes en el mes de Diciembre último. Hizo uso de la palabra El Sr. ViGNAU, diciendo: que las variaciones atmosféricas, así como una temperatura extrema y prolongada, ejercian grande influencia sobre el hombre, por más que éste no fijase en ello generalmente la atención y no se precaviese sobre todo de dichas variaciones, aun cuando fuesen bruscas. Así habia sucedido en Diciembre, cuya temperatura se caracterizó por alteraciones pro- fundas, reinando casi siempre fría y húmeda, pero especialmen- te húmeda, constituyendo, por decirlo así, la primera parte del invierno, quedándonos reservada probablemente la segunda par- te , la de las escarchas y hielos fuertes para los meses de Enero, Febrero y Marzo. Con la temperatura húmeda reinaron los vien- tos S., SO. y SE., alternando á veces, aunque pocas, con el N. yNO., que despejaban la atmósfera; así es que cayó agua en abundancia durante todo el mes, habiendo ademas nieblas

Transcript of CRITERIO MEDICO. - Hemeroteca Digital

EL

CRITERIO MEDICO. Madrid, 85 de Febrero de 1877.

SECCIÓN OFICIAL

SOCIEDAD HAHNEMANNIANA M A T R I T E N S E .

m m LITERARIA DEL S DE EMKO DE 1$77,

PRESIDENCIA DEL EXCMO. SB. MARQUES DE NoSfaz.

Se abrió la sesión á las cuatro y media de la tarde. Leída el acta de la anterior fué aprobada. Concluido el despacho ordinario se entró en la orden del dia:

Enfermedades reinantes en el mes de Diciembre último. Hizo uso de la palabra

El Sr. ViGNAU, diciendo: que las variaciones atmosféricas, así como una temperatura extrema y prolongada, ejercian grande influencia sobre el hombre, por más que éste no fijase en ello generalmente la atención y no se precaviese sobre todo de dichas variaciones, aun cuando fuesen bruscas. Así habia sucedido en Diciembre, cuya temperatura se caracterizó por alteraciones pro­fundas, reinando casi siempre fría y húmeda, pero especialmen­te húmeda, constituyendo, por decirlo así, la primera parte del invierno, quedándonos reservada probablemente la segunda par­te , la de las escarchas y hielos fuertes para los meses de Enero, Febrero y Marzo. Con la temperatura húmeda reinaron los vien­tos S., SO. y SE., alternando á veces, aunque pocas, con el N. yNO., que despejaban la atmósfera; así es que cayó agua en abundancia durante todo el mes, habiendo ademas nieblas

7 4 . KL CRITERIO MÍDIOO.

densas muchos dias por las mañanas. La saturación de la atmós­fera por la humedad, y la humedad fria, influyó desfavorable­mente en la salud pública, enfermando multitud de personas, sobre todo niños y ancianos, y exacerbándose las afecciones cró­nicas. Como en Noviembre, fueron las enfermedades casi todas de índole catarral; pero como en Diciembre bajó más el termó­metro y barómetro, la influencia atmosférica ejerció bastante su acción sobre los parénquimas y membranas serosas. Asi se observaron muchas pulmonías catarrales y pleuresías, solas ó acompañadas, especialmente del lado derecho; laringitis, bron­quitis , amigdalitis, y oftalmías catarrales benignas, por más que algunas se hiciesen rebeldes, dominándose todas estas afec­ciones en casi todos los enfermos con los medicamentos indica­dos. Se presentaron con frecuencia los reumatismos articulares, pero más los musculares, y se exacerbaron bastante los crónicos, haciendo metástasis á las paredes del corazón y pericardio , pro­duciendo rápidamente la muerte. Fueron también algo frecuen­tes las enfermedades de corazón, como las pericarditis, endocar­ditis é hidropericardias agudos, que aunque fuesen indudable­mente debidos en su mayoría al vicio reumático, creía que eran unas afecciones más comunes en Mjidrid que en otras grandes poblaciones, por ser consecuencia en cierto número de enfermos de causas morales que abundaban en Madrid; padeciéndolas principalmente los banqueros, abogados, bolsistas y todas aque­llas personas que se entregaban demasiado á trabajos sedenta­rios y abusaban del café, de las que no se le podría negar había muchas en la capital de España. Concluyó diciendo que de las fiebres eruptivas se observaron el sarampión, las viruelas, la va-rioloide y varicela, todas de carácter benigno, pero no así la es­carlatina, que fué maligna en general, yendo acompañada en mu­chos casos de angina diftérica; y que la mortalidad habia sido en dicho mes mayor que en el anterior, sobre todo á causa de las enfermedades crónicas, de las de los niños y ancianos.

El Sr. PELLICKR ( D . Joaquín), dijo: que á consecuencia de haber reinado constantemente en Diciembre una temperatura húmeda, se habían exacerbado los reumatismos crónicos, presen-

EL ORITEEIO MÍDIOO. 75

tándose muchos articulares agudos, caracterizados porlaWncha-zon y dolores fuertes de las articulaciones, que cedieron á pocas dosis de Bry.; algunos que se caracterizaron por ser ambulantes, se curaron con Arn., que hizo desaparecer dicha tendencia. Con respecto al origen de las enfermedades del corazón, no creia, co­mo el Sr. Vignau, que fueran debidas muchas á causas morales, trabajos sedentarios excesivos , ni al abuso del café, sino que por el contrario eran debidas tínicamente al reumatismo suprimido violentamente ó retropulsado al corazón: tal era la opinión del Sr. Pellicer que añadió, que retropulsado el reumatismo á las paredes del corazón, dificultaba sus movimientos, produciendo las intermitencias de los mismos, y todos los demás síntomas que se observaban de ordinario. Volviendo al tema objeto de la sesión, manifestó que los aires fríos y húmedos causaron en Di­ciembre principalmente afecciones del aparato respiratorio, como catarros bronquiales y laringitis; anginas en bastante número, haciendo la historia de un niño que á consecuencia de haber sido la amigdalitis tan considerable que obstruyó el paso del airea los pulmones, murió asfixiado , sin haber conseguido modifica­ción alguna de la inflamación con los medicamentos empleados; gastralgias curadas con Nux v., por dominar la astricción perti­naz de vientre; disenterías caracterizadas por gran peso en el hi­pogastrio , ardor rectal y tenesmo, excremento mucoso con estrías de sangre, que se curaron con los mercurios Cor, y Sol., y diar­reas rebeldes que cedieron á Rhus. De las fiebres eruptivas asis­tió algunos casos de varicela, que se curaron bien con Ipec, Mere. y Hepar. Trató también casos de oftalmía, curadas con Bell. y Mere., y de otorreas con Cale. c., y terminó su discurso asegu­rando que había tenido escasa mortandad en su práctica.

El Sr. ALVARKZ ( D . Anastasio) manifestó que por la in­fluencia permanente en Diciembre de la temperatura húmeda y fría, habían dominado epidémicamente en Madrid las afecciones de las membranas mucosas, los reumatismos articulares y mus­culares y la escarlatina. Las primeras cedieron bien y pronto en su practicad ^cc;w., Bri/., Dulc., Merc.,Puls. y Rhus, haciendo observar que las oftalmías catarrales, rebeldes á los medicamen-

76 EL OBITEBIO UimOO.

tos ordinariamente empleados, sólo habían podido ser modifica­das por Dulc., terminando luego la curación Mere.; Pulsat. ó Sulph. Los reumatismos, rebeldes en la mayor parte de los casos, los combatió, según los síntomas característicos dominantes, con Bry., Rhus y Cham,; y refirió la historia de uno tan rebelde ú los medicamentos prescritos, que sólo (SM/JO .̂ pudo modificar, aca­bándose de curar con Rhus, que antes no habia dado resultado alguno. Todos los casos de escarlatina, que fueron bastantes, tra­tados por el orador, se caracterizaron por sa malignidad é ir acom­pañados la mayoría de ellos de anginas diftéricas, que compro­metieron la vida de los niños, dificultando el curso de la erup­ción: todos se curaron, siendo Mere. cor., Lyc. y Apis, los medi­camentos empleados con el mejor éxito contra la difteritis, que la combatieron admirablemente; esto le sirvió para concluir in­dicando que no se puede dar un mismo medicamento en todos los casos de una forma de enfermedad, porque varían las indica­ciones á causa de las modificaciones que imprimen en las enfer­medades de una misma forma la atmósfera y las condiciones in­dividuales.

El Sr. PRESIDENTE resumió el debate, y después de ocuparse de lo dicho por los Socios que tomaron parte en él, dijo, que pa­ra que aquella clase de sesiones tuviese todo el aliciente é ins­trucción necesarias, era preciso que cada orador, al hablar de las enfermedades reinantes en un mes dado, se ocupase primeva­mente con detención de la constitución atmosférica reinante; en segundo lugar, de las enfermedades asistidas por él, describién­dolas con exactitud y precisión; en tercer lugar, de las causas lúe las habían producido, ya próximas, ya remotas, sus clases y condiciones; en cuarto lugar, de los medicamentos empleados contra las enfermedades y sus causas, y efectos que habían prp-ducido. De este modo se demostraría mejor en las discusio­nes que un medicamento indicado á veces al parecer, no lo era, por haber omitido la apreciación de causas, de ciertos sín­tomas, condiciones individuales y atmosféricas, entre otras se vería que Bell, indicada contra la escarlatina simple ó li­sa, no lo era, por no predominar los síntomas característicos

EL CRITERIO MEDICO. 7 7

de ella, y sí las de la angina diftérica, curándose pronto y bien con Lyc, Graph.., Kreos., Apis, etc. Añadió era menes­ter evitar siempre la rutina fácil y cómoda, como lo era para los alópatas; para los médicos homeópatas no constituía el de­ber del médico práctico seguirla ciega y descuidadamente; no ha­bla nada que no debiera indagarpe en la enfermedad, laa horas y condiciones de las agravaciones, los síntomas característicos, ra­ros á veces, y los morales sobre todo, que eran los que muchas veces decidíanla elección entre dos ó tres medicamentos indicados á la vez. Asi, por ejemplo, si en la escarlatina el enfermo deses­perado tiraba y rompía todo lo que tenía á la mano, Ckam. era el indicado; si despertaba de mal humor, con gana de pegar y reñir, Lyc, sería el más apropiado; si dominaba ardor general con sed violenta, Canth., etc. Finalmente, después de otras va­rias consideraciones sobre el mismo objeto, indicó á los señores Socios que lo manifestado por él, era el orden que debia guiarles en las discusiones de las enfermedades reinantes. ' Concluido el discurso del Sr. Presidente, se levantó la sesión.

Eran las seis. El Secretario general,

DB. PAZ ALVAREZ.

De la extravasación de sangre en el interior de los grandes labios, en las mujeres embarazadas.

Debida á las causas más variadas, suelen padecer algunas mu­jeres en el estado de gestación una enfermedad muy dolorosa en los grandes labios, producida por la extravasación repentina de sangre en el tejido celular de aquéllos. Los síntomas locales y á veces generales que tal estado patológico produce, suelen dar lu­gar á fenómenos bastante graves y accidentes funestos, entre ellos el aborto, si un tratamiento bien dirigido, interviniendo ade­mas á tiempo, no los impide lo más pronto posible.

Sugiérennos estas breves líneas y aquellas afirmaciones, dos casos de tan penosa dolencia que hemos leído en The American

78 EL OBITEBIO U^DIOO.

Obstetrical Journal, j que son dignos de ser trascritos y comen­tados.

El primer caso es el de una señora de 25 años de edad, emba­razada de cinco meses, que andando por la calle resbaló con vio­lencia , evitando la caída su esposo, que la contuvo. En el momen­to de resbalar sintió aquella señora un fuerte dolor en los órga­nos genitales externos, tan vivo y continuado, que bizo necesaria la presencia del médico de la casa, que era alópata. Reconocida la parte afecta, se vio que el grande labio izquierdo estaba enor­memente hinchado, rubicundo en la periferia y de color oscuro en el centro. El agua de vegeto, el láudano, y otros medios que se emplearon, aumentaron los sufrimientos de la enferma, intervi­niendo al fin el bisturí, que dilató el tumor, saliendo una mate­ria abundante, espesa y casi negra; cicatrizándose al fin, después de una prolongada supuración, al concluir el noveno mes del em­barazo. El parto se verificó normalmente.

El segundo caso tuvo lugar en una señora de 22 años de edad, embarazada de ocho meses. Una mañana al despertar sintió una cosa extraña en el grande labio derecho, y aplicando la mano, se encontró con un tumor del tamaño de una nuez. Llamado un mé­dico alópata, preguntó por la causa del tumor, habiéndole con­testado la enferma que no sabia á qué atribuirlo. Aumentó poco á poco y se bizo doloroso, provocando á los pocos dias el aborto, teniendo necesidad el profesor asistente de proceder inmediata­mente á la dilatación del tumor, saliendo sangre negra y pus, porque impedia el paso de la cabeza del feto. El grande labio afecto se curó durante el puerperio.

Como se ve por estas dos historias y algunas otras que podría­mos citar, procedentes de nuestra práctica, por haber sido llama­dos á,intervenir con la medicación homeopática en los casos en que la alopatía nada habia conseguido, los medios alopáticos son altamente perjudiciales para el tratamiento de los tumores resul­tantes de la extravasación de sangre en los grandes labios. Todos los medios locales empleados por la terapéutica alopática no ha­cen más que aumentar el tumor, por el mayor acumulo de sero­sidad que producen con su contacto y excitación sucesiva; y pro-

BL CRITERIO MáüIOO. 79

longan indefinidamente BU duración, y por consiguiente, los su?-frimientoB inherentes á la misma; entre los cuales los dolores más ó menos vivos y la supuración, no dejan de causar gran quebran­tamiento de fuerzas en las embarazadas, sucediéndose á veces el aborto.

Las causas de la enfermedad que nos ocupa son de las más va­riadas, como hemos dicho al principio. Los golpes; las caidas sobre los órganos genitales; los esfuerzos corporales para levan­tar un gran peso; el resbalar y quererse sostener para no caer, como en el primer caso antes referido, y otras causas de esta ín­dole, son las más abonadas para ocasionar la extravasación de sangre; siéndolo también el lavarse fuertemente los órganos ge­nitales externos con agua demasiado caliente, como en un caso que hace años curamos, y que fué debido indudablemente á la ci­tada causa. El coito muy prolongado y repetido en los dos últi­mos meses del embarazo puede ser origen de estos tumores, como lo hemos visto en dos casos recogidos en nuestra práctica: las dos enfermas sintieron repentinamente los primeros síntomas pro­ducidos por la extravasación de sangre, no pudiendo terminar el acto del coito á causa del dolor. El decúbito lateral exclusivo en los últimos meses de la gestación creemos que puede asimismo ser causa de la extravasación: á él fué debido sin duda alguna, en el grande labio izquierdo, en una señora embarazada de ocho me­ses, muy gruesa, y que no la era posible dormir más que adoptan­do el decúbito lateral izquierdo. Otras veces se escapa á la más prolija investigación, como en el segundo caso arriba referido, la causa de la extravasación repentina de sangre en los grandes la­bios.

Los síntomas adquieren casi siempre una agudez desesperante para la enferma. Cuando ha intervenido una causa traumática, un esfuerzo corporal, ó el coito, etc., la embarazada siente inmedia­tamente un dolor vivísimo en el labio atacado, pungitivo, lanci­nante ó urente; experimenta ardor y tensión en la parte aífecta; ésta se pone rubicunda al principio, pero luego toma un color os­curo y violáceo en el centro, conservando el rubicundo en la cir­cunferencia del tumor; debido éste á la extravasación de sangre,

80 EL CRITERIO H^DIOO.

al acumulo de serosidad, y á la infiltración y flogosis de la piel y tejido celular subyacente. Estos síntomas van acompañados á veces de fiebre, y siempre de agitación y lamentos, insomnio, cefalalgia y sobrexcitación nerviosa cuando los dolores son muy graduados, y de una tumefacción tan grande en ciertos casos, que hace sumamente difícil la micción. A beneficio del tratamiento homeopático bien dirigido suele sobrevenir la absorción de la san­gre extravasada en muchos casos, terminando el tumor por reso­lución; la rubicundez y la tumefacción van disminuyendo más ó menos rápidamente, los dolores desaparecen, y el tumor al fin, dejando en su lugar una mancha violácea, negruzca ó amarillen-to-oscura, que dura algún tiempo, aunque no mucho, si se la tra­ta con los medicamentos homeopáticos adecuados. En otros casos se declara en seguida la supuración, aumentando los síntomas antes expuestos, pero se limitará y hará breve por lo común, lle­nando bien las indicaciones de los medicamentos homeopáticos.

Cuando la enfermedad se presenta con pocos síntomas al prin­cipio, toma bien pronto incremento, observándose todos los fenó­menos consignados en el párrafo anterior. En ambos casos los síntomas varían en su presentación é intensidad, debido esto á las condiciones individuales y á la naturaleza de las causas.

El tratamiento homeopático debe dirigirse con gran cuidado para hacer breve la enfermedad, y evitar así los trastornos gra­ves á que daría lugar su prolongación ó la violencia de los sín­tomas.

Si la extravasación es debida á una causa traumática, debe prescribirse ante todo el árnica, en fomentos primero, aplicando paños de hilo empapados en una solución caliente de agua arni-cada (cuatro gotas de tintura de árnica por cada ocho onzas de agua tibia), y al interior, dándola á una dilución alta. Casi nunca basta este medicamento, habiendo necesidad de recurrir comun­mente á los que vamos á indicar.

Los principales medicamentos homeopáticos contra la enfer­medad que nos ocupa son, por el orden de su importancia, Mer-cur. sol, Bry. y Thuja.

Mere, sol, conviene cuando hay grande tumefacción con mucho

EL OBITKBtO U^DtOO. 81

calor, dureza, rubicundez viva, micción difícil y dolorosa; dolo­res extraordinariamente fuertes, pungitivos, lancinantes, y gran ardor en los momentos en que los dolores son más intensos: agra­vación ademas desde el oscurecer hasta después de media noche, con sudores, agitación, insomnio y fiebre ligera; temor de un mal éxito de la enfermedad, que se convierte por la noche en grande angustia.

Bry. en la gran inflamación del labio afecto, con rubicundez muy subida en la periferia del tumor, y color negruzco intenso en el centro, simulando casi una pústula negra, con dureza en el espacio que ocupa la citada coloración. Los dolores son extraor­dinariamente lancinantes, y á veces van acompañados de temblo­res y de escalofrios más ó menos graduados; gran tensión en la parte afecta con calor, y aumento de los dolores y tensión con el más ligero movimiento; sed continua con deseo de beber mucho de cada vez: momentos de exasperación é inquietud alternan con otros de llanto, desaliento y temor de la curación: alivio durante la primera parte de la noche.

Tkuja está indicado en los casos menos dolorosos é intensos, pero siempre que la tumefacción va acompañada de prurito y ar­dor, como si hubiese una excoriación; grande presión en la vulva, y los dolores son ttactivos y calambroideos, molestando bastante por este carácter; la piel toma un color oscuro ó marmóreo; gran abatimiento moral; agravación de los síntomas después demedio dia hasta las tres de la mañana, y sobre todo al orinar, que cons­tituye un verdadero tormento, por lo cual lo retardan todo lo po­sible las enfermas. Este medicamento está más indicado si la ex­travasación se ha verificado en el grande labio izquierdo.

Ademas de los anteriores medicamentos estarán indicados: Acón., cuando haya fiebre, con calor general, sed y excitación nerviosa; Ars., si los dolores son tan quemantes que causan la desesperación de la enferma por no poderlos resistir; Bell., si la rubicundez de la circunferencia del tumor se extiende á los mus­los y bajo vientre; Hepar, cuando los dolores son^muy lancinan­tes y la enferma no puede tolerar ni el contacto de la ropa de la cama, ni aun de la camisa sobre el tumor; Silic, para avivar la

8 2 KL OBITBRIO MlÉDIOO.

supuración y limitarla, apresurando la abertura del tumor, asi como para agotar la supuración; Phosph. cuando Silic. no basta para agotar la supuración y ésta es saniosa, fétida, y hay recar­gos vespertinos.

En los casos en que se declare la gangrena, por la violencia de la inflamación, Laches, es el mejor medicamento para limitarla y hacerla desaparecer; si no bastase, Ars. completará su acción.

Para la mancha que resta en la piel en los casos de resolución, ó después de la cicatrización, convienen: Laches,, si es de color violáceo, y si no basta, dése Sepia; cuando es de color amarillen­to, Phosph.; oscuro, Sep., j marmóreo oscuro, Tkuja, etc.

Tales son los medicamentos más generalmente indicados con­tra la extravasación de sangre en los grandes labios en las mu­jeres embarazadas, entre otros muchos que sería prolijo enume­rar. Bien elegidos, bastan de ordinario para la pronta curación de esta enfermedad.

PAZ ALVABEZ.

C L Í N I C A .

FIEBRES INTERMITENTES. ¿Es la quina el especifico de las fiebres intermitentes? Así lo

declara la escuela alopática, fundada en que este medicamento, en algunos casos, cura las intermitentes, si bien en los más corta las calenturas, como vulgarmente se dice, para que luego vuelvan á aparecer; esto, sin contar otros muchos que se mani­fiestan desde luego rebeldes á la acción del antitípico por exce­lencia.

La escuela homeopática, que no admite específicos para nin­guna de sus enfermedades, niega también la virtud específica de est« medicamento para la curación de las intermitentes, pues uno de los principales axiomas es que para que un medicamento desarrolle su acción curativa, es necesario que produzca en el

KIi OBITXBIO U¿DI0O. 83

hombre sano los síntomas que se tratan de combatir; y como esta enfermedad se presenta con múltiples y variados síntomas, es lógico negar que la quina pueda curar toda clase de fiebres inter­mitentes. Bien es verdad que este medicamento tiene un síntoma característico de esta enfermedad, cual es la periodicidad de los accesos; pero este síntoma por si solo no basta para considerar indicado aquel medicamento en toda clase de enfermos ; las indi­caciones se han de tomar del tipo de las fiebres, de la hora de los accesos, del orden y carácter con que se presentan los estadios. Sirvan de ejemplo los dos casos que voy á citar, ambos refracta­rios al sulfeto de quinina tomado á dosis alopáticas. El primero es el de un niño de siete años, que hace dos padecía las calentu­ras. Al principio fueron tercianas; se administraron al enfermo varios preparados de quina, pero inútilmente, porque los accesos se repetían tan luego como dejaba de tomar el medicamento. Te­miendo 8U8 padres que el tomar tanta quina pudiera ser perjudi­cial al niño, decidieron no darle más medicinas y dejar á la na­turaleza la curación de la enfermedad; un año iba trascurrido, cuando las intermitentes tomaron forma de cuartanas, moles­tando sobremanera al enfermo. Creyóse entonces que el cambio de clima podría influir favorablemente en el curso de la dolencia, y trasladaron el niño á cincuenta leguas del punto donde había contraído la enfermedad; todo fué inútil: las intermitentes con­tinuaban con la misma rebeldía, y el niño volvió á Madrid, donde tuve ocasión de verle por el mes de Octubre último. Los sínto­mas que presentaba el enfermo eran los siguientes: El acceso se iniciaba á las nueve de la mañana por ligeros escalofríos, segui­dos inmediatamente de un calor intenso, sed inextinguible, vómi­tos de alimentos y de un líquido acre, frecuentes ganas de orinar y emisión abundante de orina; pasado este estadio, que duraba de cuatro á cinco horas, aparecía un sudor frío, y el niño desper­taba pidiendo de comer. Le prescribí Ars. 3.* trit. para tomar tres dosis al día; el acceso siguiente fué más corto, y en IQS días sucesivos fueron remitiendo los síntomas hasta quedar comple­tamente curado después de un mes de tratamiento.

El segundo caso es el de un joven de veinticinco años que hacía

8 4 EL OBITKBIO MEDICO,

nueve meses que padecía tercianas y habia tomado mucha qui­nina sin resultado alguno. Este enfermo tenia el acceso hacia las dos de la tarde, j se sentía mal antes de esta hora, si antici­paba la de la comida, que tenía lugar á la una. El frió, el calor y el sudor, nada ofrecían de particular sí no era una fuerte cefalal­gia que sentía en el estadio del calor, y un delirio locuaz tan extraordinario, que no podía entrar nadie en su cuarto á verle, porque se exacerbaba su locuacidad. Di á este enfermo la Ipec. y la Nux. »., y nada conseguí. Estudié nuevamente los síntomas, y encontré que Lach. era uno de los medicamentos más indicados; en efecto, le prescribí una dosis, 30 dil. y con gran admiración mía y del enfermo, no volvió á tener éste otro acceso. Otros hechos pudiera citar de curaciones obtenidas por la Ipec, por la Puls. y por otros medicamentos, pero bastan los indicados para probar que en buena doctrina homeopática no hay específico para las intermitentes; que la indicación del medicamento se ha de tomar del conjunto de síntomas, y que pierde el tiempo muchas veces el que, por no fijarse en ellos, da el Ckininum mlf. siempre que advierte la periodicidad en los accesos.

V. V.

ALGUNAS INDICACIONES

'SOBRE

TERAPÉUTICA Y MATERIA MÉDICA, POR EL DOCTOR RIÑO Y HURTADO.

CONCLUSIÓN DBL ARTÍCULO VIGÉSIMO NONO.— Sulphur.

Estudiándolo nosotros sobre el hombre sano como estudiamos preventivamente todas las sustancias cuyas virtudes medicinales queremos consultar en nuestros tratamientos, formamos de su acción pura y patogenética un cuerpo de datos y de indicaciones que nos orienta de sus preferencias y electividades vitales y nos guia después en su aplicación acertada y feliz. Por este estudio

EL OBITEBIO M^OIOO. 8 5

vemos confirmada y explicada la antigua opinión sobre su in­fluencia especial en las alteraciones morbosas de la piel. Le ve­mos provoQar una picazón particular en toda la superficie cutá­nea, con manifiesta voluptuosidad cuando se la rasca; picazón que crece notablemente por el calor de la cama, desenvolviendo al mismo tiempo diferentes erupciones en su mayor parte papulo­sas, algunas vesiculosas y con frecuencia parecida sá las que constituyen la sarna; los diviesos y forúnculos son también con­secuencia frecuente del uso del azufre, como á veces son el resul­tado de los baños de agua de mar.

Las membranas mucosas, continuación natural, como todo- el mundo sabe, de la piel, sienten igualmente y de la manera más intensa, la influencia de este agente, con particularidad las de los ojos, los bronquios, la uretra y el recto. La sensación de quema­dura con prurito y exudación mucosa son en ellas síntomas carac­terísticos de esta influencia. Después de esta acción tan manifies­ta sobre el cor ion externo é interno al azufre le vemos producir:

1." Un marcado aflujo de sangre hacia la cabeza; casi todos los experimentadores acusaron un sentimiento de plenitud, de dolor y de calor en ella, con vértigos á veces, y la apoplegía fué más de una vez la consecuencia natural é inevitable del abuso ó uso impremeditado de las aguas sulfurosas. Igualmente produce • una inflamación erisipelatosa dé la nariz.

2." Los órganos genitales sienten también una excitación ma­nifiesta hasta el extremo de inflamarse perceptiblemente, y en algunas mujeres se nota con su uso una menstruación más abun­dante con sangre coagulada, viscosa y negra.

3.* La misma acción laxante que se le atribuye sobre el tubo digestivo á dosis masivas, se convierte en constipativa á canti­dades moderadas en un gran número de ocasiones.

4." Repetidos experimentadores han notado su acción muy viva sobre los músculos^ en términos de sentirse afectados seria­mente de reumatismo, con alguna fiebre, insomnio pertinaz y otros síntomas, que no dejaban duda alguna de su tendencia reu-matismal, manifestándose á veces una tumefacción dolorosa de la lengua.

86 - EL CRITERIO MEDICO.

Hahneraami, en sus Enfermedades crónicas], anota más de mil síntomas pertenecientes á esta poderosa sustancia, sin cuyo cono­cimiento no tendremos base suficiente para usar atinadamente tan importante medicamento. Según su teoría sobre la Psora, teoría fuertemente combatida hoy, máxime después de haberse generalizado la idea de que el ácarus es la causa inmediata de la sarna, síntesis de la enfermedad miasmática primitiva llamada lepra y embrión de las siete octavas partes de los padecimientos crónicos que afligen al hombre, el azufre ocupa un lugar preemi­nente y necesario entre los específicos apropiados para comba­tirlos. ,

Bien saben todos los homeópatas que, á pesar de la inquebran­table verdad de la • ley homeopática, nuestro respetable maestro encontró la necesidad de preferir el mercurio en el tratamiento de la sífilis; el thuja occidentalis y el ácido nítrico en el de la sicosis, y el azufre en el de la psora; porque, según afirma en su admira­ble obra citada, dedicó á la averiguación de este enigma una serie dilatada de años, viendo la ineficacia flagrante de aquélla, en cu­yos trabajos el dispensador de todo bien, dice, le permitió llegar por meditaciones asiduas, investigaciones infatigables, observacio­nes fieles y experiencias de la más perfecta exactitud á la resolu­ción de esta tan grande dificultad. Este punto de la ciencia cons­tituye hoy un problema tan complicado y de tan difícil solución, que ínterin la experiencia no nos apronte sus definitivas enseñan­zas, habremos de sometermos por deber y por conveniencia alas conclusiones de tan esclarecido y afortunado experimentador.

Por más que algunos casos de desaparición de la sarna simple por aplicaciones externas parasiticidas no sean seguidos de re­sultados funestos, como hemos observado más de una vez, y como afirman autores tan respetables como Hebra y Erasmo Wil-son, no por eso es menos cierto el peligro de la retropulsion en esa multitud de erupciones cutáneas, tina, costra láctea, her­pes , etc., etc., modulaciones ó variedades genuinas de la misma sarna. Por tanto, no es posible olvidar una verdad que está reco­nocida y que cada vez se afirma más y más en la aceptación pú­blica, y que consiste en el hecho de que numerosas afecciones cu-

EL OMTERIO MÍDIOO. 87

táneas son manifestaciones externas de un vicio ó de una diátesis constitucional.

El número infinito de estas enfermedades crónicas no venéreas y la increíble variedad de los síntomas que revisten, enseñaron á nuestro respetable maestro la necesidad de recurrir á un gran­de niimero de sustancias, más ó menos relacionadas en sus efec­tos puros con los del antipsórico por excelencia de que nos va­mos ocupando, y que con el nombre de antipsóricas son conocidas desde sus inolvidables elucubraciones, para emplearlas después del azufre y cuando se toca su insuficiencia, con sujeción siem­pre á la ley de la similitud. En todas las afecciones que provienen de erupciones cutáneas suprimidas, ó en las que alternan con ellas el azufre, es, por la unánime confesión de todos, el re­medio fundamental. El Doctor de Mussy, que tanto se ocupa de la diátesis herpética, á la que se refiere tan gran número de en­fermedades locales y habituales, proclama, como el más eficaz tratamiento de las afecciones guturales y laríngeas crónicas, el uso de Agvas Buenas, que, como todo el mundo sabe, son fuen­tes sulfurosas, teniéndolas como las tiene por manifestaciones genuinas del herpetismo. Lallemand concede también la prefe­rencia á los baños sulfurosos para la curación de una multitud de dolencias, de manifestaciones diferentes, pero que se refieren en su origen al mismo vicio constitucional. El Doctor Qasanova sostiene que los casos refractarios á las aguas de Harrogate son aquellos que, aunque semejantes á los que se curan por ellas, no están, sin embargo, relacionados con la supresión del exantema. Finalmente, bien sabido es que en la gota crónica, el reumatis­mo y la escrófula, diátesis morbosas en las que la piel está tan frecuentemente interesada, el azufre obtiene la primacía entre todos nuestros medicamentos, mientras que en otras igualmente constitucion,ales, como el cáncer, la raquitis, la tuberculosis, que no ofrecen esta dependencia, ocupa un lugar demasiado secun­dario.

Sin detenernos más en estas consideraciones, que, la verdad, no.son del todo estériles, y sin ocuparnos tampoco más de la ac­ción patogenética de esta sustancia, parécenos conveniente hablar

88 EL OHITEBIO Hl̂ DIOO.

ya de sus aplicaciones terapéuticas, objeto preferente de nuestra

atención, y punto objetivo de todas nuestras aspiraciones. En el próximo artículo, pues, daremos vado á estas consideraciones de aplicación.

PKDBO RIÑO. Badajoz y Febrero de 1877.

MATERIA MÉDICA.

CROTALUS CASCABELLA.

(CONTINUACIÓN.)

Vientre. Presión en todo el vientre hacia el ombligo. Panzadas presivas en el vientre. Sensibilidad excesiva del vientre. 140. Sensación de ligaduras alrededor del vientre.

Región umbilical. Dolor transversal en la región umbilical con sensación como si al­

ternativamente distendiesen y pellizcasen esos tejidos. Hipogastro.

Dolores en el bajo vientre, bebiendo agna fria. Peso enorme en la región hipogástrica.

Intestino recto.

Prolapsus del recto, durante diez minutos.

Hígado.

145. Sensación como si hubiera una clavija en la parte media del hígado.

Dejecacion.

Cámara como clara de huevo, al cabo de muchos esfuerzos, y te­nesmo.

Diarrea amarillenta. Estreñimiento.

Urinación. Emisión involuntaria de orina, durmiendo. 150. * Orina copiosa. * Orinas abundantes.

EL OKtTERIO MáoiOO. 89

Útero. Flores blancas. Malestar durante las reglas, y mal humor porque las tiene. Metrorragia por la mañana; la sangre es de color rojo muy encen­

dido. Este efecto cesa súbitamente á las tres de la tarde. 155. Metrorragia intermitente dos veces por día y alternando con

ataques de enajenación mental; el color de la sangre es de un rojo muy encendido.

Punzadas en la matriz y en el ano, como si hiriesen esas partes con un cuchillo, mayormente cuando se lava con agua fría.

Violentas punzadas en la matriz, lavándose con agua fria ; peso en la matriz y punzadas terribles cuando se lava con agua caliente.

Laringe. Extinción de la voz.

Tos.

Tos seca, causada por cosquilleo en la garganta, por la noche.

Expectoraciones.

160. Expectoración sanguinolenta, mezclada con mucosidades es­pesas.

Expectoración de sangre negra. Expectoración verdosa, por la mañana.

Tórax.

Dolor en el pecho que penetra hasta el dorso. • Los dolores del pecho y de los brazos se aplacan á las siete de la

noche. 165. Sensación como si hubiese agua en el pecho, con muchos es­

fuerzos para vomitarla, y desfallecimiento con sensación como si el co­razón estuviese sumergido en un líquido.

Clavícula.

Dolor en la clavícula derecha. Dolor osteócopo en la clavicula izquierda con hinchazón.

Axilas. Punzadas debajo de la axila derecha, como si hubiesen herido esa

parte con dos puñaladas sucesivas; se suspende la respiración; el dolor se siente también en el pecho.

Costados.

Dolor en el costado izquierdo. 170. Dolor en el costado izquierdo cuando se respira después de

haber bebido. Punzadas en el costado (¿cuál?).

90 EL CRITERIO líiviOO.

Corazón. Palpitaciones de corazón. Palpitaciones de corazón y fatiga voluptuosa cada vez que alguno

Be coloca al lado derecho de ella.

Mamas.

Dolor encima de la mama derecha. 175. Mancha circular, negra en la parte superior, colorada en la in­

ferior, entre una y otra mama. Sensación debajo de las mamas, como de úlceras internas.

Respiración. * Bespiracion tranquila.

Sufocación. Sufocación y miedo do que este efecto se repita. 180. Sufocación aumentada. Le parece que falta aire en la casa.

Cuello,

Tracción desde el cuello hasta el epigastrio. Tensión dolorosa en las partes laterales del cuello al volver la cabeza.

Carótidas.

Siente repetidas veces que la sangre sube por las carótidas; en se -guida se manifiesta una sensación de desfallecimiento; y por último, sensación como si hubiese una válvula que se abriera.

• Yugulares.

185. Dolor en las yugulares al mover el cuello. • Sensación de plenitud en el trayecto de las yugulares, la cual se

extiende en seguida á los costados y detras de la nuca.

Omóplato.

Sensación de contusión en la parte interna del omóplato derecho.

Espaldas. .

Dolor interior entre una y otra espalda. Dolor [continuo de contusión entre una y otra espalda, y á veces

punzadas lentas y rítmicas cuando echa el cuerpo para atrás, como si se hubiera fracturado una vértebra,

190. Dolor reumático en la espalda derecha.

Dorso. Frió en el dorso. Frió en el dorso, después de haber comido.

Espina dorsal.

Punzadas en la espina dorsal, como si clavaran alfileres.

KL OBITEBIO UÍDIOO. 91

Psoas.

Dolor á modo de punzadas en el gran psoas.

Región lumbar.

195. Peso doloroso en los lomos. Dolor en la articulación lumbo-sacra.

Extremidades superiores.

I * Adormecimiento de los brazos; gotitas de sangre por la nariz. * Brota sangre de una pústula que hay debajo del brazo (¿de la

mano mordida?). Debilidad de los brazos. 200. Calambres en los brazos, como si los uervios estuvieran anu­

dados en la sangría. ' * Dolores en los brazos, é inquietud. * Dolores más fuertes en los miembros torácicos, que no dejan un

momento de descanso al enfermo en medio de su gran postración. Fatiga de los brazos y de las piernas. * Hinchazón y dolor del brazo de la mano mordida.

Godos.

205. Dolor en el codo (i cuál ?) como si tirasen de los huesos. Dolor en los codos.

Carpo.

Dolor reumático en la muñeca izquierda.

Manos,

Dolor en el Hueco de la mano. * Dolor en la palma de la mano , que se propaga hasta la muñeca. 210 * El dolor y la hinchazón de la mano mordida se propagan, al

cabo de hora y media, al antebrazo. Efélides de^color amarillo subido en elj dorso de la mano derecha. Frió en las manos. * Hinchazón de la mano mordida; la sangre gotea de la herida. * Hinchazón excesiva de la mano, al cabo de una hora; sensación de

frió en la misma mano, en las piernas y en los pies. 215. Temblor de las manos.

Dedos.

Color azul de la punta de los dedos de las manos. Escozor en la punta de los dedos. Estremecimiento de los dedos. Las últimas falanges (¿de los dedos de la mano mordida?) están

como si las hubieran quebrantado.

92 EL CRITERIO M^DIOO.

Uñas.

220. Ufias coloradas. Las uñas están despegadas.

Extremidades inferiores.— Caderas.

Presión en la cadera derecha, como si la oprimiesen con la hoja de

un cachillo.

Muslos.

Ardor en los muslos. Comezón en los muslos. 225. Tensión aguda en el muslo derecho con parálisis momentánea

de todo el miembro.

Piernas.

Ketraccion de las piernas desde las caderas hasta los pies, con dolor

calambroideo. Sensación de encogimiento de la pierna derecha, desde la cadera

hasta el talón, y claudicación producida por la ilusión de que la pierna es más corta que la otra,

(Se continuará.)

VARIEDADES.

PKEMIO MERECIDO.— La Real Academia de Medicina ha concedido el premio de 10.000 rs . , del legado de D. Pedro María Eubio, á la obra de Hidrología Médica de nuestro querido amigo D. Anastasio García López. Esta distinción es tanto más honrosa para el autor, por cuanto sus ideas sobre doctrinas médicas que la Eeal Academia re­chaza y las críticas enérgicas que en ocasiones ha publicado el Dr. Gar­cía López de sistemas y de personas, no eran circunstancias las más abonadas para que pudiera contar con numerosas simpatías en el seno de la mencionada corporación, que en la ocasión presente ha dado una prueba de tolerancia y de justicia al premiar la obra del Sr. García López, no obstante los conceptos pertenecientes á la escuela homeopá­tica que en ella resaltan, probando este hecho al mismo tiempo su gran mérito bajo el punto de vista práctico de la hidrología médica, que constituye su objeto principal y casi exclusivo.

E L CRITERIO MÉDICO felicita á su antiguo y laborioso redactor por la obtención de premio tan merecido y con tanta justicia adjudicado.

EL ORITKEIO MEDICO. 93

TRATAMIENTO DKL TÉTANOS POR LA CALMA ABSOLUTA.—El doctor de

Renzi, vista la inutilidad de los remedios preconizados contra el téta­nos, se decide completamente por la expectación en tan terrible enfer­medad, y proclama él reposo absoluto. De tres casos de tétanos gravo que ha tratado con el reposo absoluto, han curado dos. Según el citado profesor, debe colocarse á los enfermos en una habitación oscura y ais­lada, evitándoles todo ruido y excitación, aun la que pudiera produ­cirse por la alimentación y las bebidas, para lo cual hay que suminis­trárselas sólo á grandes distancias unas de otras. Condena las inyec­ciones de curare y doral como ineficaces, y dice que el doral ataca á la respiración, ya comprometida por la enfermedad. El reposo absoluto constituye para él el medio más oñcaz; y en cuanto & la amputación del miembro herido como preventiva del tétanos traumático, declara que es inútil, y que no sirve más que para irritar los nervios de la re­gión donde se practica la amputación..

Ni puede habef mayor claridad, ni demostrarse más la inutilidad de la terapéutica alopática en el tratamiento del tétanos, que en lo dicho por el Dr. de Benzi.

D B LA INUTILIDAD DE LA SECCIÓN D E L F R E N I L L O D E LA LENGUA

BN LOS REOIKNNAOIDOS. — El Dr. BaiUy, de París , cree que la sección del frenillo de la lengua en los reciennacidos es completamente inútil, y hasta puede ser peligroso si se escindo la parte profunda que tiene vasos importantes. Según este profesor, el frenillo no tiene influencia alguna sobre la succión y articulación de las palabras. Por lo que toca á la succión, nótase frecuentemente que un frenillo, por pronunciado que sea, no se descubre hasta después de varios dias del nacimiento, durante los que el niño no ha dejado do mamar. A veces, ademas, sólo al cabo de varios meses hace descubrir la casualidad esta disposición en niños bien constituidos y robustos; lo cual prueba que, bajo el punto de vista de la lactancia, no tiene inconvenientes. Mr. Bailly se inclina á creer que el reproche del frenillo no tiene razón de ser por lo que con­cierne á la articulación de las palabras. Aunque sobre este i\ltimo punto posee datos menos completos, cita el caso de una mujer de 26 años que no tiene vicio alguno de pronunciación, aunque su lengua no pue­de pasar de la arcada dentaria.

Estamos completamente de acuerdo con el Dr. Bailly, y los estudios que sobre esta cuestión hemos hecho confirman en un todo la opinión del comprofesor alópata, así por lo- que se refiere á la succión como á la pronunciación.

LA PILOOARPINA, ALCALOIDE DEL JABORANDI.— Mr. A. W. Gerard

ha publicado en The Pharmaceutical Journal un artículo, en el que da

94 EL OBITERIO MÍDIOO.

cuenta de haber conseguido la separación del jaborandi de un alcaloide que denomina pilocarpina. Medio grano de este alcaloide produce todos los efectos del jaborandi. El método para su separación es el siguiente: Prepárese un extracto pastoso, ya de las hojas ó corteza, con cincuenta por ciento de alcohol. Cuezase en agua, fíltrese y lávese después. Luego se procede á evaporar el liquido filtrado hasta que se forme un extracto blando al que se añadirá prudentemente amoniaco en pequeño exceso; agítese bien con cloroformo, sepárese la solución de cloroformo, y há­gase la evaporación; el residuo de ésta es el alcaloide, la pilocarpina, que tiene probablemente una pequeña cantidad de impurezas. Ademas del alcaloide, contiene el jaborandi una resina acre, ácido tánico, aceite volátil y olorofilo. La resina acre es soluble en el éter, y posee propie­dades que indican es la sustancia que produce los efectos de la aplica­ción sobre la piel del jaborandi.

Obtenido ya el alcaloide del jaborandi, podrán estudiarse mejor los efectos de tan importante sustancia, cuyas aplicaciones aumentan de dia en dia. Nuestros comprofesores americanos trabajan constantemente en la experimentación pura de este medicamento, y creemos no tarden en proporcionarnos una rica patogenesia del mismo.

INGBNÜIDAD HOMKOPATIOA.—Con este epígrafe publica un periódico un suelto de L'Art Medical de Bruselas, que dice: « Hace pocos dias vimos una fórmula de un médico homeópata (stc) muy conocido, prescri­biendo á un cliente atacado de neuralgia, la nitroglicerina á la tritura­ción. Deseosos dé conocer el procedimiento que para triturarla habia usado el Farmacótico, pues la receta estaba preparada y sellada, le pre­guntamos cómo hacía para triturar este medicamento con el azúcar de leche sin que volara la farmacia en mil pedazos.

El Farmacéutico, con su aplomo imperturbable, nos respondió: «Como el triturar este cuerpo tan explosible os sumamente peligroso, hemos dado el azúcar solamente.»

Si el Médico homeópata que administraba la nitroglicerina para curar una neuralgia ignoraba las propiedades de aquélla, deber era del far­macéutico el habérselo advertido en lugar do despachar unos papeles de azúcar de leche, por los cuales cobrarla indudablemente una regular cantidad. ¡Y luego se extrañarán de que loa médicos homeópatas quie­ran preparar los medicamentos por si mismos 1

DATOS DE UN PEUIÓDIOO DE FARMACIA EN PAVOR DE LA HOMEO­PATÍA.— Un periódico de Farmacia, hablando del análisis espectral, dice «que con él se han llegado á evidenciar cantidades tan infinita­mente pequeñas como representa una millonésima de miligramo.»

Mal parados dejará esta aserción á los que, auxiliados por la Quí-

SL OBITBBIO U^DIOO. 95

mica, afirmaban magiatralmente que ésta no habia descubierto nada en los glóbulos homeopáticos, cuando otros, quimicos también, aseguran que por la espectroquimia se puede hallar una millonésima de miligra­mo; es decir, que en los glóbulos homeopáticos se encuentra algo.

CRÓNICA QUINCENAL.

Un corresponsal del periódico el Standard ha enviado á este diario político detalles interesantes sobre la deplorable organización de los auxilios que los turcos prestan á sus hermanos heridos en los campos de batalla. Ha visto acumulados en una habitación, suficiente apenas para contener cincuenta individuos, más de cien heridos. Un olor inso­portable reinaba en aquella habitación. La mayoría de aquellos desgra­ciados hablan sido heridos por balas ó pedazos de proyectiles; la mi­noría, por arma blanca. Casi todos .tenían heridas muy graves, y hablan llegado del campo de batalla en un estado lastimoso; ninguno habia recibido socorros quirúrgicos. Las esquirlas y los proyectiles estaban aún en el fondo de las heridas, aprisionados por curas hechas con per-cloruro de hierro. El arsenal del cirujano dejaba mucho que desear. Asi, para la irrigación de las heridas no tenía más que una pequeña jeringa de cristal; y estaba tan mal provisto de instrumentos, que muchos enfermos morían de hemorragias entre sus manos. Felizmente un jó ven cirujano austríaco, el Dr. Lichstenstein, llegó al hosfíital y regaló al operador una caja de amputaciones. Debian esperarse, sin duda, seme­jantes horrores; pero lo que hay de más sorprendente en el relato del corresponsal del Standard, es el valor de aquellos desgraciados, su re-signadion, su agradecimiento. A presencia de dicho corresponsal se amputó un muslo á un soldado sin cloroformizarle, y durante toda la operación fué tranquila ó impasible la expresión del enfermo. , —Los médicos que practican la Homeopatía actualmente en Fran­

cia son unos 300, poco más ó menos; 70 en París y 230 en los depar­tamentos.

Actualmente hay en Francia 14 farmacias homeopáticas especiales: ocho en Par ís , dos en Lyon, dos en Burdeos, y dos en Marsella.

Hay asimismo algunos veterinarios homeópatas. Tres hospitales homeopáticos existen en Francia: dos en París y

uno en Lyon. —Durante el año de 1876 se practicaron en el Hospital Oftálmico

Homeopático de New-York las siguientes operaciones: 3,235 en los ojos; 980 en los oidos, y 287 en la garganta, formando un total de 4.602 operaciones practicadas á un número igual de pacientes. Loa

96 El, CRITERIO MÍDIOO.

operadores homeópatas, encargados de las afecciones quirúrgicas en dicho hospital, son los doctores Alien, Liebold, Houghton, Hilles y Norton. Este establecimiento homeopático es uno de los más florecien­tes con que cuenta nuestra escuela en los Estados-Unidos.

—En Gallows Hill, á una milla próximamente de Washington, exis­te el primero y único horno crematorio de los Estados-Unidos. Es todo de ladrillo, de un piso de a l to , y cpn techo formado de planchas de hierro; tiene tres chimeneas y dos habitaciones; en la primera, llamada de recepción, hay un catafalco pequeño y unas sillas alrededor para que se sienten algunos de los que han acompañado el cadáver y pre­sencien la cremación : la segunda, llamada sala de cremación, es de siete pies y medio de larga'; debajo de ella están las tres chimeneas ú hogares, que se llenan de cok y que producen la incineración; las ce­nizas del cadáver se recogen en una caja de cristal en la sala de recep­ción, cuya caja tiene inscrito el nombre del muerto y su fotografía.

—En una comunicación que recientemente ha dirigido á la Sociedad de Medicina de Tolosa el Dr. Jhoules, de Soreze, hablando del crup, se declara partidario de la analogía entre esta enfermedad y la fiebre in­termitente perniciosa, por lo que no titubea en administrar en dicha enfermedad enormes cantidades de sulfato de quinina.

—Con motivo de las nuevas elecciones municipales, excita El Siglo Médico al nuevo Ayuntamiento á que, ademas de que se estudien por la Junta Municipal de Sanidad las causas de insalubridad de Madrid, que no son sólo los cementerios , se evite también la construcción de casas de vecindad próximas á los hospitales, como parece que se trata do edificar ahora en el terreno de la parte derribada del Hospital ge­neral.

— Ha sido concedida á D. Francisco Méndez Alvaro , director de nuestro aprociable colega El Siglo Médico, la gran cruz de Isabel la Católica, en recompensa de los servicios prestados en'la Conferencia sanitaria internacional de Viena.

— Por el Ministerio de la Gobernación se ha publicado una Eeal or­den disponiendo que para los enfermos que profesen el culto reformista se destine en cada uno de los hospitales de la nación, sostenidos de fon­dos del Estado, de la provincia ó del Municipio,una sala donde puedan ser acogidos los enfermos que profesen el culto reformista, asi como también ser auxiliados por sus ministros, sin ocasionar perturbación ni violentar la conciencia de los demás.

— Hemos recibido la visita del nuevo colega El Porvenir de las Ciencias. Le damos las gracias por su atención y le deseamos larga vida. 1

MXDRID, 1876.—IHPRENTA T ESTEBEOTIPIA BK ARIBAÜ T C , SBCESORES UF. nivADEKErh»,

IMPRESORES DE C Í M A A A DE S. M.,

«alio del Duque de Osuna,número Z.