Cooperar al Desarrollo y Desarrollar la Cooperación: Desafío post 2015

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Jairo Agudelo Taborda (Editor) Cooperar al desarrollo y desarrollar la cooperación: Desafío post 2015

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Jairo Agudelo Taborda (Editor)

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COOPERAR AL DESARROLLO Y DESARROLLAR LA COOPERACIÓN:

DESAFÍO POST 2015

Jairo Agudelo Taborda (Editor)

4 Jairo Agudelo Taborda (Editor)

Cooperar al desarrollo y desarrollar la cooperación: Desafío post 2015Cooperar al desarrollo y desarrollar la cooperación: Desafío post 2015 / Jairo Agudelo Taborda, editor.-- Cartagena: Universidad de San Buenaventura, Escuela Latinoamericana de Cooperación Internacional para el Desarrollo, 2013. Descripción física: 176 p.: il., cuad., graf., tablas; 23 x 16 cm. ISBN: 978-958-8590-33-2

1. Cooperación al desarrollo - Unión Europea y América Latina, 2. Cooperación internacional educativa, 3. Estrategias de Cooperación - Colombia, 4. Gestión del riesgo – América Latina, 5. Inmigrantes musulmanes – Europa, I. Tit. II. Agudelo Taborda, Jairo

Dewey: 327.17 C776

Catalogación: Biblioteca Central Fray Antonio de Marchena OFM.

Cooperar al desarrollo y desarrollar la cooperación: Desafío post 2015

Jairo Agudelo Taborda - EditorEscuela Latinoamericana de Cooperación y Desarrollo –ELACID Universidad de San BuenaventuraColombia

@ Editorial Bonaventuriana, 2013.Universidad de San BuenaventuraCalle Real de Ternera Dg. 32 No. 30-966 PBX (5) 653 5555 – Fax (5) 653 9590 www.usbcartagena.edu.coCartagena – Colombia

Diseño de portada y diagramación: Deysy Ramírez RodríguezImpresión: MisterPrint

Aviso Legal

El autor es responsable del contenido de la presente obra.Prohibida la reproducción total o parcial de este libro por cualquier medio, sin permiso escrito de la Editorial Bonaventuriana. Derechos reservados de la Universidad de San Buenaventura.

ISBN: 978-958-8590-33-2Tiraje: 1.100 ejemplaresDepósito legal: se da cumplimiento a lo estipulado en la ley 44 de 1993, decreto 460 de 1995 y decreto 358 de 2000.

Impreso en Colombia - Printed in Colombia.

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Presentación ..................................................................................

Prólogo del Editor .........................................................................

Capítulo 1. La Unión Europea y América Latina: Tiempos de crisis, oportunidades de cambio. Jerónimo Ríos Sierra ........................................................................................

Capítulo 2. Cooperación y diálogo político euro-latinoamericano: ¿crisis o replanteamiento? Carlo Tassara ...................................................................................................

Capítulo 3. El Desarrollo frente al riesgo de desastres en América Latina y el Caribe.Gabriel Orozco Restrepo y Yuly Sierra Angel ..................................................

Capítulo 4. El rol de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) en el desarrollo y sus implicancias para la Cooperación Internacional en el ámbito de la educación. Andrea Evelin Pineda ......................................................................................

Capítulo 5. Inclusión del sector privado en las estrategias de Desarrollo para Colombia (2010-2014). Ibelis C. Blanco Rangel, Iris Cantillo y Katheryn Sánchez Baquero .................

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Contenido

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Capítulo 6. Inmigración y minorías islámicas en Europa: El futuro de la Democracia o ¿la Democracia sin futuro?Jairo Alberto García Oñoro................................................................................. 153

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A menos de mil días del examen de los Objetivos de Desarrollo del Milenio la cooperación y el desarrollo atraviesan un sendero difícil. En efecto, la crisis de varios de los países miembros de la Unión Europea y los rezagos de la crisis inmobiliaria en Estados Unidos de 2008, han traído consigo la disminución de los flujos de ayuda de los países desarrollados a las economías más pobres del mundo.

La caída en los flujos de la ayuda al desarrollo después del repunte de 2001, es un hecho innegable, particularmente desde Europa. En 2010, de los 24 miembros del CAD, 8 redujeron su ayuda. En 2011 fueron 16 países los que redujeron su ayuda, lo que parece ser un fenómeno altamente generalizado.En un contexto de elevados déficit en las cuentas públicas y de severos ajustes fiscales como el que atraviesa buena parte de los países de Europa, apuntaría a un retroceso inevitable en los flujos en los próximos años.

Esta situación es especialmente preocupante para regiones como América Latina la cual aún posee grandes retos de desarrollo por superar. El 2011, la AOD dirigida a esta parte del mundo apenas representó el 2,4% del total entregado.

Un elemento que se suma a esta situación es la decisión de varios de los donantes (entre ellos algunos de la Unión Europea) de eliminar su cooperación y cerrar sus delegaciones en diversos Países de Renta Media (PRM), especialmente en varios Latinoamericanos, para así focalizar la ayuda en los países más necesitados.

Presentación

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En general, la crisis económica y las decisiones de uso estratégico de la ayuda pueden hacer que esta región del mundo pierda la dinámica y vigor con que ha logrado disminuir la pobreza, elevar el nivel educativo e incrementar la esperanza de vida de la población. En el contexto de la crisis y el post 2015, se entretejen las relaciones de América Latina con la Unión Europea, en aspectos que este libro considera importante resaltar como son el riesgo de desastres, las tecnologías de la información y comunicación, la Responsabilidad Social y las minorías y la democracia.

En este sentido, este libro explora y analiza diferentes aspectos relacionados con la cooperación y el desarrollo teniendo en cuenta el contexto económico que vive la ayuda, con el objetivo de contribuir dentro de la construcción académica de la orientación de una ayuda internacional enfocada a cooperar al desarrollo y en desarrollar la cooperación, como principal desafío post 2015.

Así en el primer capítulo denominado La Unión Europea y América Latina: Tiempos de crisis, oportunidades de cambio elaborado por Jerónimo Ríos Sierra se plantea algunos posibles escenarios de entendimiento, cooperación y asociación, bajo el contexto actual, deseables para construir una asociación estratégica birregional entre la Unión Europea y América Latina. Su propuesta busca remarcar la importancia que puede suponer tal relación estratégica, construida a partir de los conocidos como acuerdos de asociación entre América Latina y la Unión Europea. Unos acuerdos que pueden suponer, en sí mismos, el instrumento óptimo para concitar cooperación al desarrollo, integración regional y cohesión social; tres instrumentos que, hasta el momento, no parecen haber acompañado con sus resultados las expectativas creadas. Para el autor, si dentro del contexto actual, la Unión Europea y América Latina optan por consolidar mecanismos eficientes de diálogo y acción conjunta en pos de un multilateralismo efectivo que permita transformar la crisis global en una oportunidad para la nueva relación estratégica birregional se produciría un avance importante.

Seguidamente, el profesor italiano Carlo Tassara en su aporte “Cooperación

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y diálogo político euro-latinoamericano: ¿crisis o replanteamiento?”nos presenta los antecedentes y las motivaciones de las relaciones entre la Unión Europea y los países de América Latina y el Caribe. En este segundo capítulo analiza la política de asociación estratégica entre las dos regiones, con énfasis en los logros arrojados a lo largo de las cumbres euro-latinoamericanas y en los aciertos obtenidos a través de la cooperación al desarrollo y la promoción de la cohesión social y el desarrollo territorial. Contiene igualmente algunas consideraciones sobre los cambios que se han producido en el escenario internacional y los nuevos desafíos que éstos representan para las dos regiones, y propone una reflexión sobre cómo se podrían replantear y actualizar los propósitos generales y los métodos de trabajo en el diálogo y las relaciones euro-latinoamericanas, el desarrollo ante el riesgo.

El tercer capítulo propone las principales herramientas que se tienen en la región Latinoamericana para la Gestión Integral del Riesgo de desastres donde los actores sociales e interinstitucionales deben ser los principales gestores para lograr el cambio de actitud frente a la ocurrencia de los desastres, pasando de una visión ligada a lo impredecible e inevitable a ser considerados como un problema vinculado a los procesos de desarrollo, y lleva por título El Desarrollo frente al riesgo de desastres en América Latina y el Caribe elaborado por Gabriel Orozco Restrepo y Yuly Sierra Angel. Se reconoce la necesidad de adoptar una cultura del riesgo como una de las medidas para la reducción de los desastres, abordando la influencia de los desastres que se han generado en la región y su impacto en el desarrollo, así como la necesidad de adaptación al cambio climático y las estrategias para la reducción del riesgo de desastres a partir de una efectiva gestión.

El cuarto capítulo El rol de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) en el desarrollo y sus implicaciones para la Cooperación Internacional en el ámbito de la educación, Andrea Evelin Pineda problematiza algunos vínculos construidos entre las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) y el desarrollo en la dinámica global actual, donde la llamada “Sociedad de la

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Información” (2008) se erige como una de las principales dimensiones que la definen. El objetivo del estudio se basa en describir de qué manera dichas relaciones interpelan a la Cooperación Internacional, específicamente en el ámbito de la Educación, a través de los discursos que se instituyen en la agenda internacional y que influyen decisivamente en programas de acción. Para ello, realiza un análisis de algunos documentos y programas que, a lo largo de la última década, se consideran significativos aportes para pensar el escenario contemporáneo. Finalmente, se propone algunos ejes de análisis sobre el rol de las TIC en el desarrollo para la Cooperación Internacional, en torno a seguir profundizando futuras investigaciones en el campo.

Luego, Ibelis C. Blanco Rangel, Iris Cantillo y Katheryn Sánchez Baquero tratan en el quinto capítulo el tema Inclusión del sector privado en las estrategias de Desarrollo para Colombia (2010-2014). Sus aportes plantean la entrada del sector privado en las diferentes estrategias de desarrollo en Colombia durante el período (2010 – 2014). Se revisan la Estrategia Nacional de Cooperación 2011-2014 (ENCI) y el Plan Nacional de Desarrollo (PND) para el período 2010-2014 específicamente en materia de desarrollo regional. De igual forma las autoras revisan la propuesta del Desarrollo Económico Inclusivo (DEI) del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) para mirar los puntos de relación entre estos y la temática sobre Territorios Socialmente Responsables. Los elementos en común encontrados reafirmaron la hipótesis inicial: la importancia del sector privado en las diferentes estrategias de desarrollo en Colombia.

Finalmente, en el sexto capítulo que lleva por nombre Inmigración y minorías islámicas en Europa: El futuro de la Democracia o ¿la Democracia sin futuro?, Jairo Alberto García Oñoro analiza el impacto que tiene el crecimiento de población musulmana en las políticas de algunos estados europeos y la compatibilidad entre Islam y Democracia, desde las bases doctrinales de cada una. Su diagnóstico parte del hecho de que en Europa existen en la actualidad, fuertes y numerosas comunidades musulmanas, mayoritariamente originarias

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del Norte de África y Medio Oriente. Lo anterior se constituye en un desafío para el espíritu laico de la Democracia en el viejo continente porque en términos generales, las manifestaciones religiosas son incompatibles con el carácter secular de esta forma de gobierno. Para el autor, si bien Europa puede tener marcados orígenes cristianos, debido a procesos como la Reforma Protestante y la Ilustración, la separación estado-iglesia se ha mantenido exitosamente.

Estos temas que hacen parte de los debates post 2015 son analizados en la presente obra, con la intención de buscar nuevas luces sobre la forma en que se coopera en un contexto convulsionado y lleno tanto de voces en pro como en contra del actual sistema de cooperación al desarrollo. De esta manera, la Escuela Latinoamericana de Cooperación y Desarrollo (ELACID) intenta contribuir modestamente a tan importante debate.

Definitivamente no se exponen soluciones ideales para tan cruciales problemáticas, sin embargo, si se da a conocer al debate académico abierto las propuestas que pueden por lo menos brindar un grano de arena en el diverso mundo de la ayuda al desarrollo.

Gustavo Rodríguez AlborCoordinador de InvestigacionesEscuela Latinoamericana de Cooperación y Desarrollo (ELACID)

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La cooperación internacional para el desarrollo nació en un mundo en crisis por efecto de la Segunda Guerra Mundial. Nació con bipolaridad congénita y sobrevivió gracias al multilateralismo que se ha venido consolidando desde 1945 hasta hoy. Por tal razón, las crisis le son connaturales; son su ambiente normal. En sus casi 68 años de existencia la cooperación internacional ha visto cambiar muchas veces su objetivo hasta llegar al desarrollo humano sostenible que se concreta hoy en los ODM. Sobre su logro la cooperación se está preparando para el examen del 2015 en la era de la unipolaridad decadente. Pero el 2015 es también una fecha de examen para el autodenominado centro del mundo: USA-UE. Ambas entidades políticas se han dado este plazo para superar sus respectivas crisis.

Pero en este binomio se resume también la mayor parte de la clásica cooperación Norte/Sur. Sólo que un polo es un Estado y el otro es una asociación de 28 Estados. Por una parte es campeona del unilateralismo y la otra es un “modelo” de multilateralismo. Si el multilateralismo es el seno materno de la cooperación internacional (Carta de la ONU), tal vez la nueva cooperación debería recuperar ese código genético potenciando más y mejor el rol de las regiones y de las sub-regiones. La cooperación birregional CELAC-UE podría ser pionera de tal proceso involucrando 60 Estados y mil millones de personas. Lo mismo vale para los actores sub-regionales (CAN, Mercosur, UNASUR, AEC y SIC, entre otros) en América Latina y en otras regiones del planeta

Este libro dedica la mayor parte de su análisis a la cooperación AL-UE en un período en el que las tendencias se invierten: crece AL y decrece la UE; se cuestiona la integración europea y renace la integración latinoamericana

Prólogo del Editor

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pero ambas con déficit de cohesión. Probablemente sea ésta la hora de la real asociación entre las dos regiones. Una asociación menos retórica y más proficua. Más política, culta, técnica y científica. A esto se refieren los ensayos de Jerónimo Rios, La Unión Europea y América Latina: Tiempos de crisis, oportunidades de cambio; y el de Carlo Tassara, Cooperación y diálogo político euro-latinoamericano: ¿crisis o replanteamiento?.

Por su parte, Gabriel Orozco y Yuly Sierra plantean las mismas expectativas pero referidas al binomio desarrollo-prevención de desastres en el ensayo El Desarrollo frente al riesgo de desastres en América Latina y el Caribe. Pero la nueva cooperación para el nuevo desarrollo comporta el uso de nuevas herramientas como lo propone Andrea Evelyn Pineda en su ensayo El rol de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) en el desarrollo y sus implicancias para la Cooperación Internacional en el ámbito de la educación.

Otra variable que este libro toma en seria consideración es la persistencia de la bipolaridad de civilizaciones entre Occidente y Oriente que se manifiesta en la diversidad religiosa y política en el seno mismo del Occidente cristiano y democrático a causa de los flujos inmigratorios en Europa como lo presenta el ensayo de Jairo García, Inmigración y minorías islámicas en Europa: El futuro de la Democracia. Entre los desafíos al orden del día para la nueva cooperación post-2015, ocupa un lugar importante la creciente necesidad de integrar cada vez más lo público con lo privado en la búsqueda de un mayor y mejor impacto en la efectiva promoción del desarrollo humano sostenible en países como Colombia donde lo privado ocupa el mayor espacio económico y social. No es tiempo de competición entre Estado y mercado. Las sociedades civiles (tercer sector) exigen complementariedad de los otros dos sectores pero con el timón político del Estado, sobre todo, tratándose de las aspiraciones de los ciudadanos en condiciones de democracia. De ello se ocupa en este libro el ensayo de Ibelis Blanco, Inclusión del sector privado en las estrategias de Desarrollo para Colombia (2010-2014).

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Como editor agradezco el esfuerzo de los autores de los textos monográficos en generosa y cualificada respuesta a la convocatoria hecha por el Grupo de Investigación de la Escuela Latinoamericana de Cooperación y Desarrollo (GIELACID) de la Universidad de San Buenaventura de Cartagena en convenio con la Universidad de Pavía (Italia) y de la Universidad del Norte. Todos ellos son docentes, investigadores y colaboradores de la ELACID. Su atenta labor nos permite compartir con la academia este producto que espero sea un aporte al análisis y a los debates que el contexto histórico suscita en torno a la cooperación internacional y al desarrollo.

Gracias.

Jairo Agudelo TabordaDirector Escuela Latinoamericana de Cooperación y Desarrollo (ELACID)Cartagena de Indias

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Introducción

El presente capítulo tiene como principal propósito plantear algunos posibles escenarios de entendimiento, cooperación y asociación que, a tenor del contexto actual, pueden resultar deseables a la hora de construir una asociación estratégica birregional entre la Unión Europea y América Latina.

La hipótesis fundamental que se plantea es la de remarcar la importancia que puede suponer tal relación estratégica, construida a partir de los conocidos acuerdos de asociación entre América Latina y la Unión Europea. Unos acuerdos que pueden suponer, en sí mismos, el instrumento óptimo para concitar cooperación al desarrollo, integración regional y cohesión social; tres instrumentos que, hasta el momento, no parecen haber acompañado con sus resultados las expectativas creadas.

LA UNIÓN EUROPEA Y AMÉRICA LATINA: TIEMPOS DE CRISIS, OPORTUNIDADES DE CAMBIO. 1

Jerónimo Ríos Sierra*

Capítulo 1

1 Agradecer especialmente al profesor José Antonio Sanahuja, Profesor Titular de Relaciones Internacionales en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, por su amabilidad y disposición a la hora de facilitarme el acceso a ciertos recursos bibliográficos que han servido para enriquecer notablemente este trabajo. Igualmente, a Jairo Agudelo, por su buena consideración al invitarme a participar en tan interesante trabajo académico.* Jerónimo Ríos Sierra es Docente de la Facultad de Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Santo Tomás - USTA (Sede Bogotá). Asimismo es Candidato a Doctor en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid. Email: [email protected]; [email protected]

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Para ello, en primer lugar, y con el objetivo de enriquecer una obra como ésta, particularmente centrada en América Latina, se plantea un análisis de la inmediata actualidad por la que transcurre, con importantes dificultades, el proceso de integración europea. Un proceso de integración que, a tenor de los interrogantes de la crisis y la falta de respuestas desde sus instituciones rectoras, debe redefinir el propio alcance y sentido de la Unión Europea, cuya proyección exterior debe, dadas las circunstancias, despojarse, de entre otras falencias, de su paternalismo tradicional con América Latina y de la proyección de su modelo como ejemplo arquetípico de integración.

Con posterioridad, el trabajo aborda la relación de la Unión Europea con el continente latinoamericano en los últimos veinte años, profundizando en cómo se ha evolucionado en la relación estratégica birregional. Así, se busca señalar las dificultades, debilidades, carencias y posibilidades de esta relación. Unas posibilidades que si bien algunas voces críticas consideran inviables, a tenor de los resultados arrojados tras dos décadas de intentos fallidos por consolidar una red de acuerdos de asociación que espolee las relaciones económicas y comerciales entre regiones y satisfaga los propósitos respecto de los principales objetivos de la Unión Europea en América Latina –integración regional y cohesión social-, parecen albergar nuevas esperanzas tras la Cumbre ALC-UE celebrada en mayo de 2010.

Con motivo de la misma, las posibilidades y la inclusión de mejores y mayores mecanismos de diálogo, cooperación, entendimiento y superación de escollos, han permitido relanzar las relaciones en el seno de la Comunidad Andina de Naciones (CAN), recuperar los intentos de asociación con el Mercado Común del Sur (Mercosur), y culminar los trabajos de asociación con Centroamérica. Ello, como se verá, puede suponer un punto de inflexión en la historia de las relaciones birregionales que puede quedar fortalecido si, dentro del contexto actual, Unión Europea y América Latina optan por consolidar mecanismos eficientes de diálogo y acción conjunta en pos de un multilateralismo efectivo que permita explorar nuevas fórmulas de

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gobernanza de la globalización o lo que es igual, transformar la crisis global en una oportunidad para la nueva relación estratégica birregional que satisfaga las demandas e intereses compartidos a ambos lados del océano Atlántico.

1. 1. La Unión Europea, potencia normativa en tiempos de crisis.

El contexto actual de crisis, desde septiembre de 2008 como punto de inflexión tras la caída de Lehman Brothers y la intervención multimillonaria estadounidense sobre la aseguradora AIG, ha llevado consigo una redefinición absoluta dentro del orden geopolítico de la posguerra fría (Katz, 2011). Una redefinición que ha trastocado la dirección y el sentido de buena parte de las direcciones y sinergias políticas y económicas globales así como las relaciones entre bloques regionales per se.

La Unión Europea, hoy por hoy, parece erigirse como el gran damnificado de dicha situación en tanto en cuanto, el alcance de la crisis actual ha cuestionado y puesto en entredicho buena parte de su andamiaje institucional, evidenciando una tesitura ad intra de respuestas encontradas, cuando no carentes, frente a una crisis que ha terminado por servir de implosión, en cierto punto, a un proceso de integración, político y económico, hasta el momento arquetípico.

El PIB del conjunto de la Unión Europea ha venido cayendo desde 2008 de manera más que notoria. Si la Unión Europea veía crecer su economía por encima del 3% en 2006 y 2007, en 2008 la recesión económico situó la tasa de crecimiento de la economía europea en un 0.3% y en un -4.4% en 2009. La expectativa para 2012 fue de valor cero (0.0%) y en la Eurozona, de un -0.3%, agravada, sobre todo, por la situación de la crisis en Grecia (-4.7%), Portugal (-3.3%), España (-1.8%) e Italia (-1.4%)2.

2 Para ampliar información al respecto, véase: http://epp.eurostat.ec.europa.eu/tgm/table.do?tab=table&init=1&plugin=1&language=en&pcode=tec00115

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Igualmente, la tasa de desempleo, desde febrero de 2011, en la Europa de los veintisiete, casi con una periodicidad mensual viene creciendo aproximadamente una décima porcentual, lo que supone haber pasado en apenas un año, de un 9.4% a un 11.1% de tasa de desempleo, muy alejada del 8.5% de inicios de 2009. En otras palabras, en apenas dos años el número de desempleados en la Unión Europea se ha incrementado en cerca de tres millones de personas, siendo especialmente grave la situación del desempleo en España (24.3%), Grecia (21.9%), Portugal (15.9%), Irlanda (14.2%)3.

Tan delicada situación ha servido para poner en el disparadero el propio proceso de integración europea, en el que la voluntad política de sus Estados miembros y el entramado institucional de la propia Unión Europea – Consejo Europeo, Consejo de Ministros, Parlamento Europeo y Comisión, en menor medida- ha devenido incapaz de articular una estrategia conjunta de adaptación y respuesta, alimentando a su vez la emergencia de posiciones euroescépticas, críticas con el modelo de integración, y hasta en algunos casos, acompañadas por discursos nacionalistas e incluso xenófobos. Ello se entiende, según Sanahuja (2012, 52), de acuerdo a “las cuatro crisis de la Unión Europea”, esto es, de “racionalidad, legitimidad, relevancia y viabilidad”.

El papel relevante de la Unión Europea en las últimas décadas dentro del orden internacional ha sido manifiesto a tenor del alcance de las inversiones europeas, el impacto global del comercio europeo, su papel protagonista como primer donante mundial en ayuda humanitaria y cooperación al desarrollo y su compromiso con la consecución de la paz y la defensa de los derechos humanos. Igualmente, es destacable la consecución de un modelo social de valores compartidos además de la obtención un ejemplo de integración erigido desde la solidaridad, la tolerancia y el aperturismo (Solana, 2003).

2 Véase: http://epp.eurostat.ec.europa.eu/tgm/table.do?tab=table&language=en&pcode=teilm020&tableSelec-tion=1&plugin=1

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Sin embargo, esta realidad, innegable, que ha servido para pensar en la Unión Europea como un posible agente impulsor de un nuevo orden internacional (Serra, 2003) capaz de limitar la condición hegemónica de Estados Unidos en el mundo (Nye, 2003) hoy se encuentra, cuando menos, en horas bajas.

Son varias las razones que, de manera conjunta, podrían favorecer entender por qué la Unión Europea, hoy por hoy, parece quedar tan alejada del actor protagonista global que cabría esperar

En la perspectiva interna, el proceso de integración europea ha venido desarrollándose sin una hoja de ruta claramente definida que permitiese conocer el verdadero horizonte hacia el cual quedaba orientado aquél.

En la última década se ha priorizado la incorporación de nuevos Estados (12); diez de ellos en 2004, tras el Consejo Europeo de Copenhague (2002) y la firma del Tratado de Adhesión en Atenas (2003) y dos más, Bulgaria y Rumanía, desde el 1 de enero de 2007. Igualmente, se ha materializado la Unión Económica Monetaria, que desde 2002, ha hecho del euro la moneda de curso legal en 17 de los 28 Estados miembros.

Sin embargo, paralelamente, la viabilidad del proceso de construcción comunitario ha ido caminando entre el desconcierto, el descontento y la incapacidad. Desde Maastricht, los resultados arrojados por Ámsterdam (1999) y sobre todo por Niza (2003) quedaron muy por debajo de las expectativas; el proyecto de un Tratado Constitucional para Europa (2004) arrojó la desconfianza y la falta de legitimidad a tenor de la negativa en referéndum de Francia y Holanda y, por último, el Tratado de Lisboa (2009) tampoco parece haberse convertido en el elemento dinamizador de la integración que parecía augurarse.

Por otro lado, el propio sentido del proceso de integración europea se

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ha vertido más económico que social y político a la vez que inmovilista. Es decir, pese a todo, la prevalencia decisoria del Consejo sobre el Parlamento o la Comisión, la persistencia de mecanismos inmovilistas dentro de los tratados europeos, como la prevalencia del derecho de veto y las Conferencias Intergubernamentales han sido constantes que han lastrado sobremanera el proyecto europeo y su capacidad para articular posibles respuestas conjuntas frente al difícil contexto actual.

Del mismo modo, se ha obviado el respaldo sine qua non de la solidaridad y el apoyo mutuo así como de la necesidad de establecer mecanismos de unión fiscal y de responsabilidad presupuestaria que fortaleciesen la integración. Ello, ha terminado por arrojar frente a la crisis actual a un Banco Central Europeo (BCE) inoperante – por voluntad de Francia y Alemania4 - en la labor de asistencia a las economías de la Unión más endebles y que por tal razón, hoy por hoy, quedan sometidas al interés de mercados y especuladores.

En cuanto a la proyección exterior de la Unión Europea, de la misma manera, inmovilismo e incoherencia han sido una constante en los últimos años. A la falta de compromiso con programaciones como la Estrategia de Lisboa (2000) o la Estrategia 2020 ambas erigidas desde la promoción de la identidad competitiva de Europa a partir de la cohesión social, el respeto medioambiental y la sociedad del conocimiento, cabría añadir una falta de previsión estratégica dentro del actual orden geopolítico multipolar (Agnew, 2005) en el que la economía europea, cada vez menos competitiva, ha encontrado nuevos rivales comerciales y mercados, como el asiático, que en algunos casos han comenzado a desplazar su posición dominante (Tamames, 2007).

4 Ello se entiende en la medida en que Alemania nunca quiso que el BCE renunciara a su herencia respecto del antiguo Bundesbank alemán. A su vez, Francia, sobre la base de un imaginario escéptico respecto de instituciones rectoras supranacionales, nunca aceptó un BCE al uso, como pudiera ser el caso de la Reserva Federal estadounidense.

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Más importante es si cabe, al respecto, la falta de resultados del Tratado de Lisboa como el instrumento de proyección exterior que, se esperaba, terminase por espolear la figura de la Unión Europea como actor global. Aquél confiere mayor coherencia, visibilidad y eficacia, sobre la base de dotar a la Unión Europea de personalidad jurídica en el exterior, una regulación organizada y un marco institucional verdaderamente común – a través de la creación de una presidencia estable del Consejo Europeo, de un Alto Representante de la UE para los Asuntos Exteriores y la Política de Seguridad y de un Servicio Europeo de Acción Exterior (Aldecoa y Guinea, 2008).

Sin embargo, pese a todo, las debilidades y contradicciones internas relacionadas con una acción exterior común europea siguen proyectándose en el exterior, en lo que Giddens denomina como “eurohipocresía” (Giddens, 2008, 286). La falta de liderazgo en las nuevas instituciones mencionadas, la inoperancia del Servicio de Acción Exterior, la proyección geopolítica poscolonial con intereses comerciales, económicos y de seguridad dispares, la ausencia de un ejército común, con voz propia en los procesos de peacekeeping y peacebuilding, o la incapacidad de articular respuestas conjuntas y coordinadas, tal y como sucedió en Irak o más recientemente en Libia resultan evidentes. Así, imbricando la dimensión interna del devenir del proceso de integración europeo con su proyección exterior, y tras un escenario como el actual, se puede entender la crisis de legitimidad y confianza de la que adolece la Unión, y por qué es prioritario redefinir el sentido de la Unión Europea tanto hacia dentro como hacia fuera.

Ad intra, sobre la base de mayores atenciones al componente democrático, de colaboración y ayuda mutua que fortalezcan la dimensión social y política de la Unión en detrimento de la economía especulativa en pos de una mayor y mejor integración comunitaria.

Ad extra, concitando esfuerzos en promover una proyección de la Unión que siga comprometida con el desarrollo, la erradicación de la pobreza, el mantenimiento de la paz y la consolidación democrática pero que a su

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vez apueste por la búsqueda de escenarios comunes de puesta en valor de estrategias compartidas frente a interdependencias globales.

El mundo necesita a la Unión Europea como la Unión Europea necesita al mundo, y ello no es óbice para, más allá de los intereses económicos, comerciales y geopolíticos, garantizar un compromiso fehaciente por el respeto a la diversidad, la coherencia con el desarrollo y la cohesión social. En tal exploración, como se dará cuenta a continuación, América Latina, por sus particularidades, puede devenir como un actor fundamental que sirva como factor transformador de una Europa que, como potencia normativa, hoy en día parece encontrarse en sus horas más bajas.

1.2. La relación de la Unión Europea con América Latina a lo largo de los últimos veinte años

Hasta la década de los años ochenta, América Latina resultaba prácticamente irrelevante para la agenda exterior europea como consecuencia, entre otras razones, porque estos países no tenían una Francia que, como sucedió con los ACP, presionara para que quedaran incluidos en los países y territorios de ultramar; durante los sesenta y setenta buena parte de ellos vivían bajo regímenes militares; su situación de desarrollo era relativamente mejor que la que tenía buena parte del Tercer Mundo, lo que restaba opciones para recibir ayuda exterior, y cómo no, era una región sometida o hegemonizada desde Washington (Sotillo, 2006: 151).

Habrá que esperar hasta mediados de los noventa para, verdaderamente, hablar de América Latina como un escenario de interés notable para la Unión Europea. Así se recoge en las directrices de la Comisión Europea (1995) del texto, “UE-América Latina: actualidad y perspectivas del fortalecimiento de la asociación” dentro del cual, se hace especial referencia a 1) la diversificación de protagonistas, en pos de fortalecer la cooperación descentralizada y la

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presencia de la sociedad civil; 2) la definición de estrategias sectoriales y por países, que confieren mayor adaptación y concreción a las particularidades estatales de la región y a los diferentes sectores de intervención; la creación de programas horizontales, que fortalezcan la visibilidad, la coherencia, la eficacia y la eficiencia de la ayuda; y 4) la evaluación sistemática de las acciones financiadas por la Comisión con el propósito de mejorar la calidad de la ayuda y la oferta de la cooperación. (Comisión Europea, 1995, 10 y Sotillo, 2006: 56).

Del mismo modo, comienza a plantearse la idea de convertir el formato de diálogo entre la Unión Europea y América Latina a un esquema de Cumbres Presidenciales, habida cuenta del desarrollo económico y la estabilidad de la región, lo que favorece un nuevo punto en las relaciones birregionales (Altamann, 2008).

El resultado de todo ello, al margen de las posibilidades, debilidades y carencias que se plantearán, no es otro que el hecho de que la Unión Europea sea el único actor que coopera y mantiene una relación birregional con América Latina, aparte de ser de los pocos que coopera regionalmente en el continente (Sanahuja, 2011).

Hasta 1999, una vez que se celebra la I Cumbre ALC-UE en Rio de Janeiro, el diálogo de la Unión Europea con el continente latinoamericano era bien bilateral, como sucedía con Chile y México; bien subregional, con Centroamérica a través del Diálogo de San José, así como con Mercosur y la CAN, todos, esquemas de integración acontecidos o desarrollados durante los años del conocido como regionalismo abierto5.

5 Por regionalismo abierto se entiende a tenor de la propuesta cepalina, a inicios de los noventa, por impulsar procesos de integración regional que incorporasen la interdependencia sobre la base de acuerdos comerciales preferenciales, impulsados a su vez “por las señales del mercado resultantes de la liberalización comercial en general donde las políticas explícitas de integración sean compatibles con las políticas tendientes a elevar la competitividad internacional y que las complementen”. Tal propósito, para CEPAL difería de advierte una apertura simple del comercio y de la promoción no discriminada de las exportaciones al incluir un “ingrediente preferencial reflejado en los acuerdos de integración y reforzado por la cercanía geográfica y la afinidad cultural de los países de la región” CEPAL, 1994.

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Pese a la evolución y los diferentes mecanismos de diálogo entre la Unión Europea y América Latina, los intereses y prioridades de la Unión Europea en la región siempre han tenido un triple componente: 1) político, de fortalecimiento de la democracia y respeto por los derechos humanos; 2) económico, constituido sobre el fomento de la integración regional y el acceso a mercados externos; y 3) social, erigido desde la importancia de fortalecer la cohesión social como vector de desarrollo para reducir la pobreza y la inequidad. Cuestión aparte, cabría añadir 4) la preocupación por cuestiones de agenda trasnacional, como crimen organizado, cambio climático o desastres naturales; 5) y la inclusión de enfoques transversales en cuanto a género o minorías étnicas.

El triple componente económico, político y social, desde mediados de los años noventa, se ha imbricado como estrategia de la Unión Europea en América Latina a través del desarrollo de una “Asociación Estratégica Birregional” (Ferrero-Waldner, 2008, 14) cuyo elemento nuclear pasa por la consecución de una red de acuerdos de asociación “en la que participen todos los países de la región y pueda contribuir a la integración de todos ellos” (Comisión Europea, 2005: 5), y donde se conciten armoniosamente relaciones económicas, cooperación al desarrollo y diálogo político.

Esta estrategia por llevar a cabo una red de acuerdos de asociación en América Latina, desde la Unión Europea se comprende desde un sentido de relaciones económicas de libre comercio y relaciones comerciales y de inversión que devienen como “una opción de diversificación de las relaciones económicas exteriores, ya que otorgan más autonomía a los países firmantes (Freres y Sanahuja, 2005: 55). Del mismo modo, requiere de un diálogo político, “altamente institucionalizado y que se sustenta sobre una base de confianza mutua entre los que se encuentran los esfuerzos de Europa alentando, fomentando e impulsando en la región procesos de democratización, respeto a los derechos humanos y proyectos de integración regional y subregional” (Altmann, 2008: 76).

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El punto de engarce entre el propósito económico-comercial que reposa tras las posibilidades de los acuerdos de asociación así como el diálogo político que necesariamente debe acompañarle se encuentra en la cooperación para el desarrollo, la cual ha conferido a la Unión Europea la posición de primer donante en América Latina sobre la base de dos prioridades claramente identificadas. Por un lado, apoyar la integración regional así como el entendimiento mutuo y los diálogos sectoriales entre la Unión Europea y América Latina; por otro, promover la cohesión social a base de luchar contra la pobreza, la desigualdad y la exclusión social.

Tabla 1.1. Cooperación de la Comisión Europea en América Latina 2007-2013. Prioridades y financiación según la Estrategia País y Estrategia Regional

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Para tales propósitos en el continente latinoamericano, en el período 2007-2013 la Unión Europea está destinando, por medio del Instrumento de Cooperación al Desarrollo6, 2.690 millones de euros, a los cuales cabría añadir los fondos no programables relativos a los programas temáticos del ICD, cuyo montante asciende a 5.596 millones de euros que se reparten entre Asia, Oriente Próximo y América Latina.

Tal y como puede observarse en la tabla 1, la Unión Europea destina, de sus 2.690 millones, 556 millones a cooperación estrictamente regional, 175 millones a cooperación subregional y el montante restante, a programas de Estrategia País conformados sobre la base de las prioridades anteriormente señaladas.

En millones de euros Fuente: Sanahuja, J. A. (2011)

6 El ICD fue aprobado en diciembre de 2006 para las perspectivas financieras 2007-2013 supliendo al reglamento ALA que, desde 1992, regía la cooperación comunitaria con América Latina. El ICD busca simplificar y consolidar los antiguos 35 instrumentos existentes por 10. Así, se pretende conseguir una mejor vinculación entre políticas e instrumentos, mayor coherencia y flexibilidad además de una mayor implicación del Parlamento Europeo. El IC se construye sobre cinco ejes geográficos – América Latina, Asia, Asia Central, Oriente Medio y África del Sur- y cinco programas temáticos – emigración, medio ambiente, actores no estatales, seguridad alimentaria y desarrollo humano y social.

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Lo cierto es que más allá de la importancia que como donante de ayuda oficial al desarrollo puede suponer la Unión Europea en América Latina y de los objetivos y propósitos que aquélla se ha marcado en la región, tan altas expectativas apenas se han visto correspondidas. Hasta el momento, los resultados obtenidos, son consecuencia de una serie de debilidades, tanto del diseño y aterrizaje de la estrategia comunitaria, como por las dificultades, particularidades y transformaciones que dentro del escenario regional en América Latina han acontecido en los últimos años.

En primer lugar, es necesario reconocer la dificultad que conlleva el contexto regional latinoamericano, en el cual, a falta de un interlocutor único o de una posición común, predomina la fortaleza del “irrestricto respecto a la soberanía”7 sobre la base de una intrincada yuxtaposición de esquemas de integración subregional, a la que se añaden posicionamientos unilaterales como los de Chile o México, y el recelo respecto del modelo estratégico diferencial que la Unión Europea ha mantenido con Mercosur a diferencia de Centroamérica y la CAN.

Además, las tensiones ideológicas han contribuido, por una parte, a enrarecer el diálogo político alimentando estereotipos encontrados. Mientras que América Latina se presenta como caldo de cultivo del populismo a ojos de la Unión; sensu contrario, ésta representa para América Latina la máxima expresión del neoliberalismo y el neocolonialismo (Sanahuja, 2010; Malamud, 2010). Por otro, a conducir a los propios esquemas de integración a importantes crisis institucionales, tal y como sucediera en Mercosur y, sobre todo, en la CAN8.

7 Véase a tal efecto el Tratado Constitutivo de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR)8 En 2006 Venezuela se retiró de la CAN, solicitando posteriormente su ingreso en Mercosur, como consecuencia de la firma de Tratados de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos por parte de Colombia y Perú. Ello condujo a una importante crisis institucional a la CAN a tenor de la confluencia de dos bloques, en aquel entonces, ideológicamente enfrentados como eran Perú y Colombia por un lado, y Ecuador, Bolivia y Venezuela, por otro (Ríos, 2011)

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Por si fuera poco, baste añadir como contexto la transformación per se del regionalismo latinoamericano, que paulatinamente se ha ido desmarcando del viejo “regionalismo abierto” en detrimento de lo que se conoce como “regionalismo postliberal”9, representado por proyectos como UNASUR o la más reciente Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, (CELAC), y que han tenido lugar de manera paralela en el tiempo con el “devenir crítico” del proceso de integración europeo, que como se advirtió con anterioridad, tras el fracaso que supuso el Tratado de Niza y la negativa al Tratado Constitucional para la Unión Europea, se encuentra imbuida en una crisis institucional sin precedentes, ahondada si cabe más por el impacto de la crisis económica y financiera internacional.

Muchas de estas cuestiones han dificultado sobremanera el alcance de la estrategia regional en América Latina. Buena prueba son los escasos 175 millones de euros que la Comisión Europea ha destinado como cooperación regional, strricto sensu, con Mercosur, CAN y SICA y los cuales, además, se concentran principalmente sobre aspectos institucionales y comerciales tradicionales en aras de favorecer la integración comercial.

Quizá, es por ello se entienda el relativo éxito de las fórmulas de cooperación descentralizada, desarrollado a través de la implicación de sectores de la sociedad civil como universidades, entidades sin ánimo de lucro, pequeñas empresas o centros de investigación y capacitación, pero que no representa en sí un mecanismo de consolidación institucional de los diferentes procesos de integración regional latinoamericanos.

9 El regionalismo postliberal se caracterizaría por 1) una primacía de la agenda política; 2) otorgar mayor papel a los actores estatales en el marco de las agendas económicas “post Consenso de Washington”; 3) mayor énfasis en una agenda positiva de integración centrada en la creación de instituciones y políticas comunes así como en una cooperación no tanto comercial; 4) mayor preocupación por la dimensión social y las asimetrías en los niveles de desarrollo; 5) mayor preocupación por las carencias en infraestructura regional; 6) mayor atención a la seguridad energética y, 7) a la participación de la sociedad civil en los procesos de integración regional y su legitimación.

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Unos procesos de integración sobre los que “juega en contra” su reducida cooperación intrarregional y los múltiples escollos derivados de la falta de cohesión interna, la debilidad de sus instituciones, las tensiones entre intereses estatales, la persistencia de las barreras al comercio o la falta de corrección en sus asimetrías (Sanahuja, 2007), que justificarían, de otro lado, la necesidad por parte de la Unión Europea de profundizar en la integración a partir de mecanismos de gestión conjunta de políticas y acciones comunes frente a interdependencias como cooperación transfronteriza, gestión de recursos naturales compartidos o protocolos colectivos de asistencia frente a desastres medioambientales, todos, ausentes hoy en día en América Latina (Sanahuja, 2011).

Por otro lado, en lo que tiene que ver con la segunda prioridad de la Unión Europea en América Latina, la cohesión social, aparte de una mayor precisión operacional habida cuenta de que en cada región conlleva un significado diferente, es fundamental trabajar en pos de compatibilizar el propósito de la inserción de mercados y el incremento de competitividad que plantean los acuerdos de asociación, con niveles de bienestar social cuya principal problemática en América Latina tiene que ver con ingentes problemas de pobreza y desigualdad.

La heterogeneidad estructural de las economías del continente, la informalidad laboral, la volatilidad del crecimiento, el bajo nivel de protección social y la imperante desigualdad exigen repensar mecanismos de gobernabilidad democrática que permitan fortalecer las instituciones políticas y sociales en América Latina de cara a paliar estos problemas (Machinea, 2008).

Está por llegar, igualmente, el valor añadido que en verdad puede suponer la Unión Europea al respecto en pos de dinamizar y favorecer mecanismos de cooperación que favorezcan el equilibrio entre comercio y desarrollo por medio de la puesta en marcha de políticas públicas orientadas a generar crecimiento y empleo; promover las capacidades humanas en cuanto a educación y capacitación laboral; y desarrollar políticas públicas erigidas

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desde la solidaridad, esto es, desde la protección social basada en derechos. Todo ello exige, del lado latinoamericano, garantías fehacientes por parte de un Estado con mayores ingresos tributarios – que a su vez permita más capital humano, más cohesión social y más competitividad-, con mayor transparencia y con mayor eficiencia en el gasto10 (Machinea, 200711).

Así, imbricar asociación comercial e integración regional junto a cohesión social exige conferir a la estrategia de la Unión Europea y su política de cooperación en América Latina de una mayor eficacia y eficiencia que maximice los recursos existentes y evite su dispersión a modo de duplicidades, multiplicidades o contradicciones (Ayuso, 2008). Es por todo necesario reforzar los instrumentos disponibles sobre la base de acuerdos que cierren las interpretaciones, seguimiento y ejecución de políticas y que confieran mutuos mecanismos de rendición de cuentas que favorezcan la coordinación y el conocimiento recíproco sobre la base, dicho sea de paso, de una mayor presencia de la sociedad civil como un interlocutor fundamental y deseado.

Ello puede ser factible si se superan algunas deficiencias de la planificación

regional comunitaria como su tradicional paternalismo, su impronta unilateral en la definición de las estrategias o la escasa coordinación y comunicación entre actores públicos y privados así como entre instituciones y agencias de cooperación.

Es fundamental al respecto, en esta mayor y mejor adaptación al contexto latinoamericano, explorar nuevas fórmulas de participación más allá del Banco Europeo de Inversiones (BEI), a través de instancias tales como la

10 En la actualidad, la carga impositiva de América Latina tiene un promedio del 18%, muy alejado del 35% de la OCDE o del 40% de la UE; el peso de la distribución indirecta es del 70%, esto es, mucho mayor que en Europa; el sistema de protección social apenas cubre al 45% de la población frente a la universalidad de los sistemas europeos y el índice de Gini, apenas mejora un 2% con la transferencia del sector público, lo que supone más de seis veces menos que en Europa.11 Véase: http://www.cepal.org/noticias/paginas/8/13958/PARISEUROSIAL29OC2007.pdf

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Corporación Andina de Fomento (CAF), el Banco Centroamericano de Inversiones Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Organización Internacional del Trabajo (OIT) (Sotillo, 2008), o nuevas vías de diálogo (Sanahuja, 2012), como la cooperación sur-sur o la cooperación trilateral, más propias del nuevo orden geopolítico multipolar actual.

Todo ello, queda indefectiblemente orientado a la consecución de acciones mejor comunicadas, más coordinadas y, por ende, más eficaces. Ello favorece una mejor identificación y adaptación a las asimetrías regionales y a las transformaciones del actual escenario de integración regional postliberal, que incorpora nuevos componentes en su agenda como seguridad, energía o infraestructura, y que además de mejorar cualitativamente la cooperación de la Unión Europea en América Latina puede servir para espolear su posición estratégica dentro del continente.

Por todo lo referido, muchas voces han considerado, como podrá darse cuenta a continuación, que la cooperación al desarrollo de la Unión Europea en América Latina así como la consecución del objetivo de conformar una red de acuerdos de asociación regional como fundamento de una asociación estratégica birregional entre la Unión Europea y América Latina ha quedado como un conjunto de altísimas expectativas con muy escasos resultados.

Incluso, los más críticos han optado por redefinir el componente estratégico regional tradicional por uno bilateral que responda y se adapte de mejor manera a las particularidades y las asimetrías de la región. Sin embargo, y tal y como podrá atenderse, el recelo y la desconfianza que dominaron buena parte de la década pasada a tenor de los desencuentros con la CAN y Mercosur dentro de la estrategia regional comunitaria, han quedado nuevamente alentados por las posibilidades de la Cumbre de Madrid celebrada en la primavera de 2010.

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Una cumbre donde, el diálogo acompañante a los acuerdos de asociación ha trascendido en buena parte, sobre todo para la región andina y Centroamérica, de las tradicionales cuestiones sobre política arancelaria, acceso al mercado e inserción internacional, para apoyar la integración comercial y el apoyo institucional sobre la base de un diálogo centrado en objetivos posibles, con recursos factibles y bajo acciones consensuadas que han reinyectado una credibilidad perdida por el exceso de la retórica del pasado.

En otras palabras, la Cumbre de Madrid ha venido a ser el diálogo político de alto nivel que, “más allá de generar consensos sobre los grandes retos globales, debería servir de instrumento para definir los objetivos comunes y ligarlos a compromisos que puedan hacer efectivos con los medios disponibles donde para convertirse en una estrategia política de la relación birregional, el apoyo de la Unión Europea a la integración regional debería dejar de ser sólo una de las prioridades de la cooperación o un elemento más de las negociaciones comerciales y pasar a ser un componente integrante del conjunto de las políticas diseñadas hacia la región” (Ayuso, 2008: 144).

En conclusión, y como abordará el siguiente epígrafe, aún no es tarde para dejar de lado el objetivo de mediados de los noventa de conseguir en América Latina una asociación estratégica birregional erigida desde una red de acuerdos de asociación y desde una cooperación para el desarrollo que concite integración regional y promoción de la cohesión social.

1.3. La Cumbre de Madrid como punto de inflexión en la asociación estratégica de la Unión Europea (UE) con América Latina (AL)

La VI Cumbre ALCUE, se celebró en Madrid el 18 de mayo de 2010 y en relación con lo planteado hasta el momento puede suponer, a la espera de cómo se desarrollen los acuerdos alcanzados en ella - que tendrán continuidad en la próxima I Cumbre CELAC-UE, prevista para enero de 201312, un punto

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de inflexión en la superación del “relativo estancamiento en la que, más allá de las buenas palabras, se encontraban las relaciones entre la UE y América Latina desde principios del siglo XXI” (Arenal y Sanahuja, 2010: 1) y que, como se ha recogido, sirvió para cuestionar el alcance de la estrategia comunitaria en América Latina así como su pertinencia.

Pese a que algunos como Malamud (2010: 1) entienden que el alcance de los acuerdos “sigue siendo insuficiente para pensar en la consecución de la alianza estratégica que ambas regiones vienen siguiendo desde 1999”, lo cierto es que a tenor de los logros acontecidos, es posible albergar esperanzas, nuevamente, para un nuevo marco de relaciones birregional en el horizonte próximo.

Para valorar en su justa medida esta afirmación, primeramente es necesario volver sobre el contexto y el escenario de dificultades del que proviene la relación entre la Unión Europea y América Latina en la última década y que, junto a las razones expuestas con anterioridad, cabría añadir otras igualmente relevantes. Así, debe atenderse el hecho de de que la Unión Europea ha visto expandir sus fronteras con la inclusión de doce nuevos Estados miembros con muy escaso interés por América Latina; que el contexto internacional aboga por la secularización de la agenda nacional como consecuencia del 11-S; a lo que se une una nueva agenda de la cooperación que pone sus miras en la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), sobre todo en la erradicación de la pobreza extrema en los Países de Renta Baja (PRB) asiáticos y africanos, y que en suma con lo anterior, ha alimentado la consideración ya referida de que la “Unión Europea no ha satisfecho las expectativas de ayuda económica, compromiso político y acceso al mercado de los países latinoamericanos” (Freres y Sanahuja, 2006: 23).

12 Con la puesta en marcha, el 3 de enero de 2011, de la CELAC, ésta pasará ser la entidad que represente a América Latina y el Caribe en su interlocución con la Unión Europea en lo que tiene que ver con las cumbres ALC-UE. Es por ello que lo que debiera ser la VII Cumbre ALC-UE ha sido rebautizada como I Cumbre CELAC-UE, que tendrá lugar en enero de 2013 en Santiago de Chile.

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En otras palabras, dadas las circunstancias al respecto, son muchas las voces que han alentado sobre la necesidad de redefinir la estrategia de la Unión Europea en América Latina sobre la base de un enfoque más realista, que priorice una dimensión bilateral, esto es, construida sobre la base de acuerdos directos, en la lógica de los planteados con México, Chile, Brasil, Perú o Colombia en un posicionamiento claro de escepticismo y recelo para con la dimensión regional que representa América Latina (Arenal, 2009; Malamud, 2010; Altmann, 2008; Altmann y Rojas, 2009; Maihold, 2008).

Este planteamiento, presentado por las voces más críticas de la apuesta regional europea en América Latina, concibe la necesidad de adoptar un nuevo enfoque bilateral que se adapte de mejor manera a las particularidades propias de cada Estado de la región.

Sin embargo, de acuerdo con Sanahuja (2010), ambas posibilidades están lejos de ser excluyentes, más a tenor de los resultados arrojados por la Cumbre de Madrid y con las nuevas posibilidades de estrategia regional que desde 2010 se han desarrollado. De esta manera, desde aquí se aboga por el argumento de que el enfoque bilateral debe concebirse más bien en términos de complementariedad y apoyo de una estrategia birregional que debiera seguir siendo prioritaria.

A ello acompaña el contexto de crisis actual y la propia inercia del nuevo escenario de integración latinoamericana, que ha dejado de manifiesto la pérdida de protagonismo en el continente de Estados Unidos, cuya agenda exterior, en la actualidad, se encuentra encaminada hacia otros escenarios e intereses.

Además, el estancamiento de la Ronda de Doha y el impasse bajo el que se encuentra la Organización Mundial del Comercio (OMC) debe suponer un acicate para relanzar la apuesta comercial de América Latina y Europa sobre la base de unos intereses compartidos que, dado el escenario actual, deben quedar

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fortalecidos. Así, el propio multilateralismo, dentro de otras posibilidades, no es ni mucho menos excluyente y por tanto, puede suponer la posibilidad de consolidar intereses compartidos habida cuenta de la presencia de México y Chile en la OCDE, de Brasil, Argentina y México en el G-20, o de Colombia en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Igualmente puede extrapolarse esta última razón al aspecto económico y comercial, en tanto que los acuerdos bilaterales con México o Chile, posteriormente han quedado armonizados con la integración de estos países en otros esquemas regionales. Incluso, más recientemente, al albor de la Cumbre de Madrid, como se dará cuenta a continuación, aproximaciones bilaterales con Brasil han repercutido favorablemente en Mercosur a la vez que los acercamientos con el Acuerdo Multipartes con Colombia y Perú, puede acarrear beneficios sobre la integración andina habida cuenta del posterior interés suscitado en Ecuador y Bolivia.

Al respecto de todo esto, la Cumbre de Madrid es sumamente importante porque, como señala Sanahuja (2011: 17), “la mayor parte de los avances alcanzados afectan a compromisos y objetivos ya contemplados en la estrategia de la Unión Europea de mediados de los noventa y en sus modificaciones posteriores”, como, por ejemplo, las recogidas de acuerdo a las Comunicaciones de la Comisión Europea de 2005 y 2009.

Así, entre sus principales resultados cabe destacar 1) la creación de un Plan de Acción 2010-12 que identifica instrumentos y actividades que, si se realizan correctamente, deberían ofrecer resultados concretos que garanticen implicación y desarrollo de capacidades en cuanto a ciencia, investigación, innovación y tecnología; desarrollo sostenible e integración regional e interconectividad para promover la inclusión y la cohesión social; migraciones; educación y empleo y el problema mundial de la droga (Consejo de Ministros de la UE, 2010: 1).

Este Plan de Acción debiera servir como hoja de ruta que engarce con

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la cumbre de enero de 2013 clarificando la consecución de objetivos y su acompañamiento así como una intensificación y una mejor concreción de la agenda y el diálogo temático que le acompaña.

Sobre esta cuestión, 2) un protagonismo nuclear debiera recaer sobre la segunda de las creaciones más relevantes de la Cumbre de Madrid, la naciente Fundación ALCUE, cuya razón de ser es la de servir de instrumento de trabajo conjunto que, sobre la base de un mayor y mejor conocimiento recíproco de América Latina y la Unión Europea, permita acompañar, seguir y evaluar, en consonancia con lo anterior, los diferentes acuerdos alcanzados además de “ampliar la generación de ideas concretas que contribuyan a una mayor densidad de la conectividad entre las dos regiones, especialmente en el plano cultural y social” (Peña, 2010: 15).

En la relación con la región andina 3) se acordó la firma del referido Acuerdo Multipartes con Perú y Colombia, que trasciende por primera vez en el seno de la región andina de la desgravación arancelaria, para incorporar elementos propios de los Acuerdos de Asociación Estratégica como normas sanitarias y fitosanitarias, derechos de propiedad intelectual y competencia así como un capítulo destinado a la relación del comercio y el desarrollo sostenible, por un lado, y a la inclusión de aspectos políticos como el respeto por los derechos humanos y la no proliferación de armas masivas, por otro.

Todo ello, claro está, redunda en la lógica que el fortalecimiento y la mejora del acceso a mercados externos lleva consigo mejoras en la productividad, la competencia, la eficiencia, la inversión extranjera directa y la inserción internacional de la economía andina. El 26 de junio de 2012, Perú y Colombia ya han suscrito el acuerdo comercial, con la Unión Europea.

Aunque pudiera pensarse que este acuerdo representa en sí la ruptura definitiva de la Unión Europea con la CAN, igualmente, puede interpretarse como una nueva posibilidad de fortalecimiento de la dimensión subregional

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andina en tanto en cuanto, tras la rúbrica, con Lima y Bogotá, el gobierno de Rafael Correa en la primavera de 2012 advirtió del interés que para Ecuador puede suponer el Acuerdo Multipartes por cómo integra desarrollo sostenible, fortalecimiento empresarial y la integración regional. No obstante, del mismo modo, enfatizó en la necesidad de adaptar éste a las asimetrías regionales y las particularidades de la economía de Ecuador que, en principio tendrían cabida con la rúbrica de un protocolo sobre la base del convenio adelantado con Perú y Colombia.

Del mismo modo, Bolivia, pese a su negativa en cerrar acuerdos bloque a bloque por considerar que los acuerdos planteados por la Unión Europea representan el espíritu neoliberal, el hecho del buen camino en el que marchan las negociaciones con Ecuador puede facilitar una nueva aproximación que, de prosperar, representaría una vía alternativa de fortalecimiento regional en el escenario andino sobre la base de un modelo de acuerdos más y mejor adaptados a las particularidades de las diferentes economías de la región satisfaciendo una cuestión hasta el momento irresoluta.

En lo referente a Centroamérica, 4) cabe señalar que la consecución del Acuerdo de Asociación con la Unión Europea pone el punto final a tres años de negociación, aparte de suponer el primer acuerdo de regiones desarrollado por la Unión Europea, y donde se añade la presencia de Panamá.

Es sumamente importante esta cuestión habida cuenta de que conlleva la superación definitiva que en su momento pudo suponer el golpe de Estado hondureño, en verano de 2009, así como las reticencias a la presencia panameña dentro de la aplicación del acuerdo y las reservas del gobierno de Honduras respecto del tratamiento de las asimetrías y el tratamiento de ciertos ítems comerciales (Sanahuja, 2011).

De este modo, se celebró la XXXIX Cumbre de Gobernantes del SICA, tenida lugar el 28 de junio de 2012 en Honduras y con la presencia del comisario

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de comercio de la Unión, Karel de Gucht, así como del el ministro danés de Asuntos Exteriores, Villy Sovndak, al presidir Dinamarca la Unión Europea ese semestre, cuando se ha ratificado el acuerdo. Un acuerdo que estimulará la posibilidad de integración de los mercados a nivel de Centroamérica, la producción en conjunto, acumular las reglas de origen y procesar productos de otros países centroamericanos y latinoamericanos para acceder al mercado europeo en tanto que, inmediatamente, con la entrada en vigor, está previsto que el 91 % de los productos de Centroamérica se introduzcan en el mercado europeo libres de arancel por el 64% de los productos importados de Europa.

Por último, no puede dejarse de lado el hecho de que, tras la Cumbre de Madrid 5) se retomó la voluntad por relanzar unas relaciones de la Unión Europea con Mercosur que, iniciadas en pos de un acuerdo de asociación en 1999, desde 2004 se encontraban estancadas, sobre todo, por el tratamiento de los intereses agropecuarios en uno y otro lado.

Del lado de la Unión Europea, por la persistencia del proteccionismo de la PAC, cuyos beneficiarios recelan del impacto que un aperturismo excesivo puede suponer para con las exportaciones agropecuarias de Mercosur. Del lado de Mercosur, “preocupa la apertura en servicios, propiedad intelectual, bienes manufacturados y acceso a los mercados de contratación pública, y la existencia, por parte europea, de formidables barreras en materia sanitaria, fitosanitaria, y de normas de calidad que no estarían cubiertas por la desgravación arancelaria” (Sanahuja, 2011: 38).

Conviene precisar que tras este relanzamiento de la relación entre la Unión Europea y Mercosur, el contexto actual se encuentra favorecido por el papel desestabilizador que el mercado asiático, sobre todo el proveniente de China, puede suponer para los intereses comerciales de ambas regiones y, por ende, para favorecer su acercamiento.

La asociación estratégica con Brasil, resultante del compromiso de la

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Cumbre UE-Brasil celebrada Lisboa en julio de 2007, favoreció encuentros como los de febrero o agosto de 2010 y que tuvieron un impacto sumamente importante antes y después de la Cumbre de Madrid en lo que a la relación con Mercosur se refiere. Así, ello pone de manifiesto cómo un enfoque bilateral perfectamente puede concitarse con el interés por consolidar una asociación estratégica estrictamente birregional.

Sin embargo, igualmente, es necesario traer a colación que desde entonces, el conjunto de cumbres UE-Mercosur previstas para trabajar en aras de superar las dificultades persistentes no terminan de resolverse de manera exitosa. Aunque en estos últimos dos años los intentos han llevado consigo un importante número de rondas, las diferencias continúan siendo persistentes.

Tal y como ha informado la Comisión Europea (2012) en su informe anual sobre comercio internacional, son especialmente relevantes las políticas proteccionistas y las restricciones al transporte marítimo y la exportación de materias primas de Argentina y Brasil así como las diferencias relacionadas con el emplazamiento que para sus manufacturas y las condiciones de servicios para las empresas europeas solicita la Comisión. En la contraparte latinoamericana, resultado de la ronda que el pasado mes de marzo tuvo lugar entre ambos bloques, persistían las barreras sobre las subvenciones de la PAC así como la necesidad de incorporar, ex profeso, un trato diferenciado para Uruguay y Paraguay. Por el momento, los puntos calientes, relacionados con aduanas, facilitación del comercio, barreras técnicas al comercio y mecanismos de resolución de conflictos, siguen sin plantearse.

Pese a todo, el carácter trimestral que en los últimos dos años han venido caracterizando a los encuentros entre Unión Europea y Mercosur pone de manifiesto un afán renovado por alcanzar un acuerdo de asociación que resuelva las disputas pendientes habida cuenta de las potencialidades y particularidades del momento actual.

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Es por ello, que de conseguirse, lo cual exigirá del lado europeo terminar con las vestiduras de la eurohipocresía que representa sobre todo la PAC en cuanto a la liberalización del comercio, la Unión Europea se encontrará muy cerca de satisfacer el objetivo que desde mediados de los años noventa y, sobre todo, desde la Cumbre de Río, el desarrollo de “una Asociación Estratégica Birregional con vistas a la creación de una estrecha relación en los ámbitos político, económico y cultural” (Ferrero-Waldner, 2008: 15).

De llevarse a cabo, todo ello puede suponer un nuevo modo en la región de entender la asociación estratégica, en términos incluyentes, donde la cooperación resulta un vector de acompañamiento óptimo para imbricar lo relativo a comercio y desarrollo sostenible, fortalecimiento democrático, respeto por los derechos humanos, e incremento de la productividad, la competencia, la eficiencia, la inversión extranjera directa y, por ende, la inserción económica internacional de la región.

Conclusión: Es momento de consolidar el cambio en la asociación birregional

Llegados a este punto, y a tenor de lo expuesto, puede decirse que tanto las fortalezas como las debilidades de la relación birregional existente entre la Unión Europea y América Latina, aparte de identificadas, y sobre la base del actual contexto de crisis internacional especialmente complicado para Europa, exige de la necesidad de adaptar dicha relación al intrincado contexto actual. Un contexto que, pese a todo, bien puede servir como punto de partida para incluir ciertos cambios en dicha relación.

Ya se señaló que del lado de la cooperación para el desarrollo, a tenor de los propios intereses europeos en la región, las debilidades gravitan en torno a la necesidad de fortalecer los puntos de encuentro que permitan desarrollar

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gestiones conjuntas frente a problemas compartidos, favorecer el desarrollo local, promover acciones conjuntas en la prevención frente a desastres naturales, fomentar una mayor participación de la sociedad civil o mejorar la representación de la cohesión social como vector de desarrollo.

De la misma manera, se apuntó la importancia de una mejor adaptación de los programas de desarrollo en la región, desde una mayor participación de ésta y una mayor horizontalidad en el diálogo y la identificación de las prioridades. Tales circunstancias favorecerían una mejor adaptación a las particularidades de los diferentes Estados de la región y a sus asimetrías, es decir, un mejor conocimiento mutuo.

Además, mejorar la eficacia de la ayuda, en consonancia con la Declaración de París (2005) o de Accra (2008) pasaría por incorporar mecanismos innovadores de cooperación sur-sur y cooperación triangular, mayor comunicación entre actores donantes y atención a las nuevas direcciones sobre las que se constituye el regionalismo postliberal, sobre todo, en torno a UNASUR y CELAC. A todo ello cabría añadir la importancia por concitar armoniosamente el controvertido binomio Acuerdos de Asociación-Cohesión Social.

Los avances obtenidos en la Cumbre de Madrid de 2010, han servido para atender algunas de las debilidades ya referidas, como el mejor conocimiento recíproco o la mayor participación de la sociedad civil además de alimentar un nuevo horizonte bajo el que aunar exitosamente asociación regional y cooperación para el desarrollo, satisfaciendo los intereses tanto de América Latina como de la Unión Europea.

Es decir, sobre la base de estos acuerdos, los objetivos de la Unión Europea de mayor fortalecimiento de la integración regional y mejor acceso a los mercados internacionales, además de servir para mejorar la eficacia, la productividad, la competitividad y la inserción internacional de las economías latinoamericanas, pueden servir para espolear la dimensión de la cohesión

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social respondiendo así a una de las grandes problemáticas de la dimensión social latinoamericana.

Ello resultaría de la promoción de la pequeña empresa, la interconectividad, el desarrollo de infraestructuras, la inversión en formación, desarrollo, capacitación o tecnología que acompañan a este tipo de acuerdos de asociación. Todas estas cuestiones podrían encontrar un engranaje perfecto con las políticas de cooperación que se desarrollarán desde Europa si bien, incluyendo por primera vez una mayor y mejor adaptación a las particularidades de la región en cuanto a reconocimiento de asimetrías, plazos transitorios, excepciones al comercio o márgenes para la inclusión de políticas activas que reduzcan el coste de ajuste. Está claro, así se favorecería sobremanera la posición de intercambio de América Latina de una manera coherente en la atención de sus principales problemas y se mejoraría ostensiblemente la forma de diseñar y ejecutar la misma cooperación para el desarrollo.

De consolidarse este tipo de cuestiones en el corto plazo de las relaciones entre la Unión Europea y América Latina, algunas de las dificultades tradicionalmente identificadas en América Latina como la debilidad de los esquemas subregionales, la yuxtaposición de liderazgos, la falta de puntos en común, las diferencias ideológicas y de imaginarios geopolíticos con la Unión Europea o el factor desestabilizador de terceros, como Estados Unidos – con sus intereses en otros ámbitos- o la OMC – actualmente en estado de parálisis- quedarían minimizados cuando no superados.

Sea como fuere, sobre la base de esta redefinición que puede haber encontrado un viraje en pos de un mejor desarrollo desde 2010, es necesario que la asociación estratégica entre Europa y América Latina sirva como referente de una dimensión incluyente dentro de la sociedad internacional, que va más allá de los extemporáneos patrones Norte-Sur.

Optimizando esta confluencia de intereses compartidos, la relación

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entre la Unión Europea y América Latina bien podría trascender a la esfera global a tenor de que los avances que en el diálogo político y la construcción de confianza recíproca se han obtenido en los últimos dos años. Superada la tendencia de recelo y escepticismo creciente, es fundamental que los intereses de la Unión Europea y América Latina encuentren representación colaborativa dentro del orden global.

Redefinir el sistema financiero internacional actual a partir de un componente más multilateral, con mayor transparencia y rendición de cuentas; promover el desarrollo de mecanismos de colaboración de bancos nacionales y regionales de fomento que se desmarquen de las tradicionales instituciones de Bretton Woods o el fortalecimiento de mecanismos para la financiación de proyectos de desarrollo o integración, pueden ser algunos ejemplos (Altmann y Rojas, 2009) de especial relevancia, sobre todo, si se confirman las expectativas de Naciones Unidas (2012) de ralentización del crecimiento económico y la traslación del impacto de la crisis al continente latinoamericano con motivo de la nueva desaceleración de las economías europeas y de Estados Unidos, sobre todo, en cuanto a remesas, exportaciones y turismo con América Central, y conforme a demanda externa y precios internacionales de productos primarios con el resto del continente13.

Igualmente, fortalecer la dimensión civil y mejorar el diálogo político por medio de la inclusión y el desarrollo de interdependencias globales, tanto en escenarios compartidos como el G-20 o la OCDE u otros alternativos, respecto de todo lo que tiene que ver con la “agenda negativa”14 deviene, del mismo modo, fundamental para el fortalecimiento de fórmulas de atención a intereses y problemáticas compartidas. En otras palabras, la articulación

13 Véase: http://www.un.org/en/development/desa/policy/wesp/index.shtml14 Existe una más que prolífica literatura relacionada con la “agenda negativa”. Sirvan algunas obras de referencia: Barbé, E. (2007). Relaciones Internacionales. Madrid: Tecnos. p.160; Beck, U. (2003) “Las instituciones de gobernanza global en la sociedad mundial del riesgo” En Castell, M. y Serra, N. (eds.) Guerra y Paz en el SXXI. Barcelona: Tusquets. p.53; Bouza Brey, L. (2006) “El sistema político”. En Caminal Badia, M. (comp.) Manual de Ciencia política. Madrid: Tecnos. p.68.

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de estrategias conjuntas dentro del escenario global en lo que tiene que ver con issues trasnacionales tales como el crimen organizado, terrorismo internacional, empobrecimiento paulatino de la población, crisis alimentaria, presiones migratorias, desastres naturales, cambio climático, crisis energética o fortalecimiento de la gobernabilidad democrática puede servir para promover, aparte de la presencia de América Latina en el orden internacional, la imagen de la Unión Europea como potencia normativa, reforzando la relación que las políticas de cooperación y acuerdos de asociación pueden tener para ambas regiones.

En definitiva, dadas las circunstancias actuales, particulares entre la Unión Europea y América Latina, así como globales, el presente contexto actual, más que nada, puede y debe suponer el acicate óptimo para redefinir las reglas del orden internacional en lo que a un nuevo sistema financiero, un nuevo multilateralismo o una nueva forma de entender el desarrollo y la cooperación inclusiva se refiere. Todo ello dependerá en buena medida del modo en que la Unión Europea y América Latina articulen las nuevas posibilidades de su asociación regional en aras de hacer frente a la crisis y cómo estas se adapten y satisfagan los intereses compartidos, a su vez, proyectados en el escenario global actual.

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51Cooperar al desarrollo y desarrollar la cooperación: Desafío Post 2015

Introducción

Después de una breve revisión de la situación global relativa a los flujos de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), el artículo presenta los antecedentes y las motivaciones de las relaciones entre la Unión Europea y los países de América Latina y el Caribe. Seguidamente profundiza el análisis de la política de asociación estratégica entre las dos regiones, con énfasis en los logros arrojados a lo largo de las cumbres euro-latinoamericanas y en los aciertos obtenidos a través de la cooperación al desarrollo y la promoción de la cohesión social y el desarrollo territorial. La última parte del texto contiene algunas consideraciones sobre los cambios que se han producido en el escenario internacional y los nuevos desafíos que éstos representan para las dos regiones, y propone una

COOPERACIÓN Y DIÁLOGO POLÍTICO EUROLATINOAMERICANO:

¿CRISIS O REPLANTEAMIENTO?1 Carlo Tassara*

1 Una parte de los contenidos de este artículo fueron incluidos también en algunos textos anteriores del mismo autor. Ver Bibliografía: Tassara 2013b y Tassara 2012a.* Sociólogo y PhD en Teoría e Investigación social, con más de 30 años de experiencia en la formulación, la gerencia, el monitoreo y la evaluación de proyectos y políticas en la cooperación internacional. Es profesor de “Estrategias para la cooperación al desarrollo” en la Universidad de Roma La Sapienza, consultor en cooperación internacional, y docente invitado en varias universidades colombianas (Universidad Externado de Colombia, Pontificia Universidad Javeriana, Universidad EAFIT, Universidad del Norte, y Universidad de San Buenaventura, entre otras). Desde el 2010 dirige un Diplomado en “Políticas públicas y desarrollo local para la cohesión social”. Es también consultor sobre temas de políticas públicas y formación superior del Comitato Internazionale per lo Sviluppo dei Popoli (CISP), una ONG europea que dirigió entre 1996 y 2005. Página web: http://uniroma1.academia.edu/CarloTassara.

Capítulo 2

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reflexión sobre cómo se podrían replantear y actualizar los propósitos generales y los métodos de trabajo en el diálogo y las relaciones euro-latinoamericanas.

2.1. Unión Europea y América Latina: orígenes del diálogo

Desde hace muchos años la Unión Europea (en adelante UE) es el primer donante de cooperación y ayuda humanitaria en el mundo2 y, a partir de los años 90, su Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) ha rebasado el 50% del total de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

Esta evolución ha reflejado la creciente importancia reconocida por la UE a la cooperación al desarrollo, que desde hace muchos años representa uno de los tres pilares de su acción exterior y contribuye a consolidar su proyección como actor global. Por ende, el Gráfico 2.1 evidencia cómo el aporte de la UE a la AOD global ha aumentado progresivamente del 45,1% hacia la mitad de los años 80, al 50,9% a finales de los 90, hasta llegar casi al 57% en 2010.

Gráfico 2.1. AOD neta de los países miembros de la OCDE

2 Esto incluye los recursos invertidos por la Unión Europea y los estados miembros, que en este momento son 28.

45,1

29,4

14,6

10,9

50,9

17,7

21,3

10,2

56,7

22,6

8,412,2

1985-1986: 32.296 1997-2001: 52.224 2006-2010: 115.849

Unión Europea Estados Unidos Japón Otros

Millone s USDPromedio anual

Fuente: elaboración del autor: Base de datos DAC Aids Statistics [www.oecd.org/dac/stats]

53Cooperar al desarrollo y desarrollar la cooperación: Desafío Post 2015

Les siguen, a mucha distancia, los Estados Unidos (22,6%) y Japón (8,4%), mientras que todos los demás países miembros de la OCDE llegan al 12,2%.

Por otro lado, hay que reconocer que, también por razones vinculadas con la crisis económica de los últimos años, la UE no ha logrado el objetivo establecido en 20053 en materia de ayuda al desarrollo4. Éste planteaba que los estados miembros en su conjunto destinaran a la AOD, para el 2010 al menos el 0,56% y, para el 2015 el 0,7% del Producto Interno Bruto (PIB).

A pesar de este percance, la cooperación europea ha realizado esfuerzos importantes para aumentar los recursos invertidos en el desarrollo y desde hace muchos años, conserva el liderazgo tanto en lo referente al porcentaje del PIB dedicado a la AOD como en la orientación de las políticas y enfoques de la cooperación al desarrollo.

Las primeras actividades de cooperación al desarrollo con América Latina y el Caribe remontan, por parte de algunos países europeos a mediados de los años 60, y por parte de la UE a principios de los 70. Ya en los años 80, la cooperación europea llegó a representar la principal fuente de AOD tanto para los países en desarrollo en su conjunto como para América Latina y el Caribe.

Por otro lado, el ingreso de España y Portugal en la UE, en 1986, alentó el fortalecimiento de la cooperación y las relaciones con los países de la región.En los años 90 se consolidó el proceso de universalización geográfica de la cooperación europea. En este marco, fue decisiva, en febrero de 1992, la

3 Este compromiso fue tomado por el Consejo Europeo en mayo de 2005 y confirmado en la «Declaración conjunta del Consejo y de los representantes de los gobiernos de los estados miembros reunidos en el seno del Consejo, del Parlamento Europeo y de la Comisión sobre la política de desarrollo de la UE: “El consenso europeo sobre política de desarrollo”», de 2006. En práctica, los viejos estados miembros (EU-15) debían alcanzar el 0,51% del PIB y los nuevos estados miembros el 0,17%.4 De hecho sólo muy pocos estados lograron presupuestar lo que prometieron en 2005. Sólo Dinamarca, Suecia, Luxemburgo, Holanda, Bélgica, Gran Bretaña, Finlandia e Irlanda mantuvieron sus compromisos en 2010, año que fue caracterizado por importantes recortes del gasto público frente a la crisis económica mundial (AidWatch 2011).

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aprobación del Reglamento 443 “Ayuda financiera y técnica a la cooperación económica con los países en desarrollo de América Latina y Asia”, que fue sustituido a finales de 2006 por el Reglamento 1905 “Instrumento de Financiación para la Cooperación al desarrollo”.

Gráfico 2.2. Composición de la AOD para América Latina

Una interlocución política de mayor alcance arrancó en 1984 con los países de América Central5 a través del Diálogo de San José6 y, como se explica en el cuadro 1 se amplió en 1990 con el establecimiento de reuniones y consultas permanentes con los países del Grupo de Río7.

Las relaciones bilaterales se consolidaron en 1994 con la aprobación de la estrategia “Europa y América Latina: una cooperación para la acción” (Consejo UE 19948), y se cristalizaron en la segunda mitad de los 90 con el inicio de un diálogo político-institucional más sistémico y ambicioso. Este último empezó

5 Y, de esta manera y en forma indirecta, con los países que en ese entonces conformaban el Grupo Contadora (Colombia, México, Panamá y Venezuela), que posteriormente se amplío y se denominó Grupo de Río.6 Del nombre de la capital de Costa Rica donde, en septiembre de 1984, se reunieron por primera vez los representantes de la UE y de los países centroamericanos para analizar la situación de la región.7 Que en 1990 contaba con la adhesión de doce países (los cuatro del Grupo Contadora más Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú y Uruguay) y dos organizaciones regionales: la Comunidad del Caribe (CARICOM), compuesta por quince países, y el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), compuesto por siete países miembros y uno asociado.

Fuente: elaboración del autor con base en DAC Aid Statistics [www.oecd.org/dac/stats]

0

500

1.000

1.500

2.000

2.500

3.000

3.500

4.000

1998 2002 2006 2010

Unión EuropeaEstados UnidosJapónOtros

Millones USD

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en junio de 1999, cuando en Río de Janeiro se celebró la primera cumbre entre la UE y los países de América Latina y el Caribe (ALC), en la que se planteó la implementación de una asociación estratégica entre las dos regiones.

Cuadro 2.1. Diálogo de San José

Pero, ¿cuáles fueron las principales motivaciones de esta hipótesis que, formulada inicialmente por la UE, encontró notable interés y consenso por parte de los países de ALC?

La primera se inscribe en un proceso más amplio y consiste en el reconocimiento de la creciente importancia de la institucionalización de las

Fuente: Tassara 2012a: 9-10.

8 Los otros documentos relevantes de la UE sobre el mismo tema son: “Seguimiento de la primera cumbre celebrada entre América Latina, el Caribe y la UE” (2000); “Sobre los objetivos de la Comisión, en el contexto de las relaciones entre la UE y América Latina […]” y “UE, América Latina y el Caribe: una asociación estratégica” (2004); “Una asociación reforzada entre la UE y América Latina” (2005); “La asociación estratégica entre la UE, América Latina y el Caribe: un compromiso común“ (2008); “UE y América Latina: una asociación de actores globales” (2009).

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relaciones interregionales. Este elemento complementa el enfoque tradicional de las relaciones bilaterales y regionales y está relacionado con los procesos de globalización de las relaciones internacionales, que a su vez se manifiesta con mucha fuerza a partir del fin de la Guerra Fría como una de las consecuencias más evidentes de las menores distancias físicas, económicas y culturales entre los países. “Es un colapso, impulsado por desarrollos tecnológicos, y que explica el surgimiento de múltiples opciones de inserción internacional global para todos los países, cualquiera que sea el espacio geográfico regional al que pertenece, y cualquiera que sea su dimensión económica y su poder relativo” (Peña 2010: 4).

Al mismo tiempo, es decisivo recordar que, en esa época, la UE ya representaba la experiencia más exitosa y consolidada de integración regional a nivel mundial y el Mercosur9 se encontraba en su mejor época y constituía el modelo de integración más ambicioso en América Latina. Por ende, una segunda motivación está relacionada con la búsqueda de interlocutores involucrados en la construcción de procesos de integraciones regionales y deseosas de afirmar una mayor autonomía política y comercial frente a Estados Unidos10.

Otras motivaciones pueden encontrarse en los siguientes ámbitos y procesos: (a) la aspiración de generar un marco institucional más sólido a las múltiples iniciativas que se venían desarrollando a nivel birregional y bilateral entre la UE y los países ALC; (b) la reivindicación de una “identidad europea” más fuerte, a través de la adquisición de un mayor peso político en la arena

9 El Mercado Común del Sur (Mercosur) fue creado en 1991 por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay con la firma del Tratado de Asunción y tiene el propósito de lograr “La libre circulación de bienes, servicios y factores productivos entre países, el establecimiento de un arancel externo común y la adopción de una política comercial común, la coordinación de políticas macroeconómicas y sectoriales entre los Estados partes y la armonización de las legislaciones para lograr el fortalecimiento del proceso de integración”. Desde el mes de agosto del 2012 se hizo efectiva la incorporación de Venezuela como miembro pleno del Mercosur.10 En este marco, el planteamiento inicial representaba también la respuesta europea al proyecto de un “Área de Libre Comercio de las Américas” (ALCA), formulado por primera vez en Miami en diciembre de 1994.

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internacional, y la exploración de un nuevo equilibrio y balance de poderes entre la UE y los Estados Unidos; (c) la realización de un esfuerzo común dirigido a aumentar el poder de negociación de América Latina y la UE en el nuevo escenario internacional post Guerra Fría y ofrecer un aporte para replantear el sistema de la gobernanza mundial en términos más justos y eficaces; (d) un reposicionamiento de ambas regiones frente al surgimiento de nuevos protagonistas en la competencia económica global, como por ejemplo China e India; (e) las incertidumbres existentes a finales de los años 90 sobre la evolución futura del comercio mundial.

2.2. Política de asociación estratégica

Como es sabido, la política de Asociación estratégica birregional entre la UE y los países ALC se fundamenta en los tres pilares de la acción exterior comunitaria, que son el diálogo político, la cooperación al desarrollo y las relaciones comerciales. Este enfoque fomenta la integralidad de la acción exterior y está orientado a favorecer las sinergias y la retroalimentación entre las distintas facetas antes mencionadas (Tassara 2012a: 34). Como señala Sanahuja (2011b: 42-44):

En el ámbito político la prioridad ha sido la gobernanza democrática, y en concreto, la consolidación de las instituciones democráticas y el estado de derecho, la reforma del estado, el respeto y vigencia de los derechos humanos, y el “buen gobierno”. En el ámbito económico, el apoyo a la integración regional, respaldando el fortalecimiento institucional, la coordinación de políticas, la participación de la sociedad civil, y el acceso a mercados externos. En el ámbito social, la lucha contra la pobreza y la exclusión social, a través del concepto de “cohesión social”. Finalmente, en lo referido a la gestión de las interdependencias, se han mantenido como prioridades la protección del medio ambiente, la lucha contra las drogas ilegales, y la prevención y respuesta frente a desastres naturales. Temas transversales como la igualdad de género y la lucha contra la

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discriminación de indígenas, afrodescendientes y minorías también han tenido continuidad.

En este marco, la tercera Cumbre UE-ALC (Guadalajara, Mayo de 2004), identificó el tema de la cohesión social como elemento central de la asociación estratégica birregional y de la política de cooperación euro-latinoamericana. Una buena definición de este tema es la siguiente:

La cohesión social pretende ofrecer oportunidades reales para cada persona, incluyendo los más desaventajados, para acceder a los derechos básicos y al empleo, beneficiarse del crecimiento económico y de esa manera participar plenamente en la sociedad. Las personas están en el centro de este enfoque: a ellas ha de dárseles la oportunidad para contribuir y beneficiarse del progreso económico y social (CE y BID, 2006).

Posteriormente, se crearon varios ámbitos institucionales para trabajar sobre temas específicos de interés común, como el Mecanismo de Coordinación y Cooperación en materia de Drogas (2004), el Diálogo estructurado sobre Cohesión Social (2007), el Diálogo sobre medio ambiente (2008), el Diálogo estructurado sobre Migración (2009), y la Iniciativa conjunta de investigación e innovación (2010). Otros temas prioritarios en el diálogo político entre la UE y los países ALC son los derechos humanos, la educación superior y la creación de un espacio común del conocimiento, la seguridad energética, y la ciencia y tecnología.

Casi quince años después de la primera Cumbre ALC-UE de 1999 en Río de Janeiro, y poco después de la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC11) y la UE12, que se llevó a cabo en Santiago de Chile el 26 y 27 de enero de 201313, es posible trazar un balance sustancialmente positivo del diálogo y de las relaciones euro-latinoamericanas (ver Tabla 2.1).

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Al respecto, es útil recordar que hoy día la UE es el segundo socio comercial de América Latina y el Caribe14, el primer donante de cooperación al desarrollo, la primera fuente de Inversión Extranjera Directa15 (IED), como se puede apreciar en el tabla2.1, y un firme promotor de la integración regional, que en Europa ha avanzado como en ninguna otra región del mundo. Por otro lado, es importante señalar que también los países de América Latina y el Caribe están comprometidos con varios procesos de integración política y económica, buscando superar juntos los desafíos del desarrollo, el crecimiento y la erradicación de la pobreza.

Tabla 2.1. Cumbres y relaciones euro-latinoamericanas

11 La CELAC es un organismo intergubernamental de ámbito regional, heredero del Grupo de Río y de la Cumbre de América Latina y del Caribe (CALC), que promueve la integración y el desarrollo de los países latinoamericanos. La decisión de crear la CELAC fue tomada en la última cumbre del Grupo de Río, que se llevó a cabo en febrero de 2010 en Playa del Carmen (México), para promover la integración y el desarrollo de los países asociados. La CELAC empezó a operar en diciembre de 2011, en el marco de su Primera Cumbre realizada en Caracas (Venezuela), mientras que la Segunda Cumbre se realizó en Santiago de Chile en enero de 2013, inmediatamente después de la Cumbre CELAC-UE.12 Se trató de la séptima cumbre de este tipo, pero esta fue la primera vez que la CELAC representó a la región latinoamericana en la interlocución con la UE. Las seis anteriores se denominaron Cumbres América Latina y el Caribe (ALC) - UE (ver Tabla 2.1).13 Es importante señalar que la realización de la Cumbre principal fue precedida por tres foros preparatorios e igual número de cumbres paralelas protagonizadas por la sociedad civil, el sector académico y el sector empresarial.14 En la última década el intercambio comercial entre la UE y América Latina se ha doblado, llegando a 202 mil millones de Euros.15 Que en 2010 ha llegado a 385 mil millones de Euros, lo que representa un 43% del total de la región.

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Gráfico 2.3. IED hacia América Latina y el Caribe

16 Es un subgrupo de los estados de África, Caribe y el Pacífico (ACP), incluye los 15 países del CARICOM más la República Dominicana, y fue creado en 1992 para facilitar los acuerdos económicos con la UE.

(*) Incluye también algunos resultados que fueron logrados en el periodo de tiempo entre una cumbre y otra.Fuente: elaboración del autor con base en: Fundación EU-LAC (2012: 42-43), Navarro Hoyos (2010: 132) y Quevedo Flores (2010: 82).

Fuente: CEPAL 2012a.

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2.3. Cooperación y promoción de la cohesión social

Entre los aciertos más importantes destaca la cooperación al desarrollo, en cuyo contexto “A diferencia de otros donantes, la Unión Europea ha intentado acompañar a los países de América Latina y el Caribe, en los procesos de construcción de institucionalidad para la cohesión social” (Morazán et al. 2011: 20). Además, desde hace muchos años se realiza una cooperación entre pares, orientada a fortalecer la integración regional, la creación de capacidades y el diseño e implementación de políticas sociales, basada metodológicamente en el trabajo en redes y en el aprendizaje mutuo entre los actores involucrados.Como nos recuerda el mismo Morazán (2011: 10).

A pesar de los éxitos en crecimiento económico y de una mayor capacidad para sortear los efectos de la crisis financiera internacional, América Latina continúa siendo la región más desigual del mundo: el veinte por ciento más rico acapara el 57,1% de los ingresos, mientras que la misma proporción de los más pobres recibe apenas un 2,9% de la riqueza.

Por eso, desde hace muchos años, los temas de la inclusión y la cohesión social representan el meollo de la cooperación euro-latinoamericana (CE-EC 2009). Entre otras razones porqué, tratándose en su gran mayoría de países de renta medio-alta (Sanahuja 2011a: 210):

[…] en ellos la pobreza no es consecuencia de la falta de recursos, sino de la desigualdad y la exclusión, de debilidades institucionales, y de una “economía política del mal gobierno” de la que se benefician las elites tradicionales. La región demanda una agenda de desarrollo más amplia que permita hacer frente a [...]: a. la debilidad institucional y la falta de cohesión social; b. la vulnerabilidad de su inserción internacional, en particular en materia financiera y comercial; y c. las dificultades para la transformación tecnológica y productiva.

Este enfoque inspira la realización de la gran mayoría de las actividades

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de cooperación, pero caracteriza especialmente los programas de la cooperación regional euro-latinoamericana. Entre ellos se destaca el Programa EUROsociAL, cuya primera fase se llevó a cabo entre 2005 y 2010, mientras que la realización de la segunda fase se encuentra en ejecución y está planificada para el período 2011-2015.

Este programa tiene como principal objetivo contribuir al aumento de la cohesión social en América Latina y, en particular, procura apoyar políticas públicas nacionales y regionales dirigidas a mejorar los niveles de cohesión social y fortalecer las capacidades de las instituciones que llevan a cabo dichas políticas.

El Programa EUROsociAL actúa en cinco sectores que responden a intereses prioritarios identificados por los gobiernos latinoamericanos (educación, fiscalidad, salud, justicia y empleo) y están articulados en diez áreas temáticas, así: salud, educación, protección social, empleo, finanzas públicas, institucionalidad democrática, diálogo social, descentralización, seguridad ciudadana, y justicia.

Sus tres pilares son el acceso a servicios públicos de calidad con igualdad de oportunidades y sin discriminación; el fortalecimiento del estado para promover el bienestar de la población, a través de políticas públicas sostenibles en el tiempo; y la construcción de una ciudadanía activa con sentimiento de pertenencia y participación activa en la construcción del espacio público. En este marco se han acompañado más de 160 procesos de reforma o implementación de políticas públicas, logrando resultados concretos como los siguientes: movilización de 12.506 personas de administraciones públicas y organizaciones sociales de 41 países (19 de América Latina y 22 de la UE); participación activa de 2.320 instituciones públicas europeas y latinoamericanas; realización de 463 intercambios (FIIAPP 2012).

Otros programas regionales, como por ejemplo URB AL, favorecen

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el intercambio directo de experiencias entre concejales y expertos de los dos continentes, promoviendo muy especialmente el desarrollo territorial. Mediante el intercambio y la participación de las colectividades locales en proyectos comunes, el Programa URB AL ha contribuido a alcanzar logros importantes. Entre ellos: reforzar la capacidad de acción de las autoridades locales para impulsar el desarrollo social, económico y cultural, incluso con la creación de nuevos servicios públicos; desarrollar la capacidad de gestión de las colectividades locales mediante la formación de los recursos humanos; promover el diálogo entre autoridades locales y representantes de la sociedad civil; aumentar la participación de las colectividades locales en el ámbito internacional; difundir las buenas prácticas de desarrollo local europeas y latinoamericanas respetando las especificidades locales.

De manera que existe también una dimensión territorial de la cohesión social, que consiste en garantizar un armonioso desarrollo de territorios con características muy diversas, transformando la diversidad en un activo que contribuya al desarrollo sostenible de una región, siendo el desarrollo territorial “un proceso [...] que, mediante la utilización del potencial [...] existente en el territorio, conduce a la mejora del bienestar de la población de una localidad o de una región. Cuando la comunidad local es capaz de liderar el proceso de cambio estructural, la forma de desarrollo se puede denominar desarrollo local endógeno. [...] el desarrollo local hace referencia a procesos de acumulación de capital en ciudades, comarcas y regiones concretas” (Caicedo Cuervo 2008: 18).

Otro acierto importante es la valorización de los actores no estatales. Al respecto, hay que recordar que basándose en un enfoque diversificado, multinivel, multisectorial y multiactor que permite diseñar estrategias flexibles, según las necesidades específicas de cada país y región, en el caso de América Latina, la política europea incluye varios niveles de cooperación (bilateral, subregional, regional), instrumentos (asistencia técnica, realización de programas y proyectos temáticos) y sectores (integración regional, seguridad alimentaria, medio ambiente y recursos naturales, migración, formación, etc.), todos ellos orientados

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hacia la lucha contra la pobreza y el fortalecimiento de la cohesión social (Tassara 2012a).

La mayor parte de los recursos son accesibles (normalmente a través de convocatorias para la presentación de proyectos) a diversos actores, incluyendo entre ellos las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) y otras instancias de la sociedad civil. En este marco, existen programas orientados especialmente a universidades y centros de investigación (ALFA), pequeñas y medianas empresas (AL Invest) y administraciones locales (URB AL). Desde este punto de vista, la cooperación europea representa una de las experiencias más avanzadas en lo referente a la inclusión de lo no gubernamental y de lo local por parte de un donante oficial.

Experiencias como esta abren caminos innovadores para ampliar la cohesión social e impulsar el desarrollo local y, al mismo tiempo, representan una hipótesis de “mestizaje” entre la clásica cooperación Norte-Sur y la novedosa cooperación Sur-Sur, creando espacios para intercambios enriquecedores entre las colectividades locales y los actores organizados de la sociedad civil del Norte y del Sur del planeta (Tassara 2012b).

2.4. Cambios de escenarios y nuevos desafíos

Sin embargo, más allá de los aspectos positivos, hay que reconocer que las relaciones euro-latinoamericanas han tenido altibajos y que no han logrado alcanzar todos los ambiciosos objetivos que se plantearon inicialmente. Lo anterior está relacionado con la crisis en la que se encuentra la Unión Europea17 y, sobre todo, con otros factores que han afectado el empuje inicial del proceso de asociación estratégica entre las dos regiones.

En primer lugar, es importante destacar los cambios que se han manifestado en el escenario internacional (Arenal 2010: 27-33). A nivel general, los

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17 Hoy día la situación de los países que componen la UE es muy diferente al clima de prosperidad que imperaba en 1999, cuando fue introducido el Euro y se llevó a cabo la primera Cumbre ALC-UE. Y la crisis no es solamente económica. Es también una crisis de liderazgo político, de solidaridad entre los estados miembros, de identidad y valores comunes, de proyección internacional y, en cierta medida, del mismo proceso de integración europea (Tassara 2012a: 1-2). En un excelente artículo, Sanahuja (2012b: 52) evidencia que esta crisis afecta al menos cuatro dimensiones: el proyecto económico y su capacidad de promover la estabilidad, el crecimiento y la competitividad internacional; la UE como experiencia federal de gobernanza democrática cosmopolita; la promoción de las políticas de cohesión económica, social y territorial; el papel europeo como actor global en la arena mundial.18 Es un ciclo de negociaciones de la OMC realizado con el fin de perfeccionar la liberalización del comercio mundial a través de unos acuerdos específicos sobre el tema agrícola, completando así el proceso iniciado con la Ronda de Uruguay (1986-1993).19 Según la clasificación de la OCDE, éstos se articulan entre países de renta media-baja y media-alta y son, respectivamente, los Low Middle Income Countries (LMICs), con un ingreso per cápita entre 936 y 3.705 USD/año, y los Upper Middle Income Countries (UMICs), con un ingreso per cápita entre 3.706 y 11.455 USD/año.20 Además, vale la pena recordar que ninguno de los nuevos estados miembros tienen intereses prioritarios en América Latina.

elementos más relevantes son: (i) el creciente peso político y económico de la China, India y otros países asiáticos, ha modificado profundamente la agenda de todos los demás países y ha reorientado sus políticas comerciales; (ii) la mayor relevancia de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y de las negociaciones multilaterales que se han consolidado con la Ronda de Doha18 (2001-2008), han condicionado fuertemente los Acuerdos de Asociación entre la UE y los países ALC; (iii) el consenso internacional sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), que priorizan los países más pobres de África subsahariana y de Asia oriental, en detrimento de los países de renta media19 en general y de los que se ubican en América Latina en particular.

Por el lado europeo, hay que mencionar por lo menos los siguientes factores. La gran importancia de los temas vinculados con la seguridad y la lucha al terrorismo internacional que, después del 11 de septiembre de 2001, contribuyeron a reorientar la priorización de la acción internacional europea hacia regiones distintas de América Latina. La ampliación de la UE, que entre 2004 y 2007 pasó de 15 a 27 países miembros20, y su impacto en el reajuste de los mecanismos de gobierno, así como en sus prioridades de relaciones exteriores. La crisis política e institucional generada en 2005 por

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el fracaso de la aprobación de la Constitución europea21, complicó aún más la situación, ya que su propósito principal era el de “reordenar la casa” antes de la ampliación, introduciendo una armonización y estabilización de la legislación comunitaria22, definiendo la UE como una unión de estados y ciudadanos con unos derechos fundamentales, y aumentando los poderes comunitarios en la esfera internacional.

Finalmente, los cambios que se han dado por el lado latinoamericano han influido prácticamente en todos los terrenos. En primer lugar, debido a la creciente heterogeneidad política y económica y a los nacionalismos con distintos matices ideológicos que se han afirmado en varios países23, América Latina parece más dividida que en el pasado y no ha logrado una forma aceptable de unidad de acción frente a sus interlocutores internacionales. Esto ha pesado notablemente en los procesos de integración regional, que se han multiplicado24 y han planteado agendas y prioridades diferentes, dificultando la proyección internacional del subcontinente como región homogénea y, por ende, sus relaciones con la UE25.

21 La idea de una Constitución Europea fue lanzada a finales del 2001. Después de casi un año y medio de trabajo de la Convención Europea, su texto fue aprobado por el Consejo Europeo en junio y firmado en Roma en octubre de 2004 por los jefes de gobierno de los estados miembros. En enero de 2005, el Parlamento Europeo aprobó una resolución en la que recomendó su definitiva ratificación por parte de los estados miembros. Sin embargo, el proceso de aprobación se paró debido a la no aprobación de los referéndums que se llevaron a cabo en Francia y en Holanda en junio de 2005.22 Introduciendo también normas más ágiles y efectivas para el sistema de voto y la toma de decisiones vinculantes y reduciendo notablemente el campo de aplicación del principio de la unanimidad.23 Y que, en algunos casos, ha generado situaciones de inseguridad jurídica tales de desincentivar las inversiones extranjeras.24 Para dar sólo una idea de esta proliferación, se mencionan a continuación las organizaciones y los procesos supranacionales más relevantes, especificando entre paréntesis el año de creación respectivo: Mercado Común Centroamericano - MCCA (1960), Comunidad Andina – CAN (1969), Comunidad del Caribe – CARICOM (1973), Asociación Latinoamericana de Integración - ALADI (1980), Mercado Común del Sur - Mercosur (1991), Sistema de la Integración Centroamericana – SICA (1993), Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América / Tratado de Comercio de los Pueblos - ALBA-TCP (2004), Proyecto de Integración y Desarrollo Mesoamérica – Proyecto Mesoamérica (2006), Unión de Naciones Suramericanas - UNASUR (2008), Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños – CELAC (2010), Alianza del Pacífico (2011).25 Tanto es así que en la reciente Cumbre CELAC-UE de Santiago, Brasil, Colombia, Chile y México manifestaron su interés en abrir todavía más el comercio entre América Latina y la UE, apoyando la propuesta europea de llegar a un acuerdo de asociación comercial entre los dos bloques. Mientras que Argentina y algunos países de ALBA-TCP abocaron por ciertas formas de proteccionismo orientadas a favorecer el comercio intrarregional y salvaguardar las múltiples asimetrías existentes entre las dos regiones.

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En segundo lugar, el auge de la diversificación del comercio mundial hace que en la actualidad los países de Asia representen el segundo mercado externo para los productos latinoamericanos y que hacia 2025 China podría remplazar la UE como segundo socio comercial de América Latina. Lo anterior modificó profundamente las estrategias comerciales de la región y le restó importancia al intercambio comercial con la UE26.

Tabla 2.2. Destino y origen del comercio de América Latina y el Caribe (%)

Fuente: CEPAL 2012a: 71.

Además, varias empresas de América Latina, empezando por Brasil y México, se han transformado en corporaciones multinacionales que invierten en otros países de la región y del mundo, compiten en importantes licitaciones internacionales, y lideran sectores de alta tecnología como la aeronáutica o los hidrocarburos (van Klaveren 2012: 134).

26 Adicionalmente, es importante señalar que en el segundo semestre de 2012, en un contexto global de desaceleración del comercio mundial, los intercambios comerciales entre los países ALC y la UE fueron los que sufrieron la mayor caída (-5%) (CEPAL 2012b).

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En tercer lugar, varios países latinoamericanos ya no son únicamente receptores sino también donantes de cooperación al desarrollo. Esto implica que Brasil, México, Argentina, Chile y Colombia, entre otros, apuntan a la cooperación Sur-Sur para consolidar su estatus de países emergentes y su proyección internacional (Tassara 2013a). Según el análisis de Arenal (2011: 84), lo anterior “[…] reduce la prioridad que se atribuya hasta fechas recientes a la cooperación Norte-Sur propia de la UE y obliga a la UE a avanzar por el camino de una cooperación triangular Norte-Sur-Sur”.

Otro elemento importante es que América Latina ha logrado sortear dos grandes desafíos que históricamente condicionaban su posicionamiento internacional a la tutela de Estados Unidos hacia su “patio trasero”, logrando una mayor autonomía y una notable diversificación de sus vínculos con el mundo. Sumado a la relativa estabilidad de fondo y a la ausencia de conflictos armados de alta intensidad, lo anterior configura una situación muy novedosa en la que América Latina intensificó y amplió sus relaciones y acuerdos comerciales con muchos países de África, Asia (empezando por los del Pacífico), Oceanía y Oriente Medio27, además de las que tenía tradicionalmente con los países de Europa y América del Norte. En este contexto, vale la pena destacar que Brasil se está convirtiendo en un actor global28, con intereses políticos y económicos en varios continentes.

Adicionalmente, hoy día la situación de América Latina y la de la UE es inversa a la que se presentaba entre mediados de los años 80 y mediados de los 90, cuando empezó a cristalizarse la hipótesis de un diálogo birregional, y se ha producido un reequilibrio que en parte atenúa las tradicionales asimetrías entre las dos regiones.

27 En el ámbito institucional, los países suramericanos han empezado a celebrar cumbres birregionales con sus pares árabes (Brasilia 2005) y africanos (Abuja 2006), mientras que Chile, México y Perú participan tanto en el Foro de Cooperación Económica de Asia Pacífico (APEC), la principal instancia de encuentro y cooperación que reúne a 21 países de ambas riberas del Pacífico, como en Acuerdo Transpacífico (TPP).28 Es interesante señalar que en 2010 Irán aceptó la mediación de Brasil en un tema estratégico como la cuestión nuclear, siendo la primera vez que un país latinoamericano interviene como protagonista en una cuestión de interés global en otro continente.

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En el contexto actual, Brasil representa la sexta economía del planeta y México será la décima hacia 2020, mientras que América Latina y Asia están liderando el crecimiento de la economía mundial. Según van Klaveren (2012: 135) en América Latina:

[…] las cuentas fiscales están en orden, los niveles de endeudamiento son razonables y los porcentajes de inflación tienen muy poco que ver con las traumáticas experiencias vividas durante el siglo pasado. La mayoría de los países se sitúan entre los rangos de países de ingresos medios altos y medios bajos, pero con tendencia al alza. La región dispone de un conjunto muy favorable de recursos naturales, que incluye a un sector agrícola dotado de fuertes ventajas comparativas y que se ha modernizado significativamente […], un sector minero diversificado y dinámico y considerables reservas de hidrocarburos. Esta dotación se complementa con un sector industrial potente [...].

Por lo anterior, la UE está cada vez menos en condición de proponer a América Latina su modelo de integración económica y cohesión social como una experiencia exitosa de referencia. Entre otras cosas porque, como observa oportunamente Sanahuja (2013):

Desde que se inició la crisis económica, la situación de la UE se ha ido deteriorando hasta poner en juego su propia construcción institucional y que pueda hablarse de una crisis existencial [...]. El contraste no puede ser mayor con lo que ocurre al otro lado del Atlántico. A pesar de la crisis global, América Latina ha mantenido un fuerte crecimiento económico, animado por la bonanza exportadora hacia Asia y el crecimiento de la demanda interna, en sociedades donde se expanden las clases medias y se reduce la pobreza y la desigualdad. Con buenos resultados en las cuentas externas y balanzas fiscales saneadas, los problemas económicos más inmediatos son los propios de ciclos expansivos, como el recalentamiento de las economías, o la avalancha de capital externo. Esa mayor confianza en sí misma es también visible en la política exterior, con una actuación más autónoma y asertiva [...].

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Los cambios de escenarios descritos anteriormente nos permiten apreciar el nuevo contexto internacional en el cual se insertan las relaciones euro-latinoamericanas y las nuevas dificultades que estas tienen que enfrentar.

En síntesis, según Arenal (2011: 75) el estancamiento “de la estrategia regionalista de la UE se debe no sólo a que ésta no ha sido capaz de adaptarse al nuevo escenario latinoamericano, sino sobre todo a la crisis de integración que ha vivido la región“, mientras que “existe un notable desequilibrio entre los compromisos políticos, asumidos principalmente en las Cumbres, y los recursos financieros que se ponen a disposición de los mismos“ (Arenal 2010: 43).

2.5. Consideraciones finales: ¿cómo replantear el diálogo birregional?

Por ende, más allá de los resultados positivos logrados a lo largo de los últimos veinte o treinta años, es necesaria una reflexión seria y profunda para replantear y actualizar los propósitos generales y los métodos de trabajo en el diálogo y las relaciones euro-latinoamericanas.

Al respecto, el mismo Sanahuja (2012a: 105-110) plantea cuatro temas estratégicos: (a) realizar un esfuerzo de actualización de los valores democráticos de fondo que fundamentan la asociación birregional, definiendo en qué consiste un estado social de bienestar distinto a los paradigmas más extremos del neoliberalismo y compatible con la crisis actual y con los nuevos escenarios económicos globales; (b) redefinir las bases y el potencial de una acción concertada para ofrecer un aporte innovador a la gobernanza de la globalización, a través de una redefinición de las reglas e instituciones internacionales basadas en un multilateralismo más justo y eficaz; (c) coordinar una filosofía común y unas acciones conjuntas para mejorar el posicionamiento internacional de ambas regiones frente a los cambios económicos globales; (d) profundizar la cooperación temática en algunas áreas de interés común29 y

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contribuir a replantear la agenda de la cooperación al desarrollo con los países de renta media.

Este último aspecto es especialmente importante, y sería un error si la UE, como propuso la Comisión Europea, decidiera cerrar por completo la cooperación bilateral con los países latinoamericanos de renta media en la nueva programación de la cooperación al desarrollo para el periodo 2014-2020. Esto por varias razones.

La primera es que la erradicación de la pobreza como objetivo global sigue siendo relevante en muchos países de la región, varios de ellos de renta media, y que América Latina continúa siendo la región más desigual del mundo. Además, según Morazán et al. (2011: 10) “A las desigualdades sociales de todo tipo habría que agregarles las desigualdades territoriales, que también son de enorme cuantía en América Latina y el Caribe”. Por esto recientemente la CE-PAL ha planteado que “sería necesario repensar la categoría de ‘renta media’ – en la que se clasifica la mayoría de los países de América Latina – como criterio para la asignación de la AOD” (Morazán et al. 2011: 7). Al respecto, podría ser útil considerar el índice de Gini, que mide la desigualdad en la distribución de los ingresos, entre los indicadores utilizados en el contexto antes mencionado.

La segunda, se debe a que la cooperación al desarrollo y la AOD constituyen elementos clave “[...] de la relación birregional, y el compromiso de la Unión y de los estados miembros con los ODM no debería llevar a una reducción de la ayuda para la región, pues ello afectaría negativamente el esfuerzo realizado [...] en la reducción de la pobreza y la desigualdad, en la consecución de otras metas de desarrollo, en la gobernanza democrática, y en su contribución a la provisión de bienes públicos regionales y globales” (Sanahuja 2011b: 58). En

29 Como por ejemplo la ciencia y la tecnología, la educación superior y la creación de un espacio común del conocimiento, la promoción del desarrollo sostenible y la gestión del cambio climático (y sus corolarios como la tutela del medio ambiente y la eficiencia energética), la implementación de políticas de cohesión social más efectivas.

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particular, los países de renta media “necesitan diseñar estrategias de reducción de la pobreza, comprensivas y consensuadas, en torno a las cuales se puedan articular agendas de cooperación y mejorar la coordinación con y entre los donantes, entre los que la Unión continuará siendo un referente principal [...] para la región” (Castañeda Bustamante 2010).

Si embargo, es necesario replantear también algunos aspectos metodológicos, empezando por el reequilibrio del diálogo birregional con el desarrollo de relaciones bilaterales más intensas y con la definición de objetivos quizás menos ambiciosos pero más realistas y realizables en el corto y mediano plazo. Tal vez no sea una simple casualidad que las relaciones bilaterales con México y Chile, países con los cuales se firmaron dos acuerdos de asociación en 2002 y 2004 respectivamente, y con Brasil, que en 2007 firmó un Acuerdo de Asociación Estratégica con la UE, sean los procesos más exitosos de diálogo político a nivel euro-latinoamericano, “poniendo de manifiesto que la vía bilateral, no sólo es la preferida por los países latinoamericanos, sino la que permite, lógicamente, una más efectiva concertación, ante la división y diferentes intereses existentes en América Latina y el Caribe“ (Arenal 2010: 37).

En esta misma línea, sería oportuno incluir el tema de la cohesión social también “en la agenda del diálogo político y en la negociación de los acuerdos de asociación” y “articular un nuevo modelo de relación que, sobre la base del apoyo a la integración y la cohesión social, tome en consideración las nuevas dinámicas de integración […] y las marcadas heterogeneidades existentes entre los países latinoamericanos“ (Arenal 2010: 54).

La disposición y la actitud de fondo con las cuales Europa ha manejado sus relaciones con América Latina es otro tema relevante. Basándose en la existencia de algunos valores y raíces comunes entre las dos regiones, “Europa ha tendido a mirar a América Latina como su espejo, como la región del mundo […] en la que se proyecta y que de alguna manera debe reproducir

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sus valores, políticas y prácticas, a veces con exigencias mayores que las que se formulan respecto de sus vecinos más inmediatos” (van Klaveren 2012: 140). Esta actitud europea, a pesar de sus fundamentos nobles, ha generado elementos de unilateralidad y asimetría en el diálogo, que a veces han colindado peligrosamente con el paternalismo de antaño.

La parte europea tiende a inquirir sobre el estado de la democracia en la región, sobre los procesos de integración, sobre el respeto a las normas medioambientales y laborales, sobre el tratamiento a los pueblos autóctonos, etc., y se limita a informar sobre el avance, siempre complejo, de la construcción europea. Rara vez forma parte de este diálogo la situación interna de los países europeos, el avance de los extremismos, las tendencias xenófobas en algunos países, los recortes sociales o el trato a las minorías o los inmigrantes (van Klaveren 2012: 140-141).

Otro ejemplo de asimetría en las relaciones entre las dos regiones es que los europeos exigen que América Latina levante toda barrera proteccionista hacia el comercio internacional, olvidándose a menudo de sus cuantiosos subsidios a la agricultura y poniéndose molestos cuando los latinoamericanos se lo recuerdan, y en especial las potencias agrícolas como Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay. Al contrario, son evidentes las contradicciones entre el derecho universal a un acceso equitativo al comercio mundial y la Política Agrícola Común (PAC30), que utiliza los aranceles y los subsidios comunitarios como elementos de protección del mercado interior europeo, perjudicando así los productores de los países en desarrollo.

30 La PAC es uno de los elementos esenciales del sistema institucional de la UE y gestiona las subvenciones que se otorgan a los productores agrícolas de los países miembros. A pesar de la reforma de 2003, que desvinculó la ayuda de la producción y sujetó los pagos al cumplimiento de condicionalidades como las buenas prácticas agrícolas y medioambientales (desacoplamiento), y de los nuevos objetivos planteados en 2010 (conservar el potencial de producción alimentaria en la UE; apoyar a los agricultores y ganaderos que suministren alimentos de calidad en línea con las exigencias medioambientales y de bienestar animal; mantener las comunidades rurales viables y generadoras de empleo local), que llevarán a una nueva reforma en los próximos años, la PAC sigue representando un obstáculo muy relevante en los acuerdos de asociación comerciales con muchos países emergentes.

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Este es un aspecto importante, que la UE tiene que replantear, replicando en el diálogo político y los acuerdos comerciales esa colaboración entre pares basada en el aprendizaje mutuo que caracteriza su enfoque en la cooperación al desarrollo y de su bagaje histórico en las relaciones entre los países miembros de la UE .

Una última reflexión al margen. El 10 de diciembre de 2012 la Unión Europea fue galardonada en Oslo con el Premio Nobel de la Paz por “sus más de seis décadas de contribución al avance de la paz y la reconciliación, la democracia y los derechos humanos en Europa”, por el éxito de la reconciliación franco-alemana, la ampliación hacia el este y los esfuerzos por establecer la paz en los países balcánicos. A pesar de que algunos opinaron que la actual crisis de la eurozona no representa el contexto más adecuado para otorgar este prestigioso reconocimiento a la UE, no cabe la menor duda que la experiencia de integración europea representa un logro único y un estímulo para toda la comunidad internacional en avanzar hacia sistemas de relaciones internacionales más pacíficas y de gobernanza más estables y efectivas.

Para decirlo con las palabras de Lula da Silva, ex Presidente de Brasil, en el discurso de cierre de la III Conferencia de Progreso Global que se llevó a cabo en Madrid en el mes de octubre de 2011, “el mundo no tiene derecho a permitir que la UE acabe porque ya es patrimonio democrático de la humanidad”.

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79Cooperar al desarrollo y desarrollar la cooperación: Desafío Post 2015

Introducción

El estudio sobre los desastres y sus efectos ha generado una serie de debates en torno a las transformaciones o cambios sociales que se presentan luego de sus manifestaciones, asociando sus consecuencias a la desorganización temporal de las sociedades y a la aceleración o disminución en la velocidad del desarrollo.

Los recientes desastres ocurridos en América Latina han mostrado que los países de la región aun no tienen las condiciones de posibilidad de un desarrollo que pueda evitar sus efectos, concretar medidas de adaptación que minimicen su impacto o permitan su pronta recuperación. Debido a sus altos índices de pobreza, desigualdad, exclusión y vulnerabilidad frente a los riesgos que presenta actualmente, lo cual impide y limita que las sociedades latinoamericanas y caribeñas tengan una actitud proactiva hacia la gestión del riesgo.

EL DESARROLLO FRENTE AL RIESGO DE DESASTRES EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE

Gabriel Orozco Restrepo*Yuly Sierra Angel*

*Ph.D. en Economía y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Madrid. Profesor-investigador del departamento de historia y ciencias sociales de la Universidad del Norte y coordinador del grupo de investigación Agenda Internacional. [email protected] [email protected]*Profesional en Relaciones Internacionales. Joven Investigador COLCIENCIAS del departamento de historia y ciencias sociales y miembro del grupo de Investigación Agenda Internacional de la Universidad del Norte.

Capítulo 3

80 Jairo Agudelo Taborda (Editor)

Para el presente artículo se considera la Gestión Integrada del Riesgo de Desastre-GIRD como una herramienta de adaptación a los efectos de los eventos climatológicos extremos en la cual es fundamental considerar los hábitos, creencias y patrones de comportamiento de la región como agentes que inciden en la propensión a la vulnerabilidad. La cooperación internacional se muestra como un elemento clave para abordar el cambio climático de manera coordinada y eficaz para la adaptación de los países y las sociedades.

No cabe duda que la Cooperación Internacional como estrategia de respuesta ante emergencias ha estado presente en los diferentes escenarios registrados en la región durante los últimos años, pero ahora esta cooperación tiene el reto de lograr más que una asistencia humanitaria ante escenarios de desastres, promover mejores prácticas de preparación y respuesta ante nuevos eventos bajo el objetivo de la reducción del riesgo de desastres a partir de las sociedades para que adopten una actitud proactiva frente a los desastres y al cambio climático.

3.1. El impacto de los desastres en el desarrollo de América Latina y el Caribe

Los recientes desastres en América Latina productos de eventos naturales —asociados a fenómenos climatológicos extremos como la Niña— evidencian con crudeza que la inadecuada planificación urbana, la deforestación o el crecimiento descontrolado de poblaciones altamente expuestas al riesgo de desastres, incide en el proceso económico y en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM1 Informe sobre el Desarrollo Mundial 2010).

1 Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) “Las pérdidas humanas y económicas causadas por desastres se han incrementado en esta región en el último siglo, como consecuencia del crecimiento demográfico, la urbanización no planificada, la sobreexplotación de los recursos naturales y, probablemente, los efectos del cambio climático. Terremotos, inundaciones y tormentas causaron US$34 mil millones en pérdidas económicas en 2000–2009, en comparación con las pérdidas de US$729 millones en la década de 1940”. (BID, 2010)

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Si bien los países de la región han logrado avances significativos en términos de desarrollo económico y social aun no tienen las condiciones de posibilidad de un desarrollo sostenible que pueda evitar los efectos de los desastres y concretar medidas de adaptación que minimicen el impacto frente al cambio climático2.

De hecho si pensamos el desarrollo de una manera integral y no solo desde las variables macroeconómicas o de su impacto en la reducción de la brecha en una sociedad es necesario incorporar también la variable medioambiental, pues esta incide drásticamente en los niveles y calidad de vida, así como en la capacidad de los estados de lograr condiciones óptimas para una mayor competitividad. Al respecto el Informe de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el desarrollo del año 2011 menciona que un factor determinante en la promoción de las capacidades para el desarrollo humano es la relación con el medioambiente y la justa distribución de los recursos para su conservación y aprovechamiento, lo cual implica también estar preparados frente a eventos adversos. (PNUD 2011: 49) Y es por ello que cada vez más es necesario implementar estrategias que se enfoquen no solo en la atención con una asistencia humanitaria en escenarios de desastres, sino además una promoción de mejores prácticas de preparación y adaptación para enfrentar las amenazas que puedan afectar a las sociedades.

La diferencia en el impacto que tienen determinados eventos naturales sobre los países y sus poblaciones varía en función tanto de la preparación frente a riesgos de desastres que requieren una cultura del riesgo, representada en el grado de desarrollo y políticas destinadas a fomentar el incremento de

2 Esta es una de las conclusiones que sacaron varios analistas en los conversatorios de camino a la VI Cumbre de las Américas celebrada en 2012: “Las naciones latinoamericanas han pagado un alto precio por no haber adoptado enfoques preventivos. Los desastres naturales no-mitigados de gran magnitud no sólo han cobrado vidas humanas y han dañado la propiedad innecesariamente, sino que, en ocasiones, han revertido años de avances en materia de desarrollo,” lo que supone por supuesto un gran desaliento en la medida en que años de esfuerzo por construir infraestructura y tejido social se ve arrasado por los desastres. Foros Camino a Cartagena. (2012, 129)

82 Jairo Agudelo Taborda (Editor)

capacidades de los individuos ante un evento adverso o una situación que pueda afectar el curso cotidiano de sus actividades.

Analizando en retrospectiva tres eventos naturales en diferentes lugares del

mundo pero determinados por fenómenos geológicos parecidos —el terremoto en Haití, Chile, y el tsunami en Japón— se constata que los efectos pueden variar en función más que de la magnitud del evento, en el grado de disposición e incorporación de la gestión integrada del riesgo de desastres en las políticas de desarrollo, lo cual puede determinar el costo tanto económico como en pérdidas de vidas y en la capacidad de recuperación. Si comparamos las pérdidas económicas de estos eventos estimados en millones de dólares se evidencia que para Haití sumaron US$14.000, en Chile US$30.000, mientras que para Japón US$210.000. Pero para un país como Haití y Chile estas estimaciones equivalen en el Producto Interno Bruto (PIB) el 120% (Fondo Monetario Internacional, 2010) y el 17% (Sebastián Piñera, 2010) respectivamente, mientras que para Japón el 3.5% (CNNEXPANSION, 2010-2011).

Es así que un desastre no es solamente un asunto de los niveles de las pérdidas económicas asociadas con un evento social o natural adverso, tampoco es un hecho considerado anómalo o aislado que frena los procesos de desarrollo que se ha planteado una sociedad; en realidad la falta de conocimiento, de planeación o de conciencia resiliente frente a la probabilidad del riesgo de desastres muestra los niveles de desarrollo de una sociedad, pues solo en la medida en que ha logrado incorporar aspectos medioambientales, con mejor distribución de recursos y mayor fortaleza para la recuperación ante un evento adverso es que la sociedad ha contemplado seriamente las dimensiones de un desarrollo sostenible.

No es el tamaño y fuerza del agente físico detonador del desastre lo que nos permite concebir los desastres como grandes o no. Es el tamaño de la economía afectada y sus niveles de desarrollo lo que finalmente determina la magnitud y los impactos que tiene en éstos. (Lavell, 2.000:30).

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El problema está entonces en las disposiciones de la sociedad, sus constructos institucionales y su capacidad de gestión del riesgo y no en la amenaza, pues como se mencionó, los casos de Haití y Chile frente al de Japón evidenciaron el mayor número de pérdidas en vidas y en incapacidad de reacción y recuperación, dado el nivel de su desarrollo.

Hay entonces que reconocer que en el desarrollo en América Latina y el Caribe se evidencia un problema recurrente porque durante los últimos cien años hay un aumento significativo de los desastres, lo cual indica que no hay una política de desarrollo sostenible, ni tampoco una búsqueda de integrar la gestión del riesgo en los planes de desarrollo. Durante el siglo veinte y especialmente en el último cuarto de siglo se dio un crecimiento exponencial de los desastres (gráfico No. 3.1.) tanto en su ocurrencia como en su nivel de impacto económico y en pérdida de vidas humanas (gráfico No. 3.2.). El aumento ha sido de un 100% entre los años 1970 y 1980 y el 19% entre los años 1980 y 1990. Durante los últimos 10 años, la tasa de frecuencia de ocurrencia de desastres alcanzó un record de 42,9 por año. Al tener en cuenta lo anteriormente expuesto, en el grafico No. 3.3. se evidencia la correlación existente entre el número de muertes y la ocurrencia de desastres a nivel de la región. Los cuatro años de máxima actividad están relacionados con los siguientes eventos letales: terremoto en Chimbote, Perú (1970) con 66.800 muertes; el terremoto en Guatemala (1976) con 23.000 muertes; la erupción del volcán en el nevado de Ruiz, Colombia (1985) con 21.800 muertes y los deslizamientos de tierra en Venezuela (1999) con 30.000 muertes. (Charvériat, C, 2000)

“Aunque los eventos climáticos en la región se han incrementado de manera más acelerada que los no climáticos, sus impactos y efectos económicos aún no han sido valorados apropiadamente” (Urzúa, M. 2012:5) (ver grafico No.5)

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Gráfico 3.1. Ocurrencia de los desastres en América Latina y el Caribe (1900-1999)

Fuente: Tomado de Charvériat, C. 2000

Gráfico 3.2. Ocurrencia anual de desastres en América Latina y el Caribe (1970-1999)

Fuente: Tomado de Charvériat, C. 2000

85Cooperar al desarrollo y desarrollar la cooperación: Desafío Post 2015

Grafico 3.3. Incidencia anual de casos de desastres y muertes relacionadas con el desastre, América Latina y el Caribe (1970-1999)

(CEPAL, 2010)Fuente: Tomado de Charvériat, C, 2000

Gráfico 3.4. Evolución diferencial de desastres climáticos respecto del total de desastres en América Latina y el Caribe (1970-2011)

Fuente: Tomado de Urzúa, M (2012). Presentación Evaluación de los impactos económicos, sociales y ambientales de los desastres frente al cambio climático México D.F.

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En el 2010 se produjeron una serie de eventos climatológicamente extremos, particularmente en el arco continental de la cuenca del Caribe (desde México a Colombia y Venezuela en la cuenca del Caribe) y en la región andina (Ecuador y Bolivia), (ver tabla y mapa No. 3.1.) resaltando que estas zonas son frágiles para poder asimilar el impacto excesivo y repetido de las lluvias y tormentas. Con lo cual se demuestra que al sumar variabilidad y cambio climático a la degradación ambiental, se potencializan los riesgos, ocasionando mayores daños y perdidas, (CEPAL, 2010) tal y como se observo en la región.

Tabla 3.1. Resumen preliminar de impacto de desastres en América Latina y el Caribe, 2010

Fuente: CEPAL (2010). Unidad de Evaluación de Desastres, DDSAH, CEPAL Boletín no.2, 16 de diciembre de 2010

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Mapa 3.1. Resumen de Impacto de desastres en América Latina y el Caribe, 2010

Fuente: CEPAL (2010). Unidad de Evaluación de Desastres, DDSAH, CEPAL Boletín no.2, 16 de diciembre de 2010.

De acuerdo a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) la situación de riesgo de desastres en la región ha aumentado debido a que el cambio climático incrementa la intensidad de los ciclones y de las demás tormentas tropicales a través de su efecto sobre la elevación de la temperatura atmosférica y de la superficie del mar. “Si este comportamiento se agudiza en las próximas décadas, los países de la región y muy particularmente Centroamérica, la región Andina y el Caribe, potencialmente enfrentarán eventos climáticos más devastadores”, (CEPAL, 2010) siendo este incremento de amenazas un factor latente frente a las vulnerabilidades existentes en las sociedades de la región en el ámbito social, económico y ambiental.

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3.2. El desarrollo de América Latina

Las condiciones sociales, económicas y políticas de América Latina muestran que aun hay obstáculos para superar las condiciones de pobreza, desigualdad, exclusión y vulnerabilidad que inciden en la mayor ocurrencia de desastres, lo cual limita o impide que las sociedades latinoamericanas y caribeñas tengan una actitud proactiva hacia la prevención, mitigación y respuesta frente a los desastres. En gran medida estos obstáculos están directamente relacionados con problemas que conlleva el acelerado proceso de urbanización. De acuerdo a Cardona (2008) el proceso del desarrollo y urbanización para el cual los países industrializados necesitaron muchos años, se efectúa en los países en vía de desarrollo en un lapso de tiempo mucho más corto, con características completamente diferentes.

Por lo tanto al evaluar los riesgos urbanos en Latinoamérica y el Caribe se obtiene que muchas ciudades están construidas sobre espacios potencialmente peligrosos o contienen sitios propensos a desastres debido a que: a) las ciudades se fundaron en lugares peligrosos a causa de las ventajas del sitio siendo estas más apreciadas que sus posibles riesgos; b) el desarrollo de la ciudad no estaba direccionado hacia una cultura del riesgo; c) las ciudades traspasaron lo que originalmente fueron —sitios relativamente seguros— (Cardona, 2008:3).

Lograr un cambio de actitud de la población y hacer evidente el riesgo es un reto que exige un cuidado especial. Es muy común que las entidades relacionadas con la prevención de desastres y atención de emergencias tengan innumerables instrumentos de divulgación, que comúnmente se utilizan a la hora de evaluar su desempeño, pero que no llegan a cumplir su objetivo, puesto que lo que no quieren es generar pánico o una sensación de que la política pública no está cubriendo las necesidades y expectativas para la cual fue elegida. Por eso Cardona señala que:

“Lo primero que hace cualquier administración frente a brotes de anormalidad es

89Cooperar al desarrollo y desarrollar la cooperación: Desafío Post 2015

tratar de integrarlos dentro de algún procedimiento administrativo, coercitivo o un procedimiento de respuesta (planes de emergencia o contingencia, cuando existen). Es decir, en un procedimiento – que usualmente es desconocido– dentro del cual se pueda enmarcar la situación y a los participes de la misma. Se tiene, entonces, que el tratamiento rutinizado que caracteriza a la burocracia es a menudo inadecuado en relación con las situaciones de desastre o de emergencia” (Cardona, 2003:3).

Evidenciando de esta manera que para América Latina los desastres no representan el mayor problema para su desarrollo aunque estos los afecte en gran medida, dado que no es el desastre en si mismo sino el consumo excesivo y sin precaución de los recursos que posee la sociedad para atender sus necesidades lo que incrementa los efectos y consecuencias del evento extremo. Ya que los desastres no arrojan a los pobres a ser más pobres cuando estos ya existían antes del desastre. (Bertrand, 1994). “Si el desastre los proyecta de un estado de pobreza a un estado de miseria completa, este no es un problema causado por el desastre en sí. Se trata de un problema de dónde estaban los pobres antes del desastre” (Lavell, 2.000:29).

De acuerdo a Vargas (2002), la prevención de desastres se fundamenta

en las políticas públicas, ya que los riesgos de desastres deben ser enfrentados por toda la sociedad de manera complementaria, incluyendo entidades públicas tanto nacionales como territoriales, sector privado, ciudadanos y sus organizaciones y la comunidad internacional. No basta con que los ciudadanos y sus organizaciones intenten reducir los riesgos de manera particular y aislada, se necesita un actuar común entre ellas fundamentado en políticas públicas entendidas como: a) el conocimiento público y generalizado de los riesgos; b) la existencia de acuerdos entre los distintos estamentos sociales sobre los objetivos, la manera y las responsabilidades para enfrentar dichos riesgos; y c) la disponibilidad de una estructura institucional que permita canalizar la movilización colectiva. Con pobreza y sin prevención de los desastres, los países latinoamericanos y caribeños tienen mayor posibilidad de avanzar por senderos de crecimiento no sostenible.

90 Jairo Agudelo Taborda (Editor)

La responsabilidad de un gobierno y de una nación frente a los desastres no se miden tanto por su movilización y capacidad de respuesta cuando se presentan como por su compromiso por prevenirlos (Vargas, 2002:7).

Para las sociedades latinoamericanas y del Caribe es necesario entonces plantear modelos menos rígidos y más integrales de gestión que permitan incorporar de manera más adecuada las incertidumbres, inestabilidades y situación de riesgo para una planificación dinámica con una visión preventiva y prospectiva de cara a un desarrollo humano y sostenible.

3.3. Gestión del riesgo de desastres en América Latina y el Caribe para un desarrollo sostenible.

En América Latina y el Caribe se han realizado programas e instrumentos con un elaborado fundamento conceptual para la preparación y recuperación ante los desastres. (Orozco y Guevara, 2011: 15) A través de declaraciones y resoluciones en asambleas tanto hemisféricas como regionales se ha instado sobre la importancia de la cooperación y el fortalecimiento de las capacidades para la reducción y atención de desastres. (Foros camino a Cartagena, 2012:141-144) En el marco de la VI Cumbre de las Américas los foros preparatorios de actores sociales en los temas de Gestión del riesgo de desastres se destaca un aspecto clave.

El cambio cultural hace necesario avanzar en la modificación de valores, conocimientos y comportamientos que faciliten mejores estrategias de la población y sus instituciones para evitar su exposición a las amenazas, lo que hace indispensable el desarrollo de estrategias de educación, capacitación e información pública orientadas a la construcción social de nuevos procesos de significación social o de construcción social del sentido que generen mayores niveles de empoderamiento individuales y colectivos para la gestión integral de riesgos (Foros camino a Cartagena: 2012:143).

91Cooperar al desarrollo y desarrollar la cooperación: Desafío Post 2015

Por tanto en esta región los modelos de organización institucional en materia de desastres y emergencias deben incorporar aspectos preventivos en todas las actividades de la sociedad a partir de una cultura del riesgo, siendo esta definida como las conductas adquiridas por el hombre “que no son fruto de la herencia biológica sino del resultado de la inversión social” (Hoebel, 1985 citado en Martínez y Ojeda, 2010:16-17) “para responder asertivamente ante situaciones de riesgo” (Romero et al, 2009:137). Sin duda una organización y una estructura que involucre a las instituciones gubernamentales, a la población en forma participativa, al sector privado y a los diferentes actores de la sociedad en todos los niveles, logrará un “sistema técnico-social con una base de conocimiento o información que favorezca la sinergia, la auto organización flexible y la eficiencia” (Cardona, 2003:3) frente a futuros desastres.

“al realizar estudios de riesgo es preciso tener en cuenta variables subjetivas que inter-jueguen en el entorno social, tales como la percepción, la concepción individual y colectiva del riesgo y los correlatos emocionales, como productos de los contextos socioculturales donde se relacionan los individuos y hacen sus elecciones. En este contexto los valores culturales son hoy en día los que determinan la relación entre el hombre y el ambiente, en la medida en que es a partir de la cultura que los individuos y colectividades aceptan el riesgo y definen un tipo particular de vulnerabilidad frente a las amenazas (Orozco y Guevara, 2011: 23).

De acuerdo a Cardona (2001), Lavell (2006) y Narváez, Lavell Ortega (2009) y UNISDR (2009) la inclusión de la cultura del riesgo en los planes de desarrollo coadyuva a una visión integral en la medida en que la Gestión del Riesgo de Desastres está asociada e implica decisiones, determinando y dimensionando en el tiempo qué debe hacerse. Así mismo los eventos físicos y la vulnerabilidad son procesos históricos que contribuyen a la existencia del riesgo y de desastres en la sociedad.

Por consiguiente a partir de lo anterior la inserción de la “cultura del riesgo” como parte de los procesos de gestión del riesgo de desastres, representara

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en esta herramienta metodológica un “conjunto de elementos, medidas y herramientas dirigidas a la intervención de la amenaza o la vulnerabilidad, con el fin de disminuir o mitigar los riesgos existentes” (Cardona, 2008:5). Lo cual permitirá al agente político o a los ciudadanos de una comunidad tomar las medidas adecuadas a su contexto socio-cultural.

Se podría considerar así una nueva herramienta metodológica de política pública y de programas sociales: la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres (GIRD) con el componente de cultura del riesgo la cual

“será un proceso social y político, sistemático y continuo, a través del cual se busca controlar los procesos de creación o construcción de riesgo o disminuir el riesgo existente con el fin de reducir el impacto adverso de las amenazas naturales y la posibilidad de que ocurra un desastre, con la intención de fortalecer los procesos de desarrollo sostenible y la seguridad integral de la población” (Orozco, Guevara, 2011:16).

A pesar de los continuos impactos meteorológicos que ha sufrido la región Latinoamérica y el Caribe, actualmente se le resta importancia a las perdidas futuras poco probables y se evidencia una actitud reacia a invertir en la Gestión del Riesgo de Desastres – GIRD. Según el GAR (2011) la necesidad de invertir en la Gestión del Riesgo de Desastres suele ser mayor en países con instituciones eficaces.

La Red de Estudios en prevención de desastres en América latina (LARED) sostiene que los esfuerzos para la reducción de desastres en América Latina y el Caribe siguen correspondiendo a la atención de desastres ya ocurridos y a los programas y proyectos de reconstrucción pos desastres, los cuales aun son incipientes y ocasionan que los esfuerzos que se desarrollan en la actualidad, particularmente entre el sector privado se sigan centrando en las labores menos rentables de las que ofrece el espectro de acción que integra la reducción del riesgo de desastres.

93Cooperar al desarrollo y desarrollar la cooperación: Desafío Post 2015

Por lo cual de acuerdo al Seminario Regional Cooperación entre gobiernos y sector privado para la reducción del riesgo de desastres en América Latina y el Caribe: Enfoques, avances y retos (2011), se sugieren diez aspectos que pueden servir de orientación a fin de promover la cooperación público-privada para la reducción del Riesgo de desastres en la región.

1. Constante Cooperación privada en los diferentes escenarios de desastres.

2. Promover esfuerzos que permitan consolidar formas más eficientes de participación del sector privado ante casos de desastres.

3. Optimizar protocolos de cooperación público-privada que faciliten el uso coordinado de las capacidades locales disponibles a la hora de desastres.

4. Distinguir el abordaje genérico que debe darse ante el problema de la reducción de los desastres, en espacios gremiales que aglutinan a actores privados multisectoriales y donde las formas de tratamiento del riesgo de desastres que se sugieran deberían estar alineadas con los ámbitos de acción e intereses específicos de sus respectivos agremiados.

5. Promoción de iniciativas conjuntas destinadas a la prevención–mitigación de riesgos.

6. La prevención-mitigación de los riesgos debe ser promovida con estrategias que permitan que el riesgo de desastres no se construya, y por ende que los desastres no se evidencien.

7. Promover esfuerzos que permitan a los actores gubernamentales conocer, entender y promover mecanismos para el tratamiento prospectivo y compensatorio del riesgo, que sean pertinentes con sus respectivas realidades.

8. Necesidad de continuar desarrollando esfuerzos regionales que promueven la profesionalización académica de los funcionarios que laboran en las instituciones de administración de desastres, a fin de que estos tengan más y mejores herramientas para promover tanto la

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prevención y mitigación de riesgos como la preparación y respuesta ante desastres.

9. Apoyar esfuerzos para la caracterización de escenarios de riesgo.10. Identificar y promover buenas prácticas de cooperación regional

público-privada en el tema de la reducción de riesgos de desastres. Al tener en cuenta lo anterior, el reto y las opciones de la región para

enfrentar las causas de los desastres, están encaminados a establecer una adecuada estrategia para la reducción del riesgo donde se considere la prevención como una inversión y no como un costo. De acuerdo al GAR 2011 para abordar los impactos globales de los desastres, se requiere que exista una responsabilidad primaria en reducción del riesgo de desastres, la cual este encaminada hacia la planificación de cada una de las naciones. Donde el progreso dependerá de la cooperación internacional que aborde el cambio climático y apoye a su adaptación. En los países latinoamericanos y del Caribe la Gestión del Riesgo de Desastres y la financiación para su adaptación se debe usar para fortalecer las capacidades de gobernanza del riesgo de este modo se potenciarán los impactos de las principales inversiones para el desarrollo y se contribuirá a alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio (GAR 2011).

Conclusión

En América Latina el impacto de los eventos naturales adversos que derivan en desastres ha aumentado significativamente en las últimas décadas. Tanto su impacto en términos de pérdidas humanas como en el detraimiento del patrimonio y en las condiciones socio-económicas. Pero este impacto no se puede tomar como un hecho aislado del proceso o concepción misma del desarrollo en los países en América Latina, antes por el contrario, el gran causante de estas pérdidas materiales y humanas ha sido justamente una forma de desarrollo que no logra cumplir los objetivos básicos de condiciones de vida

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insatisfechas de sus individuos y la incapacidad de dirigir en esas políticas una gestión integral del riesgo de desastres.

Por tanto el problema de cara a los impactos de los desastres en América Latina está más del lado de la vulnerabilidad social y de la incapacidad de las comunidades de acceder a un nivel de desarrollo en donde tengan conocimiento de las amenazas y también de las herramientas adecuadas para enfrentarlas. Múltiples experiencias han mostrado que esto solo se logra trabajando desde la base, esto es, desde prácticas de aprendizaje cotidiano y de estrategias de comunicación que permitan a las poblaciones ser agentes activos de la gestión del riesgo, puesto que los grandes eventos que derivan en catástrofes se van construyendo día a día con el conocimiento/desconocimiento del riesgo, el cual está íntimamente ligado con los hábitos, prácticas o cultura del riesgo de una comunidad.

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99Cooperar al desarrollo y desarrollar la cooperación: Desafío Post 2015

“El mundo nunca ha sido tan cruzado por actos comunicativos como hoy. Nunca ha sido la humanidad tan consciente de su propia diversidad, tan divergente en los modos de vida, pero a la vez tan convergente en los imaginarios globales”

(CEPAL, 2010, p. 270).

Introducción

El presente capítulo pretende plantear, en primer lugar, algunas consideraciones sobre la dinámica global actual, en la llamada “Sociedad de la Información” (SI) que opera como un aspecto fundamental para describir los nuevos procesos de estructuración de relaciones entre sociedades, mercados, Estados y organizaciones internacionales. En segundo lugar, este marco permite la reflexión en torno a los discursos donde las Tecnologías de la

EL ROL DE LAS TECNOLOGÍAS DE LA INFORMACIÓN Y COMUNICACIÓN (TIC) EN EL DESARROLLO Y SUS IMPLICACIONES PARA LA

COOPERACIÓN INTERNACIONAL EN EL CAMPO DE LA EDUCACIÓN.

Andrea Evelin Pineda.1*

1 (*) Lic. en Comunicación Social, orientación en Comunicación Institucional. Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. Especialista en Cooperación Internacional para el Desarrollo (ELACID). Docente de la Universidad Católica de Córdoba en la Facultad de Educación. Miembro del Programa de investigación Jóvenes y TIC: estudios sociales de la mediatización y la tecnocultura. Centro de Estudios Avanzados (CEA-UNC). [email protected]

Capítulo 4

100 Jairo Agudelo Taborda (Editor)

Información y Comunicación (TIC) adquieren un rol protagónico en términos de habilitar el ingreso o inserción a esta nueva dinámica global, a través de la ampliación del acceso a la información, adquisición de saberes competentes y mayor productividad, entre las principales demandas del contexto. De allí la importancia de problematizar estos vínculos para analizar de qué manera se reconfigura el concepto de desarrollo. En tercer lugar, se reflexiona en torno a la Cooperación Internacional ante un “cambio de época” (CEPAL, 2010, p.267); algunas características son abordadas en los análisis precedentes, referidos a la Sociedad de la Información y el rol de las TIC para el desarrollo. En cuarto lugar, se otorga especial interés al análisis contextualizado en nuestra región de América Latina y El Caribe, a través del estudio concreto de algunos programas y proyectos de Cooperación Internacional seleccionados a modo de ejemplos relevantes (pero sin duda no los únicos ni más representativos), dando cuenta además, de perspectivas regionales de abordaje como lo es el aporte de la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (CEPAL). Finalmente, se construyen algunas dimensiones de análisis para profundizar futuras reflexiones sobre el rol de las TIC en el desarrollo y sus implicancias para la Cooperación Internacional en el campo de la educación.

4.1. Algunas consideraciones sobre las Dinámica Global actual

La ‘Sociedad de la Información’ (SI) se ha convertido en un entorno naturalizado para pensarse a sí misma la sociedad actual, “como logotipo de la llamada globalización” (Matterlart, 2007, p. 177). Se reconocen amplios y complejos debates teóricos en torno a la ‘Sociedad Internacional’ (SI) conjuntamente a otros términos similares utilizados para describir el mismo fenómeno que no son objeto del presente artículo pero cuyos aportes se recomiendan para enriquecer la discusión2. Sólo se dirá que

2 Para un interesante análisis crítico ver Mattelart, A. (2007) Historia de la Sociedad de la Información. Bs. As. Argentina. Ed. Paidós.

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a la SI van unidos un conjunto heterogéneo de concepciones y prácticas asociadas de manera intrincada a dicho fenómeno. Una de las principales representaciones se relaciona al ideal de futuro cuyo anhelo imperativo a seguir se basa en el progreso científico y tecnológico. De allí que el papel protagónico otorgado a las TIC se considere uno de los componentes ineludibles de incorporar al desarrollo contemporáneo de las sociedades. En este sentido ¿de qué manera este complejo contexto interpela a la Cooperación Internacional?…

Como “política pública global” (Agudelo, T s.f.), la Cooperación Internacional ha estado fuertemente marcada en estos últimos trece años por la asunción de históricos desafíos globales, materializados sobre todo en los “Objetivos de Desarrollo del Milenio’’ (ODM, 2000). A los fines analíticos, el presente trabajo se enmarca en los desafíos donde la SI se constituye como condición y fin último (al mismo tiempo), de los esfuerzos encaminados a la ampliación del acceso a las TIC, más precisamente el octavo OMD “Fomentar una alianza mundial para el desarrollo”(ONU, 2011), y la meta n° 8D referida a la importancia de que los beneficios de las TIC sean más accesibles a todas las sociedades a través de la cooperación entre distintos actores, especialmente con el aporte del sector privado: “En cooperación con el sector privado, hacer más accesibles los beneficios a las nuevas tecnologías, especialmente las de informaciones y comunicaciones” (ONU, 2011). Todo lo cual plantea la necesidad de encaminar los esfuerzos en pos de formar, renovar y/o consolidar diversas modalidades de alianzas estratégicas multilaterales en el ámbito de la Cooperación Internacional, custodiando el derecho fundamental de ampliar los beneficios de acceso a información, construcción de nuevos conocimientos, canales de expresión y formación de saberes a todas las sociedades, respetando sus decisiones y opciones manifestadas en contextos culturales concretos.

Como ya lo señalaba la Declaración del Milenio (2000): “Velar por que todos puedan aprovechar los beneficios de las nuevas tecnologías, en particular

102 Jairo Agudelo Taborda (Editor)

de las tecnologías de la información y de las comunicaciones” (p. 6)3, una de las dimensiones que se consolida a lo largo de esta última década es la necesidad de incorporar las TIC como dispositivos predilectos para la generación de acceso, adquisición de diversas competencias y productividad en la nueva dinámica que el orden mundial demanda, entre ellos es de especial interés el ámbito de la educación. Dicho campo se considera uno de los espacios privilegiados para pensar estratégicamente la incorporación de las TIC, en la formación de las jóvenes generaciones para un mundo cada vez más exigente en términos de saberes y conocimientos competentes. De esta manera los desafíos y preocupaciones en la agenda de educación se contextualizan en un doble movimiento, a nivel global y local: por una parte las organizaciones internacionales en sus discursos de agenda y proyectos incorporan esta dimensión y, por otro lado, los Estados Nacionales se encuentran ante la necesidad de reestructurar sus sistemas escolares. A lo largo del presente estudio, se analizarán los movimientos señalados en los discursos propuestos.

4.2. TIC y su vinculación con el desarrollo

En el año 2000, la Asamblea General de Naciones Unidas (NU), presentó un informe del titulado Consejo Económico y Social (ECOSOC, 2000, 22) “El desarrollo y la cooperación internacional en el siglo XXI, la función de la tecnología de la información en el contexto de una economía basada en el saber”, sustentado en importantes documentos-aportes antecesores como la Declaración de Florianópolis convocada por el gobierno de Brasil y CEPAL el mismo año. A trece años de la institución de este discurso en la agenda internacional, opera como eje motivador del análisis en el presente trabajo.

En primer lugar, la dinámica global actual se define por una “nueva economía mundial basada en el saber” (ECOSOC, 2000, p.25). Donde el

3 Extraído de http://www.un.org/spanish/milenio/ares552.pdf

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conocimiento se transforma en un componente imprescindible del desarrollo y la productividad. Castells, (1996) lo caracteriza como “modelo de desarrollo informacional”, sumado a nuevos modos de estructuración de los procesos sociales, culturales, económicos, políticos, entre otros, que hacen referencia a la “sociedad en red” (Castells, 1996). Es decir que, a través de estas nuevas formas de estructurarse, la sociedad “modifica patrones económicos y productivos, modos de trabajar y organizarse, sistemas de comunicación, dinámicas de aprendizaje e información, vínculos sociales, formas de gobernar y ejercer la democracia y el control social” (CEPAL, 2010, p.268). Estos procesos son influenciados y/o atravesados de manera más o menos directa por la presencia de las TIC, que operan como dispositivos de acceso, producción y circulación de informaciones y comunicaciones. De esta manera, se posiciona a las TIC como componentes fundamentales de desarrollo (ECOSOC, 2000). Por una parte, se refuerza su aporte al desarrollo económico, como herramientas aceleradoras del crecimiento e integradoras de las economías locales y nacionales a la economía mundial y, por otra parte, las vinculan al desarrollo social para ampliar e igualar oportunidades de acceso y participación, erradicar la pobreza y contribuir al desarrollo sostenible. En síntesis, se proponen “al servicio del desarrollo para todos” (ECOSOC, 2000, p.25). Por su parte, la “Declaración de Florianópolis” (2000) especifica otra dimensión: las TIC y el desarrollo político, que involucra “la profundización de la ciudadanía la transparencia en la gestión pública y la conformación de sociedades más abiertas y democráticas” 4.

En segundo lugar, otro aspecto de especial interés señala los riesgos, disparidades y obstáculos vinculados a las oportunidades que permiten las TIC en los procesos de desarrollo (ECOSOC, 2000). Por ejemplo, éstas pueden contribuir también a profundizar problemáticas a las cuales quieren favorecer. Es decir, las TIC no poseen un poder intrínseco que funciona por sí mismo como transformador, no son herramientas neutrales, sino que dependen mucho de quiénes las utilizan, en qué contextos y con qué fines. En relación

4 http://www.eclac.org/publicaciones/xml/2/4312/florianopolis.htm

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a la Cooperación Internacional, a través de los múltiples actores que, desde la diversidad de sus prácticas contribuyen a la necesaria dinámica, orientada al logro de fines estratégicos, es importante la consideración en los proyectos de la doble dimensión de “oportunidad y riesgo” al pensar la inserción de las TIC en los procesos de desarrollo. En este sentido, la “Declaración de Florianópolis” (2000) advierte que la contribución de las TIC a este nuevo contexto, si sólo es conducido exclusivamente por el mercado, “conlleva el riesgo de aumentar las brechas sociales al interior de nuestras sociedades, creando nuevas modalidades de exclusión, de expandir los aspectos negativos de la globalización y de incrementar la distancia entre los países desarrollados y en desarrollo” 5.

En esta parte del análisis es pertinente el aporte de los autores Burbules y Callister (2006), quienes han desarrollado una perspectiva crítica referida a los discursos que giran en torno a las TIC. Los autores plantean que las representaciones plasmadas en algunos discursos respecto de los cuales las TIC son valoradas como herramientas neutrales, forman parte de una visión alentada desde un enfoque instrumental, (2006, p.20). Como así también los discursos en los cuales las TIC terminan siendo consideradas como una “panacea” (Burbules y Callister, 2006, p.24), solucionadora de todo tipo de problemas para el desarrollo. Estas consideraciones no problematizan las decisiones políticas y estratégicas de los diferentes actores del escenario nacional e internacional previas y posteriores a su integración en las dinámicas de las sociedades y mercados, como tampoco su impacto en los cambios que acompañan a los ámbitos educativos, sociales, culturales, económicos, políticos, entre otros, todo lo cual demanda trabajar a favor de una perspectiva más compleja y transdiciplinar. Por lo tanto, en los análisis de las TIC al servicio del desarrollo en la dinámica actual, una mirada más problematizadora del fenómeno invita a pensar en las TIC como un entorno en el cual los riesgos y las promesas están profundamente imbricados, superando en las evaluaciones aquellos exámenes simplistas de efectos “buenos” o “malos”,

5 http://www.eclac.org/publicaciones/xml/2/4312/florianopolis.htm

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e incorporando en los análisis una “red de imponderables” (Burbules y Callister, 2006, p. 30). Cabe señalar también que “este campo de desarrollo se autogenera en el aspecto social, tecnológico y comercial” (Burbules y Callister, 2006, p. 32) de manera constante y cada vez más acelerada. Además, es imprescindible considerar la apropiación de las TIC por parte de cada cultura, desde la pertinencia de contenidos producidos y difundidos para promover la diversidad y reafirmación de las identidades culturales, como ya lo afirmaba hace trece años la “Declaración de Florianópolis”, 2000.

En tercer lugar, en el Informe de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, 2011 se refuerza el vínculo de las TIC y el desarrollo al posicionarlas como integradoras de la población a la Sociedad de la Información: “La creciente demanda de servicios de información y comunicaciones, combinada con los avances tecnológicos, creciente infraestructura y reducción de precios, están haciendo que más y más personas pasen a formar parte de la sociedad de la información” (Informe ODM, 2011, p. 63).

Pero eso no es todo. El acceso a Internet por ejemplo (que nos interesa de manera especial por su vinculación con el ámbito de la educación a través de programas y proyectos de Cooperación Internacional que se fomentan), continúa siendo inaccesible para la mayor parte de la población del planeta, sobre todo causadas por brechas en las diferentes modalidades de acceso: banda ancha versus telefonía fija. Además, el informe advierte que dos tercios de la población mundial aún no tiene acceso a Internet. Las brechas reproducen históricas lógicas de divisiones entre “países desarrollados, en desarrollo y los menos adelantados”:

La cantidad de usuarios de Internet sigue expandiéndose. Sin embargo, el grado de penetración de la red en países en vías de desarrollo continúa relativamente bajo: el 21% a finales de 2010. En las regiones desarrolladas el nivel es del 72%. En el mundo, 2 de cada 3 personas no utiliza Internet. En los países menos adelantados el acceso a Internet era de apenas el 3% al finalizar 2010. (Informe ODM, 2011, p. 63).

106 Jairo Agudelo Taborda (Editor)

En cuarto lugar, el documento “La Hora de la Igualdad: brechas por cerrar, caminos por abrir” (CEPAL, 2010), sostiene que la reflexión actual acerca del desarrollo implica enfrentar un escenario global complejo en donde se manifiestan “tendencias estructurales que suponen un cambio de época” (CEPAL, 2010, p.267). Estas tendencias son: 1) el cambio climático, 2) el cambio tecnológico y la sociedad red, 3) la dinámica demográfica y 4) el cambio cultural. Se vuelve imprescindible tener en cuenta la propensión a la confluencia de todas las tendencias estructurales, lo cual implica complejizar los análisis para avanzar hacia niveles más profundos de estudio. Sin embargo, a los fines analíticos se hace hincapié en la tendencia referida al cambio tecnológico y sociedad en red.

Finalmente, los complejos vínculos que se van instituyendo en torno a las

TIC y desarrollo en un contexto cuya necesidad imperativa es la de integración, interpela al campo de la educación que “sigue siendo una forma fundamental de desarrollar la capacidad humana y debería ser el núcleo de cualquier estrategia nacional, regional e internacional en materia de tecnología de la información” (ECOSOC, 2000, p. 26). En el presente análisis, se identifican cambios en los desafíos y cómo éstos influyen en la redefinición del marco de la educación en el contexto de la SI. Uno de los documentos más importantes y de particular interés que involucra a nuestra región es “Metas Educativas 2021, la educación que queremos para la generación de bicentenarios” (CEPAL & OEI, 2010)6. En este marco discursivo, la educación es un espacio que garantizaría la igualdad de oportunidades e incorporación de las TIC a los procesos educativos, “antesala” de la integración efectiva a la SI:

[…] voluntad de enfrentarse, al mismo tiempo, a las demandas exigentes de la Sociedad de la Información y del Conocimiento: incorporación de las TIC en la enseñanza y en el aprendizaje, apuesta por la innovación y la creatividad, desarrollo de la investigación y del progreso científico (OEI, 2010, 9).

6 Dicho programa inicia con la reunión de los ministros de Educación Iberoamericanos en El Salvador durante el año 2008, y finalmente queda certificado como programa en diciembre de 2010, en la Cumbre de los Jefes de Estados Iberoamericanos llevada a cabo en Mar del Plata, Argentina.

107Cooperar al desarrollo y desarrollar la cooperación: Desafío Post 2015

Dicho documento también señala una dimensión insoslayable para el cumplimiento de las “Metas Educativas 2021” (CEPAL &OEI, 2010), que es de especial interés al momento de problematizar la integración a la SI: las transformaciones sociales. De allí el esfuerzo por colaborar con los Estados Iberoamericanos en la consecución de proyectos. Se asume la condición de injusticia como rasgo profundamente arraigado a los contextos latinoamericanos y al mismo tiempo la mirada está dirigida a los más débiles y desprotegidos:

Una educación más justa exige mayor equidad social y mayor nivel cultural, aspiración que si bien se extiende a toda la ciudadanía, pretende orientarse especialmente hacia aquellos colectivos tantos años olvidados: los grupos originarios, los afrodescendientes, las mujeres y las personas que viven en zonas rurales (CEPAL-OEI, 2010, p. 9-10).

En síntesis, se puede inferir que los vínculos entre las TIC y el desarrollo se construyen en un contexto de cambios estructurales que habilitan pensar un cambio de época, donde la SI influye decisivamente en la definición de los tipos de demandas generadas. En este sentido, el rol de las TIC debe estar comprometido con “la importancia del acceso universal al saber y la información para la promoción del desarrollo” (ECOSOC, 2000, p. 28), de todas las sociedades, garantizando su representación a través de la diversidad de contenidos, modos de expresión y reafirmación de las culturas, como así también un escenario de alianzas estratégicas multilaterales, en donde diversos actores se relacionen de manera eficaz (gobiernos, sociedad civil, sector privado y demás interesados directos). Si se reflexiona en términos de integración, se debe hacer un esfuerzo por deconstruir ideas tendientes a homogeneizar los escenarios de incorporación como así también de apropiación. Cada sociedad, cultura, grupos minoritarios, etc, están conformados por características particulares que constituyen sus identidades y/o subjetividades propias.

Por su parte, la educación se erige como campo distinguido para asumir

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estos nuevos desafíos en un contexto latinoamericano concreto, velando siempre por garantizar el acceso a la igualdad de oportunidades para todos y todas, evitando reproducir históricas brechas de desigualdad social. Para ello, es necesaria la conducción de los procesos de incorporaciones de las TIC dejando de lado visiones simplistas que las consideran como “panaceas” (Burbules & Callister, 2006, p.24) solucionadoras de todo tipo de problemas o como “herramientas neutrales”, asumiendo una perspectiva más crítica que tenga en cuenta riesgos y oportunidades, como así también el reconocimiento de los diferentes tipos de integraciones y apropiaciones de las TIC de acuerdo a los rasgos y demandas culturales, y por último, evaluando el por qué y para qué de tales procesos de incorporación.

4.3. La Cooperación Internacional ante un cambio de época

A partir del análisis de la dinámica global actual y de los vínculos que se construyen entre las TIC y el desarrollo en los discursos de la agenda internacional, se considera de especial interés pensar el papel de la Cooperación Internacional. Ésta, se convierte en guía estratégica de procesos de interrelación solidaria y responsable entre los Estados, bloques regionales y demás actores internacionales, con programas de objetivos concretos que permiten medir la calidad de sus avances, como así también identificar nuevos desafíos que la intervención en diferentes campos habilita. Como señala Agudelo Taborda (s.f.), la Cooperación Internacional para el Desarrollo (CID) no se circunscribe sólo a la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), sino que involucra dimensiones políticas, sociales, culturales, técnicas y jurídicas. Es así como permite el impulso de proyectos de cooperación amplios, transversales e integrales, como también alianzas entre los diferentes actores de la comunidad internacional, en contextos de cambios tecnológicos y estructurados por nuevos modos de mantener vínculos sociales, gestionar información y comunicación y habitar las sociedades, entre algunos de los aspectos más destacados.

109Cooperar al desarrollo y desarrollar la cooperación: Desafío Post 2015

Tal como afirma el Centro Latinoamericano para las Relaciones con Europa (CELARE, 2008), la V Cumbre de América Latina y el Caribe – Unión Europea (ALC y UE, 2010) planteaba los componentes de la asociación estratégica entre los dos bloques: diálogo político, comercio y cooperación. La tendencia actual nos habla de una convergencia de los tres componentes en los acuerdos de asociación. En este sentido, se han definido tres ámbitos de acción regional para enfrentar los desafíos en el período 2007-2013(CELARE, 2008, p. 154).

1. Cohesión Social: entre los temas prioritarios se encuentran la reducción de la pobreza, desigualdades y exclusión, lucha contra las drogas y narcotráfico. Los programas de cooperación involucrados son: URB-AL, EURO social.

2. Integración regional y cooperación económica: cuyos programas destacados son AL-INVEST y @LIS.

3. Recursos Humanos y Cooperación UE-ALC a través de ALFA y ERASMUS MUNDUS.

El presente análisis considera de especial interés al proyecto @LIS (2006) destinado a profundizar los esfuerzos por disminuir las brechas digitales entre los países desarrollados y los que se encuentran en desarrollo, insertando de manera más efectiva a los países de la región a la Sociedad de la Información.

Finalmente, la Cooperación Internacional en su papel de “política pública global” (Agudelo Taborda, s.f.), no debe abandonar la perspectiva de que la verdadera SI ha de ser integradora como ya lo señalaba la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información CMSI (2004) (que se analizará en el apartado siguiente), lo cual implica analizar los riesgos de que las modalidades de acceso y oportunidad de incorporaciones de las TIC, no sean otra forma de generar y reforzar históricas brechas sociales, económicas y/o culturales en el escenario internacional.

110 Jairo Agudelo Taborda (Editor)

4.4. “La (s) Integración (es)” a la Sociedad de la Información como desafío para América Latina y el Caribe

Como se analizó anteriormente, los documentos de ECOSOC (2000) y la “Declaración de Florianópolis” (2000) como uno de sus principales antecedentes, instauraron un discurso que gira en torno a la relevancia que adquieren las TIC para el desarrollo en la dinámica global, es decir, se constituyen en

El eje central de la construcción de la economía basada en el saber y en la conformación de la Sociedad del Conocimiento [...] son la base de una nueva forma de organización y de producción a escala mundial, redefiniendo la manera en que los países se insertan en el sistema económico mundial (Declaración de Florianópolis, 2000)

En la declaración también se advierte sobre la responsabilidad que tienen los gobiernos de los países de hacerse cargo de esta situación, ya que, como se analizó anteriormente, si se deja librado este proceso a los criterios del mercado, se corre el riesgo de profundizar aún más las problemáticas históricamente arraigadas en la región. Por otra parte en Florianópolis se remarcó el nexo entre el potencial que tienen las TIC para el desarrollo social y político de los países. Como advierte la CEPAL (2008, p.1) “esta declaración marcó el comienzo de un proceso que aún continúa y que […] todavía plantea un gran reto para toda la región”.

Otro de los antecedentes históricos que marcaron los esfuerzos de trabajo en la región, fue la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información (2004) en sus dos etapas, Ginebra (2003) y Túnez (2005), en donde se asumió el desafío de construir una SI integrada, sobre la base de la Carta de las Naciones Unidas (1945) y la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), y dirigiendo el potencial que tienen las TIC hacia la promoción de los ODM (2000).

111Cooperar al desarrollo y desarrollar la cooperación: Desafío Post 2015

Nuevamente en la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información (CMSI) (2004) se identificó el potencial de las TIC con el impulso al desarrollo: “el rápido progreso de estas tecnologías brinda oportunidades sin precedentes para alcanzar niveles más elevados de desarrollo” (Declaración de Principios, CMSI, 2004, p. 2), en tanto que la educación se reafirmó como espacio igualador de oportunidades y desarrolladora de capacidades en las jóvenes generaciones, protagonistas por excelencia de la SI. Sin embargo, también se advirtió sobre la necesidad de que esta Sociedad de la Información fuese integradora. De allí los esfuerzos por crear nuevas formas de solidaridad, asociación y cooperación a nivel de los países e instituciones locales, nacionales e internacionales. Se requiere un nuevo esquema de trabajo más abierto, solidario y eficaz para enfrentar los desafíos. Los actores del escenario internacional tienen responsabilidades que asumir para una toma de decisiones eficiente: “A fin de construir una Sociedad de la Información global integradora, buscaremos e instrumentaremos de manera eficaz los enfoques y mecanismos internacionales concretos, lo que abarca la asistencia financiera y técnica”. (Declaración de Principios, CMSI, 2004, p. 9). En este marco se puede ubicar la propuesta del programa de Cooperación Internacional entre la UE & ALC de la “Alianza para la Sociedad de la Información”, @LIS): en sus dos etapas (2002 y 2009), de especial interés en este trabajo.

4.4.1. Plan de Acción eLAC (2008-2015) como estrategia regional

El marco de la CMSI (2004) con su correspondiente “Declaración de Principios y el Plan de Acción” (CMSI, 2004) implicó en la región de América Latina y El Caribe la redefinición de perspectivas y estrategias para afrontar los nuevos desafíos y consolidar los esfuerzos que se veían ejecutando

[…] varios años de diálogo sobre la relación entre las TIC, el crecimiento y la equidad culminaron en el Plan de Acción de la Sociedad de la Información en América Latina y el Caribe, conocido como eLAC 2007, que fue acompañado de la declaración llamada Compromiso de Río de Janeiro (CEPAL, 2008, p. 1)

112 Jairo Agudelo Taborda (Editor)

El plan de Acción Regional eLAC tiene tres etapas, la primera en el año 2007, la segunda en el año 2010 y la tercera para el año 2015. El objetivo principal del plan es la incorporación efectiva y de calidad de las TIC en diversos ámbitos de la economía y la sociedad para beneficio de los ciudadanos de los países de la región, es decir que, “representa el compromiso de los gobiernos de los países latinoamericanos de avanzar hacia sociedades de la información” (Sunkel, Trucco & Möller, 2011, p.8). En términos de estrategia regional, se reconoce en su rol de intermediaria.

Entre las metas ambiciosas de la comunidad global, acordadas en el marco de los Objetivos del Milenio y la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información, y las necesidades de los países de la región, conforme a la situación existente en cada uno de ellos7.

Cabe señalar que, en el período comprendido entre las dos primeras etapas del Plan de Acción Regional, se llevó a cabo la II Conferencia Ministerial sobre la Sociedad de la Información de América Latina y El Caribe, en San Salvador, durante febrero del año 2008. Esto significó otro hito relevante para la región, en el sentido de reafirmar los compromisos asumidos y reconocer los progresos de eLAC 2007, entre los que se encuentran la importancia en términos estratégicos de iniciativas como el programa la “Alianza para la Sociedad de la Información”, (@LIS,) además de que se reivindica la necesidad de fortalecerlo y darle continuidad. Por otra parte, la conferencia aprueba el siguiente Plan de Acción Regional (2010). Éste tuvo como la primera prioridad la educación y

[…] apuntala un esfuerzo conjunto de estrategias que promueven el uso de las TIC para el desarrollo, para lograr crecimiento con equidad. Esto refleja un cambio importante de orientación, dado que el plan se aleja de la tendencia de América

7 Extraído de sitio web oficial http://www.cepal.org/socinfo/

113Cooperar al desarrollo y desarrollar la cooperación: Desafío Post 2015

Latina y el Caribe de seguir la lógica más bien industrial de desarrollo de las TIC, a favor de un desarrollo humano y más integral, o el desarrollo con las TIC8.

Finalmente en el proceso de gestación de eLAC 2015 se realizó una consulta pública vía Internet a diferentes expertos de ámbitos académicos, sociedad civil, sector público y privado. Los resultados de las consultas, sumados a los aportes de los gobiernos, el monitoreo y evaluación en torno a las metas de eLAC 2010 y lo que se acordó en la reunión preparatoria realizada en Uruguay, se convirtieron en los insumos principales de eLAC 20159. Entre los aspectos trabajados como bloque regional se señala la necesidad de que:

[…] la región dé un salto hacia la universalización del acceso a banda ancha, avanzando hacia un gobierno electrónico transaccional y participativo; además, se busca que las TIC sirvan como una herramienta para políticas públicas inclusivas y de calidad en educación y salud, como también promover la innovación digital y la incorporación de las TIC en las pequeñas empresas10.

Gráfico 4.1. Plan de Acción Regional eLAC

8 Extraído sitio web oficial CEPAL -@LIS: http://www.cepal.org/cgi-bin/getprod.asp?xml=/socinfo/noticias/paginas/6/32526/P32526.xml&xsl=/socinfo/tpl/p18f-st.xsl&base=/socinfo/tpl/top-bottom.xsl9 Aprobado en Lima, Perú, en el año 2010 con motivo de la Tercera Conferencia Ministerial sobre la Sociedad de la Información de América Latina y el Caribe.10 Extraído de sitio web: http://www.cepal.org/cgi-bin/getprod.asp?xml=/elac/noticias/paginas/2/44102/P44102.xml&xsl=/elac/tpl/p18f.xsl&base=/elac/tpl/top-bottom.xsl

Fuente: CEPAL (2010)

114 Jairo Agudelo Taborda (Editor)

4.4.2. Perspectiva regional de CEPAL y su aporte en el marco de @LIS

Como ya se adelantó en los análisis precedentes, el programa de Cooperación Internacional entre la UE y ALC conocido como “alianza para la sociedad y la información” (@LIS) se desarrolla en dos etapas (2002-2009)11. @LIS1, fue lanzado formalmente en el año 2002 en Sevilla, España. Tal como lo señala la propia Unión Europea

Con un presupuesto total de 77,5 millones de €, @LIS pretende extender los beneficios de la Sociedad de la Información a todos los ciudadanos de Latinoamérica y reducir la brecha digital a través del apoyo al diálogo y la cooperación entre todos los usuarios de la Sociedad de la Información en ambas regiones (UE, 2007, 5)

El programa es muy amplio y abarca diferentes ámbitos de intervención, considerados como componentes salud, gobernanza, inclusión y educación. Además, cuenta con acciones horizontales como la Red de Reguladores latinoamericanos (Regulatel), European Telecommunication Standard Institute, (ETSI) , América Latina interconectada con Europa ,(ALICE) @LIS ISN - Red Transnacional de Actores y CEPAL, a través del proyecto Diálogo político y reglamentario.

@LIS2 continúa con el desafío de la promoción de la cohesión e integración social mediante las reducciones de las brechas digitales. Además mantiene la estructura de componentes y acciones horizontales. Los objetivos específicos de @LIS2 son:

1. Continuar promoviendo, y al mismo tiempo mejorando y extendiendo, el diálogo y las aplicaciones en la Sociedad de la Información en América Latina.

11 Los países integrantes del proyecto son 19: Argentina, Brasil, Estado Plurinacional de Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, República Bolivariana de Venezuela y Uruguay

115Cooperar al desarrollo y desarrollar la cooperación: Desafío Post 2015

2. Promover y apoyar la investigación intra latinoamericana y con Europa a través de la interconexión entre las redes de investigación y las comunidades en las dos regiones,

3. Apoyar la armonización del proceso regulatorio de Telecomunicaciones, favoreciendo así la innovación y la competitividad, reduciendo la división digital e integrando a América Latina en la sociedad global de la información”12.

A cada uno de los objetivos del programa le corresponde su línea de acción y proyecto. A los fines analíticos, se considera de especial interés el objetivo coordinado por la CEPAL, sobre el diálogo político y regulatorio.

Desde la heterogeneidad estructural que nos caracteriza como región, la CEPAL(2010) se posiciona como un actor que ejerce una decisiva influencia en proyectos de Cooperación Internacional vinculados a los países que integran el bloque regional, constituyendo su labor una práctica que impide la extrapolación descontextualizada de propuestas sin tener en cuenta las situaciones propias de cada país.

Las TIC en el ámbito educativo plantean un problema de gran envergadura: la llamada brecha digital en América Latina y El Caribe, que “debe ser comprendida en sus distintas dimensiones, que ocurren de manera simultánea” (Sunkel, Trucco & Möller, 2011, p.47). En varios países de la región, las políticas públicas se han dirigido sólo a garantizar el acceso mediante la dotación de infraestructura. Sin embargo la pregunta que surge después de varios años de trabajo e investigación es sobre el avance hacia políticas públicas de calidad educativa: desarrollar las competencias docentes necesarias, innovaciones en las prácticas pedagógicas y de gestión escolar mediadas por TIC. Sin embargo, como advierte la CEPAL (2008) es necesario “desarrollar y aplicar indicadores no sólo de introducción y uso de esas tecnologías, sino también de impacto”

12 Extraído de sitio oficial http://www.alis2.eu/diagpolitico.html

116 Jairo Agudelo Taborda (Editor)

(CEPAL, 2008, p. 39). Finalmente a estos nuevos desafíos en materia de calidad y eficiencia educativa hay que agregar las políticas públicas de acceso que aún constituyen un compromiso de garantizar por parte de varios países de la región.

Por otra parte, dos aspectos se señalan de especial interés como aporte de la CEPAL para pensar los proyectos de cooperación en la reducción de brechas digitales e inclusión educativa. Por un lado, la necesidad de trabajar por una mayor igualdad en derechos “que provee el marco normativo y sirve de base a pactos sociales que se reflejan en más oportunidades para quienes menos tienen” (CEPAL, 2010, p. 11). Por otro lado, la educación se piensa como eslabón fundamental para el ámbito de la igualdad:

Una menor segmentación del aprendizaje y los logros por niveles socioeconómicos, género, territorio y etnia permite reducir las brechas de la desigualdad de una generación a la siguiente. Así mismo, dispone a las nuevas generaciones para insertarse productivamente en el mercado laboral y con mejores opciones de movilidad social y ocupacional a lo largo del ciclo de vida. (CEPAL, 2010, p. 223).

Las brechas digitales de acceso en las escuelas se han ido superando con el trabajo de la Cooperación Internacional mediante proyectos de cooperación como @LIS y compromisos asumidos por los Estados Nacionales. Sin embargo, es necesario avanzar hacia la superación de brechas de calidad educativa. Tal como lo señalan los autores Sunkel, Trucco y Möller (2011, 8).

Hasta ahora las políticas TIC en educación, en la mayoría de los países de la región, han tenido como énfasis central dotar a las escuelas de infraestructura tecnológica adecuada. Este énfasis en lo tecnológico ha tenido un significativo impacto social en términos de reducción de las diferencias de acceso a la infraestructura TIC (especialmente computadores e Internet), la denominada brecha digital, a nivel de alumnos y profesores. Actualmente, sin embargo se ha hecho necesario ir más allá de las políticas de acceso para avanzar hacia la efectiva incorporación de las TIC en las instituciones escolares.

117Cooperar al desarrollo y desarrollar la cooperación: Desafío Post 2015

En este sentido, de acuerdo a la trayectoria de investigación en el campo generada por la CEPAL (2010), los próximos desafíos que se consideran en relación a las TIC, desarrollo y educación en la región se definen a partir de: “garantizar la educación de calidad, mejorar la eficiencia de los sistemas educativos y garantizar la equidad del sistema en distintas dimensiones” (Sunkel & Trucco, 2010, p. 5).

En este esquema de trabajo puesto en práctica, y teniendo en cuenta la instalación en el discurso político de temas vinculados a las TIC y el desarrollo, CEPAL en su rol de asesor y monitoreador de procesos planteó algunos interrogantes:

¿Qué medidas de política se podrían adoptar para impulsar la transición hacia la Sociedad de la Información en América Latina y el Caribe?, ¿Se puede observar efectos positivos en la relación entre las TIC y el desarrollo después de casi una década de trabajo? (CEPAL, 2008, p. 2)

Estas preguntas orientan el análisis hacia el reconocimiento de los avances en la construcción de sociedades de la información, sin perder de vista además la pregunta por el sentido que dicha expresión habilita y/o limita en el campo de la reflexión y acción política, educativa y social. Al mismo tiempo, la CEPAL considera los nuevos desafíos y compromisos en la atención de problemáticas arraigadas históricamente en los países de la región. Además, desde su perspectiva regional, CEPAL advierte sobre la necesidad de definición en materia de política pública. En el marco de dichas políticas se deben incorporar, aquellas que son tecnológicas, con el consiguiente fortalecimiento de “capacidades tecnológicas endógenas” (La Hora de la Igualdad, CEPAL, 2010, 123).

Por último la CEPAL (2010) ratifica la importancia de considerar el desarrollo en nuestras sociedades del conocimiento, no sólo circunscrito a la innovación tecnológica sino vinculado a mayor democracia, productividad e

118 Jairo Agudelo Taborda (Editor)

igualdad como procesos que deben acompañar necesariamente al desarrollo de las sociedades de la información para que sean integrales:

Según la manera en que las sociedades y los Estados se inserten en este paradigma, y según cómo lo difundan, el desarrollo puede adquirir ritmos y direcciones diversos. La tecnología no es intrínsecamente buena, sino que existen usos más o menos virtuosos de ella, con mayores o menores sinergias, más o menos democráticos, más o menos igualitarios, más o menos productivos, más o menos exitosos. (La Hora de la Igualdad, CEPAL, 2010, p. 268).

4.4.3. Políticas TIC en la región

En base a la perspectiva de CEPAL y su intervención como uno de los actores principales para llevar a cabo la implementación del programa @LIS, se estima necesario el análisis de niveles más concretos de implementación de políticas TIC en los países de la región, teniendo como referencia el campo de la educación. Para ello, la reflexión se orienta en primer lugar hacia los sistemas educativos de países de América Latina y El Caribe, como contexto que puede favorecer y/o desalentar las condiciones en las cuales se reflexiona sobre el rol de las TIC en el desarrollo. En una investigación que tiene como marco el proyecto @LIS2, Hinostroza y Labbé (2011) señalan:

El diseño e implementación de políticas públicas de informática educativa en países en desarrollo, se transforman en una herramienta primordial para la creación de condiciones de acceso y uso de las TIC que pueden concluir en impactos o consecuencias concretas y percibidas para el sistema escolar (p 51).

El rasgo estructural de heterogeneidad que caracteriza a nuestra región persiste en los análisis de diseños e implementaciones de políticas TIC. Teniendo en cuenta la medición propuesta por la CEPAL (2011), el índice promedio de diseño de políticas TIC es de 0,58, mientras que el índice de

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implementación de políticas TIC es de un promedio de 0,4213 (Hinostroza y Labbé, 2011, 51). En el siguiente gráfico elaborado por CEPAL (2011) se representa la situación por países y se realiza un análisis descriptivo del mismo, a los fines analíticos de contextualizar los escenarios desde y en los cuales la Cooperación Internacional interviene.

Gráfico 4.2. América Latina y el Caribe (15 países): relación entre el diseño e implementación de la política de TIC en educación

13 Los autores advierten en el estudio sobre la necesidad de tomar con cautela los siguientes datos teniendo en cuenta la disponibilidad significativamente diferente de información de un país a otro. El estudio se realización en base a una encuesta enviada a principios de octubre de 2010 a los 19 países que integran el proyecto @LIS2. Sin embargo, en la práctica, contestaron 17 de ellos: Argentina, Estado Plurinacional de Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Uruguay.

Fuente: Serie Políticas Sociales, N° 171. Políticas y Prácticas de informática educativa en América Latina y El Caribe (Hinostroza, J. E., Labbé C. 2011).

120 Jairo Agudelo Taborda (Editor)

Tomando como referencia los cuadrantes del gráfico expuesto, se proponen 4 agrupaciones de países con características específicas: el primer grupo conformado por Cuba, Panamá, México y Uruguay, con mayores índices de definición e implementación de políticas TIC. El segundo grupo es el que contiene el mayor número de países y se compone por Chile, Nicaragua, Costa Rica, Argentina, Perú, República Dominicana y El Salvador. Se caracteriza por mayores niveles de definición en relación a los niveles de implementación de políticas TIC.

Por su parte, el tercer grupo lo integran Ecuador, Colombia, el Estado Plurinacional de Bolivia y Paraguay y presentan niveles menores tanto de definición como de implementación de políticas TIC. En el cuarto grupo no se ubica ningún país, pero si se interpreta el dato puede decirse que ninguno de los países que respondieron la encuesta propuesta por CEPAL (2011), consideraron en sus políticas alcanzar altos niveles de implementación con bajos niveles de definición de políticas. Al respecto, Hinostroza y Labbé (2011, p.52) señalan:

Si bien el motivo más probable para esta situación sea la falta de recursos para invertir en la implementación de las políticas, es posible asumir que en algunos casos dicha escasez se conjuga con la dificultad propia de implementar estas iniciativas; esto es, la falta de capacidades institucionales para hacer efectivos estos diseños.

A partir del análisis, se puede inferir que, en varios de los países de la región se deben consolidar mayores esfuerzos para avanzar hacia el aumento de niveles de implementación de políticas TIC, sin embargo se reconocen los esfuerzos ya ejecutados en torno a la definición de dichas políticas.

Por último, en el marco del proyecto @LIS2, en el estudio de CEPAL (2011) los autores Hinostroza & Labbé (2011) señalan la necesidad de aumentar las iniciativas de monitoreo y evaluación de las políticas TIC en la región para poder contar con más información en futuras investigaciones. Además, se

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remarca la relevancia del diseño de un “índice de desarrollo digital” (CEPAL, 2011), definiendo y consensuando indicadores pertinentes a las dimensiones que interesan estudiar y comparar entre los distintos países.

Otro aspecto que se estima pertinente exponer como aporte a la Cooperación Internacional son los esfuerzos encarados en la región en torno al acceso a Internet de banda ancha. El tópico se ha convertido en un fuerte impulso de trabajo para países de América Latina y El Caribe, en orden a lo que ya planteaba el documento “establecer medidas para reducir los costos de conexión hasta hacerlos asequibles” (ECOSOC, 2000, p. 27). Una de las acciones concretas ha sido la creación del Observatorio Regional de Banda Ancha (ORBA), promovida por CEPAL y la Subsecretaria de Telecomunicaciones de Chile (SUBTEL), en el marco del proyecto @LIS. El objetivo estuvo orientado a “promover la agregación de demanda de banda ancha de los países de la región para lograr mejores precios en el tráfico de Internet cursado mediante enlaces internacionales”14. El 2011 fue el escenario para la cuarta reunión a la cual asistieron responsables de las políticas nacionales de banda ancha de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Paraguay, Perú y Uruguay. Entre los aspectos destacados del acuerdo se mencionan:

Establecer puntos de intercambio de tráfico nacionales e interconectarlos regionalmente, propiciar una regulación para que los proyectos de infraestructura incluyan redes de fibra óptica, desarrollar y coordinar estrategias de agregación de demanda de la banda ancha en la región y promover condiciones para la generación de contenidos regionales y su alojamiento local15.

14 Extraído de sitio web: http://www.eclac.cl/cgi-bin/getProd.asp?xml=/socinfo/noticias/paginas/3/45323/P45323.xml&xsl=/socinfo/tpl/p18f.xsl&base=/socinfo/tpl/top-bottom-orba.xsl).15 Extraído de sitio web oficial: http://www.eclac.cl/socinfo/noticias/paginas/3/45323/Acuerdos_4a_Reuni%C3%B3n.pdf)

122 Jairo Agudelo Taborda (Editor)

Por último, dentro del contexto latinoamericano caracterizado por la heterogeneidad estructural, tanto los esfuerzos encaminados por los Estados Nacionales para definir políticas públicas tecnológicas con su correspondiente implementación en los Sistemas Educativos, como así también los compromisos asumidos por países de la región de ampliar oportunidades de acceso a las TIC, constituyen entornos favorables en los cuales la Cooperación Internacional se afianza “como medio con el que se procura un fin que en este caso es el desarrollo humano” (Agudelo Taborda, 2011, p. 17)

4.5. Rol de las TIC en el Desarrollo: propuesta de algunas dimensiones de análisis en el marco de la Cooperación Internacional

A partir de una mirada retrospectiva, el recorrido analítico del presente estudio comenzó con la descripción de algunas características en torno a la dinámica global actual, planteando posteriormente el análisis de los vínculos entre las TIC y el desarrollo, y avanzó hacia el papel de la Cooperación Internacional ante un “cambio de época” (CEPAL, 2010). Consecutivamente, el estudio se dirigió hacia niveles más concretos de investigación, desde la integración de América Latina y El Caribe a la Sociedad de la Información como desafío, donde el Plan de Acción Regional eLAC cobra un rol protagónico, así como la CEPAL en su posicionamiento como interventora en el marco de la Cooperación Internacional, materializada a través del programa @LIS, que vincula a la región con la Unión Europea y pretende apoyar la integración a la SI.

El énfasis del análisis estuvo marcado por el abordaje de los vínculos entre las TIC y el desarrollo en la actual dinámica global, que tiene la SI como una de sus principales aspectos destacados (y aún como desafío pendiente en muchas partes del mundo), en donde se plantea la necesidad de integrar a diversas sociedades a las nuevas demandas que el cambio de época requiere. Las distintas tendencias estructurales de cambio influyen en la complejización de la

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reflexión sobre el desarrollo, ampliando sus posibilidades y dimensiones en un mundo basado en la economía del saber y “la sociedad red” (Castells, 1996). Así mismo, se reconoce en el presente estudio la necesidad de reflexión en torno a: las construcciones conceptuales, decisiones políticas y las implicancias de los cambios sociales, educativos, culturales, económicos, etc., como dimensiones de análisis cuando se habla de integrarse a la Sociedad de la Información, en los espacios donde se gestan los discursos y agendas internacionales, a modo de poder evidenciar los posicionamientos de los actores desde los cuales se construyen y proponen líneas de acción.

Uno de los desafíos necesarios de asumir con compromiso es el de velar por el derecho de acceso universal de todas las personas a la información, y a la participación activa en la construcción y circulación de nuevos conocimientos de todas las sociedades, considerando la educación como uno de los ámbitos en los cuales implementar políticas de ampliación e igualdad de oportunidades donde las integraciones de las TIC pueden considerarse una de las modalidades (entre otras posibles) para lograr los objetivos planteados.

Finalmente, teniendo como marco la Cooperación Internacional se construyen algunas dimensiones de análisis para abordar el rol de las TIC en el desarrollo:

1. Se plantea la necesidad de la operación de deconstrucción de algunas concepciones sobre las TIC en los discursos de la agenda internacional para poder analizarlas en su aporte efectivo al desarrollo, teniendo en cuenta la explicitación de las decisiones políticas de su incorporación, quiénes son los actores involucrados, cómo se proponen las integraciones, en qué contextos y con qué fines. Además de poner en práctica modalidades de monitoreo y evaluación en los diferentes niveles de implementación.

Una mirada crítica de los procesos de incorporación de las TIC y su vínculo con el desarrollo debe tener en cuenta qué tipo de discursos

124 Jairo Agudelo Taborda (Editor)

se legitiman sobre las mismas. En este caso es interesante la propuesta de los autores Burbules & Callister (2006) que construyen una mirada “pos tecnocrática” como visión superadora de debates dicotómicos y anacrónicos, proponiendo dimensiones imbricadas de oportunidades y riesgos. De esa manera se limitan las pretensiones que posicionan las TIC como “panaceas” o “herramientas neutrales”. (Burbules & Callister, 2006, 24).

La presencia de estos imaginarios (Cabrera, 2006) acerca de las TIC y su rol en el desarrollo y de la SI como marco en los discursos que se construyen alrededor de los mismos, plantean la pregunta ¿qué discusiones, desafíos y/o preocupaciones habilitan? Es necesario abandonar la perspectiva de la panacea y comenzar a deconstruir ciertos conceptos para analizarlos en profundidad y descubrir cómo operan dichos discursos en las decisiones, gestiones y consecución de programas y proyectos de Cooperación Internacional, que tienen como objetivo la incorporación de las TIC en ámbitos como la educación.

2. Se asume la característica de multidimensionalidad del desarrollo. Ello implica apuntar en los análisis de la incorporación de las TIC, el imperativo de especificar qué tipo de aportes, en qué contextos culturales, qué contenidos, modos de producción, reconocimiento y circulación de información y saberes, y para cuáles poblaciones, grupos y/o sociedades. Es decir, la necesidad de situar los procesos de desarrollo a través de los cuales se construyen nuevos modos de apropiación e intervención desde comunidades concretas a través de las TIC, además de considerar otras dimensiones inalienables que hacen del desarrollo un derecho16. El documento de las Naciones Unidas (ECOSOC 2000, p. 26) plantea algunas dimensiones para encarar procesos de restructuración de las sociedades y que se estiman pertinentes destacarlas en este apartado:

16 Para ampliar información consultar la Declaración sobre el derecho al Desarrollo (1986), disponible en sitio web: http://www2.ohchr.org/spanish/law/desarrollo.htm

125Cooperar al desarrollo y desarrollar la cooperación: Desafío Post 2015

a) interconexión estratégica como contexto generador de vínculos sólidos y comprometidos, innovadores y que involucren inversiones de diversos actores;

b) capacidad humana e institucional para garantizar el acceso e igualdad de oportunidades y aprovechar los beneficios de incorporación de las TIC. En este sentido, la educación se reivindica como espacio privilegiado para el desarrollo de capacidades humanas; y

c) garantizar la diversidad de contenidos y acceso, que propiciarán un “ciberespacio cultural y lingüísticamente diverso y fomentarán la utilización amplia y sostenida de Internet”.

3. Los programas de Cooperación Internacional destinados a las inserciones eficaces de América Latina y El Caribe en la Sociedad de la Información como @LIS, son muestra de la corresponsabilidad entre los países para el desarrollo de todos los pueblos y naciones pero también vislumbran las desigualdades que aún quedan por saldar: múltiples y simultáneas brechas aquejan a nuestra región. Sin duda que no se cerrarán sólo mediante la Cooperación Internacional por más eficaz que ésta se considere. En base al foco de análisis del presente estudio (pero teniendo en cuenta que no es el único ni prioritario) se necesita del desarrollo de capacidades tecnológicas endógenas de los países, como propone la CEPAL (2010). Una de ellas es la creación de políticas públicas eficaces para cerrar las brechas digitales de acceso en la educación y avanzar hacia el cierre de las brechas de la calidad educativa; tema que demanda un lugar preponderante en las próximas agendas y diálogos internacionales de nuestra región, desde sus implicancias conceptuales, políticas, sociales, culturales y económicas. Por su parte, la conectividad de las escuelas, lejos de ser la vía exclusiva para solucionar problemas multidimensionales, se considera como un aspecto necesario y parte de un proceso que debe ser más amplio, integrado y progresivo, es decir, los esfuerzos de las políticas públicas no deben cesar allí, sino

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avanzar hacia niveles más complejos de diseño e implementación. Como se viene planteando, el rol de las TIC no es neutral en los

procesos educativos. Constituye una apuesta que atañe sobre todo a la decisión política de los Estados y pueden convertirse en dispositivos útiles a las que tengan acceso muchos niños, niñas y jóvenes que de otra manera no podrían manejarlas. En este sentido, es posible “valorar y aprovechar el potencial de las TIC para contribuir a que los sectores menos favorecidos puedan concluir la educación secundaria, lo que constituye un umbral educativo mínimo para asegurar el futuro de las personas fuera de la pobreza” (Sunkel & Trucco, 2010, p.25).

4. Por último, es necesario que la Cooperación Internacional tenga en cuenta las múltiples brechas abiertas heredadas de siglos pasados y las nuevas que la llamada Sociedad de la Información puede ayudar a erradicar… o profundizar aún más. Depende de la voluntad de los Estados Nacionales, las políticas públicas de intervención, el rol de la comunidad internacional y el compromiso social de los ciudadanos para inclinar la balanza en una u otra dirección.

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130 Jairo Agudelo Taborda (Editor)

131Cooperar al desarrollo y desarrollar la cooperación: Desafío Post 2015

¨ Hoy en día, el desarrollo es una preocupación mundial que trasciende las ideologías y los intereses inmediatos. Es ahora un reto tanto moral como político... Que demuestra

que la estabilidad y la prosperidad son indivisibles”.Koffi Annan, citado por Itammun, (2007)

Introducción

Para describir la inclusión del sector privado en las estrategias de desarrollo en Colombia, es necesario hacer referencia sobre cual enfoque de desarrollo se abordará, por lo que se realizará un breve recorrido por las diferentes teorías que se han tejido en torno al desarrollo. Seguidamente se revisará la propuesta del Desarrollo Económico Inclusivo (DEI) del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) para ese país y el Plan Nacional de Desarrollo

INCLUSIÓN DEL SECTOR PRIVADO EN LAS ESTRATEGIAS DE DESARROLLO: UN ANÁLISIS

PARA COLOMBIA (2010-2014)Ibelis C. Blanco Rangel

Iris Cantillo Katheryn Sánchez Baquero* 1

1 Ibelis C Blanco Rangel es socióloga y candidata a Magister en Cooperación Internacional para el Desarrollo; Iris Cantillo es licenciada en comercio exterior; Katheryn Sánchez es licenciada en relaciones Internacionales y ciencias políticas, ambas son especialistas en Cooperación Internacional. Participan en la línea de investigación Empresa privada y financiación del desarrollo.

Capítulo 5

132 Jairo Agudelo Taborda (Editor)

(PND) para el período 2010-2014 específicamente en materia de desarrollo regional y la Estrategia Nacional de Cooperación 2011-2014 (ENCI) ambos elaborados por el gobierno central.

Contexto de Desarrollo

La producción intelectual sobre el tema de Desarrollo es amplia y diversa, desde los años setenta Sunkel (1970) planteaba que “…ya no parece posible siquiera mantener al día con la literatura correspondiente” (15). Hoy en pleno siglo XXI la cantidad de información sobre el tema ha crecido de manera exponencial, por lo cual se describirán algunos enfoques sobre desarrollo, haciendo énfasis en el Desarrollo Humano y la sostenibilidad que es el enfoque que más corresponde a la Cooperación Internacional para el Desarrollo.

La concepción del Desarrollo desde las Ciencias Sociales ha recorrido varios paradigmas y transformaciones, siendo vista desde:

1. La Economía2. La Teoría de la Modernización.3. La Teoría de la Dependencia4. La Teoría del Desarrollo Humano y la Sostenibilidad5. El Desarrollo como Libertad

Desde sus antecedentes, al finalizar la segunda guerra mundial y el inicio del proceso de descolonización2 de algunos países de África y Medio Oriente, el desarrollo fue concebido desde la perspectiva económica como aquel elemento que apuntaba al progreso económico gracias a la acumulación de capital y la

2 Se entiende como el proceso en el que los países colonizados ganan su independencia. A partir del proceso de descolonización y desde la perspectiva económica se comienza a catalogar a los países como “desarrollados” en contraste con los países mal llamados “subdesarrollados”, debido a que son comparados desde la distribución del ingreso o por el proceso de industrialización de unos países respecto a otros.

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distribución de la riqueza, este propósito se encuentra reflejado en la carta de Naciones Unidas de 1945: “nosotros los pueblos de las Naciones Unidas resueltos… a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad” (ONU, 1945: 1).

Si bien el contexto hace referencia directa a Europa, la palabra progreso social, citada en la carta está relacionada con el bienestar económico del cual se derivará el bienestar social. En ese sentido, los estados no debían intervenir en los procesos económicos, algunos teóricos que argumentaron este enfoque fueron: Adam Smith, David Ricardo y Walt Whitman Rostow, este último describió varias etapas: sociedad tradicional, transición, despegue económico, camino de la madurez y consumo a gran escala, cada una de éstas indica los procesos de industrialización para lo cual se requiere de una inversión económica del país y por consiguiente está enmarcado en la corriente neoliberal.

A medida que estos paradigmas económicos no resolvían los temas de desarrollo, otras disciplinas de las ciencias sociales (como la sociología o la antropología) comenzaron a formular otros supuestos, que llevaron a la perspectiva del desarrollo desde la teoría de la modernización, que plantea que los cambios tecnológicos y económicos no son suficientes para alcanzar el progreso, para ello se necesita que ocurran transformaciones culturales, ésta es la condición necesaria para que las sociedades no industrializadas puedan entrar en la dinámica del desarrollo. Entre sus exponentes se encuentran: Gino Germani.

En respuesta a esta corriente, en América Latina, la perspectiva económica, le dio respuesta con la teoría de la dependencia, en ella encontramos el aporte de Raúl Prebisch, economista Argentino que marcó la pauta en el pensamiento de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de los años cincuenta. Como bien señala Rodríguez Albor (2011) “Prebisch realiza una explicación analítica de tipo histórico estructural de las condiciones que

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llevaban a la disparidad económica y de bienestar entre una región y otra, basada en una oposición evidente entre periferia y centro” (127). Siendo el centro los países industrializados y la periferia los países de América Latina.

La visión que presenta Prebisch fue objeto de discusión de otros autores latinoamericanos como Cardoso y Faletto quienes destacan la importancia de las estructuras de poder en los procesos sociales y de crecimiento económico.

Los paradigmas antes mencionados (económico, de modernización, de dependencia) tienen un elemento en común, la explicación sobre el desarrollo está enfocada sobre los medios (el cómo), mientras que los que se describirán a continuación orientan su atención sobre los fines (para quien).

La teoría sobre desarrollo sostenible cobra fuerza con el Informe Bruntland (1987), que si bien plantea el tema de las necesidades humanas, agrega otras variables: el medio ambiente, y la participación ciudadana.

En cuanto al medio ambiente, subraya la importancia de la preservación de éste, que se ve amenazada por la forma de producción del sistema capitalista, por lo cual el llamado en el informe Bruntland (1987) es: “satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las necesidades de las generaciones futuras”. En cuanto a la participación, éste es un aspecto fundamental ya que incluye a la sociedad civil como co-responsable para garantizar dicho desarrollo.

En tanto, la teoría del desarrollo humano data de los años noventa, cuyo discurso se basó en que el ser humano no puede ser un medio sino el fin último del desarrollo. Autores como Manfred Max Neff sostienen que el desarrollo debería ser a escala humana, atendiendo las necesidades de éstos.

Otros autores, como el economista hindú Amartya Sen (plantea el desarrollo humano en cuanto a la capacidad de elegir entre un determinado

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número de opciones, en otras palabras, expresa el desarrollo humano como libertad. En palabras de Sen (2000) el desarrollo se concibe como: “...un proceso de expansión de las libertades reales de las que disfrutan los individuos.” (19). Las libertades no son iguales para todos los seres humanos, varían según sus tradiciones e intereses, por lo cual pueden variar en el tiempo.

Es precisamente el enfoque de desarrollo que presenta Amartya Sen (2000) es el que toma el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) para formular el Índice de Desarrollo Humano (IDH) que toma en cuenta tres grandes grupos de variables (PNUD, 2011a, 185):

Vida larga y saludable (que se traducen en esperanza de vida al nacer). Educación (que se compone en años promedio de escolaridad y años

esperados de escolarización). Nivel de vida digno (calculado por el Producto Interno Bruto por

país)

Lo anterior, cobra importancia, porque a partir del Índice de Desarrollo Humano (IDH), se formularon los Informes sobre Desarrollo Humano desde 1990, es una modalidad que toma en cuenta aspectos no económicos, esto permite medir el desarrollo a nivel mundial, regional y por países manera integral, lo cual ha impactado de una u otra forma en la formulación de políticas públicas de los países miembros de las Naciones Unidas, entre ellos Colombia.

Sin embargo, los Informes de Desarrollo Humano son apenas una de muchas iniciativas que ha desarrollado el Programa de a las Naciones Unidas para el Desarrollo en la formulación de estrategias de desarrollo, una de ellas se expondrá a continuación: el Desarrollo Económico Inclusivo.

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5.1. El sector privado según el PNUD

El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (en adelante PNUD) ha considerado al sector privado como actor de desarrollo. En 2004 lanzó un informe a nivel mundial titulado, El impulso del empresariado: el potencial de las empresas al servicio de los pobres, preparado por la Comisión sobre Sector Privado y Desarrollo de la ONU en respuesta a la solicitud del entonces secretario general Kofi Annan.

De esta forma, el PNUD presentó argumentos para demostrar que el sector privado puede generar valor en materia negocios inclusivos a personas vulnerables del sistema económico es decir, que viven en condiciones de pobreza.

El impulso del empresariado mostró que, en condiciones de mercado apropiadas, el sector privado puede aliviar la pobreza y contribuir al desarrollo humano de muchas formas. En una economía de mercado, las empresas y los hogares interactúan entre sí y con el gobierno. Asumiendo riesgos, ganan beneficios e ingresos que impulsan el crecimiento económico. El poder de la economía para generar empleos decentes depende, en gran medida, de la vitalidad del sector privado. Y el sector privado, al suplir bienes y servicios de consumo, brinda más opciones y oportunidades a los pobres3. (PNUD, 2006, 5).

Sin embargo, en el informe también se enfatiza la importancia de que el estado sea garante de instituciones políticas que permitan un desarrollo humano y económico.

Esta estrategia tiene alrededor del mundo varias experiencias positivas y estudios de caso que se encuentran en el texto “Las empresas frente al desafío

3 Para que un país sea competitivo debe contar con un conjunto de apoyos transversales a la competitividad tales como: (i) un ambiente de negocios sencillo y predecible con reglas de juego claras que incentiven la generación y el desarrollo de negocios, (ii) un fácil acceso a un sistema financiero competitivo y profundo, y (iii) unas alianzas público-privadas sólidas. (PND).

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de la pobreza” (PNUD, 2006). Esto no quiere decir que en todos los casos se apliquen los mismos mecanismos o que se encuentren las mismas dificultades, sin embargo se ha probado que existen algunas generalidades tanto en las dificultades como en las soluciones.

Entre las restricciones que se presentaron durante la ejecución de las experiencias el informe destaca:

• Infraestructurafísicainadecuada.• Accesorestringidoaproductos.• Accesorestringidoaserviciosfinancieros.• Faltadeconocimientoyhabilidades,entreotros.(PNUD,2006,29)

Entre las estrategias destacan la Tecnología de la Información y las Comunicaciones (TIC):

• Lasredesinalámbricassustituyenlaausenciaderedeslogísticasydeinfraestructura física.

• Los programas computacionales amistosos para los usuariosdisminuyen las brechas de los clientes en cuanto a conocimiento y habilidades.

• Labancamóvilylastarjetasinteligentespuedencompensarelaccesorestringido a servicios financieros4. (PNUD, 2006: 29).

Teniendo claro el enfoque del PNUD, es posible identificar los puntos en los que comparte un direccionamiento con el Plan Nacional de Desarrollo (en adelante PND) “Prosperidad para todos” (PND 2010-2014), este plan de desarrollo tiene como principios rectores: más empleo, menos pobreza y más seguridad.

4 El conocimiento, uso y difusión de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) son requisitos esenciales para el crecimiento sostenible.

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5.2. Desarrollo Económico Incluyente

El proyecto Desarrollo Económico Incluyente – (DEI) – es una iniciativa del Programa de Naciones Unidas, tiene como propósito “potenciar las capacidades productivas de la población en situación de pobreza y vulnerabilidad y ampliar sus oportunidades en materia de generación de empleo e ingresos, para que puedan ejercer con autonomía sus derechos como ciudadanos y mejorar su calidad de vida de manera sostenible” (PNUD b, 2011, 1).

De igual forma, este proyecto tiene especial consideración por las mujeres, los afrocolombianos, los indígenas y las comunidades rurales, en especial de aquellos territorios más vulnerables.

Uno de los elementos innovadores del DEI es que propone la participación del sector privado, dicha participación no ha sido la más habitual dentro de los procesos de desarrollo, sin embargo, encuentra su fundamento a partir de otra iniciativa de Naciones Unidas: el Pacto Global, el cual a partir de 10 principios5 directamente relacionados con los Objetivos de Desarrollo del Milenio6 (en adelante ODM), proponen a este sector como una ficha clave para el financiamiento del desarrollo.

Colombia como país firmante de la declaración del milenio, cuenta con oficinas del PNUD en su territorio, que trabajan de acuerdo a las metas establecidas por el programa.

El proyecto DEI se encuentra presente en las siguientes ciudades: Cartagena, Guajira, Sincelejo, Santa Marta y Pasto.

5 Estos principios tienen cuatro componentes: Derechos Humanos, Medio Ambiente, Anticorrupción y Estándare laborales.6 Están compuesto por ocho objetivos, los cuales fueron formulados a en el marco de la cumbre del milenio en Nueva York en 2000.

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5.3. Elementos en común entre el DEI y el Plan Nacional de Desarrollo (PND)

El Plan Nacional de Desarrollo (PND) es el documento rector de las estrategias de un gobierno, en el cual deben estar contemplados todos los ejes fundamentales de las acciones que se llevarán a cabo en los cuatro años del gobierno de turno, además se establecen las bases para los planes futuros.

Se hará referencia del Plan Nacional de Desarrollo “Prosperidad para todos” 2010-2014, con una óptica que permita comparar y entender si éste tiene elementos “en línea” con el DEI del PNUD que viene desarrollando y promocionando a partir 2006, con la iniciativa “crecimiento de mercados inclusivos” desde la perspectiva regional.

El PND contempla entre sus estrategias principales la convergencia y desarrollo regional, cuyo principal propósito es disminuir las enormes brechas que existen entre las diferentes regiones del país, a la vez que se logra una integración que permita que todos obtengan beneficios, este propósito se logra a través del empoderamiento de las instituciones descentralizadas y la sociedad, siempre con miras de ayudar a la población a superar la situación de pobreza.

A lo largo de todo el plan se hace evidente el reconocimiento de las alianzas público-privadas como elemento clave para combatir la pobreza en el país, en este sentido se comparte la idea planteada por el DEI en materia de crecimiento de mercados inclusivos, donde la empresa adquiere un papel dinámico en la construcción de una economía incluyente que junto con el correcto desenvolvimiento de las instituciones estatales promoverá una redistribución de la riqueza más equitativa.

Por lo tanto, se puede decir en un primer momento que el PND considera a la empresa como un actor de cooperación para el desarrollo regional.

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En lo referente a las instituciones, se reconoce que hay una intención de mejorar, ya que es creciente la necesidad de credibilidad y de buen funcionamiento, de todas las instituciones estatales, así mismo la importancia de contar con infraestructura para la consecución del desarrollo sostenible tan ampliamente nombrado, tanto el en PDN como en la estrategia del PNUD, por lo cual, se puede decir que la superación de estos dos obstáculos, constituye una condición fundamental para alcanzar el primero de los ODM: la reducción de la pobreza extrema y el hambre.

Se hace referencia así, a la necesidad de un Estado fuerte, que genere espacios donde se logre el acuerdo y acción de todos los actores de una sociedad, creando las condiciones de mercado justo, mejorando la infraestructura, formulando políticas públicas, y fortaleciendo el papel del sistema financiero, obstáculo encontrado también en la iniciativa de mercados inclusivos.

El sistema financiero colombiano, por su parte, se ha desarrollado considerablemente en los últimos años, lo cual se ha reflejado en el mayor acceso de la población y las empresas a los servicios financieros. No obstante, la cobertura de la banca es todavía baja en el contexto internacional, la educación financiera y económica de la población es limitada, y el uso, conocimiento, liquidez y grado de desarrollo del mercado de capitales son aún insuficientes. (PDN, 2011-2014, 11).

5.4. Elementos en común entre el PND y la ENCI

Por último, se describirá la Estrategia Nacional para la Cooperación Internacional 2011-21014 (en adelante ENCI). Ésta se basa en el Plan Nacional de Desarrollo, por lo cual sus lineamientos buscan apoyar el desarrollo del mismo. La estrategia se divide en cuatro temas:

1. Objetivos estratégicos de la cooperación internacional.

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2. Áreas de demanda de cooperación internacional.3. Áreas de oferta de cooperación internacional. 4. Mecanismos de coordinación de la cooperación internacional.

En el primer punto se habla una vez más de la inclusión del sector privado en la consecución del desarrollo, en esta ocasión, únicamente, como ente financiador. También y en concordancia con el Plan Nacional de Desarrollo busca empoderar a los gobiernos locales a través de la cooperación descentralizada, lo cual pretende ser una herramienta que permita cerrar la brecha entre regiones e impulsar la convergencia entre ellas, tema que coincide con el capítulo 2 del Programa Nacional de Desarrollo , y en esta misma dirección conseguir el fortalecimiento de las instituciones acción tanto en el PND, como en la estrategia de Mercados Inclusivos del PNUD.

En el segundo y tercer apartado, se encuentra concordancia entre algunos puntos de oferta y demanda de cooperación, así, se demanda y a la vez se ofrece cooperación en los temas de reducción de la pobreza, fortalecimiento en la prestación de servicios públicos (educación, salud, etc.), experiencias de buen gobierno donde está el subtema de transparencia y credibilidad de las instituciones, y finalmente hace referencia a las condiciones básicas de igualdad de oportunidades para toda la población.

Diferente a estos rubros que van en dos vías, aparece el tema de competitividad, donde se habla del fortalecimiento de la Ciencia Tecnología e Innovación (CTI), tema que solo se toca en la parte de demanda de cooperación, y el tema de fomento al desarrollo productivo, donde se destaca el tema de alianzas público- privadas y fortalecimiento de Micro empresas o MyPymes, solo está en la parte referente a la oferta de la misma.

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5.5. El rol del estado en los procesos de desarrollo regional

Desde un escenario globalizado, con transformaciones que generan desafíos, en lo político, social, económico y cultural; los gobiernos a nivel nacional y local; reevalúan sus metas para lograr objetivos de desarrollo a través de estrategias.

El estado en su rol de gobernanza establece en consenso con sus representantes, las políticas de gobierno y las estrategias de desarrollo; Sin embargo, para lograr sus objetivos, necesita de la cooperación de los diferentes actores (público, privado, y sociedad civil). Todos estos están llamados a cumplir a cabalidad con la responsabilidad de contribuir a ese desarrollo anhelado, integrando esfuerzos hacia propósitos colectivos.

Tomando en cuenta el enfoque propuesto por el PNUD sobre el Desarrollo

Económico Incluyente, el PND y la ENCI anteriormente descrita, surge la inquietud de conocer si estas estrategias estan alineadas y en qué medida el sector privado participa, para lo cual se agrega un elemento adicional, el de Territorios Socialmente Responsables.

5.6. Territorios Socialmente Responsables

Los Territorios Socialmente Responsables (en adelante TSR), parten del paradigma relacionado con la responsabilidad social, e integran temas afines a esta como: competitividad, desarrollo sostenible, responsabilidad social, ciudadanía responsable, democracia de proximidad, poli centrismo, multilateralidad, gobernanza; conceptos que en suma denotan un nuevo paradigma, el sector público tendente a promover de forma amplia la participación y la corresponsabilidad de todos los actores del territorio.

Entre varias definiciones, se encontró una propuesta por el sub grupo de

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trabajo de la Unidad Administradora del Fondo Social Europeo7 (s.f) que se ajusta al desarrollo territorial quien define el TSR como:

Un modelo innovador de trabajo en red bajo el principio de participación, con la implicación de todos los agentes económicos y sociales que operan en el territorio teniendo como eje vertebrador la RS. Las ideas clave de este modelo son la cohesión social-implicación de todos los agentes económicos y sociales relacionados con el empleo y el desarrollo local-, la transversalidad -consideración de la RS como eje vertebrador para el desarrollo de los territorios- y el enfoque bottom-up de abajo a arriba bajo la metodología de trabajo en red. (Ministerio empleo y seguridad social de España (3).

Se puede entender a los TRS como un ecosistema territorial, cultural y social definido por unos límites geográfico administrativos y dotado de una identidad ética diferenciada, en el que se integran una diversidad de actores de la Administración Pública, el tejido empresarial, las entidades sociales y la ciudadanía, compartiendo una visión común que les lleva a cooperar en la construcción de un espacio poli céntrico competitivo, equilibrado, sostenible y socialmente responsable.

Gómez, N. (2007) comenta que el TSR implica un largo proceso de implementación y gestión efectiva de la Responsabilidad Social Territorial, proceso que debe enmarcarse en una estrategia más ambiciosa orientada a la creación una cultura de responsabilidad compartida entre ciudadanos, empresas, administraciones y sociedad civil, por lo que cabe hablar de una nueva cultura del territorio, la Cultura Responsable. ¿Cómo se crea esta Cultura Responsable?

7 La UASFE es un órgano que se encuentra en el Ministerio de Empleo y Seguridad Social de España y tiene por responsabilidad administrar los recursos procedentes del Fondo Social Europeo en España. Para mayor información puede consultar: http://www.empleo.gob.es/UAFSE/es/queUafse/index.html

144 Jairo Agudelo Taborda (Editor)

De acuerdo a Castillo Clavero, et al. (2007), esta cultura responsable se puede crear a través de:

Sensibilización de los agentes Construcción de una identidad territorial y de una imagen positiva

del territorio Creación de espacios de diálogo y entendimiento entre los diferentes

actores sociales del territorio buscando lo que une. Acompañamiento de iniciativas de los diferentes actores Apoyo a la iniciativa emprendedora: formación, acompañamiento,

facilitación de trámites y de financiación, apoyo a la transferencia de tecnología, etc.

Alianzas con empresas y agentes locales para la implantación de políticas

Extender la Responsabilidad Social al territorio, cadena de subcontratación, cláusulas sociales, compra ética, códigos éticos

Fomentar la cultura de trabajo en red. (Construcción de redes territoriales y fortalecimiento de las relaciones de estas)

De estos elementos se subraya la iniciativa emprendedora, debido a que tiene relación con los negocios inclusivos que se encuentran dentro del proyecto DEI. De igual forma el trabajo en alianzas es un tema común dentro del PND y la ENCI.

5.7. Territorios Responsables y la estrategia de desarrollo en Colombia.

Una vez señaladas las claves en materia de Territorios Responsables, vale la pena establecer la relación entre estas y los elementos que se articulan con el desarrollo regional desde:

145Cooperar al desarrollo y desarrollar la cooperación: Desafío Post 2015

El DEI propuesto por el PNUD, El PND y La ENCI.

5.7.1 Desde el DEI

Luego de revisar el proyecto de Desarrollo Económico Inclusivo (DEI) para Colombia se encontraron algunos aspectos en común con el TSR tales como:

Fortalecer el trabajo en alianzas con agentes locales (entre ellos el sector privado) para crear procesos de desarrollo.

Identificar las barreras que impiden el desarrollo territorial. Propone la coparticipación en el diseño de planes de formación para

la población vulnerable. Propiciar espacios de diálogo con los diferentes actores para lograr

acuerdos y general confianza en el territorio.

Boisier, (1997) citado por Vásquez, B. (1997) menciona que las iniciativas locales sólo es posible coordinarlas con las políticas sectoriales y regionales de las demás administraciones y organizaciones, cuando existe un proyecto colectivo con poder político social.

5.7.2 Desde el PDN.

También se encontraron puntos en común entre el PDN y TSR, los más significativos son:

Creación de Agendas comunes a nivel territorial Fomentar la cultura de trabajo en red. (Construcción de redes

territoriales y fortalecimiento de las relaciones de estas) Identificar y comunicar objetivos de RS adaptados a su espacio local

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Inclusión de temas como competitividad, desarrollo sostenible, democracia de proximidad y poli centrismo.

5.7.3 Desde la ENCI.

De los siete desafíos que plantea la Estrategia Nacional de Cooperación de Colombia para el período 2011-2014, uno de ellos tienen que ver específicamente con el desarrollo del territorio a nivel regional.

Articular a todos los sectores y entes territoriales con el propósito de obtener una cooperación más efectiva e integral

Con miras al desarrollo territorial que plantea la estrategia, cabe destacar que está alineada con los objetivos del Plan Nacional de Desarrollo.

Conclusiones

Los elementos en común encontrados entre la estrategia de Naciones Unidas a través del PNUD y el PND pueden constituir puntos centrales para llevar a cabo el desarrollo territorial planteado.

También hay una afinidad en metas y medios, por lo que se podría decir, a simple vista, que tanto la el PND 2010-2014, como le ENCI 2011-2014, están creando las condiciones necesarias para llevar a cabo el modelo de mercados económicamente inclusivos, donde todos los actores de la sociedad se podrán ver exitosamente involucrados y beneficiados.

Ahora bien, en las tres estrategias el elemento central es la reducción de pobreza extrema, que es el primer Objetivo de Desarrollo del Milenio (ODM).

Las tres estrategias incluyen múltiples actores, el PNUD propone al sector

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privado, y el gobierno no solo lo acepta e incluye tanto en su PND como en su ENCI, sino que lo ha venido involucrando paulatinamente en los últimos años a su proyecto de desarrollo.

El discurso sobre el que se fundamenta los Territorios Responsables está en sintonía con la Responsabilidad Social. Colombia es un país que con su Estatus actual de economía media alta, brinda oportunidades para el sector privado en diferentes regiones del país, por lo cual, el desafío para las administraciones locales es generar una infraestructura a nivel de políticas y legislaciones tendiente a favorecer a toda la sociedad y no desatender a los sectores más vulnerables.

El diálogo y la articulación son tareas de todos los agentes, en este sentido, el Programa de Naciones Unidas ha desempeñado un papel importante en las localidades donde se encuentra desarrollando el DEI.

El proceso es largo, pero los resultados en la construcción colectiva para el desarrollo local, regional, nacional serán vistos a partir de la colaboración de todos los sectores.

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150 Jairo Agudelo Taborda (Editor)

151Cooperar al desarrollo y desarrollar la cooperación: Desafío Post 2015

Introducción

Entre todas las regiones del mundo, Europa es la que mayor número de inmigrantes provenientes de países del Norte de África y el Medio Oriente, (en adelante MONA) recibe al año, lo que ha convertido a los musulmanes en la más numerosa minoría religiosa en la Unión Europea (Ocde, 2010).

Esta dinámica de interacción entre personas y grupos humanos con mentalidades religiosas y visiones pre-modernas del mundo y de la sociedad por un lado y la tradición liberal, individualista, moderna y democrática europea, ha generado tensiones que recuerdan el concepto de choque civilizaciones acuñado por Huntington (1997).

Uno de los mayores desafíos que ha planteado el acomodamiento de estas

INMIGRACIÓN Y MINORÍAS ISLÁMICAS EN EUROPA: EL FUTURO DE LA DEMOCRACIA O ¿LA

DEMOCRACIA SIN FUTURO?Jairo Alberto García Oñoro*

*Politólogo Universidad de los Andes. Máster en Ciencias Humanas y Sociales Université Paris Est Créteil. Coordinador Área Relaciones Internacionales Facultad de Finanzas y Relaciones Internacionales, Fundación Universitaria San Martín, Barranquilla (Colombia). Dirección: Km 8 Ant. Vía Pto Colombia.Email: [email protected] Sharía: Es un código de conducta dictado por distintas autoridades religiosas y adoptado con rango de ley en algunos países y con carácter inspirador en otros.

Capítulo 6

152 Jairo Agudelo Taborda (Editor)

comunidades en el viejo continente, ha sido ¿cómo sostener unas bases firmes que continúen sustentando la democracia en su espíritu secular, tolerante e incluyente?

Desde la revolución Iraní de 1979, Occidente ha vivido espantado ante la posibilidad de la instrumentalización del fundamentalismo islámico como forma de gobierno. Allí, leyes consideradas terrenales y despóticas, pero susceptibles de reformas, fueron remplazadas por el Corán y la Sharía1, que según la idea de los Imanes, Mulahs y sus seguidores, son inmodificables y ya contienen todo lo necesario para regir la vida en las sociedades.

En términos generales, la idea de una única religión verdadera y cualquier otra forma de negar a los otros, a sus culturas y convicciones, han sido los paradigmas y estereotipos usuales en la mayor parte de la historia de la humanidad. Todas las veces que desde el poder político se adoptaron las verdades únicas, se menoscabaron los derechos de quienes no las compartían. Y esto no ha sido históricamente monopolio del Islam. El cristianismo occidental también comparte un largo expediente de imposiciones, intolerancia, persecución y exclusión del otro, del diferente, del disidente.

La posibilidad de reconocer como iguales a diferentes razas, sexos, adscripciones políticas, religiones, opciones sexuales, ha sido el motor de quienes durante siglos han luchado en el mundo por sociedades y Estados plurales (Dobree & Bareiro, 2005).

Y su resultado más palpable ha sido la Democracia Liberal, dentro del marco de un estado social de derecho, de lo cual Europa ha sido, luego de la II guerra mundial, su principal exponente.

En las siguientes páginas se describirá el panorama de la presencia de comunidades islámicas en Europa. Seguidamente se sustentará la necesidad de que los sistemas democráticos sean laicos, partiendo de la base de que esta forma

153Cooperar al desarrollo y desarrollar la cooperación: Desafío Post 2015

de gobierno es la que de mejor manera plasma y permite la preservación y el desarrollo de los Derechos Humanos universales de libertad de pensamiento, conciencia y religión, tal como lo expresa su artículo18.

Posteriormente se aportarán elementos de análisis que contribuyan a una discusión muy relevante en la actualidad y que ha dado origen a innumerables foros, conferencias y trabajos académicos alrededor del mundo en los últimos años: ¿Es el Islam compatible con la democracia? y ¿Está Europa afrontando este desafío de manera adecuada?

6.1. Metodología

El presente trabajo tiene un carácter deductivo ya que se parte de teorías y conceptos generales acerca de temas como democracia, religión, migración y se aplican a casos de estudio, geografía y sistemas políticos concretos, en este caso Europa. Cuando se hace referencia a Europa, en este trabajo se tienen en cuenta los países en los que un mayor número de habitantes con orígenes del MONA se han establecido dentro de sus fronteras, o que reciben el mayor flujo de inmigrantes de dicha región anualmente. Estos son: Alemania, Francia, España, Inglaterra e Italia. En ciertos casos y con el objetivo de reforzar y ejemplificar los argumentos, se hace referencia también a otros países, como Dinamarca o Suecia.

Es una investigación mixta ya que, se sigue el método deductivo y se recurre al estudio de estadísticas de inmigración, elementos propios de la investigación cuantitativa. Por otro lado, se hace revisión de documentos históricos, religiosos, (El Corán y la Biblia) biografías (Profeta Mahoma) y se sigue el concepto de patrón cultural (Colby, 1996).Que parte de la premisa de que toda cultura o sistema social tiene un modo único para entender situaciones y eventos. Esta cosmovisión o manera de ver el mundo, afecta la conducta humana. Las herramientas mencionadas y los modelos culturales,

154 Jairo Agudelo Taborda (Editor)

se encuentran en el centro de la investigación cualitativa (Hernández, et. al., 2006).

Con el objetivo de proveer de la mayor credibilidad a los resultados de este estudio, las cifras presentadas son extraídas de lo calculado por entidades como la misma Oficina de Estadísticas de la Comunidad Europea (Eurostat), oficinas nacionales de estadística de los países mencionados y centros de investigación cuyos hallazgos han sido reconocidos, avalados y utilizados tradicionalmente por la comunidad académica.

6.2. Resultados

6.2.1 Inmigración y minorías: diagnóstico actual y proyecciones futuras.

La mayoría de los musulmanes en Europa Occidental inmigraron después de la segunda guerra mundial. La reconstrucción económica de posguerra y el boom económico de los 50´s, 60´s e inicios de los 70´s podían absorber mas mano de obra de la que estaba disponible en la oferta interna. Los países anfitriones después permitieron a estos trabajadores inmigrantes, reunirse con los miembros de sus familias (Westoff & Frejka, 2007). La mayoría de los inmigrantes eran jóvenes al momento de llegar y tuvieron a sus hijos en los países anfitriones (Anderson, 2004). Los años noventa presenciaron otra fuerte ola inmigratoria de musulmanes que huían de la persecución política. En la primera ola de finales de los 40´s las dos principales fuentes de inmigración eran países con pasado colonial, principalmente. Por ejemplo los inmigrantes en Francia provenían principalmente de Argelia, Marruecos y Túnez. La mayoría de los musulmanes británicos llegaban de Pakistán e India y en menor proporción de Bangladesh, Turquía y países árabes y norafricanos. La mayoría de los musulmanes llegaron a Alemania provenientes de Turquía y de la Antigua Yugoslavia. A causa de que gran parte de esta inmigración se produjo durante

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los 50´s, 60´s y 70´s, una gran proporción de los musulmanes europeos actuales son segunda y tercera generación de descendientes de los primeros inmigrantes. Por ejemplo en Inglaterra casi la mitad (49%) de los musulmanes británicos son nacidos en ese país (Peach, 2006). Así mismo no es despreciable el número de musulmanes que llegaron a través del asilo político en la oleada de los 90´s provenientes de regiones de Europa como Bosnia y Kosovo, resultado de la guerra de los Balcanes, así como desde Afganistán, Somalia, Irán, Irak y Turquía.

En la actualidad, e incluso a pesar de la crisis económica del 2008, los flujos migratorios y especialmente la presencia de comunidades extranjeras en Europa provenientes del Norte de África y Medio Oriente (MONA) se mantiene fuertemente estable2. (Ver tabla 6.1.)

Tabla 6.1. Volumen de inmigrantes por región de origen que residen en Estados Unidos (EEUU) Canada (CAN) y La Unión Europea (UE) 2009

Fuente: Organización Internacional para las Migraciones

Como se puede observar, la Unión Europea supera ampliamente a Estados Unidos y Canadá, dos destinos tradicionalmente atractivos para las migraciones, en lo que respecta a número de residentes provenientes del MONA.

2 Al momento de elaborar este trabajo se vienen desarrollando los eventos de la llamada “primavera árabe”, caracterizada por el levantamiento de masas populares en contra de gobiernos autoritarios en MONA. Sin embargo sus efectos sobre la migración hacia Europa no se incluyen en los resultados presentados por ser acontecimientos muy recientes y de los que no se cuenta aún con cifras consolidadas.

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Ahora bien, con respecto al tema de la inmigración y el establecimiento de comunidades extranjeras en otros países y en este caso en el viejo continente, es necesario hacer algunas aclaraciones:

1. Las cifras reales de extranjeros que habitan cualquier país, son generalmente estimadas, no absolutas. Son muchas veces el resultado de proyecciones de centros de investigación privados o resultados de encuestas independientes. Los gobiernos están en capacidad de proveer datos concretos solo en el caso de residentes permanentes o temporales con permiso legal expedido por autoridades de inmigración. El número real de inmigrantes, incluyendo a los que entran, residen y laboran ilegalmente, es casi imposible de determinar (Hooghe, Trappers & Reeskens, 2008).

2. En el caso de algunos países, entre otras razones argumentando la necesidad de evitar la posibilidad de eventuales políticas estatales discriminatorias, no está permitido a entidades públicas recoger datos referentes a etnicidad, raza o religión. En Francia por ejemplo, esta norma tiene sus orígenes en los principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad de la Revolución Francesa y fue reafirmada en la Constitución de 1958 (Oppenheimer, 2008).

3. De acuerdo a Waters y Jiménez, (2005). A partir de la segunda generación, entre más asimilada este una población en otro territorio, menor tendencia a ser considerada como inmigrante. Por el contrario, a menor asimilación y más guetización3, mayor tendencia a seguir siendo considerada una minoría inmigrante aún incluso después de dos o tres generaciones, como sucede en cierta medida en nuestro caso de estudio con las comunidades musulmanas en algunos países de Europa. Esta es una razón más para que se encuentren tantas inconsistencias en las cifras presentadas por diferentes instituciones

3 Tendencia según los autores de algunas comunidades de inmigrantes a vivir y desarrollarse con altos grados de aislamiento con respecto a la sociedad anfitriona

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que estudian el tema. Algunas incluyen como inmigrantes a personas nacidas en su territorio, pero descendientes directos de extranjeros (p.ej. países donde no aplica el ius soli4, como Suiza o Suecia) otras solo a aquellos cuyo lugar de nacimiento es diferente al de residencia (p.ej. Inglaterra). Por tal razón, en este trabajo se utilizan de manera intercambiable los términos minorías e inmigrantes, haciendo referencia a los extranjeros o descendientes de extranjeros que son fácilmente identificables como pertenecientes a culturas y tradiciones principalmente religiosas, diferentes a las mayoritarias en sus países de residencia. O más específicamente para nuestro caso de estudio, los originarios del MONA o sus descendientes, que profesan abiertamente la fe musulmana.

Los países europeos en los que habita el mayor número de minorías extranjeras en Europa son en su orden, España, Francia, Alemania, Reino Unido e Italia. (Ver Tabla 6.2.)

Generalmente estos países cuentan con grandes comunidades originarias de Europa del este, como rumanos, albaneses y otros que explican parte de los porcentajes. Sin embargo, la otra gran parte corresponde a comunidades musulmanas originarias del Norte de África y Medio Oriente, mayoritariamente marroquíes, tunecinos, turcos, kurdos, (principalmente musulmanes suníes originarios también de países del MONA, como Siria, Turquía, Irak e Irán), paquistaníes, argelinos, etc.

4 Literalmente En Derecho Internacional privado, se admite que la ley del país en que se domicilia la persona rige su capacidad y estado, con prescindencia de su nacionalidad u origen racial. El principio del domicilio es aceptado por casi todos los países americanos, en tanto que el de la nacionalidad se invoca por los europeos.

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Tabla 6.2. Porcentaje total de población inmigrante o minorías en los principales receptores 2010

Fuente: (Eurostat)

La Tabla 6.3. nos muestra la importancia de la presencia de esas minorías en números absolutos. Teniendo en cuenta que lo que nos interesa en este trabajo es confrontar la compatibilidad del Islam con la democracia liberal, para efectos prácticos se podrían sumar las cifras de aquellas minorías que comparten la fe y prácticas islámicas. De esa manera tendríamos una idea general del peso de esta creencia religiosa en los países en estudio.

Tabla 6.3. Minorías más numerosas por país (2010)

Fuente: Istat, Ine, Insee, One, Destatis

Un informe precisamente con esas características fue publicado por el Pew Research Center (2011), resumido en la siguiente tabla:

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Tabla 6.4. Número y Porcentaje de musulmanes por país (2010)

Fuente: Pew Research Center

Más adelante, cuando entremos de lleno en el tema del Islam analizaremos que tan efectivo o contraproducente resulta agrupar a todos los musulmanes dentro de la misma categoría. Sin embargo en este momento del estudio, las cifras agrupadas ayudan a lograr uno de los objetivos que es el de evidenciar la importancia de estas comunidades dentro de Europa tanto por sus números absolutos, como por su peso porcentual en cada país, que las convierte en minorías relevantes.

6.3. Perspectiva a futuro

Según un informe del Banco Mundial (2004), se proyecta un incremento del 38% de la población en MONA para 2025, en donde el número de aquellos en edad de trabajar crecerá en más del 45%. Dadas las proyecciones sociales y económicas (según el informe, el desempleo se acercará a 50 millones de personas si estos países no empiezan a crecer a tasas mucho más altas que las históricas), probablemente gran parte de esta población emigrará y como vimos, Europa es tradicionalmente el destino preferido de estos migrantes.

Además, según Gnesotto & Grevi (2007), a pesar de estar altamente

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urbanizada e industrializada, Europa no estará fuertemente afectada por la degradación ambiental para el 2025, lo que la hará aún más atractiva para la inmigración. En cambio el MONA que hoy en día tiene 87% de su territorio compuesto por desiertos, verá aun mayores temperaturas y menos lluvia, sumado a mayores necesidades de consumo de agua debido al crecimiento poblacional, urbanización, industrialización y agricultura extensiva. La escasez de agua afectará la agricultura, incrementando la dependencia de la región de la importación de alimentos y de las remesas. Este empeoramiento de las condiciones ambientales puede ser otro factor fuertemente potenciador de migraciones.

6.4. Laicismo: condición sine qua non de la Democracia

Cuando en este capítulo se utiliza el término democracia, se está haciendo referencia a la forma de gobierno instaurada por primera vez en la historia contemporánea en Nueva Zelanda en 1893, seguida por Australia en 1902, Finlandia, 1906, Noruega 1913 y así sucesivamente hasta que, después demuchos “ires y venires, olas y contra olas” (Huntington, 1994), se consolidó como la forma de gobierno predominante en Occidente, específicamente en la región de estudio de este trabajo, Europa. Con respecto a su definición exacta, si bien esta parece ser elusiva porque muchos autores la han abordado desde múltiples puntos de referencia, existen notorias coincidencias en lo que a la presencia de ciertos elementos se refiere. Bobbio (1997) por ejemplo, hace mención a unas condiciones mínimas que deben estar presentes en los regímenes democráticos. Además de las elecciones, cita las siguientes: “La mayor extensión posible del derecho a votar, la regla de la mayoría y la existencia de las libertades de asociación, opinión, expresión, reunión, etc...”.

Dahl (1971) plantea la necesidad de que se den al mismo tiempo la posibilidad y existencia del debate público y la participación electoral. El primero se refiere al derecho de cuestionar públicamente al régimen, así como

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a cualquier otra ideología o proyecto político, exponer ideas y posiciones políticas diferentes buscando convencer y ganar adeptos. La segunda se refiere a la garantía de cualquier ciudadano de poder participar electoralmente, elegir y ser elegido, sin distingo de raza, género, credo, o filiación política. Todo lo anterior (y en consonancia con las condiciones de Bobbio), dentro de un marco legal que reconozca las libertades ciudadanas de expresión, asociación, reunión, prensa, e información alternativa. Sartori (1988), le agrega a la definición el hecho de que democracia significa también control y sobre todo limitación a la concentración del poder y a la imposición de una mentalidad y visión sobre la sociedad, únicas. Bovero (2000) habla de cómo el método de las elecciones debe conjugarse con las cuatro grandes “libertades de los modernos” que serían la personal, la de asociación, de reunión y de opinión. En síntesis, existe un extendido consenso en cuanto a la necesidad de la preservación de las libertades individuales.

Es precisamente para garantizar esas libertades y derechos individuales, que los regímenes democráticos deben ser laicos.

El término Laicismo se define a partir de tres componentes (Peña, 2007). Primero, la libertad total de conciencia de la cual la libertad religiosa es un caso particular aunque no el único; en segundo lugar la igualdad estricta de derechos de los ateos, creyentes, comunistas, neoliberales, etc.; por último, promoción con leyes comunes de principios universales y comunes a todos (Peña, 2007).

Es necesario señalar que la concepción moderna del Estado, como figura jurídica, se fundamenta en su condición de ente abstracto que articula las diferentes particularidades que componen la sociedad en condiciones de igualdad frente a la ley (Dobree & Bareiro, 2005).

Dentro de este paradigma democrático y republicano, el Estado en sí mismo debe carecer de una religión oficial ya que cada una tiene su propia

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concepción de la política, la sociedad y el gobierno, que tiende a excluir a las otras por considerarlas incorrectas. La invocación a los poderes divinos justifica actitudes y acciones que niegan los principios de igualdad y autonomía que, como ideales a alcanzar, han sustentado el proyecto de la modernidad, de la cual la democracia contemporánea es un producto.

En otras palabras un estado democrático debe mantenerse laico, ya que un Estado no laico inevitablemente intentaría imponer un plan de vida y valores sostenidos por una religión oficial; lo cual impediría que los individuos gozaran de libertad de conciencia, credo, opinión, etc.

En palabras de Weffort (1992): “la construcción de la democracia es un proceso de institucionalización del conflicto”. Pero para que ese proceso sea exitoso, las visiones acerca del otro no pueden ser excluyentes, se debe respetar su existencia y estar todas las partes, dispuestas al diálogo, la negociación y el compromiso.

Por definición, el diálogo, la negociación, los conceptos de igualdad, libertad y tolerancia, el hacer concesiones, escuchar y entregar argumentos racionales, no formarían parte de los elementos constitutivos de las religiones monoteístas, donde los dogmas tienden a imponerse y se descarta todo aquello que los contradiga. Esto dificultaría la convivencia entre cualquier credo y los regímenes democráticos.

6.5. Islam y Democracia

En una amplia mayoría de círculos académicos de relaciones internacionales o ciencia política, la religión no ha sido considerada tradicionalmente como un factor determinante a tener en cuenta. Según Wilson (2007), esto se debe principalmente a la creencia en las ciencias sociales de que la religión declinaría en importancia, para ir desapareciendo definitivamente

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de la sociedad (Durkheim, 2003), (Weber 1997). Según Appleby (2009) otra de las razones es la indisposición en las ciencias sociales y su herencia positivista de examinar los elementos irracionales y poco tangibles de esta.

Sin embargo, desde el final de la guerra fría se ha hecho más evidente que la presencia de la religión en el orden social no se ha ido desvaneciendo como se predijo. Por el contrario, su influencia ha crecido, ejemplificado por el papel jugado por la iglesia católica en la democratización de África, (Mitchell, 2002) y la Europa oriental comunista. La controversia en Francia alrededor de la utilización de símbolos religiosos (Jones, 2003). Y quizá la más visible, la creciente existencia de organizaciones terroristas motivadas religiosamente.

En el caso específico del Islam, la presencia de fuertes comunidades musulmanas en Europa está teniendo una influencia visible en la vida política, social y jurídica de estos países. Por ejemplo, los gobernantes europeos ahora deben tener en consideración las demandas políticas musulmanas llegando incluso sus líderes a ejercer un poder informal de veto sobre ciertas decisiones, como por ejemplo en política exterior cuando se trata del diseño de los lineamientos hacia los países del MONA (Kurtz, 2006).

Debido a la presión de las minorías islámicas, en países como Inglaterra, Suecia y Alemania, se ha dado el caso de jueces que han tomado decisiones basados en la Sharía o ley islámica en detrimento de los derechos de las mujeres y menoscabando la soberanía de sus propios sistemas judiciales (Lebl, 2010).

En otros como Francia y Dinamarca se han creado listas de zonas urbanas sensibles en su mayoría barrios musulmanes, en los que prácticamente se he entregado el control policial, jurídico y social a los líderes religiosos.

Europa occidental podría estar actuando en consonancia con su extendida consideración de haber dejado atrás el “poder duro” basado puramente en lo militar y haber avanzado hacia un “poder blando” (Nye, 2004). Más efectivo

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para conseguir sus intereses, basado en el respeto al derecho internacional, la diplomacia, y el poder cultural. Ese poder blando supone la negociación, el compromiso y la tolerancia del otro. Básicamente muchos países europeos estarían aplicando a partir de esta visión, una política de apaciguamiento (appeassement) hacia las minorías musulmanas dentro de sus fronteras, con la esperanza de crear unas mejores condiciones de convivencia dentro de la diversidad (Broder, 2006). Sin embargo, las doctrinas del Islam no lo interpretan de la misma forma.

De hecho, el resultado de esta política termina siendo un mayor desprecio por los valores democráticos y culturales europeos. El Islam interpreta este deseo por apaciguar al oponente, esta propuesta por construir un modus vivendi, como otro paso hacia la sumisión por parte del no creyente, como señal de debilidad. Al contrario de generar respeto y apoyo por los sistemas occidentales, estas medidas permisivas, sumadas a la entrega de auxilios de seguridad social, (políticas propias del Estado de bienestar como subsidios al desempleo, la salud, la educación, etc.), son interpretadas como una forma de jiziya5, o sumisión. En otras palabras, no solo se interpretan como un deber del infiel hacia los creyentes, sino como un reconocimiento de la posición dominante de estos últimos (Bower, 2006).

Además de la anterior, existen en el Islam otras doctrinas e interpretaciones centrales, indisputadas por sus seguidores, que permiten hacer una análisis generalizado de este y su grado de compatibilidad con la democracia.

Anteriormente se estableció que la democracia necesita la garantía del reconocimiento de una serie de libertades que propendan por la convivencia con el otro, basada en la tolerancia, la inclusión, la negociación y el diálogo. Sin embargo, Islam significa sumisión a Allah, es decir, sumisión a lo que dicen

5 Jiziya: Era el impuesto pagado tradicionalmente en sociedades islámicas por los pueblos no musulmanes como una señal de sumisión, entrega y reconocimiento de la superioridad del Islam. (Bower, 2006)

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dios y el profeta en su libro sagrado. Y en este se establece la necesidad de combatir al no creyente (en el contexto histórico, al judío y al cristiano) a como dé lugar, hasta que se convierta o muera por la espada (Suras 9:5; 9:29.Versión Tahrike Tarsile Qur’an). Esta doctrina puede convertirse en obstáculo para la negociación y discusión con el otro, con el opositor en una democracia.

Si bien existe un verso previo que plantea la no imposición de la fe, este es anterior al ya mencionado y según la hermenéutica islámica, los capítulos y versos posteriores, desautorizan a los anteriores en caso de contradicción (Spencer, 2003).

Así mismo el Islam prohíbe la apostasía (dejar, negar o cambiar de religión) al punto que aún es castigada en ciertos países con la pena de muerte. La Sección 295-C del Código Penal de Pakistán prescribe la pena de muerte para este “crimen”. Incluso en el “liberado” Afganistán post talibán, todavía existe un artículo en la Constitución en este sentido. Lo mismo en Arabia Saudita donde la pena se lleva a cabo a través de la decapitación (Dawkins, 2006). Apostasía, recordemos, no significa daño real a personas o propiedades, es puramente un delito mental. Esta doctrina hace impracticable la libertad de conciencia, que como se observó, es condición sine qua non de la democracia y de la que se desprenden la libertad de expresión, prensa, asociación y otras. El Corán prohíbe además que creyentes y no creyentes vivan juntos en igualdad de condiciones. En caso de darse esta situación, los segundos serán ciudadanos de segunda categoría. Prohíbe incluso que sean amigos (Sura 5:51). Esto obstaculiza las posibilidades de convivencia pacífica.

Shoebat (2005), un “apóstata” de la fe musulmana, explica la relación entre Islam y política, planteando que en el Islam la separación entre estado y religión es no solo imposible sino herética, si se tiene en cuenta que todos y aún más el estado, por su rol como generador y ejecutor de las leyes, deben estar sometidos al Corán y la Sharía. Por lo tanto, no puede ser definido como una religión solamente, sino como un proyecto geopolítico, un sistema de

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gobierno primero y en segundo término una religión personal. Según sus textos sagrados, el mundo está dividido en dos casas: Dar al Islam o la casa del Islam y Dar al Harb, o casa de la guerra, es decir que existe un mundo correcto (al que pertenecen toda persona o país musulmán) y todo lo que está afuera es visto como terreno de guerra, donde habita el enemigo que debe ser convertido o destruido.

Para Trifkovic (2007) el Islam es un sistema absolutista e imperialista. Evidencia de esto es que el calendario islámico inicia cuando Mohammed se convirtió en líder de estado en Medina, no cuando nace o recibe su primera revelación de Dios. Esto demuestra que es también un proyecto político. Otros ejemplos son las 65 campañas militares expansivas, no defensivas emprendidas por Mahoma y que le dan al Islam unas bases militaristas y la existencia de numerosos grupos (no precisamente una minoría) dentro del Islam que aún sostienen la necesidad de imponer un Califato o estado islámico a nivel universal (Hirsi, 2007). Recordemos que el Islam avanzó militarmente en Europa hasta el año 1683, cuando fue detenido en Viena. En términos generales, la violencia y la imposición son inherentes a su historia, tradición y texto sagrado.

Otro ejemplo de lo anterior y que también plantea un potencial conflicto para las posibilidades de convivencia del Islam con los valores democráticos europeos, es la vida misma del profeta. Es necesario tener siempre presente que este personaje es considerado como el modelo máximo de comportamiento para sus seguidores.

Aunque existen diversas biografías sobre Mohammed, extraídas de narraciones del Corán y de los Hadices (textos complementarios de tradición histórica), los hechos mencionados a continuación están presentes en la mayoría de los textos y son aceptados por la generalidad de los creyentes.

Según Spencer, (2003) si bien existen versículos pacíficos en El Corán, estos

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son del tiempo inicial del profeta cuando vivía en La Meca, donde cohabitaba con cristianos, judíos y otros. En ese momento tenía pocos seguidores, no era muy poderoso. Todo cambia en Medina, donde se convierte en la cabeza de un estado totalitario, en un señor de la guerra típico de la época, rico poderoso e intolerante.

En varias suras6 se refiere a todos aquellos que no aceptan el Islam, como a seres a los que hay que rechazar y despreciar. Una vez más, esto entra en conflicto con principios democráticos anteriormente reseñados.

En una de las biografías mas aceptadas acerca del profeta, (Bin Ishaq, 773, traducida y publicada por Alfred Guillaume en 1955), se cuentan episodios en los que el mismo profeta utilizó grandes dosis de violencia, ordenó torturas y justificó la poligamia y el tratamiento de las mujeres como ciudadanos de segunda categoría, costumbre muy tradicional y aceptada en la época.

Es cierto que estos comportamientos, que según los estándares contemporáneos pueden ser considerados reprochables, no eran extraños para un señor de la guerra del siglo 6 d.c. Sin embargo las potenciales contradicciones con la democracia surgen cuando se resalta el hecho de que para el Islam actual tanto los versos del Corán, son inmodificables e infalibles, así como el ejemplo de vida del profeta sigue siendo digno de imitar. El principio de respetar la literalidad del Corán, es aún uno de los pilares de la fe musulmana, así como el tomar los eventos de la vida del profeta como paradigma. Si bien es cierto que la mayoría de los musulmanes practican en la actualidad versiones moderadas del Islam, como hemos visto es innegable que hay un cuerpo doctrinal y biográfico en esta religión que contiene elementos potencialmente antagónicos con los principios de igualdad, tolerancia y respeto a las libertades individuales, tan propias de la democracia liberal. Se podría afirmar que existen musulmanes moderados, más no Islam moderado.

6 Capítulos en los que se divide el Corán.

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Conclusión

La democracia contemporánea nace en Europa como un producto de la modernidad. Modernidad que llegó como consecuencia de procesos emancipadores del pensamiento como el Renacimiento y la Ilustración, en los cuales la razón si no eliminó, por lo menos relegó a un segundo plano a los dogmas de fe. El humanismo y el antropocentrismo ganaron espacios que, por lo menos en Europa, no han hecho otra cosa que avanzar. Incluso un proceso religioso como la Reforma Protestante generó una nueva forma de relacionarse los creyentes con la divinidad y sus instituciones terrenales derivadas, al poder cuestionar los dogmas y reinterpretarlos. Todos estos procesos históricos abonaron el terreno y contribuyeron a la aparición de los valores y libertades democráticas.

Nada de lo anterior se ha dado de la misma forma en el Norte de África y el Medio Oriente, donde la mentalidad religiosa y la devoción y profesión de la fe sin cuestionamientos, han seguido imponiéndose a lo largo de la historia. Esta forma de interpretar la realidad, con todas sus potenciales posiciones antidemocráticas, es factible de crecer en Europa al incrementarse la llegada de inmigrantes del MONA.

El problema de Europa por su parte, parece ser uno de identidad. Según Murray, (2006) existirían dos factores que dificultan la defensa de la identidad democrática europea ante amenazas externas, como los valores totalitarios del Islam. Por un lado, los horrores y la destrucción dejados por las dos guerras mundiales, parecen haber creado en los europeos un rechazo por las ideologías aglutinadoras, lo que podría ser un obstáculo en contra de la consolidación de la identidad colectiva que, se supone, la Unión Europea debería generar.

Por otro lado, su anhelo de desligarse de un histórico pasado colonialista pareciera generar en algunos sectores políticos y de la sociedad civil una obligación de ser permisivos y siempre tolerantes, aún con expresiones ideológicas y religiosas que carecen de estas mismas características.

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Si bien muy pocos negarían que la modernidad, el individualismo, el liberalismo y el laicismo son expresiones fundamentales de la impronta de la Europa occidental actual, el problema es que también muy pocos (o nadie) estarían dispuestos a morir por ellas. Precisamente por su esencia no aglutinadora ni uniformizante, no despiertan las pasiones que las religiones como el Islam si logran estimular. Así que las preguntas que quedan pendientes para futuras investigaciones serían ¿Ante el crecimiento de las minorías musulmanas, cuáles son las alternativas para los países europeos? ¿Deberán en defensa de la tolerancia y la libertad, aplicar medidas que impongan restricciones a la inmigración y a ciertos comportamientos y expresiones religiosas? ¿Tendrá Europa que superar sus complejos del pasado y construir algún tipo de identidad colectiva militante que defienda los valores occidentales, con todo y los riesgos xenofóbicos que eso implica? Futuros estudios deberían tratar de resolver estos y otros interrogantes. Por lo pronto dos hechos parecen ser evidentes: Existen todas las precondiciones para el surgimiento de conflictos a partir de la existencia de elementos antagónicos a la democracia liberal europea dentro del contenido doctrinal del Islam. Y las estrategias de asimilación de las minorías musulmanas deben revisarse porque no parecieran estar alcanzando los objetivos planteados.

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173Cooperar al desarrollo y desarrollar la cooperación: Desafío Post 2015

174 Jairo Agudelo Taborda (Editor)

Este libro se imprimió en Mister Print en agosto de 2013 con un tiraje de 1100 ejemplares.