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CONCEPTUALIZACION Y ALCANCE JURÍDICO DE LA POLITICA CRIMINAL EN COLOMBIA
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CONCEPTUALIZACION Y ALCANCE JURÍDICO DE LA
POLITICA CRIMINAL EN COLOMBIA
JUAN CARLOS ANCHILA1
VALERIA AVILA2
1 Estudiantes de Derecho en la Facultad de Humanidades Programa deDerecho de la Universidad del Magdalena. Santa Marta - Colombia. Elpresente documento es resultado de las actividades realizadas en el cursode Seminario III. [email protected].
2 Estudiantes de Derecho en la Facultad de Humanidades Programa deDerecho de la Universidad del Magdalena. Santa Marta - Colombia. Elpresente documento es resultado de las actividades realizadas en el cursode Seminario III. [email protected].
ResumenLas políticas públicas en materia de criminalidad,como lo es la política criminal colombiana ha sidotema de continuo estudio por parte de juristas idoctrinantes tanto nacionales e internacionales,llegando así a la develación de aspectos tantonegativos como positivos en cuanto a laimplementación de dicha política, de esta manera sehan formulado propuestas jurídicas einstitucionales para disminuir la criminalidad ennuestro país teniendo en cuenta los postuladospolítico-criminales propios del Estado Social deDerecho.
Palabras claves: Política Criminal, Criminalidad, Estado
Social de Derecho.
Abstract Public policies on crime, such as the Colombiancriminal policy has been the subject of ongoing studyby jurists and indoctrinators both domestic andinternational, thus leading to the unveiling of bothnegative and positive aspects regarding theimplementation of this policy, thus have been madelegal and institutional proposals to reduce crime inour country taking into account the political-criminal's own social rule of law.
Keywords: Criminal Politics, Crime, Social Rule of Law.
INTRODUCCION
El propósito de esta reflexión consiste en determinar qué tan
efectiva ha sido la política criminal en Colombia. Es de
saberse que para implementar una política criminal debe
tenerse muy claro que los logros no son instantáneos debido a
que esta se ejerce en la sociedad, la cual es muy cambiante y
dificulta que se apliquen de una sola vez, es necesario
conocer antecedente con el fin que este sea pertinente y que
al aplicarse logre sus objetivos. Si ahondamos la política
criminal como definición y respuesta en relación con el
fenómeno criminal, se entiende que tales actividades están
íntimamente relacionadas o que se encuentran en permanente
interacción, eso no quiere decir sin embargo que la
definición de un problema como problema de política criminal
y de la reacción como reacción política criminal se agote en
un solo instante. El análisis se centra en la revisión de las
diferentes teorías esbozadas en relación con el concepto de
política criminal, de cara a la responsabilidad jurídica, con
el objeto de establecer si dicha política está logrando su
objetivo que es la de “prevenir y reprimir la criminalidad,
garantizar la protección de los intereses esenciales del
Estado y los derechos de la sociedad” por tratarse de un
Estado Social de Derecho.
DESARROLLO
1. CONCEPTO POLITICA CRIMINAL
En la realización de un concepto, de aplicación, ejecución de
un tema tan abordado como lo es la política criminal, es
necesario recopilar información tanto nacional, como del
exterior que ayuden en la elaboración de una buena
investigación ya como lo enuncia Aguilar Avilés “La
concepción de la política criminal ha pasado, a través de la
historia por diversos significados. En un primer momento se
le consideró como “ciencia independiente” al derecho penal”.
Entre los defensores de esta tesis se encuentra el destacado
penalista Von Liszt quien opinó al respecto: “el conocimiento
de la pena como uno de los medios para la lucha contra el
crimen, puesto en manos del Estado, nos lleva más allá”.
(aviles, 2011, pág. 3). Empecemos desde una perspectiva
histórica con los padres del derecho que son los romanos, son
los más críticos y perfeccionista en cuanto a la seguridad
social y como lograron influenciar en la política criminal,
no solo en Colombia, si no a nivel mundial en cuanto a la
aplicación del derecho penal para los ciudadanos que actuaban
por fuera del sendero de la ley.
Se podría definir la política criminal, como la
descripción abstracta por parte del Estado en cuanto a la
aplicación de la ley penal, como medio para subsanar los
desniveles de la sociedad y la unión con la ley
constitucional en medio de los derechos fundamentales como
mayor defensor. Algunos autores la definen como: La política
criminal se ha entendido como el conjunto de herramientas
utilizadas por el Estado para prevenir y reprimir la
criminalidad. Así mismo, se ha afirmado que la política
criminal es el poder de definir los procesos criminales
dentro de la sociedad y por tanto de dirigir y organizar el
sistema social con relación a la cuestión criminal. (Guzmán &
Rodriguez, 2008, pág. 65). El concepto de política criminal
también ha sido abordado generalmente en una perspectiva
normativa y con un significado referido directamente a la
prevención del delito; es decir, una perspectiva y un
significado según los cuales el fenómeno criminal es un dato
dado de antemano o preexistente frente al cual simplemente el
Estado reacciona con el Derecho penal. (Muñoz, 2011, pág.
103).
Para nadie es un secreto que el derecho penal debe actuar
obligadamente y en una relación estrecha con el derecho
constitucional puesto que es el que regula todo lo
relacionado con la dignidad humana, los derechos
fundamentales, donde de cierta manera busca una entrega
básica de su poderío al demostrar su funcionamiento pero a la
ves como se ve delimitado por la fuerza constitucional que
protege a los ciudadanos.
El derecho penal es una forma de garantizar y establecer
los límites en la imposición de penas para la protección de
la sociedad, todo lo anterior bajo el amparo de los derechos,
principios y garantías fundamentales que cobijan a todos los
seres humanos, con el fin de mirar más objetivamente las
normas penales, es decir, por tal delito, tal pena será
impuesta. En el Derecho Penal Simbólico la fuerza
comunicativa de la norma se basa en la construcción
de una categórica frontera que separa a los autores
de las conductas criminalizadas y el resto de la sociedad.
Para ello, es necesaria además la confluencia del punitivismo
sobre todo cuando se trata conductas respecto de las cuales
la intervención legislativa consistió en el endurecimiento de
las penas, de tal forma que ambas tendencias confluyen en una
relación de dependencia mutua y de cuya combinación práctica
surge el denominado Derecho Penal del Enemigo, propuesta
teórica y normativa que durante el último tiempo ha cobrado
especial relevancia, colmando gran parte del foro académico
de la especialidad. Sobre el particular Portilla Contreras
expresa que lo novedoso no está constituido por la
proliferación de prácticas de este tipo, sino por la
aparición de un sustento doctrinal que las apoya (Núñez,
2009, pág. 23). Podríamos entonces decir que no que se quiere
con el derecho penal es que la sociedad de adapte a las
políticas públicas punitivas en las cuales entiendan que cada
actuación criminal se verá tipificada en el código como
medida de prevención principal a estas conductas delictivas.
2. HISTORIA DE LA POLITICA CRIMINAL
No es posible determinar quién usó por primera vez el
concepto de Política Criminal: algunos autores creen que fue
Feuerbach o Henke, aunque Beccaría fue el punto inicial de
esta corriente en 1764 con su obra "De los delitos y de las
penas". La política criminal se extendió desde Italia con
Beccaria a Inglaterra con Bentham, a Francia con Berenger y
Bonneville y a Alemania con Feuerbach y Henke. En el año
1889 Fran Von Liszt, Van Hamel y Adolfo Prins fundaron la
Unión Internacional de Derecho Penal, pero fundamentalmente
Fran Von Liszt fue el mentor de la Escuela de la Política
Criminal o Escuela Pragmática, Sociológica y Biosociológica y
con esta escuela se inició la política criminal sistemática o
científica. (ZAMBRANO, 2008, pág. 3)
Fran Von Liszt diferenció la Política Social de la Política
Criminal. La primera tenía por objeto la supresión o
restricción de las condiciones y fenómenos sociales de la
criminalidad, mientras que la segunda se ocupaba de la
delincuencia en particular y de que la pena se adaptase en su
especie y medida al delincuente, procurando impedir la
comisión de crímenes en el futuro.
Von Liszt refirió el alcance de la Política Criminal a la
apreciación crítica del derecho vigente y a la programación
legislativa y a la programación de la acción social. El
núcleo de la Política Criminal era la lucha contra el crimen
pero no debía quedar restringida al área judicial o del
Derecho Penal sino que debía extenderse a los medios
preventivos y represivos del Estado.
La política criminal es, en consecuencia, una parcela de la
política jurídica - penal del Estado, la que a su vez es
parte de su política general. La programación y realización
de una correcta y coherente lucha contra la delincuencia,
depende del apoyo y fomento de los estudios tendientes a
describir el sistema de reacción social y a determinar los
lineamientos y los medios más eficaces. De esta manera, se
evitará que la reacción sea espontánea o inorgánica, motivada
únicamente por el afán de dar satisfacción a los movimientos
de la "opinión pública", originados por la comisión de
ciertas infracciones (política criminal del "golpe por
golpe", del "coup par coup"); o destinada a satisfacer,
mediante la multiplicación o agravación indiscriminada de la
represión, a un público impresionado o temeroso ante la
comisión frecuente de ciertos delitos. (ZAMBRANO, 2008, pág.
9)
Un programa de política criminal demanda recursos que deben
ser proveídos por el Estado, a esto sumemos el
establecimiento de una estrategia y un orden de acciones para
llevarlos a la práctica teniendo en cuenta la realidad en
cada caso. Tanto en la prevención anterior al delito como en
el accionar del sistema de justicia penal deberían ocupar un
lugar importante, teniendo en cuenta también las distintas
categorías –que presuponen formas específicas de prevención-
y la realidad social, cultural, económica y jurídica de cada
país.
2.1. POLITICA CRIMINAL EN LA ACTUALIDAD
EL profesor Eugenio Raúl Zaffaroni nos recuerda, que “La
política criminal es un capítulo de la política general, que
si bien tiene –como toda política sectorial- su aspecto
técnico, éste no puede obviar los objetivos generales dentro
de los que debe enmarcarse.
Por consiguiente, cuando la política criminal se concreta en
normas penales, éstas deben interpretarse conforme a la pauta
política general o, al menos, no contradecirla. La ciencia
jurídico-penal interpreta estas normas para proyectar su
aplicación racional mediante decisiones judiciales, o sea que
aspira a orientar actos de un poder del Estado (sentencias)
que también son actos de gobierno. Por consiguiente, todo
concepto jurídico-penal es políticamente funcional, como
inevitable dato de realidad e independientemente de que quien
lo formula tome consciencia de ello.
La tarea de la ciencia penal de nuestra región resulta, por
ende, más compleja que la alemana, pues: a) por imperio
constitucional debe orientarse al restablecimiento de la paz
social; b) no puede pasar por alto que los defectos y
perversiones de sus sistemas penales no lo hacen el
instrumento mecánicamente idóneo para ello; c) ni que el
propio sistema penal suele contribuir a aumentar y agravar la
conflictividad. d) Pese a ello debe paliar la selectividad
extrema del poder punitivo, que retarda la incorporación a la
ciudadanía real. Y, e) Debe observar con especial atención la
contención del poder punitivo del estado, para preservar los
espacios críticos necesarios al desarrollo social
democrático. Este último aspecto debe ser particularmente
subrayado, dada la larga experiencia autoritaria de abuso del
poder punitivo, que llevó incluso a la comisión de crímenes
de lesa humanidad. De allí que todo sistema que se construya
en nuestra región requiera una particular insistencia en las
garantías penales tradicionales”.
El Profesor Zaffaroni, nos recuerda que desde mediados del
siglo pasado la ciencia penal alemana ha sido la principal
nutriente de la construcción sistemática del derecho penal
argentino y latinoamericano. Que en este momento operan en
ella varias tendencias, de las que sobresalen y se difunden
por la región: una que procura una normativización en pos de
la reafirmación de la vigencia de las normas. (ZAFFARONI,
1985, pág. 86), en términos generales una la política
criminal, es aquella que se adapta a los cambios que sufre la
sociedad a través de los años.
3. POLITICA CRIMINAL EN COLOMBIA IMPLEMENTACION
Muchos autores preocupados ya por la aplicación de la
política criminal, no han hecho pare en su crítica en cuanto
a lo dicho y lo que se hace. La seguridad democrática en
Colombia se diseñó a partir del contexto social y político en
una coyuntura que lo acercaban más a la autoridad y al
militarismo por la grave situación del país en materia de
seguridad. Para desarrollar la temática del con icto armadofl
colombiano y la CPI se debe aclarar que no es nada fácil
sentar una posición frente a un problema de con icto armadofl
interno, tan intenso, sufrido y sangriento como el
colombiano.
La guerra en sí es una situación de injusticia total, en el
que se incluyen los actores armados y el resto de sociedad
civil que por su mera ubicación en determinado territorio o
por constituirse en factor estratégico de la misma, como por
ejemplo, un rehén o un secuestrado padecen la crueldad del
con icto armado. Desde esa perspectiva, todos somos propensosfl
a sufrir los estragos de la guerra en Colombia, pues en
principio podríamos decir que no existe una violencia
dirigida en contra de un grupo determinado de personas, ya
sea de una etnia, religión o un grupo racial, sino una guerra
entre grupos armados y sus sectores de apoyo, que sólo
parecen distinguir entre los que están con ellos y el resto
(Jaime Sandoval, 2006, pág. 145).
Con base a lo anterior y en que Colombia es un Estado Social
de Derecho, se adoptó una política criminal preventiva
garantista, el cual ejerce el poder en relación con el
fenómeno criminal en el que interactúan discursos y practicas
punitivas. En un Estado Social de Derecho, donde el individuo
es su única razón de ser, y donde la política criminal es
expresión de las normas penales, estas deben reflejar
primordialmente el respeto por la dignidad humana, la
libertad y la igualdad entre los individuos, de tal manera
que se hace necesario la estructuración de políticas
criminales que examinen la realidad social, política y
económica del país (Guzmán & Rodriguez, 2008, pág. 66).
Colombia por medio de sus políticas públicas adoptada del
enemigo implementado, da un tratamiento de persona a los
enemigos de la sociedad, sujetas a las reglas plasmadas en el
marco normativo que impiden, que la política oficial se
desborde en una represión o en una impunidad no refrenada.
“El derecho penal moderno del enemigo se describe como un
Derecho ajustado a Derecho y, más exactamente, al Estado de
Derecho y, en consecuencia, no únicamente basado en el
ejercicio de la represión y la guerra de uso tradicionalmente
político; es más, gran parte de la política criminal del
enemigo, en el Estado de Derecho, se desarrolla dentro de la
negociación jurídica y política (Parra, 2006, pág. 186).
En el diseño de política criminal el discurso de la
autoridad no se construye de una vez y para siempre con una
enunciación por parte de un individuo (ni siquiera del más
carismático). Este discurso requiere y requirió en el caso
que se estudia, de una producción de saberes concerniente al
delito y a la violación (a sus causas, factores asociados,
impacto y estrategia de intervención que entran en contacto
con una coyuntura de política concreta (Muñoz, 2011, pág.
139).
Haciendo un análisis de la situación actual del país en
materia de criminalidad podríamos decir que en Colombia la
política criminal implementada no ha sido efectiva, ya que
las reformas introducidas al código penal desde el año 2000
hasta la fecha, han endurecido las penas, el aumento de las
penas por hechos coyunturales, tiende una cortina de humo
para la apertura de un verdadero debate de fondo sobre los
reales factores que generan la criminalidad.
En una reciente investigación al respecto se demostró que la
fase de creación de normas penales en nuestro país durante la
década del 80 al 90, estuvo caracterizada por: a) una
exagerada expedición de normas, pues en el período mencionado
se creó la cantidad de 138, para un promedio de una norma
penal por mes; b) desplazamiento del Órgano Legislativo por
parte del Ejecutivo, pues de la cantidad de normas
relacionadas, 124 fueron decretos presidenciales de
emergencia, frente a solo 14 leyes ordinarias; y c) la
presentación de un acontecimiento de gran trascendencia
noticiosa va seguida de una desenfrenada expedición de
normas: en 1984, por ejemplo, año del asesinato del entonces
Ministro de Justicia RODRIGO LARA BONILLA, se expidieron 18
decretos de Estado de Sitio frente a solo 3 leyes ordinarias;
y en 1989, año del asesinato del candidato liberal LUIS
CARLOS GALÁN, se expidieron 25 decretos de Estado de Sitio,
frente a una sola ley ordinaria “ (VARGAS, 2009, pág. 56).
La preocupación del Estado por la dignidad humana que
también ampara a los reos, ya que si están privados de la
libertad, por lo menos estén en las condiciones de respeto
por sus derechos fundamentales que han sido establecidas
desde hace ya mucho tiempo por el derecho internacional
humanitario y por las legislaciones internas de los países.
Para lograr esto será necesario articular mecanismos que
garanticen que las cárceles alojarán sólo el número de
personas para las que tienen capacidad prevista, el cual se
regula por medio de la política penitenciaria que es la parte
de la política criminal que se ocupa de regular el uso de la
privación de libertad, tanto preventiva como con carácter de
pena.
Por política criminal puede entenderse la política respecto
del fenómeno criminal, la que no sería más que un capítulo de
la política general (Carranza, 2003, págs. 1,16). Según lo
anterior podemos deducir que en Colombia dicha política
penitenciaria no está siendo eficiente, puesto que la
situación actual de las cárceles en nuestro país es de
deterioro total y hacinamiento exagerado, colocando a los
reos en condiciones infrahumanas.
Es claro entonces, que todos los fenómenos criminalización en
Colombia obedecen a legislaciones improvisadas, sin una base
teórica real que se adecue a las necesidades sociales y que
tome en cuenta el contexto de cada caso, una política
criminal reactiva, sin adecuada fundamentación empírica, con
incoherencias y falta de perspectiva clara de derechos
humanos.
Muchas de estas medidas se han adoptado apresuradamente
respondiendo a fenómenos de opinión pública o a los deseos de
los gobiernos de mostrar que se está haciendo algo frente a
la criminalidad o frente a hechos graves de crueldad o
violencia, pero muy raramente estas decisiones se han basado
en estudios empíricos sólidos que muestren la utilidad de,
por ejemplo, recurrir al aumento (o disminución) de una pena,
o a la criminalización de un cierto comportamiento (Comision
Asesora de Politica Criminal, 2012, pág. 27).
Los hechos punibles han aumentado en los últimos años de
manera alarmante. Es necesario que en nuestro país se
elaboren la política criminal propia y no copia de otros
países por lo cual es la razón que no se adapte a la
necesidad de nuestra sociedad y en ocasiones se torne
ineficaz, por otra parte considera que dicha política
criminal vale por la prevención del actual electivo y no como
actualmente se aduce en su mayoría para reprimir al individuo
cuando ya sea cometido el acto fundamental debe ser el que
los centre de reducción sirvan realmente para la
resocialización del delincuente.
Las zonas de rehabilitación y consolidación, las cuales hacen
parte de una política de estado de seguridad, de recuperación
territorial y de consolidación institucional del estado a lo
largo de todo el territorio nacional (Red de seguridad y
defensa de América latina), no son propiamente una
normatividad penal, pero sí constituyen una norma simbólica
con respecto a los “enemigos” (grupos subversivos y
“autodefensas”16 ), en cuanto a su persecución, y la
reducción de garantías de la población civil que reside donde
normalmente operan estos grupos armados.
El Decreto 2002 no es un decreto propiamente penal, en tanto
no tipifica delitos, ni crea, disminuye o aumenta penas (en
principio). Sin embargo, sí establece condiciones
procedimentales diferentes para las personas que residen en
dichas zonas, lo que significa una variación en la garantías
de tipo procedimental en materia penal, además el tipo de
detenciones preventivas y las autoridades que en un principio
se consideraban aptas para realizarlas, generaban cambios
considerables en materia de garantías penales. (Gómez, 2009,
pág. 180)
Las zonas de rehabilitación y consolidación son un ejemplo
apenas, de una política inclinada por la seguridad, y por el
control soberano de territorios en los cuales no han existido
acuerdos sobre la presencia estatal, y es por tanto que
carece de institucionalidad. “En una sociedad sin política
criminal el apuro por buscar soluciones a los problemas de
delincuencia es inaplazable, pero no a cualquier precio, y en
este ámbito Colombia es la viva voz de una amplia producción
normativa que se queda sin respaldo en su aplicabilidad. Por
ello, cabe la pregunta: ¿estamos dispuestos a pagar los altos
costos que generan este tipo de propuestas?” (Peluffo &
Garcia, 2012, pág. 9).
Es de saberse que para implementar una política criminal debe
tenerse muy claro que los logros no son instantáneos debido a
que esta se ejerce en la sociedad, la cual es muy cambiante y
dificulta que se apliquen el actual electivo de una sola vez,
es necesario conocer antecedente con el fin que este sea
pertinente y que al aplicarse logre sus objetivos. Si sumimos
la política criminal como definición y respuesta en relación
con el fenómeno criminal, se entiende que tales actividades
están íntimamente relacionadas o que se encuentran en
permanente interacción, eso no quiere decir sin embargo que
la definición de un problema como problema de política
criminal y de la reacción como reacción política criminal se
agote en un solo instante.
3.1. NECESIDADES EXPUESTAS PARA LA CRIMINALIZACIÓN EN
COLOMBIA.
La política criminal son todas aquellas decisiones sobre la
prevención de aquellas conductas que más gravemente ponen en
peligro la subsistencia de la vida social. Todos los
fenómenos criminalización en Colombia obedecen a
legislaciones improvisadas, sin una base teórica real que se
adecue a las necesidades sociales y que tome en cuenta el
contexto de cada caso. Se ha optado por criminalizar cierto
tipo de conductas que en la mayoría de los casos se
solucionan con el pago de una multa, de esta manera, y como
un efecto domino esto inmediatamente genera
congestionamientos en el aparato judicial, que ya rebosante,
a duras penas puede administrar justicia, entonces, el
legislador antes de recurrir al derecho penal para
“solucionar” los problemas de delincuencia debe llevar su
labor a la creación de una política criminal seria y que
responda a las necesidades sociales tal y como se esboza por
la comisión asesora de la política criminal que dice “Una
política criminal reactiva, sin adecuada fundamentación
empírica, con incoherencias y falta de perspectiva clara de
derechos humanos. Primero, muchas decisiones de política
criminal han sido esencialmente reactivas y sin fundamentos
empíricos sólidos. Muchas de estas medidas se han adoptado
apresuradamente respondiendo a fenómenos de opinión pública o
a los deseos de los gobiernos de mostrar que se está haciendo
algo frente a la criminalidad o frente a hechos graves de
crueldad o violencia, pero muy raramente estas decisiones se
han basado en estudios empíricos sólidos que muestren la
utilidad de, por ejemplo, recurrir al aumento (o disminución)
de una pena, o a la criminalización de un cierto
comportamiento”. (Comision Asesora de Politica Criminal,
2012, pág. 3)
Donde según lo anterior la falta de fundamentos empíricos es
decir de investigación tomada directamente de las necesidades
en las que se encuentra y ha encontrado la sociedad actual
colombiana ha dejado muchos vacíos y llenado planteles
jurídicos que no afectan directamente al pueblo como tal.
Colombia como Estado Social de derecho fundamentado en los
principios de igualdad y libertad (República de Colombia.
Constitución Política de Colombia., 1991), puesto a la tarea
de que interactúe la Constitución con la política criminal es
decir que según el criterio de proporcionalidad en las penas,
se debe analizar desde una perspectiva más jurídica u
objetiva el hecho de que la realidad de la cultura, inmersa
en un sin fin de necesidades acude a ciertos
comportamientos, tales que a su vez son muy distintos a los
países orientales o los del norte y por lo tanto no se debe
acoplar a tales necesidades si no a las propias por lo tanto,
su políticas estarían más equilibradas y cumplirían con los
objetivos, en tanto que “una renovada fe iusnaturalista
estaría en la base de nuestro nuevo modelo de Constitución y
de justicia constitucional, no ya como semilla ideológica o
programa de política jurídica, sino como una realidad
operativa y actuante en el seno del propio derecho positivo,
y de necesaria consideración para la plena compresión del
mismo.” (PRIETO, 2003, pág. 21)
A continuación si se cumple con la anterior anotación lo que
llevaría a esbozar en la relación “significa siempre poder
para definir los procesos criminales dentro de la sociedad y
por ello mismo, el poder para dirigir y organizar el sistema
social en relación a la cuestión criminal”. (BUSTOS, 1996)
Si se pone a analizar de forma dogmática u objetiva, nos
encontramos con que las políticas criminales sobre las cuales
están fundamentadas las colombiana le otorgan un valor
particular, el cual, no es ajeno a su significado
metodológico y en consecuencia la idea de funcionalidad del
cual se aproxima a un sistema con base en el estructural y
que logran de cierta manera convencer los lectores de que si
son propias y necesarias para la sociedad actual, aunque si
se entra a el estudio como tal sobre las investigaciones
sobre la adaptabilidad de tales políticas con los
requerimientos de la ciudadanía, es ahí donde se ve la
desproporción, es decir que no se acoplan a dichos métodos
integrales de investigación como lo son medidas cautelares,
mecanismos alternativos de solución de conflictos, la sanción
penal, medios de defensa, etcétera, que representen mayores
beneficios para la sociedad. En favor de la investigación, el
método sociológico, permite abordar desde diversos ángulos el
estudio de los problemas sociales y, si tenemos en cuenta, la
idea básica que nos proporciona el funcionalismo, como
sistema metodológico de investigación científica, en relación
al método de investigación sociológica, se puede observar,
según dichos postulados, que las investigaciones sociales no
deben contenerse con el análisis causal que explican o
determinan los fenómenos objeto de análisis, sino que también
deben plantearse, las funciones, fines y límites que se
desprenden del propio efecto. (DURHEIM, 1988) Lo cual
implicaría que el estudio de la sociedad resulte más
completo si se subsume en la lógica de los fines de un
Estado, y ello es totalmente contrario, a lo que normalmente
ha operado en la materia penal.
El rigor penal excesivo del sistema penal tiene carácter
criminógeno, es decir, contribuye a la generación y
reproducción de la criminalidad. A este último respecto cabe
observar que mediante los mecanismos de las detenciones
policiales -la inmensa mayoría de las cuales afecta a
sospechosos, muchas veces primerizos- de infracciones sin
mayor relevancia, como ebriedad o consumo de drogas; de la
prisión preventiva, que se aplica en la práctica como la
regla general a los procesados a los que, por otra parte, se
presume inocentes; y el abuso de la pena de cárcel, prevista
para toda clase de delitos y de autores, sin consideración a
la gravedad de las infracciones y a las necesidades y
características de los condenados, es el propio
funcionamiento del sistema el que contribuye -al estigmatizar
a los imputados de delitos como delincuentes y al ponerlos en
contacto muchas veces innecesariamente con los
establecimientos de detención y prisión, con el consiguiente
riesgo de la de-socialización y del contagio criminal- a que
un porcentaje de estas personas alcanzadas por el sistema
penal ingresen a la carrera criminal o refuercen su decisión
de mantenerse en la misma. (MERA, 1993, pág. 6)
3.2. POLITICA CRIMINAL EN COLOMBIA “ESTADO SOCIAL DE DERECHO”
“En un Estado Social de Derecho, donde el individuo es
su única razón de ser, y donde la política criminal es
expresión de las normas penales, estas deben reflejar
primordialmente el respeto por la dignidad humana, la
libertad y la igualdad entre los individuos, de tal manera
que se hace necesario la estructuración de políticas
criminales que examinen la realidad social, política y
económica.” (Guzmán & Rodriguez, 2008, pág. 63)
Sin embargo, la política criminal dentro de este tipo de
Estado plantea dos problemas merecedores de análisis y
discusión; el primero de ellos, corresponde a que en las
sociedades latinoamericanas se ha llevado a cabo una
expansión del derecho penal "como respuesta a una
globalización de la delincuencia frente al crimen
organizado, el terrorismo, el narcotráfico, el tráfico de
armas y de personas, blanqueo de capitales, entre otros.";
que desemboca en el llamado "derecho de emergencia, en el que
la sociedad –frente a esta situación excepcional creada-
renuncia a sus garantías personales, contrario a los
principios liberales del Estado constitucional y democrático
de derecho, creando leyes penales especiales." (Gómez, 2009,
pág. 83)
El segundo problema, tiene que ver con la adopción de códigos
y teorías penales surgidas en sociedades desarrolladas, con
un contexto socio cultural completamente distinto, para lo
cual debe establecerse una diferencia entre “perspectiva
político-criminal” y “desafío político criminal” en la medida en
que “perspectiva político criminal” significa determinación
de los principios básicos de un derecho penal
democrático, dilucidación de su contenido, pero “desafío
político criminal” significa entender que todo principio es
sólo un programa de acción y requiere por ello de
implementación en una realidad concreta, la nuestra
Latinoamericana. (BUSTOS, 1996, pág. 11).
Colombia como Estado Social de Derecho, donde el respeto
por la dignidad humana, la libertad y la igualdad entre los
individuos es su razón de ser, y donde la política criminal
es expresión de las normas penales, es necesaria la
estructuración de políticas criminales que examinen la
realidad social, política y económica del país.
3.3. LINEAMIENTOS DE LA POLITICA CRIMINAL SEÑALADOS POR LA
CORTE CONSTITUCIONAL
La Corte Constitucional, a través de un desarrollo
jurisprudencial, se ha encargado de señalar los lineamientos
de una política criminal en el país, a partir de una
caracterización de la misma en los siguientes términos:
Define los bienes jurídicos que se deben proteger
a través del orden jurídico penal.
Determina los instrumentos a través de los cuales se
protegerán los bienes jurídicos.
Señala las competencias de los jueces y los
procedimientos aplicables, en materia de persecución
de los delitos.
Establece el aumento punitivo coherente con la
gravedad de la conducta delictiva, en función del
interés tutelado.
Determina el tratamiento de la delincuencia política,
distinguiéndola de la delincuencia común y
otorgándole un tratamiento privilegiado.
Determina penas clasificándolas en principales y
accesorias.
Gradúa la intensidad de la respuesta estatal frente a
las conductas que afectan un determinado bien jurídico
cuya protección se ha considerado necesaria.
Determina las causales de detención
preventiva, dentro de criterios de razonabilidad y
proporcionalidad que garantizan la libertad personal
como derecho fundamental.
Establece criterios de mitigación y
humanización de la sanción punitiva, mediante el
establecimiento de subrogados penales.
Señala los plazos para la prescripción de la acción
penal; Se articula principalmente en normas penales.
(Guzmán & Rodriguez, 2008, págs. 65-66).
3.4. FISCALIA GENERAL DE LA NACION PRINCIPAL EJECUTAR DE LA
POLITICA CRIMINAL
La Fiscalía General de la Nación señala que “la formulación
de Política Criminal debe estar coordinado con otras
políticas de Estado, como la política pública, la política
social (salud, educación, vivienda y recreación etc.),
política de seguridad y política económica, dado que éstas
tienen impacto directo en el crimen así como de ellas depende
la efectiva prevención del mismo.(...) la política criminal
debe ser una política de Estado, la cual esté sujeta a
revisiones pero no a frecuentes cambios que dejan en el
ambiente sensación de inseguridad y poca previsión.
(...) Colombia, adelanta esfuerzos importantes en materia de
política criminal, prueba fehaciente es el cambio de Sistema
Penal inquisitivo al Acusatorio y la incorporación del
principio de oportunidad.” (LINDADO, 2012, pág. 3). Se han
insertado una variedad de fundamentos normativos con el fin de
darle peso a la implementación y ejecución de la política
criminal.
3.4.1. FUNCION DE LA POLICIA EN LA POLITICA CRIMINAL
Desde una aproximación sociopolítica, en términos teóricos,
la Policía en un sistema político tiene por función asegurar
el respeto de reglas que rigen los comportamientos sociales
de una colectividad (Loubet Del Bayle, 1998). (Sociedades en
un territorio definido), tarea conferida o investida a
determinados miembros de un grupo (institución) para
prevenir, disuadir y reprimir (CHINCHILLA & RICO, 1997, pág.
6), en nombre de la colectividad, la violación de ciertas
reglas que la rigen, teniendo entre sus recursos la coacción.
En teoría general, un sistema político existe cuando la
validez de sus normas está garantizada de manera continua en
el interior de un territorio geográfico por la aplicación y
la amenaza de la coacción desde la administración política
(WEBER, 1987).
En un sistema político moderno, la coacción está a cargo de
aparatos especializados, y uno de los principales es la
Policía, la cual tiene el papel básico de brindar el servicio
público de protección (SAIN, 2002). Este es reglado para
defender las libertades y regular los deberes de los
ciudadanos.
La intervención protectora del sistema político a través de
la Policía no se basa exclusivamente en la fuerza (que en
teoría solo es exclusiva del sistema político), sino también
empleando la disuasión o la influencia. Por lo anterior, la
Policía tiene entre sus competencias labores asistenciales
las de suplir demandas sociales, de cooperación, entre otras
(Loubet Del Bayle, 1998)
La Policía Nacional tiene por misión constitucional “(…) el
mantenimiento de las condiciones necesarias para el ejercicio
de los derechos y libertades públicas, y para asegurar que
los habitantes de Colombia convivan en paz.” Dentro del
organigrama de poder público, en el poder ejecutivo, es
componente de la Fuerza Pública, está conformada por Fuerzas
Militares y la Policía Nacional. Dada la división político
administrativa del país de un Estado unitario, la Policía
Nacional tiene presencia en todos los departamentos y
municipios del país, al contrario de otros cuerpos de policía
del mundo, casos concretos de países como EEUU y México, que
tienen varios cuerpos de policía, los cuales no tienen
jurisdicción en todo el territorio y sobre toda la población;
del mismo modo, la Policía Nacional tiene competencia en
todas aquellas labores de la función de asegurar las reglas
que rigen el orden social.
La particularidad del sistema policial en Colombia es poseer
un único cuerpo que tiene labores de vigilancia (urbana-rural
y de proximidad), de investigación criminal, de inteligencia
y de otras actividades comunitarias, y ante los
requerimientos particulares de atender ciertos tipos penales
especiales ahonda esfuerzos por controlarlos. Del mismo modo
para cumplir dichas labores esenciales dispone de niveles
gerenciales y de soporte, que permiten el actuar esencial de
la Policía Nacional de suplir las necesidades
y expectativas de la sociedad en seguridad.
Sin embargo, ante la modernización del sistema penal en
Colombia y los adelantos tecnológicos, las facultades
actuales de la policía judicial deben estudiarse ante la
Constitución Política de 1991, y el advenimiento del nuevo
Sistema Penal Oral Acusatorio que es el Acto Legislativo No.
003 del año 2002, y de la Ley 906 de 2004 (República de
Colombia, Código de Procedimiento Penal. Ley 906, 2004).
Las labores permanentes de policía judicial son asignadas a
los servidores del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) de
la Fiscalía General de La Nación, y a la Policía Nacional,
por medio de sus dependencias especializadas. En tal sentido,
las funciones de policía judicial, en la Policía Nacional,
corresponden a la Dirección de Investigación Criminal
(DIJIN), pero en concordancia con el Sistema Penal Acusatorio
también tienen participación en el proceso penal otras
direcciones (“dependencias especializadas”) de la Policía
Nacional dada su especialización para combatir ciertos tipos
de delitos, en este caso funcionarios de policía judicial de
la Dirección Antinarcóticos, la Dirección de Tránsito y
Transporte, la Dirección Antiextorsión y Secuestro, entre
otras.
Del mismo modo, los funcionarios de la Policía Nacional
cumplen funciones de policía judicial, de carácter
supletorio, en aquellas zonas del país donde no hay
integrantes de la policía judicial. Ante esta situación las
funciones son ejercidas por los integrantes de la Policía
Nacional del sector.
CONCLUSIONES
Podemos concluir que con respecto a la implementación y
ejecución de políticas públicas como lo es la Política
Criminal en Colombia, está siendo ineficiente desde la
perspectiva de que importar políticas criminales de otros
países sin hacer estudios previos e investigaciones serias de
la situación política, social, económica, educativa y
cultural de nuestro país y que es muy diferente al contexto
social de los países desde donde se están copiando dichas
políticas, conlleva esto al caos y al no cumplir con el
principal objetivo de esta política que es la de prevenir en
lo mayor posible el delito y así garantizar una convivencia
social en armonía, garantizando los derechos fundamentales
de cada individuo que conforman la sociedad.
Más allá del conocimiento de la normatividad legal y todos
los principios constitucionales, lo que queremos con esta
investigación es que la sociedad en general entienda que
antes de implementar cualquier política en nuestro país debe
hacerse un estudio e investigaciones rigurosas para
identificar causas de los problemas para así poder determinar
e implementar una política acertada a la realidad de la
sociedad colombiana, situación que podemos ver reflejada en
las constante modificaciones que ha sufrido el Código Penal
como lo es tipificación de más conductas punitivas y
endurecimiento de penas.
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