CONCEPTUALIZACION Y ALCANCE JURÍDICO DE LA POLITICA CRIMINAL EN COLOMBIA

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CONCEPTUALIZACION Y ALCANCE JURÍDICO DE LA POLITICA CRIMINAL EN COLOMBIA JUAN CARLOS ANCHILA 1 VALERIA AVILA 2 1 Estudiantes de Derecho en la Facultad de Humanidades Programa de Derecho de la Universidad del Magdalena. Santa Marta - Colombia. El presente documento es resultado de las actividades realizadas en el curso de Seminario III. [email protected] . 2 Estudiantes de Derecho en la Facultad de Humanidades Programa de Derecho de la Universidad del Magdalena. Santa Marta - Colombia. El presente documento es resultado de las actividades realizadas en el curso de Seminario III. [email protected].

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CONCEPTUALIZACION Y ALCANCE JURÍDICO DE LA

POLITICA CRIMINAL EN COLOMBIA

JUAN CARLOS ANCHILA1

VALERIA AVILA2

1 Estudiantes de Derecho en la Facultad de Humanidades Programa deDerecho de la Universidad del Magdalena. Santa Marta - Colombia. Elpresente documento es resultado de las actividades realizadas en el cursode Seminario III. [email protected].

2 Estudiantes de Derecho en la Facultad de Humanidades Programa deDerecho de la Universidad del Magdalena. Santa Marta - Colombia. Elpresente documento es resultado de las actividades realizadas en el cursode Seminario III. [email protected].

ResumenLas políticas públicas en materia de criminalidad,como lo es la política criminal colombiana ha sidotema de continuo estudio por parte de juristas idoctrinantes tanto nacionales e internacionales,llegando así a la develación de aspectos tantonegativos como positivos en cuanto a laimplementación de dicha política, de esta manera sehan formulado propuestas jurídicas einstitucionales para disminuir la criminalidad ennuestro país teniendo en cuenta los postuladospolítico-criminales propios del Estado Social deDerecho.

Palabras claves: Política Criminal, Criminalidad, Estado

Social de Derecho.

Abstract Public policies on crime, such as the Colombiancriminal policy has been the subject of ongoing studyby jurists and indoctrinators both domestic andinternational, thus leading to the unveiling of bothnegative and positive aspects regarding theimplementation of this policy, thus have been madelegal and institutional proposals to reduce crime inour country taking into account the political-criminal's own social rule of law.

Keywords: Criminal Politics, Crime, Social Rule of Law.

INTRODUCCION

El propósito de esta reflexión consiste en determinar qué tan

efectiva ha sido la política criminal en Colombia. Es de

saberse que para implementar una política criminal debe

tenerse muy claro que los logros no son instantáneos debido a

que esta se ejerce en la sociedad, la cual es muy cambiante y

dificulta que se apliquen de una sola vez, es necesario

conocer antecedente con el fin que este sea pertinente y que

al aplicarse logre sus objetivos. Si ahondamos la política

criminal como definición y respuesta en relación con el

fenómeno criminal, se entiende que tales actividades están

íntimamente relacionadas o que se encuentran en permanente

interacción, eso no quiere decir sin embargo que la

definición de un problema como problema de política criminal

y de la reacción como reacción política criminal se agote en

un solo instante. El análisis se centra en la revisión de las

diferentes teorías esbozadas en relación con el concepto de

política criminal, de cara a la responsabilidad jurídica, con

el objeto de establecer si dicha política está logrando su

objetivo que es la de “prevenir y reprimir la criminalidad,

garantizar la protección de los intereses esenciales del

Estado y los derechos de la sociedad” por tratarse de un

Estado Social de Derecho.

DESARROLLO

1. CONCEPTO POLITICA CRIMINAL

En la realización de un concepto, de aplicación, ejecución de

un tema tan abordado como lo es la política criminal, es

necesario recopilar información tanto nacional, como del

exterior que ayuden en la elaboración de una buena

investigación ya como lo enuncia Aguilar Avilés “La

concepción de la política criminal ha pasado, a través de la

historia por diversos significados. En un primer momento se

le consideró como “ciencia independiente” al derecho penal”.

Entre los defensores de esta tesis se encuentra el destacado

penalista Von Liszt quien opinó al respecto: “el conocimiento

de la pena como uno de los medios para la lucha contra el

crimen, puesto en manos del Estado, nos lleva más allá”.

(aviles, 2011, pág. 3). Empecemos desde una perspectiva

histórica con los padres del derecho que son los romanos, son

los más críticos y perfeccionista en cuanto a la seguridad

social y como lograron influenciar en la política criminal,

no solo en Colombia, si no a nivel mundial en cuanto a la

aplicación del derecho penal para los ciudadanos que actuaban

por fuera del sendero de la ley.

Se podría definir la política criminal, como la

descripción abstracta por parte del Estado en cuanto a la

aplicación de la ley penal, como medio para subsanar los

desniveles de la sociedad y la unión con la ley

constitucional en medio de los derechos fundamentales como

mayor defensor. Algunos autores la definen como: La política

criminal se ha entendido como el conjunto de herramientas

utilizadas por el Estado para prevenir y reprimir la

criminalidad. Así mismo, se ha afirmado que la política

criminal es el poder de definir los procesos criminales

dentro de la sociedad y por tanto de dirigir y organizar el

sistema social con relación a la cuestión criminal. (Guzmán &

Rodriguez, 2008, pág. 65). El concepto de política criminal

también ha sido abordado generalmente en una perspectiva

normativa y con un significado referido directamente a la

prevención del delito; es decir, una perspectiva y un

significado según los cuales el fenómeno criminal es un dato

dado de antemano o preexistente frente al cual simplemente el

Estado reacciona con el Derecho penal. (Muñoz, 2011, pág.

103).

Para nadie es un secreto que el derecho penal debe actuar

obligadamente y en una relación estrecha con el derecho

constitucional puesto que es el que regula todo lo

relacionado con la dignidad humana, los derechos

fundamentales, donde de cierta manera busca una entrega

básica de su poderío al demostrar su funcionamiento pero a la

ves como se ve delimitado por la fuerza constitucional que

protege a los ciudadanos.

El derecho penal es una forma de garantizar y establecer

los límites en la imposición de penas para la protección de

la sociedad, todo lo anterior bajo el amparo de los derechos,

principios y garantías fundamentales que cobijan a todos los

seres humanos, con el fin de mirar más objetivamente las

normas penales, es decir, por tal delito, tal pena será

impuesta. En el Derecho Penal Simbólico la fuerza

comunicativa de la norma se basa en la construcción

de una categórica frontera que separa a los autores

de las conductas criminalizadas y el resto de la sociedad.

Para ello, es necesaria además la confluencia del punitivismo

sobre todo cuando se trata conductas respecto de las cuales

la intervención legislativa consistió en el endurecimiento de

las penas, de tal forma que ambas tendencias confluyen en una

relación de dependencia mutua y de cuya combinación práctica

surge el denominado Derecho Penal del Enemigo, propuesta

teórica y normativa que durante el último tiempo ha cobrado

especial relevancia, colmando gran parte del foro académico

de la especialidad. Sobre el particular Portilla Contreras

expresa que lo novedoso no está constituido por la

proliferación de prácticas de este tipo, sino por la

aparición de un sustento doctrinal que las apoya (Núñez,

2009, pág. 23). Podríamos entonces decir que no que se quiere

con el derecho penal es que la sociedad de adapte a las

políticas públicas punitivas en las cuales entiendan que cada

actuación criminal se verá tipificada en el código como

medida de prevención principal a estas conductas delictivas.

2. HISTORIA DE LA POLITICA CRIMINAL

No es posible determinar quién usó por primera vez el

concepto de Política Criminal: algunos autores creen que fue

Feuerbach o Henke, aunque Beccaría fue el punto inicial de

esta corriente en 1764 con su obra "De los delitos y de las

penas". La política criminal se extendió desde Italia con

Beccaria a Inglaterra con Bentham, a Francia con Berenger y

Bonneville y a Alemania con Feuerbach y Henke. En el año

1889 Fran Von Liszt, Van Hamel y Adolfo Prins fundaron la

Unión Internacional de Derecho Penal, pero fundamentalmente

Fran Von Liszt fue el mentor de la Escuela de la Política

Criminal o Escuela Pragmática, Sociológica y Biosociológica y

con esta escuela se inició la política criminal sistemática o

científica. (ZAMBRANO, 2008, pág. 3)

Fran Von Liszt diferenció la Política Social de la Política

Criminal. La primera tenía por objeto la supresión o

restricción de las condiciones y fenómenos sociales de la

criminalidad, mientras que la segunda se ocupaba de la

delincuencia en particular y de que la pena se adaptase en su

especie y medida al delincuente, procurando impedir la

comisión de crímenes en el futuro.

Von Liszt refirió el alcance de la Política Criminal a la

apreciación crítica del derecho vigente y a la programación

legislativa y a la programación de la acción social. El

núcleo de la Política Criminal era la lucha contra el crimen

pero no debía quedar restringida al área judicial o del

Derecho Penal sino que debía extenderse a los medios

preventivos y represivos del Estado.

La política criminal es, en consecuencia, una parcela de la

política jurídica - penal del Estado, la que a su vez es

parte de su política general. La programación y realización

de una correcta y coherente lucha contra la delincuencia,

depende del apoyo y fomento de los estudios tendientes a

describir el sistema de reacción social y a determinar los

lineamientos y los medios más eficaces. De esta manera, se

evitará que la reacción sea espontánea o inorgánica, motivada

únicamente por el afán de dar satisfacción a los movimientos

de la "opinión pública", originados por la comisión de

ciertas infracciones (política criminal del "golpe por

golpe", del "coup par coup"); o destinada a satisfacer,

mediante la multiplicación o agravación indiscriminada de la

represión, a un público impresionado o temeroso ante la

comisión frecuente de ciertos delitos. (ZAMBRANO, 2008, pág.

9)

Un programa de política criminal demanda recursos que deben

ser proveídos por el Estado, a esto sumemos el

establecimiento de una estrategia y un orden de acciones para

llevarlos a la práctica teniendo en cuenta la realidad en

cada caso. Tanto en la prevención anterior al delito como en

el accionar del sistema de justicia penal deberían ocupar un

lugar importante, teniendo en cuenta también las distintas

categorías –que presuponen formas específicas de prevención-

y la realidad social, cultural, económica y jurídica de cada

país.

2.1. POLITICA CRIMINAL EN LA ACTUALIDAD

EL profesor Eugenio Raúl Zaffaroni nos recuerda, que “La

política criminal es un capítulo de la política general, que

si bien tiene –como toda política sectorial- su aspecto

técnico, éste no puede obviar los objetivos generales dentro

de los que debe enmarcarse.

Por consiguiente, cuando la política criminal se concreta en

normas penales, éstas deben interpretarse conforme a la pauta

política general o, al menos, no contradecirla. La ciencia

jurídico-penal interpreta estas normas para proyectar su

aplicación racional mediante decisiones judiciales, o sea que

aspira a orientar actos de un poder del Estado (sentencias)

que también son actos de gobierno. Por consiguiente, todo

concepto jurídico-penal es políticamente funcional, como

inevitable dato de realidad e independientemente de que quien

lo formula tome consciencia de ello.

La tarea de la ciencia penal de nuestra región resulta, por

ende, más compleja que la alemana, pues: a) por imperio

constitucional debe orientarse al restablecimiento de la paz

social; b) no puede pasar por alto que los defectos y

perversiones de sus sistemas penales no lo hacen el

instrumento mecánicamente idóneo para ello; c) ni que el

propio sistema penal suele contribuir a aumentar y agravar la

conflictividad. d) Pese a ello debe paliar la selectividad

extrema del poder punitivo, que retarda la incorporación a la

ciudadanía real. Y, e) Debe observar con especial atención la

contención del poder punitivo del estado, para preservar los

espacios críticos necesarios al desarrollo social

democrático. Este último aspecto debe ser particularmente

subrayado, dada la larga experiencia autoritaria de abuso del

poder punitivo, que llevó incluso a la comisión de crímenes

de lesa humanidad. De allí que todo sistema que se construya

en nuestra región requiera una particular insistencia en las

garantías penales tradicionales”.

El Profesor Zaffaroni, nos recuerda que desde mediados del

siglo pasado la ciencia penal alemana ha sido la principal

nutriente de la construcción sistemática del derecho penal

argentino y latinoamericano. Que en este momento operan en

ella varias tendencias, de las que sobresalen y se difunden

por la región: una que procura una normativización en pos de

la reafirmación de la vigencia de las normas. (ZAFFARONI,

1985, pág. 86), en términos generales una la política

criminal, es aquella que se adapta a los cambios que sufre la

sociedad a través de los años.

3. POLITICA CRIMINAL EN COLOMBIA IMPLEMENTACION

Muchos autores preocupados ya por la aplicación de la

política criminal, no han hecho pare en su crítica en cuanto

a lo dicho y lo que se hace. La seguridad democrática en

Colombia se diseñó a partir del contexto social y político en

una coyuntura que lo acercaban más a la autoridad y al

militarismo por la grave situación del país en materia de

seguridad. Para desarrollar la temática del con icto armadofl

colombiano y la CPI se debe aclarar que no es nada fácil

sentar una posición frente a un problema de con icto armadofl

interno, tan intenso, sufrido y sangriento como el

colombiano.

La guerra en sí es una situación de injusticia total, en el

que se incluyen los actores armados y el resto de sociedad

civil que por su mera ubicación en determinado territorio o

por constituirse en factor estratégico de la misma, como por

ejemplo, un rehén o un secuestrado padecen la crueldad del

con icto armado. Desde esa perspectiva, todos somos propensosfl

a sufrir los estragos de la guerra en Colombia, pues en

principio podríamos decir que no existe una violencia

dirigida en contra de un grupo determinado de personas, ya

sea de una etnia, religión o un grupo racial, sino una guerra

entre grupos armados y sus sectores de apoyo, que sólo

parecen distinguir entre los que están con ellos y el resto

(Jaime Sandoval, 2006, pág. 145).

Con base a lo anterior y en que Colombia es un Estado Social

de Derecho, se adoptó una política criminal preventiva

garantista, el cual ejerce el poder en relación con el

fenómeno criminal en el que interactúan discursos y practicas

punitivas. En un Estado Social de Derecho, donde el individuo

es su única razón de ser, y donde la política criminal es

expresión de las normas penales, estas deben reflejar

primordialmente el respeto por la dignidad humana, la

libertad y la igualdad entre los individuos, de tal manera

que se hace necesario la estructuración de políticas

criminales que examinen la realidad social, política y

económica del país (Guzmán & Rodriguez, 2008, pág. 66).

Colombia por medio de sus políticas públicas adoptada del

enemigo implementado, da un tratamiento de persona a los

enemigos de la sociedad, sujetas a las reglas plasmadas en el

marco normativo que impiden, que la política oficial se

desborde en una represión o en una impunidad no refrenada.

“El derecho penal moderno del enemigo se describe como un

Derecho ajustado a Derecho y, más exactamente, al Estado de

Derecho y, en consecuencia, no únicamente basado en el

ejercicio de la represión y la guerra de uso tradicionalmente

político; es más, gran parte de la política criminal del

enemigo, en el Estado de Derecho, se desarrolla dentro de la

negociación jurídica y política (Parra, 2006, pág. 186).

En el diseño de política criminal el discurso de la

autoridad no se construye de una vez y para siempre con una

enunciación por parte de un individuo (ni siquiera del más

carismático). Este discurso requiere y requirió en el caso

que se estudia, de una producción de saberes concerniente al

delito y a la violación (a sus causas, factores asociados,

impacto y estrategia de intervención que entran en contacto

con una coyuntura de política concreta (Muñoz, 2011, pág.

139).

Haciendo un análisis de la situación actual del país en

materia de criminalidad podríamos decir que en Colombia la

política criminal implementada no ha sido efectiva, ya que

las reformas introducidas al código penal desde el año 2000

hasta la fecha, han endurecido las penas, el aumento de las

penas por hechos coyunturales, tiende una cortina de humo

para la apertura de un verdadero debate de fondo sobre los

reales factores que generan la criminalidad.

En una reciente investigación al respecto se demostró que la

fase de creación de normas penales en nuestro país durante la

década del 80 al 90, estuvo caracterizada por: a) una

exagerada expedición de normas, pues en el período mencionado

se creó la cantidad de 138, para un promedio de una norma

penal por mes; b) desplazamiento del Órgano Legislativo por

parte del Ejecutivo, pues de la cantidad de normas

relacionadas, 124 fueron decretos presidenciales de

emergencia, frente a solo 14 leyes ordinarias; y c) la

presentación de un acontecimiento de gran trascendencia

noticiosa va seguida de una desenfrenada expedición de

normas: en 1984, por ejemplo, año del asesinato del entonces

Ministro de Justicia RODRIGO LARA BONILLA, se expidieron 18

decretos de Estado de Sitio frente a solo 3 leyes ordinarias;

y en 1989, año del asesinato del candidato liberal LUIS

CARLOS GALÁN, se expidieron 25 decretos de Estado de Sitio,

frente a una sola ley ordinaria “ (VARGAS, 2009, pág. 56).

La preocupación del Estado por la dignidad humana que

también ampara a los reos, ya que si están privados de la

libertad, por lo menos estén en las condiciones de respeto

por sus derechos fundamentales que han sido establecidas

desde hace ya mucho tiempo por el derecho internacional

humanitario y por las legislaciones internas de los países.

Para lograr esto será necesario articular mecanismos que

garanticen que las cárceles alojarán sólo el número de

personas para las que tienen capacidad prevista, el cual se

regula por medio de la política penitenciaria que es la parte

de la política criminal que se ocupa de regular el uso de la

privación de libertad, tanto preventiva como con carácter de

pena.

Por política criminal puede entenderse la política respecto

del fenómeno criminal, la que no sería más que un capítulo de

la política general (Carranza, 2003, págs. 1,16). Según lo

anterior podemos deducir que en Colombia dicha política

penitenciaria no está siendo eficiente, puesto que la

situación actual de las cárceles en nuestro país es de

deterioro total y hacinamiento exagerado, colocando a los

reos en condiciones infrahumanas.

Es claro entonces, que todos los fenómenos criminalización en

Colombia obedecen a legislaciones improvisadas, sin una base

teórica real que se adecue a las necesidades sociales y que

tome en cuenta el contexto de cada caso, una política

criminal reactiva, sin adecuada fundamentación empírica, con

incoherencias y falta de perspectiva clara de derechos

humanos.

Muchas de estas medidas se han adoptado apresuradamente

respondiendo a fenómenos de opinión pública o a los deseos de

los gobiernos de mostrar que se está haciendo algo frente a

la criminalidad o frente a hechos graves de crueldad o

violencia, pero muy raramente estas decisiones se han basado

en estudios empíricos sólidos que muestren la utilidad de,

por ejemplo, recurrir al aumento (o disminución) de una pena,

o a la criminalización de un cierto comportamiento (Comision

Asesora de Politica Criminal, 2012, pág. 27).

Los hechos punibles han aumentado en los últimos años de

manera alarmante. Es necesario que en nuestro país se

elaboren la política criminal propia y no copia de otros

países por lo cual es la razón que no se adapte a la

necesidad de nuestra sociedad y en ocasiones se torne

ineficaz, por otra parte considera que dicha política

criminal vale por la prevención del actual electivo y no como

actualmente se aduce en su mayoría para reprimir al individuo

cuando ya sea cometido el acto fundamental debe ser el que

los centre de reducción sirvan realmente para la

resocialización del delincuente.

Las zonas de rehabilitación y consolidación, las cuales hacen

parte de una política de estado de seguridad, de recuperación

territorial y de consolidación institucional del estado a lo

largo de todo el territorio nacional (Red de seguridad y

defensa de América latina), no son propiamente una

normatividad penal, pero sí constituyen una norma simbólica

con respecto a los “enemigos” (grupos subversivos y

“autodefensas”16 ), en cuanto a su persecución, y la

reducción de garantías de la población civil que reside donde

normalmente operan estos grupos armados.

El Decreto 2002 no es un decreto propiamente penal, en tanto

no tipifica delitos, ni crea, disminuye o aumenta penas (en

principio). Sin embargo, sí establece condiciones

procedimentales diferentes para las personas que residen en

dichas zonas, lo que significa una variación en la garantías

de tipo procedimental en materia penal, además el tipo de

detenciones preventivas y las autoridades que en un principio

se consideraban aptas para realizarlas, generaban cambios

considerables en materia de garantías penales. (Gómez, 2009,

pág. 180)

Las zonas de rehabilitación y consolidación son un ejemplo

apenas, de una política inclinada por la seguridad, y por el

control soberano de territorios en los cuales no han existido

acuerdos sobre la presencia estatal, y es por tanto que

carece de institucionalidad. “En una sociedad sin política

criminal el apuro por buscar soluciones a los problemas de

delincuencia es inaplazable, pero no a cualquier precio, y en

este ámbito Colombia es la viva voz de una amplia producción

normativa que se queda sin respaldo en su aplicabilidad. Por

ello, cabe la pregunta: ¿estamos dispuestos a pagar los altos

costos que generan este tipo de propuestas?” (Peluffo &

Garcia, 2012, pág. 9).

Es de saberse que para implementar una política criminal debe

tenerse muy claro que los logros no son instantáneos debido a

que esta se ejerce en la sociedad, la cual es muy cambiante y

dificulta que se apliquen el actual electivo de una sola vez,

es necesario conocer antecedente con el fin que este sea

pertinente y que al aplicarse logre sus objetivos. Si sumimos

la política criminal como definición y respuesta en relación

con el fenómeno criminal, se entiende que tales actividades

están íntimamente relacionadas o que se encuentran en

permanente interacción, eso no quiere decir sin embargo que

la definición de un problema como problema de política

criminal y de la reacción como reacción política criminal se

agote en un solo instante.

3.1. NECESIDADES EXPUESTAS PARA LA CRIMINALIZACIÓN EN

COLOMBIA.

La política criminal son todas aquellas decisiones sobre la

prevención de aquellas conductas que más gravemente ponen en

peligro la subsistencia de la vida social. Todos los

fenómenos criminalización en Colombia obedecen a

legislaciones improvisadas, sin una base teórica real que se

adecue a las necesidades sociales y que tome en cuenta el

contexto de cada caso. Se ha optado por criminalizar cierto

tipo de conductas que en la mayoría de los casos se

solucionan con el pago de una multa, de esta manera, y como

un efecto domino esto inmediatamente genera

congestionamientos en el aparato judicial, que ya rebosante,

a duras penas puede administrar justicia, entonces, el

legislador antes de recurrir al derecho penal para

“solucionar” los problemas de delincuencia debe llevar su

labor a la creación de una política criminal seria y que

responda a las necesidades sociales tal y como se esboza por

la comisión asesora de la política criminal que dice “Una

política criminal reactiva, sin adecuada fundamentación

empírica, con incoherencias y falta de perspectiva clara de

derechos humanos. Primero, muchas decisiones de política

criminal han sido esencialmente reactivas y sin fundamentos

empíricos sólidos. Muchas de estas medidas se han adoptado

apresuradamente respondiendo a fenómenos de opinión pública o

a los deseos de los gobiernos de mostrar que se está haciendo

algo frente a la criminalidad o frente a hechos graves de

crueldad o violencia, pero muy raramente estas decisiones se

han basado en estudios empíricos sólidos que muestren la

utilidad de, por ejemplo, recurrir al aumento (o disminución)

de una pena, o a la criminalización de un cierto

comportamiento”. (Comision Asesora de Politica Criminal,

2012, pág. 3)

Donde según lo anterior la falta de fundamentos empíricos es

decir de investigación tomada directamente de las necesidades

en las que se encuentra y ha encontrado la sociedad actual

colombiana ha dejado muchos vacíos y llenado planteles

jurídicos que no afectan directamente al pueblo como tal.

Colombia como Estado Social de derecho fundamentado en los

principios de igualdad y libertad (República de Colombia.

Constitución Política de Colombia., 1991), puesto a la tarea

de que interactúe la Constitución con la política criminal es

decir que según el criterio de proporcionalidad en las penas,

se debe analizar desde una perspectiva más jurídica u

objetiva el hecho de que la realidad de la cultura, inmersa

en un sin fin de necesidades acude a ciertos

comportamientos, tales que a su vez son muy distintos a los

países orientales o los del norte y por lo tanto no se debe

acoplar a tales necesidades si no a las propias por lo tanto,

su políticas estarían más equilibradas y cumplirían con los

objetivos, en tanto que “una renovada fe iusnaturalista

estaría en la base de nuestro nuevo modelo de Constitución y

de justicia constitucional, no ya como semilla ideológica o

programa de política jurídica, sino como una realidad

operativa y actuante en el seno del propio derecho positivo,

y de necesaria consideración para la plena compresión del

mismo.” (PRIETO, 2003, pág. 21)

A continuación si se cumple con la anterior anotación lo que

llevaría a esbozar en la relación “significa siempre poder

para definir los procesos criminales dentro de la sociedad y

por ello mismo, el poder para dirigir y organizar el sistema

social en relación a la cuestión criminal”. (BUSTOS, 1996)

Si se pone a analizar de forma dogmática u objetiva, nos

encontramos con que las políticas criminales sobre las cuales

están fundamentadas las colombiana le otorgan un valor

particular, el cual, no es ajeno a su significado

metodológico y en consecuencia la idea de funcionalidad del

cual se aproxima a un sistema con base en el estructural y

que logran de cierta manera convencer los lectores de que si

son propias y necesarias para la sociedad actual, aunque si

se entra a el estudio como tal sobre las investigaciones

sobre la adaptabilidad de tales políticas con los

requerimientos de la ciudadanía, es ahí donde se ve la

desproporción, es decir que no se acoplan a dichos métodos

integrales de investigación como lo son medidas cautelares,

mecanismos alternativos de solución de conflictos, la sanción

penal, medios de defensa, etcétera, que representen mayores

beneficios para la sociedad. En favor de la investigación, el

método sociológico, permite abordar desde diversos ángulos el

estudio de los problemas sociales y, si tenemos en cuenta, la

idea básica que nos proporciona el funcionalismo, como

sistema metodológico de investigación científica, en relación

al método de investigación sociológica, se puede observar,

según dichos postulados, que las investigaciones sociales no

deben contenerse con el análisis causal que explican o

determinan los fenómenos objeto de análisis, sino que también

deben plantearse, las funciones, fines y límites que se

desprenden del propio efecto. (DURHEIM, 1988) Lo cual

implicaría que el estudio de la sociedad resulte más

completo si se subsume en la lógica de los fines de un

Estado, y ello es totalmente contrario, a lo que normalmente

ha operado en la materia penal.

El rigor penal excesivo del sistema penal tiene carácter

criminógeno, es decir, contribuye a la generación y

reproducción de la criminalidad. A este último respecto cabe

observar que mediante los mecanismos de las detenciones

policiales -la inmensa mayoría de las cuales afecta a

sospechosos, muchas veces primerizos- de infracciones sin

mayor relevancia, como ebriedad o consumo de drogas; de la

prisión preventiva, que se aplica en la práctica como la

regla general a los procesados a los que, por otra parte, se

presume inocentes; y el abuso de la pena de cárcel, prevista

para toda clase de delitos y de autores, sin consideración a

la gravedad de las infracciones y a las necesidades y

características de los condenados, es el propio

funcionamiento del sistema el que contribuye -al estigmatizar

a los imputados de delitos como delincuentes y al ponerlos en

contacto muchas veces innecesariamente con los

establecimientos de detención y prisión, con el consiguiente

riesgo de la de-socialización y del contagio criminal- a que

un porcentaje de estas personas alcanzadas por el sistema

penal ingresen a la carrera criminal o refuercen su decisión

de mantenerse en la misma. (MERA, 1993, pág. 6)

3.2. POLITICA CRIMINAL EN COLOMBIA “ESTADO SOCIAL DE DERECHO”

“En un Estado Social de Derecho, donde el individuo es

su única razón de ser, y donde la política criminal es

expresión de las normas penales, estas deben reflejar

primordialmente el respeto por la dignidad humana, la

libertad y la igualdad entre los individuos, de tal manera

que se hace necesario la estructuración de políticas

criminales que examinen la realidad social, política y

económica.” (Guzmán & Rodriguez, 2008, pág. 63)

Sin embargo, la política criminal dentro de este tipo de

Estado plantea dos problemas merecedores de análisis y

discusión; el primero de ellos, corresponde a que en las

sociedades latinoamericanas se ha llevado a cabo una

expansión del derecho penal "como respuesta a una

globalización de la delincuencia frente al crimen

organizado, el terrorismo, el narcotráfico, el tráfico de

armas y de personas, blanqueo de capitales, entre otros.";

que desemboca en el llamado "derecho de emergencia, en el que

la sociedad –frente a esta situación excepcional creada-

renuncia a sus garantías personales, contrario a los

principios liberales del Estado constitucional y democrático

de derecho, creando leyes penales especiales." (Gómez, 2009,

pág. 83)

El segundo problema, tiene que ver con la adopción de códigos

y teorías penales surgidas en sociedades desarrolladas, con

un contexto socio cultural completamente distinto, para lo

cual debe establecerse una diferencia entre “perspectiva

político-criminal” y “desafío político criminal” en la medida en

que “perspectiva político criminal” significa determinación

de los principios básicos de un derecho penal

democrático, dilucidación de su contenido, pero “desafío

político criminal” significa entender que todo principio es

sólo un programa de acción y requiere por ello de

implementación en una realidad concreta, la nuestra

Latinoamericana. (BUSTOS, 1996, pág. 11).

Colombia como Estado Social de Derecho, donde el respeto

por la dignidad humana, la libertad y la igualdad entre los

individuos es su razón de ser, y donde la política criminal

es expresión de las normas penales, es necesaria la

estructuración de políticas criminales que examinen la

realidad social, política y económica del país.

3.3. LINEAMIENTOS DE LA POLITICA CRIMINAL SEÑALADOS POR LA

CORTE CONSTITUCIONAL

La Corte Constitucional, a través de un desarrollo

jurisprudencial, se ha encargado de señalar los lineamientos

de una política criminal en el país, a partir de una

caracterización de la misma en los siguientes términos:

Define los bienes jurídicos que se deben proteger

a través del orden jurídico penal.

Determina los instrumentos a través de los cuales se

protegerán los bienes jurídicos.

Señala las competencias de los jueces y los

procedimientos aplicables, en materia de persecución

de los delitos.

Establece el aumento punitivo coherente con la

gravedad de la conducta delictiva, en función del

interés tutelado.

Determina el tratamiento de la delincuencia política,

distinguiéndola de la delincuencia común y

otorgándole un tratamiento privilegiado.

Determina penas clasificándolas en principales y

accesorias.

Gradúa la intensidad de la respuesta estatal frente a

las conductas que afectan un determinado bien jurídico

cuya protección se ha considerado necesaria.

Determina las causales de detención

preventiva, dentro de criterios de razonabilidad y

proporcionalidad que garantizan la libertad personal

como derecho fundamental.

Establece criterios de mitigación y

humanización de la sanción punitiva, mediante el

establecimiento de subrogados penales.

Señala los plazos para la prescripción de la acción

penal; Se articula principalmente en normas penales.

(Guzmán & Rodriguez, 2008, págs. 65-66).

3.4. FISCALIA GENERAL DE LA NACION PRINCIPAL EJECUTAR DE LA

POLITICA CRIMINAL

La Fiscalía General de la Nación señala que “la formulación

de Política Criminal debe estar coordinado con otras

políticas de Estado, como la política pública, la política

social (salud, educación, vivienda y recreación etc.),

política de seguridad y política económica, dado que éstas

tienen impacto directo en el crimen así como de ellas depende

la efectiva prevención del mismo.(...) la política criminal

debe ser una política de Estado, la cual esté sujeta a

revisiones pero no a frecuentes cambios que dejan en el

ambiente sensación de inseguridad y poca previsión.

(...) Colombia, adelanta esfuerzos importantes en materia de

política criminal, prueba fehaciente es el cambio de Sistema

Penal inquisitivo al Acusatorio y la incorporación del

principio de oportunidad.” (LINDADO, 2012, pág. 3). Se han

insertado una variedad de fundamentos normativos con el fin de

darle peso a la implementación y ejecución de la política

criminal.

3.4.1. FUNCION DE LA POLICIA EN LA POLITICA CRIMINAL

Desde una aproximación sociopolítica, en términos teóricos,

la Policía en un sistema político tiene por función asegurar

el respeto de reglas que rigen los comportamientos sociales

de una colectividad (Loubet Del Bayle, 1998). (Sociedades en

un territorio definido), tarea conferida o investida a

determinados miembros de un grupo (institución) para

prevenir, disuadir y reprimir (CHINCHILLA & RICO, 1997, pág.

6), en nombre de la colectividad, la violación de ciertas

reglas que la rigen, teniendo entre sus recursos la coacción.

En teoría general, un sistema político existe cuando la

validez de sus normas está garantizada de manera continua en

el interior de un territorio geográfico por la aplicación y

la amenaza de la coacción desde la administración política

(WEBER, 1987).

En un sistema político moderno, la coacción está a cargo de

aparatos especializados, y uno de los principales es la

Policía, la cual tiene el papel básico de brindar el servicio

público de protección (SAIN, 2002). Este es reglado para

defender las libertades y regular los deberes de los

ciudadanos.

La intervención protectora del sistema político a través de

la Policía no se basa exclusivamente en la fuerza (que en

teoría solo es exclusiva del sistema político), sino también

empleando la disuasión o la influencia. Por lo anterior, la

Policía tiene entre sus competencias labores asistenciales

las de suplir demandas sociales, de cooperación, entre otras

(Loubet Del Bayle, 1998)

La Policía Nacional tiene por misión constitucional “(…) el

mantenimiento de las condiciones necesarias para el ejercicio

de los derechos y libertades públicas, y para asegurar que

los habitantes de Colombia convivan en paz.” Dentro del

organigrama de poder público, en el poder ejecutivo, es

componente de la Fuerza Pública, está conformada por Fuerzas

Militares y la Policía Nacional. Dada la división político

administrativa del país de un Estado unitario, la Policía

Nacional tiene presencia en todos los departamentos y

municipios del país, al contrario de otros cuerpos de policía

del mundo, casos concretos de países como EEUU y México, que

tienen varios cuerpos de policía, los cuales no tienen

jurisdicción en todo el territorio y sobre toda la población;

del mismo modo, la Policía Nacional tiene competencia en

todas aquellas labores de la función de asegurar las reglas

que rigen el orden social.

La particularidad del sistema policial en Colombia es poseer

un único cuerpo que tiene labores de vigilancia (urbana-rural

y de proximidad), de investigación criminal, de inteligencia

y de otras actividades comunitarias, y ante los

requerimientos particulares de atender ciertos tipos penales

especiales ahonda esfuerzos por controlarlos. Del mismo modo

para cumplir dichas labores esenciales dispone de niveles

gerenciales y de soporte, que permiten el actuar esencial de

la Policía Nacional de suplir las necesidades

y expectativas de la sociedad en seguridad.

Sin embargo, ante la modernización del sistema penal en

Colombia y los adelantos tecnológicos, las facultades

actuales de la policía judicial deben estudiarse ante la

Constitución Política de 1991, y el advenimiento del nuevo

Sistema Penal Oral Acusatorio que es el Acto Legislativo No.

003 del año 2002, y de la Ley 906 de 2004 (República de

Colombia, Código de Procedimiento Penal. Ley 906, 2004).

Las labores permanentes de policía judicial son asignadas a

los servidores del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) de

la Fiscalía General de La Nación, y a la Policía Nacional,

por medio de sus dependencias especializadas. En tal sentido,

las funciones de policía judicial, en la Policía Nacional,

corresponden a la Dirección de Investigación Criminal

(DIJIN), pero en concordancia con el Sistema Penal Acusatorio

también tienen participación en el proceso penal otras

direcciones (“dependencias especializadas”) de la Policía

Nacional dada su especialización para combatir ciertos tipos

de delitos, en este caso funcionarios de policía judicial de

la Dirección Antinarcóticos, la Dirección de Tránsito y

Transporte, la Dirección Antiextorsión y Secuestro, entre

otras.

Del mismo modo, los funcionarios de la Policía Nacional

cumplen funciones de policía judicial, de carácter

supletorio, en aquellas zonas del país donde no hay

integrantes de la policía judicial. Ante esta situación las

funciones son ejercidas por los integrantes de la Policía

Nacional del sector.

CONCLUSIONES

Podemos concluir que con respecto a la implementación y

ejecución de políticas públicas como lo es la Política

Criminal en Colombia, está siendo ineficiente desde la

perspectiva de que importar políticas criminales de otros

países sin hacer estudios previos e investigaciones serias de

la situación política, social, económica, educativa y

cultural de nuestro país y que es muy diferente al contexto

social de los países desde donde se están copiando dichas

políticas, conlleva esto al caos y al no cumplir con el

principal objetivo de esta política que es la de prevenir en

lo mayor posible el delito y así garantizar una convivencia

social en armonía, garantizando los derechos fundamentales

de cada individuo que conforman la sociedad.

Más allá del conocimiento de la normatividad legal y todos

los principios constitucionales, lo que queremos con esta

investigación es que la sociedad en general entienda que

antes de implementar cualquier política en nuestro país debe

hacerse un estudio e investigaciones rigurosas para

identificar causas de los problemas para así poder determinar

e implementar una política acertada a la realidad de la

sociedad colombiana, situación que podemos ver reflejada en

las constante modificaciones que ha sufrido el Código Penal

como lo es tipificación de más conductas punitivas y

endurecimiento de penas.

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