Cartas a las Escuelas I resumen

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KRISHNAMURTI CARTAS A LAS ESCUELAS Primero de septiembre de 1978 Como quisiera mantenerme en contacto con todas las escuelas, la de la India, la de Brockwood Park en Inglaterra, la escuela de Oak Grove de Ojai y la de Wolf Lake de Canadá, me propongo escribir y enviarles quincenalmente una carta a todas ellas por el tiempo que sea posible. Es naturalmente difícil mantener ese contacto de manera personal; por eso, si se me permite, me gustaría mucho escribir estas cartas a fin de comunicar lo que las escuelas deben ser, y así transmitir a todas las personas responsables por las mismas, que estas escuelas no sólo han de ser excelentes desde el punto de vista académico, sino mucho más que eso: han de interesarse en el cultivo del ser humano total. Estos centros educativos deben ayudar al estudiante y al educador a florecer con naturalidad. El florecimiento es realmente muy importante; de lo contrario, la educación se convierte en un proceso meramente mecánico orientado a una carrera, a alguna clase de profesión. Tal como la sociedad es actualmente, la carrera y la profesión son inevitables, pero si nosotros ponemos todo el énfasis en eso, entonces poco a poco la libertad para florecer habrá de marchitarse. Hemos puesto demasiado énfasis en los exámenes y en la obtención de buenas calificaciones. Ese no es el principal propósito para el que estas escuelas fueron fundadas, lo cual no quiere decir que el estudiante haya de ser inferior académicamente. Por el contrario, con el florecimiento del maestro tanto como del estudiante, la carrera y la profesión ocuparán su justo lugar.

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KRISHNAMURTI

CARTAS A LAS ESCUELAS

Primero de septiembre de 1978

Como quisiera mantenerme en contacto con todas las escuelas,la de la India, la de Brockwood Park en Inglaterra, laescuela de Oak Grove de Ojai y la de Wolf Lake de Canadá, mepropongo escribir y enviarles quincenalmente una carta atodas ellas por el tiempo que sea posible. Es naturalmentedifícil mantener ese contacto de manera personal; por eso,si se me permite, me gustaría mucho escribir estas cartas afin de comunicar lo que las escuelas deben ser, y asítransmitir a todas las personas responsables por las mismas,que estas escuelas no sólo han de ser excelentes desde elpunto de vista académico, sino mucho más que eso: han deinteresarse en el cultivo del ser humano total. Estoscentros educativos deben ayudar al estudiante y al educadora florecer con naturalidad. El florecimiento es realmentemuy importante; de lo contrario, la educación se convierteen un proceso meramente mecánico orientado a una carrera, aalguna clase de profesión. Tal como la sociedad esactualmente, la carrera y la profesión son inevitables, perosi nosotros ponemos todo el énfasis en eso, entonces poco apoco la libertad para florecer habrá de marchitarse. Hemospuesto demasiado énfasis en los exámenes y en la obtenciónde buenas calificaciones. Ese no es el principal propósitopara el que estas escuelas fueron fundadas, lo cual noquiere decir que el estudiante haya de ser inferioracadémicamente. Por el contrario, con el florecimiento delmaestro tanto como del estudiante, la carrera y la profesiónocuparán su justo lugar.

La sociedad, la cultura en que vivimos, fomenta y exigeque el estudiante se oriente hacia el logro de un empleo yde la seguridad física. Esta ha sido la constante presión detodas las sociedades: la carrera está en primer lugar, ytodo lo demás es secundario. O sea, primero el dinero, ysegundo, los complejos aspectos de nuestra vida diaria.Nosotros estamos tratando de alterar este proceso, porque elhombre no puede ser feliz con dinero solamente. Cuando eldinero se vuelve factor dominante en la vida, existe undesequilibrio en nuestra actividad cotidiana. Por eso, si seme permite, quisiera que todos los educadores comprendieranesto muy seriamente y vieran su plena significación. Si eleducador comprende la importancia de esto, y en su propiavida le ha dado el lugar que corresponde, entonces puedeayudar al estudiante, quien es forzado por sus padres y porla sociedad a convertir la carrera en la cosa más importanteque existe. De modo que con la primera carta quisiera ponerénfasis en este punto, y mantener en todo momento en estasescuelas un modo de vida que cultive al ser humano total.

Como nuestra educación consiste fundamentalmente en laadquisición de conocimientos, nos está volviendo más y másmecánicos; nuestras mentes están funcionando a lo largo desurcos estrechos, ya sea científico, filosófico, religioso,profesional o tecnológico el conocimiento que estamosadquiriendo. Nuestro modo de vivir, tanto en el hogar comofuera de él, y nuestra especialización en una carreraparticular, están volviendo nuestras mentes cada vez másestrechas, limitadas e incompletas. Todo esto conduce a unestilo mecánico de vida, a una estandarización mental; yasí, poco a poco el Estado, hasta un Estado democrático,dicta e impone lo que debemos ser. Naturalmente, la mayoríade las personas reflexivas se da cuenta de esto, pero pordesgracia parece aceptarlo y vive con ello. De modo que estose ha vuelto un peligro para la libertad.

La libertad es una cuestión muy compleja, y paracomprender su complejidad es indispensable el florecimientode la mente. Desde luego, cada uno dará una definicióndiferente acerca de lo que es el florecimiento del hombre,dependiendo de su cultura, de lo que llama su educación, su

experiencia, su superstición religiosa —o sea, que dependede su condicionamiento. Aquí nosotros no estamos tratandocon opiniones o prejuicios, sino más bien con unacomprensión no verbal de las implicaciones y consecuenciasque tiene el florecimiento de la mente. Este florecimientoes el total desarrollo y cultivo de nuestras mentes,nuestros corazones y nuestro bienestar físico. O sea, queimplica vivir en una armonía tan completa que no hayacontradicción alguna entre ellos. El florecimiento de lamente puede tener lugar sólo cuando hay una percepciónclara, objetiva, no personal; cuando la mente no estácargada con ningún tipo de imposición. No es cuestión de quése piensa, sino de cómo pensar claramente. Por siglos, através de la propaganda y esas cosas, se nos ha alentado enel qué pensar. En eso consiste la más moderna educación, noen la investigación del movimiento total del pensar. Elflorecimiento implica libertad; como cualquier planta, lamente requiere libertad para crecer.

Durante el año venidero, abordaremos esta cuestión dediferentes maneras en cada una de las cartas; trataremosacerca del despertar del corazón, que no es un hechosentimental, romántico o imaginario, sino la bondad que nacedel afecto y el amor; y abordaremos el cultivo del cuerpo,la correcta clase de comida, el ejercicio adecuado, todo locual habrá de producir una profunda sensibilidad. Cuando lamente, el corazón y el cuerpo se hallan en completa armonía,entonces el florecimiento adviene natural, fácilmente y conexcelencia. Esta es nuestra labor como educadores, esnuestra responsabilidad, y entonces la enseñanza es la másnoble profesión que hay en la vida.

15 de septiembre de 1978

La bondad sólo puede florecer en libertad. No puede hacerloen el suelo de la persuasión bajo ninguna de sus formas, nibajo compulsión, ni tampoco es el resultado de larecompensa. No se manifiesta cuando existe cualquier clasede imitación o conformidad y, naturalmente, no puede existir

cuando hay temor. La bondad se muestra a sí misma en laconducta, y esta conducta tiene su base en la sensibilidad.Esta bondad se expresa en la acción. Todo el movimiento delpensar no es bondad. El pensamiento, que es tan complejo,debe ser comprendido, pero la misma comprensión delpensamiento hace que éste se dé cuenta de su propialimitación.

La bondad no tiene opuesto. La mayoría de nosotrosconsidera la bondad como el opuesto de la maldad o del mal,y así es como a lo largo de la historia y en cualquiercultura, la bondad se ha visto como la otra cara de lobrutal. Por eso el hombre ha luchado siempre contra el mal afin de ser bueno; pero la bondad nunca puede surgir siexiste forma alguna de violencia o lucha.

La bondad se revela a sí misma en la conducta, en laacción y en la relación. Generalmente, nuestra conductadiaria se basa o bien en el seguimiento de determinadospatrones —mecánicos y, por ende, superficiales— o está deacuerdo con algún motivo, pensado muy cuidadosamente, quetiene su fundamento en la recompensa o el castigo. De modoque, consciente o inconscientemente, nuestra conducta escalculada. Y esto no es buena conducta. Cuando nos damoscuenta de ello, no meramente de manera intelectual oamontonando palabras, entonces de esa misma negación totalnace la verdadera buena conducta.

La buena conducta es, esencialmente, la ausencia del símismo, del yo. Se revela en la cortesía, en la consideraciónpor los demás, en el ceder sin pérdida alguna de integridad.Así la conducta se vuelve extraordinariamente importante; noes un asunto casual que pueda pasarse por alto o un juguetepara una mente sofisticada. Esa conducta surge de laprofundidad del propio ser y forma parte de nuestraexistencia cotidiana.

La bondad se muestra en la acción. Debemos diferenciarentre acción y conducta. Posiblemente ambas son la mismacosa, pero por claridad deben ser separadas y examinadas.Actuar correctamente es una de las cosas más difíciles dehacer. Es algo muy complejo y debe ser examinado muy

detenidamente, sin impaciencia y sin saltar a ningunaconclusión.

En nuestra vida de todos los días, la acción es unmovimiento continuo desde el pasado, interrumpidoocasionalmente con una nueva serie de conclusiones; estasconclusiones se convierten entonces en el pasado y uno actúade acuerdo con ellas. Actúa de acuerdo con ideaspreconcebidas o ideales y, de ese modo, está actuandosiempre, o bien desde la acumulación de conocimientos —queson el pasado— o desde un futuro idealista, una utopía.

Nosotros aceptamos una acción así como algo normal. ¿Loes? Si la cuestionamos es después de que ha ocurrido o antesde realizarla, pero este cuestionamiento se basa enconclusiones previas o en una futura recompensa o castigo:“Si yo hago esto, obtendré aquello”, y así sucesivamente. Demodo que ahora estamos cuestionando toda la idea aceptadaacerca de la acción.

La acción tiene lugar después de haber acumuladoconocimientos o experiencia; o actuamos y aprendemos de esaacción, agradable o desagradable, y este aprendizaje sevuelve a su vez acumulación de conocimientos. Por lo tanto,ambas acciones están basadas en el conocimiento: no sondiferentes. El conocimiento es siempre el pasado, y asínuestras acciones son siempre mecánicas.

¿Existe una acción que sea no-mecánica, no-repetitiva, no-rutinaria y que, por lo tanto, nunca tengamos que lamentar?Esto es realmente muy importante que se comprenda, porquedonde hay libertad y la bondad florece, la acción jamáspuede ser mecánica. El escribir es mecánico, aprender unidioma, manejar un automóvil son acciones mecánicas; esmecánico adquirir cualquier clase de conocimientotecnológico y actuar conforme a ese conocimiento. Por otraparte, en esta actividad mecánica puede que haya una pausa,pero en esa pausa se forma una nueva conclusión, la que a suvez se vuelve mecánica. Uno debe tener en cuentaconstantemente que la libertad es esencial para la bellezade la bondad. Existe una acción no mecánica, pero es ustedquien tiene que descubrirla. Esta no se le puede enseñar, nipuede instruírsele al respecto; uno no puede aprender de

ejemplos, porque entonces tal acción se vuelve imitación yconformidad. Entonces se ha perdido la libertadcompletamente y no hay bondad.

Creo que para esta carta es suficiente, pero en la próximacontinuaremos con el florecimiento de la bondad en larelación.

Primero de octubre de 1978

Debemos continuar, si se me permite, con el florecimiento dela bondad en todas nuestras relaciones, sean ellas muyíntimas o superficiales, o conciernan a las comunescircunstancias cotidianas. La relación con otros sereshumanos es una de las cosas más importantes que existen enla vida. Pocos de nosotros somos muy serios en nuestrasrelaciones; nos interesamos primeramente en nosotros mismos,y el otro nos interesa cuando es conveniente, satisfactorioo nos gratifica sensualmente. Tratamos la relación desde unadistancia, por decir así, y no como algo en lo cual estamostotalmente involucrados.

Difícilmente nos mostramos a los demás, porque no somosplenamente conscientes de nosotros mismos, y lo querevelamos ante otro en la relación es posesivo, dominante oservil. Está el otro y está uno mismo, dos entidadesseparadas que mantienen una división permanente hasta quellega la muerte. El otro se interesa en sí mismo —o en símisma— de modo que esta división se sostiene a lo largo detoda la vida. Por supuesto, uno muestra simpatía, afecto,hay estímulos mutuos, pero este proceso divisivo continúa. Yde ello surge la impropia afirmación de los temperamentos ydeseos. Por lo tanto, hay temor y apaciguamiento mutuo. Unosy otros podrán juntarse sexualmente, pero esta peculiar ycasi estática relación del ‘tú’ y del ‘mí’ se alimenta conlas querellas, las injurias, los celos y todo ese tormento.Esto se considera en general una buena relación.

Ahora bien; ¿puede la bondad florecer en medio de todoesto? No obstante, la relación es vida, y sin alguna clasede relación uno no puede existir. El ermitaño, el monje, pormás que puedan apartarse del mundo, están cargando con elmundo dentro de ellos. Podrán negarlo, podrán reprimirlo,podrán torturarse a sí mismos, pero permanecen envueltos enalguna clase de relación con el mundo porque son elresultado de miles de años de tradición, de superstición yde todo el conocimiento que el hombre ha acumulado a travésde milenios. Por lo tanto, no puede haber escape de todoello.

Está la relación entre el educador y el estudiante.¿Mantiene el maestro, consciente o inconscientemente, susentido de superioridad y permanece así siempre sobre unpedestal, haciendo que el estudiante se sienta inferior, unoque debe ser instruido acerca de todo? Obviamente, en estono existe la relación. De ahí surge, por parte delestudiante, un sentimiento de tensión y fatiga. Enconsecuencia, el estudiante aprende desde su juventud estacondición de superioridad; se le hace sentir empequeñecidoy, por lo tanto, o se vuelve el agresor a lo largo de todasu vida, o es continuamente acomodadizo y servil.

Una escuela es un lugar en el que se dispone de ocio, ydonde el educador y el que ha de ser educado están ambosaprendiendo. Este es el hecho fundamental de la escuela:aprender. Por ocio no queremos decir tener tiempo para unomismo, aunque eso también es necesario; no significa tomarun libro y sentarse bajo un árbol o en el dormitorio paraleer indiferentemente alguna cosa. No significa un estadoplácido de la mente. Y por cierto que no significa serperezoso o emplear el tiempo para soñar despierto. Por ocioentendemos una mente que no está de continuo ocupada conalguna cosa, con un problema, con algún deleite, con algúnplacer sensorio. Ocio quiere decir una mente que dispone deinfinito tiempo para observar; observar qué ocurre alrededorde uno y qué es lo que está ocurriendo dentro de uno mismo.Implica tener tiempo libre para escuchar, para verclaramente; implica libertad, la cual generalmente setraduce como hacer lo que a uno le plazca, que es lo que decualquier modo están haciendo los seres humanos, ocasionandocon ello muchísimo daño, desdicha y confusión. El ociosignifica una mente quieta, significa ausencia de motivo y,por tanto, de dirección. Esto es el ocio, y es únicamente eneste estado que la mente puede aprender, no sólo ciencia,historia, matemática, sino también aprender acerca de unomismo; y es en la relación donde podemos aprender acerca denosotros mismos.

¿Puede todo esto enseñarse en nuestras escuelas? ¿O esalgo acerca de lo cual ustedes leen y luego lo memorizan uolvidan? Pero cuando el maestro y el alumno se hallan

comprometidos en comprender realmente la verdaderaimportancia de la relación, entonces están estableciendo enla escuela una verdadera relación entre ellos. Esto formaparte de la educación, una parte mucho más importante que elenseñar meramente cuestiones académicas.

La relación requiere una gran dosis de inteligencia, laque no puede enseñarse ni adquirirse de los libros. No es elresultado acumulado por una gran experiencia. Elconocimiento no es inteligencia. La inteligencia puede usarel conocimiento. El conocimiento puede ser agudo, brillantey utilitario, pero no es inteligencia. La inteligenciaadviene natural y fácilmente cuando uno ve toda lanaturaleza y estructura de la relación. Por eso resultaimportante disponer de ocio a fin de que el hombre o lamujer, el maestro o el estudiante puedan tranquila yseriamente discutir acerca de su relación, en la que lasverdaderas reacciones, susceptibilidades y barreras de cadauno son vistas, no imaginadas, no retorcidas por lacomplacencia mutua ni reprimidas para el apaciguamiento delotro.

Ciertamente, ésta es la función de una escuela; ayudar alestudiante a despertar su inteligencia y a aprender lainmensa importancia de la verdadera relación.

15 de octubre de 1978

Aparentemente, la mayoría de las personas pierde muchísimotiempo en discutir la mera claridad verbal y no parececaptar la profundidad y el contenido que está más allá delas palabras. En el intento de buscar claridad verbal,vuelven mecánicas sus mentes, y la vida se convierte en algosuperficial y muy a menudo contradictorio. En estas cartasno estamos interesados en la comprensión verbal, sino en loshechos cotidianos de nuestra vida. Ese es el puntofundamental de todas estas cartas: no la explicación verbaldel hecho sino el hecho mismo. Cuando lo que nos interesa esla claridad verbal y, por ende, una claridad de ideas,nuestra vida es conceptual y no factual. Todos los ideales,las teorías, los principios, son conceptuales. Los conceptospueden ser deshonestos, hipócritas e ilusorios. Uno puedetener cualquier cantidad de conceptos e ideales, pero estosnada tienen que ver con los cotidianos acontecimientos denuestra vida. La gente se nutre de ideales; cuanto másfantásticos son, más nobles se les considera; pero lacomprensión de los eventos cotidianos es mucho másimportante que los ideales. Si nuestra mente está atiborradade conceptos, ideales, etcétera, el hecho, el acontecimientoreal nunca puede ser encarado. El concepto se convierte enun bloqueo. Cuando todo esto se comprende muy claramente —nocon una comprensión intelectual o verbal— la importanciainmensa de enfrentarse a un hecho, a lo real, al ahora, sevuelve el factor fundamental en nuestra educación.

La política es alguna clase de enfermedad universal basadaen conceptos, y la religión es emocionalismo romántico eimaginario. Cuando usted observa lo que ocurre realmente, veque todo aquello es una indicación del pensar conceptual yun modo de evitar la desdicha cotidiana, la confusión y eldolor de nuestras vidas.

La bondad no puede florecer en el terreno del temor. Eneste terreno hay una gran variedad de temores, el temor delo inmediato y los temores de muchos mañanas. El temor no esun concepto, pero la explicación del temor es conceptual, yestas explicaciones varían de un experto a otro, de uno a

otro intelectual. La explicación no es importante; lo que sítiene importancia es enfrentarse al hecho del temor.

En todas nuestras escuelas, el educador y los que sonresponsables por los estudiantes, ya sea en la clase, en elcampo de deportes o en sus habitaciones, tienen laresponsabilidad de ver que no surja el temor en ninguna desus formas. El educador no debe despertar temor en elestudiante. Esto no es conceptual, porque el educador mismocomprende, no sólo verbalmente, que el temor en cualquierade sus formas mutila la mente, destruye la sensibilidad,contrae los sentidos. El temor es la pesada carga que elhombre siempre ha llevado consigo. De este temor surgendiversas formas de superstición —religiosa, científica,imaginaria. Uno vive en un mundo de artificio, y la esenciadel mundo conceptual nace del temor.

Dijimos anteriormente que el hombre no puede vivir sinrelación, y esta relación no es sólo la de su propia vidaprivada sino que, en el caso de un educador, éste tiene unarelación directa con el estudiante. Si en esta relaciónexiste alguna clase de temor, entonces el maestro no puedeayudar al estudiante a que se libere del temor. Elestudiante llega desde un ambiente de miedo, de autoridad,llega con toda clase de impresiones y apremios reales oimaginarios. El educador también tiene sus propios temores ytensiones; no será capaz de producir la comprensión de lanaturaleza del temor, si él mismo no ha descubierto la raízde sus propios temores. No es que primero deba hallarselibre de sus temores a fin de ayudar al estudiante a que selibere de los suyos, sino que en la relación diaria entreellos, en la conversación, en clase, el maestro señalará elhecho de que él mismo experimenta temor, al igual que elestudiante, y así podrán explorar juntos la total naturalezay estructura del temor. Pero debe indicarse que ésta no esuna actitud confesional por parte del maestro. El sólo estáestableciendo un hecho, sin ningún énfasis emocional opersonal. Es como tener una conversación entre dos buenosamigos. Esto requiere cierta honestidad y humildad. Lahumildad no es servilismo, no es un sentimiento derrotista;la humildad no conoce ni la arrogancia ni el orgullo.

De modo que el maestro tiene una inmensa responsabilidad,porque la suya es la más noble de todas las profesiones. Élha de producir una nueva generación en el mundo, lo cualasimismo es un hecho y no un concepto. Usted podrá hacer unconcepto de un hecho, y así extraviarse entre conceptos,pero lo real permanece siempre. Encarar lo real, el presentey el temor, es la más alta función del educador —no elproducir solamente excelencia académica sino, lo que esmucho más importante, la libertad psicológica del estudiantey de él mismo. Cuando se comprende la naturaleza de lalibertad, uno elimina toda competencia, en el campo dedeportes, en el aula. ¿Es posible eliminar por completo laevaluación comparativa, tanto académica como éticamente? ¿Esposible ayudar al estudiante a que no piensecompetitivamente en el terreno académico y que, no obstante,tenga excelencia en sus estudios, en sus acciones y en suvida de todos los días? Por favor, tenga muy presente queestamos interesados en el florecimiento de la bondad, la queno puede florecer donde hay cualquier tipo de competencia.La competencia se da solamente donde hay comparación, y lacomparación no produce excelencia. Estas escuelas existenfundamentalmente para ayudar tanto al estudiante como almaestro a florecer en la bondad. Esto exige excelencia en laconducta, en la acción y en las relaciones. Este es nuestrointento y la razón de que se hayan creado estas escuelas; nopara producir meros profesionales de carrera sino para darorigen a la excelencia del espíritu.

En nuestra próxima carta continuaremos con la naturalezadel temor; no con la palabra temor sino con el hecho realdel temor.

Primero de noviembre de 1978

El conocimiento no nos conducirá a la inteligencia. Nosotrosacumulamos muchísimo conocimiento acerca de infinidad decosas, pero el actuar inteligentemente con respecto a lo queuno ha aprendido, parece algo imposible. Las escuelas, loscolegios y las universidades cultivan el conocimiento acercade nuestra conducta, acerca del universo, de la ciencia y detodo tipo de información tecnológica. Estos centros deeducación raramente ayudan al ser humano a vivir una vidadiaria de excelencia. Los eruditos sostienen que los sereshumanos pueden evolucionar solamente mediante vastasacumulaciones de información y conocimiento. El hombre havivido pasando por miles y miles de guerras; ha acumuladomuchísimo conocimiento sobre cómo matar; sin embargo, esemismo conocimiento está impidiéndole poner fin a todas lasguerras. Aceptamos la guerra como un estilo de vida, y todaslas brutalidades, la violencia y el asesinato los aceptamoscomo el curso normal de nuestra existencia. Sabemos que nodebemos matar a otro. Este conocimiento es totalmenteirrelevante para el hecho de matar. El conocimiento no nosimpide matar a los animales y destruir la tierra. Elconocimiento no puede funcionar por medio de lainteligencia, pero la inteligencia puede actuar con losconocimientos. Conocer no es saber, y la comprensión de estehecho, de que el conocimiento jamás podrá resolver nuestrosproblemas humanos, es inteligencia.

La educación que se imparte en nuestras escuelas no essólo conocimiento sino algo mucho más importante: eldespertar de la inteligencia que luego habrá de utilizar alconocimiento. Jamás es a la inversa. El despertar de lainteligencia es nuestro interés principal en estas escuelas,y entonces surge la inevitable pregunta: ¿Cómo ha dedespertarse esta inteligencia? ¿Cuál es el sistema, elmétodo, la práctica para ello? Esta misma pregunta indicaque uno todavía está funcionando en el campo delconocimiento. Darse cuenta de que ésta es una preguntaequivocada, es ya el comienzo del despertar de lainteligencia. La práctica, el método, el sistema en nuestra

vida cotidiana contribuyen a una cuestión de rutina, a unaacción repetitiva y, por tanto, a una mente mecánica. Elmovimiento continuo del conocer, por especializado que seael conocimiento, coloca a la mente dentro de un surco, de unestrecho modo de vida. Aprender a observar y a comprendertoda esta estructura del conocimiento, es comenzar adespertar la inteligencia.

Nuestras mentes viven en la tradición. El significadomismo de esa palabra —transmitir, pasar de arriba abajo—niega la inteligencia. Es fácil y cómodo seguir latradición, sea política, religiosa o inventada por unomismo. Entonces no tiene uno que pensar al respecto, notiene que cuestionarlo; forma parte de la tradición elaceptarla y obedecerla. Cuanto más vieja es la cultura,tanto más atada se halla al pasado y vive en el pasado. Laruptura de una tradición será inevitablemente seguida por laimposición de otra. Una mente que lleva detrás de sí muchossiglos de alguna tradición particular, rehusa abandonar loviejo y sólo acepta hacerlo cuando hay otra tradiciónigualmente gratificadora y segura. La tradición en todas susmúltiples formas, desde la religiosa a la académica, debeforzosamente negar la inteligencia. La inteligencia esinfinita. El conocimiento, por vasto que pueda ser, esfinito como la tradición. En nuestras escuelas debeobservarse el mecanismo de formación de los hábitos, y esesta misma observación la que estimula el nacimiento de lainteligencia.

Forma parte de la tradición humana la aceptación delmiedo. Tanto 1a generación más vieja como la más joven,viven con miedo. La mayoría no se da cuenta de que vive enel temor. Sólo en medio de una forma benigna de crisis o deun incidente que nos sacude, nos volvemos conscientes deeste constante temor. Está ahí. Algunos lo advierten, otroshuyen de él. La tradición dice que debemos controlar eltemor, escapar de él, reprimirlo, analizarlo, actuar sobreél o aceptarlo. Hemos vivido por milenios con el temor, y dealguna manera siempre conseguimos llevarnos bien con él.Esta es la naturaleza de la tradición: actuar sobre el temoro escapar de él; o bien aceptarlo sentimentalmente y esperar

que algún agente externo lo resuelva. Las religiones surgende este temor, y también nace de este temor el compulsivoinstinto del poder. Cualquier forma de dominación sobreotro, es la naturaleza misma del temor. Cuando un hombre ouna mujer posee al otro, en el fondo hay miedo, y ese miedodestruye toda forma de relación.

Es función del educador ayudar al estudiante a que seenfrente a este temor, ya sea el temor al padre, al maestroal muchacho de mayor edad, el temor a estar solo o el temora la naturaleza. Esta es la cuestión central en lacomprensión de la índole y estructura del temor —el poderenfrentarse a él. Enfrentarse al temor no mediante lapantalla de las palabras, sino observar el verdadero hechodel temor sin movimiento alguno para escapar de él. Elmovimiento de escapar del hecho, contribuye a confundir elhecho. Nuestra tradición, nuestra educación, fomentan elcontrol, la aceptación, la negación o una muy ingeniosaracionalización del temor. Como maestro, ¿puede usted ayudaral estudiante y, por tanto, a usted mismo, a encarar cadauno de los problemas que se presentan en la vida? En laacción de aprender, no existe ni el que enseña ni elenseñado; sólo existe el aprender. Para aprender acerca delmovimiento total del temor, uno debe llegar a él concuriosidad, la cual posee su vitalidad propia. En esacuriosidad hay intensidad, como en un niño que es muycurioso. El sendero de la tradición consiste en conquistaraquello que no comprendemos, en disminuirlo, en pisotearlo;o bien, en rendirle culto. La tradición es conocimiento, yla inteligencia nace donde termina el conocimiento.

Ahora bien; comprendiendo que no existen ni el que enseñani el enseñado, sino solamente el acto de aprender por partedel adulto y del estudiante, ¿puede uno, mediante lapercepción directa de lo que ocurre, aprender acerca de estetemor y de todo cuanto le concierne? Usted puede hacerlo sile permite al temor que cuente su antiquísima historia.Escúchelo atentamente, sin interferencia alguna, porque élle está contando la historia del temor que ustedexperimenta. Si uno escucha así, descubrirá que este temorno está separado de uno mismo; uno es ese temor, esa

relación misma con una palabra agregada a ella. La palabrano es importante. La palabra es el conocimiento, latradición; pero lo real, el ahora que está ocurriendo esalgo totalmente nuevo; es el descubrimiento de la novedad deese temor que usted experimenta. Enfrentarse al hecho deltemor sin movimiento alguno del pensar, es terminar con eltemor. No con algún temor particular, sino que es la propiaraíz del temor la que se desintegra en esta observación. Nohay observador; únicamente hay observación.

El temor es un asunto muy complejo, tan antiguo como lascolinas, antiguo como la humanidad, y tiene una historia muyextraordinaria que contar. Pero uno debe conocer el arte deescucharlo, y en ese escuchar hay gran belleza. Sólo existeel escuchar; la historia no existe.

15 de noviembre de 1978

La palabra responsabilidad debe ser comprendida en toda susignificación. Proviene de ‘responder’, responder noparcialmente sino de manera total. La palabra tambiénimplica ‘remitirse al pasado’: responder al propiotrasfondo, o sea, remitirse al propio condicionamiento. Talcomo se entiende generalmente la responsabilidad, es laacción del propio condicionamiento humano. Nuestra cultura,la sociedad en que vivimos, es natural que condicione lamente, ya sea esa cultura nativa o foránea. Desde estetrasfondo responde uno, y esta respuesta limita nuestraresponsabilidad. Si uno ha nacido en la India, en Europa, enAmérica o en donde fuere, su respuesta estará de acuerdo conla superstición religiosa —todas las religiones sonestructuras supersticiosas— o con el nacionalismo, o con lasteorías científicas. Todo esto condiciona nuestrasrespuestas, y ellas son siempre limitadas, finitas. Y asísiempre hay contradicción, conflicto y surge la confusión.Esto es inevitable y ocasiona división entre los sereshumanos. La división, en cualquiera de sus formas, tiene queproducir no sólo conflicto y violencia sino, por último,guerra.

Si uno comprende el real significado de la palabraresponsable y lo que ocurre hoy en el mundo, ve que laresponsabilidad se ha vuelto irresponsable. En lacomprensión de lo que es ser irresponsable comenzamos acomprender qué es la responsabilidad. La responsabilidad loes por lo total, como la palabra lo implica, no por lapropia persona, no por la familia de uno, no por algunosconceptos o creencias, sino por la humanidad total.

Nuestras diversas culturas han puesto énfasis en elcarácter separativo del hombre, que llaman ‘individualismo’,y que ha resultado en que cada cual hace lo que quiere, oestá comprometido con su pequeño talento particular, sea ono provechoso o útil ese talento para la sociedad. Esto sinmencionar lo que los totalitarismos desean que uno crea: quesolamente el Estado y las autoridades que lo representan sonimportantes, no los seres humanos. El Estado es un concepto,

pero un ser humano, aunque viva en él, no es un concepto. Elmiedo es una realidad, no un concepto.

Un ser humano, psicológicamente, es la humanidad total. Nosólo la representa sino que es la totalidad de la especiehumana. Un ser humano es, en esencia, la psiquis total de lahumanidad. Sobre esta realidad, diversas culturas hanimpuesto la ilusión de que cada ser humano es diferente. Lahumanidad ha estado atrapada en esta ilusión durante siglos,y esta ilusión ha llegado a convertirse en una realidad. Siuno observa muy detenidamente la total estructurapsicológica de uno mismo, descubrirá que tal como uno sufre,así sufre toda la humanidad en grados diversos. Si uno es unsolitario, la humanidad toda conoce esta soledad. La agonía,los celos, la envidia y el miedo son conocidos por todos. Demodo que, psicológicamente, internamente, uno es igual aotro ser humano. Puede haber diferencias físicas,biológicas; uno es alto o bajo, etcétera, pero básicamenteuno es el representante de toda la humanidad. Por tanto,psicológicamente cada uno de nosotros es el mundo; cada unoes responsable por toda la humanidad, no por sí mismo comoun ser humano separado, lo cual es una ilusión psicológica.Como el representante de toda la raza humana, la respuestade uno es total, no parcial. Así, la responsabilidad tieneun significado por completo diferente.

Uno tiene que aprender el arte de esta responsabilidad. Sicaptamos la plena significación de que uno espsicológicamente el mundo, entonces la responsabilidad seconvierte en amor cuya fuerza es irresistible. Entonces unocuidará del niño, no sólo a edad temprana, sino que verá queél comprenda la significación de la responsabilidad a lolargo de toda su vida. Este arte incluye la conducta,nuestro modo de pensar y la importancia de la accióncorrecta. En nuestras escuelas la responsabilidad hacia latierra, hacia la naturaleza y hacia el prójimo, forma partede la educación que impartimos —no poner el énfasismeramente en los temas académicos, aunque estos seannecesarios.

Entonces podemos preguntarnos qué es lo que el maestroenseña y qué es lo que el alumno recibe. Y más ampliamente,

podemos preguntar: ¿Qué es el aprender? ¿Cuál es la funcióndel educador? ¿Consiste en enseñar meramente matemáticas yfísica, o es la de despertar en el estudiante —y, por tanto,en él mismo— este inmenso sentimiento de responsabilidad?¿Pueden ambas cosas marchar juntas? O sea, los temasacadémicos que habrán de ayudar en una carrera, y estaresponsabilidad por la humanidad y la vida como algo total.¿O acaso las dos cosas deben conservarse separadas? Si estánseparadas, entonces habrá contradicción en la vida delestudiante; se volverá un hipócrita y, deliberada oinconscientemente, mantendrá su vida en dos compartimentosdefinidos. La humanidad vive en esta división. En la casa éles de una manera, y en la fábrica o en la oficina asume unafaz diferente. Hemos preguntado si ambas cosas puedenmarchar juntas. ¿Es esto posible? Cuando se formula unapregunta de esta clase, uno debe investigar lasimplicaciones de la pregunta, y no si ello es o no esposible. Por lo tanto, es sumamente importante el modo enque abordan ustedes esta pregunta. Si la abordan desde ellimitado trasfondo —y todo condicionamiento es limitado—habrá entonces una captación parcial de las implicacionesque existen en todo esto. Ustedes deben llegar a estapregunta como si fuera por primera vez. Entonces descubriránla futilidad de la pregunta misma porque, si la abordan deese modo, verán que estas dos cosas se unen, como doscorrientes que forman un río formidable que es la vida deustedes, una vida de responsabilidad total.

¿Es eso lo que usted está enseñando, al comprender que elmaestro tiene la más noble de todas las profesiones? Estasno son meras palabras sino una constante realidad que nodebe ser pasada por alto. Si no siente usted la verdad deesto, entonces realmente, debería tener otra profesión;entonces vivirá en las ilusiones que la humanidad ha creadopara sí misma.

Podemos, entonces, preguntar nuevamente: ¿Qué está ustedenseñando y qué es lo que aprende el estudiante? ¿Estánustedes creando esa extraña atmósfera en la que tiene lugarel verdadero aprender? Si han comprendido la inmensaresponsabilidad y la belleza de ello, entonces son ustedes

totalmente responsables por el estudiante —por lo que viste,por lo que come, por la manera en que habla y asísucesivamente.

De esta pregunta surge otra: ¿Qué es aprender?Probablemente la mayoría de nosotros ni siquiera se haformulado esta pregunta, o si nos la hemos formulado,nuestra respuesta proviene de la tradición, que esconocimiento acumulado, un conocimiento que funciona, condestreza o sin destreza, para que podamos ganarnos lasubsistencia diaria Esto es lo que le han enseñado a uno, espara eso que existen las habituales escuelas, colegios,universidades, etc. Lo que predomina es el conocimiento, quees uno de nuestros mayores condicionamientos, y de ese modoel cerebro jamás está libre de lo conocido. Siempre estáañadiendo a lo que conoce, y así es puesto en una camisa defuerza de lo conocido y nunca se halla libre para descubrirun modo de vida que no esté en absoluto basado en loconocido. Lo conocido contribuye a crear una rutina, ampliao estrecha, y uno permanece en ese pensar rutinario porqueen él hay seguridad. Tal seguridad es destruida por loconocido, que es muy limitado. Este ha sido el estilo devida humana hasta el presente.

¿Existe, pues, una manera de aprender que no introduzca lavida dentro de una rutina, de un surco estrecho? ¿Qué es,entonces, el aprender? Uno debe estar muy claro acerca delos modos en que se desarrolla el conocimiento. ¿Adquirirprimero el conocimiento y después actuar a partir de ahí —tecnológica o psicológicamente— o actuar, y a base de esaacción adquirir conocimiento? Ambas son adquisiciones deconocimiento. El conocimiento es siempre el pasado. ¿Hay unmodo de actuar sin el peso enorme del conocimiento que elhombre ha acumulado? Lo hay. No es el aprender tal como lohemos conocido; es la observación pura —observación que noes continua (ésta se convierte entonces en memoria), sinoobservación de instante en instante. El observador es laesencia del conocimiento, y él impone a lo que observa,aquello que ha adquirido mediante la experiencia y lasdiversas formas de reacción sensoria. El observador siempreestá manipulando lo que observa, y lo que observa es siempre

reducido a conocimiento. Así, él está siempre atrapado en lavieja tradición de la formación de hábitos.

Por lo tanto, el aprender es observación pura, no sólo delas cosas externas sino también de lo que ocurreinternamente. Es observar sin el observador.

Primero de diciembre de 1978

Todo el movimiento de la vida es un aprender. Jamás hay uninstante en que no se esté aprendiendo. Toda acción es unmovimiento del aprender, y lo es cada relación. Laacumulación de conocimientos, que llamamos aprender, y a lacual nos hallamos tan habituados, es necesaria dentro de unalcance limitado, pero esa limitación nos impidecomprendernos a nosotros mismos. El conocimiento es más omenos mensurable, pero en el aprender no hay medida. Esto esrealmente muy importante que se comprenda, en especial siuno quiere captar el pleno significado de una vidareligiosa. El conocimiento es memoria, y si ha observadousted lo real, el presente no es memoria. La memoria notiene cabida en la observación. Lo real es lo queverdaderamente está sucediendo. El segundo siguiente esmensurable y éste es el modo en que opera la memoria.

Para observar el movimiento de un insecto se requiereatención —si es que está usted interesado en observar alinsecto, o cualquier otra cosa que le interesa. Estaatención tampoco es mensurable. Es responsabilidad deleducador comprender toda la naturaleza y estructura de lamemoria, observar esta limitación y ayudar al estudiante aque vea esto. Nosotros aprendemos de los libros o de unmaestro que posee una gran cantidad de información acerca deun tema determinado, y nuestros cerebros se llenan con estainformación. Información acerca de cosas, acerca de lanaturaleza, de todo lo que es exterior a nosotros; y cuandoqueremos aprender sobre nosotros mismos, recurrimos a loslibros para que nos enseñen al respecto. Este procesocontinúa así interminablemente y, poco a poco, nosconvertimos en seres de segunda mano. Este es un hechoobservable por todo el mundo, y en esto consiste nuestramoderna educación.

Como lo hemos señalado, el acto de aprender es el acto dela observación pura, y esta observación no se halla retenidadentro de la limitación de la memoria. Nosotros aprendemos aganarnos la vida, pero jamás vivimos. La capacidad deganarnos la vida nos ocupa la mayor parte de nuestra

existencia; difícilmente tenemos tiempo para otras cosas.Encontramos tiempo para los chismes, para que se nosentretenga, para jugar, pero esto no es vivir. Existe todoun campo que es el verdadero vivir, campo que se encuentracompletamente descuidado.

Para aprender el arte de vivir, uno debe disponer de ocio.La palabra ‘ocio’ se interpreta muy mal, como lo dijimos ennuestra tercera carta. Generalmente significa no estarocupados con las cosas que debemos hacer, como el ganarnosla subsistencia, ir a la oficina, a la fábrica, etcétera, ysólo cuando eso se termina hay ocio, hay tiempo libre.Durante ese llamado ocio lo que ustedes quieren es que seles entretenga, quieren relajarse, desean hacer las cosasque realmente les gusta hacer o que exigen de ustedes lamáxima capacidad. El tener que ganarse la subsistencia —sealo que fuere que hagan— se opone a lo que llaman ocio. Y asísiempre hay tensión; tensión y el escapar de esa tensión. Yel ocio existe cuando no hay tensión. Mientras dura eseperíodo de ocio, toman ustedes un diario, abren una novela,charlan, juegan, etcétera. Este es el hecho real, esto es loque ocurre en todas partes. Ganarse la vida es la negacióndel vivir.

Llegamos así a la pregunta: ¿Qué es el ocio? El ocio, talcomo se le considera, consiste en un respiro de laspresiones que origina la lucha por la subsistencia. Esaspresiones o cualquier otra presión que se nos impone, laconsideramos por lo general como una ausencia de ocio; peroconsciente o inconsciente existe dentro de nosotros unapresión mayor: el deseo. Examinaremos eso más adelante.

La escuela es un lugar de ocio. Es sólo cuando uno disponede ocio que puede aprender. Vale decir que el aprender sólopuede tener lugar cuando no hay presión de ninguna clase. Sinos enfrentamos a una serpiente o a un peligro, hay un tipode aprendizaje que surge de la presión que ejerce el hechomismo de ese peligro. Aprender bajo esa presión implicacultivo de la memoria, la que luego nos ayudará a reconocerun peligro futuro; y así ello se vuelve una respuestamecánica.

El ocio implica una mente que no se encuentra ocupada. Es

sólo entonces que existe un estado de aprender. La escuelaes un lugar para aprender y no meramente un lugar paraacumular conocimientos. Esto es realmente muy importante quese comprenda. Como dijimos, el conocimiento es necesario ytiene su propio limitado lugar en la vida. Por desgracia,esta limitación lo ha devorado todo en nuestras vidas ycarecemos de espacio para aprender. Estamos tan ocupados connuestros medios de subsistencia, que esto consume toda laenergía del mecanismo del pensamiento, de tal modo que alfinal del día estamos exhaustos y necesitamos que se nosestimule. Nos recobramos de esta agotadora fatiga medianteel entretenimiento —religioso o de otra clase. Esta es lavida de los seres humanos. Ellos han creado una sociedad queles exige todo su tiempo, todas sus energías, toda su vida.No disponen de ocio para aprender, y así la vida se vuelvemecánica, casi carente de sentido. Debemos, pues, ser muyclaros en la comprensión de la palabra ocio —un lapso, unperíodo en que la mente no se halla ocupada en absoluto concosa alguna. Es el tiempo de la observación. Sólo la menteque no está ocupada puede observar. Una observación libre esel movimiento del aprender. Este libera la mente de sucondición mecánica.

¿Puede entonces el maestro, el educador, ayudar alestudiante a comprender por completo esta cuestión de losmedios de subsistencia con todas sus presiones? —aprendereso también le ayuda a usted a obtener un trabajo, con todossus miedos y ansiedades, y a contemplar el mañana sin pavor.Debido a que el maestro mismo ha comprendido la naturalezadel ocio y de la observación pura, ese tener que ganarse lasubsistencia no se vuelve una tortura, un tormento a lolargo de toda la vida, y entonces él puede ayudar alestudiante a tener una mente no-mecánica. Es responsabilidadabsoluta del maestro cultivar, en el ocio, el florecimientode la bondad. Por esa razón existen las escuelas. El maestrotiene la responsabilidad de crear una nueva generación, afin de cambiar la estructura social en cuanto a su totalpreocupación por los medios de subsistencia. Entonces elenseñar se vuelve un acto sagrado.

15 de diciembre de 1978

En una de nuestras cartas anteriores dijimos que laresponsabilidad total es amor. Esta responsabilidad no espor una nación, grupo o comunidad particular, o por unadeterminada deidad o por alguna forma de programa político opor nuestro gurú propio, sino por toda la humanidad. Ellodebe ser profundamente comprendido y sentido, y ésta es laresponsabilidad del educador. Casi todos nosotros nossentimos responsables por nuestra familia, nuestros hijos,etcétera, pero no tenemos el sentimiento de estar totalmenteinteresados y comprometidos con el medio circundante, con lanaturaleza, ni nos sentimos totalmente responsables pornuestras acciones. Este interés absoluto es amor. Sin esteamor no puede haber un cambio en la sociedad.

Los idealistas, aunque puedan amar su ideal o su concepto,no han generado una sociedad radicalmente diferente. Losrevolucionarios, los terroristas, no han alterado de ningúnmodo fundamental el patrón de nuestras sociedades. Losrevolucionarios físicamente violentos han hablado delibertad para todos los hombres, han hablado de formar unanueva sociedad, pero todas las jergas y las consignas hantorturado posteriormente el espíritu y la existencia. Elloshan deformado las palabras a fin de adaptarlas a su propialimitada perspectiva. Ninguna forma de violencia hacambiado, en su sentido más fundamental, a la sociedad.Numerosos códigos impuestos por la autoridad de unos pocoshan producido cierta clase de orden en la sociedad. Aun lostotalitarismos, mediante la tortura y la violencia, hanestablecido superficialmente una apariencia de orden. Noestamos hablando de un orden semejante en la sociedad.

Decimos muy claramente y del modo más enfático, que essólo la responsabilidad total —que es amor— por lahumanidad, la que básicamente puede transformar el presenteestado de la sociedad. Cualquiera sea el sistema que puedaexistir en diversas partes del mundo, está corrupto,degenerado y es totalmente inmoral. No tenemos más que miraralrededor de nosotros para ver este hecho. En todo el mundo,

millones y millones se gastan en armamentos, y todos lospolíticos hablan de paz mientras se preparan para la guerra.Las religiones han declarado una y otra vez la santidad dela paz, pero han alentado guerras y sutiles formas deviolencia y tortura. Existen innumerables divisiones ysectas con sus sacerdotes, sus rituales y toda la insensatezque impera en el nombre de dios y de la religión. Donde haydivisión tiene que haber desorden, lucha, conflicto —seareligioso, político o económico. Nuestra sociedad modernaestá basada en la codicia, la envidia y el poder. Cuando unoconsidera esto tal como es realmente —este abrumadormercantilismo— ve que todo ello indica degradación einmoralidad básica. La responsabilidad del educador consisteen cambiar radicalmente el patrón de nuestra vida, que es labase de toda sociedad. Estamos destruyendo la tierra y todaslas cosas que hay en ella; todo es destruido para nuestragratificación.

La educación no implica meramente enseñar diversos temasacadémicos, sino que implica el cultivo de laresponsabilidad total en el estudiante. Como educador no seda uno cuenta de que está dando nacimiento a una nuevageneración. Casi todas las escuelas se ocupan solamente deimpartir conocimientos. No se interesan para nada en latransformación del hombre y de su vida diaria; y usted, eleducador en estas escuelas, necesita tener este interésprofundo y este cuidado por la responsabilidad total.

¿De qué manera, pues, puede usted ayudar al estudiantepara que sienta esta cualidad de amor en toda su excelencia?Si usted mismo no siente esto profundamente, hablar acercade la responsabilidad carece de sentido. Como educador,¿puede usted sentir la verdad de esto?

Ver esa verdad producirá naturalmente este amor y laresponsabilidad total. Tiene usted que considerarlo,observarlo diariamente en su vida, en la relación con suesposa, sus amigos, sus estudiantes. Y en su relación conlos estudiantes, usted les hablará de esto desde su corazón—no buscará la mera claridad verbal. El sentimiento de estarealidad es el mayor don que el hombre pueda tener, y unavez que ello esté ardiendo en usted, encontrará la palabra

exacta, la acción apropiada y la conducta correcta. Cuandoconsidere al estudiante, verá que él llega a usted nopreparado en absoluto para todo esto. Llega atemorizado,nervioso, ansioso por agradar o a la defensiva, condicionadopor sus padres y por la sociedad en que ha vivido sus pocosaños. Usted tiene que ver este trasfondo, tiene queinteresarse en lo que él realmente es y no imponerle suspropias opiniones, sus conclusiones y juicios. Al considerarlo que él es, ello le revelará lo que es usted, y asídescubrirá que el estudiante es usted mismo.

Entonces, ¿puede usted en la enseñanza de la matemática,de la física, etcétera —que él debe conocer porque ése es elmodo en que se ganará la vida— transmitir al estudiante queél es responsable por toda la humanidad? Aunque pueda estartrabajando por su propia carrera, por su propio modo devida, ello no limitará su mente. Verá el peligro de laespecialización con todas sus limitaciones y su extrañabrutalidad. Usted debe ayudarle a que vea todo esto. Elflorecimiento de la bondad no radica en el conocimiento dela matemática y la biología o en aprobar exámenes y teneruna carrera exitosa. Es independiente de estas cosas, ycuando existe este florecimiento, la carrera y otrasactividades necesarias son afectadas por su belleza.Actualmente pone más el énfasis en uno de los aspectos, ydescuidamos por completo el florecimiento. En estas escuelastratamos de reunir ambas cosas, no artificialmente, no comoun principio o un patrón que ustedes han de seguir, sinoporque ven la verdad absoluta de que estas cosas deben fluirjuntas para la regeneración del hombre.

¿Puede usted hacer esto? No porque todos ustedes estén deacuerdo en hacerlo después de discutirlo y arribar a unaconclusión, sino más bien porque ven, con una miradainterna, la gravedad extraordinaria de esto; la ven por símismos. Entonces lo que uno dice tendrá significación.Entonces uno se vuelve un centro de luz, una luz noencendida por otro. Como usted es toda la humanidad —lo cuales un hecho, no una declaración verbal— es totalmenteresponsable por el futuro del hombre. Por favor, noconsidere esto como una carga, porque en tal caso esa carga

es un montón de palabras sin realidad alguna. Es unailusión. Esta responsabilidad tiene su propia alegría, supropio humor, su movimiento propio sin el peso delpensamiento.

Primero de enero de 1979

Cuando estamos interesados en la educación hay, al parecer,dos factores que debemos tener muy presentes todo el tiempo.Uno es la diligencia y el otro es la negligencia. Casi todaslas religiones han hablado de la actividad de la mente,diciendo que debe ser controlada, moldeada por la voluntadde Dios o por algún agente externo; y la devoción haciaalguna deidad, fabricada por la mente o por la mano,requiere cierta cualidad de atención en la que se hallaninvolucrados el sentimiento y la imaginación romántica. Estaes la actividad de la mente, que es el pensamiento. Lapalabra diligencia implica cuidado, vigilancia, observacióny un profundo sentido de libertad. La devoción a un objeto,persona o principio, niega esta libertad. La diligencia esatención que produce naturalmente una infinita solicitud,interés y la frescura del afecto. Todo esto exige una gransensibilidad. Uno es sensible a los propios deseos o a lasheridas psicológicas, o es sensible a una persona enparticular atendiendo a sus deseos y respondiendorápidamente a sus necesidades; pero esta clase desensibilidad es muy limitada y casi no puede llamarsesensible. La cualidad sensible de la que estamos hablando,surge naturalmente cuando existe una responsabilidad total,que es amor. La diligencia tiene esta cualidad.

La negligencia es indiferencia, pereza; indiferencia haciael organismo físico, hacia el estado psicológico y hacia losdemás. En la indiferencia hay dureza. En este estado lamente se vuelve perezosa, se retarda la actividad delpensamiento, se niega la viveza de la percepción y lasensibilidad es una cosa incomprensible. La mayoría denosotros es a veces diligente pero, más a menudo,negligente. Estos no son, en realidad, opuestos. Si lofueran, la diligencia seguiría siendo negligencia. ¿Es ladiligencia el resultado de la negligencia? Si lo es,entonces sigue formando parte de la negligencia y, portanto, no es en verdad diligente.

Casi todos son diligentes cuando se trata del propiointerés, ya sea el interés propio que se identifica con la

familia, con un grupo particular o con una secta o nación.En este interés propio está la semilla de la negligencia apesar de la constante preocupación por uno mismo. Estapreocupación es limitada, y por eso implica negligencia.Esta preocupación es energía que se mantiene dentro de unafrontera muy restringida. La diligencia es libertad conrespecto a la ocupación consigo mismo, y genera abundanciade energía. Cuando uno comprende la naturaleza de lanegligencia, lo otro surge sin lucha ninguna. Cuando esto secomprende completamente —no sólo las definiciones verbalesde negligencia y diligencia— entonces se manifiesta ennuestro pensamiento, en nuestra acción y conducta, la másalta condición de excelencia. Pero, por desgracia, nosotrosnunca nos exigimos la más alta cualidad de pensamiento,acción y conducta. Casi nunca nos retamos a nosotros mismosy, si alguna vez lo hacemos, tenemos múltiples excusas parano responder plenamente. Esto indica, ¿no es así?,indolencia mental, una actividad endeble del pensamiento. Elcuerpo puede ser perezoso, pero jamas puede serlo la mentecon su vivacidad de pensamiento y su sutileza. La pereza delcuerpo puede ser fácilmente entendida. Esta puede originarseen el hecho de que uno se halla agotado o que ha sido muyindulgente consigo mismo o que ha estado jugando demasiadofuerte. Por tanto, el cuerpo requiere descanso, el cualpuede considerarse como pereza aunque no lo sea. La menteatenta, al estar alerta, al ser sensible, sabe cuándo elorganismo necesita descanso y cuidado. En nuestras escuelases importante comprender que la cualidad de energía que esla diligencia, exige la adecuada clase de comida, deejercicio y el sueño suficiente. El hábito, la rutina, es elenemigo de la diligencia —el hábito de pensamiento, deacción, de conducta. El pensamiento mismo crea su propiopatrón y vive dentro de él. Cuando ese patrón es puesto entela de juicio, suele hacerse caso omiso de él, o elpensamiento crea otro patrón de seguridad. Este es elmovimiento del pensar —de un patrón a otro, de unaconclusión, de una creencia a otra. Esta es la negligenciamisma del pensamiento. La mente diligente no tiene hábitos,carece de un patrón de respuesta. Es movimiento incesante,

jamás se halla conglutinada en hábitos ni presa enconclusiones. El movimiento posee una gran profundidad yvolumen cuando no tiene límites creados por la negligenciadel pensamiento.

Como lo que ahora nos ocupa es la educación, ¿de quémanera puede el maestro comunicar esta diligencia con susensibilidad, con su abundante solicitud en la cual no tienecabida la indolencia del espíritu? Por su puesto, seentiende que el educador está interesado en esta cuestión yve la importancia de la diligencia en todos los días de suvida. Si así es, entonces, ¿cómo habrá de emprender elcultivo de esta flor de la diligencia? ¿Esta elprofundamente interesado en el estudiante? ¿Asume realmentela responsabilidad total por estos jóvenes que se hallan asu cargo? ¿O el educador está ahí meramente para ganarse lavida, atrapado en la infelicidad de tener poco? Como lohemos señalado en cartas anteriores, la enseñanza implica lamás alta capacidad del hombre. Usted está ahí y tiene antesí a los estudiantes; ¿acaso es usted indiferente? ¿Es quesus propias dificultades en el hogar están consumiendo susenergías? Cargar con problemas psicológicos día tras día esun total desperdicio de tiempo y de energías, e indicanegligencia. Una mente dotada de diligencia, encara elproblema apenas surge, observa la naturaleza de ese problemay lo resuelve inmediatamente. El hecho de cargar con unproblema psicológico, no resuelve el problema; es undesgaste de la energía y del espíritu. Cuando usted resuelvelos problemas a medida que surgen, descubre que no hayproblemas en absoluto.

Debemos, pues, volver a la pregunta: Como educador enéstas o en cualquier otra escuela, ¿puede usted cultivaresta diligencia? Es sólo en ella que surge el florecimientode la bondad. Esa es su total, irrevocable responsabilidad,y en ella se encuentra este amor que naturalmente hallará unmodo de ayudar al estudiante.

15 de enero de 1979

Es importante que en estas escuelas el maestro se sientaseguro, tanto económica como psicológicamente. Algunosmaestros pueden hallarse dispuestos a enseñar sin mayorpreocupación por su posición económica; puede que hayanvenido por las enseñanzas y por razones psicológicas, perotodo maestro debe sentirse seguro, en el sentido deencontrarse en su casa, cuidado, sin inquietudesfinancieras. Si el propio maestro no se siente seguro y, portanto, no está libre para dedicar su atención al estudiantey a la seguridad de éste, entonces no podrá ser totalmenteresponsable. Si el maestro no está internamente contento, suatención se hallará dividida y será incapaz de ejercer sucompleta capacidad.

Se vuelve, pues, importante que seleccionemos a losmaestros adecuados, invitando a cada uno a permanecer poralgún tiempo en nuestras escuelas para descubrir si él oella pueden incorporarse con alegría a lo que se estáhaciendo. Esto debe ser mutuamente compartido. Entonces elmaestro, estando contento, seguro, sintiéndose en su casa,puede crear en el estudiante esta condición de seguridad,este sentimiento de que la escuela es su propio hogar.

Sentirse en el hogar implica, ¿no es verdad? que no haysentimiento alguno de temor, que él está protegidofísicamente, que cuidan de él, que es libre. La protección,aunque el estudiante pueda objetar la idea de ser protegidoy cuidado, no significa que se le tiene en una prisión,confinado y críticamente vigilado. La libertad, obviamente,no quiere decir que uno puede hacer todo lo que le plazca, yes igualmente obvio que uno jamás puede hacer totalmente loque le place. El intento de hacer lo que a uno le place —llamado libertad individual y que consiste en elegir uncurso de acción conforme al propio deseo— ha producidoconfusión social y económica en el mundo. La reacción a estaconfusión es el totalitarismo.

La libertad es una cuestión muy compleja. Uno debeabordarla con la máxima atención, porque la libertad no esel opuesto de la esclavitud ni es un escape de las

circunstancias en que uno se halla preso. No es libertad enrelación con algo, ni consiste en evitar o reprimir cosaalguna. La libertad no tiene opuesto, lo es en sí misma, perse. La propia comprensión de la naturaleza de la libertad esel despertar de la inteligencia. No consiste en adaptarse alo que es, sino en comprender lo que es y, por tanto, ir másallá de lo que es. Si el maestro no comprende la naturalezade la libertad, solamente impondrá sus propios prejuicios,sus limitaciones y sus conclusiones al estudiante. Porconsiguiente, será natural que el estudiante resista oacepte por temor, y se convierta así en un ser humanoconvencional, tímido o agresivo. Es sólo en la comprensiónde esta libertad del vivir —no en la idea de ello o en suaceptación verbal, que se vuelve un eslogan— que la mente sehalla libre para aprender.

Una escuela, después de todo, es un lugar donde elestudiante es básicamente feliz, un lugar donde no se lefuerza, donde no se le amedrenta con los exámenes, donde nose le compele a actuar conforme a un patrón, a un sistema.Es un lugar donde se enseña el arte de aprender. Si elestudiante no es feliz, no es capaz de aprender este arte.

Se considera que aprender es memorizar, registrarinformación. Esto produce una mente limitada y, por ende,fuertemente condicionada. El arte de aprender consiste endar el lugar exacto a la información, en actuar diestramentede acuerdo con lo que se aprende, pero al mismo tiempoimplica no estar psicológicamente atado por las limitacionesdel conocimiento ni por las imágenes o símbolos que elpensamiento crea. Arte significa ponerlo todo en suverdadero lugar, no conforme a algún ideal. Aprender el artede la observación es comprender el mecanismo de los idealesy conclusiones. Un concepto fabricado por el pensamiento,sea en el futuro o de acuerdo con el pasado, es un ideal —una idea proyectada o un recuerdo. Es un juego de sombraschinescas que hace una abstracción de lo real. Talabstracción elude lo que está ocurriendo en el presente.Este escapar de los hechos, es infelicidad.

¿Podemos entonces, como maestros, ayudar al estudiante aser feliz en el verdadero sentido de la palabra? ¿Podemos

ayudarle a que se interese en lo que verdaderamente ocurre?Esto es atención. El estudiante, al observar una hojarevoloteando bajo el sol, está atento. Obligarlo a que enese momento se vuelva hacia el libro, es desalentar laatención; mientras que ayudarle a observar plenamente lahoja, contribuye a que se dé cuenta de lo que implica laatención profunda en la que no hay distracción alguna. Delmismo modo, y gracias precisamente a que él ha visto lo quesignifica la atención, será capaz de volver al libro o a loque fuere que se le esté enseñando. En esta atención no haycompulsión ninguna ni conformidad. Es la libertad en queexiste observación total. ¿Puede el maestro mismo tener estacualidad de atención? Sólo entonces podrá ayudar a otro.

Nosotros luchamos principalmente contra las distracciones.Las distracciones no existen. Supongamos que usted sueñadespierto o que su mente está divagando; eso es lo querealmente ocurre. Obsérvelo. Ese observar es atención. Portanto, no hay distracción.

¿Puede enseñarle esto a los estudiantes, puede este arteser aprendido? Usted es totalmente responsable por elestudiante; usted debe crear esta atmósfera del aprender,una seriedad en que hay un sentido de libertad y dicha.

Primero de febrero de 1979

Como ya lo hemos señalado varias veces en estas cartas, lasEscuelas existen fundamentalmente para producir unatransformación profunda en los seres humanos. El educador estotalmente responsable en esto. A menos que el maestrocomprenda este factor central, estará meramente instruyendoal estudiante para que se convierta en un hombre denegocios, en un ingeniero, un abogado o un político. Haydemasiados de estos, y parecen incapaces de transformarse así mismos ni de transformar a la sociedad en que viven.Puede que en la presente estructura social los abogados ylos comerciantes sean necesarios, pero cuando nacieron estasescuelas la intención era, y sigue siéndolo, transformarprofundamente al hombre. Los maestros en estas escuelasdeben realmente comprender esto, no de manera intelectual,no como una idea, sino porque ven con todo su ser la plenaimplicación que ello tiene. Estamos interesados en eldesarrollo total de un ser humano, no en la mera acumulaciónde conocimientos.

Las ideas y los ideales son una cosa, y el hecho, elsuceso real, es otra. Las dos cosas jamás se juntan. Losideales han sido impuestos sobre los hechos y deforman loque ocurre para adaptarlo a lo que debería ser, el ideal. Lautopía es una conclusión que se deriva de lo que estáocurriendo y que sacrifica lo real para conformarlo aaquello que hemos idealizado. Este ha sido el proceso demilenios, y todos los estudiantes e intelectuales sedeleitan en ideaciones. El eludir lo que es constituye elcomienzo de corrupción de la mente. Esta corrupción invadetodas las religiones, la política y la educación, penetratoda la relación humana. Nuestro interés radica encomprender este proceso de escape e ir más allá de él.

Los ideales corrompen la mente; nacen de las ideas, de losjuicios y la esperanza. Las ideas son abstracciones de loque es, y cualquier idea o conclusión acerca de lo querealmente está sucediendo, deforma lo que sucede, y asítiene lugar la corrupción. Ello aparta la atención delhecho, de lo que es, y así dirige la atención hacia lo

irreal. Este movimiento de apartarse de los hechoscontribuye a la formación de símbolos, imágenes, queentonces adquieren una importancia devastadora. Estemovimiento es la corrupción de la mente. Los seres humanosse abandonan a este movimiento en su conversación, en susrelaciones, en casi todo lo que hacen. El hecho esinstantáneamente traducido a una idea o una conclusión, lasque entonces gobiernan sus reacciones. Cuando vemos algo, elpensamiento fabrica inmediatamente una contraparte, y eso seconvierte en lo real. Usted ve un perro, y al instante elpensamiento se vuelve a cualquier imagen que pueda ustedtener sobre perros, y así nunca ve al perro.

¿Puede esto enseñarse a los estudiantes: a permanecer conel hecho, con lo real que sucede ahora, ya sea psicológica oexternamente? El conocimiento no es el hecho y tiene sulugar adecuado, pero el conocimiento impide la percepción delo que efectivamente es; entonces se genera la corrupción.

Es realmente muy importante que esto se comprenda. A losideales se les considera nobles, se les exalta, se lesasigna una gran finalidad significativa, y lo que en verdadsucede se considera meramente sensorio, mundano y de menorvalor. Las escuelas de todo el mundo tienen algún elevadopropósito o ideal; por lo tanto, están educando a losestudiantes en la corrupción.

¿Qué es lo que corrompe la mente? Estamos empleando lapalabra mente para implicar los sentidos, la capacidad depensar y el cerebro que almacena todos los recuerdos y lasexperiencias como conocimiento. Este movimiento total es lamente, tanto la consciente como la inconsciente, la llamadasuperconciencia —la mente es la totalidad de esto. Estamospreguntándonos cuáles son los factores, las semillas decorrupción en todo esto. Dijimos que los ideales corrompen.El conocimiento también corrompe la mente. El conocimiento,particular o extensivo, es el movimiento del pasado, ycuando el pasado oscurece lo real, se produce la corrupción.El conocimiento, proyectado al futuro y dirigiendo lo queocurre ahora, es corrupción. Utilizamos la palabracorrupción para indicar lo que está siendo fragmentado, loque no se toma como una totalidad. El hecho jamás puede

fragmentarse; el hecho nunca puede ser limitado por elconocimiento. La integridad del hecho abre la puerta alinfinito. La integridad no puede ser dividida; no esautocontradictoria ni puede dividirse a sí misma. Laintegridad, la totalidad, es movimiento infinito.

La imitación, la conformidad, son uno de los grandesfactores de corrupción de la mente; el ejemplo, el héroe, elsalvador, el gurú, es el más destructivo factor decorrupción. El seguir, el obedecer, el amoldarse niegan lalibertad. La libertad lo es desde el comienzo, no al final;no significa amoldarse, imitar, aceptar primero y,eventualmente, encontrar la libertad. Ese es el espíritu deltotalitarismo. Es la crueldad, la impiedad del dictador, dela autoridad, sea la autoridad del gurú o la del altosacerdote.

De modo que la autoridad es corrupción. La autoridad es laruptura de la integridad, de lo total, lo completo —laautoridad del maestro en una escuela, la autoridad de unpropósito, de un ideal, de uno que dice “yo sé”, laautoridad de una institución, la presión de la autoridad encualquiera de sus formas es el factor deformante de lacorrupción. La autoridad niega básicamente la libertad. Esfunción de un verdadero maestro instruir, señalar, informarsin la corruptora influencia de la autoridad. La autoridadde la comparación destruye. Cuando un estudiante escomparado con otro, ambos son lastimados. Vivir sincomparación es tener integridad.

Usted, el maestro, ¿hará esto?

15 de febrero de 1979

Parece como si los seres humanos tuvieran cantidades enormesde energía. Han ido a la luna, han escalado los picos másaltos de la tierra, han tenido energías poderosas para lasguerras, para los instrumentos de la guerra, y gran energíapara el desarrollo tecnológico, para acumular el vastoconocimiento que el hombre ha reunido, para trabajar díatras día; energía para construir las pirámides y paraexplorar el átomo. Cuando uno considera todo esto, esimpresionante comprobar la energía que el hombre ha gastado.Esta energía se ha ido en la investigación de las cosasexternas, pero el hombre ha dedicado muy poca energía parainvestigar en la totalidad de su propia estructurapsicológica. La energía es indispensable, tanto externa comointernamente, para actuar o para estar totalmentesilencioso.

La acción y la no-acción requieren gran energía. Hemosusado positivamente la energía en las guerras, en escribirlibros, en las operaciones quirúrgicas y para trabajar en elfondo de los mares. La no-acción requiere mucha más acciónque la que llaman ‘positiva’. La acción positiva está paracontrolar, para tolerar, para escapar. La no-acción es laatención total de la observación. En esta observación, loque es observado experimenta una transformación. Estaobservación silenciosa requiere no sólo energía física sinotambién una profunda energía psicológica. Estamos habituadosa la primera, y este condicionamiento limita nuestraenergía. En una observación completa, silenciosa —que no esacción— no hay desperdicio de energía, y así la energía esilimitada.

La no-acción no es el opuesto de la acción. Ir a trabajarcotidianamente año tras año por tantos años, lo cual puedeser necesario tal como están las cosas, limita realmente lasenergías, pero el no trabajar no significa que uno tendráenergías ilimitadas. La misma indolencia de la mente es undesgaste de energías, como lo es la pereza del cuerpo.Nuestra educación en cualquier campo, disminuye estaenergía. Nuestra manera de vivir, esta constante lucha por

ser o no ser, es disipación de energía.La energía es intemporal y no puede ser medida. Pero

nuestras acciones son mensurables, y así reducimos estaenergía ilimitada al estrecho círculo del yo. Y habiéndolaconfinado, buscamos entonces lo inmensurable. Esta búsquedaforma parte de la acción positiva y, por tanto, es undesgaste de energía psicológica. En consecuencia, dentro delos archivos del yo hay un movimiento que jamás termina.

Lo que nos interesa en la educación es que la mente selibere del yo. Como lo hemos dicho en diversas ocasiones enestas cartas, es función nuestra dar origen a una nuevageneración libre de esta energía limitada que llaman el yo.Debe repetirse una vez más que estas escuelas existen paraeso.

En nuestra carta anterior hemos hablado acerca de lacorrupción de la mente. La raíz de esta corrupción es el yo.El yo es la imagen, el cuadro, la palabra que pasa degeneración en generación, y uno tiene que habérselas coneste peso que implica la tradición del yo. Este hecho —no laconsecuencia de este hecho ni cómo el hecho ha surgido— esbastante fácil de explicar. Pero observar el hecho con todassus reacciones, observarlo sin motivo alguno que tergiverseel hecho, es acción negativa. Esto es, entonces, lo quetransforma el hecho. Es importante que ello se comprenda muyprofundamente; no actuar sobre el hecho sino observar ‘loque es’.

Todo ser humano es lastimado, tanto psicológica comofísicamente. Es comparativamente fácil habérselas con eldolor físico, pero el dolor psicológico permanece oculto enlo profundo. La consecuencia de esta herida psicológica esla de erigir un muro alrededor de uno a fin de resistir undolor ulterior, y así se vuelve uno temeroso o se retira enel aislamiento. La imagen del yo con su energía limitada haoriginado la herida. A causa de su limitación, esa imagen eslastimada. Lo que no es mensurable jamás puede dañarse,jamás puede corromperse. Cualquier cosa limitada puede serherida, pero aquello que es total está más allá del alcancedel pensamiento.

¿Puede el educador ayudar al estudiante a que jamás sea

lastimado en lo psicológico, no sólo mientras forma parte deesta escuela sino en el curso de toda su vida? Si eleducador ve el enorme perjuicio que surge de esta herida,¿cómo educará entonces al estudiante? ¿Qué es lo querealmente hará a fin de que el estudiante nunca sealastimado psicológicamente en toda su vida? El estudiantellega ya lastimado a la escuela. Probablemente no se dacuenta de su herida. El maestro, al observar sus reacciones,sus temores y su agresividad, descubrirá el daño causado. Elmaestro tiene, pues, dos problemas: liberar al estudiante delas lesiones pasadas e impedir que experimente heridasfuturas. ¿Es éste su interés? ¿O usted lee meramente estacarta, la comprende intelectualmente, que es no comprenderabsolutamente nada y por lo tanto, no se interesa en elestudiante? Pero si se interesa, como debe hacerlo, ¿quéhará con este hecho —el hecho de que el estudiante se hallalastimado y usted debe evitar a toda costa cualquier dañoposterior? ¿Cómo aborda usted este problema? ¿Cuál es elestado de su mente cuando se enfrenta a este problema? Estambién su problema, no sólo del estudiante. Usted se hallalastimado y también lo está el estudiante. Por tanto, elloles concierne a ambos; no es un problema unilateral; ustedse halla tan involucrado como el estudiante. Este hecho deencontrarse ambos involucrados, es el factor central al quedebe usted enfrentarse, el que debe observar. Desearmeramente hallarse libre de su herida pasada y abrigar laesperanza de no ser jamás lastimado nuevamente, es undesperdicio de energía. La atención completa, la observaciónde este hecho no sólo le contará la historia de la herida ensí, sino que esta misma atención disipa, borra la herida.

La atención es, por lo tanto, esta inmensa energía quejamás puede ser lastimada o corrompida. Por favor, no aceptelo que se dice en estas cartas. La aceptación es ladestrucción de la verdad. Póngalo a prueba —no en algunafecha futura sino ahora, mientras lee esta carta. Cuando loponga a prueba, no casualmente, sino con todo su corazón,con todo su ser, descubrirá entonces por sí mismo la verdaddel hecho. Y sólo entonces podrá ayudar al estudiante aborrar el pasado y a tener una mente incapaz de ser

lastimada.

Primero de marzo de 1979

Estas cartas se escriben con un espíritu amistoso. No tienenel propósito de ejercer dominio sobre su manera de pensar,ni de persuadirlo o conformarlo al modo de pensar o sentirde quien las escribe. No constituyen propaganda alguna. Sonrealmente un diálogo entre dos amigos que discuten acerca desus problemas, y en una buena amistad jamás hay sentimientoalguno de competencia o de dominación. También usted tieneque haber observado el estado del mundo y de nuestrasociedad, y habrá visto que es indispensable unatransformación radical en el modo de vivir que tienen losseres humanos, en la relación que establecen entre ellos, enla relación con el mundo como una totalidad, y en todos losaspectos posibles. Estamos hablando el uno con el otro,ambos profundamente interesados no sólo particularmente ennosotros mismos sino también en los estudiantes, por quienesusted es totalmente responsable. El maestro es la personamás importante en la escuela, porque de él —o de ella—depende el futuro bienestar de la humanidad. Esta no es unamera declaración verbal; es un hecho absoluto e irrevocable.Sólo cuando el educador mismo siente la dignidad y elrespeto implícito en su trabajo, se da cuenta de que laenseñanza es la más elevada de las profesiones, más que ladel político o la de los príncipes del mundo. Quien estoescribe asigna significación a cada palabra, así que, porfavor, no lo deje de lado como si fuera una exageración o unintento de hacer que sienta una falsa importancia. Usted ylos estudiantes deben florecer juntos en la bondad.

Hemos estado señalando los factores que corrompen ydegeneran la mente. Como la sociedad está desintegrándose,estas escuelas deben ser centros para la regeneración de lamente. No del pensamiento. El pensamiento nunca puederegenerarse porque siempre es limitado, pero la regeneraciónde la totalidad de la mente es posible. Esta posibilidad noes conceptual sino real cuando uno ha examinado las vías dela degeneración. Algunas de estas vías han sido exploradasen las cartas anteriores.

Debemos ahora investigar también la naturaleza destructiva

de la tradición, del hábito y de los reiterativos procesosdel pensamiento. Seguir, aceptar la tradición parece darcierta seguridad a nuestra vida, tanto a la externa como ala interna. La búsqueda de seguridad por todos los mediosposibles ha sido el motivo, el poder que ha impulsado todasnuestras acciones. La exigencia de seguridad psicológicaeclipsa la seguridad física y la vuelve muy incierta. Estaseguridad psicológica constituye la base de la tradicióntransmitida de una generación a otra por medio de palabras,rituales, creencias —sean religiosas, políticas osociológicas. Raramente cuestionamos la norma aceptada, perocuando alguna vez lo hacemos, invariablemente caemos en latrampa de un nuevo patrón. Este ha sido nuestro modo devida: rechazar lo uno y aceptar lo otro. Lo nuevo es mástentador y lo viejo se deja a la generación pasada. Perotanto una generación como la otra están atrapadas enpatrones, en sistemas, y éste es el movimiento de latradición. La misma palabra tradición implica conformidad,sea a lo moderno o a lo antiguo. No hay tradiciones buenas omalas; sólo hay tradición, la estéril repetición de ritualesen todas las iglesias, templos y mezquitas. Estos ritualescarecen por completo de sentido, pero la emoción, elsentimiento, el romanticismo, la imaginación lesproporcionan color e ilusión. Esta es la naturaleza de lasuperstición, alentada por todos los sacerdotes del mundo.Este proceso de complacerse o involucrarse en cosas que notienen sentido ni significación alguna, es un desperdicio deenergía que degenera la mente. Uno debe estar profundamenteatento a estos hechos, y esa atención misma disuelve todaslas ilusiones.

Luego está el hábito. No hay buenos hábitos o maloshábitos; solamente está el hábito. El hábito implica unaacción reiterativa que surge del no estar atento. Uno cae enlos hábitos deliberadamente o es persuadido por lapropaganda; o, hallándose uno amedrentado, cae en ciertosreflejos autoprotectores. Lo mismo sucede con el placer.Este seguimiento de una rutina, por efectivo o necesario quepueda ser en la vida cotidiana, puede conducir, ygeneralmente lo hace, a un modo mecánico de vivir. Uno puede

hacer la misma cosa a la misma hora todos los días sin queello se convierta en un hábito, cuando hay una percepciónatenta de lo que se está haciendo. La atención disipa elhábito. Es sólo cuando no hay atención que los hábitos seforman. Usted puede levantarse a la misma hora todas lasmañanas y sabe por qué se está levantando. Esta atentapercepción puede aparecer ante otra persona como un hábito —bueno o malo— pero para uno que está alerta, atento, no hayen realidad hábito alguno. Caemos en los hábitospsicológicos o rutinas porque pensamos que es el modo máscómodo de vivir; y cuando uno observa detenidamente aun loshábitos que se forman en la relación, sea personal o de otraclase, ve que hay cierta cualidad de indolencia, negligenciay descuido. Todo esto da un falso sentimiento de intimidad,de seguridad, y fácilmente se deriva en crueldad. Existe unverdadero peligro en el hábito: el hábito de fumar, laacción que se repite, el empleo de ciertas palabras,pensamientos o modos de comportarse. Esto vuelve a la mentepor completo insensible, y el proceso degenerativo tiene porobjeto encontrar alguna forma de seguridad ilusoria, comouna nación, una creencia o ideal al cual aferrarse. Todosestos factores son muy destructivos para la seguridad real.Vivimos en un mundo de artificio que se ha vuelto unarealidad. Cuestionar esta ilusión lleva a convertirse en unrevolucionario o a adoptar una conducta permisiva. Ambos sonfactores de degeneración.

Después de todo, el cerebro con sus extraordinariascapacidades ha sido condicionado de generación en generaciónpara aceptar esta engañosa seguridad, la que ahora se havuelto un hábito arraigado. Para romper con este hábitopasamos por diversas formas de tortura, múltiples escapes, onos arrojamos en alguna utopía idealista y asísucesivamente. Este es el problema que debe investigar eleducador, y su capacidad creativa radica en observardetenidamente su muy profundo y arraigado condicionamiento ytambién el del estudiante. Este es un proceso mutuo; no esque usted tenga que investigar primero su propiocondicionamiento y después informar al otro de susdescubrimientos; se trata de explorar y descubrir juntos la

verdad en esta cuestión. Ello exige cierta cualidad depaciencia; no la paciencia del tiempo, sino la perseveranciay el diligente cuidado de la responsabilidad total.

15 de marzo de 1979

Nos hemos vuelto demasiado listos. Nuestros cerebros hansido entrenados para llegar a ser muy brillantes, tantoverbal como intelectualmente. Están atestados con una enormecantidad de información que utilizamos para una carreraprovechosa. Una persona ingeniosa, intelectual, esensalzada, se le rinden honores. Gente así parece usurpartodos los lugares importantes del mundo; tienen poder,prestigio, posición. Pero su ingeniosidad termina portraicionarlos; en sus corazones jamás conocen lo que es elamor ni la caridad profunda ni la generosidad, porque estánencerrados en su propia vanidad y arrogancia. Este se havuelto el patrón de todas las escuelas altamente dotadas. Unmuchacho o una muchacha que son aceptados en la escuelaconvencional, quedan atrapados en la civilización moderna ypierden toda la belleza de la vida.

Cuando uno pasea por los bosques con sus espesas sombras ysus luces moteadas, y súbitamente llega a un espacioabierto, una verde pradera rodeada por árboles majestuosos,o una corriente burbujeante, se pregunta por qué el hombreha perdido su relación con la naturaleza y la belleza de latierra, con la hoja caída y la rama rota. Si usted haperdido contacto con la naturaleza, entonces perderáinevitablemente la relación con otro ser humano. Lanaturaleza no la constituyen solamente las flores, elhermoso prado verde o las aguas que fluyen en su pequeñojardín, sino que es toda la tierra con todas las cosas quehay en ella. Consideramos que la naturaleza existe paranuestro uso, para nuestra conveniencia, y así perdemoscomunión con la tierra. Esta sensibilidad hacia la hojacaída, hacia el alto árbol que se yergue sobre una colina,es mucho más importante que aprobar todos los exámenes otener una brillante carrera —cosas que no son la totalidadde la vida. La vida es como un vasto río con un gran caudalde agua sin principio ni fin. Extraemos de esta vertiginosacorriente un cubo de agua, y esa agua confinada se convierteen nuestra vida. Este es nuestro condicionamiento y nuestrodolor inacabable.

El movimiento del pensar no es belleza. El pensamientopuede crear lo que parece hermoso —la pintura, la figura demármol o un bello poema— pero esto no es la belleza. Labelleza es suprema sensibilidad, no al sentimiento de laspropias penas y ansiedades, sino sensibilidad para abarcarla existencia total del hombre. Hay belleza solamente cuandola corriente del yo se ha secado por completo. La bellezaexiste cuando el yo está ausente. Con el abandono del ‘mímismo’, surge la pasión de la belleza.

Hemos estado considerando juntos, en estas cartas, ladegeneración de la mente. Hemos señalado para su examen einvestigación, algunas de las vías de este deterioro. Una desus actividades básicas es el pensamiento. El pensamiento esuna fragmentación de la totalidad de la mente. Lo totalcontiene la parte, pero la parte jamás puede ser locompleto. El pensamiento es la parte más activa de nuestravida; el sentimiento marcha junto con el pensamiento.Esencialmente son la misma cosa, aunque tenemos la tendenciaa separarlos. Habiéndolos separado, concedemos entonces granimportancia al sentimiento, al romanticismo y a la devoción;pero el pensamiento, como la cuerda de un collar, pasa portodo ello entrelazándolo, oculto pero activo, controlando ymoldeando. Está siempre ahí, aunque nos guste pensar quenuestras emociones profundas son en esencia diferentes. Hayen esto una gran ilusión, un engaño que es muy bien visto yque conduce a la deshonestidad.

Como dijimos, el pensamiento es la realidad de nuestravida cotidiana. Todos los llamados libros sagrados son elproducto del pensamiento. Puede reverenciárselos como unarevelación, pero son esencialmente pensamiento. Elpensamiento ha producido la turbina y los grandes templos dela tierra, el cohete espacial y la enemistad entre loshombres. El pensamiento ha sido el responsable de lasguerras, es el responsable del lenguaje que uno utiliza y dela imagen hecha por la mano o por la mente. El pensamientodomina la relación. El pensamiento ha descrito qué es elamor, qué son los cielos y el dolor del infortunio. Elhombre le rinde culto al pensamiento, admira sus sutilezas,su astucia, su violencia, sus crueldades en el nombre de una

causa. El pensamiento ha producido grandes avances en latecnología y, con ello, una gran capacidad de destrucción.Esta ha sido la historia del pensamiento, repetida a travésde siglos.

¿Por qué la humanidad ha concedido una importancia tangrande al pensamiento? ¿Porque es la única cosa que tenemos,aun cuando sea activado mediante los sentidos? ¿Porque elpensamiento ha sido capaz de dominar a la naturaleza, dedominar su ambiente y producir cierta seguridad física?¿Porque es el mayor instrumento mediante el cual el hombreopera, vive y obtiene beneficios? ¿Porque el pensamiento hafabricado los dioses, los salvadores, la superconciencia,olvidando así la ansiedad, el miedo, el dolor, la envidia,la culpa? ¿Porque mantiene junta a la gente como una nación,como un grupo, como una secta? ¿Porque ofrece esperanzas auna vida oscura? ¿Porque proporciona una abertura paraescapar por ella del cotidiano fastidio de nuestra vida?¿Porque no conociendo el futuro, ofrece la seguridad delpasado, con su arrogancia y su obstinación en laexperiencia? ¿Porque en el conocimiento hay estabilidad,evitación del temor en la certidumbre de lo conocido?¿Porque el pensamiento ha asumido por sí mismo una posicióninvulnerable, pronunciándose contra lo desconocido? ¿O seráporque el amor es algo inexplicable, no mensurable, mientrasque el pensamiento es medido y resiste al movimientoinmutable del amor?

Nosotros jamás hemos cuestionado la naturaleza misma delpensamiento. Hemos aceptado al pensamiento como algoinevitable, al igual que nuestros ojos y nuestras piernas.Nunca hemos sondeado la verdadera profundidad delpensamiento; y porque jamás lo hemos cuestionado, haadquirido preeminencia. Es el tirano de nuestra vida, y alos tiranos raramente se les desafía.

Entonces, como educadores, vamos a exponerlo a labrillante luz de la observación. La luz de la observación nosólo disipa instantáneamente la ilusión, sino que laclaridad de su luz revela hasta el más íntimo detalle de loobservado. Como dijimos, la observación no lo es desde unpunto fijo, desde una creencia, prejuicio o conclusión. La

opinión es un asunto más bien vulgar, y también lo es laexperiencia. El hombre de experiencia es una personapeligrosa, porque está preso en la cárcel de su propioconocimiento.

¿Puede usted, entonces, observar con extraordinariaclaridad el movimiento total del pensar? Esta luz eslibertad —lo cual no significa que usted la ha capturado yla emplea para su conveniencia y beneficio. La propiaobservación del pensamiento es la observación de todo suser, y este mismo ser es creado por el pensamiento. Tal comoel pensamiento es finito, limitado, así es usted.

Primero de abril de 1979

Seguimos ocupándonos de la totalidad de la mente. La menteincluye los sentidos, las emociones erráticas, la capacidaddel cerebro y el siempre inquieto pensamiento. Todo esto esla mente, incluidos diversos atributos de la conciencia.Cuando la mente opera en su totalidad, es ilimitada, tienegran energía y actúa sin la sombra del pesar ni la promesade la recompensa. Esta cualidad de la mente, esta totalidad,es inteligencia. ¿Puede esta inteligencia ser comunicada alestudiante para que rápidamente pueda captar susignificación? Ciertamente, es responsabilidad del educadorhacer que esto ocurra.

El deseo moldea y controla la capacidad del pensamiento, yasí es como dicha capacidad se reduce, se limita por elmovimiento del deseo. El deseo es la esencia de lasensación. La ambición limita la capacidad del cerebro, quees pensamiento. Esta capacidad es restringida asimismo porlas exigencias sociales y económicas o por las propiasexperiencias y motivos. Se reduce por la acción de un ideal,de las sanciones de diversas creencias religiosas, del miedointerminable. El miedo no está separado del placer.

El deseo —la esencia de la sensación— es moldeado por elambiente, por la tradición, por nuestras inclinaciones ynuestro temperamento. Y de este modo, la capacidad o acciónque requiere energía total, es condicionada según nuestracomodidad y placer. El deseo es un factor compulsivo ennuestra vida; no para ser reprimido, evadido ni halagado, nipara que razonemos con él, sino que debe ser comprendido.Esta comprensión sólo puede darse a través de lainvestigación del deseo y la observación de su movimiento.Conociendo el fuego impulsor que es el deseo, casi todas lasprohibiciones sectarias y religiosas lo han convertido enalgo que debe reprimirse, controlarse o someterse —entregarse, como si dijéramos, a una deidad o a unprincipio. Los innumerables votos que la gente ha tomadopara negar totalmente el deseo, de ninguna manera hanlogrado apagarlo. Está siempre ahí.

Debemos, pues, abordarlo de una manera distinta, teniendo

presente que el deseo no despierta a la inteligencia. Eldeseo de ir a la luna desarrolla un enorme conocimientotecnológico, pero ese conocimiento es inteligencia limitada.El conocimiento es siempre especializado y, por tanto, esincompleto; mientras que nosotros estamos refiriéndonos a lainteligencia, que es el movimiento de la totalidad de lamente. Esta inteligencia es la que nos interesa, y eldespertar de esta inteligencia, tanto en el educador como enel estudiante.

Como dijimos antes, la capacidad es limitada por el deseo.El deseo es sensación, la sensación de nuevas experiencias,de nuevas formas de excitación, la sensación de escalar lospicos más altos de la tierra, la sensación de poder, destatus. Todo esto limita la energía del cerebro. El deseo dala ilusión de seguridad, y el cerebro, que necesitaseguridad, fomenta y nutre toda forma de deseo. De modo quesi no comprendemos el lugar que tiene el deseo, elloocasiona la degeneración de la mente. La comprensión de estoes realmente muy importante

El proceso del pensar es el movimiento de este deseo. Lacuriosidad por descubrir es impulsada por el deseo demayores sensaciones y de una ilusoria certidumbre deseguridad. La curiosidad ha producido la enorme cantidad deconocimientos, que tienen su importancia en nuestra vidadiaria. La curiosidad tiene significado en la observación.

El pensamiento puede ser el factor fundamental en ladegeneración de la mente, mientras que el discernimiento, lapercepción directa e inteligente de los hechos, abre lapuerta a la totalidad de la acción. Examinaremos el plenosignificado del discernimiento en la próxima carta, peroahora debemos considerar si el pensamiento es un factordestructivo para la totalidad de la mente. Nosotros hemosafirmado que lo es. No acepte esta afirmación hasta queusted mismo la haya examinado libre y completamente.

Lo que entendemos por “totalidad de la mente”, es infinitacapacidad y un estado de total vacío en el que existe unaenergía inmensurable. Siendo el pensamiento, por su mismanaturaleza, limitado, impone su limitación a lo total, y asíes como el pensamiento está siempre en primera fila. El

pensamiento es limitado porque es el resultado de la memoriay del conocimiento acumulado mediante la experiencia. Elconocimiento es el pasado, y aquello que ya ha sido, essiempre limitado. El recuerdo puede proyectar un futuro,pero ese futuro se encuentra unido al pasado, de modo que elpensamiento es limitado siempre. El pensamiento esmensurable —lo más y lo menos, lo mayor, lo menor. Estemedir es el movimiento del tiempo: he sido, seré. Por lotanto, cuando el pensamiento predomina, por sutil, agudo yvital que sea, pervierte lo total; no obstante, hemosconcedido al pensamiento la máxima importancia.

Si se me permite preguntarlo: Después de haber leído estacarta, ¿ha captado usted la significación de la naturalezadel pensamiento y de la totalidad de la mente? Y si la hacaptado, ¿puede transmitir esto al estudiante, quien es sutotal responsabilidad? Este es un asunto difícil. Si ustedno tiene luz no puede ayudar a otro a tenerla. Puedeexplicarla muy claramente o definirla con palabrasescogidas, pero ello no tendrá la pasión de la verdad.

15 de abril de 1979

Cualquier forma de conflicto o lucha, corrompe la mente lamente como la totalidad de nuestra existencia. Esta cualidadse destruye cuando hay cualquier clase de fricción ocontradicción. Como la mayoría de nosotros vive en unperpetuo estado de contradicción y conflicto, esta falta delo total contribuye a la degeneración. Lo que aquí nosconcierne, es descubrir por nosotros mismos si es de algúnmodo posible poner fin a estos factores degenerativos. Talvez muy pocos de nosotros hayamos pensado alguna vez acercade esto; lo hemos aceptado como un modo de vida natural. Noshemos convencido de que el conflicto trae consigo desarrollo—como la competencia— y para esto tenemos variasexplicaciones: el árbol lucha por la luz en medio delbosque, el bebé a punto de nacer lucha por la vida, la madrese esfuerza por dársela. Estamos condicionados para aceptaresto y vivir de esta manera. Así hemos vivido porgeneraciones, y cualquier sugerencia de que quizá podríahaber un modo de vivir sin conflicto alguno, parececompletamente increíble. Usted puede escuchar esto como sifuera alguna insensatez idealista o puede rechazarloinmediatamente, pero nunca considera si tiene algúnsignificado la afirmación de que es posible vivir una vidasin sombra de conflicto. Como lo que nos interesa es laintegridad y responsabilidad de dar origen a una nuevageneración, que es nuestra única función como educadores,¿puede usted investigar este hecho? Y en el proceso mismo deeducar, ¿puede comunicar al estudiante aquello que usted,por sí mismo, está descubriendo?

El conflicto en cualquiera de sus formas indicaresistencia. En un río que fluye velozmente no hayresistencia, fluye rodeando grandes piedras, fluye a travésde aldeas y ciudades. El hombre lo controla para sus propiospropósitos. Después de todo, la libertad, ¿no implica acasoque está ausente la resistencia que el pensamiento haconstruido alrededor de sí mismo?

La honestidad es una cuestión muy compleja. ¿Con respectoa qué es usted honesto y por qué razón? ¿Puede ser honesto

consigo mismo y así ser honrado con otro? Cuando uno se diceque debe ser honesto, ¿es eso posible? La honestidad, ¿esuna cuestión de ideales? ¿Puede el idealista ser honestoalguna vez? Él está viviendo en un futuro esculpido en elpasado; se halla preso entre lo que ha sido y aquello quedebería ser, y así nunca puede ser honesto. ¿Puede usted serhonesto consigo mismo? ¿Es ello posible? Usted es el centrode diversas actividades, a veces contradictorias, demúltiples pensamientos, sentimientos y deseos que se oponensiempre unos a otros. ¿Cuál es el deseo o pensamientohonesto y cuál no lo es? Estas no son preguntas meramenteretóricas o argumentos ingeniosos. Es muy importantedescubrir qué significa ser totalmente honesto, porquenosotros vamos a abordar la cuestión del discernimiento y dela acción instantánea. Es extremadamente importante, siqueremos captar la profundidad del discernimiento, teneresta cualidad de integridad completa, esa integridad que esla honestidad de lo total.

Uno puede ser honesto con respecto a un ideal, unprincipio o una creencia arraigada. Por cierto que esto noes honestidad. La honestidad solamente puede existir cuandono existe el conflicto de la dualidad, cuando no existe elopuesto. Hay luz y oscuridad, noche y día; hay hombre,mujer, lo alto, lo bajo y así sucesivamente, pero es elpensamiento el que los convierte en opuestos, el que lospone en contradicción. Estamos expresando la contradicciónpsicológica que la humanidad ha cultivado. El amor no es elopuesto del odio o de los celos. Si lo fuera, no sería amor.La humildad no es el opuesto de la vanidad o del orgullo yla arrogancia. Si lo fuera, seguiría formando parte de laarrogancia y el orgullo y, por tanto, no sería humildad. Lahumildad es por completo independiente de todo esto. Unamente humilde no tiene conciencia de su humildad. De modoque la honestidad no es el opuesto de la deshonestidad.

Uno puede ser sincero en lo que respecta a la propiacreencia o al propio concepto, pero esa sinceridad engendraconflicto; y donde hay conflicto no puede haber honestidad.De modo que preguntamos: ¿Puede usted ser honesto consigomismo? “Usted mismo” es una mezcla de muchos movimientos que

se entrecruzan, unos dominando a los otros y raramentefluyendo juntos. Cuando todos estos movimientos fluyenjuntos, entonces hay honestidad. Por otra parte, está laseparación entre el consciente y el inconsciente, entre diosy el diablo; el pensamiento ha producido esta división y elconflicto que existe entre estas divisiones. La bondad notiene opuesto.

Con esta nueva comprensión de lo que es la honestidad,¿podemos proseguir con la investigación de lo que es eldiscernimiento? Esto es de suma importancia, porque tal vezsea el factor que pueda revolucionar nuestra acción yproducir una transformación en el cerebro mismo. Hemos dichoque nuestra vida se ha vuelto mecánica; el pasado, con todala experiencia acumulada y el conocimiento —que es elmanantial de donde brota el pensamiento— está dirigiendo ymoldeando toda nuestra acción. El pasado y el futuro estánrelacionados entre sí y son inseparables; y el proceso mismodel pensar se basa en esto. El pensamiento es siemprelimitado, finito; aunque pueda pretender que alcanza elcielo, ese mismo cielo está dentro del marco delpensamiento. La memoria es mensurable, como lo es el tiempo.Este movimiento del pensar jamás puede ser fresco, nuevo,original. Por tanto, la acción que se basa en el pensamientodebe estar siempre fragmentada, tiene que ser incompleta,contradictoria. Este movimiento total del pensar debe serprofundamente comprendido, con el relativo lugar que ocupaen las necesidades de la vida, en las cosas que deben serrecordadas. ¿Cuál es, entonces, la acción que no es unacontinuidad del recuerdo? Es el discernimiento.

El discernimiento (insight), tal como lo entendemos aquí, noes la cuidadosa deducción del pensar, el proceso analíticodel pensamiento o la naturaleza forzosamente temporal de lamemoria. El discernimiento es la percepción sin elpercibidor, la percepción instantánea. De estediscernimiento surge la acción. La explicación de cualquierproblema, si proviene de este discernimiento, es exacta,final y verdadera. No hay lamentaciones ni reacciones. Esabsoluta. No puede haber discernimiento sin la cualidad delamor. El discernimiento no es una cuestión intelectual para

ser debatida y patentada. Este amor es la forma más elevadade sensibilidad —cuando todos los sentidos están floreciendojuntos. Sin esta sensibilidad —no hacia los propios deseos,problemas y toda la insignificancia de la propia vidaparticular— el discernimiento es, obviamente, por completoimposible.

El discernimiento es holístico. Holístico implica lototal, la totalidad de la mente. La mente es toda laexperiencia de la humanidad, el vasto conocimiento acumuladocon sus destrezas técnicas, sus sufrimientos, su ansiedad,sus fatigas, su aflicción y su soledad. Pero eldiscernimiento está más allá de todo esto. Para que eldiscernimiento exista, es esencial que haya libertad conrespecto al dolor, a la aflicción, a la soledad. Eldiscernimiento no es un movimiento continuo; no puede sercapturado por el pensamiento. El discernimiento esinteligencia suprema, y esta inteligencia utiliza alpensamiento como una herramienta. El discernimiento esinteligencia con su amor y belleza. En realidad, soninseparables; de hecho son una sola cosa. Esa cosa es lototal —que es lo sagrado en su máxima expresión.

Primero de mayo de 1979

Después de todo, la escuela es un lugar donde uno aprende nosólo los conocimientos requeridos por la vida cotidiana,sino también el arte de vivir, con todas sus complejidades ysutilezas. Parecemos olvidar esto, y quedamos totalmentepresos en la superficialidad del conocimiento. Elconocimiento es siempre superficial y aprender el arte devivir no se cree necesario. El vivir no se considera unarte. Cuando uno deja la escuela, cesa de aprender ycontinúa viviendo de aquello que ha acumulado comoconocimiento. Jamás consideramos que la vida es un procesototal de aprender. Cuando observamos la vida, vemos que eldiario vivir es un movimiento y cambio constante, y nuestramente no es lo bastante veloz y sensible para seguir sussutilezas. Uno llega a ello con reacciones y fijaciones yahechas. ¿Puede evitarse eso en estas escuelas? Lo cual noquiere decir que se debe tener una mente ‘abierta’. Engeneral, la mente ‘abierta’ es como un tamiz que retienepoco o nada. Pero una mente que sea capaz de rápidapercepción y acción, si es necesaria. Es por eso que hemosestado investigando la cuestión del discernimiento con suacción instantánea. El discernimiento no deja la cicatrizdel recuerdo. La experiencia, tal como se entiende,generalmente deja su residuo como recuerdo, y uno actúadesde este residuo. En consecuencia, la acción fortalece elresiduo, y por eso es que la acción se vuelve mecánica. Eldiscernimiento no es una actividad mecánica. ¿Puede,entonces, enseñarse en la escuela que la vida cotidiana esun proceso constante de aprender y actuar en la relación sinque se fortalezca el residuo que es la memoria? Para casitodos nosotros, la cicatriz psicológica se vuelve algo desuma importancia, y perdemos la veloz corriente de la vida.

Ambos, el estudiante y el educador, viven en un estado deconfusión y desorden, tanto externa como internamente. Unopuede no advertir este hecho, y si lo advierte, rápidamentepone orden en las cosas exteriores, pero raramente se dacuenta uno de su confusión y desorden internos.

‘Dios’ es desorden. Considere los innumerables dioses que

el hombre ha inventado, o el dios único, el salvador único,y observe la confusión que todo esto ha creado en el mundo,las guerras que ha ocasionado, las innumerables divisiones,las creencias separativas, los símbolos y las imágenes. ¿Noes esto confusión y desorden? Nos hemos acostumbrado a ello,lo aceptamos sin dificultad. Debido a que nuestra vida estan tediosa, con su fastidio y sus angustias, buscamos elbienestar en los dioses que ha ideado el pensamiento. Esteha sido nuestro modo de vida por miles de años. Cadacivilización ha inventado sus dioses, y ellos han sido elorigen de grandes tiranías, guerras y destrucción. Losedificios de esos dioses pueden ser extraordinariamentehermosos, pero dentro de ellos están la oscuridad y elorigen de la confusión.

¿Puede uno dejar de lado a estos dioses? Debe hacerlo siha de considerar por qué la mente humana acepta el desordeny vive en él, tanto política como religiosa yeconómicamente. ¿Cuál es el origen de ese desorden, surealidad, no la razón teológica? ¿Puede uno descartar losconceptos acerca del desorden y hallarse libre parainvestigar la verdadera fuente diaria de nuestro desorden?No lo que el orden es, sino la naturaleza del desorden. Sólopodemos descubrir qué es el orden absoluto cuando hemosinvestigado cabalmente y a fondo el desorden y su origen.Estamos tan ansiosos por descubrir qué es el orden, somostan impacientes con el desorden que estamos dispuestos areprimirlo, pensando que de ese modo produciremos orden.Aquí no sólo nos preguntamos si puede haber orden absolutoen nuestra vida diaria; también nos preguntamos si puedeterminar esta confusión.

De modo que, en primer lugar, nos concierne el desorden ysu origen. ¿Cuál es ese origen? ¿Es el pensamiento? ¿Son losdeseos contradictorios? ¿Es el temor y la búsqueda deseguridad? ¿Es la constante exigencia de placer? ¿Es elpensamiento una de las fuentes o la razón principal deldesorden? Estas preguntas no la formula solamente quienescribe, sino que también usted se las hace; así que, porfavor, tenga esto presente todo el tiempo. Es usted quiendebe descubrir el origen del desorden, no que le digan cuál

es ese origen para después repetirlo verbalmente.El pensamiento, como ya lo señalamos es finito, limitado;

y todo lo que es limitado, por amplias que puedan ser susactividades, inevitablemente trae confusión. Lo limitado esdivisivo y, por tanto, es destructivo y causa desorden.Hemos examinado suficientemente la estructura y naturalezadel pensamiento, y tener un discernimiento directo en él esdarle su verdadero lugar, y así el pensamiento pierde suabrumador dominio.

¿Es el deseo —y los cambiantes objetos del deseo— una delas causas de nuestro desorden? Suprimir el deseo essuprimir toda sensación, lo cual implica paralizar la mente.Pensamos que éste es el modo más fácil y rápido de terminarcon el deseo, pero uno no puede suprimir el deseo; esdemasiado fuerte, demasiado sutil. Usted no puede asirlo ensu mano y retorcerlo según su voluntad —que es otro deseo.Hemos hablado del deseo en una carta anterior. El deseojamás puede ser suprimido ni transmutado. Siempre siguesiendo sensación y deseo, cualquier cosa que usted haga alrespecto. El deseo de iluminación y el deseo de dinero sonla misma cosa aunque los objetos varíen. ¿Puede uno vivirsin deseo? O para expresarlo de manera diferente; ¿Puedenlos sentidos hallarse supremamente activos sin queintervenga el deseo? Hay actividades sensorias tantopsicológicas como físicas. El cuerpo busca tibieza; comida,sexo; existe el dolor físico y así sucesivamente. Estassensaciones son naturales, pero cuando penetran en el campopsicológico, comienzan las dificultades. Y en eso radicanuestra confusión. Es importante que comprendamos esto, enespecial cuando somos jóvenes. Observar las sensacionesfísicas sin reprimirlas ni exagerarlas, y estar alerta,vigilar que ellas no se filtren dentro del reino psicológicointerior al que no pertenecen —en eso radica nuestradificultad. Todo el proceso ocurre tan rápidamente a causade que no vemos esto, de que no lo hemos comprendido, de quejamás hemos examinado realmente lo que en verdad sucede.

El reto recibe una respuesta sensoria inmediata. Estarespuesta es natural y no se encuentra bajo el dominio delpensamiento, del deseo. Nuestra dificultad comienza cuando

estas respuestas sensorias penetran en el reino psicológico.El reto puede ser una mujer o un hombre o algo agradable,apetitoso; o un bello jardín. La respuesta a esto essensación, y cuando esta sensación penetra en el campopsicológico, comienza el deseo; y el pensamiento con susimágenes busca la realización del deseo.

Nuestra pregunta es: ¿Cómo impedir que las naturalesreacciones físicas penetren en lo psicológico? ¿Es estoposible? Es posible únicamente cuando usted observa lanaturaleza del reto; cuando la observa con gran atención yvigila cuidadosamente las respuestas. Esta atención totalevitará que las reacciones físicas penetren en la psiquisinterna.

Nos concierne el deseo y la comprensión del deseo, no elfactor embrutecedor de la represión, el escape o lasublimación. Usted no puede vivir sin el deseo; cuando unotiene hambre, necesita comer. Pero comprender —que implicainvestigar— toda la actividad del deseo, es dar a éste sujusto lugar. De ese modo no será una fuente de desorden ennuestra vida cotidiana.

15 de mayo de 1979

Lo que el hombre le ha hecho al hombre no tiene límites. Loha torturado, lo ha quemado, lo ha matado, lo ha explotadode todas las maneras posibles —religiosa, política,económica. Esta ha sido la historia del hombre para con elhombre: el listo explota al tonto, al ignorante. Todas lasfilosofías son intelectuales y, por consiguiente, no son lototal; ellas han esclavizado al hombre. Han inventado lo quela sociedad ‘debería ser’, y han sacrificado al hombre a susconceptos; los ideales y los que se llaman pensadores handeshumanizado al hombre. La explotación de otro —hombre omujer— parece ser nuestro estilo de vida cotidiana. Nosutilizamos unos a otros y cada cual acepta esta utilización.De esta relación tan peculiar surge la dependencia con todasu desdicha, su confusión y la agonía que es inherente a ladependencia. Así de alevoso ha sido el hombre consigo mismoy con otros; ¿cómo puede, entonces, haber amor en estascircunstancias?

De modo que se vuelve muy importante para el educadorsentir la responsabilidad total en su relación personal, nosólo con el estudiante sino con toda la humanidad. Él es lahumanidad. Si no se siente responsable con respecto a símismo, será entonces incapaz de sentir esta pasión de laresponsabilidad total que es el amor. Usted, como educador,¿siente esta responsabilidad? Si no la siente, ¿por qué no?Usted puede sentirse responsable por su propia esposa, porsu esposo o sus hijos, y puede descuidar o no sentir ningunaresponsabilidad por otro. Pero si en sí mismo se sienteusted completamente responsable, no puede sino serresponsable por la totalidad del hombre.

Esta cuestión, el porqué no se siente usted responsablepor otro, es muy importante. La responsabilidad no es unareacción emocional, ni algo que uno se impone a sí mismo —elsentirse responsable. En tal caso ello se vuelve unaobligación, y la obligación ha perdido el perfume o labelleza de esa cualidad interna de responsabilidad total.Esto no es algo que usted puede invitar, como un principio ouna idea a la cual aferrarse, como el poseer una silla o un

reloj. Una madre puede sentirse responsable por su hijo,sentir que el hijo es una parte de su sangre y de su carne,y así entregar todo su cariño y atención a ese bebé poralgunos años. Este instinto maternal, ¿es responsabilidad?Este peculiar apego al hijo puede ser que lo hayamosheredado del animal primitivo. Existe en toda la naturaleza,desde el más diminuto pajarillo al majestuoso elefante. Nosestamos preguntando: ¿Es responsabilidad este instinto? Silo fuera, los padres se sentirían responsables por unacorrecta clase de educación, por un tipo totalmentediferente de sociedad. Verían que no hubiera guerras y queellos mismos florecieran en la bondad.

Parece, pues, que un ser humano no se interesa en verdadpor otro, sino que solamente está comprometido consigomismo. Este compromiso es irresponsabilidad total: laspropias emociones, los propios deseos personales, lospropios apegos —mi éxito, mi progreso. Todo estoinevitablemente engendrará crueldad, tanto obvia como sutil.¿Es éste el modo en que obra la verdadera responsabilidad?

En estas escuelas, el que da y el que recibe son ambosresponsables y, por tanto, jamás pueden complacerse en estapeculiar condición de separatividad egoísta, la que quizásea la verdadera raíz de degeneración de la mente total; esen esta mente total que nosotros estamos profundamenteinteresados. Esto no quiere decir que no haya relaciónpersonal con su afecto, su ternura, su estímulo yprotección. Pero cuando la relación personal adquiereextrema importancia y sólo es responsable por los pocos,entonces el mal ha comenzado; la realidad de esto esconocida por todos los seres humanos. Esta fragmentación enlas relaciones es el factor degenerativo de nuestra vida.Hemos dividido la relación: relación con lo personal, con ungrupo, con una nación, con determinados conceptos, y asísucesivamente. Aquello que está fragmentado jamás puedeabarcar lo total de la responsabilidad. Desde lo pequeñosiempre estamos tratando de capturar lo más grande. Lo‘mejor’ no es lo bueno, y todo nuestro pensamiento se basaen lo mejor, en lo más —mejor en los exámenes, mejoresempleos, mejor status, ideas más nobles.

Lo mejor es el resultado de la comparación. La mejorpintura, la mejor técnica, el músico más grande, el mástalentoso, lo más bello, lo más inteligente, todo depende deesta comparación. Raras veces miramos una pintura por símisma, o a un hombre o mujer por sí mismos. Siempre está ennosotros esa cualidad innata de la comparación. ¿Escomparación el amor? ¿Puede uno decir alguna vez que ama aesta persona más que a aquella? Cuando existe estacomparación, ¿es eso amor? Cuando existe este sentimiento delo más, que es medida, entonces está operando elpensamiento. El amor no es el movimiento del pensar. Estemedir es comparación. Durante toda nuestra vida se nosincita a comparar. Cuando en su escuela usted compara a Bcon A, los está destruyendo a ambos.

¿Es posible, entonces, educar sin sentido alguno decomparación? ¿Y por qué comparamos? Comparamos por la simplerazón de que el medir es el hábito de nuestro pensamiento yes nuestro estilo de vida. Se nos educa en esta corrupción.Lo mejor es siempre más noble que aquello ‘que es’, aquelloque realmente ocurre. La observación de lo que es, sincomparación, sin la medida, implica ir más allá de lo quees.

Cuando no hay comparación, hay integridad. No se trata deque usted sea fiel ‘a sí mismo’, lo cual es una forma demedida, sino que cuando no hay medida en absoluto, existeesta cualidad de lo total. La esencia del ego, del yo, es lamedida. Cuando se mide, hay fragmentación. Esto debecomprenderse a fondo, no como una idea sino como unarealidad. Cuando usted lee esta declaración, puedeconvertirla en una abstracción, como una idea o un concepto,y la abstracción es otra forma de medida. ‘Lo que es’ carecede medida. Por favor, ponga el corazón para comprender esto.Cuando usted haya captado su total significación, larelación que tiene con el estudiante y con su propiafamilia, se habrá convertido en algo por completo diferente.Y si usted pregunta si esa diferencia será ‘mejor’, entoncesse halla atrapado en el engranaje de la medida. En ese casoestá perdido. La diferencia la encontrará cuando realmenteponga esto a prueba. La misma palabra ‘diferencia’ implica

medida, pero nosotros estamos usando esa palabra nocomparativamente. Casi todas las palabras que empleamoscontienen este sentido de la medida; por eso las palabrasinfluyen en nuestras reacciones, y las reaccionesprofundizan el sentido de la comparación. La palabra y lareacción están relacionadas entre sí, y el arte radica en noestar condicionado por la palabra, lo que significa que ellenguaje no nos moldea. Use la palabra sin las reaccionespsicológicas a la misma.

Como dijimos, nos interesa comunicarnos con respecto a lanaturaleza de la degeneración de nuestras mentes y, porende, de nuestros modos de vida. El entusiasmo no es pasión.Uno puede ser entusiasta con respecto a algo un día, yperder ese entusiasmo al día siguiente. Puede estarentusiasmado con el juego de fútbol y perder interés cuandoya no le entretiene. Pero la pasión es por completodiferente. No contiene en sí intervalo alguno de tiempo.

Primero de junio de 1979

Por lo general, los padres tienen muy poco tiempo para sushijos, excepto cuando estos son bebés. Los mandan a lasescuelas locales o a los internados, o permiten que otroscuiden de ellos. Puede que no tengan tiempo ni la paciencianecesaria para educarlos en el hogar. Están ocupados con suspropios problemas. Por lo tanto, nuestras escuelas llegan aser el hogar de los niños, y los educadores se convierten enlos padres, con toda la responsabilidad que eso implica. Yahemos escrito acerca de esto antes, pero no está fuera delugar repetirlo: el hogar es el sitio donde hay ciertalibertad, un sentimiento de hallarse seguro, bien provisto yprotegido. ¿Sienten esto los niños en nuestras escuelas —quese les cuida esmeradamente, con muchísima consideración yafecto, que nos interesamos por su conducta, sus comidas,sus ropas y sus modales? Si es así, entonces la escuela sevuelve un lugar donde el estudiante siente que realmente seencuentra en su propia casa con todo lo que ello implica,que alrededor de él hay personas que se ocupan de susgustos, del modo en que habla, personas que lo cuidan tantofísica como psicológicamente, que le ayudan a liberarse desus heridas internas y su miedo. Esta es la responsabilidadde todos los maestros en estas escuelas —no de uno o dos.Toda la escuela existe para esto, para que haya unaatmósfera en la que tanto los educadores como losestudiantes estén floreciendo en bondad.

El educador necesita del ocio para aquietarse por símismo, para reunir la energía que ha sido gastada, paraestar atento a sus propios problemas personales yresolverlos, de modo que cuando se encuentra con losestudiantes nuevamente, no siga llevando consigo el rumor,el ruido de su confusión personal. Como antes lo hemosseñalado, cualquier problema que aparece en nuestras vidasdebe ser resuelto instantáneamente o tan pronto como seaposible, porque los problemas, cuando se arrastran de día endía, degradan la sensibilidad de la mente total. Estasensibilidad es esencial. La perdemos cuando estamosmeramente instruyendo al estudiante en una materia. Cuando

la materia se vuelve lo único importante la sensibilidad sedesvanece, y entonces usted realmente pierde contacto con elestudiante. En ese caso, el estudiante es meramente unreceptáculo para la información. En consecuencia, su mente yla del estudiante se vuelven mecánicas. Generalmente, somossensibles a nuestros propios problemas, a nuestros propiosdeseos y pensamientos, y raramente lo somos con respecto alos demás. Cuando estamos en constante contacto con losestudiantes, hay una tendencia a imponerles nuestras propiasimágenes o, si el estudiante tiene su fuerte imagen propia,existe un conflicto entre estas imágenes. Se vuelve, pues,muy importante que el educador deje estas imágenes en sucasa y se interese en las imágenes que los padres o lasociedad han impuesto en el estudiante, o en la imagen queel estudiante mismo ha creado. Es sólo en funcionamiento quela relación puede existir, y generalmente la relación entredos imágenes es ilusoria.

Los problemas físicos y psicológicos desgastan nuestraenergía. ¿Puede el educador estar físicamente seguro enestas escuelas, y con ello hallarse libre de problemaspsicológicos? Esto es realmente indispensable que secomprenda. Cuando no existe este sentimiento de seguridadfísica, la incertidumbre trae consigo desorden psicológico.Esto fomenta la pesadez de la mente, y entonces la pasiónque tan necesaria es en nuestra vida cotidiana se marchita,y su lugar es ocupado por el entusiasmo.

El entusiasmo es peligroso porque jamás es constante. Selevanta en una ola y desaparece. Esto se confunde con laseriedad. Usted puede ser entusiasta por algún tiempo enrelación con lo que está haciendo, puede afanarse, estaractivo, pero inherente en ello está la disipación. Estambién esencial que comprendamos esto, porque la mayoría delas relaciones son propensas a este desgaste.

La pasión es por completo diferente de la lujuria, delinterés o el entusiasmo. El interés en algo puede ser muyprofundo y usted puede utilizar ese interés para su provechoo para alcanzar poder, pero ese interés no es pasión. Elinterés puede ser estimulado por un objeto o por una idea.El interés es indulgencia consigo mismo. La pasión está

libre del sí mismo. El entusiasmo siempre lo es con respectoa algo. La pasión es una llama en sí misma. El entusiasmopuede ser despertado por otro, por algo exterior a usted. Lapasión es la suma de la energía que no es el resultado deninguna clase de estímulo. La pasión está más allá del yopersonal.

¿Tienen los maestros este sentimiento de pasión? Porque esde este sentimiento que surge la creación. Mientras enseñalas asignaturas, uno ha de encontrar nuevos modos detransmitir la información sin que esta información vuelvamecánica la mente. ¿Puede usted enseñar historia —que es lahistoria de la humanidad— no como la historia del indio, delinglés, del americano, etc., sino como la historia delhombre, que es global? Entonces la mente del educador estásiempre fresca, ansiosa de descubrir una forma por completodiferente de abordar la enseñanza. En esto el educador estáintensa y vitalmente activo, y esta actividad va acompañadapor la pasión.

¿Puede esto llevarse a cabo en todas nuestras escuelas? —porque estamos interesados en dar origen a una sociedaddiferente donde florezca la bondad, donde la mente no seamecánica. Esta es la verdadera educación. ¿Quieren ustedes,los educadores, asumir esta responsabilidad? En estaresponsabilidad descansa el florecimiento de la bondad,tanto en usted como en el estudiante. Nosotros somosresponsables por toda la humanidad —que son ustedes y elestudiante. Usted debe empezar por ahí y abarcar toda latierra. Puede ir muy lejos si empieza muy cerca. Y lo máspróximo son usted y su estudiante. Generalmente comenzamospor lo más lejano —el principio supremo, el más elevado delos ideales— y nos perdemos en algún nebuloso sueño delpensamiento imaginativo. Pero cuando usted comienza muycerca, con lo más próximo —que es usted mismo— entonces todoel mundo se halla abierto porque el mundo es usted; y elmundo que está más allá de usted es solamente naturaleza. Lanaturaleza no es imaginaria, es real; y lo que ocurre conusted ahora es real. Usted debe comenzar con lo real —con loque sucede ahora— y el ahora es intemporal.

15 de junio de 1979

Casi todos los seres humanos son egoístas. No sonconscientes de su propio egoísmo; es su estilo de vida. Y siuno se da cuenta de que es egoísta, lo encubre muycuidadosamente y lo adapta al patrón de la sociedad, que esesencialmente egoísta. La mente egoísta es muy astuta. O esbrutal y abiertamente egoísta o adopta múltiples formas. Siusted es un político, el egoísmo busca poder, status ypopularidad; se identifica con una idea, con una misión, ytodo ‘por el bien público’. Si usted es un tirano, elegoísmo se expresa en la dominación brutal. Si tieneinclinaciones religiosas, ese egoísmo toma la forma de laadoración, la devoción, la adhesión a determinada creencia oa algún dogma. También se expresa en la familia; el padrepersigue su propio egoísmo en todas las formas posibles desu vida, y así también lo hace la madre. La fama, laprosperidad, la buena apariencia personal, constituyen unabase para este oculto y rastrero movimiento del ego. Está enla estructura jerárquica del sacerdocio, por mucho que ellospuedan proclamar su amor a Dios, su adhesión a la imagen queellos mismos han creado de su deidad particular. Loscapitanes de la industria y el pobre oficinista, poseenambos esta inflativa y entorpecedora sensualidad del yo. Elmonje que ha renunciado a las costumbres mundanas, puedevagar por la faz del mundo o puede estar encerrado en algúnlejano monasterio, pero no ha abandonado este interminablemovimiento del yo. Ellos pueden cambiar sus nombres, ponersetúnicas o tomar votos de celibato o de silencio, pero ardencon algún ideal, alguna imagen, algún símbolo.

Lo mismo pasa con los científicos, con los filósofos y losprofesores en la universidad. El hacedor de obras benéficas,los santos y los gurús, el hombre o la mujer que trabajaninterminablemente por los pobres —todos intentan perderse así mismos en la labor que realizan, pero la labor formaparte de ellos; han transferido el egoísmo a sus obras. Esocomienza en la infancia y continúa en la vejez. La vanidaddel conocimiento, la hábil humildad del líder, la esposasometida y el marido dominador, todos padecen esta

enfermedad. El yo, el ego se identifica con el Estado, conlos inacabables grupos, ideas y causas, pero permanecesiendo lo mismo que era al principio.

Los seres humanos han intentado diversas prácticas,métodos, meditaciones para estar libres de este centro quecausa tanta desdicha y confusión pero que, como una sombra,jamás puede ser capturado. Está siempre ahí y se nos escapade entre los dedos, se desliza en nuestra mente. A veces sefortifica o se debilita según las circunstancias. Usted loarrincona aquí y él reaparece allá.

Uno se pregunta si el educador, que es responsable por unanueva generación, comprende no verbalmente qué cosa dañinaes el yo —cómo corrompe, cómo deforma, qué peligroso es ennuestra vida. El educador puede no saber cómo librarse deél, puede no advertir siquiera que está ahí, pero una vezque ha visto la naturaleza de ese movimiento del yo, ¿puedeél —o ella— comunicar sus sutilezas al estudiante? ¿Acaso noes su responsabilidad hacerlo? El discernimiento en losmodos de operar del yo, es mucho más importante que elaprendizaje académico. El conocimiento puede ser usado porel yo para su propia expansión, su agresividad, su crueldadinnata.

El egoísmo es el problema principal en nuestra vida. Elamoldarse, el imitar forman parte del yo, como lacompetencia y la despiadada condición del talento. Si eleducador en estas escuelas toma a pecho, seriamente estacuestión, y yo espero que lo haga, entonces, ¿cómo ayudaráal estudiante para que éste sea abnegado, no egoísta? Ustedpodrá decir que ése es un don de extraños dioses, odescartarlo como algo imposible. Pero si usted es serio —como uno debe serlo— y es totalmente responsable por elestudiante, ¿cómo procederá para liberar la mente de estasempiterna energía de descarga? Ese es el yo que ha causadotanto dolor. ¿No explicaría usted con sumo cuidado —queimplica afecto— y en palabras simples, cuáles son lasconsecuencias cuando él habla en estado de ira, o cuandogolpea a alguien, o cuando piensa en lo importante que éles? ¿No es posible explicarle que cuando insiste en, “estoes mío” o alardea, “lo hice yo”, o elude a causa del temor

una determinada acción, con eso está construyendo, ladrilloa ladrillo, un muro alrededor de sí mismo? ¿No es posible,cuando los deseos, las sensaciones dominan su pensarracional, señalarle que la sombra del yo está creciendo? ¿Noes posible decirle que donde está el yo, en cualquiera desus disfraces, no hay amor?

Pero el estudiante podría preguntarle al educador: “Usted,¿ha realizado todo esto, o está meramente jugando con laspalabras?” Esa pregunta podría, de por sí, despertar suinteligencia, y esa misma inteligencia le daría a usted elcorrecto sentimiento y las exactas palabras como respuesta.

Como educador usted no tiene status; es un ser humano contodos los problemas de la vida, igual que el estudiante. Enel momento que usted habla de status, está realmentedestruyendo la relación humana. El status implica poder, ycuando usted busca esto, consciente o inconscientemente,penetra en un mundo de crueldad. Tiene usted una granresponsabilidad, amigo mío, y si asume esta responsabilidadtotal —que es amor— entonces las raíces del yo handesaparecido. Esto no se está diciendo a modo de estímulo nipara hacerle sentir que esto debe hacerse, sino que, comotodos somos seres humanos y representamos a toda lahumanidad, somos total e íntegramente responsables, sea queescojamos serlo o no. Usted puede tratar de eludir estehecho, pero ese movimiento mismo es la acción del yo. Laclaridad de percepción es libertad con respecto al yo.

Primero de julio de 1979

El florecimiento de la bondad es la liberación de nuestraenergía total. No es el control o la represión de laenergía, sino más bien la libertad de esta vasta energía. Elpensamiento y la fragmentación de nuestros sentidos limitan,reducen esta energía. El propio pensamiento es esta energíamanipulándose a sí misma en un estrecho surco: el centro, elyo. La bondad sólo puede florecer cuando la energía estálibre, pero el pensamiento, por su propia naturaleza, halimitado dicha energía, y así es como tiene lugar lafragmentación de los sentidos. En consecuencia, están lossentidos, las sensaciones, los deseos y las imágenes que elpensamiento crea a causa del deseo. Todo esto es unafragmentación de la energía. ¿Puede este movimiento limitadoser consciente de sí mismo? O sea, ¿pueden los sentidos serconscientes de sí mismos? ¿Puede el deseo verse a sí mismosurgiendo desde los sentidos, desde la sensación de laimagen que ha creado el pensamiento? ¿Y puede éste darsecuenta de sí mismo, de su movimiento? ¿Puede el cuerpofísico en su totalidad tener conciencia de sí mismo?

Nosotros vivimos a través de nuestros sentidos. Uno deellos es habitualmente el que domina; el escuchar, el ver,el gustar parecen estar separados uno de otro, pero ¿es ésteun hecho? ¿O es que hemos dado a uno u otro una importanciamayor? —o más bien, ¿es el pensamiento el que ha otorgado auno u otro una mayor importancia? Uno puede escuchar unamagnífica música y deleitarse en ella, y no obstante puedeser insensible a otras cosas. Uno puede tener un paladar muysensible y ser completamente insensible a los delicadoscolores. Esto es fragmentación. Cuando cada fragmento sóloes consciente de sí mismo, entonces la fragmentación semantiene. De este modo la energía se divide.

Si esto es así, como parece serlo, ¿existe una percepciónno fragmentaria en la que participan todos los sentidos? Yel pensamiento forma parte de los sentidos. Esto implica lasiguiente pregunta: ¿Puede el cuerpo ser consciente de símismo? No quiere decir que usted sea consciente de sucuerpo, sino que el cuerpo mismo tenga conciencia de sí.

Esto es muy importante que se descubra. No puede serenseñado por otro, porque entonces es una información desegunda mano que el pensamiento está imponiéndose a símismo. Es usted quien debe descubrir si el organismo en sutotalidad, la entidad física, puede tener conciencia de símisma. Uno puede tener conciencia del movimiento de unbrazo, una pierna o la cabeza, y mediante ese movimientosentir que se da cuenta de la totalidad; pero nosotrospreguntamos: ¿Puede el cuerpo tener conciencia de sí mismosin que haya ningún movimiento? Es esencial que esto sedescubra, porque el pensamiento ha impuesto su norma alcuerpo —lo que piensa que es el ejercicio correcto, elalimento adecuado y así sucesivamente. Por lo tanto, existeel dominio del pensamiento sobre el organismo; consciente einconscientemente hay una lucha entre el pensamiento y elorganismo. De este modo el pensamiento está destruyendo lainteligencia natural del propio cuerpo. ¿Tiene el cuerpo, elorganismo físico, su inteligencia propia? La tiene cuandotodos los sentidos actúan juntos y en armonía, de manera talque no hay esfuerzo alguno, ni exigencias emocionales osensorias del deseo. Cuando uno tiene hambre, come, pero engeneral el gusto formado por el hábito, ordena lo que uno hade comer. Así es como ocurre la fragmentación. Sólo laarmonía entre todos los sentidos puede dar origen a uncuerpo sano, y esa armonía es la inteligencia del propiocuerpo. Lo que nos preguntamos es: La falta de armonía, ¿noproduce acaso el desgaste de la energía? ¿Puede despertarsela inteligencia propia del organismo, que ha sido sofocada odestruida por el pensamiento?

Los recuerdos ocasionan estragos en el cuerpo. El recuerdodel placer experimentado ayer, convierte al pensamiento enel amo del cuerpo. El cuerpo se vuelve entonces un esclavodel amo, y la inteligencia es negada. Por tanto, hayconflicto. Esta lucha puede expresarse como pereza, fatiga,indiferencia, o puede manifestarse en respuestas neuróticas.Cuando el cuerpo posee su propia inteligencia liberada delpensamiento —aunque el pensamiento forme parte de ella— estainteligencia vigilará su propio bienestar.

El placer, en sus formas más crudas o más educadas, domina

nuestra vida; y el placer es, esencialmente, un recuerdo —aquello que ha sido o aquello que se anticipa. El placernunca es el instante. Cuando el placer es negado, reprimidoo bloqueado, de esta frustración se originan actosneuróticos, como la violencia y el odio. Entonces el placerbusca otras formas y salidas; surgen la satisfacción y lainsatisfacción. Darse cuenta de todas estas actividades,tanto las físicas como las psicológicas, exige unaobservación del movimiento total de nuestra vida.

Cuando el cuerpo tiene conciencia de sí mismo, podemosentonces formularnos una nueva y tal vez más difícilpregunta: ¿Puede el pensamiento, que ha creado la totalidadde esta conciencia, darse cuenta de sí mismo? Casi todo eltiempo, el pensamiento domina al cuerpo, y así el cuerpopierde su vitalidad, su inteligencia, su propia energíaintrínseca, y como consecuencia de ello tiene reaccionesneuróticas. La inteligencia del cuerpo, ¿es diferente de lainteligencia total, la que sólo puede advenir cuando elpensamiento, dándose cuenta de su propia limitación,encuentra su exacto lugar?

Como dijéramos al comienzo de esta carta, el florecimientode la bondad puede darse sólo cuando hay liberación de laenergía total. En esta liberación no hay fricción alguna. Essolamente en esta suprema energía indivisa que existe eseflorecimiento. Esta inteligencia no es hija de la razón. Latotalidad de esta inteligencia es compasión.

La humanidad ha tratado de liberar esta inmensa energíamediante múltiples formas de control, a través de agotadorasdisciplinas, por el ayuno, por abnegaciones sacrificadorasofrecidas a algún principio o deidad, o manipulando estaenergía a través de diversos estados. Todo esto implicamanipulación del pensamiento hacia un fin deseado. Pero loque nosotros decimos es completamente contrario a todo esto.

¿Puede todo ello comunicarse al estudiante? Hacerlo esresponsabilidad del maestro.

15 de julio de 1979

El interés fundamental de estas escuelas es dar origen a unanueva generación de seres humanos que estén libres de laacción egocéntrica. Ninguno de los otros centroseducacionales se ocupa de esto, y es nuestraresponsabilidad, como educadores, crear una mente quecarezca de conflicto dentro de sí, y de este modo terminarcon la lucha y el conflicto que existen en el mundo que nosrodea. ¿Puede la mente, con su compleja estructura ymovimiento, liberarse de la red que ella misma ha urdido?Todo ser humano inteligente se pregunta si es posible ponerfin al conflicto entre hombre y hombre. Algunos haninvestigado esto muy profundamente, intelectualmente; otros,viendo lo irremediable de ello, se amargan, se vuelvencínicos, o esperan que algún agente externo los redima de supropio caos y miseria. Cuando nos preguntamos si la mentepuede librarse de la prisión que ella misma ha creado, ésano es una pregunta intelectual o retórica. Se formula contoda seriedad; es un reto al que usted tiene que responderno según su conveniencia o comodidad, sino de acuerdo con laprofundidad de ese reto. Tal respuesta no puede posponerse.

Un reto no consiste en preguntarse si ello es posible ono, si la mente es o no capaz de liberarse; el reto, si dealgún modo tiene valor, es inmediato e intenso. Pararesponder a él debe uno tener esa condición de intensidad einmediatez —debe sentirla. Cuando existe este intenso modode abordar el reto, entonces la pregunta tiene implicacionesinmensas. El reto está exigiendo de usted la más altaexcelencia, no sólo intelectualmente sino en cada facultadde su ser. Este reto no es exterior a usted. Por favor, nole atribuya una existencia externa —que equivale aconvertirlo en un concepto. Usted está exigiendo de sí mismola totalidad de su energía.

Esta misma exigencia barre con todo control, todacontradicción y cualquier oposición interna. Implica unaintegridad total, una completa armonía. Esta es la esenciade la acción no egocéntrica.

La mente con sus respuestas emocionales, con todas las

cosas que el pensamiento ha producido, es nuestraconciencia. Esta conciencia con su contenido, es laconciencia de todos los seres humanos; con modificaciones,no enteramente similar, diferente en matices y sutilezas,pero básicamente las raíces de su existencia son comunes atodos nosotros. Los científicos y los psicólogos estánexaminando esta conciencia, y los gurús juegan con ella parasus propios fines. Las personas serias examinan laconciencia como un concepto, como un proceso de laboratorio—las respuestas del cerebro, las ondas alfa, etc.— como algoexterior a ellas mismas. Pero nosotros no estamosinteresados en las teorías, en los conceptos, en las ideasacerca de la conciencia; lo que nos concierne es laactividad de esa conciencia en la vida cotidiana. En lacomprensión de estas actividades, de las respuestas diarias,los conflictos, tendremos una percepción directa en laestructura y naturaleza de nuestra propia conciencia. Comolo hemos señalado, la realidad básica de esta conciencia escomún a todos nosotros. No es su conciencia particular o lamía. La hemos heredado y la estamos modificando, haciendocambios aquí y allá, pero su movimiento básico es común atoda la humanidad.

Esta conciencia es nuestra mente con todos sus enredos delpensamiento —las emociones, las respuestas sensorias, elconocimiento acumulado, el sufrimiento, la angustia, laansiedad y la violencia. Nuestra conciencia es todo eso. Elcerebro es muy antiguo y está condicionado por siglos deevolución, por toda clase de experiencias, por las recientesacumulaciones del incrementado conocimiento. Todo esto es laconciencia actuando en cada instante de nuestra vida —larelación entre los seres humanos, con todos los placeres,los dolores, la confusión de los sentimientoscontradictorios y la gratificación del deseo con todas susangustias. Este es el movimiento de nuestra vida. Nosestamos preguntando, y ello debe encararse como un reto, sieste antiguo movimiento puede alguna vez finalizar —porquese ha vuelto una actividad mecánica, un estilo tradicionalde vida. En el final hay un comienzo, y sólo entonces no hayfinal ni comienzo.

La conciencia parece ser un asunto muy complejo, pero enrealidad es muy simple. El pensamiento ha creado todo elcontenido de nuestra conciencia —su seguridad, suincertidumbre, sus esperanzas y temores, la depresión y laexaltación, los ideales, las ilusiones. Una vez que esto secomprende bien a fondo —que el pensamiento es responsablepor todo el contenido de nuestra conciencia— entonces surgela pregunta inevitable: ¿Puede el pensamiento detenerse? Sehan hecho muchos intentos, religiosos y mecánicos, paraterminar con el pensamiento. La exigencia misma de terminarcon el pensamiento forma parte del movimiento del pensar. Lamisma búsqueda de una superconciencia sigue siendo la medidadel pensamiento. Los dioses, los rituales, toda la ilusiónemocional de las iglesias, los templos y las mezquitas consu maravillosa arquitectura, son aún el movimiento delpensar. Dios es colocado en el cielo por el pensamiento.

El pensamiento no ha hecho a la naturaleza. Esta es real.La silla también es real y está hecha por el pensamiento;todas las cosas que la tecnología ha creado son reales. Lasilusiones son aquello que elude lo real (lo que estáocurriendo ahora), pero las ilusiones se convierten en loreal porque vivimos de ellas.

El perro no está hecho por el pensamiento, pero lo quedeseamos que el perro sea, es el movimiento del pensar. Elpensamiento es medida. El pensamiento es tiempo. Latotalidad de esto es nuestra conciencia. La mente, elcerebro, los sentidos, forman parte de ella. Nosotros nospreguntamos: ¿Puede terminar ese movimiento? El pensamientoes la raíz de todo nuestro dolor, de toda nuestra fealdad.Lo que nosotros estamos requiriendo es el fin de todo ello —de las cosas que el pensamiento ha producido— no el fin delpensamiento mismo sino el fin de nuestra ansiedad, el fin dela angustia, del dolor, del poder, de la violencia. Con elfin de todo esto, el pensamiento encuentra su legítimo ylimitado lugar —el conocimiento de cada día y la memoria queuno debe tener. Cuando los contenidos de la conciencia, quehan sido creados por el pensamiento, ya no están másactivos, entonces existe un vasto espacio, y con ello laliberación de la inmensa energía que estaba limitada por la

conciencia. El amor se encuentra más allá de estaconciencia.

Primero de agosto de 1979

Interlocutor:Si me permite preguntarle: ¿Cuál considera usted que es

una de las cosas más importantes en la vida? Yo hereflexionado considerablemente sobre este tema, y observoque hay demasiadas cosas en la vida que parecen importantes.Quisiera formularle esta pregunta con toda seriedad.

Krishnamurti:Tal vez sea ése el arte de vivir. Estamos usando la

palabra en su sentido más amplio. Como la vida es tancompleja, siempre resulta bastante difícil y confuso tomarun aspecto y decir que es el más importante. La mismaelección, la cualidad de diferenciar, si puedo señalarlo,conduce a una confusión mayor. Si usted dice que esto es lomás importante, entonces relega los otros hechos de la vidaa una posición secundaria. O tomamos todo el movimiento dela vida como una unidad —lo cual se vuelve extremadamentedifícil para la mayoría— o tomamos un aspecto fundamental enel que todos los otros pueden ser incluidos. Si está ustedde acuerdo con esto, entonces podemos proseguir nuestrodiálogo.

Interlocutor:¿Quiere usted decir que un solo aspecto puede abarcar el

campo total de la vida? ¿Es eso posible?

Krishnamurti:Es posible. Examinemos eso muy despacio y con cierta

vacilación. En primer lugar, ambos debemos investigar y nollegar inmediatamente a alguna conclusión, la quegeneralmente es más bien superficial. Estamos explorandojuntos una faceta de la vida, y en la comprensión misma deella podemos cubrir todo el campo de la vida. Parainvestigar debemos estar libres de nuestros prejuicios, denuestras experiencias personales y conclusionespredeterminadas. Como buenos científicos debemos poseer unamente despejada de todo conocimiento que ya hemos acumulado.

Tenemos que llegar a ello como si fuera por la primera vez,y ésta es una de las necesidades en la exploración; laexploración no de una idea o de una serie de conceptosfilosóficos, sino de nuestras propias mentes. Y en esaexploración no ha de haber reacción alguna hacia lo que estásiendo observado. Esto es absolutamente indispensable; de locontrario su investigación está coloreada por sus propiostemores, esperanzas y placeres.

Interlocutor:¿No pide usted demasiado? ¿Es posible tener una mente

semejante?

Krishnamurti:El impulso mismo de investigar y su intensidad liberan la

mente de su coloración. Como dijimos, una de las cosas másimportantes es el arte de vivir. ¿Existe un modo de vivirnuestra vida cotidiana que sea por completo diferente de loque normalmente es? Todos conocemos el habitual. ¿Hay unamanera de vivir sin control alguno, sin ningún conflicto,sin una conformidad impuesta por la disciplina? ¿Cómo lodescubro? Sólo puedo descubrir cuando mi mente, en sutotalidad, se está enfrentando a lo que ocurre ahora. Estosignifica que solamente puedo descubrir qué implica vivirsin conflicto, cuando lo que ocurre ahora puede serobservado. Esta observación no es un asunto intelectual oemocional, sino la sutil, aguda y clara percepción en que noexiste dualidad alguna. Sólo existe el hecho real y nadamás.

Interlocutor:¿Qué entiende usted por dualidad en este caso?

Krishnamurti:Que no hay oposición ni contradicción en lo que ocurre. La

dualidad surge solamente cuando uno escapa de lo que es.Este escape crea el opuesto y así aparece el conflicto. Sóloexiste lo real y nada más.

Interlocutor:¿Lo que usted dice es que cuando se percibe algo que está

sucediendo ahora, la mente no debe intervenir en ello conasociaciones y reacciones?

Krishnamurti:Sí, eso es lo que queremos decir. Las asociaciones y

reacciones frente a lo que sucede, son el condicionamientode la mente. Este condicionamiento impide la observación delo que está ocurriendo ahora. Lo que está ocurriendo ahorase halla libre del tiempo. El tiempo es la evolución denuestro condicionamiento. Es la herencia del hombre, lacarga que no tiene comienzo. Cuando existe esta apasionadaobservación de lo que está ocurriendo, aquello que esobservado se disuelve en la nada. La observación de la iraque se manifiesta ahora, revela toda la estructura ynaturaleza de la violencia. Este discernimiento instantáneoes el fin de toda violencia. No es reemplazado por ningunaotra cosa, y en ello radica nuestra dificultad. Todosnuestros impulsos y deseos se dirigen a un propósitodeterminado. En ese propósito hay un sentimiento de ilusoriaseguridad.

Interlocutor:Para muchos de nosotros, la observación de la ira es

difícil, porque las emociones y reacciones parecen formarparte inextricable de esa ira. Uno no siente la ira sin lasasociaciones, sin el contenido.

Krishnamurti:La ira tiene tras de sí muchas historias. No es un mero

evento solitario. Tiene, como usted lo ha indicado, una grancantidad de asociaciones. Estas asociaciones mismas, con susemociones, impiden la verdadera observación. En la ira, elcontenido es la ira. La ira es el contenido; no son doscosas separadas. El contenido es el condicionamiento. En laapasionada observación de lo que realmente está sucediendo —o sea, las actividades del condicionamiento— se disuelven lanaturaleza y estructura del condicionamiento.

Interlocutor:¿Dice usted que cuando tiene lugar un evento, existe la

inmediata y veloz corriente de asociaciones en la mente? ¿Yque si uno ve esto tan pronto como ocurre, esa observaciónlo detiene instantáneamente y ella desaparece? ¿Es esto loque usted quiere decir?

Krishnamurti:Sí. Es realmente muy simple, tan simple que esa misma

simplicidad se le escapa a uno y, por tanto, no advierte unosu sutileza. Lo que nosotros decimos es que, cualquier cosaque esté ocurriendo —cuando usted pasea, habla, ‘medita’— elevento que tiene lugar es para ser observado. Cuando lamente divaga, la observación misma de ello termina con suparloteo. Por consiguiente, en ningún momento haydistracción.

Interlocutor:Parece como si estuviera usted afirmando que el contenido

del pensamiento no tiene esencialmente significado alguno enel arte de vivir.

Krishnamurti:Sí. Los recuerdos no tienen cabida en el arte de vivir. La

relación es el arte de vivir. Si hay recuerdos en larelación, eso no es relación. La relación es entre sereshumanos, no entre sus recuerdos. Son estos los que dividen,y así es como hay contienda, oposición entre el tú y el yo.En consecuencia, el pensamiento —que es recuerdo— no tienecabida alguna en la relación. Este es el arte de vivir.

La relación es con todas las cosas —con la naturaleza, lospájaros, las rocas, con todo lo que está alrededor y encimade nosotros, con las nubes, las estrellas y el cielo azul.Toda la existencia es relación. Sin relación no puede unovivir. Porque hemos corrompido la relación es que vivimos enuna sociedad que está degenerando.

El arte de vivir puede nacer solamente cuando elpensamiento no contamina el amor.

¿Puede el maestro en las escuelas estar totalmentededicado a este arte?

15 de agosto de 1979

El arte más grande es el arte de vivir, más grande que todaslas cosas que los seres humanos han creado con la mano o conla mente, más grande que todas las Escrituras y sus dioses.Es sólo a través de este arte de vivir que puede nacer unanueva cultura. Que esto ocurra, es la responsabilidad decada maestro, especialmente en estas escuelas. Este arte devivir puede surgir únicamente de la total libertad.

Esta libertad no es un ideal, una cosa que haya de sucedereventualmente. En la libertad, el primer paso es el últimopaso. Es el primer paso el que cuenta, no el último. Lo queusted hace ahora es mucho más esencial que lo que hace enalguna fecha futura. La vida es lo que está ocurriendo eneste instante, no en un instante imaginado, no lo que haconcebido el pensamiento. Por lo tanto, el primer paso queusted da ahora es el importante. Si ese paso es en ladirección correcta, entonces toda la vida se halla abiertapara usted. La dirección correcta no es en pos de un ideal,de un propósito determinado. Esa dirección es inseparable delo que está ocurriendo ahora. Esta no es una filosofía, unaserie de teorías. Es exactamente lo que la palabra filosofíasignifica —el amor por la verdad, el amor por la vida. No esalgo que uno aprende yendo a la universidad. Estamosaprendiendo acerca del arte de vivir en nuestra vidacotidiana.

Nosotros vivimos de palabras, y las palabras se vuelventambién nuestra prisión. Las palabras son necesarias paracomunicarse, pero la palabra jamás es la cosa. Lo real no esla palabra, pero la palabra se vuelve de máxima importanciacuando ha tomado el lugar de lo que es. Uno puede observareste fenómeno cuando la descripción se ha vuelto larealidad, en vez de la cosa misma —el símbolo que adoramos,la sombra que seguimos, la ilusión a que nos aferramos. Yasí las palabras, el lenguaje moldea nuestras reacciones. Ellenguaje llega a ser la fuerza impulsora, y nuestras mentesson moldeadas y controladas por la palabra. Las palabrasnación, Estado, Dios, familia, etcétera, nos envuelven contodas sus asociaciones, y de ese modo nuestras mentes se

vuelven esclavas de la presión que ejercen las palabras.

Interlocutor:¿Cómo puede evitarse eso?

Krishnamurti:La palabra nunca es la cosa. La palabra esposa nunca es la

persona, la palabra puerta nunca es la cosa. La palabraimpide la verdadera percepción de la cosa o persona, porquela palabra contiene múltiples asociaciones. Estasasociaciones, que en realidad son recuerdos, deforman nosólo la observación visual sino la psicológica. Las palabrasse vuelven entonces una barrera para el libre fluir de laobservación. Tome las palabras ‘Primer Ministro’ y‘amanuense’. Describen funciones, pero las palabras PrimerMinistro tienen una tremenda significación de poder, statuse importancia, mientras que la palabra amanuense tieneasociaciones de insignificancia, status mínimo y falta depoder. Así, la palabra le impide a usted mirar a ambos comoseres humanos. Hay en casi todos nosotros un esnobismoprofundamente arraigado, y ver lo que las palabras han hechoa nuestro pensar, estar perceptivamente alerta a ello sinopción alguna, es aprender el arte de la observación —observar sin las asociaciones.

Interlocutor:Comprendo lo que usted dice, pero insisto en que la

rapidez de la asociación es tan instantánea que la reaccióntiene lugar antes de que uno lo advierta. ¿Es posibleimpedir esto?

Krishnamurti:¿No es una pregunta equivocada? ¿Quién va a impedirlo?

¿Otro símbolo, otra palabra, otra idea? Si así es, entoncesuno no ha visto la significación total que tiene laesclavitud de la mente a la palabra, al lenguaje. Vea,nosotros empleamos las palabras emocionalmente; es una formade pensar emocional, aparte del uso de las palabrastecnológicas, como metros, números, que son exactas. En la

relación y actividad humanas, las emociones juegan un granpapel. El deseo es muy fuerte y es alimentado por elpensamiento que crea la imagen. La imagen es la palabra, esla representación mental que va tras de nuestro placer, denuestro deseo. Así, todo nuestro estilo de vida estámoldeado por la palabra y sus asociaciones. Ver este procesocompleto como una totalidad, es ver la verdad de cómo elpensamiento impide la percepción.

Interlocutor:¿Está usted diciendo que no existe un pensar sin palabras?

Krishnamurti:Sí, más o menos. Por favor, tenga bien presente que

estamos hablando del arte de vivir, que estamos aprendiendoacerca de él, no memorizando las palabras. Estamosaprendiendo: no nosotros enseñando y usted convirtiéndose enun tonto discípulo. Pregunta usted si existe un pensar sinpalabras. Esta es una pregunta muy importante. Todo nuestropensar se basa en la memoria, y la memoria se basa en laspalabras, en las imágenes, en símbolos, en representacionesmentales. Todo esto son palabras.

Interlocutor:Pero lo que uno recuerda no es una palabra, es una

experiencia, un suceso emocional, la imagen de una persona ode un lugar. La palabra es una asociación secundaria.

Krishnamurti:Estamos usando la palabra para describir todo esto.

Después de todo, la palabra es un símbolo para indicaraquello que ha sucedido o está sucediendo, para comunicar oevocar algo. ¿Hay un pensar sin todo este proceso? Sí, lohay, pero no debería ser llamado pensar. El pensar implicauna continuidad de la memoria, pero la percepción no es unaactividad del pensamiento. Es realmente una lúcidapenetración en la total naturaleza y movimiento de lapalabra, del símbolo, de la imagen y de sus implicacionesemocionales. Ver esto como una totalidad es dar a la palabra

su justo lugar.

Interlocutor:Pero, ¿qué significa ver la totalidad? Usted dice esto a

menudo. ¿Qué quiere decir con ello?

Krishnamurti:El pensamiento es divisivo porque en sí mismo es limitado.

Observar totalmente implica que no hay interferencia delpensamiento —observar sin el pasado como conocimiento quebloquee la observación. Entonces el observador está ausente,porque el observador es el pasado, es la naturaleza mismadel pensamiento.

Interlocutor:¿Usted nos pide que detengamos el pensamiento?

Krishnamurti:Si puedo señalarlo nuevamente, ésa es una pregunta

equivocada. Si el pensamiento se dice a sí mismo que debedetener el pensar, ello crea dualidad y conflicto. Este es,precisamente, el proceso divisivo del pensamiento. Si ustedcapta realmente la verdad de esto, entonces el pensar quedanaturalmente en suspenso. Entonces el pensamiento tiene supropio lugar limitado, y no se apodera de la extensión totalde la vida como ahora lo está haciendo.

Interlocutor:Señor, veo que se requiere una atención extraordinaria.

¿Puedo yo realmente tener esa atención, soy losuficientemente serio como para dedicar a esto la totalidadde mi energía?

Krishnamurti:¿Puede la energía ser en absoluto dividida? La energía que

se gasta en ganarse la subsistencia, en sostener unafamilia, y en ser lo bastante serio como para captar a fondolo que se está diciendo, todo eso es energía. Pero elpensamiento la divide, y así se gasta mucha energía en vivir

y muy poca en lo otro. Lo otro es el arte en que no existedivisión alguna. Es la totalidad de la vida.

Primero de septiembre de 1979

¿Por qué se nos educa? Tal vez nunca se haya formulado ustedesta pregunta, pero si lo hace, ¿cuál es su respuesta?Muchos motivos se exponen para la necesidad de que se noseduque, argumentos que son razonables, muy útiles ymundanos. La respuesta habitual es que se nos educa paraconseguir un empleo, para tener una carrera exitosa o paraque adquiramos destreza con nuestras manos o nuestra mente.Se pone un gran énfasis en la capacidad de la mente para queésta encuentre una buena y provechosa carrera. Si usted noes intelectualmente brillante, entonces se vuelve muyimportante que tenga habilidad con sus manos. La educaciónes necesaria, se dice, para sostener a la sociedad tal comoes, para que uno se adapte a un patrón puesto ahí por lo quellaman el orden establecido, sea éste tradicional oultramoderno. La mente educada tiene una gran capacidad parareunir información acerca de casi todos los temas —arte,ciencia, etc. Esta mente informada es escolástica,profesional, filosófica. Semejante erudición es muy elogiaday reverenciada. Esta educación, si es usted estudioso,inteligente, rápido en aprender, le asegurará un futurobrillante, dependiendo esa brillantez de su situación socialy del medio en que actúa. Si no es usted tan brillante enesta estructura educacional, llega a ser un jornalero, unobrero en la fábrica, o tiene que encontrar un lugar en losfondos de esta muy compleja sociedad. Este es generalmenteel modo en que opera nuestra educación.

¿Qué es la educación? Es esencialmente el arte deaprender, no sólo de los libros sino del movimiento total dela vida. La palabra impresa ha llegado a adquirirextremadísima importancia. Uno aprende lo que otras personaspiensan, las opiniones de esas personas, sus valores, susjuicios y una variedad de sus innumerables experiencias. Labiblioteca es más importante que el hombre que posee labiblioteca. El mismo es la biblioteca y supone que estáaprendiendo por la constante lectura. Esta acumulación deinformaciones como en una computadora, se considera unamente educada, sofisticada. Después están los que no leen en

absoluto, que son más bien desdeñosos con lo otro y sehallan absorbidos en sus propias y afirmativas experienciasegocéntricas.

Reconociendo todo esto, ¿cuál es la función de una menteholística? Por mente entendemos todas las respuestas de lossentidos, las emociones —que son por completo diferentes delamor— y la capacidad intelectual. En la actualidadconcedemos una importancia fantástica al intelecto.Entendemos por intelecto la capacidad de razonarlógicamente, con cordura o sin ella, objetiva opersonalmente. Es el intelecto con su movimiento del pensarel que produce la fragmentación de nuestra condición humana.Es el intelecto que el ha dividido al mundolingüísticamente, nacionalmente, religiosamente —ha separadoal hombre del hombre. El intelecto es el factor central dela degeneración del hombre en todo el mundo, porque elintelecto es sólo una parte de la condición y capacidadhumanas. Cuando la parte es exaltada, cuando se encomia y sele rinden honores, cuando asume una importancia extrema,entonces nuestra vida, que es relación, acción, conducta, sevuelve contradictoria, hipócrita, y aparecen la ansiedad yla culpa. El intelecto tiene su lugar, como en la ciencia,pero el hombre ha utilizado el conocimiento científico nosólo para su propio beneficio sino para producirinstrumentos de guerra y de polución terrestre. El intelectopuede percibir sus propias actividades que originandegeneración, pero es completamente incapaz de poner fin asu propia decadencia porque él es, esencialmente, tan sólouna parte.

Como dijimos, la educación es la esencia del aprender.Aprender acerca de la naturaleza del intelecto, de sudominación, de sus actividades, de sus vastas capacidades ysu poder destructivo —todo eso es la educación. Aprender lanaturaleza del pensamiento, que es el movimiento mismo delintelecto, aprenderla no de un libro sino del mundo que auno lo rodea —aprender lo que exactamente está ocurriendo,sin teorías ni prejuicios ni valores, eso es la educación.Los libros son importantes, pero mucho más importante esaprender el libro, la historia de uno mismo, porque uno es

toda la humanidad. Leer ese libro es el arte de aprender.Está todo ahí, las instituciones, las presiones que ejercen,las doctrinas e imposiciones religiosas con sus creencias ysu crueldad. La estructura social de todas las sociedades esla relación entre los seres humanos con su codicia, susambiciones, su violencia, sus placeres, sus ansiedades. Estátodo ahí si uno sabe cómo mirar. El mirar no es haciaadentro. El libro no está ahí afuera ni oculto dentro deusted; está alrededor de usted —usted forma parte de eselibro. El libro le cuenta la historia del ser humano y ha deser leído en sus relaciones, en sus conceptos y valores. Ellibro es el núcleo mismo de su ser, y el aprender consisteen leer ese libro con exquisito cuidado. El libro le cuentala historia del pasado, cómo el pasado moldea su mente, sucorazón y sus sentidos. El pasado moldea el presentemodificándose conforme al reto del momento. Y en eseinacabable movimiento del tiempo están atrapados los sereshumanos. Este es el condicionamiento del hombre. Estecondicionamiento ha sido la eterna carga del hombre, lacarga de usted y la de su hermano.

Los filósofos, los teólogos, los santos, han aceptado estecondicionamiento, han permitido su aceptación,aprovechándose al máximo de ello; o han ofrecido escapeshacia fantasías de experiencias místicas, de dioses ycielos. La educación es el arte de aprender acerca de estecondicionamiento y aprender la manera de salir de él, lamanera de liberarse de esta carga. Existe una salida que noes un escape, el cual no acepta las cosas como son. Lasalida no consiste en evitar el condicionamiento ni enreprimirlo. La salida es la disolución del condicionamiento.

Cuando usted lee esto o cuando lo oye, dé se cuenta siestá escuchando o leyendo con la capacidad verbal delintelecto o con la cuidadosa solicitud de la atención.Cuando existe esta atención total, no hay pasado, sino sólola pura observación de lo que realmente está ocurriendo.

15 de septiembre de 1979

Uno es propenso, como educador, a olvidar o descuidar laresponsabilidad que tiene de dar origen a una nuevageneración de seres humanos que psicológicamente,internamente, estén libres de desdichas, ansiedades ytormentos. Es una responsabilidad sagrada, y no puede serdesechada por las propias ambiciones, el status o el poder.Si el educador siente tal responsabilidad —la inmensidad deella, la profundidad y belleza de esa responsabilidad—encontrará la capacidad para enseñar y para alimentar supropia energía. Esto exige una gran diligencia, no unesfuerzo periódico fortuito, y entonces la profundaresponsabilidad habrá de encender el fuego que lo sostendrácomo un ser humano total y un gran maestro. Como el mundoestá degenerando rápidamente, tiene que haber en todas estasescuelas un grupo de maestros y estudiantes dedicados aproducir una transformación radical de los seres humanosmediante una verdadera educación. La palabra ‘verdadera’ noes materia de opinión, evaluación o algún concepto inventadopor el intelecto. La palabra ‘verdadera’ denota acción totalen que cesa todo motivo que se base en el interés egoísta.La propia responsabilidad dominante, el interés no sólo delmaestro sino también del estudiante, es el factor queexpulsa los problemas que se perpetúan a sí mismos. Porinmadura que la mente sea, una vez que usted acepta estaresponsabilidad, esa misma aceptación da origen alflorecimiento de la mente. Este florecimiento se da en larelación entre el estudiante y el educador, no es unacuestión unilateral. Cuando usted lea esto, por favor,préstele su total atención y sienta la urgencia de estaresponsabilidad, siéntala intensamente. Tenga la bondad deno convertir esto en una abstracción, en una idea; mientraslo lee, observe más bien el hecho real, lo queverdaderamente ocurre.

Casi todos los seres humanos desean en sus vidas poder yriqueza. Cuando hay riqueza, existe cierta sensación delibertad y se persigue el placer. El deseo de poder pareceser un instinto que se expresa de muchos modos. Está en elgurú, en el sacerdote, en la esposa o el marido, o en unmuchacho con respecto a otro. Este deseo de dominar o de

someter es una de las condiciones del hombre, probablementeheredada del animal. Esta agresividad y el sometimiento aella, pervierten toda relación a lo largo de la vida. Estaha sido la norma desde el principio de los tiempos. Elhombre ha aceptado esto como un natural estilo de vida, contodos los conflictos y desdichas que trae consigo.

Básicamente, en ello se encuentra involucrada la medida —el más y el menos, lo mayor y lo menor— que en esenciaimplican comparación. Uno siempre está comparándose conotro, comparando una pintura con otra; hay comparación entreel poder más grande y el más pequeño, entre el tímido y elagresivo. Ello comienza casi al nacer y continúa a lo largode toda la vida —este constante medir el poder, la posición,la riqueza. Esto se fomenta en las escuelas, colegios yuniversidades. Todo su sistema de calificar consiste en estaevaluación comparativa del conocimiento. Cuando A escomparado con B, que es inteligente, brillante, agresivo,esa comparación misma destruye a A. Esta destrucción toma laforma de la competencia, de la imitación y conformación alos patrones establecidos por B. Ello engendra, consciente oinconscientemente, antagonismo, celos, ansiedad e inclusomiedo, y termina por volverse la condición en la que A vivepor el resto de su vida, siempre midiendo, siemprecomparando psicológica y físicamente.

Esta comparación es uno de los muchos aspectos de laviolencia. La palabra ‘más’ es siempre comparativa, igualque la palabra ‘mejor’. La pregunta es: ¿Puede el educadordejar de lado en la enseñanza toda comparación, toda medida?¿Puede tomar al estudiante como es, no como debería ser, sinemitir juicios basados en evaluaciones comparativas? Es sólocuando hay comparación entre uno al que llaman inteligente yotro al que llaman torpe, que existe una cualidad como latorpeza. El idiota, ¿es un idiota a causa de la comparación,o debido a que es incapaz de desarrollar ciertasactividades? Establecemos determinados patrones que se basanen la medida, y a aquellos que no están a la altura dedichos patrones, los consideramos deficientes. Cuando eleducador descarta la comparación y la medida, entonces seinteresa por el estudiante tal como es, y su relación con él

es directa y por completo diferente. Esto es realmente muyimportante que se comprenda. El amor no es comparativo,carece de medida. La comparación y la medida son recursosdel intelecto, que es divisivo. Cuando esto se comprendebásicamente —no el significado verbal sino la verdad factualde ello— la relación del maestro con el estudianteexperimenta un cambio radical. Las últimas pruebas del medirson los exámenes con su temor y sus ansiedades que afectanprofundamente la vida futura del estudiante. Toda laatmósfera de una escuela experimenta una transformacióncuando no existe sentido alguno de comparación, decompetencia.

Primero de octubre de 1979

Una de las peculiaridades de los seres humanos es la decultivar valores. Desde la infancia se nos incita aestablecer para nosotros mismos ciertos valoresprofundamente arraigados. Cada persona tiene sus propiosdesignios y propósitos perdurables. Naturalmente, losvalores de uno difieren de los del otro. Se cultivan sea porel deseo o por el intelecto. Pueden ser ilusorios,confortables, consoladores o factuales. Estos valores,obviamente, fomentan la división entre hombre y hombre; losvalores son nobles o innobles conforme a los propiosprejuicios e intenciones. Sin que enumeremos los diversostipos de valores, ¿por qué los seres humanos tienen esosvalores y cuáles son sus consecuencias? La raíz etimológicade la palabra valor es fortaleza. La fortaleza no es unvalor. Se vuelve un valor cuando es el opuesto de ladebilidad. La fortaleza —no de carácter, que es un resultadode la presión social— es la esencia de la claridad. El claropensar es un pensar sin ideas preconcebidas, sin prejuicios;es una observación sin distorsión alguna. La fortaleza ovalor no es una cosa para ser cultivada como uno cultivaríauna planta o una nueva especie. No es un resultado. Unresultado tiene una causa, y cuando existe una causa, elloindica una debilidad; las consecuencias de la debilidad sonla resistencia o la complacencia. La claridad no tienecausa. La claridad no es ni un efecto ni un resultado; es lapara observación del pensamiento y de su actividad total.Esta claridad es fortaleza.

Si esto se comprende claramente, ¿por qué, entonces, losseres humanos han proyectado valores? ¿Es para que estos lesproporcionen una guía en la vida cotidiana? ¿Es para que lesden un propósito, pues de lo contrario la vida se vuelveinsegura, vaga y carece por completo de dirección? Pero ladirección la establecen el intelecto o el deseo y, portanto, la dirección misma se vuelve una distorsión. Estasdistorsiones varían de un hombre a otro, y el hombre seaferra a ellas en el inquieto océano de la confusión. Unopuede observar las consecuencias de tener valores: estos

separan al hombre del hombre y colocan a un ser humanocontra otro. Al extenderse, esto conduce a la miseria, a laviolencia y, por último, a la guerra.

Los ideales son valores. Los ideales de cualquier tipo sonuna serie de valores —nacionales, religiosos, colectivos,personales— y uno puede observar cuáles son lasconsecuencias de estos ideales a medida que ellos ocupan sulugar en el mundo. Cuando uno ve la verdad de esto, la mentese libera de todos los valores; y para una mente así sóloexiste la claridad. Una mente que desea una experiencia o seaferra a ella, está persiguiendo la falsedad del valor, yasí se vuelve particular, reservada y divisiva.

Como educador, ¿puede usted explicar esto a un estudiante?¿Explicarle que no debe tener valores de ninguna clase sinovivir con claridad —la cual no es un valor? Ello puedelograrse cuando el propio educador ha sentido profundamentela verdad de esto. Si no, todo se vuelve meramente unaexplicación verbal sin ninguna significación profunda. Estoha de ser transmitido no sólo a los estudiantes de mayoredad sino a los muy jóvenes. Los estudiantes mayores yaestán fuertemente condicionados por la presión de lasociedad y por la que ejercen los padres con sus propiosvalores; o son ellos mismos los que han proyectado susmetas, que se convierten en su prisión. Con los muy jóvenes,lo más importante es ayudarles a que ellos mismos se liberende presiones y problemas psicológicos. Actualmente, a losmuy jóvenes se les enseña complicados problemasintelectuales; sus estudios se vuelven más y más técnicos;se les provee de más y más información abstracta; múltiplesformas de conocimiento se imponen a sus cerebroscondicionándolos de ese modo desde la infancia misma.Mientras que lo que a nosotros nos interesa es ayudar a losmuy jóvenes a no tener problemas psicológicos, a estarlibres de temor, ansiedad, crueldad, a que sean solícitos, aque tengan generosidad y afecto. Esto es mucho másimportante que la imposición de conocimientos a sus jóvenesmentes. Lo cual no significa que el niño no deba aprender aleer, a escribir, etcétera, pero el acento ha de ser puestoen la libertad psicológica en lugar de ponerlo en la

adquisición de conocimientos, aunque estos sean necesarios.Esta libertad no significa que el niño haga lo que leplazca, sino que implica ayudarle a que comprenda lanaturaleza de sus reacciones, de sus deseos.

Esto requiere muchísima claridad de discernimiento porparte del maestro. Después de todo, usted quiere que elestudiante sea un ser humano completo sin ninguna clase deproblemas psicológicos; de lo contrario, él dará un mal usoa cualquier conocimiento que se le imparta. Nuestraeducación actual consiste en vivir dentro de lo conocido y,de ese modo, ser un esclavo del pasado con todas sustradiciones, recuerdos, experiencias. Nuestra vida es de loconocido a lo conocido, y así jamás estamos libres de loconocido. Si uno vive constantemente en lo conocido, noexiste nada nuevo, nada original, nada que no estécontaminado por el pensamiento. El pensamiento es loconocido. Si nuestra educación es la constante acumulaciónde lo conocido, entonces nuestras mentes y corazones sevuelven mecánicos sin esa inmensa vitalidad de lodesconocido. Lo que tiene continuidad es conocimiento y esperpetuamente limitado. Y lo que es limitado debe crearproblemas perpetuamente. El cese de la continuidad —lacontinuidad es tiempo— es el florecimiento de lo intemporal.

15 de octubre de 1979

Los maestros o educadores son seres humanos. Su función esla de ayudar al estudiante a aprender, no solamente ésta oaquella materia, sino a ayudarle a que comprenda la totalactividad del aprender; ayudarle no sólo a reunirinformación sobre diversas materias sino, principalmente, aconvertirse en un ser humano completo. Estas escuelas no sonmeramente centros de aprendizaje sino que deben ser centrosde bondad y han de dar origen a una mente religiosa.

Por todo el mundo, los seres humanos están degenerando enmayor o menor medida. Cuando el placer, personal ocolectivo, se vuelve el interés dominante en la vida —elplacer del sexo, el placer de afirmar la voluntad de uno, elplacer de la excitación, el placer del interés propio, elplacer del poder y el status, la insistente demanda internade ver realizados los propios placeres —cuando ése es elinterés que domina en la vida, hay degeneración. Cuando laresponsabilidad ha perdido su significación total, cuando nohay solicitud por el otro, ni por la tierra y las cosas delmar, esta desatención por los cielos y la tierra es otraforma de degeneración. Cuando hay hipocresía en las altasesferas, cuando hay deshonestidad en el comercio, cuando lasmentiras forman parte del hablar cotidiano, cuando haytiranía de los pocos, cuando solamente las cosas predominan,hay una traición a toda la vida. Entonces el matar seconvierte en el único lenguaje de la vida. Cuando el amor setoma como placer, el hombre se ha separado de la belleza ysantidad de la vida.

El placer es siempre personal, es un proceso aislador.Aunque uno piense que el placer es algo que se comparte conotro, en realidad, a través de la gratificación, es unaacción separativa y aislante del ego, del yo. Cuanto mayores el placer, tanto mayor es el fortalecimiento del yo.Cuando existe la persecución del placer, los seres humanosse están explotando unos a otros. Si el placer se vuelvedominante en nuestra vida, la relación es explotada paraeste propósito y, en consecuencia, no hay una verdaderarelación con otro. La relación se vuelve entonces un

comercio. El impulso de la realización se basa en el placer,y cuando ese placer es negado o no encuentra medios deexpresarse, entonces hay ira, cinismo, odio o amargura. Estaincesante persecución del placer es, realmente, demencia.

¿No indica todo esto que el hombre, a pesar de su vastoconocimiento, de sus extraordinarias capacidades, de laenergía que lo impulsa, de su acción agresiva, está endecadencia? Esto es evidente en todo el mundo —estecalculado egocentrismo con sus miedos, placeres yansiedades.

¿Cuál es, entonces, la responsabilidad total de estasescuelas? Ciertamente, ellas deben ser centros en los que seaprenda un modo de vivir que no esté basado en el placer, enlas actividades egoístas, sino en la comprensión de laacción correcta, de la profundidad y belleza de la relación,y del carácter sagrado de una vida religiosa. Cuando elmundo que nos rodea es tan completamente destructivo ycarente de significación, estas escuelas, estos centrosdeben convertirse en lugares de luz y sabiduría. Que elloocurra, es responsabilidad de quienes están a cargo de estoslugares.

Como esto es urgente, no tienen sentido las excusas. O loscentros son como una roca alrededor de la cual fluyen lasaguas de la destrucción, o ellos marchan con la corrientedel deterioro. Estos lugares existen para la iluminación delhombre.

Primero de noviembre de 1979

En un mundo donde la humanidad se siente amenazada porrevueltas sociales, superpoblación, guerras, aterradoraviolencia e insensibilidad, cada ser humano está más quenunca interesado en su propia supervivencia.

La supervivencia ha significado vivir cuerdamente,dichosamente, sin grandes presiones o tensiones. Pero cadauno de nosotros traduce la supervivencia conforme a supropio concepto individual. El idealista proyecta un estilode vida que no es real; los teóricos, sean marxistas,religiosos o de cualquier otro tipo peculiar de persuasión,han impuesto patrones de supervivencia; los nacionalistasconsideran posible la supervivencia únicamente en un grupo ocomunidad particular. Estas diferencias ideológicas, estosideales y creencias, son las raíces de una división que estáimpidiendo la supervivencia humana.

Los hombres quieren sobrevivir de un modo determinado,acorde con sus estrechas respuestas, con sus placeresinmediatos, con alguna creencia, con algún salvadorreligioso, profeta o santo. Ninguna de estas cosas puede, enmodo alguno, traer seguridad, porque en sí mismas sondivisivas, exclusivas, limitadas. Vivir en la esperanza desobrevivir conforme a la tradición, por antigua o modernaque sea, no tiene ningún sentido. Las soluciones parcialesde cualquier tipo —científico, religioso, político,económico— ya no pueden asegurar más a la humanidad susupervivencia. El hombre ha estado ocupándose de su propiasupervivencia individual, con su familia, con su grupo, sunación tribal, y a causa de que todo esto es divisivo, elloamenaza su verdadera supervivencia. Las modernas divisionesde las nacionalidades, del color, de la cultura, de lareligión, son la causa de la incertidumbre que el hombretiene con respecto a sus posibilidades de sobrevivir. En laconfusión del mundo de hoy, la inseguridad ha hecho que elhombre se vuelva hacia la autoridad —hacia el experto enpolítica, religión o economía. El especialista esinevitablemente un peligro, porque su respuesta debe porfuerza ser siempre parcial, limitada. El hombre ya no es un

ser individual, ya no está separado. Lo que afecta a lospocos, afecta a toda la humanidad. No hay forma de eludir elproblema, no hay escape. Uno ya no puede aislarse de latotalidad humana.

Hemos formulado el problema, la causa, y ahora tenemos queencontrar la solución. Esta solución no debe depender deninguna clase de presiones —sociológicas, religiosas,económicas, políticas— ni de organización alguna. Nopodremos sobrevivir si sólo nos interesa nuestra propiasupervivencia. Hoy día todos los seres humanos del mundoestán relacionados entre sí. Lo que sucede en un país afectaa otros. El hombre se ha considerado a sí mismo como unindividuo separado de otros, pero psicológicamente, un serhumano es inseparable del total de la humanidad.

No existe la supervivencia psicológica. Cuando tenemoseste deseo de sobrevivir o de realizarnos, estamos creandopsicológicamente una situación que no sólo separa sino quees totalmente irreal. Uno no puede estar psicológicamenteseparado de otro. Y este deseo de estar separadopsicológicamente, es la verdadera fuente del peligro y de ladestrucción. Cada persona que se afirma a sí misma, estáamenazando su propia existencia.

Cuando se ve y se comprende la verdad de esto, laresponsabilidad del hombre experimenta un cambio radical, nosólo con respecto a su ambiente inmediato sino hacia todaslas cosas vivientes. Esta responsabilidad total escompasión. Esta compasión actúa a través de la inteligencia.Esta inteligencia no es parcial, individual, separada. Lacompasión nunca es parcial. La compasión es lo sagrado detodas las cosas vivientes.

15 de noviembre de 1979

Debemos considerar muy seriamente, no sólo en estas escuelassino también como seres humanos, la capacidad de trabajarjuntos; trabajar junto con la naturaleza, con las cosasvivientes de la tierra, y también con otros seres humanos.Como seres sociales, sólo existimos para nosotros mismos.Nuestras leyes, nuestros gobiernos, todas nuestrasreligiones ponen el énfasis en la condición separada delhombre, la cual durante siglos se ha desarrollado como unaacción del hombre contra el hombre. Se está volviendo más ymás importante, si hemos de sobrevivir, que haya un espíritude cooperación con el universo, con todas las cosas en elmar y la tierra.

Uno puede ver en todas las estructuras sociales eldestructivo efecto que está teniendo la fragmentación —unanación contra otra nación, un grupo contra otro grupo, unafamilia contra otra, un individuo contra otro. Es lo mismoreligiosamente, socialmente y económicamente. Cada cual estáluchando por y para sí mismo, para su clase o su interésparticular en la comunidad. Esta división de las creencias,de los ideales, conclusiones y prejuicios, está impidiendoque florezca el espíritu de cooperación. Somos sereshumanos, no entidades tribales exclusivas, separadas. Somosseres humanos prisioneros de conclusiones, teorías ycreencias. Somos criaturas vivientes, no etiquetas. Esnuestra circunstancia humana la que nos hace buscar comida,ropa y albergue a expensas de otros. Nuestro mismo pensar esseparativo, y toda acción que brota de este pensamientolimitado, tiene que impedir la cooperación. La estructuraeconómica y social, tal como es ahora —incluidas lasreligiones organizadas— intensifica el exclusivismo, laseparación. Esta falta de cooperación origina finalmente lasguerras y la destrucción del hombre. Es sólo durante lascrisis o los desastres, que parecemos reunirnos, y cuandoestos han pasado estamos de vuelta en nuestra viejacondición. Al parecer, somos incapaces de vivir y trabajarjuntos armoniosamente.

¿Es que nuestro cerebro, que es el centro de nuestro

pensamiento, de nuestro sentimiento, desde tiempos antiguosy a través de la necesidad, se ha condicionado para buscarsu propia supervivencia personal y por ello se hadesarrollado este proceso aislante y agresivo? ¿Es porqueeste proceso aislante se identifica con la familia, con latribu, y se convierte en el glorificado nacionalismo? ¿Noestá todo aislamiento vinculado a una necesidad deidentificación y realización? ¿Acaso la importancia del ‘símismo’ no ha sido cultivada a través de la evolución,oponiendo el yo y el tú, el nosotros y el ellos? ¿No hanpuesto todas las religiones énfasis en la salvaciónpersonal, la iluminación personal, el logro personal, tantoen lo religioso como en lo mundano? ¿Se ha vuelto imposiblela cooperación porque hemos dado tal importancia al talento,a la especialización, a la realización, al éxito —todo locual recalca la condición separada? ¿Es porque lacooperación humana se ha centrado en algún tipo de autoridadgubernamental o religiosa, en torno a alguna ideología oconclusión, las cuales producen inevitablemente su propioopuesto destructivo?

¿Qué significa cooperar —no la palabra sino el espíritu deello? Usted no puede cooperar con otro, con la tierra y susmares a menos que internamente tenga usted armonía, a menosque no esté fragmentado, que no sea contradictorio; no puedecooperar si usted mismo está tenso, bajo presión, enconflicto. ¿Cómo puede usted cooperar con el universo sisólo se interesa en sí mismo, en sus problemas, en susambiciones? No puede haber cooperación si todas susactividades son egocéntricas, si sólo se ocupa usted de símismo, de sus propios deseos y placeres secretos. En tantoel intelecto con sus pensamientos domine todas sus acciones,es obvio que no puede haber cooperación, porque elpensamiento es parcial, estrecho y perpetuamente divisivo.La cooperación exige una gran honestidad. La honestidad notiene motivo. La honestidad no es algún ideal, algunacreencia o fe. La honestidad es claridad —la clarapercepción de las cosas tal como son. La percepción esatención. Esa misma atención proyecta luz, con toda suenergía, sobre aquello que está siendo observado. Esta luz

de la percepción causa una transformación de la cosaobservada. No hay sistema por el cual usted aprenda acooperar. Ello no puede ser estructurado y clasificado. Lapropia naturaleza de la cooperación requiere que haya amor,y ese amor no es mensurable, porque cuando usted compara —elcomparar es la esencia del medió ha intervenido elpensamiento. Donde está el pensamiento, no está el amor.

Ahora bien; ¿puede esto ser transmitido al estudiante, ypuede en estas escuelas existir cooperación entre loseducadores? Estas escuelas son centros de una nuevageneración con una nueva perspectiva de vida, con un sentidonuevo de ser ciudadanos del mundo, interesados en todas lascosas vivientes de este mundo. Es la grave responsabilidaddel educador dar origen a este espíritu de cooperación.

Primero de diciembre de 1979

La inteligencia y la capacidad del intelecto son dos cosaspor completo diferentes. Tal vez estas dos palabras sederivan de la misma raíz, pero a fin de clarificar el plenosentido de la compasión, debemos ser capaces de distinguirla diferencia de significado que hay entre ambas palabras.El intelecto es la capacidad de discernir, de razonar, deimaginar, de crear ilusiones, de pensar claramente y tambiénde pensar sin objetividad, de manera personal. Generalmenteel intelecto se considera diferente de la emoción, peronosotros usamos la palabra intelecto para comunicar la totalcapacidad humana de pensar. El pensamiento es la respuestade la memoria acumulada a través de múltiples experiencias —reales o imaginadas— que se han almacenado como conocimientoen el cerebro. Por lo tanto, la capacidad del intelecto esla de pensar. El pensar es limitado bajo todas lascircunstancias, y cuando el intelecto domina nuestrasactividades, tanto en el mundo externo como en el interno,nuestras acciones deben ser, naturalmente, parciales,incompletas. Esto genera pesadumbre, ansiedad y dolor.

Todas las teorías son en sí mismas parciales, y cuando loscientíficos, los técnicos y los llamados filósofos dominannuestra sociedad, nuestra moral —y, por tanto, nuestra vidacotidiana— jamás nos enfrentamos, entonces, a las realidadesde lo que verdaderamente está sucediendo. Estas influenciascolorean nuestras percepciones, nuestra comprensión directa.Es el intelecto el que encuentra explicaciones tanto paralas acciones correctas como para las incorrectas, el queracionaliza el mal comportamiento, el asesinato y lasguerras. Define el bien como un opuesto del mal. El bien notiene opuesto. Si el bien estuviera relacionado con el mal,entonces la bondad llevaría en sí las semillas de la maldad.En ese caso no sería bondad. Pero el intelecto es incapaz, acausa de su propia condición divisiva, de comprender laplenitud del bien. El intelecto —pensamiento— está siemprecomparando, evaluando, compitiendo, imitando; así es comonos volvemos conformistas, de segunda mano. El intelecto hadado enormes beneficios a la humanidad, pero también ha

originado una gran destrucción. Ha cultivado las artes de laguerra, pero es incapaz de eliminar las barreras entre losseres humanos. La ansiedad forma parte de la naturaleza delintelecto, así como las heridas psicológicas, porque elintelecto, que es pensamiento, crea la imagen que luego essusceptible de ser lastimada.

Cuando uno comprende toda la naturaleza y el movimientodel intelecto y del pensar, puede comenzar a investigar quées la inteligencia. La inteligencia es la capacidad depercibir la totalidad. La inteligencia es incapaz de dividiruno de otro los sentidos, las emociones, el intelecto. Losconsidera como un solo movimiento unitario. Debido a que supercepción es siempre total, la inteligencia no puedeseparar al hombre del hombre, no puede poner al hombrecontra la naturaleza. A causa de que por su misma índole lainteligencia es total, ella es incapaz de matar.

Prácticamente todas las religiones han dicho que no sedebe matar, pero nunca han impedido que se mate. Algunasreligiones han sostenido que las cosas de la tierra,incluyendo las criaturas vivientes, están puestas ahí parael uso del hombre —por lo tanto, éste las destruye y lasmata. Matar por placer, matar por comercio, matar pornacionalismo, matar por ideologías, matar por la fe deuno..., todo ello es aceptado como un estilo de vida. Comoestamos matando las cosas vivientes de la tierra y el mar,nos estamos aislando más y más, y en este aislamiento nosestamos volviendo más y más codiciosos, buscadores de placeren todas las formas. El intelecto puede percibir esto, peroes incapaz de una acción completa. La inteligencia, que esinseparable del amor, jamás matará.

“No matar”, si es un concepto, un ideal, no esinteligencia. Cuando la inteligencia está activa en nuestravida cotidiana, ella nos dirá cuándo cooperar y cuándo no.La misma naturaleza de la inteligencia es sensibilidad, yesta sensibilidad es amor.

Sin esta inteligencia no puede haber compasión. Lacompasión no consiste en realizar actos caritativos oreformas sociales; está libre de sentimentalismo,romanticismo y entusiasmos emocionales. La compasión tiene

la fuerza de la muerte. Es como una gran roca, inmóvil enmedio de la confusión, la desdicha y la ansiedad. Sin estacompasión no puede surgir ninguna nueva cultura o sociedad.La compasión y la inteligencia marchan juntas; no estánseparadas. La compasión actúa por medio de la inteligencia.Nunca puede actuar por medio del intelecto. La compasión esla esencia de la totalidad de la vida.

15 de diciembre de 1979

En todo el mundo, los seres humanos han hecho del intelectouno de los factores más importantes de su vida diaria. Comouno puede observarlo, los antiguos hindúes, los egipcios ylos griegos, todos ellos han considerado al intelecto comola función más importante en la vida. Incluso los budistasle han dado importancia. En toda universidad, colegio yescuela del mundo, sea bajo un régimen totalitario o en lasllamadas democracias, el intelecto ha jugado un papeldominante.

Entendemos por intelecto la capacidad de comprender, dediscernir, de elegir, de sopesar; es toda la tecnología dela ciencia moderna. La esencia del intelecto es elmovimiento total del pensar, ¿no es así? El pensamientodomina el mundo, tanto en la vida externa como en lainterna. El pensamiento ha creado todos los dioses delmundo, todos los rituales, los dogmas, las creencias. Elpensamiento también ha creado las catedrales, los templos ylas mezquitas con su maravillosa arquitectura y lossantuarios locales. El pensamiento ha sido el responsablepor la incesante y expansiva tecnología, por las guerras ysu material, por la división de la gente en naciones, clasesy razas. El pensamiento ha sido y probablemente siguesiéndolo, el instigador de la tortura en nombre de Dios, dela paz, del orden. También ha sido el responsable de larevolución, de los terroristas, de la causa original y delos ideales pragmáticos. Vivimos por el pensamiento.Nuestras acciones se basan en el pensamiento, nuestrasrelaciones están también fundadas en el pensamiento; y esasí como se ha rendido culto al intelecto a través de lasedades.

Pero el pensamiento no ha creado a la naturaleza —loscielos con sus astros en expansión, la tierra con toda subelleza, con sus vastos mares y sus verdes campos. Elpensamiento no ha creado el árbol, pero el pensamiento hautilizado el árbol para construir la casa, para fabricar lasilla. El pensamiento utiliza y destruye.

El pensamiento no puede crear amor, afecto y la cualidad

de la belleza. El ha tejido una red de ilusiones yrealidades. Cuando vivimos tan sólo por el pensamiento, contodas sus complejidades y sutilezas, con sus propósitos ydirecciones, perdemos la inmensa profundidad de la vida,porque el pensamiento es superficial. Aunque pretendasondear profundamente, el instrumento mismo es incapaz depenetrar más allá de sus propias limitaciones. Puedeproyectar el futuro, pero ese futuro ha nacido de las raícesdel pasado. Las cosas que el pensamiento ha creado sonreales —como una mesa, como la imagen que uno adora— pero laimagen, el símbolo que uno adora es producido por elpensamiento, incluidas sus múltiples ilusiones —románticas,idealistas, humanitarias. Los seres humanos aceptan lascosas del pensamiento y viven con ellas —dinero, posición,status y la pompa de una libertad que el dinero traeconsigo. Este es todo el movimiento del pensar y delintelecto, y a través de esta estrecha ventana de nuestravida, nosotros miramos el mundo.

¿Existe algún otro movimiento que no sea del pensar y delintelecto? En esta pregunta se han basado muchos empeñosreligiosos, filosóficos y científicos. Cuando nosotrosempleamos la palabra religión, no aludimos a la insensatezde las creencias, rituales, dogmas y estructurasjerárquicas. Entendemos por hombre religioso o mujerreligiosa, aquellos que se han liberado de siglos depropaganda, del peso muerto de la tradición antigua omoderna. Los filósofos que se complacen en teorías, enconceptos, en la persecución de ideas, no pueden explorarmás allá de la estrecha ventana del pensamiento, ni podránhacerlo los científicos con sus extraordinarias capacidades,con su quizás original pensar, con su inmenso conocimiento.El conocimiento es el depósito de la memoria, y hay queestar libre de lo conocido para explorar aquello que estámás allá de lo conocido. Tiene que haber libertad parainvestigar sin esclavitud alguna, sin atadura alguna lapropia experiencia, las propias conclusiones, todas lascosas que el hombre se ha impuesto a sí mismo. El intelectodebe estar tranquilo, en quietud absoluta, sin una solavibración del pensamiento.

Nuestra educación actual se basa en el cultivo delintelecto, del pensamiento y del conocimiento, que sonnecesarios en el campo de la acción cotidiana, pero que notienen cabida en la relación psicológica de un ser humanocon otro, porque la naturaleza misma del pensamiento esdivisiva y destructiva. Cuando el pensamiento domina todasnuestras actividades y todas nuestras relaciones, genera unmundo de violencia, terror, conflicto y desdicha.

En estas escuelas, éste debe ser el interés de todosnosotros —los jóvenes y los viejos.

Primero de enero de 1980

Debemos comprender desde el comienzo mismo de este nuevoaño, que estamos interesados principalmente en el aspectopsicológico de nuestra vida, aunque no vamos a descuidar ellado físico, biológico. Lo que uno es en lo interno, habráde generar eventualmente una buena sociedad o el gradualdeterioro de la relación humana. Estamos interesados enambos aspectos de la vida, sin dar predominancia a uno uotro, aunque lo psicológico —o sea, lo que somosinternamente— gobernará nuestra conducta, nuestra relacióncon los demás. Al parecer, concedemos mucha mayorimportancia a los aspectos físicos de la vida, a lasactividades cotidianas, por relevantes o irrelevantes quesean, y descuidamos totalmente las realidades más amplias yprofundas. De modo que, por favor, tenga bien presente queen estas cartas nosotros estamos abordando nuestraexistencia desde lo interno a lo externo, y no a la inversa.Aunque la mayoría de la gente se interesa en lo externo,nuestra educación debe ocuparse en crear una armonía entrelo interno y lo externo, y esto no puede suceder si nuestrosojos están fijos solamente en lo externo. Entendemos por lointerno todo el movimiento del pensar, nuestros sentimientosrazonables e irrazonables, nuestras fantasías, nuestrascreencias y apegos —felices e infelices— nuestros secretosdeseos con sus contradicciones, nuestras experiencias,nuestros recelos, nuestra violencia y así sucesivamente. Lasambiciones ocultas, las ilusiones a que la mente se aferra,las supersticiones de la religión y el conflictoaparentemente interminable que se desarrolla dentro denosotros, forman también parte de nuestra estructurapsicológica. Si somos ciegos a estos aspectos o losaceptamos como una parte inevitable de nuestra naturalezahumana, entonces permitiremos la existencia de una sociedaden la cual nosotros mismos nos convertiremos en susprisioneros. De modo que esto es muy importante que secomprenda. Uno está seguro de que en todo el mundo cadaestudiante ve el efecto del caos que nos rodea, y esperaescapar hacia algún tipo de orden externo, aunque dentro de

si él pueda hallarse en completa confusión. Quiere cambiarlo de afuera sin cambiar él mismo, pero él es el origen y lacontinuación del desorden. Este es un hecho, no unaconclusión personal.

Por lo tanto, nuestra educación se interesa en cambiar elorigen y la continuación del desorden. Son seres humanos losque crean la sociedad, no ciertos dioses de algún cielo. Asíque comenzamos con el estudiante. La palabra mismaestudiante implica estudiar, aprender y actuar. Aprender nosólo de los libros y los maestros, sino estudiar y aprenderacerca de uno mismo —ésta es la educación básica. Si ustedno sabe nada acerca de usted mismo y está llenando su mentecon muchos de los hechos del universo, está meramenteaceptando y continuando el desorden. Probablemente, comoestudiante usted no se interese en esto. Lo que desea esdivertirse, perseguir sus propios intereses; obligado aestudiar sólo bajo presión, acepta las inevitablescomparaciones y resultados con un ojo puesto en alguna clasede carrera. Este es su interés básico, lo que parecenatural, porque sus padres y abuelos han seguido el mismocurso de acción —un empleo, casamiento, hijos,responsabilidades. Mientras usted está seguro, muy poco lepreocupa lo que está sucediendo a su alrededor. Esta es supresente relación con el mundo, el mundo que los sereshumanos han creado. Lo inmediato es así mucho más real,importante y exigente que lo total. Su interés y el interésdel educador es y debe ser comprender la totalidad de laexistencia humana; no una parte, sino la totalidad. La partees tan sólo el conocimiento de los descubrimientos físicosque ha realizado el ser humano.

De manera que aquí, en estas cartas, comenzamosprincipalmente con usted, el estudiante, y el educador quele está ayudando a conocerse a sí mismo. Este es el sentidode toda educación. Necesitamos dar origen a una buenasociedad en la que los seres humanos puedan vivirdichosamente en paz, seguros y sin violencia. Usted comoestudiante es responsable por esto. Una buena sociedad no hade generarse mediante algún ideal, un héroe o un líder, nipor medio de un sistema cuidadosamente planificado. Usted

tiene que ser bueno, porque usted es el futuro. Usted haráel mundo; o lo hará tal como es, algo modificado, o hará unmundo en el que ustedes y otros puedan vivir sin guerras,sin brutalidades, con generosidad y afecto.

Por lo tanto, ¿qué hará? Usted ha comprendido el problema,que no es difícil; entonces, ¿qué hará? Ustedes son, en sumayoría, instintivamente amables, buenos y están deseosos deayudar, a menos, por supuesto, que hayan sido demasiadopisoteados o deformados, lo cual uno espera que no hayaocurrido. ¿Qué es, entonces, lo que harán? Si el educador esmuy valioso, él querrá ayudarle, y entonces la pregunta es:¿Qué harán ustedes juntos a fin de que él le ayude aestudiarse, a aprender acerca de usted mismo y a actuar?Terminaremos aquí con esta carta y proseguiremos en lapróxima.

15 de enero de 1980

Continuaremos con lo que decíamos en nuestra última carta,señalando la responsabilidad que implica estudiar, aprendery actuar. Puesto que uno es joven y tal vez inocente, dado ala excitación y a los juegos, la palabra ‘responsabilidad’tiende a parecer más bien atemorizadora y una cargaaburrida. Pero el sentido en que nosotros empleamos lapalabra implica solicitud e interés por nuestro mundo.Cuando utilizamos esta palabra, los estudiantes no debenexperimentar ningún sentimiento de culpa si ellos no handemostrado esta solicitud y atención. Después de todo, suspadres, que se sienten responsables por usted en el sentidode que debe estudiar y equiparse para su vida futura, no sesienten culpables, aunque puedan sentirse decepcionados odesdichados si usted no satisface sus expectativas. Debemoscomprender claramente que cuando empleamos la palabraresponsabilidad, no tiene que haber sentimiento alguno deculpa. Tenemos un particular cuidado al usar esta palabra,liberándola del desdichado peso que tiene una palabra como‘deber’. Cuando esto se comprende claramente, podemosentonces usar la palabra responsabilidad sin su pesotradicional. De modo que usted está en la escuela con estaresponsabilidad de estudiar, de aprender, de actuar. Este esel propósito fundamental de la educación.

En nuestra última carta formulamos la pregunta: “¿Qué haráusted con respecto a sí mismo y a su relación con el mundo?”Como dijimos, el educador, el maestro, es tambiénresponsable de ayudarle a que usted se comprenda a sí mismoy, por tanto, al mundo. Formulamos la pregunta para queusted descubra por sí solo la respuesta; es un reto al quedebe responder. Tiene que comenzar por usted mismo, porcomprenderse; y, en relación con ello, ¿cuál es el primerpaso? ¿No es el afecto? Probablemente, cuando uno es joventiene esta cualidad, pero muy rápidamente parecemosperderla. ¿Por qué? ¿Es por la presión de los estudios, lapresión de la competencia, la presión de tratar de alcanzaruna determinada posición en sus estudios, comparándose a símismo con otros y, tal vez, siendo intimidado por otros

estudiantes? ¿Acaso todas estas múltiples presiones no loobligan a preocuparse por sí mismo? Y cuando uno está tanpreocupado por sí mismo, pierde inevitablemente la cualidaddel afecto. Es indispensable comprender cómo poco a poco lascircunstancias, el ambiente, la presión de sus padres o desu propio apremio por adaptarse, reducen la inmensa bellezade la vida al pequeño círculo personal. Y si pierde ustedeste afecto mientras aún es joven, se produce unendurecimiento del corazón y de la mente. Es una cosa raraconservar este afecto a lo largo de toda la vida sin que secorrompa. De modo que esto es lo primero que debe ustedtener. El afecto implica solicitud, un diligente cuidado entodo lo que hace; cuidado al hablar, atención cuidadosa enel vestir, en la manera de comer, de ocuparse de su cuerpo;solicitud en su comportamiento sin las distinciones de losuperior y lo inferior; solicitud en el modo como considerausted a la gente.

La cortesía es consideración por los otros, y estaconsideración es solicitud, sea por su hermano menor o suhermana mayor. Cuando usted siente ese interés afectuoso porel otro, toda forma de violencia desaparece de usted —suira, su antagonismo y su orgullo. Este interés implicaatención. La atención significa estar alerta, observar,escuchar, aprender. Hay muchas cosas que usted puedeaprender de los libros, pero hay un aprender que esinfinitamente claro, rápido y en el que no tiene cabidaalguna la ignorancia. La atención implica sensibilidad, yésta da a la percepción una profundidad que ningúnconocimiento con su ignorancia puede darle. Esto es lo queusted tiene que estudiar, no en un libro. Con la ayuda deleducador, debe usted aprender a observar las cosas que lerodean —lo que está sucediendo en el mundo, lo que sucedecon un compañero estudiante, lo que ocurre en aquella pobrealdea o barrio; y debe observar al hombre que avanza conmucha dificultad por esa calle cubierta de barro.

La observación no es un hábito. No es una cosa para lacual usted se entrena a fin de hacerla mecánicamente. Laobservación es el mirar siempre lozano del interés, delafecto, de la sensibilidad. Usted no puede adiestrarse para

ser sensible. Por otra parte, cuando uno es joven essensible, rápido en sus percepciones, pero luego esto sedesvanece a medida que uno va envejeciendo. Por lo tanto,debe usted estudiarse a sí mismo, y quizá su maestro leayudará a hacerlo. Si no es así, no importa, porque esresponsabilidad de usted estudiarse y, de ese modo, aprenderlo que usted es. Y cuando existe este afecto, sus accionesnacen entonces de la pureza del afecto. Todo esto puedesonar muy difícil, pero no lo es. Hemos descuidado todo estelado de la vida. Estamos tan ocupados con nuestras carreras,con nuestros propios placeres, con nuestra propiaimportancia, que desatendemos la inmensa belleza del afecto.

Existen dos palabras que uno debe siempre tener presentes:diligencia y negligencia. Nosotros dedicamos diligentementenuestras mentes a adquirir conocimientos de los libros, delos maestros; gastamos veinte años o más de nuestra vida eneso, y somos negligentes cuando se trata de estudiar elprofundo significado de nuestra propia vida. Tenemos loexterno y lo interno. Lo interno exige mucha mayordelicadeza que lo externo. Es un requerimiento apremiante, yesta diligencia consiste en estudiar con afecto lo que unoes.

Primero de febrero de 1980

La crueldad es una enfermedad infecciosa, y uno debecuidarse estrictamente de ella. Algunos estudiantes parecenpadecer esta particular infección, y de algún modo vandominando poco a poco a los otros. Probablemente sienten queeso es muy varonil, porque sus mayores son a menudo cruelesen sus palabras, en sus actitudes, en sus gestos, en suarrogancia. Esta crueldad existe en el mundo. Esresponsabilidad del estudiante —y por favor, recuerde conqué significado estamos usando esa palabra— evitar cualquierforma de crueldad.

Una vez, hace muchos años, fui invitado a hablar en unaescuela de California, y apenas entré en la escuela, unmuchacho de unos diez años más o menos, pasó a mi lado conun gran pájaro preso en una trampa y que tenía las patasrotas. Me detuve y lo miré sin decir una palabra. Su rostroexpresó temor, y cuando terminé la plática y ya me iba, elmuchacho —un extranjero— se acercó a mí con lágrimas en losojos y dijo: “Señor, eso jamás ocurrirá de nuevo”. El teníamiedo de que yo hablara con el director y hubiera unescándalo al respecto, y como no dije una palabra ni almuchacho ni al director acerca del cruel incidente, supropia conciencia de la cosa terrible que había hecho, lehizo comprender la enormidad del acto. Es importante darsecuenta de las propias actividades y, si hay afecto, entoncesla crueldad no tiene cabida en ningún momento de nuestraexistencia. En los países occidentales uno ve cómo alimentancuidadosamente a los pájaros y más tarde, durante latemporada del deporte, los matan y se los comen. La crueldadde cazar y matar pequeños animales, ha llegado a formarparte de nuestra civilización, como la guerra, como latortura y los actos de los terroristas y secuestradores. Ennuestras íntimas relaciones personales también hay muchísimacrueldad, cólera, nos lastimamos unos a otros. El mundo seha convertido en un lugar peligroso para vivir en él; y ennuestras escuelas, cualquier forma de coerción, amenaza,ira, debe evitarse total y completamente, porque todas estascosas endurecen el corazón y la mente, y el afecto no puede

coexistir con la crueldad.Como estudiante, usted comprende lo importante que es

darse cuenta de que cualquier forma de crueldad, no sóloendurece su corazón sino que pervierte su pensar y deformasus acciones. La mente es, como el corazón, un instrumentodelicado, sensible y muy capaz, y cuando la crueldad y laopresión la afectan, entonces hay un endurecimiento del yo.El afecto, el amor, no tienen un centro como el yo.

Ahora bien; habiendo leído esto y comprendido lo que se hadicho aquí, ¿qué hará usted al respecto? Usted ha estudiadolo que se dijo, está aprendiendo el contenido de estaspalabras; ¿cuál es, entonces, su acción? Su respuesta noconsiste meramente en estudiar y aprender, sino también enactuar. Casi todos nosotros conocemos las implicaciones quetiene la crueldad y nos damos cuenta de todo lo querealmente ocasiona externa e internamente, pero lo dejamosahí sin hacer nada al respecto —pensando una cosa y haciendoexactamente la opuesta. Esto no sólo engendra muchísimoconflicto sino también hipocresía. En su mayoría, a losestudiantes no les agrada ser hipócritas; gustan de mirarlos hechos, pero no siempre actúan. Por tanto, esresponsabilidad del estudiante ver los hechos acerca de lacrueldad y, sin persuasión ni halagos de ninguna especie,comprender lo que ella implica y hacer algo al respecto. Elhacer es tal vez una responsabilidad mayor. Por lo general,la gente vive con ideas y creencias que no tienen relaciónalguna con la vida de todos los días y, en consecuencia, esnatural que esto se convierta en hipocresía. De modo que nosea un hipócrita —lo cual no quiere decir que deba ser rudo,agresivo o excesivamente crítico. Cuando hay afecto, hayinevitablemente cortesía que no es hipócrita.

¿Cuál es la responsabilidad del maestro que ha estudiado,aprendido, y que actúa en relación con el estudiante? Lacrueldad tiene muchas formas. Una mirada, un gesto, unaobservación áspera y, sobre todo, la comparación. Todonuestro sistema educativo se basa en la comparación. A esmejor que B; por lo tanto, B debe ajustarse a A o imitarlo.Esto es, en esencia, crueldad, y la expresión final son losexámenes. ¿Cuál es, entonces, la responsabilidad del

educador que ve la verdad de esto? ¿Cómo enseñará cualquiermateria sin apelar a la recompensa o al castigo, sabiendoque alguna clase de información debe haber que indique lacapacidad del estudiante? ¿Puede el maestro hacer esto? ¿Esello compatible con el afecto? Si la realidad dominante delafecto está ahí, ¿tiene en absoluto algún lugar lacomparación? ¿Puede el maestro eliminar en sí mismo el dolorde la comparación? Toda nuestra civilización se basa en lacomparación jerárquica tanto externa como interna, la cualniega el sentimiento del afecto profundo. ¿Podemos eliminarde nuestras mentes los conceptos de más, mejor, estúpido,ingenioso —todo este pensar comparativo? Si el maestro hacomprendido el dolor que implica la comparación, ¿cuál es suresponsabilidad en la enseñanza que imparte y en su acción?Una persona que realmente ha captado el significado quetiene el dolor de la comparación, está actuando desde lainteligencia.

15 de febrero de 1980

En todas estas cartas hemos estado señalando constantementeque la cooperación entre el educador y el estudiante esresponsabilidad de ambos. La palabra cooperación implicatrabajar juntos, pero no podemos trabajar juntos si noestamos mirando en la misma dirección, con los mismos ojos yla misma mente. La palabra ‘misma’, tal como la usamos, bajoninguna circunstancia implica uniformidad, conformidad oaceptación, no implica obedecer, imitar. En la mutuacooperación, trabajando juntos, el estudiante y el maestrodeben tener una relación basada esencialmente en el afecto.Casi todas las personas cooperan si están construyendo algo,si juegan algún tipo de deporte, si están involucradas enuna investigación científica, o si trabajan juntas por unideal, por una creencia o por determinado concepto que esllevado a la práctica con miras a algún beneficio personal ocolectivo; o cooperan en torno a una autoridad, religiosa opolítica.

Para estudiar, aprender y actuar, la cooperación entre elmaestro y el estudiante es indispensable. Ambos estáninvolucrados en ello. El educador puede conocer muchasmaterias y hechos. Si al comunicarlos al estudiante noexiste la cualidad del afecto, ello se vuelve una contiendaentre ambos. Pero nosotros no estamos interesados solamenteen el conocimiento mundano, sino que también nos interesa elestudio de uno mismo, en el cual existen el aprender y laacción. Ambos, el estudiante y el educador, estáncomprometidos en esto, y aquí cesa la autoridad. En elaprender acerca de uno mismo, el educador no sólo seinteresa en sí; también se interesa en el estudiante. Enesta interacción con sus reacciones, uno comienza a ver supropia naturaleza —los pensamientos, los deseos, los apegos,las identificaciones, etcétera. Cada cual está actuando comoun espejo para el otro y observa en el espejo exactamente loque es, porque como antes lo hemos indicado, la comprensiónpsicológica de uno mismo es mucho más importante que reunirhechos y almacenarlos como conocimiento para obtenerdestreza en la acción. Lo interno siempre se sobrepone a lo

externo. Esto debe ser claramente comprendido tanto por eleducador como por el estudiante. Lo externo no ha cambiadoal hombre; las actividades externas, la revolución física,el control físico del ambiente no han cambiado enprofundidad al ser humano, sus prejuicios y supersticiones;profundamente, los seres humanos permanecen siendo lo quehan sido por millones de años.

La verdadera educación consiste en transformar estacondición básica. Cuando esto es realmente comprendido afondo por el educador, aunque él pueda tener que enseñarasignaturas, su interés principal debe ser la radicalrevolución en la psiquis, en el yo y en el tú. Y aquí esdonde surge la importancia de la cooperación entre los dosque están estudiando, aprendiendo y actuando. No es elespíritu de un equipo, o el espíritu de una familia, o el dela identificación con un grupo o nación. Es una libreinvestigación en nosotros mismos, sin la barrera de uno quesabe y el otro que no sabe. Esta es la más destructiva delas barreras, especialmente en cuestiones de conocimientopropio. En esta cuestión no existen el que conduce y elconducido. Cuando esto se capta plenamente —y con afecto—entonces la comunicación entre el estudiante y el maestro sevuelve fácil y clara; no se halla meramente en un nivelverbal. El afecto no oprime, jamás es tortuoso. Es directo ysencillo.

Habiéndose dicho todo esto, y si los dos han estudiado loque se ha dicho, ¿qué cualidad tienen la mente y el corazónde ambos? ¿Existe un cambio, un cambio que no sea inducidopor la influencia o la mera estimulación, lo cual podríaprovocar un cambio ilusorio? La estimulación es como ladroga; se disipa y uno está de vuelta donde estaba.Cualquier forma de presión o de influencia también opera delmismo modo. Si usted actúa bajo estas circunstancias, noestá realmente estudiando y aprendiendo acerca de sí mismo.La acción que se basa en la recompensa y el castigo, en lainfluencia o el apremio, produce inevitablemente conflicto.Esto es así. Pero poca gente ve la verdad de ello, y así seresignan o dicen que eso es imposible en un mundo práctico,o que es algo idealista algún concepto utópico. Pero no lo

es. Es algo eminentemente práctico y factible. De modo queno se deje disuadir por los tradicionalistas, losconservadores, o por los que se aforran a la ilusión de queel cambio sólo puede llegar desde afuera.

Cuando usted estudia y aprende de sí mismo, adviene unafuerza extraordinaria basada en la claridad, la cual puedeoponerse a toda la insensatez del ‘establishment’. Estafuerza no es una forma de resistencia o de obstinación o devoluntad egocéntrica, sino que es una diligente observaciónde lo externo y lo interno. Es la fuerza del afecto y lainteligencia.

Primero de marzo de 1980

Ustedes llegan a estas escuelas con su propio trasfondo —seaéste tradicional o libre de tradiciones—, con disciplina osin ella, obedientes o mal dispuestos y desobedientes,rebeldes o conformistas. Sus padres, o son negligentes o sonmuy diligentes con respecto a ustedes; algunos se sientenmuy responsables, otros puede que no. Ustedes vienen contoda esta perturbación, con familias deshechas, lleganinseguros o agresivos, queriendo hacer lo que les place; ovienen tímidamente resignados pero rebelándoseinteriormente.

En estas escuelas son ustedes libres, y todas lasperturbaciones de sus jóvenes vidas entran en juego. Ustedesquieren hacer lo que les plazca, pero nadie en este mundopuede hacer lo que le place. Esto tienen que comprenderlomuy seriamente —no pueden hacer lo que se les antojo. Oaprenden a adaptarse con comprensión, con razón, o sonobligados a disciplinarse por el nuevo medio en que hanentrado. Es muy importante comprender esto. En estascircunstancias, los educadores explican detenidamente lascosas, y ustedes pueden discutirlas con ellos, sostener undiálogo y ver por qué ciertas cosas deben hacerse. Cuandouno vive en una pequeña comunidad de maestros y estudiantes,es indispensable que ellos establezcan una buena relaciónmutua, que lo hagan amistosamente, con afecto y con ciertacualidad de solícita comprensión.

A nadie que viva en una sociedad libre, especialmente enestos días, le gustan las reglas, y las reglas se vuelventotalmente innecesarias cuando ustedes y el educador adultocomprenden, no sólo verbal e intelectualmente sino con elcorazón, que ciertas disciplinas son necesarias. Laspersonas autoritarias han arruinado la palabra disciplina.Cada oficio, cada arte tiene su propia disciplina, su propiadestreza. La palabra disciplina proviene de la palabradiscípulo, que implica aprender; no conformarse, norebelarse, sino aprender de las propias reacciones, delpropio trasfondo con su limitación, e ir más allá de ello.La esencia del aprender es movimiento constante sin un punto

fijo. Si el punto se convierte en prejuicio personal, en laspropias opiniones y conclusiones, y usted parte de esteimpedimento, entonces cesa de aprender. El aprender esinfinito. La mente que está constantemente aprendiendo, estámás allá de todo conocimiento. Por tanto, usted está aquípara aprender y también para comunicarse. La comunicación noes tan sólo el intercambio de palabras, por bien articuladasy claras que esas palabras puedan ser; es algo mucho másprofundo que eso. La comunicación es aprender uno de otro,comprenderse el uno al otro, y esto se termina cuando ustedha tomado una posición definida con respecto a algún actotrivial a que no ha sido plenamente considerado.

Cuando uno es joven, hay un impulso a amoldarse, a nosentirse excluido; el aprender acerca de la naturaleza eimplicación de la conformidad, trae su propia y peculiardisciplina. Por favor, tenga siempre presente cuandoempleamos esa palabra, que ambos, el estudiante y eleducador, están en una relación de aprendizaje, no deafirmación y aceptación. Cuando esto se comprendeclaramente, las reglas se vuelven innecesarias. Cuando ellono está claro, entonces tienen que establecerse reglas. Unopuede rebelarse contra las reglas, no aceptar que se le digaqué debe hacer o no hacer, pero cuando comprenda rápidamentela naturaleza del aprender, las reglas desaparecerán porcompleto. Es solamente el obstinado, el autoafirmativo, elque da origen a las reglas: “Tú debes y tú no debes”1

El aprender no nace de la curiosidad. Usted puede sercurioso con respecto al sexo; esa curiosidad se basa en elplacer, en alguna clase de excitación, en las actitudes deotros. Lo mismo se aplica a la bebida, a las drogas, alfumar. El aprender es algo mucho más profundo y más amplio.Usted aprende acerca del universo, no a causa del placer ode la curiosidad, sino a causa de su relación con el mundo.Hemos dividido el aprender en categorías separadas, las quedependen de las exigencias de la sociedad o de lasinclinaciones personales de cada uno.

Nosotros no estamos hablando del aprender acerca de algo,1 Citado en inglés antiguo por K: “Thou shalt and thou shalt not”. (Nota del T.)

sino de la cualidad de la mente deseosa de aprender. Ustedpuede aprender cómo llegar a ser un buen carpintero oingeniero o jardinero, y cuando ha adquirido la destreza enestas cosas, ha reducido su mente a ser una herramienta quepuede funcionar tal vez muy hábilmente dentro de un patróndeterminado. Esto es lo que llaman aprender. Ello otorgacierta seguridad financiera, y quizás eso sea todo lo queuno quiere; así es como creamos una sociedad que proveeaquello que le hemos pedido. Pero cuando existe estacualidad extraordinaria del aprender no acerca de algo,entonces tiene usted una mente y, por supuesto, un corazónque se hallan intemporalmente activos.

La disciplina no es control ni subyugación. El aprenderimplica atención, o sea, diligencia. Es sólo la mentenegligente la que jamás está aprendiendo. Como es trivial,descuidada, indiferente, está forzándose a aceptar. Unamente diligente está activamente alerta, observando, jamásse sumerge en valores y creencias de segunda mano. Una menteque está aprendiendo es una mente libre, y la libertad exigela responsabilidad de aprender. La mente que se halla presaen las opiniones, atrincherada en algún conocimiento, puedeexigir libertad, pero lo que ella entiende por libertad esla expresión de sus propias actitudes y conclusionespersonales, y cuando éstas son contrariadas, claman por supropia realización. La libertad no tiene el sentido de larealización, está libre de él.

De modo que cuando llega usted a estas escuelas, o dehecho a cualquier escuela, tiene que existir esta finacualidad del aprender, a la cual acompaña un gransentimiento de afecto. Cuando uno es de verdad profundamenteafectivo, está aprendiendo.