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CAPÍTULO I COMPLEMENTO FINAL Capítulo 6 DEL PDF “HISTORIA DEL PENSAMIENTO”: Págs. 85-93 1.3.1.1.2.- TEORÍA DE LA POBLACIÓN Y SOBRE CARGAS DEL MERCADO DE R. MALTHUS La escuela clásica: Thomas Robert Malthus Thomas Malthus (1766-1834) es una figura importante, aunque polémica, en el pensamiento económico clásico. Los temas que abordó fueron el crecimiento de la población, la metodología de la contabilidad del PIB, la teoría del valor, los rendimientos decrecientes, la renta de la tierra y la demanda agregada o total. No obstante que son temas comunes, descubrirá que varias de sus conclusiones discrepan con las de otros miembros de la escuela clásica. Malthus fue hijo de Daniel Malthus, un distinguido caballero rural e íntimo amigo de intelectos tan importantes como Jean-Jacques Rousseau y David Hume. El joven Malthus se graduó en el Jesus College, Cambridge, en 1978 y fue ordenado ministro de la Iglesia de Inglaterra. En 1978 apareció su Ensayo sobre el principio de la población y en 1803 publicó una versión ampliada. Esa obra le dio su fama perdurable, pasó por seis ediciones durante veintiocho años. Su otro libro más significativo fue Principios de economía política, que se publicó en 1820. El análisis del pastor Malthus principia con una revisión del escenario histórico e intelectual que influyó en su pensamiento. Después se examina las principales teorías económicas de Malthus, con especial atención en su ley de la población y su teoría de las sobrecargas generales. Por último, se hace una evaluación crítica de sus contribuciones a la economía. Escenarios histórico e intelectual Escenario histórico Durante el periodo en el cual escribió, fueron dos importantes controversias en Inglaterra las que atrajeron la atención de Malthus. La primera fue un incremento en la pobreza y la controversia desatada respecto a qué hacer acerca de ella. En 1798 empezaban a aparecer algunos de los efectos negativos de la Revolución Industrial y de la creciente urbanización. El desempleo y la pobreza eran problemas cada vez más visibles que requerían un tratamiento que les pusiera remedio. La última de una serie de “malas leyes” inglesas, la ley de Speenhamland de 1795, revocó a la

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CAPÍTULO I COMPLEMENTO FINAL

Capítulo 6 DEL PDF “HISTORIA DEL PENSAMIENTO”:

Págs. 85-93

1.3.1.1.2.- TEORÍA DE LA POBLACIÓN Y SOBRE CARGAS DEL MERCADO

DE R. MALTHUS

La escuela clásica: Thomas Robert Malthus

Thomas Malthus (1766-1834) es una figura importante, aunque polémica, en el

pensamiento económico clásico. Los temas que abordó fueron el crecimiento de la

población, la metodología de la contabilidad del PIB, la teoría del valor, los

rendimientos decrecientes, la renta de la tierra y la demanda agregada o total. No

obstante que son temas comunes, descubrirá que varias de sus conclusiones

discrepan con las de otros miembros de la escuela clásica.

Malthus fue hijo de Daniel Malthus, un distinguido caballero rural e íntimo amigo de

intelectos tan importantes como Jean-Jacques Rousseau y David Hume. El joven

Malthus se graduó en el Jesus College, Cambridge, en 1978 y fue ordenado ministro

de la Iglesia de Inglaterra. En 1978 apareció su Ensayo sobre el principio de la

población y en 1803 publicó una versión ampliada. Esa obra le dio su fama

perdurable, pasó por seis ediciones durante veintiocho años. Su otro libro más

significativo fue Principios de economía política, que se publicó en 1820.

El análisis del pastor Malthus principia con una revisión del escenario histórico e

intelectual que influyó en su pensamiento. Después se examina las principales

teorías económicas de Malthus, con especial atención en su ley de la población y

su teoría de las sobrecargas generales. Por último, se hace una evaluación crítica

de sus contribuciones a la economía.

Escenarios histórico e intelectual

Escenario histórico

Durante el periodo en el cual escribió, fueron dos importantes controversias en

Inglaterra las que atrajeron la atención de Malthus. La primera fue un incremento en

la pobreza y la controversia desatada respecto a qué hacer acerca de ella. En 1798

empezaban a aparecer algunos de los efectos negativos de la Revolución Industrial

y de la creciente urbanización. El desempleo y la pobreza eran problemas cada vez

más visibles que requerían un tratamiento que les pusiera remedio. La última de

una serie de “malas leyes” inglesas, la ley de Speenhamland de 1795, revocó a la

ley anterior que preveía un ingreso mínimo para los pobres, sin importar sus

ganancias. La ley vinculaba al ingreso familiar con el precio del pan y si las

ganancias disminuían abajo del nivel prescrito, se otorgarían asignaciones para

compensar la diferencia. Por supuesto que este sistema, prevaleciente en casi todas

las parroquias rurales y en algunos distritos fabriles, desató un acalorado debate.

Aun cuando el fermento de la Revolución Francesa se extendía hacia las clases

más pobres de otros países, la clase acaudalada británica negaba cualquier

responsabilidad por la pobreza y se oponía activamente a las leyes que distribuían

el ingreso.

La segunda controversia fue acerca de las llamadas leyes del maíz. Esas leyes

imponían aranceles y fijaban un precio mínimo para el grano importado a Inglaterra.

Los terratenientes Favorecían esos aranceles pero enfrentaban el ataque de

quienes, como lo había expresado Smith, les fascinaba cosechar lo que no habían

sembrado. Su poder político se oponía al desafío de la creciente clase de los

comerciantes, de los capitalistas industriales y de los seguidores de cada grupo.

Escenario intelectual

Daniel, el padre de Malthus, estaba de acuerdo con la creencia optimista de la

perfectibilidad de las personas y de la sociedad. Esa fe en el progreso partía de la

perfectibilidad de las personas y de la sociedad. Esa fe en el progreso partía de las

obras de Godwin y de Condorcet. Esos pensadores fueron influencias clave sobre

el joven Malthus, en el sentido de que deliberadamente de dedicó a desafiar sus

teorías. Por consiguiente, será útil una exposición detallada de sus ideas.

Condorcet estaba a favor del sufragio universal para hombres y mujeres y se oponía

energéticamente a las disposiciones de la Constitución francesa de 1791, que

establecían calificaciones para votar y para la elección a un cargo. El violento

conflicto de partidos de la Revolución lo dejó aislado y en 1793 se ordenó su arresto.

Sus amigos lo ocultaron durante nueve meses, después de lo cual él abandonó

deliberadamente su refugio con el fin de no poner más en peligro a la mujer que le

brindaba un refugio.

Mientras estaba oculto, Condorcet escribió su obra más importante, Bosquejo de un

cuadro histórico de los progresos del espíritu humano. A pesar de haber sido

perseguido por la Revolución, que él había acogido tan apasionadamente, su tema

era la idea del progreso social basado en tres principios fundamentales: (1) igualdad

entre las naciones, (2) igualdad de los individuos dentro de las naciones y (3) la

perfectibilidad de la humanidad. Al final la igualdad de las naciones, escribió,

aboliría la guerra “como la más grande de las plagas y el mayor de los crímenes”.

Una liga de las naciones permanente mantendría la paz y la independencia de cada

nación. La igualdad de los individuos se ganaría cuando se eliminaran las

diferencias en la riqueza, la herencia y la educación. Condorcet estaba a favor de la

amplia distribución de la propiedad, de la seguridad social y de una educación

universal y gratuita para mujeres y hombres. Creía que el orden natural tiende hacia

la igualdad económica, pero que las leyes y las instituciones existentes fomenten

las desigualdades. La igualdad vencería a los males sociales de la época y

conduciría a la perfección. Creía que las únicas desigualdades que se deberían

permitir eran aquellas que se derivan de las capacidades naturales. La población se

incrementaría como resultado de esas reformas benéficas, pero el suministro de

alimentos se aumentaría con mayor rapidez todavía. Si el problema de la

subsistencia a la larga ya no se podía resolver de esa manera, Condorcet estaba a

favor del control de la natalidad para limitar a la población.

Teoría de Malthus de la población

En la primera edición de Ensayo sobre el principio de la población, Malthus decidió

“explicar gran parte de la pobreza y miseria que se observan entre las clases más

bajas de cada nación”. Aquí presentó su ley de la población: la población, cuando

no está controlada, tiene un incremento geométrico; la subsistencia, en el mejor de

los casos, solo se incrementa en forma aritmética. Es decir, la población tiende a

aumentar a un índice de 1, 2, 4, 8,32, etc., mientras que el índice del incremento de

la subsistencia, en el mejor de los casos, sólo es de 1, 2, 3, 4, 5,6. Señaló al rápido

crecimiento de la población de indios en América (las Indias de su época) como una

prueba de sus proposiciones.

MALTHUS

Controles preventivos para la población

Los controles preventivos para el crecimiento de la población reducen el índice de

nacimientos. El control preventivo que Malthus aprobaba lo calificaba de

moderación moral. Las personas que no se podían permitir tener hijos debían

posponer el matrimonio o bien nunca casarse.

Controles positivos de la población

Malthus también reconocía ciertos controles positivos para la población, aquellos

que incrementan el índice de mortalidad. Eran el hambre, la miseria, las plagas y

la guerra. Malthus elevaba esos controles a la posición de fenómenos o leyes

naturales; eran males desafortunados que se requerían para limitar la población.

Esos controles positivos representaban castigos para las personas que no habían

practicado la moderación moral. Si los controles positivos se podían vencer de

alguna manera, las personas enfrentarían el hambre, debido a que el rápido

crecimiento de la población significaría una presión sobre el suministro de alimentos

que, en el mejor de los casos, aumentaría lentamente.

Implicación de la política: las leyes de los pobres

De manera que, según Malthus, la pobreza y la miseria son el castigo natural por la

falla de las “clases más bajas” en restringir su reproducción. A este punto de vista

siguió una conclusión política altamente significativa: no debe haber ninguna ayuda

del gobierno para los pobres.

Teoría de las sobrecarga del mercado

En el Libro II de Principios de economía política, Malthus desarrolló su teoría de la

insuficiencia potencial de una demanda efectiva. Suponía que los trabajadores

reciben un salario de subsistencia. Los patronos contratan a esos trabajadores

debido a que producen un valor mayor del que reciben como salarios; es decir, el

patrono obtiene una utilidad. Debido a que los trabajadores no pueden volver a

comprar la producción total, otros lo deben hacer. La utilidad no se puede devolver

a los trabajadores en forma de salarios más altos, debido a que la desaparición de

las utilidades hace que cesen la producción y el empleo. ¿Quién comprará entonces

la producción extra? Los capitalistas comprarán parte de ella en forma de bienes de

capital. El gasto en bienes de capital estimula la producción y el empleo, como lo

hace el gasto en bienes de consumo. Pero, decía Malthus, el consumo de los

trabajadores empleados en un trabajo productivo nunca puede proporcionar sólo un

motivo suficiente para la continua acumulación y el empleo del capital. La inversión

se hace en última instancia sólo para proporcionar consumo y si los productos

finales no se pueden vender; no habrá ninguna inversión. Por supuesto, los

capitalistas tienen el poder para consumir su utilidad, pero no acostumbran hacerlo.

El objeto fundamental de sus vidas es amasar una fortuna, y están demasiado

ocupados en la oficina de contabilidad para consumirlo todo.

El pasado como un prólogo

Malthus, Sen y la hambruna de los tiempos modernos

Entre las décadas de 1980 y 1990 el mundo se conmocionó al ver en la televisión y

en los periódicos imágenes de niños enflaquecidos y hambrientos en naciones

africanas como Etiopía, Sudán y Somalia. Se estima que un millón de personas

murieron de hambre en África a mediados de la década de los 1980; antes de que

la ayuda alimentaria llegara a Somalia en 1992, una severa hambruna había

causado alrededor de 2000 muertes cada día. Se cree que fallecieron trescientos

mil niños somalíes menores de cinco años.

El crecimiento de la población de un promedio de alrededor del tres por ciento

anualmente, ha contribuido a la hambruna en algunas partes de África. En

determinados lugares, el suministro de alimentos en ocasiones simplemente no

aumenta con la suficiente rapidez para ajustarse al incremento de la población. Esto

fue particularmente cierto en la parte de África al sur del Sahara, cuando el ingreso

per cápita bajó 25 por ciento.

DEL LIBRO “INTERNACIONALIZACIÓN DE LA

EMPRESA”

AUTOR: MANUEL GUISADO

MADRID-ESPAÑA, 2013

1.3.1.1.3.- LAS VENTAJAS ABSOLUTAS Y COMPARATIVAS DE D. RICARDO

El tema del comercio internacional, es uno de los temas más polémicos entre

teóricos y prácticos; existen países que gracias a una sabia política comercial se

han convertido en economías rebosantes de riqueza, pero también existen países

que han perdido su independencia económica.

Situaciones como las descritas, suscitan con razón la duda de si la teoría es tan

infalible como ella mismo supone o la práctica tan insensata como pretende la

teoría. En definitiva ninguna teoría es absolutamente correcta, están constatándose

mediante la observación. La práctica estará supeditada a la teoría, y el antagonismo

de ambos, en el ámbito del comercio exterior, va a depender tanto de lo teoría como

de la práctica.

Dentro de ese contexto, a través del tiempo, no han perdido vigencia teorías que

han marcado el ritmo del comercio internacional, tal es así, que existen dos

principios que subyacen al comercio internacional, la teoría de la Ventaja Absoluta

de Adam Smith y la teoría de las Ventajas Comparativas de David Ricardo.

Teoría de la ventaja absoluta de Adam Smith

(…) Adam Smith en su obra “La riqueza de las naciones” escrita en 1776,

sostuvo la teoría de la “Ventaja Absoluta” y señaló, que bajo el libre cambio,

cada nación debe especializarse en producir esas mercancías que podrían ser

lo más eficiente posible (…) (Rossetti, 2008)

Se puede afirmar que cada país debe especializarse en producir mercancías para

las que tenga ventaja absoluta, medida ésta por el menor coste promedio de la

producción en términos de trabajo con respecto a los demás países.

De este modo, siguiendo este principio todos los países saldrían ganando con el

comercio y se lograría la misma eficiencia a nivel internacional. La razón que lo

llevo a trabajar en este análisis fue que: la riqueza de una nación no se mide por la

cantidad de oro acumulado, sino por la magnitud de su capacidad productiva en

períodos y condiciones determinadas. Este postulado permitió dejar atrás el

mercantilismo, al demostrar que el libre cambio era una opción de política superior.

Adam Smith, al que se lo podría considerar el fundador de la economía moderna,

defendía un comercio libre, sin trabas para alcanzar y dinamizar el proceso de

crecimiento, era partidario del comercio basado en la ventaja absoluta y creía en la

movilidad internacional de los factores productivos.

En ese sentido podemos anotar, lo que sostienen autores como teresa Rubio y

Miguel Alonso

(…) Poseer ventaja absoluta en la producción de un bien, significa que esa

nación produce 1 unidad de tal bien con menor cantidad de trabajo que utiliza

otro país para producir dicho bien. Las naciones exportan X bienes, pero tal

producción requiere menos trabajo que otras naciones e importan bienes en

cuya producción se necesita más trabajo que otros países, de ahí desde esa

visión, la libertad del comercio exterior es mutuamente beneficioso para las

naciones que intercambian tanto productos y servicios (…) (Rubio & Alonso,

2009)

Esta teoría de la Ventaja Absoluta fue debatida, hasta que años después fue

mejorada o más bien dicho reformulada por David Ricardo, el cual demostró que el

comercio es mutuamente beneficioso únicamente si existe una ventaja comparativa.

La teoría de la ventaja absoluta demuestra que el comercio internacional no es un juego de

estrategia con ganadores y perdedores, sino que la especialización productiva de las

naciones y la filosofía de libertad de comercio conduce a un manifiesto incremento de la

riqueza y el bienestar de todos los intervinientes. Consideremos de modo sencillo y breve

mediante un ejemplo, los postulados de la teoría de la ventaja absoluta.

Asumamos que España y Japón disponen ambos de un stock de recursos (capital, tierra y

trabajo) de 300 unidades. Asumamos, también, que los dos países únicamente pueden

fabricar automóviles y jamón, indistintamente, y que la fabricación de un automóvil consume

10 unidades de recursos en Japón y 15 unidades en España, en tanto que la fabricación de

un jamón consume 20 unidades de recurso en Japón y 10 unidades en España (Cuadro 1).

Cuadro 1

Consumo por unidades de producción

Recursos necesarios por unidad de producción

Automóviles Jamones

Japón 10 20

España 15 10

Resulta obvio que España disfruta de un aventaja absoluta en la producción de jamones

(consume, por unidad de producción tan solo 10 unidades de recurso frente a 20 unidades

los japoneses), en tanto que Japón exhibe un aventaja en la fabricación de automóviles

(consume, por unidad de producción 10 unidades de recurso por 15 de España).

Consideremos inicialmente que tanto japoneses como españoles dedican el 60% de sus

recursos disponibles (180 u) a producir jamones y el 40% restante (120u) a fabricar

automóviles y que la totalidad de la producción de ambos países se destina al consumo

interno. En las citadas condiciones, Japón produciría y consumiría 12 automóviles y 9

jamones, en tanto que España produciría y consumiría 18 jamones y 8 automóviles. La

producción total que alcanzarían ambos países serían de 20 automóviles y 27 jamones

(cuadro 2).

Cuadro 2

Producción y Autoconsumo

Producción y Autarquía

Automóviles Jamones

Japón 12 9

España 8 18

Total 20 27

Sin embargo, en el contexto del escenario propuesto, la TVA propone romper con las

respectivas autarquías de Japón y España, recomendando que cada país se especialice en

la producción de aquel bien en el que exhibe una VA y se dedique a importar el otro bien.

De hacerlo así, la cantidad de bienes totales disponibles para el consumo será mayor que

la que consigue bajo la modalidad autárquica. Por consiguiente, España debería dedicar la

totalidad de sus recursos a la producción de jamones y Japón a la de automóviles. Si así lo

hicieren, Japón fabricaría un total de 30 automóviles y España 30 jamones. En este caso,

la producción total de automóviles, en relación a la posición autárquica, se habría

incrementado en 10 unidades y la de jamones en 3 unidades. (Cuadro 3).

.

Cuadro 3

De este modo, se constata que la especialización productiva de mercancías en las que se

detenta una VA conduce a unas disponibilidades para el consumo superiores a las que se

obtienen del modelo de fabricación diversificada y autárquica. La cuestión crucial, pues,

será delimitar como a través del comercio entre los dos países se reparte el consumo de

las mercancías adicionales que la especialización conlleva. Es decir, tanto Japón como

España estarán dispuestos a especializarse y a comerciar entre ellos siempre que el

resultado final mejore las posiciones que respectivamente están en condiciones de alcanzar

mediante el modelo de fabricación diversificada y autoconsumo.

Teoría de la ventaja comparativa.

Aunque A. Smith fue el primero en resaltar los beneficios que dimanan del libre comercio,

para lo cual formuló la teoría de la ventaja absoluta, sin embargo ha sido David Ricardo

quien posteriormente señaló que los beneficios potenciales del comercio eran aún mayores

que los que Smith había precisamente formulado. Para ello, elabora la denominada Teoría

de la ventaja comparativa. Este concepto fue formulado por primera por D. Ricardo en 1817

en su libro Principios de Economía Política.

En dicho libro se explora la factibilidad del comercio entre 2 naciones, a pesar que una de

ellas detente una VA en la producción de toda clase de mercancías. En un supuesto de

esta naturaleza, la TVA deja entrever que las naciones implicadas no conseguirían ningún

Especialización y comercio

Automóviles Jamones

Japón 30

España 30

Total 30 30

beneficio por especializarse y posteriormente comerciar entre ellas. Sin embargo, David

Ricardo señala que no necesariamente tiene por que ocurrir así, que el comercio entre

ambas naciones no solo es posible sino que puede resultar beneficioso para ambas. Para

ello bastará simplemente con que la nación con desventaja total absoluta no manifieste

idéntico grado de ineficiencia en la fabricación de todas las mercancías que produce. De

este modo, aun cuando un país exhiba respecto de otro, una desventaja absoluta en la

producción de cualquier clase de bien, siempre que el grado de ineficiencia en la producción

de mercancías sea dispar, evidenciará en la fabricación de las mercancías menos eficientes

lo que David Ricardo denominó una ventaja comparativa, ventaja que inducirá al país en

cuestión a la especialización y a la consecución de beneficios derivados del desarrollo del

comercio internacional. Veamos esto mediante la extensión del ejemplo que hemos

manejado en el epígrafe anterior.

EJEMPLO

Asumamos que tanto Japón como España tienen un stock de recursos disponibles de 300

unidades cada uno. Asimismo, supongamos que la producción de un jamón consume 10

us. De recursos en Japón y 15 u en España, mientras que la fabricación de un automóvil

exige 10 u de recursos en Japón y 20 unidades en España (cuadro 4).

CUADRO 4

CONSUMOS POR UNIDAD DE PRODUCCION

Asumamos también, que ambos países dedican 180 unidades de sus recursos a la

producción de jamones y las 120 unidades restantes a la fabricación de automóviles.

Al tenor de la aplicación del stock disponible de recursos y de los consumos por unidad de

producción anteriormente reseñados, la disponibilidad para el consumo bajo el supuesto de

que Japón y España no comercian entre ellos, sería de 12 automóviles y 18 jamones en

Japón y 6 automóviles y 12 jamones en España, evidenciándose sobre el particular una

manifiesta desventaja absoluta de España en la producción de ambas clases de bienes

(cuadro 5)

Recursos necesarios por unidad de producción

Automóviles Jamones

Japón 10 10

España 20 15

CUADRO 5

PRODUCCION Y AUTOCONSUMO

Producción y Autarquía

Automóviles Jamones

Japón 12 18

España 6 12

Total 18 30

Ahora bien, en una tesitura como la descrita, en la que ESPAÑA EXHIBE UNA MANIFISTA

DESVENTAJA ABSOLUTA EN LA PRODUCCIÓN DE JAMONES Y AUTOMÓVILES, David

Ricardo argumenta que la especialización y el posterior comercio entre países resulta aún

beneficioso para ambos. Al respecto, la teoría ricardiana resalta que España presenta una

VC en la fabricación de jamones, ya que la fabricación de este artículo exhibe en España

un menor grado de ineficiencia que la de automóviles. Por consiguiente, según D. Ricardo,

la producción y el consumo mundial pueden verse incrementados respecto de la posición

autárquica siempre que Japón se especialice en la fabricación de automóviles y España en

la de jamones, y ambos países procedan a intercambiar sus respectivos excedentes dentro

de un intervalo de precios relativos que resulte beneficioso para ambos.

Así, pues, siguiendo la argumentación ricardiana, asumamos que España trata de explotar

su ventaja comparativa y dedica todos sus recursos a la producción de jamones, mientras

que Japón lo hace parcialmente, dedicando 200 unidades de re4cursos a la fabricación de

automóviles y las 100 unidades restantes a la de jamones.

En un escenario de especialización como el reseñado, España producirá un total de 20

jamones y Japón 20 automóviles y 10 jamones. Por tanto, por la especialización, acorde

con las VC existentes, la producción y el consumo mundial se han incrementado en 2

automóviles (cuadro 9).

CUADRO 9

ESPECIALIZACION Y COMERCIO

Especialización y comercio

Automóviles Jamones

Japón 20 10

España 20

Total 20 30

DEL LIBRO “EL LIBRO DE LA ECONOMÍA”

AUTORES: Nial Kishtainy, George Abbot, John

Frandon.

Londres, Nueva York, 2013

Edit. DK

1.3.3.2- CRÍTICA A LA ECONOMÍA CLÁSICA: C. MARX

Libro de la economía pag 102

Economía Marxista

Aunque la mayoría de la teoría económica se centra en la economía de libre

mercado, no debemos olvidar que durante casi todo el siglo XX hasta una tercera

parte del mundo estuvo bajo una forma u otra de régimen comunista.

La economía de dichos estados era centralizada y planificada. Los filósofos políticos

comenzaron a buscar diferentes alternativas al capitalismo desde que aparecieron

las economías de libre mercado modernas. Sin embargo, no se llegó a formular un

verdadero argumentario económico comunista del siglo XIX, cuando Karl Marx

escribió su crítica del capitalismo.

Si bien suele considerarse a Marx como un pensador político, lo cierto es que, sobre

todo, era economista. Creía que la organización económica de la sociedad

constituye la base de su organización tanto política como social; y que la economía,

por tanto, impulsa el cambio social. Marx entendía la historia no en términos de

guerra o colonialismo, sino como una progresión de distintos sistemas económicos

que daban lugar a nuevas formas de organización social.

Junto con los mercados surgieron los comerciantes, y junto con las fábricas surgió

el proletariado. El feudalismo había sido reemplazado por el capitalismo, que a su

vez, sería sustituido por el comunismo. En el Manifiesto comunista del año 1848,

Marx defendió que este cambio vendría de la mano de una revolución. Con objeto

de explicar lo que el veía como un cambio inevitable, analizo el sistema capitalista

y sus carencias inherentes en El capital, obra en tres volúmenes publicada entre

1867 y 1894.

Sin embargo, Marx no era absolutamente crítico. Lo consideraba una etapa histórica

necesaria para el progreso económico que había sustituido a sistemas obsoletos,

como el feudalismo (en que los siervos estaban ligados por ley a un señor feudal) y

el mercantilismo (en que los gobiernos controlaban en el comercio exterior).

Describió casi con admiración como había impulsado la innovación tecnológica y la

eficiencia industrial. Pero opinaba que al capitalismo no era más que una etapa

pasajera y un sistema imperfecto, cuyos fallos llevarían inevitablemente a su caída

y sustitución.

Era el núcleo de su análisis se encontraba la clara división de la sociedad en la

<<burguesía>>, una minoría que posee los medios de producción y el

<<proletariado>>, una mayoría que compone la mano de obra en opinión lo que

caracteriza al capitalismo.

Explotación de los trabajadores

Con la aparición de la industria moderna, la burguesía se convirtió en la clase

dominante, debido a que la propiedad de los medios de producción le permitía

controlar al proletariado, que constituía la mayoría de la población. Los trabajadores

producían bienes y servicios a cambio de un salario, y los propietarios del capital

(industriales y propietarios de fábricas) vendían esos bienes y servicios para

conseguir un beneficio. Si, tal y como aseguraba Marx, el valor de un producto se

deriva del trabajo necesario para lograr producirlo, los capitalistas deben fijar el

precio del producto final añadiendo al coste inicial de un producto el coste de la

mano de obra y luego el beneficio. E un sistema capitalista, el trabajador debe

producir más valor del que recibe en forma de salario. De este modo, los capitalistas

obtienen una plusvalía de los trabajadores: el beneficio

Si los capitalistas quieren maximizar los beneficios, resulta, evidente que les

interesa mantener al mínimo los salarios, peor también necesitan introducir mejoras

tecnológicas para incrementar la eficiencia, condenando con frecuencia a la mano

de obra a un trabajo monótono y degradante, si no al desempleo. Marx consideraba

que esta explotación de la mano de obra es una característica necesaria del

capitalismo, que niega a los trabajadores tanto una recompensa económica

adecuada como la satisfacción laboral, alienándose del proceso de producción. Y

esta alineación conduciría inevitablemente a un fuerte descontento social.

Competencia y monopolio

La competencia entre productores es otro de los elementos fundamentales del

capitalismo. Para competir en un mercado, las empresas no solamente deben tratar

de reducir los costes de producción, sino además ofrecer unos precios más bajos

que los de la competencia. Algunos productores no lo consiguen y se ven obligados

a quebrar, y en ese momento otros asumen una mayor parte de la cuota de

mercado. En opinión de Marx, la tendencia apuntaba a que cada vez habría menos

productores, que controlarían los medios de producción, y que la riqueza se

concentraría en manos de una burguesía cada vez más reducida. A largo plazo,

esto crearía monopolios que explotarían a los consumidores además de a los

trabajadores. A mismo tiempo, la antigua burguesía y los desempleados se

sumarían a las filas del proletariado.

Marx pensaba que la competencia era la causa del fallo del sistema: el deseo de

entrar en aquellos mercados en que los beneficios crecen fomenta el aumento de la

producción, en ocasiones al margen de la demanda real. Esta sobreproducción no

solo lleva al derroche sino también a un estancamiento e incluso al declive de

economías enteras. El capitalismo carece de planificación por naturaleza y se rige

exclusivamente por las complejidades de los mercados: la crisis económica son el

resultado inevitable de un desajuste entre la oferta y la demanda. Así, el crecimiento

en las economías capitalistas nunca presenta una progresión lineal, sino que se va

viendo interrumpido por crisis periódicas que, según Marx, serán cada vez más

habituales. Y las consiguientes privaciones de estas crisis las sufrirías

especialmente el proletariado.

En opinión de Marx, todos estos fallos aparentemente irreparables de la economía

capitalista finalmente conducirían a su colapso. Para explicar cómo sucedería esto,

empleó una teoría del filósofo alemán Hegel, que argumentó que las ideas

contradictorias se resuelve en un proceso dialectico: toda idea o situación

(<<tesis>>) contiene en sí misma una contradicción (<<antítesis>>), y de dicho

conflicto florece una idea o situación nueva y más rica (<<síntesis>>). Así, Marx veía

las contradicciones inherentes a las economías, manifestadas en los conflictos ente

clases, como impulsadoras del cambio histórico.

Marx describió la explotación y la alienación del proletariado por parte de la

burguesía capitalista como un ejemplo de contradicción social, en la que la tesis

(el capitalismo) contiene su propia antítesis (los trabajadores explotados). La

opresión y la alienación de los trabajadores, junto a la inestabilidad inherente a las

economías capitalistas, que pasan de una crisis a otra acabarían desembocando en

un malestar social general. La revolución del proletariado, por tanto, era inevitable

como imprescindible para dar paso al sucesor del capitalismo en la progresión

histórica (la síntesis): el comunismo. En las últimas líneas del Manifiesto comunista

Karl Marx alentaba así la revolución. <<Los proletariados nada tienen que perder en

ella, salvo sus cadenas, Y tienen un mundo que ganar. ¡Proletarios de todos los

países, uníos>>!

Revolución

Marx predijo que la caída de la burguesía dejaría en manos del proletariado los

medios de producción. E un principio, esto conducirá a lo que dominó (dictadura

del proletariado), una forma de socialismo en que el poder económico estaría en

manos de la mayoría. Pero este no sería más que un primer paso hacia la total

abolición de la propiedad privada en favor de la propiedad común en un estado

comunista.

En contraste con su profundo análisis sobre el capitalismo, Marx escribió

relativamente poco acerca de los detalles de la económica comunista que iba a

sustituirlo, excepto que se basaría en la propiedad común y seria planificada, para

garantizar el ajuste entre la oferta y demanda. El comunismo acabaría con la

desigualdad y la inestabilidad inherentes el capitalismo, y Marx los consideraba

como la culminación de una progresión histórica. No resulta sorprendente que su

crítica de la economía capitalista fuera recibida con hostilidad; la mayoría de los

economistas de la época consideraban el libre mercado como una garantía de

prosperidad y de crecimiento económico, al menos para cierta clase de gente. Aun

así, Marx tuvo sus seguidores, sobre todo entre los pensadores políticos, y su

predicción de la revolución comunista fue correcta, si bien erró respecto al lugar: el

la esperaba en los industrializados EEUU y Europa se dio en países rurales como

Rusia y China.

Marx no vivió para ver la instauración de estados comunistas como la URSS y la

República Popular China, y nunca pudo imaginar lo ineficientes que resultarían ser

en realidad estas economías planificadas. en la actualidad, tan solo unas pocas

economías comunistas sobreviven (Cuba, China, Laos, Vietnam y Corea del Norte).

La cuestión de si estos estados fueron realmente <<marxistas>> bajo el liderazgo

de gobernantes como Stalin o Mao continúan generando controversias pero lo cierto

es que muchos economistas han interpretado el colapso del comunismo en Europa

oriental y la liberalización de la economía china como la prueba de que las teorías

de Marx eran erróneas.

Economías mixtas

Durante las décadas que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, Europa occidental

desarrollo una (tercera) vía entre comunismo y capitalismo. Mucho de los estados

que hoy día componen la Unión Europea aun funcionan como economías mixtas

con distintos niveles de intervención y propiedad estatal, aunque algunos, sobre

todo, se han alejado del modelo mixto hacia una política más liberal, en que el

estado tiene un papel muy limitado.

Con el comunismo desacreditado y con un capitalismo cuyo fin no parece estar más

cercano que en los tiempos de Marx, da la impresión de que el pensador alemán se

equivocó al pensar que el dinamismo capitalista conduciría a la crisis y la revolución.

Sin embargo, la teoría economía marxista nunca ha dejado de tener seguidores, y

las reciente crisis financieras han llevado a una revaluación de sus ideas. Una

desigualdad creciente, la concentración de la riqueza en unas pocas grandes

empresas, las frecuentes crisis económicas y las crisis de crédito de 2008 se han

atribuido al modelo del libre mercado.

Y así aunque no llegan a defender la revolución, ni siquiera el socialismo, cada vez

más pensadores (y no todos de izquierda) empiezan a considerar enserio algunos

puntos de la crítica de Marx al capitalismo

1848 Manifiesto del Partido Comunista

1867,1885 y 1894 El libro El Capital

PDF: “HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONÓMICO”

Capítulo 13. Págs. 211-212

1.4.- Las escuelas marginalistas y neoclásicas

Muchos y serios problemas económicos y sociales seguían sin resolverse incluso

cien años después del inicio de la revolución industrial. La pobreza aumentaba, pese

a que la productividad crecía en forma impresionante. La distribución

extremadamente desigual de la riqueza y del ingreso creaba mecho descontento,

aun cuando el standard general de vida subía. Las fluctuaciones de los negocios

afectaban a muchas personas, los individuos ya no podían depender

exclusivamente de sus propias iniciativas y capacidad para superar las condiciones

impuestas.

La tendencia del siglo XIX europeo era desarrollar tres enfoques de ataque ante los

apremiantes problemas sociales y los tres se burlaban de los preceptos económicos

clásicos. Esos enfoques eran promover el socialismo; apoyar el sindicalismo y exigir

una acción del gobierno para mejorar las condiciones, la regulación de la economía,

la eliminación de abusos y la redistribución del ingreso. El marginalismo se oponía

a las tres soluciones. Teorizaba con una aparente imparcialidad olímpica y concluía:

no obstante que las teorías del valor y la redistribución de los economistas clásicos

eran inexactas, sus puntos de vista sobre la política eran correctos. Los

marginalistas defendían la asignación y distribución del mercado, deploraban la

intervención del gobierno, denunciaban el socialismo y trataban de desalentar al

sindicalismo laboral como algo ineficaz y pernicioso.

1.4.1.- La escuela marginalista

1.4.1.1.- Principios fundamentales de la escuela marginalista

Enfoque en el margen

Los marginalistas extendían a toda la teoría económica el principio de D. Ricardo

en su teoría de la renta

Conducta económica racional

El supuesto de los marginalistas es que las personas actúan racionalmente al

equilibrar los placeres y los dolores

Énfasis en la microeconomía

Las personas y las empresas ocupan el centro de del escenario en el drama de los

marginalistas. En vez de considerar a la economía consideraban la toma de

decisiones.

El empleo del método deductivo

Los marginalistas rechazaban el método histórico

El énfasis en la competencia pura

Basaban su análisis en la suposición de la competencia pura.