El pensamiento crítico en el análisis e interpretación de las representaciones sociales del paisaje
El pensamiento anticolonial
Transcript of El pensamiento anticolonial
Facultad de humanidadesCarrera de SociologíaCátedra: Sociología Latinoamericana.Profesora: Pierina Ferreti.Ayudante: Diego Rivera.
El pensamientoanticolonial
Como forma de resistencia ylucha política.
Carla Poveda04/12/2014
ÍndiceIntroducción................................................3
El colonialismo como implantación de visión mundo...........4
La violencia del colonialismo.............................6
La expansión colonial a otros ámbitos.....................7
Emergencia del pensamiento decolonial.......................9
De teoría a praxis política..............................11
Conclusiones...............................................13
Bibliografía...............................................13
3
Introducción
Sin duda tenemos un largo recorrido histórico en nuestro
continente desde que se emprendió el viaje de Europa hacia
las Indias buscando rutas de comercio, aquel episodio
histórico del “descubrimiento” que marca tiempo después la
llegada de la civilización europea a poblar Latinoamérica.
Enmarcándose dentro de lo que llamaría el “progreso técnico
modernizador de la civilización”, no obstante, este progreso
tiene varios puntos de inflexión marcados por luchas
sangrientas, usurpación de territorios, imposiciones
culturales de formas de vida, nuevas formas de relaciones
sociales y de producción, aplastando de alguna forma la vida
ya desarrollada dentro de nuestro continente. Todo esto bajo
la lógica del “hombre moderno” en busca de expandir sus
horizontes económicos y promover su cultura de “la verdad”,
aquella cultura racional guiada por la misión de expandir sus
horizontes del conocimiento y superioridad ante el avance de
un estadio primitivo a uno moderno, asegurando que su estilo
de vida era el único posible y lo demás es impensable,
desechable, irracional, deshumanizante, lógica que impregno a
aquellas tierras que fueron “salvadas” de aquel “paganismo”,
definiendo así una línea entre “una zona del ser y no ser”,4
planteamiento que elabora Frantz Fanon para explicar la
opresión que han vivido aquellos/as que fueron
“conquistados/as” bajo la visión imperialista que se promulgo
al colonizarlas y clasificarlas bajo el orden establecido por
la cultura occidental. Dando origen al problema colonial,
problema del cual Aimé Césaire señala en su texto “El
discurso sobre el colonialismo”, que la civilización
<<occidental>>, moldeada por el régimen burgués ha sido
incapaz de resolver desde que su existencia la ha originado
(Césaire, 2006). Es por esto que surgen las teorías
decoloniales para responder a este problema tensionado el
espacio y proponiendo una nueva forma epistemológica de
elaborar teoría.
El colonialismo como implantación de visión mundo.
Cuando hablamos de colonialismo nos remontamos a los periodos
de ocupación, dominio territorial, económico y cultural por
parte de una civilización a otra, de la cual el mundo
occidental se ha caracterizado por la utilización de estas
prácticas a lo largo de la historia, pero los procesos
5
fundamentales para entender como el colonialismo fue
imponiendo una configuración global a medida que las
potencias imperialistas comenzaron a expandir sus dominios,
parte con una primera fase en el siglo XVI con la búsqueda de
nuevas rutas marítimas comerciales que llevo a la exploración
y usurpación de otras tierras de parte de los imperios
Portugués y Español; y más adelante en el siglo XIX con la
segunda oleada de expansión de territorios que llevo a una
carrera entre las potencias existentes. Estas expansiones
tienen neta relación con el ascenso del mercantilismo, que
influye en las bases de lo que prontamente se denominaría
capitalismo o economía de libre mercado, ya que para el
desarrollo del imperio era necesario establecer zonas
obtención de recursos seguras y como Pablo González Casanova
nos describe que:
“El objeto de las colonias –escribía Montesquieu hace
más de doscientos años– es hacer comercio en mejores
condiciones del que se hace con los pueblos vecinos en que
las ventajas son recíprocas. Se ha afirmado –añadía– que
sólo la metrópoli puede negociar con la colonia, y ello con
gran razón porque el objeto del establecimiento colonial ha
sido la extensión del comercio y no la fundación de una
ciudad o un nuevo imperio”. (Casanova, 2006, pág. 191)
Sin embargo las relaciones de explotación y dependencia de
las colonias se agudizaron mediante la monopolización para
establecer un dominio tanto político, administrativo y
cultural dentro de las colonias, dando paso a que las
6
colonias sean económicamente complementarias de la metrópoli,
dejando un desarrollo desigual, no integrado de la región
(Casanova, 2006).
Dentro de este periodo surge la modernidad asumiendo un reto
que le toco provocar. Reto del cual Bolívar Echeverría nos
dice que “plantea la necesidad de elegir, para sí misma y
para la civilización en su conjunto, un cauce histórico de
orientaciones radicalmente diferentes de las tradicionales”
(Echeverría, 2011, pág. 74), estas orientaciones debían dar
forma o substancia a una múltiple de estado de cosas, y estas
formas fueron guiadas por el sentimiento evolucionista del
ser humano de “quien tiene más potencias de llegar a ser”,
demostrando que la relación de subordinación del proceso de
producción/consumo y acumulación de riquezas del capitalismo
tenia la potencia de configurar el nuevo orden imperante
en la civilización europea. Y no solo esta modernidad definió
el orden de las civilizaciones, dio nacimiento a la imagen y
concepción del “hombre moderno”. Este “hombre” se caracteriza
primeramente por ser hombre (en este tiempo la mujer se
consideraba inferior), blanco, heterosexual, católico, con
derechos humanos, sociales, civiles y laborales (Grosfoguel,
2011) sentó las bases de lo que sería aceptado como “lo
humano” en occidente, y todo aquello que no cabe dentro de
esta definición se considera como “lo otro”, “lo inhumano”,
“el salvaje”, “la bestia”, deshumanizando todo aquello que no
presenta estas características. Es así que el colono
7
asumiendo la misión que le dicta su cultura de la “verdad”,
debe domesticar e instruir a estos no-seres porque “las
“metrópolis” preferían vestida la verdadera forma de estos
no-seres; siendo necesario que los indígenas la amaran
(Fanon, 1983), ya sea por instrucción o a la fuerza.
Fernando Pino Solanas en su documental “La hora de los Hornos
Neocolonialismo y Violencia”, lanzado en Latinoamérica en 1973, nos
muestra con un calce de imágenes la relación de la colonia
con las nuevas formas de colonialismo en la actualidad y como
se han instalado en un país como Argentina, donde ya el
sujeto opresor, figura del colono es cambiado por la clase
más acomodada: la burguesía, y como la situación no difiere
mucho desde la pseudo independencia que han obtenido los
países colonizados. En una entrevista que hace a una
comunidad de los indios matacos, refleja la visión racista
que lego el colonialismo de los nativos de América latina,
expresando: “Al conversar con el otro, le dice: el indo no
vale nada, y no es cierto porque somos de la misma sangre
nada más porque tenimos otro idioma por eso me ve desnudo”
(Solanas, 1973), dejando claro que quien valía era “el
cristiano” y no el indio, perpetuando la inferioridad
existente desde la llegada de los colonos.
8
La violencia del colonialismo.
Esta implantación de visión mundo del colonialismo occidental
revela la dualidad de las definiciones y el trasfondo
violento con el que se ha llevado a cabo. Inicialmente, la
colonización nació bajo la necesidad de ocupación de tierras
para la obtención de recursos. A medida que la civilización
fue creciendo y complejizándose, este proceso como advierte
González Casanova comienza a tener un carácter bélico:
“Hoy al hablar de colonias o al hablar de
colonialismo se alude por lo común a este dominio que unos
pueblos ejercen sobre otros, y el término ha llegado a
tener un sentido violento, se ha convertido en una especie
de denuncia, y, en ciertos círculos, hasta en una palabra
tabú.” (Casanova, 2006, pág. 189)
Siendo así evidente que para efectuar la dominación de las
tierras, los colonizadores debían hacer uso de la violencia
porque no aspiraban a la igualdad, sino a la dominación. Para
el colono “el país de raza extranjera deberá convertirse en
un país de siervos, de jornaleros agrícolas o de trabajadores
industriales. No se trata de suprimir las desigualdades entre
los hombres, sino de ampliarlas y hacer de ellas una ley”
(Césaire, 2006, pág. 16). Como también se legitimaba ante
lemas como “civilización o barbarie” de Sarmiento (Solanas,
1973). En síntesis no solo se instala una práctica de
dominación sino que además está se legítima y justifica con
un discurso que exhorta a ampliar la desigualdad entre los
hombres, alzando así el discurso racial. 9
La violencia que se ha ejercido no ha cambiado, encendiéndose
en otras formas ya sea institucionalizada o de hechos de
agresión física ante eventuales manifestaciones, la represión
se ha mantenido bajo dispositivos de poder porque “no hay
política neocolonial si no hay factores interno de poder que
la posibiliten.” (Solanas, 1973) Represión que hemos
vivenciado ante las intervenciones que han hecho países como
Estados Unidos en otros países para someterlos bajo su
dominio neocolonial.
La expansión colonial a otros ámbitos.
El antiguo orden mundial que creo las empresas coloniales, se
transformaron en Estado-Naciones desde que los territorios
ocupados pasaran por procesos de independencia durante los
siglos XIX y XX. En este nuevo orden el progreso técnico y el
capitalismo camuflo las relaciones coloniales que se habían
establecido durante la monarquía, y ya no era necesario la
ocupación de otras tierras porque el mercado es quien se
encargaba de llevar el dominio entre otras naciones. Así es
como el colonialismo se expandió a otros ámbitos, desde la
historia hasta la ciencia. Con la imposición de la cultura
occidental, la elaboración de conocimientos “terminaron
también articulados en un sólo orden cultural global en torno
de la hegemonía europea u occidental” (Quijano, 2000, pág.
10
209). Concentrando todas las formas de control de la
subjetividad, de la cultura y en especial de la producción
del conocimiento (Quijano, 2000), naturalizando que estas
producciones son del colono y no de los colonizados, ya que
ante la violencia con la que dominaron, reprimieron “las
formas de producción de conocimiento de los colonizados, sus
patrones de producción de sentidos, su universo simbólico,
sus patrones de expresión y de objetivación de la
subjetividad.” (Quijano, 2000, pág. 210).
Salas en todo el documental alude a esta forma de imposición
cultural desde la ciudad hasta la cultura, donde en cada
rincón de la ciudad sus edificios toman formas de estructuras
europeas y sus estatuas aluden a héroes colonos e identifica
a la universidad como “el más profundo instrumento de esa
colonización, bajo el mito de la autonomía universitaria se
hizo creer a generaciones de estudiantes e intelectuales que
la universidad era una isla democrática dentro de un país
oprimido” (Solanas, 1973) Y un parte fundamental en la
colonización es la educación que se recibe:
“Desde que aprende a leer el niño de un país
dependiente es asaltado por todos los modelos de una
civilización que le es impuesta como único valor universal
al universalizarse como clase y como sistema la burguesía y
el imperialismo universalizaron la cultura que facilita su
dominio” (Solanas, 1973)
11
Edgardo Lander nos dice que el eje-articulador de la
modernidad dentro de las ciencias sociales establece una
separación entre pasado y presente:
“la disciplina historia estudia el pasado, mientras
se definen otras especialidades que corresponden al estudio
del presente. Para el estudio de éste se acotan, se
delimitan, ámbitos diferenciados correspondientes a lo
social, lo político y lo económico, concebidos propiamente
como regiones ontológicas de la realidad histórico-social.
A cada uno de estos ámbitos separados de la realidad
histórico-social corresponde una disciplina de las ciencias
sociales, con su objeto de estudios, sus métodos, sus
tradiciones intelectuales.” (Lander, 2000, pág. 10)
Ante esta separación de disciplinas y el eje-articulador de
la modernidad bajo la hegemonía europea, surge en la academia
un “metarrelato universal” (donde las culturas pasan por un
estadio evolutivo) que se transforma en las única forma
válida, objetiva y universal del conocimiento para la
comprensión de la sociedad (Lander, 2000). Es así como se
aplican categorías bajo esta lógica para el análisis de
cualquier realidad como si fuesen los patrones a seguir o la
forma más adecuada para explicar la realidad:
“Las otras formas de ser, las otras formas de
organización de la sociedad, las otras formas del saber,
son trasformadas no sólo en diferentes, sino en carentes,
en arcaicas, primitivas, tradicionales, premodernas. Son
ubicadas en un momento anterior del desarrollo histórico de
12
la humanidad, lo cual dentro del imaginario del progreso
enfatiza su inferioridad.” (Lander, 2000, pág. 10)
De esta situación da cuenta con el surgimiento del concepto
de desarrollo, donde establece bajo indicadores tanto
cuantitativos y cualitativos que países son “desarrollados” y
cuáles no logran entrar a este umbral de clasificación. Como
nos presentan García, Laurelli y Rosa en su revisión del
concepto de desarrollo, varias de estas definiciones se
instalan dentro de la economía como forma “progresiva”,
“crecimiento” o de una “evolución” de mejores condiciones de
vida, ligadas al progreso tecnológico y reduciendo a
conceptos económicos, esto se ve reflejado en la defunción
del banco mundial, aludiendo “a un cambio cualitativo y a la
reestructuración de la economía de un país en relación con el
progreso tecnológico y social”, teniendo como indicador
principal al aumento de PIB per cápita asumiendo que a mayor
crecimiento economico de un pais es mayor el desarrollo.
(García, Laurelli, & Rosa, 2010). Esta manera de aplicar
categorias entra a tensionar al analisis de la realidad
social, puesto al dejar fuera las otras formas de saberes de
los invisibles, es decir de los y las colonizados/as, el
trasfondo historico y politico se ve trastocado y
distorsionado.
13
Emergencia del pensamiento decolonial
Bajo la forma de los y las oprimidos/as colonizados/as, nace
en contra respuesta el pensamiento decolonial al calor de los
movimientos de resistencia e independencia en América Latina
y el Caribe, más adelante uniéndose Asia y África, y las
ideas ascendentes en contra del capitalismo.
La descolonización y el pensamiento decolonial se debe
considerar como
“un proceso histórico: es decir, que no puede ser
comprendida, que no resulta inteligible, traslúcida a sí
misma, sino en la medida exacta en que se discierne el
movimiento historizante que le da forma y contenido. La
descolonización es el encuentro de dos fuerzas
congénitamente antagónicas que extraen precisamente su
originalidad de esa especie de sustanciación que segrega y
alimenta la situación colonial. (Fanon, 1983, pág. 17)
Emergiendo como un cambio epistémico en esta relación
impuesta de la modernidad, no solo cambiando, sino también en
una constante tensión con “el sistema imperialista/
occidentalocéntrico/ capitalista/ patriarcal/ moderno/
colonial” (Grosfoguel, 2011, pág. 98).
Como lo concibe Walter Mignolo “el giro decolonial es la
apertura y la libertad del pensamiento y de formas de vida
otras (economías otras, teorías políticas otras); la limpieza
de la colonialidad del ser y del saber; el desprendimiento de
14
la modernidad y de su imaginario imperial articulado en la
retorica de la democracia.” (Mignolo, 2007, pág. 29)
Apareciendo las propuestas de análisis bajo la concepción
racial de Frantz Fanon, en la que divide en un mundo al
colono perteneciente a “la zona del ser”, y al indígena,
negro entre otros/as es decir al colonizado/a en “la zona del
no ser”, estas zonas no son un lugar geográfico, más bien son
“una posicionalidad en relaciones raciales de poder que
ocurre a escala global entre centros y periferias, pero que
también ocurre a escala local y nacional contra diversos
grupos racialmente inferiorizados” (Grosfoguel, 2011, pág.
99).
Otro análisis recurrente del pensamiento decolonial es la
teoría de la dependencia, nace en los años 60 como critica a
“la teoría del desarrollo” evidenciando una dependencia
económica de un centro y una periferia (identificado como la
relación metrópoli-colonia), impidiendo prosperar
económicamente a los países denominados del “tercer mundo o
subdesarrollados”, además de presentar varias falencias
“debido a la incapacidad del capitalismo para reproducir
experiencias exitosas de desarrollo en sus excolonias que
están, en su gran mayoría, en un proceso independentista
desde la terminación de la II Guerra Mundial.” (Santos, 1998,
pág. 5)
Teniendo una variedad de teorización con exponentes como
Mahatma Gandhi, W.E.B. Dubois, Juan Carlos Mariátegui,15
Amílcar Cabral, Aimé Césaire, Frantz Fanón, Fausto Reinaga,
Vine Deloria Jr, Rigoberta Menchú, Gloria Anzaldúa, el
movimiento de los Sin Tierra en Brasil, los zapatistas en
Chiapas, los movimientos indígenas y afros en Bolivia,
Ecuador y Colombia, el Foro Social Mundial y el Foro Social
de las Américas ya que “la genealogía del pensamiento
decolonial es planetaria y no se limita a individuos”
(Mignolo, 2007, pág. 34)
Estas alternativas para Maritza Montero es un modo de ver el
mundo, de interpretarlo y de actuar sobre él que está
ejerciendo su capacidad de ver y hacer desde una perspectiva
Otra, colocada al fin en el lugar de nosotros, donde las
ideas articuladoras de este paradigma son:
“· Una concepción de comunidad y de participación asícomo del saber popular, como formas deconstitución y a la
vez como producto de un episteme de relación.
· La idea de liberación a través de la praxis, que
supone la movilización de la conciencia, y un sentido
crítico que lleva a la desnaturalización de las formas
canónicas de aprehender construir ser en el mundo.
· La redefinición del rol de investigador social, el
reconocimiento del Otro como Sí Mismo y por lo tanto la del
sujeto-objeto de la investigación como actor social y
constructor de conocimiento.
· El carácter histórico, indeterminado, indefinido,
no acabado y relativo del conocimiento. La multiplicidad de
voces, de mundos de vida, la pluralidad epistémica.
16
· La perspectiva de la dependencia y luego, la de la
resistencia. La tensión ente minorías y mayorías y los
modos alternativos de hacer-conocer.
· La revisión de métodos, los aportes y las
transformaciones provocados por ellos.” (Lander, 2000, pág.
12)
Un paradigma que llego para instalarse con una propuesta más
allá de cuestionar el orden establecido por la hegemonía
económica-imperial y tensionar los espacios abarcados por
está, una propuesta de liberación de los y las oprimidos/as
para establecer su propio orden.
De teoría a praxis política.
Esta articulación paradigmática no hubiese sido concebida si no
hubiese surgido como parte de una preocupación ante los procesos
históricos que se desenvolvieron posteriores al surgimiento de
“la nueva sociedad” dándole énfasis a un desarrollo propuesto
desde los pueblos y una praxis política ante la resistencia de
los pueblos aborígenes por la usurpación de tierras, la
explotación y matanza de parte de los colonos, creando un
discurso contra el colonialismo.
Fanon plantea que:
“la descolonización es simplemente la sustitución de
una "especie" de hombres por otra "especie" de hombres. Sin
transición, hay una sustitución total, completa, absoluta.
Por supuesto, podría mostrarse igualmente el surgimiento de
una nueva nación, la instauración de un Estado nuevo, sus
17
relaciones diplomáticas, su orientación política,
económica.” (Fanon, 1983, pág. 16)
La descolonización no pasa inadvertida ante los colonos,
modifica al ser, transformando a los y las oprimidos en
actores privilegiados, introduciendo un nuevo ritmo propio,
un nuevo lenguaje y un nuevo sujeto. Porque “la
descolonización realmente es creación de hombres nuevos. Pero
esta creación no recibe su legitimidad de ninguna potencia
sobrenatural: la "cosa" colonizada se convierte en hombre en
el proceso mismo por el cual se libera” (Fanon, 1983, pág.
17). Es así que “no puede haber un discurso de la
descolonización, una teoría de la descolonización, sin una
práctica descolonizadora.” (Rivera Cusicanqui, 2010).
Como cita Salas a Fanon: “No rindamos, pues compañeros, un
tributo a Europa creando estados, instituciones y sociedades
inspirados en ellas. La humanidad espera algo más de nosotros
que esa imitación caricaturesca y en general obscena… hay que
inventar, hay que descubrir” (Solanas, 1973). Y esta
descolonización para Fanon debe llevarse al igual que la
forma colonizadora, es decir, de forma violenta, retomando el
tema expuesto. El colono es el mismo que alimenta la sed de
violencia en el colonizado. Pues “el colonizado es un
perseguido que sueña permanentemente con transformarse en
perseguidor” (Fanon, 1983, pág. 26). Siguiendo esta
argumentación Salas aporta que “los pueblos no tienen ninguna
posibilidad de cambiar su destino por las vías democráticas
18
burguesas” (Solanas, 1973). No es de sorprender que losmovimientos de liberación optaran por utilizar la violencia para
logar sus reivindicaciones, como en el caso del EZLN o la
revolución cubana se llevara a cabo por la vía armada, o los
enfrentamientos de los comuneros mapuches con las fuerzas
especiales, es un claro ejemplo, al enfrentarse las fuerzas
especiales toman el papel del conquistador y los comuneros el
papel que históricamente han tenido de colonizados.
Sara Gómez en su documental “Una isla para Manuel”, refleja la
praxis política que se llevaba a cabo bajo la meta
liberalizadora e ideología comunista y que mantuvo alejado
las practicas neocolonizadoras en Cuba, adoptando formas de
educación popular para la instrucción educativa de los niños
y jóvenes que se mantenían en la isla samurái, dignificando
la labor de quienes llegaban a vivir ahí, un testimonio
tomado a Cesar refleja lo comprometidos con esta praxis: “ahí
me explicaron masomeno’ como iba a hacer el proceso aquí en
la isla, cuando llegue al samurái hubo una falta de
organización pero eso no me impidió nada para que yo me
rajara, con mis condiciones revolucionarias comunistas me
obligaron a quedarme ahí firme como quiera que fuera” (Gómez,
1968).
Al tomar la descolonización como praxis política, hay una
relación que se puede advertir, que la descolonización a
pesar de ser crítica a esta visión hegemónica, no
compatibiliza totalmente con los intelectuales orgánicos que
19
asumen una postura crítica ante el sistema capitalista sin
reconocer su condición de colonizado. Esto se evidencia en
una de las interpelaciones que hace fanón a estos
intelectuales:
“el intelectual colonizado ha invertido su
agresividad en su voluntad apenas velada de asimilarse al
mundo colonial. Ha puesto su agresividad al servicio de sus
propios intereses, de sus intereses de individuo; Así surge
fácilmente una especie de esclavos manumisos: lo qué
reclama el intelectual es la posibilidad de multiplicar los
manumisos, la posibilidad de organizar una auténtica clase
de manumisos” (Fanon, 1983, pág. 29)
Se ve un rechazo profundo de estos intelectuales expresándolo
abiertamente Aimé Césaire en la carta enviada Mauri ce
Thorezcuando:
“En todo caso, es incuestionable que nuestra lucha,
la lucha de los pueblos colonizados contra el colonialismo,
la lucha de los pueblos de color contra el racismo, es
mucho más compleja, es, a mi juicio, de una naturaleza muy
distinta a la lucha del obrero francés contra el
capitalismo francés y de ningún modo podría ser considerada
como una parte, como un fragmento de esta lucha.” (Césaire,
2006, pág. 79) […]
“En estas situaciones se comprende que no podamos
otorgarle a nadie la delegación para pensar por nosotros;
delegación para buscar por nosotros; que de ahora en
adelante no podamos aceptar que nadie, sea quien sea, así
fuese el mejor de nuestros amigos, sea fiador por nosotros.
Si la meta de toda política progresista es devolver algún
20
día su libertad a los pueblos colonizados, se precisa, al
menos, que la acción cotidiana de los partidos progresistas
no entre en contradicci6n con el objetivo buscado y no
destruya todos los días las bases mismas, tanto las bases
organizacionales como las bases psicol6gicas, de esta
futura libertad, que pueden reducirse a un solo postulado:
el derecho a la iniciativa. (Césaire, 2006, pág. 82)
Finalizando, la praxis descolonizadora deja en claro que es
necesario que los colonizados realicen esta emancipación
tanto de saberes como de dominación, puesto que invisibiliza
toda lucha reivindicativa tanto de hombres como mujeres y que
adopten algún grado de violencia ante los colonos.
Conclusiones
El pensamiento decolonial viene a tensionar la visión
imperial/capitalista/moderna proponiendo también una práctica
que aspira a un cambio en la sociedad y no solo ha logrado
instalarse, también ha abierto grietas para que hayan varios
puntos de vista, cuestionando la visión lineal de la
modernidad. Cada aspecto de análisis propuesto por quienes
adoptan esta bandera de resistencia y lucha, tiene su forma
de proponer prácticas descolonizadoras haciendo que sea
interesante la revisión de cada una de estas propuestas. Y no
solo da cuenta que la visión de mundo y sus sustentos cayeron
en una crisis sino que no están dando abasto para explicar la
compleja realidad en la que nos encontramos, por lo que es
necesario repensar de donde nos estamos situando para la
21
elaboración de teorías y además fortalecer una disciplina de
Latinoamérica para Latinoamérica.
Bibliografía
Casanova, P. G. (2006). El colonialismo interno. En P. G.
Casanova, Sociología de la explotación (págs. 185-205). Argentina:
CLACSO.
Césaire, A. (2006). Discurso sobre el colonialismo. España: Akal.
Echeverría, B. (2011). Crítica de la modernidad capitalista. Bolivia:
Antología.
Fanon, F. (1983). Los condenados a la tierra. México: Fondo de
cultura económica.
García, A., Laurelli, E., & Rosa, P. (2010). El camino
recorrido por la concepción de desarrollo : Discusiones y
prácticas. Memoria Académica , 37-56.
Gomez, S. (Dirección). (1968). Una isla para Manuel [Película].
Grosfoguel, R. (2011). LA DESCOLONIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO:
DIÁLOGO CRÍTICO ENTRE LA VISIÓN DESCOLONIAL DE FRANTZ FANON Y
LA SOCIOLOGÍA DESCOLONIAL DE BOAVENTURA DE SOUSA SANTOS.
Formas-Otras. Saber, nombrar, narrar, hacer. , 97 - 108.
Lander, E. (2000). Ciencias sociales: saberes coloniales y
eurocéntrico. En E. Lander, La colonialidad del saber: eurocentrismo y
22
ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas. (págs. 4-23). Buenos
Aires: CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales.
Mignolo, W. (2007). Pensamiento decolonial, desprendimiento y
apertura. Un manifiesto. . En S. Castro-Gómez, & R.
Grosfoguel, El giro decolonial. Reflexiones para una diversidad epistémica más
allá del capitalismo global. (págs. 25-46). Bogotá: Siglo del Hombre
Editores.
Quijano, A. (2000). Colonialidad del poder, eurocentrismo y
América Latina. En E. Lander, La colonialidad del saber: eurocentrismo y
ciencias sociales. Perspectivas Latinoamericanas. (págs. 201-246). Buenos
Aires, Argentina: CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias
Sociales.
Rivera Cusicanqui, S. ( 2010). Ch’ixinakax utxiwa: Una reflexión sobre
prácticas y discursos descolonizadores. Buenos Aires : Tinta Limón.
Santos, T. d. (1998). La teoría de la dependencia un balance
histórico y teórico. En F. L. Segrera, Los retos de la globalización.
Ensayo en homenaje a Theotonio Dos Santos. Caracas, Venezuela:
UNESCO.
Solanas, F. P. (Dirección). (1973). La hora de los Hornos
Neocolonialismo y Violencia [Película].
23