Autodefensas: Legitima Defensa o Delincuencia Organizada
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CASO MICHOACAN
Autodefensas: Legitima Defensa o Delincuencia Organizada
Para quienes somos amantes de la historia resulta apasionante aproximarnos a ella
desde la calidad que las circunstancias nos permitan. Dichas circunstancias, que pueden ser
de tiempo y/o lugar, nos permiten situarnos en ocasiones como lectores, testigos o actores de
la misma.
En calidad de lectores nos remitimos a las evidencias históricas contenidas en
diferentes documentos que pueden ser desde crónicas, diarios de guerra, biografías,
autobiografías, archivos oficiales y privados, hemerotecas, filmaciones, audios e infinidad de
medios de acuerdo a la época de los hechos a estudiar y ya no se diga en la actualidad que
contamos con recursos informáticos que nuestros antepasados ni siquiera imaginaron.
Sin embargo en todos ellos corremos el riesgo de que no sean objetivos y que
obedezcan tanto a interpretaciones como a apreciaciones personales de los autores, sin perder
de vista que la historia más conocida la escriben los vencedores por lo que resulta conveniente
escuchar a los vencidos que también tienen su versión de la verdad.
Dicho de otra manera, resulta necesario para llegar a la verdad histórica escuchar, en
sentido figurado, a todas las partes de una situación histórica en particular para que esto nos
permita elaborar un criterio propio sobre la misma.
En cuanto a la calidad de testigo esta se da cuando fuimos o somos contemporáneos
de los hechos y tenemos así una percepción, presencia y vivencia cercanas a ellos y estamos
en oportunidad de entenderlos si logramos analizarlos con rigor científico
Sin embargo y sin dudas la calidad más bondadosa es la de actor de los hechos en la
cual las circunstancias de la vida profesional nos ubican en ocasiones.
En un ejercicio de humildad debemos estar conscientes de que esta calidad de actores
es similar a la de los actores de cine, radio, tv y otros medios ya que a algunos les toca ser
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primeros actores o actrices; a otros les toca ser co-protagonicos, a unos más nos toca ser de
reparto o de soporte y hay hasta quienes les toca actuaciones especiales. No obstante lo
importante es participar en la obra o película.
Esta participación nos regala oportunidades únicas de conocer de carne y hueso a
algunos y algunas de esos actores y actrices de diferente significación histórica y cuyas
actuaciones buenas o malas dejaron huella.
Y son precisamente estas consideraciones las que nos guían e inspiran a intentar
analizar una situación que está haciendo historia y que seguramente resultara histórica: el
caso Michoacán.
Como si fuera un prisma, la problemática del estado de Michoacán y de otras
entidades de nuestro país presenta un gran número de facetas que merecen atención, más sin
embargo para efectos de la materia de estudio, delincuencia organizada1, nos abocaremos al
análisis del caso desde tres marcos referenciales: policía, estado y derecho
Las demás facetas, igualmente dignas de atención, las dejaremos para el análisis por
parte de otras disciplinas del conocimiento humano.
Policía
Se pudiera esperar que este marco de referencia recibiera algún tratamiento especial
o preferencial en razón de la formación, desarrollo y desempeño profesional del colaborador
de este análisis quien con casi 44 años de permanencia en la administración pública, la
mayoría de ellos en actividades de seguridad pública, procuración de justicia y readaptación
social, pudiera ceder a la tentación o deformación profesional de considerarlo primordial y
definitorio.
Lejos pero muy lejos de eso y por el contrario, es precisamente esa dilatada
experiencia en los campos de actividad que componen la cadena de la seguridad publica la
1 Es la actividad de un grupo estructurado de tres o más personas que exista durante cierto tiempo y que actúe concertadamente con el propósito de cometer uno o más delitos graves o delitos tipificados con arreglo a la Convención de Palermo con miras a obtener, directa o indirectamente, un beneficio económico u otro beneficio de orden material.
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que nos permite conocer sus entrañas y entender que situaciones como la de Michoacán jamás
se solucionan únicamente con acciones policiales.
La policía es la herramienta esencial de la autoridad legalmente establecida para hacer
cumplir la ley y es precisamente este cumplimiento irrestricto de la ley la única vía para
proporcionar el entorno de seguridad y paz pública que requiere una población para su
desarrollo y desempeño político, económico y social.
Ahora bien, no basta ese entorno propicio si el gobierno no cumple con sus demás
funciones de proporcionar servicios de salud, educación y bienestar social, así como fomentar
el desarrollo económico que genere empleos dignos, el desarrollo agrícola que garantice la
alimentación, y otros más que representen un funcionamiento integral de ese gobierno.
Obviamente que lo anterior no es el papel que le corresponda a ninguna policía.
Luego entonces vemos que no necesariamente fue la función policial la única causa
de la situación en Michoacán y lógicamente no será la única solución.
Si la falla del gobierno fue integral, si se permite el concepto, la solución
necesariamente tendrá que ser integral y no solo policial.
Estado
Es conveniente recordar su concepto más aceptado y aprendido en la escuela:
El Estado lo constituyen tres elementos fundamentales: Población, Gobierno y
Territorio.
Y no es casual el orden de enumeración ya que nos tomaremos la libertad de
considerarlos en ese orden por su importancia. Primero apareció el ser humano sobre la faz
de la tierra integrando poblaciones y de estas emanaron los gobiernos como una necesidad
de organización, guía y seguridad.
El tercer elemento, el territorio, no existió mientras esas poblaciones fueron nómadas.
Al tornarse sedentarios, sus necesidades primarias de organización, guía y seguridad
crecieron aún más al generarse en esas poblaciones el sentido de familia y propiedad.
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En ese momento aquellos seres primitivos vislumbran que tienen que ceder algo de
su libertad personal y entregarla a su líder para investirlo de autoridad para gobernarlos y
proporcionarles a través de ese mandato lo más preciado para un ser humano de ayer de hoy
y de mañana: la seguridad para su familia y su propiedad.
Al paso del tiempo esa organización primaria de incipiente estado fue madurando con
diferentes formas de gobierno pero sin variar en dos principios:
La obligación primordial, y razón de ser, del estado de proporcionar seguridad
a la población a través de las instituciones que integran su gobierno.
La soberanía del estado reside todo el tiempo en su población aun cuando esta
cede parte de su libertad personal para ser gobernada.
Por lo antes expresado no compartimos la idea de que por el caso Michoacán exista
un estado fallido en nuestro país entendiendo este como Estado-Nación2 no como estado
entidad.
El hecho de que tanto los gobiernos municipales como el gobierno estatal hayan
incumplido el mandato primordial de sus pobladores de proporcionarles seguridad para su
familia y su patrimonio no significa que por la falla de estos y del gobierno federal, al no
cumplir su función subsidiaria de asistir a su auxilio, exista esa situación.
El gobierno de cualquier nivel no es el estado, es uno de sus componentes. Para ello
tendría que desintegrarse la población y desaparecer el territorio lo cual de ninguna manera
es el caso; lo más que pudiera desaparecer son los poderes del estado como entidad.
Se quiera aceptar o no parte de su población reacciono ante el hartazgo de ser víctima
indefensa de la delincuencia impune llenando el vacío de autoridad para combatirla.
2 Organización política de población homogénea que comparte cultura, lengua, con un gobierno que sirve a los intereses de esta. No hay en el mundo ningún pueblo con esa homogeneidad, pero sí que se aproximan.
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Las llamadas “autodefensas3” vinieron a demostrar que las policías municipales
siguen siendo el eslabón más débil de la cadena de seguridad publica lo cual resulta fatal para
la misma ya que son la primera línea de combate a la delincuencia.
Al suplirlas en su función, tal vez con una organización policial empírica, pero en
igualdad de armamento con la delincuencia han logrado que esta retroceda en algunos frentes.
Además las “autodefensas” cuentan con algunas ventajas estratégicas y tácticas sobre
la delincuencia organizada:
Estratégicamente su único objetivo es recobrar la seguridad para sus familias
y su patrimonio y mantener el arraigo a su tierra natal o sea su territorio.
Tácticamente conocen el terreno, la población, el adversario y sus propias
capacidades de combate.
Dejémonos de exquisiteces inmersos en profundos debates para definir que si es
delincuencia organizada o no, que si es narcotráfico4 la causa, etc.
El narcotráfico no es sinónimo de delincuencia organizada, es una forma y una parte
de lo que se califica jurídicamente como delincuencia organizada en base a su composición
y objetivos.
Vendría a ser una delincuencia de elite por su gran poder económico corruptor, su
armamento de alto poder y equipo sofisticado. La diferencia de la delincuencia común estaría
en que su poder económico corruptor es menor al igual que su armamento y equipo.
3 Los Grupos de Autodefensa Comunitaria, mejor conocidos como "Policía Popular o Comunitaria", son una organización de autodefensa popular surgida entre los años de 2012 y 2013, en las regiones del Golfo y Sur de México. Actualmente se está llevando a cabo un proceso de regularización de estos grupos para actuar como Policías Rurales, esto con el fin de evitar enfrentamientos entre las autodefensas y los mismos militares. 4 Es una actividad ilegal y globalizada que radica en el cultivo, fabricación, distribución, venta, control de mercados, consumo y reciclaje de estupefacientes y [[estimulante adictivos potencialmente dañinos para la salud (conocidos vulgarmente como drogas). Sin embargo, dicho concepto de ilegalidad puede variar dependiendo de la normatividad de algunos países u organizaciones internacionales, que pueden determinar de manera estricta la prohibición de la producción, transporte, venta y consumo de algunos estupefacientes o que, de igual modo pueden permitirla, en muchos casos, bajo el argumento de emplearlos con fines medicinales o recreativos.
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Pero esta diferencia se anula cuando se unen en lo que llamo una “simbiosis
delincuencial” ya que son dos organismos que al unirse obtienen beneficios mutuos: la
delincuencia organizada adquiere fuerza de trabajo barata que conoce el terreno y la
población donde operan y la delincuencia común obtiene gran poder económico corruptor,
armamento de alto poder y equipo sofisticado.
El narcotráfico es migrante por necesidad y al retirarse o replegarse de ciertas regiones
por acoso de las autoridades o de grupos antagónicos deja como efectos colaterales una
delincuencia común que ante la baja de esa actividad diversifica sus acciones hacia el
secuestro, la extorsión, el pago de derecho de piso, la piratería, violaciones, el robo de
combustible, la trata de personas , el contrabando diverso , etc. que son las acciones delictivas
que más lastiman a la población en sus familias y patrimonio.
Lo que está muy claro y evidente es que todo este catálogo de actividades
delincuenciales no sería factibles sin el concurso y apoyo de autoridades cómplices de todos
los niveles.
Esto no sucede en este momento con las “autodefensas” que ni son autoridad ni les
interesa ser cómplices de la delincuencia de la que se defienden.
Si son ilegales o no, que si están patrocinados por algún cartel del narco, que si tienen
delincuentes en sus filas son cuestiones a probar pero lo que es una verdad innegable es que
están integradas en una gran mayoría por pobladores identificados por sus propias
comunidades, que cuentan con arraigo en las mismas por varias generaciones, que se les
conoce modo honesto de vivir, en fin una serie de aspectos que nos inclinan a aceptar que
estamos ante un movimiento social “sui géneris”. Esta característica obliga al estado
mexicano a actuar con tacto y prudencia política.
Y si entendemos la política como “el arte de gobernar a los hombres” todo arte
requiere sensibilidad.
Si el actual gobierno federal ha demostrado sensibilidad para lograr un pacto de
civilidad de todas las fuerzas políticas para alcanzar reformas estructurales que no lograron
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gobiernos anteriores, sin distingo de partido, el caso Michoacán requiere una sensibilidad
aún mayor.
Para ello habrá de evitarse declaraciones estridentes y catastrofistas de líderes de
diversa filiación partidista que un día declaran, sin poder evitar la seducción de cámaras y
micrófonos,”…así comenzó en Colombia el problema de las “autodefensas”, cuando existe
una enorme distancia del contexto colombiano en el cual existía el factor ideológico de por
medio lo que hace más marcada la diferencia ya que en el caso Michoacán no está visible en
ninguno de los grupos contendientes.
Por su parte otro líder político declara lo sabido: “…las autodefensas son ilegales””
¡claro que son ilegales como ilegal es lo que les sucede sino es que hasta inhumano!
Preguntaría a nuestros legisladores declaradores: ¿no es más factible encuadrar en el
derecho una lucha o movimiento social que si bien no inicia en ese marco y por ello se puede
considerar ilegal, pero tal vez justo, que reprimirlo?
Guardando las proporciones, la mayoría de los movimientos sociales se han iniciado
con el calificativo de ilegales más aun cuando se han visto en la necesidad de emplear las
armas para alcanzar su objetivo que generalmente ha sido derrocar un gobierno lo mismo
legal o de facto inspirados por una ideología política o religiosa.
Los “autodefensas “no tienen más interés ni más ideología que su familia, el amor a
su terruño y su patrimonio; no pretenden derrocar ningún gobierno solo quieren seguridad y
paz para vivir con la dignidad que merece todo ser humano
El gobierno federal debe manifestar decisión, inteligencia, tolerancia, sensibilidad y
sobre todo voluntad política ante esta situación inédita
Los tiempos en política son determinantes y exigen precisión en sus decisiones: ni
antes ni después del momento preciso y este es el momento preciso para el caso Michoacán
por lo que corresponde a las “autodefensas “y su sinergia social.
Su existencia no puede ser de largo plazo, urge legalizarlas y transformarlas en
cuerpos regulares de seguridad como un primer paso para evitar su descomposición.
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Resulta ocioso preguntarse si se ha respetado el estado de derecho en el caso
Michoacán. Considero que el gobierno federal ha actuado con lo mejor del viejo estilo priista:
con aseo político y guardando las formas.
Como lo hacía enrique olivares santana “con aseo político” y lo decía don Jesús Reyes
Heroles “la forma también es fondo”.
Con lo peor del viejo estilo priista hubieran llamado al gobernador de Michoacán,
Fausto Vallejo Figueroa; a la secretaria de gobernación y lo “hubieran enfermado” para
retirarse definitivamente del cargo “por motivos de salud” lo cual hubiera resultado creíble
con las dos licencias que solicito anteriormente por el mismo motivo.
Sin embargo esta hipotética decisión a 18 meses de terminar su periodo solo hubiera
agregado un factor de conflicto a la situación michoacana.
Se optó por crear una figura ejecutiva por decreto presidencial con facultades casi
plenipotenciarias: “comisionado para la seguridad y desarrollo integral de Michoacán”
En teoría su función será de enlace entre el gobierno federal y los gobiernos locales y
municipales. Sin mayor preámbulo la situación es simple: el comisionado decide y el
gobernador ejecuta.
No obstante el comisionado se maneja con institucionalidad y cuenta con todo el
apoyo presidencial para sacar adelante su difícil encomienda aplicando un programa de
acciones integrales de gobierno con el objetivo de lograr restablecer un entorno de seguridad
y paz públicas que permita retomar sus actividades propias a la población.
Sin embargo de toda esta circunstancia resulta una interrogante: ¿las actividades de
las autodefensas constituyen delincuencia organizada?
Para intentar dar respuesta a lo anterior es imprescindible aplicar una debida
interpretación y definición del tipo penal. Considerar a priori como delincuencia organizada
a los grupos sociales que integran las autodefensas resulta bastante simplista y reduccionista.
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El querer encuadrar sus conductas de manera rigorista en diversos tipos penales sería
una huida al derecho y una actitud codiguera si no se toma en cuenta y se ignora el contexto
social e histórico en que se da su surgimiento.
Antes de continuar esta exposición debe quedar bien asentado que indiscutiblemente
existen realidades como la infiltración de sujetos nocivos en los grupos de autodefensas así
como la comisión de conductas flagrantemente ilícitas de estos grupos y es precisamente en
este punto donde el análisis jurídico debe determinar su debida clasificación y si bien es cierto
que constituyen conductas delictivas, como la portación de armas reservadas, no
necesariamente corresponden a delincuencia organizada.
Continuando, diversos estudiosos del derecho al toparse con la realidad de
organizaciones grandes y poderosas como la Cosa Nostra5 y pequeñas y efímeras como una
banda de jóvenes que venden droga en un barrio, se plantearon definiciones que dieran cuenta
de ambas realidades: “crimen organizado es aquel cometido por dos o más victimarios que
ya están o pretenden mantenerse asociados con la finalidad de cometer crímenes”.
Están definición tan general, si bien es cierta, de poco sirve para analizar los
fenómenos ligados a la delincuencia.
Se introdujeron más categorías de análisis en la definición: los objetivos que
pretenden, los medios utilizados, los tipos de organización y de relaciones que establecen
con el estado y la sociedad, entre otros.
De la combinación de esas categorías se pueden elaborar varias tipologías y múltiples
definiciones. Por ejemplo, Frank Hagan elabora una a partir de las características que muchos
criminólogos han incorporado de sus análisis y que reúnen los tres componentes esenciales
de la delincuencia organizada que están presentes en la mayoría de definiciones: “una
organización que a) utiliza la fuerza o la amenaza de hacerlo, b) genera utilidades por la
venta de bienes o servicios ilícitos que son demandados socialmente, y c) aseguran la
impunidad de sus operaciones mediante la corrupción”.
5 Cosa Nostra es como se denomina la organización de la Mafia de origen siciliano en los Estados Unidos, en donde cada barrio, ciudad o hasta estado es dirigido por una «familia», que está subdividida en rangos desde simples soldati, pasando por capos y consiglieri hasta llegar al más alto estatus dentro de la familia.
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Una definición parecida y útil para este análisis es la propuesta por John Bailey y Roy
Godson: el concepto de “delincuencia organizada “refiere básicamente a criminales
profesionales con las siguientes características:
1. “operan de manera permanente en el tiempo. No son individuos que
se juntan una o dos veces para trabajar juntos y luego se separan.
2. “tienen una estructura y un liderazgo identificables que pueden
variar, pero con jerarquías y división de funciones. Las jerarquías pueden ser
centralizadas y con una estructura piramidal, parecidas a las organizaciones
complejas del sector privado o público, o estar compuestas por grupos que operan
como redes con vínculos flexibles y poco sólidos.
3. “su objetivo básico es obtener ganancias económicas de actividades
ilegales…
4. “usan la violencia y la corrupción para defenderse tanto de las
autoridades estatales como de organizaciones rivales, y para disciplinar a sus
propios miembros como aquellos grupos o personas a quienes piensan explotar”
Si aplicamos las anteriores definiciones al caso de las autodefensas de
Michoacán a primera lectura observamos que tal vez la única similitud con la
delincuencia organizada sea el orden estructural con jerarquías y división de
funciones
La gran diferencia radica en el objetivo de las autodefensas: recuperar y
defender la integridad física y patrimonial de sus familias y que si emplean la
violencia para ello, está es en legítima defensa.
Se puede cuestionar que se trate incluso de exceso de legítima defensa pero
hasta las religiones reconocen el derecho de rebelión ante la injusticia.
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Referencias
Centro de Investigación y Estudios en Seguridad. (2012). Indicadores de Seguridad Pública
en México: una discusión conceptual metodológica. Ciudad de México: Secretaría de
Seguridad Pública Federal.
División de Seguridad Ciudadana, M. d. (2014). Políticas de Seguridad Ciudadana en
Europa y América Latina. Chile: DM Impresos.
Garza Martínez, M. A. (2002). Políticas Públicas, Ética y Seguridad en el Marco de la Acción
del Estado: Reflexiones para el Próximo Siglo. RAP (Revista de Administración
Pública), 267.
Peñaloza, P. J. (2002). Los Desafíos de la Seguridad Pública en México. Ciudad de México:
Procuraduría General de la República .