AÑO XXIII.-NÚIVI, XXX, - Hemeroteca Digital

16
PRECIOS DE SUSCRICION, Madrid. . . Provincias. Extranjero. A.ÑO. 36 pesetas. 40 id. CO id. SIÍMESTRE. 18 pesetas. 21 id. 26 id. TIÍIiMKSTJtE. 10 pesetas, 11 id. AÑO XXIII.-NÚIVI, XXX, ADMINISTRACIÓN, CARRETAS, 12, PRINCIPAL. Madrid, 15 de Ago.sto de 1879. PRECIOS DE SUSCRICION A PAGAR EN ORO. Cuba y Puorto-Rioo. . . . Filipinas Méjico y Rio de la Plata. 12 pesos fuertes. 15 id. 15 id. 7 pesos fuertes. 8 id. 8 id. En los demás Estados de América fijan el precio los Sres. Agentes. SUMARIO. Crónica genera], por D. Jo.sé Fernandez Brenion. Nuestros grabados, por D. Manuel B o s c h. Memorias de un Setentón, natural y vecino de Madrid: capítulo XXII. La corte de Fernando y de Cristina (continuación), por D. Eamon de Mesonero Romanos, individuo de número do la Eeal Academia Española. La Quincena parisiense, por D. A. Fernandez de los lüo.s. La fiesta del Apóstol Santiago, por D. Alfredo Escobar. I Todavía! poesía, por D. Garlos Gano. De Madrid á Pekín, por D. P. de Prat. Eeal Academia de la Historia. Libros presentados á esta Eedaccion por autores ó editores, por M. B. Anuncios. G E A B A D o .S. Ivotratü de Tewfik I, nuevo khedive de Egipto. SUMARIO. El San Lorenzo, nuevo buque blindado de la marina de guerra peruana. (De fotografía remitida por D. A. Orillac.) Baños de Escoriaza: Cortejo fúnebre de la malograda infanta Doña Pilar, al emprender la traslación del cadáver á Vitoria. Madrid artístico: ' Patio de ¡b o n o r del ox-convento de Santo Tomas, próximo á desaparecer por la demolición de dicbo odilicio. Zaragoza: Fachada principal y torre de la iglesia metropolitana , de La Seo. (Ue fotografía de Laureiit.) Bellas Artes : La Terquedad domada: cuadro de M. Frank W. Tophain, inspirado en la comedia de Shakespeare The Taining of The Shrew. África del Sur: Guerreros zulús, cargando al enemigo. Conferencia celebrada entre Oham, hermano de Getewayo, y el coronel inglés lUidolph, para tratar los preliminares de paz. El nuevo vapor inglés Arizona, que acaba de hacer la travesía más corta conocida desde New-York á Queenstown. El funámbulo español D. Federico Arsens, en sus más arriesgados ejercicios sobre la maroma. f TEWFIK I, NUEVO KHEDIVE DE EGIPTO. (De fotogrolia.)

Transcript of AÑO XXIII.-NÚIVI, XXX, - Hemeroteca Digital

P R E C I O S DE S U S C R I C I O N ,

Madrid. . . Provincias. Extranjero.

A.ÑO.

36 pesetas. 40 id. CO id.

SIÍMESTRE.

18 pesetas. 21 id. 26 id.

TIÍIiMKSTJtE.

10 pesetas, 11 id.

AÑO XXII I . -NÚIVI, XXX,

ADMINISTRACIÓN,

C A R R E T A S , 1 2 , P R I N C I P A L .

M a d r i d , 15 de Ago.sto d e 1879.

P R E C I O S DE S U S C R I C I O N A P A G A R EN O R O .

Cuba y Puorto-Rioo. . . . Filipinas Méjico y Rio de la Plata.

12 pesos fuertes. 15 id. 15 id.

7 pesos fuertes. 8 id. 8 id.

En los demás Estados de América fijan el precio los Sres. Agentes.

S U M A R I O .

C r ó n i c a g e n e r a ] , por

D. Jo.sé Fernandez Brenion.

Nuestros grabados, por

D. M a n u e l B o s c h.

Memorias de un Setentón, natural y vecino

de Madrid:

capítulo XXII. La corte de Fernando

y de Cristina (continuación), por

D. Eamon de Mesonero Romanos,

individuo de número do la Eeal Academia Española.

La Quincena parisiense, por

D. A. Fernandez de los lüo.s.

La fiesta d e l A p ó s t o l S a n t i a g o ,

por D. Alfredo Escobar.

I Todavía! poesía, por

D. G a r l o s G a n o .

D e M a d r i d á P e k í n , por

D. P. de Prat.

Eeal Academia de la Historia.

Libros presentados á esta Eedaccion por autores

ó editores, por M. B.

Anuncios.

G E A B A D o .S.

Ivotratü de T e w f i k I ,

nuevo khedive de Egipto.

S U M A R I O .

El San Lorenzo, nuevo buque blindado

de la marina de guerra peruana. (De fotografía

remitida por D. A. Orillac.)

Baños de Escoriaza: Cortejo fúnebre

de la malograda infanta Doña Pilar,

al emprender la traslación del cadáver á Vitoria.

Madrid artístico: ' P a t i o d e ¡b o n o r

del ox-convento de Santo Tomas, próximo á desaparecer

por la demolición de dicbo odilicio.

Zaragoza:

Fachada principal y torre de la

iglesia metropolitana , de La Seo.

(Ue fotografía de Laureiit.)

Bellas Artes : La Terquedad domada:

cuadro de M. Frank W. Tophain, inspirado

en la comedia de Shakespeare The Taining of The Shrew.

África del Sur: G u e r r e r o s z u l ú s ,

cargando al enemigo.

C o n f e r e n c i a c e l e b r a d a entre

Oham, hermano de Getewayo, y el coronel inglés lUidolph,

para tratar los preliminares de paz.

El nuevo vapor inglés Arizona,

que acaba de hacer la travesía más corta conocida

desde New-York á Queenstown.

El funámbulo español D. Federico Arsens,

en sus más arriesgados ejercicios sobre la maroma.

f TEWFIK I , NUEVO KHEDIVE DE EGIPTO. (De fotogrolia.)

90 L A ÍLusTi^ACiorí, ESPAÑOLA Y AmEi^icAríA. N." XXX

CRÓNICA GENERAL

Pasó ya para siempre. Iba vestida de blanco, en un fére­tro blanco ; parecía doriniíla ó desmayada. Los cantos reli­giosos concluyeron; se retiraron el clero y los cortesanos; resoaaron las llaves del panteón, y allí quedó la pobre niña.

En tiempos de mayor credulidad, cuando no había filó­sofos positivistas, y lo sobrenatural se mezclaba á la reali­dad para darla poesía; cuando las imágenes flotaban rio ar­riba, deteniéndose en el sitio donde debía erigírsoles un templo, y manos invisibles de frailes muertos en pecado mortal tocaban do noche las campanas pidiendo oraciones para su alma; en épocas en que la mucha fe predisponía á multiplicar el número de los milagros; ó en siglos en que predominaba lo maravilloso, la temprana é imprevista muer­te de la infanta D " Pilar hubiera dado ocasión á alguna de esas leyendas místicas ó paganas, ya de muertas que resu­citaban por intercesión divina, ó ya de princesas encanta­das, cuyo letargo habría de cesar con la mediación de un hombre valeroso. Felices aquellos tiempos, en que la ima­ginación, reformando }' inejoranilo lo real, prolongaba ideal­mente una historia interrumpida en su principio por la muerto. Gomo no es posible acostumbrarse á la brusca tran­sición de la primavera al invierno, ó de la juventud al se­pulcro, los poetas fmgian epílogos risueños á esas historias tristes, y el ataúd se convertía en un lecho tranquilo, donde las infantas aguardaban petrili'^adas ó dormidas la hora de despertar. Ahora no nos hacemos ilusiones; el panteón se ha cerrado para siempre ; los últimos vestigios exteriores de aquel triste suceso seráu los trajes enlutados de la corte; cuando haya espirado el plazo de dos meses sólo quedará de la hermosa y angelical infanta D." Pilar un recuerdo me­lancólico en el ánimo de cuantos la conocieron y la amaron.

Descanse en paz en el panteón de su familia.

Supersticiones heredadas nos inclinan á creer en días, épocas ó lugares aciagos : la reflexión y la incredulidad nos hacen desechar esas ideas por absurdas; pero los sucesos, amontonando los males, ó combinándolos de ciertas mane­ras , parece que se obstinan en volvernos otra vez supersti­ciosos. Hace cinco ó seis siglos los astrólogos hubieran he­cho cálculos y trazado líneas para averiguar qué astros ma­léficos influyen, hace algún tiempo, sobre la familia Real de España. Ya no podemos recurrir á la astrologia en busca de esa explicación : sólo sabemos que la desgracia se ha ensañado tanto con la familia de nuestros Reyes hace más de un año, que el vuelco del carruaje, en que estuvieron en peligro de perecer S M. y todas sus hermanas, cuando acababan de dejíir en el panteón del Escorial el cadáver de la infanta D.° Pilar, fué un suceso insignificante, conside­rando la catástrofe que allí pudo ocurrí]-. Es indudable que á vivir en el siglo xv, la facultad de Jledicina de la Cáma­ra Keal hubiera consultado el libro del Marqués de Villena que trata del aojamiento, y provisto el carruaje en que via­jaban S. M. y AA. de plantas y amuletos para combatir la malévola influencia : tan opuesta debe de ser á toda supers­tición, que no habia en el carruaje, según afirma la prensa, ni un frasco de árnica, ese elixir que no falta siquiera en el morral del cazador ó en la bolsa de viaje de la más mo­desta madre de fanulia. Y no se crea que abogamos por el árnica, sino que comparamos tiempos con tiempos, y con­tra la creencia general de que eran más ndlagreros los anti­guos que los nuestros, estamos predispuestos á creer que hoy es cuando se verifican con más frecuencia los milagros.

Pero no insistamos sobre un suceso que pudo tener fata­les consecuencias y se redujo á nn susto grnnde. Ni nos gusta bliisonar de previsores en sucesos ya pasados ; el tras­torno y la consteruacion producidos por la muerte de la Infanta , y la preocupación natural de todos los ánimos, atenúa las faltas en que no podemos menos de fijarnos por lo públicas, pues cuando vnnos la relación de ese acci­dente en los periódicos, exclamamos con sorpresa :

— S. M. y AA. viajan tan desprovistos y tan á la ventura como nosotros.

Si el rey Felipe I I salió de Madrid el 19 de Enero de 1585, y llegó el 24 de Febrero á Zaragoza, viaje que hace­mos hoy en unas diez horas, en cambio, en los aridiivos de Palacio deben estar las crecidas cuentas de las aves que aun no hace muchos años se consumian en las jornadas más breves de la corte, por si el señor Fernando V i l gustaba tomar una taza de caldo en el camino. Los tiempos, como decíamos, han variado mucho.

—Señor, dignaos decirme cuál es la capital de la Bosnia, exclamó un ministro inclinándose ante el Sultán de Turquía.

•—-¿Cuál ha de ser, sino Serajevo? respondió el Sultán, ad­mirado de la pregimta.

—Eso era ayer, señor; hoy Serajevo ya no existe : se han quemailo mil casas, y veinte mil habitantes han queda­do sin hogar.

—Mala noticia para el emperador de Austria —Señor, la Bosnia os pertenece. —Sí, tengo en ella el derecho de reedificar á Ssrajevo, y

Austria el de ocupar indefinidamente esa ciudad. Ssrajevo, destruida por el fuego, forma un juego triste

con Szegedin, destruida por el agua.

« • * Inglaterra, en paz ó en lucha, de cerca ó de lejos, ha sido

y continúa siendo dañosa á la familia de los Napoleones; Napoleón I , Napoleón I I I y su hijo, todos han muerto en territorio inglés, y hoy las Cámaras se resisten á acoger la estatua del último en la abadía de Westminster. Realmen­t e , no ha sido muy cuerdo provocar una discusión tan do-lorosa para la Emperatriz ; debate que necesariamente habia de suscitar la pretensión de erigir un monumento al difun­to Príncipe Imperial en el Panteón Nacional inglés. Todo el respeto y simp¡itía que nos merece la desgracia no basta á oscurecer nuestra razón, qu» olaramente percibe y se ex-

plica la repugnancia de los representantes del pueblo inglés á confundir los monumentos fúnebres de sus hombres más ilustres con los del infortunado joven, cuyo títido consiste en descender del más f ornúilable enemigo de Inglaterra. Lo anómalo y extraño es que se elija para un Napoleón aquella sepultura. Hay en esa unión sepulcral algo que escandaliza y hace daFio, como si se tratase de reunir en un mismo pan­teón á los descendientes de D.ioiz y Velarde y de Murat.

Acostumbrados á ver Madrid ¡sor dentro, diremos el efec­to que nos causan, considerados desde fuera, los sucesos que ahí se tienen por de mayor bulto é inqjortancia.

Desde luego sorprende, habiendo sido declarado muerto el partido moderado, cómo puede volver á fundirse en el liberal conservador. Esto recuerda el tan sabido cuento del loco que so quejaba de tener en la cabeza una cria de can­grejos : el médico, para curarle, fintrió que le serraba el cráneo y le presentó luego unafuente de cangrejos, dicien­do que se los había extrai<lo del cerebro, con lo cual el ma­niático descansó alírunos días, al cabo de cuyo tiempo vol­vió á buscar al médiio, diciéndole con desconsuelo :

— Doctor, no hemos hecho nada; V. sacó la cría de cangrejos, pero ha dejado la madre en la cabeza.

El Sr. Cánovas del Castillo, á raíz de la revolución, sacó la primera cría : el general Martínez Campos está, según afirman los periódicos, extrayendo la segunda; pero dejará también la madre.

Excusado es añadir que los moderados son los cangrejos, la madre el Sr. Moyano, y el loco es el país.

La circular del Ministerio de Gobernación relativa al jue­go es, de todas las disposiciones emanadas del Gobierno , la única cuyos efectos puedan llegar á este rincón de España, que linda con las nubes. No porque aquí se juegue, sino porque en los establecimientos balnearios hasta las perso­nas más morigeradas sienten la tentación de caer en ese vi­cio. Porque hay lugares ajMrtados, donde todavía no se ha recibido el primer ejemplar, no de la Constitución vigente, sino de la del año 12, pero en cuya taberna no falta juego nunca : y este achaque es antiguo en España, pues en un libro del siglo xvi se cita ya á otro autor, Justo Pascasio, el cual decía que, aunque en muchos lugares de España no habia hallado de comer, ni pan ni vino, no encontró nunca lugarcillo ó venta ruines en que no hubiese naipes para ju­gar. Las leyes, pragmáticas, decretos ó circulares referen­tes al juego son siempre de actualidad, y si pudieran com­pilarse, ocuparían muchísimos volúmenes. Lástima grande que siendo tantas, hayan j-esultado, sin embargo, ineficaces, como lo prueba el ejemplo que oímos contar siendo mu­chachos.

Presentáronse ante un corregidor cuatro individuos, a quienes hablan preso jugando á los dados, y aquél les im­puso diez ducados de nudta; noticia que oyó un jugador con alegría y otro con mucho abatimiento.

— Este tiene trazado hombre honrado, — dijo el corregi­dor señalando al qiie salía más triste y compungido.

— Con perdón de V. S., señor corregidor, — dijo un al­guacil,— tan bueno es éste como aquéllos. Su tristeza con­siste en que acaba de perder cien ducados ahora mismo.

— ¿Cómo es posible? ¿Acaso han jugado en mi pre­sencia?

— Sí, señor; y la sentencia de V. S. les ha servido para el juego ; habían apostado sobre el importe de la multa que habría V. S. de imponerles.

— ¿No se quejaba V. de la desigualdad con que se satis­facen las contribuciones?—preguntábamos a u n labrador que ha venido á tomar las aguas de estos baños.

— Sí, señor; esos repartos son como los que hacen del agua las nubes. Hay años que no cae una sola gota de agua en nns sembrados, y en estas rocas estériles todo el año re­bosan y se esparcen por todas partes los arroyos.

— Pues bien, lea V. los justos elogios que se hacen en la prensa á la Dirección de Contribuciones por los trabajos que ha realizado para la reforma de los araíllaramientos.

— ¿Reformas? Por Dios, no hablemos de reformas. — Sí, se trata de averiguar la verdadera riqueza y distri­

buir equitativamente los impuestos. — Todo eso es muy bueno en principio, pero al fin y al

cabo ya estábamos tan acostumbrados á lo malo conocido... Y la verdad, si eso se arreglase, nos quitarían el derecho de la queja.

Todos los años el invierno tapia con sus nieves la angos­ta entrada de los manantiales salutíferos de Panticosa; pero el verano desmorona aquellos muros, y la industria del hom­bre hace habitable esta elevada meseta de los Pirineos. Pero antes de que los calores derritan las nieves, nos ocurre la duda anual de si los rigores del invierno las habrán endu­recido tanto, ó habrán caído en tal abundancia, que no sea posible subir á aquel nido de águilas. Las nevadas de este año fueron abundantes, y lo atestiguan las reliquias que han dejado en casi todos los picos inmediatos á los baños, la altura de las aguas del Ibón, el mayor número de arro-yuelos que caen de las rocas para engrosar el rio Caldarés, y el caudal do aguas que éste arrastra. La nieve que petri­fica los caminos y parece la mortaja do un país, signo de inmovibilidad y de muerte, es en el estío origen de vida, alegría y movimiento ; de lo alto de la sierra cae en ruido­sas y espumantes cascadas, y forma arroyos, que saltan ó culebrean por el suelo; desarrolla fuerzas, mueve y arras­tra la tierra vegetal, hace y derrumba diques de arena, y sus obras variadas y caprichosas recrean la vista y hacen meditar.

Agua, nieves, rocas y bañistas. ¿ De qnó otra cosa se pue­do hablar en Panticosa? Sólo encontramos una novedad en esta temporada : el edificio de la Pradera so halla concluido: hay otra cosa que no esperábamos hallar en estas alturas: un calor excesivo á ciertas horas del día y que nos hace el

mismo efecto que si encontrásemos estufas en el Círculo Polar ó nos quemase los labios un sorbete.

En cambio echamos de menos á un amigo querido, al sa­bio y cariñoso doctor D. Manuel Arnús, de venerable y simpática presencia, á quien tantos enfermos deben la sa­lud y el bienestar. No podemos olvidarle los que frecuenta­mos su amable trato y aprovechamos sus consejos, ni dejar de dedicarle este recuerdo al visitar el establecimiento que dirigió con tanto acierto. Idoy le ha sustituido interinamen­te en la dirección facultativa el Sr. Villafranca, médico de excelente reputación y notable inteligencia.

Aunque los bañistas ó simples bebedores de agua son da­dos á la murmuración, no murmuraremos : respetemos la figura y el traje del prójimo para que se respete la nuestra. Sólo protestaremos, en honor de la verdad, contra la califi­cación de tísicos que la costumbre y hasta el buen humor aplica á los que acuden á estas aguas. Aquí vienen precisa­mente los que se resisten á estar tísicos.

— Una observación aumenta la fe que tengo en estas aguas, decía uno de los enfermos : vienen á curarse con ellas muchos médicos, y buenas deben ser cuando se las re­cetan á sí mismos.

—Permítanle V., — replicaba otro bañista ;—los médicos no se recetan á sí propios.

—Y ¿sabe V. la causa? —No, señor; acaso se considere ese acto como un cona­

to de suicidio. Ademas, si los médicos se asistie.sen ellos mismos, ¿quién extendería después la certificación del que muriese?

Un médico bañista, terciando en la conversación, dijo : —Señores, suele usarse entre nosotros lo que hacemos mi

amigo Z y y o : nos asistimos el raio al otro en todas nuestras enfermedades.

— ¡Silencio! que no llegue á oídos del Gobernador de la provincia.

—¿ Acaso es un acto ilícito ? —Eso tiene toda la apariencia y la gravedad de un duelo

á muerte.

Se hablaba de Madrid y de sus Museos en otro corro de bañistas. Un pollo muy alto y muy delgado ponderaba el Museo Antropológico del Dr. Velasco.

— ¡Oh! le conozco perfectamente, exclamaba disputando con otro acerca de algunos de los objetos más notables.

—¡ Oh ! j 'o también, caballerito; por cierto que me parece haberle visto á V. allí, metido en un armario.

— Chica, decia un hombre de faja y calzón corto á una mujer, eso ha sido llamarle difunto al señorito. ¿Sabes qué Museo es ése? ¿Recuerdas aquella casa amarilla que hay en Madrid enfrente de nuestro puesto de la feria? Pues es un cementerio de lujo, que tiene cristales en los nichos. Por cierto, chica, que allí entierran de pié.

—Qué malo parece ese oficial tísico. ¿En que grado es­tará?

—Lo menos debe ser teniente coronel.

Josa FERNANDEZ BBEMON.

Panticoea, 12 de Agosto de 1870.

NUESTROSJRABADOS.

TEWFIK I , NUEVO KHEDIVE DE EGIPTO.

Establecido por un firman imperial del Sultán de Turquía, en 1866, el orden de sucesión por línea directa masculina en el vireinato de Egipto, la reciente abdicación de Ismail-Pachá en favor de Tewfik, el maj'or de sus hijos, ha obe­decido al rigoroso cumplimiento de aquella decisión de la Sublime-Puerta, de laque los khedives son tributarios.

Tewfik I , cuyo retrato damos en la página primera del presente número, cuenta actualmente veintiocho años. Si bien es el único de los hijos de Ismail-Pachá que no ha es­tado jamas en Europa, el nuevo khedíve vive á la europea, como discípulo que es del profesor francés M. Jacquet-Bey, de ijuien ha recibido una educación brillante. Tewfik no posee sino una sola mujer, la piincesa Emineh, de la cual tiene un hijo, llamado á sucederle en el vireinato.

Asegúrase que el advenimiento al poder supremo ha con­trariado profundamente á este príncipe, cuyo más ferviente deseo ha sido siempre el de vivir consagrado al estudio, sin tomar parte en los negocios públicos. Asi parece demostrar­lo el hecho de que sus hermanos Hussein y Hassan han sido en Egipto ministros de Hacienda y de la Guerra, respecti­vamente, mientras que Tewfik no se habia acordado de su elevada posición como heredero del trono, mas que para fundar las escuelas libres, creadas por su iniciativa en Ale­jandría y el Cairo; establecimientos en los cuales reciben educación gratuita individuos de todas las naciones, sin distinción de cultos.

AMÉRICA DEL SUR.

El nuevo buqae blindado parun.no San Lorenzo.

Copiado de fotografía que nos ha remitido nuestro cor­responsal de Panamá, Sr. D. Alfredo Orillac, damos en la pág. 92 un grabado que representa la sección longitudinal del buque blindado San Lorenzo, el cual, según la carta de nuestro citado corresponsal, cuyos informes nos merecen cré­dito, «era esperado próximamente en el Perú para aumentar la marina de guerra de aquella República. » (Literal.)

Atribuimos al sigilo que los beligerantes pongan en la ocultación de sus elementos de guerra la absoluta carencia de detalles respecto del nuevo biuiue peruano , cuya foto­grafía, dícenos nuestro corresponsal, le había costado gran trabajo obtener para nuestro periódico.

A juzgar por su congtrucoion y aspecto, el nuevo buque pennmo psrBc» cafUu; de llenar satisfactoriamente el TKJÍO

N.° XXX L A |LUSTÍIACIO]S[_ E S P A Ñ O L A Y A.MEí iCAis(,Ar 91

que en la escuadra peruana liabia dejado la pérdida de la In­dependencia, ocurrida en el reñiilo combate de Iquique.

Al ocuparnos incidentalnieiite de la líepública del Perú, no debemos dejar do hacernos cargo de la noticia oficial que momentos antes de entrar en máquina nuestro periódi­co nos comunica el telégrafo, y, según la cual, la paz entre aquella República y España, mantenida in Haiu qiio desde hace trece años, acaba de ser consolidada por el tratado fir­mado ayer mismo entre el embajadoi de S. M. en París y el representante del Gobierno peruano.

LA ILUSTRACIÓN' EsrAXOLAY AMIÍRICANA, que viene cons­tantemente abogando por el restablecimiento de las buenas relaciones diplomáticas con las repúblicas del Pacífico, fe­licita sinceramente al Gobierno de S. M. y al que hoy rige los destinos de la del Perú, por la realización de ese tratado, que ha de ser fecundo fu beneficiosos resultados para am-b is naciones. Si ai tratado de paz firnuido con el Perú si­guieran otros que orillnran para siempre las disensiones que hoy nos separan de otras repúlilicas sur americanas ; si un espíritu de coufiliaciou viniera á poner breve término á la guerra que desgraciadamente convierte en encarnizados enemigos á pueblos americanos, ricos, civilizados y nacidos para la fraternidad, quedarían colmados nuestros más fer­vientes votos.

BAÑOS PE ESi::i)RIAZA.

Cortejo fúnebre de la malograda infanta D.'* P i la r , al emprender ]a traslación d^l cadáver á Vitoria.

A la bondad de un apreciable colaborador nuestro, el se­ñor D. C. C , testigo presencial del triste acto de que da cuenta uno de nuestros grabados de la pág. 92, debemos los datos gráficos que nos facilitan el cumplimiento de la mi­sión, por demás aflictiva, que impone á nuestro periódico la sentida muerte de S. A. R. la Ssrma. Sra. Infanta D." Pilar.

No habiendo tenido el gusto de recibir, á la hora de en­trar en máquina nuestro periódico, el artículo de nuestro estimado corresponsal en Escoriaza, que nos proponíamos ofrecer á nuestros lectores, hemos de limitarnos á apuntar aquí brevemente los informes que se nos comunican en correspondencias particulares que tenemos á la vista.

El departamento que en el establecimiento balneario de Escoriaza ocupaban las Reales personas era el pabellón de forma ochavada que aparece en el centro de nuestro gra­bado.

El féretro que encerraba el cadáver de la malograda. In­fanta fué solemnemente trasladado , desde la habitación en que S. A. exhaló el postrer suspiro, y la misma que había servido de capilla ardiente, á un lando enlutado, sobre cu­yos asientos se había colocado una tabla, á la cual servia de alfombra la bandera nacional que había ondeado en la ventana del centro del piso principal durante la permanen­cia de las Infantas.

Los Ministros de Gracia y Justicia y Hacienda, en unión de los altos funcionarios de Palacio, de los generales Que-sada, Echagüe, Gevallos y Arteche y de otras muchas per­sonas distinguidas que se hallaban en Escoriaza ó en los in­mediatos establecimientos balnearios de Arechavaleta, Otá-Jora y Santa Águeda, formaban el acompañamiento, llevan­do cirios encendidos.

Durante la conmovedora ceremonia, la banda de música del regimiento de la Constitución tocó la marcha de inñm-tes, haciendo la tropa las descargas de ordenanza.

Trasladados á Vitoria, y desde allí al Escorial en un tren preparado al efecto, los restos de la Infanta, tan prematura­mente arrebatada por lamuerte al amor de su familia y de la nación, reposan ya en el panteón donde duermen el sue­ño eterno sus ilustres antepasados.

PATIO DE IIOXOE

en el edificio ex .convento de Santo Tomás.

Defiriendo á una atenta invitación que, por persona aman­te de las bellezas artísticas, se ha dirigido a l a Dirección (le nuestro perióJico, damos en la pág 9.? del presente nú­mero un grabado, según fotografía del Sr. Laurent, repre­sentando el patio de honor que todavía se conserva en el edificio ex-convento de Santo Tomás, situado en la calle de Atocha de esta corte, cuyo derribo se está llevando actual­mente á cabo.

Dentro del orden arquitectónico, el patio á que nos re­ferimos, del cual no quedará dentro ile poco otro vesti­gio que nuestro grabado, es una obra muy apreciable, y la mejor tal vez que produjo el ingenio del arquitecto Dono­so, en una época de decadencia del arte del Renacimiento.

Su arquitectura pertenece al género plateresco y ofrece detalles de ejecución que sería realmente sensible desapa­recieran por completo bajo la piqueta, cuando tan oportuna parece su conservación en alguno de los museos del Es­tado.

íí A E A G O Z A.

F a c h a l a principal j ' torre de la iglesia metropolitana de La Seo.

Damos en la pág. 06 un grabado, según fotografía del Sr. Laurent, reproduciendo la fachada principal y torre del suntuoso templo del Salvador ó de La Seo (que en idioma lemosin significa Sede ó Silla), erigido en iglesia metropo­litana en 1318 por el pontífice .luán XXII .

Es este templo de Jos más célebres y antiguos de España, habiendo sido convertido en mezquita durante la domina cion árabe, y devuelto al ''ulto católico, en 1118, por D. Al­fonso el Batallador. Su importancia histórica es de primer orden, pues en él se ungían y coronaban los monarcas de Aragón.

La fachada principal es de estilo greco-romano, adorna­da de columnas de orden corintio en el primer cuerpo, y en el segundo con las estatuas del Salvador, San Pedi'o y San Pablo, obra del escultor Guiral.

Consta la elevada torre de cuatro cuerpos, constituyendo su conjunto una notable obra arquitectónica, la cual fué concebida en 1685 por Juan Bautista Contini, pensionado en aquel entonces en Roma por la corona de Aragón. Em­

prendióse su ejecución en el siguiente año por los arquitec­tos Pedro Cuyen , Gaspar Serrano y Jaime Borbon, como lo acredita una inscripción latina ([ue existe en el primer cuerpo.

A pesar de sus dimensiones y macizo estilo, la torre de La Seo, por un esfuerzo del genio, resulta esbelta y de agradable perspectiva.

Ti R I. L A R A R T E S .

L(( 7'i:rf]ii'dci(i (toininiíi; copia del cuadro de Mr. Frank AV. Topbam, inspirarlo en una comedia de Shakespeare.

No es tan general en nuestra patria el couocimiento de las obras dramáticas de Shakespeare, que huelgue en este lugar un sucinto resumen de la idea sobre que gira la acción de su comedia Tcwiiiu/ nf ihe SlireiK, una de cuyas esce­nas (la II del acto l l i ) ha servido de asunto al cuadro de Mr. Frank W. Topham, cuj'a copia ofrecemos á. nuestros lectores en la página 97 del presente número.

Kate, la terca domada, protagonista de la obra, era obstinada y recalcitrante á tal extremo , que se vanagloriaba de imponer su voluntad al hombre de quien hiciera su ma­rido, sin que éste, por enérgico que fuese su carácter, lo­grase jamas hacerla doblegarse ante la suya.

Un italiano, Petruccio, solicita y obtiene la mano de la joven. Inmediatamente después de terminarse la ceremonia del casamiento, Petruccio declara á Kate y á los concur­rentes que no puede detenerse á disfrutar de las fiestas de la boda, y que le es forzoso partir en el acto, llevándose á su esposa. Esta rehusa decididamente rendirse al designio de su consorte, y manifiesta á los convidados que va á darse principio á los festejos, y que asistirá á ellos, mal que le pese á su caro Petruccio, quien le representa que las le­yes la obligan á seguirle y á respetar su voluntad como la de su legítimo dueño.

Grandes clamores de parte de Kate, á quien parece ex­céntrica y arbitraria la exigencia de su marido, y suble­vación de los sentimientos caballerescos de los invitados, entre los cuales no hubo de faltar algún Don Quijote, que juzgó del caso desenvainar el acero para oponerse á la rea­lización de aquel desaguifado. «Nada temas, dulce niña,— dice irónicamente Petruccio á su obstinadísima mitad, fin­giendo interpretar torcidamente las intenciones de los cir­cunstantes,—yo te defenderé, aunque sea contra un millón»; y sin atender á ruegos ni lágrimas, llevóse á Kate, pretex­tando un viaje misterioso, durante el cual cimtrarióla tanto, que, domada por la inqueljrantable voluntad del italiano, concluyó por convertirse en mansa y obediente cordera la que hasta entonces fué dechado de terquedad porque no había encontrado dique capaz de oponerse á sus caprichos.

Esta comedia fué impresa por primera vez en 1623, cre­yéndose que Shakespeare la escribió hacia 1594. En cuanto á la pintura de Mr. Topham, ha sido muy admirada en la Exposición celebrada en el presente año en la Real Acade­mia de Londres, por lo correcto del dibujo y la bien enten­dida colocación de las figuras.

Á F R I C A D E L S U R .

Ciia carírade zuliis.—Preliminares de paz.

La llegada á las posesiones inglesas del Cabo del gene­ral Sir Garnet Wolseley, para tomar el mando superior de las tropas que operan contra las hordas zulús, parece haber coincidido con una nueva fase de la campaña, favorable esta vez á las armas británicas. No por esto puede conside­rarse aquélla ciuuo definitivamente terminada, pues mien­tras por un lado no cesan de presentarse á Sir Wolseley y á sus jefes de Estado Mayor los caudillos zulús más carac­terizados, protestando de sus excelentes disposiciones en favor de la paz, por otro nos anuncian los últimos telegra­mas que Cetewayo se ocupaba activamente en reunir los elementos dispersos de su ejército, y en allegar nuevos re­cursos para continuar defendiendo su territorio.

Dos grabados damos en la pág. 100 del presente número relativos á la guerra anglo-zulú. Acerca de la escena que representa el primero, dice textualmente un periódico in­glés : ci El valor, nada común, y la disciplina semi-europea de las tropas zulús lian mantenido indeciso durante algún tiempo el éxito de la guerra, á la vez que lian sido causa de que la duración de ésta haya sido menor de lo que era de esperar, dado el modo de combatir general á casi todas las tribus de África, cuya táctica consiste en atraer al enemigo hacia lo más intrincado de sus selvas para obtener la ven­taja que da el combatir á cubierto. A haber sido tal la de los zulús, hubiérase prolongado la guerra, y evitádose nuestros enemigos las considerables pérdidas de gente que la superioriilad de nuestro armamento les ha ocasionado ; pero los cafres del Cabo, armados en su mayor parte con azagayas, no vacilan en atacar f^uerpo á cuerpo á nuestros destacamentos, á pesar del rápido y mortífero fuego de los fusiles modernos. 1)

^ Da cuenta el otro de una entrevista celebrada á princi­pios del pasado mes entre Oham, hermano del rey Cetewayo, y el coronel Rudolph, jefe de Estado Mayor. Él oficial'in­glés hizo saber á Oham que el Gobierno británico no hacía la guerra á los zulús, sino á Cetewayo, cuyas crueldades y despótico s'.stemale convertían en enemigo de(darado de los ingleses, y le dio conocimiento de que lord Garnet Wolse­ley bahia decidido recompensar, regalándole un rebaño de quinientas cabezas de ganado vacuno, al qu(> llevara á cabo la prisión de Cetewayo , de quien se decía habia huido, des­pués de la batalla de Ulundi, á las montañas de Ngóme. Por su parle, el caudillo zulú manifestó que los naturales del país deseaban la paz con los ingleses, y que, en cuanto á la prisión de Cetewayo, el cual aseguró era detestado por sus subditos, era posible que se encargaran de realizarla las tribus cpie habitan el Norte del rio Pongolo.

Oham y Dabulasnanzie, hermanos ambos de Cetewayo, capitanean el bando conti-ario á éste, ó sea el favorable á la paz, á condición de que los ingleses respeten el territorio limitado por el rio Tugela.

EL NUEVO VAPOR TRASATLÁNTICO «ARIflONAJ),

de la Compañía Guión y Williams de Liverpool.

El 8 de .Tunio último Heeró por primera vez al puerto de Nueva-York el nuevo buque de vapor Arizona, destinado por la Compañía Guian y Williams al tráfico entre Liver­pool y aquel activo centro del comercio intercontinental.

El arribíi clel y\rixoiia, el mayor de los vapores trasatlán­ticos que cruzan el Océano, era esperado en Nueva-York con el más vivo interés, pues desde que el cable comunicó la noticia de su salida de Liverpool, el nuevo buque era objeto de todas las conversaciones en los círculos comercia­les y de la curiosidad del público, impaciente por contem­plar el sieainer, cuyas gigantescas dimensiones son tan solo superadas por las del famoso Greai Eastern.

Los periódicos noo-j'orkinos están unánimes en calificar el Arizona como acabado modelo de construcción naval, y no escasean los elogios á sus constructores los Srcs. Ekíer y Compañía , de Glasgow, que han realizado un esfuerzo, casi puede ileoirse, sin precedente.

La construcción del buque — á juicio de personas enten­didas— 08 tan fina y elegante, que parece haber presidido á ella la idea de hacer un yacht de extraordinarias dimen­siones para disputar apuestas, más que un vapor tras­atlántico.

Las principales dimensiones del Arizona son las siguien­tes : Eslora, 142 metros; manga, 14, y puntal, 11,50. Ar­quea 6.000 toneladas, y su máquina, construida con arre­glo á los últimos progresos, posee una fuerza de 7.000 ca­ballos.

Puede este buque alojar cómoda y desahogadamente en sus espaciosos camarotes hasta 2.000 pasajeros, con la cir­cunstancia, muy de tenerse en cuenta cuando se trata de navegaciones que duran cierto número de días, de que, si los alojamientos de los pasajeros cuyos medios de fortuna no les permiten hacer grandes desembolsos son menos lu­josos y elegantes que los de las primeras clases, en nada ceden á los de éstos en punto á la abundancia de luz y de aire, condiciones higiénicas indispensables en el interior de esa especie de pueblos flotantes.

Respecto al aspecto general del magnífico buque, remi­timos á nuestros lectores al grabado de la pág. 101.

El Arizona llevó á cabo su primera travesía entre Liver­pool y Nueva-York en el corto espacio de tiempo de 7 días 11 horas y 32 minutos, según el diario de abordo presentado por el capitán Price ; tiempo que, según decla­ración del maquinista, pudo haberse abreviado en caso ne­cesario. Posteriormente ha realizado otro, desde Nueva-York á Queenstown, en 7 días 9 horas j ^ 23 minutos.

Téngase presente que tales resultados, altamente benefi­ciosos para los intereses del comercio y para el desarrollo de las relaciones entre dos pueblos poderosos, son obteni­dos por empresas particulares, á quienes ol Gobierno no subvenciona, y á las cuales la prensa periódica no suele dispensar sus elogios sino cuando, como en la ocasión presente, realizan un esfuerzo de esos que atraen el sufra­gio público.

Por nuestra parte, nos es muy sensible que no puedan aplicarse á la Compañía de vapores trasatlánticos que sub­venciona el Gobierno español los justos y merecidos plá­cemes que la prensa de Inglaterra, Alemania, Francia y los Estados-Unidos tributan á la empresa propietaria del Ari­zona.

EL FOXAMBÜLO ESPAÑOL D. FEDERICO ARSENS ,

en sus ejercicios .sobre la cuerda t i ran te .

Inveterada, como lo es entre nosotros, la costumbre de prodigar aplausos á esa cohorte de artistas de todo género de que el extranjero surte constantemente nuestros espec­táculos públicos, justo es que cuando, como ahora, hay motivo razonable, guardemos una parte de aquéllos para tributárselos á un artista español.

No se los ha escaseado el público de Madrid á D. Federi­co A. Arsens, verdadera notabilidad en los difíciles ejerci­cios de funambulismo, en que tanta reputación han alcanza­do el célebre Blondín y Mme. Spelterini, algunos de los cuales son invención propia del Sr. Arsens, y otros apren­didos del primero de aquellos afamados equilibristas.

Don Federico Arsens nació en Oviedo eu 1853, época en la cual se hallaba su padre al frente de una compañía ecues­tre que á la sazón dalia funciones eu aquella capital, y á la que perteneció Ar.sens basta hi edad de ventiun años, sin que esto le impidiera cultivar su afición á la música, la re­lojería y el arte fotográfico.

En 1874 se matriculó en el Conservatorio de Música como alumno de la clase de violin, siendo su profesor el Sr. Monasterio. Posee, ademas de dicho instrumento, el cor­netín, el piano y la ocarina.

Durante el mismo año dióse á conocer como funámbulo de mérito no vulgar, por sus arriesgados trabajos en lama-roma alta, verificados en la anticua Plaza de Toros de esta corte, recogiendo entonces amplia cosecha de aplausos, y después en los circos de Londres, París, Lyon y Marsella.

Es imposible pedir más serenidad y mayor arrojo que el que muestra el Sr. Arsens al pasar con notable aplomo por una maroma tirante ipie mide cien metros de extensión, colocada á la altura máxima del circo taurino, ya con los pies introducidos en unos cestos, ya cubierta la cabeza con un saco, ya, por último, sentándose tranquilamente cu una silla que coloca hacía la mediación de la cuerda, y ejecutan­do una pieza musical en el cornetín.

Dedicamos uno de los grabados do la pág. 101 á repro­ducir algunos de los sorprendentes ejercicios que formón, el repertorio del funámbulo español, entre los cuales llama especialmente la atención el que consiste en colocar en la maroma un aparato fotográfico y servirse de él, á la vista del público, con tanta seguridad como si operase en mi ga­binete. . - .

IMANUEL Besen.

92 ^ A jLUSTRACIOrt, JgsPAÑOLA Y y^MEí^ICAr^A. N.° XXX H

EL «SAN LOEENZO» , NUEVO BUQUE BLINDADO DE LA MARINA DE GUERRA PERUANA (SECCIÓN LONGITUDINAL).—(De fotogl-afía r emi t ida por D . A . Orillac.)

BAÑOS DE ESCOEIAZA.—CORTEJO FÚNEBRE DE LA MALOGRADA INEANTA DOÑA PILAR, AL EMPRENDER LA TRASLACIÓN DEL CADÁVER A VITORIA.

MADRID AETISTICO.—PATIO DE HONOR DEL EX-COÍÍYEIÍTO DE SANTO TOMAS, PEÓsiiio Á DESAPARECER POR LA DEMOLICIÓN DE DICHO EDIFICIO.— (De fotografía de Laurent.)

94 L A TLUSTR.ACIO)SL ESPAÑOLA Y yVMER.icAisLA. N.° X X X

EMORIAS DE UN S E T E N T Ó N , NATURAL Y VECINO DE MADRID.

CAPITULO X X I I .

LA CORTE DE FERNANDO Y DE CRISTINA.

1 8 3 1 - 1 8 3 3 .

I .

MADRID FILARMÓNICO Y SOCIAL.

Si la influencia de la reina Cristina no alcanzó des­de luego á modificar la marcha política de aquel des­atentado Gobierno, ni dominar de todo al todo el ca­rácter iracundo del Monarca, exacerbado á la sazón con las recientes intentonas de los liberales emigra­dos, en 1830 y 31, por lo menos no puede negarse que á su gran talento y á su tacto especial debióse una trasformaoion completa en el aspecto lúgubre de aque­lla corte suspicaz y recelosa, inclinándola á comuni­carse con la sociedad exterior y participar en algún modo de su movimiento y su cultura.

Esta sociedad, cohibida y contrariada por el Go­bierno en sus aspiraciones políticas, en su expansión y progreso intelectual, á falta de objeto más impor­tante en que ocuparse, liabia concentrado toda su vi­talidad en el movimiento y los placeres de la vida social, y emancijjándose del apocamiento y la estrechez en que antes vegetara, modificaba de dia en dia su actitud primitiva, extendía su mirada á más hala­güeños horizontes, y seguía, por un irresistible ins­tinto, la marcha civilizadora del siglo, dejándose do­minar por de pronto por el encanto del arte divino de la música, que, al decir de Teijóo, « es el {mico hechizo permitido que hay en el mundo » , y « cuya dulzura (se­gún Cervantes) compone los ánimos descompuestos y ali­via los trabajos que nacen del espíritu. »

Esta afición de la sociedad matritense hacia la filarmonía no era, como ahora, la expresión de una moda pasajera y de huen tono, sino un verdadero culto, una devoción entusiasta hacia el arte que tan precla­ros genios ostentaba á la sazón en un RossiNi, un DoNiZETTi, un B E L L I N I , un M E Y E R B E E R (en su pri­mera época rossiniana), y su3 acertados imitadores Paccini, VacaJ, Bicci, Mercadante, Mariachi, Garni-cer, etc.

Y cuando las magníficas creaciones de estos genios insignes tenian en nuestra capital intérpretes tan va­liosos como Galli, Maggiorotti, Inckindi, Passini, Trezzini, y las divas Marieta Albini, la Lorenzani, la Cortessi, la Fabrica, la Naldi, la Tossi y la Meric Lalande, no es de extrañar que el público matritense adquiriese, escuchándoles, un exquisito gusto artís­tico, recibiese una educación musical que produjo una pléyade de excelentes artistas más bien que aficiona­dos, de ambos sexos, que formaron por entonces el encanto de nuestros salones.—Y pues que en estos re­cuerdos trato de evocar todas las notabilidades de aquella sociedad en sus diversos aspectos, político, literario y artístico, jDermításeme que cite entre las de este último género á las señoritas Baldomera Cruz, Concha Mariátegui, Luisa Zarate, Petra Gampuzano, las hermanas Pives, Paulina Cabrero, Antonia Montenegro y Josefa Azcona, y á los Sres. OJeda, Diaz, Pérez Molió, Cajigal, Llorens, Sentid, TJnanue, Beguer, etc., que amaestrados y dirigidos en gran parte por el caba­llero Rearty Gopons, insigne dilettante, y por los maes­tros Carnicer, Jlercadante, Saldoni, Iradier, Alheniz, Masar ñau, E'spin, Genovés y otros que no recuerdo, les pusieron en aptitud de competir con los más célebres artistas en la ejecución de aquellas sublimes creacio­nes del arte musical (1 ) .

La reina Cristina, italiana y artista de corazón, comprendió desde luego la predisposición natural de los hijos de España para el cultivo del arte, y dispuso levantarle un'templo digno, creando á los pocos me­ses de su llegada á Madrid el magnífico Conservatorio

(1) El trascurso de los tiempos, la variación del gusto, y la moda, en fin, que se deja sentir en la música más que en ninguna otra do las bellas artes, ha hecho olvidar ó en­vejecer muchas de aquellas primorosas obras, y sería tarea excusila la de pretender rehabilitarlas en el concepto de un público que apunas las conoce. Ds Rossini, por ejemplo, sólo quedan hoy en el repertorio de nuestros teatros El B.irbero de Sevilla, O/ello y Guillermo Tell, y todo lo más, Semirainis, Moisés y La Cenerentola, quedando absoluta­mente desconocidas La Doiiiia del Lago, L^a Gazza La­dra, La Italiana en Argel, Tancredo, Mahometto, Celmi-ra, Goradino, Elisahelha, y otnis cien creaciones de aquel genio inmortal.

Más afortunado su continuador Donizetti, ha conseguido abrirse camino hasta el dia con diversas de sus más valio­sas producciones, como Lucia, Lucrecia, Favorita y Eli­xir d'amore; pero quedan en el olvido Amia Bolena, Be-lisario, Torcuata) Tasso, Gemma di Vergi, y otras, que ciertamente no merecían este desden, así como ni tampoco la rica partitura de Met/erheer, II Crocciato in Egillo, ni Tebaida é laoUiia, de Morlachi ; Gli araM nelle Galie, de Vacai ; Elisa y Claudio y Los Dos Figaros, de Mercadan­te ; Elena y Malvina, y otras de nuestro Carnicer, y, sobre todo, los inspirados idilios Pirata, Slraniera y Capuletti, del sublime autor de Norma, Sonámbula y Los Puritanos.

de Música y Declamación (2), que llevó su nombre, con­fiando su dirección al inteligente tenor Piermarini y á su esposa, los cuales en poco tiempo le hicieron ocupar un elevado rango entre los de esta clase en el extranjero, y ofrecer en los primeros exámenes y fun­ciones celebradas en su teatro un plantel de jóvenes artistas líricos y dramáticos, entre los que descolla­ban nombres tan célebres luego como los de Mano­lita Oreiro de Lema, la Pieri, la Villó, la Plañol, Re-guer. Calvete y otros cantantes, y los de Judian y Flo­rencio Romea y Mwiano Fernandez, en la declama­ción teatral.

Eernando, estimulado por el ejemplo de su esposa, quiso también fundar algún establecimiento de ins­trucción que respondiese á necesidades de otro géne­ro, y creó, por aquellos mismos días la Escuela de Tauromaquia en Sevilla; pero, sin embargo, deján­dose fascinar por las gracias y el talento de Cristina, concurría con ella á las funciones del Conservatorio (aunque tal vez lo hubiera hecho de mejor gana á las del liceo tauí'ino de Sevilla); escuchaba con ínte­res á los jóvenes alumnos, músicos y dramáticos, y es fama que al presenciar la ejecución de lapiececita titulada El Testamento, en que se ensayó el precoz talento de Julián Romea, dijo á los cortesanos que le rodeaban, y que cuidaron de hacer circular la frase: «Este muchacho que hace El Testamento em^aieza por donde otros acaban.»

La llegada de ROSSINI á Madrid en el Carnaval de 1831 fué objeto de ínteres general. Venía acom­pañado del famoso banquero D. Alejandro Aguado, y fué recibido con el mayor entusiasmo, no sólo por el infinito número de sus apasionados, sino ¡jor la corte misma y los altos dignatarios, que se disputa­ban el placer de agasajar al inmortal autor de El Barbero de Sevilla. El , por su parte, parecía simpati­zar con nuestro país, que era también la patria de su es]iosa Isabel Colbran; gozaba mucho al verse objeto de aquellas atenciones, y para corresponder en algún modo á ellas, compuso y dedicó á la reina Cristina una bellísima canzone titulada La Passeggiata (que conser­vo impresa), y prestándose al deseo manifestado por el Comisario de Cruzada Sr. Várela, que fué el que se excedió en recibirle magníficamente, escribió para él expresamente su obra maestra, el Stabat Mater, que, á juicio de muchos, es el mejor florón de la corona del Cisne de Pessaro. Aquel espléndido magnate corres­pondió cumplidamente á tan inapreciable obsequio, y conservaba con exquisito cuidado en un precioso es­tuche la pluma con que el gran maestro la escribió. Esta inmortal composición, que después dio la vuelta al mundo artístico, fué estrenada en Madrid la tar­de del Viernes Santo de aquel año (1832) en la igle­sia do San Felipe el Real, con el aplauso y entusias­mo á que es merecedora.

Rossini, asistiendo á las funciones expresas que le dedicó el Conservatorio, se manifestaba sorprendido al ver la predisposición natural y artística de los es­pañoles para la música, y no se cansaba de expresar su satisfacción al hallarse en la patria de su grande amigo y colaborador Manuel García. Yo mismo se lo oí repetir en un baile de máscaras en casa del Duque de Híjar: por cierto que, animado por mi entusiasmo filarmónico rossiniano, me atreví á dirigirle un so­neto improvisado, que escuchó con señaladas mues­tras de satisfacción, rogándome que se lo diese por es­crito, como así lo hice, remitiéndoselo al siguiente dia á la casa en que habitaba (3).

No eran sólo los goces de la filarmonía á los que se entregaba con entusiasmo la sociedad madrileña, sino también los que le brindaban sus condiciones innatas de amabilidad y de franqueza en agradables saraos, bailes y tertulias, en que, desterrados el apocamiento primitivo de la antigua sociedad, que dejé consigna­do en capítulos anteriores, se matizaba ya con ese agradable colorido de elegancia sin sequedad, corte­sía sin afectación, franqueza sin exceso ; con ese buen tono, en fin, que aun hoy la distinguen y forma el

(2) Este Conservatorio, inaugurado en 1830, estaba si­tuado en la casa llamada de la Patriarcal, en la plazuela de los Mostenscs, y era la misma que en 182.8 habia ocupado la Gran Asamblea de los Comuneros.

(.8) Esta casa (propiedad hoy de mi excelente amigo el Sr. D. Alejandro Eamirez de Villaurrutia) es la señalada con el núm. 8 moderno en la calle de la Reina, y en ella estaba á la sazón la fonda de Genieys. También habia al­bergado en 1809 al general francés Abel Hugo y á su hijo VÍCTOR, á quien colocó en el Seminario de Nobles. Mi sone­to decía así; ,

Á HOSSINI EN MADBID.

«¿Dónde, Rossini, irás, que el neregrino Són de tu lira, qne envidiara Orfeo, No te renueve el publico trof o Que á tu Kenio sin par uniA el destino?

Vuela tu nombre, salva el Apenino, Traspasa el Alpe , cruza el Pirineo ; Ni el ancho mar. ni el Atlas giganteo Limite oponen al cantar divino.

Tú. empero, de tu fuma el r^udo vuelo No pretendas seguir; la patriamia, Que hoy te recibe goc? tu tesoro.

Pulsa tu lira en el liispano suelo ; Repetirá su mágica armenia El eco fiel del matritense coro. »

encanto de nacionales y extranjeros.— No habia en­tonces periódicos ni gacetillas que anunciasen iirhi et orbi que los señores de Tal se (piedaban en casa los lu­nes ; que en los salones de la Duquesa de Cual se haria mfisica los martes ; que los miércoles abriría sus salones la embajada Tal , ó en la de Cual se ofre­cería un tlie dansant los jueves; que los Marqueses de X harían las delicias de todo Madrid los viernes, ni que los sábados ó domingos darían una de sus ma­ravillosas soirées los opulentos banqueros Tal ó Cual. Mas, á pesar de la falta de estas fórmulas cancille­rescas , si mi amigo Asmodeo hubiera estado por aquel entonces en edad y condiciones de escribir sus ame­nas Revistas, mucho y muy bueno pudiera haber di­cho de los magníficos conciertos y espléndidos bailes del coronel D. Pablo Cabrero, dueño de la fábrica-platería de Martinez , en cuyo inmenso salón, que per­mitía una concurrencia de 800 personas, se reunía, en días señalados, todo lo más escogido de nuestra sociedad : los de los Sres. Vcdlarino, Villaviceiicio, Aristizáhal, Ellmyar, Mariátegui, Gambronero, Gayán-gos, y otras varias casas de la clase media, en que se pasaban las horas en animado y agradabilísimo solaz.

La aristocracia nobiliaria, reducida entonces á la condición de servidora de Palacio, no habia abierto aún sus salones, no queriendo sin duda rivalizar entre sí, ni aspirar tampoco á la honra (que no le hubiera sido dispensada) de recibir al Monarca en sus respectivos domicilios; pero uniéndose para fes­tejar el Carnaval y obsequiar á SS. MM., celebraron magníficos bailes en la casa llamada de Trastamara, calle hoy de Isabel la, Católica, en cuj'a planta baja habia unas singulares y primorosas estancias, llama­das las cuadras, todas revestidas de grutescos y folla­jes, y con grandes surtidores de agua en el centro, lo cual, combinado con una profusa y bien entendida iluminación, les daba un aspecto mágico y digno de las Mil y una noches, á par que los trajes riquísimos y de todos los tiempos que vestia la aristocrática con­currencia producian un espectáculo encantador.

A ejemplo de ésta, aunque con más modestas con­diciones, formáronse en el Carnaval de 1832 multi­tud de reuniones ó sociedades, que celebraban sus bailes de máscaras en los salones del gran café de Solís, calle de Alcalá, donde hoy el teatro de Apolo; en los de Santa Catalina, La Fontana y La Cruz de Med­ia, y en las casas llamadas de Ábranles, calle del Pra­do, y de Santa Cruz, calle de San Bernardino, con el entusiasmo que era de esperar de la prohibición en que habia estado el piiblico durante diez años de esta grata diversión.—Limitándome sólo a la primera de estas sociedades, á que pertenecí, diré que estaba compuesta de 150 suscritores de las clases más dis­tinguidas y vitales de la población, y que para dis­poner estas fiestas con toda brillantez se formó una Junta ó Comité, en que figuraban los Sres. Peñalver, Gutiérrez de la Torre, Escosura, Santoyo, Urbina y otros, y que en ella me tocó la suerte de ser designa­do como vocal depositario, honra especial, que jíor cierto me costó algunos sacrificios por ausentes ó re­zagados.

Y aconteció una noche de baile (creo que era la del domingo de Carnaval) que estando en lo más ani­mado de él, con la concurrencia de todo lo más dis­tinguido de la corte, empezando por los infantes don Eranoisco de Paula y D.'"' Luisa Carlota, grandes, tí­tulos y cortesanos, con toda la brillante juventud de la clase media, rivalizando todos en el lujo de los dis­fraces, en lo animado de los chistes y bromas y en el clasicismo de la danza (porque entonces se bailaba de verdad), acertóse á presentar en la sala, vestido de frac y con la cara descubierta, el actor Valero, el mismo que aun hoy ostenta sobre su frente artística tan preciados laureles.—Todo el mundo sabe el injusto desden ó menosprecio en que hasta estos liltimos tiem­pos se tuvo la profesión escénica, y lo que entonces quería decir un cómico, á quien se le negaba hasta el mezquino Don. Pues bien, en esta sociedad, compues­ta, como queda dicho, de palaciegos y personajes, cho­có la arrogancia del actor, y empezó un bisbiseo ge­neral sobre esta incongruencia, que pasando á mani­festaciones descorteses, y después á verdadera agre­sión contra el cómico que así se atrevía á hombrearse con aquella sociedad, le fueron acosando con sus in­directas nada benévolas y empujándole hacia la puer­ta, hasta que le obligaron á salir del salón. Indigna­do, como es natural, el actor uLrajado, corrió al tea­tro del Príncipe, donde á la sazón se hallaba el Rey y la Reina, y pienetrando hasta su presencia, quejóse amargamente del insulto que acababa de sufrir en una sociedad compuesta en su mayor parte de perso­najes de la corte. Eernando, que en esta como en otras ocasiones no escrupulizaba en declararse en contra de sus propios servidores, habló al corregidor Barrafon á fin de que arreglase este asunto á satisfac­ción del actor, y hé aquí la razón por la cual, ha­llándome yo durmiendo sosegadamente, á eso de las diez de la mañana del siguiente dia me hallé con una cita del Corregidor, en que se me mandaba pre­sentarme á S. S. inmediatamente. Hícelo asi, y el cor-

N.» XXX L A TLUSTHACIOK ESPAÑOLA Y AME¡R.ICA)S[A. 95

r eg idor Bar rafo i i , que desde la publ icación reciente de l Manual de Madrid me liabia tomado afecto, me dijo que siendo el único de los que componian la J u n ­t a del baile de Solis á quien conocía, me l l amaba para ave r igua r qué era lo que la noche an tes hab i a suce­dido con el actor V a l e r o , y sobre quién debia recaer la responsabi l idad de aquel desmán. Y o le manifes té lo poco que me era conocido, y que no podi-a de s igna r persona ó personas que fuesen los in ic iadores del atropello ; sólo sí que los indiv iduos de la J u n t a lo hab íamos sent ido en extremo, y que la concurrencia es taba formada en su mayor p a r t e de m a g n a t e s dé la corte, C4uardía R e a l , e t c . « P u e s b i e n , á pesar de esto, dijo B a r r a f o n , yo tengo orden expresa de S. M. pa ra a r reg la r lo ( y entonces me contó la queja p roduc ida por Valero ante la R e a l presencia) , y en su consecuen­cia, p revengo á V. p a r a que lo ponga en conocimiento de la J u n t a , á fin de que el insu l tado rec iba una j u s t a sa t i s facc ión , que es la vo luntad de S. M. que p a r a el baile de m a ñ a n a la J u n t a invite oficialmente á Valero , remi t iéndole su billete personal, y V. me da rá cuenta de haber lo verificado en los té rminos que expresa esta comunicación.

Cuando regresé a l a J u n t a , que t en i a sus reuniones en la casa del Conservator io de A r t e s , calle del T u r ­co , y puse en su conocimiento la orden t e rminan te de la a u t o r i d a d , se armó u n a de mil demonios por sus i n d i v i d u o s , en t re los cuales hab ia var ios de cabeza ca l i en te ; pero todo fué i n ú t i l ; S. M. lo manda, y aquí t ra igo la orden de l Cor reg idor ; conque no h a y más r e ­medio que cumpl i r la , y r emi t i r á Vale ro su bil lete con el correspondiente oficio.—Hizose as i , y l l egada que fué la noche , se p resen tó Valero en la s a l a , de frac como en la an te r io r , paseó dos ó t r e s veces el sa­lón en d i s t in tas direcciones, y todo el mundo calló sin decir esta boca es inia (1) .

U n a vez ro ta la valla de la e t ique ta y el desden , iio e r a n y a inaccesibles las sa las de l Pa lac io á los ar­t i s tas y l i t e ra tos , apadr inados por la n u e v a señora que tan en tus ias ta se mos t raba hac i a todas las manifes­taciones del ta lento. F e r n a n d o , que s iempre tuvo bas tan te inclinación á las bel las a r t e s , como lo demos­t ró su pe r severanc ia en fundar y sostener con enor­mes sacrif icios, j á expensas de sus propios pa la­cios, el magnifico Museo del P rado , favorecía g r a n d e ­m e n t e á los d i s t ingu idos p in tores de Cámara D . V i ­cente López, D . José Madrazo y D . J u a n Rivera, y á sus hijos respect ivos , d ignos herederos de sus nombres; enca rgaba obras de a r te á otros, y acudia en los úl t i ­mos dias de su exis tencia , t r émulo y fatigoso, á la so­lemne repar t ic ión de premios de la R e a l A c a d e m i a de San F e r n a n d o , en que escuchaba con in t e ré s , de los labios del joven D. Mariano Boca de Togorcs, la oda subl ime de su t io el Duque de Frías, u n a d e cuyas es t rofas , ded icadas á los amer icanos , hizo b ro t a r las l á g r i m a s de los cadavéricos ojos de F e r n a n d o .

No contento éste con d ispensar su protección á los a r t i s t a s v ivos , y apa r t ándose de l a cos tumbre esta­blecida , y ha s t a rec ien temente es tablecida como ley en la vecina capi ta l francesa, cuando se negó el per ­miso p a r a er igi r u n a es ta tua á Moliere con el absur­do concepto de que este honor es taba sólo r e se rvado á los soberanos , mandó al escultor español Sola es­culpir la es ta tua de C E R V A N T E S , que , fund ida en bron­ce , hab ia de e levarse (como después se verificó) en u n a p laza de Madr id , y mandó colocar en la fachada de la casa en que mur ió aque l p r inc ipe de los inge­nios españoles u n a inscripción que así lo recordase .

E n este ú.ltimo y l audab le acto de F e r n a n d o V I I no puedo menos de reproduc i r la pa r t e que me tocó en su in ic ia t iva , y que y a consigné en otra de mis obr i l las (2).

E l día 23 de Abr i l de 1833 (an ive r sa r io de la mue r ­t e de C e r v a n t e s ) , y en ocasión de ha l la rse der r ibando como ruinosa la casa de la calle de F r a n c o s con vuel­t a á la del L e ó n , seña lada con el núm. 20 ant iguo, en la que falleció aquel esclarecido ingenio en 1616, tuvo el au tor d e es tas Memorias la feliz insp i rac ión de l l amar por primera vez ( y de ello se glor ia sin r iesgo de ser desment ido) la a tención y el in terés del públ ico sobre es ta fecha memorab le , que t a n solem­n izada v iene s iendo después en ambos hemisferios. A l efecto estampó en La Revista Española u n sent ido ar t iculo de cos tumbres , que después formó p a r t e de

(1) No fué esta ocasión sola en la que demostró Fernan­do sus instintos democráticos, poniéndose resueltamente al lado del ofendido por las clases elevadas, y gustando de alardear su autoridad suprema, á la manera de D. Pedro de Castilla. Recuerdo, entre otras muchas que sería prolijo ci­tar, cuando al Duque de la Roca, su gentil-hombre de cá­mara , por haber seducido á la pj'inia donna Marietta Albini, y no pudiéndole hacer casar con ella por estarlo ya, le envió al desierto de la Cabrera á hacer penitencia en la Cartuja; y otra, más chistosa, cuando acudiendo en queja á S. M. en la escalera de Palacio un pobre aguador á quien el corregi­dor Barrafon habia mandado quitar su puesto del descampa­do, que era entonces loque hoy es Plaza de Oriente, le mandó que lo volviese á poner, colocando (como asi lo hi­zo) sobre los cántaros un letrero que decia : « Aqiii se ven­de agua de Real orden. » • • (2) El Antiguo Madrid.

l as Escenas Matritenses, consagrado á deplorar aquel suceso y l l amar la atención deL Gobierno y las auto­r idades hacia t an venerandos res tos . — Y ¡cosa r a r a en aquellos t iempos de indiferencia genera l !—alcanzó la fortuna de que aquel escrito, no sólo l lamase la a ten­ción del público sobre el objeto que le mot ivaba , sino que cayendo en manos del r e y D . F e r n a n d o V I I , le afectó tan hondamente , que aquella misma noche llamó al i lus t rado comisario de Cruzada D . Manue l F e r n a n ­dez V á r e l a , ordenándole que por todos los medios posibles ocurr iese á ev i t a r aquel de smán , y procurase consarvar la vene randa mansión del p r ínc ipe de los ingenios españoles. E l Sr. V á r e l a , en efecto, ponién­dose de acuerdo con el Minis t ro de F o m e n t o , Conde de Ofal ia , y con el Corregidor de M a d r i d , que lo consultó conmigo, hizo que éste l lamase al dueño de la casa en cuest ión ( q u e e r a , si mal no recuerdo , un honrado a lmacenis ta de carbón, l l amado N . F r a n c o ) , el cual se negó resue l tamente á la cesión que le propusieron de d icha finca al E s t a d o , porque conve­n ia á sus intereses recons t ru i r l a , y porque (segim repet ía con m u c h a g rac ia el corregidor B a r r a f o n ) t ambién él t en ía mucho gus to en poseer la , porque sabía « q u e en ella hab ia vivido el famoso D . Quijote Ttde la Mancha, de quien era m u y apasionado, D

V i s t a , p u e s , es ta n e g a t i v a , y dada cuenta de ella al R e y , se expidió, con fecha 4 de Mayo ( á los diez dias jus tos de la publicación de mí art ículo), una no­tab i l í s ima Rea l o r d e n , e x p r e s a n d o , casi en los mis ­mos términos que yo proponía , la determinación de que , caso de no poder ser adqu i r ida por el Gobierno, se colocase en su fachada un monumento m u r a l con el bus to de Cervantes y la inscr ipc ión correspondien­te , lo cual tuvo efecto en 2 3 de J u n i o de 1834 ( y a muer to el r ey F e r n a n d o V I I ) ; pos t e r io rmen te , en la reforma de los nombres de muchas calles de Madr id , verif icada por su celoso corregidor el Marqués viudo de Pon te jos , se dio á la d icha d e F r a n c o s el nombre de calle de Cervcintes, aunque p a r a proceder con exac­t i t u d , este nombre lo merecía más bien la del León (en que es taba la casa y sn an t igua p u e r t a ) , el sitio l lamado entonces el Mentidcro de los comediantes, ó la cont igua de Cantarranas, — hoy mal l l amada de Jjope de Vega,—en que está el convento de las Tr in i ­t a r i a s , donde fué sepul tado Ce rvan t e s ; y con eso se le hub i e r a podido d a r á la de F r a n c o s el nombre de Lope de V e g a , que vivió muchos años y falleció en el la , en su casa propia (núm. 15 n u e v o ) , donde en 25 de Nov iembre de 1862 e r ig ió , á mí propues ta , la R e a l A c a d e m i a E s p a ñ o l a u n d igno monumento al Fénix de los Ingenios.

P e r o veo que me ex t rav ío , ha lagado por aquellos r ecue rdos j u v e n i l e s , y que dejo correr la p luma, dete­n iéndome invo lun ta r i amente en este g r a to remanso de la v ida socia l , cuando me proponía reseñar en este capí tu lo , que t i tulo La Corte de Fernando y de Cristina, no sólo el aspecto de nues t r a sociedad en aquel pe­ríodo, sino t ambién , y pene t r ando (acaso por ú l t ima vez en es tas Memorias) en el dominio de la his tor ia , con­s ignar las s ingu la re s per ipec ias polí t icas que se des­p lega ron en aquellos años úl t imos del re inado de F e r ­nando V I L Pe ro t emiendo , b ien lo sabe D i o s , abusa r de la paciencia del lector , hago u n alto aqu í , apla­zando mí narración en este sent ido pa ra el capítulo s igu ien te , y pidiéndole me dis imule si en vez de un capitulo histórico-polí t íco le ofrezco hoy solamente u n a semí-secular y desa l iñada Gacetilla.

R A M Ó N D E M E S O N E R O R O M A N O S .

LA QUINCENA PARISIENSE.

SUMARIO.

Volvamos por nuestro créclito.—Abnnrlanoia de nspañoles en París.—Avidez de los restaurants — Explotaoion de los extraníeros.— Tretas de los cnuia-reros. —Tnbernucho concurr l lo por españole-» oimestns. —Reapertura del teatro Francés.—líc^t^iuraeion del i n i -mo . - Í\V'//-Í? 7>/ÍÍ?P r/f A/rís—Mi^tp-7-ios tip ParU — La yí/-mí'j'ft.—Cantante que no acierta ron el franf^es—Un pinchazo de Saiah B-rnhavd.—Los znlüs en París —Pro \e ;to de construc-ciiin ríe nn gran teatro . — Incrcso en los teatros de P«ris. — Bxámenes.— Carta de nna disnípnla. — Los trábalos de psi u l tnra dfl nuevo JJói^l df. Yule —Nueva biblioteca en el //óí'-i Ccr/iíii)' iíí,—Tra-foi-niacioe del mate­rial de ómnibus — L a Exposición de Cienciíis aplicada^? á la .niu^trin.— Esta tua de la Paz —Liipii.lo que hace tas telas incombustibles.—Praxinos-copo-teatro — La crista'eria da Bohemia — M.áquina heladera — Si'len de convaleciente.—Juguetes científicos.—Cronio-reramo.— Vasos.— Pronnes. — Efectos dé l a s recientes disposiciones postales.— Tartas con dirección incompleta.—Lo que se j)one en el correo á pretexto de muestras — Ojea­da histórica de la teleerafia en Francia.—Reciente desarrollo — Efecto de las liltimas disposiciones. — Explicaciim del teléi;rafo eléctrico por un la­briego —La telegrafía n e u m á t i c a . - P e t i i ion al Senado de ]aSncUdíi'i con-Ira elnbuao liid tabaco.— Ineficacia de la prohibición.— Eficacia de la edn-cacion y la persuasión.—Espina y el papel de fumar —Cunsumo de tabaco en Francia. —Estragos del tabaco.— Efectos del corsé. - Sistema para ca­sarse dentro del año.

Agosto 11.

Ante todo, volveremos por nuestro crédito de cronistas, rectificando la opinión que de la temperatura parisiense puedan conservar los que hayan leído nuestra última Quin­cena : cuando la poníamos en el correo se marchaban las nu­bes y se dejaba ver el sol de la manera más brusca : con es­panto se ha leido aquí que el termómetro ha ido ascendien­do paulatinamente en Madrid liasta marear 41 grados á la sombra; consuélense los que lian soportado ese calor con el efecto que aquí producirla el súbito cambio de 15 á 32, sos­tenido toíla una semana, sin transición razonable para ha­bituarse á él, y sin que de dia ni de noche viniese la más ligera brisa á mitigar oí calor, húmedo y pegajoso, que pro­

ducía la reverberación de los rayos solares sobre un suelo regado durante diez meses por copiosa y casi incesante lluvia. El pavimento de las calles y las fachadas de las ca­sas recogían de dia y despedían de noche insoportables ar­dores ; las plazas eran hornos de reverbero ; quien buscando medios de respirar so escapaba á estas, casi siempre deli­ciosas, cercanías, sufria un triste desengaño; las praileras parecían repentinamente agostadas; de lo.s lagos siihian emanacicmes deletéreas; los árboles y los macizos do arbus­tos se habían convertido en conservadores del caloren ellos depositado : tras del cielo despejado y sereno vinieron los nublados más sofocantes, preñados de electricidad, que oca­sionaba intensos relánqjagos, precursores de nna laboriosa tormenta, con que ternunó este breve, pero incómodo ve­ranillo, que aquí parecía insoportable, piincipalmente por el salto brutal de 15 á 32 grados. No tenemos nosotros la culpa de semejantes alteraciones en el estado atmosférii:o de que hablábamos la quincena anterior. De primavera he­mos oído calificarle á viajeros recien llegados de Sevilla, donile dejaron 49 grados, y vestidos como en invierno des­de que una nueva depresión ha, marcado en el termóme­tro l o g r a d o s , llegando hasta dejar sentir, al nacimiento del sol, nna ligera escarcha.

Si alguna parte han tenido nuestras noticias sobre la tem­peratura de París en el viaje de la multitud de españoles arribados precisamente en el período del calor, no somos responsables de que ésos se hayan encontrado sin el fresco que venían buscando, ni los que, seducidos por las noticias del,que hoy disfrutamos, se decidan aún a v e n i r , deberán cargarnos en cuenta los sudores por que puedan pasar de re­pente en este voluble clima, que dentro de veinticuatro horas hace experimentar á los que en él viven los efectos de las cuatro estaciones del año.

Sea por lo rigoroso de la canícula en España, sea por la costumbre inveterada de venir todos los veranos á orillas del Sena á gozar y gastar, el caso es que, contra todns las previsiones de los que al añn siguiente de la Exposición calculaban muy exiguo el número de compatriotas que por aqui se dejaran ver, de quince dias acá abundan extraordi­nariamente : en los boulevares y en los Campos, en los ca­fés y en los restaurants, en los teatros y en los conciertos, donde quiera que se disfrute y se pase el t iempo, se oye baldar estos dias casi tanto español, y en ciertos bailes mu­cho más, que francés.

A tiempo llegan los que no tengan cumplido conocimien­to de la manera de vivir en París; sus mismos vecinos se quejan, y no sin razón, de la carestía sostenida por los res­taurants de primero y segundo orden, de la exageración en los precios, y de la increíble codicia, que parece ser acuer­do tomado por todos ellos. El caso es que quien penetra en algunos del boulevard de los Campos Elíseos y de las cer­canías más concurridas, aimque se contente con una mo­desta comida, una sopa, dos platos, un postre y nna bote­lla de vino, difícilmente podrá salir sin dejarse en la casa 25 francos : y entiéndase que no hablamos de la gente ca­prichosa, á quien por un melocotón le llevan 3 francos, y por un sifón de agua de Seltz 1,50 francos. Verdad es que los alquileres son elevados, que los gastos son ranchos; pe­ro la ambición de los dueños de restaurants es mayor aún, y empieza á recibir su expiación viendo desiertas las mesas de la clientela que babitualmente las poblaba; sobre todo de los hombres que van estableciendo la costumbre de co­mer en los círculos y en los clubs, donde por 6 ú 8 francos se sirve muy bien á los que á ellos pertenecen, quedando sólo á los restaurants pretenciosos el número de extranjeros candidos que entran en ellos imprudentemente y salen es­carmentados. Por si no bastara la explotación de los amos, está después de ella la de los camareros, que se encarga de explotar á un mismo tiempo á patrones y consumidores, va­liéndose de tretas diversas ; á veces dejando caer diestra­mente la servilleta sobre una botella de vino fino , para es­camotearla sin que nadie se aperciba de la suerte; á veces colocando una moneda de diez francos, parte de la vuelta de un billete, debajo del papel de la cueigta, de modo quo puedan guardárselo si el dueño no la echa de menos, ó si la reclama, avergonzarle por su torpeza de no haberla des­cubierto. Estafas de ese género esperan aquí al extranjero, lo mismo cuando sube á un carruaje que cuando entra en un estahleoímiento público, y raro sería que no hubiese víctimas de ellas entre el grueso pelotón do españoles que ayer invadía la taberna de la rué Montpensier, centro de contratación de los revendedores de billetes, ansioso de en contrar localidades para penetrar en el teatro Francés, cuya reapertura acaba de celebrarse con inmensa concurrencia todas las noches, quo no se arredra por lo impropio de la estación para encerrarse en un local reducido y pasar algu­nas horas respirando con dificultad.

La nueva temporada se inauguró con Les Fummes sa-vantesy Le Malade imaginaire; pero el principal atractivo no consistía en el espectáculo mismo, sino en la restaura­ción del teatro, notablemente embellecido durante la sus­pensión de funciones. Toda la decoración de la sala ha sido renovada con adornos, relieves y molduras, quedan al teatro un aspecto severo como conviene á la primera es­cena dramática francesa. Dominan el Illanco y el oro ; la ta­picería es roja ; el techo, pintado por Mazerolles, representa la glorificación del arte dramático francés, personificado en Moliere, Corneille y Eacine. En el centro del grupo más importante se ve á Francia distribuyendo coronas álos tres poetas ; á derecha é izquierda numerosos personajes, hábil­mente presentados, significando las obras maestras del tea­tro Francés: Don Juan, Le Tariuffe, Le Bourgeois gen-tilhomme. Álcente. LA vare, liorace, Le Cid, Cinna, Po-lieucie, Phedra, Hipólito; en primer término, presenciando la coronación de los poetas, hay un grupo de autores : Re-gnnrd, Marivaux, Beaumarchais, Voltaire, Mussct, Dumas, Scribe ; por cima de todo esto, Apolo y las Musas ; el ideal poético dominando la realidad ; tales son las grandes líneas de esta composición. El primer grupo está acentuado con energía, la parte superior ligerau'ente indicada y en cierto modo iilealizada, manteniendo, sin emliargo, la convenien­te armonía; el efecto general es excelente y fué muy aplau­dido.

96 I^A JLUSTÍIACIOÍ^ JPSPAÑOLA Y y^MERICAIÍA. N.° XXX

MONUMENTOS ARQUITECTÓNICOS DE ESPAÑA.

Z A R A G O Z A . —FACHADA PEINCIPAL Y TORRE DE LA IGLESIA METROPOLITANA DE LA SEO. (De fotografía de Laurent.)

B E L L A S A E T E S .

LA TERQUEDAD DOMADA : CUADRO DE ME. FEANK TOPHAM, EXPUESTO EN LA EEAL ACADEMIA DE LÓXDEES.—(Esc. ii del acto n i de la comedia de Shakespeare The Taming of the Shrew).

98 JjA jLUSTÍlACIOn JPSPAÑOLA Y y MER.ICAHCA. N.° XXX

Siempre que se trata de la restauración de un teatro en París hay que temer la trasfoniiación, es decir, el resul­tado de la agudeza de ingenio, para añadir á asientos, ya estrechísimos, más asientos aún ; la regla no podia faltar en este caso ; á fuerza de imaginar, se ha liallado medio de iifiadir sesenta asientos niíís á los exiguos que antes había, y nueve haignoires, que tienen bien puesto el nombre, puesto que de bañeras han de hacer efecto á los que en ellas pa­sen noches que no sean del más rigoroso invierno. Los' res­paldos de las butacas de orquesta están guarnecidos de dos correas de goma paralelas, para colocar los sombreros de los espectadores, reforma útil, quedebia extenderse á todos los teatros. El vestíbulo, la escalei'a principal y el foyer han sido pintados, dorados y tapizados de nuevo; los bus­tos , las estatuas, los techos y los tapices restaurados ó re­novados, así como las salas interiores, y el foyer de los ar­tistas, cuyas paredes están cubiertas de bajos relieves re­presentando las glorias de la escena; allí se ven los bustos de Taima, La Kachel, Preville y Clairon bnjoun magnífico busto de Moliere. Los gastos de restauración del teatro han ascendido á doscientos ochenta mil francos.

No ofrecen los demás teatros novedades dignas de men­ción : el Histórico se sostiene con Notre Dame de París; la Porte de Saint Martin, con los Misterios de Paris, dra­ma cuyo estreno fué un acontecimiento en 1844, cuando todo el mundo tenía presente la novela de Eugenio Sué. Excusado parece decir que á estas obras dramáticas, saca­das de novelas, les pasa ni más ni menos que á las novelas inspiradas en los dramas; apenas tienen del pensamiento primordial más que el título, los personajes y algunas es­cenas, tan completamente desfiguradas, que no haj- quien las conozca. Todas las empresas ensayan obras nuevas para la temporada de otofio. En la Opera se prepara La Amida, de Gluck. Allí tuvo lugar la semana pasada un hecho cu­rioso. Concluido el segundo acto. La Salle se aproximó al director y le dijo : ce Acaba de pasarme una cosa muy grave. — ¿Qué ha sido? — preguntó el director.—De tal manera he aprendido Le Roi de Lahore en italiano, que por espacio de algunos minutos no se me han venido á la me­moria las palabras francesas, y he cantado los versos en italiano ; por fortuna, el público no se ha apercibido de ello, pero he tenido miedo de que cayera en cuenta.» Este hecho auténtico parece una sátira contra las pretensiones del teatro de ópera francesa.

Otro sucedido, también curioso, ha acontecido en el tea­tro Francés la segunda noche de su reapertura : Sarah Bernhard clavó involuntaria pero fuertemente en Hernani uno de los infinitos alfileres con que se prende su malhada­da mantilla; el artista se aguantó, haciéndose superior al dolor, hasta que concluyó la escena. Si en ella se hubiera hallado Carlos V, habría podido restañarle la sangre con la manta jerezana de que aparece cargado el Emperador.

Mañana llegará una caravana de zulús, que viene direc­tamente de la Cafrería interior, y que se dará en espectáculo

, en un teatro. Para construcción de uno muy grande y eco­nómico acaba de pedir autorización al municipio D. Emilio Vela de la Torre.

En el Anuario estadístico de Francia, que acaba de pu­blicar el Ministerio de Comercio, se encuentran interesan­tes detalles del ingreso bruto en los principales teatros de París. La Opera ha recaudado : el año 75, .3.503.722 francos; el 76, 3.512.9G8;el77, 3.081.883 ; el 78, 3.570.570. Los ingresos en los otros teatros, durante el año 78, han sido los siguientes : Teatro Francés, 2.289.221 francos ; Opera Cómica, 4.690.684; Teatro Italiano, 690.403; Odeon, 041.712; La Gaieté, 1.084.315; Gimnasio, 743.862; Palais Po­ya l , 945.770; Variedades, 1.712.110; Porte Saint-Martín, T.621.893 ; Rénaissance, 1.558.351 ; Bouffes Parisiens, 688.600; Ambigú, 673.481 ; Folies Dramatiques, 1.208.524. El total de los ingresos en los diferentes teatros y espectácu­los de París, del año 75 al 79, demuestra una progresión que se traduce en las siguientes cifras : 1875, 2; .309.170 francos; 1876, 21.530.402; 1877, 21.655.792; 1878, 30.638.500.

El Municipio parisiense ha votado un crédito de 420.000 fi-ancos para los trabajos de escultura del nuevo Hotel de Ville, que en la parte exterior será adornado con una co­lección de estatuas de hijos célebres de París, reservando seis para personajes nacidos en provincia que se hayan he­cho célebres llevando la banda municipal : por acuerdo de la misma corporación se ha cambiado el nombre <le más de cincuenta calles de esta ciudad. Próximamente se abrirá la biblioteca Histórica de la ciudad de París, establecida en el hotel Carnavalet, exclusivamente compuesta de libros, estampas, planos y documentos relativos á la historia de París. También se ha organizado un servicio de las biblio­tecas Administrativa y Extranjera, ambas municipales. Nue­vas concesiones de tranvías van introduciendo este útil elemento de locomoción hasta el corazón de París; antes estaba limitado á los extremos; va ahora á llegar por un lado á San Sulpicio, por otro al Instituto, por otro á las in­mediaciones de la Opera. Donde las condiciones locales no permiten establecer el servicio de tranvías, van sustituyen­do á los. antiguos ómnibus (cajones insalubres, donde se incrustaba la gente, más que se sentaba) los nuevos car­ruajes de gran tamaño y tirados por tres caballos, con que la Compañía va trasFormando su material sucesivamente, muy á satisfacción del público.

Ño podemos cumplir aún la palabra empeñada de reseñar la Exposición de Ciencias aplicadas á la Industria, cuando hay todavía salas casi enteramente vacías por negligencia de los expositores ; ni aun las instalaciones de la gran nave están aún terminadas ; de suei'te que, á no hacer el trabajo dos veces, es preciso renunciar por ahora á juzgar los deta­lles, que tanta importancia tienen en esta clase de concur­sos. Nos limitaremos á dar algunas noticias sueltas , mien­tras llega oportunidad de ofrecer trabajo más ordenado y detenido. En lo alto de la escalera monumental, como presi­diendo aquella fiesta del trabajo y del progreso, hay una buena estatua de la Paz, por Cambes, que tiene por leyen­da estos dos versos de una canción de Beranger:

(C .Tai vu la pnix drscendre sur la ten-e

Semant dea fleurs et ries épis. w

Llama la atención del público un líquido que hace in­

combustibles las materias más inflamables, como telas, pa­peles, paja, etc.; para herir más vivamente la imaginación, el expositor ha colocado en su instalación una bujía encen­dida sobre una cuna en que duerme un niño ; la llama de la bujía se comunica á las cortinas de muselina; la tela se en­negrece y cae convertida en ceniza, pero sin que arda ni se propague el fuego. A pocos pasos se halla el Praxinoscopo-ieairo, maravilloso juguete, que produce cuadros vivos en una escena cu3'a decoración se cambia á voluntad , produ­ciendo completa ilusión. Atrae las miradas la cristalería de Bohemia, por su brillo y sus colores, su finura y sus formas verdaderamente artísticas. Haj ' una máquina heladora que produce instantáneamente trozos de hielo, y un sillón de convaleciente que gira sobre sí mismo, va y viene en todas direcciones, con ligero esfuerzo del mismo que en él se ba­ila sentado, y que puede dirigirse así al sitio que le plazca : mencionaremos también un regenerador, aparato sencillo medicamentoso para alivio de las personas que sufren reu­matismos producidos por la absorción cutánea. En la gran nave se hallan los aparatos eléctricos y una colección de ju­guetes científicos tan numerosa, que se necesitaría un vo­lumen para clasificarlos, y que justifican plenamente la di­visa adoptada por el inventor : (C Instruir divirtiendo.» Por último, señalaremos en esta rápida ojeada, como curiosida­des que se nos vienen á la memoria después del desordena­do paseo que por la Exposición acabamos de dar, la colec­ción de porcelanas, los cromo-ceramo artísticos, los vasos adornados con pinturas, los bronces , las sillas y asientos de todos géneros que compiten en solidez y elegancia.

En el Anuario de Economía Política, de Block, hemos en­contrado curiosas noticias sobre el movimiento de la corres­pondencia en Francia, que acaba de recibir gran impulso en el afio 78, con diversas medidas á cual más importante: facilidad en el trasporte de muestras; rebaja de un 50 por 100 en los certificados; creación de las libranzas-tarjetap; rebaja del derecho de timbre en las libranzas; creación del recibo de las cartas certificadas ; servicio de suscriciones á los diarios y publicaciones periódicas; reducción de las ta­rifas internacionales; cambio de las libranzas-tarjetas entre los diversos países de la L^nion Postal, y de otras disposi­ciones para acelerar la trasmisión de los correos. El resulta­do inmediato ha sido un aumento considerable en la circula­ción de cartas y periódicos : y aquí son de notar algunos hechos curiosos registrados en las administraciones de cor­reos, que por término medio reciben al año 1.000 cartas sin dirección ninguna, número que no parecerá muy excesivo teniendo en cuenta el inmenso de gentes distraídas. El tér­mino medio de las cartas con dirección incompleta asciende á 100.000, y es grande el apuro de los empleados de correos al encontrarse un pliego dirigido , por ejemplo, á Mr. Du-pré, en Villeneuve, habiendo en Francia cosa de veinte mil Diipré y de veinte pueblos llamados Villeneuve. Todavía son más curiosos los casos i que da lugar la remesa de muestras, pretexto para que muchas gentes presenten en las administraciones de correos las cosas más inesperadas: ojos y dientes artificiales, cepillos de dientes, pelucas, et­cétera, etc. ; hasta ha habido señora que ha presentado seis tortugas vivas, cada una con su sobre pegado en la concha, que llegaron sin novedad á su destino y fueron distribuidas por los carteros.

No son menos curiosos los datos relativos á la telegrafía: hace 86 años que la Convención Nacional decretó el esta­blecimiento de líneas telegráficas : en 1793, un físico lla­mado Chappe se presentó en la barra, ofreciendo á la Con­vención un invento que llamaba telegrafía aérea, propaga­do más tarde con el de telegrafía de señales. Por medio de ellas se correspondía á distancia en diferentes épocas de la historia de la humanidad, trasmitiéndose los avisos desde la antigüedad más remota ; encendiendo fuegos en la cima de las montañas, que de dia dejaban ver el humo y de no­che la llama por medio de las tinieblas. El sistema imagi­nado por Chappe era mucho más sencillo, ingenicso y prác­tico ; la Convención le aceptó y votó un crédito de 6.000 libras para el gasto de los ensaj'os, que dieron por resulta­do la trasmisión de un despacho en 13 minutos y 40 segun­dos, á 48 leguas de distancia ; apenas se había instalado la primera línea, cuando sirvió para que Carnet se presentara en la barra de la Convención , á leer, á la una de la tarde, un despacho con la toma de Conde á los austríacos, ocurri­da á las siete de la mañana : así quedó consagrada la utili­dad de la invención. Mucho tiempo después de establecida la telegrafía eléctrica en algunos países, señaladamente en Inglaterra, donde lo fué el año 30, y en virtud de una pro­posición de Arago á la Cámara de los Diputados, comenzó á sustituirse en 1845 el telégrafo aéreo por el eléctrico, ha­ciéndose el ensayo de una línea de París á Eouen. Sería ocioso enumerar las diversas trasformaciones de la telegra­fía eléctrica, que continúa haciendo progresos incesantes; Morse, Bi-egnet, Froment, Lippens, Wheatstone, Siemens, Hughes, Bain, Bachwell, Coselli, y varios otros, han me­jorado sucesivamente la trasmisión, que alcanza hoy un perfeccionamiento sorprendente. Por lo que hace al des­arrollo de la telegrafía bajo el punto de vista de la explo­tación, los documentos presentados estos dias á la Cámara de Diputados con motivo de la discusión de presupuestos demuestran que la red telegráfica francesa, cuya extensión en 1870 no pasaba de 120.000 kilómetros, en primero de Enero último ha aumentado hasta 158.000, y en todo el año 80 quedará terminada la red nacional, no habiendo hoy más que 740 capitales de cantón que no estén provistas de telégrafo. Las medidas tomadas recientemente para facili­tar este servicio han amnentado también enormemente la circulación de los despachos, con gran provecho del movi­miento industrial : la rebaja en las tarifas ; la facultad de depósito de los despachos en las oficinas telegráficas, para apresurar su entrega á los destinatarios ; la orden á los car­teros de recibir los telegramas para las oficinas de su distri­to, y otras semejantes, han hecho que el despacho telegráfi­co, antes reservado á los negocios importantes ó á los casos graves, se use hoy á la más pequeña urgencia, teniendo en cuenta su baratura y el tiempo que con ellos se gana.

Inútil es detenerse aquí en la teoría de los diversos siste­mas de telegrafía eléctrica, cuyo principio general es cono­

cido de todos ; aunque esto es mucho decir , como lo prueba el siguiente diálogo entre dos labriegos, el uno que se daba aire de sabio y el otro que confesaba ingenuamente no comprender en qué consistía ese medio de comunicación : «¿Cómo es posible, decía este último, que escribiendo una cosa á la punta de un hilo, esa cosa pueda llegar á la otra punta?» Su interlocutor se encogió de hombros con desden y le contestó : «Pues es la cosa más sencilla, y te lo pro­baré con un ejemplo ; muerde á tu perro en la cola, y verás cómo jjor donde ladra es por el otro extremo.» También los telégrafos submarinos y subterráneos se están desarrollando en Francia, aunque en menores proporciones. Ya hemos di­cho que la pequeña red neumática de París aumenta de año en año y pre.sta grandes servicios: ¿quién nos dice que . no se llegará á aplicar de un modo regular este sistema de locomoción á la circulación de viajeros? Recordamos que hace tiempo se hizo en Londres un ensayo con ese fin , y que el Príncipe de Gales se prestó á la experiencia, metién­dose en una caja-proyectil, que llegó perfectamente á su destino.

La quincena ha sido toda de exámenes, empezando por los in.stitutos y liceos y acabando por el Conservatorio de Música, donde parece que las cosas no han pasado muy tranquilameute, á juzgar por cierta carta de una alumna al Director. Extractamos el siguiente trozo : «No he logrado, á pesar de mis esfuerzos, obtener un premio, á que me creia con algún derecho. No teniendo favores que conceder á na­die, tampoco os sorprenderá que no tenga que recibirlos. El año pasado me fué adjudicado un premio de 600 francos, de los cuales cobré 300. Os los devuelvo, advirtiéndoos que renuncio al mismo tiempo al premio y al Conservatorio. Tengo bastantes lecciones con las que acabo de recibir ; no necesito más.»

La deplorable manía que en Francia, como en otros países, hay de invocar á cada instante y fuera de propósito la in­tervención administrativa , se manifiesta de un modo carac­terístico en la petición que la Sociedad contra el abuso del tabaco acaba de dirigir al Senado para que haga una ley que proteja á los jóvenes contra la funesta afición al ci­garro. Según la Sociedad, el Gobierno tiene el deber de prohibir el uso del tabaco á los franceses menores de diez y seis años. Es indudable que el vicio de fumar no puede ocasionar más que perjuicios á la juventud; más aún, qu" no reporta bien ninguno á los hombres maduros: pero no se comprende cómo quiere la Sociedad que el Estado se componga para extender .su competencia hasta la pipa fur­tiva ó el pitillo clandestino del colegial. En último extremo, podría llegarse á prohibir á los niños el uso del tabaco en los sitios públicos; pero la experiencia enseña que los chi­cos hallan medio de fumar en toda especie de asilos reser­vados, inclusos algunos discretos y relativamente invio­lables.

La petición hace notar que, si el abuso del tabaco es fu­nesto á todos los fumadores sin distinción , todavía lo es más para los niños de las clases obreras, que, por causa de las necesidades de la vida, trabajan en las fábricas, aleja­dos de la vigilancia de sus padres. Indica esto que se nece­sita una propaganda inteligente, dirigida por los miembros de la Sociedad y auxiliada por la prensa, para llamar la atención de los padres y los patronos de los obreros sobre los males que se hacen á sí mismos los aprendices cuando lo son á la vez de un oficio y del de fumador; recordamos haber visto en la última Exposición Universal, sobre todo en la sección rusa, cuadros inteligentemente dibujados, con figuras iluminadas, para hacer resaltar la acción del tabaco sobre el organismo humano en todas las edades de la vida. Medios de ese género pueden influir mucho, y el resto lo baria el buen juicio público. Verdad es que en Suiza y en Alemania está prohibido á los jóvenes el uso del tabaco, como el de las bebidas alcohólicas; pero ni esa prohibición ha recibido una sanción seria, ni ha evitado que los chicos que quieren beber ó fumar dejen de hacerlo : por la educa­ción, por la persuasión, y no con la prohibición , es como puede combatirse esa tendencia de los jóvenes á remedar los vicios de los grandes. En cuanto á los fumadores empe­dernidos, difícilmente conseguirá la Sociedad que renun­cien á su querida, aunque deplorable, costumbre, que pro­duce al tesoro francés un beneficio de 240 millones al año, casi duplicado en el espacio de 30, puesto que en 1850 sólo era de 122 millones.

España ha sido quien ha trasmitido á toda Europa la afi­ción al cigarro de papel ; desgraciadamente, en lugar de ex­plotarla en favor de su industria y su comercio, no ha he­cho otra cosa que promover el de las demás naciones. Al volver los franceses de la visita que nos hicieron el afio ocho , se habían contagiado de su afición á la cirjarrette , J en su segunda visita, el año 23, contrajeron definitivamen­te el vicio y le extendieron por toda Francia. Felizmente para nosotros, los franceses gustaban del cigarrillo, pero no tenían papel á propósito para hacerle, y aunque la in­troducción estaba rigorosamente prohibida , los contraban­distas se buriaban de la prohibición y hacían excelentesne-gocios, vendiendo á precios exorbitantes nuestros librillos de papel. Todavía el año 30 se recibía como obsequio de gran estima la docena de librillos que lograba pasar la fron­tera, y nadie se permitía hacer uso diario de ellos, reser­vando el papel español para las grandes solemnidades.

Así las cosas, sin hallar España modo de explotar el vi­cio trasmitido á los franceses, aprovechando aquel período en que la fabricación española no tenía rival, se cansaron los extranjeros de fumar mal, y empezaron á pensar en los medios de fumar mejor. Al principio las fábricas france­sas hacían librillos de cincuenta hojas, que costaban veinte céntimos ; al fin han acabado por ofrecerlos de trescientas hojas, encartonados y con goma para cerrar el librillo, por diez céntimos. En la última Exposición, Rusia, Austria é Inglaterra han presentado excelentes papeles de fumar, y Francia inmejorables, hasta el punto de hacer una consi­derable exportación de ellos. Calcúlase que los franceses consumen hoy 140 millones de hojas por dia, representan­do otros tiintos cigarrillos; una sola fábrica francesa vende diariamente papel de fumar por valor de 1.000 francos; para graduar la ganancia que debe reportar esta industria,

N.° X X X L A TLusTn.AcioisL ESPAÑOLA Y yiMEfí.rcA)scA. 99

bastará decir que conceden cá los expendedores de 40 á 60 por 100 de beneñoio.

Ahora bien, nosotros recordamos que la primera vez que vinimos á París liubia en el Boulevard una tienda cuya muestra nos complaciamos en leer siempre que por aquel sitio pasábamos ; decia así : Papel de Akny; la tienda ha desaparecido hace mucho: en cambio, pidiendo hace pocos afios en una capital de España papel para fumar, nos ven­dieron librillos que decían en la cubierta Papier au riz. La progresión en el consumo de tabaco en París es considera­ble: en 1831 se graduaba en 99 kilogramos por cada 100 habitantps ; en 1873 ha llegailo á 157 kilogramos; esto, á pesar de tanto como ss dice contra el tabaco, atribuyéndole terribles enfermedades. Lo que sucede en Francia pasa aún en mayores proporciones en Bélgica, en primer término, que es la más fumadora de las naciones, y liespues en Ale­mania. La verdad es que acontece con el tabaco lo que con la mayor parte de las cosas de este mundo, que es preciso usarlas con moderación ; por cada millón de fumadores se citarán dos, tres, diez, veinte que habrán contraído alguna enfermedad por el abuso del tabaco, pero no se cuenta el gran número de los que mueren á la edad de ochenta y no­venta años con el cigarro ó la pipa en la boca.

Mucho más que el tabaco, contribuye á la población de los cementerios una prenda intima de vestir, que ha levan­tado ciertamente algunas censuras, pero no todas las que merece : el corsé ; y á propósito de este cilicio del bello sexo, referiremos un suceso de estos días. Al descoser una señora, casada hacía poco tiempo, su traje nupcial, se ad­miró de encontrar en el guarnecido del corsé una colección completa de cabellos de todos colores, excepto blancos; ru­bios, castaños y negros, cada uno de estos matices forman­do una escala gradual : llena de curiosidad por saber lo que aquello significaba, halló por ñn la clave del misterio en casa de su corsetera ; la explicación era ésta : en los talleres donde se confecciona un corsé para una novia hay el firme convencimiento de que la obrera que coloca en el guarne­cido algunos de sus cabellos se casa infaliblemente el año en que se estrena el corsé ; las obreras del taller en cuestión, animadas todas del mismo deseo, no habían querido dejar perder aquella oportunidad de que la suerte respondiera á su anhelo.

A. FERNANDEZ DE LOS RÍOS.

LA FIESTA DEL APÓSTOL SANTIAGO.

En una de las sierras de Gralicia se construyó en el siglo IX un templo junto á un sepulcro. Más tarde se levantó, alrededor del templo, una ciudad. Las pe­regrinaciones completaron la obra de la religión.

La Europa cristiana viene, á través de valles y montañas, á depositar su ofrenda junto al sepulcro del apóstol Santiago. Los Papas convierten la pere­grinación en jubileo ; el modesto templo se trasforma en suntuosa catedral, y la villa naciente en ciudad famosa. El siglo x i v fué el siglo de oro de Santiago.

Enriquecido Santiago por las concesiones reales y por las concesiones privadas, ofi'ece á los peregrinos alimento y habitación. La cruz de los farrapos, que aun se conserva en la catedral, trae su origen de que sobre ella se ponian á fumigar los liarapos que tratan los piadosos caminantes. En el siglo x iv empieza á obsequiar á los peregrinos con magníficas fiestas. l ió aquí el origen de la que acabamos de presenciar.

La ciudad de Santiago fué considerada en los tiempos medios como la Palestina de Galicia, y tanto era el afán de venir á visitarla, que el padre Ber-ganza consigna, en las Antigüedades de España, que algunos hacían legados, en los que mandaban que á su costa fuesen enviados hombres á esta peregrina­ción. Tal vez de aquí ¡procede el conocido refrán ga­llego de que en vida ó en muerte todos hablan de ve­nir á Santiago.

Desde que se llega á esta histórica ciudad, se em­piezan á evocar recuerdos. Santiago vive en plena Edad Media, y cada monumento tiene su tradición, cada piedra su leyenda, cada calle su origen, y cada casa su historia. Vaga sobre esta ciudad cristiana un genio poético, que, al tocar con sus alas estos anti­quísimos monumentos, va trazando en letras de luz toda su histeria. Pero Galicia es un rincón olvidado de España, y ni nos hemos cuidado de recopilar sus cantares , ni de recoger sus tradiciones, ni de escribir sus lej'endas, que pasan de generación en generación, como los himnos guerreros de los antiguos bardos.

Al son de un destemplado violin entonan aún los ciegos sus antiguas canciones, que hacen latir de gozo el corazón de los gallegos, porque esas can­ciones son las que aprendieron de sus madres cuando éstas arrullaban su sueño bajo el castaño secular, allá en su aldea. Esas canciones encierran argumentos más interesantes y más fantásticos que las narracio­nes de Walter Scott. Muchas de las obras de este popular novelista existen en Galicia bajo la forma de cuentos, que se refieren todavía en las noches de invierno alrededor del hogar.

Aquí nos han contado á nosotros la historia de don Alonso I I I de Eonseca, que fué el cardenal Cisneros de Galicia, y restauró la ciencia por medio de la erec­ción de colegios ; aquí nos han referido la historia de la cabeza del autor del Pórtico de la Gloria, que figuró un tiemjDO en la gloria misma, y que por orden del Obispo tuvo que trasformar en la cabeza de un San-

son, por considerar su atrevimiento impío ; aquí he­mos leido el origen de la Hermandad de Santiago, que prueba la importancia política que alcanzó esta ciudad en el siglo XV, y aquí nos han dicho quiénes eran los caballeros cambiadores. El pórtico del cole­gio de Eonseca, un tiempo hospedaje de las letras y monumento de las artes, tiene toda una historia, que puede compararse á la historia de la ciudad del Ze-bedeo, ayer habitado por magnates, por prelados distinguidos, por hábiles juristas y canonistas pro­fundos , y hoy desamparado y triste como una ruina. La peregrinación de Carlos V á Santiago recuerda aqui que fué sólo un pretexto para pedir á la munici­palidad dinero con que realizar su viaje á Inglaterra: la municipalidad de Santiago no sólo se lo negó, sino que pidió desde entonces voto en Cortes ; esta jorna­da tuvo su desenlace en Villalar. Preguntad, y os di­rán la diferencia que en tiempo de las peregrinacio­nes existia entre el gallofo, peregrino de oficio ó pe­regrino impostor, y el verdadero y piadoso peregrino. En suma, si Santiago, como ciudad moderna, poco ofrece de curioso al elegante touristc, Santiago, como ciudad antigua y como ciudad tradicional, tiene una rica y pintoresca historia.

La función del Apóstol empieza el día veinticuatro, por la mañana, con un paseo de enanos y gigantones. El mismo día, por la noche, se queman en la plaza de la Constitución unos suntuosos fuegos artificiales.

Las funciones de pólvora tienen en Galicia una importancia verdaderamente trascendental. El cohete es la genuina expresión de la alegría gallega. Lo pri­mero que se encuentra en pueblos á los que todavía no ha llegado el maestro, es el polvorista. La fun­ción de pólvora celebrada en Santiago ha sido nota­ble , especialmente en el ramo de cohetería. La apo­teosis final, con su infinidad de luces de bengala, sus bombas de colores volando por el espacio como erran­tes cometas de un mundo en combustión, y sus arro­yos de fuego deshaciéndose luego en una verdadera cascada de oro, provocó una tempestad de aplausos. Nosotros esperábamos ver en la apoteosis á Santiago matando moros, pero sólo pudimos ver un cartel que decia : Al apóstol Santiago, patrón de las Españas.

El dia del santo Apóstol todo el ínteres de la fies­ta reside en la función religiosa que se celebra en la catedral, crónica de piedra, que pasa á través de los siglos para recordarnos la fe religiosa de aquellos ca­balleros que venían en peregrinación al sepulcro del apóstol Santiago.

La metrópoli compostelana es por fuera triste y sombría como una fortaleza. Los sillares de sus mu­ros, continuamente azotados por las lluvias, se han ennegrecido con la humedad. De sus tres fachadas, la principal es la llamada del Obradoiro, que consta de cuatro cuerpos, coronados por dos torres de más de doscientos cuarenta jjiés de altura. Aunque cons­truida en un tiempo de perverso gusto arquitectónico, su autor, D. Fernando de Casas y Novoa, consiguió darla cierto sabor plateresco.

En una de estas torres existen las campanas más sonoras y armónicas que hemos oído en nuestra vida. Emiten el sonido con tal solemnidad y con tal reposo, que en su monótono doblar se le antoja al ánimo des­cubrir que entonan un concierto misterioso en cada campanada. Ni las camjDanas de la iglesia de la Tri­nidad de Nueva-York, que llaman á misa á los fieles entonando el terceto de Lucía ó el Miserere del Tro­vador, ni las campanas de la catedral de Sevilla, que doblan todo lo artísticamente que puede doblar una campana, tienen los dulcísimos sonidos de las de la catedral de Santiago. No sabemos si son los ángeles mismos los que las tocan, pero lo parece.

Están unidos á esta gran fachada, por la derecha el palacio arzobispal, y por la izquierda el lienzo de claustro en que se halla la sala capitular y el tesoro.

Esta fachada, si no por su mérito, por su utilidad merece encomio, pues se levantó tal vez para preser­var de los estragos del tiempo ese pórtico monumen­tal del siglo XII, que por algo más que por el asunto que simbolizan sus esculpidas figuras merece lla­marse el Pórtico de la Gloria.

Cuando le terminó el maestro Mateo debió ser una maravilla de escultura y de color. Apagados sus co­lores por el tiempo, hoy es sólo una maravilla de es­cultura. Por lo primero que pregunta un inglés al lle­gar á Santiago es por este pórtico, que ha visto re­producido en Londres, de tamaño natural, en el sun­tuoso Museo de South Kensington, junto á las gran­des maravillas arquitectónicas del mundo. No es un poema quimérico, formado por faunas y grifos , gár­golas y alimañas; es un poema cristiano, formado por los personajes de la Biblia. Su minuciosa descrip­ción nos llevaría lejos. El Pórtico de la Gloria mere­ce capítulo aparte. Sólo diremos que, á pesar de ser este j)órtico romano-bizantino en su transición al oji­val , sus figuras no son largas y mezquinas como las que adornan los pórticos de aquel tiempo, sino que tienen el desarrollo de las estatuas griegas; sólo di­remos que, cuando el sol ¡jenetra por la fachada prin­cipal, aviva aquellos muertos colores de púrpura, de

oro y de azul de las capas y túnicas de los santos y de los profetas, y el pórtico adquiere nueva vida; sólo diremos que la mtisica del órgano, que á lo lejos per­cibimos, nos permite creer que nos hemos asomado á las puertas del cielo.

La portada de la Azábacliería, de estilo greco-ro­mano , construida en el pasado siglo, consta de tres cuerpos y está coronada por una estatua del apóstol Santiago en traje de peregrino. La fachada más her­mosa, en nuesti'o humildísimo concepto de aficionado, es la de la Platería, que afecta un marcado carácter romano-bizantino. Consta de dos cuerpos y dos arcos. Los relieves de las columnas son admirables, y, según se cree, las mismas que existían en la primitiva ca­tedral. A la izquierda de esta fachada está la concha, admiración délos peregrinos, la cual sostiene en el aire, sobre una pequeña escalinata diagonal que con­duce al lienzo del Archivo, todo el peso de un lado de la fachada.

El plano de la catedral tiene la forma de una cruz latina. El coro ocupa, como en la mayor parte de las catedrales de España, el centro de la nave principal. Circunda las naves una galería gótica , desde la cual penden, en la festividad de Santiago, ricas colgadu­ras de terciopelo carmesí con franjas de oro. De la media naranja, ó cúpula octógona, y sostenido por cuatro hierros dorados en forma de arco, pende el inmenso incensario, ó bota-fameiro, que es una de las curiosidades de la fiesta.

En el altar mayor se conserva la primitiva imagen de Santiago, mármol gótico de más tamaño que el natural, y tan cubierta de ornamentación, que sólo se le ve la cabeza. Está colocado sobre un pedestal de plata. El altar mayor es de plata también. Con la ma­no izquierda sostiene el Apóstol un pergamino en que se lee: Hk est Corpus Divi Jacohi Apostoli et Hispania-rum patroni.

Por detras de la estatua hay una escalerilla, por la que suben los peregrinos á dar un abrazo y un beso al Apóstol. Esto se llamaba el fin del ramaje. Ante la imagen del venerable Apóstol sólo pueden decir misa el Cardenal y los canónigos de Santiago.

Esta capilla mayor es de escaso gusto. Unos ánge­les desproporcionados, que en otro tiempo sostenían lámparas de plata que nuestros invasores se llevaron, sostienen hoy un tabernáculo, que sirve de pedestal á las estatuas de Eelipe IV y otros reyes, arrodillados, los cuales sostienen á su vez otra escultura del Após­tol á caballo y matando moros. A la entrada del coro, y dentro de una columna de piedra, se conserva el auténtico bordón de Santiago, que los peregrinos to­can, sabiendo que ganan rico caudal de indulgencias.

No vamos á describir la ceremonia religiosa más que en aquello que se aparta de las demás ceremonias análogas que se celebran en España, como, por ejem­plo, cuando llega el Cardenal seguido de su porta-cola, cuando ocupan las demás dignidades eclesiásti­cas el coro, y cuando cuatro forzudos mozos cuelgan el gigante incensario de la cuerda que pende del me­dio , mientras que el órgano preludia una muñdra imitando admirablemente las populares gaitas del 13aís. La muñcira produce un movimiento en el pue­blo. Ese canto oído desde la cuna, y á cuyos monóto­nos compases va unida toda la historia del campesi­no gallego, tiene para sus oídos más encantos que el trozo más inspirado de Meyerbeer ó de Bellini. Es una voz amiga que les habla desde el coro. No hay Mise­rere que inspire á un gallego más devoción que esa alegre immeira, que parece faltar al respeto, á la se­riedad y solemnidad de la ceremonia religiosa.

Se lleva en procesión la magnífica custodia del siglo XVI, obra de Alarfe, y se da vuelta á la nave, deteniéndose en uno de sus extremos. Entonces el hota-f'mneiro empieza á funcionar. Sus primeras osci­laciones son lentas, y en ellas apenas despide humo; luego, impulsado por la cuerda, de la que tiran cuatro ó seis mozos, empieza á adquirir velocidad, y encen­dida la lumbre, un punto mortecina, empieza á des­pedir nubes de incienso ; luego recorre ya toda la nave, describiendo un semicírculo que tiene de radio más de cien pies, y arrojando bocanadas de humo por los agujeros de la cubierta, parece un fumador titá­nico que se columpia caprichosamente bajo la cúpula de la catedral.

El origen del bota-fumeiro se debe á la necesidad que existia de fumigar la iglesia cuando la llenaban miles de peregrinos, que despedían olores, y no cier­tamente de santidad. Encuentran algunos santiague-ses que, una vez desaparecida la causa que le dio origen, debe el inmenso incensario desaparecer. Nos­otros opinamos de diferente modo. El rasgo distintivo de nuestra época es la monotonía. La civilización tiende á igualarlo todo. Conservemos esas ceremonias religiosas que nos ha trasmitido fielmente la tradi­ción, como recuerdo de épocas pasadas. Esta genera­ción se complace en contemplar los restos de costum­bres primitivas, como la senectud se complace en con­templar la inocencia. Nosotros conocemos, ademas, á quien ha venido á Santiago tan sólo por ver el bota-fumeiro. •

100 ]L(A jLUSTI^ACIOlSt ^ S P A Ñ O L A Y yVMÉR,ICAÍÍA. N," XXX

ÁFRICA DEL SUR.—GUEEBEEOS ZÜLÚS CARGANDO AL ENEMIGO.

ÁFRICA DEL SUE.—CONFEBENCIA CELEBEADA ENTRE OHAM, HERMANO DE CETEWAYO, Y EL CORONEL INGLÉS RUDOLPH, para tratar los preliminaj-es de paz.

N.° XXX L A ÍLUSTI^ACIO)S[, ESPAÑOLA Y AMEH.ICAN.A. 101

E L NUEVO VAPOE INGLÉS ftAEIZONA», QUE ACABA DE HACER LA TBAVESÍA MAS CORTA CONOCIDA DESDE NUEVA-YORK A QUEENSTOWN.

0""

EL FUNÁMBULO ESPAÑOL D. FEDERICO A R S E N S , EN SUS MÁS ARRIESGADOS EJERCICIOS SOBRE LA MAROMA.

102 "LA. TLUPTRACION; JÍÍPP^ÑOLA Y AMERICAHA. N.° X X X

Después continúa la ceremonia, en la cual el go­bernador de la Coruña, que es ahora el excelentísi­mo Sr. D. Antonio de Candalija, ocupa su gran silla de terciopelo, á la derecha del Cardenal, como hei-al-do y representante que es de la fiesta y de la majes­tad del Rey de España ; luego viene el sermón, y vienen las dignidades á adorar el cuerpo del Apóstol, formando con las colas de sus mantos una caprichosa combinación.

Exhala el órgano el último gemido, como un comba­tiente antes de morir; se oye el rumor que hace al agitarse el pueblo, y hay una pausa en la ceremonia, una especie de compás de esjjera. Entonces dos sacer­dotes conducen al Gobernador ante la imagen del Apóstol, para que deposite la ofrenda en nombre del Rey. El discurso de esta autoridad, pronunciado con voz solemne y clara, se escucha en todos los ámbitos del templo. Creemos nosotros que eso de dirigirse al mismo Apóstol, en medio de tan solemne ceremonia, debe de imponer al orador, y no porque el Apóstol guerrero vaya á mostrar desagrado pior la invocación que se le hace, sino poi- el sitio en que la oración se pronuncia, por el silencio solemne que reina en él, y por el público, que tiene que suspender sus rezos para oir al heraldo de S. M.

El Sr. Candalija recordó en su discurso, en lo cual creemos se mantuvo en la tradición, que la patria re­cuerda y sintetiza en la ofrenda que al Apóstol dedi­ca el Rey de'España el poema de su fe y de su his­toria ; recordó también que esta tierra de Occidente fué evangelizada por su apostolado, y que en todos los libros de la España cristiana y en todas las páginas de su historia, desde las grandes victorias hasta las pequeñas caballerescas aventuras, había esa fe que llevó á D. Fernando sobre los muros de Sevilla y á la Reina Católica sobre los baluartes de Granada, y ter­minó pidiendo su protección para la patria y el trono. Diriase que el Apóstol no escuchó esta plegaria al ver cómo pone el cielo á prueba la resignación del Rey. Contestó al Sr. Gobernador el Cardenal arzo­bispo con otro elocuente discurso, lleno de vivísima fe religiosa, y en el que hizo alusión al reciente des­cubrimiento del cuerpo del Apóstol.

El resto de las fiestas es igual á todas las demás fiestas del mundo. Sólo diremos de ellas que por la mañana hubo paseo en la Rúa del Villar, que es la Carrera de San Jerónimo de Santiago, y por la tarde en la Alameda ; que al dia siguiente celebró sesión la Sociedad Económica de Amigos del País para distri­buir premios á los alumnos más aventajados de las escuelas que dicha Sociedad sostiene ; que por la no­che de aquel otro dia hubo en la Alameda ilumina­ción , y que el dia tercero se celebró un gran baile en el Casino, que ocupa un buen edificio y cuenta con un magnifico salón.

Si no temiéramos cansar al lector indulgente, co­piaríamos á seguida la relación de las fiestas que en 1508 se celebraron; relación debida á la pluma elo­cuente del santiagués D. Antonio Neirade Mosquera, cuyas obras, no muy conocidas, son hoy hasta raras, para que de la comparación resaltara la suntuosidad de las fiestas antiguas.

Por dicha relación sabría el lector que al señalar el reloj de la casa del Concejo las doce de la mañana, recorrían las chirimías las calles anunciando la próxi­ma festividad, mientras que sobre los tejados de la metropolitana un numeroso concurso poblaba de ani­madas figuras las góticas ojivas que alumbraban el al­tar mayor, y mientras los truenos de la plaza de Quin­tana servían de precursores á los gigantes, que ejecu­taban delante de la Puerta Santa el baile del pais; sabría cómo el Alcalde y Justicia de la ciudad, caba­llero en su muía, por el Ayuntamiento costeada, recor­ría la plaza del Obradoiro, acompañado del Procu­rador general y del Notario, para que los materiales de la fábrica del hospital que entonces se construía no interrumpiesen el paso; sabría que las pantomimas de los gremios, precedidas de los abigarrados pendo­nes de sus diversos títulos, se confundían con los i3e-regrínos extranjeros, al tiempo mismo que las cofra­días depositaban sus ex-votos en el altar mayor de la catedral; sabría que el Concejo, después de las vís­peras solemnes, asistía á la corrida de seis toros en el campo de la Estrella , y que los caballeros rejonea­dores volvían al anochecer á la ciudad, alumbrados por hachas que llevaban sus pajes, entre un inmen­so gentío que se arremolinaba á la puerta ; sabría que al anochecer se iluminaba la fachada del Hospital vie­jo de Santiago con pequeñas lámparas, á cuj'a luz se leían los vítores religiosos escritos en latín por el ba­chiller Pedro de Vitoria, y que en los eremitorios del camino se cantaban villancicos por los peregrinos, acompañados de laúdes y salterios; sabría que á me­dia noche el gentío de las calles se aminoraba; los co­liseos se cerraban; se suspendian las cantigas de los eremitorios ; se apagaban las luces; se retiraban los alcaides de las puertas; se atrancaba el Concejo y se deshacían las cuadrillas de los caballeros y las dan­zas de los gremios; sabría que al siguiente dia el re­pique de las campanas anunciaba la proximidad de la

misa mayor, y una lucida comitiva encaminaba sus pa­sos al templo para asistir á la misa de pontifical; sa­bría, en fin, que volvian á repetirse las corridas de toros; que las damas animaban en ellas á los lidiado­res con sus pañuelos: que volvian á repetirse también los villancicos y las iluminaciones, las ¡Drocesiones y los truenos, y que en toda España se hablaba por mucho tiempo ds las fiestas del apóstol Santiago (1).

Entre las fiestas del siglo x i x y las fiestas del si­glo XVI existe la misma diferencia que entre nuestra generación indiferente y la generación entusiasta y religiosa que plantó el estandarte de la fe sobre los muros de Granada.

El peregrino de estos tiempos, ya que no le ani­ma en sit peregrinación el mismo celo que á los 'pere­grinos de otros siglos animaba, debe ver en la cate­dral de Santiago, más que un monumento religioso patrimonio de Galicia, toda la fe de la Edad Media cristalizada en forma de catedral suntuosa.

ALFREDO ESCOBAR.

Santiago, Julio de 1871).

. ¡TODAVÍA! ..

Las flores que me diste Cuando me aiiiiibas

Se secaron al soplo De tu iuconstancia

¡ Y todavía Eres tú la esperanza

Del alma mía!

Las dulces ilusiones, Que eran mi encanto,

Murieron al impulso Del desengaño

¡ Y todavía ; Eres tú la esperanza

Del alma mía! La promesa que hiciste

De amarme siempre Se disipó en tus labios

Cual humo leve i Y todavía

Eies tú la esperanza Del alma mía!

De tu voz amorosa Doliente el eco

Resonar aun escucho Dentro del pecho

i Y todavía Eres tú la esperanza

Del alma mía!

Hasta que vuele mi alma Lejos del mundo

Pronunciarán mis labios El nombre tuyo

¡ Y hasta ese dia ; Serás tú la esperanza

Del alma mia! CARLOS C A N O .

DE MADRID Á PEKÍN, I.

D E M A R S E L L A Á Ñ A P Ó L E S .

Marsella.—La Cannebiére.—El piiñito. el muelle —La liabia.—ííotre Dame de la Garde.—El DJemnah.—Vida á bordo.—Costas de Italia.—Llegada á líápoles.

Marsella es la transición entre el Oriente y el Occi­dente; no tiene aspecto propio; es una colonia de cuan­tos países baña el Mediterráneo; los emigrantes de ca­da uno de ellos han conservado, al abandonar sus la­res , su idioma y sus costumbres patrios, pero los han traducido al marselles, que es un catalán ó pirovenzal corrompidos. Marsella, sin ser puerto libre, es ciudad franca^ es decir, una torre de Babel, en donde no predomina tipo alguno, y sin la bandera tricolor que flota sobre los edificios públicos, ningún indicio exte­rior advierte al viajero que se halla en pleno territo­rio francés.

Si hemos de dar crédito al siempre veraz Tácito, Marsella, fundada por los fenicios novecientos años antes de J . C., fué conquistada por los griegos tres­cientos años después, pasando á manos del invicto Julio César el año 49 antes de nuestra era; á la caida del Imperio romano, la floreciente Massílía fué de­vastada por los visigodos y los francos, j más tarde los sarracenos terminaron la obra de destrucción de los bárbaros del Norte, dejando apenas vestigio de la que llegó á ser, por su cultura, émula, en tiempos del emperador Claudio, de la doctísima Atenas.

En el siglo x aparece Marsella como capital de los Vizcondes que toman su nombre; Carlos de Anjou, al destruir el feudalismo provenzal, la conquista en el siglo XIII, y en 1481 la antigua colonia fócense en-

(1) Monografía?, de Santiago, por D. Antonio Neira de Mosquera.

tra á formar parte de los Estados de S. M. Cristianí­sima, si bien salvando sus franquicias, que Luis XIV, en su afán de poner en ¡práctica su arrogante frase VEtat c'estmoi, se ajjresuró á abolir. Desde el reí-nado del Rey-Sol hasta el día Marsella ha sido el centro de la ojoosicion al absolutismo, al poder perso­nal, y el foco de la exaltación revolucionaría, del ra­dicalismo intransigente.

Para mi, como para muchos, Marsella es la prime­ra etapa de un largo viaje, la antesala del buque que ha de conducirnos lejos de todqs cuantos queremos; así que, á pesar de seis estancias en tan hermosa ciu­dad, absorto por preocujjaciones morales y por los úl­timos 231'Gpíirativos de marcha, apenas si conozco cuanto de notable encierra la primera capital maríti­ma de Francia. La Cannebiére, la calle Irapei'ial (hoy de la República), les AUées Meilhan, la Corniche, les Catalans, el Prado, son vías, avenidas y paseos espa­ciosos, elegantes ; pero, sí concurridos, desprovistos del chic cortesano, de ese no sé qué que da á la anima­ción de París un carácter altamente elegante en su frivolidad misma. La famosa Cannebiére, de la que tanto se enorgullecen los marselleses, es más bien rendez-vous de agentes de negocios que punto de re­unión de despreocupados; no es un paseo, es una bol­sa ; el bello sexo deleita apenas la vista del transeún­te ; los hombres corren más bien que andan, y el agio, si práctico, eminentemente cíw.si, impide á la aglome­rada concurrencia que va y viene, tropieza y se em­puja sin detenerse, toda idea jovial, todo sentimiento galante; el lucro es egoísta, y la sociedad que á él se somete, demasiado práctica para poder ser frivola, es vulgar hasta en su despilfarro, rastrera hasta en su magnificencia. Marsella se resiente en todo de ser corte del alado Mercurio. Los edificios, los casinos, los teatros, son buenos, sólidos, pero no busquéis en ellos el arte; este padre de la elegancia no está al al­cance de los advenedizos; cuando lo compran, lo pros • tituyen;.los marselleses franceses de hoy, saciados de las glorías artísticas de los massílíenses de antaño, han hecho una Marsella rica y parvenue de la culta y noble Massílía griega y romana.

El movimiento mercantil de la ciudad afluj^e al puerto, que es verdaderamente grandioso, y sin dispu­ta uno do los mayores del mundo; á la obra de la naturaleza, el Erario municipal y el del Estado han añadido, conqitistando su terreno al mar, los fondea­deros de la Joliette, del Lazareto, de Arene y el de Napoleón.

El muelle que rodea tan inmenso puerto es digna circunferencia de tan monumental círculo; en él se ven marineros de todos los ¡Daises, mercancías de to­das procedencias, vehículos de todas las épocas, in­térpretes de todas las lenguas, truhanes de todas las calañas, productos de todos los climas, manufacturas de todas las fábricas; el esjjectáculo que ofrece la ba­hía es la reproducción exacta del ordenado desorden que en el muelle se nota; en ella fondean miles de buques, formados en hileras tiradas á cordel, en los que todos los países marítimos del globo tienen nu­merosa representación: tan maravilloso bosque de mástiles, tan grandioso laberinto de entenas, es la prueba imponente de la riqueza comercial de Francia, y el evidente testimonio de la supremacía de Marse­lla sobre todos los puertos del Mediterráneo; aglome­ración de buques envidiable, que hace de la antigua factoría fenicia, rival del moderno Liverpool, y dig­na sucesora de las mercantiles repúblicas de Venecia y Genova.

Dominando la espaciosa bahía, no lejos del faro del puerto y sobre el pico más alto de un elevado cerro, se ap)ercíbe un monumento religioso; es la capilla de la jiatrona de la Marina, de la protectora de los na­vegantes, que, bajo la invocación poética de N. D. de la Garde, es para la gente de mar marsellesa lo que es para los aragoneses la Virgen del Pi lar , para los madrileños la de la Paloma, para los cartageneros la de las Angustias; la construcción de la capilla es mo­derna; antes Nuestra Señora de la Guarda se vene­raba en un oratoi-ío situado en una colina al Sur del puerto; la consagración del templo actual fué un ver­dadero acontecimiento religioso, al que asistió casi todo el episcopado francés. La fe ha adornado las pa­redes de tan linda capilla con innumerables ofrendas y ex-votos, y la tradición popular ha hecho respetar, aún enmedio de las mayores orgias comunistas, el culto de tan venerada imagen.

Forzoso es decir adiós á Marsella, y con ella á Eu­ropa. El Djemnah, magnifico buque de las Mensaje­rías Marítimas, nos espera; su chimenea lanza al es­pacio su argentino penacho de vapor; ¡á bordo! en él ya cambiamos los últimos abrazos, los últimos apreto­nes de manos; las frases cariñosas se cruzan, el re­cuerdo de los seres queridos nos vale más de una lá­grima , que cae sin sentir y que ni pensamos en enju­gar; la campana suena; el contramaestre manda con su pito la maniobra; un grupo de marineros iza la es­cala, otros levan el ancla; el Comandante sobre el puente da la señal de marcha, y tan enorme mole flo­ta cual frágil barquilla sobre la balsa azul; todos los

N." XXX jLiA |LUSTÍlACIOri JPSPAÑOLA Y JS^ME^ICA^A. 103

pasajeros se prec ip i tan hacia popa , y vue lven á repe­t i r se las frases car iñosas con los que aun oyen desde el muel le n u e s t r a s voces; la d is tanc ia a u m e n t a , á la voz sucede la mano , á la frase el ges to , al gesto el pañue lo , y cuando la voz y el ademan son t an impo­nen t e s como la v i s t a , á la expansión sucede el reco­g imiento , y el supremo adiós á los que se quedan lo d a el corazón, y nues t r a men te c ruza el espacio, y t ro ­camos la rea l idad por la i lus ión, y en plena m a r nos creemos aún cerca de los que en aque l momento ocu­pan nues t ro pensamiento , y cuyo recuerdo es causa de nues t r a melancolía. E l castillo de I f hizo cambiar mis i d e a s ; Mi rabeau y Monte -Cr i s to ; genio rea l el imo, personaje ficticio el s e g u n d o , ambos hoy legendar ios , h a n dado fama á la que fué temible pr is ión de E s t a ­do; L a m a r t i n e en su poética h is tor ia de los Gi rond i ­nos , al t razar cual nad ie el r e t ra to del p r i m e r orador revolucionar io ; Ale jandro D u m a s en su popular nove­l a , han hecho t an célebre como los j j rotagonistas de sus escri tos a l ve tus to cas t i l lo , hoy desier to.

E l Djemnali avanza con u n a r ap idez de 14 mil las por ho ra ; al doblar el cabo de la Croiset te perdemos de v is ta á Marse l la : l as bah ia s de Cas i s , la de Sec-ques , el puer to de la Ciota t , Tolón , la costa en t e r a de la P r o venza , las is las de H y é r e s p a s a n ante nos­otros cual cristales reflejados por l in te rna m á g i c a ; la cubier ta del steamer está poco an imada ; los pasajeros á quienes el m a r moles ta se h a n re t i rado p r u d e n t e ­men te á sus camaro te s ; los y a duchos en navegac ión es t án p reocupados ; la glace n'est pas encoré rompiie en t r e los combarcanos , y los pr imeros dias apenas si a l encont ra rse sobre el p u e n t e se cambia el saludo en t re los que la sue r t e ha hecho compañeros de v ida , de per ipec ias y acaso de nauf rag io , de h o r r e n d a s pr i ­vac iones , de t rág ico fin.

A l amanecer en t ramos en el es t recho de Boni fac io ; el golpe d e v is ta es precioso : el m a r , el cielo son de u n color celeste exento de toda m a n c h a ; el sol a l eg ra con sus rayos de oro t an espléndido pano rama ; la at­mósfera es p u r a , c la ra , d iáfana, t r a spa ren t e : la ciu­dad de Ajaccio, la isla de la Magda l ena con sus casi­t a s b l ancas , su puer tec i to en min i a tu r a , el cana l de l Oso (as i l lamado por la forma de una roca que se en­cuen t ra á s u e n t r a d a ) , Capre ra , famosa por se rv i r de res idenc ia al va le tud inar io G a r i b a l d i , forman u n pai­saje v e r d a d e r a m e n t e p in toresco. Todo pintor que, s iendo v e r d a d e r a m e n t e a r t i s t a , r i nda culto á la m a d r e N a t u r a , que vis i te t an delicioso oasis , Córcega y Cer-deña le d a r á n tema p a r a inmorta l izar su pincel . P o ­co á poco las costas desapa recen , y la monótona pe r s ­pec t iva del Medi te r ráneo sucede á la r i sueña y coque­t a na tu ra leza que congra tu laba nues t ros ojos al pa sa r el es t recho. Quien h a y a admirado el m a r desde las p layas de San Sebas t ian , Valenc ia , S a n t a n d e r , Cádiz ó B i a r r i t z , puede can ta r su poesía , la majes tad impo­nen t e de su inmens idad ; pero quien por va r i a s sema­n a s h a vivido encer rado en u n a de esas enormes j au ­las que se l l aman paquehots confesará conmigo que n a d a h a y en el mimdo más aburr ido que u n a la rga t raves ía . A pesa r del buen deseo de las Compañ ias ; á p2sa r de los adelantos de la ciencia de las instalacio­n e s : á p e s a r de l progreso en lo confortable, nad i e p u e d e imped i r que los camarotes sean pequeños , que las camas sean e s t r echas , que las sábanas es tén hú ­m e d a s . E l lavabo contiene jofainas en min ia tu ra ; to­dos los objetos t i enen su sitio m a r c a d o , y al menor descuido en su colocación s imétr ica y m a t e m á t i c a , el ba lance del barco da al t r a s t e con todos los cachar ros ind ispensables á la h ig iene del pasa jero . E n cuanto al sa lón , que parece á qu ien lo v is i ta en u n puer to , g rand ioso , espléndido y ú t i l , es incómodo, lóbrego, inhospi ta la r io . L a s mesas que en él h a y son cuadra­d a s , a l tas p a r a la gene ra l idad de las personas que á ellas se s i en tan ; los bancos que las rodean son es t re­chos , du ros , c lavados en el suelo; sus respaldos son e levados , r ec tos , y por lo tan to más superfinos que ú t i l e s ; el olor de fruta ence r rada , de queso r anc io , de agua de jabón , que despide la de spensa , pene t ra en el salón con g r a n de t r imento de nues t ro t e rce r sent ido corpora l ; el p i ano , desafinado como un vu lga r organi­l lo, es más b ien un pasat iempo pe r sona l , que redun­d a en perjuicio de la c o m u n i d a d , que una distracción g r a t a ; ausencia completa de s i l l a s , de s i l lones , de so-fás , de a lmohadones ; sólo un d i v á n , ancho como el estr ibo de la b a r r e r a de una plaza de toros , que con­to rnea la popa del v a p o r , y que es respetado aun por los q u e , como y o , i g n o r a n lo que es el m a r e o , po rque quien á acercarse á él se a t r e v e , seguro es , como vul­g a r m e n t e se d ice , que cambia in continenti la pese ta . Queda como recur so , cuando no l lueve , el puen te so­b re cub ie r t a : mas ¡desd ichado de quien e s , como de­b e , g a l a n t e ! ; las señoras se apoderan de las bu tacas de rej i l la ó laambú que todo viajero práct ico compra p a r a su uso personal á bordo, y sólo le queda el r e -carso de sen ta r se á la tu.rca sobre el santo suelo , po­sición a l t amen te incómoda y perfec tamente r idicula: paso el espectáculo que ofrecen los mareados , las ca­ra s cadavér icas de los que dicen que n a d a suf ren , y el olor que desp iden la cocina y el aceite de castor con q u e se e m b a d u r n a con t inuamente la máqu ina . Si ha­

l lá is esto a g r a d a b l e , si encontrá is esto poé t ico , si es­t a p in tu ra n a d a exage rada de la v ida de á bordo os sat isface, en verdad os digo que me confieso s e r l a cria­t u r a m á s prosaica y an t i -prác t ica del globo.

E l comandan te del DJemnidi me indica rm punto casi i m p e r c e p t i b l e en el hor izonte ; ese átomo de ma­ter ia sólida que aparece en lon tananza v a paula t ina­m e n t e aumentando de volumen , y al poco t iempo , so­bre la l inea de unión del cielo con el m a r , l eván ta se e rgu ida y r i sueña la pintoresca costa de I t a l i a . E l plá­cido t iempo de que gozamos nos pe rmi t e i r t i e r r a a d e n t r o , y t an c e r c a n o s hal lamos del cont inente y t a n clara es tá la a tmósfera , que sin serv i rnos do gemelos podemos d i s t ingu i r ha s t a el más ínfimo deta l le de t an pintorescos para jes .

Demas iado depr i sa pa ra nues t ro deseo , vamos pa­sando rev i s t a á los encumbrados Apen inos , cuyas cús­p ides se confunden con las nubes color de fuego, y á oril las del m a r , á Spezzia , el más impor tan te depar ta ­mento mar í t imo de la Pen ínsu l a ; á L i o r n a , refugio de g r a n número de los jud íos expulsados de E s p a ñ a y P o r t u g a l ; á las is las de Pa lmajo la , Cerbol i , E l b a , re ­s idenc ia t a n forzosa como ef ímera de l emperador Na­poleón ; á u n s innúmero de islotes que rodean la pun­t a de P i o m b i n o , cada cual con su f a ro , sol ici tud loa­ble en el Gobierno i ta l iano , que impide numerosos s i­nies t ros mar í t imos en paso t an di f íc i l : y á lo lejos, á Civi ta-Vecchia , que aparece como echada perezosa­men te sobre la pend i en t e de una colina : en el segun­do plano se nos mues t r a el llano donde se l evan ta R o ­m a , y dominando el va l le y la costa nos es dable ad­m i r a r , aunque imper fec tamente , la g i g a n t e cúpula de la iglesia de San P e d r o .

L a u s u r a con que el sol nos t r a t a en Dic i embre nos impidió segui r gozando de espectáculo t an grandioso, y con la esperanza de amanecer an te el Vesub io , an­clados en la más a famada bah ía del o rbe , nos enca­jonamos en el a t a ú d , que á bordo l l aman cama , y me­cidos por las olas del sin pa r golfo, soñamos con Cé­s a r , con los Médic is , con los B o r g i a s , con F e r n a n d o de A r a g ó n , con Gonzalo de Córdoba, con B a y a r d o , con los G u i s a s , con Garc ía P a r e d e s , con P ío V , con el D u q u e de O s u n a , con Qnevedo, con P í o I X , con Víctor M a n u e l , con el r e y B o m b a , con Canoba , con Pau l i na B o r g h e s e , con G a r i b a l d i , con Cavour , con L a M á r m o r a , con Migue l Á n g e l , con Ross in i , y h a s ­t a con el do de pecho de E n r i q u e Tamber l i ck . A sue­ño t an ag i tado sucedió el despe r t a r más g r a t o ; al aso­m a r m e á la v e n t a n a de la cab ina , lo p r imero que apa­reció á mi vista fué el humo del Vesubio . E s t a m o s en Ñapóles .

P . DE P R A T . (Se continuará.)

REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA,

Projjrama del Concurso al premio extraordinario ofrecido por S. M.

El Rey (q . D. g . ) , de acuerdo con el Excmo. Sr. Miai-s-tro (le Fomento, ofreció en la Junta pública que presi­dió S. M., y celebró la Academia el dia 29 de Junio del corriente afio, un premio de cinco mil pesetas y la edición de la obra al autor de la mejor Memoria sobre un tema que señalase la Academia.

Cumpliendo ésta tan honroso encargo, ha designado el siguiente:

El régimen municipal en España durante la Edad Media con relación al estado de las personas, á las costumbres y á las instituciones.

El plazo para presentar las Memorias concluirá el dia .31 de Diciembre de 1881. Deberán éstas renntirse al Secretario de la Academia, acompañando á cada una un pliego cerra­do, dentro del cual conste el nombre y el lugar de residen­cia del autor, y en la cubierta el lema que cada uno adopté, y que ha de reproducirse también al prini;ipio de la obra para distinguirla de las demás. Declarado el premio, .se abrirá solamente el pliego cerrado correspondiente á la ol>ra que merezca esta distinción, inutilizándose sin abrirlos los de las que no se hallen en este caso, en la Junta pública en que se verifique la adjudicación solemne.

Los Académicos <le número no podrán tomar parte en el Concurso. — Madrid, 15 de Julio de 1879. — Por acuerdo de la Academia, PEDKO SABAÜ, Secretario.

LIBROS PRESENTADOS Á ESTA REDACCIÓN POR AUTORES Ó EDITORES.

L a S a l u d en la m a n o , por D. Juan Antonio Cantero Gar­cía, médico-cirujano por la Universidad de Madrid y por la República del Uruguay. (Gabinete de consultas, Es-poz y Mina, 13 , Madrid.)

M e c t i i i g l i b r e - c a m b i s t a sobre la importación de cerea­les. Con este título se ha publicado "n fascículo de 79 páginas, conteniendo los discursos pronunciados en el Meeting celebrado en el local de la Bolsa de Madrid, el 8 del pasado Junio, y del cual se ocupó toda la prensa, atribuj'éudole la importancia que realmente encerraba. (Imprenta de E. de la Riva, Huertas, núra. 58, Madrid.)

E l G r a n l i b r o d e l o s O r á c u l o s , ó Los Secretos del destino universal, revelados por los dioses, héroes y pp.r-sonajes más famosos de la antigüedad, reunidos por

A. Merlin, traducción castellana de la Srta. D.» Isabel Campo Arredondo. Véndese en las librerías de A. San Martin, Puerta del Sol, G, y Carretas, 39. al precio de 8 reales.

I^a r t i l t l io teca U n i v e r s a l acaba de publicar un nuevo toniito de su apreciada colección de los mejores autores antiguos y modernos, nacionales y extranjeros. Titúlase Las Cuatro épocas (Soulié). Se halla de venta, como los anteriores, en la Adralni.-,tracion , Leganitos , 18 , á 2 reales.

CoiisitIei';»cií>nes si>hre l<-i CI-ÍSÍH e c o n ó m i c a eu i ' opea , por U. José I'errer y Vidal. (K-itableciiiiieuto tipográlico de Espasa Hermanos y Salvat, ]5arcelona, 1879.) Del li­bro del Sr. Ferrer y Vi lal sólo dirémns que, en nuestra opinión, merece la atención de las personas serias y re-llexivas. En cuanto á la parte material, es esmeradísima.

L a Civi l ización C a t ó l i c a , Revista cientilica, literaria y política. Si h i publicadi) el cuaderno 18." de esta impor­tante Revista, bien dirigí la y redactaila. Se suscribe á ella en las principales librerías y en la Administración, calle de Lope de Vega, 55, Madrid.

Co lecc ión d e l;is ley<»sí dec i*e tadas \n>v h i s C o r t e n y sancionadas por S. M. el lien, coi'respondientes á la lefrislatura de 1878. lídicion oficial. (Imprenta Nacional, 1879.) A la atención del Sr. Director de la Imprenta Na-ciimal ilebemos un ejemplar de dicha interesante colec­ción , cuyo envío agradecemos. M. B.

GRANDES RECOMPENSAS,

B E L V A L L E T T E HERMANOS TÍ , fabricantes de car­ruajes, sin competencia posible .—24, Avenae des Champs Elysées, Parts.

--<>=>-M U R A T * (MEDALLA, DE ORO). Fábrica de bisute-

ria-doublé. — 6, rae des Archives, París.

P I V E R , O. ft; (lioiís CoNCouiis). Fabricante de per-fumei'ia. — 1 0 , Boulevard de Strashourg, Paris.

^y,

B Q U L E T F R E R E S (MEDALLA wcOKO). Espe liilad de máquinas para

T E J A S Y L A D R I L L O S .

Jiue des Escluses St. Martin, Paris.

E G R O T , constructor en París. Clases 52, 53 y 27 (dos MEDALLAS DE ORO, una MEDALLA DE PLATA, por su aparato de destilación y su cocina de vapor).

F I E R R E H A F F N E R (MEDALLA DE ORO). Cajas de seguridad, todo hierro.— LO y 12, Pasaje Jouffroy, Paris.

ojH. •-

P . M O R A N E A I N É (Dos MEDALLAS DE ORO). Es­pecialidad en prensas hidráulicas y prensas articula­das, apropiadas á diversos usos.—10, me du Ban-qiiier, París.

- o ^ ^ -

M O N D O L L O T FILS (MEDALLA DE ORO). Material para la fabricación y expendicion de las bebidas ga­seosas. Aparato gasógeno-Bríet.—72, ruedu Chateau d'Eau, Paris.

-<<-L. D U M O N T (MEDALLA DE PLATA). Bombas cen­

trífugas : único premio concedido á las bombas en la clase 54 , mecánica general. — 55, rué Sedaine, Paris.

BATELES FRAKESíS (¡ECdMENiíADüS

P A R Í S .

GRAND HOTEL. 12 , Boulevard dea Capucmes, París.

Se recomienda particularmente á la clientela española y americana.

H o t e l B r i s t o l , 3 y 5, place VendSme.

I l<>te l B e l l e - V u e , Avenue de l'Opera.—Mesa redon­da.—Salón de lectura.—Baños. (.,4 scensor.)

( s p a n H o t e l d e l ' A t h é n é e , 15, rué Scribe, enfren-t-o do la Nuftva Opftra. (^sr.finunr.')

104 JLiA J L U S T I \ A C I 0 1 S [ JpSPAÑOLA Y y^MÉI^ICAfíA, N.° XXX

A D O L F O E W I G , único ag-ente en F r a n c i a . 2, r u é F léoh ie r , P a r í s . A N U N C I O S A N U N C I O S : 3 frs. la l inea .

H E C L A M O S : Prec ios convenc iona les .

C0UI2I0HJZP0RTA0I01I.

C A S A S D E P A R Í S EKC0MBNDADA8.

H"'. M A R T I N C O U R T , P L A T E R O - J O Y E R O .

Especialidad en joyas de capricho. Alia

novedad para Señoras.

8 *", rué Turhigo, Parts (cerca de la punta

de San Eustaquio').

G O F R E S - F O R T S tocio Hierro

FIERRE H A F F N E R 10 y 12 , P a s s a g s Jouf f roy .

20 MEDALLAS DE HONOR

Se envían modelo en dibujo ,y precios corrientes.francos.

ALTH^INE C ! o l c i - C ! r - é a m f r a n c é s

del Doctor S. SlUilJIX do la l'aculfad ilo Mediciiin de l*aria.

Esla crema es enteraiiieiile distinta de las prepa-raeiones empleadas liasta atiora para el cutis. Com­puesta üiiicanieiite de principios suavizadores, es verdaderamente hi;^qénica.

Exenta de todas las materias grasas y aceitosas que forman la base de todas las cromas y Colds Greams conocidos, no puede volverse rancia ni ejercer sobre nuestros tejidos ninguna acción irri­tante. Útil en todas las estaciones v "ÍI* todos los cli­mas, no solo blan(|uea y suaviza el cutis, sino que Je protege contra todas las inlluencias atmosféricas.

La AlthEeine estirpa ios barros, los granitos, grie­tas y sabañones, calma los dolores de las quemadu­ras, los ardores de la dentición en la infancia, y las irritaciones ó inflamaciones de la piel.

I » O I l - " V O S PARA EL CUTIS

COMPUESTOS CON A L T H ^ I N E Estos polvos deben sus cualidades refrigeraules á

la Althseine, que entra en su composición. No con­tienen l)isniuto, ni ploiiio_, ni zinc, ni ninguna sustan­cia metálica, que ipueüa ennegrecer con las emana­ciones atmosféricas, ó secarse é irritar la epidermis. Son pues tan benélrcos como perniciosos son los afei­tes. Son fáciles de estender, adhorentes é invisibles á la vista mas perspicaz.

DEPÓSITO GENERAL : W. F. KRAEMER, 69,r. d'Hauteville, París.

PASTILLAS DIGESTIVAS, fabi'icadas en Vichy con las sales eslraidas de los manant ia les Son de un gusto agradaldo y un afecto seguro con­tra las acedías y las digestiones dificultosas.

SALES DE VICHY PARA BAÑOS.— Un rollo para mi baño, para las personas que no pueden ir á Vichy.

Para evitar las imitaciones fraudulentas, exíjanse en todos los productos las marcas defábricadela Compañia.

CONTRASTE DEL GOBIERNO FRANCÉS.

Los productos arriba mencionados so bailan en Madrid : José Mar ía Moreno, 'J3, callo IVlayuí-y en as principales íarmacías. a

ASMA Todos los médicos aconse ­jan los T i i h o s ILuTUSNCur

- — cojilra los accesos de Asma, las Opresiones y las Sufocaciojies, y todos c o n ­vienen en decir que estas alfecciones cesan ins-taníaneameiile con su uso.

NEURALGIAS: Se curan al Ins­tante, con las

_ Pildoras . l i i l i -IVvural^icaH d e l ü o c t e u r CliONlKll. —Precio en P a r i s : 3 fr. la caja Exíjase sobre la cubierta de la caja la lirma en negro del Ductor V K O n i l E n

gnii i i i i i i i i i i i i i i i i i i iTTirx) i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i |

t'tifi», L l i V A S S E U K , |»/»e", S 3 , f. de l a Mlonnaie, y en las principales Farmacias.

mi*im\M\-M ÍPASTA DKPttATORIA. Quita instantáneamente todo vello importuno del rostro, sm el m.is leve peligro para el cutis. Precio 10 fr. POLVOS del SERRALLO, para quitar

•9l vello del pecio j los brazos. Pr. i £r. Perfuiiioria lielrUSSER.ruoJ.J. Rousseau, 1, París,

Proveedor privilegiado de S. M. el Rey de España, de S. M. la Emperatriz de Rusia,

de S. M. la Reina de Inglaterra, y de SS. A!31. el Rey y la Reina de los Países Bajos.

L. G U E R I N , S u c e s o r , 1 4 , B o u l e v a r d M o n t m a r t r e , P a r í s .

OPRESIONES TOS, CONSTIPADOS, mm

NEVRALGIAS CATARROS.

Aspirando el liumo, penetra en el Pecho, calma el sistema n e r ­vioso, facilila la expectoración y favorece las funciones de los úrganes respiratorios. (Eccigir esta firma : J. ESPICI T e i i t a p o r m a y o r . 1 . E S P I C , I S S , r i i c .< i ia in t - l .azarc , V a r i s .

y en las principales Farmacias de las Aniéricas.—3 i r . l a c a j a .

ENFERMEDADES DE LA MUJER I \ l a t l a i i i e l i a c l i a p e l l e , partera de primera clase, profesora en partos, trata

(sin descanso ni régimen) las enfermedades de la mujer, como inflamaciones, sobre­partos, ulceraciones, alteración de los órganos, causas frecuentes de la esterilidad cons­titucional ó accidental. Los medios de curación, tan sencillos como infalibles, que em­plea M a d a m e I i a c h a p e l l e , son el resultado de veinticinco años de estudio y ob­servaciones prácticas en el tratamiento especial de estas afecciones.

M a d a m e I i a c h a p e l l e recibe todos los dias, de tres á cinco de la tarde, en su

gabinete,

S ' y , r u é d e M o n t h a b o r , e n P a r í s , cerca de las Tnllerías.

PIANOS (^ocké (á (^ils (Mné

Rué IWorand, 9, Paris MEDALLA DE ORO

Garantizados por diez años

¡NO MAS CALVAS!./ Descubr imien to s in precedente I

Badmiento seguro del pelo c imiiediiiicato do nuevas caídas (.i precios convencionales). Envió gratis, informes y pruelias. Por ellas podrá juzgarse.—MALLERON, 85,ruedeRivol¡, Paris (alLouvre).

Fruta laiante y refresrante |ci'a la CONSTIPACIÓN

ó estreñimiento y las a l m o r r a n a s .

E : . oxz.xx.iL.oro' 27, Rué Ranibutcau, Paris.

E n todas las F a r m a c i a s , 2 fr. 50 la caja.

Carillón

GRAN HOTEL (PARÍS) 12, , 12 (PARÍS)

DIRECTOR, EL S"- VAN H Y I V I B E E C K

ALMUERZOS á 4 f r a n c o s ^ COMIDAS á 6 f r a n c o s (INCLUSO EL VINO Y CAFÉJ

Servidos en mesas particulares. (INCLUSO EL VINO)

en la mesa

ES LV MESA MiOR SERVIDA DE PARÍS. ' " • ' r S ^ á ' t » ' \ ™ ' ^ " " " '

100 HABITACIONES m ú m ) y SÁLOÍIES desde 4 ir. diarios. Dos nuevos Ascensores hacen el servicio de todos los pisos (incluso el 5")

desde las 6 de la mañana hasta la 1 de la noche (subida y bajada).

Abonos á precio fijo, desde 20 francos diarios. Incluyendo : Habitación, Calefacción, Alumbrado y Comida

(incluso el Vino).

HOTEL'^SCRIBErírrne Scribe [ANNEXO DEL GRAN HOTEL)

Ascensores para todos los pisos.

iyiyiiiteiiiyilMayiyiiiJ¡ylyli^ilyiyih M

j 1 1 I j I j a j

I 3

EXPOSITION

i Médaille d'Or UNIVERS"M878 = CroixaeCheYalieri

LES PLUS HAUTES RÉCOIVIPENSES

i PERFUIVIERIAYSPECIAL i

LACTEINA E.GOITDRAY

Recomendada por las CclebriJades medicales do Paris ; PARA TODAS LAS NECESIDADES DEL TOCADOR |

PRODUCTOS ESPECIALES i = JABÓN de LACTEINA, para el (ocaJor. : = CREMA y POLVOS lie JABÓN de LACTEINA para la harta. = S PÜIVIADA a la LACTEINA para el caliello. : COSMÉTICO a la LACTEINA para alisar el cabello. = AGUA (le LACTEINA para el tocador. = ACEITE lie LACTEINA para embellecer el cabello. = ESENCIA (le LACTEINA para el pañuelo. : POLVOS y AGUA DENTÍFRICOS de LACTEINA. = CREMA LACTEINA llamada raso del cutis. ; LACTEININA piira llampirar el ci'itis. = FLOR de ARROZ de LACTEINA para blan(iuear el cutis. =

SE V E N D E N EN LA FABRICA

¡PARÍS 13, rué d'Enghien, 13 PARÍS i ; Depósitos en casas de los princip.ales Perfumistas, S ; Boticarios y Peluqueros de ambas Aniericas. E l i l i i iiiiii i i in i i i i i i i i i i i i i i imi a

POLVOS DE CANDOR Los Polvos de Candor , sin rival, coinpuestoS

de inalei'ias lialsainlcas, (-tc.ian m u y at rás a tocios los ]ir(i(liict()s siiiiüares cinpicados has ta el dia. Los Polvos de Candor toiiilieau, refrescan y Idamnie iii el culis , une ii ianlicneu en u n estado constante de bel l iza y de írescura, y .se imponen a las damas para la conservación de su juven­tud, por la liigiene, (|ue tan mal l ibrada sale de las pastas y afeites de todo lícnero.— No nos es-traiia, pues, que el Doctor KICHER, de la l<'acultaa de llcilieiua de Paris, ali inic en su d ic lamen que los Polvos de Candor (;st:m ILmiados a rem­plazar toda clase do polvos de arroz y merecen el es t raordinai io éxito que han alcanzado.

Otros Artículos que recomendwmos : ACEITE de CANDOR, hecho con flores na tu ra les . ESENCIA de OLORES c o n c e n t r a d o s .

CA.S-.'L AL POR MAYOR : Félix IJANENT, Qiiimico, 6ü, rué Foulame-au-Roi, PARÍS

LA VELOUTINE es un Polvo de Arroz especial preparado

con Bisiniíto,

por consiguiente ejerce una acción

salutífera sobre lapiel.

Es adherente é invisible,

y por esta rasan p>resta al cutis color

y frescura natural.

CH. FAY,

9, rué de la Paix, 9.—Paris.

CRÉME-ORIZA

B, ^ ^ H í G ^ w^'^"'sseur de plusieurs COL

>^UE S T H O N O R L ^

Esta incompa'able preparación | es untuosa y se funde con facilidad: (1(1 frescura y brillantez al cutis, iiiipide gue se formen arrugas en 11 (íl, y destruye y hace desaparecer las que se han formado ya, y con­serva la hermosura hasta la e(iad|| mas avanzada.

T P W W T T T H A Mica INSTANTÁNEA para * * A H J i %3 f% A ^ l a BARBA (un solo frasco)

sinprcparacioniiilavado.—Filliol, 47, r.Vivienne,Paris.

Y BRAZOS ARTIFICIALES Nuevo modelo con nuevo pimío de apotjo de goma

elástica. URAliliEltllS, nuevo modelo prmlegiadó, que reduce líslieniias más rebeldes. Pulverizador intra-uterino e inyectador, sin metal, etc.—MEDALLA DE OBO, Paris 1877.

Envió, franco de porte, de todos los dibujos. BILHAUT, ortopedista con privilegio, antiguo con­

tramaestre do la casa Cliarriére, 16, rué Maular. Paris.

Eesurvados todos los derechos de propiedad artística y Uteiui-iu. liADlUD. — Imprenta, eetereotipia y galvanoplastia de Aribau y C.'', sucesores de Bivadeneyra, CJPHESOUIía DE CÁMAIIÁ DE S. M.