"Al América se le odia o se le ama"

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UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA «AL AMÉRICA SE LE ODIA O SE LE AMA» AFICIÓN FUTBOLERA, MELODRAMA, AGUANTE, IDENTIDAD Y CLIENTELISMO EN MÉXICO TESIS Que para obtener el grado de DOCTOR EN ANTROPOLOGÍA SOCIAL Presenta SERGIO VARELA HERNÁNDEZ MÉXICO, D. F. 2012

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UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA

«AL AMÉRICA SE LE ODIA O SE LE AMA» AFICIÓN FUTBOLERA, MELODRAMA, AGUANTE, IDENTIDAD Y

CLIENTELISMO EN MÉXICO

TESIS

Que para obtener el grado de

DOCTOR EN ANTROPOLOGÍA SOCIAL

Presenta

SERGIO VARELA HERNÁNDEZ

MÉXICO, D. F. 2012

1

ÍNDICE

Página

A manera de introducción

La afición al futbol en clave melodramática..................................................... 4

La imaginación melodramática, la afición futbolera y el México moderno...... 12

La afición futbolística y la conformación identitaria de la liga profesional....... 20

Cómo surgió la investigación........................................................................... 24

La metodología del estudio............................................................................. 28

La estructura del texto.....................................................................................

31

PARTE I. AFICIÓN AMERICANISTA E IMAGINACIÓN MELODRAMÁTICA: UNA INCURSIÓN ETNOGRÁFICA

Capítulo 1. El awante según el Ritual del Kaos

Una primera aproximación al RK………………………………………………… 35

Un día con los “Patanes”................................................................................. 39

La violencia ritualera: una revisión teórica...................................................... 55

¿Violentos, desmadrosos o melodramáticos?................................................. 57

Una breve historia del RK................................................................................ 63

Masculinidad ritualera: el imaginario melodramático de la violencia, el aguante y el descontrol...................................................................................

73

El aspecto organizativo del RK........................................................................ 101

El RK en el internet: los casos de Fotolog y Youtube.....................................

109

Capítulo 2. Educación sentimental futbolera y clientelismo político: el caso de la Porra Unión

Un primer acercamiento a las porras familiares………………………………... 120

La Porra Unión................................................................................................ 122

La organización vertical................................................................................... 128

Una breve historia de la Porra Unión y los conflictos actuales por el liderazgo..........................................................................................................

140

La organización horizontal y la moralidad familiar...........................................

152

Capítulo 3. El Estadio Azteca in situ: espacio, consumo cultural, emociones y grandeza

El escenario del melodrama y la comercialización…………………………….. 160

Un día de partido a finales de octubre............................................................. 161

En las inmediaciones del estadio.................................................................... 167

En la explanada............................................................................................... 181

2

El ingreso a las gradas.................................................................................... 184

El inicio del encuentro..................................................................................... 190

El final del encuentro, la salida del estadio y el regreso a casa......................

195

Capítulo 4. Un viaje a Guadalajara con la Porra Unión. Identidades regionales en tensión

La salida a Guadalajara................................................................................... 198

El trayecto........................................................................................................ 200

La entrada a la ciudad de Guadalajara........................................................... 203

La llegada y entrada al Estadio Jalisco........................................................... 206

La salida y el regreso al Distrito Federal.........................................................

207

Capítulo 5. “Ódiame más” y el antiamericanismo

Amor y odio en el entramado futbolístico mexicano........................................ 209

La superlatividad como marca identitaria del club........................................... 213

Corrupción, negación, descalificación sexualizada y antiamericanismo.........

216

PARTE II. EL MELODRAMA COMO ESPECTÁCULO MEDIÁTICO

Capítulo 6. La construcción mediática de las rivalidades a través de la imaginación melodramática

El caso del América versus Guadalajara......................................................... 226

La historia del clásico de clásicos………………………………………………...

227

Capítulo 7. El espectador, el sistema de rivalidades y el club América. El melodrama antes de la televisión

Un preámbulo a la temática……………………………………………………... 245

El futbol y otros “espectáculos” (... mucho antes de la tele)............................ 247

La fundación del club América........................................................................ 261

El club y el futbol en la transición al espectáculo masivo................................

266

Capítulo 8. El club América, el melodrama y la rivalidad futbolística contemporánea en México después de la televisión

De héroes, villanos, urbanos y modernos. Televisa y la narrativa melodramatizada.............................................................................................

278

La incursión de la televisión en el futbol mexicano......................................... 288

El afianzamiento contemporáneo de la liga y la (segunda) fundación americanista en los años ochenta...................................................................

291

La afición americanista, la televisión y el futbol: del Estado paternalista a la era neoliberal...................................................................................................

304

Capítulo 9. Consideraciones finales………………………………………………..

317

Glosario……………………………………………………………………………………... 323

Bibliografía………………………………………………………………………………...... 324

3

ÍNDICE DE FIGURAS

Página

1. “En la tribuna con el RK”. Foto del autor………………………………………………. 37

2. “Los Ritualeros”. Tomadas del blog del RK http://tunel48.blogspot.com............. 74

3. “Amor suicida”. Tomadas del Fotolog………………………………………………….. 89

4. “BoRrAcHoZ & AgReCiVoZ”. Tomadas de Fotolog ………………………………….. 90

5. “En referencia a la película Asesinos por naturaleza”. Tomado de Fotolog……….. 93

6. “La venganza del Ritual”. Tomada de Fotolog………………………………………… 94

7. “Tú siempre nos cuidas”. Tomada de Fotolog………………………………………… 98

8. “Los RK”. Tomada del blog del RK http://tunel48.blogspot.com.......................... 97

9. “El puesto de ventas del RK”. Foto del autor………………………………………… 101

10. “Credencial de José”. Foto del autor………………………………………………….. 130

11. “El ambiente familiar”. Foto del autor…………………………………………………. 138

12. “Porra IMSS en 1971”. Fotograma del documental Las Águilas del América……. 145

13. “Rumbo al estadio”. Foto del autor……………………………………………………. 164

14. “El Estadio Azteca. Vendimia informal y mercadotecnia”. Foto del autor………… 169

15. “El Citlali. Punto de reunión”. Foto del autor…………………………………………. 172

16. “La presencia policial”. Foto del autor………………………………………………… 180

17. “La detención del autobús en Guadalajara”. Foto del autor……………………… 203

18. “El cerco policial en Guadalajara”. Foto del autor…………………………………… 205

19. “El rechazo al América en números”. Consulta Mitofsky (Campos, 2012) 211

20. “Fotomontaje del América como equipo odiado”. Tomado de Google imágenes. 222

21. “Fotomontaje del antiamericanismo”. Tomado de Google imágenes……………... 223

22. “Temporada 1943-1944”. Elaborado por el autor con datos de la FEMEXFUT…. 274

23. “Temporada 1944-1945”. Elaborado por el autor con datos de la FEMEXFUT…. 275

24. “Temporada 1944-1945”. Elaborado por el autor con datos de la FEMEXFUT…. 275

25. Publicidad de “Grande. Muy grande” en homenaje al jugador Salvador Cabañas. Tomado de http://somos-aguilas.blogspot.mx

312

4

A manera de introducción

El fútbol es en tantas cosas semejante al cine que quizá por eso se ha llevado rara vez a la pantalla:

parecería una redundancia.

Javier Marías en Salvajes y sentimentales (2 000)

La afición al futbol en clave melodramática

Durante una de mis visitas al Estadio Azteca en 2010, acompañé unas cuadras

a un par de mis informantes a recoger los instrumentos musicales de la murga1 del

Ritual del Kaos (RK). Los guardaban en una pequeña bodega junto a la casa de

uno de los jóvenes integrantes de este grupo de aficionados. En el camino hacia la

casa nos esperaban algunos de los integrantes de los Rompe Canchas, la murga

del RK. Llegamos a la casa. Los cerca de doce jóvenes comenzaron a sacar los

bombos, las tarolas, los instrumentos de viento y algunas banderas que

guardaban en el mismo lugar. Varios de ellos ya habían bebido alcohol y algunos

más habían inhalado solventes. Sin embargo, todos estaban relativamente

tranquilos. Salimos de la casa y caminamos entre las angostas calles de la colonia

aledaña al estadio. Cuando salimos a la avenida principal, es decir, a la calzada

de Tlalpan, vimos pasar un microbús repleto de integrantes del RK con un trapo2

que los identificaba como habitantes de la colonia popular Martín Carrera, ubicada

al norte de la ciudad. La murga ya se estaba alineando en una especie de doble

fila india y comenzaban a tocar alguno de los cantos de apoyo al equipo. El

microbús paró unos metros delante. De él descendieron todos los jóvenes. En una

1Ver Glosario de términos.

2 Ver Glosario de términos.

5

especie de movimientos de éxtasis, gritaban y silbaban. De pronto, sin previo

aviso ni motivo, alcancé a ver de reojo que uno de los jóvenes que habían

descendido del micro tomó una piedra de considerable tamaño, la cual se

encontraba casualmente junto a las escaleras de acceso a un puente peatonal. El

joven, que sólo estaba a unos diez o doce metros lanzó la piedra en nuestra

dirección. Afortunadamente todos, de una u otra forma, nos encontrábamos

atentos a la acción, además de que los gritos rápidos de alerta hicieron que el

proyectil pasara muy cerca, pero sin lastimar a nadie. Observé como Pete, el joven

del RK que en esos momentos se encontraba al mando de la murga corrió

rápidamente en dirección al joven que había lanzado la piedra. “Óyeme, hijo de la

chingada ¿qué te pasa? ¿Estás pendejo o qué? Casi nos rompes la madre”, le

gritó, además de encararlo con vehemencia. El otro joven se veía perturbado por

los solventes y no estoy seguro de que haya entendido perfectamente lo que

estaba sucediendo. Al final, seguimos nuestro camino y tanto la murga como los

pasajeros del micro cantaron y gritaron hasta la llegada del estadio.

Cuando concluyó ese día, y después de cerca de dos años de visitas al estadio,

reflexioné sobre el evento que acababa de presenciar. No podía decir que había

visto un acto puro de “salvajismo” o de violencia irracional. Tampoco podía decir

que nada había sucedido, porque literalmente una piedra de medio kilo había

pasado a escaso medio metro de mi cabeza. Estaba confundido en cuanto a la

significación del evento. Sin embargo, en ese momento comencé a percibir que,

independientemente del grupo con el que me moviera en el estadio, el ambiente

siempre estaba “cargado”, saturado de un sustrato emocional que todo lo

impregnaba.

6

Esa “saturación emocional” la percibía como una especie de capa que matizaba

las prácticas de los aficionados. Evidentemente, las emociones de los aficionados

americanistas no se expresaban de igual forma. A lo largo de los dos años que

había convivido con las porras familiares3 pude observar la forma en que los

cuerpos de sus integrantes expresaban esas emociones, de forma más mesurada

y en un ambiente de relativa camaradería, pero siempre al límite de la explosión

impulsiva y emocional. Las porras familiares están fuertemente organizadas y su

jerarquización le da un sesgo muy particular. Las agrupaciones juveniles, en

especial el RK, son exultantes. Las diferencias son notables, pero el elemento

emotivo las identificaba y, hasta cierto punto las uniformizaba.

El paso siguiente era ubicar conceptualmente esto que yo ya identificaba como

el “sustrato emocional” del aficionado. La pista que seguí provino no tanto de mis

observaciones en campo, sino de mis incursiones historiográficas. Al leer la forma

en que los dueños de la televisora Telesistema Mexicano/Televisa, especialmente

Emilio Azcárraga Milmo, idearon su incursión en el negocio futbolístico, reparé en

que me estaba acercando a un producto mediático, a una suerte de género

cultural y narrativo. Sabía que Azcárraga Milmo decidió comprar un club de futbol

profesional y que este se convirtiera en una especie de personaje radio o

telenovelístico con características villanescas. El club que compró y que dotó con

ciertos elementos distintivos, que a la larga lo convertirían en el equipo con más

detractores, pero al mismo tiempo con una de las aficiones más grandes, fue el

club América del Distrito Federal.

3 Ver Glosario de Términos.

7

Tenía entonces dos cuestiones: ese sustrato emocional que los aficionados

evocan y practican con sus respectivas variaciones y matices, por un lado, y un

elemento de intervención comercial y mediática, por el otro. También sabía que el

deporte, en especial el futbol, bien podía ser considerado como un fenómeno

propio de la modernidad, entendida ésta bajo una óptica absolutamente racional e

instrumental y parte del llamado proceso civilizatorio. Pero entonces ¿dónde

ubicar conceptualmente el sustrato emotivo, a veces gozoso, a veces frenético y

otras francamente agresivo y violento de los aficionados americanistas? La

respuesta la obtuve en lo que algunos teóricos definen como la imaginación

melodramática. A continuación intentaré perfilar esta idea de forma más clara.

La imaginación melodramática es la clave interpretativa de este trabajo. En

algunas ocasiones, imaginación melodramática podrá ser sustituida

indistintamente por “lo melodramático” o simplemente el “melodrama”. La entiendo

no tanto (ni sólo) en un sentido literario. Más bien, inscrita bajo la lógica de los

llamados estudios culturales, ubico a la imaginación melodramática como una

forma o un conjunto de formas de percibir y construir discursos y narrativas

sociales, tanto como prácticas y acciones empíricamente verificables en campo.

En primer lugar, la imaginación melodramática cruza todas las clases sociales y no

es exclusiva de alguna de ellas. Tiene que decirse, no obstante, que sí hay una

fuerte inclinación o tendencia a identificarla con las prácticas de los sectores

populares y que algunas veces toma el cariz de violencia. Surge de una relación

dialéctica y contradictoria entre las elites y los grupos subalternos, por lo que su

propia configuración siempre está en disputa. Por otro lado, lo melodramático se

ha desarrollado de forma histórica y no es estático e inmutable.

8

Como expondré, la imaginación melodramática será la clave para entender la

conformación del espectáculo futbolístico nacional. Tanto la liga como los clubes

estarán marcados por coordenadas melodramáticas más o menos definidas. El

caso del club América será paradigmático en este sentido. En primera instancia,

porque a partir de 1959 forma parte del consorcio televisivo propiedad de la familia

Azcárraga. En segunda, porque aquello que Magazine (2008) señala como las

visiones ideales de sociedad que objetivan los clubes son eminentemente

simbólicas y “emotivas”, derivadas y atadas a la “pasión” (base de lo

melodramático).

Como intentaré demostrar, la “pasión” no está contrapuesta a la razón, sino que

ambas se complementan dialécticamente en un ciclo de mutua conformación. Lo

pasional es, si no racional, sí racionalmente practicado y ejecutado. Sin código y

símbolos que la determinen ontológicamente, la pasión no podría realizarse en lo

social. En el caso de la pasión futbolística, los códigos y los símbolos que la

representan y por medio de los cuales puede ejecutarse, están histórica, cultural,

económica y políticamente determinados. “Irle al América”, expresión nativa de la

emotividad pasional por el club, es decir, por su amor a éste, no se verifica

empíricamente de la misma forma ni en el tiempo ni en el espacio sociales. “Irle al

América” no es lo mismo para un viejo, que para un joven, para un rico que para

un pobre, para un hombre que para una mujer. Tampoco es lo mismo ser un

aficionado de televisión que uno presencial en el estadio; no es igual ser un

aficionado individual a uno colectivo y organizado.

Pero no sólo eso: las prácticas y discursos de los aficionados estarán

igualmente relacionados a la particular forma de percibir y actuar socialmente a

través del melodrama. La pasión es una especie de código, el cual tendrá

9

objetivaciones muy específicas en los performances sociales y en las

corporeidades de los sujetos que la “sienten” y, por lo tanto, la ejecutan

prácticamente. “Irle al América”, en este nivel, se ve reflejado de forma distinta

entre los diversos aficionados, lo cual es una muestra de que el sujeto social

aficionado-espectador está también en constante y permanente transformación.

Pertenecer o no a una organización ya es una clara diferenciación. A qué

organización pertenece uno u otro aficionado también demuestra que las variables

son evidentes: ser de una porra familiar implicará, en todo caso, una expresión

específica de la imaginación melodramática. Ser de una “barra”4 implicará una

práctica muy diferente, en algunos aspectos contradictoria a la de las porras. Las

mismas barras americanistas son distintas una a la otra y pertenecer a alguna de

ellas representará una especial forma de practicar dicha afición, que se reflejará

en los códigos de moralidad de sus integrantes.

No obstante estas diferencias, la imaginación melodramática permitirá,

simultáneamente, hilar las similitudes. Tanto para los “productores” y “propietarios”

de la narrativa melodrámatica (Televisa, en este caso), como para los

“consumidores” de esos productos culturales, el melodrama ofrece ciertas

constantes simbólicas y culturales. Tal vez una de las más sobresalientes sea la

del género: el melodrama permite orientar prácticas y discursos de forma

ordenada por la masculinidad.

Antes que nada, para ser aficionado se necesita “ser hombre” o por lo menos

“actuar” como tal. “Irle al América” significa ser hombre y pertenecer al equipo

“más grande” de México. Esto es, ser aficionado americanista significará

4 Ver Glosario de Términos

10

concebirse como hombre e identificarse con una visión ideal de sociedad que

implica una superlatividad en el ámbito futbolístico, la cual se verá expresada en

una serie de prácticas y discursos fuertemente masculinizadas (expresados en

frases como “echarle huevos”, “no rajarse”, “no abrirse” y feminizando todo rasgo

de “debilidad”). Bajo esta lógica, entre más se acerque un discurso y una práctica

de aficionado a este ideal de masculinidad, mejor aficionado se es. Aunque cabe

decir que las moralidades entre un grupo y otro son muy distintas. Así, los

integrantes de las porras familiares buscan ser festivos, alegres y chacoteros, pero

al mismo tiempo respetuosos, respetables e institucionales (pertenecientes a una

comunidad horizontal pero fuertemente jerarquizada). Los hinchas juveniles, por el

contrario son sacrificiales, aguantadores, desmadrosos, descontrolados y

“violentos”, además de transgresores de la institucionalidad, como en el caso del

RK.

Para los aficionados americanistas, la televisora jugará “desde arriba” un papel

preciso en la conformación melodramática del espectador, ubicándolo en

determinadas posiciones dentro del ámbito general de los patrones de consumo

mediático, asociadas a los gustos determinados por el género y concebidos como

modernos. El club América, desde 1959 pretenderá ser “el mejor equipo de

México”, y con ellos será presentado como el equipo a vencer y más odiado de la

liga. Jugará una especie de “villanía” (acentuada a partir de los años ochenta)

dentro del sistema futbolístico nacional, en donde el poder económico, la

“desnacionalización” (a través de la contratación de jugadores extranjeros de

renombre), la modernidad (su estadio e instalaciones deportivas, pero más

importante aún: el comportamiento familiar, urbano y “ejemplar” de sus jugadores

y directivos) serán sus características esenciales. El América será concebido,

11

como producto mediático, central en la trama de rivalidades futbolísticas: al

América, dice el refrán popular, “se le ama o se le odia”, pero no se le puede ser

indiferente. Así, la pretensión sería dividir las aficiones futbolísticas en una lógica

melodramática dicotómica entre americanistas y antiamericanistas. Ningún otro

equipo lograría concitar tales filias y fobias y por lo tanto su representación

identitaria será fundamental para el sistema de rivalidades del futbol profesional.

Por otro lado, “desde abajo”, los aficionados americanistas desarrollarán

prácticas y discursos que recuperarán las características melodramáticas ideadas

desde la elite, pero las reconfigurarán de diversas maneras. A mí me interesará

ubicar sólo dos de ellas, expresiones ambas de los aficionados organizados: las

de las porras y las barras. De esas, la Porra Unión y el RK me permitirán

ejemplificar los elementos de la imaginación melodramática con características

semejantes y, simultáneamente, diferentes. Ambas expresiones son fuertemente

masculinizadas, notablemente “pasionales” y claramente jerarquizadas. Al mismo

tiempo, diferenciadas por sus prácticas y discursos, los cuales estarán ligados a

visiones de nación históricamente diferenciados. Así, las porras remiten a un

momento histórico en el cual la familia, es decir, su idealización clasemediera,

urbana, católica y nuclear, se combinará con el patronazgo y el corporativismo; en

una palabra, se asociará al régimen político clientelar de Partido Revolucionario

Institucional. Esta será una forma de expresión melodramática en la que los

estereotipos masculinos y femeninos se consolidarán como parte del patronazgo

político y la jerarquización familiar.

Las barras evocarán una forma melodramática diferente. Surgidas en un

contexto sociopolítico en el que el patronazgo y el clientelismo político parecen

desintegrarse con la salida del PRI de la presidencia de la república. Contexto en

12

el que la precariedad de las instituciones educativas y de la llamada movilidad

social, es decir del estado de bienestar, se encuentran en franca crisis. Los

individuos, en especial los jóvenes no sólo desconfían de las instancias

corporativas, sino que se refugian en una especie de ostracismo corporal en el

que “aguantar” y expresar la pasión y el amor implican un tremendo esfuerzo y

desgaste físico. Lo melodramático se sublimará en un código y en una práctica

casi de martirologio.

Así los términos generales de la relación entre imaginación melodramática y

afición futbolística en México, especialmente la americanista. Ahora será menester

precisar teóricamente ambos conceptos en el contexto histórico de la modernidad

posrevolucionaria mexicana cruzándolo desde el imaginario melodramático.

La imaginación melodramática, la afición futbolera y el México moderno

Según Herlinghaus, la imaginación melodramática “[...] es entendida como

concepto de búsqueda cuya acepción interfiere drásticamente en la comprensión

de la modernidad” (2002: 12). La modernidad concebida como una dimensión

histórico-social estrictamente racional y racionalizada contará con claros

elementos “anacrónicos” o desfasados en su desarrollo. Si la modernidad es la

búsqueda y la objetivación permanente de la razón, las expresiones emotivas

(rituales, religiosas, afectivas, estéticas) siempre contarán con cargas valorativas

que irán en contrasentido. El melodrama será una forma radical de estas

expresiones.

Por lo tanto, siguiendo nuevamente a Herlinghaus “[...] el melodrama nos

interesará no tanto como tema, conjunto de temas o género, sino como una matriz

13

de la imaginación teatral y narrativa que ayuda a producir sentido en medio de las

experiencias cotidianas de individuos y grupos sociales diversos” (2002: 23). En el

caso de la afición al futbol en México, la imaginación melodramática

complementará (de forma contradictoria, en muchos aspectos) a los ideales

modernizadores impulsados por el régimen posrevolucionario. El ideal de construir

un país moderno, racional y en constante progreso, tendrá en el melodrama,

discursos y prácticas en apariencia anacrónicas que lo confrontarán, pero que

simultáneamente le dan sentido a la vida cotidiana de los sujetos sociales.

Según Tuñón, el melodrama no se circunscribe a los géneros narrativos

(literarios, radiofónicos o cinematográficos), sino que es un rasgo cultural que

atraviesa todas las expresiones populares en el México postrevolucionario y “[...]

procura la exaltación emocional y convoca a las lágrimas. Es el mundo de los

sentimientos desmesurados y se expresa a través de una representación

hiperbólica de lo visual y lo verbal, con una música que reitera las emociones”

(2010: 97-98).

Para Monsiváis, el melodrama es “en una síntesis forzada, pero tal vez no

inexacta, la expresión frenética y al fin de cuentas divertida de una necesidad: el

espectador quiere hallar en su vida el argumento teatralizable o filmable o

radionovelable o telenovelable cuya mayor virtud es la garantía de un público muy

fiel, él mismo” (2002). En sentido estrictamente narrativo, el melodrama se relata

cronológicamente, cuyos elementos descriptivos e introspectivos se subordinan a

los de la acción, que es la que describirá a los personajes. Es reiterativo en cuanto

a la acción y por lo tanto se basa sobre una construcción de “arquetipos”,

atributos, motes, apodos (De Lizaur 2002: 92-93).

14

Y son las características morales de los estereotipos sobre las cuales se

montan los recursos narrativos de la acción melodramática mediatizada y de la

explotación sentimental-comercial de los mismos. A saber, el melodrama pretende

ubicar con sencillez dicotomías de acciones morales que bien podrían resumirse

en bandos de personajes elementalmente “buenos” y elementalmente “malos”. Es

decir, que para que el melodrama funcione como espectáculo y como negocio

debe contar con un “discernimiento maniqueo” del comportamiento de los

personajes, de tal suerte que sus actuaciones se “polaricen” (De Lizaur 2002: 92-

93). En los años cuarenta del siglo pasado, la radionovela sentó criterios casi

axiomáticos de la narrativa melodramática y en buena medida “educó” al público5,

esencialmente femenino, que quedó cautivo de las tramas y repercutió en su

propio comportamiento, de manera dialéctica6. Sin embargo, los dueños de la

radio privada mexicana pronto vieron que el melodrama bien podría ser transferido

a la televisión, merced del gran impacto que ya tenían en los Estados Unidos las

5 Monsiváis cuenta: “En una de sus acepciones, tradición es el recuerdo de la vida en familia o en

familias, y allí la americanización [es decir, lo estadounidense] provoca transformaciones internas persuasivas y perdurables: renueva las veladas domésticas, rehace la idea del hogar y del ama de casa. («La radio inventó el ama de casa», sostiene Emilio Azcárraga Vidaurreta), alivia las tareas del hogar (los electrodomésticos, la liberación parcial); compone casi todos los géneros y subgéneros del cine nacional; sojuzga la televisión desde su primer programa cómico, la transmisión del Informe Presidencial el primero de septiembre de 1952” (2008: 100). 6 “En México, a partir de 1940, las estructuras familiares de profunda raigambre, con fuertes

vínculos a valores morales y creencias religiosas, se vieron desafiadas por los nuevos y difundidos patrones de urbanización, industrialización y migración, sobre todo por el número creciente de mujeres que trabajaban tanto fuera de su casa como (a diferencia de los jornaleros agrícolas) lejos de su familia. Esta transformación de la vida familiar normal, con los patrones de creencias y comportamiento asociados con ella, se ilustró en radionovelas, películas hechas con financiamiento estatal y cómics. La elevación de la soldadera a nivel de un fetiche fue tan sólo la parte más visible de este proyecto cultural. Entretanto, un nuevo grupo de mujeres célebres –escritoras, artistas, cantantes, modelos, bailarinas y estrellas de cine-, lesionaban, con su mera existencia, las ideas conservadoras acerca del decoro femenino, mientras una prensa relativamente libre de censura aprovechaba al máximo el choque de valores que causaban. Los conservadores se quejaban en términos vagos de los cambios acarreados por la industrialización y la urbanización, pero se expresaban de manera mucho más directa y específica contra representaciones de esos cambios tal como se manifestaban en libros de texto, películas, canciones, radioteatros y publicaciones periódicas” (Rubenstein, 2004: 24-25).

15

famosas soap-operas. No queda la menor duda que la simultaneidad entre la

transferencia a la televisión de la narrativa del melodrama radiofónico y

cinematográfico (aunque también el literario y de historietas) coincidió plenamente

con las pretensiones de Emilio Azcárraga por comprar un club de futbol y hacer de

él una especie de “chico malo” en el circuito futbolístico profesional mexicano. La

primera telenovela que se produjo en México, Senda prohibida, inició sus

transmisiones en junio de 1958 (De Lizaur 2002: 116). El club América, como lo he

mencionado, fue comprado por Emilio Azcárraga en julio de 1959.

Mientras tanto, a la par del melodrama mediatizado y el acercamiento de los

dueños de la televisión al futbol, en el México urbano desde los 1940, un

espectáculo deportivo penetró con singular fuerza y forjó un imaginario de gran

alcance moral y cultural, que desde mi punto de vista acompaña con gran sintonía

al mundo de las rivalidades futbolísticas mexicanas en formación: la lucha libre.7

Esta extraña y peculiar forma de teatro-deporte, es llevada a niveles superlativos

en México. Luchadores profesionales como “El Santo” y “Blue Demon” son

elevados a la categoría de ídolos nacionales, a tal grado que sus figuras se

fetichizan en las pantallas del cine y melodramatizan (con una gran cantidad de

comicidad involuntaria) las disputas entre el “bien” y el “mal”, entre los “héroes” y

“villanos” del México contemporáneo.

7 Para Levi, la lucha libre es: “Una disputa entre dos o más luchadores que no compiten como ellos

mismos, sino como personajes que ellos (o sus promotores) inventan. Los personajes están moralmente codificados, así que normalmente cada encuentro presenta un tipo ‘bueno’ (de los ‘técnicos’) y un tipo ‘malo’ (de los ‘rudos’). El luchador que realiza el rol de los ‘malos’ engaña, usa rudeza innecesaria y despliega cobardía y mañas. Hay jueces, pero por corrupción y/o incompetencia, no desean o son incapaces de aplicar las leyes en contra de los malos. Cuando la gente pregunta acerca de la corrupción, se refieren a la versión muy difundida de que la lucha libre es un montaje y que el combate está decidido de antemano. Decir que es corrupto, sin embargo, es malinterpretar el género. No es corrupto. Más bien, es un drama sobre la corrupción y, como tal, su relación con otros deportes es problemática” (1997: 57).

16

Como ningún otro espectáculo, en los derivados cinematográficos y de

historietas de la lucha libre, la visión maniquea del “héroe” se ancló en buena

medida a la de un nacionalismo rancio y a la vez ambiguo (metaforizado en la

pobreza y sencillez de la escenografía y del montaje fílmico y de los cómics),

cuyos enemigos siempre provenían de lugares y/o tiempos remotos, extranjeros

desconocidos y capaces de las peores atrocidades. Estos tipos malos eran

hombres, mujeres o monstruos con plenitud de recursos y siempre ávidos de

destrucción.8 La lucha libre, por lo tanto, es un producto cultural que se

entremezcla sincrónicamente con el ingreso de la televisión en el futbol. Así, las

narrativas radio y telenovelísticas, junto con el de la lucha libre (y otros productos

como el bolero, el cine, los cómics), demuestran con claridad que el melodrama se

erigió como un bastión sentimental en México.

Además de estas características, lo melodramático se ensarta en el tiempo de

la cotidianeidad, a pesar de ser una narrativa exaltada y polarizante. De esta

forma, para Martín-Barbero, uno de los principales teóricos que han abordado la

importancia del melodrama en América Latina, éste “[...] toca la vida cotidiana,

enchufa en ella no sólo como su contraparte o sus sustituto sino como algo de lo

que está hecho, pues, como ella, vive del tiempo de la recurrencia y la anacronía y

es espacio de constitución de identidades primordiales” (2002: 68)

8 “En 1948, El Santo le alquila su efigie al productor y argumentista de historietas José G. Cruz,

para sus mezclas inverosímiles de fotonovela y cómic. Allí El Santo vence y combate (en orden), a zombies diabólicos, vampiras del siglo III a. C., científicos dementes, tribus perdidas... El éxito obliga al paso siguiente: el cine [...]. ¡Qué envidiable el repertorio de este ‘cine de Neanderthal’! Criminales ansiosos de prodigar viudas y huérfanos (o en su defecto, ávidos de genocidio) maquetas que se jactan de su humilde origen carpintero, peligros tanto más diabólicos cuanto el guión jamás aclara su naturaleza, castillos sombríos reducidos por el presupuesto a cubículos de universidades pobres, combates espeluznantes por la salvación de la joven bella, del científico bueno, del género humano, de la galaxia” (Monsiváis 1995: 130).

17

Específicamente, como estructura narrativa, el mismo autor continúa señalando

que en el melodrama hay un “[...] predominio de la intensidad sobre la

complejidad, expresada en dos dispositivos claves: la esquematización que vacia

(sic) a los personajes de espesor psicológico convirtiéndolos en signos e

instrumentos del destino, y la polarización que, más allá de las trazas de una

moral maniquea, remite a la identificación de los espectadores con los personajes

de signo positivo y bienhechores y a los personajes objetos de proyección con el

signo negativo de los agresores”. Además de esto, “[...] la estructura

melodramática exigirá una retórica del exceso: todo tiende al derroche desde una

puesta en escena que exagera los contrastes visuales y sonoros, hasta una trama

dramática y una actuación que exhiben descarada y efectistamente los

sentimientos, exigiendo constantemente del público una respuesta en llantos,

risas, estremecimientos” (Martín-Barbero, 2002: 71).

Otra característica especial de la narrativa melodrámatica es su serialización o

entrega por episodios, con lo que aporta una especie de identificación con el

transcurrir cotidiano del tiempo, del día a día. Además de esto, la narrativa

melodramática serializada alude a una “narración primitiva”, la cual según Martín-

Barbero: “[...] separa tajantemente a los héroes de los villanos aboliendo la

ambigüedad y exigiendo al lector tomar partido. Se trata de héroes y villanos cuya

separación simboliza una ‘topografía de la experiencia’ sacada del contraste entre

dos mundos: el que se halla por encima de la experiencia cotidiana de la vida -

mundo de la felicidad y de la luz, de la seguridad y la paz- y el que se halla por

debajo: mundo de lo demoníaco y lo oscuro, del terror y las fuerzas del mal” (2002:

73).

18

Hasta aquí, lo más importante es señalar que lo melodramático lo considero

una forma de imaginación que entrecruza y subvierte lo cotidiano y el tiempo de la

gran historia. En cierta medida, la aproximación de Turner (1988) sobre los rituales

ndembu y su explicación relativa a la conexión dialéctica entre la estructura y la

antiestructura puede guiarnos un poco en el entendimiento del melodrama. El

melodrama no es sólo una narrativa (simbólicamente pautada, en el cual los

símbolos estereotipados establecen conexiones entre lo conocido -la

cotidianeidad- y lo desconocido -el tiempo de la gran historia), sino una práctica

que se realiza para eliminar simbólicamente las diferenciaciones y

jerarquizaciones sociales. En el melodrama, tanto narrativa como prácticamente,

los individuos buscan (no sé si en el caso de los aficionados al futbol lo logren)

“desestructurar” las jerarquías sociales. A pesar de que los actores del melodrama

mediático y del melodrama (llamémoslo) social están más que claramente

diferenciados y jerarquizados, la homogeneización (real o pretendida) de los

mismos juega un papel muy importante. En este sentido, Magazine afirma

respecto al futbol y su afición: “[…] la afición futbolística se ha convertido en un

espacio para desarrollar y expresar alternativas para y para negociar

confrontaciones” entre los imaginarios colectivos mexicanos dominantes de la

“vida real” (el trabajo, la política y la democracia). Y dice que la afición futbolística

“[…] se convierte en un símbolo, pero no en el sentido de algo que refleja la vida

real. Más bien es un símbolo en el sentido de un modelo para seguir. Esto es

precisamente lo que hace que la atención a la afición futbolística en México sea

tan importante: que ofrece una oportunidad para observar los sueños sociales de

cada día, los proyectos y las divisiones que están invisibilizados por los

19

imaginarios colectivos dominantes, tales como clase, sociedad civil y Estado,

derivadas de las sociedades colonizadoras” (2008: 30).

En el futbol mexicano, la liga profesional se basará sobre la creación de

identidades específicas de cada club, amarradas a características territoriales

(regionales), institucionales y clasistas, cambiantes a lo largo del tiempo, pero con

cierta consistencia. Las identidades futbolísticas, estereotipadas y realizadas a

través de visiones ideales de lo social, como lo señala Magazine (2008), plantean

diferentes aspectos de la imaginación melodramática y reflejan grados distintos del

poder deportivo y de la capacidad de convocatoria. Sin embargo, para que la liga

funcione y el sistema de rivalidades sea eficiente, se requiere de una relativa

igualdad de oportunidades en la competencia deportiva, a pesar de las notables

diferencias.

Por otro lado, los aficionados (organizados e individuales) están altamente

diferenciados al interior de cada organización y entre ellas, todos basan su lógica

en un código común de “pasión” y amor por el futbol o sus respectivos clubes.

Como rezaba un conocido comercial televisivo de una cervecera “el futbol nos

une”, pero al mismo tiempo genera claras diferencias. En la mayoría de los

productos culturales melodramáticos, el dinero y el poder dividen a los individuos

entre ricos y pobres o entre poderosos y desposeídos. Sin embargo, como

trasfondo del melodrama, el amor (y las virtudes que se le asocian) iguala a los

individuos e incluso puede subvertir las diferencias de clase. En el caso de las

porras familiares, las relaciones verticales de orden clientelar, se refugian en un

trasiego de prebendas materiales y simbólicas sometidas a grandes diferencias de

clase y poder político, pero que con la idea del amor al club parecen desvanecerse

o ser aniquiladas.

20

Ahora bien, el melodrama es una expresión sui generis de la modernidad

mexicana. Lo considero, al igual que Herllinghaus, como una imaginación, en la

medida en que surge como parte de las narrativas iconográficas que representan

valores, moralidades y proyectos de nación y visiones ideales de sociedad. El cine

y la pintura nacionalista de mural dan cuenta de ellos en la primera mitad del siglo.

La telenovela y otros productos televisivos como los deportes (véase la lucha libre

y los toros), básicamente son fenómenos visuales y por lo tanto cargadamente

dramatizados.

El Estado mexicano posrevolucionario pretendió establecer condiciones de

desarrollo social que se fundaran en un igualitarismo republicano y se expresaran

en un constante y permanente crecimiento económico. El desarrollo de las

ciudades y la modernización del país se entendían como la expresión más clara

de ese crecimiento. El problema es que a la luz de las prácticas de la vida

cotidiana, muchas personas, evidentemente, no han visto reflejado ese

crecimiento o desarrollo tan promocionado por el Estado y sus aliados. Algunos

autores (como a los que he hecho referencia) interpretan que el melodrama ha

fungido como una especie de instrumento cultural alternativo para dar cuenta de

las diferencias, la desigualdad, el abuso, la explotación, el patronazgo y la

corrupción (económica y moral) que la modernidad engendra. Sentando ciertas

bases ideológicas y simbólicas para desafiar y explicar esas contradicciones, la

imaginación melodramática expresa y acepta las diferencias pero las subvierte en

una especie de juego dialéctico de equilibrio social.

21

La afición futbolística y la conformación identitaria de la liga profesional

En este sentido, el futbol, y en especial la liga profesional, se incrusta entre los

elementos modernizadores del México posrevolucionario (sólo véase el papel

higienista del deporte o las ventajas morales que ofrece la educación pedagógica

derivada de la práctica del futbol). Sin embargo, la forma de construir su narrativa

dará cuenta de esas contradicciones y desigualdades. No todos los equipos

partirán de la misma base ni con los mismos recursos. La construcción del

imaginario melodramático del futbol buscará explotar esas diferencias que se

verán reflejadas en las identidades de los clubes y sus aficionados.

Se puede decir que las prácticas de los aficionados futboleros no deben de ser

leídas en una sola dirección, como resultado de la urbanización de México, sino

también en sentido inverso, ya que fueron precisamente este tipo de prácticas las

que le dieron coherencia a la idea de urbanización-urbanidad. Por lo tanto, debe

entenderse al aficionado deportivo, especialmente al futbolero y más aún al

americanista, como resultado de ese proceso de urbanización y urbanidad, pero

de forma simultánea como un sujeto activo y creador de esa urbanización y esa

urbanidad. Así, las representaciones identitarias de los aficionados al fútbol en

México se corresponden con lo que Hobsbawm y Ranger (2002) acertadamente

señalaron como la “invención de tradiciones”, es decir, un juego dialéctico entre la

fabricación de tradiciones oficiales (impulsadas desde los regímenes políticos y las

élites económicas que buscaban su legitimación en ámbito de los Estados

nacionales) y las tradiciones informales (desde sectores no organizados, de eso

que a la postre se llamaría la ‘sociedad civil’) a lo largo de todo el siglo XX. La

afición al futbol como tradición urbana será “inventada”, primero, y legitimada,

22

después, dentro del proceso general de la modernidad y la urbanidad-urbanización

mexicana.

Las identidades de los clubes de futbol han sido construidas por muchos

elementos y es difícil determinar cuál de ellos es el más importante. Elementos

tales como la adscripción regional en el contexto del sistema urbano regional es

fundamental en la concepción y consolidación de dichas identidades afianzadas

por los clubes,9 como se podrá apreciar en el caso de la rivalidad entre el club

América y el club Guadalajara.

Otras características, como la pertenencia a una determinada institución, son

muy importantes en la creación de este imaginario. Los casos de los clubes

América y de la Universidad Nacional son elocuentes en este sentido. Por un lado,

la pertenencia del primero al conglomerado televisivo Televisa lo ata de manera

definitiva a la elite política y económica del país. Por el otro, los Pumas de la

Universidad se verán inevitablemente asociados a la institución educativa que los

alberga, con las connotaciones del caso.

Las adscripciones e identidades, cualesquiera que estas sean y que los clubes

hayan desarrollado están ineludiblemente adscritas a un código que se pretende

básicamente emocional (o emotivo). Esa adscripción emotiva de los aficionados es

todo, menos originalmente biológica. Si bien tiene repercusiones y

manifestaciones físico-biológicas y está corporizado (incorporado, según los

términos bourdianos), el amor por los clubes que todos y cada uno de los

aficionados al futbol manifiestan sentir, es un código cultural socialmente

9 Para Magazine y Martínez, “[…] aunque la rivalidad entre dos equipos parezca ser única y

exclusivamente deportiva, situar históricamente a estos clubes y los lugares que simbólicamente representan dentro del sistema urbano nacional facilita el entendimiento de aspectos cruciales de la identidad y la tensión existente entre sus aficionados” (2009)

23

determinado. Cuando un aficionado dice sentir que la pasión y el amor por su club

“proviene de sus más profundos sentimientos”, lo que en verdad está diciendo es

que esa pasión es la manifestación más clara de la “educación sentimental” a la

que ha sido sometido social y culturalmente. Y esta educación sentimental de los

sectores populares pasa, casi siempre, por lo que se escucha y se ve en los

medios de comunicación.10

Así, el amor por los clubes es entonces una creación social que mezcla la

influencia de los medios de comunicación, las intenciones de un estado nacional

(por reconocerse a sí mismo como la entidad rectora de moralidades y políticas) y

las prácticas mismas del “pueblo”, que desde la precariedad económica reconocen

en las valoraciones sentimentales zonas de realización simbólica y de adscripción

identitaria. Por ejemplo, según nos dice Fábregas Puig, para el caso de

Guadalajara, las identidades de sus principales clubes (Chivas y Atlas), a

principios del siglo XX surgen “los símbolos que cada equipo portaría en adelante.

El sello popular y nacionalista en el club Guadalajara y el talante de elite,

oligárquico y extranjerizante del Atlas. De hecho, ambos equipos, enfrentándose

en la cancha de futbol, escenificaban el dilema del país entero, que además, en

aquellos años, iniciaba su integración como tal. Aun cuando la mayoría de los

seguidores actuales de ambos equipos desconocen sus orígenes y los contextos

respectivos, el simbolismo se ha transmitido socialmente hasta nuestros días”.

(2009)

10 Según Monsiváis: “El punto de partida del entendimiento de reglas y condiciones de la cultura

popular urbana es la cuantía del analfabetismo. La Revolución Mexicana se hace en un país de iletrados que sólo reconocen como suyos sonidos e imágenes y que atienden religiosamente a las palabras” (1978).

24

Se ama (y se forma parte) del club América, como un reconocimiento

sentimental a la ubicuidad que la industria cultural televisiva impulsa. Pero también

se ama a este club porque es necesario reiterar la adscripción territorial. “Yo no

entiendo cómo alguien del Distrito Federal le puede ir a las Chivas de Guadalajara.

Si vives en el Distrito Federal le tienes que ir a un equipo que juegue aquí; no a

uno de otra ciudad. Eso me parece ridículo”, me dijo alguna vez un informante

americanista.

Lo importante, no obstante, es reconocer que el valor del sentimentalismo y la

emotividad que los aficionados dicen tener por sus clubes de futbol es lo

sobresaliente. Las maneras en que este sentimentalismo se expresa

concretamente es la materia de este trabajo. El sentimiento que las atribuciones

que cada club genera son, en todo caso una creación social, mediáticamente

inducida y socialmente transformada.

Cómo surgió la investigación

El presente trabajo es el resultado de cuatro años de investigación. A mediados

de 2007 me acerqué al grupo liderado por Roger Magazine y Samuel Martínez en

la Universidad Iberoamericana. Mi contacto con ellos fue azaroso (me pregunto

qué no es así en el proceso creativo e intelectual). Conectado al messenger me

encontré con un amigo, a quien le solicité ayuda para perfilar la bibliografía que

necesitaba para presentar un proyecto de investigación doctoral. Yo estaba en el

proceso de graduación de la maestría en Estudios Latinoamericanos de la UNAM,

con un tema relacionado al futbol, el poder político y la identidad en América del

Sur. Este amigo me comentó acerca del “Diplomado sobre Futbol, Cultura y

25

Sociedad” que Samuel Martínez estaba organizando en la UIA. De inmediato fui a

verlos ya que, al igual que la mayoría de quienes estamos inmiscuidos en la

investigación social sobre los deportes, sabía que no había muchos espacios

académicos dedicados a esta temática. Samuel y su colaborador, Miguel Ángel

Lara, fueron muy amables conmigo e inmediatamente entablamos amistad. Me

propusieron dar una charla sobre mi trabajo de maestría durante el diplomado, a lo

cual yo accedí. Después me presentaron a Roger Magazine, con quien charlé

varios minutos. De esa plática surgió lo que parecía una remotísima (y hasta

entonces, para mí, impensada posibilidad) de estudiar el doctorado en

Antropología Social que ofrece la Ibero. Toda mi vida había estudiado en escuelas

públicas, así que pensaba que era casi una consecuencia natural que terminara mi

doctorado en alguna de ellas. Sin embargo, los azares del destino me llevaron

hasta esta institución, la única que tenía un proyecto de investigación afín a mis

intereses académicos. Sólo un par de semanas después de ese primer

acercamiento informal ya estaba sosteniendo entrevistas para ingresar al

doctorado.

¿Qué fue lo que me atrajo? Principalmente el proyecto intitulado “Identidades,

prácticas y representaciones de los aficionados al fútbol en México”, el cual

calzaba perfectamente con mi propósito de continuar bajo esa temática de

investigación, radicada en México y bajo la perspectiva de una ciencia social,

como la antropología. El problema básico al que me enfrentaba (además del

económico, que afortunadamente pudo resolverse de varias maneras) era mi

pobrísima formación etnográfica, condición sine qua non para desarrollar el

doctorado y para formar parte del proyecto. Básicamente me había formado bajo

26

una suerte de matriz “teórica” antes que “empírica”, así que adecuarme a la

investigación in situ y participativa sería el mayor reto personal.

Otro de los problemas era que debía de escoger un equipo de futbol profesional

de primera división y seguir etnográficamente a sus aficionados por cerca de tres

años. Y ahí radicaba el mayor de los conflictos: o salía del Distrito Federal o me

quedaba aquí y le entraba a la investigación del club América. No es que me

estuviesen obligando a hacerlo ni mucho menos, pero los demás equipos estaban

ya bajo la lupa de otros grupos y Roger Magazine acababa de publicar su libro

sobre los Pumas, así que era el América u otro equipo fuera de la capital.

Los que no son aficionados al futbol y más aún los que no son mexicanos y

desconocen las rivalidades futboleras en este país se preguntarán: ¿Y eso qué?

Bien, pues el punto es que yo no le voy al Américae incluso puedo decir que

siempre lo he considerado como el rival a vencer (ya que mis filias futbolísticas se

inclinan por los Pumas) y, a pesar de que tengo muchos amigos que le van al

América, la mayoría de mis amistades son abiertamente antiamericanistas. Al

aceptar la investigación sabía que me estaba ganando, de manera inevitable, la

burla y el escarnio abiertamente melodramatizado de muchos de ellos. Sabía de

antemano, lo cual confirmé posteriormente, que varios me bromearían con: “Qué

se me hace que le vas al América” o “Eres americanista de clóset”.

Haber aceptado la investigación de la afición del club América me significó,

hasta cierto punto, un conflicto personal en mi categoría de aficionado (sentimental

e inscrito bajo la lógica melodramática) en la medida en que mi trayectoria política

de izquierda y mi afición hacia los Pumas de la UNAM, me alejaban

“emotivamente” del americanismo. En algún momento llegué a pensar que podría

27

desistir de la misma. Busqué otros espacios fuera del Estadio Azteca como

fuentes de datos para el trabajo. Así, fui a la Deportiva de la Magdalena Mixhuca a

un campamento-escuela afiliado al club, con la idea de que ahí podría

mantenerme y recabar la información. Busqué amigos de amigos que fuesen

americanistas y platicaba con ellos. La verdad es que todos estos intentos no eran

sino evasiones mal disfrazadas de mis propios prejuicios y sentimientos como

aficionado y mi propia animadversión hacia el club. “Bueno, todo será por la

ciencia”, me decía mientras tomaba fuerzas para ir al Estadio Azteca por primera

vez.

Era obvio que la única forma de realizar la observación directa y participativa de

los “verdaderos” aficionados al club era asistiendo a los encuentros en el Estadio

Azteca. Finalmente, un día a finales de noviembre de 2007, me dirigí hacia allá,

sin saber bien a bien qué pasaría ni cómo lo enfrentaría. Sería el encuentro con el

“otro”. Si bien muchos códigos del aficionado mexicano los compartía ya de

antemano, las razones de estos individuos para irle al América seguían estando

más o menos alejados de mi comprensión. En las afueras del estadio pude

observar a la “tribu” de amarillo y azul, colores del club. Durante varios minutos

antes del inicio del partido caminé sin rumbo fijo sobre la explanada contigua a la

calzada de Tlalpan. Después de reconocer elementalmente el espacio, y

cargándome de valor decidí comenzar una plática. No lo sabía en ese momento,

pero con quienes contacté eran integrantes de la Porra Unión, una de las

agrupaciones conocidas como porras familiares del club. Los tres individuos con

los que conversé se portaron amables y accesibles a mis preguntas. Les dije que

estaba realizando un trabajo de investigación y que me gustaría conocer su

organización más a fondo. Ellos aceptaron.

28

Luego de unas cuantas visitas preeliminares al estadio y en compañía de los

porristas, logré articular algunas de las ideas que eventualmente se plasmaron en

mi proyecto de investigación. Mientras esto sucedía, mis conversaciones con

Roger Magazine y el grupo de compañeros de la Red de Investigación sobre

Deporte, Cultura y Sociedad fueron perfilando aún más la propuesta investigativa.

Mis iniciales temores, reticencias y animadversión no se disiparon, ni mucho

menos, pero pude contenerlos y enfocarlos “objetivamente”.

Poco a poco avancé en el terreno. Conocí a más informantes y después de

varios meses ingresé también al espacio de las llamadas barras, que son las

agrupaciones compuestas por jóvenes varones, conocidas y autorepresentadas

como violentas, desmadrosas, vandálicas y hasta delincuenciales. En este

sentido, tuve la suerte de contar con un excelente guía. Gracias a sus contactos

pude acceder a algunos de los intersticios de la organización llamada RK. Con

ello, desde mi perspectiva, estaba cubriendo un amplio espectro de aficionados,

tanto organizados como no organizados.

La metodología del estudio

El Estadio Azteca es un espacio abrumador. La cantidad de gente y actividades

que se pueden observar son múltiples y muy variadas. Lograr la concentración en

alguno de los elementos no es una tarea sencilla, por más básico que parezca. Sin

embargo, sin obviarlo, sabía que las acciones “dentro” de la cancha no eran las

prioritarias, aunque determinaran mucho de lo que sucede en las gradas, así que

decidí no concentrarme en ellas.

29

El proyecto “Identidades, prácticas y representaciones de los aficionados al

fútbol en México” señalaba que su objetivo general era “analizar las

representaciones, prácticas y formas de organización social de los aficionados de

distintos equipos profesionales de futbol en México, con la intención de [acercarse]

a la construcción de las identidades de género, edad, clase social y, en particular,

locales-regionales que surgen a partir de la adscripción a distintos equipos”. Yo,

de hecho, ya estaba trabajando con una organización formal e instituida de

aficionados, lo cual me permitía recabar datos precisamente sobre sus prácticas

específicas como aficionados.

El estadio es un lugar en el cual no se pueden desarrollar con facilidad muchas

de las técnicas para recabar información. Es difícil, incluso, introducir papel y

pluma ya que en algunos espacios está muy restringido el ingreso de casi

cualquier instrumento que pueda ser considerado peligroso (y los bolígrafos son

considerados así). Las cámaras fotográficas y de video tampoco son fáciles de

llevar dentro, aunque muchas veces lo pude hacer sin mayores contratiempos. De

esta forma, la mayor parte de la información fue recabada mediante observación

directa y pláticas informales que al final del día eran vertidas en un diario de

campo. Varias fotografías y algunos videos me ayudaron a recabar más datos,

pero fueron mis observaciones y conversaciones informales las que me

permitieron obtener la mayor parte de mi información.

Integrantes de la Porra Unión y del RK fueron mis informantes claves y casi

exclusivos en el conocimiento del mundo del aficionado americanista. Sus pláticas,

anécdotas, comentarios, gestos, actitudes y, por supuesto, el “amor hacia” club

América fueron la médula informativa de este trabajo. Asistí a cerca de treinta

partidos del club América de los campeonatos nacionales en el Estadio Azteca,

30

incluyendo cinco encuentros con equipos sudamericanos, correspondientes a la

Copa Libertadores de América. Además presencié tres encuentros del club

azulcrema contra los Pumas de la UNAM en el Estadio de la Ciudad Universitaria.

Uno contra el Cruz Azul en el Estadio Azul. Otro contra el Puebla, en Puebla. Uno

más en el Nemesio Diez de Toluca. Y uno contra el Guadalajara en el Estadio

Jalisco de aquella ciudad. La mayoría de las veces fui en medio de la Porra Unión

o del RK, pero algunas otras me distancié de ellos para observar desde otros

puntos de los estadios. En dos ocasiones visité las instalaciones del club: una para

ver el proceso de obtención de la credencial y otra para ver el entrenamiento del

equipo.

Además de los múltiples encuentros y entrevistas con mis informantes claves,

realicé cerca de cincuenta entrevistas cortas a aficionados de los equipos rivales,

con la finalidad de obtener respuestas rápidas y poco meditadas sobre el club

América, lo que me permitió darme una idea del imaginario y discurso

antiamericanistas en nuestro país. Los resultados de esas entrevistas se verán

plasmadas a lo largo de la tesis.

En muy pocas ocasiones conviví con los aficionados “fuera” del espacio

restringido del estadio. Fueron dos veces que tomé cerveza con los integrantes de

la porra y una sola con los de la barra, pero esas sesiones fueron interesantes en

la medida en que logré conocer a sus simpatizantes. Asistí a una reunión general

del RK en la que se trataron temas organizativos de gran importancia par sus

integrantes y a un ensayo de su murga.

También realicé entrevistas semiestructuradas y a profundidad a personas

ligadas de una u otra manera al americanismo. Hice una entrevista a un alto

31

mando de la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal que me dio información

acerca de la forma en que se organizan los llamados “operativos” policíacos y de

seguridad en los partidos que se llevan a cabo en el estadio. Visité los hogares de

un par de aficionados americanistas que siguen al club por la televisión. Vía

internet entablé una plática de cerca de dos horas con el líder y fundador del RK,

quien actualmente radica en la ciudad de Barcelona, España.

Mediante las llamadas “redes sociales” que se publican en internet, tales como

Facebook y Fotolog, Metroflog, Youtube y varios “blogs” me fue posible seguir de

cerca a los integrantes del RK, quienes son asiduos usuarios de esos servicios.

De forma periódica y sistematizada pude leer comentarios, ver fotografías y videos

que de forma masiva e incesante “suben” los integrantes de las barras mexicanas

y de manera notable los del RK.

La estructura del texto

Este trabajo está conformado por dos partes. La primera de ellas, intitulada

“Afición americanista e imaginación melodramática. Una incursión etnográfica”, es,

como su nombre lo indica, una descripción etnográfica de los sujetos sociales que

forman parte de la afición americanista. En el Capítulo 1 hago una etnografía de

las prácticas y discursos del RK, que se representan bajo los conceptos del

awante, el colorido y el descontrol. Estas prácticas y discursos las ubico en el

contexto del proceso neoliberal, el cual ha puesto fin, o por lo menos ha

obstaculizado fuertemente al Estado benefactor, asistencialista y clientelar del

viejo régimen priísta. Las instituciones de este régimen (escuela, trabajo formal,

familia clasemediera) han perdido relevancia y dado paso a una lógica de vida

precaria y fuera de la asistencia estatal, lo que ha intensificado el repliegue al

32

cuerpo que “aguanta”, resiste y vive al día. Este discurso de exceso sentimental

demuestra con contundencia el sustrato melodramático del aficionado futbolero

contemporáneo, en el cual el amor pasional y descontrolado por el club es la guía

moral que pauta la vida cotidiana de los hinchas.

En el Capítulo 2, los protagonistas son los integrantes de la Porra Unión, una

organización de corte “familiar” y clientelar auspiciada por el propio club. Para

ellos, el amor por el club también es el signo distintivo y con ello se asemejan a los

hinchas del RK. Sin embargo, su amor se expresa bajo preceptos de lealtad,

jerarquía institucional y respeto, idealizados a través de la familia. Están

“credencializados” y por lo tanto institucionalizados por la directiva del club, lo cual

es el blanco de ataque de los integrantes del RK. El sesgo melodramático de su

afición no se plantea tanto en términos corporales sino a través de la idealización

de los roles familiares y de las solidaridades y sujeciones que ésta determina, bajo

un precepto de patronazgo y jerarquía sólidamente constituidos. Serán las

prebendas y el flujo de bienes simbólicos de arriba hacia abajo el pilar que

estructure este tipo de organizaciones.

En el Capítulo 3 hago un recorrido etnográfico en campo, es decir, en el estadio

mismo. Recreo los espacios de consumo y los intersticios de la afición

americanista a lo largo de un día de partido. El Capítulo 4 cuatro es un breve

ejercicio etnográfico de una salida con la Porra Unión hacia Guadalajara, en el

cual se pueden entrever las tensiones sociales del regionalismo mexicano a través

de la afición futbolera.

Con el Capítulo 5 se cierra la primera parte. En él analizo la forma polarizada,

es decir melodramatizada, en que la liga profesional de futbol está planteada para

33

los aficionados: americanistas contra antiamericanistas. Una relación de amor y

odio que deja entrever posiciones políticas y visiones ideales de sociedad.

Mientras los segundos acentúan la relación del club con Televisa y el régimen

presidencial y, por ende, con la corrupción y el trasiego vertical de favores, los

primeros se identifican con la aspiración superlativa del club y gustosamente

aceptan el odio de sus rivales.

La Parte II “El melodrama como espectáculo mediático” pretende hacer una

revisión retrospectiva de la forma en que la élite ha impulsado productos culturales

en una lógica de modernización nacional y nacionalista. En primer lugar, en el

Capítulo 6 planteo una mirada histórica de cómo se conformó el llamado clásico

de clásicos del futbol profesional mexicano entre el Guadalajara y el América. En

el Capítulo 7 realizo una revisión de la forma en que la producción de los

espectáculos corren de forma simultánea con la creación y educación sentimental

del espectador per se, hasta antes de la llegada de la televisión. También abordo

cómo se fundó y constituyeron el club y la liga profesional de futbol antes de que

Telesistem Mexicano-Televisa comprara al América.

El recuento histórico termina en el Capítulo 8, en el cual abordo la llagada de la

televisión al futbol profesional y cómo a partir de ese momento, tanto el club

América como la liga profesional cambiarán radicalmente de derrotero. Mi

retrospección va de 1959 hasta la llegada de Emilio Azcárraga Jean a la

presidencia del consorcio televisivo y por lo tanto abarca el cambio del régimen

priísta y la era neoliberal.

34

PARTE I AFICIÓN AMERICANISTA E IMAGINACIÓN MELODRAMÁTICA:

UNA INCURSIÓN ETNOGRÁFICA

35

Capítulo 1 El awante según el

Ritual del Kaos

La diversión genuina (ironía, humor, relajo) es la demostración más tangible de que, pese a todo,

algunos de los rituales del caos pueden ser también una fuerza liberadora.

Carlos Monsiváis en Los Rituales del Caos (1995)

Una primera aproximación al RK

El RK es una de las organizaciones de aficionados conocidas como barras o

“hinchadas” populares y juveniles. Este grupo practica una exacerbación de los

discursos y las prácticas que se asumen como eminentemente corporales y que

giran alrededor del concepto social del “aguante”. Los ritualeros, como ellos se

autodenominan, enfrentan a la “autoridad” (genérica y que puede asumir la forma

de la directiva, el gobierno, la familia, las “buenas costumbres” o las prácticas

saludables o meritorias). Este enfrentamiento se conecta con un factor muy

importante de su discurso y práctica: la “violencia”.

En cualquier caso, el asunto de la violencia dentro del RK es un elemento muy

complejo y cruza irremediablemente todas sus facetas, desdoblándose o

realizándose alrededor de ciertos (y muchas veces ambiguos) discursos,

símbolos, identidades y representaciones masculinas-masculinizantes.

Obviamente, la carga socio-cultural del americanismo y sus consecuencias en el

conjunto de rivalidades futbolísticas en el México contemporáneo ha sido son un

afluente discursivo y pragmático muy importante del factor violencia y de las

prácticas sociales de los ritualeros, los cuales adjudican al club la grandeza,

36

superlatividad y cierta “villanía” impuestas por la directiva, incrustado bajo la lógica

narrativa de la imaginación melodramática.

De igual forma, como se verá, los discursos y prácticas de los ritualeros están

conectados con una lógica que se contrapone a la idea del corporativismo y el

patronazgo que identifican con claridad en las porras familiares y en las otras

barras auspiciadas por el club. En ese sentido, estos discursos de los ritualeros

son altamente individualizantes y anticorporativos pero (casi siempre) reducen su

diatriba antiautoritaria a la dimensión corporal: los tatuajes, el exceso del consumo

de alcohol y sustancias inhalantes van en esa dirección.

Si bien reivindican su propio agrupamiento, desestiman casi cualquier otra

forma de organización y sus prácticas sociales como aficionados-espectadores

están cruzadas por consumos y ostentaciones culturales de aquello que perciben

como riesgoso y extremo, o en sus palabras como prácticas “suicidas”, “excesivas”

o “pasionales” y, por ende, sólo experimentadas en cuerpo propio. Así, el riesgo

acompaña al aguante, y entre mayor sea el riesgo mayor es la potencial

recompensa, siempre reconfigurada por el cuerpo en forma de emociones. Si la

vida social previa al neoliberalismo propugnaba por una sociedad que disminuyese

el riesgo personal y colectivo, el neoliberalismo exalta el riesgo y lo estimula,

aseverando que mayor será la retribución económica. Pero esta será una

experiencia individual por excelencia. Por último, la afición del club cuenta con tres

barras. Por un lado, dos que reconoce el club: “La Monumental” y “El Disturbio”.

Por el otro, la que no es reconocida por la directiva del equipo: El “Ritual del

Kaos”. El RK, también autodenominado como la “hinchada”11 popular o “del 48”12,

11 Ver Glosario de Términos.

37

es una agrupación juvenil y, básicamente, varonil que alienta al club América

desde la tribuna norte del Estadio Azteca. Dependiendo del partido (y de la

temporada) he podido observar desde unos doscientos o trescientos integrantes

hasta unos dos mil jóvenes, aunque debo admitir que es muy difícil contabilizarlos

ya que no tienen un padrón ni una lista verificable de integrantes, además de que

hay una gran laxitud para ser parte de sus filas. De hecho, sus números son

veleidosos y cambian de partido a partido. Debido a conflictos internos y con la

directiva, he presenciado rompimientos y desbandadas que han mermado el

número de sus integrantes.

Figura 1. En la tribuna con el RK

12 Se le conoce así porque dentro del Estadio Azteca se ubica en el sector del túnel 48, en la parte

alta, conocida como la zona de precio popular.

38

A contrapelo de lo anterior, el autodenominado “núcleo” o “primera fila”, un petit

comite, es el que le da sentido y coherencia a la organización. Son cuatro (a veces

cinco) los jóvenes que pertenecen a este selecto grupo. Ellos establecen los

criterios generales del RK, sus ramas organizativas, actividades cotidianas,

discurso, etc. Aunque de entre todos ellos, Efraín o el “Pardo” (a su grupo cercano

de amigos se le conoce como la “Banda del Pardo”) es el líder indiscutible.

Algunos de los subalternos se refieren a él como el “patrón” y lo consideran el

“cerebro” que mueve al grupo y toma las decisiones estratégicas. También están

el “Chapis”, quien está más avocado a tareas administrativas y de mercadeo de

productos de la propia barra. El “Chetos” que se encarga de varios aspectos de la

logística y de la musicalización, lo que lo convierte en el líder de la banda musical

del RK: “Los Rompe Canchas”. El “Impa” es un “hombre fuerte”, encargado de

“asuntos” que requieren de fuerza física, aunque también realiza actividades

administrativas y logísticas. El hermano de Efraín, conocido como el “Astivia”, por

su supuesto parecido con el ex-jugador de club, a veces se le puede considerar

como un integrante más de la “primera línea”, aunque es uno de los integrantes

más agresivos y combativos de la agrupación. En una “segunda línea” se

encuentran el “Pete”, ágil y hábil organizador logístico; y Dany (uno de mis

principales informantes). A finales de 2010, el “Isma”, uno de los integrantes del

“núcleo” y líder de la agrupación en varios de los barrios al norte de la ciudad se

escindió con un buen número de elementos, quienes ahora forman parte de las

barras La Monumental y El Disturbio.

La diversidad de actividades que tienen los integrantes de la barra hace de ésta

una organización sumamente compleja. En los días de partido, a las afueras del

Estadio Azteca instalan un puesto de venta de artículos “oficiales” del RK, que

39

ellos mismos producen y diseñas (gorras y camisetas, principalmente); tienen su

murga, los “Rompe Canchas”, con todo lo que esto implica: ensayos, compra de

instrumentos, almacenaje de los mismos en las cercanías del estadio, traslado y

gestión para el ingreso al estadio; realizan viajes fuera del Distrito Federal cada

vez que el equipo juega de visita, lo cual amerita renta del transporte,

convocatorias a través de las redes de comunicación en internet, cobros,

adquisición de boletos; los días de partido en el Distrito Federal, organizan los

viajes dentro de la ciudad desde algunos puntos: estaciones del metro,

básicamente; maquinan y organizan acciones de apoyo al club que no pueden

definirse con claridad bajo un concepto: algunas veces, como son clandestinas y

contrarias a la legislación y reglamentación vigentes en el Distrito Federal y en el

estadio, simplemente son convocadas como “lo que haremos por el club”, “lo que

se viene el próximo domingo” o “lo que le darán al club”. Sobre todos estos

aspectos ahondaré en este capítulo.

Recurriré nuevamente al relato etnográfico para plantear con más detalle

algunas de estas cuestiones y simultáneamente elaboraré una discusión sobre

ellos.

Un día con los “Patanes”

Ese día fue martes. El América jugó contra el Nacional de Uruguay, uno de los

equipos latinoamericanos más reconocidos. Es un juego de Copa Libertadores, el

torneo de clubes con más prestigio en América Latina. Desde hace algunos días

había quedado con Dany, mi principal informante, de ir a ver el juego. Él es mi

“amigo” en Facebook y varias de nuestras comunicaciones las hemos realizado

40

por este medio, del cual muchos de los integrantes del RK son asiduos. Dany es

un joven menor de edad, apunto de cumplir los 18 años. Tiene más de un año que

lo conozco, desde mediados de 2009. Me lo presentó Mauro, un sociólogo

fundador y ex-integrante de las barras del club que a su vez conocí por un familiar.

Ambos viven en Santo Domingo, una de las colonias populares más grandes del

sur de la ciudad de México.

Dany estudia en el Bachilleres y hasta hace poco tiempo yo tenía la impresión

de que era un estudiante “ejemplar”, con buenas calificaciones y más o menos

constante en la escuela. Alguna vez me comentó que quería ser sociólogo,

aunque recientemente coquetea con la idea de ser abogado o trabajador social.

Es un chico muy delgado y no muy alto, de 1.70 m o algo así. Las primeras veces

que conversé con él me dijo que no le gustaba beber alcohol ni “monear” y que

para él lo más importante eran el futbol, el América y la escuela, aunque no

necesariamente en ese orden jerárquico.

Su entusiasmo y, podría afirmar, ingenuidad ante los riesgos lo han acercado

notoriamente a los integrantes del “núcleo” o “primera línea” del RK, a tal grado

que Efraín le ha llegado a solicitar que realice ciertas actividades que son propias

de un integrante del “núcleo”, como la distribución de boletos para los jóvenes de

la zona sur de la ciudad. Sin embargo, Dany a veces parece no tomarse eso muy

en serio y me ha dado la impresión de que considera todo lo relativo al RK como

un juego que debe de ser jugado con precisión y estrategia, pero al mismo tiempo

con cierto desenfado.

41

“El Traidor”13, como también he oído que llegan a apodarle a Dany, ha tratado

de consolidar un grupo de “ritualeros” en las colonias del sur del Distrito Federal,

como Santo Domingo, Ajusco y Santa Úrsula, todas ellas conocidas desde hace

unas tres décadas por ser el lugar donde han vivido y se han agrupan grandes

“pandillas” o “bandas” juveniles. Un par de días antes del juego contra El Nacional,

me encontré a Dany conectado al servicio de Facebook:

-Hola, ¿vas a ir al juego el martes? –le pregunté.

-Sí. ¿Tú vas a ir? -me reviró.

-Sí quiero ir y salir con alguna de los grupos que viajan desde algún metro

rumbo al estadio ¿con quién me recomiendas que vaya?

-Ven conmigo y vamos con los de Santocho [Santo Domingo]. Pasa por mí

a mi casa a las 5 y de ahí nos vamos al estadio –me escribió.

Acordé con él y el día martes llegué a su domicilio alrededor de las 17:00 hrs.

Santo Domingo es una colonia popular al sur de la ciudad de México. Sus calles

son “rectas” pero para atravesarlas es necesario esquivar un sinnúmero de “topes”

(reductores de velocidad para los autos), baches y obstáculos que se interponen

en ellas, además de una gran cantidad de perros y transeúntes que, por el

tortuoso y precario estado de las banquetas, caminan por el pavimento de las

calles. Ese día, precisamente, en la esquina de su hogar, un grupo de personas

realizaba un trabajo de compostura del sistema de agua o drenaje (me fue

imposible saber si eran vecinos o personal del gobierno), por lo que la calle estaba

bloqueada con una tina de baño y tuve que acceder a su casa dando la vuelta a la

manzana. Marqué a su celular y le avise que ya estaba ahí. Me dijo que lo

esperara uno minutos. Salió de su casa y nos saludamos. Se sentó por unos

13 El título de una canción del grupo de punk argentino “Vamos perdiendo” es la razón del

sobrenombre de Dany.

42

minutos en el asiento del copiloto de mi auto y me dijo que tendríamos que

esperar a que llegaran un par de sus amigos para, de ahí movernos a otro punto y

aguardar por el resto del contingente.

Al cabo de una media hora llegaron Wilbert y “El Chaparrín”. Ambos vecinos de

la zona y recientemente integrantes del RK. Los dos son adolescentes, pero me

parecieron todavía más jóvenes, aunque: “Así como lo ves, ‘El Chaparrín’ ya tiene

IFE”14, le dice Dany a Wilbert. “El Chaparrín” sonríe nerviosamente ante la mirada

curiosa de Wilbert, quien ronda también esa edad. Los tres visten prendas que los

identifican como americanistas: Wilbert una camiseta blanca “retro” (de los 90’s);

“El Chaparrín” una chamarra con la versión retro del escudo del club, diseñado por

allá de los años 1920. Dany una chamarra azul oscuro con el escudo del club en el

pecho y la leyenda América a la espalda.

Los tres se ponen a platicar acerca de la proximidad de los exámenes de

ingreso a la UNAM. Hablan también sobre mujeres y alguno de ellos cuenta,

mezclando slang, la anécdota de una chica que tuvo que salir en ropa interior a la

calle para recibirlo en su casa, lo cual causa mucha risa entre ellos. Dany se

acerca a mí y me dice que sólo entrará a su casa por una chamarra y entonces

partiremos. Yo me quedo unos instantes a solas con Wilbert y “El Chaparrín”.

Wilbert me dice que va por un cigarro a la tienda y me pregunta si quiero algo de

ahí. Le digo que no y en ese momento se perfila junto con su camarada hacia la

tienda de la esquina. Regresan con par de cigarros mientras que Dany sale de su

casa con una bandera chilena que tiene inscrito el número “8” (en remembranza

14 Tener IFE significa tener la credencial electoral (expedida por el Instituto Federal Electoral, de

ahí sus siglas), es decir la identificación que se sirve para votar en las elecciones y funge como la cartilla de identidad de los mexicanos. Obviamente, sólo los mayores de 18 años cuentan con ella.

43

de Carlos Reinoso, el icónico jugador chileno del club durante los años 1970’s y el

actual director técnico del club) y un largo tramo de tela amarilla. Enseña esos

artículos a sus compañeros, que los analizan con cierto cuidado. Después de eso,

todos subimos al automóvil.

A unas cuadras de ahí, recogemos a un par más de jóvenes. Uno de ellos, el

que parece de mayor edad, lleva unos periódicos en una bolsa de plástico y viste

un suéter de Guillermo Ochoa (el actual portero del equipo). El otro, que me da la

impresión de no tener más de 14 años, viste una camiseta del club. Ninguno de

ellos me saluda al subir auto, más que nada por inhibición que por otra razón.

Llegamos a la Av. Santa Úrsula, a un kilómetro de distancia del Estadio Azteca.

La cita la hicieron con algunos camaradas más que se unirán al contingente.

Esperamos en una esquina, junto a una carnicería que los fines de semana vende

“carnitas” estilo Michoacán y, según escuche decir de los ritualeros, es de la

familia de Javier Cortés, el joven jugador de los Pumas de la UNAM.

Rápidamente, Wilbert, Dany y “El Chaparrín” se ponen de acuerdo para comprar

unas cervezas. Puedo decir que incluso están un poco ansiosos por comenzar a

beber. Como he mencionado, Dany no bebía alcohol cuando lo conocí, por lo que

me sorprende un poco el hecho de que ahora sea él quien tome la iniciativa para

comprar las cervezas. Y no sólo toma la iniciativa, sino que asume el liderazgo,

pidiéndole a Wilbert que “haga la vaca”, es decir que recolecte el dinero entre los

demás jóvenes. Wilbert junta el dinero de las cooperaciones y entonces, con

Dany, cruzan la calle en búsqueda de algunas latas de cerveza.

Mientras tanto yo me quedo con el resto de los jóvenes ritualeros. Mientras

tanto, platico un rato con “El Chaparrín”. Él me dice que acaba de terminar el

44

bachillerato, pero que no quiere continuar estudiando la universidad, sino ingresar

al “Instituto Martell”, una escuela privada de enseñanza musical, enfocada a los

géneros populares. “Me dedico a la composición de música electrónica, por

computadora”, me comenta. Me llama la atención el hecho de que se vea un joven

muy tranquilo e incluso medio introvertido y al mismo tiempo le guste el

“desmadre” de la barra. “A mí me gusta beber, pero no me pongo loco. En el

ambiente musical corre mucha droga y alcohol, pero yo trato de evitar todo eso”,

me dice. “¿O sea que no te gusta mucho el desmadre?”, le pregunto. “Sí, me

gusta el desmadre, pero trato de no pasarme”, me contesta.

En esas estábamos, cuando Wilbert y Dany regresan con las cervezas.

Lograron comprar unas doce. Velozmente se las reparten y al mismo ritmo las

abren y comienzan a beber. En unos cuantos sorbos acaban con la primera ronda

y continúan presurosos con la segunda. En unos diez o quince minutos se han

acabado el lote de cervezas y comienzan con la colecta para conseguir un

segundo. Los dos jóvenes que recogimos al final, van por ellas. Entonces

comienzo a platicar con Wilbert, que ya con dos o tres cervezas ingeridas, se

vuelve mucho más elocuente.

-¿Tú no bebes? –me preguntó.

-Sí, lo que pasa es que ahora estoy trabajando –le contesté y le explico que

estoy realizando una investigación etnográfica, lo cual le atrae y nos toma

unos minutos de plática. Después, ya más en confianza, continuamos

nuestra conversación.

-Yo ahora sólo bebo. Antes me atascaba de cocaína, de piedra, pero ya la

dejé –me dijo. Mi papá es de Mozambique y mi mamá es mexicana, pero

se conocieron en Portugal. Ambos estaban estudiando química. Mi mamá

quedó embarazada y mi papá intentó venir a México, pero al final no le

dieron la entrada por lo que se regresó a Mozambique. Yo no lo he visto

nunca y está difícil que lo vea algún día.

-¿Y ahora estudias? –le pregunté.

45

-Sí, estudio en la Prepa 5.

-¿Y te gusta mucho el futbol?

-Sí, desde que era niño me gustaba y siempre le he ido al América.

En esos momentos, un grupito más de jóvenes ritualeros se acercaron a

nosotros. Dany los recibió efusivamente y le presumió a Wilbert una botella de

brandy “Los Reyes” que uno de los recién llegados llevó. “Mira, te dije que este

cabrón no nos iba a fallar”, señalaba Dany. Con mucha soltura, Dany organizó una

nueva colecta entre los ya cerca de quince ritualeros, pero ahora para los

“chescos”15. Algunos van por los refrescos y de paso traen vasos desechables

para servirse unas “cubas”. Algunos de ellos se sirven los vasos con buenas

fuertes de alcohol y muy poco refresco. Los beben con velocidad, teniendo en

mente que la botella se acaba rápido y que quieren emborracharse lo más que

puedan. La botella de “Los Reyes”, un brandy de baja calidad y precio, se vació en

unos diez minutos. Pronto organizan una nueva colecta “para otro pomo”, pero

algunos de los jóvenes ya están notoriamente alcoholizados. Juntan más dinero y

una nueva comitiva va y regresa en unos minutos, ahora con dos botellas más de

brandy y una de coca-cola.

El “cotorreo” se ha intensificado y los jóvenes ahora hablan con más fuerza.

Juguetean empujándose y de vez en vez se dan una que otra palmada en la

cabeza o en alguna que otra parte del cuerpo. Se oyen risotadas y carcajadas por

alguno que otro chiste, generalmente con connotaciones misóginas u homófobas.

Los vasos se siguen llenando y vaciando a un buen ritmo. Dany se acerca a mí y

me dice entre risas:

15 “Chescos” son los refrescos. En este caso unas coca-colas.

46

-Este güey quiere que lo entrevistes –señalando a un muy joven integrante.

Tiene 12 años –continúa-, pero ya es del núcleo. Así como lo ves, es del

núcleo.

El jovencito, casi niño, viste una chamarra rompevientos color gris y no

mide más de 1.50. Sin embargo, me voltea a ver, en espera de que yo

acepte la propuesta de Dany.

-Cuando quieras, tú me dices –les comento.

En ese instante, alguien le da una palmada en la cabeza y los demás

comienzan a reírse, excepto él, quien reacciona de forma irascible y encara al

joven que lo palmeó. A manera de juego le revira algunos golpes y patadas, pero

todos, con cierta sorna y sarcasmo los inhiben y finalmente el juego termina.

Los vecinos de la zona que llegan a pasar entre el grupo lo hacen apurando el

paso, pero los jóvenes en realidad no los toman mucho en cuenta. Otro par de

integrantes llega al punto. Llevan unos trapos: una bandera del RK-Ajusco y otra

con un águila estilizada que muestra una dentadura felina. Ambos trapos son

colgados en el portón de la carnicería. Pronto, los ya cerca de veinte jóvenes, se

agrupan frente a los trapos y comienzan a tomarse fotografías, posando delante

de ellas. El alcohol que han ingerido es combinado, por un par de ellos, con la

inhalación de solventes y pegamentos, la “mona”,16 como le dicen. Los que inhalan

son un par de jóvenes de los que más tarde llegaron al punto de reunión y que no

han bebido tanto.

Ya son cerca de las 19:30 hrs. y la noche ha caído. Yo desconozco cuál es el

plan, así que le pregunto a Dany qué es lo que van a hacer. Él ya está

notoriamente alcoholizado. “Vamos a ir caminando desde aquí al estadio”, me

16 Ver Glosario de Términos.

47

dice. Uno de los ritualeros trajo consigo un bombo que está en el suelo. Me acerco

a él y pregunto de quién es para iniciar la conversación. El joven de unos dieciséis

años contesta que es de él. “¿Te lo vas a llevar cargando hasta el estadio?”, le

pregunto. “Sí, no pesa tanto”, me dice mientras se coloca la banda a la espalda

para cargarlo. De inmediato, comienza tocar, lo cual provoca los cánticos de sus

compañeros. Los veinte jóvenes comienzan a corear al ritmo del bombo: “Mi

corazón/ pintado bicolor/ te quiere ver campeón...”. Todos menean uno o ambos

brazos al ritmo de su cántico.

“Vamos a cerrar la calle”, grita Dany. Tres o cuatro de ellos descuelgan los

trapos a toda velocidad y sin mayores trámites, todos comienzan a cruzan

temerariamente la calle, obligando a varios automovilistas a frenar drásticamente

sus vehículos. La Av. Santa Úrsula es muy ancha, así que primero paran el tráfico

que va en un sentido. Algunos automovilistas, molestos por la acción de los

ritualeros les gritan y tocan el claxón en señal de protesta y enfado. El joven del

bombo cruza la avenida y los demás lo siguen. Despliegan los trapos y las

banderas, de tal suerte que sin pensarlo, bloquean el tráfico de la avenida que va

en sentido al estadio. Cantan, manotean y brincan. Uno de ellos, probablemente el

que más alcohol ha ingerido, lleva en una de sus manos la botella con el brandy

restante y ya sin combinarlo con refresco bebe directo el contenido de la misma.

Yo los sigo a unos cuantos metros. Muy rápido, unos diez automóviles detienen su

marcha al paso de los improvisados manifestantes. Uno de los automovilistas

comienza a presionarlos con la bocina. El joven con la botella en la mano se

mueve con mucha velocidad hacia él y lo amaga con la botella. El conductor sube

su ventanilla. El joven le sigue espetando acaloradamente y por momentos parece

que va a lanzarle la botella al auto.

48

El contingente continúa avanzando. Algunas personas de los locales aledaños

les gritan o les silban. “Chinguen a su madre, pinches americanistas”, se oyen

insultos desde el otro lado de la calle. De forma inmediata, el joven con la botella

azuza a todos los demás: “Topón, topón”, grita, dando a entender con ello que

quieren pelea. El contingente sale desaforado y cruza la avenida. Los transeúntes

se repliegan con sorpresa. Los más envalentonados son el joven con la botella y el

adolescente del rompevientos gris que dice formar parte del núcleo. “A ver, hijos

de la chingada ¿cuál es su pedo?”, les grita el joven con botella a los ya asustados

peatones. De pronto, la cortina de uno de los negocios se cierra y el joven

finalmente lanza la botella, que se estrella estrepitosamente contra el metal. Los

jóvenes comienzan a gritar excitados y por algún momento me dio la impresión de

que agredirían a los demás peatones, pero la pasividad de estos hace que al final

los ritualeros se replieguen y continúen su marcha. Durante los quince minutos

que dura su recorrido hasta las afueras del estadio, no se divisa a ningún policía.

Ya eran cerca de las 20:00 hrs. cuando finalmente llegamos a la explanada del

Citlali. Había mucha agitación entre los integrantes del RK que ya habían llegado a

esa hora. No pasó mucho tiempo antes de que Efraín, el líder se acercara a mí y

me saludara.

-¿Cómo estás carnal? –me preguntó mientras me dio un abrazo- ¿Ya

tienes boleto para entrar?

-No –le contesté-. Efraín saca un boleto de su bolsillo trasero y me lo da.

-No nos quieren dejar pasar los instrumentos musicales y de hecho están

diciendo que ya no nos dejarán entrar. Vete con el Piradito y observa qué

dice la directiva –me dice a mí y al Pirado.

Este último es un participante más del RK que se encuentra muy cercano a los

integrantes de la “primera línea”, pero que no pertenece formalmente a ese

49

núcleo, por lo que asumo que debe de considerarse como de la “segunda línea”.

El Piradito iba acompañado de su mujer. Ambos eran jóvenes de unos veintiuno o

veintidós años de edad y vestían sendas camisetas del América. Efraín le dio

instrucciones al Piradito y al final le pide que se apure. El Piradito me ve a los ojos

y me dice que con la mirada que nos tenemos que apurar. Toma a su esposa de la

mano y avanzamos hacia la entrada principal del estadio. Ahí, un joven con

cinturones en la mano grita: “No pueden pasar con cinturones. Los cinturones no

pasan”. Yo recuerdo entonces llevar el mío, así que tengo que dejárselo. A cambio

me da una ficha, con la cual podría recuperarlo al final del partido.

Ingresamos a la explanada del estadio y nos catean. Pasamos ese filtro y

entonces nos dirigimos a la entrada de la recién estrenada tienda de la empresa

Nike, la cual se encuentra a un costado de la explanada. Ahí, en una de las

jardineras siempre se encuentra el “Lic.” Ismael Coronado, el personero del club

encargado de las porras y barras. Vamos a paso veloz y yo le pregunto al Piradito:

“¿Oye, pero yo qué voy a hacer? Yo ni quiero ni puedo hablar por ustedes, así es

que sólo voy a escuchar”. El asiente y complementa: “Le voy a decir a Coronado

que eres mi primo de Los Ángeles”.

Llegamos al lugar en donde se encuentra Coronado. Con cierto desdén o por lo

menos aparentándolo, el “Lic.” Coronado saluda al Piradito, a su esposa y a mí. El

Piradito le dice a Coronado que soy su primo y que vengo desde Los Ángeles, a

ver el partido. Él asiente como si nada.

-¿Entonces qué, vamos a poder pasar las cosas? –le pregunta el Piradito a

Coronado, en relación a las banderas y a los instrumentos musicales.

-No, no las van a poder pasar. De hecho, ustedes ya no van a poder pasar

–le responde.

-¿Cómo que ya no vamos a poder pasar?

50

-Ahora van a venir los representantes del estadio, de la Procu17 y de la

SSP18 para platicar y decirte qué se ha determinado.

El Piradito me voltea a ver con cierta sorpresa y continúa su interlocución.

-Pero ¿qué determinación? –pregunta.

-Ya te diremos, pero sólo te adelanto que hoy es el último partido que

suben al [túnel] 48. Se van a tener que bajar con las demás barras –dice

lacónico Coronado.

En esos instantes se acerca un hombre de unos treinta y cinco años con un

conjunto deportivo que lleva los logos del América.

-Hola, mi nombres es Mauricio y soy el representante del club en el estadio

–nos dice. ¿Cuáles son sus nombres? –nos pregunta.

El Piradito duda un poco y finalmente da su nombre. Yo no dudo y le digo mi

nombre. Él apunta los datos en un cuaderno.

-¿Entonces ustedes son los representantes del RK? –inquiere.

-Sí, yo soy el representante –dice el Piradito.

-Bueno, sólo esperemos a que vengan los de seguridad y las autoridades.

Pasan un par de minutos y dos policías uniformados, más una mujer de la

policía judicial (la Procu) y un par de representantes de la empresa privada “Lobo”

(encargada de la seguridad del estadio) se unen a Coronado, Mauricio y el

Piradito. “Bien, ya estamos todos”, dice Coronado.

-Bueno, aquí está el joven en representación del RK. Sólo queremos

comunicarle cuál ha sido la determinación que se ha tomado respecto a

ellos –dice Coronado.

-Sí, en una reunión que tuvimos durante la semana –continúa Mauricio-, se

determinó que el RK va a tener que dejar de ir a la parte alta del estadio y

se tendrá que bajar y credencializarse para poder ingresar al estadio.

-¿Y por qué se determinó eso? –pregunta el Piradito.

17 Se refiere a la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal.

18 Es la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal.

51

-Bueno, pues ya se les había advertido. Ustedes ya sabían que cualquier

otro problema sería el último que se admitiría. La pelea del fin de semana

pasado fue la gota que derramó el vaso –intervino Coronado.

-Pero esa no fue nuestra bronca, incluso nosotros tratamos de pararla y por

eso se armó la madriza19 –dice el Piradito, pero es abruptamente

interrumpido por la policía uniformada.

-Eso no es cierto, ustedes la iniciaron –dice la policía.

-No, así no fue. Un cabrón metió una bengala al estadio y nosotros nos

dimos cuenta y se la quitamos para que no la encendiera. Como sus

camaradas se dieron cuenta nos quisieron pegar y algunos de los nuestros

reaccionaron. Pero al final les dijimos a ustedes quién era él y sus compas

–dice el Piradito a la policía.

-Sí, pero después que se lo habían madreado20 –dice la policía.

-Eso nos costó una multa de $60 mil –dice Coronado. Ustedes sabían que

cualquier otra bronca sería la última, así que tendrás que comunicárselo a

tus camaradas. Van a tener que obtener sus respectivas credenciales y

bajarse a la zona de barras. Al club le está costando mucho que ustedes

estén arriba. Todos los partidos tenemos que desembolsar una buena

cantidad de dinero para pagar a la policía que los cuida en el 48. Y a eso

hay que añadirle lo de las multas –remata Coronado.

-Yo no puedo tomar una decisión por todos mis compañeros, así que

tendré que comunicarles esto que me están diciendo –contestó el Piradito.

-Pues como sea, la determinación está tomada y tanto la seguridad privada

como la del gobierno están al tanto. Cualquier intento de su parte va a ser

castigado –dice Coronado, mientras los policías asienten con la mirada.

La improvisada reunión termina con unos rápidos apretones de manos. El

Piradito está contrariado y toma su celular. Hace una llamada y le informa,

presumo que a Efraín, lo que le acaban de decir las autoridades del estadio, del

club y del gobierno. Toma de la mano a su mujer y apresuran el paso rumbo a las

gradas. El partido ya comenzó hace un cuarto de hora y al parecer el América ya

anotó un gol. Entramos a la zona de las rampas que permiten el ingreso a las

19 Golpiza.

20 Golpeado.

52

gradas. El ascenso es largo hasta la parte más alta del estadio, así que apuramos

el paso.

Como todos los días que he ingresado al túnel 48, un dispositivo policíaco está

desplegado. Otro cateo más y ahora me revisan hasta la cartera. El túnel 48 está

en la cabecera norte, en la parte más alta del estadio y durante todos los partidos

es “aislado” con el dispositivo de la policía. “Si entras aquí tendrás que salir media

hora después”, me dice el policía que realiza el cateo. “Sí, lo sé”, le digo. El

Piradito y su mujer se han adelantado y los alcanzo a la entrada del túnel.

Subimos entre las gradas. Deben estar unos trescientos o cuatrocientos ritualeros

en las gradas. Ahí se encuentran El Impa y el Pete, justo arriba del número 48.

Echo un vistazo, en búsqueda de Dany y su contingente, a quienes les perdí la

pisita hace una hora, aproximadamente. No los veo, así que me acerco a saludar

al Impa y al Pete. El Piradito les está informando acerca de lo que acaba de

platicar en la explanada. Todos se notan compungidos y pensativos. El partido

está en marcha, pero a ellos no parece importarles mucho. Una jugada genera

una exclamación generalizada, y distrae a estos tres personajes, pero no mucho.

El Impa y el Pete, reciben llamadas a sus celulares y se concentran en ellas. El

Piradito se aleja un poco de mí, por lo que yo me quedo al lado de su mujer.

Sin previo aviso, el Pete y el Impa comienzan a agitar sus manos, señalando el

túnel. Se acercan lo suficiente a mí y finalmente logro escuchar: “Nos vamos a

salir. Afuera todos, al 46 (se refieren al túnel). Rápido, rápido, todos afuera”, dicen

el Impa y el Pete. En menos de un minuto, la voz se ha corrido y los cuatrocientos

ritualeros comienzan a movilizarse hacia a la salida. Hay momentos de confusión,

pero de una u otra forma todos parecen saber qué hacer. Yo dejo que salgan, sin

saber qué hacer. Con cierta prudencia, avanzo hacia la salida. Al igual que yo, la

53

policía se muestra completamente desconcertada y observo cómo algunos

mandos de la policía se comunican a través de sus radios, tratando de averiguar lo

qué está pasando y cuál será su respuesta. Salgo por el túnel 48 y en esos

instantes, la mayor parte del contingente de ritualeros irrumpe nuevamente al

estadio, pero ahora por el túnel 46. En la rampa de entrada, observo al Piradito y

al Astivia que platican con mucha efusividad con algunos mandos policíacos.

Yo me quedo a la entrada de los túneles. Nuevamente me encuentro con la

mujer del Piradito. Ella tampoco sabe lo que está pasando y me dice que espera a

su marido. Mientras me está explicando cómo el contingente rompió el débil cerco

policial, nuevamente el grupo de ritualeros sale a toda velocidad por el túnel 46. La

policía sigue sin dar respuesta, por lo que su salida es en absoluta calma y sin

oposición policial. A unos veinte metros observo un grupito policial, pero al ver a

los ritualeros salir del túnel no hacen nada por impedirles el paso. Se dirigen hacia

el túnel 43, fuera del cerco metálico que divide la parte alta del estadio entre la

zona de acceso general y aquella en donde se ubica el RK. La policía

simplemente se encuentra pasmada y no logra responder a los movimientos del

RK.

Ingreso nuevamente a las gradas y observo lo que está sucediendo. El

contingente de ritualeros se ha acomodado en medio del público general. Muchos

de los asistentes “normales” se notan desconcertados y comienzan a retirarse de

la zona. El primer tiempo del encuentro está por terminar y los desplazamientos

del público general y de ritualeros se han intensificado en la zona. La policía sigue

en completo pasmo, aunque parece que comienzan a organizar la respuesta y

comienzan a cercar al contingente ritualero. El primer tiempo termina.

54

El RK aprovecha el entretiempo para consolidarse en una zona. Además, sin

tener idea de dónde los sacan, comienzan a repartir globos amarillos entre sus

filas y el público general. En un par de minutos, cientos de globos han sido

repartidos e inflados. También, sin saber cómo ni por dónde, los ritualeros lograron

introducir bombos y trompetas, por lo que comienzan a tocar algunas de sus

canciones.

La policía finalmente logra “encapsular” al contingente, aunque de manera

parcial, ya que la zona que ocupan es mucho mayor a la del túnel 48, por lo que el

número de elementos de la policía son insuficientes. El segundo tiempo comienza

y la situación llega a “normalizarse”. Al final no hay enfrentamientos con la policía

y el partido transcurre sin mayores incidentes. Al día siguiente, sin embrago, en el

Fotolog de Efraín, se lee:

LA LUCHA DE DEFENDER NUESTRA PASION Y EN LO QUE

CREEMOS.

EN PLENA [Copa] LIBERTADORES, LE DEMOSTRAMOS A LA

DIRECTIVA QUE EN [sic] ESTA BANDA CAMINAMOS TODOS JUNTOS,

QUE AHORA ELLOS PEDIRAN HABLR [sic] CON NOSOTROS, LA

DIRECTIVA Y LA POLICIA AHORA PENSARAN 2 VECES CUANDO

QUIERAN REPRIMIR LA ENTRADA DE BANDERAS E INSTRUMENTOS

DE LA BANDA...

EL DOMINGO REGRESAMOS AL 48, EL 48 ES TODA LA CABECERA

NORTE POPULAR.

GRACIAS A TODA LA BANDA QUE FORMO PARTE DE ESTA

PROTESTA, PROTESTA PERO SIEMPRE ALENTANDO Y SACANDO LA

VICTORIA DE 2 A 0.

DIRECTIVA A NOSOTROS JAMAS NOS PODRAS CONVENCER, POR

QUE NOSOTROS NO VAMOS POR UN LUCRO A LA CANCHA

ESTA BANDA SE MUEVE SOLA!!

ESTA BARRA ES DE TODOS.

SIGUE MANIPULANDO A TUS CREDENCIALIZADITOS!!

UNA ABRAZO HERMANOS.

55

LARGA VIDA RK 48 (usuario criminal_soccer, ver información de internet

en la bibliografía).21

Este conflicto físico y de intereses en el estadio se emplaza bajo una lógica de

excesos sentimentales y de violencia. Quiero abordar ahora, antes de regresar a

la etnografía del RK, algunas aproximaciones teóricas sobre la violencia y su

conexión con la imaginación melodramática que pueden observarse

La violencia ritualera: una revisión teórica

El tema de la violencia es la expresión social más categórica, visible (y

visibilizada) de lo que yo asocio con el imaginario melodramático de la afición

futbolera, el cual cruza simbólica y prácticamente a toda la sociedad mexicana.

Mediante las clasificaciones (y descalificaciones) polarizadas y estereotipadas que

ofrece el discurso social basado en las desigualdades de clase y género, atadas al

imaginario melodramático, los jóvenes organizados en la hinchada del RK

desarrollan prácticas contestatarias de valores y moralidades que ellos consideran

caducos o plenamente autoritarios. En primera instancia, los aficionados del RK

han sido estereotipados bajo etiquetas de “barbarie”, “animalismo”, “pseudoafición”

y “salvajismo”.

Las prácticas sociales de los aficionados ritualeros son una constelación de

elementos “pasionales” y de muestras de “amor por el club”, las cuales caen en la

lógica de una exacerbación sentimental, una polarización de identidades y ciertas

21 N.B.: Todas las citas de los diversos portales de internet como Fotolog o Facebook los he

transcrito tal cual los escribieron sus autores. Quedará claro que las reglas gramaticales y ortográficas convencionales no fueron aplicadas casi nunca en esos escritos. Sin embargo, he optado por mantenerlas así en la medida en que forman parte de la propia condición social de los integrantes del RK. En los casos en los que la escritura es demasiado complicada para entenderse, realizo una “traducción” a pie de página.

56

características morales del comportamiento masculino. Más que una “carencia de

metarrelatos y de un principio integrador de lo social” (Santos, 2003: 78), pienso

que lo que la hinchada americanistas nos muestran es, en primera instancia, el

repliegue hacia y, en segundo lugar, la transformación de formas alternas de

relatar la historia y la cotidianeidad de sus vidas.22

Sin embargo, esa violencia la encuentro como un recurso discursivo, narrativo y

pragmático que pone en juego valores que provienen de una trayectoria histórica

más larga y que se enlaza con imaginarios sociales que dan sentido a la vida

cotidiana de los hinchas. Como producto consumible, elaborado por los medios de

comunicación, el melodrama ha encontrado muchos formatos (folletines,

historietas, radionovelas, telenovelas, canciones, películas, etc) que son, a su vez,

el resultado de una forma de socialización popular. Mucho se debate sobre la

posible conexión cristiana (sacrificial y pasional, pero finalmente redentora) del

melodrama como forma vulgarizada de la tragedia de origen griego (hagiográfica y

extraordinaria). No es mi intención abordar esta discusión. Quiero señalar, no

obstante, que las características pasionales, sacrificiales y violentas del hincha del

RK no es el resultado de un proceso de individualización, hipermercantilización del

futbol (como producto cultural) ni de la expansión del tiempo de ocio entre los

individuos. Son más bien características que están tamizadas por un

22 Es parcialmente cierto que: La violencia ‘hard’ [entendida como violencia física], derivada de la

indiferencia por lo real y por el vacío del sentido, en una sociedad estimulada por modelos individualistas y hedonistas, invita a [los hinchas] a vivir intensamente el presente, incitando a una criminalidad sin proyectos, sin ambiciones, en la cual hay una desproporción entre los riesgos y las ganancias y entre un fin insignificante y medios extremos. También porque, al procurar aumentar la responsabilidad de los individuos, el proceso de personalización basado sobre la lógica ‘cool’ [la violencia simbólica y sutil] sigue por otros caminos el trabajo secular de la exclusión y la relegación [de los sectores populares]” (Santos, 2003: 77).

57

dislocamiento de los actores sociales “tradicionales” del doble tiempo y espacio de

la trama melodramatizada que se engarza al futbol.

Por un lado, el dislocamiento y pérdida de la centralidad del actor on stage, en

este caso los hacedores tradicionales del espectáculo futbolístico: los jugadores,

entrenadores y árbitros. Por el otro, y en consecuencia, el dislocamiento y

centralidad del agente observador off stage: el espectador-aficionado. La trama

social compuesta por estas dos escenas simultáneas, y en muchos aspectos

contrapuestas, del devenir melodramático del futbol requiere de una enorme

circulación simbólica, física y comercial de emociones (de ciertas emociones). Son

las coordenadas sociales del amor pasional y el sufrimiento físico (el aguante),

además de la caracterización más o menos estereotipada de los actores del

sistema de rivalidades futbolísticas lo que le da sentido a la cotidianeidad y de los

ritualeros americanistas.

¿Violentos, desmadrosos o melodramáticos?

El problema de la violencia, en particular el de la violencia que pude identificar

etnográficamente en torno a los aficionados del RK es de nuestro interés. Por un

lado, algunos autores han estado interesados en la manera en que la práctica

deportiva, hija de la modernidad, ha sido causa y efecto del llamado proceso

civilizatario, el cual es una forma alternativa de nombrar a la modernidad. Además

de la función complementaria de proporcionar ejercicio físico a la población con

tendencias sedentarias en las sociedades “altamente industrializadas”, el deporte

cumple una función de regulación de las tensiones, conflictos y potenciales

irrupciones violentas (Elias, 1995).

58

Sin embargo, señala Elias que cuando la línea del juego placentero derivado del

ocio moderno, que por múltiples razones ha sido mercantilizado y llevado al plano

del espectáculo profesional, es rebasada y deja de ser un ejercicio mimético de la

emoción (casi adrenalínica), entonces el ensayo “civilizatorio” que ofrece el

deporte deja de serlo y se convierte en un problema de control social y policíaco.

De forma el fenómeno de la “deportivización” surgió y consolidó nuevas formas de

expresar la individualización creciente de la sociedad moderna, aportando, a decir

de Elias, una poderosa fuerza de disciplinamiento. Pero el proceso civilizador no

avanza linealmente hacia el “progreso”; éste está saturado de contradicciones y

contrasentidos. De discursos y prácticas “anacrónicas”, como lo señala Martín-

Barbero respecto al melodrama23.

En este tenor, Dunning, alumno de Elias, establece una tipología de la violencia,

en general y la distingue con ocho características a saber: 1) que sea real o

simbólica; 2) que se realice como un “juego” o que sea “real”; 3) con armas o sin

ellas; 4) si es con armas que haya contacto físico; 5) intencional o accidental; 6)

con o sin provocación; 7) que sea legítima, reglamentada y normada o ilegítima y

no cumpla reglas o normas y 8) que sea “instrumental” o “expresiva” (1995: 273-

274).

En una clara línea neo-evolucionista, Dunnig plantea que la violencia puede ser

entendida bajo la lógica durkheimiana que divide las sociedades entre aquellas

basadas en la solidaridad mecánica y la solidaridad orgánica. Precisamente es

23 Según Walter: “Martín-Barbero hace hincapié en el hecho de que ciertas matrices culturales de

la tradición siguen teniendo vigencia de tal manera que en lo melodramático, ‘una narrativa anacrónica conecta con la vida de la gente’. Esto quiere decir, Martín-Barbero distingue el melodrama en cuanto a género, y ‘lo melodramático’ como un fenómeno performativo en el cual interactuan (sic) matrices culturales con formatos (técnicos o industriales) de la comunicación sobre la base de un determinado núcleo narrativo” (2002: 215)

59

aquí donde el problema de la violencia asociada a los deportes, dentro y fuera de

la cancha irrumpe como un problema de investigación. La hipótesis que lanzan los

integrantes de la escuela de Leicester es la siguiente: el violento comportamiento

de los aficionados (y los practicantes) contemporáneos del futbol es el equivalente

al de sus ancestros medievales, pero entremezclado y sobrepuesto al de la

práctica “civilizada” del futbol reglamentado y moderno (Dunning, 1995: 293).

No comparto dicha hipótesis, ya que generalmente se asocia la violencia con la

clase trabajadora y su supuesto comportamiento “primitivo”, fincado en los

llamados “lazos segmentarios” de socialización. En buena medida, esta hipótesis

está amarrada y se activa, como ya lo mencioné, gracias al pensamiento

evolucionista, el cual logra dislocar al “salvaje” o “primitivo” del tiempo moderno.

Es decir, “lo que hace significativo al salvaje en el Tiempo evolucionista es que

éste vive en otro Tiempo” (Fabian, 1983: 27). En el caso de la “afición violenta” al

futbol, “viven” ahora, pero se comportan como sus ancestros medievales.

Para Alabarces, los hinchas de futbol viven y se relacionan socialmente bajo el

signo de la violencia (que ellos en varios sentidos generan y a la que están

sometidos), y la cual no puede ni debe explicarse de manera fácil y simplista, sino

a través de una exhaustiva recolección de datos etnográficos y sociológicos.

Muchos de los conceptos y de los vocablos que en la actualidad se usan entre los

jóvenes ritualeros tienen una connotación sudamericana, en especial argentina.

En este país surgió un amplio interés por entender las causas de la violencia

futbolística. A finales de la década de los sesenta, se ubica el fenómeno de las

llamadas barras bravas y sus secuelas sociales. Con el asesinato del joven Héctor

Souto (Alabarces, 2004: 25), en 1967, los medios de comunicación y la policía

“inventan” el concepto de “barrabrava” y de paso permiten la llegada concomitante

60

de la represión ilegal e ilegítima del Estado en los estadios de futbol. La

representación (mediática y social) del aficionado argentino de futbol comenzó a

dejar de situarse en el idílico y aséptico espacio creado por el espectador racional

y civilizado, para dar paso al de los “marginales inadaptados, alcoholizados y

drogadictos”, es decir, los “gérmenes, [y] las enfermedades” del futbol, para lo cual

“un único remedio puede ser prescripto y recetado: su expulsión de la sacrosanta

inocencia del futbol” (Alabarces, 2004: 11).

Pero esta visión dicotómica de la realidad social, entre “civilizados” e

“incivilizados” simplemente busca ocultar una realidad mucho más compleja. De

hecho, para quienes detentan el ejercicio “legítimo” de la violencia, es de vital

importancia “deslegitimizar”, perseguir y castigar el uso (de la violencia) a todo

aquel grupo que pueda transgredir esta regla de oro. Bajo esta perspectiva, los

barras han sido colocados en el lado “incivilizado”, “primitivo” y “salvaje” de la

(falsa) dicotomía. Aragón (2007), sostiene que la violencia de los barras de un

equipo argentino, el San Lorenzo de Almagro, dista mucho de ser disruptiva e

irracional. Si hay una explicación posible ante el hecho del comportamiento

violento de los “hinchas”, ésta tiene que hallarse en una lógica de moralidad y de

accionar racional (incluso instrumental) que éstos desarrollan en su práctica

cotidiana. El concepto del “aguante” fue clave para esta interpretación.24

Como queda claro, el “aguante” es una categoría moral que rige las prácticas

cotidianas de los integrantes “barrabravas” argentinos y en buena medida es lo

24 Así, Pablo Alabarces define muy precisamente la idea de ‘aguante’ en oposición a ‘amargura’: el

que no canta si se va ganando o se festeja algún título. También en oposición al ‘puto’, al cobarde, al que ‘no se la banca’. El poseedor del aguante es el ‘macho’, el que aguanta lo que sea, se gane o se pierda. Enfrentar físicamente al otro, aún siendo menos en número, sobre todo cuando se disputan partidos en condición de visitantes en estadios especialmente hostiles, es tener aguante (Aragón, 2007: 31)

61

que le da sentido a su propia vida. Por lo tanto, conceptualizar que el

comportamiento de estos sujetos sociales es “animalesco”, “salvaje” o “primitivo”

no es sino un burdo intento por deslegitimizar las prácticas (en efecto violentas,

pero regidas por cierta moralidad intrínseca) de los aficionados al futbol.

En México, Magazine (2008) ha incursionado en este terreno. Una de las

principales conclusiones a las que llega en el análisis de una porra del club de

futbol Pumas de la UNAM, es la de que el “desmadre” (un concepto relativamente

cercano al del “aguante”) es una práctica que responde a la representación que de

ellos se tiene.25 “Desmadre” es entonces una “tradición” inventada por la

modernidad mexicana, cargada de moralidad y por ende de una lógica social

inherente. Así, para Magazine “desmadre” son “las prácticas juguetonas, pero con

frecuencia violentas y sexualmente agresivas” (2008: 60) de los integrantes de la

porra. Además de esto, el autor señala que su estudio de la porra Plus de los

Pumas, en la década de los noventa, lo llevó a pensar en las similitudes que el

movimiento romántico del siglo XIX tenía con las prácticas de esos jóvenes

aficionados. Retomado a Grenier, Magazine señala que “los miembros de la porra

han desarrollado su visión ideal de sociedad, la cual favorece la expresión

individual libre sobre todo orden impuesto externamente, en el contexto del

fracaso de la estructura social clientelística y jerárquica de México” (2008: 89). De

igual forma, utilizando el argumento de Talmon respecto al movimiento Romántico,

el cual, cita Magazine, “anhelaba no encontrar la misma verdad universal, sino

25 “Los aficionados de los Pumas en general y más específicamente los miembros de la porra están

caracterizados de esta manera: como hombres jóvenes que están enojados por su exclusión política y económica, pero que canalizan este enojo por medio de actos de violencia sin sentido y al azar, causados por su falta de guía para hacer cualquier otra cosa. Debido a estas imágenes, mucha gente considera al estadio como un lugar peligroso para ir, pero al mismo tiempo no ve a estos jóvenes como una amenaza seria para el orden social y la seguridad, precisamente a causa de su supuesta desorganización” (Magazine, 2008: 43).

62

experimentar la realidad de una manera completamente propia. Esto no se iba a

dar por medio del razonamiento, sino a través de la emoción, del sentimiento, de

la imaginación, del instinto, de la pasión, de los sueños y del recuerdo” (2008: 89).

En otras palabras haciendo uso de la imaginación melodramática.

El concepto de la imaginación melodramática toma lugar. Ya he planteado en la

introducción qué entiendo y cómo debe leerse lo melodramático: como un contexto

político y moral que abarca al sistema de rivalidades del futbol profesional

mexicano y a las prácticas sociales de los aficionados. Con en este acercamiento

etnográfico he intentado explicar cómo las prácticas de los integrantes del RK

plantea una exacerbación del performance corporal que busca enfatizar, mediante

la práctica del “aguante”, las características pasionales del amor al club. Lo

paradójico de esta práctica emotiva de lo “pasional” (y por lo tanto entendida como

irracional) es que sólo puede realizarse a través de una práctica moral

sistematizada de masculinidad. Esta práctica sistematizada y reiterativa está

enmarcada en el imaginario melodramático del México urbano contemporáneo.

Para finales de los años ochenta, el modelo de modernización a ultranza

impulsado por la elite gobernante fue reconfigurado por las fuerzas del mercado

capitalista mundializado. Los ideales de un público futbolero amigable y

respetuoso habían concordado con el modelo político-económico del clientelismo y

de la pretendida armonía social encarnada, entre otros, en el ideal de una familia

biparental encaminada al progreso social. Las porras de corte familiar en las

tribunas fueron cuestionadas por las generaciones de nuevos clasemedieros que,

poco a poco, fueron concibiendo sus relaciones de afición por caminos muy

distintos al de la familia idealizada en las gradas.

63

Los jóvenes que de manera abrupta quedaron fuera del sistema de

aspiraciones del progreso social que se había pregonado hasta la década de los

setentas, comenzaron agruparse alrededor de nuevas instancias de organización.

Su visión de mundo, que pretende contraponerse a las prácticas corporativas y

clientelares de la usanza anterior (vinculada con el presidencialismo priísta),

irrumpió en las tribunas. El desmadre y el uso sufriente/pasional/melodramatizado

del cuerpo fue retrolimentado en las tribunas por los fenómenos mundiales del

llamado hooliganismo o barrismo, que poco a poco comienzó a copar los espacios

de las nuevas tecnologías como la televisión satelital por cable y el internet.

Para finales de la década de los noventa, en México, pequeñas agrupaciones y

organizaciones de aficionados juveniles aumentaron sensiblemente el número de

sus integrantes. Surgieron La Rebel, seguidora de los Pumas de la UNAM; La

Monumental y, posteriormente, el RK, aficionados del América. muchas. La

transmisión de recursos simbólicos y organizativos desde Europa y Suramérica

fue notable. Se hablaba entonces de la “argentinización” de las porras mexicanas.

Los medios de comunicación y las directivas de los clubes alentaron esta nueva

forma de organización, ya que en ella veían un potencial aliado en la

comercialización y atracción de más aficionados a los estadios.

Es pues menester hablar sobre este proceso, específicamente el del RK y la

forma en que esta organización fue concebida.

Una breve historia del RK

Como ya lo señalé, el RK es una organización juvenil de apoyo al club América.

Según sus integrantes, tienen 11 años de vida. A finales de los años noventas el

64

club, bajo la presidencia de Javier Pérez Teuffer impulsó la creación de una gran

organización de aficionados que a la postre se convertiría en la barra denominada

La Monumental, la más conocida de las organizaciones juveniles del club América.

El club Pachuca y otros, como los Pumas, ya contaban con organizaciones de

aficionados relativamente distintas a las de las porras familiares y más cercanas a

la concepción de las barras sudamericanas. Muchos jóvenes aficionados

mexicanos comenzaron a interesarse en las formas de organización de las barras

suramericanas y de “ultras”, “tifozzi” y “hooligans” europeos. La interacción

mediante el internet y la mayor cobertura de los partidos europeos y

suramericanos a través de la televisión por cable, aunado a que los equipos

mexicanos (tanto los clubes como las selecciones nacionales) comenzaron a tener

una mayor participación en torneos internacionales como la “Copa “Libertadores

de América” y la “Copa América”, ambas realizadas en países suramericanos,

contribuyeron notablemente a un cambio de concepción relativa a la forma de

apoyar a los equipos.

El “colorido” que esas organizaciones extranjeras le daban a los encuentros fue

forjando un gran ánimo entre las nuevas generaciones de aficionados mexicanos.

Los cánticos, los papeles y las banderas de colores, además de los fuegos

artificiales y el permanente movimiento de los cuerpos se comenzaron a

consolidar en el gusto de los jóvenes mexicanos y pronto confrontaron esos

nuevos patrones de comportamiento con el de la “vieja guardia” de aficionados de

las porras familiares y de los aficionados casuales que, a la luz de las experiencias

europeas y suramericanas, según los jóvenes, se volvieron pasivas y poco

emotivas.

65

Algunos de mis informantes me comentaron que varios jóvenes y adolescentes

que asistían regularmente al Estadio Azteca comenzaron a reunirse en algún

punto del mismo y colocaban una manta o trapo de La Monumental. Esto atrajo a

un incipiente pero creciente número de aficionados, que con el pasar de los meses

llamó la atención de la propia directiva del club. Estos jóvenes, concientemente

buscaban generar un “ambiente” parecido al de las barras suramericanas. Papeles

de colores, largos tramos de tela, algunas banderas, globos y música se

convirtieron en los atractivos de La Monumental.

Un ex-integrante de La Monumental, actualmente de 34 años de edad, me

explicó que para él, las primeras veces que vio a los integrantes de La

Monumental, lo que le llamó la atención fueron los globos, los cánticos que

entonaban y los “brincos que daban”, diferenciándose mucho de los aficionados

que pasaban con las “clásicas banderotas en el estadio” y el “chiquiti bum”26. Él

mismo comentó que no le sorprendió tanto el hecho de ver aficionados realizando

ese tipo de acciones de apoyo al club, ya que conocía a las barras argentinas.

Más bien, lo que le sorprendió sobremanera fue el hecho de que eso ya estuviera

sucediendo en México a finales de los 1990.

Tanto él, como su hermano, diez años menor, pronto se involucraron de lleno

con la nueva organización y sus formas de apoyo, que a decir de ellos “hacía

sentir con mucho más fuerza su pasión americanista”. Desde fines de los 1990, La

Monumental comenzó a utilizar una buena cantidad de los elementos que las

barras suramericanas venían empleando desde algunas décadas atrás: banderas

26 Una de las viejas porras (consignas coreografiadas) de los aficionados al futbol mexicanos es

conocido como el “Chiquití bum”, porque así comienza. La frase completa es para alentar al América: “Chiquití bum, a la bim, bom, ba. A la bio, a la bao, a la bim, bom, ba. América, América, ra, ra, ra”.

66

y trapos, además de fuegos artificiales y globos. Sin embargo, la organización de

viajes fuera de la Ciudad de México también afianzó al grupo.

A mediados de 1999, un pequeño grupo de jóvenes aficionados llevaron “tiras”

de tela muy largas, papel picado y comenzaron a cantar. Según uno de mis

informantes, probablemente el primer canto fue el llamado “Ame, mi buen amigo”,

que para algunos es una copia de un cántico suramericano ya popularizado por

alguna de las barras argentinas. La gran popularidad de La Monumental se basó,

según otro informante, en que quienes la impulsaron estaban interesados en crear

un apoyo al club “de una forma más activa y más participativa en el estadio”. El

mismo informante señala que el nombre de la barra se debe al apelativo no oficial,

pero sí muy popular que se le da al estadio: “El monumental Estadio Azteca”.

Como he mencionado, el crecimiento y popularización de la barra atrajo la

atención de los dueños del club, quienes de forma directa intervinieron en su

organización. Las versiones al respecto son muy contradictorias y confusas, pero

en términos generales se puede afirmar que, al igual que lo hecho por los dueños

del club Pachuca, los del América, sino contrataron los servicios de argentinos

para la organización de La Monumental, por lo menos no obstaculizaron su

llegada. En mis primeras visitas al estadio, en 2008, me fue posible observar la

presencia de un argentino en la organización de la barra El Disturbio, que a decir

de algunos informantes llevaba ya varios años “apoyando” al club en la formación

de las barras “oficiales” del América. No es mi intención determinar el grado de

intervención directa de suramericanos en el proceso de creación y organización de

las barras americanistas, sino más bien señalar que su presencia sí es un

elemento muy claro de injerencia directa de los dueños del club en este proceso.

67

No obstante, el desarrollo de La Monumental acarreó de forma rápida sus

propias contradicciones y escisiones. Sólo unos meses después de la fundación

de La Monumental, un pequeño grupo de adolescentes comenzaron a

autoidentificarse como la Tremenda Monu. El pequeño núcleo inicial de la

Tremenda sigue siendo la base organizativa del RK, es decir, su “núcleo” o

“primera línea”. El nombre de la organización surgió, según “El Chetos”, por el

título del libro del escritor Carlos Monsiváis, Los rituales del caos. Llama la

atención que uno de los líderes fundadores del RK, al cual no conozco

personalmente, y que algunos de mis informantes han identificado como el

creador intelectual de la barra, es un joven de clase media o alta que ha estudiado

la universidad. Incluso, el “Chetos” y Dany me han comentado que Ignacio, el líder

fundador, a pesar de ser bastante inteligente y reconocido por esa característica,

también era rechazado por otros integrantes debido a que era muy excluyente y

aislado. “Chetos” señala que cuando salían de viaje fuera de la ciudad, Ignacio se

iba a la ciudad de destino en su auto, lo que muchos tomaban a mal y con mucho

recelo.

De cualquier manera, La tremenda Monu-RK pasó rápidamente a convertirse en

un grupo que gustaba de identificarse con un discurso y unas prácticas

sumamente incómodas y antagónicas con los demás integrantes de La

Monumental y con la directiva del club. Grupúsculos de diferentes partes de la

ciudad de México y sus áreas aledañas se fueron integrando paulatinamente a la

naciente organización, que ya para el 2000 pasó a denominarse simplemente

como el RK, dejando atrás el apelativo Tremenda Monu.

Los crecimientos de La Monumental y del RK fueron, al decir de mis

informantes, notables en cuanto al número y a la capacidad organizativa. Los

68

registros fotográficos de la primera mitad de la década inicial del siglo XXI que he

podido consultar demuestran que las barras del club crecieron no sólo

numéricamente, sino cualitativamente. Los cánticos y la música (especialmente el

ska, el punk, el reaggeatón y la llamada cumbia villera, de origen argentino); las

coreografías; las banderas con efigies de jugadores insignes del club o con los

nombres de los barrios de pertenencia de los barristas; los fuegos artificiales; el

papel picado y los rollos de papel fueron elementos claramente identificables con

el movimiento barrista mexicano de aquellos años y las del club América pronto

tomaron un rol muy importante en ese sentido. Pero un elemento indispensable de

este proceso, el cual marcó de manera indeleble al RK fue la ostentación de

elementos claramente identificados como “violentos”, transgresores y riesgosos.

Más adelante abordaré este proceso.

El RK se comenzó a perfilar, como una barra distinta a La Monumental, desde

marzo o abril de 1999. Algunos jóvenes (muchos de ellos de tan solo 13 ó 14 años

de edad), portadores de los trapos de: Santa Anita (barrio de la delegación

Iztacalco); los llamados “ATC” (de varios barrios del municipio de Naucalpan, en el

Estado de México); quienes llevaban las insignias de: “Amor eterno”, “Los

Vandals”, “Aguante Verti”, “Aguante, Pasión y Locura” y “La Libre”; de Villa de las

Flores al noreste de la ciudad de México (barrio circundante al municipio de

Ecatepec, el más poblado del país) y “Los Crudos de Culhuacán” entre otros,

tomaron distancia no sólo con la dirigencia de La Monumental, sino con la

propuesta de la directiva de crear una gran agrupación que se denominaría

“Nación Azulcrema”, lo cual implicaría el control de la misma por parte de los

dueños del club. La Monumental sufrió también varios cambios de liderazgo. Me

han comentado que un argentino de nombre Tobías fue, probablemente

69

“contratado” por la directiva del club, el primer líder de esta agrupación. Los

conflictos internos pronto lo sacaron de esa posición, que a la postre fue ocupada

por otros individuos como “Los hermanos Calderas”, Carlos Roberto y Antonio,

igualmente desplazados del liderazgo.

Los conflictos entre los integrantes del naciente RK y de La Monumental fueron

creciendo en la medida en que el RK optó por un discurso “radical”, basado sobre

la lógica de un distanciamiento con “cualquier” tipo de autoridad, incluyendo por

supuesto las de los liderazgos de La Monumental y (sus reales o pretendidos)

vínculos con el club. El conflicto, por supuesto, se decantó, entre otros medios, por

el de la violencia física.

A finales de la década de los 90’s, los adolescentes liderados por El Astivia,

Efraín, Isma, Chetos y Chapis pronto quisieron tomar el control total de La

Monumental. Según uno de mis informantes claves del RK, el motivo principal de

dicha acción fue llanamente “el poder”. En esos primeros meses, el personero del

club, Coronado, alentó el conflicto y hasta se podría presumir que favoreció el

crecimiento del RK. Dentro de esta misma lógica, escuché el rumor, obviamente

imposible de corroborar, de que Efraín había pertenecido a la Rebel de los Pumas

y que había sido corrido de dicha agrupación, por lo que llegó a La Monumental

con afanes de controlarla a través del uso de la fuerza física. No es mi intención

dar por cierto ese rumor, ya que el efecto real fue la división del RK de La

Monumental y en todo caso, si Efraín tenía o no una relación anterior con otro

equipo, es irrelevante en ese sentido. Lo importante es señalar que el rumor es

una de las prácticas más comunes que se utilizan para minar la posición de alguno

de los integrantes o de un grupo en particular. De esto hablaré más adelante.

70

En aquellos años, todas las barras se encontraban en la parte alta del estadio.

Sin embargo, las constantes disputas por el control de La Monumental y la

escisión del RK, provocadas por los comunes enfrentamientos físicos y verbales

dieron pie a la separación de ambas barras en secciones distintas del estadio.

Varios hechos de “violencia” (riñas fuera y dentro del estadio) consolidaron la

separación de las barras física como discursivamente. Asimismo, la gran bronca

que se suscitó el 11 de mayo de 2004 en el Estadio Azteca, junto con las batallas

campales entre aficionados americanistas y pumas a finales de octubre de 2005 y

en abril de 2006, a las afueras del estadio de la Ciudad Universitaria y del Estadio

Azteca, respectivamente, se convirtieron en algunos de los eventos que habrían

de marcar el final de lo que para muchos integrantes de las barras fue la “época

de oro” del barrismo mexicano.27

27 El primero de los eventos es comentado así en una nota periodística: “El partido entre América y Sao Caetano de Brasil terminó de una forma muy lamentable, ya que los jugadores de ambos equipos protagonizaron una pelea donde varios fueron los que resultaron lastimados por los golpes físicos que recibieron [...]. Hay que destacar que algunos aficionados saltaron a la cancha para también agredir a los jugadores de Sao Caetano por lo que elementos del cuerpo de granaderos tuvieron que intervenir para poner orden, lo cual tardó en suceder pues los ánimos seguían muy calientes entre los jugadores y cuerpo técnico de ambos equipos.” (Ramírez Álvarez, 2004) El segundo es relatado en un diario mexicano de esta forma: “Al término del partido de futbol entre Pumas y América, 312 personas fueron detenidas por distintas causas, algunos de ellos luego de un enfrentamiento entre porras de ambos equipos frente al estadio Olímpico Universitario. Por su parte, la Universidad Nacional Autónoma de México lamentó los hechos de violencia ocurridos después del partido, a través de un comunicado en el que condenó todo acto que haya puesto en duda la seguridad de los asistentes. Cuando los integrantes de la porra Monumental del América eran desalojados por la Policía Preventiva, un grupo de fanáticos de la Rebel de Pumas, saltaron una de las rampas del estadio y lanzaron un petardo en contra del convoy americanista, lo que provocó la reacción de la policía preventiva, que intervino para detener a los agresores, quienes desataron con ese hecho una riña colectiva frente a la Rectoría de Ciudad Universitaria que duró poco más de 15 minutos y que arrojó un saldo de dos policías y dos aficionados lesionados. Tras el incidente se montó un operativo para detener a los aficionados que viajaban sobre el toldo de los autobuses de la Red de Transporte Público, resultando 280 personas arrestadas, que se sumaron a los 32 aficionados que fueron detenidos en los filtros instalados en las puertas

71

Con el argumento de que los trapos de las barras se había convertido en el

principal problema, debido a que el reciproco “afane” (es decir los asaltos, robos y

riñas para obtener las banderas insignia de barristas de diferentes equipos) y la

introducción de petardos, armas y otros instrumentos en su interior, la Federación

Mexicana de Futbol y algunos de los gobiernos estatales (especialmente el del

Distrito Federal), comenzaron una dura campaña que dio como resultado la

aplicación de una nueva ley, conocida como Ley para prevenir la violencia en los

espectáculos deportivos en el Distrito Federal, cuyo objetivo principal sería “que no

se altere la seguridad ni se ponga en riesgo la integridad de los participantes y

espectadores, [y aplicar] reglas en casos específicos derivados de la violencia en

torno a espectáculos deportivos” (Fernández, 2006b).

de ingreso al estadio, por diversos motivos. Los detenidos fueron puestos a disposición del juez cívico número 23 en la delegación Tlalpan. Al final del encuentro, otro grupo de aproximadamente 300 aficionados del América, fueron escoltados al Estadio Azteca se concentraron en la calzada de Tlalpan en donde apedrearon a automovilistas, donde la policía preventiva del sector Xotepingo los dispersó antes de otro enfrentamiento.” (Fernández, 2005). El último de los eventos es relatado así: “Por lo menos 900 aficionados que asistirían al clásico de futbol capitalino entre los equipos América y Pumas de la Universidad fueron detenidos por la policía preventiva y presentados a los diferentes juzgados cívicos del Distrito Federal. A partir de las 11:00 horas de ayer cuando inició el desplazamiento de aficionados hacía el Estadio Azteca y conforme fueron detectados los camiones y microbuses alquilados y en cuanto los fanáticos fueron sorprendidos viajando sobre el toldo de los mismos, lanzando papel picado, agrediendo física o verbalmente a los transeúntes y tomando cerveza, los camiones fueron detenidos junto con sus ocupantes. A lo largo del domingo hubo detenciones simultáneas en varias delegaciones y los policías debieron cuidar que los aficionados de ambos equipos no se juntaran en las galeras para evitar enfrentamientos. Un menor de edad fue detenido al ingresar al Estadio Azteca cuando llevaba escondido en un tambor 50 bombas de humo, 100 ratones y 65 misiles, según informes de la policía preventiva. Otros fueron detenidos por transportar droga o ingresar al Estadio Azteca en estado de ebriedad, como fue el caso de unos 50 integrantes de la Rebel que fueron sacados de las gradas para evitar provocaciones. A las 19: 00 horas la SSP informó que la cantidad de detenidos era muy cercana a los 900 y el foro de aficionados que ingresaron al estadio rebasó los 60 mil. Para evitar que los integrantes de las porras Ritual del Caos y Monumental del América se encontraran con la Rebel y Ultra, de los Pumas, la salida se espació hasta 30 minutos después de terminado el partido” (Fernández, 2006).

72

Esta ley pretende, entre otras cosas, que los aficionados no ingresen a los

estadios con banderas, trapos, armas o petardos y al mismo tiempo obliga a los

clubes a registrar a todos los integrantes de sus porras y barras en un padrón,

además de exigirles que entreguen credenciales a los mismos. Ahondaré sobre

esto más adelante en el punto sobre la violencia, pero es importante señalar aquí

que el asunto de la “credencialización” de los integrantes de las barras se volvió

una de los asuntos principales para desarrollar el discurso “autogestivo” y

“contestatario” del RK, en la medida en que para ellos, las credenciales significan

el plegamiento a las directrices del club y del gobierno, contra quienes arguyen

estar en completo desacuerdo y enfrentamiento.

Mientras el crecimiento del RK, cuantitativa y cualitativamente tomó efecto en la

primera mitad de la década inicial del siglo XXI, La Monumental comenzó a tener

severos problemas. El fracaso del intento del ex-presidente del club, Javier Pérez

Teuffer, por crear una sola agrupación entre porras familiares y barras,

denominada “Nación Azulcrema” afectó directamente a La Monumental. Una

escisión más del grupo conocido como “La Fenomenal”, dio paso a la creación de

la más reciente de las barras americanistas: El Disturbio. Según algunos de mis

informantes, El Disturbio ha sido un velado esfuerzo de la directiva del club por

tener nuevamente el control de las barras, en especial de La Monumental. A

través de un nuevo nombre (y nuevos líderes), los dueños del club han

desaparecido prácticamente a La Monumental, dejando sólo su mote, ya que los

actuales líderes de El Disturbio son los verdaderos líderes de la otrora numerosa

barra Monumental. Se puede incluso asegurar que este desplazamiento de la

directiva ha buscado mermar al RK.

73

Una separación más de La Monumental, cerca del 2006, con la gente del RK,

mermó la base de aquella y fortaleció la posición del RK en la parte alta del

estadio. El túnel 48 del Azteca, desde entonces se ha convertido en el espacio

simbólico de actuación del RK; un espacio segregado, a partir de la nueva ley, por

cordones policíacos y de seguridad del estadio.

Cuando comencé mi investigación etnográfica a principios del 2008, me fue

muy difícil diferenciar entre las barras y sus discursos y prácticas. En la explanada

del Citlali, podía observar a los jóvenes de las diferentes barras reunirse más o

menos de forma “pacífica”, lo cual me dificultaba observar las diferencias que, con

un poco más de profundidad en la investigación, se pueden identificar.

Sin embargo, a mediados de 2010, en espera de un importante encuentro, en

compañía de tres de mis informantes claves, una “batalla campal” entre miembros

del RK y El Disturbio me hicieron comprender que las diferencias ente ambas

organizaciones era más fuerte de la que había pensado en una primera instancia.

El relato de este suceso y sus connotaciones serán abordados a continuación. La

historia del RK no ha sido exhaustivamente expuesta, pero el breve relato que he

realizado permite comprender un poco la lógica intrínseca a las barras

americanistas al momento de mi incursión etnográfica.

Masculinidad ritualera: el imaginario melodramático de la violencia, el aguante y el descontrol

Ya había señalado con anterioridad que el RK asumió una posición de

radicalidad discursiva con la cual pretenden distinguirse y separarse de las demás

barras del América, de las porras familiares, de la directiva del club y de las

instancias gubernamentales, especialmente de la policía. Los apelativos con los

74

que se ha identificado al grupo así lo demuestran, comenzando con el nombre de

la agrupación: RK. La utilización de la “k” en lugar de la “c”, ya da cuenta de ese

afán diferenciador de las normas, incluyendo las ortográficas.

La agrupación se atribuye un buen número de denominaciones que están

vinculadas a una lógica de fortaleza, desorden, abuso, virilidad, poder, astucia,

embriaguez que denotan una clara lógica masculina y masculinizante: “Los

Patanes”, “Los Ritualeros” (este apelativo lo he visto inscrito en gorras estilo

beisboleras y estilizado a semejanza del logo de la serie de televisión “Los

Sopranos”, que en lugar de la “r” se ve una silueta de una pistola, ver imagen a

continuación), “La Mafia del 48”, “Violentos por Naturaleza”, “La Banda que Nunca

Abandona”, “La Barra que Manda en Dos Países”, “Los Más Bravos”, “Los

Famosos RK”, etc.

Figura 2. Los Ritualeros

A mediados de 2010, como he comentado, presencié una batalla campal entre

integrantes del RK y de El Disturbio. En algún sentido, se podría decir que el

motivo de la riña sería secundario, ya que como la mayoría de las peleas que se

suscitan en este medio, son causadas por aspectos que pueden entenderse como

irrelevantes: rumores o agresiones verbales, por ejemplo. Pero esto es precisa y

75

paradójicamente lo que le da notabilidad al “motivo” de las riñas, es decir, su

aparente irrelevancia. Lo cotidiano y banal es precisamente el espacio social de lo

melodramático y sus efectos.

En este caso, la riña fue causada por un roce físico, un pequeño encontronazo

corporal entre integrantes de un grupo con otro. Es notable que los roces físicos,

tan comunes en otros espacios, como en el transporte público o en la calle, aquí

pueden (y en algunos casos deben) tomar una dimensión y un cariz de

enfrentamiento y exacerbación corporal. Como se dice en el argot popular, ambos

individuos se “cantaron el tiro”, es decir que explícitamente manifestaron sus

intenciones de pelea. Así, la riña uno a uno comenzó rápidamente. Sin embargo,

más rápido que el inicio de la pelea individual, la riña colectiva tomó lugar. Yo

reconstruí los hechos a posteriori, ya que la velocidad con la que se desarrollaron

no me permitió captar la disputa, que por su dimensión me hizo correr a un lugar

seguro.

Desde ese lugar pude observar cómo ambos bandos tomaron piedras, objetos

contundentes, palos de madera y de PVC y los arrojaban con frenesí. Obviamente

se intercambiaron puñetazos y patadas. La policía comenzó una redada y al final

de la disputa atrapó a varios individuos que en primera instancia pensé eran de

ambos bandos. Sin embargo, Mauro, con quien yo me encontraba ese día, me

explicó después que en realidad a los únicos a quienes había aprehendido la

policía eran miembros del RK: “Sólo agarraron a unos seis o siete del RK. Del

Disturbio no apañaron a ninguno. Es que esos cabrones están coludidos con las

autoridades del estadio y de la policía. Por eso siempre se van a sobre los del RK

y les echan la culpa de todos los desmadres”, me dijo con mucha seguridad.

También me enteré de que el protagonista de la riña era El Astivia, hermano de

76

Efraín y conocido por ser uno de los integrantes del RK con más “aguante” y

disposición para los enfrentamientos. En efecto, el motivo inmediato de la disputa

fue una aparente nimiedad, pero en el fondo subyacen muchos elementos de

mayor alcance y que a continuación abordaré.

En primera instancia es menester reflexionar sobre un elemento que, desde mi

punto de vista es sobresaliente: la práctica de la masculinidad, llevada a cabo en

contraposición a la de la femineidad, caracterizada ésta como débil física y

moralmente, sin aguante. Inscrita (y reforzando dialéctica y recíprocamente por el

neoliberalismo) la práctica masculina más notable en los jóvenes barritas del RK

se identifica por medio de varios conceptos y prácticas. El más conspicuo es el

“aguante” (y probablemente englobe a los demás), pero no es el único, ya que

otros como la “locura”, la “pasión”, el “colorido”, el “descontrol/desmadre”, el

“topón”, el “afane”, la “patanería”, la “mafia”, el “sentimiento”, la lealtad, el orgullo y

el honor dan cuenta de las múltiples facetas del desarrollo de una masculinidad

construida socialmente e incorporada (literalmente en los cuerpos de y) por los

integrantes del RK.

La conexión social entre neoliberalismo y el concepto y práctica del “aguante”,

tiene que ver con muchos factores. Hay que recordar que el neoliberalismo de los

años 1990 se consolidó como una ideología político-económica hegemónica en

México, con devastadoras consecuencias en los ingresos monetarios,

prestaciones sociales, derechos humanos y formas de organización social (laboral,

principalmente) de la clases populares mexicanas, primordialmente la urbana en

77

las primeras etapas de inserción en el mercado trabajo28. Con la caída de cerca

del 70% en el poder adquisitivo del salario mínimo, las familias tuvieron que

ocupar a los más jóvenes en actividades laborales remuneradas, desplazándolos

de la escuela. Según Fernández-Vega en México, desde la década de los 1990:

No sólo no crecieron las remuneraciones al trabajo, sino que, por el

contrario, aumentaron las retribuciones al capital: en 1994 la masa salarial

representó el 35.26 por ciento del ingreso total de nuestro país, para

descender en 2009 a sólo el 29.3. En México el excedente empresarial

representó 61.6 por ciento del ingreso total en 2009. Lo anterior se confirma

con la pérdida de 75 por ciento en el poder adquisitivo del salario mínimo

mexicano de 1976 a 2010, resultado de un aumento en los precios de 26

por ciento en promedio anual, contra 21 en el salario mínimo nominal.

(Fernández-Vega, 2010).

Otro efecto, de los más claros, es el debilitamiento del sindicalismo mexicano y

las consecuentes disminuciones en las prestaciones y derechos sociales y

colectivos29. De esta forma, la llamada economía “informal” con nulas o pocas

prestaciones sociales; la venta de drogas; el poco estímulo del crecimiento

educativo y (su vocación productivista y competitiva) han generado cambios

radicales en las formas de organización social y sus expresiones culturales.

28 “Muchos años de investigaciones realizadas por científicos sociales (antropólogos, sociólogos,

sociodemógrafos y economistas) tanto en las grandes metrópolis del país como en ciudades de tamaño medio, muestran que los hogares mexicanos han recurrido al empleo de la fuerza de trabajo para evitar los efectos de las crisis sobre sus niveles de bienestar. Apoyándonos en el conocimiento acumulado, podríamos sostener que la intensificación del esfuerzo productivo de los hogares es una consecuencia directa del deterioro en las condiciones económicas de los sectores más desfavorecidos del país, quienes, para defender sus precarios niveles de vida, no tienen otra opción que recurrir al trabajo femenino, de los viejos, y de los miembros en edad escolar” (Cortés, 2001) 29

“Durante los años ochenta y noventa del siglo pasado el pacto corporativo entre los sindicatos, los empleadores y el Estado se resquebrajó. México abrió su economía tanto en el ámbito regional como en el internacional. De esta manera, la política económica nacional dependió de las exportaciones, principalmente a Estados Unidos, y la atracción de inversión extranjera para estimular la economía y el sistema productivo. En suma: un sistema económico en el cual el poder e influencia de los sindicatos fue perdiendo fuerza progresivamente, ya que el funcionamiento de este modelo los excluía” (Zepeda Martínez, 2009).

78

Pero un efecto (y causa simultánea del poder ideológico y cultural) del

neoliberalismo ha sido la exacerbación de las prácticas y discursos consideradas

como riesgosos30 (los cuales van, por supuesto en conformidad con la clase

social) y corren de la mano con las tendencias al riesgo financiero y la

desarticulación del discurso de la seguridad social y colectiva enarboladas por el

sistema del Estado benefactor. Por ejemplo, los jóvenes ricos o con mayores

recursos económicos experimentan el riesgo por medio de la práctica deportiva

extrema (montañismo, raffting, descenso de montaña en bicicleta, etc). Sin

embargo, los jóvenes de clases bajas o pobres han aumentado sus experiencias

de riesgo a través del excesivo consumo de sustancias y de alcohol, además de

someterse a peleas callejeras y en los estadios.

“Sí, he estado en un chingo de peleas”, me dijo El Chetos en una ocasión.

“Hace unos años, aún más”, me señaló con cierto orgullo. El Chetos, uno de los

integrantes más respetados del RK, es un joven de 22 años y fundador del mismo.

Es un hombre corpulento, incluso gordo, que gusta de llevar pantalones cortos y

camisetas sin mangas. Puedo decir que todas las veces que he conversado con

él, me parece tranquilo, ecuánime e inteligente. Sin embargo, no todas las

relaciones que guarda y las actividades que realiza son tan pasivas. “Hace unos

días, el Efraín que se pone bien (sic) loco”, me dijo. “Ya estaba muy pedo

30 Las prácticas y los discursos del riesgo “[...] funcionan en un contexto ideológico a la par que

reconocen y desconocen diferencias de clase en la toma de riesgo y sus consecuencias. Pero también funcionan como recursos para la auto-configuración. En este sentido proveen experiencias prácticas, ideas y narrativas alrededor de las cuales se generan y popularizan nuevas subjetividades. Incluso aquellos que leen acerca de o ven deportes extremos, estas actividades producen imágenes que los obligan a valorizar aquellas características de los sujetos más valorados en el liberalismo avanzado. Estos discursos no son, sin embargo, simples anuncios de la ideología dominante, sino un lugar de disputa en el que se crean nuevas subjetividades acordes a las nuevas formas de gobernabilidad y al nuevo estatus que tiene la toma de riesgo. Éstas proveen, como ya lo hacían, de acceso y visibilidad a ciertos tipos de mentalidad, destrezas, relaciones y objetivos” (Simon, 2002: 180-181)

79

(borracho) y de repente que se pone a romper los cristales de coches que estaban

estacionados en la calle por la que estábamos caminando. Imagínate, rompió ocho

y nadie lo podía parar. ¡Ocho cristales, loco! ¡No manches, son un chingo y lo que

hubiera costado si nos apaña la tira!”31, aseguró con una gran sonrisa en su rostro.

“¿Y por qué los rompió?”, le pregunté. “Pues nada más; por el desmadre, por la

locura. Ya sabes, cuando activas32 y chupas,33 te descontrolas”, me dijo entre

risas. A mí me dio la impresión de que esas risas denotaban complicidad y que

probablemente Chetos también participó en la ruptura de los cristales. No

obstante, un aspecto que debe recalcarse de su relato es el de su permanencia al

lado de su camarada, a pesar del riesgo que él corría al estar ahí. “Hay que

aguantar, carnal”, sentenció. “Si la tira se aparecía teníamos que estar ahí”,

finalizó.

En un relato más de otro de informante, “aguantar” es una forma de solidaridad,

pero una especial, la cual requiere mostrar, demostrar y, en muchos sentidos,

provocar, buscar e inflingir cierto daño al cuerpo propio y/o ajeno. El informante

relata:

Pues mira, como te dije anteriormente, yo llevo cinco años en la barra. A mí

ya no me tocaron esas épocas donde en verdad se vivían peleas y

acciones cabronas. El movimiento ya había tomado un rumbo más

tranquilón (sic). Pero, sí recuerdo que recién empecé a ir a la barra, en un

partido América contra el Atlas, de regreso, en el metro General Anaya,

habían agarrado a Efraín. La verdad no se por qué. Todo eso adentro del

metro. Entonces la banda se salió del metro. Éramos unos quince. Lo

bajaron a los torniquetes porque ya le habían hablado a la patrulla, y Efraín

quiso zafarse y nos empezamos a pelear contra la policía. Ellos [la policía]

eran unos diez. Logramos zafar a Efraín y de ahí nos tocó correr. Yo iba

31 La policía.

32 Inhalar solventes.

33 Beber alcohol.

80

corriendo, y un güey34 se cayó. Él me trató de agarrar y me logré quitar y

por ayudarlo a pararse pues la policía nos agarró; nada más a él y a mí.

Recuerdo a ese compadre. Era el Ze Nene. La policía nos agarró de

pagadores por la vergiza35 que les habíamos dado. Nos empezaron a pegar

y después nos subieron a la parte de arriba del metro. Ahí había un cuartito

y nos metieron. Nos agarraron a toletazos y zapatazos. De todo. A mí me

quebraron la clavícula y ahí nos tuvieron como una hora. Nos abrieron las

puertas y nos dijeron: “Tienen cinco minutos para irse”. Y pues a correr.

Esa experiencia sí me marcó machín36. Me ayudó a saber que siempre hay

que estar bien pilas37. No me arrepiento porque me agarraron por ayudar al

compadre. Si me volviera a pasar, ¡lo vuelvo hacer!

Queda claro que sin solidaridad, lealtad y (muy importante) visibilidad del daño

y del sacrificio, el aguante de este barrista no tendría ningún valor. En términos

generales, las acciones de “violencia”, físico-corporales o simbólico-discursivas de

los ritualeros tienen una teleología, es decir una racionalidad encaminada a la

consecución de fines ulteriores dentro y fuera de la barra. Para ello, las acciones

deben ser “vistas”, es decir, deben ser notables y entre más daño al cuerpo y/o a

la mente del ritualero, mayor reconocimiento recibirá de sus contrapartes. “Me

quebraron la clavícula” es una declaración que busca el reconocimiento, la

visibilidad del hecho por el que el declarante ha pasado. En el relato, sin embargo,

no todo es grandilocuencia: A Efraín lo atrapó la policía y la respuesta de los

ritualeros fue darle una “vergiza” a la tira y él tuvo que “pagarla” con una golpiza y

un hueso roto. La clavícula fracturada es un “trofeo” de guerra que puede y debe

ser expuesto. Con ello, dentro de la (auto-negada) jerarquía del RK, los

integrantes van ascendiendo en la escala. Ese es precisamente el fin último: la

persecución de posiciones más altas, lo cual repercute en un estatus de prestigio y

34 Tipo.

35 Golpiza.

36 Mucho, con gran fuerza.

37 Atento.

81

en la ampliación de las redes y conexiones para la obtención de recursos que

incrementan recíprocamente el goce mismo del cuerpo a través de drogas, alcohol

o la adrenalina del enfrentamiento físico y verbal, además de dinero y recursos

económicos derivados de los anteriores. En todo caso, esos “trofeos” apuntalan la

práctica de una masculinidad envalentonada y despreciativa de cualquier (real o

imaginaria) debilidad, asociada a la homosexualidad y/o a la feminidad.

El 14 de abril de 2010, América enfrentó a los Pumas de la UNAM. Ese día

asistí al Estadio Azteca con Dany. Nos quedamos de ver en su casa, por lo que fui

por él en mi automóvil. Él se mostraba especialmente nervioso, ya que el partido

contra Pumas es de mucha intensidad. Llegamos a las afueras del estadio y

conseguimos los boletos. Entramos por la explanada de Tlalpan, y previa revisión

subimos al túnel 48. Este es uno de los partidos con mayor convocatoria y que

potencialmente puede generar enfrentamientos de gran escala entre los

aficionados de ambos equipos, por lo que el Gobierno del Distrito Federal

despliega una cantidad muy grande de elementos policíacos. Las medidas de

“seguridad” alrededor y dentro del estadio son muy notorias. Como en todos los

encuentros, el núcleo del RK planea una acción de “colorido”. El “colorido” es un

concepto un poco vago, que incluye desde arrojar papelitos de colores a la

cancha, hasta acciones consideradas como peligrosas (e incluso ilegales) como la

utilización de petardos y fuegos artificiales. Yo había escuchado y leído (en las

páginas de internet por las que se ponen de acuerdo los integrantes del RK) que

se llevaría a cabo una acción “nunca antes vista en alguna otra cancha del mundo”

(usuario criminal_soccer en Fotolog).

De la misma forma que en otros encuentros, la revisión y cateo personal hasta

la zona alta del estadio fue exhaustiva por parte de la policía. El partido, por

82

haberse realizado a media semana y no contar con las mejores alineaciones de

los clubes, no atrajo el número de aficionados que yo pensé. De cualquier manera,

la tribuna del 48 contaba con un regular número de asistentes. Dany, una vez en

la tribuna, se alejó de mí y fue con sus camaradas. Los ritualeros cantaban a

capela, ya que el ingreso de los instrumentos musicales ha sido un problema

constante con las autoridades del estadio. En la cancha, los equipos todavía

realizaban sus ejercicios de calentamiento. De forma sorpresiva, las mascotas de

ambos equipos, “Agui” (del América) y “Goyo” (de los Pumas) ingresaron a la

cancha para jugar unos tiros de penalty. Después, “Goyo” organizó y coordinó el

grito de guerra de los Pumas: un “Goya”. Los ritualeros observaban con molestia

la acción y gritaban y cantaban lo más alto que podían para ocultar la acción

coordinada de los aficionados Pumas. Los ánimos eran a cada momento más

efusivos. El partido comenzó y los equipos simplemente no estuvieron a la altura

de las expectativas y se mostraron bastante tímidos. En las tribunas, por el

contrario, la “batalla” fue mucho más intensa. Los cánticos de un lado y del otro se

alternaban y traslapaban en un constante escándalo.

Diez minutos después del inicio del primer tiempo, los instrumentos musicales

del RK finalmente aparecieron por el túnel 48. Mientras eso sucedía, un gran

contingente de ritualeros seguían al Chetos y a otros líderes de la “primera línea”.

Su movimiento fue rápido y de alguna manera sospeché que la acción planeada

estaría por realizarse. Pasaron algunos minutos, cuando de pronto, en medio del

contingente ritualero, justo arriba del portal del túnel 48, una gran nube blanca se

formó. No existió ninguna explosión, por lo que no podía ser humo, además de

que nadie corrió desaforadamente. Por el contrario, gritos de euforia secundaron a

83

la nube. La policía comenzó a movilizarse, pero el asunto pareció no pasar a

mayores.

Yo salí unos minutos antes de finalizar el encuentro. Al siguiente día me

comuniqué con Dany y le pregunté qué había sucedido. Él me comentó que la

“acción de colorido” consistió en introducir seis extinguidores que fueron activados,

lo cual provocó la nube. También me dijo que al final del encuentro, en la salida

del túnel 48, se suscitó un “moderado” enfrentamiento con la policía, pero que en

las cercanía del estadio Chetos y otros dos jóvenes integrantes del RK fueron

aprehendidos por la policía, acusándolos de la introducción de dichos

extinguidores e imputándoles una lista de cargos: daño a propiedad ajena,

lesiones e incluso “tentativa de homicidio” (en palabras del propio Chetos).

Cuando charlé con Chetos al respecto, él se mostraba muy orgulloso de la acción

realizada y de haber sido arrestado por la policía. “Nos pasamos de verga38”, me

dijo con una mirada de satisfacción y orgullo. “Seis extinguidores. ¿Te das cuenta

de lo que eso significa?”, me preguntó. “¿Y cómo los pasaron?”, le cuestioné.

“Mmm..., ese es el secreto ¿tú cómo crees que lo hicimos? Piensa mal y vas a

acertar”, sentenció lacónico y presumido. Desde mi punto de vista, la colusión con

la policía era evidente. Algún mando de la policía debió saber lo que estaba

pasando, ya que de otra manera no hubiese sido posible la introducción de los

extinguidores.

También me comentó que a él y a un par más de jóvenes los arrestaron y los

mantuvieron con el ministerio público por más de veinticuatro horas. “Pero eso es

lo de menos. Lo importante es que nadie dijo nada. Todos aguantaron vara”,

38 Se excedieron.

84

aseveró. Continuó: “Y eso que nos estaban acusando de una cantidad de

mamadas39 que ni te imaginas: hasta de intento de homicidio, ¿cómo ves? Decían

que el polvo de los extinguidores puede matar a alguien. Al final también dijeron

que se había dañado el pasto de la cancha, que se había quemado y que costaba

varios millones de pesos. Puras mamadas, carnal”. Al final, los dejaron libres, pero

Chetos tuvo que pagar una fianza de $30 mil. Para tal efecto los ritualeros

organizaron un “vaca”, es decir una cooperación monetaria.

Algunos de los puntos destacables del relato son: 1) Que las llamadas acciones

de “colorido” son usadas como parte de una lógica de disputa con las barras

rivales, pero en el caso del RK también lo son en contra de la autoridad y los

dueños del club, por lo menos discursivamente.

En segundo lugar la disputa discursiva en contra de las relaciones “verticales”,

igualmente identificadas por los ritualeros como prácticas de viejo cuño (casi de

corte priísta). En una ocasión, a principios de 2011, entrevisté a Chetos y Pete, en

un bar cercano al Monumento a la Revolución. Tomamos una cuantas cervezas y,

para efectos de este apartado, lo más sobresaliente fue la forma en que Chetos

literalmente sometió a Pete por medio de la gestualidad y las miradas. Chetos y

Efraín son muy enfáticos al decir que el RK “no tiene capos (líderes) y es de

todos”. Sin embargo, durante la charla, Chetos siempre inhibió la participación de

Pete. Cuando yo preguntaba o comentaba algo, aludiendo a Pete, Chetos

extendía su mano y brazo frente a Pete, en señal de que debía callar. Al pretender

contestar algo, Pete siempre miraba a Chetos y éste, devolviéndole el mensaje,

39 Asuntos fuera de lugar, en este caso.

85

asentía o negaba la intervención de aquel. En una sola palabra, la jerarquía de

Chetos sobre Pete fue absoluta.

El discurso de los líderes del RK pretende engarzase al de la horizontalidad,

igualdad y democracia en torno a la toma de decisiones, pero la realidad es muy

distinta, en la medida en que las jerarquías (si bien no están estipuladas

formalmente) sí se plantean de muchas maneras. Un ejemplo de ello nos lo ofrece

un mensaje que Efraín mandó a través de la red social llamada Fotolog. En ese

mensaje, Efraín, llama “coordinación” a lo que evidentemente es liderazgo y

jerarquía interna, fuertemente territorial.

Sin embargo, este apartado no versa sobre la organización ni la coordinación

del grupo, así que el análisis de este mensaje será abordado más adelante y por

lo pronto abordaré un aspecto más del amplio concepto de la masculinidad

barrista de los jóvenes ritualeros: la música y los cánticos.

Para los ritualeros, el cuerpo sin movimiento es un cuerpo “amargo” y mediocre.

El cuerpo debe moverse exagerada, alcocada y “pasionalmente”. Es un cuerpo en

“resistencia”. El cuerpo del ritualero es la materialización de una moralidad

masculina que se mueve en la ambigüedad discursiva del descontrol, por un lado,

y la racionalidad de la violencia homofóbica y misogina, por el otro. El descontrol

es expresado vehementemente por el uso intensivo y extensivo de sustancias

(alcohol, solventes y/o pegamentos primordialmente) y toma lugar en las tribunas

brincando, agitando los brazos, desgarrándose las cuerdas vocales.

La racionalidad de la violencia no sólo se expresa mediante golpes y riñas, sino

que se consolida en expresiones marcadamente racionales, organizadas y

tecnificadas, como la musical.

86

En el argot barrista suramericano y trasladado al mexicano, la murga es la

organización musical por excelencia para alentar a los equipos de futbol desde las

gradas. En esencia, una murga está compuesta por instrumentos de percusión

como bombos, platillos y tarolas, aunque puede incluir algunos metales como la

trompeta o el trombón. El efecto de la musicalización de las prácticas de los

ritualeros es sobresaliente y en buena medida, la exacerbación del “sentimiento”

sólo se puede realizar a través de la música. En alguna ocasión que la directiva

del club no dejó que el RK ingresara ningún instrumento musical, uno de los

integrantes me comentó que el partido no iba a ser igual sin la música. Para ellos,

el colorido que genera la sincronización de movimientos al ritmo de la música es

una forma básica de expresar el amor por el club.

La murga del RK es llamada “Los Rompe Canchas”. En abril de 2010 fui

invitado por Dany a un ensayo de “Los Rompe Canchas”. Él me citó a las afueras

del estadio Azteca. Ese día, cuando arribamos al Citlali, punto de encuentro, ya

estaban unos seis o siete jóvenes ritualeros. No fue hasta que Chetos llegó

cuando el grupo se movió al lugar de los ensayos, en casa de uno de los

integrantes, ubicada a unas cuantas cuadras del estadio.

La casa tenía un patio amplio y en uno de sus costados se encontraba un

pequeño cuartito que servía de bodega para los instrumentos y otras cosas como

banderas del RK. Chetos daba las indicaciones de qué hacer. “Saquen los

instrumentos, ¿no?”, le dijo al dueño de la casa, quien rápidamente juntó al grupo

para sacar todos los instrumentos.

En esa ocasión pude contar cuatro bombos, un tambor y una tarola. Además un

trombón y una trompeta. Los bombos tenían inscritos el número “48” de un lado y

87

en el otro la leyenda “Los Rompe Canchas” y el escudo del club América.

Técnicamente, el más avanzado de los integrantes era el propio Chetos, quien, a

pesar de ser el más experimentado, carece de una formación musical. El ensayo

se basó sobre un arreglo muy elemental de la famosa melodía del “Negro José”.

La coordinación rítmica fue muy limitada durante todo el ensayo, sin embargo,

después de una hora, la melodía fue interpretada con cierta consistencia.

Una vez que la murga logra la musicalización, antes de los encuentros se

distribuyen las letras de las canciones, además de las que ya se consideran como

parte del repertorio. Durante los encuentros, la música funge como uno de los

elementos principales del “colorido” y la fiesta en la gradas. Por obvias razones, la

música logra una sincronización de movimientos, lo cual genera una fuerte

sensación de pertenencia colectiva. Al ritmo de las melodías, los ritualeros

brincan, se balancean, realizan ademanes y, por supuesto, cantan. Pero los

cantos no están vacíos de contenido. Son una mezcla de autoafirmación

(referentes al aguante, la locura, la pasión, el amor, la embriaguez o el exceso) y

de desprecio hacia los seguidores contrarios (generalmente revestido de

homofobia y misoginia). Si las letras de las canciones originales se refieren al

amor romántico entre hombres y mujeres, en las canciones del RK ese amor es

sustituido por el que tienen hacia el club. Ese amor, siempre es considerado como

verdadero, original y, podría decirse, inmaculado.

Jugando bien o jugando mal,

yo te quiero.

No me importa nada, nada.

Te vengo alentar.

88

Discursivamente es un amor inconmensurable, ajeno a las veleidades de la vida

diaria, pero paradójicamente inscrito en la dimensión de la vida cotidiana. El amor

que los ritualeros expresan en sus canciones raya en el martirologio. Es pasional,

desbordado y exhaustivo:

Vamos, vamos Crema

Ponga muchos huevos

Que juntos la vuelta vamos a dar.

Que esta banda loca

Te sigue alentando hasta el final

Hace referencia al corazón, el cual se idealiza como el órgano pasional por

excelencia, y que tiene que acelerarse y explotar de pasión por medio del

movimiento continuo, los gritos y hasta el llanto;

Mi corazón pintado bicolor

Te quiere ver campeón

De igual forma el amor desmedido exige virilidad al equipo, el cual debe poner

todos sus esfuerzos y fortalezas en consecución de la victoria y satisfacción de los

seguidores:

Vamos azulcrema con huevos vaya al frente,

de corazón te lo pide esta gente.

Seguirte a todos lados esa es mi ilusión

de mi corazón.

Todas estas canciones y melodías tienen una gran influencia por parte de

grupos profesionales. La influencia de agrupaciones musicales suramericanas es

notable. Entre los grupos preferidos de los ritualeros podemos citar a “2 Minutos”,

“Ataque 77”, “Auténticos Decadentes”, “Cartel de Santa”, etc. Estos grupos son de

diferentes géneros musicales, pero sus composiciones redundan en temáticas que

89

son del agrado (y podría decir, del culto) de los ritualeros y las cuales redundan en

las conductas (por lo menos en los discursos) que los ritualeros quieren imponer.

“2 Minutos”, por ejemplo, es una agrupación argentina de música punk cuyos

títulos de canciones son, entre otros: “Amor suicida”, “Borracho y agresivo”,

“Vómito bar”. La canción describe en unos cuantos versos el encuentro de un

hombre y una mujer en la plaza. Ella esta bebiendo. Él la aborda y conversan. La

última estrofa de la letra de “Amor suicida” es la siguiente:

El tiempo corría; la verdad no avanzó.

Ella me dio un beso y se despidió.

Caminó unos pasos y un arma sacó.

Yo le pregunte: “¿Nena qué vas a hacer?”

No me respondió,

y el gatillo ella apretó.

En las afueras del estadio es común encontrar camisetas con la leyenda: “Amor

suicida” en referencia al club América. Un informante del RK señala, al invitar a un

concierto de este grupo en la ciudad de México: “2 minutos fue de los primeros

grupos que cantaron dedicando letras a la gente que para en las (gradas)

populares, alentando. Su símbolo nunca falta en las rejas de las canchas de

Latinoamérica y sobre todo sudacas (suramericanas). Nunca faltan las batallas en

su conciertos entre barra rivales”.

Figura 3. Amor suicida

90

En el Fotolog de uno de los integrantes del RK, aparece la siguiente fotografía:

Figura 4. BoRrAcHoZ & AgReCiVoZ La noche es muy larga sin pericos ke platiken

La referencia a los “pericos que platiquen” es muy clara: se relaciona a la

cocaína, que entre otros nombres, cuando es inhalada recibe el nombre de

“perico” y es sacada la letra de una canción de otro grupo: Cartel de Santa, al cual

nos referiremos más adelante. Pero el hecho aquí es que el título de esta

fotografía está vinculado a la canción homónima de “2 Minutos”: “Borracho y

agresivo”, cuya letra es la siguiente:

Otra maldita noche más, llegaste puesto a tu hogar.

Tus críos dormidos están, y tu mujer te dice:

“Borracho otra vez, ¿vos querés comer?”

El plato de guiso de ayer, recalentado otra vez.

Y en la damajuana no hay nada que beber.

Te estás poniendo nervioso otra vez.

Borracho y agresivo.

“Cartel de Santa” es otro grupo de gran influencia entre los ritualeros. Este

grupo tiene un estilo “hip-hop” y las letras de sus canciones hablan (y hacen

apología) de sustancias ilegales, la violencia, el alcohol. Una de sus canciones,

91

que uno de los ritualeros me comentó es de sus favoritas es la que se llama

“Súbele a la greibol40”. Esta canción es un panegírico bastante elemental sobre el

uso del alcohol y las drogas (la cocaína) y de la violencia física que normalmente

se relaciona a ellas, especialmente entre los varones:

Súbele a la greibol.

Sírveme un Black Label [...]

pa’ bajar el pase porque ya me ando torciendo.

Compa, sáquese otra bolsa pa’ dormirnos el tabique

que ocupo que se aplique.

La noche es muy larga sin pericos que platiquen.

Llevo tres días sin dormir

y hoy quiero amanecerla aunque me sangre la nariz,

ya lo decidí.

No ve que ando dolido.

No pregunte el motivo porque luego no lo olvido [...]

La canción hace referencia clara al “aguante” del cuerpo varonil. Las frases:

“Tres días sin dormir” y “aunque me sangre la nariz” son evidencia discursiva del

aguante corporal que demuestra la resistencia varonil, tan preciada entre los

ritualeros.

De igual manera, el “reggaetón”, la “cumbia villera” y los llamados

“narcocorridos” son otras fuentes de recursos simbólico-musicales utilizados por

los ritualeros. El reggaetón, como es sabido, es una mezcla de estilos musicales,

con un marcado ritmo caribeño. La proclividad rítmica y las letras de las canciones

desenfadadamente misóginas, violentas y provocativas sexualmente, han

producido un fenómeno juvenil (poco estudiado, por cierto): los “perreos”. He

tenido conocimiento de que varios de los integrantes del RK son asiduos a estos

eventos, los cuales constan de la programación permanente de reggaetón y el uso

40 La “greibol” es la grabadora músical.

92

intensivo de alcohol y “mona”. Los varones bailan detrás de las mujeres, que, de

espaldas y moviendo las caderas y el culo, rozan y frotan el pene de sus parejas.

Es particularmente interesante que la lírica del reggaetón establece a la ciudad,

en general, y a la calle, en particular, como los lugares en los que se

desenvuelven los jóvenes varones descalificados por la pobreza y la exclusión

(Flores, Zaire Zenit Dinzey. “De la Disco al caserío:Urban Spatial aesthetics and

policy to the beat of reggaetón”, Centro Journal, núm. 2, vol. XX, otoño, 2008). De

forma dialéctica entre la lírica reggeatonera, el discurso y práctica del aguante de

los ritualeros se consuma, por antonomasia, en el barrio, en la calle o en la fiesta

(o el estadio, para efectos específicos) y generalmente esta realización es en

contraposición a las mujeres o aquellos considerados como mujeres.

La cumbia “villera”, por su lado, es un género musical muy popular en la

Argentina. La sencillez de los acordes y las narraciones de sus letras, referidas a

la vida cotidiana en los barrios pobres y populares (también conocidas como

“villas”) de Buenos Aires es una fuente inagotable de

Otro recurso discursivo que da cuenta del aguante, el descontrol y el gusto por

la violencia, del cual he podido hacer seguimiento por medio de las redes sociales,

como Facebook y Fotolog, son las películas que los ritualeros consideran de culto.

Sobresalen algunas como Naranja Mecánica (A Clockwork Orange), El Padrino

(The Godfather), Caracortada (Scarface), ‘V’ de Vendetta (‘V’ for Vendetta) o

Asesinos por naturaleza (Natural born killers). Estas películas tratan, desde

diferentes puntos de vista, el tema de la violencia. Bajo cierta perspectiva, las

cintas recrean la violencia organizada (de pandillas y de gángster).

93

Figura 5. En referencia a la película Asesinos por naturaleza

Uno de mis informantes claves, de hecho, utiliza el seudónimo “Brasi” como la

forma en que se identifica en las redes sociales. (Luca) Brasi es el nombre de uno

de los personajes más violentos de la saga El Padrino y probablemente el único a

quien Vito Corleone (Marlon Brando) teme. Otro de mis informantes se hace pasar

en la red Facebook como Alex De Large (utilizando una figura estilizada del

personaje), el sicópata y ultraviolento protagonista de Naranja Mecánica. De forma

permanente, mis contactos hacen referencia a frases de estas dos u otras

películas. En sus perfiles de las redes sociales es posible observar cómo se

regodean con enunciados extraídos de esas cintas tales como: “La violencia

engendra violencia”, “Bueno, esto sí que ya es lo último. Lo último de verdad, sí.

Ya eres un asesino, pequeño Alex. Un verdadero asesino” (Naranja Mecánica);

“Cuida siempre a tu hermana de tu mejor amigo, podrías llevarte una sorpresita...”

(Caracortada) o “El único veredicto es la venganza, la vendetta, como voto y no en

vano, pues la valía y veracidad de ésta, un día vindicará al vigilante y al victorioso”

(‘V’ de Vendetta).

94

Figura 6. La venganza del Ritual

Después del fuerte conflicto, el cual desembocó en la escisión que he narrado,

Efraín escribió en su página personal, utilizando la imagen arriba insertada:

Esta imagen [tomada de la película Naranja Mecánica] ustedes la conocen,

ALEX le tubo que dar una leccion a sus drogos por quererlo rebasar, por

querer hacer cosas atras de su espalda, ESPERO Y NO TENER QUE

LLEGAR A PUNTOS violentos entre nosotros pero deben entender Y

SABER RESPETAR (usuario criminal_soccer de Fotolog).

Más recientemente, la película Hooligans se ha convertido en un referente casi

ineludible del estilo, el argot y las aspiraciones de los jóvenes barritas del RK. La

película, como su titulo lo indica, es un relato ficticio de una agrupación de fans

ingleses (hooligans) al futbol, extremadamente violentos y en permanentes

disputas con las bandas rivales y la policía. Un informante ritualero, alguna vez me

comentó que ellos no eran simples aficionados de futbol sino “verdaderos

obsesionados de la cultura de las barras y los hooligans”, haciendo referencia a

dicha película.

Un aspecto más de la utilización exacerbada del cuerpo trasgresor del cual los

ritualero hacen gala son los tatuajes, el cual nos lleva a otro aspecto, sobre el cual

95

no he podido ahondar, por lo que sólo habré de realizar un apunte: el culto a la

Santa Muerte. En mis visitas al estadio, he podido observar cómo es usual que

integrantes del RK anden con el torso desnudo. Es una clara y contundente

muestra de masculinidad, que se ve reforzada por los múltiples y variados tatuajes

que pueden observarse en sus cuerpos. Varios de ellos tienen tatuado el símbolo

del RK, un número 48 o algún otro símbolo que haga referencia a su pertenencia

o simpatía por el club América y/o el RK. Sin embargo, además de estos tatuajes

relativos al club, muchos de ellos tienen inscripciones religiosas y del culto a la

Santa Muerte.

Efraín se refiere a la Santa Muerte como la “patrona de todo el RK” y del barrio

del cual es oriundo, en la Delegación Iztacalco, al oriente de la ciudad de México.

Dice con orgullo que él es amigo en especial de “la banda que no para de tomar

en la semana” ya que “la Santa nos cuida” y además de pensar “todo el tiempo en

nuestro amado club América”, él y su grupo cercano “se emborrachan hasta

embrutecerse”. Muchos integrantes tienen tatuadas figuras de la Santa Muerte en

sus brazos o su torso.

Figura 7. Tú siempre nos cuidas

96

No obstante, algunos de los principales temas a los que hacen referencia los

tatuajes, como se ha visto con la música, son: el corazón y la “pasión”. Idealizando

y estilizando al corazón como el órgano “pasional” por excelencia, los tatuajes

combinan el concepto de un amor pasional, quemante, incontrolable por el club y

la noción de un corazón que corresponde a ese “sentimiento”. Asumiendo que la

pasión es una emoción “natural” e inherente a la esencia humana, los ritualeros

caracterizan su pasión por el club (en algunas ocasiones le llaman “sentimiento”)

como inevitable y fuera de la fuerza de la razón. Así, los tatuajes (como el de la

fotografía siguiente) representan corazones ardiendo e impulsados por el amor al

club, simbolizados por los colores y logotipos del club América.

Vale detenerse en esta conjunto de ideas desplegadas por los ritualeros y

expresada en los tatuajes: amor/pasión/sentimiento. Como lo he mencionado

respecto a la utilización que hace Magazine (2009) de la lógica del movimiento

Romántico, los integrantes del RK ven a la “razón” no como un obstáculo o

enemigo, pero tampoco como un fin per se. La razón y la racionalización

denodada de las prácticas y los procesos de apoyo al club serían vistas en

demérito absoluto del crecimiento de la pasión y el sentimiento, tan ligadas al ideal

de aguante, descontrol y locura. Además, la racionalización implicaría, según

ellos, una subordinación jerárquica a las directrices institucionales del club y los

diferentes ámbitos del gobierno. Es decir, racionalización y razón son asociadas

por los ritualeros a la jerarquía y, por ende al control institucional. Así, según

Efraín:

La barra del América [el RK], es una barra enferma, un poco loca pero

distinta a las demás. Nuestra dignidad y nuestro honor valen todas las

estrellas [campeonatos]. Nuestro destino no lo maneja nadie, somos

cautivos del cemento [las gradas] de atrás del arco. No tenemos líderes, ni

97

los queremos. Acá todos somos hermanos, todos somos iguales. Cada

domingo en la popular norte del Azteca, tratamos de darle al club más

grande y glorioso del país algo especial. Aunque nuestra directiva y la

policía nos traten de boicotear los sueños. No importa si jugamos contra

Gallos, Indios o Pumas. Tampoco importa si contra el Barcelona, River o el

Resto del mundo. Para el Ritual del Kaoz el resultado y el rival son lo de

menos.

Pasión, sentimiento, locura y enfermedad son todas categorías que dicen los

ritualeros vienen de “adentro”, desde el corazón (y para el corazón) y ningún tipo

de racionalización o jerarquía caben en la práctica moral para acrecentarlas hasta

lo máximo posible. Es obvio que ni la pasión, el sentimiento, la locura ni la

enfermedad son conceptos neutrales o puramente “biológicos”. Todas ellas están

inscritas en códigos sociales y culturales, pero al mismo tiempo esas categorías

son códigos sociales y morales con los cuales los integrantes se desplazan y

comunican. Si todos esos conceptos pueden englobarse en uno, ese sería el del

aguante, como ya se ha dicho. Pero el aguante es una decantación (podría

afirmar) corpórea del imaginario que le da sentido al futbol como espectáculo y al

espectador mismo como sujeto social activo.

Figura 8. Los RK

98

Según Aragón (2009) la violencia que expresan los aficionados argentinos al

futbol es todo, menos irracional. Interpreto a través de este autor que la forma en

que están estructuradas y codificadas las prácticas violentas y de aguante entre

los hinchas de la Argentina, implica que a su vez éstas sirvan como código de

relaciones sociales entre ellos. Pero al igual que con la violencia propiamente

dicha (es decir, física), los ritualeros también actúan racional y codificadamente

con la pasión, la locura y el descontrol. Asumir que la dimensión pasional se

contrapone a la racional es impreciso, por lo menos en cuanto al hecho de que la

pasión no es un “sentimiento”, sino un código, un bien valorizado (y valorizable) y

un efecto del propio del proceso de espectacularización. En otras palabras, el

amor pasional, el aguante, el descontrol, el colorido, entre otros conceptos que

apelan a la dimensión corporal y, por ende, irracional del sujeto, son precisa y

paradójicamente los conceptos cultivados por lógicas, racionalidades y

(mayormente) moralidades bien codificadas. Como tales, estos conceptos son

valorizados e intercambiados en una mecánica a veces muy semejante a la del

mercado, en otras al de la reciprocidad, pero siempre bajo un mínimo de

racionalidad y teleologías muy concretas, nunca azarosas del todo.

El aspecto organizativo del RK

Si bien es cierto que el discurso del RK se basa sobre la lógica del aguante y

sus conceptos y prácticas asociadas, como el descontrol o el colorido, en efecto la

agrupación tiene claros rasgos organizativos y jerárquicos. El primero y más

elemental de los aspectos que denotan la jerarquía del grupo es la denominación

ya referida de la “primera fila” o “núcleo” del RK, actualmente liderado por el

Pardo. Sin tapujos, como ya también lo he señalado, ese petit comite es referido

99

como “La Banda del Pardo”, haciendo clara referencia al líder de la agrupación,

Efraín.

En mis primeros contactos con Dany, me advertía que al “núcleo” se ingresa

poco a poco y que muchas de las cosas que se expresan y dicen dentro de ese

círculo, sólo son del conocimiento de sus integrantes. Dany fue quien me comentó

que uno de los lugares de reunión al que asisten con mucha frecuencia es una

pulquería en el centro de la ciudad. Lo que realizan en esa cantina-pulquería, es

un nítido ejemplo de lo ambiguo y contradictorio del sentido discursivo y

pragmático del RK. Por un lado, el lugar es espacio de expresión del aguante

masculino, mediado por el consumo de alcohol y la realización de “ligues”

femeninos. Pero por el otro, es un espacio organizativo y de planeación. Dice

Efraín: “[Allí nos consiente] el dueño de la cantina, Don ‘Pifas’. [Y ahí], en esta

famosa pulquería, ideamos planes de la barra, toda la semana. Amigos y

enemigos acá nos pueden encontrar”.

Tal como he señalado, las acciones de los fines de semana son planeadas y

organizadas en el seno del “núcleo”. Generalmente, a través del internet o de los

teléfonos celulares, el “mero mero”, el “patrón”, es decir, Efraín, y los demás

integrantes del núcleo esparcen (casi siempre de forma parcial) la información de

la “acción” del fin de semana correspondiente. Arriba relaté acerca de la “acción”

que llevaron a cabo con algunos extinguidores, durante un encuentro contra los

Pumas. Algunas semanas antes de ese hecho, Dany me dijo que “algo grande” se

estaba planeado para ese partido. Por los medios de comunicación normalmente

utilizados por ellos (internet y celulares), El Pardo fue informando de la acción. En

su página de Fotolog insertó la imagen de un extinguidor y de una sombrilla

(inicialmente tenían planeado introducir sombrillas y extinguidores) y solicitaba la

100

cooperación de los “barrios”. De forma críptica, Efraín estaba dando a entender lo

que él y su grupo planeaban: la introducción de esos artefactos al estadio, con el

fin de generar la nube de polvo y abrir sombrillas que le dieran “colorido” a la

tribuna.

Pero ¿cómo se organiza la gente del RK? En primera instancia, hay una

organización territorial fundamental. Según la información a la que he podido

acceder, la mayoría de los jóvenes que se integran al RK provienen de barrios

populares. Un buen número de ellos vienen del oriente y nororiente de la ciudad:

Iztacalco, Iztapalapa, Aragón, Ciudad Azteca, Nezahualcoyotl, Pantitlán, Chalco,

Ixtapaluca y Ecatepec; del norte y norponienete: Naucalpan, Atizapán,

Azcapotzalco, Tultitlán y Coacalco; del poniente: de lugares como Mixcoac,

Magdalena Contreras, Álvaro Obregón; del sur: Coyoacán (Santo Domingo,

Culhuacán, Santa Úrsula), Tlahuac, sólo por poner algunos ejemplos. Para

quienes no están familiarizados con las zonas del Distrito Federal y su metrópolis,

éste tiene áreas de administración política denominadas Delegaciones

(equivalentes a municipios), que a su vez se subdividen en colonias (barrios y

áreas residenciales). Azcapotzalco y Coyoacán son delegaciones que a su vez

tienen barrios como El Rosario y Santo Domingo, respectivamente. Estas dos son

barriadas populares en donde habita una gran cantidad de niños y jóvenes que se

incorporan a las barras americanistas (y de otros equipos).

Sin embargo, el “núcleo”, según me relató Isma, el fundador original del RK, no

surgió precisamente de los barrios populares, sino en universidades particulares

clasemedieras, como el Tecnológico de Monterrey. Al decir de su relato, él conoció

personalmente en esa escuela a fundadores de otras barras del Distrito Federal,

como los de la Rebel, que apoyan a los Pumas de la UNAM. Me comentó que

101

Tobías, uno de sus ex-compañeros, y ya desde aquellos años (finales de los 1990)

era asiduo al internet y a la televisión por cable, le planteó la idea de crear una

barra al estilo suramericano que apoyase al club América. Isma se vio tentado y

atraído por la idea, por lo que gustoso aceptó la propuesta. Como ya he

mencionado, fue así que se conformó La Monumental, una barra que por el gran

atractivo del club rápidamente creció en número y fuerza. Como también lo he

comentado, casi de manera inmediata surgieron las diferencias internas. Muchos

consideraron que Tobías era un tipo demasiado “cuadrado” y rígido, poco proclive

al “desmadre” y al “descontrol”. Pronto, rebasado por las circunstancias, Tobías

dejó la dirección de La Monumental. Isma asumió parcialmente su lugar, pero,

según su propio relato, su “ideología anarquista” también lo alejó de La

Monumental. Fue el momento de la creación del RK, una agrupación de menor

tamaño que La Monumental, pero que propugnaba por un “estilo” diferente de

apoyar al club, independiente de la directiva y con marcadas tendencias

“argentinas”.

Para lograr su objetivo, Isma se apoyó en un pequeño grupo, en aquel entonces

denominado “La Tremenda Monu”, casi todos oriundos del barrio de Santa Anita,

en la Delegación Iztacalco, muy conocido por ser un barrio bravo del Distrito

Federal. En ese grupo se encontraban Efraín, su hermano (El Astivia), Chetos y

algunos más. Como relata Efraín, la adscripción territorial era muy importante, así

que los trapos, en aquellos primeros años del siglo XXI, hacían referencia a los

lugares de origen de los diferentes grupos como el trapo del barrio de marras,

Santa Anita; o Santa Úrsula, Tepito, Villa de las Flores, etc., incluyendo colonias

clasemedieras como la Condesa o Satélite. Según un relato de Efraín, esta última

colonia (clasemediera por excelencia), estaba representada por los “Lobos”.

102

Pienso (y manifiesto que en esto especulo un poco) que la cercanía territorial

del “núcleo” concentrado en barrio de Santa Anita, le permitió la coherencia

organizativa al RK. La mancuerna Efraín y Astivia fue fundamental en este sentido,

ya que precisamente por ser hermanos y vivir en la misma colonia les otorgó la

posibilidad de planear las acciones del grupo. Isma me comentó que él buscó

integrar la “ideología anarquista” al grupo, de tal suerte que la autonomía respecto

a la directiva fuese un valor y una marca identitaria del RK, pero siempre

resguardando una base organizativa territorial mínima, básicamente a cargo del

grupo de Efraín. Fue éste quien logró consolidar a gente de Naucalpan, como los

ATC Vandals y los Chapis Boys.

Para la asistencia a los partidos en el Estadio Azteca, el RK ha mantenido una

relativa estructura que les permite ser visibles como agrupación. En un día

promedio de partido es normal que grupos provenientes de distintas partes de la

ciudad se junten en las salidas de sendas estaciones del metro. Así, por ejemplo,

los provenientes de la “zona oriente” se vean en el metro San Juan de Aragón. Los

del norte, de barrios de Naucalpan y Atizapán, se reúnen en una esquina de la

zona para de ahí salir al estadio; los de otras zonas norteñas de la ciudad se ven

en el metro Aquiles Serdán y así en los demás puntos de la ciudad.

Todo esto está planeado y organizado por el núcleo y realizado por los

diferentes líderes territoriales. Ellos reciben los boletos que son gestionados por

Efraín. Pero aquí hay que hacer un alto. Según lo dicho por los integrantes del

núcleo, el RK no depende de la entrega de boletos por parte de la directiva, ni

están afiliados formalmente al club, por lo cual no cuentan con credencial de

ingreso al estadio. Este es uno de los elementos de los que más se jactan. Sin

embargo, de alguna forma, la primera línea siempre cuenta con un “stock” de

103

boletos que ponen a disposición de los demás ritualeros. De hecho, sólo la gente

de la primera línea puede recibir las series de boletos y venderlas a sus allegados

a precios relativamente preferenciales. Uno de mis informantes me dio la versión

de que mediante las gestiones de una mujer muy cercana a los integrantes del

núcleo, el RK obtiene el stock de boletos quincenales para ingresar al estadio, ya

que ella trabaja directamente en el club América. Nunca pude corroborar la

historia, pero tampoco me parece imposible que esto fuese cierto, en la medida en

que los únicos canales por los que se pueden obtener los boletos son a través de

la taquilla o por medio de la directiva del club.

Un aspecto más en el que se refleja la organización centralizada del RK es la

venta de mercancía “original”. Chapis es uno de los encargados formales más

importantes de la venta de camisetas, gorras y demás artículos disponibles para la

venta del público en general. Los días de partido en el Estadio Azteca es posible

observar que algunos de los integrantes del RK, a las órdenes de Chapis, colocan

la mercancía sobre el suelo o en un puesto prefabricado que instalan ex profeso

antes de los encuentros. Desconozco las cifras y montos de venta, pero lo que es

notable es el esfuerzo organizativo y el establecimiento de reglas específicas para

la producción y distribución de la mercancía oficial. En su página personal, Efraín

señaló: “un aviso a aquellos que venden mercancia (sic) de la barra, ya sean

boletos o mercancia (sic) RK, por el momento QUEDAN SUSPENDIDAS LAS

VENTAS, HASTA PROXIMO (sic) AVISO” (usuario criminal_soccer de Fotolog).

Y es que la venta de mercancía (camisetas principalmente) del RK está

concesionada directamente por Efraín, mediante el pago de una cuota. Así lo

describe él mismo: “quien vaya querer alguna plaza o concecion para la proxima

temporada, tendra que haber dado la cuota a mi o a Chetos antes de que termine

104

este año. la cuota consta de $500 es igual para los gente que quiera comenzar su

proyectos o para los de antes, que tenian plazas [...]” (ver “Voz de la popular” en

Información del internet de la bibliografía)

Figura 9. El puesto de ventas del RK

Otra de las labores que Chapis realiza con regularidad es la de la renta de

vehículos para los viajes foráneos. Un torneo consta de diecisiete juegos por

equipo, por lo que en el caso del América, nueve u ocho se realizan fuera del

Estadio Azteca. En algunas ocasiones, dos de las vistas se hacen a estadios

dentro del propio Distrito Federal (Cruz Azul y Pumas), por lo que el equipo sólo

sale de la capital del país una seis o siete veces. Algunos de esos viajes son

realmente largos, como los que se realizan a Tuxtla Gutiérrez, Monterrey o

Torreón. Otros más son de menor kilometraje como los de las visitas a los equipos

Pachuca, Toluca y Querétaro. Sin embargo, todos ellos requieren de un mínimo de

capacidad organizativa y coordinación logística. La mayoría de las salidas son

105

iniciadas en el Monumento a la Revolución. Si es un viaje largo, la cita se realiza la

noche anterior al día del encuentro. Es decir, si el juego es el sábado a las 16:00

hrs. la salida es prevista a la media noche del viernes. Obviamente se pide una

cuota de recuperación (que variará según el trayecto), la cual es pagada por los

ritualeros antes de la salida y registrada acuciosamente por el Chapis o Pete,

encargados principales de la organización logística.

Los vehículos que se rentan también varían. Algunas veces, para los trayectos

cortos se rentan autobuses de “ruta”, es decir, autobuses de transporte urbano

cuyos chóferes están dispuestos a realizar el viaje. Pero estos camiones (como se

les denomina en México a los autobuses) de ruta también son utilizados para

viajes largos, lo cual es en una buena medida de gran incomodidad para los

pasajeros del RK. En algunas otras ocasiones y cuando prevén que el contingente

será pequeño, rentan camionetas tipo van, bastante bien equipadas y cómodas.

Algunos de mis informantes me han comentado que durante los viajes, los

ritualeros generalmente van consumiendo alcohol y/o inhalando solventes-

pegamento, lo que hace de los periplos un momento muy importante para

expresar su aguante, ya que entre más consuman dichas sustancias se manifiesta

más el descontrol corporal, tan preciado entre ellos, y entre más largo y penoso el

viaje más posibilidades de mostrar su aguante y apoyo al club. Pero para efectos

de este apartado, lo importante es que viajar, además de lo anterior, también es,

simultáneamente una oportunidad del núcleo para demostrar sus capacidades

jerárquicas y organizativas. Por lo general, Efraín o alguien más del núcleo

colocan en diferentes espacios del internet los anuncios para viajar, además de

que se corre la voz de boca en boca al respecto. Por ejemplo, El Chetos anunció

por internet, para el viaje a Guadalajara de abril de 2011: “Mañana ultimo dia para

106

pagar su boleto del clasico..... Se tienen pocos asi que aprovechen ...240 $ La cita

es de 11 am a 1 pm en chabacano”.

También es posible ver carteles digitales en las diversas “redes sociales” como

el siguiente. Otro componente muy importante que denota el nivel organizativo del

RK son las reuniones generales. Éstas, como es de suponerse, son reuniones que

se realizan no sólo con los integrantes del núcleo, sino que en ellas participan

todos aquellos que quieran hacerlo. Al igual que con otras actividades las

convocatorias a estas reuniones generales se realizan de boca en boca y

mediante el internet. Estas juntas se realizan pocos días antes del inicio de cada

temporada, es decir, cada seis meses, aproximadamente. Asistí, invitado por

Chetos, a la que se llevó a cabo en el Monumento a la Revolución el día 4 de

enero de 2011. Esta reunión, según se leía en la página personal de Efraín en

Fotolog, tendría la siguiente agenda:

SE VIENE LA JUNTA GENERAL DE LA BANDA, NO SIN ANTES TENER

MIL CONVIVIOS EN ESTE DICIEMBRE CON MI COMBO. MARTES 4 DE

ENERO MONUMENTO DE LA REVOLUCION 7 PM. INVITADOS A LA

JUNTA TODOS LOS AZULCREMAS DE CUALQUIER BANDA QUE

QUIERAn CAMBIAR LAS COSAS CON ACCIONES Y NO PALABRAS, DE

ARRIBA CORREMOS A ROBA-CELULARES A LOS PORROS, Y LOS

QUE QUIERAN LUCRAR CON EL SENTIMIENTO DE LA BANDA,

iniciaremos un movimiento para unir a la hinchada azulcrema SOLO EN LA

POPULAR NORTE, la directiva de mierda que en estos años le ah

intentado quitar la grandeza al CLUB AMERICA ya no podra seguir

seperandonos con sus estupidas credenciales y estupidas porras por todos

lados (usuario criminal_soccer en Fotolog)

En efecto, el día señalado asistieron unos cien integrantes del RK. La mayoría

jóvenes varones, pero la presencia de unas quince o veinte mujeres era visible. El

comienzo de la reunión se retrasó hasta cerca de las 20:30 hrs., tiempo en el cual

107

varios de los ritualeros aprovecharon para beber cerveza o inhalar solventes y/o

pegamento. Cabe señalar que esta reunión fue precedida por una crisis muy

importante no sólo del RK (el cual recientemente había sufrido la notable

separación de uno de los integrantes del núcleo y un buen número de sus

integrantes), sino de la afición barrista americanista en general. Semanas atrás los

Pumas de la UNAM habían visitado al América. El partido lo ganaron los Pumas

(con lo cual obtuvieron su calificación a la liguilla) y en las tribunas muchos

pensaron que la afición universitaria había superado por mucho a la americanista

en su propia casa, lo cual fue percibido como una grave afrenta y humillación. En

el internet se generó una andanada de críticas a los dirigentes de las barras,

acusándolos de la debacle. En ese tenor, el núcleo del RK “retó” a todos los

críticos a asistir a su reunión para que estos propusieran “soluciones”.

Sin embargo, más allá de esa coyuntura, la reunión de comienzos de 2011 me

permitió observar de primera mano características que yo identifico como

fuertemente jerarquizadas y organizativas del RK. Efraín, como he señalado, citó a

la reunión y fue hasta que él llegó al Monumento a la Revolución que ésta

comenzó. De igual forma, él señaló el punto preciso y estableció el orden de la

reunión: la forma de reorganizarse territorialmente; los mecanismos de apoyo (el

“colorido”) en los juegos de local y los temas relativos a los viajes. Este tema fue

de suma importancia e interés, ya que el club habría de realizar viajes a América

del Sur con motivo de los encuentros relativos a la Copa Libertadores.

Las intervenciones iniciales fueron de integrantes del núcleo, quienes

argumentaron que, si bien estaban de acuerdo en que las crisis coyunturales eran

resultado de malas decisiones, estas decisiones eran responsabilidad colectiva y

no de un individuo o grupo reducido. Invitaban a los demás asistentes a que

108

plantearan abiertamente sus críticas y que realizaran sus propuestas. El principal

orador fue El Chetos, que de manera elocuente exponía sus puntos y los del

núcleo. Casi nadie se atrevió a tomar la palabra y cuando alguien lo hacía

simplemente desviaba su argumentación y se prestaba más a reclamos generales

y ambiguos que a propuestas concretas. En términos generales, observé que el

núcleo planteó los problemas relativos a la reciente escisión, al decrecimiento

numérico y a los conflictos del RK con la directiva del club, pero que de manera

velada la verdadera discusión ya estaba solventada y todo fue más una especie

de ejercicio terapéutico que de real discusión.

Sin embargo, cuando de los viajes se trató, en especial los de América del Sur,

los asistentes se animaron a participar y proponer formas de financiarse o

disminuir los costos de los viáticos. Algunos plantearon conocer personas

dedicadas al flete de autobuses o en líneas aéreas, cuyos apoyos podrían servir

para tales fines. Más que a acuerdos, al final todo preció quedar en buenas

intenciones y propósitos. A la par de esto, no obstante, Pete generó una lista de

asistentes en un cuadernillo y llevó una especie de minuta de la reunión. La lista,

hasta donde me pude percatar, contenía los datos de los asistentes y sus correos

electrónicos.

Con este relato de la reunión termino el planteamiento de algunos de los

aspectos y prácticas organizativas del RK, los cuales, de forma contradictoria y

dialéctica, se presentan a la par de los discursos y prácticas asumidas como

pasionales e irracionales, tales como el descontrol, la violencia, la embriaguez y el

colorido, enmarcados en el concepto del aguante. Mi descripción no ha sido

exhaustiva, ni lo pretende ser, ya que he dejado fuera algunos otras prácticas que

dan cuenta de esta dicotomía organizativo-irruptiva de los ritualeros (organizan

109

torneos de futbol barriales, fiestas y tocadas, entre otros), pero las que he

presentado sirven para establecer mi argumento.

El RK en el internet: los casos de Fotolog y Youtube

Para varios de los integrantes del RK, el intercambio simbólico de insultos y

ofensas entre ellos mismos, las barras rivales y la policía es una práctica común. A

través del internet, especialmente de algunos recursos como el video y la

fotografía, este intercambio discursivo es intenso y extenso. Cabe señalar que al

igual que en las relaciones vis a vis, en la red electrónica, los intercambios

discursivos y las prácticas están altamente sexualizadas y codificadas, lo cual

habla de ciertos criterios de racionalidad comunicativa y simbólica, que echan por

la borda todo intento de categorizarlos como irracionales y espontáneos, tal como

apuntan los medios del mainstream hegemónico.

Por el contrario, a través de la recolección y análisis de datos a través del

internet, es posible realizar una decodificación e interpretación de dichas

racionalidades, muchas veces las cuales lindan con lo instrumental, aunque estén

revestidas de apasionamiento y emociones de corte melodramático.

A través de mis observaciones directas en campo, he descubierto que muchos

integrantes del RK recurren a un determinado número de instancias de la red para

realizar su intercambio discursivo, fuertemente agresivo, sexual y confrontador.

Uno de ellos es el portal www.fotolog.com. Este portal se define a sí mismo de la

siguiente manera:

Fotolog es el lider [sic] mundial de Foto-blogging, una de las redes sociales

más amplias del mundo y un fenómeno cultural global. Más de 22 millones

de miembros en más de 200 países usan Fotolog como un simple y

110

divertido modo de expresarse a través de los diarios fotográficos online o

los Foto blogs.

Lo que hace a Fotolog especial no es la funcionalidad de subir fotos, sino el

modo en que permite conectar con otros de una forma sencilla -

permaneciendo en contacto con amigos y familia, explorando el universo

Fotolog, descubriendo fotos de gente nueva de diferentes culturas,

participando en las comunidades de interes [sic] del site, o quizás lo más

importante, recibiendo comentarios sobre tus fotos de personas de todo el

mundo.

En efecto, es una de las llamadas redes sociales en las cuales sus usuarios

tienen una acción comunicativa recíproca mediante los comentarios y mensajes

que se pueden escribir mutuamente. Los integrantes de diversas barras alrededor

del mundo intercambian información (identitaria y/o violenta) a través de este

medio. Es posible ver información de organizaciones de aficionados de Argentina,

Chile, Brasil, etc. La versatilidad del mismo radica precisamente en los diversos

contenidos que pueden agregar sus usuarios: fotografía y texto, principalmente.

Otro elemento muy importante es el relativo anonimato en el que los usuarios

pueden desempeñarse en esta red. Y digo “relativo” porque para los usuarios

externos a circuitos específicos, los seudónimos son barreras infranqueables de

identificación personal. Sin embargo, para los integrantes de cada circuito, los

seudónimos tienen claras y específicas referencias personales.

Otro de los foros electrónicos por medio del cual hay una fuerte interacción

entre los integrantes de las barras mexicanas es el popular Youtube. Este foro se

especializa en la presentación de videos que los propios usuarios comparten para

tal efecto. Como Fotolog, Youtube tiene la posibilidad de recibir “comentarios”

sobre los videos. Nuevamente, el factor anónimo juega un papel importante, ya

que los usuarios generalmente utilizan seudónimos para escribir sus comentarios.

Estos comentarios son muy importantes, en la medida en que es posible observar,

111

en primera instancia, ciertos perfiles de aquellos que siguen determinados temas y

subtemas. En segundo lugar, porque es un registro escrito (a pesar de –o tal vez

gracias al– anonimato) muy poderoso de testimonios de muchos usuarios que

directamente están involucrados en las temáticas presentadas por los videos.

Pasaré entonces a realizar una pequeña etnografía basada sobre los

comentarios en estas redes. Uno de los integrantes del R.K. con mayor actividad

es el usuario que se identifica como “Azkm_0213”. Es un usuario del Distrito

Federal, de unos 25 años de edad. Tiene un buen número de fotografías

colocadas en su portal. Cada una de esas fotografías cuenta con un título y un

comentario escrito por él. Azkm_0213 tiene una pluma relativamente fluida y por lo

general sus participaciones escritas se apegan más a los cánones ortográficos

que el de la mayoría de sus compañeros. Por lo general, sus colaboraciones van

dirigidas a (no necesariamente en esta jerarquía):

a) Señalar ciertos aspectos organizativos de la barra. Lugares de reunión,

precios de boletos. Puntos de encuentro para salidas del Distrito Federal.

b) Colocar fotos de las actividades de la barra dentro y fuera del estadio.

c) Colocar fotos de banderas (trapos o jergas, como ellos les llaman) de

equipos rivales que fotografiados de cabeza sirven como “trofeos”.

Ahora bien, Azkm_0213 inició actividades en la red Fotolog a partir de 2006,

año en el que se encontraba en los Estados Unidos. Las primeras fotografías que

“subió” (colocó en el portal), hacen referencia a la creación de una especie de

sucursal del R.K. en Los Ángeles, California. Una de ellas es un mosaico de cuatro

fotografías en las que el usuario aparece frente a los trapos robados a aficionados

de otros equipos. Sobre este mosaico, el usuario Azkm_0213 escribió: “Quien

112

manda en kalifornia?? RK”.41 Como comentario al pie de foto insertó el siguiente

mensaje:

UNA FOTO DE LOS QUE SE CREEN BARRAS .....PERO NO BIENEN

POR SUS JERGAS...

AHORA SI YA SABEN QUIEN MANDA EN KALIFORNIA???

AWANTE RITUAL DEL KAOZ!!

Las jergas son las banderas “ganadas” a los aficionados rivales y el mensaje es

claro. Este mosaico fotográfico recibió un par de respuestas de un aficionado al

club Guadalajara, que aparece en el mosaico colocado por “Azkm_0213”. El

usuario “Chiva100%” escribió en respuesta:

NETA ME VALE MADRE KAON AMI NO ME IMPORTA LO KE DIGA LA

GENTE YO SOY CHIVA Y NO ME METO KON NADIE ASI ME LA AGAN

DE PEDO YO SOY KALMADO YO SOY PASION SIN VIOLENCIA ASI

QUE AHORRATE TUS KOMENTARIOS PERO SI QUIERES PEDO DIME

DONDE NOS BEMOS HORITA TODABIA BENGO KALIENTITO DE

DONDE ANDABA SOLO ME TOMARA 3 MINUTOS PARTIRTE LA MADRE

(http://www.fotolog.com).42

A su vez “Azkm_0213” respondió:

JAJAJJAJAJA......BIEN MALOS LOS DE LA

LESBION....JAJAJAJAJAJAJA.......

QUE LOS VENGAN A VER...QUE LOS VENGAN A VER....ESO NO ES

UNA BARRA SON UNAS PUTAS DE CABARET!!!!

(http://www.fotolog.com)

41 Es importante señalar que el lenguaje escrito de los jóvenes internautas (los aficionados al

futbol, entre ellos), es un lenguaje plagado de representaciones onomatopéyicas y cuasigráficas, además del uso exhaustivo de abreviaturas y sustitución de letras (la “q” y la “c” por la “k”, la ”w” por la “g”) en las que las letras, números y los símbolos ortográficos son utilizados para crear figuras gestuales y dibujos. Este lenguaje, según un artículo publicado por el periódico La Jornada es denominado ideal nol (Avilés, 2008). 42

Una traducción libre de esta respuesta: “La verdad no me importa lo que diga la gente. Yo soy aficionado de las Chivas y no me meto con nadie. Soy una persona pacífica aunque me busquen pleito. Soy pasión sin violencia, así que ahórrate tus comentarios, pero si quieres problemas, dime en dónde nos vemos ahora mismo. Todavía estoy caliente. Sólo me tomaría tres minutos romperte la cara”.

113

En esta respuesta, “Azkm_0213” se burla de “Chiva100%” a través de una

multiplicidad de insultos de poderoso contenido sexual, provocándolo e

intentándolo someter a través de esta forma de discurso. En primera instancia, el

grupo de aficionados del club Guadalajara en cuestión se autodenominan la

“Legión Chiva”. Azkm_0213 trastoca el nombre a la “Lesbión” y el resto del

mensaje es elocuente por sí mismo.

Este ejemplo, demuestra, en primera instancia, que las rivalidades futboleras

mexicanas se han trasladado allende la frontera norte. En segundo lugar, que las

prácticas atribuidas a los aficionados (hinchas) sudamericanos, especialmente a

los argentinos, son racionalizadas y valoradas por muchos aficionados mexicanos.

Para algunos de ellos, quitarle (“afanarles”, en su lenguaje) los trapos a los grupos

de aficionados rivales a través de actos violentos (a los cuales se refieren como

“combates” o “topones”, aunque muchas veces no son más que emboscadas de

grupos muy numerosos en contra de pequeños grupos o individuos solos),

denostarlos a través del internet, burlarse de su afición son prácticas muy

comunes.

Un tercer punto es la importancia de la territorialidad de las identidades que se

generan alrededor de las aficiones futbolísticas. Este elemento es sobresaliente,

ya que puede dar cuenta de muchas de las acciones que se forjan en el imaginario

violento de los aficionados. Para ejemplificar el anterior punto describiré el video

que se puede observar en Youtube, intitulado “La mentira se acabó!!!”, subido por

el usuario “Kelreme05”.

En una primera instancia, aparece un grupo de aficionados del club América

corriendo (presuntamente en persecución de aficionados Pumas). El usuario

114

“Kelreme05” escribe: “En tus videos nunca se ve nada”, en alusión al aficionado

del RK que supuestamente colocó el video de esta persecución en el mismo portal

de Youtube. Después de esto escribe (utilizando letras azules sobre fondo dorado,

los colores de los Pumas): “En los mano a mano me la chupas”, dando a entender

que los aficionados del América, en duelos vis à vis, pierden contra los Pumas. Sin

que las imágenes sean claras, en un descampado, se ve una secuencia en la cual

varios aficionados presuntamente de los Pumas, están golpeando a aficionados

del América y despojándolos de su camisetas amarillas. Si bien el video deja ver

muchas cuestiones interesantes, los comentarios perfilan más el tema de la

territorialidad que quiero establecer. Comenta el usuario “Zapantitlan”:

el video lo dise todo !

eran mas !!

no pasavan mas de 5 de la rebel contra un buen de putras gallinas y ps ya

lo ven son montonero aver rifensen un tiro todos parejos y aver qien es mas

puto y como disen !! ustedes gay inas q vaiamos a c. mezteca ust vengan a

cu universitaria aver si si muchos wuevos tan solo se paran en la linea q va

a universidad y ya les van poniendo en su madre !!! putas43

AguEnThe REbEl (http://www.youtube.com)

Este comentario es refutado por el usuario “Buda1916”:

ZAPANTITLAN ESTA POR LA VERGA LA REBEL SON MAMADAS SE ACUERDAN CUANDO LES DIMOS EN SU MADRE ALA PANTIREBEL KE SEGUN BARRIO PESADO LLA VIERON KE NO Y SI NO SABEN KIEN FUE FUE MONU NEZA44 (http://www.youtube.com)

43 Traducción libre: “El video lo dice todo. Eran más. No eran más de cinco integrantes de la Rebel

(barra de los Pumas) contra muchos aficionados del América. Los retamos a un combate cara a cara para ver quién es más puto. Como dicen ustedes, aficionados del América de Ciudad Azteca (barrio al nororiente de la ciudad de México), mejor vengan ustedes a la Ciudad Universitaria para ver si tienen muchos huevos. Sólo se paran en la línea del metro que va Universidad y ya los van golpeando. Putas.” 44

Traducción libre: “Zapantitlan está mal. La Rebel no existe. ¿Se acuerdan cuando le ganamos en una riña a la Panti Rebel (Pantilán es un barrio popular al oriente de la ciudad de México)? Dizque Pantitlán es barrio bravo. Ya vieron que no. Si no saben quién fue: La Monumental (barra del América) de ciudad Neza (el municipio de Nezahualcoyotl es uno de los más poblados del país y linda con el lado oriente de la ciudad de México, muy cerca de Pantitlán)”.

115

Los comentarios continúan en este sentido. Asegura “Tavo16”:

jajaja no se ve nada??? pero preguntales a los ke korrieron si no ubo o no,

todos putos se bajan a tirar komo tres piedras y ya ke ven la de adeberas

se hechan a korrer todos putos y hasta dejan a sus kompas ke stabamos

madreando... jajaja

y luego el video de iztapa ke pedo?? si les pegaron pero hay si pa ke vean

eran komo 100 vs 30 no mamen komo no les van a pegar?????

PURA MONU EKTPK MANDA

RE-ÑEROS-DE-EKT Y BANDA BURRA..

NO ME KREN KAIGANLE POR EKT Y VERAN KIEN MANDA PUTAS

GATAS PITERAS45

Como es posible observar, los subgrupos de aficionados tienen una clara

referencia territorial. Se puede pertenecer a una barra del América, pero de forma

simultánea, el aspecto territorial de sus integrantes determinará varias de sus

prácticas y discursos. Para muchos aficionados del América, pertenecer a una

barra del club no basta. La consolidación de relaciones más fuertes y estrechas

pasa necesariamente por conexiones territoriales. El barrio es un elemento

fundamental. De esta forma, Ecatepec, Iztapalapa, Agrícola Oriental,

Nezahualcoyotl, etc, serán referentes indiscutibles de las identidades de sus

integrantes. Serán en esos espacios en los cuales se establezcan vínculos de

violencia entre los integrantes de las barras de los diferentes clubes.

En la ciudad de México, los clubes con número mayor de integrantes entre sus

barras son América y Pumas, seguidos muy de lejos por el Cruza Azul, por lo

45 Traducción libre: “¿Qué no se ve nada? Pregúntale a los que corrieron si hubo o no algo. Todos

putos. Tiran tres piedras y cuando ven la realidad corren y dejan atrás a sus compañeros que estábamos golpeando. ¿Y luego el video de Iztapalapa (demarcación política al oriente del Distrito Federal) qué? Sí, les pegaron, pero eran cien contra treinta ¿cómo no les vana pegar así? Firma: Monumental (barra del América) Manda. Reñeros (ñero es un apócope de compañero) de Ecatepec (municipio del Estado de México al nororiente del Distrito Federal) y Banda Burra (el burro es el animal insignia del Instituto Politécnico Nacional, institución con la cual la U.N.A.M. tiene una gran rivalidad deportiva). Si no me creen, vayan a Ecatepec, y verán quién manda, putos aficionados a los Pumas”.

116

menos a decir de algunos de mis informantes. No es casual que la territorialidad

de los integrantes sea un aspecto recurrente en sus referencias a través del

internet. Los jóvenes que están en constante intercambio de agresiones físicas en

los diferentes espacios en los que se sucintan sus encuentros, y discursivos en el

internet tienen fuertes vínculos territoriales. Algunos de estos vínculos se

establecen en las escuelas. De esta forma, estudiantes de planteles de niveles

medio y medio superior incrementan sus intercambios violentos a través de sus

actividades en los grupos de barras futboleras. Es posible observar en campo

cómo la rivalidad deportiva entre la U.N.A.M. y el I.P.N. es reforzada por las

aficiones al futbol entre Pumas y América, respectivamente. De esta forma, las

escuelas, territorialmente ubicadas, también juegan un papel importante en el

discurso violento a través del internet.

Se pueden ver unas dos o tres decenas de videos colocados en Youtube en los

cuales los integrantes de las barras del América cantan el “Huelum” (canto del

Instituto Politécnico Nacional). En los comentarios de esos videos es posible leer

tanto a universitarios como politécnicos defendiendo su pretendida identidad

institucional. Las firmas de alumnos presuntamente inscritos en el I.P.N y

pertenecientes a grupos estudiantiles históricamente vinculados a actividades

porriles como la Federación de Estudiantes Politécnicos, la Federación Nacional

de Estudiantes Técnicos o la Organización de Estudiantes Técnicos aparecen al

calce de sus comentarios. Tal es el caso del usuario “Megavandalo” que en uno de

esos videos afirma su identidad americanista y politécnica a través de La

Monumental y la FNET, respectivamente.

Esta pretendida o real identidad escolar apunta claramente a espacios de

socialización en los cuales la violencia no está completamente circunscrita a las

117

rivalidades futboleras. Las disputas territoriales por diferentes causas son

comunes entre los grupos estudiantiles más violentos. El futbol es un elemento

más en esas disputas.

En esta parte del trabajo he mostrado algunos ejemplos de los discursos que

los usuarios e integrantes de barras del club América desarrollan en el internet.

Los casos de Fotolog y Youtube son masivos en número y crecen

constantemente, por lo que sería imposible realizar un recuento exhaustivo de los

mismos. No obstante, he pretendido señalar que la violencia discursiva está muy

codificada y racionalizada. De ninguna forma estas expresiones de violencia

discursiva y simbólica son producto de individuos “salvajes”, mucho menos de

“animales” y por tanto, no dan cuenta de efectos espontáneos y disruptores de la

civilización. Más bien dan cuenta de construcciones sociales altamente

jerarquizadas y excluyentes. Los discursos excesivamente masculinizados,

homófonos y misóginos visibilizan jerarquías simbólicas (criticables, por supuesto)

entre sus actores. Feminizando al rival, convirtiéndolo en puto o maricón, los

aficionados pretenden establecer jerarquías en sus relaciones sociales, las cuales

están profundamente historizadas por las desiguales relaciones de género.

A través de las adscripciones territoriales, barriales como escolares, los

usuarios del internet e integrantes de las barras dejan ver claramente la necesidad

de decantar o sedimentar identidades que, como la futbolera, tendrían un menor

grado de racionalización.

Restan algunos apuntes sobre el discurso violento que los integrantes de las

barras dejan ver en el internet. Uno de ellos, muy sobresaliente, es el aspecto

“pasional”, casi martirológico de los contenidos. El amor por el club es sublimado

118

al extremo. Es decir, uno de los objetivos principales de la violencia discursiva, por

paradójico que parezca, son ellos mismos. Esta especie de amor pasional/amor

sufriente tiene altos rasgos abiertamente autodenigrantes. El exceso en el

consumo de sustancias, principalmente el alcohol (que es el que menos

problemas legales genera su ostentación), es valorado enormemente en el

discurso de sus integrantes. Pareciera que hay una relación inversamente

proporcional entre la trasgresión a las normas morales, que ellos entienden como

las de la normalidad o del satus quo, e intensificar la devaluación física y moral de

sus actividades y categorías identitarias. Así por ejemplo, es posible ver que los

seudónimos de los usuarios de la barra RK de Fotolog, hacen muchas referencias

a este aspecto: “borracho_y_bebedor” y “borrachoxsiempre”. De igual forma, las

firmas de quienes dejan comentarios apuntan en ese sentido: “borrachos y

orgullosos”. Los usuarios pertenecientes al RK plagan sus acervos fotográficos

con imágenes en ambientes donde las botellas de cerveza y alcohol son

fundamentales. “Se me antoja un Smirnoof con arandano y unos hielos... Carajo!!”

(sic), apunta en un comentario reciente Azkm_0213 en su página de Fotolog.

Por otro lado, como ya lo señalaba Castillo Berthier (2002) acerca de los

nombres de las bandas de jóvenes en las décadas de los setenta y ochenta, los

apelativos mismos de identificación muchas veces apuntan a la autodevalución.

De esta forma, es común ver en Fotolog que sus usuarios se denominen a sí

mismos como: mañosos, patanes, borrachos, alcohólicos, huevones.

Es aquí donde en algún sentido se inscribe la lógica del discurso en contra de

algunos aspectos de lo que, al parecer, ellos identifican con la “moralidad familiar”.

Sin exceso, ni cuerpo ni espíritu alcanzan los niveles necesarios para la

reafirmación del verdadero amor por el equipo y odio por el rival.

119

Autodenigrándose, autoinfligiéndose atributos negativos, segregándose del mundo

de la contención que implica el discurso familiar impulsado por el estado, el

deporte, el club y otras instancias, los aficionados del R. K. pretenden

“transgredir”, por lo menos discursivamente su condición subordinada. La

violencia, así vista, en buena medida, es reflexiva.

A pesar de ello, algunos de los integrantes del RK, de diversas formas intentan

desactivar este potente aparato discursivo trasgresor, mostrando aspectos de su

“lado humano”. El multicitado “Azkm_0213” relata acerca de la foto en la que

aparece junto a su hijo en el Estadio Azteca:

PORKE A PESAR DE NUESTRA REPUTACION Y NUESTROS

DEFECTOS, SIEMPRE TENEMOS UNA RAZON IMPORTANTE PARA

SEGUIR ADELANTE, PARA AKELLAS PERSONAS KE PIENSAN KE UNO

NO TOMA LA VIDA EN SERIO... TALVEZ NO SEAMOS LOS MEJORES

SERES HUMANOS PERO ANTE TODO NUNCA PERDEMOS NUESTRA

CALIDAD COMO PERSONAS! (http://www.fotolog.com)

La reivindicación, contradictoria con la mayoría de los comentarios que este

integrante del RK realiza, deja entrever las múltiples fuerzas morales que actúan

sobre ellos. Por un lado, la fuerza social de una moralidad “familiar” que, a pesar

de todo, sigue teniendo resonancia entre los integrantes de las barras. Por el otro,

el intento vago y casi invisible por demostrar que la violencia simbólica y real que

los barristas americanistas ejercen contra los rivales, la policía y contra ellos

mismos, no es absoluta ni pura, sino divergente y contradictoria, llena de

vicisitudes, no obstante su racionalidad.

120

Capítulo 2 Educación sentimental futbolera y clientelismo político:

el caso de la “Porra Unión”

Todo es mejor en familia

Campaña publicitaria e ideológica del grupo Televisa

Un primer acercamiento a las porras familiares

Las llamadas porras familiares son un tipo especial de organizaciones de

aficionados, las cuales surgen en, y que al mismo tiempo éstas refuerzan, un

contexto social en el que el Estado mexicano consolida varias de sus instituciones

(vinculados a la satisfacción de derechos individuales y sociales emanados de la

Constitución de 1917) que evolucionaron a lo largo de las décadas

posrevolucionarias, con continuidades, discontinuidades y contradicciones. La

satisfacción de estos derechos ha sido mediada por prácticas que propongo llamar

“clientelares”, a falta de otra categoría para definirla (ver Adler Lomnitz, 1994: 217-

274). No pretendo establecer de ningún modo que las porras familiares deben ser

entendidas como resultado directo del contexto social y político en el que se

organizaron. Leer la realidad de esa forma es simplista y poco explica las múltiples

fuerzas que actúan en las coyunturas históricas, ya que las porras familiares aún

siguen existiendo en un contexto que no es propiamente el que las vio surgir.

La denominación “porra familiar” da cuenta efectivamente de un concepto,

idealizado, moralizado, ambiguo y contradictorio, llamado “familia”, que a la luz de

la historia del siglo XX posrevolucionario en nuestro país, será recurrente en

muchos de los discursos hegemónicos y subalternos. Esta concepción de familia

tiene, al igual que en el caso de las barras juveniles, un sustrato melodramático.

121

Esta base melodramática se dota simbólica y prácticamente, a su vez, bajo lo

que se puede entender como una “educación sentimental”, cuyos valores y

moralidad responden a los lineamientos del Estado posrevolucionario y las

industrias culturales de él emanadas. Como señala Monsiváis para el ámbito de la

llamada cultura popular del México urbano posrevolucionario, las porras recurren a

discursos y prácticas que se encuentran bajo los preceptos de una “moral pública”

urbanizada “fruto de la operación de la censura a cargo del Estado, la Iglesia

(católica) y los representantes oficiosos de la Familia” (2008: 68). Es decir,

promovido por la élite a través de los medios como el cine: “La adopción del

melodrama (las frases, las poses, las actitudes solidarias, los estallidos

autoritarios) como lo propio de la vida familiar. Sin el melodrama, las familias no

consolidan redes de apoyos y sujeciones, y en los instantes de crisis las parejas

se quedan solas”.46

De esta forma, se puede establecer que la imaginación melodramática cruza,

bajo preceptos diferentes a los de las barras, las formas de organización verticales

y de patronazgo-clientelares que se establecen como formas de organización de

las porras, afianzando estereotipos de posiciones y “roles” familiares

supuestamente tradicionales. El Estado y el patrón (en este caso el club) fungirán

46 Si bien es cierto que Monsiváis hace un recuento preciso del impacto del cine sonoro en el modo

de vida urbano del México posrevolucionario, las características que el autor señala son perfectamente utilizables para el fenómeno deportivo y de su espectacularización y masificación en la misma época. Además de la arriba señalada, Mosiváis afirma que el cine sonoro aporta, y por lo tanto convierte en forma de vida ampliada de las clases populares en las ciudades mexicanas, lo siguiente: “La formación de imágenes comunitarias que, no obstante sus falsificaciones notorias, son eficaces y perdurables: ‘el cine de los pobres’, ‘la cultura de las vecindades’, el medio rural que auspicia la tragedia o se moderniza con la comedia, la ‘teatralización del machismo’, los modelos de belleza (sólo femenina) y apostura (sólo masculina), lo popular urbano como solidaridad retenida en la penuria. La indiferencia del Estado ante el cine [que bien podría aplicarse al futbol espectáculo], ‘mero entretenimiento de multitudes’. El régimen del PRI casi hasta su final en el año 2000, afirma y reafirma las reglas de censura: ninguna crítica a las instituciones, respeto irrestricto a la moral familiar, sometimiento a la tutela del gobierno” (2009: 68-69).

122

como entidades patriarcales, cuya autoridad, si bien puede ser cuestionable, rara

vez es confrontada. Otorgando prebendas y dádivas clientelares, que se verán

claramente reflejadas en los boletos y las credenciales de ingreso al estadio, la

directiva del club (actor fundamental del patronazgo) ejercerá, mediante diversas

instancias intermedias, su autoridad indiscutible.

No debe perderse de vista que, al igual que los jóvenes hinchas del RK, los

integrantes de la Porra Unión se adscriben al club y asumen un orgullo intrínseco

al amor que les despierta “el club más grande de México”, característica que en

ningún momento dejan de pregonar. El orgullo de “grandeza” de estos aficionados

es condición sine qua non para afiliarse bajo los colores del club.

La Porra Unión

El América tiene siete grupos identificados como porras familiares: Porra Unión,

Porra Familiar, Porra Amigos, Porra Cuahtli, Porra Club América, Porra Águilas y

Porra Popular (de esta última se desprendieron todas las demás). Estas

agrupaciones tienen ciertas características que las definen. Unas de esas

características son delimitadas internamente, en los discursos y las prácticas de

sus integrantes. Otras de ellas son atributos que agentes “externos”,

especialmente los aficionados no organizados y los periodistas, les han conferido.

Los aficionados no organizados, por lo general, ven con cierto respeto y hasta

admiración a los integrantes de aquellas. Como un informante casual me comentó

en alguna ocasión: “Sí, las porras familiares son agradables, ya que vienen a

apoyar al equipo y no generan desmanes como las barras. Hay, señores y

señoras, niños y niñas, viejos y jóvenes. Todos conviven en paz”. El orden y la

convivencia pacífica son elementos fundamentales en esta concepción de

123

aficionado. Y esta concepción no es asunto menor, ya que está intrínsecamente

ligada a un ideal de nación incluyente y basada sobre principios de un aficionado

patriótico, entusiasta y festivo, pero al mismo tiempo respetuoso y afable.47

En este discurso, el concepto familia atraviesa todos los niveles de

conformación de las porras. Por un lado, la organización jerarquizada y vertical

funge como forma de relacionarse con el Estado y las demás instancias de

autoridad, como el club y su directiva, así como los liderazgos internos de las

mismas. Sin embargo, y en buena medida, las relaciones verticales que se

establecen entre los integrantes de las porras, sus líderes y la directiva del club,

son concebidas como parte de una relación más amplia entre los ciudadanos y el

Estado, que son concebidas metafóricamente como familiares. La directiva del

47 Calderón sintetiza a la perfección el modelo de aficionado promovido por la élite y la prensa

durante el régimen priísta, justo en el momento en que en México se inauguraba la Copa Mundial en 1970: “Con alegría desbordante, música llena de colorido, un soberbio desfile y miles de globos –que competían con el arco iris- inundaron el cielo diáfano de aquel día [31 de mayo]: así comenzó la fiesta más bella del deporte mundial. El Azteca, vistiendo sus mejores galas, daba la bienvenida al planeta entero y demostraba que México tenía no sólo la mejor afición en lo que a futbol se refiere, sino también la más educada y la más amable. Cada invitado, fuera del país que fuese, se sentía mejor que en su casa. El trato afable del mexicano era la mejor carta de presentación para que se tuviera la certeza de el Mundial sería inolvidable” (Calderón, 1991: 40). Este mismo autor escribió en uno de los portales futbolísticos más visitados de México: “Hace no mucho tiempo, el acudir a un estadio de futbol en México era una cosa cien por ciento familiar. Las llamadas porras, no eran más que una continuación de amistad y compadrazgo en el que familias enteras gustosas de irle al mismo equipo de futbol, decidían reunirse en torno a él en las tribunas, buscando una zona específica en las gradas y apoyando con banderas, y gritos de aliento a su equipo favorito. Pero en los últimos años, esto ha cambiado paulatinamente, ya que el surgimiento en nuestro país de las llamadas barras, tal y como acontecen en Sudamérica, ha desvirtuado el gusto por el deleite de un deporte como el futbol y lo ha ido convirtiendo en un acontecer violento, generando que en algunos estadios, las anteriores porras de aliento se conviertan hoy en día en consignas y palabras soeces y majaderas en contra de los aficionados rivales y los desmanes, antes aislados, son pan de todos los días” (Calderón, 2002). En cierto sentido, este fenómeno no es exclusivo de México. En prácticamente toda América Latina, el fenómeno del futbol masivo y espectacularizado fue impulsado por las élites bajo una lógica de identidad nacional y patriótica. Aguilera, siguiendo a Moura, apunta que la prensa y el Estado brasileño jugaron papeles fundamentales en la promoción de la Copa del Mundo de 1950, llevada a cabo en ese país. Apuntalando un ideal patriótico y nacionalista, la prensa impulsaba la formación de un aficionado popular, apasionado y festivo, pero al mismo tiempo organizado, respetable y decoroso: “[...] los periódicos promovieron una representación específica del torcedor [aficionado] brasileño: amante su patria, incondicional, alegre, pero también respetuoso y decoroso” (Aguilera, 2004: 22).

124

club (como el Estado) es una especie de “padre” que otorga prebendas a sus

“hijos”, en la medida en que estos demuestren su amor y lealtad. El flujo de estas

prebendas (algunas de ellas materiales –como los boletos de entradas- y otras

simbólicas –como el prestigio de pertenecer a una comunidad admirada como lo

es club América) no siempre es transparente y fijado por reglas claras. En otras

palabras, hay una percepción muy amplia de corrupción en la distribución de las

prebendas materiales.

Por un lado, los integrantes de las porras, que se encuentran en la base de la

pirámide, ven con recelo y hasta con desconfianza a varios de los líderes y la

forma en que ellos “reparten” las prebendas. Sin embargo, de forma simultánea,

los porristas asumen con cierta disciplina y resignación fatalista esa distribución

desigual y bastante discrecional que ejercen los directivos del club y los líderes de

las porras. Lo único que mantiene a los porristas bajo esa circunstancia es el

hecho de aceptar que los liderazgos implican también responsabilidades que casi

nadie quiere asumir.

Po el otro, los líderes distribuyen de forma discrecional las prebendas. La

medida básica de esta distribución es el amor al club, cuantificable únicamente

bajo el criterio de asistencia constante al estadio. El líder de la porra, auspiciado

por la directiva, distribuye las prebendas materializadas en los boletos y

credenciales de entrada, y como un buen padre, recompensa a los hijos que le

son leales y fieles, mientras que recrimina y castiga a los faltistas e inconstantes.

El caso de la Porra Unión es el que me servirá de parámetro para las seis

organizaciones más, ya que fue con el que más contacto tuve, pero de muchas

125

maneras logré establecer conexiones con los otros grupos, por lo que puedo

extender mis descripciones e hipótesis a ellas.

La organización vertical

La Porra Unión tiene una clara organización vertical, que alcanza ámbitos del

poder gubernamental más altos (el consorcio Televisa tiene estrechos lazos con la

presidencia de la república) y a estructuras organizativas transnacionales (medios

de comunicación, la misma empresa Televisa y las corporaciones rectoras del

negocio futbolístico internacional, como la Confederación Norte, Centroamericana

y del Caribe de Futbol o la Federación Internacional de Futbol Asociación). Explico

esta dimensión organizativa.

La organización vertical estructura un “flujo” desigual de capitales, bienes

materiales, simbólicos y culturales; de servicios y de aspectos intangibles como el

prestigio de pertenecer al club “más grande de México”; flujo que va tomando

formas específicas en sus diferentes niveles jerárquicos subalternos. Así, si

tomamos al consorcio Televisa como la última instancia vertical del club,

descenderemos hacia un nivel organizativo menor, representado por el Club

América de Futbol, S. A. de C. V. Desde aquí, se parte a una escala subalterna

menor, representada por el área específica del club encargada de la organización

de los grupos de aficionados “institucionalizados”, que a través de su personero,

“el Lic.” Ismael Coronado, dialoga, negocia y a veces se confronta con los

aficionados organizados en las porras y barras.

Según Adler Lomnitz (1994), la sociedad posrevolucionaria en México generó

una nueva clase social (entendida básicamente como la burocracia, tanto pública

126

como privada) que se ha hecho cargo del intercambio de bienes entre las clases y

los “sectores” en que se ha configurado la sociedad urbana y rural mexicana48.

Debo señalar que a través del estudio historiográfico ha sido posible detectar

con mayor claridad los vínculos “verticales” que la Porra Unión guarda con

poderes aparentemente fuera del ámbito estrictamente futbolístico. La relación

orgánica del consorcio Televisa con todos los presidentes de la república, desde

los años cincuenta del siglo XX, da cuenta, en cierto sentido, de cómo esas

instancias han sido determinantes en la creación y consolidación del futbol

profesional en México y de lo que llamaré el “sistema de rivalidades” futbolísticas

en nuestro país, incluyendo la conformación de las porras familiares del Club

América, que en esencia son instancias “clientelares” y corporativas (que se

consolidan por medio de la idea de una familia).

Asimismo, la perspectiva histórica me ha permito detectar que algunas de las

características que definen las prácticas, discursos e identidad de los aficionados

de la porra, como jugar el papel del “malo de la película”, ser parte de la

“grandeza” del club o la creación de una idea de familia, los cuales han sido

previamente configurados y fuertemente inducidos por los dueños del consorcio

Televisa. En esta misma dirección, el club de futbol América define, en la

actualidad, un buen número de las características que le dan sentido a la porra: su

48 Para esta autora:

“[...] El surgimiento de una clase dominante, cuyo recurso principal es el poder político basado en ciertos tipos especializados de conocimiento, ha modificado la estructura social superponiéndole una estructura de poder sectorial basada en el clientelismo político. [...] Los intercambios [de bienes, servicios y simbólicos] se rigen por relaciones de poder. La estructura interna de los sectores es muy compleja y no es horizontal. En otras palabras, el concepto de sector podría asimilarse del sector con el microscopio de la investigación antropológica (sic), se descubre que hay una estructura de poder con numerosos niveles y que los individuos tienen acceso a los recursos económicos, políticos y sociales según la posición que ocupan dentro de dicha estructura de poder” (Adler Lomnitz, 1994: 225).

127

ubicación en el estadio; el número de integrantes; el liderazgo de la misma; los

instrumentos y objetos que pueden o no ingresar al estadio; quién puede y quién

no puede entrar a la porra y, por supuesto, la relación clientelar que se establece

por medio del boletaje de entrada.

Es posible afirmar que la idea de “familia”, como espacio de recreación de

ciertos valores entendidos como familiares (respeto, fidelidad, lealtad) y que le

otorgan el apelativo a estas porras, son impulsados abiertamente por la directiva

del consorcio televisivo y del club. La discusión alrededor del concepto “familia” en

la antropología mexicana está relacionada con los resultados de los estudios

etnográficos estadounidenses e ingleses, principalmente. Robichaux (2007)

plantea un abordaje general de las diferentes formas de organización social en el

ámbito doméstico y establece la complejidad teórica y práctica del concepto

familia, con énfasis en América Latina. Sin embargo, este trabajo no pretende,

salvo tangencialmente, referirse a esta discusión, ya que el concepto “familia” que

se usa en el espacio de las porras hace referencia a una idea de familia nuclear,

específica (e idealmente) patrilineal y fuertemente asociada a la concepción que el

Estado mexicano proyecto de dicho concepto49. Las “buenas costumbres” de la

elite nacional, además de los sentidos de lealtad, fidelidad y respeto, se proyectan

desde el ámbito doméstico hacia las gradas del estadio.

Un ejemplo de ello, que sólo pretende ilustrar lo anterior: En 2010 Televisa

lanzó la campaña promocional Todo es mejor en familia, la cual pretendía

49 Así: “la supuesta ‘cultura nacional’ consistía en los ‘patrones ideales’ que, de hecho, eran las

‘buenas costumbres’ de las elites. En caso de lograr acceso al nivel económico correspondiente, los grupos sociales subalternos y de menores recursos tenderían a realizar este modelo ideal. De este modo, aunque este tipo de abordaje [el de la antropología cultural estadounidense] reconocía la existencia de prácticas divergentes del ‘patrón ideal’, este último era el privilegiado objeto de interés, en tanto se trataba de lo representativo de la ‘cultural nacional’” (Robichaux, 2007: 29).

128

“promover la unión y revalorar el papel de la familia dentro de la sociedad

mexicana” la cual debe ser vista, según la compañía, “como una red social de

apoyo, cariño y estabilidad”50.

En el último nivel de organización vertical, la porra está constituida por un

liderazgo claro, representado por una triada de individuos, que no por casualidad

son una “familia” y se han convertido en algunos de mis informantes clave: José,

Diana y Cristián. Ellos realizan la intermediación entre la directiva del club y los

integrantes de la porra. Realizan la “talacha” (el trabajo cotidiano de organización):

solicitan los documentos a quienes quieren ingresar a la porra; los llevan a las

oficinas del club; administran las credenciales; cobran las mensualidades y las

entradas al estadio; dan respuesta a las llamadas que piden información sobre los

partidos; deciden si algún integrante puede o no llevar invitados externos; asisten

a las juntas previas a los encuentros; llevan los instrumentos musicales y las

banderas al estadio y los introducen; coordinan los cánticos y las consignas o

determinan quién lo haga por ellos, entre otras.

De la forma en que realizan su trabajo reciben recíprocamente el trato de los

integrantes de la porra. José, es condescendiente en muchos aspectos: permite

que ingresen muchos invitados, cobra bajas mensualidades y los boletos de

entrada (por lo menos a mí). Al mismo tiempo es un hombre que apela al discurso

y, en algunas ocasiones al recurso de la “violencia” o talvez, más precisamente, al

de la intimidación, generalmente verbal. No sólo él lo hace en la porra, ya que

50 En el portal de la campaña se lee lo siguiente: “La familia en nuestro país representa un fuerte

soporte, una red social de apoyo, cariño y estabilidad dentro de la cual tenemos la oportunidad de formarnos como mejores personas y trabajar por el mundo que queremos para nosotros y los nuestros. La familia es la única base firme para una sociedad sana. Por lo anterior, en Televisa queremos promover de manera muy directa estas ideas entorno a la familia, creemos firmemente que las semillas del cambio y del bienestar social, deben sembrarse dentro de la familia” (ver Televisa, s/f, en Información de internet de la bibliografía).

129

algunos otros de sus integrantes son copartícipes en las acciones intimidatorias y

en este sentido es posible observar un comportamiento, al que me referiré más

adelante, que es percibido como “propiamente” masculino.

José, Diana y Cristián son, como lo he señalado, los intermediarios entre las

directrices del club y los aficionados que integran la porra. Un ejemplo: el club

estableció un convenio comercial con la empresa cervecera Modelo, la cual

entrega gratuitamente unas trompetitas de plástico y unos “aplaudidores” inflables.

Ellos son los encargados de repartirlos entre los integrantes de la porra, acción

que los coloca en un lugar central en la distribución de estos bienes y en la

“cadena de mando”.

Pero el elemento principal de intercambio entre los integrantes de la Porra

Unión y el club son, por supuesto, las entradas al estadio. A partir de 2006, cada

semestre los líderes de las porras están obligados a solicitar documentación que

pruebe la residencia e identidad de los solicitantes a ingresar a alguna de estas

organizaciones. A quien quiera pertenecer a alguna de ellas le solicitan copias

fotostáticas de la credencial de elector, comprobante de domicilio, de la Clave

Única de Registro de Población, dos fotografías y un pago mensual de cerca de

$100. Estos documentos, posteriormente, serán remitidos a las oficinas del club,

en el cual, previa cita general (es decir que todos los solicitantes acuden el mismo

día) les son requeridos los papeles, se les toman huellas digitales y se les

fotografía. Con estos datos, enmarcados pomposamente en la Ley para Prevenir

la Violencia en los Espectáculos Deportivos en el Distrito Federal, (Gaceta Oficial

del Distrito Federal, 2006) el club hace una credencial por cada integrante de las

porras. Dichas credenciales son entregadas a los líderes de las porras y barras

(excepto los del RK) un par de días antes de cada encuentro como local. Así,

130

todos los integrantes se reúnen con los líderes de cada organización en el punto

señalado y ahí reciben su credencial, la cual es canjeada por un boleto

(administrado por la empresa Ticketmaster) a la entrada del estadio.

“Vas a tener que ir el próximo sábado”, me dijo José un día de juego en enero

de 2008. “Ese día es para obtener la credencial. La cita es a las afueras del club,

en Coapa. ¿Sí conoces dónde están, verdad?”, me preguntó. El torneo Clausura

2008 ya tenía dos juegos de haber iniciado. Durante esos primeros juegos del

campeonato yo había ingresado con los integrantes de la Porra Unión

presentando una copia de mi credencial de elector, a la cual se le pegaba una

contraseña firmada por Ismael Coronado (el personero del club), que a la entrada

del estadio me canjeaban por un boleto. Sin embargo, a partir de la fecha cuatro o

cinco de la temporada, sólo se podría ingresar como miembro de la porra teniendo

la credencial, así que obtenerla era un paso absolutamente necesario.

Figura 10. Credencial de José

Ese sábado fui al club como había acordado con José. Unos días antes le había

entregado copias de la credencial de elector, de mi Clave Única de Registro de

131

Población y de mi comprobante de domicilio. La entrada a las oficinas del club no

se realizó por el acceso principal, el cual está ubicado sobre la Avenida División

del Norte, sino por la parte posterior, en el callejón del Carrizal. Cuando llegué a la

puerta principal pregunté a los vigilantes por dónde sería la entrada para la

credencial. Ellos me dieron las indicaciones. En ese instante un adolescente de

unos trece años se acercó a mí y me preguntó si iba a “lo de las credenciales”. Le

dije que sí. Él me comentó que estaba muy interesado en formar parte de una de

las porras. Yo no sabía si lo que quería era entrar a una porra familiar o a una de

las barras, pero me dio la impresión de que en realidad quería ingresar a La

Monumental. De cualquier manera caminamos juntos el trayecto hacia la entrada

posterior y yo, mientras tanto, le dije qué papeles tenía que presentar para

ingresar a alguna de las porras. Él se mostró complacido por la información y me

dijo que llevaba todos los papeles. Me solicitó si le podía presentar a alguno de los

líderes. Yo le dije que le podía presentar a los de la Porra Unión, lo cual hice al

llegar a la entrada.

José y Diana estaban parados cerca de su camioneta51, una van que habían

comprado recientemente. Ambos llevaban papeles en las manos. Me saludaron.

“¿Ya me entregaste todos tus papeles verdad?”, me preguntó José. “Sí, te di todo

lo que me pediste”, le contesté. Revisó el fajo de papeles que llevaba consigo. “No

los tengo. ¿Seguro que me los diste?”. Nuevamente le contesté que sí y me pidió

que esperara un segundo mientras corroboraba con Diana. Se acercó a ella y, en

efecto, ella tenía mi documentación.

51 La camioneta de José es también otra expresión metafórica de lo importante que es la familia

para estos grupos. En alguna ocasión, él mismo me comentó que había comprado la camioneta porque con ella podría viajar junto con toda la familia.

132

“Bueno, vas a tener que entrar por esta puerta e inmediatamente das vuelta a la

izquierda. Ahí vas a ver a la gente que está tomando las fotografías”, me dijo José,

señalándome la entrada. Me dio mis papeles y me llevaron a la puerta que

correspondía. Un par de vigilantes, vestidos con trajes oscuros y que portaban

sistemas de radiocomunicación revisaron los papeles y corroboraron con José que

yo iba a hacer el trámite. Él les dijo que sí, que no había ningún problema.

Al ingresar, del lado izquierdo, pude observar un par de canchas de futbol en

las cuales varios jóvenes estaban practicando o entrenando. Sólo unos metros

más adelante una joven mujer me señaló la entrada a las oficinas en las cuales

estaban realizando los trámites para la credencial. Adelante de mí estaban unas

tres o cuatro personas más en la fila. Las oficinas eran muy bajas y de materiales

prefabricados, por lo que el calor era más o menos intenso, ya que era un día

soleado a pesar de que estábamos en pleno invierno. Otra joven, sentada detrás

de un escritorio y una computadora, me pidió mi nombre y solicitó mis

documentos. Le dije quien era y le entregué las hojas. Esperé unos minutos de pie

y después me dijo que pasara a una oficina contigua. En ella, otra mujer y un

hombre se encontraban detrás de una mesa sobre la cual estaban dispuestos una

cámara y un escáner electrónico para las huellas digitales. Me pidieron mi nombre

y poner mis dos dedos índices sobre el escáner. A continuación me pidieron que

me sentara frente a la cámara. Rápidamente me tomaron una fotografía y me

dijeron que con eso concluía el trámite. Por la misma puerta por donde ingresé,

salí, tan sólo para despedirme de José y Diana, quienes continuaban realizando

los trámites de otras personas. Me despedí de ellos y me encaminé rumbo a la

Calzada de Tlalpan para regresar al metro Taxqueña.

133

El punto fundamental de esta descripción, sin embargo, radica en el valor de la

credencial como elemento simbólico en la estructuración y organización de las

porras, ya que se convierte en el “objeto” sintetizador de la relación vertical que

guardan el gobierno, el club y los aficionados. Como se vio en el caso del RK (la

única organización que rechaza las credenciales) fundamenta su discurso contra

la “credencialización” de sus integrantes porque ven a las credenciales como un

símbolo de sumisión y de sometimiento a las políticas del club y de vigilancia por

parte del gobierno (en este caso de la policía del Distrito Federal, principalmente).

El tema de la credencial para ingresar a la porra, me parece, forma parte de un

proceso socio-político más amplio, cuyas conexiones se dejan ver, de igual

manera, en las discusiones sobre las credenciales para votar en nuestro país (en

una lógica semejante a la del corporativismo como el “pase de lista” o las prácticas

corporativas de peticionarios de vivienda)52. Las credenciales para votar se han

convertido en un objeto de disputa política, ya que, por un lado, muchos críticos y

analistas las consideran como elementos fundamentales de la democratización y,

por el otro, como parte de la lógica del fraude, la corrupción y el tráfico de favores

y servicios políticos (véase Cornelius, 2002 :19; Díaz-Santana :106-107). En el

caso de los defensores de la credencial para las porras (y las barras) argumentan

que con ellas es posible mantener un cierto orden y control sobre sus integrantes.

52 Según Aparicio: “Uno de los rasgos que caracterizó durante años al sistema político dominado

por el PRI fue precisamente el de las relaciones clientelares entre el partido en el gobierno y la ciudadanía, debido al control corporativo de grandes conglomerados de población a través de las organizaciones campesinas, obreras y populares. Existen tanto elementos de tipo teórico como evidencia empírica que sugieren que el clientelismo es un fenómeno que afecta fundamentalmente a los grupos sociales y a los individuos que viven en zonas rurales y en condiciones de pobreza y de marginalidad” (2002: 80). El mismo autor señala que para las elecciones de 2000: “Casi la cuarta parte de los ciudadanos que experimentaron alguna acción de manipulación participó en la negociación de su voto, y a uno de cada veinte de ellos se le ofreció algún bien o servicio a cambio de su credencial de elector” (2002: 92).

134

Sin embargo, sus críticos (básicamente los jóvenes del RK) aseguran que la

credencial es un símbolo de corrupción y mercantilización del “sentimiento” y

afición por el equipo.

Según mis informantes, el club convoca (y obliga) a los representantes y líderes

de las porras y barras a una reunión quincenal en las instalaciones del club. Esas

reuniones tienen como objetivo plantear, básicamente, las directrices de los

dueños del equipo y del estadio en términos del número de entradas disponibles;

revisar el comportamiento de los integrantes de las organizaciones de aficionados,

que puede incluir las sanciones a los miembros que hayan desacatado las

disposiciones o las felicitaciones y encomios a los que según el club vayan por

buen camino; someter a consideración los comentarios, sugerencias y reclamos

de los aficionados y organizar las acciones siguientes dentro del estadio.

Dependiendo de la importancia del encuentro siguiente o de la gravedad de una

situación determinada, según José, es que el club establece quiénes asisten a la

reunión por su parte. De ser sólo una reunión rutinaria, quien lleva la batuta es

Isaías Coronado. Pueden asistir a la reunión dos representantes de cada grupo (o

sea que pueden ir catorce personas por las porras). En esas reuniones, él da las

últimas indicaciones a los líderes y, lo más importante, les entrega las

credenciales de los afiliados.

Isaías Coronado es un hombre de mediana estatura, moreno y con abultado

abdomen. Todas las veces que lo he visto ha ido vestido con trajes oscuros.

Según me han dicho un par de informantes, Coronado es un político profesional;

priísta para ser más precisos. Me han comentado, sin que yo haya podido

confirmarlo, que trabajaba en la administración pública del Distrito Federal y que

135

sus dotes de intermediario (una especie de “broker”) fueron la razón principal de

su llegada al club como personero de la directiva en las negociaciones y gestiones

con las porras y barras. Le solicité en unas tres o cuatro ocasiones una entrevista,

pero siempre se negó a ella. Todas las veces que lo he visto se hacía acompañar

de un pequeño séquito de jóvenes mujeres, que fungen como sus asistentes. En

los días de partido en el Estadio Azteca, Coronado camina cerca de la entrada

principal con su séquito femenino y un par de hombres del personal de seguridad

del estadio, además de dos o tres policías uniformados. Siempre llevan radios de

intercomunicación con ellos.

Hasta donde tengo conocimiento, Coronado cita a los líderes de las porras y de

las barras aproximadamente unas tres horas antes del inicio de cada partido,

realizan los últimos ajustes (como meter las banderas e instrumentos musicales) y

les entrega unos cuantos papeles adheribles con su firma y un sello, que podrán

“vender” para su canje por un boleto de entrada. “Comprando” unos de estos

“estiquers” fue precisamente el mecanismo con el que yo pude entrar durante mis

primeras visitas al estadio.

Ahora, para dar una mejor idea de la Porra Unión, presento una descripción de

una jornada prototipo de esta organización. José y Diana, apoyados por Cristián,

son los líderes y organizadores de la Porra Unión. Él es un hombre de unos 40 ó

41 años, alto y de gran talla. Trabaja en el sector eléctrico. Ella es una mujer de

unos 28 años. Son pareja, pero no están casados. Él tiene un hijo de unos 20

años que asiste de manera interrumpida al estadio, llamado Cristián. Este último,

cuando va, siempre ayuda a su padre y Diana con todas las cuestiones

organizativas. Todos los días de partido, llegan con unas cuatro o tres horas de

136

anticipación, ya que el club los cita en el estadio para meter las banderas y los

instrumentos musicales (un par de bombos).

José, Diana y Cristián se mueven constantemente alrededor del “Sol Rojo”, la

escultura en la explanada de Calzada de Tlalpan. Van y vienen a la entrada del

estadio. Entregan credenciales, venden boletos, entregan contraseñas. El teléfono

celular para ellos reviste, desde mi punto de vista, un símbolo de estatus, prestigio

e importancia, y José es asiduo en su uso. En prácticamente todas las ocasiones

que he platicado con él, su teléfono celular suena varias veces. Acostumbra

decirme: “Espérame tantito”, con una señal de la mano que refuerza el mensaje.

Su celular suena. “Este cabrón, me marcó y de seguro no tiene crédito. Quiere que

le marque yo”, continúa diciéndome. “Le voy a llamar”, afirma.

Después de marcar, inicia un diálogo que más o menos va así: “¿Qué pasó?

Aquí estamos donde siempre, en el Citlali53, cabrón. ¿Dónde dices qué estás?...

Ah sí, ya te vi”, dialoga con su interlocutor mientras otros miembros de la porra y

yo lo observamos. Su interlocutor andaba cerca y finalmente realizan contacto

visual. José cuelga e inmediatamente se dirige a Cristián o Diana. “Que siempre sí

viene El Chore con sus dos hijos. Ya están aquí. ¿Tienes las credenciales de...

cómo se llaman... de los güeyes54 esos... de la familia esa que ya no viene?”,

pregunta. “¿Dices las credenciales de Marco?”, le pregunta a su vez Diana. “Sí,

las de ese cabrón”, le replica José. “Yo creo que con esas pasan El Chore y sus

hijos”, le indica José a Diana.

53 Así le dicen a la escultura oficialmente llamada “Sol Rojo”. Citlali es estrella en náhuatl y durante

varios años era el nombre de los trofeos que la Federación Mexicana de Futbol entregaba a los jugadores, equipos y entrenadores más destacados de una temporada. Imagino que la figura de esos trofeos asemeja a la de la escultura y de ahí venga el nombre. 54

Güey es una derivación de la palabra buey, que en México puede tener connotaciones despectivas, pero por lo general se usa para referirse a alguien de forma amistosa.

137

Una vez que El Chore llega, José lo saluda de mano mientras observa

alternadamente su rostro y la fotografía de la credencial que tiene en su mano.

“¿Qué pasó mi hermano? Aquí está tu credencial. Vela. ¿Si te pereces, no?”, le

dice con una socarrona inflexión de voz. El Chore observa la foto y un poco

sorprendido dice: “No manches55, ¿a poco si me parezco a este güey?”. José, ya

más suelto con el sarcasmo le replica: “Pues yo digo que sí, que están igual de

pinches56 nacos57 los dos”, y amplía su sonrisa en el rostro, mientras que otros

miembros de la porra festejan con sonrisas cómplices la broma que José aplica.

José ejerce su liderazgo de manera indiscutible entre los integrantes de la porra

y se le ve muy confiado en sus acciones. Tiene un conflicto de intereses no muy

intenso con Bolaños, el fundador de la porra. Su gran corpulencia lo hace un

hombre bastante visible. Utiliza una barba a medio crecer. Su pelo es muy largo y

hace con él una “cola de caballo” atándolo con una liga. Camina casi siempre de

manera lenta y con paso calculado. Ambos antebrazos suyos llevan sendos

tatuajes: uno de la santa muerte y otro de algún icono azteca. Nunca realiza

exabruptos ni manotea. Habla con voz ronca, pero pausadamente. Sin embargo,

de su boca salen palabras altisonantes con bastante desenfado y casi siempre con

un tono burlón y “chacotero”.58

55 Mancharse, en la Ciudad de México es pasarse de la raya, exagerar o excederse en algo.

56 Pinche es una palabra muy utilizada en México. Tiene varios significados, pero en este caso sólo

es un sinónimo de muy, es decir, reafirma (de cierta forma despectiva) la categoría que se usa inmediatamente: naco. 57

Naco es una palabra con múltiples significados, pero básicamente podemos decir que se usa como sinónimo de “indio” y en todos los sentidos es despectiva y racista. Debido a la carga racista y colonial del mestizo mexicano, decirle a alguien que es naco es categorizarlo como inculto, tonto, feo, curioso o de poca distinción, o sea, vulgar, popular y hasta mezquino. 58

La “chacota” es una ruidosa y alegre verborrea, que se puede acompañar con gestos y movimientos corporales acordes a la situación. Generalmente, el chacoteo de la porra está altamente sexualizado. Los encomios y halagos siempre tienen referencias a una hombría valentona. Las descalificaciones siempre asociadas a características femeninas u homosexuales.

138

Figura 11. El ambiente familiar

En alguna ocasión, a las afueras del estadio, en el lugar de reunión de la porra,

un varón se acerca con su hijo, un chico de unos doce años. Es un hombre de

cuarenta años y de una corpulencia resultado del ejercicio laboral o del gimnasio.

Su corte de cabello asemeja al de un policía. Ambos llevan camisetas del América.

El padre viste un pantalón corto de mezclilla y tenis. Viene caminando de manera

ostentosamente envalentonada, pero juguetona. Se para frente a José. Ambos se

miran retadoramente. Yo sé que es un performance, pero por momentos me

hacen dudar. Por cinco segundos sólo se siguen mirando. “Dale a este hijo de la

chingada su pinche credencial y que se vaya de aquí”, le dice José a Cristián. Sus

miradas siguen fijas. El recién llegado saca más el pecho y se acerca a José, que

sigue firme en su posición. No se tocan, pero se colocan muy juntos uno al otro.

Abruptamente, José le da un moderado puñetazo en el hombro y el otro hombre

se encoje y se enconcha, comenzando a reír. “Hijo de la chingada59, sí me dolió”,

59 Sin que sea precisamente su sinónimo, “hijo de la chingada” puede entenderse como “hijo de

puta”.

139

le dice mientras se soba el hombro. “¿Cómo ves a mi perro?”, me pregunta José,

dibujando una amplia sonrisa. “No lo conocía”, le contesto yo. “Este güey hace lo

que yo le digo”, me dice, mientras el tipo empuja juguetonamente a José. La

pareja de padre e hijo reciben sus credenciales para ingresar. Antes de partir,

José le dice al hijo: “¿Por qué tienes un papá tan puto?” y lanza una risotada. El

jovencito solo levanta los hombros y no atina a dar respuesta.

El liderazgo de José, una extraña mezcla de desenfado, moderación, respeto y

“chacoteo” es contrarrestado por la extrema sobriedad de Diana. Ella, en muchos

aspectos, es el alma administrativa de la porra. Es ella en realidad quien cobra las

mensualidades y recibe los pagos para ingresar al estadio. Es de pocas palabras y

difícilmente expresa otra cosa que no sea el saludo y alguna observación sobre

las asistencias: “Hola. No habías venido a los últimos partidos”, le dice a un

integrante de la porra que reapareció en el estadio en alguna ocasión, pero la

plática no va más allá. Siempre porta un bolso de esos que se amarran a la

cintura, en el cual tiene las credenciales y uno que otro elemento más necesarios

para la administración in situ de la porra, como lápices y clips. Casi siempre lleva

sus lentes oscuros y al igual que José, porta su playera del América. A diferencia

de José, ella no levanta la voz y es muy difícil escuchar que diga una mala

palabra. Sólo con Cristián y un par más de los integrantes de la porra es con

quienes se le puede ver platicar con más confianza y hasta juguetonamente.

Por su parte, Cristián es la persona de confianza de José y Diana. Él va y viene

con los encargos de su padre. “Lleva a este carnal60 a la puerta y dile a Juan que

es la persona que le había dicho que iba a pasar”, suele decirle José a Cristián.

60 Aquí puede ser traducido como amigo.

140

Éste último, también de muy pocas palabras, acompaña a las personas a la puerta

o realiza actividades específicas que su padre o Diana le indiquen.

Antes de pasar al siguiente apartado hace falta comentar que algunos autores

(Salmerón, 2002; Adler Lomnitz, 1988) han establecido que las redes “informales”

de ayuda reciproca (y no cabe duda que en este sentido las porras familiares

funcionan como tal) han servido como mecanismos que complementan las

incapacidades del sector formal o estatal para cubrir las necesidades de los

“marginados” (el de la recreación y el ocio no son la excepción). No quiero señalar

como marginales (por lo menos no a todos) a los integrantes de las porras, pero

de alguna manera, las relaciones ptronales-clienterales que se observan al interior

de las porras siguieren que existen formas de intercambio reciprocas y

simultáneas a las “institucionales”, las cuales generan beneficios a ambos lados

de la estructura vertical. Por un lado, los líderes de las porras se revisten de

prestigio (y dinero) y pueden asumir cada vez mayor poder de maniobra política si

logran distribuir las prebendas y favores que dispensan con mucha arbitrariedad.

Por el otro, los integrantes de las porras pueden recurrir con los líderes para la

obtención de boletos a buenos precios a lo largo de toda la temporada, sin tener

que lidiar en taquillas, además de integrarse a un espacio que consideran seguro y

respetable.

Una breve historia de la Porra Unión y los conflictos actuales por el liderazgo

La Porra Unión es una escisión de la Porra Popular, la más antigua de todas

estas. A finales de los años sesenta, en el todavía recién estrenado Estadio

Azteca se podían observar dos grupos de animación en la zona poniente del

141

graderío. Una en la parte baja, la de entradas caras ($12.00 por boleto en aquellos

años), llamada Porra América. La otra en la parte alta, en la zona económica

($3.00 el boleto): la Porra Popular. Según los cálculos que se desprenden de la

información de la revista Fibra América (1973a; 1973b; 1973c y 1973d), la Porra

América fue fundada en 1968, por Jorge Sepúlveda.

Sin embargo, según la misma revista, la Porra Popular fue fundada en 1949 por

Julio Mata “El Camarón”:

De acuerdo con la determinación tomada en la asamblea de fecha 23 de

mayo de 1949, en la ciudad de México, D.F., se constituye un grupo de

amigos y partidarios del Club de futbol América, que en lo sucesivo se

denominará ‘Porra Popular América’(1973d: 23).

Este grupo de animación estaba organizado formalmente y, ateniéndome a los

datos de la revista, llegó a contar con unos trescientos aficionados:

Ya suman alrededor de 300 [integrantes]. La inscripción cuesta $10.00.

Tienen, cada vez que juega el América en casa, una dotación gratuita de

200 boletos... Y con todo ese exclusivo caudal, manejado por un tesorero

(CARLOS CORTÉS), pagan la renta de un local donde se reúnen todos los

martes (MIGUEL SCHULZ Nº 6-103), compran matracas y banderas,

alquilan música, rentan autobuses para los viajes a provincia (jamás son

camiones de escuela, siempre son de turismo, que cuestan $1400...), dan

viáticos a un enviado que deba (sic) ir a asegurar equis cantidad de boletos

a Guadalajara o León o plazas donde los partidos tienen trascendencia tan

grande que resulta imposible asegurarlos de otra manera (1973b: 22-23.

Negritas mías).

Tenía una mesa directiva:

[...] presidida por ALBERTO LEFORT. Hay un vicepresidente: el “Camarón”, JULIO MATA y hasta un encargado de Actas y Filiación (RAÚL LÓPEZ), más 2 vocales (ING. PRIETO y Sr. ZAMORA)... Aunque el más sufrido es el tesorero, quien tiene que andar tras las cuotas mensuales... (1973b: 22-23. Mayúsculas en el original).

142

En sus reuniones semanales:

Los debates y las ponencias son insólitas. Hasta risueñas... ‘El domingo, fulano no gritó igual que todos...’. ‘Aquel llevó más cantidad de amigos de lo permitido...’. ‘Perengano no llegó a la hora convenida para la salida del autobúas’. ‘Zutano abusó de los tragos”... Pero también convienen en la hora en que deberán de verse a la entrada del Azteca, aunque son los directivos los encargados de llegar más temprano para apartar los lugares hasta un tiempo prudencial (1973b: 22-23).

La Porra Popular (como lo constata la revista Fibra América, editada

oficialmente por el club) recibió un apoyo muy fuerte de la directiva. La

organización de la porra tenía tintes formales y la jerarquía del club sobre ella era

muy notoria. A lo largo de los años, la Porra Popular se mantuvo muy cercana a

los lineamientos del club y siempre se mostraron accesibles y dispuestos a

respetar las indicaciones de los dueños.

En esta etapa histórica, como lo abordaré en el capítulo 5, los aficionados de

los clubes profesionales, en especial los del América, están inmersos en un

proceso con múltiples facetas. En una primera instancia, los aficionados están

consolidando cada vez más su dimensión de espectador y por, ende de

consumidor (cultural) bajo los márgenes que la elite va proponiendo y

estableciendo para tales fines. La separación objetiva entre los practicantes

(jugadores y entrenadores), los dueños del negocio, los medios de comunicación

(sobresalientemente la televisión) y las instancias gubernamentales

(administrativas y policíacas), por un lado, y los observadores (espectadores-

consumidores), por el otro, se van volviendo cada vez más tajantes en el ámbito

del futbol profesional mexicano. Este desdoble del observador en espectador-

consumidor tiene también otra fuerte connotación: la del cliente político, que he

perfilado ya con la relación de patronazgo-clientelar vertical. A su vez, las

143

relaciones fuertemente corporativizadas, jerarquizadas y verticales que se van

estableciendo en las porras familiares están cruzadas por sesgo moral anclado en

una idealización de la familia de “buenas costumbres” y valores, tales como la

lealtad y la fidelidad. Además, esta moralidad es un recurso discursivo que tiene

su correlato con el modelo patriarcal y corporativo del Estado mexicano, el cual se

desarrolla en el período de crecimiento económico y seguridad social más

importante del país. También forma parte de la todavía muy fuerte y categórica

separación de actividades masculinas y femeninas, como se demuestra a

continuación. Dice la revista Fibra América: “¿Quieres pertenecer a las porras del

América?”. Inmediatamente explican:

Un gran caudal de las cartas que se reciben solicitando distintos informes

contienen una pregunta que ahora respondemos a petición oficial:

HAY 3 PORRAS, DOS MASCULINAS Y UNA FEMENIL.

Las porras de los hombres están divididas en “PORRA POPULAR DEL

CLUB AMÉRICA” y es la que ocupa las localidades superiores del Azteca

($3.00); y en “PORRA AMÉRICA” que instala su show emotivo, trepidante,

en la zona de numerado ($12.00).

[...] También hay un “CLUB SOCIAL FEMENIL AMÉRICA”. Y quien desee

tomar parte de él, puede acudir a alentar al equipo o para realizar obras de

carácter asistencial, debe comunicarse telefónicamente [...] (Fibra

América,1973a: 22. Mayúsculas en el original).

Si bien esta separación entre las porras femeninas y masculinas era categórica

y lo masculino se desenvuelve con características de fuerza, agresión y voluntad,

su práctica todavía raya en lo que Alabarces describe como una “masculinidad

primaria” y el futbol (en la cancha como en la tribuna) está lejos de ser pensado

como un espacio de violencia:

[...] como mucho es cosa de hombres, es un espacio de una afirmación de

masculinidad primaria que resuelve todo con un par de cachetazos y pierna

fuerte, “pero leal”. De códigos, que antes de describir los silencios mafiosos

144

remite a los aprendizajes barriales: “No se le pega al caído”, “No se le pega

a alguien con anteojos”, “Los hombres resuelven sus problemas a las

piñas”. Sin duda es una sensibilidad elemental, pero funciona; y en el futbol

se reproduce y exhibe. “Si tenés algún problema, decímelo en la cara”. Y “a

llorar a la iglesia” (2004: 19)

Es el tiempo de la “fibra”, la lealtad y el vigor masculino, antes que del aguante

y el descontrol que posteriormente enarbolarán las barras juveniles. Se tiene que

ser hombre en la cancha o en las tribunas; sí, indiscutiblemente. Pero esta

hombría vigorosa y llena de “fibra” es también la de los hombres protectores y

patriarcales, al mismo tiempo que leales, patrióticos, nacionalistas e

institucionales, como se ha visto.

Para ejemplificar lo anterior, en un documental de la historia del club (Prieto,

2000) aparece claramente un grupo de aficionados que visten sombreros amarillos

y portan una bandera con los colores y logotipo del club y la leyenda “Porra IMSS”.

Los sombreros fueron evidentemente confeccionados y otorgados a los asistentes

de ese instituto para que asistieran a la final del torneo 1970-1971, disputado entre

los clubes América y Toluca. Lo significativo de esto es la práctica corporativa y

clientelar que este documento presenta, ya que difícilmente se podría pensar que

los integrantes de dicha “Porra IMSS” hayan asistido sin ninguna conexión de

patronazgo sindical, siendo el Instituto Mexicano de Seguridad Social una de las

dependencias gubernamentales del régimen príista más importantes. De cualquier

manera, y de igual forma, se puede inferir que los trabajadores sindicalizados han

sido sujetos del sistema clientelar y que son estos sectores los que han

conformado a los grupos de aficionados organizados desde hace varias décadas.

145

Figura 12. Porra IMSS en 1971

A la par de todo esto, corre también el proceso del imaginario melodramático

que matiza al futbol profesional mexicano. Aquí tal vez la interpretación que ofrece

Levi es mucho más adecuada que las previamente utilizadas. Para esta autora, la

diferencia entre el “modo melodramático” norteamericano y latinoamericano radica

más en sus características clasistas que de género, aunque estas siguen teniendo

relevancia (1997). El sustrato de clase popular que tiene la afición futbolera y en

especial la americanista es indiscutible en este sentido.

El número de aficionados americanista creció sensiblemente a lo largo de las

décadas de los años setenta y ochenta. Los logros deportivos en los ochenta

provocaron que mucha gente asistiera al Estadio Azteca. José, el líder de la Porra

Unión recuenta:

Te voy a platicar desde que llegué a la porra. Yo siempre he venido al

estadio. Siempre he trabajado [en la] seguridad [privada] y se gana bien. Lo

primero que hacía era apartar para mi boleto. Ahí conocí a un amigo que ya

no viene y a Bolaños [el fundador de la porra]. Exactamente en una bronca

en la tribuna me metí a defenderlo. De ahí me invitaron a venir. No me

llamaba mucho la atención por la forma en que tratan a la gente, imagen

146

que yo quiero cambiar en la actualidad. Ahorita ya se tranquilizó, pero antes

era bien brava la gente. Apartaban un lugar y si te metías aunque trajeras

una bandera del América te corrían, te trataban mal. Entonces empecé a

llegar a la porra y como siempre, ya sabes, donde hay dinero hay

problemas. Estábamos en la porra familiar y empezaron los problemas. Un

día Bolaños se sale y me dice que si jalaba con él, que iba a hacer su porra

y yo eso lo veía muy lejano porque no estaba tan adentrado en esto. Un día

me habla y me dice que ya está constituida la porra.

Y continúa:

En el 75 aniversario, que fue en el [año] 1990 fue el primer partido que

venimos como Porra Unión. Y se puso Porra Unión porque veníamos de

varias porras. Venían algunos de la Popular, veníamos de la Porra Familiar

y otros de la Porra Águilas. O sea, a los que no querían porque eran

desmadrosos61 se les marcaba y nos empezamos a juntar. Éramos una

porra, en ese tiempo, de jóvenes. El primer partido fue en el 75 aniversario,

Copa Interamericana contra el Olimpia de Paraguay. Igual se soltó una

bronca arriba contra los cerveceros. Yo traía a mi hijo de brazos, el que

anda por aquí ahorita. Yo lo traía de brazos. Con mi hijo en brazos y dando

madrazos62. Quien sabe, alguna de esas personas que tienen educación,

un psicólogo, piensan que son maneras equivocadas de comportarse, pero

yo así crecí. Yo crecí en medio de la violencia, en donde el pez grande se

chinga63 al chico. Trato de que eso no se refleje ahora que traigo la porra

yo. A la persona que se acerca yo nunca la he tratado mal ni se le excluye

del lugar ¿no? Tú has visto que llegan y mientras traigan la playera del

equipo, bienvenido. Eso es lo único que yo trato de cambiarle de cara a la

porra, no ser tan agresivos entre nosotros mismos.

También comenta:

Bolaños se encargaba de todo… antes nos apoyábamos más. En ese

tiempo, me imagino, todos éramos solteros. Yo tenía otro tipo de

necesidades. Llegamos a ser la mejor porra. Teníamos dos águilas vivas.

En ese tiempo eran tambos de agua que le poníamos cuero y esos eran los

tambores; teníamos tres. Banderas grandes, teníamos cinco. Teníamos

sirenas, caracoles. Éramos aproximadamente cien, pero, de esos, todos

61 En este caso, “desmadroso” puede ser entendido como peleonero, poco afecto a la reglas.

62“Dar madrazos” es golpear y soltar puñetazos.

63 “Chingar” a alguien es someterlo, ganarle, dominarlo, etc.

147

gritaban al parejo. Después de Gonzalo [actual líder de la Porra Popular]

como que empezamos a mover esto nosotros. Era la contraparte de

Gonzalo, que traía su porra bien constituida y con puras chavas y, según,

la mejor porra que traía el América. Traía sus edecanes y todo. Nosotros

éramos la contraparte, los peleoneros y escandalosos, pero siempre

gritando y siempre apoyando al América.

En la actualidad, como he señalado, José, Diana y Cristian son los principales

organizadores de la porra. Sin embargo, como el relato del propio José nos indica,

Rubén Bolaños fue el fundador de la porra. Él es un hombre de unos cincuenta y

cinco años. Bajo de estatura y desaliñado. Le faltan algunos dientes. Las veces

que lo he visto lleva el cabello entrecano sin peinar y su tupida barba a medio

crecer. Su ropa es vieja y no siempre muy limpia. Pero su trato es amable y cortés.

A diferencia de José, no lo he escuchado decir palabras altisonantes. Durante

algunos años dejó de asistir al estadio, al parecer por un problema judicial que

incluso lo llevó a la cárcel. Desafortunadamente, el tema es tan escabroso que mis

informantes no me quisieron decir los motivos de su encarcelamiento. No

obstante, la causa que por la que haya ido a la cárcel fue suficiente para que la

directiva del club lo dejara fuera del liderazgo de la porra.

Durante mis primeros acercamientos al estadio, a principios de 2008, fue que lo

conocí. De hecho, puedo afirmar que él fue mi primer contacto formal con las

porras. En alguna ocasión, otro de los integrantes que fundaron la Porra, un

hombre cuarentañero, alto y delgado, con el pelo relamido y peinado hacia atrás,

que en algunas ocasiones va de traje al estadio (cosa verdaderamente extraña) y

una corbata amarilla con el logo del equipo, me comentó:

148

[En los años 1990] con Bolaños esto era diferente. Ahora con José la cosa

es distinta. Bolaños era muy movido. ¿Te acuerdas de un programa que

salía con Lagrimita, el payaso64?

-Creo que sí -contesté dubitativamente.

-Pues Bolaños nos conseguía pases para entrar como público. A veces

también íbamos con Chabelo65. O sea, un domingo veníamos al estadio y

otro íbamos a los programas. Bolaños era muy movido y siempre andaba

consiguiendo cosas para todos.

-¿Salían mucho a otros estadios?

-No, casi no. Sólo a Guadalajara…

-¿Veracruz, Toluca y Puebla?...

-… Sí, a lugares más o menos cercanos. Pero antes el club ponía más

billete. Bueno les convenía. A Televisa le convenía. El club y Televisa son

lo mismo, son la misma empresa y les convenía tener contentos a los

aficionados del América.

Bolaños me comentó en una plática informal a principios de 2008 que estaba

muy “sacado de onda”66 porque había perdido el control de la Porra qua él había

organizado. “Ahora estoy desempleado y ‘medio’ trabajo con un diputado del PRD,

en el poniente de la ciudad”, me dijo.

-¿Se saca dinero de ser líder de una porra? –le pregunté.

-Por supuesto. Ser líder de una porra es un negocio más o menos

redituable. Aquí no todo es por amor a la camiseta, como todos los líderes

dicen. Es obvio que yo perdí ingresos económicos importantes al dejar de

ser el líder –me contestó. Yo fui el culpable, en parte, pero también la gente

de la directiva exageró y pienso que fue injusto que me quitaran la porra.

Ahora José es quien dirige la Porra, y lo hace bien, pero también saca

dinero de esto.

En otra ocasión dentro del estadio, otro de los viejos integrantes de las Porras

familiares me dijo:

64 Un programa de televisión con público asistente que se transmitía, probablemente en los 1990

en algún canal de Tlelevisa. 65

El programa de televisión más antiguo de la televisión mexicana: Un programa de concursos, llamado En Familia, cuyo locutor, Chabelo, es conocido por su americanismo. El programa se transmite en vivo los domingos por la mañana y tiene público en el estudio. 66

“Sacarse de onda” puede entenderse como consternado o molesto.

149

Cuando yo vine por primera vez al estadio tenía 14 años. Ahora ya tengo

49, échale cuentas. Yo todavía viene cuando las porras estaban allá arriba,

del otro lado del estadio. Eso fue a mediados de los setenta.

-¿Esa porra era la Popular, no?

-Sí, primero fue la Popular, que después se fue dividiendo. Los primeros

organizadores fueron Efrén y “El Camarón”, que en paz descanse. Lugo de

ahí fueron surgiendo otras porras, “La Unión” y la “Amigos” que es la de

Gonzalo. Yo tuve mi propia porra, pero ya sabes, siempre hay broncas y…

(me da la impresión de que duda en decir “tranzas”67), bueno conflictos. Yo

dejé de venir unos cuantos años y cuando regresé quise que me dieran de

nuevo mi porra, pero todos me echaron mucha tierra68. Echan mucha tierra

estos cabrones… [se refiere a los otros líderes].

-¿Lana69?

-Hum (me mira asintiendo), pues tú sabes, esto no se hace todo por amor a

la camiseta.

-¿Esto también le paso a Bolaños, no?

-No a Bolaños le pasó otra cosa, pero yo no sé qué (me dice apuradamente

como intentando cambiar de tema lo más pronto posible). A mí nunca me

quiso decir qué le pasó, yo no sé. No, a mí me quitaron la porra mi propia

gente y ahora son ellos quienes la dirigen. Yo apoyo junto con mi hija (que

se llama América), pero ellos son los que mueven la porra.

El asunto del dinero se ubica en el centro de los conflictos por los liderazgos de

las Porras. Sin embargo, quienes ocupan los roles de líderes siempre buscan que

esta cuestión sea subestimada y manifiestan que su verdadero interés es “el

equipo”, su “amor a la camiseta” y al club. Se sobreestima el aspecto emocional

que se guarda con el club, adjudicándole al amor, a la pasión y a la lealtad

desmedida el vínculo que los une con su equipo (y como derivado con su Porra).

“Naturalizando” la relación con el club, me parece, los integrantes de las porras

buscan establecer que el “amor” y la “pasión” son vínculos de orden biológico, más

que de índole social o culturalmente construidos. Esto es un señalamiento

67 Una “tranza” en México es sinónimo de corruptela o acción ilegal o inmoral.

68 “Echar tierra” es sinónimo de decir mentiras o medias verdades con el afán de socavar la

credibilidad y/o honorabilidad de alguna persona. 69

“Lana” es sinónimo de dinero.

150

importante, ya que perciben que el amor y la pasión por el club son tan “naturales”

como la sangre que corre por sus venas. De ahí que muchos digan simplemente

que la camiseta del equipo es como su “segunda piel”. Este tipo de amor, por lo

tanto, no tiene posibilidades de ser tasado en una escala monetaria o económica

de valores. Sería tanto como cuestionar el amor (el cual debe de ser absoluto bajo

esta lógica) que una madre o padre le deben profesar a su hijo o hijos; por tanto,

sentir este amor es “natural”. En consecuencia, la “grandeza” del club corre por su

sangre.

Regresando a la Porra, quienes se encuentran en posiciones subalternas tienen

críticas hacia sus líderes, aunque no todos los relacionan con “tranzas” o

beneficios económicos, que demeritan abiertamente el amor y la pasión que

deben sentir por el club. Si bien es cierto que todos mis informantes consideran

que los líderes lucran de su posición, no todos están interesados en disputar esos

lugares.

José y Bolaños tienen un conflicto de intereses que no se ha manifestado de

manera directa ni contundente. Ambos hacen críticas veladas hacia el otro.

“Bolaños casi nunca viene, pero cuando viene sólo lo hace para cobrar la entrada

de sus invitados”, me dice José un poco molesto por la situación. Por su lado,

Bolaños piensa que José lo ha excluido de toda toma de decisión de la Porra y

principalmente le ha restado sus ingresos económicos. José argumenta que no fue

él quien le quitó la Porra a Bolaños, sino la directiva del club y que de cierta

manera él se hizo cargo de forma indirecta y casual, y hasta defendió a Bolaños

en las juntas con la directiva. “Lo querían vetar del estadio después de haber

caído en la cárcel. Yo lo defendí y les dije que él es una buena persona, a pesar

de su falta”, me ha dicho José, en varias ocasiones. Asegura que no estaba en

151

sus planes hacerse del liderazgo de la Porra, pero que tampoco los demás

integrantes lo quisieron hacer, así que él llegó ahí sin haberlo premeditado.

Las críticas entre los líderes son a veces, menos soterradas. “Mira, esto es lo

que yo gano en mi trabajo”, me enseñó José una vez un cheque de su trabajo. Y

ahondó:

Yo no tengo necesidad de andar robando a la gente, ni de cobrarle más de

lo que es justo. Gano bien y tengo muchas prestaciones laborales. A mí me

han acusado de que yo trafico con la Porra. Pero eso es falso. Una vez,

Gonzalo me vio manejando mi camioneta y me dijo: “¿Si deja [dinero] la

Porra, verdad?”. Yo cargo en mi cartera siempre los recibos de mis

ingresos. En esa ocasión le respondí a Gonzalo: “Mira, este es el recibo de

lo que me tocó por la caja de ahorros de muchos años de trabajo. Con eso

me compré mi camioneta”. Él es quien se ve beneficiado de todas las

tranzas con la directiva. No yo. Todo mundo te puede confirmar que es

Gonzalo quien tranza con el equipo, es un lamebotas y un arrastrado de

Ismael y de la directiva.

Y en efecto, prácticamente todos mis informantes coinciden en que Gonzalo, el

líder de la Porra Amigos (la más grande), es el hombre que más lucra en la porras.

Yo he querido entrevistarlo y platicar con él, pero siempre se ha negado y esquiva

cualquier tipo de conversación. Sin embargo, es un secreto a voces que revende

boletos, trafica entradas y está dispuesto a tranzar con todo lo que sea negociable

en el ámbito de las porras familiares.

El escrutinio al que están sometidos los líderes de las porras por parte de la

directiva y la policía es intenso. Su comportamiento siempre será cuestionado o

tolerado en la medida en que se apeguen o no a ciertos códigos morales. En un

lado de la escala, el “amor a la camiseta” es entendido como el trabajo

organizativo desinteresado y sin fines de lucro. Es una especie de valor idealizado

en el que antes que el beneficio personal se encuentra el de la colectividad, es

152

decir el de la familia americanista a la cual pertenecen todos los integrantes de las

porras. Los miembros comunes ven con cierto agrado y satisfacción que otros, es

decir, los líderes, se “fleten” en la organización de las Porras. Asistir a las

reuniones, llegar mucho tiempo antes de los partidos, llevar la administración y

comprar banderas e instrumentos musicales no es algo que todos estén

dispuestos a hacer y son tareas percibidas como expresiones del “amor a la

camiseta”. Por el otro lado, la venta excesiva de boletos y el lucro desmedido es

percibido como una actitud deshonesta, ambiciosa, condenable moralmente y

percibida como contrapuesta al amor por el equipo, pero tolerada y hasta

aceptada como una práctica que compensa las obligaciones del liderazgo y, por

supuesto, del patronazgo.

Es momento de contraponer estas relaciones verticales con las que pueden

entenderse como prácticas “horizontales” (o menos verticales) ente los integrantes

de la Porra, expresadas en la idealización de familia.

La organización horizontal y la moralidad familiar

Como se ha planteado hasta aquí, la disposición “endógena” de la Porra Unión

tiene claros sesgos jerárquicos. Sin embargo, las prácticas y relaciones que se

establecen entre sus integrantes fluyen más “horizontalmente” que entre la porra y

otras instancias organizativas del club. En este ámbito, el concepto “familia”,

idealizado e impulsado por la propia directiva del club, toma relevancia. Muchos de

los integrantes de la porra van acompañados por familiares consanguíneos o

político: esposas, padres, hijos e hijas, primos o hermanos. Quienes no se hacen

acompañar por ellos, idealizan a la porra como una familia, en la cual los valores

153

de lealtad, honor, tradición, fidelidad y respeto (que asocian directamente con la

moralidad familiar) deben prevalecer. Así, la familia se extiende a la porra. Por

ello, los integrantes de la porra ven con extrañeza y rechazo a todos aquellos

individuos y grupos que les parece están “acabando” con los valores de la familia

dentro y fuera del estadio.

La incursión reciente, desde hace unos diez años aproximadamente, de las

llamadas barras juveniles es vista por los integrantes de la porra en este tenor.

Para ellos, las barras, son percibidos como una fuerte amenaza a la moralidad

familiar que aquellos dicen representar. Esta percepción se extiende hacia los

grupos de aficionados organizados de los equipos rivales, principalmente a la de

los Pumas de la UNAM.

Uno de mis informantes me comentó lo siguiente en alguna ocasión: “[Los

jóvenes de las barras] son puros chavos mariguanos y muy desmadrosos. Antes

no era así. Yo pienso que el ambiente debe de ser familiar. Entre las porras se

armaban rivalidades, pero sanamente. Ahora se pelean”. Obviamente esta

descripción raya en lo falaz, ya que la agresión verbal, la diatriba, la arrogancia, el

escarnio y hasta el enfrentamiento físico de los integrantes de las porras familiares

es corroborable durante cualquier partido, por lo que esa idealización de un

espectador pasivo, amable, comprensivo, amigable y familiar sólo puede

comprobarse parcialmente en las porras.

En estricto sentido, aquello que puedo identificar como prácticas horizontales,

con cierto aspecto de “reciprocidad”, son intercambios de algunos bienes, como

alimentos y bebidas, pero principalmente son intercambios simbólicos cuyo

objetivo último es demostrar el “amor a la camiseta” y al club: saludos, vivencias

154

personales a lo largo de los días que dejan de verse. Evidentemente, los cánticos,

consignas y coreografías que se realizan durante los partidos, requieren de la

conjunción de esfuerzos colaterales de sus integrantes. “Uniendo” esfuerzos con

sus pares, los integrantes de la porra piensan que contribuyen en mejorar las

posibilidades de triunfo del equipo y, por tanto, de satisfacerse ellos mismos con

las victorias del club, o en todo caso disminuir la sensación de derrota entre sus

compañeros.

Dentro del estadio, en las gradas, las jerarquías no “desaparecen” ni dejan de

tener validez, pero la idea de formar parte de la “familia-porra” ejerce una gran

influencia que discursivamente se pretende como igualitaria y equitativa. “Aquí se

trata de que todos ‘jalemos parejo’, por el bien del equipo”, me dice uno de mis

informantes de la porra. Es decir, durante los partidos, de todos y cada uno de los

integrantes, se espera un esfuerzo relativamente equitativo. No quiere decir que

de un niño se espera lo mismo que de un adulto, por obvias razones, pero tanto

niños como adultos, hombres y mujeres son percibidos como “americanistas”, y

por lo tanto la pasión por el club más o menos equipara a los integrantes.

“Jalar parejo” es un enunciado de pretendida equidad. La equidad, sin embargo,

es fácilmente confundida con la sincronía de movimientos y de acciones. Pero la

sincronía no establece una igualdad de obligaciones y prácticas entre los

integrantes de las porras. Quienes establecen los momentos de “echar una porra”,

es decir, gritar una consigna, que generalmente es el grito “Águilas, Águilas...”,

son los líderes de las porras o quienes ellos determinen. De todas mis visitas al

estadio, nunca pude observar que José, Cristián o Diana “echaran una porra”.

José y Diana son particularmente displicentes en cuanto a gritos y consignas se

155

refiere, pero ninguno de los integrantes de la porra ha cuestionado esta

displicencia.

En otras palabras, el discurso y las prácticas de la porras, engarzados al de la

familia, como un espacio de “igualdad” sólo se sustenta muy endeblemente, ya

que “jalar parejo” no es más que una aspiración que en la práctica no es tan fácil

de observar. Ante la precariedad de los recursos económicos y del salario, la

diversión y “desahogo de la vida diaria” se vuelven un elemento fundamental del

aficionado al futbol que requiere de compartirse con sus pares.

Otras cuestiones menos evidentes están presentes en las relaciones

“horizontales” de la porra. Una de ellas, la relativa homogeneidad de clase social

de los integrantes de las porras. Todos los integrantes son trabajadores ya sea

autoempleados o profesionistas, y ninguno de ellos podría considerase como un

capitalista o con ingresos por rentas bancarias o bursátiles, por ejemplo. Sus

niveles y preferencias de consumo son relativamente equiparables, lo cual les

permite establecer estos intercambios horizontales. Muchos gustan de las

cervezas y de los refrescos de cola, así que durante un partido, generalmente un

grupo de amigos “rola” el pago de las rondas de cervezas o refrescos. “Yo pago

esta ronda”, se puede escuchar por ahí. La subsiguiente puede ser pagada por

alguien más o en un partido siguiente.

Otro factor más es la relativa cercanía territorial de los integrantes, lo cual los

vuelve partícipes de un ámbito cultural regional y de clase más constreñido. Si

bien es cierto que el factor de que el club sea de la Ciudad de México no es el

determinante, de muchas maneras, “ser chilango”, establece códigos de conducta

y prácticas sociales más o menos homogéneas. Una de ellas es el lenguaje. Un

156

bien simbólico muy importante que se intercambia entre los integrantes de las

porras es el “chiste” o el lado “cotorro” de las situaciones. “Pasarse un buen

momento” es uno de los bienes más preciados por los integrantes de las Porras

familiares y entre más ameno y “cotorro” sea la estancia en el estadio, mejor para

ellos. En una visita que realizaron un par de amigos argentinos míos al estadio

Azteca en 2009, las bromas y el “cotorreo” que se estableció en las gradas no fue

del todo claro para ellos. “Alburear” a algún jugador contrario o a un aficionado del

equipo rival es una práctica muy socorrida en las gradas del estadio, pero requiere

compartir el código verbal correspondiente. De esa forma, el chiste o el albur es un

bien que se intercambia, pero sólo entre los pares (regionales o de la ciudad) que

pueden descifrar el mensaje y conectarlo con su intención lúdica.

Dentro del estadio, los aficionados de las porras familiares ocupan la sección

sur oriental de la parte baja del estadio. Entre las diferentes organizaciones es

posible contabilizar, en un día de partido contra algún rival “fuerte” unos quinientos

aficionados. En los momentos en que el equipo local ingresa, la porra, casi al

unísono, responde con gritos de aliento. Cuando el equipo visitante ingresa recibe

rechiflas, “mentadas de madre” y gritos descalificadores (“putos”, “pinches

culeros”, “chinguen a su madre”, etc).

El último campeonato del 2007, los dos del 2008 y el primero del 2009 han sido

los peores en varias décadas para el club. No han calificado a la llamada “liguilla”

(especie de post-temporada en el que ocho equipos se disputan el título) y en el

torneo, “Clausura 2008”, el equipo quedó en el último lugar de la tabla general de

puntuación, lo cual no sucedía desde los años cincuenta. Esto se ha reflejado

sensiblemente en la porra. Las contrataciones, para la cuales, como es

característico del club, se han dilapidado millones de pesos no han surtido los

157

efectos positivos que se esperaban. En las gradas, los comentarios son una

mezcla de “ahora sí vamos a salir de la mala racha”, “pinche Fulanito (refiriéndose

al director técnico. El club ha tenido cerca de cuatro cambios en la dirección

técnica en un año) no ha hecho nada”, “en este partido sí le tienen que poner

“güevos” (huevos) estos cabrones (los jugadores)”.

El “chacoteo”, es decir la farsa y el doble sentido es un intercambio dialógico de

homogeneidad de género, en el cual sólo los varones participan. “Ahí te habla tu

hijo”, le gritan a José, señalándole a uno de los jugadores del equipo contrario.

“Perro”, les responde, queriendo decir que primero preferiría ser perro que el

padre de tal jugador. Los allegados ríen ante los albures y los dobles sentidos.

Según Lauria, en el Puerto Rico de los años 1960:

El intercambio del “relajo”, también descrito como “se relajaban uno al otro”,

puede ocurrir como un intercambio sostenido, que permanece en el nivel de

un simple juego cuyo vocabulario es parte un ritual de difamación y

humillación, pero nadie lo toma en serio. En otras ocasiones, los

participantes pueden llegar a tomarlo seriamente, y todavía mantener la

fachada de una broma amistosa. Para fines analíticos, se pueden distinguir

dos categorías: el simple juego de bromas y la mucho más seria

“competencia de bromas”. En la segunda, el relajo mutuo se convierte en

una competencia, en un concurso sofisticado de de difamación, un ritual de

degradación, en el cual los jugadores están agresivamente enganchados

buscando obtener puntos a costa del otro, buscando llegar lo más lejos

posible y aun así tener el consenso superficial de la amabilidad (1964: 61).

De esta forma el “relajo” o “chacoteo” es una forma de intercambio verbal muy

socorrida entre los aficionados mexicanos a los deportes. Si bien es cierto que las

descripciones que he hecho aquí son las observadas en el estadio Azteca,

también he podido ver este tipo de prácticas y discursos en otros foros deportivos

como en el béisbol o en la lucha libre.

158

La plática entre los integrantes de la porra, por supuesto, no es homogénea.

Algunos conversan sobre los resultados del equipo o de otros clubes a lo largo del

torneo. Las mujeres, he escuchado, hablan sobre temáticas variadas: la familia, el

trabajo o hasta realizan algunos negocios personales. Tal es el caso de Diana,

que a través de un catálogo realiza ventas de artículos de belleza y zapatos, los

cuales vende a plazos entre los integrantes de la porra.

He podido observar que una buena parte de los gestos y de los sentimientos de

los integrantes de la porra están pautados por ciertos cánones. Los líderes de la

porra son un referente ineludible, por lo menos para algunos integrantes de la

misma. De manera casi imperceptible y pareciera que inconciente, algunos

integrantes imitan los movimientos y las gesticulaciones de José. Los tiros a gol,

las faltas cometidas a los jugadores, las marcaciones de los árbitros generan

ciertos tipos de gestos y comentarios. Si el árbitro marca una falta a favor del

equipo contrario los integrantes de la porra lo increpan: “Estás ciego”, “No seas

pendejo, árbitro”. Si es favor del equipo: “Árbitro justo”. Un gol genera la reacción

colectiva. Hay gritos y abrazos y un revuelo general, aunque la intensidad de la

celebración varía dependiendo del marcador.

Para los integrantes de la porra, ser un “americanista”, como me lo han

confirmado algunos informantes, es un “estilo de vida” que se “lleva en la sangre”.

Pienso que en algún sentido, esto lo experimentan como una responsabilidad

pasional (en el sentido cristiano del término, es decir, como un “sufrimiento”) que

se combina con un sentimiento de orgullo relativamente placentero. José me

cuenta que todos los lunes recibe las burlas (cuando el equipo pierde) de sus

compañeros de trabajo, “pero eso sólo es con el América”, afirma. “Lo importante

es que están al pendiente del equipo. Yo no sé cómo quedan sus equipos aunque

159

ganen, pero ellos sí saben cómo va el América, aunque pierda. Eso es lo

importante”, asegura. De esta forma, los aficionados americanistas viven

pasionalmente y desde una posición (autoidentificada) de altivez o grandeza,

como mirando para abajo a los demás, con cierto desprecio y autocomplacencia, a

pesar de (o podría decirse gracias a) las agrias críticas de los rivales.

El club es “grande” porque los presupuestos a su disposición lo son y estos a su

vez se han materializado en objetos (el “coloso” de Santa Úrsula, como es

conocido el Estadio Azteca) y en la alta tecnología que implican las transmisiones

mediáticas (“tecnología Televisa”, por ejemplo) y las costosas contrataciones de

los jugadores y entrenadores. Pero los presupuestos de la afición de la “porra

familiar” liderada por José son austeros, escasos y extremadamente ajustados.

160

Capítulo 3 El Estadio Azteca in situ:

espacio, consumo cultural, emociones y grandeza

Somos una empresa que busca ofrecer: El mejor confort.

El mejor servicio. La mejor seguridad.

Valores: Lealtad y compromiso con la empresa

Responsabilidad social Actitud de servicio

Desarrollo integral del personal Búsqueda continua de la calidad

Innovación y creatividad

De la página web del Estadio Azteca

El escenario del melodrama y la comercialización

El estadio es el lugar en el que la trama “ritual” del futbol se desarrolla. Las

emociones que se expresan, las identidades que se manifiestan son ubicables en

ese espacio simbólico y material del futbol profesional. El Estadio Aztaca70 es la

sede del club América y el lugar en el cual desarrollé mayoritariamente mis

actividades etnográficas. Parafraseando a Fábregas (2001), el estadio es esa

especie de “aldea” en la que el etnógrafo urbano puede encontrar los rasgos

70 En el Estadio Azteca, el club juega todos los partidos en calidad de local. Esta enorme

infraestructura, que puede albergar a hasta 105 mil aficionados, está ubicado al sur de la ciudad de México, específicamente en la colonia Santa Úrsula Coapa, en la Delegación Coyoacán. El estadio fue diseñado por los arquitectos Pedro Ramírez Vázquez y Rafael Mijares Alcérreca. Fue inaugurado en mayo de 1966, con el partido entre el América y el Torino de Italia. Según la historia oficial que promueven sus dueños: “En el año de 1962, Don Emilio Azcárraga Milmo, decide la construcción del Estadio Azteca, sueño que se hizo realidad en 1966. En el momento en que el Sr. Azcárraga Milmo decidió participar directamente en el fútbol, lo hizo con una visión plena de hacer algo grande, algo que debía sacudir al fútbol mexicano, que estaba en la antesala del profesionalismo. El primer paso fue adquirir la franquicia del Club América, así fue como Televisa entró al fútbol en 1959 y fue por la puerta grande, esto dio pie al nacimiento de un proyecto que era el sueño dorado de los aficionados, contar con un estadio de fútbol a la altura de los mejores en el mundo, un escenario que le hacía falta a este deporte en México para proyectarse a nivel internacional” (ver en información del internet: Página del Estadio Azteca)

161

característicos de una “cultura futbolística” determinada. El Estadio Azteca, por lo

tanto, será el espacio en el que el americanismo se desarrolla con mayor nitidez.

El Estadio Azteca y los espacios urbanos que se conectan a él en un día de

partido ( es decir, las rutas de acceso y los medios de transporte que llevan a su

público) son lugares de múltiples manifestaciones. Éstas van desde las

expresiones de la vida cotidiana del transeúnte hasta espacios disputados

simbólica y materialmente por varios sujetos sociales: el gobierno, los grupos de

aficionados individuales y organizados y, por supuesto, las empresas capitalistas

que buscan lucrar mediante el negocio futbolístico.

El sentimentalismo melodramatizado que se le ha impreso de varias maneras al

negocio futbolístico es ya de por sí un producto más que las empresas dedicadas

a los consumos culturales y materiales asociados con el futbol. El “amor al club” es

un “sentimiento” que se explota comercialmente de muchas maneras: a través de

la televisión, adquiriendo una camiseta, comiendo a las afueras del estadio, etc.

Pero no hay muestra más clara de ello que asistiendo al estadio, comprando un

boleto y expresando la afiliación sentimental en las gradas del estadio. Este

capítulo intentará dar parte de este espacio y de las prácticas que en él se

desarrollan.

Un día de partido a finales de octubre

Nota: Esta es una etnografía de un partido en este estadio, incluyendo algunos

momentos que se desarrollan en otras zonas de la ciudad, pero que se acoplan al

desarrollo mismo del partido en cuestión.

162

Me desperté cerca de las 9 de la mañana y me dirigí hacia el puesto de

periódicos. Algunas de las primeras planas de los periódicos llamados de

“circulación nacional” mencionaban que por la tarde se jugaría el partido. Así, El

Universal escribió: “Que no sea un clásico empate. América y Chivas tienen la

misión de responder hoy a la expectativa generada”. Por su lado, Milenio

mencionó escuetamente en su primera plana: “Hoy: América vs. Guadalajara. 17

horas. Canal 2”. El amarillista diario La Prensa, de gran consumo popular, colocó

una composición fotográfica de cuatro jugadores (dos del América y dos de las

Chivas) al lado de una que presentaba a un hombre muerto en un accidente

automovilístico y escribió: “¡Hoy, el clásico! Más de dos mil polis vigilarán el

América-Chivas; ojalá no defrauden”, sin dejar en claro si se referían a los polis o

a los jugadores. Por supuesto, los periódicos deportivos tenían como noticia

principal la realización del juego. Estadio imprimió en su plana principal las

fotografías (que ocupan casi la totalidad de ésta) de los jugadores Salvador

Cabañas (América) y Omar Bravo (Guadalajara) y editorializaron: “Honor en juego.

Esta tarde se jugará una edición más del clásico nacional; Chivas promete ser

ofensivo pero América es favorito”. Por último, Esto imprimió los escudos de

ambos equipos ocupando media plana y escribe: “Lucha de gigantes. América

recibe a Chivas en una edición más del clásico nacional”. Yo regresé a casa y

tomé un café leyendo el periódico.

A las 12:00 hrs., salí nuevamente de casa para comer. En uno de los locales del

mercado del barrio colindante con el que vivía (colonia Obrera) se vendían tacos y

consomé de barbacoa. El local atraía una clientela numerosa y a esas horas del

día prácticamente estaba lleno. Sabía que los jóvenes que atendían al público

eran aficionados al futbol porque generalmente vestían camisetas de equipos de

163

futbol mexicanos o europeos. Uno de ellos vestía en esta ocasión una playera del

América. Pedí un consomé y tres tacos “suaves”71. Mientras comía, el joven con la

playera americanista fue interpelado de forma burlona en un par de ocasiones.

Una de ellas: “Quítate esa playera, mi buen [amigo]”, le dijo un comensal

burlonamente. La otra: “Van a volver a perder. ¿Qué tal un dos a cero?”, le espetó

retadora, pero juguetonamente el transeúnte. El equipo había sufrido una de las

rachas perdedoras más largas y contundentes en su historia, por lo que las burlas

no pudieron ser repelidas más que con risitas nerviosas por parte del joven

despachador. Yo le pregunté si era aficionado del América. Él me dijo que no, que

en realidad le iba al Cruz Azul. Yo, sorprendido, le volví a cuestionar: “¿Y entonces

por qué traes una camiseta del América?”. Él meneó la cabeza de un lado a otro,

se encogió de hombros y simplemente me dijo: “No sé, sólo para provocar a la

gente… y bueno una apuesta, ¿tú sabes, no?”. En realidad no entendí bien lo que

me quiso decir el joven, pero intuí que estaba pagando una apuesta y que debía

portar la camiseta del rival. Lo interesante fue que mencionó la palabra

“provocación” y la asoció al club América. Yo terminé mis tacos y mi consomé.

Pagué, me despedí del joven despachador y me enfilé hacia el estadio.

En el camino hacia el metro, que dista unas cinco cuadras, observé un par de

transeúntes enfundados en sendas camisetas del América y de las Chivas. Este

hecho es tan común actualmente en la ciudad de México que generalmente pasa

inadvertido, pero que en definitiva es parte fundamental y evidente de la lógica de

71 En muchos locales en que se vende barbacoa en la ciudad de México, preparada con carne de

borrego desmenuzada y frita sobre una plancha de metal abundante en grasa, ésta se vende en forma de tacos “suaves” o “dorados”. Los tacos “suaves” se colocan dentro de tortillas de maíz sin freír y son acompañados con cebolla y cilantro picados, aderezados con alguna salsa picante y jugo de limón. Los tacos “dorados” se fríen en aceite y son acompañados con crema, queso rayado, lechuga y la infaltable salsa picante.

164

mercantilización deportiva. Como fue mi costumbre cuando asistí a los encuentros

en el estadio Azteca, abordé un micro en la estación Chabacano del metro. Estos

microbuses viajan por toda la Calzada de Tlalpan hacia el sur de la ciudad, en

dirección a Xochimilco.

Eran cerca de las 13:30 hrs. Hice la parada a uno de estos microbuses, que me

cobró $4.50. Este vehículo de transporte público, como muchos de los que

circulan en la ciudad, estaba en muy malas condiciones mecánicas y podrían ser

considerados como chatarra en otros países. Pueden llevar unos treinta pasajeros

sentados y hasta unos veinte parados. En este, en particular, iba sentado un

hombre de unos treinta y tantos años vestido con un pants del América. Poco a

poco, el micro se fue llenando con más pasajeros, entre los cuales estaban

muchos aficionados de ambos clubes, pero mayoritariamente americanistas.

Figura 13. Rumbo al estadio

165

En la estación Nativitas, un grupo de jóvenes abordó el micro. Eran unos diez,

la mayoría hombres y una sola mujer, que por sus camisetas, evidentemente eran

seguidores de ambos equipos, pero amigos entre ellos. Me llamó la atención el

hecho de que comentaban haber sufrido una agresión, muy probablemente en el

metro. Esto viene a cuento después de que el micro hace otra parada y más

aficionados subieron a él, hecho que provocó que los jóvenes le gritasen al chofer,

en son de broma, que sólo dejara subir a “puros pacíficos”. Este comentario

provocó que entre ellos comenzaran a recordar el altercado que habían sufrido

unos minutos antes. Por lo que pude entender, algún grupo de aficionados

americanistas ingresó al metro (o probablemente a otro micro) y a patadas los

sacó de ahí. Sus risas eran nerviosas y para su fortuna, el altercado no fue más

grave.

Después de ello subió otro pasajero. No vestía ninguna ropa que lo identificara

como aficionado. Sujetaba una lata de aluminio. Me di cuenta que era una cerveza

que llevaba cubriendo con una servilleta de papel, para disimularla. Se acercó

hacia el lugar en el que yo estaba sentado. Finalmente se sentó muy cerca de mí.

Miró hacia atrás del micro y vio a un grupo de tres varones. Dos niños y un adulto

que portaban playeras del América. Les sonrió y preguntó: “¿Van al estadio,

verdad?”. Ellos asintieron con cierta indiferencia. “Yo también voy para allá. Vengo

de la fiesta y me la estoy curando (tratando de aliviar la resaca)”. El adulto al final

del micro sonrió y se puso en disposición de dialogar con el recién llegado, que de

forma inmediata les dijo: “Estuve con el hermano del Cuau72 y estuvimos

72 Cuauhtémoc Blanco, ex jugador del América y uno de los ídolos más recientes de la afición

americanista

166

chupando73 hasta hace rato. Yo me fui a bañar y voy al estadio a ver si los

alcanzo. La bronca es que no tengo boletos y este cabrón no me contesta. ¿Crees

que alcance boleto?”, le preguntó al hombre con lo niños. “Sí, yo creo que sí

encuentras. ¿A poco conoces al Cuau?”, le dijo con azoro. “Sí, en serio. Es bien

chido74 y su hermano también. Conozco a su mamá que también es bien (sic)

buena persona”, dijo el hombre con la cerveza. La plática continuó en ese tenor a

lo largo de todo el trayecto hacia el estadio y los niños cada vez más animados

preguntaban cosas sobre Cuauhtémoc Blanco, las cuales el hombre con la

cerveza fue respondiendo con cierto aire de vanidad.

El trayecto se prolongó y el tráfico comenzó a ser cada vez más denso. Un par

de convoyes del metro rebasaron al micro. En su paso fue posible observar que

dos o tres vagones de cada uno los trenes estaban colmados de aficionados

americanistas que llevaban banderas e iban enfundados en sus camisetas

amarillas. Supuse que eran integrantes de algunas de las barras juveniles del

club. Muchos de los automóviles que pasaban al lado del micro llevaban

aficionados que se dirigían al estadio. Fue posible observar que algunos de ellos

iban bebiendo alcohol, principalmente cerveza. Otros iban pitando sus cláxones en

un intermitente “pi, pi, pi, pipipí”. Las banderas del América y de las Chivas salían

de las ventanillas de varios automóviles.

A lo largo del trayecto75 se observaba un buen número de policías. Muchos de

ellos intentaban agilizar el tráfico con su infaltable: “Avance, avance”76. En un

73 Bebiendo alcohol.

74 Muy buena persona.

75 Que es de unos doce kilómetros de distancia, desde el metro Chabacano hasta el Estadio

Azteca. 76

En la Ciudad de México, mucha gente hace burla de los policías, entre otras cosas, por su forma de hablar, que a decir de muchos clasemedieros es muy vulgar (y llegan a calificarla de “naca”,

167

momento determinado, otro micro, ocupado por unas cuatro decenas de

aficionados americanistas que, literalmente colgaban del mismo y desplegaban

varias banderas del club, se emparejó al micro en el que viajaba. La tensión subió

un poco, ya que los jóvenes (de cerca se notaba que eran jóvenes, en su mayoría)

comenzaron a increpar a los poco aficionados Chivas que iban en el micro en el

que yo estaba sentado. “Chinguen a su madre77, putos”, gritaban con fuerza, a la

par que gesticulaban y señalaban con vehemencia a los aficionados con las

playeras del Guadalajara. Un envalentonado Chiva les reviró la mentada de madre

y les silbó con fuerza. Por fortuna (mía y de mis acompañantes) el micro con los

aficionados americanistas se alejó sin mayor problema.

En las inmediaciones del estadio

Para llegar al Estaio Azteca existen diferentes formas: a través de vehículos

particulares que pueden ser estacionados en cualquiera de los cuatro lotes

disponibles alrededor del estadio o en las calles circunvecinas, en la cuales el

resguardo, cuidado y limpieza de los autos se ha convertido en un negocio no sólo

para los vecinos del inmueble, sino para los policías que permiten y avalan tales

prácticas. Otra forma de llegar al estadio es a través del sistema de transporte

público. En este caso se puede acceder por medio del tren ligero, el cual tiene una

estación denominada “Estadio Azteca” y realiza su conexión más importante con

asociándola con lo indígena). Entre las frases sometidas al escarnio está la tautológica: “Oríllese a la orilla” (cuando ordenan detenerse al conductor de un auto) y ésta de “Avance, avance” o “aváncele, aváncele”. 77

En México, una mentada de madre es una ofensa fuerte. Como su nombre lo indica, implica a la madre de la persona interpelada y refiere a un acto sexual edípico. La ofensa puede ser verbal: “Chinga a tu madre”; gestual, con el movimiento súbito y ascendente de un brazo flexionado por el codo; u onomatopéyico, a través de un silbido con una tonada específica en cinco notas que asemeja a la expresión verbal.

168

el metro de la ciudad de México en su terminal Taxqueña. Esto es relativamente

importante, ya que muchos de los aficionados organizados en las porras o barras

realizan sus traslados al estadio bajo esta modalidad. Una vía más de acceso es

por medio del transporte colectivo concesionado o popularmente conocido como

“micros”.

El Estadio Azteca tiene nominalmente once entradas (aunque algunas de ellas

no funcionan en realidad), distribuidas alrededor de su explanada y

estacionamientos. Dos plazas, oriente (Tlalpan) y poniente (Insurgentes) fungen

como los ingresos principales al estadio. Treinta túneles distribuyen el ingreso a

los tres niveles y palcos del estadio.

En las explanadas o plazas, se concentran puestos comerciales que venden

comida; artículos deportivos (en su mayoría relacionados a los clubes de fútbol y

especialmente del América) o souveniers de distinta índole: llaveros, música

grabada, tazas, etc. También existen personas encargadas de tomar fotografías

con un águila, símbolo del club o la venta de fotografías de los jugadores.

Entre más me acercaba al estadio, el tráfico era cada vez más denso. Se

llevaba a cabo la fiesta patronal en el pueblo de Santa Úrsula Coapa78 y la

Calzada de Tlalpan79 la cual estaba cerrada justo en la bifurcación con Viaducto-

Tlalpan, por lo que este último era la única vía de acceso al estadio. Cerca de las

14:30 hrs. bajé frente al parque ubicado entre Viaducto- Tlalpan y Acoxpa. En él

78 Barrio al sur de la Ciudad de México y uno de los que son considerados como “pueblos

originales” de la Delegación Coyoacán. En octubre se celebra su fiesta patronal y en sus inmediaciones se encuentra ubicado el Estadio Azteca o “Coloso de Santa Úrsula”, como también se le conoce. 79

El Estadio Azteca se encuentra ubicado entre grandes avenidas del sur de la Ciudad: Calzada de Tlalpan, el Viaducto-Tlalpan y Periférico. La avenida Acoxpa y el circuito del Estadio Azteca son calles aledañas que desembocan en otras de menor importancia.

169

se podía observar una concentración de aficionados jóvenes de las barras del

América. Algunos de ellos tomaban cerveza, inhalaban solventes-pegamento o

fumaban marihuana80.

Figura 14. El Estadio Azteca. Vendimia informal y mercadotecnia

Varios policías observaban a los jóvenes, sin intervenir. Sobre la calle lateral

que conecta el Viaducto-Tlalpan con Acoxpa, un grupo de jóvenes bebía cerveza y

al momento en que un auto con aficionados vistiendo camisetas de las Chivas

quedó junto a ellos, comenzaron a agredirlos verbalmente y se acercaron

retadoramente al automóvil. Los pasajeros subieron con velocidad las ventanillas y

nerviosamente trataron de seguir su camino, pero dado el número de vehículos y

80 Como explicaré más adelante, las prácticas del consumo de bebidas alcohólicas, la inhalación

de solventes y fumar mariguana son sumamente comunes entre los integrantes de las organizaciones juveniles de aficionados.

170

transeúntes les fue difícil moverse con agilidad. Observé uno que otro manotazo y

patadas sobre el auto. La policía no intervino.

Sobre Acoxpa, que estaba cerrada al tránsito vehicular, unos ciento cincuenta

barristas comenzaron a alinearse y se organizan para salir cantando rumbo a la

calzada de Tlalpan. Unas diez tarolas, ocho bombos y dos trompetas

acompañaban al contingente, que cantaba: “Otra, otra vuelta/ dale, otra vuelta,

otra/ dale, campeón…”, mientras lanzaban algunos cohetones y prendían algunas

luces de bengala.

Crucé el puente de Acoxpa que comunica el lado sur con el norte de Calzada

de Tlalpan y sirve como entrada y salida para el tren ligero en su estación “Estadio

Azteca”. En ambos lados de calzada de Tlalpan y sobre el puente estaban ya

colocados puestos de comida y de venta de artículos relativos al futbol, en

general, y al club América, en especial. Las camisetas “oficiales” del club y las de

las barras eran los artículos que más se promocionan. Llamaban la atención las

leyendas inscritas en las camisetas de las barras. Algunas rezaban simplemente

“Monu 16”, aludiendo tanto a una de las barras como al año en que fue fundado el

club: 1916. Otras frases inscritas eran más retadoras: “Ódiame más”, “A nadie

amo, a nadie respeto”.

Mientras avanzaba entre los aficionados que iban llegando al estadio, varios

revendedores de boletos se acercaban y preguntaban: “¿Te sobran boletos?”,

evitando con esto proposiciones más directas que dieran cuenta de la reventa81.

81 No he realizado una investigación específica en cuanto a la reventa de boletos en el Estadio

Azteca, por lo que me es imposible señalar el número de revendedores que se ubican en sus inmediaciones y la forma en que están organizados. Sin embargo, su presencia es notable en todos los encuentros, especialmente en los partidos más importantes, como éste. Los precios de los boletos, por supuesto, varían en función de la zona a la que se accede con ellos y del partido

171

En partidos como este, contra las Chivas, no es posible avanzar más de diez

metros sin toparse con un revendedor o revendedora de boletos. En esta ocasión,

mientras observaba uno de los puestos de artículos de venta pude escuchar una

conversación bastante ríspida entre un grupo de revendedores. Entendí que uno

de ellos había amenazado a otro con una golpiza. Yo no conocí el motivo de la

amenaza, pero intuyo que la única razón válida era de dinero e invasión de

territorios. El que supongo era el jefe del grupo mandó a llamar al rijoso y a su

acompañante: “¿Qué pasó? ¿Por qué te estás peleando con esos tipos?”, le

preguntó el hombre de mayor edad y voz ronca al joven peleonero. El joven no

atinó a contestar y sólo alcancé a observar que se encogió de hombros. “Mira, yo

llevo treinta años en esto y nunca he tenido problemas, y así quiero seguir. No

tienes porque pelearte ni amenazarlos. Si ellos quieren pelea contigo, te das la

vuelta, vienes conmigo y yo hablo con su jefa”, dijo el viejo. “Así se maneja este

negocio; nada de peleas. ¿Entendiste? Te pido que no te metas en problemas y

no me metas a mí en problemas. Sigan con la venta y nada más de broncas”,

finalizó. El joven no dijo una sola palabra y simplemente escuchó lo que su jefe le

indicó. Yo continué mi camino.

En los alrededores del estadio, las calles comenzaba a llenarse de vehículos

estacionados y en circulación82. Algunos otros vehículos accedían a los

en cuestión. Otro hecho notables es que la acción policíaca en su contra es prácticamente nula y podría decirse que actúan en absoluta impunidad y libertad. 82

Otro de los “negocios” sumamente visibles en las calles circunvecinas al estadio es el “cuidado” y resguardo de vehículos estacionados. Las familias propietarias de casas cercanas al estadio ofrecen cuidar el vehículo de los aficionados que así lo deseen. Muchas mujeres y hombres se apostan en las calles aledañas al estadio y con una franela que menean en mano señalan la posibilidad de estacionarse frente a sus hogares o incluso dentro de sus patios y garajes. Las tarifas varían dependiendo de la cercanía al estadio y si es dentro o fuera de la casa. Generalmente se cobra de $30 a $50 pesos por partido.

172

estacionamientos del estadio, que en los encuentros contra las Chivas se saturan

al cien por ciento, a pesar de las altas tarifas que cobran, hasta los $100.

Como siempre, llegué al punto de reunión con la gente de la porra “Unión” en la

escultura denominada “Sol Rojo” (o “Citlalli”) de la explanada en calzada de

Tlalpan. José (el representante y presidente de la porra) me recibió con más

euforia que de costumbre. Me dijo que este partido “es de vida o muerte para las

aspiraciones del América”. También me exigió que para este partido hay que

“echar más porras y gritar más”.

Figura 15. El Citlali. Punto de reunión

173

Tres horas antes de mi llegada al estadio, José, Diana y Cristian, los

organizadores principales de la porra “Unión”, a veces apoyados por Ramiro o

Alberto ya habían realizado preparativos. Desde antes de salir de casa, José,

Diana (su esposa) y Cristian (su hijo) cargan su vehículo con banderas y bombos,

además de organizar por folio las credenciales de los integrantes de la porra. Las

llamadas a sus celulares comienzan desde temprano. “¿A qué hora va a ser el

partido?” o “¿Puedo llevar a un amigo?”, les preguntan con insistencia. Cerca de

las 13:00 hrs. todos ellos llegan a la Puerta 1 del estadio. Ahí esperan a que les

permitan el acceso al mismo. En esta ocasión, José, que viste una playera del

América y pantalones de mezclilla, había platicado algo con un policía. Se

sonrieron y se palmearon la espalda. Acordaron algo. José se acercó a Diana y le

dijo: “Van a entrar estos chavos con nosotros, señalando a un trío de

adolescentes. Hay que darles uno tambores para que los carguen”. Volteó a ver al

policía con el que acababa de hablar y les señaló a los jóvenes. El policía asintió.

Los muchachos entraron al estadio como integrantes de la porra. Ya dentro

desplegaron sus banderas sobre las gradas y colocaron los tambores, trompetitas,

globos y demás artículos que distribuirían antes y durante el encuentro.

Al punto de reunión llegó Ramiro, otro de los integrantes de la porra.

Inmediatamente se dio cuenta que yo iba vestido con un pantalón de mezclilla

azul, una playera blanca y que llevo una chamarra roja: “¿Qué pasó? Vienes con

los colores de las Chivas”, me dijo. En efecto voy vestido así, pero yo no había

reparado en ello. “Pues, sí, pero fue pura coincidencia, ¿a poco crees que lo

planeé?”, le reviro. Él se quedó con una mirada suspicaz pero no dijo nada más.

Yo simplemente le comenté que tenía que ir al cajero automático y que en un rato

habría de regresar. Efectivamente me dirigí al cajero.

174

En el trayecto por la explanada era posible ver a los diferentes aficionados que

llegaban al estadio. Aquellos que iba acompañados de uno o varios amigos o de

sus familiares. La mayoría portaban las playeras de su equipo, y en este caso era

notoria la superioridad en número de los americanistas. Sin embargo, los

aficionados con los colores del equipo de Guadalajara también se dejaban ver en

gran número. Algunos de ellos iban observando los puestos comerciales,

analizando la posibilidad de comparar algún recuerdo o de hecho haciéndolo.

Otros más comían algo de la variedad culinaria que se ofrece en ellos: tacos y

tortas83, principalmente. Algunos más aprovechaban la oportunidad para tomarse

una fotografía con uno de los fotógrafos que disponen de águilas vivas que se

posan sobre el hombro de quienes lo soliciten. Otros más se pintaban la cara o el

cabello con algún símbolo de los equipos. Sin embargo, la mayoría de los

aficionados de las Chivas se encontraban en la otra explanada, la de Insurgentes.

En esa otra explanada, se concentraban la mayoría de los aficionados de las

Chivas. Al igual que en la de Tlalpan, en la explanada de Insurgentes (que en

realidad se encuentra lejos de esa avenida, pero así se le conoce), estaban

colocados puestos de comida, ropa y souveniers. Esta explanada se encuentra al

costado del estacionamiento principal del estadio, por el cual acceden los

autobuses que transportan a los aficionados de las Chivas. En ese lado del

estadio se concentraban los aficionados de “La Legión”, la barra que apoya al club

Guadalajara y algunos grupillos más de aficionados Chivas. De forma sorpresiva,

caminando entre los aficionados pasó un seguidor del club que a su vez llevaba

83 Los tacos son tortillas de maíz a las que se les añade básicamente carne (de res, cerdo o pollo)

y una salsa picante. Las tortas son sándwiches de pan blanco a las que igualmente se les añade carne (milanesas, o cortes finos de cerdo, res o pollo); rebanadas de tomates rojo, de aguacate y de cebolla; queso (amarillo o blanco) y el infaltable chile estilo jalapeño o chipotle.

175

atado a una correa un chivo enfundado en una camiseta del equipo tapatío. Varios

transeúntes se acercaban a ellos y le pidieron permiso para fotografiarse con el

animal. El dueño accedió gustosamente y en menos de un minuto ya se había

fotografiado cerca de cinco personas. Los demás aficionados veían con sonrisas

al chivo y lo señalan constantemente. El dueño continuaba su trayecto y se llevó al

animal, mientras más personas le pedían fotografiarse con su mascota.

De pronto, un par de autobuses más se acercaron al contingente, lo que

provocó que un grupo de policías avanzara hacia donde finalmente se

estacionaron los vehículos. Los granaderos rodearon las unidades vehiculares y

formaron una valla a su alrededor. Los aficionados, al parecer, venían de

Guadalajara y lugares aledaños al Distrito Federal y pertenecían a “La Legión”. No

se presentaron tumultos ni empujones a la hora en que descendieron de los

vehículos. Todo se desarrolló en relativa calma y sin mayores contratiempos. Poco

a poco, los pasajeros que fueron descendiendo de los autobuses se quedaron

dentro del perímetro policial. Algunos llevaban instrumentos musicales y todos

vestían camisetas de las Chivas. La policía sólo observó a los jóvenes y los

encaminó hacia la entrada. Ellos, sin mayores exabruptos fueron ingresando al

estadio, custodiados por el contingente policial. Los aficionados comunes seguían

llegando a la explanada y lentamente iban ingresando al inmueble. Yo volví a

caminar de regreso a la explanada de la calzada de Tlalpan.

Una vez de vuelta, observé cómo los integrantes de las porras familiares y de

las barras juveniles iban atiborrando la explanada. Los más jóvenes,

pertenecientes a las barras continuaban bebiendo cerveza e inhalando solventes o

pegamento, a pesar de la prohibición expresa para realizar esas actividades en la

calle. Jugueteaban con los puños; se empujaban constantemente; reían

176

estrepitosamente; algunos de sus integrantes estaban ensayando las canciones

que entonarían durante el partido. De vez en vez, alguna cámara de las grandes

televisoras se paseaba entre ellos, lo cual generaba gran revuelo entre los

jóvenes84, que muchas veces ni se percataron de ello debido al fuerte estado de

intoxicación en el que ya se encontraban. Por lo general, los aficionados de los

equipos rivales evitan pasar por donde ellos se encuentran. En este caso fue difícil

ver aficionados de las Chivas que caminaran cerca de ellos.

A media distancia, vi un grupo de jóvenes de una de las barras que colocaba

unos instrumentos musicales a un lado de “Citlalli. Junto a estos instrumentos

desplegaban un pequeño puesto de camisetas. Algunos más se acercaron a ver

los modelos en venta. Desdoblaron las playeras, las observaron y leyeron las

leyendas inscritas en ellas. Algunos las compraron y otros, la mayoría,

simplemente las devolvió. Entre los diferentes grupos de las barras se veían varios

subgrupos. Eran jóvenes que venían de diversos puntos de la zona metropolitana

y que se mantuvieron relativamente juntos. Otros grupitos más que observé son

los que se establecen alrededor de los llamados “capos” o “subcapos”, es decir,

los jefes de y subjefes de las barras. En estos grupitos se estaban distribuyendo

boletos de entrada.

En un momento determinado, de forma sorpresiva, un grupo de policías

atravesó entre los jóvenes de las barras tomando rápida y fuertemente a un par de

ellos. A empellones los alejaron del grupo. Por unos instantes, los jóvenes de las

84 Los periodistas generan un especial comportamiento entre los aficionados. Cuando las cámaras

y micrófonos de las televisoras nacionales e internacional circulan entre ellos, los aficionados saltan y gritan. Cuando los periodista realizan una entrevista, decenas de aficionados se colocan al lado o detrás del entrevistado y el entrevistador, realizando muecas y gestos festivos, además de gritar consignas a favor de su equipo o en contra del rival.

177

barras se quedaron en una especie de pasmo. Los policías intentaron someter e

introducir al par de detenidos dentro de una patrulla. Sin embargo, los muchachos

resistieron y finalmente sus compañeros respondieron y comenzaron a juntarse

para increpar a los policías. Eran integrantes del RK y muy rápido se vieron volar

objetos en dirección a los oficiales, principalmente botellas de plástico. Conforme

pasaba el tiempo se observaban más empujones y la policía intentaba dispersar a

los barristas, al mismo tiempo que intentaba organizarse.

El tono de voz fue cada vez más fuerte y los insultos cada vez más

vehementes. “Chinguen a su madre putos”, gritaban los jóvenes a los policías.

“Bájenlos, bájenlos”, gritaban otros. El remolino de jóvenes se acercó tanto a los

detenidos que por un momento la policía se vio completamente rebasada. Casi en

vilo, los muchachos detenidos fueron rescatados por sus camaradas. Por ahí

apareció José, quien ya estaba enfrentando verbalmente a un policía.

“Vámonos de aquí”, gritaron varios policías. “Hazte ya para acá, Perro. Ya,

Perro”, ordenaba un excitado subjefe ritualero a uno de sus allegados. “Llévatelo

ya, por favor”, le dijo el jefe policiaco de turno al subjefe de la barra. “Jefe, yo me

lo estoy llevando ya”, le contestó el subcapo. “Pero está bien (sic) cemento85”, le

reviró el policía. “Pero esa manera de actuar no debe de ser”, le espetó por último

el líder de las barras al policía, mientras era llevado lejos de ahí por José. “Se

pasa de verga86”, gritó por último el líder de la barra. Los ánimos comenzaron a

relajarse. “Esto le hace daño al América”, me dijo José. “Pero la verdad se

85 Intoxicado con solvente.

86 Rebasa los límites.

178

manchan87 los policías. No tenían porque hacer eso. Ni porque eran tantos

pudieron subirlos”, finalizó.

Uno de los factores más importantes en la configuración de la violencia relativa

al futbol es atribuible amplia y poderosamente a la policía. Ésta es la que en la

mayoría de los casos (aunque no siempre) inicia la confrontación, la lleva al

terreno de lo físico y termina expandiendo la disputa, lo cual la vuelve responsable

directo de la violencia futbolera en México.

Pasado el altercado, en uno de los puestos que vendían playeras (y además

anuncia que “se cuidan mochilas y cinturones”), solicité a su dueño si me podía

guardar mi chamarra, a lo que accedió sin ningún problema. Busqué a José para

que me diera la credencial que se requiere para ingresar al estadio. Lo esperé

unos quince minutos y finalmente apareció. Lo vi y me la entregó. Diana y Cristián

lo acompañaban. Ingresé al estadio, pero con mayor dificultad que en otras

ocasiones, debido a la gran cantidad de gente que entraba al estadio.

Era posible observar, además de los revendedores de boletos, a un buen

número de policías y granaderos antimotines. Debajo del puente que sale de la

puerta “1” del estadio y cruza Tlalpan se instaló el centro de operaciones de la

policía preventiva y del ministerio público. Siempre que algún aficionado es

aprehendido, es llevado a este lugar. Personal de Protección Civil y de la policía

judicial también estaba presente.

Me detendré un poco en este punto. Realizaré una pequeña descripción del

“dispositivo” u “operativo” que monta el Gobierno del Distrito Federal para la

87 Se exceden.

179

vigilancia de estos partidos. Un funcionario de alta jerarquía88 dentro de la

Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal me explicó la forma en que

se organiza el “dispositivo” policiaco y de seguridad para un encuentro catalogado,

por la Ley para prevenir la violencia en los espectáculos deportivos en el Distrito

Federal, como de “alto riesgo” (y el partido entre América y Guadalajara lo es).

Dice que existe una mesa de coordinación, presidida por la Secretaría de

Gobierno, la cual se realiza los días martes previos a la realización del evento. En

ella intervienen, además de la Secretaría de Gobierno, la Secretaría de Seguridad

Pública, la Procuraduría General de Justicia del D. F. como oficinas principales

para la salvaguarda del evento. Además de ellas, en calidad de “monitores” y

supervisores, participan el Sistema de Transporte Colectivo Metro, la Secretaría

de Protección Civil, las Delegaciones y las redes de transporte público. En esas

mesas, me explicó el funcionario, se revisan los antecedentes históricos de dichos

encuentros y se detectan cuáles han sido los principales problemas y los actores

protagonistas de dichos sucesos, de tal forma que se puedan prever las medidas

gubernamentales que ellos consideran pertinentes. Me comentó, por ejemplo, que

en la mesa se ve qué tan importante es el partido en particular, es decir, si se está

jugando el pase a la fase final, si es un encuentro amistoso o que defina el

campeonato, además de la posición de los equipos en la tabla. Otro elemento

importante es el de previas agresiones entre barras de los clubes. Él define esto

como un “análisis de riesgo”, con el cual “se opta por el dispositivo

correspondiente”. También me comentó que en casos como el de este encuentro

es posible que los secretarios mismos dirijan el “dispositivo” de seguridad.

88 Entrevista realizada en noviembre de 2010.

180

Figura 16. La presencia policial

Después de ese análisis, el “operativo” se ejecuta de la siguiente forma. Se

ubica personal de la S.S.P. en los puntos de reunión de las barras juveniles dentro

del D.F. En las zonas fuera del Distrito Federal, el personal del metro realiza la

observación de los integrantes de las barras. Me comentó que desde esos

momentos, personal de la policía realiza revisiones visuales o físicas para detectar

armas o pirotecnia entre los integrantes de las barras. A lo largo de los recorridos

que hacen los grupos de las barras juveniles, la policía los “arponea”, es decir los

va siguiendo con alguna unidad vehicular. Con ello se pretende evitar que los

jóvenes roben locales comerciales y suban a los toldos de los vehículos en que se

transportan.

En su explicación, lo más importante para el Gobierno del Distrito Federal es

mantener bajo vigilancia a los grupos de jóvenes pertenecientes a las barras.

Desde el llamado “puesto de mando” (que precisamente se encuentra en las

inmediaciones del Estadio Azteca, justo debajo del puente que cruza la Calzada

181

de Tlalpan) y a través del sistema de circuito cerrado de televisión, las autoridades

del GDF y del estadio “monitorean” las acciones de los aficionados, como ya dije,

en especial de las barras, aunque aseveró, también supervisan cualquier otro tipo

de situación que se pueda presentar, v. gr., incendios, reventa de boletos, etc.

Es significativo resaltar que cualquier tipo de circunstancia “anómala” que se

presente en las inmediaciones o dentro del estadio puede ser observada por las

cámaras de vigilancia. En otras palabras, la capacidad de vigilancia por parte del

Estado se complementa con la fuerza tecnológica de los dueños del estadio en

aras de mantener un ambiente, que por lo menos parezca, seguro.

En la explanada

La entrada al estadio, como ha sido siempre que he asistido, se realizó con la

entrega de la credencial, la cual a su vez es canjeada por un boleto al cual le es

escaneado el código de barras. Esto lo realiza personal de seguridad del estadio,

que generalmente está acompañado por policías del Gobierno del Distrito Federal.

A los integrantes de las porras familiares, que entran por las puertas al lado sur del

acceso principal, se les catea para ingresar. Los integrantes deben de ponerse de

espaldas a la persona que los revisa. Se levantan los brazos y el personal de

seguridad recorre con sus manos las prendas de los integrantes de las porras, de

tal suerte que no se puedan pasar bebidas alcohólicas, armas u objetos que

puedan ser lanzados a la cancha o contra otros aficionados.

Sin embargo, el cateo que se realiza a los integrantes de las porras familiares

es, a pesar de lo molesto, sumamente moderado si se le compara al que son

sometidos los integrantes de las barras. Las barras entran por una puerta que se

182

encuentra sólo cinco metros más al sur del acceso principal. A la entrada, una fila

de policías dispone una de aficionados. Algunos de estos aficionados, que en su

mayoría son varones de entre trece y treinta años, van con el torso desnudo,

mostrando sus tatuajes. Algunos más, casi todos, llevan camisetas del club o

alusivas a alguna de las barras. Otros visten pantalones estilo bermuda o cargo,

con múltiples bolsillos. Casi todos llevan zapatos tenis de diversos colores. Es

posible, sin embargo ver diversos estilos de vestir que elocuentemente hablan de

los gustos musicales de los jóvenes que integran las barras. Hay desde quienes

visten al estilo “emo-punk”, con pantalones más ajustados y sus característicos

cortes de cabello con grandes flecos, pasando por los “reguetoneros” y sus

cortísimas cabelleras teñidas de rubio y sus aretes brillantes.

Mujeres en un porcentaje menor, pero en un número considerable, también

acompañan a los grupos de aficionados de las barras. No obstante, todos son

sometidos a un intenso cateo. Si llevan gorros o cachuchas, se les retiran de la

cabeza y son revisadas para no permitir que en ellas oculten algún objeto. Se les

revisan todos los bolsillos. En esa ocasión fue posible observar cómo una agente

de la policía tocaba provocadoramente los genitales de varios aficionados

varones. Algunos de ellos respondieron con cierto descontento, aunque la mayoría

continuó la revisión con una extraña sonrisa de incredulidad y hasta satisfacción.

Se les obligó a quitarse los zapatos y a sacudirlos para demostrar que están

vacíos. Al final de la revisión algunos bromeaban: “Pinche gorda, me agarró los

huevos”, dicen entre risas.

Ya dentro de los confines del estadio, en la explanada interna, la publicidad

corporativa se imponía en el paisaje. Los bancos de siempre (Banamex) regalando

183

baratijas a quien se acerque a sus módulos. Empresas automotrices (Nissan)

también promovían sus productos.

Edecanes, enfundadas en los uniformes estilizados y siempre bastante

pequeños de los dos clubes, posaban para los transeúntes, en búsqueda de

promocionar a tal o cual compañía. Más venta de camisetas “oficiales” a sólo

$50.00 en los locales que ex profeso se instalaron para este encuentro. Grandes

globos con figuras de refrescos y de cervezas fueron inflados, como siempre que

asistí, y se colocaron en la explanada. Unos diez pendones gigantes colgaban

desde lo alto del estadio anunciando compañías cerveceras (Corona) y de

telefonía móvil (Telcel) y esbozaban rostros frenéticos de aficionados o de algunos

de los jugadores del club. Los altavoces de los varios “stands” anunciaban

desaforadamente los servicios y productos de sus compañías. En alguno que otro

local se realizaban juegos para llevarse algún presente publicitario. Las cámaras

de televisión y los reporteros realizaban una que otra entrevista o toma

videográfica. Los aficionados caminaban rumbo a las entradas del estadio bajo

este asedio publicitario. Algunos de ellos aprovechaban la ocasión para tomarse

alguna fotografía con el estadio como telón de fondo. Más policías se podían

observar en el trayecto de unos cien metros que lleva del acceso principal a los

túneles del estadio.

Yo me dirigí, como todos los integrantes de las porras familiares, al túnel 28.

Ahí, nuevamente personal de seguridad del estadio escaneó el código de barras

del boleto. Crucé el torniquete. A la entrada del túnel siempre se encuentran los

“acomodadores”, que es el personal que por una propina conduce a los

aficionados hacia sus lugares: “¿Le indico su lugar?”, me preguntó uno de ellos.

Yo seguí mi camino, agradeciendo y negando su petición. El túnel de unos cinco

184

metros de ancho, tres de alto y unos treinta o cuarenta de largo es frío y oscuro. Al

final fue posible ver a los vendedores de cervezas en sus frenéticos preparativos

para la venta durante el juego.

El ingreso a las gradas

Entré al estadio. Dentro de él, la publicidad de grandes corporaciones

acaparaba mucho del paisaje interior. Sobre la cancha y a su alrededor fueron

desplegadas, como fue costumbre observar en mis visitas, más figuras gigantes e

infladas con aire, las cuales imitan las formas de botellas de refrescos, galletas

dietéticas, envases de yogures y otras mercancías. Grupos de cinco o seis

mujeres enfundadas en entalladas ropas caminaban por el perímetro de la cancha,

portando banderas publicitarias de cervezas, automóviles, bancos, refrescos o

teléfonos. Una que otra botarga con figuras de cerveza las acompañaban. Algunos

de estos contingentes iban arrojando hacia los aficionados productos publicitarios,

principalmente camisetas con los logos de las compañías o en algunos casos

balones de futbol, lo que generó gran expectativa entre el público asistente. Las

mujeres que desfilaban dentro de la cancha recibían una buena cantidad de

piropos y en algunas ocasiones insultos de los aficionados. Algunas de ellas

posaban rápidamente para las fotos que les solicitan.

De vez en cuando, el sonido del estadio tocaba parte del himno del club, pero

básicamente sirve para anunciar más productos y servicios de las mismas

compañías. De igual forma, en las dos pantallas gigantes se proyectaban más

anuncios publicitarios. Como siempre, el perímetro de la cancha estaba rodeado

185

por un cerco publicitario con pantallas de video que promocionan más de los

mismos productos. Como última valla entre la cancha y las tribunas, más policías.

En las tribunas, el ajetreo del consumo se fue incrementando conforme se

acercaba la hora del partido. Los asientos del estadio, en su parte baja, son

individuales. Es decir, sobre las gradas de concreto están montados asientos

plásticos para cada aficionado. El espacio entre cada grada es muy reducido, por

lo que el acceso a los lugares más céntricos de cada zona es muy complicado. En

las zonas bajas del estadio, los asientos de plástico tienen diversos colores, de tal

forma que están agrupados para generar un mosaico publicitario con los logotipos

de la empresa Coca-Cola y del club América.

Vendedores de refrescos y cervezas (o “chelas” como se les denomina en la

actualidad en la ciudad de México) iban y venían a y desde los contenedores y

hieleras, y de regreso a los asientos de los solicitantes, las cuales son entregadas

en vasos de cartón para evitar que las botellas de vidrio puedan ser utilizadas

como misiles. Vendedores de pizzas, “cueritos” (de cerdo), papas, hamburguesas,

tortas (en México son sándwiches de jamón o carne) se paseaban entre los

aficionados y gritando a su paso el producto que venden. Algunos otros

comerciaban con fotografías de los jugadores, pan dulce y otros productos.

Simultáneamente, los aficionados de las porras se fueron colocando en los lugares

que comúnmente utilizan.

Por su lado las barras se organizan en la otra cabecera del estadio (norte). Fue

posible observar cómo, frente al restaurante de la franquicia Freedom que se

encuentra en el centro de la tribuna baja-oriente del estadio, un grupo de

aficionados se agolpaba frente a él. Ahí se encontraba, firmando autógrafos,

186

Carlos Reinoso, uno de los jugadores más populares en la historia del club y

entrenador en alguna ocasión del mismo club. Muchos se tomaban fotografías con

el ídolo, que gustoso accede a las peticiones.

Me acerqué a la cabecera norte y del otro lado de la cerca ciclónica89 que sirve

como límite entre la barra y el público en general se podía observar cómo un

grupo de policías resguardaban el perímetro interno. Todos ellos miraban hacia el

interior del círculo que forman, es decir, algunos le dan la espalda a la cancha de

futbol y no saben lo que pasa en ella. La barra despegó globos amarillos y azules

y banderas de distintos tamaños. Algunos de sus integrantes, como lo he

comentado, andaban con el torso desnudo, mostrando tatuajes. Se podía

observar, de pronto, a un integrante en cuya camiseta se lee el lema: “América

eres como el Sida. Te llevo en la sangre y para toda la vida”. Cabe destacar que

un trío de aficionados se acercó al límite de las gradas para solicitar a las chicas

de Nissan que posaran para unas fotos. Estas chicas iba vestidas con unos shorts

bastante cortos y parte de sus nalgas eran fácilmente visibles, lo que estimulaba

con mucha fuerza a estos aficionados. “Pst, pst, hey, hey, voltea”, les gritaban,

pero las chicas nunca voltearon. Al final, un: “Pinches viejas”, cerró el intento de

los aficionados por obtener sus fotografías.

De pronto, algunos aplausos y sonrisas fueron observables en los aficionados

de las barras, porras y del público americanista no organizado. Estaba entrando a

la cancha, para realizar sus ejercicios previos al partido, el portero del conjunto

89 Es importante señalar que las barras, además de ser sometidas al severo cateo que he descrito,

también son confinadas en espacios especiales dentro del estadio y resguardadas por la policía durante todo el encuentro. En algunas ocasiones es posible observar grescas (yo he observado a lo largo de tres temporadas unas tres de ellas) que se dan entre los integrantes de las propias barras.

187

americanista y su equipo de entrenamiento: Memo Ochoa. Como en todos los

partidos, las integrantes del club de “Memo 8A”90, gritaban eufóricamente y saltan

gustosas por su presencia. Ochoa es uno de los líderes del equipo, por lo que su

presencia siempre es muy reconocida. En esos momentos, el maestro de

ceremonias comenzó a hablar por el micrófono del estadio y dijo algo así: “Este es

un gran día para México por ser día del clásico…”. Mientras tanto, en las pantallas

gigantes del estadio, apostadas en las gradas altas de ambas cabeceras,

transmitían un video del triunfo del taekwondista Guillermo Pérez, del combate en

el cual ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Beijing. No entendí y un

poco después anunciaron que en el estadio se encontraba un gran americanista:

era precisamente Guillermo Pérez, quien había ido al Azteca a la fiesta por el 92

aniversario del América. Por su parte, el portero de las Chivas, Víctor Hernández,

hizo lo mismo que Ochoa, pero a diferencia de éste, aquel fue recibido con

rechiflas y mentadas de madre.

Abruptamente empezó a oírse el himno del club. El equipo América entró a la

cancha a realizar sus ejercicios de calentamiento. Pocos minutos después

entraron las Chivas y las mentadas de madre: “Chinguen a su madre, pinches

putos”, se escucharon por parte de los americanistas, simultáneamente al grito de

“Chivas, Chivas”, que lanzaban los aficionados del club de Jalisco. La mayoría de

los integrantes de las barras se pusieron de espalda a la cancha cuando entró el

Guadalajara, lo cual es una práctica común en los partidos del Azteca.

90 Durante mis visitas al estadio, en las tribunas debajo de las porras familiares, siempre pude

observar un grupo de diez jovencitas de entre quince y veinte años que forman parte del “Club oficial de Memo Ochoa”. En sus playeras, con letras muy estilizadas llevan el acrónimo “8A” en referencia obvia a Ochoa.

188

También aparecieron los árbitros en la cancha para realizar sus ejercicios de

calentamiento. A su ingreso, mucho aficionados repitieron las mentadas de madre

que previamente les habían propiciado a los jugadores de las Chivas

Figura 17. La comercialización exacerbada dentro del estadio

Casi inmediatamente después, el maestro de ceremonias dice que se

transmitiría un video de algún programa de apoyo social, pero a los pocos

segundos lo cortaron porque en la cancha apareció Pelé (el ex jugador brasileño,

apodado El Rey y considerado por muchos como el mejor jugador de futbol de la

historia), apoyando al programa de asistencia social. Le entregaron unos cuantos

reconocimientos y finalmente se fue, pasando a saludar a uno que otro jugador en

la cancha, sin pena ni gloria. Los equipos terminaron sus ejercicios de

calentamiento y regresaron al vestidor. Faltaban unos quince minutos para

comenzar el juego, el cual inició a las 16:00 hrs.

189

Un grupo de unos quince aficionados (que fueron invitados por quien es el

encargado de esta actividad) y que pertenecían a las porras familiares o eran

cercanos a ellos, bajó a la cancha y dio dos vueltas completas al perímetro de la

misma enarbolando banderas del club que tenían inscritos los nombres de las

porras. Al pasar frente a los aficionados, algunos se levantaron, aplaudieron,

agitaron banderas del club y/o gritaron consignas. Los promocionales publicitarios

continuaban ininterrumpidamente.

Las tribunas estaban casi todas ocupadas y la gente esperó el inicio del partido.

Súbitamente, de unos tubos colocados cerca de la portería sur salieron disparados

papelitos de color amarillo y azul metálicos y en el sonido local se escuchó el

himno del club, nuevamente. Los gritos de apoyo al América se escucharon,

mientras los jugadores ingresaban al terreno de juego. En los altavoces se oyó:

“Estas son las alineaciones del encuentro. Por el América, con el número…” y en

las tribunas empezaron los aplausos y sonrisas; las banderas se agitaban y

sonaban las trompetitas de plástico que la cervecería Modelo regala a los

aficionados de las porras y que previamente habían entregado a los líderes de las

mismas para ser repartidas.

En las pantallas gigantes, las fotografías, números y nombres de cada uno de

los jugadores fueron apareciendo secuencialmente. Las “porras”91 a favor del

América subieron de tono. Un constante retumbar de tarolas y bombos indujo el

grito de “Águilas, águilas” o “a la bio, a la bao, a la bim, bom, ban, Águilas, Águilas,

91 Es importante señalar que “porra” tiene un doble significado. Por un lado es la forma en que se

denomina a la organización misma de aficionados y por otro lado son las consignas que se gritan en el estadio. Así, echar porras significa gritar al unísono consignas previamente aprendidas por los aficionados. A diferencia de los aficionados que no están organizados, las consignas de los integrantes de las porras están relativamente coreografiadas y sincronizadas por los líderes.

190

ra, ra, ra…”. A continuación en el sonido local se escuchó: “Por el equipo

Guadalajara, con el número…”, y más mentadas de madre se escucharon entre

los aficionados de las porras americanistas. Nuevamente saltó a la cancha el

equipo América. Se colocaron en el centro del campo, formaron una fila, se

tomaron de las manos, levantaron los brazos y aplaudieron, saludando a la afición

y girando sobre sus ejes corporales, para dar una vuelta completa. Los aficionados

aplaudieron y gritaron gustosos. En el sonido local el himno del club continuó con

su estribillo: “… América, tú serás el campeón…”. En fila, desde la portería norte,

ingresaron los jugadores de las Chivas. La tribuna sur-alta, colmada de

aficionados de las Chivas lanzó papelitos rojos y blancos y encendió algunas luces

de bengala y humo rojo (que de manera sorprendente lograron introducir),

mientras que las porras familiares intentaban aumentar el volumen de sus gritos y

porras. Los jugadores de las Chivas realizaban la misma actividad que los

americanistas desde el centro de la cancha y saludaban a la afición. Después

ambos equipos posaron para los fotógrafos. Un par de minutos antes de las 16:00

hrs. los equipos distribuyeron sus posiciones dentro de la cancha. El árbitro saludó

a los capitanes de cada club y sortearon el saque inicial. En el sonido local se

escuchó: “Estadio Azteca, estadio seguro. Di no a la violencia”.

El inicio del encuentro

El partido comenzó puntualmente a las 16:00 hrs. De este lado del estadio fue

muy difícil escuchar los cánticos y las porras del equipo rival, ya que en la medida

en que los numerosos aficionados del Guadalajara comenzaban a cantar, la

respuesta de los americanistas no permitía escuchar a los rivales. El canto más

191

popular de la porra americanista es el: “Vamos, vamos, América/ que esta noche

(tarde) tenemos que ganar”.

Como en todos los partidos, el sonido de fondo del estadio Azteca es muy

particular, pero en esta ocasión fue más alto el volumen y más fuerte la intensidad.

Un ulular continuo y más o menos uniforme se escuchó en una especie de

segundo plano, el cual es producido por el susurro de las voces y los cientos de

trompetitas que son accionadas en secuencia y generan ese eco. En un plano

más cercano, las trompetitas irrumpía con sonidos más espasmódicos y abruptos.

Las tarolas y los bombos, al igual que la resonancia de unos globos (de los cuales

desconozco su nombre) en forma de cilindro, de unos cinco centímetros de

diámetro y cincuenta de largo, que son inflados por los propios aficionados,

sujetados por ambas manos y golpeados unos contra otros, en una especie de

aplauso magnificado, también matizaban el ambiente sonoro. Las arengas

irrumpían sobre el eco de fondo.

El olor también estaba intensificado este día. La cerveza siempre es la que da

ese olor característico. Por múltiples razones, gotas o vasos completos caen y son

arrojados intencionalmente, por lo que el aroma de esta bebida impregna el

ambiente. De vez en vez, los aficionados contiguos comen algunos de los

alimentos que se venden dentro del estadio o que subrepticiamente introducen al

mismo, generando los olores correspondientes.

Los vendedores pasaban entre los aficionados y caminaban por los pasillos

cargando sus productos. Un constante y reiterado grito se escuchaba: “¡Chelas!”,

el cual generalmente se acompaña con el levantamiento del brazo y una señal con

los dedos que indica el número y tamaño de las cervezas. Algo muy parecido pasa

192

con los refrescos y las demás mercancías en venta. El vendedor se acercó lo más

que pdo al comprador. En general los vendedores intentan entregar mano a mano

el producto, pero por la gran cantidad de gente, en algunas ocasiones les es

imposible llegar a todos los lugares, por lo que requieren de la ayuda de los

asistentes. “No sea malito. Pásele las cervezas al señor de la gorra”, dijo una

vendedora al aficionado más cercano, que a su vez le pasó los vasos a la persona

de junto, hasta que llegó a manos del comprador. Éste a su vez realizó la acción

inversa con el dinero. El vendedor tiene que devolver cambio, por lo que la

operación se repitió nuevamente. Esto evidentemente genera muchas

distracciones a lo largo del partido.

Sobre la cancha, en una jugada que se desarrolló por el lado suroriental, el

equipo jalisciense concretó el primer gol a los doce minutos del primer tiempo. La

afición de las Chivas celebró ruidosamente por unos segundos. Tanto las barras

como las porras americanistas tardaron unos instantes en reponerse y no lograron

articular respuesta de forma inmediata. Después, comenzaron a cantar e

intentaron apoyar al equipo otra vez. Los aficionados se notaban tensos y con un

nerviosismo sensible. La disputa que se realizaba en la cancha tenía su correlato

en las tribunas. El club América se mostraba débil e incompetente. Sus

aficionados expresaban descontento, nerviosismo e incredulidad.

Sorpresivamente, al minuto treinta y dos, los americanistas empataron el partido

con un cabezazo del defensa Sebastián Domínguez. El gol entusiasmó

sobremanera a la afición americanista. Yo estaba sentando junto a una joven

pareja. Ella vestía la camiseta del América y él la de las Chivas. Llevaban a una

niña en brazos, la cual se alternan para cargar. Ella se veía tranquila y no

realizaba ademanes ni exhibía nerviosismo alguno. Él, por su parte, se levantaba y

193

manifestaba una ansiedad que expresaba fumando, mordiéndose las uñas,

sentándose, volviéndose a parar. Con el gol del América, su inquietud se

incrementó. Los aficionados americanistas gritaban, se abrazaban y celebraban

con porras y agitando las banderas. Momentáneamente parece que la calma y el

alivio retornaban a los aficionados del club. Terminó el primer tiempo del

encuentro.

Los aficionados atiborraron los pasillos de salida. Muchos querían aprovechar el

entretiempo para ir al sanitario. Algunos otros se levantaban y estiraban los

músculos. Intercambiaban puntos de vista sobre las jugadas del primer tiempo. Se

notaban preocupados y hasta enojados por el pobre desempeño del equipo. “No le

están echando huevos”, dijo alguien por ahí, en clara referencia a que los

jugadores americanistas no se estaban desempeñándose con la fuerza suficiente

para remontar al contrario. Muchos aficionados americanistas tenían la mirada

extraviada en algún punto del estadio, pensando y analizando las posibilidades del

triunfo. Sin embargo, generalmente durante los quince minutos del descanso es

cuando se puede observar una especie de “desestructuración” de las porras

familiares y los momentos en que espirit du corps casi se diluye por completo.

Mientras tanto, la andanada publicitaria y la vendimia interna continuaba

frenéticamente al interior del estadio.

El sonido local anunció: “A continuación: el vuelo del águila”, que es un acto de

adiestramiento animal que se desarrolla de la siguiente manera: un hombre,

enfundado en un conjunto deportivo con los colores del América se coloca en el

centro de la cancha. Tiene en sus manos una cuerda, la cual, por el otro extremo

tiene atado un balón amarillo de futbol. El personaje comienza a girar el balón

sobre su cabeza a través de la cuerda. Simultáneamente un águila comienza un

194

vuelo descendente desde el extremo sur del techo del estadio. Cuando el águila

se ha aproximado lo suficiente, el hombre suelta la cuerda y el balón cae al suelo

para rodar unos cuantos metros. El águila cae precipitadamente sobre el balón en

movimiento, deteniéndolo y posándose sobre él. Muchos aficionados observan la

acción y algunos aplauden y sonríen; otros toman fotografías o video del acto. Los

aficionados que fueron al baño van regresando y tomado sus lugares. Terminaron

los quince minutos y reinició el encuentro.

La porra “Unión” siguió sincronizando sus movimientos y al ritmo de los

tambores gritaban “Águilas, águilas”. En un par de ocasiones cantaron el “Vamos

América”. El partido se volvió tenso y muy cerrado, lo cual provocó reacciones de

mayor nerviosismo en los aficionados. Durante el desarrollo del encuentro, los

aficionados retomaron la “estructura” en sus movimientos y el espirit du corps

regresó. El partido “sincronizaba” las reacciones y las acciones de los aficionados.

Un balón que pasó cerca de la portería provocó “Ohs” y “Uffs”, casi de manera

unísona. Las miradas seguían el balón y el desarrollo del juego de lado a lado de

la cancha. Por su parte, los jóvenes de las barras, gritaban, cantaban y brincaban

a un frenético ritmo. Es obvio que en algunas ocasiones, muchos de sus

integrantes no estaban atentos al juego y que lo que pasaba en la cancha era

menos importante a lo que se observa en la propia tribuna. Algunos de ellos

observaban más a sus compañeros, como escudriñándose mutuamente para ver

quién sí quién no apoyaba al equipo.

Al minuto setenta y uno, un gol más del Guadalajara puso a los aficionados de

la porra del América en un estado de mayor expectativa y excitación. De esta

forma, ni los esfuerzos sobre la cancha ni aquellos que la afición realizó dieron

frutos y el equipo perdió nuevamente un partido. La temporada estaba

195

completamente desperdiciada y la afición americanista se encontraba muy

descontenta. Algunos gritaron consignas en contra del entrenador, el argentino

Ramón “El Pelado” Díaz, pidiéndole que renunciase y regresase a Argentina.

El final del encuentro, la salida del estadio y el regreso a casa

Finalmente, cerca de las 18:00 hrs., el partido terminó. La derrota generó un

ambiente sombrío, triste y con buenas dosis de frustración entre los aficionados

americanistas. La gran cantidad de gente dificultó la salida. Mientras tanto,

muchos aficionados sacudían con cierta discreción la cabeza, como no creyendo

la derrota. Se cruzaban de brazos y tomaban sus barbillas. Los aficionados de las

Chivas que se encontraban en la parte alta de la cabecera sur, seguían ondeando

las banderas, pero rápidamente comenzaron a desalojar el inmueble. En la parte

baja, algunos aficionados americanistas cruzaban insultos con los aficionados de

los palcos ubicados inmediatamente arriba de ellos. Más mentadas de madre se

dejaron escuchar y señales fálicas y gonadales fueron intercambiadas. Se

arrojaron mutuamente objetos, principalmente vasos. Los altercados no pasaron a

mayores y los más borrachos de todos los aficionados (de ambos clubes) todavía

tenían en sus manos los vasos sobrepuestos de sendas cervezas que se han

bebido, como una especie de trofeo que tuviese que ser mostrado.

Los aficionados de las porras americanistas se fueron despidiendo y tomando

sus pertenencias, para poco a poco ir saliendo del estadio. Algunos aprovecharon

para una nueva visita al baño, que en estos minutos estaban atiborrados y

exudaban su hediondez. “Con lo que guste cooperar”, se podía leer a la entrada

de los sanitarios, pidiendo una colaboración económica para las personas

196

encargadas de limpiarlos. Sobre una pequeña mesa estas personas acostumbran

colocar trozos de papel higiénico y monedas que algunos aficionados les entregan

a la entrada buscando llamar con eso la atención de los usuarios.

Mientras tanto, las luces comenzaron a ser apagadas dentro del estadio. Los

muchos vendedores, que minutos antes de que terminase el partido habían

comenzado a levantar sus mercancías y equipo de trabajo, apuraron el paso y

comenzaron a guardar en las bodegas todo el material restante y reutilizable.

También iniciaron las cuentas.

Por su lado, las barras juveniles tendrían que esperar dentro del estadio una

hora más, aproximadamente. Salvo ellos, todos los demás aficionados se

dirigieron a los estacionamientos o hacia las salidas que los conducían al tren

ligero, los micros o taxis que los llevarían de vuelta a sus casas. Fuera del estadio,

el tránsito peatonal era muy lento, y en algunos puntos casi nulo. La vendimia

fuera del estadio se reanimó. “Llévese su torta”, gritaban desde algunos puestos.

El sonido de los CD con los cánticos de las barras del club América se escuchaba

con un simultáneo: “De a 10, de a 10”, señalando el precio de los mismos. Algunos

aficionados aprovechaban para tomarse una foto instantánea con un águila en el

hombro. También se vendían fotografías de los jugadores, “originales” a decir de

los vendedores. Había almohaditas con los logotipos de los dos clubes. Los

puestos de tacos y de tortas se saturaron.

Muchos aficionados necesitaron cruzar el puente de Acoxpa para ingresar al

tren ligero o llegar a los micros que los lleven al metro. El puente y sus accesos se

saturaron y era casi imposible caminar en él. La policía inició sus operaciones

nuevamente e intentaba agilizar a los peatones como a los conductores que, diez

197

minutos después de terminar el encuentro ya saturaban la calzada de Tlalpan. El

día del clásico había terminado.

Con este trabajo etnográfico he buscado establecer los elementos básicos que

se pueden observar en el entorno inmediato a la afición americanista, como forma

una expresión cultural contemporánea del México urbano. La descripción ha

señalado los principales elementos que conforman la totalidad de mi sujeto de

investigación: su entorno (el estadio) y sus sujetos más notorios, tales como los

aficionados que asisten regularmente al estadio. También ha quedado de

manifiesto cómo ciertas fuerzas sociales actúan y conforman directa e

indirectamente al americanismo, incluyendo al capital (medios de comunicación y

mercado cultural) y al propio gobierno en su actuación en un sentido regulador y

vigilante.

198

Capítulo 4 Un viaje a Guadalajara con la Porra Unión

Identidades regionales en tensión

Cuando Ignacio Martín del Campo, director de la XEW,

regresó a su natal Guadalajara sintió en carne propia el

rechazo por haber vivido una década en el DF y

"parecer" chilango: "Lo primero que encontré fue un

muro de prohibiciones para los del DF". Cuando quiso

rentar casa sostuvo este diálogo:

-¡Ah, del DF! No, pues no. No hay casas en renta por el

momento.

-Pero había un anuncio

-Para chilangos no.

Jesusa Cervantes en “La muerte del antichilanguismo” en La Jornada del 22 de agosto

de 1999

La salida a Guadalajara

Este capítulo pretendo mostrar la forma en que los aficionados organizados al

futbol realizan una de las actividades que más los identifica y diferencia de los

aficionados “comunes”: los viajes a otras ciudades para ver jugar a su equipo.

Viajar a otra ciudad, especialmente a Guadalajara para ver un encuentro entre el

América y las Chivas es algo que los aficionados americanistas organizados en

una porra aprecian mucho sentimentalmente y los hace pensarse como agentes

fundamentales del espectáculo futbolístico en sí. Estos viajes, además

demuestran ciertas características de la identidad regional que toma la adscripción

a un club como el América.

199

A las 22:00 hrs. de la noche del 18 de abril de 2009 acordé reunirme con Diana,

José y Cristián para realizar un viaje a la ciudad de Guadalajara y asistir al partido

entre las Chivas y el América, al día siguiente en el estadio Jalisco. La reunión

para partir fue acordada en una conocida tienda de muebles de la colonia

Peralvillo, cerca del centro de la ciudad de México. De los invitados por José,

llegaron aproximadamente quince personas, incluyéndolos a ellos y a mí. Sin

embargo, el autobús, que finalmente se llenó, también transportó a integrantes de

otra de las porras familiares del club, especialmente de la “Porra Amigos” dirigida

por Gerardo, que no por casualidad vive a unas cuadras de ahí y fue él quien

contrató el servicio del autobús.

Gerardo es un personaje de suma importancia en el ámbito de las porras

familiares. Considerado por muchos como un “mercenario” del América, que “vive

del” y no “para el” club, es el más reconocido de los líderes de las siete porras

americanistas. El trato que tiene con la gente llega a ser despótico o descortés.

Las pocas veces que yo lo abordé, tratando de entablar una plática, siempre

evadía mis preguntas y buscaba la forma de no comprometerse con una

entrevista: “Sí, dile a mi hija. Arréglala con ella la cita”, me decía.

De vuelta con el viaje a Guadalajara, la espera de los integrantes que lo

realizarían y del autobús en que nos transportaríamos, se alargó hasta cerca de la

12:00 hrs. del domingo. Dos niños de unos cinco o seis años realizaron el viaje

junto a sus padres. José platicaba tangencialmente con Gerardo para arreglar lo

de los lugares dentro del autobús, su pago y los boletos de entrada al estadio.

José se acercó a mí y me dijo que la tarifa del viaje aumentaría unos $50, ya que

cerca de cinco personas habían cancelado el viaje, por lo que la cuota por persona

200

aumentaría. Le di el dinero. Algunos minutos después regresó y me entregó mi

boleto de entrada al estadio.

De no ser por José, Diana y Cristián, todos eran personas desconocidas para

mí. Yo tomé un asiento en la parte trasera del vehículo. Junto a mí se sentó un

joven de unos veinticinco años y adelante un par de amigos suyos. El autobús,

dicho sea de paso, era un autobús en medianas condiciones de confort, pienso

que más o menos viejo y cuyo motor hacía bastante ruido. Al final, cada quien

escogió el lugar que más le pareció, aunque de una u otra forma, los de una porra

se juntaban con sus pares y los de las otras con sus respectivos camaradas.

El trayecto

La salida de la ciudad de México comenzó cerca de las 01:00 hrs. Sólo se nos

informó que habría un par de paradas, para provisiones (y baño) y en San Juan de

los Lagos, en el santuario de la Virgen patrona de la ciudad y uno de los templos

de peregrinaje más importantes de México. La primera parada fue para el

avituallamiento: comida y bebida. Yo compré un par de sándwiches y un refresco.

Sin embargo, José, además de comida compró una botella de tequila. Me invitó un

par de tragos durante el trayecto.

Lo sobresaliente del viaje de ida fue un grupito de jóvenes que durante todo el

trayecto bebieron y cantaron. De la información que he recabado, los viajes con

las barras es muy parecido: todos beben y cantan sin cesar. Y los jóvenes (dos

mujeres y dos hombres) que en esta ocasión venían con nosotros, llevaron al

máximo esta práctica. Cantaron y bebieron sin parar, hasta que Gerardo, cerca de

las cinco de la mañana, con una tardía indignación los detuvo. Este episodio es

relevante en la medida en que pone de manifiesto las contradicciones inherentes a

201

las dos formas de alentar al equipo: la de viejo cuño, que apoyan los de las porras

familiares y la de nueva fisonomía, que apoyan los de las barras juveniles. Si bien

en cierto que la simple diferencia de edades es elemento para ver notables

diferencias entre los grupos, no es suficiente para la explicación más amplia.

En la mañana, los hombres pertenecientes a las porras se burlaban de la

“cruda” de los jóvenes y del vómito de uno de ellos, el cual dejó una tremenda

mancha afuera de la ventanilla de su asiento. “Eres un artista”, le dijo José al joven

que vomitó. “Mira, es toda una obra de arte esta guacareada”, le remató en son de

broma, mientras señalaba la mancha sobre el autobús. El joven sólo sonreía un

poco apenado, un poco ufano. Las mujeres, en cambio, especialmente Diana y la

hija de Gerardo (que viajó con su padre), se quejaban amargamente del escándalo

que habían armado los cuatro muchachos y de lo poco y mal que habían dormido.

La llegada a San Juan de los Lagos fue un momento más del viaje. El autobús

se estacionó en las cercanías del centro de la ciudad, a eso de las 8 de la

mañana. “Vamos a estar aquí una hora”, le dijo Gerardo a José, quien a su vez

nos informó sobre el tiempo de estancia. Algunos desayunaron en las cercanías

del autobús y otros más se dirigieron rápidamente al templo, para “visitar a la

virgen”. Ya algunos de los pasajeros vestían camisetas amarillas del club cuando

salieron a caminar.

El tiempo transcurrió y mis acompañantes regresaron más o menos a la hora

acordada, cerca de las 9 de la mañana. Fue entonces que Gerardo nuevamente

abordó a José: “Vamos a tener que irnos por una ruta alterna. Dicen que los

policías están parando a todos los autobuses que salieron del D.F. [con

aficionados de las barras] y no los están dejando entrar a Guadalajara, así que

202

mejor nos vamos por una ruta menos transitada”, le dijo. Subimos al autobús y

continuamos con el viaje. Ya arriba del vehículo, Gerardo informó a todos acerca

de la situación, por lo que solicitó que se comportaran tranquilos, que no sacaran

banderas y que permanecieran sin beber.

El ambiente fue, a partir de ese momento, muy diferente. Nadie hablaba y el

calor era intenso, por lo que había una gran pesadez. La ruta escogida fue muy

larga y el tiempo del recorrido se incrementó en tres o cuatro horas. Todo, a pesar

del tenso ambiente, parecía normal. Sin embargo, en las cercanías de

Guadalajara y alrededor de las 13:00 hrs. nuestro recorrido fue interrumpido por la

policía estatal de Jalisco, en un retén colocado ex profeso para la detección y

detención de aficionados americanistas venidos del Distrito Federal. Unos seis

policías (incluyendo una mujer) fuertemente armados y vestidos con equipo

antimotines detuvieron el autobús y subieron al mismo para preguntar si todos

veníamos del D.F. Evidentemente la respuesta que se les dio fue afirmativa.

Preguntaron si cargábamos algún tipo de arma, explosivo o droga. En este caso,

obviamente, la respuesta fue negativa. Los policías vieron al los pequeños niños

que viajaban con nosotros, pero aún así, ordenaron que el autobús quedase

detenido hasta que ellos lo autorizaran.

No sobra decir que la detención del vehículo fue ilegal y anticonstitucional.

Además de la ilegalidad de su acción, los policías siempre se mostraron hostiles y

burlones hacia el grupo. Pasados varios minutos, sin embargo, fue posible

interactuar un poco con ellos, a la sombra de un árbol que se encontraba cerca.

Uno de ellos preguntó a uno de los americanistas: “¿Y por qué realizan un viaje

como este? ¿A qué vienen?”. El joven le dijo que lo hacían para apoyar al equipo y

porque a él en particular le gustaba viajar. El policía le reviró: “¿Y no es muy

203

riesgoso y demasiado costoso venir hasta acá? Se exponen a muchas cosas

¿no?”. En su pregunta, el policía parecía insinuar que una de las penurias por las

que deberían de pasar era, precisamente, que la policía los hostigase. El joven

sólo reiteró su anterior respuesta y dio por concluida la plática.

Figura 17. La detención del autobús en Guadalajara

La entrada a la ciudad de Guadalajara

No sabíamos realmente cuánto tiempo más tendríamos que esperar, y ya eran

casi las 14:00 hrs. El partido estaba a tres horas de comenzar y la policía se

comportaba con desesperante parsimonia. Alrededor de las dos de la tarde,

arribaron un tercio de policías en motocicletas. Dieron la orden de subir al autobús

y de seguirlos, sin banderas ni ningún tipo de signo que identificase al autobús con

el América y menos aún con el D.F. El autobús se puso en camino, escoltado por

los motociclistas. Rápidamente nos internamos a la ciudad. Después de unos

veinte minutos, la policía nos condujo a la Avenida de los Normalistas, junto al

parque “Unidad Tucson”, a unas cuadras del estadio Jalisco. Allí, nos ordenaron

204

no bajar del vehículo y esperar a que ellos nos indicaran el momento para

descender de él. Pasaron unos diez minutos y el calor era insoportable dentro del

autobús, así que algunos decidieron bajar. Yo salí tras de ellos. Al descender

observé una larga fila de autobuses que se alineaban con el nuestro. Esos eran en

los cuales los jóvenes de las barras del América habían realizado el viaje. Serían

una docena de vehículos. Algunos de los jóvenes estaban descendiendo también.

Sobre la avenida, decenas de policías antimotines hacían una valla. Conforme

más personas bajaban de los autobuses, los policías se notaban más nerviosos y

hostiles. Algunos de ellos se acercaban y ordenaban que regresáramos al interior

de los autobuses. “Hace mucho calor dentro y queremos comprar agua e ir al

baño”, dijo una de las mujeres que viajaban conmigo. “No pueden salir de esta

zona”, le reviró uno de los policías al mando. La presión de la gente para salir del

cerco iba en aumento. La policía “cedió” y permitió a algunos salir del cerco e ir a

tomar agua al parque, del cual sólo nos separaba una valla metálica.

Yo había perdido de vista a José, Diana, Cristián y a Gerardo. Así que comencé

a tomar algunas fotografías de lo que ahí sucedía. El ambiente parecía más

relajado y en algunos momentos la policía parecía incluso ser amigable. Sin

embargo, unos minutos después de que los primeros integrantes de las porras y

barras habían salido del cerco al baño, un grupo de policías agredió a un par de

jóvenes de las barras. Los detuvieron y, a rastras, los subieron a una de las

camionetas que tenían cerca de ahí. Observé cómo los golpearon y sometieron.

205

Figura 18. El cerco policial en Guadalajara

Después de esa escena, una de las mujeres del grupo con el que viajaba se

acercó muy alarmada y molesta. En ese momento volvía a ver Gerardo, ya que la

mujer se acercó a él. “Están golpeando a mi hermano. Los pinches policías están

golpeando a mi hermano”, le gritó a Gerardo. Éste se acercó hacia ella y le pidió

calma. La mujer le explicó que su hermano había querido salir del cerco porque

intentaba visitar a una pariente que vivía cerca del estadio y que la policía le negó

la salida. El hombre se molestó por la negativa y eso provocó que los policías lo

detuvieran y, al igual que lo observado con los jóvenes, fuese golpeado. Gerardo

se movió y dirigió a uno de los mandos. Dialogó con ellos y a los cinco o diez

minutos el hombre en cuestión apareció. Se veía claramente golpeado y alterado.

En su relato corroboraba lo dicho por su hermana. El incidente terminó ahí.

Mientras tanto, los jóvenes de las barras se impacientaban con el transcurrir de

los minutos y la proximidad del inicio del encuentro. Pero la cantidad de jóvenes

era tal que ya parecía una verbena. La música de los integrantes del RK comenzó

206

a escucharse y algunos más se avocaron a colocar algunos de los trapos

afanados a las barras rivales de Guadalajara.

A lo lejos también se escuchaban tambores y cánticos americanistas que se

acercaban. Dos minutos después un contingente de jóvenes cruzaba frete a

nosotros, del otro lado de la avenida. Eran miembros de alguna de las barras

americanistas conformadas por habitantes de Guadalajara.

La llegada y entrada al Estadio Jalisco

Eso pareció ser la orden de ingreso al estadio, ya que unos instantes después,

José, Cristián y Diana se aparecieron y me contactaron. Era momento de ir al

estadio. La policía nos dirigió hacia la calle Monte Carmelo, la cual ascendía, en

dirección sureste, al estadio Jalisco. Ese fue uno de los momento de mayor

tensión del viaje. El cerco policial se difuminó un poco a lo largo del recorrido.

Mucha gente al lado de la calle observaba y gritaba a nuestro paso. “Pinches

americanistas” o “pinches chilangos ¿a qué vienen?”, se escuchaba de vez en

vez. Sin embargo, el contingente de aficionados americanistas continuó su

recorrido cantando reiteradamente la frase: “Llegó papá, llegó papá, hijos de puta

llegó papá...”.

La llegada al estadio fue caótica. Un cerco policial impedía nuestro paso y

empujaba con vehemencia a todos los integrantes. Yo alcancé a escuchar a la hija

de Gerardo decir amargamente: “Nos tratan así por culpa de esos patanes [los

integrantes de las barras]”. José estaba muy alterado y Diana muy nerviosa. La

policía se comportaba muy agresivamente y en algún momento pensé que la

situación se volvería en una batalla campal. Sin embargo, los integrantes de las

207

porras y barras venidos del D.F. pudieron sortear el cerco policial e ingresar al

estadio.

Dentro del inmueble, las cosas se tranquilizaron un poco. La afición

americanista se concentró en una de las cabeceras bajas del estadio, rodeados

por un fuerte dispositivo de policías antimotines, los cuales se mantuvieron en

permanente vigilancia durante todo el encuentro y de vez en cuando hostigando a

alguno de los integrantes de las barras. Los Rompe Canchas, la banda musical del

RK amenizó durante el partido.

Además de la confrontación verbal que se suscitó a las afueras del estadio, fue

dentro cuando la tensión regionalista se volvió más evidente. Los gritos que

provenían desde casi cualquier dirección señalando a los aficionados

americanistas de “nacos”, “mugrosos” y demás descalificativos eran

inequívocamente xenófobos. El contenido regionalista de las descalificaciones de

los habitantes de Guadalajara se comprobaba con la actitud siempre hostil de los

policías. Las genuflexiones de decenas de aficionados tapatíos con señas

obscenas, el constante lanzamiento de objetos a la parte de los aficionados

americanistas siempre estuvieron acompañadas de una fuerte descarga

emocional en contra de los capitalinos. Para desgracia de estos últimos, al final, el

América perdió 1 a 0 este encuentro, lo cual desbordó la alegría de la afición

anfitriona y metió en una especie de pasmo a los visitantes.

La salida y el regreso al Distrito Federal

La salida se dio de forma calmada, pero ya a las afueras del estadio, cuando

tomábamos de vuelta la calle Monte Carmelo, rumbo a los autobuses, José estuvo

a punto de liarse a golpes con un policía que estuvo presionándolo durante un

208

tramo de la caminata. Sin embargo, otro de los integrantes de la porra logró

tranquilizarlo y convencerlo de que desistiera de responder a la agresión. Cerca de

las 19:00 hrs. finalmente estábamos de vuelta en el autobús. Unos quince minutos

más tarde ya todos estaban arriba. No habíamos tenido tiempo de comer ni de

beber. La policía siguió con su estrecha vigilancia y obligó a todos a subir a los

autobuses. El chofer arrancó el vehículo y comenzamos en trayecto de vuelta. Los

integrantes del las porras estaban molestos por el resultado del encuentro, pero

más aún por el trato que se había recibido por parte de la policía, la cual

continuaba escoltando el autobús. Algunos de los integrantes de atrevían a a

sacar la cabeza por la ventanilla y gritar consignas regionalistas en contra de los

transeúntes, tales como: “Pinche pueblo rascuache”, “Pinches piojosos”, “Pinches

rancheros”, “Pinches robavacas”, todas las cuales hacían referencia a que

Guadalajara es una ciudad de menor importancia que la de la Ciudad de México,

colocando a la primera como una zona “rural” y menos avanzada que el Distrito

Federal. Eso enfureció a uno de los policías que seguía escoltando al vehículo,

quien con una macana intentó golpear a uno de los americanistas que gritaban la

consigan. Ambos se hicieron de palabras y llegué a pensar que la policía

detendría al autobús y comenzaría una agresión mayor. Afortunadamente nada de

eso pasó y después de unas cuadras, los motociclistas que nos escoltaban se

desviaron por otra avenida. El autobús siguió su marcha y cerca del centro se

detuvo. Paramos en un restaurante, en el cual comimos algo, para finalmente

tomar el camino de regreso al Distrito Federal.

209

Capítulo 5 “Ódiame más” y el antiamericanismo

[…] puede decirse que el «medio de

comunicación» amor no es en sí mismo un sentimiento, sino un código de comunicación de

acuerdo con cuyas reglas se expresan, se forman o se simulan determinados sentimientos; o se supedita uno a dichas reglas o las niega, para

poder adaptarse a las circunstancias que se presentan en el momento en que deba realizarse la

correspondiente comunicación

Niklas Luhmann (1985)

Amor y odio en el entramado futbolístico mexicano

Esta primera parte del trabajo no podría estar completa sin abordar el tema del

llamado antiamericanismo y la división casi tajante entre quienes dicen “amar” y

“odiar” al club América. Es parte del refranero popular aseverar que al América “se

le odia o se le ama, pero no se le puede ser indiferente”. Uno de los elementos

más poderosos de la imaginación melodramática es la ubicación polarizada,

estereotipada y con poca profundidad psicológica de los personajes que le dan

vida a la trama, tanto narrativa como social. El caso de la división categórica que

los aficionados al futbol hacen entre americanistas y antiamericanistas convierte a

este club en uno de los nodos centrales de la identidad futbolística nacional.

Lo interesante de la identidad de este club es que en el discurso de quienes

dicen odiarlo hay un claro contenido social y político. La asociación directa entre el

club América y Televisa, y de ésta con la clase política en México, genera entre los

aficionados rivales un acendrado sentimiento de rechazo hacia el club. Esta

polarización entre americanistas y antiamericanistas es, sino la única, sí la más

clara del futbol mexicano. Ningún otro equipo concita este rechazo. Es decir, no

210

existe proporcionalmente una división de la liga entre Pumas y antipumas o entre

atlantista y antiatlantistas. La relevancia de esta división polarizada entre

americanistas y antiamericanistas traza la importancia de la televisión en el

entramado identitario de los aficionados futboleros mexicanos. Es una

polarización, en buena parte inducida y generada por Televisa, indiscutiblemente,

la cual, hábilmente ha podido lucrar con esa división identitaria.

El club de futbol América es el club de la “polémica” o el “más grande”, a decir

de sus aficionados. Para sus detractores, el club es el equipo “de Televisa”, “del

poder” o “de los ricos”, cuyo nombre no le gusta mencionar a algunos,

pretendiendo con la negación restarle la importancia que evidentemente guarda en

la liga de futbol profesional mexicana. Si bien es cierto que esto no siempre ha

sido así desde que la liga profesional de futbol fue creada y que tampoco los

grados de “amor” y “odio” que el club “despierta” han sido iguales a lo largo de las

décadas, sí lo es el hecho de que el América genera una antipatía casi

proporcional al “amor” que sus seguidores aseveran profesarle.

Una primera dato de esto. Según la encuestadora Mitofsky, en 2008 la “[...]

dualidad amor-odio hacia el América es [confirmada por] el porcentaje de

aficionados que [lo] rechazan 44 por ciento del total de aficionados” (Mitofsky,

2008). En el cuadro siguiente, se puede apreciar una secuencia a partir de 2008 y

hasta 2012 de rechazo que el club genera entre los aficionados futboleros, según

la misma encuestadora.

211

Figura 19. El rechazo al América en números

El rechazo al club tiene múltiples facetas y se expresa de varias formas. A lo

largo de mi investigación de campo, realicé cerca de sesenta entrevistas cortas a

aficionados de otros equipos, de tal suerte que pudiera consolidar una especie de

“mapa sentimental” e identitario sobre la base de la imaginación melodramática

que supongo subyace en la constitución del futbol profesional en México.

Mis entrevistas fueron realizadas afuera de los estadios y previas a encuentros

entre sus equipos y el América. Ninguna de ellas duró más de tres minutos.

Estaban pensadas en obtener una respuesta lo más rápida y espontáneamente

que se pudiese respecto al “sentimiento” que les generaba el club América. No se

puede decir que el club sólo “genera” un sentimiento entre los aficionados rivales,

pero es indiscutible que las palabras “odio”, “rencor” y “asco” son tres de las más

reiteradas. Los sentimientos de odio, rencor y asco que genera el club no están

siempre asociados explícitamente con su vinculación institucional a Televisa, pero

212

indiscutiblemente una buena parte de los aficionados rivales sí perciben eso como

una característica primordial del sentimiento adverso que les causa el América.

En una entrevista realizada en noviembre de 2009, un aficionado de los Pumas

de la UNAM me dijo categóricamente que para él, los juegos contra el América le

significaban “odio al cien por ciento... [el América es] el equipo que Pumas más

odia” y lo calificaba como “hijos de Televisa”. En ese mismo tenor, un aficionado

del Cruz Azul me señaló en marzo del mismo año que “el América es el equipo

más odiado del futbol mexicano... porque el América representa al capital, a los

ricos, a la gente que no es bien vista socialmente como los televisos”, en clara

alusión a Televisa.

Evidentemente, estas dos opiniones no tienen una cobertura estadística, pero

me parece que sí son, en muchos sentidos, representativas de ese 43.5% de

aficionados al futbol que dicen rechazar al club americanista. En este sentido, en

un importante portal de análisis y discusión futbolística de internet, uno de sus

editorialistas señala que “el antiamericanismo surge para hacer contrapeso al

llamado imperialismo televisivo, mediático y hasta arbitral que se da entorno a

nuestro futbol a raíz de la compra de este equipo por parte de Emilio Azcárraga

Milmo” (Roa, 2009). Y añade que “quienes somos antiamericanistas disfrutamos

verlos perder, gozamos observarlos en problemas y nos regocijamos cuando se

enojan. No obstante reconocemos lo fundamental que son las Águilas dentro de

nuestro panorama futbolístico y que al final, contribuyen a todo el folklore cultural

inclusive de nuestra sociedad más allá del deporte. Al final, este sentimiento es

necesario para que nuestro juego siga alimentando la pasión entre todos los

aficionados” (Roa, 2009).

213

La superlatividad como marca identitaria del club

La identidad o “marca sociocultural” (Edelman, 2002) se desarrolla por una

adscripción geográfica, de clase, institucional o con características nacionalistas.

En México, el caso de las Chivas del Guadalajara nos habla en este sentido, ya

que al ser el equipo de “mexicanos”, es decir, en el cual no han jugado individuos

que no hayan nacido en México y que reclama ciertos valores real o

pretendidamente nacionales y asociados con el estado de Jalisco (el charro, el

mariachi, el tequila), las Chivas se adscriben a un nacionalismo-regionalismo muy

especial. Por su lado, los Pumas, Tigres y Tecos, por ejemplo, se adscriben

abiertamente a su identidad institucional, que son sus respectivas universidades.

El caso del América es diferente. Sus aficionados no asumen su condición

regional o geográfica. Es significativo que los aficionados al club no hacen

referencia a su categoría de equipo del Distrito Federal, salvo en contadas

excepciones y no cuenta con un gentilicio específico para hacer referencia a esta

característica. De hecho, el club es llamado las Águilas del América y no el

América del Distrito Federal o de la Ciudad de México. Sus aficionados tampoco

apelan a su adscripción institucional, por lo menos no abiertamente y es

prácticamente imposible escuchar que un aficionado americanista diga que

Televisa le otorga la identidad al club. No hacen referencia a su condición de

clase, ya que el club, a pesar de que forma parte del corporativo Televisa, es

seguido por muchos aficionados de las clases medias y de los sectores populares.

La característica reiterada y consecuente con el discurso oficial del club y que

sus aficionados han retomado es la que yo llamo superlatividad: el club es el para

ellos el “más” grande, el “más” odiado, el de los “mejores” jugadores, el del estadio

214

“más” grande e importante, el que “más” dinero invierte, el “más” polémico, el que

“todos” quieren derrotar. En otras palabras, para el americanista no importa ser

odiado (a todos los equipos los “odian” sus contrarios en alguna medida), sino ser

el “más” odiado. No importa ser grande (los propios aficionados americanistas

reconocen la “grandeza” de otros clubes), sino ser el “más” grande, en calidad y

número. Lo importante no es tener buenos jugadores, sino a los “mejores” (aunque

esto no sea siempre así y se confunda el “mejor” con el “más caro” o el “mejor

pagado”). Tampoco importa generar polémica deportiva y extradeportiva, sino ser

el “más” polémico, o aún mejor, ser “el equipo de la polémica”, el poseedor

exclusivo de esa cualidad. Para el americanista promedio no es suficiente una

rivalidad acentuada contra un club92; importa ser el equipo que “todos” los demás

quieran vencer. Para el americanista, en resumen, la liga y sus rivalidades son

dicotómicas: los americanistas y los antiamericanistas. La superlatividad (relativa y

discursiva de los aficionados del club), por tanto, es la característica específica de

la adscripción al equipo.

Pretender ser el “más” en muchos aspectos, casi siempre negativos,

evidentemente guarda una relación dialéctica con el discurso melodramatizado

que sus directivos y la televisora han buscado explotar. Al dotar al club con

características superlativas, los demás equipos ven en el América uno de los

referentes más importantes y centrales de su rivalidad, aceptando explícita o

implícitamente la “grandeza” del club de Coapa. Es común que los propios

92 Las rivalidades con el Guadalajara, los Pumas y el Cruz Azul son muy importantes, pero los

aficionados americanistas asumen que “todos” los equipos los quieren derrotar por igual. De ahí que para muchos de ellos, una visita del club a un estadio foráneo garantiza el lleno del mismo.

215

futbolistas y entrenadores rivales identifiquen los juegos contra el América como

los más importantes.93

Un ejemplo de cómo Televisa influye en la construcción de esta superlatividad

lo ofrece la transmisión del programa que celebró los noventa años de fundación

del club en 2007. En él, el locutor Javier Alarcón apuntó lo siguiente:

[…] tanto la altivez, sus títulos, sus figuras. Esa mezcla de ‘me lo propongo

y lo consigo’ han hecho del América el equipo más trascendente de la liga.

No aseguro que el más importante, el más querido o el más popular, pero

sin duda, en torno a sus actuaciones para verlo perder o ganar hay más

atención que la que recibe cualquiera de los otros. Felicidades a todos

aquellos que con sus ideas o sudor han hecho del América un referente

obligatorio para entender al futbol mexicano a través de la historia (Televisa

Deportes, 2006. Cursivas mías).

Cabe apuntar aquí, el hecho de que esa superlatividad discursiva se encuadra

melodramáticamente con lo que dice Arroyo, quien asevera que tanto en el

análisis literario como en antropológico “se observará que los héroes y santos

tienden a ser austeros en el habla, en la comida y en lo sexual; por el contrario, los

villanos suelen ser lujuriosos, comilones, bebedores, charlatanes y bravucones”

(Arroyo, 2006). La televisora ha enaltecido, muchas veces de forma

bravuconamente, características de este tipo: egocentrismo, capacidad económica

y megalomanía del club, lo cual genera una fuerte animadversión entre los

aficionados rivales.

93 El jugador argentino Martín Bravo declaró en 2011 que “América es el gran rival de Pumas”. En

esa misma ocasión, otro integrante del equipo de la UNAM, David Cabrera dijo que el América es “el rival más importante” de los Pumas (Martínez, 2011). De igual forma, el jugador del club Cruz Azul, Javier Aquino, señaló: ““Es un odio deportivo que existe entre las instituciones, son Clásicos y hay que ganarlos. Para nosotros siempre ha sido un partido especial, para los que venimos desde fuerzas básicas, existe esa rivalidad desde que estamos muy pequeños” (Salazar y Palafox, 2011).

216

Al respecto, uno de mis informantes me comentó: “Al América podrán decir que

le ayudan [los árbitros], pero significa algo que lucha para salir siempre avante

(sic), sin importarle a quien. Aquí [en el estadio Azteca] se la juegan todos [los

equipos rivales] a morir contra el América. No es lo mismo ganar tres puntos a

cualquier equipo que ganárselos al América. Así de fácil”. Y añade: “El América

siempre fue criticado, [es el equipo] de la polémica y a mí me gustó eso; llevar, no

tanto la contraria, sino tratar de imponer tus ideas y defender la forma de juego y…

cuando tú entras a un estadio y ves a toda la gente que apoya al mismo equipo es

un ambiente distinto en donde crees que has encontrado a alguien que considera

y ha encontrado los mismos gustos que tú”.

Corrupción, negación, descalificación sexualizada y antiamericanismo

Precisamente, uno de los elementos fundamentales del odio que los aficionados

rivales dicen sentir por el club América está vinculado a una percepción de

corrupción, que a decir de ellos ha redundo en que este club ganase varios

campeonatos. Los ejemplos más recurrentes en este sentido son los campeonatos

1984-1985, Prode-1985 y 1987-88 y 1988-89.94

94 La siguiente es una cronología de los campeonatos del club América hecha por un aficionado

antiamericanista. Evidentemente, el objetivo de colocar este texto no es para darle credibilidad o no a las acusaciones que en él se realizan, sino demostrar la forma en que la disputa contra el club América es permanente y que dichos alegatos van a estar influenciados por una idea de corrupción, robo y ayuda por parte de Televisa y la Federación Mexicana de Futbol: “1984-1985: Conocida como la Noche Negra de Querétaro. El América se gana el odio de los Pumas de la UNAM en la final mas (sic) corrupta de la historia del fútbol mexicano. 3 expulsados en contra de Pumas, 2 goles anulados al cuadro universitario y un penal que nunca existió marcado favor de las Águilas. PRODE 85: Torneo amistoso que no fue oficial, porque la temporada 1985-1986 se partió en dos torneos cortos gracias al terremoto de la Ciudad de México y al mundial de México 86. El América ganó el torneo gracias a Cristóbal Ortega, quien hizo chilpachole de jaiba con el Tampico-Madero. En los 90s hicieron válido los dos torneos cortos para darle un campeonato a los Rayados del

217

Uno de los impulsores más conspicuos de la parafernalia antiamericanista es el

comentarista de futbol José Ramón Fernández, quien desde los diferentes

espacios mediáticos a los que ha tenido acceso ha intentado sistemáticamente

demostrar la forma en que Televisa ha controlado el futbol mexicano. Esto

evidentemente, le ha acarreado una gran animadversión y simultáneamente una

admiración, de americanistas y antiamericanistas, respectivamente. Sobre el club

América y sus dirigentes, en especial de Guillermo Cañedo, “brazo derecho de

Emilio Azcárraga para asuntos de futbol”, Fernández señala que este directivo,

simultáneamente presidente del club América y de la Federación Mexicana de

Futbol hizo crecer la infraestructura del balompié mexicano, pero “lo que no crece

es nuestro futbol”. Añade el periodista de forma provocadora: “Y detrás de todo

esto está el dominio absoluto de la televisión [...] que se traduce en hacer de la

Monterrey y para que el América pudiera alcanzar al Guadalajara que ya lo superaba con 10 títulos y rebasar al Cruz Azul, que ya lo había igualado con 8. 1987-1988: El América le gana a los Pumas 4 goles a 2. Pero eso no fue lo importante, ya que los Pumas jugaron bien feo y merecían perder la final. Lo relevante del torneo fue que en la semifinal de la liguilla al América se le ayudó contra el los Canarios del Morelia. Después del tiempo reglamentario el partido estaba empatado y el Morelia avanzaba a la final por el gol de visitante. Pero a Televisa y a la Femexfut se les ocurrió decir que en el artículo 20 del reglamento de competencia en su párrafo 5 mencionaba que el gol de visitante no era válido si no se anotaba al estilo del juego de pelota azteca. Por lo que el partido se decide en penalties (sic), consiguiendo las Águilas el pase a la final. Los penalties se cobraron una hora después del final del partido. 1988-1989: El América le ganó al Cruz Azul 5-4 en un juego polémico ya que Cruz Azul no alineó a sus principales figuras. Bueno si estaban jugando, pero por la manera que se dejaron perder se piensa que estaban en otro planeta. Verano 2002- El América le gana la final a su hermano menor, el Necaxa por orden de papá Televisa. ¿Se debe decir por qué estuvo amañado este juego? Clausura 2005- El América hace polvo a los Tecos de la UAG porque necesitaba darle un título a Cuauhtémoc Blanco antes de abandonara al cuadro águila. El América destrozó a los Tecos por marcador global de 7 goles contra 4. Al final del juego se vió al el dueño y al capitán de los Tecos, retirándose del Estadio Azteca en unos autos Mercedes-Benz del año y cargando unos sacos que parecían estar llenos de monedas” (ver sección Información de internet en la bibliografía; usuario “Yo tmb odio al América” del porta Facebook).

218

competencia una lucha de un equipo prepotente, el América, contra 19

bienintencionados” (1994: 78-79).95

El internet es un espacio en el cual los epítetos descalificativos entre

americanistas y antiamericansitas demuestran esta dicotomía identitaria. Es

común encontrar “páginas” dedicadas exclusivamente a denostar a la afición

americanista. De hecho, es posible encontrar “decálogos” o “mandamientos” que

ordenan el comportamiento antiamericanista. Uno de ellos prescribe:

Antiamericanistas del mundo e integrantes de los 18 equipos honestos del futbol mexicano: Haciendo la declaración renovatoria de este website, se hace este documento que es la máxima norma de comportamiento para los que tengan aberración al amierdica y todo lo que representa. Queda sintetizado en estos diez mandamientos inamovibles e inalienables. 1. Odiarás al amierdica sobre todas las cosas de este mundo, pero amarás a tu equipo tanto como el infinito. 2. No dudarás en desearles lo peor al amierdica y sus secuaces. 3. Celebrarás las derrotas del amierdica tanto como los triunfos de tu equipo. 4. Honrarás a todo análisis crítico de futbol, como los de José Ramón Fernández, desechando a los programas de Televisa. 5. No te cambiarás al amierdica o lo apoyarás por ningún motivo. 6. No fornicarás con ningún amierdicanista (son todos maricones y las mujeres lesbianas). 7. Perdonarás a los ex amierdicanistas, cuando ellos estén arrepentidos de su pasado oscuro. Las excepciones son aquellos que no están arrepentidos de su amariconismo (ej. Cuauhtemoc Blanco). 8. No te creerás las mentiras que dicen los programas de Televisa, acuérdate que ti si eres una persona inteligente y vales mucho. 9. No desees la extinción del amierdica ni de los amierdicanistas, piensa que el mundo necesita reír. 10. No envidiarás los títulos, ni los logros, ni el dinero que posee el amierdica, recuerda que esa es la razón de su perdición. Con estas palabras dichas, aceptarás estos mandamientos si deseas ser antiamericanista. Sé que estás en el camino correcto (ver “Destino

95 En este sentido, Fernández identifica a los clubes de la siguiente manera: “Así como el

Guadalajara es considerado el equipo del pueblo, porque sus aficionados son realmente gente del pueblo, el América se convierte en el equipo de los ricos, porque es un equipo con muchos recursos que importa jugadores costosos y paga sueldos exorbitantes. Los Pumas por su parte representan a la clase pensante y a los estudiantes de la Universidad Nacional” (1994: 73).

219

Manifiesto Antiamericanista” en la sección Información de Internet en la bibliografía).

Nótese que las descalificaciones en contra de los aficionados americanistas

están permeadas de un fuerte contenido escatológico y sexual. No obstante, la

relación del club con Televisa, es un referente muy común al que hacen alusión

los aficionados de otros equipos cuando hablan del América, como en este caso.

Creer “las mentiras que dicen los programas de Televisa” y envidiar “los títulos,

logros y dinero” que tiene el América es la razón de la “perdición” de cualquier

aficionado al futbol. Como en las tramas melodramáticas del cine o la televisión, la

riqueza está asociada a un mundo de corrupción y de perdición moral. Carecer de

esos vínculos (por lo menos simbólicos) con el poder económico y político, hace

que los restantes “dieciocho” equipos tengan la categoría de “honestos”.

Otros aficionados expresan ese odio y malestar en una forma más sutil: la

negación silenciosa del club. He observado que algunos aficionados acérrimos del

club niegan (paradójicamente con vehemencia) al América. En algunas entrevistas

realizadas por investigadores de la Universidad Autónoma de Coahuila en

Torreón, varios aficionados negaron cualquier relevancia del club América. Un

ejemplo de ello. A pregunta expresa de qué significa para un aficionado el club

azulcrema, contestó: “Nada, ese equipo no existe”. Respuesta que se asemeja

demasiado a la de un aficionado del Cruz Azul que contestó: “El América no

significa nada. [Jugar contra el América] es un partido más […] El América y sus

barras no existen”.

Evidentemente, el objetivo de los aficionados que niegan la existencia del

América es disminuir la relevancia y superlatividad que los propios aficionados y la

directiva del club han promovido. No sé si la estrategia funcione o no, ya que en

220

las respuestas de negación se percibe una clara animadversión hacia el club

América. Una negación de este tipo, me da la impresión, es una reafirmación

bastante elocuente de la relevancia del equipo en la liga profesional.

Otra categoría que es común escuchar entre los aficionados futboleros

mexicanos es la siguiente: “americanista de clóset”. Al respecto, en el programa

televisivo “Hazaña. Deporte vivo” de la cadena ESPN (s/f, ver en Información de

internet en bibliografía), dedicado al club América, en la editorial final del

comentarista Heriberto Murrieta, conductor de dicho programa, asevera:

Porque odiando a esta institución [al club América] los antiamericanistas se

integran al equipo de mercadotecnia más efectivo en México: el de los

promotores del orgullo águila. La mejor muestra la dan algunos medios [de

comunicación] que han sido sus detractores. Es sorprendente ver la

atención que ponen sobre el América, al que critican con fervor casi

religioso cada que tienen oportunidad. Porque como dice el dicho: ‘Gato

que no caza, ¿qué hace en casa?’. Sin detractores, el equipo sería uno

más. Con ellos haciendo propaganda los estadios se llenan y la pasión se

intensifica cada fin de semana. Eso sí, y no otra cosa, es americanismo de

clóset.

Quienes hablan del “americanismo de clóset” intentan mostrar una doble moral

de los aficionados futboleros que critican al club. Los americanistas aseveran que

los antiamericanistas, al descalificarlos permanentemente, sólo están mostrando

una especie de deseo latente que no puede mostrarse en público, debido al

vínculo que el América guarda, presumiblemente, con el poder económico y

político. Con ello buscan señalar que los críticos le ponen tanta atención a este

club que en realidad más que odio sienten admiración y amor por el América.96

96 En un foro de internet, un aficionado pregunta: “¿Ustedes creen que José Ramón Fernández sea

un americanista de closet?”. Este mismo aficionado escribe: “Es que veo sus programas en espn [la cadena de televisión], y siempre tiene en la boca al América, para mal o para bien (que es mas para mal), yo creo que tanto hablar del América le hace irle al América, si se dan cuenta, casi no

221

Esta categorización de los detractores del club se asocia casi de manera

inmediata con su contraparte político institucional: ser “priísta de clóset”. Cuando

alguien se refiere a otra persona como “priísta de clóset” está diciendo que a pesar

de todas las críticas o antipatías que le genere el Partido Revolucionario

Institucional, su comportamiento cotidiano y sus preferencias son iguales a las de

un priísta militante. La doble moral de los priístas encubiertos los vuelve blanco de

la crítica y el escarnio, ubicándolos como corruptos y traidores de las causas

enarboladas como justas97.

De esta forma, el antiamericanismo basa su crítica a los aficionados

americanistas sobre lo que ellos perciben como una relación corrupta, que emana

del poder económico y político. Los antiamericanistas alegan, en términos

generales, que el amor a su equipo es real y sincero, mientras que el amor que los

aficionados americanistas dicen expresar por su club está cruzado

indefectiblemente por las corruptas y corruptoras instancias del poder,

materializadas en el vínculo del equipo con Televisa. A su vez, en general, los

americanistas procesan el odio que los aficionados antiamericanistas tienen hacia

el club de dos maneras: la primera (como ya se señaló) revirtiendo el discurso del

habla de su equipo los pumas. A el (sic) le va pasar igual que a un tío mió, que cuando vivía acá en donde vivo(Chiapas), era antiamericanista, no le iba a ningún equipo, solo era antiamericanista, le gustaba ver perder al América, y hablaba mal del América, pero ahora que se fue a vivir a Veracruz, salio (sic) del closet y es americanista a muerte, tiene playeras, banderas, mochilas, hasta bóxer del América, mi tía no los confirmo (sic)” (ver usuario RONI en la sección Información de internet de la bibliografía) 97

En una nota del periodista Hernández, critica a los “aliancistas” del Partido de la Revolución Democrática (nominalmente de izquierda) que en la actualidad encabezan gobiernos estatales y que incluso han realizado acciones represivas en contra de movimientos sociales. El caso reciente de la represión y asesinato de dos estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa, en el estado de Guerrero, Hernández dice: “el principal lesionado es el […] gobernador Aguirre, beneficiario de las fórmulas aliancistas del camachismo-calderonismo que así hicieron perder al PRI (postulando a alguien que sigue siendo priísta de corazón y peñanietista [priísta] casi sin clóset) y ganar a la oposición, específicamente a la de izquierda, con Marcelo Ebrard como orgulloso padrino de la criatura contrahecha” (2011)

222

odio con el subterfugio del “americanismo de clóset”. La segunda, mediante la

aceptación (pretendidamente) gustosa y entusiasta de ese odio, expresada

discursivamente a través de frases como: “ódiame más”, “somos la envidia de la

nación”, o la más antigua “América y ya”.

A continuación reproduzco una serie de imágenes tomadas de diferentes sitios

del internet que ilustran esto último:

Figura 20. Fotomontaje del América como equipo odiado

Y aquí algunas de las críticas iconográficas en contra del club y sus aficionados,

con un notable sesgo homófobo y escatológico:98

98 Un colaborardor del blog “Quen pompó” escribió con prolija ironía las siguientes razones para ser

americanista: “El Ame es uno de los equipos de la liga mexicana con mayor tradición futbolística. Sus proezas viven en la memoria de nuestros padres y abuelos, y mucha gente lo considera EL equipo de la liga nacional.

223

Figura 21. Fotomontaje del antiamericanismo

Los americanistas son legión, son México, son el Ser. El Club América resume al mexicano y por eso es grande: es teatrero, casi siempre pierde y tiene una muy alta opinión de sí mismo. En el museo del templo mayor hay un lounge VIP reservado para los guerreros águila. ¿No lo han visitado? Tiene aire acondicionado, asientos de peluche y harta coca cola y tacos de canasta. Dicen que es de buena suerte tomarte una foto con el guerrero antes de un partido del Ame o un examen (excepto si es de secundaria o mayor. A un americanista ni los chochos ni el Papa le ayudarán con su IQ -que generalmente es el número de su playera). Irle al América te distancia social y moralmente de los fósiles rijosos y pseudointelectuales que le van a los Pumas. Hay que aceptarlo, que se sientan más por estar teniendo una educación universitaria no los hace mejores, de hecho, los transforma en gente proclive a la mamonería y a las prácticas homosexuales. Y no es que tengamos algo en contra de los homosexuales en Quen Pompó, sino que un verdadero homosexual le va a las Chivas, no al Ame o a los Pumas. Ser americanista es, como votar por el peje, robarte la luz y meterte en las filas, una celebración sublime de la chilangueidad. El americanista ve las telenovelas del Canal de las Estrellas, compra Asepsia, huye del trabajo, vota por López Obrador, está afiliado a un sindicato, pasa horas en el transporte público escuchando La Qué Buena, tira basura en la calle, escupe en la calle, faja en la calle, bebe en la calle y muere en la calle. Esto es 99% de la población del DF, es por eso que tenemos el glorioso nido de las águilas en esta ciudad. Nuestro orgullo, nuestra forma de ser y de vivir la vida. Casi una religión. En el fondo, todos los hombres desean ser así. Pertenecer al Club América te acerca un poco más al cielo de los héroes [debajo de este párrafo una fotografía del icónico jugador Cuauhtémoc Blanco (Gómez, 2011).

224

Cierro este capítulo con los apuntes que Magazine realiza respecto al

americanismo y el antiamericanismo. Pare el autor, la cuestión que subyace en

esta dicotomía es la percepción que se tiene entre los flujos “verticales” del poder,

que para los antiamericanistas es la marca distintiva del club América y su afición,

y la amenaza que estos flujos representan a la “solidaridad” horizontal del

verdadero amor por los clubes (2001: 187-198). En otras palabras, para los

antiamericanistas, el americanismo es una identidad futbolística que privilegia

ciertas características y aspiraciones de la movilidad social ascendente y, por lo

tanto, corrupta, semejantes a las que el clientelismo y el patronazgo priísta

impulsaba durante su régimen político. Las constantes referencias a Televisa y la

descalificación casi unánime que los antiamericanistas establecen por este vínculo

demuestran que sí existe una arraigada percepción de que el poder corrompe las

relaciones horizontales de socialización.

225

PARTE II EL MELODRAMA COMO ESPECTÁCULO MEDIÁTICO

226

Capítulo 6 La construcción mediática de las rivalidades a través de la

imaginación melodramática

Ellos eran los populares. Nosotros los impopulares. Ellos eran los de las simpatías. Nosotros de las antipatías. Ellos eran los galanes de la película.

Nosotros los villanos.

Fernando Marcos en entrevista a la revista Fibra América en 1976

El caso del América versus Guadalajara

Una rivalidad, la que se da entre los clubes América-Guadalajara es ilustrativa

de los diferentes ámbitos que he planteado como parte de la imaginación

melodramática. En primer lugar, da cuenta de la disputa urbano-regional del

México postrevolucionario, la cual se da entre diferentes regiones y ciudades del

país, pero principalmente entre el Distrito Federal y otras centros urbanos como

Guadalajara, la cual le disputa su primacía económica, cultural y política. En

segunda instancia, da cuenta de las representaciones identitarias entre los

seguidores de uno u otro club de la liga profesional de futbol en México y las

formas en que dichos aficionados recrean sus filias y sus animadversiones,

representaciones que están cargadas de valoraciones de género, de clase (y

pertenencia a una u otra ciudad), de generación y visiones ideales de nación,

concepciones que yo aglutino bajo la lógica melodramática, exacerbando y, de

varias maneras creando, el sentimentalismo propio del aficionado.

A través de un primer acercamiento etnográfico daré una ilustración cultural y

sincrónica de las múltiples formas en que los aficionados al futbol profesional se

227

adscriben y representan en el México urbano de la actualidad. Otros aficionados

de otras regiones y equipos recrean sus prácticas en coordenadas culturales

semejantes, pero con visiones relativamente diferentes a las del americanismo y

de los seguidores de las Chivas del Guadalajara. Sirva pues este ejercicio sólo

como una referencia para el entendimiento general de las rivalidades futbolísticas

y sus conexiones más amplias en el contexto político, cultural y social del México

actual.

La historia del clásico de clásicos

Es importante comenzar con una breve digresión sobre la trayectoria histórica

de la rivalidad entre los clubes América y Guadalajara, sus connotaciones

identitarias y sus conexiones con los medios de comunicación. Sigo parcialmente

la propuesta de Hobsbawm (2002) respecto al “invención” de tradiciones que se

dieron en el proceso de modernidad.99

99 Según el autor, desde finales del siglo XIX y a lo largo de las primeras décadas del siglo XX “el

estado, visto desde arriba con la perspectiva de sus gobernantes formales o grupos dominantes, planteaba problemas sin precedentes sobre cómo mantener o siquiera establecer la obediencia, la lealtad y la cooperación de sus súbditos o miembros, o su propia legitimidad a ojos de estos. EI hecho mismo de que sus relaciones directas y cada vez más intrusivas y regulares con los súbditos o ciudadanos como individuos (o, a lo sumo, cabezas de familia) se hicieran cada vez más esenciales en sus actuaciones tendía a debilitar los mecanismos antiguos que habían permitido mantener, en gran parte, la subordinación social: colectividades o corporaciones relativamente autónomas bajo el gobernante, pero que controlaban a sus propios miembros, pirámides de autoridad vinculadas a autoridades superiores en sus ápices, jerarquías sociales estratificadas en las que cada estrato reconocía su lugar, etcétera. En todo caso, resultaron debilitadas por las transformaciones sociales como, por ejemplo, las que sustituyeron los rangos por las clases. Evidentemente, los problemas de los estados y los gobernantes eran mucho mas agudos aquí donde sus súbditos se habían convertido en ciudadanos, esto es, personas cuyas actividades políticas eran reconocidas institucionalmente como algo que había que tener en cuenta, aunque solo fuera por medio de elecciones. Se agudizaron aun mas cuando los movimientos políticos de ciudadanos como masas desafiaban de forma deliberada la legitimidad de los sistemas de dominación política o social, y resultaban o amenazaban con resultar incompatibles con el orden del estado, al colocar las obligaciones para con alguna otra colectividad humana -la clase, la Iglesia o la nacionalidad eran las mas frecuentes- por encima de él”. De esta forma, con el avance de la democracia liberal electoral, el estado se vio en la necesidad de “inventar” tradiciones que

228

La narrativa melodramática se corresponde con el relato histórico de esta

rivalidad. Tuñón (2010) ve en el melodrama “un rasgo cultural” que atraviesa todas

las expresiones populares en el México postrevolucionario. Entiendo, pues, al

campeonato profesional mexicano en este tenor. Ahora bien, para ser entendible,

toda narrativa debe guardar cierta estandarización o para ser más preciso,

utilización de ciertos estereotipos o arquetipos. Concibo a los torneos de futbol

profesional mexicanos como una especie de tramas narrativas, de ahí que la

forma en que estos se desarrollan y las identidades que se han inventado los

clubes en esas competencias se corresponden, en varios aspectos, con la

imaginación melodramática. Obviamente, la trama futbolística no está concebida

de forma idéntica a la literaria, radiofónica, televisiva o cinematográfica, pero los

mandamases del futbol mexicano, y aquí no cabe casualidad alguna, han sido

históricamente los mismos que los dueños de las industrias culturales del país, a

quienes la utilización intensiva y exhaustiva del melodrama les ha redituado

comercialmente. Así llevar (o pretender llevar este género) al ámbito futbolístico

fue casi una consecuencia previsible.

El desarrollo de los “personajes” en esa especie de trama narrativa no ha sido

totalmente planeado, pero tampoco puede ser leído como mera casualidad o

simplemente azaroso. Como se verá a continuación, la rivalidad América versus

las Chivas de Guadalajara está claramente concebida para explotar una dicotomía

propiciasen tal legitimidad y obediencia. A la par de las tradiciones surgidas desde las élites, los movimientos sociales crearon las suyas, en una relación igualmente dialéctica entre las dirigencias y las bases. Hobsbawm, señala que como parte del «movimiento» social, algunas expresiones identitarias “[...] eran compartidas por los líderes y los militantes, pero no necesariamente por los votantes y los seguidores” y de forma inversa “[...] la clase podía crear sus propias «tradiciones inventadas», que o bien eran independientes de los movimientos organizados o incluso resultaban sospechosas a ojos de los activistas”. Dos de ellas la fueron “la aparición -especialmente en Gran Bretaña, pero es probable que también en otros países- de la indumentaria como demostración de clase. La segunda tiene que ver con los deportes de masas” (Hobsbawm y Ranger, 2002: 297).

229

al estilo melodramático. Ambos equipos y los demás que conforman la liga, han

buscado incrustarse en este juego de identidades (ancladas en tradiciones

inventadas) y alteridades, de tal suerte que la exacerbación de las emociones será

una de las marcas específicas de los aficionados espectadores. Jugando el papel

nacionalista (humilde, pueblerino y pobre) el Guadalajara. Vistiendo el traje de una

especie de “villano” (rico, moderno y engreído), el club América, fiel representación

(casi personal) de su propio dueño, Emilio Azcárraga Milmo.100 A continuación un

acercamiento etnográfico inicial.

En muchas partes del país, a diferentes ritmos y con diversas formas, algunos

clubes de la época amateur (anterior a 1943) pasaron a la Liga Profesional y poco

a poco, construyeron sus bases de aficionados-espectadores y, además, se

volvieron partícipes del proceso de la pretendida “modernización” impulsada por el

Estado nacional (y del espectáculo futbolístico mismo). Un ejemplo de este

proceso se dio en el Bajío (Macías, 2009). El futbol fue creciendo como un

espectáculo de grandes dimensiones, dando lugar a un buen número de equipos.

La afición también tuvo que ser creada en esos lugares del país.101

100 Según Fernández y Paxman: “Emilio Azcárraga fue bautizado como El Tigre a finales de la

década de los sesenta, antes de tomar el control de la compañía que su padre había fundado, aquel apodo no llegó a ser muy conocido sino hasta la de los ochenta [...] Atinadamente, el apodo también reflejaba las agudas aristas del carácter de Azcárraga: la velada amenaza que a menudo acompaña sus saludos, una actitud demandante hacia los empleados, que rayaba en la posesión y el hábito de recordarle a la gente, en voz alta –aún a sus más cercanos amigos- que era él quien mandaba. En otras palabras, ‘hasta cuando acariciaba, rasguñaba’. O como ha dicho Valentín Pimpstein, el gurú de las telenovelas de Televisa: ‘Le dicen Tigre porque cuando abraza te saca sangre’. O como describió Vélez: ‘Te da un zarpazo y luego una lamida’. Los filosos ángulos de la personalidad de Azcárraga eran más evidentes en su lenguaje. Al igual que su padre, tenía por costumbre dirigirse a la gente llamándola ‘pendeja’, y disfrutaba emplear expresiones amenazadoras cuando quería que algo se hiciera. ‘¡Te cuelgo de los huevos si no lo haces a tiempo’, gritaba a sus empleados” (2000: 18). 101

De un informante fundador de uno de los clubes locales de Irapuato, Macías rescata de otra fuente lo siguiente: “Cuando jugábamos nadie nos iba a ver, era la realidad. El paseo en Irapuato por aquellos tiempos, era ir a la estación de ferrocarriles, ahí se juntaban la ‘crema y nata’ de

230

Sin embargo, con el pasar de los años, la profesionalización y la instauración de

un modelo empresarial de clubes, generó que el futbol rápidamente sobrepasara

al boxeo y otros deportes como la mayor atracción deportiva.102 El club León se

convertiría en el primer “campeonísimo” de la era profesional del futbol mexicano,

dominado la primera mitad de la década de los cincuenta. A su vez, y de gran

importancia para esta tesis, en el estado de Jalisco, varios equipos se afianzaron

en el competido ambiente futbolístico de la ciudad de Guadalajara, pero se

destacaron dos históricamente: el Atlas y el Guadalajara. Para Fábregas (2009) “el

sello popular y nacionalista en el club Guadalajara y el talante de elite, oligárquico

y extranjerizante del Atlas” marcaron ambos clubes. Sin embargo, fue el Club

Guadalajara el que a la postre se convertiría en el referente inevitable de los

demás clubes, primero en Jalisco y después en el país en su conjunto.103

En el terreno deportivo la consolidación “del Guadalajara ocurrió la noche del 3

de enero de 1957, ocasión en la que con un gol del legendario Chava Reyes, el

Rebaño Sagrado derrotó al Irapuato, el símbolo de los agricultores freseros de El

nuestra sociedad. Daban la vuelta, la música tocaba. Un domingo le pagamos a la banda, creo que fueron veinte pesos para que fuera a tocar al campo de futbol, la gente al oír la música se acercó y vio que estábamos jugando, desde entonces la banda iba a tocar domingo a domingo, les pagábamos y todavía nos quedaban algunos centavitos” (Macías, 2009). 102

Como comenta Fábregas: “[El boxeo] fue el deporte masivo más importante en los decenios que van de 1920 hasta finales de los años 1950. Los boxeadores mexicanos, a los ojos de las culturas populares, simbolizaban al pueblo mexicano y sus esfuerzos por prevalecer. En los momentos culminantes del boxeo mexicano, con figuras como el Toluco López, Joe Becerra, Ratón Macías, Pajarito Moreno, Rubén Olivares y antes Kid Azteca, nadie hubiese pensado en la decadencia del box” (2005). 103

“En una sorprendente ligazón, el simbolismo popular de un equipo de fútbol jalisciense, se entrelaza con el de la aristocracia ranchera, la charrería, denominada el ‘deporte nacional’, y con el de una bebida de Jalisco, también convertida en parte de la simbología nacionalista: el tequila. Así, el charro, figura señera de los grandes hacendados, de los ‘hombres a caballo’ que beben tequila, se identificó con las chivas del futbol para completar hacia mediados del siglo XX, un complejo simbólico que arraigó en la nación mexicana. Incluso, hasta Petróleos Mexicanos (PEMEX) fue unida a esta simbología con aquella identificación publicitaria del ‘Charrito PEMEX’. Completó este cuadro la música de mariachi. La sociedad ranchera se alzó como el icono de ‘lo mexicano’” (Fábregas, 2009).

231

Bajío, para erigirse como campeones del fútbol mexicano”. Continúa el autor

diciendo que “esa noche también triunfó el nacionalismo mexicano. Fue la

demostración de que, por sobre la presencia extranjera, un equipo de jugadores

nacionales, era capaz de alzarse con la victoria. El Rebaño Sagrado se había

consolidado. De 1957 a 1965, el Guadalajara, ante el delirio de sus seguidores a

lo ancho y a lo largo de todo el país, ganó sucesivamente los campeonatos de

liga” (Fábregas, 2009). Había nacido el “chico bueno” del espectáculo futbolístico,

casi de forma espontánea, gracias a las fuerzas sociales y políticas de un país que

se reinventaba y buscaba su singularidad en el “concierto de las naciones”.

La modernidad mexicana posrevolucionaria recurrió, entre otras, a las repetidas

imágenes del indigenismo y del México rural para dar cierto sentido a la naciente

idea de mexicanidad. De esta forma, “los arquitectos del [...] Partido

Revolucionario Institucional esperaban responder [a la pregunta de qué cultura

heredaban los nuevos habitantes de las ciudades] a través de la promoción de la

cultura manufacturada y la historia ideológica que se basaba sobre las

pretensiones del indigenismo y el antiimperialismo” (Pedelty, 1999: 33). Esto

incluyo a los pintores muralistas y a los músicos nacionalistas, liderados por

Carlos Chávez que basaron toda su inspiración en los recursos culturales de los

indios y los mestizos mexicanos.

El cine y la radio jugaron un papel fundamental en este aspecto. Monsiváis

señal que “el país requiere bases comunes, lazos colectivos. El cine y la radio (la

XEW inicia sus transmisiones en 1930) se anticipan a la televisión en el

otorgamiento de esos vínculos y se presentan como factores irremplazables de

unidad nacional” (1978: 106). De la mano, cine y música, productos culturales ya

de por sí prefabricados, a su vez prefabrican sus propios estereotipos, los cuales

232

les darán coherencia social en la invención de la mexicanidad posrevolucionaria,

de la cual “Las Chivas”, en particular, y el futbol, en general, comenzaban a formar

parte. El continuum charro-ranchero-mariachi se va estabilizando y a su vez va

dotando de un fuerte arsenal de comportamientos de género y generacionales a

hombres y mujeres a través de la radio, el fonógrafo y el cinematógrafo104.

No podemos dejar pasar el importantísimo peso que tuvieron (los también en

proceso de formación) periodistas deportivos en la creación de las identidades de

las rivalidades futbolísticas nacionales. En primera instancia se debe reconocer

que la prensa escrita “prestó”, poco a poco, más atención a los deportes a tal

104 “Tan dolida mezcla de sentimentalismo atraviesa por diversas etapas:

“(a)La teatralización ‘agraria’ de la cantante Lucha Reyes (‘La Reina del Mariachi’) de quien la XEW impulsa versiones ‘bravías’ y exaltadas que refrendan localismos, definiciones de la feminidad (‘como buena mexicana sufriré el dolor tranquila’), jactancias y retos como decorados del animo festivo. “(b) A fines de los treintas y a principios de los cuarentas, las exigencias del desarrollo de la industria cinematográfica -fomento del turismo interno y externo- conducen a la fabricación en serie de canciones que ambientan películas de pretensión ‘rural’ y fomentan orgullos estatales (‘¡Ay, que lindo es Michoacán!’, ‘El corrido de Chihuahua’, ‘¡Ay, que lindo es Guanajuato!’, ‘Ojos tapatíos’). Para los transmigrados en el Distrito Federal estas ‘vivencias provincianas’ evocan situaciones míticas cuya estabilidad y armonía social han de contrarrestar, en la imaginación del oyente, la opresión visual y psicológica del medio urbano (medio que, de cualquier modo, es advertido como un domicilio completamente utilitario) “A la imposición en el gusto público de este giro, contribuye notoriamente una moda: la fijación, recreación o creación de ‘lo mexicano’. El éxito latinoamericano de Allá en el Rancho Grande genera exigencias de mercados. Si el charro es un símbolo de vastas posibilidades financieras, es preciso surtirlo de frases (‘¿Qué hay? ¿Se es o no se es?’) y de melodías con letras altaneras y bravuconas. Una voz sonoramente convencional y una figura rígida se vuelven vehículos idóneos de tal proyecto: la voz y la figura de Jorge Negrete. Ernesto Cortazar (letrista) y Manuel Esperón (músico) se constituyen en proveedores del armamento: ‘¡Ay Jalisco no te rajes!’, ‘Cocula’, ‘Tequila con limón’, ‘No volveré’. Esta noción de ‘lo mexicano’ recibe una ayuda vigorosa: la llegada a la capital del Mariachi Vargas de Tecalitlán que organiza la primera ‘épica’ de la canción popular: la irrupción agresiva de una nacionalidad que se va inventando entre descripciones costumbristas, al vencer subliminalmente la incredulidad de sus oyentes. Negrete colabora a esta desintegración del nacionalismo cultural con una imagen: el Macho Distinguido. Lucha Reyes la complementa formidablemente con la voz de la Hembra Bravía” (Monsiváis, 1978: 111-112).

233

grado que los periódicos “incluyeron” secciones deportivas y de hecho, algunos

grupos empresariales comenzaron a editar periódicos y diarios de este género.105

El periodismo deportivo es precisamente la dimensión en la cual se desdobla el

fenómeno de la espectacularización en pleno, ya que de forma simultánea y

poderosa, el periodismo se erige como: 1) el ojo del observador-aficionado-

espectador, 2) el agente que ofrece la “disciplina” y otorga elementos culturales a

los aficionados-espectadores ( que a su vez son lectores y consumidores) a través

de sus múltiples recursos narrativos e iconográficos, 3) un espectáculo per se, es

decir, el periodista se vuelve un espectáculo por sí mismo106.

Fábregas (2009) apunta con claridad que el apelativo del Club Guadalajara,

“Las Chivas” fue el resultado dialéctico entre la afición-espectadores y el

periodismo deportivo del momento.107 Los periodistas a través de sus recursos

narrativos e iconográficos han sido parte fundamental de la construcción social de

las rivalidades futbolísticas mexicanas, atribuyéndoles real o ficticiamente

105 El diario deportivo Esto comenzó a circular en 1941 y el Ovaciones en 1947, convirtiéndose en

dos de los principales periódicos de circulación nacional que apoyaron este proceso. 106

“En busca de conformar exitosas empresas de entretenimiento informativo, el periodismo deportivo requiere de algo más que la oportunidad y precisión de sus datos, recurre al dramatismo, a la exaltación de lo inusual, al público mismo como concursante, en fin, echa mano de todo dispositivo de espectacularización. Al igual que en el cine o en el teatro, el del periodismo deportivo es un espectáculo planeado y muy bien estructurado” (Domínguez Pérez, 2009). 107

“Transcurría el campeonato de la Liga Mexicana 1948-1949, jugándose la jornada número dos en la Ciudad capital de Jalisco, un jueves 30 de septiembre de 1948, entre los equipos Guadalajara y Tampico. El partido se escenificaba en el memorable Parque Oblatos al que concurrió Reynaldo Martín del Campo, cronista y jefe de la página deportiva del periódico El Informador, el más importante de Jalisco. El partido había sido tan malo, que a Martín del Campo se le ocurrió que una cabeza periodística justa era la que finalmente publicó: Jugaron a las carreras y ganaron las chivas: uno a cero. Lo paradójico del caso es que el apelativo ‘chivas’ se le vino a la mente al cronista deportivo por haberlo oído en boca de los espectadores atlistas que así se burlaban no sólo del partido, sino de sus irreconciliables rivales del club Guadalajara. Eran estos los que, a los ojos atlistas, ‘corrían como chivas’ en lugar de jugar al futbol. Con tal apelativo a las espaldas, el antiguo club Unión convertido en el Club Guadalajara, se fue arraigando en la mente y el sentimiento de miles y miles de tapatíos y de aficionados por todo el país. El éxito del apelativo está asociado a su categoría de símbolo que vino a unirse al complejo simbólico representativo de la nacionalidad mexicana” (Fábregas, 2009)

234

características específicas a los clubes y a los jugadores. Esas cualidades son

resultado, en muchos casos de “eventos” efectivamente suscitados en la realidad

social, como en el caso del apelativo de “Las Chivas” y que los periodistas

proyectan y amplifican socialmente a través de sus vehículos mediáticos.

En el caso del América y de la rivalidad con las Chivas se pueden encontrar

muchos ejemplos. El mote de “millonetas” o “millonarios” surge a partir de los

discursos periodísticos y el vínculo del club con grupos empresariales, apodo que

le otorgaba al equipo un sesgo de arrogancia económica.108 Algunos de los

cronistas deportivos de radio y televisión tuvieron gran influencia en la

construcción de la narrativa sobre el club. Uno de ellos, Ángel Fernández fue un

“americanista confeso, [quien] contribuyó a formar una cultura azulcrema”

(Murrieta, 2009) plegado completamente a los designios de los dueños de

Televisa y del club. Según Murrieta (2009), a Ángel Fernández lo invitó

directamente Emilio Azcárraga Milmo para trabajar en la re-construcción mediática

y narrativa del futbol mexicano y del club en particular: “Azcárraga le pidió a Ángel

que le recomendara narradores de futbol, pues acababa de comprar el equipo

América, y se iban a necesitar sus servicios en las transmisiones. Con esa

mentalidad formó un trabuco y lo primero que hizo fue contratar, a través de

Guillermo Cañedo, a Nacho Trelles, que era el entrenador más reconocido del

momento. Ángel propuso a los locutores Jorge Sonny Alarcón y Antonio Andere,

entre otros”.

108 Según un estudio de una firma de consultoría mercadológica, el “primer paradigma de la marca”

América fue la del “villano de la película, el antihéroe”. Según la empresa que realiza el estudio, los dueños del club optaron por esa característica ya que: 1) El puesto estaba vacante, 2) El villano algunas veces es más interesante que el protagonista de la película, 3) No tiene que ser perfecto, 4) Puedes ser arrogante, sarcástico, irónico, obsesivo, burlón, inteligente, incisivo, romper las reglas y 5) De hecho, sólo hay algo que no puede darse el lujo de ser: tibio (ver Mercadotecnia Deportiva en la sección bibliográfica Otros Documentos).

235

Pero Azcárraga también le dijo: “«Ellos están muy bien, pero también quiero

incorporarte a ti». La noticia le sorprendió muchísimo, ya que no conocía a fondo

el deporte del futbol y sólo había asistido a presenciar un partido por invitación de

su amigo Jorge El Ché Ventura. Pero no escurrió el bulto y pronto se vio como

hombre ancla en un estudio de Televicentro durante la llegada de los kinescopios

que se iban a utilizar para emitir las señales del Mundial de Futbol de Chile 62”

(Murrieta, 2009). Narra el propio Murrieta que Fernández le confesó que en

“alguna ocasión cantó con mucho énfasis un gol anotado contra el América y

Guillermo Cañedo, que era el presidente de los cremas, le susurró al oído,

sutilmente, sin aspavientos: «Angelito, bájale, no es para tanto...»” (Murrieta,

2009). Esta es una muestra muy clara de la forma sutil, casi imperceptible en que

los dueños de la televisora, de la Federación y del club (las mismas personas)

influían abiertamente en la construcción discursiva del americanismo.

Archetti (1995) ha señalado con claridad que las narrativas periodísticas

deportivas son ambiguas y contradictorias en sí mismas y cuando se les confronta

con otras narrativas de un país, como la literaria. Los periodistas deportivos

asignan cualidades morales (virtudes) de lo nacional (nosotros podríamos añadir

también de lo regional) en el desempeño de los jugadores profesionales, y los

conceptualizan como “estilos de juego”, que detonan en identidades de múltiples

tipos. El club Guadalajara, “Las Chivas” fueron asociadas con ese ideal nacional

en el cual lo “puramente” mexicano definió sus cualidades. El proyecto

nacionalista y desarrollista que la clase política imponía, no vio con malos ojos esa

asociación conceptual del “buen chico mexicano”. Al América, por otro lado, se le

atribuyeron valores morales distintos, ufano de contar con grandes recursos

236

económicos y extranjeros a su disposición, pero igualmente impulsados por la elite

nacional.109

Un par de películas, de muy pobre manufactura: Las Chivas Rayadas y Los

fenómenos del futbol, estrenadas ambas a mediados de los años sesenta (Muñoz,

1964 y 1964b, ver en Filmografía), dan cuenta de la idealización nacionalista, casi

bucólica del origen humilde y honesto de los jugadores “Chivas”, asociados a toda

una retórica de tintes regionales (música ranchera-mariachi) con pretensiones

nacionales. Por su lado, la saga llamada El Chanfle de Roberto Gómez Bolaños

(de finales de los 1970 y principios de los 1980) basa su argumento sobre

aspectos diferentes del futbol. En primera instancia, en contraste a las películas

sobre las Chivas, en las cuales la estrella futbolística del club, Salvador Reyes es

retratado como un humilde jugador, en las de El Chanfle, el actor Carlos Villagrán

encarna el personaje de Valentino Milton, concebido como un arrogante, frívolo y

mujeriego jugador del club. Estos contrastes, casi polarizados, entre los dos

equipos calzan muy bien bajo el sesgo del melodrama que los dueños de la

televisión le han querido imprimir al futbol profesional.

En la gran urbe de la ciudad de México, la situación y las intenciones de ciertos

sectores no se van a corresponder del todo con la lógica y los simbolismos del

México exacerbadamente nacionalista, y otra lógica con pretensiones igualmente

modernizantes y progresistas de lo citadino van pronto a irrumpir. A partir de los

años sesenta, el tiempo de un gran cambio conceptual en el manejo el futbol se

109 En este sentido, cabe señalar que México pasaba, en los años 50, a una nueva etapa de su

vida posrrevolucionaria. Desde la presidencia de Miguel Alemán Velasco (tan ligado al consorcio televisivo de la familia Azcárraga), primer gobierno civil, “[...] la memoria nostálgica de la epopeya revolucionaria dejaba paso a la épica futurista del desarrollo económico. [...] [G]racias a los provechos de la industrialización y la urbanización terminaba ahora de tomar forma una nueva élite a la vez política y de negocios destinada a tener peso creciente en la vida mexicana” (Halperin: 517-18).

237

perfiló: el de la irrupción de la televisión. Este es el momento de la llegada del

“chico malo”, que no ve con malos ojos el arribo de recursos del extranjero y de

forma abundante. Era el momento histórico del clásico y la confrontación de esas

dos “visiones ideales” de la nación a través del identidad futbolística.

Fernando Marcos, quien fungió (no en ese orden necesariamente) como

jugador, árbitro, entrenador y comentarista de la cadena de televisión, se le

atribuye la creación del clásico América contra Guadalajara. Apenas un año

después de que Azcárraga comprara al América en 1959, Marcos fue contratado

como el entrenador del club. Durante esa campaña, el América visitó a los equipos

de Guadalajara: Oro, Atlas y las Chivas. A los tres equipos los derrotó con idéntico

marcador de 2-0. Seguramente influenciado (y podría decirse que inducido) por las

nuevas políticas arrogantes del club, Macos declaró a la prensa: "América no

viene a Guadalajara a ganar, eso es rutina". Y remató su celebérrima frase de la

siguiente manera: “Nosotros venimos para cambiarle el número de su teléfono de

larga distancia; así es que ya lo saben mis amigos, cada que quieran llamar a

Guadalajara marquen dos cero, dos cero, dos cero, cortesía del América” (ver

Mediotiempo, 2009, en Información de Internet de la bibliografía).

Para los dueños de la televisora era muy importante crear esta rivalidad entre el

América y el Guadalajara. El Guadalajara era indiscutiblemente el equipo más

popular de los años cincuenta y rivalizar abiertamente con él fue una estrategia

que los dueños de la televisora y del club americanista (a partir de 1959)

impulsaron sin muchos tapujos. Resalta, pues, el hecho que este encuentro no era

considerado el “clásico” antes de que Televisa comprara al América.

238

Evidentemente, la televisión, ha jugado un papel fundamental para la

exacerbación de esta rivalidad. Y en estricto sentido, se puede decir que, en

lenguaje hobsbawmniano, “inventa” esa rivalidad. El consorcio Televisa se jacta

abiertamente de ello. En la transmisión del 18 de octubre del programa de

“análisis” deportivo, La Jugada, que Televisa difunde los domingos por la noche a

través de su cadena nacional, una semana antes de que se jugara una edición

más de dicho encuentro se ve y escucha en pantalla:

Reportaje: “50 años de clasico (sic)” [dice el titular. Inmediatamente se

proyectan imágenes de algunas peleas que se han suscitado entre

jugadores de ambos equipos]. “[...] la bronca, la pasión estallando, [...] ahí

están los golpes”, se oye decir con voces en off a los locutores

enardecidos. [Y entonces comienza la narración. Transcribo todos los

diálogos de este breve reportaje para ilustrar la forma en que los medios

exacerban y fabrican el “ambiente” de rivalidad de este juego]

Es el partido más importante del futbol mexicano. Pero hace cincuenta

años aún no era así.

-El clásico América... con América no existía [dice Walter Ormeño, ex

jugador del América en la década de los cincuenta]. El clásico de aquí era

Necaxa-Atlante. Ese era el clásico de México.

-En ese tiempo no eran clásicos. Porque nos ganaban allá de vez en

cuando [afirma Crescencio “Mellone” Gutiérrez, ex jugador del

Guadalajara].

Fue a finales de los cincuenta cuando la pugna se hizo insoportable, por

ser dos equipos y dos mundos completamente distintos [al fondo se ven

fotografías en blanco y negro de partidos de la década del cincuenta y una

del cómico mexicano “Cantinflas” el día en que pateó un balón como

presidente honorífico del América, antes de su compra por Televisa].

-Yo sigo creyendo que la rivalidad era ya entre los “chilangos”110 y los

“jalisquillos”111, a nivel amateur. Y así se reconocían mutuamente [dice

Francisco “Panchito” Hernández, ex-directivo del América].

110 “Chilango” es una forma despectiva y/o coloquial de denominar a los habitantes de la Ciudad de

México. 111

“Jalisquillo” es la forma igualmente despectiva y/o coloquial de llamar a los habitantes del estado de Jalisco, en especial a los de la ciudad capital, Guadalajara.

239

Una rivalidad que no se perdía ni cuando se encontraban en las

concentraciones de la selección nacional.

-Los de [la ciudad de] México ya estaban cenando y al llegar nosotros,

luego luego, se levantaban y decían: “Ya llegaron estos maricones de

Jalisco. Ya llegaron estos jotos jalisquillos. Cállense móndrigos112,

chilangos mugrosos. Mal educados” [narra, con gran exaltación, Guillermo

Sepúlveda, ex-jugador de las Chivas].

-Sí, ellos se burlaban mucho de nosotros. Cuando nos ganaban se

burlaban mucho [comenta Alfonso Portugal, ex-jugador americanista].

En ese marco, llegó una racha de victorias americanistas sobre los equipos

de Jalisco durante la primera vuelta de la temporada de 1959.

-En esa oportunidad me acuerdo que nos ganó 2-0 a los tres equipos de

Guadalajara. Al Guadalajara 2-0, al Atlas 2-0 y al Oro 2-0 [señala Jaime

“Tubo” Gómez, ex-jugador de las Chivas].

-Yo no vengo a burlarme aquí de nadie. Lo que vengo aquí es a cambiarles

su número de teléfono. Ya saben que a partir de hoy todos los que quieran

hablar a Guadalajara marquen 2-0, 2-0, 2-0... cortesía del América [narra

con ironía el ex-entrenador del América, Fernando Marcos].

Con la frase vino la revancha, y esa revancha fue el origen del clásico de

clásicos del futbol mexicano, que está cumpliendo cincuenta años de vida.

-El ambiente lo hacen y ya después al terminar el partido es cuando cada

quien queda en su lugar. En aquel entonces todos quedaron en su lugar

[dice incomprensiblemente Salvador Reyes, ex-jugador de las Chivas].

-Todo el interés de la jornada futbolística se concretaba, creo yo, al partido

en la cumbre, al partido del año, al partido clásico de clásicos entre

América y Guadalajara [cometa en imágenes de archivo el ex locutor

deportivo Jorge Labardini, a fines de 1959].

Desde ese memorable 12 de noviembre de 1959, el clásico ha sido un

infinito compendio de emociones y pasión.

[El reportaje continúa con una secuencia más de las riñas memorables

entre los jugadores de ambos equipos.]

-No los soporto. Nunca se me va a borrar a mí lo mal que me han caído...

[recalca Guillermo Sepúlveda].

-El clásico es el clásico y es el partido más importante difinitivamente (sic).

Nosotros no viviríamos sin ellos y ellos sin nosotros [dice Alfredo Tena, ex-

jugador americanista].

-Ese partido lo tienes que ganar o ganar [sentencia Luis Alberto Alves

“Zaguiño”, ex-jugador americanista].

112 Epíteto mexicano de despreciable.

240

El próximo domingo se jugará el clásico número doscientos seis. Una larga

historia lo contempla. Así como dos aficiones que no aceptan otro resultado

que no sea la victoria (ver MrAmericanista1, 2009, en Información de

Internet en la bibliografía)

El reportaje demuestra con claridad otro factor más de esta rivalidad: la

regional. Tanto jugadores como aficionados se adscriben a una región y la

confrontación entre los equipos de Jalisco y el Distrito Federal expresan esa

rivalidad, la cual, por supuesto, va mucho más allá de la meramente deportiva.113

A través de otros códigos, como las bromas y los chistes a favor y en contra de

ambos equipos son se intensifica las sensaciones de animadversión y rivalidad en

los días previos a dichos encuentros, pero obviamente no entre todos los

113 Según Magazine, Ramírez y Martínez: “En la liga mexicana de fútbol profesional participan 18

clubes, de los cuales 4 son conocidos como los “equipos nacionales” ya que atraen aficionados de todas partes del país y no de una sola región. Tres de ellos están ubicados en la Ciudad de México mientras uno se ubica en Guadalajara. En la Ciudad de México, se escucha hablar de las rivalidades entre estos cuatro clubes, mientras en las otras ciudades están presentes estas mismas rivalidades pero también la oposición entre el equipo local (donde hay) y cada uno de los equipos nacionales. Cada uno de los cuatro clubes nacionales representan para los aficionados una identidad diferente, un conjuntos de valores, o una visión ideal de la sociedad mexicana. El equipo conocido como América, cuyo dueño es el poderoso conglomerado de la televisión, Televisa, tiene una fuerte asociación con el poder y la élite del país. Apoyar al club significa alinearse con la élite y su proyecto para el país, actualmente constituido por el neoliberalismo con su apertura al mercado libre global. Este proyecto se refleja en la práctica de los dirigentes del equipo de pagar altos sueldos a los jugadores “estrellas” nacionales e internacionales. Por el vínculo entre el América y el poder y por la práctica asociada con sus aficionados de alinearse con los poderosos a través de las relaciones de patrón-cliente, la afición de cada uno de los otros tres equipos nacionales considera al América su rival más grande. Por el hecho de que el América es más estrechamente asociado con el poder proveniente de la Ciudad de México, también los aficionados de los equipos regionales suelen odiar más al América que a cualquier otro club. Las Chivas de Guadalajara, el único equipo nacional ubicado fuera de la ciudad de México, en la región que ha producido varios símbolos nacionales importantes como el tequila y el mariachi, sigue un credo de ‘puros mexicanos’, poniendo en la cancha sólo a jugadores mexicanos y ejemplificando un ideal de autonomía nacional. Este ideal encaja con la estrategia estatal dominante de los años treinta a los años setenta, que se basó en la substitución de importación y la nacionalización de varias industrias como la petrolera. Mientras para los aficionados de las Chivas en la ciudad de Guadalajara “ser Chiva” implica una oposición a la Ciudad de México y todo lo que representa, incluyendo los políticos de corte neoliberales que recientemente han ‘vendido’ el país a los extranjeros, hay una enorme afición a los Chivas en la Ciudad de México. Esta última comparte la visión ideal y crítica de puros mexicanos, pero sin ubicar la culpa por la apertura reciente solamente en la capital y sus residentes. En las otras ciudades, una de las razones porque el club de las Chivas atrae más aficionados y es menos odiado que los otros equipos nacionales es que no es asociado con la Ciudad de México” (2009).

241

aficionados. Según Lauria en un estudio realizado entre varones del Puerto Rico

de los años sesenta (1964), las relaciones interpersonales entre pares (es decir,

entre varones), aun y cuando estén jerarquizadas, se basan sobre la forma del

“respeto” y sus clichés discursivos que acompañan. Sin embargo, durante ciertos

momentos, el protocolo simbólico y ritual del respeto “se relaja” y, por tanto se

entra a la etapa del “relajo” y de las bromas. He podido observar algo similar en el

México contemporáneo, ya que en los encuentros importantes de futbol, como el

caso del América contra las Chivas, el “relajo” y las bromas se intensifican. Las

bromas son ambiguas e intercambiables. No hay más que sustituir los sustantivos

para que éstas cambien de sentido. De esta forma, si la broma original es, por

ejemplificar:

¿Por qué al América le dicen el horóscopo chino?... Pues porque son once

animales.

No será nada difícil escuchar que alguien simplemente lo sustituya por:

¿Por qué a las Chivas les dicen el horóscopo chino?...

Tampoco es difícil imaginar que las bromas pretenden colocar al equipo propio

en un lugar dominante en el discurso y socavar por medio de dobles sentidos y

albures al equipo rival. No es motivo de este primer acercamiento realizar una

exhaustiva revisión de los elementos que conforman este aspecto de las

rivalidades conformadas entre los aficionados mexicanos, especialmente los de la

ciudad de México, pero sí perfilar que a través de la broma, el albur, el chiste y la

diatriba ironizada se pueden identificar algunos de los elementos que dan sentido

a las rivalidades futbolísticas, máxime cuando este duelo está por realizarse. De

esta forma, las bromas, chistes y albures toman rasgos especialmente misóginos y

homofóbicos:

242

El primer día de clases la maestra les dice a sus alumnos:

-Levántense, digan su nombre y a qué se dedica su papi”.

Los niños se levantan:

- Yo me llamo Pepito y mi papá es policía.

- Yo me llamo Juanito y mi papá es cocinero.

- Yo me llamo Jorgito y mi papá es vendedor de seguros.

- Yo me llamo Bruno. Mi padre es joto114 y trabaja de bailarín stripper en un

club gay. Es el más aclamado por todos los homosexuales del lugar y se

acuesta con todos.

La profesora, ante lo que Bruno está diciendo, se apresura a cambiar de

tema y a terminar las intervenciones. Durante el descanso, los niños se

aceran a Brunito y le preguntan:

- ¿De verdad tu papá es gay y se desnuda por dinero delante de otros

hombres?

- No. En realidad es jugador del América, pero me da un chingo115 de pena

decirlo” (ver usuario “argot85” en Información de Internet de la bibliografía)

La rivalidad futbolística reviste formas de antagonismo que enardecen las filias

y las fobias debido a su fuerte carga sexualizada, las cuales permiten ver cómo las

preferencias sexuales y las relaciones de género en muchos sectores urbanos

masculinos aún siguen siendo bastante ortodoxas y rígidas. Así, aunado al

discurso mediático, una multiplicidad de prácticas y de discursos de los

aficionados al futbol, y en especial al América y a las Chivas del club Guadalajara,

se desarrollan en la actualidad como una forma de acentuar dichas identidades y

animadversiones y que dejan entrever las “visiones ideales” de sociedad, aquellas

que se vinculan a la idea del nacionalismo asociado al equipo de “puros

mexicanos” y aquella del equipo “más grande” (y odiado) extranjerizante y

poderoso.

114 “Joto”, mexicanismo despectivo para homosexual.

115 “Un chingo”, mexicanismo para mucho.

243

Para el día del partido, los seguidores asiduos de ambos clubes, por lo tanto,

están listos y en un clímax de nerviosismo expectante para ir al estadio, ver el

encuentro por televisión o seguirlo por la radio. Como dice uno de mis informantes

claves: “[…] Ya no veo noticias en la semana porque me presiono más. Llego

nada más el domingo a ver el juego […]”. Y añade:

Un clásico… una semana antes y una semana después repercute en mi

vida personal, porque hasta el más pendejo (que no sabe de futbol) te

carga la mano toda la semana [y te dice]: “El domingo van a ver”. Y si

pierde [el América] pues, peor. Yo en la casa tengo dos puertas, puedo salir

por dos calles diferentes. Cuando el señor Antonio Lavolpe hizo sus

pendejadas116 y nos ganaron 5-0, allá [en Guadalajara], una semana no me

vieron la jeta117. Salía como en las caricaturas, donde no hubiera gente.

Una semana, me acuerdo, no me vieron. Y aún así cuando me volvieron a

ver, las burlas… y todo. Sí, se traslada a tu vida personal.

En la semana previa al encuentro que describiré a continuación (octubre 2009),

el actual presidente del club Guadalajara, Jorge Vergara, mandó a colocar una

animación en la página web oficial su club, en la cual un pollo ensartado en un eje

metálico giraba sobre fuego, representando un pollo rostizado, evidentemente

aludiendo al club “Águilas” del América. En el mensaje se leía: “Como ya es

tradición... comenzamos a calentar el clásico”, firmado, por supuesto, por las

Chivas.

Las apuestas de los directivos y dueños de los equipos también azuzan las

expectativas del encuentro por jugarse:

Rafael Lebrija, presidente deportivo de Chivas no se reservó para calentar

el Clásico contra América y ha lanzado una apuesta de 100 mil pesos al

116 El 25 de agosto de 1996, el club Guadalajara ganó 5 por 0 al América. En aquel año, Ricardo

Antonio Lavolpe, un conocido entrenador argentino de futbol radicado por muchos años en México, dirigía al equipo azulcrema, de ahí que el comentario de mi informante se dirija hacia este personaje. 117

“Jeta” es sinónimo de cara.

244

presidente del América, Michel Bauer. La cantidad será donada a una

institución de beneficencia pública que elija el directivo americanista (Fares,

Omar, s/f)

Claro que las apuestas entre los señores del dinero varían no sólo en el monto

sino en el supuesto propósito benéfico:

Yo quisiera lanzar una apuesta a Michel Bauer, a ver si la acepta, son 100

mil pesos para que sea a beneficio de alguna institución como podría ser al

Teletón, como ya lo hicimos anteriormente en una apuesta que hice con

Jorge Vergara, no se trata de ganar más dinero cualquiera de nosotros, es

para una causa noble. Dudo que la acepte, pero vamos a ver. Es sólo para

meterle más sabor al caldo y ya lo pusimos (Fares, Omar, s/f)

Como se observa, entonces, el “clásico de clásicos” o “súper clásico” acapara

los comentarios futbolísticos, en algunas ocasiones incluso de aquellos que no son

aficionados de estos clubes o ni siquiera aficionados futboleros. De esta forma, el

partido se transforma en una arena de disputas y de lealtades, básicamente

emocionales, derivadas de una especie de educación sentimental, engarzada ésta

a un discurso moderno, pero de igual forma anacrónico. En otras palabras, la

modernidad del país, impulsada por la elite nacional, nunca pudo completarse bajo

los preceptos de una racionalidad absoluta. Así, por medio de diversos recursos

culturales, discursos y prácticas derivadas de una cultura alterna, sentimental y

emotiva, es decir, melodramática, esa modernidad tomó otros caminos.

245

Capítulo 7 El espectador, el sistema de rivalidades y el club América.

El melodrama antes de la televisión

« Pour faire un bon mélodrame, il faut premièrement choisir un titre. Il faut ensuite adapter à ce titre un sujet

quelconque, soit historique, soit d'invention: puis on fera paraître pour principaux personnages un niais, un tyran,

une femme innocente et persécutée, un chevalier et autant que faire se pourra, quelque animal apprivoisé, soit

chien, chat, corbeau, pie ou cheval. [...] Le tyran sera tué à la fin de la pièce, la vertu triomphera et le chevalier

devra épouser la jeune innocente malheureuse, etc. On terminera par une exhortation au peuple, pour l'engager à

conserver sa moralité, à détester le crime et ses tyrans, surtout on lui recommandera d'épouser des femmes

vertueuses »118

Jean-Marie Thomasseau, Le Mélodrame citado por Elena Real en La fiesta de las lágrimas: el melodrama

(2001)

Un preámbulo a la temática

En este capítulo se abordará, con más detalle, la trayectoria histórica (combinando la

narrativa oficial del club con relatos de otras fuentes) del club América y la forma en que

el futbol pasó a ser un espectáculo masivo y una interpretación de la forma en que el

aficionado al futbol es espectador y espectáculo simultáneamente. Debe considerarse

que si bien es cierto que el matiz melodramático del futbol profesional cruza, a veces

explícita pero muchas veces veladamente, los afanes de una racionalización

instrumental se desarrollan de forma simultánea en su consolidación como espectáculo

masivo. Esta interacción simultánea entre racionalidad instrumental y sesgo

melodramático es lo que a continuación se planteará.

118 “Para hacer un buen melodrama, primero debe elegirse un título. A continuación, debe adaptarse a

este título cualquier objeto, ya sea histórico o inventado: después deben crearse por principio los personajes de un tonto, un tirano y de una mujer inocente que será perseguida; de un caballero y en la medida de lo posible de un animal manso ya sea un perro, un gato, un cuervo, una urraca o un caballo. [...] El tirano será asesinado al final de la obra, la virtud triunfará y el caballero se casará con la infeliz e inocente joven, etc. Se concluirá con una exhortación a la gente para que mantenga su moralidad y a que deteste el crimen y a los tiranos, especialmente se recomendará casarse con mujeres virtuosas” (traducción libre del autor).

246

Previo a la masificación de los deportes y en especial del futbol, la sociedad

capitalista va sentando las bases de su espectacularización y mercantilización, dando

paso, de forma simultánea a la aparición del sujeto social que yo denomino como

aficionado espectador, el cual basará su identidad en actos emotivos y racionales

simultáneamente. El proceso de masificación deportiva fue consecuencia de la

profesionalización y la promoción a través de los grandes medios de comunicación,

como la radio y la televisión. De la masificación del futbol, eminente urbana y después

de que el grupo televisivo Telesistema Mexicano-Televisa adquirió al club América,

sostengo que el club se afianzó como un elemento fundamental en el imaginario

popular (principalmente el masculino) en la ciudad de México y como uno de los nodos

de identidad básica de aquello que he denominado como el sistema de rivalidades

futbolísticas en México.

La liga profesional sufrió un radical cambió una vez que la profesionalización del

futbol tomó lugar en México, a principios de los años cuarenta. Sin embargo, el

formidable centralismo político-administrativo mexicano repercutió mucho en la

conformación de la liga nacional, ya que por varios años, dicha liga no logró tener

presencia en la mayor parte del territorio del país. Antes del ingreso de la televisión, se

puede asegurar que la liga profesional mexicana sólo tenía una influencia en ciertas

regiones del país, especialmente en el centro y centro occidente, abarcando en esencia

los estados de Jalisco, Veracruz, Guanajuato y el Distrito Federal. No obstante, este

proceso de profesionalización, racionalización, comercialización y masificación del

futbol en México fue creando identidades alrededor de los clubes y también afianzó las

simpatías de muchos sectores urbanos por el futbol.

247

El futbol y otros “espectáculos” (... mucho antes de la tele)

He establecido que la llegada de la televisión comercial al futbol profesional le dio un

giro radical a las rivalidades futbolísticas en México a través del sesgo melodramático

de su configuración. Sin embargo, quiero establecer que el espectador, como sujeto

social, no es un “producto”, ni el “reflejo” del proceso histórico de la modernidad

mexicana, sino que es un agente social que se fue desenvolviendo simultáneamente a

ella y que, de varias maneras, aquel la reforzó recíprocamente.119

Hay autores que se han referido al fenómeno del espectáculo y de la

espectacularización de la sociedad moderna (en sus diferentes variables sociales,

políticas y económicas, incluyendo los totalitarismos fascistas y del bloque ex-soviético)

como un elemento fundamental para la creación de las “unidades” e identidades

nacionales, especialmente a través del fenómeno deportivo (Tomlinson y Young, 2006).

Sin embargo, estos mismos autores aseveran que en el ámbito local, regional o

nacional, las identidades de los “espectadores” no han sido (por lo menos no del todo)

erosionadas por las fuerzas mundiales que ellos denominan GGATaC (Globalization,

Governmentalization, Americanization, Televisualization and Commodification)120. Sin

embargo, los procesos de comercialización y mercantilización, que se han

incrementado a lo largo del periodo neoliberal, iniciado en las últimas décadas del siglo

XX, han establecido comportamientos de consumo que han afectado sensiblemente las

relaciones sociales e individuales con el cuerpo (las relaciones de género,

generacionales y con el Estado), trayendo de la mano consecuencias identitarias muy

119 En este sentido, Aliano et al, describen el proceso simultáneo de creación, entre el discurso y la

práctica, del sujeto aficionado al rock chabón argentino: “Desde un análisis de la articulación entre interpelaciones musicales y narrativas identitarias [...] el rock chabón no ‘refleja’ a un actor social previamente constituido, sino que, por el contrario, se vuelve uno de los discursos que mas ayuden a su constitución: la constitución de una identidad imaginaria como ‘joven de sector popular que no tiene lugar en el proceso neo-liberal post-populista’” (2009). 120

Mundialización, gubernamentalización, estadounización, televisionización y mercantilización.

248

notables (Horne, 2006). En este capítulo abordaré la forma en cómo el sujeto (u objeto,

dependiendo de la metodología y la perspectiva teórica que se aplique) de

investigación, llamado “aficionado” ha evolucionado a lo largo de la historia,

especialmente en México, y con más precisión sobre la afición americanista.

Los datos etnográficos me han permitido observar que los aficionados del club

América, dependiendo de múltiples y variados factores (edad, clase y género,

esencialmente) crean comportamientos, prácticas e identidades diferenciadas en el

estadio. Estas diferencias me han obligado a reflexionar en retrospectiva histórica, en la

medida en que el sujeto “aficionado” se ha construido de forma diacrónica y que la

sincronicidad de los múltiples tipos de aficionados que actúan en el presente en el

Estadio Azteca son el resultado de este proceso histórico.

Este trayecto histórico imbrica relaciones entre sujetos sociales tales como el

régimen gubernamental (imprecisamente llamado Estado), el gran capital

(especialmente el vinculado a los medios de comunicación) y a los sujetos que se

identifican propiamente como los “aficionados-espectadores”, que han formado parte de

las clases medias y populares emergentes después de la Revolución mexicana, punto

de quiebre histórico en la vida social de nuestro país.

Comenzaré mi análisis a través de un debate, casi eminentemente teórico, acerca de

las concepciones del fenómeno del espectáculo, ligado estrechamente al del aficionado.

Desde mi punto de vista, para los aficionados organizados al club América, el asistir al

estadio es una acción que se vive y representa fuera y en contraposición a los tiempos

del trabajo. Como lo expresa uno de mis informantes de las porras familiares: “Así como

yo lo disfruto, mi hija, mi esposa, a veces mis sobrinos, mi familia, que son

americanistas, me acompañan a venir (sic). Nos la hemos pasado… saben que se la

249

pasa uno de maravilla. Pierda o gane [el América], a fin de cuentas es una diversión. A

fin de cuentas lo debes de ver como tal”.

Esto sin embargo es contrastado, relativamente, con la forma en que los jóvenes del

RK experimentan su afición. Para ellos, si bien es cierto que es una actividad fuera del

tiempo de trabajo, seguir al América se vuelve una consigna, por lo menos

discursivamente, de total entrega al equipo. Dice uno de los integrantes del RK: “la

etapa mas importante en la vida, la vivimos en la banda [del RK]. Alegrías, sufrimientos,

recuerdos, jugadores y domingos de gloria”.

Si bien es cierto que el club puede generar una identidad amplia entre los tipos de

aficionados, esta amplitud también genera ambigüedades en la identidad americanista.

La diferencia entre la (o las formas) de experimentar y practicar la afición, es decir, de

ser “espectador” entre los grupos organizados del club, muestran con claridad que ese

concepto no es homogéneo. Sincrónicamente hay diferencias. Pero las diferencias

diacrónicas, es decir las diferencias históricas no deben ser subestimadas. “Espectador”

y “aficionado”, como sujetos de la praxis del tiempo libre son construcciones sociales

históricas.

Desde mi punto de vista, el futbol profesional como “espectáculo” no inicia con el

futbol mismo. Mas bien, se debe rastrear históricamente el concepto “espectáculo” y

aquellas prácticas que se objetivaron propiamente como las del “tiempo libre”. En

primera instancia, es preciso reconocer que el “tiempo libre” es una idea que acompaña

(dicotómicamente) a la de “trabajo”, o con mayor precisión, a la de “jornada laboral”. El

tiempo libre (ocio) es precisamente aquel que, por lo menos pretendidamente, no se

inscribe en el ámbito del tiempo de las jornadas de trabajo. Para Marx (1982) la jornada

laboral es el tiempo teórica y socialmente requerido para que: 1) el trabajador “pague” al

capital el valor de la compra de su fuerza de trabajo a través de la producción de

250

mercancías equivalentes al valor de dicha fuerza desplegada, y 2) obtenga con ese

“pago” los medios de subsistencia necesarios para su reproducción biológica y social.

Obviamente, bajo la lógica del capitalismo, la jornada laboral no es igual a ninguna

de estas dos condiciones, juntas ni separadas. Ésta ocupa más tiempo del

estrictamente necesario para equipararse al valor de cambio de la fuerza de trabajo

comprada por el capitalista a través del pago del salario. Dice Marx, que los límites de

la jornada de trabajo oscilan “dentro de ciertos límites”. Por un lado, el límite mínimo

quedaría fijado como la “parte del día que el obrero tiene forzosamente que trabajar

para vivir” (1982: 178. Cursivas mías). Por el otro, el límite máximo quedaría fijado de

dos modos. Uno, por la “limitación física de la fuerza de trabajo” (cursivas en el original),

es decir por las fuerzas estrictamente físicas que un trabajador puede desplegar en un

día, tomando en cuenta que esas fuerzas deben de ser recuperadas por medio del

descanso y el sueño, además de la alimentación, el aseo, etc. En segundo lugar, por

“fronteras de carácter moral” (cursivas en el original), las cuales permiten al obrero “una

parte del tiempo para satisfacer necesidades espirituales y sociales cuyo número y

extensión dependen del nivel general de cultura”. En otras palabras, las “fronteras

morales” del tiempo de producción son, al mismo tiempo, las del tiempo de ocio o de

satisfacción de “necesidades espirituales y sociales”, en la frase de Marx.

Así, la noción y práctica del tiempo libre sólo puede ser realizada bajo la forma

específica del trabajo asalariado, es decir, del trabajo bajo la formación social

capitalista. Por antonomasia, la oposición entre la burguesía y el proletariado, inscribe

una primera fase de la dicotomía ocio-trabajo. La primera es por definición, una clase

ociosa, en el sentido vebleniano. La segunda es la que objetiva corporalmente el trabajo

socialmente requerido para la producción capitalista.

251

En una segunda instancia, la clase trabajadora asalariada, eminentemente urbana,

logró la reducción de las jornadas laborales y ciertas regulaciones de la misma, lo que

propició un reducto de tiempo no dedicado (propiamente) a la producción. En la

actualidad, los juegos de los equipos profesionales de la liga mexicana, por ejemplo,

están programados para los fines de semana, días normalmente de asueto. En

especial, los juegos del club América, hoy en día, se realizan los domingos por la tarde.

El espectáculo deportivo en Europa (referente indiscutible de lo que ha pasado en

México) se decantó mediante una constante lucha entre las clases sociales y

económicas. De esta forma, el proceso de instauración de los criterios para determinar

qué se jugaba y qué no entra en esta dinámica de disputa social. Los “juegos”

semejantes al futbol en la edad media que practicaron las clases populares (tales como

el hurling121 o el choule122) fueron prohibidos parcial o totalmente y posteriormente

(mediados del siglo XIX) retomados, institucionalizados y sistematizados por la

burguesía, en su forma deportiva, gracias a la intervención de los aparatos educativos,

de mercado y gubernamentales.

La ampliación de la fuerza laboral asalariada y su consecuente regularización y

acortamiento, dio paso a tiempos y espacios en los que, de nueva cuenta, las clases

trabajadoras retomaron los juegos en su fase deportivizada. Para las décadas de los

1860 y 1870, los deportes forman parte del paisaje social y cultural europeo,

121 El hurling es un juego antecedente al fútbol moderno. Los británicos lo practicaban realizando carreras

desenfrenadas por la campiña, cruzando valles, llanuras y ríos. El objetivo ya consistía en depositar el balón en una portería, perteneciente al equipo contrario. 122

“La soule oponía a los jóvenes de dos pueblos vecinos, o también a los solteros con los casados de un mismo pueblo. En ocasiones participaban también los nobles (...) los dos equipos intentaban desplazar al campo contrario la soule, es decir, una especie de pelota con un relleno de heno o de salvado, o hecha de mimbre. La organización era bastante informal y las reglas bastante flexibles al no sustentarse en reglas escritas y estar legitimadas sólo por la tradición, evolucionaban lentamente. No se fijaba el número de participantes ni la duración del juego, ni siquiera los límites del espacio”. Whal, Alfred (1998:12)

252

básicamente en Inglaterra.123 Jean-Marie Brohm identifica este proceso de instauración

de criterios del tiempo de ocio a través de los juegos codificados como el “sistema

deportivo moderno”. Por ejemplo, desde el siglo XVII, las carreras de caballos se

habían configurado como una actividad en donde, a decir del propio Brohm, se

perfilaban ya todas las características del deporte moderno: “la persecución del récord,

el creciente interés por la velocidad, y la obsesión por lo mesurable” (Brohm (1982: 71).

De esta forma, el deporte se fue erigiendo como una fase conspicua del “uso” del

tiempo libre y del ocio masivo.

Sin embargo, es importante señalar que la racionalidad puramente instrumental,

aquella con arreglo a fines, es decir, planificada y calculable (Weber, 1996: 82-86),

constriñó sensiblemente los límites de las prácticas inscritas en el tiempo libre. Como

he señalado, el ocio, característico de la aristocracia y la alta burguesía decimonónicas

europeas, fue ganando, de vuelta, espacio y tiempo en el mundo del obrero y de la

naciente clase media. A lo largo del siglo XIX, el movimiento laboral europeo, en sus

123 “El deporte inglés evolucionó tan espontánea y armoniosamente con los tiempos, que apenas fue

percibido como algo extraordinario por los críticos sociales de entonces ni por los historiadores después. El deporte, como la manufactura o el comercio, se dirigía más y más hacia la consecución de una eficacia que debía hacerse patente y demostrable estadísticamente y con éxitos constatables. Al igual que se observaba una tendencia hacia la codificación y la racionalización de las leyes y del gobierno, el deporte se codificaba y humanizaba por medio de reglamentos de obligado cumplimiento bajo la estricta supervisión de un cuerpo de árbitros y jueces. En este sentido el deporte inglés reflejaba y reforzaba los conceptos fundamentales del mundo industrial necesarios para mantener un mínimo de cohesión social, en un momento en que la cultura local y tradicional ofrecían su mayor índice de desarraigo. Podía haberse dado el caso, más factible, de que los reglamentos, la imposición de límites fijos a los terrenos de juego y de una jerarquía entre los participantes de ciertos deportes (por ejemplo, los capitanes de los equipos) o las distancias precisas y absolutas de las pruebas de velocidad y de fondo fuesen negativos para una amplia aceptación de los nuevos juegos y deportes, dado que, en teoría, juego y recreación son el polo opuesto de los factores citados anteriormente. Pero los nuevos deportes estaban en consonancia con una Inglaterra en el umbral de la era industrial. Aunque es evidente que millones de obreros se vieron privados de cualquier tipo de actividad recreativa por sus largas jornadas laborales (doce horas diarias durante seis días semanales), muchos artesanos, comerciantes, capataces, empresarios, estudiantes y ‘diletantes’ abrazaron los nuevos deportes, ahora sin restricciones localistas. Buscaban dinero, fama y placer como participantes, y diversión como espectadores. El deporte no sólo facilitó, sino que en realidad estimuló la adaptación mental de toda la población a las demandas del mundo moderno” (Mandell, s/f).

253

diferentes ramificaciones, logró que las regulaciones respecto al tiempo de trabajo

fuesen menos desfavorables para los trabajadores.

En Inglaterra, el tiempo de trabajo infantil y femenino fue restringido legalmente a

través de las Mines Act (1842)124, la Factory Act (1833, 1844)125 y la Ten Hour Act

(1847)126. Los varones también fueron afectados por estas disposiciones legales que la

movilización y lucha obreras consiguieron. La Ten Hour Act, además de limitar, como su

nombre nos indica, la jornada laboral a tan sólo diez horas (de seis o siete de la

mañana a seis o siete de la tarde, con una hora y media de descanso), también

consiguió que las tardes de los sábados fuesen libres. Dice Whal al respecto: “La

extensión [en el caso del futbol], que empieza a finales de la década de 1860, se

desarrolla a la vez en el plano regional y en el social, y debe mucho a la instauración

del descanso los sábados por la tarde, desde 1860 en algunos casos, en provecho de

la middle class” (1998: 18).

En México, “en 1912 se fundó el Departamento del Trabajo y se estableció la Casa

del Obrero Mundial que en 1913 conmemoró ‘por primera vez en el país, el 1o. de

mayo, exigiendo la jornada de ocho horas y el descanso dominical’” (Lastra, 2002). De

hecho, puedo afirmar que la reducción de la jornada de trabajo fue la condición sine qua

non del proceso de creación efectiva de las masas de aficionados-espectadores en

nuestro país. Como dice Leal-Isla, “el contexto del siglo XIX y principios del XX fue de

fuertes exigencias a la clase trabajadora, bajo un trato inhumano que incluía el trabajo

de sol a sol. La inclusión de las jornadas máximas surgió como un paliativo a ese

124 Cf. Enciclopedia Britannica (s/f) en Información del Internet en la bibliografía.

125 Cf. The National Archives (s/f) en Información del Internet en la bibliografía

126 Cf. The Free Dictionary by Farlex (s/f) en Información del Internet en la bibliografía.

254

aspecto” (2005). Dicha exigencia se vio plasmada formalmente en el artículo 123

constitucional127 y en el artículo 59 de la Ley Federal del Trabajo128.

Las clases trabajadoras y medias europeas comenzaron a incorporar (a partir de la

segunda mitad del siglo XIX) las “nuevas” prácticas deportivas aburguesadas. De forma

inexorable, dichas prácticas se masifican “teatralizándolas”, es decir, modificándolas en

“espectáculo”. En México, un proceso semejante se fue fraguando, aunque en un

momento y contexto histórico distintos. Pare comprenderlo es preciso que se explore el

concepto “espectáculo”, ya que con ello es posible abordar con mayor claridad las

formas y prácticas contemporáneas del aficionado organizado en torno a los clubes de

futbol mexicanos, en especial los americanistas.

El espectáculo no es un fenómeno a priori a la creación de la idea misma de ocio. En

otras palabras, no sólo el espectáculo es efecto del tiempo libre, sino que el tiempo libre

moderno es un efecto de la “espectacularización” de las relaciones sociales. El tiempo

libre se inscribe y adapta a los preceptos de la “espectacularización”, tanto como el

espectáculo está determinado y es configurado por el tiempo de ocio. Una primera

derivación: más que espectáculo, lo que el mundo moderno comienza a objetivar e

inventar son pedagogías y disciplinas “teatralizadas” del tiempo libre. El tiempo libre y el

ocio se incrustan en el tiempo del espectáculo y de la fascinación teatralizada

(disciplinaria y pedagógica) y en consecuencia se inventa al “espectador” como sujeto

social, delimitado por una serie de normas y prácticas morales, legales, de mercado,

género, etc. De esta forma, los sujetos sociales (trabajadores y clasemedieros) ven

127 “El artículo 123 de la Constitución mexicana dispone en su apartado B, fracción I, que la jornada

diurna no de be exceder de ocho horas y que la nocturna no de be exceder de siete horas diarias. Por su par te, en estricto apego a la jerarquía de leyes prevista en el artículo 133 de la Constitución,1 la Ley Federal del Trabajo confirma lo anterior, al disponer lo propio en su artículo 60, incluyendo además lo relativo a la jornada mixta”(Leal-Isla, 2005). 128

“[E]l artículo 59 de la Ley Federal del Trabajo dispone en su segundo párrafo que ‘los trabajadores y el patrón podrán repartir las horas de trabajo, a fin de permitir a los primeros el reposo del sábado en la tarde o cualquier modalidad equivalente’” (Leal-Isla, 2005).

255

restringidas sus prácticas sociales de ocio, no totalmente pero sí considerablemente, a

las del “espectador”. Dicho de otra manera, el tiempo libre se inventó de tal forma que

éste generó ciertos comportamientos (llámense emociones como el miedo, la pasión,

alegría) acordes a la lógica de espectáculo y tiempo de consumo.

El paso entre feligresía religiosa y espectáculo moderno. En el tiempo que podríamos

considerar como del ancient regime, es decir, antes de la Reforma, el Porfiriato y, por

supuesto, antes de la Revolución, en México se vivía una situación semejante a la que

se experimentaba en la España de los siglos XVIII y XIX. En esos momentos: “La vida

cotidiana aparece, pues, regulada también por la fiesta, de forma que, en ocasiones, el

calendario laboral queda considerablemente reducido, ante la presencia del Santoral.

De acuerdo siempre con el concepto de dies festus, o día de fiesta religiosa, como

jornada de alegría, de diversión (festivus), en relación con la palabra festivitas,

significativa de la alegría propia de tales días: Alegría pública. El día festivo es, así, un

día público” (Peñafiel, 2001-2003).

Las fiestas de canonización, pero especialmente las de representación, “esto es, en

la existencia del espectáculo, primera parte de la celebración, que supone dos

categorías claramente diferenciadas: actores y espectadores. Los primeros, en número

reducido pero activo, y los segundos en número mayoritario, pero habitualmente pasivo.

Se trata, pues, de la fiesta controlada y dirigida por las autoridades al pueblo” (Peñafiel,

2001-2003). A pesar de que el autor y seguramente los documentos de la época señal

con claridad la categoría “espectador”, es importante decir que éste no es entendido

bajo los mismos esquemas que en la modernidad plenamente racionalizada y

capitalista. En primera instancia, porque los resortes que mueven la práctica y el

imaginario religiosos del “barroco” son no solamente los comerciales, sino los de una

256

lógica de control eclesiástico sobre el cuerpo y las mentes de los individuos para fines

políticos y de jerarquías distintas a las del capital.129

Hay varias interpretaciones sobre el espectáculo. Algunas de ellas Debord (1967),

Subirats (2004) o Dorfman y Mattelart (2007) mantienen posiciones sumamente críticas

ante el fenómeno de la creación del espectáculo masivo moderno totalizante y

alienante, según estos autores. De esta forma, se puede decir que en el capitalismo la

producción de objetos y su consumo, incluyendo al espectáculo, son simultáneas:

producción y consumo ocurren a un mismo tiempo. Hay que añadir, no obstante, que

dicha producción y consumo no sólo producen y consumen objetos, sino que

“producen” y “consumen” a los propios productores y consumidores y, en consecuencia,

a los modos en que ambos producen y consumen.

En México, los espectáculos que se fueron sedimentando (algunos desde el siglo

XVIII, pero de manera muy clara a partir del periodo porfirista) para el solaz del público

(que se va inventando de forma simultánea) fueron básicamente la “fiesta” taurina, el

teatro, ciertas presentaciones musicales y, por supuesto algunos deportes como el

béisbol, el boxeo, las carreras hípicas, el ciclismo y el futbol. Ya en el siglo XX, las

industrias culturales como el cine y pocas décadas después la radio y la televisión, los

cómics, la prensa, y (hasta cierto punto) la literatura, fungen como medios

espectacularizados para las masivas audiencias.

La tauromaquia, a partir de fines del siglo XVIII, fue probablemente el primer

“espectáculo” masivo en el territorio que actualmente conocemos como México (Flores,

2004: 492). A lo largo del siglo XIX y principios del XX, la fiesta taurina cambió y se

129 Gurzinski dice respecto a una de las imágenes más poderosas de México: la de la Vírgen de

Guadalupe: “El escamoteo de la trascendencia de la religión en provecho del consumo –convirtiendo así lo que sólo era uno de los resortes del imaginario barroco en un fin en sí mismo- es el abismo que separa a Televisa del dispositivo colonial. Lo que los une es una explotación sistemática del atractivo, de la ubicuidad y de la magia de la imagen, la uniformación de los imaginerios, la recuperación de las tramas populares; la leyenda de la Guadalupana posee ya el ritmo y la eficacia de los folletines” (2001: 212).

257

aproximó paulatinamente a una organización más apegada a los criterios empresariales

y de lucro capitalista. El aspecto de la fiesta taurina que quiero rescatar (Flores, 2004)

es la forma en que el “aficionado” pasa de ser el practicante para convertirse en el

observador. Es decir, el “aficionado tradicional” fue, en primera instancia, aquel que

realiza la faena taurina. Los concurrentes que miraban las lidias taurinas no eran

propiamente “aficionados” ni “espectadores”. Hasta mediados del siglo XVIII, los cosos

taurinos (de por sí provisionales) no son entendidos como espacios en los cuales “se

llevará a cabo” un espectáculo. Son, mas bien, vistos y experimentados como espacios

de socialización en los cuales los practicantes y los observadores son relativamente

intercambiables. Otro aspecto sobresaliente de esta transición es la del toreo a caballo

a la del toreo a pie, que denota precisamente la fuerte transición de la tradición (previa

a las reformas borbónicas) a las formas más próximas al sentido moderno, regido por el

capital, el liberalismo político y el individualismo exacerbante (Flores, 2004:491).

Los cosos taurinos fueron, en efecto, uno de los (sino es que el principal) “espacios

públicos” en los que se van decantado las nuevas formas y los nuevos sujetos sociales

demandados por el orden burgués del espectáculo. Antes, la fiesta taurina no

profesional estaba dominada por una fuerte indeterminación entre el practicante y el

observador. Las autoridades virreinales establecieron paulatinamente criterios más

precisos de las fiestas taurinas, es decir, generaron un corpus legal que fue creando y

ordenando, con una mayor racionalidad, la fiesta taurina (Flores, 2004: 507)

De tal suerte, la separación cada vez más clara entre el “espectador” y el practicante

del espectáculo taurino se fue acentuando a lo largo de las décadas. Pero debe quedar

claro que estos dos sujetos no fueron (y no son) los únicos involucrados. El estado ya

es desde el siglo XVIII un sujeto fuertemente activo en la construcción del espectáculo

taurino moderno y por extensión del espectáculo en general. Por supuesto, el capitalista

258

taurino se forja igualmente en ese tiempo, de la mano del impulso gubernamental. Así

desde principios del siglo XIX, este proceso en el ámbito taurino puede ejemplificarse

de la siguiente manera:

Para las últimas décadas del siglo XIX y principios del siglo XX, periodo conocido

como el porfiriato, la elite política y económica ha consolidado ya un corpus legal y

unas prácticas de ocio fuertemente aceptadas como modernas, pero todavía

parcialmente expandidas a los demás sectores de la sociedad. Esta etapa de la historia

mexicana es fundamental para la comprensión del fenómeno del espectáculo moderno

mexicano, en general, y del deporte profesional espectacularizado, en particular.

Sobre esta temática, para el caso de la Ciudad de México hacia fines del siglo XIX e

inicios del XX ya se presentaban “una variedad considerable de actividades y

distracciones, públicas y privadas, capaces de ocupar las horas de ocio, tanto diurnas

como nocturnas, de sus habitantes. La asistencia a los bailes y a las funciones de

teatro, al circo, a los toros o a los gallos, formaba parte de una cotidianidad construida a

lo largo de la historia colonial e independiente, que desembocaba en un afán

cosmopolita finisecular” (Pérez, 2003: 57).

Los afanes “modernizadores” de la elite mexicana porfirista tenían como modelos

culturales a algunos países europeos (principalmente Francia, Inglaterra, Alemania e

Italia) y a los Estados Unidos. Evidentemente, la urbanización es uno de los efectos y

objetivaciones más notables del periodo. La ampliación de las calles, la iluminación, el

transporte, la arquitectura, la higiene, etc. fueron elementos concomitantes a la

urbanización y modernización del país. “Orden y progreso”, fundamentaba el

positivismo “científico” de la elite porfirista.

Pero el “orden y el progreso” porfiristas no sólo se manifestaron en aspectos

“materiales”, sino en prácticas sociales que dieron sentido a dichas objetivaciones

259

materiales y que se contraponían a las viejas tradiciones rurales del México colonial y

prehispánico. Algunos autores clásicos han abordado la idea de urbanización y

modernización desde diferentes perspectivas, pero todas ellas haciendo hincapié en la

dicotomía entre campo y tradición, por un lado, y ciudad y modernidad, por el otro.

Simmel, vio que la ciudad es una especie de ethos o de mentalidad que se ha

establecido en contraposición con la mentalidad rural (vista o imaginada como

tradicional), reconocida como no intelectual y mezquina. La dicotomía entre las dos

mentalidades que se contraponen, por un lado, la del hombre “metropolitano” que es

“«libre» en un sentido espiritualizado y refinado”, y por el otro, la del “hombre de pueblo

chico”, quien es “mezquino” y “prejuicioso” (Simmel, 1988: 55-56), es resultado y

confirmación de una contradicción pretendidamente obvia entre la civilización urbana y

las formas premodernas o rurales.

La creciente urbanización del México porfirista, por lo tanto, generó un gran número

de procesos sociales, muchos de ellos contradictorios y complejos, tales como el

deporte y su gran expansión en el conjunto de la sociedad. En Europa, parangón de la

elite porfirista, según Hobsbawm y Ranger (2002), el paso arrollador de la revolución

tecnológica y política a fines del siglo XIX desestructuró los sentidos de muchas de las

viejas prácticas sociales, arraigadas en modos de producción y sistemas culturales pre-

industriales y pre-capitalistas. Para sustituir esas prácticas, la modernidad europea

recurrió, literalmente, a la fabricación en serie de “nuevas” tradiciones. El historiador

inglés plantea que uno de los efectos más importantes de la hegemonía burguesa y la

concomitante “racionalización” del pensamiento europeo, fue el desplazamiento de

viejas costumbres por una serie de “tradiciones inventadas” por la modernidad. Así

pues, los ancestrales rituales y muchas de las vinculaciones simbólicas que los

europeos feudales todavía conservaban, fueron reemplazados por un sinnúmero de

260

“nuevas tradiciones” que vinieron a ocupar los espacios rituales que la modernidad

capitalista (y por dominación de ésta también la obrera) practicó o sigue practicando.

Provocativamente, Hobsbawm y Ranger mencionan que, por un lado, el deporte de

las clases medias (aburguesadas) combina dos vertientes en la invención de

tradiciones: el elemento político y el elemento social. En esta medida, el deporte se

convierte en un “esfuerzo conciente, aunque generalmente no oficial, por formar una

élite gobernante de acuerdo con el modelo británico que complementara los modelos

continentales aristocrático-militares más antiguos”, además de que representa un

intento ciertamente más “espontáneo de trazar líneas de clase contra las masas,

principalmente por medio del énfasis sistemático en el amateurismo”. Finalmente, el

deporte aburguesado de las clases medias y altas inglesas es un “intento de crear tanto

una nueva y específica pauta burguesa de actividad de ocio y estilo de vida” (2002:

311) de identificación y pertenencia de clase. Por el otro lado, el deporte de masas y de

las clases medias también contribuyó en la invención de tradiciones consolidando

medios, mecanismos, ritos y símbolos para la creación de las identidades nacionales y

comunidades artificiales.

Para fines del siglo XIX y principios del XX, aún en ciudades como la de México, el

tiempo de ocio espectacularizado, y por tanto los espectadores, eran formalmente los

clasemedieros y los ricos de la urbes. Sus tradiciones inventadas estaban perfilándose

hacia un modelo netamente europeo. Así: “[...] lo que se comprendía específicamente

como diversiones públicas eran más bien aquellos acontecimientos que podían romper

con la tediosa cotidianidad y proporcionarles a los ciudadanos clasemedieros y bien

acomodados algún momento de goce estético, esparcimiento o simplemente olvido de

la rutina” (Pérez, 2003: 59-60).

261

La fundación del club América

El club de futbol América, hoy conocido como “Las Águilas”, no ha sido (hasta 2010)

la misma institución a lo largo de los noventa y cuatro años de su existencia. Los clubes

de futbol mexicanos, por supuesto, han estado marcados por los tiempos políticos,

sociales y culturales del devenir histórico mexicano e internacional y el club América no

es la excepción.

Oficialmente (así lo señala su directiva) se acepta que el club América de futbol fue

fundado en 1916, el 12 de octubre, fecha en que se ha celebrado el “descubrimiento”

del continente americano. Fueron un grupo de jóvenes educados en escuelas

confesionales (maristas y jesuitas) quienes “fundaron” el que a la postre se convertiría

en el económicamente poderoso club de futbol América. En su apologético (y en

algunos datos inexacto) libro, Calderón (1999: 12) señala que fue “hacia 1916, el futbol

era practicado con avidez por los jóvenes estudiantes de los colegios jesuitas y

maristas”. Añade que “en el Colegio Mascarones, un grupo de muchachos que no

rebasaban los trece años de edad, encabezados por Rafael Garza Gutiérrez y su primo,

Germán Núñez Cortina, decidió crear un equipo con los mejores jugadores de su

escuela”.

En primera instancia, cabe señalar que el “Colegio Mascarones” no existió

formalmente y fue conocido así sólo por un tiempo, antes de 1916130. Es importante

decir que el “mito” fundacional del club América atribuye a alumnos del mencionado

130 El edificio conocido como “Los Mascarones”, ubicado en Ribera de San Cosme número 71, en la

colonia Santa María la Ribera de la Ciudad de México, ha albergado diferentes instituciones educativas desde la segunda mitad del siglo XIX. Entre ellas, el Colegio de San Luis, el Colegio de Nuestra Señora de Guadalupe, el Liceo Franco-Mexicano, el Instituto Científico de México (de corte jesuita y contra el cual el gobierno federal mantuvo un litigio por la propiedad del inmueble desde 1914 hasta 1940), la Escuela Nacional de Maestras, las primarias 7 y 59. Como parte del patrimonio de la Universidad Nacional ha albergado a la Escuela de Verano, la Escuela de Música y la Facultad de Filosofía y Letras. Actualmente la Dirección General de Cómputo Académico de la UNAM ocupa dichas instalaciones (Romo, 2007).

262

“Colegio Mascarones” (Instituto Científico de México), la creación de dicho equipo y que

la edad de los fundadores del club oscilaba los trece años, cuando, en realidad, Rafael

Garza nació en 1896, por lo que en 1916 ya tenía veinte.

Sin embargo, para fines de este estudio la fundación del club América obedece a (y

refuerza) ciertos procesos y potencias históricas que a continuación analizaré

brevemente. En primera instancia, los alumnos de instituciones de educación privada

de la época, como los del “Instituto Científico de México” y del entonces llamado

“Colegio Francés” (actualmente Centro Universitario México), estaban sometidos

abiertamente a pedagogías y disciplinas exacerbadamente europeizantes por parte de

las congregaciones religiosas católicas, como los maristas y los jesuitas. De esta forma

“en México, [dichas] congregaciones se instalaron en zonas donde tuvieron redes de

apoyo, ya fuera por medio de laicos o de los obispos que las invitaban, en una gran

mayoría se fundaron colegios en la capital de México, Monterrey, Jalisco, Puebla,

Oaxaca, Yucatán, Campeche, entre otros estados”, cuyo objetivo fundamental fue

“estar presentes e influir en el ámbito educativo mexicano a través de su cultura, la

ciencia y la fe, cuando fue posible” (Munguía, 2009).

Evidentemente, es imposible traspolar las explicaciones históricas de un país a otro.

No obstante, se puede ver que ciertos (talvez demasiados) aspectos de la pedagogía

europea fueron impuestos en la vida educativa mexicana. Las public schools inglesas

forjaron, es decir, inventaron mentalidades, moralidades y cuerpos acordes a las

necesidades sociales de la industrialización y modernización decimonónicas en

Inglaterra, a través de idearios político-pedagógicos como los de Thomas Arnold131,

enraizados en la dinámica greco-cristiana del agonismo. La pedagogía deportiva

131 Thomas Arnold, según Whal (1998: 16), director del Colegio de Rugby entre 1828 y 1840 puso en

práctica tímidamente algunas medidas encaminadas a la regulación del juego de pelota y al control de los profesores sobre los alumnos, entre los cuales algunos, a través de prácticas como la “novatada” (castigos y burlas a los de nuevo ingreso y más débiles físicamente), buscaban ejercer su dominio.

263

impulsada por Pierre de Coubertin (y su consolidación a través del idealismo olímpico)

fue el resultado de un largo proceso pedagógico que combinó un higienismo social y

corporal radical y una ética liberal-cristiana132 que, asumiéndose como “universales” en

tiempo y espacio, fueron abrazadas con fervor por la elite mexicana de fines del siglo

XIX y principios del siglo XX. Este proceso fue notable en las instituciones educativas

fundadas por religiosos y laicos fuertemente influenciados por el pensamiento cristiano,

en las cuales los postulados pedagógicos europeos y en especial los relativos a las

actividades físicas y deportivas impulsadas por ingleses y franceses.

El concepto de deporte (de influencia anglosajona) pronto se popularizó (y se impuso

hegemónicamente) a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, no sólo en todos los

países de Europa, sino en el mundo entero. Sus múltiples facetas (pedagógica, lúdica,

organizativa) permitieron que su expansión fuera realizada por diferentes grupos

sociales. Las escuelas confesionales como las jesuitas y maristas en México no vieron

con malos ojos la práctica de los juegos colectivos reglamentados por los ingleses y de

hecho las impulsaron como parte de sus actividades pedagógicas.

Cabe mencionar, que no sólo las órdenes católicas en sus espacios educativos

impulsaron la práctica deportiva. Trabajadores de cuello blanco y de cuello azul venidos

a fines del siglo XIX desde Inglaterra, España, Francia y Alemania, principalmente,

popularizaron las prácticas deportivas sin un expreso plan pedagógico pero que a la

larga tuvieron una enorme aceptación social. No existe en nuestro país ningún estudio

que dé cuenta con suficiente profundidad histórica y sociológica del proceso de

adaptación de las prácticas deportivas en el México porfirista. Algunos esbozos como el

132 Un ejemplo: según la Carta Olímpica, en su segundo artículo: “El Olimpismo es una filosofía de vida

que exalta y combina en un conjunto armónico las cualidades del cuerpo, la voluntad y el espíritu. Aliando el deporte con la cultura y la educación, el Olimpismo se propone crear un estilo de vida basado en la alegría del esfuerzo, el valor del buen ejemplo y el respeto por los principios éticos fundamentales universales” (ver Carta Olímpica (s/f) en Información del Internet de la bibliografía)

264

Angelotti (2004) señalan de la gran influencia de los mineros cornish (de Cornwell,

Inglaterra) en la zona de Pachuca, aunque no logra dibujar con nitidez ese proceso.

De cualquier manera, he establecido el hecho de que el club de fútbol, hoy conocido

como América, fue fundado por ex-alumnos de instituciones educativas confesionales,

fuertemente vinculados a las pedagogías higienistas y de formación ética que veían en

los deportes un elemento educativo sobresaliente.

Asimismo, la fundación del club queda atrapada en una narración histórica

relativamente “oscura” y con ciertas inexactitudes, lo cual le aporta un aire de

misticismo y mitología, necesarias para fundamentar la invención de su “tradición”.

Talvez un elemento que permite afianzar esa tradición es la que le confiere el carácter

“nacional” de sus primeros integrantes y fundadores. Fueron: Alonso Sordo, Fernando

Sierra, Rubilio Torres, Carlos Garcés, Manuel Marroquín, Juan Andrade, Rafael Garza,

Francisco Oribe y José Izquierdo (Bañuelos, 1998: 82) los jóvenes mexicanos que

fundaron el club que algunos años después “[...] se [impondría] a los orgullosos

españoles y además los [mantendría] alejados del título por cuatro años. Eso le dio un

nuevo interés al futbol y permitió que las tribunas se volvieran a llenar” (Bañuelos, 1998:

23).

En este sentido, de manera semejante en que, para los jóvenes sudamericanos, en

especial entre los argentinos, la dicotomía entre los estilos de juego “británico” y “criollo”

(y las virtudes masculinas que se asociaban a ellos) es el referente principal, en la

ciudad de México del período revolucionario, el estilo de juego “español” (dominante a

principios de los 1920’s a través de los clubes España, Asturias y Aurrerá) se convirtió

en un antagónico muy importante. Para los argentinos de origen italiano y español,

derrotar la hegemonía “británica” de su futbol fue un hito necesario para que se

asumiese plenamente el estilo argentino de jugar al futbol. Así lo reconoce la narrativa

265

deportiva argentina de aquellas épocas133. En México, la supremacía “española” fue

derrotada precisamente por el América.

Algunos clubes como el Atlante (también fundado en 1916), el Necaxa (fundado en

1923) y el propio América pretendieron disputarles a los equipos “españoles” dicha

supremacía. Es, de cualquier manera, notable el hecho que la vieja reivindicación del

club América, aquella que lo remite como el primer equipo campeón (en la zona de la

ciudad de México) cuyos jugadores fueron todos de nacionalidad mexicana no

permaneciera como el “mito” fundacional del club. En 1924 logró el campeonato de la

Liga Amateur del Distrito Federal, lo cual consiguió tres años consecutivos más. Su

raigambre “mexicana”, no obstante, dejaría de servir como sino identitario varias

décadas después. Este tetracampeonato (1924-1928), le permitió al club consolidar una

base de aficionados relativamente amplia entre la población masculina de la ciudad de

México.

El futbol mexicano, para la década de los años treinta había madurado en términos

organizativos y administrativos, aunque con vaivenes y graves conflictos. Lo que hoy

conocemos como la Federación Mexicana de Futbol fue fundada en 1927 (ver

Federación Mexicana de Futbol en Información del Internet de la bibliografía) y al cabo

de algunas décadas logró establecer su hegemonía sobre las organizaciones

regionales, tales como las ligas amateurs del Distrito Federal, de Jalisco, de Nuevo

León y de Veracruz, entre otras.

133 Dice Archetti (1995) que: “La fundación criolla [en el futbol de la Argentina] comienza en 1913, cuando

el Racing Club, sin un solo jugador de origen británico, conquista el campeonato de primera división por primera vez. A partir de ese momento los clubes ‘británicos’ pierden su peso futbolístico y sus jugadores desaparecerán de los equipos nacionales”. Después cita a la revista deportiva El Gráfico, la cual asevera que “este cambio ha sido posible ya que: ...cuando el football comenzó a difundirse, dejaron de ser los cracks nombres británicos para transformarse en apellidos puramente latinos, especialmente italianos y españoles, como García, Martínez, Ohaco, Olazar, Chiappe, Calomino, Laforia, Isola, etcétera"

266

Pero aquí es importante señalar que el futbol no es el único fenómeno social que se

consolida en el devenir histórico mexicano asociado al campo del espectáculo y del

ocio. De forma simultanea y reciproca, otros “espectáculos”, junto con los “medios de

comunicación” van inventando al “aficionado-espectador”, que de manera recíproca se

va consolidando per se. Como se verá a continuación, las conexiones entre todos estos

factores se verán sintetizados en la concepción del club América de los años 1960’s,

dando pauta a los fenómenos contemporáneos de las organizaciones llamadas porras

familiares y barras del club, como la Porra Unión y la barra RK.

El club y el futbol en la transición al espectáculo masivo

Los años treinta marcaran el final de la lucha armada posrevolucionaria y la

consolidación del régimen del PNR-PRM-PRI. En marzo de 1929, se forja el Partido

Nacional Revolucionario, predecesor del Partido de la Revolución Mexicana y del

posterior Partido Revolucionario Institucional. El país se estabiliza políticamente y los

poderes gubernamentales se centralizan. En 1934, Lázaro Cárdenas fue el primer

presidente que se mantuvo seis años al frente del gobierno, durante los cuales se

robustecieron muchas de las prácticas sociales del México moderno, entre ellas las del

espectáculo masivo.

En esos años, el club América y la Liga Mayor del Distrito Federal se encontraban en

una fase de franco y amplio arraigo social. El aficionado, en aquellas épocas

fuertemente asociado al concepto del amateurismo, dejó de tener su centro en el

practicante, el cual pasó al sujeto observador y consumidor del espectáculo mismo: el

aficionado-espectador.

Durante los años treintas, varios países latinoamericanos experimentaron la

transición del futbol amateur al futbol profesional. Para 1934, en Argentina, Uruguay,

267

Brasil y Chile, el futbol se había profesionalizado sensiblemente y con ello, los

practicantes (y otros sujetos como los entrenadores) y las cada vez mayores masas de

espectadores se van diferenciando con nitidez. En México, los debates entre los que se

oponen y los que se inclinan por la profesionalización del juego no se hacen esperar.

En 1943, las fuerzas a favor de la profesionalización vencen la resistencia amateur y en

ese año se consolidó finalmente una liga con aspiraciones nacionales y profesionales.

Simultáneamente, en la ciudad de México, los espacios para la práctica del futbol

fueron cambiando al ritmo de las directrices políticas y las innovaciones tecnológicas y

sociales. En 1936 (Calderón, 1998: 36-37) fue inaugurado el “Parque Asturias”, en

Chabacano, el último y más grande de los estadios con gradas de madera que se

construyeron en la ciudad de México a lo largo de la década de los 1930’s. Sólo tres

años más tarde, el formidable estadio, que podía albergar hasta treinta mil personas,

quedó reducido a cenizas después de un controvertido encuentro entre el Necaxa y el

Asturias que desembocó en un gran zafarrancho y en el incendio del inmueble.

El 4 de mayo de 1924, en la ciudad de México fue inaugurado el primer estadio

hecho de concreto, el “Estadio Nacional”, que a la postre sería derruido para la

construcción de lo que ahora se conocen como los “Multifamiliares Juárez”,

inaugurados en 1957 por el entonces presidente Miguel Alemán. Dicho recinto, a la luz

de la política nacionalista impulsada por el a la sazón secretario de Educación Pública,

José Vasconcelos, buscaba una semejanza con la polis griega en la cual la gente “[...]

era espectadora y actora y quienes [en ese entonces estaban en la tribuna] –obreros,

campesinos, niños– mañana podían bajar a la arena en legítimo ejercicio del

protagonismo cívico” (Musacchio, 2003). Propiamente, el estadio no albergó encuentros

futbolísticos, pero sí contribuyó notablemente a la consolidación de la

espectacularización cultural en el México urbano. Para 1946, el primer estadio de

268

concreto específico para la práctica del futbol, el de la “Ciudad de los Deportes”, vecino

del coso taurino más grande del mundo, la “Plaza de Toros México”, fue inaugurado y

se apuntalaría como la casa de todos los equipos de futbol profesionales de la ciudad

de México en aquella época: Necaxa, Atlante y América. Hoy es conocido como el

Estadio Azul y es propiedad del club Cruz Azul.

De forma simultánea, los medios de comunicación y ciertas actividades se afianzaron

como parte de la cultura urbana del Distrito Federal y dieron pauta a la masificación de

los espectáculos modernos. La radio y la prensa escrita sedimentaron las prácticas del

tiempo libre y la ociosidad urbanas, a la par de que establecen criterios para el

comportamiento “moderno”, fuertemente anclado en perspectivas de género,

generacionales y de clase. Asimismo, por medio de los espectáculos y la cultura

masiva, tanto hombres como mujeres “aprendieron”, de muchas maneras, cómo

provocar y encausar las emociones “propias” de su clase, género y edad. La nítida

diferenciación entre los públicos que se van decantando para los múltiples tipos de

espectáculo habla de ello. Radionovelas, algunas secciones de los periódicos y ciertas

historietas (cómics), estaban “dedicadas” a las mujeres de cierta edad y clase; los

deportes y otro tipo de espectáculos a los varones, igualmente diferenciados por la

case, la edad y hasta la región en la que vivían.

Lo expuesto en el párrafo anterior es lo que Monsiváis y otros autores identificaban

con la creación de la “cultura popular”. Para él, lo que hoy se conoce como tal es el

efecto de un proceso histórico de dimensiones latinoamericanas o mundiales,

dependiendo del enfoque, “mediante el cual a partir de las innovaciones tecnológicas,

un proceso de dominación ideológica desplaza y oprime los intentos de mantener una

tradición, de erigir una ‘singularidad’ cultural y artística. Siguiendo al autor, los

repertorios culturales de los mexicanos, especialmente desde las décadas de los 1930-

269

1950’s, se forjaron gracias a la creación de los mitos y símbolos impulsados por la

influencia de los medios de comunicación y el poder de la entonces llamada industria

cultural. En cualquier caso, “en México casi todo lo que aparece con el membrete

‘cultural popular’ es el resultado de afanosas manipulaciones, del proyecto imperial de

la industria cultural” (Monsiváis, 1978: 98).

Desde la década de los años diez y hasta la de los cincuentas, en México “los

espectadores se descubren y se reconocen gracias a sus contrapartes escénicas y

aplauden la novedad” (Monsiváis, 1978: 100), moviéndose a la velocidad tecnología a la

que los medios caminaban, los impulsos políticos que se lanzaban y al ritmo del

capitalismo que se imponía. El futbol espectáculo, como he expuesto, fue adquiriendo

su propia masa cultural en la medida en que los medios de comunicación y la industria

cultural lo fueron moldeando. El paso al profesionalismo fue fundamental para la

madurez del futbol espectáculo. Esto sólo pudo ser entendido en la medida en que la

infraestructura futbolística se fue objetivando en nuevos estadios y clubes.

De igual forma, la profesionalización del futbol en México acarreó una organización

de racionalidad instrumental mayor. La consolidación de la Liga Profesional en 1943,

obligó a los clubes que la conformaron a tomar una postura eminentemente

empresarial, supeditando cualquier elemento “tradicional” o pre-moderno en sus

estructuras orgánicas. Sin embargo, y dado que el elemento más importante de

afiliación e identidad entre, los ahora sí aficionados-espectadores y sus respectivos

clubes, es un elemento (supuestamente) “irracional” y emotivo (de amor), los clubes

tuvieron que cultivar y calcular sus respectivos intereses económicos y deportivos sobre

la base de un engarce sentimental con la creciente masa de seguidores. En otras

palabras, el futbol mexicano para modernizarse y comercializarse se

“melodramatizaría”, pero sobre una base racional de cálculo racional, paradójicamente.

270

Es precisamente en este período en el que los clubes de futbol se ven obligados a

formarse una “identidad” propia, que los representase como singulares en el competido

mercado sentimental de las rivalidades futbolísticas. Detrás, al lado y sobre la identidad,

sin embargo, se encuentra la dimensión mercadológica. Ganar, por supuesto era muy

importante, pero no lo era (ni lo es todo) en el mundo del futbol espectáculo. El sello

regional, fue un factor sobresaliente en la conformación de las identidades futbolísticas.

Ser de la capital de la república significaba una cierta marca de identidad y de

antagonismo. Los clubes América, Atlante y Necaxa gozaron de esa categoría

geográficamente impuesta.

Los directivos del Atlante, por ejemplo, pretendieron afianzar al club en el mercado

de filias del futbol mexicano a través de la idea de su raigambre popular y explotaron el

mote del “equipo del pueblo” y los “prietitos”, apelando a sus pobres y humildes

orígenes134. Con ello, eran evidentes dos cosas: por un lado, que el club realmente

provenía de las clases bajas de la ciudad de México y , por el otro, que esta

identificación popular podría ser bastante redituable comercialmente en el mercado

sentimental que el futbol profesional y melodramatizado estaba imponiendo en México.

Por su parte, el Necaxa de la era profesional apeló a su origen obrero (fueron

trabajadores del sector eléctrico los que lo fundaron en 1923 y lo refundaron en 1950) y

de manera abierta sus dueños explotaron esa característica, que dado el carácter

profesional del futbol mexicano desde la década de los cuarenta, no era más que una

134 En la página oficial del club se lee el siguiente párrafo, que es ilustrativo de esta identificación: “Aquel

equipo [el de los fundadores del Atlante en 1916] comenzó a jugar con balones de papel, la cuna azulgrana era tan humilde que no podían darse el lujo de gastar los 14 pesos que costaba por esos años una pelota de futbol, es más, llegaron a utilizar balones que ellos mismo armaban de la padecería de las pelotas que tiraban los del club España. En esos años los balones eran inflados a puro pulmón, sin ayuda de bombas. Esos fundadores eran obreros, casi todos de fábricas textiles. Había algunos que incluso jugaban con sus uniformes de trabajo y descalzos, para no desgastar sus zapatos del diario. Sus grandes rivales de la época fueron el equipo Tacubaya y la Condesa, vecinos del naciente conjunto azulgrana” (ver Club Atlante de Futbol en la sección Información del Internet de la bibliografía)

271

identificación relativamente ficticia. Sin embargo, dada la masificación del deporte y de

que la mayoría de los nuevos adeptos al futbol provenían de las clases populares y

obreras, generar esas identificaciones con los varones urbanos era casi una

consecuencia ineludible de los dueños.

Sin embargo, si al inicio de su historia, el club América contó con los referentes

identitarios de la mexicanidad, su origen clasemediero y colegial y, por lo tanto, juvenil,

aunado al de su referencia geográfica capitalina, con el pasar de los años el club fue

cayendo en una franca indiferencia y mediocridad que se vio claramente reflejada en

pobres actuaciones a lo largo de las décadas de los treintas, cuarentas y cincuentas.

Salvo el campeonato de la llamada Copa México, todavía en la época amateur del

futbol mexicano, ganada en 1938, el club no conquistó ningún título, hasta 1966,

cuando finalmente se coronó como campeón de una liga nacional.

Mientras tanto, clubes como el Atlante y el Necaxa, junto con los “españoles”

Asturias y España se fueron endilgando características identitarias que los fortalecieron

entre las crecientes masas de aficionados que se fueron formando alrededor del

espectáculo futbolístico capitalino. El Atlante se convirtió en el “equipo del pueblo” y el

mote de los “prietitos” los fue sedimentando entre el gusto capitalino. El Necaxa hizo lo

propio con su origen obrero-sindicalista, que aunado a algunas temporadas triunfales

les ampliaron las bases de seguidores y los catalogan como los “once hermanos” y el

primer “campeonísimo” capitalino.

En términos de su organización, el futbol mexicano se transformó radicalmente para

estas fechas. Las ligas regionales y estatales fungían como las instancias más

importantes de la organización futbolística nacional. Las ligas de varios estados de la

república y las Distrito Federal actuaban de forma casi autónoma y prácticamente sin

ningún tipo de contacto. Dos grandes instituciones, no obstante, dominaban el

272

panorama: la Liga Mayor (LM) y la Federación Mexicana del Centro (FMC). Bajo la

política cardenista de consolidación del aparato gubernamental, fue creada la

Confederación Deportiva Mexicana. Por presiones estatales y bajo una lógica cada vez

más empresarial y capitalista de operaciones, las diferentes federaciones, incluyendo a

la LM y a la FMC, dieron paso a la Federación Mexicana de Futbol Asociación (FMFA)

en 1937 (Calderón, 1998: 60-61).

Las discrepancias entre los clubes, las ligas, las federaciones estatales y la FMFA

continuaron a finales de los 30’s y principios de los 40’s. En 1942, un año antes de la

profesionalización del futbol, la LM y la FMFA rompieron vínculos organizativos. La LM

se erigió en 1943 en una entidad básicamente empresarial y consolidó el

profesionalismo en México. La FMFA técnicamente estaba en bancarrota y sólo

organizaba al futbol amateur de ciertas partes del país, cuyo único activo para negociar

era que la FIFA la reconocía como el organismo representativo del futbol mexicano.

La LM exacerbó y radicalizó el profesionalismo mediante la importación masiva de

jugadores sudamericanos, especialmente argentinos. A instancias del América

(paradójicamente el club que una década después erigiría como su nom de guerre el

extranjerismo más radical), secundado por el Atlante, la LM negociaría ante el entonces

presidente de la república, Manuel Ávila Camacho, la regulación y disminución de los

extranjeros que jugaban en los equipos profesionales del Distrito Federal.135

135 “Se hablaba de que los futbolistas extranjeros «quitan el pan de la boca de los mexicanos». Y, en

efecto. La libre contratación de futbolistas afectó a todos los equipos; por ende, el ingeniero César Martino, del América, y el general José Manuel Núñez, del Atlante, urgieron al presidente Ávila Camacho que tomara las medidas pertinentes. Ante lo anterior, el regente de la ciudad, Javier Rojo Gómez, expidió el 19 de enero de 1945 un decreto que destacaría en su artículo undécimo: «Las autoridades del Distrito Federal no permitirán la celebración de juegos de fútbol soccer como espectáculos públicos de paga, ni la organización de ligas, ni campeonatos de este deporte si en los equipos participantes no actúan como mínimo seis jugadores mexicanos por nacimiento durante la temporada oficial correspondiente a los años de 1945 a 1946; y un mínimo de siete jugadores por nacimiento desde el primer juego de la temporada oficial de 1946 a 1947, y en adelante»” (Satow, 2003: 66)

273

El 13 de diciembre de 1948, la LM, ya profesionalizada, y la FMFA volvieron a unirse

para finalmente establecer la Federación Mexicana de Futbol, que hasta nuestros días

sigue siendo la instancia organizativa del futbol mexicano, bajo premisas

eminentemente capitalistas y empresariales. Los clubes y su organización dejaron atrás

la visión amateur y por ende, la diferenciación radical entre practicantes y observadores

se volverá aún más patente. Así practicantes profesionales y aficionados estuvieron

mediados básicamente por una relación comercial, devenida en espectáculo masivo.

En específico, en el club, según la página oficial del club América

“desafortunadamente no todo [fue] bonanza y nuestro equipo lo vivió en carne propia

durante los años 50. Durante la temporada de 1952-1953, la franquicia estuvo al borde

del descenso” (ver Club América en Información del Internet de la bibliografía). Sin

obtener títulos y rayando en el descenso de categoría, el club se vio envuelto en “una

serie de crisis, tanto deportivas como económicas, [...] y en más de una ocasión se vio

salvado milagrosamente del descenso”. A tal grado llegó la desesperación que “se

buscó salvar la causa americanista a como diera lugar y el cómico mexicano Mario

Moreno ‘Cantinflas’ fue nombrado presidente honorífico de la institución con el afán de

que ayudara económicamente al equipo. Futbolísticamente no hay nada que destacar,

fue la etapa más gris de nuestra gloriosa historia” (ver Club América en Información del

Internet de la bibliografía).

El 22 de enero de 1950, en el periódico Esto136, antes de la visita del poderoso

equipo argentino River Plate a tierras mexicanas, el periodista de origen catalán y para

entonces refugiado en México, Aymamí i Baudina, planteaba lo siguiente:

Por otra parte ésta es una oportunidad histórica para el América. Resurgido de

sus cenizas –diríamos milagrosamente- un éxito internacional acabaría de

136 Uno de los periódicos deportivos más importantes de México, fundado en 1941 y que continúa

vendiéndose en la actualidad.

274

completar la resurrección. El América sabe que en este partido se juega no

solamente lo que se jugarán ante el River todos los equipos mexicanos que se le

opongan, sino la posibilidad de reconquistar de una vez, el centro de la

popularidad capitalina que retuvo en otros tiempos y que ahora se está

marchitando en manos del Atlante (Aymamí, 1950).

Como lo demuestra esta cita, en estos años era común que la identidad regional

fuese una de las más importantes entre los clubes profesionales, lo cual no implicaba

que entre equipos de una misma ciudad o región las diferencias de clase no se

marcasen. Los equipos “tapatíos” y los “capitalinos”, sin embargo, hegemonizaban esas

rivalidades. En gran medida, porque el sistema de competencia profesional de futbol, a

la par y en concordancia con el todavía incipiente avance en otras materias, como la

infraestructura de transportes y comunicaciones, no se desarrollaba más

equitativamente en todo el país. Las siguientes tablas muestran la distribución

geográfica de los clubes de la Primera División.

Figura 22. Temporada 1943-1944 Equipos por entidad federativa

Distrito Federal Veracruz Jalisco

Real Club España ADO Guadalajara

Asturias Veracruz Atlas

América Moctezuma

Atlante

Club Deportivo Marte

Para la siguiente temporada, la de 1944-45, la Liga se amplió a trece equipos,

todavía concentrados en la zona central del país. De los trece clubes que participaron

en el certamen “nacional”, cinco eran del D. F., tres de Jalisco (Guadalajara), tres de

Veracruz (Orizaba y el Puerto), uno de Guanajuato (León) y uno de Puebla. La

concentración geográfica seguía siendo notable, ya que sólo tres estados y el Distrito

Federal participaban con equipos en el torneo de futbol. En estos años, el futbol no

275

dominaba la atención mediática y se disputaba con el béisbol, el futbol americano, el

boxeo y el toreo las notas periodísticas.

Figura 23. Temporada 1944-1945 Equipos por entidad federativa

Distrito Federal Veracruz Jalisco Puebla Guanajuato

R.C. España ADO Guadalajara Puebla F.C. León

Asturias Veracruz Atlas

América Moctezuma Oro

Atlante

C.D. Marte

.

Fue en la siguiente temporada, la de 1945-46, cuando finalmente aparecieron

equipos del norte del país: los clubes Monterrey y Tampico. Sin embargo, su

permanencia no fue prolongada. El club Monterrey se mantuvo solamente por esa

temporada y desapareció del circuito de primera división por cinco años, hasta su

regreso en la temporada 1951-52.

Temporada 1944-1945 Equipos por entidad federativa

Distrito Federal Veracruz Jalisco Puebla Guanajuato Nuevo León Tamaulipas

R.C. España ADO Guadalajara Puebla F.C. León Monterrey Tampico

Asturias Veracruz Atlas San Sebastián

América Moctezuma Oro

Atlante

C.D. Marte

276

De cualquier manera, la centralización de la vida nacional se vio patente también en

la configuración geográfica y administrativa del futbol en esos momentos. Sólo en tres

entidades de la federación se encontraban 70 % de los equipos del circuito de la

primera división. Bajo esas condiciones incipientes de rivalidad geográfica y de

inestabilidad de los propios clubes, las identidades engarzadas a los equipos no

alcanzaban a perfilarse plenamente.

Así las cosas, mientras el club América pasó los peores años de su historia

deportiva, sin aparente rumbo institucional e identitario, organizativa y

administrativamente el futbol mexicano se fue modernizando bajo la lógica política del

momento, en una especie de modelo desarrollista y de consolidación de una base

nacional de aficionados.

El club América tenía en esos años el mote de “Los Canarios”, debido al color de sus

camisetas. Cuando se enfrentaba a los equipos de Jalisco, eran catalogados como los

“capitalinos”, apelativo que compartía con otros equipos como el Atlante. La rivalidad

entre los equipos de estas dos entidades era muy importante, pero al interior de la

ciudad de México, el América fue perdiendo considerablemente su base de aficionados,

en la medida en que el Atlante creció en el gusto de los capitalinos.

Todos los clubes de la capital compartían estadios en esos años. En estas fechas,

como se ha mencionado, el estadio de la Ciudad de los Deportes fungió como la sede

de los encuentros locales de dichos clubes, lo cual generó que los aficionados

capitalinos de cada uno de los clubes no se “apropiaran” de un espacio. No hay un

estadio para el América, el Atlante y los demás clubes capitalinos que aparecieron y

desaparecieron al pasar de las décadas.

Un elemento que debe ser considerado de manera muy clara es que los clubes de

futbol en México siguieron el patrón estadounidense de clubes-franquicia, de corte

277

básicamente empresarial y comercial. A diferencia de lo que sucedió en América del

Sur, en donde los clubes han tenido una raigambre barrial y local muy fuerte, en

México las identidades clubísticas han tenido, desde la profesionalización, un sesgo

comercial muy fuerte, y será precisamente su pertenencia a una empresa la que forjará

muchas de las referencias de identidad.

Las rivalidades se fueron estableciendo en la medida en que ciertos clubes se

afianzaron en la naciente industria del espectáculo deportivo mexicano. Abordemos,

pues la forma en que se fueron consolidando estas identidades y rivalidades

futbolísticas, fundamental para la comprensión de la manera en que los aficionados se

agruparon, organizaron e identificaron en la constelación de equipos profesionales bajo

una forma de narrativa melodramática.

278

Capítulo 8 El club América, el melodrama y la rivalidad futbolística

contemporánea después de la televisión

—Ferrabas, ya hablé con De Filipo y con Camargo. En la fecha próxima pierde Abasto, por dos a uno. Hay juego

recio, pero no vaya a recaer, acuérdese bien, en el pase de Musante a Renovales, que la gente lo sabe de

memoria. Yo quiero imaginación, imaginación. ¿Comprendido? Ya puede retirarse

. Junté fuerzas para aventurar la pregunta

: —¿Debo deducir que el score se digita?

Savastano, literalmente, me revolcó en el polvo.

—No hay score ni cuadros ni partidos. Los estadios ya

son demoliciones que se caen a pedazos. Hoy todo pasa en la televisión y en la radio. La falsa excitación de los

locutores ¿nunca lo llevó a maliciar que todo es patraña? El último partido de fútbol se jugó en esta capital el día 24

de junio del 37. Desde aquel preciso momento, el fútbol, al igual que la vasta gama de los deportes, es un género

dramático, a cargo de un solo hombre en una cabina o de actores con camiseta ante el cameraman.

—Señor ¿quién inventó la cosa? —atiné a preguntar

. —Nadie lo sabe. Tanto valdría pesquisar a quién se le

ocurrieron primero las inauguraciones de escuelas y las visitas fastuosas de testas coronadas. Son cosas que no

existen fuera de los estudios de grabación y de las redacciones. Convénzase Domecq, la publicidad masiva

es la contramarca de los tiempos modernos.

Adolfo Bioy Casáres y Jorge Luis Borges “Esse es percipi” en Crónicas de Bustos Domecq

De héroes, villanos, urbanos y modernos. Televisa y la narrativa melodramatizada

Este capítulo es un recuento interpretativo de la forma en que la televisión comercial

mexicana incursionó en el (también nuevo negocio) futbolístico nacional a mediados del

siglo XX. La incursión está cruzada por intereses comerciales y políticos, de los cuales

sólo apuntaré algunos de ellos.

279

La estrategia de los dueños del consorcio mediático Telesistema Mexicano-Televisa

para consolidar al futbol como un importante negocio televisivo se basó en la creación

de una fuerte base de aficionados espectadores americanistas, pero, por supuesto no

exclusivamente. Para ello, crear una liga con clubes cuyas identidades pudiesen

explotarse sentimentalmente fue una tarea ineludible. La compra del club por parte de

los dueños de la televisora, la construcción de un estadio y la organización de un

campeonato mundial de futbol sentaron las bases de ese plan.

El Segundo Campeonato Panamericano de Futbol en 1956 dio la pauta para el

ingreso de la televisión en el negocio futbolístico y su posterior consolidación en una

liga con claras similitudes a las radionovelas, telenovelas y melodramas

cinematográficos.

Desde los años sesenta y hasta los ochenta, los dueños del club América

consolidaron la identidad del club como aquel con más recursos económicos y por ende

más poderoso, estableciendo una clara diferencia con todos los demás clubes de la

liga. En los ochenta, finalmente, el club reinventa su identidad y de “canarios” pasan a

llamarse Las Águilas, intentando darle un carácter más fuerte y poderoso a su

identidad.

En el argot de la afición futbolística mexicana se dice de manera regular que al club

América se le odia o se le ama. Todos mis informantes americanistas hablan del club

como si este fuese el “más grande” y el “mejor”. Los aficionados rivales hablan dentro

de un espectro que va de la admiración y el respeto, pasando por la franca

animadversión hasta el desdén hacia el club del barrio de Coapa137 en la ciudad de

México. Sin embargo, se puede coincidir que el América es un referente ineludible de lo

137 Según Giglia, “la llamada ‘Villa Coapa’, [originalmente fue diseñada para ser] el asentamiento

construido para las Olimpiadas de 1968, para los periodistas y otras personas involucradas en los juegos olímpicos”. Es un espacio urbano habitado básicamente “por familias de clase media y media baja, que trabajan como empleados públicos, comerciantes, profesionales, pequeños empresarios” (2002).

280

que podríamos llamar el sistema de rivalidades del futbol mexicano. Si este sistema de

rivalidades pudiera ser interpretado gráficamente, de manera indiscutible, el América

sería un nodo primordial de la trama.

El México “moderno” posrevolucionario se consolidó en las grandes ciudades.

Guadalajara, Monterrey y en especial la Ciudad de México se pusieron “al día” con la

modernidad. A lo largo de todo el siglo XX, su infraestructura se modificó y adecuó por y

para las fuerzas del capital industrial y financiero. El régimen político mexicano surgido

de la Revolución se estructuró con rasgos fuertemente centralistas y autoritarios, pero

con la suficiente flexibilidad y capacidad de cambio como para mantenerse

sucesivamente en el poder. Los medios de comunicación y la vida diaria de los

habitantes del país se transformaron sensiblemente. El cine, la radio, los diarios, los

comics fueron adaptados por y para las nuevas formas masivas de comunicación.

En este tenor, “nuevos” sujetos y prácticas fueron forjadas dialécticamente entre las

fuerzas y proyectos de las elites dirigentes y lo que las clases subalternas medias y

populares lograron establecer en la vida cotidiana. Entre estos “nuevos” sujetos, el

aficionado-espectador, fue una sui generis forma de consumidor-ciudadano-observador,

que apareció en la vida social. Las artes y los deportes, a la par de los medios masivos

de comunicación lo “inventaron” paulatinamente, casi de manera subrepticia.

La práctica del futbol observó con cierta claridad la transición entre el aficionado-

practicante al aficionado-espectador (que pronto mutaría a nuevas formas), allá a

finales de los años veintes. Su consolidación y epítome se dio con la mutación del futbol

amateur al profesionalismo. Para los años cuarenta, sin embargo, el circuito futbolístico

mexicano, tanto como el mercado nacional y la consolidación de la sociedad civil

mexicana no alcanzaban todavía ni la escala ni las formas propiamente

contemporáneas. Un elemento hacía falta, ese eslabón que le daría finalmente la

281

coherencia distintiva de la actualidad. Evidentemente, ese elemento fue la televisión.

Una vez que la televisión se estableció como el “medio” hegemónico, no sólo en

México, sino en el mundo entero, las transformaciones sociales experimentadas antes

de ella, parecieron palidecer bajo su influjo. Los deportes, en especial el futbol, fueron

desde entonces proyectados en forma y escalas impensables.

Ensayaré una breve historia de la televisión en México. Un grupo ha monopolizado el

desarrollo de la televisión en México: el actual consorcio Televisa y las compañías que

le antecedieron. Una familia se adjudicó la dirección y los beneficios del negocio

televisivo: los Azcárraga. Será precisamente uno de los tres Emilios, al que se le

conocía como “El Tigre” (1930-1997), quien transformó, de la mano de la televisión, el

espectáculo futbolístico mexicano. Fue él quien se apropió del mediocre y alicaído

equipo azul y crema, el club América, a mediados de 1959. Con esa compra, el sistema

de rivalidades y la afirmación de las identidades futbolísticas en México finalmente se

estabilizaron y se plantearon a favor o en contraposición de dicho club.

Esta historia no puede ser contada de manera cronológicamente unilineal. Será

necesario realizar algunas regresiones más. Primero, tendré que vincular el poder de la

familia Azcárraga, en especial la de Emilio Azcarrága Milmo (de aquí en adelante sólo

Emilio Azcárraga), con el negocio futbolístico, y a su vez el negocio televisivo con un

tercer vértice: el poder presidencial, piedra angular del poder político en el México

posrrevolucionario.

Este recuento me dará la pauta para establecer las conexiones que el negocio

televisivo generó con el negocio futbolístico y en especial con el negocio de las

rivalidades futbolísticas mexicanas. Para crear (o más bien, intensificar) esas

rivalidades, afirmo que Emilio Azcárraga recurrió de manera más o menos coherente a

la narrativa de un tipo de espectáculo ya probado en México antes de los 60’s: la

282

telenovela (heredera inmediata de la radionovela). Esto no quiere decir que las

narrativas propias de otros espectáculos como las de la lucha libre, el boxeo, el toreo, el

cine o las historietas no hayan influenciado directamente en esta construcción de las

rivalidades futbolísticas.

El asunto, es muy sencillo en realidad. Para finales de los años 50’s, en México, el

futbol no contaba con un gran “villano”. Emilio Azcárraga lo inventó: el club América.

Antes de acercarme al problema propiamente histórico de la creación del villano tengo

forzosamente que referirme a Emilio Azcárraga como “villano” per se. Emilio Azcárraga

Milmo fue el hijo del capitalista mediático del mismo nombre, Emilio Azcárraga

Vidaurreta. Éste fue fundador de las estaciones radiofónicas XEW-NBC (1931) y XEQ-

CBS (1938) (Fernández y Paxman 2005: 95-96), que le sirvieron como base para

construir la gigantesca y poderosa empresa de telecomunicaciones Televicentro-

Telesistema Mexicano (a la postre Televisa en los años setenta). El modelo radiofónico,

y en consecuencia el televisivo, fue eminentemente el estadounidense, el cual se

basaba sobre una lógica mercantil y comercial exacerbada.

En 1950, Emilio Azcárraga tenía veinte años y las presiones de su padre en cuanto a

la continuación del negocio mediático eran muy fuertes. Azcárraga Vidaurreta tenía una

gran cantidad de socios y compadrazgos políticos que lo mantenían en la cúspide del

poder. La concesión para operar un canal de televisión se vio concretizada en 1951,

cuando finalmente la XEW-TV, Canal 2 comenzó a transmitir, a pesar de las

controversias con el entonces presidente Miguel Alemán Velasco (Fernández y Paxman

2000: 51-56). El joven Emilio se fue incorporando paulatinamente al negocio paterno y

la “XEW-TV también fue pionera al televisar deportes, especialmente béisbol (elegido

para la transmisión inaugural), la lucha libre y las corridas de toros, una tendencia que

283

se debió en gran parte a la insistencia de Emilio Jr. [Azcárraga Milmo] de que los

deportes atraerían al público masculino” (Fernández y Paxman 2000: 55).

Desde esas fechas, el hijo fue afianzando su liderazgo dentro de Telesistema

Mexicano, compañía que surgió en 1955 de la fusión ilegal de las empresas de Rómulo

O’Farrill (XH-Canal 4, prestanombre del ex-presidente Miguel Alemán), Guillermo

González Camarena (XHGC-Canal 5) y la propia de los Azcárraga, XEW-TV, Canal 2.

La elite138 del poder mediático mexicano, en especial el consorcio Televisa, ha

estado vinculada vitalmente a las camarillas del poder presidencial (desde la

presidencia de Miguel Alemán) y de la Federación Mexicana de Fútbol. Dice Granados

Chapa, citado por Díaz, que Televisa “nació desde el poder. El presidente Miguel

Alemán otorgó las primeras concesiones de televisión hacia 1950 y se concedió una a

sí mismo, el canal 4, a través de un prestanombres, Rómulo O'Farril. Entonces así

como el PRI nació del PNR, desde el poder, la televisión comercial nació desde el

poder” (2006).

La (real o supuesta) confrontación con su padre lo llevó a iniciar una serie de

negocios por su propia cuenta. Incluso se dedicó en algunos momentos de esta etapa a

la venta de enciclopedias visitando casas. Fernández y Paxman plantean que su gusto

por los deportes, especialmente el futbol y los toros, aunado al desagrado que su padre

tenía por ellos, fue la combinación perfecta para que Emilio Azcárraga finalmente

lanzara una iniciativa capitalista propia, su “Gran Idea”: la compra del club América y la

construcción del Estadio Azteca (2000: 99).

138 Las élites del poder económico y político nacionales son esos minúsculos grupos de gran influencia en

el conjunto de la sociedad. Una elite puede considerarse como aquellas personas cuyos miembros pertenecen a “un estrado social cimero, como una serie de grupos cuyos individuos se conocen entre sí, se relacionan entre sí en la vida social y en la vida de los negocios, y así, al tomar decisiones, se tienen en cuenta unos a otros” (Mills, 2005: 18).

284

A continuación buscaré que mi interpretación no sea entendida como una

especulación, ya que no cuento con la documentación que compruebe empíricamente

que Emilio Azcárraga haya razonado de esta manera. Sin embargo, dadas las

características del proceso en el que el club América fue adquirido y “reinventado”, mis

hipótesis se sustentan ampliamente.

Para finales de los 1950’s, el club se encontraba en una crisis económica y deportiva

muy profunda. Desde mediados de esa década, el club había sido propiedad del

capitalista de las bebidas Isaac Besudo, dueño de la popular bebida “Jarritos”, quien a

la postre vendería el equipo a Emilio Azcárraga en 1959.

En el documental sobre la historia del club, Las Águilas del América, el narrador dice:

“1959 es un año crucial para el América. El joven empresario Emilio Azcárraga Milmo

decide adquirir al equipo” (ver en videografía Prieto 2000). Los periódicos de la época

retomaron el caso con cierto interés. La mayoría de ellos reportó la compra-venta del

club con escepticismo respecto a la incursión de la televisión en el medio futbolístico, al

que tan renuente se había mostrado Azcárraga Vidaurreta. El 22 de julio de 1959, un

diario deportivo de gran circulación publicó la siguiente nota:

Hoy a las seis y media será firmado el contrato por el que pasa el América,

decano de nuestros equipos, a manos distintas de las que hasta ahora lo venían

moviendo. Sabemos que el señor Isaac Besudo dejará la presidencia y será

sustituido por un señor Pastrana, con quien no recordamos haber tropezado en el

ambiente futbolero. Se dice que representa intereses de la televisión, que se

meterá así por su conducto en la organización del deporte más popular.

Circularon rumores en las últimas semanas; hoy el traspaso es un hecho” (Esto

1959: 2).

Un columnista deportivo escribió: “Salió un dueño y entró otro dueño. Eso visto

fríamente no tiene la menor importancia. Ocurre con frecuencia en el futbol mexicano, y

a eso se le llama cambiar de directiva”. Dicho columnista presumía haber adelantado

dos meses antes la nota acerca de la compra del club por parte Emilio Azcárraga y que

285

con esa compra la posibilidad de la construcción de un gran estadio de futbol para los

equipos capitalinos se volvería una realidad. Exultante, terminaba su nota con un: “¡Viva

el radio y la televisión!” (Zavala Millet,1959: 5).

El documental arriba mencionado presenta el testimonio de Francisco Hernández, ex

vicepresidente del club, quien narra en él: “Cuando Emilio Azcárraga compra al club

(sic), y alguien le manifiesta que por qué no se hace un club popular dentro de la gente

y se venden acciones. «No», dice [Azcárraga]. «Yo quiero mi club»”. Otro testimonio es

el de Walter Ormeño, ex-jugador del club que cuenta: “Recuerdo mucho que cuando él

adquirió el equipo, nos dijo: «Señores, yo de futbol no sé nada, pero de negocios

conozco mucho y yo les garantizo que esto va a ser un negocio»” (Prieto, 2000, en

Filmografía).

Francisco “Panchito” Hernández relata: “Para convertir al América en un verdadero

negocio, Emilio Azcárraga contrata al directivo más exitoso de la primera división:

Guillermo Cañedo”. “Y Cañedo y el señor Azcárraga dicen: «¿Cuál va a ser la política

nuestra si ya tenemos un club cien por ciento mexicano y no podemos competir con él.

Es muy popular. Y es el Guadalajara. Es el muchacho bonito de la película. Vamos a

buscarle ahora al villano. Y el villano tiene que tener extranjeros, pero extranjeros de

gran calidad»” (Prieto, 2000, en Filmografía).

La narración del documental continúa: “Al arrancar la década de los sesentas, la

directiva azulcrema viaja a Brasil en búsqueda de jóvenes talentos y contrata a José

Alves Zague, Moacyr, Ney Blanco y Urbatao. Los flamantes millonetas logran el sub-

campeonato de liga en las temporadas 61-62 y 63-64. Sin embargo, el campeonísimo

Guadalajara sigue siendo el protagonista indiscutible del futbol mexicano. Al América le

hace falta un título y para conseguirlo busca consolidar el funcionamiento de su

escuadra con dos nuevas contrataciones, los brasileños Vava y Arlindo” (Prieto 2000,

286

en Filmografía). En 1966, el club logró finalmente su ansiado campeonato, dejando en

el camino al archirival Guadalajara en tercer lugar, por un pequeño margen de dos

puntos (el segundo lugar lo ocupó el Atlas de Guadalajara). El villano (millonario y

extranjerizante) se había forjado finalmente.

Es importante señalar que para los años sesenta, la radio, el cine, la literatura y otros

medios y productos culturales ya habían afianzado ideas acerca de la mexicanidad,

relacionada con variopintos proyectos nacionales y “nuevas” prácticas sociales

derivadas de la industrialización, la urbanización y la migración. Como he mencionado,

el club Guadalajara, en cierta medida sin un plan para ello, había logrado explotar con

bastante eficacia su carácter “nacional” y popular. En una escala menor, el Atlante y el

Necaxa también se habían afianzado como equipos con raigambre popular, que para el

imaginario colectivo del México de los 1960, estaba también fuertemente anclado a una

moralidad urbana pobre y popular.

La trilogía “Nosotros los pobres”, “Ustedes los ricos” y “Pepe El Toro”,

protagonizadas por Pedro Infante, son un ejemplo idealizado de ese vínculo estrecho

entre la pobreza urbana y una moralidad de honradez. En la “Advertencia” que el

director Ismael Rodríguez monta al principio de la primera cinta escribe: “En esta

historia ustedes encontrarán frases crudas, expresiones descarnadas, situaciones

audaces... Pero me acojo al amplio criterio de ustedes, pues mi intención ha sido

presentar una fiel estampa de estos personajes de nuestros barrios pobres –existentes

en toda gran urbe- en donde al lado de los siete pecados capitales florecen todas las

virtudes y noblezas y el más grande de los heroísmos: ¡el de la pobreza!” (ver en

filmografía Rodríguez 1947). En la “advertencia” de su segundo film, el director

sentenció: “Vaya mi esfuerzo a aquellos cuyo único pecado es el haber nacido

287

POBRES y a aquellos otros que hacen un pecado del haber nacido RICOS” (ver

Rodríguez,1948, en Filmografía. Las mayúsculas aparecen en el original).

El éxito de la trilogía no es muestra indiscutible de que los mexicanos de los años

sesenta aceptaban el discurso del “pobrismo” de manera absoluta, sin crítica o

reflexión, pero sí demuestra que de alguna manera en el imaginario social, pobreza,

honradez y heroísmo versus riqueza, poder, corrupción y villanía podían ser

combinados para explotarlos comercialmente. Las radionovelas mexicanas ya se

habían acercado con mucha intensidad al melodrama y a la confrontación sentimental

entre ricos-pobres, honrados-corruptos, héroes-villanos para explotar sentimental y

comercialmente dichas dicotomías. De hecho, Nosotros los pobres ya había sido

experimentada por Pedro de Urdimalas (Jesús Camacho, el escritor del guión) como

melodrama radiofónico, y con un notable éxito, antes de ser adaptada para la pantalla

grande.

Azcárraga Vidaurreta a través de sus socios comerciales tenía una larga trayectoria

haciendo melodramas seriados en la radio.139 Fueron estos melodramas seriados y

transmitidos por la radio los que antecedieron temporalmente a las telenovelas y

establecieron muchas de las pautas “pedagógicas” del comportamiento ad-hoc del

139 “Un último reconocimiento tiene que ver con que la telenovela en México y en América Latina, a

diferencia de lo que ha sucedido en países de habla inglesa con las soap operas e inclusive en Brasil con sus propias telenovelas, prosigue de una veta de narrativa dramática propia de la radionovela. Radionovela que tuvo su esplendor en la primera mitad del siglo, primero en Cuba y luego en el resto del continente. La actuación remarcada de los personajes junto a un mayor protagonismo de la palabra hablada, no de los gestos o de lo visual, ha permitido calificar a muchas telenovelas, sobre todo de las primeras décadas, como “radionovelas escuchadas en pantalla”. Esto también se explica porque tanto en México como en Colombia o Venezuela, por citar sólo tres de los países latinoamericanos productores de este género televisivo, su producción arranca con empresarios de la radio, como Emilio Azcárraga Vidaurreta, abuelo del actual presidente de Televisa en México, que extienden su dominio mediático de la radio a la televisión, para lo cual trasladan técnicas, lógicas de producción, géneros y estrategias propias de esa industria. Por supuesto que también emigran de un medio a otro la mayoría de los actores. Esto significa que tanto en términos de estilo de actuación como de producción industrial, la telenovela mexicana proviene de una tradición oral, más que visual o de otras fuentes, y como en la radio, buena parte de lo que acontece siempre es bajo techo, casi siempre ¡en el mismo lugar del escenario!” (Orozco, 2006: 21).

288

espectador urbano contemporáneo, fiel y estrechamente engarzado a una lógica

sentimental melodramática.

La incursión de la televisión en el futbol mexicano

En 1956, la Ciudad de México fue sede del Segundo Campeonato Panamericano de

Futbol en el que además del equipo representativo de México, acudieron los de Costa

Rica, Brasil, Argentina, Perú y Chile. Los periódicos de la época muestran que previo al

campeonato, las expectativas eran halagüeñas para los organizadores, especialmente

la gente de la Federación Mexicana de Futbol. El estadio de la Ciudad Universitaria fue

la sede de dicho evento. Ese torneo fue crucial para el ingreso de los Azcárraga al

mundo futbolístico. Daré una versión de lo sucedido.

El domingo 26 de febrero de ese año la selección de México enfrentó a Costa Rica.

Los aficionados que asistieron al estadio rebasaron con creces el número de

localidades disponibles. En un primer momento, los medios relataron la inauguración de

dicha competencia como una “emotiva y sencilla” ceremonia en la que el estadio de C.

U. había lucido “pletórico de aficionados eufóricos de alegría” (Esto 1956: 1). Dos días

después, Argentina enfrentó a Perú que con el empate a cero goles y la afición

mexicana apoyando a los peruanos, los argentinos comenzaron una tremenda gresca

dentro de la cancha. Sin embrago, lo más importante ocurrió fuera del terreno de juego:

masas desbordadas de aficionados con y sin boleto seguían acudiendo al estadio y

saltando las bardas del mismo. Cerca de cien mil boletos se pusieron a la venta. El

estadio sólo tenía cupo para setenta mil. La prensa y los aficionados cuestionaron

severamente a los organizadores.140 Como nunca antes en la historia del país,

140 El periódico Esto reportó:

“Nadie ignora lo sucedido el domingo [26 de febrero en el encuentro de México contra Costa Rica]. Miles de personas que habían madrugado para llegar temprano a la no próxima Ciudad Universitaria, con

289

multitudes se agolparon a las afueras de las oficinas de la Federación Mexicana de

Futbol, que en esos años era presidida por Salvador Guarneros en busca de un boleto

para ir al estadio. Para el gobierno capitalino, el torneo se estaba convirtiendo en un

asunto de importancia, por lo que “el Departamento del Distrito Federal a través de la

Oficina de Espectáculos Públicos pidió a Telesistema Mexicano (hoy Televisa) que

transmitiera los encuentros. Los directivos televisivos se encontraban renuentes pero

aceptaron al ver que era incontrolable el número de aficionados” (Calderón, 2010)141.

De esta forma se inauguraban las transmisiones televisivas del futbol en México.

De manera dialéctica, medios y productos mediáticos, junto a los espectadores que

se van educando e inventando por aquellos, crean y promueven códigos sentimentales

forjado sobre una base de moralidades simples y dicotómicas, entre las cuales las del

“héroe” y el “villano” son paradigmáticas. Con un amplio conocimiento en este terreno,

gracias a las incursiones de su familia en todos los ámbitos de la producción cultural

masiva, Emilio Azcárraga penetró en el futbol profesional mexicano y lo transformó a tal

grado que el club América se convirtió (con base en el poder de la televisión) en el

centro gravitacional de las animadversiones y rivalidades, es decir, en el gran “villano”

del melodrama futbolístico nacional.

tiempo suficiente para ocupar un sitio desde el que pudieran seguir cómodamente el espectáculo que aguardaban con paciencia, se encontraron con las puertas del estadio, permanecían cerradas, contra toda lógica y contra lo que les habían anunciado. Se había dispuesto que las autoridades que las puertas no se abriesen hasta que llegaran las fuerzas del orden [...] La multitud, cada vez más densa, se exasperó. Y se lanzó al asalto de la ‘fortaleza’. Por los muros exteriores treparon racimos humanos, cayéndose, levantándose, rompiéndose las ropas, los zapatos, desgarrándose las carnes. Así entraron miles de personas tranquilamente... y otros miles que no hubiesen entrado, porque carecían de boleto. Así se produjo la tremenda congestión en las localidades populares, con riesgo hasta de vidas humanas (sic). Así quedaron atropellados los seres más débiles, los que merecen mayores respetos: niños y mujeres. Así una fiesta del deporte, empezó siendo, y no por culpa del público, tumulto bárbaro, incivilizado” (1956b: 8). 141

Según este cronista: “Por primera vez en México el futbol se vería y escucharía a través de un aparato de televisión. El éxito fue inmediato. Se alcanzaron los raitings más altos hasta entonces y en cada encuentro los mismos aumentaban. Emilio Azcárraga Milmo, el magnate televisivo sin salir de su sorpresa y dilucidando el potencial que tenía en sus manos, comenzó a planear una estrategia para aglutinar a esa masa creciente de adictos al futbol. El primer paso fue adquirir en 1959 al equipo con mayor presencia en la Ciudad de México y uno de los máximos exponentes con miles de seguidores en el país: el América” (Calderón, 2010).

290

Con su antípoda, las Chivas del Guadalajara, y otros equipos de suma importancia,

como el Cruz Azul, Atlante, Necaxa, Monterrey, Pumas, Toluca y Tigres, el América

daría forma al sistema de rivalidades futbolísticas en México. Cada uno de estos

equipos adoptará un sino identitario que lo distinguirá de los demás, pero de forma

sobresaliente todos estos clubes buscarán derrotar al arrogante y pretensioso villano

del sistema. Los aficionados y seguidores de cada uno de ellos también se inclinarán

por actitudes y prácticas morales significativamente diferenciadas entre sí, de tal suerte

que ser aficionado de un club no es reducible simplemente a un mero consumo de un

bien, sino a una práctica que identifica, de alguna forma, a cada grupo de seguidores.

Según Magazine:

Los aficionados del América enfatizan el hecho de que ‘tiene los mejores

jugadores’. Los aficionados de las Chivas apuntan que el equipo sigue el credo

de ‘puros mexicanos’, refiriéndose a que el equipo alinea solamente jugadores

mexicanos. Los aficionados al Cruz Azul con frecuencia hacen algún tipo de

referencia a una asociación con la clase trabajadora. Y, finalmente, los

aficionados de los Pumas mencionan la filosofía del equipo de ‘puros jóvenes’ [...]

En otras palabras, hay un acuerdo general sobre lo que cada equipo representa

entre los residentes de la ciudad de México [ya que este acuerdo] evoca

asociaciones más extensas con un conjunto de valores, e incluso con una ‘visión

ideal de la sociedad mexicana’, como yo le llamo, que va mucho más allá de la

afición futbolística, aun cuando, tal vez, se vean claramente representadas en el

apoyo a uno de los equipos nacionales (2008: 22).

De esta forma, la liga de futbol profesional, configurada básica y esencialmente por

los dueños de los equipos y en especial por los intereses de los medios de

comunicación (a partir de los sesenta por la televisión fundamentalmente) establecieron

y/o explotaron las características propias de cada club, insertando esas identidades en

una trama narrativa que yo identifico ampliamente con la probada narrativa

melodramática. Los aficionados-espectadores, en consecuencia han adaptado estos

signos identitarios de sus clubes a prácticas morales y culturales que a su vez pueden

ser entendidas como una “visión ideal” de la sociedad mexicana.

291

El afianzamiento contemporáneo de la liga y la (segunda) fundación americanista en los años ochenta

Una vez que la televisión estableció sus reales en el medio futbolístico, la proyección

de este deporte tomó la dimensión, la escala y las características que aún hoy casi se

mantienen intactas. La instancia organizativa (Femexfut), a partir de estos años, se

convirtió en un brazo institucional del poder televisivo. Emilio Azcárraga, una vez con el

control del club América, pronto movió sus piezas para instalarse como el hombre

central en las redes de los intereses futbolísticos. La lección y aprendizaje adquiridos

por Emilio Azcárraga, después del Segundo Campeonato Panamericano en 1956 y la

transmisión televisiva de este deporte fue fundamental, pero aún incipiente.

El consorcio mediático quiso incrementar su influencia. Una vez dueño del club

América y su proyecto de fortalecimiento en la liga, Emilio Azcárraga se lanzó con un

plan más ambicioso: la organización del IX Campeonato Mundial de Futbol en 1970.

Para lograrlo, el dueño de la televisora necesitaba ensamblar una serie de elementos

políticos y económicos de gran envergadura. La construcción de un gigantesco y

faraónico estadio que albergara los juegos del club América y de (a la postre) Copa

Mundial en México, no obstante, se convirtió en la pieza medular del plan, pero no en la

única.

Rastrear y documentar los movimientos de Emilio Azcárraga y de Guillermo Cañedo

para realizar ambos proyectos no es la materia de este estudio. Sin embargo, es

menester comentar brevemente algunas de ellas. De manera casi inmediata a la

finalización del Segundo Campeonato Panamericano, Emilio Azcárraga imaginó la

posibilidad de un gran estadio hecho de concreto en la ciudad de México. Después de

comprar al club América y contratar a Guillermo Cañedo, aquél se apresuró para utilizar

la gran influencia de su padre en la consecución de sus fines. Según Calderón (2001:

20), Emilio Azcárraga Milmo y Guillermo Cañedo le presentaron al entonces presidente

292

Adolfo López Mateos su plan para construir el gran estadio. Qué se dijo en esa reunión

y a qué acuerdos llegaron, es imposible saberlo. Lo que sí se sabe es que el propio

Adolfo López Mateos convenció a Pedro Ramírez Vázquez, el ya para entonces famoso

y prolífico arquitecto, que se hiciese cargo del proyecto. El mismo arquitecto narra:

Tenía una fila interminable de construcciones por terminar, como el Museo de

Antropología, el Museo de Arte Moderno y la Secretaría de Relaciones

Exteriores. Sin embargo, el [entonces] presidente de México, Adolfo López

Mateos, al saber que ese estadio representaría el desarrollo del futbol en nuestro

país me dijo: “Concurse arquitecto, porque si no, van a decir que sólo tiene

trabajo porque es mi amigo. Vaya y gánele a todos”, ante semejantes ánimos,

supongo que nadie podría negarse (Ramírez, 2011)

Concursaron los despachos arquitectónicos de Félix Candela y Enrique de la Mora a

la par de Ramírez Vázquez. No importa aquí el proceso de selección del proyecto

ganador, sino la abierta intervención presidencial para la realización del mismo y de la

utilización parcial de ese poder a favor de la corporación televisiva. Este consorcio, a su

vez, ya había consolidado la empresa “Fútbol del Distrito Federal, S.A. de C.V.”, la cual

se encargaría de comprar el terreno y todos los materiales para la construcción del

mismo.

En esta empresa participaban todos los clubes del Distrito Federal de aquella época:

América, Necaxa y Atlante, y su objetivo fundamental era la construcción y posterior

administración del inmueble. La forma en que Azcárraga Milmo se hizo del terreno en el

que se construyó el estadio está oculta y es muy complicado determinar si los favores

presidenciales influyeron en ello. El estadio Azteca fue planeado y construido en

terrenos (y este es el problema) que no se sabe si pertenecían o no al Ejido de Santa

Úrsula Coapa. Por mis consultas en el Registro Agrario Nacional, los ejidatarios tenían

en disputa (o por lo menos una parte de) esos terrenos y esperaban desde muchos

años los títulos de propiedad, que a la larga no se les otorgaron.

293

A pesar de esta situación y gracias al apoyo gubernamental, incluyendo por supuesto

el del entonces Regente del Distrito Federal, Ernesto P. Urruchurtu142, Azcárraga y

Cañedo fueron atando cabos en su ambicioso plan. Por el lado institucional y como

presidente del club América, Guillermo Cañedo muy pronto se hizo de la presidencia de

la Federación Mexicana de Futbol en 1960. Una vez ahí, el siguiente paso fue lanzar la

candidatura para el mundial de 1970. Para tales efectos, Emilio Azcárraga y Guillermo

Cañedo necesitaban de votos en el Congreso de la FIFA que decidiría la sede de ese

mundial, el cual se habría de llevar a cabo en octubre de 1964, en la ciudad de Tokio,

previamente a la inauguración de los Juegos Olímpicos de ese año. Como parte del

plan, Emilio Azcárraga y Guillermo Cañedo consolidaron la idea de que crear una

confederación regional. Esa confederación reuniría a las federaciones (y más

importante para sus fines: los votos) de América del Norte, Centroamérica y el Caribe.

Así, con el apoyo centroamericano, estadounidense y caribeño, la Federación Mexicana

de Futbol, a través de la flamante Confederación de Norteamérica, Centroamérica y el

Caribe de Asociaciones de Fútbol (CONCACAF) logró fusionar en un solo bloque a la

Confederación de Centroamérica y el Caribe y a la Confederación Norteamericana de

Fútbol, con lo cual recibiría una importante cantidad de votos como sede del mundial,

que según los mandamases del futbol mexicano acarrearía prestigio y recursos al futbol

regional.

Según Sudgen y Tomlinson (1998: 106) la carrera para obtener la sede del Mundial

1970 fue una ascendente disputa de dinero entre México y Argentina. Es de suponer

142 Garibay (1980) narra ciertas circunstancias que Fausto Zapata (el influyente subsecretario de la

Presidencia de la República durante la presidencia de Luis Echeverría) que el propio Emilio Azcárraga alguna vez le comentó en torno a la inauguración del estadio Azteca y su relación personal con el ex-regente. Dice Garibay: “Y que el protagonista narrador había sido Emilio Azcárraga, el hijo, el de Televisa, y faltaba como un año para acabar su estadio, el Estadio Azteca, e iba y venía supervisando las obras y entrevistándose con Ernesto P. Uruchurtu, Jefe del Departamento del Distrito Federal. Ya mero, licenciado, ya mero, meses más, meses menos, y por supuesto, usted tendrá que inaugurarlo. No, no. ¡Sí, sí, señor licenciado, piense usted, ciento cincuenta mil almas el día de la inauguración, y toda la ciudad y todo el país pendiente desde millones de televisores!

294

que la mayor fortuna, las promesas en infraestructura (básicamente el nuevo estadio

Azteca, cuyo proyecto y maqueta fueron presentados a diestra y siniestra entre los

mandamases del futbol mundial), además de la pretendida estabilidad política mexicana

y los votos en bloque de la CONCACAF, jugaron finalmente a favor de este país.

Azcárraga y Cañedo habían logrado entrelazar los intereses públicos con los privados,

de tal suerte que el Mundial de Futbol 1970 se realizaría en México. Sólo quedaba

finalizar la construcción del estadio, el cual se había planeado fuese autofinanciado con

la venta de los palcos. No profundizaré en esta temática, ya que de varias maneras

Emilio Azcárraga logró obtener el dinero necesario para la finalización del Estadio

Azteca en 1966.

El México de principio de los años sesenta se encontraba en una etapa de franco

crecimiento económico y estabilidad política, afianzados en un proyecto de nación

altamente centralizado, clientelar, corporativo y represivo. Sin embargo, la

infraestructura urbana y el proyecto “modernizador” parecían ir viento en popa. El futbol

profesional, por su lado, había entrado a su etapa de madurez. En 1960 ascendió el

actual Club Monterrey; los Pumas de la UNAM ascendieron a la Primera División en

1962; el Cruz Azul en 1964; el Toluca ya había hecho lo propio en 1953. Los Tigres de

la UNAL tuvieron que esperar hasta 1974. Con esto, la liga se había consolidado

prácticamente con un grupo básico de equipos que conforman el entramado de

rivalidades en el futbol mexicano contemporáneo.

En la década de los 1960, el club América contrató futbolistas extranjeros de gran

prestigio. Obtuvo los servicios de José Alves Zague, que procedía del club Corinthians

de São Paulo; a Vavá, bicampeón mundial, proveniente del Palmeiras de São Paulo;

Arlindo dos Santos que previamente jugaba en el club Botafogo (y anotó el primer gol

295

en la historia del Estadio Azteca) y Moacyr Santos, jugador brasileño de menor

renombre.

Para los intereses del club y sus dirigentes era de necesidad absoluta conseguir un

título de liga, el cual nunca habían conseguido en la etapa profesional y tampoco

jugando un torneo que no fuese propiamente del Distrito Federal, ya que sus viejos

campeonatos en la década de los años 1920 sólo participaban equipos capitalinos.

Finalmente, en la última campaña que jugaron antes de que fuese inaugurado el

Estadio Azteca, en la Ciudad Universitaria, el club consiguió el tan ansiado trofeo de la

liga profesional en la temporada 1965-1966.

Pasaron los Juegos Olímpicos y el Mundial de Futbol en 1968 y 1970,

respectivamente. La infraestructura deportiva mexicana ya se encontraba francamente

muy desarrollada, al igual que la televisión como medio de transmisión deportiva. El

Mundial de 1970 fue difundido a colores por primera vez y las transmisiones satelitales

se perfeccionaron. Telesistema Mexicano, la cadena de los Azcárraga se lanzó de lleno

a la conquista monopólica de las concesiones televisivas en México y en 1972 doblegó

a la cadena competidora, Televisión Independiente de México, fusionándose en lo que

hoy conocemos como Televisa.

Por otro lado, en la temporada 1969-1970, el club contrató al icónico jugador de los

Pumas de la UNAM, Enrique Borja, lo cual generó una severa crítica por la forma

prepotente en que se realizó el traspaso, una muestra más del estilo villanesco y

altanero adoptado por el club, que antes que nada pretendía generar ese tipo de

polémica. El mismo Enrique Borja señaló que él no “era un costal de papas para que lo

vendieran así” (ver usuario Noraeleisa, 2011 en la Información del Internet de la

bibliografía). Relata que mientras se mantenía negociando con el club Universidad,

Guillermo Cañedo lo visitó y sin mediar palabra alguna le entregó su contrato con el

296

América. También señala que el problema llegó a tal grado que él visitó al entonces

presidente Gustavo Díaz Ordaz, buscando que le solucionara el problema de su

traspaso, a lo cual el ex-presidente se negó.

Pocos meses después, llegó al América otra figura sobresaliente del equipo: Carlos

Reinoso. Jugador chileno proveniente del club Audax. Junto con Enrique Borja, y bajo la

dirección de José Antonio Roca, Carlos Reinoso se convirtió en un símbolo de la

pregonada supremacía americanista. Rápidamente, en la temporada 1970-1971, el club

logró su segundo título en la liga profesional, ya jugando en el gigantesco Estadio

Azteca.

Para entonces, el club fue uno de los pocos capaces de generar una base de

aficionados y simpatías no sólo a través de la transmisión televisiva de los encuentros,

sino por medio de un amplio y vasto arsenal de vehículos mediáticos. Algunos intentos

por colocar al América entre las preferencias de los aficionados, especialmente los

niños, fueron las tiras cómicas Pirulete y Borjita. Ambas historietas narraban las

peripecias de personajes creados por estos jugadores: Carlos Reinoso con Pirulete y

Enrique Borja con Borjita.

He revisado algunos de los números de Borjita, disponibles en la Hemeroteca

Nacional. La tira cómica no hacía referencia estricta al América, sino a un ficticio club

amateur llamado “Aguiluchos”, cuyo uniforme llevaba los mismos colores que el

América: amarillo y azul, sólo que en la tira cómica el pantaloncillo era amarillo y la

camiseta azul. Básicamente las Aventuras de Borjita plantean en su tramas diferencias

de clase (entre pobres y ricos), entre el campo y la ciudad y entre el bien y el mal,

utilizando estereotipos muy básico, pero al mismo tiempo elocuentes por su sencillez.

Antes, una digresión sobre las historietas, las cuales han sido uno de los productos

297

periodístico-mediáticos más criticados (tanto por la derecha como por la izquierda). Dice

Rubenstein:

Siguiendo a Lewis, otros etnógrafos, ensayistas, psicólogos, periodistas y autores

de libros de viajes emplearon el tema de los cómics como una fuerza corruptora

de la modernización, o por lo menos como un tropo definitorio de la pobreza

urbana. En 1984 un reportero del New York Times repitió lo que la sociología

liberal daba por sentado y presentó una sombría imagen de las lectoras de

historietas como inocentes jovencitas campesinas recién llegadas a la gran

ciudad, que trabajaban de sirvientas y eran corrompidas por los medios de

comunicación de masas que “las exponían [...] a criterios de moralidad

diferentes”, volviéndolas vulnerables al embarazo prematrimonial y al posterior

abandono por parte de parientes, patrones y amantes.

Los estudiosos más serios y comprensivos, como Larissa Lomnitz, llegaron a

conclusiones menos radicales; sin embargo, en 1977 esta antropóloga afirmó que

“las historietas, las fotonovelas [y] los periódicos deportivos” que había visto en

todas partes en la “ciudad perdida” que estudió eran “transmisores de los valores,

las normas y las aspiraciones de la cultura urbana nacional” (Rubenstein, 2004:

87-88).

Borjita, bajo esta perspectiva, era (no sólo) un producto de entretenimiento, ya que

también era uno más de los elementos de la pedagogía general de la creación del

espectador futbolístico y en particular de la base de simpatizantes americanistas de los

años 1970. Como ejemplo, en las páginas del número 56 de la serie (ver Borja, 1974,

en Otros documentos de la bibliografía), los jugadores “Aguiluchos” y su entrenador

“Toño Picapiedra” (en clara referencia a José Antonio Roca) son invitados a jugar en

“San Diego El Alto”, un ficticio pueblo a las afueras de la ciudad de México. La salida de

la ciudad la realizan en un autobús de baja calidad y el periplo es muy complicado ya

que en el vehículo van apretujados y junto a animales y campesinos que los

“Aguiluchos” ven con desprecio y malestar. Al llegar al pueblo son bien recibidos, pero

los locales son presentados por el autor de la historieta como “hurachudos” o descalzos

y su lenguaje es presentado como vulgar y deforme: a los “Aguiluchos” les dicen

“juereños” en vez de fuereños. También los locales catalogan de “catrines” y “güeros

298

desabridos” a los capitalinos. El partido comienza y los aficionados locales, después de

un gol de Borjita, arrojan piedras y son representados como salvajes y mal educados. Al

medio tiempo, los “rancheros” toman pulque y se embriagan, lo cual redunda en un

comportamiento aún más violento. A pesar de que los “Aguiluchos” quieren perder el

encuentro, la mala calidad técnica de los “rancheros” resulta en un autogol, con lo cual

pierden el partido 2-0. Los “Aguiluchos” tienen que salir corriendo en medio de la turba.

Borjita, al finalizar la trama de este número le dice en son de reclamo a Toño

Picapiedra: “Por favor, Don Toño, no vuelva a aceptar invitaciones para jugar en ningún

pueblito” (ver Borja, 1974: 32, en Otros documentos de la bibliografía).

Los supuestos valores del buen comportamiento y maneras de los “Aguiluchos”,

urbanos y modernos por excelencia, son contrastados con el mundo

campesino/indígena representado como salvaje y atrasado. El futbol es utilizado

retóricamente como una muestra que confronta la civilidad contra un primitivismo rural

(aquí identificado con los “rancheros”). En este caso los “Aguiluchos” (el América),

capitalinos emperifollados y modernos, sirven de recurso retórico que avala la

modernidad urbana y cosmopolita del Distrito Federal, contrastado con el provincialismo

y atraso de sus rivales que son representados como jugadores muy malos y sus

seguidores como salvajes. Esta visión encaja perfectamente con la del consorcio

Televisa y la forma en que quiere que los seguidores del club se vayan incorporando al

espectáculo. Es precisamente en estos años cuando van estableciéndose y

afianzándose las llamadas porras familiares, bajo el modelo de una tradición patriarcal y

jerarquizada. Pero Borjita y Pirulete no son los únicos productos que van promoviendo

esta relación dialéctica entre Televisa/Club América y sus aficionados.

La revista Fibra América es tal vez más elocuente y de mayor peso en este proceso

de construcción dialéctica de la afición americanista a lo largo de los años 1970.

299

Durante su historia, dicha revista entró y salió del mercado en varias ocasiones. El

número 1 de la primera época apareció el 1º de diciembre de 1972, bajo el sello

editorial Dimensión y en ella, el entonces presidente del club, Guillermo Cañedo,

escribió acerca del nombre de la revista (que también forma parte del título de este

trabajo) y de la importancia de tener un medio de comunicación como este:

Desde la mayor intimidad, allá en los vestidores, en el último instante de las

instrucciones técnicas, antes de salir al campo, surge siempre ese grito colectivo

de aliento mutuo que por tradición se ha convertido en un símbolo azulcrema:

“¡FIBRA, AMERICA...!

Y es para nosotros, directiva del Club América, un motivo de satisfacción el que

ese rito infalible, entre jugadores, técnicos y dirigentes, pueda ser compartido

ahora por los muy reconocidos fanáticos americanistas, que constituyen la porra

más grande, multitudinaria del futbol nacional.

Porque ese clamor ha quedado impreso...

[...] Al mismo tiempo que expresamos esta satisfacción y que reiteramos el

agradecimiento por el fin que se persigue y por la oportunidad de utilizar por esta

vez la página editorial para dirigirnos en la inmensa porra, invitamos a todos ellos

a que junten las manos con nuestros muchachos en torno al balón y en ese ritmo

íntimo entonen el grito que ahora tiene dimensión periodística: FIBRA,

AMÉRICA...! (Mayúsculas en el original) (Fibra América, 1972)

El concepto “fibra” tiene una correlación corporal (los músculos están compuestos de

fibras), pero es en esencia un elemento de índole moral. “Fibra” efectivamente se

asocia a los músculos, pero éstos a su vez se asocian a los varones. Tener fibra es un

eufemismo de lo que en la actualidad se expresa como “echarle huevos”, es decir,

mostrar hombría y virilidad en el juego, o lo que es lo mismo: “no rajarse” o dar señales

de debilidad física ni moral. Para competir “como hombres” en el futbol se requiere de

capacidad física desbordada, tener fibra, pero principalmente se tiene que actuar “como

hombres”. En otras palabras, cualquier síntoma de debilidad física y/o moral sería mal

visto.

300

Este esfuerzo por publicar una revista, se puede enmarcar en el ámbito general no

sólo de acrecentar las bases de seguidores al futbol y al América, sino de establecer los

criterios de esa afición. Rubenstein señalaba para las historietas, lo que bien se podría

aplicar para la revista Fibra América (y por supuesto a Borjita y Pirulete):

Las historietas comenzaron a dirigirse a segmentos mejor definidos de su público

lector, y dejaron de ofrecer algo para cada quien. O por decirlo de otra forma, los

lectores habían aprendido a exigir relatos sólo para ellos. Las historietas para

niños fueron los primeros cómics especializados, tal vez como respuesta a la

crítica moralista, según la cual los cómics para el público en general eran nocivos

para los menores, aun cuando los adultos pudiesen no sufrir daños por su

lectura. De modo que para principios de los cincuenta los lectores podían

escoger entre romances rurales y revistas de humor urbano, historietas

protagonizadas por superhéroes, ídolos del cine o luchadores (Rubenstein, 2004:

75).

Así, siguiendo con los cómics, pero pudiéndose aplicar sin ningún problema a las

revistas especializadas en deportes como Fibra América, “los editores no sabían muy

bien qué haría que un lector siguiera adquiriendo sus cómics, así que en cada número

al principio ponían en juego múltiples estrategias para atraer y retener al lector”. Según

la autora, entre las principales estrategias utilizadas por los editores se encontraban “la

variedad, la familiaridad, el sentimentalismo –incluyendo el llamado a los sentimientos

patrióticos- y, por encima de todo, la identificación del lector con el creador”

(Rubenstein, 2004: 49).

Queda claro que Fibra América es parte de la estrategia general del club y de la

televisora por ampliar su base de aficionados y, por lo tanto, la forma en que se

componía la revista buscaba generar una identificación entre el lector y el editor.

De igual forma, el equipo de Coapa es el único que tiene una saga fílmica doble, de

cuestionable calidad artística pero de cierta calidad socio-antropológica, llamadas El

Chanfle I y II. Estas cintas fueron producidas a fines de los setentas y principios de los

ochentas y promovidas fuertemente por el consorcio televisivo. En ellas se narran las

301

peripecias cómicas de El Chanfle, personaje protagonizado por uno de los productores

televisivos más conocidos en la historia mexicana: Roberto Gómez Bolaños Chespirito.

El Chanfle representa a un utilero del club América que lidia con las veleidades

(despóticas, presuntuosas, deshonestas y egoístas, características intrínsecas al club)

tanto del entrenador, “Moncho” Reyes como de la estrella del club, “Valentino”,

protagonizados por Ramón Valdés y Carlos Villagrán, respectivamente. La saga fílmica

de El Chanfle a pesar de su escasa calidad técnica y artística da cuenta del intento

constante de Televisa por colocar al club como el antagonista fundamental de todos los

equipos de la liga.

Otro elemento fundamental que colocó al club en los niveles de popularidad tan altos

fue su constante y permanente exposición en los diversos programas de la televisora.

Pero esta exposición en realidad fue más intensa sólo después de la llegada de Emilio

Diez Barroso a la presidencia del club. En 1981, después de muchos años, Guillermo

Cañedo dejó el club en manos del sobrino de Emilio Azcárraga. El plan de Diez Barroso

buscó una re-fundación del club. En esta ocasión, la nueva directiva cambió las

tonalidades y el diseño del uniforme. Compuso un himno y de manera muy importante

le da otro mote: las Águilas. De esta forma:

El concepto “Águilas del América” se concreta el 20 de septiembre de 1981, el

equipo cambió de imagen y adquirió este mote (que sonaba mejor que el de

“Canarios”), y con base en una agresiva campaña publicitaria que duró dos

décadas a través de sus propios medios (los canales de televisión), se consiguió

que el mote “Águilas” se haya quedado grabado en la mente de la afición

mexicana (Anaya, 2011).

La exposición exhaustiva del club a través de los canales de Televisa alcanzó altos

niveles. Por ejemplo, en aquellos años el famoso grupo de música infantil Parchis, de

origen español, promocionó fuertemente al club América. Aparecieron en varios de los

programas de mayor rating de esos años cantando el nuevo himno del club. En esos

302

programas como la Hora del Loco Valdés, los integrantes del grupo musical se

enfundaban en el nuevo uniforme y cantaban la recién estrenada canción dedicada ex

profeso al club.

De hecho, la promoción del himno americanista a través de los canales de la

televisora también fue intensa. El compositor Carlos Blanco compuso la música y letra,

la cual dice:

¡Águilas a ganar! América, ¡Águilas!

América ¡a ganar!

Estoy contigo,

oye mi corazón.

América, ¡Águilas!

América, ¡a ganar!

No te detengas,

tú serás el campeón.

Hoy mira el águila que llega majestuosa y audaz.

Oye su canto, es el canto del que viene a triunfar.

Cuando las Águilas atacan con coraje y con fe,

tiembla el estadio, casi estalla cuando llegan al gol.

Fueron los años ochenta, de gran promoción y propaganda sobre el club América y

el futbol, los que afianzaron, por un lado, una masiva identificación al club y, por el otro,

la animadversión al mismo. Si bien es cierto que las rivalidades que el club había

consolidado, como aquellas con el club Guadalajara y el Cruz Azul, ya eran bastante

fuertes, a lo largo de la década de los años ochenta, el América incorporó a su

repertorio algunas más, pero principalmente con el club que a la postre se convertiría

en uno de sus principales antagonistas: los Pumas de la UNAM. Esta rivalidad se

consolidó gracias a tres finales que ambos equipos disputaron en un período de tiempo

muy corto y las cuales siguen siendo motivo de debate (ver el capítulo sobre el

antiamericanismo).

303

El poder de Televisa sobre el futbol mexicano se dejó sentir con todo su peso en los

años ochenta. Da cuenta de ello el cabildeo que la televisora realizó para obtener la

sede del Campeonato Mundial del año 1986. Una vez que Colombia, que inicialmente

había sido elegida la sede, declinó la organización del mismo, el grupo mediático buscó

vehementemente organizar dicho torneo. Cuatro hombres fueron los principales actores

en la obtención y organización de este campeonato: Emilio Azcárraga Milmo, Rafael del

Castillo Emilio Díez Barroso y Guillermo Cañedo (Fernández, 1994: 94-95).143

El torneo mundial, además de proyectar al grupo Televisa como un poderosísimo

agente del futbol internacional, también demostró su capacidad para movilizar recursos

políticos y económicos para organizar y, principalmente, comercializar todo aspecto

relativo a este evento deportivo.144 Es posible afirmar que el Campeonato Mundial

México 86 fue, si no el primero de la época neoliberal, sí el que logró consolidar al

sector privado como el agente promotor más importante del espectáculo futbolístico,

desplazando en mucho sentidos al Estado como regulador y creador del imaginario

social vinculado a este deporte profesional.

143 Fernández se pregunta: “Qué tan fuerte sería este grupo, que consigue el sitial del campeonato

mundial ganándoselo a Estados Unidos, que lo buscaba promovido por dos indiscutibles personalidades: el ex secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger y Pelé, que hacía cabildeo para los norteamericanos. João Havelange [poderosos e influyente presidente, en aquellos años, de la Federación Internacional de Futbol Asociación], por la estrecha relación que guarda con Televisa, y como agradecimiento a Cañedo por haberlo apoyado en los momentos clave de las votaciones para reelegirse, le da sede a México y promete a Estados Unidos la de 1994. Y Del Castillo [presidente de la Federación Mexicana de Futbol en esa época] adopta una posición tan sumisa que ni aparece en el mapa, ya que por primera vez en la historia de los mundiales no es el presidente de la federación local el presidente del Comité Organizador, sino que en este caso fue nuevamente Guillermo cañedo, ‘el hombre’ de Televisa” (1994: 95). 144

Fernández y Paxman escriben: “La inversión que que realizó Televisa en México 86 fue sustancial, pero Azcárraga se aseguró de que casi toda redundara en beneficio de su empresa durante los años por venir. En 1984, aseguró una línea de crédito por $25 millones de dólares, presumiblemente con el apoyo del gobierno, para adquirir equipo Phillips; 85% de este equipo lo utilizaría Televisa después del evento”. Los mismos autores afirman que: “Cuando todo se calmó, México 86 todavía resultaba un negocio lucrativo, al menos para Televisa. Un estimado coloca la cifra en publicidad en unos $20 millones de dólares. Sin duda, Azcárraga ganó decenas de millones más por la venta de boletos, la mercadotecnia, la publicidad en el estadio y, más que todo, los cargos por uso de las instalaciones y el equipo a las televisoras extranjeras, los cuales pagaron mediante depósitos en una cuenta bancaria en Estados Unidos” (2000: 270-272).

304

La liga profesional mexicana, por su lado, ya contaba con una variedad regional e

identitaria que, mediante la televisión se proyectaba a escala nacional. Los años

dorados del club, sin duda, fueron los de la década de los ochenta. Cinco veces

campeón, retransformado en la Águilas, polémico y con altísimos niveles de

popularidad y animadversión por parte de sus seguidores y detractores,

respectivamente, el club América se convirtió, definitivamente, en el nodo central de la

trama de rivalidades futbolísticas nacionales.

El futbol profesional, la televisión y el club América: del Estado paternalista a la era neoliberal

A lo largo de los años setenta y hasta los noventa, Emilio Azcarrága Milmo desarrolló

su empresa, Televisa, bajo la égida del régimen priísta al estilo corporativo, paternalista

y clientelar. Bajo los nuevos patrones de configuración estatal impulsados por el

llamado Consenso de Washington, las políticas neoliberales, los cambios políticos y

sociales de la llamada transición democrática en el país durante la década de los años

noventa, el grupo Televisa tuvo que transformarse. Este cambio se dio bajo una forma

dialéctica entre la socialización en las tribunas y la creación del espectáculo futbolístico.

Por el lado de la empresa, la forma de producir el espectáculo del futbol se perfiló hacia

un ámbito más gerencial y de negocios. Por el lado de los espectadores, la radicalidad

melodramática de algunos, como el caso de la barra el RK, da cuenta de la

contradicción con las políticas de la globalización que la empresa asumió.

Emilio Azcárraga Milmo murió en 1997. Su gran conglomerado de empresas se

encontraba para esos años en una situación de grave crisis financiera y económica. En

1993 apareció un nuevo actor en el negocio televisivo: Televisión Azteca. Esta

televisora comprometió en varios aspectos la supremacía y control casi absoluto de

305

Televisa. Además, Televisión Azteca le ha disputado a Televisa el control y gerencia del

futbol profesional en México.

En los años noventa, la aparición de esta nueva cadena televisiva dio paso a lo que

Gómez perfila de la siguiente manera: “El sistema televisivo en México [ha estado]

experimentando cambios importantes. Se advierte como consecuencia de estos

cambios una diversificación de la oferta televisiva; sin embargo, […] el Estado está

disminuyendo, cada vez más, su participación en el sector, dejando casi toda la

responsabilidad de la producción y distribución televisiva a la lógica comercial” (2004:

52).

La desregulación y comercialización de la producción y distribución de los productos

televisivos, además de la competencia con Televisión Azteca, contribuyeron a un

cambio en la forma en que Televisa comenzó a concebir al televidente y al consumidor

de los productos mediáticos. Pero el aficionado futbolero, también comenzó una

transformación importante en este período. El sesgo melodramático del espectador

futbolístico no sólo no dejó de manifestarse, sino que de muchas maneras se

intensificó. Varios factores intervinieron en esta nueva lógica.

En primera instancia, a la par de la desregulación económica y del cuasi monopolio

mediático de Televisa, en el campo político el PRI fue perdiendo cada vez más

espacios institucionales de poder. En 1988, las elecciones presidenciales fueron

extremadamente competitivas y el PRI, de hecho, perdió las elecciones generales, pero

mediante un contundente fraude electoral logró imponer al candidato oficial, Carlos

Salinas de Gortari, quien a la larga se convertiría en uno de los personajes más

importantes del paradigma de la política neoliberal latinoamericana. En 1989, el Partido

Acción Nacional logró su primera gubernatura en el estado de Baja California. La

inestabilidad política a la mitad de los años noventa es la marca del decenio. A pesar

306

de que la entrada en vigencia del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos y

Canadá apuntaba a ser el evento culminante del sexenio salinista, el 1º de enero de

1994, el levantamiento zapatista en el estado de Chiapas cambió radicalmente la

percepción ciudadana en las instituciones políticas, incluyendo, por supuesto, a la

televisora. Los asesinatos del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo en 1993, y del

entonces candidato a la presidencia, Luis Donaldo Colosio y del secretario general del

PRI, José Francisco Ruiz Massieu, en 1994, contribuyeron a la oleada de desconfianza

y rechazo al partido gobernante. En 1997, casi de manera simultánea a la muerte de

Azcárraga Milmo, el PRI perdió el gobierno en el Distrito Federal. Finalmente, en el año

2000, el candidato panista, Vicente Fox Quesada ganó la presidencia de la república,

dando fin a siete décadas de dominio priísta. Además la privatización de la mayoría de

las empresas estatales y la intensificación del proyecto neoliberal, cuya máxima

expresión se materializó en la profunda crisis económica de 1994-1995, fueron piezas

claves en la transformación social que también se dio en el ámbito del consumo de los

productos culturales mediáticos.145

En segunda instancia, las nuevas tecnologías reconfiguraron las prácticas y

percepciones de los consumidores culturales. Con el impulso de la televisión de paga y

por cable y/o satélite, además del crecimiento exponencial del internet, se pudieron

conocer prácticas sociales de consumidores y sujetos culturales en otras partes del

145 Gómez también señala, apoyándose en Lorenzo Meyer: “En el rubro de la política social mexicana el

viraje fue profundo, ya que se desmanteló el Estado de bienestar implantado por el régimen posrevolucionario desde 1934, en casi todos sus niveles, al reducir la participación del Estado en los sectores productivos y en los programas relacionados con el sistema de seguridad social que proveían a la clase trabajadora de pensiones y servicios médicos. Esto ha ido repercutiendo poco a poco en la hegemonía de una cultura pro-iniciativa privada liberal al interior de las empresas, la administración pública, los planes de estudio en las universidades y en las relaciones laborales –en donde los sindicatos, cada vez más, van perdiendo capacidad y poder de negociación. En respuesta a estas circunstancias, amplios sectores de la población mexicana comenzaron a demostrar su descontento al participar y organizarse activamente en la vida política y en los procesos electorales del país, con lo que se empezó a transformar lo que hasta entonces se había entendido como ‘un sistema político autoritario, de pluralismo político limitado, aunque más institucionalizado y mucho menos excluyente que las dictaduras que florecieron en América Latina en los años setenta y ochenta’” (2004: 58).

307

mundo. Esto afectó la manera en que se producen los espectáculos masivos y la forma

en que los consumidores mexicanos se apropiaron de ellos. Evidentemente, los dueños

de las grandes corporaciones televisivas han sabido aprovechar comercialmente este

fenómeno y, a pesar de la relativa ampliación de la competencia en el mercado de las

comunicaciones en México, la concentración de la oferta mediática sigue siendo

bastante restringida.

En 1997, Emilio Azcárraga Jean heredó el diez por ciento de Televicentro,

compartiendo el control de la empresa con Alejandro Burillo Azcárraga (14%), Miguel

Alemán Velasco (8.3%), Miguel Alemán Magnani (6.1%), José Antonio y Guillermo

Cañedo White (10.2%) y Paula Cussi (10%) (Villamil, 2010: 75). Bajo una enorme

deuda, calculada en 1,480 millones de dólares, el todavía joven y aparentemente

inexperto Emilio Azcárraga Jean se lanzó a la reconfiguración de la empresa que su

padre había consolidado. Para ello, en primera instancia, Azcárraga Jean tuvo que

instrumentar una estrategia que le permitiera apoderarse de la fragmentada empresa.146

Esta transformación del consorcio y de las condiciones políticas, culturales y sociales

tuvo una profunda repercusión en la forma en que el negocio futbolístico se comenzó a

gestionar en México. La competencia entre las televisoras de alguna forma incrementó

la tensión entre los detractores de Televisa y sus críticos. Desde los años setenta, pero

principalmente a lo largo de los años ochenta y noventa, el periodista José Ramón

Fernández había fortalecido su posición como crítico a la facción del negocio

146 De esta forma: “El 4 de marzo de 1997, Azcárraga Jean asumió el control del Grupo Televisa como

Presidente. En ese momento, aunque Televisa contaba con décadas de experiencia en producción de contenidos, se encontraba en circunstancias financieras especialmente delicadas. Inmediatamente, Azcárraga Jean y su equipo emprendieron una profunda estrategia de cambio y reposicionamiento de la empresa. Empezó con una reestructuración de su deuda y programas de reducción de costes y desinversiones junto al desarrollo de una diversificación relacionada que canalizara el crecimiento. Trece años más tarde, Televisa disfrutaba de la mejor situación financiera de su historia, con un considerable flujo de tesorería en casi todas las divisiones empresariales. Además, producen la mayor parte del contenido que transmiten y visto desde hace muchos años por una audiencia cada vez mayor y más globalizada” (Íñiguez, 2010: 1).

308

futbolístico dominada por los Azcárraga y Televisa, ya que según muchas de sus

críticas, este grupo manipulaba los destinos de la liga profesional y del futbol

espectáculo. El contrapeso relativo que Televisión Azteca creó contra Televisa se vio

reflejado en la disputa de las audiencias generadas por las transmisiones futbolísticas y

los programas de comentarios. Desde mediados de los años setenta y hasta mediados

de la primera década de este siglo, los programas Deportv y Los Protagonistas, del

mencionado periodista, tuvieron un enorme interés de la afición futbolera, compitiendo

fuertemente con los programas deportivos de Televisa.147

A partir de 1997, la competencia entre las dos televisoras repartió los derechos de

transmisión de los equipos profesionales bajo un esquema en el que Televisa tuvo que

ceder bastante. Según Rivera (2000): “Los derechos de transmisión para la temporada

97 de fútbol de la primera división en México pertenecen a las compañías televisoras de

la manera siguiente: Televisa: Chivas, América, Necaxa, Atlante, Pumas, Toluca,

Monterrey, Tecos, Tigres, Puebla y Atlas. TV-Azteca: Santos, Toros Neza, Cruz Azul,

Celaya, Veracruz, Morelia, y León”.148

Bajo estas consideraciones, el futbol profesional mexicano se ha visto sometido a la

extraordinaria fuerza del proceso eufemísticamente llamado globalización. Todos los

clubes han resentido esta nueva configuración económica y política. En este sentido, el

147 Un reporte del periódico El Universal realizado al inicio del Mundial de futbol de 2006, realizado en

Alemania ya señalaba la importancia de esta rivalidad entre televisoras y sus programas deportivos: “Durante la primera emisión de los programas mundialistas de las televisoras, Televisa superó a TV Azteca en rating, según datos dados a conocer por Gustavo Adolfo Infante en su programa de radio Reporte 98.5. Según el periodista, La Jugada tuvo 10.1 puntos, mientras que Los Protagonistas sólo 7.6. En el foro de opinión de ELUNIVERSAL.com.mx las opiniones respecto al inicio de estos programas está muy dividida, con lo que no se puede reconocer a un favorito. Ambos programas se trasmiten a partir de las 22:30 y hasta la media noche” (Redacción, 2006). 148

El caso de los Pumas de la UNAM en ese año, fue uno sumamente relevante. Rivera (2000) comenta al respecto: “Sonado resultó el caso del equipo Pumas de la Universidad Nacional Autónoma de México, que después de 22 años en el entonces Canal 13, Imevisión y posteriormente TV-Azteca, dejó el contrato con dicha televisora. ‘Televisa nos da más’ tituló Reforma la noticia y la declaración del vicepresidente del club Raúl Borja Navarrete. ‘Los Pumas de la UNAM dejaron TV Azteca porque Televisa les ofreció más y un mayor beneficio en lo económico, además de un mejor trato...’ cosa que no cumplía TV Azteca en las expectativas de la organización universitaria”.

309

club América ha experimentado cambios durante el período en que Azcárraga Jean ha

presidido al consorcio televisivo. Tal vez uno de los más notables es el hecho de que,

desde 1998, al club lo han dirigido seis presidentes, que comparado con los tres del

período de Azcárraga Milmo (1959-1997), es desproporcionado. En esta misma

perspectiva, se puede decir que a diferencia de Guillermo Cañedo de la Bárcena y

Emilio Díez Barroso, quienes fungieron como personeros directos de Azcárraga Milmo

en el club (al estilo patrimonialista y patriarcal), los presidentes del equipo en la era de

Azcárraga Jean tienen características más cercanas a las de ejecutivos tecnócratas,

que han convertido al equipo en una “marca” más que en un club deportivo.149

La forma gerencial en que el club, en particular, y el futbol profesional en México, en

general, son administrados es la característica principal de este período reciente de la

historia y en este sentido, la televisión sigue jugando el papel protagónico. Los dueños

de las televisoras siguen siendo a la vez quienes dominan el negocio futbolístico. En

todo caso, la incursión de Televisión Azteca es probablemente el elemento nuevo en

este entramado. Según Terán, “Televisa y TV Azteca mandan en la FEMEXFUT. La

149 En un comunicado del club América realizado a finales de 2011 se lee:

“Buscando la excelencia en todas sus áreas, se ha llevado a cabo una reestructura en la organización del Club América, dicha reestructura contempló la creación de un Consejo Directivo, el cual fijará el rumbo y determinará las estrategias que se aplicarán en el manejo de la Institución. El Consejo será Presidido por el Señor Emilio Azcarraga Jean, Presidente de Grupo Televisa. Con el fin de eficientar sus funciones, los integrantes de dicho Consejo no serán dados a conocer al público, a excepción del Ing. Yon de Luisa Plazas, quien además de ser uno de sus integrantes, se desempeña como Director General del Comité de Fútbol de Grupo Televisa. En su primera sesión de trabajo, el nuevo Consejo Directivo del Club América resolvió nombrar como Presidente Deportivo del Club América al Señor Ricardo Peláez y Linares y como Presidente de Operaciones al Ing. Yon de Luisa Plazas. El Sr. Peláez será el responsable de todos los aspectos deportivos del Club, teniendo a su cargo, el Primer Equipo y las Fuerzas Básicas. Por su parte las responsabilidades del Ing. De Luisa se enfocarán a los aspectos operativos, administrativos, comerciales y de control de la Institución. Ambos funcionarios perfilaron los objetivos primordiales en los que sustentaran su desempeño CORTO PLAZO: Estabilizar al equipo para que regresen los resultados positivos. MEDIANO PLAZO: Estructurar una base sólida con los futbolistas formados de la cantera americanista y que sean reforzados con extranjeros de calidad. LARGO PLAZO: Llegar al Centenario del club con un equipo competitivo "en todos los sentidos", incluyendo títulos. Este nuevo proyecto tiene como principal estandarte el trabajo, la humildad y el respeto (ver Club América, 2011).

310

Junta de Dueños y la Asamblea de la Primera División, dos de los más importantes

agentes al interior de la Federación Mexicana de Futbol, encuentran abrumador dominio

por las televisoras, las cuales gozan de 5 de 18 votos en la Asamblea y de 2 de 15 en la

Junta de Dueños” (2010). Además, señala el mismo reportero “la liga mexicana ocupa

el décimo sitio en una lista de las 13 ligas con más ingreso por concepto de derechos

de televisión. De acuerdo con el listado, son 2.5 millones de dólares en promedio, los

que un equipo del futbol local obtiene por este concepto, siendo los Rojinegros del Atlas

los que menos perciben con 1.5 millones, mientras que Chivas está recibiendo cerca de

11 millones por sus derechos hasta el año 2013” (2010).

A pesar del dominio y el control que Televisa tiene sobre el futbol profesional en

México, los resultados específicamente deportivos no han sido favorables para el club

América. A partir de 1997, año en que Azcárraga Jean se hizo dueño del equipo, éste

sólo ha ganado dos campeonatos: Verano 2002 y Clausura 2005. De hecho, en la

temporada Clausura 2008, el club quedó en último lugar del torneo. En el Apertura

2008, en el decimotercero. Para los siguientes años, su ubicación en la tabla general ha

sido mediocre y en algunas ocasiones de muy bajo desempeño, como en el torneo

Apertura 2011, en el cual cayó hasta el penúltimo lugar.

Con estos resultados, la gestión del club como el equipo superlativo de la liga ha sido

más complicada. De cualquier forma, el intento por mantenerlo en el gusto de los

aficionados se ha hecho de diversas maneras. La primera de ellas a través de

campañas de afiliación, entre las cuales destaca Socio Águila. Esta campaña, según el

propio club tiene el siguiente objetivo:

[C]rear un vínculo entre los aficionados y el Club América, a través de una serie

de beneficios exclusivos que te acercan con el equipo, te hacen un americanista

diferente y te brindan ahorros con valor de más de $1,000 pesos al año.

Socio Águila cuenta actualmente con dos tipos de membresías, las cuales fueron

diseñadas en base a las necesidades de nuestros socios: Clásica y Junior.

311

Además a los socios que permanecen 3 años con nosotros, los premiamos

otorgándoles la tarjeta Dorada, con la que aumentan los beneficios que reciben

(ver Club América en Información del Internet de la bibliografía).

Esta campaña de afiliación es estrictamente comercial, aunque discursivamente, el

club pretende mostrarla como una de amor pasional por el mismo. Así, la denominada

“Memebresía Clásica” del programa Socio Águila es descrita de la siguiente manera:

Esta (sic) diseñada para los verdaderos aficionados que quieren sentirse más

cerca del América y ser parte del equipo más grande de México.

Vivirás de cerca tu pasión por el América, al recibir beneficios que te permitirán

tener ventajas para asistir al Estadio Azteca, recibir descuentos en la compra de

productos oficiales, tener información exclusiva del Club, presenciar un

entrenamiento y muchos otros beneficios con los que serás un aficionado

diferente (ver Club América en Información del Internet de la bibliografía).

Otra de las formas en que el equipo ha querido mantener su relevancia ha sido a

través de campañas publicitarias que impulsan la idea de un equipo poderoso y

grandioso. Una de ellas fue lanzada en 2009 y se intituló “Me vuelves loco”. El más

emblemático de los spots fue el de una mujer anciana que rememora a su gran amor.

La secuencia del spot comercial parece indicar que la mujer está hablándole al “gran

amor” de su vida, que podría ser su esposo o pareja. Sin embargo, casi al final del

mismo, la mujer aparece en las tribunas del Estadio Azteca, cantando exaltadamente a

favor del club América.

Otra campaña, que en términos generales provocó reacciones más fuertes en contra

del club fue la que lanzó la directiva en 2011, cuyo eslogan fue “América grande. Muy

grande”. Dicha campaña publicitaria fue ideada por el publicista Carlos Alazraki quien

aseguró “que de acuerdo con los estudios de mercado no había una definición de la

marca, por lo que decidieron crear un nuevo posicionamiento: América grande, muy

grande”. En la misma entrevista, el publicista dijo: "La forma en que lo quiero hacer es

de un modo un poco sarcástico, que empiece a llenar el orgullo al americanista (…) Ese

312

es el plan que le propusimos a Michel Bauer (presidente de las Águilas del América),

creo que el América tiene que ser el club o la institución más importante del continente

americano" (Orvañanos, 2011).Durante la conferencia de prensa que se organizó para

presentar dicha campaña, se dijo que ésta “tiene el objetivo de posicionar al América

como el equipo más querido o más odiado a través de una campaña de 'spots'

publicitarios que se verán en los diferentes medios de comunicación, durante el Torneo

Apertura 2011 del futbol mexicano”. De igual forma, el propio publicista aseveró que

“por primera vez se va a generar la verdadera mercadotecnia deportiva, darle una

significación a la marca América, Águila y Socio Águila y desde ahí generar un orgullo,

un espíritu de pertenencia con los aficionados y quien lo odie que verdaderamente lo

odie y quien lo ame verdaderamente lo ame” (Notimex, 2011).

Figura 25. Publicidad de “Grande. Muy grande” en homenaje al jugador Salvador Cabañas

150

A la par de estas campañas y de los artilugios comerciales que Televisa ha impuesto

al futbol y al club América, el fenómeno de la transformación radical en las

150 El jugador paraguayo Salvador Cabañas fue agredido en un bar de la ciudad de México el 25 de enero

de 2010. El jugador recibió un balazo en la cabeza y de forma sorprendente sobrevivió. Su prestigiada carrera futbolística profesional quedó truncada, pero en agosto de 2011 el club América, a la sazón de su campaña “Grande. Muy Grande”, organizó un juego para homenajearlo.

313

percepciones y prácticas de los propios aficionados ha tenido que ser retomado por la

directiva del club y los dueños de la televisora. El cambio generacional del aficionado

que asumía su identidad con el equipo bajo una lógica clientelar y familiar se vio

contrapuesto por los jóvenes que comenzaron a tomar un papel más activo y

participativo en las tribunas. La forma de organización al estilo barra se fue apoderando,

con cierta rapidez a finales de los años noventa, de las tribunas de los estadios

mexicanos, incluyendo el Azteca.

Bajo esta situación, los gerentes del club pronto se dieron cuenta que la

independencia de esos grupos respecto a las directrices del club podían ser

contraproducentes. Uno de los factores que jugaron un papel primordial fue el de la

“seguridad” en el estadio, debido a la creciente idea de la “violencia” de los jóvenes

barristas. De esta forma, “La Monumental, que surgió bajo la tutela de Raúl Quintana

cuando presidía el América, fue infiltrada según Pérez Teuffer, por grupos de jóvenes

rijosos que están identificados y que eran los que causaban desmanes, por lo que se

optó por eliminarla, aunque planteó la posibilidad de que en el futuro apoyen otro grupo

de animación” (Notimex, 2001).

Las barras del club no desaparecieron y tampoco dejaron de tener apoyos del club.

De hecho, éstas crecieron a lo largo de los siguientes años. Lo importante es rescatar

que para el club, de varias maneras, los integrantes de las barras se convirtieron en una

especie de activo fijo para sus propios intereses comerciales, ya que las barras pasaron

a formar parte del “folklore” de la cultura futbolera mexicana. El “colorido”, la música y

los cánticos que los jóvenes barristas realizan, es un fenómeno concomitante al de la

transformación comercial de la pasión y el “sentimiento” americanista.

Según el ex Subsecretario de Seguridad Pública del Distrito Federal, Gabriel Regino,

a la par de buscar un aumento en el número de espectadores, las directivas tuvieron

314

que recurrir a grupos delictivos para organizar las barras.151 Esta versión es, por

supuesto, insostenible, ya que si bien se puede asegurar que las barras tienen

actividades que se pueden considerar delictivas, no pude observar en mis visitas de

151 “El ex subsecretario de Seguridad Pública capitalina relató paso a paso cómo lo que la directiva del

América inició como un intento para captar espectadores derivó en la intromisión de bandas delictivas, como la Mara Salvatrucha, en sus grupos de apoyo. «Esta crisis del futbol de no tener espectadores se va a juntar con otro fenómeno: la prohibición de celebrar partidos de la ONEFA de futbol americano colegial, en el 2002, en la ciudad de México, por los actos violentos que se daban en los encuentros entre Pumas y Politécnico. Entonces con esto se dejaba a un gran sector de jóvenes sin tener a dónde ir. América empieza a tratar de conseguir público por donde sea a través de sus dirigentes; llegaron a entregar ¡hasta 12 mil boletos! con tal de llevar a quien fuese, pero que llenasen el estadio. Muchos dirigentes de porras del América empiezan a buscar contactos en el Politécnico con los ex porristas de futbol americano; empiezan a nutrir con gente a La Monumental y esta barra llega a tener una gran hegemonía en la repartición de boletos, de los viajes, y la disputa económica de los ingresos es motivo de fricción, que es cuando surge la Ritual del Kaos, en la que van no sólo gente que se dedica al seguimiento del futbol americano, sino que también empiezan a traer gentes que son integrantes de bandas delictivas». El ex subsecretario de la SSP explicó la manera en que la dependencia comenzó a ubicar delincuentes infiltrados en las barras americanistas. «Empezábamos a notar que había muchas denuncias de robos, lesiones y, conforme hacíamos detenciones, la información preventiva que logramos obtener nos indicaba que el centro de operaciones de la Ritual del Kaos se encuentra en Santa Anita (delegación Iztacalco, al oriente del DF). Ahí viven los dirigentes, por eso se reunían ahí y empezamos a comparar el fenómeno de criminalidad de la zona: quiénes eran las personas que cometían delitos (robo a transeúnte, lesiones, robo de vehículo) e hicimos un gran comparativo de edades y nombres, cotejamos información y eran los mismos: dirigentes de la Ritual del Kaos eran culpables de robo de vehículo, de robo a transeúnte; esto prendió la luz de alerta». Y de ahí, a decir de Regino, a la llegada de la Mara Salvatrucha a las barras americanistas: «Sí nos dimos cuenta de gente de la Mara, hubo muchas ocasiones en que, en seguidores de Ritual del Kaos, esta porra que el club dice que no reconoce pero que existe es la que invadió hace poco el campo de entrenamiento del América el día de su aniversario, en octubre, que se metieron todos en tropel; hay gente que trae el tatuaje de la Mara Salvatrucha, gente que viene de El Salvador y que se había quedado en las periferias de la ciudad. Sí hubo Maras (en las barras del América) y el licenciado (Marcelo) Ebrard (cuando era secretario de Seguridad Pública) dijo que teníamos que tener cuidado porque sí había intromisión de Maras en esta barra». En el caso de La Monumental, barra que sí es reconocida por el América como oficial, la infiltración de porros entre sus filas es un hecho, según Regino. «La Monumental está integrada por estudiantes de diferentes escuelas politécnicas que están asociados a las federaciones de estudiantes, mejor conocidos como porros. Esta gente tiene años y se dedica, a las afueras de las escuelas, a cobrar las rentitas, a asaltar, estas gentes se metieron a apoyar a la barra Monumental». Para Gabriel Regino, el culpable del surgimiento de estas barras y todo lo que derivó tiene nombre y apellido: Javier Pérez Teuffer, ex presidente del América y recientemente, de Necaxa. «América lo que hizo fue decir ‘yo no me hago responsable de la Ritual, La Monumental, pues sí es mía’. Yo advertí por parte del club América una decidida intención de bloquear los esfuerzos del control de las porras y me llamó la atención algo: Javier Pérez Teuffer es un personaje que motivó el crecimiento de las barras. Cuando, por razones que desconozco, se va a dirigir al club Necaxa, se presenta de nueva cuenta el fenómeno de las barras y violencia en el estadio (Victoria) de Aguascalientes, algo que ahí no existía, se empezaron a dar con todo, pero quisieron hacer la réplica de llenar los estadios a como diera lugar. Seguramente que la gente que se enfrentó en Aguascalientes no era de allá, sino era de la Ciudad de México llevada para allá y era de las antiguas barras del América ocasionando los mismos problemas»” (Magallán, 2007)

315

campo la incursión de ningún grupo como los maras. De lo que sí da cuenta el ex

funcionario y ex asesor de la FEMEXFUT es del interés que los clubes han tenido en

las nuevas generaciones de aficionados para producir un ambiente más festivo en los

estadios de futbol mexicanos y aumentar el número de asistentes.

El club América, a través de intermediarios, maneja muchos aficionados bajo una

lógica clientelar, pero al mismo tiempo de forma gerencial. La corrupción y el trasiego

de entradas y boletos han sido un buen negocio para ciertos grupos dentro de la propia

directiva del club, mediante los liderazgos de las barras Monumental y Disturbio.152

El aspecto gerencial del manejo del club quedó firmemente evidenciado en el

momento en que Emilio Azcárraga Jean nombró a Michel Bauer como presidente del

club en julio de 2008. Bauer se había desempeñado como director general de ventas de

Televisa y en 2007 realizó estudios de dirección deportiva, lo cual le permitió ocupar la

presidencia del equipo. En una entrevista que dio al programa deportivo La Jugada, de

152 Según un reportaje del suplemento deportivo Cancha del periódico Reforma:

“Los líderes de las barras del América convirtieron en un jugoso negocio la credencialización que el club implementó para controlarlos. Una investigación realizada por CANCHA en 6 partidos de las Águilas en el Estadio Azteca, entre octubre de 2010 y marzo de 2011, revela que los cabecillas de El Disturbio y La Monumental han acaparado las credenciales emitidas por el club y las venden a sus propios integrantes y al público en general. Las credenciales cuestan entre 50 y 350 pesos, dependiendo de la expectativa del partido, y a la entrada del Azteca son canjeadas por un boleto de cortesía para los duelos de las Águilas. La Federación Mexicana de Futbol calcula que el América cuenta con alrededor de 4 mil 800 credencializados, por lo que el monto recaudado por partido fluctúa entre los 240 mil y el millón 680 mil pesos. Barristas entrevistados por CANCHA denunciaron que el negocio cuenta con la anuencia del coordinador de los grupos de animación del equipo y empleado del club, Isaías Reyes de Jesús. Los líderes de las barras El Disturbio y La Monumental, Diego Aguilar y "El Congo", así como otros barristas como ‘Mamalucha’, Héctor Aguilar, Ricardo Aguilar, ‘El Miguelón’, ‘El Trastor’, ‘El Oso’, ‘El Wendys’, ‘Argénesis’ y ‘El Richie’ son los que encabezan el negocio. ‘Todo está bajo el control y el mando de Isaías Reyes, Diego Aguilar, líder de El Disturbio, y 'El Congo', líder de La Monumental. Ellos lucran con las credenciales que se les dan a las porras y que son totalmente gratis (sic)’, dijo uno de los barristas entrevistado. La credencialización de los grupos de animación del América surgió en 2004, luego de la invasión de cancha por parte de algunas personas en el América-Sao Caetano de la Copa Libertadores. El Club tomó esa determinación con el objetivo de tener un padrón de los integrantes de dichos grupos y, al identificarlos, inhibir los actos delictivos. La FMF reconoció dicha iniciativa y, años después, conminó al resto de los clubes a que la emularan. Sin embargo, a 7 años de su origen, la medida se ha desvirtuado (Staff Cancha, 2011)

316

la propia cadena de televisión, Bauer aseguró que “el tema de las ventas y de la

reingeniería que queremos hacer en el América es una parte muy importante.

Queremos tomar en consideración a la afición. Queremos hacer proyectos importantes

que no necesariamente vayan hacia el punto deportivo” (La Jugada, 2008).

Sin embargo, los malos resultados deportivos provocaron la salida de Michel Bauer

en 2011. La estrategia de Azacárrga Jean, no obstante, ha sido intensificar la lógica

gerencial del club y en lugar de un sólo líder, el club ahora cuenta con dos: uno

especializado en los asuntos “deportivos” y otro en los del manejo de la marca, es decir,

comerciales del club.153

De esta forma, en la actualidad, el club América, en particular, y el futbol mexicano

en general, se encuentran en una etapa en la que el manejo de las estrategias

comerciales y de mercadeo se impone a las de la relación y creación sentimental con

los aficionados de los clubes. El melodrama como forma de engarce sentimental con el

club persiste, pero el negocio futbolístico lo está reconfigurando.

153 “Para remediar esta crisis [la creada durante la presidencia de Bauer], Televisa decidió cortar de tajo

con los presidentes todopoderosos y darle al equipo un enfoque empresarial. Así, desde el 10 de noviembre pasado es guiado por dos cabezas: Yon de Luisa, como presidente Operativo, y Ricardo Peláez, como presidente Deportivo. El primero dirigió el Comité Organizador del último Mundial Sub-17 realizado en México, y el segundo es ex jugador del club y fue director de Selecciones Nacionales. La división de funciones es clarísima. Peláez está centrado exclusivamente en las decisiones futbolísticas, mientras que De Luisa se encarga de las estrategias económicas y los aspectos financieros, administrativos y operativos. “La intención es que deje de ser un proyecto del presidente en turno y se convierta en un proyecto de la empresa sin importar quién esté al mando”, explica un integrante de la nueva directiva. Además hay un Consejo Directivo integrado por cuatro personas que no han sido reveladas por el club. Se habla de Bernardo Gómez, VP ejecutivo de Televisa; Salvi Folch, VP de Finanzas; Ricardo Pérez Teuffer, VP de Televisa Deportes, y el mismo De Luisa, quien se encargará de justificar frente a la plana mayor las decisiones que tome junto con Peláez” (Del Palacio, 2012).

317

Capítulo 9 Consideraciones finales

Llego al final de este trabajo. Más que un resumen de mi propuesta, enunciado como

conclusiones, quiero plantear algunas ideas generales a manera de proyecciones para

posteriores ejercicios antropológicos sobre el campo de los deportes.

Sé que la idea de la imaginación melodramática es controvertida como clave para

interpretar al futbol mexicano. He expuesto las razones por las cuales considero que es

pertinente verlo bajo esta perspectiva. Quiero, sin embargo, reafirmar ciertas reservas.

En primer lugar, utilizo la idea de la imaginación melodramática como un recurso

interpretativo de la realidad social mexicana contemporánea, la cual cruza

prácticamente todas las facetas culturales de nuestro país, incluyendo el deporte. Con

ello planteo una forma de entender el proceso de la modernización del país después de

la Revolución. Los deportes jugaron un papel fundamental en la creación de lo que el

régimen entendía como comportamientos modernos y urbanos, instrumentalmente

racionales. Con la profesionalización, espectacularización, comercialización y

mediatización de muchos de los deportes, en especial el futbol, el régimen político

mexicano avanzó bajo los ideales del desarrollismo nacional. A la par de los deportes,

en un proceso de muto apoyo, las ciudades fueron creciendo. Ser moderno cada vez se

asoció más con una idea de moralidad generada en los centros urbanos. Sin embargo,

los apegos y las identidades que se fueron consolidando en este proceso no siempre

han respondido a los criterios de una racionalidad instrumental. Es aquí donde

imaginarios identitarios y culturales como los del melodrama toman su relevancia, ya

que si bien no son estrictamente opuestos al tipo de racionalidad instrumental, sí son

formas de socialización en el que las emociones, los afectos y la vida cotidiana tienen

un peso fundamental.

318

Estos afectos y sentimientos no pueden ser considerados “naturales” a la especie

humana, sino vistos como construcciones sociales históricamente determinadas. Las

formas religiosas y los valores artísticos, entre otros, determinan estos imaginarios tanto

como las condiciones económicas y políticas. De esta forma, si los deportes se

inscriben en el desarrollo de la modernidad mexicana, las formas de procesarlos y de

“aculturarlos” han sido tamizadas por fenómenos fuera del ámbito de la racionalidad

instrumental. Los aficionados al futbol dan cuenta de este proceso.

En segundo lugar, el tema de la violencia, desde el ángulo que se le quiera ver, es un

fenómeno primordial en el entramado social mexicano. Abordarla como un proceso

producido por reminiscencias premodernas y tradicionales de la sociedad mexicana,

contrapuestas al proyecto civilizatorio de la modernidad, es una de las formas más

fáciles y reduccionistas de afrontarla. El peso de la teoría eliasiana respecto al proceso

civilizatorio y de deportivización de la sociedad moderna sigue siendo muy grande. Sin

embargo, pienso que ajustar esa teoría a rajatabla a una realidad como la mexicana es

erróneo. He intentado no invisibilizar los fenómenos violentos en las prácticas de los

aficionados futboleros mexicanos, pero al mismo tiempo he buscado engarzar esas

prácticas como parte de una lógica y una racionalidad que simplemente no ensambla

con la racionalidad instrumental impulsada por el Estado mexicano. Esa lógica se

inscribe en el imaginario melodramático y la educación sentimental que de forma

dialéctica se genera entre las elites y los sectores populares. Nunca he querido justificar

la violencia, en ninguna de sus formas. He pretendido solamente no volverla omnímoda

en la explicación y matizar sus efectos. Algunas de las prácticas de los aficionados al

futbol que en primera instancia podrían simple y llanamente definirse como violentas

bien pueden ser entendidas como formas poco sublimadas de las múltiples

contradicciones de clase, raza, edad, región geográfica y género que se han dado en el

devenir histórico mexicano. Mediante la exacerbación de los recursos discursivos,

319

prácticos y simbólicos de la “pasión”, los aficionados dan cuenta, mediante su

“emotividad”, lo que difícilmente han podido enunciar a través de otros códigos sociales,

como el de la política institucional, del arte o de la academia. Es decir, a través de sus

moralidades y cuerpos, los aficionados futboleros dejan entrever sus modelos de país.

Como lo dejan ver los aficionados organizados al América, el amor a ultranza a la

camiseta de su equipo es el valor sine qua non de su filiación identitaria. Sin embargo,

ese amor, si bien se expresa con prácticas sufrientes y pasionales, no se realiza de la

misma manera entre individuos que han crecido en contextos históricos y sociales

diferentes. Las formas de organización de aficionados llamadas porras y barras dan

cuenta de ello. Por un lado, las porras realizan su amor al equipo bajo una lógica de

honorabilidad y respeto a las reglas de las grandes instituciones de la modernidad

mexicana posrevolucionaria: el Estado, la familia y la empresa. Sus integrantes actúan,

en remedo del régimen priísta, institucionalmente. Sus reacciones violentas son la

excepción y se recuerdan como elementos disruptores de las reglas establecidas.

Por el otro lado, las prácticas de los jóvenes pertenecientes a las barras,

especialmente los del RK, discurren por trayectorias distintas. Se ufanan de sus

prácticas violentas y de las transgresiones (la mayoría de las veces sólo teatralizadas)

que efectúan en su cotidianeidad y en el estadio. Se dicen radicales y antiautoritarios,

aunque de forma simultánea casi siempre se apegan a una forma de socialización

fuertemente centralizada y vertical, como lo demuestra su jerarquía interna. Someten su

cuerpo a experiencias riesgosas o consideradas como peligrosas y destructivas de la

moralidad familiar, institucional o empresarial. Se tatúan, consumen grandes cantidades

de alcohol y otras sustancias prohibidas como la cocaína, la mariguana y los solventes.

No aceptan las instancias organizativas que perciben como clientelares, en especial la

credencial que los hace formar parte del club, ya que consideran que toda forma de

320

organización en ese sentido va en detrimento del amor que dicen expresar por el club.

Dicho amor debe ser, para ellos, desmesurado, exorbitante y, en especial, demostrativo

de una cualidad altamente valorada: el aguante. Esta característica conecta sus

prácticas con formas radicales de masculinidad, la cual se expresa con las

características que unas líneas arriba he señalado.

¿Pero qué queda por hacer y cómo avanzar en al ámbito de los estudios sociales

sobre las prácticas deportivas? Desde mi punto de vista, este campo de investigación

social sigue siendo prácticamente virgen. Los estudios de género abrieron la discusión

sobre la relación desigual entre hombres y mujeres. El pensamiento crítico clásico, en

sus múltiples vertientes, abordó las contradicciones de clase y de raza, pero poco dijo

sobre las desigualdades entre los entonces llamados sexos. Fue hasta los años

sesenta y setenta que muchas teóricas e investigadoras comenzaron a elaborar fuertes

críticas a las relaciones inequitativas de género y la forma en que el patriarcado había

configurado al mundo occidental. Ya en los noventa, algunos más fueron planteando la

necesidad de acercarse críticamente a aquello que en la actualidad se define como la

masculinidad. Es aquí en donde se requieren muchos más estudios. La masculinidad

como tema de investigación (y por tanto de creación académica) tiene muchos campos

sociales y perspectivas para acercarse. Los deportes son, por supuesto uno de esos

fenómenos que elaboran los códigos, prácticas, discursos, símbolos y recursos

corporales de la masculinidad con gran potencia.

Mi estudio no centró su mirada sobre los actores en la cancha, los deportistas en sí

mismos. Fijó su observación en aquellos que forman su contraescena, es decir, sus

espectadores. Sin embargo, el ojo académico tiene todavía una deuda etnográfica y

sociológica con los practicantes profesionales y amateurs de futbol y otros deportes.

Las observaciones entre el profesionalismo y el amateurismo seguramente arrojarían

321

interesantes contrastes entre diferentes formas de moralidades masculinas en el

México contemporáneo. De igual forma, las variaciones discursivas y de prácticas en

otros deportes también servirían como puntos de comparación entre las virtudes que se

pueden asociar a la masculinidad de los profesionales y seguidores de deportes

disímiles como, por decir un ejemplo tomado a bote pronto, el ajedrez y el

automovilismo.

Otra cuestión de suma importancia sería la incursión e inclusión recíproca entre

fenómenos de la cultura urbana popular distintos, como el cine y los deportes. En este

sentido ya se han dado ciertos acercamientos, pero aún queda mucho por decirse.

Pensemos sólo en la fructífera relación que guardan la lucha libre o el boxeo con el cine

y los imaginarios populares de la masculinidad.

La relación entre la política institucional y el deporte es de fundamental importancia y

aún carecemos de estudios que den cuenta críticamente de los vínculos entre el poder

político y la administración deportiva. Etnográficamente no se ha podido observar de

cerca organizaciones como las federaciones deportivas y sus variables empresariales

como las ligas profesionales de futbol, béisbol o basquetbol.

El cuerpo de los varones y sus múltiples representaciones en los ámbitos deportivos

es una temática que debe profundizarse. Si bien existen ya cientos de publicaciones en

torno a la anorexia o la bulimia, que afectan de manera radical los cuerpos de las

mujeres, mucho menos se ha estudiado los casos de la vigorexia o el consumo de

sustancias anabólicas en los varones mexicanos. Qué tan extendidas y cómo se

desarrollan estas prácticas son fenómenos sociales aún por explorar en el campo social

de los deportes.

En fin, no es mi propósito enumerar exhaustivamente una lista de fenómenos

conexos a mi investigación que pueden ser explorados, ya que la lista podría

322

extenderse indefinidamente. Sólo quise apuntar algunos, ya que en mi experiencia

académica he notado que un creciente número de estudiantes jóvenes se está

interesando en estas temáticas. Ojala que esta tesis sirva medianamente a este

propósito.

323

Glosario

Aguante o awante

Término utilizado por los jóvenes para designar la resistencia física y moral necesaria para demostrar el amor por el club.

Barra o

barrista

Grupo de animación que no necesariamente se identifica con la directiva del un club. En su mayoría son varones jóvenes. El término barra es eminentemente suramericano, argentino, uruguayo y chileno. Como muchos de los términos del argot futbolístico, su origen etimológico es incierto y propio del anecdotario y la “leyenda urbana”. Sin embargo, se puede presumir, sin lugar a dudas, que barra es un grupo de aficionados jóvenes (eminentemente varones) y organizados que alientan al club de su agrado a través de cantos, banderas, pirotecnia y música instrumental. Generalmente están de pie durante todo el partido y son conocidos por sus actos de “violencia” o agresividad.

Hinchada Es un término derivado de “hincha”, que al igual que barra tiene orígenes inciertos y ubicados en Argentina. El “hincha”, no obstante, es un aficionado acérrimo al futbol y, obviamente, un equipo en especial.

Mona Es tanto el pedazo de tela u otro material (estopa, por ejemplo) que se impregna de solventes o pegamentos y que sirve para inhalarlos, como el acto mismo de la inhalación. Se dice: “Está moneando” o “Está en la mona” cuando alguien realiza la acción.

Murga Según la Real Academia de la Lengua, murga significa: Compañía de músicos malos, que en Pascuas, cumpleaños, etc., toca a las puertas de las casas acomodadas, con la esperanza de recibir algún obsequio. En Suramérica las bandas musicales que animan en los estadios son conocidas con este nombre.

Porra familiar Grupo de animación que se identifica con la directiva de un club. Sus integrantes tienen distintas edades que van desde niños muy pequeños de un par de años hasta personas septuagenarias. Por lo general son espectadores que no se movilizan tanto dentro del estadio, no cantan, brincan ni realizan coreografías muy sofisticadas.

Ritualero Integrante del Ritual del Kaos.

Trapo Insignia fabricada en tela de un grupo o subgrupo que los identifica geográficamente o en algún otro sentido.

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Mercadotecnia Deportiva, documento Power Point recibido personalmente por la empresa.