" Relajación muscular " Profesor

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO Facultad de Estudios Superiores Iztacala “Relajación muscular” Profesor Juan Antonio Vargas Bustos Alumnos Aguirre Trejo Paulina Ivette Aranda Ibarra Tanya Paulina Arenas Luna Amellali Xanat Mondragón Martínez Mauricio Alejandro Moreno Pacheco Isabel Omaña Méndez Eunice Silva Correa Manuel Grupo 2756

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

Facultad de Estudios Superiores Iztacala

“Relajación muscular”

Profesor

Juan Antonio Vargas Bustos

Alumnos

Aguirre Trejo Paulina Ivette

Aranda Ibarra Tanya Paulina

Arenas Luna Amellali Xanat

Mondragón Martínez Mauricio Alejandro

Moreno Pacheco Isabel

Omaña Méndez Eunice

Silva Correa Manuel

Grupo 2756

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08-14

Antecedentes históricos

Los orígenes más precarios de la relajación se remontan

al antiguo Egipto desde hace más de 4000 o 5000 años ya que

se realizaban técnicas físicas, mentales y espirituales en

los grandes templos donde se sometían sobre todo los faraones

y su sequito para la sanación. Éstas prácticas también se

realizaban en la India y China antiguas (Zurita, 2009).

Más adelante éstas técnicas que se encuentran

emparentadas con el magnetismo o el hipnotismo se extendieron

por toda Europa en la Roma Imperial, para el siglo XVIII el

austriaco Anton Mesmer, quien le diera al hipnotismo su

máxima plenitud fue partícipe del gran desarrollo de las

técnicas de relajación.

Más adelante, en el siglo XX surge la auténtica

relajación, junto con las técnicas de Schultz y Jacobson,

quienes contribuyeron al desarrollo de la relajación moderna

(Geissmann, Pierre y Durand, 1972. Citados en Ángeles y

Hernández, 2007)

En el proceso de consolidación de las técnicas de

relajación ha intervenido también, la investigación

experimental sobre los procesos emocionales y motivacionales,

desde estos es posible entender la naturaleza y los

mecanismos de acción de dichas técnicas.

Algunas de las publicaciones referentes a ésta técnica

son las de relajación progresiva de Jacobson en 1929 y la

relajación autógena de Schultz en 1932, otras son las basadas

en biofeedback o retroalimentación, éstas son más recientes y

fueron desarrolladas en los años 60 y 70. Así pues, los

métodos occidentales de relajación tienen muchas raíces con

influencia de las filosofías hindúes y chino-japonesas, a

través del yoga y el zen.

Así, a lo largo del siglo XX éstas técnicas han

evolucionado y se han consolidado como procedimientos válidos

de intervención psicológica, gracias al impulso que

recibieron de la terapia y Modificación de conducta, lo cual

más tarde sería reforzado por las utilidades que muestran

sobre todo en la Psicología conductual y la Psicología de la

salud. “Su consolidación se ha debido a unos marcos de

existencia conceptuales derivados de la investigación

experimental sobre los procesos emocionales y motivacionales,

desde los que ha sido posible entender la naturaleza y los

mecanismos de acción de dichas técnicas” (Geissmann, Pierre y

Durand, 1972. Citado en Ángeles y Hernández, 2007).

Ahora, una vez quedando claro el origen de éstas

técnicas, conviene conocer también, el significado y las

utilidades de las mismas, a continuación abordaremos el

concepto y las utilidades de las anteriores.

Según Durand (1997) la relajación es un estado físico y

psíquico que se opone radicalmente a cualquier estado de

tensión. Vivencia subjetiva de calma, hipoactividad, reposo,

etc. Mientras que Chóliz (s.f.) menciona que la utilidad de

la relajación estriba en que conduce a la consecución de un

estado de reducción de la activación general del organismo,

con lo que esto supone de beneficio, tanto a nivel subjetivo,

puesto que resulta placentero, como en lo que respecta a la

propia salud física y psicológica.

Para Shultz (1987) la relajación es un fenómeno biológico

general con parentesco próximo con estados propiamente

sugestivos: el sueño.

Por otra parte, Tappe (2002) menciona que más allá de la

simple relajación muscular, es un estado somato-psíquico-

espiritual, buscado-encontrado voluntariamente por el

individuo para experimentar sus consecuencias beneficiosas a

esos tres niveles. La distinción entre “relajación” y

“meditación”, aunque relativa, como todo, se puede hacer: hay

quien ve en la primera un hecho más prosaico y físico y en la

segunda más trascendente y espiritual. En cualquier caso,

desde que el primer homínido cayó en trance al contemplar una

puesta de Sol, a lo largo de la historia el hombre ha

encontrado y desarrollado múltiples técnicas meditativas, si

bien muchas trabajan, entre otras cosas, con relajación, van

más allá que la relajación e incluso que la religión y da la

impresión de que, aunque nos conduzcan por diferentes

caminos, aspiren a lo mismo, al descubrimiento de nuestra

verdadera naturaleza: Zen, Qi-Gong, Sufismo, Budismo

Tántrico, Taoísmo, Respiración Holotrópica, Chamanismo,

Misticismo Cristiano, Yoga, etc.

Chóliz (s.f.) señala que la relajación no sólo es una de

las técnicas más utilizadas en intervención psicológica, sino

que incluso podemos aseverar que forma parte del acervo

cultural propio de la historia de la humanidad. Y es que, de

alguna manera, el hombre ha utilizado estrategias naturales

de afrontamiento a las situaciones que le desbordaban por un

exceso de activación con técnicas o procedimientos que le han

permitido contrarrestar los efectos nocivos de la misma. No

obstante, la investigación experimental ha permitido depurar

y sistematizar una serie de métodos de relajación que son los

más eficaces para la obtención de los beneficios que pueden

conseguirse con estas técnicas. Podemos asegurar que la mayor

parte de técnicas de relajación estructuradas que se utilizan

en la actualidad tanto en la práctica profesional como en la

investigación científica se basan en dos técnicas

desarrolladas a principios de este siglo: la relajación

muscular progresiva (RMP) de Jacobson (1938) y el

entrenamiento autógeno (EA). Ambas se complementan, ya que se

centran, respectivamente en dos de las principales funciones

de la relajación: el descenso en el tono muscular, en lo que

se refiere a la RMP y la sugestión y control mental del EA.

Posteriormente aparecieron procedimientos estructurados

por Bernstein y Borkovec (1973) y Lichstein (1988) que son

realmente eficaces reduciendo considerablemente la duración

del entrenamiento y que en realidad se llevan a cabo en la

actualidad.

Edmund Jacobson es el creador del método de relajación

conocido como relajación progresiva. A principios de siglo

concibió un método para relajarse cuya finalidad era la de

provocar una tranquilidad mental al suprimir progresivamente

todas las tensiones musculares. Este método pretende un

aprendizaje de la relajación progresiva de todas las partes

del cuerpo. La cantidad de horas propuestas por Jacobson para

el entrenamiento de la relajación progresiva es una

limitación seria para la posibilidad de aplicación de la

técnica.

Fue Josep Wolpe quien adaptó la técnica como elemento de

contracondicionamiento y la redujo a seis sesiones de veinte

minutos con dos sesiones de práctica diaria, en casa, de

quince minutos.

Tappe, (2002) señala que los efectos de la práctica

habitual de la relajación pueden ser muy positivos desde la

reducción del nivel basal de ansiedad, el mejor afrontamiento

de situaciones de estrés, la mejora de trastornos somáticos

(hipertensión arterial, cardiopatía isquémica, asma, úlcera

duodenal, colon irritable, migraña), la inmunoestimulación,

ayudar a alcanzar una personalidad más madura y equilibrada,

el encuentro con uno mismo, etc.

Por ello, la evolución de las técnicas de relajación a lo

largo del siglo XX y su consolidación como procedimientos

válidos de intervención psicológica se ha debido en gran

medida al fuerte impulso que recibieron dentro de la terapia

y modificación de conducta, al ser consideradas como parte

integrante de otras técnicas.

Descripción de la técnica.

Prettel (s. f.) nos menciona que por lo general, el

procedimiento básico de relajación incluye quince grupos de

músculos. Cada grupo es tratado en sesiones que van de una a

tres horas a la semana, hasta completar un total de 56

sesiones de entrenamiento sistemático. Tensar y relajar los

grupos de músculos se utiliza para conseguir la relajación

profunda. El terapeuta dirige todos los aspectos del

procedimiento a través de instrucciones verbales presentadas

durante las sesiones de entrenamiento. Algunos han empleado

la sugestión directa e incluso procedimientos hipnóticos para

facilitar el conocimiento de las sensaciones corporales.

Se propone una serie de estrategias alternativas para

aquellos clientes que no pueden realizar el tipo de

ejercicios propuestos o tiene dificultades para obtener

tensión a través de los procedimientos representados. Según

estos autores el entrenamiento tiene tres fases: en la

primera se le enseña al cliente la relajación sobre 16 grupos

de músculos, continuando con el aprendizaje de la relajación

sobre 7 grupos de músculos y finalmente la práctica se reduce

sobre 4 grupos de músculos

Grupos musculares para el Entrenamiento Básico

1. Mano y antebrazo dominante

2. Bíceps dominante

3. Mano y antebrazo no dominante

4. Bíceps no dominante

5. Frente

6. Parte superior de las mejillas y nariz

7. Parte inferior de las mejillas y mandíbulas

8. Cuello y garganta

9. Pecho, hombros y parte superior de la espalda

10. Región abdominal o estomacal

11. Muslo dominante

12. Pantorrilla dominante

13. Pie dominante

14. Muslo dominante

15. Pantorrilla no dominante

16. Pie no dominante

Grupos musculares para el Entrenamiento Intermedio.

1. Mano y brazo dominantes

2. Mano y brazo dominantes

3. Cara 18

4. Cuello y garganta

5. Tórax, hombros, espalda y abdomen

6. Pie y pierna dominantes

7. Pie y pierna no dominantes

Grupos musculares para el Entrenamiento Avanzado

1. Mano y brazos

2. Cara y cuello

3. Tórax, hombros, espalda y abdomen

4. Pies y piernas

La relajación de Jacobson nos permite aprender a tensar y

después soltar o relajar de manera secuencial varios grupos

de músculos a la vez, de forma que el paciente tendrá que

prestar atención a las sensaciones asociadas a la tensión y

relajación de los músculos, de manera que lo que al final

consiga es ser capaz de reducir la tensión muscular cuando

uno quiera hacerlo en la vida cotidiana (Soriano, 2012).

Otro tipo de relajación muscular que se utiliza en

tratamientos para ayudar a pacientes con algún tipo de fobia

es el Tratamiento de control del pánico de D. H. Barlow

(Moreno y Martín, 2007), el cual nos dice que en primer

lugar, se debe de enseñar el procedimiento al paciente con 15

grupos musculares. A continuación se presentan los grupos

musculares a relajar con la instrucción que se podría dar

producir la tensión:

A) Mano dominante y antebrazo: cerrar el puño y apretarlo

con fuerza como si fuese a dar un puñetazo.

B) Bíceps dominante: dejando la mano relajada se intenta

tocar el hombro con la muñeca, o bien se aprieta el

bíceps como si se quisiese sacar músculo

C) Mano y antebrazo no dominante: igual que el dominante.

D) Bíceps no dominante: igual que el dominante.

E) Frente: se levantan las cejas, arrugando la frente.

F) Párpados: se cierran los ojos, apretándolos.

G) Nariz y mejillas superiores: se arruga la nariz como

poniendo cara de asco.

H) Mandíbula, mejillas inferiores y lengua: se aprietan los

dientes, tensando toda la boca y se presiona la lengua

contra el paladar.

I) Cuello y garganta: se intenta tocar el pecho con la

barbilla o se aprieta la parte trasera contra el

respaldo de la silla o la cama si se está acostado.

J) Hombros y parte superior de la espalda: estirar los

hombros como si se quisiesen tocar por detrás y luego

por delante.

K) Pecho: se realiza una inspiración profunda y se contiene

el aire unos segundos, dejándolo salir con fuerza.

L) Abdomen: se encoje el estómago como si se fuese a

recibir un puñetazo.

M) Espalda inferior: se arquea la espalda como si se

quisiese sacar el abdomen.

N) Pierna dominante: se pisa con fuerza como si se

estuviera pisando un pedal, se está acostado, se puede

estirar la pierna inclinando los pies hacia afuera

O) Pierna no dominante: igual que la dominante.

Una vez que el paciente es capaz de relajarse con los

15 grupos musculares, el terapeuta condensa los grupos

musculares para reducir la cantidad de tiempo necesario para

relajarse profundamente. Los 15 grupos musculares iniciales

pueden reducirse a 7:

I. Brazo dominante

II. Brazo no dominante

III. Cara

IV. Cuello

V. Pecho, hombros, espalda y abdomen

VI. Pierna dominante

VII. Pierna no dominante

También se puede llegar a la relajación muscular con la

relajación respiratoria, la cual según Chóliz (s. f.) son una

serie de ejercicios respiratorios que consisten en la

repetición de una secuencia de inspiración-pausa-espiración-

pausa teniendo en cuenta variables tales como la profundidad,

flujo de aire continuo o entrecortado, rapidez, espiración

nasal o bocal. Los músculos más relevantes implicados en la

respiración son el diafragma, escalenos, intercostales,

serrato mayor, pectorales, recto mayor, oblicuos mayor y

menor y transversos del abdomen. Durante la inspiración la

caja torácica aumenta el volumen por el ensanchamiento en

tres direcciones: vertical (retroceso del diafragma),

anteroposterior (movimiento costal a consecuencia de la

acción de los escalenos) y transversal (por la acción de los

intercostales, pectorales y serrato mayor).

Problemas clínicos a los que se aplica

Prettel (2012) menciona que la tensión muscular residual

o tono muscular es la contracción parcial, pasiva y continúa

de los músculos y ayuda a mantener la postura y suele

decrecer durante la fase REM del sueño. Ciertos estados

emocionales desencadenan impulsos nerviosos inconscientes

que mantienen los músculos en estados de contracción parcial,

el cuerpo responde automáticamente aumentando la tensión

muscular, un reflejo que ayuda a proteger tanto al cuerpo del

peligro como a mantenerlo en equilibrio.

En condiciones normales el tono muscular no se

mantiene contraído de forma permanente esto ayuda a evitar la

fatiga y el cansancio. Existen trastornos tanto físicos como

mentales que pueden hacer que haya un tono muscular

anormalmente bajo (hipotonía) o alto (hipertonía). Los

estados de ansiedad se presentan simultáneamente con los

estados de tensión muscular (Prettel, 2012).

La ansiedad es una respuesta emocional de carácter

displacentero, que involucra aspectos corporales,

fisiológicos y psicológicos caracterizados por un alto grado

de activación del sistema nervioso periférico que pueden

derivar en un comportamiento poco adaptativo. Por ello se

consideran dos tipos de ansiedad:

Ansiedad normal: desde este punto se considera a la

ansiedad como una señal positiva de salud, siempre y cuando

sucedan bajo ciertas situaciones de alerta y consecución del

objetivo.

Ansiedad patológica: en los trastornos orgánismicos más

frecuentes se encuentra la fatiga crónica, cefaleas

tensionales, contracturas y espasmo musculares, insomnio y

otros trastornos.

Castañedo (s.f.) menciona que considerando los efectos

generales de la relajación, han notado que esta puede ser una

destreza sumamente útil para enfrentarse con el “stress” de

la vida cotidiana. Este punto de vista puede ser de crucial

importancia para los deficientes mentales, pues a menudo

viven en ambientes que tienden a inducir en ellos “stress’’.

Más aún, el deficiente mental puede estar expuesto a una

considerable frustración cotidiana, unido al rechazo que vive

al enfrentarse a los problemas prácticos de la vida,

relacionados con el transporte, la comunicación, hacer

compras, el trabajo y otros. En consecuencia, la relajación,

como destreza para enfrentar el “stress” cotidiano, puede ser

de gran valoración.

Sánchez, Rosa y Olivares (1998) mencionan que los

efectos de estas técnicas se reflejan en tres niveles:

psicofisiológico, que engloba problemas psicofísicos

referidos a nivel visceral, somático y cortical, el

conductual referido a los comportamientos o conducta externas

del individuo y el cognitivo centrado en las cogniciones y

pensamientos del sujeto, su ámbito de aplicación no solo es

el de la psicología clínica y de la salud sino también el de

la psicología aplicada en general. Sus aplicaciones varían

desde trastornos de ansiedad, insomnio, problemas

cardiovasculares, asma, cefaleas, diabetes, conductas

adictivas, etc., alcanzando en ellas un alto grado de

eficacia.

Prettel (2012) dice que la relajación progresiva

también puede ser usada en:

Síntomas cardiovasculares como taquicardia,

hipertensión, arritmias opresión en el pecho y dolor en

el pecho.

Síntomas respiratorios como: sensación de

falta de aire, sensación de opresión o constricción del

tórax, suspiros, ritmo de respiración acelerado y

superficial.

Síntomas gastrointestinales como: nauseas,

vómitos, diarrea, flatulencias, estreñimiento, pérdida

de peso, cólicos, heces blancas y sensación de

atragantamiento.

Síntomas genitourinarios: amenorrea,

menorragia, micciones frecuentes, micción urgente o

dolor al orinar, disminución el deseo sexual y

eyaculación precoz.

Síntomas neurovegetativos: sequedad de

mucosas, sudoración excesiva, sensación de desmayo,

vértigos, cefaleas y erectismo piloso.

Síntomas neurológicos: temblores, hormigueo,

hipersensibilidad a los ruidos, mareos o inestabilidad e

insomnio.

Síntomas somáticos musculares. Cefaleas,

contracturas rigidez y dolor muscular, tics y voz

vacilante.

Síntomas psicofísicos: llanto, tartamudez,

disminución o aumento del apetito, problemas de memoria

y pensamiento acelerado.

Síntomas mentales: ansiedad, angustias,

pensamientos anticipatorios, aprensión, preocupación,

humor depresivo y apatía

Características del usuario

Algunas de las características que el usuario debe de

tener para que se le pueda aplicar dicha técnica son las

siguientes:

Presentar algún problema clínico que le cause tensión

Tomar una postura que le ayude al fin

Estar totalmente dispuesto a someterse a dicha técnica

No debe de llevar ropa muy ajustada

Debe de tomar una postura que le pueda ayudar a

relajarse (acostado en el piso o algún sillón, que al

sentarse tenga apoyo en nuca y pies, etc.)

No debe de tener ninguna distracción (ningún estímulo

auditivo ni visual)

Seguir las indicaciones para que no resulten

contraproducentes los ejercicios

Practicarla en un lugar tranquilo

Concentrarse en un estímulo

Actitud pasiva

En algunos casos, tales como en la primera sesión de

relajación profunda, se requieren una serie de condiciones y

se presentan unas instrucciones que pueden ser desconocidas

para el sujeto. Por ello puede ser útil describir la técnica

previamente en una sesión anterior, detallando tanto las

instrucciones como los efectos que va a tener, las

condiciones en las que se va a llevar a cabo e incluso la

ropa que sería más apropiado utilizar. Esto sirve para evitar

malos entendidos entre cliente y terapeuta, ajustar las

expectativas acera de la técnica e incluso indicar sin

ofender al cliente que atienda a unas condiciones higiénicas,

o que se eviten situaciones que pudieran causarle pudor.

Condiciones de la técnica.

Hay aspectos que hay que tener en cuenta, no solo el

conocimiento y entrenamiento en la relajación asegura una

aplicación y aprovechamiento exitoso. Tanto el aplicador de

la relajación como el espacio, requerirá cubrir

características para el mejor aprovechamiento de la técnica

El contexto en el que se desarrolle la relajación debe

cumplir con aislar en la mayor medida estímulos que

distraigan la tarea, como sonidos ajenos a ésta que puedan

distraer al usuario; por otro lado, la iluminación adecuada a

la situación, podría beneficiar la confortabilidad del

usuario; y la infraestructura en general, como la silla o el

diván que pueda proporcionarle una posición adecuada

(acostado o sentado) para el usuario de acuerdo con Jacobson

(Kendall y Norton-Ford, 1988).

Con respecto a las características del terapeuta, éste ha

de conocer la técnica y estar entrenado e ella; si el

lenguaje en el que faciliten las explicaciones e indicaciones

antes y/o durante la relajación es lo suficientemente claro

para el usuario, puede aumentar la eficacia (Phares y Trull,

1999); el terapeuta tiene que estar preparado para enfrentar

las dificultades, por ejemplo: cuando alguna de las

circunstancias produce una reacción muy intensa o tras la

cual se complica la relajación. Se puede segmentar dicha

circunstancia en sus desencadenantes causales o temporales

para intervenir desde los microprocesos de dicha

circunstancia para facilitar la relajación; también ha de

evitar distracciones como celulares, alarmas y de orden

fisiológico.

Cuando la técnica es aplicada desde un espectro

humanista, las condiciones fuera de las ya mencionadas tienen

que ver con las genéricas del humanismo (Phares y Trull,

1999) que denominan:

-La escucha activa. Se trata de saber escuchar en

terapia. Al escuchar, se facilita que los clientes hablen

sobre sí mismos y sus problemas y comuniquen información

relevante; aumentan las probabilidades de comprender mejor al

cliente; se potencia la relación terapéutica; se anima a los

clientes a ser más responsables de su proceso de cambio y a

ver al terapeuta más como un colaborador que como un experto;

y es más probable que la intervención terapéutica tenga

éxito.

-La empatía. Se refiere a la capacidad de ser sensible

ante la experiencia, necesidades y actitudes del otro.

Aunque, también se menciona que no puede ser total, pues una

separación objetiva ante la condición del otro permite no

dejarse arrastrar ante la sensibilidad del otro. Es

importante que para que la empatía sea eficaz ha de ser

verdadera.

-La aceptación positiva e incondicional. Consiste en

respetar al cliente como ser humano, haciendo de lado toda

preconcepción hacia el cliente o alguna de sus

características. Lo que también implica ser capaz de

demostrar interés y confianza sobre la capacidad del cliente.

-La congruencia en el terapeuta es importante también e

implica ser honesto y sincero con la manera de actuar, pensar

y facilitar un proceso. Ya que esto actúa como un estimulante

positivo en la relación con el cliente.

Y en lo concerniente al usuario, al aceptar trabajar con

la técnica, el terapeuta debe recordarle lo útil que es

asistir con las necesidades básicas satisfechas, y el menor

número de distractores posibles, así como recomendar el uso

de ropa cómoda (Jacobson, citado en: Kendall y Norton-Ford,

1988).

Otras aplicaciones de la técnica

De acuerdo con Gómez (2013), la relajación muscular es

una habilidad motriz que comprende el conocimiento de uno

mismo así como la distensión física y psicológica.

Paulatinamente está adquiriendo una mayor importancia y su

trabajo se está extendiendo también al contexto educativo y

al ámbito deportivo.

En el ámbito educativo, la relajación muscular interesa

como mecanismo para que los niños vayan mejorando su control

del tono muscular, su organización del esquema corporal

mediante el conocimiento de las sensaciones que los

diferentes segmentos le proporcionan, su respiración y la

adopción de posturas más equilibradas (Gómez, 2013).

Actualmente, la relajación muscular no posee el status

que debiera, por lo que se debe hacer un mayor hincapié en su

desarrollo y su consideración en el ámbito educativo, de modo

que suponga una sólida inclusión en las sesiones de Educación

Física, especialmente, ya que es el espacio idóneo desde

donde crear una sólida base motriz (Valero y Tarifa, 2006;

en: Gómez, 2013).

En cuanto a su uso con fines deportivos, Mosconi

Correche Rivarola Penna, (2008) aplicaron la técnica de

relajación con el objetivo de contribuir a un mayor control

de la ansiedad pre competitiva y que permita a los sujetos de

la muestra, potenciar su rendimiento durante la práctica

deportiva.

La muestra quedó conformada por 16 adolescentes varones

que forman un equipo de fútbol amateur, perteneciente a la

provincia de Mendoza, en Argentina, cuyas edades oscilan

entre 16 y 17 años.

Se aplicó una autoevaluación con respecto al rendimiento

deportivo además de un inventario de situaciones y respuestas

de ansiedad el cual evalúa respuestas de orden fisiológico,

cognitivo y motor.

Se realizaron las comparaciones, pre-intervención, post-

intervención y seguimiento con respecto a las variables en

estudio: ansiedad y rendimiento deportivo.

Los resultados obtenidos permitieron constatar que la

utilización de la técnica de relajación en forma sistemática

contribuyó a la disminución de los niveles de ansiedad

cognitiva, fisiológica y motora.

Además, a partir de la aplicación de la relajación, se

consiguió mayor equilibrio entre la capacidad de demanda

(física y/o psicológica) y la capacidad de respuesta, es

decir, disminuyó la percepción de amenaza por parte de los

sujetos, de las demandas medio-ambientales, generando

respuestas más adecuadas a la situación, impactando

positivamente en el rendimiento competitivo.

Referencias

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http://www.uv.es/choliz/RelajacionRespiracion.pdf.

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http://emasf.webcindario.com/La_relajacion_en_los_ni

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