UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
Facultad de Estudios Superiores Iztacala
“Relajación muscular”
Profesor
Juan Antonio Vargas Bustos
Alumnos
Aguirre Trejo Paulina Ivette
Aranda Ibarra Tanya Paulina
Arenas Luna Amellali Xanat
Mondragón Martínez Mauricio Alejandro
Moreno Pacheco Isabel
Omaña Méndez Eunice
Silva Correa Manuel
Grupo 2756
22-
08-14
Antecedentes históricos
Los orígenes más precarios de la relajación se remontan
al antiguo Egipto desde hace más de 4000 o 5000 años ya que
se realizaban técnicas físicas, mentales y espirituales en
los grandes templos donde se sometían sobre todo los faraones
y su sequito para la sanación. Éstas prácticas también se
realizaban en la India y China antiguas (Zurita, 2009).
Más adelante éstas técnicas que se encuentran
emparentadas con el magnetismo o el hipnotismo se extendieron
por toda Europa en la Roma Imperial, para el siglo XVIII el
austriaco Anton Mesmer, quien le diera al hipnotismo su
máxima plenitud fue partícipe del gran desarrollo de las
técnicas de relajación.
Más adelante, en el siglo XX surge la auténtica
relajación, junto con las técnicas de Schultz y Jacobson,
quienes contribuyeron al desarrollo de la relajación moderna
(Geissmann, Pierre y Durand, 1972. Citados en Ángeles y
Hernández, 2007)
En el proceso de consolidación de las técnicas de
relajación ha intervenido también, la investigación
experimental sobre los procesos emocionales y motivacionales,
desde estos es posible entender la naturaleza y los
mecanismos de acción de dichas técnicas.
Algunas de las publicaciones referentes a ésta técnica
son las de relajación progresiva de Jacobson en 1929 y la
relajación autógena de Schultz en 1932, otras son las basadas
en biofeedback o retroalimentación, éstas son más recientes y
fueron desarrolladas en los años 60 y 70. Así pues, los
métodos occidentales de relajación tienen muchas raíces con
influencia de las filosofías hindúes y chino-japonesas, a
través del yoga y el zen.
Así, a lo largo del siglo XX éstas técnicas han
evolucionado y se han consolidado como procedimientos válidos
de intervención psicológica, gracias al impulso que
recibieron de la terapia y Modificación de conducta, lo cual
más tarde sería reforzado por las utilidades que muestran
sobre todo en la Psicología conductual y la Psicología de la
salud. “Su consolidación se ha debido a unos marcos de
existencia conceptuales derivados de la investigación
experimental sobre los procesos emocionales y motivacionales,
desde los que ha sido posible entender la naturaleza y los
mecanismos de acción de dichas técnicas” (Geissmann, Pierre y
Durand, 1972. Citado en Ángeles y Hernández, 2007).
Ahora, una vez quedando claro el origen de éstas
técnicas, conviene conocer también, el significado y las
utilidades de las mismas, a continuación abordaremos el
concepto y las utilidades de las anteriores.
Según Durand (1997) la relajación es un estado físico y
psíquico que se opone radicalmente a cualquier estado de
tensión. Vivencia subjetiva de calma, hipoactividad, reposo,
etc. Mientras que Chóliz (s.f.) menciona que la utilidad de
la relajación estriba en que conduce a la consecución de un
estado de reducción de la activación general del organismo,
con lo que esto supone de beneficio, tanto a nivel subjetivo,
puesto que resulta placentero, como en lo que respecta a la
propia salud física y psicológica.
Para Shultz (1987) la relajación es un fenómeno biológico
general con parentesco próximo con estados propiamente
sugestivos: el sueño.
Por otra parte, Tappe (2002) menciona que más allá de la
simple relajación muscular, es un estado somato-psíquico-
espiritual, buscado-encontrado voluntariamente por el
individuo para experimentar sus consecuencias beneficiosas a
esos tres niveles. La distinción entre “relajación” y
“meditación”, aunque relativa, como todo, se puede hacer: hay
quien ve en la primera un hecho más prosaico y físico y en la
segunda más trascendente y espiritual. En cualquier caso,
desde que el primer homínido cayó en trance al contemplar una
puesta de Sol, a lo largo de la historia el hombre ha
encontrado y desarrollado múltiples técnicas meditativas, si
bien muchas trabajan, entre otras cosas, con relajación, van
más allá que la relajación e incluso que la religión y da la
impresión de que, aunque nos conduzcan por diferentes
caminos, aspiren a lo mismo, al descubrimiento de nuestra
verdadera naturaleza: Zen, Qi-Gong, Sufismo, Budismo
Tántrico, Taoísmo, Respiración Holotrópica, Chamanismo,
Misticismo Cristiano, Yoga, etc.
Chóliz (s.f.) señala que la relajación no sólo es una de
las técnicas más utilizadas en intervención psicológica, sino
que incluso podemos aseverar que forma parte del acervo
cultural propio de la historia de la humanidad. Y es que, de
alguna manera, el hombre ha utilizado estrategias naturales
de afrontamiento a las situaciones que le desbordaban por un
exceso de activación con técnicas o procedimientos que le han
permitido contrarrestar los efectos nocivos de la misma. No
obstante, la investigación experimental ha permitido depurar
y sistematizar una serie de métodos de relajación que son los
más eficaces para la obtención de los beneficios que pueden
conseguirse con estas técnicas. Podemos asegurar que la mayor
parte de técnicas de relajación estructuradas que se utilizan
en la actualidad tanto en la práctica profesional como en la
investigación científica se basan en dos técnicas
desarrolladas a principios de este siglo: la relajación
muscular progresiva (RMP) de Jacobson (1938) y el
entrenamiento autógeno (EA). Ambas se complementan, ya que se
centran, respectivamente en dos de las principales funciones
de la relajación: el descenso en el tono muscular, en lo que
se refiere a la RMP y la sugestión y control mental del EA.
Posteriormente aparecieron procedimientos estructurados
por Bernstein y Borkovec (1973) y Lichstein (1988) que son
realmente eficaces reduciendo considerablemente la duración
del entrenamiento y que en realidad se llevan a cabo en la
actualidad.
Edmund Jacobson es el creador del método de relajación
conocido como relajación progresiva. A principios de siglo
concibió un método para relajarse cuya finalidad era la de
provocar una tranquilidad mental al suprimir progresivamente
todas las tensiones musculares. Este método pretende un
aprendizaje de la relajación progresiva de todas las partes
del cuerpo. La cantidad de horas propuestas por Jacobson para
el entrenamiento de la relajación progresiva es una
limitación seria para la posibilidad de aplicación de la
técnica.
Fue Josep Wolpe quien adaptó la técnica como elemento de
contracondicionamiento y la redujo a seis sesiones de veinte
minutos con dos sesiones de práctica diaria, en casa, de
quince minutos.
Tappe, (2002) señala que los efectos de la práctica
habitual de la relajación pueden ser muy positivos desde la
reducción del nivel basal de ansiedad, el mejor afrontamiento
de situaciones de estrés, la mejora de trastornos somáticos
(hipertensión arterial, cardiopatía isquémica, asma, úlcera
duodenal, colon irritable, migraña), la inmunoestimulación,
ayudar a alcanzar una personalidad más madura y equilibrada,
el encuentro con uno mismo, etc.
Por ello, la evolución de las técnicas de relajación a lo
largo del siglo XX y su consolidación como procedimientos
válidos de intervención psicológica se ha debido en gran
medida al fuerte impulso que recibieron dentro de la terapia
y modificación de conducta, al ser consideradas como parte
integrante de otras técnicas.
Descripción de la técnica.
Prettel (s. f.) nos menciona que por lo general, el
procedimiento básico de relajación incluye quince grupos de
músculos. Cada grupo es tratado en sesiones que van de una a
tres horas a la semana, hasta completar un total de 56
sesiones de entrenamiento sistemático. Tensar y relajar los
grupos de músculos se utiliza para conseguir la relajación
profunda. El terapeuta dirige todos los aspectos del
procedimiento a través de instrucciones verbales presentadas
durante las sesiones de entrenamiento. Algunos han empleado
la sugestión directa e incluso procedimientos hipnóticos para
facilitar el conocimiento de las sensaciones corporales.
Se propone una serie de estrategias alternativas para
aquellos clientes que no pueden realizar el tipo de
ejercicios propuestos o tiene dificultades para obtener
tensión a través de los procedimientos representados. Según
estos autores el entrenamiento tiene tres fases: en la
primera se le enseña al cliente la relajación sobre 16 grupos
de músculos, continuando con el aprendizaje de la relajación
sobre 7 grupos de músculos y finalmente la práctica se reduce
sobre 4 grupos de músculos
Grupos musculares para el Entrenamiento Básico
1. Mano y antebrazo dominante
2. Bíceps dominante
3. Mano y antebrazo no dominante
4. Bíceps no dominante
5. Frente
6. Parte superior de las mejillas y nariz
7. Parte inferior de las mejillas y mandíbulas
8. Cuello y garganta
9. Pecho, hombros y parte superior de la espalda
10. Región abdominal o estomacal
11. Muslo dominante
12. Pantorrilla dominante
13. Pie dominante
14. Muslo dominante
15. Pantorrilla no dominante
16. Pie no dominante
Grupos musculares para el Entrenamiento Intermedio.
1. Mano y brazo dominantes
2. Mano y brazo dominantes
3. Cara 18
4. Cuello y garganta
5. Tórax, hombros, espalda y abdomen
6. Pie y pierna dominantes
7. Pie y pierna no dominantes
Grupos musculares para el Entrenamiento Avanzado
1. Mano y brazos
2. Cara y cuello
3. Tórax, hombros, espalda y abdomen
4. Pies y piernas
La relajación de Jacobson nos permite aprender a tensar y
después soltar o relajar de manera secuencial varios grupos
de músculos a la vez, de forma que el paciente tendrá que
prestar atención a las sensaciones asociadas a la tensión y
relajación de los músculos, de manera que lo que al final
consiga es ser capaz de reducir la tensión muscular cuando
uno quiera hacerlo en la vida cotidiana (Soriano, 2012).
Otro tipo de relajación muscular que se utiliza en
tratamientos para ayudar a pacientes con algún tipo de fobia
es el Tratamiento de control del pánico de D. H. Barlow
(Moreno y Martín, 2007), el cual nos dice que en primer
lugar, se debe de enseñar el procedimiento al paciente con 15
grupos musculares. A continuación se presentan los grupos
musculares a relajar con la instrucción que se podría dar
producir la tensión:
A) Mano dominante y antebrazo: cerrar el puño y apretarlo
con fuerza como si fuese a dar un puñetazo.
B) Bíceps dominante: dejando la mano relajada se intenta
tocar el hombro con la muñeca, o bien se aprieta el
bíceps como si se quisiese sacar músculo
C) Mano y antebrazo no dominante: igual que el dominante.
D) Bíceps no dominante: igual que el dominante.
E) Frente: se levantan las cejas, arrugando la frente.
F) Párpados: se cierran los ojos, apretándolos.
G) Nariz y mejillas superiores: se arruga la nariz como
poniendo cara de asco.
H) Mandíbula, mejillas inferiores y lengua: se aprietan los
dientes, tensando toda la boca y se presiona la lengua
contra el paladar.
I) Cuello y garganta: se intenta tocar el pecho con la
barbilla o se aprieta la parte trasera contra el
respaldo de la silla o la cama si se está acostado.
J) Hombros y parte superior de la espalda: estirar los
hombros como si se quisiesen tocar por detrás y luego
por delante.
K) Pecho: se realiza una inspiración profunda y se contiene
el aire unos segundos, dejándolo salir con fuerza.
L) Abdomen: se encoje el estómago como si se fuese a
recibir un puñetazo.
M) Espalda inferior: se arquea la espalda como si se
quisiese sacar el abdomen.
N) Pierna dominante: se pisa con fuerza como si se
estuviera pisando un pedal, se está acostado, se puede
estirar la pierna inclinando los pies hacia afuera
O) Pierna no dominante: igual que la dominante.
Una vez que el paciente es capaz de relajarse con los
15 grupos musculares, el terapeuta condensa los grupos
musculares para reducir la cantidad de tiempo necesario para
relajarse profundamente. Los 15 grupos musculares iniciales
pueden reducirse a 7:
I. Brazo dominante
II. Brazo no dominante
III. Cara
IV. Cuello
V. Pecho, hombros, espalda y abdomen
VI. Pierna dominante
VII. Pierna no dominante
También se puede llegar a la relajación muscular con la
relajación respiratoria, la cual según Chóliz (s. f.) son una
serie de ejercicios respiratorios que consisten en la
repetición de una secuencia de inspiración-pausa-espiración-
pausa teniendo en cuenta variables tales como la profundidad,
flujo de aire continuo o entrecortado, rapidez, espiración
nasal o bocal. Los músculos más relevantes implicados en la
respiración son el diafragma, escalenos, intercostales,
serrato mayor, pectorales, recto mayor, oblicuos mayor y
menor y transversos del abdomen. Durante la inspiración la
caja torácica aumenta el volumen por el ensanchamiento en
tres direcciones: vertical (retroceso del diafragma),
anteroposterior (movimiento costal a consecuencia de la
acción de los escalenos) y transversal (por la acción de los
intercostales, pectorales y serrato mayor).
Problemas clínicos a los que se aplica
Prettel (2012) menciona que la tensión muscular residual
o tono muscular es la contracción parcial, pasiva y continúa
de los músculos y ayuda a mantener la postura y suele
decrecer durante la fase REM del sueño. Ciertos estados
emocionales desencadenan impulsos nerviosos inconscientes
que mantienen los músculos en estados de contracción parcial,
el cuerpo responde automáticamente aumentando la tensión
muscular, un reflejo que ayuda a proteger tanto al cuerpo del
peligro como a mantenerlo en equilibrio.
En condiciones normales el tono muscular no se
mantiene contraído de forma permanente esto ayuda a evitar la
fatiga y el cansancio. Existen trastornos tanto físicos como
mentales que pueden hacer que haya un tono muscular
anormalmente bajo (hipotonía) o alto (hipertonía). Los
estados de ansiedad se presentan simultáneamente con los
estados de tensión muscular (Prettel, 2012).
La ansiedad es una respuesta emocional de carácter
displacentero, que involucra aspectos corporales,
fisiológicos y psicológicos caracterizados por un alto grado
de activación del sistema nervioso periférico que pueden
derivar en un comportamiento poco adaptativo. Por ello se
consideran dos tipos de ansiedad:
Ansiedad normal: desde este punto se considera a la
ansiedad como una señal positiva de salud, siempre y cuando
sucedan bajo ciertas situaciones de alerta y consecución del
objetivo.
Ansiedad patológica: en los trastornos orgánismicos más
frecuentes se encuentra la fatiga crónica, cefaleas
tensionales, contracturas y espasmo musculares, insomnio y
otros trastornos.
Castañedo (s.f.) menciona que considerando los efectos
generales de la relajación, han notado que esta puede ser una
destreza sumamente útil para enfrentarse con el “stress” de
la vida cotidiana. Este punto de vista puede ser de crucial
importancia para los deficientes mentales, pues a menudo
viven en ambientes que tienden a inducir en ellos “stress’’.
Más aún, el deficiente mental puede estar expuesto a una
considerable frustración cotidiana, unido al rechazo que vive
al enfrentarse a los problemas prácticos de la vida,
relacionados con el transporte, la comunicación, hacer
compras, el trabajo y otros. En consecuencia, la relajación,
como destreza para enfrentar el “stress” cotidiano, puede ser
de gran valoración.
Sánchez, Rosa y Olivares (1998) mencionan que los
efectos de estas técnicas se reflejan en tres niveles:
psicofisiológico, que engloba problemas psicofísicos
referidos a nivel visceral, somático y cortical, el
conductual referido a los comportamientos o conducta externas
del individuo y el cognitivo centrado en las cogniciones y
pensamientos del sujeto, su ámbito de aplicación no solo es
el de la psicología clínica y de la salud sino también el de
la psicología aplicada en general. Sus aplicaciones varían
desde trastornos de ansiedad, insomnio, problemas
cardiovasculares, asma, cefaleas, diabetes, conductas
adictivas, etc., alcanzando en ellas un alto grado de
eficacia.
Prettel (2012) dice que la relajación progresiva
también puede ser usada en:
Síntomas cardiovasculares como taquicardia,
hipertensión, arritmias opresión en el pecho y dolor en
el pecho.
Síntomas respiratorios como: sensación de
falta de aire, sensación de opresión o constricción del
tórax, suspiros, ritmo de respiración acelerado y
superficial.
Síntomas gastrointestinales como: nauseas,
vómitos, diarrea, flatulencias, estreñimiento, pérdida
de peso, cólicos, heces blancas y sensación de
atragantamiento.
Síntomas genitourinarios: amenorrea,
menorragia, micciones frecuentes, micción urgente o
dolor al orinar, disminución el deseo sexual y
eyaculación precoz.
Síntomas neurovegetativos: sequedad de
mucosas, sudoración excesiva, sensación de desmayo,
vértigos, cefaleas y erectismo piloso.
Síntomas neurológicos: temblores, hormigueo,
hipersensibilidad a los ruidos, mareos o inestabilidad e
insomnio.
Síntomas somáticos musculares. Cefaleas,
contracturas rigidez y dolor muscular, tics y voz
vacilante.
Síntomas psicofísicos: llanto, tartamudez,
disminución o aumento del apetito, problemas de memoria
y pensamiento acelerado.
Síntomas mentales: ansiedad, angustias,
pensamientos anticipatorios, aprensión, preocupación,
humor depresivo y apatía
Características del usuario
Algunas de las características que el usuario debe de
tener para que se le pueda aplicar dicha técnica son las
siguientes:
Presentar algún problema clínico que le cause tensión
Tomar una postura que le ayude al fin
Estar totalmente dispuesto a someterse a dicha técnica
No debe de llevar ropa muy ajustada
Debe de tomar una postura que le pueda ayudar a
relajarse (acostado en el piso o algún sillón, que al
sentarse tenga apoyo en nuca y pies, etc.)
No debe de tener ninguna distracción (ningún estímulo
auditivo ni visual)
Seguir las indicaciones para que no resulten
contraproducentes los ejercicios
Practicarla en un lugar tranquilo
Concentrarse en un estímulo
Actitud pasiva
En algunos casos, tales como en la primera sesión de
relajación profunda, se requieren una serie de condiciones y
se presentan unas instrucciones que pueden ser desconocidas
para el sujeto. Por ello puede ser útil describir la técnica
previamente en una sesión anterior, detallando tanto las
instrucciones como los efectos que va a tener, las
condiciones en las que se va a llevar a cabo e incluso la
ropa que sería más apropiado utilizar. Esto sirve para evitar
malos entendidos entre cliente y terapeuta, ajustar las
expectativas acera de la técnica e incluso indicar sin
ofender al cliente que atienda a unas condiciones higiénicas,
o que se eviten situaciones que pudieran causarle pudor.
Condiciones de la técnica.
Hay aspectos que hay que tener en cuenta, no solo el
conocimiento y entrenamiento en la relajación asegura una
aplicación y aprovechamiento exitoso. Tanto el aplicador de
la relajación como el espacio, requerirá cubrir
características para el mejor aprovechamiento de la técnica
El contexto en el que se desarrolle la relajación debe
cumplir con aislar en la mayor medida estímulos que
distraigan la tarea, como sonidos ajenos a ésta que puedan
distraer al usuario; por otro lado, la iluminación adecuada a
la situación, podría beneficiar la confortabilidad del
usuario; y la infraestructura en general, como la silla o el
diván que pueda proporcionarle una posición adecuada
(acostado o sentado) para el usuario de acuerdo con Jacobson
(Kendall y Norton-Ford, 1988).
Con respecto a las características del terapeuta, éste ha
de conocer la técnica y estar entrenado e ella; si el
lenguaje en el que faciliten las explicaciones e indicaciones
antes y/o durante la relajación es lo suficientemente claro
para el usuario, puede aumentar la eficacia (Phares y Trull,
1999); el terapeuta tiene que estar preparado para enfrentar
las dificultades, por ejemplo: cuando alguna de las
circunstancias produce una reacción muy intensa o tras la
cual se complica la relajación. Se puede segmentar dicha
circunstancia en sus desencadenantes causales o temporales
para intervenir desde los microprocesos de dicha
circunstancia para facilitar la relajación; también ha de
evitar distracciones como celulares, alarmas y de orden
fisiológico.
Cuando la técnica es aplicada desde un espectro
humanista, las condiciones fuera de las ya mencionadas tienen
que ver con las genéricas del humanismo (Phares y Trull,
1999) que denominan:
-La escucha activa. Se trata de saber escuchar en
terapia. Al escuchar, se facilita que los clientes hablen
sobre sí mismos y sus problemas y comuniquen información
relevante; aumentan las probabilidades de comprender mejor al
cliente; se potencia la relación terapéutica; se anima a los
clientes a ser más responsables de su proceso de cambio y a
ver al terapeuta más como un colaborador que como un experto;
y es más probable que la intervención terapéutica tenga
éxito.
-La empatía. Se refiere a la capacidad de ser sensible
ante la experiencia, necesidades y actitudes del otro.
Aunque, también se menciona que no puede ser total, pues una
separación objetiva ante la condición del otro permite no
dejarse arrastrar ante la sensibilidad del otro. Es
importante que para que la empatía sea eficaz ha de ser
verdadera.
-La aceptación positiva e incondicional. Consiste en
respetar al cliente como ser humano, haciendo de lado toda
preconcepción hacia el cliente o alguna de sus
características. Lo que también implica ser capaz de
demostrar interés y confianza sobre la capacidad del cliente.
-La congruencia en el terapeuta es importante también e
implica ser honesto y sincero con la manera de actuar, pensar
y facilitar un proceso. Ya que esto actúa como un estimulante
positivo en la relación con el cliente.
Y en lo concerniente al usuario, al aceptar trabajar con
la técnica, el terapeuta debe recordarle lo útil que es
asistir con las necesidades básicas satisfechas, y el menor
número de distractores posibles, así como recomendar el uso
de ropa cómoda (Jacobson, citado en: Kendall y Norton-Ford,
1988).
Otras aplicaciones de la técnica
De acuerdo con Gómez (2013), la relajación muscular es
una habilidad motriz que comprende el conocimiento de uno
mismo así como la distensión física y psicológica.
Paulatinamente está adquiriendo una mayor importancia y su
trabajo se está extendiendo también al contexto educativo y
al ámbito deportivo.
En el ámbito educativo, la relajación muscular interesa
como mecanismo para que los niños vayan mejorando su control
del tono muscular, su organización del esquema corporal
mediante el conocimiento de las sensaciones que los
diferentes segmentos le proporcionan, su respiración y la
adopción de posturas más equilibradas (Gómez, 2013).
Actualmente, la relajación muscular no posee el status
que debiera, por lo que se debe hacer un mayor hincapié en su
desarrollo y su consideración en el ámbito educativo, de modo
que suponga una sólida inclusión en las sesiones de Educación
Física, especialmente, ya que es el espacio idóneo desde
donde crear una sólida base motriz (Valero y Tarifa, 2006;
en: Gómez, 2013).
En cuanto a su uso con fines deportivos, Mosconi
Correche Rivarola Penna, (2008) aplicaron la técnica de
relajación con el objetivo de contribuir a un mayor control
de la ansiedad pre competitiva y que permita a los sujetos de
la muestra, potenciar su rendimiento durante la práctica
deportiva.
La muestra quedó conformada por 16 adolescentes varones
que forman un equipo de fútbol amateur, perteneciente a la
provincia de Mendoza, en Argentina, cuyas edades oscilan
entre 16 y 17 años.
Se aplicó una autoevaluación con respecto al rendimiento
deportivo además de un inventario de situaciones y respuestas
de ansiedad el cual evalúa respuestas de orden fisiológico,
cognitivo y motor.
Se realizaron las comparaciones, pre-intervención, post-
intervención y seguimiento con respecto a las variables en
estudio: ansiedad y rendimiento deportivo.
Los resultados obtenidos permitieron constatar que la
utilización de la técnica de relajación en forma sistemática
contribuyó a la disminución de los niveles de ansiedad
cognitiva, fisiológica y motora.
Además, a partir de la aplicación de la relajación, se
consiguió mayor equilibrio entre la capacidad de demanda
(física y/o psicológica) y la capacidad de respuesta, es
decir, disminuyó la percepción de amenaza por parte de los
sujetos, de las demandas medio-ambientales, generando
respuestas más adecuadas a la situación, impactando
positivamente en el rendimiento competitivo.
Referencias
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Relajación y respiración. Recuperado de
http://www.uv.es/choliz/RelajacionRespiracion.pdf.
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Barcelona.
Gómez, M. (2013). La relajación en niños: principales métodos
de aplicación. Revista Digital de Educación Física. (4)
No 24. Recuperado de:
http://emasf.webcindario.com/La_relajacion_en_los_ni
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Kendall, P. y Norton-Ford J. (1988). Intervenciones con
individuos: terapias conductual, cognoscitiva y
cognoscitiva-conductual. En: Psicología Clínica.
Perspectivas Científicas y Profesionales. México: Limusa.
Moreno, P. & Martín J. (2007). Tratamiento pgsicológico del
trastorno de pánico y la agorafobia. España, Desclée.
Mosconi, S. Correche, M. Rivarola, F. y Penna, F. (2008).
Aplicación de la técnica de relajación en deportistas de
16 años para mejorar su rendimiento. Universidad Nacional
de San Luis. (8), No 2. Pp. 183-197. Recuperado de:
http://fundamentos.unsl.edu.ar/pdf/articulo-16-183.pdf.
Phares, E. y Trull, T. (1999). Terapia conductual y
perspectivas cognoscitivo-conductuales. En: Psicología
Clínica. Conceptos métodos y práctica. Capítulo 14.
Phares, E. y Trull, T. (1999a). Psicoterapias: perspectivas
fenomenológica y humanista-existencial. En: Psicología
Clínica. Conceptos, métodos y práctica. Capítulo 13.
Prettel, O. (s. f.). Relajación progresiva de Jacobson.
Recuperado de
http://estudiosengestalt.files.wordpress.com/2012/08/tc3a
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Shultz, J.H. (1987). El entrenamiento autógeno:
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Barcelona.
Soriano, J. (2012). Estudio cuasi-experimental sobre las
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Recuperado de
http://scielo.isciii.es/pdf/eg/v11n26/clinica4.pdf.
Tappe, J. (2002). Aspectos psicológicos de la balneoterapia.
Medicina Naturista. 4, 13-17.
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