Utilizar la palabra hablada para liderar hoy

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COMO UTILIZAR LA PALABRA HABLADA PARA LIDERAR HOY Mar Castro

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COMO UTILIZAR

LA

PALABRA HABLADA

PARA

LIDERAR HOY

Mar Castro

Comunicación oral y no verbal Mar Castro

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ÍNDICE

1. Sonría, por favor 3 2. Conversar es un arte 5 3. El arte de conversar 9 4. Cercanía o vulgaridad 11 5. Los protagonistas de nuestra charla 13 6. Conocer todas las respuestas 15 7. Algunos errores del discurso 17 8. La importancia de la mirada 19 9. Reconociendo la mentira 21 10. Tu mirada “habla” 24 11. No “plantes” los pies en el suelo 25 12. La técnica del espejo 27 13. Oratoria emocional 29

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1. SONRÍA, POR FAVOR

El experto en emociones humanas y expresiones faciales, el psicólogo Paul Ekman, identificó 18 tipos de sonrisas que el rostro puede mostrar con ayuda de los 15 músculos faciales, de los casi 200 que componen la cara.

El estudio sobre la risa se remonta a la Antigüedad. Reconocidos pensadores de todos los tiempos le han dedicado reflexiones, posturas y teorías. Aristóteles o Darwin, entre otros, reflexionaron sobre la risa y sus efectos aunque discrepaban en la concreción del “animal” poseedor de esa capacidad. Aristóteles afirmaba que el hombre era el único capaz de poseerla y Darwin, por el contrario, sostenía que el mono también reía.

Ya en la modernidad, múltiples trabajos e investigaciones de filósofos, psicólogos, antropólogos, sociólogos y otros estudiosos sobre la risa y el buen humor probaron los beneficios de la sonrisa a nivel social, físico y psíquico. La risa es la expresión de un estado de ánimo alegre.

La risa es una poderosa herramienta de comunicación interpersonal, que potencia nuestra confianza y la fiabilidad que emitimos; estimula el sistema inmune, al aumentar el anticuerpo de la inmunoglobina A; eleva la tolerancia al dolor, actúa como efecto analgésico por su producción de endomorfinas, conocidas como hormonas de la felicidad; disminuye el estrés y los problemas cardíacos; potencia el sentido del humor y estimula la presencia de alegría; te

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presenta como una persona empática; intensifica la habilidad para pensar de manera holística; es reconocida como manifestación de inteligencia; tiene un poderoso efecto contagio y es gratuita e inagotable.

La sonrisa espontánea, genuina y atractiva, asociada a una mayor esperanza y calidad de vida, se conoce como sonrisa Duchenne, en honor al neurólogo francés que la hizo protagonista de parte de sus estudios. Es producida por una satisfacción auténtica y en su consecución intervienen los músculos de la boca, labios y ojos.

Groucho Marx defendía la risa como “el mejor invento de la humanidad”; el Dalai Lama ha confesado que su pasatiempo favorito es la risa y Mahoma afirmaba que quien hacía reír a sus compañeros merecía el paraíso. Todas las personas sonreímos en la misma lengua.

La sonrisa es un fenómeno que puede “cultivarse” leyendo y escuchando anécdotas, moralejas, viñetas, historias y chistes; compartiendo la risa; buscando el lado humorístico de las situaciones; dedicando tiempo a diversiones o actividades que genere alegría; riéndonos alegremente antes situaciones graciosas; gesticulando exageradamente ante un espejo; regocijándonos ante una buena acción; contentándonos con las satisfacciones de nuestras personas queridas …

¡Sembremos sonrisas!

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2. CONVERSAR ES UN ARTE El diálogo se originó en Grecia quinientos años antes

de la era cristiana. Todas las personas tenemos la necesidad de hablar y la capacidad de hacerlo correctamente, con independencia del escenario donde se realice. De hecho, dedicamos tres cuartas partes de nuestro tiempo a la comunicación, a la expresión a través de la palabra y los gestos.

Las reglas de oro de la palabra hablada recomiendan

elaborar el pensamiento, dar forma a la idea a transmitir; expresarla en el momento oportuno mediante enunciados concretos; centrar la vista en los receptores del mensaje para captar y mantener su atención; gestualizar de forma natural, sin forzar posturas o ademanes; introducir silencios en la conversación, como forma de realzar la información aportada; y, hablar a una velocidad comprensible para la audiencia, entre 120 y 180 palabras por minuto.

Las características básicas de la conversación se

asientan en la coherencia en la exposición, la claridad y precisión en la explicación, la participación activa de los distintos interlocutores y la contribución pertinente, específica y veraz de la información empleando un estilo expresivo, dominado por frases cortas. Exponer, razonar, informar, comentar, argumentar, motivar, debatir… son los objetivos que centran la charla

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Emplear un lenguaje sencillo, sin confundir con simple

u ordinario; comprensible por todos los presentes en el coloquio y respetuoso con toda raza e ideología política o religiosa, facilitará la comprensión de los asuntos abordados y los argumentos empleados. Prescinde de jergas, tecnicismos, extranjerismos que dificultan la interpretación de la materia abordada.

El tema de conversación es necesario como nexo de

unión de los integrantes en la charla. Facilita la conversación, propicia la integración, fomenta la reflexión, impulsa al entendimiento y proporciona información y distintos puntos de vista sobre el asunto tratado. Indudablemente, se hace imprescindible en cualquier situación en el que dos o más personas hablan de un tema que conocen, y hasta dónde conozcan…

A lo largo del tiempo se ha transmitido la prohibición

de recurrir al sexo, la política, los deportes, la religión o los temas escatológicos. Respecto al primero he de confirmar que concierne única y exclusivamente a los integrantes de la relación. ¡Tomen nota muchos…! Lo escatológico no es precisamente muy agradable ni elegante tratar pero respecto a los otros temas tratados discrepo. Para empezar soy poco amiga de las prohibiciones tajantes sin fundamentos que las sustenten. Además, defiendo la existencia de otros factores como son las personas con las que mantenemos la conversación: accesibles, tolerantes,

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afables… o no, que condicionan la oportunidad o inoportunidad del tema a tratar.

Si prevemos que sacar a relucir un asunto que

concierne a la política, la religión o los deportes de grupo van a provocar disputas o generar rencillas presentes o futuras lo mejor, o lo recomendable, es reservarlo para una situación en la que se pueda hablar, defender o rebatir en un marco dominado por el respeto, la tolerancia, el entendimiento y la comprensión. La confianza que mantengamos con los interlocutores marcará el motivo de la charla.

Monopolizar la conversación sitúa a su protagonista en un pobre lugar, otorgándole la condición de charlatán; al igual que propiciar las batallas dialécticas, o aportar críticas hirientes contra otras personas, culturas o tradiciones.

El recurso de las frases hechas empobrece el discurso.

Constituyen un reducido número de vocablos vacíos, carentes de contenido e impersonales. Expresa tu mensaje buscando en tu interior las palabras que permiten expresar tus emociones, propósitos, intenciones, sentimientos, ilusiones, esperanzas…

Qué desafortunadas resultan las comparaciones. Me

resulta imposible encontrar algún ejemplo en el que alguna de las partes implicadas: persona, animal, planta, territorio, lugar, objeto… no resulte perjudicada. Son del todo innecesarias para hacernos comprender una situación, un

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momento, una duda, un problema, un sentimiento, una dificultad. Para hacer llegar correctamente un mensaje tenemos a nuestra disposición las siempre resolutorias y aclaratorias anécdotas, experiencias o ejemplos. Permiten visualizar la historia que contamos o la idea que pretendemos transmitir. Echemos mano de ellas.

Aficiónate a una conversación dominada por el

respeto, la moderación, el orden, la tolerancia, el sentido del humor, la cortesía y la alternancia de los integrantes en la charla; provocarán un coloquio ameno, participativo, dinámico, novedoso, atractivo…

Conversar es un arte y como tal debemos practicarlo y

disfrutarlo. Cómo dice un maravilloso proverbio árabe: “No abras los labios si no estás seguro de que lo que vas a decir es más hermoso que el silencio”.

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3. EL ARTE DE CONVERSAR

Vivimos en una sociedad moderna, la sociedad del siglo XXI, donde las personas poseemos infinidad de maneras y métodos para relacionarnos. Uno de ellos, muy efectivo y con notables efectos positivos para las relaciones personales, sociales y laborales, es practicando el noble arte de la conversación.

Todas las personas tenemos la necesidad de comunicarnos y la capacidad para realizar esa comunicación. Uno de los medios a nuestra disposición es la palabra, a través de ella nos expresamos, manifestamos nuestro pensamiento, intercambiamos ideas, transmitimos información, creamos emociones y, entre otras cuestiones, influimos en el comportamiento de quienes nos escuchan.

Las formas de iniciar una charla son múltiples y variadas. Lo aconsejables es hacerlo con un saludo cordial. Conocer el tema que vamos a tratar; opinar en el momento y lugar oportuno; expresarse de manera que todos los participantes en el diálogo comprendan lo expuesto; aceptar criterios diferentes, ser transigentes; interesarse por las opiniones de los presentes; introducir silencios y espacios que permitan la intervención de aquel que lo desee; pronunciar frases cortas; evitar las frases hechas; practicar un comportamiento educado y un tono amable son características fundamentales, de obligado cumplimiento, en el arte de la conversación.

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Este noble arte tiene enemigos que dificultan su puesta en práctica: las jergas, los lenguajes específicos o especiales; el empleo de expresiones vulgares, tópicos o frases hechas; el desinterés, la apatía, la insistencia, la charlatanería; y, por citar los más importantes, el contacto físico.

La conversación es un entretenimiento que brinda momentos inolvidables e imagina miles de situaciones además de ayudar a mejorar la memoria y el rendimiento intelectual y ser la principal forma de interacción entre los distintos individuos de una sociedad.

Y… nunca olvidemos que la palabra queda envuelta en la mirada y arropada por los gestos que realizamos!!

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4. CERCANÍA O VULGARIDAD

Darse a conocer, hacerse popular, deseo de agradar o interés en convencer suelen ser los motivos principales por los que sujetos con gran afán de protagonismo, desmedida ansia por formar parte de la panda de frikis que lamentablemente nos rodea (y que crece de manera imparable), carencia de autoestima o enojo rápido esgrimen como razones por las que se dejan llevar, de una forma premeditada o espontánea, por la emisión de exabruptos varios…

Tertulias, discursos, entrevistas, comparecencias, encuentros y ruedas de prensa son el escenario habitual de desencuentros dialécticos o, como me gusta describirlo (con pesar), donde mayores “patadas a la lengua” apreciamos.

“Abrirse de piernas”, “vete a cagar”, “en mi puta vida”, “menudo coñazo he soltado”, ”tonto de los cojones”, “dar una ensalada de hostias”, “manda huevos” o su versión “estoy hasta los huevos”… o calificativos y descripciones tan carentes de creatividad como de contenido del tipo: “joder”, “coño”, “hijoputa”, “gilipollas”, “imbécil”, “putada”, “mariposón”, “cagadas” y lindezas similares son expresiones no habituales pero si presentes en la oratoria de personajes públicos: políticos, artistas, deportistas, escritores,…

Personajes que crean opinión y son ¿ejemplo? para muchos de sus fieles e incondicionales seguidores, admiradores, votantes, simpatizantes, etc. Permitidme

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definirlas a todas ellas como exabruptos, incorrecciones, groserías, ordinarieces y mil términos más, del todo inaceptables.

El cine, la radio, la televisión, la prensa escrita, la publicidad incluso los coloquios se han impregnado de un barniz soez con la errónea creencia de acercamiento a su público. No debe confundirse veracidad, cordialidad y espontaneidad con chabacanería y zafiedad. Las preocupaciones laborales y las inquietudes sociales, intelectuales o espirituales son los argumentos esgrimidos en favor de la banalización y frivolización de todo lo que nos rodea.

No está de más recordarle a toda esta pandilla de sujetos que teóricamente nos representan en distintos ámbitos y escenarios, y a los que se les presume (amén de otras virtudes) conocimientos y educación, que la cortesía, la amabilidad y la delicadeza, valores actualmente en peligro de extinción, facilitan y crean sólidos amarres en los afectos y en las admiraciones, elevan la cultura y desarrollan la sensibilidad hacia el prójimo.

Como aconseja la primera regla de oro de la oratoria…

Piensa antes de hablar!! ;-)

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5. LOS PROTAGONISTAS DE NUESTRA CHARLA

Cada vez que buscamos recomendaciones en la web sobre cómo elaborar un discurso nos encontramos con consejos del tipo “elige un tema, define tu objetivo, reúne información, organiza el material, ordena tus ideas lógicamente, ponle un título interesante, prepara la introducción y/o la conclusión, ensáyalo hasta el agotamiento…”.

Todos estos tips son indudablemente ciertos pero reflejan características básicas, genéricas, que tienen que presidir una disertación. Disertación que debemos singularizar, hacerla propia y única. Una máxima en la que creo firmemente, y ofrezco en todos mis cursos y charlas, rige todas mis exposiciones: habla de lo que sepas y hasta donde sepas.

Podemos hablar de la importancia de la escucha, de las claves para ser un buen orador, de las funciones principales del discurso, de las distintas maneras de realizar la exposición, del vocabulario utilizado, del lenguaje de los gestos, de la indumentaria adecuada, de la ambientación de la sala y un largo etcétera. Todos estos temas los iremos tratando en próximas entradas. Hoy quiero centrarme en dos protagonistas indiscutibles de nuestra charla, al menos debieran serlo. Hablo, como no podía ser de otra manera, del noble entusiasmo y de la maravillosa sonrisa.

Decía Quintiliano que “el ánimo hace al orador”. Poner pasión en nuestra comunicación, integrar nuestras

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emociones en el discurso, y compartir de forma entusiasta los conocimientos poseídos, aportan fuerza, dinamismo y credibilidad nuestra intervención. Cree en lo que dices y los demás creerán en ti. Sé un apasionado de tus convicciones.

El lenguaje de la sonrisa es inimitable y su mensaje irrefutable. La sonrisa ofrece confianza y aceptación; potencia la fiabilidad y credulidad que emitimos; capta, y mantiene, la atención del público; te convierte un experto en el arte de la persuasión; facilita la comunicación con cualquier oyente del mundo al practicar un lenguaje universal; te presenta como una persona empática y, entre muchas otras virtudes, te ayuda a controlar el miedo escénico.

¡Entusiásmate para entusiasmarlos!

¡Sonríe para que te sonrían!

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6. CONOCER TODAS LAS RESPUESTAS

Como oradores, que adoramos nuestra profesión y valoramos y agradecemos el tiempo e interés que nos demuestra la audiencia, deseamos que éstos salgan contentos y convencidos de su asistencia, con ganas de volver a escucharnos.

Uno de los mayores temores a los que, teóricamente, se enfrenta un conferenciante es a no saber responder una pregunta que le formulan. Aterroriza desconocer la respuesta y ofrecer una imagen de persona inexperta o poco preparada.

Me gusta decir que, afortunadamente, no somos perfectos, por tanto no podemos saber “todo”. Bien cierto es que dominar el tema que tratamos, la actividad que realizamos o la especialidad que nos define es una premisa sobre la que asentar nuestras acciones pero no lo es menos que somos humanos y como tales, desconocemos respuestas y cometemos errores (ajenos a nuestra preparación y conocimiento).

Cuando no sepas la contestación a una pregunta relevante, reconoce que no tienes clara la respuesta, que la investigarás y te pondrás en contacto con la persona que la formuló (recuerda solicitar sus datos, generalmente, la dirección de correo electrónico) para comentarle las conclusiones a las que has llegado en el menor tiempo posible de espera.

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Si ignoras un dato importante o novedoso, y te aseguras de hallar la respuesta correcta, tu prestigio y credibilidad se mantendrán intactos, incluso mejorarán (la humildad es apreciada). Si mientes para no reconocer tu supuesta “ignorancia”, le habrás asestado una “puñalada” a tu reputación de la que te costará recuperarte…

Cuando la consulta que se realiza es insustancial o escapa al tema de la charla, puedes quedar con el sujeto que la planteó para discutirla al finalizar el tiempo del que dispones para tu exposición.

Si reconoces maldad en su formulación, recurre a la firmeza cortés: amable pero serio, agradece la pregunta pero reconoce que se desvía de las cuestiones tratadas y automáticamente da paso a otra consulta.

Si el “oyente” insiste en conocer la respuesta, de manera más firme todavía, le “cortas” la palabra citándole para cuando termine la charla y poder así discutirlo con calma. Alude al escaso tiempo del que dispones para centrarte en temas importantes y pertinentes. Acompaña la acción con una desviación de tu mirada hacia el resto de los asistentes, que sí están interesados y merecen toda tu atención.

Te deseo una entusiasta intervención!!

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7. “ALGUNOS” ERRORES DEL DISCURSO

Mucho se ha hablado sobre los principales errores que cometemos a la hora de exponer nuestro discurso. En otro momento centraré mi exposición en los puntos clave a resaltar, hoy quiero dedicar estas líneas a resaltar “algunos” desaciertos que cometemos con la única, y honesta, intención de ayudarnos a reconocer nuestras debilidades para así poder convertirlas en fortalezas. Conocer un problema es el primer paso para resolverlo.

Sin pretender ofrecer una exhaustiva “lista de fallos” me atreveré a citar los más frecuentes, e imperdonables…

1. La ausencia de ensayo encabeza el listado. Toda charla debe ser minuciosamente preparada y ensayada para asegurar el éxito de nuestra intervención.

2. Iniciar la disertación con una disculpa. No es justificable la falta de preparación, conocimientos o habilidad oratoria como tampoco lo es tratar de interaccionar con el público recurriendo a un humor imprudente, absurdo o inoportuno.

3. Hablar sin decir nada. No respetar las premisas de concisión, claridad, brevedad, interés…

4. En la misma línea, desarrollar una introducción insulsa, irradiar apatía, frialdad o desinterés. Son claros síntomas de la poca importancia que le otorgamos a la labor que estamos realizando.

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5. Velocidad del habla inadecuada. Tan malo es

hablar muy despacio como hacerlo muy rápido. La velocidad aconsejable es aquella con la que el orador se sienta cómodo y la audiencia pueda seguir la disertación sin esfuerzo.

6. Desatender el lenguaje gestual y paraverbal. Limitarnos a recitar nuestro discurso sin acompañarlo de gestos que lo apoyen ni acompasarlo con el tono, entonación, ritmo y silencios adecuados.

Esta lista de desaciertos o fallos se irá incrementando pero, antes de ellos, relataré en el próximo episodio quiénes deberán ser los protagonistas de nuestra charla…

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8. LA IMPORTANCIA DE LA MIRADA

“¿Eres la madre de las niñas nuevas?” Fue la oportuna presentación que hizo una progenitora del colegio de mis hijas para entablar conversación. “Estamos encantadas con ellas”. Hasta ahí todo fue bien, incluso el comentario acerca de mis chicas me halagó. El problema, o irritación para ser más exactos, comenzó cuando la buena mujer dejó de mirarme, lo que hasta el momento había hecho casi todo el rato, y empezó a observar alrededor suyo. Supuse que estaría controlando a alguno de sus vástagos, lo que sería lógico siempre y cuando avisara: disculpa que no te mire pero estoy intentando localizar a mis hijos, o algo similar, sería un buen argumento. Comprobar que la dirección de su mirada apuntaba siempre a puntos inconcretos y vacíos provocó mi incomodidad.

Mi fastidio se agravó cuando el siguiente tema de conversación, por supuesto seguía sin dirigirme la atención, fue criticar el descontento, y revuelo, que había provocado una alumna nueva que había aterrizado en la escuela dos años atrás… Desconozco los argumentos que sustentan esa opinión y si la citada mujer es la portavoz de las madres de los compañeros de clase de mis hijas pero me pareció muy imprudente escuchar tales críticas sin conocer o tener una mínima confianza con la destinataria del mensaje, es decir, conmigo... ¡Qué alegremente emitimos juicios sin someterlos a prueba y sin importarnos quién los escuche!

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Otro día trataré el tema de la prudencia, la discreción, la tolerancia, la humildad y otras tantas y necesarias virtudes que debemos practicar pero el artículo de hoy quiero dedicarlo a la importancia de la mirada.

Los ojos son los protagonistas de un lenguaje expresivo y preciso, tienen un marcado carácter comunicativo. Una simple mirada ofrece información reveladora ateniéndonos a dos componentes muy significativos, hacia donde miro y durante cuánto tiempo mantengo la mirada.

Partiendo de la base que la duración óptima de una mirada está condicionada por cada situación concreta, por los protagonistas que en ella intervienen y por el entorno en el que se produzca, no está de más recordar que mirar de frente muestra, y demuestra, interés y disposición así como la intención de estar receptivo a la comunicación. Desviarla, expresa indiferencia, vergüenza, inseguridad o desinterés, además de provocar falta de credibilidad.

A más de un sujeto habría que recordarle que no se confía en las personas que no miran directamente a los ojos.

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9. RECONOCIENDO LA MENTIRA

Un exitoso programa de radio formuló hace unos días a sus escuchantes1 la pregunta: ¿Cómo te das cuenta de que tu pareja miente? No tardaron en llegar decenas de mensajes explicando la forma en que nuestro radar personal detecta que no nos están diciendo toda la verdad…

Cuando mi pareja me miente… “le tiembla el párpado derecho; no es capaz de conjugar bien los verbos; se le hincha la nariz; da explicaciones incoherentes; se estira las mangas del jersey; responde “ehhh”; se pone a la defensiva y se hace el ofendido; se le abren los agujeros de la nariz; sin motivo que lo justifique pide que no le “de voces”; no mira a los ojos; le entra una risa “floja”; facilita demasiadas aclaraciones; insiste en repetir “¿qué dices?”; le sudan las manos; se sonroja; regala una media sonrisa; le entra un tic en el ojo izquierdo; evade las preguntas y cambia de tema de conversación; se escuda en un “vale, lo que tú quieras, siempre tienes que llevar la razón”; abre mucho los ojos; tartamudea o es incapaz de jurarlo por su madre mirándome a los ojos” son algunas de las muchas respuestas que se ofrecieron.

Otras contestaciones aluden a un sexto sentido o intuición femenina o simplemente argumentan que lo reconocen, sin más. Sin faltar aquellos que aseguran que su pareja nunca miente…

Risa nerviosa o falsa, tono de voz agudo, ritmo de habla lento y vacilante, dificultad respiratoria, lenguaje 1 http://www.marcastro.es/blog/eres-oyente-o-escuchante

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gestual reducido y artificial, postura corporal oblicua, rígida y defensiva, son los principales indicadores del engaño.

El psicólogo Paul Ekman, pionero en el estudio de las emociones y su identificación mediante la expresión facial, afirmó que las emociones que frecuentemente experimentan las personas cuando mienten son:

La culpa. Aparece cuando lo que decimos o hacemos va en contra de nuestra forma de pensar, nos arrepentimos o tenemos necesidad de justificarnos, es decir, en casos de culpa no autorizada. Bajar la cabeza, mostrar nerviosismo o tristeza son algunas de sus manifestaciones.

El miedo a ser descubierto, provoca nerviosismo en la voz y ausencia de color en el rostro. Los ojos se agrandan, elevando las cejas y provocando arrugas en la frente. Se genera cuando “hay mucho en juego”.

El deleite. Emoción de difícil interpretación, frecuente en procesos de negociación (donde únicamente se producen las mentiras de omisión no de falsificación). Rápidas expresiones de superioridad o felicidad en los rostros en momentos de logro de acuerdos son sus principales exteriorizaciones.

Lentitud en el lenguaje, ausencia de congruencia en el contenido y de detalles que complementen la historia, repetida y total negación defensiva, relativizar la gravedad del hecho o recurrir a expresiones refuerzo de la credibilidad oral como son pronunciar “realmente”,

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“honestamente”, “verdaderamente”,… son indicios verbales de la mentira.

“Cuando quieras engañar al mundo, di la verdad” (Otto von Bismarck).

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10. TU MIRADA HABLA

La duración de la mirada indica las intenciones de los conversadores por el marcado carácter comunicativo de los ojos. La dirección de la mirada y su duración ofrecen inconsciente, o conscientemente, valiosa información.

Teniendo en cuenta este último componente, debemos saber que cada situación concreta, los protagonistas que en ella participen, el entorno en el que se produzca y la influencia cultural son determinantes y condicionan el tiempo o la intensidad de la mirada.

Una charla intensa o íntima demanda largas observaciones, muestra del interés o disposición de los participantes en el diálogo. Una mirada muy prolongada puede interpretarse como fascinación o atracción.

En un contexto informal cuanta mayor sea la confianza con tu interlocutor, mayor será el tiempo que dediques a mirarle. De todas formas, no existe un tiempo estándar. Cada situación concreta y contexto demandan un comportamiento oportuno.

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11. NO “PLANTES” LOS PIES EN EL SUELO

Entre los muchas páginas que se encuentran navegando por la red, relativas a los errores que no deben cometerse en la exposición de un discurso, localizamos consejos oportunos y otros que no lo son tanto.

No voy a entrar a valorar la capacidad, experiencia o formación de ciertos sujetos que ofrecen expertas indicaciones (daría para hablar largo y tendido) pero si manifestaré mi total desacuerdo, a través de esta bitácora, a recomendaciones desacertadas, inexactas o descontextualizadas. Si aplicaran mi tan predicado: “habla de lo que sepas y hasta donde sepas”…

“Planta bien los pies en el suelo. Estate quieto”, aludiendo a la única posición que un disertador puede ofrecer en el escenario (de pie frente al público) es la gran directriz sugerida a los lectores por un autor estudioso de la materia.

La exposición de un discurso puede realizarse de cuatro formas distintas: de pie ante un atril, de pie caminando por el escenario, sentado tras una mesa y en una silla frente a la audiencia. Todas las posiciones son válidas y acertadas si bien presentan unas características y objetivos distintos.

La posición de pie caminando por el escenario facilita la proximidad y la cercanía con el público y anticipa la vitalidad y dinamismo que presidirá la disertación. Mirada, manos y gestos gozan de expresividad máxima sin barreras

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entre emisor y receptores del mensaje. Se accede a la plataforma erguido, mostrando un andar natural. Se camina lentamente durante la disertación, se para en el centro o en uno de los lados y se mira al público para continuar hablando a la vez que nos dirigimos hacia el otro lado, sin prisas. Parados, evitaremos el movimiento pendular, o balanceo, ascendente-descendente o lateral así como el talonamiento (levantar la parte delantera del pie a la vez que se echa el cuerpo ligeramente hacia atrás), provocan desconfianza y manifiestan inseguridad y nerviosismo.

Quiero pensar que esta era la recomendación que pretendía ofrecer el creador de las desacertadas líneas…

“Piensa, cree, sueña y atrévete”. (Walt Disney)

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12. LA TÉCNICA DEL ESPEJO

Tendemos a imitar a aquellas personas que nos agradan, nuestra mente favorece la repetición de movimientos, actitudes, gestos y posturas, inclusive aquellas poco naturales, distinguidas o espontáneas. Una habilidad comunicativa, y reacción subconsciente, muy apropiada para el desarrollo de relaciones, que refuerza el vínculo entre los participantes en el diálogo. Una poderosa herramienta de integración, generadora de confianza que facilita el establecimiento de vínculos.

En un entorno profesional, es habitual que la persona que posea el estatus más elevado, o el líder de un grupo, sea imitado por miembros de menor jerarquía. Las mujeres somos más proclives a reflejar comportamientos de otra fémina que los hombres imitar a otros varones.

“¡Mírame! Soy igual que tú. Siento lo mismo y compartimos las mismas actitudes” (Pease, A. y B.: El lenguaje del cuerpo. Amat Editorial, Barcelona, 2006).

Rascarse ligeramente la frente, sostener la barbilla sobre una mano, cruzar una pierna, juntar las manos, adoptar la postura del cuatro (cruce de piernas, eminentemente masculino, que deja al descubierto la suela del zapato), ladear la cabeza, llevar una mano a la nuca o introducirla en el bolsillo, abrir los brazos, elevar las cejas, limpiar la comisura de la boca, mover repetidamente un pie o levantarlo, retocarse el cabello, acariciarse el labio, imitar la entonación o el tono de voz, hablar a la misma velocidad

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o sentarse en el extremo de un banco, entre otros, son ejemplos de sincronización.

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13. ORATORIA EMOCIONAL

Desde mis comienzos en este apasionante mundo de la comunicación ante individuos, colectividades y audiencias, he defendido…

Que la gran dama de la comunicación, mi adorada palabra hablada, es la protagonista indiscutible y artífice de la creación y transformación de emociones.

Que la sonrisa es la mejor carta de presentación que podemos presentar allá por donde vamos, y la primera que debemos mostrar. El camino más cercano entre dos personas.

Que la ilusión es un valor en alza que te proporciona momentos inolvidables e imperecederos en la memoria y en el corazón.

Que el entusiasmo es una sabia fuerza que debilita los obstáculos y establece la diferencia entre el éxito y el fracaso.

Que la naturalidad es sencillez y espontaneidad y que debe acompañarnos en todo aquellos actos que realizamos permitiendo mostrarnos como somos.

Que la humildad es demostración de aprecio que te conecta con el corazón de tu audiencia.

Que la pasión que muestras y demuestras hacia tus creencias, por las que apuestas y te entregas, te convierte en una persona singular.

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Que la generosidad de compartir los conocimientos atesorados con cariño y esfuerzo te proporciona bienestar.

Que la empatía te integra a través del lenguaje y es un poderoso instrumento de motivación.

Que la simpatía se genera con el mensaje que emites y la emoción con que lo transmites.

Que la mirada es portadora de una magia especial que irradia energía que hace brillar los ojos y latir los corazones de aquellos que te escuchan.

Que las manos aportan vida y movimiento a nuestras palabras, generando un lenguaje propio e inconfundible.

Que el saber hacer es fundamental para que el binomio saber ser-saber estar depare todo el beneficio que su aplicación atesora.

Que honrar la palabra hablada revela tu coherencia, consistencia y autenticidad.

He defendido, que una persona es fuerte cuando muestra sus sentimientos y habla de sus emociones.

Y tú… eres un comunicador emocional?

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FUENTE: www.marcastro.es