Tomas de Terreno en Viña del Mar. 10 años de silencio de un estudio municipal.
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Tomas de Terreno en Viña del Mar.
10 años de silencio de un estudio municipal1.
Dr. Nelson Arellano Escudero
Universidad Andrés Bello – Viña del Mar.
El 04 de abril de 2003 la Dirección de Desarrollo Comunitario, en
ese entonces, a cargo de Sergio Espinoza Méndez, convocó a la
presentación del estudio “Tomas de terreno en Viña del Mar.
Cuatro ensayos para comprenderlo”.
En el título propone varias nomenclaturas: la oposición entre
Tomas de terreno y Viña del Mar es la primera. Se trata de una
visión de la ciudad con mayor fama turística de Chile, cuya
promoción es articulada sobre la base de la diversión y el
entretenimiento en un entorno privilegiado de servicios
1 Introducción al Seminario “Tomas de terreno en Valparaíso y Viña del Mar: 100 años de asentamientos
precarios” realizado el jueves 23 abril de 2015 en el auditorio Wilhelm Wundt de la Escuela de Psicología de la Universidad de Valparaíso. Organizado por el Departamento de Psicología Social de la Escuela de Psicología de la Universidad de Valparaíso y la carrera de Trabajo Social de la Universidad Andrés Bello, sede Viña del Mar :: [email protected]
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ambientales y de infraestructura que la ciudad ofrece a sus
visitantes.
Por eso resulta contraintuitivo hablar de Tomas de terreno allí, en
la ciudad balneario donde el espíritu playero debería gobernar las
vidas y el quehacer de –como dice el himno del Everton- “la gente
linda de Viña del Mar”.
No es fácil de comprender que se hable de una realidad que todo el
tiempo es negada.
Por esa dificultad se plantearon 4 ensayos. Cuatro textos distintos,
cada uno de un investigador diferente para atacar con perspectivas
diferentes y estilos personales una estrategia que facilitara
entender lo, en principio incomprensible.
El estudio de la historia de la Tomas de terreno en Viña del Mar
tomó casi tres años y fue realizado por la Dideco de Viña del Mar
con apoyo de universidades. Se cubrieron aspectos cuantitativos y
cualitativos y se consolidó una visión historiográfica en la que
subyacía un supuesto teórico: los efectos del pasado persisten en el
ahora presente. La condición de sujetos históricos de los actores
sociales implicados en los acontecimientos que configuran la
ocupación popular del suelo en Viña del Mar no es un hecho
fortuito ni una experiencia singular. Se trata de la constitución de
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una propuesta de solución que la población, un grueso de la nación
chilena, impone en la escena ante la pasividad, complicidad o
indiferencia de la sociedad en su conjunto.
El lunes 22 de septiembre de 2003 se realizó la entrevista a uno de
los miembros de la Sociedad Quiscal, propietaria del suelo de la
sucesión Blanca Vergara, la heredera de José Francisco Vergara del
Fundo Siete Hermanas. Sergio Bernal, el entrevistado, terminó la
conversación de dos horas con esta imagen:
“Se está trabajando con Secpla, que esta renovación urbana
se tuvo que complementar con el grado de constructibilidad
de los terrenos para poder competir con Santiago, que las
constructoras vean que no hay diferencia y pueda pasar lo
que ha pasado en Santiago, recuperar todas esas zonas que
estaban deterioradas, que fue un cambio completo. Y esto de
las tomas va a quedar para la historia.”
Una década más tarde nos reunimos aquí para hablar de las Tomas
de terreno también como un fenómeno histórico, pero que lejos de
quedar en el pasado es un hecho actual, contingente, sin solución y,
dada la negligencia de las autoridades, con un largo porvenir
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Hace 10 años se divulgaron los principales resultados de aquel
estudio. El periodista Carlos Valencia de El mercurio de Valparaíso,
publicó el 05 de junio de 2004 un reportaje titulado: “La realidad de
las tomas en Viña” seguido de bajada: “Advierte que el Estado ha
sido incapaz de solucionar el problema y prevé una repetición del
fenómeno en la próxima década.”
Entonces y hasta el 2005 se puso a disposición una explicación
razonable para la existencia de las Tomas de Terreno: la relación
entre los dueños de la tierra, el municipio, el desempeño
funcionario de los técnicos, la escasa y mala calidad de la respuesta
de las políticas públicas al problema de vivienda y urbanismo y la
acción y operaciones de los sectores populares que con un saber
transgeneracional son capaces de transformar la ciudad y re-
estructurar la planificación tecnocrática.
Cada quien que asuma su responsabilidad. La evidencia está.
Por ejemplo, Sergio Bernal explicitó que: “En su época entramos
con Crespo (…) después la señora Eugenia, largo tiempo, después
entró Juan Luis Trejo, Víctor Henríquez y luego entró Rodrigo
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González, Jorge Santibáñez, González y ahora Jorge Kaplan.
Entonces la relación siempre ha estado a nivel de municipio y nunca
hemos visto ‘ah que porque está este no’, no.”
Julio Ventura, actual Director de Obras Municipales de Viña Del
Mar, habló de la experiencia del Taller de Programas Especiales
(TAPE) que consistía en un grupo de profesionales que asesoraban
a los pobladores en su proceso de instalación en el terreno de toma
de terreno. Esto, eso sí, en tiempos de la Unidad Popular.
Sin embargo, esta confabulación que mezcla compasión y
desobediencia civil no debe entenderse como una acción
cooperativa, pues en todos los casos dado el modo de vida
occidental que representan las ciudades y, más todavía, una ciudad
balneario, el crecimiento urbano, la expansión del número de
viviendas para los nuevos habitantes cuando se realiza de este
modo genera lo que Emanuel Levinas llama un sufrimiento inútil
porque aquí se institucionaliza un estado de excepción que, nos
dice Giorgio Agamben, suspende los derechos de las personas que
quedan en estado de excepción: habitantes de un suelo del que no
serán expulsados pero del que no son propietarios.
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¿Cómo podemos comprender este fenómeno evidente y que sin
embargo es negado de manera intermitente a través del tiempo?
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La vitalidad de la cultura y el Estado como máquina de
destrucción.
La vida siempre se abre paso. Sus manifestaciones son variadas y
presentes en los lugares más insólitos y, en los seres humanos, la
domesticación de la reproducción se masificó recién a mediados del
siglo XX con el desarrollo farmacológico de la anticoncepción, a
pesar de lo cual no es posible afirmar que exista una racionalidad
acerca de la sexualidad ni una economía de la reproducción.
Los grupos humanos, en el goce y en el mandato biológico, se
reproducen y aumentan en número. Este hecho es el que constata
la cultura local viñamarina donde los sectores populares han venido
condensando las experiencias de abuelos y bisabuelos emigrados
desde zonas rurales y venidos a la Viña del Mar en busca de trabajo
en las numerosas industrias que se instalaron desde fines del siglo
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XIX, según los intereses y visión del dueño e ingeniero José
Francisco Vergara Echevers, casado con Mercedes Alvares Pérez,
hija y heredera de Francisco Alvares y de Dolores Pérez Flores. De
aquel tiempo podemos tomar una nota en la historia desde abajo:
En 1880 el cochero de José Francisco Vergara nunca tuvo terreno
pues el Sr. Covarrubias nunca compró un terreno; él murió
arrendando. Siete años antes, en 1873 ya se sabía que en Viña del
Mar había 36 viviendas y chinganas.
Vergara Echevers quería hacer de Viña del Mar un puerto industrial
como Hamburgo o Bilbao y aquella visión demandó la llegada de
grandes contingentes de población obrera capaz de movilizar la
producción.
Como efecto de esta instalación y con unas condiciones laborales
favorables por su rendimiento monetario y estabilidad en el tiempo
el mutualismo y cooperativismo de las organizaciones sindicales
permitieron a las familias populares adquirir sus terrenos. Ya en
1930 se produjeron los loteos en Forestal de las Poblaciones `Los
Buenos Amigos', `Indus' y `Titus'.
Sin embargo, esta situación nunca llegó a resolver la totalidad del
problema debido al constante flujo migratorio y la carencia de
proyectos de vivienda en el volumen que el Estado debió haber
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surtido. En 1948 se produjo la Toma de terreno `Las Pechugas', en
Forestal, llamada después Población Manuel Rodríguez. Para fines
de la Unidad Popular el catastro hecho por la Armada sumó varios
miles de familias en los numerosos comités de vivienda que
organizaban los procesos de Tomas de terreno.
30 años después, a inicios del siglo XXI la situación se volvía a
repetir: poblantes ejecutaban proyectos de colonización de
terrenos no urbanizados en condición de pioneros accediendo al
suelo con la urgencia de encarar una situación social de opresión: el
hallegamiento y el hacinamiento.
Esta condena prometeica de generación tras generación, parece
una imagen más de las observadas por el ángel de la historia, ese
que nos enseña Walter Benjamin y que en la medida que es
empujado por el viento del progreso sólo logra ver que a su paso
queda la destrucción y el sufrimiento.
Es el Estado el que se encarga de administrar este estado de
excepción donde las familias dan lo mejor de sí para conseguir un
patrimonio –la herencia para los hijos- que finalmente nunca es
suficiente y termina empujando a una nueva generación a cumplir
el sueño que antes no se pudo realizar.
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El Estado, nuestras autoridades, los técnicos y funcionarios, los
académicos, los operadores políticos, los agentes de la
Organizaciones No Gubernamentales, Iglesias y, por supuesto, los
dueños de la tierra, cada quien por su cuenta y todos en su
conjunto, actúan (actuamos) de manera pasiva ante el estado de
excepción que sólo permite mantener la vida biológica pero que
deja suspendida la vida política.
Por eso es que es importante recordar aquí y ahora a los fallecidos
Luis Alderete Oyarce, 19 años, José Aros Vera, 27 años. Federico
Cabrera Reyes, 24 años. Jovino Cárdenas Gómez, 29 años. José
Flores Silva, 19 años. Arnoldo González Flores, 34 años. Róbinson
Montiel Santana, 9 meses. David Montiel Valderas, 34 años. José
Santana Chacón, 64 años, Wilibaldo Vargas Vargas, 31 años. Los 50
pobladores y 23 carabineros heridos con motivo del desalojo de la
Toma de terreno de Pampa Irigoin en Puerto Montt, el 09 de marzo
de 1969.
A estos jóvenes y adultos el Estado de Chile además les arrebató el
derecho a la vida.
Pampa Irigoin debe llamar la atención acerca de los varios crímenes
de los cuales el Estado y sus dirigentes son responsables: crímenes
de lesa humanidad, porque infringe la propia declaración de los
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derechos humanos que el Estado de Chile suscribió tempranamente
en 1948:
3 Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la
seguridad de su persona.
25 Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le
asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial
la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los
servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros
en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros
casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias
independientes de su voluntad.
Como ya es un lugar común, conviene recalcar que esta mirada
histórico-cultural no exime a la ideología del liberalismo económico
de sus consecuencias, pero no cabe responsabilizar de todos los
males de la discriminación y la segregación al neoliberalismo. Esta
es, a todas luces, una disculpa pobre para 100 años de maltrato,
indiferencia y postergación de amplios sectores de la nación.
La informalidad que debe ser puesta en juicio no es la de los
asentamientos que genera gente laboriosa con capacidad creativa
para vencer los obstáculos y limitantes que las estructuras sociales
van poniendo en su camino, sino la informalidad de un Estado
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incapaz de hacerse cargo de los desafíos que le compete afrontar.
La reforma que se requiere no es de la educación y el bienestar
social, sino de la cultura y nuestro modo de vida.
Ya es tiempo que los deseosos de ver sus nombres en cargos de
responsabilidad asuman que su deber es de gran envergadura y
demandar que, de una vez por todas, dejemos de hablar de las
Tomas de terreno como un problema del futuro y como un destino
fatal al que estamos condenados.
Valparaíso, 21 de abril de 2015.