La filosofía en Santo Tomas de Aquino
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La filosofía en Santo Tomas de Aquino
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"Todas las ciencias y artes se ordenan a una sola cosa,
a la perfección del hombre, que es su felicidad".1
Las distinciones formales tienen sentido cuando se ordenan según los principios de la realidad.
Santo Tomás siempre tiene presente los principios y órdenes fundamentales de la realidad y según
tales distinciones procede sin perder de vista ni la causa primera ni el fin último en todo cuanto
considera.
Entender lo que en su doctrina significa la filosofía implica considerar la cuestión según el principio
de unidad en el Ser de acuerdo a cuya participación se manifiesta analógicamente todo lo que
conforma la realidad.
Todas las ciencias, y la filosofía como raíz y cumbre de los conocimiento racionales, corresponden
a formas proporcionales a la inteligencia del hombre ordenadas a la plenitud del ser personal.
Abordar su estudio desde otras perspectivas puede inducir a una errónea consideración como
cuando se desgaja esta capacidad de la unidad real que conforma y cuyo cultivo se justifica en la
medida que se ordena a la perfección personal.
La sabiduría es la primera virtud noética y la ciencia la segunda. Como se entiende según la
etimología de la palabra, la filosofía en cuanto amor a la sabiduría es la primera de las ciencias.
Santo Tomás, como buen filósofo funda y corona su amor a la sabiduría en el objeto supremo de la
teología, y como buen teólogo no se aparta un ápice del rigor filosófico según el cual pensar
lógicamente es razonar según el orden del Logos. No fue el primero ni el único, aunque le cupo la
Gracia de lograr la síntesis doctrinal más certera. Su clave radica en la contemplación del Logos
encarnado.
Parafraseando a Santo Tomás,2 sabemos que la disputa, tiende no sólo a remover el error sino a
instruir al auditorio a fin de que quien escucha sea llevado a inteligir la verdad investigada,
debiendo para ello basarse el análisis de la cuestión y la demostración argumentativa en razones
que le hacen saber al aprendiz, no sólo cuál es la verdad sino también de qué modo es verdadero
lo que se dice. De lo contrario, cuando se resuelve la cuestión recurriendo a alguna autoridad, si
bien el auditorio puede tener la certeza que la cosa es del modo que se explica, sin embargo, dice
Tomás, se despacha al alumno con la cabeza vacía porque no adquiere conocimiento alguno ni de
la ciencia ni de la inteligencia que el verdadero conocimiento del tema demanda.
1 STA; Proemio al Comentario a la Metafísica de Aristóteles.
2 STA; Quodlibet IV, q. 9 a. 3 co. [...] Si autem nullam auctoritatem recipiunt, oportet ad eos convincendos, ad rationes
naturales confugere. Quaedam vero disputatio est magistralis in scholis non ad removendum errorem, sed ad instruendum auditores ut inducantur ad intellectum veritatis quam intendit: et tunc oportet rationibus inniti investigantibus veritatis radicem, et facientibus scire quomodo sit verum quod dicitur: alioquin si nudis auctoritatibus magister quaestionem determinet, certificabitur quidem auditor quod ita est, sed nihil scientiae vel intellectus acquiret et vacuus abscedet.
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Procedamos entonces invocando la intercesión de Fray Tomás para que el Espíritu Santo ponga en
nuestros oídos y labios aquello que el Logos eterno tenga reservado para cada uno de nosotros en
este encuentro.
Buscamos entender cómo es concebida e integrada la filosofía en la doctrina de Santo Tomas.
Abordamos el tema desde su Proemio al Comentario a la metafísica aristotélica.
Santo Tomas explica en este Proemio:
1º. Por qué ha de existir una ciencia rectora;
2º. cuál es el objeto de esta ciencia rectora,
a. según el orden del entender,
b. según la relación entre el entendimiento y los sentidos,
c. y en cuanto conocimiento intelectual.
3º. cómo se relaciona con las otras ciencias;
4º. con qué nombres se la designa.
1º. ¿Por qué ha de existir una ciencia rectora?
Cuando muchas cosas se ordenan a algo uno, una de ellas tiene que ser la que regula o
rige y las demás reguladas o regidas. Eso se ve en la unión del alma y del cuerpo: el alma,
por naturaleza manda y el cuerpo obedece. Lo mismo sucede en las potencias del alma: así
la irascible y la concupiscible, por orden natural, son regidas por la razón.
Ahora bien, todas las ciencias y artes se ordenan a una sola cosa, a saber, a la perfección
del hombre, que es su felicidad.
Es pues preciso que una de ellas rija a las demás, y esa lleva merecidamente el nombre de
sabiduría, ya que es propio del sabio el ordenar.
Se podrá conocer qué ciencia es esa y cuál su objeto si se examina con atención cómo
alguien es idóneo para regir.
Así como al decir del filósofo en la obra mencionada, “los hombres dotados de inteligencia
poderosa son, por naturaleza, jefes y señores de los demás, y los robustos de cuerpo, pero
menos dotados intelectualmente, son por naturaleza siervos”, la ciencia que por
naturaleza debe ser reguladora de las demás tiene que ser la más intelectual, y tal es la
que versa sobre los objetos más inteligibles.
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2º. ¿Cuál es el objeto de la ciencia rectora?
Como se señala en la conclusión anterior la ciencia rectora versa sobre los objetos más
inteligibles. Pero la expresión objetos más inteligibles puede tener tres sentidos:
a. según el orden del entender, parecen ser más inteligibles aquellos objetos de los
cuales el entendimiento alcanza la certeza. Como la certeza de la ciencia la adquiere
el entendimiento por las causas, el conocimiento de las causas parece ser el más
intelectual. Por lo mismo, la ciencia que estudia las primeras causas de todas las
cosas parece ser la reguladora por excelencia de las demás.
b. según la relación entre el entendimiento y los sentidos. En cuanto el conocimiento
sensible versa sobre lo particular, el entendimiento difiere del sentido en que conoce
lo universal. Por eso es intelectual en grado sumo la ciencia que versa sobre los
principios más universales. Esos son el ente y lo que sigue al ente, como la unidad y la
pluralidad, la potencia y el acto. Tales objetos no deben quedar en una completa
indeterminación, ya que sin ellos no se puede tener un conocimiento cabal de lo que
pertenece a cada género3 o especie. Ni tampoco se ha de tratar de ellos en una
ciencia particular, pues al ser necesarios para el conocimiento de cualquier ente, por
la misma razón se trataría de ellos en todas las ciencias particulares. Queda,
entonces, que se trate del ente y sobre lo que del ente se sigue en una única ciencia
común, la cual por ser más intelectual es la que regula a las demás.
c. por el conocimiento intelectual. En efecto, los seres que poseen potencia intelectiva
la tienen por el mismo hecho de carecer de materia; por lo tanto, serán inteligibles
en grado sumo los objetos que se hallen más separados de la materia.
Ahora, en cuanto el entendimiento y lo inteligible en acto son una misma cosa, el
inteligible y el entendimiento deben ser proporcionados y de un único género.
Reúnen esta cualidad, en cuanto se hayan separados en sumo grado de la materia:
1. los seres que se abstraen de la materia, como las formas naturales tomadas
universalmente, de las cuales trata la ciencia natural;
2. los seres que se abstraen conceptualmente de la materia como los entes
matemáticos;
3. los seres que se abstraen de la materia porque así existen en la realidad, como Dios y
las inteligencias.
La ciencia que trata de esa clase de seres parece ser la más intelectual y la reina o señora
de las demás, y en cuanto debe ser una, el estudio de esas tres clases de objetos es propio
no de diversas ciencias sino de una sola porque esas substancias separadas mencionadas
son las causas universales y primeras del ser.
3 Atributo esencial aplicable a una pluralidad de cosas que difieren entre sí específicamente. Ej.: animales es un género
respecto a hombres, hombres es una especie del género animales, animales es una especie del género seres vivientes.
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3º. ¿Cómo se relaciona esta ciencia con las otras?
A la misma ciencia pertenece el estudio de las causas propias de un género y del género
mismo, así como en la ciencia natural se estudian los principios del cuerpo natural. Por lo
tanto, debe pertenecer a la misma ciencia el estudio de las substancias separadas y del ser
común, el cual es el género que de dichas substancias son las causas comunes y
universales.
De tal modo se ve que, si bien esta ciencia considera las tres clases de substancias
separadas indicadas en 2º c., no tiene como sujeto (objeto) a cada uno de ellos, sino tan
sólo al ser común; pues, como es sabido, el sujeto de una ciencia es aquello cuyas causas y
propiedades investigamos, y no las causas del género que se estudia. Más bien, el
conocimiento de las causas de un género es el fin a cual una ciencia se ordena.
Con todo, aunque el sujeto de esta ciencia sea el ser común, se dice que toda ella trata de
lo separado de la materia en la realidad y en el concepto, pues se llaman seres separados
en la realidad y en el concepto, no sólo a los que no pueden existir en la materia, como
Dios y las substancias intelectuales, sino también a los entes que pueden existir sin la
materia, como el ser común, lo cual no sería posible si por su modo de ser dependiese de
la materia.
4º. ¿Con qué nombres se la designa?
Conforme a las tres distinciones de las que se deriva la perfección de esta ciencia, recibe
tres nombres.
1. Se la llama ciencia divina o teología en cuanto estudia las substancias.
2. Se la llama metafísica en cuanto estudia el ser común y sus atributos. Estos son,
en efecto, objetos que por vía de resolución4 aparecen como trans-físicos como los
más comunes después de los menos comunes.
3. Y se la llama filosofía primera en cuanto estudia las causas primeras de las cosas.
Hasta aquí nuestra síntesis del contenido del Proemio.
4 En orden al conocimiento de una verdad hay dos vías, una llamada vía resolutionis y la otra vía compositionis. Cfr.: STA;
In Metaph, Lib. 2, lec. 1, n. 278; “Est autem duplex via procedendi ad cognitionem veritatis. Una quidem per modum resolutionis (…). Alia est via compositionis…etc”. Resolución en este caso equivale a proceder en sentido ascendente desde lo complejo a lo simple en cuanto lo complejo es lo primeramente más conocido por nosotros. Composición sería proceder desde lo simple a lo complejo. Ahora, observemos que, “cuando santo Tomás asimila inventio y compositio, de una parte, y iudicium y resolutio de otra, es porque se ha colocado en un orden del conocimiento, en el que la invención se lleva a cabo a partir de lo simple y el proceso judicativo reduce lo descubierto a la simplicidad de los primeros principios del espíritu; pero cuando al contrario asimila la via inventionis y la resolutio, de una parte, y via iudicii y compositio de otra, es porque se coloca en el plano de lo real, en el que el progreso del conocimiento se realiza a partir de lo complejo para llegar a descubrir lo más simple, para juzgar de lo complejo, por medio de lo simple. De aquí el peligro que representa la tentación de traducir sin matiz alguno la via inventionis de santo Tomás por synthesis y su via iudicii por análysis” Cfr.: GARCEAU, B., Iudicium. Vocabulaire, Sources, Doctrine de saint Thomas d’Aquin (MontrealParís, J. Vrin, 1968). P 269.
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Se puede observar que la teología a la que se refiere Santo Tomás en el esquema anterior no es lo
mismo que lo que él llama Sacra doctrina. En efecto, Tomás distingue la teología en sentido
filosófico de la teología que tiene como fuente última la Verdad revelada, a la cual, dado su objeto
y principio, designa preferentemente como Sacra doctrina.
En orden a entender cómo justifica la distinción y la relación vamos a recurrir al artículo uno de la
primera cuestión de la Suma teológica en el cual se pregunta si es o no necesario que, además de
las disciplinas filosóficas, haya otra doctrina.
A lo cual Santo Tomás responde:
Para la salvación humana fue necesario que además de las materias filosóficas, cuyo campo
analiza la razón humana, hubiera alguna ciencia cuyo criterio fuera la revelación divina. Y
esto es así porque Dios, como fin al que se dirige el hombre, excede la comprensión a la que
puede llegar la sola razón.
En cuanto el fin tiene que ser conocido por el hombre para que hacia Él pueda dirigir su
pensar y su obrar, fue necesario que el hombre, para su salvación, conociera por revelación
divina lo que no podía alcanzar por su exclusiva razón humana.
Más aún, lo que de Dios puede comprender la sola razón humana, también precisa la
revelación divina, ya que, con sola la razón humana, la verdad de Dios sería conocida por
pocos, después de muchos análisis y con resultados plagados de errores. Y, sin embargo, del
exacto conocimiento de la verdad de Dios depende la total salvación del hombre, pues en
Dios está la salvación.
Así, pues, para que la salvación llegara a los hombres de forma más fácil y segura, fue
necesario que los hombres fueran instruidos, acerca de lo divino, por revelación divina. Por
todo ello se deduce la necesidad de que, además de las materias filosóficas, resultado de la
razón, hubiera una doctrina sagrada fundada en la revelación.
Y en respuesta a las objeciones afirma que hay que decir que:
1. El hombre no debe analizar con sus solas fuerzas naturales lo que excede su comprensión.
Esto que le excede ha sido revelado por Dios para ser aceptado por la fe y en ello se centra la
doctrina sagrada.
2. A diversos modos de conocer, diversas ciencias. Por ejemplo, tanto el astrólogo como el
físico pueden concluir que la tierra es redonda. Pero mientras el astrólogo lo deduce por algo
abstracto, la matemática, el físico lo hace por algo concreto, la materia. De ahí que nada
impida que unas mismas cosas entren dentro del campo de las materias filosóficas siendo
conocidas por la simple razón natural, y, al mismo tiempo, dentro del campo de otra
ciencia cuyo modo de conocer es por la luz de la revelación divina. De donde se deduce que
la teología que estudia la doctrina sagrada, por su género es distinta de la teodicea que
figura como parte de la filosofía.
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Finalmente veamos la respuesta que Santo Tomás presenta en el artículo tres de la cuestión
ochenta y dos de la Suma de teología donde se pregunta si la voluntad, ¿es o no es una potencia
más digna que el entendimiento?
Esta respuesta puede servirnos para mostrar la claridad en la distinción y en el ordenamiento de
las ciencias racionales o filosóficas respecto a la sacra doctrina, desde la perspectiva del fin último
de la persona al cual se ordenan según la especificidad del entendimiento y de la voluntad.
Demuestra allí Santo Tomas que, en esta vida es mejor conocer que amar las cosas inferiores a
nosotros, pero es mejor amar las cosas superiores. Respecto de Dios es mejor amarlo que
conocerlo, porque el conocimiento hace que las cosas vengan a nosotros y se adapten a nuestra
manera de ser; pero el amor de caridad, nos hace salir de nosotros y nos lanza hacia el objeto
amado. El que ama se asemeja a la cosa amada; el que conoce adapta la cosa conocida a su propio
modo de ser. De suerte que, cuando se trata de cosas inferiores, las elevamos al conocerlas,
porque las asimilamos a nuestro propio modo de ser; pero cuando las amamos nos envilecemos
porque devenimos según su forma de ser. En cambio, cuando conocemos las cosas superiores las
empequeñecemos al adaptarlas a nuestra inteligencia; pero cuando las amamos, nos elevamos
hacia ellas al asemejarnos a su forma de ser. Por eso, en esta vida es mejor amar a Dios que
conocerlo, y es más lo que amamos a Dios por la caridad que lo que lo conocemos por la fe.
Textualmente en este artículo lo expone del siguiente modo:
La superioridad de una cosa con relación a otra puede ser considerada en dos aspectos: Uno,
absolutamente; otro, en cierto modo. Una cosa es considerada absolutamente cuando se la
considera tal como es en sí misma. Es considerada en cierto modo cuando se la considera en
comparación con otra. Si el entendimiento y la voluntad son considerados en sí mismos, el
entendimiento es más eminente, como se deduce de la mutua comparación de sus objetos.
Pues el objeto del entendimiento es más simple y absoluto que el de la voluntad, puesto que el
objeto del entendimiento es la razón misma del bien deseable, y el de la voluntad es el bien
deseable, cuyo concepto se encuentra en el entendimiento. Pero cuando una cosa es más
simple y abstracta, tanto más digna y eminente es en sí misma. De este modo, el objeto del
entendimiento es más eminente que el de la voluntad. Y como quiera que la naturaleza de
una potencia depende de su ordenación al objeto, se sigue que el entendimiento, en cuanto tal
y absolutamente, es más eminente y digno, que la voluntad.
En cambio, si lo consideramos de manera relativa y comparativa, a veces la voluntad es más
eminente que el entendimiento. Esto es, cuando el objeto de la voluntad se encuentra en
una realidad más digna que el objeto del entendimiento. De la misma manera que podemos
decir que el oído en cierto modo es más digno que la vista en cuanto que el sonido percibido es
más perfecto que la realidad en la que se encuentra el color, aun cuando el color es más digno
y simple que el sonido.
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Como se dijo anteriormente (q.16 a.1; q.27 a.4), la acción del entendimiento consiste en que
el concepto de lo conocido se encuentre en quien conoce. En cambio, el acto de la voluntad
se perfecciona por el movimiento hacia el objeto tal como es en sí mismo. Así, el Filósofo, en
VI Metaphys., dice: El bien y el mal, objetos de la voluntad, están en las cosas. Lo verdadero y
lo falso, objeto del entendimiento, están en la mente. Así, pues, cuando la realidad en la que
se encuentra el bien es más digna que la misma alma en la que se encuentra el concepto de
dicha realidad, por comparación a esta realidad la voluntad es más digna que el
entendimiento. Sin embargo, cuando la realidad en que se encuentra el bien es inferior al
alma, entonces, por comparación a tal realidad, el entendimiento es superior a la voluntad.
Por eso, es mejor amar a Dios que conocerle, y al revés, es mejor conocer las cosas
corporales que amarlas. Sin embargo, y en sentido absoluto, el entendimiento es más digno
que la voluntad. 5
5 STA, ST, [31891] Iª q. 82 a. 3 co. Respondeo dicendum quod eminentia alicuius ad alterum potest attendi dupliciter,
uno modo, simpliciter; alio modo, secundum quid. Consideratur autem aliquid tale simpliciter, prout est secundum seipsum tale, secundum quid autem, prout dicitur tale secundum respectum ad alterum. Si ergo intellectus et voluntas considerentur secundum se, sic intellectus eminentior invenitur. Et hoc apparet ex comparatione obiectorum ad invicem. Obiectum enim intellectus est simplicius et magis absolutum quam obiectum voluntatis, nam obiectum intellectus est ipsa ratio boni appetibilis; bonum autem appetibile, cuius ratio est in intellectu, est obiectum voluntatis. Quanto autem aliquid est simplicius et abstractius, tanto secundum se est nobilius et altius. Et ideo obiectum intellectus est altius quam obiectum voluntatis. Cum ergo propria ratio potentiae sit secundum ordinem ad obiectum, sequitur quod secundum se et simpliciter intellectus sit altior et nobilior voluntate. Secundum quid autem, et per comparationem ad alterum, voluntas invenitur interdum altior intellectu; ex eo scilicet quod obiectum voluntatis in altiori re invenitur quam obiectum intellectus. Sicut si dicerem auditum esse secundum quid nobiliorem visu, inquantum res aliqua cuius est sonus, nobilior est aliqua re cuius est color, quamvis color sit nobilior et simplicior sono. Ut enim supra dictum est, actio intellectus consistit in hoc quod ratio rei intellectae est in intelligente; actus vero voluntatis perficitur in hoc quod voluntas inclinatur ad ipsam rem prout in se est. Et ideo philosophus dicit, in VI Metaphys., quod bonum et malum, quae sunt obiecta voluntatis, sunt in rebus; verum et falsum, quae sunt obiecta intellectus, sunt in mente. Quando igitur res in qua est bonum, est nobilior ipsa anima, in qua est ratio intellecta; per comparationem ad talem rem, voluntas est altior intellectu. Quando vero res in qua est bonum, est infra animam; tunc etiam per comparationem ad talem rem, intellectus est altior voluntate. Unde melior est amor Dei quam cognitio, e contrario autem melior est cognitio rerum corporalium quam amor. Simpliciter tamen intellectus est nobilior quam voluntas.
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Proemio de Santo Tomás al Comentario a los doce libros de la Metafísica de Aristóteles
Sicut docet philosophus in politicis suis, quando
aliqua plura ordinantur ad unum, oportet unum
eorum esse regulans, sive regens, et alia regulata,
sive recta.
Quod quidem patet in unione animae et corporis;
nam anima naturaliter imperat, et corpus obedit.
Similiter etiam inter animae vires: irascibilis enim et
concupiscibilis naturali ordine per rationem
reguntur.
Omnes autem scientiae et artes ordinantur in unum,
scilicet ad hominis perfectionem, quae est eius
beatitudo.
Unde necesse est, quod una earum sit aliarum
omnium rectrix, quae nomen sapientiae recte
vindicat. Nam sapientis est alios ordinare.
Quae autem sit haec scientia, et circa qualia,
considerari potest, si diligenter respiciatur quomodo
est aliquis idoneus ad regendum.
Sicut enim, ut in libro praedicto philosophus dicit,
homines intellectu vigentes, naturaliter aliorum
rectores et domini sunt: homines vero qui sunt
robusti corpore, intellectu vero deficientes, sunt
naturaliter servi: ita scientia debet esse naturaliter
aliarum regulatrix, quae maxime intellectualis est.
Haec autem est, quae circa maxime intelligibilia
versatur.
Maxime autem intelligibilia tripliciter accipere
possumus.
Primo quidem ex ordine intelligendi. Nam ex quibus
intellectus certitudinem accipit, videntur esse
intelligibilia magis.
Como enseña el filósofo en su “Política”, cuando
muchas cosas se ordenan a algo uno, una de ellas
tiene que ser la que regula o rige y las demás
reguladas o regidas.
Eso se ve en la unión del alma y del cuerpo: el alma,
por naturaleza manda y el cuerpo obedece.
Lo mismo sucede en las potencias del alma: así la
irascible y la concupiscible, por orden natural, son
regidas por la razón.
Ahora bien, todas las ciencias y artes se ordenan a
una sola cosa, a saber, a la perfección del hombre,
que es su felicidad.
Es pues preciso que una de ellas rija a las demás, y
esa lleva merecidamente el nombre de sabiduría, ya
que es propio del sabio el ordenar.
Se podrá conocer qué ciencia es esa y cuál su objeto
si se examina con atención cómo alguien es idóneo
para regir.
Así como el decir del filósofo en la obra mencionada
“los hombres dotados de inteligencia poderosa son,
por naturaleza, jefes y señores de los demás, y los
robustos de cuerpo, pero menos dotados
intelectualmente, son por naturaleza siervos”; la
ciencia que por naturaleza debe ser la reguladora de
las demás, tiene que ser la más intelectual, y tal es
la que versa sobre los objetos más inteligibles.
Ahora bien, la expresión “los objetos más
inteligibles” puede tener tres sentidos.
En primer lugar, según el orden del entender,
aquellos objetos de los cuales el entendimiento
alcanza la certeza parecen ser más inteligibles.
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Unde, cum certitudo scientiae per intellectum
acquiratur ex causis, causarum cognitio maxime
intellectualis esse videtur.
Unde et illa scientia, quae primas causas considerat,
videtur esse maxime aliarum regulatrix.
Secundo ex comparatione intellectus ad sensum.
Nam, cum sensus sit cognitio particularium,
intellectus per hoc ab ipso differre videtur, quod
universalia comprehendit.
Unde et illa scientia maxime est intellectualis, quae
circa principia maxime universalia versatur.
Quae quidem sunt ens, et ea quae consequuntur
ens, ut unum et multa, potentia et actus.
Huiusmodi autem non debent omnino
indeterminata remanere, cum sine his completa
cognitio de his, quae sunt propria alicui generi vel
speciei, haberi non possit.
Nec iterum in una aliqua particulari scientia tractari
debent: quia cum his unumquodque genus entium
ad sui cognitionem indigeat, pari ratione in qualibet
particulari scientia tractarentur.
Unde restat quod in una communi scientia
huiusmodi tractentur; quae cum maxime
intellectualis sit, est aliarum regulatrix.
Tertio ex ipsa cognitione intellectus.
Nam cum unaquaeque res ex hoc ipso vim
intellectivam habeat, quod est a materia immunis,
oportet illa esse maxime intelligibilia, quae sunt
maxime a materia separata.
Intelligibile enim et intellectum oportet
proportionata esse, et unius generis, cum intellectus
et intelligibile in actu sint unum.
Por eso, como la certeza de la ciencia la adquiere el
entendimiento por las causas, el conocimiento de
las causas parece ser el más intelectual.
Por lo mismo, la ciencia que estudia las primeras
causas parece que es la reguladora por excelencia
de las demás.
En segundo lugar, según la relación entre el
entendimiento y los sentidos.
Como el conocimiento sensible versa sobre lo
particular, el entendimiento difiere del sentido en
que conoce lo universal.
Por eso es intelectual en grado sumo la ciencia que
versa sobre los principios más universales.
Esos son el ente y lo que sigue al ente, como la
unidad y la pluralidad, la potencia y el acto.
Tales objetos no deben quedar en una completa
indeterminación, ya que sin ellos no se puede tener
un conocimiento cabal de lo que pertenece a cada
género o especie.
Ni tampoco se ha de tratar de ellos en una ciencia
particular, pues al ser necesarios para el
conocimiento de cualquier ente, por la misma razón
se trataría de ellos en todas las ciencias particulares.
Queda, entonces, que se trate de ellos en una única
ciencia común, la cual por ser más intelectual es la
que regula a las demás.
En tercer lugar, por el conocimiento intelectual.
En efecto, los seres que poseen potencia intelectiva
la tienen por el mismo hecho de carecer de materia;
por lo tanto, serán inteligibles en grado sumo los
objetos que se hallen más separados de la materia.
El inteligible y el entendimiento deben ser
proporcionados y de un único género, ya que el
entendimiento y lo inteligible en acto son una
misma cosa.
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Ea vero sunt maxime a materia separata, quae non
tantum a signata materia abstrahunt, sicut formae
naturales in universali acceptae, de quibus tractat
scientia naturalis, sed omnino a materia sensibili. Et
non solum secundum rationem, sicut mathematica,
sed etiam secundum esse, sicut Deus et
intelligentiae.
Unde scientia, quae de istis rebus considerat,
maxime videtur esse intellectualis, et aliarum
princeps sive domina.
Haec autem triplex consideratio, non diversis, sed
uni scientiae attribui debet.
Nam praedictae substantiae separatae sunt
universales et primae causae essendi.
Eiusdem autem scientiae est considerare causas
proprias alicuius generis et genus ipsum: sicut
naturalis considerat principia corporis naturalis.
Unde oportet quod ad eamdem scientiam pertineat
considerare substantias separatas, et ens commune,
quod est genus, cuius sunt praedictae substantiae
communes et universales causae.
Ex quo apparet, quod quamvis ista scientia
praedicta tria consideret, non tamen considerat
quodlibet eorum ut subiectum, sed ipsum solum ens
commune. Hoc enim est subiectum in scientia, cuius
causas et passiones quaerimus, non autem ipsae
causae alicuius generis quaesiti.
Nam cognitio causarum alicuius generis, est finis ad
quem consideratio scientiae pertingit.
Quamvis autem subiectum huius scientiae sit ens
commune, dicitur tamen tota de his quae sunt
separata a materia secundum esse et rationem.
Ahora bien, no sólo se hayan separados en sumo
grado de la materia aquellos seres que se abstraen
de la materia, como las formas naturales tomadas
universalmente, de las cuales trata la ciencia
natural, sino absolutamente de la materia sensible,
y no sólo conceptualmente como los entes
matemáticos, sino también en la realidad, como
Dios y las inteligencias.
Por eso, la ciencia que trata de esa clase de seres
parece ser la más intelectual y la reina o señora de
las demás.
El estudio de esas tres clases de objetos es propio
no de diversas ciencias sino de una sola.
En efecto, esas substancias separadas mencionadas
son las causas universales y primeras del ser.
Ahora bien, a la misma ciencia pertenece el estudio
de las causas propias de un género y del género
mismo; como en la filosofía natural se estudian los
principios del cuerpo natural.
Por lo tanto, debe pertenecer a la misma ciencia el
estudio de las substancias separadas y del ser
común, el cual es el género que de dichas
substancias son las causas comunes y universales.
De lo cual se ve que, si bien esta ciencia considera
esas tres clases de objetos, no tiene como sujeto a
cada uno de ellos, sino tan sólo al ser común; pues,
como es sabido, el sujeto de una ciencia es aquello
cuyas causas y propiedades investigamos, y no las
causas del género que se estudia.
Más bien, el conocimiento de las causas de un
género es el fin a cual una ciencia se ordena.
Con todo, aunque el sujeto de esta ciencia sea el ser
común, se dice que toda ella trata de lo separado de
la materia en la realidad y en el concepto.
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Quia secundum esse et rationem separari dicuntur,
non solum illa quae nunquam in materia esse
possunt, sicut Deus et intellectuales substantiae,
sed etiam illa quae possunt sine materia esse, sicut
ens commune. Hoc tamen non contingeret, si a
materia secundum esse dependerent.
Secundum igitur tria praedicta, ex quibus perfectio
huius scientiae attenditur, sortitur tria nomina.
Dicitur enim scientia divina sive theologia,
inquantum praedictas substantias considerat.
Metaphysica, inquantum considerat ens et ea quae
consequuntur ipsum. Haec enim transphysica
inveniuntur in via resolutionis, sicut magis
communia post minus communia.
Dicitur autem prima philosophia, inquantum primas
rerum causas considerat.
Sic igitur patet quid sit subiectum huius scientiae, et
qualiter se habeat ad alias scientias, et quo nomine
nominetur.
Se llaman, en efecto, seres separados en la realidad
y en el concepto, no sólo a aquellos que no pueden
existir en la materia, como Dios y las substancias
intelectuales, sino también a aquellos que pueden
existir sin la materia, como el ser común, lo cual no
sería posible si por su modo de ser dependiese de la
materia.
Conforme a las tres distinciones de las que se deriva
la perfección de esta ciencia, recibe tres nombres.
Se la llama, en efecto, ciencia divina o teología en
cuanto estudia dichas substancias.
Metafísica en cuanto estudia el ser común y sus
atributos. Estos son, en efecto, objetos que por vía
de resolución aparecen como trans-físicos como los
más comunes después de los menos comunes.
Y se la llama filosofía primera en cuanto estudia las
causas primeras de las cosas.
De este modo resulta evidente cuál es el sujeto de
esta ciencia, cómo se relaciona con las otras ciencias
y con qué nombres se la designa.
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Suma teológica, artículo 1 de la cuestión 1.
ARTICULUS 1
Iª q. 1 a. 1 arg. 1
¿Es o no necesario que, además de las materias filosóficas, haya otra doctrina?
2-2 q.2 a.3 y 4; In Sent. 3, Pról., a.1; op.70 de Trin. q.1 a.1; De verit. q.14 a.10; Cont. Gentes 1,4,5.
6
[28233]
Ad primum sic proceditur. Videtur quod non sit
necessarium, praeter philosophicas disciplinas,
aliam doctrinam haberi. Ad ea enim quae supra
rationem sunt, homo non debet conari, secundum
illud Eccli. III, altiora te ne quaesieris. Sed ea quae
rationi subduntur, sufficienter traduntur in
philosophicis disciplinis. Superfluum igitur videtur,
praeter philosophicas disciplinas, aliam doctrinam
haberi.
Objeciones por las que parece que no es necesario
que, además de las materias filosóficas, haya otra
doctrina: 1. Dice Eclo 3,22: No pretendas alcanzar
lo que no puedes. Así, pues, el hombre no debe
pretender asimilar lo que excede su capacidad de
entender. Puesto que lo que entra dentro de su
capacidad de entender es suficientemente tratado
por las materias filosóficas, parece del todo
superfluo que, además de estas materias, haya
otra doctrina.
Iª q. 1 a. 1 arg. 2
[28234]
Praeterea, doctrina non potest esse nisi de ente,
nihil enim scitur nisi verum, quod cum ente
convertitur. Sed de omnibus entibus tractatur in
philosophicis disciplinis, et etiam de Deo, unde
quaedam pars philosophiae dicitur theologia, sive
scientia divina, ut patet per philosophum in VI
Metaphys. Non fuit igitur necessarium, praeter
philosophicas disciplinas, aliam doctrinam haberi.
Aún más. No hay doctrina si no trata del ser, pues
sólo se puede conocer lo verdadero, que es lo
mismo que decir ser. Pero las materias filosóficas
abarcan el estudio de todos los seres, incluido Dios.
De ahí que, tal como nos consta por el Filósofo en
VI Metaphys.7, una parte de la filosofía sea llamada
Teología8. Así, pues, no fue
9 necesario que, además
de las materias filosóficas, hubiera otra doctrina.
6 Paralelos en otras obras de Santo Tomás de Aquino http://biblioteca.campusdominicano.org/1.pdf
7 ARISTÓTELES, Metaphys. c.1. n.7 (BK 1026 a 19): S. Th. lect.6 n.1166.
8 En esta segunda objeción y en la respuesta a la misma se emplea «theologia» en el sentido filosófico que tenía en
Aristóteles, llamada también metafísica: «quae alio nomine methaphysica dicitur». In Boet. de Trin. q.5 a.4.
9 El texto crítico ha fijado el verbo en perfecto (fuit) no en presente (est). Por regla general las traducciones mantienen el
est. No obstante aquí traducimos el fuit porque, junto a la fuerza que da a la objeción, resalta la autoridad concedida a Aristóteles. (N. T.)
La filosofía en Santo Tomas de Aquino
13
Iª q. 1 a. 1 s. c.
[28235]
Sed contra est quod dicitur II ad Tim. III, omnis
Scriptura divinitus inspirata utilis est ad
docendum, ad arguendum, ad corripiendum, ad
erudiendum ad iustitiam. Scriptura autem divinitus
inspirata non pertinet ad philosophicas disciplinas,
quae sunt secundum rationem humanam
inventae. Utile igitur est, praeter philosophicas
disciplinas, esse aliam scientiam divinitus
inspiratam.
En cambio está lo que dice 2 Tim 3,16: Toda
escritura, divinamente inspirada, sirve para
enseñar, argüir, corregir, formar para la justicia.
Ahora bien, la Escritura divinamente inspirada no
entra dentro del campo de las materias filosóficas,
ya que éstas son el resultado de la razón humana
solamente. De donde se sigue que tiene sentido
que, además de las materias filosóficas, haya otra
ciencia divinamente inspirada.
Iª q. 1 a. 1 co.
Solución
[28236]
Respondeo dicendum quod necessarium fuit ad
humanam salutem, esse doctrinam quandam
secundum revelationem divinam, praeter
philosophicas disciplinas, quae ratione humana
investigantur. Primo quidem, quia homo ordinatur
ad Deum sicut ad quendam finem qui
comprehensionem rationis excedit, secundum
illud Isaiae LXIV, oculus non vidit Deus absque te,
quae praeparasti diligentibus te. Finem autem
oportet esse praecognitum hominibus, qui suas
intentiones et actiones debent ordinare in finem.
Unde necessarium fuit homini ad salutem, quod ei
nota fierent quaedam per revelationem divinam,
quae rationem humanam excedunt. Ad ea etiam
quae de Deo ratione humana investigari possunt,
necessarium fuit hominem instrui revelatione
divina. Quia veritas de Deo, per rationem
investigata, a paucis, et per longum tempus, et
cum admixtione multorum errorum, homini
proveniret, a cuius tamen veritatis cognitione
dependet tota hominis salus, quae in Deo est. Ut
igitur salus hominibus et convenientius et certius
Hay que decir: Para la salvación humana fue
necesario10
que, además de las materias filosóficas,
cuyo campo analiza la razón humana, hubiera
alguna ciencia cuyo criterio fuera la revelación
divina. Y esto es así porque Dios, como fin al que se
dirige el hombre, excede la comprensión a la que
puede llegar sólo la razón. Dice Is 64,4: ¡Dios!
Nadie ha visto lo que tienes preparado para los que
te aman. Sólo Tú. El fin tiene que ser conocido por
el hombre para que hacia El pueda dirigir su pensar
y su obrar. Por eso fue necesario que el hombre,
para su salvación, conociera por revelación divina
lo que no podía alcanzar por su exclusiva razón
humana. Más aún. Lo que de Dios puede
comprender la sola razón humana, también precisa
la revelación divina, ya que, con sola la razón
humana, la verdad de Dios sería conocida por
pocos, después de muchos análisis y con resultados
plagados de errores. Y, sin embargo, del exacto
conocimiento de la verdad de Dios depende la total
salvación del hombre, pues en Dios está la
salvación. Así, pues, para que la salvación llegara a
10
¿De qué tipo de necesidad se trata? El modo de responder Sto. Tomás a la cuestión propuesta nos orienta. «Para la
salvación humana»: o sea, según un determinado fin. No es, pues, necesidad absoluta o según las causas intrínsecas.
Ahora bien, la respuesta de Santo Tomás es doble: la necesidad es total (ad esse) respecto a la doctrina que excede la
razón humana; es sólo conveniencia (ad melius esse) respecto a verdades que, si bien asequibles a la capacidad humana,
pueden serlo difícilmente por diversas razones.
La filosofía en Santo Tomas de Aquino
14
proveniat, necessarium fuit quod de divinis per
divinam revelationem instruantur. Necessarium
igitur fuit, praeter philosophicas disciplinas, quae
per rationem investigantur, sacram doctrinam per
revelationem haberi.
los hombres de forma más fácil y segura, fue
necesario que los hombres fueran instruidos,
acerca de lo divino, por revelación divina. Por todo
ello se deduce la necesidad de que, además de las
materias filosóficas, resultado de la razón, hubiera
una doctrina sagrada, resultado de la revelación.
Iª q. 1 a. 1 ad 1
[28237]
Ad primum ergo dicendum quod, licet ea quae
sunt altiora hominis cognitione, non sint ab
homine per rationem inquirenda, sunt tamen, a
Deo revelata, suscipienda per fidem. Unde et
ibidem subditur, plurima supra sensum hominum
ostensa sunt tibi. Et in huiusmodi sacra doctrina
consistit.
A la primera hay que decir: El hombre no debe
analizar con sus solas fuerzas naturales lo que
excede su comprensión; sin embargo, esto que le
excede ha sido revelado por Dios para ser aceptado
por la fe. De ahí que el texto aquel continúe
diciendo (v.25): Te han sido mostradas muchas
cosas que están por encima del hombre. En estas
cosas se centra la doctrina sagrada.
Iª q. 1 a. 1 ad 2
[28238]
Ad secundum dicendum quod diversa ratio
cognoscibilis diversitatem scientiarum inducit.
Eandem enim conclusionem demonstrat
astrologus et naturalis, puta quod terra est
rotunda, sed astrologus per medium
mathematicum, idest a materia abstractum;
naturalis autem per medium circa materiam
consideratum. Unde nihil prohibet de eisdem
rebus, de quibus philosophicae disciplinae tractant
secundum quod sunt cognoscibilia lumine
naturalis rationis, et aliam scientiam tractare
secundum quod cognoscuntur lumine divinae
revelationis. Unde theologia quae ad sacram
doctrinam pertinet, differt secundum genus ab illa
theologia quae pars philosophiae ponitur.
A la segunda hay que decir: A diversos modos de
conocer, diversas ciencias. Por ejemplo, tanto el
astrólogo como el físico pueden concluir que la
tierra es redonda. Pero mientras el astrólogo lo
deduce por algo abstracto, la matemática, el físico
lo hace por algo concreto, la materia. De ahí que
nada impida que unas mismas cosas entren dentro
del campo de las materias filosóficas siendo
conocidas por la simple razón natural, y, al mismo
tiempo, dentro del campo de otra ciencia cuyo
modo de conocer es por la luz de la revelación
divina11
. De donde se deduce que la teología que
estudia la doctrina sagrada, por su género es
distinta de la teología que figura como parte de la
filosofía.
11
La distinción de «luz» bajo la que idénticas cosas son cognoscibles da lugar a saberes distintos. El metafísico estudia a
Dios como causa eficiente primera y como fin último de todo, pero bajo la luz natural de la razón y en tanto que ser. El
teólogo estudia a Dios bajo la luz de la revelación y en tanto que Dios.