Sobre el crimen de Cuenca

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El error judicial que descubrió Belmonte y entorno a la prensa española Bel monte, Palacio Buenavista Hospedería 7 de noviembre de 2014 Ángel Luis López Villaverde

Transcript of Sobre el crimen de Cuenca

El error judicial que descubrió Belmonte y entorno a la prensa española

Bel monte, Palacio Buenavista Hospedería

7 de noviembre de 2014

Ángel Luis López Villaverde

Los “crímenes” de Cuenca

El real (8-3-1893): Albalate de la Nogueras

- https://www.youtube.com/watch?v=Fq4ai2YB840 ABC, 22-3-1927

Los “crímenes” de Cuenca

El metafórico (1932): Alicio Garcitoral“Trescientos ayuntamientos. Trescientos cincuenta mil habitantes. Analfabetismo: sesenta y cinco por ciento. Pueblos sin telégrafo ni teléfono: ciento setenta. Tres latifundios. Ausencia de minifundios. Pobreza de la tierra. Riqueza forestal sin salida. Carencia de industria. Cien guardias civiles. Cojera en todos los servicios. La capital diez y siete mil habitantes (…) (pág. 45)Sesenta kilómetros más debajo de la capital empieza La Mancha: primero, la llanura ondulante, cuyas tonalidades se desgranan suavemente, atrayendo; después, el llano agobiador que incita a desplegar las alas, poseyendo gradaciones que, alejándose más, lo amplían y silencian. Tierra que imita el sueño del mar; tierras cuyas mismas desnudez y monotonía enjendran su belleza, belleza de resignación mansa y lírica. Filas interminables y abanicadoras de las viñas; oscuro plateado de los melancólicos olivos; tostado amarillo de las modosas tierras paniegas. Y el cielo muy alto y el silencio muy amplio: ambos contemplándose muda e inacabadamente. Con un jugueteo infantil pasa el silbido de las carreteras. Aquí no son pardos o broncíneos los villorios; no aparecen aquí como por sorpresa: todo como en la serranía. No. Aquí es, primero, el cascarón pardo de la iglesia que se asienta como un pulpo sobre –después— un blanco y brillante caserío que parece un palomar. Pueblos blancos, soleados y polvorientos que se ofrecen desde su lejanía; pueblo, llanos e interminables con tantas casuchas como vecinos y tantos cientos de moscas como vecinos y casas (…)” (pág. 46)

Los “crímenes” de Cuenca

El fingido (1910, 1913, 1918/1926): El error judicial de Belmonte (Osa de la Vega o Tresjuncos):

El lugar de un hombre (Ramón J. Sender (1935) http://cvc.cervantes.es/actcult/sender/obra/lugar.htm

El crimen de Cuenca (Lola Salvador) (1979)

Película de Pilar Miró (1979)http://www.youtube.com/watch?v=zGBy8839oqMhttps://www.youtube.com/watch?v=wJKk_6sVJf4https://www.youtube.com/watch?v=v21TqwS1Frkhttps://www.youtube.com/watch?v=vM2q4WV140whttps://www.youtube.com/watch?v=fIjYuc5bHtQ

Prensa consultada (19) Madrid: crónicas, entrevistas, reportajes, artículos

ABC El Debate La Correspondencia Militar Heraldo de Madrid (Solís) El Imparcial El Liberal (Muñoz) La Libertad (1935, Sender) Mundo Gráfico Nuevo Mundo El Sol (Sender) (“el muerto resucitado”) El Socialista

Cuenca: destapa el asunto, se hace eco de los principales titulares nacionales y critica sus excesos Boletín Conquense Día de Cuenca El Liberal (Leopoldo Garrido) La Lucha La Voz de Cuenca

Otros: La Vanguardia El Pueblo Manchego El Castellano

Interés mediático Debates que genera el suceso: ¿el asunto Dreyfus español?

Proyección del mundo rural conquense en el despertar de la sociedad de masas

Protagonismo de campesinos compartido con la alta sociedad

Causas, según la prensa

Peso de la opinión pública (rumor, prejuicios populares) “Crimen de todos” (Ossorio) Presión popular Institución del jurado

Miseria, incultura y analfabetismo

Aislamiento de los pueblos Enemistad entre pueblos vecinos (Osa, Tresjuncos)

Caciquismo electoral (Martínez Contreras) Injusticias sociales o motivaciones políticas

Torturas

Peticiones de la prensa

Conservadora (ABC, El Debate) Contra la institución del jurado A favor de la guardia civil Procura no hacer valoraciones políticas Derecho a desaparecer

Liberal (El Sol, El Liberal, Heraldo de Madrid) Denuncia y depuración de responsabilidades Cambio legislativo ( Ley Enjuiciamiento Criminal)

Socialista: al margen hasta que puede vincular los sucesos al caciquismo

Paisaje con figuras (I)

LAS TRAGEDIAS DE LA VIDAEL PASTOR QUE TODOS CREYERON QUE FUE ASESINADO

Hablando con los protagonistas.- Desaparición de Grimaldos y sus andanzas por Valencia y Cuenca. La denuncia.- Rivalidades de pueblos.- El proceso y la condena.- El presidio.- La vuelta al hogar

 Ciento sesenta kilómetros camino de Cuenca. No marcho a la capital. Voy directamente a Belmonte, partido judicial de la provincia, donde me he de enterar oficialmente de todo lo relacionado con este suceso tan interesante, que más parece una novela que arrancado de la realidad.En Belmonte, donde está el Juzgado, me encontraré con personas que me facilitarán mis tareas (…)************************

Y allí comenzamos nuestra labor. Da facilidades para ello todo el vecindario. El Sr. Romera, a quien vamos recomendados, se pone amablemente a nuestra disposición.(Ilegible) —decimos— es ver a los protagonistas. Nada más interesante que eso. El hecho ya es de sobra conocido con toda clase de detalles.—Están en Osa de la Vega unos, y otro en Tresjuncos. Ambos pueblos distan de aquí unos seis kilómetros —nos responden.

—Vamos para allá.Y nuevamente cogemos el auto y nos lanzamos, en unión de nuestro amable guía, carretera adelante**Osa de la Vega, pueblecito pequeño de las características de la Mancha, de muy pocos vecinos, de diminutas y blancas casas. Allí vive, en unión de su familia, desde hace dos años, que salió de presidio, Gregorio Valero Contreras, uno de los inculpados injustamente y uno de los inocentes, que ha pasado por el calvario de purgar un delito que no había cometido. Tiene cuarenta y seis años. Es un hombre alto, enjuto, moreno y se observan en su rostro las claras huellas de todo lo pasado (…)**

El supuesto asesinado era de Tresjuncos. Los dos acusados, de Osa de la Vega. Entre ambos pueblos existían rivalidades. Muchos dicen que se hizo entonces de este asunto un arma política. Los familiares del desaparecido, algunos de ellos bien acomodados, pequeños caciques, echaron toda la carne en el asador, removieron influencias, manejaron toda clase de (ilegible). Fueron unos odios acumulados que estallaron en un momento.**

José María Grimaldos, el desaparecido, se presenta ante nosotros. De pequeña estatura, aspecto enfermizo, degenerado, analfabeto, presenta en su rostro sin expresión el estigma de su anormalidad. Se expresa torpemente. Quiere ser sagaz; pero no puede. Trata de eludir la respuesta, pero su gramática parda fracasa ante su torpe inteligencia (…)León Sánchez, el otro inocente, se encuentra desde que volvió de presidio trabajando en una finca llamada La Ventilla. Igual que su compañero de infortunio, nos relata el hecho en la forma conocida (…)*********************Existe para el vecindario de Osa de la Vega una inculpación grande. Pesa sobre él haber tolerado ante su presencia todas las desgracias que caían sobre sus dos convecinos sin que saliese una voz defensora de esos dos hombres. Ahora sí. ¡Ahora es diferente! Los mismos vecinos que antes les vieron padecer y sufrir sin una protesta son los primeros en agasajarles estos días, en pasearles de un lado para otro y hasta se ha nombrado una comisión de fuerzas vivas que vendrá a Madrid en breve para pedir la reivindicación de los inocentes. 

(DE NUESTRO ENVIADO ESPECIAL SR. SOLÍS)Heraldo de Madrid, núm. 12.509, 6/03/1926

Paisaje con figuras (II)

EN BUSCA DE UNOS INOCENTESLOS RECTOS CAMINOS MANCHEGOS Y LAS INTENCIONES DE UNOS JUECES

Al regreso de un viaje que no ha pretendido ser más que puramente profesional, me manda con imperio amistoso este hombre arrollador, que disculpa imputándome a mí a su mejor característica el mal de que está endemoniado, Manuel Fontdevila, admirable periodista, que le cuente, y ya sé que es como decirlo en voz alta para los lectores de “El Liberal” mis impresiones sobre lo visto y oído en Osa de la Vega, pasando por Tresjuncos y Villaescusa, hasta llegar a Belmonte y Madrid. Ni sé rehusar la invitación ni cómo acertar a cumplirla.Comienzo, queriendo servir de verdad este requerimiento del cariñoso amigo, notándolo primero que en la naturaleza contradice el sumario y nombra “sumario” a todo lo que antecede a la esperada sentencia, a la única que aún no ha sido pronunciada, la absolución que merecen, y porque la merecen la tendrán estos hombres buenos a quienes podemos cristianamente llamar bienaventurados, porque hasta hoy han padecido persecución de todas las justicias. Destaca en el paisaje solitario y seco de las tierras manchegas, como blanca nota alentadora, la rectitud de sus caminos. No es en las carreteras de este Sur oriental de España su sentido lineal una rectitud trazada a cordel, como en las de la alta Castilla. Es una rectitud más clara, que se nos permite diríamos espiritual, de intenciones, de corazón. Los caminos manchegos ilusionan por su finalidad; sólo por ellos antes y ahora, pudo andar a sus anchas nuestro señor Don Quijote.Y que no anduvo, al menos vestido de toga y tocado con birrete, es bien cierto. Sin embargo, las gentes de esta tierra, hidalga cual ninguna, creyente con fe en los hombres y sobremanera en los jueces, saludan con reverencia sentida a cualesquiera que arrastre aires de caballero.Otra nota es la sencilla austeridad en cosas y personas. Se recorren muchos kilómetros sin que nada ni nadie turbe la misión serena de un largo espacio, en el que no se adivina otro horizonte que el aparente. A las veces un solo árbol; en cual ocasión, un caserío. Pero hasta llegar a un poblado, apretujado y sólo con la ruralización indispensable hay largo trecho que da lugar a que se medite, y aún más para numerosas y largas cavilaciones. Así, son dados los habitantes de estas comarcas a enjuiciar no presta y atolondradamente, sino en firme y despacio. Y cuando han dicho la última palabra, que tardan en decirla, reacios a cambiarla. Sin embargo, influidos por los demás, óyenles tanto como les temen y luchan en su conciencia la confianza en el propio procedimiento, tosco, pero lento, de elaborar su sentencia, y el temor a las mayores garantías de cómo las conforman, en secreto y con la ley, los extraños. Aunque prevalezca de momento el criterio ajeno, los manchegos vuelven al suyo, que por propio resulta a la postre el más veraz y el más limpio.Otra característica de la Mancha es la bondad de sus productos. Poco, pero bueno. Ni alardes de vegetación ni primores de cultivo. Pero el fruto es sano. Lo que se come nutre. Y lo malo, lo que no sirve, se desecha. Así son, por fáciles a la credulidad, imposibles de un nuevo engaño. Mezcla de puras intenciones, rectas en demasía, con desconfianzas pretéritas que repelen un otro entregarse a los defraudadores de antes, estas gentes no consienten ni toleran, ni creo que vuelva a nacer el lirio en el estercolero si advirtieron que el lirio no era flor y que el estercolero era lo que era.Finalmente, la tierra aquí es tan seca como fuerte. Debe haber resortes ocultos en su entraña que la mantienen viva. La pobreza de la superficie más parece disimulo de una gran riqueza interior. Si la austeridad de la vieja estepa castellana no sirvió a la Mística, estos campos, que no son pardos, sino dorados, fueron —¡y lo son!— la cuna legítima, el solar inmutable, la maternidad única de la legendaria caballería andante.********Tales son mis impresiones personalísimas de un viaje del que guardaré el más grato de los recuerdos: tropezarme con hombres buenos al margen del papel sellado. Porque hallar inocentes buscándolos, adivinándolos, es algo que puede darse en otros climas. Encontrar en un ex-presidiario, en un torturado, en un perseguido, durante unos años la mansedumbre y paz de ánimo que predica el Evangelio como signo revelador de gracia, eso, simple, llanamente, yo no lo he visto ni lo he percibido en personajes de carne y hueso, con la excepción de este caso, en que el amparador resulta amparado, y el director dirigido, y el maestro —si de ello oficiase— enseñado por la más poderosa y aleccionadora de las doctrinas: la del ejemplo.

LEÓN DE LAS CASASEl Liberal, núm. 16.454, 14/03/1926; El Día de Cuenca, núm. 1.390, 16/03/1926

Leyenda. Pie de foto superior izquierdaDON RAFAEL SOLÍSRedactor del “Heraldo de Madrid”, hablando con el pastor José María Grimaldos, cuya desaparición del pueblo de Osa de la Vega dio motivo a que se creyera que había sido asesinado Leyenda. Pie de foto superior centralLEÓN SÁNCHEZUno de los supuestos asesinos del pastor Grimaldos, que ha cumplido condena siendo inocente Leyenda. Pie de foto superior derechaGREGORIO VALEROOtro de los supuestos asesinos, víctima del tremendo error judicial que les privó de libertad durante doce años, son su mujer Dolores Barón Leyenda. Pie de foto central izquierdaDON PEDRO R. MARTÍNEZ ENCISOCura párroco de Tresjuncos, que fue el primero en enterarse de que vivía el pastor Grimaldos, supuesto asesinado, al recibir una carta del párroco de Mira Leyenda. Pie de foto central derechaDON ANTONIO GRACIACura párroco de Osa de la Vega, que forma parte de la Comisión que viene a Madrid a pedir la rehabilitación de los que han cumplido condena siendo inocentes. Texto centralEs algo tremendo ese error judicial que ha tenido doce años en presidio a dos hombres honrados, inocentes del supuesto crimen de que se les acusó. Si la supuesta víctima no hubiese pensado en casarse, y al efecto hubiera necesitado su partida de bautismo, no hubiera llegado a saberse que vivía el que se creyó asesinado, por consecuencia, que los pastores Gregorio Valero y León Sánchez, que ya habían cumplido doce años de condena por el supuesto crimen, eran inocentes y acreedores, no sólo una a una completa rehabilitación, sino también a que se les indemnice de los sufrimientos a que estuvieron sometidos, proporcionándoles los medios para que puedan pasar con holgura los últimos años de su vida, tan triste como injustamente atormentada. Leyenda. Pie de foto inferior izquierdaCaserío donde vivían los supuestos criminales León Sánchez y Gregorio Valero, con sus respectivas familias, en Belmonte. Leyenda. Pie de foto inferior derechaLa Comisión de Tresjuncos, que viene a Madrid para pedir la rehabilitación de los injustamente condenados. Foto. Luque

Mundo Gráfico (17-3-1926, p. 19)

Leyenda. Pie de foto superiorBelmonte— El ex presidiario León Sánchez con los posaderos Pascual Mulguiro y su mujer Alejandra Córdoba y otros vecinos de Tresjuncos, al terminar de prestar declaración ante la Comisión de magistrados nombrada especialmente para depurar responsabilidades Leyenda. Pie de foto inferior izquierdaEl juez de instrucción D. Teófilo Escribano, con su secretario, D. Gonzalo A. Figueroa, que ha tomado parte en el sumario que se instruye para la rehabilitación de las víctimas el error judicial Leyenda. Pie de foto inferior derechaEl magistrado Sr. Moreno y Fernández de Córdoba, y los Sres. Cortón y Torremocha, que forman parte de la Comisión especial nombrada por el Gobierno para depurar responsabilidades de la causa por el supuesto asesinato del pastor GrimaldosFots. Marín Nuevo Mundo (26-3-1926)

Estas mismas fotos se publicaron en La Correspondencia Militar del día 12 de marzo (tanto la superior, donde aparece a la izquierda el reportero de ese periódico, Sr. Jover, como la inferior izquierda) y del día 13 de marzo de 1926.

Introducción del reportaje de Rafael SolísSe ha visto en la Audiencia de Cuenca el incidente de apelación promovido por el abogado D. Juan de la Cierva sobre el procesamiento del teniente D. Gregorio Regidor, el sargento de la Guardia civil, Sr. Tabeada y el secretario judicial S. Rodríguez Vera, que el juez de Belmonte estima responsables de las coacciones que provocaron la confesión de León Sánchez y Gregorio Valero, con motivo de la desaparición del pastor José María Grimaldos.

La importancia de esta causa y el enorme interés público despertado por las derivaciones que pueda tener nos obliga hoy a hacer un breve relato de los hechos y un análisis sucinto de las figuras que intervienen en el proceso, y de la actuación de cada un a de ellas. No vamos a enjuiciar. Únicamente a exponer, y esto salvando toda clase de respetos para las personas encartadas en el asunto, que más bien por un azar de la vida que por un impulso propio se vea hoy envueltas en las redes de la justicia. TitularesLOS HECHOS. EL FANTÁSTICO CRIMEN SOLIVIANTA A UN VECINDARIO, QUE PIDE SE HAGA JUSTICIA EN UN DELITO QUE NO SE HA COMETIDOAPARECE EL “ASESINADO” QUE SE QUIERE CASAR, Y SE PONE DE MANIFIESTO EL ERRORUNA REAL ORDEN DE D. GALO PONTE, MINISTRO DE GRACIA Y JUSTICIAEL ESCRITO DEL FISCAL INTERPONIENDO RECURSO DE REVISIÓNMOTIVOS DE LA REVISIÓNLeyenda. Pie de foto superiorLeón Sánchez Leyenda. Pie de foto inferior izquierdaGrimaldos Leyenda. Pie de foto inferior derechaGregorio Valero

Heraldo de Madrid (24-5-1927)

Ossorio y Gallardo: “ese error podría llamarse como una famosa comedia de Federico Oliver: ‘el crimen de todos’. Es inútil que cada cual busque el modo de descargar su responsabilidad sobre el vecino y que se haga de eso un pleito de derechas e izquierdas “

LA OPINIÓN DE ILUSTRES CRIMINALISTAS:

La Correspondencia militar

La petición de responsabilidades

“YO ACUSO”EL CRIMEN DE TODOS

 El recuerdo del drama de Federico Oliver, y la justeza de su título para este otro drama vivo, el error judicial de Belmonte responderán mejor de lo que

nosotros supiéramos y pudiéramos intentarlo al culto compañero del Cuerpo Jurídico militar, Sr. Pérez Jofre, que en las columnas de “La Voz” ha puesto valiosas apostillas a un tema actual de Derecho lógicamente derivado de otro que está en la conciencia de otro que está en la conciencia de todos. Es el primero, la indemnización civil a los ex presidiarios inocentes por parte del Estado. Hay que pagar a esas gentes, remediar pecuniariamente volviendo la vista atrás, los daños sufridos, dice el Sr. Pérez Jofre. Y el asentimiento es general. Por equidad, al margen de la ley, como sea, la reparación se impone. De acuerdo; absolutamente conformes.

Pero eso no acalla el otro interrogante. Y este el segundo tema, que con sólo enunciarlo se coloca en un primer plano: las responsabilidades.Escribamos sinceramente, sin pasión, pero sin hipocresía. Ni por un momento podemos prescindir en el caso de Belmonte, de un puesto: la existencia de

responsabilidades, y por tanto, de responsables. Nada de particular tiene que no haya adquirido esta certidumbre quien sea ajeno al asunto; pero estamos obligados a callar o a decir la verdad los que sabemos de él y de ella.

A callar podían inducirnos muchas razones; pero desde luego se impone como apremiante deber la réplica cuando se insinúa (sin duda con inmejorable buena fe) que “parece no hubo negligencia en la tramitación del proceso” ¡Si tardó años en verse la causa: Y se olvidaron en su instrucción preceptos tan de esencia como el párrafo tercero el artículo 389 de la ley de Enjuiciamiento criminal!

No. Hemos de partir de otro supuesto, que es la verdad. Responsabilidades extensas y numerosas. Difusas las unas, que alcanzan a lo social, de la Prensa al pueblo; concretas las otras, que se irán aclarando, individualizando; personalizándose. A eso ha de llegarse, y se llegará, afortunadamente.

De lo contrario, podecerían (sic) las primeras, respetabilísimas instituciones de Justicia. ¡Que no sea éste, el error judicial de Belmonte, un nuevo “crimen de todos”; que al haber indicios acusadores de que ha sido un error culposo que se sancione, se castigue… tal vez para perdonar luego. Pero logremos que el ejemplo indudable y aleccionador lleve a las conciencias de agentes y juzgadores, como dice acertadamente Gómez de Baquero, la emoción pública. ¡Hay que despertar la dormida noción de responsabilidad en todos, ciudadanos y gobernantes!

xx¡La irresponsabilidad como supuesta! ¿Pero eso puede ser? Ahí están el hecho en sombras; las confesiones contradictorias, borrosas que no dispensan

nunca de otras pruebas, aun (ilegible) indiciaria, verdaderas fautoras del criterio de penar; la falta del cuerpo del supuesto delito; la gravísima acusación del fiscal, un juicio oral en que se transige, una histérica que inculpa a su marido…, etc. Los mismos magistrados, si obraron bajo la coacción popular, son responsables. ¿No han sabido a veces resistir la coacción pública para condenar en justicia?

Y luego, como contrapartida, la sentencia; los años vividos (qué ironía, ¿verdad?) en San Miguel de los Reyes y Cartagena, como en un remanso de paz al recordar los días (ilegible) por… dos hombres buenos, pacientes, ejemplares, que separados de sus familias, odiados por sus convecinos, no pierden la fe en Dios ni en sus semejantes.

Espanta pensar en ese calvario –que no mueve a piedad a gentes de pluma que se dicen católicos— con sus amarguras sangrientas, sus tristezas sin fin, sus añoranzas de libertad.

¿Obras del acaso todo eso? ¿Fatalidad? No. No se complique lo que es de sencilla explicación. La sociedad organizada para cumplir el derecho y hacerlo cumplir se llama Estado. Y poder de éste, desde siempre, son “las justicias”. Los errores judiciales suyos son como sus aciertos. Y cuando yerros de tal bulto saltan a la superficie (¡que muchos serán los silenciados por causas fortuitas!), precisa aplicar el cauterio. Hay responsables, sí. Hay error culposo. Y se ha pecado por incuria. Con negligencia, apasionada o dolosamente, se ha hecho daño.

xxCon responsabilidad declarada, ya habrá solvencia aneja o subsidiaria para basar la indemnización. Por eso la pertinencia del artículo tercero de la ley

Azcárate.Reconocemos que era al margen de ese supuesto la argumentación del Sr. Pérez Jofre. Pero nuestro propósito no fue otro al advertir, como aducía el

precedente extranjero, que citarlo el patrio, y ahí la invocación que hicimos del artículo 113 del código penal de la Marina de guerra.Precisamente porque el actual Gobierno se ufana de poner remedios radicales a los vecinos a los vacíos que encuentra nos sumamos al Sr. Pérez Jofre en su

demanda de que se dicte una disposición totalmente reparadora, y ese justo artículo señala la pauta a seguir.Creemos, esperanzamos, que podremos ser atendidos. La legislación militar de Marina tiene en lo penal criterios más avanzados que la ordinaria. El más

sano, el más legítimo de los orgullos de un legislador que procede de una clase social, está en llevar el bien de que disfruta su colectividad a los demás. No hay razón que exculpe ese privilegio para marinos. Pendiente de reforma nuestro Código penal, inclúyase en la “nueva edición” el precepto justamente reparador contenido en el artículo 113. Pendiente de reforma nuestro Código penal, inclúyase en la “nueva edición” el precepto justamente reparador contenido en el artículo 113. No hace falta traducirlo. Basta copiarloNo hace falta traducirlo. Basta copiarlo. 

LEÓN DE LAS CASAS El Liberal, núm. 16.461 (23/3/1926)

Muchas gracias por su atención

¿Una provocación?DEL COLOR DE MI CRISTALEL DERECHO A DESAPARECER

 Claro está que conmueve profundamente el hecho de que dos infelices hayan pasado doce larguísimos años de su pobre vida en presidio bajo la culpa de haber matado a un hombre que vive. Pero tronar por este motivo contra lo que se llama el “sistema judicial”, olvidando acaso que hace doce años el sistema era el del Jurado, me parece que es salirse del tiesto. Cualquiera que sea el sistema que parezca bueno, habrá de estar la justicia en manos de hombres sujetos a la posibilidad del error, mientras no adelanten las ciencias lo suficiente para llegar a la construcción de seres que por lo admirable de su fabricación especial no se equivoquen nunca. Abramos el corazón a la esperanza de que se llegue a construir, aunque podamos temer que cuesten mucho. Lo bueno es caro.Y dicho sea todo lo que antecede sin perjuicio de que en el desgraciadísimo caso actual quien deba responder, responda.¿Pero por qué no hemos de fijar nuestra atención en el hombre desaparecido a quien se creyó asesinado? He aquí la primera figura del suceso. Desde luego no se le puede culpar en justicia de lo ocurrido. El se fue del pueblo porque le dio la gana. Y, sin embargo, en vista de las terribles consecuencias, se ocurre preguntar: ¿Existe el derecho a desaparecer? No estará de más que los jurisconsultos estudien el problema.Las costumbres sociales han establecido un requisito para irse de cualquier parte; el de la despedida. No negaré que ésta sea una ceremonia molesta en muchas ocasiones, por ejemplo cuando se marcha uno precisamente porque no puede aguantar a aquellos de quienes se despide o porque está uno nadando en trampas con riesgo de naufragio ejecutivo. El que desaparece sin explicaciones, anuncios o despedidas, se expone a cualquiera de estas cosas: 1ª, a que no le echen de menos: 2ª, a que se murmure de él atribuyendo la fuga a motivos inconfesables; 3ª, a que le crean muerto y se alegren los que le querían mal, y 4ª, a que, si ha dejado algo, lo cual no es probable, se lo repartan bonitamente los que tengan derecho o habilidad para ello.Cualquiera de estas consecuencias es lamentable y justifica el fundamento de las despedidas, ya personales o por medio de tarjeta. En sensible error judicial que comentamos añade una razón más. Casi estoy tentado a pedir que las despedidas se hagan legalmente obligatorias y que pasen de la costumbre a los códigos, bien que dando toda clase de facilidades para su cumplimiento. Si no quiere tomarse la molestia de ver por última vez a los que quiere dejar de ver para siempre, ningún trabajo le cuesta al que se marcha escribir y enviar al periódico del pueblo unas líneas que digan aproximadamente:“Fulano de tal, a quien no volverán ustedes a ver el pelo, en la imposibilidad por falta de gana, de despedirse de sus numerosos amigos (o de sus numerosos enemigos, o de sus numerosos acreedores), les dice adiós atentamente; y participa a todas las autoridades que cree poder afirmar que hasta el momento de escribir estas líneas no ha sido asesinado.”Es lo menos que se puede pedir, ya que también el que se va de este mundo suele tomarse la molesta de dejar aquí su cadáver como señal de que se ha ido. Y, de esta manera, tomando al irse de un pueblo estas pequeñas precauciones no se daría lugar a que las leyes, justamente alarmadas, negasen en redondo el derecho a desaparecer.¡Esto sí que sería doloroso! ¿No poder irse sin decir adónde del lugar en que la vida es amarga y la gente hostil y desagradable! ¡Privarle a uno de la ilusión de no ver más las caras que le repelen, de no oír más las tonterías que le aburren, de no saber más que las pequeñas historias babeadas de oído en oído! ¡Arrancarle a uno la dulce esperanza de volver a la nada del anonimato, sumergiéndose en la fosa viva de una ciudad ignorada y distante!... No, eso no. Bien está que la desaparición no traiga consecuencias funestas para inocentes; pero que no se niegue el derecho a alejarse de un sitio sin dejar rastro ni huella. Muchas veces es el único que, salvo el del pataleo, le queda al desgraciado. 

TIRSO MEDINAEl Debate, núm. 5.194, 9/3/1926

Explorando el lado humanoEL ERROR JUDICIAL DE BELMONTEHablando con Gregorio Valero

 Ayer muy de mañana fuimos sorprendidos en nuestra redacción por la grata visita de Gregorio Valero y su abogado defensor D. Conceso Coso-Langa.Al sernos presentado por el letrado esa pobre víctima, de un error cometido por los hombres, estrechamos con efusión su mano honrada, mano encallecida por el rudo trabajo del presidio que supo soportar pacientemente las esposas de la ignominia, por un delito que no había cometido, para ser el baldón y la vergüenza de todos los suyos.Más que un hombre, parece Valero un autómata; es un cuerpo sin alma que marcha y vive porque sí, pero sin darse cuenta del por qué y para qué de esta vida, ya que los muchos padecimientos morales y materiales experimentados durante tantos años de prisión, le hicieron degenerar de tal manera que en la actualidad es un ser que ni siente ni padece.Empieza su relato este buen hombre que cumplió una condena tan injusta y por cuya rehabilitación se interesa hoy día España entera, contándonos su vida y milagros desde aquella fecha de triste recuerdo, en la que el pastor José María Grimaldos (a) Cepa, desapareció del pueblo de Tresjuncos…En este mundo, nos dicen, es casi seguro que todo aquel que comete una falta y ante la perspectiva del rigor del a Ley la niegue mientras le sea posible, y yo, por el contrario sin cometer ninguna, me confesé autor de una muerte que no había hecho sin temer el peso de la Ley, ya que suponía con buen acuerdo que por muy fuerte que la Ley fuese, no llegaría ni con mucho a serlo tanto como el rigor de los hombres.Esta pobre víctima de la implacable sociedad que vivimos merece una reparación moral y material en toda regla y esperamos que así será, porque esta sociedad, tan ansiosa de encontrar su reo, no dudó en colocar como víctima a un hombre honrado y trabajador, padre de familia, que hasta en el purgatorio de una pena, motivada por un delito achacado por los hombres supo ser digno y guardar una ejemplar compostura, haciéndose con ello acreedor a varios premios en metálico como estímulo al trabajo y norma de vida ejemplarísima, por cierto, que supo seguir. De razón es que se repare aquella injusticia cometida por todos, pendiendo cada uno de nuestra parte cuanto podamos con arreglo a la medida de nuestras fuerzas nos permitan.Según pareces se abrirá en nuestra capital una suscripción que encabezarán el excelentísimo señor Gobernador civil, Ayuntamiento, Diputación, Obispado, Cámara de Comercio, etc. la cual será secundada por todas cuantas personas de la capital y de la provincia tengan sentimientos humanitarios y quieran tributar a estos desgraciados que purgaron en presidio un delito que no cometieron, este homenaje de reivindicación material para que sirva de escarmiento, en lo sucesivo, a generaciones que nos sigan, así como también a esos pueblos que, sedientos de sangre, estuvieron con su conducta muy equivocada por cierto, a punto de colocar a dos pobres inocentes en el peldaño de la última pena, ya que como mal menor, les hicieron purgar en prisión, durante doce años, una falta que ni siquiera pasó por su imaginación el poderla llegar a cometer. FELIPE MORENO SERNALa Voz de Cuenca, núm. 195, 17/03/1926

La anulación de la sentencia por el Tribunal Supremo

EL ERROR JUDICIAL DE BELMONTEEl Supremo casa y anula la sentencia dictada por la Audiencia de Cuenca

 Ayer se hizo pública la sentencia dictada por la Sala segunda del Tribunal Supremo en el recurso

extraordinario de revisión promovido, por orden del Gobierno, por el Ministerio fiscal y por los condenados León Sánchez Gascón y Gregorio Valero Contreras, contra la sentencia de la Audiencia de Cuenca, dictada en el proceso que a los citados se les siguió por supuesto homicidio en la persona de José María Grimaldos López.

La sentencia dictada por el más alto Tribunal de la nación se funda en los considerandos siguientes (…)“Fallamos que debemos declarar, y declaramos, haber lugar al recurso de revisión interpuesto contra la

sentencia del 25 de Mayo de 1918, la cual anulamos, con las costas de oficio; expídanse los testimonios a las diligencias que señale el señor fiscal, a fin de que ejercite, como pide, cuantas acciones estime oportunas contra cualquier persona que sea, incluso para esclarecer lo que resulte, en vista del dictamen de los médicos Sres. Laborga y Jáuregui; formúlese también expediente, con los particulares necesarios, señalados por el Ministerio fiscal, para que esta Sala acuerde las correcciones disciplinarias a los funcionarios judiciales que las merezcan por sus deficiencias y omisiones en la tramitación del sumario contra Sánchez y Valero; expídase asimismo, según pide dicho señor fiscal, certificado de lo resuelto en este recurso referente a la existencia de José María Grimaldos, para que inste la nulidad del acta de defunción inscripta en el Registro civil correspondiente; y pueden las defensas de Gregorio Valero Contreras y León Sánchez Gascón intervenir en las diligencias que se acuerda formar por la presente sentencia, para la persecución y castigo, en su caso, de las responsabilidades en que hayan podido incurrir cuantos intervinieron en el proceso origen del presente fallo.”

Ha sido ponente para la redacción de esta sentencia el magistrado D. José María Morejón. 

ABC, 11/7/1926