Los premostratenses: creación de la orden e inicial expansión ibérica

38
Los premostratenses: creación de la orden e inicial expansión ibérica Flocel Sabaté Universitat de Lleida ENTRE EL CLAUSTRO Y EL MUNDO. CANÓNIGOS REGULARES Y MONJES PREMONSTRATENSES EN LA EDAD MEDIA, AGUILAR DE CAMPOO, 2009

Transcript of Los premostratenses: creación de la orden e inicial expansión ibérica

Los premostratenses:creación de la orden e inicial

expansión ibérica

Flocel Sabaté Universitat de Lleida

ENTRE EL CLAUSTRO Y EL MUNDO. CANÓNIGOS REGULARES Y MONJES PREMONSTRATENSES EN LA EDAD MEDIA, AGUILAR DE CAMPOO, 2009

a elaboración histórica, a lo largo de lostiempos, no deja de ser un recurso memoria-lístico, que permite enlazar el presente conunos orígenes justificativos, los cuales precisa-mente son invocados para afrontar dificultadescoetáneas y retos venideros. Estas perspectivaspueden empañar la objetividad de lo acaecido,lo que convierte la tarea del historiador en unapasionante ejercicio de clarificación. Así seconstata al pretender indagar en el origen y ex-pansión peninsular de una orden religiosacomo la premostratense, porque comporta tras-pasar diversos estratos de discursos oficiales,que en distintos momentos han condicionadoel conocimiento de ámbitos tan diversos comola reforma de la Iglesia en los años centrales delMedioevo, el surgimiento de unos canónigossingularizados bajo la evocación de Prémontré,el contexto de afianzamiento del poder sobe-rano en la Corona de Aragón o la perfilacióndel espacio peninsular coetáneo. Sólo traspasa-dos estos niveles explicativos, podremos si-tuarnos en el marco real que facilitó el surgi-miento de los canónigos premostratenses en laEuropa del siglo XII y su rápida expansión ha-cia la península Ibérica1.

1. DIFICULTADES HISTORIOGRÁFICAS

Precisar la figura y las intenciones de losfundadores de comunidades religiosas, asícomo los primeros pasos de éstas, suele ser unatarea difícil, porque el mismo desarrollo de laorden suele empañar la imagen de nacimientosa menudo titubeantes o, por lo general, caren-

tes de la precisión que se irá ganando con laconsolidación. En la primera mitad del siglo XII

Norberto de Xanten desarrolló, antes de moriren 1134, sus inquietudes religiosas, entre lasque destaca la fundación de Prémontré, núcleodel que surge no sólo una congregación de co-munidades religiosas sino una orden, consoli-dada y vigorosa en la segunda mitad de la cen-turia. Norberto es un eclesiástico influyente porsu acceso al poder imperial, comprometidocon la reforma eclesiástica, atraído por losideales de pobreza y austeridad y dedicado auna predicación itinerante. Se erige así en unpersonaje atractivo y a la vez temido en uncontexto en que la jerarquía mira con descon-fianza la agitación promovida por los pre dica-dores itinerantes, por lo que, comprensible-mente, se le conmina a asentarse, lo que no seconsigue facilitándole la fundación de Pré-montré sino pocos años después al conferirle laresponsabilidad arzobispal en Magdeburgo. Laperfilación inicial de los premonstratenses eneste contexto consiste en transformar un grupoinformal dirigido por un maestro carismáticoen una institución de canónigos regulares arti-culada como orden que entrelaza numerosascomunidades. Las dificultades inherentes enesta evolución se perciben entre las líneas deunas narraciones históricas que, precisamenteinsistiendo en la Vita Norberti, se redactanunas décadas después de la desaparición delfundador, justo cuando la orden está culmi-nando su institucionalización y consolidandoun elevado poder, contando con el servicio dedestacados intelectuales e incluyendo la evoca-

127

L

ción de una específica imagen de sus propiosorígenes2. De hecho, si tanto la consolidacióny estructuración de la orden como los mismosescritos sobre el fundador han sido redactadospor sus discípulos, cabe sumarse a las palabrasde Déreine: “On peut se demander dans quellemesure ceux-ci sont restés fidèles à l’ideal primi-tif”3.

El movimiento impulsado por Norbertoforma parte del impulso canonical, que pre-tendía devolver la Iglesia a los prístinos mo-mentos iniciales retomando los pasos de losprimeros seguidores de Jesucristo, es decir, lavita apostoli. Por ello la historiografía ha desta-cado en Norberto una voluntad predicadoraque antecedería a los mendicantes y, a la vez,una innovación al impregnar la vida canonicalde la austeridad monástica. Son extremos que,en realidad, se matizan si se efectúa una ade-cuada contextualización, como también exigíaDereine en 1948, porque la segunda oleadacanonical que enmarca a Norberto se orientahacia la austeridad contemplativa, por lo que élno añade este elemento, sino que lo asume alconsiderarlo inherente a su condición canoni-cal. En esta misma corriente, la imitación apos-tólica no remite tanto a la predicación como ala pobreza4. El reto de interpretar correcta-mente las fuentes –“toute la difficulté est de lireces textes sans prévention”– se complica por elbagaje interpretativo de los respectivos histo-riadores, a veces trasladando a los autores me-dievales pugnas en la visión del cristianismomoderno y contemporaneo5.

Con su propuesta, Norberto pretendía con-tribuir a modificar las costumbres en el seno dela Iglesia, retomar los orígenes del Cristianismoe incidir vivencialmente sobre la población deuna sociedad en clara transformación, partici-pando de este modo de las pretensiones reno-vadoras compartidas por los canónicos regula-res, los movimientos eremíticos, el Císter y el

papado. Esta confluencia ha facilitado que lallamada reforma gregoriana a menudo se ex-plique como una necesaria corrección para unaIglesia acosada por los poderes laicos y por la-cerantes vicios materiales y espirituales. Enrealidad, desde una perspectiva histórica, lareforma aparece como un vasto movimientopor el que la Iglesia establece un principio deautoridad piramidal que recorre todo el tejidosocial, desde el Papa al pueblo; consolida su ca-dena de autoridad eclesiástica, con el papeldestacado de los obispos; afianza su presenciaterritorial, sobre todo con la parroquialización,que conjuga unas nítidas funciones para unclero secular que, célibe, custodiará los bienese intereses de la Iglesia; remarca su acceso a lasconciencias, imponiendo incluso un modelo deorganización social y familiar asentado sobre elmatrimonio monógamo, exógamo e indisolu-ble; asienta un lenguaje religioso centrado enmanos de los eclesiásticos, quienes controlaránde modo exclusivo la interlocución ante la di-vinidad con todo lo que ello comporta en el te-mor salvífico ante la muerte; y define un men-saje religioso más nítido, más seguro y, conello, más intolerante ante los planteamientos al-ternativos, las ideas consideradas erróneas y laspoblaciones con creencias inasimilables. Lasórdenes religiosas afianzadas en el siglo XII apor-tan todo su vigor al desarrollo de estas pautasde relación entre la Iglesia y la sociedad. La co-laboración de la orden premostratense en elcombate de la alteridad, herética o musulmana,participa de este marco, y no sólo relaciona lospremostratenses con Palestina y el las Cruzadassino que, bajo el mismo impulso, los sitúatanto al norte como al sur del Pirineo, posi-cionándose contra cátaros y andalusíes.

En este contexto, en el que se están desarro-llando las estructuras y formas feudales, la re-forma impone una nueva relación entre insti-tuciones eclesiásticas y nobleza. Se necesitanmutuamente, las primeras para obtener las do-

Flocel Sabaté

128

naciones garantes de su sustento, la segundapara asegurar la promoción del linaje y la sal-vación eterna, por lo que, lejos de distanciarse,perfilan un nuevo encaje que respeta una mayorautonomía y poder para la Iglesia. Coherente-mente, la consolidación y expansión de los pre-mostratenses se sustenta, en toda Europa, en lavinculación con notorias familias nobiliarias.

De este modo, el afianzamiento premostra-tense se incrusta en el desarrollo de las estrategiasde consolidación de los linajes feudales, como esparadigmático en la relación entre la orden dePrémontré y la casa de Urgel. Esta asume los in-dicadores propios de poder en un espacio juris-diccionalmente fragmentado a pesar de las pre-tensiones del titular de Barcelona, quien no sóloha sumado, a lo largo de la centuria, diversas ti-tulaciones condales que afianzan su preeminen-cia en un territorio que ahora es percibido co-hesionado bajo la común denominación deCataluña, sino que a partir de 1137 suma el ce-tro aragonés, lo que aportará, desde 1163, el tí-tulo real. Esta consideración comporta una su-perioridad respetada por todos los barones,como explícitamente muestra el conde de Urgel,quien, a la vez, no deja de reivindicar su plena ca-pacidad jurisdiccional en sus dominios: en 1173Alfonso el Casto, como han hecho previamentelos reyes de Francia y de Inglaterra, transformala paz de Dios en paz del rey, erigiéndose así engarante de la paz y tregua en toda Cataluña, sinque ello impida que en 1187 el conde de Urgelproclame en unos términos similares su propiay soberana paz y tregua para sus dominios. Estacompetitividad entre el soberano y los diferen-tes barones involucra a las órdenes religiosas al es-tablecerse lazos preferentes con determinadoslinajes, mezclándose con la competitividad en-tre premostratenses y cistercienses.

La expansión premostratense, de este modo,se involucra en las vías de promoción de deter-minados linajes en el contexto del siglo XII, par-

ticipando de su suerte y de sus escenarios, comoes claro en la apertura peninsular del conde deUrgel. Ciertamente, éste era titular de un do-minio muy extenso, desde el Pirineo hasta laspuertas de Lérida, pero en el que sus capacida-des eran escasas por la señorialización y privati-zación de dominios conseguidas, progresiva-mente desde el siglo X, por diversos señores,como el obispo de Urgel, los vizcondes propiosy el de Cardona, expandido sobre el dominiourgelés. Esta situación propicia la permanentepresión sobre la frontera conducida por el pro-pio conde desde inicios del siglo XI, lo quemarca el trágico destino de la dinastía, con unostitulares muertos jóvenes y en batalla (Ermen-gol I en 1010 en Córdoba; Ermengol III en1065 ante Barbastro; Ermengol V, en 1102 enMollerussa, además de Ermengol II, desapare-cido en Palestina en 1038, y Ermengol IV, fa-llecido de muerte natural en un contexto bélicoen 1092), dejando al frente a unos titulares me-nores de edad, situación aprovechada por baro-nes e incluso por el conde de Barcelona en supropia expansión. La ruptura de la fronterapara incrementar los territorios de titularidadbarcelonesa se acelera en el siglo XI descuidandolos espacios meridionales y, en cambio, avan-zando hacia la musulmana Lérida, en clara com-petitividad con Urgel por unas mismas zonas deexpansión6. Este difícil conexto obliga a loscondes de Urgel, desde mediados del siglo XI, aorientarse hacia nuevos ámbitos de promociónal servicio de los monarcas del occidente pe-ninsular, dado el marcado prestigio de reyescomo Alfonso VI y Alfonso VII, vía en la quelos condes de Urgel7 serán seguidos por susoponentes, los Cabrera8. Si se ha establecido unvínculo entre la orden de Prémontré y la casa deUrgel, la opción peninsular desarrollada porésta repercutirá en las vías de expansión pre-mostratense en la península Ibérica.

Al desconocer este marco de conexiones,las explicaciones sobre el origen de la orden en

129

Los premostratenses: creación de la orden e inicial expansión ibérica

la península Ibérica han corrido por vías de lainvención, como sucede en el siglo XVII,cuando se explica el nacimiento de las prime-ras comunidades peninsulares en Retuerta yLa Vid, hacia 1143, como consecuencia delviaje de dos nobles castellanos que habrían vi-sitado el fundador y, al regresar, fundaríanambos monasterios. Esta recreación, carentede cualquier soporte justificativo9, surge,como advirtió Backmund, “zur grösseren Glo-rie des Ordens”10, dentro de un contexto enque distintas órdenes pugnan por mostrarunos orígenes notorios equivalentes al presti-gio coetáneamente detentado o pretendido.Los modelos explicativos se repiten en las di-versas órdenes, insistiendo en supuestos per-

sonajes de notable alcurnia que se vincula-rían muy directamente con los iniciadores dela orden, como paradigmáticamente tambiénpropugnan los mercedarios, que llegan a crearun santoral propio11. Los premostratenses,por su parte, también sienten la necesidad dereforzar la percepción de su origen, y por ellose esfuerzan por conseguir una definitiva ca-nonización del fundador en 158212, cuyos res-tos tratan de situar en un sepulcro digna-mente adecuado13, en un lugar a salvo de larenovación protestante y con capacidad paraatraer peregrinos14. Coetáneamente, procu-ran incrementar la presencia de la orden enRoma15 y, de modo destacado, pugnan poruna revitalización interna que corrija proble-mas generalizados, como la falta de vertebra-ción, las tensiones en la vivencia comunitaria16

y las dificultades financieras17. Aunando así lapreocupación por mejorar tanto la calidad dela vida religiosa como su proyección exterior,se avanza decididamente en la reforma de losestatutos18 y de la misma orden a lo largo delos siglos XVI y XVII19. En este contexto se re-dactan diversas biografías de Norberto –Van-der Sterre en 1623, Du Pré en 1627, Camusen 1640, Dubal en 1667– y se atribuye nu-merosas glorias a Prémontré20, destacando entodos los casos lo que se considera edificantey desconociendo el menor atisbo de rigor his-tórico. Más allá de los episodios narrados, lavisión de los orígenes corresponde con la ima-gen sólida y austera que se pretende ofrecer,ignorando no sólo el contexto real del siglo XII

sino incluso proyectando en él devocionesposteriores: se llega a atribuir al mismo fun-dador, por ejemplo, una explícita voluntadmariana al escoger el hábito blanco, dando asícredibilidad a una explicación surgida en el si-glo XV a pesar de que el hábito escogido no eraotra cosa que la lana cruda indicadora de po-breza21, compartida por reformadores comolos camaldulenses, cartujos y cistercienses22.

Flocel Sabaté

130

Monasterio de Bellpuig de les Avellanes. Ábside norte (Grup de Recerca Consolidat en

Estudis Medievals “Espai, Poder i Cultura” de la Universitat de Lleida)

Las problemáticas internas a la salida delmedioevo han facilitado un debilitamiento dela orden en la península Ibérica, con pérdida deinfluencia e incluso de casas: en el siglo XV elmonasterio de Bellpuig de les Avellanes pierdefiliales como el monasterio de Bonrepós, que“subsistere non potuisse”23 o el priorato de SantNicolau que, con su hospital, pasa al clero se-cular24, al tiempo que una comunidad como lade Alba de Tormes es cedida a los jerónimos en144125. En realidad se está abocando a una es-pecífica pugna entre premostratenses y jeróni-mos. Estos afianzan un fuerte ascendiente enCastilla, donde se entienden muy bien con losmonarcas tanto trastámaras como austrias. Estaproximidad y la imagen austera propia de suideal eremítico los erige como modelo para lasreformas de las órdenes militares y los premos-tratenses26, lo que culmina con la disposiciónpapal de 1567 que ordena que todas las co-munidades premonstratenses en España pasena los jerónimos, tal como se está consiguiendocon otras órdenes menores27. La medida, fuer-temente sostenida por Felipe II28, se contraponea la concesión papal en sentido contrario ob-tenida, al año siguiente, por los premostraten-ses, quienes, gracias tanto a las contrariedadesgeneradas por los jerónimos al pretender apli-car los decretos que les eran favorables, como alcompromiso de asumir una decidida reformainterna, consiguen frenar el intento29. Contodo, en siglo XVII, y con el apoyo tanto de Fe-lipe III como de Felipe IV, se sucederán, almenos hasta 1625, intentos de cesión o de su-presión de monasterios concretos como Bell-puig de les Avellanes30. Las dificultades de re-lación y la definitiva escisión entre la ramaespañola y el resto de la orden restan apoyos enestos envites31, contra los que, en cambio, secontraponen documentos de difícil veracidadsobre el origen de los cenobios32, el incrementodel apoyo popular mediante prácticas devo-cionales entorno a los supuestos fundadores

de los monasterios33 y la puesta en circulaciónde narraciones justificativas sobre los fundado-res y las fundaciones.

Este marco explica la escasez de rigor que ca-racteriza a los autores que, a partir del sigloXVII, abordan la historia de la orden en España,empezando por Bernardo de León34 con unaobra “escrita en la época de los falsos croniconesque, al decir de T. Moral, adolece de los defectoscomunes a esa clase de producción literaria de ins-piración histórico-novelesca”, y continuando, enel siglo siguiente, con la aportación deNoriega35, un autor que el mismo Moral calificade “ingenuo piadoso y acérrimo defensor de las glo-rias, el honor y lustre de la orden, ningún detallele parece despreciable, sobre todo si se trata de unrasgo edificante”36. Uno de los objetivos consisteen justificar una sólida antigüedad en cada ce-nobio37. Aún en 1820, tratando inútilmentede frenar la desamortización del trienio liberal,el abad premostratense de Urdax invoca, entreotras razones, que el cenobio se ha mantenidodesde el siglo IX, retrotrayendo así al máximo lafecha de fundación37, práctica, por otro lado,tan habitual que hace dudar de la fecha real defundación de numerosos monasterios en la ma-yoría de las órdenes38. La oscuridad que se su-pone para períodos tan lejanos facilita estoscomportamientos, garantizando al menos laambigüedad de Caresmar cuando, ante la su-puesta figura de Juan de Orgañá, que habríafundado el cenobio cisterciense de Bellpuig deles Avellanes, concluye que “in tanto enim rerumsecessu haud facile elucidari potest veritas”39.

Quizás la escasa accesibilidad a la docu-mentación inherente a esta afirmación explicala credulidad con que un amplio sector de lahistoriografía ha asumido, hasta fines del sigloXX, como verídicas las recreaciones sobre la lle-gada de Prémontré a la Península, ya sea remi-tiéndose a “una tradición del siglo XVII”40 o in-cluso no cuestionando la veracidad más allá de

131

Los premostratenses: creación de la orden e inicial expansión ibérica

matizar sólo los detalles que encajan peor41,desoyendo así las advertencias de los principa-les historiadores de la orden respecto a “frustrafabulantur insuper Bern. de León et discipuluseius Noriega”42, en tanto que éstos aportan unasexplicaciones “mit sehr viel Phantasie und ohnealle Kritik die Geschichte”43. Habrá contribuidoa esta situación la dispersión de fuentes docu-mentales tras la definitiva desamortización de1835. No obstante, en el naufragio patrimonialdel siglo XIX, se salvaron fuentes documentalesde forma dispersa44 y un importante número deellas pasó a la Real Academia de la Historia,dando lugar al Archivo Histórico Nacional,donde descansa gran parte de esta documenta-ción, separada de acuerdo con los criterios ar-chivísticos del momento y clasificada, dentro decada categoría documental, por monasteriosde procedencia45. Por ello, es importante la pu-

blicación completa o parcial de las coleccionesdocumentales, como se ha conseguido en loscenobios de Aguilar de Campoo46, Bujedo deCandepajares47 o San Pelayo de Arenillas48.

Afortunadamente, aún caben sorpresas en elcampo documental: en 2002 unas obras derestauración en Vilanova de la Sal devolvierona la luz un arcón procedente del vecino mo-nasterio de Santa Maria de Bellpuig de las Ave-llanes, en el que en 1835 se habían escondido14 libros editados, 77 pergaminos y 26 obrasmanuscritas. Entre estas destacan cinco volú-menes recopilatorios, dos de ellos sobre corres-pondencia moderna y otros tres que aportan2.080 folios en los que se compila documen-tación desde 1034 hasta el siglo XVII49. Es la ta-rea que dirigió Caresmar a partir de 1748 comoél mismo explica: “procuré instruir en su le-

Flocel Sabaté

132

Monasterio de Bellpuig de les Avellanes. Claustro (Grup de Recerca Consolidat en Estudis Medievals “Espai, Poder iCultura” de la Universitat de Lleida)

yenda a quatro discípulos, y en el espacio de 7 añosquedó transumptado todo el archivo de buena le-tra y distribuido su contenido en cinco tomos degrande volumen”. Caresmar pretendía clarificarla documentación para así defender los intere-ses del cenobio justo cuando, como muchosotros centros monásticos, tenía que defendersus intereses señoriales en numerosos frentes dediscusión –“ahora en cualquiera pleyto y en cual-quiera ocurrencia de cosas sabemos las armas conque nos podemos defender, y lo que se debe prac-ticar conforme a las luces que nos suministran losantiguos documentos”50– pero a la vez asume,aunque con matizaciones51, esta tarea invo-cando un rigor histórico propio de las preten-siones historiográficas compartidas en el ceno-bio a la salida del siglo XVIII52. Se conecta asícon el rigor perceptible en la misma centu-ria53, y asumido de manera militante por Car-los Luís Hugo al redactar una historia de la or-den y sus monasterios54 en la que, a pesar dedepender en parte de la validez de sus infor-mantes55 y por ello repetir errores56, él procurablindar documentalmente sus afirmaciones me-diante dos contundentes volúmenes de trans-cripciones explícitamente presentadas como“probationes”57. Hugo impone una contun-dente renovación al exigir el sólido contrastedocumental para cualquier afirmación sobre elpasado de la orden, sin temer ser duramenteatacado por el hecho de rechazar los episodiosde Norberto y de Prémontré que, aunque edi-ficantes, no resisten la comprobación heurís-tica58.

De todos modos, no hay historia sin histo-riadores. Las fuentes pueden quedar mudas sinadie las interroga. Prémontré fue la orden quemás se expandió en el siglo XII en el nordestefrancés y sobre todo en el noroeste del imperio,un territorio que, en gran parte, a partir del si-glo XVI pasará a ser protestante y sobre el quela historiografía del siglo XIX ha tendido a ig-norar raíces católicas, quizás por teñir el rigor

histórico de prejuicios nacionalistas al decir deKaspar Elm59, lo que puede haber condicio-nado un conocimiento de los premonstratesesinferior al peso histórico que realmente ejercie-ron en su momento. Mientras, en el sur hispá-nico, tras ser desalojados definitivamente con ladesamortización de 1835, los premostratensesno regresaron, lo que habrá contribuído al ol-vido de su inicial presencia60.

En definitiva, el análisis de la documentaciónexistente, la correcta interpretación hermenéu-tica y la debida contextualización garantizan laaproximación rigurosa al conocimiento de losprimeros pasos de la orden premostratense in-cluso en la península Ibérica.

2. NACIMIENTO Y PERFILACIÓN DE LA ORDEN

El efervescente contexto espiritual del pasodel siglo XI al XII aporta religiosos que propug-nan una vida austera y, a la vez, pretenden ha-cer llegar un específico mensaje de vida espiri-tual a la población, innovando al darimportancia al apostolado mediante el ejemplode pobreza y una predicación a menudo itine-rante. Así sucede con Norberto, canónico de larenana Xanten, de origen aristocrático–es primo del emperador Enrique V– que haocupado cargos destacados al servicio de Fede-rico I61 y que siempre mantendrá una buena re-lación con los emperadores62, lo que no le im-pide abandonar su inicial casa conventual parapracticar una vida ascética severa a la vez quedeambula predicando. Por ello puede ser acu-sado de hacerse pasar por religioso sin pertene-cer a ningún monasterio, de vestir como monjesin serlo, de predicar sin autorización y de po-seer bienes propios. Frente a las acusaciones,Norberto consigue que el papa Gelasio II en1118 le conceda un permiso para predicar63, re-novado dos años más tarde por Calixto II gra-cias a la influencia del sobrino de éste, el obispo

133

Los premostratenses: creación de la orden e inicial expansión ibérica

de Laon64. Su figura comporta una dualidad dereacciones: el atractivo de los ardientes predica-dores y la misma incomodidad que éstos gene-ran en parte de la Iglesia, como no puede ser deotro modo dado que los praedicatores vagantesocupan un espacio ideológicamente fronterizoy, difíciles de controlar, muchos de ellos son vis-tos bajo la sospecha de la herejía65. Es com-prensible tanto que sea invitado a asentarse enun cenobio y acogerse a la vida monacal comoque él mismo no vea con desagrado la pro-puesta66, dado el pensamiento canonical que lealimenta, en el que la atracción tanto hacia el re-cogimiento como hacia la predicación67 com-porta una preponderancia ascética68 que incluyeuna inclinación eremítica69 que él mismo ha lle-vado a la práctica en otros períodos de su vida70.

De este modo surge, en la entonces diócesisde Laon, la comunidad de Prémontré, donde seasienta Norberto en 112071 y recibe las cartasepiscopales de fundación en 112172, si bien di-ficultades constructivas no previstas retrasan lasegunda dedicación hasta 112273, bajo un ordomonasterii74 que permite contar con una co-munidad debidamente articulada desde 1124.Se trata de un lugar inhóspito apropiado para eldesierto espiritual de cariz eremítico, pero a lavez ubicado en un punto estratégico en lo quese refiere a las comunicaciones y las relacionespolíticas, gozando además del apoyo episcopaly la proximidad de la escuela episcopal deLaon75. La voluntad de expansión del modeloestá presente en Norberto, porque de inme-diato, en 1121, acepta la fundación de la co-munidad de Floreffe, en Alemania76, siguiendoal año siguiente Cappenberg y Cuissy, a la vezque él prosigue su itinerancia predicadora77. Elfundador y la primera comunidad se erigen enreferentes para los otros centros78, tal como lodefine el papa Honorio II en 1126 al aprobar,con la bula “Apostolicae disciplinae”, que ochomonasterios vivan al modo de Prémontré bajola autoridad de Norberto79, a semejanza, en

realidad, de otras congregaciones de canónicosregulares coetáneas80 –Marbach, Springiersbach,Rolduc-Klosterrath, Frankenthal…–, algunascon parecidas voluntades de expansión y arti-culación, como los canónigos de Arrouaise81.

Ciertamente, una vez estabilizada la co-rriente canonical proveniente de la segundamitad del siglo, a modo de ordo antiquus conuna fuerte influencia de San Rufo de Aviñón82,Prémontré participa del ordo novus que acen-túa el ascetismo, el trabajo manual y la po-breza, continuando la invocación de la reglaagustiniana y manteniendo la convicción quela vida canonical es lo más cercano ad instarprimitiva Ecclesiae donde llevar una vita apos-tolica, viviendo como los apóstoles que com-partían comunidad religiosa abiertos al exte-rior, lo que en estos momentos no deja de seruna adaptación de la Iglesia tanto a los nuevosretos de la feudalidad como a la emergente vi-talidad urbana83. La práctica de este ideal com-porta apelar a la actitud personal e individualante la religión84, a la vez que el modelo cano-nical norbertiano incluye la difícil combina-ción entre la exigencia de rigor monacal y deapertura exterior, muy centrada en la ejem-plaridad de la pobreza, sin abandonar la pre-dicación85.

Bajo estos ideales, Norberto no sólo conti-núa su actividad predicadora, sino que sólo seconseguirá estabilizarlo al ser designado, en1126, arzobispo de Magdeburgo. Inicialmente,él mantiene la autoridad superior sobre susfundaciones, hasta el punto que las donacionesse efectúan a su nombre y los superiores de lasdiferentes casas actúan como delegados suyos86.Pero pronto su posición en Magdeburgo le su-pone, en la práctica, abandonar la orden. Dehecho, la atención personal que Norberto pro-cura, desde 1129, sobre la iglesia colegial deSanta María de Magdeburgo, al margen dePrémontré, llegará a fomentar que las comuni-

Flocel Sabaté

134

dades sajonas que la siguen reivindiquen unaidentidad norbertina superior a la pertene-ciente a la premonstratense87. Coetáneamente,diversos abades se dirigen a Hugo de Fosses,quien, tras ser uno de los primeros seguidoresde Norberto88, ha quedado al frente de Pré-montré89, y se acuerda la reunión celebrada en1128 en la que destacarán seis abades –Pré-montré, Floreffe, Vivières, Amberes, Laon yBuena Esperanza de Vellereille–preocupados“pro resarciendam dissolutione Ordinis”. La cri-sis, en realidad, forma parte de las coetáneastensiones espirituales entre los canónigos, quedebaten sobre el ordo al que deben acogerse,con lo que comporta de discusión sobre el co-rrespondiente grado de exigencia90. De acuerdocon la inicial voluntad de Norberto, se incli-narán hacia el llamado Ordo monasterii o Regulasecunda, seguramente tomado de la adaptaciónefectuada en la congregación canonical de

Springiersbach91. Las bulas pontificias dirigi-das a Prémontré consolidan inmediatamenteeste modelo canonical agustiniano, como ex-presan las disposiciones de Honorio II: “de psal-modia et de alliis officiis ecclesiasticis vobis man-damus ut ea secundum aliorum regulariumfratrum consuetudinem celebretis”92. Al mismotiempo se incorpora, como eje vertebrador93, elcapítulo general94 y nada más entrar en los años30 se articula la orden con los primeros estatu-tos95, retocados poco después96. Hugo de Fossesse dedica, en las décadas siguientes, a cimentarla orden y dotarla de una identidad específica97.Se basa en los estatutos comunes98 y combinados instrumentos: el capítulo general y la pree-minencia del abad de Prémontré. El primero ve-hicula todas las abadías99, integradas en unos ob-jetivos conjuntos100, y es reforzado por un apoyopapal reiterado en 1138, 1143 1144 y 1155, di-námica culminada en 1177 con la bula Aposto-lica Sedis de Alejandro III de 1177 que conso-lida el capítulo general como órgano soberanode la orden101 junto con la autoridad del abadde Prémontré102. Este cuenta con el mismoapoyo papal para imponer una preeminenciasimbolizada en la capacidad para visitar todas lascasas de la orden103. La cohesión alcanzada aúnse pretende afianzar, en el último cuarto del si-glo XII, con la unificación litúrgica104, si bienprecisamente en este ámbito se mantendránnotorias autonomías105, a modo de necesarioequilibrio entre uniformitas y diversitas106.

El modelo alcanzado, tal como estabilizanlos estatutos107 y las bulas confirmatorias pa-pales108, se aproxima a los estadios monacales.De este modo, los premostratenses pueden pre-sentarse como promotores de un estilo de vidareligiosa renovada frente a las formas más tra-dicionales del monacato cluniacense, lo queno impide influencias en los respectivos textosnormativos109. A mediados del siglo XII se hanestablecido unas específicas relaciones de dis-cusión y diálogo intelectual entre Prémontré y

135

Los premostratenses: creación de la orden e inicial expansión ibérica

Monasterio de Bellpuig de les Avellanes. Vista general de la iglesia (Grup de Recerca

Consolidat en Estudis Medievals “Espai, Poder i Cultura” de la Universitat de Lleida)

Cluny110, mientras que en 1140 ya se ha al-canzado un acuerdo para no disputarse reli-giosos: “concedimus etiam ut nullum de forumprofessis nisi abattis sui permissione ulterius reci-piamus quamdiu in huius propositi rigore per-manserint ne karitatis lese quela inter nos et ip-sos aliquando oriantur”111.

A la vez que los premonstratenses asumen lapobreza y el rigor ascético monacales, los prin-cipales cistercienses no sólo reforman los claus-tros sino que también salen a la calle a predicar,hasta el punto que Norberto, Bernardo de Cla-raval y Roberto de Arbrissel se conocen y res-petan mutuamente, coinciden en fama comopredicadores y se cuenta de ellos idénticas anéc-dotas sobre su capacidad de arrastrar hombres a

los monasterios. El desarrollo de las respectivasactividades aboca a una interferencia, a pesar deque los premonstratenses invoquen la Regla deSan Agustín y los cistercienses la de San Benito.A nivel organizativo, los primeros toman ele-mentos formales de los segundos, a veces explí-citamente, como al organizar el capítulo gene-ral, que a “exemplum Cisterciensium annuatim sereversarus simul”112, y otras más implícitamente,como en el modelo decorativo. En este sen-tido, las evidentes concordancias entre los res-pectivos documentos organizativos e inclusodevocionales113 remiten a la incidencia sobrePrémontré de textos primitivos de Cîteaux114, loque coincide con la generalizada valoración es-piritual e intelectual de Bernardo de Claraval,cuyas obras estaban presentes en numerosasabadías premostratenses115. No obstante, hayque resaltar que en realidad las problemáticascomunes han favorecido una convergencia deplanteamientos desde puntos de partida pro-pios116, en tanto que Prémontré, al abocarse alespíritu de pobreza, la austeridad contemplativao el trabajo manual, está desarrollando elemen-tos integrantes de la oleada canonical del sigloXII117, lo que explica una específica elaboraciónlitúrgica propia118 o de vinculación canonical119

y facilita alimentaciones mutuas, que incluyeninfluencias premonstratenses sobre los estatutoscistercienses120.

Con una articulada estructura similar bajolos ideales reformadores, Císter y Prémontré semuestran sólidas y con facilidad para la expan-sión. Por ello, muy pronto llegan a una con-flictividad mutua evidenciada tanto en torno ala posesión de bienes concretos121 como en dis-cusiones intelectuales122. Todo ello se trata deapaciguar mediante la firma en 1142, en nom-bre de los capítulos generales respectivos, de la“confirmatio societatis et pacis”, confirmada, apartir de una confrontación concreta, en 1153.El texto aborda los puntos en conflicto –el re-clutamiento de los religiosos, la vecindad y los

Flocel Sabaté

136

Monasterio de Bellpuig de les Avellanes. Portada(Grup de Recerca Consolidat en Estudis Medievals“Espai, Poder i Cultura” de la Universitat de Lleida)

diezmos– e impone el compromiso mutuo deno disputarse los mismos novicios y aspirantesy respetar una distancia de cuatro leguas entrelas respectivas sedes y granjas, teniendo la con-trapartida de compartir la plegaria para los di-funtos de ambas órdenes123. La proximidad en-tre ambas órdenes se mantiene –en el conflictoentre los monasterios de Jette y de Ninove so-bre la adscripción del cabildo de Liedekerke,por ejemplo, intervienen tanto Bernardo deClaraval como Hugo de Prémontré124-, lo queexplica que ocasionalmente se produzcan trans-ferencias de bienes y propiedades entre mo-nasterios de ambas órdenes125 y que inclusopuntualmente se renueven las tensiones mutuasa partir de casos concretos126.

Prémontré y Císter escenifican de distintomodo la evolución ideológica del siglo XII a tra-vés del debate entorno a la admisión de muje-res. El carácter carismático del movimiento deNorberto contaba con ellas, concordando conla postura de otros reformadores del paso del si-glo XI al XII, como Roberto de Arbrissel127. Porello los primeros núcleos norbertianos solían sercomunidades dobles con dos casas contiguasbajo un único gobierno128, y la inmediata di-fusión de monasterios dobles fue una caracte-rística inicial del movimiento norbertiano129.De todos modos, las tareas femeninas se vanalejando del trabajo intelectual y litúrgico, y, encambio, se centran en labores domésticas comoatender el guardarropa litúrgico, la mesa o lalimpieza de ropa y hábitos. Hugo de Fosses y lamayoría de los abades son contrarios a la pre-sencia femenina y, de hecho, su mención des-aparece en la segunda versión de los estatutos.En la polémica, el obispo de Laon y diversosaristócratas interceden para que los canónigosno desamparen a las mujeres, muchas de buenlinaje que han donado importantes y numero-sos bienes al abrazar el estado religioso. En1138, el Papa dispone que los premonstraten-ses dividan las rentas con las religiosas que han

ayudado a crear la orden, y el II Concilio de Le-trán, en 1139, ordena separar los monasteriosdobles. El capítulo general de 1140 acuerda noacoger más mujeres, a la vez que se van ce-rrando o separando monasterios femeninos ydobles130. En Prémontré se desplaza a las mu-jeres en 1141 a una granja, tal como se repiteen otras comunidades131. Se las mantiene enuna limitada autonomía bajo el prior u otrasautoridades masculinas como los prebostes,convertidas en monjas contemplativas, aun-que se vaya retrasando la completa clausura re-clamada por diversos sectores de la Iglesia132. Lasegunda versión de los estatutos impide que sefunden monasterios nuevos femeninos, talcomo se recalca en 1178 cuando la ordenacuerda “de sororibus non recipiendis”, mien-tras que la tercera versión de los estatutos, apro-bada por Inocencio III en 1198, expone queningún abad puede ser impelido a aceptar unamujer como hermana o como conversa133. Enrealidad, todas estas medidas tendrán que irsiendo recalcadas posteriormente134. En 1247Inocencio IV da continuidad a los cenobios fe-meninos existentes en la orden, y en la prácticase crearán algunos nuevos135. La evolución es vi-vida en sentido inverso por el Císter, donde losprimeros fundadores evitan los cenobios feme-ninos, especialmente cerca de los masculinos, eincluso monasterios como Jully, creados paraacoger a mujeres desamparadas porque sus pa-rejas han ingresado en el Císter, no son asocia-dos al Císter. Como en Ichterschausen en1145, se acepta que las mujeres se acojan al es-píritu cisterciense, pero el Císter declina res-ponsabilidades sobre ellas, por lo que espiri-tualmente serán atendidas por canónigosregulares. Con todo, desde mediados del sigloXII autores como Idung de Prüfening aboganpor aceptar esta corriente femenina, tal comose irá asumiendo. Al entrar en el siglo XIII Jac-ques de Vitry interpreta que la oclusión pre-mostratense llena de mujeres el Císter, que

137

Los premostratenses: creación de la orden e inicial expansión ibérica

crece “sicut stelle coeli”136. En este sentido, la re-gulación de la situación femenina, partiendo delos estadios menos articulados de inicios del si-glo XII, puede interpretarse como la domestica-ción de la reforma o, al decir de Franz J. Felten,“le raletissement du mouvement de réforme, voirela stagnation, pour ne pas dire recul de certainesmaisons dès le XIIe”137. De todos modos, se estáparticipando en un nuevo marco interpreta-tivo, que afecta a la percepción de la naturaleza,la espiritualidad y las relaciones de género138, ala vez que la ralentización premostratense sedebe, en gran parte, a haber colmado sus ex-pectativas en el siglo XII porque la siguientecenturia comporta nuevas orientaciones139.

Al mismo tiempo, el carácter monacal y pe-nitencial acerca Prémontré a otro ámbito de re-forma coetánea, el eremítico llevado al cenobio,como protagonizan los cartujos. Se puede de-ducir esta similitud en la actitud contemplativade Norberto, que impregna los momentos ini-ciales de la orden140, y también en la de ascetaseremíticos que diversas narraciones, con mayoro menor veracidad, los sitúan como punto departida de diversos monasterios premostraten-ses141. Esta cercanía explica las prudencias pac-tadas para evitar competir por unos mismos re-ligiosos, como promulgan los cartujos respectode premostratenses y cistercienses: “statuimus utde Cisterciensium sive Premonstrati congregatio-nibus propter ipsorum reverentiam et pacem, nu-lla ulterius persona in nostrum ordinem susci-piatur; quod institutum si quis nostrorumtrangressus fuerit, etiam professum expellere co-gatur et a toto ordine separare142”. Con todo, seproducen trasvases importantes, como el fa-moso escritor inglés Adam Scot, que después deser abad premontratense en Dryburgh ingresóen la cartuja de Witham143, obedeciendo a unaevolución espiritual que pone de manifiesto larelación entre ambas órdenes, al interpretarque la exigencia apostólica canonical debe debasarse en una contundente dedicación con-

templativa144. Otras órdenes eremíticas han to-mado fuentes premostratenses en su articula-ción, como es el caso de los ermitaños de SanAgustín145.

La proximidad con las distintas órdenes mo-násticas no oscurece la definición canonical dePrémontré, articulada bajo la invocación agus-tiniana146: “ut ordo canonicus qui secundumBeati Augustini regulam et formam religiones re-colendae memoriae Norberto (…) ibidem nosci-tur institutos, perpetuis futuris temporibus in-violabiter conservetur”147. Prémontré coincideasí con los canónigos regulares tanto en una es-piritualidad atenta a los escritos agustinianos148

como en la necesidad de acordar con los co-rrespondientes episcopados sus actividades pas-torales. Inicialmente los canónigos regulareshan colaborado con los obispos reformadoresen la expansión de un modelo eclesial que hacomportado el incremento del poder episcopaly la mayor presencia e incidencia eclesiásticagracias a la parroquialización. Pero, a la vez,también se ha avanzado hacia comunidadescanonicales contundentemente enfrentadas consus prelados que reclaman plenas exencionespara sus propios dominios149. De modo pare-cido, en Prémontré la casuística se sitúa entreafinidades como las alcanzadas en los obispadosde Brandemburgo, Havelberg y Ratzemburgo,donde los canónicos de sus catedrales se ad-hieren a Prémontré, hasta situaciones tensas,suficientemente expresadas en las obstruccionespor parte de algunos obispos que impiden eldesplazamiento de los abades al capítulo gene-ral anual150. Precisamente, la bonhomía previstaen los primeros estatutos151 contemplaba la exi-mente a participar en el capítulo general por ra-zón de enfermedad “aut inevitabili episcopi velarchiepiscopi obedientia”, mientras que en 1154se suprimió esta referencia, denotando con elloun distanciamiento respecto de los correspon-dientes ordinarios152. De modo generalizado,surgen tensiones en torno al gobierno, provi-

Flocel Sabaté

138

sión y percepciones de las parroquias. Desde losprimeros tiempos, Prémontré poseía determi-nadas parroquias con una amplia capacidadque sólo dejaba para la autoridad episcopal as-pectos como la aplicación de excomuniones153

y, de hecho, Norberto asumió parroquias enAmberes y como arzobispo de Magdeburgoconfió algunas a premostratenses154. En gene-ral, y basándose en la concesión de InocencioII de 1135, la orden defiende el derecho de de-signar religiosos en las parroquias que cuentancon su derecho de patronato o que le propor-cionan sus diezmos. Después de que el III con-cilio de Letrán en 1179 definiera que las igle-sias parroquiales servidas por monjes ocanónicos regulares deben contar con no me-nos de dos religiosos, en 1188 el Papado espe-cifica un ministerio parroquial para la ordenpremostratense, pero a la vez dispone un dere-cho de presentación, ante los respectivos obis-pos, en un número “in parochialis Ecclesiis quashabetis liceat vobis quatuor vel tres de Canonicisvestris ponere, quorum unum Dioecesano Epis-copo praesentetis qui ei de spiritualibus vobis au-tem de temporalibus et de Ordinis observancia res-pondeat”. Las tensiones continuarán, y en 1262Urbano IV detallará que “canonici vestri, exnostra speciali indulgentia possunt Ecclesias pa-rochiales habentes cum animarum impetrare etimpetradas per vestram officiare indulgentiam”155.Tanta o mayor conflictividad se alcanza entorno a la confirmación episcopal de las elec-ciones abaciales156 y a las visitas pastorales porparte del prelado a los cenobios, cuestionesque en el siglo XIII se estabilizan, más allá deconcesiones particulares, con el reconocimientodel derecho episcopal en el primero y la exen-ción en el segundo157.

La comunión con otras canónicas regulareses, en el siglo XII, superior a la concepción amodo de órdenes separadas, según evidencianlos premonstratenses al definirse como sacer-dotes acogidos a una común condición cano-

nical158 e intercambiar influencias con otrascomunidades de canónicos regulares en textosnormativos159 y litúrgicos160 o en prácticas de-vocionales161. En este marco, los textos pre-mostratenses incidirían en otras reglas canoni-cales, como la adoptada en Arrouaise162.Prémontré, al optar por el ordo monasterii, se si-túa en la misma línea de congregaciones comoSprigiersbach, Oigny, Arrouaise o Salzburgo,inclinadas hacia una austeridad rechazada porlas primeras canónicas regulares, con San Rufode Aviñón a la cabeza, y por algunas creadas yaen el siglo XII, como San Víctor, que desauto-rizan la autenticidad canonical de esta orde-nanza163. Esto no impide que Prémontré tam-bién mantenga buenas relaciones con estascongregaciones, asumiendo incluso coinciden-cias e intercambios intelectuales, como es clarocon la congregación de San Víctor164. Esta pro-ximidad facilita trasvases al pretender atraerotras comunidades canonicales a la disciplinapremonstratense, lo que a veces se consiguesin poder evitar tensiones internas165. De todosmodos, se manifiesta constantemente una co-mún identidad canonical. Así, el abad pre-mostratense de Milwitz, al referirse al obispocheco Zdik, que pasó a formar parte de los ca-nónicos del Santo Sepulcro, escribió, en 1184que “tomó nuestro hábito”, reflejando así uncomún estado canonical. La confluencia tam-bién puede tener lugar: la comunidad fundadapor este prelado en Steinfeld bajo el signo delSanto Sepulcro después pasará a la orden pre-mostratense166.

De modo concreto, fue intensa la relaciónentre Prémontré y el Santo Sepulcro, con nu-merosos contactos y con unos estatutos estre-chamente relacionados167. En realidad, identi-ficándose con el ideario de la Iglesia reformada,desde los primeros momentos Prémontré par-ticipa de la espiritualidad y de las actuacionesen Tierra Santa. La orden sitúa cuatro comu-nidades en Oriente168 y no sólo incorpora la

139

Los premostratenses: creación de la orden e inicial expansión ibérica

preocupación por las Cruzadas en su espiri-tualidad sino que juega un papel importante enlos dominios cristianos de Tierra Santa, al ca-nalizar recursos económicos y combatientes169,contribuir a la colonización del territorio con lapropia presencia170, desarrollar tareas de apoyoy asumir, desde su destacada posición social,importantes delegaciones al estar bien relacio-nada con el Papado y con el obispado, todo ellosin dejar de competir con los cistercienses171.

Dentro del mismo espíritu, los estatutos dePrémontré han sido tenidos en cuenta, a la sa-lida del siglo XII, en la articulación de órdenesmilitares ajenas al contexto palestino y, en cam-bio, enfrentadas a la alteridad musulmana en lapenínsula Ibérica, como es el caso, en el reinode León, de la orden de Santiago172.

La controvertida figura de Germán –SanJosé Hermano–, un premostratense que, se-gún el propio relato, sería un converso judío173,al margen incluso de la discusión entre quienesdefienden la autenticidad del relato174 y quie-nes lo ven como una ficción literaria175, mues-tra la implicación premostratense en el debatecontra los enemigos de la fe mediante el recursoal contraste y el estudio argumental y consi-guiendo, como mínimo, un reconocimientopor la implicación intelectual de la orden176, yaentrando en el siglo XIII177. De este modo, seevidencia el encaje con un contexto intelectualque pretende alcanzar la conversión de los ju-díos como se insistirá en esta centuria en tantoque su posición puede ser asimilada a la here-jía, a modo de una desviación doctrinal que leslleva a rechazar al Mesías180.

En realidad, la seguridad religiosa infundidapor la reforma anima a buscar argumentos paracontrarrestar las posiciones de los enemigos dela fe, sean musulmanes, judíos o herejes181. Si lapredicación de Norberto en Amberes en 1124ya se presenta como una lucha contra la here-

jía182, pronto se desarrolla una línea de indaga-ción sobre las expresiones heréticas, iniciadapor el renano Evervin, preboste de Steinfeld, yculminada con Bernardo, primer abad premos-tratense de Fontcaldes, reconocido como autordel específico tratado “contra vallenses et contraarrianos”183, redactado en un escenario mar-cado, a fines del siglo XII, por la expansión delcatarismo184. El inmediato posicionamientocontra la herejía cátara permite suponer que elasentamiento premostratense en Fontcaldes par-ticipa de la voluntad de combatir las ideas con-sideradas contrarias a la fe185, coincidiendo conotros casos similares: la fundación de Casedieu,en 1135 se explica también por la insistencia delarzobispo de Auch, preocupado por la extensiónde la herejía186. En este sentido, se ha podido ha-blar de un heresiología premostratense, porqueestos autores se esfuerzan por conocer los argu-mentos del disidente, conseguir sistematizar lasdistintas posiciones y aportar razonamientoscontrarios. Es una postura diferente a la que im-ponen los cistercienses, especialmente desde1180, que mezclan argumentos y disidentes, seesfuerzan por demonizar a los oponentes y losmuestran de forma caricaturizada, aportandouna retórica que culminará en los dramáticosepisodios de inicios del siglo XIII, cuando lacruzada contra los cátaros convocada por Ino-cencio III y promovida por los cistercientes te-ñirá de sangre el territorio occitano187, lo que ala vez supone el desplazamiento de las estrate-gias y el protagonismo premonstratense: desde1198 Fontcaldes ha sido desplazado en in-fluencia y actuación contra el catarismo por elcisterciense Fontfreda188.

La opción por la predicación frente a la he-rejía está en la base del surgimiento de los do-minicos. Precisamente, a inicios del siglo XIII

los mendicantes invocan la necesidad de adap-tar la pobreza y la predicación al nuevo escena-rio urbano. Se están prolongando ideas expresa-das bajo formato canonical por Pré montré. Muy

Flocel Sabaté

140

significativamente, los primeros pasos de la Or-den de los Predicadores tienen lugar basándoseen una especie de costumario canonical entre elque destacaban los estatutos premostratenses189,tomados muy al pie de la letra en el oficio litúr-gico, la vida común y las obligaciones peniten-ciales190, aparentemente por valoración de Do-mingo de Guzmán, que consideraba positiva larigidez premostratense191. A lo largo del siglo XIII

se precisarán los ámbitos de relación y colabo-ración entre premostratenses y dominicos192.

De modo parecido, otras órdenes surgidas enel escenario de la misma centuria también pue-den haber bebido de los estatutos premonstra-tenses al buscar modelos para su respectiva arti-culación, como parece el caso de losmercedarios193, si bien hay que tener en cuentaque en estos momentos las nuevas órdenes apor-tan sus específicas vías con que adaptar los idea-les de pobreza e incidencia sobre la población194.

Las nuevas vinculaciones con los seglaressurgidas en el contexto de las mentalidades y lareligiosidad de la Baja Edad Media permiten ha-blar de “terceras órdenes”, de las que se ha que-rido ver precedentes ya en los primeros pasos dePrémontré195. Norberto otorga mucha impor-tancia a los laicos, encuadrados entre los con-versos, dotados de una definición de servicio nosólo material sino espiritual, y que desde los mo-mentos iniciales son muy numerosos196. En estecontexto, los “fratres et sorores ad succurrendum”enlazan con una tradición devocional y con unapoyo material197, a la vez que se procura com-prometer a los seglares, como los parroquianosde San Miguel de Amberes que en 1135 vivensegún la regla y el hábito premonstratense198. Es-tas mismas prácticas ponen de relieve que, deacuerdo con la espiritualidad coetánea, no seplantea otro ideal de vida elevado que el reli-gioso199, y precisamente no queda bien defi-nido el carácter no eclesiástico de todos los con-versos, con las diversas problemáticas que ello

comportará especialmente en la siguiente cen-turia200. El marco establecido, por tanto, es co-herente con las líneas de la espiritualidad del si-glo XII, aportando una atención hacia losseglares que irá madurando en las décadas in-mediatas, ya fuera del control premostratense,lo que explica que, propiamente, la tercera or-den no llegue a Prémontré hasta el siglo XVIII201.

La sensibilidad hacia los peregrinos, ya mos-trada por el mismo Norberto202, y las preocu-paciones asistenciales, facilitan prontas actua-ciones por parte de los premontratenses, comoel mantenimiento, en algunos casos, de hospi-tales. En este sentido, algunos centros premos-tratenses se situarán en puntos donde con fa-cilidad se establecen estas tareas asistenciales,como Urdax, en el límite de Navarra, al pie delos pasos pirenaicos203.

La orden de Prémontré entra muy reforzadaen el siglo XIII. Cuando Inocencio III convoca

141

Los premostratenses: creación de la orden e inicial expansión ibérica

Monasterio de Bellpuig de les Avellanes. Sala capitular(Grup de Recerca Consolidat en Estudis Medievals“Espai, Poder i Cultura” de la Universitat de Lleida)

el IV Concilio de Letrán envía invitacionespersonales a los grandes maestres templarios yhospitalarios y a los abades y capítulos genera-les de Císter y de Prémontré, lo que no deja deevidenciar el respectivo peso dentro de la Igle-sia, más allá de que su presencia interesará enpuntos concretos a tratar como la regulación delas canónicas y la extensión del modelo cister-ciense en el monacato204. Esta destacada posi-ción obedece a la clara voluntad de expansióndemostrada en el siglo XII205. Todas las casas ini-ciales se proyectan en otras –“ces abbayes mèreseurent des filles”206–, y éstas, una vez afianzadas,suelen repetir la misma operación. Tratan deconsiguir la mutación en la adscripción de co-munidades ya existentes o, aún más frecuente,crear otras nuevas gracias al apoyo inicial de po-derosos barones regionales y locales. De estemodo consiguen una posición preferente en elespacio central septentrional de Europa, sinolvidarse de acercarse a los territorios meridio-nales207.

Un factor importante en el prestigio de laorden descansa en la importante formaciónintelectual, coherente con la importancia desus bibliotecas208 y demostrada por algunosde sus miembros209, que se relaciona con la es-cuela de San Víctor y que ha permitido que laOrden contara con importantes e influyentesintelectuales210, como Felipe Harvengt, prolí-fico apologista de Prémontré, convencido de lasuperioridad del ideal canonical de inspira-ción agustiniana basado en la vida contem-plativa, que influye notablemente como pro-motor de una sociedad articulada bajo eldictado de la Iglesia reformada211, con eco se-cular212. A esta figura se unen destacadamente,ya en el paso hacia la siguiente centuria, entreotros213, Adam Scoto o de Dryburgh214 y elobispo Anselmo de Havelberg215, éste erigidoen verdadero teólogo y promotor de la vidacontemplativa canonical, por delante de lamonacal216, que, además, al justificar la fun-

ción de las nuevas órdenes, innova al aceptar elpeso de las “novitas” en el curso de la histo-ria217. A todos ellos hay que añadir nuevas fi-guras al entrar en el siglo XIII, como, destaca-damente, Burchard de Ursberg218. De modonotable, se ha contribuido a robustecer la or-den al resaltar la figura de Norberto, erigido enpermanente modelo gracias a las “Vitae Nor-berti” escritas a mediados del siglo XII y suma-mente divulgadas219.

3. LA ORDEN DE PRÉMONTRÉ LLEGA A LA

PENÍNSULA IBÉRICA: IGLESIA RENOVADA Y

NOBLEZA

La reforma de la Iglesia comporta una es-pecífica perspectiva respecto de la alteridad y dela frontera. Un Cristianismo más seguro mues-tra una mayor radicalidad contra el infiel in-asimilable. A inicios del último tercio del sigloXI, Alejandro III diferencia claramente el tratoque se debe ofrecer a judíos y a musulmanes –“dispar nimirum est Judaeorum et Sarraceno-rum causa”–y concluye que “Iudeos non debemospersequi sed Sarracenos”, porque los primeros es-tán dispuestos a servir mientras que los segun-dos son los enemigos que combaten la fe. Con-secuentemente, “iudaei servari debeant nonoccidi”, mientras que, en cambio, hay que lu-char contra el musulmán: “in illos enim quichristianos persequuntur et ex urdibus et propriissedibus pellunt, iuste pugnatur”220. El Papado, ainicios del siglo XII, reitera la convalidación delos beneficios espirituales de la peregrinación aTierra Santa con la contribución a las defensascristianas en ciudades hispanas, al tiempo queexhorta a los gobernantes peninsulares en elcombate contra el musulmán, equiparando lalucha en España con las cruzadas orientales221.

En el contexto de la segunda cruzada, con-vocada en 1146, Eugenio III exhorta, en elconcilio de Reims de 1148, a colaborar en la lu-

Flocel Sabaté

142

cha en los territorios hispánicos, donde la caídade los almorávides propicia movimientos comoel ataque del conde de Barcelona, Ramon Be-renguer IV, contra la islámica Tortosa. El abadde Flabemont, cenobio premostratense nacidopoco antes en Lorena222, acude con su apoyoreligioso, ideológico y también militar. Cul-minada la conquista, Ramón Berenguer IVcompensa la ayuda recibida con una donaciónen las tierras nuevas el mismo 1149223. Explí-citamente, ofrece “Domino Deo et Sancta Reli-gioni et ordini de Premost et ipsi cenobio SanctaMarie Flaboni Montis atque ipsius abati vene-rabili Stephano fratribusque ibidem Deo ser-vientibus presentibus et futuris, locum ipsum quiantea dicebatur Avicabescar”, el cual “Vallem-claram vocamus cum omni terra et honore in cir-cuito eius loco pertinenti”. Desde el primer mo-mento se pretende construir una comunidad–“monasterium quod fuerit ibi aedificatum ha-beat et possideat praedictum locum cum omnibussibi pertinentibus haereditario atque perpetuoiure ac fidelitatem et servitium Dei”224– lo quelleva a la instalación de un priorato depen-diente de Flabemont. Se trata de un lugar conbuenas aptitudes para el desarrollo agrícola, sibien alejado de las mejores tierras fluviales y si-tuado en el interior montañoso, en vecindadcon Siurana, que hasta 1153 es el último re-ducto musulmán. Coetáneamente, en 1150-1151 el conde favorece la instalación de unacomunidad cisterciense en el mismo territorioa repoblar, aunque más hacia el este, junto auna importante vía de comunicación, dandoasí nacimiento al monasterio de Poblet225. Elmismo impulso de la dinastía barcelonesaalienta, en la misma zona, el asentamiento deotra orden nueva con la instalación de la pri-mera cartuja de la Península, Scala Dei, en unespacio más agreste226. Así, aún dejando lasmás codiciadas tierras fluviales en manos de lasórdenes militares, respetando el ámbito deproyección urbano de Tortosa y satisfaciendo

los derechos castlanes de sus barones, el condeencuentra en el espacio montañoso entre elEbro y el Francolí un territorio que en sumisma dificultad se revela idóneo para sertransformado mediante el asentamiento de lasórdenes nuevas, quienes, precisamente, invocanla voluntad de establecerse en lugares recogidos.

La dinastía barcelonesa continúa benefi-ciando a los cistercienses, como constata la co-munidad situada en 1150 en Valldaura, cercade Barcelona, y poco después trasladada a An-cosa y, finalmente, a Santes Creus, no muy le-jos de Poblet, donde tomará desde 1169 la de-nominación definitiva contando con elimportante apoyo tanto de Ramon BerenguerIV como de su hijo Alfonso el Casto227. Coe-táneamente, el apoyo real tampoco faltará en elestablecimiento de una comunidad cisterciensefemenina en un espacio cercano, Vallbona deles Monges228. Esta inclinación hacia el Císterllega al punto culminante cuando Alfonso elCasto escoge Poblet para su sepultura229. Mien-tras, la fundación de Prémontré no sólo se en-cuentra desplazada respecto de la devociónpreferente por el Císter que muestran sus con-des fundadores sino que, además, se ubica enun espacio deseado por la Catedral de Tor-tosa, que precisamente aquí instalará su prin-cipal baronía, Cabassers. Un monasterio flore-ciente dentro de estos dominios sería molestopara los deseos del prelado, que pretende afian-zar su capacidad señorial y jurisdiccional. Lanegociación mutua culmina en 1158, cuandoel prior, con un explícito consentimiento delabad de Flabemont, que ha tenido en cuenta ladebilidad del apoyo patronal y la lejanía delasentamiento, cede el lugar al obispo de Tor-tosa: “tradimus in dominium et potestatem iamdictae ecclesiae Dertusensis”230. Al año siguiente,el conde corrobora para la sede tortosina y elObispo los mismos derechos previamente ce-didos a Prémontré231, en la línea de consolidarla importante baronía de Cabassers232.

143

Los premostratenses: creación de la orden e inicial expansión ibérica

En la conquista de Tortosa han intervenidocruzados que, provinientes del norte de Europapor vía marítima, han ido participando en cam-pañas militares contra los musulmanes en la Pe-nínsula Ibérica233, tal como paradigmáticamentesucedió en 1147 en Lisboa. Este contexto podríahaber favorecido el surgimiento de una comuni-dad premostratense en las tierras nuevas portu-guesas, poniendo así de relieve la relación de la or-den con el combate a la alteridad inasimilable alcristianismo y la repoblación de la frontera. Contodo, de nuevo, la lejanía del lugar y la falta de undecidido apoyo por parte del monarca, AlfonsoI de Portugal, invalidan la viabilidad234.

La frontera facilita las relaciones entre unosterritorios peninsulares sometidos a problemá-ticas similares. Al fallecer Ermengol IV en 1092en Gerb, ante Balaguer, la ciudad más septen-trional de la taifa de Lérida, confía la custodiade su hijo y sucesor al rey Alfonso VI de Leóny Castilla, en cuya corte ya residía. Obligadosa combatir en la frontera musulmana porquesus territorios originales se van desgajando porla privatización de los derechos de los señoresmenores y en pugna con las pretensionespreeminentes del Conde de Barcelona, el am-paro del prestigioso conquistador de Toledoaporta un apoyo y abre perspectivas de am-pliación patrimonial en las fronteras centralesde la Península. Ermengol V combinará su ti-tularidad condal urgelesa con el servicio al mo-narca leonés, con una plena implicación en elcontexto castellano de la mano de los Ansúrez,al unirse en matrimonio en 1095 con MaríaPérez Ansúrez, hija del conde Pedro Ansúrez.Fallecido Ermengol V en 1102 defendiendo elcondado urgelitano del envite almorávide, elmenor Ermengol VI queda plenamente inser-tado dentro de la familia Ansúrez, participandoa su lado de las tensiones nobiliarias en Casti-lla. Ermengol VI rige sus dominios urgelitanos,sirve al conde Ramón Berenguer IV de Barce-lona –le acompaña a la campaña de Provenza

de 1144–, se vincula al rey de Aragón –ha par-ticipado en la toma de Zaragoza en 1118 yasiste a su corte– y destacadamente sirve a Al-fonso VII de Castilla, participando en las cam-pañas meridionales y frecuentando su corte.Precisamente, de su madre y abuelo ha recibidouna importante herencia con dominios en Tie-rra de Campos, León, Castilla, Asturias y, des-tacadamente, el señorío de Valladolid. Clara-mente, sus estrategias matrimoniales estánpensadas en clave castellana para propiciar elenlace con los Lara235 mediante su segundomatrimonio con Elvira Rodríguez de Lara, hijadel conde Rodrigo González de Lara, quien,viudo, a su vez contrae matrimonio con la her-mana del urgelitano, Estefanía236.

En este contexto, Ermengol VI utiliza susbienes en Castilla para favorecer la difusión delas nuevas órdenes religiosas imbricadas con laIglesia reformada en unas fechas muy tempra-nas: en 1143 y 1144 el conde ayuda a asentar alos cistercienses en Vallbuena del Duero y enCantabós (Santa María de la Huerta) e inme-diatamente colabora con su tía abuela Mayor, lahija de Pedro Ansúrez –comitisa Maior Petriz, enla fundación de un centro canonical en Re-tuerta237, donando todo lo que en este lugar “admihi pertinet” 238. Inicialmente se duda sobre laadscripción concreta de la canónica239, porqueno es hasta 1148 que la donación de la condesaMayor se concreta condicionando claramente lafundación al establecimiento de un monasteriopremonstratense vinculado a la abadía gasconade Casadei (Casadieu), fundada en el arzobis-pado de Aux en 1135 como filial de San Mar-tín de Laon240: “Dono domino Deo omnipotentiet Sancte Marie matris Christi et omnibus sanctisDei totam meam hereditatem ab integro quantamego habeo in Retorta que est sita in ripam flumi-nis quod vocant Doiro, et dono hec omnia vobisabba dompno Bernardo abbati et conventii CaseDei et successoribus vestris iure perpetuo secundumquod ordo premonstratensis exigit ut et vos consti-

Flocel Sabaté

144

tuatis ibi abbadem et conventum secundum con-suetudine vestri ordinis ad serviendum Dei om-nipotenti et beate Marie virginis secundum regu-lam Sancti Augustini est instituta premonstratensisordinis in perpetuum”. El documento está ava-lado por la signatura de diversas personalidades,entre las que no falta el “Comite Ermengaudo inUrgello et in Calatrava et in Valladolit”241.

Inmediatamente, el mismo conde ErmengolVI colabora con el asentamiento también de lospremostratenses en Nuestra Señora de la Vid.El conde subscribe el documento fundacionalal lado del Rey242, como también posterioresdonaciones regias243. El monasterio será favo-recido por la segunda esposa del conde, Elvira

Rodríguez de Lara, y continuará siendo objetode la devoción de los Lara en las décadas in-mediatas244. De este modo, los dos primerosasentamientos de los premostratenses en la Pe-nínsula se sitúan en las dos ramas castellanas delos Urgel. La vinculación llega a niveles fami-liares: Sancho, nieto de Pedro Ansúrez y primode Ermengol VI, recibirá de manos del obispode Palencia la consagración como abad de Re-tuerta. Ambos cenobios se enzarzan de inme-diato en competición por la primacía en la Pe-nínsula, hasta que el 1185 La Vid se somete aRetuerta, tras haber propiciado un intercambiodocumental implicando documentos reales245.El inmediato apoyo recibido por Alfonso VII246

y Alfonso VIII247 facilitan la consolidación y ex-pansión. Tanto Retuerta como La Vid procu-rarán establecer filiales ya sea adaptando co-munidades de anterior obediencia benedictina,como es el caso de Aguilar de Campoo, o cre-ando nuevos monasterios mediante el apoyo delinajes pudientes248, alcanzando pronto un im-portante desarrollo.

Ermengol VI será enterrado en el monasteriocisterciense de Vallbuena, vinculado a su her-mana. Su hijo y sucesor, Ermengol VII, sigue almonarca leonés al dividirse la corona en 1157,lo que redunda en detrimento de sus dominioscastellanos. Atento a sus territorios catalanes, en1166 ofrece junto a su esposa “locum qui solet vo-cari Mons de Malet et deinceps vocabitur locusSanctae Mariae de Bellpuig”, añadiendo una ade-cuada dotación para que se cree “unam abbatiamdependentem a dicto monasterio Casae Dei”249, re-marcando así la misma vinculación gascona queha caracterizado las anteriores fundaciones, einsistiendo en que se mantenga la disciplina pre-monstratense y la obediencia al obispo de Ur-gel250. Se trata de en un sitio áspero y recogido,pero a la vez es un eje de comunicación, cercanoal nuevo centro condal de Balaguer y no muy le-jano de las dos sedes vizcondales, la de Áger y lade Castelló de Farfanya. Las diversas donaciones

145

Los premostratenses: creación de la orden e inicial expansión ibérica

Santa María de Retuerta. Interior de la iglesia

del mismo conde consolidan el cenobio, como,destacadamente, sucede en 1183, al culminar ladonación de Bellcaire, ya formulada en el testa-mento de 1177 y mantenida hasta 1220251. Cla-ramente, en éste el conde expresa su voluntad derecibir sepultura en el mismo monasterio, loque se cumple en 1184, tal como le seguirá, en1208, su esposa Dulce252.

Estas distintas fundaciones premostraten-ses reciben, obviamente, donaciones más alládel favor de la casa de Urgel y sus ramas, pro-piciándose incluso apoyos regios destacados,como la protección ofrecida por Alfonso elCasto a Bellpuig en 1185253. Similarmente, losdiversos condes de Urgel ofrecerán importan-tes donaciones a otros cenobios de distintas

órdenes, como destacadamente los cistercientes.Todo esto no modifica el mantenimiento deuna relación entre la casa de Urgel y los pre-mostratenses254, dentro del juego de insertarpromoción dinástica, estrategias políticas y de-vociones religiosas. Ermengol VIII, en 1202, secompromete a tener el monasterio de Bellpuigbajo su protección255 y tanto él como sus suce-sores otorgarán privilegios e inmunidades, to-dos ellos confirmados por Ermengol X en1284256. Este mismo conde depositará en el ce-nobio los restos de su hermano, el vizconde deÁger, fallecido en 1299 en Catania, y dispon-drá su propio enterramiento257, que tiene lugaren 1314258. La dinámica de enlazar la conti-nuidad del linaje y fundaciones forma parte delas vías de consolidación y promoción baronial.

Flocel Sabaté

146

Santa María de La Vid. Vista aérea

Así, los Cabrera, que, partiendo como vizcon-des de los Urgel, han llegado a ser sus oponen-tes, al protagonizar su proyeción castellana tam-bién fundan comunidades religiosas, yclaramente se inclinan por los cistercienses259

con fundaciones como la comunidad feme-nina de San Esteban de Nogales260.

Siguiendo la evolución de la orden premos-tratense, las iniciales fundaciones dúplices seseparan antes de cerrar el siglo, como sucederíaen el monasterio urgelitano261 y en otros caste-llanos, como Bujedo262, siendo también motivopara que La Vid promueva fundaciones comoBrazacorta y Fresnillo. La interferencia con elCíster, en casos como Bonrepòs, que pasa a de-pender de Bellpuig de les Avellanes tras unainicial vinculación cisterciense, facilita conti-nuidades de comunidades con fratres et sororeshasta fechas tan tardías como el siglo XIV263.No obstante, la evolución en la percepción delmonacato femenino premostratense orienta alos protectores de la orden desde el inicial sigloXII. Así, aunque todos los condes de Urgel semuestran generosos con diversas donaciones amonasterios cistercienses, sólo fundan monas-terios cistercienses femeninos, como Vallbuena,fundado por Estefanía, hermana de ErmengolVI en 1143, Santa Maria de Vallverd y las Fran-quesas, cerca de Balaguer, por Dulce, esposa deErmengol VII, respectivamente en 1172 y1186, o San Hilario de Lérida, por Elvira Nú-ñez de Lara, esposa de Ermengol VIII en 1204.

La muerte de Ermengol VIII en 1209 sin des-cendencia masculina sume el condado de Urgelen una tensión dinástica, dado que el designiocondal de ser sucedido por su hija Aurembiaix escontrariado por los argumentos del vizcondeGuerau de Cabrera, que inicialmente retiene eldominio. En 1210, la viuda pacta el apoyo dePedro el Católico para su hija a cambio de casara sus respectivos herederos, pacto inviable por losacontecimientos políticos inmediatos, que aca-

barán con la vida del rey en Muret en 1213 y conlas damas urgelitanas refugiadas en la corte cas-tellana, donde precisamente Aurembiaix contraematrimonio con Álvaro Pérez de Castro. En1228, Aurembiaix ha anulado su matrimonio yregresa a Cataluña para reclamar sus derechos, sibien no consigue el matrimonio con Jaime I,porque éste aprecia que sin ello también puedeconseguir el dominio eminente del condado,por lo que fuerza la unión de la condesa con Pe-dro de Portugal264. Jaime I compatibiliza la cam-paña armada en Urgel a favor de los derechos deAurembiaix con la conquista de Mallorca. Laculminación de ésta en 1231 coincide con el fa-llecimiento de Aurembiaix sin descendencia,por lo que su esposo recibe todos los derechos ur-gelitanos. El rey se apresta a pactar la recepciónde todos derechos sobre el condado a cambio deofrecer Mallorca en feudo a Pedro de Portugal.Este contexto favorece la expansión premostra-tense en la isla. El monasterio urgelitano deBellpuig ha colaborado en la lucha contra elmusulmán, por lo que en 1230 recibe del mo-narca una iglesia dentro de la capital mallor-quina, que regirá hasta 1233, y el dominio deArtà, con ocho alquerías. Esta posesión rural esla base para articular un priorato dependiente delmonasterio urgelitano265 acogido al mismo nom-bre de la casa madre, estabilizado en 1240 traspactar la partición de diezmos y rendas y la ges-tión de la parroquia con el obispo de Mallorca266.Santa Maria de Bellpuig de les Avellanes añadeentre sus bienes la “parrochiam de Silvestre et ec-clesiam Sancta Marie de Arthano et quicquidaliud habetis in partibus Maioricarum”267, y elpriorato subsiste hasta que se abandona en el si-glo XV alegando la lejanía respecto de la casa ma-dre. Finalmente los bienes del monasterio fueroncedidos en 1425 a los Vivot, familia de caballe-ros mallorquina que, precisamente, desde elConsejo de Mallorca había colaborado en 1412en la campaña del monarca Fernando de Tras-támara contra el último Conde de Urgell, quien

147

Los premostratenses: creación de la orden e inicial expansión ibérica

pierde sus dominios tras reclamar para sí la co-rona real268.

La vinculación con la gascona Casadieu, pre-sente en todas las primeras fundaciones en la Pe-nínsula, es aún más intensa en la única casa pre-mostratense en Navarra, surgida antes de cerrarel siglo XII en Urdax, a modo de “casa elemos-ynaria” junto a uno de los pasos pirenaicos, enpleno fervor peregrino jacobeo269. San Salvadorde Urdax mantendrá una estrecha relación conlos espacios septetrionales, incluyendo la vincu-lación al obispado de Bayona, y a la vez recibiráun importante apoyo regio, lo que facilita quenada más entrar en el siglo XIII la comunidad seconsolide como una abadía270.

Cuando en el siglo XIII la orden premostra-tense articula sus numerosas casas en provinciasdenominadas circarias, las casas de la Corona deAragón y de Navarra mantienen la vinculacióna la circaria gascona, en coherencia con la in-tensa relación social, política, económica, mili-tar y cultural mantenida a lo largo del siglo XII

entre el espacio occitano y el valle del Ebro271.En cambio, la prolífica expansión en el occi-dente peninsular a partir de Retuerta y de LaVid justifica una circaria hispánica, coherente ensu unidad política y cultural272. La posición al-canzada justifica que la hermandad promovidapor el infante Sancho en 1282 entre monaste-rios de León y Castilla pretenda agrupar, explí-citamente, a benedictinos, cistercienses y pre-mostratenses273. Este peso facilita una cohesiónexplícita cuando desde muy temprano las casasse dirigen conjuntamente al Papa, como “dilectifilii abbates et conventus premonstratenses ordinisin Ispania existentes”274. Se perfila una dinámicapropia, con cenobios que cimientan importan-tes dominios rurales con carácter señorial yexención eclesiástica, tensiones con los obisposque obligan a abandonar la predicación fuera delas iglesias propias, limitación de actividades enzonas urbanas al aparecer las órdenes mendi-

cantes, prolongación de fundaciones femeni-nas hasta entrado el siglo XIV y disposicionespara matizar las obligaciones del voto de po-breza, permitiendo en los canónigos, desde1202, los bienes propios. La lejanía y las difi-cultades del viaje serán invocados para evitar laparticipación en el obligado capítulo generalanual en otoño en Prémontré275, avanzando ha-cia una cohesión propia que se expresará, en elsiglo XVI, con el capítulo provincial propio y ladefinitiva escisión276.

Por otro lado, la alteración de las iniciales di-visiones políticas y sociales justifican la modi-ficación en las organizaciones territoriales: lospremostratenses navarros se incorporarán a lacircaria hispánica cuando el reino sea absorbidopor Fernando V de Castilla, con una significa-ción política que no ha escapado a los cronis-tas277. Las problemáticas sobre la continuidady la reforma de la orden en España en el sigloXVI incrementan el trato conjunto, lo que re-dunda en la integración en la circaria hispánicade los premonstratenses de la Corona de Ara-gón en 1557278, si bien desde Bellpuig de lesAvellanes se mantendrá largamente una actitudhostil –“Bellipodium recalcitranter”– contra estadisposición279.

4.- EPÍLOGO

El surgimiento y desarrollo de Prémontré seerige como una paradigmática interiorización enlos movimientos de reforma de la Iglesia en el si-glo XII, con la rápida evolución desde unos ini-ciales primeros pasos de fuerte contenido caris-mático hasta una ordenada articulación con laque competir en el afianzamiento y difusión dela orden, participando de todos los contenidosideológicos que incidirán en la percepción delentorno, lo que condiciona las relaciones con losdistintos protagonistas de la centuria. Las vías deconsolidación y expansión ponen en evidencia,

Flocel Sabaté

148

de modo destacado, la relación que la Iglesia re-formada pretende mantener con los distintossectores aristocráticos. La reforma monacal, enrealidad, no aleja los nobles de las fundacionesreligiosas, sino que redimensiona su papel. El re-chazo del tradicional modelo patronal, que ga-rantizaba a los promotores una ingerencia en as-pectos internos como la elección de cargos, setransforma en un nuevo modelo, en el que ce-nobio y protectores siguen necesitándose mu-tuamente, intercambiando servicios espiritua-les y materiales. La Iglesia, que acapara toda laintermediación con la divinidad, ofrece unasgarantías para la salvación eterna de los respec-tivos linajes a la vez que éstos vinculan sus es-trategias a los cenobios, facilitando sus baseseconómicas. Muy significativamente, casi cadanueva fundación premonstratense en la Europadel siglo XII depende del encaje conseguido en-

tre una casa madre y un linaje nobiliario pode-roso. Consecuentemente, la viabilidad y pros-peridad posteriores también dependerán de laevolución de la relación y de la capacidad de aña-dir nuevos apoyos. El recorrido de Prémontré enEspaña lo constata, porque diversos monasteriosevidencian, a través de la prosperidad econó-mica, el afianzamiento territorial y eclesiástico ylas aprobaciones regias conseguidas280, una clarapujanza, que, no obstante, en su globalidad noalcanza la capacidad demostrada por el Císterpara atraer promotores más poderosos, con elconsiguiente efecto multiplicador de estos so-portes –en la Corona de Aragón, por ejemplo, elapoyo regio sobre Poblet arrastra inmediata-mente otras numerosas donaciones–, lo que nodeja de condicionar la correspondiente vitalidadeconómica y el respectivo protagonismo social.

149

Los premostratenses: creación de la orden e inicial expansión ibérica

NOTAS

1. Agradezco a los organizadores del encuentro la con-fianza al solicitarme unas palabras sobre el origen y lle-gada a la Península Ibérica de los premostratenses. Lapresente publicación resume parte de una extensa in-vestigación desarrollada en el marco del proyecto de in-vestigación “La orden premostratense en la Corona deAragón: penetración, desarrollo e incidencia en la socie-dad” (HUM2005-03125/HIST). A fin de respetar lalimitación de espacio disponible, se concentra el temay se restringen al máximo las citas bibliográficas y ar-chivísticas. Éstas corresponden a las siguientes siglas:ACA, Arxiu de la Corona d´Aragó (Barcelona); ACM,Arxiu Capitular de Mallorca; ACN, Arxiu Comarcal dela Noguera (Balaguer); ADU, Arxiu Diocesà d’Urgell;AHN, Archivo Histórico Nacional (Madrid); AMBA,Arxiu del Monestir de Bellpuig de les Avellanes; AMV,Archivo del Monasterio de la Vid; BC, Arxiu de la Bi-blioteca de Catalunya. Sobre la base de la conferenciaimpartida en Aguilar de Campoo en agosto de 2008, eltexto definitivo ha sido redactado entre septiembre yoctubre del mismo año en itinerancia a causa del no-madismo en que van cayendo nuestras responsabilida-des académicas. Por ello ha sido posible gracias a laamable asistencia de los responsables de las bibliotecasdel Instituto Multidisciplinario de Historia y CienciasHumanas del CONICET (Buenos Aires), de la Nor-bertijnenabdij van't Park (Heverlee-Leuven), Balmes dela Fundació Balmesiana (Barcelona), Tomás NavarroTomás del Centro de Humanidades y Ciencias Socialesdel CSIC (Madrid) y Sterling Memorial de la Yale Uni-versity (New Haven).

2. Las fuentes básicas serían: “Vita Norberti archiepis-copi Magdeburgensis”, “Addimenta fratrum Cappen-bergensium ad vitam Norberti posteriores”, MonumentaGermaniae Historica, Serie Scriptores, Impensis biblio-polii aulici Haniani, Hannover, 1856, t. XII, p. 654-703, 704-720; “Continuatio Praemonstratensis”,Monumenta Germaniae Historica, Serie Scriptores, Im-pensis bibliopolii aulici Haniani, Hannover, 1844, t.VI, p, 447-456; “Sanctus Norbertus, praemonstraten-sis ordinis fundator, archiepiscopus Magdeburgo”,“Analecta norbertina”, Patrologia Latina, J. P. Migne,París, 1854, vol. CLXX, col. 1235-1343, 1343-1358;“De miraculis S. Mariae Laudunensis. De gestis vene-rabilis Bartholomaei episcopi et S. Nortberti”, Patrolo-gia Latina, J. P. Migne, París, 1853, vol. CLVI, col.961-1018; “Fundatio monasterii Gratia Dei”, Monu-

menta Germaniae Historica, Serie Scriptores, Impensisbibliopolii aulici Haniani, Hannover, 1868, t. XX, p.683-691.

3. C. DEREINE, “Les origines de Prémontré”, Revued’Histoire Ecclésiastique”, XLII (1947), p. 353.

4. “Plusiers historiens pensent encore que le but poursuivipar Norbert était d’introduire dans l’ordre canonial les aus-térités de la vie monastique. Mais c’est au contraire” (…)Norbert et la plupart des contemporains entendent par laformule ‘vita apostolica’ non l’apostolat au sens actuel dumot, mais la pratique d’una pauvreté bassé sur l’exempledes Apôtres et des premiers chrétiens de Jérusalem (…) Nerien posséder em propre, voilà en quoi consiste la vie apos-tolique”. (C. DEREINE, “Le premier ordo de Prémontré”,Revue Benedictine, LVIII [1948], p. 89-90).

5. El católico François Petit criticaba a otros autores, yespecialmente a los luteranos, por haber acentuado enexceso el activismo de Norberto: “La plupart des histo-riens ont voulu y trouver une orientation nouvelle de la viereligieuse vers l’activité. D’autre part les auteurs luthériensont voulu voir en Prémontré un évangelisme vite étouffépar la Papauté”. (F. PETIT, “L’ordre de Prémontré deSaint Norbert à Anselme de Havelberg”, La Vita Co-mune del Clero nei secoli XI e XII. Atti della Settimana diStudio (Mendola, settembre, 1959), Società Editrice Vitae Pensiero, Milán, 1962, vol I, p. 458).

6. F. SABATÉ, “Organització administrativa i territorialdel comtat d’Urgell”, El comtat d’Urgell, Edicions de laUniversitat de Lleida – Institut d’Estudis Ilerdencs, Lé-rida, 1995, p. 17-70.

7. J. M. CANAL, “Casamientos de los condes de Urgel enCastilla”, Anuario de Estudios Medievales, 19 (1989), p.119-135.

8. E. FERNÁNDEZ-XESTA, Un magnate catalán en la cortede Alfonso VII. Comes Poncius de Cabreria, Princeps deÇemore, Prensa y Ediciones Iberoamericanas, Madrid,1991, p. 57-75.

9. “Tradición muy antigua todavía no corroborada condocumentos fehacientes”. (T. MORAL, “Bases para unhistoria del ‘Prémontré’ en España”, Analecta Praemons-tratensia, XLIV [1968], p. 283).

10. N. BACKMUND, Geschichte des Prämonstratenseror-dens, Morsak Verlag, Grafenau, 1986, p. 166.

11. J. RIERA, “La invenció literaria de Sant Pere Pas-qual”, Caplletra, 1 (1986), p. 45-60; F. SABATÉ, “RamónNonato”, “Pedro Armengol”, inéditos. Estos últimos

Flocel Sabaté

150

textos resumen una extensa tarea de recogida de materialy estudio a fin de cumplir con el encargo formulado porla Real Academia de la Historia para incluirlos en su“Diccionario Biográfico Español”, si bien, como las con-clusiones de las exhaustivas investigaciones no podíansostener el discurso tradicional, los responsables del en-cargo optaron por rechazar los artículos y buscar otrosautores capaces de aportar unos contenidos más acordescon las visiones tradicionales.

12. E. VALVEKENS, “La ‘canonisation’ de Saint Norberten 1582”, Analecta Praemonstratensia, X (1935), p. 10-47.

13. C. STRAKA, “Historica evolutio atque exornatio se-pulchri S. P. Norberti in aedibus Strahoviensibus, Pra-gae”, Analecta Praemonstratensia, III (1927), p. 336-346.

14. P. LEFÈVRE, “Une tentative de transferer en Belgiquele corps de Sant Norbert (1613-1626)”, Analecta Prae-monstratensia, XXVI (1950), p. 73-126.

15. H. LAMY, “La devotion de Benoit XIII pour le B.Herman-Joseph”, Analecta Praemonstratensia, XV(1939), p. 53-54.

16. B. LUYNX, “Notes sur l’étude de manuscrits liturgi-ques prémontrés”, Analecta Praemonstratensia, XXVIII(1952), p. 10-11.

17. E. VALVEKENS, “La situation financière du chapitregeneral Prémontré au début du seixième siècle” AnalectaPraemonstratensia, XIV (1938), p. 137-188.

18. E. VALVEKENS, “Le Chapitre General de Prémontréet les nouveaux Statuts de 1505”, Analecta Praemonstra-tensia, XIV (1938), p. 53-94; E. VALVEKENS, “Textesrelatifs à la reforme des statuts prémontrés en 1505”,Analecta Praemonstratensia, XV (1939), p. 25-41.

19. N. J. WEYS, “La réforme des Prémontrés aux XVIe etXVIIe siècles particulièrement dans la circarie de Bra-bant”, Analecta Praemonstratensia, XLVI (1970), p. 5-51.

20. A. Zák advertía que “sunt quidem scriptores, qui sineargumentis nonnullos Pontifices Maximos saeculi XII etXIII Ordini Praemonstratensium adscribunt” (A. ZÁK, “A.Romanus Pontifex”, Analecta Praemonstratensia, IV[1928], p. 77).

21. Combinada con “la forma générale des vêtements por-tés par tous les laïcs de race noble au XIIe siècle” (P. PETIT,“Les vetements des Prémontrés au XIIe siècle”, AnalectaPraemonstratensia, XV [1939], p. 24).

22. B. ARDURA, Premostratensi, Edizioni Studio Dome-nicano, Bologna, 1997, p. 36-37.

23. J. B. VALVEKENS, “Monasterium Bonrepos, B.Marie Virginis, O. Prae.”, Analecta Praemonstratensia,XLIV (1968), p. 112.

24. E. CORREDERA, “San Nicolás de Fondarella. Unpriorato premonstratense”, Analecta Sacra Tarraconen-sia, XXXVIII (1965), p. 78-80; A. BACH, Història delmonestir de Sant Bartomeu de Bellpuig i el seu mausoleu,Arxiu Diocesà de Solsona, 1990, p.9.

25. Q. ALDEA, “Hernando de Talavera, su testamento ysu biblioteca”, Homenaje a Fray Justo Pérez de Urbel,OSB, Abadía de Silos, Silos, 1976, vol. I, p. 518.

26. E. MARTÍNEZ RUIZ, dir., El peso de la Iglesia. Cuatrosiglos de Órdenes Religiosas en España, Actas editorial,Madrid, 2004, p. 107-109.

27. I. FERNÁNDEZ TERRICABRAS, “La incorporación delos isidros y de sus bienes a la Orden de San Jerónimo(1567-1568)”, La orden de San Jerónimo y sus Monaste-rios. Actas del Simposium 1/5-IX-1999, Estudios Supe-riores del Escorial, San Lorenzo del Escorial, 1999, vol.II, p. 1001-1003.

28. E. VALVEKENS, , “L’ordre de Prémontré et le concilede Trente. La congregation des prémontrés d’Espagne”,Analecta Praemonstratensia, VIII (1932), p. 6-8.

29. J. GOÑI GAZTAMBIDE, “La reforma de los Premons-tratenses españoles del siglo XVI”, Hispania Sacra, XIII(1960), p. 5-91.

30. E. CORREDERA, Santa Maria de Bellpuig de les Ave-llanes, Institut de Germans Maristes-Catalunya, Barce-lona, 1997, p. 149-154.

31. J. B. VALVEKENS, ; “La Congrégation des Prémontrésd’Espagne”, Analecta Praemonstratensia, XXXVIII(1962), p. 141-142.

32. E. CORREDERA, “Los condes soberanos de Urgel ylos premostratenses”, Analecta Sacra Tarraconensia,XXXVI (1963), p. 39-40.

33. ADU, Vilanova de la Sal, 63.

34. AMV, Manuscritos, 1 (Bernardo de León, Crónicaquaedam de habitudine Abatis Generalis Despruets adCongregationem Praemonstratensium Hispanorum, fun-dado por el glorioso patriarca San Noberto).

35. AMV. Manuscritos, 1 bis (E. Noriega, Notitia his-toricae et collectanea).

151

Los premostratenses: creación de la orden e inicial expansión ibérica

36. T. MORAL, “Bases para un historia del ‘Prémontré’en España”, Analecta Praemonstratensia, XLIV (1968),p. 283.

37. E. ZURDAIRE, “Últimas peripecias de los premostra-tenses de Urdax”, Analecta Praemonstratensia, LX(1984), p. 101.

38. M. PARISSE, “Naissance de la circarie de l’ordre dePrémontré en Lorraine”, Les prémontrés et la LorraineXIIe-XVIIIe siècle, Dominique-Marie Dauzet et MartinePlouvier, dirs., Beauchesne, París, 1998, p. 8.

39. AMBA. Fons Monestir de Santa Maria de Bellpuigde les Avellanes. Manuscrits. J. CARESMAR, “De rebus ec-clesiae S. Mariae Bellipodiensis Avellanarum”, fol. 19R.Traducción de Eduardo Corredera: “tratándose de tiempostan remotos es difícil dilucidar lo cierto”. (J. CARESMAR, His-toria de Santa Maria de Bellpuig de les Avellanes, TalleresArtes Gráficas Romeu, Balaguer, 1977, p. 21).

40. M. E. GONZÁLEZ DE FAUVE, La orden premonstra-tense en España. El monasterio de Santa María de Aguilarde Campoo (siglos XI-XV), Centro de Estudios del Romá-nico, Aguilar de Campoo, 1992, vol. I, p. 50.

41. J. GONZÁLEZ, El reino de Castilla en la época de Al-fonso VIII, Escuela de Estudios Medievales, Madrid, 1961,vol. I, p. 541; A. LINAJE, J. FERNÁNDEZ CONDE, J. F. RI-VERA, “La renovación religiosa y cultural”, Historia de laIglesia en España, Ricardo García-Villoslada, dir., BAC,Madrid, 1979, vol. I, p. 419; L. DAILLEZ, “Les prémon-trés en Castille aux XII et XIII siècles”, Annales de la Facultéde Lettres et Sciences Humaines de Nice, 46 (1983), p. 21-43; María Teresa LÓPEZ DE GUEREÑO, Monasterios me-dievales premostratenses. Reinos de Castilla y León,Consejería de Cultura y León de la Junta de Castilla yLeón, Salamanca, 1997, p. 50.

42. N. BACKMUND, Monasticon Praemonstratense, At-tenkofersche Buckdruckerei, Straubing, 1956, vol. I, p.270.

43. N. BACKMUND, “Die Inkunabeln der Abtei La Vid”,Analecta Praemonstratensia, LV (1979), p. 226.

44. T. Moral trató de establecer un sumario elenco de ladocumentación inédita conservada referente a los dis-tintos monasterios (T. MORAL, “Bases para un historiadel ‘Prémontré’ en España”, Analecta Praemonstratensia,XLIV, 1968, p. 284-290).

45. Flocel SABATÉ, “Documentation médiévale et archi-ves en Catalogne après les bouleversements du XIXe siè-cle”, International Conference Revolution and Archives

(Moscow, april 2006), Moscow State University, Moscú,en prensa.

46. M. E. GONZÁLEZ DE FAUVE, La orden premostratenseen España. El monasterio de Santa María de Aguilar deCampoo (siglos XI-XV), Centro de Estudios del Románico,Aguilar de Campoo, 1992, vol. 2.

47. S. RUIZ DE LOIZAGA, El libro becerro de Santa Maríade Bujedo de Candepajares (1168-1240), FundaciónCultural ‘Profesor Cantera Burgos’, Miranda de Ebro,2000.

48. J. A. LARGO MUÑOYERO, San Pelayo de Arenillas:abadía, priorato y parroquia, Institución Tello de Mene-ses de la Diputación de Palencia, Palencia, 2000, p. 85-143.

49. ACN, Fons de l’ordre premostratenca del monestirde Santa Maria de Bellpuig de les Avellanes. 3.2.1-5.

50. ACN, Fons de l’ordre premostratenca del monestirde Santa Maria de Bellpuig de les Avellanes, 3.2.5, fol.441v-442r.

51. Paul FREEDMAN; Flocel SABATÉ, “Jaume Caresmar iles fonts històriques de l’Església catalana”, Botllletí dela Reial Acadèmia de Bones Lletras de Barcelona, enprensa.

52. E. CORREDERA, La Escuela Histórica Avellanense, Ins-titut d’Estudis Ilerdencs, Lérida, 1971, p. 15-127.

53. A. ERENS, “Autour de l’oeuvre des hagiographes deSaint Norbert”, Analecta Praemonstratensia, X (1934),p. 91-94.

54. B. Grassl, “Manuscrita Caroli Ludovico Hugo”, Ana-lecta Praemonstratensia, XIII (1937), p. 71.

55. J. B. VALVEKENS, “De historia Praemonstratensiumin Hispania notulae quaedam”, Analecta Praemonstra-tensia, LVI (1980), p. 69-72.

56. M. PARISSE, “Naissance de la circarie de l’ordre dePrémontré en Lorraine”, Les prémontrés et la LorraineXIIe-XVIIIe siècle, Dominique-Marie Dauzet et MartinePlouvier, dirs., Beauchesne, París, 1998, p. 8.

57. C. L. HUGO, Sacri et Canonici Ordinis Praemonstra-tensi Annales, Viduam Joan Bapt. Cusson & AbelemDionysium Cusson, Nancy, 1734 (facsímil Praemonstra-tensia vzw, Averbode, 1999), 2 vols + 2 vols Probationes.

58. J. VANUXEM, “Quelques aspectes de l’Histoire desPrémontrés au XVIIe siècle”, Analecta Praemonstratensia,LIV (1978), p. 90-91.

Flocel Sabaté

152

59. “Der Nationalismus der die Geschiche der europäis-chen Völker im 19. und 20. Jahrundert nachdrücklich bes-timmt hat, liess auch den Katholizismus nicht unberührt”(K. ELM, “Norbert und die Prämonstratenser. Norbertvon Xanten (1080/85-1134). Adliger, Ordensstifter undKirchenfürtst”, Clarholtensis Ecclesia. Forschungen zurGeschichte der Prämonstratenser in Clarholz und Lette(1133-1803). Zur 850-Jahr-Feier der Stiftsgründun, Jo-hannes Meier, dir., Verlag Bonifatius - Druckerei, Pa-derborn, p. 9).

60. M. T. LÓPEZ DE GUEREÑO, “Los Premostratenses y suarquitectura: historia de un olvido”, Anuario del Departa-mento de Historia y Teoría del Arte, 4 (1992), p. 75.

61. W. M. GRAUWEN, “Norbert als kapelaan van Frede-rik I van Keulen, 1112”, Analecta Praemonstratensia,LXVIII (1992), p. 185-195; W. M. GRAUWEN, “NamNorbert deel aan de Rometocht van 1110-1111?”, Ana-lecta Praemonstratensia, LXXII (1996), p. 12-31.

62. B. F. GRASSL, “Der Praemonstratenserorden, SeineGeschichte und Seine Ausbreitung bis zur Gegenwart”,Analecta Praemonstratensia, X (1934), p. 13-16; F. PETIT,“Saint Norbert et les institutions de l’Église carolin-gienne”, Analecta Premonstratensia, XLII (1966), p.12-14; W. M. GRAUWEN, “Norbert en de stichting vanCappenberg, 1122”, Analecta Praemonstratensia, LXVIII(1992), p. 42-75.

63. W. M. GRAUWEN, “Norbert en de concilies van keu-len en Fritzlar, 1118”, Analecta Praemonstratensia, LXIX(1993), p. 17-40.

64. W. M. GRAUWEN, “Paus Calixt II te Laon in no-vember 1119 en het ‘propositum’ van Norbert”, Ana-lecta Praemonstratensia, LXVII (1991), p. 175-186; W.M. GRAUWEN, “De terugkeer van Hugo en de duive-luitdrijving door Norbert te Nijvel, 1121”, Analecta Pre-monstratensia, LXVI (1991), p. 187-197; W. M.GRAUWEN, “Norbert op het Concilie van Reims in ok-tober 1119”, Analecta Praemonstratensia, XL (1992), p.214-223,

65. R. MANSELL, Studi sulle Eresie del Secolo XII, Isti-tuto Storico Italiano per il Medio Evo, Roma, 1953,p. 123.

66. W. M. GRAUWEN, “De religieuze vorming van Nor-bert te Siegburg. Wa ser een ontmoeting met Rupert vanDeutz, 1115-1118?”, Analecta Praemonstratensia, LXXI(1995), p. 236-263.

67. D. S. SANTA, “La Spiritualità di S. Norberto”, Ana-lecta Praemonstratensia, XXXV (1959), p. 15-55.

68. C. DEREINE, “Le premier ordo de Prémontré”, RevueBenedictine, LVIII (1948), p. 89-90.

69. C. DEREINE, “Les origines de Prémontré”, Revue Ec-césiastique, XLII (1947), p. 363-374.

70. W. M. GRAUWEN, “Norbert doet afstand van zijngoederen. De stichting van Fürstenberg, aug.-sept.1118”, Analecta Praemonstratensia, LXXI (1995), p. 5-24.

71. W. M. GRAUWEN, “Norberto reis naar Laon, Ka-merijk en Njvel en de inbezitneming van Prémontré,1120”, Analecta Praemonstratensia, LXIX (1993), p.41-50; W. M. GRAUWEN, “Bartholomeus van Laon enNorbert op zoek naar een vestigingsplaats, begin1120”, Analecta Praemonstratensia, LXX (1994), p.199-211.

72. G. PICCOLI, “Prémontré”, Analecta Praemonstraten-sia, XXX (1954), p. 5; W. M. GRAUWEN,, “De vestigingte Prémontré, 1120-1121”, Analecta Praemonstratensia,LXX (1994), p. 212-225; W. M. GRAUWEN, “Norberten de reliekenvinding te Keulen, 12/13 oktober - 24 no-vember 1121”, Analecta Praemonstratensia, LXVII(1991), p. 23-41.

73. W. M. GRAUWEN, “De eerste kerk-en klooster-bounw te Prémontré, 1122”, Analecta Praemonstratensia,LXXXI (1995), p. 37-52.

74. W. M. GRAUWEN, “De regelkeuze en de eerste pro-fessie te Prémontré, Kerstmis 1121, Analecta Praemons-tratensia, LXXI (1995), p. 37-56.

75. F. PETIT, “Pourquoi Saint Norbert a choisi Prémon-tré”, Analecta Praemonstratensia, XL (1964), p. 5-16.

76. W. M. GRAUWEN, “Norbert en de stichting van Flo-reffe, 1121”, Analecta Praemonstratensia, LXXI (1995),p. 25-36.

77. W. M. GRAUWEN, “Norbert predikt te Antwerpen in1124”, Analecta Praemonstratensia, LXIX (1994), p. 60-76.

78. W. M. GRAUWEN, “Een verhandeling over de vro-egste geschiedenis van Cappenberg”, Analecta Prae-monstratensia, LII (1976), p. 93-97.

79. F. PETIT, Norbert et l’origen des Prémontrés, Cerf,París, 1981, p. 11-25.

80. P. LEFÈVRE, “La messe privée dans la tradition ca-noniale et monastique”, Analecta Praemonstratensia,XLIV (1968), p. 277.

153

Los premostratenses: creación de la orden e inicial expansión ibérica

81. L. MILIS, L’ordre des chanoines reguliers d’Arrouaise,Rijksuniversiteit te Gent, Brujas, 1969, vol. I, p. 141-235, 417-594.

82. U. VONES-LIEBENSTEIN, Saint-Ruf und Spanien. Stu-dien zur Verbreitung und zum Wirken der Regularkanonikervon Saint-Ruf in Avignon auf der Iberischen Halbinsel (11.und 12. Jahrhundert), Brepols, París-Tunhout, 1996.

83. Paul FREEDMAN; Flocel SABATÉ, “Two twelfh-centurypapal letters to the collegiate church of Vilabertran (Ca-talonia), Archivum historiae Pontificiae, 37 (1999), p. 42.

84. W. M. GRAUWEN, “Hoe Norbert de H. Schrift na-volgde”, Analecta Praemonstratensia, LXIX (1993), p.5-25.

85. M. H. VICAIRE, Apostolic Life, Priory Press, Chicago,1966, p. 45-93.

86. W. M. GRAUWEN, “Norbert et les débus de l’abbayede Floreffe”, Analecta Praemonstratensia, LXIX (1975),p. 5-36.

87. F. WINTER, Die Prämonstratenser des zwölften Jahr-hunderts und ihre Bedeutung für das nordöstliche Deuts-chland. Ein Beitran zur Geschichte der Christianisierungund Germanisierung des Wendenlandes, Scientia Verlag,Aalen, 1966, p. 7-225.

88. W. M. GRAUWEN, “Norbert als vredesapostel teFosses, Moustier, Gembloers en Corroy-le-Château,1119”, Analecta Praemonstratensia, LXVIII (1992), p.17-41.

89. Hugo de Fosses es definido como “premier abbé dePrémontré” (P. LEFÈVRE, “L’admission et l’absolution despenitents dans la liturgia de Prémontré”, Analecta Prae-monstratensia, VII [1931], p. 21).

90. L. C. VAN DIJCK, “Un ‘Ordo Monasterii’ non am-puté dans un manuscrit de Prémontré”, Analecta Prae-monstratensia, XXXIV (1958), p. 7-8.

91. C. DEREINE, “Le premier ordo de Prémontré”, RevueBenedictine, LVIII (1948), p. 84-92.

92. P. LEFÈVRE, “Deux bulles pontificalles inédites duXIIe siècle relatives à l’ordre de Prémontré, Analecta Prae-monstratensia, XII (1936), p. 69.

93. B. MACKIN, “De origine definitorii in Ordine Prae-monstatensi”, Analecta Praemonstratensia, XLI (1965),p. 197-199.

94. G. VAN DEN BROECK, “De capitulo generali in or-dini praemonstratensi”, Analecta Praemonstratensia, XV

(1939), p. 121-128; H. MARTON, “Inicia Capituli Ge-neralis in fontibus historicis Ordinis”, Analecta Prae-monstratensia, XXXVIII (1962), p. 43-69.

95. H. HEIJMAN, “Untersuchunger ueber die prae-monstratenser-gewonheiten. Vierter aschnitt. Entste-hung der prämonstratenser-gewohnheiten, AnalectaPraemonstratensia, IV (1928), p. 113-131; R. VAN

WAEFELGHEM, “Les premiers statuts de l’Ordre de Pré-montré”, Analectes de l’Ordre de Prémontré, IX (1913),p. 1-74; I. J. Van de WESTELAKEN, “PremonstratenzerWetgeving 1120-1165”, Analecta Praemonstratensia,XXXVIII (1962), p. 17-42.

96. P. LEFÈVRE, W. M. GRAUWEN, Status de Prémontré aumilieu du XIIe siècle, Praemonstratensa, Averbode, 1978.

97. K. ELM, “Hugo von Fosses. Erster Abt von Pré-montré und Organisator des Prämonstatenserordens”,Studien zum Prämonstratenserorden, Irene Crusius; Hel-mut Flachenecker, dirs., Vandenhoeck & Ruperck, Göt-tingen, 2003, p. 15-55.

98. L. VAN DIJCK, “Essai sur les sources du droit pré-montré primitif concernant les pouvoirs du ‘DominusPraemonstratensis’” Analecta Praemonstratensia, XXIX(1953), p. 77.

99. F. CYCGLER, “Le chapitre general des prémontrés auMoyen Âge”, Analecta Premonstratensia, LXXXI (2005),p. 11-16.

100. H. MARTON, “Figura iuridica Capituli Generlisprout in Statutis ordinis et documentis Pontificiis saec.XII apparet”, Analecta Praemonstratensia, XXXIX (1963),p. 5-54.

101. J. B. VALVEKENS, “Acta et Decreta CapitulorumGeneralium Ordinis Praemonstratensis”, Abbata Aver-bodiensis, Aberbode, 1966, vol. I.

102. “La bule ‘Apostolicae Sedis’ constitue le terme de l’é-volution de ce qu’on peut appeller le droit prémontré pri-mitif, parce qu’elle esquisse d’une manière complète et dansun langage technique adapté, l’édifice de l’organisation pré-montrée primitive (L. VAN DIJCK, “Essai sur les sourcesdu droit prémontré primitif concernant les pouvoirs du‘dominus praemontratensis”, Analecta Praemonstraten-sia, XXIX [1953], p. 131).

103. D. D. CLERCK, “Disquisitio historico-juridica devisitatoribus in Ordine Praemonstratensi”, AnalectaPraemonstratensia, XXXIII (1957), p. 193-197.

104. P. LEFÈVRE, “Un témoin nouveau pour la recons-truction des textes et des chants de la messe dans la li-

Flocel Sabaté

154

turgia de Prémontré au XIIe siècle”, Analecta Praemons-tratensia, XV (1939), p. 15-16.

105. B. LUYCKX, “Notes sur l’étude de manuscrits litur-giques prémontrés”, Analecta Praemonstratensia, XXVIII(1952), p. 8-9.

106. J. OBERSTE, “Zwischen ‘uniformitas’ und ‘diversi-tas’. Zentralität als kernproblem des frühen Prämons-tratenserordens (12./13. Jahrhundert)”, Studien zumPrämonstratenserorden’, Irene Crusius; Helmut Flache-necker, dirs., Vandenhoeck & Ruperck, Göttingen,2003, p. 225-250.

107. L. MILIS, “De Premonstratenzer-Wetgeving in deXIIe eeuw. Een nieuwe getuige”, Analecta Praemonstraten-sia, XLIV (1968). p.181-214; XLV (1969), p. 5-23; P. F.LEFÈVRE; W. M. GRAUWEN, Les statuts de Prémontré aumilieu du XIIe siècle, Praemonstratensia, Averbode, 1978.

108. B. KRINGS, “Zum Ordensrecht der Prämonstra-tenser bis zur Mitte des 12. Jahrhunderts”, AnalectaPraemonstratensia, LXXVI (2000), p. 10-14.

109. H. HEIJMAN, “Untersuchungen ueber die prae-monstratenser-gewohnheiten”, Analecta Praemonstra-tensia, III (1927), p. 5-27.

110. G. SCREIBER, “Praemonstratenserekultur des 12.Jahrhunderts”, Analecta Praemonstratensia, XVI (1940),p. 63-71.

111. H. MARTON, “Praecipua testimonia de activitatecapitulorum generalium saeculi XII”, Analecta Prae-monstratensia, XXXIX (1963), p. 219.

112. H. MARTON, “Inicia Capituli Generalis in fonti-bus historicis Ordinis”, Analecta Praemonstratensia,XXXVIII (1962), p. 45.

113. H. HEIJAN, “Erster abschnitt. Prémontré und Ci-teaux”, Analecta Praemonstratensia, II (1926), p. 10-32;H. HEIJAN, “Untersuchchungen ueber die praemons-tratenser-gewohnheiten. Dritter abschnitt. Die urs-prünglichen prämonstratenser-gewohnheiten”, AnalectaPraemonstratensia, IV (1928), p. 5-29.

114. J. A. LEFÈVRE, “A propos des sources de la législa-tion primitive de Prémontré”, Analecta Praemonstraten-sia, XXX (1954), p. 12-19.

115. J. LECLERQ, “Textes et manuscrits cisterciens dansdiverses bibliothèques”, Analecta Sacri Ordinis Cister-ciensis, XVIII (1962), p. 126-127.

116. Cîteaux n’ont exercé aucune influence sur els pre-mières années de Prémontré (C. DEREINE, “Le premier

ordo de Prémontré”, Revue Benedictine, LVIII [1948],p. 92).

117. P. LEFÈVRE, “Prémontré, ses origenes, sa premiereliturgie, les relations de son code legislatif avec Citeauxet les chanoines du Saint Sepulcre de Jerusalem”, Ana-lecta Praemonstratensia, XXV (1949), p. 99-100.

118. B. LUYCKX, “Essai sur les sources de l’’orde missae’de Prémontré”, Analecta Praemonstratensia, XXXII-XXXIII (1946-1947), p. 37.

119. P. LEFÈVRE, “Quatre services annuels pour tous lesdéfunts dans l’ordre de Prémontré”, Analecta Praemons-tratensia, LIII (1977), p. 124-129.

120. D. VAN DE PERRE, “Die ältesten Klostergesetzge-bungen von Prémontré, Oigny, Cîteaux, Klosterrathund Arrouaise und ihre Beziehunger zueinander”, Ana-lecta Praemonstratensia, LXXVI (2000), p. 29-69. Esteplanteamiento matiza otros percedentes, como el de C.Waddell respecto de los conversos, que interpreta en unalínea de influencia desde Cîteaux hacia Prémontré (C.WADDELL, Cistercian Lay Brothers. Twelfth-Century Usa-ges with Related Texts, Commentarii cistercienses, Brecht,2000).

121. A. M. DIMIER, “Les cisterciens de Vauclair et lesprémontrés de Cuissy en litige au sujet d’un bois”, Ana-lecta Praemonstratensia, XLVII (1971), p. 147-148.

122. C. NEEL, “Philip of Harvengt’s ‘Vita Augustini’:The Medieval Premostratensians and the PatristicModel”, Analecta Praemonstratensia, LXXI (1995), p.301-303.

123. T. J. GERITS, “Les actes de confraternité de 1142 etde 1153 entre Cîteaux et Prémontré”, Analecta Prae-monstratensia, XL (1964), p. 193-205; J. B. VALVEKENS,“Actus Confraternitatis inter Ordinem Praemonstraten-sem et Ordinem Cisterciensem”, Analecta Praemonstra-tensia, XLII (1966), p. 326-330.

124. D. VAN DE PERRE, “De abdijen van Ninove enJette (Dieleguem) en uhun geschil over de kerk en hetcapitel van Liedekerke (1092-1180), Analecta Prae-monstratensia, LXXI (1995), p. 264-299.

125. A. M. DIMIER, “Une donation de l’abbaye deSaint-Antoine à l’abbaye de Prémontré”, Analecta Prae-monstratensia, XLVII (1971), p. 283-287.

126. J. CANIVEZ, Statuta capitulorum Generalium Ordi-nis Cisterciensis, Revue d’Histoire Écclésiastique, Lo-vaina, 1933, vol. I, p. 173, 230, 344, 498.

155

Los premostratenses: creación de la orden e inicial expansión ibérica

127. F. J. GRIFFITHS, “The Cross and the ‘Cura monia-lium’: Robert of Arbrissel, John the Evangelist and thePastoral Care of Women in the Age of Reform”, Specu-lum, 83 (2008), p. 303-330.

128. M. de MEULESMESTER, “Les soeurs norbertines deTusschenbeek”, Analecta Praemonstratensia, IV (1928),p. 31.

129. A. ERENS, “Les soeurs dans l’ordre de Prémontré”,Analecta Praemonstratensia, V (1929), p. 7.

130. M. F. J. FELTEN, Les femmes dans les mouvements re-ligieux du XIe -XIIe siècle particulièrement en Alemagne,“Hagiographie et histoire monastique”, weblog.ephe.sor-bonne.fr/wmac/livret20-235-281.pdf.

131. P. LEFÈVRE, “Le problème des soeurs aux originesde l’abbaye d’Averbode”, Analecta Praemonstratensia, LII(1976), p. 38-43.

132. B. KRINGS, “Les relations de l’abbé avec ses coun-ventes de femmes”, Abbatiat et abbés dans l’ordre de Pré-montré, Dominique-Marie Dauzet, Martine Plouvier,dirs., Brepols, 2005, p. 135.

133. AHN, Clero, pergaminos, carpeta 3436, perga-mino 7.

134. Damián VAN DEN EYNDE, “En marge des écritsd’Abélard. Les ‘Excerpta ex regulis Paracletensis monas-terii”, Analecta Praemonstratensia, XXXVIII (1962), p.77-83.

135. A. ERENS, “Les soeurs dans l’ordre de Prémontré”,Analecta Praemonstratensia, V (1929), p. 11-12.

136. J. de VITRY, Historia occidentales, Université de Fri-bourg, Friburgo, 1972, p. 134-135.

137. M. Franz J. FELTEN, Les femmes dans les mouvementsreligieux du XIe -XIIe siècle particulièrement en Alemagne,“Hagiographie et histoire monastique”, weblog.ephe.sor-bonne.fr/wmac/livret20-235-281.pdf.

138. M. RIVERA, “La política sexual”, Las relaciones en lahistoria de la Europa medieval, Núria Jornet, Teresa Vin-yoles, María Milagros Rivera, coords., Tirant lo Blanch,Valencia, 2006, 153-167.

139. S. A. WOLBRINK, “,Women in the Premonstraten-sian Order of Northwestern Germany, 1120-1250”, TheCatholic Historical Review, 89 (2003), pp. 387-408.

140. “Du moins à l’origen, les prémontrés ne se distinguentguère des nombreuses communautés de convertis groupés au-tour de clercs-ermites” (C. DEREINE, “Les origines de Pré-

montré”, Revue d’Histoire ecclésiastique, XLII [1947], p.377).

141. Véase, por ejemplo: M. PARISSE, “Naissance de lacircarie de l’ordre de Prémontré en Lorraine”, Les Pré-montrés et la Lorraine XIIe-XVIIIe siècle, Beauchesne, París,1998, p. 4-5.

142. “Statuta antiqua ordinis carthusiana”, PatrologiaLatina, J. P. Migne, París, 1854, vol. 153, col. 1130.

143. A. WILMART, “Maitre Adam chanoine prémontrédevenu chartreux à Witham”, Analecta Praemonstraten-sia, IX (1933), p. 209-232.

144. D. JONES, An Early Witness to the Nature of Cano-nical Order in the Twelfth Century: A Study in the Life anWritings of Adam Scot, with Particular referente to HisUnderstanding of the Rule of St. Augustine, UniversitätSalzburg, Salzburgo, 1999.

145. A. H. THOMAS, “Un exemplaire glosé des Statutsde Prémontré dans le manuscrit de Laon 530”, AnalectaPaemonstratensia, LX (1984), p. 58-60.

146. H. DEUTZ, “Norbert von Xanten bei Propst Ri-cher im Regularkaninikerstift Klosterrath”, AnalectaPraemonstratensia, LXVIII (1992), p. 4-16.

147. H. MARTON, “De sensu termini ‘Ordinis’, in fon-tibus saeculi duodecimi”, Analecta Praemonstratensia,XXXVII (1961), p. 316.

148. T. J. GERITS, “Un poème anonyme sur la ‘lectio di-vina’ dans un manuscrit de Cuissy (XIIe siècle)”, Ana-lecta Praemonstratensia, XLIII (1967), p. 142.

149. P. FREEDMAN, “Jurisdictional Disputes Over SantPere d’Àger (Catalonia) in Light of New Papal Docu-ments”, Church, Law and Society in Catalonia, 900-1500, Variorum, Aldershot, 1994, art. VII.

150. T. GERITS, “Le décret ordonnant la participationdes Abbés anglais au Chapitre general de Prémontréfut-il promulgué en 1182”, Analecta Praemonstratensia,XLII (1966), p.134.

151. H. MARTON, “Status iuridicus Monasteriorum‘Ordinis’ Praemonstratensis primitivus”, Analecta Prae-monstratensia, XXXVIII (1962), p. 205-209.

152. F. CYGLER, “Le chapitre general des prémontrés auMoyen Âge”, Analecta Praemonstratensia, LXXXI(2005), p. 16-17.

153. H. MARTON, “Habituedo iuridica monasteriorumOrdinis ad Episcopum, ratione curae animarum eis con-

Flocel Sabaté

156

creditae”, Analecta Praemonstratensia, XXXXVII (1961),p. 319-320.

154. Q. G. NOLS, “Les anciennes curés de l’abbayé duParc”, Analecta Praemonstratensia, VI (1930), p. 109-110.

155. J. B. VALVEKENS, “De cura parociarum a Prae-monstratensibus exercenda animadversiones historico-canonicae quaedam”, Analecta Praemonstratensia, XLV(1969), p. 47.

156. AHN, Clero, carpeta 3436, pergamino 6.

157. A. LAWERS, “Conditio iuridica Ordinis Praemons-tratensis medio saeculo decimo tertio”, Analecta Prae-monstratensia, XLI (1965), p. 8-34.

158. G. VAN DEN BROECK, “Les Frères converses dansla législation des Prémontrés”, Analecta Praemonstraten-sia, XLIV (1968), p. 246.

159. A. H. THOMAS, “Springiersback-Kloosterrade enPrémontré. Verwantschap in kanonikale gebruiken”,Analecta Praemonstratensia, LVI (1980), p. 177-193.

160. P. LEFÈVRE, “Encore un formulaire pour la profe-sión des chanoines dans l’ordre de Prémontré au XIIesiècle”, Analecta Praemonstratensia, XXXVII (1961), p.308-313.

161. P. LEFÈVRE, “Quatre services annuels pour tous lesdéfunts dans l’ordre de Prémontré”, Analecta Praemons-tratensia, LIII (1977), p. 128.

162. D. VAN DE PERRE, “Die ältesten Klostergesetzge-bungen von Prémontré, Oigny, Cîteaux,Klosterrath undArrouaise und ihre Beziehunger zueinander”, AnalectaPraemonstratensia, LXXVI (2000), p. 29-69.

163. F. PETIT, Norbert et l’origine des Prémontrés, Les édi-tions du Cerf, París, 1981, p. 119-120.

164. H. T. HEIJMAN, “Untersuchungen über die Prä-monstratenser-Gewohnheiten: Prémontré, St. Victor”,Analecta Praemonstratensia, IV (1928), p. 225-242.

165. C. VIGNES, “L’abbaye de Fontcaude”, AnalectaPraemonstratensia, LII (1976), p. 146-148.

166. P. PETIT, “Professions canoniales d’évêques au XIIesiècle”, Analecta Praemonstratensia, XXXVII (1961), p.234.

167. P. LEFÈVRE, “Prémontré, ses origenes, sa premiereliturgia, les relations de son code legislatif avec Cîteauxet les chanoines du Saint Sepulcre de Jerusalem”, Ana-lecta Praemonstratensia, XXV (1949), p. 102-103.

168. M. GEUDENS, “L’Ordre de Prémontré en Palestineet en Cypre”, Revue de l’Ordre de Prémontré et ses Mis-sions, 16 (1914), p. 35-71; M. GEUDENS, De Orde vanPremonstreteit in’t Oosten, Abadie de Tongeloo, Tonger-loo, 1913.

169. M. MESCHINO, 1204: l’incompiuta. La quarta cru-ciata e la conquiste di Costantinopoli, Ancora, Milán,2004, p. 35.

170. D. ZANECCHIA, La Palestina d’oggi, Tipografia delGenio Civile, Roma, 1896, vol. II, p. 253.

171. C. K. SLACK, “The Premonstratensians and theCrusader Kingdoms in the Twelfth and Thirteenth Cen-turies”, Analecta Praemonstratensia, LXVII (1991), p.208-231; LXVIII (1992), p. 67-110.

172. N. BACKMUND, “A propósito de los premostraten-ses españoles”, Yermo, X/2 (1972), p. 187-196.

173. J.C. SCHMITT, La conversion d’Hermann le Juif: au-tobiographie, histoire et fiction, Éditions du Seuil, París,2003.

174. A. M. KLEINGERGE, “Hermannus Judaeus's opus-culum: in defence of its authenticity”, Revue des étudesjuives, 151 (1992), p. 337-353.

175. A. SALTMAN, “Hermann's ‘Opusculum de con-versione sua’: Truth or Fiction?”, Revue des études juives,147 (1988), p. 31-56.

176. S. GÄBE, “’Me peperit ecclesia mater’ Einige Be-merkunger zur Selbstdarstellung Hermanns von Kölhin seinem. ‘Opusculum de conversionie sua’”, AnalectaPraemonstratensia, LXXXVI (2000), p. 70-105.

177. B. VALVEKENS, “Inquisitiones in ‘Vita’ B. HermanJoseph”, Analecta Praemonstratensia, XXXIV (1958), p.106-110.

178. R. N. SWANSON, Religion and Devotion in Europec. 1215- c. 1515, Cambridge University Press, Cam-bridge, 1995, p. 278-279.

179. J. LE GOFF, Lo maravilloso y lo cotidiano en el Occi-dente medieval, Editorial Gedisa, Barcelona, 1985, p.127.

180. Jaume de PUIG I OLIVER, El ‘Tractatus de haeresi etinfidelium incredulitate et de horum criminum iudice’ deFelip Ribot. Edició i estudi del text, “Arxiu de Textos Ca-talans Antics”, 1 (1982), p. 133-147.

181. “The tendency to asociate Jews, Muslims and Hereticas ‘enemies of the faith’, which dispersed remarkabliy during

157

Los premostratenses: creación de la orden e inicial expansión ibérica

the 12th century and was fuerther strengthened among ec-clesiastical circles”, (I. SHOVAL, “’Servis regis’ Re-Exami-ned: On the Significance of the Earliest Appearance ofthe Term in Aragon, 1176”, Hispania Judaica Bulletin,4 [2004], p. 52).

182. W. M. GRAUWEN, “Norbert predikt te Antwerpen in1124”, Analecta Praemonstratensia, LXIX (1993), p. 60-76.

183. J. B. VALVEKENS, “Haereses ac Sectae ineuntisMedii Aevi et Premonstratenses”, Analecta Praemonstra-tensia, XXXIII (1957), p. 141-147.

184. L. VERREES, “Le Traité de l’Abbé Bernard de Font-caude contre les Vaudois et les Ariens”, Analecta Prae-monstratensia, XXXI (1955), p. 5-35; J. B. VALVEKENS,“Bernardus Fontis Calidi, abbas O. Praem., et erroressui temporis”, Analecta Praemonstratensia, XLVIII(1972), p. 143-146.

185. C. VIGNES, “L’abbaye de Fontcaude”, AnalectaPraemonstratensia, LII (1976), p. 148-149.

186. B. ARDURA, Abbayes, prieurés et monastères de l’or-dre de Prémontré en France des origines à nos jours, Pres-ses Universitaires de Nancy - Centre Culturel desPrémontrés, Nancy, 1993, p. 163.

187. A. BRENON, “Bernard, premier abbé de Fontcaude:un Prémontré dans le débat contre l’héresie à la fin duXIIe siècle”, Abbatiat et abbés dans l’ordre de Prémontré,Dominique-Marie Dauzet, Martine Plouvier, dirs., Bre-pols, 2005, p. 241-254.

188. C. THOUZELLIER, Catharisme et valdéisme en Lan-guedoc à la fin du XIIe sìècle et au début du XIIIe siècle, Pres-ses Universitaires de Paris, París, 1966, p. 184-196.

189. A. H. THOMAS, “Une version des statuts de Pré-montré au début du XIIIe siècle”, Analecta Praemonstra-tensia, LV (1979), p. 163-165.

190. A. H. THOMAS, “Les constitutions dominicainestémoins des ‘Instituta’ de Prémontré au début du XIIIesiècle (1216-1230)”, Analecta Praemonstratensia, XL(1964), p. 28-47.

191. A. D. Il progetto di Santo Domenico, Edizione Stu-dio Domenicano, Bolonia, 1994, p. 65.

192. J. B. VALVEKENS, “Acta et decreta Capitulorum Ge-neralium Ordinis Praemonstratensis”, Analecta Prae-monstratensia, XLII (1966), p. 9-10.

193. A. H. THOMAS, “Un exemplaire glosé des Statutsde Prémontré dans le manuscrit de Laon 530”, AnalectaPraemonstratensia, LX (1984), p. 58-60.

194. J. W. BRODMAN, Ransoming cautives in crusaderSpain, University of Pennsylvania Press, Filadelfia, 1986,p. 61-76.

195. F. PETIT, “Norbert et l’origine des Prémontrés”,Bernard de Clairvaux, Comission Historique de l’Ordrede Cîteaux, París, 1953, p 289-307.

196. “Il suffit de regarder le dimensions du choeur et lenombre des autels pour se rendre compte que les religieuxlaïcs formaient la grande majorité” (F. PETIT, “L’ordrede Prémontré de Saint Norbert à Anselme de Havel-berg”, La Vita Comune del Clero nei secoli XI e XII. Attidella Settimana di Studio (Mendola, settembre, 1959),Società Editrice Vita e Pensiero, Milán, 1962, vol I, p.469-470).

197. J. B. VALVEKENS, “Frares et sorores ‘ad succurren-dum’”, Analecta Praemonstratensia, XXXVII (1961), p.323-328.

198. B. ARDURA, Charte des Fraternités prémontrées, Ab-baye Saint Michel de Frigolet, Frigolet, 1981, p. 6-8.

199. B. ARDURA, Premostratensi, Edizioni Studio Do-menicano, Bolonia, 1997, p. 47-48.

200. P. LIPPINI, La vita quotidiana di un convento me-dievale, Edizioni Studio Domenicano, Bolònia, 1990,p. 201.

201. N. J. WEYNS, “L’Origine du tiers-ordre Prémon-tré”, Analecta Praemonstratensia, LX (1984), p. 163-184.

202. W. M. GRAUWEN, “Norberts reis naar Saint-Gilles-du-Gard, 1118”, Analecta Praemonstratensia, LXVII(1991), p. 5-22.

203. M. T. LÓPEZ DE GUEREÑO SANZ, “El Monasteriopremostratense de San Salvador de Urdax: Génesis y evo-lución Histórico-Artística”, Príncipe de Viana, 57/207(1996), p. 19-28.

204. H. WOLTER, “The Papacy at the Height of itsPower, 1198 to 1216”, History of the Church, HubertJedin; John Dolan, dirs., The Seabury Press, New York,1980, vol. IV, p. 168.

205. I. CRUSIUS, “…’ut nulla provincia sit in partibusOccidentes, ubi ejusdem religiones congragationes noninveniatur…’ Prämonstratenser als Forschunsaufgabe”,Studien zum Prämonstratenserorden’, Irene Crusius; Hel-mut Flachenecker, dirs., Vandenhoeck & Ruperck, Göt-tingen, 2003, p. 11-32.

206. M. PARISSE, “Naissance de la circarie de l’ordre dePrémontré en Lorraine”, Les prémontrés et la Lorraine

Flocel Sabaté

158

XIIe-XVIIIe siècle, Dominique-Marie Dauzet et MartinePlouvier, dirs., Beauchesne, París, 1998, p. 5.

207. En el norte, el siglo XII es premonstratés, al decir deShelley Amiste Wolbrink, que aprecia que en el arzobis-pado de Colonia, de todas las fundaciones en esta cen-turia, el 66% fueron premostratenses, frente a 17%agustino y el 11% cisterciense (Shelley Amiste WOL-BRINK, “,Women in the Premonstratensian Order ofNorthwestern Germany, 1120-1250”, The Catholic His-torical Review, 89 [2003], p. 406).

208. Monasterios como el de Welbeck organizaron subiblioteca redactando catálogos de libros ya en el sigloXII (D. N. BELL, The libraries of the cistercians, gilberti-nes and premosntratensians, The British Library - TheBritish Academy, London, 1992, p. 255-267).

209. “Il contributo dei premostratensi allo svilupo dellascienze teologiche no fu inferiore a quello de cisterciensi”(B. MONDIN, Storia Della Teologia, Edizione Studio Do-menicano, 1996, vol 2, p. 86).

210. G. SCHREIBER, “Praemonstratenserkultur des 12.Jahrhunderts”, Analecta Praemonstratensia, XVI (1940),p. 41-107; XVII (1941), p. 5-33.

211. F. PETIT, “La doctrine mariale de Philippe deBonne-Espérance”, Analecta Praemonstratensia, XIII(1937), p. 97-108; G. P. SIJEN, “Philippe de Harveng,abbé de Bonne-Espérance. Sa biographie”, AnalectaPraemonstratensia, XIV (1938), p. 37-52; G. P. SIJEN,“La passibité du Christ chez Philippe de Harveng”, Ana-lecta Praemonstratensia, XIV (1938), p. 189-209; G. P.SIJEN, “Les oeuvres de Philippe de Harveng, abbé deBonne Espérance”, Analecta Praemonstratensia, XV(1939), p. 129-166; G. P. SIJEN, “De leer over de erf-zonde bij Philippe van Harveng”, Analecta Praemonstra-tensia, XVIII (1941), p. 35-63; M. VETRI, “L’ideale divita sacerdotale presso Filipo di Harveng”, Analecta Prae-monstratensia, XXXVII (1961), p. 5-30, 177-231; D.ROBY, “Philip of Harvengt’s Contribution to the Ques-tion of Passage from One Religious order to Another”,Analecta Praemonstratensia, LIX (1979), p. 69-98; C.NEEL, “Philip of Harvengt’s ‘Vita Augustini’: The Me-dieval Premostratensians and the Patristic Model, Ana-lecta Praemonstratensia, LXXI (1995), p. 300-311; J.WOUTERS, “’Schola claustrum alterum dici debet’. Filipvan Harvengts raadgevingen aan studenten”, AnalectaPraemonstratensia, LXXXVI (2000), p. 107-132; U. G.LEINSLE, “’Deo militans clericus’. Rittertum und kriegim werk Philipps von Harvengt”, Analecta Praemonstra-tensia, LXXVII (2001), p. 94-120; F. NERI, “Philippe

de Harveng, abbé de Bonne-Espérance au XIIe siècle, etla conduite des cleros de son temps”, Abbatiat et abbésdans l’ordre de Prémontré, Dominique-Marie Dauzet,Martine Plouvier, dirs., Brepols, 2005, p. 257-274.

212. É. BROUTE, “Une représentation de Philippe deHarveng dans un tableau du XVIe siècle”, Analecta Prae-monstratensia, LII (1976), p. 99-204.

213. J. B. VALVEKENS, “Gervasius, abbas et dominuspraemonstratensis”, Analecta Praemonstratensia, XXIX(1959), p. 193-196; J. B. VALVEKENS, “’Exegesis’ CanticiCanticorum apud scriptores Praemonstratensis saeculiXII finientis”, Analecta Praemonstratensia, XXXXVII(1961), p. 328-333; T. J. GERITS, “Un poème anonymesur la ‘lectio divina’ dans un manuscrit de Cuissy (XIIesiècle)”, Analecta Praemonstratensia, XLIII (1967), p.142- 146; G. NIEMEYER, “Die ‘Vitae Godofredo Cap-penbergensis’”, Deutsches Archiv für Erforschung des Mit-telalters, 23 (1967), p. 405-467; N. N. HUYGHEBAERT,“Les ‘Acta Vitae Beati Garemberti’ édités par Charles-Louis Devillers. Examen critique. Réédition”, AnalectaPraemonstratensia, LI (1975), p. 5-36; U. G. LEINSLE,“Vivianus von Prémontré Ein Gegner Abaelards im frü-hen Prémontré”, Analecta Praemonstratensia LIV (1978),p. 70-81; N. N. HUYGHEBAERT, “Un texte prémontréméconnu: l’Adventus (secundus) S. Gerulfi in Trunchi-nium (XIIe siècle)”, Analecta Praemonstratensia, LVI(1980), p. 5-20; G. R. EVANS, “Godescalc of St. Martinand the Trial of Gilbert of Poitiers”, Analecta Praemons-tratensia, LVII (1981), p. 196-209; W. BOCKHORST,“Die Grafen von Cappenberg und die Anfänge des StifstCappenberg”, Studien zum Prämonstratenserorden, IreneCrusius; Helmut Flachenecker, dirs., Vandenhoeck &Ruperck, Göttingen, 2003, p. 57-74.

214. J. B. V., “De magistro Adam cartusiensi”, AnalectaPraemonstratensia, VIII (1932), p. 339-345; D. JONES,An Early Witness to the Nature of Canonical Order in theTwelfth Century: A Study in the Life an Writings of AdamScot, with Particular referente to His Understanding of theRule of St. Augustine, Universität Salzburg, Salzburgo,1999; U. G. LEINSLE, “’Charitati militare’. Der klöster-liche Kampf um den Frieden nach Adamus Scotus(+1212)”, Analecta Praemonstratensia, LXXIX (2003),p. 5-24.

215. K. Pfändtner, “Ein brief des Praemonstratenser-bischofs Anselm von Havelberg”, Analecta Praemonstra-tensia, VII (1931), p. 97-107; M. VAN LEE, “Les idéesd’Anselme de Havelberg sur le développement des dog-mes”, Analecta Praemonstratensia, XIV (1938), p. 5-35;G. SCHREIBER, “Studien ueber Anselm von Havelberg

159

Los premostratenses: creación de la orden e inicial expansión ibérica

zur geistesgeschichte des hochmottelalters”, AnalectaPraemonstratensia, XVIII (1942), p. 5-90; K. FINA, “An-selm von Halvelberg. Untersuchungen zur Kirchen- undGeistesgeschichte des 12. Jahrhunderts”, Analecta Prae-monstratensia, XXXII (1956), p. 69-101, 193-227;XXXIII (1957), p. 5-39, 268-301; XXXIV (1958), p.13-41; G. SEVERINO, “La discussioni degli ‘Ordines’ diAnselmo di Havelberg”, Bulletino dell’Istituto Storico Ita-liano per il Medio Evo e Archivo Muratoriano, 78 (1967),p. 75-122; J. T. LEES, “Anselm of Havelberg’s ‘banis-hment’ to Havelberg”, Analecta Praemonstratensia, LXIII(1986), p. 5-18; W. BERSCHIN, “Alselm von Havelbergund die Anfänge einer Geschichtstheologie des hohenMittelalters”, Literaturwisseschaftliches Jahrburch, 29(1988), p. 22-232; G. R. EVANS, “Unity and diversity:Anselm of Havelberg as ecumenist”, Analecta Praemons-tratensia, LXVII (1991), p. 42-52; J. T. LEES, “Con-fronting the Otherness of the Greeks: Anselm ofHavelberg and the Division between Greeks and La-tins”, Analecta Praemonstratensia, LXVIII (1992), p.224-240; J. T. LEES, “Charity and Enmity in the Wri-tings of Anselm of Havelberg”, Viator. Medieval and Re-naissancve Studies, 25 (1994), p. 53-62; J. T. LEES,Anselm of Havelberg. Deeds into Words in the Twelfth Cen-tury, Brill, Leiden, 1998.

216. F. PETIT, “L’ordre de Prémontré de Saint Norbertà Anselme de Havelberg”, La Vita Comune del Clero neisecoli XI e XII. Atti della Settimana di Studio (Mendola, set-tembre, 1959), Società Editrice Vita e Pensiero, Milà,1962, vol I, p. 477-478.

217. W. EDYVEAN, Anselm of Havelberg and the Theology ofHistory, Catholic Books Agency, Roma, 1972; K. F. MO-RRISON, “Anselm of Havelberg: Play and the Dilemma ofHistorical Progress”, Religion, Culture and Society in theEarly Middle Ages. Studies in Honor of Richard E. Sullivan,Thomas F. X. Noble, John J. Contreni, eds., Medieval Ins-titute Publications, Kalamazoo, 1987, p. 219-256; C.NEEL, “Philip of Harvengt and Ansel of Havelberg: ThePremonstratensian Vision of Time”, Church History, 62(1993), p. 483-493; C. STROPPA, La città degli angeli, Rub-bettino, Soveria Mannelli, 2004, p. 101-102; W. BOMM,“Anselm von Havelberg, ‘Epistola apologetica’. Ubre denPlatz der ‘Prämonstratenser’ in der Kirche des 12.Jahr-hunderts. Vom Selbstverständnis eines frühen AnhängersNorberto von Xanten”, Studien zum Prämonstratenseror-den’, Irene Crusius; Helmut Flachenecker, dirs., Vanden-hoeck & Ruperck, Göttingen, 2003, p. 107-183.

218. C. L. NEEL, “The Historical Work of Burchard ofUrsberg”, Analecta Praemonstratensia, XLVIII (1982), p.

225-251; XLIX (1983), p. 19-42, 221-257; XLX(1984), p. 224-255; LXI (1985), p. 5-42.

219. O. MANNL, “Zur Literatur ubre den reiligen Nor-bert”, Analecta Praemonstratensia, XXXV (1959), p. 5-14; W. M. GRAUWEN, “De ‘Vitae’ van Norbertus”,Analecta Praemonstratensia, XLII (1966), p. 322-326;W. M. GRAUWEN, “Inleiding tot de Vita Norberto A”,Analecta Praemonstratensia, LX (1984), p. 5-48; W. MGRAUWEN, “Een fragment van de Vita Norberti A teHamburg”, Analecta Praemonstratensia, LX (1984), p.153-162; W. M. GRAUWEN, “Inleiding tot de Vita Nor-berti B”, Analecta Praemonstratensia, LXVI (1990), p.123-202; W. M. GRAUWEN, “De handschriften van deVita Norberti”, Analecta Praemonstratensia, LXX (1994),p. 5-101.

220 “Alexander II, Epistolae et diplomatas”, Patrologiaelatina, J. P. Migne editorem, París, 1853, vol. CXLVI,col. 1386-1387.

221. F. SABATÉ, “Frontera peninsular e identidad (siglosIX-XII)”, Las Cinco Villas aragonesas en A Europa de los si-glos XII y XIII, Esteban Sarasa, coord., Institución Fer-nando el Católico, Zaragoza, 2007, p. 81-84,

222. M. PARISSE, “Naissance de la circarie de l’ordre dePrémontré en Lorraine”, Les prémontrés et la LorraineXIIe-XVIIIe siècle, Dominique-Marie Dauzet et MartinePlouvier, dirs., Beauchesne, París ,1998, p. 5.

223. J. CARESMAR, Historia de Santa Maria de Bellpuigde les Avellanes, Talleres Artes Gráficas Romeu, Balaguer,1977, p. 256.

224. A. VIRGILI, Diplomatari de la Catedral de Tortosa(1062-1193), Fundació Noguera, Barcelona, 1997, p.148-150.

225. A. ALTISENT, Història de Poblet, Abadia de Poblet,Poblet, p. 25-34.

226. E. GORT, Història de la Cartoixa de Scala Dei, Fun-dació d’Història i Art Roger de Bellfort, Reus, 1991, p.44-46 .

227. J. PAPELL, Diplomatari del monestir de Santa Mariade Santes Creus (975-1225), Fundació Noguera, Barce-lona, 1995, vol. I, p. 17-19.

228. J. M. SANS I TRAVÉ, Precedents i origen del monestirde Santa Maria de Vallbona (1154-1185), Pagès editors,Lérida, 2002, p. 13-16.

229. F. SABATÉ, “La mort du roi en Catalogne: de l'évé-nement biologique au fait historique”, Faire l’événement

Flocel Sabaté

160

au Moyen Âge”, Claude Canozzi; Huguette Taviani-Ca-nozzi, dirs., Publications de lÙniversité de Provence,Aix-en-Provence, 2007, p.160.

230. J. CARESMAR, Historia de Santa María de Bellpuigde les Avellanes, Talleres Artes Gráficas Romeu, Balaguer,1977, p. 256.

231. A. VIRGILI, Diplomatari de la Catedral de Tortosa(1062-1193), Fundació Noguera, Barcelona, 1997, p.60, 149.

232. F. SABATÉ, “El veguer i la vegueria de Tortosa i Ri-bera d’Ebre al segle XIV”, Recerca, 2 (1997), p 121.

233. R. MIRAVALL, Immigració britànica a Tortosa (segleXIII), Rafael Dalmau editor, Barcelona, 1980, p. 3-7.

234. N. BACKMUND, “Les origines de l’Orde de Pré-montré au Portugal”, Boletin Cultural da Cámara Mu-nicipal de Porto, 22 (1959), p. 416-441.

235. M. TORRES, Linajes nobiliarios en León y Castilla(siglos IX-XIII), Consejería de Educación y Cultura dela Junta de Castilla y León, Valladolid, 1999, p. 219-223.

236. F. SABATÉ, “Ermengol IV”, “Ermengol V”, “Er-mengol VI”, “Ermengol VII”, Diccionario BiográficoEspañol, Real Academia de la Historia, Madrid, enprensa.

237. AHN, Clero, carpeta 3436, pergamino 1.

238. AMBA, Fons Monastir Santa Maria de Bellpuig deles Avellanes. Manuscrits. J. CARESMAR, Anales RealMonasterio de Bellpuig de las Avellanas de la Orden delos Canónigos Regulares premostratenses en el princi-pat de Cataluña, fol. 109r.

239. F. PETIT, La Reforme des prêtres au Moyen Âge, Cerf,París, 1968, p. 16-18.

240. B. ARDURA, Abbayes, prieurés et monastères de l’or-dre de Prémontré en France des origines à nos jours, Pres-ses Universitaires de Nancy - Centre Culturel desPrémontrés, Nancy, 1993, p . 163.

241. AHN, Clero, carpeta 3436, pergaminos 2, 3.

242. F. SABATÉ, “Ermengol VII”, Diccionario BiográficoEspañol, Real Academia de la Historia, Madrid, enprensa.

243. AHN, Clero carpeta 378, pergamino 4.

244. C. L. HUGO, Sacri et Canonici Ordinis Praemons-tratensi Annales, Viduam Joan Bapt. Cusson & Abelem

Dionysium Cusson, Nancy, 1734 (facsímil Praemons-tratensia vzw, Averbode, 1999), vol. 2, col. 1152. Preci-samente, Jaime Caresmar se preocupará por recoger losdatos documentales referentes a los Lara. (F. Martorell,“Manuscrits dels PP. Caresmar, Pasqual i Martí a la bi-blioteca del convent de Franciscans de Balaguer”, Estu-dis Universitaris Catalans, 12 –1927), p.191,

245. Índice de los documentos procedentes de los monaste-rios y conventos suprimidos que se conservan en archivo dela Real Academia de la Historia, Imprenta de Manuel Ga-liano, Madrid, 1861, vol. I, p. 3-4.

246. AHN, Clero, carpeta 378, pergaminos 3, 4, 5; car-peta 3436, pergaminos 4, 5.

247. AHN, Clero, carpeta 378, pergaminos 11, 14; car-peta 379, pergamino 2.

248. Véase, por ejemplo: I. ÁLVAREZ BORGE, “El domi-nio del monasterio de Ibeas (Burgos) en la Edad Media(c. 1000-c.1350). Una aproximación”. Espacios de podery formas sociales en la Edad Media. Estudios dedicados aÁngel Barrios, Ediciones Universidad de Salamanca, Sa-lamanca, 2007, p. 27-28.

249. J. CARESMAR, Historia de Santa Maria de Bellpuigde las Avellanas, Talleres Artes gráficas Romeu, Balaguer,1977, p. 259.

250. E. CORREDERA, Noticia de los condes de Urgel, Ins-tituto de Estudios Ilerdenses, Lérida, 1973, p. 100.

251. P. BERTRAN, Bellcaire d’Urgell, perfil históric, Ajun-tament de Bellcaire d’Urgell, Bellvaire d’Urgell, 1982,p. 33-40.

252. G. GONZALVO, Història del panteó dels comtes d’Ur-gell. Els sepulcres del monestir de Bellpuig de les Avellanes,Edicions de la Universitat de Lleida - Institut d’EstudisIlerdencs, Lérida, 2007, p. 34.

253. J. CARESMAR, Historia de Santa Maria de Bellpuigde las Avellanas, Talleres Artes Gráficas Romeu, Balaguer,1977, p. 261.

254. Ya lo percibió la historiografía tradicional: D. DE

MONFAR, Historia de los condes de Urgel, Establecimientolitográfico y tipográfico de D. José Eusebio Monfort,Barcelona, 1853, vol. I, p. 405-406.

255. J. CARESMAR, Historia de Santa Maria de Bellpuigde las Avellanas, Talleres Artes Gráficas Romeu, Bala-guer, 1977, p. 262.

256. BC, Anales de Jaume Caresmar, fol. 314r; ACN,Fons Municipal de Balaguer, pergaminos 9, 10.

161

Los premostratenses: creación de la orden e inicial expansión ibérica

257. G. GONZALVO, Història del panteó dels comtes d’Ur-gell. Els sepulcres del monestir de Bellpuig de les Avellanes,Edicions de la Universitat de Lleida - Institut d’EstudisIlerdencs, Lérida, 2007, p. 36-37.

258. Sobre los condes enterrados en este monasterio,hay que contrastar las pretendidas identificaciones deAlvaro I y de su esposa (F. ESPAÑOL, “Els comtes d’Ur-gell i el seu panteó”, El Comtat d’Urgell, Edicions de laUniversitat de Lleida - Institut d’Estudis Ilerdencs,Lleida, 1995, p. 149-183), con la rigurosa corrección dela historiografía más reciente que descarta estas identifi-caciones (G. GONZALVO, Història del panteó dels comte sd’Urgell. Els sepulcres del monestir de Bellpuig de les Ave-llanes, Edicions de la Universitat de Lleida – Institutd’Estudis Ilerdencs, Lérida, 2007, p. 64-65).

259. E. FERNÁNDEZ-XESTA, Un magnate catalán en lacorte de Alfonso VII. Comes Poncius de Cabreria, Princepsde Çemore, Prens y ediciones Iberoamericanas, Madrid,1991, p. 57-75.

260. Gregoria CAVERO DOMÍNGUEZ, Colección docu-mental del monasterio de San Esteban de Nogales (1149-1498), Centro de Estudios e Investigación San Isidoro- Caja de España de Inversiones - Archivo HistóricoDiocesano, León, 2001, p. 9-10.

261. E. CORREDERA, “Historia del santuario de NuestraSeñora de Aguilar (una antigua casa premostratense”,Analecta Sacra Tarraconensia, XXXIX (1966), p.13-21;E. CORREDERA, Santa Maria de Bellpuig de les Avellanes,Institut de Germans Maristes- Catalunya, Barcelona,1997, p. 47-48.

262. S. RUIZ DE LOIZAGA, El libro becerro de SantaMaría de Bujedo de Candepajares (1168-1240), Funda-ción Cultural ‘Profesor Cantera Burgos’, Miranda deEbro, 2000, p. 21.

263. E. CORREDERA, “Santuario de Nuestra Señora deBonrepós”, Analecta Sacra Tarraconensia, XXXVIII(1965), p. 231-280.

264. D. DOMINGO, A la recerca d’Aurembiaix d’Urgell,Edicions de la Universitat de Lleida - Institut d’EstudisIlerdencs, Lérida, 2007, p. 85-108.

265. L. LLITERAS, “Los Premonstratenses en Mallorca(1230-1425)”, Analecta Praemonstratensia, XXXIV(1963), p. 247-254.

266. ACM, Llibre de Privilegis I, fol. 99r-100v; Llibrede la Cadena, fol. 4r

267. ACA, Cancelleria, butlles pontificies, legajo 3, nº 2.

268. L. LLITERAS, “Final del priorato de Santa María deBellpuig de Artá”, Analecta Praemonstratensia, XLII(1966), p.193-194; XLIII (1967), p. 5-38.

269. E. ZUDAIRE, “Monasterio premostratense de Urdax”,Analecta Praemonstratensia, XLVIII (1972), p. 312.

270. M. T. LÓPEZ DE GUEREÑO, “El monasterio pre-mostratense de San Salvador de Urdax”, Príncipe deViana, 57/207 (1996), p. 23-25.

271. F. SABATÉ, Història de Lleida. Alta edat mitjana,Pagès editors, Lérida, 2003, p. 299-302.

272. Backmund contrapone esta uniformidad a la diver-sidad en territorios, reinos, diócesis y lenguas que caracte-riza a la circaria gascona, donde “reliquas canoniasdiscrepantia haud erat tanta medio aevo quam hodie, ute-bantur nempe nec lingua gallica, nec hispanica, sed idioma-tibus quibusdam intermediis, inter se simillimis, quae nuncvulgo vocantur ‘catalán’, ‘béarnais’, ‘gascon’ et ‘provençal’”.(N.BACKMUND, Monasticon Praemonstratense, AttenkoferscheBuchdruckerei, Straubing, 1956, vol. III, p. 224).

273. L. FERNÁNDEZ MARTÍN, “La participación de losmonasterios en la ‘Hermandad’ de los reinos de Castilla,León y Galicia (1282-1284)”, Hispania Sacra, XLIX(1972), p. 5-35.

274. AHN, Clero, carpeta 379, pergaminos 20, 21.

275. T. GERITS, “Le décret ordonnant la participationdes Abbés anglais au Chapitre general de Prémontré fut-il promulgué en 1182?”, Analecta Praemonstratensia,XLII (1966), p.134.

276. N. BACKMUND, Monasticon Praemonstratense, At-tenkofersche Buchdruckerei, Straubing, 1956, vol. III,213-220.

277. “Ex quo Ferdinandus Rex Navarrae regnum sua jun-xit ditioni Urdaxium Hispanicae Circariae aggregatum est”(C. L. HUGO, Sacri et Canonici Ordinis PraemonstratensiAnnales, Viduam Joan Bapt. Cusson & Abelem Diony-sium Cusson, Nancy, 1734 (facsímil Praemonstratensiavzw, Averbode, 1999) , vol. 2, col. 1147.

278. C. L. HUGO, Sacri et Canonici Ordinis Praemons-tratensi Annales, Viduam Joan Bapt. Cusson & AbelemDionysium Cusson, Nancy, 1734 (facsímil Praemons-tratensia vzw, Averbode, 1999), vol. 1, cols. 285-286.

279. N. BACKMUND, Monasticon Praemonstratense, Atten-kofersche Buchdruckerei, Straubing, 1956, vol. III, p. 224.

280. AHN, Clero, pergaminos, carpeta 379, pergaminos13, 15, 18; carpeta 3436, pergaminos 8,12, 13.

Flocel Sabaté

162