La urna ibérica de orejetas perforadas

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1. DESCRIPCIÓN, ORIGEN Y CRONOLOGÍA 1.1. Descripción La urna de orejetas o vaso de cierre hermético con apéndices perforados, es una de las cerámicas más típicas de la alfarería ibérica. Se trata de un recipiente caracterizado por poseer un sistema de cierre con el borde de la tapadera y del cuerpo en bisel. Esto permi- te el encaje perfecto entre ambas partes. La adición de dos o más apéndices o pivotes situados en el borde tanto de la tapadera como del cuerpo del vaso, perfo- rados en la mayoría de casos y de forma vertical, refuerza aún más dicho sistema de cierre. Todo el con- junto, vaso y tapadera, se realizaba en un mismo pro- ceso. Si bien es cierto que cuando la cerámica estaba tierna y antes de introducirla al horno para su cocción, se separaba la tapadera del cuerpo con un cordón, un cuchillo o un elemento de características semejantes dando lugar al biselado del borde. La típica perfora- ción vertical que posee la tapadera se realizaría una vez acabado de tornear y en estado de cuero con un punzón u otro instrumento de similares características. Como remate superior a la tapadera se añadía un coge- dor o pomo. Su perfil puede ser globular, ovoide, bitroncocó- nico o elipsoidal con bases cóncavas, preferentemente, planas o plano-cóncavas, aunque también se constata el pie anular en un número reducido de piezas. Éstas pueden estar provistas de asas verticales u horizonta- les, situadas habitualmente en el cuerpo próximas a la Complutum, 13, 2002: 97-116 I.S.S.N.: 1131-6993 LA URNA IBÉRICA DE OREJETAS PERFORADAS Fernando López Bravo* RESUMEN.- La urna de orejetas perforadas es uno de los recipientes más característicos de la alfarería ibéri- ca, que se encuadra cronológicamente entre mediados del siglo VI y finales del IV/primera mitad del III aproxi- madamente, pese a que se han hallado ejemplares datados incluso en el siglo I a.C. La realización de un nuevo mapa de dispersión actualiza los anteriormente elaborados, ampliando considerablemente el repertorio cerámi- co conocido hasta la actualidad. Además, tiene como objetivo aportar nuevas consideraciones a escala general en torno a su morfología, cronología, origen y usos, desde el SO peninsular hasta el Languedoc francés por la costa mediterránea, y por el interior hasta las dos mesetas. La presencia de esta forma en núcleos de hábitat es predominante respecto a los recintos funerarios, pese a que en estos últimos es donde se han hallado un mayor número de piezas. ABSTRACT.- The “urna de orejetas perforadas”. The “urna de orejetas perforadas” is one of the most cha- racteristic containers of Iberian pottery, that fits in cronologically between the middle of the sixth century to the end of the fourth century or the first half of the third century. However, some containers dating back to the first century BC have been found. The drawing up of a new map updates the previous maps which have illustrated its distribution, thus widening the scope of ceramic pieces known so far. Besides this new map aims to provide new general information about its morphology, chronology, origin and uses, from the South West of the peninsular to the French Languedoc, by the Mediterranean coast; and the two plateaux at the inland in areas. This ceramic urn was more common in urban living areas than in burial sites, although it is in the latest that more examples have been found. P ALABRAS CLAVE: Protohistoria, Península Ibérica, Cerámica ibérica, Urna de orejetas perforadas, Dispersión. KEY WORDS: Protohistory, Iberian peninsula, Iberian pottery, “Urna de orejetas perforadas”, Distribution. * C/ Teruel 12, 3-A. 12540 Vila-real. [email protected] Recibido: 08.06.2001 Aceptado: 09.01.2002

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1. DESCRIPCIÓN, ORIGEN Y CRONOLOGÍA

1.1. Descripción

La urna de orejetas o vaso de cierre herméticocon apéndices perforados, es una de las cerámicas mástípicas de la alfarería ibérica. Se trata de un recipientecaracterizado por poseer un sistema de cierre con elborde de la tapadera y del cuerpo en bisel. Esto permi-te el encaje perfecto entre ambas partes. La adición dedos o más apéndices o pivotes situados en el bordetanto de la tapadera como del cuerpo del vaso, perfo-rados en la mayoría de casos y de forma vertical,refuerza aún más dicho sistema de cierre. Todo el con-junto, vaso y tapadera, se realizaba en un mismo pro-

ceso. Si bien es cierto que cuando la cerámica estabatierna y antes de introducirla al horno para su cocción,se separaba la tapadera del cuerpo con un cordón, uncuchillo o un elemento de características semejantesdando lugar al biselado del borde. La típica perfora-ción vertical que posee la tapadera se realizaría unavez acabado de tornear y en estado de cuero con unpunzón u otro instrumento de similares características.Como remate superior a la tapadera se añadía un coge-dor o pomo.

Su perfil puede ser globular, ovoide, bitroncocó-nico o elipsoidal con bases cóncavas, preferentemente,planas o plano-cóncavas, aunque también se constatael pie anular en un número reducido de piezas. Éstaspueden estar provistas de asas verticales u horizonta-les, situadas habitualmente en el cuerpo próximas a la

Complutum, 13, 2002: 97-116 I.S.S.N.: 1131-6993

LA URNA IBÉRICA DE OREJETAS PERFORADAS

Fernando López Bravo*

RESUMEN.- La urna de orejetas perforadas es uno de los recipientes más característicos de la alfarería ibéri-ca, que se encuadra cronológicamente entre mediados del siglo VI y finales del IV/primera mitad del III aproxi-madamente, pese a que se han hallado ejemplares datados incluso en el siglo I a.C. La realización de un nuevomapa de dispersión actualiza los anteriormente elaborados, ampliando considerablemente el repertorio cerámi-co conocido hasta la actualidad. Además, tiene como objetivo aportar nuevas consideraciones a escala generalen torno a su morfología, cronología, origen y usos, desde el SO peninsular hasta el Languedoc francés por lacosta mediterránea, y por el interior hasta las dos mesetas. La presencia de esta forma en núcleos de hábitat espredominante respecto a los recintos funerarios, pese a que en estos últimos es donde se han hallado un mayornúmero de piezas.

ABSTRACT.- The “urna de orejetas perforadas”. The “urna de orejetas perforadas” is one of the most cha-racteristic containers of Iberian pottery, that fits in cronologically between the middle of the sixth century to theend of the fourth century or the first half of the third century. However, some containers dating back to the firstcentury BC have been found. The drawing up of a new map updates the previous maps which have illustrated itsdistribution, thus widening the scope of ceramic pieces known so far. Besides this new map aims to provide newgeneral information about its morphology, chronology, origin and uses, from the South West of the peninsular tothe French Languedoc, by the Mediterranean coast; and the two plateaux at the inland in areas. This ceramic urnwas more common in urban living areas than in burial sites, although it is in the latest that more examples havebeen found.

PALABRAS CLAVE: Protohistoria, Península Ibérica, Cerámica ibérica, Urna de orejetas perforadas, Dispersión.

KEY WORDS: Protohistory, Iberian peninsula, Iberian pottery, “Urna de orejetas perforadas”, Distribution.

* C/ Teruel 12, 3-A. 12540 Vila-real. [email protected]

Recibido: 08.06.2001 Aceptado: 09.01.2002

boca, ya que son escasos los que las posean en la tapa-dera. Las asas están combinadas con los apéndices o sedisponen de forma perpendicular a los mismos. Susección suele ser circular o geminada, aunque hayejemplares que las poseen trigeminadas. Por otra par-te, las tapaderas ofrecen una gran variabilidad tipoló-gica, ya sea por su perfil (cónico, plano-cónico o tron-cocónico), ya sea por su cogedor (discoidal, macizo, ode botón). En algunas una superficie cóncava a modode base invertida o de depresión sustituye al cogedor.Tan sólo conocemos hasta la fecha una tapadera queposea como pomo un asa horizontal, dispuesta perpen-dicularmente a los apéndices perforados.

Normalmente se fabricaban mediante el torno,aunque también las hay elaboradas a mano. La coccióndel tipo oxidante es la predominante, pero tambiénexisten de cocción reductora. Su decoración es pinta-da monocroma, de temática geométrica y de color ro-jo-vinoso. No obstante, se conocen algunos ejemplaresbicromos donde se observa una variada gama de colo-res del grupo de los marrones o de los rojizos. De lanecrópolis de Mianes procede una posible urna a laque le falta el tercio superior del cuerpo cuyos motivosdecorativos son de color negro. Los motivos geométri-cos se agrupan en rectilíneos (bandas, franjas o fileteshorizontales paralelos, rombos, reticulados, líneas depuntos horizontales, etc.) y curvilíneos (círculos, se-micírculos y cuartos de círculos concéntricos, gruposde líneas verticales onduladas, etc.). En lo referente alas decoraciones plásticas, se encuentran los listelescerámicos que se ubican a lo largo del borde del vasocomo de la tapadera.

1.2. Origen

Una de las cuestiones pendientes de resolucióndefinitiva acerca de esta forma cerámica es el de suorigen, problemática que ha suscitado un notable inte-rés dentro de un sector de la investigación dedicada ala cultura Ibérica. En la década de los años veinte,Bosch Gimpera le asignó un origen distinto del mundoibérico, otorgándola una filiación céltica (1923: 625-626). Posteriormente, Fletcher postuló que su origen“(...) no debe buscarse en territorio “céltico”, sinomás bien en el Mediterráneo oriental o central, dedonde pasaría a las costas de Francia y de España, yde éstas al interior, siguiendo el mismo proceso queotros fenómenos culturales, tales como los tonelescerámicos, los vasos de borde dentado, la ornamenta-ción floral y zoomorfa de la cerámica, el alfabeto, lamoneda, etc. (...)” (1965: 316). Un año después Jullyy Nordström (1966) publicaron un estudio con la fina-lidad de identificar sus prototipos en el Mediterráneooriental. Para ello, revisaron en primer lugar todos loshallazgos, y así pasar a solucionar el problema del ori-gen. Juzgaron que su origen hay que buscarlo en Chi-pre, durante el periodo del Bronce Medio (1550-1050

a.C). A partir del período geométrico I de Chipre(1050-950 a.C.) se atestigua en recipientes ovoidesuna evolución hacia los apéndices perforados vertical-mente así como su ubicación en el mismo borde, as-pecto que quedarán definidos en el periodo siguiente,el Chipriota arcaico I (750-650 a.C.). Este sistema decierre hermético con apéndices perforados está asocia-do a una decoración pintada geométrica lineal. Estosinvestigadores observaron la existencia de una mayorafinidad de las urnas de orejetas en estas cerámicas,tanto por los motivos decorativos como por las carac-terísticas formales y los elementos de cierre hermético,pudiendo tratarse de sus prototipos. Esta forma hubie-ra llegado a Cartago en torno a los siglos VIII-VII a.C.(en el santuario de Salambó existe una urna con apén-dices perforados) y de ahí, a las costas de la penínsulaIbérica y S de Francia durante los siglos VII-VI, dedonde pasaría hacia el interior. En un trabajo posterior,Jully (1975: 56) se decanta en buscar su origen dentrode un ambiente cultural griego y no chipriota-fenicio,pese a que esta forma es conocida en Chipre.

Con posterioridad, Jully (1976-78) estudia variosaspectos de algunos tipos cerámicos ibéricos que seencuentran en los valles de los ríos Hérault y Orb. Ob-serva que durante el siglo VI y principios del V a.C.,existen algunas características morfológicas y decora-tivas en estas piezas cerámicas dónde se reflejan cier-tos préstamos o intercambios. De este modo, hacia elfin del siglo VI nos encontramos en esta zona una seriede características cerámicas que ya estaban plenamen-te desarrolladas en los ambientes fenicio-púnicos del Sde la península Ibérica. Como respuesta a este movi-miento de flujo, se producirá en las costas del E penin-sular, sobre todo en la desembocadura del Ebro y PaísValenciano, el consiguiente movimiento de reflujodesde el SE francés, el cual tendrá entre otras conse-cuencias, la introducción de nuevas característicasceramológicas, así como la aparición de nuevos tiposcerámicos como son la jarra bitroncocónica y la urnade orejetas perforadas.

A partir de la estratificación del poblado de LosSaladares, Arteaga (1976-78) arguye que los primerosvasos con apéndices perforados aparecen a mediadosde la sexta centuria o ligeramente antes, a causa de lasrelaciones con la cultura griega, y que tienden a desa-parecer hacia los momentos finales de la centuriasiguiente, al mismo tiempo que se instaura la tipologíacerámica del Horizonte Ibérico Pleno. No obstante, enlas zonas de mayor raigambre ibérica existen algunasperduraciones. González (1983) a partir de los hallaz-gos de las excavaciones efectuadas en La Peña Negrade Crevillente, mantiene que el lugar de origen se en-cuentra también en Grecia, y más concretamente en lastumbas del periodo Geométrico Primitivo del cemen-terio ateniense del Areópago, y en los de Corinto,Lefkandi, Eubea o de Creta, pues es donde se han ha-

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llado ejemplares englobados cronológicamente entrefinales del siglo X y el primer tercio del VIII a.C., yque podrían tratarse de sus posibles prototipos. Segúnél, la presencia de los vasos de cierre hermético conapéndices perforados en el S de Francia y la penínsulaIbérica se debe a la influencia griega, la cual tomará sicabe, mayor impulso como consecuencia de la funda-ción de la colonia focense de Massalia. Su argumen-toestá basado en la escasa presencia de esta forma enambientes fenicios y en su distribución en zonas decontacto griego, ya sea jonio-focense, massaliota oampuritano, pues es ahí donde se han localizado lamayor parte de estos tipos cerámicos. Pereira y Rodero(1983) retoman el problema del origen de esta formacerámica siguiendo la línea de investigación propues-ta por Jully y Nordström (1966). Su esquema de traba-jo se basa en tres puntos:

1. Localización de los prototipos en el Mediterrá-neo Oriental; 2. Verificar cuándo y dónde estos proto-tipos aparecen en asentamientos coloniales; 3. Com-probación, siguiendo el punto anterior, en esta formacerámica, si la imitación y la asimilación responde aun proceso propio de formas cerámicas que son típicasdel momento colonial.

Una vez revisado el esquema de trabajo de Jullyy Nordström y la bibliografía correspondiente, actuali-zando y ampliando tanto el número de hallazgos en lapenínsula Ibérica como de nuevos yacimientos en lacuenca oriental mediterránea, estos investigadores ex-ponen dos hipótesis de sumo interés sobre su aparición.La primera plantea su llegada a la península Ibéricauna vez definida, siendo aceptada e imitada por los ha-bitantes indígenas. La segunda hipótesis se basa en laidea de que a la península Ibérica llega un sistema decierre hermético generalizado en el Mediterráneo, queserá aceptado y adaptado por los indígenas, los cualeshubiesen originado esta forma cerámica tan peculiar ycaracterística del mundo ibérico. Estos autores se de-cantan por la segunda hipótesis. Observan que en variosyacimientos andaluces coexisten diferentes elementosmorfológicos durante los siglos VIII-VII a.C. que lue-go aparecerán conjuntamente en la típica urna de ore-jetas perforadas. Los ejemplos que proponen son losde las necrópolis de Frigiliana, donde destaca la urnade la tumba 2 con acabado en bisel y cogedor en formade botón circular, y Trayamar, que fechada entre losaños 650-625/600 a.C., está considerada como la másantigua por su contexto. El tercer punto de su esquemade trabajo, destaca que durante el Horizonte IbéricoAntiguo los yacimientos con presencia de vasos decierre hermético se encuentran situados a lo largo detoda la fachada mediterránea, desde Andalucía hasta elLanguedoc. Debido a este hecho, se plantean la posi-bilidad de que estos hallazgos en diferentes zonas de lapenínsula Ibérica y S de Francia, sean consecuentes auna aparición más o menos “(...) simultánea en distin-

tos puntos desde donde irradiaría a otras zonas paraalcanzar su auge durante los siglos V y IV a. de C. Laotra posibilidad señalaría su aparición en un áreageográfica determinada, desde donde se extendería alas demás regiones comprendidas en el “área ibéri-ca”(...)” (Pereira y Rodero 1983: 54). En cuanto a eseárea determinada, ellos sugieren la Alta Andalucía por-que en los ejemplares que allí se han localizado, exis-ten algunos elementos que denotan, según ellos, uncierto arcaísmo (sistemas decorativos y asas verticalesde sección circular o geminada). Sin embargo, debido ala falta de contexto arqueológico de casi todos los ejem-plares andaluces, no se puede corroborar tal argumento.

La realización de un nuevo mapa de dispersión hapuesto de manifiesto que se trata de una cerámica muygeneralizada, localizándose en cerca de 200 yacimien-tos situados tanto en la península como en el SE fran-cés, hecho que amplia de manera considerable el nú-mero de hallazgos de los últimos mapas de dispersiónpublicados.

Una vez constatada la presencia de diversos atri-butos morfológicos como son el cierre hermético y losapéndices (perforados o no) localizados próximos alborde en recipientes cerámicos de la cuenca mediterrá-nea oriental (Coldstream 1968; Boardman 1978; Mü-ller-Karpe 1963; Karageorghis 1977), y también cen-tral, como en el santuario de Salambó (Cintas 1950),nos faltaría concretar su origen o su posible llegada ala península Ibérica. Muy probablemente hayan sidoresueltas varias incógnitas, entre las que se encuentrael cuando, pero aún quedan otras por aclarar como sonel dónde y el cómo. El cuándo parece ser que se produ-ce en un momento indeterminado de la primera mitaddel siglo VI a.C. Posiblemente el dónde corresponda ala zona del SE peninsular, y a la espera de nuevos ha-llazgos, podemos delimitarlo en el yacimiento de LaPeña Negra, lugar de procedencia de los ejemplarespeninsulares más antiguos, y según su excavador, de-bido a dos hechos importantes: la arribada del nuevocomponente tipológico griego y al descenso de la in-fluencia fenicia en esa zona. Este hecho se produce enla segunda fase del periodo Peña Negra II, por lo queestos ejemplares se convierten en el prototipo de losrecipientes cerámicos con apéndices perforados. Enellos se distingue una verdadera diferencia tanto for-mal como cronológica con los restantes ejemplares delmundo ibérico debido a “(...) una progresión en la dis-minución del tamaño original hasta desembocar en eltipo más o menos estandarizado en la producción fu-neraria ibérica (...)” (Gónzalez 1983). Este tipo cerá-mico está fabricado con pastas de origen local y ofre-ce además, una inspiración helénica debido a la intru-sión de cerámicas griegas en la última etapa de PeñaNegra II aunque también se puede apreciar el compo-nente tipológico fenicio a través del característico hom-bro carenado de los recipientes anfóricos A1 (1983).

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Es el cómo una de las cuestiones más problemá-ticas. Volvemos, pues, a las hipótesis iniciales que for-mularon Pereira y Rodero (1983) en torno a su apari-ción. ¿Llegó entonces a nuestras costas una forma ce-rámica totalmente definida, que fue aceptada e imitadarápidamente? o ¿todo lo que llegó fueron únicamentediversas ideas técnicas y formales que circulaban porel Mediterráneo sobre un sistema de cierre que fueaceptado y reelaborado por los pobladores peninsula-res? Pese a las dificultades que entraña la plena con-firmación de una u otra explicación, la que cobra cadavez más fuerza es esta última, basada en aspectos téc-nicos derivados de los hallazgos de La Peña Negra. Lainvención, y no imitación, de este nuevo recipiente enel periodo Peña Negra II se sustentó bajo la confluen-cia o síntesis de diversos ambientes como son el grie-go (cierre hermético, apéndices perforados) y el fenicio(hombro carenado de las ánforas A1, temática decora-tiva). La atribución de gran parte de las cerámicas tor-neadas de este yacimiento, incluyendo los vasos decierre hermético con apéndices perforados, se deberíanotorgar a artesanos alfareros de procedencia foránea, yque muy posiblemente se asentaron y posteriormente

se mezclaron con la población local (González 1983).Otro hecho importante que demuestra una más queprobable creación peninsular, es el de no haber locali-zado hasta la fecha, tanto sincrónica como espacial-mente, ningún ejemplar fuera del territorio ibérico alque se le pudiera otorgar propiamente la denominaciónde prototipo.

1.3. Cronología

Los primeros ejemplares de esta forma se datanhacia el segundo cuarto del siglo VI. Es el yacimientode La Peña Negra de Crevillente el que proporcionalos más antiguos. A partir de la segunda mitad del sigloVI o ligeramente antes, esta forma se localiza en yaci-mientos ubicados entre el río Segura y el Hérault (Abricde Les Cinc (Junyent et al. 1986), Mas de Mussols(Maluquer 1984), Sant Cristòfol (Sanmartí 1979), Mil-manda (Ramon 1995), Granja Soley (Sanmartí et al.1982), Cayla II (Louis y Taffanel 1955; 1958), etc. Laeclosión de esta pieza se produce a partir de final delsiglo VI/comienzos del V a.C. Su área de dispersiónabarca ahora desde el Languedoc hasta la Alta Anda-lucía por la costa mediterránea y por el interior hasta

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Fig. 1.- Mapa de dispersión de yacimientos y densidades de hallazgos de urnas de orejetas.

las dos mesetas, llegando a finales de esta centuria aIbiza. Su aceptación disminuirá paulatinamente hastadesaparecer por completo en la siguiente centuria enzonas como el Languedoc y la provincia de Girona,pero manteniéndose presente aún en gran parte del E ycentro peninsular. Se trata de un momento donde seestá produciendo una diversificación bien definida degrupos cerámicos específicos que no van a ser comu-nes a todo el territorio ibérico (cerámicas grises en Ca-taluña, la cerámica de pintura blanca en el NE catalány el barniz rojo en Andalucía, Murcia, Castilla-La Man-cha y S del País Valenciano). La época final de estaforma tiene lugar en las postrimerías del siglo IV/pri-mera mitad del III, momento en el que aparecerán losestilos decorativos de Llíria, Elx-Archena, la produc-ción de barniz rojo en el área ilergeta y la cerámica conestampillas. Ejemplares del siglo III y posteriores sonescasos y muchos de ellos corresponden a perduracio-

nes, localizados en basureros, cenizales o en yacimien-tos sin claro contexto arqueológico, repartidos entrelas provincias de Guadalajara, Tarragona, Barcelona,Castellón, Lleida, Ibiza, Soria, Valladolid, Badajoz yPortugal, llegando los últimos ejemplares al siglo I a.C.(Sitges de la Por (Autopistas 1995) y Huerto de losFrailes (Watenberg 1978).

2. DISPERSIÓN DE LA URNADE OREJETAS PERFORADAS

La presencia de los vasos de cierre herméticodentro de las distintas áreas donde han sido recupera-dos no es homogénea ni tampoco uniforme (Fig. 1).Sin lugar a dudas, su dispersión refleja la importanciaque, por uno u otro motivo, disfrutó dentro de los dife-rentes pueblos o étnias que conforman el conjunto de

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Listado de los yacimientos de la Fig. 1. 1. Los Patos (Linares), 2. Toya (Peal de Becerro), 3. Castellones de Ceal (Castellones de Ceal), 4.Úbeda la Vieja (Úbeda la Vieja), 5. Mengíbar (Mengíbar), 6. El Jardín (Torre del Mar), 7. Boliche (Villaricos), 8. Villaricos (Villaricos), 9.Los Villares (Hoya Gonzalo), 10. Camino de la Cruz (Hoya Gonzalo), 11. Hoya de Santa Ana (Chinchilla), 12. Llano de la Consolación (Mon-tealegre del Castillo), 13. Casa del Monte (Valdeganga), 14. El Castellón (Hellín), 15. Olmedilla de Alarcón (Olmedilla de Alarcón), 16. LasMadrigueras (Carrascosa del Campo), 17. Buenache de Alarcón (Buenache de Alarcón), 18. El Navazo (Hinojosa), 19. Fuen María (Landete),20. Loma Pedriza (Talayuelas), 21. Collado de la Cañada (Mira), 22. Prados Redondos (Sigüenza), 23. El Altillo del Cerropozo (Aguilar deAnguita), 24. Centenares (Luzaga), 25. El Turmielo (Aragoncillo), 26. El Ceremeño (Herrería), 27. Las Nieves (Pedro Muñoz), 28. Alarcos(Ciudad Real), 29. Molinicos (Moratalla), 30. Pasico de San Pascual (Jumilla), 31. Cerro del Castillo (Jumilla), 32. La Marquina (Jumilla),33. Pocico de Madax (Jumilla), 34. La Loma (Cartagena), 35. Ascoy-Rambla del Judio (Cieza), 36. Recuesto (Cehegín), 37. Castillico de lasPeñas (Fortuna), 38. Castillejo de los Baños (Fortuna), 39. Las Cabezuelas (Totana), 40. El Castellar (Librilla), 41. Altea la Vella (Altea), 42.La Serreta (Alcoi), 43. La Serreta (Alcoi), 44. El Puig (Alcoi), 45. El Oral (San Fulgencio), 46. Puntal de Salinas (Villena), 47. Puntal de Sa-linas (Villena), 48. Penyal d'Ifach (Calp), 49. Los Saladares (Orihuela), 50. Cabezo Lucero (Guardamar del Segura), 51. El Molar (Guardamardel Segura), 52. Peña Negra (Crevillent), 53. Los Villares (Caudete de las Fuentes), 54. Las Peñas (Zarra), 55. El Castellar (Oliva), 56. Cas-tellet de Bernabé (Llíria), 57. Puntal dels Llops (Olocau), 58. Castell de Borró (Rótova), 59. La Bastida de les Alcuses (Moixent), 60. Catellarde Meca (Ayora), 61. Els Ébols (Alcudia de Carlet), 62. Alteret de la Vintiuitena (Alteret de la Vintiuitena), 63. La Carència (Turís), 64. Tossalde Sant Miquel (Llíria), 65. El Molino (Sinarcas), 66. Planet d’Albalat (Albalat de Tarongers), 67. Muelas de la Cuadra (Requena), 68. ElHondón. (Titaguas), 69. Pla de Piquer (Alfar d'Algímia), 70. La Mina (Gátova), 71. Cueva II del Puntal del Horno Ciego (Villagordo del Ca-briel), 72. Les Cinc (Almenara), 73. Vinarragell (Borriana.), 74. Sant Josep (La Vall d’Uixó), 75. La Punta d’Orleyl (La Vall d’Uixó), 76. Vila-seca (Almassora), 77. La Balaguera (La Pobla Tornesa), 78. Tossal de les Forques (Borriol), 79. Torre de Foios (Llucena), 80. Coves de Vinro-mà (Coves de Vinromà), 81. La Polida (Ribera de Cabanes), 82. Torre la Sal (Ribera de Cabanes), 83. Torre la Sal (Ribera de Cabanes), 84.Baixador d’Alcossebre (Alcalà de Xivert), 85. La Solivella (Alcalà de Xivert), 86. Almedíxar (Alcalà de Xivert), 87. Corral de Royo (Alcalàde Xivert), 88. El Puig de la Nau (Benicarló), 89. El Puig de la Nau (Benicarló), 90. El Puig de la Misericòrdia (Vinaròs), 91. El Vilarroig(La Jana), 92. Els Barrancs (Peníscola), 93. El Clot (Vilafamés), 94. La Rompuda (Vilafamés), 95. Mas de Vito (Rossell), 96. Les Comes dePalanques (Sorita), 97. Masia del Plano (Arañuel), 98. Mas Nou de Bernabé (Tírig), 99. La Moleta dels Frares (Forcall), 100. Tossal de Ca-rruana (Sant Mateu), 101. Torreescuela (Morella), 102. Mas de Solsides (Morella), 103. Tírig (Tirig), 104. La Moleta del Remei (Alcanar),105. L’Oriola (Amposta), 106. Coll del Moro (Gandesa), 107. Coll del Moro (Gandesa), 108. Tossal del Moro de Pinyeres (Batea) 109. CanCanyís (Banyeres), 110. Mas de Mussols (L’Aldea), 111. Mianes (Santa Bárbara), 112. Serra de l’Espasa (Capsanes), 113. La Gessera (Case-res), 114. Milmanda (Vimbodí), 115. Alorda Park (Calafell), 116. Tossal de les Tenalles (Sidamunt), 117. Anseresa (Olius), 118. San Miguelde Sorba (Solsona), 119. Suda (Lleida), 120. Castellvell (Solsona), 121. Margalef (Torregrossa), 122. La Pedrera (Vallfogona de Balaguer),123. Serra del Calvari (La Granja d’Escarp), 124. Tossal del Molinet (El Poal), 125. Els Vilars (Arberca), 126. Molí d’Espigol (Tornabous),127. Roques de Sant Formatge (Serós), 128. Penya del Moro (Sant Just Desvern), 129. Turó de Ca N’Oliver (Cerdanyola), 130. Turó Grosde Can Camp (Caldes de Montbuí), 131. Turó de la Torre Roja (Sentmenat), 132. Turó del Montgrós (El Brull), 133. Can Bonells (Santa Mariade Merlès), 134. Granja Soley (Santa Perpètua de Mogoda), 135. Castellruf (Santa Maria de Martorelles), 136. Camí de Vista Alegre (Mataró),137. Sitges de la Por (Argentona), 138. Muralla NE (Empùries), 139. Emporion (Empùries), 140. Peralada (Peralada), 141. Pla de l’Horta(Sarrià de Dalt), 142. Puig de Sant Andreu (Ullastret), 143. Puig des Molins (Eivissa), 144. Alfarería púnica de la Avenida de España (Eivissa),145. Sa Joveria (Eivissa), 146. San Agustín (Sant Josep), 147. Sant Cristòfol (Maçalió), 148. San Antonio (Calaceite), 149. Tossal Redó (Ca-laceite), 150. Azaila (Calaceite), 151. Castelillo (Alloza), 152. Piuró del Barranc Fondo (Maçalió), 153. Lo Puch (Valderrobres), 154. Alcañizel Viejo (Alcañiz), 155. El Cabo (Andorra), 156. La Torraza (Valtierra), 157. La Atalaya (Cortes de Navarra), 158. San Miguel (Arnedo), 159.La Requijada (Gormaz), 160. San Martín (Ucero), 161. Huertos de los Frailes (Simancas), 162. Cantamento de la Pepina (Friginal de la Sie-rra), 163. Catrejón de Capote (Higuera la Real), 164. La Martela (La Martela), 165. Galeado (Vila Nova de Milfontes), 166. Chibanes (Setú-bal), 167. Garvao (Ourique), 168. La Monédière (Bessan), 169. Montfau (Magalas), 170. Grand Bassin II (Mailhac), 171. Cayla II (Mailhac)172. Rue Perben (Agde), 173. Ruscino (Castel-Roussillon), 174. Sant Julien (Pézenas), 175. Pech Maho (Sigean), 176. Montlaurès (Narbon-ne), 177. Salles d’Aude (Salles d’Aude), 178. Saint Vérédéme (Sanilhac), 179 Roc Gris (Moux), 180. Las Esperillas (Santa Cruz de la Zarza),181. La Lloma del Manoll (Llíria), 182. La Seña (Villar del Arzobispo), 183. El Torrelló (Almassora), 184. El Torrelló, (Onda), 185. Montmirà(L’Alcora), 186. El Tos Pelat (Montcada), 187. Casillas del Cura (Venta del Moro), 188. Coimbra del Barranco Ancho (Jumilla), 189. Cerrode Los Encaños (Cuenca), 190. La Torre (Maranchón), 191. El Palomar (Corduente), 192. Castillo de Ayllón (Ayllón), 193. Cuéllar (Cuéllar),194. Los Arenales (La Celadilla), 195. Coll dels Martins (Vall d’Alba), 196. Fuente del Lentisco (Fanzara), 197. La Coveta (Fanzara).

la sociedad ibérica, según la relación que sigue:Celtiberia (Fig 2). Siguiendo a Cerdeño (1991)

la Celtiberia comprendería la mitad N del interior pe-ninsular, casi toda la meseta excepto parte de sus zonasmeridional y oriental, inmersa dentro de la influenciacostera y desde finales de la sexta centuria en adelan-te, englobadas dentro del mundo ibérico. Burillo, apartir de las evidencias históricas, lingüísticas y ar-queológicas, establece una delimitación territorial dela Celtiberia que se extiende por las actuales provin-cias de Guadalajara, Soria, La Rioja, Zaragoza, Teruel

y Cuenca. Este vasto territorio se encuentra asentadosobre el Sistema Ibérico, extendiéndose por los caucesde los ríos Tajo y Duero, en la parte oriental del Siste-ma Central, llegando hasta la margen derecha del ríoEbro en su tramo medio (Burillo 1993). Más reciente-mente Lorrio (1997) ubica la Celtiberia en las actua-les tierras sorianas, buena parte de Guadalajara yCuenca, el sector occidental de Segovia, S de Burgosy de la Rioja, la parte occidental de Zaragoza y Teruel,y por último, el NO de Valencia. Con el fin de agru-par los hallazgos por zonas, hemos designado, gro-

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Fig. 1.- Detalle del área con mayor concentración de hallazgos.

sso modo, bajo el término Celtiberia, al territorio com-prendido en el interior de la Meseta N y del SistemaIbérico.

Para la presente área Escudero (1990) realizó unestudio pormenorizado de las urnas de orejetas. Lasidentificó en once yacimientos, pero en dos de ellos(Ubierna y Herramélluri) su atribución es dudosa aun-que presentan apéndices perforados, pues su morfolo-gía se emparenta más con los vasos cerámicos del pe-riodo anterior realizados a mano. De los nueve yaci-mientos restantes, los de la necrópolis de Osma se ca-racterizan por poseer el cierre hermético biselado, perocarecen de apéndices perforados, aspecto por el cualhan sido descartados pese a que guardan una clara re-lación con el tipo cerámico que ahora nos ocupa. Esteestudio incluye, exceptuando los ejemplares dudosos,nueve urnas completas y tres tapaderas, todas a tornoy sólo dos con decoración pintada. Únicamente en dosde estos yacimientos están representadas doblemente(Centenares y La Requijada). Solamente el ejemplardel yacimiento de San Miguel está asociado a contex-tos de hábitat, el resto lo está a contextos funerarios.Siguiendo el esquema tipológico propuesto por Jully(1975), presentan perfiles esféricos, bitroncocónicos(A y B), elipsoidales y ovoides. Además, se caracteri-zan por no poseer ningún otro tipo de elementos deprehensión más que las típicas orejetas además de loscogedores de las tapaderas.

Escudero otorga un origen local a la práctica tota-lidad de los hallazgos, exceptuando solamente las dostapaderas de las necrópolis de La Torraza y de La Ata-laya, ya que son los únicos materiales cerámicos a tor-no que allí se han hallado. Opina que la presencia deestos ejemplares en ambas Mesetas y Alto Valle delEbro es debida a la difusión que tuvieron ciertos ele-mentos culturales y materiales ibéricos. Estas piezas“(...) no deben explicarse como producto de la impor-tación desde las áreas vecinas (...)” (Escudero 1990:150) debido a la homogeneidad del resto de los mate-riales hallados en cada uno de estos yacimientos en loreferente a las pastas y a la técnica de fabricación. Delmismo modo, la decoración pintada que algunos de es-tos ejemplares poseen es, según Escudero, otro rasgodefinitivo a la hora de afirmar tal origen. Aunque he-mos de señalar que en el momento de realizar suinvestigación, tan sólo dos urnas de las que engloba ensu trabajo poseían una decoración pintada que, porcierto, no es extraña a la tipología de los diferentesmotivos geométricos de la cerámica ibérica.

Almagro Gorbea (1976-78) otorgó una proceden-cia foránea a este recipiente en la zona del Alto Tajo-Alto Jalón, cuya llegada se produciría durante el sigloV. Para el Valle Medio del Ebro, se ha interpretado quela aparición de algunas piezas cerámicas ibéricas oceltibéricas en necrópolis como la Atalaya en Cortesde Navarra y la Torraza en Valtierra, también es debi-

da a aportaciones intrusivas a la cultura de Campos deUrnas (Royo 1990).

Cerdeño y García Huerta (1990) afirman que lafase de mayor apogeo de la cultura celtibérica estaríacaracterizada por la presencia de un conjunto de ele-mentos bastante ricos (cerámicas a torno pintadas,armas de hierro, objetos de bronce, entre otros) y porunas determinadas importaciones, entre las cuales des-tacan recipientes cerámicos, como por ejemplo los va-sos con apéndices perforados, los broches de cinturónibéricos, y alguna falcata.

Posteriormente García Huerta (1991) observó quese trataba de una forma exótica debido a los pocosejemplares hallados en esta zona. En contra de las teo-rias de Escudero, indica que posiblemente la mayoríade estos vasos serían importados del área ibérica. Ad-vierte que las urnas de cierre hermético que se hanconservado en conjuntos cerrados están asociadas aricos ajuares, como son los casos de los ejemplares delas necrópolis de Prados Redondos y del Altillo delCerropozo. Arenas y Martínez (1993-94), han percibi-do que en el yacimiento del Turmielo y en un contex-to antiguo con cerámica a mano, los vasos torneadosson un elemento intrusivo de carácter de lujo y/o deprestigio.

La mayor parte de estos ejemplares no parece quesean producto de una factura local. Este hecho puedeobservarse en los yacimientos del Turmielo, el Cere-meño, la Atalaya y la Torraza, donde un elevado por-centaje de la cerámica recuperada fue elaborada amano, en cambio las urnas de orejetas encontradasson elaboradas mediante el torno. De igual modopuede ocurrir con los dos ejemplares registrados encontextos cerrados pertenecientes a las necrópolis dePrados Redondos y del Altillo del Cerropozo a tenorde la riqueza que contenían dichas sepulturas comoajuar. Además, la variabilidad formal que presenta elconjunto de los vasos con apéndices perforados en laCeltiberia, puede ser otro elemento indicativo de pro-cedencia foránea. Incluso la dispersión y la amplitudcronológica de todos y cada uno de ellos son indicati-vos de una producción prácticamente ajena al mundoindígena de la Celtiberia.

Los hallazgos de recipientes de esta forma se ci-fran en una veintena y su amplitud cronológica abarcacinco siglos aproximadamente, desde la segunda mi-tad del siglo VI hasta el primer cuarto del siglo I a.C.Los ejemplares de alta cronología son los de los pobla-dos del Turmielo y del Ceremeño, incluidos ambosdentro de la segunda mitad del siglo sexto. La urna dela sepultura cinco de la necrópolis de Prados Redon-dos y la tapadera de la Torraza corresponden al sigloV. El resto de los hallazgos tienen una atribución cro-nológica dudosa, pues los yacimientos a los que corres-ponden, poseen una datación oscilante, cuanto menosde dos siglos. Esta imprecisión es debida, en primer

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lugar, al hecho de que se trata, en muchos de estosyacimientos, de excavaciones antiguas, y en segundolugar, a que todos ellos carecen de una cronología pre-cisa. No obstante, la mayoría ha sido incluida entre lossiglos IV y III a.C. A excepción de la tapadera delHuerto de los Frailes, hallada en un amplio cenizal, ydatada entre el 80 y el 70 a.C.

Francia (Fig. 2). El primer trabajo de síntesisreferente al Languedoc-Roussillon corresponde a Jully(1962; 1975), quien más tarde realizaría junto a Nords-tröm varios artículos sobre tipos cerámicos determina-dos, entre las que se encuentra la urna de orejetas per-foradas (Jully y Nordström 1966). Aunque de manerasomera y sucinta, fue Fletcher (1964) quien trató en

conjunto por primera vez su repartición por el SE fran-cés. Sin embargo no fue hasta la década siguientecuando fueron estudiadas de una manera más amplia.Solier realizó una puesta al día de la documentaciónexistente hasta ese momento y clasificó para la zonadel Languedoc la cerámica de estilo ibero-púnico enbase a las formas. Estableció un total de seis grupos ode categorías. El segundo de éstos es el que nos inte-resa principalmente, y corresponde a los “(...) vases depetites ou moyennes dimensions, caractérisés par laprésence d’oreillettes ou plus rarement d’anses perfo-rées, qui assurent la fixation d’un couvercle doté d’unbouton de préhension. Elles son parfois associées àdeux autres anses non perforées (...)” (Solier 1976-78:240). Este investigador observa un total de dos formas,

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Fig. 2.- Urnas procedentes de: 1. San Miguel (Arnedo) (Escudero 1990); 2. Prados Redondos (Sigüenza) (Escudero 1990); 3-6. Mailhac.(Gailledrat 1998). Escala ¼.

las cuales le fueron definidas mayoritariamente por losejemplares de la necrópolis de Saint-Julien y de Grand-Bassin II y por los del poblado de Cayla II. Las dosformas de vasos de cierre hermético que observa sonlas siguientes:

Forma 1. Con dos variantes: Variante a. Vaso cerá-mico de cuerpo ovoide con apéndices perforados; y va-riante b. Vaso ovoide con las asas verticales perforadas.

Forma 2. Vaso globular con apéndices perforadoscomo único elemento de prehensión, o acompañadosde asas horizontales de sección circular perpendiculara los apéndices.

Más recientemente Gailledrat (1998) diferenciagrupos cerámicos importados y distintas produccionesregionales, así como una nueva tipología cerámica.

Dentro del área que comprende el Languedoc hayque distinguir tres zonas o sectores diferenciados: elLanguedoc occidental, el propiamente ibérico, desdelos Pirineos hasta el río Orb; el Agadés, asociado a lazona que comprende el tramo final del río Hérault, y elLanguedoc oriental, encuadrado ya dentro de la órbitade Marsella (Solier 1976-78). De los doce yacimientosfranceses con presencia de vasos de cierre herméticocon apéndices perforados, ocho se hallan situados den-tro del Languedoc occidental, tres en el Agadés y unotan sólo en el Languedoc oriental. Hay que destacar enprimer lugar la mínima presencia de estos vasos enáreas funerarias. Únicamente dos de los doce yaci-mientos donde conocemos la existencia de este reci-piente responden a necrópolis, Grand-Bassin II y Saint-Julien. Mientras en la necrópolis de Grand-Bassin II seconocen sólo en dos tumbas como osario, en sucorrespondiente poblado Cayla II, se recuperaron alre-dedor de una treintena de ejemplares. En la necrópolisde Saint Julien fue hallada una pequeña urna de estetipo fuera de contexto, pero en los alrededores de latumba número 156, que contaba como contenedor ci-nerario con una ánfora etrusca datada dentro de la pri-mera mitad del siglo VI (Dedet 1974). Es importanteseñalar el hallazgo de esta forma en el yacimiento encueva de Saint Vérédéme (Sonilhac, Gard) (Dedet1974). Esta zona situada en el Languedoc oriental secaracteriza por tratarse de un área encuadrada dentrode la órbita de la antigua Marsella, y por ende de lacultura greco-ródana. Además, en este área son muydébiles y escasos los elementos pertenecientes a la cul-tura material ibérica (Solier 1976-78).

La cronología de estos ejemplares oscila en algomás de un siglo. Los más antiguos están atestiguadoshacia la mitad del siglo VI a.C. y/o tercer cuarto (Mont-fau (Bacou 1983), Pech Maho (Solier 1976-78), LaMonedière (Nickels 1989), Grand Bassin II y Cayla II(Louis y Taffanel 1955, 1958), mientras que los másrecientes están incluidos dentro de la segunda mitad dela centuria siguiente como los de Rue Perben (Nickels1995) y Roche du Roc Gris (Solier 1992).

Gailledrat (1995, 1995a, 1998) ha puesto de ma-nifiesto que este tipo cerámico pudo llegar a esta zonapor medio de un intercambio procedente de yacimien-tos peninsulares. Este hecho lo ha constatado en losoppida de Montlaurès, Cayla II y su necrópolis deGrand-Bassin II, entre otros, donde indica además, queciertas cerámicas ibéricas documentadas (los vasos decierre hermético con apéndices perforados, los pithoi,etc.) son de producción foránea. Ha observado ademásque estos tipos cerámicos están poco representados y através del estudio de las pastas, ha distinguido su ori-gen no local, tratándose pues, de una forma marginalpara el área francesa. También existen otros vasos ce-rámicos típicos de la cultura ibérica, pero que están ela-borados en los talleres narbonenses. Durante la segun-da mitad del siglo VI, la presencia de material ibéricoen Montlaurès es de sólo un 6% frente al 75% de ánfo-ras griegas. En Mailhac cambia sustancialmente estepanorama, igualándose los porcentajes. Las ánforasgriegas representan el 33% de la cerámica frente al44% de las ibéricas. Algo similar se produce en PechMaho. Las piezas ibéricas tienen una presencia mayora la del resto de las cerámicas. Un 38% frente al 32%las ánforas griegas y el 30% de las piezas etruscas.

Este tipo cerámico tuvo cierta incidencia duranteun periodo no mayor de un siglo y medio aproximada-mente, ya que, con posterioridad al final del siglo Va.C., desconocemos la existencia de otros ejemplaresen el SE francés. A partir de la segunda mitad del sigloV y sobre todo a finales del mismo, se observa en estazona un progresivo aumento de la influencia massalio-ta sobre la población indígena. Las ánforas ibéricascomienzan a declinar en favor de la massaliotas, yentrado el siglo siguiente, se observa también la intro-ducción de cerámicas grises catalanas y elementos deorigen celta, tales como armas y cerámicas. Con la lle-gada del siglo IV, la cerámica ibérica será poco habi-tual (Ugolini 1995).

Casi la totalidad de los ejemplares están elabora-dos a torno y además, son escasos los que no han sufri-do una cocción oxidante. Existen imitaciones en cerá-mica no torneada, como el ejemplar de la necrópolis deSaint-Julien, o, en cerámica gris monocroma, en Cayla II.

En lo referente a la morfología de estos ejempla-res, existen perfiles ovoides, algunos de tendencia glo-bular y globulares. Las bases son cóncavas y plano-cóncavas. Únicamente tenemos constancia del ejem-plar a mano de Saint-Julien que posee una base dife-rente a la del resto: cuenta con un pie anular. Por otrolado, no son muchas las tapaderas recuperadas y todasofrecen un perfil cónico. En cuanto a sus cogedores,en Mailhac se han documentado los de botón cónico.Los ejemplares de los yacimientos de La Monedière yde Montfau los poseen de forma discoidal, siendo ade-más el de este último yacimiento moldurado. Solamen-te conocemos la presencia de asas verticales u horizon-

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tales, simples y bífidas en los yacimientos de Mailhac.Suelen estar o bien perpendiculares a los apéndicesperforados, o bien, rematadas por dichos apéndices.

Andalucía (Fig. 3). Para esta área, y más concre-tamente para la cuenca del Guadalquivir, Pereira

(1988) realizó una clasificación tipológica de losmateriales cerámicos a torno pintados procedentes deyacimientos datados entre los siglos VI y III a.C. Estapropuesta está basada en la aplicación de criteriosmorfológicos. Parte desde un nivel general, según latendencia abierta o cerrada de las cerámicas que en-

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Fig. 3.- Urnas procedentes de: 1. Los Castellones de Céal (Hinojares) (Pereira y Rodero 1983); 2 y 5. Toya (Peal de Becerro) (Pereira 1979);3. El Jardín (Torre del Mar) (López 1975); 4. Boliche (Villaricos) (Osona 1981); 6 y 7. Buenache de Alarcón (Buenache de Alarcón) (Losada1966). Escala ¼.

globa en su estudio, hasta otro más concreto. En esteúltimo describe el volumen de los recipientes cerámi-cos a través de formas geométricas simples y delimitauna serie de variables como el borde, cuello, cuerpo,etc. Diferencia un total de 17 grupos tipológicos. Elgrupo 3 está configurado por recipientes cerámicosque poseen formas de tendencia cerrada y que presen-tan tapadera, cuerpo de perfil globular y el borde bise-lado. Distingue dos tipos en este grupo. El tipo 3-Acorresponde a un recipiente cerámico que además delos atributos arriba indicados, presenta a su vez unosapéndices perforados en la tapadera y en el borde delvaso. Se trata pues, de la típica urna de orejetas perfo-radas. Dentro de la tipología observa dos variantes:

3-A-I.- El vaso cerámico presenta los apéndicesperforados próximos al borde, sin ningún otro elemen-to de prehensión. El ejemplar que conforma esta va-riante es la urna de la tumba XIV de Los Patos (Cástu-lo) (Blázquez 1975).

3-A-II.- Caracterizados por tener dos asas enfren-tadas a los apéndices. Los ejemplares que forman estavariante son tres urnas de Toya (Pereira 1979), una deCastellones de Ceal (Fernández 1955) y otra más enÚbeda la Vieja (Blanco 1963). Todas ellas presentanun perfil globular o bitroncocónico y una decoraciónbasada en bandas bien bicromas, bien monocromas.Su cronología estaría situada en torno al siglo V y me-diados del IV a.C.

Englobando al resto de los ejemplares conocidoshasta la fecha, nuestra propuesta tipológica sobre labase de sus atributos morfológicos para los ejemplaresandaluces es la siguiente:

Grupo I. Se incluye a los recipientes de perfil glo-bular. Hemos distinguido tres variantes:

I.a.- Caracterizado por poseer los apéndicescomo único elemento de prehensión. Conocemos cua-tro ejemplares procedentes de las necrópolis de LosPatos, Boliche (Osona 1981), Castellones de Ceal y deVillaricos (Siret 1995).

I.b.- Compuesta por ejemplares provistos dedos asas verticales bífidas opuestas a los apéndicesperforados. Integrado por dos ejemplares de Toya, unode Castellones de Ceal y otro de Úbeda la Vieja.

I.c.- Caracterizado por la presencia de asasverticales de sección bífida que coronan a los apéndi-ces. Únicamente se documenta en el ejemplar de latumba núm. 377 de Villaricos (Astruc 1951).

Grupo II. Formado por urnas de perfil bitronco-cónico. Está compuesto únicamente por un ejemplarde Toya. Posee dos asas verticales de sección bífidaenfrentadas a los apéndices perforados.

Grupo III. Compuesto por ejemplares que regis-tran un perfil ovoide. Únicamente está formado por unaurna de la necrópolis de Mengíbar (Alfaro et al. 1996),que se caracteriza además por no poseer ningún otroelemento de prehensión que no sean los apéndices.

Todas las urnas son de cocción oxidante y estánfabricadas a torno. La decoración es la típica geomé-trica basada en bandas y filetes horizontales. Lo mássignificante y característico de este conjunto cerámicoes la ubicación de las asas en varios ejemplares. Estasestán dispuestas perpendicularmente a los apéndicesperforados, cuyos paralelos más próximos se encuen-tran en el yacimiento de La Peña Negra. Todos estosrecipientes están fechados en el siglo V y/o en el IVa.C. La introducción de esta forma cerámica en lacampiña de Jaén se debió, según González (1983: 225),a la importante corriente comercial griega que distri-buyó un gran número de cerámicas áticas a través delSE peninsular. Es esta área andaluza una zona de trán-sito en sentido tanto N-S como E-O, lo cual le permi-tió desempeñar un rol de intermediario entre el sudes-te, la meseta y el O.

Área Sudoeste. Bajo este epígrafe englobamos alas actuales comunidades o regiones de Extremadura,Baixo Alentejo y Estremadura. El número de yaci-mientos con urnas de orejetas no supera la decena y enninguno de ellos han aparecido más de un ejemplar.Únicamente de Galeado y Garvao (Beirao y Gomes1983; Beirao et al. 1985, 1985-86) se conocen formascompletas, pues en el resto de yacimientos casi todoslos hallazgos corresponden a tapaderas. Sobresale laurna completa de Garvao, hallada en un depósito voti-vo, y que presenta una tapadera rematada por un pomoantropomorfo.

Todas son de cocción oxidante y fabricadas a tor-no. Las formas conocidas corresponden a galbos glo-bulares con tapaderas cónicas y troncocónicas. La de-coración pintada es la típica geométrica, que en el casodel ejemplar de Garvao se enriquece al combinarestampillas de forma romboidal con las bandas y file-tes horizontales.

La tapadera de Chibanes (Beirao y Gomes 1983)es una pieza de fabricación local según los excavado-res, pero inspirada en modelos importados. En cambio,la urna completa de Galeado sería una pieza importa-da (Beirao y Gomes 1983: 234).

Con la entrada del siglo IV se produce en la pre-sente zona la llegada de unos impulsos procedentes delárea meridional. No obstante, algunas piezas cerámi-cas encontradas en esta zona implican una serie derelaciones con áreas diferentes a la andaluza. Estehecho se observa en el hallazgo de fragmentos de cerá-mica ibérica que poseen decoración humana y vegetal(Rivero 1974).

A partir de los trabajos de Beirao y Gomes,Rodríguez Díaz y sobre todo con los de Berrocal,podemos apreciar que este tipo cerámico aparece porprimera vez en el SO peninsular a partir del siglo IV,perdurando hasta el siglo II a.C. Esta cronología se co-rresponde aproximadamente con la fase de Medellín

LA URNA IBÉRICA DE OREJETAS PERFORADAS 107

IV o ibérica realizada por Almagro (1977) o por la faseMartela II de Rodríguez Díaz (1989), la cual matizaligeramente la anterior.

Murcia (Fig. 4). Lillo (1981) clasificó las urnasde orejetas a partir de los atributos morfológicos y téc-nicos en tres tipos:

I. Vasos con apéndices perforados que portan asasen el cuerpo y que se encuentran tangentes al borde.

II. Vasos que únicamente poseen apéndices per-forados. Los recipientes cerámicos de este subgrupopueden estar o no decorados. Aquellos que son de unamenor dimensión tienen la tendencia hacia el rectilis-mo en sus paredes.

III. Vasos que tienen los apéndices perforados ho-rizontalmente. Poseen decoración pintada.

Los únicos yacimientos que han aportado ejem-plares completos son Los Molinicos (Lillo 1993), LaLoma (Cruz 1987, 1990; García 1990) y El Pasico deSan Pascual (Molina 1978). Todos están realizados atorno y corresponden a cerámicas de cocción oxidan-te. La mayoría presenta formas globulares y bitronco-cónicos con base cóncava y tapadera cónica rematadapor un cogedor discoidal. Solamente la urna de El Pa-sico de San Pascual posee un par de asas verticales. Ladecoración es la típica pintada de trazos geométricoscuyos motivos predominantes son las bandas y los fi-letes horizontales de color rojizo.

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Fig. 4.- Urnas procedentes de: 1-4. Los Molinicos (Moratalla) (Lillo 1981); 5. El Piuró del Barranc Fondo (Mazaleón) (Sanmartí y Padró1976-78); 6. La Gessera (Casseres). (Sanmartí y Padró 1976-78). Escala ¼.

El conjunto se ha datado entre la segunda mitaddel siglo V y finales del IV a.C., excepción hecha delos fragmentos hallados en El Castellar (Ros 1989) da-tados dentro de la primera mitad del siglo VI. Sin em-bargo no podemos olvidar que su presencia en lasextensas necrópolis murcianas como las de El Cabeci-co del Tesoro, Coimbra del Barraco Ancho y El Ciga-rralejo es prácticamente testimonial.

País Valenciano (Fig. 5). La expansión generali-zada en esta región se certifica por la distribución delos hallazgos. En Alicante pasan de la veintena losejemplares recuperados, procedentes principalmente

de las necrópolis de Altea la Vella (Morote 1981), Ca-bezo Lucero (Aranegui et al. 1993), El Molar (Senent1930; Monraval 1992) y el poblado de La Peña Negra(González 1983).

En conjunto, las formas responden a tipos ovoi-des y globulares en mayor grado, aunque no faltantampoco las bitroncocónicas y elipsoidales. Las basesson cóncavas y en menor cantidad plano-cóncavas.Las tapaderas son cónicas y/o troncocónicas remata-das indistintamente por cogedores discoidales o enforma de botón. El repertorio presenta una gran hete-rogeneidad formal. No obstante, son escasos los ejem-plares que portan asas, siempre verticales de sección

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Fig. 5.- Urnas procedentes de: 1-2. Altea la Vella (Altea) (Morote 1981); 3. La Solivella (Alcalà de Xivert) (Fletcher 1965); 4. Las Peñas(Zarra). (Martínez 1989); 5. Necrópolis del Puig de la Nau (Benicarló). Escala ¼.

bífida. Únicamente el ejemplar de la sepultura 33 de lanecrópolis de El Puntal de Salinas (García Soler 1992;Sala y Hernández 1998) las posee trigeminadas. Ladecoración es pintada de tipo geométrico monocroma,cuyos motivos principales son bandas y filetes hori-zontales, que pueden estar enriquecidos por otros co-mo rombos, líneas verticales paralelas, etc.

En la provincia de Valencia el conjunto más nu-meroso lo ofrece la necrópolis de Las Peñas (Martínez1989) con 6 ejemplares, que siguen un perfil globulary/o globular achatado y con bases cóncavas. La urnade la sepultura 13 posee un perfil carenado con la líneade la carena muy baja, muy próxima a una pyxide. Lastapaderas son todas cónicas menos la de la sepultura 8,que es troncocónica, rematadas por cogedores de tipodiscoidal. En el resto de yacimientos los hallazgos sonmás escasos y se contabilizan de forma mayoritariapor fragmentos con los apéndices o por las tapaderas,pese a que no faltan piezas casi completas como ocu-rre en Los Villares (Mata 1991), El Castellar (Coromi-nas 1944), El Hondón (Pla 1972), etc. Los ejemplaresvalencianos ofrecen cierta homogeneidad morfológi-ca. El más característico sería el de perfil globular ybase cóncava, tapadera cónica y cogedor en forma dedisco, pero carente de asas. Sin embargo, no faltanotras formas como son las de tipo ovoide y bitronco-cónico. La utilización de las asas está reservado prin-cipalmente a los recipientes de mayor tamaño, comolos ejemplares hallados en El Molino (Palomares1966). Casi todos los vasos son de cocción oxidante,excepto un ejemplar de Los Villares, al que le falta latapadera, de cocción reductora, de forma globular ybase de pastilla.

Oliver (1985) realizó una propuesta tipológicareferente a las urnas de las necrópolis localizadas entreel río Ebro y el Palancia. Los tipos II y III agrupan laspiezas de esta forma. El rico repertorio cerámico deesta provincia se debe a las necrópolis de El Puig de laNau (Meseguer y Giner 1983) y de La Solivella (Flet-cher 1965), de donde proceden más de una treintena depiezas y se aprecia una variada gama de formas, sien-do las predominantes las globulares y las elipsoidales,aunque no faltan tampoco las bitroncocónicas ni lasovoides. Sus bases son mayoritariamente cóncavas ylas tapaderas más frecuentes son de tipo cónico rema-tadas por cogedores discoidales o también, en formade botón pero ya en menor grado. Prácticamente todoel conjunto está realizado a torno y mediante cocciónoxidante. De Tirig procede una tapadera cocida a fue-go reductor. La decoración es también de tipo geomé-trico de coloración rojiza, pero con una amplia gamade motivos, pues las bandas y filetes se encuentrancombinados en numerosas ocasiones con círculos, se-micírculos o cuartos de círculo concénticos, rombos,grupos de líneas verticales, enrejados, etc.

Aunque en Alicante se conocen desde la primera

mitad del siglo VI en la Peña Negra, es sobre todo en-tre los siglos V y IV a.C. cuando se produce una mayoreclosión. La cronología de los ejemplares valencianosestá comprendida entre los siglos V y IV a.C. Tan sóloalgunos especímenes de Los Villares remontan estacronología, fijándolos entre el 580/540 y la primeramitad del siglo V a.C. En Castellón son casi tan abun-dantes los yacimientos fechados en el siglo VI comoen el V a.C. En l’Abric de les Cinc de Almenara ya losencontramos en el nivel IIC, encuadrado cronológica-mente entre finales del siglo VII y/o primera mitad delsiglo VI a.C. Este yacimiento posee un gran número defragmentos cerámicos fabricados a mano así como decerámicas fenicias de origen occidental o meridional(Junyent 1977; Junyent et al. 1986). Por el contrario,únicamente se ha atestiguado un fragmento cerámicoperteneciente supuestamente al ámbito griego occi-dental. Otros yacimientos datados dentro del siglo VI,pero ya en su segunda mitad son: El Puig de la Nau, ElPuig de la Misericòrdia, Els Barrancs, El Mas de Vito,la necrópolis de La Solivella, etc. Durante el siglo Vcontinuará generalizándose su uso, y este desaparece-rá prácticamente por completo en el IV a.C. A este res-pecto no hay que olvidar que muchos de los yacimien-tos ibéricos fechados dentro de la quinta centuria nopresentan por lo general ningún elemento remontablea la centuria siguiente, pues muchos de ellos son aban-donados antes del inicio del nuevo siglo (El Puig de laNau, El Vilarroig, El Pouaig, etc.) (Oliver 1993). Pesea este despoblamiento, un yacimiento no muy lejano aéstos como es La Moleta del Remei en Alcanar, sub-siste a este abandono, y en él los vasos de cierre her-mético se han hallado en contextos del siglo IV, excep-ción hecha de un fragmento que ha sido datado dentrodel siglo III (Gracia, Munilla y Pallarés 1988). Deacuerdo con esto tal vez sea la hora de revisar los cri-terios de datación de yacimientos o niveles sin cerámi-cas griegas.

Cataluña (Fig. 6). Alrededor de 40 yacimientosson los que hasta la fecha han aportado urnas de oreje-tas, de los cuales, más de la mitad corresponden a nú-cleos de hábitat, doce a necrópolis, uno a un vertede-ro, y un último de carácter indetermindado.

Los conjuntos más numerosos los han ofrecidolas necrópolis situadas en la desembocadura del rioEbro como son Mianes (Maluquer 1987), Mas de Mu-ssols (Maluquer 1984), La Oriola (Esteve 1974) y ElColl del Moro (Rafel 1991, 1993), gracias a las cualesse conocen una gran variedad de tipos. Los más comu-nes son los globulares y los elipsoidales. Las formasovoides y bitroncocónicas suelen ser las de mayortamaño así como las más usuales en llevar un par deasas, que por lo general son verticales de sección bífi-da rematadas por los apéndices. La decoración estápresente en la mayor parte de las piezas y es monocro-

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ma de temática geométrica, aunque también hay diver-sos ejemplares donde se aprecia la bicromía. Los ha-llazgos en las provincias de Barcelona, Lérida y Giro-na, se han producido mayoritariamente en núcleos depoblación y por lo general no sobrepasan los tresejemplares por yacimiento.

Los vasos realizados a torno son los más abun-dantes, aunque no faltan los elaborados a mano, a imi-tación de los torneados. Casi todos presentan una coc-ción oxidante, pues la cocción reductora queda desti-nada fundamentalmente para los fabricados a mano.Es de destacar la tapadera incompleta hallada en Suda(Junyent y Alstuey 1991) realizada en barniz rojo iler-geta, así como una urna procedente de la necrópolis de

Mianes, de cerámica gris, que presenta como decora-ción pintada una banda horizontal de color negro.

Su amplitud cronológica en tierras catalanasabarca prácticamente cuatro siglos. Desde el segundocuarto o el tercero del siglo VI a.C. ya aparecen repre-sentadas en yacimientos como Mas de Mussols, Mil-manda (Ramon Sariñena 1995) o La Granja Soley(Sanmartí et al. 1982). Es interesante señalar que en laprovincia de Girona esta forma ya no aparece a partirdel siglo IV, momento en el que surgen grupos cerá-micos locales como la gris ampuritana o la cerámicade pintura blanca. Este aspecto implica la progresivadesaparición de modelos cerámicos del periodo ante-rior, y entre ellos el del vaso de cierre hermético. Las

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Fig. 6.- Urnas procedentes de: 1. La Oriola (Amposta); 2. La Granja Soley (Sta. Perpètua de Mogoda) (Sanmartí et al.1982); 3. Mas deMussols (L’Aldea); 4. Mianes (Santa Bàrbara). Escala ¼.

cronologías más modernas las ofrecen los yacimientosdel área ilergeta, así como otros dos situados muy pró-ximos a la costa; el de La Moleta del Remei (Gracia,Munilla y Pallarés 1988) y el de Sitges de la Por (Au-topistas 1995), este último datado en el primer cuartodel siglo I a.C.

Castilla-La Mancha. Los yacimientos con vasosde orejetas perforadas no incluidos dentro del área cel-tibérica pertenecen básicamente a las provincias deAlbacete y Cuenca. Son escasos los ejemplares cono-cidos hasta el momento en las otras dos provincias res-tantes. Únicamente tenemos dos en Ciudad Real y unoen Toledo. Además hay que destacar el hecho de queen esta región tan sólo hay cinco que se encuentran re-lacionados con núcleos de habitación.

Todos ellos poseen tres características comunes:bases cóncavas, pomos de las tapaderas discoidales,excepto el del ejemplar de Alarcos (Juan 1994), yausencia de asas, pues solamente cuatro piezas las pre-sentan dispuestas de manera vertical. Son casi todas atorno y la decoración que portan es la pintada mono-croma de temática geométrica.

Las características formales de todos los ejempla-res conquenses y del N de Albacete hay que ponerlosen estrecha relación con los del SE y de la Alta Anda-lucía (Mena 1990), y también con parte del País Valen-ciano (Almagro 1976-78). La geografía de esta regiónpermitió desde muy temprano la entrada de influjosibéricos. En Ciudad Real se pueden apreciar desde me-diados de la sexta centuria una serie de indicios mate-riales que son reflejo de la aportación a la zona de estí-mulos provenientes de la Alta Andalucía, SE y PaísValenciano. La zona albaceteña es al mismo tiempo unárea de recepción de influencias provenientes de dosáreas. Por un lado, la Alta Andalucía, lo cual le permi-te acceder a las corrientes orientalizantes, y por otro, ysimultáneamente, la costa valenciana y murciana acce-diendo así a los influjos del ambiente griego. Losejemplares han sido datados entre finales del siglo VIo principios del V hasta el IV a.C.

Aragón. Hasta la actualidad únicamente se haconstatado en nueve yacimientos de la provincia de Te-ruel, y todos corresponden a poblados. Prácticamentetodos los hallazgos las tapaderas, excepción hecha deun vaso completo al que le falta la tapadera que pro-cede de El Castelillo (Atrián 1959), que tiene un cuer-po globular y base cóncava, y está decorado con ban-das y filetes paralelos de color rojo-vinoso. Del restode yacimientos, solo los de Sant Cristòfol (Sanmartí1979) y de El Piuró del Barranc Fondo (Bosch 1923)han aportado fragmentos cerámicos pertenecientes alcuerpo y no a la tapadera.

Las tapaderas conocidas son casi todas cónicas ysus cogedores son discoidales. Son todas cocción oxi-dante a torno y su decoración es la típica pintada de

tipo geométrico. Los ejemplares más antiguos, los en-contramos en el poblado de Sant Cristòfol, Lo Puch(Puch y Ortonoves 1987-88) y el Piuró del BarrancFondo, con una cronología del siglo VI a.C. El restoqueda datado entre los siglos V-IV a.C.

Islas Baleares. Todos los ejemplares proceden deyacimientos de Ibiza. La necrópolis del Puig des Mo-lins (Rodero 1980; Gómez 1983; Hernández 1992) esla que ha aportado el mayor número. Son de morfolo-gía globular y globular ligeramente achatado o elipsoi-dal, con bases planas, plano-cóncavas y cóncavas. Lastapaderas son plano-cónicas, cónicas y troncocónicas.Su particularidad reside en los cogedores de las tapa-deras que son del tipo denominado de champiñón,aunque también los hay del tipo de botón cónico desección semicircular y en forma de chupete.

Gómez (1983) examinó las pastas, la factura, etc.,de algunos ejemplares así como su decoración y lesasignó una fabricación local. Su decoración es pintada,basada en motivos geométricos como bandas, filetes ychurretones de color marrón o rojo-vinoso. Además,uno de los ejemplares que se conserva en el M.A.N.posee una Tanit grafitada, hecho que refuerza aún mássu origen. Nos encontramos pues, con un tipo cerámi-co característico del mundo ibérico que ha sido acep-tado dentro de un ambiente púnico-ibicenco y adapta-do a las características morfológicas propias. Su pre-sencia habría que explicarla “(...) dentro del marco delas relaciones de Ibiza con el mundo Ibérico, como re-flejo de una influencia desde la península hacia la isla(...)” (Gómez 1983:12). El asunto de mayor problemá-tica reside en la cronología. Para Gómez su difusiónpor el ámbito ibicenco tendría lugar entre los siglos IVy III a.C. Hernández (1992) les otorga una cronologíamás alta. Advierte que los fragmentos de tapadera en-contrados en el yacimiento de la alfarería púnica de laAvenida de España núm. 20 (APAE-20) supondríanuna perduración en la isla de este tipo cerámico, asíque no tendrían que ser tomados en cuenta como unclaro marcador cronológico aplicable a todos los de-más. No hay que olvidar que estos fragmentos fueronhallados en un nivel de desecho, y pese a que su con-texto indica una cronología precisa, esto no obvia quepudieran ser más antiguos. Hernández data la urnanúm. 294 de la necrópolis del Puig des Molins a fina-les del siglo V a.C., similar a la de Sa Joveria, tambiénde finales del siglo V a.C. A falta de cronologías másprecisas su utilización en la isla comenzaría en un mo-mento indeterminado de la segunda mitad del siglo Vy perduraría hasta mediados/finales del siglo III a.C.

3. CONCLUSIONES

El trabajo precedente ha puesto de manifiesto laproblemática de este recipiente cerámico dentro de la

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península Ibérica y SE francés durante un periodo decinco siglos aproximadamente. Hemos demostrado deigual modo que se trata de una forma caracterizada poruna multiplicidad de usos, presente en áreas culturalesdiversas.

La hipótesis de su origen como probable creaciónpeninsular se afianza sobre la que lo ubicaba en lacuenca del Mediterráneo oriental, dentro de un am-biente cultural griego. Además, la percepción de lasurnas de orejetas como derivadas de prototipos grie-gos se contradice por el hiatus que separa las importa-ciones fenicias de las griegas en toda la fachada medi-terránea ibérica y por el comportamiento observado enel S de Francia, en donde su presencia se atribuye acontactos con el círculo ibérico.

Las pautas de comportamiento que siguen las ur-nas de orejetas perforadas a nivel métrico y morfoló-gico acusan una paulatina reducción de su tamaño. Pa-rece que buscan una forma característica definida porlos siguientes atributos: base cóncava, cuerpo globular(preferentemente) o elipsoidal, tapadera cónica o tron-cocónica rematada por un cogedor discoidal, sin asas ycuyo diámetro máximo sea superior a su altura. A par-tir de las características morfológicas de cada ejemplarse han podido distinguir diversas agrupaciones. Los queposeen una superficie cóncava a modo de depresióncomo cogedor se ubican en la zona de la desemboca-dura del río Ebro (Les Coves de Vinromà, La Solive-lla, La Oriola y Mianes). Tan sólo un ejemplar de ElMolar y otro de Mailhac se hallan fuera de este círcu-lo. Los que presentan un par asas verticales situadasperpendicularmente a los apéndices perforados se cons-tatan en la Alta Andalucía y SE peninsular (Toya, LosCastellones de Céal, La Peña Negra). En cambio, losque las poseen dispuestas de manera horizontal e in-cluso a veces rematadas por los apéndices, se reducenal área del Ebro (Mas de Mussols, La Solivella, Mia-nes, El Puig de la Nau) y al Languedoc (Mailhac), ubi-cándose estas últimas muy próximas al borde. Por otrolado, existen ciertos atributos en estas piezas que indi-can alta cronología como son los cogedores en formade botón, tanto de sección circular como semicircular,la base en forma de pie anular, la base plana y la plano-cóncava, característicos todos ellos del siglo VI y/oprincipios del siguiente aunque pueden figurar en pie-zas de cronologías posteriores.

La heterogeneidad que presenta esta forma asícomo sus divergencias métricas tienen que poder serexplicadas a partir de los diferentes usos con que se lespueden asociar, ya sea como recipiente destinado a unuso doméstico, diario y/o personal, como contenedorpara almacenar provisiones, como medio utilizado pa-ra la realización de transacciones comerciales o comorecipiente funerario. En este último caso, la urna deorejetas perforadas puede reiterar un carácter fúnebredebido al mayor número de ejemplares descubiertos

en tal ambiente. Sin embargo, solamente una cuartaparte de los yacimientos donde ha sido catalogada res-ponde a necrópolis, encuadradas en su mayoría den-tro del ibérico antiguo. De ahí que la utilización deesta forma no corresponda ni exclusiva ni específica-mente a lo funeraria. Además, no existe ninguna dis-tinción aparente entre las halladas en un ambientedoméstico y las de un uso funerario. Su utilizacióndentro de un ambiente religioso como ofrenda es laque posee un cariz más peculiar y singular, como asílo demuestran los hallazgos procedentes del depósitovotivo de Garvao (Ourique), de la cueva II del Puntaldel Horno Ciego (Villagordo del Cabriel) y del san-tuario del Recuesto (Cehegín). Además, en diversosenterramientos han aparecido como parte integrantedel ajuar, mientras que otro tipo de urnas eran las quecontenían las cenizas del difunto (La Loma, GranjaSoley, Las Peñas).

Sus características específicas ofrecieron al mun-do indígena la posibilidad de contar con otro mediopara efectuar sus transacciones comerciales dentro yfuera del territorio propiamente ibérico. No se trata deun tipo cerámico que tuviera un valor intrínseco perse, y por esta razón, comercializada como un útil delujo. Su valor sería de tipo económico, basado en elcontenido, cuya circulación por el interior peninsular ySE francés es patente desde la segunda mitad del sigloVI (El Ceremeño, El Turmielo, Mailhac, Montlaurès,etc.), y sólo es parangonable a la circulación del cála-to ibérico, siglos después. Algunos de estos núcleos dehabitación aún se encuentran en la última fase delBronce Final o de la cultura de Campos de Urnas (ElPoal, La Serra del Calvari, Sant Cristófol, etc.), y lacerámica torneada hallada se reduce a la importada delmundo colonial (griega o fenicia) y/o del mundo ibéri-co (Lo Puch). A falta de resultados de laboratorio, es-tos envases podrían transportar algún producto rela-cionado con la alimentación o como complemento delmismo, pues a menudo acompañan a ánforas o tinajas,con la particularidad de la tapadera ajustada, posibleindicio de un contenido susceptible de fermentación.A menudo, su función original como posible contene-dor de algún tipo de artículo (comestible o no), cambiade manera ordinaria en el lugar de destino, ya que, enestos yacimientos será reutilizada para usos distintoscomo puede ser el funerario. En efecto, una vez con-sumido el contenido, y debido a la característica demantenerse herméticamente cerrado, se convirtió enun recipiente adecuado para depositar las cenizas deldifunto (Altillo del Cerropozo, Prados Redondos, Colldel Moro, Grand Bassin II, etc).

Los datos que tenemos sobre su uso como envasecomercial dentro del mundo ibérico son precarios debi-do, entre otras causas, a la dificultad que representapoder reconocer como cerámicas importadas las quehan sido producidas en diferentes zonas del territorio

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ibérico. Es pues, de enorme complejidad distinguir di-ferentes centros alfareros que avalen la fabricación deproducciones, debido a la relativa uniformidad de laspastas.

NOTA1 El presente artículo consiste en una síntesis de nuestra Tesis deLicenciatura, que dirigida por la doctora Carmen Aranegui Gascó, yleída en la Universitat de València el 23 de abril de 1999, obtuvo lacalificación de sobresaliente.

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FERNANDO LÓPEZ BRAVO116