Las acuñaciones con escritura ibérica de la Hispania Ulterior

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La moneda de los íberos Ilturo y los talleres layetanos Alejandro G. Sinner (ed.) Alicia Arévalo González Marta Campo Díaz Joan Ferrer i Jané Pepita Padrós Martí Carles Martí Garcia Del 22 de abril al 30 de junio de 2012

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La moneda de los íberos. Ilturo y los talleres layetanos –

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La moneda de los íberos Ilturo y los talleres layetanos

Alejandro G. Sinner (ed.)

Alicia Arévalo González

Marta Campo Díaz

Joan Ferrer i Jané

Pepita Padrós Martí

Carles Martí Garcia

Del 22 de abril al 30 de junio de 2012

CATÁLOGO

Editor científico y selección de las obrasAlejandro G. SinnerUniversitat de BarcelonaPrograma FPU del Ministerio de Educación

PatrocinadorJosep Barceló García

AutoresAlicia Arévalao González Marta Campo Díaz Joan Ferrer i JanéPepita Padrós MartíCarles Martí GarciaAlejandro G. Sinner

CorrecciónJordi Ciuró i Moreno

DiseñoMHA, estudi gràfic SLL

ImpresiónNorprint S.A.

CRÉDITOS FOTOGRÁFICOS

© Museu Nacional d´Art de Catalunya, Gabinet Numismàtic de Catalunya (MNAC/GNC)© Ajuntament de Cabrera de Mar, Dipòsit Municipal de Can Bartomeu (DMCB)© Museo Arqueológico Nacional (MAN)© Colección Montañes (CM)© Colección Barceló (CB)© Archivo Villaronga (AV)© Museu de Badalona (MB)© Albert Martín Menéndez (AM)© Juan Bárez (JB)

EXPOSICIÓN

ComisarioAlejandro G. SinnerUniversitat de Barcelona Programa FPU del Ministerio de Educación

CoordinaciónMarta PrevostiDirectora del Museu de l’Estampació de Premià de Mar

DocumentaciónAlejandro G. SinnerUniversitat de BarcelonaPrograma FPU del Ministerio de Educación

RestauraciónNúria Fernández LlobetTécnica en conservación, restauración y difusión del Mu-seu de l’Estampació de Premià de Mar

AGRADECIMIENTOS

Ajuntament de Cabrera de MarMuseu de l’Estampació de Premià de Mar Gabinet Numismàtic de Catalunya del MNACMuseu de BadalonaMarta Campo DíazPere Pau Ripollès AlegreAlbert Martín MenéndezAnton Torrents

©Textos de los autoresPrimera edición: abril 2012

DL L-478-2012ISBN 84-615-7847-3

Índice

4 Presentación Marta Prevosti

5 Prólogo Toni Ñaco del Hoyo

La moneda de los íberos: un breve contexto general

7 Las acuñaciones con escritura ibérica de la Hispania Ulterior Alicia Arévalo González

17 La moneda ibérica en el nordeste de la Citerior Marta Campo Díaz

La lengua de los íberos: las leyendas monetales

28 La lengua de las leyendas monetales ibéricas Joan Ferrer i Jané

La Layetania: talleres y circulación de moneda

44 Las cecas layetanas. La ceca de Baitolo Pepita Padrós Martí

55 La circulación monetaria en el valle de Cabrera de Mar (El Maresme, Barcelona) Alejandro G. Sinner, Carles Martí Garcia

72 La ceca de Ilturo. Estado de la cuestión Alejandro G. Sinner

84 Bibliografía

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LAS ACUÑACIONES CON ESCRITURA IBÉRICA DE LA HISPANIA ULTERIORAlicia Arévalo GonzálezUniversidad de Cádiz

Algunas pinceladas sobre la amonedación de la Hispania Ulterior

La provincia de Hispania Ulterior, que ocupó un territorio similar al que más tarde será la Bética según la primera delimitación augustea, emitió abundante numerario, lo que la convierte en una de las zonas del occidente romano con un mayor número de ciudades responsables de fabricación de moneda en la antigüedad. Así, desde que se inician las pri-meras emisiones por parte de la antigua ciudad de Gadir (Cádiz), que lo hará a principios del siglo III a.C., hasta el cierre de los diversos talleres monetales tras el reinado del emperador Tiberio, serán sesenta y nueve las ciudades que en un momento u otro, fundamentalmente entre los siglos II-I a.C., decidieron poner en circulación un numerario propio.

La diversidad cultural existente en la Ulterior a la que aluden las fuentes greco-romanas tiene igualmente su reflejo en la diferente naturaleza de sus amonedaciones. De ahí que encontremos un rico y variado entramado monetal que se corresponde bien tanto con los diferentes pueblos autóctonos que la habitan –oretanos, turdetanos, etc.–, como con las numerosas aportaciones antiguas, y en algunos casos continuadas, de pueblos llegados

Figura 1 Mapa con la ubicación de los talleres de la Hispania Ulterior según A. Arévalo

ALFABETOS LATINOSALFABETOS PÚNICOSALFABETOS IBÉRICOS DEL SUR

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desde distintos ámbitos del Mediterráneo –fenicios, púnicos, itálicos– que explican la hetero-geneidad iconográfica, epigráfica y metrológica de las acuñaciones de esta región (Figura 1).

Así contamos con acuñaciones emitidas por las antiguas ciudades feno-púnicas tales como Gadir, Malaka (Málaga) o Seks (Almuñecar, Granada), y que utilizarán esta escritura; para pasar por el grupo de cecas con leyendas bilingües –neopúnico y latín– tales como Asido (Medina Sidonia, Cádiz), Bailo (la posterior Baelo Claudia, Tarifa, Cádiz), Lascuta (Alcalá de los Gazules, Cádiz), entre otras. Igualmente contamos con las emitidas por los talleres que utilizan leyendas en alguna de las escrituras paleohispanas –Castulo (Cazlona, Jaén), Obulco (Porcuna, Jaén), etc.–, sobre las que trataremos de forma detalla-da en estas páginas. Por último se encuentran las acuñaciones de los talleres que usaron en sus leyendas exclusivamente el alfabeto latino, y que se ubican tanto en la zona del medio y bajo Gualdalquivir –Urso (Osuna, Sevilla), Carmo (Carmona, Sevilla), Ilipa (Alcalá del Río, Sevilla), etc.–, como en la costa o próxima a ella, entre otras Carteia (San Roque, Cádiz), Onuba (Huelva) y Acinipo (Ronda la Vieja, Málaga).

A pesar de este elevado número de cecas, el volumen de producción monetaria tanto en esta provincia como en toda Hispania fue escaso. Además, salvo una puntual emisión de plata en Gadir, se trata de piezas de bronce y pobres en valores, lo que implica que la riqueza que materializaban fue modesta, por lo que su uso debió estar limitado a las transacciones de menor cuantía. Por otra parte destaca el hecho del desigual volumen de producción entre unas cecas y otras, así como la discontinuidad de la mayoría de los talleres monetales junto a la cierta afluencia de emisiones en otros, por lo que no puede establecerse un mismo patrón para explicar la finalidad de todos ellos. Ello unido a que la moneda en la antigüedad no fue imprescindible para el desarrollo de un comercio fluido y ágil, pues existieron sistemas de intercambio mucho más adecuados, de manera que éstos se hacían sin duda en servicios, mercancías y materias primas entre las que entraban el oro y la plata, pero no necesariamente amonedado.

En general las ciudades emisoras de la Ulterior están situadas en lugares claves, que destacan por su riqueza minera, agrícola o salazonera, e insertas en vías de comu-nicación ya sean terrestres, fluviales o marítimas. Y debieron acuñar por motivaciones puramente locales y en cada caso para cubrir necesidades relacionadas con los sistemas de explotación, transformación y comercialización de los recursos citados. De manera que con este numerario se debía cubrir algún tipo de gasto y de pago de pequeña envergadura, pero necesario para el óptimo funcionamiento de los sistemas económicos de estas ciudades.

Un recorrido por la producción monetal ibérica de la Ulterior

Dentro de la rica y variada producción monetal de la Hispania Ulterior antes co-mentada, destaca un grupo de talleres, que además de ubicarse en distintos puntos, más o menos distantes, del mediodía peninsular, utilizaron en algún momento de su producción leyendas monetales en alguna de las diferentes escrituras paleohispánicas usadas por los pueblos peninsulares para escribir sus propias lenguas.

Generalmente se acepta que con la escritura que denominamos ibérica-meridio-nal acuñaron los talleres de kaśtilo-Castulo (Cazlona, Jaén), ibolka-Obulco (Porcuna, Jaén),

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a esta última se han atribuido también unas monedas de taller incierto; además de las acuñaciones de Abra (Torredonjimeno, Jaén), de iltiŕaka (Úbeda la Vieja, Jaén), y de iltuŕiŕ-Iliberri (Granada). Por último, encontramos la amonedación de Salacia (Alcácer do Sal, en Setúbal, Portugal), cuya inscripción indígena ha recibido diferentes transcripciones –Evion, Vama, Cantnipo, Ketouibon y por último *Beuipo– que se prestan a cierta confusión. Ello es debido a que de momento se tiene como leyenda monetal aislada, pues está pendiente de descifrar, de ahí la disparidad de lecturas ofrecidas (Untermann, 1975: A. 103.d; 1997: 110, 23; Correa, 1982: 72; De Hoz, 1989: 562; Faria, 1989: 71-89; 1992: 39-48; 1995: 144).

La cronología de estas acuñaciones se puede situar aproximadamente entre finales del siglo III a.C. y mediados del siglo I a.C., aunque las fechas concretas no se hayan aún consensuado debido a la escasez de hallazgos contextualizados que resultan todavía insuficientes para contrastar las dataciones propuestas. Parece que son los talleres de Castulo y Obulco los primeros que empiezan a emitir, y sus acuñaciones las más abun-dantes de la Ulterior. Ya en el siglo II a.C. será cuando el resto de los talleres con leyendas en escritura local inicien sus acuñaciones. Por tanto, su etapa de funcionamiento queda englobada dentro de la época republicana y tan sólo Salacia emitirá moneda en la etapa transicional, en fechas que oscilan en torno al 44 a.C., pero sin duda antes de que se crea-ra la provincia de Lusitania.

A continuación daremos unas breves notas informativas sobre la amonedación producida en estas ciudades, teniendo siempre presente que son muchas las facetas aún pendientes de solventar, y para cuyo recorrido hemos seguido un criterio geográfico en función de su ubicación. Comenzaremos por las situadas en la alta Andalucía –Castulo, Obulco, Abra, Iltiŕaka–, para pasar más tarde a tratar el taller ubicado en el actual territorio granadino –Iliberri–, y terminaremos con la ceca emplazada en el extremo más occidental de la Ulterior, la antigua Salacia.

Castulo. El testimonio monetal de una ciudad minera

Castulo fue centro capitalizador del mineral de Sierra Morena, además de un importante nudo de comunicación al estar en el cruce de vías principales que unían la alta Andalucía, la Contestania, hasta la costa, con Tarraco por el interior, y con Sisapo (La Bienvenida en Almodóvar del Campo, Ciudad Real) y la Beturia por el oeste. Parece que fue la necesidad de poseer numerario para gastos implicados en la infraestructura que sus explotaciones mineras conllevaban, amén de otros de carácter cívico, lo que llevó a que su producción monetaria fuera abundante, rica en valores y con una razonable regularidad en su emisión.

Entre el c. 218 a.C. y la época cesariana emite doce series diferentes: las seis pri-meras (Figura 2), que se prolongan hasta aproximadamente el 80 a.C. en escritura local (García-Bellido, 1982); a continuación una serie transicional con leyendas bilingües (Figu-ra 3), acuñada hacia el 85 a.C., y por último se emiten cinco series con leyendas latinas, datadas entre el 72 y el 45 a.C.

Es muy posible que su pertenencia al ámbito cultural bárquida fuera lo que empujó a la ciudad a la fabricación de moneda temprana, aunque lo realizó con indepen-

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dencia, como muestra su escritura local y su iconografía, que se fija ahora: para el anverso una cabeza masculina laureada, y una esfinge para los reversos, y que permanecerá inva-riable hasta prácticamente el final de su amonedación.

Ya bajo la órbita romana, Castulo emite su serie tercera siguiendo el patrón sextantal vigente en Roma, acuñándose ases, semis, con toro en reverso, y cuadrantes, con jabalí. Consecutiva a esta emisión se acuña, desde el c. 179 hasta el c. 150 a.C., una serie sin símbolo –serie IV– relativamente abundante, aunque inferior a la anterior. No obstante, continuaron fabricándose los tres valores, sin duda debido a que seguían siendo ampliamente demandadas y cumplían un papel importante en el sistema monetario y en la vida económica de la ciudad. El taller comenzó en un momento intermedio de la emisión de esta serie, aproximadamente en el c. 165 a.C., a aumentar su volumen de pro-ducción mediante la acuñación de dos series más, la serie con símbolo delfín –serie V–, que se mantuvo hasta el c. 150 a.C., al igual que la anterior, y la serie con símbolo mano –serie VIa–, que se fabricará hasta el 80 a.C. (Figura 2). Este alto volumen de producción con series dobles o paralelas se mantendrá hasta el 80 a.C., pues aunque la serie sin símbolo deja de fabricarse queda la de la mano, y la serie con delfín será sustituida por una nueva serie, la que presenta el símbolo de un creciente –serie VIb–, que circulará coetáneamente con su serie paralela, la de la mano.

Este abundante numerario, que según García-Bellido (1982) parece deberse a la llegada continuada de itálicos para explotar las minas, supuso una explotación más sistemática de los recursos, cada vez más distanciados de las ciudades, lo que obligó a que a estas explotaciones, alquiladas a los publicani, se les proporcionaran medios económicos y se les dieran ciertas facilidades administrativas.

Esta situación cambió a comienzos del siglo I a.C., y es en estos momentos cuan-do se produce el cese de las amonedaciones castulonenses con escritura local, debido al paso de estas explotaciones a manos privadas, por lo que la ciudad deja de responsabili-zarse del abastecimiento a particulares (García-Bellido, 1982). No sabemos exactamente cuando esta ceca comienza esta segunda etapa de su andadura, con topónimo en escritura local y una pareja de nombres personales en caracteres latinos (Figura 3), para la que sólo fabrican dos nominales: semis y cuadrantes. Poco después ya sólo se emiten series latinas, caracterizadas por llevar en sus leyendas varias parejas de nombres de magistrados –tales como SACAL, ISCER–, que aunque están escritos en latín son de origen local. Además, en ocasiones omiten el topónimo o lo hacen constar de forma abreviada, CAST.

Figura 2 Unidad de Castulo con símbolo mano. Hacia el 165-80 a.C. (MAN)

Figura 3 Mitad de Castulo de la emisión bilingüe. Hacia el 85 a.C. (MAN)

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Obulco y su abundante producción monetal

La ciudad de Obulco, identificada con la actual Porcu-na (Jaén), está situada en un importante nudo de comunicacio-nes que conectaba la alta y la baja Andalucía. Además controla-ba un territorio donde se desarrollaba una explotación agrícola de tipo cerealista de gran envergadura, y que conectaba con vie-jas tradiciones culturales y antiguas formaciones socioeconómi-cas, lo que había llevado a la antigua Ipolka, y posteriormente a Obulco, a ser el centro comercial y económico de la región. Parece que fueron los gastos generados por el mantenimiento de la infraestructura que conllevaban estas explotaciones agra-rias, el motor de arranque de las acuñaciones de esta ceca, que comienza a emitir a finales del siglo III a.C. (Arévalo, 1999). Esta primera emisión no fue numerosa, pues se fabrica un único va-lor –duplos–; sin embargo se fija ahora su tipología –una divini-dad local fecundante para el anverso, y espiga y arado para el reverso–, que permanecerá prácticamente invariable hasta que se emita la última serie. Por el contrario, la escritura elegida para su leyenda toponímica no va a ser la local sino el latín, cuando, como veremos, lo habitual es que combine ambos tipos de escri-tura (Figura 4).

La incipiente monetización de esta ciudad debió ser muy bien acogida, ya que poco tiempo después, a principios del siglo II a.C., se pone en marcha una nueva fase de acuñación, más sistematizada que la anterior y con dos fases de emisión. En la primera se menciona únicamente el topónimo, pero ahora no sólo en latín sino también en escritura local (Figura 4), y en la segunda figuran además los nombres de las dos personas que controlaron la emisión –śibibolai/urkail– (Figura 5). Será también ahora cuando comiencen a fabricarse divisores, donde se com-bina la característica divinidad femenina con un jinete lancero.

Sin duda fue hacia los años 165-110 a.C. cuando tuvo lugar la más abundante producción de esta ceca, que representó una importante inyección monetal en la economía local. Tam-bién este incremento en la producción se ha querido vincular con una coyuntura favorable en relación con el posible apoyo al aprovisionamiento de grano a las tropas romanas durante las campañas contra los lusitanos (Chaves, 2000: 26). Estas mone-das acuñadas en diversos valores –unidades, mitades y cuartos– están distribuidas en siete emisiones diferentes, como muestran las siete parejas de nombres personales en escritura local de los reversos de las unidades –sikaai/otatiiś, iltiratin/kolon, tuitubolai/iskeratin, tuituboren/*ntuakoi, iltireur/kabesuritu, botilkoś/bekoeki, neseltuko/urkailtu–. Una amplia nómina de nombres personales

Figura 4 Unidad de Obulco con leyenda toponímica en carac-teres locales. Hacia el 209-189 a.C. (MAN)

Figura 5 Unidad de Obulco con nombres personales de las élites locales. Hacia el 189-165 a.C. (MAN)

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que no se constata en ninguna otra ceca hispana, y que permite conocer las bases insti-tucionales locales, que sin duda fueron utilizadas por Roma para sus propios propósitos. Será también ahora cuando en los divisores se dé una mayor combinación de tipos: an-versos con águila, cabeza femenina o prótomo de caballo, y en los reversos toro, águila, jabalí o lira.

Esta bonanza económica y financiera continúa en el siguiente período de acu-ñación, que situamos entre los años 110-80 a.C. aproximadamente, momento en el que empiezan a emitirse series dobles –serie Va y Vb–, como lo demuestran sus cuños, valores y pesos iguales, diferenciadas por llevar en los reversos una los nombres de los ediles –L.AIMIL y M.IVNI–, y la otra el topónimo en escritura local, ibolka. Cabe destacar que la presencia del título AID(iles) en un momento cronológicamente tan temprano ha llevado a pensar que probablemente estemos ante una latinización de un título indígena con fun-ciones no estrictamente equiparables a la correlativa magistratura romana, abarcando el cargo local todo el variopinto conjunto de responsabilidades tradicionales de los magistra-dos nativos (Rodríguez, 2000: 166).

Hacia la década de los años 80 a.C. se dejarán de emitir las series paralelas y este taller fabricará sus últimas piezas –serie VI–, caracterizadas por llevar sólo leyendas latinas, además de efigiarse un nuevo tipo de anverso, una cabeza masculina de tipo apo-líneo que sustituirá a la característica divinidad femenina. Con ellas deja de funcionar el taller en un momento, fechable en época de César, en que en la propia ciudad se advierte una reestructuración urbanística y poblacional, por lo que no sería extraño que estos cam-bios afectaran también al taller monetal llevándolo al cierre de sus puertas.

Otras acuñaciones atribuidas a Obulco

Los estudios realizados sobre estas monedas carentes de le-yenda toponímica (Arévalo, 1998: 211-212; 2005: 44-45), así como sobre el taller de Obulco, nos llevaron a considerar la posibilidad de que estas acuñaciones fueran emitidas por este mismo taller o bajo su amparo. Hemos propuesto que la razón por la que se omite el topónimo podría encontrarse en la propia organización sociopolítica de Obulco, pues sabemos que esta ciudad controlaba un extenso te-rritorio y, por tanto, una posible justificación para estas piezas es que hubieran sido fabricadas fuera de la ciudad, pero dentro del territorio controlado por ella, no haciendo falta que amparara con su nombre estas acuñaciones, pues hicieron constar los nombres de quienes tu-vieron la responsabilidad delegada de controlarlas.

Estas monedas son semejantes a las acuñaciones de Obul-co, con nombres de magistrados en escritura local. Así, al igual que ellas muestran en anverso una cabeza femenina, y en reverso arado y espiga acompañados de los dos nombres de los responsables de la acuñación (Figura 6).

Figura 6 Unidad de ceca incierta. Hacia el 165-110 a.C. (MAN)

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Abra. Una identificación insegura

De localización incierta, aunque su iconografía y la exis-tencia de monedas híbridas con Obulco llevan a situarla cerca de esta ciudad. Por otra parte, los hallazgos monetales han permitido sugerir su ubicación en Torredonjimeno (Jaén).

Se conocen dos emisiones diferentes (García, 1984: 89-98); la primera presenta leyendas en escritura ibérica-meridional para mencionar una pareja de nombres de magistrados, para cuya lectura no existe unanimidad (Figura 7). La segunda emisión es bilingüe con el topónimo en caracteres latinos en el anverso, y con los mismos nombres de magistrados que en la serie anterior en el reverso.

Ambas ilustran los mismos tipos que Obulco, aunque a dife-rencia de ella carecen de símbolos astrales, una tipología que también será copiada por otros talleres de la Ulterior como el de Ulia (Montema-yor, Córdoba). En la efigie del anverso se ha querido ver la represen-tación de diferentes divinidades, sin embargo no hay duda que para todas estas monedas se elige la imagen de una divinidad femenina fructífera, de ahí que en los reversos muestren espiga y arado, además de astral, como evidencian los crecientes, y descrita con un lenguaje similar al que Tanit muestra en las estelas africanas de los siglos III-I a.C.

El tipo de la divinidad es copiado en todos estos talleres con tanta similitud que se ha hablado de un diosa de la fecundidad de los campos adorada en la campiña turdetana, entre las actuales provincias de Jaén y Córdoba, e incluso se ha planteado la posibilidad de la existencia de una estatua de culto que habría sido el modelo para las monedas.

Además, la difusión de este tipo monetal coincide con una zona geográfica que tiene como centro el santuario de Torreparedones (Jaén), que estuvo en funcionamiento entre los siglos III-I a.C. y donde recibía culto una diosa de la fertilidad, que en una época cercana al siglo I a.C. fue asimilada a Dea Caelestis, según se deduce del hallazgo de un exvoto en forma de cabeza femenina en el que se lee el nombre de esta divinidad (Cunliffe y Fernández, 1999). Todos estos datos apuntan a ver bajo esta imagen femenina una diosa de posible origen indí-gena que con el tiempo se va asimilando con Tanit, y en época tardía con Dea Caelestis.

La escasa producción monetal de Iltiraka

Iltiŕaka ha sido recientemente identificada con el oppidum de Úbeda la Vieja (Jaén), la antigua Lupparia que cita Ptolomeo (II, 6,58), cuya etimología estaría relacio-nada con el vocablo lobo en latín. Esta propuesta ha sido defendida por Mozas (2006: 269-286) a partir del análisis de la iconografía y de la procedencia de estas acuñaciones.

De este taller monetal sólo se conoce una emisión con dos valores –unidad y mitad–, de unos 16 g, que ha llevado a situarla hacia mediados del siglo II a.C., aunque

Figura 7 Unidad de Abra con leyen-das en escritura indígena. Media-dos del siglo II a.C. (MAN)

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la similitud de anverso con la primera serie de Castulo, según Mozas, permitiría datarlas entre el 225-206 a.C., una cronología que tan sólo se podrá fijar con la información procedente de hallazgos monetales en contexto arqueológico, de los que por el momento carecemos.

Esta semejanza con el taller oretano se observa en la cabeza masculina diademada de los anversos; por el contrario, los reversos muestran una tipología original en la Ulterior: un lobo con estrella en las unidades, y en las mitades se ilustra una escena de un lobo con un objeto no identificado entre las fauces, tras una palma. Esta iconografía se ha puesto en relación con el grupo escultórico del san-tuario ibérico de El Pajarillo de Huelma (Jaén), donde figuran como protagonistas del mismo un héroe y un lobo (Molinos et al. 1998), lo que ha llevado a Mozas (2006: 269-286) a defender que la iconografía de estas monedas podría hacer referencia a un mito fundacional ya ilustrado en el siglo IV a.C., el héroe mítico que se había enfrentado al lobo (Figura 8).

Iliberri y sus singulares emisones monetales

Su situación en el actual barrio de Albaicín (Granada) ha sido constatada por las excavaciones arqueológicas. La sistematiza-ción de estas acuñaciones resulta compleja, a pesar de que contamos con un estudio monográfico (Fuentes, 2002) y con recientes aportacio-nes (Orfila y Ripollès, 2004: 367-388). Tradicionalmente se distinguían dos grupos de emisiones: las que presentan en reverso una triquetra y las que llevan una esfinge. Esta ordenación llevaba, al mismo tiempo, a situar primero las piezas con leyenda latina FLORENTIA, a conti-nuación las emisiones en escritura local, para terminar, de nuevo, con las acuñaciones con leyenda latina. Al tiempo que se databa su inicio a finales del siglo III a.C., siguiendo criterios metrológicos (Figura 9).

Sin embargo Orfila y Ripollès (2004), tras realizar un aná-lisis detallado de un conjunto de monedas con leyenda FLORENTIA procedentes de una excavación arqueológica, han defendido que par-te de las monedas de esta emisión son falsas o retocadas, por lo que las deducciones metrológicas hasta ahora realizadas han sido incorrectas, pues las monedas con peso alto son falsas ya que en realidad su peso medio está en torno a los 25,34 g, y datan estas acuñaciones a partir de la segunda mitad del siglo I a.C., según se puede deducir de las informaciones proporcionadas por los hallazgos y de la secuencia de la escritura, primero la local y luego la latina, esta última documen-tada de cinco formas diferentes: ILIBERI, ILIBERIS, ILIBERRITA, ILIBER y FLORENTIA.

Figura 9 Unidad de Iliberri con tipo de triquetra y topó-nimo en caracte-res ibéricos iltuŕiŕ. Siglo II a.C. (MAN)

Figura 8 Unidad de Iltiŕaka. Siglo II a.C. (MAN)

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La lectura de la leyenda toponímica en caracteres locales presenta dificultades al no saberse con qué criterio alfabético leer los signos que la componen: si como ibéricos levantinos, meridionales o mezcla de ambos. Untermannn (1975) la lee como ilbeŕiŕ, al considerar que existen ciertos problemas con la transcripción del grafema como tu. Sin embargo De Hoz (1989) se inclina a pensar que dicho signo es bi, aunque recientemente ha apuntado como más probable la lectura iltukiiki, formulada ya por Faria (1990-1991). En efecto, este último autor propuso primero esta lectura al considerar que la leyenda estaba compuesta exclusivamente con signos meridionales, pero más tarde corrige esta lectura por iltubeuŕiŕ al considerar que está en caracteres ibéricos levantinos, y propone la posibilidad de que en la leyenda iltuŕiŕ se esté abreviando sistemáticamente el topónimo completo. También presenta problemas la evolución del topónimo local al latino, y no se conoce la interpretación de kestin, separado del topónimo local mediante dos puntos y que está presente en una de las emisiones.

En cuanto a los tipos elegidos, la emisión con triquetra, que lleva en anverso una cabeza masculina con casco, no cuenta paralelos en otras acuñaciones hispánicas. A esta emisión se le asocian una serie de divisores con una variada tipología: figura femenina alada, estrella de seis puntas y creciente, lobo tumbado y creciente. Para el resto de las acu-ñaciones de la ceca se escoge una cabeza masculina para el anverso, y una esfinge similar a la utilizada por Castulo en el reverso.

Salacia. Un singular taller del suroeste peninsular

Localizada en la actual Alcácer do Sal (Setúbal, Portugal), con una situación estratégica en el estuario del Sado y con una riqueza ba-sada en los recursos pesqueros, como bien reflejan sus tipos monetales y su producción de sal, como vislumbra el topónimo latino. La ordenación de las diferentes emisiones de este taller monetal plantea problemas. Incluso la emisión más tardía, con leyenda latina IMP SAL (RPC S51A-B, S2-I-51C), a pesar del trabajo de síntesis y propuesta de ordenación de la ceca llevado a cabo a finales de la década de los años ochenta del siglo pasado por A. M. de Faria (1989), actualizada en diferentes aspec-tos en sucesivas publicaciones del mismo autor. Por lo que únicamente un estudio monográfico de la ceca puede proporcionar argumentos más sólidos sobre la organización interna de esta amonedación.

Las primeras emisiones alternan, en los anversos de sus uni-dades, cabezas de Heracles-Melqart con leonté o sin ella y laureado, semejantes a las copiosas emisiones gaditanas del siglo II a.C., con ca-bezas de un dios masculino barbado y laureado, de discutida interpre-tación, pues para unos investigadores se trataría de la representación de Júpiter-Saturno (Faria, 1989: 91-92; 1992: 43), mientras que otros lo identifican con un Melqart africano (García-Bellido y Blázquez, 2001: 333-334) (Figura 10). Estos tipos se encuentran acompañados en los re-

Figura 10 Unidad de Salacia con le-yenda toponímica local en el reverso. Segunda mitad del siglo II a.C. (MAN)

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versos con atunes o delfines, al igual que en Gadir, sin duda una iconografía que muestra una estrecha ligazón iconográfica entre ambos talleres. En cambio, los divisores muestran una mayor variedad tipológica: desde imágenes semejantes a las unidades, a espigas con creciente acompañados de un hipocampo, que también se documentan en otros talleres del suroeste peninsular (Mora, 2011: 73-102), hasta representaciones tan singulares como la de un skyphos enmarcado dentro de una corona vegetal, una creación original en la región y muy poco utilizada en las acuñaciones de la Ulterior, que al combinarse con la frecuente efigie de Heracles-Melqart, en el anverso, parece hacer una clara alusión a la copa de Helios que aquél utilizó para atravesar el océano, como acertadamente ha inter-pretado Mora (2011: 73-102).

Junto a estas ya conocidas emisiones con topónimo local, recientemente se ha atribuido a esta ceca (Gomes, 2001: n. 02.01; Marinho, 1998: 27, n. 15) una nueva acu-ñación caracterizada por presentar en el anverso un delfín, mientras que en el reverso figura un personaje masculino que avanza hacia la izquierda portando una pala sobre su hombro derecho, enmarcado entre dos inscripciones: una A latina, tumbada y externa por delante de la figura, y la leyenda indígena externa y abreviada, una iconografía cu-yos mejores paralelos los encontramos en los plomos monetiformes procedentes del valle del Guadalquivir (García-Bellido, 1986: 25-34; 1998: 195-196).

Por último, en la emisión final que porta ya la inscripción latina IMP(eratoria) SAL(acia)/ SALAC(ia) (RPC 51B), se ilustra en sendos valores, en los anversos, una cabeza masculina barbada con tridente –interpretado como Poseidón/Neptuno–, y en los reversos dos delfines. Acuñaciones de cronología todavía imprecisa pero probablemente emitidas a lo largo de la segunda mitad del siglo I a.C., y que se han utilizado como argumento a la hora de situar el momento en que la ciudad accede a un estatuto jurídico privilegiado, y también con la posibilidad de que en ella se acuñaran ciertos denarios pompeyanos que presentan la abreviatura [IMP] SAL en su anverso (RRC 477).

Otro aspecto destacado de estas acuñaciones es la inclusión, además del topóni-mo local (Figura 10), de nombres personales en caracteres latinos tales como ODACIS.A.[..], ODA.A.S., CANDNIL.SISCRA.F, SISBE.SICRA.F, SISVC.A, SISVCVRHIL, CANTNIP.[EDNI?]/AE.F, ANDVGEP.SISVC.F./TVL o [L o M] CORANI?, todos de origen turdetano salvo el últi-mo, claramente itálico tanto en las unidades como en los divisores. Aunque algunos pre-sentan problemas de lectura, en muchos casos debido al mal estado de conservación de las piezas o al escaso número de ejemplares conocidos, pero también debido al gusto epigráfi-co por las abreviaturas y nexos por parte de la ceca, existe cierta unanimidad a la hora de interpretarlos como las autoridades locales responsables de la emisión de moneda.

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