Los monasterios premonstratenses en los reinos occidentales de la Península Ibérica

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Los monasterios premonstratenses en los reinos occidentales de la Península Ibérica ENTRE EL CLAUSTRO Y EL MUNDO. CANÓNIGOS REGULARES Y MONJES PREMONSTRATENSES EN LA EDAD MEDIA, AGUILAR DE CAMPOO, 2009 Francisco Javier Pérez Rodríguez Universidad de Vigo

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Los monasterios premonstratenses en los reinos occidentales de

la Península Ibérica

ENTRE EL CLAUSTRO Y EL MUNDO. CANÓNIGOS REGULARES Y MONJES PREMONSTRATENSES EN LA EDAD MEDIA, AGUILAR DE CAMPOO, 2009

Francisco Javier Pérez RodríguezUniversidad de Vigo

omo hace unos años –en 1983– recor-daba Nobert Backmund, en la península Ibérica“los Premonstratenses se quedaron dentro de lí-mites modestos”, a lo que añadía que “los his-toriadores modernos apenas se han ocupado”del estudio de la orden1, hecho que sin duda sederiva de esa relativamente escasa presencia delos mostenses en España. Entre los movimien-tos de reforma monásticos surgidos en la Europalatina en torno al 1100 es el Císter el que llegaráa tener una mayor implantación en los reinospeninsulares occidentales; frente a éste, la ordenfundada por San Norberto se queda en esos“límites modestos” reflejados por Backmund,modestia que, sin embargo, tal vez no haya sidotanta y que, en último término, sería significa-tiva simplemente por su presencia, ya que otrascongregaciones contemporáneas –como la Car-tuja o Grandmont, entre otras– o bien no lle-garán a traspasar la frontera de Castilla o bien loharán mucho más tarde, en la Baja Edad Media.A continuación intentaré presentar lo más bre-vemente posible una visión general de la pre-sencia de la Orden de Premontré en los reinosde León, Castilla y Portugal así como de ciertosproblemas que surgen a la hora de su estudio acausa del estado actual de nuestros conoci-mientos.

1. LA HISTORIOGRAFÍA SOBRE LA CIRCARIA

HISPÁNICA MOSTENSE

Comenzaba mi intervención con una citadel padre Norbert Backmund; cualquiera que

se preocupe por conocer la orden de San Nor-berto se encontrará inmediatamente con sutrabajo: su Monasticon Praemonstratense es obrade referencia y punto de partida para iniciarcualquier estudio sobre cualquier cenobio nor-bertino en Europa. Posteriormente, Backmundamplió esa obra y, en el caso concreto del es-pacio peninsular que ahora nos ocupa, dio unanueva visión general de la presencia premons-tratense en Portugal, en 1959, y en España, en1983. Como he dicho, en este último trabajocomentaba la escasez de estudios sobre los mos-tenses hispano-occidentales que, por entoncesy aparte de su propia contribución, contabansolamente con algún trabajo de J.B. Valvekens–otro de los clásicos estudiosos de la orden– ydel benedictino Tomás Moral, además de algúnotro estudio aislado y de la edición de las co-lecciones documentales de San Pelayo de Ce-rrato y San Cristóbal de Ibeas y del libro bece-rro de Bujedo de Campajares2.

Los años ochenta vieron crecer en la Penín-sula un gran número de estudios históricos en-tre los cuales se encuentra alguno referente a lospremonstratenses y, especialmente, a Santa Ma-ría de Aguilar, que en esa década cuenta con losprimeros trabajos de quienes serán dos de susprincipales estudiosos: Mª Estela González deFauve y José Luis Rodríguez de Diego. Por otraparte, la publicación de numerosas fuentes me-dievales, que se añadían a la ingente obra de pu-blicación de documentación real desarrolladapor Julio González, favorecerán su estudio. Aprincipios de los noventa aparece la tesis doc-

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C

toral de Mª Teresa González de Fauve sobreSanta María de Aguilar, cenobio que se con-vierte así en el primero entre los mostenses enrecibir la atención de una monografía.

Sin embargo, el gran paso adelante para elconocimiento de la orden en el espacio que nosocupa llegará casi a finales del siglo XX, en1997. No creo equivocarme al calificar de tras-cendental el estudio de Mª Teresa López deGuereño Sanz Monasterios medievales premons-tratenses. Reinos de Castilla y León, obra capitalinsoslayable para cualquiera que quiera cono-cer la realidad medieval de los mostenses en lamitad occidental de la Península. A pesar deque su objetivo es el estudio de la arquitecturamostense, López de Guereño ofrece una com-pleta catalogación de los monasterios que fue-

ron o pasaron por ser norbertinos, los localizae informa detalladamente de los restos que deellos quedan –cuando los hay– y ofrece el de-venir histórico de cada uno.

A partir de entonces, poco a poco, se vanrealizando trabajos sobre distintas casas y, desdeel 2000, han sido publicadas monografías sobreSan Pelayo de Arenillas, Sancti Spiritus de Ávilay Santa María de los Huertos de Segovia; de esteúltimo hay que destacar la labor arqueológica enél desarrollada. Documentalmente, de nuevodestaca Aguilar de Campoo, cuya colección di-plomática hasta 1230 ha sido publicada por elya mentado José Luis Rodríguez de Diego.

Así pues, en 2008 nuestro conocimiento esbastante más amplio del que tenía Norbert

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Santa María de La Vid

Backmund hace exactamente veinticinco años.Sin embargo, es evidente que todavía quedamucha labor por hacer en el campo premons-tratense. Como obra general, la obra de Lópezde Guereño sigue imbatida y, entre los monas-terios individuales, la mayor parte de ellos ca-rece de un estudio actualizado. Hay tambiénque destacar el hecho –un tanto sorprendente–de que las dos primeras casas de la orden enCastilla, Retuerta y La Vid, carezcan tanto deuna monografía actualizada como de la publi-cación de sus fuentes documentales.

Para la exposición que hago a continuación,hay que tener en cuenta, pues, los grandes va-cíos historiográficos que existen. Mis fuentes se-rán los estudios referidos y, también, la docu-mentación publicada tanto de los propiosmostenses como de otras instituciones que hanconservado memoria de ellos y, necesariamente,las conclusiones que pueda presentar están so-metidas a nuevas investigaciones que puedanrealizarse.

2. PROBLEMAS PARA EL ESTUDIO DE LOS

MOSTENSES EN EL OCCIDENTE

PENINSULAR

De todos es conocida la tradición que hacea don Sancho Ansúrez y a don Domingo Gó-mez de Candespina fundadores, respectiva-mente, de Retuerta y de La Vid, las dos prime-ras casas mostenses del Occidente peninsular.Ambos personajes son de alta alcurnia: el pri-mero sería nieto del gran Pedro Ansúrez, fun-dador de Valladolid, y el segundo hijo ilegí-timo de la reina doña Urraca y del condeGómez González de Candespina. Como enmuchos otros casos, la tradición arranca verda-deramente de época moderna y, por ejemplo,tanto Backmund como Moral son bastante crí-ticos con ella y afirman que no tiene base do-cumental alguna3. Supuestamente, ambos ca-

balleros habrían conocido al mismísimo sanNorberto, ingresando en su orden en Laon yvolviéndose a Castilla en la década de los cua-renta del siglo XII para fundar sus abadías. Sibien no es posible negar tajante y radicalmenteesta tradición, lo cierto es que no tiene muchosvisos de haber sido cierta. Por de pronto, las aba-días mostenses hispanas eran filiación de la gas-cona Case-Dieu, lo que hace más que probableque sea de allí de donde llegaron los primeroscanónigos al reino castellano, sin intervenciónalguna de san Norberto4. Para corroborar la hi-pótesis, esa abadía norpirenaica recibía en 1148una donación de doña Mayor Pérez –hija de Pe-dro Ansúrez–, lo que demuestra la relación delos fundadores de Retuerta con la Case-Dieu, almargen de quien haya sido el primer abad delcenobio vallisoletano.

Esta tradición que hace de los primeros aba-des o fundadores de Retuerta y de La Vid agrandes personajes pertenecientes a la alta no-bleza y relacionados tanto con la monarquíacomo con, en este caso, san Norberto, no es ex-clusiva de la Orden Premonstratense. Los con-flictos que tuvieron lugar en el seno de cada unade estas órdenes o congregaciones centralizadasson bastante comunes y tienen causas diversascon el resultado de hacer a una casa más anti-gua, prestigiosa o santa frente a otra que le dis-puta la preeminencia o alguna otra cuestión. Envirtud de su mayor expansión, es el Císter elque presenta mejores ejemplos de las disputassobre cual de sus monasterios fue el primero enaceptar la norma en la Península, si Moreruela,Fitero o cualquier otro. Aún hoy se arrastran es-tos conflictos, como puede observarse en Ga-licia, donde los autores actuales disputan si fueSobrado u Oseira el primero en recibir a losmonjes blancos. Otro caso ejemplar que mues-tra como ya en la Edad Media se falsificaba do-cumentación o se inventaban o modificabantradiciones es el de Carracedo. Cabeza de unacongregación de monasterios benitos, el gran

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cenobio berciano se hacía cisterciense en 1203,comenzando entonces o poco después diversospleitos sobre sus antiguas filiales, muchas de lascuales pretendían liberarse de su tutela. Sería eneste contexto de enfrentamiento –bien ya en elsiglo XIII, bien después– cuando se inventan omanipulan datos y tradiciones, como lo de-muestran los conflictos que mantuvo Carra-cedo con Sobrado, Monfero, Villanueva deOscos, Castañeda o la misma Claraval.

En otro sentido, cierta documentación ple-nomedieval fue modificada después, en la BajaEdad Media o ya en el siglo XII, para demostrarla antigüedad de ciertas tradiciones que care-cían de base documental previa. Es lo que ocu-rre, por ejemplo, en el cenobio benito orensanode San Esteban de Ribas de Sil, que interpolóun diploma de Alfonso IX datado en 1228 in-cluyendo una mención a los nueve santos obis-pos que se habrían refugiado en el cenobio trasla invasión musulmana. En realidad, la pri-mera noticia segura de la existencia de esoscuerpos santos –cuyas mitras valdrán para ilus-trar las armas del monasterio en época mo-derna– no aparece hasta 1463.

Más común todavía que estas tradiciones re-tocadas es la directa manipulación o invenciónde diplomas regios con el fin de demostrarunos derechos que los monasterios debían po-seer desde tiempos antiguos pero que carecíande documentación que los avalase. En esos ca-sos, los monjes no tuvieron problema alguno encrear ex novo los materiales que le hacían faltay surgen así una serie de documentos que, a pe-sar de que puedan tener una base real, son máso menos claramente apócrifos. Las enormessospechas que genera buena parte de la docu-mentación altomedieval son prueba de esto y,por citar algún caso más concreto, puede men-cionarse la gran cantidad de documentos falsosque fueron generados en 1500 por la rama ga-llega de la Congregación de San Benito de Va-

lladolid con centro en el cenobio compostelanode San Martín Pinario.

Por último, en época moderna y especial-mente en los siglos XVI y XVII, los cronistas mo-násticos que se ocupaban de un cenobio con-creto o bien del conjunto de una ordentendieron a magnificar de forma desmesurada elobjeto de estudio. La casa o casas cuya historiase escribía eran las más antiguas, más grandes,más nobles, más ricas y mejor relacionadas quecualquier otra u otras, teniendo generalmentecomo fundador, fundadora o fundadores a gran-des personajes que, de no ser gente coronada,era siempre, si no santa, como mínimo espejo detodo tipo de virtudes. Los ejemplos son múlti-ples e incluso florecen de vez en cuando hoy endía y, para no alargarme, retomo el ejemplo delPremontré hispánico, que tiene su autor de estetipo en fray Bernardo de León, que escribió entorno a 1600, y que, según cuenta Backmund,“no cita ninguna fuente, multiplica las hipóte-sis audaces y, para reparar la mala fama adqui-rida antes de la reforma del siglo XVI, recurre afábulas no fundadas en documento alguno. Rei-vindica para la orden no solamente a santo Do-mingo, sino también a san Antonio de Padua,y el origen de dos órdenes militares, hace delfundador san Norberto un apóstol de la Inma-culada Concepción y forja otras historias deeste estilo carentes de toda apoyatura en la rea-lidad histórica5”.

Con esta larga exposición de elaboraciónde falsedades o tradiciones que carecen de basedocumental alguna, pretendo simplemente po-ner en guardia a cualquiera que se interese porel estudio de un monasterio medieval, puespreviamente es necesario desbrozar un terrenoque, a menudo, está plagado de datos que nosiempre son precisamente fiables. Es, como hereflejado, lo que muestra a la perfección el Pre-montré hispano, del que lo primero que sueleleerse son, precisamente, las fundaciones de

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Retuerta y de La Vid de una manera que es bas-tante improbable que hayan acaecido.

Sobre este tipo de problemas Santa María deAguilar de Campoo es otro buen ejemplo mos-tense. Monasterio altomedieval, este cenobioabre su colección documental con un diplomafechado en 852, supuesta carta fundacionalque –como dice Rodríguez de Diego– “no re-siste un mínimo intento de crítica diplomá-tica”, por más que pueda ofrecer informaciónválida6. En el siglo XII, Aguilar no está docu-mentado hasta 1141; después de esta fecha seconservan varios documentos de particulares ode otras instituciones entre las que hay quedestacar San Agustín de Herrera, en principiocedido a Retuerta por Alfonso VII en 1152. DeAguilar nada vuelve a saberse hasta 1169, añoen que se procedía a trasladar la comunidadmostense de Herrera, presidida por el abadMiguel, al cenobio de Aguilar. Con esta fechaaparecen tres diplomas7 en los cuales:

1) Los dueños del monasterio de Aguilar selo conceden al abad agustino Miguel y sus

sucesores –tibi Michaeli abbati totisquesuccessoribus tuis (regulam) sancti Augustinitenentibus– para que hagan allí una aba-día –ut fiat abbatia in perpetuum–.

2) Completando la donación anterior, Al-fonso VIII dona al mismo don Miguel ysucesores –tibi Michaeli abbati totisquesuccessoribus tuis regulam sancti Augustinitenentibus– la parte que le correspondeen el monasterio de Aguilar y en todossus bienes en los mismos términos que eldiploma anterior.

3) En el tercer documento se mezclan do-nantes de los dos mentados, se suprimela mayor parte de los que figuran en elprimero y se añaden varios personajesque elevan la alcurnia y mérito del do-cumento y que aparecen como conseje-ros de la donación.

La diferencia que existe entre los dos pri-meros y el tercero respecto a los donantes es lasiguiente (cuadro 1):

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Cuadro nº 1Donantes de Santa María de Aguilar a San Agustín de Herrera en 1169

DOC. Nº 2Alfonso VIII

DOC Nº 1Conde D. ÁlvaroConde D. NuñoGonzalo OsorioSancha Osorio

García OrdóñezPedro Fernández de Rodelga

Pedro FernándezGonzalo Fernández

María FernándezGonzalo Rodríguez

DOC Nº 3Alfonso VIII

Condesa Dª Sancha

“Cum consilio coheredum illius monasterii, ui-delicet: pie memorie Roderici monachi

(fratris comitis Nunii)”

Conde D. NuñoConde D. Álvaro

Conde D. ManriqueAbad Sancho de Retuerta

La diferencia entre las dos primeras dona-ciones y el tercer documento no se limita a losdonantes sino que éste es muchísimo más pro-lijo a la hora de describir los bienes que co-rresponden a Aguilar. Mientras que en la parejainicial se limita a decirse “cum omni hereditatesua, cum montibus et fontibus et deganiis et mo-lendinis et ingressibus et regressibus et cum om-nibus ibidem pertinentibus”, en el tercero seenumeran diversos bienes –que encabeza lapropia Herrera y entre los que figura Fuente-laencina– y, además, Alfonso VIII ordena “quetodas las dichas heredades sean granjas de SantaMaría de Aguilar para siempre” (mando et con-cedo ut omnes supradictas hereditates sint grangiaeSancte Marie de Aguilar in perpetuum).

Pero la más destacada diferencia del tercerorespecto a los otros dos es la cláusula inicial deeste –desconocida en los anteriores–, pues loprimero que ordena y concede el monarca es eltraslado de la comunidad de San Agustín deHerrera al monasterio de Aguilar: “ut abbatiaque est in monasterio Sancti Augustini de Ferreratransferatur et promoueatur ad monasteriumSancte Marie de Aguilar et fiat ibi abbatiam”. Larazón de este cambio se da a continuación:“quia in loco illo sufficientiam uictus habere nonpossunt causa penurie et paupertatis”.

Aún hay más: mientras que las dos prime-ras escrituras fueron copiadas en el Becerro deAguilar, no lo fue la tercera; hecho extraordi-nario puesto que no cabe duda que, de los tres,el más trascendental es el encabezado por elmonarca y la condesa doña Sancha. Frente a lasimplicidad de las donaciones de los herederosde Aguilar y del rey, que se pasan al cartulario,el copista parece haberse olvidado de trasladarel diploma que documenta a la perfección nosólo la donación reflejada en los anteriores sinoque establece formalmente el traslado de la co-munidad de Herrera, enumera y ordena laspropiedades y granjas del nuevo cenobio y,

además, se hace no sólo con acuerdo de los lai-cos sino que interviene también el abad de Re-tuerta secundado por aliorum abbatum eiusdemordinis que, evidentemente, se trata de la pre-monstratense8.

Las donaciones de 1169 relacionan, pues,Aguilar a Herrera y, en esta más prolija, no solola relacionan sino que la identifican puesto quesu comunidad sería la misma y, con el traslado,Herrera pierde su condición abacial para que-dar como simple granja de Aguilar, tal y comose estipula también para Valdeguña o Fuente-laencina. De paso, en el tercer documento sehace evidente que el abad don Miguel y su co-munidad pertenecen a la Orden Premonstra-tense, como lo demuestra la presencia de donSancho de Retuerta y de esos aliorum abbatumeiusdem ordinis.

Este último aserto, por otra parte, tampocoestá nada claro: la primera mención de la aba-día de San Agustín de Herrera se da en 1152,cuando Alfonso VII la dona a Retuerta9. Eldocumento es sospechoso y, si prescindimos deél, Herrera no aparece hasta 1164 –cuando, enun documento romanceado del Becerro, donMicael de Sant Agostin compra una heredad–;en los años siguientes, domino Michaeli abbatirecibe varias donaciones en las que se especificaque su comunidad sigue la regla agustina y, enuna de ellas, en 1165, que está compuesta portam fratribus quam sororibus10. Así pues, y enrealidad, la primera mención que hace de He-rrera monasterio premonstratense es también ladel traslado a Aguilar de 1169.

En resumen, no parece nada claro quepueda darse crédito a la narración del trasladotal cual se cuenta en este prolijo documento de1169 que, si bien no contradice a los otrosdos, no está en plena consonancia con ellos yque, para colmo y a pesar de su importancia, nofue copiado en el becerro. Considero, pues,

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más que cuestionable su veracidad, por más querecoja un hecho que tal vez pueda ser cierto: laprocedencia de Herrera de los canónigos quellegan a Aguilar.

Queda, pues, en entredicho, y con diferen-tes grados de probabilidad: 1) la existencia deun Herrera premonstratense, aunque tal vez lofuera; 2) el traslado de esa comunidad mostensea Aguilar; y, por tanto, 3) que este sea un ce-nobio de la orden desde 1169. Lo que parecepoder afirmarse más sólidamente es que en1169 Herrera es un monasterio que recibe desus dueños el de Santa María de Aguilar.

Se abre entonces un nuevo frente que tienetambién sus sombras y que se extiende duranteel período entre 1169 y 1173. Como señala Ló-pez de Guereño, el supuesto traslado del 69“hizo pensar que este abad Miguel lo fue deAguilar desde dicho año … a pesar de que en losdocumentos no consta explícitamente11”. 1173es otra fecha capital en la historia de Santa Ma-ría, pues el 19 de octubre el cardenal romano Ja-cinto confirmaba las propiedades del monaste-rio, entonces regido por el abad Andrés, quepresidía una comunidad de frailes que sigue laregla de san Agustín, sin hacerse referencia a laOrden Premonstratense12. Conviene tambiénseñalar que las propiedades que confirma el car-denal prácticamente nada tienen que ver con lasque se reflejan en el documento de 1169 en quese certifica el traslado de la comunidad de He-rrera13. Es decir, que da la impresión de que elmonasterio de Aguilar al que se refiere don Ja-cinto en 1173 no tiene mucha relación –al me-nos en sus propiedades– con el Aguilar al quesupuestamente se traslada la comunidad de He-rrera cuatro años antes con el beneplácito de Al-fonso VIII. Otra diferencia entre ambos ceno-bios en esas fechas está en el cambio de abad: elMiguel de Herrera-Aguilar de 1169 no está alfrente del Aguilar de 1173 al que se dirige el car-denal, presidido por Andrés.

Pero la relación de don Jacinto con el mo-nasterio de Campoo no acaba ahí, pues en undocumento sin fecha el cardenal confirma unaconcordia que se establece entre dos abadesAndrés, ambos de Aguilar. Uno de ellos presideuna comunidad de canónigos premonstraten-ses y es el que se quedará en el monasterio,mientras que el otro es –o era– abbatem secu-larem de Aguilar, que estaba a la cabeza de aliisclericis secularibus que, por lo que se cuentadespués, sabemos eran cinco, nombrados indi-vidualmente. La sentencia o concordia esta-blece claramente qué había en Santa María deAguilar antes de la entrada en ella de los mos-tenses: una abadía seglar que, presidida por unabad, se componía de cinco prebendas con suscorrespondientes prestimonios. La decisión dellegado –con probable acuerdo previo entre laspartes– demuestra que esta congregación secu-lar fue expulsada de Santa María para ser sus-tituida por canónigos premonstratenses. Suinstalación fue favorecida y sancionada por eldiocesano correspondiente, el obispo de Bur-gos, que había consagrado y bendecido al An-drés premonstratense como abad de Aguilar,quien, además, fue confirmado en el cargo porel prelado ante el mismo legado pontificio.

Como era de esperar, la reacción de la con-gregación desplazada fue inmediata y protesta-ron contra los mostenses que, con apoyo laico–laicali potentia–, los habían echado de la casa;alegaron los canónigos que ellos habían en-trado en Aguilar non uiolenter sino con el yamentado permiso del diocesano. Planteado elconflicto ante el tribunal eclesiástico, lo quehace en realidad el legado es obligar a la nuevacomunidad mostense de Aguilar a respetar unacuerdo que, probablemente, había sido fir-mado previamente a todo el asunto y que losnuevos habitantes de Santa María se negaron acumplir. Lo que establece don Jacinto es que seentregue al Andrés secular la iglesia de San Ce-brián y otra serie de bienes y que se respete su

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derecho a presentarse en el monasterio con tresacompañantes y tres monturas. Por su parte, loscinco prebendados seculares debían recibirmientras viviesen seis modios de trigo y dos to-cinos anualmente más el diezmo del vino,grano –annone– y animales –salvo gallinas yhuevos–, y otras rentas, más de oleribus, ad suf-ficientiam. Es ahora cuando parece confirmarseque se había firmado un acuerdo previo, puesel cardenal dice que esta renta vitalicia de losclérigos había sido establecida “por composi-ción” –promissistis por compositione–.

De todo este relato se deduce que –como sedice tradicionalmente– los premonstratensesno se instalaron en Aguilar hasta hacia 1173. Sullegada fue fomentada por los patronos laicosdel monasterio y sancionada por el diocesanocorrespondiente y supuso el desplazamientode la comunidad clerical que había en la casa.Esta debió llegar a un acuerdo previo con lospremonstratenses para abandonar el lugar que,por lo que parece, se negaron a cumplir losmostenses, provocando la protesta de don An-drés y sus clérigos. El caso es que, cuando lle-gan a Santa María, los canónigos de san Nor-berto no lo hacen a un lugar vacío sino a unacasa de larga tradición –si se admite que ya exis-tía en el siglo IX– con una comunidad plena-mente estructurada, tal y como lo demuestra lasentencia del legado14.

Establecido esto sin sombra de duda, sor-prende un tanto que en las donaciones de 1169se conceda Aguilar ut fiat abbatia in perpetuumsin mencionar que allí hay ya una comunidad.Cierto es que no tendría que expresarse, si bienno deja de ser un tanto extraño; para no salir dela documentación aquilarense, en 1189 doñaMaría de Almenar decidía convertir en pre-monstratense el monasterio de Villacarreros, ci-tándose entonces el acuerdo del abad a la sazón,Rodrigo, et suo conuento15.

Pero dejemos las cosas así, pues no se tratade estudiar en detalle los conflictos particularesde un caso concreto16 sino de hablar de la pre-sencia de la Orden Premonstratense en el oc-cidente peninsular. Como creo haber demos-trado, la historia de Aguilar –que es el mostensemejor estudiado– tiene todavía sus sombras,con lo que es necesaria aún una gran labor deedición y crítica de fuentes así como la realiza-ción de estudios monográficos de cada casapara, posteriormente, mostrar la realidad de lapresencia mostense en las Coronas de Castillay Portugal.

3. CENOBIOS PREMONSTRATENSES DEL

OCCIDENTE PENINSULAR: ABADÍAS Y

PRIORATOS

Pasemos, pues, a ver qué presencia tuvo laOrden de Premontré en el espacio que nosocupa. Tarea aparentemente sencilla, en reali-dad no lo es tanto. Lo comentado anterior-mente demuestra que no siempre puede creerseque una u otra casa haya sido premonstratensepor más que se cite como tal en alguna ocasión;y tampoco está nada claro –acaba de verse elcaso de Aguilar– cuándo entraron en la ordenlos monasterios que lo hicieron. Hay tambiénque añadir que si las afirmaciones sobre las ca-sas masculinas son dudosas, peor aún es lo queatañe a las femeninas.

Ya Norbert Backmund hizo una criba entrelos cenobios que supuestamente habían sidomostenses en la Península, tachando de la listaa varios de ellos, entre los que cabe destacar acasi todos los portugueses con San Vicente deLisboa a la cabeza17. Tampoco es muy seguroque haya existido nunca casa mostense en SanJuan de la Peña, en Vizcaya, y, de haberse cons-tituido como tal, poco duró Santa Columba deToledo, mientras que la femenina Santa Maríade Tórtoles nunca formó parte de Premontré18.

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A) Las abadías

Para establecer las casas que tuvo la ordenpuede partirse de la relación que se conserva delos monasterios de la circaria hispánica. En1525 se reunían en San Saturnino de Medinadel Campo los abades mostenses de la circariay decidían, entre otras cosas, establecer una reu-nión anual y repartir entre las casas de la orden15.000 maravedíes, que llevarían a la cita si-guiente sus representantes. Olvidándonos delas cantidades que se establecen, lo que me in-teresa ahora es, por una parte, resaltar la divisiónque se hace entre abadías y prioratos y, por otra,comparar la relación de casas que se ofrece conla establecida por Mª Teresa López de Guereño(Cuadro nº 2). La primera diferencia que saltaa la vista es la desaparición en 1525 de dos ca-sas tradicionalmente ligadas a Premontré, am-bas del reino de León: San Leonardo de Alba deTormes y San Miguel de Gros.

La primera es una de las más temprana-mente documentadas que los mostenses tuvie-ron en el occidente peninsular y debió fundarsemuy poco después que la propia Retuerta, sumatriz –1145–, puesto que en 1155 su abaddon Vidal recibía, junto a don Sancho de Re-tuerta, las heredades gallegas de Partovia y Mo-riz, entre otras19. En la década de los cuarentadel siglo XV San Leonardo abandonó la OrdenPremonstrantense para pasarse a la Jerónima, loque dio lugar a que esta haya sido fuertementedenostada por los cronistas mostenses de épocamoderna. Lo cierto es que el cambio de obe-diencia no es especialmente extraño, pues los je-rónimos fueron escogidos por reyes y aristó-cratas para crear nuevas fundaciones o,también, para revitalizar la vida canónica en ca-sas agustinas y abadías seculares entre las quedestaca Santa María de Guadalupe. Es más queprobable que, en el caso de San Leonardo, lainiciativa haya partido de don Fernando Álva-rez de Toledo, primer conde de Alba, quien en

1446 estuvo presente en la entrega del antiguoedificio mostense a la joven Orden Jerónima20.

Por su parte, y como es habitual en casas deeste estilo, San Miguel de Gros está muy maldocumentado. La primera noticia cierta pa-rece datar de 117321 y hay alguna más en lo queresta del siglo XII y en el XIII que no confirman,en principio, su pertenencia a la Orden Pre-monstratense y, por tanto, tampoco su supuestafundación hecha por San Leonardo de Alba22.La tradición, sin embargo, de su vida agustinay mostense parecen afirmar su filiación nor-bertina, hecho que se demuestra a principiosdel siglo XIV con la fundación de la casa feme-nina de Santa Sofía de Toro. Por otra parte,Backmud afirma que tuvo calidad de priorato–hecho insólito en Premontré–, si bien los rec-tores que aparecen en la escasa documentaciónque conozco se titulan siempre como abades, loque contradice lo establecido por el ilustre ca-nónigo historiador. Tan oscuro como sus inicioses su fin, cuyo relato supongo se ha tomado dela obra de fray Bernardo de León, pues se diceque Gros fue destruido “por los conflictos bé-licos de 1385, no volvió a restaurarse y en 1449su abad y canónigos pasaron con todos susbienes al monasterio de Retuerta23”. Dicho deotra manera, que abad y canónigos de Gros vi-vieron sabe Dios dónde durante 69 años hastaque decidieron –o les obligaron, ante vida tanpoco centrada– a encerrarse en Retuerta. Iro-nías aparte, y relacionando la fecha de entradade los jerónimos en Alba –1446–, con la de laintegración de la comunidad de Gros en Re-tuerta –1449– parece claro que en esta décadalos mostenses, al menos los del reino de León,están pasando un período de reforma. Es posi-ble que lo ocurrido en San Leonardo haya de-cidido a los directores de la circaria a suprimirun monasterio que probablemente estaba endecadencia, hecho nada sorprendente en elmonacato hispano y europeo de esa época.

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Cuadro nº 2Monasterios premonstratenses de la Circaria Hispánica95

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ABADÍAS

Aguilar de Campoo---

ArenillasÁvila, Sancti Spiritus

Bujedo de CampajaresCerrato, San Pelayo

Ciudad Rodrigo, La Caridad---

Ibeas de JuarrosMedina del Campo, San Saturnino

RetuertaRibas / Monzón, Santa Cruz

Segovia, Sª María de los HuertosLa Vid

Villamayor de TreviñoVillamediana

Villoria de Órbigo

PRIORATOS

AlmazánBrañoseraBrazacorta

Fresnillo de las DueñasMedianedoSandoval

Toro, Santa SofíaTovar

Villapedro

SEGÚN BACKMUND Y LÓPEZ DE GUEREÑO

Aguilar de CampooAlba de Tormes, San Leonardo

ArenillasÁvila, Sancti Spiritus

Bujedo de CampajaresCerrato, San Pelayo

Ciudad Rodrigo, La CaridadGros, San MiguelIbeas de Juarros

Medina del Campo, San SaturninoRetuerta

Ribas / Monzón, Santa CruzSegovia, Sª María de los Huertos

La VidVillamayor de Treviño

VillamedianaVilloria de Órbigo

Almazán---

BrazacortaFresnillo de las Dueñas

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Toro, Santa Sofía---

Villapedro

FuentelaencinaMedina del Campo, Sª Mª Huertos

QuintanillaReinoso de Cerrato, Santa Cruz

SordillosTórtoles de Esgueva

(Backmund)Tejo, Santa MaríaErmida do Paiva

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Los monasterios premonstratenses en los reinos occidentales de la península Ibérica

Sea como fuere, tanto Gros como San Leo-nardo de Alba no alcanzaron el siglo XVI en elseno de Premontré, la una por desaparecercomo casa independiente y la otra por habersido repoblada con jerónimos. Su etapa comomostenses abarcaría, pues, tres siglos, entre me-diados del XII –seguro para el caso de Alba– ymediados del XV.

Junto a estas dos abadías desaparecidas en elXVI es necesario tratar ahora de otra que presentasus problemas: Santa María de Villoria de Ór-bigo. En el rol de 1525 se cita entre las abadías,si bien su abad no aparece entre los reunidos enMedina. Tradicionalmente Villoria se incluyeentre las casas femeninas de Premontré, perodurante el período medieval fue un cenobiomasculino que, como es bastante frecuente yacaba de verse en San Leonardo y Gros, apenasestá documentado. Mª Teresa López de Gue-reño comenta sobre los siglos XII a XV “que noconocemos prácticamente nada de los aconte-cimientos vividos por la comunidad masculina,a excepción de algunos testamentos en los quefirma el abad de Villoria, Domingo”, que lo fueen la segunda mitad del XIII24. Pero en esta os-curidad hay un hecho que deslumbra por su cla-ridad: su fundación, acaecida en 1243, por donRodrigo Fernández de Valduerna y su mujer,doña Teresa Flores. El documento original se haperdido y sólo se conocen copias y resúmenesmodernos; además, se conservaba en Retuertapero el destinatario era Santa María de Aguilar.Obsérvese lo que supuestamente establecía elfundador en el diploma: “…Mando e otorgo equiero que valga para siempre que el abad quefuere de Aguilar de Campoo que sea padre abaddel monasterio de Santa María de Villoria, y elabad de Villoria y el monasterio que sean siemprefieles e obedientes al monasterio de Aguilar deCampoo asi como lo son los establecimientos de laOrden Premonstratense…”. No se puede esta-blecer más alto y claro la sumisión y depen-dencia de una casa a otra, y esta claridad con-

trasta no sólo con la indocumentada historia deVilloria sino también con la de la mayor partede los monasterios tanto mostenses como be-nedictinos o cistercienses, que rara vez tienenunos orígenes tan diáfanos, a pesar de que hayaexcepciones. Me parece suficiente para afirmarque estamos ante una manipulación evidentedel documento original, transformado sin dudaen beneficio de Aguilar y para demostrar suprimacía. Si bien es posible que Villoria hayasido cedido al monasterio de Campoo en esa fe-cha o en otra –lo que no sería en absoluto ex-cepcional– es bastante dudoso que don Ro-drigo se manifestase en esos términos, y másraro aún es que se diga, para colmo, que la do-nación se custiodaba en Retuerta25.

Es muy posible que esa interpolación de lacarta original de Villoria se haya realizado en lasprimeras décadas del XVI, que fue cuando las ca-nonesas sustituyeron a los canónigos en el mo-nasterio. El cambio de comunidad vendríadado por la mala situación de Villoria hacia1500 que, como es habitual en la mayor partede cenobios, se atribuye a la mala gestión de los

Santa María la Real de Aguilar de Campoo

abades comendatarios. La transformación de lacomunidad tiene bastantes sombras y precisa deuna investigación más detallada –fuera de misposibilidades– pues, aparte de barajarse las fe-chas de 1505 y 1511, se mezclan en el asunto,primero, los hermanos Cornejo –Juan, abad deVilloria, y Elvira, priora de Santa Sofía deToro– y, después, la familia Colmenares, en laque se cuentan dos abades sucesivos de Aguilary una supuesta abadesa de Villoria de la que,además, se dice era duquesa. Con este pano-rama no creo que haya que culpar del mal es-tado de la casa a los comendatarios del XV y, porotra parte, el dominio que pretenden tenerambos abades Colmenares de Aguilar sobreVilloria explicaría bastante bien la cláusula quesupuestamente había establecido el fundadorallá por el siglo XIII.

Estos problemáticos años iniciales del qui-nientos terminarían con la intervención de frayJuan de Rosales, abad de Retuerta, quien de-puso a Fernando de Colmenares como abad deAguilar y a su hija Mencía como superiora deVilloria en 152226. Basándome en lo que ocu-rre en Galicia por estos años, considero muyprobable que los Colmenares hayan recurridoa Roma la decisión del abad de Retuerta, y deahí que en 1525 Villoria aparezca mencionadaentre las abadías mostenses; se mantiene el re-cuerdo de su condición medieval como casamasculina de la orden y probablemente haya enella algún canónigo a su frente. Solventado elpleito, fray Juan de Rosales decidió manteneren el cenobio una comunidad femenina, quellegó a las riberas del Órbigo procedente deSanta Sofía en 1531 y que, como la casa tore-sana, aún permanece viva en la actualidad.

Volviendo a la nómina de cenobios mosten-ses, y dejando por el momento al margen las ca-sas femeninas, podemos establecer que entrelos siglos XII y XV hubo en los reinos occidenta-les de la Península diecisiete abadías, que son las

siguientes: 1) Santa María de Aguilar de Cam-poo; 2) San Leonardo de Alba de Tormes; 3)San Pelayo de Arenillas; 4) Sancti Spiritus deÁvila; 5) Santa María de Bujedo de Campajares;6) San Pelayo de Cerrato; 7) Santa María de laCaridad de Ciudad Rodrigo; 8) San Miguel deGros; 9) San Cristóbal de Ibeas de Juarros; 10)San Saturnino de Medina del Campo; 11) SantaMaría de Retuerta; 12) Santa Cruz de Ribas oMonzón; 13) Santa María de los Huertos de Se-govia; 14) Santa María de La Vid; 15) San Mi-guel de Villamayor de Treviño; 16) Santa Ma-ría de Villamediana; y 17) Santa María deVilloria de Órbigo.

B) Los prioratos

Establecido esto, pasemos a los prioratos.Premontré no reconocía esta categoría y, sin

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Santa María la Real de Aguilar de Campoo

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embargo, ya se ha comprobado cómo en 1525los miembros de la circaria hispánica no teníanrebozo alguno al distinguir como tales algunasde sus casas. A mayores, como recordaba Back-mund, en época medieval dos de las abadías re-cién citadas “fueron mucho tiempo solamenteprioratos, San Miguel de Groz y Segovia, casoextraordinario en la Orden27”. Si bien San Mi-guel parece siempre haber sido abadía, la sego-viana Santa María de los Huertos, sin embargo,fue priorato durante buena parte de su historia.

Mª Teresa López de Guereño ofrece –comosiempre– una semblanza histórica del cenobiosegoviano en la que muestra, como es habitual,sus oscuros y controvertidos orígenes, que sue-len remontarse al siglo XII, oscilando su funda-ción entre la década de los cuarenta y la de lossetenta de la centuria. Nacida como abadía se-glar o como comunidad agustina, su entrada enPremontré tendría lugar en 1208, año en que elpapa ordenaba al abad de La Vid que corrigiesela vida en el cenobio e instituyese en él la normade san Norberto28. La data de 1208, sin em-bargo, es errónea puesto que el pontífice que or-dena la reforma de los Huertos es Inocencio IV,y su fecha correcta es 125329. De esta forma, laprimera vez que aparece Santa María comomostense es en 1244, cuando el mismo Ino-cencio IV toma al monasterio bajo su protec-ción y confirma sus bienes; en el diploma se diceclaramente que la casa sigue la norma agustinaen su versión mostense y afirma también que surector es un prior, que no un abad30.

Los canónigos de la ribera del Eresma pare-cen haber sido especialmente díscolos, comen-zando por su propia orden, pues el mismo papaque le otorgaba su protección en 1244 encar-gaba al abad de La Vid sólo nueve años despuésque reformase –y después vigilase– la vida ca-nónica en los Huertos. Inocencio IV citaba ex-presamente que se preservasen los derechos deldiocesano, pero la comunidad mostense res-

taurada va a tener muy pronto problemas nosólo con el obispo sino con todo el clero de ladiócesis. En 1254 –es decir, al año siguiente dela orden pontificia de reforma– se documenta yaun conflicto entre catedral y monasterio que nose especifica, aunque sí se expresa en 1255 en lasentencia dictada por el obispo segoviano donRaimundo, absolutamente condenatoria paralos mostenses, a quienes obliga a reconocerlocomo diocesano y a pagar todo tipo de cargaseclesiásticas –diezmos, oblaciones, donaciones,legados testamentarios, etc.– incluidas las cos-tas del juicio, que se estima en 150 maravedíes31.La casa, desde luego, no parece haber sido es-pecialmente rica y tal vez por eso se negaba a pa-gar parte de lo poco que recibía en donativos ypitanzas; el caso es que en 1257 Alfonso X diceque los canónigos de los Huertos eran muy po-bres y muy menguados32, y en 1262 nuevamenteinterviene el Papa, esta vez para encargar alobispo de Segovia que ayude a la recuperaciónde los bienes y rentas de la casa33.

En toda la documentación que conozco delsiglo XIII, la comunidad de Santa María de losHuertos está siempre dirigida por un prior34. Apesar de que se considera filial de La Vid y dela intervención del abad de esta casa en 1253,su superior parece haber sido el abad de SanctiSpiritus de Ávila, que en 1258 confirma unaventa hecha por Santa María de los Huertos aun canónigo segoviano35. El ascenso a la cate-goría abacial del monasterio del Eresma se pro-dujo en algún momento entre 1291 y 1367, fe-cha esta en que por primera vez se tiene noticiasegura de un abad a su frente cuando –una vezmás– el obispo de Segovia obligaba a los Huer-tos a reconocerle obediencia36.

También hay que incluir entre los prioratosa Santa María de Ermida do Paiva, única casaportuguesa de la orden. Norbert Backmund37 hademostrado que es muy difícil que los mosten-ses hayan entrado en ella en el siglo XII, pues los

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Cuadro nº 3Monasterios dependientes de Santa María de Aguilar (según las confirmaciones reales de la fecha indicada)96

1181

AMon. Beati AugustiniFonte la Encina

Mon. Sancti Cipriani*Mon. Sancte Iuliane*

Mon. Sancte Marie de Valdegunna cum suo mon. Sancte Martini de Pozancos

Mon. Sancti Michaelis de Conforcos*

Mon. Sancti Cipriani iuxta pennam qui dicitur de AguilonMon. Sancti Mameti de Gamonar*

Mon. Sancte Marie de la Subterranea*Mon. Sancti Michaelis de Branoxera

Mon. Sancte Marie de Cordouella

1206

Mon. scilicet Sancti Salvatoris de Enestar de CampoMon. Sancti Martini de Campo Rotundo

Mon. Sancti Martini de SubtroncaMon. Sancti Salvatoris de Candiola

M. Sancte Eufemie de Ual de Verezoso*in villa Ascusella de Campo mon. de

CellanouaMon. Sancti Romani

1231

Mon. Beati AugustiniFonte del Enzina

Mon. Sancti Martini de VilladicoMon. Sancti Cipriani de la Nava

Mon. Sancte IulianeMon. Sancte Marie de Valde Egunna

cum suo mon. Sancte Martini de PozancosMon. Sancti Michaelis de ConforcosMon. Sancti Martini de Montnegro

Mon. Sancti Mametis de Gamonar

Mon. Sancti Michaelis de BrannoseraMon. Sancte Marie de Cordouiellam

Mon. Sancti Salvatoris de Enestar de CampoMon. Sancti Martini de Campo Rotundo

Mon. Sancti Martini de SubtroncaMon. Sancti Salvatoris de Candiola

Mon. Sancte Eufemie de Valle VereçosoMon. de Cellanoua

Mon. Sancti RomaniMon. Sancte Iuliane de Caorboyo

Mon. Sancte Marine que est in termino de CabezonMon. Sancti Iacobi de Baluas

1206

el monesterio de Sant Pero de Touar

1306

la casa de Sancta Olalla de Lon que es en Liébana la casa de Sant Doal que es en Treviño

la casa de Sant Esteuan que de Valle Riba Yble…

datos que lo certificarían han sido claramentemanipulados. En 1278 se encontraba a su frenteel prior Juan Pérez; basándose en que los catá-logos de la orden no mencionan a Ermida,Backmund se inclina a pensar que don Juan ysu comunidad no eran mostenses. Sin embargo,si se tiene en cuenta que los prioratos no esta-ban reconocidos como tales en Premontré, tam-poco sería extraño que no conste en esos catá-logos. Considero muy posible que a finales delXIII Ermida do Paiva fuese ya casa mostense, quedependería de La Caridad de Ciudad Rodrigo.Que en el obituario de este monasterio se cele-brase a algún abad de Ermida permite pensarque, al igual que hizo el cenobio segoviano, lacasa portuguesa haya ascendido también de dig-nidad en algún momento del siglo XIV. De serasí, no le duró demasiado tiempo puesto que afinales del XV vuelve a estar un prior a su frente,siendo su superior el abad de La Caridad deCiudad Rodrigo.

C) Las granjas

Volviendo al rol de monasterios y prioratosde 1525, hay cuatro que no aparecen nunca ci-tados en la relación de casas mostenses hispa-nas: Brañosera, Medianedo, Sandoval y Tovar.Los cuatro tienen, además, en común que suabadía madre es Santa María de Aguilar, que loera también de Santa María Magdalena deFuentelaencina, que no aparece en la relaciónde 1525 pero sí habitualmente como casa mos-tense al ser tomada por tal por Norbert Back-mund, quien considera que fue fundada comopriorato de Retuerta para, posteriormente, pa-sar a Aguilar38. Así pues, aunque ya desapare-cida en el XVI, Fuentelaencina nunca habríasido abadía y debe ser incluida en este grupo.

Volvemos a encontrarnos, pues, con la his-toria del gran cenobio de Campoo. Hay que re-cordar de nuevo que es un monasterio nacido

en la Alta Edad Media y, como muchos otros–San Millán, Sahagún, Carracedo, Cela-nova…– en su larga historia se convirtió en casarecipiendaria de otras de menor entidad39. Esun hecho que se comprueba a través de lasconfirmaciones regias de los bienes de Aguilara partir de 1181 y que se recogen en el cuadronº 3, donde se observa que en cada confirma-ción se incluyen nuevas casas dependientes deSanta María hasta nada menos que el siglo XIV.A este elenco aún hay que unir algún otro ce-nobio, como los de San Víctor del Arco y Ol-mos de la Pigaza40. La historia de la congrega-ción de Aguilar está por hacer41 y, desde luego,no es éste el momento para ello, con lo que ex-pondré –brevemente– mi hipótesis, que se basaen la documentación publicada y el conoci-miento de otras redes similares.

Hay que destacar que, aunque el Aguilarpremostense haya conseguido ya la unión depequeños cenobios42, la anexión de la mayorparte parece haberse producido tras su entradaen Premontré. El primero de ellos fue el su-puesto monasterio de partida de los canónigosaquilarenses, Herrera, que encabeza las confir-maciones reales de 1181 y 1231.

Tras él, Fuentelaencina que, curiosamente yfrente al resto, no es calificado de monasterio. Suprimera mención data de 1149, cuando fue en-tregado por Sancho III a un tal Simón43; sólocinco años después, en 1154, el mismo donSancho –en vida de su padre– lo volvía a entre-gar, esta vez tibi Gualterio, eiusdem ecclesie priori,et concanonicis regule sancti Augustini ibi Deo se-ruientibus44. Ese nombre norpirenaico y que sehable de canónigos agustinos parecen dar a en-tender que estamos ante una comunidad mos-tense, a lo que se opone el título prioral de donGualterio. La pertenencia a Premontré parececonfirmarse unos cuantos años después, cuandoel abad don Sancho de Retuerta vuelve a refe-rirse a Fuentelaencina en estos términos:

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“In nomine sancte et indiuidue Trinitatis. Fa-llax mostrantur et auarus hic esse probatur denuoqui repetit quod semel attribuit. Igitur ego S., ab-bas de Retorta, tam presentibus quam absentibusnotum esse cupio quod domui Fontis de la Elzina,quam prius fratri Raimundo accomodaueram etpostea succesori eius abbati M. in hereditatem de-deram, demum abbati A. confirmaui in capitulode Retorta presente conuentu et hoc approbante”45.

Este escueto documento, que se conserva enel becerro de Aguilar, es el que ha dado fama aFuentelaencina por encima de sus compañerasgracias a Norbert Backmund, que lo incluye ensu Monasticon de la Orden. Como ven, está sindatar. Mª Estela González de Fauve lo fecha en-tre 1173 y 120646. Rodríguez de Diego –dequien copio la transcripción salvo los nombresque ha recompuesto– es mucho más tajante:“Raimundo es, posiblemente, el sucesor deGualterio, M. es Miguel, abad de Aguilar, y A.,Andrés, segundo abad de la fundación en 1169.Teniendo en cuenta que la primera vez queaparece Andrés en la documentación aquila-rense es en 1173, asignamos esta fecha como lamás probable”.

No cabe duda que la hipótesis es posible.Coincido con ella respecto a Raimundo e, in-cluso, con Miguel, si bien tal vez sea ya muchosuponer. En la documentación de Aguilarpuede comprobarse la gran cantidad de “aba-des” que suscriben los documentos, probable-mente simples párrocos, y ni Miguel ni Martínson tampoco antropónimos raros. Me parecetambién interesante señalar la diferencia queexiste entre Raimundo y “M”: el primero pa-rece haberse ido a vivir a Fuentelaencina –ac-comodaueram–, mientras que el segundo recibióla casa –domui, ni priorato, ni abadía, ni mo-nasterio– in hereditatem. Ahora viene la pre-gunta: ¿por qué iba a ceder Retuerta al abad deSan Agustín in hereditatem una “casa” cuandoes de suponer que Herrera –abad incluido– te-

nía asegurada la manutención? Pasemos ahoraa “A”, sin duda Andrés, pero lo que planteo esque es “el otro”, el secular, y no su tocayo pre-monstratense que, supuestamente, se vino deHerrera para sustituirlo en Aguilar. A mi en-tender, en este documento se recoge probable-mente el pago que satisfizo Retuerta para con-vencer al abad seglar de Aguilar –Andrés, y talvez su antecesor Miguel, Martín o Munio–que abandonase su monasterio para dejar entraren él a los canónigos de Premontré. Fuente-laencina se convirtió en una renta a mayoresque recibía desde Retuerta –casa madre de laOrden en Castilla– el abad dimisionario, aña-diéndose a la que le pagaban desde el mismoAguilar, recogida en la sentencia del cardenal Ja-cinto. De ahí también el cambio que sufreFuentelaencina, que deja de estar a cargo de unmostense que habita allí –Raimundo habríasido el último, por el momento– para conver-tirse en fuente de renta de un absentista –pues,por la sentencia, se sabe que don Andrés semarchó a San Cebrián–. Considero tambiénprobable que el abad “M” lo fuese de Aguilar,el antecesor de Andrés, con lo que el proceso dela introducción de los mostenses en el cenobiode Campoo habría sido relativamente largo y,por supuesto, problemático –hecho, por otraparte, nada sorprendente– y sometido a avan-ces y retrocesos hasta su conversión definitivaen una fecha alrededor de 1173.

Esta teoría explica también mejor otro de lospuntos oscuros e incomprensibles de la histo-ria de Fuentelaencina: la disputa que por ella sesuscitó entre Retuerta y Aguilar. La cuestión sesolventó en 1224 por sentencia de compromi-sarios, los abades de La Vid y Villamedianamás un fraile de San Pelayo de Cerrato. Quieninició el pleito fue Retuerta, que reclamaba a sufilial no sólo Fuentelaencina sino también SanAgustín de Herrera y Santa María de Valde-guña. Razones tenía Retuerta de sobra, puesdos de las tres casas le habían sido donadas a

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ella: Herrera, supuestamente, en 1152 por Al-fonso VII; Valdeguña en 1160, por AlfonsoVIII47; y acaba de verse como Fuentelaencinadebio entrar a formar parte de su patrimoniopor esas fechas. En la sentencia de 1224 no sedan las razones que expuso Retuerta –quizásporque, como acaba de verse, estaban bastanteclaras puesto que tenía las donaciones a sunombre–, mientras que Aguilar se limitó a de-cir que las tres le habían sido entregadas pordon Sancho I de Retuerta con acuerdo del restode abades y canónigos y, también, de AlfonsoVIII. Tampoco aclara mucho el diploma, perodesde luego los aquilarenses convencieron a loscomisarios, que ordenaron callar tajantementea los de Retuerta amenazándolos con una tre-menda multa si volvían a abrir la boca48.

Es difícil comprender como estando los do-cumentos de donación expedidos a favor de Re-tuerta puede habérsele negado la razón y dejarlas tres casas en manos de Aguilar. Obsérveseque este las incluyó en las confirmaciones rea-les de 1181 y 1231, encabezadas ambas porHerrera y Fuentelaencina, lo que demuestraque, a la altura de 1224, estaban hacía tiempoen su poder. Según dice la sentencia –porque lomantienen los de Aguilar49–, desde tiemposdel abad Sancho I de Retuerta, esto es, entre1145 y 116350, así pues, antes incluso de las do-naciones de Aguilar a Herrera de 1169. Esta di-ferencia de fechas puede dar lugar a todo tipode especulaciones sobre esas mismas donacio-nes y a quién fueron hechas en realidad, espe-culaciones que, desde luego, voy a obviar, que-dándome con lo que me interesa respecto a laúltima hipótesis que he establecido: el “A”ndrésa quien Sancho de Retuerta cede Fuentelacinain hereditatem no puede ser el mostense sino supredecesor, el seglar. Al ser la donación anteriora 1169 –creyéndonos que Aguilar fue entoncescedido a Herrera–, parece claro que el procesode “convencimiento” de don Andrés –y proba-blemente de su predecesor “M” en el cargo– no

partió, desde luego, de Herrera sino de la casaprincipal de Premontré en Castilla: Retuerta.Para conquistar para la orden el vetusto Agui-lar, don Sancho cedió, seguramente de formavitalicia, Fuentelacina y Valdeguña (¿y He-rrera?) con sus rentas, dependencias suyas, paraque abad y clérigos seglares se marchasen y de-jasen entrar en el monasterio a los canónigospremonstratenses.

La historia posterior es fácil de trazar: te-niendo en cuenta que el Andrés tenente deFuentelaencina y Valdeguña había sido abad deAguilar, los mostenses de este monasterio con-sideraron que, a su muerte, las propiedadesque aquel regentaba les correspondían, puesno en vano residía en una iglesia o cenobio deAguilar y era también este quien pagaba la ma-nutención tanto del abad depuesto como de susclérigos. Es muy posible que Retuerta protes-tara inmediata y repetidamente tras la muertede don Andrés, a lo que hicieron sin dudaoídos sordos sus hermanos de Aguilar; la sen-tencia de 1224 sería la última y definitiva sobreel asunto. El monto de la pena que se imponea los canónigos del Duero si vuelven a protes-tar permite pensar que en la circaria no era laprimera vez que se discutía sobre ello.

En conclusión, Santa María Magdalena deFuentelaencina dependió de Aguilar durante lamayor parte de su historia. Obsérvese que, entodo lo que se ha comentado sobre ella, enningún momento ha sido calificada como prio-rato: en 1149 es tildada de monasterium, de ec-clesia en 1154, como domus cuando la cede donSancho de Retuerta y en el documento deltraslado de 1169; en todas las confirmacionesregias y a diferencia del resto, no se la califica.La documentación aquilarense demuestra sufuncionamiento como casa autónoma que sóloocasionalmente está dirigida por un prior51,siendo más frecuente que su responsable tengala simple condición de frater; que reside allí

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con, al menos, otro fraile. Es un hecho que secomprueba a finales del siglo XIIy primeras dé-cadas del XIII, cuando los fratres de Fontelelcinao frades de Fontelenzina compran o cambian di-versas heredades con distintos particulares. En1193 Pelayo, sacerdos et canonicus Sancte Mariede Aquilar, qui est capellanus en Fonte Elelzinaescribe un documento que registra una per-muta de bienes fundiarios de la casa52.

Entidad autónoma, debe considerarse aFuentelaencina como una de las granjas deSanta María de Aguilar. Categoría típicamentecisterciense, esa denominación se extenderá nosolo a Premontré53 sino también a monasteriosbenedictinos, algunos de cuyos centros quefuncionan de manera similar recibirán esa de-nominación. Por otra parte, en el probable-mente falso que documenta el traslado de He-rrera a Aguilar esa es la categoría en que AlfonsoVIII ordena convertir sus nuevas dependencias:mando et concedo ut omnes supradictas heredita-tes sint grangie Sancte Marie de Aguilar in per-petuum54. También en granja ha de convertirseen 1189 el monasterio de Villacarreros, que setraslada a Quintanilla, y que, junto a su lugarde Castrillos, son cedidos ut sint grangie et se-ruiant predicte abbacie nunc et in perpetuum utilla abbacia sit ualitura et stabilis55. El status re-conocido como granjas dentro de la orden aeste tipo de casas se demuestra palmariamenteen la ya referida sentencia sobre la propiedad deHerrera, Fuentelaencina y Valdeguña –quas-dam grangias, se dice– de 1224.

Estas tres casas no fueron las únicas depen-dientes de Aguilar que funcionaron como gran-jas: en la documentación publicada se muestrala autonomía de los frades de Quintanilla deValbuena56, Santa Juliana de Valdebuniel57, SanMartín de Camporredondo58 y Santa Maríade Valdeguña59, además de en el caso visto deFuentelaencina. Así pues, los mostenses orga-nizaron núcleos secundarios que dependen de

la casa principal y que actúan como centros or-ganizadores de los bienes y rentas de las co-marcas en que estaban instalados. Como eratambién corriente, estas granjas parten de an-tiguos monasterios que son concedidos, contodo su patrimonio, a la casa principal. En elcaso de Aguilar parece que todas sus granjasparten de un cenobio previo que se une a su do-minio en uno u otro momento. Su evoluciónparece haber sido la habitual en toda la Penín-sula: habitados durante la Plena Edad Mediapor fratres que vienen de la casa matriz, en lossiglos XIV y XV acabarán siendo cedidos en ex-plotación a particulares a cambio de una renta.La primera casa en que se documenta esa cesiónes San Agustín de Herrera, entregada a un ma-trimonio en 1334; tras ella caen en arrenda-miento Santa Coloma de Varderrebible en1338 y Valdeguña en 1416, mientras que elmonasterio se desprende de Valbonilla en137760. De esta cesión a terceros de las granjasse habrían salvado solamente cuatro –Braño-sera, Medianedo, Sandoval y Tovar– que son loscalificados como prioratos en 1525; de ellos, losdos últimos habrían sido probablemente losmás tardíamente incorporados al patrimonio deAguilar, pues no consta que le perteneciesenhasta 1285 y 1306 respectivamente.

Entre los prioratos masculinos que se citanen 1525 aún quedan dos por tratar: Villapedroy Almazán. Al primero le ocurre lo visto enFuentelaencina: frente a casas similares, suele ci-tarse como centro mostense al haber sido in-cluido por Backmund en sus obras, aunque yaeste señala “que no llegó a ser nunca indepen-diente62”. San Miguel de Villapedro fue ce-dido a Ibeas en el siglo XII o en el XIII63 y acabócomo su granja, hecho que demuestra Mª Te-resa López de Guereño. Villapedro llega al si-glo XV en condiciones similares a las vistas enlas granjas de Aguilar, pues en la casa vive unprofeso de Ibeas, fray Juan de Miranda. Visi-tado por la orden, Miranda fue llevado a pri-

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sión a causa de su vida disoluta, aunque logróhuir y cedió su priorato al monasterio jeró-nimo de Fresdelval, que se valdrá de ello paradisputárselo a Ibeas64. En el pleito subsiguiente,Villapedro quedará definitivamente en poderde Premontré y, a raíz de aparecer como prio-rato en 1525, es evidente que mantuvo su au-tonomía respecto a Ibeas hasta entonces.

Por su parte, Santa María de Allende Duerode Almazán es más difícil de catalogar en fun-ción de los escasísimos datos que hay sobre él.Su fundación se atribuye a un clérigo llamadoRaimundo, servidor de doña Leonor de Casti-lla, primera mujer de Jaime I el Conquistador,quien consolidó la fundación. Un tanto sor-prendentemente, la casa de Almazán fue en-tregada a Retuerta, bastante alejada frente altambién mostense Santa María de La Vid. A di-ferencia de las casas que acaban de verse, el su-perior de Almazán parece haber sido siempreun prior65, con lo que tal vez haya ostentado esacalidad durante buena parte de la Edad Media,tal y como le ocurrió a Santa María de losHuertos de Segovia. A diferencia de este, lacasa de Almazán nunca alcanzó la categoríaabacial y, probablemente, acabó reducida asimple granja que, además, pasó a manos de LaVid, pues en 1498 tenía un rector procedentede este monasterio66. Con estos míseros datos,lo más probable es que su cita como priorato en1525 atienda más a su condición como granjaautónoma, al igual que sus compañeras aqui-larenses, que a su verdadera condición prioral.

Para terminar con los prioratos o granjasmasculinos hay que tratar todavía de la cánta-bra Santa María del Tejo, fundada como aba-día pero rápidamente resumida en priorato,según Backmund67. Su casa matriz sería SantaMaría de Villamediana y, sin más datos que losaportados por el autor citado, la hipótesis másprobable es que estemos ante un caso similar alos ya vistos en casas de este estilo: monasterio

más o menos vetusto que, en algún momentodel siglo XII o en el XIII68, es cedido a Villame-diana, que instala allí a uno o dos de sus frai-les, ninguno de los cuales llevaría nunca el tí-tulo de prior.

En conclusión, cuando se habla de prioratosen la circaria mostense hispánica hay que dis-tinguir entre las casas que –cosa rara en la or-den– ostentaron verdaderamente esa dignidad–Segovia, Almazán y Ermida do Paiva– deaquellas que no lo hicieron. En estos casos se lesdio tal nombre en virtud de su autonomía,pues en ellas residía uno o más monjes que laregentaban, si bien ninguno de ellos ostentónunca en realidad el título prioral.

D) Las casas femeninas

Una de las originalidades de la orden desan Norberto es que, en un primer momento,admitió la existencia de monasterios dúplicesen el que, convenientemente separadas, convi-virían las dos comunidades, masculina y feme-nina. Poco duró tal originalidad, pues ya en1140 se ordenó que las canonesas debían apar-tarse de los monasterios masculinos y constituirsu propio cenobio en otra parte. Como era ha-bitual en la época y en otras órdenes, las muje-res estarán sometidas a los hombres y tendránun papel secundario69 . En el caso mostense,esta secundariedad se demuestra en el propio tí-tulo prioral de las superioras de los conventosfemeninos.

Que parte de los monasterios premonstra-tenses europeos de primera época hayan sidodúplices ha llevado, sin duda, a aplicar de formaautomática esa situación a todos o casi todos losdel occidente peninsular. En función tambiénde la posterior segregación de las religiosas deesas supuestas casas dúplices, se ha dado ensuponer el origen de varias femeninas en la ex-

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pulsión de las canonesas de la matriz. Así, porejemplo, las monjas de La Vid se habrían mar-chado a Sordillos y Fresnillo de las Dueñas,mientras que las de Bujedo se fueron a Quin-tanilla, las de Villamayor de Treviño a Sordillosy las de San Pelayo de Cerrato a Reinoso.

La realidad, sin embargo, parece haber sidootra y la existencia de monasterios mostensesdúplices con la consiguiente marcha de sus ca-nonesas a otros lugares en que fundan nuevascasas viene de los cronistas de época moderna.La única noticia segura sobre una comunidaddúplice aparece en 1165, cuando se cedía elmonasterio o iglesia de Santa Cruz de Valcár-cel a San Agustín de Herrera, estableciéndoseque se dona para que en ella se instalen las so-rores del monasterio70. El resto son puras su-posiciones, y tal vez esta fecha haya inspiradoa los cronistas del XVII, pues es la que ofrecenpara la fundación de Fresnillo de las Dueñas.

Por otra parte, y salvo escasas excepciones,los monasterios femeninos medievales estánmuchísimo peor documentados que los mas-culinos, lo que ya es decir. De esta regla gene-ral no se salvan, desde luego, los mostenses,cuya historia se basa a menudo en tradicionesindocumentadas y, en algún caso, absoluta-mente inconsistentes e, incluso, disparatadas.Pongo por ejemplo el caso de San Pablo de Sor-dillos, que resumo de la obra de López de Gue-reño. Se supone que la casa fue fundada por elabad de La Vid en 1166 para albergar en ella alas canonesas que vivían en Villamayor de Tre-viño; la autora dice que es éste el único dato –sin base documental alguna– sobre el monas-terio, aunque añade despúes la tradición deuna beata Radegunda cuyos restos estarían enRetuerta –que nada tiene que ver, en principio,con Sordillos– y que habría sido monja en el ce-nobio, muriendo “emparedada en una celda enel año 1152”, es decir, antes de que hubiese sidofundado el monasterio71.

Menos incongruente es la supuesta historiade Santa Sofía de Toro, cuyo origen estaría enlas premonstratenses de San Miguel de Gros,que habrían abandonado éste ¡en 1304!. Tardese enteraron en las riberas del Duero toresanasde las normas de la orden, de ser esto cierto72.La verdad parece haber sido otra y puede de-ducirse de los datos que ofrece, una vez más,Mª Teresa López de Guereño. En 1304 losmostenses de San Miguel de Gros cedían acinco dueñas, freiras de esta misma orden, lanuestra casa de Santa Sophia que es en Pobladurade los huertos de Toro73. En ningún momento sedice que las damas hayan vivido en Gros–como resalta López de Guereño– y, en miopinión, estamos ante un beaterio o grupo dedevotas que, decididas a llevar una vida religiosanormalizada, deciden conformar una pequeñacomunidad que se pone bajo la vigilancia delabad de Gros y asume así la norma premons-tratense. En 1316 se hallan ya bajo la presi-dencia de una priora, lo que confirmaría sucondición mostense y que llevan una plena vidaregular bajo la norma de san Norberto. En eseaño la reina doña María de Molina, que residióen Toro en varias ocasiones, les cedió su resi-dencia habitual en la ciudad, el palacio que ha-bía sido del obispo de Coria y que todavía eshoy sede de la comunidad. El traslado tuvo queser sancionado por la autoridad diocesana –yprobablemente también por al abad de Gros–,siendo el obispo de Zamora quien nos ofrece larazón del desplazamiento de las monjas: “…quees allen los huertos de Toro, en ribera de Duero,muchas vegadas en el ynvierno por raçon de las en-churas del rio les acaesçen grandes peligros e daños;e otrosy porque moran luengo de la villa les es lavianda muy grande de aver…”, a lo que habríaque añadir lo revuelto de los tiempos. El pala-cio en cuestión no era la primera vez que al-bergaba monjas: doña María de Molina se lohabía cedido antes a las clarisas mientras no te-nían disponible su convento; posteriormente,

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las franciscanas reclamaron sus derechos sobreel lugar y las mostenses tendrán que entregar-les una heredad para que abandonen sus recla-maciones74. Así pues, la comunidad de cano-nesas premonstratenses que todavía ocupa hoylo que fuera palacio de doña María de Molinaen Toro es la directa heredera de esta comuni-dad nacida a principios del siglo XIV.

Además de Sordillos y Toro, el elenco de ca-sas mostenses femeninas suele incluir los ceno-bios de Brazacorta, Fresnillo de las Dueñas,Santa María de Quintanilla, Tórtoles de Es-gueva, Reinoso de Cerrato y Santa María de losHuertos de Medina del Campo. La existenciade Quintanilla y Reinoso de Cerrato se funda-menta exclusivamente en la autoridad de Back-mund, que debe basarse en datos de época mo-derna75, con lo que es poco probable que enrealidad hayan albergado nunca una comuni-dad de monjas mostenses. Lo mismo puede de-cirse de Santa María de Tórtoles de Esgueva,que debió ser siempre casa benita76.

Quedan, pues, Brazacorta, Fresnillo y Me-dina. Las dos primeras pasan por ser los refu-gios a que se retiraron las canonesas de La Vid;en función de que son dos las casas femeninasque salen de Santa María se presupone, lógica-mente, que había muchas en La Vid, hecho queno debe sorprender puesto que estamos anteuna de las mayores casas de la orden en Casti-lla. Ambas habrían sido fundadas por el primerabad vitense, don Domingo Gómez de Can-despina, apoyado por la aristocracia, siendo enBrazacorta mucho más encumbrado el linaje delos cofundadores, que serían parientes del pro-pio don Domingo. De nuevo nos movemos en-tre suposiciones que se establecieron a partir delsiglo XVI o XVII y que se han copiado y repetidohasta la actualidad. Lo único en que están deacuerdo los distintos autores es en que los fun-dadores de Brazacorta eran miembros de lacasa de Lara; otra cosa es quiénes fueron y

cuándo se estableció el cenobio. La opiniónmás común es atribuírsela a doña Ermesindis ysu hija María de Almenar en 1165; como es ha-bitual –y casi nunca demostrable, Brazacortaincluido– se dice que ambas entraron comomonjas en el cenobio. Una vez más todo es hi-potético y se asienta en bases, más que débiles,debilísimas: a ambas damas se las hace esposao hija de distintos personajes, destacando entreellos don Pedro González de Lara, quien habíamuerto en 1130 y que era suegro –que no ma-rido– de doña Ermesenda de Narbona, esposade su hijo don Manrique, y abuelo de unadoña María, hija de estos77. Aunque los datosno sean fiables, no sería raro que la casa de Lara,fundadora o protectora de La Vid, promoviesetambién la creación de una casa femenina de-pendiente de esta78. Fresnillo tendría un origenmás humilde, pues su fundación no se atribuyea la más alta nobleza del reino79.

Así pues, considero que tanto Brazacortacomo Fresnillo nacieron a instancias de la aris-tocracia castellana, sin que surgieran para al-bergar a unas supuestas canonesas que vivieranen La Vid hasta la segunda mitad del siglo XII.Su historia sería similar a la de cualquier otrocenobio femenino del occidente hispánico quese funda por esos años, con la peculiaridad deque en ellos se seguía la norma agustina en suversión mostense. Como las cistercienses, lasmonjas o canonesas están dirigidas por unapriora en tanto en cuanto el abad es el de un ce-nobio masculino más o menos próximo que, enestos casos, es el de Santa María de La Vid.Como es corriente, son casas relativamente po-bres y su sumisión a la abadía masculina no im-plica que siempre hayan mantenido buenas re-laciones con ella. Lo primero lo demuestraLópez de Guereño en Brazacorta, cuyas dueñasse presentan ante Sancho IV en 1287 comomuy pobres e muy menguadas, y lo segundo enFresnillo, que está en pleito con Santa María deLa Vid en 134280.

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Como varias casas femeninas de la Corona,Brazacorta y Fresnillo no sobrevivirán a la cri-sis del siglo XIV y sus patrimonios se unirán a lacasa matriz. La desaparición de su comunidadno supuso el fin de su autonomía puesto que supatrimonio no se anexionó simplemente a LaVid sino que en ambos casos la abadía con-formó con sus propiedades sendos prioratosque, a diferencia de las dependencias vistas enAguilar, sí tuvieron a su frente a un canónigoque ostentó el título prioral. Los primeros prio-res se documentan en 1405, siendo el de Bra-zacorta el mismo abad de La Vid81. Que con-servaban esa categoría en 1525 se demuestra alestar ambos incluidos entre los prioratos queentonces se citan82.

Por último, Santa María de los Huertos deMedina del Campo tiene un origen, una vezmás, oscuro. Su fundación se atribuye a unareina doña Leonor en 1233 y, de nuevo, sedice que para trasladar allí a las canonesas deSan Saturnino83. Los datos son, otra vez, dadospor los cronistas de la orden, quienes cuentantambién cómo las canonesas de Medina solici-taron a Benedicto XIII en 1402 que les permi-tiese cambiar de regla y pasarse a la dominica,lo que les fue concedido; en 1418 doña Leonorde Aragón –la Ricahembra, mujer de Fernandode Antequera– habría sufragado un nuevo con-vento para las ya mendicantes en las afueras dela villa, donde todavía residen hoy. Con todosestos datos –y aunque no tengo los suficientespara contradecirlo– da la impresión de que es-tamos ante una realidad similar a la vista enToro un siglo antes, cuando un grupo de mu-jeres devotas deciden regularizar su situaciónintegrándose en una orden que, en este caso,fue la de Santo Domingo. La mención de unareina Leonor en el XIII que coincide con la delXV parece dar a entender que se trata de unaconfusión, tal vez interesada, con la que se pre-tende dar una antigüedad mayor a la casa do-minica de Medina y vincularla a San Saturnino

y a Premontré. Aunque no pueda negarse, ycon todo lo visto hasta el momento, habrá queesperar a que aparezca documentación que de-muestre lo que cuentan los cronistas mostenses.

4. CARACTERIZACIÓN DE LOS MONASTERIOS

DE LA CIRCARIA HISPÁNICA

Tras esta larga exposición, y dejando al mar-gen las fechas en que entraron en Premontré lascasas que no se han citado hasta el momento,puede establecerse que, más o menos, entre lossiglos XII y xv la Orden de san Norberto tuvoen los reinos occidentales veintidós casas, de lascuales:

16 abadías masculinas84.3 prioratos masculinos85.3 prioratos femeninos86.

Llevados a un mapa (mapa nº 1), puedeobservarse cómo los cenobios de la circaria his-pánica no se distribuyen de forma regular en elespacio geográfico correspondiente a las coro-nas de Portugal, León y Castilla. El peso de esteúltimo reino está claro, pues en él se sitúan 16casas, que suponen nada menos que el 72,72%de los monasterios, prácticamente las tres cuar-tas partes del total. El predominio mostensecastellano se atenúa mucho en el reino de Leóny no llega a las riberas del Atlántico: ningunacasa tuvo la orden en Galicia y solo un prioratoen Portugal. Es un hecho que se refuerza toda-vía más si restringimos nuestra mirada a las tie-rras de vieja colonización, esto es, al norte delDuero. En ese espacio, solo queda en el reinoleonés, durante los siglos XII y XIII,Villoria deÓrbigo y, sobre el mismo Duero, San Miguelde Gros frente a las ocho casas castellanas, cuyonúmero asciende a trece si contamos las insta-ladas en las proximidades o sobre el río citado.

La razón más probable de la castellanidaddel Premontré de la circaria está en los funda-

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dores de sus cenobios. Aunque los datos nosean todo lo seguro que sería deseable, la casa deLara parece estar detrás de la fundación de SantaMaría de La Vid y sus filiales, ejemplo que ha-brán seguido los patronos de otros monasteriosdurante los siglos XII y XIII. La iniciativa de Re-tuerta hay que atribuirla a los contactos catala-nes de los Ansúrez y, con cretamente, a los con-des de Urgel87; es a Armengol VI, hijo deArmengol V y doña María Pérez, hija a su vezde Pedro Ansúrez, a quien se atribuye la primerafundación de Retuerta en Fuentes Claras. En re-alidad, parece que es la casa condal de Urgelquien aparece, en el fondo, tras ambas funda-ciones, pues la hermana de Armengol V, doñaEstefanía, fue la segunda mujer de don RodrigoGonzález de Lara, pariente del primer abad deLa Vid. El sobrino de esta pareja, don Manri-que Pérez de Lara es el esposo de doña Erme-sendis de Narbona, padres ambos de doña Ma-

ría de Almenar que, según la tradición, profesócon su madre en Brazacorta. Con los hermanosde don Manrique, Nuño y Álvaro, habría queidentificar a los condes de esos nombres que en-cabezan la supuesta donación de Aguilar a He-rrera de 1169. De esta manera, los Condes deUrgel y sus descendientes, los Lara, están detrásde las tres casas principales de Premontré en lacircaria hispánica. El apoyo de una de las máspoderosas casas de Castilla a los canónigos desan Norberto hará que estos se expandan ma-yoritariamente por su zona de influencia, mien-tras que en los reinos de León, Galicia y Por-tugal la alta aristocracia prefirió otras opciones.

Pero volvamos a la distribución geográficade las casas mostenses, fijándonos de nuevo ensu distribución Norte-Sur marcando una fron-tera tan significativa como es el río Duero. Nossituaremos en el siglo XIII, con lo que hay quesuprimir de la cuenta al femenino Santa Sofía

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Los monasterios premonstratenses en los reinos occidentales de la península Ibérica

Mapa 1. Monasterios premonstratenses en los reinos peninsulares occidentales.Puntos negros: masculinos. Puntos rojos: femeninos.

de Toro. Con esta salvedad, al norte del Duerose sitúan nueve casas, al sur, seis, y otras seis so-bre el mismo río. De estas, salvo Almazán,puede considerarse que están en tierras de viejacolonización, mientras que el de la villa so-riana se incluiría en la Extremadura. Así pues,catorce monasterios (66,6%) se sitúan al nortedel Duero y siete (33,3%) en tierras extreme-ñas; el peso corresponde, por tanto, a las tierrasde vieja colonización, en las cuales se encuen-tra el doble de casas que al sur del Duero. Deesta manera, Premontré sigue la tónica generaldel monacato en el occidente peninsular, puesrarifica su presencia en las zonas extremeñas y,adviértase también, no rebasa el Sistema Cen-tral hacia el sur en ninguno de los reinos.

Hay también una característica que saltainmediatamente a la vista en los monasterios

extremeños: salvo Ermida do Paiva, todos ellosse localizan en una villa o en su inmediata pro-ximidad. Al norte del Duero solo Aguilar puedecomparársele, si bien es probable que la villa sehaya constituido como tal después de que elmonasterio de Santa María se haya hecho mos-tense. Aún así, Premontré muestra una ciertaatracción urbana al norte del Duero puestoque Bujedo, Ibeas de Juarros y San Miguel deGros no están lejos, respectivamente, de Mi-randa de Ebro, Burgos y Toro.

De los monasterios septentrionales hay quedestacar otra característica importante: buenaparte de ellos tienen un pasado altomedieval yno son fundaciones ex novo de Premontré. Losorígenes altomedievales parecen seguros enAguilar, Arenillas, Cerrato e Ibeas y es proba-ble que también sean herederos de un cenobio

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Arenillas de San Pelayo

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anterior Bujedo, Villamediana y Villamayor eincluso Villoria de Órbigo88. Solo las dos pri-meras fundaciones mostenses –Retuerta y LaVid– carecerían de un pasado altomedieval.

En cuanto a las fundaciones urbanas o pe-riurbanas89 parece que todas ellas fueron nuevas,probablemente premonstratenses desde sus ini-cios. No parece poder dudarse de San Leonardode Alba que, además, se remontaría a la décadade los cincuenta del siglo XII. De ella saldríanpocos años después los canónigos fundadores dela Caridad de Ciudad Rodrigo, con lo que,frente a lo que ocurre al norte del Duero, es laExtremadura del reino de León por donde pri-mero se expande Premontré al sur del río. Latradición lleva la fundación de San Saturnino deMedina a más o menos la época en que nacía LaCaridad y, por esta vez, no me parece arriesgadoque haya sido así en función de encontrarseMedina entre las mostenses Retuerta y Alba. Ladedicación al santo tolosano permite tambiéncorroborar la fundación medinense por alguienprocedente del sur de Francia, siendo más dis-cutible que los mostenses iniciales procediesende Cerrato, pues, siendo Retuerta la fundadorade San Leonardo y ésta a su vez de Ciudad Ro-drigo90, es más plausible que sus primeros mon-jes llegaran de Alba o de Retuerta.

Quizás algo más tardía que las anterioresfuese la fundación de Sancti Spiritus de Ávila,siendo más complicado el caso de Los Huertosde Segovia, que tal vez haya sido una casa re-poblada por premonstratenses en torno a 1200.La última casa mostense urbana y extremeña ennacer sería la de Allende Duero de Almazánque, con Segovia, durante al menos el sigloXIII, compartirá la categoría prioral, sin llegarnunca a convertirse en abadía.

Así pues, la Orden de Premontré en el occi-dente peninsular muestra un evidente interés enel mundo urbano y en la Extremadura se im-

planta en varias de sus ciudades. Los mostensesprefiguran así la estrategia que poco después se-guirán las órdenes mendicantes, hecho que hasido destacado por la bibliografía, especialmenteen la influencia que la Orden de san Norbertotuvo en la de Predicadores91. La vertiente secu-lar de los mostenses como rectores de parroquiasy predicadores se demostraría también en sus ca-sas urbanas o periurbanas, próximas a núcleosen los que podrían ejercer su actividad.

Frente a este aspecto pre-mendicante, la cir-caria hispana muestra también el otro aspectode la orden, mucho más “clásico”. Las dos pri-meras fundaciones surgen en lugares apartadosde los núcleos urbanos y, al norte del Duero, losmostenses se irán incorporando antiguos ce-nobios altomedievales con sus dominios. Si enla Extremadura los autores de las fundacionescanonicales son los habitantes de los burgos –Ciudad Rodrigo, Medina, Ávila–, al norte delDuero la orden se expande de forma tradicio-nal, pues su crecimiento se basa en el apoyo dela aristocracia, tal y como venía haciendo el mo-nacato desde hacía siglos. Es gracias a las do-naciones laicas como los mostenses se instalanen Retuerta y La Vid e incorporan posterior-mente las distintas casas, siendo Aguilar el casomás representativo, puesto que allí los canóni-gos sustituyen a una comunidad anterior gra-cias al apoyo de los patronos del cenobio.

Es en este tipo de expansión donde Pre-montré coincide con su contemporánea Císter,que no comparte con ella el aspecto urbano co-mentado, pues los monjes blancos rehúyen laciudad y buscan, en principio, el aislamiento.Aunque sea brevemente, comparar la expansióncisterciense con la mostense puede ser útil pararesaltar los rasgos de ésta. Para ello me basaré enla obra de Javier Pérez-Embid, con lo que noserán tenidas en cuenta las casas femeninas92. Ladistribución de abadías en el espacio hispanooccidental sería la siguiente:

Cifras (Cuadro nº 4) y mapa (nº 2) son re-veladores: Císter llega a unas zonas geográficas enlas que Premontré no existe: supera el SistemaCentral hacia el sur y se implanta en el reino deToledo y, hecho más relevante aún, se extiendeampliamente por los reinos más occidentales deHispania, Galicia y Portugal. El espacio atlánticoes trascendental para los cistercienses, pues es enél donde se encuentran prácticamente la mitad

de sus monasterios, un 46,34%. Canónigosmostenses y monjes blancos comparten presen-cia en los reinos de Castilla y León, siendo másimportante el Premontré castellano que su com-pañero Císter, mientras que en León hay que dis-tinguir el espacio propiamente leonés del astu-riano. Como en Galicia y Portugal, lospremonstratenses están ausentes de la costa can-tábrica; al sur de las montañas, entre estas y el

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Cuadro nº 4 Número de monasterios premonstratenses y cistercienses en los reinos peninsulares occidentales

Reinos Peninsulares Mostenses Cistercienses(19) (41)

Reino de Castilla 14 (73,68%) 11 (26,82%)

Reino de Toledo - 4 (9,75%)

Reino de León 4 (21,05%) 7 (17,07%)

Rº de Galicia Occidente - 10 (24,39%) 19

Rº de Portugal Peninsular 1 (5,2%) 1 (5,2%) 9 (21,95) (46,34%)

Mapa 2. Monasterios masculinos premonstratenses y cistercienses en los reinospeninsulares occidentales. Puntos negros: masculinos. Puntos rojos: femeninos.

Duero, predominan claramente los cistercienses,con la excepción mostense de Villoria. Llegadosal Duero y rebasándolo hacia el sur ocurre locontrario: predominan los mostenses –Gros,Alba y Ciudad Rodrigo– sobre la excepción cis-terciense de Valparaíso.

A la vista está que la difusión de los bernar-dos es mucho mayor que la de los norbertinos.Estos se extienden exclusivamente por la Mesetaseptentrional, sin exceder nunca sus límites,ampliamente rebasados por Císter tanto hacia eloeste como hacia el norte y el sur. Ya se ha des-tacado la importantísima presencia cistercienseen Galicia y Portugal, pero hay también que po-ner de relieve lo meridionales que llegan a ser susfundaciones, que alcanzan su cota máxima en lagran abadía de Alcobaça. La explicación de estefenómeno –salvo, precisamente, el caso de Al-cobaça– está en la peculiaridad histórica portu-guesa, cuya Extremadura correspondiente sedesplaza del Duero al Mondego, bastante másal sur, con lo que las comarcas al norte de dichorío participan de las características de los terri-torios de vieja colonización que en León y Cas-tilla tienen sus limites en el Duero.

La distinta difusión de una y otra orden de-pende de fenómenos ya apuntados: junto alDuero y al sur de este, los mostenses se insta-lan en el entorno urbano. Al norte del río, sinembargo, su expansión depende de la genero-sidad y el patrocinio de la aristocracia que,como se ha dicho, tuvo su máxima expresiónen las casas condales de Urgel y Lara. Frentea ellas, las noblezas gallega, portuguesa, astu-riana y leonesa se olvidaron de los discípulosde san Norberto para volcarse con los de sanBernardo, ejemplo seguido por muchos noblescastellanos que entregaron a los cisterciensesantiguos monasterios de los que eran patronosy, también, alguno de los que fundaron en laszonas más septentrionales del reino de To-ledo.

Lo que queda claro con los datos expuestoses la gran importancia relativa que tuvo la Or-den Premonstratense en el reino de Castilla,donde el número de sus casas es superior a lasde los monjes blancos. Esta diferencia cuanti-tativa ha de ser matizada con otros datos paraapreciar mejor el papel de los canónigos de sanNorberto en el occidente peninsular. En enerode 1294 Sancho IV preparaba la próxima cam-paña del Estrecho contra los benimerines yGranada, que se presentaba dura y para la quenecesitaba todos los recursos que pudiese reu-nir. El monarca solicitó entonces una contri-bución extraordinaria al clero de sus reinos y dela cual, gracias al trabajo de Mercedes Gai-brois93, se conocen las cantidades solicitadas porel rey a varias abadías, que pueden verse en elcuadro nº 5.

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Los monasterios premonstratenses en los reinos occidentales de la península Ibérica

Santa María de Bujedo de Candepajares

A finales de XIII la Corona exige unas canti-dades mayores a las dos grandes casas mosten-ses castellanas que a sus hermanas cistercienses:Retuerta figura sin rival a la cabeza de todasellas y se mezcla en el grupo de las vetustas, tra-dicionales y ricas abadías tanto benedictinascomo seglares. Por su parte, La Vid sólo se veigualada en Castilla por Santa María de Val-

buena, pues los otros dos cenobios cistercien-ses con los que comparte tasa –Moreruela yNogales– son leoneses, como lo es también elberciano –y tardíamente bernardo– Carracedo.

Frente a los dos grandes monasterios pre-monstratenses castellanos, el resto de los citadoses bastante más discreto, pues todos ellos for-man parte del grupo “pobre”, cerrando la lista

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Cuadro nº 5 Cantidades (en maravedíes) solicitadas a las abadías castellano-leonesas por Sancho IV en 1294

MARAVEDÍES ABADÍAS

Seglares Benedictinas Mostenses Cistercienses

10.000 Valladolid Oña

8.000 Sahagún

6.000 Silos

5.000 SantanderSantillana Retuerta

4.000 Covarrubias Carrión

3.000 Corias

2.500 Carracedo2.000 Alfaro S. Juan Burgo La Vid Moreruela

Cardeña NogalesS. Vcte Oviedo Valbuena

1.500 Espinareda ValdediósS. Pº Montes

1.000 Arlanza Bujedo JuarrosCornellana La Espina

Obona Gumiel de IzánHerreraHuerta

MatallanaPalazuelos

500 Villafranca Bzo Aguilar BelmonteBujedo Camp. Benavides

Cerrato CasteñedaMonzón Sacramenia

ValdeiglesiasValparaísoVnva Oscos

300 S. Leonardo

La Caridad

las casas leonesas de Alba y Ciudad Rodrigocon sus trescientos maravedíes. A este nivel, elCíster castellano supera ampliamente al mos-tense puesto que prácticamente todas sus casasson tasadas con mil maravedíes. En su mayoría,los monjes blancos que comparten valor con losmostenses son los que viven en zonas que po-dríamos denominar “secundarias” –Asturias(Belmonte y Villanueva de Oscos), Sanabria(Castañeda), Extremadura (Sacramenia y Val-deiglesias)– o en otras que comparten con ellos(Benavides y Valparaíso). Así pues, la riqueza deCíster y Premontré parece compensarse y,frente a la fuerte desigualdad mostense, los

monjes blancos parecen tener una riqueza me-jor distribuida entre sus centros.

En estos datos hay también que destacar unhecho sorprendente: la posición de Aguilar deCampoo con una contribución tan exigua.Con una antigüedad y un dominio territorialcomo se ha esbozado en páginas anteriores,parece difícil explicar que Santa María se asi-mile a Cerrato o Monzón en vez de a La Vid oRetuerta. Este hecho es todavía más extraño –y termino– si comparamos el cuadro anteriorcon el que recoge los datos de la reunión queen 1525 celebraron los mostenses en Medinadel Campo.

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Los monasterios premonstratenses en los reinos occidentales de la península Ibérica

Cuadro nº 6 Tasas impuestas a las casas mostenses en 1525

4.000 mrvs. La Vid2.250 mrvs. Ciudad Rodrigo1.500 mrvs. Aguilar1.500 mrvs. Ribas/Monzón1.000 mrvs. Ibeas850 mrvs. Bujedo800 mrvs. Retuerta800 mrvs. Segovia750 mrvs. Villamayor600 mrvs. Medina del Campo550 mrvs. Brazacorta (Prº)400 mrvs. Avila

350 mrvs. Cerrato300 mrvs. Arenillas300 mrvs. Fresnillo (Prº)250 mrvs. Villamediana200 mrvs. Villoria200 mrvs. Toro (Prº)200 mrvs. Almazán (Prº)200 mrvs. Tovar (Prº)200 mrvs. Villapedro (Prº)150 mrvs. Medianedo (Prº)68 mrvs. Brañosera (Prº)68 mrvs. Sandoval (Prº)

Entre 1294 y 1525 Retuerta ha sufrido unacaída brutal: de más que duplicar lo pagado porLa Vid a finales del XIII, doscientos años des-pués se le grava con menos de la cuarta parteque a ésta. El décalage entre la abadía matriz dela circaria y su competidora es difícil de expli-car y parece haberse dado en el siglo XIV, puesa finales de esta centuria La Vid parece superarya en riqueza a Retuerta: en 1393 la sede pon-tificia le imponía al primero una tasa de 84 flo-

rines y 23 sueldos, mientras que al año si-guiente Retuerta queda liberada de su obliga-ción correspondiente propter paupertatem. En1419 se asignaron a La Vid 80 florines frente alos 50 que correspondieron a Retuerta94. Pocomás puedo añadir, salvo que, desde luego, aprincipios del XVI, la riqueza de la abadía ma-dre de la circaria no está en consonancia con sudignidad al verse relegada a un modesto sép-timo puesto. Frente a ella, Santa María de La

Vid, indiscutiblemente la casa más rica de la de-marcación –o, al menos a la que más esfuerzose le exige– y con una historia tan venerablecomo la de Retuerta; no es de extrañar que lehaya disputado la primacía en el seno de la cir-caria en más de una ocasión. La superioridadvitense es todavía mayor si le sumamos las can-tidades de sus prioratos dependientes, pues so-brepasa entonces los 5.000 maravedíes.

La vertiginosa caída de Retuerta está com-pensada por el fulminante ascenso de La Cari-dad de Ciudad Rodrigo, fenómeno tan inex-plicable como el anterior. Por su parte, en 1525Monzón y Aguilar siguen hermanadas encuanto a cantidades solicitadas, si bien la sumade las de los cuatro prioratos aquilarenses a su

asignación elevarían un tanto a Santa María so-bre Santa Cruz, acercándola a La Caridad, aun-que no sale de su tercer puesto. Lo mismopuede hacerse con San Cristóbal de Ibeas, queengrosa su monto con la correspondiente a supriorato de Villapedro. Al resto de los monas-terios se les fijó una cantidad inferior a los milmaravedíes, quedando por debajo de los qui-nientos las casas que pueden ser consideradaspobres, de las que hay que destacar la últimaposición de la femenina Santa Sofía de Toro yde Villoria, por entonces en proceso o ya con-vertida en casa femenina.

5. CONCLUSIÓN

Mi intención en esta intervención ha sido,como decía al principio, mostrar una serie deproblemas que presenta el estudio de las abadíasmostenses del occidente peninsular y, también,una visión general de la implantación de la Or-den en este espacio. Creo haber demostradoque la historia de cada monasterio debe ser re-visada para llegar a conocer, cuando sea posible,el momento en que cada uno de ellos entró aformar parte de la familia de san Norberto ycuál fue su evolución tanto antes como después.En algún caso he esbozado hipótesis que debenser demostradas con un estudio más atento queel que aquí se ha hecho. Como he compro-bado en Galicia, la historia monástica está car-gada de una serie de tradiciones y falsedades quese han ido acumulando siglo a siglo y que enmuchas ocasiones se han instaurado como ver-dades más o menos incontestables, muy difíci-les de desmontar. Esta rápida visión de los mos-tenses de la circaria hispánica me ha permitidoconstatar que el fenómeno no es exclusivo ni deGalicia ni de una orden o de un grupo de mo-nasterios concretos sino que es bastante másgeneral y trasciende fronteras políticas y geo-gráficas, al menos en la Península.

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Santa Cruz de la Zarza. Ribas de Campos

Otra realidad que espero haber logradotransmitir es que no se puede estudiar el mo-nacato como algo inalterable en el transcurrirdel tiempo. En esta rápida visión de la circariahispánica se demuestra que ésta no comprendeen la segunda mitad del XII los mismos ceno-bios que en 1300 o 1525. Los monasterios nopermanecen inalterables durante la Edad Me-dia, pues sus comunidades crecen, menguan,desaparecen, son reformadas o cambian de re-gla. El mundo monástico es mucho más versá-til y dinámico de lo que habitualmente sepiensa, su historia es menos monolítica de loque parece. De ahí que sea imposible –como seha visto en mi intervención– dar una visión ge-neral de los mostenses a lo largo de todo el pe-ríodo que he tratado y, para representarlos enun mapa, es necesario tomar un momento con-creto. Recuérdese, por ejemplo, que Santa So-fía de Toro nace a principios del XIV y que po-cas décadas después desaparecen sus hermanasmás vetustas, Brazacorta y Fresnillo de las Due-ñas.

Al margen de todos los cambios sufridos porla Orden Premonstratense en el período, comoconclusión puede afirmarse que su principal es-cenario fue el reino de Castilla. En este su pa-pel fue tan importante o más que el de Císteral tener en él un número mayor de cenobios, al-guno de ellos especialmente rico. Tal éxito cas-tellano se debe a los condes de Urgel, quieneslegarán su preferencia mostense a la casa deLara, y también a algunos ciudadanos de laExtremadura de origen francés, quienes los lla-marán a las villas castellanas y leonesas en quese instalaron.

De todas formas, aún queda mucho por ha-cer para llegar a conocer en profundidad la cir-caria hispánica premonstratense: el número decanónigos de cada casa, sus cargos y, desdeluego, la publicación de su documentación y,también, un estudio monográfico de las abadíasque carecen de él, empezando por las dos pri-meras instaladas en suelo castellano, Santa Ma-ría de Retuerta y Santa María de La Vid.

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Los monasterios premonstratenses en los reinos occidentales de la península Ibérica

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Los monasterios premonstratenses en los reinos occidentales de la península Ibérica

NOTAS

1. BACKMUND, Norbert (1983), 57.

2. VALVEKENS, J.B. (1962); MORAL, Tomás (1968 y1969); FERNÁNDEZ, Luis (1973); MARTÍNEZ, G.(1975-1976); CANTERA BURGOS, Francisco (1970).Para el resto de los estudios –así como los citados acontinuación– véase la bibliografía al final del tra-bajo.

3. “Según una tradición del siglo XVII, que no está ava-lada por ningún documento…” (BACKMUND, Norbert[1983], 57). “Según una tradición muy antigua, to-davía no corroborada con documentos fehacientes….”(MORAL, Tomás [1969], 220). Sobre las tesis de ambasfundaciones, con la bibliografía pertinente, LÓPEZ DE

GUEREÑO SANZ, Mª Teresa (1997), 50.

4. Fundada en 1135, La Case-Dieu tuvo un activopapel como origen de nuevas casas mostenses en elMidi y, también, en la Península (Cf. BARTHÈS, Henri[1989], 216-221).

5. BACKMUND, Norbert (1983), 58. En los mismostérminos critica Tomás Moral a fray Bernardo(MORAL, Tomás [1969], 229-230), y hay que teneren cuenta también que en su obra se basaron histo-riadores posteriores, especialmente E. de Noriega,abad de La Vid, en el siglo XVIII.

6. RODRÍGUEZ DE DIEGO, José Luis (2004), 25.

7. RODRÍGUEZ DE DIEGO, José Luis (2004), 131-135(docs. nº 30, 31 y 32), y los dos reales publicadostambién por GONZÁLEZ, JULIO (1960), II, 216-220(docs. nº 127 y 128), quien dice del que doy por nº3 es “copia falsificada del XII”, y, del que tomo comonº 2, “Falsificado. Es parte del anterior [nº 3]; algu-nas fórmulas son como las del documento de 4-feb.-1165”.

8. Estos aliorum abbatum son los de Sahagún, MonteSacro (después La Vid), San Pedro de Cardeña, SanPelayo –de Cerrato o de Arenillas– y San Cristóbal deIbeas, que aparecen como confirmantes. La nóminaes casi exacta a la que aparece en el documento de do-nación de Alfonso VIII –el que trato como nº 2–, enla que no aparece el abad de Cardeña, sustituido porotro abad de San Pelayo –con lo que estarían tanto elde Cerrato como el de Arenillas–, siendo en este casotodos abades premonstratenses salvo el de Sahagún.Lo cierto es que estas suscripciones abaciales en una

donación regia es un tanto sorprendente, pues no eshabitual que figuren más que los obispos y miembroslaicos de la corte.

9. RODRÍGUEZ DE DIEGO, José Luis (2004), 118-120(doc. nº 18). Peter Rassow lo da por falso, aunque nolo es para Rodríguez de Diego. Por su parte, ManuelLucas lo considera auténtico pero datado indebida-mente y lo lleva a 1157, opinando que “puede pen-sarse que el copista haya omitido la V final en la era”(LUCAS ÁLVAREZ, Manuel [1993], 184). No pretendoen este trabajo hacer una sólida crítica de la docu-mentación –ni aquilarense ni de cualquier otro ceno-bio premonstratense–, pero, con mi experiencia en ladocumentación real propia de los monasterios galle-gos, me parece más que posible la falsificación, puesno deja de ser curioso que los copistas suelan equivo-carse en documentos tan trascendentales como estetipo de donaciones mientras que parecen haber sidomás rigurosos en otros de menor importancia. Porotra parte, la mayor parte de los documentos cuyasfechas “bailan” –como en este caso– suelen tener otrosdefectos; en algunos casos es fácilmente demostrablela falsificación, no así en otros, si bien en éstos la in-formación no creo deba ser tomada precisamentecomo muy fiable.

10. RODRÍGUEZ DE DIEGO, José Luis (2004), 126-131 (docs. nº 25-29), alguno de los cuales (nº 29) hasido dado por falso o interpolado.

11. LÓPEZ DE GUEREÑO SANZ, Mª Teresa (1997),345.

12. RODRÍGUEZ DE DIEGO, José Luis (2004), 138-139 (doc. nº 35).

13. Sólo la ecclesiam Sancti Cipriani de 1173 puedeidentificarse con la ecclesiam Sancti Cipriani de laNaua de 1169.

14. Otro problema está en datar la propia sentencia,que gira en torno a la confirmación del legado de losbienes de Aguilar en 1173 y que se hace a un abadAndrés que preside una congregación agustina, sinespecificarse que sea premonstratense. Es probableque se trate del Andrés mostense, pues en la senten-cia se dice que este don Andrés había sido confir-mado como abad de Aguilar ante el propio donJacinto –quod et postea in presentia nostra confir-mauit–, momento que parece adecuado para que elcardenal diese su confirmación a los bienes de la casa.De ser así, es claro que la sentencia tuvo que ser pos-terior a 1173 y no antes. Rodríguez de Diego la data

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entre 1170 y 1173 en virtud de que tuvo que hacerseentre las donaciones de 1169 y la confirmación del73 (RODRÍGUEZ DE DIEGO, José Luis [2004], 139).

15. RODRÍGUEZ DE DIEGO, José Luis (2004), 170-171 (doc. nº 67).

16. No puedo dejar de expresar mi opinión sobreciertos aspectos de la edición de Rodríguez de Diego,quien –como es habitual en los editores de coleccio-nes diplomáticas– suele tender a afirmar la veracidadde los diplomas del monasterio que trata. En algunaocasión, el autor hace verdaderas piruetas para in-tentar mantener la veracidad de ciertos documentos,a mi parecer, sin lograrlo. Parece evidente que –comofue corriente–, al copiarse la documentación al Be-cerro de Aguilar fue claramente distorsionada, inter-polada o directamente falseada en más de unaocasión. El ejemplo más evidente se encuentra enuna venta datada en 1173 que al pasarse al cartulariose transforma en donación; el editor intenta demos-trar que ambas versiones son ciertas, lo que me pa-rece difícil de creer, pues la solución más simple espensar, sin más, que la copia fue manipulada, puesno tiene sentido –como defiende Rodríguez deDiego– que una misma persona done el mismo bienel mismo día a dos monasterios distintos (Conf. RO-DRÍGUEZ DE DIEGO, José Luis [2004], 136-137 (doc.nº 34). Otro ejemplo sobre documentación mostensees el de Saturnino Ruiz, quien intenta demostrar laveracidad del supuesto diploma fundacional de Bu-jedo de 1168 cuando, en realidad –al menos a mi en-tender– consigue todo lo contrario (RUIZ DE

LOIZAGA, SATURNINO [2000], 17-18). Conste que micrítica a ambas ediciones –que menciono aquí porser mostenses– afecta en exclusiva a estos intentos deevitar establecer la falsedad de ciertos diplomas queeditan.

17. BACKMUND, Norbert (1959), passim, y (1983),59.

18. BACKMUND, Norbert (1983), 59-60. Según losdatos que da Mª Teresa LÓPEZ DE GUEREÑO SANZ,([1997], 327-328), la historia de Santa María deTórtoles es harto complicada, pues, según las fuentesde la orden que recoge esta autora, la iglesia fue do-nada a La Vid en 1148. En 1161, don Gonzalo Pérezde Torquemada y su señora, doña María Armíldez,fundaban un monasterio femenino en Tórtoles que –se supone– era mostense, basándose en la propiedadde La Vid de la iglesia de ese nombre, confirmadaademás al cenobio vitense en 1163 por Alejandro III.

“…Pero en 1194, la fundación premonstratense nohabía prosperado por lo que el monasterio pasó apertenecer a la Regla de San Benito con el traslado deuna comunidad femenina procedente de San Millánde Frandovínez, cuya abadesa era Urraca Pérez deTorquemada, hermana del fundador”, cuenta Lópezde Guereño, basándose en Luciano Serrano y Nor-bert Backmund, ambos, a su vez, tomando las noti-cias de Eduardo Noriega. Si se toma esto comocierto, no sé cuándo pudo tener Tórtoles, como prio-rato de La Vid, “seis canónigos, cuatro presbíteros ydos diáconos”, pues en realidad fue desde 1194 casafemenina. Esta debió tardar bastante en consolidarse,pues tanto en 1199 –de nouo construxerunt– como en1207 –ad opus monasterii uestri de Tortoles quid uos[don Gonzalo y doña María] de nouo edificatis– lacasa estaba en construcción según se dice en dos di-plomas de Alfonso VIII de esa data (GONZÁLEZ, Julio[1960], docs. nº 674 y 803). Ningún dato relacionaa Tórtoles con Premontré hasta finales del siglo XV:en 1498 el papa Alejandro VI nombró jueces con-servadores perpetuos del monasterio a los abades dela La Vid y San Pelayo de Cerrato –ambos mosten-ses– y al arcediano de Burgos, que, al parecer, actua-rán como tales durante el resto del siglo XVI

(SERRANO, LUCIANO [1933], 98); este hechodebe haber dado pie a que los cronistas mostenseshispanos de época moderna hayan supuesto y pre-tendido que la comunidad femenina de Tórtoleshabía pertenecido a su orden desde la fundación dela casa.

19. Como muchos otros monasterios, la fundaciónde San Leonardo se atribuye a Alfonso VII –sin basedocumental alguna– y se establece en torno a 1154(LÓPEZ DE GUEREÑO SANZ, Mª Teresa [1997], 611),probablemente en virtud de la donación de Partoviay Moriz. Los donantes eran el conde don RodrigoPérez de Traba y su mujer, doña Fronille Fernández,y en 1161 la sobrina de don Rodrigo, doña SanchaPonce, donaba su parte en esos mismos lugares –pró-ximos al actual Carballiño, en la provincia deOrense– ya sólo a San Leonardo. En ambos diplo-mas se dice expresamente que los monasterios vivensecundum regulam beati Augustini et Premonstratensisecclesiae tenorem / et Premonstratensium canonice vi-ventium y no son sospechosos de falsedad puesto quese conservaron en Santa María de Oseira, cenobio alque el abad Vidal de San Leonardo entregó Partoviay Moriz –con sus escrituras– en 1162 a cambio delas que el monasterio orensano tenía en Vozdemar-

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ván, en términos de Toro. Ambas donaciones y lapermuta en ROMANÍ MARTÍNEZ, Miguel (1989),docs. nº 31, 38 y 39. La presencia del abad de Re-tuerta en 1155 y su desaparición en 1161 da pie apensar que San Leonardo debía estar recién fundadopor entonces, en la primera de las fechas.

20. LÓPEZ DE GUEREÑO SANZ, Mª Teresa (1997),612-613. Sobre la Orden Jerónima, GARCÍA VILLOS-LADA, Ricardo, dir. (1980), 243-247.

21. Como es habitual, parto para Gros de la obra deLÓPEZ DE GUEREÑO SANZ, Mª Teresa (1997), 651-652.

22. Los cronistas de la orden destacaron la depen-dencia de la parroquia toresana de Santo Tomás Can-tuariense del monasterio de Gros, estableciendo quedicha iglesia les fue donada por su fundador, MartínMateo de las Navas, en 1202 (LÓPEZ DE GUEREÑO

SANZ, Mª Teresa [1997], 652, nota nº 5). En reali-dad, en esa época al menos, la iglesia no era parro-quia sino capilla y el nombre de su fundador eraMartín Mercator, que debió encomendar su cons-trucción o su mantenimiento a los ¿canónigos? deGros. En 1195 el monasterio llegaba a un acuerdocon la catedral de Zamora sobre el pago de los diez-mos de la capilla, estipulándose que habían de en-tregar una tercera parte a la Iglesia diocesana sicutcetere ecclesie de Tauro. El abad a la sazón se llamabaIsidoro y su comunidad constaba al menos de seisfratri –que suscriben el documento– entre los cualeshay un prior y un subprior (FLETCHER, R.A. [1978],255-256; y MARTÍN, José Luis (1982), doc. nº 56[regesto]. En 1207 el monasterio firmaba un nuevoacuerdo con la catedral de Zamora sobre el pago dediezmos (MARTÍN, José Luis [1982], doc. nº 65 [re-gesto]). Es de suponer que en el archivo catedraliciode Zamora se encuentren más noticias sobre este ce-nobio.

23. LÓPEZ DE GUEREÑO SANZ, Mª Teresa (1997),652.

24. LÓPEZ DE GUEREÑO SANZ, Mª Teresa (1997),605-606; como en otras ocasiones, los datos que citode esta abadía están tomados de este estudio. A losdatos suministrados por la autora hay que añadir lapresencia del abad de Villoria en una reunión quemantuvieron los mostenses en 1250; en el docu-mento, dicho abad cierra la lista de los presentes(LARGO MUÑOYERRO, José Antonio [2000], 91, doc.nº 18). La condición abacial del monasterio demues-

tra su independencia respecto a Aguilar, al margen deque sea posible que los primeros canónigos premons-tratenses de Villoria hayan procedido del cenobio deCampoo.

25. A pesar de que es posible, lo dudo, pues en laslíneas siguientes se verá como, por lo general, losmonasterios que fueron cedidos a Aguilar nunca seconformaron en abadías sino, como mucho, engranjas que, después, se conocerán como prioratos apesar de no tener en realidad esa condición puestoque sus gerentes o superiores no ostentaron el títulode prior. El caso de Villoria sería, pues, único entrelos cenobios cedidos a Aguilar, hecho que, si bienno impide la posibilidad, la hace poco creíble porexcepcional.

26. Siguiendo la bibliografía, Mª Teresa López deGuereño hace a doña Mencía “abadesa” de Villoria –y también duquesa de Colmenares–; si bien es másque posible ante una situación como la que se deducede todo este embrollo, es difícil que ese título fuesedado o consentido por Premontré, pues incluso unacasa tan asentada como Santa Sofía de Toro –de la queprocederían las monjas de Villoria– estaba gobernadapor una priora, como lo demuestra su inclusión en1525 entre los prioratos de la circaria. El título abacialno llegará a Villoria hasta, en principio, 1531.

27. BACKMUND, Norbert (1983), 60.

28. LÓPEZ DE GUEREÑO SANZ, Mª Teresa (1997),534.

29. QUINTANA PRIETO, Augusto (1987), doc. nº 930.Con anterioridad hay un privilegio confirmatorioatribuido a Inocencio III y datado en 1198 que Man-silla da por falso (MANSILLA REOYO, Demetrio[1955], 166, doc. nº 135).

30. “In primis siquidem statuentes ut ordo canonicus,qui secundum Deum et beati Augustini regulam atqueinstitutiones Premonstratensium fratrum in eodem locoinstitutus esse diniscitur perpetuis ibidem temporibus in-violabiliter observetur … Obeunte vero te, nunc ejus-dem loci priore vel tuorum quilibet successore, nullus ibiquolibet subreptionis astutie seu malitia proponatur, nisiquem fratres communi consensu vel fratrum major parsconsilii meliris secundum Dei et beati Augustini regu-lam providerint eligendum…” (QUINTANA PRIETO,Augusto [1987], doc. nº 52).

31. VILLAR GARCÍA, Luis Miguel(1990), docs. nº 155y 157.

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32. LÓPEZ DE GUEREÑO SANZ, Mª Teresa (1997),535.

33. RODRÍGUEZ R. DE LAMA, Ildefonso (1981), docs.nº 13 y 35.

34. Además de los documentos citados, VILLAR GAR-CÍA, Luis Miguel (1990), docs. nº 165, 177 y 226, yGAIBROIS DE BALLESTEROS, Mercedes (1922-1928),III, docs. nº 39, 173.

35. VILLAR GARCÍA, Luis Miguel (1990), docs. nº165.

36. LÓPEZ DE GUEREÑO SANZ, Mª Teresa (1997),535.

37. BACKMUND, Norbert (1959), 14-21 y 26-27. Elautor considera interpolado el documento otorgadoen 1173 por el cardenal Jacinto a Santa María de Er-mida, concretamente en la mención de la regla pre-monstratense.

38. Conf. LÓPEZ DE GUEREÑO SANZ, Mª Teresa(1997), 201.

39. El proceso de concentración de pequeños mo-nasterios a favor de otros mayores había comenzadoen el siglo XI y se prolongará en los dos siguientes (Cf.GARCÍA DE CORTÁZAR, José Ángel [2004], 231-243).

40. RODRÍGUEZ DE DIEGO, José Luis (2004), 279-281 (docs. nº 206 y 207); GONZÁLEZ DE FAUVE, MªEstela (1992), II, 36, regto. nº 83.

41. Un primer paso es el trabajo de RODRÍGUEZ DE

DIEGO, José Luis (1987).

42. De hecho, la mayoría de los documentos de Aguilardel siglo XI incluyen la donación a éste de otros monas-terios (RODRÍGUEZ DE DIEGO, José Luis [2004], 94-108[docs. nº 2, 4, 5, 8, 9, 9bis]). El total de cenobios inte-grados en el patrimonio de Aguilar y su localización, enRODRÍGUEZ DE DIEGO, José Luis (1987).

43. RODRÍGUEZ DE DIEGO, José Luis (2004), 116-117 (doc. nº 15), y GONZÁLEZ, Julio (1960), II, 10-11 (doc. nº 2).

44. RODRÍGUEZ DE DIEGO, José Luis (2004), 120-121 (doc. nº 19) , y GONZÁLEZ, Julio (1960), II, 32-34 (doc. nº 15).

45. RODRÍGUEZ DE DIEGO, José Luis (2004), 141(doc. nº 37).

46. GONZÁLEZ DE FAUVE, Mª Estela (1992), II, 184-185 (doc. nº 18).

47. RODRÍGUEZ DE DIEGO, José Luis (2004), 118-120 (doc. nº 18) y 123-124 (doc. nº 22).

48. “…quod si abbas et conuentus de Retorta uel suc-cessores eorum super eadem questione Aquilarenses im-petrare uoluerint soluant predicto Aquilarensimonasterio XXX milia aureorum…” (RODRÍGUEZ DE

DIEGO, José Luis [2004], 400 (doc. nº 361).

49. “…Abbas uero Aquilarensis et conuentus eiusdemloci ex alia respondebant per factum Sancii, bone me-morie primi abbatis Retorte, et quorumdam eiusdemordinis aliorum consilio coabatum et fratrum eiusdemordinis et domini Alfonsi,regis Castelle comendabilismemorie, eas iuste et canonice possedisse…” (RODRÍ-GUEZ DE DIEGO, José Luis [2004], 400 (doc. nº361).

50. GONZÁLEZ DE FAUVE, Mª Estela (1992), II, 185.

51. Entre 1231 y 1247 por el prior Juan Gutiérrez(LÓPEZ DE GUEREÑO SANZ, Mª Teresa [1997], 201).

52. RODRÍGUEZ DE DIEGO, José Luis (2004), 132,212-213, 219 y 318-320 (docs. nº 82, 120, 121, 130,139 y 253).

54. Sobre el sistema de granjas mostenses, LÓPEZ DE

GUEREÑO SANZ, Mª Teresa (1997), 40-41.

54. RODRÍGUEZ DE DIEGO, José Luis (2004), 132(doc. nº 30).

55. RODRÍGUEZ DE DIEGO, José Luis (2004), 171(doc nº 67).

56. Diversas ventas en y alrededor de 1214 a los “fratresde Quintaniela”, una de ellas a “fra Domingo, que teniala casa de Quintaniela” (RODRÍGUEZ DE DIEGO, JoséLuis [2004], 322-324 (docs. nº 257, 258); GONZÁLEZ

DE FAUVE, Mª Estela [1992], II, 407, doc. nº 524).

57. Compra de varias veces en molinos por los fratresde Val de Boniel (RODRÍGUEZ DE DIEGO, José Luis[2004], 328; doc. nº 264).

58. Venta de bienes a fra Pero Diat pora Sant Martinde Capredondo (RODRÍGUEZ DE DIEGO, José Luis[2004], 365, doc. nº 321).

59. En 1236 María Alvarez renunciaba a una de-manda que había interpuesto al abbad don Martinode Santa Maria de Aguilar et al conuentu desmismologar et a fra Aluaro, que estimo es el tenente, granjeroo residente en Valdeguña y de ahí que sea mencio-nado individualmente (GONZÁLEZ DE FAUVE, Mª Es-tela [1992], II, 367, doc. nº 434).

201

Los monasterios premonstratenses en los reinos occidentales de la península Ibérica

60. GONZÁLEZ DE FAUVE, Mª Estela (1992), II, 46,47, 51 y 54 (regtos. nº 161, 168, 193, 216 y 217) yLÓPEZ DE GUEREÑO SANZ, Mª Teresa (1997), 202.

61. Esta probablemente heredera de San Martín deCamporredondo, próximo a Medianedo (RODRÍGUEZ

DE DIEGO, José Luis [2004], 161).

62. BACKMUND, Norbert (1983), 82.

63. Existe una donación hecha por Alfonso VIII aIbeas de la iglesia de San Miguel y lo que tiene enVillapedro, datada en 1164 y que, a mi parecer, tienesus problemas puesto que no se conserva su originalsino que se conoce a través de un traslado hecho en1342, época en la que –al menos en Galicia– sehacen traslados similares que no siempre se hicieronsobre diplomas auténticos precisamente. La sospe-cha, aparte de la no conservación de la donaciónregia original, viene de la noticia de que en 1277 sefunda en Villapedro un monasterio mostense porobra y gracia de “unos caballeros, señores de Sandobal”cuyos nombres se registran en el becerro de Ibeas. Elsentido común obliga a desestimar una de las dos no-ticias puesto que, aunque no sea imposible, es difícilque los patronos o dueños de Villapedro se decidana finales del siglo XIII a hacer un monasterio sobreuna iglesia o propiedad que había sido cedida a Ibeasmás de un siglo antes. Los documentos y noticias enMARTÍNEZ, Gonzalo (1975), 703 (doc. nº 15) y(1976) 857-858 (doc. nº 56), y GONZÁLEZ, Julio(1960), II, 105-106 (doc. nº 59). San Miguel de Vi-llapedro figura a la cabeza de los bienes confirmadospor Alfonso VIII a Ibeas en 1170, que también seconserva en traslado hecho en 1342; es decir, que, sibien esta confirmación puede haber existido, Villa-pedro puede haberse incluido a la hora de hacerse eltraslado (MARTÍNEZ, Gonzalo [1975], 704-705 (doc.nº 17). A favor de la falsedad está el hecho de queesa donación alfonsina de 1164 no haya sido ratifi-cada por Sancho IV, quien confirmó varios docu-mentos concedidos a Ibeas por sus antecesores(MARTÍNEZ, Gonzalo [1976], 866-871, docs. nº 64-70).

64. LÓPEZ DE GUEREÑO SANZ, Mª Teresa (1997),294-295.

65. Aunque los datos no son muy sólidos, se habla deun prior Bernardo en 1237, y en 1462 –dice ZamoraLucas– se hizo una donación al “Priorato de AllendeDuero”. Mª Teresa López de Guereño sigue en buenamedida al autor citado pero amplía la información

sobre la casa al transcribir en parte las escasas noti-cias que sobre ella hay en el siglo XIII. De las dos, esen la de 1237 donde aparece “don Bernaldo, prior dellogar”; si bien no se trata de un original sino proba-blemente de una traducción, puede suponerse que es-tamos ante una trasposición fiel del original. Másdudoso es que Allende Duero siga ostentando esa ca-lidad prioral en el siglo XV –por más posible que sea–ya que la noticia que se da sobre él en 1462 es unadonación hecha al “priorato”, si bien parece que esacalidad prioral se la dan los autores que escriben lahistoria, sin poder dilucidarse en realidad si en el do-cumento aparecía verdaderamente un prior a su ca-beza (Cf. LÓPEZ DE GUEREÑO SANZ, Mª Teresa[1997], 545-547; y ZAMORA LUCAS, Florentino[1961], passim).

66. LÓPEZ DE GUEREÑO SANZ, Mª Teresa (1997),546.

67. BACKMUND, NORBERT (1983), 80.

68. Suele darse la fecha de instalación de mostensesen El Tejo en 1179, año en que habrían llegado tam-bién a Villamediana (LÓPEZ DE GUEREÑO SANZ, MªTeresa [1997], 291). Esta abadía habría sido trasla-dada al lugar de Quintanillas desde Villacarreros noen esa fecha sino diez años después, en 1189 (RO-DRÍGUEZ DE DIEGO, José Luis [2004], 170-171, doc.nº 67). El documento es un tanto confuso peromuestra que en esos momentos Villacarreros tenía al-guna relación con Aguilar puesto que su abad Ro-drigo es filius ecclesie Sancte Marie de Aquilare,estimándose que es una filial que, desde luego, tienecategoría abacial. En la segunda parte del docu-mento, doña María de Almenar, con acuerdo del ci-tado abad Rodrigo, dice, “mutto istam abbatiamordinis Premonstratensis ecclesie in loco prenominato inQuintanillis”; a continuación, abad y convento deAguilar ceden a esa nueva abadía trasladada “VilleCarreros cum pertinentiis suis et Castriello cum perti-nentiis suis iure hereditario ut sint grangiae et seruiantpredicte abbatie nun et in perpetuum ut illa abbaciasit ualitura et stabilis”. A partir de entonces, Villa-mediana comienza una míseramente documentadaexistencia como casa independiente –entre las aba-días está en 1525– hasta su supresión en 1570(LÓPEZ DE GUEREÑO SANZ, Mª Teresa [1997], 291-292). Del Tejo nada se sabe salvo lo dicho.

69. ERENS, A. (1929); LÓPEZ DE GUEREÑO SANZ, MªTeresa (1997), 39.

Francisco Javier Pérez Rodríguez

202

70. “…Deo et beate Marie et sancti Augustini et tibidomno Michaeli abbati et omnibus successoribus tuis,regulam sancti Augustini ibi tenentes tam fratribusquam sororibus. Dabimus enim etiam illam domumprenominatam sororibus possidendam et regulam sanctiAugustini tenendam, si fieri potest; si autem non, possi-deant fratribus; si autem per aliquam ocasionem sororesuel fratres non possunt eam habere, redeat ad generatio-nem suam. Si autem alicui ex nostra generatione tamfratrem quam sororem uoluerit Deo seruire ibi, redeatsustantiam suam et recipiant ei; si enim non habueritque reddat, recipiant ei in domum…” (RODRÍGUEZ DE

DIEGO, José Luis [2004], 128-129, doc. nº 27.

71. LÓPEZ DE GUEREÑO SANZ, Mª Teresa (1997),320-321. En realidad, Sordillos parece haber sido unmonasterio altomedieval similar a los que dependie-ron de Aguilar pues, junto a Padilla, Valderrible y Ci-tores, es uno de los cenobios que formaban parte deVillamayor de Treviño cuando éste fue cedido a LaVid, en 1166 (ibídem, 283). Puede que en algún mo-mento se haya instalado en él una comunidad feme-nina o haberse convertido en una granja dependientede Villamayor, al estilo de lo visto en Fuentelaencina;de ser cierta alguna de estas posibilidades, no parecehaber dejado la casa resto documental alguno.

72. LÓPEZ DE GUEREÑO SANZ, Mª Teresa (1997),655. La autora, aunque asume lo que cuenta la tradi-ción, deja entrever que no se la acaba de creer (“Éstaes, al menos, la tesis seguida por la historiografía”) ymanifiesta más claramente sus dudas al tratar de SanMiguel de Gros (651, nota nº 3).

73. LÓPEZ DE GUEREÑO SANZ, Mª Teresa (1997),651.

74. LÓPEZ DE GUEREÑO SANZ, Mª Teresa (1997),656-657. No sé de dónde toma E. Corredera losdatos que recoge López de Guereño, pues parece claroque la comunidad femenina toresana es mostensedesde sus incios, en 1304 o por esa fecha.

75. Al menos parece seguro en el caso de Reinoso deCerrato, sólo mencionado –al parecer– en el Índicede los papeles del monasterio premonstratense de San Pe-layo de Cerrato (Palencia). Año 1717 (LÓPEZ DE GUE-REÑO SANZ, [1997], 531), en una confirmación deSancho IV de 1286 de una donación de Alfonso VIIde 1156 del monasterio de Santa Cruz al de San Pe-layo de Cerrato. El documento en cuestión es, sinsombra de duda, la donación que en 1287 hizo San-cho IV a Cerrato de “el nuestro monesterio de Santa

Cruz que es en la ribera de Pisuerga, entre Reinoso y Vi-llaviudas y Renedo y Tablada y Fornillos y Senova”, con-servado en una confirmación de Enrique III de 1402(FERNÁNDEZ, Luis [1973], 299-302, doc. nº 11). Enel documento no se hace mención a monja, fraile, ca-nónigo o canonesa alguno o alguna que viva en SantaCruz que, a esas alturas, debía estar desprovisto decomunidad. Por otra parte, hay que hacer constar quedon Sancho está donando el cenobio a los mostensesde San Pelayo por primera vez, con lo que la escriturade donación que se data en 1156 (FERNÁNDEZ, Luis[1973], 292-294, doc. nº 5) debe ser rematadamentefalsa. Nada certifica, pues, la existencia en Reinoso decanonesas mostenses y, probablemente, lo mismopueda decirse de Quintanilla.

76. Véase nota nº 18.

77. LÓPEZ DE GUEREÑO SANZ, Mª Teresa (1997),297-298. Parientes todos ellos del abad don Do-mingo, pues su padre era don Gómez González deCandespina, primo segundo del citado don PedroGonzález de Lara, el cual, además, se lió después conla madre del abad, la reina doña Urraca, de quientuvo varios hijos (TORRES SEVILLA, Margarita [1999],219-223, 225-226, 229 y 396-397).

78. En 1187 Brazacorta parece estar ya ligado a LaVid, pues en ese año, en una confirmación de losbienes vitenses por Alfonso VIII, el lugar de Canni-cosam se atribuye “ad opus et usus denarii de Braza-corta” (GONZÁLEZ, Julio [1960], 841, doc. nº 487).

79. LÓPEZ DE GUEREÑO SANZ, Mª Teresa (1997),314.

80. LÓPEZ DE GUEREÑO SANZ, Mª Teresa (1997), 298y 314-315.

81. LÓPEZ DE GUEREÑO SANZ, Mª Teresa (1997), 299y 315.

82. Aunque su origen sería diferente, considero pro-bable que algo similar haya ocurrido en Santa Maríade Allende Duero de Almazán. Tuviera o no su supe-rior el título prioral con anterioridad, con la crisis delXIV el monasterio habría quedado vacío y, en funciónde estar más próximo a La Vid, sus bienes se integra-ron en este que, como en los dos monasterios feme-ninos, mantuvo la unidad de su patrimonioentregándoselo a uno de sus canónigos, que llevaría eltítulo prioral.

83. Sigo de nuevo la obra de LÓPEZ DE GUEREÑO

SANZ, Mª Teresa (1997), 600-601, quien en este caso

203

Los monasterios premonstratenses en los reinos occidentales de la península Ibérica

ya no duda en manifestar su recelo sobre el trasladode canonesas de San Saturnino a Santa María. La reinaLeonor en cuestión supongo la identificaron con laprimera mujer de Jaime I el Conquistador, impulsorade Santa María de Allende Duero de Almazán.

84. Ordenadas alfabéticamente: 1) Santa María deAguilar de Campoo; 2) San Leonardo de Alba de Tor-mes; 3) San Pelayo de Arenillas; 4) Sancti Spiritus deÁvila; 5) Santa María de Bujedo de Campajares; 6)San Pelayo de Cerrato; 7) Santa María de la Caridadde Ciudad Rodrigo; 8) San Miguel de Gros; 9) SanCristóbal de Ibeas de Juarros; 10) San Saturnino deMedina del Campo; 11) Santa María de Retuerta; 12)Santa Cruz de Ribas o de Monzón; 13) Santa Maríade La Vid; 14) San Miguel de Villamayor de Treviño;15) Santa María de Villamediana; y 16) Santa Maríade Villoria de Órbigo.

85. Santa María de Ermida do Paiva, Santa María deAllende Duero de Almazán y Santa María de losHuertos de Segovia; ésta habría ascendido a la cate-goría abacial en el siglo XIV.

86. Santa María de Brazacorta, Santa María del Corode Fresnillo de las Dueñas y Santa Sofía de Toro.

87. Los parentescos y genealogías, en TORRES SEVI-LLA, Margarita (1999), 219-223, 225-230, 347-348,357, y 396-397.

88. No es éste el lugar para examinar con detalle estahipótesis. El primer grupo conserva documentaciónaltomedieval salvo Arenillas, si bien el documento de1132 en que los herediteros de Sancti Pelagii acuer-dan una serie de cuestiones sobre el monasterio evi-dencia una existencia previa (LARGO MUÑOYERRO,José Antonio [2000], 15-19). El gran número deiglesias que se supone tenía Bujedo avala la idea deque su dominio provenga de época anterior al sigloXII. Por su parte, Villamediana es heredero del ceno-bio de Villacarreros, que en algún momento a me-diados del XII fue poblado con mostenses,trasladándose después a Villamediana en 1189; sutrayectoria sería, pues, parecida a la de Aguilar y lasotras casas altomedievales convertidas a Premontré.Villamayor de Treviño entra en la orden en 1166cuando sus patronos o dueños lo entregan a La Vidjunto a otros monasterios de los cuales es cabeza, conlo que su historia sería similar a la de Aguilar (LÓPEZ

DE GUEREÑO SANZ, Mª Teresa [1997], 163, 283 y291). De Villoria cualquier cosa se puede suponer,pero –al menos en Galicia y, por lo visto aquí, tam-

bién en la Meseta– las fundaciones monásticas raravez se hicieron completamente ex novo sino que sue-len basarse en una realidad altomedieval previa, es-tuviese vacía o no la casa cuando fue reocupada pormonjes o monjas. Esta realidad parece más firme to-davía en centros que, como Villoria, nunca tuvieronun gran desarrollo.

89. Remito en las líneas que siguen, como siempre, ala obra de López de Guereño y, para alguna de lascasas citadas, a los trabajos correspondientes que serecogen en la bibliografía.

90. Como en Medina, los fundadores de La Caridadde Ciudad Rodrigo parecen haber sido ciudadanosque procedían de Francia en función de sus antro-pónimos, recogidos en el obituario del monasterio:“Obiit Guillelmus et uxor sua et Gerardus et Arnaldus,filii eorum; qui Guillelmus fuit pater domni Stephanide la Guarda, fundatoris hujus ecclesie, pro quorumanimabus anniversarium facere debemus” (FITA CO-LOMER, Fidel [1913], 476). La advocación a sanLeonardo –bastante exótica en el occidente peninsu-lar– en Alba lleva también a pensar que la casa hayasido instituida por algún norpirenaico, que habríaacudido a Retuerta para que le mandasen una co-munidad para su fundación.

91. Cf. LÓPEZ DE GUEREÑO SANZ, Mª Teresa (1997),46-47.

92. PÉREZ-EMBID WAMBA, Javier (1986). El total demonasterios cistercienses que uso se basa en el mapade esta obra titulado Monasterios cistercienses de la Pe-nínsula Ibérica en la Edad Media, por supuesto, en lasCoronas de Castilla, León y Portugal. He contabili-zado solamente aquellos que reflejan una cantidad pa-gada a finales del siglo XIII para los gastos del CapítuloGeneral de la Orden, obviando a las casas que no lohacen. Lo que en este trabajo se ha hecho en partepara las casas premonstratenses es también necesariohacerlo para Císter, es decir, revisar por completocada uno de los casos para ver cuándo cada monaste-rio ingresó en la orden, al margen de complicadas yoscuras tradiciones o falsos documentos. Es una tareaque he realizado en el Císter gallego y que me ha lle-vado a llevar al siglo XV el ingreso de ciertos monas-terios de ese reino, concretamente San Clodio,Acibeiro, A Franqueira y Castro de Rei. Un dato másque apoya esa tardía entrada de las tres primeras aba-días citadas es que ninguna de ellas satisfizo pago al-guno al Capítulo General en la contribución moderadaque Pérez-Embid refleja en el mapa (Castro de Rei

Francisco Javier Pérez Rodríguez

204

no aparece). Sobre estos monasterios gallegos, Pérez

Rodríguez, Francisco Javier (2006).

93. GAIBROIS DE BALLESTEROS, Mercedes (1922-

1928), III, 360-364, docs. nº 524 a 527.

94. HOBERG, Hermnannus (1949), 258 y 270.

95. Se señalan en negrita las casas que no se mencio-

nan en una de las listas y en cursiva los monasterios

femeninos.

96. En negrita y subrayados los que aparecen comoprioratos en 1525. Con un asterisco los mencionadosen la confirmación de bienes a Aguilar hecha por elcardenal Jacinto en 1173 (ninguno como monasterio).1173 y 1181: RODRÍGUEZ DE DIEGO, José Luis (2004),138-139 y 150-152 (docs. nº 35 y 47); 1231: GON-ZÁLEZ, Julio (1983), II, 408-409, doc. nº 354; 1285 y1306: GONZÁLEZ DE FAUVE, Mª Estela (1992), II, 23y 24, el de 1285 también en GAIBROIS DE BALLESTE-ROS, Mercedes (1922-1928), III, 36-37, doc. nº 55.

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Los monasterios premonstratenses en los reinos occidentales de la península Ibérica