Las necrópolis megalíticas de la región de Homs (Siria)

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479 Juan Ramón Muñiz Álvarez (Coord.) AD ORIENTEM. Del final del Paleolítico en el norte de España a las primeras civilizaciones del Oriente Próximo. Universidad de Oviedo · Ménsula Ediciones, 2012. Págs. 479-499 ISBN: 978-84-8317-921-5 · ISBN: 978-84-940141-2-3 Resumen En este artículo se presentan algunos resultados de la investigación arqueológica llevada a cabo en las necrópolis megalíticas situadas al oeste de la ciudad de Homs (Siria) por un equipo sirio-líbano-español durante los años 2004- 2010. Se trata de un importante conjunto de tumbas, hasta ahora desconocido, ubicado en la margen izquierda del río Orontes y atribuible a la Edad del Bronce. Palabras clave: necrópolis megalíticas, Edad del Bronce, Homs, Siria. Abstract This article presents some of the results of the archaeological research carried out on the megalithic necropolises located to the west of the city of Homs (Syria) by a combined team from Syria, Lebanon and Spain between 2004 and 2010. It is an important set of hitherto unknown tombs sited on the left bank of the Orontes River which date back to the Bronze Age. Key words: megalithic necropolises, Bronze Age, Homs, Syria. * Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria, Universidad de Cantabria. [email protected] Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria, Universidad de Cantabria. [email protected] Sociedad de Ciencias Aranzadi, San Sebastián. [email protected] Université Saint-Jospeh, Beirut (Líbano). [email protected] Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria, Universidad de Cantabria. [email protected] Institución Milà i Fontanals, CSIC, Barcelona. [email protected] Las necrópolis megalíticas de la región de Homs (Siria) ÁNGEL ARMENDARIZ GUTIÉRREZ, LUIS T EIRA MAYOLINI, JESÚS T APIA SAGARNA, MAYA HAÏDAR-BOUSTANI JESÚS EMILIO GONZÁLEZ URQUIJO, JUAN JOSÉ IBÁÑEZ ESTÉVEZ* En memoria de Juan Antonio Fernández-Tresguerres, quien dedicó largos años a la arqueología del Próximo Oriente, enfrentándose a problemas similares a los nuestros en la necrópolis megalítica de Jebel Mutawwaq (Jordania).

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Juan Ramón Muñiz Álvarez (Coord.)AD ORIENTEM. Del final del Paleolítico en el norte de España a las primeras civilizaciones del Oriente Próximo. Universidad de Oviedo · Ménsula Ediciones, 2012. Págs. 479-499 ISBN: 978-84-8317-921-5 · ISBN: 978-84-940141-2-3

Resumen

En este artículo se presentan algunos resultados de la investigación arqueológica llevada a cabo en las necrópolis megalíticas situadas al oeste de la ciudad de Homs (Siria) por un equipo sirio-líbano-español durante los años 2004-2010. Se trata de un importante conjunto de tumbas, hasta ahora desconocido, ubicado en la margen izquierda del río Orontes y atribuible a la Edad del Bronce.

Palabras clave: necrópolis megalíticas, Edad del Bronce, Homs, Siria.

Abstract

This article presents some of the results of the archaeological research carried out on the megalithic necropolises located to the west of the city of Homs (Syria) by a combined team from Syria, Lebanon and Spain between 2004 and 2010. It is an important set of hitherto unknown tombs sited on the left bank of the Orontes River which date back to the Bronze Age.

Key words: megalithic necropolises, Bronze Age, Homs, Syria.

* Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria, Universidad de Cantabria. [email protected] Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria, Universidad de Cantabria. [email protected] Sociedad de Ciencias Aranzadi, San Sebastián. [email protected] Université Saint-Jospeh, Beirut (Líbano). [email protected] Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria, Universidad de Cantabria. [email protected] Institución Milà i Fontanals, CSIC, Barcelona. [email protected]

Las necrópolis megalíticas de la región de Homs (Siria)

Ángel ArmendAriz gutiérrez, luis teirA mAyolini,Jesús tApiA sAgArnA, mAyA HAïdAr-BoustAni

Jesús emilio gonzÁlez urquiJo, JuAn José iBÁñez estévez*

En memoria de Juan Antonio Fernández-Tresguerres,quien dedicó largos años a la arqueología del Próximo Oriente,

enfrentándose a problemas similares a los nuestrosen la necrópolis megalítica de Jebel Mutawwaq (Jordania).

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Las necrópolis megalíticas de la región de Homs (Siria)

Uno de los resultados más notables e inesperados de las prospecciones arqueológicas llevadas a cabo por nuestro equipo de investigación sirio-líbano-español1 al oeste de la ciudad de Homs (República Árabe Siria) entre los años 2004 y 2010 ha sido el hallazgo de miles de sepulcros megalíticos de la Edad del Bronce.

Estas tumbas se distribuyen por todo el territorio prospectado –entre Homs y la fortaleza medieval del Crac de los Caballeros–, con excepción de la vega del Orontes, el fondo del fértil valle de la Buqaia y la región montañosa del noroeste, hacia la localidad de Chîne. Ocupan especialmente una planicie basáltica, de paisaje estepario, incluyendo también colinas y pequeñas elevaciones, a una altitud de entre 500 y 600 msnm aproximadamente.

Aparecen agrupadas en necrópolis de características y extensión muy variables. En las regiones del interior dichas necrópolis se localizan frecuentemente en colinas con amplio dominio visual y, en general, son de reducida extensión (aunque desconocemos sus dimensiones originales). Por otra parte, junto a la ribera occidental del Orontes y en la orilla septentrional del actual lago Qattina, se extiende, prácticamente sin solución de continuidad, un inmenso cementerio que incluye miles de tumbas.

Documentar y estudiar adecuadamente todos estos monumentos supone una ingente tarea que requeriría muchos años de trabajo, incluidas las imprescindibles excavaciones arqueológicas que, hasta el momento, no hemos podido efectuar. No obstante, presentamos aquí, de manera preliminar, los resultados más importantes obtenidos en las campañas de exploración y documentación hasta ahora realizadas.

La necrópolis del OrontesEn la orilla septentrional del lago artificial Qattina y hasta el noroeste de la ciudad de Homs, es

decir, a lo largo de la orilla occidental del río Orontes, se localiza un enorme cementerio donde, a pesar del arrasamiento de grandes superficies, calculamos que se conservan todavía unos 5000 sepulcros megalíticos. Originalmente esta gran área funeraria debió abarcar como mínimo unos 50 km² (solo dentro de nuestra área de prospección).

1 El proyecto “Arqueología al oeste de Homs” está dirigido por J. J. Ibáñez, M. Haïdar-Boustani y M. Al-Maqdissi y en él colaboran el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC-IMF, Barcelona), el Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de la Universidad de Cantabria, el Museo de Prehistoria Libanesa de la Universidad Saint-Joseph de Beirut y la Dirección General de Antigüedades y Museos de Siria. Está financiado por el Instituto de Patrimonio Cultural Español (Excavaciones en el Exterior) del Ministerio de Cultura y por el Ministerio de Ciencia e Innovación, proyecto HAR2010-21545-C02-019. http://www.imf.csic.es/esp/dptos/proyectos/siria/en/index.html

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En la actualidad, la expansión urbanística, las instalaciones industriales, las vías de comunicación y, sobre todo, las intensas labores de acondicionamiento agrícola han reducido notablemente su superficie fragmentándola en varios núcleos que hoy se presentan más o menos aislados. Por ello es difícil establecer sus límites exactos, aunque sabemos que continúa hacia el noreste, fuera de nuestra área de prospección, y quizá también por el suroeste, tras la frontera libanesa. Los monumentos desaparecen, sin embargo, en la ribera oriental del Orontes y, por el oeste y noroeste, se van rarificando para dar paso únicamente a los conjuntos dispersos mencionados más arriba, en zonas ya alejadas del lago Qattina. Por el sur, el límite de la gran necrópolis viene marcado por el cauce del Orontes –hoy ocupado por el lago– que configura también la línea divisoria de un importante cambio litológico. Así, en la orilla septentrional del Qattina se pueden ver algunos monumentos que quedan al descubierto en épocas de sequía; posiblemente otros, situados en cotas más bajas, hayan desaparecido por la acción de las corrientes y el oleaje o se encuentren sepultados por los sedimentos del fondo. Sin embargo, en la orilla meridional, donde el basalto desaparece para ser reemplazado por un sustrato calizo que sustenta buenas tierras de labor, no se observan ya monumentos similares.

Para facilitar su estudio, hemos compartimentado el área en diferentes zonas, de manera generalmente arbitraria, aprovechando la existencia de accidentes del terreno, núcleos de población o vacíos correspondientes a superficies arrasadas por las máquinas excavadoras para su acondicionamiento agrícola.

Fig. 1: Área de prospecciones, al oeste de Homs, del equipo sirio-líbano-español. Se indican los grandes conjuntos de tumbas a lo largo de la orilla izquierda del río Orontes y los núcleos, más pequeños, situados hacia el interior de la zona de prospección.

La exposición del Aziliense en el Museo Arqueológico de Asturias 483

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Así, denominamos Wajh Al Hajar al núcleo situado al suroeste del lago Qattina, próximo a la frontera libanesa, y Khirbat Ghazi 3 al conjunto situado inmediatamente al norte del anterior. En estas zonas, que todavía no han podido ser minuciosamente exploradas debido a su proximidad a la frontera libanesa, las tumbas son menos numerosas que en la orilla norte del lago. Destacan tres grandes túmulos rectangulares, de casi 20 m de longitud, compuestos por grandes bloques de piedra; uno de ellos, saqueado, muestra una cámara central.

Hacia el este, a lo largo de la orilla septentrional del lago Qattina, se suceden, sin solución de continuidad, los conjuntos de Khirbat Ghazi 1 y 2, Zeita Al Bahra, Rsoum Jatal y Mentar Al Aali. Khirbat Ghazi 1 es el mejor estudiado. Ocupa lo que actualmente es una pequeña península (1,3 km²), junto a la localidad de ese nombre, donde hemos inventariado más de 800 túmulos, de los que 114 conservan cámaras funerarias visibles. Algunos de los mayores monumentos presentan estructuras rectangulares sobre las que se erigen una o dos cámaras funerarias. Dentro de esta

Fig. 2: Tumba de Khirbat Ghazi 1. Se aprecia su estructura rectangular, delimitada por grandes bloques de basalto, que acoge una cámara funeraria principal, en un basamento más elevado, y otra secundaria.

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zona hemos topografiado detalladamente un área de 0,5 km², que incluye 378 túmulos, lo que da una medida de la notable densidad de tumbas, que se encuentra igualmente en el resto de este área. La continuación de estos conjuntos hacia el norte se ve cortada por los trabajos agrícolas, la vía férrea y la autopista Homs-Tartous.

Hacia el noreste, tras una pequeña interrupción en la zona de la presa del Qattina, se extiende otro gran conjunto de tumbas, denominado Khirbat Naouch, de características similares a las de

Fig. 3: Tumba de Khirbat Naouch. La cámara funeraria se erige sobre un basamento rectangular. Se observan otras estructuras posiblemente asociadas a la tumba.

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Khirbat Ghazi. Aquí hemos documentado cerca de 2000 túmulos, diseminados en un área de unos 4 km² de los que, aproximadamente, un 10 % conserva visible una o más cámaras funerarias, aunque otros muchos presentan estructura tumular bien definida. La densidad de monumentos es muy similar a la observada en la citada península de Khirbat Ghazi (400 por km², aproximadamente).

Al norte se observan diversos grupos pequeños de túmulos, aislados por los campos de cultivo y las poblaciones, que parecen restos de la misma gran necrópolis del Orontes. Se trata de los conjuntos de Al Wakara 3 (al menos 10 túmulos que han sobrevivido en el mismo borde de la autopista Homs-Tartous, entre diversas instalaciones industriales), Siret Al Rabiaa, Humm Harteime 2 y Wadi Yaaqoub, donde se localizan algunas decenas de tumbas dispersas por terrenos agrícolas. Algo más al norte, volvemos a encontrar otro enorme conjunto de monumentos, todavía no documentado en su totalidad, que incluye los núcleos de Kazhal, Ard Humm Al Dibaa 3, Al Wakara 2 y Wadi Umm Al Qasab. Aquí destaca especialmente la zona situada inmediatamente al sur de la ciudad de Kazhal, donde se ha inventariado más de un millar de elementos. Muchos de ellos se presentan como amontonamientos informes de piedras, semejantes a morcueros, lo que nos hace dudar de su carácter prehistórico, pero, entre ellos, se localizan también otros con claras estructuras o cámaras funerarias. Sobresale un grupo de una decena de sepulcros, bastante bien conservados, situados en un espacio muy reducido, al borde de una zona amesetada. Sobre ellas, en la cima de una colina de amplio dominio paisajístico, destaca la tumba más compleja y monumental hallada hasta el momento en toda la región. Se encuentra completamente arruinada y ha sido víctima de numerosos saqueos, pero todavía se aprecian restos de diversas estructuras, basamentos o recintos adosados. Uno de estos contiene una cámara megalítica convencional, conformada a base de lajas y con suelo enlosado, de considerable tamaño (2,50 x 1,30 m). A sus pies, en un rellano de la colina, se aprecia otra notable estructura cuadrangular de grandes bloques de basalto con un gran cráter central en el lugar que presumiblemente debió ocupar su cámara sepulcral.

La inmensa área funeraria continúa más hacia el norte, tras el hiato que supone la ciudad de Kazhal, sus vías de comunicación y sus tierras de labor. Aquí, ya en el límite de nuestra área de prospecciones, se localiza el conjunto que denominamos Al Houwek. Este sector de la necrópolis se encuentra, como otros, en vías de desaparición debido a la progresiva habilitación de terrenos de cultivo mediante máquinas excavadoras, pero todavía hemos podido inventariar más de 1000 túmulos. A pesar del gran tamaño de muchos de ellos, solo en una pequeña parte es posible observar cámaras simples o dobles, muchas veces conservadas o visibles gracias a su aprovechamiento como refugio por parte de los nómadas y de los aldeanos. Esto es así debido a que han sido sistemáticamente empleados para amontonar sobre ellos piedras extraídas de los campos de labor. Por otra parte, como en el caso anterior, tampoco puede descartarse que algunos de ellos sean, en realidad, simples morcueros.

La gran necrópolis del Orontes se extiende todavía hacia el norte, a continuación de Al Houwek, ya en el área de prospección de la Misión de la Universidad de Durham dirigida por Graham Philip, que ha localizado también miles de monumentos semejantes en su zona (Philip and Bradbury, 2010).

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Las necrópolis del interiorAdemás del gran cementerio del Orontes se

han localizado otros menores dispersos por el territorio. Es difícil conocer sus características y extensión originales, porque se encuentran gravemente dañados y recortados por las labores agrícolas.

Los más occidentales se encuentran sobre las colinas que circundan el valle de la Buqaia, dominándolo desde las alturas. Al oeste del valle, no lejos de la famosa fortaleza Crac de los Caballeros, se localiza el pequeño conjunto de Sindiani 1, con tres sepulcros seguros y otros dudosos, entre los que destaca uno cuya cámara funeraria se erige sobre una doble plataforma circular escalonada.

Frente a Sindiani, entre el pueblo de Tell Al Safa y la autopista Homs-Tartous, sobre las colinas basálticas del reborde oriental del valle, se localizan otros tres conjuntos de tumbas que, en realidad, constituyen los restos de un único e importante cementerio: Daher Abou Mohsen, Daher Choumar y Daher Al Mankli. Aquí, hemos documentado 149 monumentos diseminados entre los olivares o en pequeñas zonas sin cultivar. Sin duda, muchos otros han desaparecido a causa de las labores agrícolas. Han sobrevivido, sobre todo, tumbas de gran tamaño –91 de ellas con cámara funeraria visible–, más difíciles de arrasar por trabajos agrícolas. Otros monumentos se han conservado gracias a su localización en afloramientos rocosos no aptos para el cultivo. Destaca la presencia de algunas tumbas verdaderamente monumentales compuestas por plataformas rectangulares (a veces dos, superpuestas) delimitadas por grandes bloques de basalto, de 15 a 20 m de longitud, sobre las que se erigen dos o tres cámaras funerarias alineadas.

Fig. 4: Tumba de Sindiani 1. La cámara se localiza sobre un doble basamento escalonado de contorno circular.

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Un poco más al sur de esta necrópolis y de la autopista Homs-Tartous, en el borde suroriental de la Buquaia, se localizan otras necrópolis megalíticas. Es interesante el pequeño conjunto de Tulul Al Kroum, muy cerca de la frontera libanesa, donde se han localizado tres sepulcros junto a un recinto circular formado por grandes bloques de piedra que circunda la cima de una colina y que ha proporcionado cerámica atribuible al Bronce Antiguo.

Pocos kilómetros al este se encuentran algunas decenas de tumbas más, hoy aisladas en pequeños grupos. Como en otros casos, han sobrevivido las de mayores dimensiones o las

Fig. 5: Tumba de Daher Choumar. Sobre su doble basamento escalonado rectangular se erigen dos cámaras; la principal, muy arruinada, conserva su suelo enlosado.

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que se encuentran sobre afloramientos rocosos. Destaca el conjunto de Cheikh Mohammad Al Riyahi, donde se conservan diez monumentos, seis de ellos con cámara funeraria visible. Solo el pequeño barranco del Nahr Al Atchan los separa de los vecinos de Telet Wardé, Ard Al Sehné y Cheikh Farès 1 y 2, por lo que cabe suponer que todos ellos forman parte de una sola necrópolis originalmente bastante extensa.

En la mitad norte del área de prospección, entre la Buqaia y la gran necrópolis del Orontes, se han hallado otros pequeños grupos de tumbas (cerca de una veintena), también muy alterados por los trabajos agrícolas. El núcleo de Cherchar conserva 33 monumentos, ocho de ellos con cámara visible. En Daher Abou Madada 1 se han documentado al menos 15 tumbas, seis de ellas con cámara funeraria visible, además de una gran estructura cuadrangular. En Khirbat Abdelaziz se observan 11 túmulos muy saqueados por los clandestinos, lo que permite ver la cámara funeraria en varios de ellos. En el conjunto de Manaret Samra se conservan también varios túmulos; al parecer, el mayor de ellos fue excavado por los vecinos, quienes afirman haber encontrado esqueletos con objetos de adorno personal.

En la misma área, hay que destacar igualmente el sitio de Tell Ezou, un importante yacimiento de la Edad del Bronce con ocupaciones también de otras épocas, situado al pie de una colina que ha sido casi totalmente arrasada por el laboreo agrícola en los últimos años. Se conserva todavía una tumba megalítica con una gran cámara doble y algún otro probable monumento. En los alrededores se observan otros túmulos, en Al Diyabieh 2 y Wadi Al Cherchar.

Finalmente, mencionaremos la desaparición de la necrópolis de Ram Al Aanez, donde se conservaban cinco tumbas megalíticas sobre la cima de una colina con amplio dominio paisajístico, hoy completamente arrasada como pudimos observar en el transcurso de nuestra última visita.

Las estructuras funerariasEn las tumbas de las necrópolis del territorio se detectan estilos constructivos semejantes,

aunque ejecutados en formas relativamente variadas. Según lo que es posible observar –sin haber realizado las oportunas excavaciones arqueológicas–, los monumentos se componen de un túmulo de piedras de dimensiones variables que alberga una o más cámaras funerarias erigidas generalmente mediante lajas planas de basalto. El material de construcción es abundante en el propio terreno, donde la superficie del estrato basáltico aparece completamente sembrada de bloques de piedra de todas las formas y dimensiones. Precisamente la eliminación de esta superficie extraordinariamente pedregosa mediante el uso de maquinaria pesada, para crear nuevos campos de cultivo, es, actualmente, la principal causa de la desaparición de estos monumentos.

Muchas de las tumbas muestran una estructura bien organizada, consistente en un basamento o plataforma rectangular –más raramente circular u oval– delimitada por grandes bloques de piedra, sobre la que se erige una o más cámaras funerarias. En algunos sepulcros, generalmente

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los de mayores dimensiones, se observan dos plataformas superpuestas de modo escalonado. Las tumbas más monumentales pueden alcanzar 15 o 20 m de longitud por unos 8 m de anchura y contienen dos o tres cámaras funerarias.

Debido a la ruina de los monumentos y la ausencia de excavaciones arqueológicas no es posible saber si este tipo de estructura es un rasgo propio de todas las tumbas o si solo se limita a una parte de ellas. Desconocemos también si dichas estructuras y sus cámaras funerarias se hallaban originalmente cubiertas por una coraza de piedra suelta que hubiera homogeneizado su aspecto exterior o si, por el contrario, los elementos con orden que observamos, es decir plataformas y cámaras, estaban a la vista. Hay evidencias en ambos sentidos. La variable cantidad de piedra suelta que encontramos en su ruina actual hace que no nos decantemos por una solución constructiva común. Lo mismo ocurre en otras necrópolis del Levante (Steimer, 2004): las cámaras sobre basamentos circulares o cuadrangulares son muy frecuentes, pero no siempre se observan acumulaciones de piedras –o restos de ellas– capaces de haberlas cubierto. Otro aspecto interesante es que, en varios monumentos con plataforma bien conservada, se aprecia que los ortostatos de la cámara no alcanzan el suelo natural sino que fueron entibados a cierta altura en las piedras que conforman dicha plataforma. La consideración conjunta de todos estos aspectos de ordenamiento estructural invita a pensar que, por lo menos, las estructuras más complejas no escondieron dichos elementos en su vista exterior final.

Muchos de los monumentos, sin embargo, no presentan estructuras ordenadas visibles. Se trata de amontonamientos de piedras de diverso tamaño: de 2 o 3 m de diámetro a más de 10 m. En la zona central de muchos de ellos, especialmente en los de mayores dimensiones, se observan cámaras funerarias megalíticas. En muchos casos estas cámaras han sido completamente vaciadas por los saqueadores y es posible observar todas sus características. A veces, apenas aflora su parte superior, por lo que cabe suponer que otras muchas no son visibles por hallarse completamente enterradas bajo las piedras de la masa tumular. En otras ocasiones hay evidencias de que las cámaras han desaparecido debido a violentos saqueos. En general, creemos que estos monumentos debieron tener una estructura organizada y que albergaron originalmente, o albergan todavía, cámaras funerarias, aunque, debido a su estado de ruina, estos elementos hayan desaparecido o no sean actualmente visibles.

Los amontonamientos de piedras de pequeño tamaño son más problemáticos. En ellos se encuentran pocas evidencias de cámaras megalíticas y, sin las necesarias excavaciones, no es posible confirmar su carácter funerario, aunque parece lo más probable debido a su estrecha asociación espacial con las tumbas bien documentadas y a la dificultad de explicarlos en otro sentido. No puede descartarse, sin embargo, que una parte indeterminable de ellos corresponda a simples acumulaciones de piedras realizadas por los campesinos para limpiar los campos de labor (los denominados morcueros), aunque algunos grupos se ubican en zonas no aptas para el cultivo, sobre suelos rocosos prácticamente desnudos.

La planta de las cámaras funerarias es rectangular, poligonal o pseudocircular. En general, son de pequeño tamaño: menos de dos metros de longitud o diámetro, aunque hay casos excepcionales de mayores dimensiones. Su altura desde la base no suele superar el metro.

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Generalmente constan de varias lajas planas de basalto hincadas verticalmente, aunque a veces se trata de bloques informes. En algunos casos existe un anillo de grandes bloques que circunda la cámara, reforzándola por el exterior. A menudo se observa que el suelo de la cámara consiste también en una o más lajas de basalto, adaptadas al contorno interno de la misma.

Aunque generalmente se trata de cámaras cerradas, en varios casos se ha constatado una abertura, a veces precedida por lo que parece un corto corredor conformado únicamente por dos lajas más bajas que los ortostatos de la cámara. Es un hecho también constatado por M. Tallon (1964) en sus excavaciones en la cercana necrópolis de Mengez (Líbano), a la que más adelante nos referiremos.

Una cuestión, por el momento sin resolver, es el modo de cubrición de las cámaras: solo en dos casos, entre centenares, hemos localizado lo que podría ser una losa de cobertura, vencida sobre la cámara. En algunos otros casos se observan, cerca de la cámara, lajas planas de buen

Fig. 6: Diversos tipos de cámaras funerarias. En una de ellas se observa el suelo enlosado; otra presenta un anillo de grandes bloques que la circunda sobre un basamento cuadrangular.

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tamaño que podrían haber cumplido esa finalidad y que podrían haber sido desplazadas por los saqueadores. Es difícil comprender, sin embargo, que, a diferencia de otros cementerios levantinos semejantes, aquí no se haya conservado al menos una parte de las cubiertas megalíticas in situ.

La práctica ausencia de losas de cubierta es común también a otros conjuntos mal estudiados del curso medio del Orontes, más al norte. En estos casos, se ha sugerido una cubrición a base de vigas de madera (Zohar, 1992, p. 48). También para los mencionados monumentos de Mengez se ha sugerido una cubierta de madera o, incluso, de falsa cúpula (Steimer, 2000, p. 13). Respecto a esto, es interesante constatar que algunas tumbas relativamente bien conservadas de la comarca de la Buqaia presentan, sobre las losas verticales de la cámara, lajas imbricadas en altura e inclinadas hacia el centro, como si se tratara del arranque de una falsa cúpula. Desgraciadamente, solo se conservan dos o tres hiladas, lo que impide conocer el aspecto completo de ese remate estructural.

Como se ha dicho, las tumbas más monumentales suelen albergar dos o, excepcionalmente, tres cámaras megalíticas alineadas según el eje mayor de la estructura tumular. Al menos en un caso, en Khirbat Naouch, se observan incluso cuatro posibles cámaras. Aun dentro de un mismo túmulo, estas pueden ser de distinta forma, dimensiones y orientación. Las mayores tienden a ocupar la zona central. La existencia de múltiples cámaras funerarias en un único monumento, aunque conocido, es un hecho muy poco frecuente en las necrópolis megalíticas levantinas.

Finalmente, queda por considerar la orientación de las tumbas. Dado que, en su mayor parte, las cámaras funerarias son cerradas, debemos referirnos a la orientación del eje mayor en los ejemplares de planta rectangular. En el caso de las necrópolis del Orontes, aunque existen cámaras orientadas en sentido norte-sur, predomina la orientación este-oeste (o con ligero desvío hacia el ONO-ESE). Cuando se examinan los basamentos rectangulares sobre los que se erigen las cámaras (es decir, las tumbas en su conjunto), estos presentan también las orientaciones mencionadas. Sin embargo, hay interesantes variaciones regionales: en las tumbas situadas en los bordes del valle de la Buqaia, la orientación ampliamente predominante de las tumbas y de sus cámaras es norte-sur. En esta zona, las pocas cámaras abiertas o con corto corredor orientan su entrada sistemáticamente al sur.

Organización de la necrópolis del Orontes y estructuras asociadas a las tumbas

Por lo que se refiere específicamente a la gran área funeraria de la margen izquierda del Orontes, el análisis preliminar de las áreas mejor conservadas muestra que se trata de una necrópolis compleja, que no es adecuado describir como una mera y desordenada yuxtaposición de tumbas.

Aunque queda por realizar un estudio detallado, se pueden intuir algunas pautas en la distribución sobre el terreno de los propios monumentos, como, por ejemplo, la frecuente

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existencia de agrupaciones de los más notables en zonas determinadas. Esto se observa claramente en la zona central de Khirbat Ghazi 1, donde una serie de grandes túmulos, a menudo con doble cámara, se localiza en un espacio muy limitado. Algo parecido ocurre en el área central de Khirbat Ghazi 2, en el ya mencionado reborde amesetado de Kazhal y también en Khirbat Naouch, donde la mayoría de las tumbas más remarcables se ubica exclusivamente en dos zonas: hacia el centro del conjunto conservado y en su límite oriental, junto al Orontes.

También nos parece relevante el hecho de que algunas de las tumbas más monumentales se sitúen sistemáticamente en las pequeñas prominencias o puntos ligeramente más elevados de un terreno, por lo demás sensiblemente llano, dominando amplias porciones de la necrópolis. Esto se constata en diversos lugares. Hemos citado ya el caso de la excepcional tumba de Khazal, emplazada en la cima de una colina. También el grupo de grandes tumbas de Khirbat Ghazi, que acabamos de mencionar, se ubica en una zona ligeramente elevada. Dentro del mismo conjunto, más al sur, el pequeño relieve rocoso del centro de la península aparece ocupado exclusivamente por algunas tumbas monumentales cuyas cámaras se utilizan actualmente como refugios. En la también citada área central de Khirbat Ghazi 2, hay un grupo de tumbas notables con cámara que se ubica sobre un relieve semejante. Y lo mismo ocurre en la zona central de Khirbat Naouch y en algunos destacados promontorios de Al Houwek.

Esta disposición diferencial de las sepulturas en el paisaje, así como su diverso grado de monumentalidad, podría reflejar algún tipo de distinción intragrupal. No suelen mencionarse hechos parecidos en otras necrópolis megalíticas levantinas, pero en Damiya-Ala Safat (Jordania), por ejemplo, llaman la atención algunas tumbas notablemente más elaboradas que el resto. También en Jebel Mutawwaq (Jordania) los lugares más prominentes de la necrópolis aparecen ocupados por algunas de las tumbas más monumentales.

Por otra parte, en varias zonas de la gran necrópolis del Orontes, especialmente en Khirbat Ghazi 1 y Al Houwek, se localizan otras muchas estructuras, aparte de las tumbas, fácilmente visibles sobre el terreno aunque muy difíciles de interpretar. En realidad, la llanura basáltica es un verdadero palimpsesto arqueológico donde se acumulan vestigios de muy diferente naturaleza y cronología, cuya posible relación con las sepulturas es problemática.

Existen, por ejemplo, recintos de piedra rectangulares, ovales o circulares, de diversos tamaños. Alguno de ellos contiene un cierto relleno sedimentario, muy diferente a los pobres o casi inexistentes suelos del entorno. Una parte podría interpretarse como restos de estructuras domésticas de época indeterminada y rediles para los rebaños, pero no puede excluirse el carácter ritual de algunos de estos recintos. A este respecto llama la atención especialmente la existencia de una docena de recintos rectangulares, adosados generalmente al este de otras tantas grandes tumbas: en ocasiones, se trata de los restos de un muro bajo, mientras que otras veces están delimitados por una simple hilera de piedras. Ignoramos si se trata de estructuras directamente relacionadas con las tumbas o de rediles de épocas posteriores construidos al socaire de los vientos dominantes en la zona.

En cualquier caso, las estructuras que se encuentran con mayor frecuencia en la necrópolis consisten en muros y alineamientos de piedra rectilíneos de diversa naturaleza y longitud. A

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veces se trata de toscas hileras o amontonamientos de piedras, pero otras veces se observan muros bien aparejados. Creemos que muchos de estos elementos corresponden a divisiones de parcelas agrícolas, pero otros parecen guardar una estrecha relación con las tumbas.

Existen también algunos monolitos hincados en el suelo o tendidos sobre él que contrastan con la mayoría de los bloques rocosos del terreno, de aspecto más redondeado y amorfo. Uno de ellos, de pequeño tamaño, presenta una serie de grabados esquemáticos a los que enseguida nos referiremos.

Desgraciadamente, como hemos dicho, es difícil saber si al menos una parte de todas estas estructuras se encuentra asociada cronológica y funcionalmente a los monumentos funerarios. Por ello hemos comenzado a realizar levantamientos fotogramétricos mediante pértigas, con la esperanza de que un punto de vista elevado nos permita comprender mejor relaciones geométricas entre elementos que, desde el suelo, parecen desordenados. En este sentido, se hace igualmente necesario emprender las oportunas excavaciones arqueológicas.

Fig. 7: Parte de un conjunto de tumbas monumentales en un área prominente de Khirbat Ghazi 1. Dos de ellas presentan recintos rectangulares de piedra adosados a su borde oriental.

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Manifestaciones de arte esquemáticoEn relación igualmente con la complejidad de la necrópolis del Orontes, cabe mencionar,

además, el hallazgo de dos manifestaciones de arte esquemático, asociadas espacialmente –si no, tal vez, cronológicamente– a los monumentos funerarios del área del lago Qattina.

Una de ellas tiene como soporte un pequeño monolito en pie, situado junto al extremo septentrional de una estructura de piedras alargada, de unos 50 m de longitud, dentro del conjunto megalítico de Khirbat Ghazi 3, en la zona occidental del lago. El bloque basáltico, de 136 cm de altura sobre el terreno y 110 cm de anchura en su base, presenta, en su cara oriental, tres círculos alineados verticalmente, tallados mediante piqueteado relativamente profundo. En otra de sus caras parecen existir también restos de grabados.

En el conjunto de Mentar Al Aali, al otro extremo de la misma ribera septentrional del lago Qattina, hemos localizado otros grabados sobre la cara exterior de uno de los ortostatos meridionales de la cámara de un sepulcro megalítico, también en basalto. La laja, de algo más de un metro de altura, es visible desde cierta distancia y alberga tres representaciones muy esquemáticas de antropomorfos –y otra posible, muy alterada por la erosión–, realizadas mediante piqueteado poco profundo pero que resaltan nítidamente sobre la pátina oscura de la piedra.

En el primer caso podría tratarse de una manifestación contemporánea a la necrópolis. El segundo caso, a juzgar por el estilo, las diferencias en la pátina y su posición en la cara externa de uno de los ortostatos de la cámara, parece corresponder a un momento posterior, ya arruinado el monumento.

Tumbas, poblamiento y territorio: las necrópolis de Homs en el contexto levantino

El hallazgo de estas importantes necrópolis situadas al oeste de la ciudad de Homs contribuye a completar el mapa de distribución del fenómeno funerario que, en sentido amplio, suele calificarse de megalítico y cuyas evidencias son ya muy numerosas en todo el Levante, en especial en un eje sur-norte que sigue aproximadamente la falla del Rift desde el Mar Muerto y continúa hasta el norte de Alepo, a lo largo de los ríos Jordán, Litani y Orontes (Steimer y Braemer, 1999).

En realidad, la existencia de tumbas megalíticas en la región de Homs ya había sido dada a conocer por M. Pervès a mediados del siglo pasado, pero solo con un brevísimo comentario que pasó completamente desapercibido (también, inicialmente, a nosotros mismos): “Dans les environs de Homs, Burkhalter nous a montré un groupe d’enceintes mégalithiques assez

Fig. 8: Círculos concéntricos grabados en un monolito de Khirbat Ghazi 3.

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délabrées. Non signalées jusqu’à présent, elles indiquent le point le plus avancé vers le Nord de cette culture” (Pervès, 1945, p. 204).

También en otras zonas del curso medio del río Orontes se conocían necrópolis megalíticas desde la primera mitad del siglo XX, en la zona de Freiké y los alrededores de la clásica ciudad de Apamea (Mouterde, 1939), aunque de ellas contamos igualmente con muy escasas referencias (Tallon, 1958; Zohar, 1992). Según nuestras propias observaciones, al menos las tumbas de Freiké, emplazadas en afloramientos basálticos, como las de Homs, han desaparecido ya completamente ante el avance de la agricultura, confirmándose así los temores expresados en su día por Tallon.

Pero, por su proximidad a nuestra zona de prospecciones y por haber sido objeto de un estudio más detallado, es necesario destacar especialmente el conjunto de Mengez en la región libanesa del Akkar junto a la frontera siria. Se localizan aquí varias decenas de sepulcros megalíticos, aparentemente idénticos a los nuestros, descubiertos y excavados por M. Tallon a mediados del siglo pasado (Tallon, 1964 y 1965). Los materiales procedentes de sus excavaciones fueron revisados más tarde por T. Steimer quien, a partir de ellos, fecha la construcción de las tumbas a fines del Calcolítico y durante el Bronce antiguo, con posteriores reutilizaciones, especialmente a finales de la Edad del Bronce (Steimer, 2000). Esta cronología puede servir de referencia para las necrópolis de la región de Homs donde, a pesar de la gran cantidad de sepulcros saqueados, no hemos podido hallar evidencias de restos óseos humanos ni apenas materiales arqueológicos, salvo piezas líticas dispersas que no podemos asociar al contexto funerario y algún fragmento aislado de cerámica atribuible a la Edad del Bronce. En cualquier caso, existe actualmente un consenso general en fechar las tumbas megalíticas del Levante en el Bronce antiguo (c. 3500-2000 a. C.), con reocupaciones o reconstrucciones en momentos avanzados de la Edad del Bronce e incluso durante la Edad del Hierro (Steimer y Braemer, 1999).

Otra cuestión de importancia es la identificación de los grupos humanos que erigieron estas tumbas. En la bibliografía es un lugar común su atribución casi automática a sociedades “pastoriles”, nómadas o seminómadas, a las que a veces se considera practicantes de una agricultura estacional. Sus cementerios, erigidos en zonas poco aptas para las prácticas agrícolas, tendrían la función de centros de agregación y marcadores territoriales, en sustitución de las ciudades propias de las primeras sociedades urbanas. Las necrópolis megalíticas y los asentamientos urbanos serían, así, mutuamente excluyentes (Zohar, 1992, p. 55). Otros autores ven estas tumbas también como testimonios de apropiación territorial, pero por parte de grupos que practicarían una transhumacia de corto recorrido y que se hallarían en una relación de inmediata vecindad y directa competición con sociedades agrícolas instaladas en los valles fértiles (Prag, 1995).

Pero, aunque esto pudiera haber sido así en determinadas regiones –especialmente en las más áridas–, caben también otras interpretaciones. Así, Y. Paz señala que la emergencia del fenómeno megalítico coincide con los inicios del desarrollo urbano, a partir del paso del IV al III milenio a. C., en el valle del Jordán. Este hecho, unido a la clara conexión de determinadas necrópolis con asentamientos urbanos, concretamente en la región del Golán, llevaría a descartar la hipótesis “pastoralista” y a considerar las tumbas megalíticas como obra de sociedades bien organizadas y

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estratificadas, capaces de emprender la monumental tarea de reconstruir el paisaje circundante dotándolo de un significado simbólico (Paz, 2005).

En la periferia del Jordán, en el sur de Siria, esto mismo parece ocurrir, por ejemplo, en el caso de las necrópolis de tumbas megalíticas de Qarassa (Steimer-Herbet, 2008) y de Khirbet El Umbashi (Braemer et al., 2004), ubicadas en las inmediaciones de varios asentamientos del Bronce Antiguo/Medio. Y algo parecido podría decirse de las numerosas tumbas megalíticas localizadas a lo largo del valle Wadi Zarqa (en el norte de Jordania), que, al menos en parte, parecen asociadas al asentamiento del Bronce Antiguo de Jebel al-Mutawwaq (Fernández-Tresguerres, 2011).

Las necrópolis que hemos descrito en la región situada al oeste de la ciudad de Homs muy bien podrían interpretarse en el mismo sentido. La fértil vega del Orontes muestra una densa ocupación durante la Edad del Bronce, con una serie de importantes asentamientos concentrados en su margen derecha, junto a la ribera del río y en las tierras calcáreas adyacentes, entre los que destacan tells como Baba Amrou, Ali Idriss, Hdeidet Al Aasi o Nabi Mend (este a menudo identificado con la histórica Kadesh). Por el contrario, al norte del lago Qattina, en las planicies basálticas de la margen izquierda del Orontes, solo hemos detectado algunos pequeños asentamientos. Esta zona, más árida y apta únicamente para una precaria agricultura estacional, parece haberse utilizado preferentemente como área cementerial. Tendríamos así una estructuración bipolar del paisaje con una “orilla de los vivos” y una “orilla de los muertos” al estilo tebano del Egipto faraónico. Un patrón parecido se registra en la zona más occidental de nuestra área de trabajo, en el valle de la Buqaia. Aquí, los asentamientos de la Edad del Bronce, que incluyen también algunos importantes tells, se ubican en el fértil fondo del valle, mientras que las agrupaciones de tumbas megalíticas se localizan en la periferia, sobre las colinas que circundan el mismo, especialmente en su reborde oriental.

En definitiva, los sepulcros megalíticos, como hemos indicado, son extraordinariamente numerosos en toda la región al oeste de Homs y presentan diversos grados de monumentalidad –incluyendo algunos ejemplares francamente excepcionales–, mostrando también rasgos diferenciales en cuanto a su disposición en el paisaje. Todo ello sugiere que son obra de una población bien estratificada o jerarquizada más que de sencillas sociedades tribales nómadas o seminómadas. Creemos, por tanto, que estas importantes necrópolis muy bien pudieran corresponder a los primitivos y numerosos asentamientos urbanos que ocuparon las riberas del Orontes durante la Edad del Bronce.

No podemos concluir sin señalar, con verdadero pesar, que este importantísimo patrimonio histórico constituido por millares de sepulcros megalíticos se encuentra en vías de desaparición, como en otros territorios del Levante mediterráneo, debido, como ya hemos dicho, a la expansión urbana, a la construcción de obras públicas y de instalaciones militares y, especialmente, a causa del acondicionamiento de nuevos campos de cultivo mediante la utilización de maquinaria pesada. En el transcurso de cada campaña de investigaciones podemos comprobar cómo, diariamente, en los alrededores de la ciudad de Homs, se arrasan decenas de monumentos que hasta ahora habían logrado sobrevivir más de cuatro milenios.

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