Las ciudades romanas del valle Medio del Ebro en época julio claudia. GALVE, M.P. MAGALLON. M.A y...

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Ayuntamiento de Zaragoza. Grup URBS. √√ Departamento de Arqueología Universidad de Zaragoza. Grup URBS y equipo de investigación d Labitolosa. √√√ CNRS - Ausonius. Equipo d investigación de Labitolosa. Las ciudades romanas del valle medio del Ebro en época julio-claudia Mª Pilar Galve, Mª Ángeles Magallón y Milagros Navarro El establecimiento de la situación y evolución de las ciudades romanas del valle del Ebro en época julio-claudia pudiera parecer una tarea sencilla, puesto que las variables geográficas y cronológicas son bien conocidas. Además, los progresos de la investigación realizados en los últimos años han sido muy importantes. Sin embargo, no existe ninguna síntesis previa sobre el tema y faltan incluso monografías locales sobre las mayoría de las ciuitates romanas del valle del Ebro durante dicho periodo 1 . A dicha dificultad se unen las enormes diferencias arqueológicas detectadas entre unas ciudades y otras. Algunas, como Caesaraugusta, han sido intensamente excavadas y objeto de numerosas aunque dispersas publicaciones. Otras, como Damania, siguen sin ser localizadas con seguridad, otro grupo, ubicadas pero nominadas con dudas, como el yacimiento del Poyo del Cid (Teruel) (fig. 1). Ante esta situación, el primer objetivo de nuestro trabajo es aportar un corpus documental que reuna de forma sintética todas las informaciones disponibles sobre el tema tratado. A continuación, se establecerán las observaciones generales que pueden explicar el proceso de transformación urbana en el valle del Ebro entre la desaparición del primer emperador y el final de su dinastía. Nuestro esquema de presentación conlleva ya ciertas pautas de interpretación y nos ha parecido útil agrupar las ciudades en razón de su estatuto jurídico-político, al considerar que dichas posiciones, atribuidas a partir de la época cesariana y sobre todo durante el reinado de Augusto, confirman y determinan la estructura social, y por tanto económica e ideológica, que sostiene las transformaciones arquitectónicas hacia la romanidad. Dichos estatutos se obtienen de la descripción pliniana del conventus Caesaraugustanus cuya fuente se puede fechar a principios del reinado de Augusto 2 . En efecto, para comprender la situación urbanística de las ciudades en época julio-claudia en el valle medio del Ebro, hay que partir de la actividades administrativas realizadas en Hispania en general y en esta parte de la Citerior en particular durante el reinado de Augusto. Sabemos que entre el 16 y el 14 a.C., el emperador estableció la división provincial de Hispania, al mismo tiempo que el territorio interprovincial se compartimentaba en ciuitates, unidades fiscales, unidades de control del espacio y sus habitantes, y se establecían sus capitales. Partiendo de dicha clasificación, se hará especial hincapié en los datos más nuevos y significativos y se pondrán de relieve tres ciudades, Caesaraugusta, Bilbilis y Labitolosa, por dos motivos: cada una de ellas fue un exponente claro de un tipo de ciudad en época julio- claudia (respectivamente, colonia, municipio de ciudadanos romanos y ciudad estipendiaria); además, son los tres núcleos urbanos que han aportado más datos en los últimos años, gracias a las investigaciones arqueológicas sistemáticas realizadas. 1. Pensemos, por ejemplo, en la última obra de síntesis sobre la región fechada en el 2000. En el discurso sobre el desarrollo urbano, se analiza la época augústea para pasar luego a la época flavia, Beltrán F. et al. 2000, 73- 90. El último resumen que recoge una reflexión de los datos julio-claudios es la de Beltrán 1990a, 238-246. Los conocimientos aportados, muy útiles aunque antiguos, aparecen clasificados tipológicamente y no por ciudades. Para muchos elementos, aún hay que acudir a Lostal 1980. 2. Plin., Nat., 3.4.24.

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Ayuntamiento de Zaragoza. GrupURBS.

√√

Departamento de Arqueología Universidad de Zaragoza. GrupURBS y equipo de investigación dLabitolosa.

√√√

CNRS - Ausonius. Equipo dinvestigación de Labitolosa.

Las ciudades romanas del valle medio del Ebro

en época julio-claudia

Mª Pilar Galve, Mª Ángeles Magallón y Milagros Navarro

El establecimiento de la situación y evolución de las

ciudades romanas del valle del Ebro en época julio-claudia

pudiera parecer una tarea sencilla, puesto que las variables

geográficas y cronológicas son bien conocidas. Además,

los progresos de la investigación realizados en los últimos

años han sido muy importantes. Sin embargo, no existe

ninguna síntesis previa sobre el tema y faltan incluso

monografías locales sobre las mayoría de las

ciuitates

romanas del valle del Ebro durante dicho periodo

1

. A

dicha dificultad se unen las enormes diferencias

arqueológicas detectadas entre unas ciudades y otras.

Algunas, como

Caesaraugusta

, han sido intensamente

excavadas y objeto de numerosas aunque dispersas

publicaciones. Otras, como

Damania

, siguen sin ser

localizadas con seguridad, otro grupo, ubicadas pero

nominadas con dudas, como el yacimiento del Poyo del

Cid (Teruel) (fig. 1).

Ante esta situación, el primer objetivo de nuestro

trabajo es aportar un

corpus

documental que reuna de

forma sintética todas las informaciones disponibles sobre

el tema tratado. A continuación, se establecerán las

observaciones generales que pueden explicar el proceso de

transformación urbana en el valle del Ebro entre la

desaparición del primer emperador y el final de su dinastía.

Nuestro esquema de presentación conlleva ya ciertas

pautas de interpretación y nos ha parecido útil agrupar las

ciudades en razón de su estatuto jurídico-político, al

considerar que dichas posiciones, atribuidas a partir de la

época cesariana y sobre todo durante el reinado de

Augusto, confirman y determinan la estructura social, y

por tanto económica e ideológica, que sostiene las

transformaciones arquitectónicas hacia la romanidad.

Dichos estatutos se obtienen de la descripción pliniana del

conventus Caesaraugustanus

cuya fuente se puede fechar a

principios del reinado de Augusto

2

. En efecto, para

comprender la situación urbanística de las ciudades en

época julio-claudia en el valle medio del Ebro, hay que

partir de la actividades administrativas realizadas en

Hispania en general y en esta parte de la Citerior en

particular durante el reinado de Augusto. Sabemos que

entre el 16 y el 14 a.C., el emperador estableció la división

provincial de Hispania, al mismo tiempo que el territorio

interprovincial se compartimentaba en

ciuitates

, unidades

fiscales, unidades de control del espacio y sus habitantes,

y se establecían sus capitales.

Partiendo de dicha clasificación, se hará especial

hincapié en los datos más nuevos y significativos y se

pondrán de relieve tres ciudades,

Caesaraugusta

,

Bilbilis

y

Labitolosa

, por dos motivos: cada una de ellas fue un

exponente claro de un tipo de ciudad en época julio-

claudia (respectivamente, colonia, municipio de

ciudadanos romanos y ciudad estipendiaria); además, son

los tres núcleos urbanos que han aportado más datos en

los últimos años, gracias a las investigaciones

arqueológicas sistemáticas realizadas.

1. Pensemos, por ejemplo, en la última obra de síntesis sobre la región

fechada en el 2000. En el discurso sobre el desarrollo urbano, se analiza la

época augústea para pasar luego a la época flavia, Beltrán F.

et al.

2000, 73-

90. El último resumen que recoge una reflexión de los datos julio-claudios

es la de Beltrán 1990a, 238-246. Los conocimientos aportados, muy útiles

aunque antiguos, aparecen clasificados tipológicamente y no por ciudades.

Para muchos elementos, aún hay que acudir a Lostal 1980.

2. Plin.,

Nat.,

3.4.24.

170

L

AQUITAINE

ET

L

HISPANIE

SEPTENTRIONALE

À

L

ÉPOQUE

JULIO

-

CLAUDIENNE

Fig. 1. Las ciudades del valle del Ebro en época romana (según M. Magallón).

LAS

CIUDADES

ROMANAS

DEL

VALLE

MEDIO

DEL

EBRO

171

C

OLONIAS

Celsa

(Velilla de Ebro, Zaragoza, Aragón)

Los restos de esta colonia romana comenzaron a ser

exhumados por un equipo de investigación dirigido por

M. Beltrán hace 30 años. En la actualidad, los trabajos se

centran en la publicación de lo excavado. Sabemos que fue

creada en el 44 a.C. por M. Emilio Lépido durante su

segundo gobierno en la

Citerior

, tal vez siguiendo directivas

cesarianas, y que ocupó un solar en lo que hoy es un

despoblado situado entre las localidades zaragozanas de

Gelsa y Vellilla de Ebro, sobre un núcleo anterior

perteneciente a los ilergetes

3

. La colonia surgió con el

nombre de

colonia Victrix Iulia Lepida

4

, como indican sus

primeras monedas. No parece que esta

deductio

fuera

realizada para castigar a la ciudad indígena, puesto que era

aliada de César. Parte de los indígenas, muy romanizados,

pudieron recibir la ciudadanía y convivirían con los recien

llegados, cuya identidad se desconoce, posiblemente un

contigente de veteranos con itálicos de diversos orígenes.

Tras la caída del triunviro fundador por su apoyo a

Sextus

Pompeius

, la ciudad cambió de nombre, recobrando el

topónimo indígena y desprendiéndose del de

Lepida

5

. La

ya

colonia

Victrix Iulia Celsa

fue el centro romano del valle

del Ebro hasta la fundación de la

colonia

Caesaraugusta

entre el 19-16 a.C. Desde esos momentos, la ciudad fue

perdiendo importancia y habitantes hasta casi

abandonarse en época de Nerón. En efecto, no han

aparecido en estratigrafía materiales que puedan datarse

más allá del reinado de Claudio. Según M. Beltrán, la

ciudad, o al menos lo que de ella ha sido excavado, fue

abandonada de forma paulatina, casas y calles caen en el

olvido y se recuperan los materiales importantes. Su

declive total debe situarse en la década de los años setenta

d.C

6

. Sin embargo, restos epigráficos más tardíos, entre

ellos, los de un magistrado, permiten mantener ciertas

dudas abiertas

7

.

Nada se conoce del asentamiento indígena, que debío

ocupar la posición más elevada, desde la que podía

controlar el territorio circundante. Las investigaciones

arqueológicas han puesto al descubierto sólo parte de la

colonia romana, aunque algunos restos materiales, como

los enterramientos infantiles bajo los pavimentos de una

casa recuerden costumbres ibéricas

8

.

Celsa

se extendió

hacia abajo en una zona de terrazas horizontales a modo

de cerros testigos

9

junto al río Ebro; parte de sus ejes

viarios son casi paralelos a dicho curso de agua y

perpendiculares los otros. Alcanzó una superfie de unas

44 ha y se rodeó de un largo foso de unos 20 m de anchura

media. Salvo las calles y restos dispersos, todos los

elementos arquitectónicos descubiertos pertenecen a

estructuras domésticas privadas. Se distinguen varias fases

de urbanización pero la planificación general que ha

llegado hasta nosotros es de época augústea,

continuándose durante el reinado de Tiberio. En esos

momentos, se destruyen edificios anteriores, tal como se

puede observar en algunos puntos, como en las

fundaciones de la

Domus de los Delfines

. Se desconoce por

completo donde podía estar el foro, aunque es posible que

se situase en el centro de la extensión conocida

10

.

La disposición de los ejes viarios de la ciudad, que

aprovechaban las pendientes naturales para la evacuación

de las aguas pluviales, obligó a supeditar su trazado a las

condiciones del medio físico:

Celsa

no estaba dividida de

forma rectangular. Las

insulae

resultantes de la trama viaria

tenían formas irregulares, generalmente trapezoidales, ya

que las calles no creaban al cruzarse ángulos rectos. La

colonia carecía de cloacas, por lo que las aguas residuales

debían ser expulsadas a las calles que presentaban un surco

central, creado para favorecer la citada evacuación.

Magníficamente pavimentadas y enmarcadas por aceras,

algunas llegan a medir 6 m de anchura. Para protegerlas,

se construyeron

metae

como en Pompeya.

Como se ha dicho, en

Celsa

no se han descubierto los

edificios de carácter público relacionados con la gestión

de la ciudad. Sin embargo, se han hallado varias

instalaciones comerciales de uso público como son un

macellum

, una popina y otras instalaciones de almacenaje.

Todas ellas se encuentran en la llamada Insula II, cuyas

excavaciones han proporcionado en los niveles de

aterrazamiento del terreno los materiales

correspondientes a la etapa de fundación de la colonia.

11

3. Al parecer, dicho núcleo fue conquistado a mediados del siglo

II

a.C.,

momento en el que empezó a acuñar moneda con leyenda ibérica

(Villaronga 1979, 133; 191). Vivió pacíficamente hasta el siglo

I

a.C., cada

vez más influida por los individuos itálicos que llegarían hasta allí.

4.

RPC

, n° 261-268.

5. Augusto:

RPC

, nº 270-278; Tiberio:

RPC,

nº 279-280-

6. Beltrán 1997a, 18.

7. Beltrán

et al.

2000, 62.

8. Mínguez 1989-1990.

9. Beltrán 1997a, 11.

10.

Id.

1997b, 109.

11.

Id.

1991a, 52.

172

L

AQUITAINE

ET

L

HISPANIE

SEPTENTRIONALE

À

L

ÉPOQUE

JULIO

-

CLAUDIENNE

El

macellum

, descubierto en la totalidad de su planta en la

Ínsula II, con una superficie de 180 m

2

, presenta un patio

central empedrado y nueve tabernas laterales

12

. Estaba

dividido en dos partes casi iguales por medio de un muro,

que dejaba a ambos lados dos espacios alargados a modo

de calles a los que se abrían las

tabernae.

La descripción de los vestigios arqueológicos

13

de

Celsa

pasa por la descripción de su arquitectura doméstica. Por

el momento se han excavado once casas, de las cuales se

conocen las plantas completas, restos materiales y

estratigrafía de nueve de ellas

14

, algunas pequeñas, otras

más grandes, otras muy lujosas, representando a diferentes

niveles económicos

15

. Algunas presentan dos fases

cronológicas: una primera fundacional y una

remodelación posterior, generalmente en torno a los

años 20 de la era aproximadamente. Esta reestructuración

puede llevar consigo la ampliación del espacio, como en

el caso de la Casa de los Delfines. Destaca la sencillez de

la técnica constructiva empleada en la elevación de las casas

celsenses y la pobreza de los materiales, procedentes del

entorno inmediato y relacionados con la tradición

autóctona de la arquitectura ibérica y celtibérica de las

ciudades indígenas vecinas

16

. A continuación aparecerán

los ejemplos más significativos:

La más conocida es la

Domus de los Delfines

, creada al

unificar, en el segundo cuarto del siglo

I

, dos viviendas

preexistentes de los años 30 a.C. aproximadamente

17

.

Dicha renovación originó una unidad doméstica de

724 m

2

con grandes espacios de aspecto monumental. Se

desarrolla alrededor de un gran patio abierto provisto de

aljibe, con

hortus

en su parte central: el núcleo de la casa

está junto al atrio testudinado, que hace de unión entre

las primitivas unidades domésticas. Sus estructuras y

decoración, tanto las de época augústea, pero sobre todo

las julio-claudias, son totalmente itálicas. En sus estancias

se encontraron fragmentos de pinturas del III estilo

Pompeyano

18

.

Pensemos también en la llamada Casa de Hércules,

construida en torno a un atrio toscano con

impluuium

realzado y protegido por un murete de

opus caementicium

.

En una de sus habitaciones se encontraron restos de

paredes que estuvieron decoradas con vistosas pinturas del

II estilo Pompeyano en las que se representaban escenas

del ciclo hercúleo

19

. La Casa de la Tortuga, ubicada en la

denominada insula VII, es una

domus

con estructura de

atrio testudinado de escasas dimensiones, de unos 300 m

2

de superficie, y con

hortus

situado paralelo al eje central de

la casa. En el vestíbulo de la casa se hallaron las improntas

de una escalera que conducía a un piso superior. En el

umbral de la puerta de acceso se puede leer una inscripción

realizada en teselas negras con la leyenda de advertencia

CAVE CANE

20

.

Por último, hay que aludir a la

denominada Casa del Emblema Blanco y Negro, fechada

en la época de Augusto

21

, estructurada en torno a atrio

testudinado, de unos 267 m

2

de superficie

22

.

Los investigadores que han trabajando en

Celsa

han

demostrado que los artesanos que hicieron y remodelaron

estas casas eran itálicos e itinerantes y construyeron para

los notables celsenses casas similares a las de Campania.

De sus propietarios pocos datos se tienen, puesto que la

epigrafía es prácticamente inexistente. Los elementos

onomásticos de los habitantes de la ciudad se reducen a

los magistrados que aparecen en las monedas acuñadas por

la ciudad desde época fundacional al reinado de Tiberio

23

.

La mayoría de los antropónimos de tales ciudadanos

romanos, inscritos en la tribu Sergia, son típicamente

latinos, a veces raros y antiguos, traídos por los veteranos

y emigrantes itálicos. Sin embargo, algunos elementos

pudieran ocultar su origen local.

En la época en la que las casas de

Celsa

se están

remodelando, sus notables viven evidentemente un

proceso de desarrollo económico y social dentro de las

elites provinciales, cuyo único pero fundamental ejemplo

lo tenemos en el caso de la familia

Licinia

. Dos emisiones

monetales están firmadas por un magistrado denominado

L(ucius) Sura

, una de ellas fue realizada entre el 44 y el

36 a.C.

24

y la segunda entre el 27 y el 25 a.C.

25

. Este

cognomen

, rarísimo, sólo aparece en latín cuatro veces en

12. Beltrán 1991a, 56.

13. Recordemos que los edificios públicos todavía no se han hallado. A modo

de hipótesis de trabajo se piensa que el posible teatro romano pudo estar a

los pies de la actual ermita de San Nicolás, según se desprende de la

topografía de la zona. Beltrán Martínez 1953, 321.

14. Tres son los tipos de construcciones: testudinadas, de atrio cubierto, con

pavimentos de mosaico o suelos de yeso y cenizas. Esta fórmula de atrio

cubierto permitía doblar el espacio mediante la construcción de pisos

superiores, permitiendo el desarrollo vertical de la casa. Se conservan las

improntas de escaleras dejadas en la Casa VII / Tortuga y Casa VII /

Emblema; de patio abierto enlosado o con mosaico; de atrio toscano con

patio porticado.

15. Beltrán 1997a, 12.

16. Beltrán 1991a, 131-164.

17. Beltrán

et al.

1984; Mostalac & Beltrán

1994, 9-10, sobre la estratigrafía

y los restos de pintura del segundo estilo pompeyano.

18. Mostalac & Beltrán

1994.

19. Beltrán 1997a, 24-26.

20.

Id.

1991a, 68.

21.

Id.

1991a, 69.

22. Tuvo un piso superior pavimentos de mortero blanco para las zonas de

acceso y de

signinum

rojo para el atrio y estancias adyacentes, destacando el

emblema del tablino en

opus tesellatum

blanco y negro.

23.

RPC

, n° 261-280.

24.

RPC

, n° 263.

25.

RPC,

n° 271.

LAS

CIUDADES

ROMANAS

DEL

VALLE

MEDIO

DEL

EBRO

173

Hispania: la primera en las monedas de Celsa, la segunda

en un magistrado de Ercavica 26, la tercera en la

denominación de un horrearius, esclavo de Sura, muerto en

la primera mitad del siglo I en Caesaraugusta 27 y la cuarta

en la denominación del constructor del arco de Bará en

época augústea 28, homónimo y antepasado del senador

L. Licinius Sura, hombre fuerte del régimen trajaneo 29.

Puesto que el gentilicio Licinius está documentado en

Celsa 30 en las monedas y en los propietarios de una casa 31

y puesto que Licinius Sura estaba inscrito en la Sergia, es

totalmente acertado unir de forma lineal todos esos

testimonios: una familia de colonos, tal vez unidos

matrimonialmente con notables locales, adinerados y

magistados de Celsa, ampliaron sus intereses en la nueva

colonia de Caesaraugusta, desde cuyo puerto fluvial

comercializarían y almacenarían los productos de sus

propiedades agrícolas. La rama principal de la familia se

trasladó a Tarraco hacia el cambio de era, ya que las

posibilidades de ascenso económico y social eran mucho

más elevadas en la capital provincial. La progresión

realizada durante un siglo alcanzó el éxito total con la

figura del senador L. Licinius Sura. Al cargo de las

propiedades celsenses quedaría un liberto, tal vez L.

Licinius Aticus 32.

El innegable despegue económico que pone de

manifiesto la historia de dicha familia, reflejo de las

transformaciones arquitectónicas de la ciudad de Celsa,

termina casi bruscamente a mediados de siglo. El

fenómeno es tanto más sorprendente cuanto que, según

M. Beltrán y su equipo, Celsa se va abandonando, para

quedar convertido en un pequeño núcleo de población a

comienzos de la época flavia, puesto que pocos son los

materiales arqueológicos que van más allá de esta fecha.

La explicación tradicional ha sido que la fundación de

Caesaraugusta en época augústea absorbió la vida

económica de Celsa. Sin embargo, las dudas permanecen

tanto en lo que respecta a la naturaleza de la decadencia

como al tipo de núcleo urbano que siguió sobreviviendo

al menos un siglo más, puesto que así parecen indicarlo

dos inscripciones fechadas en la segunda centuria de la

era 33.

Caesaraugusta (Zaragoza)

La elaboración de una síntesis acerca del urbanismo de

Caesaraugusta, sea cual sea la etapa elegida, es aventurada,

y no por la ausencia de trabajos de campo precisamente,

sino porque bien pocos de éstos son los que ofrecen la

profundidad de estudio necesaria. El resultado de la mayor

parte de las excavaciones que han aportado hallazgos de

estructuras públicas permanecen sin elaborar, sus

materiales almacenados y la documentación pendiente de

estudio -sin ir más lejos, monumentos tan representativos

como el teatro o el foro. Pese a ello, desde finales de los

ochenta, la actividad arqueológica desarrollada en

Zaragoza ha permitido confirmar, modificar y, sobre todo,

aumentar considerablemente los escasos conocimientos

de la vida de la ciudad de época julio-claudia. Centenares

de excavaciones realizadas en solares, plazas y viales han

sacado a la luz hallazgos notables, entre los que destacan

sin duda los edificios públicos. Estos no hacen sino

corroborar la importancia política y administrativa que

tuvo la colonia que Augusto fundó a finales del siglo I a.C.

y que, necesariamente, fue dotada de edificios dedicados

a la vida política, administrativa, religiosa, cultural…

El antiguo solar que alojó la ciudad ibérica de Salduie

y su población indígena, muy romanizada 34 y de la que

conocemos destacados miembros que formaron parte de

la famosa turma Salluitana 35, fue elegido para la ubicación

de Caesaraugusta dentro de un contexto histórico bien

determinado: el lugarteniente de Augusto, su yerno

Agripa, vino en el 20 a.C. a resolver la revuelta de Astures

y Cántabros 36. Tras la victoria y para resolver el

descontento de la tropa, desmovilizó a los más antiguos y

los instaló en la antigua ciudad ibérica en el 19 a.C. Estas

primeras instalaciones viritanas de veteranos de tres

legiones, permitieron la creación de una población mixta,

local e itálica, citada por Estrabón 37. Al instalar los

primeros contingentes de veteranos junto al Ebro, Agripa

26. RPC, n° 464-467.

27. Hyacintus Surae horrearius, Beltrán 1982, 56.

28. Dupré 1994, por los capitales y otros elementos decorativos, el autor data

el arco en época augústea. Su autor sería, por tanto, un antepasado del

famoso senador.

29. Le Roux 1982, 445-446 considera que la difusión de este nomen por el

valle del Ebro “paraît devoir remonter aux campagnes de L. Licinius Lucullus

qui fut consul en 151 a.C.”

30. CIL, II, 3018.

31. En una de las viviendas más ricas de la ciudad, comenzada en el siglo I

a.C. y remozada en diversas ocasiones, apareció un sello matriz que

pertenecería a su propietario. Éste era L. Licinius At(icus). Según M Beltrán

“pudo ser un liberto descendiente del magistrado monetario de la colonia

L. Licinio Sura”, Beltrán 1991a, 37.

32. Ver nota anterior.

33. Beltrán et al. 2000, 62. Un magistrado de Celsa aparece en una

inscripción de Saguntum fechada en el siglo II.

34. Galve et al., 1996; Pina 2003.

35. Critini 1970.

36. Hor. Ep., 1.12.26.27; Vel. Pat. 2.9.1; Dio. 54.11.1-5.

37. Str. 3.2.15.

174 L’AQUITAINE ET L’HISPANIE SEPTENTRIONALE À L’ÉPOQUE JULIO-CLAUDIENNE

supervisó la planimetría general de lo que sería la ciudad:

debía ejercer las competencias que se le otorgaban en

calidad de colonia y para este fin organizaría su urbanismo.

Probablemente durante el viaje que Augusto realizó a

Hispania en el 14 a.C. le otorgaría la deducción oficial 38.

La epigrafía cesaraugustana es muy escasa, de ahí que

las fuentes arqueológicas sean el elemento esencial para

conocer la historia de esta ciudad. Señalemos, sin embargo

la importancia de las monedas que la ciudad acuña entre

los reinados de Augusto y Calígula: en ellas no sólo se lee

el nombre de un buen número de magistrados locales, sino

que se puede apreciar alguno de los proyectos

arquitectónicos, como los templos y estatuas al emperador

(ver infra) y también la ideología pro augústea y pro

agripense 39 de la ciudad 40.

El paisaje urbano (fig. 2)

Pero fuera la que fuera su planificación augústea, que

estaría próxima a la urbs quadrata, fue con los príncipes

julio-claudios cuando la ciudad desarrolló su urbanismo

en todas las facetas posibles. Llegó a adquirir, por una

parte, la madurez, que proporcionó a sus ciudadanos el

confort, gracias a sus excelentes redes de evacuación y de

distribución de aguas, sus calles principales porticadas, y

por otra, la monumentalidad, con un foro, dos templos y

el teatro, de enormes dimensiones todos ellos, y

probablemente con algún otro edificio público que puede

que todavía permanezca oculto en el subsuelo.

Además, sabemos ahora que su paisaje urbano estuvo

caracterizado por grandes espacios porticados. Son varios

los peristilos documentados que originaban grandes plazas

en torno o junto a edificios cívicos o religiosos: la del foro,

la del Teatro (a la que abrirían tambien las Termas), las de

los Templos, y alguna más que desconocemos. Sus

habitantes podrían recorrer protegidos del sol o de la lluvia

amplias distancias a través de las principales calles

porticadas y deambular por los espacios cubiertos también.

38. Sobre el tema, ver Roddaz 1984, 431-433; Gómez-Pantoja 1994, 169-202;

Navarro Caballero 2002, 29-56.

39. RPC, n° 381, firmadas Scipio y Montanus; RPC, n° 386 por Titullus y

Montanus. Cada pareja de duouuiri realizó una serie dinástica completa: al

emperador Augusto, a Germanicus Caesaris pater, a Agrippina Caesaris mater y

a M. Agrippa (RPC, p. 126-127) en época de Calígula.

40. Ariño & Gurt 1994, 34.

Fig. 2. Aproximación a la trama urbana de Caesaraugusta (según P. Galve).

LAS CIUDADES ROMANAS DEL VALLE MEDIO DEL EBRO 175

Estas comodidades, con las que el poder central y evergetes

desconocidos dotaron a la ciudad en época julio-claudia,

le proporcionaron la fisonomía que la caracterizó hasta

mediados del siglo III.

La ciudad julio-claudia era mucho más extensa de lo

que siempre se había pensado. Su magnitud en el siglo I

constituye un dato muy importante: la existencia de zonas

urbanizadas hacia el este, el oeste y el sur, es decir,

traspasando los límites de la muralla bajoimperial en todas

las direcciones salvo hacia el norte, donde el río siempre

ha actuado de límite, ampliándose, tras los nuevos datos,

considerablemente el recinto urbano romano que hasta

ahora se conocía.

Finalmente, los numerosos trabajos realizados en el

Centro Histórico zaragozano han obligado a desterrar, en

algunos casos, otra idea bien anclada hasta ahora. Ha sido

de especial interés haber comprobado la perduración de

calles de trazado romano en las actuales, frente a la teoría

de que el mundo islámico hubiera alterado

profundamente su callejero. Este hecho se ha constatado

en excavaciones en la vía pública que han sacado a luz

tramos pertenecientes a la red de evacuación de aguas de

época romana, algunas cloacas de las cuales todavía

conservaban restos de calzada sobre ellas. Y hay que

destacar que en varios casos se ha podido comprobar la

alineación perfecta a lo largo de tramos pertenecientes a

una misma calle-cloaca, siendo el más llamativo el

atribuido a la uia decumana como se verá. Pero,

desafortunadamente, son todavía escasos los datos

topográficos convenientemente registrados y, hoy por hoy,

es imposible todavía determinar las insulae en su

atribución más usual. La hipótesis de que hubiese muy

pocas manzanas de casas 41 parece confirmarse cada día

más: las casas señoriales, cuyos habitantes pertenecerían

en su mayoría al ordo decurionum, llenarían el recinto cívico.

Las grandes lagunas que todavía existen en el urbanismo

se acrecientan respecto a la época fundacional de la

colonia, escasamente conocida, así como su distinción de

la de los años en los que reinó la casa julio-claudia, si

exceptuamos los grandes edificios, que parecen pertenecer

mayoritariamente a esta última, persistiendo en la

datación de algunos serias dudas.

Se ha dicho de Caesaraugusta que se aproximaba al

modelo teórico de Higinio Gromático por el hecho de que

algunas de sus estructuras urbanas parecen ser líneas

topográficas coincidentes con los límites de la

centuriación de época fundacional, aunque sin excluir la

existencia de otras orientaciones 42, considerando la

ciudad enclavada en un extremo de la pertica extendida por

la llanura aluvial del río Ebro 43. De cualquier modo, no

hay duda en la actualidad de que la ciudad se planificó con

arreglo a una retícula casi perfecta, de trazado ortogonal.

Estando todavía sin elaborar la forma urbis, no es

aventurado avanzar que cardines y decumani son paralelos

y perpendiculares y que delimitan espacios rectangulares

que progresivamente acogerían edificaciones, como es

habitual en otras ciudades, por ejemplo en Baelo Claudia

(Sillières 1995, 83), donde la ortogonalidad se ha estimado

utilizando dos unidades de medida, el pie romano de

0,2957 m y el actus de 120 pies (35,70 m). Un módulo

similar fue propuesto para las regiones antica citrata

sinistrata y postica ultrata de Caesaraugusta, basándose en los

tramos de cloacas descubiertos hasta 1991, aunque los

nuevos datos obtenidos posteriormente muy

probablemente modificarán esta modulación.

Los hallazgos han permitido conocer que las calzadas,

de trazado rectilíneo, estaban elaboradas con

lastricamentum de caliza (decumanus maximo) o con cantos

rodados (statumen) que habrían tenido por encima tierra

compactada (pauimentum) y que, en algún caso, se ha visto

que estaban constituidas por un eje central de mayor

tamaño, dando lugar a dos planos algo inclinados hacia

el exterior (decumanus minor de la C/ Universidad, 7,

angular a C/ Torrellas; cardo minor del solar de la C/

Fuenclara- C/ Candalija). Los margines estaban formados,

en los casos que se han podido comprobar, por una hilada

de piedras depositada sobre un manto de gravilla

compactada (en el decumanus minor de la calle

Universidad/ Torrellas, y en el cardo minor de la Plaza del

Justicia, en la confluencia de la calle del Temple y de la

calle Santa Isabel. La anchura de las aceras se aproxima a

0,90 m (C/ Universidad, C/ Torrellas; C/ del Temple

(vial)).

La ciudad contaba con uiae porticatae que sin duda la

embellecían y proporcionaban confort a sus ciudadanos

(cardo minor de la C/ del Temple, decumanus maximus). Las

vías presentaban sistemas hidráulicos para el suministro

del agua potable (tubos de plomo) y para la evacuación de

las residuales. Es frecuente el hallazgo de pequeños

depósitos con revestimiento hidráulico que pueden ser

testimonio de fuentes públicas. Bajo las vías se ocultaban

las cloacas, de gran tamaño todas las halladas, entre las que

41. Fatás 1971-1972, 214.

42. Para cambios de módulo y de orientación, consecuencia de una

renormatio, causada por una gran inundación que habría destruido tanto las

estructuras rurales como las urbanas, ver: Ariño et al. 1996, 153. Por este

motivo se ha supuesto la renovación del foro en época de Tiberio, elevando

el nivel alrededor de tres metros (Mostalac & Pérez 1989, 95-104 y 138).

43. Beltrán & Mostalac, 1991.

176 L’AQUITAINE ET L’HISPANIE SEPTENTRIONALE À L’ÉPOQUE JULIO-CLAUDIENNE

sobresale la gran cloaca del foro (lám.3), probable flumen

cloacale; a ellas se accedía por puntos de inspección (putei).

Había calles con canales structiles en lugar de desagües (calle

junto a la casa de C/ Heroísmo).

Vías en dirección Este-Oeste

La uia decumana ha sido tradicionalmente reconocida

en una calle que, por tramos, recibe denominaciones

diferentes (C/ Manifestación, C/ Espoz y Mina, C/

Mayor) y que conserva un mismo eje en su trazado actual,

ya que a pesar de modificaciones en la alineación de

fachadas a lo largo de su historia, los puntos más distantes

están en línea, es decir, que las puertas oriental y

occidental 44estaban al final del eje que las unía con la

misma orientación. Calle perfectamente alineada, cuenta

con tres hallazgos (dos en C/ Manifestación, y otro en C/

Mayor) concretos de su cloaca y tres de su enlosado viario

en su recorrido (C/ Manifestación, Plaza del Justicia, C/

Mayor), de Puerta a Puerta (de O a E). A ello hay que

añadir, en el mismo eje, la cloaca conservada en la C/

Palomar que, situada extramuros, no hay duda de que en

época julio-claudia, y hasta la construcción de la muralla,

formaría parte del decumanus, o de la vía que salía de la

ciudad por el Este.

En los dos tramos que conservaban lastricamentum ( C/

Mayor y C/ Manifestación), el summum dorsum estaba

constituido por grandes losas de piedra caliza de tendencia

al cuadrado, con la dimensión más frecuente en la parte

excavada en la calle Mayor de 88 cm x 80 cm y 102 cm x

82 cm 45, si bien en el tramo de Manifestación podían

alcanzar metro y medio de longitud y un grosor de 0,30 m.

Las losas estaban depositadas sobre una capa de arena y

grava apisonada, con cerámica muy triturada. La calzada

estaba dispuesta para verter agua a dos vertientes,

presentando un desnivel del 6 % en el tramo de la C/

Mayor.

No podemos evitar hacer referencia a una nueva

propuesta de trazado que sitúa esta vía más cercana al Ebro

y cuyo recorrido se conservaría en las actuales calles

Pabostría, Santiago y Prudencio. Los extremos vendrían

dados por la misma Puerta de Toledo al oeste, mientras

que su punto más oriental coincidiría aproximadamente

con el lugar donde se abrió el trenque del Estudio,

suponiendo los autores de esta hipótesis que sustituiría a

una puerta romana cerrada hasta entonces 46. Es evidente

que no tienen en cuenta los importantes hallazgos citados

en el trazado tradicional. La argumentación utilizada para

esta propuesta 47 está constituída por los “insalvables

inconvenientes que presenta el trazado tradicional”,

hecho, a nuestro juicio, insuficientemente razonado ya

que las “apreciables diferencias de orientación” 48 a las que

aluden, quizá deban explicarse, sin excluir otra

motivación, porque la centuriación propuesta para el

territorium no sea coincidente con la planta de la colonia.

No se han tenido en cuenta los trabajos arqueológicos

existentes, que deben ser prioritarios y, sin menospreciar,

en su ausencia, aquellos que puedan aportar luz sobre las

posibles centuriaciones, que en este caso deberían ser

siempre orientativas 49. Otras aparentes ventajas que

ofrece este nuevo trazado parecen fuera de lugar 50. En

definitiva, los argumentos esgrimidos son débiles y no

encontramos razón para otorgarle a la vía que,

supuestamente, llegaría a los pórticos del templo hallado

bajo la catedral de la Seo desde el este y el oeste, la

calificación de decumana. En cambio, contamos con

hallazgos pertenecientes a decumani minores que han puesto

en evidencia calzadas y cloacas bajo ellas (C/ Universidad/

C/ Asso, C/ Jussepe Martínez y C/ San Jorge).

Vías Norte-Sur

Tradicionalmente identificado con la calle Don Jaime,

el cardo que partía del supuesto puente sobre el Ebro

bordearía el lado occidental del foro y el recinto,

probablemente porticado, que encerraría en su interior el

templo hallado en la Plaza del Pilar. De ser esto así, su

trazado completo no está exento de dudas: no se han

hallado nunca estructuras viales en él, salvo un hermoso

tramo de cloaca en su punto más septentrional, y además,

la calle actual presenta un desvío importante a partir de

la C/ San Jorge. Si trazamos una línea recta desde el

puente, donde estaría la Puerta Norte, la salida por el Sur

44. Escudero & de Sus 2004, 412.

45. Aguilera 1992, 222

46. Hernández & Núñez 2000, 189-190.

47. Iid. 2000, fig. VII.

48. Ibid.

49. Ariño 1990.

50. Según Galve, uno de los obstáculos en los que habría que profundizar es

la ausencia de hallazgos acaecidos bajo el trazado de la supuesta vía,

habiendose investigado solares que el trazado propuesto por Hernández

Vera y Núñez atraviesa; y esto sucede tanto en su parte occidental (Plaza de

San Antón/ Calle Murallas Romanas, como en la oriental (solar de calle

Universidad, 11-13, angular a calle Palafox, 30), en la que se viene a añadir

en contra la calle romana aparecida en la excavación de la zona entre la calle

Universidad y la Plaza de Asso a escasos metros. El trazado propuesto parece

que afecta también a la zona norte de la manzana entre la calle Don Juan de

Aragón y Pabostría (Galve et al. 1996). Por otra parte, el único tramo que se

ajustaría a una calle actual es el comprendido por la C/ Santiago y

Prudencio hasta la Plaza de San Antón.

LAS CIUDADES ROMANAS DEL VALLE MEDIO DEL EBRO 177

habría que situarla donde hoy existe caserío, próxima al

teatro y en un tramo comprendido entre el Teatro

Principal, y las inmediaciones de la C/ Eusebio Blasco

(fig. 3).

Se han documentado también otras calles paralelas al

cardo que conservaban pavimentación y/o cloacas. Tres de

estos cardines minores se han podido detectar en más de un

tramo de su recorrido. Así el de la C/ Fuenclara prosigue

su trazado bajo la C/ Loscos; el que se oculta en la planta

sótano de la Casa de los Morlanes (Plaza de San Carlos)

se ha detectado también bajo una casa de la C/ San

Lorenzo hacia el norte y de la calle Flandro hacia el Sur.

Otros excavados son el que subyace en la C/ del Temple

y el de la Plaza Santa Marta. Todos ellos cuentan con

cloaca.

El foro

El foro 51 pudo haberse comenzado a construir incluso

a finales de la época de Augusto a partir del único estudio

en profundidad que se ha realizado sobre su material

arqueológico: la terra sigillata itálica 52. Las excavaciones

realizadas en la Plaza de la Seo, bajo la Catedral del mismo

nombre y en solares próximos de la calles Sepulcro y San

Valero, proporcionaron los restos de lo que se entiende

como el foro augústeo y el gran foro de Tiberio. Se trataría

de dos centros públicos consecutivos que pueden ser

datados por una serie de niveles imperiales tempranos que

afectan a dos fases constructivas: de unos años anteriores

al cambio de era (no anterior al 20/15 a.C.) la primera, y

de finales de Augusto o comienzos de Tiberio (entre 5 y

15 d.C, pudiéndose prolongar hasta el 20) la segunda 53.

Todo el material analizado data de época de Augusto,

elemento que puede ser determinante a no ser que se

explique que formara parte de un relleno anterior al

momento de realización del nivel, procedente de

escombreras y basureros con material del período augústeo

medio (15-1 a.C.) 54.

La proximidad del puente que debió

haber y la vía principal de la circulación del

eje Norte-Sur, debieron constituir elementos

definitivos para la elección de este lugar. El

foro ocupaba una amplia zona al norte de la

ciudad, mientras que el teatro hacía lo propio

en el mismo eje al sur. Esta ubicación, en las

proximidades del río Ebro, y no en el cruce

de dos vías principales, puede deberse a la

importancia de las actividades comerciales

allí realizadas. La presencia de pórticos es algo

a destacar, ya que a los propios del conjunto

forense se unía el que se abría al Ebro.

El gran foro fue construido sobre potentes

rellenos, elevándose con respecto al anterior

gracias a una gigantesca obra de

aterrazamiento. Tenía doble pórtico y en sus

lados menores contaba con tabernae. En el

ángulo suroeste apareció un recinto

51. Cuyos restos pueden ser vistos durante la visita a los llamados Museo del

foro y Museo de Puerto Fluvial.

52. Cantos 2000, 203-240.

53. Id. 2000, 235.

54. Id. 2000, 234.

Fig. 3. Gran cloaca del foro de Caesaraugusta.

Acceso desde el Museo del Foro (foto P. Galve).

178 L’AQUITAINE ET L’HISPANIE SEPTENTRIONALE À L’ÉPOQUE JULIO-CLAUDIENNE

rectangular (25 x 16 m), con ábside cuadrado y columnas

adosadas que se interpretó como la curia. Fue fundamental

para su identificación como foro el hallazgo de la

cimentación del podium de un gran templo en las obras de

restauración y consolidación de la Catedral, así como parte

del pórtico que lo circundaba 55. Cualquier duda sobre la

función de este conjunto se desvanecía ante el hallazgo de

este edificio. De esta forma, las estructuras que

comenzaran ya a aparecer a comienzos de los ochenta 56

(y las excavadas a finales de esta misma década en la Plaza

de la Seo, C/ Sepulcro) se han reconocido como el foro

de Caesaraugusta y no como un mercado, hipótesis que

hasta hace muy poco tiempo se seguía manteniendo 57.

Pero, a propósito de este primer recinto porticado,

también recientemente se ha complicado su

interpretación. En el subsuelo de la Plaza de la Seo

(actualmente Museo del Foro) se documentaron siete

tabernae que, según obran en los planos, formaban parte

del lado oriental del cuadripórtico, habiendo encontrado

sus excavadores escasos restos de otra posible confrontada

en el lado occidental 58. Pues bien, a raíz del resultado de

las excavaciones realizadas entre 1992 y 1996 en la catedral

de La Seo, se ha propuesto cambiar la apertura de estas

tabernae hacia el este 59, a pesar de que alguna de ellas

incluso conservaba restos de madera en el umbral, y todas

ellas apoyos para una galería porticada que rodearía la

platea. De esta manera el templo habría ejercido de eje

tanto del primero como del segundo foro; se ha supuesto

también la ubicación de la basílica o junto a la curia o en

el norte, bajo el Palacio Arzobispal. Al respecto, nos

limitamos a exponer el hecho por contradictorio, y de

difícil solución por otra parte 60.

Dada la poca potencia de los restos conservados, nada

se sabe de la decoración del foro, en la que la ideología

augústea tendría el total protagonismo. Un dupondio

acuñado por los IIuiri Cn. Dom(itius) Ampian(us) y C. Vet.

Lancia(nus) 61 entre julio del 4 y julio del 3 a.C. 62

representa en su reverso un monumento que la ciudad

pensaba erigir en el foro, aún en construcción: tres estatuas

sobre pedestal de Augusto con sus hijos adoptivos, Cayo

y Lucio. La de Augusto preside el conjunto y mira a Cayo,

situado a la derecha, mientras que Lucio está a la izquierda,

en una disposición escultórica que traducía la realidad

dinástica del momento. Sin embargo, entre los restos

arqueológicos, sólo un togado fechado en la segunda mitad

del siglo I parece pertenecer a la parte iconográfica del foro,

que se iría cubriendo con estatuas a los dioses y a los

notables locales 63.

Templos

Curiosamente, han aparecido en lugares diferentes a

los que se había propuesto 64. Se han hallado dos hasta la

fecha: en la Plaza de El Pilar, justo ante el Ayuntamiento,

y en el interior de La Seo de San Salvador.

En la Plaza de El Pilar, justo ante el edificio que alberga

el Ayuntamiento de la ciudad, se conservaban los

cimientos de un templo 65 de 29,20 m de longitud máxima

por 15,10 m de anchura. Sus restos fueron sacrificados a

finales de los ochenta para construir un aparcamiento bajo

la misma. Las estructuras conservadas, construidas en opus

caementicium, permitían apreciar la planta completa

rectangular de un edificio, dividida en dos espacios

desiguales (pronaos y cella) por un muro. La orientación era

NE-SO y su fachada estaba dispuesta hacia el Norte, hacia

el río Ebro. Sus proporciones han sugerido que fuera

próstilo con frente tetrástilo 66. Se carece de datos

estratigráficos que proporcionen la cronología del edificio,

aunque se haya apuntado que por su relación con el foro

de Tiberio pudiera pertenecer a esta época 67 pero en

realidad se desconoce la época en la que fue erigido.

55. Voir infra la descripción del templo.

56. Beltrán 1982, 49-51.

57. Todavía se contempla por parte de algún autor la posibilidad de dos foros:

uno de época augústea, cuyos restos se conservan en el sótano de la Casa

Pardo (Museo Camón Aznar en la C/ Espoz y Mina), que sería el forum

conventus (Beltrán & Fatás 1998, 23, 29-30), y un nuevo foro que ocuparía

el lugar de un “mercado” augústeo, ubicado en la Plaza de la Seo y

alrededores. Esta duplicidad de espacios administrativos, caso por ejemplo

de Emerita y Tarraco, no parece demasiado justificada en una capital de

Conventus (Martín-Bueno 1993, 120-121). Sencillamente, parece más natural

entender el supuesto mercado anterior al foro de Tiberio como un area

forense que tuvo su continuidad en el segundo.

58. Mostalac & Pérez 198, 125-37.

59. Hernández & Núñez 2000, 185.

60. La realidad es que las hipótesis barajadas son, de momento,

inconsistentes. Los estudios son superficiales, el solar bajo la calle San

Valero adolece de información, las publicaciones insuficientes por estar las

memorias sin elaborar; los planos publicados, en ocasiones, son

simplemente orientativos ya que se oculta de alguna manera su escala o bien

no están situados en la planta de la ciudad actual.

61. RPC, n° 319.

62. XX potestad tribunicia de Augusto, puesto que estos mismos IIuiri

aparecen indicados en el reverso de un as con el retrato de Augusto y la

leyenda TRIB POTES XX, RPC, n° 320.

63. Foto en Beltrán et al. 2000, 143.

64. Beltrán Martínez 1976, 58-9, lám. p. 80.

65. Delgado 1992.

66. Beltrán & Fatás 1998, 46.

67. Delgado 1992, 195.

LAS CIUDADES ROMANAS DEL VALLE MEDIO DEL EBRO 179

Podría suponerse que este templo también estaría

rodeado de grandes pórticos. Al respecto se ha apuntado

la posibilidad de que hallazgos recientes en un gran solar

situado entre la Plaza del Pilar y la C/ Espoz y Mina

pertenecieran al recinto de este templo o incluso a otro

diferente 68. Sin duda hay que esperar a que se realice el

estudio de excavación tan interesante.

El emplazamiento elegido para erigir el templo del foro

(Catedral de La Seo) 69 se perpetuó como lugar religioso

hasta la actualidad. En las excavaciones se determinaron

los espacios de la cella y la pronaos, siendo sus dimensiones,

a nivel de cimentación, de 35,48 m de longitud y de

17,74 m de anchura y alcanzando una profundidad

máxima de 2,30 m en una zona concreta. Estaba situado

en el centro del lado sur del foro y rodeado por un pórtico

doble abierto hacia el interior de la plaza y hacia el exterior

al sur. Su ubicación constituye el eje de simetría transversal

en el gran foro julio-claudio 70. Por algunos elementos

arquitectónicos recuperados en la excavación, se ha

definido en principio como pseudo-períptero de orden

corintio. Se cuenta incluso con una propuesta de

reconstrucción teórica de su alzado 71 y ha sido catalogado

de templo hexástilo 72, tipo que aparece representado en

un dupondio tiberiano de Caesaraugusta 73.

El teatro (fig. 4)

Caesaraugusta fue destacada con la construcción de un

gran, y hermoso se supone, teatro, el edificio sin duda más

representativo de los dedicados a espectáculos en el

mundo romano, sobre todo en tiempos de Augusto –a

partir de la época augústea el edificio teatral alcanza un

gran éxito en Occidente, fenómeno que va unido al

desarrollo de la vida municipal 74 y de la dinastía Julio-

68. Goyeneche 2002, 12.

69. Hernández Vera & Bienés 1998, 49-55; Hernández Vera & Núñez 2000.

Fue también Seo Episcopal de Cesaraugusta desde el 313 hasta 714 (Fatás

1998, 59-67); en el mismo lugar, tras la conquista islámica de la ciudad, se

construyó la Mezquita Aljama (Hernández Vera et al. 1998, 71-84), y el

espacio fue recuperado por los cristianos a comienzos del siglo XII,

atravesando desde entonces diversas etapas hasta el hermoso edificio

construido en el siglo XVI y que actualmente se puede contemplar.

70. Hernández Vera & Núñez, 2000, 186.

71. Núñez et al. 1998, 51-53; Hernández Vera & Núñez 2000, 195.

72. Iid. 2000, 187.

73. RPC, n° 334.

74. Frézouls 1979, 112.

Fig. 4. El teatro romano de Caesaraugusta

(foto F. A. Escudero).

180 L’AQUITAINE ET L’HISPANIE SEPTENTRIONALE À L’ÉPOQUE JULIO-CLAUDIENNE

Claudia, años en los que sirvió de transmisor de la

propaganda imperial 75, constituyendo la construcción

pública urbana de mayor prestigio. La erección del de

Zaragoza, obedeció al programa urbanístico que,

posiblemente creado a finales de la época augústea,

iniciara sus obras en el principado de Tiberio, al que ya

hemos hecho referencia. En su corto funcionamiento (se

expolió a mediados del siglo III), cabe destacar una reforma

en la época de la dinastía Flavia que debió tener como

objetivo mejorar su apariencia como lo atestigua una

nueva orchestra, frons pulpiti y quizá la escena 76. Así mismo,

la reforma también afectó a la porticus postscaenam. Para su

construcción se llevaron a cabo importantes preparativos.

La ubicación es un hecho importante a considerar: este

teatro no está junto al foro sino en el extremo opuesto. Sin

embargo, está ubicado junto al cardo y junto a la puerta del

sur (si la hubiera en esta época). Al margen de su función

social, desde el punto de vista urbanístico debió ejercer

gran influencia en la vida de los habitantes de la ciudad.

Su sistema doble de pórticos, el semicircular de la planta

baja de la cavea y el gran peristilo que se apoyaba en la

fachada recta del edificio, lo ofrecían como otro centro de

reunión y esparcimiento al margen del programa de

representaciones que en su interior tuviesen lugar. Toda

la zona parece, según el resultado de la investigación,

dedicada a la vida pública: los ambientes domésticos de la

ciudad fundacional se anularon para la preparación del

terreno que tuvo lugar previa a la construcción del enorme

edificio de opus caementicium y de sillería que podía alojar

unos cinco mil espectadores.

Gran parte de la ima cavea está ocupando un terreno

vacíado previamente. Se realizaron profundas zanjas para

las substructiones de los seis muros semianulares, de los

muros radiales correspondientes a la veintisiete cámaras y

de la cimentación de la plataforma escénica. Conserva

íntegra su planta, teniendo en cuenta que parte de ella se

conserva bajo la C/ Verónica, C/ Pedro J. Soler y la iglesia

de los Jesuitas.

De 105 m de diámetro de cávea, contó, en la primera

etapa, con dos porticus de notables dimensiones que, de ser

cuadrada, la longitud total del teatro alcanzaría

aproximadamente 140 m. La cávea tenía posiblemente tres

plantas (y tal vez una porticus in summa gradatione) con lo

que alcanzaría una altura superior a los 22 m. La fachada

estaba articulada en 29 arcos, tres de los cuales constituían

los aditus: este teatro tiene la peculiaridad de poseer una

tercera entrada en el centro de la cávea que puede que

estuviera favorecida decorativamente con respecto a las

otras, ya que la luz de su arco era mayor. Se trata del único

teatro de la Hispania romana con entrada axial,

característica poco habitual en el Imperio, y cuyo mejor

prototipo, y no sólo por este motivo, lo constituye el teatro

de Ostia. A través de los arcos se accedía a cámaras cuya

función era bien diferente: 16 eran ciegas (tabernae?), otras

4 contenían escaleras de acceso a la media cávea, y otras 6

enlazaban con la galería semianular. El graderío se dividía

en 6 cunei en la ima cávea, al igual que ocurre en los teatros

de gran tamaño hispanos (Cádiz, Córdoba, Mérida,

Itálica), y como recomendaba Vitrubio.

La orchestra fundacional del teatro contaba con un

enorme y profundo foso en el eje perpendicular, de difícil

interpretación. Las huellas que aparecen en el fondo de

la estructura indican haber servido para alojar algún tipo

de maquinaria o amueblamiento que se utilizara en las

representaciones de época julio-claudia, ya que es

precisamente a finales del reinado de Claudio o en época

de Nerón cuando se produjo su anulación. Desconocemos

una posible reforma decorativa en la escena, aunque

parece probable que la hubiera y que se compruebe cuando

se realice el análisis completo de los restos decorados y

escultóricos hallados durante la excavación que concluyó

a finales del año 2002 (fig. 5).

75. Gros 2002; Béjor 1979; Martín-Bueno 1992.

76. La importancia de la reforma flavia sufrida por la orchestra a la que hemos

hecho ya alusión, afectó también al balteus, la proedria y la frons pulpiti, partes

que aumentaron su riqueza decorativa, y, por el contrario, afectó

negativamente al hyposcaenium. Así, la fosa de la escena se anuló clausurando

también los diez pozos telonarios.

Fig. 5. Cornisa curva procedente de la decoración

arquitectónica del teatro romano (foto P. Galve).

LAS CIUDADES ROMANAS DEL VALLE MEDIO DEL EBRO 181

El teatro de Marcelo en Roma constituye el prototipo

de teatro urbano conseguido mediante la alternancia de

galerías semicirculares y cámaras radiales, modelo que será

adoptado por grandes teatros como los de Nápoles o

Milán, alcanzando su máxima evolución y permeabilidad,

ya a finales del siglo I, en el teatro de Benevento. Se trata

de una estructura que surge de dos exigencias relacionadas

entre sí: independencia de las características del terreno

para la construcción de la cávea, y facilitar la circulación

a los espectadores 77. El encuadre histórico de su

arquitectura pertenece al tipo de teatro con dos corredores

semicirculares y estancias radiales, algunas de las cuales

daban acceso directo a la praecinctio de la cávea. El

deambulatorio externo y algunos vanos radiales son

completamente practicables, mientras que otros vanos

abren solo a la galería exterior y otros soportan las

escaleras.

De momento, han aparecido restos de una docena de

esculturas, entre las que destacan una hermosa cabeza en

mármol de Paros que representa a una joven princesa de

la dinastía Julio-Claudia (fig. 6), y un torso de tamaño

monumental que puede identificarse con las diosas Diana

o Roma (fig. 7). También hay fragmentos de una estatua

de gran tamaño que pudieron pertenecer a la figura

idealizada del Emperador. El programa iconográfico

comportaba esculturas de diverso tamaño y de los temas

más habituales utilizados en la iconografía teatral: dioses

del panteón romano y personajes de la familia imperial.

¿El anfiteatro?

Situado ya en planos expuesto en el Museo de Zaragoza

y en Museos municipales que recrean la ciudad antigua,

se desconoce si la propuesta hecha hasta ahora es

conjetural o se basa en argumentos más sólidos.

Recientemente se ha vuelto a comentar su existencia de

manera oscura tambien en la excavación del interior del

Teatro Fleta. Extramuros, si hubiese estado ahí, estaría

próximo a unas grandes termas, restos de las cuales se

excavaron en la Plaza de España.

Termas

Termas (del Teatro?) (C/San Juan y San Pedro) 78.

Probablemente este establecimiento ocuparía el espacio

comprendido al sur del decumanus y al este del cardo, y

formaría parte del conjunto público perteneciente al

77. Pensabene 1989, 23.

78. Beltrán & Fatás 1998, 49-50.

Fig. 6. Retrato de princesa de la familia Julio-Claudia,

posiblemente cercana a Calígula hallado en el teatro

de Caesaraugusta (foto P. J. Fatás).

Fig. 7. Busto monumental de deidad femenina hallado

en el teatro de Caesaraugusta (Diana o Roma) (foto P. Galve).

6

7

182 L’AQUITAINE ET L’HISPANIE SEPTENTRIONALE À L’ÉPOQUE JULIO-CLAUDIENNE

teatro, integrándose a través de la porticus postscaenam. Del

complejo termal hoy es visible la piscina de agua fría con

los lados menores en ábside, de los que se conserva uno

solamente. Fue construida a mediados del siglo I,

anulando estructuras anteriores. La longitud total

estimada es de casi dieciséis metros, siendo de las más

grandes de Hispania, y a ella se accede por tres escalones

que la circundan. Estaba recubierta de placas marmóreas

y su construcción se data en el final de la época julio-

claudia. La natatio, que debió estar rodeada de una

columnata de cinco a seis metros de altura, es lo único que

se conservaba, además de restos de letrinas más antiguas

y sendos canales a su alrededor. En la actualidad los

vestigios están conservados y son visitables (Museo de las

Termas Públicas).

Termas extramuros (Plaza de España). Las excavaciones

realizadas por la Sección Municipal de Arqueología en

1986 corroboraron la noticia de J. Galiay (1946, 97-98 y

118-119) acerca de la aparición de restos termales de

importancia en plena Plaza de España. Se documentó un

muro potente de opus caementicium y parte de una sala

cálida (quizá perteneciente al caldarium ) con pilae,

suspensurae y tubuli que formaban parte de un hypocaustum,

posteriormente reformado y convertido en frigidarium 79.

La anchura conservada de este último era de 4,70 m,

presentando un escalón de 0,28 m de ancho por 0,18 m

de alto, y tanto el suelo como la pared estaban realizados

en mortero.

¿Puerto fluvial?

El hecho de que el foro estuviera ubicado a orillas del

Ebro pudo imprimirle un carácter comercial añadido a sus

funciones cívicas. La existencia de un muelle fluvial parece

muy probable, aunque arqueológicamente no se haya

suficientemente documentado. No obstante, se ha

propuesto como idóneo el lugar donde actualmente se

halla el llamado Museo del Puerto Fluvial de

Caesaragusta 80, aguas abajo del Puente de Piedra actual, y

donde debió de estar el puente romano. En dicho espacio

arqueológico se conservan estructuras aparecidas en la

excavación del solar de la C/ Sepulcro 1-15, realizada entre

los años 1989 y 1991, correspondientes al ángulo

nororiental del foro, con edificaciones a las que se ha

otorgado un carácter comercial, a la par que monumental.

El hecho de que se sacara a la luz un tramo de edificación

con cuatro grandes vanos en este extremo del foro abiertos

hacia el río ha dado pie a interpretarlo como un pórtico

que, paralelo al río, proporcionaría el paso desde los

muelles del puerto al foro 81. Esta construcción, de la que

se conservan 35 metros lineales y que distaría del Puente

unos 150 metros, conserva en algunos de sus sillares

marcas de cantería, que se han transcrito como numerales

pertenecientes a las legiones fundadoras (X Gemina, VI

Victrix, IIII Macedonica), lo que demuestra su participación

en las obras públicas de la ciudad. Fue datada por sus

excavadores en época de Tiberio 82. Sin embargo, se

carecen de testimonios susceptibles de ser atribuidos a un

puerto, aunque se haya propuesto la hipótesis de muelles

de madera perpendiculares a la orilla 83 a los que arribarían

barcas de escaso calado.

¿Hubo muralla en el siglo I?

Al igual que las dudas que se ciernen sobre la posible

existencia de un puerto fluvial, los testimonios

arqueológicos no colaboran en el planteamiento de que

la ciudad estuviera amurallada, al menos completamente,

desde su fundación. Ls vestigios que hasta hoy han podido

estudiarse (Escudero & De Sus 2004) se fechán en la

segunda mitad del siglo III y su trazado, ya fuera nuevo o

aprovechando otro anterior, delimitaba la planta

rectangular de la colonia de Augusto, con una excepción:

ya hemos comentado con anterioridad que el habitat de

época julio-claudia se extendía a un espacio más amplio

cuyo límite eran las orillas del río Huerva. Este dato se

desconocía hasta que diversas excavaciones realizadas en

los años ochenta y noventa proporcionaran testimonios de

un urbanismo pleno en el distrito oriental y occidental (red

de cloacas, abastecimiento de aguas…). Se trata de zonas

ocupadas por casas señoriales a juzgar por la riqueza de sus

pavimentos y sus decoraciones parietales, zonas

ajardinadas, fuentes, que, por motivos mal conocidos 84,

se abandona en época flavia, no siendo ya reocupada en

época romana. Consecuentemente, la planta de la ciudad

79. Alvarez et al. 1986, 73-76.

80. Aguarod 2000; Aguarod & Erice 2003; la seguridad con la que Aguarod

2000 identificaba los restos con un muelle fluvial aparece algo matizada

recientemente (2003). Las autoras se basan en estudios realizados por Faus

1988 y Ollero 1996.

81. Aguarod & Mostalac 1998, 75-76; ya anteriormente Casabona y Pérez

Casas mencionan la hipotética presencia de un puerto fluvial, oculto ahora

bajo el Paseo Echegaray y Caballero (Casabona & Pérez Casas 1991, 21).

82. Casabona 1992, 189; Casabona & Pérez Casas 1991, 21; 1994, 92.

83. Aguarod & Erice 2003, 149.

84. Se ha apuntado como causa el temor a las crecidas del río Huerva y a una

inundación en concreto ocurrida hacia el año 100 y que elevó la zona

oriental del paseo de Echegaray y Caballero dos metros de altura con sus

aportes. (Escudero & Sus 2004, nota 1).

LAS CIUDADES ROMANAS DEL VALLE MEDIO DEL EBRO 183

se ve disminuida en la parte oriental y, curiosamente, el

límite de esta reducción será el que en el siglo III ocupó la

muralla.

Pese a que los vestigios arqueológicos conocidos hasta

el momento no aportan datos sobre la muralla

fundacional 85, se puede considerar la existencia de

segmentos más o menos amplios, fundamentalmente las

puertas. Su tamaño reducido ha podido dificultar su

conservación, al ser reutilizados o continuados más tarde.

Su función era la de delimitar canónicamente el perímetro

de la fundación augústea. Cierto es que resulta extraño que

una colonia que se creó con veteranos legionarios y con

el rito canónico, excelentemente celebrado en sus

amonedaciones (fig. 8), no contara desde el principio de

su vida con una muralla, no ya como defensa sino como

edificación de prestigio. De hecho, recientemente,

M. Navarro rehabilitaba la inscripción CIL, II, 255*, en

la que se commemoraba la donación de la muralla a la

ciudad por parte de Augusto, siendo Agrippa su represente

en el momento de la primera instalación de veteranos 86,

aunque la inscripción sería posterior, una

commemoración del año 2 a.C. exactamente. Esta acción

se encuadra perfectamente dentro de las evergesías

imperiales 87, entre las que los mura, elementos que

entregaban la esencia urbana separando la rusticitas de la

ciuitas, fueron las principales donaciones de Augusto a las

ciudades 88: se trataba de recuperar su poder simbólico de

creación. Generalmente son los gobernadores los

responsables de su contrucción, quienes podían utilizar al

ejército como mano de obra, como en una parte ya

conocida de la colonia (ver a este respecto el puerto fluvial).

En época augústea, los trabajos de la muralla estaban lo

suficientemente avanzados simbólicamente como para

poder poner una inscripción en un hito murario, como

una torre o una puerta 89.

OPPIDA CIVIVM ROMANORVM

Las ciudades que Plinio señala habitadas por

ciudadanos romanos en el valle del Ebro poseyeron

además el estatuto municipal, como queda demostrado en

las leyendas de las monedas que ellas acuñaron hasta el

reinado de Calígula. Sin embargo, sólo Bilbilis ha sido lo

85. Para detalles de tipología y de técnica edilicia de la muralla del siglo III, ver

Escudero & de Sus 2004).

86. Navarro Caballero 2002.

87. Ead. 2002.

88. Mitchell 1987, 339-342.

89. Navarro Caballero 2002.

Fig. 8. As de Caesaraugusta.

En el anverso, cabeza laureada de Calígula (37-41 d.C.);

en el reverso, yunta fundacional. Hallada

en C/Predicadores, 20.22

(foto Ayuntamiento de Zaragoza).

184 L’AQUITAINE ET L’HISPANIE SEPTENTRIONALE À L’ÉPOQUE JULIO-CLAUDIENNE

suficientemente excavada como para aportar un cuadro

general de lo que sería su aspecto a lo largo de la época

julio-claudia, tanto público como privado. Ello se debe,

por una parte, al abandono de dicho núcleo en el

siglo V p.C. y, por otra, a los trabajos de M. Martín-Bueno

y su equipo desde hace más de 30 años. En los últimos

años, las excavaciones urbanas efectuadas en el centro de

Huesca han aportado datos fundamentales para el

conocimiento de Osca en el siglo I. Estas serán las ciudades

que trataremos pormenorizadamente a continuación,

junto con los nuevos datos, aunque faltos de cohexión, de

Calagurris y las novedades de Turiaso.

La falta de información sobre Ilerda 90 y, en gran

medida, sobre Turiaso y Calagurris, está originada por el

hecho de que los solares que las vieron nacer siguen

ocupados hasta hoy, lo que dificulta las taréas y destruye

los restos anteriores. Todas ellas tienen en común su

importante pasado republicano, con una importante

participación en las guerras civiles, generalmente primero

en el bando sertoriano, que trajo consigo importantes

cambios sociales: castigos, desplazamientos y privilegios

fueron métodos acelerados de transformación hacia la

romanidad de sus cuerpos cívicos, sin que las fuentes

aporten datos determinantes. Todas ellas comparten

además la importancia de sus acuñaciones, tanto

republicanas con caracteres ibéricos 91 como imperiales-

municipales, que son nuestra mejor fuente de

conocimiento para esta época, ante la falta de datos

arquitectónicos. Además, la investigación llevada a cabo

en cada una de ellas, aunque a veces breve, pone de

manifiesto a través de los niveles arqueológicos fértiles,

una relevante transformación constructiva: modifi-

caciones pétreas de habitat importante en época augústea

con cambios incluso del espacio habitado hasta llegar a la

época flavia o antonina, momento en el que edificios

concretos informan de la importancia de unas ciudades

que se han ido construyendo a lo largo del siglo I d.C.

El numerario de bronce que acuñarán Calagurris 92 y

Turiaso 93, como también lo hacen las de Bilbilis, Ilerda y

Osca 94, símbolo de autonomía, será el expotente

ideológico más cercano de la nueva dinastía imperial, que

aparece unida a antiguos símbolos locales, como el jinete

con lanza en ristre de Osca y Bilbilis o la Silbis de Turiaso.

Además, ante la pobreza trágica de la epigrafía cívica del

valle del Ebro, las monedas son una fuente única para

conocer a los dirigentes de estas nuevas ciudades romanas:

nada en la onomástica de dichos ciudadanos romanos

recuerda el origen posiblemente local de la mayoría.

Bilbilis 95 (Calatayud, Zaragoza, Aragón)

La ciudad está situada a orillas del río Jalón, aguas

debajo de la actual ciudad de Calatayud (Zaragoza), en un

paraje perteneciente a la pedanía de Huérmeda

denominado el Cerro de Bámbola. Está siendo excavada

sistemáticamente desde 1971 por un equipo dirigido por

M. Martín-Bueno 96.

La importancia de Bilbilis en época republica se

desprende de su presencia en las fuentes literarias como

una de las principales ciudades celtibéricas 97. Estrabón

(3.4.13) menciona su participación en las guerras

sertorianas: al parecer, Metelo y Sertorio lucharon en las

cercanías de la ciudad celtibérica de Bilbilis. Seguramente

reconquistada por Metelo, optó por el bando cesariano en

la Guerra Civil. Los restos descubiertos en lo que luego

sería el emplazamiento del foro demuestran que el

municipio romano se erigió en el mismo lugar que el

oppidum celtibérico 98.

90. No hay grandes estructuras arquitectónicas que pudieran fecharse entre

el reinado de Tiberio y el de Nerón en Ilerda. Durante la segunda mitad del

siglo II a. C. y comienzos del I a.C., la ciudad sufrió un impulso urbanístico

que conllevó la ocupación de áreas bajas más fácilmente urbanizables y

mejor relacionadas con las vías terrestres. Sabemos que César (B.C., 1.37-87)

realizó una precisa descripción topográfica del entorno de la ciudad ibero-

romana, situándola junto al río Sicoris (Segre) sobre una elevación -cerro de

la Seu- con escarpadas laderas, salvo en uno de sus costados donde arrancaba

una pequeña cuesta de unos 600 m y pendiente suave. Por esta parte la

ciudad estaba amurallada. A unos 450 m se elevaba otro montículo en el que

los pompeyanos tenían situado su campamento. Sondeos realizados entre

1986 y 1992/93 hallaron materiales muebles ibéricos y tardorrepublicanos,

así como un muro datado en el siglo II a.C., relacionados con Iltirda-Ilerda

que demostraban la ocupación del área durante los siglos IV-I a.C. (Junyent

1994, 85). A mediados del siglo II a.C. la ciudad creció por la segunda terraza

del cerro, hasta el río Segre. Esta zona corresponde a las actuales plaza de

Sant Joan y plaza de la Sal. Durante el siglo I a.C. el núcleo urbano seguiría

emplazado en lo alto de la colina, ocupando las tres terrazas superiores y

creciendo por la suave cara del Oeste en dirección al actual Mercat del Pla.

La parte baja de la ciudad se extendería hacia el este, buscando espacio por

la orilla derecha del Segre, entre la Paería y la calle de la Democracia. Pérez

2001.

91. En signario ibérico TV-R-I-A-S-V, Villaronga 1979, 173; 177; 194. La ceca

Iltirta fue la antecesora de Ilerda y comenzó a acuñar a finales del siglo III a.C.

(Villaronga 1979, 128; 137; 213).

92. Calagurris acuña numerario en época triunviral, reinado de Augusto y de

Tiberio, RPC, n° 431-451.

93. El taller de Turiaso produce monedas bajo los gobiernos de Augusto y

Tiberio, RPC, n° 403-424, más dos emisiones de fecha insegura, RPC, n° 401-

402.

94. RPC, n° 261-280.

95. Estas líneas son deudoras de la síntesis realizada por Martín-Bueno

2002a.

96. A los trabajos de excavación sistemáticos hay que añadir los completos

estudios que se han realizado de los diferentes materiales arqueológicos:

Luezas, Tesis doctoral inédita 1992; Sáenz, Tesis doctoral inédita 1996; Guiral

& Martín-Bueno 1996; Martín-Bueno & Navarro Caballero 1997.

97. Aún la cita Ptolomeo como una ciudad celtibérica, 2.6.57.

98. Burillo & Ostalé 1983-1984, 287-309 pensaban lo contrario.

LAS CIUDADES ROMANAS DEL VALLE MEDIO DEL EBRO 185

Bilbilis acuñó moneda propia desde época ibérica tardía

hasta el reinado de Calígula, siempre en bronce, en tres

periodos claramente diferenciados: en primer lugar las

emisiones celtibéricas (anverso: cabeza varonil y reverso:

lancero a caballo 99), más tarde las series de Bilbilis-Italica

con caracteres latinos (anverso: cabeza masculina y reverso:

jinete) y por último las piezas puestas en circulación a partir

de Augusto, que se relacionan con su ascenso al rango

municipal. A continuación, la Bilbilis imperial emitió

moneda durante los reinados de Augusto, Tiberio y

Calígula.

Por el momento, es imposible afirmar la causa de la

mención Italica en sus monedas transicionales, aunque

parece verosímil que aludiera a la presencia en la ciudad

de itálicos atraídos por sus ventajas económicas y

estratégicas. También pudiera tratarse de un título

honorífico, puesto que había optado por el partido

vencedor en la Guerra Civil 100. Desde mediados del siglo

I a.C., la Bilbilis indígena 101 comenzó a organizarse al

modo de las ciudades romanas, contando con un número

importante de ciues Romani, lo que le permitió obtener el

derecho romano en época augústea del que habla Plinio

(Nat., 3.4.24), y el estatuto político municipal. El paisaje

urbano, sobre todo la parte pública de la ciudad, se

transforma durante el reinado del primer emperador

convirtiéndose en un paradigma visible de la cultura

romana: Bilbilis se podía distinguir en lo alto del cerro

desde muchos km a la redonda como el símbolo de Roma,

de la uenustas y de la securitas, en suma, de la civilización

urbana. El programa iniciado en época augústea se

desarrolla a lo largo de la julio-claudia. Una ralentización

económica distinguida por los arqueólogos a finales de la

99. BI-L-BI-L-I-S, Villaronga 1979, 184.

100. Martín-Bueno 2000a, 93-101 en particular p. 94.

101. En la campaña del año 2002 se ha identificado niveles correspondientes

a la ciudad celtibérica que se asentaba en el solar de la Bilbilis romana.

Martín-Bueno & Sáenz 2003, 355-361.

Fig. 9a. Reconstrucción ideal de Bilbilis en época alto-imperial (según J.-Cl. Golvin y M. Martín-Bueno).

186 L’AQUITAINE ET L’HISPANIE SEPTENTRIONALE À L’ÉPOQUE JULIO-CLAUDIENNE

Fig. 9b. Panorámica del foro y del

teatro situados frente al valle del

Jalón (foto M. Martín-Bueno).

Fig. 9c. Plano de Bilbilis, en rojo se

ha marcado el conjunto foro-teatro

(según M. Martín-Bueno).

9b

9c

LAS CIUDADES ROMANAS DEL VALLE MEDIO DEL EBRO 187

dinastía se recupera en época flavia y continuaría hasta el

reinado de Trajano 102.

Bilbilis es, por tanto, el ejemplo mismo de ciudad de

expansión julio-claudia por excelencia. La existencia de

una base social romanizada de forma acelerada por los

conflictos bélicos, dirigida por unas elites asociadas

totalemente a la causa romana, facilitará su

transformación urbanística. La epigrafía, a pesar de su

pobreza, permite conocer cómo los antiguos peregrinos

celtibéricos cambian su denominación al convertirse en

ciudadanos romanos 103. Las monedas acuñadas en su ceca

ponen de manifiesto la personalidad de sus dirigentes,

todos romanos, puesto que son los magistrados, IIuiri y

aediles, quienes las firman. Ellos participarán a sus

expensas en la construcción de la nueva urbe, la imagen

que debía dominar los contornos 104, utilizando para ello

materiales nobles, como los mármoles de importación 105.

Y entre esos notables, nacerá en los años 30 el más ilustre

de todos los bilbilitanos, Valerio Marcial.

El urbanismo de la ciudad está totalmente

condicionado por el medio físico sobre el que se asienta

(fig. 9a-b-c). En este sentido, se trata de un espléndido

ejemplo de la adaptación al terreno, un cerro de mucha

pendiente sobre la que se distribuyeron las construcciones

dispuestas en terrazas. Dicha posición, difícil en el

momento de la construcción, aportó grandes ventajas a la

ciudad: el conjunto adquirió un aspecto teatral tanto para

sus habitantes como para las personas de los alrededores.

A pesar de todo, Bilbilis era una ciudad funcional, con sus

infraestructuras, servicios, comunicaciones y equipa-

mientos, llegando a alcanzar unas 30 hectáreas de

extensión.

Bilbilis ha conservado hasta hoy todos sus elementos

monumentales: foro, templo, teatro y termas, además de

restos de estructuras pertenecientes al recinto amurallado

y al complejo sistema de abastecimiento de aguas. En los

últimos años se han descubierto importantes ejemplos de

arquitectura doméstica 106, hasta fechas recientes

escasamente representada, con viviendas de estructura

itálica de varios pisos provistas de espacios comerciales.

El foro

En época augústea, se arrasan ciertas viviendas 107 que

ocupaban la parte superior del montículo de Santa

Bárbara, a unos 600 m de altura. Allí se instala el foro, tras

realizar importantes obras de infraestructura. El resultado

final 108 consiguió sin duda un aspecto escenográfico y

monumental, articulado a partir de un esquema axial con

dos espacios bien delimitados: el templo en la parte más

alta, dominando el conjunto, y la gran plaza rodeada de

pórticos y edificios públicos. Destacamos los siguientes

elementos arquitectónicos.

Plaza porticada

En torno a ella se disponían todos los edificios que

conforman el foro bilbilitano. Este espacio abierto era

prácticamente cuadrado (48,64 x 44,88 m), con pórticos

perimetrales a los que se abrirían varias tabernae en el lado

oriental, opuesto al de la basílica.

Templo 109

De él, sólo subsisten en la actualidad vestigios que

permiten delimitar el podio con parte de su revestimiento,

la escalinata de acceso, el nivel aproximado del pavimento

de la cella y restos de los muros en los cimientos. Según

las reconstrucciones propuestas, el edificio sería hexástilo

y períptero, de orden corintio, sine posticum y con podio

elevado 6 m por encima de la plaza que aprovechaba, de

forma escenográfica, un montículo natural, modificado

mediante talla y relleno, que se salvaba por medio de una

escalinata de acceso desde la plaza (hasta casi 12 m de

altura). El templo fue construido en dos momentos, uno

102. La ciudad decáe en el siglo III, sin embargo la crisis más dura se observa

durante la antigüedad tardía. Se documenta el abandono de los

monumentos y de las viviendas. Paulino de Nola y Ausonio a finales del

siglo IV mencionan a la ciudad como un lugar inhóspito y sumido en el

abandono. Durante los siglo IV al VIII, la ciudad se va manteniendo a duras

penas y los escasos habitantes languidecen.

103. Martín-Bueno & Navarro Caballero, n° 3.

104. Navarro Caballero 1997; Ead. 2000.

105. Martín-Bueno & Cisneros 1986.

106. Martín-Bueno & Sáenz 2002-2002; 2003.

107. A partir de la escasa epigrafía romana conservada y de las excavaciones,

aún teniendo en cuenta la pérdida de niveles arqueológicos y la escasez de

datos estratigráficos, se puede establecer en el conjunto de Bámbola-Santa

Bárbara y San Paterno una evolución cronológica con los diferentes niveles

de ocupación, en espera de la próxima publicación de hallazgos de datación

más temprana. Mediados siglo I a.C.: zona de viviendas arrasada por la

posterior erección de conjunto foral; época augústea y julio-claudia: se

modifica el terreno para acomodar el nuevo modelo arquitectónico,

iniciándose las obras de construcción del foro; época trajanea: apogeo

urbanístico con modificaciones que afectan al conjunto foral, en especial al

templo, y configuración definitiva del trazado de la ciudad. Martín-Bueno

1987, 99-111.

108. Jiménez 1987.

109. La ciudad contaba con otros templos de cronología más antigua. Un

segundo templo, atribuido a una divinidad como Isis Fortuna, se puede

deducir por la existencia de capiteles de estilo jónico fechados en el último

tercio del siglo I a.C. Este se localiza en la calle que subía desde la puerta

meridional del Jalón hacia el centro de la urbe. Un tercero se localiza en la

zona alta de San Paterno, sobre un espolón que domina el río, según se

desprende de los restos de las cimentaciones.

188 L’AQUITAINE ET L’HISPANIE SEPTENTRIONALE À L’ÉPOQUE JULIO-CLAUDIENNE

Fig. 10. Reconstrucción ideal en tres dimensiones del teatro y del foro de Bilbilis (según M. Martín-Bueno).

LAS CIUDADES ROMANAS DEL VALLE MEDIO DEL EBRO 189

de época augusto-tiberiana y un segundo trajaneo. La

escalera estaba revestida de caliza blanca; tenía 9 m de

longitud y 8 de anchura y marca la axialidad del conjunto,

todo ello norte/sur, como se puede observar por la

disposición de las placas del suelo.

Basílica

La basílica se situaba longitudinalmente en el lado

oriental de la plaza, en posición transversal a la fachada

del templo. Se erigía sobre un alto basamento, quizá sobre

criptopórticos, que permitiese llegar al nivel de la

esplanada desde el muy inferior de los laterales del

conjunto forense. No se sabe con seguridad si este edificio

basilical era de dos naves, con el pórtico de la plaza como

antesala, o de tres sin contar con el citado pórtico, aunque

parece más probable esta segunda posibilidad.

Criptopórtico

Situado en el lado oriental del foro, tendría una triple

función: sustentadora de los pórticos, lugar de

almacenamiento y cisterna.

Fuente-Ninfeo

Se localizaron los restos de un ninfeo monumental de

estructura absidial apoyado en una cisterna doble en un

lateral del muro del podium del templo descrito.

Curia

Se ha interpretado así un edificio del que sólo subsisten

los cimientos, ubicado en el lado septentrional de la plaza

forense.

De la decoración del foro se han conservado pocos pero

importantes elementos 110. El primero de ellos es una

cabeza de Tiberio joven, reutilizada en la remodelación

trajanea del templo (fig. 11) 111. Pertenecería a la galería

de retratos de la domus Augusta que decoraría una parte del

foro, tal vez la basílica 112, como en Sagunto o en Veleia.

A esta serie podía pertenecer también una cabeza de

Tiberio adulto según Balil 113, o de Claudio sobre un

precedente de Calígula, según M. Beltrán 114, hallada en

condiciones desconocidas, y una tercera identificada con

Claudio, perteneciente a la colección Samitier 115. Dichas

imágenes icónicas eran sustentadas por cuerpos togados,

110. Sobre el tema, ver Martín-Bueno & Saenz (en prensa).

111. Se trata de una copia del tipo El Fayum realizada en mármol blanco, Balil

1982.

112. Bochung 2002.

113. Balil 1982, 43-46.

114. Beltrán 1992, 255.

115. Martín-Bueno & Sáenz en prensa, 160.

Fig. 11. Cabeza de Tiberio hallada en el foro de Bilbilis

(foto M. Martín-Bueno).

Fig. 12. Dedicatoria a Tiberio hallada en el foro de Bilbilis,

conservada en el museo de Calatayud (foto M. Martín-

Bueno).

190 L’AQUITAINE ET L’HISPANIE SEPTENTRIONALE À L’ÉPOQUE JULIO-CLAUDIENNE

de los que se han conservado algunos restos 116. La

información que aportan estas esculturas se completa con

un texto epigráfico inscrito en una placa de mármol

hallada junto a la escalinata de acceso al templum. Se trata

de una dedicatoria a Tiberio del 27-28 p.C., tal vez adosada

a la escalinata, o al frente de un pedestal, realizada por

disposición testamentaria de un notable local 117 (fig. 12).

La ideología imperial dominaba el espacio público

bilbilitano y se expandía desde allí a los alrededores, puesto

que el conjunto se veía desde muy lejos. Las elites,

asumiendo el comportamiento evergético, se encargaron

de difundirla.

Junto a la caliza local, el conjunto foral y el teatro, del

que hablaremos a continuación, estaban decorados con

mármoles de calidad, importados generalmente de Túnez

o de Italia 118.

El teatro (fig. 13)

El teatro 119 de Bilbilis figuraba en el plan inicial de la

ciudad. Mide su diámetro 78,2 m y tiene un desarrollo

completo de 180º. Estaba unido directamente al foro,

tanto monumental como funcionalmente, puesto que

enlazaba con la zona de pórticos del foro: las procesiones

de culto imperial que comenzaban en la plaza culminarían

en el teatro ante toda la asamblea ciudadada.

Se reservó una ladera sobre el barranco situado entre

el cerro de Santa Bárbara y el Cerro Bámbola para

construir la cauea 120. Para su erección, fue necesario

adecuar el terreno, efectuar trabajos de drenaje y

canalizaciones enterradas bajo el graderío. La orchestra y la

escena fueron protegidas y soportadas por una gran muro

de contención 121. Sobre el relleno de la orchestra y

asentado sobre el fondo del barranco, se dispuso la

cimentación del frons pulpiti.

116. Los togati conservados podían pertenecer también a retratos de notables

locales.

117. Martín-Bueno & Navarro Caballero 1997, n° 1.

118. Cisneros & Martín-Bueno 1993, 107-108.

119. Nuñez Marcén, J. El teatro romano de Bilbilis. Tesis doctoral inédita.

Zaragoza.

120. Se calcula que la capacidad era de 4 622 espectadores dispuestos en

treinta gradas.

121. El muro de contención tiene 7 m de altura y 5 de anchura. Todo ello

construido con piedra sin labrar (opus incertum).

Fig. 13. Plano del teatro de

Bilbilis (según M. Martín-

Bueno).

LAS CIUDADES ROMANAS DEL VALLE MEDIO DEL EBRO 191

El conjunto se completaba con un sacellum que

coronaba el eje posterior de la cávea 122, siguiendo el

esquema del teatro de Pompeyo en Roma, repetido en

otros provinciales, entre ellos el de Sagunto. Del pequeño

templo se conserva el podium, realizado en opus caementicum

y recubierto por un opus cuadratum en yeso alabastrino. Los

investigadores piensan que se trataba de un edificio

pseudoperíptero con ritmo de columnas diástilo 123. Junto

a él, se situaban las vías de salida (uomitoria), mientras que

en la parte inferior se efectuaba por las salas laterales a la

escena (parascaenia). El sacellum albergaba al menos la

estatua de una mujer, ya que allí apareció una parte de su

torso. Ha sido interpretada tradicionalmente como Livia,

identificación que permitiría sugerir la existencia en el

interior de este templo del teatro de una serie de retratos

de la familia imperial, tal como se observa en otros lugares

del imperio, relacionadas directamente con la presidencia

de las ceremonias y actos que allí tendrían lugar 124. Sin

embargo, no es posible eliminar por el momento la

posibilidad de que se tratara de una diosa.

Los investigadores piensan que el frente de la escena,

situado sobre un alto podium, constaba de dos pisos con

unas 22 columnas por nivel. Se trataba de un modelo de

tres exedras curvas de cuyos elementos decorativos poco

se sabe. Destacamos una estatua de Livia, que ha podido

ser reconstruida con los fragmentos hallados en varias

campañas arqueológicas: como en otros monumentos

similares, la domus Augusta debía dominar la asamblea

desde la frons scaenae 125.

Los materiales hallados en el relleno fundacional del

postscaenium, corroborados por los surgidos bajo la cripta

de la summa cauea oriental, permiten sugerir que el

monumento comenzó a construirse en época de Augusto

o en los primeros años de Tiberio 126. El acondicio-

namiento y otras terminaciones se completan en época de

Claudio. A este último período se atribuyen las

decoraciones del scaenae frons y los estucos del pórtico. A

finales del siglo I d.C y comienzos del segundo se amplió

el postscaenium.

Otros edificios religiosos

En una calle que subía desde el sur hasta el centro de

la ciudad, se han puesto al descubierto restos de un edificio

que pudiera ser un pequeño templo 127. El podium ha sido

delimitado y se han exhumado fragmentos de fustes de

columnas de 60 cm de diámetro, así como restos de

capiteles jónicos fechados en época julio-claudia 128.

Los establecimientos termales

y el abastecimiento de aguas

La ciudad debió contar con más de un edificio termal

de carácter público, aunque el que mejor se conoce está

situado en la parte alta de la ciudad, en la vaguada existente

entre Bámbola y San Paterno. Este edificio, que recibiría

el suministro de agua desde dos grandes cisternas

construidas junto a él, evidencia varias fases constructivas.

El primer conjunto termal, datable en época de

Augusto 129 y de esquema lineal-simple, era de

dimensiones reducidas y sus vestigios quedan por debajo

de los restos visibles en la actualidad o formando parte de

los mismos. En la segunda fase 130, cuya construcción se

fecha a fines del siglo I o inicios del siglo II d.C., se

ampliaron todas las salas hacia el norte, se añadieron otras

y se varió el circuito de circulación para acomodarlo a las

nuevas obras, consiguiendo una sucesión de espacios

simple y lineal-angular. Del conjunto termal, destacamos

la decoración pictórica 131, ya que sus paredes fueron

decoradas con elegantes elementos pictóricos del IV estilo

pompeyano, que revelan las relaciones culturales con la

metrópolis y otras ciudades del valle medio del Ebro.

Para el abastecimiento 132 de aguas a las termas y a los

bilbilitanos, la ciudad contaba con un interesante sistema

de cisternas distribuidas por la compleja orografía del

terreno: se trataba de aprovechar al máximo el agua de

lluvia. En efecto, se han localizado varias cisternas

públicas, fabricadas en opus caementicium, cuyas paredes y

suelos están revestidos de opus signinum para

impermeabilizarlas. Se contabilizan más de 30 ejemplos de

122. Dispone de un podio, revestido de bloques de alabastro. Se trata de un

templete con una fila de columnas pseudoperípteras empotradas en el

muro. Medía aproximadamente 11,5 m por 7,5 m con un soportal (peristasis)

de seis columnas en los lados largos y cuatro en los cortos.

123. Martín-Bueno & Sáenz 2004, 162.

124. Como en Herculanum, en el que aparece una estatua de Tiberio, o el de

Volterra otra de Augusto. Gros 1990, 381 y 2002.

125. A este respecto, ver nuestros referencias y comentarios en el apartado

dedicado al teatro de Caesaraugusta.

126. Martín-Bueno & Sáenz 2004, 165.

127. Iid. 2004, 166.

128. Gutiérrez Behemerid 1992, 32.

129. De esta primera fase se han conservado el caldarium con hypocaustum de

tipo circular con canales radiales y con suspensurae, una habitación con

praefurnium, una cisterna, un canal de desagüe y unas escaleras de acceso a

la zona de servicio.

130. Se accedía al edificio desde la terraza inferior por medio de escaleras; de

allí se pasaba al apodyterium, frigidarium, tepidarium y al caldarium que contaba

con piscina de agua caliente y labrum. La instalación se completaba con otras

salas y dependencias para el servicio, escaleras, puertas de acceso, etc

131. Guiral & Martín-Bueno 1996.

132. Martín-Bueno 1975, 205-222.

192 L’AQUITAINE ET L’HISPANIE SEPTENTRIONALE À L’ÉPOQUE JULIO-CLAUDIENNE

tipos diversos. Estaban situadas sobre el terreno a unas

distancias regulares entre ellas, atendiendo a las curvas de

nivel para facilitar el paso del agua, y comunicadas entre

sí mediante tuberías tanto de plomo como de cerámica.

Recinto amurallado 133

La muralla de Bilbilis encierra un recinto de unas 30 ha

lo que indica un gran esfuerzo económico en su

construcción. Su trazado es irregular y se adapta a las

condiciones del terreno con lienzos lineales y ángulos

diseñados para proteger y vigilar. Sigue una línea

quebrada, adaptada al terreno. Conserva igualmente

torres cuadradas.

Arquitectura doméstica

Se conocen varios tipos, que manifiestan diferentes

niveles sociales: casas de notables y viviendas de gente

humilde. Como los otros edificios, los domésticos se

encaraman a las laderas 134. Las descripciones de Marcial

acerca de los pendula tecta –tejados en pendiente– o acutis

pendentem scopolis –cubiertas agudas– y en pronunciada

pendiente son un fiel reflejo de la realidad. Se han hallado

casas con bodegas interiores y sótanos excavados en la roca,

lo que garantizaba sus cimentaciones situadas en un

terreno en pendiente; hay también escaleras interiores.

Todas ellas están decoradas con profusión. Algunas

poseían patios interiores, peristilos e infraestructuras

como canalizaciones de traída y evacuación de aguas,

cloacas y cisternas 135. El desarrollo urbano no fue lineal

por una misma terraza, sino que las casas se distribuían

según la configuración del terreno, con viviendas en más

de un nivel, lo que facilitaba el mejor aprovechamiento del

espacio. Varias de ellas, conocidas parcialemente desde

hace tiempo, pueden fecharse a mediados del siglo I d.C.

En los últimos años se ha descubierto un barrio

residencial con tres ricas viviendas de varias plantas

adaptadas al terreno, de tamaño desigual pero de tipología

similar 136 y fachadas comerciales con locales, todos ellos

decorados con pinturas y adornados con estucos. Se trata

de residencias muy antiguas que, al parecer, seguían

habitadas en el siglo I d.C.

Calagurris (Calahorra, La Rioja)

Oppidum celtibérico conquistado por L. Mandius

Acidinus en el 185 a.C. 137 , fue anexionado más tarde por

los vascones. Aliada de Sertorio 138, Calagurris fue sometida

por las tropas de Pompeyo 139 y destruida 140. Resurgirá de

sus cenizas socialmente transformada. Probablemente de

época triunviral datan sus primeras emisiones monetales,

en las que aparece mencionada como Calagurris Nassica

Iulia 141. Una emisión posterior, immediatamente anterior

al reinado de Augusto, elimina el epíteto Nassica y presenta

la mención municipium 142, lo que parece indicar que la

ciudad en bloque pudo recibir la ciudadanía romana de

la mano de César y, tal vez, la carta municipal, status que

con toda seguridad poseía con anterioridad al 27 a.C. Esta

nueva condición jurídica y política provocaría la

renovación de la ciudad aunque, lamentablemente, los

datos arqueológicos que se poseen son muy escasos.

De nuevo hay que hablar de la ausencia de epigrafía y,

por tanto, de datos onomásticos que complementen

aquellos aportados por las monedas: desde época

triunviral, sus magistrados (IIuir/praetor? IIuir/ aedilis),

ciudadanos romanos cuyos gentilicios suelen asociarse a

los grandes generales romanos 143, manifestan en sus

presentaciones onomásticas una total adaptación a la

nueva cultura. Los antropónimos indígenas ya no están de

uso entre los notables dirigentes y las prácticas modernas

de la denominación hasta época augústea, praenomen más

cognomen, están en boga. Uno de los pocos calagurritanos

conocidos con posterioridad es el caballero C. Sempronius

133. Id. 1987a.

134. Por ejemplo se ha hallado una una vivienda con patio interior –atrio– y

dos fachadas dispuestas a dos calles, ambas separadas por un desnivel de

8 m.

135. Martín-Bueno 1991.

136. Denominadas: Domus 1 o Casa del Balneum, Domus 2, y Domus 3 (Martín-

Bueno & Sáenz 2001-2002, 127-158. La domus del Balneum, bellamente

decorada, conserva incluso un balneum privado, lo que nos refleja las

comodidades a las que llegaron los notables de época romana en esta zona

bilbilitana.

137. Liv. 39.8.

138. Liv. 91.

139. Liv. Epit., 93; Ap. Bel. Ciu. 1.11. 2.

140. Sal. Hist., 3.86-87; Val. Max. 6.6.3; Flor. 2.10.9.

141. En el siglo I a.C. produjo moneda ibérica en bronce (ases y semises), con

leyenda en alfabeto ibérico Kalakorikos. Se trataría de una producción

reducida y localizada en el tiempo, datada por diversos autores en época

sertoriana (Villaronga 1979, 276-277). No hay unanimidad a la hora de

fechar el comienzo de las emisiones latinas: 43 a.C. (Beltrán & Beltrán 1980,

15), 36-34 a.C. (Ruíz Trapero 1968) o 29-28 a.C. (Villaronga 1979, 277).

Aparece en el reverso la cabeza de Octavio con la leyenda CALAGVRRI

IVLIA NASSICA (con el sobrenombre Nassica la mencionan también en

Epit., 93 y Plin., Nat., 3.4.24; a este respecto ver Roddaz 1998, 341-358). De

época de Augusto son las monedas que presentan la leyenda MVN(icipium)

CAL(agurris) o MVN(icipium) CAL(agurris) IVLIA (RPC, n° 433-447). La

ciudad continuará acuñado bajo el reindo de Tiberio (RPC, n° 448-451).

142. Ver nota precedente.

143. El nomen Valerius es el más abundante en la onomástica de este municipio.

Un miembro de esta familia era Valerius Verdullus, el propietario de una

importante figlina. Destacaremos también la familia Sempronia, la Maria y la

Grania.

LAS CIUDADES ROMANAS DEL VALLE MEDIO DEL EBRO 193

M. f. Gal. Fidus, cuya carrera parece comenzar hacia el

70 p.C., lo que indica que nació en época julio-claudia en

el seno de una rica familia cuya influencia sobrevivió tras

el conflicto del 68. Llegó a ser flamen provincial 144.

Sabemos por documentos epigráficos que la

importancia de Calagurris aumentó durante el siglo I d.C.

La ciudad llegó a ser en época flavia una de las paradas de

los iuridici durante el desarrollo de su actividad por la

Citerior 145, algunos de los cuales llegaron a ser sus

patroni 146. Los momentos finales del siglo I d.C. y el siglo II

vieron como Calagurris aumentaba su dignitas contruyendo

edificios de espectáculos y decorando sus muros. El

acueducto que transportaba el agua a la ciudad se realizó

en la primera mitad del siglo II p.C. 147. La gran longitud

que alcanzó la obra permite suponer que fue realizado por

una iniciativa superior, proviente de la voluntad imperial,

ya que el aquae ductus recorría el territorio de varias

ciuitates. Sin embargo, del proceso que llevó al gran

desarrollo de Calagurris durante el siglo I, los datos son

hipotéticos e inexistentes o de datación imprecisa,

producto de excavaciones irregulares y poco ordenadas,

como veremos a continuación

E. Ariño detecta en su territorium un catastro realizado

probablemente en época augústeo-tiberiana 148. El foro

estaría situado tal vez en la Plaza del Raso y en su entorno

se localizarían los principales edificios públicos: curia,

templo, basílica. Del templo procedería hipotéticamente

la cabeza de Júpiter depositada en el Museo Municipal 149.

Varias catas han aportado restos de edificios

termales 150, de los cuales dos parecen haber estado en

funcionamiento a mediados del siglo I p.C. Se trata de las

llamadas “Termas del Norte”, sitas en la confluencia de

las calles Eras y San Blas. Se han conservado parcialmente

alguna de sus estancias (piscina, tepidarium, praefurnium,

hypocaustum con suspensura y pilae circulares sobre las que

se situaría el caldarium, canalizaciones, varias cisternas y

una posible zona porticada). Todas estas estructuras

estuvieron en uso desde el siglo I d.C. hasta mediados del

siglo III d.C., cuando se construye la muralla bajoimperial

que divide este edificio en dos partes; el segundo conjunto

es el del llamado “Solar de La Chimenea”, del que se han

identificado diferentes salas correspondientes a un

praefurnium, un hypocaustum, una piscina y un canal de

desagüe. Este edificio funcionaría desde época claudia

hasta su abandono en siglo III o mediados del siglo IV,

superponiéndose a edificaciones más antiguas todavía no

excavadas 151.

Se conocen además parte de una vivienda de mediados

del siglo I 152, restos de alcantarillado de los que no se sabe

la fecha 153, así como tramos de la muralla, cuya datación

varía en las publicaciones de la época republicana a la

Edad Media 154. Otras construcciones, como una gran

domus 155 o el importante acueducto que traería el agua a

la ciudad fueron construidos en épocas posteriores a la

que nos interesa.

144. Alföldy 1973, 63; RIT, 306.

145. Una inscripción hallada en Pamplona, la antigua Pompaelo, narra la

consulta realizada por los IIuiri de esta ciudad al iuridicus, quien se

encontraba en esos momentos en Calagurris, CIL, II, 2959, fechada en el

119 d.C.

146. Q. Glitius Atilius Agricola, CIL, V, 6974, en época flavia; T. Iulius Secundi

f. Voltinia Maximus Manlianus Brocchus, CIL, XII, 3167, en época de Nerva o

Trajano.

147. Mezquíriz 1979, 139-161. Las catas realizadas en la cimientación de los

pilares sólo han aportado un fragmento de T.S.H. datada en los reinados de

Trajano y Adriano.

148. Ariño 1986.

149. Espinosa 1984, 112-126; en la iglesia de San Andrés aparecieron los restos

de columnas, mosaicos y sillares atribuidos a otro templo (Gutiérrez

1956, 86).

150. Muchas de estas instalaciones han desaparecido en la actualidad o bien

han servido de cimentación a edificaciones modernas (Luezas 2000a, 185-

192): “Pila de los Moros”: piscina termal desaparecida por completo; “Solar

de la antigua fábrica Torres”: restos de una piscina termal o cisterna de planta

trapezoidal (Tirado 1993, 49-55); “Calle de San Andrés”: restos de una

piscina en opus caementicium de grandes dimensiones y de forma trapezoidal

y también restos del suelo del hypocaustum sobre el que se hallaron dos pilae

in situ. Probablemente se trataría de unos baños privados (Andrés 1998);

“Termas de la carretera de Arnedo”: desaparecidas en la actualidad.

151. Antoñanzas & Tejado 2000.

152. En la calle Navas se han identificado los restos de tres habitaciones que

formarían parte de otra vivienda, datada a mediados del siglo I d.C. (Andrés

1998).

153. Se ha constatado un sistema hidráulico bastante elaborado, con un

complejo sistema de alcantarillado del que se conservan bastantes

canalizaciones y galerías en el subsuelo de Calahorra (Cinca 1985, 802). En

la calle San Andrés se encontró una cloaca construida en opus caementicium,

cubierta con bóveda de cañón y enlucida mediante una capa de mortero.

154. Se conservan tramos del recinto defensivo en la calle de Las Murallas,

construidos con aparejo de grandes sillares apoyados sobre opus

caementicium de tamaño considerable. También se aprecian los restos de una

gran torre angular. En la calle Cuesta de Juan Ramos se hallaron unos restos

que han sido identificados con una de las puertas de época romana (Puerta

de Estella o de Eras), edificándose a la vez con el último cinturón defensivo

de época bajoimperial, enlazando la muralla con el torreón del Portillo de

la Rosa. En la segunda mitad del siglo III se levantó en Calagurris un segundo

recinto amurallado, del que existe una reciente restitución. Esta muralla

bajoimperial trajo consigo la reducción del área urbana de la ciudad (Sáenz

& Sáenz 1994).

155. En el solar conocido como La Clínica se exhumó a principios de los años

80 una domus romana de finales del siglo I d.C., constituyendo éste el

conjunto arqueológico urbano de mayor importancia en Calahorra

(Espinosa 1984, 134-137). Este edificio presentaba una notable

monumentalidad, con muros de mampostería regularizada en bloques

escuadrados, y con una distribución de sus dependencias en tres terrazas

horizontales aprovechando el desnivel del terreno, con paredes decoradas

con estucos pintados y con pavimentos provistos de mosaicos. La domus se

abandonaría a mediados del siglo III, coincidiendo con la reducción de

perímetro urbano. Se registran niveles de ocupación temporal y localizada

en determinados sectores del conjunto que pudieron alcanzar el siglo V. En

el solar de “La Casa del Oculista” se halló un edificio formado por un

conjunto de estancias distribuidas en tres naves con patio descubierto.

Posiblemente se trataría del área de trabajo de una gran villa. Este entorno

aparece ocupado desde el cambio de era hasta principios del siglo IV d.C.

(Rodríguez 1991).

194 L’AQUITAINE ET L’HISPANIE SEPTENTRIONALE À L’ÉPOQUE JULIO-CLAUDIENNE

Los vestigios arqueológicos más importantes de

Calagurris pertenecen a un importantísimo alfar,

denominado de La Maja 156, situado, como era preceptivo,

a las fueras de la ciudad. Desde época de Tiberio 157 hasta

la segunda midad del siglo I produjo grandes cantidades

de materiales de construcción, cerámica común, engobada

imitando a la sigillata galica y, lo más conocido, tazas de

“paredes finas” firmadas por C. Valerius Verdullus para

commerorar juegos circenses en Calagurris 158. Esta última

producción se extiende por todo el valle del Ebro.

Puesto que las cerámicas conmemoraban munera

gladiatoria, se han buscado los edificios que los albergarían,

por el momento sin éxito, pero con grandes hipótesis y

según algunos eruditos locales, la planta de un anfiteatro

era perceptible a principios del siglo XIX y su localización

está siendo objeto de estudio en la actualidad; el circo

estaría situado a extramuros de la ciudad, en el actual Paseo

del Mercadal, conservándose únicamente un tramo de 8

m de longitud y 1 m de altura, correspondiente a su

cabecera semicircular. El historiador Ceán Bermúdez, a

principios del siglo XIX, proporcionó las dimensiones del

mismo: 480 pasos por 116 pasos de ancho y 22 pasos de

altura.

Para concluir, a pesar de su dispersión, los datos

calagurritanos permiten intuir la apariencia de Calagurris

durante la época julio-claudia, con los elementos

necesarios a la vida urbana, tanto estéticos, admistrativos

como de infraestructura; los restos de arquitectura

doméstica parecen manifestar una total adaptación a las

formas romanas. Sin embargo, nuestra principal

constatación es la necesidad urgente de estudiar de forma

organizada los vestigios de lo que fue una urbe de tal

importancia, hoy tan mal conocida, a pesar de los últimos

avances realizados 159.

Osca (Huesca, Aragón)

La actual ciudad de Huesca se alza en torno a un cerro

testigo de hasta 488 m de planta alargada de dirección sur-

norte, a la orilla derecha del río Isuela, afluente del

Flumen. Sobre las laderas y cumbre de dicho cerro se

constituyó la acrópolis de la Bolskan prerromana, de la que

conocemos fundamentalmente sus acuñaciones 160 y, a

continuación, el núcleo principal de la Osca romana.

Plutarco narra como, en el 77 a.C., Sertorio hizo de

Osca su capital en el exilio y en la acogió a los hijos de los

nobles indígenas que pretendía proteger y educar. En ella

fue asesinado 161. Ciudad por tanto antipompeyana, Osca

ofreció su apoyo a César, quien probablemente la

recompensó con la ciudadanía romana. En todo caso, este

era su estatuto jurídico en época augústea, según se

desprende del testimonio de Plinio. Políticamente era un

municipio a comienzos del imperio, puesto que así lo

atestiguan sus monedas. Tal vez su organización cívica

romana se debiera a Domicio Calvino, procónsul del

39 a.C. Triunfador de los cerretanos, su victoria se celebró

con una acuñación en Roma en cuyo anverso aparece el

busto barbado típicamente ibérico y la leyenda OSCA 162.

El taller monetario de la ciudad emitió moneda local

durante los gobiernos de Augusto y Tiberio. Las piezas

estaban firmadas por los IIuiri, muchos de ellos indicados

sólo con su cognomen. Todos los elementos onomásticos

de los dirigentes oscenses así conocidos pertenecen al

dominio antroponímico latino. Estos eran, por tanto,

jurídica y culturamente romanos.

El proceso de transformación urbanística de la ciudad

se conocía mal hasta hace poco tiempo. En el año 1974

se realizaron los primeros sondeos arqueológicos y fueron

llevados a cabo por el Museo Arqueológico Provincial de

Huesca. Tras esta operación, hay que llegar al año 1984

para ver la continuación de las investigaciones en el

subsuelo de la urbe. Los trabajos han dado como resultado

la confirmación de que se produjo una superposición de

los niveles romano-imperiales sobre los ibéricos e íbero-

romanos. Las construcciones de la etapa íbero-romana se

localizaron en la zona más elevada del cerro, descendiendo

hasta el llano. Los restos constructivos más importantes

responden a grandes y potentes edificaciones erigidas, en

su basamento, con sillares de arenisca y aparejo de opus

156. Beltrán 1984a estudia las piezas halladas en Celsa; Mínguez 1989, amplía

el estudio de Beltrán, añadiendo fragmentos hallados en otros puntos del

valle del Ebro; sobre la excavación, González Blanco 1995, 239-249;

Gónzalez Blanco et al. 1991, 46-53; Gónzalez Blanco et al. 1994, 37-47.

157. Este era el inicio que se proponía hasta ahora, aunque algunos elementos

parecen indicar incluso que comenzaría a trabajar a finales del siglo I a.C.

Gónzalez Blanco et al. 1999, 28-41.

158. Existieron hasta principios de este siglo en el Paseo de Mercadal muros

de factura romana que fueron identificados con un circo. Según Gutiérrez,

sus ejes medían 244 m tenía el longitudinal y 58 el transversal: Llorente

1789; Ceán 1832; Gutiérrez 1956.

159. Se observa una nueva fase que pronto dará sus frutos significativos, con

excavaciones sistemáticas publicadas en Estrato y en la nueva revista

Kalagorikos.

160. El comienzo de las acuñaciones oscenses se sitúa a mediados del siglo

II a.C., primero con emisiones con tipos y leyenda ibérica Bolskan y a partir

de la segunda mitad del siglo I a.C. con las primeras series latinas.

161. Vel. Part., 2.30.1; Str., 3.4.10.

162. Banti 1981, vol. Cornuficia-Gallia, 117-119. Sabemos de las tareas

organizativas de este personaje, bien conocidas en el caso de Emporiae. Sobre

el tema, Fatás 2000, 37-42.

LAS CIUDADES ROMANAS DEL VALLE MEDIO DEL EBRO 195

quadratum y han sidos interpretados como un templo in

antis. También han sido exhumados restos de

viviendas 163.

Los hallazgos de época imperial son muy imprecisos y,

aunque se ha localizado el emplazamiento del foro en la

parte alta de la ciudad, tanto la epigrafía (un pedestal

dedicado a un magistrado y un pedestal dedicado por los

seviros) como los restos materiales son más bien escasos o

más tardíos. Es posible sugerir que la Osca imperial respetó

el trazado de la Bolskan ibérica, trazado que parece ser

irregular.

Turiaso (Tarazona, Zaragoza, Aragón)

Las excavaciones que actualmente se están realizando

en Tarazona están sacando a la luz artefactos y estructuras

de la antigua Turiaso, sin que, por el momento, haya sido

exhumada ninguna construcción pública. El resto más

significativo es una cabeza de carneola que representa a

Domiciano. En época de Trajano, la damnatio memoriae

sufrida por dicho emperador se manifiesta en la escultura,

que fue retallada para recibir los rasgos de Augusto 164.

Este exvoto del divus Augustus, unido a otros restos

arqueológicos, se ha puesto en relación con la existencia

de un establecimiento termal en la ciudad de Turiaso con

propiedades curativas, en el que, hipotetizan algunos

investigadores, pudo acudir el emperador Augusto en el

año 24 a.C. 165 Los vestigios arquitectónicos son escasos,

ya que se limitan a los restos de parte de una piscina en

cuyo interior se localizaron diversos materiales como la

citada cabeza de Augusto-Domiciano, una cabeza de

Minerva, un arca ferrata, varias estatuillas de terracota y

otros materiales cerámicos. Este posible santuario tuvo su

momento de auge y asentamiento en la primera mitad del

siglo I y apogeo en época de Trajano hasta su destrucción

en el siglo III (circa 284-285 d.C.).

Otros vestigios de arquitectura doméstica y, sobre todo,

los restos de un alfar cerámico 166 indican que la ciudad

alcanzó cierto desarrollo en la segunda mitad del siglo I,

sin que por el momento se puedan hacer grandes

precisiones.

CIUDADES DE DERECHO LATINO

ANTIGUO SEGÚN PLINIO

Como en otras zonas de Hispania, Plinio (Nat., 3.4.24)

sitúa en el conuentus Caesaugustanus varias ciudades a las

que define como oppida Latinorum veterum. Se trata de

Cascantum (Cascante, Navarra), Ercavica (Castro de

Santaver, Cuenca) 167, Gracchurris, a la que dedicaremos

nuestra atención, Leonica (sin localizar) y Osicerda 168. Este

estatuto jurídico lo reciben ciertas ciuitates con

anterioridad a la época augústea o en ese mismo momento,

según se puede desprender del testimonio pliniano,

basado en una fuente no anterior al principio del reinado

Augusto. Un primer problema, muy poco estudiado, es

determinar cuáles eran las características socio-culturales

de los núcleos urbanos que lo recibieron, tal vez algo

menos romanizados que los anteriores, de derecho

romano, y las causas, posiblemente relacionadas con el

desarrollo de los conflictos bélicos del siglo I a.C., menos

sujetas a favores y asentamientos itálicos y, por tanto,

menos revolucionadas en sus bases sociales y, sobre todo,

dirigentes.

Gracias a las monedas acuñadas por alguna de ellas,

sabemos que, en su mayoría, se convierten en municipios

en época augústea o tiberiana 169, puesto que son

calificadas como tales en las leyendas monetarias.

Pensamos que se trataba de municipia de derecho romano,

lo que supone que habían recibido con anterioridad dicha

condición jurídica 170, abandonando la latina, de categoría

inferior.

163. Una domus denominada “la casa de las rosetas”, nombre atribuido por la

decoración de los pavimentos de signinum hallados durante las excavaciones.

La casa se ubica en el extremo Noroeste del solar del Círculo Católico,

limitando con el cruce de las calles Norte y Oeste. Sus excavadores han

diferenciado en ella tres fases constructivas, las dos primeras de época

republicana (1ª mitad del siglo I a.C.) y una tercera de época altoimperial con

el añadido de al menos una estancia con pavimento fabricado con ladrillitos

romboidales en extremo Sureste y un hogar en la zona Sur. Ver un resumen

a estas cuestiones en Beltrán 2001, 451-452.

164. Beltrán 1984, 103-140; Bona et al. 1989; Beltrán F. et al. 2000, 89-93.

165. Beltrán 2004, 259-279: quien cree ver recuerdos de esta visita en la

iconografía de las monedas acuñadas por la ciudad.

166. Aguarod et al. 1987.

167. Esta ciudad está demasiado alejada de la cuenca central que es nuestro

objeto de estudio. Está siendo estudiada en la actualidad. Esperamos, por

tanto, los resultados de dichos trabajos.

168. Ver el comentario al yacimiento del Palao infra.

169. Esta mención aparece en las monedas de Gracchurris, RPC, n° 429-430

(época de Tiberio) y en las de Ercavica, RPC, n° 459-461 (época de Augusto),

RPC, n° 462 reinado de Tiberio), RPC, n° 464-467 (gobierno de Calígula).

170. En contra de lo que piensan otros autores como G. Alföldy 1987.

Creemos que la fórmula de municipios de derecho latino es posterior,

posiblemente flavia, como piensa P. Le Roux 1986, o tal vez de época de

Claudio, como pensaba A. Chastagnol 1990.

196 L’AQUITAINE ET L’HISPANIE SEPTENTRIONALE À L’ÉPOQUE JULIO-CLAUDIENNE

Gracchurris (Alfaro, La Rioja)

Los restos de Gracchurris se localizan en los lugares

denominados las Eras de San Martín y en la Eras de La

Cárcel, al norte del actual casco urbano de Alfaro (La

Rioja), exactamente entre esta ciudad y el cauce del río

Alhama. Gracchurris fue la primera fundación romana en

la prouincia Hispania Citerior, creada por Sempronio Graco

en el 179 a.C. 171 para asentar a los celtíberos, tal vez

mezclados con veteranos desmovilizados, como baluarte

de la dominación romana del valle del Ebro, sin status

jurídico y político determinado. Festo dice que la nueva

ciudad se situó en el lugar que antes ocupaba el núcleo

indígena de Ilurcis 172. El lugar de la instalación permitía

“vigilar y controlar una amplia zona del valle medio del

Ebro en ambas vertientes” 173, en este sentido, recordemos

la excelente posición de Gracchuris dominado los caminos

del Ebro y los que discurren hacia el interior de la Meseta,

hacia el territorio de Numantia.

A través del testimonios de Tito Livio y Ptolomeo 174

puede saberse que Gracchurris pasó a estar en la esfera de

influencia del pueblo vascón 175. Como el resto de las

ciudades de esta población hispana, excepción hecha de

Calagurris, Gracchurris apoyó a Pompeyo en su contienda

contra Sertorio, obteniendo seguramente los favores del

vencedor.

Plinio le atribuye la condición de oppidum Latinorum

veterum en un momento que debe situarse a comienzos del

reinado de Augusto. El dato siguiente pertenece a la época

de Tiberio: son las monedas acuñadas en la ceca de la

ciudad en estos momentos. En ellas, Gracchurris aparece

calificada con el término municipium. El reglamento que

le asignaba dicha condición política pudo serle otorgado

a fines del reinado de Augusto o comienzos del de Tiberio,

al mismo tiempo o poco después de que recibiera de forma

global la ciuitas. Este nuevo status provocaría una

monumentalización de la ciudad. De sus dirigentes nada

se sabe, ya que la epigrafía es prácticamente inexistente y

las monedas que la ciudad acuñó durante el reinado de

Tiberio no están firmadas 176.

No se conocen apenas restos arquitectónicos de

Gracchurris, prácticamente destruidos por el uso

continuado del solar. Los trabajos que J. A. Hernández

Vera y su equipo vienen desarrollando desde antiguo

tratan sin embargo de determinar la cronología de su

desarrollo y ocupación, realizando catas y estratigrafías en

la zona de terrazas del río. Se han exhumado restos que

pueden fecharse desde la primera Edad del Hierro hasta

el mundo musulmán. El estudio de los niveles de

ocupación permite deducir que la ciudad vivió una

profunda transformación que se inició en época de

Augusto y se hizo particularmente evidente con

Tiberio 177. Coincidiría con la promoción jurídica de la

ciudad y con un momento en el que su economía era

especialmente floreciente 178. A este contexto y a este

momento deben ser adscritos la mayor parte de los restos

constructivos hallados en Gracchurris prácticamente en sus

niveles de cimentación. Presentan una orientación norte-

sur, con pequeñas variaciones y se localizan en el sector

central del yacimiento.

Los almacenes y las viviendas

de las Eras de San Martín

En esta zona, las excavaciones han dejado al descubierto

restos de una calle de dirección norte-sur, de la que parte

otra perpendicular en dirección este. La primera, la mejor

conservada, mide 5,20 m de anchura; su pavimento está

compuesto por piedras planas. Además de constatar la

existencia de aceras y de bloques de piedra para facilitar

la circulación, es interesante destacar que esta calle sufre

una serie de remodelaciones, ya que sobre la misma se

acumulan rellenos fechados en el siglo I d.C. con cerámicas

de paredes finas y TSG, estando ausente la TSH 179. En el

siglo II d.C., se construye encima un muro que corta la calle

y la integra dentro de una nueva casa 180.

Juntos a las calles, han sido descubiertos varios edificios

cuya construcción parece coincidir con la remodelación

del espacio urbano de la primera mitad del siglo I p.C.,

aunque los restos, muy mal conservados, sean difíciles de

fechar. Entre ellos, hay que destacar una gran casa con

peristilo, de planta cuadrada (20,5 m de lado). Muy

destruida, conserva el fondo del estanque central y parte

del canal de evacuación de agua, hecho con argamasa de

cal, así como los apoyos de algunas columnas de este patio.

171. Tib. Sempronius Gracchus proconsul Celtiberos uictos in deditionem accepit

monumentumque operum suorum Gracchuris oppidum constituit, Liv. Per., 41.

172. Fest., p. 97.

173. Hernández et al. 1989, 36.

174. Liv., Frag. Lib. 91 parece situarla en el ager Vasconum al narrar los sucesos

del año 72 a.C.; entre las ciudades vasconas la sitúa Str. 2.6.67.

175. Este translado de influencia, como el de Calagurris, podría deberse al

favor de Roma a los vascones, sobre todo de Pompeyo, contra la hostilidad

de los celtíberos. Sobre tel tema, Fatas 1972, 389.

176. RPC, n° 429-430.

177. Hernández et al. 1995, 62.

178. Iid. 1995, 63.

179. Martínez Torrecilla 1999, 59.

180. Cronología establecida por la asociación de cerámica engobada y de TSH.

LAS CIUDADES ROMANAS DEL VALLE MEDIO DEL EBRO 197

Según los investigadores que la han excavado, dichos

elementos pudieran datarse en época tiberiana. También

se conocen restos de otra vivienda de la misma cronología

con pavimentos de opus signinum 181 y terrazo blanco

correspondientes a varias habitaciones –triclinium 182,

cubiculum.

De fecha similar es la construcción de lo que ha sido

interpretado como dos almacenes subterráneos, cuyos

rellenos permiten datar su abandono definitivo y

destrucción en el siglo II 183. Se reconocen dos fases

arquitectónicas: en la más antigua, el almacén de planta

rectangular estaba compartimentado en dos espacios,

comunicados entre sí por un amplio vano; en la segunda

fase, se separaron cortando la comunicación mediante un

muro de mampuesto.

El gran edificio de las Eras de la Cárcel 184

Se trata de una estructura cuadrangular de gran tamaño

formada por muros rectos de opus caementicium encofrados

con tableros (aún quedan las marcas). Las esquinas estan

realizadas con sillares de arenisca. El conjunto reposa

sobre cimentaciones de cantos rodados ordenados y

nivelados. En su interior se conservaba un relleno de

arcilla de más de un metro de potencia, formado por la

decantación en un medio acuático durante un periodo de

uso más o menos largo. A dicha estructura se accedía por

unos escalones de opus quadratum 185. Es posible sugerir

que se trataba de una gran piscina o depósito, al que se

podría asignar también un uso ritual, puesto que en su

interior han aparecido restos de objetos tirados al agua.

Junto al estanque, se ha delimitado un amplio espacio

porticado con columnas, al que se accedía a través de una

puerta precedida por varios escalones de arenisca. El

edificio presenta evidencias de remodelaciones y

abandonos que pueden ponerse en relación con otras que

se observan en una de las calles. La construcción parece

datar de época augústeo-tiberiana 186, aunque el conjunto

se asienta sobre niveles celtibéricos 187. La piscina debió

estar en uso durante un largo periodo de tiempo, ya que

en sus niveles de relleno se hallaron numerosas monedas

del siglo III y materiales cerámicos tardorromanos.

Conjuntos periféricos

Otra zona que ha sido ampliamente estudiada es la

periurbana, situada junto al río Alhama. En un sector

denominado del Burgo, en la margen derecha, surgen

restos complejos y monumentales que han sido

identificados con una presa, un puente y una fuente en la

que se distribuía el agua a la ciudad. La tipología del ninfeo

y los materiales romanos hallados en niveles muy alterados

no permiten una datación concreta del conjunto que sus

investigadores sitúan en época augústea.

En la misma ribera del río Alhama, en el paraje

denominado el Sotillo, se sitúa el siguiente

descubrimiento, de nuevo un conjunto monumental

relacionado con el agua que, según los niveles bien fijados

y datados, se construyó en época augusteo-tiberiana y que

fue destruido a finales del siglo I y sobre todo en el

siglo II p.C. 188. Está compuesto por una presa, un templo

y un estanque. Del primer elemento resta un muro en opus

quadratum de 33,28 m de longitud, asentado sobre una

cimentación de cantos rodados que parece pertenecer a

una presa de las de tipo contrafuerte 189. Los restos

arquitectónicos hallados en los alrededores, sillares,

capiteles corintios, fustes de columnas, permiten a los

investigadores reconstruir un pequeño templo in antis 190.

CIVITATES STIPENDIARIAE

Acudiremos de nuevo al testimonio de Plinio para

comenzar un nuevo apartado. Se trata de aquellos núcleos,

43 en el conventus caesaraugustano, que no poseían una

condición juridico-política privilegiada en época de

Augusto y no la recibieron hasta la entrega del derecho

latino por parte de Vespasiano a toda Hispania 191. Junto

a dicha cifra, el texto plineano sólo aporta el nombre de

diecisiete, los demás permanecen en el anonimato, salvo

181. Hernández et al. 1995, 67. Recordemos que estos pavimentos y su

correspondiente repertorio decorativo tienen una cronología muy amplia.

En el valle medio del Ebro su uso se generaliza desde el segundo tercio del

siglo I a.C. y llega hasta época flavia.

182. Núñez et al. 1990, 31-35. El pavimento de terrazo blanco tiene una

preparación y un tratamiento similar a los opera signina, excepto en lo que se

atañe a la ausencia del componente cerámico de su pasta.

183. Hernández et al. 1995, 65-66.

184. Nuestro agradecimiento al prof. Hernández Vera, responsable de la

excavación por sus informaciones, algunas de ellas inéditas.

185. Los excavadores no ofrecen sus dimensiones.

186. Hernández et al. 1995, 131.

187. Martínez Torrecilla 2000, 67.

188. Martínez Torrecilla 1997, 61; Hernández et al. 1995, 64, sobre el nivel de

fundación, bastante erosionado, en el que aparecieron formas significativas

de TSI. Algunos bloques de cemento destruidos han aportado la misma

cronología.

189. Hernández et al. 1995, 142-154.

190. Iid., 1995, 155-181.

191. Plin. Nat., 3.4.26: en el conuentus Caesaraugustanus, había LV ciudades, de

las cuales 12, privilegiadas son citadas por Plinio, restan 43 estipendiarias,

de las que nos da el nombre de 17.

198 L’AQUITAINE ET L’HISPANIE SEPTENTRIONALE À L’ÉPOQUE JULIO-CLAUDIENNE

aquellos que han podido nominarse gracias a la epigrafía,

como Barbotum, Boletum o Labitolosa.

Muchos de ellos eran centros cívicos preexistentes que

recibieron el rango de capital de ciuitas en la reforma

administrativa augústea, como Andelo, Cara o Bursao, con

un fértil pasado indígena. Pero en algunas zonas

montañosas el urbanismo era escaso. El territorio fue

divididos en ciuitates y las capitales pudieron atribuirse a

pequeños establecimientos o incluso mercados

temporales que comienzan a desarrollarse en época

augústea, como es el caso de Labitolosa.

De las ciuitates stipendiariae citadas por Plinio, muy

pocas han sido excavadas y aún menos aportan datos de

época julio-claudia 192. Se trata de Andelo, Arcobriga, Bursao,

Cara, Pompaelo; las mismas característica jurídicas deben

ser atribuidas a Tritium Magallum, que formarían parte de

las vienticinco cuyo nombre no aparece y cuyos vestigios

nos interesan en estos momentos. Todas estas ciudades se

convertirán en núcleos de derecho latino en época flavia

y muchas alcanzarían el estatuto municipal, corolario de

su romanización, manifestada a lo largo de la época julio-

claudia.

Andelo (Muruzabal de Andión, Navarra)

Aparece citada en Ptolomeo (Ptol. 2.6.66) entre las

ciudades vasconas. El descubrimiento de una placa de

bronce donde se mencionan unos ediles parece confirmar

que la ciudad, como el resto de las comunidades

estipendiarias hispanas, recibió el derecho latino en época

flavia y tal vez el estatuto municipal 193. Numerosos son los

datos conocidos sobre Andelo gracias a las excavaciones

comenzadas en los años 40, pero sobre todo a las

investigaciones que M. A. Mezquíriz realiza desde hace

tiempo 194. La ciudad se asentaba sobre una plataforma en

altura, dominando el espacio circundante. Se aprecian dos

fases romanas de ocupación claramente diferenciadas, una

de época republicana y otra imperial, la mayoría de cuyos

restos se datan entre finales del siglo I y principios del

siglo II.

De la primera, sita en la parte más alta del yacimiento,

se conservan varios muros de casas y pavimentos de opus

signinum, uno de ellos con inscripción en alfabeto ibérico:

likine: abuloraune: ekien: bilbiliars 195, fechables en el siglo I

a.C. y en uso hasta mediados del siglo I d.C. A un segundo

periodo, también en la zona alta, pueden adscribirse varias

casas localizadas en el ángulo sureste de la ciudad,

denominadas “del peristilo”, “del Triunfo de Baco” y una

tercera provista de impluuium y de un sistema de

evacuación de las aguas de lluvia. En la parte media de la

urbe han aparecido restos de calles pavimentadas con

guijarros dispuestos de forma plana.

Las obras públicas conocidas de la ciudad se adscriben

a un momento avanzado del siglo I d.C., como el complejo

sistema de traída de aguas 196. De hecho, según Merquíriz,

la ciudad alcanzó un notable desarrollo en época flavia

traducido en la construcción de la muralla, parte del foro

y el acueducto. El momento de mayor esplendor debió

corresponder a la época de Trajano-Adriano. Al final del

imperio romano la ciudad redujo notablemente su

extensión, sin llegar a abandonarse, ya que continuó

habitada hasta época medieval.

Arcobriga (Monreal de Ariza,

Zaragoza, Aragón)

Sobre Monte Villar, paraje perteneciente al municipio

zaragozano de Monreal de Ariza, se asentó una ciudad

indígena perteneciente a los celtíberos. El núcleo urbano

pervivió: ciudad estipendiaria dependiente judicialmente

de Caesaraugusta 197 en época augústea, adquiriría el

derecho latino en época flavia 198.

Excavada por el Marqués de Cerralbo, sus restos

arquitectónicos son mal conocidos. La ciudad se construyó

sobre una superficie en colina, dividida en tres terrazas. Se

conocen restos republicanos, como las termas. Sin

embargo, pocos son los elementos del siglo I que han sido

exhumados en una ciudad que tuvo poca relevancia en la

época alto-imperial (monedas e inscripciones son

inexistentes). Sin embargo, el estudio de los materiales de

las antiguas excavaciones, dirigido por M. Beltrán 199, ha

puesto de manifiesto el interés y la densidad de su habitat

en la época que nos interesa. Destaquemos el hallazgo de

pinturas del III y IV estilo Pompeyano.

192. Por ejemplo, Segia (Ejea de los Caballeros, Zaragoza, Aragón), inscrita en

la tribu Quirina (Wiegels 1985, 134), fue excavada en la parte más alta del

yacimiento (Lanzarote 1993). Los resultados fueron muy poco explícitos.

193. Merquíriz 1984; Velaza 1998.

194. 1996, 512.

195. Mezquíriz 1991/1992.

196. Ead. 1998, 516.

197. Plinio, Nat., 3.4.24; Pt. 2.6.57; It. Ant. 437.1; 438, 13; Rau. 309.17.

198. Este estatuto, lógico dada la evolución de la zona, encuentra su

constatación tras la publicación de una inscripción en la que aparece un

Arcobrigensis inscrito en la tribu Quirina (Alföldy 2001, 243).

199. Beltrán M. éd. 1987.

LAS CIUDADES ROMANAS DEL VALLE MEDIO DEL EBRO 199

Bursao (Borja, Zaragoza, Aragón)

Otra de las comunidades estipendiarias que hay que

destacar es la antigua Bursao, puesto que entre sus vestigios

sacados a la luz recientemente, existen algunos fechados

en época julio-claudia. Se trata de una domus construida a

mediados del siglo I p.C. que se distribuía en seis estancias

unidas por un pasillo organizado alrededor de un hortus.

Se hallaron también restos musivos y un conjunto de

pintura mural 200. Dichos vestigios surgieron en la ladera

norte del Cerro de La Corona, junto a una torre de la

fortaleza islámica 201, dentro de una estratigrafía que

comprende tres fases de ocupación, una celtibérica, otra

alto-imperial, la que nos interesa, y una tercera tardía,

correspondiente a los siglos IV y V. Señalemos el aparente

abandono de la ocupación a mediado del siglo I como en

otros yacimientos de la zona 202.

Cara (Santacara, Navarra)

Esta localidad es muy conocida como nudo viario de

la vía entre Caesaraugusta y Pompelo 203, sobre todo en el

siglo I, puesto que varios son los miliarios de Tiberio que

la mencionan 204. Las excavaciones llevadas a cabo por M.

A. Merquíriz 205 lo confirman, puesto que han

proporcionado una secuencia cronológica continuada

que va desde el siglo I a.C. al siglo I d.C., momento este

último que nos interesa especialmente. La antigua

población se ubicaba en el mismo solar que la localidad

actual, lo que ha dificultado las investigaciones. Pocos son

los datos arqueológicos exhumados, de los que

hablaremos a continuación. Sin embargo, del desarrollo

económico y urbanístico de Cara habla la presencia en

Tarraco de una flamínica provincial originaria de esta

ciudad 206.

Se observan dos fases cronológicas bien diferencias:

una del siglo I a.C., sobre todo en la ladera 207 y en la

muralla y otra de época imperial que se le superpone y se

extiende por el llano. A la primera pertenece un gran

edificio con pavimentos de opus signinum 208 fechado a

finales del siglo I a.C., que rompe las estructuras

anteriores 209. Este edificio se remodela o cambia en el siglo

I d.C., ya que su materiales de construcción se

reaprovechan en edificaciones posteriores 210. En él se

hallaron molduras, restos de estatuaria 211, fustes de

columna.

En la zona llana de la ciudad se han localizado los restos

de una calle bien enlosada con pasaderas en ambos lados,

así como vestigios de viviendas de planta rectangular o

cuadrada. El trazado de la calle, un decumanus de la ciudad

según su descubridora 212, parece incluirse en un sistema

ortogonal establecido en la parte baja de la ciudad,

mientras que en la zona alta, donde queda el sustrato

prerromano, el trazado no es rectilíneo, adaptándose a la

estructura anterior que sigue vigente en plena época

romana 213.

La ciudad debió contar con momentos de mayor

esplendor a los que pertenecen el edificio, la calle y la

planta de algunas de las casas, cuya cronología puede

remontarse al cambio de Era, llegando hasta el siglo II.

Igualmente se ha detectado una fase de destrucción

atestiguada por los numerosos restos de cenizas aparecidos

en toda la zona excavada 214.

Labitolosa (La Puebla de Castro,

Huesca, Aragón) (fig. 14)

Desconocida en las fuentes literarias, su ubicación en

el Cerro Calvario de dicha localidad oscense pudo

realizarse gracias a un pedestal hallado en el siglo XVI, en

el que se mencionaba a los ciudadanos y a los incolae

Labitolosani (CIL, II, 3008=5837 ). Las excavaciones que

desde 1991 está llevando a cabo un equipo hispano-

francés 215 están permitiendo conocer lo que sería una

pequeña ciudad estipendiaria en época de Augusto que

recibiría el derecho latino en época flavia, junto con el

estatuto municipal, puesto que así lo indica una

inscripción hallada en el transcurso de los trabajos

200. Gómez 1991, 433-436.

201. Dicho castillo había sido interpretado como un castellum romano para la

defensa en la vía del Moncayo, pero que en realidad se trata de una fortaleza

de origen islámico, al igual que los restos de opus quadratum de la Torre del

Pedernal

202. Bona et al. 1979, 80.

203. Rav. 4.43.

204. CIL, II, 4905 y CIL, II, 4904. Sobre el tema, Pérex 1986, 129-130

205. Mezquíriz 1975.

206. CIL, II, 4242.

207. Mezquiriz 1977, 599-608. El poblado se ubicaba en un montículo situado

en el centro de la localidad actual.

208. Junto con cerámica campaniense A y B fechable a comienzos del siglo

I a.C. Mezquíriz 1998, 518.

209. Mezquiriz 1975, 84-109.

210. Pérex 1986, 136.

211. Mezquíriz 1974, 403-404.

212. Ead. 1998, 518.

213. Ibid.

214. Pérex 1986, 137. Esto pudo provocar la regresión y el empobrecimiento de

la ciudad.

215. Magallón et al. 1991; Magallón et al. 1995a; Magallon et al. 1995b;

Magallón & Sillières 1997.

200 L’AQUITAINE ET L’HISPANIE SEPTENTRIONALE À L’ÉPOQUE JULIO-CLAUDIENNE

arqueológicos 216. La topografía se adapta a una situación

en colina con fuerte pendiente. Todos los edificios se

disponen en terrazas. Por el momento, se han descubierto

dos edificios termales (Termas I y Termas II), varias casas

y, sobre todo, parte del foro, concretamente la curia

decorada con una excepcional galería epigráfica. Todos

estos monumentos se asientan sobre vestigios de los

primeros edificios construidos a finales del siglo I a.C. y

la primera mitad del I d.C. Difíciles de interpretar puesto

que sólo conservan una hilada bajo la cimentación de los

edificios posteriores, se puede sugerir que se trataba de

casas y del primer foro.

Estas construcciones se arrasan y se construyen otras

nuevas, más monumentales. La transformación

comenzaría a partir de la segunda mitad del siglo I y se

manifiesta principalmente en los usos arquitectónicos: del

aparejo irregular, se pasa al opus caementicium. Aunque la

fecha concreta está aún en discusión, sobre los años 60

pudieron empezarse a construir las Termas I y un edificio

muy destruido hallado en el foro. El resto de los elementos

urbanísticos son de época flavia, momento de gran

esplendor monumental, o posterior: la ciudad es ahora un

municipio y su aspecto tiene que hacer gala de dicho

estatuto. Entre esta fecha y mediados del siglo II, los

notables locales, algunos de cuyos nombres conocemos a

través de las inscripciones de la curia, participaron

activamente y a sus expensas en el desarrollo de su

ciudad 217. A pesar de todo, el centro urbano no parece

haber sido utilizado más allá de finales del siglo III.

¿El primer foro?

El foro se situaba en una zona central de la ciudad, algo

más llana que el resto. Sin embargo, aún hubo que contruir

una esplanada sostenida por muros de contención. Muy

deteriorado por las terrazas agrícolas modernas, sólo

conserva su parte norte. Allí se descubrió la curia, fechada

a finales del siglo I. Bajo este edificio, se documenta una

serie de estructuras pertenecientes a un primitivo espacio

abierto 218. Se apoyan directamente sobre la roca natural

y están construidas en un aparejo irregular de grandes

cantos ligados con tierra.

En estos momentos, se está excavando una estructura

arquitectónica rectangular de gran tamaño situada junto

a la curia por su parte este, que los investigadores

denominan “Edificio 1”. Orientado también de norte a

sur, mide 18,35 por 15,75 m. A pesar de estar muy

deteriorado, se conservar las primeras hiladas que

sostenían su fachada por el sur, en opus quadratum sin

puerta. La entrada se realizaba probablemente por el este.

El suelo, de opus spicatum, sólo se conserva en la parte norte

del edificio, ya que las terrazas agrícolas lo han roto en el

resto del edificio, bajando el nivel casi hasta la roca natural.

Dicho suelo estaba 1,60 m más alto que el de la vecina

curia, construida más tarde 219. En el ambitus entre el

edificio 1 y la curia permanecían niveles anteriores al

pavimento, cortados por la trinchera de cimentación. Al

construirse esta gran obra probablemente se arrasaron

todos los vestigios del primer foro augústeo, por lo que en

la actualidad los elementos mejor conservados de las

estructuras correspondientes al momento julio-claudio de

la ciudad son los que se encuentran bajo la curia y en el

lado oeste de la misma.

El análisis de dichos restos nos permite afirmar que, sin

duda, se trataba de las estructuras pertenecientes al primer

foro de la ciudad, fechado en la primera mitad del siglo I

y que muy bien puedan corresponder a las pequeñas

estancias o tabernae de un edificio del foro.

Las estructuras domésticas

y la calle del Sector 02 220

Fueron detectadas gracias a un corte estratigráfico

realizado en el límite de una terraza agrícola en la que

sobresalían elementos arquitectónicos. Los restos son muy

pobres y se limitan a parte de los muros de unas casas

abiertas a una calle 221 en dirección E/O. En las viviendas

se encontró bastante mobiliario arqueológico, entre el que

destaca, por su abundancia, la cerámica engobada y la

sigillata itálica, cuyos fragmentos más antiguos son los que

pertenecen a las formas Goudineau 26 y 27; además, han

sido recogidos algunos fragmentos de sigillata hispánica,

entre los que merecen ser destacados dos correspondientes

a vasos de las forma Dragendorff. 27 y 33. Este nivel se

formó inmediatamente después de la construcción de la

casa, es decir, a partir del 10 a. C.-10 d.C. y fue ocupado

al menos hasta fines del siglo I.

216. Navarro & Magallón 1999.

217. Sillières et al. 1995.

218. En las excavaciones de los años 1991 y 1992 se apreció un espacio abierto,

dispuesto sobre el terreno natural cuya cronología, determinada por la

presencia de TSI y otras variedades cerámicas como engobe rojo interno

pompeyano, nos lleva a la primera mitad del siglo I d.C.

219. Magallón et al. 2002; Magallón et al. 2003.

220. Magallón et al. 1991.

221. La calle del sector 02 parece haber sido empedrada en la segunda mitad

del siglo I d.C., atestiguando con ello posiblemente las transformaciones

urbanísticas de la ciudad en época flavia

LAS CIUDADES ROMANAS DEL VALLE MEDIO DEL EBRO 201

Las estructuras domésticas

y la calle bajo las Termas II

Se trata de unos muros descubiertos en las excavaciones

realizadas entre 1997-1998 en las Termas II. La realización

de una terraza agrícola en el siglo XVIII destruyó parte del

conjunto termal llegando incluso a sus cimentaciones.

Surgen así pequeños muros construidos con la misma

técnica que el foro: mampuesto de piedra unido con tierra.

Los restos son visibles bajo el praefurnium, bajo su muro

Este, y en el frigidarium, junto a la pequeña puerta situada

en el ángulo sureste y en el ángulo noroeste de la

habitación. Al parecer, corresponderían a estancias que se

abrían sobre la calle de orientación suroeste/nordeste

hallada en 1996. Podrían pertenecer a casas de dos pisos:

los indicios de ocupación de estas viviendas se encuentran

a un nivel inferior del de circulación de la calle.

Probablemente su puerta y su fachada se abrían sobre otra

calle, paralela a la conocida, pero situada más al oeste y a

un nivel netamente inferior, por lo menos un metro. Hay

que considerar que aún en la actualidad esta zona presenta

una fuerte pendiente, lo que probablemente obligaba a

escalonar las estructuras antiguas.

Las termas I

La realización de varios sondeos en los niveles

pertenecientes a la casa que precedió al edificio termal

permitió conocer las fases de ocupación de dicha vivienda

y observar que se apoyaba sobre un relleno inferior de

nivelación, dispuesto sobre la roca natural para igualar su

superficie, en fuerte pendiente hacia el sur.

Tras arrasar dichas construcciones, se construyeron las

Termas I, tal vez a finales del reinado de Claudio o durante

el de Néron. La cronología de mediados del siglo I que se

les atribue parte de la estratigrafía hallada en tres sondeos

realizados en su límite meridional: el primero, el más

completo, junto a su ábside occidental, está compuesto por

Fig. 14. Plano de Labitolosa (CNRS-IRAA Pau).

202 L’AQUITAINE ET L’HISPANIE SEPTENTRIONALE À L’ÉPOQUE JULIO-CLAUDIENNE

capas de relleno anteriores al balineum en las que aparece

TSI en abundancia, junto con algunos últimos fragmentos

de TSG 222. Sin embargo, la TSH está totalmente ausente.

Además, se halló una moneda de Claudio 223 inserta en el

mortero del hypocaustum.

El edificio termal es rectangular (26 m por 15 m),

alargado de este o oeste. Las estancias se suceden en esta

misma dirección de forma axial: el frigidarium, rectangular

con suelo de opus spicatum (9,50 m de longitud por 7,80 m

de anchura) termina en un ábside meridional en el que se

situaba la piscina fría (4, 40 m de diámetro, cubierto por

estucos en forma de concha). El tepidarium (9,50 m por

4,80 m) ha perdido casi todo el suelo, recubierto por placas

de mármol. La cella soliaris (9,50 m por 50 m) llega a

continuación. El estanque del solium (baño por inmersión,

5,50 m por 70 m) se sitúa contra el muro norte, junto a

la testudo aluei, la caldera que lo calentaba directamente

apoyada sobre el fuego del praefurnium vecino. La cella

soliaris se cierra de forma absidiada por el sur. En dicha

estructura se situaba el labrum para realizar baños por

aspersión. Un segundo ábside se abre a la sala cálida por

el oeste, tambien con restos de un labrum, al parecer

abandonado al construirse el meridional. El praefurnium

ocupa el ángulo noroeste del edificio. Está compuesto por

una parte de servicios, en la que se han encontrado restos

de ceniza y un canal, y el hogar propiamente dicho: un

pasillo ocupado al final por la caldera que, mediante una

placa de bronce, calentaba el agua del solium y el aire del

hypocaustum. Este último elemento se conserva bien en la

parte septentrional de la cella soliaris. Está compuesto por

piletas de ladrillos rectangulares, salvo bajo el solium,

donde el peso del agua exigía arquillos del mismo material.

Las paredes de la cella soliaris y del tepidarium, de opus

quadratum en las hiladas inferiores, presentan canales

tallados en la piedra para dejar pasar el aire caliente,

cubiertos después con losas. Las hiladas superiores, de

mampuesto, también estaban tapadas por losas, separadas

de las paredes por bobinas.

Pompaelo (Pamplona, Navarra)

Como su nombre indica, la ciudad fue fundada por

Pompeyo Magno, probablemente en el 75-74 a.C., durante

su periodo de hibernación en territorio vascón durante el

transcurso del conflicto sertoriano 224, sobre un antiguo

asentamiento indígena. Pervivió, conservando su

organización prerromana con la que aparece indicada en

la obra de Plinio.

En el 57 d.C., Pompaelo realizó un pacto de hospitalidad

en el que la urbe es calificada de ciuitas, sin que sea indicado

status privilegiado alguno. En efecto, la ciudad seguía

siendo estipendiaria, aunque la onomástica de los legati

Pompaelonenses, ya ciudadanos romanos, sea totalmente

latina 225. En estos momentos se estarían construyendo

algunos edificios monumentales en lo que se ha supuesto

que fue el foro 226. La situación política cambió en época

flavia, cuando le fue otorgado el derecho latino y,

seguramente, la carta municipal. Gracias a varios textos

epigráficos, conocemos la identidad de algunos de sus

notables del siglo II 227.

La ocupación continuada del emplazamiento de la

ciudad romana dificulta su conocimiento, que nos llega

de la mano de las investigaciones realizadas por

M. A. Mezquíriz y el equipo del Museo de Navarra desde

1954. La estimación de la extensión de Pompaelo oscila

entre las 6-9 ha 228 y las 12 ha 229. El núcleo indígena estuvo

emplazado sobre una colina, en la que, en la actualidad,

se alzan la catedral y sus calles adyacentes, transformándose

posteriormente en una ciudad a la romana. El cerro está

cortado en sus laterales norte y oeste por el barranco que

forma el río, accidente natural que aumentaba las

posibilidades de defensa del asentamiento.

Lo exhumado en Pompaelo está disperso en el tiempo

y en el espacio, proporcionando una visión difusa de la

ciudad en época julio-claudia: junto a los importantes

restos republicanos 230 y a los del siglo II 231, surgen los

vestigios del foro y de las calles de cronología menos

establecida aunque parece predominar el siglo I.

222. Magallón et al. 1995b.

223. Tipo Libertas Augusta, RIC, I, 69=97.

224. Plut., Sert., 21. “Observando el plano actual de la ciudad se aprecia, al

suroeste de esta zona, una retícula perfecta, que bien pudiera corresponder

a la implantación del campamento militar de Pompeyo”, Mezquíriz 1987, 4.

225. CIL, II, 2958: Sex. Pompeius Nepos y Sergius Crescens.

226. Mezquíriz 1987.

227. Sobre todo de la flamínica provincial Sempronia Fusci f. Placida CIL, II,

4246.

228. Pérex 1986, 199.

229. Mezquíriz 1998, 444.

230. En el año 1972, en el solar del Arcedianato, fueron sacados a la luz restos

de una gran estancia perteneciente a una domus de grandes dimensiones de

tipología itálica con suelos en opus signinum, cuyos elementos materiales

permitían datarla en el siglo I a.C. La murallas no han sido fechados por el

momento (Merquíriz 1983, 277).

231. En el convento de los corazonistas, junto a la iglesia de San Fermín, se

hallaron los restos de una domus de la que se conservaban dos habitaciones

con mosaicos, una cisterna y un lagar: Merquíriz 1978, 22.

LAS CIUDADES ROMANAS DEL VALLE MEDIO DEL EBRO 203

En la actual plaza de la catedral se han centrado la

mayor parte de los trabajos de M. A. Mezquíriz y su equipo.

Allí han aparecido los restos de un pequeño macellum de

planta rectangular con patio porticado rodeado de

tabernae 232. Este descubrimiento, así como el de un

edificio cuadrangular con amplia entrada y columnas, ha

hecho sugerir que se trataba de la zona foral.

Las excavaciones comienzan a mostrar el trazado de la

ciudad: se han identificado dos trozos de calle de 4 m de

anchura en dirección noroeste-sureste en el área del

Arcedianato/Plaza de San José, denominada cardo

maximus por Merquíriz 233. Otro tramo viario de unos

80 m de longitud, pavimentado con lajas, fue descubierto

en las excavaciones del interior de la catedral. Su trazado

difiere ligeramente del anterior, pero se adecua al cauce

del río Arga, lo que permite sugerir que las vías urbanas

no seguían un trazado regular ortogonal sino que se

adecuaban al terreno. Las últimas excavaciones han

exhumado un tercer tramo perpendicular al anterior, que

se une en la plaza de la catedral que se dirigía a la primera

de las calles descubiertas 234.

Tritium Magallum (Tricio, La Rioja)

Desde finales del siglo I, esta ciudad se convirtió en un

importante centro productor de Terra Sigillata Hispánica.

Las prospecciones arqueológicas aportan sin cesar noticias

de la aparición de nuevos talleres, situados en el entorno

próximo la ciudad, lo que haría necesaria la creación de

las infraestructuras suficientes para el desarrollo de ese

comercio, tanto por vía fluvial 235 como por vía terrestre.

Vareia (Varea, La Rioja)

Otros de los núcleos estipendiarios que presentan

restos importantes del siglo I es Vareia, el primer puerto

fluvial aguas arriba del Ebro 236, excavado desde 1979 hasta

nuestros días. A juzgar por los hallazgos, la ciudad romana

de Vareia se desarrollaría durante los siglos I y II d.C.

Algunos investigadores piensan que dicho núcleo romano

nace como consecuencia del abandono del importante

yacimiento urbano indígena de “La Custodia” de Viana

(Navarra), donde se documentan niveles prerromanos que

van del siglo I a.C. hasta inicios del I d.C., momento en

que sus pobladores se verían obligados a trasladarse por

la destrucción violenta del enclave a causa de un incendio,

trasladándose a la otra orilla del Ebro, esto es, a Vareia 237.

La prueba que confirme tal suceso no existe por el

momento.

El horizonte augústeo y julio-claudio aparece bien

definido en los ajuares cerámicos, mientras que casi todos

los vestigios arquitectónicos de esta etapa están cubiertos

o amortizados por las reformas del siglo III 238. De las

estructuras conocidas, destacamos un edificio termal

parcialmente excavado, datado en el siglo I d.C. 239. El

monumento cayó en desuso en el siglo III d.C., momento

en que se produjo el desmonte parcial, la colmatación e

igualación del conjunto para su amortización y utilización

con un nuevo uso. En el siglo IV se observa en Vareia un

resurgimiento 240 del fenómeno urbano, recuperándose el

conjunto termal (VAR XII). A esta época pertenecen

también los cuatro mosaicos hallados hasta el momento

que cubrían los suelos de dicho edificio de baños 241.

En Varea se descubrió una inscripción en la que se

menciona a un legionario perteneciente a una de las

legiones fundadoras de Caesaraugusta. Se trata de

G. Valerius Donatus, soldado de la IV Macedónica 242. Su

presencia se explica, como la de otros legionarios a lo largo

de la Vía del Ebro, por la construcción de la cazada y no,

como han querido ver algunos investigadores, con la

presencia de un campamento en los primeros momentos

del imperio 243.

232. Mezquíriz 1978, 31-32.

233. Ead. 1978, 31.

234. Ead. 1978, 22.

235. Sobre todo por la vía fluvial del Ebro que arrancaba en Vareia para

desembocar en el Mediterráneo.

236. Nat., 3.4.21.

237. Algunos autores piensan que Vareia sería una ciudad romana nacida en

el siglo I a.C. como campamento militar romano, si bien no existe ningún

indicio de ello en fuentes documentales o arqueológicas (Heras & Bastida

1999).

238. Espinosa & Sánchez 1995.

239. Heras & Bastida 1999, 61-72. Ocupa los sectores denominados en las

publicaciones por los equipos sucesivos VAR II, VAR IV y VAR XII. Aún

por terminar de excavar, se han sacado a la luz el hypocaustum de la cella

soliaris, el tepidarium, la natatio del frigidarium, un canal de entrada de aguas

(VAR XII), área de gimnasio o palestra, cocinas (VAR IV), y el área terminal

de un acueducto que suministraría el agua al conjunto (VAR VII-Amp).

240. Recordemos la posición de la ciudad en el sistema de comunicaciones

romanas, a dos o tres días de distancia de los pasos pirenaicos, lo que

propicia en esta zona la presencia de los pueblos bárbaros en el siglo III y

sobre todo en las invasiones del año 409 d.C. que dejaron una profunda

destrucción en la ciudad.

241. A finales del siglo IV o inicios del V d.C. estas termas fueron abandonadas

definitivamente, siendo expoliadas de manera integral en un único

momento.

242. Se piensa que esta inscripción se puede situar en torno al 30/35 d.C.

como fecha más antigua o en cualquier caso entre Tiberio y el 65/70 d.C.

Espinosa 1995, 118.

243. Espinosa 1995, 117. Sobre el trabajo de utilidad pública realizado por los

legionarios, ver Le Roux 1982, 103-109.

204 L’AQUITAINE ET L’HISPANIE SEPTENTRIONALE À L’ÉPOQUE JULIO-CLAUDIENNE

CIUDADES DE DENOMINACIÓN

DESCONOCIDA

Se incluyen en este apartado varios yacimientos de los

que se desconoce el topónimo pero cuyas peculiaridades

arqueológicas demuestran que se trataba de núcleos

urbanos habitados en época julio-claudia. Es probable que

casi todos fueran urbes estipendiarias hasta época flavia.

Sin embargo, la parquedad de los datos arqueológicos que

de ellas se conocen, así como el desconocimiento de la

ubicación de ciudades privilegias como Leonica, obligan a

dejar abierta su clasificación jurídico-política.

Albarracín (Teruel, Aragón)

Una de las pocas posibles dedicatorias a un emperador

julio-claudio, tal vez Claudio o Nerón, fue hallada en

Albarracín, según se desprende del testimonio parcial y

fragmentario del viajero Labaña: la forma que atribuye al

soporte es propia de un pedestal, tanto más cuanto el texto

estaba de dativo 244. Este hecho, junto con la existencia de

inscripciones que presentaban a ciudadanos romanos de

origen indígena inscritos en la Galeria, nos permitió

sugerir la existencia de una ciudad romana en los

alrededores de Albarracín 245. Dicha hipótesis se veía

corroborada por la existencia de una obra de ingeniería

muy importante: el acueducto romano que, desde la

fuente artesiana de Cella, transportaba agua en dirección

de Albarracín. Muy poco estudiado, conserva restos del

canal tallado en la montaña y parte del riuus construido

en mampostería cuando la roca fallaba; en él han sido

encontrados materiales romanos.

El centro urbano podía situarse en el yacimiento de El

Castellar, ubicado en Frías de Albarracín, ya que las

prospecciones realizadas por O. Collado y su equipo le

atribuyen una extensión de 7,5 ha aproximadamente 246.

Además, los materiales recogidos en superficie permiten

precisar su ocupación entre el siglo IV a.C. y el siglo III p.C.

Desconocemos su nombre 247, pero los restos manifestan

su romanización antigua y la existencia de un lugar público

a la romana donde exponer el homenaje a Claudio o

Nerón.

El Palao (Alcañiz, Teruel, Aragón)

Sobre un montículo cercano a esta localidad turolense

se hallan los restos de un importante oppidum ibérico con

posterior ocupación romana 248. Así lo indican los restos

cerámicos descubiertos: los más modernos son

fragmentos de terra sigillata gálica usada entre 35-70 d.C.

y surgieron en la cisterna más importante, que se amortiza

a finales de la época julio-claudia 249. Se desconoce su

nombre, aunque F. Marco y sus colaboradores sugieren

que pudiera tratarse de Osicerda, puesto que en excavación

han aparecido un gran número de piezas monetarias

acuñadas en dicha ceca. Abandonado el yacimiento a

mediados del siglo I p.C., los investigadores sugieren que

sus habitantes se trasladarían a un nuevo emplazamiento,

quizás en las inmediaciones de la Puebla de Hijar.

Recordemos que Osicerda, aún sin localizar, ya emitía

monedas con signario ibérico desde el siglo II a.C. y que

su importancia perduró en época imperial. En efecto,

según Plinio era una ciudad de derecho latino antiguo 250

a comienzos del reinado de Augusto y sus elites llegaron

a ocupar los primeros puestos de la jerarquía provincial

entre finales del siglo I y comienzos del s. II 251. Tuvo por

tanto un desarrollo económico, social y monumental

importante a lo largo de la época julio-claudia, del que

nada conocemos. Recientemente, una inscripción en la

que aparecen mencionados los ciudadanos y los incolae de

Osicerda en un acto evergético de datación imprecisa ha

hecho sugerir que se situaba en torno a la Puebla de

Híjar 252. Pero esto no permite suponer que se trata de un

desplazamiento del núcleo anterior.

El Poyo del Cid (Teruel, Aragón)

En un montículo despoblado, denominado San

Esteban y perteneciente al municipio turolense de El Poyo

del Cid se sitúa un oppidum prerromano cuya ocupación

perdura hasta el reinado de Nerón, según puede

desprenderse de los materiales cerámicos descubiertos en

superficie 253. Su extensión indicaría que se trataba de una

244. Navarro Caballero 1994, n° 2.

245. Ead. 1994, n° 3-4; 8-11 . Navarro & Magallón 1992-1993.

246. Collado 1990.

247. En una publicación propusimos Urbiaca por las medidas viarias, aunque

de momento, las dudas persisten, Navarro & Magallón 1992-1993.

248. Marco 1980, 23-50; Id. 1983, 23-50; Id. 1985, 183-218.

249. Id. 2003.

250. Cf. supra el comentario y la evolución que proponemos para este tipo de

ciudades.

251. L. Cornelius C. f. Gal. Romanus realizó una carrera local en su ciudad y en

la capital provincial a finales del siglo I, principios del siglo II (RIT, 341);

Porcia M. f. Materna fue flamínica de la provincia como esposa que era de L.

Numisius L. f. Pal. Montanus, fue también flamínica de su ciudad, de

Caesaraugusta y de Tarraco sobre el 120 p.C. aproximadamente (RIT, 325).

252. Beltrán Lloris 1996, 287-294; Gimeno & Gimeno 1996.

253. Burillo 1976, 7-14; Burillo 1978, 12-16.

LAS CIUDADES ROMANAS DEL VALLE MEDIO DEL EBRO 205

ciudad. Sin embargo, su identificación con Leonica,

propuesta por algunos autores, es muy dudosa 254.

Nuestra Señora del Pueyo

(Belchite, Zaragoza, Aragón)

Se trata de un yacimiento sin excavar, situado en un

gran cerro amesetado ubicado en las cercanías de Belchite

que algunos identifican con Belia 255, la Beligio

indígena 256.

La prospección superficiel le atribuye entre 6 y 8 ha de

extensión y un ocupación bastante intensa en el siglo I.

Algunos de los restos arquitectónicos visibles en superficie

pudieran pertenecer a un edificio termal. Pero lo

realmente conocido es un conjunto hidráulico situado en

el cercano municipio de Almonacid de la Cuba cuya

función de contención de agua de riego estaría relacionada

con la vida de esta ciudad, cuyo nombre desconocemos.

Se trata de una gran presa realizada en el curso medio

del río Aguasvivas. La obra, entallada en el cauce, consta

de un terraplén aguas abajo y de un paramento compuesto

aguas arriba: la parte inferior es de opus quadratum, a veces

escalonado, y la superior de opus uitatum. Se observa la

presencia de sumideros para dejar pasar el agua y el inicio

de dos riui desde los que se distribuiría el agua a los campos

y a la ciudad. La datación de tan magna obra es difícil,

puesto que no quedan indicios estratigráficos. Las marcas

de las grapas permiten decir a M. Beltrán que el

monumento fue construido en dos fases, una anterior al

reinado de Claudio y otra bajo el gobierno de éste último

y el de su sucesor Nerón 257.

Rivas (Zaragoza, Aragón)

En esta localidad fue hallada una placa de mármol que

cubriría el frente de un pedestal honorífico 258. Presentaba

una dedicatoria al hijo adoptivo de Augusto, Cayo, antes

de ser cónsul, entre el 12 y el 5 a.C. Dicho monumento

debía formar parte de un conjunto más complejo, situado

en un céntrico espacio público, dentro de la series

estatuarias que las ciudades provinciales elevaron a los dos

hijos de Agripa y de Julia, Cayo y Lucio, adoptados por el

emperador. La consolidación del poder imperial pasaba

por la representación dinástica, lo que hizo fielmente la

ciudad situada en los alrededores de esta localidad, de la

que nada más sabemos.

A MODO DE CONCLUSIÓN

Una evolución general de las ciudades

en el valle medio del Ebro

durante la época julio-claudia

Los datos expuestos, numerosos a pesar de las enormes

lagunas existentes, y variados por su naturaleza, convergen

en una certeza: la intensidad de la transformación de las

ciudades del valle medio del Ebro en época julio-claudia.

Si en el siglo I a.C. los aristócratas indígenas comienzar a

construir sus casas a la moda romana 259, esta forma de

vivir se impondrá definitivamente en el cambio de era,

desarrollándose a lo largo del siglo I. Pero, además, desde

época augústea, las ciudades dirigidas por una elite

romanizada, se manifestarán materialmente como

súbditos fieles a Roma y representaciones vivas de la

ideología imperial, como demuestran la plástica que

adoptarán los centros monumentales, tanto en lo que se

refiere a la arquitectura como a la iconografía. Y este

proceso que parece lógico y necesario en las colonias de

Celsa y Caesaraugusta, se demuestra con rotundidad en un

municipio como Bilbilis y se puede intuir en otros como

Turiaso, Calagurris o, posteriormente, en Gracchurris.

Realizada una importante planificación global de los

espacios bajo el gobierno del primer emperador, los

esfuerzos públicos durante las décadas siguientes se

centran en concluir el programa previsto. Pero, además,

los escasos datos de los núcleos más pequeños, aún

estipendiarios, ponen de manifiesto también una ola de

cambio arquitectónico desde época augústea, que se

acentúa a mediados de siglo, como en Labitolosa.

Por tanto, la primera aportación de nuestro trabajo es

una aparente justificación del tema propuesto en este

encuentro científico: en efecto, se puede observar una

relativa lógica monumental y social en el estudio de las

ciudades del valle medio del Ebro en época julio-claudia

o, al menos, mucho más que en otras zonas.

Y esta relativa uniformidad en el proceso de

transformación urbanística, a pesar de la subyacente

diversidad, parte de las condiciones socio-jurídicas

especialmente favorables a la romanización existentes en

la zona, certificadas administrativamente por la reforma

254. Navarro Caballero 1994, p. 45.

255. Ptol. 2.6.62.

256. Beltrán & Viladés 1994.

257. Id. 1994.

258. Beltrán F. et al. 2000, 86. 259. Sillières 2001, 173-185.

206 L’AQUITAINE ET L’HISPANIE SEPTENTRIONALE À L’ÉPOQUE JULIO-CLAUDIENNE

de Augusto. Sabemos que entre el 16 y el 14 a.C., el

emperador estableció la división provincial de Hispania,

al mismo tiempo que el territorio interprovincial se

compartimentaba en ciuitates 260. La elección de dichas

ciudades, así como el emplazamiento de su oppidum

principal y su estatuto jurídico-político, serán el resultado

directo de los acontecimientos bélicos que durante el siglo

I a.C. hicieron de esta zona en algunos momentos el centro

de los conflictos romanos. Las comunidades indígenas y

los emigrantes itálicos asentados aquí participaron

activamente en el conflicto sertoriano y en la Guerra

Civil. No es extraño que las urbes más directamente

afectadas, por tanto, aquellas que sufrieron destrucciones,

desplazamientos y privilegios individuales y colectivos,

según fuera la posición política concreta de los núcleos

locales, de sus dirigentes y de los Italici que se les asociaban,

recibieron el derecho romano que consagraba la

transformación definitiva de la sociedad, sobre todo de la

cultura de sus dirigentes 261. Junto a ellas se erigían las dos

colonias, el modelo romano, implantadas por Roma, que

debían controlar el territorio y que permitían además

resolver el problema del asentamiento veterano, sobre

todo en el caso de Caesaraugusta.

La transformación de los núcleos indígenas en ciudades

romanas, puesto de manifiesto de forma drástica por la

arqueología, comienza muy pronto en el valle del Ebro,

pero las guerras civiles cortarán el proceso, rompiéndolo

en algunos puntos y accelerándolo en otros. Ya no se

tratará de la adopción paulatina de elementos materiales

romanos, sino de la asunción de una forma de cohabitar

que pasará por la vida cívica romana. La epigrafía y la

numismática corroboran la presencia de dirigentes ya

romanos en los principales núcleos urbanos desde época

triunviral. La colonización apoya aún más esta

transformación, cuyo corolario teórico será la

municipalización de época augústea de los principales

núcleos indígenas y cuya manifestación material será la

monumentalización que se observa desde ese mismo

momento en las principales ciudades. Pero dicha

transformación se detecta también en las nuevas pequeñas

capitales de ciuitates stipendiariae. No es de extrañar puesto

que, cercanas a las ciudades privilegiadas, copian modelos

para manifestar un prestigio que acababan de adquirir.

Aunque escasos, los ejemplos mejor conocidos

muestran la repetición de los modelos itálicos, tanto en la

arquitectura pública como privada. Si dichos patrones son

lógicos en una colonia de nueva planta como

Caesaraugusta, son reveladores del proceso progresivo de

aceptación cultural en un municipio como Bilbilis, en el

que se halla el modelo de foro con basílica asociado al

teatro como sede de la devoción debida a la familia

imperial. Porque, en efecto, Augusto y su domus

personificarán en estas ciudades el poder de Roma, como

demuestras inscripciones y conjuntos templarios y

escultóricos en Caesaraugusta, Bilbilis y Turiaso.

Hay que siguir haciendo fuerte hincapié en la

transformación socio-cultural del cuerpo social,

especialmente de sus dirigentes. A pesar de la casi total

ausencia de fuentes epigráficas, la asociación de los datos

numismáticos con las escasas inscripciones conservadas

pone de manifesto el proceso por el que magistrados y

dirigentes se comportan según los cánones conducturales

imperantes en Roma: ciudadanos romanos, su

denominación es totalmente latina y manifiestan cánones

de conducta públicos semejantes a los notables itálicos,

tales como el evergetismo. No en vano, en núcleos como

Bilbilis, Calagurris, Celsa o Caesaraugusta existen familias

que progresan económicamente, participan activamente

en el desarrollo de la vida pública y cuyas aspiraciones

últimas será la de convertirse en elites del Imperio, lo que

conseguirán en época flavia. Ellos dirigieron la

transformación de sus ciuitates y en muchos casos la

sufragaron, como en Bilbilis, ya que dicha imagen pública,

sugerida desde el poder provincial en Tarraco, era su mejor

tarjeta de visita.

No podemos dejar de aludir a la supuesta ruptura del

habitat indígena en época augústea, que preocupa a

numerosos investigadores. Siguiendo una teoría que

emitiera por primera vez F. Burillo 262, por la que los

antiguos establecimientos indígenas se abandonan y Roma

funda otros nuevos, se estableció casi una “proposición de

ley” con escuelas a favor o en contra. Consecuentemente,

cuando un hábitat urbano aparece a comienzos del siglo I,

se intenta buscar desesperadamente el lugar en el que se

situaba la ocupación anterior. Pero, en realidad, se trata

de una búsqueda aislada de su contexto histórico y, por

tanto, poco interesante. Sabemos de antemano que, de

forma cohercitiva o dialogada, Roma influyó en la posición

geográfica de los núcleos urbanos, sin que tengamos

información concreta de cómo se produjo el proceso para

la mayoría de ellos y sin que existiera uniformidad. Pero

no es una idea romana romper con lo anterior, sino

mantener la seguridad del territorio y difundir la urbanitas

como forma de cultura romana. La organización

260. Le Roux 1994.

261. Roddaz 1988. 262. Burillo & Ostalé 1983-1984.

LAS CIUDADES ROMANAS DEL VALLE MEDIO DEL EBRO 207

administrativa establecida por Augusto contó con todos

los factores económicos, sociales y culturales que

favorecían la consecución de estos principios, partiendo

de la situación existente tras el final de las contiendas: se

fundan colonias en lugares estratégicos, se mantienen in

situ las ciudades romanizadas e ideológicamente favorables

como Bilbilis o Calagurris, incluso Bursao, Andelo o Pompaelo

y se utilizan como manifestaciones de grandeza romana,

se desplazan núcleos insalubres a lugares más favorables,

como tal vez en Vareia, e, incluso, designan la ubicación

de nuevas capitales de ciuitates destinadas a controlar el

espacio que las rodeaban, poco urbanizado, como

Labitolosa. Las posibilidades y circunstancias fueron

múltiples, lo que impide emitir conductas normativas.

A pesar de que los datos estratigráficos son cada vez más

numerosos y representativos, no se conoce ningún

conjunto monumental completo fechado en época julio-

claudia en los núcleos estipendiarios: es muy posible que

muchos no petrificaran en tan avanzado momento sus

centros públicos o que, como en el caso de Labitolosa, se

amortizaran en época flavia, momento en el que la

promoción jurídica actuará como impulso de la nueva y

más grandiosa monumentalización; de todos modos,

pocos se han buscado. Insistiremos en el hecho de que

muchas se situaron sobre un núcleo de población

preexistente, a veces con un grado importante de

romanización como Cara o Andelo, pero otras surgieron

casi ex nouo, sobre un lugar estratégico que les permitiera

controlar el territorio de la ciuitas que dirigían y en el que

reunirían a la población rural de los alrededores. En

general, en ambos grupos los elementos materiales y de

arquitectura doméstica descubiertos son totalmente

romanos, como se puede observar en Pompaelo, Bursao o

Cara.

En la mayoría de los casos, las ciudades del valle del

Ebro, ausenten de las fuentes literarias durante el periodo

julio-claudio, alcanzaron el final de dicha época en un

avanzado desarrollo urbano tanto monumental como

socio-económico, sea cual fuere su estatuto. En efecto, el

proceso que parece predominar en ellas es la total

adaptación a la vida romana, con todas las manifestaciones

propias de su adhesión a la causa y el esplendor de sus elites

entregadas al proceso imperial y con el confor que la

ingeniería romana proporcionaba (pensemos en las

cloacas de Pompaelo o en las obras de riego de Gracchurris

o en el acueducto de Albarracín). Sin embargo, es

necesario constatar que, a tenor de lo presentado por el

registro arqueológico, la nueva estabilidad no conviente a

todas las ciudades. El caso de Celsa es el más significativo:

la parte excavada de la ciudad, las grandes casas se

deshabitan en época de Nerón. Otros abandonos se

observan en ciudades más pequeñas como Bursao, El Palao

o El Poyo del Cid. Ante estos hechos detectados

arqueológicamente, surgen las teorías catastrofistas

erigidas de nuevo como una ley: la guerra civil del 68 habría

influido en estos núcleos 263. Emitida la idea, se aplica

directamente al registro arqueológico de forma

apriorística y como de nuevo, en el caso de las fundaciones

de época augústea, las ciudades sufren la guerra y se

desplazan por doquier (de El Palao a La puebla de Hijar

se desplazaría la importante ciudad de Osicerda, sin que

sepamos que contingentes militares causaron tales

desperfectos).

El relato de los acontecimientos no da pie en absoluto

a dicha búsqueda. Además, los trabajos de M. Beltrán

demuestran que Celsa, el ejemplo más significativo, fue

abandonada de forma paulatina y no rotunda, puesto que

siguió viviendo aunque fuera mucho más pequeña. Un

establecimiento urbano, resultado a veces de una decisión

unilateral del poder, vive in fine gracias a sus habitantes.

Diversas circunstancias unidas, sobre todo climáticas,

económicas y sociales, pudieron provocar su abandono, o

al menos, del de las partes urbanas que por el momento

han sido excavadas. Cierto es que la constatación del

llamado abandono sirve para marcar diferencias en el

desarrollo de las capitales de ciuitas en época julio-claudia:

tras su establecimiento durante el reinado de Augusto,

evolucionan hacia la total romanidad o desaparecen.

Para concluir unas últimas palabras sobre las ciudades

del valle medio del Ebro en época julio-claudia,

seguramente la época en la que fueron más creativas,

aquella en la que la mezcla de lo romano y lo indígena

culminó hasta conformar ciudades que miraban a Roma.

Ya no sólo receptoras, fueron partícipes activas de la

creación de una forma de vivir, de la creación de la

sociedad provincial romana.

263. Medrano & Díez 1986.

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