Introducción a Las leyes sociales, de Gabriel Tarde
Transcript of Introducción a Las leyes sociales, de Gabriel Tarde
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Posfacio de Daniel Sazb6n
Prefacio de Bruno Latour
Tr'aducci6n de Eduardo Rinesi
Las leyes sociales e
Gabriel
George Simmel, .616sofo de la vida
Vladimir Jankelevich
Los empleados
Siegfried Kracauer
Pedagogia escolar
Georg Simmel
Los debates de la Dieta Renana
Karl Marx
Construcciones y perspectivas
Siegfried Kracauer
La fotograffa y otros ensayos
Siegfried Kracauer
Escritos politicos
Emile Durkheim
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Dimension C1asica
TEORfA SOCIAL
Lareligi6n Georg Simme/
Volver a La cuesti6n judia
Daniel Bensai'd, Le6n Rozitchner, Karl Marx,
Roman Rosdolski, Bruno Bauer
La Serie Teorfa Social reune obras que son muestras deJ estado la
tente de la modernidad. Si la historia del pensamiento social y hu
man(stico deline6 un conjunto de textos clasicos sobre el legado mo
dernista, a su sombra restan aun por recuperarse contribuciones
incisivas que conservan viva la inquietud sobre los fundarnentos de
nuestro presente.
Director de la serie: Esteban Vernik
1. Henri Mazel, «Apropos de M. Gabriel Tarde», Mercure de France, n° SL julio de 1904; reeditado en Gabriel Tarde, Le» transformation» du rJroit. Eta rJe .1oc10UJgu/lJ£, Parts, Berg, 1994 [1891]. En esta y en todas las citas en las que el idioma de la edici6n de referencia no sea el castellano, la traduc ci6n es del autor.
Efectivamente, entonces Tarde era una de las figuras mas co nocidas en el rnundo intelectual frances: sus libros se traducian a varios idiomas y las reediciones de su obra se sucedian a un ritmo envidiable (w leye.1 sociales se edit6 ocho veces entre 1898 y 1921). Su nombre era indisociable de la crirninologfa cienti'.fica francesa, y su tesis relativa al papel de la imitaci6n en el comportamiento social se cita dentro y fuera de su pafs. Sus trabajos sabre la multitud y el peso de la opinion publica en la polftica modema fueron capitales para el desarrollo de la so ciologia norteamericana. En 1897 Tarde era presentado a las
«Otra luz acaba de apagarse, una de las mas radiantes que haya mos admirado durante este ultimo cuarto de siglo, Desde la des aparici6n de los Taine y los Renan, ningun hombre fue mas re presentativo de nuestro genio nacional que Tarde».1
En julio de 1904, poco despues de! fallecimiento de Gabriel Tarde, una extensa necrol6gica, aparecida en el Mercure de Fran ce, lamentaba su desaparici6n:
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Posfacio La sociologfa de Gabriel Tarde
Daniel Sazbon
juntas en la expansion de la variaci6n universal bajo sus for l? mas individuales y personales mas elevadas, mas amplias y mas a
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~ nexion que establece entre la sociologia, la psicologia, la 't economfa y la filosofla, la vinculacion que se puede establecer ! entre algunos de sus puntos de vista y determinados posiciona ·~ mientos politicos, han conducido a renovar el interes en sus 0 ,g textos. Tarde ha empezado a ser redescubierto como precursor ·~ de los modernos analisis de difusi6n de la informaci6n y las i5 relaciones sociales por las teorfas de redes; como inspirador de
una sociologfa centrada en el papel activo del individuo en cuanto agente creador de la vida colectiva; como au tor de refe rencia para el desarrollo de una «microsociologfa: como ante pasado de la filosoffa de la diferencia deleuziana; como numen tutelar para concebir formas de pensar que posibiliten la diso luci6n de las entidades opresivas de la sociologfa y la politica clasicas, etcetera.
En el contexto de esta «victoria p6stuma» de Tarde, esta edici6n de Lad 'eyu sociales nos brinda la oportunidad de intro ducirnos en la sugerente modalidad que Tarde propane para el analisis del funcionamiento de las sociedades. Este texto, pu blicado originalmente en 1898 a partir de una serie de confe rencias dictadas el afio anterior resume, en palabras de su propio autor, la quintaesencia de sus principales obras de so ciologfa: La.1 leyu oe La imitacidn, La oposicidn. unioervai y La logica social, «tres partes publicadas por separado de un mismo pen samiento»,
Este caracter sintetico de! libro, exposici6n sistematica de ideas desarrolladas extensamente en las publicaciones citadas, hace quizas necesaria, tras su lectura, una breve introducci6n respecto a los elementos principales del pensamiento de Tarde. Este es el objetivo de las lfneas que siguen, a las que agrega mos, adernas de una breve semblanza de su recorrido biografi co, un resumen de los principales modos de reapropiaci6n con ternporaneos de nuestro autor.
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2. «Quelques opinions sur l'ceuvre de H. Taine», Revue 6/anche, n° 13, 1897, p. 284.
3. Lo que incluso ha hecho que algunos autores dijeran que estarfamos en presencia de una «tardomanfa». Vease Eric Alliez, «Difference et repetition de Gabriel Tarde», MultituJe.1, n° 7, diciembre de 2001; David Toews, «The Renaissance of philO<Jophie tm·Jie,uu., The. Wanvu:k Journal of Philo.,ophy, n° 8, 1999 y, de! mismo au tor, « The New Tarde: Sociology after the End of the Social», Throry, Culture d Sociay, vol. 20, n° 5, 2003; la revista danesa DiJ tinktion (n°9, 2004) y laRevueJ'Hi.Jto1ie'Je.1 Science.1Hunuune., (n° 3, 2000) han dedicado nurneros fntcgros a Tarde; Eduardo Viana Vargas, Ante» Tarde Jo que nunca. Gabriel Tarde ea emergencia d04 ciencio.1 <1ociaiJ (Rfo de Janeiro, Con tra Capa, 2000). lndiquemos tambien el capftulo dcdicado a Tarde en la reciente La razdn populista, de Ernesto Laclau (Buenos Aires, FCE, 2005). Bruno Latour y Eric Alliez han sido las rnaximos responsables del movi miento de rescate de Gabriel Tarde; vease infra. En Argentina se ha editado recientemente MonaJo!ogfa y .1ociologla, Buenos Aires, Cactus, 2006.
lectores de la Revue Manche como «el mas brillante interprete de la escuela sociol6gica francesa, a la que ha contribuido dan i dole caracterfsticas propias», honor que no le cabfa a otro cola f borador del mismo mimero, Emile Durkheim. 2 r
Pocos afios despues, su nombre habfa caido en el olvido y la t obra de Tarde parecfa no poder iluminar mas que modesta <f mente el campo de las ciencias sociales. A esta relativa oscuri dad contribuyeron varios factores, entre ellos, quiza de modo decisivo, la polaridad que opusiera sus posturas con las del misrno Durkheim, y la cristalizaci6n de estas ultimas como for ma privilegiada para el estudio de las sociedades. Hasta hace pocos afios, para muchos lectores el mfnimo conocimiento de la sociologfa de Tarde se debfa exclusivamente a las menciones crfticas que le cupieran en las paginas de La 'JiviJwn 'Jel trabajo social ode EL .1aicww.
Sin embargo, desde hace unos afios la figura de Gabriel Tarde vuelve a estar entre nosotros; su obra ha sido reeditada y traducida nuevamente a varios idiomas, yes objeto de home najes que muestran el creciente reconocimiento de su impor tancia.P La actualidad de muchas de sus intuiciones, la co
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6. Tambien colaborara con la Revue u'iconomie politiqu«, la Reva» Scientifique, la Revue Internationale ue Socioloqie, la Revue hktu, la Revue de Mttapbydiq,u et de Morale y, por supuesto, con las Archi,,e.i de L'nnthropol.ogie crimindle, de los que fue codirector.
4. Sufri6 una aguda crisis oftalmol6gica que le impidio, durante unos afios, la exposici6n directa a la luz solar, con recurrentes episod.ios durante el resto de su vida.
5. El maternatico, fil6sofo AntoineAugustin Cournot (18011877), recor dado fundamentalmente por sus trabajos de economfa, intent6 articular en su obra la racionalidad y la determinaci6n de los fen6menos con el espacio del azar y la libertad; este in ten to de conciliar libertad con deter rninisrno, caracterfstico de la epoca, influy6 en autores como Charles Re nouvier y, en cierto sentido, en Henri Bergson. PierreFrancois Maine de Biran (17661824) es considerado como uno de los primeros exponentes de la psicologfa introspectiva en la filosoffa francesa, a partir de las obras de Cabanis y Condillac; su influencia se hizo sentir, sobre todo, en el «neoespiritualismo» de Felix Ravaisson, Emile Boutrouxy Alfred Fouillee, y fundamentalmente en Bergson; vea se J. Alexander Gunn, Mouern French Philo.,ophy: A StuJy of the Development dince Comte, Londres, T. Fisher Unwin, 1921.
::! De esta epoca datan las primeras publicaciones de Tarde, 1 obras literarias ambientadas en su region natal, asf como un ! primer texto fi.losofico dedicado a la obra de Maine de Biran; i3 en 1880 comienza SU colaboracion con la Revue phifo.1ophique, :~ donde publicara regularmente casi hasta su fallecimiento.6
e En estos primeros trabajos Tarde aunara su interes por los O estudios de criminalfstica, por entonces en pleno florecimien
to, con la preocupaci6n por temas de Filosofia, sociologia, psi cologia y economia que le llevaran, desde muy temprano, a afirmar un punto de vista que mantendra esencialmente en toda su obra.
Su nombre comienza a ser conocido como especialista en derecho criminal, yen 1886 editara La crimina/iJa'J comparada, seguida por La fdosofta penal, de 1890; paralelamente, el misrno afio publica su obra sociologica mas conocida, La.1 leye.1 Je la imdacidn, primera parte de esa suerte de trilogia que continua con La Ugu:a social, de 1894, y finaliza dos afios despues con La opo.1u:wn unioersal, y de la que La.1 leye.1 sociales es una sintesis que expone «el vinculo Intimo» que las conecta.
Para entonces Tarde ya casi es una celebridad: gracias a la intervencion de sus conocidos, obtiene un puesto en el Minis terio de .Iusticia que le obligara a abandonar la tranquilidad provinciana de Sarlat para trasladarse a Paris, a lo que solo accede en 1894, tras el fallecimiento de su madre, ocurrido po cos aiios antes. En la capital, adernas de continuar con sus tra bajos como criminalista, Tarde se involucrara activamente en los debates que marcan los comienzos de la sociologfa france sa: miembro del Instituto Internacional de Sociologia (sera vi cepresidente de su Primer Congreso Internacional, en 1894),
Un magistrado de provincias r JeanGabriel de Tarde naci6 en Sarlat, en el Perigord, el 12 de marzo de 1843, unico hijo de una familia nobiliaria tradicional i mente vinculada con la justicia en esa region; su padre, juez de instrucci6n, falleci6 cuando Tarde solo tenfa 7 afios, por lo que 1 fue criado por su madre, hija tarnbien de un magistrado. Edu cado por los jesuitas, sus tempranos problemas de vista, poco despues de terminar sus bachilleratos en letras y en ciencias, le obligaron a pasar gran parte de su tiempo entregado solitaria mente a la meditacion y la lectura en la residencia familiar de verano, en La RoqueGageac;4 en estos afios lee a Antoine Cournot y Maine de Biran, quiza las influencias mas decisivas en su pensamiento.5 Tras estudiar Derecho en Toulouse y Pa ris, donde se establece en 1866, cornenzara enseguida su carre ra en la magistratura de Sarlat, donde radicara durante casi treinta afios, llegando a ser juez de instruccion en 1876; al afio siguiente contrae matrimonio con Marthe BardyDelisle, cuya familia tambien estaba vinculada con la justicia, y con quien tendra tres hijos.
LAS LtYES SOCIALtS
10. Raymond Boudon, «La statistique psychologique ~~ Tarde»,.Anna!eJ in temationales de cruninoloqie, 1964 (reeditado en La cruu de la t1ocwwgla, Bar celona, La.ia, 1974 [1971)).
La obra sociologica de Tarde, en sus propias palabras, es «in separable» de sus trabajos como penalista, dado que «la crirni nologfa no es masque un caso de la sociologfa»; de ahf que sea interesante presentar brevemente su producci6n en este terre no. Por otro lado, su modelo de interpretaci6n del comporta miento colectivo esta directamente vinculado con su experien cia coma magistrado, lo cual no resulta sorprendente en un autor que siempre privilegi6 el contacto inmediato con ~os he chos antes que la construcci6n de grandes modelos teoricos de interpretaci6n. Los rasgos principales del esquema tardeano se pueden rastrear en el ejercicio de su profesi6n de or~gen: la importancia del «contagio» y la «sugesti6n», el enfasis en el caracter imitativo de la conductay la reducci6n de los fen6me nos sociales a sus actores individuales.l''
Los primeros trabajos crirninalfsticos de Tarde seran re censiones de la Hamada «escuela italiana», constituida desde la decada de 1870 alrededor de la producci6n de Cesare Lorn broso, el celebre autor de L'uomo 'rJeLinquente (1876). El criteria lombrosiano, al postular la existencia de regularidades en el comportamiento de los criminales corno producto de de~e~mi naciones extraindividuales, tanto fisicobiol6gicas (el criminal
El Tarde criminalista
: muerte, que le impidi6 concluir una obra sabre el papel de la 1 conversacion en las relaciones sociales, asf como un curso so ! bre «interpsicologfa inlantil», se celebraron homenajes oficia .. ~ les que incluyeron, cinco afios mas tarde, la inauguraci6n de ~ un monumento a su memoria en su ciudad natal, donde fueron ~ e enterrados sus restos. i5
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7. Como el College Libre des Sciences Sociales (y su derivada, la Ecole des Hautes Etudes Sociales), y la Ecole russe des hautes etudes sociales. Como se indica en esta introducci6n, los textos reunidos en Las /eye., JO
ciales corresponden a una serie de conferencias dictadas en el College Libre.
8. Vease George Weisz, L'ideologie republicaine et les sciences sociales. Les durkheimiens et la chaire d'histoire d'economie a la Sorbonne», Re vue /ranfaiJe de socioloqie, «Les durkheimiens», enerornarzo de 1979; sabre Durkheim, vease Steven Lukes, Emile Durkheim. Su vida y Ju obra, Ma drid, Siglo XXI CEIS, 1984 [1973].
9. En 1909 Bergson escribira un prefacio a un libro de! hijo de Gabriel Tarde en homenaje a su padre; ese mismo afio particip6 en la ceremonia de inauguraci6n de un monumento a Tarde en Sarlat.
colaborador de diversas instituciones extrauniversitarias,7 pre sidente de la Sociedad de Sociologfa de Parts (asf como de la Sociedad de Prisiones de esa ciudad), etcetera. Durante estos afios libra su recordado debate con Emile Durkheim, cuya so ciologfa estaba en pleno proceso de incorporaci6n al sistema universitario parisino.8
Los honores se multiplicaran: en 1895 es nombrado Caba llero de la Legion de Honor; en 1900 Tarde, quien nunca habfa ejercido la docencia, obtendra la catedra de Filosoffa Moderna en el College de France (tras su muerte le sucedera Henri Bergson, que tiene fuertes vfnculos con su pensamiento).9 Ese mismo afio ingresa en la Academia de Ciencias Morales y Po lfticas. Mientras, habfa publicado nuevas compilaciones de sus artfculos sociologicos (&aa/.d et mtlange.1 .1ocwlogiqUe.1, 1895; Etu de.J dep.1ycho'ogie.1ociale, 1898), asf como estudios sabre filosoffa penal (Laa tran.1/ormacwne.1 'rJeL derecho, 1895), el papel de las multitudes en el mundo moderno (LaopinufnylarrutLtitu'rJ, 1901) y las relaciones entre psicologfa y economfa (La p.1ycho!ogie eco nomique, 1902).
Asi, Tarde se encontraba modo en la cima de la jerarqufa filos6fica oficial en el momenta de su repentino fallecimiento, el 12 de mayo de 1904, a los 61 afios de edad. Con motivo de su
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mantiene desde 1883 con estos personajes haran de Tarde una figura de referencia en las polemicas internas del grupo, como fue el debate respecto a la eficacia de las penas y la polernica sobre cuales son los factores extraindividuales que conducen al deli to.
En 1887, tras publicar La criminalwad comparada, Tarde co rnenzara su colaboraci6n con losArchive.1 d1anthropolo_9ie crimine Ile, de criminoloqie et de p.1ychologie normale et patboloqique, de los que sera codirector a partir de 1893, junto a Alexandre Lacca sagne. Una verdadera «escuela francesa» de crirninologfa se articulara en torno a ambas figuras polemizando con su par italiana, si bien aiin amistosamente, respecto a la preponderan cia de las explicaciones sociales sobre las biologicas en la deter minacion de la conducta del delincuente.
El enfrentamiento «francoitaliano» estallara en 1889, en el Segundo Congreso de Antropologfa Criminal, en Parts, con Tarde como figura destacada en oposici6n a las tesis de Lom broso y Ferri. El punto principal del diferendo sera el lugar que le cabe a la «responsabilidad moral» en la determinaci6n de los motivos del criminal y, por lo tanto, en la penalizaci6n correspondiente. Desde luego la postura «italiana» es refrac taria a las tesis que presuponen un individuo capaz de elegir «librernente» sus acciones, en lugar de estar constrefiido por factores ambientales o naturales fuera de su control; Tarde, por el contrario, aun compartiendo las crfticas a las tesis del «libre arbitrio», admite un espacio a la responsabilidad, nece sario a sus ojos para la determinaci6n de las penas e impres cindible para mantener la idea de «culpabilidad» en las cien cias penales.
La ruptura entre Tarde y la escuela lornbrosiana, evidente en la mala recepci6n en Italia de sus obras posteriores, como La filo.10/la penal y sus .&t'2w<1 penales y sociale«, sera definitiva. No obstante, los contactos epistolares se mantuvieron: uno de sus interlocutores sera Scipio Sighele, discfpulo de Ferri quien, en 1891, en La folla delinquente, hablara por primera vez de la
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11. Massimo Borlandi, «Tarde et les criminologues italiens de son temps (a partir de sa correspondence inedite ou retrouvee) », Revue J'HiJtoire Ju Sciences Hamaines, n° 3, 2000/2002.
12. «Sur quelques criminalistes italiens de la nouvelle ecole, &vuephiloJophi que, n° 15, 1883; • La statistique criminelle du dern.ier dernisiecle», Reou« philo.,oph0ue, n° 15, 1883.
«nato») como ambientales, rechazaba las tesis tradicionales del «libre albedrfo» en la interpretacion de la conducta del delincuente yen la fijaci6n de su pena, lo que hacfa posi ble su estudio cientffico, imprescindible si se querfa operar sobre sus causas y disminuir su incidencia.11
La distancia de Tarde con el grupo lombrosiano se refiere inicialmente al contenido biol6gico de la caracterizaci6n del «tipo criminal», pero no a su existencia como singularidad an tropol6gica, ni a su caracter «rnonstruoso». Diferenciando el enfoque naturalista del abordaje especfficamente social, Tarde distingue el tipo biol6gicoracial del «tipo profesional», en el que las aptitudes especfficas que caracterizan a los miembros de una misma actividad, a partir de su repeticion rutinaria, pa san a las generaciones siguientes, conformando rasgos anat6 micos reconocibles. Como la criminal no es mas que una espe cie concreta de profesi6n, Tarde coincide con Lombroso en la condicion hereditaria del criminal «nato» pero en el sentido lamarckiano, es decir, por transrnision de caracteres adquiri dos; por lo tanto, su origen es hist6rico y su explicacion «debe ser, ante todo, social».
En 1885, cuando se celebra en Roma el Primer Congreso Internacional de Antropologfa Criminal (al que Tarde no asis te), este ya era conocido en Italia gracias a las recensiones que publica en laRevuephilo.1oph0ue de las obras del trfo director del 6rgano oficial del grupo, el Arcbioio di p.1ichiatria, .1illen.1e penali ed antropoloqia cruninale: Lombroso, Enrico Ferri y Raffaele Garo falo, asf como de! socialista Filippo Turati, y por sus artfculos sobre la estadfstica criminal.12 Las relaciones epistolares que
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Las primeras publicaciones de Tarde sentaron las bases de una sociologfa que fundamentalmente se rnantendra sin grandes cambios a lo largo de su vida. En los seis artfculos publicados entre 1880 y 1884, en las paginas de la Revue pbilosopbique, tres de las cuales luego incorporados, en 1890, en su obra mas irn portante, Leu /,eyeJ de La imitacuin, Tarde presenta las puntos principales de su enfoque: su concepci6n de la ciencia y la re laci6n entre el estudio de las fen6menos naturales y los socia les, par un lado, y la naturaleza del vfnculo que liga a los indi
La critica al organicismo
cion, arrogandose la originalidad de! enfoque sobre las multi tudes. La disputa sera publica: Lombroso publicara un artfcu lo en el Corriere 'Jella sera que merecera una respuesta de Tarde, rechazando las acusaciones de plagio; pocos a:fios despues, el propio Sighele reclamara la paternidad no solo del estudio de las multitudes, sino de la entera psicologfa social. Si bien Tarde evitara continuar con esta disputa, la menci6n a «ciertas insi nuaciones» que se puede leer en Leu /,eyeJ socialee, donde indica la presencia del tema, ya desde sus primeros trabajos, se debe entender como respuesta a estos ataques.
Entonces Tarde ya era una 6gura publica. tras redactar, en 1893, un informe sabre la organizaci6n de la estadistica crimi nal francesa, a petici6n del Ministerio de Justicia, al afio si guiente se traslada a Paris para ocupar el cargo de director de Estadistica Judicial. Era una de las 6guras mas representati vas de la escuela francesa de criminologfa y su consagraci6n definitiva no tardarfa en llegar. Par lo dernas, las polernicas publicas en las que se involucrara Tarde desde entonces ya no estaran ligadas al estudio del comportamiento criminal, sino a las fundamentos mismos de! estudio de lo social, con Emile Durkheim como adversario privilegiado.
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13. EIE,.1ai.1ur/apJycbologiede.1/ouf.e.t (1892), de Henry Fournial, contribuy6 a esta popularizaci6n, incrementada en 1895 por La p,1ycbologie deJ foule« de Gustave Le Bon; vease Susanna Barrows, Miroir.1 dtjormant,1. &fle..wlld Jar la Joule en France it la /i,z du XIXe d1ecle, Parfs, Au bier, 1990.
14. «Les crimes des foules, Arcbive.1 da11tbropologie criminelle, n° 7, 1892; «Foules et sectes au point de vue crirnine]», Reou« deJ Deux MondeJ, no viembre de 1893; «Le public et la foule», Revu« de Paris, 1898.
«psicologfa de la multitud». El libro sera traducido un afio mas tarde en Francia, con una repercusi6n que excedera con creces las fronteras de las estudios penales. 13
Para Sighele, el analisis del comportamiento de un ser co lectivo coma la «rnultitud», entidad distinta a sus partes com ponentes, hace imprescindible la existencia de una ciencia es pecffica, la psicologfa colectiva, herramienta necesaria para el analisis y sabre todo para la acci6n penal y preventiva de ma gistrados y legisladores, apremiados por el panorama de una «crisis social» nombre que agrupa tanto a delitos comunes coma a las cada vez mas importantes protestas obreras que se mani6esta en actos de violencia grupal para cuya represi6n y prevenci6n las instrumentos de la legislaci6n tradicional son, evidentemente, insuficientes.
Tarde ve que esta «psicologfa de las multitudes» esta en lfnea con sus propias ideas sabre el papel de la imitaci6n y la sugesti6n en el comportamiento social, al cual ya habfa com parado con el funcionamiento de la multitud en La /i/0.10/fa penal. La entusiasta recepci6n que hace de la obra de Sighele con quien compartfa la ansiedad generada par la multipli caci6n de episodios violentos protagonizados por huelguis tas y las «sectas anarquistas» se refleja en varios artfculos en las que analiza esies foule« coma penalista preocupado por distinguir un tipo especial de delito, el «crimen de las multitudes». 14
No obstante, cuando Tarde presenta uno de estos trabajos al Tercer Congreso de Antropologfa Criminal, en 1892, desde Italia se le acusara de «despojar» a Sighele de su legftima crea
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16. La exposici6n de Tarde fue «La theorie organique des societes, Annala de l'Institut Internationale de Socioloqie, n° 4, 1897. Sohre el congreso de 1897, vease Daniela S. Barberis, «In Search of an Object: Organicist Sociology and the Reality of Society in FinDeSiecle France», Hi..Jtory of the Human Sciatce», vol. 16, n° 51, 2003.
cuya exposici6n fue una de las mas celebradas, afirmara con satisfacci6n que el organicismo se habfa batido en retirada».16
Pero el claro rechazo de Tarde a la analogfas con las cien cias naturales en el terreno social no le impedira servirse de un elemento central de! evolucionismo darwiniano, la propaqacuia a traves de la diversidad, como rnetafora para captar la esencia rnisma de la vida colectiva: asf como la riqueza de la vida natu ral se explica a partir de mimisculas variaciones individuales, originadas casualmente y luego transrnitidas rnecanicamente, del rnismo modo para Tarde las innovaciones hurnanas son &uto del azar del genio individual, propagadas socialmente a traves de la i.mitaci6n. En uno y otro caso la coherencia resul tante es producto de la variedad desbordante de opciones, de las que algunas son exitosas en su adaptaci6n rnientras que otras desaparecen, incapaces de sobrevivir,
Si por lo tanto, como dira desde entonces en sus diversas obras, en explicita crftica al postulado de Herbert Spencer, el punto de partida se debe buscar en la heterogeneidad de lo existente y no en su homogeneidad, la crftica de Tarde a los modelos naturalistas deriva de su negativa a aceptar la ilusoria claridad con la que pretenden analizar los fen6menos estudia dos, reduciendolos a una sencillez que pierde de vista la esen cial complejidad de la vida. La impugnaci6n de las tesis evo I ucionistas en la historia, ernpefiadas en la busqueda de esa «piedra filosofal» que serfan las !eyes que rigen el desarrollo de las sociedades, se debe entender en el rnismo sentido: en ambos casos la elegancia y simplicidad de las formulas provienen de una abstracci6n que desdeiia la diversidad inherente a la reali dad emplrica. Para Tarde, ya desde sus primeros trabajos, «la
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15. • La croyance et le desir, la possibilire de leur mesure, 1880; «La psycho logie en economie polirique», 1881; «Les traits communs de la nature et de l'histoire», 1882; «L'archeologie et la statistique», 1883 y 6nalmente «Darwinisme nature! et darwinisme social» y «Qu'estce qu'une socie te?», de 1884.
viduos en la vida colectiva, asf como la forma de en tender a su resultante, la sociedad.15
Desde estos primeros trabajos, las crfticas de Tarde apun tan a la idea de que la mayor cientificidad de los estudios socia les suponga la adopci6n de modelos tomados de las ciencias biol6gicas. Por el contrario, las analogfas biologicistas y meca nicistas «intentan esclarecer lo conocido a traves de lo desco nocido», perdiendo de vista la privilegiada ubicaci6n del ob servador de los fen6menos sociales con su objeto de estudio. Mientras que en las ciencias de la naturaleza la observacion se encuentra limitada a totalidades cuyas unidades se nos ocul tan, y de las que nos es imposible percibir masque el fen6meno en su conjunto, sin comprender sus conexiones internas ni las razones de su combinaci6n, en la vida social los elementos pri mordiales, es decir, los individuos, son conocidos por el inves tigador. De ahf que las sociedades sean algo «mucho mas claro y mucho menos complejo que los organismos».
Esta decidida postura re&actaria a la utilizaci6n de pers pectivas naturalistas se debe entender en funci6n del peso ad quirido por el modelo organicista en el campo intelectual Iran ces. Desde mediados del siglo XIX la biologfa disputaba con exito el lugar de la fisica como patr6n de cientificidad para el estudio de! funcionamiento social. Sin embargo, el rechazo a lo que se vefa como un ataque a la libertad y la autonomfa huma nas se traducira en diversas posturas que postularan la irre ductibilidad del comportamiento humano a los fen6menos de la naturaleza, y hacia finales de siglo los ataques contra el mo delo organicista eran la regla. El Tercer Congreso Internacio nal de Sociologfa, en 1897, dej6 en evidencia su ocaso; Tarde,
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Lejos de suponer la irnposibilidad del conocimiento cientifi co del mundo, esto irnplica que se debe partir de aquellos as pectos de la realidad que perrniten la construccion de dichos modelos intelectivos. De ahf que la distincion tardeana sea ta jante: existen «cosas que se repiten y cosas que no se repiten», y la ciencia solo se puede aplicar al estudio de las prirneras, ya que el desarrollo del conocirniento implica el pasaje del criterio cualitativo al cuantitativo para agrupar semejanzas y separar diferencias. A partir de este principio matematizante, que su bordina explicitamente la elucidacion de las causas a la consta tacion y medicion de las regularidades, la tarea consiste en dis cernir en todos los terrenos los elementos pasibles de ser objeto de numerabilidad, a partir de la equivalencia que Tarde postu la muy pronto entre las nociones de cantidad, repeticidn y, funda mentalmente, eemeianza.
De este modo, ante la aparicion de cualquier fenomeno que irrumpe en el terreno empfrico se pueden producir tres posibi lidades logicas: su repeticion, que lo perpetua reproducien dolo; su rechazo, producto de la hostilidad del mundo preexis tente, que puede llevar a su desaparicion: y su transformacion, finalrnente, que le permite adaptarse a las condiciones exterio res. De ahf se derivan las tres grandes principios, las tres llaves con que la ciencia puede tratar de «abrir los arcanos del Uni verso»: repeticuin, oposicidn y adaptacuin, constantes comunes a todos los fenomenos y, por tanto, dimensiones formales de su inteleccion: la existencia de «rasgos comunes de la naturaleza y la historia» remite a la validez universal de estos principios or denadores.
Esta analogfa es matizada por las dos variables prirnordia les para la cornprension del comportamiento humano, objeto de la primera publicacion filosofica de Tarde: en 1880, un artfculo titulado «La creenciay el deseo» postulaba la existen cia de esas dos unicas «cantidades verdaderas» a las que era posible reducir los elementos que conformaban los estados del espfritu. Dichos elementos son componentes primitives no
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17. «Las !eyes son a los fen6menos ... lo que las formas para las moleculas de los seres vivos», «La realite sociale», Revue philo.JophUftte, n° 52, 1901.
Sin embargo, este privilegio del caracter multiple y contradic torio de los objetos de estudio no implica que Tarde niegue la posibilidad de toda perspectiva teorica que supere el terreno de los «hechos»: por el contrario, y como lo prueba el reiterado uso del termino «leyes» en varios titulos de sus obras, su postu ra descansa en la elucidacion de las regularidades profundas que rigen el funcionamiento de la vida de los hombres relacio nados. Si bien todo deterrninismo como el de las «leyes de la historia» es considerado un «resabio teologico» que supone el encadenarniento de los sucesos en secuencias que los antece den, Tarde no discute la existencia de leye.1, sino la relacion entre estos modelos del conocimiento y los objetos sobre los que legislan.
Para Tarde, toda ley es abstraccion modelada de una rei teracion de sucesos, es decir, el producto de un «habito» re petido que encuentra su razon de ser en los fendmenos de los que deriva, es decir, de los que son su aspecto meramente formal. 17 Este privilegio del aspecto factico de la realidad es tudiada por las leyes explica que critique como «idealisrno falsamente racionalista» la pretension de explicar el universo a partir de la aplicacion de leyes. Asf como una curva no es masque un modelo hipotetico construido a partir de elemen tos materiales independientes, el contenido formal de las le yes no nos indica mas que el aspecto «condicional» o «irnpe rativo» del universo, siempre subordinado al plano «positive indicative» del mundo.
Las leyes sociales
diversidad, y no la unidad, es lo que se encuentra en el corazon de las cosas».
Para mostrar de que modo esta «rnicrosociologfa», como la lla mara Deleuze, puede separar esas constantes generales del as pecto concreto que adoptan en la actividad hurnana, Tarde acude a los modelos de la arqueologfa y la estadfstica, en los que se recortan los actos propiamente sociales de los indivi duos que los acnian. El arqueologo, internandose en el pasado remote, desconoce las caracterfsticas especfficas de estos acto res, lo que le coloca de Ueno en el campo de la «sociologfa pura», ya que a sus ojos «la historia consiste en el despliegue de ideas y necesidades originales, es decir de inventos, los «verda deros agentes del progreso humano».
Esta abstracci6n de los actos humanos remotos mas alla de sus protagonistas, que permite «escuchar la rmisica del pasado sin ver la orquesta», tambien se encuentra en la estadfstica, «metodo sociologico por excelencia», que observa los aconteci
Arqueologfa y estadistica
:J Solo desde este angulo los hechos sociales, es decir, los ac 1, tos realizados por los hombres en la sociedad, pueden ser obje ; to de un analisis verdaderamente cientifico; aplicando los tres a principios de repetici6n, oposicion O adaptacion, la ciencia so
.'9 cial puede superar el terreno de los acontecimientos singulares
.~ que le es, por definicion, refractario, sin caer en la engaiiosa a perspectiva que, «a vuelapluma», les impone regularidades que
fuerzan los hechos, ya que no provienen de ellos. La «logica social» no es mas que el resultado de la multiplicidad de las l6gicas individuales armonizadas por la imitaci6n, el equiva lente sociologico del calculo infinitesimal en las maternaticas: en lugar de explicar el detalle concreto por la aplicaci6n de grandes principios universales que rigen la marcha de los aeon tecimientos, se parte del fragmento menudo, de los actos ele mentales, de cuya acumulaci6n e interacci6n derivan los he· chos hist6ricos.
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18. Sohre el espiritualismo en la filosoffa francesa del siglo XIX vease John Brooks III, The Eclect«: Legacy. ACMemic Philruophy and the Human Science.t in N1i1etee11thCentwy France, Associated University Presses, 1998.
solo irreducibles, sino tambien susceptibles de medici6n por O parte de una «psicolfsica» capaz de «cuantificar el alma». Esta r mensurabilidad de ambas nociones, en lfnea con la psicologfa g' filos6fica introspectiva desarrollada por Maine de Biran, con ~ cilia el rechazo espiritualista al materialismo biologicista con la ~ utilizaci6n de los elementos de calculo considerados imprescin 8.. dibles para el conocimiento cientffico, 18 f
La creencia y el deseo son, en el terreno espiritual, el equi valente de las dimensiones del espacio y el tiempo en el mate rial; en Tarde la fuerza estatica de la creenciay la dinamica de! deseo ocupan explfcitamente el lugar que tenfa la Voluntad en el esquema de Schopenhauer, en cuanto principio motriz fun damental de la existencia. Como primigenios elementos men surables se constituyen en el objeto de la ciencia en general, y en particular de la sociologfa, entendida como analisis de las relaciones intermentales por las cuales ambas fuerzas se cornu nican de un individuo a otro.
Para Tarde es esencial adoptar una perspectiva que permi ta apreciar las regularidades formales del comportamiento hu mano mas alla del abigarrado panorama de los hechos hist6ri cos. El ca6tico espectaculo de las acciones de los hombres, su «indigesta incoherencia», irreducible a cualquier pretension de uniformidad, se pueden superar cuando se aprehenden «desde dentro», es decir, descornponiendolos en sus partes constituti vas: se trata siempre de innovaciones, producto de la creativi dad de un individuo determinado es decir, de su deseo>, que son objeto de una reproduccion por parte de sus sernejan tes en virtud de una creencia que amplfan y propaga el efecto de la novedad original. La invencidn y la imuacidn son, por tanto, los elementos primordiales del comportamiento co lectivo.
l M GAORmL TARD!?.
Temporalidad, psicologisrno, heterogeneidad, teleologismo y formalidad son, por tanto, las caracterfsticas mas sobresalien tes de la perspectiva sociologica tardeana, que al mismo tiempo implican una caracterizacion del objeto que cabe estudiar, del que toma sus rasgos. De este modo las partes constitutivas, los individuos, son la unica «realidad» del colectivo social, al que generan a partir de sus interacciones unilaterales o recfprocas,
La sociedad
J gularidadesparaconlirmarla1who,d11i.111w11h 111\11111 ,111.I, ::, esos «rnitos» llamados !eyes naturnle», 1·11 lt111111 d, , ,11, 11tl1, I,, ; como producto de los actos de quicn ·H 1111·011lrn 111u11 ] De todo lo dicho se deducen los trazos l'u11d11111,·11111l1·" d1•I u .g modelo de cientificidad con el que Tardc quicre t•1n:11wip.11 11 11, ~ sociologfa de la tutela de las disciplinas quc csl uclian 1011 1'1·116 c5 menos naturales. Por un lado, al suponer la radical hcrcrog«
neidad constitutiva de toda realidad, toma a las accioncs d · lrn1 individuos como punto de partida ya los fen6menos socialcs como su propagacion amplificada, por lo que el estudio de cs tos ultimas nunca podra estar desligado del terreno de la psico logfa individual, llegando a ser practicamente una derivaci6n de esta, es decir, una «interpsicologfa». Al mismo tiempo, al situar en el centro de! analisis social las innovaciones y propa gaciones de ideas y acciones a lo largo del tiempo, su plantea miento es claramente diacr6nico, poniendo el acento en el ca racter mutable y provisional de la aparente estabilidad de lo real, asf como en la necesaria presencia del elemento teleol6gi co en el ana.lisis del comportamiento de los actores. Por ultimo, el enfasis en las regularidades y en la distinci6n entre los mo des de reiteracion de los sucesos con el piano concrete de su realizacion evidencia la importancia del aspecto formal del mo delo, evidente en las analogfas con la l6gica y las maternaticas.
19. Tarde centra sus crfticas en Adolphe Qu~telet, cuyo DttJydtetmdocioletJe le., lou qui le rtguJe11t, de 1848, anuncia desde el tftulo su prop6sito.
mientos humanos contemporaneos de forma «abstracta e irn 0 personal», sin ocuparse de los individuos sino solo de SUS actos. r
6' Al hacerlo nos muestra el nivel de propagacion alcanzado por ~ una determinada innovacion, los obstaculos que encuentra y f
£° su posible evolucion posterior, equivaliendo de este modo a e una «fisiologfa» de las sociedades; y asi, tambien, la arqueolo !
f gfa es su «paleontologfa». No obstante, Tarde se aparta de los intentos de construir
una «ffsica social» de guienes utilizan las regularidades estadfs ticas de! comportamiento social para sefialar la reproduccion uniforme de determinados actos, i.ndicando que cometen el error de privilegiar solo un aspecto del despliegue de una inno vacion, es decir, sus «rnesetas», desdeiiando sus otras etapas.19
Las lfneas que describe el movimiento de toda novedad en el seno de una sociedad pueden ser ascendentes cuando su difu sion crece, y descendentes en el caso inverso, o bien horizonta les, cuando su empleo se ha estabilizado. Por ello, el «arneseta miento» de las corrientes de propagacion sefiala un punto de equilibria provisional, producto del cruce de la evolucion de distintas innovaciones concurrentes, en mutua cornpeten cia. Antes que reflejar una regularidad «objetiva», son el resul tado circunstancial del choque de las invenciones, y, por tanto, su equilibria siempre es inestable y provisional.
La perspectiva diacronica evita esta distorsi6n, mostrando que dichas mesetas no revelan masque el agotamiento final del recorrido de una idea muy antigua: la regularidad del mimero de bodas, por ejemplo, deriva del hecho de que se trata de un invento de tan ta antigiiedad que su curva ya se ha estabilizado. Si algunas realidades sociales han envejecido, cristalizando hasta tomar una apariencia de fijeza inalterable, esto no impli ca que no existan otras, mas jovenes, en pleno proceso de des pliegue, algo que olvidan quienes pretenden utilizar estas re
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20. Sobre las relaciones entre Durkheim y figuras como Louis Liardy Fer dinand Buisson, veanse las obrasya citadas de Lukesy Weisz. El hijo de Tarde, Alfred de Tarde, fue coautor (con Henri Massis, bajo el seudoni
A mediados de la decada de 1890 Tarde, ya consagrado gracias a una celebridad lograda fuera de! circuito academico, dedica ra varios de sus textos a debatir con un joven y energico Emile Durkheim, que comienza a hacerse conocido en el arnbito uni versitario, entre otras razones a partir de su cornpromiso con las reformas educativas encaradas por la Tercera Repiiblica. 20
El debate con Durkheim
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La tendencia imitativa es innata y conduce a la «simpatfa» por los semejantes; en su origen, es decir, en la familia, empieza como relaciones entre dos personas, el nifio y su madre, para luego extenderse en «sociologfas de 3, de 4, etcetera»; todo ello a medida que el individuo empieza a entrar en cfrculos cada vez mas ampliados, en los que la rnultiplicidad de influencias que recibe le hacen generar su propia individualidad, que pro viene de la diversidad de determinaciones de las que es objeto constantemente. Asf la originalidad individual, generadora de todas las creaciones reproducidas socialmente, esta en el co rnienzo y en el final de la secuencia tardeana,
La naturaleza psicol6gica del todo social explica la resisten cia de Tarde a aceptar las analog:fas con el mundo natural. Le jos de constituir un signo de inferioridad, la conexi6n mental que integra a sus partes es superior al mero agregado rnecanico de las entidades fi'.sicas u organicas: al existir en el interior de cada una de sus partes constitutivas, la sociedad es mas s6lida y resistente que los agrupamientos existentes en la naturale za; y justamente es un signo de evoluci6n, de progreso, este pasaje del lazo ffsicocorporal al nexo mentalespiritual del cual el individuo es resultado ya la vez demostraci6n.
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de esto se desprende el manifiesto rechazo a cualquier inten to de postular la existencia de una entidad colectiva trascen dente de los elementos que la componen: «lQue puede ser la sociedad, abstracci6n hecha de todo,1 los individuos? »,
Para Tarde nada aleja mas a la sociologfa del hecho de constituirse como disciplina cientffica que la postulaci6n de una «realidad social» distinta de la existencia de sus miern bros; dicha «realidad» no es masque un artificio del lenguaje, un recurso poetico utilizado para nombrar un conjunto de in dividuos en relaci6n mutua. Se trata de una «totalidad» que, como resultado, nunca puede ser entendida al margen de sus partes: en rigor, la sociedad ya existe en cada una de ellas, y lo que hace la acci6n de un individuo sabre otro es «exteriorizar» esta realidad interiorizada. Por difusi6n, es decir, por comuni caci6n, «un sentimiento, un principio, un prop6sito, primero individual, se esparce y se generaliza progresivamente» y al hacerlo «se consolida, se opone al yo de cada uno de los asocia dos»; la «apariencia material» que adopta es toda la realidad de esa «coda social».
Producto de la interacci6n de nuestras conciencias, la reali dad social es, por lo tanto, de naturaleza psicol6gica. Sin embar go, no todos nuestros actos son de tipo social: la invencion, la creaci6n original de una idea novedosa, siempre es un produc to individual. La imitaci6n, acci6n socializadora por excelen cia, que reproduce y amplfa el efecto de la innovaci6n ajena, es la fuerza social basica: el ser social es «esencialrnente imita dor», y solo es creador por accidente. Las metaforas de las que se vale Tarde no dejan .lugar a dudas: «La sociedad, es la imita cion», afirma, «y la imitaci6n, es una especie de sonambulis mo». La «sugestion», es decir, la «magnetizaci6n» que ejercen unos pocos hombres «naturalmente prestigiosos» sabre el res to, y la reproducci6n de sus actos por los seres inferiores que los admiran en virtud de su prestigio, es decir, que los imitan, aun cuando creen estar actuando originalmente, esta es la cla ve de la vida colectiva.
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23. «Les deux elements de la sociologies, trabajo presentado en el Primer Congreso Internacional de Sociologfa, 1894, y reeditado en Etu:Je..1 de p.1y cbologi.e social«, Pans, Giard & Briere, 1898, p. 67.
tencia mas alla de los individuos que lo generan.23 La tesis de la exterioridad de los hechos sociales y la correlativa «dualidad absoluta» que se establece entre los hechos colectivos y los in dividuales, remiten a una «teorfa de la emanaci6n» idealista por la cual los hechos sociales son el «modelo superior», la «idea plat6nica» de la que se desprenden sus manifestaciones individuales.
Por el contrario, para Tarde la unica realidad de los fen6 menos sociales es la que le brindan los individuos que los crean y reproducen con su accion continua, y tiene tanto sen tido suponer la existencia de una sociedad mas alla de sus miembros como postular la realidad de costumbres o leyes del pasado que ya nadie practica. La sociedad es tan exterior a sus miembros como una ola en el mar respecto a las gotas de agua que la componen, y la busqueda de un hecho social despojado de realidad individual equivale a tratar de encontrar la «pie dra filosofal».
Por otro lado, el supuesto caracter «coercitivo» de los he chos sociales revelarfa que Durkheim concibe a la sociedad solo desde el punto de vista de una irnposicion forzada, sin ver que las relaciones sociales tambien son el producto de la trans rnision espontanea entre pares, por «absorci6n» de elementos como la nutrici6n para todo ser vivo que, si bien son exte riores al nacer el individuo, rapidamente pasan a formar parte de su interior, transformandose en su realidad mas «Intima», Asi', la educaci6n no implica solo las relaciones entre maestros y alumnos, sino tambien y sobre todo las relaciones «vo luntarias» que se establecen entre los propios escolares.
Un afio despues Tarde vuelve a cruzar armas con Durkheim: esta vez el blanco sera su tesis de la «normalidad» del crimen en la vida social, inadmisible para el penalista de Sarlat. El
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mo de Agathon) de! panfleto L 'e.!pril de la 110uvelle Sorbonne, publicado en 1911, crftica feroz de la «nueva Sorbona» de la Tercera Republica y su sfntesis entre positivismo cientilicista y republicanismo, con Durkheim como figura central de referencia; vease Lukes, op. cil., p. 361.
21. Para el debate entre Durkheim y Tarde, Lukes, op. cil., pp. 304312. Re cordemos que las estadfsticas utilizadas por Durkheim para la redacci6n de! Suici'Jio, publicado en 1897, le fueron proporcionadas por Gabriel Tarde, como director de Estadfstica Judicial desde 1894; vease Massimo Borlandi, «Informaciones sobre la redacci6n de El .11uctdio y el conflicto entre Durkheimy Tarde de 1895 a 1897», REIS, n° 81, 1998.
22. «Questions sociales», Revue pbUOdophi.q~, n° 35, 1893, p. 625.
Si bien tarnbien los distingue una postura mas cercana a la fi losofi'a y con un estilo de exposicion mas literario en Tarde, frente a la agresiva actitud cientificista del soci6logo alsaciano, en la polemica publica entre ambos autores lo que principal mente estara en juego es la forma en que se entiende la socio logfa y la relaci6n entre la sociedady sus miembros.21
La primera obra publicada por Durkheim, su Divifufn de! trabajo social, de 1893, fue resefiada elogiosamente por Tarde, no sin sefialar algunas objeciones. El enfasis en el caracter «tranquilo» de! pasaje de las sociedades tradicionales a las mo dernas hace que Durkheim pierda de vista el papel de lo acci dental y lo irracional en el desarrollo hist6rico, prefiriendo «las formaciones sedirnentarias» a «los levantamientos fgneos»; por otro lado, el desarrollo de la individualidad solo es considerado como resultado del proceso hist6rico y no como su condici6n. Para Tarde, este doble error es producto de una concepci6n del desarrollo de las sociedades a partir de «fuerzas» que se les imponen a sus rniernbros, sin ver el papel activo de las innova ciones individuales, verdaderas generadoras de la division de! trabajo.22
Pero tras la publicaci6n de las Reqla« def nzitodo eocioloqico, donde Durkheim rechaza explfcitarnente el «ingenioso siste ma» tardeano, Tarde critica agresivamente la «ilusion ontolo gica» de suponer que lo social pueda tener algun tipo de exis
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28. A partir de 1898, con la publicaci6n de! artfculo «Representaciones indi viduales y representaciones colectivas»; vease, entre otros, John Brooks III, «Analogy and argumentation in an interdisciplinary context: Durkheim's "individual and collective representations"», HiAory of the Human Sciences, n° 4, 1991.
29. «La realite sociale», op. cit., P: 460; vease la respuesta de Durkheim en Revue pbilosopbique, n° 52, p. 704.
24. «Criminalite et sante sociale», Revuephikophu/lu, n° 39, 1895, P: 157; ree ditado en Etu'JeJ 'Je p,1ychologie sociale, op. cit.
25. Vease, LM regla,1 'Jel meto'Jo .1ociologico, Buenos Aires, Schapire, 1969. 26. Por ejernplo en LM leyeJ sociales, de 1897, y en el pr6logo a la segunda
edici6n de su Logica social, en 1904; Durkheim, por su parte, parece que fue renuente a continuar con esta polemics, vease Lukes, op. cu., P: 306.
27. «Confrontation avec Tarde», reproducido en Emile Durkheim, Textes, Paris, Minuit, 1975, P: 165.
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otro lado, saludara condescendienternente la progresiva irn portancia concedida por Durkheim a la naturaleza «psicologi ca» de la realidad social, 28 a la que entiende como un «acerca miento » a su propia postura.29
Como se aprecia, la discusion principal entre arnbos autores se produce en torno a la relaci6n entre las partes y el todo que conforman, Mientras que la perspectiva durkheimiana privile gia la complejidad del conjunto, como resultado de la agrega cion y combinaci6n de sus componentes, descartando cual quier explicaci6n que lo reduzca a sus elementos primitives, Tarde rechaza como peligroso ejercicio de metahsica reificante el supuesto de partida por el cual una combinatoria o asocia cion de unidades genera un resultado de naturaleza distinta a la original. Frente a la sencillez de lo hornogeneo, la opcion tardeana deriva siempre hacia la diversidad heterogenea que lo constituye.
Del mismo modo, al rechazar la equivalencia entre «nor mal» y «generalidad», pura repeticion eternamente identica, inclinandose por lo «ideal», que «nos llama y nos fuerza a salir de los limites de nuestra naturaleza», el teleologismo de Tarde indica su predilecci6n por una lectura diacr6nica. En cambio, la sincronfa de las explicaciones estructurales que caracterizan a la sociologfa de Durkheim, cuya mirada sobre lo social recor ta ortogonalmente el piano temporal, conduce a que la deter rninacion de las causas de los hechos se imponga sobre las lecturas finalistas. Para Tarde, este excesivo «amor por la uni dad» impide reconocer el papel de la diferencia, por la cual la explicaci6n se debe buscar siempre hacia delante, ya que «el
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problema de fondo esta en la concepc1on de normalidad durkheimiana, que al conhmdirla con el «tipo medio» existen te, es decir, con la generalidad, rebaja lo normal al nivel de la mayorfa de la poblacion, ya que «nada es mas normal que la imperfecci6n».24 El criterio debe ser otro que no remita a las condiciones existentes sino a la finalidad perseguida; «lo nor mal es lo ideal», nunca lo general, y el rechazo de Durkheim a la idea de finalismo es lo que le irnpide reconocerlo.
La negativa de Tarde a aceptar el papel que Durkheim re conoce a la ciencia para determinar estos fines26 motivara una breve respuesta de este ultimo en la que, entre acusaciones de «misticisrno», ubica la rafz de sus diferencias en el hecho de que Tarde «no cree en la ciencia» y que subordina la raz6n «a la sensacion, el instinto, la pasion», es decir, «nuestras partes bajas y oscuras». Tarde, ademas de sefialar el grave error de quienes creen que hacen ciencia cuando en realidad «hacen metaffsica sin buscarlo», contestara defendiendo el fundamen to prerracional de la sociabilidad humana, la «simpatfa innata», producto de que nacemos «con una fuerza de proyecci6n con creta» que nos viene del coraz6n y no de la raz6n.
Segui ran otros ataques tardeanos a Durkheim, 26 incluyen do un tenso debate priblico en la Ecole des Hautes Etudes So ciales parisina, en el que Tarde sefialara que el debate entre ambos se podrfa resumir en la oposicion entre el «realismo escolastico» durkheimiano y su propio «nominalismo», que lo lleva a considerar coma «metahsica» cualquier otra entidad mas alla de las acciones e interacciones entre individuos.27 Por
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31. «Les deux elements de la sociologie ... », op. cit., p. 76. 32. Publicado originalmente como «Les monades et la science sociale», Reoue
Internationale de Socioloqie, y luego en &!Jat,J et melanqe« «ocioloqique», Parts, Storck et Maloine, 1895. Trad. al cast.: MoruuJologfa. y ,1ocw/ogfa., Buenos Aires, Cactus, 2006.
tado de existencia y a proyectarse fuera de sf: este es el papel fundamental de! dedeo.
La crftica al privilegio de la homogeneidad sabre lo hetero geneo implica optar entre dos posturas excluyentes: dado que la 'Jiferencia es el aspecto capital de toda existencia la wenl'wad no es masque un «memento» provisional de ella, para Tarde de lo que se trata es de elegir entre la «fantasmagorfa ontol6gi ca de Durkheim» y su propia hip6tesis a la que, recurriendo a Leibniz, el denomina «neomonadologfa».31 El esfuerzo mas ambicioso de Tarde en este sentido lo encontramos en el ar tfculo «Monadologiay sociologfa», de 1893, el texto que le val dra el elogio entusiasta de Gilles Deleuze y en el que se basa gran parte de las reapropiaciones contemporaneas de la obra tardeana.32
El carnino lo sefiala la ciencia: la qufrnica, la ffsica o la bio logfa, a partir del atomo O de la celula, muestran un identico descenso hacia lo infinitesimal «llave de todo el universe». Como «todo parte de lo infinitesimal, y todo vuelve a el», Tar de encuentra en «lo infinitamente pequefio», lo elemental, «la fuente y el final, la sustancia y la raz6n de todo». Esta «pulve rizacion» de! universo en infinitas realidades va acompaiiada de una concurrente simplificacion de la naturaleza de los prin cipios que permiten su aprehensi6n, un monumo que reduce la clasica dicotomfa entre materiay espfritu a favor de! ultimo de los terrninos. Al misrno tiempo que fracciona al mundo en in finidad de fragmentos, el desarrollo cientffico los dota de au tonomfa y movimiento a traves de una espiritualizaci6n vivifi cadora del universo; se trata de un verdadero psicomorfismo universal.
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30. «Les possibles» (1874), Archi11u J'a11thropologu cruninell«, n° 25, 1910; «L'acrion des faits futurs» rI878], &vuedeMllaphyJUJuutJeMorak, n° 9, 1901.
La referencia al caracter multiple de la existencia, su «varia cion» universal, unica fuente de las regularidades arm6nicas estudiadas por la ciencia, es una constante en el pensamiento de Tarde; sus trabajos mas tempranos se referfan a la relaci6n entre la «potencia» y el «acto», entre las infinitas po.1wiLiJaJe.1 y su necesaria limitaci6n al realizarse.P La exuberante riqueza de las virtualidades siempre se ve empobrecida en su paso a la concreci6n efectiva, dado que la mayorfa de sus opciones se deben abortar para que pueda tener existencia el resto. Ya que «lo realizado no es mas que un fragmento de lo realizable», ya que «el mundo no es mas que la mutilaci6n necesaria del caos», en la base de la necesidad de las «!eyes» que rigen cl comporta miento de lo «real» se halla un fondo primordial de irracionali dad en el terreno de las multiples y caprichosas formas que puede tomar el Universo.
Lo virtual «desborda» la realidad ef ectiva, y todo lo que ocurre es producto del «holocausto» de las alternativas des echadas, porque proviene de una irrefrenable tendencia a la propagaci6n, a la multiplicaci6n, esto es, a la 'lJiferenciacwn, el principio universal que rige el movimiento del mundo, y sin el cual solo se mantendrfa constantemente la inalterable identi dad de lo existente. Por el contrario, el punto de partida (y de llegada) se encuentra siempre en la transformaci6n, el cambio, gracias a la fuerza que impulsa a toda entidad a rebasar su es
La diferencia
ernbrion se explica por el ser complete», y las formas primiti vas de los seres vivas por el resultado de su evo1uci6n.
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34. Este aspecto de la obra de Tarde tuvo gran influencia en la por entonces en formaci6n Escuela de Chicago, en autores como Robert Park (vease su MMJe und Pukl.ikwn, de 1904) y James Mark Baldwin; vease tarnbien Serge Moscovici, La era de /aJ mu!titude.J. Un tratado hiJlorico de p,,icologfa de /aJ maeas, Mexico, Fondo de Cultura Econ6rnica, 1985. Tanto Jurgen Habermas como Paul Lazarsfeld han destacado a Tarde como uno de los prirneros en dedicarse al analisis de la esfera publica.
35. Vease Louise Salmon, «Gabriel Tarde et l'Affaire Dreyfus», Champ penal, diciembre de 2005. Tarde practicarnente no intervino en el caso Dreyfus, limitandose a suscribir el conciliador «Appel a l'Union, contrario al na cionalismo y al antisernitismo de los «antidreyfusards, sin identificarse con el grupo drey./tuard.
El enfasis en la asirnetrfa de las relaciones entre los miembros del conjunto, donde el mayor «prestigio» de una parte le per mite irnponer sus ideas sabre el resto, esta presente en uno de las legados tardeanos que mejor sobrevivieron a su autor, sus analisis sabre la opinion publica.34 Cuando a principios de siglo publica La opinidn y la multitud, reedicion de tres arnculos apa recidos pocos afios antes, su interes en este tema no es casual. La irnportancia de las medias de prensa en la politica moderna habfa quedado de manifiesto para Tarde y sus contempora neos desde 1897, cuando el desarrollo del caso Dreyfus, verdade ro rompeaguas de la vida piiblica francesa de finales del siglo XIX,
suponga la constitucion de dos campos antag6nicos, articulados alrededor de las medias de difusi6n masivos.F
Para Tarde, el interes por el peso de la opinion en las socie dades modernas remite a un tema caracterfstico: el poder de sugesti6n de las elites y la capacidad imitativa de las masas, caracterfstica general de toda vida social. Ya en 1899, en Lad traruformaciones def poder, habfa sefialado que lo que convierte en cormin a un grupo de ideas compartidas es su irnposici6n por parte de un grupo, capaz de dirigir las «multiples corrien tes» de opiniones que se cruzan dentro del conjunto. Sin em
La opinion y el priblico
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33. «En lugar del famoso cogilo ergo sum, dirfa de buen grado: "Deseo, creo, !uego tenqo?»; la sustituci6n tardeana del lema cartesiano se hace eco de la propuesta de Maine de Biran de reemplazarlo por un Volo, ergo eam. que reconociera la centralidad del esfuerzo de la voluntad antes que el de! intelecto para la definici6n del hombre; vease Gunn, op. cit.
Los elementos constitutivos del universe, es decir, las m6 nadas elementales, se comportan coma «agentes» multiples configurando un «politefsrno» infinito y abigarrado. Desde la perspectiva de lo infinitamente pequeiio que adopta Tarde, to dos las fen6menos son «nebulosas» que se pueden resolver en acciones emanadas de una multitud de estos agentes, suerte de «pequefios dioses invisibles e innumerables».
Para explicar el salto de la discontinuidad de las elementos a la apariencia de continuidad que produce su combinaci6n, Tarde acude a una sugestiva metaforizaci6n: se trata siempre del «triunfo» de ciertas monadas, que se imponen subyugando a «un pueblo de rnonadas uniformizadas y esclavizadas», todas ellas «tan avidas coma sus conquistadores de la dorninacion y la asimilacion universales». La sociedad, coma toda asociacion, supone un conjunto de elementos ligados a partir de la tension generada por sus deseos de dominarse mutuarnente.
Se trata de la constante puesta en acto del «hecho univer sal» de lapo.:1uwn, lo que hace que Tarde sugiera la sustituci6n del verbo «ser» por el de «tener», concepto eminentemente re lacional, como base de una nueva metafisica que permita supe rar la tradicional ontologfa sabre la que se basa el modelo de conocimiento. Una «filosoffa del tener» donde la dicotornfa en tre el «ser» y el «no ser» se reemplace por el continua que Ear man los grados de posesion entre las partes. Asf, el modelo relacional tardeano desemboca en el abandono del cogito carte siano y en su punto de partida, el sujeto de conocirniento; los sujetos deseantes y poseyentes se definen no por el «ser», sino por el «tener», no par pensar, sino por desear.33
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37. Al respecto, veanse Moscovici, op. cit. y Christian Borch, «The Exclusion of the Crowd: The Destiny of a Sociological Figure of the Irrational», European Joumal of Social The,,ry, vol. 9, n° 83, 2006.
La clave de lectura que propane Gabriel Tarde para el funcio narniento de la vida colectiva implica una decidida toma de posicion ante la amenaza que supone para el individuo la pre si6n masificante del grupo. Esta postura es evidente en el te mor que le inspiran las multitudes, compartido por conternpo raneos como Sighele o Le Bon. La foule, verdadera «bestia irnpulsiva y manfaca», proviene del descenso evolutivo de los miernbros de todo conj unto cuando acnian de forma colectiva, verificable tanto en especies animales como en los estratos mas altos de las sociedades civilizadas, como Parlamentos y jura dos. En todos los casos, el principio general es que el compues to social presenta un tipo de organizaci6n inferior al de sus miembros ya que, «moral e intelectualmente, los hombres va len menos en 'Jetalfe queen conjanto».37
En terminos generales, para Tarde la oposici6n entre la ru tinaria reproducci6n de lo identico y la imprevisible aparici6n de una novedad remite a la distancia entre la hornogenea repe
En defensa del individuo
privadas, en cafes y salones de reunion, para desembocar luego en esa inmensa multitud «abstracta y soberana» que es la opi nion, supone un desarrollo paralelo en las «transformaciones del poder». Nacido del debate y el intercambio entre pares, verdaderas «fabricas» del poder (donde este se elabora a partir de su «rnateria prima», los habitos de obedienciay credulidad, incorporados desde la vida familiar), al final ese poder adopta la forma caracterfstica en la vida moderna, es decir, el peso de la opinion, que doblega como un huracan a las voluntades mas fuertes, obligandolas a pensar y actuar en su direccion.
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36. Veanse Elihu Katz, «Theorizing Diffusion: Tarde and Sorokin Revisi ted», The Annals of the American AcaJemy, n° 566, noviembre de 1999 y Christian Berch, « Urban Imitations. Tarde's Sociology Revisited», The,,ry, Cul.ture d Sodety, vol. 22, n° 3, 2005. Recordemos que en el mo mento de su muerte Tarde trabajaba en un texto sobre este tema.
bargo, en su nueva obra el papel de la sugesti6n se ve matizado por la progresiva irnportancia que concedera al papel de la co municaci6n y al dialogo corno instancias de sociabilidad. Ese enorme poder que es el «espfritu publico», el estado de opinion, es la resultante magni1icada que el denomina la «relacion social elemental», es decir, la conversacion, objeto creciente del inte res de Tarde hasta sus iiltimos aiios.36
De dialogo en dialogo, en diversos ambitos de reunion pero fundamentalmente a traves de la prensa escrita, el intercambio de opiniones adopta la forma de esa singular multitud dispersa que es la opini6n publica, Para Tarde, el publico lector de un medio de prensa equivale a una multitud, aunque distanciada espacialmente, antes que concentrada en un mismo punto; el mismo principio de sugestion funciona en ambos casos como «accion a distancia» entre emisores y receptores. Sin embargo, el hecho de que el contagio entre sus miembros no suponga contigiiidad ffsica y por lo tanto que la cohesion resultante sea «completamente mental», destaca el caracter «espiritual» del pasaje moderno de la era de las multitudes a la de los publicos.
A traves de los medios de cornunicacion se genera una ver dadera conexion intermental entre los lectores, una «sugesti6n a distancia» que permite que ideas y creencias se reproduzcan y amplfen en cientos de semejantes, aun cuando no sean cons cientes de la influencia que se ejerce sobre ellos. Asf, cualquier lector de un peri6dico esta en conexion con una masa de lecto res similares, en comuni6n espiritual a partir del debate de los rnismos temas.
Esta ampliacion del flujo de la cornunicacion entre los indi viduos, primero disperso y desarticulado, en conversaciones
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39. Vease, Las formas elementala de la vula religl.Oda, Buenos Aires, Schapiro, 1968 (1912].
40. Bruno Latour, «Gabriel Tarde and the End of the Social», en The Social and it,, Problems, Patrick Joyce (comp.), Londres, Routledge, 2002.
Una de las formas mas poderosas de reaparici6n de la figura de Tarde es en cuanto figura tutelar de una suerte de «contra sociologfa» formulada a contrapelo del modelo imperante a partir de finales de! siglo XIX. En la mayoria de los casos, di cha reivindicaci6n ha ido de la mano del convencimiento de las posibilidades transformadoras de esta perspectiva, no solo para las capacidades de analisis del reformulado cuerpo teo rico, sino principalmente respecto a las intervenciones politi cas que el nuevo punto de vista habilitarfa. Esta recuperacion parte de una inversion valorativa por la cual el legado que se quiere ya obsoleto de la sociologi'.a se intenta reemplazar por la alternativa anteriormente desechada. Como plantea uno de Los principales exponentes de este tipo de operacion reivindi cativa, se trata de imaginar a un campo de las ciencias socia les articulado por la senda trazada por Tarde antes que por la de Durkheim.i"
En otras palabras, a partir de la certeza de! nexo indisolu ble que existe entre arnbos esfuerzos transformadores se pos tula la equivalencia entre «cambiar la sociedad» y «rehacer la
Reapropiaciones contemporaneas
forma sirnetrica a la identificaci6n que hara Durkheim entre la posibilidad misma de la clasificacion l6gica y la idea de «totali dad », trans posicion conceptual de la misrna sociedad y verda dero sujeto de pensamiento, 39 para Tarde el pun to de par tida de todo modelo intelectivo esta en la variaci6n universal, es decir, en la multiple heterogeneidad de la existencia, o sea en la diferencia.
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38. Estas expltcitas referencias se encuentran en las cartas de Tarde a Fili ppo Turati (1883) ya Giulio Fioretti (1891), reproducidas en Borlandi, «Tarde et Jes crirninologues italiens de son temps», op. cit.
ticion irnitativa en las sociedades y la manifestaci6n de la capa cidad inventiva del individuo con genio. Esta capacidad creati va individual requiere que el innovador «escape» de la sociedad, si bien solo momentaneamente, ya que «toda sociedad es un mal inevitable». El «horror a todo lo que es imitacion» que ex plicitamente manifiesta Tarde corresponde a su amor por «esas perturbaciones individuales llamadas genio y belleza, talento y virtud, noblezay grandeza», siempre amenazadas por la «inva sion de mediocridad» que supone la nivelaci6n social.38
Esta es la novedad profunda de los tiempos modernos que preocupa a Tarde: el riesgo de la absorci6n de la individuali dad creadora por las mayorfas multitudinarias incapaces, por su propio caracter, de toda iniciativa transformadora y conde nadas a la repeticion o a la destrucci6n. El peligro esta en la posibilidad de una «nivelacion democratica» que arrase con «las cumbres intelectuales y artisticas de la humanidad», y con tra la cual solo su «fuerza de resistencia» puede preservarlas. La insistencia de Tarde en el caracter esencialmente diferen ciado y diverso de la existencia parte de su negativa a aceptar a la sirnilitud como eslabon final de la cadena 16gica o historica. Mientras que la diferencia es «el alfa y el omega» de la vida, la identidad y la repetici6n son sirnplemente un termino medio: «existir es discrepar».
Como hemos visto, la crftica a la reificacion durkheimiana de lo social como exterior a los individuos es solidaria con su irnagen en cuanto restricci6n de la creacion y autonornfa indi viduales, por la cual el lazo social es reducido a mera coercion, sin prestar atencion «a las libres relaciones de los iguales entre sf». Pero todo el modelo de conocimiento que propone Tarde se articula alrededor de esta oposicion entre la homogeneidad uniformizante y la diversidad profunda que la constituye. De
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44. Maurizio Lazzarato, «La Psychologie economique contre l'Economie politique», Muftitude.1, n° 7, diciembre de 2001.
la «sociologfa de lo social», dominante desde el triunfo del mo delo durkheimiano, una «sociologfa de la asociacion» que rei vindica el aspecto abierto y m6vil de los lazos que conectan a las partes. La sustituci6n del «asociar» como verbo constante mente en acto, en lugar del sustantivo «sociedad», al situar en primer piano el caracter permanente activo de los componen tes del conjunto, por el que «hacen» sociedad en todo momen ta, deja muy clara la interseccion entre el interes por la renova ci6n te6rica y la voluntad de intervencion polftica que mu eve a los defensores de estas nuevas perspectivas.
Un parecido privilegio de la dimension creadora del com portamiento humano caracteriza el enfoque de Maurizio Laz zarato, quien utiliza la perspectiva de Tarde para optar por una «psicologfa economica» que destaca el papel productor de las energfas humanas, siempre transformadoras, antes que la mera reproduccidn de las condiciones de la vida colectiva, como hace la economia polftica. Asi, la importancia que brinda Tar de a la invenci6n, la centralidad que tienen la creencia y el de seo en cuanto componentes constitutivos de la vida, el recurso ala cooperaci6ny la comunicaci6n como claves de lectura para captar la complejidad de la economia moderna, sefi.alan el ca mino para superar las limitaciones a que conduce el enfoque tradicional, tanto el liberal clasico como el marxista.44
En cuanto precursor olvidado, Tarde es desempolvado del olvido al que lo habria relegado una demasiado exitosa lfnea catalogada crfticamente «sociologia de lo social». La ya citada preponderancia de la diferencia y la multiplicidad sobre la identidad unitaria, es decir, el enlasis en el caracter de innova ci6n inherente a la actividad humana, son los elementos cons titutivos de este nuevo abordaje, a veces llamado «Teorfa de! actorred» («Actor Network Theory» o «ANT»). De esta ma nera, los analisis tardeanos aparecen citados como referencia
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41. Bruno Latour, Changer de .1oci!t!refaire de la socioloqie, Paris, La Decouver te, 2006 (publicado anteriormente como Rea.1.1embling the Social, Oxford, Oxford University Press, 2005).
42. EricAlliez («The Contemporary: A Roundtable Discussion», The Warwu:k Journal of Philo.Jopby, n° 8, 1999) encuentra en el pasaje descrito por Tarde un momenta fundamental de! desarrollo de la perspectiva deleuziana. Sin embargo, vease Toews, op. cit.
43. «Tarde es el inventor de una microsociologia, a la cual le da toda su ex tension y su alcance», Gilles Deleuze y Felix Guattari, Mil.le plateaux. CapitaliJm.eet.1chi=phr!121L, n°2, Paris, Minuit, 1980.
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sociologfa».41 Este vinculo es simetrico al que ligaria el modelo imperante de desarrollo de las ciencias sociales durante todo el siglo xx con una concepci6n general de «lo social» que, al pri vilegiar su caracter de «realidad exterior» para toda operacion cognoscitiva, petrifica sus caracterfsticas presentes intentando vanamente congelar su caracter intrfnsecarnente mutable.
Ese doble movimiento lleva la marca de Gilles Deleuze, quien tempranamente trat6 de rehabilitar la figura de un Tar de a quien vefa «aplastado por Durkheim y su escuela», y que ya en 1968 publicara una obra con un nombre de ecos tan tardeanos como Diferencia y repeticuin, Deleuze toma de Tarde (en particular de su «rnonadologfa») el punto de partida en la difference antes que en la identidad, para desarrollar a partir de ella una perspectiva gue privilegia la fluidez de los flujos y las iteraciones como estructura profunda de conformaci6n de lo real.42 La filosofia de la multiplicidad y la propagaci6n «ri zornaticas» de Deleuze abreva en fuentes tardeanas y supone una determinada postura poluica a la vez que teorica, como lo refleja la presencia de un «Hornenaje a Gabriel Tarde» en Mil meeetas, dentro del capftulo titulado «Micropolfrica y segmentariedad».43
En este sentido, quienes como Bruno Latour desarrollan esta linea de reapropiaciones de Tarde han intentado desarti cular los presupuestos asociados a la categorfa misma de «lo social» en cuanto «estado de cosas estabilizado», oponiendo a
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9. ~ Principales obras 'Je Gabriel Tarde 3 .,, :: " .. 6,' Q " f .~ 1886 La criminafwad comparada ~ ;;· u .. c 1890 La Philo.1ophie penal« e o ':I ·;;
" c.. 6 1890 LaJ /.eyu de la imitacufn y I.a .1ociol.ogfa f i5
1892 &ttiJioJ penale« y sociales
1893 Lu Transformationa du droit: EtuJe socioloqique
1895 La Lopique sociale
1895 EMaiJ et mtlangu .1ociol.ogi,quu
1897 L'Oppo.1ilion uni11er.1eLu: EJJai d'une thtorie du contraires
1898 Etudu de. p.1ychologie sociale
1898 LaJ /.eyu sociales
1899 Lu Transformations du pouvoir
1901 La opinion y I.a multitu'J
1902 P,1ychol.ogie economique
45. Veanse Elihu Katz, op. cit. y Paul Marsden, «Forefathers of Memetics: Gabriel Tarde and the Laws of Imitation», Journal of Memetic.J, n° 4, 2000; el historiador Robert Darnton ha utilizado a Tarde para analizar la pro pagaci6n de rurnores en el siglo XVIII: «An Early Information Society; News and Media in EighteenthCentury Paris, American Historical &viltw, vol. 105, n° 1, 1999.
46. Petit Lexique pbilosopbiqu« de l'anarcbiame, de Daniel Colson, Paris, LGF, Livre de poche, 2001. Veanse las crfticas de Eduardo Colombo, «A pro pos du Petit Lexique phil.o.10phU7tte de L'anarchi<1me de Daniel Colson», Refrac tw11<1, n° 8, 2005, y la respuesta del autor en el misrno mimero.
lejana de las modernas «teorfas de difusi6n» de la informaci6n, actualrnente en boga a partir del desarrollo de las redes virtua les en el ciberespacio.45
Por otro lado, la revalorizaci6n de su legado fundamentara la opci6n que hace de la «multitud» el sujeto politico contem poraneo por excelencia tras haber sustituido a la antigua tras cendencia de «lo social» por redes de interconexiones que no «forman» sociedad (en el sentido de resolverse en una totali dad situada «mas alla» de sf mismos) sino que, antes bien, Jon sociedad por su misma multiplicidad e interconectabilidad. Esta politicidad en las lecturas actuales de Tarde queda expre sada adecuadamente por la presencia de su rostro en la porta da de un recientemente aparecido Pequeno lexico filo.1tfjico deL anarquismo, formando una cadena de referencias que lo articu Iana, entre otros, con Proudhon y Bakunin.46
Si bien no deja de resultar llamativa la absorci6n del con servador magistrado de Sarlat, tan preocupado por alertar contra los crfmenes de las «multitudes anarquistas» de su epo ca, por quienes se presentan como exponentes de las versiones mas avanzadas del pensamiento libertario contemporaneo, to das estas reapropiaciones rnuestran la actualidad y pregnancia de su pensamiento. Al margen de las polaridades que han rnarca do su recepcion, la obra de Gabriel Tarde mantiene vigente su capacidad para iluminar el carnino hacia una mejor cornpren si6n de la naturaleza de la vida colectiva.
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