¿Es o no ética la pena de muerte?

21
ENSAYO ¿ES O NO ÉTICA LA PENA DE MUERTE? POR CLAUDIO ANDERSEN LUIS CURSO: FILOSOFÍA DE LA MUERTE PROFESOR: GUIDO LARSON JULIO 2014 ¿Es o no ética la pena de muerte?

Transcript of ¿Es o no ética la pena de muerte?

ENSAYO

¿ES O NO ÉTICA LA PENA DE MUERTE?

POR

CLAUDIO ANDERSEN LUIS

CURSO: FILOSOFÍA DE LA MUERTE

PROFESOR: GUIDO LARSON

JULIO 2014

¿Es o no ética la pena de muerte?

  1  

Ensayo del curso “La Filosofía de la muerte”

Introducción En el curso de Filosofía de la muerte, hemos analizado algunos casos, en los cuales la

muerte no sobreviene en forma natural, sino por la acción de terceros, como son los casos

en los temas del aborto, y eutanasia, o también por decisión propia en el caso del suicidio,

por ello, en este ensayo se pretende analizar otro caso, en el cual la muerte es también

ocasionada por la acción de terceros, en contra de la propia voluntad del afectado, tal es el

caso particular de la pena de muerte.

La pena de muerte, ha estado presente a lo largo de toda la historia de la humanidad,

constituyéndose como parte integral en la legislación de las diversas culturas y sociedades,

es así, como en el tiempo actual, observamos que aún no ha sido erradicada, estando

presente en sociedades tan desarrolladas como los Estados Unidos y en otros mas de 60

Estados en el mundo, donde China es la que más aplica esta sanción con cerca de 2000

ejecuciones al año.

Cuando nos referimos a la pena de muerte, no se trata de un simple quitar la vida arbitrario

como acto de libertad, ejercido contra la libertad y vida de otra persona, sino de un acto

amparado por la legislación, de una sociedad determinada. Al constituirse como parte de la

moral de esa sociedad involucrada, surgen diferentes puntos de vista, dentro del ámbito

filosófico, religioso, o político que cuestionan o aprueban la pena de muerte como solución

compensatoria a una gravísima falta a la sociedad.

Frente a este escenario cabe preguntarse:

1- ¿ Qué análisis éticos se pueden hacer sobre la pena de muerte?

2- ¿Qué deberes morales se cumplen con la pena de muerte?

3- ¿Qué posibles soluciones alternativas se podrían pensar en reemplazo de esta pena?

4- ¿Qué papel juega el inculpado frente a su pena?

Fundamentos

  2  

Para intentar contestar estas preguntas y otras que surgirán en este ensayo, se ha basado la

argumentación, principalmente en los análisis de dos importantes pensadores en el tema de

la pena de muerte, teniendo ellos posiciones disimiles, uno a favor y el otro en contra.

Niceto Blázquez Fernández destacado filósofo y teólogo español profesor de Derecho

natural del Instituto Pontificio de Filosofía de Madrid, miembro de la Sociedad Española de

Filosofía, quien figura entre los autores que más han estudiado a San Agustín y Santo

Tomás de Aquino, sus ámbitos de interés están focalizados en la filosofía agustiniana, la

bioética y los derechos humanos, con varias obras dedicadas a estos temas. Este autor

percibe en la pena de muerte y en las legislaciones que la contemplan una fuerte conexión

con el deseo de venganza manifestándose totalmente en contra de la misma.

El segundo autor que hacemos referencia, en la posición contraria de apoyo a la pena de

muerte, es Ernest Van den Haag, interesante personaje, nacido en Holanda en 1914, quien

luego de una azarosa vida juvenil por Italia, Suiza, Francia, España y Portugal, viajó a los

Estados Unidos, donde ingresó a la Universidad de Iowa, a estudiar Economía obteniendo

su master en 1942. En ese año conoció al afamado filósofo social Sidney Hook, con quien

tuvo un trato muy beneficioso para su formación posterior. Luego de trabajar como

docente universitario en el Hofstra College de Nueva York, en cuestiones de Psicología y

Sociología, en el año 1952 obtuvo su doctorado en economía en la Universidad de Nueva

York. En 1956 escribe su primer libro Education as an Industry y en 1957 es coautor de un

manual de sociología The Fabric of Society, y ese mismo año colabora como articulista y

consultor en la National Review, donde escribe cientos de artículos. Entre sus principales

obras posteriores se encuentran, On Deterrence and the Death Penalty; The Death Penalty

escrita junto a John.P.Conrad, A Debate, y su principal obra, Punishing Criminals (1975),

la que lo lanzó a la fama como experto en el debate sobre la pena de muerte. De allí se va

transformando en un experto sobre el tema, siendo consultor a nivel internacional e invitado

emérito en múltiples universidades a dar conferencias, obteniendo una gran cantidad de

títulos y nombramientos en su vida profesional hasta fallecer en el año 2002. Por todo ello

este referente es hoy uno de los mas recurridos en el tema.

En primera instancia deberíamos definir ¿qué se entiende por pena de muerte?; Niceto

Blázquez la define de la siguiente manera:

  3  

“Se entiende la pena de muerte en sentido estrictamente jurídico, en el contexto del derecho

penal, como castigo que confiere la suprema autoridad de una sociedad legítimamente

constituida a determinados malhechores, de acuerdo con unas leyes establecidas en nombre

de la estricta justicia y del bien común”. 1

Para Van den Haag, “La pena es una privación o sufrimiento impuesto por un tribunal como retribución por haber violado la ley”2.

Haremos a continuación para situarnos en el tema, un breve recuento histórico, ligado

principalmente a la religión de los pueblos, donde se ha aplicado la pena de muerte, a

modo de observar como en las distintas épocas la moral y las sociedades resolvieron esta

situación.

Niceto Blázquez hace un estudio del antiguo testamento, tomando los capítulos 21 y 22 del

Éxodo y el capítulo 20 del Levítico, donde se prescribe la pena capital para diversos delitos,

de allí se formula la ley del Talión. En esta ley se refleja la influencia de las culturas de

venganza presente en los pueblos vecinos a los israelitas, más adelante en el tiempo con la

aparición de los profetas, se produce una atenuación de este castigo, al respecto Blázquez

concluye: “según la biblia, el respeto al hombre y a su vida están en proporción directa con la

idea mas o menos elevada que los hombres tenían de Dios.” 3

En el Nuevo Testamento, de la lectura de sus textos, la conclusión inmediata que se deduce,

es que las penas capitales establecidas en el Antiguo Testamento, son literalmente

suprimidas por Jesucristo. La nueva ley que Jesús trae consigo se puede resumir en el

Sermón de la Montaña, y se basa en dos principios fundamentales, incompatible con el

espíritu marcadamente vengativo de la pena capital: “el amor a Dios con todo el Ser, y el

amor al prójimo como a nosotros mismos”. Este es el mandato de la caridad cristiana, cuya

esencia consiste en perdonar la enemigo en esta vida hasta el extremo de ofrendar la vida

propia. Ahora bien, el perdón hasta ese punto resulta incompatible con la pena de muerte.

                                                                                                               1  Blázquez  Fernández, N., Pena de muerte, San Pablo, Madrid 1994 p.7         2    Ernest Van den Haag, Punishing Criminals, Basics Books Inc. New York 1975 p.8 3  Blázquez  Fernández, N., Pena de muerte, San Pablo, Madrid 1994 pp. 11-12

  4  

Dios perdonará nuestros pecados en la medida en que nosotros hayamos perdonado a los

que nos han ofendido. 4

Según Blázquez todas las dudas y reacciones contra la presunta validez ética de la pena de

muerte, se producen por la incidencia del cristianismo en la historia. Con la Nueva Ley,

impuesta por Jesucristo, queda suprimida la ley semita del talión, incompatible con el

nuevo mandato del perdón, a sus enemigos. Fueron así los cristianos los que comenzaron a

cuestionar de una manera radical y metafísica la ética de la pena de muerte, en nombre del

cristianismo.5

Siguiendo en nuestro análisis, para determinar los aspectos éticos y morales que se

involucran en la pena de muerte, cabe destacar aquellos juicios aparentemente injustos

contra inocentes, acaecidos en la historia, donde se destacan especialmente dos casos que

marcaron hitos importantes en la historia de la humanidad, nos referimos a los casos de

Sócrates y Jesús.

En el caso de Sócrates, aparte de las múltiples acusaciones por haber cometido

supuestamente una serie de delitos, la más importante fue la acusación del ciudadano

Meleto en cuya declaración denunció que Sócrates había violado la ley, al no cumplir sus

obligaciones religiosas con el panteón ateniense y por introducir nuevas divinidades,

además lo acusó de un segundo crimen al definirlo como un corruptor de la moral de la

juventud. Meleto con esta acusación pidió la pena de muerte para Sócrates.

En primera instancia Sócrates quiso defenderse utilizando su propia técnica llamada

mayéutica, la que usaba con sus discípulos, respondiendo con preguntas a las acusaciones

de Meleto, pero no fue suficiente, pues igual 280 personas le condenaron de un total de 501

miembros del jurado. Luego de este juicio solo faltaba dictar la sentencia, donde

nuevamente Sócrates tendría alguna posibilidad de defenderse, y solicitar por ejemplo el

destierro o una multa, sin embargo sus argumentos fueron débiles pues insistió en pagar

una multa ridícula, ya que su misión filosófica tenía muy poco valor para el estado (ironía).

                                                                                                               4  Blázquez  Fernández, N., Estado de derecho y pena de muerte, Noticias, Madrid 1989 pp. 55-56 5  Blázquez F., Estado de derecho y pena de muerte ..….p.53

  5  

Esto produjo en el jurado mucha ofuscación, consiguiendo que 320 miembros votaran por

la pena de muerte, en base a beber el veneno de la cicuta.

Nos preguntamos: ¿fue justo o injusto el juicio y condena a muerte de Sócrates?

Este juicio y condena a muerte de un personaje de la altura de Sócrates, y de lo que ha

significado su pensamiento en la historia universal, sin duda hace pensar a primera vista

que se cometió una gran injusticia de parte de la sociedad de esa época, y es así como se

constata también en la bibliografía, especialmente en los temas de historia y derecho, donde

se presenta este juicio como una farsa perpetrada por los poderosos de Atenas, para

eliminar a un crítico de los sistemas y política imperante.

Sobre el porqué de esta condena a muerte se han vertido muchas opiniones a través del

tiempo, entre las cuales se pueden mencionar algunas como por ejemplo 6:

1.- Que Sócrates fue víctima de los sofistas, sus enemigos declarados

2.- Que al defenderse con su método de mayéutica expuso a muchas personas en forma

publica, produciendo la ira de los mismos.

3.- Sócrates quiso ser leal a sus principios y a las leyes de Atenas, que el mismo había

defendido, y que daban la identidad a la ciudad, sosteniendo la vida de los ciudadanos.

4.- Sócrates había criticado la tiranía de Critias, quien había sido su discípulo

5.- Para muchos Sócrates era considerado un sofista más, y como ellos enseñaban el

escepticismo y relativismo moral, eran considerados por los atenienses como los causantes

de las desgracias y desintegración social que había sufrido la ciudad en los últimos años.

6.- Sócrates colaboraba con los aristócratas, los cuales se oponían a los demócratas

atenienses.

En general estas opiniones tratan de reflejar que su juicio fue injusto, ligado a intereses

colectivos o individuales de sus jueces.

Para el filósofo alemán G.W.F. Hegel, en su obra “Lecciones sobre la filosofía de la

Historia Universal”,7 trata este caso como una tragedia, en la cual ambas partes Sócrates y

los atenienses, tenían su propio derecho, por lo tanto, su condena puede aparecer como una

injusticia, porque Sócrates había cumplido sus deberes para con la patria y había abierto a

su pueblo un mundo interior nuevo. Los atenienses por su parte, encontraban que esta                                                                                                                6  http://eudoroterrones.blogspot.com/2009/03/acusacion-­‐defensa-­‐condena-­‐y-­‐muerte-­‐de.html  7 G.W.F. Hegel, “Lecciones sobre la filosofía de la historia Universal” Revista de Occidente S.A. 3º edición Madrid 1953 Tomo II p. 160

  6  

interioridad, este pensar, debilitaban la autoridad de la ley del Estado y su poder. Por lo

tanto, por muy justificado que estuviera Sócrates, tan justificados estaban sus detractores,

pues para ellos Sócrates significaba un principio revolucionario para el mundo griego, con

ello la condena mirada de esta forma para el pueblo ateniense fue de suma justicia. Hegel

dice:

“Por alta que fuera la justicia de Sócrates, no menos alta fue la del pueblo ateniense,

condenando a muerte al destructor de su eticidad. Ambas partes tenían razón. Sócrates no

murió pues inocente”.

Una opinión mas actualizada, similar a la de G.F. Hegel, la tenemos con Paul Cartledge,8

catedrático y historiador de la Universidad de Cambridge, en su libro “Ancient Greek

Political Thought in Practice”, donde afirma que el juicio de Sócrates fue un ejemplo de

justicia y democracia a la ateniense.

Paul Cartledge afirma sus argumentos, explicando que la sociedad ateniense era una

democracia única entre todas las polis griegas. En esta democracia participaban una buena

cantidad de ciudadanos notables donde se discutía no solo las acciones políticas sino

también ellos mismos administraban la justicia, de esta forma cualquier ciudadano podía

iniciar alguna acusación, la que luego de ser discutida y defendida se dictaminaba mediante

una votación, afirma que fue el desprecio de Sócrates a la religión, el que le llevó a su

condena, la ciudad griega es una entidad viva colocada bajo la protección segura de los

dioses, que no la abandonarán mientras ella no los deje de lado; así cuando Meleto acusa a

Sócrates de descuidar sus obligaciones religiosas y de corromper a la juventud, está

señalando a un personaje muy conocido que está repudiando a los dioses y que pretende

traer a la ciudad nuevas y desconocidas divinidades, lo cual era otro temor para esta

comunidad cerrada, que veía en cada novedad una amenaza al orden establecido. Fue esta

combinación entre participación democrática y miedo religioso la clave del proceso

judicial, y en definitiva Sócrates sufrió la desconfianza de su sociedad, a quienes le

disgustaba su actitud hacia Atenas y la religión establecida.

Volviendo a la pregunta original, si el juicio de Sócrates fue justo o injusto, podemos

concluir que depende del punto de vista desde donde se mire, de acuerdo a la moral de la

                                                                                                               8  Paul Cartledge, Ancient Greek Political Thought in Practice, Cambridge University Press, 2009 pp.76-90

  7  

época en que estos hechos ocurrieron. Si tomamos solo criterios éticos posterior a los

hechos en el transcurso de la historia, se consideró siempre como una tremenda injusticia

hacia un hombre tan notable como Sócrates, pero al parecer se obviaron en esta

observación la moral del pueblo ateniense de la época.

Respecto al caso de la condena de Jesús, de acuerdo a los evangelios los historiadores

coinciden en que fueron seis los puntos críticos que llevaron a Jesús a su pena de muerte en

forma injusta e ilegal.

1.- (Marcos 14:1, Juan (11:50) ; Aún antes que el juicio de Jesús comenzara, ya se había

determinado que Jesús debía morir.

2.- (Mateo 26:59) ; Se buscaron falsos testigos para acusar a Jesús

3.- (Lucas 22:67-71); No se buscó ni se le permitió defensa legal a Jesús

4.- (Marcos 14:53-65); El juicio de Jesús se llevó a cabo durante la noche

5.- (Mateo 26:63-66); El Sumo Sacerdote puso a Jesús bajo juramento, pero luego lo

incriminó por lo que dijo.

6.- (Marcos 14:43-65); Casos en los que había cargos de tal magnitud, eran juzgados

solamente en el Sanedrín (lugar de reunión del alto consejo) y no en la casa del sumo

sacerdote.

Los líderes religiosos, tenían una obsesión ciega de ver morir a Jesús, por ello no trepidaron

en pervertir la justicia, sin tomar en cuenta que habían sido elegidos para protegerla.

Paul Winter 9 destacado escritor especialista en derecho compensado, estudia este juicio

analizando a fondo los textos evangélicos y fuentes de la época, complementado con un

agudo análisis crítico formal, sin interferencia ideológica o religiosa. En su libro “El

proceso a Jesús”, en relación al juicio y condena, destaca los factores que lo llevaron a la

condena de muerte.

“El hecho de que Jesús, perviva en la historia como “El Mesías” , demuestra claramente que

un grupo de sus seguidores tenían objetivos políticos, atribuyendo significados políticos a

este segundo advenimiento, pues un “mesías” es un caudillo político de Israel, un caudillo

que realiza sus funciones dentro de la vida social de la nación. Los evangelios afirman

                                                                                                               9  Paul  Winter  “El  Proceso  a  Jesús”    Editores  Munchnik  Barcelona  (1995)  p.  239  

  8  

claramente el hecho de que algunos de sus discípulos hicieron una proclamación de

“soberanía” a favor de Jesús y que este fue juzgado y ejecutado por ese hecho.”

Conclusiones de otros autores citados por Winter en su obra, que confirman esta misma

hipótesis, con sus propios estudios sobre el mismo tema:

Marucchi Orazio, (The Catholic Encyclopedia, vol. 4, Nueva York 1908, p 520) concluye,

“ Jesucristo fue condenado por el delito de sedición y agitación”

Maurice Goguel, (“ La vie de Jesús” ed. Inglesa “The life of Jesús” p.481) algo similar,

“que Jesús fue detenido por agitador y por ser un individuo que podía convertirse en causa

de agitación política”.

Josep Pickl (Messiaskönig Jesus in der Auffassung seiner Zeitgenossen, Munich 21935, traducción inglesa The Messias, Londres 1946, en p. 224,)

“ Cristo fue azotado por rebelde, luego le crucificaron por traición al César”.

William Reuben, (Maccabeos, zealots, and Josephus, Farmen, Nueva York 1956, p. 197)

“ Los evangelios muestran muy claramente que Jesús fue ejecutado como reo de un delito

político. Las autoridades temían su poder político. Había sido aclamado “Rey de los

judíos”. El nunca había desmentido este título, y lo llevó noblemente hasta el fin.

Respecto a la acusación de blasfemia o el de amenazar con destruir el templo, citado por

(Mc 14:58-64b) según los estudios de Winter, tales acusaciones no representaron papel

alguno en la detención de Jesús, o en su condena a morir crucificado. 10

En resumen podemos apreciar que ambas conclusiones, son parecidas tanto en el juicio de

Sócrates, como en el de Jesús, demostrando que el poder político trata de protegerse contra

posibles amenazas, de tipo ideológico que pueden transformar la sociedad vigente. En el

caso de Jesús, se produjo la mayor injusticia, dado que el proceso fue ilegal, en todas sus

partes, una desproporción tremenda entre el hecho acusado y la pena aplicada.

Aunque Winter le atribuye a este juicio circunstancias políticas, llegando a legitimar la

decisión de Pilatos, al igual como ocurrió en el juicio de Sócrates, para el caso de Jesús, no

podría considerarse como un juicio, ya que el conjunto de circunstancias que ocurrieron en

una sola noche donde se confabularon, el poder Romano, representado en Pilatos, el poder

                                                                                                               10  Paul  Winter  “El  Proceso  a  Jesús”    Editores  Munchnik  Barcelona  (1995)  p.  240  cita  21  

  9  

religioso del Sanedrín, representados en Anan y Caifás, el gobernador Herodes Antipas, y

por último el pueblo enardecido motivado por los mismos sacerdotes, poderes que en

conjunto querían lograr a cualquier precio la crucifixión de Jesús. El acto de Pilatos de

lavarse las manos no lo libera de su responsabilidad ante la historia, sino que lo presenta

como un juez que por falta de carácter y de voluntad, torció la balanza de la justicia.

Si hacemos un análisis ético, de la pena de muerte aplicada a estos dos casos, podemos

concluir que en ambos casos tanto en Sócrates como en Jesús, los actores involucrados en

el juicio que los condenaron, aunque buscaron la justificación moral de la época para

hacerlo, cada uno de ellos en sí mismo, mostraron una falta de ética total, ya que por querer

conseguir sus objetivos no trepidaron en faltar a sus valores éticos, reflejándose en cada

uno de ellos, la perversidad que les corresponde.

A partir del Nuevo Testamento, junto al mundo cristiano, la pena de muerte comienza a

cuestionarse, presentando una constante evolución a lo largo de la historia, los principios

éticos respecto del prójimo sea quien fuere, incluso el enemigo o la víctima, forman parte

integral del legado de Jesucristo. Sin embargo hasta nuestros días hemos visto todo tipo de

excesos e injusticias, muchas veces fundamentadas bajo el amparo de las leyes morales,

siendo una discusión constante entre quienes apoyan y los que son contrarios a la pena de

muerte.

Hemos visto como la misma Iglesia en diferentes épocas, ha sido partícipe activa en la

condena a muerte de muchos inocentes, por ejemplo en el tiempo de la inquisición en la

edad media, ¿como se explica, contrariar el propio legado de Cristo? ; ¿En que conceptos

éticos pudo haberse basado la Iglesia para justificar su actuar a favor de la pena de muerte?

Repasando brevemente a los más altos pensadores de la iglesia, como son San Agustín, y

Santo Tomás de Aquino, podremos llegar a alguna conclusión.

En los primeros siglos del cristianismo después que los primeros cristianos sufrieron en

carne viva la pena de muerte proveniente principalmente de las leyes romanas, leyes que se

fueron integrando también en el mundo occidental. De ahí el conflicto constante entre los

juristas, tentados en seguir haciendo uso de ellas en un contexto social ya cristiano, donde

la iglesia solo se pudo limitar a interceder, para que tales castigos no se llevaran a efecto

  10  

hasta las últimas consecuencias. Así la Iglesia prohibió en el concilio XI de Toledo, del año

681, que sus obispos se mezclaran en juicios de sangre, relativos a la pena de muerte.

Varios santos de la iglesia durante todo ese período, manifestaron en sus obras estar en

contra, de la pena de muerte como principio inviolable de las enseñanzas de Cristo, entre

ellos, Orígenes, San Ignacio de Antioquía, San Hipólito, San Ambrosio, etc..

Con San Agustín de Hipona, se llega a interpretaciones encontradas, con un debate

histórico entre diferentes autores , Niceto Blázquez, resume en uno de sus libros este

debate.

Según unos, Agustín admitiría el derecho en sí de la última pena por parte de las potestades

terrenas, si bien se esfuerza en hacer prevalecer la ley del perdón, mas coherente con el

espíritu cristiano y con su propio carácter bondadoso, así como por razones de prestigio

eclesial frente a un mundo pagano, herético y hostil. Estos aspectos constituirían el gran

humanismo agustiniano compatible con la pena capital como supremo acto de justicia

humana indispensable en condiciones extremas.

Otros, por el contrario, basándose en los mismos textos, deducen la conclusión contraria. El

pensamiento agustiniano rechazaría cualquier intento de injertar en él la legitimidad ética de

un derecho que se arrogara la facultad de castigar a un ser humano con el último suplicio

bajo ningún pretexto. Las razones alegadas para defender esta interpretación pretende ser

de corte marcadamente metafísico y teológico, destacando en los textos agustinianos

aquellos aspectos que dicen relación inmediata con la dignidad de la naturaleza humana en

sí misma y de sus connotaciones metafísicas – redentivas con Dios…11

Al parecer la opinión más generalizada entre diferentes autores, que han estudiado a San

Agustín es que en el hecho, el habría sido contrario a la pena de muerte, pues siempre

habría intercedido para que esta pena no se aplicara aún en los casos más extremos. San

Agustín se opuso desde el principio de su carrera a todo tipo de penalización jurídica, aún

en los casos gravísimos de delincuencia, por el diálogo, y la fuerza de su persuasión

personal. Más adelante se convenció aparentemente de que un mínimo de represión social

era indispensable, hasta el punto que el mismo recurrió a las autoridades civiles para que

intervinieran con la fuerza contra los desmanes y atrocidades perpetradas por un comando

terrorista llamado de los “circuenceliones”, sin pedir para ellos la pena de muerte.

                                                                                                               11  Blázquez Fernández N., La pena de muerte según San Agustín , Editorial Agustinus, Revista Madrid 1975, pp.75-76

  11  

Se pueden resumir en tres puntos el pensamiento de San Agustín respecto a la pena de

muerte:

1.- San Agustín se opuso sistemáticamente a la aplicación de la pena de muerte

2.- Que él haga referencia a la pena de muerte, sin deslegitimar el castigo como tal, no

autoriza a pensar que él está a favor de dicho castigo.

3.- Por ello lo más lógico es pensar que San Agustín, aunque no se planteó la cuestión

desde el punto de vista teórico, sería contrario en cualquier caso a la consideración de la

pena de muerte como algo legítimo desde el punto de vista moral, de modo que cuando

habla de la pena de muerte sin atacarlo lo más que está haciendo es constatar la existencia

legal en la sociedad de ese castigo.

Blázquez resume el pensamiento de San Agustín frente al tema de la pena de muerte sin

perjuicio de las diferentes interpretaciones de otros autores:

“San Agustín de hecho negó expresamente la eticidad de esta pena, e indirectamente la

negó también de derecho. Las razones que invoca son esencialmente teológicas, basadas en

la conducta de Cristo y el espíritu del sermón de la montaña. Los argumentos de tipo

filosófico le son completamente extraños y supone que la ley antigua del antiguo testamento

ha sido cancelada por Cristo.”12

Santo Tomás de Aquino en su obra “Suma Teológica”,13 defendió la legitimidad de la pena

de muerte, aplicada por la autoridad pertinente legal, en nombre de la estricta justicia y del

bien común. Santo Tomás aborda el tema sobre seis aspectos fundamentales.

1.- La pena de muerte por causa de herejía,

En esa época era algo común condenar a muerte a algunos herejes, y Santo Tomás se

manifiesta, estimando que el pecado que cometen los hace dignos no solo de la excomunión

sino de la muerte ya que es más grave corromper la fe, que es la vida del alma, que otros

delitos como la falsificación de moneda, que se castigan con la pena de muerte.

2.- La pena de muerte contra los cismáticos

Respecto a estas Santo Tomás señala que las penas de la vida son medicinales, por lo cual

cuando una pena no basta, para corregir se añade otra, al igual que el médico receta

                                                                                                               12  Blázquez N, Pena de muerte, San Pablo, Madrid 1994, p.28 13  Santo Tomás de Aquino Suma Teológica (II-II, Q.11, a.3); (II-II, Q.39,a.4) ;(II-II, Q.64, a.2)

  12  

distintas medicinas de no ser una eficaz. También la iglesia, cuando algunos no cesan por

excomunión, aplica la corrección del brazo secular.

3.- La pena de muerte contra los malhechores

Aquí Santo Tomás es aún mas categórico y contundente en sus apreciaciones apoyándose

en San Pablo y Aristóteles, textualmente se aprecia en algunos párrafos

“… Pues bien, cada persona singular se compara a toda la humanidad como la parte de un

todo; y, por lo tanto, si un hombre es peligroso para la sociedad y la corrompe por algún

pecado, laudable y saludablemente se le quita la vida para la conservación del bien común;

pues como dice San Pablo, un poco de levadura corrompe toda la masa,… Cuando la

muerte de los malos no entraña un peligro para los buenos, sino más bien seguridad y

protección, se puede lícitamente quitar la vida a aquellos; … Aunque matar al hombre que

conserva su dignidad sea en sí malo, sin embargo, matar al hombre pecador puede ser

bueno, como matar a una bestia, pues – peor es el hombre malo que una bestia, y causa más

daño como dice Aristóteles”

4.- No es lícito a la persona particular decretar la pena de muerte

Cualquier persona no puede condenar a muerte a un delincuente, ya que solo compete esto

a la autoridad que tiene a su cargo la conservación de toda la sociedad. Dice así Santo

Tomás “Todo sacrificio de la parte al todo en el orden humano ha de ser decidido por quienes

tienen la misión de velar por el bien común”14

5.- Inviolabilidad de la vida humana inocente

Santo Tomás es consciente de los abusos que se pueden cometer con la pena de muerte, y

por lo tanto defiende la vida inocente. “ Se puede considerar a un hombre de dos modos: en sí mismo y por comparación a otro.

Considerando al hombre en sí mismo, no es lícito quitar la vida a nadie, puesto que en todo

hombre, aún pecador, debemos amar la naturaleza, que Dios ha hecho y que la muerte

destruye. Según se ha expuesto antes, la occisión del pecador sólo se hace lícita en atención

al bien común, que se destruye por el pecado; mientras que la vida de los justos es

                                                                                                               14  Santo Tomás de Aquino Suma Teológica (II-II, Q.64, a.2)

  13  

conservadora y promovedora del bien común, ya que ellos son la parte elegida por la

multitud. Por esta razón, de ningún modo es lícito matar al inocente 15

6.- Pena de muerte y ejercicio del ministerio sacerdotal

A pesar de las razones aludidas a favor de la pena de muerte Santo Tomás recuerda que ese tipo de

decisiones son incompatibles por si mismas con el ministerio sacerdotal ya que la iglesia no puede

mancharse con la sangre de los malhechores y por ende los clérigos no pueden matar, porque son

los elegidos para el ministerio del Altar, donde se representa la pasión de Cristo sacrificado, el cual

siendo maltratado, no maltrata.16

Si Santo Tomás por una parte acepta como ética la pena de muerte, al decir que la pena de

muerte es algo bueno, ¿porqué dice entonces que los eclesiásticos se deben excluir de esa

forma de administrar justicia?, si lo que objetivamente es bueno no parece que haya de ser

objeto de discriminación.

Al parecer Santo Tomás, en el punto seis, intenta salvar de algún modo el espíritu del

Nuevo Testamento, contrario a la pena de muerte, sin menoscabo de la tesis expuesta a

favor de ella.

Según Blázquez Santo Tomás aborda el tema de la pena de muerte más con la mentalidad

de un filósofo aristotélico, preocupado por el todo social, que como teólogo cristiano, que

saca conclusiones directamente del evangelio con fines pastorales, su argumentación es

fría, carente de la misericordia que encontramos en San Agustín. Cuando trata el tema por

causa de herejía, da por supuesto el derecho del Estado a instituir la pena de muerte y que la

Iglesia puede reconocerlo y como si el juicio ofreciera un mínimo de garantías. Al tratar el

asunto de los cismáticos, propone un argumento por analogía que es muy discutible, por el

carácter medicinal que le da a la muerte. Respecto a los malhechores, el fin bueno en la

intención no justifica el mal objetivo en la ejecución. El fin bueno no justifica medios

malos, como en sí misma es la muerte para el que la padece.

Blázquez considera que Santo Tomás ha fallado en que sus conclusiones, las cuales no se

han deducido de la antropología del Nuevo Testamento ni de la tradición de la Iglesia, ni de

San Agustín, sino, concluye Blázquez :

                                                                                                               15  Santo Tomás de Aquino Suma Teológica (II-II, Q.64, a.6) 16  Santo Tomás de Aquino Suma Teológica (II-II, Q.64, a.4)

  14  

“la conclusión está deducida del principio aristotélico del todo y las partes, aplicando a las

relaciones sociales con sentido meramente racional y propenso al totalitarismo, en el

sentido de sacrificio absoluto de la parte al todo… el fin último de toda persona humana

individual trasciende a la comunidad. La vida del delincuente no es propiedad de la

sociedad, ni se ordena a ella a su fin último, que es Dios”. 17

Blázquez hace una extensa crítica a Santo Tomás en su obra, discrepando punto a punto a

su ética respecto a la pena de muerte, en apoyo a esta, cita a numerosos autores, posteriores

a Santo Tomás, como Francisco de Vitoria, Beato Duns Scotto, Bernard Häring, Karl

Hörmann, Antonio Beristain , Francesco Compagnoni, Antonio Hortelano, y muchos otros,

respaldando su postura contraria a la pena de muerte

Blázquez es fiel a sus argumentos que se pueden resumir en tres puntos:

1.- Identificación de la pena de muerte con el instinto natural de venganza

2.- Abolición de la pena de muerte por parte de Cristo, al haber abolido la Ley Antigua

incluida la ley de talión, y por sus mandatos de amar incluso a los enemigos.

3.- En la mayoría de sus argumentaciones y análisis trata de demostrar que la pena de

muerte es intrínsecamente mala.

¿ Que opina la Iglesia Católica actual frente a la pena de muerte?

La Iglesia Católica en la encíclica de Juan Pablo II, “Evangelium Vitae” y su Catecismo

actual, refleja su pensamiento, manifestando que frente al problema de la pena de muerte,

hay tanto en la Iglesia como en la sociedad civil, una tendencia progresiva a pedir una

aplicación muy limitada e, incluso, su total abolición.18

En el N 2267 del Catecismo (1997), se reconoce en principio la licitud de la pena de muerte

conforme a la doctrina tradicional de la Iglesia, poniendo como condición la certeza

absoluta de la culpabilidad del reo y que no exista otro modo de defender eficazmente la

vida humana. En la carta encíclica Evangelium Vítae, se constata una tendencia contraria a

la pena de muerte, pero hay que enmarcarla en una justicia penal conforme a la dignidad

                                                                                                               17  Blázquez Fernández N., La pena de muerte según Santo Tomás y el abolicionismo moderno, Revista Chilena de Derecho 10 (1983), pp. 284-287 18  Juan Pablo II, Encíclica Evangelium Vitae, Ediciones San Pablo, Santiago 1995, p.100

  15  

del hombre y al designio de Dios sobre el hombre y la sociedad. Señala expresamente que

“la pena que la sociedad impone, tiene como primer efecto el de compensar el desorden introducido

por la falta” indicando que es deber de la autoridad pública, reparar los derechos personales

y sociales, mediante la imposición al reo de una adecuada expiación del crimen, como

condición de ser readmitido al ejercicio de la propia libertad.

La preservación del bien común de la sociedad exige colocar al agresor en estado de no

causar perjuicio. Por este motivo la enseñanza tradicional de la Iglesia ha reconocido el

justo fundamento del derecho y deber de la autoridad pública para aplicar penas

proporcionales a la gravedad del delito, sin excluir la pena de muerte. Esto se fundamenta

en el siguiente texto:

“ La medida y la calidad de la pena deben ser valoradas y decididas atentamente, sin que se

deba llegar a la medida extrema de la eliminación del reo salvo en casos de absoluta

necesidad, es decir, cuando la defensa de la sociedad no sea posible de otro modo. Hoy sin

embargo, gracias a la organización cada vez más adecuada de la institución penal, estos

casos son ya muy raros, por no decir prácticamente inexistentes” 19

El primer compromiso de la justicia, debe ser con la protección de la vida humana inocente,

compromiso que ha sido reconocido desde tiempos inmemoriales en todas las culturas, al

cual también se refiere específicamente la encíclica Evangelium Vitae.

“ Nada ni nadie puede autorizar la muerte de un ser humano inocente, sea feto o embrión,

niño o adulto, anciano, enfermo incurable o agonizante. Nadie además puede pedir este

gesto homicida para sí mismo o para otros confiados a su responsabilidad ni puede

consentirlo explícita o implícitamente. Ninguna autoridad puede legítimamente imponerlo

ni permitirlo”

La decisión deliberada de privar aun ser humano inocente de su vida es siempre mala desde

el punto de vista ético y moral, y nunca puede ser lícita ni como fin, ni como medio para un

fin bueno. En efecto, es una desobediencia grave a la ley moral, mas aún, a Dios mismo, su

autor y garante; y contradice las virtudes fundamentales de la justicia y de la caridad. 20

                                                                                                               19  Juan Pablo II, Encíclica Evangelium Vitae, Ediciones San Pablo, Santiago 1995, pp.100-101 20  Juan Pablo II, Encíclica Evangelium Vitae, Ediciones San Pablo, Santiago 1995, p.103

  16  

El respeto absoluto que merece la vida humana inocente, es un concepto que está al alcance

en las inteligencias de todos los hombres de buena voluntad, independientemente de su

contexto religioso, cultural o ideológico. Este es el verdadero punto de partida de un

diálogo sincero acerca de la pena de muerte, un punto básico y firme que frente a una

supuesta abolición de esa pena, no signifique, para nadie, un cierto desprecio por el valor

sagrado de la vida humana. Solo castigando de un modo fuerte los delitos graves contra la

vida del ser humano inocente, podemos intentar hacer una justicia humana. La pena

específica por el asesinato solo puede ser una respuesta adecuada a la gravedad del crimen

si marca de modo tajante la diferencia que existe entre este delito y otros; de modo que

obligue al criminal a reflexionar sobre el mal que hizo, y que prevenga eficazmente a los

potenciales asesinos de no cometer dichos actos.

Como resumen a la postura que tiene Van den Haag respecto a la pena de muerte, desde el

punto de vista retributivo (justicia mediante un castigo), parece ser la pena adecuada para

los peores delitos, porque es la pena más grave. Parece la pena proporcionada para el

asesinato. Desde el punto de vista de la disuasión, si la vida es aún un valor más crítico que

la libertad, es lógico que se amenace con la pena mayor, porque tiene un efecto disuasorio

superior debido a su irrevocabilidad.

Van den Haag compatibiliza los fines retributivo y disuasorio de la pena, entiende la

finalidad retributiva como necesaria y ve en la tradición religiosa y ética, un apoyo de ella,

pero también percibe la dificultad de concretar cual es la pena justa, en el sentido de

determinar el justo merecido atendiendo al mal hecho, frente a esas dificultades, la

disuasión representa un método para la adjudicación de penas, tales que disuadan al mayor

número posible de potenciales delincuentes, pero teniendo en cuenta que valores son los

que queremos proteger más. No pretende esta teoría ser una justificación ética. Su

justificación ética y su punto de partida pasarían por la aceptación de que es moralmente

deseable evitar futuros delitos. Tampoco pretende ser una justificación de la pena, sino un

esquema de funcionamiento del sistema de justicia penal. La disuasión no se dirige tanto al

delincuente mismo, sino mas bien que al aplicarse, se llega a toda la sociedad.21

                                                                                                               21  Van den Haag, E., Conrad, J.P., The Death Penalty. A Debate, Plenum Press, New York 1983, pp. 53-55

  17  

Van den Haag es rotundo al expresarse contra los abolicionistas y en su opinión justificar la

pena de muerte. Van den Haag, se manifiesta siempre a favor de la pena de muerte, como

una prevención del delito, ya que su aplicación es disuasiva para los futuros agresores.

Matar personas es injusto, y el estado no puede dedicarse a cometer actos injustos, dicen los

abolicionistas. Esto vale realmente para los inocentes. Pero el asesino ha cometido una

iniquidad y por ella ha perdido la vida. No basta decir que es injusto matar a los asesinos:

hay que decir por qué. A veces, el estado debe matar, y en la guerra lo hace con frecuencia.

Si debido al efecto disuasorio, con la muerte de asesinos culpables se evitasen la muerte de

inocentes, no se debe consentir que, por salvar la vida del asesino, haya muertes que se

podían haber evitado. “Se constituyen gobiernos entre los hombres para proteger nuestras

vidas, no las de los asesinos”22.

Van den Haag ve en la existencia de penas como un aspecto importante en la formación de

la conciencia social, sostiene que parte importante en el rechazo moral que el hombre siente

ante el asesinato procede de que se ha castigado desde siempre. El castigo ayuda mucho a

que algo que es malo en sí se vea efectivamente como malo.23

¿Qué posibles soluciones alternativas se podrían pensar en reemplazo de la pena de muerte?

Referente a penas alternativas a la pena de muerte postuladas por muchos retribucionistas,

como la cadena perpetua, Van den Haag considera que el asesinato no puede ser tratado

como otros delitos de menor grado que tienen penas similares.

“Con la pena de muerte se le quita al asesino el derecho a vivir. La ley se lo niega a él,

porque él se lo negó a su victima. De modo semejante a como niega la libertad a otros

criminales. El crimen afecta al disfrute de esos derechos”24

                                                                                                               22 Van den Haag, E., Conrad, J.P., The Death Penalty. A Debate, Plenum Press, New York 1983, pp. 74-76  23  Van den Haag, E., Conrad, J.P., The Death Penalty. A Debate, Plenum Press, New York 1983, pp. 30-31 24  Van den Haag, E., Conrad, J.P., The Death Penalty. A Debate, Plenum Press, New York 1983, p.35

  18  

De hecho en los últimos dos siglos ha ido cambiando paulatinamente la configuración de

las penas como la supresión de la tortura y una generalización de la reclusión, dando paso

luego a libertad condicional o libertad bajo palabra, reclusión nocturna etc… Esto ha

llevado al hecho que en la medida que se han suavizado las penas ha aumentado la

delincuencia, y en consecuencia la seguridad pública a disminuido. Van den Haag, ve una

desproporción entre la magnitud de la delincuencia y la escasa contundencia con que se la

persigue, y se debe entre otras cosas a la dificultad de condenar a los criminales, contra una

mentalidad que siembra la duda acerca de la justificación moral de la pena y de su

utilidad.25

Conclusiones Tomando en consideración solo una pequeña parte de los antecedentes y material de

información que existe sobre el tema, observamos que hacer una evaluación ética de la

pena de muerte es complejo, ya que las posiciones de destacados pensadores son totalmente

contrarias, lo que se puede también observar en las opiniones de la sociedad y de los

principios morales de diferentes culturas y religiones. Habrá que limitarse entonces a tomar

las opiniones de algunos de estos destacados, para formarse una opinión personalizada ya

sea criticando o justificando sus pensamientos.

Tomando en cuenta todo el laborioso trabajo experto en sus distintas vertientes filosófica,

teológica, y política, que ha realizado Blázquez para justificar la abolición de la pena de

muerte, ¿se puede afirmar siempre, en todo lugar y circunstancia, que la pena de

muerte desde el punto de vista ético sea ilícita?

Al parecer no, ya que en determinadas circunstancias, puede ser justificada. La misma

iglesia deja una puerta abierta, que en determinados casos podría justificarse de acuerdo a

la encíclica Evangelium vitae y del catecismo en su versión actual.

Contra las afirmaciones de Blázquez que trata de demostrar que la pena de muerte es algo

malo, se contrapone la actitud de la iglesia que no la ha condenado tajantemente.

                                                                                                               25  Van den Haag, Punishing Criminals. Concerning a Very Old and Painful Question, Basic Books, New York, 1975, pp. 5-6

  19  

El desafío ético y jurídico que el problema de la pena de muerte nos plantea, es una deseada

abolición de la misma, una vez que se hayan creado las condiciones para ello, para lograrlo,

habría que estudiar que obstáculos remover para que los delitos contra la vida fuesen

castigados de forma congruente con el valor fundamental de la vida humana inocente.

Esta muy clara la posición de Van den Haag, quien piensa que la disuasión que provoca la

ejecución de la pena de muerte es mas importante que el castigo mismo, ya que evita

futuros delitos, desmotivando a los delincuentes. La ética que justifica la pena de muerte se

encuentra justamente en ese punto.

Si es lícito o no aplicar un castigo a quien lo merece, se castiga a los niños o a cualquiera

que se juzga culpable de haber hecho un mal. No se conoce ninguna doctrina religiosa ni

moral opuesta al castigo de los criminales, y si existiera, no solo sería una doctrina injusta e

inmoral, sino también contraproducente.

Según Van den Haag “los efectos sociales del castigo son benignos, útiles y saludables para la

sociedad, como lo puede ser una cirugía dolorosa, aunque aquí el beneficio no vaya al paciente

mismo”.26

Las opiniones encontradas a favor o en contra de la pena de muerte, tienen mucho que ver

con la formación moral o religiosa, de cada persona. En general los cristianos tienden a no

justificarla basados en los principios cristianos de la Iglesia, considerando que la vida del

ser humano, pertenece a Dios, aunque sea un criminal, y el perdón debe sobrepasar al deseo

de venganza. En otras culturas o religiones decretar la pena de muerte puede ser algo muy

natural y éticamente correcto, como es el caso de algunos fundamentalistas islámicos donde

auto inmolarse, por un fin determinado, matando a inocentes, los hace meritorios del

paraíso.

Con la pena de muerte algunos Estados, cumplen el rol moral de defender a sus ciudadanos

de los daños que pueden provocar los malhechores, castigando con la pena máxima a

quienes provocan un daño importante como es quitar la vida a un inocente, sin embargo

hoy día en nuestras sociedades una mayoría opta por otras penas alternativas aboliendo la

pena de muerte, y este es también un compromiso moral justificado de acuerdo a su propia

                                                                                                               26  Van den Haag, E., Conrad, J.P., The Death Penalty. A Debate, Plenum Press, New York 1983, pp. 31-32

  20  

política y cultura. Quien está en la justa razón, si es ético o no aplicarla, va a depender de

cada sociedad en particular, y de sus leyes al respecto.

En relación a las posibles soluciones alternativas a la pena de muerte, generalmente se ha

optado por la reclusión, que en su grado máximo constituye la cadena perpetua, que en la

práctica no lo es, y por tanto este castigo no guarda relación con la gravedad del crimen,

esto hace que nos preguntemos, hasta que punto hoy la pena alternativa expresa de modo

inequívoco, que la vida humana inocente merece un respeto muy superior al que merecen el

resto de los valores que la sociedad desea proteger. Penas que representen un salto abismal

entre el asesinato o eliminación de una vida inocente y cualquier otro delito. Mientras no se

encuentre una mejor solución alternativa, podemos asegurar que el sistema jurídico, penal y

social responde con tibieza al daño irreparable contra la vida inocente.

En relación a la pena de muerte poco se habla del inculpado mismo, un ser humano que

también tiene sus derechos, los que en nuestra cultura cada vez son más respetados, de allí

la abolición misma de la pena de muerte, se ha manifestado en consideración a esos

derechos esos derechos.

La pena de muerte para el inculpado es sin retorno, por lo que cualquier error en su

condena, es una injusticia irreparable, lo que no acontece en una pena alternativa, donde el

reparo siempre es posible.

Con su propia muerte el condenado a muerte, ¿paga su culpa a la sociedad ?

El único pago o beneficio que se podría obtener sería solo aquel que está en la perspectiva

que entrega Van den Haag, de que con la muerte se obtiene un símbolo (disuasión), que

desmotivaría a los potenciales asesinos. Para la sociedad y la familia de la víctima, con la

muerte del asesino, no se recupera la vida del inocente y por lo tanto no pagaría su culpa.

Se ha considerado en este trabajo esencialmente el castigo de la pena de muerte frente al

asesinato de víctimas inocentes, el cual tiene justificación ética. Penas de muerte derivadas

de situaciones políticas, de guerra, religiosas y otras, en general entran en un terreno de

muy difícil análisis, donde los valores éticos se encuentran seriamente amenazados.