El conflicto político-religioso en Castilla-La Mancha. De la República a la Guerra Civil

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LA GUERRA CIVIL EN CASTILLA-LA MANCHA, 70 AÑOS DESPUÉS Actas del Congreso Internacional Coordinadores: Francisco Alía Miranda Ángel Ramón del Valle Calzado Colabora: Olga M. Morales Encinas

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LA GUERRA CIVILEN CASTILLA-LA MANCHA,

70 AÑOS DESPUÉS

Actas del Congreso Internacional

Coordinadores:

Francisco Alía MirandaÁngel Ramón del Valle Calzado

Colabora:

Olga M. Morales Encinas

Esta edición es propiedad de EDICIONES DE LA UNIVERSIDAD DE CASTILLA-LA MANCHA, y no se puede copiar, fotocopiar, reproducir, traducir o convertir a cualquier medio impreso, electrónico o legible por máquina, enteramente o en parte, sin su previo consentimiento.

Esta publicación es resultado de la actividad a partir de los proyectos de investigación PAI-05-048 (2005-2007) y PCI08-0137 (2008-2010) financiados por la Consejería de Educación y Ciencia de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.

© de los textos y fotografías: sus autores.© de la edición: Universidad de Castilla-La Mancha.

Edita: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Castilla-La Mancha.Dirigido por Carmen Vázquez Varela.

Colección EDICIONES INSTITUCIONALES nº 66. 1.ª ed. Tirada: 500 ejemplares.

Diseño de la colección y de la cubierta: C.I.D.I. (Universidad de Castilla-La Mancha).

I.S.B.N.: 978-84-8427-555-8D.L.: CU-???-2008Fotocomposición e Impresión: Compobell, S.L. (Murcia).Impreso en España (U.E.) - Printed in Spain (U.E.)

LA GUERRA CIVIL en Castilla-La Mancha, 70 años despúes : actas del congreso internacional / coordinadores, Francisco Alía Miranda, Ángel Ramón del Valle Calzado ; colabora, Olga M. Morales Encinas. – Cuenca : Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 2008

x p. ; 25 cm.– (Ediciones institucionales ; 66)ISBN 978-84-8427-555-81. España – Historia – 1936-1939 (Guerra Civil) – Congresos y asambleas

2. España – Historia – 1936-2006 – Congresos y asambleas 3. Castilla-La Mancha – Historia – 1936-1939 (Guerra Civil) – Congresos y asambleas I. Alía Miranda, Francisco, coord. II. Valle Calzado, Ángel Ramón del, coord. III. Morales Encinas, Olga Mercedes, col. IV. Universidad de Castilla-La Mancha, ed. V. Serie

94(460)“1936/39”(063)94(460)“1936/2006”(063)94(460.28)“1936/39”(063)

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Índice

LA GUERRA CIVIL EN CASTILLA-LA MANCHA, 70 AÑOS DESPUÉS

Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17

Capítulo 1LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA EN SU DIMENSIÓN

INTERNACIONAL

Ponencias

La dimensión internacional de la Guerra Civil. Nuevas aportaciones historio-gráficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23 Manuel Espadas Burgos

El exilio francés de Francisco Largo Caballero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35 Bartolomé Bennassar

Capítulo 2FUENTES PARA EL ESTUDIO DE LA GUERRA CIVIL

EN CASTILLA-LA MANCHA

Ponencia

Entre la memoria extrema y el memoricidio. Fuentes para el estudio de laGuerra Civil . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51 Isidro Sánchez Sánchez

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Índice

Comunicaciones

Fuentes documentales de la Delegación de Hacienda en el Archivo Histórico Provincial de Ciudad Real durante la Guerra Civil . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133 Christian Madsen Visiedo

Archivos frente al olvido: la memoria perdida en el Archivo Histórico Provincialde Toledo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 149 Rita García Lozano

La justicia ordinaria en la Guerra Civil a través de los fondos conservados en elArchivo Histórico Provincial de Toledo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171 Diego López Carro y Josefa Naranjo Moreno

Capítulo 3ANTECEDENTES

Ponencia

Los orígenes del conflicto. El problema de la tierra en Castilla-La Mancha . . . 189 Ángel Ramón del Valle Calzado

Comunicaciones

La Unión Patriótica en la Provincia de Ciudad Real en el origen de la fracturasocial e ideológica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 235 Vicente Castellanos Gómez

Revueltas campesinas en 1932: el caso de la Villa de Don Fadrique . . . . . . . . . 255 Pedro Pablo Fernández Gutiérrez

La Revolución de Octubre de 1934 en la Provincia de Ciudad Real . . . . . . . . . . 275 Carlos Fernández-Pacheco Sánchez Gil y Concepción Moya García

La conflictividad social en Abenójar antes de la guerra, octubre de 1934 . . . . . 293 Olga M. Morales Encinas

Orígenes de la Guerra Civil en Guadalajara . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 307 Juan Carlos Berlinches Balbacid

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Índice

Capítulo 4ALZAMIENTO

Ponencia

Conspiración y alzamiento: principales modelos en Castilla-La Mancha . . . . . . 325 Francisco Alía Miranda

Comunicación

La conspiración y la sublevación militar de julio de 1936 en Albacete . . . . . . . 373 Rosa María Sepúlveda Losa

Capítulo 5ASPECTOS MILITARES

Ponencia

Aspectos militares de la guerra en Castilla-La Mancha, del Alcázar de Toledoa las Brigadas Internacionales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 395 Manuel Requena Gallego

Comunicaciones

La Guerra Civil en El Casar de Escalona. (Septiembre de 1936) . . . . . . . . . . . . 413 Juan Carlos Collado Jiménez

El Corpo di Truppe Volontarie en la batalla de Guadalajara. Los informes delos oficiales de enlace españoles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 441 José Miguel Campo Rizo

El batallón Mackenzie-Papineau y las Brigadas Internacionales en la GuerraCivil en Castilla-La Mancha . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 463 Francisco Cabezuelo Lorenzo, David Díaz Martín y Miguel Ángel Cabezuelo Vecina

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Índice

Los falangistas canarios en el frente de Toledo: de idealistas convencidos aasesinos en masa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 481 Sergio Millares Cantero

La 5.ª región aérea: los aeródromos y su participación en la Guerra Civil enCiudad Real . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 505 Carlos Javier Sánchez Martín y Bruno Barragán Fernández

Los aeródromos de la provincia de Ciudad Real durante la Guerra Civil . . . . . . 523 Mariano José García- Consuegra García-Consuegra

Arqueología de la Guerra Civil en Valdepeñas y Santa Cruz de Mudela . . . . . . . 543 Domingo Fernández Maroto y Daniel Marín Arroyo

Capítulo 6ECONOMÍA

Ponencia

Evolución, transformaciones y adaptación de los sectores productivos a laeconomía de guerra en Castilla-La Mancha (1935-1940) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 569 Miguel R. Pardo Pardo

Comunicaciones

Sin amos ni caciques. El desarrollo del colectivismo en Azuqueca de Henares(Guadalajara), 1936-1939 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 611 Alejandro R. Díez Torre

La «Cooperativa de Producción Agrícola» de Argamasilla de Alba: organizacióny funcionamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 629 Francisco Javier Navarro Ruiz

Colectividades en Alcázar de San Juan . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 647 Francisco José Atienza Santiago

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Índice

Capítulo 7VIDA COTIDIANA

Ponencia

Sobrevivir en tiempos difíciles: vida cotidiana y cultura popular en Castilla-LaMancha . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 675 Benito Díaz Díaz

Comunicaciones

Las condiciones de vida en la comarca de La Mancha toledana durante la GuerraCivil y posguerra: una aproximación desde la historia oral . . . . . . . . . . . . . . . . . 727 Isidro Cruz Villegas y M.ª Dolores Cruz Villegas

Vida cotidiana en Albacete y provincia desde la memoria escrita de las BrigadasInternacionales. Los voluntarios de habla inglesa como caso estudiado . . . . . . . 747 Carlos Javier Alfaro Sánchez

Refugiados en Manzanares durante la Guerra Civil . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 769 Antonio Bermúdez García-Moreno

Un «Topo» en la Guerra Civil: el caso de Villarrubia de los Ojos . . . . . . . . . . . 787 Francisco Zamora Soria

La vida cotidiana en Ciudad Real durante la guerra: desafección a la repúblicay carestía vistas a través de las fuentes judiciales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 809 José Luis Gasch Tomás

La maternidad de Villalgordo del Júcar durante la Guerra Civil . . . . . . . . . . . . . 829 Benjamín Tébar Toboso

Capítulo 8CULTURA Y EDUCACIÓN

Comunicaciones

Castilla-La Mancha en L´Espoir: imágenes de una guerra . . . . . . . . . . . . . . . . . 855 Ricardo Marín Ruiz

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Índice

Los pensadores ante la Guerra Civil en Castilla-La Mancha . . . . . . . . . . . . . . . . 869 Santiago Arroyo Serrano

La cultura musical en Castilla-La Mancha en relación con el contexto nacional 883 Miriam Ballesteros Egea

Altavoz de la retaguardia: Albacete, la Babel intelectual . . . . . . . . . . . . . . . . . . 901 Carlos Javier Alfaro Sánchez, Jesús David Fuentes Terol y Fernando Roncero Moreno

Teatro en tiempos de guerra. Apuntes sobre la cultura en Albacete (1936-1939) 919 Fernando Roncero Moreno

Educación y Guerra Civil en Ciudad Real: 1936-1939 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 937 Francisco Asensio Rubio

De las trincheras a la escuela: el acceso al magisterio por méritos de guerra,en Toledo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 961 Ángel I. Jiménez de la Cruz

Capítulo 9PATRIMONIO HISTÓRICO

Comunicaciones

La gestión del Patrimonio Artístico durante la Guerra Civil en la provincia deToledo: Tomás Malonyay . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 981 Francisco García Martín

El Patrimonio Artístico Medieval en Toledo durante la Guerra Civil . . . . . . . . . 1007 Sonia Morales Cano

Vicisitudes del Patrimonio Histórico Artístico durante la Guerra Civil enValdepeñas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1027 Silvia García Alcázar

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Índice

Otra forma de memoria histórica: el Patrimonio perdido. Los retablos mayoresde las iglesias parroquiales de La Solana y Manzanares (Ciudad Real) . . . . . . . 1057 Concepción Moya García y Carlos Fernández-Pacheco Sánchez-Gil

Capítulo 10HISTORIAS DE VIDA

Comunicaciones

Diplomáticos manchegos (ocasionales) en la Guerra Civil . . . . . . . . . . . . . . . . . 1079 Martín Miguel Rubio Esteban

Antonio Escobar Huerta. Un guardia civil católico del lado de la República . . . 1093 Jorge Juan Trujillo Valderas

Julia Álvarez Resano y Carmen Caamaño Díaz: Pioneras políticas al frentede un Gobierno Civil . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1119 Mª Sol Benito Santos y Esmeralda Muñoz Sánchez

Historia de Pedro Moral Campos, militar republicano de El Bonillo (Albacete) 1141 Pere Moral Armengou

Llamada a filas en Malacuera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1183 Antonia Mayoral Santamaría

Cuéntame cómo pasó . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1203 Ana Camarasa Parra y Elena Ramírez Padilla

Capítulo 11LA GUERRA CIVIL EN EL ÁMBITO LOCAL

Comunicaciones

Daimiel en guerra: La vida cotidiana de un pueblo manchego en zona republicana 1221 Jesús Gutiérrez Torres

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Índice

Política y conflictividad social en un pueblo de La Mancha: Campo de Criptana(1931-1939) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1247 Isidro Cruz Villegas y Mª Dolores Cruz Villegas

Actividad Municipal durante la Guerra Civil en Férez (Albacete). Ejemplosingular de convivencia política . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1267 Francisco Fernández Tenedor

Miguel Esteban, «recuperando memoria» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1285 José Félix Felipe Ochoa

Valverdejo: recuperación de la memoria perdida durante la Guerra Civil.Ejemplo de supervivencia rural en la retaguardia conquense (1936-1939) . . . . . 1305 Julián Elías Zamora González

Capítulo 12ESPACIOS Y SÍMBOLOS PARA LA MEMORIA

Comunicaciones

Lugares de la memoria en Cuenca: los cambios en el callejero urbano(1939-1945). Una aproximación para su estudio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1327 Ester Moreno Lagullón, Israel José Pérez Calleja y Guadalupe Pérez Cardete

La transformación simbólica de la ciudad: Talavera de la Reina, 1937-1941 . . . 1349 César Pacheco Jiménez

La Real Cárcel de Forzados de Almadén y su centro de interpretación . . . . . . . 1369 Luis Mansilla Plaza

Recuerdo de los brigadistas en Madrigueras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1381 María José Cuesta García de Leonardo

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Índice

Capítulo 13CONFLICTIVIDAD, MUERTE Y VIOLENCIA EN LA

GUERRA Y POSGUERRA

Ponencias

Terror y violencia política en Castilla-La Mancha . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1397 Manuel Ortiz Heras

El conflicto político-religioso en Castilla-La Mancha. De la República a laGuerra Civil . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1427 Ángel Luis López Villaverde

Comunicaciones

Vicisitudes de los familiares en la búsqueda de cinco asesinados durante laGuerra Civil en el cerro de la Peña Negra (Toledo) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1519 Miguel Ángel Cedenilla Carrasco y otros

Desaparecidos. Víctimas de la Guerra Civil en la comarca de La Jara (Toledo) 1537 Gutmaro Gómez Bravo

Nuevos datos sobre la represión franquista en la provincia de Toledo . . . . . . . . 1555 José María Ruiz Alonso

Vencidos y condenados. La posguerra en la ciudad de Toledo desde los fondospoliciales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1585 Rafael del Cerro Malagón

La depuración de los maestros toledanos por el franquismo . . . . . . . . . . . . . . . . 1603 Ángel I. Jiménez de la Cruz

Violencia republicana y violencia franquista en La Mancha de Ciudad Real.Primeros papeles sobre los casos de Alcázar de San Juan y Campo de Criptana(1936-1943) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1621 Damián A. González Madrid

La actuación de los Tribunales Populares en la zona republicana (Ciudad Real,1936-1939) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1667 M.ª Consuelo Muñoz de Morales Corral

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Índice

La depuración del magisterio en la provincia de Ciudad Real tras la Guerra Civil.Los expedientes de depuración . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1685

M.ª Sol Benito Santos

Justicia de venganza. Los Sempere: la represión política de una familiarepublicana de Ciudad Real . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1701 Óscar G. Bascuñán Añover

Capítulo 14FINAL DE LA GUERRA

Ponencia

El final de la Guerra Civil y la implantación de la dictadura franquista.Castilla-La Mancha, 1936-1945 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1727 Damián A. González Madrid

Comunicación

El primer franquismo en La Solana (1939-1946) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1759 Paulino Sánchez Delgado

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El conflicto político-religioso en Castilla-La Mancha. De la República a la Guerra Civil

El conflicto político-religioso en Castilla-La Mancha. De la República a la Guerra Civil

Ángel Luis López VillaverdeUniversidad de Castilla-La Mancha

«El advenimiento de la Segunda República española, en abril de 1931, trajo consigo en algunas provincias, numerosos atropellos y desmanes contra la Iglesia católica y sus seguidores. Durante los sucesivos meses, fueron destruidos muchos e importantes pasos procesionales, imágenes de culto, iglesias, etcétera, hecho que mantuvo a la diócesis [de Cuenca] “momentáneamente” protegida, pero amenazada; y así comenzó el acoso antirreligioso y provocador contra personas, sacerdotes, obras de arte e instituciones…»1

Este extracto es una buena muestra de las inexactitudes y medias verdades divul-gadas en su momento y mantenidas hasta el presente. Elaboradas y difundidas por los medios de comunicación más antirrepublicanos del momento, provocaron la alerta incluso en provincias donde no había tales problemas, como fue el caso conquense. Sirve como punto de partida para contrarrestar esa imagen con otra más plural y real. Porque, el caso de Castilla-La Mancha sirve para ejemplificar la diversidad territorial, las múltiples caras y matices que se advierten en el conflicto político-religioso de los años treinta.

1 E. Valero Moscardó: «La Semana Santa de Cuenca en 1932» en Cuenca Nazarena, Publicación oficial de la Junta de Cofradías, Cuenca, 2006. p. 117.

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ÁNGEL LUIS LÓPEZ VILLAVERDE

1. LA GUERRA DE LOS CONCEPTOS Y LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DEL CONFLICTO2

La violencia anticlerical desatada en 1936 y la idea de «cruzada», adoptada por los sublevados, en connivencia con la jerarquía eclesiástica, se proyectó hacia el período republicano como un continuum para justificar la inevitabilidad de la Guerra Civil. Es muy habitual que se busquen las raíces de la clerofobia del 36 en los años anteriores. Sin embargo no lo es tanto que nos preguntemos qué hubiera quedado de los incendios de iglesias y conventos de 1931 —que no eran nuevos en nuestra historia— si luego no hubiera estallado la guerra. Por otra parte, tampoco se vivió la tensión de la misma manera en todo el conjunto del territorio nacional. Y es que durante la Segunda Repú-blica llegó a su culminación un conflicto político-religioso que contaba con más de un siglo de antigüedad, que no había estado exento de episodios violentos, aunque nunca adquiriera tintes tan exacerbados como en los años treinta del siglo XX. Pero no se puede culpabilizar al nuevo régimen del estallido de una guerra que, precisamente, vino a acabar con la experiencia republicana, y hay que ser muy cuidadoso con establecer antecedentes inevitables y deterministas respecto a la clerofobia de 1931 y 1936.

Sociólogos y psicólogos llevan estudiando el fenómeno del conflicto social desde hace medio siglo y no han alcanzado aún una definición aceptable para todos. Hay dos clases de interpretaciones3: una más tradicional y restrictiva, que distingue los verdade-ros «conflictos» de las llamadas «tensiones, disputas o competición»; y otra más amplia, que incluye todo tipo de interacción antagonista (sin distinción alguna) típica de la socie-dad de clases. Es evidente que el debate no es meramente nominalista y está preñado de connotaciones ideológicas. Si admitimos que el conflicto es rechazable en sí y se dife-rencia de un término menor, como el de competición, porque, a diferencia de aquél, éste comporta el control de unas reglas institucionales, nos situamos en una base de partida diferente a la de aquellos que consideran el conflicto como inevitable y hasta deseable para cualquier cambio social. De esta manera, se podría distinguir la llamada «conducta conflictiva» del «potencial de conflicto», en función del grado de interdependencia y potencial del mismo. Como también cabría hacer con los conflictos de alta y de baja intensidad (también denominados intratables y tratables, respectivamente4), en función de su enquistamiento y antigüedad, sus fracasos y el papel de la negociación. Ahora bien, para quienes usan el concepto en un sentido laxo, el conflicto puede abarcar desde una Guerra Civil hasta una negociación, y desde una huelga a un debate parlamentario.

2 Este epígrafe es un avance de un capítulo incluido en un libro sobre la diversidad territorial del conflicto político-religioso de los años treinta que está a punto de ver la luz y que llevará como título El gorro frigio y la mitra frente a frente: construcción y diversidad territorial del conflicto político-religioso en la España Republicana. La ínsula de los libros, Rubí (Barcelona), 2007.

3 M. Fernández-Ríos, «Aspectos positivos y negativos del conflicto», en J. Francisco Morales y S. Yubero: El grupo y sus conflictos. UCLM, Cuenca, 1999. pp. 25-46.

4 L. Kriesberg, «Intractable conflicts» en Peace Review, 5, 4, 1993. pp. 417-421.

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El conflicto político-religioso en Castilla-La Mancha. De la República a la Guerra Civil

Más allá de su definición, tan conflictiva en su continente como en su contenido, nos interesa destacar sus características y su naturaleza. Para hablar de conflicto social —principalmente en su concepción restrictiva, aunque no sólo en ella— se tienen que dar una serie de características básicas: dos partes analíticamente diferentes, con valores mutuamente incompatibles u opuestos, que dan lugar a conductas destructivas o de control de la otra parte, con acciones mutuamente opuestas o neutralizadoras e intentos de adquirir o ejercer el poder sobre el oponente.

Entre la principales teorías que han analizado el tema del conflicto5, resulta más recomendable el modelo psicosocial de Fisher6 porque permite afrontar los múltiples niveles del conflicto social (individual, grupal e intergrupal), otorgándole una dimen-sión temporal y, por consiguiente, capaz de asumir su complejidad interna. Su funda-mento es que el conflicto es un fenómeno complejo y que hay una relación estrecha entre su dimensión temporal y su complejidad7. Y si todo conflicto es complejo, es natural que sea a la vez bueno y malo, que tenga aspectos positivos y negativos. Se ha destacado como positivo que los conflictos sean el motor de los cambios, que cumplan funciones catárticas dentro del grupo, que favorezcan la cohesión interna del grupo, identifiquen y unifiquen las partes contendientes, establezcan y mantengan el equilibrio de poder e induzcan la creación de asociaciones y la formación de coalicio-nes. Entre los negativos están su alto potencial desintegrador, los costes personales, grupales y sociales que suelen tener, que implican la creación de equilibrios inestables y la coexistencia de valores incompatibles, estimulan la idea de que la solución es una cuestión de fuerza, contribuyen a formar una actitud hostil y sospechosa y producen juicios erróneos basados en falsas percepciones.

A partir de este marco teórico, vamos a intentar caracterizar la pugna entre el poder político y el religioso en la España de los años treinta. Sobre su calificación como conflicto no hay ninguna duda. Tampoco sobre su complejidad —por más que se recurra frecuentemente a su simplificación, apelando a un reduccionismo maniqueo—, vinculada a su longevidad y al modelo de laicidad español, marcado por una pugna mucho más aguda que en los países vecinos. Sus bases históricas eran profundas a la altura de 1931. Pero necesitará sus atizadores y factores de ayuda.

5 A saber: a) la realista, basada en la incompatibilidad de intereses; b) la que se apoya en la identidad de los componentes del grupo; c) la basada en la privación relativa, es decir, el desajuste entre lo que espera o debiera recibir y lo que realmente recibe; d) y la más compleja y reciente, basada en el modelo integrado del conflicto intergrupos de Fisher.

6 R. J. Fisher: «Towards a social psychological model of intergroup conflict» en K. Larsen (ed.): Conflict and social psychology. SAGE, Londres, 1993. pp. 109-122.

7 De ahí que estudie cuatro categorías de variables: antecedentes, orientaciones, procesos y resul-tados. Para los antecedentes del conflicto, tiene en cuenta los intereses antagónicos, la identidad social y la privación relativa. Pero, además, considera una serie de factores de ayuda imprescindibles para que el conflicto se ponga en marcha como la acción colectiva, la amenaza percibida, la creación de conciencia, el liderazgo, la presión de los integrantes, la escalada y desescalada, la interacción, etcétera.

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ÁNGEL LUIS LÓPEZ VILLAVERDE

Pero, antes de entrar en materia, es conveniente precisar una terminología que no es neutral. Es preciso hacer un uso del lenguaje con el mayor rigor posible para poder definir de manera correcta, por ejemplo, si Azaña era laicista o anticlerical, o ambas cosas, o si se puede mantener el término «descristianización» para referirnos a lo que se podría llamar, más científicamente, secularización. Dicen los expertos que la pri-mera oleada secularizadora en España, que abarcó desde el siglo XIX hasta la Guerra Civil, se manifestó a través del anticlericalismo. Y que la laicidad española mostró un cierto paralelismo con el modelo radicalizado francés, con el consiguiente conflicto entre clericalismo y anticlericalismo, aunque con las lógicas particularidades, entre ellas, la importancia de la religión católica en el discurso legitimador del liberalismo doctrinario y el drama del catolicismo «liberal».

1.1. Clericalismo y anticlericalismo

Clericalismo y anticlericalismo son dos caras de la misma moneda. Se trata de términos complejos de definir, poliédricos, cuyo protagonismo en la España contem-poránea es indiscutible, al igual que su retroalimentación.

El diccionario de la RAE define el anticlericalismo, de manera insuficiente, como «una doctrina contraria al clericalismo» o una «animosidad contra el clero». Esta for-ma de entender el anticlericalismo en negativo —como oposición a la injerencia del clero en la vida pública— debe complementarse con otra más en positivo y moderna, en relación al proceso de secularización de la sociedad, como una manera de concebir el papel del hombre en una sociedad que se moderniza y, por tanto, se seculariza.

Además del problema conceptual está su incardinación en el giro sociocultural experimentado por la historiografía en las últimas décadas, conforme el anticleri-calismo ha sido abordado de manera interdisciplinar. En este sentido, el tema se ha afrontado últimamente desde puntos de vista diferentes, aunque, en el fondo, comple-mentarios: como movimiento social, como cultura política, como antisacramentalismo o como una estrategia variable para limitar la influencia del clero, de la Iglesia y de las ideologías afines a su ámbito propio.

Sea como fuere, el anticlericalismo ha sido un rasgo esencial de las sociedades latinas contemporáneas y ha tenido una larga tradición en España. Partiendo desde las concepciones meramente reformistas de los ilustrados, evolucionó en el siglo siguiente hacia posiciones variadas, que abarcaban desde el rechazo del clero hasta el de la mis-ma religión, pasando, en algunos casos, por episodios de violencia en 1834-35, 1868 y 1909, que volverán a repetirse en 1931, 1934 y 1936.

Se han buscado diferentes interpretaciones sobre la violencia anticlerical, con mayor o menor acierto. Evidentemente, no se trata de identificar un supuesto «carác-ter» español, dado a los excesos violentos, sino de establecer bases más científicas al

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respecto. Álvarez Junco ha buscado la interacción entre el primitivo y el moderno, argumentando que aquél proporcionó a este último buena parte de los argumentos para dotar a la izquierda española de una fórmula de movilización e identidad que desem-bocó, en ocasiones, en una acción colectiva extremadamente violenta. Por su parte, el antropólogo Manuel Delgado ha explicado las manifestaciones de iconoclastia y clerofobia (las dos caras del anticlericalismo violento) desde una lógica simbólica y ritual8, lo que ha provocado no poco revuelo en la historiografía. Aunque enormemente ingeniosa, la línea argumental del profesor Delgado resulta ciertamente reduccionista, no sólo por marginar las bases políticas y socioeconómicas del anticlericalismo —que, a su juicio, es, ante todo, un fenómeno sociocultural—, sino por convertir el anticle-ricalismo obrerista en un mero apéndice del liberal y servir, por consiguiente, y a su pesar, a los intereses del capitalismo9. Más certera parece la interpretación de Pérez Garzón10, que fundamenta la mayor violencia e iconoclastia del anticlericalismo espa-ñol a partir de una precedente violencia clerical —los curas trabucaires antecedieron a los anticlericales clerófobos— y de un rechazo al reconquistado poder del clero en el tránsito de los siglos XIX al XX. En cualquier caso, identificar un fenómeno tan amplio con una de sus manifestaciones, la violenta, más visible en coyunturas críticas o revolucionarias, supone una burda simplificación.

Más difícil de perfilar resulta el vocablo clericalismo porque, en origen, es inven-tado por sus oponentes. También en este caso resultan insuficientes las definiciones que ofrece la RAE, bien como «influencia excesiva del clero en los asuntos políticos», bien como «marcada afección y sumisión al clero y sus directrices». En realidad hay dos variedades, una desde dentro, intraeclesiástica11, y otra proyectada hacia fuera,

8 Este autor, lejos de demonizar el anticlericalismo, lo analiza en una clave cultural y desde un punto de vista básicamente ritual, lo que, a su juicio, explica su carácter desmesurado e irracional. Ahora bien, desde su particular visión, da por supuesto que la violencia anticlerical se dio en todo el país (y épocas) y vincula el anticlericalismo legislativo con el popular y éstos con el capitalismo, por ser la Iglesia incompa-tible con la modernización. La obra completa al respecto del profesor Delgado es la trilogía formada por los siguientes títulos La ira sagrada: anticlericalismo, iconoclastia y antirritualismo en la España contemporá-nea. Humanidades, Barcelona, 1992; Las palabras de otro hombre: anticlericalismo y misoginia. Muchnik, Barcelona, 1993; y, más recientemente, Luces iconoclastas: anticlericalismo y espacio ritual en la España contemporánea. Ariel, Barcelona, 2001.

9 M. Delgado Ruiz: «Anticlericalismo, espacio y poder. La destrucción de los rituales católicos, 1931-1939» en R. Cruz (ed.): El anticlericalismo. Marcial Pons, Madrid, 1997. pp. 149-180.

10 J. S. Pérez Garzón: «Curas y liberales en la revolución burguesa» en R. Cruz (ed.) El anticlerica-lismo… op. cit. pp. 68 y 99-100.

11 G. Lorenzo Salas: Clericalismo o Sacro Imperio: patologías estructurales de la Iglesia, Gijón, 1999. pp. 53 y ss. El perfil menos conocido, el intraeclesiástico, se refiere a la pugna entre clérigos y segla-res dentro de la propia Iglesia. Parte de la consideración de que la institución eclesiástica está enferma y debe buscar sus enemigos en su interior. Esta forma de clericalismo, denunciada por los propios teólogos, tendría dos configuraciones básicas: una estructural, debido al anacronismo de unas estructuras eclesiásticas preconciliares y premodernas, y otra ideológica, dogmática y reaccionaria.

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extraeclesiástica, la más habitual, vinculada a la pugna entre poderes que, a su vez, presenta también un doble perfil, como en el caso de su antagonista, uno de simple reacción y otro más en positivo y modernizador.

En esta última acepción hay que tener en cuenta varios elementos: el clero, los seglares, la sociedad a la que se enfrentan y su propuesta. Desde esta perspectiva, podría definirse como «la pretensión por parte de la Iglesia católica como tal, o de sus miembros, de mantener o recuperar un papel en la vida pública —fundamentalmente la vida política— de las sociedades modernas o inmersas en el proceso de modernización para amoldarlas a sus propuestas ideológicas, religiosas y morales desde una posición de privilegio y con ánimo de exclusión de otras propuestas». Esta intromisión clerical sólo es posible en una sociedad que se va modernizando y, por tanto, secularizando, a la que se contrapone el retorno a una sociedad confesional, regida por un poder polí-tico identificado con las enseñanzas de la Iglesia, y la unidad católica. Ahora bien, no sería clerical cualquier mero intento eclesiástico (o laico) de participar o de influir en la vida pública, sino más bien cuando se pretendiera efectuar desde una posición de monopolio religioso, ideológico o moral12.

1.2. Secularización y laicidad

Al igual que el anticlericalismo no puede estudiarse de manera separada de su antagonista, el clericalismo, por ser dos fenómenos que se alimentan mutuamente, tampoco puede aislarse aquél del estudio del proceso de secularización en el que está inmerso. Claro que, llegados a este punto, nos aparecen otros términos emparentados, como laicismo o laicidad. Es pertinente, por consiguiente, deslindarlos de manera conveniente.

Laicismo y secularización se tienden a utilizar como si fueran sinónimos o inter-cambiables, lo mismo que ocurre con las raíces de las que proceden, seglar y laico. El diccionario de la RAE contribuye a añadir confusión13. Para diferenciar ambos sustan-

12 Á. L. López Villaverde y J. de la Cueva Merino: «A modo de introducción: reflexiones en torno al clericalismo y al asociacionismo católico» en J. de la Cueva Merino y Á. L. López Villaverde (eds.): Clericalismo y asociacionismo católico en la España contemporánea, de la Restauración a la Transición: un siglo entre el palio y el consiliario. Universidad de Castilla-La Mancha, Cuenca, 2005. pp. 17-25.

13 La primera acepción de laico coincide con la segunda de seglar, «que no tiene órdenes clericales». Pero reserva para el adjetivo laico el sentido de «independiente de cualquier organización o confesión religiosa» (incide, por tanto, de manera implícita, en la independencia de poderes) y para seglar el de «per-teneciente o relativo a la vida, estado o costumbre del siglo o mundo» (y, por consiguiente, le confiere un significado más social). A su vez, seglar deriva de secular, adjetivo que contiene, por un lado, una interpreta-ción cronológica («que sucede o se repite cada siglo» y «que dura un siglo, o desde hace siglos») y otra, que nos interesa más, de tipo religioso («dicho de un sacerdote o del clero: que vive en el siglo, a distinción del que vive en clausura»). En este último sentido, se produce un aparente contrasentido pues lo seglar o secular

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tivos de manera sencilla se podría describir «secularización» como la pérdida de con-trol de la sociedad por parte de la Iglesia —cronológicamente esto ocurre a partir de la Ilustración y, por tanto, vendría a ser sinónimo de modernidad y de emergencia de la sociedad civil— y «laicismo» como la separación, primero legal y luego real, entre la Iglesia y el Estado, de manera que la primera recupera su autonomía en los países pro-testantes (dejando de ser Iglesias de Estado) y el segundo hace lo propio en los países católicos (abandonando la confesionalidad estatal). En consecuencia, la secularización quedaría más en el ámbito de lo social y el laicismo en el jurídico-político.

No obstante, estas caracterizaciones son insuficientes, pues no llegan a reflejar todas sus variantes y matices. Una autoridad en la materia como J. Baubérot considera que «el laicismo no puede reducirse a un sistema jurídico, es también una cultura, un ethos, un movimiento de liberación de todo el “clericalismo”, entendido éste como el dominio del espíritu por un discurso establecido que se niega a ser debatido»14. Y aún resulta más complejo el término secularización, del que se han destacado hasta cuatro perspectivas distintas: a) histórico-jurídica (en el sentido de diferenciación y eman-cipación de las esferas seculares respecto a las instituciones y normas religiosas), b) sociológica (como descenso de las creencias y prácticas religiosas); c) filosófica-cultu-ral (crítica a la religión por su oposición al espíritu moderno); e, incluso d) teológica15 (cree redescubrir al verdadero Dios, purificando la fe y comprometiendo al creyente con las realidades mundanas).

El punto de destino del proceso de secularización vendría a marcar la «laicidad», un galicismo derivado de la palabra francesa laïcité —que no hay que confundir con laicismo—, cuyo éxito ha sido notable entre los científicos sociales. Pues bien, como expresión de los procesos de secularización de las sociedades modernas, traducidos en

es un tipo determinado del clero. La desorientación aumenta si recurrimos al significado de secularización, despachado como «acción y efecto de secularizar», lo que nos remite, a su vez a secularizar. La primera acepción de este verbo es «hacer secular lo que era eclesiástico» y la tercera indica «reducir a un sacerdote católico al estado laical con dispensa de sus votos por la autoridad competente»; por tanto, contrapone lo secular a lo eclesiástico y sólo en su segundo significado «autorizar a un religioso para que pueda vivir fuera de clausura» se acerca más al sentido religioso que la propia RAE reservaba a secular. Llegados a este punto, lo secular puede ser, a la vez, religioso o mundano, mientras lo laico, aunque independiente, se refiere, a la vez, a los creyentes que no son clérigos o bien a los no creyentes. Sólo en la entrada laicismo encontramos una definición más concreta y asumible: «doctrina que defiende la independencia del hombre o de la socie-dad, y más particularmente del Estado, respecto de cualquier organización o confesión religiosa».

14 De J. Baubérot (profesor de la Escuela Práctica de Altos Estudios y director del Grupo de Socio-logía de las religiones y del laicismo, CNRS) destacan las siguientes obras: La laicité (París, L’Harmattan, 1995): Histoire de la laïcité française (PUF, París, 2000), Laïcité 1905-2005, entre passion et raison (Ed. Du Seuil, París, 2004) o su edición de La laïcité, évolutiona et enjeux (La documentation Française, París, 1996). Cita extraída de J. Baubérot: «La laicidad» en http://www.ambafrance-es.org/article.php3?id_article=411.

15 Cfr. M. Revuelta González: «El proceso de secularización en España» en P. Álvarez Lázaro (ed.), Librepensamiento y secularización en la Europa contemporánea. UPCO, Madrid, 1996. pp. 322-324.

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las formas concretas de organizar las relaciones entre el ámbito civil y el religioso, la laicidad permite establecer una serie de modelos y analizar su proceso de construcción histórico-ideológico16. Se distinguen dos modelos diferentes de laicidad: a la francesa (donde se produce un conflicto entre clericalismo y anticlericalismo, que influyó de manera decisiva en el caso español) y a la americana (donde no hubo oposición entre revolución y religión.

En definitiva, la secularización puede reflejarse en distintos planos de manera más moderada —como voluntad de limitar la actuación e influencia de la Iglesia y la religión al ámbito estricto de las creencias— o más radical —aspirando a separar de la vida individual y social todo referente y justificación religiosos—17. El modelo de laicidad español en el primer tercio del siglo XX estuvo marcado por este último sentido, al chocar las aspiraciones exclusivistas de la Iglesia con las manifestaciones más anticlericales de la élite intelectual, que se servían de un anticlericalismo popular arraigado entre la población.

1.3. Descristianización y persecución religiosa

Hasta ahora se han usado conceptos (clericalismo, anticlericalismo, secularización, laicismo, laicidad) asumidos por la comunidad científica. Sin embargo, se suele abusar de otros, como «descristianización», «apostasía de masas» o «persecución religiosa», con una gran carga de subjetividad y parcialidad. Los dos primeros han sido términos especialmente recurrentes en el mundo católico mediterráneo, para referirse al declive del compromiso religioso en el mundo industrializado. Sin embargo, para estas acep-ciones resulta mucho más apropiado hablar de secularización, de origen anglosajón, o de laicidad, de raíz francesa. Algo parecido ocurre con el último de ellos, pues la «persecución religiosa» es una percepción difícil de cuantificar y objetivar y cuyo sig-nificado está plenamente identificado con expresiones como «violencia anticlerical» o «clerofobia».

Y digo lo de subjetividad porque para «recristianizar» (aunque sería más apropiado el término «recatolizar») el país, como pretendía la Iglesia vencedora, era necesario previamente que éste se hubiera descristianizado. Y sólo una persecución religiosa justificaría traducir en martirio el asesinato de miles de clérigos en 1936 y, por consi-guiente, servir a la propaganda del Régimen.

El diccionario de la RAE define descristianización como «acción y efecto de descristianizar», y este último infinitivo lo describe como «apartar de la fe o la moral

16 D. Velasco: «La construcción histórico-ideológica de la laicidad» en Iglesia viva: revista de pen-samiento cristiano, n.º 221, 2005. pp. 7-28.

17 P. Salomón Cheliz: Anticlericalismo en Aragón, protesta popular y movilización política, 1900-1939. Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2002. p. 14.

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cristiana a un pueblo o a un individuo». Al aplicarse tanto a título individual como colectivo, el sustantivo adquiere una cierta ambigüedad que ha sido usada tradicio-nalmente por los eclesiásticos en un sentido laxo. La propia jerarquía18 lamentaba ya en plena monarquía alfonsina la descristianización que sufría el pueblo español. Las acusaciones al respecto aumentaron, por supuesto, durante los años treinta y, fundamentalmente, tras estallar la guerra, constituyendo un término que ha traspasado la historiografía elaborada por eclesiásticos. Pero carece de rigor si aplicamos una mirada aconfesional. Como se ha visto, el laicismo tiene dos vertientes, una jurídica y otra cultural. La cultura laica chocaba con la católica y, en este sentido, sí hubo una tarea de desmontaje del peso de esta última, que tuvo una dimensión especial en la perspectiva micro, como analizaremos más adelante. Pero la definición admitida por la RAE —que debe aceptarse al no existir una de carácter más científico— habla de «apartar de la fe» y esto, en ningún caso lo hubo por parte de los diferentes Gobiernos republicanos antes de 1936 y sería cuestionable para los años de la guerra. Hubo un verdadero intento descristianizador en el año II de la Revolución Francesa, cuando la Convención sustituyó el culto cristiano por el de la diosa Razón (a modo de una religión patriótica) o en diciembre de 1793, cuando Robespierre estableció el culto deísta al Ser Supremo.

Por consiguiente, si se utiliza el poco científico término de descristianización habría que circunscribirlo al ámbito estrictamente cultural19. El orden moral, el reco-nocimiento social de los individuos, el sentimiento identitario y la propia percepción del tiempo y del espacio estaban impregnados por el catolicismo en la España del primer tercio del siglo XX. La cultura republicana, hija de la revolución francesa y de las luces, se oponía a la que consideraba oscurantista y responsable del atraso que representaba la católica. Por tanto, se trataba de sustituir una cultura por otra, proceder a una desterritorialización y politización del espacio y relegar las creencias al ámbito de lo privado. Pero no se trababa de las bases de una especie de religión laica.

Aquellos autores que reservan el vocablo descristianización para los años de Gobierno de la izquierda republicana emplean directamente el término persecución religiosa para el período de la Guerra Civil. El infinitivo «perseguir» tiene, en el diccionario de la RAE, diversas acepciones pero suelen vincularse a otros infinitivos (seguir, buscar, acosar y molestar) con un sentido de frecuencia o reiteración y sólo en su séptimo significado señala como origen un procedimiento judicial. Por tanto, no implica una acción desde el poder. Sin embargo, se contradice, de alguna manera,

18 Cfr. S. Martínez Sánchez, Los papeles perdidos del cardenal Segura, 1888-1957, Barañáin, EUN-SA, 2004. p. 73.

19 M. Delgado Ruiz: «Anticlericalismo, espacio y poder…». op. cit. pp. 149-180 (en especial, pp. 156-176).

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cuando la segunda acepción de «persecución» indica que es, por antonomasia, «cada una de las crueles y sangrientas que ordenaron algunos emperadores romanos contra los cristianos en los tres primeros siglos de la Iglesia». En este caso, parece otorgarle un carácter «oficial», desde arriba, a cualquier persecución religiosa.

Si consideramos este sentido, habría que descartar su empleo para el quinquenio en que funcionaron las instituciones democráticas republicanas: la violencia anticlerical en estos años fue básicamente inorgánica y, de alguna manera, dirigida contra el poder, tanto en mayo de 1931 (cuando aún no había sido desmantelada su privilegiada situa-ción de antaño) como en octubre de 1934 (en plena rectificación de la República). Por consiguiente, carece de fundamento científico la expresión para los años anteriores a la guerra. Debemos convenir con Leandro Higueruela que, en lugar de «persecución», sería más justo hablar de «acoso legal»20 contra una Iglesia que se había acostumbrado hasta entonces a una situación de privilegio. Por otra parte, en torno a 1935, se había llegado a una situación tal que, si bien las relaciones entre el poder religioso y el polí-tico, en manos del centro-derecha eran tensas, se podría hablar de un cierto equilibrio (inédito hasta entonces) entre el clericalismo y la sacralización, por una parte, y el anticlericalismo y el laicismo, por el otro, que se rompió a partir de febrero de 1936.

¿Y tiene sentido su aplicación para los años de la Guerra Civil? Aquí hay menos dudas, aunque convendría ser más estricto con el uso de un lenguaje que, como es sabido, no es neutral. La expresión persecución religiosa21 ha sido recurrente en las últimas siete décadas. Acuñada desde el principio de aquélla, tuvo un destacado pro-tagonismo en los diversos martirologios publicados durante la posguerra y prevaleció posteriormente en las obras de eclesiásticos como Antonio Montero Moreno (en los sesenta) y, más recientemente, en las de Vicente Cárcel Ortí, A. D. Martín Rubio y José F. Guijarro (que no oculta que su finalidad es hacer el estudio previo para la canoniza-ción de los mártires de la diócesis). Incluso ha sido asumida por algunos historiadores seglares, como Carrión Íñiguez, que diferencia la «persecución de baja intensidad» de la República de la más sistemática de la guerra22.

20 L. Higueruela del Pino: La Iglesia en Castilla-La Mancha: la diócesis de Toledo en la edad con-temporánea, T. II. La Iglesia y el reto de la modernidad. Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, Toledo, 2003. p. 885.

21 L. Carreras Recio: Grandeza cristiana de España. Notas sobre la persecución religiosa, Toulouse, 1938. J. F. Rivera Recio: Persecución religiosa en la diócesis de Toledo (1936-1939). Boletín Eclesiástico del Obispado (2.ª ed. corr.), Toledo, 1958 (2 v.). A. Montero Moreno: Historia de la persecución religiosa en España, 1936-1939. Madrid, 1961 (reedic. de BAC en 2000). V. Cárcel Ortí: La persecución religiosa… Á. D. Martín Rubio: La persecución religiosa en Extremadura durante la Guerra Civil (1936-1939). Asociación Cultural Carlos V, Badajoz, 1996; del mismo autor, «La persecución religiosa de 1936-1939…». op. cit. F. Guijarro: Per-secución religiosa y Guerra Civil: la Iglesia en Madrid, 1936-1939. La Esfera de los Libros, Madrid, 2006.

22 Entre los más recientes, podemos mencionar a J. D. Carrión Iñiguez: La persecución religiosa en la provincia de Albacete durante la Guerra Civil, 1936-1939. IEA, Albacete, 2004. Sobre esta distinción del grado de la persecución, interesan en especial las pp. 57-61.

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El gran problema de la teoría persecutoria es que se apoya en un presunto plan, minucioso, para aniquilar a la Iglesia de modo sistemático que, difícilmente, puede demostrarse23. Si bien son conocidos los discursos «incendiarios» contra el cristia-nismo, por parte de distintos representantes políticos y sindicales, la pertenencia al estamento eclesiástico se convirtió en un objetivo tan simbólico y gratuito para la represión revolucionaria como lo fue, en el otro bando, la ejercida contra los maso-nes o los maestros, por poner dos ejemplos: fueron asesinados por el hecho de ser clérigos, en un caso, o de conspirar y envenenar las conciencias de los jóvenes, en el otro.

Pese a su éxito evidente y su recuperación por algunos especialistas nada militantes desde un planteamiento instrumental, conviene acotar su uso en el tiempo y en el espa-cio, pues se ha abusado demasiado. No toda la violencia anticléricas o antieclesiástica (incluso anticatólica en el sentido ritual o cultural) de la retaguardia republicana puede calificarse como persecutoria.

La represión, más sangrienta durante la explosión revolucionaria del verano de 1936 —desatada, no lo olvidemos, por el fracaso del golpe militar— y descendente en los meses siguientes, fue llevada a cabo por columnas de milicianos, comités obreros y masas sin control de las autoridades, que pretendían saldar viejas deudas o resentimientos, y se dirigió básicamente contra los clérigos y sus símbolos (artís-ticos y rituales), pero no se planteó tanto como una persecución expresa contra lo religioso (entendido como fe). En realidad se dirigió contra la trilogía representada por caciques, ricos y curas, con un carácter pretendidamente tan antiburgués como anticatólico, pues en las mentes de los violentos representaban prácticamente lo mis-mo. Debemos compartir, con Julián Casanova, que «toda esa violencia anticlerical no representaba tanto un ataque a la religión como a una específica institución religiosa, la Iglesia católica, estrechamente ligada según se suponía a los ricos y poderosos»24. Habría que añadir que también era un ataque al orden católico (en los términos señala-dos antes por Manuel Delgado), y, a la vez, la expresión de una profunda religiosidad de un pueblo «intensamente religioso que ha sido abandonado o engañado», como dijo Gerald Brenan25.

Cuestionar el «cómo», la manera de nombrarla, no puede obviar el «qué» ni el «cuánto». El tributo en sangre que pagó el clero no tuvo parangón desde las persecu-ciones de los primeros cristianos en Roma. Es evidente también que se cerraron los templos al culto y se convirtieron, en numerosas ocasiones, en almacenes, establos o

23 Plan que dan por sentado la historiografía más combativa. Cfr. al respecto F. Guijarro: Persecución religiosa…op. cit. p. 284.

24 J. Casanova: La Iglesia de Franco. Temas de Hoy, Madrid, 2001. p. 197.25 Citado en J. Casanova: La Iglesia…op. cit. p. 159.

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mercados. Pero también hay que reconocer que hubo una tímida «política religiosa» en el Gobierno republicano, encarnada en la presencia del católico y nacionalista vasco Irujo en los Gobiernos de Largo Caballero y de Negrín. Es sabido que Irujo intentó reconducir una situación que, a todas luces, era perjudicial para la imagen de la República y luchó (con más voluntad que resultados, empero) por intentar sacar de la clandestinidad el culto católico26. Y, en este como en otros casos, requiere de un estudio territorial pormenorizado que descubra posibles escenarios.

Que el clero español vivió sus años más dramáticos de toda la historia es innegable. Pero confundir las creencias religiosas con sus ministros, con las manifestaciones del culto o sus símbolos lleva también a excesos semánticos. Por consiguiente, llamemos a las cosas por su nombre (clerofobia, violencia anticlerical, incluso persecución antie-clesiástica) y dejemos los términos más reivindicativos para quienes se acercan al tema desde posiciones más propagandísticas o militantes.

1.4. La construcción del conflicto político-religioso en España

La idea clásica de una política agresiva de los Gobiernos republicano-socialistas dirigida contra una Iglesia obediente al poder constituido se ha actualizado en nuestros días con la tesis de la centralidad de la «revolución religiosa» en el diseño de la acción gubernamental y el discurso de la coalición republicano-socialista, que ha introducido a su autor, el politólogo Manuel Álvarez Tardío27, en el amplio mercado que disfrutan los libros que abordan los errores cometidos en el pasado por la izquierda española. Es una manera más de negar el papel democratizador y liberal del republicanismo y centrar su prioridad ideológica en su esencia revolucionaria, para justificar, de paso, su necesaria derrota. Es cierto que dicha expresión estuvo presente en determinados discursos polí-ticos, y el citado politólogo los ha rastreado sistemáticamente en su libro. También es evidente que las relaciones entre la Iglesia y el Estado experimentaron un giro de ciento ochenta grados. Pero elevar ciertas referencias retóricas a modo de categoría historio-gráfica resulta tan exagerado como hacerlo, por ejemplo, con el término «antirrepubli-canismo» para referirnos a la Iglesia en su conjunto. ¿Acaso no fueron heterogéneos los discursos y tácticas tanto de los diferentes representantes de la izquierda republicana y obrera como de la jerarquía eclesiástica, los seglares y las derechas?

Frente a la tesis anterior, se propone aquí un modelo diferente, apoyado en seis bases. Primera, el conflicto fue interactivo. Se fue retroalimentando en los primeros meses de la Segunda República, cuando más frágil era. Su escalada se produjo a

26 J. M. Margenat: «Manuel de Irujo: la política religiosa de los Gobiernos de la República en la Gue-rra Civil (1936-1939)» en Cuadernos de Historia Moderna y Contemporánea, n.º 4, 1983. pp. 175-193.

27 M. Álvarez Tardío: Anticlericalismo y libertad de conciencia. Política y religión en la Segunda República Española (1931-1936): Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2002.

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consecuencia de las tempranas salidas de tono del cardenal Segura, la impaciencia provocadora de los incendiarios de templos (quizás por la frustración de las expecta-tivas que había generado), las divisiones y falta de contundencia con que el Gobierno provisional encaró los asuntos de orden público y la «re-creación» del conflicto por parte de la prensa. Intervinieron, por consiguiente, varios actores: el Gobierno y la jerarquía eclesiástica, por supuesto, aunque en ningún caso de manera unánime en su seno; las masas descontroladas, que rescataron el viejo rito purificador del anti-clericalismo popular y violento; la movilización católica; y, por último, los medios de comunicación escritos, cuyo papel no siempre ha sido destacado suficientemente. Traducido a los procesos del modelo de Fisher, es fiel reflejo de los sesgos perceptivos y cognitivos la presión de los integrantes y la solución inadecuada de los problemas, que contribuyeron a incrementar la amenaza percibida y la desconfianza.

Segunda, el conflicto no fue lineal y no pueden desdeñarse las iniciativas para reba-jar la tensión. Cuando se estaba elevando su intensidad, hubo intentos de reconducirlo y controlarlo institucionalmente en el verano del 36, pero su «desescalada», impul-sada por algunos sectores del Gobierno y de la jerarquía, no tuvo éxito, iniciándose entonces su deriva definitiva hacia un conflicto «intratable» a partir de los debates constitucionales y la aplicación de la legislación anticlerical entre 1932 y 1933.

Tercera, el conflicto no sólo fue entre poderes, sino también entre modelos de cultura. De un lado, la católica, que había ido forjando un patrón de vida que se reflejaba en la conformación de los valores morales y sociales, en el espacio público y en la propia ordenación del tiempo. De otro, la republicana, que proponía un modelo alternativo, laico, más difuso. Y dado el peso excesivo del orden católico, de su capital social y las excesivas prisas de los nuevos gobernantes, el choque resultó enormemente intenso, con amplias repercusiones que abarcaban desde el ámbito educativo al de la vida cotidiana.

Cuarta, el conflicto político-religioso, aunque con entidad propia, no puede separarse totalmente de otros conflictos políticos y sociales de estos años, que fueron la base de la respuesta más violenta e iconoclasta, que estalló en momentos clave como mayo de 1931, octubre de 1934 o el verano de 1936. En lugar de trazar un simplista esquema que une inextricablemente la furia incendiaria de 1931 y la de 1936, hay que contemplarlo como un fenómeno de más larga duración y con componentes más diversos, como pue-de observarse en un análisis más territorializado del problema. Dicho de otra manera, la violencia anticlerical estalló en 1936 de manera más generalizada que en el pasado, llegando a ciudades que, hasta entonces, habían permanecido al margen de la misma.

Quinta, durante la guerra, la Iglesia fue, a la vez, «perseguida y profanada», según la caracterización ya clásica empleada por Julián Marías28. Por un lado, la efervescen-cia revolucionaria alimentó un clima de clerofobia sin precedentes, que provocó el

28 Para comprender el contexto de estas palabras, cfr. http://www.conoze.com/doc.php?doc=2024. También en http://www.mindef.gov.ar/edna/biblioteca/coleccion/63_2001.htm

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asesinato de casi 7.000 religiosos, y una iconoclastia que superó con creces los ante-riores episodios de violencia anticlerical. Y, por otro, los conspiradores, tras el fracaso de su proyecto inicial (militar, anticomunista, nacionalista, basado en una victoria rápida) utilizaron la religión como bandera para legitimar sus intereses, contando con la anuencia de un episcopado29 que, pese a los sufrimientos, no supo estar a la altura de un Evangelio que parecía reclamar un papel más cercano a los desfavorecidos y con-ciliador entre las partes. El simbolismo que suponía el restablecimiento de elementos religiosos en el bando franquista —desde la «movilización de las vírgenes» a la repo-sición del crucifijo en las escuelas— tenía su paralelismo en la destrucción de templos y de su liturgia en el lado republicano, sucediéndose declaraciones de satisfacción por el restablecimiento o la desaparición, según el bando, del culto católico. Pasado el ful-gor revolucionario del verano del 36, las autoridades republicanas pasaron a controlar la situación de manera más efectiva y reducir al mínimo una represión que ahora se encauzó por la vía legal a través de los tribunales populares.

Y sexta, no hubo unanimidad antirrepublicana entre los católicos. El Vaticano ten-dió puentes en 1931 al Gobierno republicano que no cortó hasta 1933 y, durante los primeros meses de la guerra, no compartió la idea de cruzada30, por lo que su actitud fue considerada tibia por la mayoría de la jerarquía y el clero españoles. Por otra parte, no faltaron católicos confesos ni en el mando militar republicano (como los generales Miaja y Rojo), ni en el Gobierno (el nacionalista vasco Irujo), ni en las embajadas (Ángel Osorio y Gallardo). Se han documentado casos de sacerdotes31 que condenaron la sublevación. Y otros católicos, incluido algún obispo32, se posicionaron contra la guerra y apostaron por la negociación.

29 Pese a haberse sostenido machaconamente que la toma de postura de la Iglesia había sido posterior a la represión, el jesuita A. Álvarez Bolado (Para ganar la guerra, para ganar la paz. Universidad Pontificia de Comillas, Madrid, 1995) ha demostrado que más de una decena de obispos tomaron postura a favor de los suble-vados desde el primer momento e incluso se mostraron contrarios a cualquier negociación, con el fin de que la guerra significara la recristianización de España. El término cruzada, empleado por primera vez por el arzobispo de Santiago, Tomás Muñiz, tomó carta de naturaleza en la pastoral Las dos Ciudades del obispo de Salamanca (y futuro arzobispo de Toledo tras la muerte de Gomá), Enrique Plá i Deniel, fechada el 30 de septiembre de 1936. Sin mencionarse expresamente, el espíritu de cruzada estaba presente en otro documento eclesiástico, el de mayor difusión, la Carta Colectiva del Episcopado español, de gran repercusión internacional.

30 Aunque apoyaba relativamente al bando franquista desde septiembre de 1936 (tras conocer la represión contra el clero) y reconoció su régimen en 1937, sus relaciones no estuvieron exentas de recelos. Roma no compartía la idea de cruzada, debido a la expulsión de Múgica por las autoridades franquistas y al fusilamiento de 14 sacerdotes vascos por las tropas franquistas.

31 El párroco del pequeño municipio albacetense de Casas de Juan Núñez, José Santiago Crespo, abandonó su labor sacerdotal para incorporarse activamente al Frente Popular de su pueblo. Cfr. J. D. Carrión Íñiguez: La persecución religiosa… op. cit. p. 58.

32 El más destacado y casi único ejemplo es el de Vidal i Barraquer, arzobispo de Tarragona, quien, en una posición similar a la del francés Maritain, abogó por una gestión mediadora para concluir la guerra y evitar más sufrimientos, demostrando una sensibilidad cristiana más firme que la de otros obispos.

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El conflicto político-religioso en Castilla-La Mancha. De la República a la Guerra Civil

Cabe hacerse una última pregunta, ¿pudo tener el conflicto político-religioso de los años treinta algunos ingredientes positivos? Habitualmente, la respuesta que se da es la contraria, porque se valora básicamente su polarización, enrocamiento de posturas y desenlace final. Sin embargo podría destacarse como positiva la base modernizadora que alumbraba el programa laicista y la capacidad para aglutinar sectores políticos muy heterogéneos, que tenían en este punto, al menos, un pro-grama común. Fue la precipitación en su ejecución y la presencia de una serie de factores coadyuvantes los que le privaron de cualquier posibilidad de éxito. Y aquí la responsabilidad estaba más compartida de lo que la historiografía más antirre-publicana suele reconocer, pues está interesada especialmente en utilizar recurren-temente este conflicto para impugnar la experiencia republicana. No es cuestión de establecer contrafactuales pero tampoco valen los determinismos ingenuos o malintencionados.

2. LA IGLESIA Y LAS BASES DEL CLERICALISMO EN CASTILLA-LA MANCHA

2.1. La geografía diocesana castellano-manchega

Durante los años treinta, la geografía diocesana no coincidía con la administrativa y, por consiguiente, las provincias y las diócesis abarcaban diferentes territorios. Habrá que esperar para ello a la firma del concordato de 1953, en pleno franquismo.

En el territorio que actualmente compone Castilla-La Mancha, destacaba una diócesis sobre todas las demás, la primada de Toledo. Aunque se había diezmado en los últimos siglos (por la creación de nuevas diócesis como la de Ciudad Real) conti-nuaba siendo la más amplia y dispersa: entraba en las provincias de Cuenca, Albacete y Guadalajara, y traspasaba el ámbito regional porque incluía parroquias extremeñas, andaluzas, avilenses y madrileñas. De la sede metropolitana de Toledo dependían las sufragáneas de Sigüenza y Cuenca.

Esta última era la segunda diócesis más extensa de la Región. Sufragánea de la toledana, la de Cuenca sobrepasaba los estrictos límites provinciales, adentrándose en las provincias de Toledo, Guadalajara o Albacete. Mucho más pequeña en extensión y feligresía era la provincia eclesiástica de Sigüenza, que ocupaba la parte más septen-trional y occidental de la provincia de Guadalajara y penetraba, parcialmente, en las de Soria, Segovia y Zaragoza.

Frente al origen medieval de las anteriores, la diócesis de Ciudad Real era la más joven y singular de todas. En primer lugar, por coincidir sus límites geográficos con los eclesiales, pues nació ya cuando se había asentado la España liberal, en 1876, a iniciativa de Alfonso XII. Y también porque era una prelatura nullius, regida por el obispo-prior

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de las Órdenes Militares de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa, cargo que era nombrado por el Rey-Maestre para gobernar un territorio exento, sujeto sólo a Roma.

El caso más original era el de Albacete, que fue dotada de entidad provincial en 1833 pero tuvo que esperar más de un siglo, hasta 1949, para contar con sede dio-cesana, correspondiendo mientras tanto sus parroquias a las diócesis de Cartagena, Orihuela, Toledo y Cuenca. Algo parecido le ocurría a la provincia de Guadalajara, que pertenecía, a efectos religiosos, a las diócesis de Sigüenza y Toledo, principalmente.

CUADRO 1DIÓCESIS RADICADAS EN CASTILLA-LA MANCHA EN LOS AÑOS 30

DiócesisOrganización

eclesiásticaComprendidas en las

provinciasKm² N.º almas

Sacerdotes 1936

N.º relativo almas

CartagenaSufragánea

(de Granada)Albacete, Murcia, Alicante y

Almería24.002 1.200.000 535 2.242

C. RealPrelatura Nullius

Ciudad Real 19.741 432.000 243 1.777

CuencaSufragánea (de Toledo)

Cuenca, Guadalajara, Valencia, Albacete y Toledo

21.797 416.724 435 957

OrihuelaSufragánea

(de Valencia)Albacete, Alicante y Valencia 3.203 467.625 327 1.430

SigüenzaSufragánea (de Toledo)

Guadalajara, Soria, Zaragoza y Segovia

9.814 155.000 415 375

Toledo MetropolitanaToledo, Albacete, Guadalajara, Jaén, Badajoz, Cáceres, Ávila

y Granada28.190 654.765 580 1.128

Fuente: Elaboración propia a partir de la Guía de la Iglesia y de la Acción Católica Española. Madrid, Secretariado de Publicaciones de la Junta Técnica Nacional de la ACE, 1943.

En estas circunstancias, la tarea de efectuar una aproximación histórica a la cuestión religiosa en el ámbito de la actual comunidad autónoma requiere un esfuerzo adicional para efectuar las correspondientes equivalencias en los datos y las conclusiones desde los ámbitos diocesano al provincial. Pero, por otra parte, sirve también para poder establecer algunas hipótesis sobre la incidencia de conflictos entre las autoridades reli-giosas y políticas en aquellos territorios con mayor o menor presencia de la jerarquía eclesiástica en el tejido sociopolítico. Son los casos extremos de Toledo, por una parte, cuya capital era sede primada de España, con la consiguiente estructura institucional en la ciudad imperial, lo que abonaría unos mayores recelos entre las autoridades reli-giosas y políticas, y, por el otro, de Albacete, donde no había una estructura diocesana establecida y, por tanto, el ámbito religioso no podía tener tanto peso social.

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El conflicto político-religioso en Castilla-La Mancha. De la República a la Guerra Civil

2.2. El antirrepublicanismo de los arzobispos de Toledo

El integrismo y antirrepublicanismo más genuinos estuvieron representados en Pedro Segura. Contumaz antidemócrata y con un carácter muy arisco, Segura había denunciado repetidamente durante los años veinte la incultura religiosa y pasividad de los católicos ante un proceso de secularización que él calificaba, sin ambages, como «descristianizador». Su carrera ascendente al episcopado —desde la modesta diócesis de Coria, entre 1920 y 1926, a la archidiócesis de Burgos, en 1927— se debió a su estrecha relación con Alfonso XIII, que no dudó en promocionarlo a la sede primada de Toledo, a pesar de su juventud, tras morir el anterior arzobispo, Enrique Reig. Segura mantuvo durante toda la dictadura primorriverista la creencia de que se trataba de una «oportunidad para intensificar desde el Estado la acción recristianizadora»33. Por eso, tras la dimisión de Primo de Rivera, escribió una pastoral —La gravedad del momento presente, publicada el 27 de febrero de 1930— en defensa de los derechos reales de Alfonso XIII y embargado por el temor a los avances de la revolución. A lo largo del año 1930 buscó, sin demasiado éxito, la movilización de los católicos y la creación de una alianza católica para evitar que se derrumbara la institución monárquica pues, a su juicio, de ella dependía el mantenimiento de la hegemonía católica del país. Sus politizadas intervenciones fueron seguidas de cerca por la prensa republicana, que lo acusaba de tener planes tenebrosos. Y su figura se vinculó tanto a la del monarca que la caída de uno arrastró al otro.

Tras unas primeras semanas de tanteo, en las que el Gobierno provisional de la República quería aplazar para más adelante el necesario debate sobre la política reli-giosa, la imprudente publicación de su pastoral Deberes de la hora actual (fechada el 1 de mayo pero publicada en la prensa el día 7) fue acogida como una provocación por parte del Gobierno, pues vino a confirmar la campaña de la prensa republicana contra el primado «monárquico». Además de contener unos elogios desmedidos a Alfonso XIII y hacer apología de la unión de la Iglesia y la Corona, incitaba a la movilización de los católicos de toda España y a su unión de cara a las inminentes constituyentes, a la vez que comparaba al Gobierno provisional con el régimen bolchevique derrotado en la Revolución bávara de 1919. Poco después, sobrevinieron los incendios de los días 11 y 12 de mayo. El conflicto político-religioso parecía imparable. El Gobierno declaró persona non grata al cardenal Segura, al señalarlo como el detonante de la violencia anticlerical. El primado, que temía por su seguridad, abandonó el país el 13 de mayo, con dirección a Roma, y el Gobierno confió en que no regresase. El propio nuncio se vio aliviado porque creía que este exilio voluntario evitaría una medida gubernamental más dura.

33 S. Martínez Sánchez: Los papeles perdidos… op. cit. p. 119.

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Un mes después, Segura regresó a España de manera subrepticia. El Gobierno ordenó su detención, culminada el 14 de junio en Guadalajara, siendo escoltado su automóvil hasta la frontera para ser expulsado al día siguiente. Ahora ya no se marchaba volunta-riamente, sino por orden del ministro de la Gobernación, el católico Miguel Maura, que pretendía centrar las iras anticlericales en el conocido como «Richelieu de La Mancha» para que, una vez fuera del país, reinara la paz religiosa. Sin embargo sucedió todo lo contrario, pues era la segunda vez que el Gobierno provisional expulsaba a un prelado, un mes después de haber corrido la misma suerte el obispo de Vitoria, Mateo Múgica. Segura no regresaría de su exilio hasta la Guerra Civil. Muy a su pesar, y con alguna nueva salida de tono en los próximos meses, tendrá que acabar aceptando su papel de exiliado.

Tras dos años vacantes, fue aupado a la sede metropolitana de Toledo Isidro Gomá y Tomás, a raíz del cambio de actitud del Vaticano ante la situación que atravesaba la República. Ya en su anterior destino en la diócesis de Tarazona, Gomá había mostrado su profundo antirrepublicanismo porque consideraba que el régimen nacido en abril de 1931 «anonadaba a Dios». Situado en una línea similar de intransigencia que Segura o Múgica, Gomá había tenido la suerte de no sufrir las represalias gubernamentales porque estaba al frente de una diócesis más modesta que aquéllos. Parece que fue el nuncio Tedeschini quien impulso su nombramiento como arzobispo primado, tras serle de poca utilidad ya el cardenal Vidal i Barraquer34, el interlocutor hasta entonces de la Iglesia con el Gobierno. Aunque eran ambos catalanes, Gomá representaba una línea más dura y en sintonía con la mayoría del episcopado, que quería cerrar definitivamen-te cualquier puente de comunicación con el Gobierno de la República.

Gomá asumió el arzobispado en julio de 1933 y fue elevado al cardenalato a fines de 1935. Pero, para estas fechas, Segura había dejado de ver en él un digno continua-dor suyo. No tanto por su labor pastoral o sus planteamientos intelectuales, sino por lo que Segura consideraba un excesivo acercamiento del primado a los propagandistas y accidentalistas de la CEDA, estrategia que aquél consideraba errónea, frente a la rupturista defendida por monárquicos y carlistas. En lo sucesivo, Gomá quedará como el más franquista de los obispos, frente a la intransigente defensa de la monarquía tradicional de su antecesor.

El cardenal primado salvó la vida por encontrarse en Tarazona cuando estalló la sublevación, donde debía consagrar como obispo de esa diócesis a su auxiliar, Gre-gorio Modrego. En lugar de volver a la ciudad imperial cuando fue tomada por las tropas de Franco —donde buena parte de la curia diocesana y del cabildo habían sido asesinados—, prefirió residir en Pamplona, desde donde la dirección de su diócesis fue una tarea menor en relación con su función como primado de la Iglesia española.

34 Es imprescindible la consulta de la magna obra, en siete tomos, de M. Batllori y V. M. Arbeloa (dirs.): Arxiu Vidal i Barraquer. Església i estat durant la Segona República espanyola 1931/1936 (Barcelo-na, 1971-1986).

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El conflicto político-religioso en Castilla-La Mancha. De la República a la Guerra Civil

Tras representar durante unos años el papel de instrumento de la diplomacia vati-cana para escenificar la hostilidad en las relaciones con el régimen republicano, Gomá pudo afianzar su liderazgo episcopal al aparecer como la figura idónea para reanudar las relaciones entre el Gobierno de Burgos y Roma a fines de 1936. Reunía las con-diciones ideales para este cometido por su significación de antiliberal furibundo y sus excelentes relaciones con Franco. Desde ese momento empezó a recibir presiones (tanto del propio Generalísimo como del Vaticano y de otros obispos españoles) para elaborar una carta colectiva que ofreciera lo que cada parte consideraba su «verdad» acerca de la guerra35. El resultado fue la firma de la célebre Carta Colectiva del Epis-copado español a los Obispos del mundo entero sobre las causas de la guerra, de 1 de julio de 1937. Firmada36 por 48 obispos y autorizada por el Vaticano, este polémico documento supuso una verdadera declaración de guerra contra la República y sirvió no sólo de propaganda política para los sublevados sino también de barrera para impedir una paz negociada. Gomá fue, por tanto, uno de los máximos representantes de la legitimación del conflicto como una guerra de religión y del compromiso de la Iglesia con los vencedores. No obstante, antes de terminar la contienda (y hasta su muerte en 1940, ya acabada la misma) tuvo ciertas discrepancias y roces con los falangistas. En la pastoral Lecciones de la guerra y deberes de la paz señalaba las causas de la contienda y trazaba un panorama de las reformas necesarias pero desconfiaba del estatalismo y el fascismo, lo que provocó su prohibición el 8 de octubre de 1939 por Serrano Súñer, en lo que constituyó un incidente importante dentro de la España nacional-católica37 que se estaba forjando.

2.3. Los obispos «mártires»

Durante la República, las diócesis de la región estuvieron en manos de prelados que sintonizaban más con las tesis beligerantes de Segura y Gomá que con las negociadoras

35 Las pretensiones de las distintas partes no coincidían. Roma deseaba un documento público dirigi-do a los fieles vascos para que acabara la «cooperación de católicos y comunistas». Los obispos españoles querían que los destinatarios fueran todos los católicos españoles. Gomá se mostraba escéptico acerca de la eficacia de ambas propuestas. Pero acogió con agrado la sugerencia que Franco le hizo para que extendiera los destinatarios al extranjero como texto propagandístico. Cfr. H. Raguer, La pólvora y el incienso. La Iglesia y la Guerra Civil española (1936-1939), Barcelona, Península, 2001.

36 Esta carta no fue firmada, entre otros, por Vidal y Barraquer (por considerar que empeoraría la situación del clero en la zona gubernamental) ni tampoco, por otros motivos, por Múgica (expulsado de su sede por la Junta de Defensa) ni por Segura (por ser dimisionario). Álvarez Bolado o Raguer insisten en sus limitaciones, por ejemplo la trivialización que hace del conflicto social, la simplificación del problema vas-co, la falta de sensibilidad para los valores democráticos o la poca contundencia para condenar la represión «blanca».

37 Para los orígenes, evolución y diversidad del término, es fundamental el ya clásico trabajo de A. Botti, Cielo y dinero. El nacionalcatolicismo en España (1881-1975), Madrid, Alianza, 1992.

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de Vidal i Barraquer. Sin embargo, a diferencia de aquéllos, protegidos por encontrarse en el exilio o en la zona sublevada, los obispos de Sigüenza, Cuenca y Ciudad Real sufrieron en carne propia las consecuencias de la furia clerófoba del verano de 1936.

El primer obispo asesinado fue el de Sigüenza, Eustaquio Nieto Martín, en la tem-prana fecha del 28 de julio de 1936. Once días después, el 8 de agosto, unos milicianos pasaron por las armas al obispo de Cuenca, Cruz Laplana y Laguna, en la carretera de Villar de Olalla. Y dos semanas después que este último, el día 22 de agosto, corrió la misma suerte el obispo de Ciudad Real, Narciso Esténaga y Echevarría, en Peralvillo. Hay una serie de elementos en común en sus asesinatos. Se produjeron en el primer mes de la guerra, cuando las autoridades legales estaban desbordadas por el estallido revo-lucionario e impotentes ante unas milicias obreras que, sin la oposición de las fuerzas de orden público —en muchos casos se habían llevado a otras provincias a los guardias civiles para evitar que se sumaran a la sublevación—, tenían práctica impunidad para cometer tropelías. Y, con anterioridad a su ejecución, habían sido trasladados a otros edi-ficios (seminarios o casas particulares) a la vez que se registraban las arcas diocesanas.

Por otro lado, los unía su larga trayectoria pastoral al frente de las diferentes dióce-sis. En los tres casos, se trata de obispos que habían iniciado su labor en los momentos finales de la monarquía constitucional de Alfonso XIII. El más veterano, monseñor Nieto, era obispo de Sigüenza desde 1917. Cruz Laplana había tomado posesión en 1922 y monseñor Esténaga al año siguiente. Durante la dictadura de Primo de Rive-ra, en consonancia con la posición mayoritaria en el episcopado, mantuvieron unas excelentes relaciones con el poder político38. Por último, y como fue práctica habitual, publicaron circulares en las primeras semanas del nuevo régimen republicano, siguien-do las instrucciones de Roma en el sentido de obedecer los poderes constituidos, pero sin mostrar el entusiasmo del que habían hecho gala años antes con Primo de Rivera. No se inmiscuyeron directamente en la vida política local en los años siguientes pero plasmaron en la correspondencia privada y los Boletines Eclesiásticos su tono crítico frente a la legislación en materia religiosa del Gobierno republicano.

Aunque también había lógicas diferencias entre ellos. En el caso del obispo Lapla-na, su formación intelectual no estaba acorde con la fortuna familiar. Su cargo de obispo de Cuenca se lo debía a su primo Vicente Piniés, Ministro de Gracia y Justicia de Alfonso XIII39. Su amistad con Segura, que venía de lejos, debido a sus frecuentes

38 Monseñor Esténaga aprovechó la propicia coyuntura política para colocar cruces de las órdenes militares en todas las iglesias de la diócesis, aumentar los arciprestazgos, entronizar la imagen del Sagrado Corazón en el ayuntamiento de la capital y coronar a las vírgenes de la Encarnación (en Carrión) y de las Nieves (en Almagro). Cfr. F. Alía Miranda: Ciudad Real durante la dictadura de Primo de Rivera. Instituto de Estudios Manchegos, Ciudad Real, 1986.

39 Una hagiografía preparada para su beatificación puede verse en Don Muelas Alcocer: D. Cruz Laplana y Laguna: obispo mártir de Cuenca. Cuenca, 1992

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veraneos en Cuenca, se tradujo en una correspondencia privada en la que Laplana se solidarizó con el cardenal exiliado y aquél agradeció enormemente.

Una trayectoria muy diferente siguió el obispo Esténaga40. Huérfano de padre y madre, sin respaldo de fortuna o política detrás, había sido formado desde jovencito para el sacerdocio por sus educadores e hizo carrera rápida en la catedral de Toledo, sirviéndole de trampolín para regir el obispado priorato de Ciudad Real. Frente a la mayor prudencia mostrada por monseñor Laplana —no disimulaba el miedo que le provocaba la creciente conflictividad social— en los meses previos a la guerra, la acti-tud del obispo de Ciudad Real había sido de un apoyo más directo a la campaña elec-toral del bloque contrarrevolucionario en febrero de 1936, utilizando como portavoz al canónigo magistral Juan Mugueta en el periódico católico El Pueblo Manchego41.

Al estallar la guerra llevaban entre 14 y 19 años en el cargo. Los tres eran muy conocidos en sus respectivas diócesis, y, por tanto, también lo eran sus juicios políticos respecto a la monarquía, la dictadura y la república. Los momentos iniciales de des-concierto en julio de 1936 les hacían objeto prioritario de los milicianos que veían en ellos la encarnación de un poder que, desde sus posiciones revolucionarias, había que destruir. Fueron víctimas inocentes pero simbólicas. Y parece verosímil la hipótesis de que el asesinato del obispo pudiera servir de freno de una mayor masacre entre los sacerdotes de su diócesis.

Los diversos martirologios escritos en la posguerra describían la ejemplaridad de sus vidas y, por supuesto, de la manera en que afrontaron la muerte. Las circunstancias trágicas de sus asesinatos, sus últimas actuaciones cuando fueron detenidos y el hecho de que perdonaran a sus verdugos ha cubierto de un halo de santidad unos hechos que hay que encuadrarlos en el contexto de la represión revolucionaria inmediatamente posterior al fracaso de la sublevación, que no sólo se dirigió hacia los clérigos.

Las condiciones de la detención de monseñor Nieto no parecen ser demasiado «heroicas». Se escondió en algunas dependencias del seminario, tras haber sufrido continuos sobresaltos y vejaciones, y lo encontraron sus verdugos utilizando a un padre claretiano. Pero el hecho de ser el primer obispo asesinado de España le otorgó un significado especial. Antes de su muerte, los milicianos saquearon la caja fuerte diocesana y provocaron algún pequeño incendio en los bajos del seminario. A dife-rencia de lo que ocurrió en Ciudad Real o Cuenca, apenas dos meses después, el 8 de octubre, Sigüenza fue tomada por los nacionales.

40 Javier Irastorza Loinaz, obispo de Orihuela desde 1923, había sido el antecesor al frente de la dió-cesis de Ciudad Real (desde 1914 a 1923) de monseñor Esténaga. De la labor de Irastorza en Ciudad Real (incluso los años anteriores a su episcopado estuvo en esta ciudad manchega como vicario general) destaca su impulso de la prensa católica (El Pueblo Manchego) y de la acción social católica agraria. Murió a fines de 1943 en su San Sebastián natal.

41 P. Rodrigo Romero y D. González Madrid: La Iglesia de Ciudad Real durante el período republi-cano y la Guerra Civil, trabajo de doctorado inédito. Universidad de Castilla-La Mancha, 2000. pp. 14-15.

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Pasaron diez días hasta la detención del obispo de Cuenca. Como había ocurrido en Sigüenza, antecedieron al prelado los asesinatos de algunos sacerdotes de la dió-cesis. También aquí hubo un previo registro domiciliario por los milicianos y Laplana fue obligado a marchar al seminario, convertido en cárcel. Estando aquí, el alcalde de Cuenca hizo gestiones para liberarlo y facilitarle la huida, pero el obispo no quiso. En la madrugada del 8 de agosto, unos milicianos lo trasladaron, junto a su sobrino y secretario Fernando Español, a unos kilómetros de Cuenca para asesinarlos.

En la vecina provincia de Ciudad Real, el Gobernador Civil había garantizado a monseñor Esténaga que salvaría la vida si se mudaba a un nuevo domicilio. Sin embar-go, apenas permaneció ocho días en casa de Saturnino Sánchez Izquierdo. El traslado de la Guardia Civil a Madrid, para evitar que se sumaran a la sublevación, facilitó la labor de los milicianos, quienes, tras irrumpir en la casa donde estaba hospedado, sin obedecer las instrucciones gubernativas, asesinaron al obispo y a su capellán (Julio Melgar) en Peralvillo, a ocho kilómetros de Ciudad Real.

2.4. El clero diocesano y la crisis religiosa

En el cuadro 1 aparece una radiografía de la situación del clero diocesano en víspe-ras de la Guerra Civil. Si descontamos los datos sobre el número de sacerdotes de las diócesis de Cartagena y Orihuela (cuyo ámbito se situaba mayoritariamente fuera de la región), tenemos, en el extremo superior de la horquilla la primada de Toledo (580) y, en el inferior, la prelatura nullius de Ciudad Real (243), situándose en segundo (Cuenca) y tercer lugar (Sigüenza) dos diócesis con más de 400 sacerdotes.

Sin embargo, si pasamos a considerar los datos relativos (en función de la corres-pondencia de almas por sacerdote), la diócesis más atendida era la de Sigüenza, que, con sus 375 feligreses por sacerdote mejoraba sustancialmente la media nacional (que se situaba casi en el doble, en 671). Muy diferente era el panorama diocesano de Cuenca y Toledo, donde cada sacerdote atendía al triple de almas (957 en el primer caso y 1.128 en el segundo). En este sentido, la diócesis de Ciudad Real presentaba el panorama más negativo, pues había 1.777 feligreses para cada cura, cuadruplicando ampliamente los datos de la diócesis seguntina.

También hay que tener en cuenta, en el cómputo de las diferentes diócesis, el distinto peso que en esas cifras tenía la sede episcopal respecto al resto del obispado. Particularmente destacable al respecto eran las ciudades de Toledo, sobre todo, y, en menor medida Cuenca y Sigüenza, donde la presencia del clero, con relación a los fie-les, estaba sobredimensionado respecto al mundo rural. En el extremo opuesto estaba una ciudad como Albacete, que no era sede episcopal.

Faltan estudios en profundidad sobre los índices de religiosidad y la evolución del clero durante el primer tercio del siglo XX en la región. Pero la información que

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tenemos respecto a la archidiócesis de Toledo nos puede marcar la pauta del proceso de secularización regional. En vísperas de la República, era apreciable la postración religiosa de la diócesis primada. Los índices de cumplimiento pascual y asistencia a misa de precepto eran bajos, así como la aportación económica de los fieles en las colectas, lo que reflejaba también una decadencia en la piedad externa42.

La penosa situación económica que atravesaba la Iglesia era denunciada reite-radamente por las autoridades eclesiásticas. El cardenal Segura envió una circular a diversas diócesis, titulada «Sobre los deberes del clero», en la que reclamaba una mayor implicación del Estado en el mantenimiento de las necesidades de la Iglesia, contraponiendo la generosidad de las inversiones en obras públicas con la tacañería con que hacía frente a las necesidades del sacerdocio y advirtiendo de las consecuen-cias que esto traería para la paz social43.

A la crisis religiosa contribuía de manera poderosa el descenso de vocaciones44, el envejecimiento del clero y la débil preparación recibida en los seminarios desde hacía algunas décadas, agravada aún más tras el cambio político operado en 1931. Al descenso del número de sacerdotes se vino a sumar desde entonces otro contratiempo, si cabe más importante, el creciente empobrecimiento del clero, debido a la drástica reducción del presupuesto de culto y clero. Los fieles, que tenían en sus manos paliar en lo posible esta situación, no se mostraron demasiado generosos con las necesidades económicas de los eclesiásticos, bien por la pobreza de los pueblos, bien por la falta de costumbre. Fue precisa una drástica reorganización diocesana y el traslado de curas de pueblos pequeños y pobres a otros mayores para hacer frente a los malos tiempos. Por último, la cicatera la Ley de haberes pasivos de 1934 no pudo evitar las estrecheces económicas al clero y a los familiares a su cargo45.

42 L. Higueruela del Pino: La Iglesia en Castilla-La Mancha…op. cit. pp. 888-902.43 «Justo es, pues, que a la manera en que se abren nuevos recursos de riqueza para la nación espa-

ñola, y cuando se siente la necesidad de afianzar la paz social frente a los movimientos subversivos que en todo el mundo conspiran contra la sociedad, se atienda, como la justicia exige, a la honesta sustentación del clero, primer sostén de la causa del orden». Cfr. Boletín Oficial del Obispado Priorato de las Cuatro Órdenes Militares, 3, marzo 1931.

44 Si en 1910 había un sacerdote por cada 520 habitantes y en 1919 cada sacerdote atendía una media de 421 habitantes, en los albores de la República el promedio de fieles se había duplicado por eclesiástico (1.029) subiendo aún más (1.128) al final de la misma. Cfr. L. Higueruela del Pino, La Iglesia en Castilla-La Mancha… op. cit., p. 885. Estos datos de la diócesis de Toledo eran peores que los del conjunto del país. Según el Anuario Eclesiástico de 1931, había en España 34.176 sacerdotes para una población de 22.949.452 habitantes, de modo que cada cura tenía a su cargo una media de 671 almas.

45 L. Higueruela del Pino: La Iglesia en Castilla-La Mancha… op. cit. pp. 894-898. M. J. Moreno Beteta: «Presencia de la Iglesia en la vida cultural de Ciudad Real en la II República» en Transformaciones burguesas, cambios políticos y evolución social (2). t. X. Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, Toledo, 1988, pp. 241-47 (en especial, pp. 241-242).

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2.5. La respuesta católica

En un contexto marcado por una profunda crisis religiosa (que venía de lejos) y la percepción de sentirse perseguida por las autoridades republicanas, era esencial para la Iglesia que los católicos echaran un pulso al Gobierno laicista y mostraran su fuerza mediante una serie de actividades de influencia eclesiástica, como la promoción de actividades de culto, el fomento de organizaciones de apostolado y el impulso de la prensa como órgano del mismo.

Todas las diócesis de la Región impulsaron el asociacionismo católico con la finalidad movilizar a los creyentes en organizaciones de apostolado y mostrar así la fuerza de un catolicismo que, desde el poder republicano, se decía estar en retroceso. La organización piadosa más importante era Acción Católica y, vinculada a ella, asociaciones católicas de padres de familia (germen de futuras uniones diocesanas de hombres) y de estudiantes católicos. El obispo de Ciudad Real calificaba a Acción Católica como «el único remedio contra el cáncer del paganismo, que destruye a la sociedad y la retrograda vertiginosa-mente a tiempos muy lejanos, los del imperio de la fuerza y de la materia»46.

Durante el primer bienio, Acción Católica había permanecido prácticamente desorga-nizada y fue la jerarquía la que canalizó la reacción defensiva. Pero la aprobación de nue-vas bases en 1932 y el impulso del presidente de su nueva Junta Central, Ángel Herrera Oria, produjo su consolidación en España, más visible en 1934, en consonancia también con el cambio de orientación política. Según los datos (incompletos) proporcionados por la Guía de la Iglesia y la Acción Católica Española47, sólo consta el nacimiento de una Junta Diocesana en la Región (la de Toledo, en 1931) durante la Segunda República, a pesar de ser un elemento clave en el modelo centralizado de las bases de Reig de 1926. Pero sí aparecen durante estos años diversas uniones diocesanas de jóvenes (chicos) en Toledo (1932), Cuenca (1934) y Sigüenza (1935), y de jóvenes (chicas) en Toledo y Ciudad Real (1934). Las más tempranas habían sido las de mujeres, pero no hay cons-tancia de la aparición de ninguna de ellas en la Región durante los años republicanos. El resto de uniones diocesanas y la rama de hombres nacieron después de la guerra. De todos modos, cuando se hagan investigaciones diocesanas o provinciales más rigurosas aparecerá un tejido asociativo católico mucho más completo que el planteado aquí.

La llegada de Gomá a la archidiócesis primada se tradujo en la búsqueda de accio-nes para recuperar el terreno perdido por el catolicismo en su lucha contra la política laicista del Gobierno de la República48. La «conquista de la escuela» y una amplia evangelización popular fueron dos de sus objetivos principales. Para el primero de

46 P. Rodrigo Romero y D. González Madrid: «La Iglesia de Ciudad Real... op. cit. p. 12.47 Guía de la Iglesia y la Acción Católica Española. Secretariado de Publicaciones de la Junta Téc-

nica Nacional de la ACE, Madrid, 1943. pp. 499-1.057.48 L. Higueruela del Pino: La Iglesia en Castilla-La Mancha…op. cit. pp. 910-918.

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ellos, se pusieron en marcha asociaciones de Padres de Familia49 en las diferentes diócesis, cuya principal finalidad era la fundación de escuelas católicas y emprender una especie de cruzada contra la «invasión del laicismo desenfrenado». Y con el fin de acabar con la ignorancia religiosa que solían tener los feligreses, se pusieron en mar-cha iniciativas variadas, desde el cuestionamiento del método catequético (demasiado memorístico hasta entonces) hasta el fomento de asociaciones piadosas, el incremento de las predicaciones y el impulso de las misiones populares.

La contraofensiva católica pudo ponerse en marcha en el segundo bienio, por la vía política (CEDA) y apostólica (Acción Católica). Ésta tuvo en el verano y otoño de 1934 una gran actividad, especialmente visibles en Toledo, Cuenca y Ciudad Real. Fueron los meses en que se reactivaron las conferencias de especialistas, se celebraron las semanas Pro Ecclesia et Patria (como reacción a la ley de confesiones y congregaciones reli-giosas), se aprobaron numerosos reglamentos de los centros de juventudes de Acción Católica en diferentes poblaciones y fueron enviados jóvenes a diversos pueblos para fundar o consolidar los centros de Acción Católica. Pero fue en 1935 cuando esos cen-tros de Acción Católica tuvieron mayor vitalidad propagandística.

Una vez al año, las respectivas Juntas Diocesanas celebraban el «Día de la Prensa Católica», o de la «buena prensa», a la que contraponían la mala, la laicista. En estos años, reflejaba la actitud combativa de una Iglesia que se sentía perseguida y que utilizaba la prensa «para difundir sus ideas sobre la enseñanza, la estructura social, el origen del poder, el derecho al propio magisterio, la indisolubilidad del vínculo matrimonial, etcétera, creando estados de opinión que garanticen la adhesión popular a la jerarquía eclesiástica»50.

49 Conocemos el caso de Cuenca. La Asociación Católica de Padres de Familia organizó diversas conferencias y actos propagandísticos en 1933. En julio, en el salón de la Merced, el Padre Paúl Enrique Albiol habló de la educación religiosa como «arma imprescindible para obtener el triunfo sobre la pública inmoralidad» y que la supresión de la misma se apoyaba en el sectarismo. En septiembre, el mismo sacer-dote se dirigió a esta misma asociación e insistió en argumentos parecidos, criticando la enseñanza laica y exhortando a los padres católicos para que sus hijos estudiaran en escuelas y centros superiores católicos. A fines de ese año, tras el triunfo electoral de las derechas, la asociación intensificó la propaganda en pueblos de la provincia para pedir al Gobierno que las escuelas fueran religiosas, se respetaran las creencias de los demás y se abrieran en Cuenca dos escuelas católicas, y solicitar al gobernador que los entierros se cele-braran católicamente. También consta existencia de una Asociación de Estudiantes Católicos, nombrada por primera vez en la prensa conquense en febrero de 1933 con motivo de una polémica con la otra asociación de estudiantes rival, la FUE (Federación Universitaria Escolar). Celebró el 9 de febrero de 1934 una Junta General Extraordinaria para organizar definitivamente la asociación, lograr una mayor eficacia en los postu-lados que defendía y elegir un nuevo equipo directivo. El anterior presidente, Fernando Flores (elegido ahora presidente honorario), era relevado por Juan Martino Casamayor, quien se rodeó en la nueva junta directiva de bastantes mujeres en cargos secundarios. Cfr. A. L. López Villaverde: «La Iglesia de Cuenca durante la II República (1931-1936)» en Hispania Sacra, n.º 49, 1997. pp. 81-82.

50 M.ª J. Moreno Beteta: «Presencia de la Iglesia en la vida cultural del Ciudad Real de la II Repúbli-ca» en I Congreso de Historia de Castilla-La Mancha. t. X. JCCLM, Toledo, 1988, p. 246.

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El cacareado apoliticismo de las organizaciones de apostolado era una mera excusa a la que obligaban las circunstancias políticas. La primera evidencia la proporciona su dirigente: el reorganizador de la Acción Católica durante estos años, Ángel Herrera Oria, era también el director de un periódico confesional, El Debate, y el impulsor de la principal organización política católica (Acción Nacional, que pasó a llamarse Acción Popular en 1932). Por otra parte, si las uniones diocesanas de hombres no tuvieron arrai-go hasta después de la guerra es porque Acción Popular ejercía, en la práctica, el papel asignado a las mismas, de manera que no era necesario impulsarlas. Y, abundando en la misma idea, el fomento de asociaciones católicas juveniles de Acción Católica servía de cantera para movilizar a los jóvenes y seleccionar a los futuros dirigentes políticos.

La línea de actuación desarrollada por Herrera quedó interrumpida por la guerra. Los dirigentes de Acción Católica, pese a no estar implicados directamente en la cons-piración, mostraron un temprano apoyo a la misma. En la zona nacional, fue «prota-gonista activa de la vanguardia y retaguardia al servicio de la movilización popular»51. El rápido crecimiento de la Juventud de Acción Católica en Toledo motivó roces con los falangistas52. Y en la retaguardia republicana, desde la clandestinidad, sirvió al sostenimiento mínimo del culto.

Si importante era el fomento de las organizaciones de apostolado, no menos era el impuso de las actividades de culto, no sólo para el cumplimiento de los deberes religiosos, sino también para la exteriorización de unos sentimientos que considera-ban yugulados por las autoridades. La Constitución de 1931 había puesto en manos de los gobernadores civiles la autorización o denegación de las mismas. De ahí que se diera una diversa casuística al respecto a lo largo del territorio español. En este sentido, parece que las provincias de la actual Castilla-La Mancha siguieron contando con numerosos desfiles procesionales durante las festividades religiosas entre 1931 y 1936, advirtiendo menos problemas y excepciones que en otras zonas del país. No obstante, no hubo la colaboración plena que las autoridades locales y provinciales habían prestado tradicionalmente.

El mejor ejemplo que conocemos es el de Cuenca. Pese a la cita con que enca-bezábamos la ponencia, tanto las procesiones de Semana Santa como las del Corpus se celebraron todos los años y sin incidentes reseñables53. Tan sólo se diferenció su celebración de las de años previos en que, a veces, se cambió el itinerario u horario de

51 F. Montero García: El movimiento católico en España. Eudema, Madrid, 1993. 52 L. Higueruela del Pino: La Iglesia en Castilla-La Mancha… op. cit. p. 924.53 No hay más que ver lo que decía al respecto Antonio Guaita, antiguo presidente de la Cámara de

Comercio e Industria, en una de las actas de la misma. El Señor Guaita contestaba al presidente y secretario de la Cámara, que temían trastornos graves provocados por extremistas políticos en la Semana Santa de 1933, y les decía que no había motivo para sustentar tales temores porque «el elemento obrero de Cuenca figura como cofrade o como voluntario portador de pasos en todas las procesiones». Cfr. A. L. López Villa-verde: «La Iglesia de Cuenca…op. cit. pp. 79-80.

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alguna procesión o se denegó la presencia gratuita de la banda de música. La Semana Santa conquense era la celebración religiosa de más larga tradición, de más partici-pación ciudadana y de más ardua preparación organizativa. Dado su marcado valor turístico, la Cámara de Comercio e Industria de Cuenca luchó en todo momento para que se celebrase con la solemnidad de siempre y empleó para su defensa, más que argumentos religiosos, motivaciones eminentemente turísticas.

En Toledo, una procesión tan arraigada como la del Corpus no parece que tuviera problemas para desfilar durante la República. No obstante, hubo que esperar a 1935 para que se celebrara con mayor solemnidad, boato y participación de los fieles, paliando así la falta de representación oficial de años anteriores54.

En Albacete la situación fue diferente en ambos bienios. Si damos por buena la versión del que fue gobernador civil de la provincia entre 1934 y 1935, José Apari-cio Albiñana, «en Albacete no se celebraban procesiones de Semana Santa desde el primer año de implantación de la República» porque se habían producido incidentes en uno de los desfiles, pero que él las había autorizado e, incluso, había destituido la corporación de Tarazona porque había denegado el permiso correspondiente55. Y la tensión generada a mediados de marzo de 1936, cuyo balance fue una iglesia quemada en Albacete y un convento en Almansa, no impidió la celebración de las procesiones de Semana Santa de 1936, que se llevaron a cabo con relativa normalidad salvo en la capital, Caudete, El Bonillo, La Gineta, La Roda y Chinchilla56.

En el transcurso de la guerra, la situación cambió sustancialmente, quedando pro-hibidas tanto las procesiones como las romerías y cualquier manifestación externa de culto, lo que ha sido explicado desde la antropología a partir de una lógica topográfica, para acabar con los mecanismos espaciales comprometidos directamente en tareas de territorialización que servían para sacramentalizar el espacio social y como expresión de identidad a la comunidad57. Los esfuerzos del ministro católico vasco Irujo para recuperar unos mínimos umbrales de libertad religiosa fueron baldíos.

Por desgracia, carecemos de estudios rigurosos en nuestra región sobre el papel de las organizaciones católicas en la retaguardia republicana o sobre su impulso a partir de la toma de diversas poblaciones de las provincias de Toledo y Guadalajara. También habría que investigar a fondo el posible mantenimiento (aunque fuera míni-mo o clandestino) de cultos religiosos y, en el campo contrario, la celebración de grandes procesiones o actos públicos para simbolizar el resurgimiento eclesiástico.

54 L. Higueruela del Pino: La Iglesia en Castilla-La Mancha…op. cit. p. 910.55 J. Aparicio Albiñana: Para qué sirve un Gobernador. Impresiones ingenuas de un ciudadano que

lo ha sido dos años de las provincias de Jaén y Albacete. Valencia, 1936. pp. 70-71. Cit. en J. D. Carrión Íñiguez: La persecución religiosa… op. cit. p. 50.

56 J. D. Carrión Íñiguez: La persecución religiosa… op. cit. p. 52.57 M. Delgado Ruiz: «Anticlericalismo, espacio y poder… op. cit. pp. 163-164.

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Aunque los diversos martirologios descubren algunos testimonios de sacerdotes que, de manera clandestina (y arriesgándose a una detención), celebraban eucaristías o de católicos que guardaban el Santísimo Sacramento en sus domicilios, convendría poner en cuestión su extensión, teniendo en cuenta el sesgo propagandístico que sus autores buscaban para resaltar su martirio.

También se conocen por la prensa algunos ejemplos de testimonios de católicos de la región que se decantaban por el bando republicano. Diversos artículos aparecidos en el diario católico (principalmente entre agosto de 1936 y enero de 1937) Pueblo Manchego de Ciudad Real dan fe de ello. Pero dada su trayectoria de periódico cató-lico que pasa a ser controlado por autoridades republicanas durante la guerra lo hace también sospechoso de parcialidad, aunque no invalide, en algunos casos, la sinceridad de los articulistas.

Pero como botón de muestra de la utilización bastarda de unos sentimientos reli-giosos por uno de los bandos valga un ejemplo que ha investigado M. D. García-Min-guillán en Almodóvar del Campo58. El ayuntamiento de esta localidad ciudadrealeña, a iniciativa de la corporación de mayoría radical socialista, había propuesto a fines de 1931 la erección de un monumento al beato Juan de Ávila, natural de esta localidad, predicador de Andalucía y creador de una extensa obra de carácter místico. Pero la corporación no solicitó ayuda al obispado, sino a la diputación; y justificaba el monu-mento porque este religioso formaba parte del patrimonio cultural del pueblo y era una especie de «revolucionario» de la época. El monumento tuvo un largo proceso hasta su inauguración en 1935. El coste de la obra, encargada al escultor manchego Felipe García Coronado, ascendió a 7.000 pesetas. Pues bien, pudo mantenerse en pie durante la guerra porque el alcalde socialista argumentó, ante las quejas de algunos concejales extremistas, que no se podía demoler por su elevado coste y que había problemas más acuciantes. Sin embargo, en 1940, fruto de la obcecación de las nuevas autoridades franquistas, fue derribado, sin deliberación municipal por haber sido erigido por los republicanos.

3. LAICISMO Y ANTICLERICALISMO EN CASTILLA-LA MANCHA

Falta un estudio sistemático sobre el anticlericalismo —y su rival, el clericalis-mo— en la región. Al respecto, podrían servir como modelo a seguir los trabajos de Julio de la Cueva o Pilar Salomón para Cantabria y Aragón, respectivamente. También puede ser útil seguir los criterios metodológicos utilizados por Mónica Moreno en

58 M. D. García-Minguillán: «Almodóvar del Campo, 1931-1936: evolución política, del reformismo burgués a la lucha de clases. Política religiosa: del laicismo respetuoso a la revolución social» en Trabajo de doctorado inédito. Universidad de Castilla-La Mancha, 2000. pp. 52-54.

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el caso de Alicante para analizar el conflicto educativo en las provincias castellano-manchegas59. Contamos para ello con abundantes fuentes hemerográficas60, que están esperando una investigación en profundidad.

59 Respectivamente, J. de la Cueva Merino: Clericales y anticlericales: el conflicto entre confesio-nalidad y secularización en Cantabria, 1875-1923. Universidad de Cantabria, Santander, 1994. P. Salomón Cheliz: Anticlericalismo en Aragón, protesta popular y movilización política, 1900-1939. Prensas Univer-sitarias de Zaragoza, 2002. M. Moreno Seco: Conflicto educativo y secularización en Alicante durante la Segunda República (1931-1936). Institut de Cultura Juan Gil Albert, Alicante, 1995.

60 Los principales títulos católicos o conservadores son los siguientes. De la provincia de Albacete: Norte (Albacete, 1931- ), Vida Hellinera (Hellín, 1931- ), Ecos (Albacete, 1932- ), La Voz de los Llanos (Albacete, 1932- ). De la provincia de Ciudad Real: El Pueblo Manchego (C. Real, 1911-36), El Eco de Val-depeñas (1925-36), Regional (Alcázar de S. Juan, 1931. Monárquico), Renovación (Almadén, 1931. Monár-quico), El Defensor de Tomelloso (1932?), Acción (Alcázar, 1934-35. PRR-CEDA), El Popular (Puertollano, 1935. CEDA). De la provincia de Cuenca: La Voz del Catecismo (Cuenca, 1916-36), El Defensor de Cuenca (1931-36. CEDA). De la provincia de Guadalajara: El Primer Obispo de Madrid (Guadalajara, 1935- ), El Eco Diocesano (Sigüenza, 1935- ). Por último, la provincia de Toledo: Adelante (Toledo, 1933- ), Tierra Santa y Roma (Toledo, 1933- ), Conquistas (Toledo, 1935- ), La Verdad Desnuda (Toledo, 1936), Vocaciones (Toledo, 1936), Hoja mensual de Acción Católica (Talavera, 1936), La Verdad para Todos (Toledo, 1937- ), Boletín Oficial del Clero Castrense (Toledo, 1937- ), Cruz y Espada (Toledo, 1938- ). Más abundantes son aún los títulos republicanos y obreros, los más adecuados para el seguimiento del anticlericalismo pasan por los siguientes títulos. De la provincia de Albacete: Hoy (Albacete, 1932- ), El Radical (Hellín, 1932- ), El Radical (Villarrobledo, 1932- ), El Radical Socialista (Albacete, 1932- ), Juventud (Albacete (1933- .AR), Izquierda (Albacete, 1933- .AR), Radical (Albacete, 1933- ), República (Albacete (1935- . IR), El Demó-crata (Villarrobledo, 1935- . IR), Defensor de Albacete (1936- .IR), Tierra (Albacete, 1931- ), Vanguardia (Albacete, 1932- ), El Pedrisco (Villarrobledo, 1932- . PSOE), Roda Fuerte (La Roda, 1936- ), Diario de Albacete (1936- . Unificación marxista), Diario de Albacete (1937- ), ¡Compañera! (Albacete,1938- . PCE), El Diario de Albacete (1938- . PCE). De la provincia de Ciudad Real: Vida Manchega (C. Real, 1920-1932), Adelante (Valdepeñas, 1930-36), Libertad (C. Real, 1930-1931. Rep. izquierdas), Democracia (Alcázar, 1930-36. Rep. izquierdas), El Cauterio Social (Manzanares, 1930-33. PRRS), Almadén (1930-1936), La Leña (C. Real, 1931-1932), La Voz de Calatrava (Puertollano, 1932), Realidad (Campo de Criptana, 1932. PRR), Júpiter (Tomelloso, 1932-1933. Rep. derechas), La Opinión (Alcázar, 1932-1933. Rep. derechas), Democracia (C. Real, 1933), Vida (Almodóvar del Campo, 1935. PRRS), Orientación (Valdepeñas, 1935-1937. IR), El Pueblo Manchego (C. Real, 1936- ), Libertad (Ciudad Real, 1930-31), Justicia (Almadén, 1930-1934), Emancipación (Valdepeñas, 1930-1936), Tiempos nuevos (Puertollano, 1932. CNT), Nueva luz (Valdepeñas, 1932-1933. PSOE), Clamor (C. Real, 1932-1933. PSOE), El Socialista Manchego (Alcázar, 1932-1938. PSOE), Federación (Almadén, 1934-), El Minero (Almadén, 1935-1936. UGT), Avance (C. Real, 1937-1939. PSOE), Komsomol (C. Real, 1937. PCE), Unión (C. Real, 1938-1939. PCE), Partido Úni-co (1938. Unificación marxista). De la provincia de Cuenca: La Voz de Cuenca (Cuenca, 1922-1931. PLD), Amanecer (Tarancón, 1931. PRRS), República (Cuenca, 1931-1932. Agrupación Republicana), El Radical de Cuenca (1933. PRR), Vértices (Tarancón, 1933. PRRS), Izquierdas (Cuenca, 1933-1934. IR), La Voz de Cuenca (1935. PRR), Heraldo de Cuenca (1935-1939. IR), La Palabra (Cuenca, 1936), República (Cuenca, 1937-1938. IR), Electra (Cuenca, 1930-1931), República social (Tarancón, 1931-1933. UGT), ¡Adelante! (Cuenca, 1932-34; 1936-39. CNT), Tierra (Cuenca, 1937-1938. UGT), S.R.I. (Cuenca, 1937, S.R.I.), Cuenca Roja (1937- . PCE), Vida nueva (Cuenca, 1938. UGT), Diario de Cuenca (1938. PCE). De la provincia de Guadalajara (todos ellos, de la capital): Abril (1935- . IR), Frente (1932- . PCE), La Vanguardia (1935- ), UHP (1936. PCE), Venceremos (1936. PCE), Hoz y martillo (1937- . PCE). Por último, de la provincia de Toledo: Heraldo de Talavera (1928- . AR), República (Toledo, 1931- . PRRS), Renovación (Toledo, 1931-

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3.1. Política religiosa municipal. El anticlericalismo legal

Uno de los aspectos más interesantes del conflicto político-religioso en el ámbito local es el análisis de las políticas municipales en este campo. Véase, por ejemplo, cómo se aplicó la ley de secularización de cementerios en cada localidad: el nivel de los debates entre los miembros del consistorio al respecto, si hubo ceremonias públicas del cambio de titularidad y del derribo de tapias, el alcance de los entierros civiles, etcétera. También se puede analizar la propaganda municipal en torno a dichos entierros o de los matrimonios civiles. Y, cómo no, los posibles cambios de calles, las multas a los sacerdotes por sermones de signo político, la autorización de desfiles procesionales, el uso de los crucifijos en las escuelas o en las ceremonias religiosas públicas, etcétera61. Es decir, todos aquellos aspectos que dependían, de alguna mane-ra, de la autorización o disposición municipales para la aplicación real de la legislación republicana en materia religiosa.

Sin embargo resulta casi imposible hacer un balance de la situación a escala regional. Tan sólo contamos con el ejemplo de la ciudad de Cuenca62, que, aunque parcial —pues no incluye todos los aspectos citados— nos puede servir de pauta. En líneas generales, y más allá de medidas aisladas, el anticlericalismo de algunas pro-puestas municipales se quedó prácticamente en papel mojado. Evidentemente, hubo ciertos debates entre los concejales en los que se discutieron propuestas anticlerica-les extremas, pero no se llegaron a concretar realmente. Ni siquiera en los primeros meses de 1936 —tras ser repuestos los concejales izquierdistas, que fueron momentos propicios para la radicalización de los planteamientos anticlericales entre los conce-jales republicanos y socialistas— se concretaron medidas que se pudieran considerar verdaderamente ofensivas contra la Iglesia, sobre todo si se compara Cuenca con otras localidades españolas. Habría que ver si este caso es una excepción o si hay otras ciudades castellano-manchegas con características parecidas.

Tras el cambio de régimen, el ayuntamiento conquense empezó a dar facilidades para los entierros civiles y, en el mes de noviembre de 1931, aprobó por unanimidad la desaparición de la tapia que diferenciaba el cementerio civil del católico y el cierre de la puerta de aquél para que no hubiera separaciones ni signos de distinción entre

. PRRS), Vanguardia (Toledo, 1931- ), La Lucha (Toledo, 1932- . PRRS), Nueva Era (1935- ), Juventud (Talavera, 1931- ), Heraldo de Toledo (1932- . PSOE), El Manchego (Quintanar de la Orden, 1935- . PSOE), Lucha (Ocaña, 1937- . PCE), Antorcha (Ocaña, 1938, PSOE), El Campo (Ocaña, 1938- . PSOE).

61 J. de la Cueva Merino: «El anticlericalismo en la Segunda República y la Guerra Civil» en E. La Parra y M. Suárez Cortina (eds.): El anticlericalismo español contemporáneo. Biblioteca Nueva, Madrid, 1998. p. 242. Para profundizar en el tema, ver J. Ordóñez Márquez: La apostasía de las masas y la persecu-ción religiosa en la provincia de Huelva. Madrid, 1968. pp. 8-26.

62 A. L. López Villaverde: «La Iglesia de Cuenca… op. cit. pp. 83-84.

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ellos. Dos meses después (el 30 de enero de 1932), los diputados aprobaron la ley de secularización de cementerios, que completaba las anteriores disposiciones. Entre otras cosas, declaraba comunes los cementerios municipales, sin diferencias confe-sionales, concedía a los municipios la potestad de incautar cementerios parroquiales y establecía que el fallecido debía declarar en un acta notarial su voluntad de ser enterrado religiosamente. Sin embargo, no parece que su aplicación contentara en Cuenca a los más sectores más anticlericales, sobre todo tras el cambio político del bienio radical-cedista. Tras ser repuestos los concejales de izquierdas, en febrero de 1936, el ayuntamiento aprobó por unanimidad las propuestas de la minoría socialista para que se cumpliera la citada ley y solicitar al Gobernador que no se autorizaran entierros por la vía pública. No obstante, un mes después, el alcalde (Alfredo García Ramos, correligionario de Azaña) dio largas a la pregunta de un concejal socialista sobre si se había quitado ya la cruz del cementerio y contestó que se habían tomado muchos acuerdos y había otros más importantes que cumplir, dejando de hablarse ya en lo sucesivo sobre este aspecto en las actas municipales.

Especialmente relevante resulta valorar la actitud municipal ante unas procesiones de tanto arraigo y valor turístico como las de Semana Santa. Es sabido que en la ciu-dad de Cuenca no hubo problemas para la celebración de los desfiles procesionales. El propio ayuntamiento concedió subvenciones a la Cámara de Comercio para que las organizara entre 1932 y 1935. Estas subvenciones dejaron de concederse en 1936, pero incluso este año (pese a la oposición de la minoría socialista, que solicitó al gobernador que no autorizara procesiones por vías públicas) el propio alcalde decidió autorizar los desfiles procesionales nazarenos porque, a su juicio, se trataba de fiestas profanas y no religiosas.

Que no hubiera un conflicto especialmente fuerte entre las autoridades municipales y religiosas en las principales ciudades castellanomanchegas, no implica la ausencia de incidentes. Éstos fueron básicamente puntuales. Encontramos el cierre de algunas iglesias, de titularidad municipal, por la denuncia de homilías de contenido político. Esto ocurrió con la prohibición del culto en la Ermita de San Antón en mayo de 1932, cuya propiedad era municipal. Y en la localidad albacetense de Madrigueras, las auto-ridades prohibieron el toque de campanas y multaron al sacerdote por el contenido de sus homilías. No parece que tuvieran demasiado éxito los obispos con su interés en que los sacerdotes centraran las homilías en el ámbito estrictamente religioso, pues denuncias sobre sermones en los que se vertían ataques o propaganda contraria a la República se pueden encontrar en otros municipios, como Villarrobledo63.

63 A. Sánchez Moreno: «La cuestión religiosa durante la II República en Villarrobledo (1931-1936)», en Trabajo de doctorado inédito. Universidad de Castilla-La Mancha, 2000.

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3.2. Violencia anticlerical. Clerofobia e iconoclastia64

Los incendios de mayo de 1931 marcaron un punto de inflexión en unas relaciones entre el poder político y el religioso que, hasta ese momento, habían estado marcadas por la prudencia, con la excepción de las salidas de tono del cardenal Segura. Los falsos rumores y una prensa militante —interesada en resaltar los orígenes, responsabilidades y trascendencia de los incendios de los edificios religiosos y la salida de España o la expulsión de algunos obispos— fueron sobredimensionando social y culturalmente un conflicto político-religioso que se aproximó a un punto de no retorno. Los aconteci-mientos se precipitaron. El 10 de mayo comenzaron unos incidentes en las calles de Madrid que desembocaron, al día siguiente, en la quema de varias iglesias y conventos en dicha ciudad y se propagaron el día 12 a otras ciudades españolas del litoral medi-terráneo, desde Valencia hasta Cádiz. Aunque no hubo víctimas personales, el incendio de más de un centenar —el número exacto no está claro— de edificios religiosos, con la consiguiente pérdida de bienes artísticos y bibliográficos, confirmaron los peores presagios de los católicos y enturbiaron las relaciones del Gobierno con el episcopa-do. La pregunta que no ha dejado de formularse desde entonces es la autoría de unos incidentes que comenzaron contra un grupo monárquico y el diario ABC y derivaron en una nueva manifestación del «rito» purificador del anticlericalismo hispánico. Enric Ucelay65 ha culpado recientemente a los sectores más ultrarrepublicanos y libertarios, que hicieron uso de la agitación callejera y las algaradas desde los primeros días de mayo para llevar a cabo una «revolución dentro de la revolución» o una «República sindical», y aprovecharon la coyuntura para poner en marcha una ola pirómana que alienara el apoyo de los católicos a los novísimos republicanos, maniobra esta que les salió exitosa. No deja de ser paradójico que uno de los hermanos del general Franco, Ramón, fuera uno de los principales sospechosos de los desmanes.

A escala regionalista sólo se registraron incidentes menores —no fueron mucho más allá de las amenazas y la incautación de algunos edificios religiosos— en la provincia de Albacete, pese a que Carrión Íñiguez66 ha llegado a hablar de una «per-secución de baja intensidad» en el mes de mayo de 1931. Según dicho autor, tras los

64 Los datos que aquí aparecen son una versión corregida de las páginas publicadas en A. L. López Villaverde: «El papel de la Iglesia», en M. Ortiz Heras (coord.): La Guerra Civil en Castilla-La Mancha: de El Alcázar a los Llanos. Celeste, Madrid, 2000, en especial, pp. 254-268. Como se podrá ver, las mayores correcciones se han producido en el caso de Albacete, donde la aparición de la monografía de J. D. Carrión Iñiguez (La persecución religiosa… op. cit.), ha permitido actualizar los datos, aunque también hemos corre-gido algunas imprecisiones suyas.

65 E. Ucelay-Da Cal: «El recuerdo imaginario como peso del pasado: las transiciones políticas en España» en C. Waisman, R. Rein, A. Gurrutxaga Abad (eds.): Transiciones de la dictadura a la democracia: los casos de España y América Latina. UPV, Zarautz, 2005. p. 63.

66 J. D. Carrión Íñiguez: La persecución religiosa… op. cit. pp. 45-47.

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incendios en Madrid, hubo presiones a los escolapios de Albacete y a los franciscanos de Hellín para que abandonaran, respectivamente, el colegio y el convento, lo que tuvieron que hacer, pasando sus llaves a manos de los ayuntamientos. Añade que en Almansa hubo amenazas de incendio de los conventos de franciscanos y de agustinas, que evitó el alcalde. Y que el primer edil de Caudete ordenó la expulsión de los car-melitas. Mientras tanto, la prensa albacetense reproducía los incendios de los edificios religiosos de Madrid, Málaga, Alicante, etcétera, por lo que los ciudadanos de esa provincia, rodeados por incendios en las de su entorno, podían sentir la sensación de vivir como propio lo que no les afectaba, empero, de manera tan directa.

El gobernador civil de Albacete, Arturo Cortés, intentó que los diferentes consisto-rios afectados devolvieran las llaves, pero la colaboración que encontró para resolver el conflicto planteado en varios ayuntamientos albacetenses fue escasa. La mayoría de los concejales de la capital se negaron a su devolución, alegando posibles alteraciones de orden público, transformándose unos meses después el colegio de escolapios en una Sociedad de Enseñanza Libre; no obstante, el diputado conquense católico Modesto Gosálvez acabó teniendo más éxito. También la corporación hellinera se negó a entre-gar las llaves y gestionó la transformación del convento en cuartel, escuela y otros servicios municipales. Más complicada fue la situación en Caudete, pues la negativa del alcalde a que regresaran los religiosos motivó una manifestación en septiembre que terminó con la toma del convento por los manifestantes, tras golpear e insultar al alcalde y descerrajar la puerta del edificio.

Los primeros incendios de edificios religiosos en la región se dieron en plena revolución de octubre. También, en este caso, fueron dos municipios de la provincia de Albacete los protagonistas: Villarrobledo (la Iglesia de San Blas fue quemada, al igual que otros edificios civiles como el ayuntamiento, casas de particulares y el centro agrario) y Tarazona (la Iglesia de San Bartolomé)67. Los incendios volverán a reproducirse en la primavera de 1936. El 17 de marzo hubo una agresión contra Arturo Cortés en la capital albaceteña, que provocó detenciones y una manifestación que derivó en disparos de la guardia de Asalto; aprovechando la tensión, un grupo de incontrolados incendiaron el casino, el centro de estudiantes católicos y la Iglesia de San Juan, aunque la intervención de destacados republicanos evitó males mayo-res68. Ese mismo día fue pasto de las llamas el convento de las agustinas recoletas de Almansa, que provocó la huida de las monjas y algunos destrozos materiales en el

67 Los sucesos de Villarrobledo y Tarazona han sido tratados, respectivamente, por R. Sepúlveda Losa («La Iglesia durante la Segunda República en Albacete», en Al-Basit, n.º 44, dic. 2000. p. 277), en el primer caso, y por J. D. Carrión Íñiguez: La insurrección de octubre de 1934 en la provincia de Albacete. IEA, Albacete, 1990. p. 75.

68 M. Ortiz Heras: Violencia política en la II República y el primer franquismo: Albacete 1936-1959. Siglo XXI, Madrid, 1996. pp. 23-24.

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interior del mismo. Y después del paréntesis de la Semana Santa de 1936, volverán los incendios en abril (en este caso de dos ermitas, una en Elche de la Sierra y otra en Montealegre), mientras fueron desalojados en las semanas siguientes varios edificios (los Escolapios en Albacete, el Convento de las carmelitas en Caudete y Montalvos y el de los franciscanos en Almansa) y ocupada la casa parroquial de Madrigueras69. Pero, en ningún caso hubo que lamentar víctimas del clero.

Fuera de la provincia de Albacete, sólo tenemos constancia del incendio de una iglesia en el pequeño municipio conquense de Torrecilla, de apenas 225 habitantes. Aunque en publicaciones interesadas se ha llegado a hablar de su intencionalidad70, no hay pruebas de ello y, en su día, ya se consideró un suceso fortuito. Por otra parte, era una fecha poco propicia para ello: la madrugada del 6 de agosto de 1932, cuando faltaban aún cuatro días para el golpe de estado de Sanjurjo, y habían pasado ya quince meses de los incendios de mayo.

El episodio que marcó los momentos más tensos del conflicto político-religioso en la provincia de Cuenca llegó en una fecha tardía, el 1 de mayo, en plena huelga general y en vísperas electorales71. Apenas dos días después se iba a celebrar en Cuenca la segunda vuelta de las elecciones de febrero y, en la confusión de si eran o no repetición, habían presentado su candidatura —aunque no fueron válidas— nada menos que Francisco Franco (que no le importaba compaginar la conspiración con el escaño parlamentario) y José Antonio Primo de Rivera (entonces en la cárcel y al que le hubiera supuesto la libertad su escaño). Y estaba muy reciente un episodio luctuo-so protagonizado por el hermano del líder falangista en su visita a Cuenca. En este contexto, un grupo de sindicalistas asaltaron el convento de San Pablo y lo saquearon —destruyeron su magnífica biblioteca— tras correrse el rumor de que los monjes habían efectuado disparos e iban a evitar que se votara. Como consecuencia de ello huyeron la mayor parte de los frailes y, según algunas versiones, sufrieron maltratos físicos72. Sin embargo, fue ésta la excepción que confirmaba la regla, en momentos muy conflictivos, marcados por una apretada lucha electoral y una aguda polarización de la situación social y política. Hasta los comienzos de la inmediata Guerra Civil no se puede hablar de una conflictividad religiosa patente en Cuenca, que tuvo su máxima expresión con el asesinato del obispo Laplana en el verano de 1936.

69 J. D. Carrión Íñiguez: La persecución religiosa… op. cit. pp. 52-53.70 D. Muelas Alcocer: D. Cruz Laplana… op. cit. p. 322.71 Cfr. A. L. López Villaverde: Cuenca durante la II República: elecciones, partidos y vida política,

1931-1936. Diputación Provincial y Universidad de Castilla-La Mancha, Cuenca, 1997. pp. 289-311.72 Muelas Alcocer (D. Cruz Laplana… op. cit., pp. 328-329) ha recalcado los efectos destructivos

sobre el convento y la vejación recibida por los frailes. Una visión totalmente distinta la proporcionaba en su día el semanario izquierdista Heraldo de Cuenca (n.º 71, 4-5-1936), que considera el incidente como una «provocación intolerable de los paúles» y justificaba su abandono de la ciudad «para evitar hechos de violencia y tranquilizar a la población».

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El conflicto político-religioso llegó a su mayor intensidad durante la efervescencia revolucionaria que, en la mitad del país, se desató tras el fracaso de la rebelión militar. Ya se ha hecho referencia anteriormente a las diferentes interpretaciones que ha suscitado, desde la ira popular al ritualismo73. Según esta última, la ejecución del sacerdote y la destrucción del templo tendría un sentido protocolario, ceremonial y hubiera levantado sospechas en el resto de la comarca la omisión de este «trámite»; de esta manera, las «multitudes iconoclastas españolas» actuarían con una lógica interna y su «misticismo antirreligioso» les impulsaría a destruir los mitos y los ritos (y por ello las vidas del clero, sus templos, sus imágenes y sus objetos) para acabar con los cimientos de su cultura, con la finalidad de producir un cataclismo en las relaciones sociales. No obstante, el fenó-meno de la violencia anticlerical es multicausal y depende de factores variados. No debe olvidarse que, en determinadas ocasiones, está relacionada con la cercanía del frente o se hace en represalia por matanzas o bombardeos llevados a cabo en el bando contrario. El elemento ácrata hay que tenerlo también en cuenta, pues en las zonas donde había una mayor influencia anarquista o estaban ocupadas por columnas anarquistas, las matanzas abundaron. Por tanto, hay que establecer diferenciaciones según los casos. Como tam-bién hay que reconocer las diferencias entre la represión oficializada franquista (diseña-da desde «arriba») y la más «popular» y descontrolada represión republicana74.

Para intentar denunciar la persecución religiosa se publicaron numerosos martiro-logios en la inmediata posguerra, que servían para denunciar, de forma obsesiva, los (supuestos) planes republicanos para destruir el cristianismo y anular a Dios. En dichas publicaciones, todos los muertos «por Dios y por España» (según la terminología al uso) habían tenido una fe inquebrantable en Dios (fueran clérigos o seglares) hasta el extremo. Pese a su valor documental, su carácter apologético y militante inhabilita su interés científico. En las diócesis de la región se publicaron tres en el año 194775: de Rivera (reeditado con correcciones en 1958) para Toledo, de Jiménez Fernández para Ciudad Real y de Cirac Estopañán para Cuenca. De todas estas obras, la más sistemá-tica fue la del canónigo Cirac, pues desarrolló un plan de investigación y analizó las biografías, más o menos detalladas, de las, según él, 1.114 víctimas de la persecución religiosa en Cuenca. Sin embargo, su lenguaje (como el de los demás) y el plan del libro responde a unos planteamientos totalmente anticuados, muy poco críticos y maniqueos, y mezcla por igual políticos, empresarios y religiosos, como si a todos les uniera su fe religiosa como causa última de su ejecución.

73 M. Delgado Ruiz: La ira sagrada… op. cit. pp. 52-54.74 S. Juliá (dir.): Violencia política en la España del siglo XX. Taurus, Madrid, 2000.75 J. Jiménez Fernández: Martirologio diocesano del Obispado Priorato de las Cuatro Órdenes

Militares. Ciudad Real, 1947; S. Cirac Estopañán: Martirologio de Cuenca. Casa de Provincial de Caridad, Barcelona, 1947; J. F. Rivera Recio: La persecución religiosa en la diócesis de Toledo (1936-1939). Boletín Oficial Eclesiástico del Arzobispado, Toledo, 1958, 2 vols.

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La aparición a principios de los sesenta de la obra de Antonio Montero76 (direc-tor entonces de la revista de Acción Católica, Ecclesia, y en la actualidad arzobispo emérito de Mérida-Badajoz) marcó un punto de inflexión sobre la historia de la lla-mada «persecución religiosa». Realizó el análisis más completo y riguroso, lo que le provocó ciertas críticas en su momento por eliminar de su recuento los casos menos relacionados con motivaciones religiosas. Pero su lenguaje volvía a estar cargado de expresiones y calificativos sesgados y maniqueos. Como es obvio, y siguiendo la tradición anterior, describía pormenorizadamente —sin reparar en detalles escabrosos y conductas sobrehumanas— los más significativos casos de muertes violentas. Para nuestro estudio interesan (aparte de las de los obispos) las referidas a las tres carme-litas de Guadalajara, las matanzas de las primeras semanas en Toledo y de diciembre en Guadalajara, así como las muertes de grupos de agustinos de Caudete, claretianos y marianistas de Ciudad Real, dominicos almagreños, pasionistas daimieleños, fran-ciscanos y trinitarios alcazareños, hermanos de La Salle de Santa Cruz de Mudela o franciscanos de Consuegra.

El recuento de las víctimas ha sido y será complicado de establecer de manera exacta. Incluso en los, hasta ahora, considerados como más aproximados datos de Montero abundan las imprecisiones no ya sólo en los apellidos exactos de los des-aparecidos, sino, lo más importante, en el número77. Y si comparamos estos datos con otras fuentes (la Causa General o varios martirologios), el número nunca coincide, aunque se mueva en una horquilla más o menos estrecha. Hay varias explicaciones para ello. En primer lugar, no todas las muertes de sacerdotes durante la guerra fueron violentas y, a veces, se incluyen los casos de aquellos que murieron por las penalidades sufridas (como tantos otros civiles) en aquellos años. Por otro lado, se suelen producir duplicidades en el recuento de las muertes producidas fuera de la diócesis. Hay que ser muy cuidadoso en este sentido porque se siguen reproduciendo estos mismos errores en recientes publicaciones de seglares78.

76 A. Montero Moreno: Historia de la persecución… op. cit.77 Antonio Montero llega a decir (p. 402) que fueron asesinados 106 sacerdotes en la diócesis de Ciu-

dad Real, mientras que en el recuento general (p. 763) reduce esa cantidad a 97. Sin embargo, tras el cotejo minucioso de su apéndice estadístico final, salvo error u omisión del que suscribe estas páginas, la cifra se reduce a 96.

78 J. D. Carrión Íñiguez (La persecución religiosa en la provincia de Albacete…op. cit.) incluye entre los mártires a un párroco de Montalvos (Apolinar Garcés Recuenco, que murió de hambre tras esconderse en una casilla de campo y que el propio Carrión admite que no fue asesinado en la nota 24 de la p. 68), a un cura jubilado residente en Tarazona (Luis Fernández Atienza, que se suicidó antes de ser capturado por los milicianos) y a un capellán extradiocesano (Juan J. Jiménez Alfaro) que no se sabe ni de qué ni donde murió. Los dos últimos, por cierto, no constan en el libro de A. Montero, que se supone definitivo. Y el propio Carrión incurre en el vicio de los martirologios de mezclar los muertos diocesanos y los extradiocesanos, hinchando así las cifras.

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Por tanto, más que los datos numéricos en sí, hay que establecer tendencias y valoraciones en función de los porcentajes, «lugares de la muerte» y cronología de los asesinatos, a pesar de que en estudios como éste, pueda resultar embarazoso reducir a cifras las muertes violentas. Es necesario realizar recuentos más pormenorizados, comprobando y contrastando diversas fuentes, y tener en todo momento presente que conviene pasar de las cuestiones biográficas a las cuantitativas y de éstas a las cuali-tativas, para obtener un mayor conocimiento del tema. Y para ello es imprescindible limitar el campo de estudio.

Montero cifra en 6.832 las vidas segadas por la represión religiosa durante la Guerra Civil: 4.184 sacerdotes, 2.365 frailes y 283. Este autor (Cuadro 2) efectuó una distribución de las muertes por diócesis (exclusivamente para el clero secular no para el regular) y cifró la represión más alta (tanto en datos absolutos como relativos) en la diócesis de Toledo, con 286 sacerdotes asesinados (casi la mitad del clero incardinado allí), pese a caer buena parte de su territorio en manos nacionales entre septiembre y octubre de 1936. A gran distancia en cuanto a cifras totales le seguían las diócesis de Cuenca (109 sacerdotes asesinados) y Ciudad Real (97), aunque esta última superaba a la anterior en el porcentaje de víctimas con relación al clero residente (más del 23% de la diócesis de Cuenca frente al casi 40% en el obispado priorato de Ciudad Real). La última diócesis en cuanto al número de víctimas seculares, tanto en cifras absolu-tas como relativas, era la de Sigüenza (43 asesinados, algo más de un 10% del clero incardinado allí). El contraste de lo sucedido en las diócesis de Toledo y Sigüenza, cuyas sedes episcopales fueron tomadas en el otoño de 1936 por las tropas franquis-tas, parece indicar que la muerte del obispo (se produjo en la última pero no en la sede primada) podía limitar el alcance de la represión a buena parte del clero secular, aunque, evidentemente, hay otros factores a tener en cuenta, en los que entraremos más adelante.

Pero del análisis de los datos diocesanos no se pueden establecer estudios regio-nales. El problema es que hay pocos recuentos pormenorizados por provincias, algo fundamental no sólo para poder evaluar el impacto regional, sino también para efectuar comparaciones con la represión civil —pues en estos casos se tienen en cuenta circunscripciones administrativas que no coinciden con las diocesanas— o valorar mejor las actuaciones de las autoridades públicas en su control. Por otra parte, los estudios provinciales cuentan con el inconveniente del desconocimiento de sacerdotes de cada una, pues los datos disponibles pertenecen a las diócesis. La excepción es Ciudad Real, donde coincidían ambas demarcaciones. Aunque los recuentos requieren la confrontación de varias fuentes, la inexistencia de trabajos de investigación al respecto obliga a realizar una primera aproximación (provisional, por tanto) al tema partiendo de las cifras de Montero y comparándolas, con extre-

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mado cuidado, con las proporcionadas por los distintos martirologios y los escasos estudios provinciales79.

Por tanto, cualquier estudio de las víctimas del clero a escala regional debe partir de dos premisas. La primera es la necesidad de evitar duplicidades en el recuento y no incluir, a la vez, los clérigos procedentes de otras regiones pero ejecutados aquí con los asesinados fuera de la región80. La segunda es la evidente falta de coincidencia entre las cifras provinciales y diocesanas, por no ser coincidentes las circunscripciones administrativas con las religiosas.

CUADRO 2CONSECUENCIAS DE LA VIOLENCIA ANTICLERICAL (DIÓCESIS)

DiócesisVíctimas

CleroSecular

CleroSecular

incardinado

Porcentaje de víctimas

Iglesias totalmente destruidas

Iglesias parcialmente

destruidas

Ajuar litúrgico destruido

Cartagena 73 535 13,6 4 Casi todas Casi todoCiudad Real 97 243 39,9 6 Todas Todo

Cuenca 109 461 23,6 Casi todasSólo 3

indemnes95%

Orihuela 54 327 16,5 25 Casi todas Casi todo

Sigüenza 43 400 10,7 10 143Todo en las invadidas

Toledo 286 600 47,6 22 Casi todas Casi todoTOTAL

ESPAÑA4.184 29.902 13,99

Fuente: Elaboración propia a partir de Montero Moreno (1961).

79 Contamos para ello con el valioso, aunque más generalista, estudio de F. Alía (La Guerra Civil en retaguardia, Ciudad Rea1, 1936-1939. Diputación Provincial, Ciudad Real, 1994) y el más específico de J. D. Carrión Íñiguez: La persecución religiosa en la provincia de Albacete… op. cit. Esta última obra es una extensa monografía con un relato profuso y pormenorizado de todos los mártires de la provincia de Albacete durante la guerra (que él llama sin ambages persecución religiosa) tras hacer una breve incursión por los años de la República. Aunque pareciera responder a un intento de hacer el hasta ahora inexistente martiro-logio albacetense (no se había publicado porque no existía la diócesis durante los años treinta y, por ende, las víctimas del clero estaban insertas en otros martirologios) está elaborado con criterios menos sectarios. Su mayor problema es que sigue demasiado al pie de la letra fuentes tan parciales como la Causa General y a Cirac Estopañán.

80 Si admitimos 827 víctimas en Castilla-La Mancha lo hacemos con la premisa de incluir todos los clérigos incardinados en la región, aunque encontraran la muerte fuera de ella. Lo que no se puede es añadir a esta cifra los 8 sacerdotes y 15 frailes asesinados aquí procedentes de otras regiones porque, en este caso, y en la misma lógica, habría que restar los 81 (31 sacerdotes, 49 frailes y 1 monja) ejecutados fuera de la región y, por tanto, la cifra quedaría reducida a 769.

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El conflicto político-religioso en Castilla-La Mancha. De la República a la Guerra Civil

CUADRO 3VÍCTIMAS DEL CLERO RESIDENTE EN CASTILLA-LA MANCHA

ProvinciaC. Secular(provincia)

C. Regular(provincia)Masc. Fem.

TotalProvincial

C. Secular(capital)

C. Regular(capital)

Albacete 46 17 63 5 1C. Real 96 116 212 13 38Cuenca 77 24 101 22 6

Guadalajara 73 29 3 105 9 12Toledo 234 111 1 346 84 33

TOTAL REGIONAL 526 301 827

Fuente: Elaboración propia a partir de Montero Moreno (1961), Cirac (1947), Rivera (1958) y Carrión (2004).

CUADRO 4RECUENTO MENSUAL PROVINCIAL DE LAS VÍCTIMAS DEL CLERO

SECULAR

ProvinciaJulio1936

Agosto1936

Septiembre 1936

Octubre1936

Noviembre 1936

Diciembre 1936

1937No

constaAlbacete 8,69% 41,30% 30,43 % 15,21% 0 2,17% 0 0C. Real 6,25% 50% 12,5% 8,33% 17,7% 1,04% 0 4,16%Cuenca 1,29% 49,35% 18,18% 5,19% 3,89% 2,59% 3,89% 15,58%

Guadalajara 8,21% 39,72% 8,21% 4,1% 1,36% 24,65% 0 13,69%Toledo 28,32% 48,92% 11,15% 2,57% 3,01% 1,28% 0,42% 4,29%

Fuente: Elaboración propia a partir de Montero Moreno (1961), Cirac (1947), Rivera (1958) y Carrión (2004).

CUADRO 5RECUENTO MENSUAL PROVINCIAL DE LAS VÍCTIMAS DEL CLERO

REGULAR MASCULINO

Provincia Julio1936

Agosto1936

Septiembre 1936

Octubre1936

Noviembre 1936

Diciembre 1936

1937 No consta

Albacete 5,88% 88,23% 5,88% 0 0 0 0 0C. Real 52,58% 21,62% 15,31% 3,60% 4,5% 0 0 4,31%Cuenca 45,83% 16,66% 29,16% 0 0 0 4,16% 4,16%

Guadalajara 20,68% 6,89% 6,89% 0 0 51,72% 0 13,79%Toledo 31,25% 46,42% 8,03% 3,57% 0 0 0 10,71%

Fuente: Elaboración propia a partir de Montero Moreno (1961), Cirac (1947), Rivera (1958) y Carrión (2004).

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CUADRO 6VÍCTIMAS DEL CLERO REGULAR POR ÓRDENES RELIGIOSAS

Orden Albacete C. Real Cuenca Guadalajara ToledoTOTAL

REGIONAL

Agustinos 13 11 2 26

Caridad del S. C. J 1 1

Carmelitas descalzos 3 19 22

Carmelitas descalzas 3 3

Claretianos 25 5 30

Dominicos 27 20 47

Escolapios 1 1

Franciscanos 3 10 10 48 71

Jesuitas 4 1 3 8

Marianistas 9 9

Maristas 1 11 12

Mercedarios 4 4

Pasionistas 26 26

Paúles 4 4

Redentoristas 5 5

Salesianos 9 9

Salle, La 5 4 9

San Juan de Dios 4 4

Trinitarios descalzos 6 4 10

TOTAL 17 116 24 32 112 301

Fuente: Elaboración propia a partir de Montero Moreno (1961), Cirac (1947), Rivera (1958) y Carrión (2004).

La secuencia temporal de la represión en la región (Cuadros 4 y 5) sigue las pautas establecidas a escala nacional, aunque habría que matizar algunos casos particulares locales. Alrededor del 80% del clero (el 76% sacerdotes o el 83% entre los religiosos) fueron asesinados en los tres primeros meses del conflicto, los más anárquicos. Ahora bien, mientras el mes más sangriento para el clero secular fue agosto (más del 47%), entre el regular fueron las primeras semanas, es decir, antes de terminar julio (casi el 44%).

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El conflicto político-religioso en Castilla-La Mancha. De la República a la Guerra Civil

CUADRO 7VÍCTIMAS DEL CLERO REGULAR POR POBLACIONES

Población Provincia Diócesis Víctimas OrdenAlbacete Albacete Cartagena 1 Escolapio

Alcázar de S. Juan C. Real C. Real 14 Franciscanos (8), Trinitarios descalzos (6)Almagro C. Real C. Real 29 Dominicos (27), Franciscanos (2)Belmonte Cuenca Cuenca 4 Trinitarios descalzosCaudete Albacete Orihuela 13 Agustinos

Ciudad Real C. Real C. Real 38 Claretianos (25), Marianistas (9), Jesuitas (4)Consuegra Toledo Toledo 33 Franciscanos (29), La Salle (4)

Cuenca Cuenca Cuenca 6 Redentoristas (5), Maristas (1)Daimiel C. Real C. Real 26 Pasionistas

Guadalajara Guadalajara Toledo 12 Paúles (4), Franciscanos (4), Carmelitas descalzas (3), Jesuitas (1)

Hellín Albacete Cartagena 3 FranciscanosHerencia C. Real C. Real 4 Mercedarios

Mohernando Guadalajara Toledo 9 SalesianosNambroca Toledo Toledo 4 Dominicos

Navahermosa Toledo Toledo 1 Caridad del Sagrado Corazón de JesúsOcaña Toledo Toledo 16 Dominicos

Pastrana Guadalajara Toledo 6 FranciscanosPuebla de Montalbán Toledo Toledo 11 Franciscanos

Quintanar de la Orden Toledo Toledo 8 FranciscanosSan Clemente y Villanueva

de la JaraCuenca Cuenca 3 Carmelitas Descalzos

Santa Cruz de Mudela C. Real C. Real 5 La SalleSigüenza Guadalajara Sigüenza 5 Claretianos

Talavera de la Reina Toledo Toledo 6 S. Juan de Dios (4), Agustinos (2)Toledo Toledo Toledo 33 Carmelitas descalzos (19), Maristas (11),

Jesuitas (3)Uclés Cuenca Cuenca 11 Agustinos

Fuente: Elaboración propia a partir de Montero Moreno (1961), Cirac (1947), Rivera (1958) y Carrión (2004).

Fueron asesinados más sacerdotes que frailes pero, porcentualmente, estos últimos pagaron un mayor tributo de sangre, pues era el sector más denostado por la propa-ganda anticlerical, tanto por el misterio y secretismo que rodeaba la vida del claustro, a la luz de la mentalidad popular, como a las acusaciones de competencia económica y educativa. Entre el clero regular (Cuadro 6), la orden más castigada (con 71 muertos, casi una cuarta parte del total regional) fue la franciscana; esto que pone en tela de

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juicio la tesis tradicional de que esta orden era la mejor vista entre los clerófobos por su labor más cercana a los pobres, aunque se explica por estar presentes en más loca-lidades castellano-manchegas (siete). La orden dominica fue la segunda más afectada desde el punto de vista cuantitativo (47 muertos, rebasando el 15%) pero si tenemos en cuenta que se distribuyeron en sólo tres municipios, el porcentaje es mayor que en el caso de los franciscanos. Les siguieron los claretianos (treinta muertos, algo más del 10%, distribuidos en sólo dos pueblos). A escasa distancia de éstos se encuentran los pasionistas (26) y los carmelitas descalzos (22). Por último hay que destacar que hubo cuatro víctimas entre el clero femenino, aunque sólo tres de ellas fueron asesinadas en la región, las ya beatificadas carmelitas de Guadalajara. La cuarta, una monja de Navahermosa, murió en Madrid.

Los procedimientos seguidos antes de los asesinatos variaban. Era frecuente la irrupción de grupos de milicianos en los conventos o casas particulares y también las sacas de la cárcel donde estaban confinados, para, a continuación, conducirlos al lugar de la ejecución. Sobre los «lugares de la muerte», las tapias de los cementerios, los parajes alejados junto a las carreteras o las estaciones ferroviarias eran testigos, en numerosas ocasiones, de unos asesinatos para los que se buscaban, por lo general, lugares poco concurridos para actuar con mayor impunidad. La mayor parte de los asesinatos de religiosos (alrededor de ocho de cada diez) se cometían en la misma pro-vincia o en localidades cercanas al límite provincial y bien comunicadas. A modo de ejemplo valga el caso de la casi veintena de franciscanos de Consuegra asesinados en la localidad ciudadrealeña próxima de Fuente el Fresno. No obstante, al descender al ámbito provincial se deben matizar algunas de las generalidades regionales apuntadas, lo que, por otra parte, ayuda a comprender las distintas motivaciones que impulsaron a los clerófobos a perpetrar estos asesinatos.

La provincia de Toledo, que sufrió el mayor número de víctimas de la región en uno y otro bando, asistió al mayor derramamiento de sangre de sacerdotes. Sólo en su capital, la cifra de víctimas (84) superó las acaecidas en provincias como Cuenca, Guadalajara o Albacete. La represión se situó cronológicamente en las primeras sema-nas, con relación al papel de auxilio de parte del clero a los resistentes en el Alcázar. En este caso, la motivación principal sería la represalia ante una situación bélica. Pero, probablemente, tendría también relación con el hecho de no encontrar en Toledo al cardenal Gomá. Ante la ausencia de la «pieza más codiciada», los clerófobos se ceba-ron en la curia diocesana, el cabildo y el seminario. Incluso excluyendo los muertos en la capital, el resto de la provincia seguiría aportando el mayor saldo de clérigos asesinados, pues nada menos que 87 pueblos la sufrieron, una treintena de los cuales contabilizaron más de una muerte violenta81.

81 Encabeza la lista Quintanar de la Orden (7 víctimas) y le siguen Sonseca, Talavera, Yepes y Con-suegra (con 5 cada una), Corral de Almaguer y Madridejos (4), Fuensalida, Villa de Don Fadrique, Villaca-

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En cuanto al clero regular, la cifra de muertos en Toledo (tanto en el cómputo provincial como en el de su capital) quedó ligeramente detrás de Ciudad Real. En este aspecto, Consuegra igualó en protagonismo a la capital toledana, con 33 asesinatos en cada caso. Completa la relación Ocaña (16), Puebla de Montalbán (11), Quintanar (8) y Nambroca y Talavera (ambas con 4). A ellos hay que añadir el asesinato el 24 de octubre en Madrid de Sor Prudencia Montes, una hermana de la Caridad de Navahermosa.

La cronología de los asesinatos en la provincia de Toledo, dada la división del fren-te desde septiembre, fue diferente a otras zonas. Tanto en lo relativo a los sacerdotes como a los frailes, en julio murieron alrededor del 30% y en agosto casi el 50%, de manera que en los dos primeros meses había muerto ya más de las tres cuartas partes de las víctimas. Entre septiembre y octubre la situación experimentó un giro radical; ahora los fusilados en la zona toledana controlada por las tropas franquistas fueron los izquierdistas y también la represión (ahora «blanca») fue más sangrienta, mientras que en la zona que permaneció leal a la República la represión anticlerical descendió a niveles bajos.

Ciudad Real fue la segunda provincia de la región en cuanto al volumen total de la represión anticlerical, y la primera (superando ligeramente a Toledo) en el número de religiosos asesinados. Cuatro de cada diez sacerdotes fueron asesinados. Treinta y siete de sus localidades82 han quedado marcadas en los martirologios, y en seis de ellas, se produjeron, además, asesinatos de frailes. Desde el primer asesinato registrado (Anto-nio Martínez Jiménez, ecónomo de Alcázar de San Juan fusilado en Criptana) en la temprana fecha del 21de julio hasta el último (Aníbal Carranza Ortiz, párroco de La Solana) pasaron poco más de cuatro meses.

Los frailes residentes en la provincia de Ciudad Real sufrieron verdaderas masacres. Entre ellas cabe destacar la muerte de 14 claretianos de Ciudad Real, cerca de la estación de Fernán Caballero, el 28 de julio de 1936, a los que siguieron otros once más de la misma orden, en los días y semanas siguientes, en la provincia de Madrid. Unos días antes habían sido asesinados en Alcázar más de una docena

ñas, Yepes, Ocaña, Orgaz, Puebla de Almoradiel, Santa Olalla, El Romeral y El Portillo (con 3). Completan la relación, con dos víctimas cada uno, Ajofrín, Alcaudete, Escalona, Mora, Navalmorales, Noblejas, Puente del Arzobispo, Santa Cruz de Retamar, Tembleque, Torre de Esteban, Urda, Villafranca y Villanueva de Alcardete.

82 Las poblaciones más castigadas fueron, tras la capital (13 víctimas), Daimiel (9), Manzanares (7), Valdepeñas (6), C. de Criptana (5), Alcázar de S. Juan y Santa Cruz de Mudela (ambas con 4 víctimas), La Solana, Puertollano, Tomelloso y Almodóvar (3 cada una) y Moral de Calatrava (2). Completan la relación, con un sacerdote asesinado cada uno, los siguiente municipios: Abenójar, Almadén, Almagro, Arenales, Cabezarados, Corral, Fuente el Fresno, Guadalmez, Hinojosa, Horcajo, Las Labores, Malagón, Miguelturra, Montiel, Pedro Muñoz, Retuerta, Socuéllamos, Terrinches, Torrenueva, Valenzuela, Villahermosa, Villama-yor, Villarrubia y Villarta.

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de frailes (franciscanos y trinitarios) que residían en conventos de dicha población. También tuvieron una muerte violenta más de una veintena de pasionistas de Dai-miel entre el 23 y el 28 de julio, pero éstos en otras poblaciones, principalmente en Manzanares y Carabanchel en plena huida para evitar su detención. El convento de los dominicos de Almagro perdió a la mayoría de sus componentes entre fines de julio y, sobre todo, el 14 de agosto. Cinco días después fueron asesinados en la vecina Valdepeñas 5 hermanos de La Salle ubicados en Santa Cruz de Mudela. Los últimos asesinatos de religiosos tuvieron lugar entre septiembre y octubre y tuvieron como protagonistas a los mercedarios de Herencia. La lista negra no se cerró hasta el mes de noviembre, en que murieron 3 dominicos almagreños en Paracuellos del Jarama.

Quedan, de todos modos, muchas preguntas en el aire. ¿Por qué el número de asesinatos no tiene demasiada relación con el número de clérigos residentes? ¿Cuál fue el papel en los asesinatos de los individuos que provenían de otras localidades? ¿Estaban más protegidos los clérigos en su pueblo? ¿Fue tan displicente la actitud del Gobernador de Ciudad Real en los primeros meses del conflicto? Todo parece indicar que la actitud de algunos alcaldes fue mucho más eficaz y contundente que la del Gobernador a la hora de proteger a los sacerdotes y frailes de su localidad, pero la actuación de elementos radicales incontrolados (de la misma o de otros municipios vecinos) solía hacer realidad los actos con impunidad.

De la necesidad de efectuar investigaciones locales valga, a modo de ejemplo, el caso de Almagro. En esta localidad manchega fueron asesinados 27 dominicos, 2 franciscanos y un sacerdote. La actitud del alcalde fue protectora pero no pudo evitar que varios frailes encontraran la muerte en estaciones de ferrocarril vecinas (Man-zanares y Miguelturra) y que el contingente mayor fuese asesinado en las tapias del cementerio. Según Montero83, los asesinatos tuvieron lugar por una maniobra rápida de los anarcosindicalistas del Ateneo Libertario, que los «pasearon» antes de que lle-gara a Almagro, por indicación del alcalde, un contingente de guardias de Asalto para protegerlos. También el clero secular estuvo a salvo por la protección municipal. Sin embargo, el ecónomo de Madre de Dios (cuya iglesia fue quemada) perdió la vida por trasladarse con sus familiares a Argamasilla de Alba. Mientras tanto, ni el Arcipreste de San Bartolomé, ni dicho templo, ni el superior de los franciscanos (al padre Alber-ca, protegido por algunos milicianos, le perdonaron la vida) sufrió daño alguno. Este tipo de acciones y omisiones sería necesario estudiarlas detenidamente para alumbrar mejor el tema.

La represión anticlerical fue más moderada en la provincia Cuenca desde el punto de vista cuantitativo y estuvo más repartida, pues afectó a más municipios

83 A. Montero Moreno: Historia de la persecución… op. cit.

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(51)84 que en Ciudad Real. El primer asesinato fue más tardío que en las provincias anteriores, pues sólo hubo un caso en julio (el presbítero de Uclés, Vicente Toledano Valenciano, que perdió la vida en la vecina Belinchón), siendo mucho más frecuen-tes en agosto y se prolongaron hasta 1937, con algunos casos tardíos que habría que estudiar en profundidad para valorar si son susceptibles de incluir como muerte violenta o son otras circunstancias las que provocan su fallecimiento.

Las cifras de muertes violentas de frailes en Cuenca fueron las más bajas, sólo rebajadas en Albacete. Siguiendo la tendencia habitual, antecedieron a las del clero secular. Varios redentoristas de Cuenca y agustinos de Uclés fueron asesinados a los pocos días de estallar la sublevación y cerca de la mitad del clero regular conquense murió en julio. Tras moderarse los asesinatos en agosto85, volvieron a sucederse siete más en el mes de septiembre, que afectaron a varios trinitarios de Belmonte y agus-tinos de Uclés.

Moviéndose en cifras muy parecidas a la conquense nos encontramos la provincia de Guadalajara, cuyo comportamiento es muy diferente al resto de provincias, tanto por quedar partida entre los dos bandos como por desarrollarse la represión en una sucesión cronológica atípica. En este sentido hay dos momentos especialmente sig-nificativos, la última semana de julio —el 28 de julio murió el obispo de Sigüenza, aunque lo habían antecedido otros sacerdotes y tres monjas en los días previos— y el 6 de diciembre, fecha en la que, tras una saca de la cárcel de Guadalajara, murieron más de una treintena de clérigos, en represalia al sangriento bombardeo de la ciudad por la aviación franquista. Lógicamente, en los pueblos pertenecientes a la diócesis de Sigüenza, la represión terminó en octubre, pero en los demás, sobre todo los cercanos a Guadalajara así como en dicha capital, ésta se prolongó hasta diciembre de 1936. De la cincuentena de pueblos de la provincia que contabilizaron víctimas del clero, los más castigados fueron la sede de la diócesis, Sigüenza (15 sacerdotes, incluido el obispo, y 4 claretianos) y la capital administrativa, Guadalajara (9 sacerdotes y otros tantos frailes, entre paúles, franciscanos y jesuitas)86.

84 Ahora bien, salvo en los casos de la capital (22 víctimas, incluido el obispo) y varios pueblos con dos asesinatos (Alcázar del Rey, Huete, El Pedernoso, Las Pedroñeras y Villamayor de Santiago), el resto tuvo una sola víctima. En esta relación se incluyen los siguientes municipios: Aliaguilla, Almarcha, Almonacid, Atalaya, Barajas, Barchín, Belmontejo, Buenache, Cañizares, Cañaveras, Caracenilla, Casasi-marro, Castillejo, Castillo de Garcimuñoz, Chumillas, Fuente de Pedro Naharro, Fuentes, Henarejos, Iniesta, Landete, Ledaña, Masegosa, Las Mesas, Mira Mota, Motilla, Priego, Rozalén, Salinas, San Clemente, Santa María del Campo Rus, Sisante, Tarancón, Torrecilla, Torrejoncillo, Tribaldos, Uclés, Valdeolivas, Valsalobre, Valverde, Vara del Rey, La Ventosa, Villanueva de la Jara, Villarejo y Zarza de Tajo.

85 Montero recoge una muerte en agosto de 1937 (la del hermano marista Cabia) que otros autores no la citan.

86 Le siguieron Mohernando (9 salesianos y 1 sacerdote), Pastrana (6 franciscanos), Brihuega (4 sacerdotes) y Budia (2 sacerdotes). Entre fines de julio y los primeros días de agosto sufrieron una víctima, entre otros, Algora, Alhóndiga, Almonacid, Arbancón, Cabanillas, Casas de Uceda, Casas de S. Galindo,

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La provincia que menos violencia anticlerical sufrió fue Albacete, a lo que no puede ser ajeno el hecho de no tener sede episcopal propia y desempeñar, por tanto, la Iglesia un papel social aparentemente más débil. Los 46 sacerdotes asesinados y 17 religiosos se distribuyeron a lo largo de una treintena de poblaciones. La más afectada fue Caudete (13 agustinos y 2 sacerdotes)87. En cerca de la mitad de los casos, los asesinatos fueron en la misma localidad y en tres de cada cuatro, la muerte sucedió en la propia provincia. No ocurrió lo mismo con el asesinato de los agustinos de Caudete, acaecido en el municipio valenciano de Fuente la Higuera.

Pese a sufrir un menor derramamiento de sangre de eclesiásticos, la de Albacete es la provincia en la que mejor se ha estudiado el mismo. Más allá de ciertas exage-raciones o del empleo de una metodología manifiestamente mejorable —que llega a reproducir en ocasiones, sin crítica alguna, el lenguaje «de la cruzada»—, el trabajo de Carrión Íñiguez permite sintetizar las características de la violencia que se ejerció con-tra el clero en la provincia de Albacete durante la Guerra Civil88. Algunas de ellas son perfectamente generalizables. Primero, la cronología de las matanzas estuvo marcada por circunstancias bélicas, políticas y socioeconómicas. Por eso, la «persecución» fue más numerosa en los municipios que se habían sumado inicialmente a la sublevación y en aquellos en los que se habían desarrollado mayores conflictos sociales en los años previos y tenía un mayor peso el sindicalismo socialista o el anarcosindicalis-mo. Y ello también explica que ocho de cada diez víctimas se produjeran en los dos primeros meses de contienda, cuando el descontrol revolucionario era mayor por el hundimiento de las instituciones del Estado. Segundo, las ejecuciones (los «paseos») se producían con nocturnidad y tras sufrir torturas y vejaciones. Tercero, tras el fracaso de la sublevación, el culto religioso quedó suspendido y los religiosos tuvieron que ocultar sus hábitos y buscar refugio en casas de familiares y amigos para sobrevivir, pero persistió un culto clandestino, con mayor actividad en Albacete y Almansa desde el otoño de 1937. Cuarto, paralelamente a los arrestos indiscriminados de religiosos, fueron saqueados multitud —su número resulta exagerado en los martirologios— de iglesias y conventos. Quinto, los responsables de la clerofobia fueron delincuentes comunes, obreros y campesinos explotados por sus amos, milicianos de lugares

Chiloeches, Jirueque, Mandayona, El Olivar, Tórtola, Traid y Yunquera. En fecha más tardía, en torno a fines de noviembre o diciembre, Durón, Gárgoles de Abajo y de Arriba, Masegoso, Molina de Aragón, Tordellega, Torija o Trijueque.

87 A distancia quedó la capital (5 sacerdotes y 1 escolapio), seguida por pueblos de gran tamaño: Hellín (4 sacerdotes y 3 franciscanos), La Roda, Tarazona y Villarrobledo (3 sacerdotes) y Alcaraz, Almansa El Bonillo, Peñas de San Pedro y Tobarra (con 2). Completan la nómina varias poblaciones con un sacer-dote asesinado (Alcalá del Júcar, Bonete, Casas de Ves, La Felipa, Fuensanta, La Gineta, Isso, Molinicos, Munera, Ossa de Montiel, Pozohondo, Reolid y Salobre, Sierra y Cordobilla, Socovos, Vianos, Villapalacios y Viveros.

88 J. D. Carrión Íñiguez: La persecución religiosa… op. cit., en especial, pp. 57-76.

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limítrofes y, sobre todo, fuerzas parapoliciales organizadas por partidos y sindicatos. Sexto, las autoridades republicanas no tuvieron responsabilidad alguna en los desma-nes y actuaron, en numerosos casos, de protectores, otorgando salvoconductos a las potenciales víctimas. Séptimo, conforme se reconstruía la autoridad del Estado, la represión se encauzó mediante los tribunales populares, que detuvieron y juzgaron a varios sacerdotes pero a ninguno condenaron a muerte.

La Iglesia no perdió solamente a centenares de sus ministros. Fue también despo-jada de sus propiedades y sufrió pérdidas incalculables, en un contexto marcado por el uso propagandístico del arte. Como ocurrió con los asesinatos, el grueso de la quema de iglesias y conventos (y de su patrimonio mueble) así como la incautación de bienes artísticos se produjo durante la fiebre revolucionaria del verano del 36. Lo que resulta muy complejo es evaluar exactamente el alcance de las destrucciones materiales. Poco alumbran los datos aportados en los martirologios, en donde se resolvían la mayoría de los casos diciendo que se había destruido todo o casi todo. Evidentemente, fueron muy numerosos los incendios y destrucciones (parciales o no) de templos, imágenes, retablos y objetos religiosos, así como las profanaciones. Las interpretaciones sobre la actuación irracional de las masas sacrófobas han dejado paso a otras que destacan su valor simbólico. Pero también hubo casos en los que prevalecieron motivaciones pragmáticas (fundición, venta y uso de materiales por la escasez de materias primas), con precedentes en otras circunstancias bélicas. En varios pueblos (entre ellos Almo-dóvar del Campo) se utilizaron las campanas para, una vez fundidas, convertirlas en metralla. Y algunas iglesias (el caso más claro es el templo parroquial de Criptana) fueron desmanteladas para utilizar sus piedras en otras construcciones.

Pero no menos importante que el patrimonio destruido fue el que se salvó, gracias a la actuación de las autoridades republicanas. Ante el volumen de destrucción que siguió al estallido revolucionario, el Gobierno de la República intentó reaccionar de manera rápida. Por Decreto de 25 de julio de 1936 creó la Junta de Incautación y Protección del Tesoro Artístico (desde abril de 1937, Junta Central del Tesoro Artís-tico), dependiente de la Dirección General de Bellas Artes. No obstante, su eficacia fue limitada, como también lo fue la puesta en marcha de las juntas provinciales, compuestas por políticos, expertos y aficionados de arte y algún funcionario, y cuya finalidad era inventariar los objetos de los que se iban haciendo cargo. El 24 de abril de 1937 comenzó a funcionar la de Cuenca, el 12 de mayo la de Albacete y el 3 de junio las de Guadalajara y Ciudad Real89. La falta de medios de estas juntas delegadas requería el apoyo de la Junta de Madrid. Su resultado fue desigual.

La salvaguarda del riquísimo patrimonio artístico de Toledo correspondió a la pro-pia Dirección General de Bellas Artes y luego a la Junta de Madrid. Aunque no pudo

89 Cfr. E. Almarcha Núñez-Herrador, «Arte, patrimonio artístico y Guerra Civil en Castilla-La Man-cha», en M. Ortiz Heras (coord.), La Guerra Civil… op. cit., pp. 271-294.

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evitar los daños y la destrucción de algunas iglesias y conventos, sobre todo a raíz del cerco del Alcázar, consiguió salvar los Grecos y las principales obras de sus museos, que fueron traslados a Madrid para su restauración y luego a Valencia y Ginebra.

Especial mención hay que dedicar a la Junta de Cuenca (cuya labor fue valorada incluso por los nacionalistas tras ser tomada la ciudad), debido a la metódica reco-gida y clasificación que desde el principio de la contienda había hecho del delegado provincial de Bellas Artes y luego consejero de la Junta, Juan Jiménez de Aguilar, así como a la labor de reparación de algunos edificios dañados por la guerra (entre ellas, la catedral o el palacio episcopal). De especial mención es la recuperación parcial del tesoro de la catedral en junio de 1937, incautado un año antes por la CNT, que pasó a ser custodiado en Valencia junto a otros bienes del resto de España.

4. CONCLUSIONES

Primera, la cuestión religiosa sigue siendo uno de los temas más desconocidos de nuestra historiografía regional. Hay demasiadas lagunas aún sobre la movilización católica de los años treinta y sobre el papel que las autoridades políticas y la sociedad civil tuvieron en el pulso entre el poder temporal y el espiritual. Ahora bien, a partir de los estudios que conocemos, se puede adelantar que la conflictividad religiosa se mantuvo en la Región en niveles de baja intensidad durante el quinquenio republicano —al menos con relación a otras provincias—, y estuvo ligada al nivel de confrontación social y política. La «cultura de la violencia» no arraigó verdaderamente hasta 1936 en estas tierras y lo hizo, en gran parte, por emulación, sumándose entonces, a las motivaciones sociales y económicas, las derivadas de las circunstancias bélicas.

Segunda, el conflicto político-religioso alcanzó niveles de alta intensidad duran-te la Guerra Civil. 827 clérigos incardinados en la Región fueron ejecutados en 1936 (aunque, en realidad, fueron 769 los asesinados verdaderamente en las tierras castellano-manchegas). No obstante, para precisar el verdadero alcance del terror clerófobo a escala regional hay que considerar diversos factores. Si atendemos a algunas de sus víctimas en concreto, la jerarquía eclesiástica, el impacto fue altísi-mo: tres obispos (de Ciudad Real, Cuenca y Sigüenza) fueron asesinados y sólo se salvó el cardenal Gomá, que se encontraba fuera de Toledo, desentendiéndose desde entonces de la archidiócesis primada para centrarse en su papel de legitimador del franquismo y sembrar las bases del nacionalcatolicismo posterior. Pero si nos atene-mos al conjunto de las víctimas, conviene establecer dos elementos comparativos: el montante de la represión revolucionaria en la retaguardia castellano-manchega y el conjunto de la represión antieclesiástica en España. En cuanto a la primera, tuvo una proporción inferior a la media nacional» (si en España, 14 de cada 100 víctimas pertenecían al clero, en el territorio castellano-manchego ese porcentaje se redujo al

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10%90). Y en relación a las víctimas del clero en el conjunto del país, la región aportó una proporción relativamente ajustada (alrededor del 12% del total nacional) tanto al peso de su población como al del clero incardinado91. Por consiguiente, el nivel de represión clerófoba en la región se mantuvo en niveles intermedios, aunque estuvo muy desigualmente repartida, pues las víctimas eclesiásticas de dos de sus provin-cias (Toledo y Ciudad Real) superaron las dos terceras partes del total regional.

Tercera, no se observa una relación directa entre la violencia anticlerical de 1931 y la de 1936. Albacete, la provincia más afectada —aunque de manera relativa, pues no pasó de amenazas— en la oleada incendiaria de mayo de 1931 fue la que menos matanzas de clérigos sufrió en 1936. Es evidente que el peso de la Iglesia en esta provincia era menor, al no contar con diócesis propia y ser más débil la presencia del clero.

Cuarta, reforzando tesis ya conocidas, la violencia anticlerical se ejerció preferen-temente en los primeros meses de conflicto, los más anárquicos. No obstante, ciertos acontecimientos bélicos provocaron algunos episodios sangrientos en fechas tardías, como el «diciembre negro» de Guadalajara.

Quinta, fruto de un odio inveterado y especial al clero regular, los asesinatos de religiosos antecedieron a los de sacerdotes y fueron superiores porcentualmente, aun-que en cifras absolutas hubiera un mayor derramamiento de sangre en el clero secular. En este sentido, la persecución fue más sistemática entre los frailes (masacrados en las provincias de Ciudad Real y Toledo) y más selectiva entre los curas.

Sexta, es hora de investigar en monografías locales o provinciales las razones últimas de esta distinción, los motivos que llevaban a los ejecutores a descargar su hambre y sus frustraciones sobre el clero, aunque, evidentemente, era más fácil arre-meter contra ellos por estar desarmados y simbolizar el orden que había que subvertir. Los argumentos explicativos no pueden limitarse a culpabilizar a los anarquistas, a la falta de control y a la indecisión de las autoridades o al papel reaccionario de los curas. Las explicaciones simbólicas y rituales resultan muy atractivas pero son tam-bién insuficientes. Hay muchos elementos a tener en cuenta y varían en función del espacio y del tiempo. El desarrollo de los acontecimientos bélicos, la formación de los

90 Si tenemos en cuenta cálculos actuales más aproximados, que cifran en unos 8.000 los represa-liados en la retaguardia castellano-manchega, los 827 religiosos asesinados en las provincias de Castilla-La Mancha supondrían algo más del 10%.

91 Los datos exactos del clero incardinado por provincias no se conocen, pero podemos calcular que el clero secular de la región suponía entre el 6% y el 7% del total y que la población castellano-manchega representaba prácticamente el 7,5% del censo español. Dado que casi la mitad del país quedó exenta de violencia clerófoba, por sumarse desde el principio a la sublevación, habría que duplicar las proporciones anteriores. Por otro lado (Cuadro 2) sabemos que el porcentaje de las víctimas del clero secular en España llegó al 13,99%. Por consiguiente, el volumen de la represión antieclesiástica regional se situaría cercano al de la media nacional.

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tribunales populares, la percepción por las autoridades de que las matanzas impunes daban argumentos al bando rival son factores a tener en cuenta.

Séptima, no se puede concluir sin mencionar, aunque sea una obviedad, que con-forme las tropas franquistas tomaban nuevas posiciones, eran muchos los eclesiásticos que acudían a bendecir los fusilamientos de seres tan inocentes como ellos, asesinados tras celebrarse unos juicios sumarísimos que la democracia actual haría muy bien en declarar lo que fueron, una farsa. Sus víctimas acabaron en idénticas cunetas y en las mismas tapias de los cementerios pero la «martirología» no destacó sus vidas ejemplares. Incluso no faltaron entre los ejecutados por la justicia franquista algunos católicos.

ANEXOVÍCTIMAS DEL CLERO EN CASTILLA-MANCHA92

ANEXO 1VÍCTIMAS DEL CLERO SECULAR EN LA PROVINCIA DE ALBACETE

Localidad de residencia

Diócesis Nombre CargoLugar de la ejecución

(prov.)

Fecha de la

ejecuciónAlbacete Cartagena Campos Martínez, Francisco Arcipreste Albacete (AB) 15-8-1936

Albacete Cartagena Jiménez Ramírez, Juan JoséCapellán de Casa de la

MisericordiaAlbacete (AB) 1-8-1936

Albacete Cartagena Jover Mira, DanielCoadjutor S.

JuanAlbacete (AB) 9-9-1936

Albacete Cartagena León Martínez, GabrielCapellán Casa de Maternidad

Albacete (AB) 19-10-1936

Albacete Cartagena Marcilla López, AlbertoCura rector S.

JoséAlbacete (AB) 27-9-1936

Alcalá del Júcar

Cartagena Requena Fernández, José EcónomoAlcalá de J.

(AB)21-8-1936

Alcaraz Toledo González Callejas, Gabriel Párroco Albacete (AB) 27-8-1936Alcaraz Toledo Pretel Gálvez, Enrique Párroco Albacete (AB) 27-8-1936

92 No pretende ser este anexo un intento más para destacar el martirio de unos clérigos que murie-ron por el simple hecho de serlo. Al igual que se publica este listado (a partir de la confrontación de varias fuentes y descartando aquellos nombres que no parecen contrastados), se debería hacer lo propio con todas las demás víctimas, y, en especial, las que sufrieron los defensores de la legalidad republicana, a los que les falta aún un reconocimiento que los clérigos sí tuvieron. De manera que estos nombres deben servir para que se haga una completa base de datos sobre la represión, de uno y otro signo, y valorar en su justa medida el peso de una y otra.

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El conflicto político-religioso en Castilla-La Mancha. De la República a la Guerra Civil

Almansa Cartagena Cuenca Trinchant, AntonioCapellán religiosas agustinas

Almansa (AB) 6-10-1936

Almansa Cartagena López López, JoaquínCoadjutor de la

AsunciónAlmansa (AB) 4-10-1936

Bonete Toledo González Amores, A. Miguel Párroco Albacete (AB) 27-8-1936

Bonillo, El Toledo Hidalgo Carpintero, ManuelCapellán terciarias carmelitas

Lezuza (AB) 21-8-1936

Bonillo, El Toledo Palomar Buendía, Emilio Adscrito Lezuza (AB) 21-8-1936

Casas de Ves Cartagena Arroniz Olmos, José EcónomoCasas de Ves

(AB)31-7-1936

Caudete Orihuela Díaz Sánchez, Miguel Párroco Almansa (AB) 10-10-1936

Caudete Orihuela Carpena Agulló, JoaquínCapellán de las

religiosasVillena (A) 2-9-1936

Felipa, La Cartagena Herrero Alcaraz, José María Cura rector Felipa, La (AB) 13-8-1936

Fuensanta Cuenca Recuenco Encinas, Claudio PárrocoCementerio de Cuenca (CU)

19-9-1936

Gineta, La Cartagena Rodríguez Cabrera, Pedro J. Ecónomo La Gineta 31-1-1937

Hellín Cartagena Arias Sánchez, FortunatoPárroco Palmar y ecónomo N.ª S.ª de Asunción

Hellín (AB) 12-9-1936

Hellín Cartagena Sánchez Castaño, AntonioCura rector S.

RoqueHellín (AB) 26-8-1936

Hellín Cartagena Sánchez Castaño, SaturninoCapellán asilo

ancianosHellín (AB) 26-8-1936

Hellín Cartagena Talavera García, FranciscoAsignado a

parroquia N.ª S.ª Asunción

Hellín (AB) 30-7-1936

Isso Cartagena Alfaro Rivas, José Párroco Isso (AB) 10-9-1936

Molinicos Toledo Carchano Carchano, Mamerto PárrocoElche de la Sierra (AB)

28-8-1936

Montalvos Cuenca Garcés Recuenco, Apolinar93 Párroco Montalvos (AB)

Montalvos Cuenca Rubio García, Laureano94 PárrocoMontalbanejo

(CU)Munera Toledo Rodríguez Soria, Bartolomé Párroco Munera (AB) 29-7-1936

93 Este párroco murió de hambre, tras refugiarse en una casilla de campo. Lo incluyen Montero y Carrión pero no deberían hacerlo.

94 Lo incluye Montero pero no así Carrión. Puesto que tampoco figura fecha de su muerte, no debiera computarse.

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Peñas de S. Pedro

Cartagena Anta y de Barrio, Rigoberto de RegentePeñas de S. Pedro (AB)

24-8-1936

Peñas de S. Pedro

Cartagena Zamora López, Antonio CoadjutorPeñas de S. Pedro (AB)

24-8-1936

Ossa de Montiel

Toledo Martínez Ramos, Pedro Juan Párroco Lezuza (AB) 5-12-1936

Pozohondo Cartagena Garijo Tercero, Daniel G. Cura rectorPozohondo

(AB)10-9-1936

Roda, La Cuenca Collado Ballesteros, José PresbíteroCarretera de Minaya (AB)

13-8-1936

Roda, La Cuenca Herreros, José María PresbíteroCarretera de

Minaya13-8-1936

Roda, La CuencaJiménez Izquierdo, José

AntonioCoadjutor

Carretera de Minaya (AB)

13-8-1936

Reolid y Salobre

Toledo Parra Caballero, José Párroco Salobre (AB) 5-9-1936

Sierra y Cordovilla

Cartagena Martínez Muñoz, Juan Asignado ¿ 22-9-1936

Socovos Cartagena López López, Francisco Ecónomo Socovos (AB) 9-9-1936Tarazona de la Mancha

Cuenca Fernández Atienza, Luis95 Residente

Tarazona de la Mancha

Cuenca Iborra Picazo, Nemesio PárrocoRubielos Bajos

(CU)22-8-1936

Tarazona de la Mancha

Cuenca Martínez Herraiz, Felipe Coadjutor Atalaya (CU) 8-9-1936

Tobarra Cartagena Massó Tébar, FranciscoPárroco de la

AsunciónTobarra (AB) 8-9-1936

Tobarra Cartagena Vergara Coy, JesúsCura rector de

S. RoqueTobarra (AB) 24-7-1936

Vianos Toledo Casanova Moraleda, Dionisio Ecónomo Albacete (AB) 21-8-1936Villapalacios Toledo Castillo Martínez, Pedro Párroco Alcaraz (TO) 2-9-1936

Villarrobledo Toledo Domínguez Valero, Roberto CoadjutorPenal de Ocaña

(TO)19-10-1936

Villarrobledo Toledo Garrido Navarro, José CoadjutorPenal de Ocaña

(TO)12-10-1936

Villarrobledo Toledo López Gil, Juan CoadjutorPenal de Ocaña

(TO)19-10-1936

Viveros Toledo Duro Gallardo, Gabino Ecónomo Alcaraz (AB) 2-9-1936

Fuente: Elaboración propia a partir de Montero Moreno (1961), Cirac (1947), Rivera (1958) y Carrión (2004).

95 No viene en Montero. Este cura jubilado se suicidó (o se desgració cuando huía, según la Causa General) antes de ser capturado por los milicianos. Habría que eliminarlo de la lista.

— 1455 —

El conflicto político-religioso en Castilla-La Mancha. De la República a la Guerra Civil

ANEXO 2VÍCTIMAS DEL CLERO SECULAR EN LA PROVINCIA DE CIUDAD REAL

Localidad de residencia

Diócesis Nombre CargoLugar de la

ejecución (prov.)Fecha de la ejecución

Abenójarójaró C. Real Fernández Fernández, Rafael PárrocoCorral de

Calatrava (CR)20-9-1936

Alcázar S. Juan C. Real Abengózar Sánchez, Ángel Coadjutor Alcázar (CR) 29-8-1936Alcázar S. Juan C. Real Cañizares Tejero, Clodoaldo Coadjutor Alcázar (CR) 29-8-1936Alcázar S. Juan C. Real Martínez Jiménez, Antonio Ecónomo Criptana (CR) 21-7-1936

Alcázar S. Juan C. Real Santos Jimeno, FaustinoCoadjutor

Santa MaríaAlcázar (CR) 30-8-1936

Almadén C. Real Muñoz de Morales, Ángel Coadjutor Almadén (CR) 21-9-1936

Almagro C. Real Naranjo Muñoz, SantosEcónomo

de Madre de Dios

Pozo Carrión(CR) 24-10-1936

Almedina C. Real Molina Treviño, Juan Félix Ecónomo Montiel (CR) 13-9-1936Almodóvar del C. C. Real Martínez Rodríguez, Justo Arcipreste Poblete (CR) 3-11-1936Almodóvar del C. C. Real Sánchez Alcántara, Orosio Arcipreste Cinco Casas (CR) 2-9-1936Almodóvar del C. C. Real Velasco Jiménez, José Coadjutor Poblete (CR) 3-11-1936

Arenales C. Real Beamud Sañoso, Victoriano Coadjutor Arenales (CR) 26-7-1936

Cabezarados C. Real Álvarez Soriano, Arcadio PárrocoCabezarados

(CR)12-8-1936

Campo de Criptana

C. Real Moraleda González, Antonio Coadjutor C. Criptana (CR) 19-8-1936

Campo de Criptana

C. Real Muñoz Pedrero, Manuel A. Adscrito C. Criptana (CR) 19-8-1936

Campo de Criptana

C. Real Nieto Gallego, Franco Capellán C. Criptana (CR) ¿-7-1936

Campo de Criptana

C. Real Perucho Granero, Especioso Coadjutor C. Criptana (CR) 19-8-1936

Carrión de Calatrava

C. Real Tercero Rodríguez, Eufemio Adscrito Miguelturra (CR) 24-8-1936

Ciudad Real C. Real Castellanos Caravaca, Luis Canónigo Herencia (CR) 15-9-1936

Ciudad Real C. Real Contreras López, Manuel HabilitadoFernán Caballero

(CR)13-11-1936

Ciudad Real C. RealEsténaga y Echevarría,

NarcisoObispo

Peralvillo Bajo (CR)

22-8-1936

Ciudad Real C. RealFernández Granada,

FranciscoPresbítero,

tenorCiudad Real (CR) 17-8-1936

Ciudad Real C. Real García Parrado, AlfonsoSeminarista de Santander

13-11-1936

— 1456 —

ÁNGEL LUIS LÓPEZ VILLAVERDE

Ciudad Real C. Real García Parrado, JacintoSeminarista de Santander

13-11-1936

Ciudad Real C. Real Herrero Carrero, JuanAuxiliar

Secretaría obispado

Cementerio Carrión (CR)

16-8-1936

Ciudad Real C. Real Isasi Gondra, Fermín de PenitenciarioPuente de

Alarcos, C. Real (CR)

Ciudad Real C. Real Martín Jiménez, JoséCapellán prisiones

Valdepeñas (CR) 10-8-1936

Ciudad Real C. Real Melgar Salgado, JulioCapellán obispo

Peralvillo Bajo (CR)

22-8-1936

Ciudad Real C. Real Ruiz Pérez, Miguel Presbítero Paracuellos (M) 24-11-1936

Ciudad Real C. Real Urriza Berraondo, Ángel CanónigoCabo Quilates,

Bilbao (BI)2-10-1936

Ciudad Real C. Real Villacañas, Eduardo de DiosBenefi ciado

tenorCementerio

Carrión (CR)24-9-1936

Corral de Calatrava

C. Real Isasi Martín, Prisco R. Ecónomo Ciudad Real (CR) 28-8-1936

Daimiel C. Real Atochero López, BernardoAdscrito a

Parroquia S. Pedro

Daimiel (CR) 25-8-1936

Daimiel C. Real Campillo Ráez, Emiliano Coadjutor Daimiel (CR) 20-8-1936Daimiel C. Real Campillo Villena, Ramón Coadjutor Daimiel (CR) 18-11-1936Daimiel C. Real Dopazo Maján, Modesto CapellánDaimiel C. Real Fisac Aranda, Enrique Adscrito Daimiel (CR) ¿-7-1936Daimiel C. Real García de Mateos, Santiago Arcipreste Daimiel (CR) 23-8-1936Daimiel C. Real Moreno Cruz, Aurelio Capellán Daimiel (CR) 23-8-1936

Daimiel C. RealRodríguez de Guzmán,

FranciscoCoadjutor Daimiel (CR) 23-8-1936

Daimiel C. Real Sánchez de Milla, Rafael CoadjutorEl Carrerón,

Daimiel (CR)23-11-1936

Fuente el Fresno C. Real Sánchez Amador, Antonio CoadjutorCuesta del

Espinillo, Urda (TO)

22-8-1936

Guadalmez C. Real García de la Torre, Demetrio Ecónomo Villacañas (TO) ¿-10-1936

Herencia C. RealAbengozar Remón de Moncada, Federico

Coadjutor Carretera Puerto

Lápice (CR)ápice (CR)á25-11-1936

Herencia C. Real Álvarez Rodríguez, Carlos Coadjutor Mina de Camuñas 25-11-1936

Herencia C. RealGarcía Calvillo Cobos,

AntonioAdscrito Mina de Camuñas 7-8-1936

— 1457 —

El conflicto político-religioso en Castilla-La Mancha. De la República a la Guerra Civil

Herencia C. RealSánchez de la Nieta y Cierva,

JesúsAdscrito Herencia (CR) 25-11-1936

Herencia C. Real Tapia Jiménez, Alfonso Coadjutor Herencia (CR) 4-8-1936Hinojosa de Calatrava

C. Real González Calero, Miguel EcónomoPuebla del Príncipe

18-9-1936

Horcajo de los Montes

C. Real Jara y Pardo, Manuel Cura Horcajo (CR)

Las Labores C. Real Herreros González, Francisco Ecónomo Las Labores 31-8-1936Malagón C. Real Benítez Gutiérrez, Emilio Coadjutor Canillejas (M)

Manzanares C. Real Arroyo Chacón, Isidro Capellán Manzanares (CR) 12-8-1936

Manzanares C. RealFernández Arroyo

Mascaraque, GabrielCoadjutor 30-7-1936

Manzanares C. RealLópez de la Manzanera,

FranciscoCoadjutor Manzanares (CR) 26-8-1936

Manzanares C. Real Lorente Gómez, Juan Capellán Manzanares (CR) 27-8-1936

Manzanares C. RealMascaraque González,

VicenteAdscrito Manzanares (CR) 7-8-1936

Manzanares C. RealMellado Pérez Valiente,

TomásCapellán Manzanares (CR) 7-8-1936

Manzanares C. Real Pardilla Moraleda, José Coadjutor Manzanares (CR) 9-8-1936Membrilla C. Real Gaviña Heredia, Cristino Coadjutor Valdepeñas (CR) 16-8-1936Membrilla C. Real López Villalta, Manuel Coadjutor Membrilla (CR) 15-8-1936Membrilla C. Real Ortiz Carrasco, Avelino Párroco C. Criptana (CR) 18-9-1936

Miguelturra C. Real Roldán Fernández, Joaquín EcónomoTerrero,

Miguelturra (CR)13-9-1936

Montiel C. Real Campillo Sánchez, Gabriel Ecónomo Montiel (CR) 20-11-1936Moral de Calatrava

C. Real Ribas Peralta, Roque Adscrito Moral (CR) 17-10-1936

Moral de Calatrava

C. Real Velasco Linares, Ángel Coadjutor Moral (CR) 17-10-1936

Pedro Muñoz C. Real Domínguez Baeza, Tomás Coadjutor 15-8-1936Puertollano C. Real Cabañero Cabañero, Jaime Coadjutor Puertollano (CR) 25-7-1936Puertollano C. Real García Mateos, Enrique Cura Almodóvar (CR) 5-8-1936Puertollano C. Real Prieto, Alejandro Adscrito Almodóvar (CR) 5-8-1936

Retuerta C. RealLópez de Sancho y Donoso,

JulioEcónomo Retuerta (CR) 15-8-1936

Santa Cruz Mudela

C. Real Arévalo Mora, Justo Capellán Valdepeñas (CR) 19-8-1936

Santa Cruz Mudela

C. Real Buitrago Morales, Pedro Coadjutor Valdepeñas (CR) 19-8-1936

— 1458 —

ÁNGEL LUIS LÓPEZ VILLAVERDE

Santa Cruz Mudela

C. Real González Bustos, Félix Regente Valdepeñas (CR) 19-8-1936

Santa Cruz Mudela

C. RealRodríguez Madridejos,

José MªCapellán Valdepeñas (CR) 23-8-1936

Socuéllamos C. Real Huertas Molina, Bernabé Ecónomo

Cuesta de la Herradura,

Socuéllamos (CR)

6-9-1936

Solana, La C. Real Carranza Ortiz, Aníbal Párroco Solana, La (CR) 30-11-1936Solana, La C. Real Martín de las Mulas, Alfonso Capellán Membrilla (CR) 2-11-1936Solana, La C. Real Villegas Muñoz, Domingo Párroco Solana, La (CR) 31-8-1936

Terrinches C. RealSánchez-Camacho Alcázar,

VictorianoCura Terrinches (CR) 10-11-1936

Tomelloso C. Real Borrell Dolz, Vicente Párroco Tomelloso (CR) 16-8-1936Tomelloso C. Real Mayor Macías, José María Párroco Tomelloso (CR) 8-9-1936

Tomelloso C. Real Navarro Lorente, Amador CoadjutorPozo de Carrión

(CR)24-10-1936

Torrenueva C. Real Campos Rodríguez, Felipe Ecónomo Torrenueva (CR) 9-8-1936Valdepeñas C. Real Chacón Bellón, Domingo Arcipreste Valdepeñas (CR) 31-8-1936Valdepeñas C. Real García Carpintero, José Coadjutor Valdepeñas (CR) 28-8-1936

Valdepeñas C. RealGarcía-Sotoca Marqués,

Juan P.Coadjutor Valdepeñas (CR) 29-8-1936

Valdepeñas C. Real Gigante Ruiz, Jesús Coadjutor La Concordia 22-11-1936Valdepeñas C. Real Gómez Bajo, Juan Bautista Ecónomo Guadalajara (GU) 6-12-1936Valdepeñas C. Real Maroto Sánchez, Manuel Capellán La Concordia 10-8-1936Valenzuela C. Real Carrillo Ortiz, Juan Párroco Pozuelo (CR) 24-8-1936

Villahermosa C. RealPérez Serrano, Tomás

BautistaPárroco Valdepeñas (CR) 16-10-1936

Villamayor Calatrava

C. Real Díaz Muñoz, Andrés Ecónomo Villamayor (CR) ¿-10-1936

Villanueva de los Infantes

C. Real Espadero y Morales, Antonio Coadjutor Membrilla (CR) 2-11-1936

Villarrubia de los Ojos

C. RealNúñez Polo y Romero,

CandelasAdscrito

Término de Malagón (CR)

2-9-1936

Villarta de S. Juan

C. Real Álvarez Rivera, Matías Ecónomo Daimiel (CR) 22-8-1936

Fuente: Elaboración propia a partir de Montero Moreno (1961).

— 1459 —

El conflicto político-religioso en Castilla-La Mancha. De la República a la Guerra Civil

ANEXO 3VÍCTIMAS DEL CLERO SECULAR EN LA PROVINCIA DE CUENCA

Localidad de residencia

Diócesis Nombre CargoLugar de la

ejecución (prov.)Fecha de la ejecución

Alcázar del Rey Cuenca Gómez Muñoz, Miguel

Benefi ciado de catedral y ecónomo de

Alcázar

Alcázar del Rey (CU)

25-8-1936

Alcázar del Rey Cuenca Segura Rubira, JuanCapellán del Ave María

Carretera de Belinchón (CU)

25-8-1936

Aliaguilla Cuenca Cañete Jiménez, Ángel PárrocoMontes de

Garaballa (CU)

Almarcha, La Cuenca Alonso Alonso, Ramón PárrocoCarretera

Olivares del Júcar (CU)

4-8-1936

Almonacid del Marquesado

Cuenca Sepúlveda Lozano, Celio PresbíteroMontalbanejo

(CU)19-9-1936

Atalaya CuencaOrtega Martínez, José

Pilar dePárroco El Toboso (TO) 22-8-1936

Barajas de Melo

Cuenca Pérez del Cerro, Fernando Ecónomo Cuenca (CU) 11-8-1936

Barchín del Hoyo

Cuenca García Mena, Rufi no Párroco Guadalaviar (TE) 28-4-1937

Belmontejo Cuenca Sánchez Carrillo, Juan PárrocoS. Lorenzo de la

Parrilla (CU)27-9-1936

Buenache de Alarcón

CuencaFernández de Vitoria y

Alcalde, ManuelEcónomo Cuenca (CU) 7-8-1936

Cañizares Cuenca Herraiz Martínez, Julio PárrocoCementerio

Cuenca (CU)21-9-1936

Cañaveras Cuenca Pérez Pérez, Lino Párroco Cañaveras (CU)Caracenilla Cuenca Cuenca Escribano, Felipe Párroco Caracenilla (CU) 23-8-1936

Casasimarro Cuenca Sanz Castellanos, Julián PárrocoCarret. El Peral

(CU)30-8-1936

Castillejo del Romeral

Cuenca Puerta Saiz, Adolfo PresbíteroCarrascosa del Campo (CU)

5-11-1936

Castillo de Garcimuñoz

Cuenca Buendía Moya, Cipriano PárrocoGarcimuñoz

(CU)24-8-1936

Cuenca CuencaAyala Astor, Joaquín

MaríaCanónigo doctoral

El Barranco 18-8-1936

Cuenca Cuenca Bellón Parrilla, Juan FélixBenefi ciado

catedralCuenca (CU) 10-8-1936

— 1460 —

ÁNGEL LUIS LÓPEZ VILLAVERDE

Cuenca Cuenca Bellón Parrilla, LucioCanónigo

maestrescuela catedral

Cuenca (CU) 10-8-1936

Cuenca CuencaCarriazo Villalba,

SantiagoSeminarista

Salinas del Manzano (CU)

¿-8-1937

Cuenca Cuenca Castellanos Serna, Félix Párroco Cuenca (CU) 15-1-1937

Cuenca CuencaEscribano García, Juan

Crisóstomo

Canónigo lectoral,

secretario obispado

Cuenca (CU) 19-9-1936

Cuenca Cuenca Escudero Olarieta, VicenteCapellán de las

carmelitasCuenca (CU) 19-9-1936

Cuenca Cuenca Español Berdié, Fernando Canónigo Cuenca (CU) 9-8-1936

Cuenca Cuenca Goméz Jiménez, Damián

Benefi ciado jubilado catedral Almería

Cuenca (CU) 12-8-1936

Cuenca Cuenca Laplana Laguna, Cruz Obispo Cuenca (CU) 9-8-1936Cuenca Cuenca Laplana Torres, Manuel Benefi ciado Cuenca (CU) 10-8-1936

Cuenca CuencaLópez Guerrero

Portocarrero, AlfonsoCanónigo

Carretera Tragacete (CU)

9-8-1936

Cuenca CuencaMartínez Martínez, Juan

Bautista

Benefi ciado catedral y

mayordomo seminario

Cuenca (CU) 28-8-1936

Cuenca Cuenca Martínez de Toro, EloyProfesor

seminarioCuenca (CU) 3-1-1937

Cuenca Cuenca Merino Pérez, JoséCanónigo magistral

Cementerio de Cuenca (CU)

25-10-1936

Cuenca CuencaNavarro Rincón, José

AntonioSeminarista Zuera (Z)

Cuenca Cuenca Olmo Ferrer, SantiagoCapellán catedral

Cementerio Cuenca (CU)

18-12-1936

Cuenca Cuenca Pastor Sevilla, Miguel SeminaristaPradera de S.

Isidro (M)7-9-1936

Cuenca Cuenca Pérez Muñoz, VictorianoCanónigo arcipreste

Cementerio Cuenca (CU)

10-8-1936

Cuenca CuencaRosa de Torres, Virgilio

de laCapellán

JustinianasDehesa de Embid

(CU)6-8-1936

Cuenca Cuenca Saiz Martínez, PabloPárroco y

benefi ciado catedral

Madrid (M)

— 1461 —

El conflicto político-religioso en Castilla-La Mancha. De la República a la Guerra Civil

Cuenca Cuenca Vicente Vélez, PetroniloCapellán de la

cárcelVillalba del Rey

(CU)31-8-1936

Chumilllas Cuenca García Martínez, Hilario PárrocoBarajas de Melo

(CU)22-8-1936

Fuente de Pedro Naharro

CuencaGarcía Mochales Smith,

JoséPárroco

Carret. Madrid-Valencia, cerca de Belinchón

(CU)

4-9-1936

Fuentes Cuenca Tórtola Abarca, Juan Párroco Cuenca (CU) 17-8-1936Henarejos, Los Cuenca Navarro Zapata, Agustín Párroco Ademuz (V)

Huete Cuenca Chico Saiz, Alejo PárrocoCarrascosa del Campo (CU)

3-9-1936

Huete Cuenca Ruiz Bregón, Honorio Coadjutor Madrid (M) 4-9-1936

Iniesta CuencaPerpiñán Romero,

FranciscoPresbítero Graja (CU) 5-9-1936

Landete Cuenca Sáez Ferrer, Cesáreo Párroco Garaballa (CU)

Ledaña Cuenca Junquero Salvador, Aneto PárrocoPinar de Jábaga ábaga á

(CU)8-8-1936

Masegosa Cuenca Hidalgo Alonso, Mariano Presbítero Masegosa (CU)Mesas, Las Cuenca Galindo Muñoz, Pedro Párroco 7-8-1936

Mira Cuenca Huerta Bono, Félix Párroco Cuenca (CU) 18-12-1936Mota del Cuervo

CuencaPalacios López,

WenceslaoCoadjutor Cuenca (CU) 21-9-1936

Motilla del Palancar

CuencaPastor de la Cruz,

Fernando Párroco

arcipresteHontecillas (CU) 26-8-1936

Pedernoso, El Cuenca Langa Bustos, Dionisio Párroco Fuentidueña (M) 25-8-1936Pedernoso, El Cuenca Langa Bustos, Manuel Presbítero Fuentidueña (M) 25-8-1936

Pedroñeras, Las Cuenca Barquero Motilla, Joaquín RegenteLa Fuensanta

(AB)

Pedroñeras, Las Cuenca Iniesta Redondo, Gabriel PresbíteroAlberca de

Záncara (CU)14-11-1936

Priego CuencaTorres Briones, Jesús

María dePárroco Torralba (CU) 31-10-1936

Rozalén del Monte

Cuenca Fernández Ayllón, Matías PárrocoBarajas de Melo

(CU)22-8-1936

Salinas del Manzano

Cuenca García Moreno, Salvador Párroco Cañete (CU)

San Clemente Cuenca Pérez Galindo, SantiagoCapellán N.ª S.ª de Rus

Carretera Villlarrobledo

(AB)7-10-1936

Santa María del Campo Rus

Cuenca Valencia Martínez, Jesús Párroco 1-8-1936

— 1462 —

ÁNGEL LUIS LÓPEZ VILLAVERDE

Sisante Cuenca Saiz Rabadán, Eduardo Presbítero Atalaya (CU) 18-11-1936

Tarancón Cuenca Pinedo Moreno, SerafíPinedo Moreno, SerafíPinedo Moreno, Seraf nCapellán

mercedarias14-8-1936

Torrecilla CuencaMartínez González,

OvidioPárroco

Vega del Codorno (CU)

22-8-1936

Torrejoncillo del Rey

Cuenca Aparicio Fernández, José EcónomoTérmino Alcázar

del Rey (CU)

Tribaldos CuencaHerraiz y Rodríguez

Monge, LuisPárroco Belinchón (CU) 4-9-1936

Uclés CuencaToledano Valenciano,

VicentePresbítero Belinchón 28-7-1936

Valdeolivas Cuenca Argós Díaz, José PárrocoSalmeroncillos

(CU)4-10-1936

Valsalobre CuencaOlmo Fernández, Gerardo

delEcónomo

Río Tajo, entre Vega del

Codorno y Guadalaviar

22-8-1936

Valverde del Júcar

Cuenca Sáez Toledo, Manuel Párroco Madrid (M)

Vara del Rey Cuenca Guijarro Delicado, Cayo Ecónomo Iniesta (CU) 9-9-1936

Ventosa, La CuencaSevilla Ladrón de Guevara, Vicente

PárrocoPradera S. Isidro,

Madrid (M)7-9-1936

Villamayor de Santiago

Cuenca Alonso Fraile, Pablo CoadjutorCementerio

Villamayor (CU)22-8-1936

Villamayor de Santiago

CuencaMartínez Soriano López,

Juan BenitoPárroco

Carretera Saelices (CU)

15-8-1936

Villanueva de la Jara

Cuenca García Sánchez, Basilio CoadjutorCasas de Benítez

(CU)Villarejo sobre

HuertaCuenca

García Fernández, Anacleto

Párroco Montalvo (CU) 31-8-1936

Zarza del Tajo Cuenca García Pineda, Juan Párroco Carret. Tarancón 29-8-1936

Fuente: Elaboración propia a partir de Montero Moreno (1961) y Cirac (1947).

— 1463 —

El conflicto político-religioso en Castilla-La Mancha. De la República a la Guerra Civil

ANEXO 4VÍCTIMAS DEL CLERO SECULAR EN LA PROVINCIA DE GUADALAJARA

Localidad de residencia

Diócesis Nombre CargoLugar de la

ejecución (prov.)Fecha de la ejecución

Algora Sigüenza Gutiérrez García, Francisco Cura Sigüenza (GU) 7-8-1936

Alhóndiga Toledo García Caballero, Sixto EcónomoCarretera Chincón-

Ciempozuelos 12-8-1936

Almonacid de Zorita

Toledo Ayllón Navarro, Aniceto Párroco Valdilecha (M) 10-8-1936

Almonacid de Zorita y

ZoritaToledo Romero y Herranz, Luis Coadjutor Guadalajara (GU) 6-12-1936

Arbancón Toledo Bayón Rodríguez, Antonio Ecónomo Arbancón (GU) 27-8-1936Brihuega Toledo Díaz Maroto, Ambenio Coadjutor Brihuega (GU) 14-8-1936

Brihuega ToledoHidalgo Villarubia,

TelesforoCoadjutor Brihuega (GU) 14-8-1936

Brihuega Toledo Llorente García, Germán CoadjutorCarret.

Guadalajara (GU)22-8-1936

Brihuega Toledo Ríos Ravanera, Ángel Arcipreste Brihuega (GU) 14-8-1936Budia Sigüenza Lozano Tomás, Braulio Ecónomo Guadalajara (GU) 6-12-1936

Budia Sigüenza Molina Alcalde, DomingoCatedrático instituto y coadjutor

Guadalajara (GU) 6-12-1936

Cabanillas del Campo

Toledo Torija Pérez, Miguel EcónomoCementerio Los Yébenes (TO)

9-8-1936

Casas de Uceda y

Villaseca de Uceda

Toledo González Herrera, Julián Párroco Guadalajara (GU) 23-8-1936

Casas de S. Galindo

Sigüenza Herrero Conde, Juan Párroco Utande (GU) 21-8-1936

Chiloeches ToledoGarcía Fernández,

DeograciasEcónomo Valdarachas (GU) 28-8-1936

Durón Sigüenza Mayor Bermejo, Antonio Párroco Guadalajara (GU) 6-12-1936

Esplegares Sigüenza Matesanz, IsidoroPárroco jubilado

Cifuentes (GU)

Fuentelviejo Toledo Sánchez Sánchez, Constante PárrocoEl Sotillo,

Guadalajara (GU)25-7-1936

Gárgoles de Abajo

SigüenzaValentín Barahona,

AlejandroPárroco Guadalajara (GU) 6-12-1936

— 1464 —

ÁNGEL LUIS LÓPEZ VILLAVERDE

Gárgoles de Arriba

Sigüenza Mayor García, Guillermo Ecónomo Gárgoles Arriba 17-12-1936

Guadalajara Toledo Blas Sevilla, Bernardo CoadjutorCuatro Caminos

(GU)3-8-1936

Guadalajara Toledo Cascajero Sánchez, Eulogio

Capellán religiosas

carmelitas de S. José

Guadalajara (GU) 6-12-1936

Guadalajara Toledo Cascajero Sánchez, JulioEcónomo de Santa María

Guadalajara (GU) 6-12-1936

Guadalajara Toledo Concepción, Julián de laCapellán

del hospital provincial

Guadalajara (GU) 23-7-1936

Guadalajara Toledo Herraiz Martínez, FélixCoadjutor S.

NicolásGuadalajara (GU )

Guadalajara Toledo Mariño Ortega, Francisco Párroco Guadalajara (GU) 9-8-1936

Guadalajara ToledoSantos Alarcón-López,

TomásCoadjutor Santiago

Madrid (M) 5-10-1936

Guadalajara Toledo Vaquero Moreno, NicolásCoadjutor de Santa María

Guadalajara (GU) 6-12-1936

Guadalajara ToledoVillarrubia Díaz-Maroto,

VidalEcónomo S.

NicolásVicálvaro (M)

Gualda SigüenzaAlbacete Gutiérrez,

FaustinoPárroco Guadalajara (GU) 6-12-1936

Henche Sigüenza Cuevas Alfaro, Felipe Cura Henche (GU) 9-9-1936Horche Toledo Cortés Moral, Antonio Párroco Madrid (M) 4-10-1936

Inviernas, Las Sigüenza Santos Díaz, Pablo PárrocoLos Corrillos,

Masegoso (GU)28-8-1936

Iriepal Toledo Cortés Calvo, PedroCapellán

Mirafl oresGuadalajara (GU) 4-9-1936

Isabela, La CuencaLorente Corona, Pedro

ManuelPárroco Cuenca (CU) ¿-8-1936

Jirueque Sigüenza Gismera Cortezón, Lorenzo PárrocoCarretera Bijalaro,

Jadraque (GU)10-8-1936

Malaguilla y Matarrubia

Toledo González Moreno, José Ecónomo Gamonal (TO) 28-8-1936

Mandayona Sigüenza Rubiales Aragonés, Pedro Párroco Marchamalo (GU) 14-8-1936

Marchamalo Toledo Sánchez Pérez, Feliciano EcónomoEl Sotillo,

Guadalajara (GU)2-9-1936

Masegoso Sigüenza Juan Sáez, Pablo de Cura Guadalajara (GU) 6-12-1936

Mazuecos ToledoGómez de las Heras,

RicardoEcónomo Madrid (M)

— 1465 —

El conflicto político-religioso en Castilla-La Mancha. De la República a la Guerra Civil

Mohernando Toledo García Cortijo, Sebastián Párroco Guadalajara (GU) 6-12-1936

Molina de Aragón

Sigüenza Ambrona Asenjo, Ángel

Presbítero, profesor instituto

local

Guadalajara (GU) 6-12-1936

Montejo de Liceras

Sigüenza Monje Mínguez, Eugenio EcónomoEl Portillo,

Sigüenza (GU)28-7-1936

Moratilla los Moleros

Toledo Rentero Hernández, Félix PárrocoEl Sotillo,

Guadalajara (GU)10-10-1936

Olivar, El Toledo Díaz de Andrés, Víctor Ecónomo Brihuega (GU) 4-8-1936Olmeda de Jadraque

Sigüenza Lapastora Alonso, Rufi no Párroco Sigüenza (GU) 22-9-1936

Peñalver ToledoCasa Díaz Dávila, Isabelo

de laRegente

Romancos y Archilla

Toledo Flores Molina, Julio Ecónomo Guadalajara (GU) 6-12-1936

Ruguilla Sigüenza Sacristán Valtueña, José Ecónomo Guadalajara (GU) 6-12-1936

Salmerón CuencaLópez Muñoz, Joaquín

EpifanioEcónomo Peralveche (CU) ¿-9-1939

Sigüenza Sigüenza Domínguez Ortiz, Fermín Párroco

Sigüenza Sigüenza García Andrea, FlorentinoSecretario Cámara

Obiapado

Ortaza, Sigüenza (GU)

11-8-1936

Sigüenza Sigüenza García García, JesúsPárroco S.

VicenteSigüenza (GU) 7-8-1936

Sigüenza Sigüenza Heredia Malo, LorenzoPárroco S.

PedroCamino de Palazuelos

31-7-1936

Sigüenza Sigüenza Herranz Alonso, PedroCanónigo

penitenciario catedral

Sigüenza (GU) 19-8-1936

Sigüenza Sigüenza Laina Ibáñez, MartínCanónigo

SICMadrid (M) 2-12-1936

Sigüenza Sigüenza Martínez Martínez, Luis Párroco

Sigüenza SigüenzaMatarranza de la Obra,

IsidoroPárroco Cifuentes (GU) ¿-8-1936

Sigüenza Sigüenza Nieto Martín, Eustaquio ObispoCarretera Pinar

a Paredes de Sigüenza (GU)

28-7-1936

Sigüenza Sigüenza Orea Pérez, Rufo Párroco 16-9-1936

Sigüenza Sigüenza Peña y Ruiz Bustillo, JoséCanónigo doctoral

Sigüenza (GU) 14-8-1936

Sigüenza Sigüenza Relaño Almazán, Manuel Presbítero

— 1466 —

ÁNGEL LUIS LÓPEZ VILLAVERDE

Sigüenza Sigüenza Romero Machuca, Hilario Párroco

Sigüenza Sigüenza Santiago Fuentes, MauricioNotario del provisorato

Sigüenza (GU) 7-8-1936

Sigüenza SigüenzaSimón y Simón, Anastasio

de

Deán catedral y vicario general

obispado

La Cabrera (M) 28-7-1936

Sotillo, El Sigüenza Pérez Garbajosa, Juan Párroco El Sotillo (GU)

Tordellego SigüenzaMalo Herranz, Hermenegildo

Cura Guadalajara (GU) ¿-12-1936

Torija Toledo Muñoz Gamo, Julián Ecónomo Guadalajara 6-12-1936Tórtola de Henares

ToledoDíaz Delgado Maroto,

EpifanioPárroco

De Taracena a Guadalaj. (GU)

23-8-1936

Traid Sigüenza Caler Pareja, GregorioPárroco jubilado

Sigüenza (GU) 15-8-1936

Trijueque Toledo Fraile Fraile, Pedro EcónomoCementerio Torija

(GU)30-11-1936

Yunquera de Henares

ToledoNavalpotro Calcerrada,

MarianoPárroco

Guadalajara, carret. Chiloeches

(GU)23-8-1936

Fuente: Elaboración propia a partir de Montero Moreno (1961) y Rivera (1958).

ANEXO 5VÍCTIMAS DEL CLERO SECULAR EN LA PROVINCIA DE TOLEDO

Localidad de residencia

Diócesis Nombre CargoLugar de la

ejecución (prov.)Fecha de la ejecución

Ajofrín Toledo Gallardo Garnica, Julián Párroco Menasalbas (TO) 28-7-1936Ajofrín Toledo Ruiz Peces, Teodoro Coadjutor Menasalbas (TO) 28-7-1936

Alameda de la Sagra

Toledo Laín Guió, Andrés Párroco Alameda (TO) 26-7-1936

Alcaudete de la Jara

ToledoFernández de Avilés Huerta,

JoséCoadjutor Talavera (TO) 28-7-1936

Alcaudete de la Jara

ToledoVillasante Rodríguez,

ClementePárroco Talavera (TO) 28-7-1936

Alcolea del Tajo

ToledoObeo López Delgado,

AntonioPárroco

Aldeanueva S. Bartolomé (TO)

14-8-1936

Alcubillete Toledo Martín Montalvo, Dámaso PárrocoPuebla de

Montalbán (TO)12-8-1936

— 1467 —

El conflicto político-religioso en Castilla-La Mancha. De la República a la Guerra Civil

Aldeanueva Barbarroya

Toledo Sánchez Prada, Ismael PárrocoLa Raña,

Navahermosa (TO)

10-8-1936

Almonacid de Toledo

Toledo Miguel Villanueva, Jacinto EcónomoCamino

Navahermosa a Toledo (TO)

27-7-1936

Añover de Tajo Toledo Plaza Chacón, Juan ManuelCoadjutor

regenteAñover (TO) 25-7-1936

Argés Toledo González Ayuso, Francisco Ecónomo Guadamur (TO) 10-8-1936Belvís de la

JaraToledo López Alonso, Inocente Párroco Belvís (TO) 27-7-1936

Burujón Toledo Torres Hernández, Tomás de Ecónomo Burujón (TO) 22-9-1936Calera Toledo Álvarez Vázquez, Martín Ecónomo Calera (TO) 7-8-1936

Camarenilla Toledo Lorente Garrido, Feliciano Párroco Toledo (TO) 22-8-1936

Camuñas ToledoEncinas López-Ortiz,

EmilianoEcónomo Camuñas (TO) 23-8-1936

Carriches Toledo Martínez Casas, Eduardo Regente Torrijos (TO) 30-7-1936

Casas Buenas Toledo Fernández Martín, Jesús EcónomoCasas Buenas

(TO)21-11-1936

Cazalegas Toledo Nieto Arroyo, Manuel Párroco Lucillos (TO) 3-8-1936

Cebolla ToledoMoreno Martínez, Francisco

JavierPárroco Madrid (M)

Cedillo del Condado

ToledoAguilera Carrasco,

FranciscoRegente Torrijos (TO) 9-8-1936

Ciruelos Toledo Jiménez Fernández, Dionsio Ecónomo Aranjuez (M) 8-8-1936Consuegra Toledo Campo Gómez, Manuel del Ecónomo Villarrubia (CR) 19-8-1936Consuegra Toledo Gutiérrez, Julián Coadjutor Consuegra (TO) 24-9-1936

Consuegra ToledoLumbreras Fernández,

FranciscoCoadjutor

Fuente el Fresno (CR)

8-8-1936

Consuegra Toledo Moraleda Martín, Benigno Adscrito Consuegra (TO) 28-9-1936

Consuegra ToledoDíaz-Mayordomo Reguillo,

JuliánCoadjutor Yébenes (TO) 24-9-1936

Corral de Almaguer

Cuenca Andrade Trujillo, EduardoCorral de

Almaguer (TO)Corral de Almaguer

Cuenca Bonilla Valladolid, Cipriano CoadjutorPuente de la Oveja (TO)

21-8-1936

Corral de Almaguer

Cuenca Montero Navarro, Feliciano PárrocoCementerio de Villatobas (TO)

7-11-1936

Corral de Almaguer

Cuenca Núñez Alcázar, VicenteCementerio

Villatobas (TO)7-11-1936

Cuerva Toledo Celestino Parrilla, Felipe Coadjutor Toledo (TO) 25-7-1936

— 1468 —

ÁNGEL LUIS LÓPEZ VILLAVERDE

Chozas de Canales

ToledoFernández Palomino Santos,

JuanPárroco Illescas (TO) 27-7-1936

Domingo Pérez Toledo Calderón Rivadeneira, José Párroco Dos Barrios (TO) 4-9-1936

Escalona Toledo Díaz Corralejo, TeógenesCapellán coadjutor

Cementerio de Maqueda (TO)

30-7-1936

Escalona Toledo Gómez Cediel, Mariano PárrocoCementerio

Maqueda (TO)30-7-1936

Estrella, La Toledo Sánchez Mansilla, Agustín Párroco Estrella (TO) 25-7-1936Fuensalida Toledo Gutiérrez Nieto, Jenaro Capellán Yébenes (TO) 24-9-1936Fuensalida Toledo Rodríguez Jiménez, Dativo Párroco 24-9-1936Fuensalida Toledo Ruiz Romojaro, Pablo Adscrito

Gerindote Toledo Bayón de Tena, Emilio EcónomoCercanías

Arbancón (GU)27-8-1936

Guadamur Toledo Alonso Peral, Ángel Ecónomo Toledo (TO) 10-8-1936Guardia, La Toledo Rivero Sánchez, Pablo Coadjutor Yébenes (TO) 24-9-1936

Hontanar ToledoGonzález García de la Osa,

DoroteoPárroco

Cementerio Navahermosa

(TO)30-9-1936

Huerta de Valdecarábanosábanosá

Toledo Méndez Sanz, Rafael Regente Huerta de V. (TO) 2-8-1936

Lillo Toledo Manzano Camba, Alberto RegenteCarret. El

Romeral (TO)10-8-1936

Lucillos Toledo García Asenjo, Jacinto Presbítero Lucillos (TO) 24-7-1936Madridejos Toledo Leblic Acevedo, Prudencio Ecónomo Yébenes (TO) 17-8-1936

Madridejos ToledoNavarro García, Eugenio

JoséCoadjutor Yébenes (TO) 17-8-1936

Madridejos Toledo Piñán Fuentes, IndalecioCapellán religiosas clarisas

Cementerio de Consuegra (TO)

5-8-1936

Madridejos Toledo Rodríguez Carrillo, José Coadjutor Yébenes (TO) 17-8-1936Manzaneque Toledo Campo Gómez, Mónico del Ecónomo Toledo (TO)

Maqueda Toledo Fernández Laguna, Lorenzo Párroco Toledo (TO) 27-7-1936Mascaraque Toledo Téllez Lara, Arsenio Párroco Mascaraque (TO) 1-8-1936

Menasalbas ToledoRabadán Fernández,

ConstantinoEcónomo

Cementerio de Urda (TO)

5-8-1936

Miguel Esteban CuencaRedondo Almonacid,

MáximoPárroco Vallecas (M) 29-7-1936

Mocejón Toledo Galindo Romero, Tomás Regente Mocejón (TO) 24-7-1936Mohedas de la

JaraToledo García Reyes, Eusebio Párroco

Puerto San Vicente (TO)

13-8-1936

Mora de Toledo Toledo Gutiérrez Fernández, Daniel Coadjutor 24-9-1936

— 1469 —

El conflicto político-religioso en Castilla-La Mancha. De la República a la Guerra Civil

Mora de Toledo ToledoRodríguez y García Huertos,

AgrícolaEcónomo Mora (TO) 21-7-1936

Nava de Ricomalillo

Toledo Madroñal Sánchez, Isabelino Párroco Nava de R. (TO) 29-8-1936

Navalmorales, Los

Toledo González Nombela, Liberio Coadjutor Torrijos (TO) 18-8-1936

Navalmorales, Los

Toledo Rodríguez Peña, Tomás CoadjutorNavahermosa

(TO)28-8-1936

Noblejas Toledo Heredero Ruiz, Matías PárrocoPozo Amargo

(TO)23-7-1936

Noblejas Toledo Martín Ruiz, Gregorio Regente Ocaña (TO) 14-8-1936

Nombela Toledo Navas de Castro, Francisco RegenteNavahermosa

(TO)28-8-1936

Noez Toledo Esteban Manzanares, Rufi no Párroco Polán (TO) 8-8-1936

Novés ToledoRodríguez Romero, Juan

TomásEcónomo Madrid (M) 17-2-1937

Ocaña Toledo García Martín, Catalino CoadjutorCementerio Ocaña (TO)

20-10-1936

Ocaña Toledo Monroy Díaz, RicardoCapellán del

Asilo

Cuesta de los Palos, Ocaña

(TO)14-8-1936

Ocaña Toledo Santamera Blas, Vidal PárrocoCuesta del Madero, La

Guardia14-8-1936

Olías del Rey Toledo Ramírez Moreno, Francisco PárrocoOlías del Rey

(TO)25-7-1936

Orgaz Toledo Dorado Ortiz, José Coadjutor Consuegra (TO) 3-8-1936Orgaz Toledo Morales Sánchez, Jesús Párroco Toledo (TO) 8-8-1936Orgaz Toledo Ruiz Tapiador, Vicente Adscrito Mora (TO) 5-8-1936

Otero, El ToledoGómez Martín-Angulo,

PrimoEncargado

Domingo Pérez (TO)

4-9-1936

Portillo de Toledo

ToledoHernández Díaz-Guerra,

ManuelCoadjutor y

capellánToledo (TO) 23-8-1936

Portillo de Toledo

Toledo Maregil Añaza, Nemesio Ecónomo Cazalegas (TO) 3-8-1936

Portillo de Toledo

Toledo Martín Maestro, Aureo Párroco Chueca (TO) 9-9-1936

Puebla de Almoradiel

CuencaCicuéndez Hervás,

JuventinoPresbítero

Carretera Madrid-Albacete

12-8-1936

Puebla de Almoradiel

Cuenca Heras Martínez, Pablo PárrocoCementerio

Tembleque (TO)26-9-1936

— 1470 —

ÁNGEL LUIS LÓPEZ VILLAVERDE

Puebla de Almoradiel

Cuenca Rodeño Bustos, Mónico Presbítero Cuenca (CU) 21-7-1936

Puebla de Montalbán

Toledo Jiménez Tapial, EusebioPárroco S.

MartínPuebla de

Montalbán (TO)12-8-1936

Puente del Arzobispo

Toledo Ángel González, Laureano CoadjutorPuerto de S. Vicente (TO)

12-8-1936

Puente del Arzobispo

Toledo Sánchez Lázaro, Domingo PárrocoPuerto de S. Vicente (TO)

12-8-1936

Pulgar Toledo Estrella Escalona, Ignacio Párroco Polán (TO) 8-8-1936Quintanar de la

OrdenCuenca

Botija Ortiz, Félix Juan Antonio

Presbítero Quintanar (TO) ¿-8-1936

Quintanar de la Orden

Cuenca Carrión Mellado, Vicente PresbíteroCementerio de Quintanar (TO)

15-8-1936

Quintanar de la Orden

Cuenca Dupúy Porras, Juan

Capellán Hermanitas Ancianos

Desamparados

Quintanar de la Orden (TO)

24-7-1936

Quintanar de la Orden

Cuenca Fernández Pintado, Ramiro CoadjutorCementerio de Quintanar (TO)

¿-8-1936

Quintanar de la Orden

Cuenca Morales Garay, Alberto Presbítero Quintanar (TO) 25-7-1936

Quintanar de la Orden

Cuenca Naharro Díaz, Narciso CoadjutorCementerio de Quintanar (TO)

16-8-1936

Quintanar de la Orden

Cuenca Segovia Muñoz, AntonioPárroco

arcipresteMadrid (M)

Quismondo Toledo García Cabañas, Ignacio RegenteFinca San

Silvestre, Noves (TO)

27-7-1936

Rielves ToledoMoraleda Martín Palomino,

BalbinoRegente Yébenes (TO) 24-9-1936

Romeral, El Toledo Pérez Rozas, Ursicinio Regente La Guardia (TO) 5-12-1936Romeral, El Toledo Simón, Pascual CoadjutorRomeral, El Toledo Simón Fernández, Manuel Coadjutor Villacañas (TO) 14-8-1936

San Bartolomé de las Abiertas

Toledo Bel Rodríguez, Simeón Párrroco Talavera (TO) 25-8-1936

Santa Cruz de la Zarza

Toledo Gómez Platero, DomingoEcónomo S.

MiguelBelinchón (CU)

Santa Cruz de Retamar

Toledo Alcocer Corral, Carlos Párroco Santa Cruz (TO) 27-7-1936

Santa Cruz de Retamar

Toledo González Ávila, Martín Coadjutor Santa Cruz (TO) 27-7-1936

— 1471 —

El conflicto político-religioso en Castilla-La Mancha. De la República a la Guerra Civil

Santa Olalla Toledo Arroyo Torralba, Julián Coadjutor

Carretera general Extremadura,

junto a Quismondo (TO)

2-9-1936

Santa Olalla Toledo Ruiz García, Mariano Párroco Alcubilete (TO)

Santa Olalla ToledoSerrano Díaz Mayordomo,

EloyRegente La Solana (CR) 25-10-1936

Sonseca Toledo Díaz García, Juan Adscrito Orgaz (TO) 12-9-1936

Sonseca Toledo Galindo Martín, Pedro RegenteCarretera

Sonseca-Orgaz (TO)

11-9-1936

Sonseca Toledo Martín Cabello, Manuel AdscritoCarretera

Sonseca-Orgaz (TO)

13-8-1936

Sonseca Toledo Martín de la Torre, Leoncio AdscritoCarretera

Sonseca-Orgaz (TO)

30-8-1936

Sonseca Toledo Rivera Eusebio, Casimiro Ecónomo Orgaz (TO) 4-8-1936

Talarrubias Toledo Acedo Risco, José CoadjutorCementerio viejo Talarrubias (TO)

28-8-1936

Talavera de la Reina

Toledo Gil Martín, ManuelRegente Santiago Apóstol

Calera (TO) 3-8-1936

Talavera de la Reina

Toledo Jiménez Mayoral, FélixCoadjutor Santiago

Gamonal (TO) 28-8-1936

Talavera de la Reina

Toledo Montero Silván, Alejandro Coadjutor Vallecas (M) 18-10-1936

Talavera de la Reina

ToledoOrtega Montealegre,

SaturninoPárroco

arcipresteCalera (TO) 6-8-1936

Talavera de la Reina

Toledo Urraco Alcocer, BernardoProfesor

Seminario Menor

Cazalegas (TO) 3-8-1936

Tembleque Toledo Granero Esteso, Jesús PárrocoCementerio La Guardia (TO)

7-10-1936

Tembleque Toledo Morales Galán, Vicente Coadjutor La Guardia (TO) 5-12-1936

Toboso, El Cuenca Gómez Pérez, EstebanCapellán religiosas

franciscanasPata del Diablo 22-8-1936

Toledo Toledo Aguilera Gil, BonifacioBenefi ciado

organista ICPToledo (TO) 23-7-1936

— 1472 —

ÁNGEL LUIS LÓPEZ VILLAVERDE

Toledo ToledoAlarcón Canales,

Buenaventura

Párroco Santos Justo y

PastorToledo (TO) 23-7-1936

Toledo Toledo Alarcón de Vera, JustinoBenefi ciado,

maestro ceremonias

Toledo (TO) 1-8-1936

Toledo Toledo Alonso Fernández, Tomás

Coadjutor parroquia y

capellán de la Caridad

Illescas (TO) 11-8-1936

Toledo Toledo Amaro Ramírez, Miguel

Operario diócesano,

rector seminario

León

Toledo (TO) 2-8-1936

Toledo Toledo Antero Roncero, FaustoCapellán mozárabe

Toledo (TO) 23-8-1936

Toledo Toledo Arbó Delgado, AntonioBenefi ciado

contralto ICPToledo (TO) 23-8-1936

Toledo ToledoAsunción Borrás, Juan

Bautista

Benefi ciado Tenor de la

ICPToledo (TO) 6-8-1936

Toledo Toledo Aznar Moreno, InocenteCanónigo

penitenciario ICP

Toledo (TO) 4-8-1936

Toledo Toledo Baraibar Moreno, Ángel

Coadjutor parroquia y capellán religiosas

concepcionistas

Illescas (TO) 11-8-1936

Toledo Toledo Blanco Fernández, Segundo

Benefi ciado, maestro

ceremonias de la ICP

Toledo (TO) 23-8-1936

Toledo Toledo Cantero Roncero, FaustoCapellán

mozárabe ICPToledo (TO) 22-8-1936

Toledo Toledo Carrillo de los Silos, JuanCapellán de Reyes ICP

Toledo (TO) 31-7-1936

Toledo Toledo Cepeda Usero, ÁlvaroCapellán

mozárabe ICPToledo (TO) 23-7-1936

Toledo Toledo Covisa Calleja, ValentínCanónigo

arcipreste de la ICP

Toledo (TO) 31-7-1936

— 1473 —

El conflicto político-religioso en Castilla-La Mancha. De la República a la Guerra Civil

Toledo Toledo Díaz Cordobés, VidalCanónigo obrero ICP

Cementerio de Urda (TO)

14-11-1946

Toledo ToledoDíaz Delgado, Benito Abel

de la CruzVaraplata de

la ICPToledo (TO) 27-7-1936

Toledo Toledo Díaz Varela, Cipriano SantosCapellán

marqueses de Cañahonda

Los Yébenes (TO)

30-7-1936

Toledo Toledo Esteban Manzanares, IsabeloRecién

ordenado

Cementerio de Navahermosa

(TO)30-9-1936

Toledo ToledoEstrada Díaz-Morcillo,

Manuel

Capellán Hospital de Dementes

Toledo (TO) 25-7-1936

Toledo Toledo Fernández Barquero, Arturo

Canónigo ICP y prefecto estudios

seminario

Toledo (TO) 10-8-1936

Toledo Toledo Fernández Cubero, AnteroBenefi ciado

ICPVega Baja, Toledo(TO)

11-8-1936

Toledo Toledo Fernández Martín, FranciscoCapellán Hospital

ProvincialArroyo de la Rosa 27-7-1936

Toledo ToledoFernández Vela, Juan

FranciscoPárroco Santa Ana de Pusa

Torrijos (TO) 18-8-1936

Toledo Toledo Ferrer Doménech, LuisBenefi ciado

maestro capilla ICP

Toledo (TO) 25-7-1936

Toledo ToledoGálvez de la Higuera,

MarianoCoadjutor S.

MartínToledo (TO) 1-8-1936

Toledo ToledoGarcía Marchante,

EustaquioEcónomo S.

PedroToledo (TO) 2-8-1936

Toledo Toledo García Nielfa, PabloCoadjutor S.

PedroToledo (TO) 28-7-1936

Toledo Toledo García Sánchez, AvelinoCoadjutor

Santos Justo y Pastor

Toledo (TO) 8-8-1936

Toledo Toledo García Toledano, SerapioCapellán

Hospital del Rey

Toledo (TO) 27-7-1936

Toledo ToledoGómez de las Heras,

GregorioCapellán

mozárabe ICPToledo (TO) 22-7-1936

— 1474 —

ÁNGEL LUIS LÓPEZ VILLAVERDE

Toledo Toledo Gómez de las Heras, ToribioCapellán

mozárabe ICPCarriches (TO) 30-7-1936

Toledo Toledo González Mateo, Juan Canónigo ICP Toledo (TO) 1-8-1936

Toledo Toledo Gutiérrez Criado, Antonio

Capellán 1º Armada y consiliario

JMAC

Madrid (M) 7-8-1936

Toledo Toledo Gutiérrez Minaya, PedroCapellán asilo

provincialToledo (TO) 28-7-1936

Toledo Toledo Herrera Córdoba, Ramiro Canónigo ICP Toledo (TO) 5-8-1936

Toledo Toledo Igarza López, MarianoCapellán

mozárabe ICPToledo (TO) 28-7-1936

Toledo ToledoLamadrid Arespacochaga,

JoaquínCanónigo

chantre de ICPToledo (TO) 27-7-1936

Toledo Toledo Lancha Pérez, PascualPárroco Santiago Apóstol

Toledo (TO) 27-8-1936

Toledo Toledo López Cañadas, JoséBenefi ciado chantre ICP

Toledo (TO) 25-7-1936

Toledo Toledo López de las Hazas, BenitoCapellán de

Reyes NuevosCarret. Toledo-

Ajofrín1-9-1936

Toledo Toledo López Martín, EmilioBenefi ciado mozárabe de

la ICPToledo (TO) 23-8-1936

Toledo Toledo López Morales, IldefonsoBenefi ciado de

la ICPToledo (TO) 24-7-1936

Toledo Toledo Lucio Suerpérez, MaximinoCapellán

Reyes ICPToledo (TO)

Toledo ToledoMaldonado Valverde, José

M.ªCapellán

Reyes ICPToledo (TO) 30-7-1936

Toledo ToledoMartín de Mora Granados,

PascualPárroco de S.

NicolásToledo (TO) 22-7-1936

Toledo Toledo Martín Páramo, GregorioCapellán S.

JoséToledo (TO) 23-8-1936

Toledo Toledo Martín Robledo, BernardoCoadjutor de

S. NicolásToledo (TO) 31-7-1936

Toledo ToledoMartínez Somolinos,

AlejandroPresbítero Guadalajara (GU) 14-8-1936

Toledo Toledo Martínez Vega, Rafael Canónigo

arcediano ICPToledo (TO) 30-7-1936

— 1475 —

El conflicto político-religioso en Castilla-La Mancha. De la República a la Guerra Civil

Toledo Toledo Martínez Vivanco, FranciscoCapellán

organista de S. Martín

Toledo (TO) 3-8-1936

Toledo Toledo Molledo Pardo, Parmenes

Capellán Colegio

Doncellas Nobles

Toledo (TO) 28-7-1936

Toledo Toledo Moral de la Plaza, Juan delCoadjutor

Santos Justo y Pastor

Toledo (TO) 28-7-1936

Toledo Toledo Moreno de la E., VicenteCoadjutor S.

PedroToledo (TO) 1-9-1936

Toledo Toledo Morillas del Olmo, RafaelCapellán de Reyes ICP

Toledo (TO) 9-8-1936

Toledo Toledo Navas Vegas, FranciscoBenefi ciado

mozárabe ICPToledo (TO) 29-8-1936

Toledo Toledo Ortega Aguilera, FranciscoCoadjutor

Santa Leocadia

Toledo (TO) 8-8-1936

Toledo Toledo Ortiz Villajos, Rufi noCapellán Asilo

ProvincialToledo (TO) 31-7-1936

Toledo Toledo Palomo Gallardo, Enrique

Capellán Colegio

Doncellas Nobles

Toledo (TO) 31-7-1936

Toledo Toledo Paniagua Huecas, CalixtoCanónigo

chantre de la SIC Cádiz

Toledo (TO) 23-8-1936

Toledo Toledo Pérez Carbonell, Martín

Ecónomo mozárabe

Santas Justa y Rufi na

Toledo (TO) 23-7-1936

Toledo Toledo Plá Espí, RicardoCapellán

mozárabe ICPToledo (TO) 30-7-1936

Toledo Toledo Plaza Hernández, Guillermo

Operario diocesano, prefecto

seminario menor

Argés (TO) 9-8-1936

Toledo Toledo Polo Benito, José Deán ICP Toledo (TO) 23-8-1936

Toledo Toledo Quesada Martínez, ManuelCapellán religiosas carmelitas

Toledo (TO) 12-8-1936

— 1476 —

ÁNGEL LUIS LÓPEZ VILLAVERDE

Toledo Toledo Quintana, Pablo Seminarista Villasequilla (TO) 20-8-1936

Toledo ToledoRamírez Gutiérrez,

RaimundoCoadjutor S.

MartínToledo (TO) 23-8-1936

Toledo ToledoRíos Martín Bruera, Manuel

de losVicesecretario arzobispado

Toledo (TO) 30-7-1936

Toledo Toledo Rivas Cobián, JoséCoadjutor de Sta. Leocadia

Toledo (TO) 15-8-1936

Toledo ToledoRodríguez García Moreno,

JoséCanónigo

magistral ICPToledo (TO) 2-8-1936

Toledo ToledoRodríguez Rodríguez,

Agustín

Canónigo lectoral de la

ICPToledo (TO) 23-8-1936

Toledo Toledo Ruano Maeso, FlorentinoCapellán de

la ICPToledo (TO) 3-8-1936

Toledo Toledo Rubio Piqueras, FelipeBenefi ciado de

la ICPToledo (TO) 27-7-1936

Toledo Toledo Ruiz de los Paños, Pedro

Director general

operarios diocesanos

Toledo (TO) 23-7-1936

Toledo Toledo Ruiz Pérez, Ramón Seminarista Vallecas (M) 12-8-1936

Toledo Toledo Ruiz Roldán, ManuelCapellán castrense

Cerro los Palos, Argés (TO)

4-8-1936

Toledo Toledo Sala Picó, José

Operario diocesano

rector seminario

menor

Toledo (TO) 23-7-1936

Toledo Toledo Sánchez Sevillano, Mateo

Capellán Colegio

Doncellas Nobles

Toledo (TO) 9-8-1936

Toledo Toledo Santiago Gamero, PedroEcónomo de Santa Leocadia

Toledo (TO) 19-9-1936

Toledo ToledoSonseca Velasco, José

Martín deBenefi ciado

ICPToledo (TO) 14-8-1936

Toledo Toledo Torres Lizaga, José MaríaCapellán Damas

CatequísticasToledo (TO) 28-7-1936

Toledo Toledo Valiente Vela, ManuelBenefi ciado salmista ICP

Toledo (TO) 4-8-1936

— 1477 —

El conflicto político-religioso en Castilla-La Mancha. De la República a la Guerra Civil

Toledo Toledo Valle González, Gregorio delBenefi ciado

de ICPToledo (TO) 25-7-1936

Toledo Toledo Vargas Ovejero, Petronilo Toledo (TO) 18-9-1936

Toledo Toledo Vázquez Ruedas, PedroCapellán

Reyes ICPMadrid (M)

Torre de Esteban

HambránToledo

Aguado García Flores, Adrián

Párroco de Torre Esteban, Coadjutor de

Toledo

Torre de Esteban (TO)

28-7-1936

Torre de Esteban

HambránToledo Escobar Collado, Marcos Regente Madrid (M) 4-11-1936

Torrijos Toledo Mendoza Ortiz-Villajos96 Ecónomo Madrid (M)

Totanes Toledo Fernández López, Santiago EcónomoMazarambroz

(TO)18-8-1936

Turleque Toledo Gálvez Zavira, Sebastián Párroco Mascaraque (TO) 5-12-1936Urda Toledo Corral Reig, Enrique97 Párroco Urda (TO) 5-9-1936

Urda Toledo Henández Sonseca, Antonio CoadjutorCementerio Urda

(TO)5-8-1936

Ventas con Peña Aguilera

Toledo Nieto Navarro, Robustiano Regente Ventas (TO) 28-7-1936

Ventas de Retamosa

Toledo Escobar Collado, Darío Regente Madrid (M) 4-11-1936

Villa D. Fadrique

Toledo Beato Sánchez, Miguel CoadjutorVilla D. Fadrique

(TO)21-10-1936

Villa D. Fadrique

Toledo Díaz Maroto Checa, José AdscritoVillanueva

Alcardete (TO)26-7-1936

Villa D. Fadrique

Toledo López Fernández, Francisco PárrocoVilla D. Fadrique

(TO)8-8-1936

Villacañas Toledo López Prisuelos, Rufi no Coadjutor Tembleque (TO) 5-9-1936Villacañas Toledo Maqueda López, Francisco Subdiácono Villacañas (TO) 12-9-1936Villacañas Toledo Quereda Martínez, Emiliano Coadjutor Tembleque (TO) 5-9-1936

Villafranca de los Caballeros

Toledo Muñoz Cuesta, Julián PárrocoLa Vereda, Madridejos

13-8-1936

Villafranca de los Caballeros

Toledo Romeral Morales, Gregorio PárrocoCementerio de

Mora (TO)7-11-1936

Villanueva de Alcardete

Cuenca Clemente Mota, Marciano PrebíteroVilla D. Fadrique

(TO)15-8-1936

96 Este nombre no lo recoge Montero pero sí Rivera. Probablemente será un error.97 Consecuencia de los tormentos sufridos.

— 1478 —

ÁNGEL LUIS LÓPEZ VILLAVERDE

Villanueva de Alcardete

Cuenca Rubio Pradillo, Eugenio CoadjutorCementerio

Villanueva (TO)25-8-1936

Villanueva de Bogas

Toledo López Aguado, Anacleto Regente Aranjuez (M) 9-8-1936

Villarta de los Montes

ToledoMartín García Herras,

FranciscoAdscrito Villarta (TO) 19-8-1936

Yébenes, Los Toledo Calleja Blas, Félix Coadjutor Yébenes (TO) 24-7-1936Yébenes, Los Toledo Gómez Ríos, José CoadjutorYébenes, Los Toledo Jiménez Rodríguez, Peregrín Coadjutor Marjaliza (TO) 15-8-1936Yébenes, Los Toledo Martín Díez, Jesús Ecónomo Yébenes (TO) 1-8-1936Yébenes, Los Toledo Moraleda García, Gabriel Coadjutor Marjaliza (TO) 5-8-1936

Yepes Toledo Aparicio Ortega, Nicasio Coadjutor Yepes (TO) 18-8-1936

Yepes Toledo Carvajal Bugallo, NicasioCapellán religiosas carmelitas

Yepes (TO) 18-8-1936

Yepes Toledo Marín González, Ricardo Párroco Yepes (TO) 23-10-1936

Yunclillos ToledoPérez-Agua García Aranda,

BonifacioPárroco

Olías del Rey (TO)

20-8-1936

Yuncos Toledo Pérez Valverde, Aurelio Regente Numancia de la

Sagra (TO)21-8-1936

Fuente: Elaboración propia a partir de Montero Moreno (1961) y Rivera (1958).

ANEXO 6VÍCTIMAS DEL CLERO REGULAR EN LA PROVINCIA DE ALBACETE

Localidad de residencia

Diócesis Nombre OrdenLugar de la

ejecución (prov.)Fecha de la ejecución

Albacete Cartagena Jiménez Alfaro, Juan J.98

Capellán de M.ª

Inmaculada

Albacete Cartagena Navarro Miguel, Carlos EscolapioCarretera Torrente

a Montserrat22-9-1936

Caudete Orihuela Barba, P. Felipe AgustinoFuente la Higuera

(V)5-8-1936

Caudete Orihuela Blanco, H. Luis A. AgustinoFuente la Higuera

(V)5-8-1936

Caudete Orihuela Camino, P. Emiliano AgustinoFuente la Higuera

(V)5-8-1936

Caudete Orihuela Delgado García, Daniel Agustino Villena (A) 23-7-1936

98 Habría que eliminarlo de la lista. No viene en el libro de Montero y en el de Carrión no consta ni de qué murió ni dónde.

— 1479 —

El conflicto político-religioso en Castilla-La Mancha. De la República a la Guerra Civil

Caudete Orihuela Díez, P. Anastasio AgustinoFuente la Higuera

(V)5-8-1936

Caudete Orihuela Gaitero, P. Víctor AgustinoFuente la Higuera

(V)5-8-1936

Caudete Orihuela Olaso, P. Gabino. Prior AgustinoFuente la Higuera

(V)5-8-1936

Caudete Orihuela Pérez, P. Ángel AgustinoFuente la Higuera

(V)5-8-1936

Caudete Orihuela Pérez, P. José AgustinoFuente la Higuera

(V)5-8-1936

Caudete Orihuela Polo, P. Cipriano AgustinoFuente la Higuera

(V)5-8-1936

Caudete Orihuela Ramos, H. Luciano AgustinoFuente la Higuera

(V)5-8-1936

Caudete Orihuela Revilla, H. Ubaldo AgustinoFuente la Higuera

(V)5-8-1936

Caudete Orihuela Santos, P. Ángel AgustinoFuente la Higuera

(V)5-8-1936

Hellín Cartagena Anchía Echevarría, Rufi no FranciscanoCarretera Tobarra, Pozo Hondo (AB)

15-8-1936

Hellín Cartagena Calvo Pérez, P. Andrés FranciscanoCarretera Tobarra, Pozo Hondo (AB)

15-8-1936

Hellín CartagenaSánchez Carmona, Fr. José

M.ªFranciscano

Carretera Tobarra (AB)

25-8-1936

Fuente: Elaboración propia a partir de Montero Moreno (1961).

ANEXO 7VÍCTIMAS DEL CLERO REGULAR EN LA PROVINCIA DE CIUDAD REAL

Localidad de residencia

Diócesis Nombre OrdenLugar de la

ejecución (prov.)Fecha de la ejecución

Alcázar S. Juan C. RealAlday de la Torre, P.

LaurencioFranciscano Alcázar (CR) ¿-7-1936

Alcázar S. Juan C. Real Antonio de Jesús y María, P.Trinitario descalzo

Alcázar (CR) 27-7-1936

Alcázar S. Juan C. Real Bernalte Cózar, P. Diego Franciscano Alcázar (CR) 25-7-1936

Alcázar S. Juan C. RealBuenaventura de Sta.

Catalina, P.Trinitario descalzo

Alcázar (CR) 27-7-1936

Alcázar S. Juan C. Real Esteban de San JoséTrinitario descalzo

Alcázar (CR) 24-9-1936

Alcázar S. Juan C. Real Francisco de San LorenzoTrinitario descalzo

Alcázar (CR) 27-7-1936

— 1480 —

ÁNGEL LUIS LÓPEZ VILLAVERDE

Alcázar S. Juan C. Real Gómez Pérez, P. Martín Franciscano Alcázar (CR) 25-7-1936

Alcázar S. Juan C. RealHermenegildo de la

Asunción, P.Trinitario descalzo

Alcázar (CR) 27-7-1936

Alcázar S. Juan C. Real López Linares, P. Antonio FranciscanoCarret. Herencia

(CR)26-7-1936

Alcázar S. Juan C. Real López Martínez, H. Gabriel Franciscano Alcázar (CR) 25-7-1936Alcázar S. Juan C. Real López Pinares, P. Antonio Franciscano Alcázar (CR) 25-7-1936Alcázar S. Juan C. Real Moreno Cid, P. Ezequiel Franciscano Alcázar (CR) 25-7-1936Alcázar S. Juan C. Real Pascual Salinas, H. Antonio Franciscano Alcázar (CR) 25-7-1936

Alcázar S. Juan C. Real Plácido de Jesús, P.Trinitario descalzo

Alcázar (CR) 27-7-1936

Almagro C. RealAlbacete Moraleda, H.

UbaldoDominico

Estación Yébenes (TO)

23-11-1936

Almagro C. Real Aparicio López, Fr. Santiago DominicoEstación

Manzanares (CR)8-8-1936

Almagro C. Real Bádenes Rodríguez, P. José DominicoCementerio

Almagro (CR)14-8-1936

Almagro C. Real Bravo Porras, H. DominicoCementerio

Almagro (CR)14-8-1936

Almagro C. Real Camazón, P. Natalio DominicoCementerio

Almagro (CR)14-8-1936

Almagro C. Real Delgado Pérez, Fr. José Dominico Paracuellos (M) 8-11-1936

Almagro C. RealDurana Rodríguez, P.

MáximoFranciscano Pozuelo (CR) 30-8-1936

Almagro C. RealFernández Escosura, H.

FranciscoDominico Paracuellos (M) 8-11-1936

Almagro C. RealFernández Fernández,

Honorio Dominico

Cementerio Almagro (CR)

14-8-1936

Almagro C. RealFernández-Herba Pereira, P.

ManuelDominico

Cementerio Almagro (CR)

14-8-1936

Almagro C. Real García de Dios, H. Fernando DominicoCementerio

Almagro (CR)14-8-1936

Almagro C. Real Garrido Francés, P. José DominicoEstación

Miguelturra (CR)30-7-1936

Almagro C. Real López Delgado, P. Pedro DominicoCementerio

Almagro (CR)14-8-1936

Almagro C. Real López López, Fr. Ricardo DominicoEstación

Manzanares (CR)8-8-1936

Almagro C. RealMarina Álvarez, P. Ángel

(prior)Dominico

Cementerio Almagro (CR)

14-8-1936

Almagro C. Real Martínez Santos, AntolínClérigo

DominicoAlcázar de S.

Juan (CR)

— 1481 —

El conflicto político-religioso en Castilla-La Mancha. De la República a la Guerra Civil

Almagro C. Real Perea Santos, P. Felipe FranciscanoEstación

Miguelturra (CR)30-7-1936

Almagro C. Real Pérez García, H. Dionisio DominicoCementerio

Almagro (CR)14-8-1936

Almagro C. Real Prado Fernández, H. Mateo FranciscanoEstación

Miguelturra (CR)30-7-1936

Almagro C. Real Prieto Fuentes, Fr. José Dominico Paracuellos (M) 8-11-1936

Almagro C. Real Reoyo García, Fr. Paulino DominicoEstación

Manzanares (CR)8-8-1936

Almagro C. Real Sainz Lantarón, P. Eduardo DominicoCementerio

Almagro (CR)14-8-1936

Almagro C. Real Sainz, López, Fr. Sebastián DominicoCementerio

Almagro (CR)14-8-1936

Almagro C. RealSantiago Santiago, Fr.

ManuelDominico Paracuellos (M) ¿-11-1936

Almagro C. RealSantos Cadierno, Fr.

FranciscoDominico

Cementerio Almagro (CR)

14-8-1936

Almagro C. Real Suárez Velasco, P. Luis DominicoCementerio

Almagro (CR)14-8-1936

Almagro C. Real Trancho, P. Antonio DominicoCementerio

Almagro (CR)14-8-1936

Almagro C. Real Vicente Martínez, Fr. Justo DominicoEstación

Miguelturra (CR)30-7-1936

Almagro C. Real Viuda Solla, H. Arsenio de la Dominico Almagro (CR) 14-8-1936

Ciudad Real C. Real Amo, Otilio delEstudiante claretiano

Estación Fernán Caballero (CR)

28-7-1936

Ciudad Real C. Real Barriopedro, GabrielEstudiante claretiano

Estación Fernán Caballero (CR)

28-7-1936

Ciudad Real C. Real Berrocoso, PrimitivoEstudiante claretiano

Estación Fernán Caballero (CR)

28-7-1936

Ciudad Real C. Real Catalán, CándidoEstudiante claretiano

Estación Fernán Caballero (CR)

28-7-1936

Ciudad Real C. Real Cordero, TomásEstudiante claretiano

Estación Fernán Caballero (CR)

28-7-1936

Ciudad Real C. Real Eraña Guruceta, Carlos Marianista Alarcón (CU) 18-9-1936

Ciudad Real C. RealFernández Hernández,

MauricioMarianista

Ciudad Real (CR)

18-9-1936

Ciudad Real C. Real Ferrero, P. Faustino Claretiano Madrid (M) 30-7-1936

Ciudad Real C. Real Fuidio Rodríguez, Fidel Marianista

Puente Ballesteros, carretera del

Puente de Jabalón (CR)

— 1482 —

ÁNGEL LUIS LÓPEZ VILLAVERDE

Ciudad Real C. Real Garay Armentia, Leonardo Marianista

Ciudad Real C. Real García, AbelardoEstudiante Claretiano

Fernán Caballero (CR)

28-7-1936

Ciudad Real C. Real García, H. Ángel Claretiano Vallecas (M) 30-7-1936

Ciudad Real C. Real García, P. Jacinto ClaretianoCementerio Este,

Madrid (M)30-7-1936

Ciudad Real C. RealGarcía García de Castro, P.

FranciscoClaretiano

Ciudad Real (CR)

12-9-1936

Ciudad Real C. Real González Heredia, H. Felipe ClaretianoCementerio

Fernán Caballero (CR)

2-10-1936

Ciudad Real C. Real Gómez, Jesús Aníbal ClaretianoEstación Fernán Caballero (CR)

28-7-1936

Ciudad Real C. RealGonzález Hernández, P.

ManuelJesuita

Cementerio Casas

8-9-1936

Ciudad Real C. Real Hita Miranda, Jesús Marianista Carrión (CR) 25-9-1936

Ciudad Real C. RealIbarlucea Iregui, H.

DomingoJesuita

Cementerio Casas

8-9-1936

Ciudad Real C. Real Iglesia, Gregorio de laEstudiante Claretiano

Vallecas (M) 30-7-1936

Ciudad Real C. Real Lafuente, Bonifacio de Marianista

Ciudad Real C. Real Lasa, AntonioEstudiante Claretiano

Fernán Caballero (CR)

28-7-1936

Ciudad Real C. Real López, ÁngelEstudiante Claretiano

Fernán Caballero (CR)

28-7-1936

Ciudad Real C. Real López, ClaudioEstudiante Claretiano

Fernán Caballero (CR)

28-7-1936

Ciudad Real C. Real Medina, H. Pedro ClaretianoCementerio del

Este, Madrid (M)30-7-1936

Ciudad Real C. Real Miguel, H. José Claretiano Madrid (M) 30-7-1936Ciudad Real C. Real Oca Sanmartín, P. Policarpo Claretiano Carrión (CR) 23-10-1936

Ciudad Real C. Real Orrego, AntonioEstudiante Claretiano

Fernán Caballero (CR)

28-7-1936

Ciudad Real C. Real Palacios Araus, Cecilio MarianistaCementerio Ciudad Real

(CR)2-9-1936

Ciudad Real C. Real Pardo, MelecioEstudiante Claretiano

Fernán Caballero (CR)

28-7-1936

Ciudad Real C. Real Pérez, ÁngelEstudiante Claretiano

Fernán Caballero (CR)

28-7-1936

Ciudad Real C. Real Ramos Muñoz, P. Tomás ClaretianoCementerio de Carrión (CR)

25-9-1936

— 1483 —

El conflicto político-religioso en Castilla-La Mancha. De la República a la Guerra Civil

Ciudad Real C. Real Reca, H. Félix ClaretianoCementerio del

Este, Madrid (M)30-7-1936

Ciudad Real C. Real Robles, Vicente ClaretianoFernán Caballero

(CR)28-7-1936

Ciudad Real C. Real Rosas Padilla, Jaime MarianistaCementerio Ciudad Real

(CR)2-9-1936

Ciudad Real C. Real Sánchez Oliva, P. José Jesuita Carrión (CR) 9-9-1936

Ciudad Real C. RealSanchiz Martínez, H.

AntonioJesuita

Cementerio Carrión (CR)

9-9-1936

Ciudad Real C. Real Tamayo Pereda, H. Eleuterio MarianistaCementerio Ciudad Real

(CR)2-9-1936

Daimiel C. Real Abilio de la Cruz Pasionista Manzanares (CR) 23-7-1936

Daimiel C. Real Anacario de la Inmaculada PasionistaCarabanchel Bajo

(M)28-7-1936

Daimiel C. RealBenito de la Virgen del

Villar, H.Pasionista Urda (TO) 25-7-1936

Daimiel C. RealEpifanio de San Miguel,

cohermanoPasionista Manzanares (CR) 23-7-1936

Daimiel C. RealEufrasio del Amor

Misericordioso, cohermanoPasionista Manzanares (CR) 23-7-1936

Daimiel C. RealFelipe del Corazón de

María, P.Pasionista

Carabanchel Bajo (M)

28-7-1936

Daimiel C. Real Felipe de San Miguel PasionistaCarabanchel Bajo

(M)28-7-1936

Daimiel C. RealFélix de las Cinco Llagas,

cohermanoPasionista Urda (TO) 25-7-1936

Daimiel C. RealFulgencio del Corazón de

Jesús, cohermanoPasionista Manzanares (CR) 23-7-1936

Daimiel C. Real Germán de Jesús y María PasionistaCarabanchel Bajo

(M)28-7-1936

Daimiel C. RealHonorino de la Virgen Dolorosa, cohermano

Pasionista Manzanares (CR) 23-7-1936

Daimiel C. Real Ildefonso de la Cruz, P. Pasionista Manzanares (CR) 23-10-1936

Daimiel C. Real José de Jesús y María PasionistaCarabanchel Bajo

(M)28-7-1936

Daimiel C. RealJosé María de Jesús,

cohermanoPasionista Manzanares (CR) 23-7-1936

Daimiel C. RealJosé María de Jesús

Agonizante, cohermanoPasionista

Carabanchel Bajo (M)

28-7-1936

— 1484 —

ÁNGEL LUIS LÓPEZ VILLAVERDE

Daimiel C. RealJosé de los Sagrados

Corazones, cohermanoPasionista Manzanares (CR) 23-7-1936

Daimiel C. RealJuan Pedro de San Antonio,

P.Pasionista

Ciudad Real (CR)

26-9-1936

Daimiel C. RealJulio del Corazón de Jesús,

cohermanoPasionista

Carabanchel Bajo (M)

28-7-1936

Daimiel C. RealJustiniano de la Virgen

Dolorosa, P.Pasionista Manzanares (CR) 23-7-1936

Daimiel C. RealLaurino de Jesús

Crucifi cado, cohermanoPasionista

Carabanchel Bajo (M)

28-7-1936

Daimiel C. RealMaurilio del Niño Jesús,

cohermanoPasionista

Carabanchel Bajo (M)

28-7-1936

Daimiel C. Real Nicéforo de Jesús y María Pasionista Manzanares (CR) 23-7-1936

Daimiel C. Real Pablo María de San José, H. PasionistaCementerio de Carrión (CR)

25-9-1936

Daimiel C. RealPedro del Corazón de Jesús,

P.Pasionista Urda (TO) 25-7-1936

Daimiel C. RealTomás del Santísimo

Sacramento, cohermanoPasionista Manzanares (CR) 23-7-1936

Daimiel C. RealZacarías del Santísimo

SacramentoPasionista Manzanares (CR) 23-7-1936

Herencia C. Real Arias López, P. Luis Mercedario Daimiel (CR) ¿-9-1936

Herencia C. RealEscudero González, Fr.

OlimpioMercedario Consuegra (TO)

Herencia C. Real Lago Barrado, P. Ramón Mercedario Daimiel (CR) ¿-9-1936Herencia C. Real Pérez Martínez, P. Eliseo Mercedario Consuegra (TO) ¿-10-1936

Santa Cruz Mudela

C. Real Agapito León, H. La Salle Valdepeñas (CR) 19-8-1936

Santa Cruz Mudela

C. Real Dámaso Luis, H. La Salle Valdepeñas (CR) 19-8-1936

Santa Cruz Mudela

C. Real Josafat Roque, H. La Salle Valdepeñas (CR) 19-8-1936

Santa Cruz Mudela

C. Real Julio Alonso H. La Salle Valdepeñas (CR) 19-8-1936

Santa Cruz Mudela

C. Real Ladislao Luis, H. La Salle Valdepeñas (CR) 19-8-1936

Fuente: Elaboración propia a partir de Montero Moreno (1961).

— 1485 —

El conflicto político-religioso en Castilla-La Mancha. De la República a la Guerra Civil

ANEXO 8VÍCTIMAS DEL CLERO REGULAR EN LA PROVINCIA DE CUENCA

Localidad de residencia

Diócesis Nombre OrdenLugar de la

ejecución (prov.)

Fecha de la

ejecuciejecución

Belmonte CuencaJuan de la Virgen del

Castellar, Fr.Trinitario descalzo

Cementerio Cuenca (CU) Cuenca (CU)

24-9-1936

Belmonte CuencaLuis de San Miguel de los

SantosTrinitario descalzo

Cementerio Cuenca (CU) Cuenca (CU)

24-9-1936

Belmonte Cuenca Melchor del Espíritu SantoTrinitario descalzo

Cementerio Cuenca (CU) Cuenca (CU)

24-9-1936

Belmonte Cuenca Santiago de Jesús, P.Trinitario descalzo

Cementerio Cuenca (CU)Cuenca (CU)

24-9-1936

Cuenca Cuenca Cabia, H. Julián Marista Cuenca (CU)Cuenca (CU) 21-8-1937

Cuenca Cuenca Calvo Lozano, H. Víctor RedentoristaCementerio

Cuenca (CU)Cuenca (CU)10-8-1936

Cuenca Cuenca Goñi Ariz, P. Miguel RedentoristaErmita de Las

Angustias (CU)Angustias (CU)22-7-1936

Cuenca CuencaGorosterratzu Jaunarena, P.

JavierRedentorista

Cementerio Cuenca (CU)Cuenca (CU)

10-8-1936

Cuenca Cuenca Olarte Murdiguru, P. Ciriaco RedentoristaErmita de Las

Angustias (CU)Angustias (CU)22-7-1936

Cuenca CuencaPozo Ruiz de Samaniego, P.

JuliánRedentorista

Cementerio Cuenca (CU)Cuenca (CU)

9-8-1936

San Clemente y Villanueva de

la JaraCuenca

Andrés Corsino de la Virgen del Pilar, P.

Carmelita descalzo

Casas de Benítez (CU)

2-8-1936

San Clemente y Villanueva de

la JaraCuenca José Cecilio Jesús María, Fr.

Carmelita descalzo

San Clemente y Villanueva de

la JaraCuenca

Pedro Tomás de la Vírgen del Pilar, P.

Carmelita descalzo

Barcelona (B) 20-7-1936

Uclés Cuenca Alonso, P. Pedro AgustinoAgustino Madrid (M)Madrid (M) 28-7-1936Uclés Cuenca Arribas, P. Lorenzo AgustinoAgustino Madrid (M)Madrid (M) 28-7-1936Uclés Cuenca Astorga, P. AntolAstorga, P. Antolín AgustinoAgustino Belinchón (CU)n (CU) 28-7-1936Uclés Cuenca Calleja del Hierro, P. JosCalleja del Hierro, P. José AgustinoAgustino Belinchón (CU)n (CU) 28-7-1936Uclés Cuenca Gutiérrez, P. José AgustinoAgustino Belinchón (CU)n (CU) 28-7-1936Uclés Cuenca Heras, H. Mateo de las AgustinoAgustino Cuenca (CU)Cuenca (CU) 21-9-1936Uclés Cuenca Lanero, P. Froilán AgustinoAgustino Madrid (M)Madrid (M) 28-7-1936Uclés Cuenca Martínez, P. Jacinto AgustinoAgustino Cuenca (CU)Cuenca (CU) 21-9-1936Uclés Cuenca Mier, P. Nicolás AgustinoAgustino Cuenca (CU)Cuenca (CU) 21-9-1936Uclés Cuenca Sandín, P. Primitivo AgustinoAgustino Madrid (M)Madrid (M) 28-7-1936Uclés Cuenca Serra, P. EnriqueSerra, P. Enrique AgustinoAgustino Belinchón (CU)n (CU) 28-7-1936

Fuente: Elaboración propia a partir de Montero Moreno (1961) y Cirac (1947).

— 1486 —

ÁNGEL LUIS LÓPEZ VILLAVERDE

ANEXO 9VÍCTIMAS DEL CLERO REGULAR EN LA PROVINCIA DE GUADALAJARA

Localidad de residencia

Diócesis Nombre OrdenLugar de la ejecución

(prov.)

Fecha de la ejecución

Guadalajara ToledoCermeño Barceló, P.

GregorioPaúl

Guadalajara (GU)

6-12-1936

Guadalajara Toledo Cuadrado Alonso, P. Adolfo FranciscanoGuadalajara

(GU)13-8-1936

Guadalajara Toledo Culebras Ardiz, H. Dionisio FranciscanoGuadalajara

(GU)6-12-1936

Guadalajara Toledo Felipe Gómez, P. Silverio FranciscanoGuadalajara

(GU)6-12-1936

Guadalajara Toledo Pascual Pascual, H. Narciso PaúlGuadalajara

(GU)6-12-1936

Guadalajara Toledo Predomingo Cotayna, P. José JesuitaGuadalajara

(GU)6-12-1936

Guadalajara ToledoRodríguez González, P.

IreneoPaúl

Guadalajara (GU)

6-12-1936

Guadalajara Toledo Vaquero Alcázar, P. Anacleto FranciscanoGuadalajara

(GU)6-12-1936

Guadalajara Toledo Villalumbres, P. Vicente PaúlGuadalajara

(GU)6-12-1936

Mohernando Toledo Fernández, Victoriano Inspectoría C. ¿ ¿

Mohernando Toledo Castro Herrera, Pascual SalesianoGuadalajara

(GU)6-12-1936

Mohernando Toledo Jiménez Galera, P. Andrés SalesianoCarretera Madrid-

Barcelona (GU)

Mohernando Toledo Larragueta Garay, Juan SalesianoGuadalajara

(GU)6-12-1936

Mohernando Toledo Lasaga Carazo, P. Miguel SalesianoGuadalajara

(GU)6-12-1936

Mohernando Toledo Martínez Alvarellos, LuisEstudiante Salesiano

Guadalajara (GU)

6-12-1936

Mohernando Toledo Ramos García, Mohernando SalesianoGuadalajara

(GU)6-12-1936

Mohernando ToledoRodríguez Güermes,

FlorencioSalesiano

Guadalajara (GU)

6-12-1936

Mohernando Toledo Vázquez Alonso, EstebanCoadjutor Salesiano

Guadalajara 6-12-1936

— 1487 —

El conflicto político-religioso en Castilla-La Mancha. De la República a la Guerra Civil

Pastrana Toledo Albacete, P. Juan José FranciscanoMorata de Tajuña (M)

¿-7-1936

Pastrana ToledoGarcía de la Tenaza, H.

EusebioFranciscano Madrid (M) 4-9-1936

Pastrana Toledo Jiménez García, Fr. José Franciscano Madrid (M)Pastrana Toledo Moraleda, Fr. Lamberto Franciscano

Pastrana Toledo Pérez Fraile, P. Tomás FranciscanoCementerio

Este, Madrid (M)

4-9-1936

Pastrana Toledo Ruiz Aragonés, H. Julián Franciscano 15-8-1936Sigüenza Sigüenza Crespo, P. Manuel María Claretiano La Cabrera 28-7-1936Sigüenza Sigüenza Montero, P. Cipriano Claretiano Sigüenza (GU) 30-7-1936Sigüenza Sigüenza Porras, P. Inocencio Claretiano Sigüenza (GU) 28-7-1936

Sigüenza Sigüenza Ruiz, ConcesoEstudiante Claretiano

Carretera Soria (GU)

28-7-1936

Sigüenza Sigüenza Ruiz, José María Claretiano El Otero (TO) 27-7-1936

Fuente: Elaboración propia a partir de Montero Moreno (1961) y Rivera (1958).

ANEXO 10VÍCTIMAS DEL CLERO REGULAR EN LA PROVINCIA DE TOLEDO

Localidad de residencia

Diócesis Nombre OrdenLugar de la ejecución

(prov.)

Fecha de la ejecución

Consuegra Toledo Alocén, H. Cecilio Franciscano Villarrubia (CR) 19-8-1936

Consuegra ToledoAlonso de Frutos, P.

DomingoFranciscano

Fuente el Fresno (CR)

16-8-1936

Consuegra Toledo Álvarez Rodríguez, Fr. José FranciscanoFuente el Fresno

(CR)16-8-1936

Consuegra Toledo Ávila Merino, Fr. José Franciscano Villarrubia (CR) 19-8-1936Consuegra Toledo Ayuso Orete, H. Gregorio Franciscano Yébenes (TO) 25-9-1936

Consuegra ToledoBiezma Moraleda, Fr.

DemetrioFranciscano Yébenes (TO) 25-9-1936

Consuegra Toledo Carlos Jorge, H. La Salle Yébenes (TO) 6-8-1936

Consuegra ToledoChumillas Fernández, P.

VíctorFranciscano

Fuente el Fresno (CR)

16-8-1936

Consuegra Toledo Díaz Serna, Fr. Valentín FranciscanoFuente el Fresno

(CR)16-8-1936

Consuegra Toledo Eustaquio Luis, H. La Salle Yébenes (TO) 6-8-1936Consuegra Toledo Felipe José, H. La Salle Yébenes (TO) 6-8-1936Consuegra Toledo García, P. Ramón Franciscano Yébenes (TO) 25-9-1936

— 1488 —

ÁNGEL LUIS LÓPEZ VILLAVERDE

Consuegra Toledo García García, H. Gabriel Franciscano Villarrubia (CR) 19-8-1936

Consuegra ToledoGonzález Rodríguez, Fr.

AtanasioFranciscano Torrijos (TO) 18-8-1936

Consuegra ToledoHerrera Bermejo, Fr.

FedericoFranciscano

Fuente el Fresno (CR)

16-8-1936

Consuegra Toledo Lozano Tello, P. Martín FranciscanoFuente el Fresno

(CR)16-8-1936

Consuegra Toledo Lumbreras García, Fr. Pedro Franciscano Yébenes (TO) 25-9-1936

Consuegra Toledo Majadas Málaga, Fr. Andrés FranciscanoFuente el Fresno

(CR)16-8-1936

Consuegra Toledo Majadas Málaga, Fr. Vicente FranciscanoFuente el Fresno

(CR)16-8-1936

Consuegra Toledo Maroto Moreno, Fr. Félix FranciscanoFuente el Fresno

(CR)16-8-1936

Consuegra Toledo Maté Librado, Fr. Santiago FranciscanoFuente el Fresno

(CR)16-8-1936

Consuegra Toledo Montero Novillo, Fr. Orencio Franciscano Yébenes (TO) 25-9-1936

Consuegra Toledo Navío Colado, P. Julián FranciscanoFuente el Fresno

(CR)16-8-1936

Consuegra ToledoOvejero Gómez, Fr.

MarcelinoFranciscano

Fuente el Fresno (CR)

16-8-1936

Consuegra Toledo Pérez Gómez, P. Ramón Franciscano Yébenes (TO) 24-9-1936

Consuegra Toledo Prieto del Pozo, P. Benigno FranciscanoFuente el Fresno

(CR)16-8-1936

Consuegra Toledo Ranero de Diego, P. Ángel FranciscanoFuente el Fresno

(CR)16-8-1936

Consuegra Toledo Río Rojo, Fr. Saturnino FranciscanoFuente el Fresno

(CR)16-8-1936

Consuegra Toledo Rodrigo Antón, Fr. Antonio FranciscanoFuente el Fresno

(CR)16-8-1936

Consuegra ToledoSánchez Hernández, Fr.

AlfonsoFranciscano

Fuente el Fresno (CR)

16-8-1936

Consuegra Toledo Tejada Librado, Fr. Ramón FranciscanoFuente el Fresno

(CR)16-8-1936

Consuegra Toledo Teodosio Rafael, H. La Salle Yébenes (TO) 6-8-1936

Consuegra Toledo Vega Pedraza, Fr. José de la FranciscanoFuente el Fresno

(CR)16-8-1936

Nambroca Toledo Crespo, H. Juan Dominico Nambroca (TO)Nambroca Toledo Palacio, P. José Dominico Nambroca (TO)Nambroca Toledo Roldán, H. Higinio Dominico Nambroca (TO)Nambroca Toledo Varona, P. Antonio Dominico Nambroca (TO)

— 1489 —

El conflicto político-religioso en Castilla-La Mancha. De la República a la Guerra Civil

Ocaña Toledo Abad, P. Antonio DominicoOcaña, carretera Noblejas (TO)

15-10-1936

Ocaña Toledo Adeva, P. Casimiro DominicoOcaña Toledo Arregui, P. Canuto DominicoOcaña Toledo Arroyo, P. Isaías Dominico Ocaña (TO)

Ocaña Toledo Carazo, P. Luis DominicoPuente

Alcántara

Ocaña Toledo Casamitjana, P. Floro DominicoCementerio

Cuenca (CU)Ocaña Toledo Cosme, Fr. Lorenzo Dominico Madrid (M)Ocaña Toledo Fernández, P. Maximino Dominico Madrid (M) 8-8-1936Ocaña Toledo Fuertes, P. Toribio Dominico Ocaña (TO) 15-10-1936Ocaña Toledo García, P. Víctor Dominico Aranjuez (M) 5-8-1936Ocaña Toledo Geanini, Julián, H. DominicoOcaña Toledo González, H. Eduardo Dominico Madrid (M) 5-8-1936Ocaña Toledo Mira, P. José Dominico Aranjuez (M)Ocaña Toledo Moreno, P. Manuel Dominico Madrid (M) 5-8-1936

Ocaña Toledo Osés, P. Félix DominicoCuesta de la

Reina ¿-7-1936

Ocaña Toledo Pérez, P. José DominicoCarret. Noblejas

Ocaña (TO)15-10-1936

Ocaña Toledo Romo, H. Nicasio Dominico Madrid (M) 30-8-1936Ocaña Toledo Sánchez, Sánchez, H. Dominico Madrid (M)

Puebla de Montalbán

Toledo Arévalo Malagón, P. Agustín Franciscano Rielves (TO) 29-7-1936

Puebla de Montalbán

Toledo Cañizares Vera, H. Isidoro Franciscano Rielves (TO) 29-7-1936

Puebla de Montalbán

Toledo Esteban García, H. Matías FranciscanoVenta del Hoyo

(TO)31-7-1936

Puebla de Montalbán

Toledo García Moreno, H. Antonio FranciscanoVenta del Hoyo

(TO)31-7-1936

Puebla de Montalbán

Toledo Guillén Argudo, P. Román Franciscano Torrijos (TO) 13-8-193699

Puebla de Montalbán

ToledoLópez Collogudo Rodríguez,

DamiánFranciscano

Puebla de Montalbán (TO)

31-7-1936

Puebla de Montalbán

Toledo López Rodríguez, H. Damián FranciscanoVenta del Hoyo

(TO)31-7-1936

Puebla de Montalbán

Toledo Rubio Fernández, P. Emilio Franciscano Toledo (TO) 23-7-1936

99 Montero aporta dos fechas distintas en diferentes páginas.

— 1490 —

ÁNGEL LUIS LÓPEZ VILLAVERDE

Puebla de Montalbán

ToledoSánchez Sánchez, H.

RaimundoFranciscano

Venta del Hoyo (TO)

31-7-1936

Puebla de Montalbán

Toledo Sánchez Seco, P. Juan Franciscano Madrid (M) 4-9-1936

Puebla de Montalbán

Toledo Sierra Gallego, P. Antonio Franciscano Rielves (TO) 28-7-1936

Quintanar de la Orden

Cuenca Ayala Ruiz, P. Lorenzo FranciscanoQuintanar de la

Orden (TO)7-8-1936

Quintanar de la Orden

Cuenca Camuñas Velasco, P. Mariano FranciscanoQuintanar de la

Orden (TO)15-8-1936

Quintanar de la Orden

Cuenca Cidad Pérez, P. Arecio FranciscanoQuintanar de la

Orden (TO)15-8-1936

Quintanar de la Orden

Cuenca Cortés Dorado, H. Regino FranciscanoQuintanar de la

Orden (TO)15-8-1936

Quintanar de la Orden

Cuenca Gallego, P. Ángel FranciscanoQuintanar de la

Orden (TO)15-8-1936

Quintanar de la Orden

Cuenca Herrera Bermejo, H. José Franciscano

Quintanar de la Orden

Cuenca Mur Bescós, P. Raimundo FranciscanoQuintanar de la

Orden (TO)15-8-1936

Quintanar de la Orden

Cuenca Polo Lanciego, H.Leocadio FranciscanoQuintanar de la

Orden (TO)7-8-1936

Talavera de la Reina

Toledo Delgado, H. Juan de la CruzS. Juan de

DiosTalavera (TO) 25-7-1936

Talavera de la Reina

ToledoMartínez, Fr. Primo

(superior)S. Juan de

DiosTalavera (TO) 25-7-1936

Talavera Reina Toledo Mayo, P. Plácido Agustino Talavera (TO) 25-7-1936Talavera Reina Toledo Montalvo P. José Agustino Talavera (TO) 25-7-1936Talavera de la

ReinaToledo

Ochoa Urdangari, Fr. Jerónimo

S. Juan de Dios

Talavera (TO) 25-7-1936

Talavera de la Reina

Toledo Rubio Álvarez, P. FedericoS. Juan de

DiosTalavera (TO) 25-7-1936

Toledo Toledo Alonso, H. Javier Benito Marista Toledo (TO) 22-8-1936Toledo Toledo Alonso, H. Eduardo María Marista Toledo (TO) 22-8-1936Toledo Toledo Ayape, H. Bruno José Marista Toledo (TO) 22-8-1936Toledo Toledo Busto, H. Anacleto Luis Marista Toledo (TO) 22-8-1936

Toledo Toledo Cipriano de San José, P.Carmelita descalzo

Campillo 13-8-1936

Toledo ToledoClemente de los Sagrados

CorazonesCarmelita descalzo

Toledo (TO) 22-7-1936

Toledo Toledo Constancio de S. José, FrayCarmelita descalzo

Cabañas de la Sagra (TO)

31-7-1936

— 1491 —

El conflicto político-religioso en Castilla-La Mancha. De la República a la Guerra Civil

Toledo Toledo Daniel de la Pasión, Fr.Carmelita descalzo

Toledo (TO) 30-7-1936

Toledo ToledoDavid de la Virgen del

Carmen, P.Carmelita descalzo

Toledo (TO) 25-7-1936

Toledo Toledo Díaz y Zapata, H. Agustín Jesuita 27-7-1936

Toledo ToledoEliseo de Jesús Crucifi cado,

Fr.Carmelita descalzo

Toledo (TO) 22-7-1936

Toledo Toledo Eusebio del Niño JesúsCarmelita descalzo

Toledo (TO) 22-7-1936

Toledo ToledoFélix de la Virgen del

Carmen, Fr.Carmelita descalzo

Toledo (TO) 30-7-1936

Toledo Toledo Gombert, H. Jean Marie Marista Toledo (TO) 22-8-1936

Toledo Toledo Hermilo de San Eliseo, Fr.Carmelita descalzo

Toledo (TO) 22-7-1936

Toledo Toledo Iglesias, H. Abdón Marista Toledo (TO) 22-8-1936Toledo Toledo Iglesias, H. Cipriano José Marista Toledo (TO) 22-8-1936Toledo Toledo Jorge, Luis, H. Marista Toledo (TO) 22-8-1936

Toledo ToledoJosé Agustín Santísimo

Sacramento, Fr.Carmelita descalzo

Toledo (TO) 7-9-1936

Toledo ToledoJosé María de la Madre

DolorosaCarmelita descalzo

Cabañas de la Sagra (TO)

31-7-1936

Toledo Toledo Juste García, P. Martín Jesuita Toledo (TO) 27-7-1936

Toledo Toledo Melchor del Niño JesúsCarmelita descalzo

Toledo (TO) 31-7-1936

Toledo Toledo Músquiz, H. Julio Fermín Marista Toledo (TO) 22-8-1936

Toledo Toledo Nazario del Sagrado CorazónCarmelita descalzo

Toledo (TO) 31-7-1936

Toledo Toledo Noriega, H. Félix Amancio Marista Toledo (TO) 22-8-1936Toledo Toledo Palacios Fernández, P. Félix Jesuita Toledo (TO) 27-7-1936

Toledo ToledoPaulino Santísimo

Sacramento, P.Carmelita descalzo

Madrid (TO) 20-7-1936

Toledo ToledoPedro José de los Sagrados

CorazonesCarmelita descalzo

Toledo (TO) 31-7-1936

Toledo Toledo Pérez Moral, H. Evencio Marista Toledo (TO) 22-8-1936

Toledo ToledoPerfecto de la Virgen del

CarmenCarmelita descalzo

Toledo (TO) 22-7-1936

Toledo Toledo Plácido del Niño JesúsCarmelita descalzo

Toledo (TO) 30-7-1936

Toledo ToledoRamón de la Virgen del

Carmen, P.Carmelita descalzo

Toledo (TO) 31-7-1936

Toledo Toledo Tirso de Jesús María, P.Carmelita descalzo

Toledo (TO) 7-9-1936

Fuente: Elaboración propia a partir de Montero Moreno (1961) y Rivera (1958).

— 1492 —

ÁNGEL LUIS LÓPEZ VILLAVERDE

ANEXO 11VÍCTIMAS DEL CLERO FEMENINO EN CASTILLA-LA MANCHA

Localidad de residencia

Diócesis Nombre OrdenLugar de la ejecución

(prov.)

Fecha de la ejecución

Guadalajara Toledo María Ángeles de San JoséCarmelita descalza

Guadalajara (GU)

24-7-1936

Guadalajara ToledoMaría del Pilar de San

FranciscoCarmelita descalza

Guadalajara (GU)

24-7-1936

Navahermosa (TO)

Toledo Montes Díaz, Sor Prudencia

Hermana de la Caridad

del Sagrado Corazón de

Jesús

Madrid (M) 24-10-1936

Guadalajara Toledo Teresa del Niño JesúsCarmelita descalza

Guadalajara (GU)

24-7-1936

Tamajón (GU) Toledo Sor Antonia Alonso Heras

Fuente: Elaboración propia a partir de Montero Moreno (1961) y Rivera (1958).

ANEXO 12VÍCTIMAS DEL CLERO SECULAR EN LAS PROVINCIAS

DE CASTILLA-LA MANCHA PROCEDENTE DE OTRAS REGIONES

Lugar de la ejecución

(provincia)

Localidad de residencia(provincia)

Nombre CargoFecha de la ejecución

Alcázar del Rey (CU)

Almería Segura Rubira, Juan Capellán del Ave María 25-8-1936

Almansa (AB) Tabernes (V) Biosca Arcadillo, Ángel Coadjutor 18-9-1936Bonete (AB) Ayora (V) Campo Albiñana, José del Coadjutor

Guadalajara (GU)Garganta de los

Montes (M)Herranz Martínez, Casimiro Ecónomo

La Huérguina (CU)

Ademuz (V) Mañas Palomar, Blas Párroco

Orgaz (TO) Siruela (BA)Pérez-Agua García-Ochoa,

PedroPárroco 9-9-1936

Puente del Arzobispo (TO)

Valverdejo (AV) Guerra Salcedo, Mariano Párroco 28-8-1936

Sigüenza (GU) Alcalá de H. (M) Fernández Díaz, Rafael Abad magistral 4-9-1936Talavera de la

Reina (TO)Parrillas (AV) Bueno Castaños, Rafael Párroco 7-8-1936

Fuente: Elaboración propia a partir de A. Montero Moreno (1961).

— 1493 —

El conflicto político-religioso en Castilla-La Mancha. De la República a la Guerra Civil

ANEXO 13VÍCTIMAS DEL CLERO REGULAR EN LAS PROVINCIAS

DE CASTILLA-LA MANCHA PROCEDENTE DE OTRAS REGIONES

Lugar de la ejecución (provincia)

Localidad de residencia(provincia)

Nombre OrdenFecha de la ejecución

Alcázar de S. Juan (CR) Madrid Menasalvas, P. Luciano Escolapio 25-9-1936Alcázar de S. Juan (CR) Granada Rivas, P. Pedro Escolapio 18-9-1936

Consuegra (TO) (La Mina)

Getafe (M) Fuentes, P. Manuel Escolapio 28-9-1936

Consuegra (TO) (La Mina)

Alcalá Henares (M)

Gómez Miguel, P. Gregorio Escolapio 28-9-1936

Consuegra (TO) (La Mina)

Granada Rodríguez, Cristóforo Escolapio 27-9-1936

Mascaraque (TO) Linares (J) Díaz Fonseca, P. Francisco Escolapio 15-8-1936Mora de Toledo (TO) Getafe (M) Redondo, P. Fermín Escolapio 15-8-1936

Tembleque (TO) Madrid Carrascosa Santos, P. Perfecto Franciscano 17-10-1936Pozuelo de Calatrava

(CR)Madrid Trujillo Gutiérrez, P. Manuel Franciscano 30-8-1936

Santa Cruz Mudela (CR)

Linares Velasco, P. Antonio Escolapio 25-12-1936

Yébenes (TO) Getafe (M) Laguna, P. Vicente Escolapio 17-8-1936Yébenes (TO) Linares (J) Lara, P. Emiliano Escolapio 22-9-1936Yébenes (TO) Tetuán López Antona, Fr. José Franciscano 8-8-1936Yébenes (TO) Granada (GR) Moraleda, P. José Escolapio 22-9-1936Yébenes (TO) Granada (GR) Vázquez Gómez, P. Moisés Escolapio 22-9-1936

Fuente: Elaboración propia a partir de A. Montero Moreno (1961).