Cogotas I más allá del territorio nuclear. Viajes, bodas, banquetes y regalos en la Edad del...

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JosE AwroNro RoonÍcu¡z M¡ncos]uuo FEnNÁuorz MaNz¡No

-Editores

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COGOTAS IUNA CULTURA DE LA EDAD DEL BRONCE EN

"LA PENÍNSULA IBÉRICA

HovmNa¡n A M' DoLoRES FERNÁNDEZ_PossE

Junta derc WgJCastiilayleónlhhrcrsH¿ddev¡lladolid ccnsejería alicuttura yTuris*offide P¡Hlcactcr¡¡e

ehbcsngo Edltorisl

No está perTr-tida la reptoducción ,orrl o pur.iul d.I,.-tb.olTtr¿tmiento informático, ni la transmisión de ningma forma o porcualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, p"or fotocopia, ior':glstro u otos métodos, ni su préstamo, alquiler o cualquier otra formade cesión de^uso del eiemplar, sin el pemisó previo y pát escrito de lostinrlares del Copwisht.

Los Aurone s. y dladokd, 2012

SncnnT¡IT¡oo DE PUBLICACIoNES E INTERCAMBIO EDIToR]ALUNrvsRsroAD DE VAuáDoilD

Preimpresión: Secreta¡iado de pubücaciones. universidad de valladoüd

ISBN: 978-84 -8448-67 2-s

Diseño de cubierta: Secreta¡iado de pubücaciones.

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Imprime: GRÁFICAS VARONA, s.A. SALAMANCA

oo

El Excmo. Ayuntamiento de Vafladorid y er rnstituro de Historia simancas dela Universidad de Valladoli{ colaboraron en el Congreso Cogotas l,

que se celebró en Valladolid, del 19_22 de octubre de 2009.

Cocor¡s I ttÁs errÁ o¡L TERRrroRro NUCLEAR

VIAJES, BoDAS, BANQUETES YREGALOS EN

LA EDAD DEL BRoNcs PB¡¡nvsuI¡n

Francisco Jnier Aazngunno Monqs

Universidad de Valladolid

L lrtroducción

Siempre que de cogotas I se habla y cadavez que de tan pecuriar manifes-nnnón cultural propia de la Edad del Bronce de las tierras del interior peninsular se

'wmere hacer síntesis o valoración general, se abre capítulo, epígrafe o apartado es-wcffico destinado a tratar el asunto de su presencia fuera de unos poco precisosü¡mfoes nucleares. También lo hizo nuestra homenajeada, la doctora Fe.mández-Fmmse hace más de dos décadas, cuando proponía una estructuración de la cultura enmcs estadios evolutivos a los que todavía hoy aludimos sus deudores, considerandormn p'retendida "expansión" como uno de los fenómenos más interesantes de lalüug de plenitud y prueba alavez de su vitalidad. Sin embargo y a renglón seguido,lu oñorada investigadora nos aclara que la expresión utilizaday entrecomillada norc refiere a "un grueso movimiento de gentes portadoras de la culnra que buscan|uü'lr?s modos de vido en otrqs tierras sino de interrelaciones a yeces, eso sí, bas-w intensas, que quedan atestiguadas, casi siempre, en sus características cerá-'mrcttx decoradas que aparecen inmersas en otros círculos culturctles" (Fernrández-fiwq 1986: 475476). La advertencia no era vana, puesto que con ella se aleja derümrras invasionistas poco contrastadas, reconduciendo así los estudios posteriores ymfuendo las bases para un análisis comedido de esta realidad.

#.

FRANCISco AVIER ABARQUERo MORAS

Lateonade la "expansión", sin embargo, había nacido argunas décadas an_tes, una vez consolidadalanattnaleza de Cogotas I como grupo diferenciado dentrola prehistoria peninsular, caractenzado fundámentalmentejo'r la utilizaciónde unaparticular vajilla ricamente decorada con técnicas específicas (incisión, impresión,boquique y excisión), frecuentemente excusa para una posterior incrustación depasta blanca (Fig. l). Estas cerámicas se convirtieron muy pronto en el fósil directorde aquella cultura, y su reconocimiento era motivo mas qué suficiente para inferir lapefenencia del enclave a la misma. La mayona de los hallazgos dé este tipo serepartían por las tierras de la cuenca del Duero y los alrededo."J d" Mudrid, és de_cir' por las tierras del interior meseteño; sin embargo, ya desde los primeros mo-mentos se fueron detectando algunas vasijas con formas y decoraciones similares enregiones de la periferia peninsular -Sudeste, Andalucíá Occidental y país Valen-ciano principalmente-,_así como en algunos puntos de Aragón y país vasco; docu-mentos que no tardaldg harían surgir ras primeras uo".. áp.iuodo a los posiblesinflujos llegados desde la Meseta. Más a[á de algunos nufo.nto, hallados en elSudeste aruiz de las viejas intervenciones sobre pJuuoo. *i-i.". cr"rüiil;o El oficio) y que sólo al cabo de los años se han podido vinclular al estilo Cogotas I(Siret, 1980; Femández de Avilés, lg35), hemos de situarnos a mediados de losaños 40 del siglo pasado para encontrar la primera referencia escrita a este fenó-meno, debida a Esteve Gálvez (1944) y a un conjunto de barros decorados con bo_quique, excisión e incisión aparecidos en el Tossal del castellet (castellón).También Maluquer (1956: r94), en un trabajo que podemos considerar ra pimeíasíntesis seria sobre cogotas I, se affeve, a pesar de los escasos datos entonces cono_cidos, a hablar de la "expansión" de este tipo de cerámicas hasta la región de Murciay a través del Jalón. Sin embargo, no será hasta la excavación del pobladogranadino de La cuesta del Negro (purullena) y la interpretación de su fasesuperior -donde predominan las cerámicas de tipollgíu -"r.t"ñu- como un autén_tico enclave de cogotas I en tierras andaluzas (tvlolina y pareja, lg7s),cuando seconsolide definitivamente la teoría. Inmediatamente después y-espoléado por losemergentes departamentos universitarios de prehistoria, ván,,rrgi"nio los mapas dedispersión, unas veces de la cerámica excisa, otras de la decoiación de boquique,otras directamente de las manifestaciones de cogotas r, y cadauno añadiendo pun_tos, ensombreciendo la-s tierras del interior y salpicando un tanto aniírquicamentL hsfe_B^tone¡

perifericas (tvt-9lina y Arteag4 1976: ig.l; Almagro-G orbea, 1977: 109-119 v ng. 52; idem,1986:364; Fernández-posJe, 19g2: nlg. +; limeno, 1984: fig.37 ; Coffyn, 1 985 : c. 3 1 ; Femánde z Maruano, 1 9g5 : 6 g

V ñ_l ó.

:.\S I, MÁS AU; DEL T]]RRITORIO NUCLEAR

; ¡-:a 1. La cerámica de cogotas I, elemento más característico de su definición curtagonista del fenómeno de dispersión peninsular

FR{Ncrsco AVIER ABARQUERO MORAS

Ante este continuo incremento de las evidencias extrameseteñas y teniendoen cuenta su amplia distribución por la práctica totalidad de las regiones ibéricas,nada tiene de raro que se cayeraen la tentación de otorgar a Cogotas I el calificativode <civilización o curtura de rango peninsurar> 1oérib"r, ós:, sq; FemándezManzano,1985: 68). Sin embargo y como hemos auao"ado,en ros últimos años laeuforia suscitada por la "expansión" de Cogotas I se ve matizadapor interpretacio-nes menos arrogantes, que ven en este tipo de situaciones el resultado de contactosde no demasiada intensidad (Fernánder-pos.e y Martín, r99r: g2).

II. Definición del Fenómeno

Para intentar estudiar el significado de la presencia de huellas característi-cas de una determinada cultura fuera de su territorio, deberíamos clarificar previa-mente cuáles son los límites de este último. Tarea nada f,ícil, como se puedeimaginar, en el caso que nos ocupa y para la que hemos recurrijo a unos criterioslaxos que posibilitan la definición de un espació amplio y de confines más o menosdifusos, abiertos y, sobre todo, permeables; una situación esta que debió ser fre-cuente en las sociedades de la Edad del Bronce menos urbanizadas y carentes deestructuras políticas y militares capaces de defender verdaderas fronteras (Castro yGonzáIe2,1989: 9 y r5;Díaz-Andreu, r9g9: rg-2r).pese a todo, y como reconocelamayona de los investigadores, creemos que existe un er.u Nuá.u. o territorio deconstatación frecuente de evidencias de cogotas I, un espacio en cuya definiciónhan tenido que ver primero la concentraciónáe los írallazgos y ..g.rndo la constata-ción de contextos arqueológicos parejos, enmarcados u*úo, po."*a serie de acci_d:nft geográficos y por la documentación de un complejo

",rjto.ut previo de cierta

similitud. Es decir, hemos considerado como territorio natural de Cogotas I aquellastierras donde sus cerámicas son más frecuentes y se ven acompañadas de otra seriede evidencias similares, de manera que en conjúnto configuran tor ru.go. específi-cos de la cultura. Estas realidad fisica no es inamovible]puesto que puede versecuestionada frecuentemente con la apanción de nuevos testimonios, razón por laque en estos momentos creemos conveniente revisar el contorno qu" p.opuii*oshace algunos años (Abarquero, 2005:7r y fig. r4),ampliando rigeramente los már-genes sobre todo en dirección Sur, donde se alcanzanáya sin uirbug", la línea delTajo, pero también por el Noroeste ante la presencia de nuevos yacimientos en el laprovincia de León (Abarquero y Delibes, ZOOOA¡.

En cualquier caso, creemos que sigue siendo várida ra visión de un áreacultural de cogotas I que abarca a grándesiasgos la cuenca del Duero y el sectorsuperior de la Submeseta Sur (Fig. 2). Aquí se constatan las mayores densidades,poblados con contextos estructurales muy similares, trayectoria, .ulto*I., paralelasy un componente material con unos estilos decorativos específicos que evolucionanprácticamente al mismo ritmo. una realidad bajo la que se escond-en también, no

ild]ü]¡-: X.i I. }I]{S AI,I-4 DEL TERRITORIO NUCLE{R

ñ*s engañemos, unas diferencias regionales de las que apenas nos hemos hecho ecohnma et mome,nfo, perceptibles p".Z:.-pi" ln h cerámica -peculiaridades estilísti-ius-' pero también en otros aspectos como el tipo o" pouru-rintoi-

Fii@üñ :- Mapa de dispersión de cogotas I con diferenciación de la Zona Nuc lear y ra Zona de contac-to del resto de las localizaciones en las Regi;.;;;;;; ,

En oposición a este espacio nuclear y paradar cabida a todas aqueras evi_'fumcias cenímicas del mismo i,uil" r"""ri""das en otras regiones, se acuñó el tér_r'mCI de Territorio de Expansiór (Dñ;;Romero, 1992:24';Abarquero, 2005:iüi*ffi¡ ont"noo siempre presente que el uso á. ..u expresión no debe dar pie a inter_@ciones en clave invasionista o "otoniutlrta.

En nuestros estudios sobre el fenó-mnmo diferenciamos a su vez dos rearidades esp_aciales distint¿s (Abarquero, 2005:f 1ffi**107). Por un lado se encuentra la zonade contacto , aredaña a Ia zonanuclearmr el Noreste, Este, sur y sudoe.t", ¿oná" se reconoce una mayor concentraciónuh localizaciones en ras que las cerámica, jJ ¡;;;;r", "".''ii"l.en con rerativatlftmcn¡encia, aunque se mezclan yu .oo

"o-j"¡o, Áut.riur..-v'üit"."res locales yEmr*Stran peculiaridades que los alejan de ros cánones más oná¿oror. por otro rado

*[m"::'J'i."tn!|,f.'i:Tf,i",ft:#1 o.ooorción de lo s asenrami enro s en rugares erevados en

FRANcISco A\'IERABARQUERO MORAS

se extienden las llamadas Regiones Exteriores, donde las muestras de alfarería co-goteña son por ro generar má-s aisradas, árnqu. no fartan argunas agrupaciones decierra densidad, v se muesran inmersas defiir-i;;;;;; ,11i.",., curturares deltodo ajenos a las tradicio"". _"r"i"nár. *'

El incremento progresivo de los datos, su acumulación, la intensidad de losestudios y de las pubricacione. "n

*o,, ooo sitio, obriganá,ná "*rrra modifica_ción de los mapas de dispersiór,-d;;;g"ida quedan superados. pobres resurtanva los datos publicados_iAbarq;"iá, ióói; d""d; .;-;;;"!i*irn puntos para eIárea nuclear y 1g2 parafo, t#to¡á Oe""rparrriOn. Hoy en día,y pese a faltar unnuevo repaso exhaustivo de ros inventarios regionales, po;";, intuir que el in_

flffi:: fJffi:r*cias se rra prooucilo pná.ticumeofu J" Á*"ru proporcionat

i"o"i..n".i";ffi ,¿ffi #'"""]i;.:ffi:#ffi ll::;:iÍ.:tr#ilff*iffi5rEn efecto, es cierto que las *u"" E"^p*tos ensombrecen más unos espacios queotros, pero también lo es que muchas i.Á ".o,

detalles dependen de la existenciade esfudios regionales específicos sobre h áse estudiada.

III. La Visión Geográfica del proceso

observando ros mapas de dispersión de forma general, sin ningún tipo defiltros, se diría que, erectivam"*, ¿;;;, t u"go u,:,"zloli,ut: ra prátctica totali_dad de la península lbérica. s,o "n'uurgüzi unutuurdetenidamente los documentosarqueológicos hemos comprobado q;;;;*n número ," rr- n.uido dentro deeste proceso tan sólo en función ¿" uno, Jo"os fragmento, o-.r*o* decorados alestilo de cogotas I -incruso r p"nir ¿" * íoi."9 9j..nlar-, que en multitud de ca_sos aquellos presentan las suficient"r n"*riu19"¿", tÉrrri"áJl""o.urruus y forma_

*il;H"ff.'i3'#i:l ::lecies de r-iiu'io', v q'", p"1;ñ;", suelen verse

g"t"ii.-i.oor;a#?,rfi ffii,i#Íüüm:*:tr;:*:*#,xi:ffi,isamos aquí el esfudio regional de este p".uti* proceso, manteniendo ra diferencia_ción de los territoriol de exnansior

"Ir- ¿". espacios:- tu ,oii-ü" contacto y ras

liflTff#f::ffi:rl'lj:Tun¿o uuro'* ii"n¡i*,u,,"rd;; d"n; de h exprica-

2 Para la bibliografia específica sobre los yacimientos mrncionados en el trexto nos remitimos, de formas5nyt, a nuesrro trabajo monográn.^" *ur..ir"n'"ieu*qr.ro, zbó;;;;:,f;.ruye un pormeno_ffi:: il:THl,llj::H:ffiffi,f$?T1f:"il:fves reconocido.'á,,..,"n..'ente o no incrui-

M-l. La permeabilidad de la Zonq de Contacto

Una particular perspectiva de Cogotas I estudiado desde el interior de lo''Er- hs definido como su iárea nuclear, nos condiciona quizás a seguir mante-' {o la necesidad de acolchar la dispersión de sus manifestaciones cerámicas conb¡le$mitación de un espacio de transición que desde otras posici,o*, no se duda enliúfr denno de la misma cultura. cierto, ümo hemos dicho, que la continua apa_

'ryún de hallazgos obliga a redefinir algunas de las ríneas traz'aáas,y también que affiúda que avancen los trabajos'de investigación este cinturón ieográfico puedeqE * difumine aún más. Sin embargo, p*éc" büvíadefendiblJ h existencia dem m*nifestaciones d9 tipo cogotas I eitendidas por el Alto Ebro, Alava, La Rio_

ih' b Rftera Navarra del bbro,la región de Borja en zaragoza. el Alto Jalón, lary*i*qd" Gr.radalajara, el norte de óuenca, la margen izqtíreraaael Tajo Medio y{"q* de-cáceres (Fig. 3), en ras que ,. oúr.*u en unos casos uri mayor distan-ti*nto fisico de las estaciones con cerámica de cogotas I, y en otros indicios deofu alejamiento estilístico respecto a los más gñino, ejemplares de aquellattu, cuando no se hacen percéptibles t¿mbién contextos culturales enraizados enMcl¡nes completamente distintas.

6¡¡r¡¡r-.s I. }fas ÁLLÁ DEL TERRIToRIO NUCLEAR

ZONA DECONTACTO

Sh¡n 3' El arco geográfi co de la Zona decontacto, donde la influencia es más intensa gracias a losfenómenos de interrelación cultural.

- L¡a| : l{*grcorrqurrdr

!¡rt¡¡ , iaTqo

FRANCIsco VIER ABARQUERO MORAS

En todas estas tierras ros mecanismos de difusión deben estar emparentadosprincipalmente con procesos de aculturación por;;";r;-; de los modos pro_puestos para responder arapregunra de ¿cómo." t;J; "tlio"".oz (Abarquero,2005:453454f, gracias u io.".uut". y !n virtud d.,tu"iÁ"i intergrupales más omenos continuadas se transmiten los esquemas formales y decorativos de las cerá_micas de cogotas I y, en argunas o.Ján"r, también otros aspectos más o menosdesdibujados de la tultotu tti.t"t"ná. ur .r""n*io imaginable para tales conúactosentre poblaciones cercanas, frecuentemente separadas ñ, b;;;, geográficas, sonaquellos lugares de transición y pu.o -*ados por la propia nataraleza:vados deríos, desfiraderos, corredot r y pu"rtor;^*"rr^ u..". ,ánutJo, po, tu presencia denutridos ha[azgos arqueologicá. ¿, uá¡-u'du ..""ü;:ffi: sus caracrerísticas,estos sitios se convierten

"r,lu*;.. ffiio, puru tu"r"union"i"¡o¿i.u o cícrica delos desapegados srupos amiiiares ¿Ji"!¿"J íJffiil;',""reión, todavía esca-samente atados al territorio, donde se celebraríál;";;;d^."jr.-onru, de agre_gación social, pactos de.hospitari¿u¿, .,rL"uro,

-utr-oniu[. y o" hermandad,acuerdos de tipo económico, .rc. r"tá.". también donde se podrían intercambiarproductos y regaros, compartir op"riá.i*, tecnología y, .o*ó no, estilo cerámico.Tales localizaciones existen ""

tó¿" "i."rtomo definido para la cultura y su fun_cionamiento dana expricación a la """rr.io" pu.ul.ru

"n'i" *rr" geografra, arpermitir el contacto entre diferentes agrupación". "o-o h;;;, propuesto, porejemplo. para er vacimienro ¿. giprrrrire en reración con ras ii.ou, derpáramoleonés (Abarquero v Delibes, zoogat llá)ae) sin emt"ó,

"r'"ro ocasión que_remos hacer hincapié en algunos puntos de la periferia ñ";;;nuclear donde esposible que en este tipo ¿" t"*ioner f"J"ip-* también grupos menos afines acogotas I, que de lal mismas r" tt"uJ.un "nt "

otros aprendizajes los flamativosestilos cerámicos d. rl, vecinos. uno ¿e los espacios propicios para queesto ocu_rriera es el propio desfiladero ¿. p*""ru",lur- que comunica ra cuenca del Duerocon el Alto Ebro y donde se concentran í*ió, rrá["rg* """ "*i-cas cogotas Ique permiten, por lo demás, enlazar ra,onunuclear

"* ro. t".ti-onios alaveses.Más ejemplos en los que se pudieran dar fenómeno, ,i-il*o ,o n- lu,onude Béjaren Salamanca, con particulares -uir"rlu.iones de cogotas I, que permitirían eltraslado de las influencias hacia.r r"n" ¿.óáceres, o ra confluencia entre er Jaramay el Tajo. ofros esnacios naturates .;;r;.", de comunicación abiertas entre raMeseta y sus regiones vecinas, .o,'o "iuutt"

de Ambrona;ñJi.;, entre Soria yLa Rioi' pudieron conrar con lugares a" .ri. tip.o a ji[ip", i"lr*¿a represen_tación de evidencias de_tipo cogJtu" t ;i;; hbo dé r", ,oi.-"..'s"u .o_o tu"r",el resultado visible en el regisno""rÑ;ñ; es siempre el de un abultado númerode estaciones afectadas por la presencia á" ry"ii*s de cogotas I con mayor oilffJJrT:Í:*lintensidad'

destacando adernás a"t"r.ninu¿áJ"v"ul-i"n os por vo-

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3 F. Fabián en esta misma reunión.

,qürL[flii;.iIr- ri L ]frs .ü4 DEL TERRTToRIo NUCT.F.AR

De especial relevancia resulta la documentación de hallazgos de Cogotas Iir¡¡ h prol-incia de Alava, donde existen concentraciones que alcanzanvalores simi-hn¡n a los de la Meseta y Que, además, abarcan todas las fases del desarrollo de(.!ums I (Fig. a). Las cerámicas que comparecen en estos contextos hacen gala dern dn'ado grado de acercamiento a los modelos originales -fuentes carenadas,¡lpwririones en espiga, zig-zag,líneas de boquique y motivos excisos-, aunque nolh peculiaridades que las diferencian de aquellos, como los frecuentes esgrafia-&ü. h proliferación de zig-zags de trazadas entrecruzadas repitiendo rasgos, odWm"s formas y otros motivos decorativos queson el resultado de recreaciones. SeüifttErr%n además semejanzas en el tipo de poblamiento y en las esffucturas cons-lüu*irÑ*\ puesto que se repiten aquí los típicos campos de hoyos asentados en lasm'nr¡nn llanas fzn caractensticos de la región nuclear. Tampoco el contexto culturalun d qrre se reconocen aquellas cerámicaS se diferencia en gran medida del de Co-nuns L aunque no falten algunos rasgos formales y ciertas decoraciones plásticas

'qp" üesrelan la existencia de fadiciones locales subyacentes más o menos resisten-Gu @io el fuerte influjo meseteño. En líneas generales, y hechas las salvedades'drni*itrs, no es descabellado considerar estas tierras, sobre todo las enmarcadas porh qrsos de los ríos que confluyen en el Ebro en tomo a la ciudad de Miranda,@ una prolongación natural de Cogotas I, aunque con la suficiente personalidadrñ@ü'riül para ser tratadas de forma diferenciada. Yacimientos emblemáticos quemFa¡rqrlifisan estas relaciones son Solacueva de Lacozmonte, cuya interpretaciónm lugar de culto aumenta el interés de la presencia de alfarería cogoteña (Deli-lhr l{xH' 227),La Teja, el depósito de La Paul o el castro de Berbeia, a los que senii¡ilen nuevos testimonios localizados más recientemente en las comarcas de Lan-múm

-v la Ribera Baja (Llanos ,2003).

Otro de los espacios diferenciado dentro de la Zona de Contacto era el lla-do "{tG-Medio Ebro (Abarquero, 2005), donde se incluían los testimonios de Laein''ún. ta ribera navarra del Ebro y la región de Borja enZaragoza(Fig. 5). También"ryu nos encontramos con cierta densidad de hallazgos, aunque repartidos de formaery¡at y protagonistas de realidades más heterogéneas, a nuestro parecer, que endLceso anterior. La filiación de los procesados cerámicos, tanto lisos como decora-fu. es inequívoca en determinados enclaves, caso de Moncín, donde además seqmrFsts?n en elevada proporción; mienfas que en otros puntos no tan lejanos apenas*urlrrffi cÍrpaces de diferenciar algunos ejemplares de imitación, y en muchos otrosmunliaridades de estilo -como los motivos esgrafiados- que se vinculan a los ha-@6 alaveses. En cuanto a los lugares afectados destaca una mayor proporción& er¡plazamientos en alto y de cavidades rupestres, así como la presencia de hoyos'o¡m ![mcín, Monte Aguilar y Cuesta de la Iglesia.

FR {Ncrsco JA\.]ER ABARQUERO MoRás

w?Fig,ra 4. La presencia de cogotas I en er Alto Ebro (Áhva) y los ejemplos mrás destacados.

para ra zona .de Navarra tenemos noticiasa de nuevos halrazgosque s,mar alos de Bardenas Reares, d";;;"$r."ü" t"ut bd; J;;;;; de Monre Agui_lar, pero que no Darecen hacer variari;;;;;." de una ¡"orrio"'.rr*terizada por rafabricación de eiemprarer

"";á;;; *"''ft* m lrp.-"r'á" ó"r"or r. Ejemprode elto podría ser er depósia-n "árr,]¡ á"'con".uri; iüL* Arcos (Ramos,2007) -un enterramiento en pozo "on "l

oin"o separado del cuerpo, una estela deseñalización rora, ofrendas ",ii-"r* J" ";**a"üñ; ;;"i"so de boquiqueentregado como aiuar- que por el momento no tieó Frr*d; Ia zonanucrear,

fl,"í,1: 3ffi,lÍj"r:n"Tffl:"#: iil;ffi manirestaciJ; ."J; h que,ega er

En la Rioia ra rearidad puede ser udug-l: _.n

función de los lugares estudia_dos, aunque segun er anárisis á" ñ.-ñ;'J; e*'r)podría ¿ennirse un horizonrecenámico cogotas I co.n una evolución similar a ra dera Meseta en cuanto a la ce_Íam7ca' pero sin modificación en otros ¿-üia- de la cultura. Esa continuidad der

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a J. Sesma en esta misma reunión.

\Lis .\LLÁ DEr, TIlRRrToRlo NUCLEAR

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' gü: 5' -{lgunos ejemplos de las huellas meseteñas en Navarra y la Rioja. Destaca la ocupación de\foncín (Zaragoza), que puede ser considerado * uut¿riti.o .nc'ruulá"?ogotu, r.

rnürsü:Io local podría explicar la frecuencia de manifestaciones funerarias caverní-:r'tii-üs que incluyen ahora ajuares cerámicos de tipo c"ú;i¿;; va Lobrega, El-::r':r'luz 1-cueva de San Bártolomé) como muestra de una readaptación de ros usosü$ ,*'; i ajilla, que no suele servir de viático en las tumbas de la ü"r"tu (Abarquero'r r :r)05)' Sin embargo y pese a mantener esta visión, no podemos dejar de men-;r ¡:ii.r la aparición de enterramientos en hoyo en Majada Londeras (ceniceros,- I i repitiendo formulas cada ,r", -¿, Á*uentes en ros yacimientos de ra región:T"l'r*¡r- La existencia de contactos desde ,n momento temprano, por último, se ve-i ir--oorada en las tierr^as-riojanas por ras nuevas excavaciones de cueva Lóbrega'1,¿lr::,r_rS r, Ceniceros, Iggg).

Por su parte, en tomo a ra región de Bo4'a (Znagoza)destaca el pobrado de"i''1"üiin (Harrison et ar., 1994). un arentamiento estable en el que se comprueba rarlrlriii:¿ e'olución de ras cerámicas de tipo cogotas I desde su momento formativo:¡n'*.iafase de plenitud,_y cuyo papel cómo centro de redistribución de las influen_::i'eo ie cogotas rhaciael interioidel vare del Ebro debió de ser decisivo.

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FRANCISCO wER ABAReuERo MoRÁs

El Jal0n es una auténticapuerta de conexión enfe la Meseta y las tierrasdel Ebro, puesto que corta t uoru"r.¿rrr"ot" et Sistema lb;;;¿;"rdo un pas'rode f,íc'hánsito or" ha.sidoñ;;il uúIizadoa rravés á" u ni.ro¡a. Losinflujos Cogoras i se filtran o;iil";;dor, pauratin;;; sin sorución decontinuidad, desde la parre orilntal d" s",i;iíi#?;A;i#rl:"r^ hasra zaraso_za (Fig' 6)' Los datos recopituao. uprniun*una cierta importanciá numérica de rosyacimientos afectados (incluvendá r,iJt

"a"¡ "" r",,r".'ürlrir"s, Mesa, Jiloca yel Alto Huerva), a

'a vez que una mayoría,de las intrusiones pertenecientes a unmomento preno der desa¡roio de c"g"Lr r, r" que permitiria ;;rwde ciefo reha_so respecto a las resiones estudiada-s con anterioridad5. Las ceráabundantes en pobtaíos .;;;;ffi .; ;"'l^:1":^ldad-' Las cerámicas son muyñ;;;üürilüi,i,:,'É:L?#i,:ffi

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"JntT".""":,""x{:ffi

*:j;;::semejanzas de los ejempr"t". uiiu'iá"", iáio,,i"." ¿" ar"g#b" ro*u mayo_ntana y en contra de ros que ocure en ra il4eseta, ra intrusión iorpur... en erñpra_zamientos de carácter ¿!r.ori"o. Éi'"""Lr" culturar, po.-,irli_o, está muyrelacionado con cogotas I en ros p"ur"¿ál-* ."r"unor, p";r*r" de tipo rocalya en aquellos otros situados .o "tilto"u

y "i'rru._u.

Figura 6. Penetración de las cerámi",c ¡tp r1^^^¿^^ ¡ .

ffH:Tfl1:lTlr,r " g".és det valle del ralónhacia el iAragón y los e¡emptos mas aesü;. uLr Jdrurl racla el mterior de

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tü+t*il;i'.1Íri,l1odanés Q002:253) consideran.queen er sector occide¡rar de Aragón

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wudrEs ruclan un ciclo expansivo que durará ha"sia

jGüG{TI¡S I. MÁS AI ,Á DF,T, TF,RRTToRTo NI]CT,F,AR

La zona de contacto encuentra ciertas dificultades de definición en direc-Gth Sur (Fig. 7). Como hemos dicho, las tierras del norte de Toledo hasta la línearH Tajo deben ya considerarse manifestaciones propias de la zona nuclear. ElE 'nto progresivo de los hallazgos (Illán, 2007; Sanabria et a|.,2007), su ubica-oüi¡r en terrenos llanos y la constatación de nuevos ejemplos adscritos a la fasehrocogotas (Femández del Cerro et aL,2007), hacen reconsiderar las valoracio-- prrevias (Abarquero, 2005:286-289) por las que creíamos conveniente man-

- - cierta segregación de estas comarcas respecto a las próximas de losr&sdedores de Madrid. El avance de las investigaciones dirá si se puede hacer deffi la región del Tajo una subcomarca diferenciada dentro de Cogotas I; mien-ffin" es posible que debamos mantener fuera del área nuclear y dentro de la defi-úb zona de contacto, las tierras al sur del Tajo, donde los yacimientos de la Edadü Bronce tipo Cogotas I parecen ser más esquivos (Illán,2007: fig. 1). En laS¡rmía de Cuenca, entre un pequeño grupo de yacimientos con cerámicas de06gotas I destaca, por el número y la similitud estilísticas de sus cerámicas, el defuillo de Huete. En el caso del norte de Cáceres conocíamos de antiguo la pre-mia de cerámicas incisas en la Cueva del Boquique, estación a la que hay que

ffi nuevos testimonios, casi todos conocidos a través de prospección, en tomonClrres (Cerrillo, 2008: 73; Cerrillo et q|,2004: 399) y en la comarca de Cam-gn Arduelo (interfluvio Tajo-Tiétar), donde Barroso y González (2007) señalanmas localizaciones que tipológicamente se puede asociar a la fase Protocogotas

$ (pE no hacen sino confirmar este espacio como zona geográfica crucial a travésü h cual se trasmitirían los influjos hacia el Sur siguiendo la vía de intercambiomestal que con el tiempo será conocida con el nombre de Ruta de la Plata. Norfr*cutemos, incluso, la posibilidad de que en un futuro, si proliferasen los ha-mryos en la provincia de Cáceres, tuviéramos que admitir su incorporación a laqgión nuclear.

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Figura 7' Huella de cogotas r enlazona decontacto en dirección sur. Localizaciones de la senanía deCuenca y del Norte de Exhemadura.

III.2. Nuevos datos en las Regiones Exteriores

Más allá del creciente perimetral urterpretado como espacio de tansiciór¡ seextienden lo que en su día definimos como Regiones Exteriori. qau*quoo ,2005),por encontrarse más alejadas de las tierras nucléares de cogotas i y po. observar laexistencia {e yacíos geogníficos más o menos dilatados entre las ubicaciones concerámicas de cogotas I allí reconocidas y las definidas enra zona decontacto. para

estos espacios hemos tenido ocasión de defender un modelo ¿, at so'basado prin_cipalmente en la existengil de lo que bautizamos como centros de Redifusión'(Abarquero' 2005: 455456)._se hata de poblados -¿, o -"n* J"¡uao. de ra zonanuclear, donde los hallazgos _d"

tipo cogótas I son especialmentsi;tensos y presen_tan un alto grado de similitud técnica y estilística, hasta donde lo"irrflu¡o, pudieronllegar de forma más o menos directa, y ¿esáe oon¿e se produce una redistribución

6 El predominio de esta fórmula o medio de transmisión no excluye otros procesos de aculturaciónencadenad4 con la presencia escalonada o" .rt".ion"r.ur."t"o^ páíLr-#tí¡* -.*,*os desde lastierras de la Meseta hasta la periferia peninsular fauarqu"ro, zo 05: 454-455).

ü, ![-is -urÁ DEL TERRrroRro NUCLEAR

Ínirrnos por la comarca que dominan (Fig. 8). Suelen ser establecimientosen el poblamiento local, con una destacada capacidad centrípeta y cen-

¡l mismo tiempo, es decir, capaces de canalizar hacia sí las diferentes co-qrln¡rales y de involucrar en las mismas a su territorio de influencia. En el

propuesto enÍaban en juego también las llamadas Estaciones Referencia-igualmente destacados en la red de poblamiento local en los

tarnbién la presencia de especies decoradas de estilo Cogotas I y quede enlace entre la Meseta y los puntos estratégicos situados en las zonas

Los centros de redifusión, sin embargo, no son exclusivos de las re-GxFiores, puesto que es muy posible que algunos de los poblados ya estu-

lazona de contacto, como el mencionado caso de Moncín, desempeñaranparecido en el fenómeno, potenciado allí por los descritos procesos de

iim por cercanía.

Ente los yacimientos que cumplen las condiciones exigidas a estos núcleos¡m duda El Llanete de los Moros en Montoro (Córdoba) o la ciudad de Car-

friSerilla), y muy probablemente también El Ceno de la Encina en MonachilI El Castillo de Alange (Badajoz), Hoyas del Castillo en Pajaroncilloy Campín Bajo en el Puerto de Santa María (Cádiz). Por lo demás, y a la

más recientes, cabría otorgar el mismo significado al menos a Cabezode Villena (Alicante), el Pic dels Corbs en Sagunto (Valencia)7 y el Cerro

(Ciudad Real). Cada uno de ellos, dada la especial vinculación con Co-il irctuso a lo largo de todo su desarrollo temporal, podría capitalizar las rela-

mioeconómicas que permiten la adopción de la nueva moda cerámica,después su implantación en otros asentamientos menos dinámicos so-

We ejercen algun tipo de ascendiente. Un caso excepcional parece ser toda-C¡ffi del Negro de Purullena (Granada), puesto que allí se detecta una fasehs cerámicas de tipo meseteño son predominantes, comparecen en una pro-

sobre el resto de las especies similar a la de los yacimientos de la cuencay presentan un marcadísimo acercamiento tipológico. Pero lo que llama

lin es que, al confario del resto de los lugares mencionados, no se trata dedestacado en el poblamiento local, sino más bien de un emplazamientoorden. Ello no impide, sin embargo, que sea capaz de atraer los influjos

ir de una forma particularmente intensa, puesto que al lado de las especiesencontramos también fragmentos de vasijas a tomo importadas que de-

'hmr necesariamente una procedencia lejana y que llegarían a este estableci-iüerior tras recalar en las costas mediterráneas. Por lo tanto el papel de

todavía enigmático, debe responder a una particularidad que puede seren el panorama de la dispersión de la cerámica Cogoteña.

ffi presenudos en esta misma reunión por M. Hemández y A. Barrachina respectivamente.

FRANCrscoJA\,rER ARAReuERo MoR {s

Figura 8' Presencia de cogotas I en las Regiones Exteriores y Los centros ¿" n"an In

Iniciamos ahora un breve repaso a t¡avés de to-das estas regiones empezandopor las tierras der Interil o:*tq" rto éf il** en el que gracias a los viejos datosya estudiados (Abarquero , zoosl ui_.tló,'u torque habría que añadir nuevas refe_

1Uúii|,i i: '

I- .\fis AII,i DEL TERR]TORIO NUCLEAR

ll'"Br\q". ' i.-J ,:'L:J/

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_ C¡be¡o S€nado,ré- C¡b.bdslCscyo

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Figura 9. Hallazgos de cerámica de tipo Cogotas I en el interior de Aragón.

il''*'r{ como la de Lo¡!1{illejos de Tofiajaday el castillo de peracenses en Teruerinfuzn 1'Rodanés, 2002:23r,iá."il, i"?r p"ñur, "r,

to-o ái,'unicipio de Fuentes'& Etxo- v cabezo de los Dinero. "r

ñ.üir" re,r"'"í-i,t "*i'irgr, 55;picazo,'M[5: 108 y lr1; Ferreruera et ar.,zol3::s:¡, poo"-os imaginar situaciones clara_''mr¡" intusivas, con ros poblados ur""tua* *¿, airpo.o, fi^l"r¿*r.u, protago_,fr!$ etr una proporción minoritaria -muchas veces sólo un ejemplar- y enmarcadasüü¡üm de contextos culturares ¿" "*i"t".i'J¿ más o menor'J"ráiur¡"¿os, con pre_*'nrnt'irr¡io de emprazamientos oefenill r:,i."n.iu de tos caractJJti.o. cu-po. deü@os de la Meseta. Sin embargo no aitun .Jro,

"*..p"ionales donde se reconoce unryor rolumen de cerámicas ai trpo -"..te¡o -Mina Rgal en ra capitar zaragozana o*qre Bajera en Teruel-, "j"-ph-;;r;il;á':". muy sim'ares tipológica y estilísti-*-Ír*tn* a aquelras labezo dél cuerve, así

_como argunos *¿iiro de pastas quem¡an la condición alóctonade las mismal_Cub"ro Sellado_.

l* lrimiento se localiza en la cuenca alta del río Jiloc¿, muy cerca de Guadalajara y en conexiónffi:ffidr:¿de este entomo descritos

"o tu

"inu¿. .""L.á, p- to-ffiooria ser estudiadJ

FRANCISCO V'TERAB RQUEROMORAS

En la submeseta Sur (Fig. r0), más allá de la línea der Tajo y de algunaslocalizaciones de su llargen izquieña,'íadispersión ¿e tus cenamica de cogotas I seorganaa en torno a dos estabrecimientos de marcado .ur¿"t", "1t

utégico y domi_nante como son Hoyas.del castilro en pajaroncilro (cuenca), qu" p"r" a su lejaníamuestra un comportamiento muy similar ar de cogü, t "nij*to a las cerámicasy su evolución (ulreich et at, 1994), y el cerro"¿" al"*"r-en poblete (ciudadReal), donde los testimonios revelal óontinuidad de los "o"á"ro, desde la faseProtocogotas hasta los momentos de plenitud, y hasta donde tu-uien [egan influjosmeridionales en forma de cerámicas Lon incrusfaciónde bronce de tipo carambolo(García Huert¿ y Rodríguez, 2000). El resto de los enclaves "oo

jr"r"rr"ia cogoteñaen cuenca y ciudad Real (Abarquero,2005: 152-'156), "nt "

io. que se incluyealguno de los emblemáticos yacimientos del círculo cultlal de-Las Motillase, pare-cen vivir una situación intrusiva. En Albacete se conocen algunos ejemplos en Ercastellón de Hellín v fl amalejo @onete), dos lugares "rp.!ia-.nte interesantespor su posición eshatégica en las comunicaciones, á través del conedor de Alman_sa, con la zona der sudeste y con er vinalopó. En íín"u, g"n.rur* oo, lo tanto, y enlo que se refiere a los territorios descritos, parece que la presencia de cogotas I selimita a un fenómeno de influencia material qu. oá

"rt# rm ..t "cturas

de pobla-mielto, pese a que cronológicamente coincida con un -o-"n o "o

el que se estánproduciendo algunos.cambios en la vieja tradición de la cultura de las Motillas(Abarquero, 2005: 28g).

En el caso de Extremadura (Fig. 10) y sobrepasada también lalíneader Ta-jo, vemos cómo se consolida la posicién dé Bl castillo de Alange (Badajoz) comouno de los centros locales destacados por su posición u ro. q* -r-r-"gan

con más faci_lidad los influjos de ra cenámica cogótas I. Érueba de ello É, iu fi...n"ia en la de_nominada Fase umbría de cerérni-cas contextualizadas pertenecientes a la faseProtocotogotas y otras superficiares decoradas ""n

uoqriir" qr*on, r99g: 143_146). Muy interesante resulta también el reciente halazfo¿" un urrt¿otico campo dehoyos de fase Protocogotas en Er carrascalejo (Badajozi, qu" t usluoa hasta el Gua_diana un comportamiento económico y posiúle-"nt" trlui¿n rituaimuy caracterís-tico de la zona nuclear, ^el

cual ffiórciona un nutrido conjunto de cerámicasdecoradas de la primera fase meséteRa no exento de ciertas peculiaridades y máscercano alérea del Tajo que a la cuenca der Duero (Brtqu[r,ióoz-zoos, n*i-quezy Drake, 2007). otros ejemplos extremeños (Abarquerq zoos: tsl_.t6r) estánprotagonizados por un,número muy reducido d; fragmento. ;;;'r" locarizan enenclaves destacados sobre el terrenó y dentro de contextos culturales mixtificadosen los que las decoraciones de cogotas I parecen erementos añadidos.

e Molina et al. enesta misma reunión_

¡sC;{rGü,{s I. MÁs Arr{ pEL TERRrroRro NUCT.EAR

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m: ffi il:tff:fli:: j.T¿X"::,,.: *". S ur y en u", *,.;; ;;; ;;;", r"

--"i' i['* Dra- Barrachina expone en esta misma reunión los datos más recientes sobre er yacimiento.

Si regresamos al oriente hemos de refrescar de igual modo los datos de losduumrentos Cogotas-I * "f

i""unt""O"iilrur"r, !9nde parece que se definen tresryrpaciones derivadas, quizás, ¿" o"J rf"lü¡r Ar -,t" ¿"rtuJuuu,,áor

"rt "ion"r üt:?ryfl.il 3i,1l:S.ñjlffi,it$*-*'e''" a las que ahora r" rÁu;,,,o#El;fr g"lr^"=os de sagunt. Del segundo deJh lugares existen nue),os datos (oriver^"iot, z,oos¡g.*i", ir", cuares podemosnn¡n¡ir rma prorongada d*r.ior ¿.i"r üti":". ¿"r¿" ri-ar."rloñogorrs hasta losMentos de plenitud, €n un .o,o"nto-q,le ailí se ¿"r"*r""ünce Tardío, así'tuiüm nuevos ejemplos de temas a".oruiiu'or- que se pueden considerar reinterpreta_düqs locares de ras cerámi.", ¿"iJrá'",i.r""?: i," #"?"irT",.,enro sagun_@-'t' parece que debemos pensar en una situación excepcional en Ia cual se@úrce la presencia o" un iáponunt"'uli,irn"n de recipienLs decorados al est'o¡r¡f*qileño' En cualquier.caso esta intrusión, cuyo orig"n podría estar en ras estacio_G$ !a mencionadas der valle ¿.1 pu.",lrr""e.insertarse

en la trayectoria culfurar¡qrr'"l gue aguí va de un Bronc" F*;;üedio de ripo Varenciío u ,n Broncefuat alramente afectado por los Campos de Umas del NE.

g.ó

0

€, e€f.racátsis

\3i*- A,!.*s*t * r#.i

Ft^Nclsc( ) J^vlER r\RARQIIIjRO MOR^S

Figura I l El alÁce de Cogotas I en la región levantina y algunos de los ejemplos miís destacados.

Hacia el centro de la región hemos de recordar la presencia de estaciones

como La Peladilla y El Ceno de la Cruz, en tomo a Requena, hasta donde los influ-jos debieron llegar a pafiir de los yacimientos localizados en la serranía de Cuenca.

Por último, y quizás merecedoras de un estudio individualizado, encontramos las

manifestaciones de cerámica de Cogotas I en la ruta del Vinalopó, jalonando una

vía natural de comunicación con la Meseta a través del conedor de Almansa. Dos

yacimientos centralizan el fenómeno aquí estudiado, uno es El Cabezo Redondo de

Villena y el otro la Isleta dels Banyets de Campellorl. El Cabezo Redondo va ad-

quiriendo con los últimos hallazgos una importancia crucial en el proceso de la

dispersión de las cerámicas meseteñas, puesto que si hasta ahora considerábamos

que la intrusión en este enclave se restringía únicamente a algunas ceriimicas incisas

asociadas a la fase Protocogotas, negando la vinculación a Cogotas I de los vasos

con excisión (Abarquero, 2005: 166 167), hoy los nuevos datos (Jover y López,

2005 ; Hem¡inrdez P érez, 2005) y la presencia de recipientes con boquique nos obli-gan a ampliar los contactos hasta la fase de plenitud y a valorar la posibilidad de

que aquellas excisiones puedan vincularse también a la misma tradición. Pero sobre

todo hemos de atribuir a Cabezo Redondo, que hacia 1500 Cal. B.C. parece adquirir

una capacidad de centralización especial, la categoría de centro transmisor de las

influencias de Cogotas I, puesto que durante el Bronce Tardío de la región, y apro-

rr También de esta región se presenta üna ponencia en esta reunión a cargo del Dr. M. Hemández.

[- }f-{s -1I-I-A DEL TERRITORIo NUCLEAR

r la desarticulación der mundo argáico, este enclave logra capitalizar los

#*:+:::1"T._:,1"-1":gt*nn"",pri"*i",p",?i"-ii,[,"r"p,"-o'r.'ma del Tesoro de V'lena, u.i"o-o "r

t".'*'ro-.ñ;;.ffi;'#ffit;ffi:,".p:::::I13T:T.j::: :* T9T; esTs-.r4xlAC) parece cadatr crar¿ (Hernández p érez, 200 5 : 1r s- ii:, r*; É]üi ilrj.rffi;";::l

ffi,::?"t:tÍ:: *,::]?:b':. las decoraciones de los cuencos áureos dellrleos del:ryT-"t con-las guimaldas ¿" u"qriqr" á. to. recipientes ha'a¿os en el

ff"Sj:.::gn::":t2005.:.u.0_izoi.mpoderdelcabezoRedondocolrulr(]O co-P d: novedades para los poblados ¿et

"ntomo se confirma con ra presencia

ffiü?:1il1,r¿1y'::f::t:i:,'f 1.g;ErMon.¿stiiJ"ii¿,rr,¿árquez7#]ir.to'-143) v La Peña de Saxr2 (n"--¿"¿*'ffi;;;#ffi[:::

Algo desplazado de los ejes mencionados y definitivamente asomado al

Tf"::l"jr:":t^:::::::::¿e rueta áelst"'ny"o (Er campeuo), un rugar&hpresenciadeesnlciesmeseteñasñ;;;r"fi #"d")ffitTff,?'d;#ff 1

ffi?o:,u]J:::*1", rffi:;;;;;;ll,,,i¿ou er punto nnar der cor¡edorUUITgOOImloÉ, algo desviado, pero en conexión directa "on "r-ur. Los contextos, en

f ,ffn,::*::^:l l":r,,,- r"r"r,i*, ,"n claramenre locales, perrene_arosultimosmomentosoer'aryranao".i';V"r#i]il#,ffii"tffi"*;

laraio. ale s9 configura traslí ¿.rurti.uru"ión de aquel sobre todo en raun' manteniendo pese a las reestrucfuraciones to, -irmo. "-fturu-an or,mo sistemas urbanos muy diferent . u ro, á"i"ctados en la Meseta.una de las zonas embremáticas der estudio de ra,,expansión,, de cogotas I

#;jl,T9'::*::li'yt: Gis. it"; y- eno debido principarmenre porr aquí et vacimiento de La c-uestá ¿Lix"er" ñtt#;ffi;";;JJbs alejados de la Mesera, ér qr"

"oo -i, "'#iuí;r:#;il;i:H:fi:T,j;Ij"niilTl:::,,oT.l"o" ú" a.g

9{"",n u",on "Á"tÁÁdu fo, "",a,,i#:'":3:"0:-ylg'po,""'ü;ú;''"ffi "o:"ioffi#Tt::ilfi1t:ñ y en una proporción comparabre ala de cualquier y*i-i"nto J

"^h,onul":".ÍJ*:1"::,1 ^I1.1;1]1á::."e* "ió_ü y rambién ra riporogía de rasen un momento de tránsito entreprotocogátu, y Cogotas f, ¡7foO.iundurante algún tiempo aunque no hasta la-fase avanzada.sin embargo,en su día-(Abarquero, 2005: rg4) que no riiuaunen el contexto mate-rasgos del componente local, tanto en la cerámica,q"" ir"fry" ,noi.f",:

il

d,@ffim

r-acimiento se corresponde con el denominado Laderas del castillo de Sax en el trabajo de@lhción que reatizamos r,u.. un*.u¡o, i;;;;;;r". 2005: 169).

;HH:nH:n der fenómeno de ra mano de üorina. con,..*, v Nájera. se incruve rambién

FRANcrscoJAVTER

Fuenü*Ál¡m

i¡'

. ;' lg,\w \rCueet* dal l*ogiro

Figxa12. Cogotas I en el Sudesie, donde se encuentra el emblemático yacimiento de la CuestaNegro dePurullena.

/%Seno ds h €nein¡

& cbfa fiadición argáncay préstamos procedentes de offas areas de la península,

m en el poblamiento y ét tipo de hábitat, que utiliza murosrectilíneos de piedra

fumnocidós hasta el mómenio en los ambientes de Cogotas I y más en línea con

b ñrmulas regionales. Pese a todo, cabe mantener paraLa cuesta del Negro un

.ru¡s especial áenfo de este fenómeno para el que también habna que buscar ex-

-* iones singulares.

El resto de los yacimientos afectados por la presencia de cerámicas de co-

[üs I en la región (vár Abarquero, 2005: 173-lS6) ofrece situaciones diversas'

fu* cuentan con una colección considerable de piezas muy claras que se po-

,fechar en un momento no muy avanzado de la fase de plenitud (Fuente Ala-

El Oficio o Cerro de la Encina) y en otros aquellas hacen gala de ciertas

widades estilísticas y se remiten más probablemente a un momento Protoco-

(Gafas). Pero en general se observa un claro papel infusivo_de estas especies

Gmcrr-rs I. M¡s ¡uÁ ¡EI-TERRIToRIO NUCLEAR

locales de finales del mundo argáico y, sobre todo, de lo que en aque-

htatín delaCnn,1987).

üürras más que en ningún otro sitio de la Península se denomina Bronce Tardío,

rd seno de poblados-generalmente habitados con anterioridad. De todos ellos

¡a que destacar et papét de El Ceno de 1a Encina como centro político de pri-

or*o y, en la líneá de lo que venimos defendiendo, 'no

de los posibles respon-

& ta iedistribución de lós influjos extemos por los yacimientos vecinos.

Siguiendo los pasos naturales de Despeñapeffos y Los Pedroches debieron

Us modas alfareras meseteñas hasta la Alta Andalucía (Fig' 13)' Ocurre ya en

s tsmpranas, en pleno desarrollo del horizonte argárico del Alto Guadalquivir,

caso de Peñalosa (Baños de la Encina, Jaén); que nos ofrece unas cerámicas

incisa virculadas a la fase Protocogotas y, posiblemente, a la pro-

iin metalurgica (confferas y cámara, 2002)14. Más tarde, coincidiendo con los

¡mm de ple"itod y agotada la relación con el enclave jienense, el flujo mese-

re desplaza hasta Ell-lanete de los Moros de Montoro (Córdoba), donde se

¡e los contextos con un porcentaje relativamente amplio de cerámicas de co-

I en las que se ,aprodrr""tt además esquemas formales y decorativos muy

ns a los ¿it area nuclear. En este enclave, por otra parte, se da la circunstan-

ü q¡e tales especies conviven en un determinado punto (Esfato III del corte

¡p 5o aos ejern-plares a tomo de cerámica micénica fechados entre finales del

l¡gv y -éAuoor del siglo XIII a.C. (Ir4icénico IIIM o IIIB), una cronología

rliica que se adapta a 1á calibración de las fechas disponibles para ese contex-

ffi12 y |ZAZ cat. É.C.) (eUutq,rero, 2005: 191; Martín delaCruz y Perlines'

Pese a la frecuente presencia de las cerámicas de cogotas I en estos dos

; no podemos decir que exista en la región una verdadera alteración de los

en la ponencia de Molina, Contreras y Nájera de esta misma reunión'

Feñat*sa

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'tFFigura 13' Hallazgos cogotas I en la Alta Andalucía, marcados por los enclaves de peñalosa y

El Llanete de los Mo¡os.

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gF::ff :ff:iffi H;"r"i'ffi"qFi:#i n:trs ?rl:Fhr;;'6;ri,ff:lfl;" córdoba y quizástu.uiin E;'¡*iil" de Écf.a (Ló_

trasladamos nuestro repaso al occidegT nube de p"","r-óin.;lT"",i: ":t:::t" de Andalucía descubrimos una

=cir ",;¡..;é;;'üi,lTt ]11 3'", p9r otT ou*.. o*lJ lü¡ creciendo:m hab¡rrai.rl"".¿.., ..

b.n esle terrirorio o:::y l;r-r*iúr*"Íl" cu_onu,

zu;;q¿**=á*i*=**il*

ff#if#j#ülilffHif,l#;ffifiil:l:L'uu a" pr"nit -J;;ir:,i:" tipología que, corr

Eff :'T,-J"'#*iiixí*#:Ji.?ti;J:#':::,""x.fi i:J:n,";.a asoci arse ; ;;"dJr",?,,1,1 *1*":^alsuno s u"*", ¿-" r,p", ólloru, o,, "

l3*. d9 lue ,"-0.;:'"'Prcsencra y sus simifitudes estilísiicur. ,ino tambiénuyn"uiü;;;,JJiffj*li:ü;:T'll"::,fjj,;Jffi

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$f;ir,üi:'}'fihil$",#x.,Tfi ';,rrffi t"::,:::nu*;il*$:x i::' 9",,p" ó"e"o,"ffiJ'fffi|j:""fl :lTu"r" ar *,r".

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3*i:._".:: ., p.*iu"n.ia hasra convivir. ltt:", il' _ry ?:.Tpl"r ¿on¿. s.Eos contactos fenicio _-.,.s ¡rqr,d uulvrvtr, ya en eJ.siglo VIII u.C., .on lo,

H,3#il ffff;:HJir::?flff"T; .;;;*Lffii:r*,f Rarticular presencia de Cogotas I en tiH::::: a su erevada p,.,"n.ñ"f;J.#;[Tj:]:,,?:il lndarucía no se

_ -.rv Lvéu,ras r podria debersrtes (económicos y sociales) p;r"";;;.-;j¡€ ? encorrtr?r aquí modelos; de Ia Mesefa, pero sobre

Ruiz Gil presenta en esta

ffi aü*f fi "i::i..l;ff.ffi d#$rflH;ffi i"fi4;;,T,.*,i#ffJ:'fr i;*:

84 FRANCISCO JAVIER ABARQUERO MORAS

fiuñq*%www%@.YA b==t.

w wgaffir¿wA&ew&m-ffi%&w_ Cam#nBsls

Figwa 14. La Baja Andalucía, con la especial presencia de testimonios de tipo Cogotas I de la zona de

las Marismas del Guadalquivir

todo a la mayor indefinición de los repertorios alfareros del Bronce Pleno (Abar-quero, 2005:351-366).

En el caso de Portugal, y dejando de lado algunos ejemplos aislados de

cerámicas de tipo Cogotas I en tierras del sur y cenho del país, hemos de centrar-

nos en la concentración que se produce en tomo a las regiones de Tras--os-

Montes y Bajo Douro, donde podríamos destacar los viejos hallazgos de Bouga

do Frade y el conocido vaso de Tapado da Caldeira (Abarquero, 2005:205-210 y369-379). En líneas generales habíamos planteado una cronología más bien tardia

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[- ]f'G _ulÁ pEL T]rRnrroRio NUCLEAR

*ft conüactos' aunque parecen acrecentarse ras.muestras de ejempros de

ffii:': !H-Jjtr,"J, ffi ü{;Tíi* J, hilH JJ ffi i r t*l*',",,_d;*?ffi Ti?*"r;ni?i;**;:*l1j:li#*:,Í,*tffi;:lil',Til:' de las cuale. ." o;;l;Fffi;ff

",;*":T"fi#::Ed"ñ",;iil#"' que por oha parre se inscriben .o'.ir.io'ae pobradoshreBai6es. semezclandistintosionqo.l.""i".'"i"'""ornciónder

lptrs f fuera del Área Nuclear: Realidades e IlusionesFsquiva será siempre l:,::ilidrd de u.n proceso prehistórico basado en el

FTTiTll"g¡*g¡¡ffi ft;,,,",1:'.",ñi: jT:liltn;ryü ffi -::;iff, *::::i: ::'' ü;' ";:;ü:ffii:T'l,i3l,

i I ", ilcr¡lumales u.niñ;*,,"r":

oeJarnos cegar por la ilusión á"_""r-O."i"sula de

ffi## :ffi k, #É;:i:¡,ll l.l,n*ii:: ;: if"rr "x:;

B r e'=€ s i e mpre " *,i:11o .

" !;;;l""tq :lJ'ffi11ffn,ffi.; ff n,e''s formaciones conremporán;'ñ iaramos sin duda ante

m;#:Jlgn j:il-:rffiff"H,l1illffi

T"th#;13,ff- Srg'iros sosteniendo aquí que ra rearidag g. g"qgos I en ra mayor parre

ffi;:T,:f:lf':' "'," ; .¿;;;; ;' ;", trasraclón i ¡ i.* r' ¿" ros rasgos

u@Epo mareriar,-,,,. ",.t1-^"1^Tpo dentro ¿. l, vr...iá;jnl; Xl, ,.,,,^,-^

KH.:H,il:','J';'¿':,'"?::"t{ü4::::#iff ','J:#l,n:::il;y#,ffi

Fd.ñffi ;::i1lii::ff :t'flffi",,::Tt*;*lá*'uni¿u¿..p"i;"-

ffi*;l;J;;i$ ".' rfr xiikT:,:,r,u :**r f",""H,# :;ffi n si¡n-to*^-.^

; parecidos, puede responder a ofr.,c hr^^ad^^ _, d .

-

FruraclonaleS pafeCidOS- nrrede .o. ---* b^q oru'r¿u tl n aCeptaCión de

ffi ',-=ln$d;iilT.lñfi :',"J:;xx'r;,ffi if tr,"""'"',lff :i;:Tffi #ffi #ffi ffi-tfl'r:.ffi *".fr {,"'ffi6¡n'no v hs esrructurar ¿" rr"oio"i?'rJijJ. lsr; pu*i.áffi; Jlguroum"nt" to.ffiT::1i:,ll:ffff:lffit,igitif , cabo a ri" ¿.,pá,ürargún daro enffiqs que van r¿r ,li¿ a" lu uffi#r"#"TilT#a reflexión r"u'" irpi#

86 FRANcrsco JAVTER ABAReUERo MoRrrs

XüNA }üUüI-&AR :?&üt$N&s ilg nxpANsió?{

Pabl*dos en Lfano Poblados en Altura

Canrpos de Hoycs fstructuras csnltruei¡vat

eabañas ds posts y lalta de urb*nisno

Figura 15. Comparación de diferentes aspectos en Cogotas I y en las regiones exteriores donde hacenacto de presencia sus cer¿ámicas decoradas.

lV.1. EI tipo de emplazamiento

En líneas generules las especies de tipo cogotas I, y sobre todo más allá dela llamada zona de contacto, comparecen dentro de yacimientos con caracterlsticasfisicas que se alejan de aquellas puestas de relieve para los establecimientos de laMeseta. Allí predominan los poblados de reducido tamaño, situados en las tierras

{@CGO-:,lS I. MÁS ALTÁ DELTERRITORIO NUCLEAR

1 y a escasa distancia unos de otros -probablemente porque posean una crono-

hpú¡ ligsrarngnte distinta-, que parecen ser la muestra del régimen de poblamiento

mc:Úable y recurrente; siendo más escasos, aunque no inexistentes, los enclaves de

me!CIr anvergadura fisica y destacada posición geográfica que pudieron funcionarñr c€ntros de coordinación regional (Abarquero,2005:3942; Delibes y Herrátn,

M7: 224-230; Rodríguez Marcos, f9%: 69). Por el contrario, en los poblados

uhüados por la intrusión de Cogotas I de las regiones de expansión predomina, y&frrma abrumadora talvez,la segunda de las modalidades descritas, manteniendo

urm esquemas preexistentes en el poblamiento local. Este dato coincide, por otra.pwtg con la propuesta defendida de asignar a determinados asentamientos de posi-

u¡lm destacada un papel primordial en la recepción de las modas alfareras mesete-

tus(Fig.15).

No podemos negar, pese a todo, una diferenciación regional en esta valora-ireil. h cual habría que estudiar detenidamente en cada caso. En este sentido se

mc{xroce una mayor coincidencia en los respectivos pesos del tipo de hábitat en

t mas regiones de la zona de contacto, como las tierras de Alava por un lado y el

norte de Cáceres por otro, así como en Andalucía Occidental, circunstancia en este

úüüno lugar tan alejado de la Meseta que se ha de interpretar bien como una con-

rergencia por las condiciones geográficas, bien por una similitud en los modelos

mómicos, más que como una implantación cultural de amplio espectro.

trl:-2. Caraclerísticas internas de los lugares de habitación

Si comparamos, por otro lado, los rasgos estructurales de los poblados en

uno y otro ámbito, las disimilaridades se hacen mucho más destacadas. En la zona

mrlear de Cogotas I hallamos poblados de acusada sencillez y escaso desarrollo

constructivo. Las pocas viviendas identificadas apenas se destacan del terreno por la

pesencia de algunos agUjeros de poste y someros rebajes en el suelo, lo que nos

lleva a imaginar chozas construidas con entramados de ramaje y barro. Pocos son

hs asentamientos de esta zona que se encuenfan protegidos por murallas -algUnoselernplos de la fase Protocogotas-, que generalmente consisten en un cierre lineal

de algun espolón mediante un alomamiento de piedras y lierta, y en ningún caso,

por el momento, podemos hablar de la más mínima planificación urbanística. Por el

confario, en aquellos establecimientos lejanos donde se detectan las cerámicas

meseteñas las edificaciones gozan, por lo general, de mayor enjundia, suelen utili-nr mateiales más consistentes -piedra- y muestran compartimentación intema

bien definida (Fig. 15). No son infrecuentes los recintos defensivos -sobre todo en

los yacimientos que parecen centraluar el poblamiento de la comarca-' a veces

heredados de períodos previos, que muestran aquri caúrcter perimetral y una cons-

tmcción a base de aparejo. Se reconocen, por último, los primeros signos de urba-

nismo planificado mediante la construcción adosada de viviendas, disposición en

teffazas, etc., datos todos ellos que denotan una mayor complicación que la descritapara la Meseta (Abarquero, 2005 : 47 7 47 g).

IV.3' características de lqs cerámicas protagonistas de Iq intrusión

uno de los campos en los que aún queda mucho pof avanzares el de los es-tudios de caractenzación cerámica, y no rólo porq,r" lós ejemplos de análisis depastas sean todavía escasos, sino porque faltan también estudiós de la geología ymineralogía de los distintos entornos ion los que poder comparar los resultados.Pese a todo, no depreciamos el valor de aquellos fragmentos con decoración de tipocogotas I procedentes de yacimientos situados en-ias regiones de expansión quehan pasado por el laboratorio, puesto que siempre lo hañhecho acompañados deotros procedentes del mismo contexto y de tipología acorde a las formaciones cultu-rales de la región. En aquellos casos de los que tenemos noticia el procedimien-to -difracción de rayos X o microscopio electrónico- pretendía dar pistas sobre unposible origen alóctono de las especies meseteñas, aunque la mayortade las veces,por lo menos hasta ahor4 los resultados muestran *u

"o-poricién de estas últimas

muy similar a las piezas del contexto y a la geología del entorno, motivo por el que,

-u ?lori, habría que'pensaf, que fueron fabricadas en los mismos alfáres donde loshabitanJes de aquellos poblados se servían habitualmente. Esto ocurre por ejemploen un fragmento del Llanetede los Moros (muestra g,Marttn delac'n, tsv: ng.50'692; Galbán y Galbán 1987) que resultó haber sido fabricado con arcillas simila-res_a las de otras piezas del yacimiento. Lo mismo ocurre, según las noticias publi-cadas (capel y Delgado, l97B: 349) en el caso de La cuestaáel Negro (purullena)y El ceno de la Encina (Monachil), ambos en Granadal', enLaMarquina B eácádiz (castañeda, 1997: 128) o en ras cerámicas recientemente publicadas de Elcarrascalejo en Badajoz (odriozola, 2007). sin embargo, no háos de silenciarluj otrog datos que apuntan en dirección contraria, es Oá4 que revelan el carácterfo1áneo de las especies de tipo cogotas; algo que parece ocurrir en cabezo Sellado(Alcañiz, Teruel), donde se habla de una có-posiólon radicalmente distinta y ajenaa los materiales del entorno (Andrés, 1990:9)),y en un segundo fragmento del yacitado Llanete de los Moros (muestra 5, lr''arú. áe la cruzit9g7: frg. 37.403; Gil_bán,y Galbán 1987). Estos últimos ejemplos no certifican-lallegadáde hs vasijasdesde las tierras del interior peninsular, únicamente su carácter ajeno al entomo. Encualquier caso tal circunstancia, de llegar a confirmars e, no ha1ta sino certificar lapresencia de unos prototipos que, como queda demostrado, luego son imitados porlos alfareros locales.

F-R,ANcIsCo VIER ABARQUERO MORAS

i

l

16 A este respecto Molina (1978: 213) afirma parael caso del ultimo de los yacimientos todo locontrario.

i

-&l6or-{s I. MÁs Al¿Á DEL TERRlroRro NUCLF-{R

13"-4. Detrás del modelo cerámico

- sin embargo, no podemos negar que en la propia trasferencia de un modelocerámico tan definido y de tanta personalidad .o-ó

"id" Cogotas I se arrasha algo

yu" q" una simple moda decorativa, puesto que para las sociedades primitivis,frnqa donde sabemos por muchos documentos etnográficos ,la alfarenaestá llena desLnificados que van más allá de su mero uso práct1co. Frecuentemente goza de uniqortante papel social y se asocia al ciclo biológico y a elementos primarios taniryortantes como el fuego o el agua. Los endo de-Kenya, por ejemplo, no conside-n basura a la ceritmica, ra76n por la que sus tagmentos p.áun"."n esparcidosfumte años en el entorno de los núcleo. ¿" ftuUitróión. Entre las alfareras quechuay chuar de Ecuador la cerámica se usa como forma de transmitir una identidadm:tat, y los dalupa -una ehria kalinga de Filipinas- regalan vasijas en actos denciprocidad generaluaü. cuando se visitan hJ aldeas ¿é amitares y amigos, enuhdos de paz, en visitas a enfermos, en las fiestas, a los jóvenes que acaban deqqT un hogar y a la¡ mujeres encinta (GonzálezUui"*u, zoo3). Los recipientes¡úrados del Rif Occidental (Mamreoos) presentan diferentes niveles de identidad:uibal, local e individual, y las decoraciónes compartidas son reflejo y elementopwenciador de la solidaridad de los miembros de ú aldea (GonzálezrJiquqo et al.,ü[l: 20). Por este motivo no podemos desposeer a la dispersión de cogotas I o dews cerámicas de un alto componente hansmisor de cultura, puesto que estrá prota-gnizada por una alfarería con una destacada identidad qu" rólo es explicabÉ, co-m afirma G. Ruiz

Tapatero e007: 46) por ra fuena de la tradición y lasignificación visual de los códigos decorativos. La adopción de los mismos implicaen parte, como en las sociedades acfuales cuando nos dejamos llevar por las nove_&des foráneas, la renuncia a valores propios y esconde, quizás, el sueño con unasriedad mitificada desde formaciones que viven en esos momentos acomplejadase inmersas en procesos de desestructuración.

En definitiva, lailusión de uia península cogotizadase diluye en una reali-dad que nos muestra un fe1ómeno de "dlvdgación,,áel tipo cenámico de cogotas I,m reflejo de sus estilos decorativos en el seno de onas comunidades cutárutes,imerto en última instancia denfio de un proceso de "aculturación" fundamentalmen-c de tipo material en el que el grueso de los ejemplares que lo protagonizan puedenconsiderarse especies de imitación. una realidad, sin embargo, no exenta de perso-mtidad y fuerza, puesto que permite la transmisión de un ra-sgo de identidad cultu-ral, y su implantación, más si es por medios no traumáticor, oig" una valoraciónpor parte de sus receptores que se reconocen con ello deudores dá grupo emisor almenos en este aspecto.

FR{NCIsCo \,.rER ABARQUERO MoR¡S

V. A Ia búsqueda de explicaciones

Desde la invención de la arfarería no ha faltado dentro de los mismos gnFpos cierta diferenciación entre ros ñ;;;;", que elaboran. Generalmente fabricabanrecipientes comunes y funcionarei J"uir"¿", u ru t *.ror-uJión o al almacenajede alimentos. pero tampo"o .otiun'att . *os.pocos ejemplares en los que la elec_ción de las pasras, .el ilal?'rento pou"¡or, incruso i" ;;;;¿;, parecían haberserealizado con especiar cuidado, unJá"i"""ión que ." ,;;;;;o pocas ocasionesmcrementada ar presentar ros mismos distintas aplicaciones ¿."orutirrur. Sin emba¡_go, no es menos cierto que, en lo que se refiere u ou"rto ,müiá"L

".to¿io __er inte_riorpeninsular- ra mayona¿e tus ,rece. tu r"guoau de las opciones suponía primeroun escaso volumen y segundo un vínculo con determinr¿"r'r*.," cotidianos. conla implantación de ias tradiciones atáreá que definen p.to"ogotus{ogotas I sepueden segregar de forma mucho Ái. .ti¿á *ffi; rt*Ill*p-arr."iones: porun lado la cerámica

..!11*,-"* * tlr:", y por otro los recipientes comunes, decocina o armacenamien\;.3rcaya.noá a-prr-r.u , tantoen su áodalidad lisa comoffiffihnXrepresentación

rerarivam"nri "r".,uou

¿"ro" i" r"Lismos contextos

Tar circunstancia nos hizo reflexionar $baruu e-ro, .gg7)sobre el valor que

3;ffi:i:,!;"-,:fsa1 tenían estas cerárnilur, .ob.. io¿o i^ iáo.u¿ur, presrando

ciedadesp'"";;:;;:'"ffi:,J,f ül;'#J;T:1i:i;il,tr#r,#Jjil;,"r1,fr il;especies con decoración a determir"á"r *-portamientos ritoales o funerarios y suvinculación a'n determinu¿o estumenlo ,"'"ar En el caso de cogotas I, donde rascerámicas decoradas hacen acto ¿" pr"ra*i" en contextos arqueológicos tan pocodistinguidos como ros basureros, Játi¿-"]".ámbas no ofrecen, por Io general, vasosdecorados compretos, donde r"r ""á"

,", "más

frecuente, áffiro, interpretadoscomo ofrendas propiciatorias de ripo ¡ro"r .álo;,;d;::ü#r'": fisos, no pafeceque estos recipientes se hayan de ligar de forma exclusiva y excluyente ni a ra esfe_ra religiosa ni a ra vida de "rt

utu-fru, v i"n"i"o¿o ; ";;J;;;dancia y disper_sión dentro de los yacimieStos, dñü;';re su uso se reserve a un segmentoencumbrado de ra sociedadrs. por,o¿i "uoi"rnos creído posible defender que las

SrTt:'fJ?X"Jr1",$l*J"'IrespondenrunáÁlarrnenteynaranesréticorespon-u",:¡iñffi :,,';HH:,f ,HHl:,i:ljl:?;ru::.1""ffim:",il,,"ilnÍ:

ti La cetámicadecorada alcanza proporciones de cas,i er r2yodel total de ra muestra en La Reque-jada' en San Román de Homija, ;d;;r ;;i;;; ;" ros rorá". ., "r

ó"-"rlrio de euintanilrade onésimo' y aproximadame-nte un 20%o en a cirnzat ¿ecogeces ¿"r u"ri", los tres en va'a_

IitJ",':l':";i'::';Jffi f A:l*:Xit¿:lls"r"."i."ii,i.offi ".o,2005:441)mejor posicionudu, "n

lu-.,.ur" *"i"r v áq,ffi#ffi.TffiH,"1":':::,*iffij?:jnTj?;

lÚh Iú.i.{;nI rS I. \fAS ALTA DEL TERRITORIO NUCLE.A.R

th mr1' habitual. Pese a todo es altamente probable que aquellos recipientes cuyauffiración suponía un esfuerzo añadido, no fueran usados de forma corriente, sino

um de¡errrinados momentos: festines, reuniones familiares o encuentros especiales,

nlhnque se trataría de otorgar un especial empaque con una cuidada presentación

& hs alimentos (Abarquero, 1997; Abarquero, 2005: 497) tal y como hacen ac-- rr te en la tribu Gzatade Mamrecos (GonzálezUrquijo, 2001:20).

Dentro de esta concepción de la cerámica de Cogotas I podemos encontrar

lh ü6'e para explicar su impresionante capacidad de transmisión, puesto que su

gm¡ro potencial intemo permite, facilita y hace posible la divulgación de los estilos

u@üÍfucos. Su carácter doméstico y no restrictivo socialmente, su accesibilidad enú'il tn' alatecnicay su capacidadpara satisfacer los anhelos estéticos y las nuevas

rresidades sociales de ostentación y agasajo de las familias poseedoras es, en el

fudo, combustible suficiente para hacer que este tipo cerámico recolra las grandes,¡f,*mrcias que observamos en los mapas de dispersión.

Pero los mecanismos de difusión de la cultura material no funcionan úni-

'"ilEnte gracias a las posibilidades que ofrece un determinado producto. Tienen

'que darse las circunstancias necesarias para que se prodtzca el contacto entre el

6nryo emisor y el receptor, y aquellas enmarcarse en un conjunto de relaciones

{mmómicas y sociales y servirse, a su vez, de determinados vehículos motores que

h ñciliten. Renunciamos en esta ocasión a repasar la historiografia existente sobre

rü ¡rna, así como a desmontar explicaciones de corte invasionista o migracionistar{rAbarquero, 2005: 413419), pese a seguir manteniendo la posibilidad de movi-rm rtos puntuales alarga distancia protagonizados por grupos familiares. Insistire-

. sin embargo, en las dificultades encontradas para aceplar la trashumancia de

&rgo reconido como responsable del fenómeno estudiado, repasando posteriormen-rE:otros mecanismos económicos y sociales más acordes con la visión actual de unaftlnd del Bronce interconectada culturalmente a nivel peninsular (Fig. 16).

Sl CCImereioViajes ¡nereanüíles

Ir:trrcambia de prod¿lctesft{eeanismo de C*ntaeto)

La Mqier AlfareraExogamia

Traslado de las costumbres alfarerasViaies por rauón de par*$teses

{lt{eeaniemt¡ de üoniacfa}

\*

\Emutaeión d* usos saeiales (fónnulas

* de presentar la co*ida)ñ.eftejo ds fórr¡s¡ae econ*ñdcas ¡¡sociales (campos de hoyos)

(Mecanismos de Contacto)

_ PresenteshospitalariosPequeños regalos de bienvenida

. Viajes de experiencia(Mecanismos de Contacto)

Figura 16. Los vehículos de trasmisión de la cerámica de Cogotas I.

¡t C'Oc,cTAs I. MÁs AU-4 DEL TERRIToRIO NUCI.EAR

l'-I- El espejismo trashumante

Los argumentos esgnmidos para defender ros movimientos gregarios a rar_gn distiancia, repetidos de fo-rma in.i.'t*á .o er.pasado p;.;;;h", investigadoreslem tundamenrarmentg dos: la ".p""iuiJ"ar"uiór, g;ú;;d" óogorrr l y la coin_cilencia de ras ruras de trashumair;il;;". huetis;rq.r;;rü;s de aquer srupo.Eu el primero de los casos podemos aftrmarhoy que no existe-en la cultura mesete-5To*? singular del elemento ñ;.t" sino más bien que éste se inscribe defi_mvamente dentro de una sociedid agrícira, p.,e.,o d; ;;ü;;"'1,, utgrno, análisisFolínicos recientes como los ¿" gr p"iilúr. @a*qui* ni-rt.,iiogl.por ro que secfiere a la coincidencia de los.lug"*r * o;*da y ios ,,.r,n rnñ'¿e ra hashuman_cia tradicionar con la zonanucreaia" cágil¡ t yias ,"giorr", J. opansión respec_üirzmente, creemos no supera r. e*um"n minucioso. por un rado, hemos de tenero' c.¡enta que las comarcas desde donde históricaÁente p;;ñ rebaños tuashu_lmtes se encuentran sobre todo en las serranías más septentrionales de la Subme_Norte, precisamentg donde ro. purtor ," parurizanü in ri.-á y curiosamentefude la constatación de pobhdás i" ó"g"". I es más precaria. En er exhemoq¡esto tampoco hemos de orvidar que losirincipales pastaderos de verano utiriza_fu por los ganados de ra Mesá;;;;;;#", en ra Baja Extremadura, el norre deheha y de Sevilra ven ciudad ¿"i;l;g"*s donde ,"á*a.,

"r.asa la presencia& inunsiones cogotéñas

"o "o-puru.ián-J* onu, regiones. por otra parte, tar ra_miento no serviría yara dar "rpri"*ion "

tu p,. r.ri.iu á" ü. -r-u, cerámicaso tien-¿s del valle aei ppro, trryry¡ á" iastos no compremenrarios a ros de la@Éa der Duero, o en Alava y ét No.t" á. ro.togut, cuya latitud es similar a 'a

manuclear de Cogotas L

La actividad trashumante surge en un momento concreto de la Historia co_m un negocio de los grandes propiet-arios de la castilla -"Jirár'"" cuyos benefi_G va a participn la coroni, ruznn por la que ésta aporta los mecanismos de'mrol y seguridad que sólo un estado'irganrzadoy fuerte puede ofrecer. Durante

m*#"i,ff:T;"'* condiciones ."?nto¡* ó; ;;;ril.;-resultando por roe*'üá;.#'",::";n'ffi :';?f :"T*"'"'H?,*:1T;'*"fff:t:*:*5 o"J"do

{9 ovejas criadas "on

no., opecíficos y tras un planteamiento eco-Mrco desarrollado, con el 0bjetivo ¿e outener un producto , ruiuiu, paru erque seuene prevista y asegurada una salida int"*u"ionut.'E" ;;;.;";a menos ambi_m+c4 donde el ganado gerviría para el,'uni*i-i*to der grupo y, arosumo, paraúener excedentes destinados "r

i",.*"-ii", tares desphz?nnl.ri,i, ,on completa_

o L]a rePaso bibliognífco sobre la defensa de esta actividad, asi como una larga lista de publicaciones,FE Eaan la hashumancia nrehistórjca ¿*¿. ¿i.ri"i", o*ar.¿. ui.,u. ,. .".oi. .,i lu rnonogrufi, qu"üüre ta ditusión de cogoüs ¡ñiil;;#;:".L", (Abarquero, 200i: 423437), ros razona_mm aquí expuesros pueden verse ¿esanoilaáás ,_pri"_"i

" ." án_'*fáí;.-"-

it

ln

F'R {NcrsCo AVTERABARQUERO MoR,rs

mente innecesarios' El mantenimiento de los rebaños durante todo el año en el inúe-rior del territorio de cogotas r ".

p".r""tu-"nt" posibre, sorucionando las épocas deescasez de pastos a través de mecanismos de trasterminanciq aprovechamiento dehumedales y almacenamiento de "d;:"Por lo tantq po{em9s decir que

]a farta depruebas concruyentes sobre zuexistencia2', lo innecesario de su a".urráro y las dificultades que entraña su desa_

ülT * época prehistónca,rotr *grr*n os suficientes ;;ü rechazarra hip'

V.2. La carreta del mercqder

Si por un rado resulta compricado admitir movimientos gregarios dirigidosy a gfan escala, por otro a nadie se.ie.escap" il;.t*;i" á"#r."*oos ancestralesde redes de intercambio y conocimiento que se extienden por toda la penínsulaIbérica y que' a través ¿" int".-"¿i*ilr,"ull"uo"untambién a los ámbitos mediterrá-neo, atl¿ánrico y continental. En las t"gion"r.ri-ít

"fr, ; ¿;;;; i,

"o "." espacio alque hemos denominado zona. de.#;;;,jo. n'".uni.--o.-irJr**les se basaríanen el trueque de bienes complementario., Ln *yu obtención tuvo mucho que ver rallamadaRevorución de los produ"i"r-i"""*¿*á, y.r p;ii;uil.,á cunu¿.ro (Harri_son y Moreno' 19g5), a través de los ;;1". se produce la generación de bienesexcedentarios que se pueden destinar

"r "áÁ"*i". e -"v"ráiiá".ia se ha prantea_do la relación de ra ;'expansión" d; ó;;;;", I con el óo,n"r"o-¿" ra MetalurgiaAtlántica en función a" u .mpJ"¿rr"i""¿i zada en soracueva de Lacozmote(Alava) en el mismo contexto q,r" un buen lote ¿" ."r¿-icu. ál-óogot r I, aunqueen este sentido no podemos dejar de recordar la existencia d" "[ni'd"r":uste crono_lógico entre ambos r"1it*"^J.

J"ÁuiJr." podrían esgrimir argumentos a favor deun comercio del oro c9n un flujo entre ra üeseta v ru "o.ru

[iiliiou, ello en fun_ción de la proximidad tipológica ¿" ¿g"r", piezas de los tesoros de Abia de raobispalía y de v'rena, este úrtimo "n

ru".utu ¿Ér vinuropo, unu "]""g""grunca espe_

:1T:"1:^:*ada,por los hallazgo;-.".¿ñ"o. de tipo rneseteno. Los mismos ca-rrunos' slempre del interior a las zonas costeras, se defienden para ertraslado decarne o de sal, procesos todos elros .n .uyá "rt"la

podrían viajn también los estiloscerámicos de Cogotas I (Fig. 16. I ). - --J * -

t{fÉ.-

20 En este sentido se han^aportado-análisis comparando-el mercurio de los huesos de animalesprocedentes de yacimientos.meseteños y de otros recogidos "n

u.aoru_r"-oros manchegos de lazona de Almadén, intentando con ello á;";;; oy: 1". primeros pastaron alguna vez en lospredios de ros segundos e1tp91on á. r"r "iár.#dades áe "r;;;#;,":on las que cuenran(sánchez Meseguer v Gatán.

.zooi, i;;r;;;;;"rii.g1r-"", parecen muy parciares y ros pro_cedimientos todavía poco contrastaoo, .o,no p-uiu qr. pu"oun ser considerados irustrativos.

L N{As Aü.A DEL TERRIToRIO NUCI,EAR

El @uar de la novio alfarera

ofra explicación social de gran éxito en los últimos años, es la posibilidadlas cerámicas de cogotas I se dieran a conocer gracias a relaciones matrimo-exogámicas, mecanismos de intercambio de mujeres que tienen como fur

rla endogamiay regalar los desequilibrios intemos entre los sexos en funcióngrrryo de edac2|. La huella arqueológica de este tipo de movimientos se ha que-

ft¡rrpara fases cercanas y territorios también interiores en los ajuares suntuosos&hs tumbas de El carpio y la Aliseda (Ruiz-Gálvez, r99z),"n

"i torqrr". de tipo

bsodonal de Castrojeriz (Delibes et at.,1995) o en la faza excisatipo Duffaits'* h cueva del Asno (Delibes et at.,2000). así como en los alfileres de bronce dehT" de la Ribera (Delibes, 1999). Todos los ejemplos citados se refieren a obje-bde cierto prestigio o cuyos prototipos se encuenhan en regiones muy alejadas,ür b que se han interpretado como producto de acuerdos a los que se llega [email protected] de cierto encumbramiento social. Sin embargo, los problemas pam en-rbtr pareja dentro del mismo rango de edad se extenderían a todo el grupo, porb gre los mecanismos de intercambio de esposas debieron r". g"n"rulirádor y,¡üablemente también, organizados en ceremonias especiales y de carácter cíclico.he manera de proceder, gracias a la cual veríamos a las jóvenes abandonar suhgm en dirección a otro poblado, tendría sin duda,m pup"i destacado en la difu-ih de los estilos cerámicos de cogotas I. Pero la importancia de la mujer en elFoeso resulta más sugerente si nos hacemos eco de toda una serie de propuestasqE responsabllizan al elemento femenino de las tareas alfarcras en este tipo demiedades prehistóricas, donde tal actividad era sin duda doméstica y destinada aúvenir las necesidades de grupos reducidos. Tales hipótesis se ven avaladas porftrmos estudios de sociedades tradiciones y por paralelismos etnográficos. Levi-&auss (1986) nos habla de los mitos jíbaros de Bolivia en los que la alfarería tieneqtne de mujer y la ar.cilla es hembra, o de la leyenda que cuenta como una mujer&be saber fabricar por sí misma una vajilla de calidad donde pueda cocer y servirh rza para mantener un buen marido. En este sentido resulta interesante la tradi-tifu gzana, una comunidad del Rif marroquí de la que ya hemos hablado anterior-Ent€ y donde también son las mujeres las que fabrican la cerámica, según la cualh novia lleva el día de la boda unas jarras llamadas barradas ala casa del maridowto símbolo de integración en su nueva familia (Gonzálezurquijo et at.,200r).

Por todo ello creemos muy posible que la exogamia sea la responsable dehrcna parte de la difusión de la cerámica de cogotas I, imaginando que fueranaquellas esposas que se trasladan las que portarían entre su ajuar alguno de los pro-btipos (como las gzaua) y que luego, en virtud de su carácter de productoras-alfareras, fueran ellas también las que continuaran con la tradición, trasmitiéndola

lr Relaciones del mismo tipo se han defendido también para la difusión de la cerámica campani-forme (Brodie, 1997).

FR {NCTSCO JA\.rER ABARQUERO MOR¡$

además a sus descendientes (Fig. 16.2). El éxito de este proceso puede ser miáscontundente en las regiones perifericas ar áreanuclear (;;;; d. óontacto) perono descartamos la posibilidad de que, con el paso oe tas geÁaciones o a travesde viajes comerciales, los esponsaies involuciaran tambiéi a consortes de tierrasmás alejadas.

t/.4. El reflejo de los otros: emulación de conductas sociares y económicas (Fig.16.3)

una particular. propuesta, cuyos principales argumentos fueron defendidospor R' Hanison (1995), apunta que la cérámica de CJgotas l- Árcníauna nuevatendencia en la manera de consumir los arimentos, puesto que sus amplias cazuelasca¡enadas resultarían.propicias paralapresentación de viandas sólidas, posiblemen-te asadas, en oposición a ros contenedores de_las fases pr""iu., -ás ud"cuudo, purupreparados hervidos o líquidos. La difusión de la alfarlríu desde la Meseta

"ruriipor lo tanto, relacionada con la extensión y aceptación de esta nueva costumbre enlos territorios vecinos, entendida además en el marco de determinadas celebracionessociales a las que Harrison denomina "banquete familiar,'. Argumentos muy pare_cidos se defendieron en su día. para interpretar er ajuar campaniforme (Shena!1986), pese a que en nuestra opinión la cenirnica ¿""ótu¿u á. éoioor I no parececonstituir, al contrario que las cuidadas vasijas de la fase anterioi un bien de usoexclusivo destinado a las élites (Abarquero, iOOS, +U¡.

. Tamlién se podría plantear que el viaje de los estilos cerámicos de CogotasI estuviera relacionado con la dispersión de dlterminado, ;;;;"rrentos econó-micos asociados a su vez a gestos sociales. La coincidencia, no muy frecuente porotra parte, de las decoraciones cogoteñas en las regiones ie expansion denfo dehoyos-silos similares a los que són tan habituales-en la zonaill#i;;;aventurar que su llegada tuüera que ver, por un lado con un definitivo avance de laseconomías de base u4*rq y por otro cón ciertas formuras de sellado en nada ca-tlulT y."n las que podrían incluirse comportamientos rituales o de tipo propiciato_rio (Enríque z, 2007 -2008; Miírquez, 200i.

V. 5. Pequeños presentes

En el caso delfenómeno campanifoÍne se debe a Sherrat (19g6) la lecturade sus onerosos recipientes decorados como biener o" protigio susceptibles de

,F

i

22 Esto ocurre enlazonade contacto (Moncín, AlavayMonte Aguilar), pero también en otroslugares más alejados (Tapado da. caldeira * á eu;9 óuero, El c?-*ó"rii"'.n el Guadiana, oCarmona y otros yacimientos en Andalucía Occidenál¡.

i.' I- U,{S AU;. DEL TERRIToRIo NUCLF"\R

€n un circuito de intercambio de regalos entre las élites de los distintos gru-ge consolidanan así sus relaciones de confraternidad y colaboración. Para

I, sin embargo, resultaría más complicado defender una propuesta similarircluir matizaciones de bulto. Es cierto que las cerámicas de este último grupo

-to o más llamativas que las del anterior, y que en muchos de los poblados de

Egrrsión son realmente escasas, y también que contamos en la Meseta con algu-mQietos de prestigio de origen alóctono que pudieran interpretarse como la con-lQtrtida en el intercambio. Sin embargo, no podemos olvidar que se haünfobado el origen local de un buen número de ejemplares de tipo meseteño

rhs en los poblados de expansión, ni tampoco el carácter facilmente imitable& h mismas o su probada condición de producto doméstico enla zona nuclear,rtea resfingido a las élites.

Por este motivo, creemos que los ejemplares decorados de Cogotas I no re-tr propicios para rm intercambio como el defendido en el complejo Campani-

! establecido inter pares, enffe los dirigentes de diferentes grupos como

FEba de su posición superior. Sin embargo, esto no descarta el uso de las mismasnn nivel menos arrogante, como pequeños "presentes" en ceremonias de agrega-ü¡iq visitas a enfermos, a los jóvenes que acaban de fimdar un hogar, a los viajerosres de salir o a su llegada, etc. Este tipo de actitudes (fig. 16.a) son las que se

dlecen dentro de un marco de reciprocidad generalizada y de hospitalidad muy&smtes en las sociedades del pasado y que perduran en algunas efrias indígenas

-&@ffi"En definitiva, y tras el somero repaso de las posibles causas que impulsan

d rtso de las cerámicas decoradas de Cogotas I, insistimos en que la respuesta no

¡nede ser única y que, descartadas algunas posibilidades ante las dificultades queün¡entran en su argumentación, habna que decantarse por una combinación demcrnismos comerciales y sociales que actuarían con mayor o menor peso en fi.rn-

ciih de la dirección en la que nos movamos y de los factores extemos que intervi-úxen en el proceso. En relación a este último aspecto hemos de reconocer que end éxito protagonizado por las cerámicas de Cogotas I tienen que ver también algu-ms circunstancias que se dan cita en los denominados territorios de expansión, las

c¡¡áles facilitan la implantación de los modelos meseteños (Abarquero, 2005: 450-452). Nos referimos, por ejemplo, a la carencia en los lugares de destino de una*rajilla de lujo de similares características -la falta de una competencia activa inter-oe-, ala escasa definición material de los horizontes a los que afecta, a la ausenciade estímulos similares que lleguen desde ofos lugares de la Península, al menosü¡rante parte del período, o al hecho de que la injerencia se produce en comunida-

98

FR {NCrscoJAVTER ABAReuERo MoR tt

des en crisis que han iniciado un proceso de cambio brusco enlo que se mostrarían más permealilü modas exteriores. sus estructuras, pc

VI. En el marco del Contacto Culfural Interregional

. una vez planteadas todas ras altemativas. para explicar este particular fe_nomeno, y por si ninguna de e'as convenciera,i;;; J;;li en conjunto, nosqueda apelar a la tendenciu qu. guou".n "ros

en los últimos añceste tipo de présramos dentro oI un amprio ".""n'o^;;";ffi"'"tJ:,*,r:i#entre tos grupos currurales ¿. ru ¡¿uJ¿a'b.*.. t""t^;;;; de comunicacio.nes que afecta a roda Europa y

"r vrJrt

lineo (Brasco y Lucas. 200r y 2002:Blasco' 2002J003\. En esta ld.;'r;';;;an enrender tamili¿n ros argumenros deArmagro-corbea (200g), dr*;;l;rl",,rYro, años viene defendiendo Ia existenciade un subshato durante íá É¿u¿¿.i B;rr* que se inserta .n ul ri*"-a etnoculturarde tipo Indoeuropeo.lcaico v q* * i" i"nÍnsura lo¿¡.,

"J"r¿iría bast¿nte biencon cogotas I y su dispersior. É"r i" ;;; este ultimo r"no-"r,o'r" vería inserto entT-frff:::

más amplio en el que ." lon¡ugun "1"-";;;;;rógicos, sociares y

No podemol olüdar, por otro lado, que se ha considerado a la Edad delBronce como la era de t"r g#J;;ii¡".L""0r¿o.¿rto. .-omo formura de acre_

;::tr*ffi"::"'er' prestieió' tono.¡.i'"-n"t* v.1'.tyÁ;;.,'""'ri""nan racirirados

iitu¡o,vp".ñÉJ.#,H:J::T*:r,#.iwt.__*iitr",',,:iJfi3fltffi:1"Lffr?y:r:. se ¿rbuja Á;;;;*y" mundo der Bronce interconecradoE'."'¿l',"i;iffiil:H í ffffifffi):"'o' er Meditenáeo occi¿ent¿l hasü

Existen pruebas suficientes para auedifarra participación de cogotas I eneste fenómeno de interconoion "uiti*r1!-.es9ala y, por ro tanto,paraentenderlas bases der fenómeno en er que se inscñe.ru oirperri?r;;ili cerámicas. Lostestimonios de esras reracigle¡ ;;;;;d;;o1a* * res frentes diferentes: ra mera_

Hfi:: ]lfil:','#' n uj os de I' i.'i"'?J ."

"i i n

"n t"

" *opl; ;l;.:;. n tes m ed *e_

2l Podemos recordar aouí ¿1,¡¡i5 famoso de los viajeros de la Edad del Bronce, el errabundoodiseo, que ltega u .u putriu ¿"rpre, l.lño]il;d;", "oueza

y sabiduría.

.|j L \LlS ATLÁ DEL TERRIToRio NUCLEAR

INFLUJOS

ATLANTICOSTSFLUJOS

ffigF¿ I 7. La proyección de Cogotas I en el marco de las relaciones culturales de la Península Ibérica yel resto del continente europeo.

N'l-l. IA convergencict de la Metalurgia Atlántica

Tras décadas de estudios sobre el tema no cabe ya duda de que existe una,nfncidencia, aunque sea parcial, tanto en el plano geo$áfico como en el temporalcuúe la metalurgia atlánticay Cogotas I, algo en lo que tiene que ver, como defien-da Almagrc$orbeo, la existencia de un componente éfiico indoeuropeo arcaico,cmún a toda Europa occidental. Recientemente (Abarquero y Delibes, 2009a:209)y tras el estudio de las fechas calibradas obtenidas en la cuenca del Duero, decíamosgre la cultura de Cogotas I sigue activa durante las fases atlánticas de Tautonü1600-1280 cal. B.C.) y Penard (1350-1080 AC), y también en los comienzos deSilburton (1220-960 cal. B.C.), quedando el óptimo de esta metalurgia (ejemplari-zado en los depósitos tipo Huerta de Aniba) ya en las postrimerías de Cogotas I,\Ttizás en un mundo retardatano del mismo. Es durante aquellos momentos cuando

@emos asegurar existe interacción entre los dos fenómenos, avalada ahora ya portestimonios directos de convivencia gracias al hallazgo de piezas como el moldemúltiple de Piedrahita (Mucientes, Valladolid), que contiene en una de sus caras elraciado de una punta tubular, tipo atlántico inequívoco, y eue se rodea de un reper-¡orio cerámico claramente adscrito a Cogotas I (Delibes yHenán,2007:240). Otros

FR,\NC]SCO JAVIER AtsARQUERO

i

argumentos, como ra posición geográfica y.alguno de los tipos der depósito leonesde valdevimbre (Delibes ",

oí, zioij,-avalanra convergencia de ambas manifes_taciones y, por lo tanto, posibiútan que en ros ¿o. .u.o.-r"li-i..un de mecanis_mos similares y de ra misma inr.aestructura general de contactos y relaciones paradarse a conocer en otras regiones mas alejadas.

V1.2. Los caminos transpirenaicos

El miedo a reverdecer viejas teorías invasionistas ha pesado en el ánimode los investigadores oe cogotus i;;*;ü;" d.illJuT""fntauu, reticenciasalahora de admiti¡ cualquiei."ru"loo á" esta curtura con ras t udi"ion". europeas.sin embargo, la nueva *'irion oe un mun¿o iot"r"orr..tJo iermite expricar lapresencia de dererminadas manufa"*", á"-.*¿*;:;"#,i"gadas de más alláde los pirineos o fabricadas "oÁo-i.rru"ion". o. uquttiJ..;;, .. podrían inter_pretar el mencionado torques áureo de tifo rara_noáonuirraru¿o en castrogeriz,los dos arfileres de bronóe de Fresno dJ h Rib".u i"-uji,

"ir"dos, el brazareteigualmente de bronce de El Bemr".á *on decoración ,i.'". a los bretones detipo Bignam-, un estoque palentino de la corecci¿n p"ni"o"¿" o, incluso, ra tazacerámica de tipo Duffaits-recono"i¿u

"n la cueva ¿Jar-i" Soria (Delibes,1999; Delibes et ar.,2000). p"ro uá"*iJ ¿" "rto. "o:"r",

,*Li.ior, .uyo. meca_nismos de intercambio y áinrsion;;;d.r;; más que ver con encuentros entre altasdignidades o "omp.omisos entre ru, ?tit"., se empiezan a varorarotros detallesmenos individualizados. en los que tambiJn se dejaiían ."nti, iu, relaciones trans_pirenaicas. En este sentido variós

"u;;;;;1", ."d¿uáo i;;;;;"rras est'ísticasy formales de ta vaii]l1de cogoras i;;;. círculos europeos, óaso de c. Brasco(2002-2003: 42), quien apunta que ús cenímicas d" h ;itu*-mesete¡a no sonmás que una adapfaúó:i" Toil1* gá;erarizadospor diversos circuitos cen-troeuropeos del Hallstat A y B y del fronce Final

'r ruo"Jr. r_a existencia deestos flujos intraconrinenrarás, que vt n^ay#ffiffi;:"for oelibes (1978)cuando relacionaba ras.excisas d" i"g";;; I con una moda qui inundaba a todoslos grupos europeos

{llmo.ment; * 3"-pqdece bienil;"',d"; de unos contac_tos a gran escala y hace más compre".¿ñ la presencia J"^i* .nr¡os cerámicos;Jf,nJ;ffTo

representante ibérico de una iendencia;"r-;; en otros puntos

V1.2. Ecos del Mediterráneo

si hay influjos lejygs que se puedan relacionar de alguna forma con elpeculiar reparto de ras ceriámicas de cágoü, I son aquellos ,egados der Medite_rráneo. Ilustrativos se muestran, sin duia, ros mapas presentados por perlines yBlasco (1999: figs. r y 2) en los que * ;;;*" una llamativa coincidencia de los

L. \frs rr.r.Á op.r.TF.RRTToRTo Nrrcr.F.AR

dect¿dos por la dispersión de la cultura meseteña y las localizaciones defsáneos de procedencia mediterránea, a los que habría que añadir algunos

iuümoa del interior de la zona nuclear donde también se dejan ver elementosldar raigambre. Un ejemplo conocido de esta inspiración es el famoso teso-

l"illena (i575-1400 cal. B.C), que por las fechas y por otras asocraclonesicas --como las botellas y las trompetillas de oro- se puede vincular en

modo a los yacimientos con cerámicas de Cogotas I del corredor del Vina-Sigue sin haber una explicación consensuada para este conjunto de joyas

1999), pero en todo acercamiento a su significado se involucra el tm-papel de su localización en un nudo de comunicaciones que conecta la

interior con la costa levantina, por 1o que sin duda se erige en un testimo-núdable de la existencia de esas redes de intercambio que también fueron

por las cerámicas de Cogotas I y que permitieron además que loshierros, presentes por otra parte en el tesoro villenense de La Rambla del(Hemández Pére2,2005), alcanzaran el poblado salmantino del Cerro

Bern¡eco2a

Particularmente interesante resulta la llegada de las primeras especies al-',fr@ a tomo desde la Argólida. Se trata de dos pequeños fragmentos micénicoslH[h¡rrs en El Llanete de los Moros de Montoro de los que ya hemos hablado, losqPeE$ est'án acompañados en el mismo estrato por soportes de tipo carrete igual-r@ tomeados y por un buen lote de cerámicas de estilo Cogotas I. Esta coinci-&nria demuestra, por un lado el'especial poder de atracctín y fijación en cuanto ah ml-edades y a las modas que tiene el yacimiento, y por otro la utilización de

{lh¡nimras redes de distribución a lo largo de la Península.

Se dibuja, por lo tanto, durante toda la Edad del Bronce pero sobre todo aglrur de mediados del II milenio cal. B.C., un escenario peninsular conexionadorMm Tne red de intercambios comerciales, sociales y culturales en el que se inscri-Mr m comodidad la dispersión de las cerámicas de Cogotas I y que se ve afecta-&, t¡mbién por los frentes lluviosos del atlántico, por los fríos vientosurmnrfurentales y por las suaves brisas del Mediterráneo.

I'IIL La Huella de Cogotas INo hemos dedicado en esta ocasión un gran esfuerzo a hablar sobre la

ormología de la intrusión meseteña en las distintas regiones peninsulares, quizáspr estar convencidos de que sólo con un mayor acopio de fechas absolutas se

@á establecer un calendario fiable de este proceso. Por otra parte,la impresiónwgue siendo la de hace unos años (Abarquero, 2005: 461473), ala que sólo ha-

:¡,-- Lugar al que por los mismos flujos llega una fibula de arco de violín igualmente mediterránea.

FMNCISCo viER ABARQUER0 MoR{s

bría que añadir

T-T,s:1"*1.:ñ:[""::ü:il",ff iff i:J,r;ü'"x:,rfi :i"?::iil,gJ5:'¿:_H"1se Inlcla Prácticamente al n'smoii"rpo qu...l a".p"gr" á. ra curtura en su zona

lli,?fr;"1T,,11ffi'"3:üffi 5fi..1"#*T31;ff5:::"L""¿r¿sticamenÁüSi hacemos caso a las últimas apreciaciones cronoló(Abarquero et at...200ea), .u-ri,oiüat i;r r. ;J;i;#.;;"r"_" r;:?T $rilfB'c', considerando.-¿ír lár ."rir"rLi"*- pá.;;;;;r;; cierto reparo. Sinembargo, e independien,"-"ild. ;;i"cogoor-1;;,,]rt"*;:omo est'o decorari_

i1;''rX'fl:;tl##Ífl;Ll.,i1;:v áe h s"u-.."i" si ,,.*u * -o',"nio

d ió. a nueva,, odu. ".;;;;; H: :# il,i,"l";:,f : i,:""tlü 'ii :i#j:Alicante, donde florecenlos ..tflár j" i"nu fesra ;;r"i;'ri;s de ros arrededo_res de Madrid v de.Guadrror*l """",u upuri.iJn ¿" ü, T"":r-res San Anronio yPico Buitre. No podemos ;.ilr.^r*n.iu 0..i"*;;;y,ú;., enrre argunos detos motivos que cara*eriru,i".o, ;;;;;. ro*u.ion.r;;;ü, , ros viejos esque_

il3.o:::Hf,.''uiff,ru" por la que totfttt'*os que en er surgimrento de ros prime-

r"""'., "o";ffi!",H ilJ,:lJtXTJT"o:l'0" i9,,":l*ñáá.. t, nuera es más

observarse ru ¡i,*,.po'.,.i* ¿" *á p.ñ:tr#ilhll?,o,:finjlffXifiíli;iyJ:",H;t"y.'*:'mt*:#1L, o,...nre er recuérdo de aquera, é.p.-do surge en elros u_n

1,po ¿a,J," q#''3r.il1?&j'jTJJi:':Lh;rl:i*:tr;significado, algo qu9¡arece ocurrir ¿" r".."

"ru.u énarrá"ir.á

"*r¿ o empiezanaaparecer ras decoraciones pintadas d;6;;".".;r; affi; !rJ, roor, 4es4s7).La cerámicade cogotas I habría cumplido así un paper esencial en ra con_sideración de ra propia pd;;;#;.v su mérito cónüstiría en haber hechode parre de ra misma un gi* "'p-;;;;f"t r"g

""rr"t", *?.itr. de una comu-nidad y ponerros ar servicio ¿"'á.,"r-á"¿u. ""r"oru.rJn# .""1""r. Reserva delffi:#'"ti;T":?. ¿" r"

"":,rü pár" rJo

"r""prional, no *,iáiuno, aunque sinunidoa."*",á".iiiili,'13, j;;:T:ffi'ffi:"ff":ihu'0"-Já'"u",:r,i-oqu",

Sigue siendo válida la máxima lanzadapor la D¡a. Femández-posse hacemás de una década en una-de-su. ,rrr-* priri*óu., ,oüL;,#", ra cual rezabaque "Debe estabtecerse g nr*'^ "i#'nü' n1r,,1,* ;;;;;;;i)r, n" ra Meserct,donde las cerámicas a" co[otor] *iio"-d, a" u, "i"*"riíí) kt materiaridadde unq sociedad. y aquellol o"r, a"ri"'ir:'prn^r"r"io episódica se produce en con_:{:;,:';:::;#::ii,;[TTT*",'"J{?J:,t;;";"#s"i.á.,o,necesariocutrura meseteña-' á" ¿"o¿, ¿.'i, i-i".¡o"T:t#::':r,';::,'r'.:-"xÍ;[J*'rj¡fdamenre significativos y tan particurarmánü ia""riori". p"ori"I**o.rse la pre_

L MAs ATLA DELTERRITORIO NUCLEAR

de un modelo sociar v económico sin duda exitoso -el de cogotas I- por.TffT:Hj::li.,l' n "

*d"b"ú;;lilo*". sumidas en una profrrndadebió afectar no soro a sus esrucrurar .utto*tü ".to"ffi##;Jifr:"

,ia concepción como grupos diferenciados.

FMNcrsco JAviER An¡teupno

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