APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE EL ESCRITOR Y EDITOR ...

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Francisco Linares Valcárcel APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE EL ESCRITOR Y EDITOR ARTEMIO PRECIOSO GARCÍA (1891-1945) DIPUTACIÓN DE ALBACETE Biblioteca Digital de Albacete «Tomás Navarro Tomás»

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Francisco Linares Valcárcel

APUNTES BIOGRÁFICOS SOBREEL ESCRITOR Y EDITOR

ARTEMIO PRECIOSO GARCÍA(1891-1945)

DIPUTACIÓN DE ALBACETE

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APUNTES BIOGRÁFICOS SOBREEL ESCRITOR Y EDITOR

ARTEMIO PRECIOSO GARCÍA(1891-1945)

FRANCISCO LINARES VALCÁRCEL

INSTITUTO DE ESTUDIOS ALBACETENSES «DON JUAN MANUEL»

EXCMA. DIPUTACIÓN DE ALBACETE

Serie I · Estudios · Número 270 Albacete, 2021

Biblioteca Digital de Albacete «Tomás Navarro Tomás»

Autor: Francisco Linares ValcárcelEdita: Instituto de Estudios Albacetenses «Don Juan Manuel»Maquetación e impresión: Gráficas CanoDepósito legal: AB 2-2022ISBN: 978-84-18165-46-7ISBN: 978-84-18165-47-4 (Libro Digital)DOI: http://doi.org/10.37927/978-84-18165-47-4

Las opiniones, hechos o datos consignados en esta obra son de la exclusivaresponsabilidad del autor

INSTITUTO DE ESTUDIOS ALBACETENSES «DON JUAN MANUEL»DIPUTACIÓN DE ALBACETE

MIEMBRO DE LA CONFEDERACIÓN ESPAÑOLA DE ESTUDIOS LOCALES. CSIC.

Esta institución es miembro de la UNE, lo que garantiza la difusión y comercialización desus publicaciones a nivel nacional e internacional

Linares Valcárcel, Francisco Apuntes biográficos sobre el escritor y editor Artemio Precioso García (1891-1945) / Francisco Linares Valcárcel. -- Albacete : Instituto de Estudios Albacetenses «Don Juan Manuel», 2021. 407 p. : il. col. ; 24 cm. -- (Serie I - Estudios ; 270) D.L. AB 2-2022 ISBN 978-84-18165-46-7 ISBN 978-84-18165-47-4 (Libro Digital) 1. Precioso, Artemio (1891-1945)-Biografías. 2. Precioso, Artemio (1891-1945)-Crítica e interpretación. I. Instituto de Estudios Albacetenses «Don Juan Manuel». II. Título. III. Serie. 929 Precioso García, Artemio 821.134.2 Precioso, Artemio .09

Ilustración de portada: El escritor Artemio Precioso García en un paseo, probablemente del norte de España o del sur de Francia. Fuente: Archivo de la familia Precioso.

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Este libro está dedicado a la memoria de mi esposa, María Luisa, a la que tantas horas robé para la redacción de sus páginas.

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Agradecimientos:

Quiero agradecer la colaboración de la familia de Artemio Precioso que me ha proporcionado desinteresadamente el escaso pero valioso material que conservaba de su abuelo. Gracias especialmente a Amado, Amaya, F. Javier y Miguel, nietos de Artemio, que, en sus conversaciones, me han revelado facetas de la personalidad de su abuelo que no figuraban en ningún documento.

Mi agradecimiento también a María José Herreros Núñez, que revisó la última versión del texto con el ojo crítico que siempre la caracteriza.

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ÍNDICE

INTRODUCCIÓN ......................................................................................13

Capítulo 1. FAMILIA, INFANCIA Y ESTUDIOS .................................19

Antecedentes familiares. Infancia. .........................................................21

Estudios y traslados ..................................................................................28

Capítulo 2. EN MADRID. EN LA CÁRCEL.EN HELLÍN Y VUELTA A MADRID ......................................................35

Primera estancia en Madrid ....................................................................37

El atentado a Francisco Gálvez ...............................................................38

Vida en Hellín. Matrimonio. Primeros escritos ...................................42

Capítulo 3. NACEN LAS EMPRESAS. PRIMERAS OBRAS ..............49

La Gran Revista Cultural Hispanoamericana ........................................51

Nace el empresario: La Novela de Hoy ...................................................55

Dos breves colecciones: La Novela de Noche y El folletín divertido ....61

Obras de Artemio Precioso hasta la dictadura de Primo de Rivera:El primer abrazo, El hijo legal, La doble pasión, La virgen casada,La que quiso ser libre ................................................................................64

Reacciones a La Novela de Hoy. Vida social .........................................76

Capítulo 4. LAS REVISTAS ......................................................................89

El principio del éxito ................................................................................91

Revista La Vida .........................................................................................92

Revista Los Hombres libres .......................................................................96

La revista Muchas Gracias .....................................................................109

Capítulo 5. LOS AÑOS DE ÉXITO Y CRÍTICA ................................ 129

Los homenajes y la vida social ..............................................................131

La censura y los procesos contra sus novelas ......................................145La censura ............................................................................................145

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Los procesos contra sus novelas: La que quiso ser libre, El légamo de la tragedia, ¿Por qué engañan ellas?, Lavó su honra, ¿Más fuerte que el amor?, La verdadera mujer, Flores de Pasión ...............................153Otras obras del periodo: Isabel-Clara, Las rubias del principal,¡Viva Lutecia!, El triunfo de Carmela, Rosa de Carne, Pasión y muerte, Judías verdes ..........................................................................185Los viajes ..............................................................................................198

Capítulo 6. HACIA LA REPÚBLICA PASANDO POR PARÍS ....... 203

La amistad con Blasco Ibáñez ...............................................................205

Por fin en Francia ...................................................................................217

La traducción de Volpone ......................................................................238

Una intentona de derribar la dictadura ...............................................245

La quiebra de la CIAP ............................................................................249

La caída de la dictadura .........................................................................252

El fin de la estancia en París ..................................................................257

Producción literaria. Labor periodística y traducciones ...................295Novelas: El crimen de otro, Vivir dos veces, Villa Miel, El doctory sus amigas, Evas y manzanas, El millonario polígamo, Memorias de un médico, La muerte de un señorito juerguista, Cuando el amor nace, Placeres y delitos a bordo, El crimen de un celoso, La tragedia del gordo, Materia somos, El destino implacable, Vida nueva,¿Por qué engañan ellas? (ampliación), De lo que no debe huirse ...295Españoles en el destierro .....................................................................320Obra periodística ................................................................................328Traducciones .......................................................................................334

Capítulo 7. EL REGRESO A ESPAÑA. GOBERNADOR CIVIL.LA ACCIÓN POLÍTICA .......................................................................... 337

Gobernador de Toledo .......................................................................339Gobernador de Lugo ..........................................................................344

Capítulo 8. LA PRISIÓN, LA LIBERACIÓN Y LA MUERTE ........ 371

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS .................................................... 400

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FUENTES CONSULTADAS

AABC: Archivo de la Hemeroteca del diario ABC

AFJLP: Archivo de Francisco Javier López Precioso

AFLV: Archivo de Francisco Linares Valcárcel

AFP: Archivo de la familia Precioso

AHN: Archivo Histórico Nacional

AHPA: Archivo histórico provincial de Albacete

AMAM: Archivo Municipal del Ayuntamiento de Murcia

BDIEA: Biblioteca digital del Instituto de Estudios Albacetenses

BIEA: Biblioteca del Instituto de Estudios Albacetenses

BDUL: Biblioteca digital de la Universidad de La Laguna

BNCAPG: Manioc. Bibliotheque Numerique Caraibe Amazonie des Guyanes

BNE: Biblioteca Nacional de España

BOPA: Boletín oficial de la provincia de Albacete

BOPM: Boletín oficial de la provincia de Murcia

BVCLM: Biblioteca virtual de Castilla-La Mancha

BVPH: Biblioteca virtual de prensa histórica

CDMHS: Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca

HAMM: Hemeroteca del Archivo Municipal de Murcia

HBDG: Hemeroteca biblioteca digital de Galicia. Galiciana

HDBNE: Hemeroteca digital de la Biblioteca Nacional de España

HDLV: Hemeroteca digital de La Vanguardia

HMG: Hemeroteca municipal de Gijón

IEA: Instituto de Estudios Albacetenses

PARES: Portal de archivos españoles

TEPRMC: Tribunal especial para la represión de la masonería y el comunismo

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INTRODUCCIÓN

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Pocas personas viven su vida con la intensidad y la libertad, a pe-sar de todo y de todos, con que Artemio Precioso lo hizo. Los convulsos años 20 fueron el marco adecuado para que este abogado, periodista, empresario, gourmet, viajero empedernido y, en definitiva, bon vivant, extendiera sus alas y se bebiera la vida con la avidez del que la sabe única y la presiente no demasiado larga. Su personalidad arrolladora cautivó a las gentes de su tiempo en la misma medida que provocó el rechazo en los ambientes más conservadores. Artemio se colocó siempre en el centro de la polémica y supo sortear los zarpazos que desde el poder lo rozaron.

Precioso, editor, autor de novela corta, periodista, viajero y em-presario, ocupó un puesto privilegiado en los círculos culturales, edi-toriales y, al final, políticos, entre 1920 y 1936. Visto desde la distancia de los años la figura de Artemio Precioso se nos revela como una pieza importante en el engranaje cultural y social de aquella época. Famoso en su tiempo por ser el abanderado de un tipo de literatura galante y de tono erótico, consiguió, sin embargo, reunir en su colección La Novela de Hoy a las mejores plumas de su época. Blasco Ibáñez (al que lo unió una fraternal amistad), Pérez de Ayala, Fernández Flórez, Valle-Inclán, Zamacois, Alberto Insúa y un largo etcétera de escritores colaboraron en su revista literaria semanal que, a la vez que sirvió de entretenimiento a veces banal para muchos lectores, también defendió las libertades, la emancipación de la mujer, el divorcio y se enfrentó, a través de la pluma de autores como Valle, Unamuno, Marcelino Domingo o Luis Araquis-táin, a la dictadura de Primo de Rivera.

A pesar de esta celebridad, le ocurrió lo que a muchos escritores de éxito en aquellos años. El canon literario, la crítica y el rechazo y olvi-do de la época franquista hicieron que muchos de ellos fueran relegados

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a una difusa segunda fila y tildados de «escritores pornográficos», térmi-no repetidamente usado en la prensa conservadora de antes de la gue-rra y durante los procesos posteriores a la misma y cuya etiqueta quedó prendida como una forma distinta de hacer literatura.

Solo rastreando en la prensa de la época, acudiendo a libros de memorias o a sus conocidos prólogos para las novelas de sus autores en La Novela de Hoy, o a los prólogos de otros para las suyas propias, podemos atisbar cómo fue la vida de este hellinero ilustre e iluminar su camino lleno de proezas editoriales en un tiempo récord, pero también repleto de traiciones y desengaños. Fuente imprescindible ha sido el per-fil biográfico que su hijo Artemio escribió y unas memorias que guar-daba la familia y que nos fueron entregadas junto con material inédito y personal del autor.

Poco a poco se van estudiando a estos autores y editores que cir-cularon por el Madrid de entreguerras y que extendieron la afición de la lectura entre las clases populares. Se les acusó de aprovechar las cuatro letras que mucha gente sin cultura había aprendido para meter en sus cabezas, a través de sus novelas, escenas de lujuria y desenfreno, pero lo cierto es que cientos de miles de ejemplares de esas novelas, no todas de género frívolo, fueron vendidos en los quioscos de las ciudades.

Curiosamente, como recuerda Martínez Arnaldos, el eje medu-lar de la producción novelística de Precioso se extiende en torno a tres obras: De la vida (1909), El juego de la vida (1924) y Vida nueva (1931). El estilo de Precioso es incisivo, directo, expresivo a veces y, quizá por eso, mostró mayor altura como periodista. El mismo Precioso dice res-pecto al estilo: «[…] es aquel que dé con más exactitud y menos palabras la sensación de la realidad y la emoción de la vida…» (Precioso, 1925c, p. 7)

Republicano radical, y volteriano convencido, Artemio Precio-so defendió con fuerza el advenimiento de la república desde su exilio parisino y colaboró con la nueva forma de estado desde la gobernación primero de Toledo y más tarde de Lugo.

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Quizás, sin querer, el propio Precioso definió mejor que nadie lo que fue su vida y lo hizo en diciembre de 1930 cuando publicó su nove-lita La tragedia del gordo precedida, como era habitual, de un prólogo-entrevista esta vez firmado por Ataúlfo G. Asenjo.

Dice Precioso que:

[…] la vida es una novela. Todas las vidas son novelescas, aun las que parezcan más planas y grises. Todo depende de «saber ver».

En cuanto a la mía... Sí, yo le aseguro que mi ida es una novela, muy interesante, llena de arabescos contradictorios, de altibajos, de tragedias y sainetes.

[…] la vida es corta, y vale la pena de vivirla, [sic] y hay que vivirla... El amor, el arte, los viajes: he ahí el compendio, el lema de la mía. Tengo amigos y conocidos en todos los países de la tierra (Precioso, 1930d, p.4)

Hemos intentado que la estructura de este libro sea lo más diá-fana posible para que el lector pueda seguir el rastro biográfico de Arte-mio Precioso. No ha sido fácil. Hemos optado por el sistema de bloques temáticos, a pesar de que algunos queden solapados de manera crono-lógica. De esta forma podemos entender la multiplicidad de facetas del protagonista, a la vez que podemos seguir su trayectoria vital a lo largo de los años.

También hemos modificado levemente las citas venidas de pren-sa de los años veinte, cuando la puntuación de las mismas confundía o distorsionaba el sentido del texto.

Esperamos contribuir a un mayor conocimiento sobre la literatu-ra del periodo y, sobre todo, sobre la figura de Artemio Precioso García.

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CAPÍTULO 1FAMILIA, INFANCIA Y ESTUDIOS

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Antecedentes familiares. Infancia.

Artemio Precioso García nació en Hellín el 11 de marzo de 1891, a las once de la noche, «en una fábrica de aserrar maderas llamada La Cerca y luego de San Rafael» (Precioso, 1944a, p. 47). Se le inscribió cua-tro días después de su nacimiento y solo con el nombre de Isaac, no como figuraba en la partida de bautismo: Fermín Ysaac Artemio. Pro-venían sus ancestros de Abarán y se establecieron en Hellín a finales del siglo XVIII. El primer Precioso bautizado en Hellín, en la iglesia de La Asunción, fue Ginés Precioso, nacido en agosto de 1801 y casado con Lorenza Rodríguez. El abuelo de Artemio, José, era panadero y podemos suponerle ya cierta fortuna por las tierras que legó a su hijo José Precioso Roche.

La figura de su padre, José Precioso Roche, fue determinante en la niñez de Artemio. Nació en Hellín el 28 de abril de 1847 y se casó en primeras nupcias, alrededor de 1875, con Josefa Silvestre Valenciano, hija de propietarios de la zona.

Mi padre era hijo de un propietario y comerciante que había tenido dos o tres mujeres, había hecho fortuna, y así se daba el caso de que mi pa-dre fuese pobre y su hermano Manuel, de otro matrimonio posterior, rico. Más tarde mi padre habría de reunir una fortuna, en su trabajo y sus negocios, muy superior a la de su hermano, quienes además tenían dos o tres hermanos, casi todos del primer enlace.Mi padre era hombre superior a su tiempo y logró, tras dos o tres lustros de vacilante suerte, vencer la indecisión y, sobre todo en las maderas y serrerías, ganar algunos millones de pesetas. Al morir, y rodeados de parientes sagaces y elegantes, aquella fortuna se fue deshaciendo como un terrón de azúcar en una bolsa, hasta que a cada uno de nosotros, sie-te hermanos, cuatro de mi madre y tres de anterior coyunda, nos vinie-ron a corresponder unos vente mil duros. Precioso (1940-1945, pp.2-4)

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De esta unión nacieron sus hijos José, probablemente al año si-guiente del matrimonio, Amelia (1879) y Ángel (1883). Fallecida su pri-mera esposa, contrajo matrimonio con Teófila García Silvestre, con la que tuvo cinco hijos: Ana María (1885), Cosme (1886), Mª de la Encar-nación (1889), Artemio (1891) y Octavio (1894)1.

La vida en Hellín a finales del siglo XIX no debía ser fácil. La ex-plotación de la tierra estaba mínimamente mecanizada y las talas que se habían venido realizando desde el siglo XVIII habían mermado, en par-te, la explotación maderera, aunque se habían hecho algunos avances, sobre todo en la maquinaria dedicada a la explotación y trasformación forestal. La superficie productiva de la provincia fue en aumento durante el principio del siglo XX y en los años treinta ya se había situado en un 57%, lo que era un porcentaje mayor que la media nacional. El espar-to enriqueció a los hellineros, que casi monopolizaron este cultivo en la provincia y proporcionó trabajo a muchos braceros que, aunque mal pagados, podían llevar el sustento a sus familias. (Vid. Requena, 1991, p. 55 y ss.)

José Precioso Roche2, el padre de Artemio, poseía ya en 1886 dos fábricas de explotación maderera, una en propiedad en la zona de Isso, cerca de Las Minas y a unos cinco kilómetros de su estación ferroviaria, llamada Serrería de San José y otra en arrendamiento en el mismo Hellín denominada Serrería de San Rafael.

1 Las partidas de nacimiento de la familia pueden ser consultadas en www.familysearch.org2 Tenemos una descripción física de Precioso Roche cuando se le cita a un proceso

abierto por asesinato: «Por este único edicto, cito, llamo y emplazo á D. José Precioso Roche, vecino de

Hellín, para que comparezca ante este Juzgado en el término de diez días, a responder a los cargos que le resultan en la causa que me hallo instruyendo por muerte violenta de D. José Fernández Ausejo, apercibiéndole que, en otro caso, será declarado rebelde y le parará el perjuicio que haya lugar. Al propio tiempo encargo a las autoridades civiles y militares y Guardia civil, procedan a su busca y captura y condución [sic] a estas Cárceles, en caso de ser habido, para lo que se anotan a continuación sus señas personales. Dado en Yeste á diez y ocho de Setiembre de mil ochocientos ochenta y uno, —Pelegrín García Álvarez—De orden de S.S., José María Herreros. Señas del procesado D. José Precioso Roche: Edad treinta y cuatro años, estatura regular, algo grueso, color bueno, pelo rubio, y viste traje correspondiente a su clase de caballero.» (BOPM, 27/09/1881, p.2, HAMAM).

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La Serrería de San José se ubicaba en un edificio nuevo, con gran-des talleres y habitaciones para la dependencia y para los obreros. Poseía un extenso solar para el movimiento de la carretería propio de un nego-cio que acarreaba toneladas de madera. La serrería estaba movida por una máquina de vapor con dos generadores de 24 caballos de potencia construida en Barcelona por la firma Hermanos Alexander. Los dos ge-neradores proporcionaban energía a diez sierras mecánicas que prove-nían de los talleres de Chirivella y Albertos en Valencia. La de San Rafael, propiedad de don Ramón Aranaz, arrendada, como ya hemos indicado, por Precioso Roché, estaba situada al lado de la estación ferroviaria de Hellín. La máquina a vapor, de 18 caballos, que movía las sierras, era también de los Hermanos Alexander y daba energía a cinco sierras y cin-cuenta mazos para moler esparto. Entre las dos fábricas, Precioso Roché contaba con más de cien trabajadores y producía más de 1500 cajas de madera diarias, destinadas al envase y transporte de naranjas. La madera procedía del norte de España y de las propias fincas de Precioso3.

En 1891, el año del nacimiento de su hijo Artemio, Precioso Ro-ché abrió una tercera fábrica en El Maeso, cerca de Las Minas. Acumula-ba en los almacenes de sus tres fábricas 50.000 toneladas de madera. Con esta tercera serrería diversificó la producción de las cajas de embalaje que destinó al envase de otras frutas, además de naranjas: jabones, pasas, etc. Además, sus fábricas proporcionaban madera, cortada a petición, para la construcción y carpintería. Procesaba el esparto vendiéndolo en crudo, cocido o picado. El éxito creciente lo llevó a abrir oficina en Mur-cia en la calle Capuchinos 32 y encargó la representación de sus intereses a Manuel Precioso4.

En 1892 Precioso Roche constituyó una sociedad mercantil con Diego Moreno Martín y José Grau Barceló para «la fabricación de espar-tería, operaciones de banca, compra y venta de espartos, cereales, ma-deras, etc.»5. Esta sociedad extendió sus actividades a las comisiones y 3 El diario de Murcia, 21/08/1886, p.2, HAMM.4 El diario de Murcia, 07/08/1891, p.1, HAMM. Ver también Losada Azorín (1999,

p.382).5 La Paz de Murcia, 12/05/1892, p.3, HAMM.

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representaciones para embarques de frutas y hortalizas. La razón social era Precioso, Moreno y Grau. Los negocios familiares ganaron prosperi-dad lo que, probablemente, le hizo pensar en ampliar sus intereses hacia la parte de Murcia, ya que, al fin y al cabo, era la huerta murciana la que se surtía en mayor proporción de sus embalajes de madera.

En 1897 la prensa incluye publicidad de tres de sus serrerías: la de Alcantarilla, nueva, la de Hellín y alude a otra en la estación de Mi-nas que bien podía haber quedado como depósito de maderas habiendo trasladado el procesado de las mismas a Alcantarilla6.

La idea del traslado había cuajado. Cuando Artemio contaba con siete años, en 1898, y en vista de la prosperidad de los negocios paternos toda la familia se mudó durante tres años a Alcantarilla. El hijo mayor, José, que, a la sazón sería el que dirigiría los negocios paternos, se licen-ció en Derecho por la universidad de Murcia ese mismo año. De esta actividad queda alguna muestra en algunos documentos oficiales. La vida discurre plácida en Alcantarilla y sabemos que la familia estaba in-tegrada en la vida social de la localidad. En 1898, en el Diario de Murcia, aparece una referencia a los carnavales de la localidad donde Artemio, muy niño, se viste de chulo7.

En 18998 José Precioso Roche solicitó permiso para conducir maderas desde el poblado de Minas, en Albacete, muy próximo a Hellín, hasta su aserradero en Alcantarilla. La petición estaba fundamentada en la navegabilidad «oficial» del río Segura.

Don José Precioso Roche, vecino de Alcantarilla, solicita autorización para la conducción de maderas por el río Segura, desde Minas, límite de la provincia de Albacete, al sitio denominado «Contraparada», de este término municipal, cuya conducción, debiendo atravesar los tér-minos de esta capital, Alcantarilla, Cotillas, Molina, Alguazas, Ceu-

6 El diario de Murcia, 10/07/1897, p.1, HAMM.7 El diario de Murcia, 25/02/1898, nº 7587, p.1, HAMM.8 Boletín Oficial de la Provincia de Murcia, nº 174, p.1, 21/01/1899. HAMM.

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tí, Lorquí, Archena, Villanueva, Ulea, Ojos, Blanca, Abarán, Cieza y Calasparra, da lugar a la información que inicia el presente anuncio en los pueblos que se mencionan, pudiendo cuantos se consideren perjudicados presentar sus reclamaciones durante el plazo de treinta días, a partir de la fecha de este anuncio.

Se encontró con la oposición de la Administración. En el Boletín Oficial de la provincia de Murcia9 se ofrecen los extractos de los acuerdos tomados por el Ayuntamiento de Molina durante el mes de septiembre de 1898. Según los mismos, el día 25 de septiembre se acordó:

Protestar por la pretensión de Don José Precioso Roche para conducir maderas por el río Segura, oponiéndose a ella; solicitar del Gobierno la anulación de la Real orden que declara flotable el río Segura; inte-resar el concurso de la Comisión representativa de hacendados para esta y la anterior protesta; recabar la influencia de los Sres. Diputados y Senadores para que la apoyen, y que interín se procede se exijan al Sr. Precioso como depósito dos o tres millones de pesetas.

El Gobernador Civil autorizó en un primer momento la solicitud, pero poco más tarde se acordaba nombrar una comisión que dictamina-ra acerca de este asunto10. La comisión decidió que era imposible dar el sí a la pretensión de Precioso Roche, pues consideraban al río Segura como impetuoso al paso por ese término, con curvas que imprimían todavía mayor velocidad a la bajada de la madera y

[…] estando tan reciente, además, un grave suceso. Tan solo unos meses antes, en una conducción del mismo Sr. Precioso en los alrededores de la estación de Minas donde tenía los troncos almacenados, la crecida del Segura ocasionó la destrucción de puentes, presas, muros y barcas, dejando a su paso un erial. (Caballero, M., 2012, p. 37).

9 Boletín Oficial de la Provincia de Murcia, nº 190, 9/02/1889, HAMM.10 Boletín Oficial de la Provincia de Murcia, nº 216, 11/03/1899, HAMM.

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El Gobernador, finalmente, no da su autorización y sugiere a Pre-cioso que transporte los troncos en ferrocarril. Pero Precioso Roche no abandona la idea y, cerca de un año después, se le concede por fin auto-rización para11:

Conducir en flotación por los ríos Tus y Segura las maderas que han producido 500 pinos embarcando en el término de Huete y desembar-cando en la estación de Minas (Hellín).

Mientras tanto, su hijo mayor, José Precioso Silvestre, había ocu-pado la plaza de juez municipal en Alcantarilla. En ese momento las pre-tensiones del joven eran las de dedicarse a la carrera de leyes12 y formar una familia.

A partir de este momento, y tras un desgraciado accidente, la fortuna de Precioso Roche comenzó a cambiar. En la madrugada del 17 de febrero de 1902 un incendio en el aserradero de Alcantarilla destruyó parte del edificio y de la madera almacenada. Acudió a la extinción del fuego todo el retén del puesto de la Guardia Civil, pero no se pudo hacer nada, y, tras tres horas de denodados esfuerzos quedó todo destruido13. Las pérdidas se cuantificaron en unas seis mil pesetas de la época14.

En 1902 se constituyó la sociedad mercantil López y Monzó15, que se dedicaría a la fabricación de envases para frutas y otros objetos ade-más de a la venta de maderas. La materia prima procedía de las propie-dades forestales de Precioso Roche y el López de la sociedad no era otro que Juan A. López, encargado de su fábrica de Alcantarilla, lo que nos hace pensar que Precioso se apartaba poco a poco de la primera línea de sus negocios.

11 Diario de Murcia, 7/04/1900, p.3, HAMM.12 Heraldo de Murcia, 19/06/1901, p.3, HDBNE.13 Heraldo de Murcia, 20/02/1900, p.2, HAMM.14 Las Provincias de Levante (Murcia), 19/02/1900, p.3, HAMM.15 El Diario de Murcia, 14/11/1902, p.3, HAMM.

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Las citaciones judiciales menudearon durante los últimos años de vida de Precioso Roche y seguramente el joven Artemio tenía memo-ria de este periodo. Criado en ese ambiente, debió desarrollar a la vez que un incipiente espíritu empresarial, la certeza de que la vida se debía vivir sin demasiados asideros y debía avanzar por ella con paso firme.

El día cuatro de diciembre de 1902 contrajo matrimonio el hijo mayor de Precioso Roche, José, con la murciana Francisca Ruano Ma-rín16, hija de Francisco Ruano Blázquez, empresario del esparto de Águi-las. Esta familia, muy conocida, debió aportar la estabilidad económica necesaria para la continuidad de los negocios de Precioso Roche. Merece la pena trasladar aquí parte de la larga noticia de prensa relativa a la boda que da idea del nivel económico que ostentaban tanto la familia Ruano, como, quizá todavía, Precioso Roche en aquel momento:

Anoche a las diez se celebró en la iglesia de Santa María y en la capilla de los Vélez, el acto religioso de contraer matrimonio la bellísima y simpática Srta. Paca Ruano, con nuestro amigo el joven José Precioso.Mucho tiempo antes de la hora señalada comenzó a entrar en la iglesia una gran y distinguida concurrencia, deseosa de admirar los encantos de la novia, que con las vestiduras nupciales hacía resaltar.Poco antes de las diez llegó la comitiva; lucía la novia riquísimo traje de seda, con amplio finísimo velo, y un aderezo de brillantes de grandísimo valor. El novio vestía traje de etiqueta.Terminada la ceremonia religiosa trasladáronse los invitados a casa de la novia en donde se sirvió un espléndido lunch. Reinó, como es natural en estos casos, la más franca alegría, se brindó por la felicidad de los recién casados y bien entrada la noche retiráronse los asistentes.Al acto asistieron un grupo de señoritas que dieron con su belleza digno realce a tan hermosa fiesta.Estas eran; Lola Marín, Carmen Unánua, María Guirao, María Marín Ruano, Clara y Encarnación Precioso, Soledad y María Ruano.También asistieron las señoras de López Carpena, López Gil, Ruano, Guirao, López Mesas, Ballesta, Marín y Guzmán, Tomás y otros muchos señores cuyos nombres omitimos por no hacer muy extensa esta revista.

16 Heraldo de Murcia, 28/11/1902, p.2, HAMM.

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El maestro Solano amenizó la fiesta tocando al piano algunas piezas de su repertorio.Los nuevos esposos han sido obsequiados por parte de sus familias y amigos con valiosos regalos, entre los que figuran los siguientes:De la novia al novio, una botonadura de brillantes.Del novio a la novia, un valioso aderezo de brillantes, un precioso vestido blanco de seda, otro magnífico de terciopelo negro, otro de seda gris, un abri-go de terciopelo, cuatro sombreros, tres sortijas de oro con brillantes y un adorno de cabeza de brillantes.De D. José Precioso Roche, padre del novio, una mantilla negra de blonda.De D. Francisco Ruano, padre de la novia, un positivo regalo en metálico. Un estuche con veinticuatro cubiertos de plata, otro con doce cucharillas del mismo metal de D. Alejandro Marín y señora, abuelos de la novia.Un juego de café de D. Carlos Marín.Dos preciosas figuras para luz eléctrica de porcelana de D. Rafael Marín.Un estuche con dos docenas de cubiertos de plata, de las hermanas del novio, Srtas. Clara y Encarnación Precioso.Un reloj de mayólica y bronce de D. Rafael Tomás y esposa.Dos cuadros modernistas de bronce de D. Fructuoso Carpena y esposa.Un estuche con doce cubiertos de plata de D. Juan López Gil y señora.[…]

Y de esta manera seguía la lista de regalos, a cual más lujoso.

Estudios y traslados

Artemio Precioso comenzó su educación a los tres años en He-llín. El maestro se llamaba Antonio Molina (Precioso, 1944a, p. 47). A los siete años se trasladan al aserradero de Alcantarilla donde permanece tres años, suponemos que escolarizado en el colegio local y, más tarde, en 1901, regresó a Hellín con el grueso de su familia, cuando Artemio contaba con diez años. Allí comenzó el bachillerato en el colegio de don José María Silvestre Soria, aunque al año siguiente fue enviado interno al colegio de los Jesuitas de Orihuela. El monumental colegio de Santo Do-mingo estaba regentado por los jesuitas desde 1868 cuando, tras la revo-lución, volvieron los miembros de la orden, hasta su expulsión definitiva en 1931. Durante esos años se convirtió en un centro de referencia para las clases acomodadas, no solo de la ciudad, sino de una amplia zona

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geográfica. Al haber en el colegio alrededor de tres cuartas partes del alumnado interno, muchas familias de la provincia de Alicante, Murcia y Albacete optaron por educar a sus hijos en esta institución.

Fig. 1. Octavio Precioso, delante del butacón, acompañado de su hermano Artemio.Archivo de F. Javier López Precioso (AFJLP)

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Según el mismo Precioso su vocación literaria surgió a los doce años en este colegio de los jesuitas donde escribió su primer artículo acerca de la igualdad, la libertad y la fraternidad y, poco más tarde, esta vocación se afianzó con la lectura de Larra, lo que lo llevó directamente al periodismo y a la fundación de varias cabeceras en su Hellín natal17.

Precioso traslada, años más tarde, sus recuerdos de los jesuitas de Orihuela a una novela en la que apenas disimula su carácter autobio-gráfico, El descontento, publicada en 1922 junto con otras en el tomo que lleva por título El hijo legal. Allí habla de la soledad, la angustia y el aban-dono que experimentó y recuerda las costumbres del internado, entre ellas, la prohibición que tenían de hablar entre los colegiales en clase y en las filas que formaban en el patio. Solo cuando salían de paseo, siempre emparejados con aquellos que peor se llevaban, quizá con la intención de solventar esas pequeñas diferencias, podían conversar. Recuerda tam-bién los madrugones a las cinco y media de la mañana para acudir a misa y después al estudio antes de desayunar una simple taza de chocolate y un vaso de agua.

En los jesuitas le sobrevino una especie de crisis de fe que lo llevó desde una devoción extrema hasta el desengaño final. El caso es que, después de una enfermedad que le hizo perder el curso, fue matriculado en los escolapios de Getafe. Dice Precioso:

Mi estancia en aquel centro no pudo ser más breve ni más ingrata. Yo venía de un colegio donde los profesores no pegaban y me encontré con unos frailes que con el pretexto más nimio propinaban unas pali-zas épicas. (Precioso, 1922, p. 143).

Allí presenció cómo uno de los curas pateó e incluso mordió a un chico que había sacado el reloj para mirar la hora mientras rezaban el rosario. Al día siguiente Artemio se fugó, pues, según estas memorias disfrazadas, «él no había nacido para convivir entre energúmenos».

17 Vid. Prólogo de Emilio Carrere a La doble pasión, novela de Artemio Precioso con ilustraciones de Máximo Ramos. La Novela de Hoy, nº 24, 27/10/1922, BIEA.

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Unos meses después de la boda de su hijo mayor, en la madruga-da del diecinueve de agosto de 1903, moría en Alcantarilla José Precioso Roche, después de una larga enfermedad. Fue embalsamado, trasladado y enterrado en Hellín18, en el panteón que él mismo hizo construir en su ciudad natal, obra de Josep Campeny y Santamaría19. Artemio tenía trece años. En sus Páginas autobiográficas (1940-1945, pp. 3-8) recuerda estos hechos y perfila el carácter de sus padres:

Yo tenía trece años cuando José Precioso Roche murió en Alcantarilla (Murcia) rodeado de su mujer e hijos. Allí poseíamos una gran fábrica y buenas maderas, con muchos espartos y dos máquinas a vapor de bastante potencia.Mi madre no estaba preparada para la viudez. Sin cultura. Muy religio-sa, muy buena, no sabía una palabra ni de negocios ni de letras. En su vida casi no había hecho otra cosa que llorar. Por lo que de pequeño oí que le contaba a otra mujer, ya le habían avisado de que sería desgra-ciada si se decidía a unirse con mi padre. Este tenía fama de mujeriego, jugador y de poseer un carácter violento, despótico e irascible. Mi pa-dre no era precisamente, como le presentaban sus convecinos cuando iba a contraer su segundo y último matrimonio. Mujeriego, lo era, y mucho. Pero había forjado con tesón y visión certera lo que tenía, hasta el punto de que cuando se casó con Teófila García era pobre y luchando mucho dejó una de las fortunas más vastas del término municipal de mi pueblo. Por lo de las mujeres sí mi pobre madre sufría mucho, lloró sin consuelo, […] Mi padre no solo alternó con unas y con otras, sino que tuvo queridas oficiales y hasta hijos fuera del matrimonio. Pero era bueno, generoso, aunque irascible y de pronto peligroso, de esos prontos que como gases se evaporan en instantes, y en los que la calma vuelve a reinar enseguida. Estos caracteres tienen algo del arranque del toro bravo, pero, como éste, son nobles y acaban por ser guiados con facilidad. Solo necesitan no ser provocados y estérilmente no ser mal-tratados con naderías o impertinencias.

18 El Liberal de Murcia, 19/08/1903, p. 2, Ayuntamiento de Murcia, HAMM.19 Josef Campeny y Santamaría (Igualada 1858-Barcelona 1922) fue un conocido

escultor que obtuvo la medalla de oro en sendos concursos en Viena (1904) y Atenas (1908). (Vid. Moreno: 2016).

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Desde su muerte mi madre se dedicó a enaltecerlo, a honrar su memo-ria considerándolo casi como un dios. […] Mi madre era hija de unos modestos terratenientes, Cosme García y Clara Silvestre que habían vivido en su casa, más que con modestia, con estrechez y purificadas con la muerte las impurezas carnales de su esposo, conoció y apreció como pocas el bienestar material que había ganado para ella y sus hijos el autor de mis días.

Ya en 1908, siendo director de la publicación Juventud de Hellín, gana unos juegos florales organizados por el ateneo de su pueblo, con el trabajo Crónica literaria, escrito junto con su amigo Mariano Tomás20.

Mientras tanto, su hermano José regentaba con aparente éxito los negocios dejados por su padre. Entra en el negocio del pimentón a través de la firma Precioso y Gomáriz, constituida en 1906 y formada él mismo y Pedro Gomáriz Lozano, de Hellín. Utilizaban para moler el pimentón el molino harinero que José Precioso tenía instalado en su aserradero de Alcantarilla (Montes Bernárdez, 2016, p. 110). Acredita también un dominio sobre terrenos de secano anexos a la estación de Alcantarilla21 para ampliar su industria. En junio de 1908 aparece un extenso reportaje en El liberal de Murcia22 sobre la fábrica de Alcantarilla que el joven em-presario se había encargado de ampliar.

Como las más importantes industrias murcianas se hallan situadas en los alrededores de la capital, la del acaudalado fabricante D. José Pre-cioso Silvestre tiene enclavados sus negocios en la inmediata estación de Alcantarilla.D. José Precioso es dueño de un grandioso edificio, que ocupa una ex-tensión de más de 25.000 metros cuadrados, dentro del cual posee una magnífica serrería mecánica, acaso de las primeras de España, en la que, valiéndose de maquinaria moderna, se trabaja noche y día en la confección de cajas para envases y barriles para uva, en cuya industria emplea la enorme cifra die 160 a 200.000 quintales de maderas, las cua-

20 El Imparcial (Madrid. 1867), p.4, 23/08/1909, HDBNE.21 Boletín Oficial de la provincia de Murcia, nº 303, 21/12/1907, BVPH.22 El Liberal (Madrid. 1879), 03/05/1912, p. 2, HDBNE.

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les adquiere de los principales puntos de producción, así como de los inmensos pinares de su propiedad.En las múltiples operaciones que en esta floreciente industria se llevan a cabo, cuenta el Sr. Precioso, a más de un numeroso personal fijo para la fábrica, con más de 500 hombres, que ocupa en las conducciones de maderas por el río.Como complemento de la serrería mecánica existe dentro de la casa grandiosos almacenes de maderas de las mejores clases, que dedica a la venta pública en condiciones excepcionales de precios.Pero no se concreta a eso solo la casa del Sr. Precioso que, dicho sea de paso, cuenta con otro establecimiento de la misma importancia en la población de Hellín, sino que su espíritu, emprendedor y progresivo como hombre moderno, hizo que en 1890 diese gran impulso a sus negocios, y a este efecto instaló en su propia finca una magnífica fá-brica de harinas que, dados los elementos poderosos de que dispone y la calidad de harinas que produce, hizo que en poco tiempo lograse una clientela tan extensa que en muchas ocasiones no se da abasto para atender a los innumerables clientes que acuden a su fábrica.Las citadas industrias están movidas por poderosa fuerza eléctrica, que se hace en la propia casa por medio de su fábrica de electricidad.Para el movimiento interior de las fábricas y facilidad de las operacio-nes existen cruces de vías por todas las dependencias, con sus corres-pondientes vagonetas, en las que se conducen las mercancías automá-ticamente.El Sr. Precioso, que vive a la moderna y conoce las necesidades sociales, construyó en la fachada principal una magistral casa, que ocupa con su familia, seguida de diferentes viviendas que habitan gratuitamente varios empleados.Y, para que no falte nada existen en diferentes locales, a más de los ta-lleres, un espléndido garaje, cocheras y cuadras.

Este éxito empresarial lo hace decidirse por asuntos de mayor envergadura, como el proyecto para el alumbrado de Alcantarilla que so-licita en 191323 y que le es concedido en 191424. Si embargo, por los datos

23 Boletín Oficial de la provincia de Murcia, nº 24, 28/01/1913, BVPH.24 Madrid científico, nº 818, p. 18, 10/07/1914, HDBNE. / La Energía eléctrica, nº 13, p.

13, 10/07/1914, HDBNE.

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que hemos podido recabar, a partir de esa fecha comienzan a menudear los embargos25 hasta su temprana muerte acaecida en octubre de 191626.

Artemio tiene veinticinco años cuando su hermano fallece. Si José Precioso había tenido responsabilidades en el mantenimiento de sus hermanastros al administrar los bienes de Precioso Roche, con su muerte debieron acabar las ayudas por esta parte. La familia, Artemio incluido, debió vivir de las tierras que les quedaban en Isso, Las Minas, etc. Según Mariano Tomás en el prólogo que escribió para la novela de Artemio La que quiso ser libre, Precioso Roche no dejó a sus hijos en mala posición económica:

Artemio es hijo de otro luchador genial, de aquel famoso D. José Pre-cioso Roche, mago de la industria, que, sin haber heredado un solo céntimo, dejó al morir una fortuna de más de siete millones de pesetas. (Precioso, 1923c, p.6).

Aunque esta información no se corresponde con los «veinte mil duros» que Precioso cita como herencia en sus Páginas autobiográficas, como ya vimos más atrás. Fuera cual fuera su situación, la vida se le abría y debía buscar nuevos horizontes.

25 Boletín Oficial de la provincia de Murcia, nº 148, 24/06/191, BVPH.26 El Imparcial (Madrid), p. 5, 03/10/1916, HDBNE.

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CAPÍTULO 2EN MADRID. EN LA CÁRCEL.

EN HELLÍN Y VUELTA A MADRID

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Primera estancia en Madrid

Artemio Precioso se estableció en Madrid en 1909 a los 18 años, tras acabar el preparatorio de Derecho. Desde Madrid colaboraba con diarios de su tierra, como El Diario Albacetense, donde ya tenía una sec-ción cuando residía en Hellín, llamada «Impresiones de un chiflado», El diario de Albacete, o Sancho Panza.

En este último publicó en octubre de 19091 un escrito de tono romántico y todavía de rasgos adolescentes e inmaduros que llevaba el título de «Epístola» e iba dedicado a «La elegida». Más interesante es la «Autobiografía» que escribe para la misma publicación en noviembre de ese año2, recién llegado a Madrid:

[…] yo tengo 19 años. Soy pesimista y debo esta cualidad mía a los cuatro años que mi infancia [sic] pasé al lado de los buenos Jesuitas. Sí, en el colegio de Jesuitas de Orihuela, pasé cuatro cursos. Allí se formó mi espíritu pesimista y variable, tornable y observador. En el colegio aquel, sin saber yo que existían periódicos, sentía yo la necesidad de escribir artículos y los escribí. Aún los conservo: producciones inge-nuas, sencillas, al desgaire, influidas por el ambiente ñoño y frailuno, necio e hipócrita.Soy algo orgulloso. De vez en vez, impera[n] en mí el despotismo y la soberbia. Otras veces, todo lo contrario. Tengo pues, un carácter amor-fo. Soy un admirador de Jesucristo y un enemigo de las falsificaciones de su falsa doctrina, o sea, de todos los clericales actuales. Creo que el hombre no es responsable de sus actos, y, por ende, no es libre.Me gusta el socialismo marxista. Pero me voy desengañando de las utopías que contiene. ¿Qué seré en lo futuro? No lo sé. Puedo recorrer

1 Sancho Panza, año II, nº55, p. 1, 24/10/1909, AHPA, (Carpeta 12).2 Sancho Panza, año II, nº57, p. 1, 7/11/1909, AHPA (Carpeta 12).

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todas las escalas de todos los órdenes y no puedo recorrer ninguna.Amo a una mujer. Creo que soy amado por ella. Si me equivoco, la culpa no es mía. ¡Allá ella!

IIDespués de haber salido del colegio de los Jesuitas de Orihuela, estuve en el de Escolapios de Getafe. ¡Buena gente! De mal en peor. De allí me escapé. ¡No faltaba más!He recorrido varios incidentes [sic] en mi corta vida. He ejecutado ac-tos que el vulgo imbécil no ha comprendido.Soy discípulo de Nietzsche, y con él digo: «hay que ser superior a la humanidad en fuerza, en grandeza de alma, en desprecio».MIRANDO AL FUTUROHasta aquí mi vida. Mi futuro me sonríe. Recibo mimos del Deseo y de la Fortuna, para que los envidiosos rabien y me insulten, ciegos de ira envidiosa. Ya se dirá, ya.

Artemio Precioso. Madrid, octubre 1909

En Madrid trabajó como redactor en el diario La Época, fue re-dactor jefe de La Monarquía y ejercía la crítica teatral en El Madrid Có-mico3 y colaboró con otros periódicos, tanto españoles como americanos. Él mismo recuerda este periodo en uno de los prólogos a sus novelas:

Sí, yo anduve por las redacciones de los periódicos ganando sesenta pesetas al mes... luego, la tragedia amargó mi vida y viví retirado en el pueblo durante seis u ocho años... y otra vez viene a Madrid ya defini-tivamente.

La desgracia a la que se refiere Precioso, y que lo forzó a retirarse a Hellín, fue el episodio del enfrentamiento con el periodista albaceteño Francisco Gálvez.

El atentado a Francisco Gálvez

Según relataba el Diario Albacetense el miércoles 26 de julio de 1911, Precioso había escrito un artículo en El diario de Albacete en el

3 El Regional: diario independiente de información general, año I, nº 144, 16/11/1913, pp. 2-3, BVPH.

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que profería insultos contra los periodistas de la ciudad diciéndoles «en-tre otras cosas, que comían paja, con algunas otras expresiones que, por propio decoro, no queremos estampar en nuestras columnas»4.

Parece ser que Gálvez se encargó, motu proprio, de recoger la in-juria y contestar a Precioso en el semanario local El Demócrata, a lo que Artemio Precioso, joven y con un carácter inflamable, respondió con una carta, de la que mandó copia a la redacción de El diario de Albacete, todavía más subida de tono, donde «se ofendía gravísimamente no solo a don Francisco Gálvez, sino hasta su madre y su padre, con un vocabula-rio que solo puede escucharse en el lupanar o en la taberna»5.

El diario de Albacete recogió la carta con una mezcla de alarma fingida y expectación, quizá no midiendo bien el derrotero que tomaría el asunto:

¿Qué pasará?Nuestro querido amigo y compañero don Artemio Precioso nos ha re-mitido la copia de una carta que con fecha 22 de julio ha certificado al director de un semanario local.No nos envía Artemio Precioso la carta para que la demos al público, sino simplemente para que la veamos. En la citada epístola se tocan todas las fibras sensibles del hombre; el honor, la dignidad, el valor, la mamá, el papá... ¡toda la familia!Contiene tanta palabra agresiva, tanto concepto ofensivo, que espera-mos con zozobra y emoción el desenlace.Artemio Precioso es vehemente, demasiado vehemente. Pero hay que respetar su deseo, firmísimo, su inquebrantable decisión de no dejar pasar la menor ofensa.Solo copiaremos de la carta unas palabras: A su menor indicación, por más que es usted obligado a venir, tomaré el tren con dirección a Al-bacete, y donde le vea tendré el placer de (aquí ya no podemos seguir copiando).En fin, veremos lo que de este enojoso asunto resulta. Vaya por hoy nuestra adhesión al querido compañero Artemio Precioso6.

4 Diario Albacetense, nº712, 26/07/1911, p. 1, AHPA, (Carpeta 22).5 Diario Albacetense, nº712, 26/07/1911, p. 1, AHPA, (Carpeta 22).6 Diario Albacetense, nº712, 26/07/1911, p. 1, AHPA, (Carpeta 22).

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Por las informaciones aparecidas en prensa, parece que Artemio Pre-cioso viajó, efectivamente, de Madrid a Albacete la tarde del día 25 de julio y, a su llegada, fue recibido en la estación por Serafín Rico, direc-tor de El diario de Albacete y algunos amigos más. Precioso, al parecer apercibido de que la policía lo esperaba en la estación, se apeó por la vía y entró por la parte alta de la población. […] el señor Precioso y sus amigos estuvieron en la fonda de Cerdán y en la redacción de El diario de Albacete, en cuyo punto escribió el señor Precioso la carta que recibió el señor Gálvez a las nueve poniéndose a su disposición7.

Tras todo esto, se dirigió con Serafín Rico y con Pedro Pérez Du-sac, redactor del mismo periódico, al Café del Progreso donde estaba Gálvez, que no conocía físicamente a Precioso. Parece que, sin mediar palabra, Artemio Precioso se dirigió hacia Gálvez, que estaba leyendo el periódico, y le disparó en el pecho con una pistola Browning. Dos agen-tes de la autoridad que se hallaban presentes impidieron que repitiera el disparo. Rápidamente se auxilió al agredido y se le realizó la primera cura en el parque de bomberos, próximo al café, para después trasladarlo hasta su casa. La prensa describía de manera trágica la escena familiar, con su mujer encinta y dos hijos de corta edad. Precioso fue conducido a la cárcel, protegido de un grupo de gente que intentó lincharlo, mientras comenzaban las diligencias en el juzgado. El fiscal Antonio Ortiz se hizo cargo del sumario y esa misma noche ya se incautaron de dos cartas de Precioso a Francisco Gálvez que el agredido llevaba en la americana en el momento del atentado.

7 Diario Albacetense, nº713, 27/07/1911, p. 2, AHPA, (Carpeta 22).

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Fig. 2. Café «El Progreso», llamado también La caja de cerillas, por su reducida terraza.Fuente: Julián Collado, fotógrafo.

El día veintiséis extrajeron la bala los doctores Ventura Jiménez (hijo) y Aurelio Romero, y la situación del herido se agravó, aunque a partir del día siguiente fue mejorando. En el juzgado prosiguieron las diligencias con el interrogatorio de multitud de testigos que se hallaban en el café en el momento del suceso.

Detrás de estos hechos se percibe el aburrimiento de una ciudad todavía anclada en el letargo del siglo anterior y la confrontación de dos medios de comunicación con ideologías opuestas. No obstante, es reve-ladora la frase con que el Diario Albacetense define a Precioso: «afanoso de notoriedad»8, se dice. Esta será una característica de la personalidad del hellinero que perdurará a lo largo de casi toda su vida. Parece como si se hubiera adelantado a su tiempo y ya supiera que, apareciendo en los medios de comunicación lo más frecuentemente posible o haciendo oír su nombre a través de un escándalo, asegurara su posición y su futuro.

8 Diario Albacetense, nº713, 27/07/1911, p. 1, AHPA, (Carpeta 22).

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En El descontento (Precioso, 1922, p. 147) nos habla así de la re-solución de los hechos:

Por fortuna, el herido, que era un hombre delgado, se restableció a los quince días y se puso tan bien, que hasta engordó. Y el jurado, com-puesto de padres de familia honrados y dignos, me puso en la calle con todos los pronunciamientos favorables.Pero estuve seis meses privado de libertad, entre el ambiente miserable de la cárcel […].Cuando me vi en la calle hice examen de conciencia. Había estado al borde del abismo. Estúpidamente me había jugado la vida, y el presidio había sido mi única perspectiva. ¡Un joven a punto de ir a presidio por homicida, y por cuestiones periodísticas! ¿Puede darse nada más absurdo?Hice propósito de enmienda. Pero no me dolió el corazón…

La noticia de la absolución «con todos los pronunciamientos fa-vorables», nos la recuerda también su hijo Artemio Precioso Ugarte en las páginas en las que evocó a su padre (Martínez Arnaldos, 1997, p. 7 y ss.), que, a partir de este momento se recluye en Hellín.

Vida en Hellín. Matrimonio. Primeros escritos

En marzo de 19099 publica el joven Artemio su primera novela, De la Vida. Es una novelita corta, bien editada, donde se cuenta la his-toria de un amor interrumpido por la ausencia del protagonista, Jacinto, que deja a Flora sola en el pueblo mientras él busca fortuna. Ella acaba casándose, sin amor, con Andrés. Finalmente, Jacinto vuelve al pueblo y recupera el amor de Flora, aunque esta se harta pronto y vuelve a su vida monótona. La novela fue bien recibida por la crítica:

BIBLIOGRAFÍA De la vida, novela por Artemio PreciosoEl epígrafe de estas notas bibliográficas es el título de una novela corta que ha dado al público un escritor novel: Artemio Precioso. Contra la costumbre de los literatos incipientes, este gallardo joven nos hace la

9 La Correspondencia de España, nº 18.912, p. 2, 22/11/1909, HDBNE.

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merced de no hablarnos de sus románticos amores, ni de sugerirnos incendios eróticos, como el muy ilustre novelista Felipe Trigo. Tiene Artemio Precioso la poco común cualidad de la concisión y de la sen-cillez. De la vida es una novela breve por sus dimensiones, pero amplia y profunda por la humana realidad que late en sus páginas.En este terreno, cualquier otro joven que dispusiera de un espíritu tan amplio como el de Arsenio [sic] Precioso, se hubiese dejado arrastrar por los vientos de la libertad, sin otras miras que las de batir el repug-nante egoísmo del prejuicio [sic] ambiente. Él ha hecho una labor hu-mana, hallando en la misma vida el castigo de las acciones irreflexivas. Podemos saludar en Artemio Precioso a un novelista de grandes espe-ranzas y a un escritor correcto que ha tenido la firmeza de no dejarse influir ni por los naturalismos de mal gusto ni por las extravagancias artificiosas en que tan incautamente cae nuestra juventud que empieza. ¡Que el genio de la Discreción guíe su pluma como hasta el presente, y será pronto una loable realidad su labor de novelista psicólogo!

Fig. 3.Portada de la novela De la vida.

Fuente: BIEA.

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Después del altercado con Francisco Gálvez, Precioso volvió a Hellín, donde el 31 de julio de 1912 contrajo matrimonio con Marina de Ugarte Cristóbal. De este enlace nacieron tres hijos: Mercedes (1913), Marina (1915) y Artemio (1917).

En Hellín, durante este paréntesis, ejerció como abogado, escri-bió una pequeña novela10 titulada Ojos que no ven…, publicada en la colección El Cuento Galante, dirigida por Emilio Carrere, colaboró en prensa y fundó diversos periódicos:

Por esos años se inició en el periodismo hellinero y pronto destacó en él, de tal forma que fue el alma, fundador y director de seis semanarios publicados entre 1907 y 1925: Juventud, Helios, El Social de Hellín, Claridad, La Voluntad y La Ciudad. El 9 de noviembre del año 1914 queda constituida en Hellín la primera Asociación de la Prensa, de cuyo importante acontecimiento local daba amplia información el se-manario Claridad que unos días antes había fundado Artemio Precio-so. Él fue su presidente y José Francos Rodríguez como Presidente de Honor. Cinco hellineros más componían tal agrupación local: Rogelio Hermida, Mariano Tomás, Ramón Laborda, Manuel Precioso y Ma-nuel Oñate Soler. El día 10 de enero de 1915 se celebra una Fiesta Lite-raria organizada por dicha Asociación de la Prensa de Hellín, fundada meses antes, de la cual daba cuenta el semanario El Social de Hellín del 10 de enero de 1915. Un extraordinario y vistoso elenco artístico y cul-tural, al que asistieron [sic] Antonio Gotor Cuartero, afamado abogado albacetense; el periodista Ramón Laborda García, el propio Artemio Precioso como presidente de dicha Asociación y, cerrando el acto, la orquesta que dirigía el excelente músico Alberto Prat Sánchez, al que siguió un vino de honor en el Salón Universal, en presencia, también, de la reina de la Fiesta y su corte de honor. (Moreno García, 2011, p. 272).

Debió también de pasar una época de fervor religioso, al menos así se desprende de unas declaraciones hechas al semanario Sancho Pan-za, como nos recuerda Antonio Moreno (2011, p. 272):

10 El Regional [Orihuela]: diario independiente de información general, año I, nº 144, 16/11/1913, pp. 2-3, BVPH.

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Tras su salida de estos colegios religiosos, hallamos en una autobiogra-fía que publicó el semanario albacetense Sancho Panza (1909) una de sus expresiones en la que se declaraba como «un admirador de Jesu-cristo y un enemigo de los falsificadores de su santa doctrina».

Ese fervor le llevó a publicar algún poema como el aparecido en la revista Diana11:

¡Muerto en la cruz! Los brazos extendidoshan perdonado a la maldad agena, [sic]bajo el áureo fulgor de su melena,los ojos se ven ya desfallecidos.

Los astros en el cielo están dormidosy en la tierra ni un leve rumor suena…sólo bajo la cruz, la Magdalenadesgrana silenciosa sus gemidos.

Señor, bendito amor, que en el sagrariodel corazón, por tu piedad, anida;si en esta humana lucha envilecida

me crucifica el odio del contrario,dame una Magdalena que afligidallore un poco de amor en mi calvario

La apacibilidad y felicidad del matrimonio duran poco, ya que una epidemia de gripe le arrebata a su esposa en 1918. La enfermedad se extendió por todo el país y causó la muerte a más de 150000 personas de los que entre 4000 y 5000 eran ciudadanos de la provincia de Albacete. Fallecieron casi todos en la primera embestida de la gripe en la prima-vera de 191812.

11 Diana Revista Universal Ilustrada, año V, nº137, p. 8, 20/03/1913, BVPH.12 La Tribuna de Albacete, 17/08/2014, AHPA.

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En 1919, tras, por fin, haberse licenciado en Derecho, carrera que había cursado en las universidades de Valencia, Madrid y Murcia, mues-tra su intención de recibirse como abogado en su ciudad natal13:

Al hablar de la intelectualidad de Hellín sería injusto no citar el nombre de nuestro querido amigo y compañero Artemio Precioso, que brillante-mente acaba de obtener el título de abogado.Conocíamos a Artemio Precioso como brillante escritor y batallador pe-riodista que, en Madrid y en su pueblo natal, demostró sus relevantes condiciones para la prensa. Ahora, a este nuevo aspecto de su personali-dad es al que nos referimos.Decidido a ejercer su nueva profesión en Hellín ¿será aventurado augu-rarle nuevos éxitos, dada su cultura y su incesante afición al estudio?Por eso no creemos equivocarnos al decir que Artemio Precioso, como abogado triunfará igualmente que triunfó en la prensa.Nosotros, al enviarle al queridísimo compañero un abrazo fraternal ex-presamos también la creencia firme en sus éxitos profesionales.

En 1920, dos años después del fallecimiento de su primera espo-sa, contrae matrimonio con una prima suya, Amelia Precioso Lafuente. De este matrimonio tuvo otras tres hijas Amelia, que nace en Hellín; Ma-ría, ya nacida en Madrid, y Soledad, que nació en Paris en el año 1928, cuando Precioso se había exiliado allí.

A pesar de sus primeras intenciones, el recuerdo de Madrid tira de él y a comienzos de 1920 se traslada a la capital de España acom-pañado de su familia, con la pretensión de «Cultivar la literatura y el periodismo, al mismo tiempo que ejercer la profesión de abogado» (Pre-cioso, 1930a, p. 11). Con una carta de recomendación que le había dado Antonio Falcón, representante del Partido Liberal en Hellín, se dirige al bufete de Santiago Alba, abogado, político y periodista de enorme re-nombre en la época.

Hay que detallar en unas pocas líneas la personalidad de Santia-go Alba para entender el porqué de la amistad que lo unió durante tantos años con Artemio Precioso.

13 El Liberal de Murcia, p. 1, 24/10/1919, HAMM.

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Años antes, en 1893, Santiago Alba y César Silio habían adqui-rido el ya por entonces histórico diario El Norte de Castilla, en Valla-dolid. Los dos jóvenes empresarios realizaron profundos cambios en la publicación, desde el traslado a un nuevo edificio hasta la adquisición de maquinaria nueva, más acorde con un periódico moderno adaptado a los tiempos. Los cambios afectaron también a la redacción del periódico que, con los dos jóvenes al frente, adquiere «[…] un aire más ágil, más moderno, con un panel informativo más amplio y diversificado […] El cambio es conscientemente buscado.» (Almuiña, 1994, p. 271)

Con esto, Santiago Alba dirigió al viejo diario hacia una política regeneracionista y más inclinada hacia la izquierda política de la época.

Viendo lo que más tarde hará Artemio Precioso en relación con el periodismo español, no es de extrañar que intente inspirarse en el mo-delo de Alba y vea en él a un periodista y político capaz de cambiar las cosas. No debemos olvidar, que desde las páginas de la prensa y a través de su actividad política, Alba era un firme partidario de la «escuela y despensa» de Joaquín Costa y de las nuevas reformas que debían ente-rrar definitivamente la España anquilosada y trágica del momento.

Con la carta de recomendación que le había proporcionado An-tonio Falcón, recorrió el camino desde su domicilio en la calle General Pardiñas hasta el hotel de la calle Príncipe de Vergara donde residía San-tiago Alba. De la entrevista con Alba y de la posterior con uno de los abogados de su bufete, Núñez de Arce, sale el compromiso de dejarle «ver papeles» para que se fuera aclimatando a la profesión. La entrevista causa en él una honda impresión, pues Santiago Alba, como ya hemos dicho, tenía gran influencia sobre la juventud de la época.

Por lo anteriormente expuesto, podemos presumir que Artemio Precioso recala en Madrid con pretensiones que van más allá del simple trabajo como pasante. A los dos meses de acudir cada mañana al despa-cho le es confiado un pleito sobre unos vagones de patatas que el cliente del bufete había recibido en malas condiciones. A punto de expirar el plazo para presentar las conclusiones del pleito escribe a Núñez de Arce comunicándole que se encuentra enfermo. Ahí acabó la carrera de Arte-mio Precioso en la abogacía.

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Se dedica entonces a la prensa y colabora con distintos medios y con escritos tan dispares como un artículo sobre las propiedades nu-tricias del higo murciano14 u otro ensalzando el buen gusto de Anatole France o Petain al contraer matrimonio a edades avanzadas15. Su primer intento editorial, poner en la calle La gran revista, fracasa, como ana-lizaremos más adelante, y tendrá que esperar a mayo de 1922 a que su primer y mayor éxito, La Novela de Hoy, vea la luz.

14 El Liberal de Murcia, p. 2, 21/09/1920, HAMM.15 El Liberal de Murcia, p. 3, 19/10/1920, HAMM.

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CAPÍTULO 3NACEN LAS EMPRESAS. PRIMERAS OBRAS

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La Gran Revista Cultural Hispanoamericana

A partir de marzo de 19221, en distintos periódicos, encontramos la noticia de un nuevo proyecto de Artemio Precioso, el de la publicación de una revista que llevará el nombre de La Gran Revista Cultural Hispa-noamericana. Tenía pensado lanzarla en el mes de abril con un formato de cuarto mayor y 200 páginas de extensión. Los artículos se anunciaban como inéditos y estarían consagrados a «estudiar todas las modalidades de la actividad intelectual». Según la propaganda «La Gran Revista aspira a ser una publicación henchida de doctrina, orientada hacia los grandes problemas del Arte, de la Ciencia y de la Política y digna de emparejar con las mejores revistas contemporáneas». Se anunciaba para la direc-ción a Manuel Bueno, Alfonso R. de Grijalba, Mariano Benlliure Tuero y Artemio Precioso. La publicidad insertada en el diario ABC daba un precio de 3,50 pesetas y un apartado de correos2. El 2 de mayo de 19223 se pone el primer número a la venta.

Con el primer número ya en la calle, y de manera más detallada, aparecen repartidas las funciones de la plantilla de La Gran Revista y el sumario del número inaugural4:

De la dirección de la sección de Artes y Letras están encargados escri-tores de tanta valía como Manuel Bueno y Mariano Benlliure Tuero, y de la de política y finanzas, firmas de tanto crédito como Alfonso R. de Grijalba y Artemio Precioso.

1 El Sol (Madrid), p. 3. 22/03/1922 HDBNE. / La acción, diario de la noche, año VII, nº 1993, 22/03/1922, HDBNE.

2 ABC, 13/05/1922, p. 25, AABC.3 La Correspondencia de España, año LXXV, p. 4, nº23277, 3/05/1922, BVPH.4 La Correspondencia de España, año LXXV, nº 23277, p. 4, 03/05/1922, BVPH. // La

Voz (Madrid) p.5, 03/05/1922, HDBNE.

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De la importancia de La Gran Revista puede juzgarse por el suma-rio del primer número: «La legislación civil y el trabajo», por Gabino Bugallal.—«José Enrique Rodó», por Víctor Pérez Petit.—«El problema del crecimiento», por G. Marañón.—«Canciones de hoy», por F. A. de Icaza.-«Sabor de ceniza» (novela), por Manuel Bueno.—«El hombre en el socialismo», por Luis Araquistaín.—Gertrudis» (acto primero), por Hjalmar Soederberg.-, «Einstein y el Universo», por el conde de Santibáñez del Río.—«La sociedad frente al espejo», por Álvaro Alcalá Galiano.--«En el Solar de la Raza», por José R. Rosenvald.Además, contiene interesantes trabajos, crónicas y comentarios de los más esclarecidos escritores españoles.La Gran Revista aparece en el momento en que era necesaria una pu-blicación de su fuste y orientación.

Al menos se publicaron dos números, los correspondientes a mayo y junio de 1922. Del segundo la prensa da únicamente como direc-tores a Manuel Bueno y a Alfonso R. de Grijalba. La Gran Revista salió de las prensas de la Imprenta de Alrededor del Mundo, sita en Martín de los Heros, 65. Esta imprenta sacaba a la luz la publicación homónima Alrededor del Mundo, revista semanal de viajes que había sido fundada y dirigida por Manuel Alhama Montes, «Wanderer» y que se anunciaba junto con La Novela de Hoy, todavía inédita, en la contraportada.

¿Cómo llegaron estos cuatro escritores y empresarios a tomar contacto y acometer la empresa de La Gran Revista? Podemos aventurar algunas hipótesis.

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Fig. 4. Portada del número 1 de La Gran Revista Cultural Hispanoamericana. Fuente: AFLV

Manuel Bueno y M. Benlliure y Tuero tenían una antigua rela-ción. Ya en 19165, Manuel Bueno escribe desde París un artículo enco-miástico acerca de un libro de Mariano Benlliure y Tuero, El ansia de la inmortalidad, que el propio Bueno había prologado. Este libro lanzó a Benlliure y Tuero al mundo literario, y había llamado la atención de es-critores tan dispares como Antonio de Hoyos y Vinent, que lo reseña elo-giosamente en las páginas de El Día6, o de Julio Casares, que lo comenta

5 El Heraldo de Madrid, nº 9458, p.1, 23/10/1916, HDBNE.6 El Día, nº 13208, p.6, 3/01/1917, HDBNE.

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desde sus «Anotaciones» en las páginas de La Nación7, aunque ya no tan entusiásticamente. Seguramente este es el nexo que hace que Bueno y Benlliure afronten el proyecto de Precioso. Además, Benlliure ya había colaborado en la revista Cervantes, Revista Mensual Ibero-Americana de proyección similar a La Gran Revista, en el número 11 de junio de 1917. Cervantes, curiosamente, tenía un formato similar a La Gran Revista y casi el mismo número de páginas, 194.

Otro nexo entre los impulsores de La Gran Revista pudo ser Alma Española, publicación noventayochista de comienzos de siglo, muy reivindicativa pero también con la ligereza y amenidad de las revistas ilustradas. Entre sus colaboradores estaban un combativo Manuel Bue-no, Mariano Benlliure (padre), Luis de Tapia o ilustradores como Tovar, todos ellos en la órbita de las futuras publicaciones de Precioso. A pesar del auge que supuso la incorporación a sus páginas de autores Moder-nistas provenientes de la revista Helios, la publicación tuvo sus horas ba-jas a partir del número 14. Desde el número 21 aparece como director Alfonso Ruiz de Grijalba, abogado y ateneísta, que hace reaparecer en la publicación a Manuel Bueno y otros futuros colaboradores de Precioso. Como vemos, Manuel Bueno parece ser el denominador común entre todos ellos.

Como ya aventuramos antes, La Gran revista no avanzó más allá del número dos, quizá por las posturas ideológicas dispares entre sus fundadores. Benlliure y Precioso eran declarados republicanos mientras que Bueno prologará en 1924 el libro de Alfonso R. Grijalba, Los enemi-gos del Rey: Al margen de una campaña y publicará en 1925 España y la monarquía. Ambos libros son indicativos del paso a posiciones conser-vadoras de su autor.

La publicación competidora directa en el campo de las relacio-nes hispano-americanas era el semanario La Unión Hispano-Americana, revista de menor empaque donde se daban noticias económicas, de ac-tualidad política, arte, literatura y algunas crónicas, todo ello en dieciséis páginas que nada tenían que ver con las casi doscientas en 4º mayor de La Gran Revista.

7 La Nación, nº 91, p. 7, 23/01/1917, HDBNE.

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Probablemente la fuente de inspiración fue la revista España, de orientación reformista, liberal-demócrata y antimonárquica donde con-fluyen los autores del 98, de la generación del 14 y asoman ya algunos representantes de lo que será la generación del 27. Fue primeramente dirigida por José Ortega y Gasset y más tarde, en el periodo en que coin-cidió con La Gran Revista, por Luis Araquistáin, que impulsó el debate en sus páginas y le dio un giro aliadófilo durante la guerra. Manuel Aza-ña la dirigió hasta su fin en 1925, ahogada por la censura de la dictadura de Primo de Rivera. Araquistáin publicará en el primer número de La Gran Revista.

El mismo Precioso (1944a, pp. 71-72) en sus Memorias I, nos da noticia de la razón fundamental de su cierre:

Antes de lanzar La Novela de Hoy, tuve un contratiempo económico: lancé La Gran Revista, que me costó unos miles de pesetas y que tuve que suspender, pues aquello amenazaba a comerse a Dios por los pies. Era uno de sus directores el fallecido Manuel Bueno […] Cuando se enteró de que no solo suspendía la publicación de La Gran Revista, sino que iba a lanzar una novela semanal, se llevó las manos a la cabeza. Aquello, según él, era una locura. Y se ofreció a ir a Prensa Gráfica para que me comprasen los originales ya adquiridos por mí.

Nace el empresario: La Novela de Hoy

Las formas narrativas breves encuentran a final del siglo XIX acomodo y difusión en el vehículo que les proporciona la prensa. Ya des-de el último tercio del siglo XIX aparecen novelas cortas de tono erótico festivo. Hay, como indica Pura Fernández (2010, p. 48), una clara cone-xión entre las formas narrativas breves y el soporte de la prensa en forma de revistas «noveleras» o bibliotecas de formato reducido y cierta rusti-cidad en los acabados. Las publicaciones más representativas de ese fin de siglo fueron la revista Demi-Monde (1885-1892), Horizontal-Express (1890-1891) y La biblioteca de El fandango (1891-1892). Además, como señala esta autora:

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La traducción y la edición de la novela de Longo, Dafnis y Cloe (s. III d.C.), a cargo de Juan Valera, en 1880, inaugura una nueva fase en la di-fusión de textos asociados con la literatura libertina o erótica al amparo de la inmunidad que se buscaba en los textos clásicos.

Estas colecciones se vocean desde los kioscos y tienen el atractivo de sus portadas y de su bajo precio. Pronto se traspasará el formato desde esta prensa erótico-festiva a las colecciones de novela corta que llegarán a su cima a comienzos de los años veinte del nuevo siglo y se extenderán hasta la Guerra Civil y, algunas, pocas, algo más allá.

El panorama editorial de esos años era extremadamente compe-titivo. Desde la aparición, en 1907, de la colección El Cuento Semanal, no habían dejado de lanzarse al mercado publicaciones similares donde todo parecía tener cabida, aunque la novela corta y el teatro dominaron en todo momento. Literatura vendida en los quioscos, por suscripción, a precios irrisorios que hacen que un público nuevo se meta en el bolsi-llo, y nunca mejor dicho, esos pequeños volúmenes que le servirán para acercarse a la lectura. Como apunta Sánchez Álvarez-Insúa (2007, p. 92):

[…] es todo el universo editorial y de lectura el que cambia de modo, socializándose y abaratándose. Las tiradas se incrementan alcanzando cifras aún hoy inimaginables, la clase emergente, el proletariado, en-cuentra en la lectura las claves de su proceso emancipador y de avance social y colectivos como los niños y las mujeres se incorporan a la lectura y conocen productos editoriales que les están especialmente dedicados.

Tras la entrada en el mercado de El Cuento Semanal lo hará en 1909 Los Contemporáneos, colección dirigida por Eduardo Zamacois y que, seguramente, el joven Artemio leería, como muchos españoles, a lo largo de la dilatada trayectoria de la publicación, hasta 1926. El Libro Popular (1912-1914), La Novela de Bolsillo (1914-1916), La Novela Corta (1916-1925) y La Novela Semanal (1921-1925), gran competidora de la colección de Precioso, editada por Prensa Gráfica, verán la luz antes de que el hellinero ponga en la calle, y con gran éxito, La Novela de Hoy

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(1922-1932). Solo La novela Mundial (1926-1928), de breve vida y Nove-las y Cuentos (1929-1966) aparecerán después de 1922.

Artemio Precioso, como ya hemos comentado, desembarcó en Madrid con la intención clara de triunfar en el mundo literario con el proyecto editorial que le rondaba la cabeza: La Novela de Hoy. Este pro-yecto no se podía acometer sin un alto coste económico así que hemos de pensar que con el paso de los años Precioso gastó gran parte de su fortuna, probablemente la totalidad, en poner en marcha sus ideas.

Desde el primer momento La Novela de Hoy se diferenció de sus directas competidoras por el sistema de exclusivas ideado por su fun-dador. Precioso llegó a pagar mil pesetas por obra, siempre inédita, e incluía al comienzo de cada volumen una entrevista informal con el au-tor. Cada número era lanzado con un despliegue propagandístico muy superior a las demás colecciones.

Precioso estuvo al frente de la publicación desde el comienzo, en mayo de 1922, hasta 1929, cuando vende la colección a CIAP (Compa-ñía Iberoamericana de Publicaciones) y es sustituido en la dirección por Pedro Sáinz Rodríguez. Para Luis S. Granjel (1980, p. 101):

[…] editada desde 1922, su desaparición diez años más tarde señala, a mi juicio, la definitiva decadencia de este género literario, mejor se-ría decir, del peculiar modo de acercamiento al lector imaginado por Eduardo Zamacois en 1907.

La Novela de Hoy se publicó entre el 19 de mayo de 1922 y el 24 de junio de 1932 y puso en la calle 526 números. Precioso tenía las ideas muy claras a la hora de lanzar su colección:

Hasta la época de lanzarla a la vida les pareció mal a muchos ¿Cómo? ¿En primavera, cuando hace ya buen tiempo y la gente se echa a la ca-lle? ¡Locura! La gente lee en invierno, con mal tiempo.-Pues yo lo que quiero es que la gente esté en la calle para que la com-pre- contestaba yo

Y me salí con la mía (Rodríguez Arnaldos, 1997, p. 59).

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Artemio Precioso llegó a lanzar hasta 60000 ejemplares de una sola novela y, como comenta en alguno de sus prólogos, su intención siempre fue el deseo de retribuir bien el trabajo de los escritores de su casa y distanciarse a su vez de la competencia que no podía igualar sus ofertas económicas.

La Novela de Hoy tuvo distintos impresores como nos recuerda García Martínez (2012, p. 41):

[…] se imprimió primero en los talleres de Rivadeneyra, en el paseo de San Vicente 20, y, desde julio de 1925, en la Imprenta Artística Sanz Her-manos. Desde el número 272, correspondiente al 29 de julio de 1927, la editará Editorial Atlántida con oficinas en la calle Mendizábal, nº 42. En el número 330 del 7 de septiembre de 1928 las oficinas ya aparecen con la dirección de calle Campoamor, 3 siendo la editorial la Iberoameri-cana de Publicaciones, Editorial Atlántida; también aparece asociada la librería Fernando Fe, sita en Puerta del Sol, 15 de Madrid. En 1928 hay también un cambio de imprenta ya que, de la Imprenta Artística de Sáez Hermanos, situada en la calle Norte, 21, de Madrid, se pasa a Talleres de Prensa Nueva, en la calle Calvo Asensio, 3, de Madrid, pasando las oficinas a la calle San Marcos, 42. En el número 337, correspondiente al 26 de octubre de 1928 encontramos que las oficinas de La Novela de Hoy han pasado a la calle Príncipe de Vergara, 42 y 44 y, como imprenta apa-rece de [sic] Compañía General de Artes Gráficas con sede en la misma dirección. Todavía asistiremos a un nuevo cambio de imprenta: Argis, a partir del número 221 del 20 de mayo de 1932, con sede en la calle Alta-mirano, 1811 de Madrid.

A finales de 1921 comienza la campaña de promoción de La No-vela de Hoy en la prensa madrileña. La primera propaganda aparece en El Imparcial de Madrid el dos de diciembre del citado año. Se anuncia que la colección publicará cada semana una novela inédita de «un renom-brado escritor, informaciones de teatro, crítica de libros, notas literarias y gráficas y sección femenina». Anuncia , además de la colaboración de escritores afamados, de destacados dibujantes y fotógrafos y da el precio: 30 céntimos.

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A final del mismo mes de diciembre, los días 29 y 31, tres anun-cios publicados en La correspondencia de España y La Libertad8 anti-cipan ya, con nombre y apellidos, el elenco de escritores que Artemio Precioso parece haber contratado para su publicación: los hermanos Álvarez Quintero, Pedro Mata, W. Fernández Flórez, José María Sala-verría, Antonio de Hoyos y Vinent, José Francés, Gómez de la Serna, Pio Baroja, Vicente Blasco Ibáñez, Azorín, Tomás Borrás, Joaquín Belda, Linares Rivas, José Francos Rodríguez, Cristóbal de Castro, José Ortega Munilla, Hernández Catá, Alberto Insúa, Antonio Zozaya, Colombine, Guillermo Díaz Caneja, Luis Antón del Olmet, Vicente Díaz de Tejada y otros, además de ilustradores como Ricardo Marín, Penagos, Bartolozzi y Ribas Zamora. Casi todos estos nombres, efectivamente, formarán par-te de la colección. Es sorprendente la detallada planificación y la política de captación de recursos de un recién llegado al mundo de la edición. En esta primera propaganda también se anunciaba un concurso de novelas con premios de hasta 2500 pesetas, muy elevados para lo acostumbrado en la época.

Después de meses de intensa promoción, durante los primeros días del mes de mayo de 1922 se anuncia en la prensa9 a bombo y platillo la aparición del primer número de la colección, el viernes 18 de mayo. La gloria del debut correspondió al periodista y escritor Pedro Mata, que era, a la sazón, uno de los articulistas más famosos de España por sus colaboraciones en El Español, El Nacional, El Diluvio, La Corresponden-cia de España, ABC, y otros muchos. La novelita se titulaba El momento difícil y estaba precedida de una conversación-entrevista con el director, Artemio Precioso.

Esta colección ha sido estudiada en profundidad por María Monserrat García Martínez (2012) en su tesis doctoral La Novela de Hoy (1922-1932): su público y su mercado y por Julia María Labrador Ben y Marie Christine del Castillo (2005) en La Novela de Hoy.

8 La Correspondencia de España, 29/12/1921, Año LXXIV, nº 23170, p. 8 BVPH. / La Libertad, 29/12/1921, Año III, nº 647, p. 6, HDBNE.

9 El Heraldo de Madrid. p. 3, 06/05/1922, HDBNE.

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Precioso publicó 32 novelas cortas en La Novela de Hoy y a lo largo de su vida siempre tuvo a esta colección como la más importante obra empresarial que pudo acometer. Siempre habló de sus estrategias al frente de la colección y cómo muchos autores a los que les pagó sumas elevadas y favoreció de muchas maneras, cuando todo acabó, le dieron la espalda.

Fig. 5. Portada de El momento difícil, de Pedro Mata, novela con la que se abrió la colección La Novela de Hoy el 19 de mayo de 1922. Fuente: AFLV

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Dos breves colecciones: La Novela de Noche y El folletín divertido

El primer número de La Novela de Noche apareció el 30 de mayo de 1924 y la colección duró apenas dos años. De periodicidad quincenal, aparece ya publicidad sobre la publicación en la revista Muchas Gracias de 1 de febrero de 1924.

Fig. 6. Portada de La hija de la cortesana, de Carretero Novillo, firmada con su seudónimo,«El caballero Audaz», primera novela de la colección La Novela de Noche, publicada el

30 de marzo de 1924. Fuente: AFLV

El formato era más serio que el de La Novela de Hoy. Para co-menzar, las tapas eran de una cartulina más gruesa que el simple papel y sus dimensiones eran de 17x11 cm y 1/2. Además, el contenido era de mayor extensión ya que la novelas tenían entre 120 y 150 páginas, aun-que la mayoría rondaba las 120, eso sí, al precio de una peseta, precio

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más elevado que el resto de las colecciones. Podía adquirirse en quioscos y librerías, pero también por suscripción. En cuanto a la estructura sigue el modelo de la La Novela de Hoy y se utilizó esta para dar los avances de lo que se publicaría después en La Novela de Noche. La publicidad anunciaba que todas las novelas eran originales e inéditas. Las oficinas estaban en la calle Mendizábal 42 y La Novela de Noche tuvo dos talleres de impresión distintos: por una parte, Sucesores de Rivadeneyra y, por otra, Sáez hermanos.

Los colaboradores eran casi los mismos que ya participaban tan-to en La Novela de Hoy como en la revista Muchas Gracias: Emilio Carre-re, Joaquín Belda, Juan Ferragut, Antonio de Hoyos y Vinent, José María Carretero, Álvaro Retana, Eduardo Zamacois, Felipe Sassone, Fernando Mora, etc.

Precioso pretende desde el principio alejarse del diseño editorial al uso y, sobre todo, dotar a esta nueva de un mayor carácter erótico y un cierto cosmopolitismo.

Otra cuestión importante fue la distribución. Covadonga García Toraño (2005, p. 299) ha consultado los catálogos de la época y comenta que:

[…] el hecho de que el catálogo de una librería tan importante [Fer-nando Fe y Beltrán] cuente con estas obras entre sus fondos poco tiem-po después de su publicación, nos hace ver que las novelas cortas de colección tenían una distribución que trascendía con mucho la de la literatura de kiosco y merecían -en lo que a importancia de ventas se refiere- un puesto junto a los autores consagrados del 98 y la Regencia en los catálogos del momento.

También piensa García Toraño (2005, p. 300) que Precioso «in-tentó dar a la colección un tinte sicalíptico […] Quizá sea esta una de las colecciones que más intentó crearse una imagen propia, a excepción, cla-ro está, de las de carácter político y de las declaradamente pornográficas»

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El último número salió el 30 de septiembre de 1926 y la colec-ción desapareció sin mayor explicación en prensa cuando las empresas de Precioso pasaron a depender de la CIAP.

García Toraño (2005, pp. 301-302) estructura la colección en tres grupos. El primero sería el de aquellas novelas «que no tienen más trama que la encadenación de aventuras en el sentido físico de la palabra»; el segundo grupo lo constituirían aquellas donde se buscan argumentos frívolos y los párrafos están redactados de manera más picante para ma-yor atractivo de sus páginas y el tercer grupo «está formado por aquellas obras que utilizan el sexo como símbolo de degradación, como muestra del sometimiento de las mujeres o como crítica a las clases altas […] para poner en evidencia su falta de moral». En este aspecto podemos nombrar a Carmen de Burgos, escritora feminista, que denunció a través de sus novelas la situación de opresión a la que estaba sometida la mujer española. Se separa así de otros autores que tienden de manera insistente a tratar sus temas desde una perspectiva misógina.

Artemio Precioso, como editor práctico y liberal en estas cuestio-nes, hace una reflexión al respecto del papel de la mujer al comienzo de la obra de Vidal y Planas La conversión de don Juanito10:

La mujer lee más que el hombre. Por lo menos en España. Los litera-tos españoles, los editores españoles, viven a expensas de las mujeres […] La mujer siente la necesidad de ausentarse del mundo cotidiano y compra novelas y sueña. Unas leen novelitas ñoñas; otras compran libros amenos, buscando la distracción sin ridiculeces, sin hipocresías, cara a cara. Otras solo buscan lo contundente, lo explosivo […] pero todas leen.

Siguiendo nuevamente a García Toraño (2005, p. 306 y ss.) «La figura del hombre se construye igualmente sobre dos tópicos: el conquis-tador irresistible, que no se detiene ante nada para conseguir el placer, o el pobre infeliz al que engaña a su mujer una y otra vez no se sabe

10 La conversión de don Juanito, de Alfonso Vidal y Planas, La novela de noche, nº43, 30/12/1926.

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por qué razones». De la misma manera, encontramos que los hombres siempre son jóvenes, ágiles, valientes, hermosos y, sobre todo, ricos y co-nocedores del mundo. Son novelas de desarrollo urbano, normalmente ambientadas en las grandes urbes y que describen muchas veces la vida mundana de las clases altas, aunque también se detienen en los artistas del pueblo, o que gustan al pueblo, como Raquel Meller, La Fornarina, o los protagonistas del mundo taurino como los toreros Belmonte y Jo-selito.

En definitiva, la colección La Novela de Noche pretende dar un paso más allá con respecto a su hermana La Novela de Hoy, pero, real-mente, lo único que hace es engalanar de otra manera las mismas histo-rias.

Habría que nombrar aquí, como coda, la breve colección titulada El Folletín divertido, que apareció en febrero de 1927, el mismo mes en que Precioso parte para París, y de la que solamente se publicaron cinco novelas, menos subidas de tono que las de colecciones anteriores y cuyo único autor español fue José Pérez Bojart.

Obras de Artemio Precioso hasta la dictadura de Primo de Ri-vera: El primer abrazo, El hijo legal, La doble pasión, La virgen casada, La que quiso ser libre

El primer abrazo

El propio Precioso publica su novela El primer abrazo, obra cortí-sima, cuento más bien, con ilustraciones de Bartolozzi, en el número seis de La Novela de Hoy, el 23 de junio de 1922. La novelita sigue a la que se anuncia en la portada, El vagabundo inapetente, de José María Salaverría, también con ilustraciones de Bartolozzi. Precioso excusa la «reclusión» de su novela en la trasera del volumen de Salaverría al pie de la página:

Habiendo resultado de menor extensión que las anteriores la novela del Sr. Salaverría, publicamos además esta de Artemio Precioso, tam-bién inédita e ilustrada por Bartolozzi. (Salaverría,1922, p. 43).

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El argumento de El primer abrazo es el que sigue. Fernanda, hija de don Fausto, catedrático jubilado, y de doña Juana, muerta en el parto de la joven, crece bajo la estrecha vigilancia del padre y de la pellizcona y barbuda tía Petra. En su aislamiento, los años van pasando mientras se construye en su mente al hombre ideal.

Al llegar a los 28 años, cuando ya parece alejada del matrimonio, es pretendida por don Leoncio, cacique de aquellas tierras, «millonario, ex senador del reino, grande de...estatura y viudo» que «era, con sus cin-cuenta y cuatro años mal contados, un real mozo» (Precioso, 1922a, p. 44).

La acción se desarrolla en Albanegra11, donde reina como amo indiscutible don Leoncio

¿No tenía en Albanegra calles enteras de su propiedad, ¿no tenía fincas inmensas con pinares inconmensurables junto a la Gran Sierra? ¿No poseía miles de tahúllas en la huerta de Murcia? ¿No era el primer ac-cionista del Banco de Albanegra? (Precioso, 1922a, p. 45)

Don Leoncio, que había guardado ausencia a su esposa desde su fallecimiento a los 45 años, es incapaz de consumar el matrimonio. Fer-nanda parece conformarse, hasta que aparece en escena Pedro, pastor en la finca, que acompaña y admira el esplendor de Fernanda. En uno de los paseos de la muchacha, y ante la presencia del su perro Maceo, Pedro la fuerza en un abrazo que ella reclama, ya seducida, más intenso. Muere quebrada por la violencia del pastor que consuma la violación en el ca-dáver y ante la presencia del fiel Maceo.

Novela de ambiente rural, como muchas, donde se recrea en cuestiones propias de la vida de los pueblos y llega al detalle de la ne-

11 Albanegra «contradictoria capital de provincia que figura en la geografía que tenemos para nuestro uso particular... y para nuestro no menos particular abuso», según Precioso (1922a, p. 44), es un topónimo inventado al estilo de la Oleza de Gabriel Miró, que había nacido en las páginas de Nuestro padre San Damián un año antes, en 1921 y de otras de ecos más lejanos como la Vetusta de Clarín en La Regenta o la Orbajosa de la Doña Perfecta, de Galdós. Será frecuente la utilización de este artificio para situar la acción en sus novelas.

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crofilia final, que se inscribe en el hipernaturalismo de muchas obras similares en similares colecciones.

El hijo legal

Poco después de este debut, en el número de Cosmópolis del mes de julio de 1922 se comenta la publicación de El hijo Legal, tomo de no-velas cortas y cuentos de Artemio Precioso. El volumen contenía las no-velas El hijo Legal, Una vida estéril, El descontento, y los cuentos Fémina y Noche de Luna. En la reseña se comenta que es «Obra primeriza, que revela, sin embargo, aptitudes de observación y de composición, capa-ces, al ser sistemáticamente desenvueltas, de llevar al autor al dominio de tan difícil género literario»12.

Curiosamente una de esas novelas, Una vida estéril, había sido vendida a la colección Los contemporáneos, dirigida por Martínez Ol-medilla, después colaborador asiduo en La Novela de Hoy, de tal manera que aparece en esa colección el 3 de agosto de 1922, un mes después de su publicación en el tomo de El hijo legal.

Fig. 7. Portada de La vida estéril (Tierra baldía), de Artemio Precioso, editada en la colecciónLos Contemporáneos el 3 de agosto de 1922. Fuente: AFLV

12 Cosmópolis, nº43, p. 95, julio de 1922, HDBNE.

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El texto que da título al volumen es una meritoria novela corta, si atendemos a la descripción de tipos humanos que ejecuta Precioso. Di-vidida en ocho partes con título propio, narra la historia de Liberato Gó-mez de la Cuerda, médico nacido en la miseria, de la cual escapa gracias a la ayuda del doctor Marín, del que es criado, cuando este le ayuda con sus estudios de bachillerato y, por fin, con la carrera de médico. Muerto su mecenas, las hijas del médico liquidan los bienes del padre y Liberato se establece en Macandeda, malviviendo con las igualas. Al fin decide es-tablecerse en el próspero Florindón, donde ayudado por Petrilla, dueña de la casa donde se hospeda, conquista a la bella Clara, hija de don Jacob Arango, comerciante en pieles y hombre rico de Florindón. Tras la boda, y ante la imposibilidad de tener hijos, Liberato urde un plan para que un gañán iletrado, Juanón, yazga con Clara para dejarla embarazada, y (he aquí lo enrevesado del plan), sin que Juanón, vestido como Liberato y con los ojos tapados, sepa con quién ha yacido, y Clara, engañada y con los ojos también vendados, tampoco.

Liberato, egoísta y sin moral, físicamente repulsivo, odia a las mujeres y deja que su esposa muera en el parto. Al poco tiempo, la niña que ha dado a luz también muere y Liberato queda como único heredero de don Jacob.

Curiosamente, en los tres primeros capítulos se describe con tra-zo vigoroso a Rafael, «[…] abogado, poeta cursi y periodista ramplón», personaje sin relevancia alguna en la historia salvo que figura como pre-tendiente desairado por Clara. También figura minuciosamente descrito Rodolfo Sevilla, señorito vividor de Florindón que no tiene ningún pa-pel en la trama. Don Jacob Arango, padre de Clara es caracterizado con excesiva minuciosidad para el papel que juega después. Es como si la primera parte de la novela hubiera sido escrita de manera independiente para después encajarla con el resto.

La segunda novela del volumen, La vida estéril, publicada tam-bién en Los contemporáneos, como dijimos, dividida en capítulos, es edi-tada en este tomo sin separaciones.

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El argumento tiene mayor solidez que los anteriores. Teresa y sus padres, don Juan y doña Rosa, viven una vida tranquila en un luminoso piso de la calle Goya, en Madrid, cuidando a Rosita, su hija pequeña y enferma. Un buen día reciben carta de la hermana de doña Rosa, Matil-de, desde el pueblo murciano de Algezares, donde antes vivían todos y del que salieron después de que doña Matilde, viuda reciente, tuviera un «tropiezo». En la carta, la tía Matilde ruega a su hermana que le envíe a Teresa a vivir con ella: «[…] Que venga conmigo, que sea mi consuelo puesto que estoy enferma y he de vivir poco». (Precioso, 1922b, p. 71).

Acuerdan aceptar la oferta, de manera que Teresa va a vivir a Algezares con su tía, a la que atiende, y lleva la casa de manera ejemplar. Su belleza y elegancia pronto despiertan las envidias de las mozas de Al-gezares, ya que es pretendida por varios jóvenes nada más llegar. Por fin, queda prendada de uno de ellos, Toribio.

Toribio llevaba las cuentas de un pequeño comercio en el barrio del Carmen, en Murcia. Su Madre, María, viuda de un marido alcohó-lico y agresivo llamado Felipe, regentaba un estanco con el que vivían modestamente.

Era Toribio bueno, confiado, noblote, algo simple. No tenía, ni con mu-cho, una gran inteligencia, cosa, después de todo, natural, puesto que María era corta de luces y Felipe fue un completo mastuerzo. (Precioso, 1922b, p. 76).

Toribio y Teresa acuerdan la boda impulsada también por la tía de ella y la madre de él, estrechas amigas. Teresa muestra sus dudas, pero, ante la amenaza de la soltería y las recomendaciones de su tía, se decide por el matrimonio. Pronto se arrepiente de su decisión:

Por huir estúpidamente de la soltería- ¡con qué fruición amarga recor-daba ella ahora su perdida libertad! -había venido, primero, a este pue-blo absurdo, alejándose, tal vez para siempre, de Madrid, el hermoso, el inmortal, el incomparable Madrid de sus amores que adquiría en la triste evocación gigantescas proporciones, y después, ya en Algezares, se había constituido sencillamente en criada y esclava de su tía, servi-

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dumbre y esclavitud ampliada ahora a dos personas más: su suegra y su marido. Esa era la vida que la esperaba en lo sucesivo: guisar para tres personas extrañas -completamente extrañas-, barrer y fregar, lavar la ropa, componer medias y calcetines, segar hierba y todas las innu-merables labores que en casi todas las regiones de España se reservan a las mujeres, que han de ser machos para trabajar y hembras para parir. (Precioso, 1922b, p. 84).

Especialmente singular por su viveza es el fragmento dedicado al veraneo en Los Alcázares. Precioso no puede embridar a su narrador cuando describe el calor insoportable, las barraquetas construidas con cuatro cañas en la misma playa, la fiesta del mar, los baños curativos y otros tantos detalles, que no son sino los recuerdos del lugar que el propio Precioso tenía de su estancia infantil en la localidad. Se permite aconsejar:

[…] no vayáis a Los Alcázares, porque, además de sufrir un calor sofo-cante, no os podréis bañar, de tan sucia y repugnante que veréis el agua; no comeréis más que mújol e higos de pala; no recibiréis periódicos, y las moscas, materialmente, os comerán una buena parte de vuestra humanidad. (Precioso, 1922b, p. 91).

Las siguientes páginas son, sin embargo, una exaltación de la huerta murciana, de su abundancia, de la Virgen de la Fuensanta y hasta el político de la Cierva tiene cabida en estas líneas. En cuanto a la trama, Teresa, incapaz de tener un hijo, pronto es menospreciada por su sue-gra y por su marido. Cambiada físicamente, tostada por el sol y vestida de negro, tres años después, entre los más oscuros pensamientos y tras un encuentro casual con un antiguo pretendiente madrileño, se suicida arrojándose por el puente viejo de Murcia.

El volumen de El hijo Legal nos proporciona una buena fuente de información acerca de Artemio Precioso a través de su tercer título, El Descontento, conjunto de recuerdos de su infancia, de su paso por los internados, del asunto con Francisco Gálvez que lo hizo ingresar en la cárcel y, después, lo llevó a retirarse a su Hellín natal durante un tiempo.

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Su propio hijo, Artemio Precioso Ugarte, en las páginas biográficas que escribió sobre su padre para el libro de Martínez Arnaldos (1997), da crédito a este escrito como si se tratara de unas verdaderas memorias.

De los dos cuentos cortos con los que termina el volumen quizá sea Fémina el más acabado, con una trama bien construida donde dos muchachas que viajan en el mismo tren acaban descubriendo que com-parten novio sin ellas saberlo. Cieza y Murcia vuelven a asomar por sus páginas. Noche de luna, el cuento final, es una breve descripción melan-cólica de los encuentros, reja por medio, de los novios de distintas clases sociales.

La doble pasión

Esta novelita, quizá la de menor interés entre las primeras de Pre-cioso, se publicó en La Novela de Hoy con el número 24, el 27 de octubre de 1922. Fue prologada por Emilio Carrere, quien interroga al autor so-bre sus inquietudes literarias y humanas. Precioso muestra su admira-ción por la prosa de Larra y su desprecio por curas y frailes ya que:

El imperativo de la carne es contundente, y así perpetúan la eterna farsa de la eterna hipocresía… Los curas y los frailes debían estar, o casados, o legalmente castrados… (Precioso, 1922c, p. 7).

Además, comenta abiertamente que «el estado perfecto del hom-bre, al que llegará un día […] es la poligamia». (Precioso, 1922c, p. 8)

Nuevamente Precioso sitúa la obra en un entorno rural y pro-vinciano, quizá el ambiente que mejor conoce. Julián, encargado de la finca Dehesa Grande desde tiempo atrás se muestra contrariado cuando después de treinta y cuatro años de hacer y deshacer, primero con el due-ño, don Jesús, después con la viuda de este, doña Genoveva, y más tarde con el tutor, don Andrés, tiene que vérselas con el control repentino que ejerce el joven heredero, el señorito Antonio, quien decide ir a vivir a la finca.

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Antonio, heredero de don Jesús, prohombre de Urberrasa13, rom-pe con Ana Fe, su novia, hija del fiscal, que coquetea con un capitán de infantería casado y con cinco hijos. Harto de su vida sentimental, de dirigir El Heraldo de Urberrasa, de sus luchas literarias y poéticas en la pequeña ciudad, decide finalmente el retiro a la finca.

Julián, el encargado, ve con disgusto que el señorito Antonio se retirase a la finca que el ya creía terreno propio. Con nueve hijos, Julián ha ido haciendo su pequeño patrimonio robando los beneficios de la finca. Antonio se apercibe de esto y retira a Julián de la primera línea de la administración aludiendo a sus muchos años y este deja las responsa-bilidades de la finca en manos de su hijo Rafael.

La única hija soltera de Julián es Josefa, que vive en la finca con su padre. Pronto el señorito entabla relaciones con ella bajo el encubri-miento de Rafael y la aquiescencia callada de Julián, que ve en esto la celada perfecta para cazar al señorito y a su patrimonio.

Pronto, otro hijo de Julián llamado Francisco contrae matrimo-nio con Rosa y van a vivir a casa del guarda. Rosa ayuda a su cuñada y pronto cae en las redes amatorias de la pareja, conformando un trío. La relación se vuelve cada vez más turbulenta. Hasta entonces Antonio ha-bía respetado la virginidad de Josefa, pero al entrar Rosa en escena, todo se precipita (Precioso, 1922c, p. 42):

Violentamente [Josefa] me ha arrancado de los brazos de Rosa […] y me ha obligado a lo que yo no quería, de lo que yo huía, por miedo a las consecuencias lógicas […]

Al final, Josefa queda embarazada y Julián ve en este hecho la oportunidad para coger in fraganti a los amantes y casarlos. Manda a Rosa a la ciudad de compras para que no estorbe e irrumpe con testigos una noche en el dormitorio del señorito Antonio. Este está solo, pues había tenido la precaución de mandar a Josefa a la ciudad con su novio y Julián cae en el ridículo.

13 Urberrasa bien pudiera ser la traslación novelística de Albacete, ciudad que conocía bien Precioso y que puede identificarse con esta ciudad llana que nombra el autor.

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Entre el capítulo cinco y el noveno, el narrador cede la voz al pro-tagonista bajo el artificio del manuscrito encontrado, en este caso unos papeles hallados por el narrador en la finca donde estuvo convaleciente. En el último capítulo el narrador vuelve a retomar el hilo de los aconte-cimientos contados de primera mano por Antonio al que encuentra en el bar de la capital consumido por el alcohol y los remordimientos.

La virgen casada

Esta nueva novela de Precioso aparece El 25 de mayo de 1923 con el número 54 en la colección de La Novela de Hoy. La prologa Fer-nando Mora y el ilustrador es Ochoa14 que había ilustrado El esfuerzo, de Bacarisse, en 1917; las obras completas de Rubén Darío el mismo año y La roja, de Ramón Gómez de la Serna, en 1923. También había realiza-do algunas exposiciones importantes en Sevilla, Madrid y París y había recibido la medalla en la exposición nacional de Bellas Artes de Madrid.

El prologuista fue Fernando Mora, escritor castizo madrileño, muy conocido por su gracejo en los círculos literarios de la época. Inte-rroga este a Precioso en el prólogo sobre la fórmula de su éxito editorial.

Ante las preguntas de Fernando Mora, Artemio Precioso pone sobre el tapete toda su estrategia editorial, (Precioso, 1923b, pp. 4-5):

[…] Ni una sola persona me animó. Nadie creía en el éxito… Todos me anunciaban el fracaso: creían la empresa un suicidio económico, una estupidez. […] En un año La Novela de Hoy ha abonado entre los autores -con-tando los originales en cartera y dibujantes- ciento diez mil pesetas. A los señores Sucesores de Rivadeneyra, por facturas de imprenta, hemos pagado doscientas cincuenta mil pesetas aproximadamente… […] Yo creo, aparte falsas modestias, que hemos hecho algo por la difusión de la Literatura y en defensa de los escritores.

14 Enrique Ochoa, precursor de las vanguardias, ilustró distintas revistas como Blanco y Negro, La Esfera, Nuevo Mundo, La ilustración española e iberoamericana y colecciones como La Novela de Hoy, La Novela de Noche, La Novela de Aventuras y otras muchas. Como ilustrador su contribución más conocida fueron los dibujos que hizo para las obras completas de Rubén Darío. Durante su estancia en el Madrid de los años veinte compartió piso y estudió con el caricaturista Luis Bagaría.

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En el primer capítulo, el narrador se encuentra en el Café Na-cional con Juanito Arizón, paisano suyo. Allí mismo Arizón comienza a relatarle su historia.

Juanito, sin bienes de fortuna, con su título de abogado en el bol-sillo como único aval, y con graves problemas sexuales que le impiden consumar el matrimonio, se casa en Villablanca con Laura García, mu-chacha sin bienes de fortuna.

En el viaje de novios recalan en Albada, trasunto con casi toda certeza de Albacete; allí pasan la noche de novios que, por supuesto, fra-casa. Al día siguiente, Laura encuentra su cuerpo con moraduras y des-cubre la verdadera naturaleza sádica de su marido.

Después de una conversación donde se ponen las cartas boca arriba, Laura decide interrumpir el viaje de novios y regresar a Villablan-ca, pero piensan en el escándalo que se produciría en el pueblo y en las explicaciones que las gentes pedirían y deciden, finalmente, ir a Madrid. En el tren que los lleva a la capital coinciden con una pareja de recién casados. En la oscuridad del vagón, durante la noche, Laura es testigo, mientras Juan duerme, de cómo la otra pareja realiza el acto sexual. La excitación la perturba hasta el paroxismo. Al llegar a Madrid toman un hotel. Laura se consume en la habitación mientras Juan se evade asistien-do a bailes y flirteando con distintas mujeres.

Al final, por boca de la doncella de la madre de Laura, la «noti-cia» se difunde por el pueblo y, ante el escándalo, preparan los trámites para la separación. Las gentes del pueblo, a pesar de reprobar la actitud de Juan, reprochan a Laura el haber hecho público el asunto. Finalmente, la familia de Laura va con ella a vivir a Madrid, donde también reside Juan, que ejerce en un bufete como pasante.

Pasan los meses hasta que una noche Laura, desesperada, sale a buscar el amor por su cuenta. Un joven llamado Gonzalo la aborda por la calle confundiéndola con una prostituta. Ella, lejos de desengañarlo, lo deja hacer y pasa la noche con él. Al amanecer, satisfecha, decide que su única salida es el suicidio e intenta arrojarse por la ventana. Gonzalo lo impide, le declara su amor y le propone que viajen juntos a América.

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La que quiso ser libre

Fue publicada el 31 de agosto de 1923 en La Novela de Hoy, con el número 38. El volumen venía precedido de un prólogo de su amigo, el hellinero y también escritor Mariano Tomás. Las ilustraciones corrieron a cargo de Demetrio.

El prólogo está en la línea de la prosa almibarada que normal-mente utilizaba el poeta hellinero. Exalta sobremanera las dotes literarias de su amigo, en un tono de excesiva adulación. Precioso, si bien está do-tado para una prosa amena sobre todo en lo referido a la descripción de tipos, no alcanza las cimas que Tomás describe, aunque sí complemente su labor de escritor con otras virtudes como editor y relaciones públicas. Como muestra un botón:

En vano se buscarán las raíces de su estilo entre los estilos de todos los prosistas del pasado siglo y del siglo actual. El de Artemio, del ya popular Artemio, solo es comparable a una delicada obra de alguno de aquellos divinos orfebres del Renacimiento (Precioso, 1923c, p. 4).

La protagonista narra sus memorias en primera persona y desde el comienzo muestra su descontento con el papel de la mujer en España:

¡Ser libre en España, nuestra bendita España, nuestra incomparable Es-paña, el país, sin embargo, de los hombres celosos, de los maridos calde-ronianos y de los toros! ¡Una mujer sola, por añadidura! ¡Así he salido yo! ¡Bien he sufrido las consecuencias de mi loca y absurda pretensión! No es solo España el país de los toros y de los machos celosos; es, además, y casi principalmente, el suelo de los fanatismos religiosos infiltrados en la masa de la sangre hasta de aquellos liberales rabiosos que piden la li-bertad de cultos y la secularización de los cementerios, y que no pueden dormirse sin santiguarse y rezar tres Avemarías... (Precioso, 1923c, p. 8).

La madre de la protagonista muere en el parto y su padre fallece cuando la pequeña cuenta ocho años. Queda al cargo de don Florencio, médico afamado de Murcia, que se apropia de los pocos dineros de la niña mientras esta va creciendo bajo su amparo. Don Florencio, con tur-

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bias inclinaciones por las jovencitas, la seduce una noche so pretexto de una «exploración» para vigilar su salud.

Con el poco dinero que no le ha robado don Florencio y una vez liquidados sus exiguos bienes, toma hospedaje en casa de la viuda de un militar con el fin de estudiar el magisterio y labrarse un futuro decen-te. Doña Juana, la viuda, muere, y le deja en herencia tres mil pesetas. Invierte el dinero en formarse una cultura y lee todo lo que cae en sus manos. Llega a la siguiente conclusión:

La mujer está esclavizada vilmente por el hombre. Éste ha hecho las le-yes; ha creado el edificio social ¿Cómo no se dan cuenta las mujeres? ¿Cómo no protestan y se rebelan? ¿Cómo pueden sufrir en esclavitud? (Precioso, 1923c, pp. 14-15).

Desesperada por el acoso a que la someten los hombres y des-pués de rechazar a pretendientes y moscones, acepta las proposiciones de un tal Elías Ampuero «un muchacho ni listo ni tonto, ni alto ni bajo» (Precioso, 1923c, p. 19), que le sirve para aplacar sus necesidades sexua-les. Una noche consuma el acto con Elías cerca de La Fuensanta. Cuando el muchacho se lamenta de no poder llevarla al altar ella se ríe:

La idea del macho agresor, hiriente como un puñal, me producía náu-seas, no miedo, porque yo no sé, a partir de los doce años, lo que es el miedo...¡Los hombres!... no es que me inspirasen asco precisamente. Es que yo me sentía tan hombre, tan varonil, tal valiente, tan decidida como ellos ¡Sí mi ideal era eso: ser un hombre, gozar, disfrutar, poseer sus privile-gios, sus injustos e inicuos privilegios![…]¿Casarme? ¿Para qué? ¿Para ser tu mujer? ¿Pero tú sabes, niño mío, lo que es ser legalmente la mujer de un hombre? Entre el suicidio y el matri-monio preferiría el suicidio, créelo... ser la mujer de un señor es sepultar-se, enterrarse en vida, renunciar al pensamiento, a la acción, a la libertad. (Precioso, 1923c, pp. 20-21).

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Finalmente viaja a Madrid y se instala en una pensión. No en-cuentra trabajo y decide alquilar una habitación para, allí, ejercer de prostituta. Aun así, sigue buscando trabajo y sigue siendo rechazada hasta que, por fin, es contratada por los señores de Gutiérrez Balló para cuidar de su hija de cuatro años. Así conoce a la atractiva y joven dueña de la casa, Etelvina15, con la que acaba teniendo una pasional relación en la cual incluyen a Armando, el marido de Etelvina. Finalmente se hace famosa en Madrid frecuentando cabarés y casas de juego y haciendo for-tuna en los casinos.

Ya no como Aurora Pérez Roca, sino como marquesa de Maren-cio visita al editor Artemio Precioso para solicitarle que publique sus memorias por orden de su confesor.

Novela donde lo más relevante son las ideas expuestas sobre la liberación de la mujer, ideas pasadas por la visión feminista de Artemio Precioso, que aquí se alzan con convicción mientras en otros escritos se ocultan por conveniencia del argumento.

Reacciones a La Novela de Hoy. Vida social.

En medio de la vorágine empresarial, aún le queda tiempo a Pre-cioso para compaginar su actividad política y literaria.

El partido liberal estuvo dominado en el distrito por Tesifonte Gallego y Antonio Falcón, y a partir de 1923 por José Francos Rodríguez. El partido logró adhesiones de caciques locales, propietarios agrarios y profesionales liberales, como nos recuerda Manuel Requena (1990, pp. 140-141). Quizá por esta razón en el mes de marzo de 1922 se hacía pú-blica16 la adhesión de Artemio Precioso al Partido Liberal de la mano del Conde de Romanones, líder del mismo, junto con Manuel García Prieto. Álvaro Figueroa otorgó la representación política del partido en Hellín a

15 La idea de la conversación del personaje con el editor, por una parte, el propio nombre del personaje, Etelvina, y las ideas que emanan del argumento, bien podrían ser unamunianas, sobre todo si atendemos al cuento del escritor vasco, Don Bernardino y doña Etelvina.

16 La acción, diario de la noche, p. 6, Madrid, 29/04/1922, HDBNE.

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Precioso que retornó a su pueblo en un viaje de propaganda para captar adhesiones. Curiosamente el candidato a las elecciones de 29 de abril de 1923 no fue Precioso, sino el periodista Graciano Atienza. Este cambio puede deberse a la mutación ideológica de Precioso, que ya en la dicta-dura de Primo de Rivera y por influencia de su amigo Vicente Blasco Ibáñez se torna antimonárquico y republicano para después, durante la República acercarse al lerrouxismo.

Unos meses después, en el mes de julio, se falló un concurso de piezas líricas que había sido convocado por la Sociedad de Autores el mes de enero anterior. Se dilucidaban nueve premios de 2000 pesetas cada uno y Precioso, en colaboración con Mariano Tomás López, ob-tuvo el segundo premio con la zarzuela en un acto y en verso titulada La primera aventura de don Juan, presentada bajo el lema «Quiero fer una prosa en roman paladino». Además del premio, la composición de la partitura correría a cargo, «a ser posible, de los nueve compositores de mayor recaudación en la Asociación de Autores»17. Al final, fue el maestro Serrano el designado para la parte musical.18 En el prólogo que le hace Vidal y Planas para Isabel Clara, publicada el 15 de febrero de 1924, todavía no se había representado, pero Precioso se reafirma en su trabajo y en que el compositor que pondría música a la zarzuela sería el maestro José Serrano.

A finales de 1922 la fama de Artemio Precioso ya había traspasa-do la frontera de la capital. No es de extrañar que, tras una campaña tan agresiva, El Diario de Albacete se haga eco de este éxito19:

17 La acción, diario de la noche, p. 5, Madrid, 11/07/1922, HDBNE. // La Correspondencia de España, año LXXV, nº 23337, p.4, 12/07/1922, BVPH.

18 Diario ABC, 30/08/1922, AABC.19 El Diario de Albacete, año XLI, nº 12737, p.1, 12/02/1922, BDIEA.

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UN PAISANO QUE TRIUNFA«Hace unos días nos sorprendió agradablemente el magnífico número extraordinario de «La Tribuna de Madrid», con una información de plana y media dedicada a don Artemio Precioso, que marchó a la Corte en busca de ancho campo donde desenvolver sus admirables aptitudes. Decimos «nos sorprendió», no porque de Artemio no esperásemos no-sotros días de gloria y de triunfo conociéndole a fondo, sino porque la prensa madrileña suele comprimirse en exceso y mostrarse esquiva con el elogio a la gente nueva.La gran extensión que da el redactor de la «Tribuna» su «interviú» con el señor Precioso, nos priva de reproducirlo, porque habría de ocupa-mos dos planas de «El Liberal». Se titula «La Novela de Hoy y Artemio Precioso», va ilustrada con un retrato de nuestro buen amigo y una reproducción del cartel que ha dibujado el maestro Ricardo Marín para anunciar la publicación que va a editar el ilustre hellinense y ya famoso literato.El interviuvador [sic] se interesa por los más mínimos detalles de la vida del gran Artemio considerándolos dignos de la curiosidad pública que éste ha despertado en el gran mundo madrileño, donde se le llegó a tomar por un americano, cosa a nuestro parecer lógica, por no ser frecuente que un joven de cualquier provincia vaya a la Corte a montar y dirigir un negocio editorial de las fantásticas proporciones de «La Novela de Hoy», que será bandera de las hispanas letras en el mundo entero.Joven todavía Artemio Precioso, esperamos de su pluma, de sus cuali-dades financieras de hombre moderno, nuevos triunfos para bien suyo y honor de la ciudad que le vio nacer.Reciba nuestra felicitación más entusiasta sincera.»El anterior artículo lo reproducimos gustosísimos de nuestro colega «El Liberal de Hellín», suscribiendo cuanto escribe en honor del señor Precioso, colaborador de EL DIARIO DE ALBACETE desde hace mu-cho tiempo.

Pero también las primeras críticas a su forma de irrumpir en el mundo literario empiezan a aflorar en la prensa. En El Heraldo de Ma-drid, un artículo de Calibán titulado Panorama grotesco20, critica la me-

20 El Heraldo de Madrid, p.1, 30/10/1922, HDBNE.

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galomanía que algunos escritores, hasta ese momento discretos, como Marcelino Domingo, han heredado, a su juicio, de políticos como Ale-jandro Lerroux. Para apoyar esta afirmación se remite a la interviú que Artemio Precioso realiza al escritor en las páginas previas a su novela corta El visionario. Tras entrecomillar algunas afirmaciones de Domingo (en verdad algo subidas de ego) arremete contra Precioso:

No somos comedidos, no. Aunque, quizás a D. Marcelino le haya per-turbado la clase de preguntas que estructura [sic] a sus víctimas D. Ar-temio. Realmente hay para que pierda el tino el hombre más equilibra-do. Véase, véase:«¿Qué opina acerca de Maura y la Cierva, el primero como presidente de la Academia y el segundo como político»«¿Cuál es el político más grande del mundo que ha existido?» «Y el escritor más colosal?» «¿El poeta más divino?»Realmente, es para rascarse la cabeza un rato largo antes de contestar. ¡Pobres alumnos, si el Sr. Precioso fuera profesor!

La Novela de Hoy no empezaba con buen pie para gran parte de la crítica, y la inclusión en su nómina de escritores como Álvaro Retana disparó las alarmas. Retana era hijo del político y escritor Wenceslao Re-tana, que había sido gobernador de Huesca y de Teruel. Escritor que ci-mentaba su popularidad en haber sido autor de las letras de célebres cu-plés, era un niño bien, libertino y homosexual reconocido que decía ser «el novelista más guapo del mundo»: las fotografías dan fe de un hombre más bien bajo, con aspecto pulcro, cejas depiladas y pelo engominado.

Retana, que llegó a publicar hasta diecisiete novelas en la colec-ción de Precioso, había debutado con Los ambiguos, en el número 9. El uno de diciembre de 1922 publicó El encanto de la cama redonda y desde las páginas del semanario Buen Humor, Juan Pérez Zúñiga publica un artículo titulado El más joven y bello de los plagiarios21 donde lo acusa de haberlo hecho con su obra de Las mil noches y una noche, publicada por la casa Prometeo de Valencia, y traducida por Blasco Ibáñez. Al final y como conclusión, una advertencia al nuevo editor:

21 Buen Humor. Semanario Satírico, pp. 12-13, Madrid, 17/12/1922, HDBNE.

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Señor Artemio Precioso, director de La Novela de Hoy: Usted, que pa-rece hombre inteligente y culto, ¿cree que son ésas las exclusivas que se deben ofrecer al público?

Sin embargo, en un número de la Unión Ilustrada22, Álvaro Reta-na escribió un artículo titulado La juventud que vale. En ella se quejaba del poco apoyo que había tenido en sus comienzos literarios por parte de otros autores ya consagrados, aunque agradece a otros como Artemio Precioso su ayuda:

A excepción de Luis de Oteyza, quien, sin haber cambiado apenas la palabra conmigo, me ha concedido en su diario una hospitalidad cor-dial y valiosa que yo «siempre agradeceré» y JAMÁS olvidaré, Artemio Precioso, don José Pérez Rozas, director de «El Liberal» de Barcelona, el difunto don Alfredo Vicente, Colombine y alguna que otra rarísima persona que hicieron algo por mí, yo no he encontrado nunca en las revistas y diarios españoles la acogida que creía merecer hasta que el público me impuso.

En otra ocasión. contesta Artemio Precioso a las opiniones con-trarias a las novelas cortas vertidas en El Liberal de Murcia por el perio-dista murciano Cánovas Albarracín23:

Las novelas cortas¿Se me permitirá, señor director, como colaborador de esta casa, no en otro sentido, oponer algunos reparos a un artículo publicado en El Li-beral bajo el título que encabeza estas líneas? Su autor, el señor Cánovas Albarracín, hace unas afirmaciones pintorescas, incurre en deliciosas contradicciones. Arremete contra Carretero, Belda, Retana -¡ya te ve!- y dice: una mujer no tiene derecho a engañar a su marido y confesárselo cínicamente. Es decir, que, en último término, lo del adulterio, pase... pero eso de confesarlo al propio herido... ¡muy gracioso!Pero antes, como el tema nos lleva al divorcio y otras reformas que pi-den los espíritus libres, y el autor del artículo quiere ser liberal, a pesar

22 La Unión ilustrada, p. 6, 21/10/1923, HDBNE.23 El Liberal (Murcia), año XXI, nº 7323, p. 1, 18/10/1922, p. 1, BVPH.

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de combatir a quien cree que la mujer casada puede verse impulsada o llevada al adulterio por múltiples causas, dice: «Yo no soy partidario de la actual formación de la familia, pero no se trata ahora de eso».¡Ya! De lo que se trata es de querer perjudicar a las editoriales de novelas cortas... y grandes... Porque si no ¿quién entiende este lío?Si no se es partidario de la formación actual de la familia ¿cómo arreme-ter contra el novelista que presenta un caso de adulterio ¡tan corriente! quizá por la «actual formación de la familia»?Después, pretende el autor hacer equilibrios, diciendo que no es retró-grado, pero que Carretero es un apologista del vicio. ¡Qué manera tan peregrina de interpretar la literatura!¡Pobre «Caballero audaz»! ¡No se le perdona que venda de sus obras mi-les y miles de ejemplares! Y ¿por qué vende tanto? ¿Por ser mal escritor y hacer la apología del vicio? Pretender decir esto es insultar al público. Además, si solo por esto se tuviera asegurada la venta, ¿creen ustedes que en España habría muchos escritores que no llevarán [sic] repleta la cartera?¿Son idiotas los compradores de las obras de Belda, del «Caballero Au-daz», de los demás autores mimados del público? No involucremos [sic] las cuestiones. Y, sobre todo, no llevemos nuestras rencillas minúsculas al socaire de un tema ampuloso, a las columnas de un periódico que debe merecer más respeto. ¿No lo cree así el Señor Cánovas?Por mi parte, es lo menos que he podido hacer en defensa de un amigo y de un compañero, ya que el «Caballero Audaz» publicó su novela «Por su propia mano», tan combatida por el autor del artículo en cuestión, en una revista que dirige el autor de estas líneas. Artemio Precioso

Lo cierto es que Precioso se sitúa en una posición destacada y de manera fulgurante en el panorama editorial de la capital. El seis de junio de 1923, el PEN Club de Madrid, asociación que presidía Azorín, celebró sesión consistente en una comida24 en La casa de Molinero, como se conocía al restaurante Sicilia-Molinero, un afamado establecimiento ubicado en el número uno de la Gran Vía de Madrid. Allí, Artemio Pre-cioso, flamante nuevo empresario, coincidió con algunos de los autores que habían dado el primer impulso a La Novela de Hoy como Joaquín

24 El Heraldo de Madrid, 7/06/1923, p. 5, HDBNE.

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Belda, que había publicado El amigo de la Curri en el número cinco de la colección, justo un año antes; Alfonso Hernández Catá, cuñado de Alberto Insúa, autor también en la nómina de Precioso que unos meses atrás había dado a la imprenta El tercer Fausto o Augusto Martínez Ol-medilla, autor de La moral de lo inmoral. A todos estos autores los había prologado Precioso.

Fig. 8. Restaurante Sicilia-Molinero. Fuente: revista Esfera 20/10/1917, HDBNE.

La asistencia a este tipo de eventos sería fundamental para el re-cién estrenado empresario, que debía ampliar su círculo de amistades entre las mejores plumas del país. Asistieron Luis Fernández Ardavín, el académico Emilio Gutiérrez Gamero, Ricardo León, José María Salave-rría (que había publicado en el mismo tomito que Precioso su novela El vagabundo inapetente) y Francisco Vighi.

También estaba aquel día José Francos Rodríguez, al que Precio-so conocía, ya que el madrileño había sido diputado por Almansa. Varias veces alcalde de Madrid, exministro de Instrucción pública y exministro

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de Gracia y Justicia, seguramente acudió al banquete, no por su trayec-toria política, sino porque ostentaba la presidencia de la Asociación de la prensa (lo hizo con carácter vitalicio hasta su muerte en 1931). Francos sería fundamental en la trayectoria empresarial de Precioso ya que en 1924 ocuparía el cargo de vicepresidente en la recién creada Compañía Iberoamericana de Publicaciones (CIAP) que dirigía Ignacio Bauer (de la banca Bauer) y que se hizo cargo de las empresas editoriales de Precio-so en 1928 (Labrador Ben et alii., 2005, p.19).

Por allí andaba Cipriano Rivas Cherif que, suponemos, estaría sentado al lado de su íntimo amigo Amos Salvador Carreras, arquitecto riojano y diputado por el Partido Liberal. Salvador Carreras llegaría a ser ministro de la Gobernación con Azaña en los meses anteriores al levan-tamiento de Franco. Rivas Cherif, cuñado de Azaña, y Amós Salvador eran íntimos amigos del que después sería presidente de la República.

También acudieron al banquete los críticos Enrique de Mesa, Enrique Díaz Canedo, Eduardo Gómez Baquero (Andrenio) y Melchor Fernández Almagro. Periodistas como Juan Aguilar Catena, secretario del político Santiago Alba, al que tan atinadamente glosó Artemio Pre-cioso en su libro Españoles en el Destierro; Luis Costa Araujo, Bernardo G. de Cándamo, José García Mercadal, Leopoldo López de Sáa, José Mª Matheu; escritores reconocidos como Azorín y Wenceslao Fernández Flórez (que también había publicado ya con Artemio Precioso La caza de la mariposa); políticos como Roberto Castrovido, el diplomático cu-bano José Mª Chacón y Calvo o el cónsul de Paraguay en Toulouse Rufi-no Blanco Fombona; filólogos como el mejicano Alfonso Reyes o poetas en alza como Pedro Salinas y un joven y poco conocido todavía Federico García Lorca.

A los postres, Pérez de Ayala, que había representado al PEN Club de Madrid en la reunión internacional de Londres, leyó en unas cuartillas el saludo que enviaban los colegas ingleses, y Azorín propuso a Gómez de Baquero (Andrenio) y a Francos Rodríguez la constitución de una comisión para recabar de los directores de los periódicos que dedicasen secciones para el análisis literario. Rivas Cherif propuso la im-plantación en Madrid del teatro íntimo, a imitación del que dirigía Adriá Gual en Barcelona.

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La personalidad del editor iba perfilándose con claridad entre los lectores, críticos y escritores de todo el país. Curiosamente, cuando sus publicaciones ya alcanzaban el éxito, un pequeño tropiezo enturbia en parte la buena racha. Diversos medios de comunicación recogían la noticia de la detención en la barriada de La Sagrera, en Barcelona, de Artemio Precioso el 27 de julio por llevar una pistola del calibre 6,35 sin la debida documentación. Al parecer la había olvidado en Madrid.25

Otra cuestión que atrajo la atención de la prensa fue el asunto de Vidal y Planas.

El veintiséis de septiembre26 Artemio Precioso apadrinó en su boda al escritor Alfonso Vidal y Planas, que estaba preso por haber ase-sinado unos meses antes a su socio Luis Antón del Olmet durante la presentación de una obra en el saloncillo del Teatro Eslava de Madrid. La boda se celebró en la capilla de las Hijas de la Caridad. Vidal y Planas se casó con Elena Manzanares, rigurosamente vestida de seda negra, mien-tras que él vestía de media etiqueta. La madrina fue la hermana de la novia, Carmen Manzanares. Firmaron el acta como testigos el ayudante de la prisión, Venancio Sansón, y el oficial de Prisiones Ramón Tártaro. Ofició el capellán de la prisión, Justo Lacasa, unos meses después pro-puesto como testigo en la causa por la muerte de Olmet27.

Artemio Precioso se aprovechó de lo truculento del asesinato y la boda posterior para apropiarse, casi en exclusiva, de la figura de Vidal y Planas y, en varios prólogos de La Novela de Hoy, intentó justificar y liberar de toda responsabilidad al recluso.

[…] en cuatro años le publicará once novelas, casi todas, como es natu-ral, de tema carcelario y/o relacionadas con su crimen, que trataba de justificar en sus argumentos. Aparte, Vidal y Planas daría a la luz al me-nos una docena más, publicadas en otras colecciones. Con el producto de las mismas –que él mismo cifró en una entrevista publicada en El

25 Correo de la mañana, año X, nº2932, p. 1, 27/07/1923, BVPH. // El noroeste, p.3, 27/07/1923, HMG. // El Sol (Madrid), p. 8, 27/07/1923, HDBNE.

26 La Correspondencia de España, nº 23716, p. 4, 27/09/1923, HDBNE.27 La Voz (Madrid), p. 3, 20/03/1924, HDBNE.

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Liberal en dos mil pesetas mensuales– vivió opíparamente en su celda de pago, de modo que entró con 57 kilos y salió con 70. Por consejo de Alberto Valero Martín, su abogado y también fecundo autor de novelas cortas cercanas al tremendismo, el recluso contrajo matrimonio con Elena Manzanares el 26 de septiembre de 1923. Actuaron de padrinos Artemio Precioso y Carmen, hermana de la novia. En mayo de 1924 se celebró el juicio y Alfonso fue condenado a doce años y un día y a indemnizar con cien mil pesetas a los herederos. Antonio Teixeira, el acusador, pese a su brillante alegato, no consiguió que fueran embar-gados los derechos de la obra del acusado en la Sociedad de Autores. Fuera como fuese, en febrero de 1926, el Gobierno de Primo de Rivera le concedió un indulto particular y rebajó su pena a cuatro años. En el mes de julio fue de nuevo indultado, conmutándosele la pena por la de destierro, que cumplió en Barcelona. Estuvo, pues, en prisión tres años y cuatro meses, dos de ellos cumplidos en el penal de El Dueso en Santoña. (Barreiro, 2015, pp. 126-127).

Fig. 9. Caricatura de Alfonso Vidal y Planas.Fuente: Muchas Gracias, p.6, 15/03/1924. Il. De Sirio

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Según Barreiro (2015, p.127), después de ser liberado, Vidal y Planas hubo de afrontar la denuncia de dos de sus novelas publicadas en la colección La Novela de Noche, Noche de San Juan (nº 15, 15/01/1925) y La conversión de don Juanito (nº 43, 30/12/1926).

Por todo ello, Vidal y Planas siempre le mostró un agradecimiento desmedido a Precioso. En el prólogo a la novela del hellinero, Isabel-Clara, Vidal explica por qué (Precioso, 1924a, pp. 5-6):

[…] decía que Artemio Precioso ofició una vez para conmigo de ángel providencial.Fue del modo siguiente: Caí preso, acaso para toda la vida. Cuando llevaba quince o veinte días en la cárcel, se me comunicó que el Sr. Tei-xeira, mi acusador privado, había pedido y obtenido la RETENCIÓN TOTAL de mis ingresos en la Sociedad de Autores. Eran mis ingresos únicos. El defensor me dijo: «No puede ser. Deben retenerte una parte, pero nunca LA TOTALIDAD. Apelaremos.» Pero el asunto no se re-solvería hasta el día mismo del juicio oral. Para la celebración del juicio oral faltaba por lo menos un año… ¡Un año sin cobrar un céntimo! Yo no pensé entonces: «El rancho de la cárcel es malísimo; en las celdas ordinarias hace un frio atroz». Porque no me importaba tener que co-mer rancho ni que abandonar la celda de pago que ocupo. Deseaba la muerte como a una novia. Pero pensé: «¡Pobre Elenita de mi corazón! ¡Yo que creía haberte salvado! El rigor del Sr. Teixeira, ordenando la re-tención de la TOTALIDAD de mis ingresos, será causa de que vuelvas a perderte. ¡Tú, tan buenecita! ¡Tú, tan merecedora de ser honrada!…».Y este pensamiento me arañaba la frente como un ciempiés. ¡Lo que yo sufrí! ¡Lo que yo lloré!… Lo había perdido todo: ¡hasta mi última riqueza, que era la de mis nobles intenciones! Entonces recé: «¡Dios mío! ¡Salva a mi Elena! ¡No permitas que mis buenos propósitos sean arrancados de mi corazón como hierbas malas!». Y cuando rezaba, de rodillas en la celda, oí la voz del ordenanza:-Tenga usted.¡Una carta! ¡Esta carta que copio!«Querido Alfonso: Ofrezco a usted un contrato de exclusiva por dos años para la publicación de sus novelas cortas. Tendrá usted que entre-garme anualmente cuatro novelas, y yo le pagaré por 1as 4000 pesetas. Dígame si le conviene.

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Su afectísimo. ARTEMIO PRECIOSO».¡¡¡Besé el nombre de Artemio Precioso con 1a misma alegría y con 1a misma emoción con que hubiera besado 1a frente de mi madre!!! ¡Y aquella noche soñé que Dios había enviado un ángel en mi auxilio, y que ese ángel era ARTEMIO!¡¡Soñé la verdad!! ...

Algunos señalaban a Vidal y Planas como un autor que hacía una literatura de segunda fila. José Sánchez Rojas lo acusa de ponerse bajo el amparo de Precioso y añade28:

Rompe Vidal toda solidaridad con el pasado, todo recuerdo de su as-censión por la terrible cuesta. El bohemio de siempre se torna niño y se convierte en el ombligo central del mundo. Busca la compañía de los muchachos ricos. Se provee de un talonario de cheques, regala una colección de bastones a los cómicos del Eslava, rescata un cuadro de Romero de Torres, disipa veinte, veinticinco mil duros en un año. Martínez Sierra y Artemio Precioso le sirven de escabel. El literato de Primavera de Otoño hace su sórdida otoñada con los gritos desarticu-lados del mancebo irreflexivo. Inaugura e industrializa Artemio una literatura de alcantarilla, por cuyos aledaños no puede uno caminar con desenfado si no se fumiga previamente.

La ayuda que le prestó el editor le pasó factura más adelante. En el prólogo de El juego de la vida, novela de Precioso publicada en La Novela de Hoy en noviembre de 1924, Juan Ferragut le pregunta por su estado de ánimo. Precioso estaba envuelto, como veremos, en un pleito por plagio, pero sus reveses vienen de atrás:

Primero fui injuriado por el acusador del infortunado y querido Vidal y Planas… Me llamó editor desaprensivo, que había editado libros man-chados de sangre… ¡El pobre hombre no se había enterado de que yo no soy editor, de que sólo estoy aquí dirigiendo, con un sueldo deco-roso! ¡No sabía, como no saben muchos -y no debía decirlo-, que las

28 El pueblo Gallego, s.n., p. 4, 22/05/1924, HBDG.

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editoriales que dirijo no son mías29!...¡Como si Vidal y Planas no hubiese colaborado antes de matar a Antón en LA NOVELA DE HOY! Quien no colaboró nunca aquí fue el muerto… Vidal y Planas tenía hecha su personalidad antes del suceso… Quien ni la tenía, ni la tiene ni la tendrá es el acusador. (Precioso, 1924c, p. 5)

29 Como propietario figuraba su hermano menor, Octavio Precioso.

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CAPÍTULO 4LAS REVISTAS

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El principio del éxito

Si descartamos El folletín divertido, colofón tardío que, como di-jimos, arrojó a la luz solo cinco novelas, ya en 1926, la labor editorial de Artemio Precioso se consolidó en el increíble plazo de veintidós meses, en los que lanzó a la calle un puñado de publicaciones, a saber, La gran revista cultural hispanoamericana en 19221, de corta vida; La Novela de Hoy, el gran proyecto editorial que se sostuvo de manera más permanen-te en el tiempo2 ya que empezó antes de la dictadura de Primo de Rivera y se extinguió un año después de la proclamación de la II República; la revista La vida, que vio la luz durante unos meses en 1923; Los Hombres Libres, de efímera existencia3, que surgió en plena dictadura4; la revista Muchas Gracias,5 heredera directa de La Vida, que consolidó el imperio editorial de Precioso y llevó su sello más personal; La Novela de Noche, perseguida ferozmente por la censura y que se editó durante algo menos de un año6y, finalmente, como ya comentamos, cerró su ciclo de editor con El folletín divertido7. A lo largo de todo este proceso fundó la Edito-rial Atlántida.

Al comienzo las oficinas estaban en la calle del Prado 21, en la casa de los calzados del Dr. Carnicer, La Imperial, como nos recuerda Precioso (1944a, p. 73). Pronto el ático con terraza de la calle del Prado quedó pequeño y las oficinas fueron trasladadas a la calle Mendizabal, 42, en el segundo piso, una vivienda enorme con «más de doce habita-ciones»1 01/05/1922 a 01/06/19222 18/05/1922 a 10/06/19323 17/11/1923 a 15/12/19234 17/03/1923 a 27/10/19235 02/02/1924 a 20/02/19326 30/03/1924 a 30/07/19267 01/10/1926 a 05/11/1926

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Cuando se fundaron la revista Muchas Gracias, La Novela de No-che y la Editorial Atlántida, Precioso se vio en la necesidad de alquilar los bajos del mismo edificio que ocupaba y dos viviendas que daban al interior «de depósito y almacén». Precioso en su Autobiografía recuerda cómo sacó «de su covachuela de correos» a Mariano Tomás y lo hizo Ad-ministrador y Secretario de sus publicaciones. Con la amargura del que se ve abandonado por su amigo, en sus Memorias I escritas en 1944, dice:

[…] le daba yo, además de la posibilidad de editar sus obras y populari-zar su fama, un sueldo superior al que percibía del Estado, que no solo no perdió, sino que entre los dibujantes Ramírez y Baldrich le crearon una plaza de correo de Gabinete, para llevar la valija diplomática a Pa-rís, Roma y Viena. (Precioso, 1944a, p. 75).

Revista La Vida

Cuando aparece el primer número de la revista La Vida Artemio Precioso ya ha recorrido un buen camino con La Novela de Hoy, donde se han publicado cuarenta y cuatro novelas cortas. Es de suponer que, viendo consolidada y con bastante éxito de público su colección, decide emprender la publicación de La Vida, una revista de tono galante y hu-morístico donde recoge a colaboradores de La Novela de Hoy e incluso de proyectos anteriores y que, a la postre, será el germen de Muchas Gracias.

La publicidad sobre la nueva revista viene insertada en las pági-nas finales de las publicaciones de la colección La Novela de Hoy. Solo conservamos seis números encontrados en librerías de viejo (17-19-28-29-30-31) pero, por la publicidad aparecida en La Novela de Hoy y a la que hace referencia Labrador Ben et alii. (2005) y García Martínez (2002) en los índices de la colección incluidos en sus trabajos, podemos inferir que se publicaron treinta y tres números, el primero aparecido el diecisiete de marzo de 1923 y el último, el veintisiete de octubre del mis-mo año, con Primo de Rivera ya en el poder.

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Fig. 10. Portada de un ejemplar de la revista La vida. Fuente: AFLV.

Las portadas que conservamos son claramente subidas de tono. El diseño del título donde varias mujeres desnudas entrelazan sus ma-nos y saltan entre las grafías mientras unos faunos tocan la flauta en

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los extremos es un claro ejemplo de ello. Debajo y ocupando el resto de la portada aparece siempre una provocadora ilustración de Demetrio acompañada de un texto que solía ser también bastante picante.

Como créditos de la publicación solo figuran el año, el número, la fecha y la dirección de las oficinas: Mendizabal, 42, sede del imperio editorial de Precioso y la misma de Editorial Atlántida y de La Novela de Hoy.

De los seis números que conservamos, el número veintiocho es puesto en la calle el veintidós de septiembre de 1923, solo nueve días des-pués del golpe militar de Primo de Rivera. En la sección, normalmente frívola, De todo un poco, el tono se vuelve a veces claramente político8:

Ante los acontecimientos que conmueven a España en estos momen-tos históricos, nosotros expresamos, desde nuestra modesta posición, nuestra adhesión y nuestro aplauso ante la eliminación de las comparsas políticas.

Sin embargo, otras veces el tono es menos exaltado, más ácido y festivo y quizá en estas ocasiones sí pudiera estar Precioso detrás de las líneas. El hartazgo de muchos ciudadanos ante el fracaso y la corrupción de las élites políticas conduce a que, desde muchos sectores, se justifique la dictadura. Un poco más adelante en el mismo número leemos:

He aquí nuestro juicio sintético de los principales políticos ya desapare-cidos:García Prieto, un infeliz;Romanones, un cuco;Alba, un arribista inmoral;Melquiades, una cotorra;Maura, un farsante;Cierva, un hombre funesto;Sánchez Toca: un elemento funestísimo;9

8 La Vida, nº 28, p. 2, 22/09/1923, AFLV.9 La Vida, nº 28, p. 2, 22/09/1923, AFLV.

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La censura debió actuar sobre la revista en el número veintinue-ve, y otra vez en la sección De todo un poco, el redactor se lamenta del se-cuestro de algunos números de su revista entre los muchos que circulan de manera clandestina, ya que10:

La Vida es una revista semanal editada con arreglo a las leyes y disposi-ciones vigentes, y lanzada por una prensa seria que nunca traspasará los límites -intencionadamente al menos- de lo decoroso y de lo correcto.

En el número treinta y uno aparece nuevamente en la sección De todo un poco la primera propaganda del siguiente proyecto de Artemio Precioso, Los Hombres Libres11:

Próximamente aparecerá en España un semanario único que viene a sa-tisfacer las ansias de verdad que en muchos órdenes desea el público.Colaborarán en él los más altos prestigios [sic]; lo dirigirá el batallador periodista Juan Brasa y de la gerencia se encargará Artemio Precioso.

Artemio Precioso publica a lo largo de varios números, algunos cuentos cortos de diferente factura. También contribuirá con relatos cortos Antonio de Hoyos y Vinent mientras que Emilio Carrere glosará figuras como la del Marqués de Sade o de La Ferroniere, la amante de Francisco I de Francia.

Álvaro Retana mantiene durante varios números un Consultorio Galante donde pontifica sobre relaciones sexuales y de pareja, o parejas, con el tono desenfadado que caracterizó durante toda su trayectoria a este autor. Retana ya había colaborado con Precioso en La Novela de Hoy con tres publicaciones: Los ambiguos, El encanto de la cama redonda y La hora del pecado. Precioso prologó once de las novelas de Retana de las diecisiete que publicó en La Novela de Hoy hasta el año 1927.

Pero, si analizamos el conjunto de las revistas conservadas y de-jamos aparte los colaboradores relevantes que hemos mencionado an-

10 La Vida, nº 29, p. 2, 29/09/1923, AFLV.11 La Vida, nº 31, p. 2, 13/10/1923. AFLV.

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tes, destaca la figura del ilustrador Demetrio, del que hablaremos más adelante en apartado dedicado a Muchas Gracias. Demetrio ilustra las portadas, como ya hemos dicho, pero también aparece en el interior con ilustraciones glosadas con textos de diversa extensión. Demetrio López Vargas firma también como Díaz-Antón12 y con ese seudónimo llena las páginas de la publicación con decenas de pequeñas ilustraciones con texto bajo el epígrafe de consejos. No hay página donde no aparezcan sus dibujos y bien pudiera decirse que el protagonista de la publicación es, precisamente, Demetrio López Vargas.

La censura acabó con esta revista. Nos dice Precioso:

Un hebdomadario satírico y alegre, La Vida, que ya se costeaba y dejaba algún dinero, hecho al principio con Gómez Hidalgo, dejé de publicarlo al advertir la primera censura de la dictadura de Martínez Anido y Pri-mo de Rivera. (Rodríguez Arnaldos, 1997, p. 62).

Revista Los Hombres libres

El 12 de noviembre de 1923, dos meses después de la instaura-ción del directorio militar de Primo de Rivera, se anunciaba en prensa la aparición, el día 17 del mismo mes, de Los Hombres Libres, un nuevo periódico dirigido por Juan Brasa y cuyo gerente era Artemio Precioso.

Las colaboraciones, como ya era habitual en las publicaciones en las que intervenía Precioso, se anunciaban estelares: Unamuno, Martínez Sierra, Indalecio Prieto, Julio Camba, Zamacois, Insúa, etc. Como siem-pre la propaganda resultaba llamativa y novedosa, queriendo dar en todo momento la sensación de imparcialidad: «Los Hombres libres no tienen uniforme alguno político, ni literario, ni de casta, ni de secta» 13.

12 Según José Luis Molina (2010, p. 3) Demetrio López Vargas utilizó los seudónimos de Díaz-Antón y Asirio.

13 La Voz (Madrid), p. 5, 12/11/1923, HDBNE.

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Fig. 11. Portada del primer ejemplar de la revista Los Hombres Libres. Fuente: HDBNE.

La publicación se muestra desde el principio claramente en con-tra de la vieja política y oscila, depende de quién sea el redactor, desde

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la tibia simpatía a la franca hostilidad contra la dictadura. Todo aquello que pueda renovar un panorama político podrido es bienvenido por la publicación, como se refleja en varios artículos.

La característica más singular es la diversidad ideológica de los periodistas que conforman su redacción. Así se plantea en el primer edi-torial de la publicación titulado El Origen14:

No somos unos a otros iguales... Hombres ya, ansiamos ser libres, sin concomitancias, sin libreas, vistiendo cada cual a su gusto, con indu-mentos distintos y muy orgullosos de nuestra variedad.Así pues, Los Hombres Libres no tienen uniforme alguno, político ni literario, ni de casta ni de secta. Hombres del periodismo, de la lite-ratura y del arte, cada cual trae a estas páginas su propia e individual significación.

En el primer número de Los Hombres Libres aparece una defensa del divorcio que enfrentaba directamente a la publicación con el directo-rio militar de Primo de Rivera. El artículo titulado El amor, el divorcio y el directorio15 lo firmaba Juan Ferragut y entre otras cosas decía:

[…] En nombre de millares de almas esclavizadas, Los Hombres Libres empiezan una campaña a favor de la implantación del divorcio en Es-paña.Oirá vuecencia en estas páginas las voces de las Ciencias, de las Artes, de la Medicina, del Derecho, de la Religión.Hay millares de españoles que quieren tener para la pasión, para el amor, el mismo derecho de rectificación que tienen los franceses, los americanos, los ingleses, los hombres y las mujeres de los pueblos más cultos y fuertes del mundo.Para ello es necesario modificar la ley y derrocar prejuicios y violar ar-caicas pesadumbres… Las conciencias que sufren aherrojadas gritarán en estas páginas sus protestas, sus quejas, sus decepciones… […]

14 Los Hombres Libres, nº1, p. 4, 17/11/1923, HDBNE.15 Los Hombres Libres, nº1, p. 6, 17/11/1923, HDBNE.

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La campaña continúa en el número siguiente, donde Juan Ferra-gut critica la costumbre de «buscar novio», «cazar marido» o «colocar a las hijas» concluyendo16:

[…] hay que rehabilitar el amor. Que el fantasma de una ley absurda deje de pesar sobre él. Que la pa-reja humana haga su nido en libertad, en armonía, con placer y con fruto... Y que todos sus frutos sean por igual brotes nobles del árbol de la vida... Que al otorgar al amor su independencia, que al conceder a hombres y mujeres el derecho a la rectificación, los hijos no sufran el castigo inicuo de unas diferencias que los sitúan distintamente en la vida... Que no se amen más que los aptos y los fuertes; que se niegue el derecho a procrear a los degenerados, a los enfermos de males ani-quiladores y hereditarios que degeneren la raza... Pero que luego todos los hijos sean iguales ante la Ley, como lo son ante la Naturaleza... Que desaparezca de los códigos esa monstruosa diferenciación entre los hi-jos de la coyunda libre y de la cópula legal... Ni legítimos, ni bastardos, ni naturales.

En otro de los números, la campaña se concreta en una petición formal al Directorio firmada por Juan Ferragut17:

Los Hombres Libres, usando el derecho de petición que el nuevo régi-men concede a todos los ciudadanos, van a pedir al Directorio la im-plantación de una ley del divorcio en España.Con ella podrán deshacerse muchos errores, desvanecerse muchos absurdos, calmarse muchos dolores, rehabilitarse muchas almas. ¿No basta esta razón humana para solicitar de los Poderes Públicos la refor-ma de un código injusto, puesto que produce males irremediables, ya que, según su artículo 52, «el matrimonio se disuelve por la muerte de uno de los contrayentes»?Ese Código es cruel, porque su artículo 438, que absuelve en caso de lesiones y castiga únicamente con destierro en caso de muerte, puede decirse que autoriza al marido que sorprende in fraganti a su mujer a matar a los adúlteros. Y como, además, según el artículo 60 «el marido

16 Los Hombres Libres, nº2, p. 3, 23/11/1923, HDBNE.17 Los Hombres Libres, nº3, p. 3, 1/12/1923, HDBNE.

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es el representante de la mujer» y con arreglo al 61 «no puede la mujer sin licencia del marido contratar, vender ni negociar», resulta que el hombre tiene en su poder, como los atracadores clásicos, no la «bolsa o la vida», sino «la bolsa y la vida» de su compañera de hogar. Como, además, el artículo 109 dice que «el hijo se presumirá legítimo, aunque la madre hubiese declarado contra su legitimidad o hubiese sido condenada por adúltera», lo que pone al hombre casado con una mujer indigna en trance de perpetua vergüenza, esa ley es injusta. Y es arcaica y cruel porque es una ley que se rige de acuerdo con las disposiciones del Concilio de Trento.Y es absurda porque absurdo es regir una sociedad moderna con arre-glo a prácticas medioevales. Y anacrónica porque en ninguno de los grandes países civilizados existe ya ley semejante.He aquí, pues, que la implantación del divorcio es el asunto capital; luego vendrán la legitimidad de todos los hijos y la investigación de la paternidad y la ley eugénica: cuestiones que sin el derecho al divorcio es inútil plantear.Concretando estas aspiraciones Los Hombres Libres elevarán una pe-tición al Directorio apenas el general Primo de Rivera se reintegre a sus funciones de Presidente. En nuestro número próximo aparecerá el documento. Pero para él necesitamos el máximum de valoración, que para nosotros es el máximum de adhesiones. Envíenlas a nues-tra redacción cuantos estén conformes con la demanda, los lectores de provincias por carta, los de Madrid por correo o firmando en las listas que se colocarán en la redacción todas las tardes.Y con tantas positivas adhesiones llevaremos al Directorio nuestro do-cumento. Y entonces el poder hablará…

El número 2 de Los Hombres Libres abre con una entrevista18 de Juan Brasa a Ángel Ossorio y Gallardo, ilustre maurista que había aban-donado el partido conservador para fundar el diciembre de 1922, con otras figuras relevantes, el Partido Social Popular, de ideología democris-tiana. La interviú podemos interpretarla como una declaración de inten-ciones ya que un mes más tarde, en diciembre de 1923, el partido se es-cindió, liderando Ossorio y Gallardo la facción contraria a la dictadura.

18 Tanto esta entrevista, como los artículos que venían sin firma, eran redactados por el mismo Juan Brasa.

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A la pregunta de «¿Quiere usted el poder en estos instantes de desorientación?», Ossorio y Gallardo responde. «[…] en esta hora creo que, quien recoja la herencia de los militares lleva, de cien probabilida-des, noventa y nueve con nueve décimas de estrellarse»19.

Escribe el director de la publicación otros artículos como el de-dicado a la supuesta lista negra de periodistas creada por la dictadura, otro sobre la detención de El Bruno, cacique ciervista de Fuente Álamo, o algunos comentarios a unas declaraciones de Lerroux ante las que Brasa concluye20:

Recuerde usted su caudal de energías agotado cuando hace años fue Em-perador del Paralelo.¡Y fracasó!¡Y era usted casi joven!Hoy, por su edad y por su historia es usted lo más viejo del viejo régimen.Ya, quizá, no sirva ni para ser el jefe del futuro partido conservador.

Pero también alterna su pluma con la prosa de tema más ligero como «Estamos en periodo electoral», sobre las elecciones organizadas por el diario La Voz para averiguar «cuál es la artista más bella de las que actúan en Madrid»21.

Merece la pena que nos detengamos un momento en la persona-lidad y aportemos algunos datos biográficos de Juan Brasa, director de la publicación. Como muchos de los periodistas de la época, Brasa tuvo un devenir errático según soplaba el viento político.

Fue Brasa un periodista orensano, con fama de impulsivo, que había publicado un libro sobre el torero gallego Celita y dos, de más nombradía, donde no se tapaba la boca a la hora de hablar, normalmente mal, de sus contemporáneos. El primero de ellos, publicado en 1915, se titulaba Canalladas: escritores políticos y toreros y, el segundo, aparecido en 1917, llevaba por título Artistas, personajes, granujas.

19 Los Hombres Libres, nº2, pp. 1-2, 24/11/1923, HDBNE.20 Los Hombres Libres, nº3, pp. 1-2, 1/12/1923, HDBNE.21 Los Hombres Libres, nº4, p. 11, 8/12/1923, HDBNE.

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Del carácter un tanto estrambótico del personaje da fe el duelo a espada francesa que mantuvo con el también escritor Prudencio Iglesias Hermida, donde ambos contendientes, arbitrados por Gómez Carrillo, fueron heridos, Brasa, de más importancia, en una muñeca y en el brazo al saltar el botón de la espada de su contrincante, herida esta que impidió seguir con el duelo22.

Otro enfrentamiento con el concejal del Ayuntamiento de Ma-drid, Pérez Chozas, donde llegaron a las manos «Por la campaña sosteni-da en la prensa sobre espectáculos veraniegos en el Retiro»23 dan defini-tiva cuenta del carácter violento del periodista.

Fig. 12. Fuente: Mundo Gráfico, 14/03/1917, p.2. HDBNE

22 Crónica Meridional, año LVI, nº 17599, 23/09/1915, BVPH. / Diario de Córdoba de comercio, industria, administración, noticias y avisos, año LXVI, nº 20135, p.3, 23/09/1915, BVPH.

23 El Liberal, año XIV, nº 2015, p.3, 03/06/1916, BVPH.

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Juan Brasa había pasado por distintas posiciones políticas. Pri-mero había sido un declarado maurista. En palabras suyas de 1915, Mau-ra era «[…] caballero honrado que, a pesar de la traición de algunos hambrientos aún representa, afortunadamente, en la política, a una gran parte de la opinión española que le ha nombrado jefe indiscutible del partido de las personas decentes»24. Evolucionó después hacia el rechazo de los viejos dirigentes -en el periodo en que dirigió Los Hombres Libres- y finalizó, ya en los días de la guerra civil, con una defensa a ultranza del levantamiento militar. En 1936 Brasa escribió un artículo encomiástico sobre el ejército sublevado donde exaltaba sin ambages al general Fran-co: «Tenemos al frente del ejército al mayor general que hay en el mundo. ¡Al general Franco!»25. En marzo de 1937 ya era delegado en Galicia del Gabinete de Prensa y Propaganda del Cuartel General del Generalísimo.

Repasemos las distintas secciones y colaboradores de la revista.

De la crítica literaria se ocupaban un personaje desconocido, oculto bajo el seudónimo de Aureliano Linares Rivas, y Valentín de Pe-dro, escritor y periodista argentino, hijo de emigrados españoles, que durante los años veinte triunfó como crítico teatral y novelista en Espa-ña. Fue asiduo de las tertulias de Valle-Inclán, Ortega y Gasset y Manuel Azaña. En los años treinta se afilió a la CNT y colaboró con sus artículos a la defensa de la República y posteriormente en la defensa de Madrid. Fue apresado e internado en la cárcel de Porlier, donde coincidió con Precioso, y, por gestiones diplomáticas, puesto en libertad en 1941, fecha en que regresó a Argentina.26

Es lugar común en las publicaciones de Precioso las diatribas a Ramón Gómez de la Serna. En el número 4 de Los Hombres Libres27 apa-

24 La Gaceta de Tenerife, año VI, nº 1600, p.1, 17/12/1915, BVPH.25 El Día de Palencia: defensor de los intereses de Castilla, año XLVI, época 2ª, nº 14423,

p.2, 5/10/1936. BVPH.26 Interesantísimo es su libro Cuando en España estalló la paz, reeditado por la editorial

Renacimiento en 2014. En él da cuenta de los días de Porlier y traza un vivido retrato de las condiciones de su confinamiento y de los intelectuales y políticos allí apresados.

27 Los Hombres Libres, nº4, p. 7, 8/12/1923, HDBNE.

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rece sin firma, pero con toda probabilidad escrito por Juan Brasa, una acerva reprobación al escritor, acompañada de una ilustración:

LOS FRACASADOSRamón. Este señor es Gómez de la Serna, que consiguió de sus ami-gos que lo llamaran por el patronímico28, como los grandes artistas del Renacimiento, remata su carrera de publicista saltando al trapecio para disputarle los aplausos…, o las carcajadas, a Tonito, Pinguito, Prerecito y demás artistas del tapiz más o menos payasos o más o menos tontos.La noche triste de su debut hizo equilibrios bajo el peso de plomo de sus greguerías, no haciendo reír más que cuando se puso serio como muchos de nuestros primeros actores.En suma: Ramón, desde su columpio, se cayó con todo el equipo y en-tonces, sí, sonó una enorme carcajada.No recomendamos a Leonard Parish la contrata del flamante tonino por-que perdería dinero

Fig. 13. Ilustración sin firma. Fuente: Los Hombres Libres, nº 4, p.7, 8/12/1923, HDBNE.

28 Juan Brasa confunde aquí el significado de la palabra «patronímico» que es adjetivo en relación con el apellido. Dice el diccionario de la RAE en su actualización de 2020: «Adj. Dicho de un apellido: Que se daba antiguamente en España al hijo, y que está formado sobre el nombre del padre. U. t. c. s. m. [usado también como sustantivo masculino] Fernández es el patronímico de Fernando».

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Y en la sección Cartas particulares, en el mismo número, Manuel Aguado arremete contra el escritor29:

El maestro Castrovido tiene razón: no a todos los periodistas moder-nos nos place saltar sobre la pista del circo y hacer la nueva especie de PLUMÍFERO-CUADRÚPEDO. ¡Ni pensarlo!...El que al Sr. Gómez de la Serna, en vez de ahorcarse le haya dado por ejercitar el bobo y el tonino, no quiere decir que en sus tristes andanzas lleve la representación de los demás escritores y periodistas madrile-ños… […]El Sr. Gómez de la Serna desde que cogió la estilográfica por primera vez, manifestose como miembro de la cofradía de la pirueta… Aunque los simpáticos y amables compañeros de El Sol y La Voz sostengan lo contrario, el Sr. Gómez de la Serna no ha escrito jamás: arrastró la plu-ma sobre las cuartillas de igual manera que los tontos del circo arras-tran el paraguas o la escoba sobre las colchonetas. […]

Artemio Precioso participa en dos secciones «De todo un poco» en los dos primeros números y «De aquí y de allá» en los números 3 y 4. Son colaboraciones intrascendentes, de tono fresco y humorístico y alejadas de la crítica política. Del mismo tono son las colaboraciones de Emilio Carrere y Joaquín Belda.

Una sección importante por su extensión y por su periodici-dad fue «El teatro por dentro y por fuera» donde colaboraron con sus declaraciones gentes del teatro, tanto autores como empresarios o ac-tores y actrices. En la nómina figuran Gregorio Martínez Sierra, Jacin-to Benavente, Amadeo Vives, Catalina Bárcena, Francisco Meana, José Campúa, Pablo Luna, José Juan Cadenas, Caora Raga, Gloria Guzmán y Mary Isaura. Lo más relevante de esta sección era la columna de Juan Chantre, seudónimo que bien podría encubrir al propio Artemio Pre-cioso, «El sentido común va al teatro» y quizá fue también el autor de «Latiguillos». Seguramente fuera el propio Chantre el responsable de la coordinación de toda la sección.

29 Los Hombres Libres, nº4, p. 6, 8/12/1923, HDBNE.

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El caballero audaz, seudónimo de José María Carretero Novillo, mantenía la sección «Mis últimas interviús», sección de mucho peso dentro de la revista por la importancia de los entrevistados: Amadeo Vives, María Caballé, Amichalis y La Fornarina. Carretero Novillo fue acusado años más tarde por Artemio Precioso de tener «negros» que le escribían las obras:

El Caballero Audaz era, no la firma de la obra de un escritor, sino una marca de fábrica que se vendía bien […]; él no escribía las obras que firmaba30.

La crítica taurina venía de la mano de Kurro Kastañares (seu-dónimo de Juan Álvarez, 1883-1973), con su sección «The kon leche: kronika tauromaka». Este periodista había dirigido con gran éxito entre 1912 y 1916 el semanario taurino de carácter humorístico The Kon Leche y la sección que dirigía en Los Hombres Libres puede considerarse un epígono de esta otra publicación.

Manuel Bueno reaparece en esta publicación de Precioso y co-laborará con tres artículos, uno de los cuales es de especial interés por su interesante reflexión acerca del espíritu español (Anexo I). Bueno fue derivando paulatinamente hasta posiciones muy conservadores y acabó defendiendo el golpe de Estado del general Franco.

En Los Hombres Libres, aparecían leyendas que pretendían ser declaraciones acerca de la ideología supuestamente liberal de la publica-ción. Lo que reflejan es la ruptura total y absoluta con la clase política. En el número 231, curiosamente, se ofrece, en portada, apoyo al antiguo gobernador de Barcelona, Ossorio y Gallardo, en una eventual vuelta a la política en sustitución del directorio militar. Ante la negativa de este, el periodista pregunta:

Si usted no quisiera el poder, ¿quién se encargaría de suceder a los mi-litares? Nosotros creemos que los hombres civiles, civiles de su talento, de su temperamento y de su independencia.

30 http://dbe.rah.es/biografias/10879/jose-maria-carretero-novillo31 Los Hombres Libres, nº2, p.1, 24/11/1923, HDBNE.

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Algunas de las leyendas fueron32:

España ha padecido una gravísima enfermedad. Era un mal de política ladrona que le corroía los huesos, una infección de indignidad y bajeza que le pudrió la sangre. Y después de la crisis violenta, en su convale-cencia, van brotando a flor de piel pústulas que espantan. No creíamos que era tan repugnante esta enfermedad de la política española; pero nos alegra el haberla conocido en toda su magnitud para evitarla en lo futuro.

O:

Resultará inútil el esfuerzo que se haga para que España vuelva a ser gobernada por las fracasadas y carcomidas clientelas políticas Venga lo que venga, como venga y con quien venga.

O esta otra aparecida en el número 3,33 al lado de una fotografía de la puerta del Congreso de los diputados:

Los fracasados.De esta casa, lector, han salido los tópicos inicuos, las frases cursis, los «programas» rastreros y las «zancadillas» habilidosas con los que nues-tros grandilocuentes políticos escarnecieron al país.Cerrada está hoy. Sus inquilinos huyeron. Hace mucho tiempo que el pacientísimo pueblo español, justiciero y honrado, debió expulsar, con un gesto bizarro, de su guarida, a los que se titulaban sus representan-tes.De ti depende, lector, que los futuros ocupantes de este palacio sean más largos de ideas y de sensibilidad, y más cortos de lengua y de ma-nos.

Un artículo de Fidel de Sorel es claramente defensor del directo-rio34:

32 Los Hombres Libres, nº2, pp.5 y 7, 24/11/1923, HDBNE.33 Los Hombres Libres, nº3, p. 5, 1/12/1923, HDBNE.34 Los Hombres Libres, nº4, p. 6, 8/12/1923, HDBNE.

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Mientras, los hombres libres, los de voluntad férrea, los que no querían someterse a las exigencias absurdas de radicales, regionalistas o sindi-calistas, sin dar fe de vida. Y la chusma era la que dominaba.Ahora, el espadazo de Primo de Rivera ha arrinconado a los vividores y falsarios, y ha dejado libre el camino a los que nunca se sometieron borreguilmente a las oligarquías dominadoras de Cataluña.Por esto, cuando en los periódicos se anunció la publicación de Los hombres libres, una ráfaga de optimismo y de libertad saneó el corrom-pido ambiente de Barcelona.Y los pobres de espíritu, los cobardes, los viejos prematuros, los que siempre vivieron uncidos al desvencijado carromato de las clientelas políticas, los chanchulleros y los aprovechados caballeros que esgri-mían la ganzúa temblaron de miedo y de vergüenza. Temblaron por-que nunca creyeron que en España hubiera un ciudadano con cédula personal que se decidiera a salir a la calle para clamar contra tanta in-justicia, tanta inmoralidad y tanto crimen como ha venido cometién-dose en Barcelona.

De la revista vieron la luz cinco números. Juan Brasa insertó la noticia de la suspensión «por causas ajenas a su voluntad» en el diario ABC el lunes 24 de diciembre de 192335. No hay más referencias, pero dada la estrecha amistad entre Artemio Precioso y el político Santiago Alba, enemigo declarado del dictador, y la virulenta política editorial de la revista en contra del régimen (aunque como hemos visto, a veces también a favor) es muy posible que fueran esas las causas de su cierre.

Las palabras con las que Precioso recuerda la publicación son suficientemente elocuentes (Precioso, 1944a, p.83):

Se editaron, en lamentable y nada grata connivencia, unos números, durante la Dictadura, del semanario Los Hombres Libres, cuyo primero se agotó como el pan, pero en sucesivas decayó, en colaboración con la censura, que todo lo tachaba, hasta extremos de tenerla yo mismo, como gerente y dueño, que suspenderlo de un plumazo. El título pareció oxi-genar al público, pero luego se vio que bajo la campana de la máquina neumática sólo pueden existir el vacío y la asfixia...

35 ABC, p. 27, 24/12/1923, AABC.

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¡Como dijo Unamuno! «ahora solo puede haber macho libertino, pero no hombres libres.» Y así era.

La revista Muchas Gracias

En el número 3 de Los Hombres Libres del 1 de diciembre de 192336 se anunciaba la aparición de un semanario satírico titulado, Mu-chas Gracias, que, efectivamente verá la luz dos meses más tarde. De la revista Muchas Gracias se publicaron 415 números entre el dos de fe-brero de 1924 y el 20 de febrero de 1932. Sus páginas tenían el influjo directo de Vida Galante, la revista que devotamente había leído Artemio Precioso en su adolescencia y juventud y que había dirigido Eduardo Zamacois, autor que luego colaboraría en distintos proyectos editoriales de Precioso.

Cuando la revista salió a la calle, la competencia era feroz. Casca-beles había aparecido casi simultáneamente. En esa publicación, Enrique Garrán se ocupaba de la portada y de otras ilustraciones en el interior, aunque las más atrevidas venían de los pinceles de René Ferragut. Otra revista de la competencia fue Flirt (1922-1925), aunque esta, como otras muchas, acusó la mano férrea de la censura. En su última época colaboró en ella el albaceteño Roberto Molina. José de Urquiza, editor de Flirt, lanzó, en un formato que quería ser más inocente, la revista La Gracia (1923-1924) y como la censura seguía apretando «La Gracia tuvo que recurrir a chistes y textos de importación (“fusilados” al London Mail o al The Passing Slow, entre otros)» (López Ruiz, 1995, p. 168).

Una vez retiradas de la circulación Flirt y La Gracia, Urquía aún lo intentó una tercera vez con ¡Oh, la la!, aparecida en el año 1924, a la vez que Muchas Gracias, con ecos parisinos y dibujantes y colaboradores importados del país vecino para así, resguardados por su prestigio, po-der sortear la censura. Otras competidoras directas fueron Buen Humor (1921-1931), ¡Oiga! (1924), K.CH.T. (1924), y, sobre todo, Cosquillas (1926-1927) y Gutiérrez (1927-1935).

36 Los Hombres libres, nº3., p.16, 01/12/1923, HDBNE.

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Encontramos en Muchas Gracias tres etapas bien definidas. La primera va desde su aparición hasta el número 140, publicado el 25 de septiembre de 1926, fecha en la que Demetrio López Vargas y, con él, un nutrido grupo de ilustradores, dejaron la revista para fundar Cosquillas, publicación de carácter satírico en todo parecida a Muchas Gracias. Otro periodo iría hasta la venta de la revista a CIAP y el tercero hasta su des-aparición.

Al comienzo de la primera etapa Precioso cumple con lo prome-tido en la propaganda que había diseminado durante semanas por los medios de comunicación y grandes firmas, la mayoría de las cuales solo permanecieron entre sus filas unos pocos números, acuden al reclamo del editor para el lanzamiento de la revista. Julio Camba solo colaborará en siete ocasiones, igual que Zamacois, y Muñoz Seca solo lo hará en el número inicial.

La nómina de colaboradores da muestra del conglomerado ideológico de aquellos años, como analizaremos después. La verdadera columna vertebral de esta primera época será la formada por el propio Artemio Precioso, Emilio Carrere, Joaquín Belda y Mariano Benlliure y Tuero, en cuanto a los columnistas y Demetrio López Vagas (que firma-ba sus colaboraciones con su propio nombre o con los seudónimos de Díaz Antón, Sirio o Incordiez), Picó, Bellón, Aguilera, Pomareda y un joven Miguel Mihura entre los ilustradores.

Quizá el más representativo y polifacético de todos ellos fue Demetrio López Vargas. Demetrio formaba parte de los colaboradores habituales de Artemio Precioso. Había ilustrado varios números de La Novela de Hoy y de la revista La Vida y siguió con Precioso hasta el final de su aventura editorial con La Novela de Noche ilustrando el último número de esta colección, junto con Herreros: se trataba de la novelita de Clara Isabel de Sade, Las simulaciones de Charito que se editó el 30 de septiembre de 1926, fecha en la que Demetrio «dejó» a Precioso.

Demetrio, murciano de Lorca, empezó con sus ilustraciones en La hoja de Parra y desde entonces se movió en torno a las publicaciones denominadas sicalípticas, ya en las que él mismo impulsó, como El viejo

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verde (1914) o Varieté (1927), o en la órbita de las publicaciones de Pre-cioso, con sus ilustraciones de mujeres descaradas y picantes, siempre mórbidas y sensuales. También, como veremos, colaboró en Cosquillas (1926), El Duende (1933) o Gracia y Justicia (1931-1936). El personaje que quizá le otorgó mayor popularidad fue el de Mary Lola que dibujó en las páginas de Muchas Gracias.

Ya antes de la Guerra Civil creó los personajes infantiles de Lolín y Bobito, con los que cruzó la frontera de la guerra, después de haber estado en prisión, acusado falsamente de masón y luego indultado, para desembarcar con ellos en el diario Informaciones, donde permaneció muchos años, aunque con colaboraciones en otros medios como ¡Arriba! bajo el seudónimo de Asirio.

Fig. 14. Palabras de Artemio Precioso sobre el ilustrador Demetrio López Vargas.Fuente: Muchas Gracias (Madrid). 23/02/1929 [hemos corregido el año de

1924 a 1929 por error en la revista], nº 4, p. 11, HDBNE.

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Fig. 15. Consejos de Muchas Gracias, por Díaz-Antón. Fuente: Muchas Gracias (Madrid).nº 35, p. 4, 27/09/1924, HDBNE.

Podemos decir que Demetrio López Vargas sostuvo en gran par-te la publicación de Precioso. Firmando como Demetrio fue responsable de cientos de portadas e ilustraciones a página completa en el interior de la revista (581 en 139 semanas). Como Díaz-Antón firmó 237 ilustracio-nes y muchos «monos» de relleno, además de encabezados de secciones y la propia mancheta de la revista. Bajo la firma de Sirio realizó trece colaboraciones. Mezcló su labor de ilustrador con la de redactor en múltiples ocasiones; por ejemplo, sostuvo la sección Los consejos de Mu-chas Gracias, durante 74 números e hilvanó bajo el personaje de Canuto Incordiez alrededor de cien números.

Canuto Incordiez, personaje creado por Demetrio López Vargas, como caricatura no iba más allá de la representación de un viejo del-gado, con cuatro pelos en la coronilla, bigotillo ridículo, lentes redondos y aspecto libidinoso. Su figura algo repulsiva revoloteaba por la re-vista «pinchando» a unos y a otros. Incordiez fue responsable de secciones propias. Una de ellas fue «Academia de Belleza», donde comen-taba las bondades de las artistas fotografiadas por Walken, en un principio y, más tarde, de

Fig. 16. Caricatura de Incordiez Fuente: Muchas

Gracias, nº 138, p. 19, 18/09/1926, HDBNE.

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las artistas, normalmente ex-tranjeras, de fotos de agencia. Otras veces comenta fotogra-fías, siempre de mujeres, fue-ra de sección. Este personaje de ficción estuvo al frente de la sección «Las charlas de In-cordiez», sin periodicidad fija o en la «Correspondencia de Incordiez». Abre y mantiene durante muchos números un «Concurso de piernas» donde comenta entre la jocosidad y la admiración cientos de ellas sometiéndolas también al juicio de los lectores.

Poco a poco se va haciendo omnipresente en la publicación y re-llena los «blancos» que los cada vez más exiguos artículos de Benlliure y Tuero van dejando37. No se limita a ser un mero relleno, también anuncia los números extraordinarios, reparte por aquí y por allá opiniones que a veces no tienen más de dos líneas y, en fin, dinamiza la publicación has-ta el punto de que cuando Demetrio López Vargas y otros ilustradores fundan el semanario Cosquillas, nombran director a Canuto Incordiez.

Al repasar este primer periodo de Muchas Gracias vemos que es, con diferencia, el más fecundo en colaboraciones y secciones. A la atracción de las portadas e ilustraciones de Demetrio debemos añadir las famosas chicas de Picó (José Picó), un extraordinario dibujante y fi-gurinista que dejó sus estudios de medicina y acabó ilustrando con sus bellas y estilizadas mujeres las revistas galantes de la época Muchas Gra-cias, Cosquillas, Varieté y acomodándose después a las publicaciones de Prensa Española, Blanco y Negro y ABC con incursiones en La Codorniz.

37 Uno de los temas prohibidos por la censura a partir de junio de 1917 es la aparición de «blancos». «La censura no tolera los blancos que revelarían su acción» (Aubert, 2007, p.15). Eso explicaría en parte la omnipresencia del personaje de Incordiez, tapando las partes que la censura habría podido suprimir.

Fig. 17. Caricatura de Canuto Incordiez. Fuente: Muchas Gracias, nº 88, p. 6, 3/10/1925, HDBNE.

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Picó daba con sus dibujos un aspecto cosmopolita a la revista, de hecho, en multitud de ocasiones firmaba como Picó París, Picó China, Picó Corfú, Picó Marsella, Nápoles, Niza, Berlín, etc.

Fig. 19. Pico París.Fuente: Contraportadade Muchas Gracias,nº 46, 13/12/1924, HDBNE.

Fig. 18. Caricatura de Canuto Incordiez. «Academia de Belleza». Fuente: Muchas

Gracias, nº 55, p. 19, 15/02/1925, HDBNE.

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José Picó abandonó las colaboraciones en Muchas Gracias cinco semanas antes de que Demetrio y otros lo hicieran, tras haber dibujado 249 ilustraciones, algunas de ellas portadas y muchas contraportadas a todo color.

Otros grandes de la ilustración fueron: Bellón, (Antonio Bellón Uriarte), maestro de las composiciones complicadas que reflejaban el bullir del Madrid verbenero o de la Gran Vía. Acabaría Bellón en la fa-mosa Gutiérrez y un poco más tarde en la revista satírica de extrema derecha Gracia y Justicia. También «Bluff» (Carlos Gómez Carreras) par-ticipó activamente en la revista con 84 ilustraciones. Muy joven, apenas veintitantos años, desarrolló más tarde, durante la República, su carrera como ilustrador en Valencia en revistas como La traca, de corte anti-franquista, lo que le valió la cárcel en 1938 y el paredón en 1940. Otros serían Moliné (117 ilustraciones,) Aguilera (97 ilustraciones) y Ochoa (58 ilustraciones).

La llamada «otra generación del 27» tuvo su representación en Muchas Gracias de la mano de los jovencísimos Miguel Mihura y Enri-que Herreros. Éste último colaboró en sus comienzos con Muchas Gra-cias, Gutiérrez, o Buen Humor y también, dentro de su polifacético ca-rácter, dibujó carteles de cine para la productora Filmófono. En la guerra civil, colaboró con la revista La Ametralladora, y fue uno de los funda-dores de La Codorniz. Pintó óleos y aguafuertes. Dirigió dos películas: María Fernanda la jerezana (1946) y La muralla feliz (1947). Su carácter independiente hizo que: 38

Mihura, director de «La Codorniz» hasta 1944, y sus colegas —el nú-cleo duro lo formó con Tono y Herreros—, tuvieron que negociar su lenguaje artístico, pues como subraya Hernández Cava: «La posguerra no parecía dispuesta a aquellas alegrías modernas de antaño».

38 ABC 26/06/2018 https://www.abc.es/cultura/abci-donan-museo-reina-sofia-45-ilustraciones-

originales-enrique-herreros-201806260100_noticia.html

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A comienzos de los años veinte Miguel Mihura conoce a través de amigos de su padre a Manolo Tovar, uno de los más grandes humo-ristas gráficos de la época. Tovar (Vid. Moreiro, 2004, p. 52 y ss.) había dibujado abanicos y sombrillas para la casa Serra de la calle Arenal y cuando conoció al joven Mihura lo recomendó para el mismo trabajo y le abrió el camino de la edición publicándole un relato en La Voz; se trataba del titulado Tragedia breve de una señorita y apareció el 16 de junio de 1922.

Sus siguientes trabajos los hizo en la publicación de Artemio Pre-cioso, Muchas Gracias:

A principios de 1924 el comediógrafo Enrique García Álvarez lleva ante Precioso a un joven y prometedor dibujante, hijo de su colega Mi-hura Álvarez, con el ruego de que le dé cabida en las páginas de una revista que el emprendedor albacetense está a punto de lanzar con el título de Muchas Gracias (Moreiro, 2004, p. 60)

Su primera ilustración en Muchas Gracias apareció en el número 11 de 12 de abril de 1924 y su colaboración se extendió hasta el número 139 de septiembre de 1926. Mihura participó en La Novela de Hoy y en La Novela de Noche ilustrando cuatro novelas de Joaquín Belda, y otras de W. Fernández Flórez, E. Carrere y Fernando Mora.

Necesitaríamos abrir capítulo aparte para analizar en profundi-dad los comienzos, el aprendizaje y las influencias de Mihura en Muchas Gracias. Solo señalaremos algunos rasgos generales. Quizá lo más signi-ficativo del año y medio en que colaboró con la revista fue su evolución desde la ilustración con textos cortos, inocentes y quizá un poco alejados del contexto de la publicación, hasta el desarrollo de textos más largos bajo el epígrafe de «reportaje gráfico», que forman verdaderos artículos. Todo ello anuncia el camino del humor absurdo que Mihura tomará en el futuro.

Es curioso que, de una carrera ascendente en la revista pasó a una franca hostilidad con Precioso como nos indica Moreiro Prieto (2004, p. 65):

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En la etapa final de su colaboración en Muchas Gracias, los textos de Mihura son monotemáticos y mantienen ese mismo tono próximo a la pornografía. A partir de septiembre de 1926, su firma desaparece de sus páginas y recala en Cosquillas. El final de su relación con Artemio Precioso no debió de ser cordial, a juzgar por el tono displicente que emplea este último en las notas autobiográficas antes citadas cuando lo menciona entre los colaboradores de su revista: «Un tal Mihura, cojo, que allí cobró sus primeras pesetas, y que luego en el periodicucho El Español me zahería diciendo que yo vendía el anís Precioso, un anís en el que yo ni nadie de mi familia tuvo jamás nada que ver».

Las secciones de la revista durante esta primera etapa son va-riadas y, aunque algunas se van alterando o cambiando de redactor, la estructura general se mantiene.

La revista abría con una ilustración llamativa en su portada rea-lizada por un ilustrador de renombre, normalmente Demetrio López Vargas y también figura el nombre de la revista y su precio, 30 céntimos, y una peseta en los almanaques de Navidad y extraordinarios diversos. En el retiro de portada, a la vuelta, se inserta publicidad de las publica-ciones y empresas de Artemio Precioso, La Novela de Hoy y la Editorial Atlántida. En la primera página la mancheta, diseñada por Díaz-Antón, como indican sus dos iniciales, una a cada lado, muestra el nombre de la publicación, la periodicidad (aparece los sábados), el nombre de su director, Artemio Precioso, la dirección de la redacción y administración y el precio del ejemplar. Una línea más abajo se añaden la fecha y el nú-mero de ejemplar.39

39 La información aparecida en la mancheta, como el diseño de esta, varió a lo largo de los años. Hasta el número 90 se mantiene con la descripción dada. Entre los números 91 y 101 se omite el nombre del director. A partir del número 142 cambia el diseño de la mancheta con la marcha de Díaz-Antón, responsable de la anterior. Entre el número 102 y el 203 aparece Artemio Precioso, pero como fundador. A partir de ese número no aparecerá ninguno. A partir del 204 desaparece el nombre de Artemio Precioso, pero se mantienen la redacción y administración en la calle Mendizabal que va variando a la calle Zurbano, 20; a la de San Marcos, 42 y a Príncipe de Vergara, 42-44, donde, a partir del número 361, aparece como director José S. Santonja.

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Figs. 20 a 30. Manchetas de las diversas épocas de Muchas Gracias. Fuente: HDBNE.

Durante los primeros veintidós números aparece en la primera página el «Glosario Semanal» firmado por Luis de Tapia40, que se dedica a versificar lo destacado de la semana según su criterio. Luis de Tapia fue un poeta satírico muy conocido por haber fundado diversas publi-caciones. Cuando Tapia deja su sección y durante algunas semanas pasa a denominarse «Aperitivos». De carácter más político, el desconocido responsable de la sección apoya, por ejemplo, a Enrique Fajardo, director de La Voz, enfrentado a Torcuato Luca de Tena, o plantea la dimisión del escritor Palacio Valdés de la Asociación de la prensa o fustiga la falsa moral de ciertos periodistas41:

Un periódico nuevo, en el que se ve la mano de un periodista muy hábil, muy listo y más vivo que el consabido tío, viene pregonando mo-ralidad. ¡Pero, querido colega, si eso de predicar moralidad está ya pa-sado por agua! ¿No es más fácil practicarla y poner la vida propia como ejemplo y estímulo?

40 Luis de Tapia fue detenido por su defensa de la libertad de expresión durante la dictadura de Primo de Rivera y recluido en la cárcel Modelo en 1926. Sus versos, descontextualizados hoy en día, son de difícil comprensión.

41 Muchas Gracias, nº 23, p.1, 5/07/1924, HDBNE.

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De manera más estable se hace cargo de la sección que abre la re-vista el escritor Felipe Sassone entre julio de 1924 y mayo de 1925. Llama Sassone a su sección «Caramillo» y explica en su primera colaboración el origen de este curioso nombre. En forma de misiva se dirige a Artemio Precioso42:

Me pide usted que le haga todas las semanas unos comentarios bre-ves, ligeros, para sustituir lo insustituible, la donosura y el gracejo de nuestro amigo Luis de Tapia, que se toma un breve reposo y se aleja momentáneamente de esta redacción, aunque ni por un instante de nuestra amistad, y ahí van las notas.Como habré de dictarlas, cuando no me dé el tema para escribir largo y tendido, amontonando notas al vuelo para comentar rápidamente los sucesos de actualidad, les pongo de una vez esta rúbrica general de «Caramillo», para mí mucho más simpática, por una razón eufónica, que el extranjero péle méle y que los castizos baturrillo y cajón de sastre, feo y prosaico este, y aquel ya usado en demasía por otros escritores.Para el lector erudito, y hasta para el que no siéndolo conoce un poqui-to su idioma o tiene a la mano un diccionario, este título de «Carami-llo» le viene como anillo al dedo a mis elucubraciones, y a mí gústame sobremanera por ingenuo, pastoril y poético, ya que el dios Pan no hubiera ciertamente cambiado su caramillo por un trombón.

42 Muchas Gracias, nº 25, p.1, 19/07/1924, HDBNE.

Fig. 31. Caricatura de Felipe Sassone, por Tovar. Fuente: La novela teatral, 31/07/1921, AFLV

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A partir de su tercera colaboración aparece en la cabecera el re-trato que le hizo Tovar unos años antes y que, al ir en blanco y negro, no deja apreciar las gafas de montura al aire que lo hacían tan característico. Escribe Sassone de un modo reposado, sentando sus reales como autor ya laureado y admirado por muchos. Su personalidad, antes bohemia, ahora deja traslucir en sus páginas el paso de los años y se aquieta dando consejos a los autores noveles o comentando recuerdos o hechos cerca-nos. A veces se detiene Sassone en una etimología, en una palabra de moda que considera innecesaria para el idioma o en los modismos ar-gentinos. De hecho, su último artículo es una abierta polémica sobre la utilización de la palabra «frine», sin tilde, como apoya Sassone, o «friné», con ella, como afirma en un artículo anterior José Bruno. Sassone es un amante de la palabra y con su prosa precisa va desgranando lentamente para el lector unos conocimientos que, en muchas ocasiones, trascien-den el objeto mismo de la revista donde publica.

Sassone abandona de manera un tanto brusca su colaboración en Muchas Gracias. En su último artículo escribe «Soy un hombre feliz porque escribo en MUCHAS GRACIAS, que es un semanario de gran circulación. No podía ser menos con las piernas que le pone Demetrio». Después de esta afirmación nos preguntamos qué pudo ocurrir para que Sassone dejara repentinamente la revista.

A partir del número 68, en mayo de 1925, Sassone se apea de su sección y es sustituida por otra denominada «Bocadillos», anónima y mucho más ligera que la del dramaturgo. Se mantiene durante treinta semanas, y tras una transición de un número donde la sección pasa a llamarse «Peladillas», la primera página de la revista toma un nombre nuevo que durará hasta la venta de Precioso a CIAP en el número 259. La nueva sección se denominará «La semana irónica» cuyo responsable durante cuatro números es un desconocido Satirín, que también cola-borará en otras partes de la revista y, poco después, la sección, con el mismo nombre, pasa a ser anónima. Por el estilo de la sección a través de muchos números, hasta el 259 como hemos dicho, es muy probable que sean distintos redactores lo que se ocuparan de ella, aunque anónima-mente. Se mezclan chascarrillos, chistes, alusiones a escritores y artistas, etc., con la intención de entretener, más que informar. El cotilleo pasa a formar parte esencial de la sección.

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Cuando Precioso vende la revista a CIAP, José Bruno, colabora-dor desde sus orígenes, pasa a hacerse cargo de la sección durante cin-cuenta números, sin alterar su nombre. Desdé el número 319 la sección pasa a llamarse «La semana humorística» y durante algún tiempo se al-ternan las plumas de Pérez Zúñiga, Enrique García Álvarez y José Bruno para después incorporarse Clemente Cimorra, Rafael de Morales, Juan de Almanzora, José S. Santonja y otros.

A partir del número 380 la sección, con el mismo nombre, vuelve a ser anónima y solo en los últimos números, a partir del 409, cambia totalmente para llamarse «Mujeres del día» donde, anónimamente, se comentan la figura y actividades de distintas artistas como Luisita Esteso o Encarnita Granada.

Existen desde el principio dos secciones que se mantienen firmes durante bastante tiempo, una dedicada al mundo taurino y otra a las novedades teatrales. En la sección dedicada al mundo del toro escribía, como ya lo había hecho para Los Hombres Libres, el crítico taurino Juan Álvarez Martínez bajo el seudónimo de «Kurro Kastañares». La sección se titulaba «The Kon Leche. Krónika Taurómaka». Juan Álvarez gozaba de cierta fama desde que fundó en 1912 el semanario satírico, de igual nombre que la sección de Muchas Gracias, The Kon Leche (Krónica Tau-romaka) y desde sus páginas animó las disputas y enfrentamientos entre Gallistas y Belmontistas. Álvarez publicaba, a la vez que en Muchas Gra-cias, crónicas taurinas en El Debate. A partir del número setenta y uno, Kastañares se retira. El motivo parece ser el frontal enfrentamiento entre Artemio Precioso y El Debate, donde Juan Álvarez colaboraba43:

Por cierto, que un querido compañero, que tiene la desgracia de ser re-dactor, aunque taurino, de la estúpida hoja clerical, ha pertenecido a esta Redacción de MUCHAS GRACIAS hasta el otro día, en que, por causas económicas, tuvimos que prescindir de sus meritísimos servicios, lo cual no obsta para que El Debate diga que MUCHAS GRACIAS es un perió-dico inmoral.

43 Muchas Gracias, nº 84, p. 4, 05/09/1925, HDBNE.

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La sección pasa a ser anónima hasta que en el número 82 fir-ma El niño de las monjas una sección taurina denominada «Batiburrillo Taurino» hasta el número 139, donde desaparece. A partir de entonces la información taurina aparece con cuentagotas y entremezclada con otras noticias o columnas de distintos redactores. Solo el columnista Juan Fe-rragut dedicó algunas de sus columnas al tema taurino, pero de manera muy esporádica.

Las reseñas teatrales comienzan con fuerza desde el principio de la publicación, aunque poco a poco se van deshinchando en favor de otras secciones más ligeras. «Habraham Ham», seudónimo de un crítico desconocido, firma la sección de teatros donde se ocupa de los estrenos de obras a las que juzga siempre de manera negativa, ya sean de Arniches o de Felipe Sassone. Se mantuvo hasta el número 44. «Pico de La Miran-dola» en su sección «Currincherías» se dedicaba a la crítica de espectá-culos menores como revista, variedades, cinematógrafo e, incluso, circo. «Los tres Bemoles», seudónimo también, se ocupaba(n), de los estrenos operísticos del Teatro Real y a las tres secciones, muy al comienzo, se unió Fernando Luque con la suya propia «Teatro Pello», donde publica-ba obras cortas, normalmente sainetes en una doble página.

Relacionados con el mundo teatral podemos incluir los comen-tarios de «Ele» y «Telón Corto» a las fotografías de artistas realizadas, primero por Walken, y, más tarde, por agencia. Cuando Incordiez toma el relevo de los comentarios, estos se hacen más cortos y nada tienen que ver con el hecho teatral.

La sección de teatros continuó de manera anónima durante mu-chos números, aunque más distanciados en el tiempo.

El 2 de octubre de 1926 Demetrio y Díaz-Antón, que se han se-parado de la revista de Precioso, editan el primer número de Cosquillas, de la que figura como director «Incordiez», el personaje lujurioso y agre-sivo creado por Díaz-Antón en las páginas de Muchas Gracias. La nueva publicación, que lanzará 61 números hasta el 26 de noviembre de 1927, viene a competir con esta última, de la que se lleva varias firmas; entre

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ellas, la de Mihura, quien colabora asiduamente como dibujante y como autor de textos, firmados ahora con el nombre de Miguel Santos.

En las páginas de Cosquillas se hicieron populares unos cínicos «Consejos de Díaz-Antón» (recogidos en el folleto que hacía el número 1 de la «Biblioteca de Cosquillas», con ilustraciones de Mihura); el hu-mor gráfico y la ilustración estaban a cargo, entre otros, de Demetrio, Picó, Bellón y Herreros, además de nuestro protagonista, cuyos monos van estilizándose y adquiriendo ya un aire de familia que enseguida hará célebre; los dibujos compartían espacio con sugerentes fotografías de be-llezas del cinema. En cuanto a las colaboraciones literarias, Mihura in-siste en su visión de la mujer y de las relaciones entre hombres y mujeres, siempre desde sus prejuicios misóginos y sin eludir los aspectos morbo-sos o eróticos que la censura admite o los chistes de tono cuartelero que ya conocemos: «¿Por qué las mujeres sentirán esa extraña predilección por el as de bastos?», leemos en uno de los números bajo el epígrafe de «Pensamiento del autor». De todas formas, poco a poco su estilo se de-pura y anuncia el que no mucho más tarde se consagrará en Gutiérrez, más personal en el uso de la lengua y mucho más sutil en el tratamiento de los temas.

La trayectoria de Mihura en el mundo de la prensa frívola se cie-rra con su colaboración en Varieté, «Revista cómica y de espectáculos», de aire más refinado y lenguaje gráfico y verbal más distinguido que Cos-quillas, a la que releva.

Como nos recuerda Isidro Sánchez (2015, p. 545) Muchas Gra-cias «Llegaba en un momento de falta de libertades y cuando se extendía un clima de labor censora que realizaban, a veces con violencia, las ins-tituciones, las ligas contra la pública inmoralidad y otras organizaciones. Pero también en unos años de gran auge de las revistas humorísticas, eróticas, festivas y satíricas, con la extensión de productos más vistosos gracias al avance las técnicas de impresión».

A partir del número quince la plantilla se hace más homogénea: Precioso, que colaborará hasta el final de la publicación, incluso cuando

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ya no le pertenece y ha pasado a manos de CIAP; Emilio Carrere, Joa-quín Belda, Benlliure y Tuero, Luis de Tapia, Pérez Zúñiga y otros.

Como ya apuntamos, debía de existir cierto enfrentamiento en-tre Ramón Gómez de la Serna y Artemio Precioso junto con algunos de sus colaboradores. Mariano Benlliure y Tuero habla de esta manera desde las páginas de Muchas Gracias44:

Ha llegado a esta redacción un libro de Ramón Gómez de la Serna con la siguiente dedicatoria: «Para don Artemio Precioso, en reciprocida-des».¿En reciprocidades?... ¡No hay derecho, mi distinguido amigo!... El que hayamos comentado aquí, en tono de chufla, sus interminables gre-guerías y su también interminable «pelotillismo», no es como para que usted nos agreda con un tomo de 600 páginas.Por muy molesto, Sr. Gómez de la Serna, que pudiera ser lo que desde aquí se le haya dicho, no creo que en el peor de los casos pueda merecer el que usted nos condene a leer 600 páginas de greguerías. Impónganos otro castigo, por severo que sea: trabajos forzados, cadena perpetua, amputación de una mano, y nosotros lo cumpliremos sumisos; pero, ¡por Dios!, no pretenda que leamos su libro; ¡eso es demasiado! […]

Aparte de Demetrio intervinieron en la publicación ilustradores como Alonso, Baldrich, Bellón, Bon, Herreros, Menda, un jovencísimo Miguel Mihura, que también colaboraba con algún artículo, un debutan-te como Picó, después enormemente conocido; K-Hito, Garrido, Rafael de Penagos, Ochoa, Pellicer, Robledano, Tovar y muchos otros.

Además de llevar adelante su propio negocio editorial, Artemio Precioso colaboraba con el diario madrileño La Época45.

44 Muchas Gracias, nº 15, p.10, 10/05/1924, HDBNE.45 La Correspondencia de España, diario universal de noticias, año LXXVI, nº 23778, p.8,

08/12/1923, BVPH.

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CAPÍTULO 5LOS AÑOS DE ÉXITO Y CRÍTICA

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Los homenajes y la vida social

Madrid a mediados de los años veinte respiraba un ambiente de optimismo creciente. Había pasado de ser algo parecido a un pueblo grande a lo más parecido a una gran metrópoli donde la actividad cultu-ral era creciente. En palabras de Santos Juliá (2003, p.757) «Quien tuvie-ra algo que decir, aunque fuera un jovencito llegado de provincias, podía estar seguro de encontrar rápidamente un camino hasta el público».

La vida social no se separa del todo de la vida intelectual en aquel Madrid que con setecientos mil vecinos despega como gran urbe sepa-rándose de su pasado de pueblo manchego. Son tres las generaciones que se superponen en un espacio físico relativamente pequeño. No solo es-critores y literatos, periodistas o artistas, sino científicos, ingenieros, filó-sofos, médicos, etc. Las conferencias menudean en ese Madrid poblado de personajes, unos a sabiendas de que lo son, otros en la ignorancia de que pronto llegarán a serlo. Solo hay que deambular por las calles, acudir a alguna tertulia o frecuentar la redacción de un periódico para «trope-zar el recién llegado con un literato del 98, un científico del 14 o un poeta ignorante aún de su identidad como del 27.» (Santos Juliá, 2003, p. 756).

Los banquetes estaban a la orden del día, banquetes a los que acudía lo más variopinto del Madrid de la época y a los que se adhería por carta o telegrama aquel que quería que su nombre se viera unido a tal o cual evento. En Madrid se llegaron a publicar hasta veinte diarios de la más variada ideología y las redacciones bullían de actividad y no solo por el trabajo propio del periódico, sino por los constantes cambios de empresa entre los periodistas que, muchas veces, cambiaban de ideolo-gía como de chaqueta ofreciéndose al mejor postor.

Tras su creciente éxito editorial y a pesar de los múltiples tropie-zos con el directorio, los primeros meses del año 1924 son para Artemio

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Precioso de una agitada vida social, siempre a la búsqueda de promoción para sus publicaciones. Precioso, por fin, saborea el triunfo que tanto había anhelado y que hasta esas fechas se le había escapado de las manos. Es el editor de moda, el que más paga a sus autores y la popularidad de su revista Muchas Gracias es enorme y lleva camino de desbancar a sus competidoras.

Como nos recuerda Padró (2017, p. 621) «La celebración de ban-quetes en homenaje a personalidades de relieve fue durante las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX una práctica muy habitual y que encontró siempre repercusión favorable en la prensa» y añade que «En el caso de escritores, tales actos cobraron una función consagratoria dentro del campo intelectual». Padró afirma esto en el contexto de un banquete ofrecido a Luis Araquistáin el veintiocho de enero de 1922. Es especialmente significativo este acto en tanto que sirvió como reafirma-ción de lo que algunos consideraban «verdadera literatura» y propusie-ron establecer la nómina de quiénes pertenecían a ella, frente a la litera-tura denominada «de alcantarilla» por los mismos asistentes. Precioso no era ajeno a que la presencia en este tipo de actos marcaba su filiación por una u otra corriente, aunque siempre había algunos cuyo carácter no era necesariamente político o reivindicativo.

En febrero de 1924 asiste, a la una y media de la madrugada, hora de cierre de los teatros, en el salón de té del Café Savoia, a un ho-menaje que artistas y periodistas ofrecieron a Vert y Soutullo, autores de La leyenda del beso. La prensa informaba de la asistencia de más de trescientas personas1. Se ofreció un lunch, se leyeron las adhesiones al acto y el jazz-band Apomorflo amenizó la velada. También actuaron el bailarín David Bueno y Teresita España. Todo acabó con un baile hasta la madrugada.

Pero la consagración «oficial» de Artemio Precioso tuvo lugar en un banquete ofrecido en su honor en el Hotel Ritz, que fue muy critica-do, pues se vio como la elevación de un tipo de literatura «contraria a las buenas costumbres». Fue el miércoles, siete de marzo de 1924, cuando

1 La Voz (Madrid), p.6, 05/02/1924, HDBNE.

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un grupo de escritores amigos y admiradores se reunieron en el citado hotel para ofrecer una cena homenaje al editor. El diario ABC2 se hacía eco de la noticia e informaba que este homenaje había reunido a «los más conocidos y prestigiosos literatos de Madrid deseosos de testimoniar a Artemio Precioso la simpatía y la complacencia con que han acogido los felices éxitos literarios y editoriales del joven novelista».

Fig. 32. Rosita Rodrigo, Artemio Precioso y José Francos Rodríguez.Fuente: Muchas Gracias, nº 7, p.6, 15/03/1924, HDBNE.

Parte de la prensa elogiaba la labor editorial de Precioso y, sobre todo, su política de remuneraciones a los escritores. Más de cien autores, periodistas, comediógrafos y dibujantes asistieron al homenaje3:

[…] para festejar al buen escritor y rumboso editor, que sabe apreciar en su justo precio el trabajo intelectual y por eso lo paga con esplendi-dez a que los literatos españoles no estaban acostumbrados, y que ha hecho de «La Novela de Hoy», por él fundada, una publicación popula-rísima y de todos estimada […]

2 ABC, p. 16, 06/03/1924, AABC. // El Sol (Madrid), p. 4, 05/03/01924, HDBNE.3 La Libertad (Madrid), nº 1231, p. 2, 06/03/1924, HDBNE.

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Emilio Carrere, desde las páginas de Muchas Gracias, en un artí-culo titulado «Retablillo literario» insistía en la misma idea4:

En el banquete a Precioso se celebraba al escritor. El editor, en este caso, es una consecuencia del escritor. Los literatos españoles teníamos una deuda con Artemio: la dignidad y la consideración que ninguna Em-presa había tenido la bondad de otorgarnos tan muníficamente como él. Resulta un editor romántico, porque es un escritor de temperamen-to, lleno de entusiasmos literarios y de ideal artístico.

Los asistentes fueron, entre otros,5 Luisa Rodrigo, Francos Rodrí-guez, Manuel Bueno, Felipe Sassone, Tomás Borras, Mata, Carrere, To-var, José María Granada, Valero Martín, Pérez Zúñiga, Inza, Julio Cam-ba, Cuenca, Casero, Morí, Fernández Flórez, Gutiérrez de Miguel y H. Bermúdez. Enviaron su adhesión Félix Lorenzo, Enrique, Fajardo, Luis Araquistáin, Francisco Camba y algunos otros.6

A los postres el escritor Joaquín Belda leyó las adhesiones de las personalidades que no pudieron asistir. También hablaron Alberto Vale-ro Martín, Felipe Sassone y José Francos Rodríguez, que «hizo un retrato espiritual de Artemio Precioso». Para concluir, el mismo Precioso leyó una cuartilla de agradecimiento «expresiva de su gratitud y prometedora de que en cuantas empresas editoriales siga acometiendo habrá de velar por el prestigio y por el bienestar de los literatos españoles».

La adhesión de Luis Araquistáin es especialmente relevante ya que, como decíamos, pocas fechas antes vilipendiaba el tipo de literatu-ra que editaba Precioso. Araquistáin se consideraba poseedor del gusto legítimo y de una idea única sobre la literatura y, aun así, se apartó de la

4 Muchas Gracias, nº7, p. 8, 15/3/1924, HDBNE.5 El Sol (Madrid), p.4, 06/03/1924, HDBNE.6 Como cita curiosa sabemos el precio del cubierto gracias a un artículo de Alberto

Insúa (La Voz (Madrid), p. 1, 06/03/1924, HDBNE) «el gerente de uno de los modernos “palaces” de Madrid fue lo bastante heroico para fijar en treinta el precio de los sólidos y los líquidos que debían consumirse en un banquete a Artemio Precioso: editor-catapulta y novelista-tanque, cuya fachada pantagruélica habría asustado a Genyeis...»

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senda «purista» para colaborar con las publicaciones de Precioso. Padró (2017, p. 626) lo aclara:

El propio Araquistáin cedió a la tentación. En la lista de autores de los que tenía la exclusiva La Novela de Hoy, publicada en los números 16, 20 y 23 de la colección, entre el 1 de septiembre de 1922 y el 20 de octubre de 1922, figuraban tanto Luis Araquistáin como «El Caballero Audaz». Entre 1922 y 1928 Araquistáin publicaría hasta trece textos en La Novela de Hoy. Según escribiría en diciembre de 1923 Artemio Precioso, direc-tor de la colección hasta 1928, la heterogeneidad de colaboradores fue el principal motivo de éxito de la colección.

Especialmente interesante, por lo descriptivo del ambiente que reinó en la comida, es el siguiente artículo de Arturo Mori titulado «Co-mida de ingenios» aparecido en el diario republicano de Santa Cruz de Tenerife, El Progreso7, que reproducimos íntegro por el fiel reflejo que de hace en él de este tipo de celebraciones:

Alrededor de Artemio Precioso, editor de «La Novela Corta» [sic] y de otras revistas y publicaciones literarias, nos reunimos en el hotel Ritz un centenar de escritores y periodistas. Puede decirse que no faltaba un solo intelectual de los que bullen en Madrid ni un solo artista de los que viven gallardamente al margen de la literatura y de los literatos. Pocas veces se ha logrado reunir en un banquete a tantas firmas conocidas. Estaba representada por Francos Rodríguez, la alta prensa profesional; por Belda, la novela frívola; por Carrere, la vieja bohemia romántica; por Julio Camba y Fernández Flórez, el humorismo moderno; por Fer-nando Luque, el astracán y la gracia dislocada; por Tovar, Robledano y «Bon», el caricaturismo distinguido; por Sassone, el teatro; por Insúa, la novela seria; por Romero de Torres, la pintura; por Rosa Rodrigo, el arte lirico; por Guerrero, la música; por José María Granada, el sainete; por Pedro Mata y Ramírez Ángel, el cuentismo; por Manuel Bueno, la crítica.Durante la comida, se iniciaron grandes empresas, entre otras, la de encargarse Granada de adaptar al teatro la novela El negro que tenía el

7 El Progreso. Diario republicano autonomista (Santa Cruz de Tenerife), año XIX, nº 5738, p. 1, 27/03/1924/, BDUL.

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alma blanca, de Insúa; la de comprometerse Rosa Rodrigo a escribir unas cuantas novelas para Precioso; la de preparar la edición de una nueva revista, creo que de teatros. Guerrero compuso un himno, que lo aprendieron al momento, para cantarlo enseguida la mayor parte de los comensales. Precioso, prometió que pagaría las novelas a dos o tres mil pesetas y es claro, consiguió una ovación cerrada. Se habló de la necesidad de fomentar la publicación de libros con todo entusiasmo.Circuló un documento, que firmaron los presentes, en el que se pe-día al Directorio, con el mayor respeto, que, cuando recogiese alguna edición, hiciera constar el motivo de la recogida. Sassone glosó a Pi-randello como si se tratara de su padre político. Un ilustre abogado, Valero Martin8, pronunció, sin duda, el más sincero discurso de su vida. Dedicose «Bon», que por cierto llevaba en los puños, en vez de gemelos, unos cascabeles, a recoger perfiles de los amigos que le rodea-ban. Tomás Borras le decía a Manuel Bueno que no escribiera artículos, porque perdía facultades y se prodigaba demasiado. A esto contesté yo que Bueno es un periodista formidable y que todo puede hacerlo un periodista, menos dejar de escribir artículos. Anunció Bueno, sin embargo, que estaba terminando una novela. Carrere propuso una par-tida de póker. A Sassone le encargaron que dijera un brindis y lo que hizo fue charlar ingeniosamente con nosotros. Tuvo un gesto gracioso. Se resistió a pronunciar la palabra «homenajeado»; le parecía estúpido y cursi. Algunos que la habían pronunciado, mordiéronse los labios y se la guardaron en el bolsillo. Varios novelistas, entre ellos Insúa y Fernández Flórez declaraban la amor [sic] y su miedo al teatro. Ambos tienen la prosa teatral, pero no se atreven a entrar en un escenario con un manuscrito debajo del brazo. De esto se valen los otros, los me-diocres, los vulgares, los profesionales de la mala literatura dramática, para cerrarles discretamente el paso. Granada chillaba indignado: «¡Es una pena que no se decidan ustedes! El teatro agoniza, está envuelto en poquedad y en miseria.» Guerrero relataba sus triunfos económicos. «Pero, no representan nada -le oímos añadir- al lado de los del autor de “Monhome” y de “La Java”. Con dos canciones, ha ganado una for-tuna.» Bebimos, fumamos y construimos castillos fantásticos de profe-cías. Pero, faltaba el calor de alguna emoción actual. Los intelectuales no tienen ya derecho a hablar sólo de libros. El mando avanza cada año

8 Alberto Valero Martín, abogado y colaborador en las empresas de Precioso, en La Novela de Hoy y Muchas Gracias, se hizo cargo en su momento de la defensa de Alfonso Vidal y Planas.

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más y España se va quedando en la cola. Yo hubiera querido atravesar el pecho de los que se sentaban a la mesa conmigo, para verles a todos el corazón.

Más de un año después, aprovechando uno de los procesos con-tra Precioso, esta vez por su novela El légamo de la tragedia, este ho-menaje se criticó por improcedente en el Heraldo Alavés9. «se necesita descaro –el de ciertas gentes- para llamar “notables” a escritores que acaban de ser proscritos por la ley como calumniadores y raptores de la honra de una joven fallecida en momento trágico». El mismo día en que se publica este artículo, aparece en La Cruz, diario católico de Tarragona, una nueva crítica:10

Es el mencionado escritor editor y autor de novelas, y revistas inmo-rales, de esas que se lanzan todos los días al mercado sin otra finalidad práctica que la de producir dinero, aunque sea a expensas de la Mora-lidad pública.

No obstante, la vida social es muy activa, y Precioso no parece hacerle ascos a ningún acto. Así, en el mes de marzo, acudió a una comi-da organizada por el PEN Club, organización internacional de escritores que, en su vertiente española, había sido fundada en Madrid poco antes, en 1922. A sus convocatorias solía acudir un nutrido grupo de escritores que defendían, como era el objetivo principal de la organización, la coo-peración internacional y la tolerancia mutua entre profesionales11 .

Pero quizá el reconocimiento que más gustó a Precioso y, sobre todo, a sus colaboradores, fue el banquete que se le ofreció en abril en Hellín. La prensa recogía la fotografía y Emilio Carrere hacía la cróni-ca del viaje en Muchas Gracias, con el título de «Crónica de un viaje entretenido»12:

9 Heraldo Alavés. Diario independiente de la tarde, año XXV, nº 10852, p. 1, 03/09/1925, BVPH.

10 La Cruz: diario católico, año XXV, nº 7921, p. 1, 03/09/1925, BVPH.11 La Acción (Madrid), p. 2, 05/03/1924, HDBNE.12 Muchas Gracias, nº 13, p. 8, 26/04/1924, HDBNE.

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Fig. 33. Fuente: La Unión ilustrada, p. 21, 20/04/1924, HDBNE.

Nuestro compañero Artemio Precioso nos ha invitado a asistir a un homenaje que en honor suyo se celebraba en su pueblo natal. Por deber y por placer fuimos unos cuantos buenos amigos a Hellín, manchego y morisco pueblachón [sic], que posee una magnífica iglesia románica, aun [sic] tiempo mismo catedral y fortaleza. El novelista tiene allí mu-chos amigos que deseaban consagrarle íntimamente, en su propio sue-lo, después del banquete del Hotel Ritz. Seguramente Artemio ha pre-ferio [sic] el homenaje pueblerino. […] Al escribir nuestro compañero sus novelas, pensó tal vez en las mujeres de aquel rincón, con sus ojos negros, y su fragancia sensual de moras murcianas, en su ciudad de las bellas rejas —tan propicias para amor—, en las retorcidas escalinatas y en los viejos callejones, como el llamado del Beso, tan moruno y evo-cador. Y las mujeres fueron a aplaudir a su paisano novelista. El calor cordial de estos aplausos acaso sea más dulce que la gran popularidad de las urbes inmensas y que el beso póstumo de la gloria. El aplauso de Hellín puede valer más que el éxito en Londres, en París, en Madrid, porque supo realizar lo que Artemio anhelaba al soñar con ser escritor y en lo que pensó constantemente al ir creando sus novelas. […]

Pero la crónica no se limita a narrar las impresiones de Carrere acerca del banquete, de los paisanos de Precioso o de sus impresiones sobre la novela o las mujeres del pueblo; además, está cargado del anec-dotario ya clásico en este tipo de celebraciones:

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[…] El poeta Corbalán se acerca a la cama donde duerme Enrique Gar-cía Álvarez. Sólo se ve su nariz cyranesca. —¿Es usted Bueno? — pregunta el poeta, que no conoce personalmen-te al ilustre escritor D. Manuel Bueno, alojado en el mismo hotel.—¿Bueno, yo? ¡Un pedazo de pan! —responde Enrique, sacudiéndose los rizos.Este escritor hace chistes hasta durmiendo. […] Además, cuenta con su nariz para hacer gracia. Este recurso no le falla nunca.

***Joaquín Belda tiene derecho a ser considerado como el descubridor de Albacete. A la media hora de nuestra llegada ya conocía los rincones más íntimos y sinuosos de la ciudad. Así lo confesó en la velada del Círculo de Bellas Artes.Manuel Bueno, Precioso, Valero Martín, García Álvarez, Corbalán y yo fuimos objeto de la más delicada cortesía por parte de la Junta del mencionado Círculo. El Sr. Serna, en elocuentes palabras, declaró que Albacete se enorgullecía de tener a tan ilustres huéspedes...Henos aquí convertidos en el orgullo de Albacete.Muchas gracias por su amabilidad, por su cordial acogida y por los pasteles con que nos obsequiaron a nuestra llegada.Valero no pudo comerse más que cinco. Eran de tamaño natural, como dijo un periodista, a propósito del mapa de Europa.

Solo un par de meses más tarde, el día dos de mayo de 1925, se organizaba una cena de hermandad de los componentes de la redacción de Muchas Gracias en el restaurante Casa Botín para homenajear a Arte-mio Precioso en lo que en posteriores celebraciones de los redactores se conoció como «Botinada»13:

Los redactores y empleados de esta Casa nos reunimos el pasado sába-do por la noche en la acreditada sí que suculenta [sic] chez Botín para celebrar un acto cordial de camaradería y regocijo.Que un Jurado tan prestigioso como el nombrado por la revista Blan-co y Negro haya recomendado una bella novela corta de nuestro di-rector era para nosotros motivo de alegría que había de cristalizar en alguna manifestación ostentosa. Artemio Precioso no es para nosotros

13 Muchas Gracias, nº 67, p. 12, 09/05/1925, HDBNE.

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solamente el jefe querido y respetado, sino el novelista de merecido prestigio, de estilo viril, cáustico, rotundo, y pluma firme de nuestro humorismo. Con él se sentaron a la mesa Emilio Carrere, Demetrio, Mariano To-más, D. José y D. Antonio Graélls, D. Rafael Tomás Precioso, José Bru-no, Bellón, Picó, Puig, Valiente, Piñero... y siguen las firmas.Los dueños del establecimiento se lucieron en el menú, y gracias a lo exquisito del servicio, pudimos soportar ciertos chistes.

En medio de toda la polémica y la proliferación de artículos so-bre la literatura galante, acude Artemio Precioso el domingo quince de marzo de 1925 a la comida homenaje al caricaturista Manolo Tovar en el Hotel Nacional. Tovar había ilustrado algunos números para Muchas Gracias y, por su popularidad, había servido como reclamo para el lan-zamiento de la revista14.

Son frecuentes los homenajes con cualquier excusa. Pocos me-ses antes Precioso había acudido uno que se le dio a Xaudaró, en el que coincide también con Tovar y donde nos cuenta que «En el banquete al perrito[15] de Xaudaró se rompió la silla en que yo descansaba, al incor-porarme para saludar a Manolo Tovar, que llegó con tres cuartos de hora de retraso».16

El 1 de enero de 1926 organiza y asiste con el pleno de su redac-ción de Muchas gracias a la «botinada» anual17:

A nosotros nos penetra una gana de comer en cuanto tenemos un éxi-to, que, gracias a la caja del periódico, que sufraga, no hemos fenecido de inanición repetidas veces si fuera posible diñarla más de una. Tanto

14 La Libertad, año VII, nº 1565, p. 4, 31/03/1925, BVPH. / La Voz (Madrid), p. 3, 30/03/1925, HDBNE.

15 El perrito de Xaudaró fue uno de los personajes ilustrados más populares de antes de la Guerra Civil. Fue tan popular que, Ricardo Zamora, portero de la selección española de fútbol, lo adoptó como mascota. Parece que lo inventó Xaudaró durante un verano en Monzón (Huesca) tomando como modelo a un galgo inglés que merodeaba por la plaza.

16 Muchas Gracias, nº 20, p. 7, 14/06/1924, HDBNE.17 Muchas Gracias, nº 103, pp. 8-9, 16/01/1926, HDBNE.

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es así, que nosotros no celebramos los éxitos de MUCHAS GRACIAS con banquetes: esos engañadores banquetes en que le sirven a usted sombra de pollo rodeada de hojes de lechuge [sic], bajorrelieve de ter-nera froide, confetti con salsa sobrante (sobrante de otros platos), de-dalitos de café, etc.Nosotros, en ágape intimísimo, nos comemos entre quince o veinte una marranada muy grande, o sea una legión de cochinos muy peque-ños; abundante sopa al cuarto de hora (al cuarto de hora de servida, ya nos hemos comido cinco platos) y merluza al horno en tal cantidad que la merluza que comemos es casi tan robusta como la merluza que nos proporciona el excelente vino con que inundamos (rociar seria poco) los indicados platos. Presidida la mesa por Artemio Precioso, nos sentamos a ella, donde nos plació [sic]. Octavio Precioso, Mariano Benlliure y Tuero, Emilio Carrere, Demetrio, Juan Ferragut, Mariano Tomás, Bruno, Picó, Mihu-ra, Puig, Bluff, Mariano Valiente, Pinero y Pedro Sáez.Porque les fue imposible, no asistieron nuestros queridos compañeros Incórdiez, Belda, Un Viejo Don Juan, Telón Corto, Díaz Antón y Bai-lón.Comimos como limas nuevas, y bebimos que nos daban congojas al pensar en la filoxera.Nuestro confeccionador, Demetrio, se confeccionó una toquilla ex-traordinaria, que tuvo páginas épicas; a Artemio Precioso y a Benlliure les entró una curiosidad por conocer al detalle las existencias vinícolas de España, porque no hacían más que preguntar: «¿No hay más vino?» Ferragut juraba con voz ronca que él no se emborrachaba con nudo, ¡digo, con nada!... con nido... (todavía estamos esperando que diga nada, que es lo que estaba obstinado en decir).La cogorza máxima correspondió al dibujante Bluff, aunque la que aca-paró Pedrito Sáez fue de cuarenta y cuatro páginas. Los demás, excepto Ferragut y Demetrio, que hicieron fuljan [sic] de chatos, ligaron esca-leras, aunque no las pudieron subir.Creemos que este año, si queda algún cochinillo, tendrá muy buen cui-dado de no gruñir, porque si nos apercibimos será botinizado incon-tinenti.

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Fig. 34. Botinada. Fuente: Muchas Gracias, nº 103, p. 8, 16/01/1926, HDBNE.

El 27 de octubre de 1926 se celebró un banquete en el Ritz18 para despedir precisamente al periodista Juan Pujol, que marchaba como co-rresponsal a París del periódico Informaciones.

Poco antes había elogiado a Precioso en el prólogo de su novela Pasión y Muerte, publicada en septiembre de 1926:

Querido Artemio: usted ha hecho todo lo posible para procurarse esa hostilidad que ahora le molesta. Tenía usted fortuna. En lugar de dis-frutarla apaciblemente y de clasificarse entre «las gentes de orden», discurrió usted una de las cosas más peligrosas y vitandas que pueden hacerse en esta tierra: crear una casa editorial y obtener para ella la colaboración de todos los escritores de talento y de espíritu liberal que no encontraban donde dar publicidad a sus obras literarias. Hizo usted algo peor: escribir con gracia, con amenidad y desenvoltura. Lo que

18 La Libertad, Año VIII, nº 2059, p.3, 28/10/1926, BVPH.

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han tratado de hacer en vano esas empresas comanditadas por Panto-ja –cuyas ediciones no hay quien compre ni para usos higiénicos- lo consiguió usted en tres semanas; es decir, las tiradas enormes, la pu-blicidad fulminante, la difusión que a esa gente ávida de conquistar el espíritu popular le roe la envidia». (Precioso, 1926c, p. 4).

Merece la pena detenerse en la figura de Juan Pujol, periodista, abogado y escritor, admirado por el grueso de los periodistas de la época pero que, por su deriva política, ejemplifica muy bien a muchos de los periodistas y escritores de esos turbulentos años veinte.

Se inició en el periodismo en 1908 en Cartagena donde fue di-rector de La Mañana. Se trasladó a Madrid y colaboró para El Mundo, Los Lunes del Imparcial, El Heraldo de Madrid y El Pueblo Vasco, donde cobraba veinticinco pesetas por artículo. En esa época conoció a Manuel Bueno, quizá de ahí su relación posterior con Precioso.

En 1911 viaja a Bruselas y a París con una beca de la Junta de Ampliación de Estudios. En París:

Pujol vivirá intensamente el Paris de la «belle époque»; becario al lado de Azaña, recorre con Ramiro de Maeztu y Álvarez del Vayo las gran-des tertulias, conociendo la capital francesa en su mejor momento li-terario. Visita a Anatole France, a Paul Fort; vive en la misma casa que Julio Camba. (Soriano, 1991, p. 19).

Se casó en París con Juana Raes y pronto es nombrado corres-ponsal de El Mundo con un sueldo de doscientas pesetas mensuales. Al año siguiente pasó a ser corresponsal en Londres del mismo diario y en 1914 es nombrado corresponsal de ABC en la capital inglesa. Cuando es-talla la Primera Guerra Mundial asumió la corresponsalía de guerra y se trasladó a Francia para estar más cerca de la acción. En ese momento se declaró alejado de cualquier filiación entre los dos bandos ya que, como declaró, «Yo no era ni germanófilo ni aliadófilo. Era sólo un periodista que quería informar sobre cosas vivas en los mismos frentes.» (Soriano, 1991, p. 20).

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Viaja por los frentes de Berlín, Polonia, Italia, Turquía y Austria. Sus crónicas fueron recopiladas después en un libro titulado De Londres a Flandes (1915).

Cuando vuelve a España en 1916 funda el periódico La Nación. Tras un paréntesis en que se dedica a la abogacía, su fama como perio-dista le hace volver a la pluma y es poco después nombrado corresponsal de Informaciones en Paris para, a su vuelta, dirigir el periódico.

Más tarde publicó otras obras, generalmente novelas cortas en las colecciones de Precioso, quince en La Novela de Hoy y un ejemplar en La Novela de Noche, además de un libro sobre sus impresiones en Italia: Primavera en Italia.

Posteriormente se enfrenta a las posturas republicanas y se pre-senta como candidato en las elecciones a concejales por el Ayuntamiento de Madrid, en las que resulta elegido. Llegó a ser diputado a Cortes por Madrid en 1933 y por Palma de Mallorca en las últimas elecciones de la República, por el Bloque Nacional. Amigo de Eugenio Montes, Rafael Sánchez Mazas o Ernesto Giménez Caballero. contó con la amistad de José Antonio Primo de Rivera. Redactó el manifiesto de Sanjurjo para el alzamiento militar del 10 de agosto de 1932. Al comenzar la guerra pasa a Burgos donde es nombrado director de la Jefatura Nacional de Prensa. Tras la guerra funda el diario Madrid. Murió en 1967.

Santos Juliá (2003, p. 749) afirma que la mayoría de los intelec-tuales de esta época no «[…] dieron muestras de una gran coherencia política, transitando muy rápidamente desde discursos socialistas y anarquistas a posiciones reaccionarias o conservadoras».

A pesar de su trayectoria en favor de la dictadura, en los años veinte Pujol fue un apoyo importante para las publicaciones de Precioso al respaldarlo públicamente con su nombre, muy conocido y respetado en los círculos periodísticos. La asistencia al banquete de despedida an-tes de partir a París así lo demuestra.

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Terminando el año, en el mes de diciembre de 1926, Artemio Precioso, junto con otros escritores, organiza un homenaje al pintor Pa-lau19:

Para festejar el éxito de la Exposición de paisajes celebrada por el Ilus-tre paisajista valenciano señor Palau en el Salón del Museo Moderno, se reunió anoche en el restaurante del Círculo de Bellas Artes un nu-meroso grupo de amigos y admiradores del artista. La Comisión orga-nizadora la formaban D. Manuel Benedito, don Luis Pérez Bueno, el maestro Serrano, Jaime Jorro, Rafael Doménech, Artemio Precioso, F. Martínez Orozco, Francisco Camba, Fernández Flórez, Pedro Muñoz Seca y Cecilio Pla.

Toda esta participación en la vida social del momento hace a Pre-cioso estar en permanente contacto con las figuras más destacadas, pero sin perder nunca de vista a toda la escuadra de bohemios, plumillas y buscones que pululaban alrededor del éxito literario.

La censura y los procesos contra sus novelas

La censura

Podemos considerar que Artemio Precioso se encuentra en el apogeo de su carrera empresarial en febrero de 1924, cuando lanza al mercado, y con gran éxito, la revista Muchas Gracias. La Novela de Hoy, su gran proyecto editorial, lleva ya casi dos años en la calle y Muchas Gracias le servirá como plataforma propagandística de la colección de novela. La censura, las denuncias, y las críticas (también hubo alabanzas) hacia su gestión empresarial comienzan a llover pronto sobre él.

Quizá, como señala Aubert, la tarea más complicada fue la de los caricaturistas que tuvieron que refugiarse en asuntos más o menos inocentes, pero:

19 El Sol (Madrid), p.4, 8/12/1926, HDNBE.

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[…] ¿qué iba a hacer, por ejemplo, un Bagaría, caricaturista esencial-mente político? Dos días después del golpe de Estado, el 15 de septiembre de 1923, Bagaría publicó su autorretrato en El Sol con el siguiente comentario: «Vuestro caricaturista se os ofrece desde este momento, lectoras y lec-tores, como dibujante de bordados, paisajes de abanico, postales de souvenir y estampas de primera comunión». (Aubert, 2007, pp. 70-71).

El trato que recibe por sus publicaciones no se debe únicamente a la censura que, cuando la había, se ocupaba más de la ideología política del régimen y de promover la figura de Primo de Rivera. La pacata moral de las dos Españas, la liberal y la conservadora, persiguió con denuedo en público aquello que muchos consumían en privado. Maite Zubiaurre (2012, p. 13) propone:

La existencia de una «tercera España» en la que florecen abiertamente, y en el terreno de la cultura popular el arte y la literatura eróticos, así como los múltiples aspectos de una (pseudo) ciencia sexual. Una Espa-ña audaz y distinta, en definitiva, que escapa a las limitaciones impues-tas por el prestigio intelectual de una minoría, y que tiende un puente entre la alta cultura y la cultura popular.

Que el erotismo estaba presente en las colecciones de novela cor-ta donde se ofrecía una literatura consumida por las masas es indudable. En una sociedad progresivamente alfabetizada la literatura que se sirve en los quioscos y a bajo precio es la que entra directamente en contacto con esos nuevos lectores. Las críticas, veremos más adelante, vienen de los círculos conservadores, siempre con ideología católica muy acendra-da, donde se acusa a los escritores de este tipo de novelas de corromper con sus publicaciones aquello que ellos, supuestamente y en exclusiva, habían logrado: la salida del analfabetismo de parte de la población. Para ellos las costumbres y la propia alma son corrompidas a través del nuevo instrumento que es la lectura.

El material que impregna las colecciones propone una nueva vi-sión de la mujer. Una mujer moderna, liberada y liberal que emerge poco

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a poco a la vida. Un tipo de mujer que quiere vivir una existencia plena y que va en contra de lo que la Iglesia católica y sus voceros predicaban: que la mujer se debía al esposo y al cuidado de los hijos y del hogar, sin descuidar, por supuesto, las costumbres y ritos de la propia Iglesia.

La Iglesia católica perseguía con ferocidad todo lo que tenía que ver con el sexo o la sexualidad. Existen gran cantidad de artículos publi-cados en prensa donde se fustiga sin piedad, sin obviar el insulto, a los «pornógrafos» escritores de novela corta o a los ilustradores de cualquier revista de las denominadas «picantes».

Para Isidro Sánchez (2015, p. 536 y ss.), uno de los referentes teó-ricos más importantes en la cruzada contra la apertura de la publicacio-nes y las colecciones de novela fue la obra Las modas y el lujo ante la ley cristiana, la sociedad y el arte, de Isidoro Gomá y Tomás, obra publicada en 1913 cuando el autor ocupaba el cargo de canónigo de la Metropoli-tana de Tarragona, pero, y es un dato muy relevante, la segunda edición de 1926 fue «editada significativamente en plena dictadura de Primo de Rivera […] un año antes de ser ordenado obispo de Tarazona y cuando revistas como Muchas Gracias se extendían por España». Desde la apa-rición de esta segunda edición, la Iglesia católica intensificó la campaña de persecución contra los «males» que traían consigo este tipo de publi-caciones. Las «Ligas contra la pública inmoralidad» se multiplicaron a partir de 1918, primero en Barcelona «secundada por personalidades y asociaciones diversas de los círculos católicos y conservadores». Isidro Sánchez ofrece una extensa lista de estas asociaciones.20

La discusión sobre la moralidad en España, en general, y en con-creto la centrada sobre la literatura, se extiende durante todo el primer tercio del siglo XX y corre paralelamente con la creciente tensión ideo-lógica entre la sociedad. Por una parte, la España inmovilista, anclada en el pasado clerical que fomenta, con Gomá al frente, las ligas contra la pú-blica inmoralidad que tienen como fin frenar los avances ideológicos y, por otra, la España que camina hacía la apertura y modernización de las ideas y que va tomando conciencia plena de los avances del nuevo siglo.

20 Vid. nota a pie de página nº16 en, Sánchez Sánchez (2015, p. 538).

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Los escritores de novela corta, erótica, sicalíptica, o, simplemen-te entretenida, pueden parecer alejados de la realidad desde un punto de vista conservador, pero lo cierto es que muchos de ellos escriben lo que ven y oyen en sus tertulias a las que acude gente de toda condición y orientación sexual, escritores que se mueven por un Madrid donde triunfan los espectáculos musicales con ecos parisinos y norteamerica-nos, donde la morfina está al orden del día en ciertos círculos, donde la noche triunfa. Los locales nocturnos y cabarés abundaban. El propio dictador era aficionado a estos y, además de rodearse de amantes y pros-titutas, frecuentaba las casas de juego y los prostíbulos. Sin ir más lejos, la amante de Primo de Rivera, La Caoba, era una conocida prostituta y cocainómana que fue encarcelada por hacer chantaje a un empresario y liberada por el dictador.

El escritor refleja la vida y, como tal, busca en esa sociedad abierta argumentos para sus obras. El ambiente cultural de los años veinte, sobre todo en grandes ciudades como Madrid o Barcelona, mezcla lo nuevo y lo viejo. Escritores como Valle-Inclán, Baroja, Zamacois, comparten ter-tulia con dibujantes y plumillas de periódicos y revistas de todo tipo, con gentes como Retana, Hoyos y Vinent, que exhiben su homosexualidad sin ambages. Todos se miran y se reconocen, aunque a la hora de la ver-dad sea una sociedad pacata la que los separe y juzgue por la moralidad de sus producciones literarias.

Desde Francia, Artemio Precioso escribe un interesante artícu-lo21 titulado La pornografía en París, donde se pregunta «¿Cuándo nos pondremos de acuerdo en amojonar el coto cerrado de lo pornográfico, y cuándo los gobernantes se decidirán a abordar este asunto con dete-nimientos, sin confusiones ni palos de ciego, sin ofensas para el escri-tor?» El artículo continúa haciendo un paralelismo entre la situación en España y Francia. Precioso opina que cierto tipo de revistas se aceptan de manera más natural en París, mientras que «para los encargados de perseguir la inmoralidad literaria en España, pornográfico es todo aque-llo que ofenda al acto natural […] todo aquello que no sea platonismo», y acaba afirmando que «el amor, el placer sin llegar al desenfreno, es tan moral como pueda ser la ducha, el baño, la higiene».

21 Muchas Gracias, nº 38, p. 2, 18/10/1924, HDBNE.

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Como ya hemos indicado (Sánchez Sánchez, 2015, p. 533 y ss.), en los años veinte, las ligas contra la pública moralidad se había extendi-do mucho y, a partir del golpe de estado de Primo de Rivera, se vuelven más activas, hasta el punto de recorrer los quioscos censurando a viva voz las publicaciones y solicitando su retirada.

Podemos dar multitud de muestras de todo ello. En la Revista de Gandía22, en un artículo en forma de diálogo titulado «¡Oh poder de la prensa!», un cura figurado quiere abandonar el pueblo por la irrupción del «inimicus homo», o sea «un secretario hipócrita (un judas); después, un maestro laico (un Voltaire); y, últimamente, un barbero traga-curas (un Robespierre) […] bajaban con frecuencia a la capital y de allí subían con la cabeza llena de sindicalismo y de sensualismo [sic] y con la alforja repleta de periódicos impíos y de novelas pornográficas.»

En otra publicación23 se habla de «esas repugnantes novelas por-nográficas» y el autor piensa en esas «[…] vistas que se gastan, en esas mentes que se atrofian; en esos corazones que se pervierten; en esas plu-mas que se degradan [sic] la nobilísima misión que les está asignada». Abundan en un artículo de José Escofet titulado «Una campaña de sani-dad moral» frases como «literatura bastarda» «novela ñoña» y señala que «La novela erótica es el refugio de los escritores mediocres, incapaces de dar a sus libros otro interés que no sea el malsano del amor sin velos.»24

La supuesta inmoralidad de las publicaciones viene, muchas ve-ces, ligada a otros males. En distintas ocasiones se habla de la «degene-ración» que sufren los soldados que luchan en África: «Ese repugnante snobismo [sic] que desborda por España, llegando a contagiar a nuestro ejército de África, es una faceta de la inmensa ola de inmoralidad en que naufragamos […] Morfina, pornografía, juego, tales son las manifesta-ciones de actividad de una parte de nuestra juventud […]»25. Se habla

22 Revista de Gandía. Periódico consagrado al Divino Corazón de Jesús, 2ª época, año XXII, nº 1081, pp. 3-4, 12/03/1921, BVPH.

23 El día de Palencia. Diario independiente de gran información de Castilla. Defensor de los intereses morales y materiales de esta provincia, año XXII, nº 10042, p. 2, 28/06/1921, BVPH.

24 Las Provincias. Diario de Valencia, año 56, nº 16946, p.1, 06/07/1921, BVPH.25 El día de Palencia. Periódico de información general, año XXXIV, 2ª época, nº 10509,

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también de la introducción de drogas, sobre todo morfina, como ya indi-camos, en nuestro país, a través de puerto de Santander:

España se adhirió al convenio internacional de 1910 para la represión de la pornografía. Disposiciones severas han reglamentado el tráfico y posesión de narcóticos. Mas, como de costumbre, todo ello no ha he-cho sino enriquecer la copiosa cuánto [sic] inútil literatura legislativa española.Mientras tanto las novelas pornográficas se pregonan en la calle a voz en cuello. Cocaína, morfina, opio, pueden adquirirse en cualquier ins-tante ante la mirada paternal de nuestra Policía.26

Manrique de Lara, en La Voz de Soria27 escribe un artículo titula-do, como no, «Pornografía»:

La literatura pornográfica está haciendo estragos entre nuestros mu-chachos. Vienen publicándose una serie de novelas cortas, hechas para un público necio, qué está corrompiendo nuestra juventud. Hace pocos días vi en manos de un muchacho un ejemplar de «La Novela de Hoy» por Álvaro Retana, impropia [sic] de caer más que en manos de borra-chos, lujuriosos y mujeriegos. Se ha hablado muchas veces de la prensa de la necesidad desde atajar el daño que viene causando en nuestros muchachos la literatura pornográfica que raya en lo obsceno a la hora actual.

El autor, que se declara liberal y contrario a la censura de prensa, sin embargo, llega a proponer «unas listas negras de autores y casas edi-toriales […] para revestirlos de escarnio y condenarlos al aislamiento.» En el número siguiente el mismo periodista volverá al ataque con argu-mentos similares.

Pero no son solamente los medios conservadores los que atacan la nueva literatura. En La Libertad, un diario que leen preferentemente

23/01/1923, BVPH.26 Gaceta de Tenerife. Diario Católico. Órgano de las derechas, nº 3946, p.2, 20/02/1923,

BVPH.27 La voz de Soria, año II, nº 100, pp. 1-2, 15/05/1923, BVPH.

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los pequeños burgueses y las clases populares y que tenía entre sus firmas a Eduardo Ortega y Gasset, Ángel Guerra, Marcelino Domingo o In-dalecio Prieto, aparecen críticas explicitas, como el artículo de Antonio Zozaya «Peor para el que se aguanta», donde se muestra contrario a la previa censura, pero favorable a la aplicación de las leyes28:

No; no hablemos de la previa censura; pero pidamos que sean casti-gados los delitos que tienen su sanción en el Código. […] Todos los días escuchamos las lamentaciones de centenares de padres de familia acerca de la facilidad con que pueden llegar a las manos de sus hijas menores novelas repugnantes en que son descritas todas las aberracio-nes sexuales; lo que no hemos visto todavía es a un padre o guardador presentando una denuncia en el juzgado de guardia contra el autor de una de esas novelas, como autor del delito de corrupción de menores de veintitrés años, previsto y castigado en el apartado primero del artí-culo 459 del Código Penal, ni siquiera del de escándalo público defini-do en el 455 del mismo Cuerpo de Derecho sancionador.

Primo de Rivera, desde el comienzo, deseaba una prensa que re-flejase la imagen de España que él tenía en mente. Así informaba el pe-riódico El Sol29:

La voluntad de controlar los periódicos es una característica de Primo de Rivera quien se apresura a reducir la libertad de prensa e instaurar una censura previa, todo ello poco tiempo tras el golpe de Estado.

Según Costa Fernández (2013), Primo de Rivera hereda una imperfecta reglamentación de la prensa e improvisa los mecanismos de censura por «la vía del control». Uno de los principales objetivos del dictador era transmitir su ideología con plena conciencia del papel que jugaba la prensa. Las notas privadas redactadas por Primo de Rivera y publicadas en los periódicos, pues eran de obligada publicación, de-

28 La libertad, año III, nº 488, 26/06/1921, BVPH.29 España bajo la dictadura. Siete años sin ley (1930-1933), s/a, Madrid: Folletín del

diario El Sol.

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muestran su conciencia de la utilización de la prensa para «modelar el pensamiento de sus súbditos.»

Los periódicos (Gerard, 2019, p. 190) tienen que presentar dos de sus ejemplares a la censura, uno es devuelto después con el sello de la censura; mientras que el segundo es retenido para archivo. Un tercer ejemplar se le manda al dictador y dos más se envían al Gobierno y al Gobierno Civil

Como consecuencia de este ambiente y por la franca oposición de Artemio Precioso a la dictadura de Primo de Rivera, sus proyectos y sus propios escritos comienzan a ser perseguidos. El empresario ya había tenido algún conflicto con la justicia. En 1907 fue procesado por el artí-culo «Falso justicialismo», publicado en el semanario Juventud de Hellín, que él mismo había fundado. También, como ya vimos, en 1908 había agredido en Albacete al periodista Francisco Gálvez, lo que le costó seis meses de prisión y un cambio radical en su vida.

La campaña emprendida contra el directorio hace que la censura se cebe con La Novela de Hoy. A lo largo de su existencia fueron muchos los autores de la casa procesados por escándalo público: Emilio Carrere por La Amazona y por La cortesana de las cruces, esta publicada en La Novela de noche. Carretero Novillo y Rafael de Penagos por Bestezuela de placer, aparecida en el número almanaque de 1924. Alberto Valero por La venganza del Muerto y otros. Carrere, en referencia a La Amazona, novela publicada en la citada colección el 12 de octubre de 1923, sin prólogo, e ilustrada por Varela de Seijas, defiende así su novela y a su editor30:

Es una confusión entre lo erótico y lo pornográfico. Mi novela La Ama-zona tiene la aspiración de ser un estudio psico-patológico de una pa-reja de extraños amantes. Yo me considero muy honrado con que el señor fiscal se haya acordado de mí. Gautier y Flaubert corrieron la misma suerte en Francia. ¡Caramba, yo estoy encantado con la distin-ción! No intento imponer mis obras literarias como textos de ursulinas, pero protesto enérgicamente de que puedan ser consideradas como

30 Madrid cómico, nº 4, p. 8, 15/12/1923, BVPH.

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causa de escándalo público. Mi intención es artística y mi nombre las garantiza en su moralidad estética, que es la única que debe interesar-nos. Artemio Precioso, director de La Novela de Hoy, donde se publicó, tampoco es un monstruo de liviandad, sino un escritor de probado talento, y no juzgó mi obra como escandalizante. No estoy arrepentido de haberla escrito. Acaso no habré logrado mi aspiración literaria, pero sé que es una novela de honrada intención científica y de observación de la realidad. Yo no puedo falsificar la vida, la psicología y la carne de mis personajes para complacer a los lectores asustadizos.

Los procesos contra sus novelas: La que quiso ser libre, El légamo de la tragedia, ¿Por qué engañan ellas?, Lavó su honra, ¿Más fuerte que el amor?, La verdadera mujer, Flores de Pasión

La que quiso ser libre

Los procesos contra las novelas de Precioso comienzan en sep-tiembre de 1923, recién instaurada la dictadura, cuando fue procesado por La que quiso ser libre, juicio donde, según Arnaldos (1997, p. 28), actuó «defendiéndose, por vez primera, jurídicamente a sí mismo por su condición de abogado». No hemos encontrado detalles del proceso, ni siquiera en sus declaraciones en los prólogos a sus novelas, sin embar-go, sí debió levantar algún revuelo a tenor de algunos comentarios en la prensa31:

Antes de leer los versos vascos de Basterra, cayó en nuestras manos una novela de Artemio Precioso al que (G. a D.), no conocíamos como nove-lista. «La que quiso ser libre» se titulaba. Y después de leída volvimos a pensar en la necesidad de reprimir esa pornografía, que no deja de infil-trarse en ninguna esfera social. Y que produce sus deliciosos efectos para uso de modernos galanteadores y de piadosas damiselas. Falta de origi-nalidad en la expresión, sensualismo rastacueril, reflexiones de portería o café de estudiantillos y fracasados del arte, acción simple y plebeya, intentos de filosofía de la vida. Esto es esa novela de Artemio Precioso, qué habrá producido la admiración de… Bueno. Dejemos lo que debía recoger una verdadera acción sanitaria […]

31 Las Provincias: diario de Valencia, año 58, nº 17774, p.3, 16/09/1923, BVPH.

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El légamo de la tragedia

Otro encontronazo con la justicia lo tuvo tras la publicación, el siete de junio de 1924, de El légamo de la tragedia. Precioso fue denun-ciado por haber tergiversado una historia real y haberla utilizado en esta novela.

Los hechos en los que se fundamentaba la novela eran estos. El quince de marzo de 1924 se produjo un suceso que tuvo bastante eco en la prensa de la época. Purificación González, hija del exministro de la corona don Alfonso González, fue asesinada en el atrio de la iglesia de San Ginés por Gonzalo Colina, el que había sido su novio. Parece que la pareja, que se conocía desde la infancia, había establecido, tras unos meses, relaciones de noviazgo, que Purificación rompió para compro-meterse enseguida con el médico Fortunato Gómez. Ginés, desesperado, había confesado unos días antes a su padre que la mataría en caso de no volver con él. El padre alarmó a la chica, pero esta no le dio demasiada importancia al asunto.

El día 24 a las ocho y media de la mañana, justo antes de la llama-da misa de oficios, la joven, junto con una criada, acudió a la parroquia de San Ginés, que estaba frente a su casa. Allí, en el atrio, la abordó Gon-zalo, y le disparó dos tiros que le causaron la muerte. Él mismo intentó suicidarse, pero fallaron los disparos y se resguardó dentro del templo donde, frente al altar mayor, lo detuvo un guardia al que acompañaba el encargado del cobro y custodia de las sillas. Llevado a comisaría, se confesó autor del crimen.

Este asunto truculento se parecía a un argumento de los cientos que corrían por las novelitas de las distintas colecciones que se vendían en los quioscos y Artemio Precioso decidió inspirarse en esta historia para escribir su novela El légamo de la tragedia, aunque dándole un giro galante que irritó a gran parte de la crítica. Ciertamente la novela de Precioso tenía llamativas coincidencias con los hechos y eso no hubiera pasado de la mera inspiración en un acontecimiento real si el escritor solo hubiera relatado que la protagonista, Anita Gutiérrez, hija de un supuesto ministro de Hacienda, tenía relaciones con su prometido, el es-

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tudiante de medicina Octavio Arenal. Precioso, sin embargo, añadió un detalle que los moralistas no pudieron perdonar: Anita Gutiérrez tam-bién mantenía relaciones con la periodista Josefina Alver que «[…] Era una mujer alta, recia, musculosa, varonil, de pelo en pecho y en cara y tenía más barba que muchos hombres». (Precioso, 1924b, p. 17).

En Muchas Gracias aparece la primera noticia de la denuncia a su novela El légamo de la tragedia32: «[…] Ha sido denunciada mi novela El légamo de la tragedia. Confieso que la escribí honradamente […] Será curioso saber si el escritor puede o debe trazar un escrito o una novela que le sugiera un hecho de la vida real…».

Precioso defiende ardorosamente su inocencia con la publica-ción de un artículo titulado La novela y la realidad33:

Escribí una novela en la que mi imaginada heroína era una pobre vícti-ma, buena en el fondo, y aún en la forma de expresar sus sentimientos, y él era también bueno, locamente enamorado, al par que [sic] frustra-do suicida. Y porque hay en la cárcel uno de tantos locos o asesinos que quisieron imponer el amor a fuerza, se sale el defensor del reo dicien-do que ni la muerta era así ni tampoco el delincuente que él ampara. ¡Desde luego! Las diferencias entre mi novela y el caso al que se refi-rió el joven e inexperto letrado son enormes: diríase que los casos son contrarios. Ni la nieve puede ser comparada al barro -barro inocente, simpático, pero barro al fin— ni mi protagonista, muchacho simpático, aunque enfermo, puede ser equiparado a un asesino tan vulgar como despreciable, tan culpable como «indefendible».

En un artículo titulado «El fariseísmo», Precioso, en relación con la polémica por el caso, arremete contra los que se escandalizan por cuestiones, según él, nimias. Su reflexión sobre el lesbianismo nos dice mucho de su pensamiento, quizá demasiado abierto para la sociedad de la época34. «¿Cómo luchar contra los fariseos y el fariseísmo? Con las armas de la verdad, de la justicia y de la moral verdadera..., y, en último

32 Muchas Gracias, nº20, p. 9, 14/06/1924, HDBNE.33 Muchas Gracias, nº21, p. 5, 21/06/1924, HDBNE.34 Muchas Gracias, nº22, p. 4, 28/06/1924, HDBNE.

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término, y en legítima defensa, con las armas... de fuego. Fuego en las almas y armas de fuego son dos cosas que, a las veces, suelen coincidir». Precioso piensa que el fariseísmo en España siempre acaba ensañándose contra determinados escritores en vez de que la sociedad mire y analice sus propios vicios.

¡Moralizar las costumbres de una sociedad compuesta, en general, por hombres desmoralizados! ¡Ahí es nada! El hombre moral, puramente moral, escrupulosamente moral, no debe mentir, ni fumar, ni beber alcohol, ni ir a los toros, ni desear a la mujer del prójimo, ni cometer adulterio, ni ir al teatro, ni tener afición al lujo, ni leer novelas, ni leer periódicos, que relatan los sucesos inmorales y criminales de la reali-dad...Y como todas estas cosas son de imposible realización, algo hay que hacer, y es censurar a unos cuantos novelistas, que tienen la culpa hasta de la carestía de las subsistencias, de la escasez de las viviendas y de la abundancia de mujeres más o menos perdidas...

La polémica por el caso sigue adelante durante bastantes meses. El periodista José Montero Alonso escribe una crónica en La Libertad35 donde reflexiona sobre el amor y ejemplifica con el caso del atrio de San Ginés. A mitad de la crónica escribe: «Y esa excitación y esa curiosi-dad tan características de nuestro público han dado ocasión a que algún cuervo grotesco intentase aprovecharlas innoblemente en beneficio pro-pio y sin cuidarse lo más mínimo del respeto que el dolor de la tragedia exigía…».

Parece que ese «cuervo grotesco» no se tomó demasiado bien el apelativo y, cuando acudió a la redacción del periódico a pedir expli-caciones, agredió a Montero Alonso. No era la primera vez que Precio-so utilizaba la agresión física -ya lo hizo contra el periodista Francisco Gálvez en Albacete, como sabemos- ni será la última. Joaquín Corrales Ruiz en La Voz36 da cuenta el episodio y extiende su crítica a todos los escritores de novela corta:

35 La Libertad, Año VI, nº1336, pp. 1-2, 6/07/1924, BVPH.36 La Voz. Diario gráfico de información, Año V, nº1623, p. 3, 18/07/1924, BVPH.

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El director de una popular novela ha agredido a un notable escritor y periodista, simpático joven que lucha noblemente en la villa y corte y es secretario de redacción de una poderosa empresa periodística.Ha sido víctima de la agresión en el propio domicilio de la empresa, cuando se disponía a recibir cortésmente al energúmeno e irritado di-rector.El joven escritor, cuyo nombre y apellidos responden a las iniciales S.M.A. publicó hace días una bien trazada crónica en «La Libertad» condenando a los «novelistas de mujeres» y citando el caso, discreta-mente, del susodicho director que hizo una novela, prohibida por la autoridad, sobre un suceso que apasionó hondamente a la opinión y que se desarrolló en el atrio de una iglesia.

Así interpreta el periodista Corrales la situación, achacando a la falta de cultura de ciertas capas sociales la interpretación de estas publi-caciones. La cita es larga pero suculenta:

La agresión de que ha sido víctima nuestro simpático y cordial compa-ñero nos sugiere tema tan discutido como es el de la dignificación de la novela corta contemporánea. La fisonomía interior de nuestra litera-tura es algo insospechado para los españoles que no viven en Madrid. Tiene esta fisonomía un lamentable y desdichado aspecto. Con sus des-plantes y provocaciones, con sus temas llenos de ira y de pus.Excluimos a un número de escritores y novelistas que merecen cons-tantemente el aplauso y el aliento del gran público porque realizan una labor cultural poderosa y expansiva.Únicamente a los novelistas de mujeres nos referimos. Engendran y su-dan sus novelas en ambientes prostibularios, sin fibra, sin cordialidad, y lo que es verdaderamente grave, sin producir en sus obras el fondo moral.Inspiradas en ese ambiente propenso a exaltaciones sentimentales, que tienen su emoción en el lodazal de un vicio sin entrañas, encenagado y encharcado, las obras encenagadas y entendidas producen un grave daño en ciertas capas sociales que no tienen la suficiente instrucción para leerlas serenamente. Pero lo grave de todo esto es que editores-buitres, literatos adinerados, trashumantes de la pluma, traficantes del mercado intelectual, engañan y sorprenden la buena fe de los lectores, de la siguiente manera: presentan la novela con la envoltura de «obra

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literaria», «producción de los mejores literatos», con interviú de don Andamio Bonito o de don Adoquín Lustros. Ahí del [sic] engaño. En vez de cubrir su averiada mercancía con el título justo de novela franca-mente pornográfica, engañan y sorprenden al lector. Estos individuos que hacen novela del género cabaretesco, viven una vida encrespada, tumultuosa, llena de úlceras y microbios contagiosos.Y se desenvuelven en un medio literario que desde sus principios ado-leció de vicios espirituales que la hacen totalmente incompatible con la vida estudiosa, plena de comprensión y elevación intelectual, de los artistas y literatos que hacen de su misión un culto, un sacerdocio ve-nerable, y no un trampolín, una ganzúa, o un medio fácil y repulsivo de conquistar popularidad que se desvanece y se esfuma.La juventud alieñicada [sic], en violenta contracción; adormecida por el vaho calenturiento y morboso de esa literatura, se inicia y camina rápidamente después por la pendiente de la vida equivoca, proyectada por la sombra sexual de las novelas que retrisca y se encalamina en su alma y araña su cerebro, señalándole el camino de los remedios heroi-cos para seguir llevando una vida que va rompiendo las fibras cordiales y la amable inquietud sentimental.Hay que dignificar la novela corta contemporánea. Y no es que salga-mos en defensa de una moralidad que se quedó en los hierros mohosos de la historia, ni de una virtud que también se rompió como el cristal. No hay que valorizar la capacidad de los lectores, valorizarla cultural-mente, modernamente. Capacitarla y elevarla. Lo demás viene inme-diatamente después.No se puede tolerar, por decoro y dignidad profesional, que señores como Álvaro Retama, Artemio Precioso y demás escritores que explo-tan el hermoso, nobilísimo y honroso título de literatos, lo usen a tro-che y moche.No se puede permitir, como obra de gobierno, que hagan de la mujer española blanco de sus fracasos en orden a cultura y obra superior, po-niéndolas siempre como arquetipo de veleidosas y «vampiresas». Eso es falso. La mujer española no pueden interpretarla majaderos con la pluma en la mano.Todo padre de familia que viese a una hija suya con una novelucha de ese carácter sin llevar la etiqueta de pornográfica debía presentar una denuncia contra el autor primero por mal literato y segundo por explo-tar la buena fe de los lectores.Sánchez Rojas, en una conferencia que dio anoche por la T. S. H., decía algo de esto hablando sobre la mujer española. Hay que levantar su es-

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píritu dándole obras de corte clásico, que lleven en el fondo problemas sexuales, pero humanamente presentados y galantemente diluidos en la totalidad de la obra: con elegancia espiritual, si en vez de levantar la pasión con llamaradas de lujuria y obscenidad, educarlas en la cordiali-dad y en el amor, que amor es tan sano y puro, tan humano que no pue-de cobijarse en los papeluchos que llevan veneno y miseria planteando problemas del más abominable encharcamiento.La fisonomía interior de la novela corta contemporánea de esa clase de novelas [sic], hay que limpiarla de nuevo, y darle el brillo y el tono espiritual que la ennoblezca y fortifique.

Especialmente sangrante es la crítica que aparece en las memo-rias de Cansinos Assens, La novela de un literato, acerca de El légamo de la tragedia:

Dejó de publicarse La Novela de Hoy, de Artemio Precioso.Éste tuvo la ocurrencia de hacer una novela corta sobre un suceso emo-cionante ocurrido en el atrio de la Iglesia de San Ginés. Un estudiante que mató allí de un pistoletazo a su novia.El fiscal estimó delictiva esa intromisión en la vida privada de los pro-tagonistas, procesó al autor y lo condenó a destierro.Artemio Precioso marchó a París, donde ha publicado unas novelas que baten el récord de lo pornográfico.¡Qué alma tan vasta la de ese hombre!¡Y qué cerdos vienen a hozar en las rosas de la literatura! (Cansinos Asséns, 1996, v.3, p. 130)

Incomprensible la actitud de Cansinos-Asséns que había publi-cado en la colección de Precioso y había obtenido unos buenos ingresos. Además, falta a la verdad en el asunto del destierro. Precioso nunca fue condenado a la pena de destierro. Si salió de España fue por su propia voluntad y por la presión a la que fue sometido por la censura. Tenemos que acudir al imprescindible artículo de Mª José Conde (1987). Según esta autora, durante años se ha minimizado la labor creativa de Cansinos en relación con la novela breve considerando estas producciones flaque-zas de juventud.

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Tal tesis se ha mantenido durante mucho tiempo […], sin embargo, las últimas investigaciones reclaman la figura del llamado «Pontífice del “istmo”», nacida y amparada bajo el culto a los modernistas degrada-dos; visión que justificaba certeramente las dimensiones de su obra, y de la que partimos para encontrar desde aquí, de la señalada vincula-ción existente entre el último finisecularismo y l’avant garde artística, la validez de estas novelas cortas consideradas en sus dos niveles de lectura. (Conde, 1987, p. 23)

Cansinos-Assens fue colaborador de estas colecciones e intervi-no en varias de ellas con un total de 34 relatos. En 1923 lo hace en el nº 47 de La Novela de Hoy con El pecado pretérito. Según Conde (1987, p. 25), «El autor vuelca así su actividad en el periodo de mayor éxito y difu-sión de la novela corta, cuando a bajo precio “estas colecciones supieron ofrecer lo que la mayoría esperaba”37, afirmación corroborada por los 525 títulos que componen La Novela de Hoy». Definitivamente Cansinos no quería quedar al margen del fenómeno editorial que suponía este tipo de literatura.

Ya en plena polémica por el asunto de El légamo de la tragedia, habían aparecido otros artículos de Precioso comentando el tema38 o donde critica el método de censura de libros39 y se habla del fariseísmo de los medios de comunicación con ocasión de un crimen sucedido en Alicante y difundido ampliamente por la prensa:

Resulta, pues, que lo que los periódicos refieren, con detalles más o menos velados, pero lo suficientemente claros para que todo el mundo lo sepa, no puede relatarlo el novelista, que además de su arte, persigue la mayor y única moralidad: poner de relieve las lacras sociales; y ya se sabe que no hay mejores desinfectantes que el sol y la luz, y en materia política, la libertad... bien entendida.Otro ejemplo: ¿quién no ve en los escenarios y en la calle misma muje-res casi desnudas, y esta casi ya se sabe que es la pimienta de la visión? Pues, en el odio al arte, se ha llegado a engomar la doble plana de una revista seria, que reproducía La maja desnuda de Goya.

37 Luis Sánchez Granjel (1968).38 Muchas Gracias, nº 42, p. 4, 15/11/1924, HDBNE.39 Muchas Gracias, nº 40, p. 2, 01/11/1924, HDBNE.

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Por fortuna, parece iniciarse, como no podía dejar de suceder, la victo-ria del sentido común, y los fariseos —que en su vida privada dejan, en su mayoría, tanto que desear— están de mal humor. La previa censura para los libros, establecida sin orden del Gobierno, ha desaparecido a estas horas. Pero bueno es no cejar en la campaña contra los falsos defensores de la falsa moral, tan inmorales las más de las veces...

La polémica parecía no tener fin. Un artículo en Muchas Gracias habla sobre los ataques que el periódico El Debate hace en contra de las novelas cortas. El Debate había emprendido una campaña contra la «li-bertad teatral y contra las novelas cortas», sin siquiera distinguir, según Precioso, unas de otras. «¡Triste sino el de los escritores españoles, que se ven confundidos con los leprosos del Arte, si no hacen profesión de fe antisexual en sus obras!», añade. Pero lo más interesante del artículo son las líneas referidas a la «moralización del clero»40:

Pero El Debate olvida que no sólo deben moralizarse el teatro y la lite-ratura. Hay un problema candente que toca más de cerca al periódico aludido: la moralización del clero. Son muchos los curas, los canónigos y los frailes que, no sólo se sabe que infringen el sexto, sino que públi-camente viven con la barragana y hasta tienen hijos, a los que suelen llamar sobrinos. Son muchos los seres depravados que convierten el confesonario en ganzúa pornográfica y sacrílega. Son muchos los que visten hábitos y no son castos, ni abstemios, ni generosos, ni siquie-ra cristianos. Algunos de ellos hasta figuran en la crónica sangrienta, como asesinos u homicidas... Y es por este lado de la moralización de los que se visten por la cabeza por donde El Debate, periódico esencial-mente católico, la debe emprender... ¡Esos oradores sagrados, jóvenes y elegantes, cuántos adulterios no perpetran, valiéndose de la idiotez y hasta del fanatismo de pobres mujeres! Preséntesenos un clero moral y moralizado, castíguese a los farsantes, a los criminales que detentan la doctrina del Justo, y entonces El Debate podrá con más autoridad comenzar a pedir la Inquisición para los autores dramáticos y para los literatos... Entonces será cuando El Debate podrá emprender, pisando terreno firme, una campaña de alta moral, sin excluir, para ser lógicos en sus diatribas y anatemas, a las madres y a las esposas pornográficas...

40 Muchas Gracias, nº 51, p. 2, 17/01/1925, HDBNE.

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Relacionado con esto sería interesante destacar un artículo del periodista José Francés, escritor polifacético de novela corta y relatos, dentro de la estética naturalista, y amigo y contertulio de Villaespesa, Martínez Sierra, Felipe Trigo e Insúa, entre otros. Se duele Francés, en su escrito titulado «El perfil de los días», publicado en Nuevo Mundo41, de la ausencia de algunos nombres de la literatura de la época en la recién publicada Elementos de la Literatura Española e Hispanoamericana, de Rufino Blanco Sánchez. Viendo la lista y con el criterio de hoy día, desde luego hay omisiones notables en el manual de Blanco:

[…] son lamentabilísimos la parcialidad y el desconocimiento unidos en el caso del historiador. Y mucho más todavía si ese historiador tiene intervención oficial en la enseñanza pública y su obra, un carácter de preferencia oficiosa en la preparación literaria de los futuros maestros.42

41 Nuevo Mundo (Madrid), p. 16, 06/03/1925, HDBNE.42 José Francés propone incluir a Manuel Abril, J. Aguilar Catena, Francisco Alcántara,

Julio Álvarez del Vayo, Aranaz Castellanos, Francisco Antón, Luis Astrana Marín, Mauricio Bacarisse, Ricardo Baeza, R. Balsa de la Vega, Augusto Barcia, Joaquín Belda, Manuel Benavides, Luis Bello, M. Benlliure Tuero, Xavier Bóveda, Benito Buylla, Alfonso Camín, José Carner, Emilio Carrere, José María Carretero, M. Ciges Aparicio, conde de Gimeno, E, Contreras y Camargo, E. Correa Calderón, Gerardo de Diego, Rafel Doménech, Marcelino Domingo, Juan de la Encina, E. Estévez Ortega, Melchor Fernández Almagro, Wenceslao Fernández Flórez, Ramón Fernández Mato, José Fernández del Villar, Juan Ferragut, Eloy García de Quevedo, Antonio G. de Linares, Victoriano García Martí, José García Mercadal, M, García Morente, Federico García Sanchiz, Germán Gómez de la Mata, Juan González Olmedilla, Jacinto Grau, Gutiérrez Gamero, Alfonso Hernández Catá, Antonio de Hoyos y Vinent, Alberto Insúa, Eduardo Jiménez Caballero, César Juarros, Rafel López de Haro, José Maria López Picó, Leopoldo López de Sáa, Salvador de Madariaga, Antonio Marichalar, Rafael Marquina, Augusto Martínez Olmedilla, José Más. Alfonso Maseras, Pedro Mata, José María Matheu, Gabriel Miró, J. Montero Alonso, Eugenio Montes, Gustavo Morales, Fernando Mora, J. Moreno Villa, J. Muñoz San Román, José Nakens, Narciso Oller, Ángel Ossorio, R. Pamplona Escudero, Manuel Pedroso, José Pijoán, Antonio Porras, Artemio Precioso, C. Rivas Cherif, Adolfo de Sandoval, J. Sánchez Cantón, José Sánchez Rojas, Diego San José, Jaime Solá, Felipe Trigo, Guillermo de Torre, Ángel Vegue y Goldoni, Alfonso Vidal y Planas, Antonio Villar Ponte, Eduardo Zamacois. Y entre los americanos a Agustín Acosta, Alcides Arguedas, Arturo Cancela, Arturo Capdevilla, Julio J. Casal, Jesús Castellanos, Manuel Gálvez, Francisco y Ventura García Calderón, Héctor P. Blomberg, Horacio Quiroga, Roberto Levillier, Benito Lyneli, Martínez Zubiría (Hugo Wast), Monteiro Lobato, Alfonso Reyes, Vicente Salaverri, Manuel Ugarte, Vargas Villa, y Gonzalo Zaldumbide, por citar solo unos

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Del prólogo que firma Juan Ferragut a la novela de Precioso, El juego de la vida, en noviembre de 1924, podemos obtener alguna infor-mación del estado de ánimo del escritor. Precioso padece un amargo calvario a partir del banquete que le ofrecieron en el Ritz. «¡Son muchos meses de heridas, de insidias y canalladas!» le confiesa a Ferragut, y aña-de:

Publiqué mi novela El légamo de la tragedia novela que, según los com-pañeros, es la mejor de cuantas llevo publicadas ... Novela escrita con una absoluta honradez -lo juro por lo más sagrado-, sin ánimo, no ya de injuriar, sino ni de aludir ni defender a nadie ... Yo creo que lo que más molestó de esa novela fue el prólogo. Estoy convencido de ello... El prólogo, donde se hacía alusión a los homenajes -inmerecidos desde lue-go- que yo había recibido, y a los que asistieron al banquete, y al retrato de Romero de Torres… Esto, que puede parecer una salida de tono mía, es el evangelio... Debió de indignar a mis enemigos -enemigos espontá-neos, desde luego, puesto que yo a nadie he hecho mal- tanto ese prólo-go, sobre todo, al leer que iba a dirigir un gran diario -proyecto que está ya cuajado-, que se fraguó una conjura terrible, diabólica, casi dantesca, contra mí. Tan diabólica y tan bien dirigida que se necesitó toda mi san-gre fría para no perderme... Se me puso al borde del precipicio... Cuan-do mi pistola no se disparó entonces, puedo asegurar que ya jamás me remorderá la conciencia por haber matado a nadie... […]comenzaron a ponerme pleitos, previa obtención del beneficio de pobreza... El uno me reclamaba, por creerse aludido en la célebre novela, setenta mil duros; el otro, ochenta mil; el de más allá, tres mil… Total: tengo cuatro pleitos de reclamación civil que suman cerca del millón de pesetas... Se trata, pues, de sacarme dinero. Pero lo gracioso, lo hilarante es que ¡no me lo pueden sacar, entre otras poderosísimas razones, porque no lo tengo! […] Otro abogado, en la Prensa, quiso apoyarse en mi popularidad, y me injurió, achacándome intenciones de escándalo. […]Otro abogado me injurió gravísimamente, llamándome malhechor de la pluma, ser de-pravado y abyecto... Permítame que hoy sólo lo consigne sin el más leve comentario. (Precioso, 1924c, pp. 6-8)

cuantos de tantísimos como D. Rufino Blanco ignora.

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Fig. 35. Óleo pintado en 1924 por Julio Tomero de Torres. Fuente: sala de juntas del IEA43

Casi un año más tarde44 aparecía en prensa la noticia de la con-dena contra Artemio Precioso. El juez del distrito de Palacio condenaba

43 Al parecer existió también un busto de bronce, hoy desaparecido, realizado a Precioso por el escultor Juan Cristóbal. Fuente: http://juancristobalescultor.es/relacion-obra/

44 La Voz. Diario gráfico de información, Año VI, nº2038, p. 14, 20/08/1925, BVPH.

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al escritor a pagar una multa por «haber proferido injurias contra una señorita ya fallecida». En La Voz45 aparecía la noticia del fallo con mayor detalle:

El Juzgado del distrito de Palacio ha condenado al autor de una novela corta, que describió los personajes y la acción del crimen cometido hace un año en el atrio de la parroquia de San Ginés, atribuyendo a la protagonista vicios y faltas de moralidad, constitutivo de injurias gra-ves.El considerando esencial de la sentencia dice:«Considerando que la honra o el honor de la mujer, unidos a la fama y al crédito moral, son los bienes de mayor estimación social y los que aseguran el concepto de ser custodia y salvaguardia en la vida de los sagrados fines que le están encomendados en orden a la familia y al hogar, y por ello cuando falsamente, cuando indebidamente y cuando manifiestamente se injuria, a una joven honrada y pura, se producen daños de índole moral y de índole material para ella y su familia, pues-to que la duda solamente de algunas personas priva de relaciones y facilidades para obtener las utilidades morales y materiales que en otro caso pudiera lograr.»

La noticia sigue con la información del fallo. Precioso debe pagar la cantidad de diez mil pesetas y se le condena sin costas. Para el pe-riodista «La originalidad de la sentencia estriba en hacer extensivo a la familia, y principalmente a la madre de la víctima, el derecho a indemni-zación». Alberto Valero, un lector de La Libertad escribe al director de la publicación, Joaquín Aznar, aclarando que, la cantidad que se reclamaba a Precioso, no eran 10000 pesetas, sino 175000. La rebaja en la indemni-zación opina Valero, es una descarga moral para Precioso46.

Sus ideas se enlazan unas con otras en la prensa, siempre en de-fensa de la libertad de los escritores y, a la vez, rechazando los ataques a los que se ve sometido. A comienzos de 192647, Precioso todavía hacía 45 La Voz. Diario independiente de la noche (Madrid), año VI, nº 1509, p. 3, 21/08/1925,

HDBNE.46 La Libertad (Madrid), nº 1797, 26/12/1925, HDBNE.47 Levante Agrario (Murcia), p. 4, 12/01/1926, HAMM.

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unas manifestaciones al respecto de la condena por el asunto del atrio de la iglesia de San Ginés donde se quejaba de la injusticia sufrida: «Yo no era el asesino, claro. Yo era el autor de una novela corta, escrita con la honradez más intachable. ¿Mi mayor alegría? Ver, con motivo de esa sentencia, que estaban a mi lado todos los novelistas, sin distinción de matices e ideas, desde Blasco Ibáñez a Ricardo León.»

Las críticas a la actividad editorial de Precioso no cesan y se entremezclan con los homenajes. J. Soler Janer, en 1925, a través de las páginas de El Compostelano48, escribe sobre Precioso tildándolo, junto a otros autores, de «buceadores en el mal del vicio» donde tienen «el in-moral empeño de corromper espíritus y matar a nuestra juventud con sus pornográficas producciones». Insiste Janer, igual que antes lo hizo Corrales, en el analfabetismo de quien lee ese tipo de publicaciones. Para Janer, analfabeto es «aquel que habiendo aprendido a deletrear no aprovecha sus rudimentos más que para deleitar sus horas leyendo esas noveluchas de colorín con que envenena su alma». Critica a los jóvenes que esconden en sus bolsillos esas novelas, a las jovencitas que pierden su frescura y hermosura «por la invasión del colorete y del afeite.»

Y unos días más adelante, con respecto a la apelación de otra obra49:

Una nueva, admirable y plausible sentencia de nuestros Tribunales. Tiene extraordinario interés y señala claramente el camino que deben seguir los ciudadanos atacados por escritores (?) que están realizando desde hace años; en España, una campaña inmunda. «Literatura presi-diable», la llamo no hace mucho uno de nuestros más ilustres literatos.Y como es «literatura» que se hace con el único objeto de explotar las más bajas pasiones y de enriquecerse a costa... de lo que sea, hay que alabar y propagar el fallo de la Sala Segunda de lo Civil de la Audiencia de Madrid, que recuerda el caso de la señorita de Totana en su pleito con “El Liberal”, el año 1917.

48 El Compostelano. Diario independiente (Santiago Compostela), año II, nº 1638, p. 1, 29/08/1925, HBDG.

49 La Cruz diario católico, año XXVII, nº 8476, p. 1, 23/06/1927, BVPH. / La Gaceta de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), p. 1, 15/07/1927, BDUL.

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Ha sido ponente el magistrado don Indalecio Fernández López, y la apelación, pues de apelación se trata, fue defendida por el culto letrado don Andrés Aragón, que patrocinaba a la demandante doña Matilde Muñoz Barberí, en contra de don Artemio Precioso, con motivo de la publicación en eso que se llama La Novela de Hoy de una cuyo título omitimos porque conocemos el valor de la propaganda.El caso es que el Juzgado condenó al citado Precioso, que viene a ser algo así como el gerente o el dueño de “La Novela de Hoy” al pago de 10000 pesetas de indemnización.Al señor Precioso le parecieron muchas pesetas; pero a la señora Mu-ñoz Barberí, cuyo honor había sido injuriado, le parecieron un castigo ridículo para quien saca un pingüe provecho de la explotación del gé-nero.Y, en efecto, la Audiencia ha dado, en una luminosa sentencia, toda la razón a la demandante, gravemente injuriada en el grosero esperpento novelesco bajo el nombre supuesto de Josefina Alver, y aun recono-ciendo que no hay dinero bastante para reparar la pérdida de la honra, entiende que debe compensarse a la perjudicada.Estima insignificante la cantidad de 10000 pesetas y la eleva a 75000, condenando además a Precioso al pago de costas, por su notoria teme-ridad al formular el recurso.No acaba en esto la reparación, pues la propia sentencia señala a la de-mandante que además de esta solución de orden civil tiene expedito el camino penal para imponer a Precioso el obligado y merecido castigo.No hay arma más eficaz que la empleada por la Audiencia de Madrid. ¡A la caja!... Al bolsillo!... Eso ante todo y, sobre todo. Porque es lo úni-co que interesa a los explotadores de ese género literario.Y como postre, la cárcel.O Fernando Poo, donde hacen falta brazos robustos para el campo.

En una entrevista a Alfonso Camín realizada por Fidel Cabeza en octubre de 1927, el entrevistado, preguntado por su opinión sobre la novela actual, contestaba taxativamente: «Que no está en crisis, pues todos hacen novelas bien. El único cáncer de la novela actual es Artemio Precioso, pues “La Novela de Hoy” no publica más que porquerías».50

50 La voz diario gráfico de información, año VIII, nº 2912, p. 13, 7/10/1927, BVPH.

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¿Por qué engañan ellas?

Inmediatamente después del asunto de El légamo de la tragedia, incluso antes de que el juez dictara sentencia por ese asunto, Precioso es procesado por escándalo público por la publicación de su novela ¿Por qué engañan ellas?, publicada en junio de 1925. Realmente es incom-prensible la acusación de escándalo público. Esta novela es una narración enmarcada, donde el proemio, a imitación de novelas clásicas como El Decamerón, corre a cargo de Rosa Rosillo, soltera acaudalada que reúne en torno suyo cada jueves en los salones de su casa a doce amigas casadas que tienen en común haber engañado al marido. Las habitaciones de la casa están «disponibles» durante toda la semana para las amigas, pero los jueves, en una amena tertulia, se cuentan sus más íntimos secretos. En una de esas veladas, la anfitriona propone a sus amigas que cada una cuente su primera infidelidad.

Comienzan entonces los relatos, francamente divertidos, donde lo único «picante» que encontramos son las propias infidelidades de las asistentes, contadas con gracejo y evitando casi siempre detalles escabro-sos o de explícito carácter sexual. La hilarante personalidad de los ma-ridos y los nombres escogidos quizá sean lo mejor de la obra. Termina esta, un poco abruptamente, cuando la sexta amiga cuenta su historia.

Por esta obra es acusado Precioso de escándalo público, como consta en el sumario 328/1925 «incoado por el Juzgado de Instrucción del Distrito de Palacio de Madrid por escándalo público contra Isaac Ar-temio Precioso García, por la publicación de La Novela de Hoy ¿Por qué engañan ellas?». En el mismo expediente consta el fallo de la condena que resultará una pena de cinco meses de arresto mayor y 750 pesetas de multa, «según el artículo 456 y la circunstancia quinta del artículo 10 del Código Penal y los 141, 142, 239 al 241, 741 y 742 de la Ley de Enjuicia-miento Criminal».

Curiosamente el 6 de marzo de 1926 ya se le concede al conde-nado el indulto «visto el Real Decreto de Indulto de 10 de febrero de 1926».51

51 PARES. Portal de Archivos Españoles http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/description/12671064?nm.

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La prensa recoge la noticia del procesamiento y la condena. La Nación52 apoya la campaña contra la pornografía «campaña que los Tri-bunales de Justicia secundan con toda diligencia para que pueda tener la debida eficacia». Es curiosa la catalogación que Precioso da durante el juicio a su novela: «El Sr. Artemio Precioso, que es abogado, se defendió sosteniendo que su obra no es pecaminosa, pues puede clasificarse en un género que el Sr. Precioso llama de literatura del adulterio».

El Heraldo de Madrid, sin embargo, protege al acusado53:

El procesado, que es abogado, se defendió a sí mismo, exponiendo al Tribunal razonamientos para llevar a su convencimiento que nada se dice en la publicación que produzca el más leve escándalo, ya que lo único que se hace es comentar un delito harto frecuente en la sociedad, sin que al hacer tal crítica se defienda o aplauda lo que es objeto de la novela. El Sr. Artemio Precioso ha hecho su debut como abogado de-fendiendo con acierto la mejor causa, la suya propia.

Las informaciones sobre el procesamiento de Precioso por su novela ¿Por qué engañan ellas? abundan. La Voz, habla de que «El repre-sentante del ministerio fiscal solicita que se le imponga al procesado la pena de cinco meses de arresto, 10000 pesetas de multa y nueve años de inhabilitación».54

Lavó su honra

Suponemos que, harto de acumular causas en su contra, empleó la estrategia de poner a su hermano Octavio como falso autor. Así sucede en varias ocasiones, la primera cuando, en 1926, se abre un proceso con-tra Octavio Precioso por delito de escándalo público en la edición de la novela Lavó su honra, publicada en agosto de 1925. Se dice exactamente «Se incoa la causa por querella del Ministerio Fiscal contra Octavio Pre-cioso García, como autor de la novela en cuestión bajo el pseudónimo de

52 La Nación. Diario de la noche, año II, nº99, p. 7, 10/02/1926, HDBN.53 Heraldo de Madrid, año XXXVI, nº 12488, p. 4, 09/02/1926, HDBN.54 La Voz. Diario independiente de la noche, año VII, nº 1657, p. 4, 09/02/1926, BVPH.

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Artemio Precioso, por su «carácter pornográfico e indecoroso que ofen-de con gran escándalo la moral y buenas costumbres»55, especificándose el adulterio como tema principal de la novela. Se multa con quince pese-tas, que acaban pagando, a Mariano Tomás López y Pedro Sáez Ramón por incomparecencia en el juicio oral.

Declaró Octavio Precioso y confirmó la autoría de la novela en cuestión. Hablaron en el mismo sentido Mariano Tomás López, director de la colección La Novela de Hoy y Pedro Sáez Ramón, impresor. Con fecha veintiséis de abril de 1927 se dicta la sentencia en la que «se ab-suelve al procesado por no ser constitutivo de delito el hecho por el que ha sido acusado». Intervino como abogado el murciano Andrés Conesa, muy elogiado por la prensa por su intervención en esta causa. Andrés Conesa que56:

[…] ha defendido a Artemio Precioso en un informe brillantísimo, lleno de elocuencia y de sólida doctrina jurídica, consiguiendo la absolución para el procesado y logrando un triunfo clamoroso, del que se han hecho eco los cronistas de tribunales, reconociendo la habilidad y maestría con que nuestro paisano ha sabido vestir el núcleo de verdad y de justicia en que ha basado firmemente su informe.

El argumento de Lavó su honra ponía en medio de un matrimo-nio mal avenido, a causa de la insinuada homosexualidad del marido, a Álvaro Ribés, un joven aprendiz en el negocio de este y hospedado en la propia casa del dueño. Leonor Martín de Herbau, la esposa frustrada, ve en el joven la solución de su vida sexual, pero, tras varios encuentros en alcobas y rincones, no se atreve a consumar el acto sexual, en parte por respeto a su marido, Carlos, y también aconsejada por don Rosendo, sacerdote amigo de su padre. El día de la ruptura son sorprendidos en plena charla por un enfermo y enfebrecido Carlos, que mata a su esposa al interponerse en el camino de la bala que iba destinada al joven Álvaro.

55 http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/description/12685089?nm56 El liberal de Murcia, p. 2, 4/05/1927, HAMM.

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La novelita riza demasiado la descripción de las pasiones repri-midas, de los amores platónicos, con un lenguaje que se hace empala-goso, perdiendo Precioso en esta obra la frescura y el estilo directo de otras anteriores. Desde luego, la acusación de escándalo público es de todo punto excesiva, si comparamos esta obrita con otras publicadas en la misma época.

¿Más fuerte que el amor?

Sufriría Octavio Precioso, utilizando la misma táctica que en la novela antes descrita, un segundo proceso por escándalo público. Se tra-taba de ¿Más fuerte que el amor?, novelita publicada en diciembre de 1925. «Se incoa la causa por querella del Ministerio Fiscal contra Octa-vio Precioso García, como autor de la novela en cuestión bajo el pseudó-nimo de Artemio Precioso, por contener conceptos altamente inmorales que ofenden al pudor y las buenas costumbres»57.

Como en el otro proceso en el Sumario encontramos las decla-raciones de Octavio Precioso, de Mariano Tomás López, como director de la Colección La Novela de Hoy, y de Pedro Sáez Ramón, impresor. En el expediente consta que se incautaron ejemplares en fecha de seis de agosto de 1926.

El seis de marzo de 1927 salió sentencia absolutoria «Conside-rándose que la novela carece de carácter pornográfico y no está, por tan-to, comprendida en ninguna sanción del Código Penal».58

La verdadera mujer

Nuevamente se procesa a Octavio Precioso por escándalo públi-co, siguiendo la misma línea que los dos procesos anteriores, aunque en esta ocasión el Ministerio Fiscal declara la novela La verdadera mujer, publicada en La Novela de Hoy, en mayo de 1926, con el número 208, como «texto de marcado carácter pornográfico e indecoroso en el que se ofende al pudor y buenas costumbres con grave escándalo».

57 PARES. Portal de Archivos Españoles. http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/description/12685090?nm.

58 http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/description/12685090?nm

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Esta vez el proceso se complicó ya que el tribunal decretó la pri-sión provisional, pero declarando al culpable en rebeldía, huido de la justicia y en paradero desconocido. Se archivó la causa «hasta se presente el encausado o sea habido» con fecha veinticinco de mayo de 1928. Octa-vio Precioso, como así figura en la circular que se remitió a la audiencia el veintiuno de enero de 1929, se presentó ante el cónsul general de la Nación en París, acogiéndose a los beneficios de indulto recogidos en el Real Decreto Ley de 8 de septiembre de 1928. Por fin, con fecha cuatro de febrero de 1929 «se deja sin efecto el procedimiento, las órdenes de captura y las requisitorias, cancelándose la anotación de rebeldía y archi-vándose las diligencias».59

Leyendo la novela nos parece incomprensible que se procesara a su autor por escándalo público, ya que el argumento no llama la atención en absoluto, ni está «subido de tono»: Margarita Marquís, una modistilla guapa e inocente, conoce a Vicente, estudiante de quinto de Derecho. Esto hace recordar a Precioso su propia época de estudiante:

[…] él estudiaba el quinto año en la Facultad de Derecho, esa carrera cuya única facultad es procurar que los caminos sean tortuosos, torci-dos, sinuosos en competencias criminales contra la ley moral, contra los más fundamentales principios éticos. (Precioso, 1926b, p. 19)

Los padres de Vicente se oponen a la relación y, una vez que el hijo termina la carrera, viaja a su tierra para plantearse su futuro. Vuelve a la vida provinciana de Algodonosa, topónimo figurado, cuya descrip-ción nos lleva a pensar que puede ser el trasunto de Albacete. Desde allí escribe a Margarita, pero la correspondencia, tras las primeras cartas, es interrumpida por la madre de Vicente, doña Mercedes Ruiz del Vallejo. Don Anselmo, el padre, que tendrá relevancia en la trama, es descrito como un «hombre alto, enjuto, cetrino, con los ojos pardos, barba gris puntiaguda, que vivía de sus rentas, con el título de abogado en un mar-co de su despacho. Hombre rico, inteligente y simpático […] había sido un calavera en su juventud.» (Precioso, 1926b, p. 24).

59 http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/description/12685088?nm

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Vicente cae en las redes de Elisita, una chica resabiada que lo atrae por su físico y acaba llevándolo al altar. Al ser de buena familia, los padres quedan contentos, pero pronto ella lo traiciona con un camarero del bar de enfrente de su casa. Vicente y su padre, pues la madre había fallecido, le tienden a Elisita una celada para demostrar su infidelidad y salen airosos de la ciudad camino de Madrid. Allí Vicente, tras muchas dudas, visita a su antigua novia, Margarita, que ahora es mecanógrafa en un ministerio. Esta lo acepta enseguida y deciden vivir los dos juntos y en paz, como un matrimonio, acompañados por don Anselmo.

Es a partir de aquí cuando Artemio Precioso desarrolla toda una teoría a favor del divorcio y de la felicidad de la pareja que, creemos, será el asunto delicado que llamó la atención de las autoridades para llevarlo a los tribunales. El tema es el cuestionamiento de la vida en pareja fuera de las normas sociales. Extraemos un ejemplo del texto. Dice el protago-nista dirigiéndose a su padre:

[…] piensas que no estamos casados ante Dios y no tienes en cuenta varias cosas. Primera, que estamos así porque en nuestro país no hay divorcio. La ley, ni aún en el caso mío en que con el código en la mano demostré que me había unido a una hembra indigna, no concede el derecho a contraer nuevo matrimonio. ¿Qué culpa tengo yo? ¿Qué cul-pa tiene mi compañera? Segunda: que este lazo voluntario es, y desde ahora más, el verdaderamente indisoluble y no el otro. Tercera: que lo criminal sería querer deshacer lo hecho, la unión libre y el hijo futu-ro… (Precioso, 1926b, p. 43)

Poco más adelante padre e hijo discurren el mantener una ocu-pación y concluyen en fundar un banco de crédito que salve a los pobres infelices de la usura a que los someten otros negocios similares. Con esta excusa, Precioso plantea el problema de la moral en España y de la per-secución contra ciertos escritores. Estos temas, nuevamente, llamarán la atención de las autoridades que lo tenían en su punto de mira:

[…] sin embargo en España, donde se persigue a ciertos escritores honrados, a pretexto [sic] de la moral […] no se ha ideado nada serio

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y eficaz contra la usura sanguinaria […] como no se ha perseguido nunca en serio la embriaguez […] como no se ha perseguido nunca, ni en serio ni por fórmula, la pornografía de las costumbres, a pretexto [sic] de respetar el sagrado de la vida privada, eterno fariseísmo que es-grimen cuantos tienen el tejado de vidrio. Si ese sagrado de la vida pri-vada no fuese tan sagrado, se podrían instruir procesos curiosísimos, tal vez contra muchos encargados de instruir los a los demás. Muchos corruptores de menores saldrían a la picota y se harían a la barra de la verdadera justicia. […] Pero aquí ya sabemos y hemos convenido que lo único inmoral digno de ser perseguido y castigado es la lite-ratura, confundiendo a los escritores con los expendedores de drogas pornográficas, que el caso es castigar en el río revuelto a quien se quiere perseguir por motivos de anteriores flagelaciones justicieras. (Precioso, 1926b, p 45-46).

El matrimonio vive feliz con cuatro hijos y, al final, la cuestión moral queda resuelta con un desenlace que rompe la buena trayectoria de su argumento y es que a don Anselmo se le ocurre la argucia legal de contraer matrimonio con Margarita para dar así el apellido a sus nietos.

Novela, esta sí, de interés, que centra el tema claramente en el divorcio y se aleja de lo sicalíptico por completo. Los asuntos que Pre-cioso tuvo con la justicia por esta publicación solo pueden justificarse por cuestiones políticas, por su defensa del divorcio y por sus ataques a la moral burguesa.

Flores de pasión

Flores de Pasión, una reunión de cuentos inéditos junto con otros ya publicados en el diario ABC y algunas novelas cortas en un solo volu-men, comienza a anunciarse en alguna prensa en julio de 1926 y en ABC en agosto del mismo año60. En este diario se le alaba: «Artemio Precioso es hoy una de las personalidades más definidas y fecundas de la literatura contemporánea. Su amplia producción tiene los más varios matices, y es nota indiscutible y apreciada de este y escritor su diversidad que le per-mite tratar con fortuna motivos y asuntos heterogéneos»

60 ABC (Madrid), p.68, 7/08/1926, HDABC.

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Aunque sin fecha de edición, ya debía estar en la calle ese mismo mes de julio. Fue, según el autor, la dedicatoria del libro a José Sánchez Guerra el motivo de la definitiva persecución de la dictadura contra él:

[…] el motivo que yo di para que se desatasen las persecuciones más sañudas que se recuerdan contra un literato que osaba dedicar un libro a Sánchez Guerra, una novela corta a Alba llamándole AMIGO en le-tras mayúsculas y expresar su radicalismo en otra interviú celebrada con Blasco Ibáñez, en la que aludía al «fariseísmo que gallea a la hora de aho-ra» y a «las injusticias y persecuciones» que contra muchos ya se habían desencadenado. (Precioso, 1930a, p. 94)

Lázaro Somoza Silva elogia el libro61:

[…] tomo de cerca de trescientas páginas en las que ha recogido varias novelas cortas, que, sea dicho en honor de la verdad, se apartan del rumbo de otras obras suyas […]. Y, sin duda, así han surgido las novelas cortas de su último libro, en las que campea un estilo sencillo en una prosa fluida, amena, recorta-da. Hay en algunos pasajes -citemos «Un crimen impune»- una fuerte emoción, lograda con admirable sencillez. Son los hechos, las palabras, lo que producen la emoción, independientemente de las viejas argucias de la «técnica». Así, también, en «Cadena Perpetua» y en «Nulla est redemptio». En otros, la ironía, retrato de las costumbres sociales y el ingenio se muestran en fábulas interesantes.«Flores de pasión» le dará a Artemio Precioso un nuevo éxito. Aca-so menos ruidoso que otros que ya obtuvo: pero más seguro en ese aspecto íntimo de relación entre los lectores y el artista, en que hay un hilo sutil que une los espíritus en una misma devota expresión de sentimientos.Y es posible que, si persiste en el género, logre que no le clasifiquen en un casillero absurdo, como tan lógicamente rechaza en el prólogo de su último libro.

61 La Libertad: Año VIII, nº 2096, p 6, 10/12/1926, BVPH.

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A nuestro juicio, esta recopilación resulta bastante irregular, con algunos cuentos de trama irrelevante. Es notable, sin embargo, la capa-cidad del autor en la descripción de tipos y sentimientos humanos. Inte-resante y enriquecedora para su biografía es su constante evocación de hechos y lugares que fueron parte de su infancia y juventud. En el título Cadena perpetua es patente la correlación entre el personaje de Alberto, protagonista del relato, abogado, cargado de deudas que acaba huyendo a Madrid con su familia numerosa. Pero es todavía más notorio el pare-cido del padre del protagonista con el del propio autor (Precioso, 1923a, p. 24):

La severidad del padre, genio industrial que hizo una enorme fortuna, que se dilapidó a su muerte por mala y estúpida administración y que quiso hacerlo hombre de estudios, apartándole de la vida fabril, desa-rraigándole de la tierra natal, en colegios, academias, y viajes... Luego, la muerte del padre […].

Otro de los relatos con tintes autobiográficos es El orto triste. El protagonista es un huérfano de trece años interno en los jesuitas de San-to Domingo. Y otra vez la vida del propio autor. (Precioso, 1923a, p. 5):

Su padre, ingeniero industrial, estaba al frente de tres fábricas de las que, a la vez, era el mayor accionista -una de aserrar madera, otra de hilados de esparto y otra de hielo

Relata, además, lo que llama «mi ciclo místico», esto es, las dudas que, de adolescente, le asaltaron con respecto a la religión y su crisis de fervor que lo llevó a desear vestir los hábitos. La trama es irrelevante, aunque destaca la frustración por el amor fingido de una aldeana que solo quiere dar caza al señorito.

Un crimen impune, cuenta cómo Juan Pedro, cabo de consumos, acompaña la juerga de unos señoritos en un pueblo llamado Girasol. En casa de la Titi, bebido, Enrique deja moribundo a Julián y entre todos lo arrastran a las vías del tren, donde finalmente muere y queda hecha la coartada. El relato es meritorio, aunque de tono tremendista y cierta-mente amoral.

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El penitente ignorado es un relato de cierto mérito. Narra la his-toria de dos hermanos, Daniel, pobre, pero con un ropero bien surti-do para cubrir las apariencias y Ricardo, el hermano mayor, arquitecto. Ambos viven en la ciudad levantina de Rocaverde, «tierra de naranjos y palmeras».

Ricardo se casa con Felisa, hija del alcohólico y violento don Críspulo. Las relaciones entre suegro y yerno se tensan de tal manera que Ricardo acaba matando a don Críspulo y su hermano Daniel se ofrece a cargar con el crimen. Al salir de la cárcel, el hermano, agradecido, le ofrece su casa y Daniel pasa a vivir con el matrimonio.

Con la convivencia Daniel acaba enamorándose de Felisa y te-niendo relaciones con ésta. Ricardo descubre el asunto y se suicida. Fe-lisa ingresa en un convento. Daniel se instala en Madrid donde quince años después cuenta su historia al que finalmente ejerce como narrador de la misma.

Interesante es la novela El juego de la vida. La narradora es una mujer, Mª Luz de los Álamos. Se desarrolla, como en otras ocasiones, en una localidad ficticia, Albaner, «rincón lindo acariciado por un mar tranquilo siempre y por una huerta llena de arroyos, reguerones y ace-quias» (Precioso, 1923a, p.173). Vuelve, previsiblemente, a describir la costa murciana como en otros relatos.

El asunto comienza cuando llega a Albaner un cura simpático que traza grandes proyectos con la narradora. El pueblo piensa, que hay más que meros proyectos cuando:

[…] el padre Barrés que, además, padecía horriblemente del estómago, era, a más de sacerdote, caballero sin tacha incapaz de la menor transgre-sión de su ministerio. (Precioso, 1923a, p. 177).

La narradora liquida sus bienes y abandona Albaner, buscando nuevos horizontes. Encuentra refugio en el juego y entabla relaciones con el italiano Leopardi, ladrón y estafador.

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Quizá el último cuento reseñable de la colección es Las alhajas de Rosita. La protagonista es Rosa del Monte, habitante de la figurada Urbecharca, (Precioso, 1923a, p. 227):

Rosita era la muchacha más bonita y más elegante de Urbecharca, ciu-dad llamada así quizá porque sus calles casi siempre eran una charca inmensa, en cuya superficie la lluvia, al caer, construía esas burbujas grotescas que parecen fantoches diminutos.

Publicado en Blanco y Negro, nos cuenta la buena formación de Rosa que se mantiene íntegra ante un novio indiano que la abandona a cambio de la vida disipada de Madrid.

Otros relatos menores se insertan entre los anteriores. Las tres cartas, también con toponimia inventada: Albatina «modesta capital de provincia manchega» que bien podría ser Albacete; La amiga; El hambre, la guerra y la cartera; La carta que esperamos todos, cuento desarrollado en la figurada Rodatestas, Un gran puesto y El dolor y yo.

Según relata Precioso, al mes de haberse publicado Flores de Pa-sión, dos policías se presentaron en las oficinas de la editorial Atlántida «con diecisiete mandamientos judiciales para recoger otras tantas nove-las mías» (Precioso, 1930a, p. 96). También según el escritor, entre todas esas novelas apenas había dos o tres donde un fiscal podría haber hallado algún pretexto para acusarlo de escándalo. No obstante, se le incoaron diecisiete procesos por escándalo público.

La Novela de Hoy era una publicación semanal y, como tal, llevaba a la cabeza la fecha de cada número o tirada. A los efectos de la ley de imprenta, era un periódico, sencillamente. Pues bien: con arreglo a las fechas había varias novelas que se habían publicado antes que algunas amnistías o indultos por supuestos delitos de imprenta. De esta forma, cronológicamente los diecisiete procesos debían haber quedado redu-cidos a seis o siete. (Precioso, 1930a, p. 97)

El escritor cuenta en Españoles en el Destierro que había orden «de arriba» de perseguir todo lo que publicara y someterlo a las máximas

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penas. En uno de los sus primeros juicios al que fue sometido, el fiscal, en conversación privada, le dio la razón: «[…] las órdenes que tenemos son severísimas y ¡ay de aquel compañero que quiera salirse del tiesto. Pierde la carrera y, además, nadie le hace caso luego». (Precioso, 1930a, p. 98).

Las críticas que, desde un principio, tuvo que soportar por su manera de irrumpir en el mercado editorial fueron después objeto de comentario en los distintos medios. En el diario La Libertad62 el pro-pio Precioso realiza un análisis sobre el mercado editorial. Existía una cierta polémica en cuanto a anunciar las obras y tanto los editores como los propios autores tenían opiniones que muchas veces eran contrarias. Había una cierta unanimidad en criticar a Precioso por su «manía de anunciar» de manera tan particular e insistente. «Hasta he recibido anó-nimos insultantes por tener la osadía de anunciar mis novelas cortas sin averiguar realmente si era yo quien redactaba y enviaba los anuncios a las agencias de publicidad». ¿Quién era si no?, debemos preguntarnos. El autor estaba bien pagado con sus mil pesetas y no tomaba parte en los beneficios de ventas; el librero tenía su porcentaje, «un 35 o 40 por ciento, no renueva los precios y muchas veces rechaza los envíos», así que, solo queda el editor con verdadero interés por acrecentar las ventas a través de la publicidad.

Precioso opina y da unas pinceladas de realidad acerca de la lite-ratura que prefiere el público. Debe ser una literatura fundamentalmente amena, que contenga acción y emoción, «pasión y dolores». Si una nove-la es aburrida, no se venderá. Para Precioso «en literatura se venden los libros que distraen, los que emocionan, en tanto los que se caen de las manos van a parar a los irredentos sótanos en los almacenes». Lo ideal, piensa Artemio, sería un escrito que, además de ser ameno, no sea uno de esos «majaderos que no llevan nada dentro» sino un escritor culto que sepa emocionar y deleitar además de saber tejer «primores literarios». Pero hasta Precioso reconoce que ese tipo de escritores no abundan.

62 La Libertad (Madrid), p. 5, 4/12/1925, HDBNE.

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El periodista José Ruiz Conejo le realizó una entrevista63 sobre la difusión del libro donde Precioso vuelve a quejarse de que en España se lee poco y ese es uno de los principales motivos de por qué el libro es caro «y en las condiciones en que se edita no puede ser barato». Las razones que Precioso aduce son lo que se le paga al autor, el coste del libro, el porcentaje del librero (hasta un 40%). Queda, por tanto, escaso beneficio para el editor. La solución, para Precioso, sería la constitución de grandes empresas editoriales que puedan asumir grandes tiradas.

Otra razón que avala la poca afición a la lectura es para Precioso la desunión de los escritores, como relata a Ruiz Conejo:

En vez de conducirse como compañeros, se tratan con un encono feroz, y cada autor ve en el otro a un enemigo a quien desacreditar sin piedad.

Con los editores, la cuestión es similar. Estos, a pesar de formar parte de la Cámara Oficial del Libro, del Consejo Superior del Libro y de celebrar el Día del Libro, muestran una patente desunión. No obstante, opina, «la literatura moderna está impuesta por el gusto del público. Es lo que más se vende, y el editor que ha de defender su lugar no puede sustraerse a la influencia del momento».

Para demostrar que sus declaraciones no están hechas al azar, comenta la ampliación y modernización de sus talleres «con máquinas alemanas que harán de mis publicaciones algo perfecto, insuperable ti-pográficamente».

Tiene que defenderse de los insultos a los que se ve sometido en diferentes ocasiones. En las páginas de El Debate64 un tal Viedmo, segu-ramente un seudónimo, le acusa de pornógrafo poniendo esta palabra al lado de la de togado. Él responde «¡Qué manía, la del frustrado apellido! Porque en El Debate no se hace otra cosa que injuriar, unas veces a la Prensa, otras a los escritores y, siempre, al buen gusto y al sentido co-mún».

63 La Libertad (Madrid), pp. 6-7, 11/06/1926, HDBNE.64 Muchas Gracias, nº 118, p. 4, 1/05/1926, HDBNE.

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Unos meses después, en un artículo publicado en Muchas Gra-cias titulado «La última Pastoral» critica las palabras de la Iglesia acerca de las publicaciones de la novela de quiosco:65

Aunque ningún periódico —a excepción de El Debate— ha comentado la última Pastoral, yo voy a glosarla brevísimamente, en aquellos pun-tos que al correr de la pluma vaya recordando.Nunca mejor empleada la palabra Pastoral que en esta ocasión, puesto que los pacientes y sapientísimos prelados se dirigen, como pastores de almas, al rebaño social. Por lo pronto, ése es el primer documento en que se hace justicia a los escritores que reflejan la vida en sus obras, puesto que reconocen que hay mucho vicio por doquier, y que la inmoralidad llega hasta los más serios hogares. Así da gusto hablar. Luego si la inmoralidad reina, y las mujeres lucen las piernas, los brazos y demás encantos visibles, ¿no resultará ridículo perseguir las portadas en los libros, dibujadas por Ri-bas, Demetrio u otro artista? Eso suponiendo que sea una inmoralidad enseñar las pantorrillas, cuya visión es agradable, como todo lo bello, pero que no produce estragos de ningún género.Aconseja la Pastoral que no se deje solos ni un momento a los jóvenes de sexo diferente. ¿Pues qué peligro hay en ello entre personas decentes? Y si no son decentes, ¿qué más da? Lo de que quien quita la ocasión quita el peligro ya no está bien más que para los usureros que sólo prestan con hipoteca. Somos muchos hoy los que creemos que es en la ocasión y en la libertad donde se prueban el honor y la decencia de las damas.Se excita el celo de los maridos en la importante e interesante Pastoral. ¡Aquí, donde ya de por sí son tan celosos! ¡Pobres mujeres; qué negro porvenir! No les faltaba a los Otelos más que la invitación de los pre-lados.Y se arremete contra la prensa, contra los libros, contra el teatro y el cine, si no están sometidos a la censura eclesiástica. Y se va contra el furor deportista, donde lucen sus encantos los jugadores, porque ello conduce al paganismo si las autoridades no lo remedian. ¡Al paganismo, aquí donde nadie quiere pagar!

***Las obras teatrales se someten a una censura previa, que ejerce la Di-rección de Seguridad.

65 Muchas Gracias, nº 122, p. 6, 29/05/1926, HDBNE.

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Las películas son autorizadas por una censura gubernativa.En los juzgados hay centenares de procesos contra escritores más o menos escrupulosos.Pues todo esto, señores gobernantes, no le basta a El Debate, puesto que afirma que la inmoralidad hace frecuentes incursiones —son sus palabras— en el teatro, en el cine y en la novela. ¿Qué querrá El Debate? Dígalo claro. Pida el restablecimiento de la In-quisición contra los autores y escritores, y todos aplaudiremos la since-ridad de sus piadosos y cristianos sentimientos.Breve es la vida, y dura e ingrata, y amarga, y cara. ¡Demasiado cara! Pues ya ven ustedes el programita con que ¡aún! nos la quieren ameni-zar los sapientísimos prelados y El Debate.

Entre tanto ataque siempre hay plumas que defienden su labor. Nuevamente Lázaro Somoza Silva, redactor de La Libertad, y lerrouxista como Precioso, escribe una defensa férrea del escritor donde elogia sus virtudes66:

La lucha literaria es muy compleja. Caen muchos en el camino, alta la frente surcada de arrugas, huella de la desilusión y el corazón fatigado por el derroche de emociones que no llegaron al gran público único que da y quita la gloria.¡La gloria! Palabra vana que va desapareciendo poco a poco del plano de las realidades. Hoy se tiene un más amplio concepto del arte y de sus fines estéticos. Antaño, la gloria ida unida a una demostración un tanto espectacular. La gloria era una admiración y para que esto sucediese bastaba con prepararnos algo de afecto que entusiasmase al vulgo. He aquí por que [sic] transcurridos unos años la obra literaria no resistía el frío análisis de la crítica.Más concretamente: se escribía para uno mismo, para contentarse a uno mismo, sin pensar en otra cosa que dar emoción y calor de vida a los personajes en la novela o en recoger un anhelo, una belleza, una idea en la brevedad lírica y apasionada de la crónica.Cada época de su literatura, según las costumbres. La novela es un re-flejo de las pasiones y de los vicios de cada tiempo. El novelista, pues,

66 Levante agrario, p. 2, 30/06/1926, HAMM. // Levante agrario, p. 2, 1/07/1926, HAMM.

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cumple con su deber, reflejándolos en su obra que, si no futuro, tendrá un valor histórico. Así ocurre con «El Satiricón», de Petronio y «El Es-cándalo», de Pedro Antonio de Alarcón.Y basta de exordio. Queremos hablar de un escritor que ha triunfado en la plenitud de su vida: de Artemio Precioso. Jamás he visto un caso de voluntad como el suyo. Ha sido muy combatido por los mismos que tienen que agradecerle el que haya sido el primero que, dándose cuenta del estado vergonzoso de remuneración que tenía la literatura, paga el original de novela corta a mil pesetas. Artemio Precioso tie-ne un talento organizador formidable. Ahí está el éxito rotundo de La Novela de Hoy para atestiguarlo. Con una visión clara de la realidad española trajo a su revista las firmas de más diversos matices. Al lado de la prosa desenfadada y picaresca de Joaquín Belda; al lado de las his-torias humanas y emocionantes de Blasco Ibáñez, maestro universal, las pasiones amorosas descritas con estilo fluido y luminoso de Juan Ferragut, junto a las narraciones impregnadas de ironía y de piedad de Fernández Flórez; la prosa elegante de Insúa… La Novela de Hoy satis-face todos los gustos del público, desde el exquisito hasta el que lee sólo la novela sensual. Y esto ha sido obra de Artemio Precioso.Para medir el valor literario de un escritor basta con observar cómo es combatido. A Artemio Precioso no le perdonan que haya venido a por un puesto en la República de las letras, siendo rico. ¡Como si eso fuese un defecto para ser escritor! Ya no hay bohemia vergonzante, ni café con media tostada como única comida, ni escritores que lleven el pelo largo y el traje mugriento. Hoy es el trabajo y el talento lo que redime de la miseria al hombre.Y esto ha hecho Artemio Precioso, trabajar como un coloso sin des-canso y sin tregua para llegar a alcanzar una popularidad que será muy discutida, acaso por los que van retrasados, pero que es una realidad innegable.Conozco su vida y sé con la intensidad que ha vivido. Sé cómo ha de robar tiempo al sueño y la enorme actividad de la dirección de un ne-gocio editorial intenso para escribir sus novelas cortas y sus novelas grandes. Desde la publicación de El hijo legal libro en el que recogió cinco novelas cortas admirablemente pensadas y desarrolladas, desta-cándose entre ellas por su intensidad emocional la citada y La vida estéril y por su romanticismo Termina y Noche de luna hasta la última que ha publicado Rosa de carne.Artemio precioso ha hecho una labor digna de estima y respeto litera-

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rio. ¿Por qué, pues, el silencio de la crítica? Nada podrá contra la férrea voluntad que es la más fuerte característica de su psicología. Se ha tra-zado un camino, y lo sigue. El autor de Las rubias del principal es de los que se crecen cuando los obstáculos son mayores.Rosa de carne, su última novela, está alcanzando un gran éxito de libre-ría. Recoge los vicios y las pasiones de esta sociedad actual tan deprava-da y lujuriosa. A veces la sátira del escritor lleva en el fondo una lección de moral y otras la ironía, comprensión y piedad pasan por las páginas del libro, dejando una honda huella en el espíritu. Creo que Artemio Precioso con su último libro se ha colocado entre las novelistas que el público busca con avidez.Todo lo dicho corresponde al literato, en lo que respecta al literato, en lo que respecta al hombre, Alfonso Vidal y Planas podría decir todo lo bueno, bondadoso y comprensivo que es este escritor rico con el alma hiperestésica de un escritor pobre…

En junio de 1928 aparecían en prensa más artículos dando cuen-ta de sentencias condenatorias contra la novela denominada pornográ-fica67:

Sentencia ejemplarEl Tribunal Supremo acaba de dictar una sentencia que condena varias novelas pornográficas de los siguientes autores: Alonso de Santillana, Jacques de Bandel, Antonio C. del Real, Ramón Gómez de la Serna, Severo Morales Juan Caballero Soriano, Aurelio García Carreras, Mi-guel Dimarsán, Luis Uriarte, Andrés Guilmain, Pedro Morante, Enri-que Jardiel, Juan del Sarto, Luis Antonio de Vega, Fernando de la Milla y Artemio Precioso. En las obras de estos caballeros dice el Tribunal Supremo que «se describen descaradamente escenas de la prostitución más grosera y desenfrenada, mostrándose en algunas de ellas el empleo de drogas alucinatorias, todo en forma directamente encaminada a la exacerbación de las pasiones».Por nuestra parte, aplaudimos sin reservas la sentencia del alto Tri-bunal. En ella queda asentado que incurren en el delito de escándalo público incluso los vendedores de tales obras que no las exponen al público, sino que las tienen guardadas para cuando el público las pide.

67 La Cruz diario católico, año XXVIII, nº 8782, p. 1, 23/06/1928, BVPH.

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Si hace mucho tiempo las autoridades hubieran procedido conforme a este dictamen, y de aquí en adelante se procediera de acuerdo con el mismo, muchísimo bien moral y material se hubiera hecho y se haría a la sociedad española, que unos cuantos traficantes de poca conciencia ponen constantemente en peligro.En cuanto al aspecto pseudo literario [sic] de estos sucios engendros, no sabemos cómo calificarlo. Teníamos entendido que ahora privaba lo que Ortega y Gasset ha llamado «deshumanización del arte». Si, pues, la música de Wagner resulta una adulteración artística, por conmover al hombre en su parte humana, no estética, dígasenos qué será esta lite-ratura que conmueve no lo humano, sino lo infrahumano; no al hom-bre, sino a la bestia. Sentimos ver en esa bochornosa lista unos nom-bres bien representativos en el movimiento literario moderno ¡Cuánto pierden esos valores con estas miserables concesiones a la codicia de unas pesetas!Terminamos encareciendo al poder público toda severidad posible en la persecución [sic] de una verdadera campaña de saneamiento moral de nuestra patria.(De «El Debate»).

Su producción novelística entre 1924 y 1926 fue muy extensa. Además de las cinco novelas comentadas que se vieron envueltas en pro-cesos judiciales, publicó otras de distinta factura.

Otras obras del periodo: Isabel-Clara, Las rubias del principal, ¡Viva Lutecia!, El triunfo de Carmela, Rosa de Carne, Pasión y muerte, Judías verdes.

Isabel-Clara

Isabel-Clara fue la primera novela que Precioso publicó bajo la dictadura de Primo de Rivera, el 15 de febrero de 1924. Salió a la luz en la colección La Novela de Hoy, nº 92, con unas estupendas ilustraciones de Demetrio y prólogo, laudatorio y agradecido, de Alfonso Vidal y Planas, como ya detallamos antes al hablar del proceso al escritor y de la inter-vención de Precioso en su defensa.

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La protagonista de la novela es Isabel-Clara. Hija única, muerta su madre cuando ella apenas contaba con seis años, vive en un enorme caserón heredado de su madre, con una gran biblioteca. Sus lecturas des-ordenadas la educaron «formándose un espíritu arbitrario, contradicto-rio y que pasaba de las piedades inexplicables, a las crueldades aún más inexplicables; que iba del egoísmo a las rayas de la santidad, del amor al odio, de la más perfecta obediencia filial a las más duras imprecaciones contra los padres […]» (Precioso, 1924a, p. 13)

Su padre, catedrático de gramática, comenzó a beber cuando perdió a su esposa. Poco después consiguió una cátedra de instituto en Madrid y allí vivían el padre y la hija «pobre y tristemente» (Precioso, 1924a, p. 14). Isabel-Clara comenzó a cursar la carrera de maestra y a dar al tiempo, y por necesidad económica, clases particulares. Se aficionó también a la bebida, como su padre, pero, con dieciocho años, «[…] el deseo no existía; era un tópico fisiológico, o mejor dicho, literario, inven-tado para recreo o tormento de lectoras histéricas. Por eso, desesperada de su insensibilidad, bebía aguardiente, leía a los clásicos o daba grandes paseos por las afueras de Madrid.» (Precioso, 1924a, p. 16).

Cuando su padre se jubiló y la situación económica se volvió más angustiosa le llegó, oportunamente, la herencia de una tía de Valencia, consistente en una magnífica finca «[…] Una isla de varios kilómetros de extensión y en cuyo perímetro tenía bosques, tierra de huertos mag-níficos, casas de todas clases […] y, en fin, todo lo que pudiera desearse […]» (Precioso, 1924a, p. 18). Antes de partir para Valencia visita a un médico para que diagnostique cuál es la enfermedad que la hace ser in-sensible. El doctor, lejos de confirmar esto, le dice que veía en ella a una persona hiperestésica pero que estaba falta de experiencia en el aspecto sexual. Isabel-Clara queda enamorada de aquel médico que podía resol-verle su problema y prendida de sus redes y de su atractivo. El médico fue el que «[…] supo, por primera vez en sus dieciocho años, hacerla vivir» (Precioso, 1924a, p. 23). No obstante, y para sorpresa de Isabel-Clara, en el siguiente encuentro el médico, hombre casado y de éxito, la despacha prácticamente sin recibirla.

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Decide entonces buscar un hombre que la satisficiera pero, tras algunas experiencias que la defraudan, incluida la relación con un je-suita, después de intentar crecer intelectualmente afiliándose al Ateneo, «pudo observar una petulancia casi tan inaguantable como la física: la pedantería intelectual […]» (Precioso, 1924a, p. 29). Se refugió en la lec-tura y en el piano y, cansada de la ciudad, decidió partir junto con su padre hacia La isla verde, la finca heredada, un paraíso, como pudo com-probar a su llegada mientras el servicio de la finca los recibía.

Isabel-Clara pronto se aficiona a salir de caza con su perro y tam-bién pronto se convierte en una experta cazadora y, en poco tiempo, se robustece y tonifica con el aire libre. Sin embargo, el sentimiento de melancolía no la abandona y se pregunta si será debido la falta de amor. Conoce entonces a Pepe Lahoz, un trabajador de la finca, enamorado de ella, que se hace el encontradizo cortando leña. Pepe se declara allí mis-mo y sus miradas se sostienen durante un tiempo hasta que él se da por vencido y echa a correr monte arriba.

Isabel-Clara habla con El Rojo, el padre del empleado, y le pide a alguno de sus hijos para que la ayude con el morral. El elegido, claro, es Pepe. Durante su primera salida juntos al monte el erotismo se adueña del relato: pequeños roces durante la caminata; al detenerse a descansar Isabel-Clara lo reclama para que se siente junto a ella con el fin de char-lar, etc. La consecuencia es que consuman el acto, primero con placer, pero al final con estupefacción y arrepentimiento. Al cabo reconocen su atracción mutua e Isabel-Clara, después de declararle su amor, le dice que debe hacerse digno de ella, ilustrarse y convertirse en un hombre cultivado y con talento.

Pepe no progresa en su aprendizaje y ansía el pronto matrimonio para sentirse dueño de todo. Isabel-Clara es testigo de cómo lo miran las mozas del pueblo ahora que es pareja de la dueña. Finalmente, des-cubre como Pepe mantiene relaciones con una moza del pueblo y, ante sus recriminaciones, él le dice que solo se pueden querer aquellos que pertenecen a una misma clase social.

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Isabel-Clara queda embarazada y, con el pretexto de resolver unos papeles, sale de la isla en compañía de su padre, pero lo que hacen es vender sus posesiones. Decide criar sola a su hijo ya que el amor la ha vuelto a decepcionar.

Novelita bien escrita, de argumento más sólido y trabado que otros. Utiliza el autor una prosa más preciosista y sus descripciones, en algunos pasajes, rozan lo lírico. Cuando, a partir de la mitad del relato, aparece el componente erótico, lo hace de manera más elegante que en otras ocasiones.

Las rubias del principal

Más deficiente en cuanto a su argumento, tono y estructura es la novelita llamada Las rubias del principal, primera de las dos que publicó en La novela de noche, con el número 28, el 15 de mayo de 1925. Las ilustraciones corrieron a cargo de Ribas y el prólogo lo escribió su amigo y paisano Mariano Tomás.

Resumiremos el argumento de manera sucinta. Fernando Azo-rín, director de una publicación llamada El Porvenir, recibe la visita de dos atractivas mujeres, vecinas alquiladas en el principal del edificio, y del hermano de una de ellas, que pretende entrar como meritorio en la publicación para empezar a hacer «monos». En ese mismo momento comienza una serie de escarceos sexuales que continuarán a lo largo de la novela y que incluirán a la madre de una de ellas. El asunto se compli-ca con la aparición de una marquesa, y tal es el estrés que le produce a Fernando que se retira un coto de caza llamado El Robledal. Finalmente, Fernando deja embarazadas a tres de las mujeres, pero se las compone para buscarles la reconciliación con los maridos y un pretendiente para una de ellas, dispuesto a «cargar» con la criatura.

Lo más interesante de la historia son los recuerdos de infancia de Artemio Precioso.

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¡Viva Lutecia!

¡Viva Lutecia! se publicó también en la colección La Novela de Noche con el número 33, el 1 de agosto de 1925. Las ilustraciones eran de Quintanilla y la novelita iba precedida de un preliminar de José Bruno, colaborador asiduo de la revista Muchas Gracias, que ya advierte al co-mienzo de su introducción:

Novela de picardía y de elegancia, en que campea un nuevo humoris-mo. galante hasta lo avanzado y libre, como uno de sus libros más libres pero, por lo mismo, pleno de vida. (Precioso, 1925d, p.5).

El narrador, tras declarar que San Sebastián es la ciudad más bella de la tierra, pasa a censurarla, ya que, según él, el ayuntamiento jamás ha concedido licencia para la construcción de quioscos. Artemio Precioso está detrás de esta opinión, pues piensa que San Sebastián es una ciudad grande, donde se juega pero no se lee; es una ciudad que tiene declarada la guerra a la pornografía mientras que sus mujeres «medio desnudas ofrecen el magnífico espectáculo de carne palpitante y viva de día y de noche». Por todo ello, el protagonista, Pedro Ragú de Col, abogado y escritor, apuesto y elegante, piensa que «se había llegado en España a un momento de delirio tan agudo, fariseismum tremens, que de todo tenían la culpa a las novelas [sic]» (Precioso, 1925d, p. 9). Decide, al igual que hizo Precioso en su día, marchar a París.

En el trayecto en tren desde San Sebastián a Irún, primero, y más tarde a París en coche cama, las mujeres van cayendo rendidas en sus brazos: una viajera anónima que acompaña a una amiga; después, en el coche cama, una criada española y, al bajar en París, coincide con una valenciana protegida de un rico exportador de frutas. Pedro le ofrece su taxi y descubre entonces que el frutero pasará el día fuera e invita a la valenciana a su hotel donde al comienzo toman dos habitaciones, de las que acaba sobrando una.

Natalia, que así se llamaba la valenciana, se despide de Pedro cuando regresa Rodolfo, su amante. Curiosamente, Artemio Precioso

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aprovecha que su protagonista descansa de sus excesos amorosos para hacer una pequeña disertación sobre la comida francesa y la de su tierra, Hellín:

[…] entre la Mancha y Murcia hay un paraíso que es algo andaluz, y algo murciano, y algo manchego… de ahí soy yo. El mejor esparto, el mejor vino, el mejor aceite, los mejores albérchigos68 ¡Y las mejores zanahorias! Esa es mi tierra. (Precioso, 1925d, p. 48).

Una vez repuesto, Pedro sigue con sus aventuras amorosas, pri-mero con una alemana jovencita, después con una mujer llamada Ga-briela a la que sigue por la calle. Ella le permite acompañarla a recoger una caja de bombones que le envía un amante. Gabriela, que había sido empleada en un banco, ahora vende su cuerpo, como hace con Pedro, pero rehúsa el dinero y le pide un regalo. Más tarde, en el cine, nuestro protagonista conoce a Elena, pero pronto descubre que es portadora de la enfermedad francesa y huye despavorido del dormitorio. Desengaña-do, acude a un lupanar, pero la experiencia le hace prometer no volver jamás a una casa de placer.

Curiosamente, aparecen en la trama personajes reales. Antonio de Hoyos y Vinent y José Zamora, el dibujante, lo invitan a Versalles para pasar el día. Visita a La Argentinita, a Gómez Carrillo, a García Sanchís, a Santiago Alba, a Rodrigo Soriano, y escucha un discurso de Unamuno en un teatro. Parece como si Precioso quisiera describirnos en este tramo de la novela parte de su vida diaria en París y sus alrededores.

Al regresar de Versalles conoce a una mujer española con la cual tiene relaciones y, más tarde, un matrimonio le hace una oferta que re-chaza: hospedarse en su casa a cambio de experiencias sexuales.

Finalmente, Pedro se queda sin dinero y decide volver a España 68 Albaricoques. Reconoce el símil la RAE y define en su diccionario: «Fruto del

alberchiguero, de carne recia, jugosa y de color amarillo muy subido, y cuya piel, amarillenta también, tiene una mancha sonrosada muy encendida por la parte donde más le da el sol. Es de tamaño vario, aunque por lo general de unos seis centímetros de diámetro».

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pero, repentinamente, aparece la valenciana Natalia que, despachada por el frutero, busca a Pedro y ambos deciden, tras meditarlo, que prefieren una modesta habitación de alquiler en París antes que volver a Madrid.

La novela, siempre dentro de su género menor, tiene movimien-to, quizá en exceso, y situaciones que a veces rozan lo hilarante. Si algo podemos sacar de esta historia es el amor que Precioso profesa a París y la lucha que siempre tuvo en su interior entre la civilización de la capital francesa y las costumbres de su tierra.

El triunfo de Carmela

El triunfo de Carmela se publicó en La Novela de Hoy, nº 142, el 30 de enero de 1925, con ilustraciones de Varela de Seijás y un prólogo donde Mariano Tomás interroga a Precioso sobre los pleitos en los que está incurso, y sobre el rumor que corre en la calle de que Artemio ha sido expulsado del Casino de Madrid por escribir una novela, que no nombra, pero que podemos suponer que se trata de El légamo de la trage-dia. Precioso desmiente rotundamente el asunto del casino y aprovecha para anunciar que la tan esperada y publicitada novela Rosa de Carne, está ya en la imprenta.

Confiesa también a Mariano Tomás en este prólogo que quiere convertir Muchas Gracias en una revista «grande […] más lujosa y más cara». También habla de la aparición de un diario: «ya están factura-das hacia España las máquinas […] será un periódico independiente, de ideas radicalmente liberales sin banderías políticas…» (Precioso, 1925a, pp. 5-6).

Tengo la se-gu-ri-dad de que haremos un periódico que interesará al público y que servirá a España […] no se me ocultan las dificultades enormes que habrá que vencer para hacer un periódico nuevo, digno de la patria nueva … (Precioso, 1925a, pp. 6-7).

La acción se desarrolla en un colegio de monjas francesas de un pueblecito de la costa norte de España. Madrileñas y de la misma edad,

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dos chicas, cuyas madres habían muerto con muy pocas fechas de dis-tancia, se conocen en el colegio. Al quedar viudo el padre de María Te-resa, una de las chicas, se va a vivir con una hermana anciana, achacosa, y medio ciega. El padre de la otra chica, Mari Carmen, pasa a convivir con una señora de compañía. María Teresa (Marité) era la hija única del banquero Aranaz; una chica rubia, de cabello rizado, piel blanca y ojos negros y grandes. Mari Carmen (Carmela), morena, esbelta, pálida y de ojos azules, era también hija única. Su padre era el general Castillón.

El argumento es simple y, quizá por eso, discurre sin las altera-ciones de otras historias escritas por Artemio Precioso. Las muchachas se hacen inseparables mientras los padres viven sus vidas ajenos a ellas. En el colegio conocen a la madre Marta, que se convierte en su mentora, sobre todo de Carmela, en la que ve un gran potencial artístico. Durante las vacaciones quedan solas en el colegio bajo la tutela de la madre Mar-ta, pero los ojos de la hermana no pueden llegar a adivinar la atracción que las muchachas tienen entre sí y que se acrecienta hasta cuajar en una relación amorosa durante los tres años que permanecen en el internado.

Al cumplir los 18, los padres deciden que sus hijas, que han fra-guado una gran amistad, convivan juntas, de momento, y se trasladan a la finca de Aranaz, padre de Marité, en Guetary. Allí es donde, después de largas conversaciones acerca de lo más conveniente para su relación, ven que deben casarse, en palabras de Carmela con «la menor cantidad de matrimonio y la menor cantidad de marido» (Precioso, 1925a, p. 47). De esta manera cumplirán con la sociedad y tendrán la mínima carga matrimonial para dejar despejado el campo de sus relaciones. Carmela inventa el plan diabólico de convencer al padre de Marité de su amor por él y arroja a su amiga a los brazos de su propio padre, el general Casti-llón. Cada una se casa, pues, con el padre de la otra, hombres ambos ya entrados en edad, que no exigirán de ellas más allá de la compañía y los cuidados.

Interesante historia que se aleja de lo truculento para adentrarse en lo ligeramente erótico y examina la independencia femenina y las re-laciones homosexuales con gracia a la vez que seriedad. El final roza lo vodevilesco o, si queremos, lo arnichesco.

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Rosa de carne

También en 1925 publica Precioso, por fin, la tan anunciada Rosa de Carne (historia de un libro), con ilustraciones de Demetrio y publi-cada por la Editorial Atlántida. El libro va precedido de un «introito» del propio autor y, como curiosidad bibliográfica, después de la hoja de créditos lleva pegado un papel, puesto ahí cundo la edición ya había sa-lido de la imprenta, con una composición poética de su amigo Mariano Tomás titulada «Artemio Precioso (medallón)».

En unas notas del «introito» desvela Precioso el proceso de com-posición de la novela, anunciada y prometida a través de la propaganda inserta en los medios de comunicación durante los tres años que trans-currieron hasta que finalizó su redacción. Tuvo tentaciones de abando-nar pero, según el propio Precioso, empujado por Wenceslao Fernández Flórez, al fin la novela vio la luz.

La única originalidad de la misma está en que el narrador de las distintas historias que la componen es la propia novela que, a través de su protagonista, Fernando Zaldívar, va relatando de primera mano cuanto ve y escucha. Si acaso, merece también la pena, en el capítulo dos, la justificación del propio nombre de la novela. El resto son historias no necesariamente entrelazadas, cuentos cortos transformados en capítulo hasta formar un abultado volumen. En el capítulo veintitrés, el último, la novela-narradora reconoce la gran cantidad de asuntos tratados.

En definitiva, Precioso no puede escapar del relato corto en el que tiene momentos de cierto mérito. La novela quiso, quizá, ser la de-mostración de que había un novelista de mayor calado detrás de las com-posiciones breves, sin apreciar que estas eran precisamente la parte inte-resante de su producción. Seguramente, la polémica surgida en la época entre novelistas serios, los que publicaban en editoriales de renombre obras de cierta extensión, y aquellos que solo producían para su venta en quioscos le hizo probar suerte en la novela larga.

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Pasión y muerte

Otra novela corta con tintes autobiográficos fue Pasión y muerte, que Artemio Precioso publicó el 17 de septiembre de 1926 en el número 227 de la colección La Novela de Hoy. Las ilustraciones estuvieron a car-go de Varela de Seijás y prologó el texto Juan Pujol.

Como ya comentamos en su momento Artemio Precioso tuvo un incidente en su juventud, cuando atentó con una pistola contra el pe-riodista Francisco Gálvez en Albacete. También hemos referido que fue detenido en Barcelona en posesión de una pistola y, por su afición por las armas y por la caza, no podemos descartar que el escritor fuera frecuen-temente armado. Pues bien, al comienzo de la novela, su protagonista, de nombre Alejo, artista, pintor y abogado, reflexiona ante la visión de una pistola y dice «Mi pistola, mi vieja pistola que tan graves disgustos me ha proporcionado en la vida» (Precioso 1926c, p.15).

También recuerda las numerosas denuncias por injurias habidas el último año y su carácter lleno de contradicciones y de ira. Al día si-guiente tendrá que acudir a los tribunales a una vista por injurias y deci-de defenderse a sí mismo (como también hizo Precioso en su momento). A la salida, se despide de Victoria, su último amor madrileño, y ya por la noche toma el expreso hacia Francia, pasando por Barcelona para reco-ger a una amiga argentina recién llegada a España para visitarlo y con la que recorrerá Europa.

Cuenta Alejo cómo adquirió la pistola en una armería en la calle Espoz y Mina y cómo, al día siguiente, en una disputa en el casino, la había usado contra un individuo (como le ocurrió a Precioso con Fran-cisco Gálvez). Pero las coincidencias no acaban ahí: «después de 6 meses de cárcel fue absuelto por el jurado con todos los pronunciamientos fa-vorables» (Precioso, 1926c, p.19). Esta frase es un calco de la que repetía Artemio Precioso en sus memorias e incluso en alguna entrevista refi-riéndose a sí mismo.

Alejo vuelve a utilizar el arma contra unos forajidos que intenta-ron atracarlo en su pueblo natal, Alcocer, y más tarde volvemos a encon-trarnos las coincidencias con hechos ocurridos en la vida real de Arte-mio Precioso:

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Tres años después en Barcelona… Alejo estaba ya instalado en Madrid, y su nombre comenzaba a orearse con las gratas brisas de la popularidad […]Y fue a la Ciudad Condal tras una célebre actriz, de la que el joven pin-tor estaba enamorado. Como siempre, llevaba la pistola en el bolsillo posterior del pantalón… y una noche, cuando por fin Elisa, la bellísi-ma actriz, había accedido, después de la función, a pasear en auto con Alejo por las afueras de la gran ciudad, en lo mejor del idilio, tras los primeros besos, una pareja de la Guardia Civil hizo detener el vehículo […] Naturalmente, fue hallada la pistola. (Precioso, 1926c, p. 20)

Alejo fue detenido y pasó la noche en comisaría hasta que, por in-fluencias del gobernador, fue liberado y regresó a Madrid. Curiosamen-te, tres meses después le devolvieron la pistola.

El argumento avanza con repetidos paralelismos entre la figura de Alejo y la del propio autor: «Su triunfo en Madrid fue más que rápido, fulminante, estentóreo. Por eso despertó tantos odios» o «sus cuadros, generalmente desnudos de mujeres comenzaron a ser perseguidos» (Precioso, 1926c, p. 27). También titula el capítulo tercero «Lluvia de procesos y pleitos», donde recrea de manera paralela a la suya los proce-sos contra los cuadros del protagonista, especialmente contra el llamado Tragedias sexuales que, por su temática, tiene cierto paralelismo con la novela de Precioso El légamo de la tragedia.

Un poco más adelante habla de dinero, y vuelve a haber paralelismo entre protagonista y autor:

En estos trámites odiosos, Alejo se dejó una buena parte de la fortuna modesta que heredó de su padre. […] Todos los procesos, todos los pleitos fueron fallados en contra de Alejo […] ¿Qué mano oculta hacía que todo fuera sancionado adversamente? ¿Era un hombre inmoral, era un delincuente? Él no había hecho mal a nadie, él no había cometi-do la más leve transgresión ética. […]La cuestión, andando el tiempo, cuando nadie temiese beneficiar con reclamos al autor de Tragedias sexuales, sería debatida y comentada ampliamente, entre el asombro, no ya de los creadores de belleza, sino entre los mismos juristas. (Precioso, 1926c, p. 28)

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Con los ejemplos citados se puede observar claramente cómo Ar-temio Precioso se sirve del argumento de esta novela para denunciar la persecución de otras suyas por parte de la justicia.

Alejo conoce a Victoria y durante dos capítulos se centran en con-tarse sus intimidades hasta que el idilio se consuma. Alejo, que había escondido su identidad de pintor afamado, la da a conocer y ella queda deslumbrada.

En un giro argumental, decide retomar su primera intención de via-jar al extranjero. Parte para Barcelona a recoger a la argentina Camila con el fin de emprender viaje París. En el tren se encuentra con Retama, su enemigo mortal, el hombre que había promovido los pleitos contra él. Después del café, y sin testigos, lanza a Retama por la ventanilla del va-gón. Una vez en Barcelona, se encuentra con Camila, a la que solo cono-cía por carta, en una habitación a oscuras por expreso deseo de la mujer. Ella, tras hacer el amor, asesina a Alejo y, al encender la luz, encontramos que la mujer es poco menos que un monstruo de fealdad. Final improvi-sado para una historia que solo sirve a Artemio Precioso como vehículo para mostrar su descontento con el poder.

Judías verdes

Judías verdes se publicó en La Novela de Hoy, número 242, el 31 de diciembre de 1926, con ilustraciones de Vázquez Calleja y prólogo del propio Artemio Precioso. La novela sirve para ahondar en algunos pro-blemas que entonces estaban presentes en España.

Julián Marcel viaja de Burdeos a Vichy y se hospeda en El Hotel de la Alegría. De familia con pocos recursos, había sido criado al morir sus padres por la de un íntimo amigo. Se licenció en Derecho, obtuvo una cátedra y, cuando su amigo falleció, heredó tres millones de pesetas. Abandonó entonces la cátedra y se dedicó a viajar por el mundo.

Poco después de arrancar la historia, Precioso comienza a atacar las costumbres morales imperantes en España. Después de alabar las virtu-des del divorcio, Julián dice:

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Aquí, sí, aún seguía la sociedad a régimen, a un régimen de dietas, a un régimen de hambre, de pan negro, de telarañas, de suciedad, de place-res solitarios… por eso en ningún país se notaba la apetencia, la furia, el arponazo carnal como en España. Los frailes habían logrado hacer del más bello país del mundo un gran convento, donde existían los pecados y las vergüenzas hediondas de los conventos, con la cohorte de vicios solitarios y nefandas colaboraciones contra natura. (Precioso, 1926d, p. 16)

Y en ese tono se mantiene Precioso durante dos páginas, atacan-do la falsa moral, la corrupción del clero y las costumbres de cierta so-ciedad.

El protagonista toma contacto con una doncella del hotel que, finalmente, no acude a la cita convenida. Ya de mañana escucha una con-versación entre dos mujeres en la habitación de al lado: una de ellas se queja de la ausencia del marido, que lleva tres días sin aparecer. Ella dice sin parar que necesita traicionarlo pero con alguien que no sea español. Julián, que todavía no ha formalizado su registro en el hotel, decide ha-cerlo como francés y aprovechar su dominio del idioma para intentar una aventura.

Sigue a las mujeres que, claro, resultan ser dos bellezas. Consigue contactar con ellas y pasar el día juntos; primero, en un agradable paseo por la ciudad; después, con un almuerzo en el hotel y, más tarde, en el casino, donde las mujeres ganan treinta mil francos. De vuelta en el ho-tel, consigue quedarse a solas con la vecina de habitación, abandonada por el marido, y descubre, con sorpresa, que también es vecina suya en Madrid, ya que vive en su mismo edificio de la calle Olózaga. La aventura dura diez días, hasta que regresa el marido.

Julián abandona Vichy y en el camino hacia Paris conoce a un matrimonio italiano de judíos sefardíes a los que vuelve a encontrar allí. De vuelta a Madrid, tropieza con Carlota, su aventura de Vichy, en el ascensor, y acaban en casa de él.

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Los viajes

Durante estos años donde la censura no le dio un respiro, Pre-cioso se evadía viajando, sobre todo a Francia, país que adoraba. Ha-bía permanecido discretamente en un segundo plano, a la espera de la sentencia, alejado de toda la polvareda levantada en torno al asunto del Légamo de la tragedia.

Fig. 36. Artemio Precioso y su esposa en la plaza de San Marcos en Venecia.Fuente: Archivo de F. Javier López Precioso (AFJLP)

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Antes de la sentencia condenatoria, en agosto de 1924, el edi-tor está en San Sebastián desde donde manda sus crónicas veraniegas a Muchas Gracias. Dedica su tiempo a jugar a bacarrá en el Kursaal. Via-ja desde allí, en distintas ocasiones, a Biarritz, para visitar a su amigo y colaborador Joaquín Belda,69 en compañía del cual, sentados en un café, recuerdan a la vecina España mientras oyen cómo la orquesta in-terpreta una melodía del maestro Serrano. Sus crónicas veraniegas están llenas de encuentros con amigos como el compositor Jacinto Guerrero, Romero de Torres o la cupletista La Chelito, con quien comparte mesa en el casino. Manuel Bueno veranea en Guitany, la playa francesa; Luis Araquistáin en Zarauz; Pedro Mata está destinado como empleado de hacienda en Santander, donde vive Fernando Mora. Jacinto Benavente pasa el verano en una villa en el monte Igueldo; Rafael López de Haro es vecino de Precioso; en Santander está también Concha Espina. Parece que las relaciones sociales abundaban durante estos meses. Este tipo de vida siempre fue del agrado de Precioso, amante de la buena comida, de los buenos vinos y, si damos crédito a sus múltiples comentarios salpi-cados en muchas de sus publicaciones, amante de las mujeres hermosas, sobre todo.

El catorce de septiembre de 1924, Artemio Precioso llega a París en coche cama y escribe su primera crónica para Muchas Gracias, que aparece el veintiuno del mismo mes, contando sus experiencias durante el viaje. Permanece en París durante todo el mes de septiembre y parte de octubre, paseando por la ciudad, admirándola, relacionándose con gente de todo tipo, acudiendo a comidas de españoles como la que le ofreció en su casa, a base de callos y paella, Federico García Sanchiz, que vivía en París «Como un joven fauno, henchido hasta reventar de la ale-gría de vivir..., audaz y jovial, festivo y saltante, ebrio de alegría y buena sensualidad, arrojando brazadas de flores y puñados de frutos levantinos […]»(Cansinos Asséns, 1916, p. 219). También acudió a la conferencia que don Miguel de Unamuno, recién llegado de Fuerteventura pronun-ció el día seis de octubre (Vauthier, 2005, p. 239) en el Club Faubourg:

69 Muchas Gracias, n.º 28, p. 6, 09/08/1924, HDBNE.

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Una noche, a poco de llegar a París, procedente de Fuerteventura, ha-bla en un mitin de controversia política, organizado por el Club del Faubourg. Leo el anuncio en los periódicos y asisto al espectáculo. Se levanta Unamuno. Y sus primeras palabras son: «He visto que los pe-riódicos anuncian este acto diciendo que hablará el célebre republicano Unamuno. Y yo debo comenzar diciendo una cosa: que no soy repu-blicano...»Y a renglón seguido arremete contra Primo de Rivera llamándole ne-cio, mentecato, idiota... Y arremete contra el rey […]. (Precioso, 1930a, p. 321).

Precioso tiene repartido su anecdotario parisino por decenas de artículos. Especialmente jugoso es uno publicado en Muchas Gracias70 en el que hace referencia a cómo trabó conocimiento con el escritor y periodista Gómez Carrillo en el café Napolitano. El guatemalteco lo in-vitó a comer en un restaurante italiano y, después, acabaron en casa de Carrillo en la calle de Castellane, donde hablaron largamente tomando café y bebiendo vino de Jerez. La cena terminó entre alabanzas a Madrid y a España, y con el regalo de una botella de Jerez a Precioso. Gómez Carrillo estaba casado entonces con la que luego sería esposa de Saint-Exupéry, la salvadoreña Consuelo Suncín-Sandoval Zeceña.

Precioso pasó el verano de 1925 en la isla de la Toja, la estación veraniega de La Toja, como reza la noticia que apareció en El Pueblo Gallego71 del nueve de julio. Desde allí viaja por toda Galicia. Visita La Coruña y acude a la casa del dibujante Federico Ribas en Bueu. Visita Santiago de Compostela donde, como más tarde escribe, «He ofrecido mi vida al apóstol, y le he pedido salud y arrestos para ganar las próximas batallas»72. Ya en septiembre visita Avilés, donde saluda a José Francés.

Sigue escribiendo incesantemente artículos para Muchas Gracias y otros diarios y revistas sobre temas variados. Un ejemplo lo tenemos en este artículo donde defiende con vehemencia el mundo de la infancia73:

70 Muchas Gracias, nº 71, p. 4, 6/06/1925, HDBNE.71 El Pueblo Gallego, s.n., p. 1, 9/07/1925, HBDG.72 Muchas Gracias, nº 79, p. 4, 01/08/1925, HDBNE.73 La Libertad (Madrid). p. 4, 17/07/1925, HDBNE.

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Ayer leía yo en un periódico un suelto con el siguiente rótulo: «Niños perversos». ¿Por qué? Los niños apedreaban perros y hasta lanzaban «almendras» contra los transeúntes, y en vez de pedir escuelas, y vigi-lancia, y sanidad e higiene en las viviendas, censurando de paso a los padres, el periódico llamaba perversos a los niños... ¿Cuándo se vio crueldad mayor? ¿Es que vamos hacia el canibalismo jurídico y social? ¿Es que vamos a llegar hasta ensañarnos con la mujer soltera o viuda que ha tenido un hijo y no lo mató ni lo arrojó a la inclusa?No hace muchos días, un acusador privado tronaba contra un pobre delincuente, pidiendo su cabeza, negando toda posible anormalidad en un hombre que, de merecer algo, a todas luces merecía la casa de salud... ¡Y estas teorías sanguinarias las predican hombres civiles, que visten la toga del Foro!Se impone una acción enérgica de todos los hombres de corazón sano en favor de los niños, en favor de los delincuentes, cuyas penas cada día deben humanizarse más, y en contra de la caza con trampa, de esa caza artera, que, si es censurable aplicada a los animales, aplicada al hombre bordea las zonas de lo inconcebible.

Artemio Precioso permanece en Paris desde finales de noviembre de 1925 hasta enero de 1926 por lo que se desprende de los comentarios insertos en los artículos que Joaquín Belda publica en varios números de Muchas Gracias («La finca de Rostand», «Un restorán español», «El Con-greso»), y el propio Precioso escribe unas «Notas de viaje»74 que ponen en evidencia los flirteos del escritor con distintas muchachas: Marcela, una modistilla joven; Susana, una atractiva bordelesa morena a la que conoce en casa del pintor Foreteins. Pero también sus andanzas gastro-nómicas por los restaurantes de París como El caracol de Oro, donde degustó, claro, sus famosos caracoles.

En agosto, el autor se halla en un balneario de la ciudad francesa de Vichy y desde allí envía sus «Notas de un viaje» a España. Coincide en el balneario con Ricardo Torres, Bombita75. Viaja en autocar de Vichy a Clermont-Ferrand y, más tarde, deja el balneario para trasladarse por

74 Muchas Gracias, nº 102, p. 4, 9/01/1926, HDBNE.75 Muchas Gracias, nº 135, p. 6, 28/08/1926, HDBNE.

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tren a París, donde se integra plenamente de nuevo en la noche de la ciudad76 con visitas a Fantasio, acompañado de Juan Pujol o de otros es-pañoles. No obstante, al margen de estas notas mundanas y casi siempre cargadas de frivolidad, Precioso tiene tiempo de hacer reflexiones como esta77:

He visto un hombre —creo que lo sería— con el pelo largo, tan largo que le llegaba casi a los riñones... si es que los tenía.He visto, poco después, un niño de ocho años, solo en el restorán, al-morzando como un hombre, serio, circunspecto, grave.Y me he puesto muy triste pensando en esta pobre humanidad de nues-tros días, desquiciada, absurda, con hombres de pelo largo y niños gra-ves y melancólicos, que viven ya como los hombres.

En noviembre debía estar tomando las aguas en Vichy, como acredita un artículo, Impresiones de viaje. Vichy, sus manantiales y su río, aparecido en Blanco y Negro el mes de noviembre de 192678.

Sus repetidos viajes a París, su amor por esta ciudad y por Fran-cia, en general, a la que llama repetidamente en sus artículos «el país de la libertad» y su éxito editorial le hacen pensar que puede residir de ma-nera permanente en la capital francesa y, desde allí, llevar sus empresas e incluso, acrecentarlas. La persecución a que es sometido por los tribuna-les por sus publicaciones le amargan la vida en España. «Me voy casi a la fuerza porque debo ir; pero no por mi gusto» dice. (Precioso, 1927a, p. 6)

76 Muchas Gracias, nº 136, p. 6, 4/09/1926, HDBNE.77 Muchas Gracias, nº 137, p. 5, 11/09/1926, HDBNE.78 Blanco y Negro, ,pp. 36-39, 21/11/1926, AABC.

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CAPÍTULO 6HACIA LA REPÚBLICA PASANDO POR PARÍS

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La amistad con Blasco Ibáñez

La amistad entre Precioso y Blasco Ibáñez se remonta al año 1921, cuando Blasco volvió de los Estados Unidos, famoso y rico, des-pués de que su novela Los cuatro jinetes del Apocalipsis vendiera más de 200000 ejemplares y fuera llevada al cine, proporcionándole unos ingre-sos extraordinarios. Se le ofreció un banquete de bienvenida antes de que partiera para la Costa Azul, donde había adquirido una villa que bautizó con el nombre de «Fontana Rosa» y que Precioso frecuentó luego en muchas ocasiones.

Fue poco después de este banquete cuando ambos escritores es-tablecieron una fluida correspondencia. Habida cuenta del carácter em-prendedor y expansivo de Precioso, del cosmopolitismo que compartían y del ideario republicano que ambos defendían, forjaron un buena y du-radera amistad y el editor tuvo la confianza de solicitarle algunas obras para La Novela de Hoy.

Su primer encuentro cara a cara, si excluimos el mencionado banquete a su vuelta de América, tuvo lugar en el hotel Palace y duró tres horas. Después hubo otros dos encuentros donde recorrieron las calles de Madrid con el maestro tomando del brazo al editor. Desde esos primeros contactos se volvieron inseparables:

Yo confieso que desde el primer momento quedé subyugado por el ver-bo cálido y colorista de aquel hombre extraordinario. De buena gana habría abandonado mis nacientes empresas y me habría ido con él, acompañándole siempre, oyéndole y admirándole.Desde ese día me rogó que le viese a diario. Yo le acompañé a todas partes, le llevé a casa de un notario donde él tenía que otorgar unos poderes a favor de su yerno, D. Fernando Llorca, y muchos días me quedaba a almorzar con él. (Precioso, 1930a, p. 233).

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En 1922 fue Blasco quien se ofreció a publicar en La Novela de Hoy, «doce novelas cortas al año» (Precioso, 1930a, p. 236) y se compro-metió a hacer la primera entrega en tres meses. Precioso fijó el precio, ante la sorpresa del Maestro, en 1500 pesetas por novela. Blasco entregó un total de nueve novelas cortas para las colecciones de Precioso entre 1922, con la familia del doctor Pedraza, publicada en un número extra de La Novela de Hoy el 3 de noviembre de 1922 y Piedra de luna, publicada el doce de noviembre de 1926.

Desde el año 1922 hay una fluida correspondencia con Blasco Ibáñez, en parte comercial, en parte amistosa. En una carta fechada en Menton el 1 de noviembre de 1922, Blasco pide a Precioso que se acer-que por la agencia Cook de Madrid a cobrar nueve pesetas que esta le adeuda por un cobro indebido. En la misma carta le informa de que no ha podido escribir mucho dado que ha estado en Montecarlo «[…] una compañía de cómicos célebres de los Estados Unidos enviados por una gran casa cinematográfica de Nueva York, para filmar mi novela Los ene-migos de la mujer» (Precioso, 1930a, p. 237).

En 1923 Blasco Ibáñez publica tres novelas más en la colección La Novela de Hoy: El sol de los muertos, el 12 de enero; El viejo del paseo de los ingleses, el 9 de marzo y El comediante Fonseca, el 22 de junio.

En 1924, a la vuelta de su viaje alrededor del mundo, Blasco pu-blica en París Una nación secuestrada (El terror militarista en España) tras orquestar una campaña de prensa para lanzar el escrito con el que atacaba a Primo de Rivera. Blasco, republicano declarado, comienza a ver el caldo de cultivo necesario para traer la república a España.

En el prólogo de su novela La familia del doctor Pedraza, antes de que Primo de Rivera se hiciera con el poder, contó a Precioso que solo volvería a la acción cuando hubiera un sustento de movimiento político suficiente para que se impusiera la república. Al primer folleto siguieron otros, Lo que será la República española (Al país y al ejército) y Por España y contra el rey (Alfonso XIII desenmascarado). Precioso opinaba que:

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Los folletos políticos del maestro tuvieron tal repercusión en el planeta entero, que ni en un solo país han dejado de hablar de ellos. […] Si Blasco Ibáñez salió de su Torre de marfil o de su Villa «Fontana Rosa» para combatir al rey fue porque su espíritu liberal y republicano se in-dignó ante las idioteces vergonzosas de la Dictadura. (Precioso, 1930a, pp. 207-210).

Blasco tenía una tertulia en el café La Rotonde y allí hacía pro-paganda republicana y mostraba a las claras sus intenciones. Como he-mos dicho, en 1925 publica Lo que será la República española (Al país y al ejército) y Por España y contra el rey (Alfonso XIII desenmascarado). Su prosa, apasionada siempre, quizá más cuando se trata de cuestiones políticas, prende pronto entre los lectores que difunden las ideas del va-lenciano a través del boca a boca. La fama de Blasco hizo que sus folle-tos se conocieran en medio mundo creando un claro clima de opinión a favor de la república. Denunciaba a la dictadura y al rey. El dictador emprendió un proceso por injurias contra el escritor y, en un principio, las autoridades francesas pusieron bajo vigilancia a Blasco Ibáñez, pero después, el gobierno francés y la Asamblea Nacional recordaron a Espa-ña el apoyo que Blasco prestó a Francia durante la guerra europea y el gobierno retiró la querella.

Hubo, no obstante, una tosca campaña contra Blasco cuyo rostro visible fue el periodista José María Carretero Novillo, El caballero audaz, que hizo público un libelo titulado El novelista que vendió a su patria o Tartarín, revolucionario. De este escrito cuenta González Calleja (2010, pp. 220-221) que:

Entre otras falacias, aseguraban que la Rusia soviética había cedido al escritor valenciano un millón de francos para su tarea de acoso a la monarquía. El folleto fue convenientemente jaleado por la prensa dere-chista a sueldo del embajador español, pero Carretero fue agredido por Esplá, secretario personal de Blasco, en la noche del 27 de diciembre de 1924, y llevó el asunto a los tribunales, quedando en evidencia ante la opinión pública francesa como engranaje de una trama de acoso urdi-da por un gobierno extranjero.

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Con motivo de las publicaciones de Blasco Ibáñez y el proceso por injurias, el escritor valenciano, junto con Eduardo Ortega y Gasset, Carlos Esplá y el propio Unamuno, lanzaron la publicación de España con honra, que se convirtió en el órgano de la oposición en el exilio con-tra la dictadura y fue dirigida por Carlos Esplá hasta su desaparición en noviembre de 1925. La idea de esta publicación partió, según Arco (1988-89, p.120) de Eduardo Ortega que, ante la falta de un plan común en el grupo de intelectuales, él mismo, con los pies más en la tierra que sus propios correligionarios, propuso la fundación de un medio de ex-presión que aunara las críticas contra Primo de Rivera.

El 5 de enero de 1926 Blasco escribe a Artemio Precioso discul-pándose por no haber podido cumplir los plazos para los cuentos pacta-dos debido a un terrible ataque de reuma que le tuvo paralizado el brazo. Le informa de que ha comenzado a escribir El secreto de la baronesa, y le pide que escriba a Los Contemporáneos explicándoles el compromiso adquirido con él y que no permitirá ninguna publicación en esa colec-ción, pues eso conllevaría un gran daño para la colección de Precioso. «He autorizado algunas veces a pequeñas REVISTAS literarias para que exhumen algunos de mis cuentos antiguos. Pero se trata de REVISTAS y no de colección de pequeños volúmenes.» (Precioso, 1930a, p. 242).

El secreto de la Baronesa le llega a Artemio Precioso en un pa-quete, el 11 de enero de 1926, junto con carta de Blasco donde le pide consejo sobre la extensión de las futuras obras: «[…] dígame sin pérdida de tiempo si debo hacer las otras con el mismo número de cuartillas o algo menos. Yo temo que tal vez le parezca ésta un poco larga, pero usted puede remediar tal defecto poniendo menos dibujos.» (Precioso, 1930a, p.242). A continuación, le pide a Precioso que las 1500 pesetas las ingrese en la cuenta de su esposa, Elena Ortúzar, ya que «en mi actual situación yo no puedo tener bienes en España, pues me los embargarían, como ya me embargaron mi casa de la Malvarrosa los Tribunales Mi-litares» (Precioso, 1930a, p. 186). Blasco le da las indicaciones precisas acerca de las pruebas de imprenta: que el corrector se cuide bien de repa-

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sar la puntuación ya que al estar lejos solo podrá revisar una prueba de imprenta. Quiere que de los talleres salgan las pruebas «limpias para que él solo tenga que preocuparse de su sentido literario».

En el prólogo de El secreto de la Baronesa se habla de la larga entrevista que Blasco Ibáñez concedió a Artemio Precioso en París, en el hotel Lutecia y con taquígrafo por medio. Convienen que la entrevista se fraccione para formar parte de los prólogos de las doce novelas que Blasco, finalmente, ha comprometido con Precioso. Durante la entre-vista, Blasco Ibáñez manifiesta su intención de escribir ese mismo año dos novelas extensas, A los pies de Venus y Las riquezas del gran Khan, además de las apalabradas con Precioso.

El mismo día, Blasco le vuelve a escribir al editor recriminándole que en los anuncios publicitarios sobre sus novelas que inserta en Mu-chas Gracias figure en segundo lugar con otro autor por delante de él: «le ruego que, si ha de hacer más anuncios, hable en ellos de mí sólo, y si habla de otros, póngame en primer lugar.» (Precioso, 1930a, p. 244). Le pregunta si ya ha recibido El Papa del mar y le indica que inserte pu-blicidad sobre ella tanto en Muchas Gracias, como en una planilla de La Novela de Hoy.

El 21 de enero de 1926 Blasco le comunica a Precioso que ya tie-ne dos novelas más escritas y que está corrigiendo El rey Lear, impresor y La devoradora y le anuncia que en una semana se las enviará para que vaya preparando las ilustraciones y que antes del 15 de febrero le enviará El papa del mar. Blasco le envía una lista con las novelas que tiene pen-sado publicar en La Novela de Hoy:

Febrero. El secreto de la baronesa.Marzo. El rey Lear, impresor.Abril. La devoradora.Mayo. Piedra de Luna.Junio. El réprobo.Julio. La montaña de luz.Agosto. La señorita Pico y Uñas. (Novela grande) Dos volúmenes, que aparecerán en dos semanas consecutivas.

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Septiembre. El hombre que llegó a deber quince millones.Octubre. Lo que no tiene remedio.Noviembre. El príncipe del Encarnado y el Negro.Diciembre. El danzarín de mamá.

El 5 de febrero Blasco, febril de actividad, vuelve a enviarle mi-siva y paquete con las pruebas corregidas de El secreto de la baronesa y La devoradora. Le informa de que ya tiene acabada la cuarta novela, El réprobo, que enviará la semana siguiente junto con la quinta, Piedra de luna. Además, Blasco se muestra partidario de que Artemio Precioso publique un libro de conversaciones con él que sería traducido al francés y al inglés y se sorprende de que el ABC publique un artículo elogioso sobre su novela El Papa del mar.

Este plan va tomando forma cuando en marzo, abril y junio se editan tres de las novelas cortas que habían pactado escritor y editor: El rey Lear, impresor; La devoradora y El réprobo, con sus consiguientes pró-logos, parte de la entrevista del hotel Lutecia. Precioso interroga al autor valenciano sobre el libelo de Carretero Novillo, pero Blasco contesta:

Pero usted comprenderá que yo no voy a leer lo que se le ocurra decir de mí al primer indocumentado literario, sin cultura alguna, y al margen de todo arte, simplemente con la engañosa ilusión de hacer carrera. Sería darle un gusto que no corresponde a su categoría. (Precioso: 1930a, p. 219).

En otra misiva, fechada el 28 de noviembre de 1926, le otorga a Precioso la representación para hacer propaganda contra la ley de propiedad intelectual (le insiste en esto en otra misiva fechada el 5 de diciembre) que ha permitido a un editor hacer un libro con textos de Blasco sin su permiso:

[…] hay que decir la verdad, o sea que se trata de novelas cortas escri-tas por mí cuando tenía diez y seis años, tímidos ensayos escritos con la torpeza propia de dicha edad, que, aunque hacen sospechar que yo iba a ser un novelista, no valen las cinco pesetas que piden por el vo-

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lumen. Ya sabe, querido Artemio, que puede contar siempre conmigo y que después de la Editorial Prometeo, con la que estoy ligado tantos años (casi toda mi vida), es usted mi único y cariñoso representante en España. (Precioso, 1930a, p. 238).

Seguidamente le anuncia que mejora de la vista y que en un par de meses comenzará a escribir novelas cortas para La Novela de Hoy; de hecho, el 12 de noviembre publica Piedra de luna, la que será su última colaboración antes de su muerte. El cinco de diciembre le pide la co-lección completa de Muchas Gracias para su esposa, ya que sus criados han ido leyendo números de la revista que después desaparecieron. Tam-bién se congratula del anuncio de Precioso de que visitará al matrimonio Blasco en breve junto con su esposa.

En esta carta, no obstante, la parte quizá más interesante es don-de figuran las confidencias de Blasco Ibáñez acerca de la amistad, fide-lidad y respeto entre caballeros, más bien, que unía a Luca de Tena y al propio Blasco:

Yo soy un hombre para el que no existen las ofensas cuando se trata de personas que han sido buenas conmigo desde larga fecha. Y ésta es mi situación con Luca de Tena, que desde 1896, cuando empecé yo mi ca-rrera literaria, me ha favorecido y distinguido siempre con una especial amistad. ¿Voy yo a olvidar un agradecimiento de muchos años por un simple accidente político de mi vida?...La prueba del aprecio en que tengo a Luca de Tena es que, en lo más fuerte de nuestra campaña contra el rey y el Directorio, exigí siempre a los que redactaban España con Honra y otros periódicos revoluciona-rios que respetasen siempre a Luca de Tena, y así lo hicieron por darme gusto, lo que les agradecí mucho.Jamás se publicó nada contra él: ni siquiera una chirigota de las que son frecuentes en los periódicos. Que él sea amigo mío o no lo sea por exigencias de la política nada me importa. Yo continuaré siendo amigo suyo, pues creo que la principal condición del caballero es el agradecimiento. La prueba del aprecio en que le tengo es que antes de publicar mi primer folleto le escribí para hacerle conocer mi actitud (antes que a nadie), diciéndole que lo único que lamentaba era que esto iba a interrumpir nuestra amistad, cosa más penosa para mí que todas las persecuciones de que pudiera ser objeto. (Precioso, 1930a, p. 240).

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En carta del 15 de diciembre de 1926 Blasco se queja de lo mal que lo trata Prensa Gráfica, a la sazón competidora de Prensa Española a la que pertenecía Blanco y Negro, por el mero hecho de ser amigo de Precioso. Prensa Gráfica, propietaria de La Novela Semanal había pedi-do reiteradamente a Blasco Ibáñez novelas para su colección, pero este siempre había favorecido a Precioso: «Tenían la falsa esperanza de que con esto podrían salvar su publicación. […] Como yo no les atendí, por mis compromisos amistosos con usted, me guardan un rencor». (Precio-so, 1930a, p. 250).

A partir de enero de 1927 Precioso ya le ha comunicado a Blasco Ibáñez, y este también ha recibido la noticia por la prensa, su intención de trasladarse a París con su familia. La correspondencia entre ambos está plagada de recomendaciones del maestro valenciano ante esa deci-sión. Lo desencanta un poco ante sus proyectos editoriales en la capital francesa. Blasco piensa que estos hubieran tenido mayor fundamento tres o cuatro años atrás, cuando el franco se encontraba más fuerte y el costo de la vida no había subido tanto:

[…] el franco ha subido de una manera extemporánea, el costo de la vida no ha bajado ni bajará y, obligados todos a hacer economías, lo primero que suprimen es la adquisición de papel impreso. Yo lo sé por todos los editores de Francia, grandes y pequeños. El tiraje de los que somos un poco leídos en Francia ha bajado repentinamente en varios miles de ejemplares y las revistas más famosas han disminuido la terce-ra parte de los derechos de autor, y parece que aún irán rebajando más. […] Si usted no expone muchísimo en ese negocio, láncese a él; pero si va a comprometer su fortuna (y París es terrible para devorar fortunas), échese atrás; aún está a tiempo. Es el consejo que le da un amigo que le quiere mucho, tal vez el que le quiere más de todos, pues ha visto nacer sus empresas y las considera como cosa suya. (Precioso, 1930a, p. 252).

Los consejos de Blasco debieron rebajar las expectativas de Pre-cioso. El 15 de enero de 1927, apenas un mes antes de su partida para París, el valenciano le dice:

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Veo por su carta que se da usted cuenta exacta de la situación y que procederá con cautela, sin arrebatos ni ofuscamientos de principiante. Cuando usted venga a Francia ya se convencerá directamente de que la situación no es la más propicia para empezar una campaña editorial como la que usted anuncia. (Precioso, 1930a, p. 253).

En otra misiva, el 27 de febrero, Blasco rechaza la idea propues-ta por Precioso de una novela por capítulos como una ligereza que lo distraería de su proyecto de novelas con el tema del descubrimiento de América, como El caballero de la Virgen, que se encontraba terminando en ese momento. En vez de ello le propone publicar en La Novela de Hoy una corta, de unas cien páginas, que llevaría por título Los progresos del infierno. Blasco, que pensaba publicarla en la editorial Prometeo, quiere dársela a Precioso, pero lo advierte de que no podrá empezarla hasta abril, momento en que «cuelgo la pluma y no vuelvo a escribir hasta octubre. Llevo dos años trabajando sin veraneo, y este año nos vamos a ir a Suiza y otros países del centro de Europa, para vivir sin pensar en nada. Si viene por aquí, ya hablaremos más extensamente de todo eso.» (Precioso, 1930a, p. 255).

Blasco anuncia su llegada a París entre el 6 y el 10 de julio para alojarse en el hotel Claridge y muestra su intención de regresar el mes de octubre. (Precioso, 1930a, p.255). En carta del 25 de octubre vuelve a anunciar visita para el 10 de noviembre ya que «No puedo ir antes, por-que ha venido desde Nueva York un gran dibujante del magazine Cos-mopolitan para ilustrar mi novela de Colón, y necesito dirigirle en su trabajo, desde el punto de vista histórico. Hasta muy pronto. Saludos a su esposa, y usted reciba un abrazo de su amigo de siempre, que continúa enfermo de los ojos.» (Precioso, 1930a, p. 258).

La última carta de Blasco Ibáñez está fechada el 30 de marzo de 1927, cuando Precioso ya está instalado en París. Muestra su intención de comprar una casa en la capital para pasar unos meses al año, pero la enfermedad de sus ojos le impide de momento acometer el proyecto. Se muestra ansioso por ver al hellinero: «Hasta junio no iremos, pues, a París. Dígame qué piensa hacer, si va a venir antes por la Costa Azul o si nos veremos ahí en junio.» (Precioso, 1930a, 259).

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Precioso fue compañero incondicional durante los últimos me-ses de vida del escritor valenciano, que pasó en París. Las visitas eran diarias y cuando acudía a ver a Blasco se encontraba con Carlos Esplá, secretario del escritor y con el doctor José Luna, que ejercía de médico de cabecera y acompañante a otras citas médicas.

Un mes antes de la muerte de Blasco, la Nochebuena de 1927, Artemio Precioso fue invitado por el escritor a una cena privada en el Claridge. Asistieron el matrimonio Blasco Ibáñez, cinco damas de la alta sociedad española e hispanoamericana y el propio Precioso. También es-tuvieron antes de la cena Henri Duvernois, escritor francés, y su esposa. Blasco Ibáñez se sintió indispuesto y se retiró tras la cena no sin antes hacerle prometer a Precioso que volvería al día siguiente a visitarlo. Al-gunos días después, en el teatro del Trocadero, Blasco Ibáñez se muestra pálido y demacrado. Precioso tiene entonces la impresión de que el fin del escritor valenciano está cerca. Todavía lo verá el día que partía para Menton junto con el doctor Luna y Víctor Rizo. Éste último escribiría después para El Heraldo de Madrid: «Blasco, tan optimista y emprende-dor como siempre, nos expuso su proyecto de fundar una revista litera-ria, para la cual escribiría semanalmente un capítulo de memorias»1.

Blasco murió en su villa de Fontana Rosa el 28 de enero de 1928, once meses después de llegar Precioso a París, de una bronconeumonía. No pisaba España desde mayo de 1921.

El efecto en el hellinero fue devastador ya que su sincera amistad con el famoso escritor había derivado en una especie de tutela por parte de Blasco, que llegó a ser como un padre para Precioso.

En el nº 301 de La novela de Hoy, publicada el 17 de febrero de 1928, aparece el siguiente texto:

LA NOVELA DE HOY expresa el inmenso dolor que le ha producido la muerte de su glorioso y constante colaborador Vicente Blasco Ibá-ñez, ligado a nosotros por lazos imborrables de una amistad firme, que sólo la muerte de los de esta Casa podrá destruir.

1 El Heraldo de Madrid, p. 3, 28/1/1928, HDBNE.

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Aunque nuestro fundador, Artemio Precioso, discípulo y amigo en-trañable del Maestro, va a ir publicando en estas páginas recuerdos, anécdotas y confidencias del gran novelista, así como interviús inéditas que hablan de salir con nuevas producciones del inmortal escritor, no hemos querido dejar de expresar nuestra angustia y nuestro llanto.Si España y las letras del mundo han perdido a su más glorioso hijo, nosotros hemos perdido un consejero sabio y un maestro insustituible

Fig. 37. Retrato realizado por Ángel de La Fuente para la noticia de la muerte de Blasco Ibáñez. Fuente: El Liberal, 29/01/1928, p.1, HDBNE.

El Liberal de Madrid publicó un artículo de Precioso a requeri-miento de Carlos Esplá. Como hemos comentado, apenas quince días antes el propio Esplá, el doctor Luna y Artemio Precioso habían despe-dido al maestro valenciano cuando partía hacia Fontana Rosa. Recuerda Precioso aquellos momentos2:2 El Día (Alicante), año XIV, nº 3880, p. 1, 7/02/1928, BVPH.

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Precisamente la tarde en que tomó el tren, renunciando al auto por un leve ataque de la ciática, habló, nos habló a Esplá, al doctor Luna y a mí, durante más de dos horas seguidas, de su entusiasmo por un nuevo periódico, cuya fundación le había propuesto yo aquella misma tarde y que él, por tener pensada una cosa igual o parecida hacía bastante tiempo, acogió con todo el calor de su gran corazón; él mismo había dado el título y el subtítulo: «Literatura», «Revista Universal». Ofreció colaborar en todos los números comenzando a escribir los «Recuerdos de su vida Literaria»

Las novelas que, finalmente escribió Vicente Blasco Ibáñez para La Novela de Hoy son las que siguen:

1922 La familia del doctor Pedraza: novela por Vicente Blasco Ibáñez; il. Valera de Seijas. Madrid: Sucesores de Rivadeneyra (S.A.), 70 p.; (La Novela de Hoy nº 25 )

1923 El sol de los muertos: novela por Vicente Blasco Ibáñez; il. Ochoa. Madrid: Sucesores de Ribadeneyra (S.A.), 64p.; (La Novela de Hoy nº 35)

1923 El viejo del Paseo de los Ingleses: novela por Vicente Blasco Ibáñez; il. M. Ramos. Madrid: Sucesores de Rivadeneyra (S.A.), 60 p.; (La Novela de Hoy nº 43)

1923 El comediante Fonseca: novela por V. Blasco Ibáñez; il. Pe-nagos. Madrid: Sucesores de Ribadeneyra (S. A.), 61 p.; (La Novela de Hoy nº 58)

1926 El secreto de la baronesa: novela por V. Blasco Ibáñez; il. Ramírez. Madrid: Imprenta Artística Sáez Hermanos, 64 p.; (La Novela de Hoy nº 198)

1926 El rey Lear, impresor: novela por V. Blasco Ibáñez; il. Varela de Seijás. Madrid: Imprenta Artística de Sáez Hermanos, 62 p.; (La No-vela de Hoy nº201)

1926 La devoradora: novela por V. Blasco Ibáñez; il. Masberger. Madrid: Imprenta Artística Sáez Hermanos, 58 p.; (La Novela de Hoy nº 207)

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1926 El réprobo: novela por V. Blasco Ibáñez; il. Ramírez. Madrid: Imprenta Artística Sáez Hermanos, 64 p.; (La Novela de Hoy nº 214)

1926 Piedra de luna: novela por V. Blasco Ibáñez; il. Vázquez Ca-lleja. Madrid: Imprenta Artística Sáez Hermanos, 62 p.; (La Novela de Hoy nº 235)

Por fin en Francia

Artemio Precioso siempre se había sentido atraído por Francia y en particular por París. Veía en la cultura francesa el exacto reflejo de sus ideales democráticos y republicanos. La educación, la formación de su extensa clase media y la diferencia con el atraso español en todo lo referente a avances tecnológicos y sociales hacía de Francia un país mag-nético para el español. Si añadimos a esto su espíritu abierto y su amor por la gastronomía y el buen vivir, París se convirtió en su ciudad ideal.

Precioso había viajado a Francia en múltiples ocasiones, había tenido relaciones con escritores franceses que incorporó a la nómina de Muchas Gracias y la monumentalidad y a la vez la bohemia de París le atraían extraordinariamente. Por todo ello, acosado por la censura, deci-dió cambiar de residencia e instalarse en la capital francesa desde donde mandaría sus colaboraciones, tanto a sus propias publicaciones como a otros medios de prensa y, de paso, cumpliría su sueño de tener una resi-dencia permanente en la ciudad.

El banquete que se le ofreció el 21 de diciembre de 1926 en el res-taurante Botín para festejar el éxito del almanaque de la revista Muchas Gracias fue la antesala de la despedida de amigos y colaboradores de una marcha anunciada. La plana mayor de sus redactores, escritores e ilus-tradores se hallaba presente: Sáinz Rodríguez, Emilio Carrere, Francisco Camba, Fernando Mora, Benlliure y Tuero, Pérez Zúñiga, Tovar, Ribas, Ramírez, Vázquez Calleja, Máximo Ramos, Mariano Tomás, José Bruno, Pérez Bojart, Ramírez Ángel, Somoza Silva, Juan Ferragut, Octavio Pre-cioso, doctor Sánchez Atienza; Pedro Sáez, impresor de la revista, etc. Se leyó la adhesión de Joaquín Aznar, director de La Libertad y «Los reuni-dos acordaron reunirse de nuevo para despedir a Artemio Precioso, que muy pronto marchará al extranjero por una larga temporada». 3

3 La Libertad (Madrid), p.4, 21/12/1926, HDBNE.

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El propio Precioso corroboraba en un artículo aparecido en Mu-chas Gracias la noticia de su marcha. El artículo lleva el título de «Un breve adiós»4:

Me marcho de España, lector. Nada te diría si mi ida fuese provisional. Pero me voy de aquí definitivamente. Cuando pase tiempo se podrán juzgar las actuaciones de cada uno con más serenidad y más justicia que hoy. Con el fin de aportar datos para mañana, recogeré en un libro sereno, meditado, algo de lo que he hecho y algo de lo que han hecho conmigo. Me marcho satisfecho, a pesar de todo, y me largo por gusto, dejando las empresas por mí fundadas en pleno apogeo y en todo su desarrollo feliz. Voy a intentar en Francia la creación de algunas ini-ciativas editoriales y literarias. Una de éstas, en unión de Juan Pujol, el gran escritor de espíritu inquieto, el gran novelista, maestro de la ame-nidad y de la técnica. Y cuando en París funcionen mis proyectos, es decir, cuando sean realidades, visitaré América con mis dos empresas hermanas, la francesa y la española, y entonces volveré entre vosotros para recorrer incesantemente el camino de Madrid a París, de París a Madrid, de Madrid a las repúblicas americanas... El libro de que antes hablo se titulará El escritor en España y se publicará simultáneamente en español y en francés.

Sus pretensiones podrían parecer desmesuradas, como efectiva-mente al final lo fueron, pero nadie dudaba de la capacidad de un hom-bre que le había dado la vuelta a los métodos de publicación utilizados hasta la fecha y que había montado un pequeño imperio editorial en un tiempo récord. Lo que sí parece más extraño es la colaboración con Juan Pujol, que había apoyado la causa alemana con sus artículos durante la Primera Guerra Mundial y que había evolucionado desde el anarquismo a claras posiciones antirrepublicanas por las fechas que comentamos. Quizá Precioso estaría deseoso de poner en pie sus empresas y quisiera aprovechar la fama de Pujol, por entonces periodista muy conocido por sus crónicas de guerra.

En el artículo también habla de sus pretensiones de publicar en francés una revista «hermana de Muchas Gracias» y añade: «Le Román

4 Muchas Gracias, nº 152, p.4, 24/12/1926, HDBNE.

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d’Aujourd’hui aparecerá también semanalmente, dirigida por Pujol y por mí». Participarían, según el editor, escritores y dibujantes franceses junto con españoles. Recordemos que Precioso había contado con multitud de autores galos para sus colaboraciones en Muchas Gracias, y que quizá fuera su intención recuperarlos para su etapa francesa.

¡Ojalá pueda muy pronto ver realizados mis nuevos sueños, para bien mío, pero también para mejor fortuna y mayor difusión de nuestros artistas! Y felices, después de todo, los que, como yo, siempre soñamos, siempre tenemos ilusiones, y cuantos más zarpazos quieren darnos los buitres, más animosos nos sentimos para seguir soñando, laborando con la vista en lo más alto...Cuando los asesinos planean sus crímenes, tratando de apresar a las águilas, éstas vuelan, vuelan por el espacio azul, infinitamente azul, y los caimanes quedan aullando entre el fango, viendo sus garras man-chadas de barro, viéndose tristemente solos con sus miserias, con sus vicios, con sus odios malditos... ¡Hermanos míos, lectores míos, adiós!

Fig. 38. Fotografía de la «botinada». Fuente: foto de Piñero en Muchas Gracias, nº 152, p.17, HDBNE.

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El nueve de febrero de 19275 Artemio Precioso todavía permane-cía en Madrid, donde se le vuelve a rendir homenaje en un banquete en el Hotel Nacional con ocasión de su salida hacia París «para fundar en la vecina República una empresa editorial». Los convocantes fueron Juan Ignacio Luca de Tena, director de ABC y Blanco y Negro; Francisco Vi-llanueva, director de El Liberal; Joaquín Aznar, director de La Libertad; Graciano Atienza, Pedro Sáinz Rodríguez, Wenceslao Fernández Flórez, Rafael Salazar Alonso, José Luis Salado y Roberto Martínez Baldrich.

La noticia apareció en El Imparcial, La libertad y en Muchas Gra-cias6 y sabemos del éxito del homenaje por las páginas del diario ABC7:

Organizado por los numerosos amigos del distinguido escritor D. Ar-temio Precioso, se celebró anoche en el hotel Nacional el banquete de despedida, con motivo de su próximo viaje a París, donde se propone fundar una Empresa editorial de altos vuelos, para dar a conocer, no solamente a las figuras literarias francesas, sino también a los escritores españoles que aún no son muy conocidos del público parisién.Al banquete, que fue una brillante demostración de las simpatías y afectos con que cuenta Artemio Precioso entre los elementos artísticos y literarios de España concurrieron gran número de escritores, y dibu-jantes, que, en número de más de 200, ocuparon las mesas alrededor del festejado.

En La Libertad8 de Madrid, aparecen las mismas informaciones, aunque adornadas con algún jugoso detalle:

[…] En la presidencia se sentaron con Artemio Precioso la bella seño-rita Renée de Hernández, Wenceslao Fernández Flórez, «Andrenio», Hernández Catá, Joaquín Aznar, Director de LA LIBERTAD; Sáinz Ro-dríguez, José Luis Salado, Francisco Villanueva, director de El Liberal, y Juan Ignacio Luca de Tena. […]

5 La Libertad (Madrid), p. 5, 30/01/1927, HDBNE.6 El Imparcial (Madrid), p. 7, 9/02/1927, HDBNE. / La Libertad, año IX, nº 2148, p.2,

9/02/1927, BVPH. / Muchas Gracias, nº 156, p. 22, 4/02/1927, HDBNE.7 ABC (Madrid), p. 21, 10/02/1927, AABC.8 La Libertad (Madrid), p. 4, 10/02/1927, HDBNE.

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A la hora del champaña se levantó el catedrático D. Pedro Sáinz Ro-dríguez, que ofreció el banquete con palabra elocuente, para decir que el acto no era una despedida, sino un estímulo, un acicate, para que el triunfo le sonriese en París.Luego leyó unos versos graciosísimos, que, según él, «había improvisa-do en su casa», el ilustre comediógrafo García Álvarez, que provocó el general regocijo y una ovación cerrada.Obligado por la concurrencia, habló el maestro Eduardo Zamacois, que con la galanura en él acostumbrada deseó que la nueva empresa de Artemio Precioso tenga los éxitos editoriales que ha tenido en España.En iguales términos se expresó Hernández Catá.Y, finalmente, en medio de grandes aplausos se levantó Artemio Pre-cioso, el notable escritor y entusiasta editor que tan alto ha sabido co-locar las letras españolas con sus publicaciones, para agradecer modes-tamente la asistencia de todos y ratificar su deseo fervoroso de trabajar en beneficio y enaltecimiento de la literatura española en sus nuevas empresas franco-hispanoamericanas. Al final fue muy aplaudido.

Durante el homenaje se leyeron, como era habitual, las adhesio-nes de aquellas personalidades que, al no poder estar presentes, habían mandado su apoyo bien por carta o telegrama. Sabemos que Blasco Ibá-ñez debió ser uno de ellos. En carta enviada a Precioso el 6 de febrero de 1927, decía el maestro valenciano:

Querido Artemio: Recibo en este momento su carta del 1 de los co-rrientes, y me apresuro a contestarla a vuelta de correo.Me adhiero de todo corazón al banquete con que le obsequian el día 9, y deseo que esta carta llegue a tiempo.Ya que no puedo asistir a él, quiero que mi nombre figure en el home-naje. No le envío telegrama, por miedo a que no llegue, y le ruego que haga lo siguiente:Redacte usted un telegrama, enviado desde Menton y con mi firma, algo muy cariñoso, ensalzándole a usted de un modo doble: como es-critor que ha publicado cuentos y novelas muy dignos de alto aprecio y que hará en lo futuro obras aún más eminentes, y como organizador li-terario, que con sus empresas dignifica y purifica la literatura española.En fin, ponga en ese telegrama todo lo que le parezca, explicando lo an-tedicho y haciendo constar que en espíritu asisto a la fiesta. (Precioso, 1930a, p. 258)

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Los versos «improvisados» de Enrique García Álvarez aparecie-ron publicados en Muchas Gracias:9

9 Muchas Gracias (Madrid), nº 158, p.14, 18/02/1927, HDBNE.

luchar en buena lidpara llegar a adalidpor buenas o por «redaños»,hace diez o doce añosllegó un mocete a Madrid;ni bajo como el leónni alto como las jirafas,de regular proporción,un bigote coquetón,un flexible... y unas gafas.Y no hizo más que llegary frecuentar dos cafeses,y discutir y charlar,y a los tres o cuatro mesesse lo querían rifar.Y él, al ver la aceptaciónque tuvo su personita,se dijo: «Esta es la ocasión»,y fundó una novelitaque fué la desmigación.¿Que quién escribía allí?¡Casi nadie! ¡El frenesí!Cada escritor era un «as».Belda, Insúa, Ayala, ylos Camba, Mata y cien más.Pero de estos cien autoresfaltaba un «as» de escritoresque cortaba el bacalao,y llevó a Fernández Flórez,diciéndole: Wen... ceslao...Y, enormemente galante,

dijo Flórez: «Allá voy»,y subió desde este instante,cual zeppelin arrogante,la inmensa Novela de Hoy.Pero el mozo diligente,que era el rey de las audacias,fundó un journal atrayente,que le decía a la gente:MUCHAS GRACIAS,MUCHAS GRACIAS.Y como no le iba mal,sin descansar un segundo,va y funda una editorialcon un éxito rotundoy el desmoronen [sic] mundial.Y como es hombre de vista,va ciego hacia la conquistadel oro; pero entretanto,se hace el gachó un novelistade los que meten espanto.¡Qué tío! ¡Rediez, qué tío!Pero hay que reconocerque es gratísimo nacerun Dumas o un Cabarrús.Yo, con su suerte, iba a ser«la caraba, en autobús».Ser listo, ser ingenioso,agradable, cariñoso,ser rico y hacer favores.Esto es «precioso», señores.Señores, esto es «precioso».

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Fig. 39. Fotografía de Duque. Fuente: Muchas Gracias, nº 158, p. 14, 18/02/1927, HDBNE

En el prólogo que el propio Precioso escribe para su novela El crimen del otro, publicada el 4 de marzo de 1927, dice el escritor:

Cuando estas líneas se publiquen yo ya estaré en París. […] Yo me voy casi a la fuerza, porque debo ir; pero no por mi gusto...La noche en que me despidieron los maestros, los compañeros, los amigos, comencé a sentir el gran dolor de abandonarlos. (Precioso, 1927a, pp.5-6).

De todo lo anterior podemos deducir que Artemio Precioso sa-lió de España para residir de manera permanente en París a finales de febrero de 1927. Años más tarde recordará su salida donde reconoce (Precioso, 1944a, p.35 y ss.) que, tras una labor intensísima para levantar sus negocios entre 1921 y 1927, en España «habían puesto cerco a mis empresas editoriales y a mi pluma, todo el obscurantismo tradicional jesuítico y farisaico».

Se traslada con su familia a Paris donde nacerá la menor de sus hijas, Soledad. Cuando en la primavera de 1944 escribe su Autobiografía I, se arrepiente de haber dejado España sin luchar hasta el final:

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[…] Confieso que cometí la debilidad de asquearme, de sentir el des-precio en lo que más podía beneficiar a los enemigos, trasladándome a vivir en el extranjero. De nobles es confesar el error, y aquello fue un error, como lo es siempre ceder o capitular en la guerra. En ésta no debe existir más que resistir hasta la muerte. Y si no, ¡ay de los venci-dos! ¡Vevictic! [sic] En mi descargo podría alegar que me fascinaban los viajes, y sobre todo París. Con cinco hijos y mujer me trasladé a la dulce Francia […] (Precioso, 1944a, p.36).

Pero estas reflexiones las hará Precioso mucho después, en la pri-mavera de 1944, en su casa de Isso, cerca de Hellín, cuando recuerda su pasado y escribe sus recuerdos con la perspectiva del que lo ha perdido todo y presiente cercana su última hora.

Al comienzo de sus siete años de estancia en la capital francesa, en concreto durante los tres primeros, su situación fue desahogada, pues seguía percibiendo parte de los ingresos de Madrid, esto es, sus colabo-raciones en Muchas Gracias, las crónicas que enviaba a El Liberal, con el seudónimo de Isaac Roca, y las críticas teatrales que mandaba al Heraldo.

Aprovecha, como hizo durante todo el tiempo de su estancia en París, para viajar. En la primavera de 1927 hace un recorrido por Italia y desde allí manda sus impresiones a distintos medios. Blasco, en una car-ta fechada el 16 de junio de 1927 le dice: «Querido Artemio: Celebro que haya hecho un feliz viaje por esa Italia, que antes era uno de los países más agradables del mundo, y ahora ya no es así, gracias a Mussolini y a sus bandas negras. […] A mí lo de la Italia actual no me interesa. Vivo a sus puertas y no me acuerdo de ella. Cuando desaparezca la actual tiranía volveré a amarla lo mismo que la amaba antes». (Precioso, 1930a, 256).

Sus relaciones en esos primeros años parisinos fueron muchas. Cuando José Sánchez Guerra atravesó la frontera huyendo de la dicta-dura, en septiembre de 1927, y llegó a Bayona, Artemio Precioso estaba allí junto con Unamuno, Eduardo Ortega y Gasset, Ramón Viguri y Ruiz de Olano, que había sido desterrado a Fuerteventura junto con Unamu-

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no; el periodista Casanueva y José Manteca, que había huido a Francia después de la sanjuanada. Todos fueron conducidos por Precioso en su automóvil desde Hendaya para dar la bienvenida al que fuera varias ve-ces ministro y presidente del Consejo. Llegaron después Santiago Alba, Gregorio Marañón, José Limón y Joaquín Paya.

Precioso fue testigo de cómo Sánchez Guerra leyó su manifiesto a los presentes, escrito en unas cuartillas:

Me acuerdo bien. Las cuartillas estaban escritas a máquina y corregidas de su puño y letra. Con voz que quería ser indiferente, don José comen-zó a leer, teniendo a veces que sujetarse los lentes con la mano.Entre los momentos gratos e inolvidables de mi vida tengo por uno de los primeros el haber sido, en tan egregia compañía como estaba, con aquel grupo, al primero que don José leía su célebre alocución, dos horas después de haber pasado a Francia. (Precioso, 1930a, pp. 74-75).

Lo primero que hace Precioso a su llegada es conectar con los conocidos que ya se hallan en París. Junto con Carlos Esplá se relacionan con los exiliados españoles, visitan, en sus habitaciones del hotel Clarid-ge, a Santiago Alba y también a Blasco Ibáñez, del que Esplá es secreta-rio, o a otros expatriados:

¡Y era de ver el regalo que suponía para nosotros contemplar y oír la conversación de Blasco Ibáñez con Alba! ¡Ante los hachazos de la iro-nía del maestro y de la sátira de don Santiago caían sobre los tapices lu-josos del gran Hotel las astillas de muchos fantoches de madera hechos añicos! Y se referían anécdotas, se recordaban, hechos y cosas, se ha-cían comparaciones... ¡Tardes inolvidables, que recordaremos siempre con dolorosa nostalgia! ¡Tardes del invierno de París, en que vivíamos cerca de hombres tan ilustres y tan monumentales para la historia pa-tria como Sánchez Guerra, Blasco Ibáñez y Santiago Alba!...Por las habitaciones de estos tres hombres desfilaban tipos de las más diversas cataduras, algunos pintorescos, otros simpáticos, pero no to-dos sinceros y de buena fe... De algunos sé que visitaban a las grandes figuras como un espectáculo gratuito que se podían ofrecer a su paso por París, para luego contar «en secreto» la visita, y a renglón seguido manifestar en voz alta alabanzas al dictador... (Precioso, 1930a, p. 131).

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También le gustaba visitar a Sánchez Guerra. El político le pre-guntaba por noticias de acá o de allá o hablaba de temas de actualidad siempre salpicados de sabrosas anécdotas.

En enero de 1928 Artemio Precioso propició una entrevista en-tre Sánchez Guerra y Blasco Ibáñez en el hotel Claridge. Antagonistas políticos, Sánchez Guerra monárquico y el escritor valenciano de acen-dradas ideas republicanas, hablaron en aquella entrevista, en presencia de Precioso, de todo un poco y Blasco contó a los presentes sus éxitos en América. Lo más relevante de la conversación vino después, cuando Blasco aconsejó a Sánchez Guerra que «se dejara ver»:

—Usted me perdonará que yo le diga esto —siguió Blasco—, pero es que sería una lástima que su noble gesto cayese en el vacío tras algunos meses de silencio y ausencia. Los españoles necesitan ver y oír. De lo contrario, olvidan. Son como los niños. A mí se me ha ocurrido una idea... Y voy a decírsela. Usted sabe que una de las cosas que se dicen contra la revolución es que no se sabe qué ocurrirá después: que el desorden reinará, que la propiedad no existirá... Pues yo creo llegado el momento de dirigir un manifiesto al país, un manifiesto del cual usted debe ser primer firmante y yo el último. Con nosotros firmarían Alba, Unamuno, Villanueva, y los demás elementos de solvencia y responsa-bilidad. En ese documento se daría al país la sensación de que, caída la Dictadura, reinaría el verdadero orden, y se pediría la convocatoria de unas Cortes constituyentes, en las que el país se declarase por la república o por la monarquía, comprometiéndonos todos de antemano a acatar la decisión de las Cortes. Por mí sé decir que, sí España quiere continuar con la monarquía, me retiraría definitivamente de la política, ya que no podría renunciar a mis ideales republicanos de toda la vida. (Precioso, 1930a, p.190).

Sánchez Guerra, preguntado por Precioso, unos días más adelan-te, sobre esta cuestión desechó la idea propuesta por Blasco.

Precioso, cuando Sánchez Guerra llegó a Bayona, ya le había ofrecido sus servicios como secretario. Sánchez Guerra, no obstante, preguntó en distintas ocasiones al escritor si conocía a algún joven o chi-ca españoles para que le llevaran la correspondencia. Precioso, en cada ocasión que el tema salía volvía a ofrecerse:

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Pero él se excusaba. Sabía que yo tenía mis trabajos, mis contratos, mis colaboraciones. Cuando se tienen seis hijos y la vida está cara, y se vive en París junto a la plaza de l’Étoile, casi en las puertas del Bosque de Bolonia, y no se tienen rentas ni cupones que cortar, hay que trabajar de firme, y para mí el trabajo es cosa fácil y cómoda, con tal de que no tenga que realizarlo a horas fijas. Por fortuna, mis colaboraciones, mis novelas, mis andanzas personales yo las realizaba cuando quería, a las horas que me eran más gratas: por la mañana, por la noche, por la tarde o de madrugada. Y esta elasticidad en mi labor me permitía, con verdadero placer, ofrecer mi ayuda al hombre a quien yo había llegado a querer verdaderamente. (Precioso, 1930a, pp. 177-178).

Al fin, Sánchez Guerra accedió a entregarle un paquete de cartas para contestar. El trabajo se prolongó durante dos meses hasta que a Pre-cioso se le ofreció la oportunidad de ir a La Habana formando parte del grupo de periodistas participantes en Congreso de Prensa Latina.

En este entreacto, el 28 de enero de 1928, muere en Menton Blas-co Ibáñez. Como ya hemos comentado, el efecto en Artemio Precioso fue muy grande y, quizá por ello, para evadirse del impacto de la noticia y del dolor que le produjo la muerte del maestro, aceptó acudir al congreso de La Habana

En febrero de 1928 se publicaba la aceptación de Artemio Pre-cioso como representante de El Diario de Alicante en el citado congre-so10. La organización del evento fue una apuesta directa del presidente cubano Machado Morales para demostrar el desenvolvimiento político, económico y social de la nación cubana. Para ello promovió distintos actos durante todo en el año 1928: la VI conferencia Panamericana, el VII Congreso de la Prensa Latina y el II Congreso de Inmigración y Emi-gración, que contaron con gran afluencia de diplomáticos y políticos ex-tranjeros, incluyendo al presidente de EE.UU., Calvin Coolidge, el cual no escondió en uno de sus discursos su entusiasmo por esa Cuba, libre de las fuerzas hostiles, según él, por las que había sido dominada:

10 Diario de Alicante Año XVIII, nº 5111, p.1, 18/02/1928, BVPH.

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Hace treinta años Cuba era una posesión extranjera, desangrada por las revoluciones y devastada por fuerzas hostiles. El gobierno existente descansaba sobre la fuerza militar. Hoy Cuba es su propia soberana, su pueblo es independiente, libre, próspero, pacífico y está gozando del gobierno propio. El último pedazo importante de territorio ha entrado a ocupar su puesto entre las repúblicas del nuevo mundo. (Battemberg, 1928, pp. 5-6).

Fig. 40. Mesa presidencial del Congreso. Fuente: BNCAPG

Precioso partió desde Saint-Nazaire, cerca de Nantes, en el pa-quebote Espagne para participar en el congreso, que había de inaugurarse el día 3 de marzo en La Habana «[…] representando a dos diarios espa-ñoles, La Voz de Guipúzcoa, de San Sebastián, que dirige el admirable e ilustre escritor Juan Quixé, y El Diario de Alicante, tan hábilmente dirigi-do por el excelente periodista Emilio Costa». Le acompañó en el trayecto Juan Pujol. Según la noticia aparecida en Muchas Gracias, Precioso tenía intención de «a primeros de abril, venir a Madrid a pasar entre nosotros una larga temporada, para organizar y lanzar el semanario de Literatura —verdadero gran «magazine» popular— que tenía proyectado, bajo los auspicios del llorado maestro de novelistas Blasco Ibáñez»11.

11 Muchas Gracias, nº 212, p.12, 2/03/1928, HDBNE.

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Fig. 41. Fuente: Muchas Gracias, nº 218, p.5, 14/04/1928, HDBNE

También en Muchas Gracias aparecía esta «foto comentada»12 con un largo pie de página que reproducimos por sus comentarios acer-ca de algunos congresistas que coincidieron con Precioso en el viaje.

12 Muchas Gracias, nº 220, p. 6, 28/04/1928, HDBNE.

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Artemio Precioso, de rodillas, adora y ora en el Atlántico. Está leyendo un manuscrito de la gran escritora venezolana Teresita de la Parra; una novela genial que se titula Las memorias de Mamá Blanca […] Detrás de Artemio Precioso está la gran escritora por-tuguesa Inés de Vasconcelos y Fabra Ribas, el gran escritor y redactor de El Sol […] El joven que hace equilibrios en la baranda […] es Juan Aramburu, un excelente periodis-ta navarro, que parece inglés y vive en París. Juan Pujol, con las manos cruzadas como un abate, no tiene ahora otro objeto que mirar al objetivo. Verán ustedes también a una real moza, alta y guapa, que es empleada del Despacho Internacional de Trabajo de la Sociedad de Naciones, que va con Fabra Ribas y otros compañeros al Congreso de Emi-gración que se está celebrando en la Habana a estas horas. Entre esta espléndida mujer y la señora Vasconcelos, asoma su cara de madrileño castizo, a pesar de ser andaluz, Manolo Castro Tiedra, el conocido redactor de La Libertad […]. Al lado de la sílfide de Ginebra verán a un señor muy respetable, con unos bigotes descomunales: es él doctor Cuglieminetti, suizo […] Al lado de Pujol se halla el joven Robaina, redactor del Heral-do de Cuba. Dominando el grupo, subido a una silla, se ve al simpático Pinto, periodista portugués […]. Y, por último, se encuentran el señor alto de la gorra galonada […] que, a pesar de ser cubano, se hace llamar François, en vez de Pancho, François G. de Cisneros, pero la G. es García, no Giménez, que escribe en El Mundo, de la Habana, y es agregado de la Embajada de Cuba en París: Guerra Maio, gran periodista lusitano, y la señora de blanco, mejicana, simpática como ninguna y honesta como pocas...La foto está obtenida por don Ignacio Ribera Rovira, escritor catalán […]redactor de El Día Gráfico, de la ciudad condal.

Fig. 42. Fuente: Muchas Gracias, nº 220, p. 6, 28/04/1928, HDBNE.

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Parece que la vida a bordo discurrió con la relajación que pro-porcionaba un viaje de quince días rodeado de compañeros, amigos y donde se concentraban colaboradores y corresponsales de otros medios extranjeros con los que Precioso trabó conocimiento. En una serie de artículos publicados por Precioso en Muchas Gracias, bajo el título se-riado de «De París a La Habana»13, describe el ambiente que reinaba en el barco en la ida hacia Cuba. Embarcaron a las cinco de la tarde después de un viaje de ocho horas en tren desde París a Saint-Nazaire. Treinta días entre la ida a la Habana, la permanencia en el congreso y la vuelta al puerto de Saint-Nazaire. Comenta a lo largo de diversas entregas la vida relajada y calurosa de la Habana, la belleza de sus mujeres, la afición de los norteamericanos por cualquier tipo de bebida alcohólica, habida cuenta de que venían huyendo de «la ley seca» impuesta en EE.UU., etc. La mayoría de los escritos se limitan a anécdotas ligeras y observaciones sobre costumbres.

Fig. 43. Fuente: Muchas Gracias, n.º 221, p. 16, 5/05/1928, HDBNE.

13 Muchas Gracias, nº 218, p.5, 14/04/1928, HDBNE.

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Por iniciativa de Portugal, los Congresos de la Prensa Latina se habían venido celebrando en Lyon (1923), Lisboa (1924), Roma (1925), Lieja (1926), Madrid (julio de 1927) y Bucarest (septiembre de 1927). El celebrado en Cuba era el primero fuera de Europa. El editorialista de El diario de La Marina hablaba de panlatinismo periodístico, acogiendo así a parte de los países de lenguas románicas. Dice así:

Para vulgarizar el concepto de que hay hondas y fortísimas raigambres que vinculan a los pueblos herederos de la cultura que Roma difundió en la época de su mayor esplendor, cualesquiera que sean su raza o na-cionalidad, contribuye en gran medida la prensa, en su carácter de divul-gadora de ideas. Así […] la idea del latinismo arraiga en el alma popular y toma la concreción de una nueva fuerza propulsora y cultivadora de mutuo conocimiento y recíproco aprecio entre una veintena de pueblos. (Battemberg, 1928, pp. 7-8).14

El editorial terminaba con una exaltación a la colaboración de los pueblos «vinculados por el parentesco espiritual proveniente de la común devoción a la cultura latina y por afinidades que hacen de sus respectivos idiomas ramas nutridas con la savia del mismo tronco origi-nario» (Battemberg, 1928, p. 8).

Oswaldo Larreta (Battemberg, 1928, p. 12) recordaba en un ar-tículo titulado «La fuerza de la acción» que sesenta grandes periódicos latinos de Europa se reunirían con otros tantos de América, lo que refor-zaba la idea de latinidad y hermandad que el congreso propugnaba. Se insiste en el concepto de latinidad prácticamente en todos los discursos. En uno de ellos, pronunciado durante la sesión de apertura, José I. Ri-vero, presidente de la comisión organizadora, abordó nuevamente este tema como actitud que une a los pueblos, como manera de ser.

Ser latino es amar la luz, amar la luz es poseer la gracia enemiga de las tinieblas, poseer la gracia es vivir la vida a pleno sol. […] ese latinismo, esa instrumentalidad común, por así decirlo y que se advierte en todas

14 Tomado por Battemberg del editorial de El Diario de la Marina del 2 de marzo de 1928.

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las manifestaciones del arte, se extiende también al periodismo, arte que consiste en reducir a unas hojas de papel impreso la historia universal de un día. (Battemberg, 1928, p. 15).

Muchos fueron los periodistas españoles asistentes al Congreso. Juan Pujol, en representación de Informaciones, el diario verpertino de Madrid; Aramburu por El noticiero bilbaíno; Castro y Tiedra por La No-che, de Barcelona; Navarro Miguel por Prensa Gráfica, de Madrid; Juan Alejandro Denis, por El defensor de Canarias, de Las Palmas; la Sra. Fal-gairolle (Asunción Lasaosa Dilla) por la Gaceta literaria de Madrid, etc. En representación de la delegación española habló el periodista Pedro de Répide, representante del diario La libertad y cronista oficial de la villa de Madrid, que hizo una exaltación de la ciudad de La Habana y un elogio de su alcalde.

El embajador español Gutiérrez de Aguilera organizó un ban-quete en La taberna del Centro Asturiano, para los delegados del Con-greso. Los homenajes y actos se sucedieron durante toda la estancia en Cuba. Comida con la Asociación de Reporters, visita a la Cámara de Re-presentantes, asistencia a un Champagne en Instrucción pública, visitas a fábricas de tabacos, etc. El ambiente debió de ser cordial, y agotador, a tenor del intenso programa que combinaba festejos y visitas turísticas con reuniones de las distintas comisiones.

En un artículo, francamente racista, titulado «Diez días en La Habana», Charles Lescat, seudónimo de Carlos Hipólito Saralegui Lesca, venido de Buenos Aires, después de repasar las bondades de La Habana, atribuye parte de las mismas a la americanización del país y pide más inmigración «blanca»:

El pueblo cubano tiene, en realidad, una amistad tradicional por los EE.UU., que lo ayudaron a conquistar su independencia. Además, eco-nómicamente, Cuba está íntimamente vinculada con la gran potencia del Norte que absorbe las tres cuartas partes de su producción azucarera […]. La población de color es numerosa en la isla constituyendo un cua-renta por ciento de la población total y siendo muy prolífica. A pesar de que no existen prejuicios contra ese sector de la población, el gobierno

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del general Machado se esfuerza por mantener y desarrollar el predomi-nio del elemento blanco. Para ello solo puede contar con la inmigración, y es la inmigración española la que prefiere sobre todas las demás […] Esta cifra se ha reducido desde hace algunos años, cayendo a 20000 ¡Una prueba más de que la vida no es tan mala en la España del general Primo de Rivera! (Battemberg 1928, p. 52)

Lescat, argentino de orígenes vascos, llegó a colaborar con los nazis durante la ocupación alemana en Francia y, tras la liberación de París, huyó a la España de Franco. Regresó a Argentina y, tras la Segunda Guerra Mundial, los tribunales franceses pidieron su extradición para juzgarlo. Finalmente fue condenado a la pena capital en Francia en 1947, pero falleció de muerte natural al año siguiente, antes de ejecutarse la sentencia.

Finalmente resaltaremos solo dos de las recomendaciones que una de las comisiones redactó al cierre del Congreso, y que dan muestra de que, a pesar de las intervenciones de algunos congresistas e incluso del telegrama enviado por Mussolini, al final reinó un espíritu apertu-rista:

Que cada mujer periodista se comprometa a hacer aceptar en su pe-riódico los artículos de mujeres periodistas de los otros países latinos.Que el Bureau de París facilite la colaboración femenina proporcionan-do los datos profesionales que posee. (Battemberg, 1928, p. 90)

A su vuelta de La Habana, Precioso se encontró con que su traba-jo como secretario de Sánchez Guerra estaba ocupado por José Manteca. No se lo reclamó porque ni a Manteca le hubiera agradado dejar la com-pañía de Sánchez Guerra ni él podía rescatar el puesto al tratarse de un amigo y en expatriado como él.

Despachar con Sánchez Guerra era un honor tan grande, que nadie osará disputárselo a quien lo tenga. Yo me había ido a la Habana, ya que no a Sevilla, y era justo que, por el placer de tan grato viaje, perdiese la inolvidable silla. ¡Era pagar cara la travesía! (Precioso, 1930a, 179)

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El Diario de la Marina, a través de Precioso pidió cuatro colabo-raciones mensuales a Sánchez Guerra, pagadas a 300 pesetas cada una, pero el político desistió por varias razones, pero sobre todo por una: «En primer lugar, si en Cuba podía escribir libremente, don José era enemi-go de llevar las contiendas fuera del país, y más teniendo en cuenta que Cuba había pertenecido a España.» (Precioso, 1930a, 180)

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Fig. 44 y 45. Programa del Congreso de Prensa Latina. Fuente: BNCAPG

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Como dato curioso, durante el verano de 1928 Artemio Precioso permaneció en Biarritz, Hendaya y San Juan de Luz jugando al bacarrá y haciendo nuevas amistades, como la actriz italiana Clara Galassi, Dolly Grey para la pantalla, con la que coincidió en el casino de Hendaya15. El verano siempre es tiempo de relaciones sociales, esta vez en las costas francesas que tanto frecuentó durante los periodos estivales.

En diciembre del mismo año Merenciano y Pedro Flores se re-taron para ver quién cocinaba la mejor paella. Francisco Merenciano pertenecía a la escuela española de París, un grupo de pintores que ejer-cía el realismo pictórico con Pedro Flores a la cabeza. Hipólito Lázaro (1887-1974) era un internacionalmente conocido tenor lírico, protegido de Mascagni, que triunfó en los escenarios de medio mundo y estuvo en activo hasta 1950. Estos fueron los cocineros de un arroz que prepararon para Sánchez Guerra, Santiago Alba, Juan Pujol, Carlos Esplá y Artemio Precioso. El arroz que se sirvió en el gran estudio de Merenciano «Será una especie de reiteración amistosa por el éxito de su reciente exposición de Bruselas».

Parece que este tipo de festejos eran frecuentes. Precioso, antes de la paella de Merenciano, daba un repaso a su vida social en París en un artículo escrito el 4 de diciembre y que publicó para Muchas Gracias16

En pocos días han existido: el banquete con que el Centro Espa-ñol obsequiaba al gran Hipólito Lázaro, que dio un concierto en el teatro de los Campos Elíseos a beneficio de la Casa de España; una paella, realmente divina, con que obsequió a unos amigos el simpatiquísimo y admirado Povo17; mañana, la de Merenciano. Luego vendrán... los ataques al frasco de las sales de frutas. Vean ustedes cómo en París no tenemos por qué envidiar a los valen-

15 Muchas Gracias, nº 243, p.6, 6/10/1928, HDBNE.16 Muchas Gracias, nº 253, p.10, 15/12/1928, HDBNE.17 Francisco Povo Peiró, valenciano, (1880-1960), fue un artista polifacético: pintor,

escenógrafo, ilustrador, cartelista. Trabajó en París donde entró en contacto con los artistas españoles residentes allí. Trabajó como ilustrador de la editorial Prometeo de Blasco Ibáñez.

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cianos, puesto que artistas valencianos se encargan de confeccio-narnos el plato delicioso.

La paella de Povo merece mención especial. Es de esas cosas que, por ser definitivas, no pueden olvidar nunca. Povo tiene tres co-sas que son verdaderas maravillas; la primera, su señora, una gran dama valenciana, de una belleza sin igual, digna compañera de un artista, culta, delicada, que ni siquiera se ha creído en el caso de cortarse el pelo, con lo cual no ha hecho más que corres-ponder a la madre Naturaleza, que al crearla, «se soltó el pelo», como vulgarmente se dice. La segunda, su arte para pintar esos paisajes de abanico que recuerdan tanto a Wateau. La tercera, su don para guisar el arroz a la valenciana.

Cuando apareció la sartén en el comedor, aquella sartén tan de-corativa como un cuadro de mérito, con las notas rojas de los pimientos y el amarillo del arroz, todos creímos desvanecernos de voluptuosidad gustativa.

Primero, una docena de ostras por cabeza nos habían abierto un apetito a cuyo lado la Puerta de Alcalá era un burladero de plaza de toros. Luego, el arroz, regado con un vino Sauternes, nos hizo olvidar tantas cosas ingratas como la vida guarda. Después, pes-cado; luego, otro plato de carne, queso, melón —un melón digno de tener talento, como pocos— y torrijas, y café indio...

La traducción de Volpone

El año de 1929 fue para Artemio Precioso el año de la traducción del Volpone. La obra Volpone, de Ben Jonson, fue estrenada en el teatro The Globe de Londres en 1605 y, tras un periodo de notable éxito, fue relegada casi al olvido hasta que en 1921 fue representada con fuerte aplauso en el Liric Theatre de Hammersmith. La traducción más famosa la realizó Stefan Zweig, que la versionó libremente en prosa y estrenó la obra en el Burgtheater de Viena el 6 de noviembre de 1926. De esta ver-sión derivaron las demás de las que hablaremos a continuación.

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Zweig actualizó radicalmente la obra: eliminó los argumentos secun-darios, convirtió al protagonista de magnífico veneciano en mercader levantino, potenció el papel de Mosca frente a Volpone, transformó al-gunos personajes centrales, inventando el de la cortesana Canina (que pretende casarse con Volpone) y alteró el desenlace: Mosca queda triun-fante y Volpone, aunque lo pierde todo, no recibe otro castigo. Además, redujo el texto a los tres actos de rigor. En cuanto al tono general, Zweig potenciaba lo caricaturesco -al modo de la comedia del arte- para evitar cualquier tentación de realismo y dar un ritmo más ágil a la obra. (Mora, J. y Portillo, R., 1996, p. 420)

En España coincidieron en el tiempo tres adaptaciones de la obra: la de Artemio Precioso y Sánchez Guerra, la de Araquistáin y la de Gabriel Miró. (Vid. Mateo, M., 1992)

Artemio Precioso firmó un contrato con Rafael Sánchez Guerra, hijo del político, para traducir la obra del dramaturgo renacentista. La versión sobre la que trabajaron era la versión francesa traducida del in-glés por Stefan Zweig y, en menor medida, por Jules Romains. La obra en cuestión había sido el éxito de la temporada en París, donde en febrero de 1929 sumaba ya más de cien representaciones 18. Parece ser que Azo-rín tenía la misma intención que Precioso y Rafael Sánchez Guerra, y de-bió haber fricciones como demuestran las palabras del propio Precioso en Muchas Gracias19:

[…] Jules Romains, uno de los escritores más ilustres de Francia, tenía dada su palabra a dos jóvenes autores y la cumplió, a pesar de un tele-grama de «Azorín»...«—Siento que “Azorín” no traduzca Volpone, porque le estimo mucho literariamente y porque le estoy además agradecido a sus artículos de elogio... Pero la palabra de un hombre debe ser sagrada, y además los autores jóvenes me gustan... Hay que animarles...» —me dijo Jules Ro-mains.

La adaptación de Precioso partía primero, pero pronto se incor-poró a la carrera Luis Araquistáin, que contaba con la ventaja de saber

18 El Heraldo de Madrid, p.5, 12/02/1929, HDBNE.19 Muchas Gracias, nº 264, p.9, 2/03/1929, HDBNE.

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inglés, francés y alemán. Incorporó a su versión en prosa la adaptación de Zweig e introdujo modificaciones propias. Benjamín Jarnés realizó una versión libre a partir del texto de Ben Jonson, «Sin embargo, parece evidente que Jarnés no trabajaba solo, o no se basaba directamente en el original, puesto que sus conocimientos de idiomas se limitaban al fran-cés. En cualquier caso, esta adaptación encierra más de un enigma pues, a juzgar por las reseñas periodísticas (El Sol 21-12, p.3), el desenlace que se llevó a escena no concuerda con el de la edición que posteriormente se imprimió». (Mora, J. y Portillo, R., 1996, p. 420)

La polémica por las adaptaciones del Volpone se extendió a tra-vés de un cruce de acusaciones en la prensa entre Sánchez Guerra y Ara-quistáin. Sánchez Guerra comenzó con una carta en ABC el cinco de diciembre y Araquistáin contestó desde las páginas del ABC de Sevilla y de El Sol el día seis del mismo mes. Precioso resumía así los hechos20:

Sin que yo interviniera para nada, mi colaborador y amigo Rafael Sán-chez Guerra publica el día 5 de este mes un artículo sobre el «Volpone». Araquistáin contesta, y al final publica las imprudentes palabras que reproduje anoche. Le replica Sánchez Guerra, de modo irónico; pero aludiendo por fin al desprestigio moral de Araquistáin. El cual se calla y da por terminada la polémica prudentemente.

Parece que González Ruano también informó sobre la traduc-ción y la adquisición de derechos de Artemio Precioso sobre la obra, y Luis Araquistáin, desde las páginas de El Heraldo de Madrid intentó re-batir y aclarar algunas manifestaciones de Precioso a través de una carta de protesta. Araquistáin, tras reconocer los méritos del editor en cuanto a buen pagador, le recuerda que le había ayudado cuando los tribunales lo perseguían, aunque deja en entredicho a la persona21:

Respecto del escritor y del hombre D. Artemio Precioso, procuré man-tenerme siempre a prudente distancia, salvo en las ocasiones en que, viéndose él solo e indefenso, acorralado por la sociedad y perseguido

20 El Heraldo de Madrid, p. 1, 11/12/1929, HDBNE.21 El Heraldo de Madrid, pp. 1-2, 9/12/1929, HDBNE.

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por la justicia, vino a pedirme ayuda y defensa, como cuando no fue admitido en cierto círculo madrileño y cuando fue procesado y conde-nado, a mi juicio injustamente, por difamación, a causa de una novelita suya donde se aludía, eso sí, con manifiesta torpeza literaria, a un fa-moso crimen pasional.

En su información, González Ruano puso en boca de Precioso que obraba en su poder una carta con la cual, en palabras de Araquistáin, «me obliga a concederle cuanto él quiera reclamarme, en pago de no sé qué inmensos beneficios recibidos por mí». La carta en cuestión era la contestación de agradecimiento de Araquistáin a la condonación del importe de dos novelas que había comprometido con Precioso, que no había llegado a escribir y que ya había cobrado. Se creó una larga polé-mica en la prensa en razón de esta supuesta carta y a la deuda contraída, pero el mar de fondo era la traducción de Volpone.

Según Araquistáin, el actor argentino Enrique de Rosas le ha-bía pedido que tradujera del alemán la versión que había vertido a este idioma Stefan Zweig, pero Jules Romains, que había traducido la obra al francés, ya había vendido los derechos a Precioso. A Enrique de Rosas solo se le ocurrió una solución, que Araquistáin tradujese directamente del inglés, idioma original de la obra, idea que este aceptó. Cuando la tra-ducción estaba casi acabada -según Araquistáin- Precioso le comunicó que había comprado los derechos de la versión de Stefan Zweig y Jules Romains22:

[…] y me pedía que, en nombre de «nuestra» amistad, renunciara yo al trabajo de varios meses que llevaba hecho. El caballero Precioso co-menzaba a querer cobrarse —y no sin usura— su «filantropía» de edi-tor… Naturalmente, yo le contesté que, en nombre también de «nues-tra» amistad, desistiera él de lo mismo que a mí me pedía, por ser esto lo más equitativo, ya que él vivía de sus rentas de ex editor y yo de mi trabajo de escritor.

22 El Heraldo de Madrid, p. 5, 10/12/1929, HDBNE.

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Araquistáin añade que, de haber sido Azorín el que se lo hubiese pedido u «otra firma cualquiera de alguna solvencia literaria», él hubiera desistido, pero Precioso no le parecía el más adecuado «para vestir a Volpone con las mejores galas de nuestra lengua, como era obligado con tan ilustre personaje literario». Aun así, Araquistáin se comprometió con el escritor en no representar su arreglo con ninguna compañía española, pero Enrique Díez-Canedo le hizo llegar la solicitud de Benito Cibrián para estrenar su versión en Zaragoza. Ante esta petición, Araquistáin se consideró inmediatamente relevado de su promesa. En cuanto a la deu-da, anunció que la pondría a disposición de Precioso en «las oficinas de la editorial España, Palacio de la Prensa, Madrid» y «Si en el término do ocho días, a partir de esta fecha, no lo ha recogido, yo lo entregaré como donativo al refugio de escritores viejos y necesitados que lleva el nombre de Casa de Cervantes».

Resultado de todo esto fue que el lunes 9 de febrero de 1929 em-pezaban los ensayos de Volpone, versión de Benjamín Jarnés para Mar-garita Robles y Gonzalo Delgrás en el Alkázar. En cuanto a la versión de Precioso y Sánchez Guerra, los ensayos corrían a cargo de la compañía de comedias de Pedro Barreto en el teatro Infanta Beatriz. Por fin, la ver-sión de Luis Araquistáin, que ya había sido estrenada en Buenos Aires por Enrique de Rosas y Benito Cibrián, estaba a punto de hacer gira por provincias y no llegó a estrenarse en Madrid. Araquistáin aprovechó la oportunidad y el 22 de diciembre dictó una conferencia que tituló «Orí-genes, peripecias y simbolismo de Volpone o el zorro. Algunos medios como El Sol23 dieron muy detallada la información de la conferencia. El resultado de todo esto es que los montajes estrenados en Madrid no duraron más de diez días, aunque se representaron en provincias hasta 1930. (Mora, J. y Portillo, R., 1996, p. 421)

Luis Araujo Costa, desde las páginas de La Época, hace las prime-ras valoraciones acerca de los distintos estrenos de Volpone24:

23 El Sol, año XIII, nº3858, p. 6, 24/12/1929, HDBNE.24 La Época (Madrid), nº 28074, p. 1, 21/12/1929, HDBNE.

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ALKAZAR— Estreno de la farsa en tres actos, el segundo y tercero di-vididos cada uno en dos cuadros, original de Ben Jonson, versión libre de Benjamín Jarnés, «Volpone». […]Benjamín Jarnés ha dado a la escena una versión libre del «Volpone», exactamente lo mismo que Stefan Zweig y Jules Romains; se ha bus-cado a propio intento la coincidencia del estreno en Madrid de ambas versiones. La de Artemio Precioso y Rafael Sánchez Guerra vio la luz de la batería en el Infanta Beatriz la noche del 19. La de Benjamín Jar-nés se estrenó la tarde del 20. ¿Cómo no compararlos en sinopsis?El «Volpone» del Infanta Beatriz, fuera de los defectos de interpreta-ción, es más teatral, más vertebrado, está mejor construido en orden a la arquitectura escénica. En cambio, el del Alkázar responde más claro, si no precisamente al texto, al espíritu del original inglés de 1605. Su exégesis está mejor lograda, ya en la más abundante carne y sangre de sus escenas ya en el lenguaje más jugoso y denso; ya en la estilización de algunos tipos, parlamentos y situaciones; ya en la marcha más direc-ta y en orden a la sátira final con el triunfo del oro que a todos, mancilla y de todos se hace dueño. La comicidad de las escenas ante el tribunal de Venecia está en el Alkázar más en la ley clásica del género que en la otra versión, o, mejor dicho, en la otra presentación. Aquí no sale a escena la cortesana que lleva el nombre de Urraca en el original y que en el Infanta Beatriz se llama Canina. El papel de Mosca, reservado allí a Barreto, lo hace en el Alkázar Margarita Robles, en «Travestí». […]El «Volpone» de Benjamín Jarnés lleva, quizás, unos grados más de clasicismo y de tono en la «conmedia [sic] dell arte» que el de Ste-fan Zweig y Jules Romains, vertido al español por Precioso y Sánchez Guerra. Este, en cambio, aparece más en la tradición de Moliere y de los que se formaron entendimiento y cultura leyendo el «Discurso del Método» de Descartes.La interpretación del Alkázar satisface. Margarita Robles pone todo su talento de actriz y recitadora en el tipo del pícaro Mosca, a ella confia-do. Gonzalo Delgrás en el Volpone traduce el carácter del protagonista antes en los impulsos y alegrías del zorro, que se contenta viendo coro-nadas por el éxito sus astucias, que en la comedia —farsa en la farsa— del moribundo. No hay que confundir el zorro con la serpiente, y en eso acierta Delgrás, que da sangre caliente y no fría al personaje que interpreta. Blanca Alonso de los Ríos, Ramiro de la Mata, García Luen-go, Calvera y los demás artistas que toman parte en la representación van sujetos a una buena disciplina teatral, y aunque se oiga en demasía al apuntador, tan siquiera se hallan todos en sus papeles.

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El decorado de Mignoni se recomienda por su modernidad, siempre de buena ley, muy fantástica y con sus miajas de humorismo. El león de San Marcos, estilizado y con gafas de concha dominando las escenas del tribunal, es un comentario plástico a lo cómico de aquellas situa-ciones.

En Blanco y Negro aparece otra crítica que reparte por igual acier-tos y errores en ambas adaptaciones25:

[…] el señor Volpone ha hecho su aparición en la corte. Se nos ha pre-sentado con dos carátulas […]Corresponde, cronológicamente, la primacía al Volpone de Stefan Zweig, adaptado a la escena moderna por Jules Romains, traducido al castellano por Rafael Sánchez-Guerra y Artemio Precioso, y estre-nado en el Infanta Beatriz. Es un Volpone desvirtuado. Desvirtuado con referencia al primitivo Volpone, de Ben Jonson. Pues su desarro-llo escénico arranca de un vicio esencial, y es que los adaptadores han extremado la zorrería del criado Mosca, en menoscabo de la zorrería de Volpone. Diríamos que Mosca es el Volpone efectivo, y el Volpone nominal, un muñeco manejado por Mosca. Tal es, a nuestro juicio, el defecto fundamental de la obra de Stefan Zweig y Jules Romains, fiel y pulcramente vertida a nuestro idioma por los Sres. Sánchez-Guerra y Artemio Precioso, a quienes hay que agradecer el entusiasmo con que han realizado su empresa. […]En cuanto a la interpretación que la compañía del Infanta Beatriz dio a Volpone, no nos pareció muy a tono con la calidad de la obra. Preferi-mos atribuirlo a la falta de ensayos. Dentro de la general mediocridad se distinguieron Ruiz Tatay, Mario —este en el papel de Corbaccio, so-bre todo— y la señorita Medina.El segundo Volpone se estrenó en el teatro Alkázar. Es una versión li-bre, original del joven literato Benjamín Jarnés, menos teatral y menos clara que la de Jules Romains. El adaptador castellano, en su afán de resumir en tres breves y enjundiosos actos los cinco prolijos de Ben Jonson, deja vanos sin cubrir, reacciones sin justificar y cabos sin atar. La obra lleva un paso muy ligero. La influencia del adaptador francés aparece evidente sobre todo en el desenvolvimiento de la trama. Su

25 Blanco y Negro (Madrid), p. 60, 29/12/1929. HDABC

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planteamiento está tomado fielmente del original, y su desenlace tiene también un desarrollo parecido. En Ben Jonson, Volpone, condenado a muerte, lega sus bienes a los pobres. En la adaptación estrenada en el Alkázar, Volpone nombra heredero al propio tribunal que le condena, y el tribunal, entonces, lo perdona. Tenemos la impresión de que un espectador que desconociera totalmente la obra y su alcance llegaría difícilmente a comprender al magnífico personaje por la versión del Alkázar. Aunque escrita con elegancia, en un tono muy ajustado a la obra y, a veces, en claros versos, la adaptación de Benjamín James pare-ce hecha con premura. Su éxito no fue muy caluroso, aunque todos sus actos fueran aplaudidos. La interpretación, deficiente también, como la del Infanta Beatriz, y a pesar de los esfuerzos que hicieron Margarita Robles—que se encargó del tipo del criado Mosca—y Gonzalo Delgrás.La presentación, en cambio, superó a la del Infanta Beatriz debido, es-pecialmente, al arte bien acreditado de Mignoni, que ha hecho unas decoraciones sumamente interesantes y acertadas.

Una intentona de derribar la dictadura

Como hemos relatado antes, la amistad de Precioso con Blasco llegó a ser muy íntima. Tras su muerte en enero de 1928 el trato con el entorno del valenciano siguió. Así, en febrero de 1929 asiste junto con otros compatriotas a la «procesión cívica» de las autoridades y admira-dores que se produce desde Valencia hasta Menton, lugar de la muerte de Blasco Ibáñez, para homenajear al maestro en el primer aniversario de su fallecimiento. Allí, según cuenta el propio Precioso en un artículo publicado en el Heraldo de Madrid26, una multitud visitó el cementerio donde estaba el féretro del maestro que se hallaba expuesto en medio de una sala a la espera de ser repatriado a España en el momento oportuno. Muchas personas visitaron también «Fontana Rosa», la villa del escritor fallecido.

Alrededor de este aniversario algo se estaba fraguando entre bambalinas. Cuando Precioso le dice a José Sánchez Guerra que está preparando el viaje a Menton para el aniversario de Blasco, el político

26 El Heraldo de Madrid, p.16, 2/02/1929, HDBNE.

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le contesta que quizá él también vaya, pero que todo depende de un te-legrama, y la sonrisa del anciano hizo pensar a Precioso que por fin iba a ocurrir algo. Más tarde, el editor se reúne con Carlos Esplá, que le da instrucciones para Menton por si él no pudiera ir:

Ya comprenderá que se trata de algo político, que esperamos tenga su centro en Barcelona. Si no voy mañana a la estación, es que no voy a Menton, lo que, dentro del sentimiento que ello me cause, será buena señal. Además, en secreto, si no voy, puede decirle a Sigfrido Blasco que causas políticas me han impedido ir a Menton. Le ruego envíe dos o tres crónicas al Heraldo de Madrid, explicándole a Fontdevila que yo no he podido asistir a los actos conmemorativos. (Precioso, 1930a, p. 203-204)

Así conoció Precioso que «algo serio iba a intentarse para librar a España de la carcoma dictatorial».

Al contactar en el café de Madrid, en París, con Sánchez Gue-rra hijo, que llegaba de Madrid con la excusa de firmar el contrato de la traducción del Volpone, este le confesó que, en realidad, trasportaba un pliego de Miguel Villanueva, ministro del último gobierno constitu-cional anterior a la dictadura de Primo de Rivera. A todos los efectos, Villanueva era la cabeza visible en España de la intentona. En el café se encontraba un periodista reaccionario y partidario de la dictadura que reconoció a Precioso. Esa noche, al volver el editor a su casa, cayó por las escaleras del metro y se hirió una mano y ambas rodillas.

Al día siguiente y siguiendo su costumbre fue a visitar al político al Cayre’s pero Sánchez Guerra no estaba. El portero le dijo a Precioso que había salido para Menton con el fin de asistir a la conmemoración del primer aniversario del fallecimiento de Blasco Ibáñez, pero Precioso ya había sido veladamente advertido por Esplá el día anterior de que, seguramente, no se encontraría allí ni con Sánchez Guerra ni con él.

Precioso pasa esos dos días con Libertad, la hija de Blasco, con su esposo, Fernando Llorca y con García Pardo. Al final llega a Menton la noticia del fracaso de la intentona de Sánchez Guerra. El general Castro Girona, metido en el complot se había echado atrás en el último momen-to y se había negado a recibir al político.

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Precioso visitó a la familia de Sánchez Guerra, que esos días era vigilada por la policía, hasta que partieron hacia España. Manteca, Pujol, Precioso y algunos amigos de la familia fueron a la estación del Quai D’Orsay a despedirlos. Allí también había policía. Cuando la familia par-tió, Precioso se apercibió de que «dos hombres, como dos sombras, se-guían todos mis pasos, de la mañana a la noche […] sabiendo a don José preso, y viéndonos seguidos y aun perseguidos por los esbirros sin uni-forme de la República, París, realmente, no resultaba grato.» (Precioso, 1930a, pp.211-212). Cuando Precioso se separó de Manteca y de Pujol, al único que siguieron fue a él. Tras varios días soportando la vigilancia se dirigió a ellos para averiguar el motivo de semejante persecución y los policías, comprensivos, le contestaron que era por motivos políticos y por orden dada desde la Embajada de España en Paris a la Prefectura de Policía.

Al día siguiente, Precioso escribió una carta a Quiñones de León, embajador de España en París:

Señor embajador: Como español que reside por su propia voluntad en París, como escritor y como periodista, me dirijo a usted para protestar contra la insoportable vigilancia de que vengo siendo víctima por parte de la policía francesa y por orden de esa Embajada. A muchos halagaría ciertamente esa vigilancia, porque es dar importancia a una persona. Pero yo amo tan de veras la sinceridad y la verdad, que considero esa vigilancia absurda, ridícula, grotesca. Yo no podría, aunque quisiera, hacer el menor daño al Gobierno. Y el hecho de ser amigo fervoroso del excelentísimo señor don José Sánchez Guerra, de haberle visitado con frecuencia en París, y de haber ido a despedir a su señora a la es-tación, no creo que sea motivo para molestar a un ciudadano español, inscrito en el Consulado y en la plenitud de sus derechos. Yo quiero ir y venir por París con absoluta libertad e independencia, y antes de apelar a mis colegas franceses y a la Prensa de París, creo un deber prevenirle a usted, ya que estas cosas redundan en perjuicio del buen nombre de España. (Precioso, 1930a, p. 216)

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Poco después los policías lo condujeron a la prefectura, donde se le aclaró que su seguimiento se hacía por orden del ministro del interior, André Tardieu, por razón de sus acciones conspiratorias. Precioso se dio cuenta de que lo consideraban poco menos que continuador de Sánchez Guerra en las actividades políticas contra la dictadura e intentó conven-cer al funcionario de que nada tenía que ver con ese tipo de asuntos. Este, persuadido por Precioso, le aseguró que solo se lo seguiría hasta que partiera de viaje por Oriente como tenía planeado.

Vistas así las cosas, Precioso decidió partir al viaje programado con García Berlanga, que, por haber tenido parte activa en la sanjuana-da, también había sido vigilado y tuvo que permanecer unos meses en Francia, pues en Valencia había orden de detenerle. En julio de 1929 visitan Jerusalén y desde allí manda su crónica de viaje a La Libertad27:

El viaje que realicé con él por el próximo Oriente nos desquitó de mu-chas amarguras. A no ser por la interesantísima y deliciosa excursión, ni él ni yo habríamos resistido la vejación constante de los agentes fran-ceses, y habríamos partido de Francia para siempre. ¡Sirvan estas líneas al querido amigo como homenaje de amistosa gratitud a las horas pa-sadas con él y por aquel viaje inolvidable que sin su ayuda no habría yo podido realizar en aquellos momentos! (Precioso, 1930a, p. 224)

En septiembre de 1929 acudió a Tours para la celebración del VIII congreso de Prensa Latina28 que fue clausurado en La Baule días después. Acudió en representación de España Francos Rodríguez y apro-vechó para visitar los castillos del Loira. Artemio Precioso recoge sus impresiones en un artículo de Muchas Gracias29. Para mitigar los excesos culinarios de su estancia en la zona, tras la clausura viajó a Dax, célebre por sus aguas termales y por sus baños de cieno que alejaban el fantasma de la artritis30.

27 La Libertad (Madrid), p. 5, 14/07/1929, HDBNE.28 ABC (Madrid), p. 34, 24/09/1929, AABC.29 Muchas Gracias, nº 296, p. 4, 12/10/1929, HDBNE.30 Muchas Gracias, nº 299, p. 4, 21/11/1929, HDBNE.

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La quiebra de la CIAP

Unas declaraciones para el prólogo que Fernando Mora le hizo al volver de Cuba y que se publicó en abril de 1928 para su novela Evas y manzanas ya nos hacen ver que los negocios iban pronto a cambiar de rumbo. Fernando Mora habla de «rivalidades editoriales» que imitan su «modo» y «procedimiento», personas que dicen «que si esto, que si lo otro». Precioso contesta:

Solo puedo decirle que, en cuanto descanse unos días en París y des-pache allí algunos asuntos pendientes, voy a Madrid y voy sin prisa de volver a Francia. El momento me parece para nosotros más intere-sante que nunca: me gusta más. En cuanto a los nombres que me da, en algunos no hay deserción, sino lo contrario; quisieron renovar sus contratos y no pudimos por el gran número de originales acumulados en cartera… y porque han cambiado mucho nuestras ideas en cuanto a colaboraciones y contratos […] (Precioso, 1928a, p. 6)

Según Precioso, la idea de la contratación en exclusiva a autores se ceñía en principio a media docena, pero:

[…] por amistad, por simpatía personal, por compromisos de diversa índole el número de los autores exclusivos fue ampliándose hasta tras-pasar la veintena. […] resulta que la media docena en quien yo pensé está en esta casa… Puede que falte alguno. Pero también puede que venga el que falte o que se incorpore alguno más. […] en cuanto se incorporen a nuestra lista dos o tres, que puede que vengan, «no faltará ninguno» y mi idea ahora se realizará «por fin». (Precioso, 1928a, p. 6)

Entre finales de 1928 y comienzos de 1929 la Compañía Ibero-Americana de Publicaciones (CIAP) compró las empresas y cabeceras de Artemio Precioso, con el dinero de la banca Bauer. Al frente puso a Pedro Sainz Rodríguez, catedrático de Bibliografía de la Universidad Central. Precioso recibió por la venta, en letras aceptadas por Ignacio Bauer, ciento ochenta y tres mil pesetas.

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A partir de la publicación de Un pobre loco, de Vidal y Planas, en La Novela de Hoy (nº 330) el siete de septiembre de 1928, en las obras que se van publicando después ya figura CIAP S.A. como casa editora, aunque, según García Martínez (2012, p.18), Precioso seguirá dirigiendo la colección hasta comienzos de 1929.

Precioso pactará con CIAP la publicación de seis novelas al año, a mil pesetas por novela, y cuatro artículos al mes para publicar en la revista Muchas Gracias. Todo ello le reportará una media de setecientas pesetas mensuales sumadas otras colaboraciones en periódicos y revis-tas.

Pero pronto CIAP comienza a hacer aguas, según López Morell y Molina Abril (2012, p. 130):

No deja de ser paradójico que el impresionante éxito en el crecimien-to y gestión de la CIAP se viera acompañado de una peligrosa forma de financiación, pese a contar con una casa de banca tan prestigiosa a sus espaldas como los Bauer. Según parece, Ignacio Bauer, en lugar de ir ampliando progresivamente el capital social inicial de la empresa o aportar de su bolsillo los fondos para las adquisiciones de la CIAP, decidió pagar sus compras con un simple giro de letras: el banquero cedía capital a la empresa y recibía letras de cambio a tres meses, que descontaba inmediatamente en el Banco de España o en otras entida-des de crédito. Las cantidades fueron creciendo y acumulándose en relación con los gastos de la sociedad, con un coste altísimo. Cabe te-ner en cuenta que el tipo de descuento rondaba el 6% automático en esos meses, y que la mayor parte de las letras se renegociaban, puesto que el Banco de España concedió un crédito prácticamente ilimitado al banquero. En consecuencia, al cabo de dos años el pasivo había cre-cido enormemente, absolutamente volcado en deudas a corto plazo y con evidentes desequilibrios; así, el capital social de la empresa apenas cubría un tercio del valor del inmueble de Príncipe de Vergara y ni tan siquiera una décima parte del valor de su impresionante patrimonio editorial.

Alfredo Bauer retira a su hermano de la dirección y lo excluye de la firma familiar. La deuda que Ignacio Bauer había generado rondaba los cuatro millones de pesetas. Según López Morell y Molina Abril (2012,

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pp. 131 y ss.), Alfredo Bauer «obligó a su hermano Ignacio a firmar una primera hipoteca sobre su parte de la herencia, indivisible, de su padre». Alfredo, en vez cortar sus operaciones con la CIAP, quiso recuperar el patrimonio de su hermano y levantar el negocio. Los rendimientos de las empresas, que aún estaban bien consideradas, le hacían pensar que reflotar la CIAP era posible. Pidió créditos, giró letras, potenció las redes de distribución, pero a finales de 1930 «Los cinco millones de pesetas obtenidos por ventas apenas cubrían los intereses que debía la sociedad».

Tras una investigación por parte de los Rothschild, que comisio-naron a un técnico de confianza, P. Jardot, para que, acompañado por el abogado Vicente Piniés, «[…] analizara qué había pasado realmente en los meses previos en Madrid y hasta dónde llegaba la deuda de los Bauer», Jardot llegó a la conclusión de que el activo de la CIAP era de 25 millones de pesetas mientras que el pasivo rondaba los 30. La casa Bauer suspendió pagos en julio de 1931 y la liquidación de la empresa duró casi dos lustros. Como resume el exhaustivo estudio de López Morell y Molina Abril (2012, p. 137):

El desplome de la CIAP tuvo graves consecuencias. En primer lugar, dejó desamparados a un buen puñado de autores que habían sido bien remunerados y que habían encontrado un buen apoyo para la edición de sus obras. Por ejemplo, Valle-Inclán perdió su fijo de 3.000 pesetas mensuales de la CIAP, lo que le dejó en tan malas condiciones eco-nómicas que el Consejo de Ministros tuvo que crear el cargo de Con-servador General del Patrimonio artístico para evitar su emigración a América. En segundo lugar, se evaporó de la noche a la mañana la innegable labor de la compañía en el ámbito de la creación literaria. De dicha pérdida eran conscientes sus mismos gestores. Manuel L. Ortega, en carta de 16 de abril de 1932 a Juan Ramón Jiménez en la que le con-taba los avatares de la firma, escribía: «Existe además otro aspecto que creemos digno de ser tenido en cuenta. Es aquel que atañe a la cultura general del país y a sus medios de divulgación puesta en peligro cuando se pretende deshacer una obra como la CIAP, cuya finalidad concreta obedece al servicio de la cultura31».

31 Carta de Manuel L. Ortega a Juan Ramón Jiménez. Archivo Histórico Nacional (AHN), Archivo de Juan Ramón 346/9.

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Finalmente, miles de libros fueron vendiéndose como saldo en los me-ses siguientes y las librerías tuvieron que dejar otros tantos en depósito. De esta manera se cumplieron los temores de editores y libreros de que la CIAP vendiera de golpe su almacén y hundiera el mercado durante largo tiempo.

Artemio Precioso, astuto negociante, en previsión de lo que él veía que iba a ser la bancarrota de CIAP, negoció las últimas letras de noventa mil pesetas de valor por cincuenta mil, de tal manera que acabó percibiendo la suma de ciento cincuenta y tres mil pesetas «por la venta y existencias de La Novela de Hoy, única publicación de valor acreditado, pues ni la Editorial Atlántida, ni Muchas Gracias valían dos cominos». (Precioso, 1944a, p. 33).

Vendidas sus empresas, Precioso percibió durante algún tiempo los emolumentos pactados con la CIAP por sus colaboraciones, aunque:

Al principio, tras la venta a la CIAP, todo iba bien, pero luego los Se-ñores Sainz Rodríguez y S. Ortega, los dos gordos más frescos que he conocido, comenzaron a cerdear, a faltar a sus palabras y firmas, prepa-rando la quiebra editorial más gigantesca que se registró jamás en Es-paña. Vistieron de picador al pobre Ignacio Baüer, judío representante de los Rothschild. (Precioso, 1944a, p. 37).

La caída de la dictadura

La dictadura de Miguel Primo de Rivera acaba el 28 de enero de 1930 cuando presenta su dimisión al rey Alfonso XIII, pero realmente la dictadura muere antes de esa fecha. La oposición de los sectores intelec-tuales y políticos, el agravamiento de su diabetes y su perpetuación en el poder a pesar de las promesas de instauración de un régimen nuevo van a precipitar su caída. Primo se retira dolido y frustrado. Dolido con sus compañeros de armas por la crítica feroz que se le hace desde el arma de Artillería por su política de ascensos, y frustrado por no haber culmina-do su propósito de una regeneración para España. En la extensa nota fir-

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mada por él y aparecida en el diario El Sol, el día 29, solo un día después de haberle presentado su dimisión al rey, dice Primo32:

Desgraciadamente, los seis años de Dictadura, no cruel, pero sí muy celosa en el mantenimiento de la disciplina social y en la persecución del hampa y gérmenes de perturbación y morbosidad, no han logrado la total extirpación de esos males.

Para Shlomo Ben-Ami (2012, pp. 340-342) «los últimos meses de la dictadura fueron la agonía de un dictador desconcertado. […] Abrumado por las dificultades que se acumulaban, el dictador perdió definitivamente la confianza en sí mismo y, en consecuencia, formó una serie de planes de transición confusos y a menudo contradictorios […] ninguno encontró acogida favorable». Lo que pretendía Primo de Rivera era «pasar el poder de manera ordenada» y que no se deshiciera lo hecho durante la dictadura.

Primo presentó la dimisión ante la tímida respuesta del ejército cuando pidió apoyo. Debió de ser un alivio para él, enfermo, cansado y abandonado, y para el rey, que la aceptó de inmediato y nombró el mis-mo día al general Dámaso Berenguer jefe del gabinete con la esperanza de volver a la senda constitucional sin apercibirse de lo dificultoso de la empresa. El rey había dejado de lado la constitución de 1876 cuando aceptó la dictadura de Primo de Rivera y ahora era imposible volver a ella.

El dictador se trasladó a París en enero de 1930 y se hospedó en un modesto hotel, donde murió dos meses más tarde. No deja de ser curioso que fuera a acabar sus días en la ciudad donde la oposición a su gobierno y los expatriados españoles habían esperado durante tanto tiempo su caída y una normalización democrática.

Los esfuerzos de Berenguer por cumplir el encargo del rey de conformar un sistema parlamentario similar al que precedió a la dicta-dura se encontraron con graves dificultades como la desmembración de los partidos previos al golpe de Primo, la existencia lánguida y a la vez

32 El Sol (Madrid. 1917), p.8, 29/01/1930, HDBNE.

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contestataria del sector monárquico, etc. Las medidas tendentes a libe-ralizar el sistema y mantener a la monarquía se demoraron en exceso y la llamada «dictablanda» liderada por Berenguer tuvo que hacer frente a críticas en prensa, asaltos a la monarquía, auge de los movimientos pro-republicanos, como la firma del Pacto de San Sebastián, donde se plani-ficaron los pasos para acabar con la monarquía y proclamar la república, o la Sublevación de Jaca, cuya fallida intentona se cobró las vidas de los capitanes Fermín Galán y Ángel García Hernández. Berenguer convocó elecciones para el 1 de marzo de 1931, pero no encontró apoyo, ya que no se trataba de Cortes constituyentes, sino de un proyecto continuista.

El rey Alfonso XIII mantuvo una conversación con Francesc Cambó donde le preguntó por la conveniencia de formar un gobierno presidido por Santiago Alba. Cambó contestó afirmativamente.

Le encontré hondamente preocupado […] Me pregunta por la signi-ficación del Gobierno que debía formar y yo le respondo, sin vacilar, que debía ser de izquierda. Me pregunta después si a mi entender debía llamar a Santiago Alba y le contesto que sí. Me consultó sobre la con-veniencia de acelerar la convocatoria de unas Cortes Constituyentes y le contesté que no creía que nadie aceptase el poder sin esta condición, añadiéndole que no eran los momentos aquellos para imponer sino para aceptar.Entonces me dice que está amargado y decepcionado y que siente a menudo el deseo de irse de España. Me pregunta qué me parecería si convocase un plebiscito para que el pueblo dijese con un sí o con un no si había de dejar la corona. Le respondí que puedo avanzarle el re-sultado: que éste sería en una gran mayoría en el sentido que dejase la corona. (De Riquer, 2013, p.168)

Curiosamente, el 18 de marzo aparece en Estampa, una entrevis-ta de Artemio Precioso a Santiago Alba. Primo de Rivera había muerto en París dos días antes de aparecer este artículo. Precioso intenta desen-trañar las intenciones de Santiago Alba33:

33 Estampa (Madrid), p. 6, 18/03/1930, HDBNE.

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Alguien ha hecho sonar un timbre, y una voz ha dicho:—Se acabó la Dictadura. Se levanta el castigo de silencio. Deo gratias.Y la Nación, como un inmenso colegio lleno de alumnos, ha comenza-do a conversar, a dialogar, a gritar...Y Alba no ha creído oportuno, ni delicado, ni elegante precipitarse a formar entre los alumnos que ya pueden hablar. Prefiere seguir callado por ahora. Ya hablará. Ya escribirá. Ya actuará.Tampoco cae Alba en la candidez de creerse, como otros, jefe de grupo. Hoy no hay jefes. No puede haberlos. Sería estúpido que los hubiese. Presentarse a las elecciones, con el carácter antiguo, los romanonistas, los alhucenistas [sic] , los melquiadistas, como si nada hubiese ocurri-do, sería grotesco, ridículo y, sobre todo, de una ceguedad conmovedo-ra. Cada uno luchará por su lado, hablará, discutirá. Y de todo eso sal-drán los jefes, si salen. Alba es un ciudadano español ilustre, preclaro, todo lo que se quiera. Pero un ciudadano simplemente, que se propone actuar, intervenir cuando se pueda y se deba actuar e intervenir.Alba no abriga odios contra nadie. En absoluto contra nadie. Puede, en el fondo de su alma, sentir desprecios más o menos profundos. Pero nunca odios. Alba no tiene que perdonar a nadie, porque no se consi-deró ofendido por nadie. Él no ha descendido nunca a ciertas profun-didades, a ciertas cloacas de las almas. Prefiere los paisajes nevados de Suiza, el aire purísimo de las montañas helvéticas.Aparte del viaje inmediato a Barcelona, no es probable que D. Santiago Alba vaya a España por ahora.

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Fig. 46. «D. Santiago Alba a la puerta del hotel Claridge,donde vive desde que salió de España, con nuestro colaborador,

Artemio Precioso». Fuente: Estampa (Madrid), p. 6, 18/03/1930, HDBNE.

Fig. 47. Fuente: Estampa (Madrid), p. 6, 18/03/1930, HDBNE.

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El 13 de febrero de 1931 Alfonso XIII sustituyó a Berenguer por el almirante Juan Bautista Aznar tras el intento fallido de formar gobier-no poniendo al frente a Santiago Alba, que declinó, como lo hizo Sán-chez Guerra que, aunque favorable, no encontró respaldos para formar un gobierno bajo la batuta de la monarquía. Aznar formó gobierno con antiguos políticos leales a la persona del rey: el conde de Romanones, Manuel García Prieto, Gabriel Maura Gamazo, Gabino Bugallal y Joan Ventosa. Las elecciones municipales organizadas por Aznar para el 12 de abril de 1931 fueron realmente un cuestionamiento de la monarquía. El triunfo de las candidaturas de izquierdas hizo que los acontecimientos se precipitaran y se proclamara la república el 14 de abril.

El fin de la estancia en París

En 1930, Artemio Precioso acude a la conmemoración del se-gundo aniversario de la muerte de Blasco Ibáñez34:

MENTON 28 (5,30 t.).— El segundo aniversario de la muerte de Blas-co Ibáñez se ha conmemorado íntima y fervorosamente con asistencia de la familia y amigos. De Valencia ha venido su hijo Sigfrido, actual director de «El Pueblo», y su hija Libertad, con su esposo, D. Fernando Llorca. El hijo mayor, Mario, se ha visto imposibilitado para venir por hallarse convaleciente de una enfermedad. De París han venido Eduar-do Ortega y Gasset, Artemio Precioso y Esplá.

Un grupo constituido por la familia y los amigos se ha reunido en Fontana Rosa, desde donde se ha dirigido al cementerio de Menton, en el que reposan provisionalmente los restos del gran escritor. Se ha cubierto la tumba con flores, destacando una corona de la viuda, un gran pensamiento de su hijo Sigfrido, una corona de laurel de su hija Libertad y una corona monumental que la editorial que dirigió Blasco le ha ofrendado. La ceremonia ha sido grave, íntima, sencillísima, sin discursos. Mañana, los amigos de Blasco llevarán flores al cementerio de Cannes y a la tumba del gran periodista Italiano Juan Amendola, quien murió también en el exilio. (Febus.)

34 El Sol (Madrid), p. 8, 29/01/1930, HDBNE.

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La viuda de Blasco hospeda a Carlos Esplá y a Precioso en uno de los pabellones de Fontana Rosa. Esplá tiene que regresar a París tras la caída de la dictadura de Primo de Rivera y Precioso permanece en la casa de Blasco un mes más en compañía de doña Elena:

[…] por las noches, de sobremesa, la ilustre dama me hablaba de él... Con sus recuerdos, con sus palabras, pienso hacer un libro, que espero ha de publicarse pronto. Hoy sólo quiero consignar aquí el testimo-nio de gratitud hacia la compañera piadosa del gran novelista, hacia la mujer extraordinaria e ideal, verdadero temperamento de artista, que supo ser el hada y el ideal, la fortuna y la felicidad para el maestro que-rido... En la vida de Blasco Ibáñez doña Elena juega un papel decisivo, importantísimo, que no debe desconocerse, que no puede olvidarse...(Precioso, 1930a, p. 309)

El 5 de febrero aparece en La Libertad una extensa entrevista que Precioso le realiza a la viuda de Blasco Ibáñez. Esta había partido para tierras americanas algunos meses después del fallecimiento de Blasco y, cuando Precioso le hace la entrevista, acababa de regresar. Según Elena Bulnes, los países americanos tenían presente al escritor valenciano per-manentemente35:

Vengo agradecidísima de las constantes pruebas de afecto que me han dispensado, tanto en mi patria como en las Repúblicas del Plata y del Perú. En Chile, por ejemplo, ni un solo día ha transcurrido sin que los periódicos, todos, hablasen de nuestro llorado Vicente. En Buenos Ai-res, al enterarse de mi llegada, repusieron en los cinematógrafos todas sus películas, y en las librerías los escaparates estaban repletos de sus obras. Los periodistas no cesaron de hacerme interviús, y hasta Casil-da, mi fiel sirvienta desde hace tantos años, fue sometida a los honores del reportaje dialogado.

La viuda del escritor creó en Chile, en honor de su marido, el Premio Literario Blasco Ibáñez, de cuya organización se encargó Carlos Silva Vildósola, director de El Mercurio de Santiago de Chile, periodista

35 La Libertad (Madrid), p. 5, 5/02/1930, HDBNE.

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y gran amigo de Blasco. Pidió ayuda a Precioso para organizar un pre-mio similar en España dotado con cinco mil pesetas. «No está instituido ya por razones fáciles de comprender. Idénticas a las que hacen que los restos de mi esposo no hayan sido todavía trasladados a Valencia.», dijo la chilena en clara referencia a la Dictadura.

Fig. 48. Retrato de Elena Ortúzar pintado por Joaquín SorollaFuente: WikiArt.org.html

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Finalmente relata a Precioso cómo fueron los últimos momentos del maestro antes de fallecer:

Desde que cayó con la bronconeumonía hasta que expiró, no se dio cuenta —ni él ni yo- de que se iba... Sólo una tarde, la víspera de caer enfermo, en el jardín, como yo le expresara mi deseo de que nuestros finales de existencia coincidiesen, él, apretándome el brazo, con terror —¡él, siempre tan sereno!— me dijo: «No mientes ahora a la muerte, no... No la nombres... Está rondando muy cerca, muy cerca, y es pre-ciso que se vaya...». Pero desde que guardó cama, su conversación casi única, su único deseo, era levantarse para comenzar su nueva novela La juventud del Mundo... […]—Y en sus últimos momentos...—Murió en mis brazos. Se había incorporado en la cama, queriendo levantarse... Al cogerle las manos noté que las tenía frías... Le toqué la frente: fría también. Me sentí contenta. «¿Ves? —le dije—. Ha desapa-recido la fiebre. Mañana estarás ya bien. Pero acuéstate ahora...» Y en aquel momento inclinó la cabeza... Acababa de morir...

Por un artículo posterior a estas fechas, publicado en el Diario de Alicante, sabemos que durante el verano de 1930 conoció en Henda-ya a Martínez Barrio. En una ocasión, paseaban por la playa Unamuno, Eduardo Ortega y Gasset, Martínez Barrio y el propio Precioso. La voz cantante la llevaba Unamuno, que hablaba de Hojas Libres, y Eduardo Ortega se quejaba de las dificultades para pagar al impresor que las edi-taba en Bayona. La impresión que Martínez Barrio causó en Precioso fue muy positiva36:

[…] era un hombre de pocas palabras. Pero sus juicios eran contun-dentes, certeros y, más aún, llenos de sensatez y ecuanimidad. De sus labios no salían dicterios ni imprecaciones. Para él, sobre todo, había que laborar con paciencia, sin descanso, pero sin gritos ni aspavientos.

36 Diario de Alicante, año XXI, nº 6889, p.1, 7/10/1933, BVPH.

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En septiembre de 1930 sabemos por un artículo publicado en Muchas Gracias37 que acudió al balneario de Vichy, donde tomó las aguas y fue sometido a un régimen de adelgazamiento que le hizo perder siete kilos en veinticinco días. Allí coincidió con el político José Rosado Gil y con la bailaora Antonia Mercé, La Argentina. Poco después, en Mu-chas Gracias38, habla elogiosamente de Laura de Santelmo, llegada a París para trabajar en el Teatro de la Ópera. «¡Española, esencia, quintaesencia de España! Eso es Laura de Santelmo...», exclama Precioso al final del artículo.

A finales de ese mismo año de 1930, en el mes de diciembre, es nombrado bibliotecario de la Casa de España en París, organismo patro-cinado y subvencionado por el ayuntamiento de Madrid y que aunaba las condiciones de un «club» y las de una sociedad cultural benéfica. La junta directiva quedó constituida de la siguiente manera39:

Entre los proyectos que fueron aprobados al constituirse la mesa de los nuevos directivos de la Casa de España en París figuran varios relacio-nados con los cursos de español, que se dan diariamente para france-ses, así como cursos de francés para españoles; ampliar el programa de conferencias culturales, invitando a tal efecto a varias personalidades nacionales y extranjeras; dirigirse a los círculos españoles y a los 1200 centros españoles de América, proponiendo la reciprocidad; organizar varias fiestas artísticas y de aproximación franco-española, y, finalmen-te, crear una oficina de información para dar gratuitamente cuantos datos puedan interesar a los visitantes de la Casa de España en lo refe-rente al turismo.

Como miembro de la casa de España estuvo presente, por ejem-plo, en el banquete que se ofreció a Miss España, Emelina Carreño y fue el encargado de introducirla y dedicarle el homenaje40.

37 Muchas Gracias, nº 346, p.4, 27/09/1930, HDBNE.38 Muchas Gracias, nº 365, p.6, 21/02/1931, HDBNE.39 El Imparcial (Madrid), p.5, 27/12/1930, HDBNE.40 La Libertad, año XIII, nº 3398, p.5, 8/02/1931, BVPH.

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En los años finales de su estancia en París, en 1932, conoció a Eugenio Montes (1944a, p. 5 y ss.). Fue, según Precioso, mientras Montes andaba buscando hospedaje y el editor vivía de alquiler en una casa es-paciosa con cuatro balcones a la calle en la rue Brunel. Precioso, siempre solícito con los compatriotas que, como él en muchas ocasiones, se en-contraban en situaciones apuradas, le ofreció unas habitaciones a cam-bio de 500 pesetas, un precio módico.

Montes trabajaba entonces para El Debate y cobraba dos mil pe-setas al mes (cinco mil francos al cambio de la época), pero, por su forma de vida, no llegaba nunca a fin de mes. Precioso, que cobraba por sus co-laboraciones 1500 pesetas mensuales más un fijo de la embajada de Es-paña en París, tenía que reclamar el pago a Montes casi todos los meses, pues muchas veces le adeudaba el alquiler bien entrado el mes siguiente.

Montes vivía con Natividad Zaro, actriz y rapsoda que había fre-cuentado la tertulia de La Granja del Henar donde conoció a Buñuel, a Lorca y a otros autores de la generación del 27. González Ruano había elogiado su forma de recitar y pronto Natividad Zaro formó pareja con Rivas Cherif, con quien fundó el grupo teatral El caracol. Zaro saltó a la fama cuando, en 1929, representó el papel de don Juan en El Tenorio. En 1930 apareció en su vida Eugenio Montes y durante años, a pesar de su valía, le sirvió como secretaria. Así la conoció Precioso en París, mecanografiando los trabajos que Eugenio Montes le dictada «en una maquinita mía, portátil, Remington, que yo había comprado y pagado en Madrid a plazos de diez duros». Según Artemio Precioso, Zaro «[…] parecía haberse sacrificado por seguirle, despreciando a otros amigos o correligionarios que la cortejaban.» (Precioso, 1944a, p. 6).

Precioso se arrepintió pronto de haber alquilado aquellas habi-taciones a Montes. La pareja llevaba un día a día desordenado y no se adaptaban a la vida de «orden burgués» que regía en Francia. Llegaban a la casa de madrugada, tiraban del cordón de la puerta de la calle de mala manera y subían la escalera gritando y discutiendo. La dueña del piso llamó la atención a Precioso y este a la pareja, que no entraba en razón. La dueña aguantó cuatro meses esta situación antes de citar a Precioso y

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reclamarle el piso con la excusa de que lo necesitaba para su hijo, que iba a regresar a París en breve.

Precioso, aproximadamente en el mes de marzo, viendo venir la situación y ante la bajada de alquileres generalizada que se solía dar en país por la vuelta de muchos extranjeros a sus países de origen, cambia de domicilio41:

Víctima o beneficiario de la imperiosa corriente, el cronista se ha cam-biado de barrio. De L’Etoile a Auteil [sic]. Como si dijéramos de la suya, de la avenida Wagram, con sus «cines» y cafés hirvientes, a una tran-quila, hermosa y reposada ciudad «de aguas». Auteil [sic], en efecto, nos da la impresión de una de esas ciudades balnearias, rientes y plá-cidas, sin grandes cafés, con parques inmensos... La gran piscina, el bosque de Bolonia, avenidas como la de Mozart, la de Poussin, calles como la de Jasmín, como la de Henri Heine... El arte burgués y clásico, asociado a la calma de una ciudad limpia, de calles rectas y asfaltadas, que dan al bosque de Bolonia, junto al campo hípico...

Apalabra una pensión en el barrio de Auteuil, más tranquilo «Ba-rrio de artistas ricos y burgueses retirados, sus calles rectas, anchas, po-bladas de acacias, tienen nombres de artistas célebres: Avenue Mozart, Avenue Poussini, rue Michel-Ange…», repite años después en sus me-morias (Precioso, 1944a, p. 15). Precisamente es en la rue Michel-Ange donde Precioso se instaló, una calle no demasiado larga, de espaldas al cementerio de Auteuil, con el metro a cien pasos y lleno de restaurantes. «Otra ventaja inmensa […] las mejores líneas del metro directas con la Ópera: la del bosque de Bolonia, la del Hipódromo, y si quieres andar hay un agradable paseo hasta Boulogne, hasta Sant-Cloud. Total: un sitio ideal» comenta el autor. (Precioso, 1944a, p. 15). Lo alquilado compren-día una habitación grande en el anexo de la pensión, en el piso bajo, y solo por mil francos al mes lo que:

[…] no solo representaba un ahorro mientras mi familia no regresase de España, sino un cambio de vida y un reposo de independencia: de-

41 El Heraldo de Madrid, p.16, 10/03/1933, HDBNE.

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jaría de pagar impuestos y de tener teléfono propio, o sea, la dejación de las responsabilidades que un inquilino tiene en un país organizado y archiburgués como Francia. (Precioso, 1944a, p. 15)

Precioso apreciaba sobre todo de su nuevo domicilio la proximi-dad de españoles conocidos como el pianista Joaquín Nin y su esposa María Luisa; los suegros de este, Pepín Rodríguez y Altagracia, dueños de la fábrica de Habanos Romeo y Julieta en La Habana. La patrona, que exigió referencias, al conocer estos nombres y que su nuevo inquilino hacía trabajos para la embajada de España, quedó más que encantada.

Enterado Montes del traslado de Precioso, alquiló junto a Nati-vidad Zaro una habitación en la misma pensión, y fue el propio editor el que tuvo que responder por la pareja ante la patrona, con lo cual, la pretensión de Precioso de alejarlos de su vida se vio truncada. Montes se había convertido ya en un abierto enemigo ideológico y en un huésped molesto que se demoraba en el pago de la pensión porque El Debate también se retrasaba en sus pagos. Además, la pareja llegaba tarde al horario de comidas, nunca estaban despiertos para que las camareras pudieran hacer el cuarto y hasta provocaron un conato de incendio con una plancha. Ante esto, la patrona exigió responsabilidades a Precioso por haberlos recomendado.

Montes, según recuerda Precioso en sus Memorias I, tenía un ca-rácter que rozaba lo colérico. Como ejemplo relata el editor cómo un día lo vio pisotear El Debate en plenos Campos Elíseos porque en un artícu-lo suyo aparecían varias erratas.

Sufrió un ataque casi epiléptico, tiró y pisoteó el periódico y se deshizo en maldiciones contra los linotipistas, contra el taquígrafo, contra los correctores de pruebas, contra todo y contra todos. (Precioso, 1944a, p.10)

Además de este tipo de actitudes, eran fundamentalmente las ideas las que separaban a Precioso de Montes. Precioso, republicano y

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demócrata, chocaba muchas veces contra el perfil de Montes que «[…] no era del grupo de Calvo Sotelo, sino del de Primo de Rivera, a pesar de pertenecer a El Debate, que por entonces era de Gil Robles». (Precioso, 1944a, p. 11)

Y es que Montes, que sólo vivía de la frase y de la cita, del giro y del periodismo un tanto conceptista, daba una importancia enorme a las felicitaciones que, según decía, le expresaba el lector por el gesto de unas crónicas literarias, con tintes y ribetes de actualidad política, que habían merecido muchas cartas satisfactorias y cálidas de los lectores.Era un síntoma de aquellos tiempos, en que las derechas tenían perió-dicos que pagaban bien a sus redactores, que eran ricos -los periódi-cos- y que cultivaban dentro de su campo el estímulo y la solidaridad, mientras los periódicos de izquierdas, como pobres, pagaban mal, y aun las empresas ricas como El Liberal y El Heraldo no creían poder pa-gar bien a sus hombres, pues, además, para cada plaza había centenares de aspirantes. En cuanto a mí, repito que no podía quejarme, ya que la gratificación de la Embajada me compensaba casi de la diferencia de precio. También existía El Sol, que pagaba tanto como El Debate y El ABC. (Precioso, 1944a, p. 10)

Por entonces hubo un cambio que afectó a la vida de todos:

El ABC quería quitarle al Debate a Montes. Y como Juan Ignacio [Luca de Tena] no quería trasladar a su corresponsal en París, a quien preci-samente había también arrebatado a El Debate, Montes iba a ir a Berlín. En estas luchas por quitarse el personal que destacaba en el campo de las derechas, el ABC vencía casi siempre. Y todos dejaban con gusto el órgano de los jesuitas para irse con el de los agustinos, de tanto o más capital y más liberal, menos rígido. Menos rígido en ideas que en la vida privada de sus redactores (hay que reconocer que El Debate no se metía para nada).Y, por último, las negociaciones de cambio de periódico y cambio de capital europea. Montes salió un día de París, dejándose a Natividad, y se fue a Madrid. (Precioso, 1944a, p. 19)

Un día Natividad Zaro visitó a Precioso para decirle que no tenía noticias de Montes y que la patrona insistía en señalar una cláusula del

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contrato donde se indicaba que, en caso de querer abandonar el pupilaje, debían indicarlo con un mes. Precioso se echó las manos a la cabeza ante la inoperancia de la pareja que, a pesar de saber hacía más de dos meses que irían a Berlín, habían olvidado decirlo a la patrona. Al fin, el editor habló con ella y le sugirió que, para perderlos de vista de una vez por to-das, los dejara partir con una semana de indemnización. Al final, la Zaro dejó París debiendo a Precioso doscientos francos.

Precisamente esa deuda le hizo tener una coartada en un acon-tecimiento que se produjo después. Un día de verano Montes llamó a Precioso por teléfono a la pensión. Andaba de paso por París y lo citó en el café Wegen para pagarle la deuda. Precioso, aunque estaba enfermo, acudió a la cita y cobró el dinero después de aguantar las exaltaciones fascistas de Montes que venía de Berlín. A las doce y media regresó a la pensión y antes de entrar vio a un hombre que rondaba la finca, que le pareció sospechoso y que portaba un maletín. Precioso entró en su cuar-to y se echó a dormir tranquilamente.

Al día siguiente se enteró de que la anciana que vivía pared con pared con él, en otro anexo de la pensión, había sido asesinada para ro-barle unas alhajas valoradas en treinta mil francos. Según la policía el crimen se había producido en torno a las diez y media de la noche, hora en que Precioso estaba reunido con Montes en el café. El periodista tomó miedo a ese París nocturno y silencioso donde se cometían ese tipo de tropelías y acabó solicitando habitación en el edificio central de la pen-sión. La patrona le asignó la que los Montes habían dejado tras su par-tida.

No obstante, y a pesar de estas cuestiones, la vida en el barrio le complacía mucho:

Las acacias despedían, en junio, sobre todo por las noches, un olor a la vez romántico y sensual. El barrio de Auteuil era, sin duda, el más perfumado de París. Recuerdo aquella temporada como una de las más gratas de mis veinte años parisinos. Con la vida material resuelta, para mi familia y para mí, las distracciones y los esparcimientos los tenía resueltos. No podía acudir a invitaciones que recibía, en casas parti-

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culares y centros oficiales. Tenía entrada gratuita en todos los teatros y salas de cinematógrafo, por poseer dos documentos valiosísimos y raros que otorgaba el Sindicato de la Prensa parisiense. Era el uno la carta roja y el otro la carta verde; con ellas no se pagaba ni el impuesto de las entradas. Sólo a los que probábamos documentalmente ejercer, con su firma, la crítica de teatros y cines, obtenían [sic] tan preciadas y antojadas tarjetas. De modo que, si yo pagaba mil francos de habita-ción y comida, y tenía entrada en las salas de espectáculos y poseía por lo menos otras [sic] mil o dos mil francos -según los meses- para ropa y demás gastos, yo era lo que en los pueblos suele decirse un rey chico. Solían caerme trabajos especiales de traducción o colaboración, y así aún podía remitir a los míos algún extraordinario que otro, además de mi sueldo en la Sociedad Editora Universal. Para los que no somos am-biciosos [ilegible] y solo pedimos pan y trabajo, aquello era la relativa felicidad, solo turbada por la ausencia de los familiares, que en parte pronto se reunían conmigo. (Precioso, 1944a, p. 21)

Precioso trabajaba de firme con su Remington escribiendo artí-culos durante varias horas diarias. De madrugada dictaba su crónica por teléfono para El Liberal, con el seudónimo de Isaac Roca. Escribía sus críticas teatrales para El Heraldo. En su Autobiografía I reparte elogios para los periodistas y se lamenta de lo efímera que es este tipo de lite-ratura que viaja en hojas volanderas destinadas a desaparecer. De sus compañeros de fatigas comenta:

¡Pájaros, que vuelan un día sobre los ojos de la clientela de un periódico para desaparecer luego en el olvido más completo¡ Afecto y simpatía sin distinción de matices, de amigos y enemigos, a los que hemos aca-riciado o zaherido, con la palabra o con la pluma, a los que hemos dado palmaditas de afecto en la espalda o con los que hemos andado a golpes batientes! Son como bujías de cera que alumbran solo un rato. Son como flores que solo unos minutos expanden sus perfumes. Pero eso sí, mientras duran, mientras escriben y su nombre aparece al pie, han sido felices, más que nadie, y desgraciados, más que nadie tam-bién: han vivido con intensidad una época: una década, dos... Pero más vale que mueran jóvenes, porque, si no, el dolor de verse olvidado por los mismos a quienes deleitó, hará que sus días postreros sean acíbar. (Precioso, 1944a, p. 23).

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Además de su trabajo, tomaba medidas para que no le faltase de nada en su vida diaria. Al tener pensión completa en el hospedaje, daba instrucciones para que le dejasen la comida en el cuarto cuando no acu-día por tener compromisos fuera, pero el acontecimiento del asesinato le hizo tomar manía a su pensión e incluso al entorno tan grato del que ha-bía disfrutado. Procuró retomar su vida social y muchas noches cenaba en casa de los Nin. Otras veces recibía en su habitación visitas femeninas como la de la cantante María Cid, una catalana aspirante a soprano, algu-na escritora francesa o escritoras sudamericanas que lo sacaban a tomar el té por los Campos Elíseos. Una de ellas le pedía a Precioso que le escri-biera los trabajos que después mandaba a su país hasta que este se cansó.

A raíz del asunto del asesinato de la anciana, al ser citado con nombre, apellidos y profesión en la prensa francesa, curiosamente le en-cargaron la traducción de una obra y la corrección de otra, trabajo por el que percibió tres mil francos y otros tres mil, que envió a su familia, por la publicación en francés, con el nombre de La doble vida de Antonio Pérez, de su novela Vivir dos veces.

A pesar de todo, no podía seguir en la pensión. La comida le pa-recía horrible y le desagradaba todo de ella así que decidió, ante la pronta llegada de parte de su familia en el mes de octubre, sacar sus enseres del guardamuebles y poner piso otra vez. Resultó providencial para sus planes que el corresponsal de El socialista, José López y López, volviera a Madrid y dejara libre un piso en la Avenue de la Motte-Picquet:

El piso era más pequeño y más barato que el anterior: ahora pagaba ocho mil francos al año, en vez de once. Desde el balcón, un gran bal-cón corrido, con tres huecos, se dominaba el Campo de Marte, se veía la Torre Eiffel; en frente, L’Ecole Militarie [sic]. Los Inválidos estaban a un paso, el puente Alejandro III, y después, la Rue Rivolí, Concordia… (Precioso, 1944a, p. 29).

El piso tenía cinco habitaciones y transformó una de ellas en cuarto de baño. Había cocina de gas y teléfono, que se instaló por reco-mendación de la Embajada de España en el tiempo récord de ocho días.

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Recuerda Precioso en su Autobiografía I la vida de periodista en París con nostalgia, en compañía de Juan Aramburu, Ortiz Echague, José Aguirre y muchos otros españoles y extranjeros que convivían amigable-mente, a pesar de no compartir ideología. No obstante, todas las antipa-tías recaían sobre el corresponsal de ABC42 en la capital francesa:

[…] nos unía, pese a los abismos ideológicos, una antipatía común: el corresponsal del ABC. No quiero siquiera estampar su nombre. No le odio. Es más: la antipatía, en mí, alternaba con una simpatía que au-mentaba y desaparecía a intervalos irregulares de tiempo. Le cité con desprecio en mi libro Españoles en el destierro, luego intervino Aguirre, y nos estrechamos la mano. Pero era tan petulante, tan pedante, tan irritante, que no había forma de conservar su amistad. Todos le detes-taban. Pero todos habían decidido no romper con él y mantenerse a distancia. Montes y Natividad hablaban de él con más irritación y des-precio que nadie. Y en eso, en realidad, era en lo único que, hablando, coincidíamos. Por ellos sabía yo las malas ausencias que el aludido me hacía. Era calvosotelista a ultranza, y hasta en eso disentía de Montes, que representaba el nuevo espíritu represivo y destructor, demagógico y contradictorio de la Falange. Porque siquiera Calvo Sotelo sabía lo que quería y a donde iba. Tenía Bagaje, y hasta experiencia. En circuns-tancias normales Calvo Sotelo era mucho más peligroso que el fusilado en mala hora en Alicante.

Los periodistas se reunían en el edificio de teléfonos desde donde mandaban sus crónicas a sus respectivos periódicos y después tomaban algo en algún café de los bulevares: «Era bonito, después de todo, ir como compañeros los que pensábamos de modo tan distinto, lo mismo que nuestros patronos de Madrid». (Precioso, 1944a, p. 12).

Precioso tenía la intención, para complementar sus ingresos, de concursar a una plaza de Secretario de la Cámara de Comercio de Es-paña en Francia. Era una plaza de prestigio ya que la cámara se había constituido en 1886 y, bajo la presidencia de Antonio Paraíso, se fue con-

42 El corresponsal del que Precioso no da el nombre debió ser Mariano Daranas Romero (1898-1994), corresponsal en Paris, primero de El Debate (1928-1930) y después de ABC (1930-1944).

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solidando de manera constante. En 1923 se trasladó a la Avenida de la Ópera y:

Durante ese periodo se confirmó el papel de la Cámara en defensa de los intereses españoles en Francia. En ese sentido, no dejó de hacer-se oír ante los organismos públicos –ministeriales u otros- para dar a conocer el punto de vista de sus socios. Así, la Cámara contribuyó en particular, en 1918, a que los residentes españoles no estuvieran sujetos a la contribución sobre beneficios extraordinarios de guerra, e inter-vino en otros temas en defensa de los intereses españoles (normativa sobre la mano de obra extranjera, transportes marítimos, convenios de pesca, etc.)43

Ser secretario de la institución suponía, no solo un aumento en los ingresos del periodista, sino gozar de un prestigio adicional en su país de adopción. Finalmente no resultó elegido pues «el tribunal, compuesto por enemigos del Régimen, me había eliminado con gran placer suyo.» (Precioso, 1944a, p. 12). Al día siguiente de enterarse de la noticia debía viajar a Reims para hacer un reportaje sobre los españoles que residían allí y se despidió pronto de la tertulia donde se hallaba. Aun así, una vez en la calle, decidió acudir al café adonde también acudieron Montes y la Zaro. Allí llegó también el corresponsal de ABC que todos tenían atra-vesado. A Precioso, hombre temperamental, como ya hemos comentado en varias ocasiones, le contrarió la presencia del periodista que, además, saludó diciendo:

-¿No ha dicho usted que no venía? Y sin esperar mi respuesta añadió:-De usted, no me extraña. Ni eso, ni nada.En el acto me incorporé y le di una bofetada. Nos enredamos a golpes y yo salí con un pepino en la frente y un mamporro en la nariz. Recuerdo que, al ir a romperle una silla sobre la cabeza, alguien lo impidió, con energía inusitada. Era el dueño del café, que gritaba:-¡Ah, señores! Bueno que se maten si quieren, pero sin perjudicar al mobiliario. Casi estuvimos por reír todos. Aquello era muy francés. No cabía duda.

43 https://cocef.com/es/historia/

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En noviembre de 1929 visita la Exposición Internacional de Barce-lona y redescubre una ciudad que había visitado en contadas ocasiones y de la que exalta el carácter y el idioma de los catalanes: «Todos los mal-entendus que hayan podido existir entre Cataluña y el resto de España provienen de una sola y lamentabilísima omisión: el desconocimiento mutuo, la incomprensión por falta de trato»44. Tras esta visita, en enero de 1930, recala en Madrid desde donde publica para Muchas Gracias en el mes de febrero «Impresiones de un español que vuelve», que comienza con la frase «De un español que vuelve, pero que se vuelve a marchar. De un español que llega tras una ausencia pero que de nuevo se va»45. Echa ya de menos París, como había dejado constancia en el número anterior de Muchas Gracias46 en su artículo «Las ciudades y nosotros: París». Se-gún cuenta, ha deambulado durante cuatro meses por las playas france-sas «jugando al bacarrá y bebiendo cokteles [sic]» París, según Precioso, es la mejor ciudad del mundo:

Me gusta viajar, recorrer mundo, pero regresar siempre a París. El en-canto, los encantos de París no pueden enumerarse ni describirse, ni todos pueden comprenderlos... Hay quien vive diez años en París y los vive padeciendo, sufriendo, maldiciendo. Hay, en cambio, otros que a los tres meses de vivir aquí no podrían ya acostumbrarse a vivir a gusto en otra parte. Estos son los verdaderos y únicos ciudadanos de París. Porque París tiene algo y aun algos de todas las latitudes, de todas las patrias. No es cosmopolita París; es algo más. La palabra cosmopolita no responde bien al espíritu de París. París es más bien la ciudad, la patria de todos, la única urbe que hace compatible el amor patrio con el amor a esta maravilla universal. Quien vive en París, siendo extranjero, no se desarraiga de su patria, porque aquí hay arterias y manantiales vivos de todas las naciones, y este fenómeno sólo puede darse en la lla-mada capital de Francia, pero que yo llamaría capital del mundo.

Al final de este año de 1930 está de nuevo en Madrid. Lo sabemos por el prólogo a su novela La tragedia del Gordo:

44 Muchas Gracias, nº 302, p. 4, 23/11/1929, HDBNE.45 Muchas Gracias, nº 312, p. 6, 01/02/1930, HDBNE.46 Muchas Gracias, nº 303, p. 4, 30/11/1929, HDBNE.

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La organización de un gran semanario literario y satírico me hace estar aquí [en Madrid]: aquel semanario que proyectamos Blasco Ibáñez, Esplá y yo, y cuyo primer número debe de aparecer en febrero. Hay para derrochar en él un par de millones de pesetas, de las cuales mías serán, poco más o menos, veintinueve mil; el resto, todo el resto es de dos señoras y un banquero cuyos nombres no estoy autorizado a revelar.También trabajo en una novela: El amor de cada día, que me editará la CIAP. (Precioso, 1930d, p. 7)

Los recursos de los que vivían Precioso y su familia en París se fueron estrechando tras la quiebra de CIAP y llegó un momento en que no le quedó al editor más sueldo que el de su corresponsalía de El Liberal. Comenzaban las estrecheces y la angustia del escritor por el futuro inme-diato de su familia en una ciudad tan cara como París. Él no podía volver a España de momento. Los procesos contra sus novelas y la persecución personal del dictador hacia su persona lo hacían imposible.

Fue su esposa la que tuvo la idea de irse a vivir a Hellín con sus hijos y arreglárselas con el sueldo fijo del periódico, mientras Artemio viviría con los trabajos extraordinarios que iría encontrando. Además, Precioso contaba con una gratificación de la embajada española por el encargo de algunos trabajos y escritos mientras Salvador de Madariaga fue embajador entre 1932 y 1934:

[…] estaba a la vista la gratificación de la Embajada, otros prometidos trabajos para la América Española. Así lo hicimos, en espera de tiempos mejores. Estos no se hicieron esperar, doblando y a veces triplicando el sueldo de la Avenue Jorge V, -Embajada Española-. (Precioso, 1944a, p. 38)

Cuando la situación mejoró, la familia regresó, como ya apunta-mos, desde Hellín al domicilio donde Precioso residía entonces, la Ave-nue de La Motte-Picquet.

Tanto el final de la Dictadura como la proclamación de la Repú-blica encuentran a Artemio Precioso en París, trabajando en sus artícu-

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los y entrevistas que sigue remitiendo a España. En febrero de 1930 se pone a la venta la versión, en forma de libro, del Volpone. Envía a Mu-chas Gracias cuentos como Personales… e intransferibles47, María Isabel48, y artículos o crónicas de viajes como el de su estancia en Marienbad49; criticas teatrales como la que publicó en el Heraldo de Madrid50 sobre la representación de la obra de Pirandello El hombre, la bestia y la virtud; la entrevista que realiza a Maurice Rostand sobre su obra Una Joven espa-ñola51, a punto de estrenarse, y donde Raquel Meyer interpretó el papel principal, o la crítica a la obra de Macelo Pagnol, Fanny52.

Entre las crónicas de teatro que manda al Heraldo de Madrid, se-leccionamos esta por la defensa de los valores democráticos del sistema parlamentario y la crítica a Mussolini53:

Ha sido la primera obra, esta de «Los cien días», que, habiéndose estre-nado a todo ruido, bajo la advocación de un nombre tan ruidoso como Benito Mussolini, ha caído en el océano glacial de la indiferencia y el fracaso. Cuando a la segunda representación yo veía anoche el teatro del Nouvel-Ambigú medio vacío, yo pensaba en que el dictador italia-no, sin la gloria del gran corso, va a tener un fin parecido, si no peor.A Mussolini se le ocurrió esta epopeya histórica y llamó al autor italia-no Sr. Forzano, el cual, lleno de entusiasmo, aceptó el plan de su amo y señor y escribió en poco tiempo la obra, que se estrenó en diciembre de 1929 en el teatro Argentino de Roma, donde obtuvo el éxito «de rigor». De la pieza se ha hecho una adaptación alemana por Hereceg, y el señor André Mauprey ha realizado la francesa. Mussolini sueña sin cesar con Napoleón. Es su jefe espiritual, su norte político, y bien se demuestra en la obra del célebre autor italiano. La labor de Fonzano, digna de todo aprecio, lleva las huellas del dictador en su ideario absolutista, antiparlamentario y antiliberal. En Italia se estrenó con el nombre de «Campo di maggio» y en Francia, con el más ambiguo de «Los cien días».

47 Muchas Gracias, nº 372, p. 6, 11/04/1931, HDBNE.48 Muchas Gracias, nº 387, pp. 15-16, 1/08/1931, HDBNE.49 La Libertad (Madrid), p. 6, 4/11/1931, HDBNE.50 El Heraldo de Madrid, p. 5, 25/11/1931, HDBNE.51 El Heraldo de Madrid, p. 5, 1/12/1931, HDBNE.52 El Heraldo de Madrid, p. 5, 8/12/1931, HDBNE.53 El Heraldo de Madrid, p. 5, 27/11/1931, HDBNE.

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Es la lucha de Fouché, ministro de Policía, con el emperador. Es, a la vez, la tragedia de Napoleón tras la derrota de Waterloo. […]El éxito, repito, ha sido muy débil. Aplauden algunos franceses que siempre siguen adorando a Napoleón, el Marte de los franceses, y una «claque» titubeante y, por lo visto, poco retribuida.Asunto tan trillado como éste necesitaba grandes soplos de pasión o de genio para triunfar en París. Puede decirse, por lo demás, que Mus-solini ha fracasado en su triple aspecto de inspirador dramático, de dictador y de fascista. Por muchos dardos que se lancen contra el parla-mentarismo éste no podrá fracasar nunca, por la sencilla razón de que no se ha descubierto para la gobernación de los pueblos otro sistema mejor, por muchas que sean sus imperfecciones. Defectos, dolencias e inquietudes tiene y ofrece a montones el cuerpo humano, y hasta ahora la ciencia no ha encontrado medio de vivir sin él. No creo que «Los cien días» duren otros tantos en el cartel.

Las entrevistas a políticos ponen al día al lector sobre la marcha de la nueva política que se desarrolla en España. Lo hace en noviembre de 1931 con Alejandro Lerroux para El Liberal donde el político, al ser preguntado por los problemas de España, responde que «los políticos es-pañoles deben hablar poco y hacer mucho […] lo más interesante es que entre todos reine una franca armonía para lograr el fin que se desea»54.En el mes de diciembre entrevista a Salvador de Madariaga, a la sazón nuevo embajador de la República española en París55.

En enero de 1932 Precioso se encuentra en Madrid asistiendo a un banquete homenaje que se le da a José Luis Salado, que había residido en París durante los años 1930-1931. El periodista había colaborado en España con una multitud de cabeceras de prensa, entre otras, la revis-ta Muchas Gracias, de Artemio Precioso. Ya en Francia había trabajado junto con a Claudio de la Torre en los estudios de la Paramount (Joinvi-lle). Ríos Carratalá (2012), en un imprescindible artículo, traza la trayec-toria vital de este periodista que defendió las libertades desde sus Hojas volanderas mientras a otros se les seguía esperando:

54 El Liberal de Murcia, p. 1, 27/11/1931, HAMM.55 El Heraldo de Madrid, p. 16, 16/12/1931, HDBNE.

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Los citados, José Bergamín, César M. Arconada… eran los líderes del antifascismo en el ámbito cultural y se les [sic] esperaba en esa prime-ra línea. Sin embargo, José Luis Salado escribía letras de valses y fox-trot, promocionaba actrices y películas, traducía comedias policíacas estrenadas en Nueva York, publicaba novelas de quiosco sobre galanes otoñales, participaba en insólitas iniciativas editoriales para ganar las pesetas perdidas como oficial de Correos en excedencia y, sobre todo, gustaba de rodearse de quienes protagonizaban la noche joven y di-vertida del Madrid republicano. José Luis Salado figura en la lista de los caballeros que, como jurados con experiencia y criterio en mate-ria femenina, debatían sobre la belleza en los concursos de mises que proliferaron durante los años treinta. Su nombre estaba asociado a «la frivolidad», un concepto a reconsiderar en el marco republicano, pero nadie le esperaba en las militantes filas del antifascismo y menos cuan-do tantos desertaron ante el peligro. (Ríos Carratalá, 2012, p. 238)

Pero antes de llegar a esa actitud combativa ya durante la Guerra Civil, se le reconocían los méritos como en el banquete antes menciona-do56:

La labor literaria y artística que en Joinville viene realizando desde hace unos años José Luis Salado fue festejada anoche en uno de los restau-rantes más famosos de Madrid.[…]se reunieron junto a Salado cerca de cien artistas y escritores, y en la presidencia, a la derecha e izquierda del homenajeado, se sentaron María Fernanda Ladrón de Guevara, Rosita Díaz, Perlita Greco, Miguel Ligero, Rafael Rivelles y Manolo Vico. Entre otros comensales recorda-mos a Pepito Campúa, López Monís, Brujo, Jardiel Poncela, Portillo, Mas, Gabaldón, Rivero, José Nieto, Vela, Moreno, el maestro Lassalle, Benito Cibrián, Muñoz Lorente, Enrique Thuillier, Llaneza, Rosillo, Russel, Martínez Sierra (E.), José y Rafael Belda, etc., etc.Joaquín Belda leyó las adhesiones recibidas […],Catalina Bárcena, Gregorio Martínez Sierra, Irene López Heredia, Juan Pujol, «Deme-trio», Romero Cuesta, Asquerino, Santiago Vinardell, «Rienzi», etc.Ofreció la comida Rafael Calvo. Manolo Vico leyó unos versos gra-ciosísimos. Nuestro compañero Artemio Precioso habló brevemente,

56 El Heraldo de Madrid, p. 5, 7/01/1932, HDBNE.

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aportando su testimonio «parisino» de cómo allí se quiere y estima a José Luis Salado. Este dio las gracias en breves y elocuentes palabras, prometiendo seguir sin descanso su labor de españolismo en la Para-mount, dirigido por el admirable Claudio de la Torre.

Dos días después de este banquete, el día 9 de enero, Artemio Precioso es recibido por el presidente de la República57, Niceto Alcalá Zamora, al que arranca una entrevista que es publicada por El Heraldo de Madrid el día trece. Introducido por su amigo Rafael Sánchez Guerra para seguir los trámites protocolarios, se encuentra delante de Alcalá Zamora y comprueba la puntualidad del nuevo Presidente que acude a su trabajo como un oficinista más58:

Era la segunda vez que dialogaba con él. La primera, en el homenaje tributado a D. Emilio Gutiérrez Gamero por la publicación de su libro «Mis primeros ochenta años», editado por la casa que yo entonces diri-gía. Don Niceto Alcalá Zamora, D. José Sánchez Guerra, D. Melquíades Álvarez pronunciaron aquella noche encendidos y vibrantes discursos de protesta contra la Dictadura en uno de los salones del Casino de Madrid. El acto resultó tan brillante y significativo que el dictador pu-blicó una de sus hilarantes notas oficiosas, advirtiendo [de] que en ade-lante no toleraría expansiones parecidas en sociedades u organismos que sólo debían, a su «entender», dedicarse al ocio.Y en aquel acto fui presentado a D. Niceto como uno de los «causantes» del justísimo homenaje al ilustre académico. Bien tomó de ello nota el grotesco dictador. Pero de esto no hay para qué hablar ahora. ¿Cuántos sospechaban aquella noche memorable, al oír la florida, ele-gante y a la vez dura diatriba del señor Alcalá Zamora contra los sa-yones del sable, que había de ocupar años más tarde la presidencia de una República que estaba por proclamar? Yo creo no equivocarme al asegurar que ninguno.

—o—Yo sabía que el presidente de la República se niega, y más aún en es-tos momentos, a toda clase de manifestaciones a los periodistas. Me lo había dicho Sánchez Guerra, me lo había repetido Herrero y fue lo

57 El Heraldo de Madrid, p. 9, 9/01/1932, HDBNE.58 El Heraldo de Madrid, p. 9, 13/01/1932, HDBNE.

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primero que me advirtió el Sr. Alcalá Zamora cuando me hallé en su presencia.¿Quién podría ignorar, por otra parte, que en los actuales instantes en que nuestras instituciones se ven por exceso del mal entendido libe-ralismo, a mi juicio, atacadas por la derecha y por la extrema izquier-da, las menores palabras de nuestro presidente habían de ser tomadas como criminal pretexto para continuar la intolerable labor de zapa?El Sr. Alcalá Zamora tuvo para el modesto periodista que le visitaba frases de generosidad elogiosa, de excesiva gentileza inolvidable. Por-que los espíritus realmente superiores unen a los efluvios de una irre-sistible simpatía personal la suprema gallardía de ser generosos, y de esto no entienden los usureros del espíritu, las almas mezquinas capa-ces de todas las vilezas.—Como español que forma parte de nuestra colonia en Francia he querido saludar a nuestro presidente. Ni soy nada ni hablo en nombre de nadie.—Pues diga que me ha visto y que por medio de usted saludo a todos nuestros compatriotas que residen en la vecina República.Y como de cuanto yo oyese en los instantes que la entrevista se prolon-gó ni puedo ni debo decir nada, no hablemos más.

Después de la entrevista almorzó con Rafael Sánchez Guerra. Pre-cioso consideraba a su amigo un hombre bueno, leal y noble. En la con-versación Sánchez Guerra le revela a Precioso los entresijos del día a día de Alcalá Zamora. Lo define como un hombre puntual, nada aislado por el poder, que va con su familia el viernes por la tarde al teatro como un ciudadano más o que se niega a dar recomendaciones o a hacer favores personales. Sánchez Guerra le dice que en breve irá en viaje oficial a Ali-cante. Precioso se desplaza también a esa ciudad levantina y allí estará el día 15 de enero en el Casino de Alicante en fiesta de sociedad ofrecida al presidente de la República59.

Precioso es sensible a los temas que supongan un avance demo-crático. Igual escribe sobre la preservación de la naturaleza en una cam-paña en la defensa de los pinos que, tras aprobarse el voto femenino en

59 Diario de Alicante, año XX, nº 6362, p.1, 16/01/1932, BVPH.

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la Constitución de 1931, aprobada el 9 de diciembre del citado año, se apresura a opinar sobre el tema.

Hay que tener en cuenta que el voto femenino fue percibido por una gran parte de la sociedad como «una amenaza para la estabilidad del nuevo régimen» pues se verían «las sombras de una posible derechi-zación de la República por parte del voto femenino» (Ramos, 1988, p. 563). La mayoría de los políticos que estaban en contra del voto feme-nino pensaban que las ideas de las mujeres en su mayoría estaban in-fluenciadas por los manejos del confesionario. Es cierto que intelectuales muy respetados como Gregorio Marañón pensaban que la influencia del confesor no era tanta y que la mujer tenía criterio propio.

El debate en la prensa fue muy intenso. El diario Ahora, cuyo subdirector fue el reconocido periodista Manuel Chaves Nogales, repre-sentaba a un público interesado por la política, más bien centrista, respe-tuoso con el régimen a pesar de unos comienzos promonárquicos. Pues bien, en el número del 2 de octubre de 1931 se mostraba contrario al voto de las mujeres ya que «Nos lanza a una aventura cuyas consecuen-cias son difíciles de prever» (Westwater, 2002, p. 2). Por abrir un poco más el campo de las opiniones, el filósofo José Ortega y Gasset, desde las páginas de El Sol, se muestra firmemente partidario de conceder el voto a la mujer.

En un artículo en Muchas Gracias de enero de 1932, Precioso también se muestra favorable y defiende el recién otorgado derecho al voto para las mujeres60:

Conste, ante todo, señoras y señores, que a mí el voto que las Cortes soberanas acaban de conceder a las mujeres me parece muy bien. Fe-minista en el doble sentido de la palabra, o sea física y espiritualmente, feminista por convicción y porque creo conocer un poco a las mujeres, y sé que son más sensibles, más nobles y más justas que nosotros, creo que es de estricta justicia ese derecho al voto que se les otorga. […] Los novelistas que tenemos —sin distinción de matices, desde Pío Baroja a Joaquín Belda— más lectoras que lectores, no podemos si no [sic]

60 Muchas Gracias, nº 412, p. 11, 23/01/1932, HDBNE

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regocijarnos de este gran triunfo femenino, que es la concesión del su-fragio político para las hijas de Eva.

En el mes de febrero aparece la segunda parte de ¿Por qué enga-ñan ellas?, un libro que Precioso ya había prometido en su día ampliar. «En él Artemio Precioso copia y comenta una sentencia judicial por la que fue condenado poco menos que a muerte por la publicación de la primera parte del libro hace años, además de relatar otras incidencias pintorescas y escandalosas de su “calvario”» 61. En la entrevista posterior que se le realiza anuncia otros libros: El amor de cada día, una novela de viajes; Los diablos fríos, una novela de patología sexual y dos libros de memorias, Mi calvario y Mis memorias de editor. No llegará a escribir ninguna de ellas, dada la deriva profesional que tomará su vida. Sí anun-cia que vuelve a París ya que ha sido nombrado corresponsal de El liberal y El Heraldo en la ciudad del Sena62:

En marzo de 1932 el periodista hellinero se adhiere al homenaje a Manuel Fontdevila63, director de El Heraldo de Madrid, tras habérsele concedido la legión de honor. Fontdevila había sido contratado en 1927 por los hermanos Busquets, dueños de la Sociedad Editora Universal, para dirigir el periódico, quizá por sus tendencias aliadófilas durante la Primera Guerra Mundial y su defensa de la República. Nombró redactor jefe al escritor Manuel Chaves Nogales. El diario, primero claramente antimonárquico, cuando cae la dictadura de Primo de Rivera toma pos-turas en defensa del advenimiento de la República que se radicalizan a partir de 1931. Fontdevilla fue destituido de la dirección del periódico poco antes de la guerra y tras esta, se exilió en Argentina.

El día 19 de abril de 1932, escribe Artemio Precioso una larga crónica sobre la jornada del 14 de abril, primer aniversario de la pro-clamación de la República. La defensa de esta se encuentra patente a lo

61 El Heraldo de Madrid, p. 8, 4/02/1932, HDBNE.62 El Heraldo de Madrid, p. 8, 4/02/1932, HDBNE.63 El Heraldo de Madrid, p. 14, 17/03/1932, HDBNE.

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largo de todo el artículo. La descripción minuciosa de la recepción en la embajada española, de sus 1500 invitados, la práctica totalidad de la colonia española en París, y las alabanzas hacia el embajador Madariaga hacen este artículo especialmente interesante. Madariaga había llegado a las cinco y media de la madrugada de su viaje a Ginebra y, después de despachar por la mañana, presidió un banquete a los que solo habían sido invitados los representantes de organismos oficiales y empresas par-ticulares. Pronunció un discurso lleno de elogios a la joven República española y a su presidente. Por la tarde recibió a la colonia española en París, en la sala de tapices de Goya, y en un nuevo discurso levantó el entusiasmo de los asistentes al comentar el sentido de la celebración64.:

Después de extenderse en consideraciones sobre Monarquía y Repúbli-ca, D. Salvador de Madariaga dijo que no basta sentirse políticamente republicano, pues si el individuo sólo sigue preocupándose egoísta-mente —con mal entendido egoísmo— de su conveniencia personal, seguirá siendo un monárquico, por muy republicanas que sean sus ideas. Tuvo frases de dura condenación para el ex rey y su dictador, aunque también en parte para el pueblo español, que había soportado tanto tiempo la nefasta institución, que después del siglo XVI puede calificarse de perversa y nefanda.«Pero los españoles —continuó— tienen a partir de este momento de la proclamación de la República una gran responsabilidad. La democra-cia, la libertad son consustanciales de la responsabilidad, contra lo que podrían pensar los espíritus superficiales, y el trabajo, la organización, el orden son los puntales del progreso material y moral de los pueblos».

Solo recibió Madariaga dos cartas de excusa y Precioso presume que una de ellas era del representante del diario ABC «[…] la actitud del colega nos parece equivocada, pues un periódico no puede ni debe abandonar sus deberes informativos, sobre todo cuando se aspira a la imparcialidad, apoyándose en intransigencias ni fanatismos de cualquier clase»65.

64 El Heraldo de Madrid, p. 10, 19/04/1932, HDBNE.65 El Heraldo de Madrid, p. 10, 19/04/1932, HDBNE.

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Precioso cambia el tono del artículo para exaltar él mismo los valo-res republicanos representados aquel día en la embajada. Para el perio-dista, la República está consolidada firmemente demostrando así que la monarquía no era consustancial con el país, como muchos pensaban, ya que la República representa mejor los valores del pueblo español. Cuenta cómo, tras la recepción, un grupo de artistas fueron invitados a prolon-gar la velada66:

[…] tras un viaje y un día de no reposarse ni un segundo, de pronunciar dos discursos, estrechar tantas manos y sostener infinitas conversacio-nes, aún halló [Madariaga] como «refresco de su espíritu» alientos para sentar a su mesa después, en la más estricta intimidad, a una docena de amigos y artistas, prologándose la velada hasta pasada la medianoche. Joaquín Nin y su bellísima esposa; el cuarteto Aguilar con su hada y musa Elisa, radiante de hermosura; Néstor, el gran artista; la preciosa y genial pianista Amparo Garrigues —que deleitó a los invitados del Sr. Madariaga con todas las delicadezas de su arte vigoroso—; Carlos de Batlle, el embajador literario y conferenciante meritísimo; Halffter, el compositor original; Miguel Vaquer, que ha comenzado ya un retrato del embajador y que es un joven pintor valenciano de gran porvenir; la señora de Rodríguez, madre política de Nin, el inmenso y glorioso pianista; el Sr. Ojeda y su ayudante; Fernando Durán, artista proteico... «Soirée» inolvidable, durante la cual el Sr. Madariaga no ahorró a sus invitados de ninguna faceta de su ingenio y de su formidable cultura, y en la que todos saludaron a esta futura celebridad española en el piano y en el clavecino que se llama Amparo Garrigues, discípula predilecta de la insuperable Wanda Landowska... «Soirée» deliciosa que tuvo otro mérito más: el de haber sido improvisada, decidida a última hora, en los últimos adioses de la recepción consoladora y magnífica.

Sin embargo, tras insinuar en el artículo citado la simpatía del pueblo francés ante la recién nacida República: «En la fachada del pala-cio de Jorge V ondeaba la bandera republicana, y artísticas iluminaciones decían a los transeúntes de la gran avenida que la Embajada de España celebraba con todo entusiasmo, con cívica unción, el primer aniversario

66 El Heraldo de Madrid, p. 10, 19/04/1932, HDBNE.

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de su «segunda y eterna» República...» 67 y solo unos días después, escri-be indignado contra los ataques que cierta parte de la prensa francesa , el periódico profascista y antisemita Je suis partout, realizó contra la joven República española68:

El periódico fascista «Je Suis Partout», que recibe dinero de los enemi-gos de Francia, y que está editado por la Casa Fayard y Compañía […], publica hoy un número especial dedicado a la República española, lle-no de infamias, calumnias y, en fin, todas las especialidades de albañal en que son maestros todos los traidores. Sinceramente declaro que, a mi juicio, nos hallamos ante algo que el Gobierno no debe tolerar de ninguna manera; […] no sólo prohibiendo la entrada en España de los «variados productos de la casa chantajista», sino entablando la recla-mación diplomática del caso, pidiendo que dicho número «especial» sea recogido por las autoridades francesas. […]

Je suis Partout acusa al Gobierno español de tener establecida la previa censura para la prensa y dedica una página completa a demos-trar que en España reina la anarquía a la vez que se restringen las fiestas y se apodera el aburrimiento entre los ciudadanos ya que «el dinero y los aristócratas se han marchado» y muchas compañías teatrales se han disuelto. Comenta Precioso que, en un artículo firmado por Alejandro Grijalba, se dedica a escribir propaganda promonárquica con vistas a una posible restauración. Concluye Precioso:

Y yo pregunto, dirigiéndome al país y al Gobierno; ¿A qué se aguarda para ahogar, hasta en sus raíces, toda esperanza imbécil y criminal de restauración? No hay que dormirse en los laureles. […] Y, por lo que afecta a la jurisdicción del corresponsal en París, cortemos esta inicua campaña contra la República, por todos los medios legales y personales si fuese preciso. Pidamos la expulsión de los monárquicos residentes en París, como ellos pidieron, y en muchas ocasiones consiguieron, la nuestra. Y establézcase aquí —ya que no se hace desde España— una especie de negociado de Prensa y Propaganda, que, línea por línea, fra-

67 El Heraldo de Madrid, p. 10, 19/04/1932, HDBNE.68 El Heraldo de Madrid, p. 1, 25/04/1932, HDBNE.

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se por frase, desmienta los infundios y las infamias, con la ley, la razón y las pruebas en la mano. Los «personajes» más importantes del mo-narquismo aquí los tenemos, con el ex rey a la cabeza; no los perdamos de vista, preparémonos a todas las defensas, y, así, por lo menos nos evitaremos algunos ratos de indignación, como el que ha provocado el canallesco extraordinario de ese libelo sin conciencia.

La campaña de difamación sigue en fechas posteriores apoyada desde dentro de España por el diario ABC, entre otros. El autor sigue desvelando a los enemigos de la República desde las páginas de El Heral-do de Madrid69:

Coty, el célebre perfumista, que padece, entre otras manías, la de gran-deza, es, como todo el mundo sabe, un fascista nacionalista de lo más pintoresco. Habiendo hecho su fortuna, sobre todo, en el extranjero, al verse multimillonario, se sintió chauvinista furioso, compró el «Fí-garo», traicionando su gloriosa tradición periodística y convirtiéndole en vertedero de sus megalomanías y pasiones. Creó «L’Ami du Pouple» con el piadoso fin de arruinar a la prensa francesa en una competen-cia suicida y desleal. […] No hay que decir que el Sr. Coty, fue desde los primeros instantes, por medio de sus periódicos, uno de los más decididos enemigos de nuestra República, mintiendo, abultando el me-nor incidente y asegurando un día y otro que España era un país que caminaba al bolchevismo en vertiginosa carrera y que sólo una fuer-te dictadura, con la correspondiente restauración monárquica, podría salvarnos. Otro de nuestros más encarnizados enemigos se llama don Camilo Ay-mard, director y creo que propietario de «La Liberté», diario también fascista, que casi todas las tardes nos dedica, como Coty, sus envenena-dos dardos antirrepublicanos.

En el Heraldo de Madrid70 cuenta Precioso que un amigo se en-contró con Rene Richard y que este se mostraba muy satisfecho por el éxito en España de Je suis Partout. Precioso aclara que en un caso similar en Inglaterra con la revista Le Crapuillot, las autoridades inglesas pidie-

69 El Heraldo de Madrid, p. 3, 4/05/1932, HDBNE.70 El Heraldo de Madrid, pp.1 y 16, 12/05/1932, HDBNE.

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ron a sus homólogos franceses la retirada de la revista, objetivo que con-siguieron. No se hizo así en España «[…] el hecho de que un periódico difamador pueda vender sus ejemplares en la misma nación difamada es el mayor argumento contra los propios felones que nos injurian diciendo que la prensa está amordazada en nuestra patria».

Reflexiona sobre un tipo de prensa existente en Francia que es enemiga de la República española, pero a la vez también de la francesa. Los responsables son «Los forajidos de Acción Francesa», el movimiento político de extrema derecha que con Charles Maurras al frente defendía ideas monárquicas, antidemocráticas y antisemitas. Su medio de expre-sión era la publicación L’Action Française: «Los forajidos de Acción Fran-cesa que llenan a diario de baba venenosa los más sólidos prestigios de esta gran nación», según el periodista español ensucian con sus críticas los cimientos de la República española.

Según Precioso «La República española no cuenta con otros ver-daderos amigos entre los políticos y gobernantes de aquel [país: Francia] que los hombres de izquierda» y piensa que uno de los terribles fallos que cometió el embajador Danvila71 fue asesorarse de gente como Richard para obtener los elogios de la prensa radical de derechas como Candide o Je suis Partout.

El 18 de mayo entrevista en París a Marcelino Domingo, ministro de Agricultura, Industria y Comercio. Precioso, a través de sus preguntas se reafirma en la idea de que las Cortes deben perdurar hasta concluir su labor legislativa y recoge la opinión de Marcelino Domingo de que72:

Después de aprobada la Constitución, tres corrientes podemos señalar: las de los que se han cansado, las de los extremistas de la izquierda y las de los extremistas de la derecha. Ambos extremismos se distinguen por su antirrepublicanismo evidente.

71 Alfonso Danvila y Burguero, diplomático de carrera, fue embajador en París en 1931 y rápidamente sustituido por Salvador de Madariaga. Fue después enviado a la embajada de Buenos Aires donde dimitió por sus ideas conservadoras, presionado por los sectores republicanos formados por españoles residentes en la capital argentina.

72 El Heraldo de Madrid. p.16, 18/05/1932, HDBNE.

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En el verano de 1932 aparece para Precioso una nueva oportu-nidad para hacer un viaje. Esta vez fue con ocasión de la celebración del XIX Congreso de la Unión Internacional de Asociaciones de Prensa73, que se celebró en Noruega y cuya edición anterior se había celebrado en Barcelona coincidiendo con la exposición Internacional, que Precioso había visitado. Seguramente fue en Barcelona cuando fue invitado a par-ticipar en este de Noruega.

La representación internacional que acudió al Congreso fue nu-trida. Por España acudió, en representación de la Asociación de Perio-distas de Barcelona, Francisco Carbonell, secretario de la misma y otros representantes de la prensa española como Manuel Fontdevilla y Arte-mio Precioso, en función de observadores de la Asociación de Prensa de Madrid, y Federico Montagud y Juan Pons Doménech.

El congreso fue inaugurado en el castillo de Akérshus por el rey Haakon VII, y como sucede en todos estos eventos, los congresis-tas disfrutaron de actividades variadas como un recorrido por el fiordo de Oslo, visitas a Høsbjør, o Lillehammer para visitar el museo de Mal-haugen, situado en la zona boscosa del mismo nombre y que reúne una gran representación de la arquitectura rural de la zona. Una de las partes del museo al aire libre está compuesta por construcciones emblemáticas como la casa Aulestad, que fue el hogar del poeta Bjørnstjerne Bjørnson en el municipio vecino de Gausdal.

Los congresistas efectuaron una expedición fluvial a bordo del yate Prinz Olaf desde Trondheim, donde visitaron su catedral, hasta la localidad de Bergen, navegando por fiordos como el de Romdalsfjord. En Bergen aprovecharon para visitar las casas de la Liga Hanseatica (si-glo XIV y la montaña de Fløien. Hicieron una también a la localidad de Geilo «en la región de las nieves perpetuas, a mil metros de altura».

En septiembre aparece un artículo de Artemio Precioso sobre «Los conspiradores de Biarritz»74:

73 La Vanguardia, p.24, 08/07/1932, HDLV.74 El Heraldo de Madrid, p.14, 21/09/1932, HDBNE.

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[…] lo curioso es lo que les ocurre a los monárquicos: que están ya muertos y no se dan cuenta del singular fenómeno. Y van y vienen como si tal cosa, no como si hubieran de resucitar, sino como si estu-vieran vivos... Los pueblos a veces están durante siglos en estado cata-léptico. Pero luego viven siglos en año y medio, que es lo ocurrido en España desde el advenimiento de la República. Y, claro, el fenómeno da lugar a la actuación de espectros que obran, comen y maquinan como si gozasen de una vida que ya no tienen. Ir a Biarritz, cuartel general de los difuntos monárquicos, es algo así como visitar un Aquarium donde hubiera peces de raras y desapareci-das especies que nadasen todavía por milagro. El milagro de un espe-jismo histórico...¿Se conspira en Biarritz? Sí, no hay duda; en Biarritz los muertos-vivos conspiran, en el sentido gramatical de la palabra. Cierva, el célebre D. Juan que menos conquistas políticas realizó en su vida, es además de eso, además del anti-donjuán de la política, el cerebro principal del ejército antirrepublicano.

El día 24 de octubre relata Artemio Precioso en El Heraldo la visita que Édouard Herriot, primer ministro de Francia, realiza a la Em-bajada de España. Le llama la atención su campechanía y la intimidad que lo une al embajador Madariaga75. Esta visita se convirtió en el primer recibimiento que la República española hizo al presidente del Consejo de ministros francés con motivo de su visita a la capital de la República. Asistieron el ministro de Trabajo, dos presidentes de la Comisión de Ne-gocios Extranjeros, el presidente de la Cámara y el del Senado y el subse-cretario de Estado, Sr. Patenêtre, «multimillonario izquierdista, gran ani-mador de periódicos — «Paris-soir», «Le Petit Journal», etc.— Patenêtre viene a ser como el anti-Coty que necesitaban las izquierdas. Es joven, animoso, culto, decidido, inteligente: el verdadero anti-Coty, en suma».

El 2 de noviembre el Heraldo de Madrid76 da la noticia de la in-auguración en París del estudio de pintor del músico José Sentís, estable-cido en Francia desde hace veinte años y que decide compatibilizar su exitosa profesión de músico con la de pintor. Para ello anuncia una fiesta

75 El Heraldo de Madrid, p. 16, 24/10/1932, HDBNE.76 El Heraldo de Madrid, p. 5, 2/11/1932, HDBNE.

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donde se servirá una paella «en el altar» de un piano de cola y donde Artemio Precioso actuará de degustador.

Precioso arremete asiduamente contra los monárquicos que bien están refugiados en Francia o bien permanecen en España. Sinesio Del-gado firma una noticia en diciembre77, donde remite a una información en el Heraldo firmada por Artemio Precioso. Precioso cuenta que Alfon-so de Borbón aparecía como telonero en los carteles que anunciaban las actuaciones de la rutilante estrella americana Josephine Baker en París. No le extraña a Precioso la actitud del antiguo monarca, dada su «men-talidad de cabaret» y sus antiguas exhibiciones como una estrella en las playas de Deauville.

En el mes de enero de 1933 aparece otro largo artículo de Precio-so de signo claramente antimonárquico. Un amigo del que no propor-ciona el nombre, pero al que le da toda la fiabilidad, es el que vierte sus opiniones78:

Mi amigo X. tiene, pues, para mí, sobre las, distancias que nos separan en ideas, la nota simpática de su desprecio a Quiñones […] Y mi ami-go, suele ver a los monárquicos, porqué [sic] es amigo de todos, tirios y troyanos. Y a veces, en secreto, me cuenta lo que le dicen.

Las informaciones que da el periodista, están supuestamente to-madas de su amigo, pero bien pudiera tratarse de una argucia literaria y que las opiniones vinieran de la propia mano de Precioso. El caso es que plantea que los adversarios de la República se mueven contra esta «con un frenesí que da miedo». Sus actuaciones cada vez van tomando una envergadura más importante ya que parte de la prensa ha tomado partido por la causa monárquica. Dice el amigo «[…] ya sabe usted de la voracidad y el «ambidiestrismo» de la de aquí—, y en Londres cuentan con los más importantes órganos de opinión». Precioso quita importan-cia al asunto79:

77 Diario de Alicante, Año XX, nº 6641, p. 4, 17/12/1932, BVPH.78 El Heraldo de Madrid, p.6, 25/01/1933, HDBNE.79 El Heraldo de Madrid, p.6, 25/01/1933, HDBNE.

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¿Pues acaso el triunfo del nuevo régimen no supone precisamente el ocaso de los privilegios de todas clases? Mire usted: estos monárquicos tienen la misma mentalidad graciosa y pintoresca de esos dibujos ani-mados de las películas modernas. Del mismo modo que vemos impro-visar una orquesta con lenguas de pollo o cuernos de caracoles, así ellos creen posible apoderarse del poder con unos tenedores y unas cucharas llenos de óxido de zinc. Por lo demás, ¿sabe usted qué impresión me hacen los monárquicos con sus actuaciones? Es un símil que juzgo muy oportuno, tratándose de estos señores, tan dados al deporte cinegético. Cuando el cazador hiere de muerte a una perdiz, ésta, a veces, comien-za a elevarse, a elevarse, con el pico hacia lo alto, hasta que cae de ma-nera fulminante a tierra. Esa muerte se llama «hacer la torre». Pues los monárquicos, heridos mortalmente desde el 14 de abril, heridos en el tiempo y en el espacio, «hacen la torre»: parece que se elevan, que van a remontarse hasta el cielo; pero su caída definitiva no se hará esperar mucho tiempo. Como una perdiz o como un ánade, «hacen la torre» antes de caer al suelo para siempre...

La derecha conservadora residente en Francia no ceja en sus críti-cas a los representantes de la nueva república con cualquier ocasión. Por ejemplo, en la celebración del segundo aniversario de su proclamación80, muchos españoles -según Precioso, los evadidos de Villa Cisneros, casi todos monárquicos o militares contrarios a la República desterrados allí tras el intento de golpe del general Sanjurjo en 1932- criticaban que el embajador español celebrara una recepción ese 14 de abril, que coincidía con Viernes Santo, mientras ellos «cenaban, en un gran restaurante de los Campos Elíseos, y en el menú figuraba el jamón». Para Precioso, Ma-dariaga acertó en no suspender la recepción, pues así respetó «el espíritu de la revolución social e intelectual triunfante en nuestra patria.»

En otros artículos sigue haciendo una cerrada defensa de la Re-pública española además de un análisis político de la misma81. Critica el vicio, también habido en Francia y en otros países, de culpar al sector socialista de los males de la patria:

80 El Heraldo de Madrid, p.6, 19/04/1933, HDBNE.81 El Heraldo de Madrid, p.16, 31/05/1933, HDBNE.

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Consuélese el Sr. Azaña, si es que caben consolaciones en las duras tareas de gobernar: las derechas francesas hacen a los ministerios que se han sucedido desde el triunfo de las izquierdas —Herriot, Boncour, Daladier— el mismo reproche que nuestros elementos mal llamados conservadores le hacen a él: el de estar mediatizado, prisionero, de los socialistas. Nos encontramos, pues, ante síntomas iguales, ante ataques idénticos. Con la gran ventaja para nosotros de estar en plena consoli-dación de un régimen.

Insiste en el tema en Gacetilla de París, con un artículo titula-do ¿Escisión en el partido socialista?82 donde se pregunta si existe en el partido socialista español el mismo peligro de escisión que amenaza a los socialistas unificados de Francia. «Para la República española sería un traspiés peligroso. Porque, en suma, los socialistas españoles están actuando, no como partido de clase, sino simplemente como republica-nos de izquierda. Y esta realidad muchos no la ven y otros aparentan no verla.»

En el mes de febrero viaja hasta Reims a petición de un nutrido grupo de españoles residentes allí desde tiempos de la gran guerra que forman el «Comité de damnificados de guerra españoles del Marne». La mayoría de ellos trabajaba el corcho que recibían de España para hacer tapones que después vendían a las grandes bodegas de champagne. La intención es que Artemio Precioso escribiera un artículo, como así hizo, con el fin de que el Gobierno francés les pagara las indemnizaciones per-tinentes por sus muertos de la guerra83:

Sólo en el departamento del Marne los daños sufridos alcanzan una cifra de 3718000 pesetas. Y de 16 inmuebles que poseía la colonia es-pañola, once fueron destruidos por completo y los cinco restantes con grandes perjuicios.Un embajador de España, el marqués de Villalobar, dijo un día en Bru-selas a uno de nuestros damnificados de guerra:—No se cansen ustedes. En realidad, no tienen derecho a nada, ustedes

82 El Heraldo de Madrid, p.14, 8/06/1933, HDBNE.83 El Heraldo de Madrid, p.12, 10/02/1933, HDBNE.

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abandonaron España. Sufran las consecuencias de su deserción.Así hablaba un representante de Alfonso XIII en el Extranjero. Y esta política se seguía en todas nuestras relaciones con los demás países.

En marzo tenemos noticias de la aparición de un número ex-traordinario de Mundo Hispanoamericano, que se editaba en París en español y en francés, dedicado a España, donde participa Artemio Pre-cioso84.

El domingo 30 de abril se celebró en el restaurante español de la rue Saint-Mare un homenaje85 a Juan G. Olmedilla, escritor y redactor de El Heraldo de Madrid que estaba de paso por París y Joinville. Una de las primeras novelas de Artemio Precioso, Una vida estéril, fue, como dijimos en su momento, había sido publicada en 1922 en Los Contem-poráneos cuando esta colección estaba dirigida por Martinez Olmedilla. Después, Martínez Olmedilla había formado parte de la nómina de La novela de Hoy y Precioso le había prologado alguna novela.

Asistieron gran cantidad de artistas españoles entre pintores, es-critores o gente del espectáculo. Tras la cena y los discursos, en el piso bajo del restaurante la bailarina, «La Joselito» y su marido, el guitarrista Juan «Relámpago» ofrecieron algo de su repertorio. No pudo asistir el embajador Madariaga, de viaje en Madrid.

El trece de mayo hay una referencia en Luz a la recepción de Ar-temio Precioso por parte del presidente de la República, Niceto Alcalá-Zamora86. Precioso debía de estar de paso por España ya que el día 23 de mayo aparece una curiosa crónica en El Heraldo de Madrid87 donde compara la vida diaria, los precios, los hospedajes y la comida de ambos países dándole ventaja a España en todo y señalando que «a pesar de las campañas alarmistas y derrotistas […], España se ve invadida de turistas

84 El Heraldo de Madrid, p. 13, 9/03/1933, HDBNE.85 El Heraldo de Madrid, p. 6, 5/05/1933, HDBNE.86 Luz (Madrid. 1932), p. 11, 13/05/1933, HDBNE.87 El Heraldo de Madrid, p. 12, 23/05/1933, HDBNE.

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extranjeros y de miles de familias que fijaron ya su residencia entre noso-tros, agarrándose a las inmensas ventajas materiales que aquí encuentra todo el mundo[…]».

Transmite desde París información variada, desde el relato del crimen de madame Heurtel88, cometido en el cuarto contiguo al suyo, como ya relatamos, o las andanzas del polígamo Quiet89, hasta el triunfo de la banda de la Guardia republicana de certamen en París, pasando por la celebración del 14 de julio90, o un artículo de exaltación del vino donde propone a los diputados manchegos en Madrid seguir el ejemplo de la propaganda de los caldos franceses91:

Querido García Berlanga, querido Manteca, señores diputados man-chegos —Esteban Mirasol, Cabrera, etcétera—: es preciso que pongáis, sobre todas vuestras labores cotidianas, manos a otra; a ésta de intensi-ficar la propaganda y el consumo del vino, de glorificar su espíritu... y sus efectos, organizando fiestas «monstruosas» como estas de Mâcon. Nuestros caldos nada tienen que envidiar a los de Borgoña, ni a los de Burdeos, ni a los de Turena, ni a los del Rhin, más o menos alsacianos... Es preciso que los españoles sepan que un litro por cabeza y por día no perjudica. Y al mismo tiempo que se ahonda en la producción interior es preciso que los caldos se mejoren, se depuren, se afinen, se superen, en fin... […]

Este artículo le acarreará algunas críticas como la aparecida en Las señales de los tiempos92 donde se aportan argumentos científicos en contra del hábito del consumo de bebidas alcohólicas y, sobre todo, de la costumbre de no incluir el vino y la cerveza entre estas o minimizar sus efectos sobre el organismo.

88 El Heraldo de Madrid, p. 11, 15/06/1933, HDBNE.89 La Prensa. Diario Republicano, año XXIV, nº 8994, p. 1, 4/07/1933, BVPH.90 El Heraldo de Madrid, p. 6, 20/07/1933, HDBNE.91 El Heraldo de Madrid, p. 3, 21/08/1933, HDBNE.92 Las Señales de los tiempos, nº 9, p. 2, 1/09/1933, HDBNE.

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En septiembre escribe su crónica desde Paris-Plage93, en el Tou-quet, donde, a tenor de lo escrito, frecuenta el casino, el club hípico y a la buena sociedad de la zona.

El 25 de septiembre el presidente de las Cortes, Julián Besteiro, está en París para pronunciar un discurso en el Congreso de la Confede-ración General del Trabajo francesa. Precioso le hace una entrevista para El Heraldo de Madrid. El periodista se interesa por la salud del socialis-mo español, a lo que Besteiro responde94:

[…] Muchas veces se ha extendido la partida de defunción del socia-lismo. Siempre ha resurgido, más vigoroso que nunca. Ahora mismo, a pesar de que la socialdemocracia alemana ha sido sobrepasada por el hitlerismo, sus fuerzas siguen intactas. Y la experiencia adquirida les servirá de mucho en nuevas actuaciones. En Inglaterra nadie duda del próximo triunfo del laborismo. Crea usted que llegaremos a ver una buena parte del programa socialista implantado en el Mundo.

Precioso no se olvida de su amigo Blasco Ibáñez. En El Heraldo de Madrid hace referencia a la estatua que se erigirá en honor de Blasco Ibáñez por el escultor Francis La Monaca a petición de un comité enca-bezado por el embajador Madariaga95. El 29 de octubre de 1933, más de cinco años después de su fallecimiento, los restos mortales del escritor valenciano fueron trasportados desde Menton a Valencia a bordo del acorazado Jaime I. Distintas disposiciones publicadas en el Boletín ofi-cial del Estado marcaban el protocolo, desde las salvas de 19 cañonazos a su llegada a Valencia hasta los honores militares correspondientes a un ministro civil del Estado, aunque en este caso no lo fuese.

Una expedición llegó por tierra a Menton y se hospedó en el Ho-tel des Anglais. Otra, por mar, a cuyo frente estaba Sigfrido Blasco, el ministro de Marina, y el alcalde de Valencia.

93 La Voz de Menorca. Diario Republicano, año XXVIII, nº 9076, p. 1, 22/09/1933, BVPH.

94 El Heraldo de Madrid, p. 1, 28/09/1933, HDBNE.95 El Heraldo de Madrid, p. 16, 26/07/1933, HDBNE.

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El féretro se expuso en el salón del Ayuntamiento de Menton has-ta ser embarcado rumbo a Valencia, donde los aguardaría una comitiva presidida por el mismísimo Alcalá-Zamora, presidente de la República, y en la que también se encontraban Lerroux y Maciá entre otras perso-nalidades. Se instaló la capilla ardiente en la sala de columnas de la Lonja durante una semana, como nos recuerda Precioso en un artículo envia-do a El Heraldo de Madrid96, hasta que fue enterrado el 5 de noviembre.

Una vez en Valencia, Artemio Precioso pronunció una conferen-cia sobre Blasco Ibáñez en el Ateneo Republicano del distrito del Tea-tro97. Fue presentado por «el señor Benedito»98:

Dijo [Precioso] que el acto tenía un sentido cordial, místico, en recuer-do de aquel gran hombre que pertenece a la humanidad. Afirmó que Blasco no sólo no temía a la muerte, sino que la desconocía. […] Después de unos párrafos anecdóticos y lectura de párrafos del libro «Españoles en el destierro» evocó los últimos días de Blasco Ibáñez en París, que vivió en una exuberancia de juventud política y literaria. Entonces quiso fundar con el orador un semanario, por el que estaba interesadísimo.Al final de su amena disertación, nuestro compañero Precioso pidió que el mismo monumento que Blasco Ibáñez tenga en la plaza del Tro-cadero de París deberá erigirlo Valencia en plena ciudad natal del gran novelista, para con ello sumarse al homenaje universal hacia la obra del maestro.

El 10 de noviembre99 Precioso entrevista, supuestamente en Ma-drid, a Martínez Barrio, a la sazón presidente del Gobierno. Precioso extrae de él rasgos de mesura y moderación que después serían recono-cidos por gran parte de los políticos de la época. Ante la proximidad de las elecciones, Martínez Barrio se muestra tranquilo y vaticina un éxito del centro derecha que hará que los monárquicos desistan del todo de sus ideas de restauración.

96 El Heraldo de Madrid, p. 14, 27/10/1933, HDBNE.97 El Heraldo de Madrid, p. 5, 9/11/1933, HDBNE.98 Probablemente Manuel Benedito y Vives (Valencia, 25/12/1875-Madrid, 20/06/1963).

Pintor de la escuela valenciana y discípulo de Sorolla.99 El Heraldo de Madrid, pp. 1-2, 10/11/1933, HDBNE.

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El 27 de noviembre100 está de nuevo en París en la inauguración del Círculo Internacional de las Artes y, pocos días después, aparece en La voz de Menorca101 la reproducción de un artículo suyo publicado en El pueblo de Valencia titulado «Meditaciones de un republicano». En el artículo hace un análisis de los protagonistas de la República y mues-tra cómo personajes en principio desafectos al régimen han llegado a ocupar puestos de responsabilidad. No entiende el rechazo político a un republicano de toda la vida como Lerroux. Alude Precioso a las palabras que en la entrevista que hizo a Martínez Barrio pronunció este: «Nin-guna actitud ha perjudicado más al régimen [...] como la adoptada por ciertos grupos y partidos contra don Alejandro Lerroux. Ninguna ha in-fluido tanto en la marcha de los acontecimientos políticos que estamos presenciando».

Durante el mes de enero de 1934 el comité Franco-Español102 organizó una velada en honor del escritor Blasco Ibáñez. Precioso da cuenta de ella en una crónica. Se abrió el acto con un discurso del his-panista español y profesor de la Sorbona, Ernest Martinenche, seguido de otro, peor recibido, ya que incorporaba alguna crítica a Blasco, del también hispanista polaco residente en Francia, Zdzisław Milner. Tam-bién se ofreció un concierto a cargo del violonchelista mejicano Rubén Montiel Viveros, del violinista Aghazarian y de los coros universitarios dirigidos por Maiz Elósegui. Actuó la pianista Amparo Iturbi, hermana del famoso José Iturbi, y María Cir cantó composiciones del cubano es-pañol Joaquín Nin. También intervino el profesor de la Casa Velázquez, Henri Collet, con su baile de los enanos.

Podríamos decir que el banquete que se ofreció para el cuerpo diplomático y la posterior recepción en el Eliseo fue el último aconte-cimiento social de Precioso en París antes de ser propuesto como go-bernador por la nueva República española. El artículo, publicado en el

100 El Heraldo de Madrid, p.14, 27/11/1933, HDBNE.101 La Voz de Menorca. Diario Republicano, año XXVIII, nº 9147, p.1, 15/12/1933,

BVPH.102 El Heraldo de Madrid, p.13, 24/01/1934, HDBNE.

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Heraldo de Madrid103, se titulaba «Chez le President de la Republique. Una “soirée” en el Eliseo». Precioso asistió como representante de El He-raldo, ya que la recepción se celebraba bajo los auspicios de la Comisión Parlamentaria de Negocios Extranjeros. Antes se ofreció un banquete es-trictamente diplomático al que asistieron el embajador Madariaga y todo el Cuerpo Diplomático destinado en París y, más tarde, una recepción para unas dos mil personas que desfilaron ante el presidente y su esposa.

Entre todos estos invitados se hallaban personalidades naciona-les y extranjeras representantes de las más diversas actividades. El propio presidente Lebrun elogió, en conversación con Precioso, a España y a nuestro embajador:

Veo a su país a través de la personalidad meritísima de su representante oficial. Con esto va dicho el altísimo concepto que tengo de España. El señor Madariaga, con el que personalmente me une una buena amis-tad, de compañerismo afectuoso, es una de las mentalidades más pre-claras del mundo contemporáneo.

A partir de este momento, la vida de Preciso dará un vuelco y abandonará su amado París para trasladarse de nuevo a España y poner-se al servicio de la República. La vida del escritor ya nunca volverá a ser la misma. Su dedicación a la política primero y, más tarde, a la judicatura cubrirán casi todo el espacio de tiempo desde la salida de París hasta su detención en Hellín al final de la guerra.

Producción literaria. Labor periodística y traducciones

Novelas: El crimen de otro, Vivir dos veces, Villa Miel, El doctor y sus amigas, Evas y manzanas, El millonario polígamo, Memorias de un médico, La muerte de un señorito juerguista, Cuando el amor nace, Placeres y delitos a bordo, El crimen de un celoso, La tragedia del gordo, Materia somos, El destino implacable, Vida nueva, ¿Por qué engañan ellas? (ampliación), De lo que no debe huirse

103 El Heraldo de Madrid, p.11, 27/01/1934, HDBNE.

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En este primer periodo de su estancia en París publicó en La No-vela de Hoy un ramillete de obras de distinta factura.

El crimen de otro

El 4 de marzo de 1927, con el nº 251, publica El crimen del otro, con ilustraciones de Manchón, dedicatoria al doctor Antonio García Ta-pia y prólogo del mismo Precioso.

La novelita es quizás de las peores que salieron de la pluma del autor. El trance de su salida de España y las preocupaciones que lo perse-guían con la censura, siempre encima, probablemente influyeron en ello.

El argumento es muy simple. Pedro Galán Cortés es un hombre de treinta y nueve años, huérfano, soltero, sin más parientes que un her-mano, Juan, que administra la hacienda de los dos con el beneplácito del primero que, aunque abogado, no se ha dedicado a nada concreto en la vida salvo a dilapidar su fortuna. En un momento determinado Juan decide preparar notarías en Madrid y salen de Palma del Río con rumbo a la capital. Allí, mientras un hermano estudia, el otro se dedica a viajar a París, Berlín o Monte Carlo donde pierde definitivamente su fortuna.

De regreso a Madrid Juan, ya notario, comunica a su hermano que se va a casar con Elvira, una encantadora joven con la que Pedro entablará una relación más allá de lo conveniente aprovechando las ho-ras de trabajo del notario. Planean la fuga y, para ello, Pedro pide dinero a Juan con la excusa de que se irá de la casa y lo perderá de vista para siempre.

Inesperadamente, Pedro Galán contrae unas fiebres y lucha con la muerte durante quince días. Cuando se restablece se entera de la muerte de Elisa. Con el dinero prestado se va de la casa. Cuatro años después, de viaje en el extranjero, recibe un telegrama donde se le comunica la muerte de su hermano. Arrepentido, le levanta un panteón y recuerda entonces la impresión que le causó una vez un sacerdote llamado Vicen-te. Lo busca y en una confesión mutua donde se discute la esencialidad de la Iglesia y de Jesucristo como centro de la misma, Pedro decide trans-formarse, como así hace al final de la novela.

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Salvo el tema de la transformación por la confesión, no hay asun-to de interés en la novela, que peca de ñoña.

Vivir dos veces

La segunda novela de ese año 1927 fue Vivir dos veces, publicada el 27 de mayo en La Novela de Hoy con el número 263, ilustraciones de Vázquez Calleja y prólogo de W. Fernández Flórez.

De mejor factura que la anterior y un poco más extensa, Precio-so cuenta una historia de regeneración moral. Bajo el nombre falso de Antonio Gómez del Pueblo, el protagonista relata en primera persona los avatares que lo conducen a vivir fuera de España y bajo otro nombre. Niño mimado y consentido por su madre en contra del criterio de su pa-dre, «un gran bergante sin entrañas, con talento, sin ternura, con garras afiladas y una estirpe pura sangre judía por los cuatro costados» que de simple abogado de provincias llega a ser ministro de fomento. Mientras el padre desarrolla su carrera y los dos hijos mayores llevan vidas acordes a su posición, el pequeño Antonio, ya más crecido se dedica a perseguir a las criadas de las que «ya habían salido de la casa más de dos abultadas». La madre «bastante fea, deforme, con chepa y nariz caballuna, con ojos bovinos y dientes pajizos» no consigue enderezarlo. El joven, morfinó-mano y cocainómano, frecuenta malas compañías y acaba juntándose con exconvictos y gente del hampa. Su padre, harto, le entrega quince mil pesetas con tal de que abandone la casa familiar.

Antonio alquila un piso donde, al poco tiempo cuando los fon-dos escasean, planea junto a sus amigos el robo a un pagador de un mi-nisterio que, tras sacar los fondos mensuales del banco, los lleva a su casa antes de pagar las nóminas al día siguiente. El golpe da un giro trágico, pues el pagador se resiste y los amigos de Antonio lo apuñalan hasta la muerte y también matan a la esposa y a la criada mientras él los espera en el coche.

Son detenidos y condenados a muerte a pesar de los esfuerzos el abogado defensor. Quizá la conversación del protagonista con el aboga-do es el mejor tramo de la novela. Las reflexiones del abogado, la visión

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moral de la vida hacen cambiar a Antonio de perspectiva con la muerte a las puertas.

El padre, la noche antes de ser ajusticiado su hijo, aparece en la cárcel. Le da instrucciones para que se haga el muerto en el momento de la ejecución en la que el verdugo no se entregará a fondo. En efecto, a mitad de camino del cementerio el coche se detiene en la carretera don-de se rellena el ataúd con piedras y Antonio huye vestido de mendigo, primero a casa de su madre y, después, a Buenos Aires, donde se queda el traspaso de una librería de viejo, se casa con una buena mujer, que acepta su pasado, tiene hijos y redime sus errores.

El argumento tiene dinamismo en las acciones, la descripción de tipos roza lo naturalista y las partes están bien engarzadas sin dejar que el interés decaiga en ningún momento. El mundo de las drogas aparece de manera muy explícita como en otras novelas de la época, mostrando un mundo que muchos escritores reconocían como real.

Villa Miel

El 16 de septiembre de 1927 aparece en La Novela de Hoy, con el número 279, Villa-Miel, de Artemio Precioso, con excelentes ilustracio-nes de Quintanilla y prólogo de José Bruno.

Especialmente interesante es el prólogo-entrevista realizado en Hendaya. En él, José Bruno interroga a Precioso sobre las actividades que ha desarrollado en los siete meses que lleva residiendo en Francia. El escritor se muestra optimista y vehemente. Habla de sus viajes por toda Francia, de sus recorridos por Italia y Suiza. Confiesa que tiene casi terminada una novela de más de cuatrocientas páginas titulada La doble pasión, de igual título que la publicada por él mismo en 1922. La coin-cidencia en el título se debe al deseo de alargar y convertir en «novelas grandes» determinados títulos como El légamo de la tragedia o La virgen casada. Anuncia la novela Los diablos fríos, y una comedia dramática titulada En nombre de Dios.

Es especialmente insistente en sus declaraciones sobre un escrito autobiográfico que titularía Mi calvario, donde se proponía relatar toda

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la represión sufrida por sus empresas y escritos a manos de la Dictadura. Curiosamente, no queda noticia de ese escrito que tenía en mente. A la pregunta de José Bruno acerca de si está desterrado, responde contun-dente:

No sé quién ha urdido esa historia. Puedo entrar y salir de mi patria sin que legalmente pueda impedírseme la entrada ni la salida. Me interesa hacerlo constar. (Precioso, 1927c, p. 8).

Habla de su proyecto de la fundación de la editorial Franco-His-pana, que da casi por concluido poniendo la fecha del mes de octubre para que empezara a rodar. No tenemos noticias de que lo consiguiera. También comenta una futura traducción al francés de Rosa de carne y una adaptación al teatro de su obra La verdadera mujer realizada al ali-món con Juan Pujol.

La tesis de Villa-Miel es la de que el matrimonio, la vida conyu-gal, acorde con la moral conservadora, lleva al hombre al aburrimiento y al «surmenage». Para demostrarlo escoge como narrador a Heriberto Singer, un probo funcionario de hacienda de veintiocho años, casado, que mantiene a tres feas hermanas, a tres hijas y a una pariente pobre. Para semejante tarea, además de su trabajo en Hacienda, ejerce por las tardes como redactor jefe del semanario ilustrado «El Horóscopo». Tras la cena y después de un breve paseo para despejar la mente por Pintor Rosales, vuelve a casa a escribir sus artículos y colaboraciones. Su situa-ción económica es desahogada, unas dos mil pesetas mensuales, pero se siente tremendamente desanimado y sin horizontes.

Debido a la presión que sufre se le recomienda pasar, sin carga familiar, un mes de reposo, coincidiendo con el verano, en Urbecharca, que bien podría ser Santander. Allí acude y allí encuentra también a su compañero de colegio Benito Cart convertido en el médico de la locali-dad, con buena clientela y mejores relaciones. Enterado Cart del proble-ma de Heriberto, lo cita en una casa que tiene alquilada fuera del pueblo, donde recibe visitas femeninas con la particularidad de que las mujeres acuden en grupo y muchas veces son menores. Heriberto frecuenta las

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reuniones que acaban siempre a la plena satisfacción de los dos hom-bres, cumpliéndose así el tópico, que ensombrece bastante una novela bien perfilada, de hombres listos y dominadores y mujeres alocadas y sin demasiado seso.

La terapia es tan convincente y su estado de ánimo se restablece de manera tan rápida que inventa una excusa para pasar un mes más en Urbecharca. Benito Cart le da la solución definitiva: inventar un intento de suicidio que lo haría permanecer más tiempo en el lugar, pero, sobre todo, le reportaría una fama inmediata a su pluma, que ya era media-namente conocida. Efectivamente, la prensa lanza la noticia y a partir de ahí todo son ingresos y viajes para Heriberto que, en una rueda de prensa al final del libro, confiesa que dedicará su tiempo, al fin, a escribir novelas, comenzando por una que llevará por título «Villa-Miel»

Para concluir, novela irregular que acaba naufragando por el tra-to casi vejatorio que da a las mujeres, que pasan por las páginas como meros instrumentos sin capacidad alguna de raciocinio. Los personajes masculinos son tratados con mayor profundidad, pero siempre para su-brayar el dominio sobre las mujeres que los rodean. El asunto de las mu-jeres menores entregadas a las relaciones sexuales con hombres mayores se encuadra en el contexto de este tipo de obras de la época, aunque no deja de producir rechazo a leerlas en nuestros días.

El doctor y sus amigas

El doctor y sus amigas fue publicada en el número-almanaque de 1928, el 16 de diciembre de 1927, con en nº 292 de La Novela de Hoy e ilustraciones de Vázquez Calleja. A la novela de Precioso, en este número extraordinario, la acompañaban otras de Joaquín Belda, Fernando Mora y F. Serrano Anguita. La dedicatoria de Artemio Precioso a Vicente Blas-co Ibáñez demuestra la unión entre ambos escritores:

Al maestro de novelistas Vicente Blasco Ibáñez, gloria de la literatura universal, su amigo de ayer, de hoy, de mañana, de siempre, con la de-voción sincera y el cariño del más humilde, del último, quizá del más joven de sus discípulos. (Precioso, 1927d, p. 23).

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La novela es de mayor calidad que otras del mismo autor. El ar-gumento es más actual, incluso con asesinos múltiples y teorías psicoló-gicas, y trasciende el asunto de una novela claramente erótica. El doctor Durand, héroe de la gran guerra, resultó herido de gravedad en batalla y se le tuvo que practicar una trepanación que le salvó la vida pero que acabó modificando su carácter. Establecido en París como médico y ayu-dado por su fama de héroe, se aprovecha de sus técnicas de hipnosis en su consultorio para robar a sus pacientes, mujeres siempre atraídas por su fama y su porte atlético, y, además, aprovecharse físicamente de ellas. El asunto concluye cuando trata a la esposa de un banquero judío, Ali-cia Deslaves. Cuando Durand ya tenía a buen recaudo una pulsera de brillantes y un billete de mil francos, Alicia, que había resistido el poder hipnótico de Durand, lo acusa de ladrón y amenaza con llamar a la po-licía. El doctor, previendo el escándalo, decide entonces instalarse en La Costa Azul.

El mediterráneo exacerba aún más sus pasiones prohibidas. Se dedica a jugar y a perder las fortunas que robaba a las ancianas ricas que pasaban por su consulta. En ese momento entra en su vida Lyda Maen, princesa rusa huida de la Revolución. Es en entonces cuando Durand se dedica a asesinar a sus pacientes para obtener más rédito. Alquilan una villa en las afueras de Niza para pasar desapercibidos y enterrar los cadáveres en el jardín.

Un día Durand recibe la visita de su amigo de las trincheras, Fe-derico Michel, cobrador en un banco. Durand le habla de su situación apurada y le pide cincuenta mil francos. Al día siguiente, Michel le lleva la recaudación completa del día, que se acercaba a los cien mil francos. Durand lo ve pálido, demudado, lo reconoce, le administra una inyec-ción de cafeína para reanimarlo, pero todo es inútil. Su amigo fallece ante sus ojos.

Decide entonces quedarse con el dinero y esconder el cadáver en el armario. Al poco tiempo se presenta muy inquieta la esposa de su amigo, pero él la despacha restándole importancia al asunto. El embrollo crece cuando se rumorea que Michel ha huido con el dinero, pero su

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mujer averigua que había estado dos veces en casa de Durand. El médico es acusado, su casa registrada y él, detenido y condenado a pena de cárcel con las declaraciones en contra de la esposa y hasta de Lyda, que no lo ayuda a exculparse.

Al final, la rusa cuenta a una amiga sus experiencias y se jacta de cómo crecen los naranjos en su jardín, abonados en abundancia.

Evas y manzanas

Evas y manzanas apareció en el número 311 de La Novela de Hoy el 27 de abril de 1928, con prólogo de Fernando Mora e ilustraciones de Ramírez. Realmente, se puede considerar una continuación de ¿Por qué engañan ellas?, publicada en la misma colección el 5 de junio de 1925. El hilo conductor es el mismo. Rosa Rosillo recibe en su casa los jueves a un grupo de amigas que deben contar la primera vez que fueron in-fieles a sus esposos. En el libro anterior seis de ellas habían contado sus experiencias y ahora, en esta nueva entrega, Rosa invita a las demás a continuar con los relatos.

De esta manera comienza Encarnación del Alma a la que Rosa Rosillo apostilla «que si pesas noventa kilos es porque tu corazón tiene por lo menos cuarenta» y, apunta el narrador que «cada vez que iba a ha-blar se le subía el pavo a la cara» (Precioso, 1928a, p. 14). Casada con un ingeniero de montes, acompaña a su marido a una finca cerca de Cieza donde tres aldeanos jóvenes se quedan prendados de ella y una tarde, sola en casa, consuma la traición con uno de ellos.

Destacan, no obstante, por encima del trivial argumento, -y es muy frecuente en sus obras- la capacidad de reflexión y de observación de lo que lo rodea y el conocimiento de la vida rural que utiliza frecuen-temente para crear ambientes. En referencia a los campesinos del lugar, dice:

Más que envejecer, lo que les sucede es que no tienen juventud. Pasan, en general, de la infancia a la edad madura, pero con una madurez de fruto seco, de fruto conservado y oreado al aire, al sol y a los relentes.

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El varón desde los seis años trabaja, guarda ganado, ara, se gana el pan «con el sudor de su frente». La hembra se desarrolla precozmente, se casa o se fuga con el novio muy joven y a partir del primer parto es un despojo humano, lleno de suciedad y de desidia, de malos humores […] Obsérvense [sic] a los mismos pobres burgueses de los pueblos, reumáticos, gotosos, viejos por el ácido úrico, envenenados por el ocio y la carne de cerdo y se acabará de comprender la verdad de mis pala-bras. (Precioso, 1928a, p. 22).

Toma en segundo lugar la voz Enriqueta Rosal, delgada y elegan-te, casada con Rigoberto, que, por problemas médicos, no puede tener hijos. Una pareja amiga muere por la epidemia de gripe dejando a su hijo Nandito huérfano y al cargo de Enriqueta y su marido. El niño crece y cuando cumple los dieciséis años, sentado sobre las rodillas de Enrique-ta, la besa en la boca. Ella, después de recriminar a la criatura, piensa que es mejor adiestrarlo en el amor antes de que caiga en manos de otra. Así se consuma el adulterio. Poco después el joven conoce a una chica de su edad de la que se enamora.

En tercer lugar, es Marina Marín la que tiene que contar su aven-tura. Casada con un marido de dientes negros «más bien verdosos», desea tener una aventura, hasta que, en un viaje en tren, un pasajero exhibicionista recibe la sorpresa de que en vez de ser rechazado es re-compensado por su osadía y acaba haciendo el amor con Marina. Dice la protagonista: «Lo que me atrae es la aventura del momento, el chispazo, el arponazo del deseo, la coyunda rápida del mutuo deseo». (Precioso, 1928a, p. 51).

Al ir la novela concluyendo también se aceleran los relatos, ocu-pando los tres últimos unas pocas páginas. La cuarta mujer en relatar su infidelidad es Teodora Moreno, que, al descubrir que su marido es homosexual, acaba traicionándolo con un marinero del puerto de Nápo-les… que comparte con el propio esposo.

En quinto lugar, Sofía Cano confiesa su atracción por los hom-bres, por todo tipo de hombres, ya antes del matrimonio, y confiesa que «cayó» apenas quince días después de casarse ya que «era la chica más pérfidamente coqueta de toda la comarca» (Precioso, 1928a, p. 59).

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Manolita del Tronco concluye el rosario de confesiones. Esposa de un agrimensor, cuenta que fue ella, a sabiendas, la que se dejó seducir por un donjuan profesional. Tras ello «Me dediqué entonces a ser yo un ‘donjuán’, a conquistar yo»

El millonario polígamo

El millonario polígamo fue publicada en La Novela de Hoy con el nº 340 el 16 de noviembre de 1928, con Ilustraciones de Vázquez Calle-ja y sin prólogo. Figuran como casa editora CIAP y Editorial Atlántida como ya venía siendo habitual desde el número 330 de 7 de septiembre de 1928.

La novela peca, como otras del autor, de un arranque lleno de buenas intenciones narrativas y un desenlace apresurado. Aquí, el argu-mento es simple dentro de su excentricidad. Un millonario llamado Leo-nardo Albaida decide que la mejor forma de aprovechar su vida, por en-cima de diversiones efímeras, lujos excesivos o cualquier forma de gastar su fortuna es sembrar la tierra de hijos con mujeres distintas en distintos países. Tras una profunda reflexión comienza su búsqueda, primero en Madrid donde encuentra a una mujer de ideas avanzadas, Aurelia Ro-che, que accede a sus pretensiones y acaba quedando embarazada. Quizá el razonamiento de esta mujer acerca de la inutilidad del matrimonio y de la independencia de la mujer sea lo mejor de la novelita:

—No me he casado ni me casaré —decía ella—porque el matrimonio, tal y como está constituido, es absurdo, y sobre todo insoportable. De la misma manera que no he podido resignarme a vivir como hija de familia casi rica, siendo lo que se llama «una señorita», no podría re-signarme a ser la esposa de un hombre cuya presencia, defectos, tal vez brutalidades e incomprensiones, pesasen sin cesar sobre mí. Siento, como todas las mujeres, latir dentro de mí «a la madre», pero no a la esclava de tantos prejuicios como corroen a la pobre personalidad de la mujer… (Precioso, 128b, p. 19).

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A la segunda mujer, Marta Kaslova, la aborda en París y, tras una separación en la que ella marcha a Praga, acaban carteándose y estable-ciendo relación. A partir de aquí, una vez consumidas tres cuartas partes de la extensión de la novela, el autor casi se limita a dar nombres y na-cionalidades del resto de mujeres: Anita, una cubana que acaba viviendo en La Habana con él tres meses al año; la irlandesa, Lira Elisabeth, con la que vive otra parte del año en Londres y le da seis hijos, y otras, de las que no da el nombre, residentes en La Haya y Roma. En total seis muje-res y treinta y dos hijos a los que atiende por turnos, pero puntualmente ayudado de dos secretarias políglotas.

Termina la historia cuando el protagonista en su testamento lega su fortuna a sus hijos y redacta unas máximas para que les sirvan de ejemplo. Además, deja parte de su dinero para matrimonios pobres.

En fin, novela apresurada y descompensada, como decíamos, que no entra en el terreno de lo erótico pero tampoco construye un ar-gumento sólido y creíble.

Memorias de un médico

Memorias de un médico fue publicada por La Novela de Hoy con el número 357 el 15 de marzo de 1929. Ya figuraba como director de la colección Pedro Sáinz Rodríguez, con oficinas en la calle San Marcos 42. Las Ilustraciones son de Vázquez Calleja y figuran como editorial CIAP y la Editorial Atlántida. Se imprimió el volumen en la librería de Fernando Fe, Puerta del Sol, 15.

La dedicatoria define el libro en su totalidad, a saber:

Al ilustre doctor G. Marañón, que tan admirablemente hermana sus cualidades de mago de la ciencia, de médico ejemplar, de gran escritor y de ciudadano modelo. (Precioso, 1929a, p. 4).

El protagonista de la novela, un médico prestigioso, del que sin duda fue modelo para el escritor el doctor Marañón, aunque de manera un tanto burda, relata sin apasionamiento los extraños casos de pacien-

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tes que trató en su consulta: un abogado insomne a causa del arrepen-timiento que le produce el haber defendido a asesinos, una mujer em-barazada de una amante, un sifilítico al que el doctor le recomienda no contraer matrimonio, un deprimido, un avaro, etc. Quizá el único inte-rés que tenga el relato sea la disertación de un homosexual para justificar su estado, llena de referencias bibliográficas a estudios de la época.

La muerte de un señorito juerguista

La muerte de un señorito juerguista se publicó en La Novela de Hoy con el número 366 el 17 de mayo de 1929. Publicada por CIAP y la Editorial Atlántida y con ilustraciones de Quintanilla.

Hay dedicatoria: «A mis lustres y queridos amigos don José y don Rafael Sánchez Guerra en recuerdo de nuestras conversaciones en París. Artemio Precioso»

Interesante obrita, quizá por las reflexivas notas preliminares so-bre el estado de la novela que, aunque sin venir a cuento con el argumen-to de la obra que sigue, tienen cierto interés.

Hablando de la moral en literatura, Precioso argumenta:

Entre los escritores moralizadores están, en primer término, los satí-ricos, los que presentan al descubierto las llagas y pústulas sociales, que se curan sólo con los rayos ultravioleta de la luz. Y estos escritores, como Felipe Trigo, por ejemplo, son los que suelen ser tildados por los fariseos como inmorales, pornográficos o «crudos». Entre los desmo-ralizadores figuran aquellos que laboran por el establecimiento de una moral nueva, aquella que se basa en las modernas teorías científicas, entrando en el campo de la patología comparada.Y, finalmente, escritores amorales son aquellos que no creen en moral alguna, ni en la pasada ni en la presente, ni en la futura. Estos artistas entran de lleno en el anarquismo intelectual y son demoledores si pie-dad, pues el amoralismo excluye todos los sentimientos que pudiéra-mos llamar burgueses. […]Quienes no realizan labor de ninguna clase son los jornaleros de la plu-ma que se dedican a embrutecer al público con novelas o comedias de

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las llamadas «blancas», procurando no rozar ni el más leve sentimiento burgués o religioso. (Precioso, 1929b, p.8).

El relato está dividido en tres partes. Cuenta en la primera la his-toria de Humberto Roca de las Torres, licenciado en derecho y donjuán que se enamora de Rosa de Arán, mujer casada, con la que establece una relación carente de sexo, pues su moralidad no le permite ir más allá. Harta de las infidelidades de su marido, al que no ama, y, al no creer en el divorcio, le pide permiso al propio marido para huir con Humberto y le promete que nunca se sabrá más de ellos. El marido consiente, pero esa misma noche busca al amante y se baten en un duelo donde muere el marido. Rosa de Arán también muere al día siguiente, como conse-cuencia del sentimiento de culpabilidad y Humberto decide ingresar en la Compañía de Jesús. El narrador lo conocería allí, en el colegio de los jesuitas de Orihuela (donde Precioso estudió) y es curioso cómo recuer-da aquí, otra vez, pues ya lo hizo en repetidas ocasiones en sus escritos, determinadas costumbres colegiales:

Existe, claro, el peligro de los desvíos sexuales, los amores anormales que surgen fatalmente de la convivencia prolongada de los jóvenes del mismo sexo. Pero en la mayoría de los casos, y salvo predisposiciones inevitables, la vida luego templa nuestro espíritu, encauzándolo por senderos naturales. Peor es, a mi juicio, que desde la edad temprana el joven caiga en el fango de las prostitutas profesionales y en los vicios de que la sociedad se halla abarrotada. (Precioso, 1929b, p. 14).

∫En la segunda parte el protagonista es Jaime Rasores, señori-to «marchoso» que, cuando sus padres fallecen, recibe una herencia en metálico de cien mil duros y fincas que administra don Ramón Mª de la Selva. Jaime mantiene relaciones de noviazgo con Lolita Ozores, a pesar de que los padres no ven el noviazgo con buenos ojos por la vida diso-luta que lleva el joven. Vende poco a poco sus propiedades para seguir la vida de lujo, juego y dispendio que le gusta. Llegado un momento, su administrador, después de reclamarle una cantidad y de haberle estafado dinero sin cuento, se despide y le comunica que está arruinado. Jaime

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ve en la fortuna de Lolita su tabla de salvación, pero la madre de ella la convence para que se confiese con el padre Humberto, convertido tras años de sacerdocio en verdadera luz espiritual de sus feligreses. Este le aconseja que abandone a su novio y ella accede.

En la tercera parte, el joven decide dilapidar lo poco que le que-da y le tiende una celada al padre Humberto. Fingiéndose enfermo en una cama de un bar de alterne, planea que sus amigos avisen al padre Humberto para, una vez allí, ridiculizarlo con el inmoral ambiente que reina en el lugar. Cuando los amigos van por la calle con el jesuita, este comienza a hablar y ellos se impresionan con su lucidez, con su fe y con sus maneras humildes y francas. Intentan convencerlo de que no es ne-cesario que vaya, pero el cura insiste. Los dos amigos avisan a Jaime del carácter del padre Humberto y él comienza a dudar. Al final, el jesuita tiene una conversación con el joven que, impresionado y sin aliento, fa-llece.

Cuando el amor nace

Cuando el amor nace se publicó en La Novela de Hoy el 4 de oc-tubre de 1929 con el número 386. CIAP y Editorial Atlántida, con ilus-traciones de Esteban. Figura una dedicatoria «A José García Berlanga, en recuerdo de aquel viaje a bordo del “Patria”. Cariñosamente. A.P.»

El argumento del libro es una mera excusa para que el autor haga un repaso de sus viajes. El protagonista, Juan Garibay, viajero, pianis-ta, tenor, pintor, periodista, novelista y dueño de un modesto capital, se enamora de Marta Renard, de soltera Moltó, separada de un ingeniero francés, nacida en México, educada en Inglaterra, residente en Francia y millonaria además de mujer hermosísima.

Pues bien, ambos se embarcan en un crucero por el Mediterráneo donde visitan Taormina, Atenas y otros lugares atraídos por el exotismo. Poco a poco, en una relación sin amor carnal, pero de mucha compli-cidad, se dan cuenta de que están hechos el uno para el otro. Marta le cuenta que es madre soltera de un niño negro y ese es el único destello

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en una trama anodina y plana. Ambos descubren sus aficiones comunes y su atracción mutua y, hacen honor al título de la obra ya que, el amor nace.

Placeres y delitos a bordo

Después de su libro de memorias donde relata su estancia en Pa-rís, Españoles en el destierro, que veremos en epígrafe aparte, publica Pla-ceres y delitos a bordo en La Novela de Hoy el 21 de febrero de 1930, con el número 406. La editan CIAP y Editorial Atlántida, con ilustraciones de Aristo Téllez.

La novela narra las andanzas de Pepe Roncal, al que se nos pre-senta en el primer capítulo junto a Isaac Roca104 asistiendo a la fiesta de la Asociación Sindical de la Prensa Extranjera en París, una fiesta anual de confraternidad en la que está presente el presidente de la República Gas-ton Doumergue. Roncal está en París dilapidando los restos de una for-tuna heredada de su padre e Isaac Roca le hace de lazarillo por un París que conoce bien al ser corresponsal de la prensa española en esa ciudad.

En el segundo capítulo Roncal vuelve a París, pero ya totalmente arruinado y acude directamente a casa de Isaac Roca, al que le cuenta todas sus desgracias y su ruina. Más avanzada la novela, Roncal decide que su futuro está en cruzar el charco y afincarse en América para esta-blecer un negocio. Roncal toma un paquebote de la trasatlántica francesa que zarpa del puerto de Saint-Nazaire, curiosamente el mismo puerto de donde partió Precioso para ir al Congreso de Prensa Latina en Cuba. A partir de aquí podemos pensar que las impresiones que Roncal ofrece sobre la travesía están tomadas de la experiencia de Precioso durante el viaje referido: techos bajos que dificultan la respiración, comedor gran-de, pero también bajo de techo, pasajeros bebiendo whisky y jugando al póker, señoritas hermosas en el puente y una camarera de nombre Marie que choca accidentalmente con Roncal. Antes de partir Isaac Roca le pide que anote en forma de carta sus impresiones sobre la vida de a bor-

104 Como hemos señalado anteriormente, Isaac Roca fue el seudónimo utilizado por Precioso para muchas de sus colaboraciones periodísticas y alguna literaria.

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do y, sobre todo, lo que le llame la atención. El escritor piensa que toda esa información le puede ser útil para una novela que está preparando. Le pide a Roncal que, aunque solo sea una y «kilométrica», la envié al llegar a La Habana.

A partir de este momento la voz del narrador es la de Roncal a través de la larga carta que escribe a Isaac Roca donde le cuenta los acontecimientos sucedidos durante la travesía. Todo resulta muy banal y, como ya dijimos, muy probablemente extraído de los recuerdos del pro-pio Precioso. El escritor complica ligeramente la trama cuando hace que Roncal encuentre caída en cubierta la cartera llena de abundante dinero que pertenece al mexicano Caifás, personaje nefando que se dedica a la conquista de mujeres durante toda la travesía. Cuando Caifás denuncia la desaparición de la cartera, es acusada Aurora, una mujer que había pasado con él unas horas en su camarote. El desenlace no puede ser más rocambolesco, pues Caifás muere a manos de don Juan Barrán hombre ya maduro que sorprende a su esposa en el camarote del mexicano y lo mata a tiros.

Roncal decide probar suerte con la bella Aurora y comenzar una nueva vida en México poniendo una librería y proyectando casarse con ella en un futuro. La novela termina con Roncal enviando la larga carta al llegar al puerto de La Habana.

Como vemos la historia es una excusa para que Artemio Precio-so repase su travesía a La Habana realizada pocas fechas antes.

El crimen de un celoso

El crimen de un celoso se publica en el nº 434 de La Novela de Hoy. Figura como director Pedro Sáinz Rodríguez y editan CIAP y Edi-torial Atlántida. Las ilustraciones son de Aristo Téllez. La novelita viene precedida de un prólogo: Auto-entrevista, examen de conciencia o confi-dencias de una mujer.

Esta novela nos cuenta la historia de Carlos Fabiano, español, en parte trasunto del propio Precioso, que elige la ciudad sureña de Dax, En Francia, para pasar una temporada de relajo.

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Aunque al principio le parece un sitio demasiado aburrido, pron-to comienzan sus aventuras con distintas mujeres y también pronto ve-mos que la intención de Artemio Precioso es contarnos sus recuerdos de la ciudad donde pasó temporadas para recibir curas de aguas. Precioso describe la plaza de toros de Dax los distintos cafés, las calles y los am-bientes de esta ciudad termal. En un par de ocasiones el autor no puede resistirse a comentar que «Dax le recordaba mucho a Murcia, con sus calles estrechas y tortuosas a veces, hasta en el río no muy caudaloso, que discurría en silencio bajo el puente […]» (Precioso, 1930c, p.30). Más adelante dice:

Dax le traía a Carlos recuerdos y perfumes de sus años de infancia pa-sados en Murcia, la ciudad mora y bella de la huerta floreciente y de la Virgen de la Fuensanta, que era una de las pocas devociones sinceras de su espíritu inquieto dolorido y escéptico. (Precioso, 1930c, p. 32).

En fin, el autor va entretejiendo la descripción de la ciudad con la de los hospedados en el Hôtel des Baignots, como él mismo; y sus rela-ciones con dos mujeres a la vez. Espigando algunas anécdotas sin impor-tancia, poco a poco Precioso nos va conduciendo al desenlace trágico de la novela y es que Carlos Fabiano no puede resistirse a los encantos de Odette, una mujer casada a la que seduce en la habitación de un hotel. El marido aparece repentinamente y da muerte a la pareja de cinco tiros.

La tragedia del gordo

El 19 de diciembre de 1930 publica en La Novela de HOY, nº 449, editada por CIAP y Editorial Atlántida la novela corta La tragedia del gordo. Las ilustraciones corrieron a cargo de Vázquez Calleja y el prólo-go, «Páginas más o menos novelescas de la vida del autor Artemio Pre-cioso», venía firmado por Ataulfo G. Asenjo.

La novela, indudablemente, mezcla episodios autobiográficos del propio Precioso con reflexiones y comentarios sobre la obesidad. Félix Recio y Mucho Más se cría en Vertiente del Llano, un pueblo donde vive

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con sus hermanas que, ya desde bien pequeño, gozan insultándolo por su color de piel (Precioso era muy moreno) llamándolo Moro Muza, ne-gruzo y cochino. La caza y su perra Estrella eran su único amor.

Pronto se traslada a Madrid para estudiar y encuentra residencia en la pensión de doña Abundia, situada en el tercer piso de la calle de la Palma. Poco a poco, Félix va engordando y a los tres meses de estar en la pensión ya pesaba doce más; a los 19 años llegó a los 120 kg.

Terminada la carrera de Derecho obtiene la plaza de registrador en Villalar. Cuando llega al pueblo ya pesa 130 kg y el primer día con-templa cómo todo el mundo en el pueblo le pierde el respeto y se ríe de su gordura. Él reacciona enérgicamente poniendo a cada uno en su sitio y decide abandonar el pueblo.

Instalado en Madrid, obtiene la cátedra de Derecho Penal a la que renuncia. Decide escribir y se convierte en autor de éxito redactando tratados de criminología y delincuencia. Da conferencias por toda Espa-ña que lo hacen muy popular.

A partir de aquí se abre una especie de interludio donde discute con algunos amigos sobre la gordura citando constantemente a Marañón y sus teorías, y después sus antecedentes familiares, todos gente obesa y artrítica.

La novela continúa cuando se enamora perdidamente de Mar-cela Pim, recién llegada de un internado inglés, y que a su vez queda prendada de ese hombre inteligente y elocuente sin importarle su obesi-dad. Él duda de sus intenciones y piensa que ella acepta su proposición de matrimonio a causa de su dinero, pero pronto se da cuenta de que está verdaderamente enamorada. Se propone entonces adelgazar para convertirse en el hombre que siempre quiso ser, pero, conforme se va produciendo la transformación, el interés de Marcela va decayendo. El desenlace es funesto ya que cuando logra llegar a los 80 kg, y justo antes de su boda, fallece repentinamente.

Como decíamos, esta novela es una mera excusa para que Pre-cioso saque a relucir sus opiniones sobre la obesidad. Él mismo obeso, seguramente tuvo que padecer las vejaciones que en la novela describe

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y arrastrar durante su vida (pasó por varios balnearios y regímenes de adelgazamiento) el padecimiento de la obesidad.

Materia somos

Una de las novelas más extrañas que escribió Artemio Precioso, Materia Somos, se publicó el 1 de mayo de 1931, con el número 468, en La Novela de Hoy, editada por CIAP y la Editorial Atlántida. Las ilustra-ciones corrieron a cargo de Tormo.

La historia arranca en Calvinópolis, isla imaginaria y lejana don-de todos los hombres son calvos. Allí llega Enrique Malustre, casado y con dos hijos, a triunfar en el mundo literario, pero desengañado pronto y convencido por Elisa, su mujer, abandona las letras y abre una tienda de ultramarinos.

La acción se desencadena cuando, a raíz de unos comentarios en contra del gobierno de la isla, Enrique es detenido y encarcelado. Su esposa contrata al abogado Juan Fortuna que, lejos de proteger a su cliente, arruina a la familia. Elisa decide entonces visitar al gobernador para intentar convencerlo de la inocencia de su marido. Este, después de escucharla y verla arrodillada con sus hijos delante de él pidiendo la libertad de Enrique, en lugar de mostrar cualquier atisbo de piedad, los arroja a la calle.

Algún tiempo después, todavía en prisión, Enrique Malustre muere después de Nochebuena. Elisa traspasa el negocio y junto con sus hijos se traslada a vivir a París, donde los niños reciben una buena edu-cación en colegios públicos y, a la larga, logran también buenos empleos.

Elenio, el más pequeño, profesor de idiomas, se inicia en el anar-quismo e insiste en regresar a Calvín, la capital de Calvinópolis, idea que su madre intenta sacarle de la cabeza. Consigue engañarla diciéndole que ha encontrado un buen trabajo en Berlín, y cuando parte, en reali-dad viaja a la tierra donde está enterrado su padre.

Al llegar a Calvín visita al ya exgobernador Joaquín Hernán, res-ponsable de la muerte de su progenitor, que vive opulentamente en un

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palacio. Elenio se entrevista con él y le desvela su identidad después de una tensa conversación a la que asiste el médico de Hernán. Elenio le dispara un tiro en la cabeza y el médico certifica la muerte en un papel que entrega al muchacho. Cuando Helenio escapa del hotel, descolgán-dose por el balcón el médico llama a la policía, que intenta detenerlo, pero, el joven finalmente consigue llegar a la frontera alemana.

La parte final de la novela es una reflexión ante la inutilidad de las acciones y de la violencia. Estando en su dormitorio, a Elenio se le aparecen su padre y el exgobernador y los dos le hablan con un tono pa-cifista y ciertamente determinista intentando convencerlo de que las ac-ciones no pueden ser vengadas porque no pueden ser variadas. Discurso sobre la fatalidad de la vida y la injusticia en la tierra. Elenio despierta y se da cuenta de que la conversación con los dos personajes ha sido un sueño, e inopinadamente, oye en la habitación vecina ruidos que delatan a la mujer que, también desvelada, pasea por ella. La novela acaba cuan-do Elenio le hace una visita amorosa.

Efectivamente, novela extraña, de escasa calidad y excesivamente enrevesada, aunque en cierto modo experimental. Los escenarios de la isla inventada bien podrían corresponderse con el conjunto de malos gobiernos que Precioso habría visto a lo largo de su vida y contrastan vivamente con la realidad de la vuelta a París de Elisa, el ímprobo trabajo para sacar adelante a sus hijos y la venganza final.

El destino implacable

El 2 de octubre de 1931 Artemio Precioso publica la obra El des-tino implacable, editada en la colección La Novela de Hoy con el número 490. Las ilustraciones son de Mel.

La novelita, muy corta, narra la historia de Arturo Quiroga, un hombre atractivo y encantador al que, según el narrador, a pesar de pro-fesar ideas socialistas, le gustan el lujo, los buenos trajes y los buenos vinos. Al principio cuenta el narrador que queda huérfano de padre a los 15 años y de madre, a los 18 (aunque esta reaparece milagrosamente

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un poco más tarde). Falto de recursos, para poder ganarse la vida viaja a Bélgica, donde, gracias a su apariencia y modales, trabaja como chófer mientras cursa la carrera de ingeniero mecánico y envía todos los meses dinero a su madre (que ya creíamos muerta) y a su hermano.

Se hace novio de Clotilde Marín, una hermosa joven de Elsar, pueblo de ambas familias, pero los suegros se oponen a la relación. El narrador los describe como seres repulsivos: Dámaso Marín, el suegro, es un alcohólico usurero, agresivo e insolente, además de tacaño. Doña Marcela, la suegra, «alta, seca como la muerte, con los ojos hundidos, el pelo lacio y escaso, con la boca sumida y el aire siniestro, se diría una imagen exacta de la avaricia de la maledicencia o del espíritu del mal» (Precioso, 1931b, p. 15).

Arturo Quiroga termina la carrera de ingeniero, vuelve a Elsar y se casa con Clotilde, ya mayor de edad, con la oposición frontal de los padres que, no se sabe muy bien por qué, no lo tienen en alta conside-ración. Arturo es nombrado director de una fundición de hierro en la capital, a unos 20 km de Elsar. Con ellos vive su hermano, Juan Quiroga, que ejerce de oficial en la notaría del pueblo.

Clotilde visita a sus padres para intentar apaciguar las relacio-nes con su marido pero es despedida con cajas destempladas. Un día, paseando Arturo con su hermano Juan por el campo, se cruzan con Dá-maso Marín, su suegro, que, tras unos insultos, intenta agredir a Arturo que, para defenderse, da muerte al padre de su esposa.

Pactan entonces los hermanos que sea Juan el que se acuse de la muerte de Dámaso Marín para que así Arturo pueda seguir con su vida matrimonial. El inocente es condenado a varios años de prisión y cuando sale de esta y acude a casa de su hermano se da cuenta de que las privaciones y la austeridad de la prisión han exacerbado sus pasio-nes. Los dos hermanos cuentan la verdad a Clotilde, que Arturo fue el verdadero asesino de su padre. Desde entonces mira a Juan con otros ojos, lo considera un héroe y acaba por enamorarse de él. Un día, Arturo vuelve a casa a una hora inusual y sorprende a su hermano Juan en la cama «enredados en una cópula furiosa» (Precioso, 1931b, p.52) y, sin

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mediar palabra, cierra la puerta del dormitorio y momentos después se descerraja un tiro.

Clotilde, destrozada, ingresa en un convento y Juan viaja a Ma-drid donde malvive en una buhardilla aislado del mundo.

La novela es totalmente intrascendente y está a medio desarro-llar. El único interés lo tendría el último capítulo, donde el lector y el autor discuten sobre el final de la novela en un tono muy unamuniano. No obstante, ni siquiera el final salva el relato, que peca de inocente e irrelevante.

Vida Nueva

También en La Novela de Hoy, el 25 de diciembre de 1931, con el número 561, aparece Vida Nueva, ilustrada por Augusto y con prólogo de Rafael Marquina.

El argumento, como muchas de las novelas de los años treinta, es muy cosmopolita. Pedro Castaño, arruinado, viaja a Niza y se aloja, con sus últimos mil francos, en el hotel Rull, en pleno Paseo de los Ingleses, que está regentado por un español, el señor Varela. Allí consigue habi-tación con pensión completa por 100 francos diarios. No obstante, el dueño le hará a Castaño un precio especial pues este último citó uno de sus hoteles cuando entrevistó a Mussolini en Roma.

Justo cuando llega Pedro Castaño al hotel acaba de partir la Ar-gentina Clotilde Pastamiel, con la que había tenido una aventura en un viaje a El Cairo cuando ella viajaba en compañía de su marido, Hombo-nó Pastamiel.

Es curiosa la descripción de los padres. Pablo Castaño era hijo de un hacendado de Costas Bravías, en Extremadura, Javier María del Castaño y Cedral de los Puentes «alto, rubicundo, miope sin gafas […] buen tipo, cerrado de mollera, ignorante y colérico, brusco de ademanes y de andar marcial […]». Sin embargo, la madre, «doña María de las Mercedes de los Santos Cortones, había sido una mujer de cara perfecta, grandes ojos negros, largas pestañas, boca pequeña y pelo negrísimo, no

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muy alta, regordeta, hija única de una antigua familia de prestamistas de guante blanco […] (Precioso, 1931c, p. 28). Los padres mueren víctimas de la epidemia de gripe y Pablo termina el bachillerato y cursa en Madrid la carrera de Derecho, con escaso aprovechamiento.

Dueño de una sólida fortuna, entabla relaciones con una «cal-culadora» dactilógrafa, Solita Bellando, que pretende al heredero para hacer sólida su posición. Él le solicita su cuerpo y promete casarse con ella después. Queda embarazada pero el matrimonio no llega y Pablo es apaleado por la familia de Solita. Se niega a casarse y los tribunales lo obligan a pagar veinte mil pesetas de indemnización y diez pesetas diarias de renta. Él cumple a regañadientes y con el resto de su capital, setecientas mil pesetas, se instala en París para vivir la vida.

Dilapida su fortuna en apenas tres años y acaba arruinado en Montecarlo. Allí conoce a una mujer escocesa mayor que él que le pro-pone dedicarse al cine. Lo lleva a su casa, donde hacen el amor, y le pro-mete una vida de lujo si sacia sus inclinaciones sadomasoquistas. Un día, Pablo le aprieta demasiado una cinta alrededor del cuello y ella muere mientras él «cayó al suelo, presa de una congestión cerebral, como heri-do por un rayo…». (Precioso, 1931c, p. 55).

El relato coincide en escenarios y comportamiento de los perso-najes con otros de la época: hombre rico, mujer embarazada y desairada, gasto sin control de una fortuna que se termina por acabar y muerte vio-lenta del protagonista. Todo ello en escenarios antagónicos: la vida rural frente al cosmopolitismo de la vida en hoteles de lujo en el extranjero. Al final triunfa, de alguna manera, la justicia poética.

Por qué engañan ellas [ampliación]

En enero de 1932 publica lo que se había venido anunciando como una ampliación de su novela Por qué engañan ellas, en un volumen de 195 páginas impreso por Talleres Poligráficos de Madrid. Realmente este volumen reúne, como ya apuntamos, un extenso prólogo donde Pre-cioso relata todos los pormenores del proceso judicial que tuvo lugar en

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torno a la, llamemos, primera edición de la novela, y después, sin mover una coma de los originales, las dos partes de la misma que publicó en su momento por separado y con nombres diferentes: Por qué engañan ellas, de 1925 y Evas y Manzanas, de 1928, cuyos argumentos ya comentamos.

El día 28 de abril aparece una crítica en El Heraldo de Madrid sobre la nueva publicación de Artemio Precioso105:

En realidad, se trata no de una novela, sino de un conjunto de relatos que son a manera de variaciones sobre un mismo tema: el adulterio. El adulterio, ahora, en que el personaje activo es la mujer.El señor Precioso podría haber puesto a su obrita un subtítulo más exacto y menos vulgar que el de novela: podría haberla llamado «Do-decamerón». Pero, sin duda, su modestia ha temido que se le achacase un intento de comparación con Boccaccio y con la reina de Navarra.Mas no por ello la denominación hubiese estado menos en su punto. Juzgue el lector.Doce malcasadas se reúnen en casa de una celestina solterona y rela-tan en sendos capítulos cómo cayeron, luego de la coyunda, por vez primera. Y resultó que una cayó porque su marido era muy flaco; otra, porque era gordo con exceso; ésta, porque el cónyuge le salió talmente un Otelo; aquélla, porque el pobre se pasaba de confiado; tal, porque una tarde de primavera se quedó sola en una finca rústica; cual, por puro vicio o por curiosidad impura... En fin, que ellas engañan por todo... y por nada.El volumen —inspirado, según el propio autor, en otro de Fernández Flórez— es de amena lectura; sus páginas serán seguramente espejos donde se contemplarán —con pecaminosa voluptuosidad— muchas posibles protagonistas.E. RUIZ DE LA SERNA

De lo que no debe huirse

La última novela que publicó Artemio Precioso antes de volver de París fue la que lleva por título De lo que no debe huirse, editada en la colección La Novela de Hoy el 12 de febrero de 1932 con ilustraciones de Luis Sanz y un insulso prólogo de Rafael Marquina.

105 El Heraldo de Madrid, p.13, 28/04/1932, HDBNE.

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El argumento, a pesar de su sencillez, hace honor al espíritu de la novela corta, sobre todo en el tramo de las que se escribieron a comienzo de los años 30 y adoptaron un tono cosmopolita más acorde con el ritmo de aquellos tiempos.

Precioso la ambienta en París y el protagonista es Alberto Manio, un escritor de novela corta y periodista que, poco a poco, ha ido perdien-do su fortuna familiar y endeudándose con sus amigos para mantener el ritmo de vida que le exige Marta Sarcof, una mujer atractiva que le hace dejar su vida de devaneos para acapararlo solo para ella. La novela co-mienza cuando Alberto pretende, en la cita que va a tener ese mismo día, dejar a Marta y volver a su vida anterior. Mientras se preparan para salir a una fiesta discuten, como a menudo hacen, y ante la amenaza de ella de dejar la relación él se carga de mayor voluntad que otras veces y acepta la ruptura ante lo que la mujer muestra su ira y lo abofetea. El narrador nos da una pequeña muestra del machismo imperante en la época:

¡Qué valor se necesita para no propinar una paliza a la mujer que nos pega! ¡Cuánta sangre fría y dominio sobre la bestia hacen falta para no repeler una agresión femenina! Aquellos versos de la zarzuela española Los guapos:¡Los cobardes sois así!: / que no sabéis apreciar, / que no podéis com-prender / ¡el valor que hay que tener / para dejarse pegar!Encierran una gran verdad. (Precioso, 1932b, p.43)..

Tras el enfado y la bofetada viene la reconciliación, que es más apasionada que nunca.

Comienza así una segunda parte donde, tras una consulta médi-ca, el facultativo se espanta de que Alberto haga el amor todos los días al menos una vez. Piensa el médico que su fortaleza física se verá merma-da y le recomienda un período de abstinencia. En un principio, Alberto piensa partir de viaje solo pero, finalmente, llama a Marta diciendo que va a emprender a un viaje de relax y conciertan verse en el balneario de Vichy, que Precioso, por cierto, conocía tan bien, y quizá por esto dedica unas páginas a describir las distintas fuentes los parques y el lago de la ciudad, los conciertos y los espectáculos, incluida la actuación de Anto-nia Mercé, La Argentinita.

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La desgracia se ceba con los amantes: Alberto espera durante ho-ras en el hotel la aparición de Marta, pero ella se demora, hasta que el jo-ven se entera de que ha muerto con el cráneo destrozado en un accidente de automóvil cuando viajaba hacia Vichy, mientras que sus dos amigas, que la acompañaban en el vehículo, resultaban ilesas.

La conclusión del joven es que después de esta tragedia no vol-verá a amar jamás. La virtud del relato es situarnos en un mundo de lujo y opulencia que sí debió ser bastante real en ciertos ambientes de la Eu-ropa de los años 30. El argumento amoroso es la excusa para mostrar el esplendor del escenario, que es lo interesante de la novela.

Españoles en el destierro

En el diario ABC del 30 de marzo de 1930 se anuncia la inmedia-ta aparición de Españoles en el destierro. En sus «Líneas preliminares», Precioso informa de que parte del libro fue escrito en plena dictadura de Primo de Rivera, y que una vez muerto el dictador terminó el texto sin modificar ni una sola palabra de lo escrito.

Muy pronto aparecerá el tan esperado libro «Españoles en el destierro». (La vida en Francia de Blasco Ibáñez, Sánchez Guerra, Alba, Unamuno, etc., con cartas, documentos, diálogos, anécdotas de estas grandes figuras). El autor de «Españoles en el destierro» es Artemio Pre-cioso, nombre que garantiza la amenidad y el interés, y que cuenta con tan crecido número de lectores. «Españoles en el destierro» será de esos libros que no defraudan, que no se olvidan, y que se conservan. Ningún español dejará de leer «Españoles en el destierro», por Artemio Precioso. Del mismo autor, en breve: «El amor de cada día», «La doble pasión», «Mi calvario» (páginas autobiográficas), «Mis Memorias de editor» y «Los diablos fríos». Pedidos a Editorial Colón. Andrés Mellado, 6. Apar-tado 549, Madrid. 106

106 ABC (Madrid), p. 52. 30/03/1930, AABC.

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En diciembre debía estar ya lista esta publicación107 y también comienzan a aparecer las primeras críticas de su libro108:

Artemio Precioso —literato, editor, traductor del «Volpone», redactor y fundador de periódicos—, fue una de las víctimas de la Dictadura de los seis años, y está en Francia, donde primero vivió refugiado. […]Ha escrito en París y editado en Madrid un libro atractivo, de interés, anecdótico ahora, pronto histórico. Se titula «Españoles en el destie-rro» y forman su contenido la vida en Francia de Santiago Alba, Blasco Ibáñez, Sánchez Guerra, Unamuno, Eduardo Ortega y Gasset el gene-ral López Ochoa y Manteca, con diálogos, anécdotas, cartas y semblan-zas de estos ilustres perseguidos.Ha debilitado un tanto el buen éxito de «Españoles en el destierro» el haber aparecido un poco después de la traducción castellana de «Los desterrados por la Dictadura», libro de Francisco Madrid, publicado hace meses en catalán.Idéntico el asunto, con los mismos personajes (algunos más en el otro, algunos menos en éste, dos menos en aquel) e iguales o parecidas re-velaciones, no es nada extraño que el libro aparecido más tarde vea un poco amortiguado el interés que despierta.Como dice el vulgo, menos citado que el otro, pero muy oído también; quien da primero, da dos veces...Las páginas dedicadas a Blasco Ibáñez me han convencido por lo senti-das, y con haber en ellas mucho atañedero a la política, hay más de vida y de historia literaria.Lo mejor del libro de Artemio Precioso es la vida en París de don San-tiago Alba. Le admira y le quiere Precioso, que aparece en estas páginas no solo como amigo fervoroso de Alba, sino como albista entusiasta.Entre los documentos que publica hay uno inapreciable: la carta de don Santiago Alba quejándose de los mimos y las carantoñas de que era objeto, en cierta parte, el duque de G.Es una carta dignísima que honra y enaltece la delicadeza, el decoro, la honestidad de su autor. Para mí, que siempre he estimado al señor Alba, que hago justicia a su mérito, que he considerado patrañas las acusaciones del duque de G., y que no he pretendido nunca verle corre-ligionario mío, está clarísima, conocida esa epístola, la calificación de

107 Blanco y Negro (Madrid), p. 45, 14/12/1930, AABC.108 El Noroeste, p. 1, 25/12/1930, HBDG.

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su última evolución. Se ha comido la carta que dirigió al señor García Prieto. Se la ha tragado. La boca le sabrá a papel mascado, la saliva es todavía blanca y espesa, y no lo tome a mal, hace reír al recordar el trance. Tragarse una carta tan delicada, es peligroso para el señor Alba, y a la larga o a la corta le sentará mal. Roberto CASTROVIDO

Precioso confiesa que tiene motivos personales para odiar el ré-gimen dictatorial de Primo de Rivera. Promete explicar esos motivos en un librito que titularía Mi calvario, que finalmente no escribió. Comenta que cuando se llevaban de su casa los muebles heredados de su madre estuvo a dos pasos del anarquismo práctico109.

El libro, como ya explicamos en otra parte110, es una mezcla de sus vivencias en el París del exilio con el relato de las vidas y aconteceres de otros personajes (Santiago Alba, Sánchez Guerra, Blasco Ibáñez, Una-muno, Eduardo Ortega y Gasset, Carlos Esplá, el general López Ochoa y el ex senador Manteca). A lo largo de 311 páginas nos ofrece un do-

109 Es probable que los muebles a los que se refiere Precioso estuvieran en litigio en varias ocasiones. Así en el BOPM el 21 de julio de 1927 en la sala segunda de la Audiencia Territorial de Madrid, en una apelación con la presencia de Octavio Precioso y su hermano Artemio en rebeldía se falla “la sentencia apelada […] por la que declara que pertenecen en propiedad a D. Octavio Precioso los muebles de comedor, arte español, de madera de nogal al exterior, compuesto de mesa, aparador, trinchero, ocho sillas, dos sillones, otros dos sillones tapizados y una lámpara de seis luces o brazos, y, en su consecuencia, manda que se alce el embargo de los mismos […] y ejecutado D. Artemio Precioso, contra los cuales bienes deberá continuarse el procedimiento de premio una vez firme la resolución, sin hacer especial condenación de costas.

En el BOPM de 29 de noviembre de 1930, ya publicadas las páginas de Españoles en el destierro, podemos leer: “En virtud de lo acordado en providencia dictada en el día de hoy por el Sr. D. José González Llana y Fagoaga, juez de primera instancia del distrito de Palacio de esta capital, en los autos de juicio declarativo de mayor cuantía, seguidos a instancia de doña Gregoria Mediano, representada por el Procurador Sr. Bañegil, contra D. Artemio Precioso, en reclamación de cantidades por los conceptos de principal, intereses y costas, se sacan a la venta, por primera vez, en pública subasta, y por la cantidad de tres mil novecientas setenta y siete pesetas en que han sido valorados los diferentes bienes muebles embargados al demandado, en ejecución de la sentencia dictada en dichos autos.

110 Hay edición facsímil moderna de Españoles en el Destierro, con estudio preliminar de Francisco Linares Valcárcel, publicada en 2016 por el Instituto de Estudios Albacetenses «Don Juan Manuel».

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cumento a través del cual podemos reconstruir su propia experiencia parisina, sus recuerdos de juventud, su labor editorial, la relación con los personajes antes mencionados y la actuación de estos antes y durante el exilio Parisino.

El libro se abre con un extenso capítulo dedicado a Santiago Alba, que tuvo cierto protagonismo en los inicios madrileños de Precio-so, como ya vimos. El periodista, político y varias veces ministro vivió en Paris durante la dictadura de Primo de rivera encerrado en un mutismo que contrastaba con el de otros personajes referidos en el libro. Repre-sentó para ciertos sectores los males que aquejaron a la vieja política, responsable en parte de la subida de Primo de Rivera al poder. El mismo Precioso comenta, quizá excusando a su amigo:

En aquella obra de demolición todos somos más o menos culpables, aun los que permanecimos al margen de la política […] pero todos íbamos colaborando al desprestigio de los políticos, del Parlamento y de la pren-sa… Los políticos mismos, en primer lugar, son, a mi juicio, los princi-pales culpables. Unos a otros se injuriaban, se calumniaban, sembraban la desconfianza y el desconcierto… Los jefes políticos, unos a otros, se odiaban, se envidiaban. Ahora vemos todos, ahora todos comprende-mos que aquello, con todos sus defectos, era mil veces mejor que la Dic-tadura. (Precioso, 1930ª, pp. 14-15).

Precioso defiende en las páginas del libro a Santiago Alba del proceso y persecución emprendidas contra él y su periódico, El Norte de Castilla, por Primo de Rivera. Su señalamiento explícito en el manifiesto del 13 de septiembre de 1923 lo puso en el foco de la persecución que evidenciaba el odio soterrado del dictador hacía Alba por haber interve-nido en las negociaciones con el caudillo Abd-el-Krim para la liberación de soldados españoles prisioneros en África. Primo de Rivera lo consi-deró un acto de traición y, una vez en el poder, puso todo su empeño en acabar con el político que tuvo que exiliarse en París en 1923. Curiosa-mente, Precioso cuenta en el libro cómo Martínez Anido, días antes del golpe de Estado, y mientras paseaba por San Sebastián, fue advertido por el periodista Antigüedad de la presencia de Alba en la ciudad y cómo

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este acababa de tomar un automóvil en dirección a la frontera. Comenta Precioso que «mientras en el manifiesto de Primo, Alba era injuriado y se anunciaba su persecución, Martínez Anido, que se encontraba en san Sebastián, no mostraba interés en impedir la salida de don Santiago […] Por esto tal vez he creído siempre que Martínez Anido no sabía nada del golpe de Estado.» (Precioso, 1930a, pp. 20-21).

Hace Precioso un recorrido por toda la carrera política de Santia-go Alba, convencido de que es, quizá, el mejor político español y el que tiene las ideas más claras sobre su patria.

En el capítulo dedicado a Sánchez Guerra hay anecdotario ju-goso, mucho del cual ya hemos relatado antes, por ejemplo, su llegada a Hendaya y la lectura de su manifiesto en las habitaciones del hotel en presencia de Precioso, Unamuno, Viguri, Ortega y Gasset, Manteca y Casanueva. También cuenta Precioso cómo a raíz de dedicarle una de sus novelas al político:

Recuerdo que, al mes de ponerse este libro a la venta, tan cariñosa y tan devotamente dedicado al jefe de la dignidad pública, dos agentes de policía se presentaron en las oficinas de la Editorial «Atlántida», con «diez y siete mandamientos judiciales, para recoger otras tantas nove-las mías». (Precioso, 1930a, 158).

A partir de aquí Precioso traza con amenidad el discurrir coti-diano de Sánchez Guerra en la ciudad del Sena, su trabajo desde tempra-no hasta las siete de la tarde, las visitas que recibía a partir de esa hora, sus colaboraciones con el ABC con artículos que sorteaban la censura para zaherir a la dictadura, su entrevista con Hoyos y Vinent en el hotel Crillon o la que Precioso propició entre Sánchez Guerra y Blasco Ibáñez en el hotel Cayre`s.

También relata Precioso cómo Sánchez Guerra era visitado por muchos «camaleones» que querían no perder el contacto con el «ex jefe, por si acaso un día volvía a empuñar las riendas del Poder». (Precioso, 1930a, p. 168).

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Escribía Sánchez Guerra para ABC dos artículos al mes a razón de 500 pesetas cada uno con la condición de no publicar nada en caso de que la censura quisiera cambiar una sola coma. Los artículos publicados tuvieron gran repercusión en España pues «En ellos, don José, al socaire de la literatura, burlando las estrechas mallas del censor, combatía a la Dictadura, disparaba cañonazos, hería con el florete de su pluma inten-cionada...». (Precioso, 1930a,174).

Describe Precioso la distancia medida que Sánchez Guerra tomó respecto a Hojas Libres. Parece que el político, estando en todo de acuer-do con la prosa incendiaria a veces, exaltada las más, de Miguel de Una-muno, repudiaba precisamente la forma, el tono en que don Miguel es-cribía. Reconocía la lógica de las reivindicaciones pero se apartaba por no ser su estilo más comedido.

Da cuenta Precioso también en esta parte del libro de la parti-cipación de Sánchez Guerra en el golpe de Estado fallido de 1929 y de cómo él mismo tuvo que sufrir vigilancia en Francia durante un tiempo por la animadversión declarada del embajador Quiñones hacia todos los expatriados y la fidelidad del mismo a la Dictadura.

En Españoles en el destierro (1930a) dedica toda una parte del li-bro a su relación con el escritor valenciano. con el que compartió un año en Francia, pero muchos más de una amistad que venía desde principios de los años veinte.

Recuerdos que saltan de uno en otros como la invitación a cenar que Artemio Precioso ofreció en el Casino de Madrid a Blasco y a su es-posa y cómo disfruto el valenciano de aquella velada. Decía Blasco: «Está bien esto. Si tengo que pasar alguna vez una temporada en Madrid, me haré socio del Casino... Es la primera vez que veo esta terraza. En el ve-rano, y en pleno Madrid, no creo pueda encontrarse otro sitio tan fresco y tan agradable». (Precioso, 1930a, p. 235).

Más importante es la reproducción de toda la correspondencia del autor valenciano con él y que hemos utilizado para recrear su amis-tad en el capítulo correspondiente. En las cartas se puede apreciar tanto

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la relación comercial y profesional como el estrechamiento de una amis-tad que se mostró cada vez más firme a través de los años.

También reproduce Precioso en este apartado dedicado a Blasco Ibáñez varios prólogos-entrevista fruto de una larga conversación man-tenida entre ambos y que aparecieron sucesivamente en las novelas La familia del doctor Pedraza, El secreto de la baronesa, El rey Lear, impresor, La devoradora y El réprobo.

Habla de la pasión política de Blasco y de cómo de su lucha por el advenimiento de la República nacieron los folletos políticos que después combatió, entre otros Gabriel Maura y Gamazo, monárquico amigo de Alfonso XIII que llegó a descalificar a Blasco y a tildar sus escritos polí-ticos de «aviesos».

Reproduce también la entrevista que Blasco tuvo con Jiménez de Asúa, algo accidentada por un error en la hora de la misma o la conver-sación mantenida con García Prieto y la marquesa de Alhucemas, muy del agrado de Blasco. Finalmente, Precioso nos ofrece de manera íntegra la entrevista que realizó para El Imparcial a doña Elena Bulnes, viuda de Blasco Ibáñez.

En la parte dedicada a Unamuno describe la llegada a Paris des-de su destierro en Fuerteventura acompañado por su hijo Fernando y su nuera, Eduardo Ortega y Gasset y Rodrigo Soriano. Precioso habla de sus relaciones en la capital y de cómo fue tomando una progresiva aversión a París, ciudad que agobiaba a Unamuno en extremo, con su río canalizado y su cultura encapsulada, según él.

Describe Precioso su carácter y, sobre todo, sus costumbres aus-teras hasta la obsesión. Su frugalidad, su abstinencia del alcohol, sus lar-gas caminatas rodeado de discípulos que apenas podían seguir la marcha acelerada del maestro, etc.

Cuenta, finalmente, su traslado a Hendaya y cómo se domicilió en aquella ciudad del sur francés, tan próxima a su país vasco español y que se negó a abandonar a pesar de las presiones por parte de la embaja-da de España en París. El traslado de vuelta a París llegó a convertirse en

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una obsesión enfermiza para Primo de Rivera, que no podía soportar el tener al escritor vasco tan cerca de España.

La cuarta parte del libro está dedicada a Eduardo Ortega y Gas-set, hermano del filósofo. Intelectual, agitador y opositor al régimen de Primo de Rivera, Ortega dirigió Hojas Libres, revista de oposición a la Dictadura que publicó entre abril de 1927 y diciembre de 1929. El prin-cipal apoyo de la publicación fue Miguel de Unamuno.

Cuenta Precioso algunas anécdotas en relación con la vida que llevaba Ortega en Francia: su estancia en Hendaya y su expulsión de esta localidad por mediación del embajador Quiñones de León, sus penurias y estrecheces económicas, etc.

Fue Ortega el que una mañana, cuando caminaba con su familia en Niza por el Paseo de los ingleses, recibió la noticia de la caída de Pri-mo de Rivera de boca de Precioso y de Carlos Esplá.

La quinta parte la dedica Precioso a la figura de su compañero y amigo Carlos Esplá. Desgrana la historia del personaje, su amistad con Julio Blasco, hijo fallecido de Blasco Ibáñez y los posteriores vínculos con el escritor que, por ser amigo de sus hijos, forjó una amistad que derivó en colaboración profesional al regreso de su viaje alrededor del mundo, ya que el maestro necesitaba un secretario que le ayudase a re-tomar su lucha contra la Dictadura de Primo de Rivera. De esta manera Esplá fue director y redactor de la publicación España con Honra, que llegó a publicarse durante un año.

Narra Precioso las vicisitudes que tuvieron lugar cuando Esplá acompañó a Sánchez Guerra a Valencia para dirigir el levantamiento de 1929 que finalmente fracasó. Esplá regresó a París, eludiendo la orden de detención que en España había contra él.

Termina su libro con unos bosquejos sobre dos personajes de menor relevancia. Uno de ellos es el general López Ochoa, enemigo de-clarado de Primo de Rivera que consiguió escapar en las mismas narices de dos números de la Guardia Civil que habían ido a detenerlo. Conspiró en París junto con Sánchez Guerra y Quiñones de León y fue expulsado

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de Francia por la frontera belga, desde donde viajó a España acogiéndose a la amnistía del gabinete Berenguer.

Otro personaje que Precioso hace aparecer en su libro es el exse-nador Manteca. Participó en la Sanjuanada y Precioso cuenta los avata-res de la fracasada empresa y la huida de Manteca hacia tierra francesa.

Obra periodística

En Blanco y Negro111 publica varias crónicas de viajes por Europa, una de ellas a Asís, la ciudad italiana, bajo el título de Bajo el cielo de Ita-lia. En la Tierra de San Francisco. Es la suya una prosa medida y clara que desgrana el paisaje con un tono azoriniano. Rehace la historia del santo a la luz de los lugares que va describiendo para trasmitir la paz del lugar, no solo la paz física de la naturaleza, sino la paz espiritual.

También en Blanco y Negro112 aparece un artículo de Precioso que, bajo el título general de «Rutas de Europa», añade «De Hendaya a parís por carretera». Allí el editor y escritor narra con gracejo las peri-pecias de su accidentado viaje en automóvil por las carreteras francesas. Cuenta que salió de Hendaya un jueves a las once de la mañana y llegó a París el sábado a las cinco de la tarde. Su poca experiencia en la conduc-ción le hace exclamar «Aún me duelen los brazos, aún tengo calambres en las piernas, aún al cerrar los ojos sólo veo carretera, autos veloces, puentes, pasos a nivel, camiones, calles populosas... Aún resuenan en mis oídos los bocinazos de los que “piden paso”, el ruido del motor […]». No obstante, culmina su periplo, con algún tropiezo mecánico, y resuel-ve el artículo con una prosa alegre, desenfadada y entretenida.

111 Blanco y Negro, pp. 17-19, 28/08/1927, AABC.112«Rutas de Europa. De Hendaya a París por carretera» Blanco y Negro (Madrid),

pp. 29-32, 4/03/1928, AABC.

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También describe en Blanco y Negro113 un viaje a Messina, Taor-mina y el Etna, y, para las páginas de Muchas Gracias114, la región fran-cesa de La Turena, sus castillos al lado del Loira y su comida, que para el escritor es la mejor de Francia.

Tras su vuelta de La Habana publica su viaje115 a La Baule, donde clausuraron en Europa el Congreso de la Prensa Latina e incluso dedica un artículo al ilustrador Maribona, compañero en el viaje a Cuba.

Sigue publicando artículos para Muchas Gracias donde descri-be visitas, como a la feria de Neuilly116o el suicidio de la vedette Henny Golder117, que se quitó la vida disparándose un tiro en el corazón. Hace la crónica de la temporada de verano en Hendaya, San Juan de Luz y Biarritz, con las salas de juego atestadas de españoles jugando al bacará118 [sic] y de cómo trabó conocimiento en Hendaya con la actriz americana Dolly Grey119.

Ya pasado el verano describe, en otro artículo «la playa de Pa-rís», esto es, el Lido, con todas sus atracciones, piscina incluida120. En noviembre publica un artículo121 sobre los baños de cieno en Dax y sus beneficios sobre la artritis enfermedad de la que Precioso sufría frecuen-tes ataques.

También en noviembre de 1929 relata en las páginas de La Li-bertad122 cómo una joven abogada francesa es rescatada de una muerte segura en el mar por el chófer de Armando palacio Valdés.

113 «Crónicas de viaje. Mesina, Taormina, el Etna», Blanco y Negro (Madrid), pp. 38 y ss., 8/09/1929, AABC.

114 Muchas Gracias, nº 304, pp. 5-6, 7/12/1929, HDBNE.115 Muchas Gracias, nº 296, p. 4, 12/10/1929, HDBNE.116 Muchas Gracias, nº 230, p. 5, 7/07/1928, HDBNE.117 Muchas Gracias, nº 233, p. 5, 28/07/1928, HDBNE.118 Muchas Gracias, nº 240, p. 6, 15/09/1928, HDBNE.119 Muchas Gracias, nº 243, p. 6, 6/10/1928, HDBNE.120 Muchas Gracias, nº 249, p. 6, 17/11/1928, HDBNE.121 Muchas Gracias, nº 299, p. 4, 2/11/1929, HDBNE.122 La Libertad (Madrid), p. 6, 14/11/1929, HDBNE.

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Hace perfiles de los artistas que pasan por París como Nirva del Río, Vicente Escudero123, Carmita García124, Josephine Baker125, incluso del mismo Demetrio López Vargas126, caricaturista de las publicaciones de Precioso.

Otras veces hace crónicas de teatro sobre estrenos recientes, como el de la comedia de Jean Sarmeut titulada, Sobre mi lindo navío, es-trenada en el teatro de la Michodiére, que Precioso ataca ferozmente por la incomprensión que muestra el autor ante la fiesta taurina, la cual, se-gún él, interpreta el dramaturgo llenándola de estereotipos absurdos127. También aparecen en El Imparcial128 distintas críticas de espectáculos teatrales como la de Le Bouif chez mon Curé, comedia humorística en cuatro actos de Clément Vautel y Georges la Fourchardiére; otras veces son recitales de música antigua, como la actuación de la intérprete Wan-da Landowska129, que entusiasmó a Precioso, en la sala Pleyel, o entrevis-tas a cantantes de ópera como Hipólito Lázaro130.

Su actividad como crítico teatral no cesa prácticamente hasta su regreso a España. Escribe sobre Rogad por los vivos131 (Prière pour les vi-vants), de Jacques Deval, protagonizada por Yolanda Lafont; La Orgía132, de Mario Duliani y La ausencia, de Duvernois, en el teatro de la Patinié-re; María133, comedia en tres actos de Alfred Savoir, basada en «las ‘Me-morias’ de Georgette Leblanc, la mujer artista que durante muchos años compartió su vida y su amor con el insigne Maeterlinck»; Tovaritch134,

123 Muchas Gracias, nº 254, p. 5, 22/12/1928, HDBNE.124 Muchas Gracias, nº 255, p. 6, 29/121928, HDBNE.125 Muchas Gracias, nº 256, p. 8-9, 5/01/1929, HDBNE.126 Muchas Gracias, nº 263, p. 11, 23/02/1929 [hemos corregido error en la fecha al ser

1929 no 1924], HDBNE.127 Muchas Gracias, nº 262, p. 23, 16/02/1929 [hemos corregido error en la fecha al ser

1929 no 1924], HDBNE.128 El Imparcial, p.3, 20/03/1929, HDBNE.129 El Imparcial, p.3, 24/03/1929, HDBNE.130 Muchas Gracias, nº 284, pp. 4-5, 20/07/1929, HDBNE.131 El Heraldo de Madrid, p. 13, 4/10/1933, HDBNE.132 El Heraldo de Madrid, p. 12, 5/10/1933, HDBNE.133 El Heraldo de Madrid, p. 12, 6/10/1933, HDBNE.134 El Heraldo de Madrid, p. 4, 17/10/1933, HDBNE.

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de Jacques Deval, y algunas otras como Le Messager (El mensajero)135, de Henri Bernstein, para la que Precioso no tiene muy buenas palabras. Sin embargo, tuvo una segunda oportunidad en la pantalla en la película ho-mónima dirigida por Raymond Rouleau en 1937; Pronziní136, de André Pascal y Henri Robert, escenificación del célebre crimen de la rue Mon-taigne, cometido en 1887; Petrus137, de Marcel Achard, de la que Precioso hace una crítica muy positiva; Mam’zelle Malakot138, de Marco Dubani; El hombre139, de Denys Amiel, puesta en escena en el teatro Saint-Geor-ges; Ojo de lince140, de George André-Cuel, Daniel Poiré y Abel Deval, estrenada en el teatro de L’Athenée.

Escribe crónicas de actos culturales con escritores, como la apa-recida en Blanco y Negro141 acerca de la conferencia impartida en el an-fiteatro de Descartes en La Sorbona por la escritora italiana Ester Lom-bardo, directora de la revista Vita Femminile. La conferencia llevó por título «La literatura femenina en la Italia de hoy». Precioso entrevistó a la escritora al día siguiente en el hotel Claridge.

El mismo Precioso ofreció una conferencia, como aparece re-flejado en la crónica firmada por Monte-Cristo, para Blanco y Negro142 «sobre “Literatos y hombres de España”, cuyas figuras evocó con verbo cálido y con la precisión del periodista y del literato que en ambos con-ceptos mantuvo con ellos personales relaciones».

Especialmente interesante es el artículo que publica en Muchas Gracias143 en el que cuenta la separación de los hermanos Max y Alex Fischer, pareja literaria, directores de la editorial Flammarion. Recuerda en estas dos páginas su encuentro con Alex Fischer en el hotel Claridge

135 El Heraldo de Madrid, p. 4, 29/11/1933, HDBNE.136 El Heraldo de Madrid, p. 13, 13/12/1933, HDBNE.137 El Heraldo de Madrid, p. 4, 15/12/1933, HDBNE.138 El Heraldo de Madrid, p. 15, 23/12/1933, HDBNE.139 El Heraldo de Madrid, p. 4, 23/01/1934, HDBNE.140 El Heraldo de Madrid, p. 4, 23/01/1934, HDBNE.141 Blanco y Negro (Madrid), pp. 112-113, 16/02/1930, AABC.142 Blanco y Negro (Madrid), pp. 71-73, 29/06/1930, AABC.143 Muchas Gracias (Madrid), nº 295, p. 6, 5/10/1929, HDBNE.

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en presencia del difunto Blasco Ibáñez, que publicaba en la editorial de los dos hermanos.

Toca temas muy variados. En las páginas de El Imparcial cuenta la sesión del Senado, donde se trató la enseñanza del español en los liceos franceses144 o narra sus impresiones de cuando, con ocasión del primer aniversario de la muerte de Blasco Ibáñez, visitó los carnavales de Niza que fueron para él, una completa decepción145.

Las señoritas que nos habían tocado en suerte, por puro azar, a Gar-cía Berlanga146, el simpático e ilustre valenciano, y a mí, vaciaban sus sacos de confetti sobre los soldados que les parecían más guapos, y se reían, se reían... Allí, los únicos que no reíamos éramos nosotros […] Comprendo que vengan aquí los ingleses, que viven entre brumas, o los que habitan en París, o en los Estados Unidos, donde no se pueden emborrachar, si así lo desean... Pero, vosotros, compatriotas, que tenéis Alicante, Elche, Utiel, Valencia, donde el cielo es más azul, el aire más tibio, y perfumado y el mar más bello todavía, no vengáis a la Costa Azul […]

Realiza una entrevista a Francesca Bertini147, actriz de cine mudo que reaparece tras unos años retirada pero esta vez sus proyectos se diri-gen a las películas habladas.

A la vez y en medio de toda esta información casi intrascenden-te, nos hace un resumen de la prensa francesa que refiere el ascenso de Hitler148:

Ahora «Le Journal» está ofreciendo unas informaciones de Geo Lon-don, uno de los grandes reporteros galos, y en las que se demuestra que Alemania está armándose clandestinamente de manera que cons-tituye una seria amenaza para la paz del mundo. «La Aviación mili-

144 El Imparcial (Madrid), p. 1, 22/02/1929, HDBNE.145 Muchas Gracias (Madrid), nº 263, p. 6, 23/02/1929, HDBNE.146 Abogado, senador y, después, diputado en las cortes republicanas. Padre del cineasta

Luis García Berlanga.147 El Heraldo de Madrid, p. 5, 20/10/1933, HDBNE.148 El Heraldo de Madrid, p. 15, 24/07/1933, HDBNE.

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tar del Reich resucita con audaz amplitud bajo el impulso del ministro Goering» «El ataque aéreo y químico preconizado por los escritores militares forma parte del plan del Reich». Y el gran periodista desarro-lla sus afirmaciones con toda clase de detalles y pruebas. Y mientras, el Pacto de los Cuatro ha entrado en vigor. Y se habla de nuevas entrevis-tas democrático-dictatoriales: Daladier-Hitler, Mussolini-Daladier… […]

Precioso escribe un artículo149 apasionado sobre el éxito de Ra-quel Meyer en París. La cantante española, después de triunfar en el Théâtre des Folies-Wagram150, trasladó su espectáculo al Théâtre Bovino, una sala situada en la rue de la Gaitée que todavía pervive y que entonces estaba dedicada a la canción, situada en el corazón de Montparnasse:

¡¡La rue de la Gaitée!! Con sus escaparates y sus puestos de «torraos» —cacahuetes, piñones y castañas— y frutas españolas, con sus tiendecitas y «biertrotss—cerveza, aguardiente, morapio bordolés o beaujolais -, esta es la calle más simpática de París. Hay en ella, además, cines y teatros, salas de espectáculos. Pero, sobre todo, el principal encanto de esta calle —que tiene de Turquía y de El Cairo, de Murcia y de Toledo —es su público.

El público aplaudió a rabiar a la artista, que triunfó plenamente. Para Precioso el secreto del éxito vino propiciado por «[…] una comu-nión, inconsciente por ambas partes, pero perfecta y magnífica: la comu-nión de dos almas populares, del alma española y del alma de Montpar-nasse... Son dos pueblos de la misma familia, de la misma latitud espiri-tual»

Durante dos números se dedica Precioso a narrar el affaire Stavis-ky151, estafador afincado en Francia que, después de apoderarse de más de 500 millones de francos y descubierto por la policía, intentó suici-darse. El artículo está narrado como si se tratase de un cuento policiaco.

149 El Heraldo de Madrid, p. 4, 02/01/1934, HDBNE.150 Este teatro fue conocido desde finales de 1935 como Théâtre de l’Étoile.151 El Heraldo de Madrid, p. 1, 8/01/1934, HDBNE. / El Heraldo de Madrid, p. 16,

13/01/1934, HDBNE.

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A final de enero asiste a una sesión de cinematógrafo donde se proyecta No soy un ángel, protagonizada por la actriz Mae West, de la que queda prendado, como se deduce de los elogios vertidos en su artí-culo publicado en El Heraldo de Madrid152.

Además de su actividad periodística escribió gran cantidad de cuentos publicados en el diario ABC, en las revistas Blanco y Negro, Cos-mópolis y Estampa además de en otros periódicos y revistas. Dejo inédi-tas dos novelas, Madre y tres hijos y , La millonaria y dos cuentos Hasta la Cruz, hoy perdido, y un cuento, Libre, escrito probablemente en su periodo de reclusión tras la Guerra Civil.

Traducciones

Precioso ejerció también como traductor en distintas ocasiones. La primera obra que debió de traducir alrededor del año 1920 (está edi-tada sin fecha) fueron las Memorias galantes del señor de Brantôme, de Pierre de Bourdielle, señor de Brantôme, obra que además prologó. Esta obra del escritor francés se consideraba subida de tono, si no escandalosa para la época. Fue publicada en Francia en 1665-1666, con posterioridad a la muerte de su autor.

Traduce en 1930 Un hombre recuerda su pasado, novela de M. Constantin-Weyer para CIAP en su colección Mundo Latino. Como nos recuerda Alonso (2017, p.2) «en el canto de cisne que constituyó el ex-tenso Catálogo General de la Compañía (1930), a Mundo Latino se le asignaba la función preferente de editar ensayos y de traducir lo más valioso de la producción internacional.»

La novela había obtenido el premio Goncourt en 1928 y CIAP estuvo atenta a quedarse con los derechos y pagar la traducción al que todavía era «su hombre en París». Weyer, que había residido diez años en Canadá, fue conocido por publicar novelas con temática de aventuras. En esta que tradujo Precioso la historia transcurre en el norte de Canadá

152 El Heraldo de Madrid, p. 9, 31/01/1934, HDBNE.

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a comienzo del siglo XX y, dada su temática y el tipo de lector medio, debió de tener bastante éxito.

Tradujo para la editorial Colón (Talleres poligráficos) Climas de amor, de André Maurois, en 1930. Aunque la citada obra viene sin fecha de edición sabemos que -gracias a la publicidad insertada en El Heraldo de Madrid153- se publicó en mayo de 1930.

Vertió al francés su propia obra Vivir dos veces, por la que perci-bió tres mil francos en la colección Les Oeuvres libres, nº 141, en la im-prenta Crété en 1933. Cambió el título al traducirlo al francés como La double vie de Antonio Gómez, y no Péres como figura erróneamente en su Autobiografía I (Precioso, 1944a, p.28). En el mismo volumen figuraban Un suicide, de Emmanuel Bove; La Mutchurdin, de Pierre Apestéguy; Va-lentin le désossé, comedia de Claude-André Puget, y Demain, La fin du monde, de Paul Brach.

Tradujo y prologó Belle de jour de J. Kessel, con el título de Cor-tesana de día. La publicó la editorial Colón de Madrid en 1930. Belle de jour había obtenido el Gran Premio de la Novela otorgado por la Acade-mia Francesa.

Como ya hemos visto tradujo y compró los derechos, junto con Rafael Sánchez Guerra de Volpone, la obra de Ben Jonson, adaptada por S. Zweig. Se publicó como Comedia en cinco actos traducida de la adap-tación francesa por la editorial Colón de Madrid.

En 1931 tradujo a obra de Francis Carco, Primaveras de España, en la Editorial Vulcano de Madrid. La obra venía precedida de una carta del autor agradeciendo a Precioso su valentía al publicar una obra que había sido atacada por la prensa española, que lo acusaba de «empeque-ñecer su país a los ojos de mis lectores». En «dos palabras prelimina-res», escritas por Precioso a continuación de la carta y que sirven como prólogo a la obra, el autor hellinero explica que decidió traducirla tras celebrar con su autor una entrevista para El imparcial donde descubrió

153 El Heraldo de Madrid, p.9, 1/05/1930, HDBNE.

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la sinceridad de las intenciones de Carco, que corroboró después de la lectura de la obra.

Tradujo, sin fecha, la novela de Constantin-Weyer, La borrasca, que editó en Madrid Talleres Poligráficos, y La coalición, de Emmanuel Bove, en la editorial Signo.

Como vemos, la actividad de Precioso en París fue febril y mu-chas veces debida a razones puramente económicas.

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CAPÍTULO 7EL REGRESO A ESPAÑA.

GOBERNADOR CIVIL. LA ACCIÓN POLÍTICA

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Gobernador de Toledo

A partir de febrero de 1934, prácticamente todas las apariciones de Precioso en prensa son como protagonista de la noticia. Como nos recuerda en su Autobiografía I (1944a, p. 30), «Afiliado como algunos otros escritores al Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux» (Labrador Ben et alii, 2005, p.14), en febrero de 1934 fue nombrado go-bernador civil de Toledo, cargo en el que se mantuvo hasta el mes de ju-nio del mismo año. Según Precioso, muchos quisieron ver en este nom-bramiento la mano de Santiago Alba, que ocupaba en esas fechas el cargo de presidente de las Cortes, pero el que realmente lo llevó a ese puesto y a otros que vinieron después, fue Diego Martínez Barrio, vicepresidente del Consejo de Ministros en aquella fecha.

Quién me nombró gobernador de Toledo, como luego, en plena guerra, juez de primera Instancia de Casas-Ibáñez y Hellín, fue un hombre que no me debía servicio alguno, sino una sincera estimación por su parte, como lector de novelas y periódicos. Un hombre-cumbre de la Repú-blica, honesto y bueno como pocos, gobernante probo y hábil, que, al estallar el conflicto bélico, no pudo formar Gobierno: Don Diego Mar-tínez Barrio.

En efecto, es Diego Martínez Barrio, a la sazón ministro de la Guerra y después de la Gobernación en el segundo Gobierno de Alejan-dro Lerroux (16/12/1933-3/03/1934), el que va a favorecer el ascenso de Precioso a la Gobernación de Toledo y, seguramente, más tarde, a la de Lugo.

En la dilatada etapa de gobiernos del Partido Republicano Radi-cal de Alejandro Lerroux, y sobre todo cuando la CEDA entra en escena, se requiere el nombramiento de autoridades provinciales de peso que

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actúen de manera determinante en situaciones concretas. De ahí el cons-tante baile de gobernadores durante toda esta etapa. (Vid. Serrallonga, 2007).

Según su hijo Artemio (Vid. Martínez Arnaldos, 1997, pp.5-13), a su padre le agradaba vivir en Toledo por ser una ciudad que acumulaba historia en sus rincones y por «su ejemplo de tolerancia en siglos ante-riores». Desde allí visitaba en sus cigarrales a Salvador de Madariaga y a Gregorio Marañón. No obstante, habituado a las comodidades de París, tuvo que acostumbrarse a su nuevo domicilio, «un vetusto y destartalado caserón que perteneció al conde de Cedillo, sin calefacción y con goteras en todas las habitaciones».1

... ¿Y qué hace Artemio Precioso en Toledo? ¿Cuál es su labor? Con una sencillez y modestia sin límites, como corresponde a un hombre inteligente y bien curado de vanidades a través de ráfagas de populari-dad, que hoy le sonrojan, a un hombre curtido bajo otros cielos y otras patrias, Artemio Precioso va conquistando no sólo las simpatías, sino el aplauso de todos. Alguien ha dicho que la autoridad se irradia de un nombre o de una persona, pero no se improvisa, ni se exige ni se impo-ne. Y así, Artemio Precioso, con el respeto de todos, restablece el prin-cipio de autoridad, sanea y poda la maraña administrativa de los mu-nicipios. Las tradicionales procesiones del Corpus que tan a maravilla encuadran con el fondo legendario de la antiquísima ciudad vuelven a celebrarse con su pasado esplendor y sin el más leve incidente. Repri-me la mendicidad, impone el respeto a los turistas, recorre la provin-cia pueblo por pueblo, sin avisos ni preparativos oficiales, organiza un Congreso de la Prensa Latina. Llega la huelga de campesinos. Toledo y su provincia eran uno de los baluartes de los doscientos seis pueblos de que se compone, sólo tienen puesto de la Guardia Civil, noventa y seis. Durante los tres primeros meses de su mando, el Gobierno puede enviar a sus provincias respectivas a las fuerzas que existían concentra-das en la de Toledo. Comienza la huelga campesina con gran empuje y virulencia. Artemio Precioso la resuelve en ocho días, la hace fracasar por completo. Con decisión, con energía que no eximen la prudencia ni la comprensión. La Guardia Civil y las fuerzas de Asalto, se multi-plican, van de un lado para otro, dando la sensación de que se dispone

1 El Pueblo Gallego, p. 14, 10/11/1934, HBDG.

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de una fuerza veinte veces mayor que la que en realidad existe. Ni el gobernador ni los diputados logran el envío de más fuerzas. Y la huelga de campesinos acaba sin haberse disparado ni un solo tiro, sin que se hayan incoado más de cincuenta procesos. (En Jaén, por ejemplo, exis-tían 800 procesados sin contar los presos gubernativos).

Y he aquí que, cuando todo el mundo -diputados, organiza-ciones políticas, corporaciones, fuerzas vivas, opinión pública- hacen unánimemente elogios del gobernador, Artemio Precioso, como pre-mio a su labor, es trasladado a Lugo, sin saber nada, sin que nadie le haya consultado lo más mínimo. Y esta es la política, esta es la lógica de la política, en la que sólo cuentan pequeñeces, compadrazgos, reco-mendaciones, combinaciones de campanario. Y yo pregunto: ¿cuándo se tendrá en cuenta, para trasladar o destituir a los gobernadores, lo fundamental, lo básico, lo esencial, esto es, la gestión y la labor realiza-das al frente del cargo?

X

Los principales periódicos y medios de prensa se hicieron eco de la noticia2 y pronto empiezan los problemas relacionados con su cargo. Por ejemplo, en el pueblo de Almonacid, de Toledo, se organizó una ma-nifestación en conmemoración del aniversario de la República y acabó con una batalla a pedradas, en la que resultaron cuatro personas heridas. Parece ser que la manifestación coincidió con la celebración de un baile en la plaza del pueblo, explicaba Precioso en la prensa3:

Parece —siguió diciendo el gobernador- que al paso de los manifestan-tes salió el alcalde, diciéndoles que tenía que disolverse por no estar au-torizada la manifestación. Pasados unos segundos surgió una colisión entre los dos partidos, arrojándose gran cantidad de piedras. A conse-cuencia de la pedrea resultaron cuatro heridos, uno de ellos gravísimo, el cual ha tenido que ingresar en este hospital.

La autoridad acudió con presteza y logró apaciguar enseguida los ánimos. No obstante, llegó a personarse el juez de instrucción de Orgaz

2 El Heraldo de Madrid, p. 2, 10/02/1934, HDBNE.3 El Heraldo de Madrid, p. 13, 16/04/1934, HDBNE.

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que practicó las diligencias debidas. Además, desde Toledo acudieron la Guardia Civil y fuerzas de Asalto, aunque no tuvieron que intervenir pues a su llegada la paz estaba reestablecida.

El 14 de abril se celebró una recepción en el Gobierno Civil con motivo del aniversario de la República. Precioso pronunció un breve dis-curso en el que recalcó que «que la República ha de ser clara, serena, sin odios; pero con justicia»

Precioso gobierna la provincia desde una profunda fe republica-na. A veces, su fuerte carácter sale a la luz en lo que él considera agresio-nes contra la República. Es el caso que le sucedió en el mes de abril de 1934, un par de meses después de ser nombrado. Precioso, en una visita de inspección a varios pueblos de la provincia, se detuvo en Mohedas de la Jara4. Allí observó que el buzón de Correos no ostentaba el emble-ma republicano sino el monárquico. Cuando pasó de visita al edificio del Ayuntamiento comprobó que no había ninguna enseña, emblema o insignia republicana: «[…] las autoridades locales puede decirse que ha-bían omitido la República a sus vecinos.» A resultas de lo visto, Precioso destituyó al alcalde y a todos los concejales multando al alcalde con 600 pesetas y con 25 pesetas a cada uno de los concejales y «[…] nombran-do delegado gubernativo al maestro nacional Sr. Montero de Espinosa.» El gobernador se dedicó a arrancar personalmente los emblemas mo-nárquicos del buzón de Correos. Según otros medios de comunicación ocurrió lo mismo en Moedo, aunque las multas no fueron tan elevadas5.

En el verano de 1934, cuando se declaró la huelga del campe-sinado, con él formando parte del Gobierno de la provincia, hubo una gran tirantez con la oposición de izquierdas. Durante parte del mes de junio se reunió con la comisión provincial de protección a las cosechas formada por el delegado de Trabajo y el jefe de la Sección Agronómica, donde se tomaron acuerdos para evitar que la huelga de campesinos de-

4 El Heraldo de Madrid, p. 11, 11/05/1934, HDBNE.5 El Progreso: diario liberal, año XXVII, nº 11843, p. 5, 12/05/1932, BVPH.

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jara el cereal sin recoger. «El primer acuerdo adoptado fue exhortar a los obreros a que inmediatamente se reintegren a las faenas agrícolas, pues en otro caso la cosecha será recogida por el personal no huelguista que sobra en otros pueblos»6. Su hijo comentaba años después que «La pro-vincia de Toledo era un avispero social. Hay que imaginar las tribulacio-nes de Artemio después de haber vivido siete años en París, en un clima de tolerancia y liberalidad» (Martínez Arnaldos, 1997, p. 10)

Otro asunto era la crispación que reinaba entre la Administra-ción y los poderes de la Iglesia. Con la nueva legislación (Artículo 27 de la Constitución de 1931) era el gobernador civil el que debía autorizar las manifestaciones externas de culto. Como nos recuerda González Gon-zález (2012, p. 14), la primera manifestación de culto fue la romería de la Virgen de la Cabeza, en abril de 1931, que, igual que la celebración del Corpus de ese año, no tuvieron mayor problema, ya que la legislación no estaba aún en vigor. Sin embargo, hasta 1934 no hubo ninguna cele-bración. Según González González (2012, p. 15), «Los motivos hay que buscarlos en la negativa por parte de los católicos a sacar sus emblemas a la calle, en una posible forma de protesta por la legislación seculariza-dora republicana».

En 1934 las procesiones de Semana Santa no salieron, pero sí la procesión del Corpus. La Cámara de Comercio organizó un comité de iniciativas que se reunió con el arzobispo de Toledo, Isidro Gomá, y deci-dieron solicitar la celebración del Corpus. Artemio Precioso autorizó la celebración con la oposición de los partidos de izquierdas. Esta decisión lo hizo colocarse en tierra de nadie políticamente y tuvo bastante que ver con su posterior detención y encarcelamiento al finalizar la Guerra Civil, pero también con su liberación, como veremos. Como nos recuerda su hijo, el traslado a Lugo como gobernador civil fue, en el fondo, un alivio para él, que había llegado a presentar su dimisión ante Martínez Barrio, que no la aceptó y le instó a defender la República desde su puesto.

6 El Castellano, p. 1, 11/06/1934, BVCLM.

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Gobernador de Lugo

El 28 de junio de 1934, antes de terminar el bienio, Precioso es nombrado Gobernador de Lugo,7 cargo del que cesaría al subir al poder el Frente Popular. Tenemos la noticia de su llegada a la ciudad el día 4 de julio8.«En el tren expreso de ayer llegó a esta capital el nuevo gobernador civil de la provincia, don Artemio Precioso. No recibió comisiones por encontrarse molestado del viaje; no obstante, lo saludaron varios miem-bros del Partido Republicano Radical».

Pronto toma aprecio a esa tierra y ya con la familia instalada, en el mes de agosto se traslada de veraneo a Benquerencia con toda su pro-le9. Está localidad dista 16 km de Ribadeo.10

Precioso será sustituido «temporalmente» como corresponsal en París de El Heraldo de Madrid el mismo mes de julio11 por el doctor J. de Luna. Este nuevo corresponsal ejercía desde hacía años como médico en París y, como dice el Heraldo, «es un español de comprobados ante-cedentes republicanos» ya que perteneció a la oposición de Primo de Rivera con el respeto de sus compatriotas residentes en París.

El nuevo gobernador comienza a organizarse y en una nota de prensa decide recibir visitas los martes, miércoles, jueves y viernes de once y media a una y media.12

Poco a poco sus gestiones van dando su fruto13. Por ejemplo, hace unas consultas con el diputado por el PRR y subsecretario de Obras Públicas Manuel Becerra sobre algunas mejoras solicitadas por el pueblo de Ribadeo y pide en nombre de la comisión de fuerzas vivas de la loca-

7 El compostelano. Diario independiente nº 4186, 28/06/1934, HBDG. / El Heraldo de Madrid, p. 10, 28/06/1934, HDBNE.

8 El Pueblo Gallego: rotativo de la mañana, año XI, nº3200, 4/07/1934, HBDG.9 El pueblo Gallego, s.n., 4/08/1935, HBDG.10 Las Riberas del Eo, periódico de información galaico-asturiana, nº 3092, p. 6, 8/09/1934,

BGDG.11 El Heraldo de Madrid, p. 1, 11/07/1934, HDBNE.12 El Pueblo Gallego: rotativo de la mañana, año XI, nº 3211, p. 4, 17/07/1934, HBDG.13 Las Riberas del Eo, periódico de información galaico-asturiana, nº 3085, p. 1,

21/07/1934, HBDG.

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lidad que se abra expediente para el libramiento de la cantidad que reste para la terminación de la carretera de acceso a los muelles de Porcillán y Mirasol y que se saque a subasta la remodelación del muelle de Riba-deo.14 Pero las peticiones al recién llegado gobernador no acaban aquí. Según recordaba el periódico Las riberas del Eo15:

Tiene el Ayuntamiento de Ribadeo en estudio una interesantísima mo-ción […] ya informada favorablemente por la comisión municipal de Hacienda, relativa a la contratación de un empréstito para la ejecución de varias obras, tales como la construcción de escuelas; aumento del caudal de aguas potables y consiguiente instalación de depósitos de mayor capacidad que los actuales que suplan las deficiencias de estos durante el estiaje; construcción de un nuevo edificio para hospital que reúna las debidas condiciones higiénicas y de comodidad pudiendo quedar el actual para Consistorial, ya que la que de hoy se dispone ca-rece de condiciones y capacidad; construcción de caminos vecinales y de un gran colector para desagüe de las alcantarillas de la parte alta de la Villa; repoblación de los montes del Ayuntamiento, instalación de un parque en los terrenos denominados de Santa María, continuación de la pavimentación de calles y construcción y arreglo de alcantarillas etc.

Las contestaciones16 fueron variadas, tanto por el asunto de Por-cillán y Mirasol como por las demandas del alcalde de Ribadeo. En la alcaldía se recibieron varios telegramas y cartas respecto al tema como el que firmaba el diputado por la provincia de Lugo, como republicano in-dependiente, Saco de Rivera17: «Recibido telegrama interesó vivamente ministro Obras Públicas y subsecretario departamento urgente remisión fondos justísima aspiración esa ciudad saludarle afectuosamente. Saco de Rivera»

14 El Pueblo gallego: rotativo de la mañana, año XI, nº 3214, 20/07/1934, HBDG.15 Las Riberas del Eo: periódico de información galaico-asturiana, nº 3085, p. 1,

21/07/1934, HBDG.16 Las Riberas del Eo: periódico de información galaico-asturiana, nº 3086, pp. 1 y 6,

28/07/1934, HBDG.17 Manuel Saco de Rivera fue elegido diputado por Lugo en 1933 como republicano

independiente. Después fue candidato por la CEDA en las elecciones de 1936 pero no resultó elegido. Ayudó desde Portugal a la sublevación del general Franco. Murió en un atentado en 1938 a la salida del casino de Sarriá por cuestiones internas de los propios falangistas.

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El ministro de Obras públicas manifiesta al alcalde Fernández Cardoso sus buenas intenciones y le comunica que traslada la petición al director general de Puertos, y Manuel Becerra le escribe una extensa carta donde le comunica que, cuando se hizo cargo de la Subsecretaría de Obras Públicas, los asuntos que encontró relativos al tema «estaban muertos», y promete sacar adelante las peticiones ya que están «[…] siempre en mi mente en primer término los intereses de Lugo y han de encontrar siempre un defensor decidido de cuanto afecte al interés ge-neral y a los justos y legítimos de esa provincia. Suyo afectísimo, Manuel Becerra».

En los mismos términos se dirigen al alcalde de Ribadeo, bien en carta o por telegrama, Luis Recasens Siches, que fue Diputado por Lugo, subsecretario de Industria y director general de Administración Local; Ángel López Pérez, alcalde de Lugo, o José María Montenegro, diputado por Renovación Española.

Finalmente, Manuel Becerra escribe a Artemio Precioso de ma-nera favorable a las pretensiones de los lucenses:

Mi querido amigo: acojo con el mayor interés la petición que me hace en su atenta carta del 16, trasmitiéndome la demanda que le hace la co-misión de fuerzas vivas de Ribadeo, en relación con las obras pendien-tes en aquel pueblo. Ya sabe usted el empeño que pongo en todo lo que redunde en beneficio de esa, y con mayor motivo ahora, por el vivísimo deseo que usted tiene en ello. Por lo pronto le puedo adelantar que he dado orden para que se incoe el oportuno expediente para ordenar el libramiento de la cantidad que falta para la terminación de la carretera de acceso a los muelles de Porcillán y Mirasol, al mismo tiempo que me intereso por el rápido despacho del expediente de este último muelle, en Ribadeo, para que se pueda sacar a subasta cuanto antes. Un abrazo de su buen amigo. Manuel Becerra

El día 17 de julio aparece la noticia en prensa de que el nuevo gobernador acaba de ser distinguido por el Gobierno con la Encomien-da de la Orden de la República18. La Orden de la República Española

18 El Pueblo Gallego: rotativo de la mañana, año XI, nº 3211, 17/07/1934, HBDG.

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fue instituida mediante un Decreto de 21 de julio de 1932 y se otor-gaba a aquellas personas que hubiesen beneficiado a la República y al pueblo español con sus méritos y obras personales en el ejercicio de su profesión. Imaginamos que la estancia de Precioso en París, su abierto carácter republicano, su oposición frontal al régimen de Primo de Rivera y su ayuda a los exiliados y sublevados contra el régimen dictatorial lo hicieron merecedor de la encomienda que era el cuarto grado, después de collar, banda y placa, de los ocho con que contaba la Orden de la Re-pública. Precisamente por esta concesión se le ofreció un banquete de homenaje organizado por Consejo Provincial del Partido Radical en el hotel Méndez Núñez.19

Algún tiempo después se abrió una suscripción popular, promo-vida por el secretario general del Partido Radical de Lugo, Camilo López Pardo, para adquirir las insignias de comendador de la citada Orden.20 Se sumaron a esta iniciativa muchos amigos de París y también amigos y conocidos de Toledo hechos durante su estancia como gobernador de dicha provincia.21

A comienzos de agosto el diario El socialista22 publica una no-ticia dando cuenta de un complot contra el presidente de la República en su viaje a Galicia. Según el Heraldo de Madrid, lo que el periódico El Socialista denuncia es una maquinación para presentar a los socialistas como autores de un magnicidio que precipitaría una dictadura con la colaboración de la CEDA y el Vaticano. «La maquinación —agrega en otro párrafo—, convengamos, es digna de una organización de derechas que se inspira en el Vaticano». En resumen:

Al experto sentido del lector no se le escapará que lo que denuncia el colega de la mañana es que se prepara un atentado contra el presidente de la República y que los encargados de perpetrar el crimen son dos elementos reaccionarios que se han infiltrado, por órdenes superiores, en el seno de la colectividad socialista.

19 El Heraldo de Madrid, p. 9, 30/07/1934, HDBNE.20 El Heraldo de Madrid. p. 5, 6/09/1934, HDBNE.21 El Castellano, p. 1, 31/07/1934, BVCLM.22 El Heraldo de Madrid, pp. 13 y 16, 02/08/1934, HDBNE.

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Precioso, junto con los otros gobernadores de la zona, lo des-miente rotundamente; hasta el director de seguridad manifestó que no tenía ninguna otra noticia que la que había leído en las páginas de «El Socialista».

En el mes de septiembre es homenajeado con un banquete orga-nizado por el comité local del Partido Radical el subsecretario de Obras Públicas, y diputado por Lugo por esta formación política, Manuel Be-cerra23.

Asistieron el gobernador, el presidente de la Diputación y los miembros del partido radical. A los postres el secretario del Consejo provincial del partido, D. Camilo López Pardo, que ostentaba la representación del Sr. Lerroux, dio lectura a las adhesiones, entre las que figuraban la del Sr. Samper y la del ministro de Obras Públicas.Luego usó de la palabra el gobernador, D. Artemio Precioso, quien dijo que tenía que cumplir la penosa misión de decir que, debido a la situa-ción por que atraviesa España, quedaban prohibidos los discursos, y terminó con vivas a España y a la República, que fueron unánimemen-te contestados.

Pero quizá las decisiones más destacadas que tuvo que tomar Precioso durante su primer periodo como gobernador de Lugo fueron las que tuvieron relación con la llamada «revolución de octubre de 1934» y cuyas huelgas tuvieron una repercusión irregular en el territorio nacio-nal. El 10 de noviembre de 1934 aparece en El Pueblo Gallego, un artículo con el título de «Homenaje al gobernado desconocido». Encubriendo a su autor con una X, se intenta hacer una reflexión de cómo los aconteci-mientos discurrieron bajo el mandato de Precioso.24

El periodista destaca la idea de que se habla más de las provincias en que sus gobernadores han estado activos y mucho menos de aquellas, como Lugo, donde no ha habido alteraciones del orden público. La cues-tión no es tan fácil ni clara como el periodista nos quiere dar a entender.

23 El Heraldo de Madrid, p. 10, 21/09/1934, HDBNE.24 El pueblo Gallego, p. 14, 10/11/1934, HBDG.

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Parece que en los núcleos más conflictivos y donde más activos eran los movimientos de izquierda, como Monforte, núcleo ferroviario de importancia, la huelga fue cortada en seco al descubrirse explosivos en cantidad que fueron incautados por un destacamento al mando del teniente de la Guardia Civil Manuel Álvarez Sarandés. Acudió el propio Precioso «[…] al objeto de enterarse personalmente de tan importante hallazgo»25 y los dirigentes socialistas fueron apresados.

Otras fuentes más modernas26 hablan de episodios violentos en la comarca citada. Parece que la ciudad de Monforte quedó sin luz al ser dinamitadas la línea eléctrica y la vía férrea; las carreteras fueron cortadas poniendo en medio diversos obstáculos y llegó a haber enfren-tamientos entre los manifestantes y las fuerzas de seguridad enviadas para reprimir el levantamiento. Fueron detenidos, en efecto, el alcalde de Sober, José Gayoso de la Fuente y de Ribas do Sil y Marcelino Fernán-dez. Además, apresaron a Juan Tizón y al concejal de Monforte Ramón Somoza Álvarez, a quien la Guardia Civil había incautado un mes antes una cantidad importante de municiones y explosivos.

Tanto Tizón como Somoza perdieron sus actas de concejales y fueron juzgados y condenados a seis años y un día de prisión

Parece que en Lugo la vida cotidiana no se vio interrumpida por estos acontecimientos y que las huelgas habidas en Ribadeo y Viveiro tuvieron un carácter pacífico y apenas duraron tres días. No obstante, Precioso se queja de que otras provincias colindantes le pidan refuerzos de tropas que él tiene que conceder ya que: «A la provincia que por la pericia de los agentes de la autoridad y por su natural bondadoso está tranquila, empiezan a quitarle fuerzas hasta dejarla exánime. Es natural, pero no da gusto…»27

25 La Voz de Galicia, nº 17005, p. 1, 26/09/1934, HBDG.26 La Voz de Galicia, p. 4, 17/11/2010, HBDG.27 El pueblo Gallego, p. 14, 10/11/1934, HBDG.

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En noviembre de 1934 Artemio Precioso viaja para asistir al XII congreso de la Prensa Latina28. El Congreso, seguramente por influen-cias del propio gobernador, se celebró en Toledo y fue presidido por el entonces jefe de Gobierno y también jefe de filas de Precioso, Alejandro Lerroux.

Poco a poco Precioso se va desligando de la vida periodística. A final de noviembre del 1934 se le retira el pase de prensa del Congreso de los Diputados29. Suponemos que deja el pase con tristeza a pesar de los momentos gratos que la acción política hubiera podido depararle.

Al mismo comenzar el año 1935 se reproducen en prensa30 unas cuartillas escritas por Artemio Precioso para La voz de Galicia, donde desgrana sus deseos para la provincia en ese año que entra. Precioso de-searía ver terminados el edificio que albergará el Instituto de Segunda Enseñanza y el del Gobierno Civil. Expresa también su deseo de ver con-vertido Lugo en estación veraniega, aunque sin playa, pero explotando su balneario: «La ciudad del Sacramento y de la Muralla puede y debe ser como Archena, como Alhama de Aragón, en España; como Dax en Francia…». Como nota curiosa, el señor gobernador publica en La pa-tria Chica un cuento llamado Regalo de Reyes, de ambiente totalmente huertano, lo que nos hace pensar que podría tratarse de un cuento anti-guo no publicado hasta ese momento31.

Una de las acciones que le serán reconocidas es la fundación de un Comedor de Asistencia Social. La prensa refleja que «Esto, por sí sólo, bastaría, si no existiese su gestión admirable y fecunda al frente de la provincia, para dejar de su paso recuerdo imborrable.»32

28 El pueblo Gallego, Año XI, nº 3313, p. 10, 17/11/1934, HBDG. / Hoja Oficial del Lunes, año V, nº 206, 5/11/1934, BVPH.

29 La Voz de Menorca: diario republicano, año XXIX, nº 9429, p. 3, 23/11/1934, BVPH.30 La Voz de la Verdad: diario católico con censura eclesiástica, año XXV, nº8273, p. 1,

3/01/1935, HBDG.31 Patria chica, pp. 6-7, 5/01/1935, HAMM.32 La Libertad (Madrid), p. 2, 6/01/1935, HDBNE.

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En el día de Año Nuevo tuvo lugar en esta capital la inauguración de los Comedores de Asistencia social, que están instalados en la Casa de Beneficencia del Ayuntamiento. Asistieron las autoridades y per-sonalidades de la ciudad. La comida, compuesta de un selecto menú, estuvo servida por bellas y distinguidas señoritas, que gentilmente se prestaron a tan bella obra de caridad. A los postres, el alcalde, Sr. López Pardo, y el gobernador civil, D. Artemio Precioso, pronunciaron breves y sentidas palabras, que fueron muy aplaudidas.Con esta inauguración se ha llevado a cabo una excelente obra de jus-ticia social, cuya falta era hondamente sentida. La iniciativa fue del go-bernador civil, D. Artemio Precioso, que desde que llegó a esta capital ha perseguido con un entusiasmo y un acierto dignos del mayor elogio ta realización de su idea.Con este motivo, el Sr. Precioso está siendo felicitadísimo.

En el mes de febrero El pueblo gallego ofrece una entrevista con Precioso33. Parece que se preparaba un homenaje en su honor por tres he-chos fundamentales, según el entrevistador «Primero.-Su labor acertada en la provincia de su mando con relación al orden público. Segundo.-Creación de los Comedores de Asistencia Social. Tercero.-Arreglo de los viejos pleitos que existían entre la Diputación Provincial y el Ayunta-miento de Lugo». Pero Precioso declinó el homenaje pretextando que en este país no se debería reconocer tanto el mero cumplimiento del deber. Además «[…] hay medios más cómodos y más económicos de hacerlo… Pero un banquete, con su inevitable cohorte de discursos y vahos alco-hólicos, no», añade Precioso. Piensa que muchos de estos homenajes no son sino asideros con los que el homenajeado consigue mantenerse en su puesto.

Confiesa en esta entrevista que prepara un libro en que rememo-rará anécdotas y recuerdos de París, titulado París-Toledo-Galicia, «un libro que abarcará recuerdos y anécdotas de París e impresiones acerca de lo que es-y lo que debiera ser-un Gobierno Civil». Muestra su satis-facción por servir al Gobierno en cualquier lugar que se le designe y, en ese momento trabajar en favor de la provincia de Lugo.

33 El pueblo Gallego, año XII, nº3382, p. 10, 8/02/1935, HBDG.

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Ante la pregunta del entrevistador de si piensa dedicarse a la política, Precioso contesta que no entiende la política como profesión, sino como sacrificio y aun así «Amigos míos quieren que en las prime-ras elecciones presente mi candidatura por mi tierra, que es Albacete. Tal vez lo haga, si reúno lo que se necesita para una campaña electoral: dinero y tiempo…»

También en febrero aparece en prensa la noticia de la concesión por el gobierno francés al gobernador civil de Lugo de la insignia de Caballero de Orden Nacional de la Legión de Honor «queriendo demos-trar así la alta estima en que tiene al distinguido escritor y periodista, buen amigo de Francia, de cuya literatura tradujo interesantes obras».34 Esta condecoración se concedía en distintos grados: Caballero o Dama, Oficial, Comendador o Comendadora, Gran-Oficial y la máxima con-decoración, que es la Grand-Cruz de la Orden Nacional de la Legión de Honor. El grado máximo es el de Gran Maestre, que corresponde al presidente de la República Francesa.

Fig.49. Fotografía de Artemio Precioso.Fuente: Mundo Gráfico, p.23, 20/02/1935, HDBNE.

34 Mundo Gráfico, p.23, 20/02/1935, HDBNE.

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Sabemos que Artemio Precioso partió para Madrid, acompa-ñado de su familia, en febrero de 193535 y el 23 de ese mes aparece la noticia de su dimisión en El Luchador, Diario Republicano, y en otros muchos periódicos36. Precioso alegaba como motivo que el Gobierno de la nación no le prestaba suficiente ayuda para resolver algunos proble-mas locales de carácter urgente. Pocos días después, un artículo de Juan G. Olmedilla aparecido en el Heraldo de Madrid arroja un poco de luz en el asunto ya que parte de lo escrito por R. Olmedilla está en forma de entrevista a Precioso:37.

Tras una introducción donde Rodríguez Olmedilla recuerda sus experiencias junto a Precioso en el oficio de periodista y su estancia en París, el periodista recuerda el compromiso de Precioso con la Repúbli-ca, único motivo que le hizo dejar París:

Vuelvo a encontrarme al querido camarada Artemio Precioso conver-tido, en servicio de la República, en un «ex» por partida triple. Estaba en París tan a gusto, tan querido del «tout Paris» como de los españoles que por París pasan o que allí residen. Y de pronto la República —cuyos creadores le [sic] conocen bien, de los duros tiempos del destierro— le [sic] llamó a sus filas. «Deje usted la corresponsalía del HERALDO y El Liberal y venga inmediatamente a hacerse cargo del Gobierno Civil de Toledo. Se lo necesita». Y Artemio Precioso, ya «ex corresponsal», le-vantó su casa —aquel pisito amable de Auteuil, bohemio y confortable a un tiempo— y acudió a donde se le llamaba.

Recuerda Martínez Olmedilla el paso de Precioso por el Gobier-no Civil de Toledo donde, a más de hacer su trabajo con devoción y celoso de los intereses provinciales de la República, fue «por inclinación de su cortesía, “el hermano hospedero”, el guía gentil, el acompañante diserto y grato de cuantos escritores o artistas, o investigadores, o sabios, españoles o extranjeros, pasaban por Toledo». Pero nuevamente tuvo que «levantar casa» para trasladarse a Lugo y llevar a su esposa y a sus

35 El Pueblo Gallego, año XII, nº 3394, p.12, 22/02/1935, HBDG.36 El Luchador: diario republicano, año XXIII, nº 8076, p.4, 23/02/1935, BVPH.37 El Heraldo de Madrid, p.13, 26/03/1935, HDBNE.

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seis hijos en un nuevo deambular por España «[…] para ir a continuar sirviendo a la República allí donde se le ordenaba!».

Al dimitir del cargo en Lugo, tuvo que trasladar enseres y familia a Hellín, para dejar allí a su mujer y sus hijos mientras él volvía, aunque brevemente, al oficio de periodista. Cuando R. Olmedilla le pregunta por qué no escribe un libro sobre todos estos avatares, Precioso responde:

Para adquirir esa experiencia he tenido que gastarme lo que no tenía; renunciar —tú lo sabes— a la mitad de mis ingresos habituales cuando era corresponsal del HERALDO y “El Liberal” en París para afanarme en el desempeño de un cargo público lleno de responsabilidades y des-velos; desconectarme, en fin, de todas mis actividades de siempre. Pero ¡voy a escribir ese reportaje! Pueden extraerse del mismo enseñanzas muy útiles. Sobre todo, al poner de manifiesto lo que es hoy, bajo la República, un Gobierno civil de provincia y lo que debiera ser...

Para Precioso un Gobierno Civil debería ser «una auténtica re-presentación del poder central, del Estado, rodeada de todos los presti-gios, revestida de toda la autoridad». Se queja Precioso de las cortapisas que tiene un gobernador provincial como «vivir expuesto continuamen-te al capricho de los diputados por la provincia, que quisieran ser ellos los señores absolutos de la misma y mantener o separar los gobernadores a su antojo o a su conveniencia caciquil […] y no a servir la función del gobernador, que ha de ser de armonía entre los intereses de la provincia y la autoridad del Estado».

Pide que se retribuya dignamente el cargo, ya que para ser gober-nador civil ha de ser uno rico o salir de él arruinado hasta el punto, co-menta, que si le ofrecieran otro cargo tendría que ir a pie, dado el estado económico en que ha quedado tras su aventura política.

El domingo 7 de abril de 1935 se ofrece un homenaje, precisa-mente, a Juan G. Olmedilla, por sus bodas de plata con el periodismo38, y el día 12 de abril de 1935, diecisiete días después de la entrevista con G.

38 El Heraldo de Madrid, p. 9, 1/04/1935, HDBNE. / El Heraldo de Madrid, p.5, 8/04/1935, HDBNE.

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Olmedilla, Artemio Precioso se reincorpora al Gobierno Civil de Lugo. Suponemos, como ya hemos comentado, que su regreso se debería al baile de gobernadores de los sucesivos gobiernos lerrouxistas. Acudieron a recibirlos a la estación los miembros del Comité Local y del Provincial del Partido Radical. Al mismo llegar Artemio Precioso, fue destituido Luengo, que ocupaba el cargo de manera interina.39

Su primer acto público a su vuelta al cargo fue la celebración del cuarto aniversario de la proclamación de la República. Cerraron los cen-tros oficiales, las escuelas y centros de enseñanza, el día 12 se celebró un concierto a cargo de la banda municipal y el Gobernador condonó «[…] las multas que había impuesto y las que se hallaban pendientes de hacer efectivas, así como las que se tramitaban por vía de apremio»40. Tam-bién ordenó que fueran puestos en libertad los detenidos que se hallaban cumpliendo arresto gubernativo. Los miembros del Partido Republicano Radical repartieron bolsas de comida entre los necesitados y los republi-canos de izquierda celebraron el 14 de abril con un café popular.

Después de un invierno más bien monótono donde Precioso se ocupó de los asuntos rutinarios del Gobierno de la provincia, en un suelto de El Pueblo Gallego aparecían brevemente enumeradas las prio-ridades del gobernador: la construcción de un instituto, un edificio para el Gobierno Civil, llevar la instalación telefónica a varios pueblos y el aumento de las fuerzas de la Guardia Civil.41 Poco después de estas decla-raciones, el día 4 de agosto, Alejandro Lerroux visitó Pontevedra. Ante este acontecimiento, los radicales gallegos lanzaron un manifiesto en las páginas de El Pueblo Gallego42 que exaltaba las virtudes del dirigente y animaba a acudir al acto. El manifiesto estaba firmado por las fuerzas vivas del partido, incluyendo a Artemio Precioso.

39 El Pueblo Gallego, año XII, nº 3436, p. 12, 12/04/1935, HBDG.40 El Pueblo Gallego, año XII, nº 3437, p. 13, 13/04/1935, HBDG.41 El Pueblo Gallego, año XII, nº 3522, p. 11, 21/07/1935, HBDG.42 El Pueblo Gallego, año XII, nº 3528, p. 3, 28/07/1935, HBDG.

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A final de julio Artemio Precioso publica un bando43 donde re-cuerda a la población que sigue en estado de prevención y que, dada la propaganda «perniciosa» detectada en otras provincias próximas a Lugo, adopta una serie de medidas consistentes en:

Primera. Ordenar que todos los impresos, [a] excepción de los libros, que sirvan para defender ideas u opiniones políticas o sociales, sean presentados a [sic] sellar dos horas antes de ser publicados, los ejem-plares que marca la ley de policía de imprenta, tiempo que se reducirá a una hora para los periódicos diarios.Segunda. Disponer que las huelgas o paros sean anunciados con cinco días de antelación, si no afectan al interés general; con diez, si lo afec-taren, y con quince, si se trata de obras y servicios públicos concedidos o contratados.Tercera. Prohibir e impedir en todo caso, las huelgas o paros que se produzcan o intenten producirse en los servicios públicos directos o autónomos, así como aquellos que nos sigan la tramitación prevista en las leyes.Las expresadas medidas precautorias he adoptado sin prejuicio de ha-cer uso igualmente en caso preciso de las que autoriza el artículo 20 de la precitada ley de orden público.Por tanto, espero del patriótico espíritu ciudadano de todos y espe-cialmente de los obreros y funcionarios públicos, que, ateniéndose al estricto cumplimiento de las mencionadas medidas previsoras que he adoptado, no perturbarán el orden público que me hallo dispuesto a mantener a todo trance ni vulnerarán aquellas que hago públicas para evitar responsabilidades y sanciones. Lugo 29 de julio de 1935.

Los meses trascurren sin mayor alteración que los deberes pro-pios de su cargo. A través de la sección «Gobierno Civil» del diario Al-borada, podemos obtener informaciones de variadas actividades. Por ejemplo, se le solicita por el director del Instituto de Segunda Enseñanza colaboración para la celebración del tricentenario de Lope de Vega; en una entrevista carga contra la mendicidad callejera y habla de devolver a los mendigos a sus lugares de origen, ya que no aprovechan ni el lugar

43 La Voz de la Verdad, año XXV, nº 8448, p. 6, 31/07/1935, HBDG.

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que hay habilitado para que pernocten ni los comedores de la asistencia social que construyó meses atrás; critica los ruidos de la ciudad, sobre todo los extemporáneos que producen algunos individuos a altas ho-ras de la noche; entrega la bandera en un homenaje a la Guardia Civil; es invitado, y se le solicita contribución económica de sus ayuntamien-tos, a formar parte de la comisión que desde Ferrol despedirá al buque «Artabro»44en su viaje al Amazonas; emite disposiciones para evitar los frecuentes accidentes de automóviles; inaugura la instalación de servi-cios telefónicos en distintas localidades; destituye, con aparente regocijo del pueblo, al alcalde de Vivero, Santiago Seijo; descubre una placa dan-do el nombre de Manuel Becerra a una avenida del pueblo de Monterro-so; se congratula por la apertura de un nuevo diario y de una emisora de radio; participa en la celebración de la Fiesta de la Raza, etc.

Entre todas las noticias, sin duda destaca una: la boda de la pro-pia hija del gobernador, Mercedes Precioso Ugarte con «el culto abogado y comisario de la Delegación Comercial de los EE.UU. en Madrid D. Francisco de Asís Ugarte Cristóbal, de distinguida familia madrileña»45.

La boda fue celebrada en la iglesia parroquial de San Froilán. La novia «realzaba sus naturales encantos con un elegantísimo traje blan-co». Los casó el párroco, don Francisco Vázquez. Los padrinos fueron «[…] el presidente de la Comisión Gestora Provincial [del Partido Re-publicano Radical y presidente de la Diputación], Don José Cobreros de la Barrera, en representación de don Javier Ugarte, tío de la novia, y la distinguida dama Dª Elvira Molinero de Ugarte en representación de Dª Micaela Cristóbal, madre del novio». Esta última no pudo asistir por enfermedad lo que motivó, además, que la boda se celebrara en la intimidad.

44 La expedición no se realizó finalmente ya que, cuando el buque estaba dispuesto para el viaje y atracado en Cartagena, le sorprendió el golpe de estado del 17 de julio de 1936 al que se sumó el capitán Francisco Iglesias Brague, impulsor principal del proyecto.

45 La Voz de la Verdad, año XXV, nº 8496, p. 5, 28/09/1935, HBDG.

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Aunque desde el día 2 de noviembre venía apareciendo en prensa el nombre de Manuel Fernández Carrascosa como gobernador provisio-nal de la provincia, es el día 9 de noviembre cuando aparece en prensa la dimisión de Precioso como gobernador civil de Lugo46. Finalmente, será sustituido por José Cobreros de la Barrera.47

El ministro de la Gobernación ha manifestado esta madrugada a los periodistas que había sido destituido el Gobernador civil de Sevilla, señor Asensi, y que se había admitido la dimisión del de Lugo, don Artemio Precioso

El ministro de la Gobernación comentaba en El Pueblo Galle-go48 que Artemio Precioso «le había pedido reiteradas veces cesar en su cargo» y el propio Precioso precisaba en La Voz49 que hacía tiempo que «tenía presentada la dimisión de su cargo». En una posterior asamblea de Partido Republicano Radical en Lugo, los asistentes mostraron «su desagrado por la dimisión forzada del cargo de gobernador civil por D. Artemio Precioso, con quien estaba completamente identificado el Par-tido y que tan acertadamente dirigió los destinos de la provincia durante el año y medio que frente de la misma estuvo»50.

Parece que Manuel Saco Rivera, enemigo político de Precioso y con el que después llegó a las manos, como contaremos, pidió al señor De Pablo Blanco la destitución del señor Precioso, acusándolo de co-brar dinero por expedir licencias de armas y otras. Según La verdad de Murcia, único medio de prensa en que hemos encontrado este asunto, el señor Saco Rivera adujo pruebas y el señor De Pablo destituyó al gober-nador oponiéndose posteriormente a que fuera repuesto en el cargo.51La información hay que considerarla dentro de una enconada rivalidad po-lítica.

46 La Prensa (Santa Cruz de Tenerife), p. 8, 9/11/1935, BDUL.47 La Voz: diario gráfico de información, año XVII, nº 6245, p. 14, 4/01/1936, BVPH.48 El Pueblo Gallego, año XII, nº 3708, p. 7, 10/11/1935, HBDG.49 La Voz: diario gráfico de información, año XVI, nº 6181, p. 9, 10/11/1935, BVPH.50 El Pueblo Gallego, año XII, nº 3803, p. 10, 16/11/1935, HBDG.51 La Verdad de Murcia, p. 7, 31/12/1935, HAMM.

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Él mismo manda unas cuartillas al diario Alborada52 donde agra-dece el trato recibido, aunque no explica los motivos de su dimisión. Aplaza las aclaraciones hasta la publicación de su libro «Memorias de un gobernador», libro que no llegó a escribir o, por lo menos, no fue editado:

Cuando tras casi dos años de desempeñar un cargo oficial, se vuelve a ser uno mismo, nos parece un sueño. y ni las inquietudes naturales de quien, como yo, sale del cargo sin una peseta y tiene que rehacer su vida buscando trabajo, y con los cuidados y preocupaciones de un padre de familia numerosa, son suficientes para no respirar a pleno pulmón el oxígeno de la libertad individual. ¡Triste prisión, en verdad, cuando se tiene conciencia de la responsabilidad y se posee una sen-sibilidad atormentada por mil escrúpulos, la que representa un puesto de mando!Quiero redactar a vuela pluma unas líneas, no de adiós, sino de «Au revoir» para Lugo y su provincia, para tan buenos amigos como en los distintos sectores e ideologías dejo en ella. Porque yo he de volver a Lugo, como un ciudadano que va a ejercitar sus derechos, esos dere-chos que supe y procuré no solo respetar, sino hacer respetar a los de-más mientras fui gobernador civil de esa provincia. ¡Casi año y medio permanecí en esa hermosa tierra! Me llevó, desde luego, la palma de la continuidad, de la permanencia… y eso sé que no puede borrarse.[…]Ceso en un cargo que desempeñaba con celo, constancia, amor y sacri-ficio. Al abandonarlo tengo la doble satisfacción de asegurar que con-taba con la asistencia y el aplauso de la opinión y poder afirmar que cumplí con mi deber en todo momento, procurando ser justo, ecuáni-me y humano.A mis amigos, a cuantos me alentaron con su aplauso, les ruego lean mi libro próximo a publicarse, «Memorias de un gobernador». Allí queda-rán aclaradas muchas actitudes e interioridades acerca de mi dimisión y que la más elemental discreción, tratándose de una carta a la prensa, me privan de especificar ahora.Para todos, mi gratitud emocionada. A todos, un saludo lleno de efu-sión y de cordialidad.

52 Alborada: diario de Galicia, año I, nº73, p. 8, 15/11/1935, HBDG.

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No obstante, por noticias posteriores53 a la celebración de la Asamblea Provincial del Partido Republicano Radical, podemos entre-ver, a pesar de la fidelidad a Precioso por parte de toda la Asamblea Pro-vincial del partido, que esta debió discutir durante un tiempo el pase en bloque a Unión Republicana, dirigida por Martínez Barrio, y, de hecho, la misma asamblea se constituyó con esa intención. Precioso debió in-clinarse claramente por esta opción. Rafael de Vega Barrera, presidente provincial del PRR, partidario de la opción de Martínez Barrio, dimitió con carácter irrevocable durante la asamblea tomando el relevo Manuel Becerra, diputado provincial que convenció allí mismo a sus correligio-narios para seguir bajo las filas del partido de Alejandro Lerroux. Bece-rra estuvo convincente, a tenor de las noticas que se han conservado54:

Don Manuel Becerra Fernández, […] se ratificó en las apreciaciones que hacía en la carta que dirigió al precitado señor Vega Barrera hace pocos días en la que se manifestaba decidido a continuar en el partido radical por estimar no era leal, elegante ni humano en los actuales mo-mentos difíciles porque [sic] atraviesa el partido desertar de él, recono-ciendo sin embargo la necesidad de reorganizar el partido […] para lo cual era preciso realizar una depuración de principios y personas.

Tras estas palabras, algunos miembros presentes que ya habían dimitido de sus cargos, como Cobreros, presidente de la diputación, o el propio tesorero del Comité Provincial retiraron su dimisión «[…] en atención al señor Becerra». Parece que López Pardo, alcalde de Lugo, fue uno de los pocos que desde el principio estuvieron de acuerdo con Becerra.

Mientras, Artemio Precioso, unos días después, era recibido en Madrid por el presidente de la República, Niceto Alcalá-Zamora. Cu-riosamente ese día recibió Alcalá-Zamora también a Portela Valladares y no sería de extrañar, dada su amistad, que ambos pasaran juntos al despacho presidencial55.

53 Alborada: diario de Galicia, año I, nº 74, p. 9, 16/11/1935, HBDG.54 El Pueblo Gallego, año XII, nº 3804, p. 3, 17/11/1935, HBDG.55 El Heraldo de Madrid, p. 5, 23/11/1935, HDBNE.

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Su salida de la actividad política le hace retomar su actividad de escritor con ánimos renovados. El día 28 de noviembre, en el Heraldo de Madrid, comenta de nuevo que está trabajando en su libro «Memorias de un gobernador» y, según sus palabras, «[…] se dispone a escribir dos biografías: una sobre nuestro gran doctor D. Gregorio Marañón y otra sobre Martínez Montañés. Y, por último, un reportaje, que se llamará «España, palmo a palmo» (Estudios de geografía periodística)».56 Este reportaje estaba organizado por el Heraldo de Madrid que había encar-gado a parte de sus reporteros unos «viajes circulares» por la geografía española con el fin de «[…] conocer de cerca las palpitaciones de los pue-blos españoles: sus inquietudes, sus necesidades, el anhelo de las orga-nizaciones republicanas del país».57 El primer reportaje fue encargado a Artemio Precioso que, de esta manera, volvía a la actividad periodística. Precioso se encargaría de recorrer toda Valencia, Murcia y Cartagena, te-rritorios muy próximos al escritor hellinero. Además también Andalucía y las ciudades más importantes de La Mancha.

Su primera colaboración en prensa aparece en El Pueblo, repro-ducida después en el Diario de Menorca. En ella se ve el hartazgo que le producía estar encerrado en un despacho sumergido en labores buro-cráticas58:

Siete años en París. Cinco meses en Toledo. Año y medio en Lugo... Respiro el aire de Madrid con la satisfacción del confinado que vuel-ve a gozar de libertad. Estos dos años de permanencia en España, en-claustrado en el despacho de un Gobierno Civil, me han impedido el contacto con las calles españolas, con los pasillos del Congreso, con el ambiente porteril de las tertulias madrileñas. Tengo, pues, la sensación de que acabo de llegar de París... precisamente cuando quizá tenga que volver a la ciudad del Sena. Inicio esta sección como un español ausen-te de su país, que acaba de regresar, Y observo que... […]

56 El Heraldo de Madrid, p. 10, 28/11/1935, HDBNE.57 El Heraldo de Madrid, p. 16, 4/12/1935, HDBNE.58 La Voz de Menorca: diario republicano, año XXX, nº 9262, p. 1, 5/12/1935, BVPH.

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Y continúa el artículo con sus observaciones tomadas directa-mente de las calles que recorre con nuevos bríos. Observa que la gente continúa sin saber circular por ellas, que los hombres se comen con los ojos a las mujeres, que en el metro se fuma, se escupe y se habla a gri-tos. Esto, según Precioso, «Son lacras […] que revelan la indigencia y la vagancia mental de los españoles en todos los órdenes». Sueña con un periódico que diga las verdades y no esté carcomido en «[…] un país carcomido por la hipocresía, la doblez y la maldad...».

Ingratitud. Inconsciencia, deslealtad, cinismo. Tales son los factores que tonifican hoy el ambiente de España. Pero vayamos al Congreso, y allí contemplaremos el ir y venir de personajes y personajillos que a veces se combaten en público para luego tomar juntos el baño de cieno y la ducha de la traición.

Vuelve a asistir a actos públicos como a la comida del PEN Club59 en diciembre y sus colaboraciones en prensa se hacen más habituales. En un artículo reproducido en La voz de Menorca60, después de comentar el asunto Tayá61, pasa a valorar el estado de la juventud y responsabiliza de ello a Chapaprieta, presidente del Consejo de Ministros al tiempo que repasa la actitud del Gil Robles, con el que está permanentemente enfrentado.

La juventud tiene hoy el horizonte más negro y más cerrado que nunca. En las universidades, se la rechaza con saña, porque sobran médicos, abogados, farmacéuticos y demás profesiones. ¿Qué hacer? No puede acudir a oposiciones concursos, porque el señor Chapaprieta cree que la salvación de España está en que la juventud se habitúe a no comer y a no tener esperanza.

59 El Sol (Madrid), p.5, 7/12/1935, HDBNE.60 La Voz de Menorca: diario republicano, año XXX, nº 9267, p. 1, 11/12/1935 BVPH. /

La Vanguardia, p. 29, 31/12/1935, HDLV.61 Antonio Tayá era el propietario de una naviera y se vio involucrado en un expediente

donde se le indemnizaba de forma fraudulenta por la pérdida de dos buques en Guinea. Antonio Nombela, inspector general de Colonias, se negó a abonar la indemnización y fue cesado. Las Cortes investigaron el asunto y el PRR, con Lerroux al frente, no pudo defenderse de las acusaciones y quedó muy desprestigiado.

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¿Sacar el dinero de donde lo haya? Esto no lo han dicho más que dos hombres: León Blum, el líder socialista francés y Gil Robles. El pri-mero no ha gobernado aún en Francia. El segundo se encuentra con la mentalidad egoísta y suicida de la inmensa mayoría de sus huestes. En estas condiciones, sólo existe una tentativa de remedio: disolver las actuales Cortes y que España decida de una vez si prefiere sacar el di-nero de donde esté o poner al frente de sus destinos a una cocinera con pantalones, para convencerse de que es ridículo querer salvar al país sirviendo a la plutocracia y cerrando el horizonte, camino del caos, de la desesperación, a la juventud.

Este enfrentamiento tuvo un momento álgido a finales del mes de diciembre en el Congreso de los diputados, donde se produjo un in-cidente de cierta resonancia62. Exactamente el día 30 por la tarde, entre las siete y las ocho, coincidieron en los pasillos del Congreso el diputado del Grupo Parlamentario Agrario63 por Lugo, Manuel Saco Rivera, y Ar-temio Precioso. Durante ese mes se había vivido una gran tensión políti-ca. El gobierno de Chapaprieta había caído el 14 de diciembre y Portela Valladares había formado Gobierno, un Gobierno que duró quince días, justamente hasta el 30 de diciembre ,y que no había incluido ningún mi-nistro de la CEDA. Saco de Rivera y Precioso estaban enfrentados desde la etapa de este último como gobernador de Lugo y Precioso señalaba a Saco como la causa de su destitución, como vimos. El caso es que, como reflejó la prensa, nada más cruzarse en el pasillo, Saco de Rivera derribó a Precioso, que se levantó rápidamente propinando al diputado un puñe-tazo con el que le rompió las gafas. Rápidamente numerosos diputados y periodistas intentaron separarlos, aunque la prensa coincide en que costó lo suyo. Precioso declaró64:

62 El Heraldo de Madrid, p. 3, 30/12/1935, HDBNE.63 Fue elegido republicano independiente, aunque, una vez en el parlamento, formó

parte del Grupo Parlamentario Agrario. Abandonó el grupo a finales de 1934 inclinándose hacia la CEDA. Se presentó por esta formación a las elecciones de 1936, pero no fue elegido.

64 El Heraldo de Madrid, p. 3, 30/12/1935, HDBNE.

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Durante el año y medio que he sido gobernador civil de Lugo el señor Saco ha venido haciendo contra mí una campaña de difamación perso-nal que sobrepasa los límites de la pasión política.

Solo dos días después de este incidente y coincidiendo con la for-mación del nuevo Gobierno, el 1 de enero, Artemio Precioso vuelve a ser confirmado como gobernador de Lugo65. No parece extraño si pensamos que el presidente del Consejo de Ministros y a su vez ministro de la Go-bernación era Portela Valladares y el de Trabajo, Sanidad y Justicia, su amigo Manuel Becerra. El día 2 ya tenemos declaraciones en la prensa con motivo de las felicitaciones recibidas: «[…] acepto la felicitación de ustedes -nos ha dicho- por que [sic] otra vez me encuentro entre bue-nos amigos, pero mi nombramiento de gobernador no he de aceptarlo pues en las actuales circunstancias solo como cargo de sacrificio puede considerarse».66 Tomó posesión el día 4 y en su discurso alude a las ad-hesiones al acto de su toma «del jefe del Gobierno, don Manuel Portela Valladares; del ministro de Trabajo, don Manuel Becerra Fernández, y del ministro de Instrucción Pública, don Filiberto Villalobos». Además, resaltó la importancia de Portela y Becerra, sus valedores67:

Puso de relieve, cómo Galicia se encuentra en la actualidad honrada-mente representada y protegida en sus necesidades por dos valores tan indiscutibles y defensores constantes de nuestra región como lo son los señores Portela Valladares y Becerra Fernández.

A partir de este momento, las cosas van a complicarse para Ar-temio Precioso. Días después de su toma de posesión el presidente de la República, Niceto Alcalá-Zamora, disuelve las Cortes y convoca elec-ciones para el 16 de febrero de 1936. Los partidos políticos se enfrentan duramente y se sirven de cualquier arma para ganar electores.

Una de las primeras actuaciones del nuevo gobernador fue repo-ner a siete ayuntamientos de elección popular. Examinó los expedientes

65 El Liberal de Murcia, p. 6, 1/01/1936, HAMM.66 El pueblo Gallego, p. 12, 2/01/1936, HBDG.67 La voz: diario gráfico de información, año XVII, nº 6245, p. 14, 4/01/1936, BVPH.

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de otros también con el fin de reponerlos, pero en algunos de ellos le resultó imposible por estar sometidos a procedimiento judicial68.

En enero un mitin dado en Lugo por Gil Robles, líder de la CEDA, acabó siendo suspendido por el gobernador Precioso. Parece ser que Gil Robles dijo durante el acto que Artemio no era el verdadero nombre del gobernador. Precioso se fue a la prensa con el documento que lo acredi-taba para emplear su nombre y añadió que el que falseaba su apellido era el propio Gil Robles que realmente se apellidaba Gil y Quiñones.

El 24 de enero la prensa publicó un telegrama donde Artemio Precioso intenta frenar los ataques de la CEDA. El título rezaba «El go-bernador de Lugo, D. Artemio Precioso, sale al paso de una torpe cam-paña cedista».69

Ante falsas informaciones de Prensa, ruégole haga constar que, de los sesenta y seis ayuntamientos de que se compone esta provincia, sólo en ocho existen concejales interinos o comisiones gestoras, que son Lugo, Becerreá, Monforte, Navia, Pibe, Tomarin, Riotorto, Ribas de Sil y Ri-beras de Piquera, este último, por haberse segregado hace meses del de Meira, habiéndose limitado mi gestión a reponer algunos de elección popular, siendo igualmente falso háyase reforzardo [sic] en veinticinco la plantilla policiaca, ya que sólo llegaron tres agentes en comisión de servicio. Gobernador Civil.He ahí la mejor y única contestación a la prensa cedista que, contra toda verdad, fomenta el escándalo con el solo objeto de disculpar la derrota que ya presiente aplastante en toda la bella provincia lucense.

El 25 de enero, Precioso hace pública una circular donde orde-na a todos los alcaldes de la provincia «que no dificulten la propaganda electoral de cualquier partido político con pretexto de inseguridad, fal-ta de condiciones del local u otras excusas que se puedan alegar»70. Un poco más tarde la prensa alaba este gesto71:

68 El Heraldo de Madrid, p. 4, 7/01/1936. HDBNE.69 El Pueblo Gallego, año XIII, nº 3861, p. 1, 24/01/1936, HBDG.70 El pueblo Gallego, s.n., 25/01/1936, HBDG.71 El pueblo Gallego, s.n., p. 6, 11/02/1936, HBDG.

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Ha causado excelente impresión la noticia de que el señor gobernador de Lugo, don Artemio Precioso, está decidido a mantener la pureza del sufragio, evitando los amaños que hacían de ordinario y que también en la presente ocasión se estaban preparando.

Cordero Avilés (2018, pp. 62-63) afirma que «Se puede ver por estas informaciones que la actuación de Artemio Precioso, al frente del Gobierno Civil de Lugo, había despertado la atención primero y el recha-zo después, de las derechas más tradicionales y quizás de otros grupos».

Parece que Ángel Regueras, director de Alborada, que había man-tenido una correcta relación con Precioso, ahora se vuelve en su contra y remite un telegrama a Madrid donde pide ayuda a sus colegas. Este fue publicado por el diario La Nación el 21 de febrero de 1936 en un artículo titulado «Protestas por la actuación del gobernador de Lugo», (Cordero Avilés, 2018, pp. 62-63):

[…] protesta por la actuación de Artemio Precioso en el ejercicio de su cargo, «por despótico personal arbitrario ejercicio censura prensa por gobernador civil Lugo don Artemio Precioso acudo esa Asociación esté enterada al menos de los inauditos desafueros gubernativos del que llámase periodista contra menguados derechos Prensa citando al azar hechos ocurridos diario»

Terminadas las elecciones, Artemio Precioso presentó ante el fis-cal una querella por injurias contra el candidato derechista Pérez Labor-da, parece ser que efectuadas por teléfono desde la localidad de Chan-tada72.

Al final, en la tarde del 21 de febrero, Artemio Precioso abando-naba Lugo con dirección a Madrid, escoltado, según la prensa, 73 o no, según sus declaraciones, por la policía. «Su labor al frente del Gobierno de esta provincia, especialmente durante las elecciones últimas, ha susci-tado la unánime protesta del vecindario.»

72 El pueblo Gallego, s.n, p. 11, 18/02/1936, HBDG.73 Pensamiento Alavés, año V, nº 969, p. 3, 22/02/1936, BVPH.

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El caso es que, como decimos, desmiente parte de la noticia a tra-vés de un telegrama que remata anunciando conferencias por la provin-cia y después con una extensa carta publicada en El Heraldo de Madrid, donde desmiente unas acusaciones aparecidas en el diario ABC74:

El exgobernador civil de Lugo, don Artemio Precioso, nos envía un te-legrama desde Hellín (Albacete), diciéndonos que en contra de lo que algunos aseguran, no salió de Lugo escoltado por la policía.Nos anuncia que dentro de breves días volverá a Lugo para recorrer la provincia, dando conferencias.75

Según Labrador Ben et Alii, (2005, p. 14):

Esta ubicación entre derechas e izquierdas le pondría en una situación incómoda, aunque el Frente Popular vio con simpatía que en las elec-ciones lucenses la candidatura ganadora estuviera integrada por cen-tristas e izquierdistas.

El 25 de abril Precioso es recibido por el presidente de la Repúbli-ca, Diego Martínez Barrio76. Inicia su labor periodística y el 23 de mayo aparece una entrevista de Precioso a Muñoz Seca y Paulino Uzcudun en Estampa77, y en junio del 36 escribe una crónica parlamentaria en La voz de Menorca78 y un «Responso, recuerdo y augurio» sobre la desaparición del diario Alborada donde da algunas explicaciones sobre los últimos acontecimientos de la campaña electoral. Precioso aclara al comienzo del artículo que Alborada, el periódico monárquico desaparecido, se ha-bía levantado con dinero de Soto Reguera y que al principio se mantuvo ajeno a cuestiones políticas, hasta que llegaron las elecciones79:

74 El Heraldo de Madrid, p. 10, 4/03/1936, HDBNE.75 Las Riberas del Eo, periódico de información galaico-asturiana, nº 3169, p. 8,

29/02/1936, HBDG.76 El liberal de Murcia, p. 4, 25/04/1936, HAMM.77 Estampa (Madrid), p. 18, 23/05/1936, HDBNE.78 La Voz de Menorca diario republicano, año XXXI, nº 9412, pp. 1 y 4, 11/06/1936,

BVPH.79 El Pueblo Gallego, año XIII, nº 4003, p. 2, 10/06/1936, HBDG.

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[…] así llegaron las elecciones. Ya sabía Soto Reguera con quiénes lu-chaba como aliado. Y su periódico comenzó a faltar a la verdad, a men-tir con un descaro realmente inocente, y de efectos contrarios a los que pretendía. En una provincia como Lugo, donde el cacique máximo, Pepe Benito, dispuso siempre del favor oficial y donde todo obedece como la cera al calorcillo del Gobierno, decir que la provincia esta-ba tomada militarmente y que estaban cometiendo horrores era meter miedo a los pocos dispuestos a luchar contra el frente anticaciquil que yo defendía en nombre de la pureza del sufragio.Durante la lucha, repito, el periodiquín acabó por saltarse a la torera todos los escrúpulos. Su amo se saltó luego las mayores audacias y des-lealtades para con sus compañeros de candidatura, compró y obtuvo censos y dio los votos a los enemigos, repartiéndolos con él para no ahogarse. ¡Y por poco no se ahoga!Cuando, después de que habían pedido mi continuación en el puesto los republicanos de izquierda y todos los partidos que habían luchado juntos contra los monárquicos y las derechas, cosa que yo por delica-deza, no podía aceptar, salí de Lugo; el director de Alborada, que era a la vez corresponsal de la agencia Febus, telegrafió a esta y en especial al desalmado ABC asegurando que yo había salido huyendo protegido por la policía. La canallada era digna de su origen, pero me hizo reír y me dio motivo a rectificarla y escupir al ABC su indignidad personal y profesional negándose a rectificar.

Instalado en su casa de la calle Menéndez Pelayo asiste a la suble-vación militar de julio de 1936. El golpe de estado del 18 de julio trasto-cará de nuevo la vida de Artemio Precioso.

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Fig. 50. Artemio Precioso con el boxeador Paulino Uzcudun y Pedro Muñoz Secaen una de sus últimas fotografías aparecidas en prensa.

Fuente: Estampa, p. 18, 23/05/1936, HDBNE

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CAPÍTULO 8LA PRISIÓN, LA LIBERACIÓN Y LA MUERTE

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En un artículo escrito en El Liberal1 diez días después de la su-blevación militar, Artemio Precioso deja clara su postura antifascista en referencia al alza que han tomado estos movimientos fuera de España; sin embargo, en la confusión de esos primeros días, cree derrotada la insurrección en su propia patria: «Y lo que acaba de acaecer en España, derrotada la reacción, primero con las urnas y después con las armas, es una página gloriosa que servirá de antorcha y luminaria en el universo democrático». Vanas palabras en el inicio de una contienda que acabaría con las ilusiones democráticas, con la prisión y la muerte de muchos españoles.

Al estallar la guerra, Precioso y su familia viven en un piso al-quilado de la calle Menéndez Pelayo en Madrid. Según su hijo, retoma su actividad como periodista en los diarios Heraldo de Madrid y El Li-beral (Martínez Arnaldos, 1997, p.11). Como corresponsal envía des-de Madrid sus crónicas a Nuestra Lucha: portador de la unidad obrera, diario de Murcia, bajo el seudónimo de Isaac Roca. Este diario tomaba su ideología de la Federación de Juventudes Socialistas Unificadas2. La vehemencia con la que defiende la República es acorde con la situación que vive Madrid3:

No llegarán a Madrid los traidores. Mas si llegasen, automáticamente serían pulverizados, desechos [sic], aplastados. Y esta derrota total del fascismo la presenciarían bien de cerca las provincias de Murcia, Ali-cante, Cuenca, Ciudad Real y Valencia -por no hablar sino de las más próximas-, que acudirán a nuestro lado como un solo hombre sin que nada ni nadie pudiera impedirlo.

1 El Liberal, año LVIII, nº 19986, p. 13, 29/07/1936, HDBNE.2 El Liberal, año LVIII, nº 20063, p. 6, 27/10/1936, HDBNE.3 Nuestra Lucha: portavoz de la Unidad Obrera, año I, nº55, p.3, 22/10/1936, BVPH.

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Su hijo mayor, Artemio, había simpatizado pronto con el movi-miento obrero y antes de la sublevación había ingresado en las Juven-tudes Socialistas,4 que pronto pasaron a ser controladas por el PCE. La noche del 18 de julio Artemio hijo acude a la Casa de Campo. donde les han informado de que se están repartiendo armas. Allí se convierte en improvisado soldado y pronto pasa a reforzar la Estación del Norte para después atacar el sublevado cuartel de la Montaña. Regresa por fin a su casa, donde su familia estaba alarmada por su ausencia. Pronto recibe instrucción militar en un centro de reclutamiento del barrio de Tetuán.

Se pierde el rastro de la colaboración en prensa de Artemio Pre-cioso desde finales de octubre de 1936, no obstante, su hijo comenta que, en esos momentos, dirigía El Liberal5 y lo visitaba en el hospital cuando volvía del trabajo.

Efectivamente, Artemio hijo es herido en noviembre de 1936, cuando su compañía es destinada al frente de Talavera. La herida, «una terrible herida de guerra» (Labrador Ben et alii, 2005, p.14), es en una mano y la bala le secciona los tendones. Pasa la noche en una iglesia de Cazalegas donde es atendido por una miliciana y al día siguiente es evacuado. Su padre consigue que lo opere el cirujano de la Asociación Profesional de Periodistas y le salva la vida, pues la mano estaba casi gan-grenada (Vid. Bigues, 2018, pp. 32-35). Artemio padre se dedica a cuidar al joven soldado hasta su recuperación:

En el hospital, mi padre logró una pequeña habitación donde dormía al salir de la redacción del periódico. Recuerdo cómo llegaba a mi cama, me besaba, notaba su rostro frío (era noviembre), y me susurraba las últimas noticias del frente, que para él siempre eran buenas. Creía que dándome ánimos mejoraría de mi herida, que estuvo a punto de gan-grenarse de no haber sido por la rápida intervención de mi padre, que

4 No podemos dejar de preguntarnos si las colaboraciones de Artemio Precioso, padre, en Nuestra Lucha no serían escritas por su hijo, tomando prestado el seudónimo «Isaac Roca» que utilizaba su progenitor. Las ideas radicales y el estilo concuerdan mejor con el carácter del hijo.

5 No tenemos más referencia de este dato de Precioso como director que el testimonio de su hijo. Oficialmente figura dirigiendo el periódico en esa época Emilio Ayensa.

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gestionó la oportuna operación de un cirujano cualificado, y mi tras-lado al hospital de la Asociación de la Prensa, en la calle Hermosilla. Me salvó de una muerte más que probable. (Martínez Arnaldos, 1997, p. 12)

Artemio Precioso sale de Madrid y se reúne con su familia en Hellín el 17 de febrero de 1937. Suponemos que su hijo queda en Ma-drid al igual que su hija Mercedes, casada con Ugarte que trabajaba en la embajada de EE. UU. Al estar en el pueblo se queda sin recursos, pero, nuevamente, su amigo Martínez Barrio le echa una mano y el 10 de oc-tubre de 1938 es nombrado juez en el Juzgado de Primera Instancia en Casas Ibáñez. Pronto se aburre de la vida en un pueblo tan pequeño y la oportuna incorporación a filas de José Martínez Moreno, juez de Hellín, le permite trasladarse a su ciudad natal como juez de primera instancia por orden firmada en Barcelona el 22 de noviembre de 1938.

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Fig. 51. Nombramiento de juez de 1ª instancia en Hellín.Archivo de la familia Precioso (cedido por su nieta Amaya Precioso).

Días antes del final de la contienda, el 28 de marzo, se encon-traba Precioso solo en su despacho alrededor del mediodía cuando su escribiente le informa de que el abogado José María Silvestre y el propio alcalde del Frente Popular, Rafael Marín, conocido como El Moreno de la Luz, habían salido del pueblo con la intención de abandonar España.

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Poco después llegaron al despacho de Precioso Joaquín López Lorenzo, José Catalán y José y Octavio García. Entre todos decidieron viajar esa misma tarde a Albacete para consultar qué hacer al comandante Rafael Manrique de Lora. La idea que se discute es la marcha, pero Precioso, ante la avalancha de huidos, decide quedarse y otros adoptan su misma postura. Esa noche, de camino a su casa, paseando con el veterinario Joaquín López Lorenzo, Precioso, sin embargo, le aconseja la huida, pero al cabo, en sus memorias reflexiona que al final murieron tanto el que huyó y retornó, como José María Silvestre, como el que decidió quedar-se, caso de López Lorenzo; además, el mismo día y a la misma hora.

En la segunda parte de su Autobiografía, inédita, encontramos los recuerdos de su detención y de su paso por las distintas prisiones, pero también las reflexiones de un hombre que, liberado ya, se recoge en una pequeña casa de Isso, pedanía de Hellín, y reflexiona sobre su vida. Quizá alguna de estas reflexiones pueda orientarnos acerca de la perso-nalidad de un hombre cansado, avejentado por las penalidades. Nunca arrepentido, pero sí más mesurado:

Las ideas también evolucionan en nosotros, y los conceptos sobre es-tética, y hasta los sentimientos religiosos. Yo he sido un hombre que siempre tuvo sentimientos religiosos, que padeció en su alma la trage-dia del más allá y la inquietud y el dolor de vivir, lo que no impidió que amase los placeres y hasta que me engolfase en las pasiones carnales y en la concupiscencia más genérica. Todo en zig-zag, en altibajos, en cambios de ruta y de vida. Y si he dicho que todo evoluciona en no-sotros, es que no revoluciona, sino que todo sigue una trayectoria y va cambiando, como cuando caminamos en el tren, o en automóvil o en avión el paisaje que nos entra por los ojos va modificando su perspec-tiva y sus horizontes a medida que nos adentramos en él y otro nuevo paisaje lentamente va sustituyendo al anterior. (Precioso, 1944b, p.2)

Con estas palabras parece que quiera justificar las otras que ven-drán después, palabras que quiere que sean equilibradas, sobre todo. Con los años, dice «[…] va uno mirando su pluma con más sereno ca-riño, diciendo que, si no debe venderse al oro ni a la traición, tampoco debe entregarse al odio» (Precioso, 1944b, p. 3)

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Como decimos, fue en Hellín donde le sorprenderá el 1 de abril de 1939 el final de la contienda. El mismo día 2, es detenido a las seis de la mañana por cinco «jóvenes con pistolas» en casa de su suegra, donde residía con parte de su familia. Fue conducido a la cárcel que dirigía Fer-nando Arnao, con el que Precioso había tenido contacto en su condición de juez de Hellín, les unía cierta amistad, pero en esa ocasión:

Don Fernando estaba allí, e hizo al verme un gesto de extrañeza. Sin duda, me creía ausente. Estaba rodeado de jóvenes en la situación, fo-rasteros todos. Llevaba yo mi bastón sucio, un bastón de mi abuelo paterno, que siempre me acompañaba mientras anduve por Hellín du-rante la guerra. Lo necesitaba para apoyarme, por mi reúma. Quise entrar con él, pero don Fernando, tras una consulta visual a sus satélites de entonces, no quiso que lo introdujese y días después lo devolvió a mi familia. (Precioso, 1944b, p.6).

De la cárcel se le trasladó a la Comandancia Militar: «Los que me llevaban detenido allí me dejaron tras decir que iban a continuar la “escarda”. Me vi, pues, allí, a aquellas horas matinales, como mala hierba que había sido escardada» (Precioso, 1944b, p.7). En aquellos momentos, Precioso todavía creía que, tras unas preguntas, lo dejarían en libertad. Un nuevo traslado hizo que se fuera alarmando cada vez más: lo lleva-ron a un calabozo de la Inspección de Vigilancia, en el Ayuntamiento. Encontró a algunos policías republicanos detenidos y, poco a poco, el escaso espacio se fue llenando. Allí coincidió con José Graells, que fue alcalde en el año 36, y su hermano Juan. Pasó el día como pudo. Un guar-dia le puso una silla sin que él la pidiera y ya por la tarde le llegó algo de alimento traído desde su casa. La incomodidad era extraordinaria:

En mi calabozo, de unos tres metros cuadrados bien escasos, habíamos quince o veinte hombres. Algunos de los que prestaban servicio de vi-gilancia se asomaban por la ventanilla y nos dedicaban los insultos más atroces. Lo mismo hacían cuando pedíamos permiso y nos dejaban ir al evacuatorio. Así todo el día, hasta que nos condujeron a la cárcel, atados de dos en dos, y ya he dicho cómo entré en aquel edificio donde yo había ido a interrogar a delincuentes comunes. (Precioso, 1944b, p. 7)

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La situación mejoró cuando lo trasladaron de celda a una de seis metros de largo por tres de ancho. En el suelo había colchonetas rellenas de esparto crudo para dormir. Pero la relativa comodidad duró poco, porque fueron llegando más detenidos y a las dos de la madrugada ya eran treinta y siete personas para aquellos, ahora exiguos, dieciocho me-tros cuadrados.

Al principio podían recibir dos comidas al día venidas de sus casas y pasar notas a sus familiares, pero, con el paso del tiempo, las condiciones se fueron endureciendo. A pesar de ello, en las visitas que Precioso recibía de su familia reinaba el optimismo. Pensaban que sal-dría enseguida y «El mismo don Femando aseguraba que, a su juicio, en cuanto se aclarasen las conductas y se eliminasen los reos de delitos de sangre y robo, todos los demás saldríamos. Y todos repetían lo mismo: “Ya lo decía la Radio: el que no haya matado y no haya robado, nada tie-ne que temer”» (Precioso, 1944b, p. 8).

Pasaban los meses y la situación no mejoraba. Pasó a la cárcel de partido y pronto hubo que habilitar el convento de los Franciscanos para recibir a la gran cantidad de gente apresada. La cárcel, que habilitó la galería central con capacidad para cien presos, albergaba más de tres-cientos cincuenta. Al calor del verano y a la superpoblación de la cárcel había que sumar las plagas de chinches, moscas y piojos. A pesar de esto, en la cárcel de partido había agua corriente y un baño, comodidades con las que no contaban en el convento. El director de la prisión, Fernando Arnao, prometió a Precioso que vería a los suyos con frecuencia.

Entre los guardianes había de todo, desde el que procuraba favo-res o tabaco (cuatro veces más caro que en la calle), hasta los duros de palabra que maltrataban verbalmente a los presos contra quienes se les escapaba alguna bofetada. Fernando Arnao no consentía estas actitudes y reintegró a uno de los guardias a su puesto del Ayuntamiento, de donde también tuvieron que expulsarlo por continuar con la misma actitud. Pero también se eliminaba a aquellos guardianes que eran demasiado comprensivos con los presos. Hubo uno que «Cuando sacaban a capilla condenados a muerte, lloraba a raudales, y favorecía al preso en lo que

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podía. Por eso no podía cuajar. Y tras algunos meses, fue eliminado al te-ner que formalizar el jefe la nómina de los guardianes.» (Precioso, 1944b, p. 11). Los había que propagaban los triunfos alemanes entre los internos o que se quedaban con parte, a veces con la totalidad, de la comida y ob-jetos que las familias les hacían llegar a los presos.

El 17 de mayo de 1939, Precioso fue juzgado en un consejo de guerra y fue conducido junto con otros veintidós detenidos al Ayunta-miento, donde tuvieron que esperar a que el tribunal se reuniera. Los falangistas de uniforme subían y bajaban las escaleras. Aquí Precioso se muestra más corrosivo que comprensivo:

Los señoritos de Hellín nunca demostraron ni inteligencia ni corazón. Son tan estultos como ignorantes, y a mí me tenían un odio feroz, que sólo al verme caído me demostraron, pues hasta entonces sólo había te-nido de ellos apretones de manos y frases adulatorias: Yo, a ellos, en cam-bio, no los odio ni los maldigo. Los compadezco cristianamente. ¿Qué culpa tienen los pobrecitos de ser así? (Precioso, 1944b, p.15)

El Consejo de Guerra tardó dos horas en juzgar a los veintidós presos y confirmó doce penas de muerte, incluida la de Precioso, aunque inmediatamente rectificada por doce años y un día de reclusión:

Doce penas de muerte pidió el fiscal, casi todas confirmadas por el Con-sejo, entre ellas la mía, en tercer lugar. Sólo que la mía duró apenas unos instantes. Fue tal el estupor de la Asamblea, incluso del mismo Consejo, que el Fiscal se creyó en el caso de hacernos poner en pie otra vez para manifestar que a mí no me pedía la pena de muerte, sino treinta años de reclusión. Cualquiera que fuese la pasión reinante de mis paisanos en contra mía, por el solo delito de haber popularizado mi nombre, solo po-dían decir con verdad que había sido gobernador civil en los años 1934 a 1936; que había presidido las elecciones en la provincia de Lugo. Y que había sido juez de Instrucción los cinco últimos meses de la guerra civil. Nada más. ¿Y cómo se iba a fusilar a un hombre por eso, solo por creer que había servido a la República moderada de centro-izquierda?[…] El tribunal me condenó a doce años y un día. Pero la sentencia no fue aprobada y hube de ir, cinco meses después, a nuevo juicio.

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En el mes de agosto, Precioso se atrevió a pedir al director un pues-to en la oficina de la cárcel y al ver que se quejaba de falta de material, ofreció la máquina de escribir Remington que guardaba en su casa. Fer-nando Arnao aceptó y por algún tiempo Precioso pudo aligerar la carga del penal, que seguía hacinado. Precioso habla en sus Memorias de trein-ta y cinco o cuarenta centímetros por preso para dormir y estar sentado.

Quizá por esta situación de hacinamiento es por lo que se vivía casi todo el día en el patio. Excepto en verano, ya que, dado el calor infernal que hacía en el exterior se concedían un par de horas de siesta. El resto del año, con frío, viento o lluvia, el patio era omnipresente en la vida de los presos.

Fig. 52. Primera página del Expediente de Artemio Precioso en el Tribunal Especial Para Represión de la Masonería y el Comunismo. Fuente: TEPRMC

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Días después de entrar en la oficina fue nombrado corresponsal del semanario Redención, que era la manifestación oficial de la propa-ganda franquista dentro de las cárceles españolas. Con lo que allí se es-cribía: «[…] el recluso comprendía su situación como producto de la desviación de sus ideas, aquellas que le habían llevado ya no a delinquir, sino a pecar, y el nuevo sistema le permitía redimir su pena, fundamen-talmente a través del trabajo como medio regenerador». (García Funes, 2011, p.124). Pretendía no solo la redención social e ideológica, sino la redención espiritual. Mirta Núñez (1999) piensa que una de las preten-siones de la propaganda franquista a través de la prensa era borrar la imagen negra que emanaba del mundo carcelario y que perjudicaba la imagen que se pretendía imponer.

Precioso arguye que aceptó el nombramiento porque le serviría de distracción, a sabiendas de que el trabajo era fundamentalmente la defensa del Régimen. Curiosamente, ninguno de los trabajos que envió a la revista acabó publicándose. ¿Escribió algo que no pudiera ser publi-cado? Probablemente. El rechazo de los artículos afectaba directamente a Fernando Arnao, director de la prisión, que estaba empeñado en que Precioso escribiera un artículo titulado «Resumen de una Gestión». El propio escritor reproduce las palabras de Arnao:

Hay que decir lo que llevo hecho, mi labor aquí y en el convento, lo bue-no que es el rancho -el mejor de la provincia y hasta de la región- el or-den y la disciplina que reina, en fin, cuanto he realizado al frente de estas dos prisiones. (Precioso, 1944b, p. 19)

Precioso escribió el artículo, pero no se publicó y llegó a pensar que, al ser reconocido por algún preso, se le quería boicotear, aunque se regocijaba al pensar que ese trabajo de encargo y contrario a sus ideas no vería la luz. Pronto se dilataron las contribuciones a la revista ya que un trabajador de la misma oficina, este contratado, no penado, tenía ocu-pada todo el día la máquina de escribir. De hecho, fue este el encargado, ante los fracasados intentos de Precioso por publicar, de hacer la reseña de una jornada donde se hizo confesión y comunión general, con desfile incluido. Es estilo era «[…] ramplón, cursi, retorcido, lleno de elogios

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desmedidos a don Femando, en fin, cuanto yo por lo visto no sabía ha-cer»., en palabras de Precioso (1944b, p. 21), pero lo curioso es que esa crónica también fue rechazada ante lo cual, Arnao se reconcilió con Pre-cioso, que siguió en la oficina, aunque el único placer que le proporcio-naba este puesto era ver a la gente transitar por la carretera a la hora de las «cestas» y, sobre todo, ver llegar a su hija cuando le llevaba la comida.

La cosa cambió cuando trasladaron a don Fernando Arnao a Almodóvar del Campo, «donde habían fusilado al director de resultas de una fuga colectiva de presos» (Precioso, 1944b, p. 29). Quedó como director de la prisión de partido Abundio Gil y como sustituto de don Fernando para dirigir la casi terminada prisión de La Loma fue nombra-do Adolfo Martín Campillo, que inmediatamente destituyó a Precioso como corresponsal de Redención, parece que por existir:

[…] una circular, en efecto, de la Dirección General, que prohibía a los masones tener cualquier cargo, por insignificante que fuese. Decía la circular que, para desempeñar un destino en una cárcel o en un penal, se necesitaba un mínimo de confianza, y, por tanto, los masones o sos-pechosos de serlo, no podían ser ni repartidores de rancho. (Precioso 1944b, p.30)

No solo se le negó la corresponsalía de Redención, sino los dis-tintos «cargos» como oficinista, o vendedor de sardinas y fruta. Llegó el nuevo director Martín Campillo a forzar al médico de la prisión para dar el alta a Precioso, convaleciente de unas fiebres en la enfermería del penal, cuando todavía tenía 38 grados y medio de fiebre. El director le sugirió que solicitase el traslado a la recién inaugurada prisión de La Loma, antes de tenerlo que trasladar a cualquier otro punto de España. Por influencias del embajador de EE.UU. vino la orden de traslado, pero a nombre de Artemio, no de Isaac como figuraba en el registro civil. Sólo después de rectificar este error fue conducido a La Loma en el mes de febrero de 1941, después de haber permanecido en la prisión de Partido desde el 2 de abril de 1939.

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Fig. 53. Parte médico de la enfermería de la prisión provincial. AFP. Doc.Cedido por Amaya Precioso

Al final resultó que la animadversión de don Adolfo hacia él ve-nía de que el ahora director de la prisión había colaborado también en El Heraldo, pero sus artículos, según él, eran rechazados por el dinero que se iba para sufragar el viaje por España que hizo Precioso para la publi-cación. El hellinero lo desengañó al revelarle que aquel viaje, finalmente, no tuvo lugar, por haber sido nombrado gobernador de Lugo para presi-dir las elecciones de 1936.

Otro de los entretenimientos del editor en las largas horas de confinamiento era la lectura. Dentro de las dificultades para dejar pa-sar libros, Precioso consiguió lecturas de Dumas, Xavier de Montepin y Eugenio Sué, e incluso logró colar el prohibido libro sobre la revolución Francesa de Victor Hugo, El 93. A resultas de sus lecturas el director de la cárcel le encargó la censura de libros, esto es, decidir sobre aquellos que debían leer los presos o no. Precioso se mostró bastante laxo respecto al tema; acababa dejándolo pasar todo y esta actitud motivó que, con el tiempo, se recibieran varias circulares de la Dirección General, del Pa-tronato para la Redención de Penas por el Trabajo quejándose del tema.

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Figs. 54 y 55. Carta escrita en la cárcel para su hija María e ilustrada por M. Alonso Moyano6. Fuente: AFP. Cedido por Amado Jiménez Precioso.

6 Manuel Alonso Moyano fue propietario de la imprenta Moyano de Sevilla y dibujante «en las revistas satíricas sevillanas Don Cecilio, La Fusta, ACyT, El Aeroplano, El Gobierno, Cascabeles y Don Basilio, además de colaborar en otras publicaciones como Arco Iris, Sport Sevillano y Blanco y Negro. […] Fue también miembro del Partido Reformista de Melquíades Álvarez y perteneció a varias organizaciones masónicas de su ciudad. […] En 1933 se trasladó a Madrid, seleccionado por la SEDA (Sociedad Española de Dibujos Animados), para realizar películas de dibujos animados junto a los dibujantes K-Hito (Ricardo García López), Xaudaró y Got».

Fuente: https://www.tebeosfera.com/autores/alonso_moyano_manuel.html

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Precioso no puede obviar en sus Memorias II (1944b, pp. 26-27) la crítica al sistema penitenciario. Según el escrito, la redención de penas por el trabajo solo alcanzaba a quienes efectivamente trabajaban, esto es, «los destinos», aquellos que, como a él, se les daba algún cometido que no fuera dar vueltas alrededor de un patio o a aquellos presos que la institución carcelaria cedía a empresas particulares y añade:

Y estábamos presos por enemigos de España, por malos españoles, por renegados, por malditos. Enemigos de España, según nuestros enemi-gos. Malos españoles, según otros españoles. Renegados y malditos, de labios católicos. Y a veces oíamos conferencias o sermones de frailes o jesuitas que iban a insultarnos, a decirnos, cuando menos, que por algo estaríamos allí. (Precioso, 1944b, 27)

La sentencia del juicio de mayo de 1939 que lo condenaba a doce años y un día no fue aprobada, pero se le sometió a un nuevo juicio, esta vez instigado por Enrique Sánchez Casero, militar conocido de Precioso con el que nunca había tenido ningún problema y con el que se había parado en ocasiones cuando lo encontraba en Madrid, donde andaba es-condido, ya comenzada la Guerra Civil. A pesar de ello a Precioso no se le ocurrió nunca «denunciarle por fascista, porque como militar que era, debería haber sido depurado, y a mí no me incumbía otra cosa que vivir de mi trabajo en un periódico». (Precioso, 1944b, p. 28). Según Precioso, Sánchez Casero había sido el responsable de que se le pidiera la pena de muerte en el primer juicio «y la no aprobación de la sentencia por creerla pequeña». Reunió, como comandante militar de Hellín, al Consejo de Guerra y les dijo que había que volver a juzgarlo.

El Consejo de Guerra se celebró el 17 de octubre de 19397. Se le rebajó la pena a ocho años y un día de prisión, en sentencia dictada el 24 de octubre, a pesar de las acusaciones de pertenencia a la masonería que se le hicieron y por las que se le solicitaban treinta años de prisión. Sánchez Casero mostró una lista de supuestos masones donde figuraba el nombre de Precioso. El 22 de septiembre de 1940, en un telegrama,

7 Expediente de Penas de la prisión Central de Hellín de diciembre de 1941. CDMHS.

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la Comisión Central, examinadas de nuevo las pruebas, propone a la Comisión Provincial la pena de siete años de condena, y que, por tan-to, se le tramite el expediente de libertad provisional, pero el Patronato Central para la Redención de Penas por el Trabajo, en funciones de Co-misión Asesora Central de Libertad Provisional resuelve no proponer al Consejo de Ministros la concesión de la libertad condicional por haber pertenecido a la masonería.

La única obsesión de Precioso es demostrar que no había perte-necido a la masonería jamás. Solo de esta manera podría pedir y obtener la libertad provisional que tanto anhelaba.

Existe por parte del Juzgado Especial número 2 del Tribunal Es-pecial para la Represión de la Masonería y del Comunismo un sumario, el número 284/428, con fecha de incoación 12 de marzo de 1942 y de conclusión el 27 de junio de 1942 contra Isaac Artemio Precioso García, detenido en ese momento en la prisión Conde de Peñalver de Madrid. La fecha del auto de procesamiento es del 15 de abril de 1942.

En el expediente aparece un escrito de Precioso donde especifica que se encuentra sufriendo condena desde el día 2 de abril de 1939 y que ha comparecido a dos consejos de guerra donde en el primero se le condenó a doce años y un día y en el segundo, a ocho años y un día. En el mismo escrito habla de que se le ha notificado recientemente una reducción de la primera condena a siete años y donde no figura, como sí hacía en la segunda, la acusación de pertenencia a la masonería.

Habla de que fue gobernador civil de las provincias de Toledo y de Lugo desde febrero de 1934 hasta febrero del 36 y que en Lugo se le incoó el expediente de responsabilidades políticas donde fue condenado a una sanción económica de 500 pesetas «lo que prueba la levedad de su citada responsabilidad política».

[…]desde que se produjo el glorioso alzamiento nacional, el dicente vivió bajo el terror y la amenaza de muerte que suponía para los ele-mentos del Frente Popular el hecho de haber sido gobernador civil de

8 CDMHS

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1934 a 1936 y que bajo esta base y temor debe considerarse toda la ac-tuación del dicente durante la Guerra Civil. Cuántos pasos dio, cuántos contactos tuviera o pudiera tener durante ese período trágico debe ser considerado como actos de legítima defensa, ya que ni siquiera podía presentar carnet político ni sindical alguno.9

El escrito prosigue alegando que no puede tener antecedentes masónicos porque quedan demostrados algunos hechos que pasa a enu-merar: sus dos matrimonios han sido canónicos y sus hijos han sido bau-tizados cristianamente; sus dos hijas casadas también lo están canónica-mente; sus hijos fueron educados, como él mismo, en colegios religiosos y cita el colegio de los Jesuitas de Santo Domingo, en Orihuela, así como sus hijas en las Ursulinas y Escolapias de Madrid.

Habla de su amistad con el cardenal Gomá y explica cómo el pro-pio cardenal testificó a su favor y escribió una petición de indulto ante su excelencia el Jefe del Estado. Además, explica que puede exhibir el aval que envió don José Finat, Conde de Mayalde, que en ese momento ocupaba el cargo de embajador de España en Berlín y además posee una carta que el general Moscardó escribió en su defensa y que se acompaña a la petición de indulto.

En el escrito súplica que se manifieste por parte del jefe de la prisión central el no existir en el Tribunal antecedentes que prueben que estaba afiliado a la masonería, ya que, al hacerlo así. podrá incoársele un nuevo expediente de propuesta de libertad condicional.

Concluye jurando por su honor que en ningún sitio puede existir un documento que acredite ninguna actuación masónica y añade:

[…] mi comportamiento religioso en este período de privación de li-bertad donde con verdadera fe comulgo y cumplo con los preceptos re-ligiosos, dándose el caso de haber solicitado del señor jefe de la prisión de partido de esta ciudad, permiso, que me fue concedido, para que

9 Escrito de 18 de noviembre de 1941, presentado por Artemio Precioso ante el Exmo. Sr. Presidente del Tribunal Especial para la represión del Comunismo y la Masonería. Juzgado Especial nº2, año de 1941. Sumario 284/42l. CDMHS

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mi hija menor Soledad, entonces de edad de 8 años, hiciese su primera comunión en una Santa Misa celebrada en dicha prisión, y en la cual juntamente con mi esposa recibimos a nuestro señor.

Precioso firma el escrito en la Prisión Central de la Loma de He-llín el 18 de noviembre de 1941 y acompaña testimonio notarial de cartas del cardenal Gomá y del general Moscardó.

Efectivamente se acompaña acta notarial de Félix Huarte y Eche-nique, notario del ilustre Colegio de Albacete, donde da fe de que Amelia Precioso Lafuente, esposa de Artemio Precioso, le muestra unas cartas que él copia literalmente.

La primera carta es la del cardenal Gomá. Dada la importancia de esta, la transcribimos literalmente, como las restantes:

El cardenal arzobispo de Toledo saluda y bendice al reverendo don Al-fonso M. Sáiz y se complace en acusar recibo de su atenta carta de fecha 16 de los corrientes. He leído con vivo interés cuanto me expone sobre don Artemio Precio-so y los datos que añade su esposa. Por mi parte, puedo asegurarle, y así quiero se lo haga saber a dicha señora y por su conducto a su esposo, que recuerdo con placer la gestión de don Artemio Precioso en Toledo, que fue, por lo que a la Iglesia se refiere, digna de encomio. Tendría verdadera complacencia en poder hacer algo por aliviar la situación de dicho señor, pero si ya ha habido sentencia no sé qué es lo que puedo hacer. Las disposiciones que revela don Artemio Precioso actualmente le honran y veo que contribuirán a facilitar la clemencia que las autori-dades nacionales pudieran usar con él.Quedó de usted atento y afectísimo servidor en Jesús cardenal Gomá. Rubricado. Toledo, junio 28-939

La segunda carta dice así:

El cardenal arzobispo de Toledo + 36.Sr. Don Artemio Precioso. Hellín. Toledo julio 12-939Muy distinguido y recordado amigo. Por medio de su esposa le envió estas dos líneas de contestación a su carta del 9 de los corrientes.

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Nada tiene que agradecerme: por mi parte es un deber hacer constar que su actuación fue verdaderamente ejemplar al frente del Gobierno Civil de esta provincia: lo que hago en forma oficial por el adjunto cer-tificado. Sería para mí una singular satisfacción saber que con ello he podido contribuir a mejorar su situación y a devolver a su distinguida familia la paz y tranquilidad.Téngame siempre como su afectísimo servidor y amigo que le bendice y a todos los suyos + I. Cardenal Gomá. Rubricado.

El notario transcribe la carta del general Moscardó:

El general Moscardó. Madrid 4 de septiembre de 1939. Año de la Vic-toria.Sr. Don Artemio Precioso.Muy señor mío: Con gran retraso recibo una carta de usted y celebro vivamente su prueba de confianza a la justicia de nuestro caudillo, y no dude que en ella resplandece siempre la verdad, sin pasiones ni egoís-mos. De su actuación como gobernador de Toledo no tengo recuerdos malos, ni hasta mí llegaron quejas de persecución a personas afectas a nosotros. Este criterio mío creo será también el de las demás auto-ridades de aquella fecha en Toledo, y, si así es, no dude usted, como al principio le digo, que la verdad resplandecerá y se le hará justicia. De usted atento y seguro servidor. J. Moscardó. Rubricado. Arriba España.

La tercera misiva del Cardenal Gomá reza así:

El Cardenal Arzobispo de Toledo saluda y bendice al señor don Ar-temio Precioso y se complace en corresponder a su carta de 15 de los corrientes. Bien sabe usted mi distinguido amigo que he tenido interés en favorecerle, por amor a la justicia y por gratitud a la buenísima ges-tión que tuvo en su cargo de gobernador civil de esta provincia. Por ello estoy dispuesto a seguir ayudándole en el sentido que me pide, pero le ruego que me diga a quién debo dirigirme, pues yo tengo poco contac-to con las autoridades subalternas del Estado. Quedo de usted atento y afectísimo servidor y amigo que le bendice. + I.Cardenal Gomá. Rubri-cado. Toledo, enero 21-940.

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Aporta también certificado del cura Juan Sánchez, que acciden-talmente se encarga de la iglesia parroquial de la Asunción de Hellín, donde certifica, leído el libro de matrimonios, que, efectivamente, en 1912, Precioso contrajo matrimonio eclesiástico con Marina Ugarte de Cristóbal.

Precioso adjunta a su escrito certificado de matrimonio con Amelia Precioso Lafuente y aporta también certificado de matrimonio de su hija Marina Precioso de Ugarte con Amado Jiménez Rodríguez, natural de pozo Cañada, de 24 años.

Añade el certificado de bautismo de varios de sus hijos: Marina, que fue bautizada en la iglesia de la Asunción de Hellín el 4 de agosto de 1915; Amelia, a la que se bautizó el 29 de julio de 1921; Artemio, al que se le bautizó el 9 de mayo de 1917 y al que, por cierto, le puso por nombre Artemio Isaac; María de las Mercedes, a la que se bautizó el 1 de diciembre de 1913 y, por último, el certificado de bautismo expedido en la parroquia San Ferdinand de Ternes, en París, donde se bautizó a Soledad el 19 de febrero de 1928.

El 3 de noviembre de 194110 se propone su traslado a la prisión central del Puerto de Santa María, que se hace efectivo el 27 del mismo mes de noviembre, cuando es entregado a la Guardia Civil para su cus-todia. Llega al Puerto al día siguiente, el 27 de noviembre, y permanece allí hasta el 14 de diciembre de 1941, cuando es trasladado a Madrid para ponerse a la disposición del Tribunal para la represión de la Masonería y el Comunismo.

El 18 de octubre de 1941 está de nuevo en la prisión central del Puerto de Santa María. Allí se recibe un telegrama procedente de la pri-sión del Partido de Hellín donde se trascribe otro de la Dirección Gene-ral donde se le comunica que la pena definitiva es de siete años.

El 2 de enero de 1942 es trasladado a la prisión de Torrijos en Madrid. Desde allí vivirá todo el proceso que ahora relatamos.

10 Para todo el historial de traslados vid. Expediente penal de Isaac Precioso García. Centro Documental de la Memoria Histórica. Salamanca (CDMHS).

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El tribunal acuerda en Madrid a 12 de febrero de 1942 que el expediente pase al juez instructor número 2 de los adscritos al Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y del Comunismo. Este re-quiere un informe a la Dirección General de Seguridad donde el comi-sario general informa que, efectivamente, el acusado aparece en los ar-chivos especiales de antecedentes masónicos con el nombre de Artemio Precioso y que así aparece también en el testimonio instruido por el juez especial Miguel Carbonell que fue remitido al Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y del Comunismo. El comisario general habla de su profesión de abogado, de su nombramiento como gobernador civil de Toledo y, después, de Lugo y de que se encontraba en Madrid cuando se inició el alzamiento nacional en 1936. Que se trasladó a Hellín, donde permaneció hasta que terminó la guerra de liberación y fue detenido e ingresado en la prisión de Hellín. Comenta su esmerada educación en los jesuitas, que vivió en Madrid en la calle Mendizábal, que era propie-tario de la editorial de La Novela de Hoy y que en 1927 se trasladó a París, donde vivía a costa de los ingresos que le producía la editorial que poseía en Madrid y de sus trabajos literarios y traducciones.

Es importante en este informe el párrafo donde se dice que fue el Gobierno de la dictadura de Primo de Rivera el que lo persiguió por la inmoralidad de sus publicaciones y «[…] de aquí arranca su fobia contra la política derechista».11

El informe habla de que no dejó mal recuerdo en su gestión fren-te al Gobierno Civil de Toledo, permitió la celebración de la solemnidad del Corpus y tuvo buenas relaciones con los diputados derechistas se-ñores Mara Madariaga, Molina Nieto y el Conde de Mayalde, y también con el cardenal Gomá, y tiene certificados favorables de estos dos últi-mos; termina el informe diciendo que ha militado en la política izquier-dista, en la izquierda republicana:

11 Respuesta al oficio del juez instructor nº2 del TPRMC por el comisario general de la Dirección General de Seguridad en Madrid, de fecha 30 de marzo de 1942. Sumario 284/42l. CDMHS.

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[…] sin actividades destacadas y durante el periodo rojo se desconoce en absoluto haya participado en la comisión de hechos delictivos o des-empeñado cargos importantes de responsabilidad, excepción hecha del juez instructor de Hellín en los últimos meses del dominio marxista.12

Nuevamente se le toma declaración en Madrid el 15 de abril de 1942. Se le pregunta directamente por su filiación masónica y él contesta que no ha pertenecido nunca a la masonería:

[…] pero que en el año 1936 ante el temor fundadísimo de ser perse-guido por los rojos, por haber desempeñado el declarante el Gobierno Civil de Toledo y Lugo, durante la época de la huelga de campesinos y los sucesos de octubre del 34, se acercó a Juan Sarradell13 y, al contarle la situación en que se encontraba, le autorizó, para evitar su detención, el que el declarante dijera que pertenecía a la masonería, no recordan-do si firma algún documento o si le entregaron alguno para justificar la condición de masón que se atribuía; y que, como en aquella época, según le manifestó Sarradell, no se hacían nuevas admisiones en la ma-sonería, le ofreció su apoyo para que le admitiera, una vez pasados los sucesos, si el declarante en aquella época lo consideraba oportuno.

Sigue aclarando que después, hasta febrero del año 1937, conti-nuó en Madrid desde donde marchó a Hellín para desempeñar los car-gos de juez de instrucción de Casas Ibáñez y, después, de Hellín, durante los cuatro últimos meses de la guerra y que no ha pertenecido a ningún partido político.

El 15 de abril de 1942 se dicta un auto donde se le declara proce-sado por haber solicitado el ingreso en la masonería en el año 1936 en una de las logias de Madrid y por no haber presentado declaración de retractación ordenada por la ley.

12 Respuesta al oficio del juez instructor nº2 del TPRMC por el comisario general de la Dirección General de Seguridad en Madrid de fecha 30 de marzo de 1942. Sumario 284/42l. CDMHS.

13 Juan Sarradell pertenecía al grupo de simpatizantes de Alejandro Lerroux, masón también. Vid. Según Alonso, M. (2014)

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Se lo llama a declaración indagatoria en Madrid el 16 de abril de 1942 en donde se le pregunta si solicitó el ingreso en la masonería en el año 192614 en una de las logias de Madrid, hecho que Precioso niega. A la pregunta de si presentó la declaración de retractación ordenada por la ley, contesta que no la presentó por no ser masón. En ese punto se sus-pende la indagación. De todo ello resulta un pliego de cargos contra el procesado donde se indica que solicitó el ingreso en la masonería en el año de 1936 y que no hubo retractación.

El 16 de abril de 1942, desde la prisión provisional de Madrid, Precioso redacta a mano un pliego de descargos ante el Juzgado Especial número 2 para la Represión de la Masonería y el Comunismo por el su-mario que se sigue en su contra. Niega el pliego de cargos y escribe que no es cierto que solicitase su ingreso en la masonería en el año 1936 en una de las logias de Madrid porque nadie puede atestiguar verazmente semejante cosa ni nadie podrá decir que hiciese su presentación en nin-guna logia ni que firmase en ningún momento su solicitud de ingreso en la masonería. Añade que, muy al contrario, ha puesto de manifiesto desde antiguo su disconformidad con los principios masónicos como prueban:

[…] los documentos que aportó acompañando un escrito que dirigió al Tribunal Especial y el hecho de haber traducido al español hace años la novela titulada La Borrasca del escritor francés Constantin Weller y en la cual se fustiga y ridiculiza cuanto concierne a la expresada secta.15

Precioso achaca toda esta situación a un malentendido o a una intención perversa. Él, escribe, estuvo apartado y lejos de toda actividad masónica y añade que ya declaró en su momento que:

[…] conociendo de antemano por razones literarias a don Juan Sa-rradell, abogado, cuya personalidad masónica es conocida, en ningún

14 Debe de tratarse de un error de transcripción y en año sería 1936.15 Pliego de descargos ante el Juzgado Especial número 2 para la Represión de la

Masonería y el Comunismo. Sumario 284/42l. CDMHS.

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momento me hizo este insinuación ni proposición alguna, únicamente en el año 1936, al lamentarse este dicente de la persecución de la que era objeto por motivos de carácter político, se limitó aconsejarle que se hiciera pasar por masón como medida de seguridad personal, pues ni siquiera podía proponerle su ingreso porque estaban suspendidas las afiliaciones a partir del 18 de julio.16

Después, en el mismo pliego de descargos, habla de los avales del cardenal Gomá, del general Moscardó, del conde de Mayalde etc., y nie-ga que se halle incurso en el cargo que se le imputa de no haber presen-tado la retractación ordenada por la ley. Según Precioso, por el contexto del cargo, piensa que la ley lo exime de esta obligación y finalmente dice:

[…] a mayor abundamiento y como prueba de que nadie en España pudo tener nunca al inculpado como masón, solicita sean interroga-dos sobre este extremo los ilustres y populares escritores Wenceslao Fernández Flórez, Mariano Tomás, Francisco Camba y Emilio Carrere socios todos del Círculo de Bellas Artes donde podrán inquirirse sus actuales domicilios.17

Acaba haciendo la súplica al juzgado para que se tenga por eva-cuado el presente escrito en trámite de contestación al pliego de cargos

En el expediente hay un auto de terminación firmado en Madrid a 27 de junio de 1942 donde se considera probada su pertenencia a la masonería y la no presentación de la declaración de retractación. Ade-más, se añade que «durante el dominio rojo desempeñó el cargo de juez de instrucción de Casas Ibáñez y Hellín»18. El juez propone pena de re-clusión menor con sus accesorias correspondientes y declara terminado el sumario que pasará al Ministerio Fiscal para la calificación.

16 Pliego de descargos ante el Juzgado Especial número 2 para la Represión de la Masonería y el Comunismo. Sumario 284/42l. CDMHS.

17 Pliego de descargos ante el Juzgado Especial número 2 para la Represión de la Masonería y el Comunismo. Sumario 284/42l. CDMHS.

18 Auto de Terminación firmado por el juez especial número 2 don Tomás Pereda Iturriaga, de fecha 27 de junio de 1942. Sumario 284/42l. CDMHS.

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Especialmente importante es el escrito del fiscal, firmado en Ma-drid el 2 de julio de 1942, que, finalmente procede al sobreseimiento:

Que no existiendo antecedentes propiamente dichos en el Archivo Secreto de Salamanca, y sí solo prueba indiciaria aunque vehemente contra el inculpado Isaac Artemio Precioso García, siendo criterio de esta Fiscalía no formular acusación sino cuando existen pruebas palpa-bles e incontrovertibles de haber sido masón el inculpado, como lo son la ficha masónica del citado «Archivo Secreto» o la propia confesión del inculpado, entiende este Ministerio que procede el sobreseimiento provisional, sin perjuicio de la nueva apertura del sumario si aparecie-sen nuevos indicios que robusteciesen los ya existentes.19

A pesar de todo lo anterior se le interroga nuevamente en Madrid el 10 de julio de 194220 volviendo a preguntarle, como siempre, si tiene carné de la masonería, lo cual él niega e insiste en que se le persiguió por la publicación de La Borrasca, que era una obra antimasónica. No obs-tante, en el mismo acto se concede la palabra al fiscal, que eleva a defini-tivas las conclusiones que tenía formuladas y solicita el sobreseimiento y pide la absolución.

Se le notifica el fallo al acusado el 14 de julio de 1942 y se le da traslado al Gobierno Civil de Albacete el 24 de octubre de 1942. A partir de este momento Precioso puede pedir, por fin, la libertad provisional, que le fue finalmente concedida.

19 Escrito del fiscal de fecha 2 de julio de 1942. Sumario 284/42l. CDMHS.20 Declaración de Artemio Precioso ante el Tribunal Especial para la Represión de la

Masonería y el Comunismo con fecha 10 de julio de 1942. Sumario 284/42l. CDMHS.

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Fig. 56. Sobreseimiento del sumario por no aparecer probada su filiación masónica. Fuente: AFP. Cedido por Amaya Precioso

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Una de las grandes frustraciones de Artemio Precioso fue verse ignorado por la gente a la que ayudó cuando estaba en pleno éxito. Uno de ellos fue W. Fernández Flórez, colaborador de La Novela de Hoy y al que Precioso consideraba su amigo. Como muestra, las declaraciones que hizo a Fernando Mora cuando lo entrevistó para el prólogo de su no-vela Evas y Manzanas, publicada el 27 de abril de 1928. Precioso regre-saba el día de la entrevista de asistir al VII Congreso de la Prensa Latina celebrado en La Habana y había permanecido más de un mes fuera de España. Fernando Mora informa al editor del éxito que está teniendo el libro de Fernández Flórez Relato Inmoral. Precioso comenta:

No me sorprende este éxito tan rotundo. Lo esperaba. No porque yo quiera a Wenceslao como a un verdadero hermano, no porque le ad-mire como un verdadero maestro, sino porque conocía la obra antes de ser lanzada al público. (Precioso, 1928a, pp.3-4)

Años después, una vez liberado de la cárcel y poco antes de mo-rir, deslizaba estas palabras en su Autobiografía I (1944a, pp. 33-34):

Entonces fue cuando una noche, cenando en el casino con Fernández Flórez, le di, sin que él me pidiese nada, diez mil pesetas en una letra aceptada por Bauer que se apresuró a negociar y cobrar, y creo se compró un automóvil.Recordando aquella amistad, tan brillantemente demostrada por mi par-te, escribí a Fernández Flórez, cuando en abril de 1939, estando yo en la cárcel, me dijeron que escribía en los periódicos. Confieso que si yo hubiese sospechado que esos artículos contenían la serie de infamias ve-nenosas y canallescas que luego he sabido, jamás le hubiese escrito.Contestó con una carta fría, hermética, en que aseguraba que él nada podía hacer, pero sí Eugenio Montes, y terminando con la afirmación de que sí la verdad era tal como yo la decía el Caudillo me perdonaría de seguro.Supe después que el humorista con cara de ratón había ido haciendo su carrera de hormiguita codiciosa: Academia, Consejo de Hispanidad, guiones premiados en concursos de cine y otros enchufes que no se han publicado.No tuvo él la culpa de aquellos dos mil duros que yo le di tontamente. El único culpable de aquella mala acción fui yo. Pero creí -puesto que tan-tas veces me ofreció servicios de su pluma, en los pasillos del Congreso

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de Diputados,- que lo menos que podía hacer al ver a un bienhechor en peligro de muerte, sin haber cometido delito alguno, era escribir denun-ciando el hecho a su amigo y paisano Franco. Pero ¿cómo iba a hacerlo si a diario ponía de criminales, en artículos y libros idiotas, a los llamados rojos? Quien de tal modo contribuía al odio y a la represión sangrienta. Es el mismo que, años después, se queja de la propaganda bélica de am-bos bandos, calificándola de exagerada.

* * *

Su nieto mayor, Amado, el único que guarda recuerdo de la figu-ra de su abuelo, lo recuerda en su casa de Isso, en el huerto, mucho más anciano de lo que debiera por su edad, paseando despacio, elegante con su chaleco blanco, bondadoso con el nieto al que le acariciaba la cabeza. Allí murió en 1945, desgastado por las penalidades de la guerra y la pri-sión, pero también por las de la vida. En aquella pequeña casa de campo murió un hombre que supo exprimir de la vida hasta la última gota y del que borraron sus huellas los años de la posguerra, las mismas que ahora pretendemos recuperar con este libro.

Las personas que lo conocieron hablan de él como un personaje fuera de lo común. Muchos admiraron su visión comercial... y todos, casi sin distinción, se aprovecharon de ella. Muchos vieron en él al recién llegado. Otros tantos admiraron su manera de ver la vida, su cosmo-politismo, su don de gentes y su caballerosidad. Debió ser difícil hacer literatura, en su sentido más amplio: -editar, escribir, dirigir-, en aquellos revueltos años veinte cuando las ideologías se daban la vuelta a diario, los compañeros de cama escondían un puñal debajo del colchón y todo el mundo quería comer -como es natural-, pero, también todos querían un trozo de inmortalidad que solo consiguieron unos cuantos. ¡Cuánto tuvieron que ver los casi cuarenta años de desierto que vinieron después! ¡Cuántas novelas cortas quemadas o guardadas en los trasteros! Cuánto miedo, en definitiva, a contar que existieron otros escritores que rellena-ron las costuras de la historia de la literatura, que dieron ambiente, brillo y polémica a aquellos años y sin los cuales no hubiera podido desarro-llarse aquello que hoy, poco a poco, vamos descubriendo: otra forma de hacer literatura.

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