Año XIX. Núm. 23. Madrid, 22 de junio de 1875

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ANO XIX MADRID, 22 DE JUNIO DE 1875. NUMERO XXIII MADRID. nCACGrBACIOX DE T.OS XTEVOS MERCADOS E5 EL DE LA PLAZA DE LA CEBADA, ET. 11 DEL ACTCAT.— (EL «DUFEET.l.) X

Transcript of Año XIX. Núm. 23. Madrid, 22 de junio de 1875

ANO X IX M ADRID, 22 DE JUNIO DE 1875. NUMERO X X III

M A D R ID . nCACGrBACIOX DE T.OS XTEVOS MERCADOS E5 EL DE LA PLAZA DE LA CEBADA, ET. 11 DEL ACTCAT.— (E L «DUFEET.l.)

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3*6 pA Jl USTRACIOH J2sPAÑOLA Y y^MEí^ICANA. N.° XXI IL

SUMARIO.Trxn«.—Rovista conernl, t>or /7<«rm.—Xne»tn» (rratiado«, por n. Emetto

Murtincxde Vdimcn. — España v la Exposición de Filadelfia, por l). P. M. Tubino , Turado intenmoinnnl on Viena. — E1 limo. Sr. D. Josè For­lì omle-x-Eoptno, por D. Juan Jom- Bueuo.—Epistola al Fxemo. Sr. I>. Juan Xieasio Gallemn (hurta hoy inédita), por D. Patricio de la Eacoanrn, aca­démico de In Espafiol» —t'n politiconi u*0, por I>. Augusto .Mosquera.— 1.0«anuncios, por II. J. Glieli y Moscader.—Madrid : Almacén de mùsica y pianos rie |ns Srea. Vidal e hijo y Bernaregsi, por I..—Libros presenta­dos en esta Redacción por aurores 6 editoria, |Hir V. -Anuncios.

GuamaPoa.— Madrid : Iuaugurncion de los nuevo» mercados en el de la plora de la Cebaila, el 11 del actual, i F.l buffet. j—Crónico Un-troda de la guerra : Piwrta fortificada de Otriza ; De guardia en rl parapeto; tírenlo gimnás­tico eu Monte-Esquinzo; Avanzada de caballería de Fomento; Reducto frente á Santa Bárbara: Pieza de á ir.en el reducto A l f o n t o X I I . Dibujos del Sr. Pellici.-r.)—Cariñena : Kutraiia de las facciones de Aragón al man­do de Gamuudi, y saqueo de las casas, i Croquis de D. Mariano Gracia.™ Paris : Caballo Salratnr, propiedad de M. Lupin, vencedor en lu carreras do Longclmmps.—Atnè'ira del Sml : Vista general de Rio de Janeiro , ca- ) Ital del Brasil (De fotografia:!—Asia : Vi to gen«ral de Macan, colonia de Portugal. De fotografía.)—Chile : Sepulcro del general I). Rafael Mu­rato. en el cementerio de Valparaíso. |Ori\qnlede I). Jaime Pnig. —Smyma (A-lu Menor : Vista del cementerio turco. iDe fotografía — Betrato del limo. Sr. 1). J o » Fernandez-Espino, catedrático de Ltceriitora geucrnl en la Universidad do Sevilla. (•}• el 18-de Mayo. I—Madrid: Vista interior del almacén de mùsica y planos de ios Sire» Vidal •• hijo y Bcmaroggi. pro­vi odor«, de S. II. i Carrera de San Jerónimo, 34.)—Cariñena : Plano apro­ximado de la villa, con indicación de detalles relativos ó la entrada de la Luición Gamnndi.

REVISTA GENERAL.

SUMARIO.

Clausura «leí Parlamento prusiano.— Intim idad entre Rusia ó Inglaterra.—Clausura de la Cámara italiana.— Cinco pro­yectos de ley .—Celebración del aniversado de Pió IX .— inauguración de las obras para la iglesia del Corazón de .Tesasen París.— Acusación gravo — Discusiones en la Asam­blea de Versal ios.— banqueteen el real palacio de Madrid.— * Esperanzas y rumores.— lil Cougreso médico andaluz.

A juzga r por la aparente fa lta de cuestiones in ternado-' nales y políticas de alguna im portancia , podía creerse que todas las naciones europeas, olvidándose de ambiciones y rivalidades, trataban aliora solamente de im pulsar cotí brío el desarrollo de sus respectivos elementos de prosperidad y riqueza, aceptando con jú b ilo la benéfica influencia de la paz. »

Por de pronto , el Parlamento prusiano filé cerrado el d in 15.

Y no se crea quo llegaron á quedar sobre la mesa graves cuestiones políticas ó de régim en in te r io r del Estado, es­perando el tu rno correspondiente en las discusiones; sen­cillam ente se consignaba en el mensaje que la Cámara de Diputados no ten ia , por ahora, asuntos «le que tra tar, ago­ta los ya los quo bal)tan sillo puestos hasta cntónccs á la orden del d ía , y otro tanto ocurría en la Cámara senatorial.

Verdad es «pie el Parlamento prusiano lia estado consa­grado , durante la leg islatura «pie acaba de te rm ina r, á re­solver con activ idad y celo vArias cuestiones prácticas «le ínteres para la nación, sin em plear semanas, y mucho me­nos meses enteros, en estériles discusiones, las más de ca­rácter puramente pe rsona l,— como lia sucedido muchas veces en el Parlamento de alguna otra nación que no hay para qué nombrar.

Sin embargo, hay una cuestión sobre el tapete de la po­lítica que excita poderosamente la atención de Alemania, y que no dej» de causar cierta inqu ie tud en B e r l in : d i cese «pie los gobiernos de Ing la te rra y Rusia, sin entrevis­tas ostentosas de los soberanos de las dos naciones, se han puesto de acuerdo, « para arreg lar sus relaciones mutuas en A s ia » ; ó lo que es lo m ism o, que ambos gobiernos se han aproxim ado lo bastante para coger on medí i las aspiracio- ii ¡s, quizás algo exageradas, «le A lem ania, á ser árb itro snpreino, en los tiempos presentes, de la paz y de la guerra.

D ;sde luego puede asegurarse que si la poderosa Rusia era no poco complaciente con el im perio aloman, Ing la te r­ra no lo será en canto g rado, ni mucho tnénos; porque los intereses de estas dos naciones son bien d is tin to s ; de ahí resultará, según el parecer de los periódicos extranjeros m áa im portantes, una garan tía en fa v o r de la conservación de la paz en Europa, que buena fa lta la hace, más firm e quetodas las protestas del Emperador G u ille rm o y del P rin ­cipe de Bism arck, po r sinceras que éstas aparezcan.

No lia gustado á A lem ania la novísima in tim ida d que ex is te , con un pretexto ó cou o tro , entre Rusia é In g la te r­ra, y los diarios oficiosos «leí im perio manifiestan verdadero mal hum or, seguramente insp irado , hacia esta ú ltim a po­tencia.

oo oTam bién la Cámara ita liana habrá celebrado anteayer su

ú ltim a sesión en la presente leg islatura.Mucho tiem po lian inve rtido los diputados ita lianos eu

el examen v discusión de los enmarañados y poco agrada­bles asuntos de la Hacienda púb lica , que a llí , como en otros países, es la cuestión ele las cuestiones, po r lo mismo que lo m ejor seria no n i ' m a l l o ; pero fuerza será confesar que los padres de la p a tria le han aprovechado en estos postreros «lias.

En nna sola sesión, en la del 16. lian sido aprobarlos nada menos que cinco importantes proyectos de le y : el de

medidas excepcionales, presentado con u rgencia por el Go­bierno para baílame fuerte delante de no sabemos cuáles complicaciones, aunque en la apariencia aquél s ignifique o tra cosa; el destinado ¡i proporcionarle eficaces medios para la extinción del briganda je en S ic ilia , autorizándole á la vez para incoar una m inuciosa in fo rm ac ión en aquella p ro v in c ia : el de canalización del T ibo r y saneamiento de la campiña de Rom a, sometido ú la Cámara por el general G a rib a ld i, y aceptado por el Rey y el G obierno, y otros dos re la tivos a Hacienda.

Precisamente en el mismo «lia la población católica de la Ciudad Eterna celebraba con fiestas solemnes el an iver­sario de la exaltación de Pió IX al solio pon tific io , y es de notar que tales fiestas, á las cuales ha asistido inmensa mu­chedumbre, no han sido consideradas por el Gobierno como religiosa protesta contra la anexión te rr ito ria l que empezó á verificarse en 1860 y se consumó por completo diez años después cou la ocupación «le Roma por las tropas ita lianas.

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Más abundante en noticias de Ínteres aparece la crónica de la noi-dinmul república vecina.

Eu p rim er lugar, en la mañana del 16 se verificó en París tranquilam ente (con tra la op in ión de los agoreros de desórdenes y v io le n c ia s ), y presidiendo monseñor Guibert, la ceremonia de colocar la prim era piedra del suntuoso tem ­plo católico, dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, que debe construirse en M ontm artre, y del cual tienen ya n o ti­cias detalladas los snscritores de L a I l u s t r a c ió n . ( Véase la pág. 401) del tomo de 1874.)

Ademas, según despacho telegráfico de anteayer, en la Asamblea de Versalles ha surgido una cuestión que pre­senta cierta gravedad : algunos diputados de la izquierda acusan al anterior m in istro de Justic ia de haber entregado varias piezas jud ic ia les á quien no debía rec ib irlas, con el objeto de estorbar el curso y la solución severa de algún procedim iento, y la Cántara, á pesar de la irritac ión ma­nifestada por los diputados de la derecha, á cuyas lilas el m in istro pertenecía, ha resuelto que se in ic ie desde luego una inform ación para esclarecer los hechos.

Por ú ltim o, en la m isma Asamblea, y en la tarde del 17, term inó la segunda discusión del proyecto de ley re la tivo á lu libertad de enseñanza superior, habiendo nulo aproba­do, con las leves modificaciones introducidas durante los debates, por 895 votos contra 268, contándose entro estos últim os los de los ind iv iduos de la izquierda.

La discusión de aquel proyecto lia ofrecido detalles s in­gulares, que debemos apuntar, siquiera sea brevemente.

Los diputados do la derecha, log it i m istas, lian con tribu i­do cou sus votos á la destrucción do l m onopolio un ivers i­ta rio , y se lian opuesto en cambio ó que sean declaradas libres las conferencias y los cursos regentados por catedrá­ticos particulares; oradores como el obispo do Orlenos, monseñor D upan lo ttp , católico lib e ra l, de la escuela del Conde de M ontalem bort, se han declarado partidarios de la intervención inm ediata de la autoridad en la enseñanza; diputados «le la extrema izquierda como el republicano M. Julos F e rry , m in istro «pie filó del gabinete revoluciona­rio , aunque lian aceptado y defendido la libertad de ense­ñanza, conceden exclusicam enle al Estado el derecho de con­fe r ir los grados académicos, y por l«i tanto, le dan la au tori­dad de la enseñanza.

Estos hechos merecen ser meditados por algunos p o lít i­cos, que aun croen, ó fingen creer, que una absoluta libe r­tad de enseñanza es el m ejor remedio contra la ignorancia y el abandono.

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Y llegando ya á tra ta r de los asuntos de España, de jan­do á un lado los po líticos, cuya narración no nos incumbe, mencionaremos en p rim er lug a r el banquete regio celebra­do en el salón de Columnas del Real A lcázar, en la noche del 17, y al cual asistieron los representantes más autoriza­dos de los diversos partidos, úun de los de oposición legal.

Ta l suceso lia sido un im portante acontecim iento p o líti­co : alrededor de la régia mesa, y estableciendo en nuestro país los buenos hábitos de las naciones regidas por in s titu ­ciones representativas y constitucionales, lian tomado asien­to , al lado de los ind iv iduos que fo rm an el p rim er m in iste­rio del Rey 1>. A lfonso X I I , los jefe» c iv iles de la situación política <|ue concluyó el 80 do D iciembre ú lt im o , y perso­nalidades im portantes del antiguo partido m oderado; es decir, de aquella otra situación po lítica que filé derribada por la revolución de Setiembre.

Unos y otros lian dado ejem plo notable de comprender debidamente la acritud en qne- los hombres de partidos le­gales deben colocarse ante el trono constitucional.

Y á este m otivo de complacencia y satisfacción para los españoles de orden , se un iría otro no menos leg itim o si re­sultasen fundadas las esperanzas que boy misino m anifies­tan algunos periódicos, acerca de próximos sucesos favora ­bles para la pacificación del reino.

C irculan tam bién m inores, y los consigna la prensa po­lít ic a , de haber ocurrido nn encuentro afortunado para la causa libe ra l entre las tropas del general Montenegro y las fa?ciones que manda D o rrega ray; afirmase que los carlis­

tas catalanes que ocupan el fuerte castillo de M ira ve t. si­tiado y bombardeado por el general Martínez Campos, lian pedido con un parlam entario condiciones para la rendición ; añádese, en fin , que el general en je fe del e jército del Cen­tro ha fo rtificado y guarnecido las poblaciones de A lcora, San Mateo y Lucelia, re fug io de los carlistas del Maestraz­go, arro jam lo á éstos á la montaña y reduciendo el antes ancho espacio de sus correrías y algaradas.

Anhelamos vivam ente que aquellas esperanzas se rea li­cen en breve, y que b rille pronto en el horizonte de Espa­ña el iris <ie la paz,— que bien lo necesita esta noble y des­venturada nación.

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Antes de poner term ino á esta crónica semanal, justo es conceder un aplauso al estudioso médico je rezano, D r. don Francisco Revuelta, que lia in ic iado el proyecto de celebrar en Sevilla un Cangreno m éd ico , dedicado exclusivamente á d iscu tir cuestiones teóricas y prácticas, referentes á las cien­cias médicas, naturales y antropológicas.

Favorecido ta l proyecto por otros profesores d is tin g u i­dos, form ada la jun ta organizadora y discutidos y apro­bados los estatutos y el reglamento, la celebración del Con­greso será un hecho durante los prim eros dias de N oviem ­bre próximo.

F l a v io .21 de .Tnnlo de 1873.

NUESTROS GRABADOS.

MADRID.— INAUGURACION OFICIAD DE LOS MERCADOSc n v s m n n o R e x l a b i ’ i .a z i 'E I .a » h e l a c e b a d a y d e lo s m o s t k s fk s .

Con el nombre «le mercados públicos existen en esta capita l algunos centros no poco pestilentes, m al formados con sucios ca jon e i «le abigarrada fo rm a , y en abierta opo­sición con los preceptos más vulgares de la higiene y con las leyes de po licía urbana. El A yun tam ien to de 1867 en­comendó al d is tingu ido arquitecto Sr. 1). Mariano Calvo y Pereira la proyección de nuevos mercados; el de 1869 o to r­gó la concesión necesaria para lle v a r á cabo las obras, y el de 1875 lia conseguido inaugurar los dos nuevos y m ag­níficos edificios de las plazas de la Cebada y de los Mos- tcnses, ya casi enteramente concluidos.

E l «le la plaza de la Cebada, donde se verificó la inau­guración en la tarde del I I de l ac tua l, consta de dos pisos que form an pabellones, y éstos secciones y puestos «le venta; muros «lo agrailnblo aspecto cierran el recinto , siendo el zócalo de fábrica de la d rillo , la armadura de hierro y las persianas dn cristales fijo s ; bis cubiertas superiores son do zinc y cris ta l y están apoyadas en sólidas columnas de hierro, y una esbelta rotonda de form a octogonal se eleva en el centro de los pabellones.

Las «lemas dependencias necesarias están perfectamente concebidas y ejecutadas: pasillos y escaleras para la co­municación por el in terior, ancho» caminos en la p lanta baja para carros y caballerías, puestos de madera con ta ­blero de mármol y cubierta de te la metálica para fa c ilita r la ventilación, ocho fuentes de g r ifo , 44 faroles de gas, etc.

Casi igua l al de ln plaza de la Cebada es el de la plaza de los Mostenses. y los dos constituyen una mejora digna de la cap ita l de España.

Ln inauguración o fic ia l se verificó solemnemente en el prim ero, presidiendo el acto S M. el Rey y S. A. fí. la Princesa de Astúrias, y asistiendo varios m in istros de ln Corona, el A lcahle prim ero y la Comisión de mercados del A yuntam ien to , otra «le la D iputación p ro v in c ia l, los in d i­viduos de la Jun ta constructora y el A rquitecto-d irector de las obras, y mucha» personas «le d is tinc ión .

V is itaron S. M. y S. A. R. algunos departamentos, y «li- rigiéndose luego á la gran rotonda, donde se había prepa­rado una mesa y sillones, el A lcalde primero, Sr. Conde «lo Ton ino , d ir ig ió la palabra al Monarca para bosquejar la historia de la construcción de los mercados cuya inaugura­ción se celebraba, á cuyo discurso contestó el Rey con elocuentes frases.

Firmóse en seguida el acta, y «lespues la d is tingu ida con­currencia pasó al departamento donde estaba preparado un delicado b u ffe t : — este acto aparece reproducido en el grabado de la plana primera.

CRÓNtCA ILU S TR A D A L'E LA C TEERA.

Episodios de la can pn fia en el Norte.— Entrada de i« ficción Gamiinli en la villa de Cariñena, el 3 del actual.

A I variado álbum artístico de la presente maldecida guer­ra c iv i l , ofrecido á nuestros snscritores en las páginas de L a I lustración , hay que añadir seis nuevos d ibu jos del Sr. Pcllicer, que damos en la pág. 388, y que representan localidades im portantes de la linea avanzada de Oteiza á Puente de la Reina, y animados episodios de la v id a del soldado en campaña.

Los señalados con las c ifras 1. 2. 4 y 5 tienen explicación correspondiente ni pié del grabado.

E l d ibu jo núm. 3 alude á una funcion-parod ia de aeróba­

N.° X X II I pA.

tas y gimnastas que tuvo lu g a r en el picadero de Monte- Esquinza, en la tarde «leí 27 de Mayo ú ltim o.

< Hviddronse los soldados délas penalidades de la campa­ña : reuniéronse en torno de aquel im provisado hipódromo que estaba adornado con altos mástiles, probablemente a r­rancados en terreno enemigo y conquistados á tiro s , en cu­yos topes flotaban gallardetes y banderolas, y se prepara­ron á d ivertirse por espacio de algunas horas.

i ios ó tres cometas del reg im ien to de la Reina aparecie­ron en la arena, cómicamente vestidos con abigarrados t ra ­jes de gim nastas, y ejecutaron variados ejercicios.

La func ión term inó al anochecer, con gran sentim iento de los concurrentes.

E l d ibu jo nútn. 6 retrata una de las dos enormes piezas de á 10 que están colocadas en el reducto A lfo n s o X I I , ó sea erm ita de San Cristóbal.

Dichas piezas son antiguas, rayadas, y apuntan constan­temente á C irauqu i, cuya población recibe á menudo los destructores proyectiles que aquéllas a rro ja n , contestando á las agresiones de los carlistas.

Las dos están ya montadas en un marco de chapa, según el sistema ideado por el Sr. Reylen, del Cuerpo de artille ría .

E l edificio que está figurado al fondo del d ibu jo es la er­m ita ile San Cristóbal, y á sus muros se han adosado las v i ­viendas necesarias para los jefes y oficiales que mandan las tropas de guarnic ión en el reducto.

F inalm ente, en la pág. 889 publicamos un grabado que conmemora la entrada de la facción Gamundi en Cariñena, ocurrida (com o queda dicho en un número a n te rio r) en la madrugada del 5 del actua l, y en la pág. 399 figura un plano de la v i l la , con ind icación de detalles re lativos á aquel suceso: los dos lian sido hechos con arreglo á buenos d ibujos que se lia servido re m itir el Sr. D. Mariano Gracia, testigo presencial, por cuya atención le damos cumplidas gracias, y al pió de los grabados hallarán nuestros lectores muchos y hasta ahora desconocidos datos, que hacen inne ­cesaria o tra explicación más detallada.

I'AItfS.— «SALVATOR», CABALLO VENCEDOR EN LAS CARRERAS DE LONÜCIIAMPS. (Gruntl prtx: 100.000 franco*.)

Convienen todos los periódicos parisienses en a firm ar que las ú ltim as carreras (le caballos verificada» en C h a n tilly y cu Longcliamps han demostrado cum plidam ente que la c iu­dad de París ofrece h o y , después de la guerra, de la O n n -

m une y de la indem nizac ión , condiciones de prosperidad m ateria l positivam ente «preciables.

Durante ocho d ias, el g r a n d p r ix lia sido para el comer- r io parisiense ocasión de extraord inario m o v im ie n to : no ha habido vacante una casa en toda la c iudad, ni un cocho en las ca lles, n i una mesa en Iob res ta u ra n t*; se lia desple­gado un lu jo excesivo en las to ile ttes , un los equipajes, en los trenos, etc .; e l A yun tam ien to , que contribuye á la fu n ­ción hípica con 50.000 francos, m itad do la suma ad judica­da al caballo vencedor, lia cobrado una cantidad seis ve­ces m ayor, y sólo por productos de impuestos indirectos; en f in , las empresas de los fe rro -ca rriles, que dan la otra m itad de aquella suma, han quedado bien convencidas de que podrán rep a rtir á sus accionistas a lgún d iv idendo no despreciable.

Entre los caballos inscritos para la carrera, siete había que llamaban principa lm ente la atención de los sj/trrlmen;

eran los nombrados N o u g a t, S a l r o to r , S u in -C y r , A / m a m a ,

l i n t toga s, C la re in on t, C om ba tió y Segm our.El vencedor ha sido S a lv a to r ( véase el segundo graba­

do de la pág. 3 8 8 ), vencedor tam bién en las carreras de C h a n tilly , hermoso, fue rte y arrogante caballo alazan , h ijo de D a lla r y S a u v a g in e , de raza francesa p u r-sang . Pertene­ce á M. L u p in , antiguo prop ie tario de caballos franceses de carrera, uno de los am aleara que más han contribu ido á la organización y creciente desarrollo de las fiestas hípicas en F rancia , y poseedor de otros soberbios corceles que han veucido tam bién en carreras anteriores, tales como los céle­bres G a m b e tt i, S a in t-G e rm a m , Jou ven ce , A m a lf i y F lo r ín .

Los otros dos caballos, X o u g a t y Perp/e.re, que mas se aproxim aron al vencedor, pertenecían al Conde de Lagran- ge y á M. Schickler.

VtSTA GENERAL PE RIO PE JANEIRO.

El v ia je ro que llegue á la bahía de la cap ita l del Brasil en un d ia de sol radiante y atmósfera despejada, no o lv i­dará fác ilm en te la grata impresión que produce en su á n i­mo la perspectiva de tan bello panorama.

Coronada de torres y ceñida de siete co linas, como la ciudad de Póm ulo, retrátase R io de Janeiro ( véase la vista general que publicamos en las págs. 392 y 393) en azulado g o lfo , á la vez que las alturas de la inm ediata s ie rra , de atrevidas y variadas formas y lim itando el horizon te , se destacan en el ancho espacio: cual centinela avanzado, á la entrada de l puerto hállase la p rim era de aquéllas, enorme roca que recibe el nombre de I ’ao <T a s su ca r; después está E l C orcova d o , que se d iv isa desde el m ar á grun distancia, alzando su fren te de gran ito sobre montes y valles, y sobre los innumerables pequeños go lfos de la espaciosa había ; s¡-

Jl ü STRACIOM. pSPAÑOLA Y y^MEÍ^ICAXA. 387

gue luego L a G a r la , peñón aislado, cuya cim a parece d is­puesta artific ia lm ente en figu ra de p la ta fo rm a ; detrás apa­rece la frondosa co lina de T i ju c a , y más lejos la p intores­ca Serva tía E s t r e l la , cubierta de espesos bosquecillos. Aun existe al otro lado de la bahía un pequeño islote erizado de rocas graníticas que ocultan la cap illa de N o ssa S in h o ­

r a (la boa r ía g e rn , y enfrente del peñón está el fuerte de Santa Cruz, en cuyos m uros, azotados constantemente por las olas, asoman sus amenazadoras bocas colosales cañones W h itw o rth .

Esta forta leza y las demas para la defensa del puerto, construidas por los portugueses en el sig lo x v i l y repara­das en época no lejana , ofrecen un aspecto imponente.

En la ladera de Santa Teresa, no lejos del convento de monjas del mismo nombre, preséntense á la v is ta los g i­gantescos arcos del acueducto de Carioca, que lleva ú la población los claros manantiales que bro tan en las entra­ñas del Corcovado, y que fué concluido por los portugueses en los primeros años del sig lo x v m ; pero las aguas del Ca­rioca no bastan para e x tin g u ir la sed de los 400.000 hab i­tantes de Rio de -Janeiro, y áun son insuficientes las que se

| han añadido á aquéllas, hace algunos años, con el no pe­queño caudal de los manantiales del T ijuca .

Los habitantes se denominan genéricamente flum inenses , del sustantivo la tino f la m e n , y sin embargo, la ciudad no está situada sobre ningún rio de im portanc ia , ni le hay en suscercanins: el nombre o fic ia l de Rio de Janeiro parece que tiende á perpetuar la errónea creencia de los descubridores de aquel pun to , en Enero de 1500, que consideraron la balda como desembocadura de un inmenso rio ; y posterior­mente, rectificado el e rro r, la ciudad es ya citada en docu­mentos de l sig lo x v i i con el nombre de l in a e heroica cid iide

de S a o Sebastian.

IToy está d iv id id a en dos partes, la antigua y la moder­na : en la prim era las calles son tortuosas, angostas y mal empedradas, exceptuándose la R u a d i r e i t a , en la que es­tán situadas la Bolsa, las oficinas de Correos y la ig lesia de Santa C ru z ; en la l in a O u v id o r cualquiera se cree t ras­ladado á un boulevard parisiense, y los rótulos en francos ind ican que a llí tienen sus establecimiento» los represen­tantes de la» modas y artículos de la cap ita l de F ra n c ia ; los almacenes y casas de m ayor im portancia comercial es­tán concentrados en la R ú a < f A l fa talega.

No escasean los edificios interesantes por su arquitectura, mereciendo por este concepto especial mención el conven­to de San A n ton io , los hospitales y el Observatorio, pero descuellan sobre todos el palacio de mármol do un opulen­to portugués y el colosal acueducto c ita d o , de una exten­sión de 18.01 W) pié», desde el Morro de Sania Teresa basta el Morro do S a o A n to n io . Tam bién hay otros edificios mo­dernos, como el Banco, el Museo y los arsenales.

Por ú lt im o , en su m agnifico puerto , acaso el más im ­portante d é la Am érica de l Sud, abundan constantemente buque» de todas las naciones m arítim as del mundo c iv i­lizado.

España tam bién tiene en la capita l del B rasil una nu­merosa colonia in te lige n te , traba jadora y ricn.

VISTA GENERAL DE .MACAO.

A un poseen los portugueses algunas colonias im portan­tes, restos de los vastos te rrito rios que descubrieron y con­quistaron en los siglos XV y XVI in trépidos m arinos y va le­rosos capitanes, en A fr ic a , Asia y Am érica.

Una de las más i m portan tes es la de Macao, en Asia, fundada en 1557 hácia la desembocadura del rio Cantón, y la cual ha sido por espado de muchos años centro y em­porio del comercio de las naciones europeas con el imperio de la China. ,

La ciudad de Macao está situada en una pequeña y m on­tuosa península de unas dos m illa s de long itud , un ida á la isla de Ilia ng -S lian por medio de un angosto istmo areno­so, y aparece construida sobre tres colinas de 200 piós de a ltu ra , próxim am ente, y en una llanura que se extiende entre ellas.

La P r a g a g rande es una espaciosa bahía en la cual hay sólido muelle de fáb rica , y á lo largo d e 'é l, describiendo atrevida cu rva , un excelente roa d tca g , que se d ir ig e desde el Jardín público hasta el pié de la montaña denominada de la P o d ía , en el lado opuesto.

Los edificios de construcción moderna son regulares, en especial los que radican en la parte nueva de la población, donde se ha lla el palacio de l Gobernador, de regulares proporciones arquitectónicas: y en la ciudad v ie ja , edifica­da sobre terreno más quebrado y cruzada por tortuosas calles, se encuentran líennosos tem plos, entre los cuales sobresale la antigua catedral, uno de sus mejores edificios.

Los alrededores de Macao son pintorescos y el clim a sa­ludab le , y su m agnifico puerto es vis itado constantemente, como queda d icho , por buques de todas las naciones euro­peas,— aunque el m ovim iento comercial de aquella rica de­pendencia portuguesa no es tan activo en la época presen­te , desde que la Gran Bretaña fundó en 1842 su conocido establecim iento de H ong -K ong , en la is la de l mismo nombre.

Macao conserva no pocos recnerdos de hombros ilustres de Portuga l que a llí m oraron, y consagra un cu lto entu­siasta á la memoria del g ran Camoens, qne v iv ió largo tiem po en aquella región apartada y en e lla dio princ ip io al m agnífico poema que lin hecho inm orta l su nombre.

En las págs. 392 y 393 damos una vis ta general de Ma­cao, copia de fo togra fía .

CHILE.— SEPULCRO DEL GENERAL ESPAÑOL D. RAFAEL MAROTO,

EN EL CEMENTERIO DE VALPARAÍSO.

« Cualesquiera que sean las opiniones políticas de los es­pañoles, no habrá uno de éstos, contando los que v iv im os en tie rra extraña, que , po r deber de humanidad siquiera, deje de desear ardientemente la conclusión de esa guerra cruel que an iqu ila y deshonra á la patria : no habrá uno ta l vez que se o lv ide de hacer votos sinceros por la aparición de otro general M aroto, que emplee toda su energía y ta ­len to , como aquél cu 1839, en dar d la a flig ida España el incomparable beneficio de la paz. j>

A si se expresa el Sr. D . Jaim e P u ig , español avecindado en C h ile , en carta que nos d ir ig e con un bello croquis que representa el sepulcro del general D . Rafael M aroto , en el cementerio de Valparaíso. (Véase el p rim er grabado de la página 390.)

En aquella apartada ciudad extranjera fué á m o rir el ra­moso general ca rlis ta , que pactó con el general Espartero, en 31 de Agosto de 1839, el convenio de Vergara.

« Parece (añado el Sr. I ’ i i ig ) que D. Rafael M aroto v i v i a en sus mocedades en una casa de Concepción, cuando esta república era aún provinc ia española, y trocando la vara de m edir telas por la espada do combate, al estallar la guer­ra do la independencia ch ilena, sentó plaza en el ejército lea l, y se batió como buen español, bajo las órdenes del ge­neral Ossorio, hasta la conclusión de la lucha, en cuya épo­ca vo lv ió á España.»

l ié aquí copiada lite ra lm ente la inscripc ión de la losa sepulcra l:

A q u í

Yacen bis restos m ovía les de lE . ° S r D . R a fa e l M a ro to g S erns ,

T . 'f g .a l de los E jé rc ito s espartóles,

V izconde de C u sa -M a ro to , Conde de FAgueta . etc.

F a lle c ió e l 25 de A g o s to de 1853, tí los 70 años de edad.

VISCA DEL CEMESTEUfO DE SMYRNA.

La antigua ciudad de Sm yraa, cuya fundación so a tr i­buyo á A n tigono , refleja en su historia las variadas v ic is i­tudes que lia su frido el Asia Menor desde los tiempos más remotos basta el s ig lo x v : conquistáronla los romanos, y fué durante tres centurias la población más floreciente del A s ia : tom áron la luégo los árabes, y más tarde lo» griegos, pasando á cuch illo á hiis habitantes y reduciéndola á ruinas y cenizas; reedificóla el emperador .luán Cmnme.no, y fué ocupada por los turcos en 1392; la arrasaron las huestes persas, y la conquistaron otra vez los turcos, guiados por su caudillo A im ira tcs. en 1422. Hoy es una de las más be­llas y populosas ciudades de la Turquía asiática.

Por la o rig ina lidad (pie presenta, creemos que agradará á nuestros suscritores el segundo grabado (pie damos en la pág. 396, el cuales una vis ta del cementerio turco de aque­lla orienta l población.

El I lmo. Sil D. J osé F ernand ez-Espino . (V casc la pá­g ina 391.)

Eusrbio Martinez dk Velasco.

ESPAÑA Y LA EXPOSICION DE FILADELFIA.

I .La benevolencia con que tanto el público como la pren­

sa acogieron las observaciones que hace algunos meses cre i­mos conveniente hacer tocante á la necesidad en que estába­mos de concurrir con nuestros productosá la E xposic ion in - tem acionnl de F ila de lfia ; el convencim iento en que estamos de los gravísim os perju ic ios que lia de ocasionarnos, no ya el rehu ir el examen com parativo á que se nos in v ita , mas el solo hecho de no comparecer, cual aconsejan de consuno la experiencia más ilustrada y el conocim iento de lo que taxativam ente piden los intereses nacionales, en aquel cer­tamen, son razones que nos mueven hoy á decir algo per­tinen te al propiotem a. siquiera sea otro el punto que aho­ra nos propongamos ventila r.

Empeñarse en hacer palpable la alba conveniencia ilc que los fru tos de nuestra industria agrícola sean conocidos en Am érica, en ventajosas condiciones; demostrar que. dada la crisis por que, bajo cierto concepto, atraviesan nuestras relaciones comerciales con aquella región p r iv ile ­g iada. es urgentísim o y de absoluta necesidad restable­cer lo que aparece flaco y próxim o á menoscabarse, ab rir nuevos mercados donde se nos m ira con despego y áun desconfianza, crear intereses que liguen lo que al presente

CRÓNICA IL U S T R A D A DE L A G U ERRA. — ( D ibujos d e l Sb. P elliceji. )

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oococo a ruena fortificada deln pinza de Otclzn. — Do guardia en el pnrnpclo. — 3 Circulo gimnástico en Monte Esqnioza: funcion-parodla improvista por «los cometa- del regimiento de la Reina.- * . Avanzada de caballería de Fnnic.-lo, en Esquinzo. — 5. Reducto f.cutc A Santa Pillaraü. Redacto Ai/enso X II, piezas rajadas de 41« ceutlmcUos, que baten á Cirnuqui.

N.‘ XX !II J L a J l u s t r .a c i o n j s p a ñ o l a y ^ m e r i c a n a 380

C A R IÑ E N A (Z arag o za ) — e n t r a d a de l a s facciones de a radon a i . mando de c a m u n d i, y saqueo de l a s casas .( Crúqulí tomado frente á !n brecha, y remitido por P. Mariano Grada.)

I . Alojamiento del comandante militar de la plaza í prisionero).—#. Alojamiento do nn alférez de caballería y =m a-lrtcnto ( avsMnndoa).— 3. Ilrecba abierta por los carlistas. - 1. Arrabales ocupados por los carlistas, ¡i. Fuerte defendido por 20 soldados (rendidos),—O. Otro fu arta exterior, también rendido.—R. Punto por donde 82 cscoudiau lo» carlistas, conduelen lo los productos del saqueo.

se ha lla desunido; y lab rar, por tales modos, la fu tu ra y i cordia l in te ligencia entre nuestra pa tria y aquellas unció- nulidades, paréceuos tarea excusada y ociosa, dado que no se concibe qu • exista nn solo español qu < después de haber meditado sobre el asunto, ¡ion cuando baya si.lo ligeram en­te , pienso y sostenga que para nuestro po rven ir ind us tiin l y m ercantil nos es do todo punto ind ife ren te la actitud fa ­vorable ó adversa en que después del certamen de 1870 se coloquen los americanos respecto do nosotros. Y nos expre­samos en térm inos tan categórico!! porque entendemos que ú los que no bc preocupan de estos asuntos habría do causar­les m uy subalterna sensación el quo les dijésemos lo que en

estos mismos moni míos ocurre en mercados principalísim os di 1 Nuevo Mundo con nlguuosdc los artículos españoles— la pasa y los v inos, por ejemplo — que de grandes ventajas venino gozando en ellos, ni lo que habrá de o cu rrir con otros, — el aceite, para no c ita r más que un caso,— si con decisión, in te ligencia y oportunidad no corremos adonde competidores poderosos nos presentan reñidísima batalla. Pregúntese á los liombreH competentes, consúltese ú los extractores do Andalucía, Valencia y Cataluña, y todosá una voz lian de responder «pie la Exposición «le F iladel- íin .en sus relaciones con Kspnfín,presenta carnctércH s ingu­larísimos, circunstancias tan especiales, que racionalmente

pensando no so dan en n ingún otro caso. E l i r á las m ár­genes del Delnwaro no arguye pora la antigua nación «pie descubrió y colonizó las regiones trasatlánticas, el anhe­lo «le ser considerada como un Estado que alcanza cierto grado «le cu ltura, con los ventajas económicas «pío al m is­mo puedan y debnu atribuirse-; no la satisfacción de un sentim iento de am or propio nacional, que úuti siendo le g i­tim o no «devaria á prácticos beneficios: s ign ifica algo más fundam ental y permanente; s ign ifica que España u tiliza la oportunidad «pie la suerte lo «lepara de ofrecerse ú la con­sideración de gentes cuyas simpatías tieno en mucho y

cuyos ju ic ios lo im porta mucho rectifica r, haciendo que so

PA R IS .— CABALLO «SALVATOR » , PROPIEDAD DE M. LLI i.N, VENCEDOR EN LAS CARRERAS DE LONGCUAMFS. ( ( /» « « / p r i x : 1U0.C0U francos.)

300 JliA Jl u s t h a c io h E s p a ñ o l a y ^Am e r ic a n a . N.° XXIII

form ulen con conocim iento «le causa y en jus tic ia . S ign i­fica que España cree llegarlo el instante de plantear una política verdaderamente a tractiva y fecunda en cuanto ú América so refiero, po lítica asentada en princ ip ios nobles y generosos, h ijos no de pretensiones absurdas, rid icu las y peligrosas, sino del reflexivo examen de las v iirias re lacio­nes que con los americanos nos unen.

II.Mucho podríamos añadir á lo que expusimos en el ar­

ticu lo á que hemos hecho referencia anteriormente, para confirm ar nuestra tesis. No lo contemplamos necesario. Ha- jo el punto de vista puramente de la industria agrico la es­tá ya en la conciencia pública que de nuestra ida á los Es­tados-Unidos podemos recoger tristísim os y costosos des­engaños ó Iob más pingües y halagüeños resultados. Dado el estado comercial de la v ie ja Europa ; dadas las p a rticu ­larísimas circunstancias en que nosotros viv im os, po r con­secuencia de la posición geográfica que ocupamos, de la naturaleza de nuestros productos y de las complicaciones de nuestra h is to ria , nuestro doble punto ob je tivo está en el Norte de A fr ic a y Am érica. No podiendo fijarnos por hoy en la prim era reg ion , forzoso parece el reconcentrar todas nuestras facultades para d ir ig ir la s liácia la segunda, don­de, si nos conducimos con la moderación prop ia de los pue­blos «pie respetándose ven con c laridad el problema de sus destinos, recuperaremos una posición que sin parecerse en lo más m ínim o á la que un d ia alcanzarnos, no sea por eso menos fecunda en ventajas manifiestas, de que no se mos­tra rá disgustada la cu ltura general.

No liemos de hacer grandes esfuerzos para demostrarlo. Prescindamos, si es posible prescindir aún m entalm ente, de lo que trae consigo un comercio activo entre pueblos muy semejantes entre s i, por su origen étn ico, su h is to r ia , sus creencias y su lengua. F ijém onos sólo en una fase del que llam aríamos problema liispano-nmericano, en el aspecto esclusi vameute artístico-literario . Cuando se considera que desde M éjico basta el Cabo de Hornos el id iom a español es el que predom ina ; cuando se calcula que la lite ra tu ra es­pañola es la que m ayorm ente a lim enta las necesidades pro­gresivas «le aquellos jóvenes y v iriles pueblos; cuando se sabe que nuestros compositores y dramaturgos son los en­cargados de recrear ó conmover á log públicos en salones y coliseos; cuando, para decirlo de una vez, se sospecha que si ha de ex is tir en lo fu tu ro un arte y una lite ra tu ra americanos, habrá de ser apropiándose Am érica todo lo uti- lizable del arto y de la lite ra tu ra españoles, para sobre ellos y ni calor de ellos desenvolver los ricos gérmenes que en el fondo de la nueva sociedad depositaron y conservaron el origen y la herencia; parece excusado todo otro argumento si de estrechar afectos so tra ta entre los que causas in e v i­tables ó in justificadas, pero de todos modos funestas, en parte d iv id ie ron y en parto desconcertaron.

E l establecimiento sobre anchas y sólidas bases de nues­tro comercio inte lectual con Am érica : lié aquí e l primero, el supremo, el patriótico empeño de la generación pre­sente si quiere cum p lir con sus deberes y merecer los p lá­cemes de la h istoria . Aun entrañando las relaciones pura­mente mercantiles ostensibles medros; áun no olv idando la preferencia que se suele dar al trá fico de materias fu u g i- bles , cuyo uso recomiendan, ora las cuotidianas necesida­des de la existencia, ya los dictados de la moda y del lu jo , preciso es conceder que el más alto grado de arm onia in ­ternacional ba de procurarse y sostenerse por e l cambio regnlar de sentim ientos y de ideas, cambio inexplicable sin los auxilios del arte y de la lite ratura. De donde 6e des­prende como rigorosa consecuencia que España está viva , d irecta , íntimamente obligada — si eu algo serio piensa tocante á los americanos— en i r á F ila de lfia , no sólo con sus vinos y sus aceites, no únicamente con sus materias te x t i­les y sus m inerales, sino con otro género de productos, con o tra clase de manifestaciones de su potencia, de su ca­rácter y de su activ idad. A l lado de los fru to s del suelo ha­brán «le fig u ra r— eu nuestro concepto — los fru to s del ge­n io y de la in te ligencia , las creaciones del arte bajo todos y cada uno de sus conceptos, y los elementos in tend o - nalmente d irig idos a l fom ento in d iv id u a l de las luces y al general de toda c iv ilizac ión . l i é aquí el sumo anivelo que debe gu ia rnos; he aqui la nobilís im a empresa que quisiéra­mos ve r acogida, encomiada y realizada por los hombres más competentes del pa ís, siu distinción, de colores p o lít i­cos n i «iiferentíias de escuela ó de sistema.

E l arte español en sus modos más elevados, las artes gráficas en sus derivaciones todas, la lite ra tu ra amena ó c ientífica contemporánea, todo lo que en este orden de ideas y de hechos nos dé á conocer, fijando los rasgos de nuestra fisonomía con la ingenuidad de la copia fo tog rá fica ; todo lo que pueda recomendarnos, enaltecemos, presentarnos á través de favorab le prism a ante nuestros hermanos tras­atlánticos, debe ser buscado, señalado, reunido con in ­cansable é ¡lustrado celo, y científica y metódicamente ex­puesto luégo en las galerías del Pa ludo de F ilade lfia , sobre so lic ita r oportunamente la inspección detenida, particu lar, in tensiva é inm ediata de l público y de los jurados neo-es­pañoles ó bispano-americanos. Y si hubiera— no es de pre-

s in n ir que exista— quien imaginara que esta empresa entra­ñaba subalterno ó mediocre interes, bastaría recordarle, pa­ra su confusión eterna, el hecho de haber en Europa, no una sino várias empresas ocupadas de satisfacer más ú me­nos sa tis factoria y fu rtivam en te la necesidad que los ame­ricanos experimentan de conocer y apropiarse los productos intelectuales de nuestro país, suplantándonos, por ta l mo­do, esos especuladores en una tarca que sobre honrarnos habria de producirnos no escasos beneficios en la esfera pura de los intereses económicos.

¡Caso extraño y que muestra cuán grandes han sido los errores de nuestra po lítica trasatlántica'. M ientras los auto­res españoles no pueden v iv ir decorosamente de l producto de sus obras; m ientras aqui pocos ó ningunos son los libros de m érito contemporáneos que alcanzan, no una segunda ed ic ión , pero n i una prim era num erosa, esos mismos libros son reimpresos en París, en Bruselas y en Le ipz ig ó eu los Estados-Unidos, y en abundante copia c ircu lan por las re­públicas hispano-americanas, enriqueciendo á editores ex­tran jeros! M ientras en España no son grandes los medros que se obtienen de la lite ra tu ra teatra l, las composiciones «le nuestros ingenios, líricas , cómicas ó dramáticas, atraviesan el Océano y en las playas del Pacifico hacen resonar el ám­b ito de los coliseos con nutridos aplausos, que no se tradu­cen, sin em bargo, en leg itim as y honradas recompensas para sus autores! ¿Qué más? Am érica, de algunos añosa esta fecha, se muestra áv ida de creaciones pictóricas ó es­cu ltura les; quiere e r ig ir galerías, levantar museos, y busca en Europa artistas que le cedan sus obras, sin «lar á los es­pañoles la preferencia que sin género alguno de «luda a l­canzarían á ser o tro el estado de nuestras relaciones con aquellas nacionalidades.

N i se dude de la propensión manifiesta y favorab le eu los americanos á nuestras cosas. Datos poseemos para a fir­m ar que en Am érica se buscan con ahinco los lib ros direc­tamente llegados de la Península, como se so lic itan los lienzos de nuestros maestros; pero es e l caso que entre Am érica y España hay menos fac ilida d para entenderse, por lo que á estos puntos respecta, que entre Am érica y cualquiera otra nación del globo. Coincidencias ingratas que están en el ánimo de todos y que nosotros huimos de re­cordar, han roto las comunicaciones regulares y «limetas en­tre el pensamiento español y el am ericano: en Am érica , ó se nos desconoce, ó el conocim iento que de nuestro presento se tiene es incom pleto , apasionado ó ineficaz, porque la po­lítica ha querido que durttute muchos años nos mirásemos bis americanos y ios españoles como enemigos, cuando por los comunes antecedentes, como por los tam bién comunes intereses de raza, debíamos considerarnos y obrar como ver­daderos hermanos.

España Con sus artes y su lito ra l lira puede en g ran ma­nera co n trib u ir al crecim iento de las instituc iones de la libertad en América, porque los pueblos libres son aquellos donde verdaderamente imperan la razón, las luces, el buen gusto, y las costumbres cultas que no excluyen n i la entereza del carácter rii la energía en el procedim iento. Y que Es­paña ha «le reportar opimas ventajas de esta empresa, dícelo b íii rodeos la más vu lga r y defectuosa in te ligencia en este género de uegocios; pero para conseguir resultados prácticos y fecundos preciso es i r á F ila d o llia , no pensando que en su ya renombrando Parque existe la mágica va rilla que realizará el m ilagro con que soñamos, sino porque a llí está el comienzo de las labores que tan pa trió tico y hum a­n ita rio pensamiento exige de nosotros.

n r .

H a llegado, pues, la ocasión de hab lar de lo que debe ser el departamento de España en el certamen de F ilade l- iia en cuanto á la p in tu ra y la escultura, á las artes g rá fi­cas y á la lite ra tu ra dram ática, «lócente y c ientífica se re­fiere. Lo «pie el estudio nos mostró <‘u Y iena relativam ente á otros pueblos, enséñanos el camino que debemos seguir ahora, y los errores cometidos entonces y las fa ltas deplo­radas y hasta expiadas en aquella coyuntura, deben servir­nos de correctivo y de estímulo para no re in c id ir en las unas n i reproducir los otros.

Forzoso es confesarlo; en Y iena no estuvieron represen­tados n i el florecim iento estético contemporáneo español, u i el estado que alcanzan nuestras artes gráficas y nuestra lite ra tu ra . Reservándonos demostrarlo asi en otro articulo y probar nuestro aserto con hechos y citas, si hubiese quien lo con trad ije ra , nos hemos de lim ita r ahora á decir que es preciso, urgente é indispensable organizar los medios y tra ­bajos que han de co n trib u ir á que la sección artística, g rá fi­ca y lite ra ria de España en los Estados-Unidos «le Am érica esté á la a ltu ra de lo que demandan las consideraciones antes expuestas. No queremos n i áun a lu d ir a n ingún de­bate ó complicación dolorosa: e l conato de que la América española nos conozca, nos estudie y nos aprecie en jus tic ia , bástanos para pedir lo que m uy luégo verá el lector be­névolo.

Tres son las subdivisiones internas que por lo pronto descubrimos en este departam ento especial «le nuestra ex­posición :

I . l id ia s Artes.I I . Artes gráficas.

I I I . L ite ra tu ra .E n cuanto á las primeras, es de toda urgencia que por

quien corresponda se in v ite á nuestros artistas residentes en Madrid y las provincias, ó en Roma y París, á fin «le que preparen trabajos especiales para el certamen norte-am eri­cano. No ha de satisfacernos una excitación co lectiva , n i menos una c ircu la r d ir ig id a por el correo ba jo sobre, á ios maestros que con sus firm as honran el arte pa trio . Quere­mos algo más aprem iante, eficaz y directo. Queremos, y perdónese la fo rm a que damos á nuestro deseo, en gracias a l f in , queremos que la comisión ó subcomisión que deba entender en este asunto haga concurrir ante ella á los a rtis ­tas, si de M adrid se tra ta : ante los gobernadores, en las pro­vincias; ante nuestros m in istros, en el extranjero, y con ra ­zones congruentes y apropiadas se les inc line á vo lve r por el nombre español, vo lv iendo por el nombre y los intereses propios. Que no se repita el espectáculo escandaloso, sí, escandaloso, de 1873; que los artistas españoles im iten ya que no excedan ú los franceses; <¡ue todos y cada uno con­curra con su esfuerzo al común empeño. Que éste envíe una acuarela— tenemos acuarelistas de prim era fue rza ; — «pie aquél rem ita un álbum de d ibu jos ; que el p in to r ya grana­do y laureado baga algo por la tie rra que le alentó y pen­sionó, pintando algo nuevo tam b ién ; que el que no pueda re m itir una escultura de pretensiones rem ita uu bajo-relie- ve , una tierra cocida , un esbozo, que todo ha do ser ú til en nuestras galerías.

Comprométase form alm ente ú los artistas; no se «¡uede la o fe rta en el a ire ; untes hien,obligúese cada cual á ejecutar aquello que propuso, sin alegar luégo razones especiosas para e lud ir el compromiso. Y procure el Gobierno por su parte dar las mayores fac ilidades á los que acepten la con­vocatoria, y hasta ofrezca recompensas positivas á los ar­tistas (¡ne en F ilade lfia resulten d is tingu idos y premiados.

También d«iberia el Gobierno estim ular la concurrencia mandando p in ta r cierto número «le retratos de los persona­jes españoles que más se d istinguieron en el descubrim ien­to y colonización de América, y áun encargando algunos cuadros episódicos á estos hechos referentes. Los sacrificios que hagamos ahora, han «le ser recompensados largamente en breve plazo. Tan evidente es esto, que excusa m ayor de­mostración.

En órden á las artes gráficas tam bién es menester mos­tra r gran actividad y celo si no hemos do hacer en F iludel- liu , en lo prop io á este ram o, el tris te papel que en V icna nos reservó nuestra negligencia. La in ic ia tiv a de la adm i­nistración debe su p lir la ine rc ia , «'I ind iferentism o de los particulares. Interesa, por tanto, que se reúnan colecciones de los grabados y láminas que poseen ó han producido los establecimientos públicos, incluyendo en aquéllas lo mismo las copias biográficas de los cuadros del Museo del Prado y los grabados de la Calcografía N aciona l, que las Cartas del depósito de la Guerra, los planos del In s titu to geográfico ó las publicaciones ilustradas que han d ir ig id o la Academia de San Fernando y la Comisión de Monumentos arquitec­tónicos. Y juntamente deben reunirse todas las obras par­ticulares de este género en sendoB álbums ó apropiados cua­dros, para m anifestarlas en F ilade lfia , á fin de que sean co­nocidos tales trabajos y apreciados en ju s tic ia , áun no con­quistando las especiales recompensas decretadas por aquel Gobierno.

Mediante la fo tog ra fía podemos dar á conocer nuestros monumentos arquitectónicos, escultóricos y pintorescos, así corno seria m uy conveniente que u tilizándola se expusieran vistas de todas las obras públicas de verdadero m érito , con e l fin de que se juzgase con conocim iento de causa del es­tado de este ramo de la adm inistración general. La misma fo togra fía debería se rv ir para obtener del natura l figuriues de todos los tipos del e jército y annada, exponiéndolos con las indicaciones más oportunas, según que hizo el im perio ruso en Y iena , cuya sección m ilita r, como instalación, fue la que más hubo de señalarse en aquel certamen.

No recibiríamos escasos plácemes si empleando el m en­cionado procedim iento se obtuvieran eu las d istin tas y más caracterizadas regiones do la Península retratos de los ha­bitantes peculiares de cada una de e lla s , con los tra jes y útiles de traba jo más predominantes.

Es de todo punto indispensable que en F ilade lfia esté de­corosamente representada la tipog ra fía española. No pode­mos envanecemos con nuestras fund ic iones, con nuestras tin tas n i con nuestras preusas, pero podemos exh ib ir libros impresos que honran este ramo de la industria nacional. En Yiena la tipogra fía española no se presentó n i con la décima parte de lo que pudo exponer. M a d rid , Barcelona, Sevilla , Va lenc ia, Cádiz y Málaga pueden enviar im presio­nes selectas, y si todas no son de prim era clase, po r lo me­nos revelan esmero, am or a l arte y progresivos ailelantos. Y con la tipog ra fía debe i r la lito g ra fía industria l y la cro­m o litog ra fía en sus sen-icios á la industria y al comercio. Málaga en esta ú ltim a sección ha realizado mejoras que la recomiendan con toda eficacia á la atenciou de propios y de extraños.

Todos estos producios deben recolectarse con esmero é

N .° X X I I I 391J-j a I l u s t r a c i ó n , j I s p a ñ o l a y y ^ M E R i C A N A .

in te lig e n c ia ; pero donde se necesita inspirarse en un gran sentim iento de patrio tism o es en la tercera série, ó sea en la que llamamos lite raria . Nuestra honra y nuestro ínteres como españoles, el interes y las g lo rias de autores y ed ito ­res, están vivam ente empeñados en este asunto. No hay que de jar su dirección á los particulares. Una subcomisión central donde figurase el número conveniente de literatos y editores debería ocuparse sin levan ta r mano de i r fo r­mando abundantes colecciones de todas las obras originales que se han impreso en España de veinte años á esta fecha. No pretendemos ahora dar la pauta á que debería atenerse la subcom isión, pero algunas indicaciones no nos parecen tan ociosas que excusemos consignarlas.

En prim er lugar, reuniríamos las obras referentes ¡í la h is toria nacional. Por e jem p lo :

I I tu to r ía <1? E s p a ñ a , Reimpresión de M ariana. H is to r ia

de Lufnente. ,Colección de docum entos, de Sainz y Baranda.Idem del A rch ivo de Aragón.Idem del A rch ivo de Indias.Crónicas dadas á luz en los últim os años.H is to r ia de las a lteraciones de A r a g ó n , por Pidal.

— de la g u e rra c iv i l , po r Piral«.— d e l rehuido de Chirlos ¡ I I , por Ferrer del Rio— del re inado de doña Is a b e l I I , po r Burgos, Pa­

checo, etc.L a E sta fe ta de P a la c io .

M em oria s h istóricas contem poráneas.

M e m o r ia l Instó ricn -espu ñol, etc., etc.La H is to r ia de C a ta lu ñ a , por Balagucr. La H is to r ia de

M a d rid .Eu segundo té rm ino la lite ra tu ra propiam ente dicha. B i ­

b lioteca de. A u to res españoles, de Rivadeneyra.Obras selectas de nuestros escritores contemporáneos,

Q uintana, Duque de R ivas, F íg a r o , Navarro V illoslada, Cutanda, Fernandez y González, T rueba , Fernán Caballe­ro, etc., etc. En esta sección inc lu iríam os las obras d idácti­cas de lite ra tu ra y las que á la h is toria de la española se re­fie ren; por e jem plo , los libros de G il y Zarate, Am ador de los R íos, T ickn o r (traducción anotada). Shaek (traduci ion de Vab ra), M ita y Fontanal«, Coll y Y oh i, Fernandez Es­p ino, C am pillo , etc.

Luego vendrían los libros de arte y de niqueologin. No hay muchos, pero los Recuerdos y bellezas de E spañ a , el A r te que publicó Cruzada V il la m il , y el M useo E sp a ñ o l de

o n lig M a d e s , que bajo la d irección de Rada y Delgado ed i­ta el activo é in te ligen te Xr. Dorregnray, pueden ofrecerse ya como texto escogido, ora como esmero en la parte pu ­ramente tipográfica.

Colocamos cu una sección especial todos los libros cien­tíficos. No tenemos muchos o rig ina les , pero entre éstos los hay de gran mérito.

Siguen luego en nuestra clasificación provis ional los l i ­bros litú rg icos y los de educación é instrucción académica en todos sus grados.

Por ú ltim o, en un departamento exclusivo inclu iríam os todas las producciones del teatro contemporáneo y las obras de poesía más selectas.

Y como apéndice, una sección con dos subdivisiones: prim era parte dedicada á las publicaciones ilustradas y científicas (rev is tas , semanarios, repertorios), sin o lv ida r algunas antiguas, corno el S em anario P in to res co y el M useo

de las fa m il ia s , segunda parte consagrada al periodismo cuotid iano.

V.A l trazar las lineas generales de nuestro pensamiento

nos proponemos, como es sabido, un doble f in : •?! prim ero, exclusivamente m oral y p a tr ió tico , dirígese á dar á cono­cer el estado de la cu ltu ra española; el segundo aspira á prom over las relaciones comerciales en cuanto al arte y á la lite ra tu ra atañe. Cómo debamos conducimos para ab rir mercados á nuestros cuadros y esculturas, á nuestros g ra ­bados, á nuestros periódicos y revistas, y á nuestros libros, tema es im portantís im o que hemos estudiado con amor y ahinco, pero cuya entidad nos prohíbe, exponerlo somera­mente, no consintiendo ya otra cosa las dimensiones de este articu lo .

F . M. TcBiJíb,Jurado internacional en Viena.

EL ILMO. SR D. JOSÉ FERNANDEZ-ESPINO «*'.A l escribir estas líneas aun brotan lágrim as nuestros ojos

y nos duele el corazón por la irreparable pérdida del docto lite ra to , del ilus tre catedrático, del háb il escritor, del poeta esclarecido, del excelente p a tric io , y sobre todo del amigo tie rn is iu io , á quien amábamos desde los floridos años de la

í l ) Sentimos de todas véras no haber pod id i ins-rtar inte­gro est* ex den te articulo con que r l distinguido literato se­villano Sr. L). Juan José Bueno ha querido papar un uob letrí­bulo de admiración y tia iernal cariño a su malogra lo compa­ñero y am igo el Sr. Fernandez-Espino. Más bien que d ife rir la publicación de este notable trabajo, hemos preferido suprimir algunos párrafos y darle á luz en el presente número, para que ac- rapañe al retrato del ilustre finado que aparece en la pág. 397.

(ATota de la R e d a cc ió n .)

ju v e n tu d , dándole siempre y recibiendo del mismo testim o­n io del afecto más puro y desinteresado. Y no se crea que para querer á Fernandez Espino era necesario tra ta rlo mu- , ebo tiem po ó merecerle especial predilección, porque ha gozado eu el mundo del raro p riv ileg io de no tener enemi­gos y de cautivarse el aprecio de cuantos lo comunicaron.

De Fernandez Espino puede decirse que lo bahía tocado en suerte un alma buena.

Nació D. José Fernandez Espino en A lan is , pueblo de la p rovinc ia de Sevilla, el 26 de Mayo de 1810. Fueron sus pa- dri-s I). Tomás y D." Josefa BernaL Dedicóse al estudio desde niño cursando la tin idad en el colegio de Santo T o ­más, y filosofía y leyes eu la Universidad hispalense, al par que desempeñaba un hum ilde destino en la Secretaria del mismo establecimiento lite ra rio , gozando del cariño y con­fianza del je fe de la oficina, I). A n ton io M artin V illa , á quien lia debido siempre sincero afecto y saludables conse­jos y enseñanzas en sus estudios lite ra rios , propios de su­je to tan respetable por muchos títu los . E l l.° de Agosto de 18;; 1 «e graduó de bachille r en leyeft á claustro pleno y fué aprobado nem ine discrepante. Term inada su carrera se recibió de abogado en la Audiencia te rrito ria l el año 1835, mereciendo que los jueces lo aprobúran unánimemente. No tenemos no tic ia de que ejerciera la abogacía, á que siem­pre mostró poca inc linac ión , sin duda porque su carácter no era á propósito para las controversias forenses. O tra d a ­se de estudios merecían bu preferencia ; los filosóficos y los lite ra rios , descubriéndose en él una señalada afición á la noble carrera del profesorado.

En 12 de Setiembre de 1X42, época en que, si la memoria no» es fie l, desempeñó el cargo de sindico en el Ayunta­m iento de Sevilla , se graduó de bach ille ren F ilosofía, sien­do aprobado nem ine discrepante.

En el año de 1843 form ó parte de la C om pa ñ ía de San F e m a n d o , compuesta de las personas principales de Sevilla, mandada por D. Francisco A rm ero, la cual defendió el edi­ficio de San Tolmo durante el penoso s itio que la ciudad sostuvo contra las tropas de Espartero, á la sazón Regente del reino.

Graduóse de licenciado en Letras en 22 (le Febrero de 1X46, siendo aprobado por todos votos, y tomó la borla de doctoren la misma facu ltad el 18 de A b ril de 1847.

Hallábase vacante en 1841 la cátedra de L ite ra tu ra é H istoria en la Universidad de S ev illa , y debiendo proveer­se, según la legislación entonces v igen te , en la persona qm- á ju ic io del claustro presentase el m e jor programa para la enseñanza de la asignatura (única oposición que en aquella época se perm itía ), el del Sr. Fernandez-Espino me- reeiñ la preferencia entre los de los demás aspirantes.

Manifestóse así á la Dirección general de Estudios, y ex­pid ió ésta á su favo r el nombram iento de catedrático sus­titu to de la referida asignatura el 16 de Febrero de 1KJ2. A propuesta del Rector, y con aprobación del Gobierno, desempeñó simultáneamente la enseñanza de la oratoria sa­grad« y forense en l*1 curso de 1841 á 1842. Suprim ida en el siguiente 1« segunda de aquellas asignaturas, continuó sirv iendo las dos cátedras de Literatura é H istoria y de Elocuencia Sagrada, basta 1845. Este servicio extraord ina­rio m ovió al Gobierno á concederlo por Real órden de 4 do Mayo de 1843 los honores, sueldo y prerogativas de cate­drático propietario.

Publicado el plan de estudios en 1815, fue nombrad», con los mismos honores y sueldo de prop ie tario , catedráti­co in te rino de L ite ra tu ra general y española.

Ab ierto ú fines de 1846 el concuño público para las opo­siciones á las cátedras de estas y otras asignaturas, que se hallaban vacantes en las universidades del re ino, acudió á é l, y mereció (pie los jueces, á pesar de haberse presentado sujetos muy beneméritos, le propusieran en p rim er lugar, siendo en su consecuencia nombrado catedrático propieta­rio do L itera tu ra general y española en 1!» de Febrero de 1847. Desempeñando su cátedra lo lia robado la muerte á las letras, al cariño de sus numerosísimos amigos y ni bien de la patria.

En el año de 1850 fué d iputado á Cortes, elegido por el d is trito de Sanlúcar la Mayor. Mereció igua l honra en 1851 por el de Constantina, cuya representación tuvo también en 1865. En 1867 fué elegido por uno de los de Sevilla. Tratábase en la penúltim a de las fechas citadas del recono­cim iento del reino do I ta lia , y el Sr. Fernandez-Espino, unido á otros diputados, presentó al Congreso una propo­sición para que no se verificara aquél en tan to que no lo hubiese sido por la Santa Sede. Sostúvola en un notable discurso en que eampean sus ¡deas re lig iosas, sus conoci­mientos de la H is to ria y las galas de la ora toria pa rla ­mentaria.

La Asamblea lo escuchó atentamente, aplaudiéndolo en ocasiones, y dando al conc lu ir m arcadas muestras de a p ro ­bación , según apunta el D ia r io de las Sesiones.

En la sesión de 5 de Junio de 1867, en que se discutía el presupuesto de Fomento, tomó la palabra el Sr. Femandez- Espino para defeuder la conservación de algunas U n ive r­sidades, lamentándose de que la de Sevilla hubiera perdido algunos estudios desde el año de 1843, especialmente la fa ­cultad (le Medicina.

En la sesión de Ju n io de 1867 p id ió la palabra el señor Fernandez-Espino para apoyar una proposición que con otros diputados había presentado al Congreso, para que se exceptuasen de la enajenación las dehesas boyales y los ter­renos del común de vecinos: que se declarasen válidas las roturaciones arb itrarias hechas en baldíos ó en los propios, y que se restableciesen los tipos señalados para la redención de censos en 1855.— Apoyóla el orador con excelentes ra­zones, tra tando ligeram ente de v ind ica r la memoria de Carlos I I I , que algunos críticos modernos se empeñaban en oscurecer.— E l Sr. Fernandez-Espino perteneció constante y lealmente al bando libe ra l conservador, ó sea partido moderado; pero por su carácter y sus sentim ientos era ene­m igo de toda vio lencia y de toda in ju s tic ia , y amante de la libertad basta donde pudiera concillarse con el órden pú­blico . el respeto á la autoridad y el buen gobierno de los pueblos.— Así es que en el notable discurso de que vamos

hablando se mostró partidario de una descentralización ra­cional.

Cuando en Enero de 1868 se discutía el dictamen de la Com isión, de que form aba parte el Sr. Fernandez-Espino, sobre el proyecto de ley de Instrucción p rim a ria , lo defen­dió ostentando su erudición histórica en esta m a te ria , bus sólidos p rinc ip ios , su deseo de la conveniencia pública y mi respeto á la moral y á la re lig ión.

No tiene como lite ra to menores títu los el Sr. Fernandez- Espino al aprecio de los amantes del saber, del buen decir y de la poesía.

Desde que D. Serafín Bstévanez Calderón, conocido en la república lite ra ria con el pseudónimo de E l S o lita r io , fundó el Liceo en S evilla , empezó á dar muestras de sus talentos poéticos. En aquellas reuniones artísticas y lite ra ­rias, que recordará siempre con placer el autor de estos desaliñados apuntes, leyó el Sr. Fernandez-Espino, asi como los Síes. Duque de líivas , Figueroa, Üjeda, Tenorio, García T&ss&ra, Am ador de los R ío s , Grandaílana, Puente y Ape- ceehca, Valdelom ar y otros, composiciones poéticas que fueron muy aplaudidas.

En su juventud dió al teatro dos composiciones d ram áti­cas. in titu lada una D o n F u d r iq u e y otra D o ñ a Este la . Entre sus papeles lian aparecido un drama cuyo titu lo es D o n C arlos de V ia n a , y una comedia de costumbres, á la cual no había puesto aún titu lo .

El Sr. Fernandez-Espino ha publicado el tomo i de un cui*so de L ite ra tu ra gen e ra l, que comprende la Estética é h istoria c ritica de la elocuencia griega y rom ana; un elo­g io fúnebre de su maestro I). A lberto L is ta y Aragón, que fué impreso a l frente de la Corona poética que la Acade­m ia Sevillana de Buenas Letras dedicó á la memoria de su ilustre in d iv id u o , sabio humanista é insigne matemático y poeta. La Real Academia, que le encomendó este trabajo, desempeñado con tanta satisfacción suya, hubo de pre­m ia rlo nombrándole socio preeminente y regalándole un ejem plar de las obras de D. Leandro Fernandez de Mora­ría , dadas á luz por la Academia de la H istoria , escribiendo el D irector en la portada del p rim er tomo una honrosísima dedicatoria autorizada por el Secretario. Publicó también un tom o titu lado E stud ios de L ite ra tu ra y C r it ic a , unos Elem entos de L ite ra tu ra genera l y E nsayo sobre la ciencia de la Belleza , y el tomo prim ero del Curso h is tó rico -c r ítico de L ite ra tu ra E s p a ñ o la ; y cuando se preparaba á dar á la im ­prenta el segundo, complemento de la obra, que ha dejado casi concluido, atajó la muerte sus pasos, privando á la re­pública lite ra ria de uno de sus mus ilustres miembros.

En unión de su in tim o amigo el docto y pro fundo crítico D. Manuel Cañete, á quien tam bién profesamos especial cariño desde los años prim eros de nuestra v id a , d ir ig ió la Racista de C iencias . L ite ra tu ra y A r te s , publicada en Sevi­lla desde el año 1855 al de 1860. Seis tomos se publicaron de esta rev is ta , y el Sr. Fernandez-Espino insertó en ella muchos artículos,, entre los cuales son notables los que es­crib ió sobre E l origen de la em oción trá g ica : E l Puso hon ro ­so sostenido p o r S u ero de Q u iñ on es; S a fo ; D e las atusas gue influyen en e l o rigen y p rog res o » de las C iencias, la L ite ra in ra y tas A r te s ; Reseña h is tórica de la elocuencia en y c ia r al, desde la decadencia de l Im p e r io rom ano hasta nuestros d ias; E l D o c to r B en ito A r ia s M on ta n o , y otros muchos.

Como poeta, el Sr. Fernandez Espino puede considerarse uno de los más ilustres continuadores de la Escuela Sevi­llana. Herrera, I l io ja , L is ta y Reinos« han sido los mode­los que form aron su gusto. La sencillez, lu ternura, el es­cogió liento do la dicción poética que elevaron al más alio grado los dos prim eros insignes vates, la pureza y correc­ción del lenguaje son las cualidades que distinguen sus obras de este género.

D ignas son de mencionarse sus poesías .1 la Santís im a V irgen M a r ía (de quien era fe rv ien te devoto ), .1 M o r i l lo , U na noche de verano, L a F u en te de Tom ares, L a A m b ic ió n y ta tem p ’anza, L a M a d rese lva y la r o m . L a iV iña y la m a ­r ip o s a , E l A m o r de una p a s ion a ria , y E l S i t io de S e v illa , premiada por la Real Academia Sevillana de Buenas Letras con un clavel de oro , galardón ofrecido en público certa­men, que se adjudicó á su autor unánime y solemnemente.

El Sr. Fernandez-Espino, que, aunque de temperamento nervioso y de complexión débil, había d isfrutado siempre de sa lud, ú pesar de mis continuos estudios y de su incan­sable laboriosidad, merced acaso á lo sobrio de sus costum­bres y «1 arreglo de su v id a , empezó á padecer del estóma­go en D iciem bre del año ú ltim o . Habíase trasladado al pueblo de su naturaleza para d is fru ta r de la compañía de ios suyos, y de una casa de recreo, labrada á costa de mu­chos afanes, y entregarse al mismo tiem po con más des­canso á conclu ir su obra Curso h is tú r ico -c r itico de L ite ra tu ­ra española. A instancias de sus amigos políticos regresó «1 poco tiem po ú Sevilla , donde continuó padeciendo el m a l, que, si al p rinc ip io no pareció grave, creció en in ten ­sidad, poniendo en cuidado á los parientes, amigos y mé­dicos que cariñosamente lo asistían. A princ ip ios de Marzo del año actual experimentó notable a liv io que hizo conce­b ir la esperanza de sa lva rlo ; pero al poco tiem po experi­mentó una recaída funesta. Era completa la desgana, con­tinua la molestia en la regio» estomacal, absoluta la fa lta de fuerzas digestivas, pertinaz la fiebre y notables el en­flaquecimiento y debilidad del enfermo que, dócil siempre á las prescripciones de los facu lta tivos , su fría con fo rta le ­za de ánimo y resignación verdaderamente cristiana los dolores que lo m ortificaban. Sospechóse entonces que habia

j lesión en el estómago; y los tres médicos encargados de su curación, cariñosos amigos suyos, creyeron que el calor de

i las habitaciones donde v iv ía el paciente podia serle nocivo, determ inando que se le trasladara inm ediatam ente á otra casa más fresca. Disputáronse algunos amigos el gusto de llevarlo consigo ; pero como era na tu ra l, p re tirió i r a la casa que le brindaba su buena sobrina 1).* Manuela Fernandez de L a Bastida, que no se separó nunca de su lado, prodigán­dole so lic ita los consuelos que tan to había de menester. Todo fué en vano. E l m al presentaba síntomas temerosos, y el Sr. Fernandez-Espino otorgó su disposición testamen­taria . recibiendo fervorosamente los auxilios espirituales con g ran edificación de loa circunstantes.

Y*

A M É R IC A D K L 8 1 'D.— vista generai* dk iti»«* Janeiro, cantai, dei* iiraril. — ( De fo to g ra fia . )

304 J_,A

No se horrará «le nuestra memoria el triste cuadro que presentaba en ln tarde «i«'l 18 de Muyo lu habitación del en­fermo. Vacia éste.en su lecho, rodeado de parientes, nmi- iros, sacerdotes, médicos y hermanos de la Caridad, que lo ayudaban ;i bien m o rir ron tiernas oraciones é inundados sus ojos de Jágrimas, y ¡i las tres y media de la tardo espi­ró blanda y sosegadamente, estrechando contra m i pecho un pequeño crucitijo . ¡A y ! Iiabia dejailo de la t ir para siempre aquel corazón noble y generoso, y de pensar aquella clara in te ligencia . E l doble de la campana de la Universidad y de la m ayor de la G iralda anunciaron á poco el in fausto su­ceso al vecindario de Sevilla , que mostró general senti­miento. sin d istinción de clases ni de paitidos. El rector de la U n ivers idad, el decano del Ilustre Colegio du abogados, el d irector in te rino «le la Real Academia Sevillana «le Bue­nas Letras, los parientes y am igos, entre quienes se conta­ba el Exorno. Sr. Conde de Casa G álbulo, gobernador «le la p rov inc ia , rogaron ú éste que d irig ie ra un telegrama ni Sr. M in istro «le la Gobernación para que permitiese «pie los restos del d ifu n to descansasen eu la ig lesia de la U n ive rs i­dad, al lado de los Arias Montano, Rodrigo Caro, A rgu ij» , L is ta , Ruinoso y el Conde «le San Lu is , tierno am igo del i l ifu n to , el cual endulzó sus últim os momentos con m i cari­ñosa compañía. El Gobierno otorgó la gracia , previniendo «jtie el cadáver fueru embalsamado y se empleasen todas las precauciones que para tales casos aconseja la higiene.

El d ia 20, á las Ocho de la mañana. 6e celebraron en la iglesia parroquia l de la Magdalena solemnes exequias p««r el alma del d ifu n to , asistiendo á ellas para tribu ta r este homenaje de cariño á m i grata memoria numerosísimas per sonas de todas clases, y desde a llí d irigióse la triste «omi- tiva á la U n ive rs idad , donde la recibió una comisión del dm iB t.o , precedida de los maceros, y rezad" el ú ltim o res­ponso se colocó el cadáver en la bóveda, del lado de la epístola.

E l Sr. Fernandez-Espino fué Censor de teatros durante muchos años, Oficial del M inisterio de la Gobernación, J«*fe «le Sección en el M in isterio de Gracia y Justic ia , plaza que renunció al verificarse fd pronunciam iento de 1854, y Oí- rector general «le Instrucción púb lica , elevado cargo «pie desempeñaba cuando ocurrió «-1 destronamiento de la <1¡- uustia. En A b r il ú ltim o se le ofreció el Rectorado de la Universidad Centra l, destino «pie rehusó por el mal estado de su salud. Era ind iv iduo correspondiente de la Real A ca­demia Española. D irector de la de Buenas Let ras desde 18(54, ind iv idu o de número de la Academia de Bellas Artes y socio de m érito «le la de Am igos «leí País. Estaba condeco­rado con las cruces de Conu-mlndor de la Rosa, del Brasil, lu de Francisco I de las Dos Sicilia» y la «le número «le Cárlos I I I . — S M. intentó prem iar su a«llu sioti n la dinastía leg itim a concediéndole la gran cruz «le (a rlo s I I I , y ya estulta extendido, aunque sin firm ar, el decreto en que se le otorgaba la g rac ia , al tiem po de verificarse su fa lle ­cim iento.

E l A yuntam iento «lo la v il la de A la tlis acordó celebrar solemnes honras por el alm a tle l ilustre «iiftm to y poner su nombre á la ca lleen «jue unció: el de S evilla , ú instancias «le la Sociedad «le Am igos del País, m ovida por 1). An ton io deljCanto, hn resuelto también ro tu la r eori su nombre una <•ulle.de la cap ita l; la Real Acndemin «le Buenas Letras le dedicará una corona poética im prim iendo ú sus expensas una colección de sus poesías: SS. A A. RR. los Serenísimos Hrcs. Duques de Moutpensier, que tanto lo estiinabau, lian enviado su sentido pésame á la U n iversidad, á la Acade­m ia de Buenas Letras, á la fam ilia V á Sevilla por tan sen­sible pérdida; y el autor de este artículo lo ofrece á su me­m oria en testimonio hum ilde , pero cord ia lis im o, «leí amor que le profesó en vida.

J ijas J osé B ckno .

EPÍSTOLAAL KN' MO. Rlt. O. .ICA.N SICARIO GALLEDO «<).

I Hasta hoy inédita.)

Matizan esas canas que en tu fren te T.a edad sembró, «leí lauro soberano.N icario , el verde esmalte florec iente:

Cual vemos esparcirse en fé r t i l llano L i a ljo farada llu v ia del rocío Sobre el fru to sabroso y rubio grano.

Mas, como ostenta en abrasado estío D e l Cáucaso g igante la a lta cumbre Cándidos restos del inv ie rno fr ió .

De tu ingenio fe liz la clara lumbre No entib ian canas con su ludada nieve,N i amengua de la edad la pesadumbre.

Eu vano, á impulso «le la envid ia aleve,Turba procaz, con gárru la insolencia (2 ) ,A l sagrado laurel audaz se atreve.

Eu vano , con frenéticS vehemencia,Trueca la plum a en m atador cuchillo .Blanco tu nombre haciendo á su vio lencia.

Puede el rad iante, claro, eterno b rillo Del sol que luce en la celeste esfera,Manchar, acaso, nebuloso a n illo?

Del rio que fecunda la pradera.No in fes tan la corriente cris ta lina L a s h á litos riel r im o m su rib e ra (3 ) :

N i «le lagarto v i l que ac tivo m ina,Logra el constante i in r i caz d e v e lo De egregia torre estrepitosa ruina.

¡Calum nia la v ir tu d , in fam a el celo,Raza «¡He envid ian víboras hircanas,Azote crudo del airado c ie lo ! 1 2 3

(1) Véase la Iutro iluccion publicada en e l núm. X X I I de L a I n :stbación E spaño la t A m k k ic a n a .

(2) ¿acuérdese el objeto «te estos versos: desagraviar al ilus ­tre poeta, á ¡a sazón ind inam ente y sin fundamento alguno denostado.

(3) Todos los versos que van en bastard illa son. como lo hemos dicho en la In troducción, los corregidos, ó á los del autor sustitu ido*, por D. J. X . Gallego.

Jl u s t h .a c i o ^ J Í s p a ñ o l a Y y^M ERICANA . N.* X X I I I

¡B lasfem a «le la ciencia y de las canas,Búrlate tle l saber, tú «pie lu lira Del Parnaso español nnduz profanas!

• Levanta, enciende abominable p ira ,Donde g lo ria y honor, en holocausto,Inmoles al o rgu llo que te insp ira !

¡Canta «le la ignorancia el lauro in fausto ; Gózate del ingen io en el m a rtir io ;

• Corona al necio de razón exhausto !Sangriento, ¡tupio, c rim ina l de lirio

La inspiración poética reemplace,La cicuta le ta l á rosa y l i r io :

El crimen sólo la invención en luce;Y al te rro r que Melpómene im p rim iu Suceda horro r «pie «le maldades nace.

Exáltense el rencor, la alevosía,Y, en libe lo m ordaz,se truequen luego Las ingeniosas gracias de Taifa.

T a l como suele pavoroso fuego ,(¿ue alum bra en la sabana al ind io rancho En la obra in icua de su cu lto ciego,

A rder, con llam a voladora, el ancho L lu i io feraz, si chispa incandescente Prende ta l vez en rústico garrancho ;

O si el incendio lle va , to rvo agente D<-1 m a l. ni seno de la arista seca,Del Austro abrasador rauda corriente ;

T a l, raza torpe, v ip e rin a , enteca,T n fuego , el resplandor de noble liza,En llama in icua, destructora trueca;

T a l, do la Üor que el ra lle a rom a tiza ,E l soplo hasta que tu la b io a lien ta ,Para to rnar las hojas en ceniza.

L a l i i r l de. la ca lu m n ia te. a lim e n ta ;D e m a n c illa r con diente denegrido La preclara v ir tu d , estás sedienta;

Es tu mansión sepulcro derruido ;T u oficio pro fanar la antigua h is to ria ,(* «leí ave real manchar el nido.

I Si'ik !__¡T repa .......! Infam a su fu lgente g lo r ia ,Que si en sus garras sofocada espiras,M uriendo, acaso, dejarás m em oria!

X ó ; que la g lo ria in fam e á que tú aspiras No la alcanza á lograr de Zo ilo el a r te :Quicr«* el Genio del mal más altas liras.

Podrás, re p til, apréndelo, in fa m a rte ;Podrás v iv ir , quizá, de tu ponzoña,Mus la posteridad hn «le ignorarle.

Los «¡eos de lu rústica zumpoña,Qiu*en manos de V illegas (4 ) exaltaba La lla r que nace, el árbol «pió retoña ;

La voz «pie blandamente regalnbá A tórtidn doli«*ntey bosque um brío,Y á m oribunda cierva consolaba (5 ) ;

Aipu-lhi quede Elisa el lindo im píoG im ió, ¡tin tand o a l tie rno .XeniorusoY de una in g ra ta e l áspero desd o ( t i) ;

A 'p ii'l KiTcno canto midodmsoQue ol Bétis escuchó, y al sevillano Rinja (7 ) para siempre hizo famoso;

El aconto robusto, sobrehumano,Que del Bastardo ilustre lo alta hazaña,H izo al mimen cantar de (ü 'iitin hermano (8 ) ;

La lira á la am bición y a l s ig lo extraña,Que á re tiro y v irtu d gra ta provoca,Guando canta de Dios piedad ó saña (!•).

Tantos, que n i á nom brar basta m i boca,Y son, la fren te ornada «le laureles,Gala y ornato de la Olimpia roca;

M ientras del tiem po vario las crueles Iras, en po lvo v i l van trasformando .Muros, columnas, plin tos, capiteles,

En uno y otro sig lo resonando,Viven y v iv irá n miéntras Castilla Su idiom a hnldáre, numeroso y blando.

Y más lian do v iv ir : que la cuchilla Goda la lengua destruyó del L a c io ,Y « lia , en su tum ba, refu lgente b r il la :

Del orbe cu lto en el inmenso espacio,Modelo son del escritor prudente Eos cantos «le Marón v los de Horacio.

¡ Detractores tuv ieron ; insolente También su fam a escarneció la en v id ia ; Calumnia persiguiólos maldiciente!

D.-sde que entra en el m undo; el H u m o lid ia , Si no le ampara próspera fo rtuna .Contra el insulto audaz y la pe rfid ia :

Máa breve, basta el sepulcro, es de la cuna El sa lto , que v iv ir el hombre llama ;Breve tam bién !n lucha, aunque im portuna;

Y el nombre que después gratule se aclama, De una e«lad y otra edad recibe cu li» ,Y ciñe eterna la triun fan te rama.

Entonces, al autor del torpe insu ltoHunde el o lv ido en su pro funda sima Bajo el a lta r del m érito sepulto.

— N icas io ; el orbe «pie el saber anima, Trastorna o rg u llo , de Salan sicario;Acude antes «pie en él su sello im prim a.

(4) P. Esteban Manmd «le Villegas, uno de nuestros mejo­res poetas bucólicos del siglo x v n , y en su género excelente m«*«I» lo siempre.

(5) D. Francisco de la Torre (siglo XVII). el m ejor, si no el únii'o, poeta de la Melancolía en España, sus obras son tan Conocidas que no ha y para qué citarlas.

(G) Alúdese á Garcílaso, y no hay más que decir.(7) Cuand esto *e escribía R io jaera universalmente creído

autor de la Canción ó las m i m u de I t a l i - a , que después se ha probado rer obra de K.«iriso Caro. Ahora, en estos dias, un erudito le niega la paternidad «le la E písto la M o ra l «i F i l i o ; per» aun asi. Rio ja os un gran poeta.

(8) Fernando de Herrera: alúdese á su canción á la batalla de Lepanto.

\‘J ) Fr. Lu is de León.

A rm ar fuerte bajel es necesario,Donde las sacras leyes del buen gusto Salvemos d«d fu ro r del vu lgo vá rio :

Como en bis aguas, que el enojo augusto Del santo de Israe l, lanzó á ia tie rra ,E l crimen pereció, salvóse el justo.

Cuando ln noche tenebrosa c ie rra ,Y brama el trueno precursor del rayo,Nauta sen-no su tim ón a fe rra :

Que el riesgo es, del va lo r, el solo ensayo,Y más mpiél se in llam a y resplamlcce,Cuanto causa m ayor tiene el desmayo.

T ú , en «piien «le su poder ejem plo ofrece E l c ie lo , que á tu ingen io los quilates Con el trascurso «le la edad acrece;

Del autor «le mis «lias, fie l Acates (1 0 ),Que al tem plo del Señor me «liste ingreso,Y al Benjamín tam bién de m is penates;

T ú . á quien, por tra d ic ió n , amar confiesoDesde que pudo el lab io balbuciente Del corazón el voto hacer expreso;

T ú , que inspiras afecto reverente A los «pie el cu rao del v iv ir m ediaron,Y á la discreta juventud ard iente;

Grande entre aquellos grandes que pasmón, Príncipe de los fuertes que m ilita n ,Maestro «le los buenos que boy se m inaron :

,¡ Oye las voces que á la l id te inc itan !¡Oyelas, y al com bate: y con tu e jem plo ,En estudioso ardor todos com pitan!

¡Olí vergüenza! ¡O lí d o lo r !— Cuando contem plo Mudo tu lab io , y escalando m iro Vates protervos «1«; la Fama el tem plo ;

A t i, v iv iendo oscuro en tu retiro,Y UHin pando el laurel á más de un necio :¡T u l vez que sueño juzgo, que de liro !

¡Cómo! ¿Ya sus favores á v il precio Las Musas dan al libe rtino imberbe,Que al lupanar las lleva en su desprecio?

S i: la Vestal, es fuerza que boy conserve,E n ce-; de l fuego sa rro , llam a im pura Del sulfúreo volcan qne activo h ie rve ;

H oy, la deform idad es la hermosura;La invenc ión , del Averno airada sombra;De Amor, la amarga h ie l, sola du lzu ra ;

E l osario, «le Edén flo rida a lfom bra ;E l cadalso, dram ático instrum ento ;¡ Y G kn'K i al ciego de lira r se nom bra !!

¡A lt !— Del poeta audaz, ca lenturien to ,Corona «le ciprés y adelfa amarga,Es, en voz del laurel, d igno ornamento.

¡Oh vergüenza! ¡Oh do lo r! — ¡M i pecho embarga Güera in e x tin g u ib le , ni ver remudo El plectro ibero ú postración tan la rga!

¡ En vano, pues, brotó la llo r de G uklti;Que «-I cierzo lia m architado su belleza,Y el ameno pensil trocó eu ««julo!

De su tesoro abrió NaturalezaLas fuentes, sin provecho; y ricos «Iones Pro«ligó ni español en su largueza ;

D im o s , en rano, osadas invenciones , t,'ra iit/ ib icnente, a rm ón ico id io m a ,Ingen io c la ro , fu e rte s corazones.

¡ Dos sig los, s i, luchó la an tigua Roma Para vencer, N icasio, ni pueblo mismo,Qne extraño yugo lite ra rio hoy doma!

¡ La plaga de serv il extranjerism o Lanzó sobre nosotros el potente Señor del a lto cielo y del ab ism o!!

¿P orqué, si desdeñáis del elocuente Jo-vino (11 ) el grave to n o ; si severo Juzgáis á Enarco (12 ), el cómico excelente;

Si al vate del arroyo y del otero,G loria del Tórmes, ínc lito Butilo (13),Negáis el prem io, del cantar, prim ero :

No buscar á más lib re audaz estilo.Modelo en Lope, Góngora (14), Cervantes, Calderón, nuestro 1‘ lauto y nuestro Esquilo.

¡Con el Genio español, m il veces antes Perdernos en a ltivo osado vuelo, •Que exótico pendón seguir rampuntes!

¡ Y tú lo ves, y ca llas!— ¿Trabó el hielo La voz que, del gran «lia carpen taño,La g lo ria eternizó y el negro duelo? (15 )

Paralizó tam bién aquella mano,Pulsando el arpa cólica del Norte,R iva l del Bardo indígena B ritano? (1(5)

Mal parece, N icasio, en muelle córte,Sin us«> la tizona á cuyo tilo Tem blara la vandálica cohorte.

S i, entero aún de tu existencia el h ilo ,T u nombre el tiempo, en plancha de d ia m a n te , Grabó con eterria l agudo estilo ;

Por eso, dulce am igo , más rad iante,Más fú lg id a , más bella la aureola,Te cumple hacer, que te orna ru tilan te .

Vuelve á prestar su b r il lo á la españolo,Purísima, elevada poesía,

(10) Ya h«' dicho, en la Introducción, la in tim a y constante amistad que unió ú u ii padre, desde la juventud hasta ln vejez, con e l Sr. Gallego. E«e. cuando yo nací, d ijo la misa que mi excel -nte madre oyó al llevarme por vez primera al tem plo; y el mismo favor hizo a l año de 4ñ á la madre del que « ra en­tóneos el menor de mis hijos.

(11) D. Melchor Gaspar de Jovcllanos.1 12) D. Leandro Fernandez Moratin.(13 D. Juan Mclendez Valdés.(1-1) Góngora, cuando no cu lto , es uno de nuestras mejores

poeta-«.(15) Alúilese á la oda «le Gallego al Dos de Mayo.(I(>) Alúdese ü la magnifica traducción clel Oscar, muy su-

perior al o rig ina l, y cuyos versos no hubiera Oslan desdeñado ciertamente.

N.° X X I I I 305p A ] l u s t r ,a c i o p í J5s p á ñ o l a y ^ m e r i c a n a .

Que hoy yace oscura, profanada y sola (17).En la d if íc il senda, tú nos gu ia ;

Trem ola del Buen (ins to el estandarte;Y — -i ¡(¡tie rra — clam a— á la facción im p ía ! »

¡O h! Si á la arena, tú , quieres lanzarte,¿Quién, menguado, podrá brazo n i pecho,Pura la santa lid , á ti negarte ?

T u voz, sonando del hercúleo Estrecho A l nevado Pirene, en la m ontaña,Del ruar inquieto en el pro fundo lecho ;

¡T u voz, cual trueno, respirando saña;Tu voz, cual la del Ju ic io precursora,Se extienda por los ámbitos de España!

• Ya < | eco la rep ite atronadora!Y a , al escucharla, el corazón pa lp itn ,

el va lo r, siente el a lm a, que atesora!¿ Lo ves? La grey poética se ag ita.....

'Pe sigue, como airadas ondas lleva El v ien to , en pos de sí. qne las irr ita .

N inguno tiem bla la te rrib le prueba :Te oye ron , y aquí están ; y toaos sienten Fuerza y v ig o r, y a lien to , y vida nueva.

No teme el Procer cu lto ( 18) que se afrenten Los tim bres del egregio Condestable,Porque en la hueste del saber le cuenten;

Del arpa c-n que cantó , con lam entable Tono, del gran Felipe la agonía,Ya escucho el grato acento in im itab le .

¡ < >t-ra vo z ! Otra m ágica arm onía!Ln im p ren ta .....E l m a r .......¡ Los ecos que sonaron,A llá en los templos de la G recia, un d ia ....!

Las tum bas, á sus cautos esta lla ron;Y , a llá en la s illa celestial que goza.Nuevos laureles á Pelayo ornaron ( lü ) .

¿Quién, halagando el pecho, le destroza Con ecos de Numancia y de Sagunto,T im bres de eterna g lo ria á Zaragoza?

Aquel es que, de Horacio el fie l trasunto, Dando á la pa tria , de belleza el tipo Mostró, que rige en partes y en conjunto.

Del po rven ir, que osado aquí an tic ipo ,Las edades, á envid ia y ódio ajenas,¡Grande te llam arán, cantor de E d ipo ! (20)

Oye , N icasio, a llí de las serenas Cláusulas de León grato recuerdo,Sonar en apacibles cantilenas:

L a voz es del va ró n , activo y cuerdo,Que a l exacto compás, plectro insumiso Unió en su diestra con extraño acuerdo.

Él me enseñó de Enríalo y de Niso A comprender al vate, y cuál se mide De la celeste esfera el ancho friso.

1.a clara luz, que en torno á si despide,Lanzó en m i mente fú lg id o destello,.Mi flaqueza no más b r il la r le impide.

Mas, si de ciencia no, grabado el sello De eterna g ra titu d llevo en el alma A l que me hic iera amar lo grande y bello (21 ).

M ira aquel campeón : antigua palma L leva , y laurel de tr iu n fo más reciente:Su ardor el peso de la edad no ca lm a:

Sentir nos hace, porque tierno siente,La t im id e z , de E n vero las pasiones,Y de la OI ROA el cántico doliente (22).

lisos contigo (2 3 ) : en pos los escuadrones Guiando van , el Arcado guerrero (2 4 ),Duro en el pelear, blando en canciones;

G rave, elevado, pensador, severo,Quien, á Guzmau y al ínc lito Gonzalo, D ignam ente p in ta r supo el prim ero (2 5 ) ;

Propicio al bueno, si indulgente al m alo,De A lfonso , de Rodrigo y de M andila ,E l va te , nunca im itado r del Galo (2 0 );

Lento , pero invenc ib le , de Sevilla E l sonoro cantor, con tarda muestra De su fe liz ingen io , m a rav illa (2 7 ):

El tr iu n fa d o r antiguo en la palestra,D iscreto, fá c i l , decidor, risueño,Recuerdo del gran Lope en la edad nuestra (2 8 ) ;

Audaz, frunciendo el iracundo ceño,De la matrona reg ia de M olina,Busca la l id el vate con empeño (29 ) ;

En la dieBtra el laúd, la capellina Férrea en la sien, ya m iro al esforzado Campeón cuyo am or jamas d e c lin a ;

(17) Hay en este período grandísima exageración sin duda alguna. En el calor de la composición, y dejándome llevar del sentim iento que la inspiraba, d ije lo que hoy. á sangre fría, pensar no puedo. Habia entonces algunos malos poetas, pero también muchos m uy buenos.

(18) l>. Bernardino Fernandez de Velasco, Duque de Frías, Condestable de Castilla, valeroso coronel de caballería eu la

uerra de la Independencia, y uno de los más insignes poetas e este siglo. V iv ia entonces aún, y me favorecía con su

amistad.(19) D. Manuel José Quintana, el T irtco español, también

amigo de m i padre, y favorecedor mío.(20) D. Francisco ’Martínez la liosa, qne honraba nuestra

te r tu lia con sn asistencia, algunas veces.21) D. Alberto Lista, matemático, poeta, publicista, critico ,

y sobre todo M uestro sin r iva l, y Maestro siempre. Tuve la honra de ser su discípulo juntamente con Kspronceda. con Ventura de la Vega y con Felipe Pardo, tres insignes poetas y excelentes amigos que ni sepulcro me han precedido.

(22) D. Juan Maury, lite ra to de primer órden, versificador in im itab le , traductor al í anees de muchas poesías españolas, y autor de Encero y A lm o d o ra , L a T im idez, L a Ciega, etc., etc.

(23) Los poetas contemporáneos hasta aquí enumerados pertenecían á la gener .cion misma de D. J. N. Gallego, y te ­nían ya su reputación bien asentada.

(24i D. Juan de la Peznela. hoy Conde de Chcstc.(25) D. Antonio G il y Zarate.(20 D. Juan Eugenio Hartzenbusch.(27) D. Ventura de la Vega.(28) D. Manuel Bretón de los Herreros.(29) D. Mariano Boca de Togores, hoy Marqués de Molina.

A que l, en-todos clim as inspirado,P o e ta de D os Alvaro y Muharra,P in to r tam bién , y procer, y soldado (30).

Como en los aires la nervuda garra E l águila caudal tiende, y la presa Qne apénas v ió asegura y la desgarra,

Acude ardiente á la sublime empresa,Su vuelo alzando hasta e l celeste em porio ,Quieu poeta y no más v iv ir profesa.

¡Salve, cantor de Sancho y de T e n o rio !¡Salve, de luz estrella ru tilan te ,Que contempló nacer antro m ortuorio! (31).

Salud tam bién, te rro r del in tr ig a n te ,Festivo coronistn de Ensenada,E l que negro pendón llevas delante (32).

N i vana fué al combate la llam ada Para el d iscreto, fá c il e rud ito ,Que v ive en nuestra edad y en la pasada (33).

Se annn tam b ié n , y tiem bla ya el precito S entir de Jnvena l el crudo azote,El que en la pauta de Quevedo ha escrito (3 4 ),

Y el que en sus armas, por d iv isa y mote, Curiosidad grabó, cauto Parrante,L ib re basta ahora de enemigo bote (35).

Y a de l segundo Saneho e l elegante C a n to r na va rro (3G), apresta su tizon a ,1 ' se ca lza la espuela y tom a e l g u a n te ;

N i tú nos fa lta r á s , bella A m a zo n a (3 7 ),Can a q u e l v a ro n il l ír ic o acento,A que de.be tu sien doble corona ;

Y ron e lla , ¡ o h N ic a s io ! d e n lo y ciento,A ns iosos ro la rá n de o i r la seña ,l ) e ostentar en la lucha su a rd im ie n to !.....(38)

Mas ¡a y !— Te niegas: tu v irtud desdeña Tender contra el ejército pigmeo,Del Parnaso español la noble enseña.

AI menos, yaque sordo á m i deseo,No pulses más la c ita ra sonora,E n v id ia un tiem po del d iv in o O rfeo;

Los cantos que produjo , y atesora De tu cruel modestia la avaric ia ,Del sol gocen la lum bre bienhechora.

I>o tu edad ju v e n il fue ron de lic ia ,Para nosotros hoy a lta riqueza.Que anhela de saber noble codic ia.

Dásela al po rven ir; po r si flaqueza A los buenos aflige, y la Ignorancia Ceba en ellos su a r ro jo y su fie rez a.

T ub versos serán freno á la arrogancia Do la proterva grey; fin del espanto Del Bueno; y fuente de in d ita constancia;

Como del C id , áun m uerto , pudo tanto E n el Arabe in fie l la inmensa g lo ria ,Que, al bruzo inerte del cadáver santo,N i disputarle supo hi v ic to ria .

Patricio de la Escomíka.Madrid, í de Setiembre «lu 184/5.

UN POLÍTICO A L USO.No hace muchos días que sentado yo ante la mesa de mi

despacho revolvía la p lum a entre m is dedos y bis ideas en m i cabeza buscando nlgun asunto para escrib ir un ar­tícu lo que no fuese de aquellos que por fa lta «le v ia b ilid a d

suelen sa lir de las manos del ca jista sin llega r á las del pú­blico.

Ib a ya á escrib ir una Revista de toros ¡tara e v ita r este pe lig ro y áun por seguir la g loriosa senda que marcan en nuestra lite ra tu ra E l E n a n o , E l C encerro , E l Tábano y E l

T ío A lie n a , cuando llegó á in te rru m p ir tan loables propósi­tos m i am igo el respetable D . Pedaneio, persona m uy de m i aprecio y respetable por más de un concepto.

Sentóse á m i lado, y con la autoridad que le dan sus años — que s*>u muchos en comparación «le los in ios— sin más prelim inares me espetó la sigu iente pretensión :

— Vengo á pedirle á V . un fa vo r, jóven. Necesito que ál- gu ien escriba m i b iogra fía y quisiera que ese á lgu ien fue ­se Y., á quieu conozco hace mucho tiem po y en quien ten­go más confianza que en cualquier otro. Espero que V. se prestará gustoso, ¡qué d ia b lo ! ya es tiem po que piense us­ted en hacer a lgún traba jo serio y de trascendencia, y n in ­guno m ejor que m i b io g ra fía ; ya sabe V. que be sido varias veces d ipu tado , gobernador una y d irecto r o tra : y con es­to, d icho se está la im portancia de m i personalidad política, qne D ios mediante áun ha de raya r más alto. Y po r esta consideración y por si las Cortes se retinen, como algunos aseguran, tengo por conveniente recordar á España entera, y m uy particu larm ente á m is electores, todo lo que soy y todo lo que va lgo . ¡ Qué quiero V . ! yo siempre be sido lo

(30) D. Angel Snavedra, Dnqne de Rivas.(31) D. José Z o rrilla , que se dio á conocer por vez primera

en el entierro de Larra, leyendo en el cementerio mismo una composición titubó la L a Cam pana, si la memoria no me en­gaña. que nos dejó atónitos á los circanstar.ee«.

(32) I). Tomás Rodríguez R ubí,e l autor d e - ia 7?urda de la F o rtu n a y de l ia m iera Negra.

(33) D Agustín Duran, tau erudito como po.-ta, y cuya me­m oria amo y reverencio.

(34) I). Antonio María Scgoyia, E l Estudiante.(35) D. Ramón de Mesonero Romanos, E l Curioso pa rla n te .(36) D. Joaquín Meneos y Manso, entóneos Barón de Bigüe-

zah boy por herencia Conde de Gi .endulain.(37) O. ña Gi rírúd is Gómez de Avellaneda, insigne poetisa.

Véase la Introducción.(38) Este remeto y el qne precede al anterior, fueron co rre g i­

dos por el Sr. Gallego, pero • rig inarianiente escritos por m i. E l que es todo suyo, eu |>ensamiento y frase-, es el que men­ciona á la Sra. Avellaneda.

m ismo, tan modesto que nunca h ice m ida por darme á co­nocer; jamas m i firm a ha co rrido ai p ié de n ingún escrito, ni m i voz resonó en el Congreso, n i siquiera se me ha ocur­rido nunca tener un periódico encargado de decir al p ú b li­co quién es D. Pedaneio, cómo piensa y cuánto le debe la pa tria á él y á sus am igos; pero hoy que la modestia luí caído en desuso me veo precisado por decoro prop io á de­ja r la t i l ia á un lado. •

Con que, á lo que vengo, vengo. Usted escribirá m i b io ­g ra fía , para lo cual daré á V. cuantos pormenores y «latos necesite. Puede V . i r tom ando nota.

Ya be dicho la gran consideración «pie D. Pedaneio me merece; no me fu é , p«>r ta n to , posible negarme á com pla­cerle en esta ocasión, que aprovecho para dárselo á cono­cer á V V ., y creo me lo agradecerán, tratándose «le una eminencia po lítica , como m uy p ron to lo echarán de ver pu r el siguiente diá logo que con él tuve y sostuve:

oo o— N ací, — me d ijo D. Pedaneio,— en el pueblo de Zeda

ó Zeta, donde pasé la m ayor parte de m i v illa d is fru tando tas bienes que por m ayorazgo me correspondieron, y ocu­pado en cazar y dar convites á mis am igos, requebrar á las mozas y despreciar á m is vecinos más pobres que yo ; llegué á ser m ayor de edad y á encontrarme dueño de mis ac­ciones.

— Lo celebro mucho. Pero dígam e, Sr. D. Pedaneio, para entóneos supongo que ya tendría V . acabada su ca r­rera.

— Faltábame empezarla, y m uy pronto me presenté can­didato en las elecciones de diputados á Cortes, porque lia de saber V . que en punto á carreras la po lítica es la única que me agrada, y asi jamas be querido seguir otra.

— Y lia hecho V. m uy bien.— Ademas, como yo era mayorazgo, no necesitaba pen­

sar en las letras ni en las ciencias para v iv ir , bastándome súber poner m i nombre y apellido en las cuentas y recibos de m is administradores. A s i, pues, elegí entre todas la ca r­rera po lítica , por ser la que ménoB estudios y quebraderos de cabeza lleva consigo y la más fá c il y descansada de cuantas conozco.

— Tiene V. razón. ¿De qué le serviría á V. la ilustración y la ciencia babiem lu de ser po lítico?

— Eso es lo que yo be pensado muchas veces, riéndome en grande «le los «pie me decían que la po lítica es una c ien­cia complicadísima y que pocos poseen, y «pie es tan vasta que comprende la in te ligencia de lo pasado, el conocim ien­to «le lo presente y la revelación de lo por venir.

— ¡Bollerías! Como si le dijesen á V. «pie para representar á su patria necesitaba conocer las necesidades de ésta ; sus relaciones con las otras naciones, de que V. apénas tendrá noticia ; las leyes que la rigen ; las circunstancias por «pie atraviesa y , en f in , otra porción de cosas que V . ignora , y sin embargo, es V. todo un político.

— Y vaya si lo so y ; porque, señor, es lo que yo d igo, ¿para qué necesita saber leyes quien lia de hacerlas?

— Y dice V . m uy bien.....Prosigamos la b iografía .— Con mucho gusto. Decía «pie me presenté candidato

diputado po r m i pueblo.— Tendría V. en él muchos am igos y relaciones.....— ¡C a! no señor; n i los tengo, ni los quiero, n i los nece­

sito. Siempre soy candidato m in is te ria l.— Eso es lo m e jo r; no le fa lta rá n á V. votos.— ¡Y'a lo creo! veces ha habido que me lia votado una

compañía entera de Guardia c iv i l que rodeaba el Colegio, honor que me creó muchos envidiosos enemigos que ataca­ron m i acta en el Congreso.

— Por supuesto que V. la defendería ú capa y espada.— Perdone V .; ya le he dicho que nuuca lie hablado en

la Cámara, pero otros lo lian hecho por m i. Prosigo :Una vez diputado, y d iputado m in isteria l, no tardé m u­

cho en ser gobernailor. pues de m i no in te rrum p ido silencio bien se deducía que si yo no era hombre de palabras, por fuerza habia de serlo de hechos, y asi, y p revia renuncia an terio r de l cargo honorífico y de poca im portanc ia de re­presentante del país, vine á ser honrosa y retribuidam ente representante del Gobierno.

— Cosa m uy natural y justa, dados los vastos conoci­mientos adm in is tra tivos que V. no tiene.

— Eso es. Por lo demás, aquélla fué la época más fe liz de m i vida.

— Lo creo.—-Pero un «lia cayó el m in is te r io y una noche tuve qne

h u ir á uña de caballo.....— Tam bién lo creo.— Y vea V. lo que son las cosas; después que dejé m i

gobierno so desataron las lenguas m aldicientes acusándome de haber fa ltado á todas las leyes, como si yo hubiera ido á él para cum p lirlas ; y no conteutos con esto, d ije ron que n i gobernar la Insu la Barataría sabría la l Sancho Panza, y con esto no sé lo que querrían decir, porque no entiendo de la tines , y fina lm ente, d ije ron de m i que había vio lado crim ina lm ente la ley electoral, á lo cual d igo que m ienten, pues nunca he ten ido conocim iento de la ta l le y , n i en materia «le elecciones he hecho más qne ayudar a los am i-

396 JLíA ] LUSTRACIOI-l jSsPAÑOLA Y y^MERICANA. N." X X I I I

gos del< iobierno, (pie pa­ra eso éste depositó en mí su comianza.

— Dice Y . muy bien.— En v ir tu d de tantos

cargos como se me h ic ie ­ron vo lv í á ser nom ina­do cuando,/»# m íos ( y no carcas) vo lv ieron á ser poder.

— Y V., po r supuesto, se porta i ¡a esta vez tan bien como la otra

— ¡Mucho m ejor! H ice célebre m i nombre, y de ta l modo creció m i pres­tig io que no pasó mucho tiem po sin (pie se pensa­se en m í para un alto cargo.

— Para el de M in istro de Fomento, sin duda.

— Hombre, no se pue­de saltar tanto, segim d i­cen los que de esto en­tienden ; se me nombró para una Dirección ge­nera!.

— La de Instiuccion pública .indudablemente.

— M ire V., ésa me h u ­biera agradado, pero co­mo me dieron otra de no menor im portancia, tam ­bién la acepté.

— Naturalm ente.— Desempeñé este cargo, y con él tam bién algo de m i

hacienda, que descuidada desde que me dediqué ¡i la po lí­tica había venido m uy á ménns—durante algunos meses.

— Y lo desempeñarla Y. ¡i las m il m aravillas, porque las Direcciones generales son destinos de suyo tan sencillos, que se despachan por si solos.

— Dice V. m uy bien; nada más fá c il que ser D irector general. Yo me iba ti la ofic ina á las tres, después de haber

almorzado y dorm ido la siesta, á hacer tiem po hasta la lio ra de comer. A l l í recibía á los amigos, fum aba, tomaba café y no leía los periódicos, porque nunca he sido a fic io­nado más que al l iu le t in de Tucos, que es el único que. en­tiendo y que a llí no ha liin . Y asi fum ando y hablando sopasaban las horas y llegaba la de dar un pascito y .....hastamañana.

—-Perfectam ente, d ije ; pero ¿ y los expedientes?.....

— ¡A h ! los expedien-..... pnce verá Y ., no

hay cosa más sencilla. E l o fic ia l los trae muy arreglad i tos y con una nota que dice lo que lmy que hacer en el asunto, tan bien explicado todo que no hay sino coger la p lum a y poner a l l í : con fo rm e , con la n o ta , ó con el nenociado, que de estas tres maneras puedo resolverse un expedien­te. ¿H ay nada más sen­c illo ?

— Nada. Usted es un gran hombre,como lo d i­ce bien claro su v id a po­lít ic a , que en seguidita vo y á ocuparme en escri­b ir , valiéndom e de los datos que acaba V . de darme, á fin de que su nombre no quedo oculto cu el m isterio como el de otros muchos que valen tan to , ó casi tan to , como

Pero una duda me ocurre. ¿H a hecho V . a l­gunos estudios especiales de adm inistración ó cosa que lo va lga desde que salió de su pueblo, donde ya me d ijo Y. que le ha­blan enseñado á leer y casi á escribir?

— ¡ Yo! no señor, ¿para qué?— Tiene V . razón; pero ¿cómo se arreglará V . cuando

llegue— que si llega rá— el día en que sea nombrado secre­ta rio general do un M in is te rio y tenga Y. «pie hacer reg la ­mentos, d ic ta r disposiciones, tener á su je fe al corriente del estado de todos los asuntos por (pie pregunte, resolver cuestiones y tom ar parte en la po lítica activa? Y s i, como es de esperar, llega V . á ser M in is tro , ¿cómo escribirá us-

N.° X X I I I J-ja |l u s t i \a c i o x JSs p a n o l a y yA.MERiCANA. 397

tcd proyectos de leyes, cómo dará V. decre­tos, cómo responderá en las Cortes cuando le in te rpe len , cóm o, en fin , ejercerá V. sus fu n ­ciones si no sabe cuáles son n i adúnde a l­canzan?

— Confieso que no halda pensado en eso.Pero m ire usted, en cuanto á lo p rim ero , el M in is tro que me nombre secretario general ya ha de saber quién soy yo , y cómo no soy uno de esos pobrecillos, á quienes de veras compadezco, que por tener ciencia é ilu s tra ­ción no tienen un punto derepoBo, y á qu ie­nes se encomienda cuanto los otros no saben ó no pueden hace r; y en lo que toca á ser M in is tro , llegue yo á serlo, que ya saldré del paso como Dios me dé á entender y como sa­lieron otros que en m i caso se ha llaban, y fueron m uy m in istros y m uy excelentísimos señores.

— Asi es, y ahora d igo que es Y . la más lisonjera esperanza de su p a tria , y que el d ia venturoso— que no puede ta rda r— que V. em ­puñe el tim ón del Estado, España volverá á ser la prim era potencia de Europa, invencib le por mar, inexpugnable por t ie rra ; que su im ­perio vo lverá á extenderse «del ocaso a l o rien­to » , como d ijo el poeta; que los ricos baje­les volverán á nuestras playas cargados de o ro — sin fo n d e a r en la de Y ig o : — que el ge­n io de Calderón volverá á llenar nuestro tea­tro , y el de Cervántes nuestra lite ra tu ra ; que la naturaleza nos colmará de favores, gracias á los progresos de la a g ricu ltu ra ; que se aca­barán las enfermedades y los cigarros del es­tanco, y , en fin , que las Hespéridos volverán ú hab ita r ahí entre Sevilla y Jerez, y desde a llí apedrearán á los incrédulos con sus m an­zanas de o ro , símbolo de una edad que no esestaque alcanzamos.... Con que voy á ponermanos á la obra de su b io g ra fía , que ya me siento inspirado, y no he de levantar cabeza basta verla acabada para g lo ria de V. y honra de su patria.

— ¡Gracias, jo v e n !— me «lijo D. Podando ensi conmovido — ¡muchas gracias!

Y con toda la qtio Dios le d io se despidió de m i, dejándome aturdido al par (pie entusiasmado con su v id a y m ilagros, y pensando en lo grande y fe liz que por fuerza lia do ser España, teniendo, como tiene , tantos hom­bres políticos do la ta lla de D. Podando. ¡M a l año á Bis- marclc y ¿cuantos politicastros porosos mundos andan consu fam a á cuestas y jd aplauso d e jo s ignorantes por lazarillo y

homilía que en España? ¿Quiénes, sino po li- ticos como D. Podando, pudieran dar en todos tiempos esos M e m o ra n ilu im y circu la ren y manifiestos, algunos do los cuales basta pa ­recen tener pensamiento y otros basta casi tienen gram ática? V , fina lm ente, ¿quiénes, sino hombres »le Estado como D. Pedancio, pueden elcvnr á su pa tria al grado de cultura y c iv ilizac ión á que nos hallamos, hoy quelas dcinas naciones decaen ?.....Cosa de risa,si no lo fuera de lástim a, seria para nosotros ve rá esa pobre Alemania é Ing la te rra luchan­do tan desesperadamente por com batir las pre­ocupaciones del oscurantismo que nosotros tanto tiem po hace logramos facilis im am ente rechazar de nuestra v ida social. Y si este ejemplo no fuere bastante, volvamos los ojos á la nación vecina, y con una sonrisa de com ­pasiva superioridad veamos á la entusiasta Francia é Ita lia luchando todavía por esta­blecer en su suelo los eternos derechos del hombre, cosa que cu España Be ha lla fuera de toda duda y á cubierto de toda eventua­lidad.....

¡G lo ria , pues, á España! ¡G lo ria á los po- I i ricos de la ta lla de D. Pcduucio, »pie tanto honran á su noble pa tria !.....

En cuanto á éste, prometióme vo lve r m uy pronto á enterarse del estado de m i trabajo. Aun no ha vue lto ; pero calculen Y .c l alegrón que va á tener al ve r impreso este bosquejo, introducción de su b iografía .

¡ Lástim a que no lo pueda leer!A ugusto M osquera .

1S de Muyo de 1873.

S E V IL L A . — II.MO. 8R. I). JOSÉ FERNANDKZ-KSI’INO,

heraldo! ¿Qué fueran todos ellos si viniesen ú este país clá­sico de los grandes políticos? Y si no, decidme, ¿ qué nación nos lle v a , ni puedo llevarnos, venta ja en esto de legislar con arreglo á bis necesidades do los pueblos y ni adelanto de los tiempos? ¿ Dónde el Estado es más fuerte para soste­ner su d ign idad ni más independiente para ejercer su sn-

LOS ANUNCIOS.

Generalmente 80 cree que la costumbre do anunciar al público la venta do objetos ó dar pub lic idad á asuntos de interes genera l, ya sea fijando carteles en las esquinas, ó bien valiéndose do los periódicos, es m uy moder­na. No es as í: puedo decirse que so anuncia en los periódicos y en las esquinas desde quo

unos y otras existen. Los anuncios eran ya conocidos en los primeros tiempos do Grecia y Boina, si bien en Grecia, durante mucho tiem po, para anunciar objetos de venta v a ­líanse del pregonero ó voz púb lica , cuya costumbre lia ve ­nido eoiiKorvándoso en muchos pueblos hasta nuestros (lias, l ’ero existió en Grecia otro medio de anunciar reservado á

N.° XX11I3‘J.s p A J l u s t r .a c i o k ^ s p a ñ o l a y y^M E R iCAR A .

objetos perdidos ó bien robados, c o m o asimismo para ad­ve rtir al público de engaños ó est ufas becbns en el comer­c io ; ta l era una inscripción fijada ó esculpida al pié de las estatuas de los dioses infernales situadas en los parajes pú­b licos, á cuyas d iv in idades se invocaba para que fu lm i­nasen su anatema sobre 1« cabeza de los culpables. F.ste 1 puede ser el origen de los anuncios fijados en las esquinas.

En Pompeya y Herculano se lian bailado sobre los m u­ros de los barrios que se suponen más concurridos, lo que podíamos llam ar carteles, anunciando funciones teatrales, combates de gladiadores, baños de agua de m ar y de agua de r io , cuyos carteles consisten en una especie de tablas ajustadas, p intadas de ro jo y negro.

Asi como en nuestros dias los comerciantes suelen anun­c ia r los articu les de comercio diciendo que proceden de París. Londres ú otros centros industria les y de la moda, los vendedores de Potnpeya y H erculano anunciaban los suyos como procedentes de Rom a, centro de la riqueza y del buen gusto. Pocos ó n inguno de los objetos de adorno se fab ricaban cu Rom a; pero era indispensable cuando menos decir que a llí se usaban para que tuviesen algún •valor á los ojos de los d ile tta n ti, que han sido siempre lo m ismo en todos los países y en todas las épocas.

La costumbre de anunciar po r escrito v in o al suelo con a c iv iliza c ió n romana. Durante la Edad M edia, el medioúnico del comerciante que quería llam ar la atención p ú b li­ca acerca do alguna particu laridad de su comercio, era el anuncio á v iv a voz. Como á la puerta de easa los fo tó ­gra fos en Lóndres y á la de las expendedurías de b ille tes de loterías en M adrid vemos actualmente anunciadores de v iva voz, en aquellos tiempos los mismos comerciantes ó sus dependientes desempeñaban este papel, d ic iendo á todo el 'p ie pasaba por la ca lle: ; Q ué a* hace, f a l t a ! P e d a l. Así parece que en f/¿adres en 1480 el célebre im presor Caxton anunció la venta de la prim era obra impresa.

Sabido es que Ing la te rra es la nación de los anuncios, y ú los ingleses rc debe el sistema boy más usual y que aca­bará por ser el único, el anuncio impreso cu los periódicos y cubiertas de los libros. No hay invención que no tenga su h is to r ia ; la de los anuncios tiene ya la suya. T a l es en un lib ro que. acaba de publicarse en Lóndres con el t itu lo de : ! Untara a f udve.rtising , f r o r n the earliest tim es, ó sea ! U n ta rla de Ion an ti nidos, dende h n tiem pos m ás rem otos.

De este lib ro pueden sacarse datos curiosos acerca del asunto que nos ocupa y que rio carecen de ínteres.

Veamos la h is toria del anuncio en los periódicos. En 1(142 so liizo , con escasos ó nulos resultados, el p rim er ensayo de un.periódico en Ing la te rra , y parece que en é l, con prefe­rencia á todo, se publicaron anuncios de lib ro s ; pero el p rim er anuncio inglés que se conoce y conserva es el in ­serto en el M e .rcu r iu s p o lit icu s (Enero de 1652), y se refiero á un poema heroico vendido por John R olden en Lóndres é impreso por T h . Newcourt. A lgunos años después (1657) apareció o tro weekly ó semanario, el P u b l ic A d v e rtis e r. Con­tiene anuncios casi exclusivam ente: a llí se advierte la lle ­gada y salida de los buques, la publicación de lib ros , pre­cios de algunos artícu los de com ercio, etc.; pero lo más curioso son los anuncios referentes á los aprendices que lian desertado de casa de sus amos, los de lim piabotas, lo» combates de ga llos, caballos robados, perros extraviados,ferias y mercados.

No podemos seguir sin consignar una decepción tr is tís i­ma para nuestro o rgu llo nacional. Hasta boy habíamos creído que nuestro doctor G a rrido , el de los famosos anun­cios, era una o rig ina lidad en su clase. No lo es. El doctor G a rrido , sin quererlo y quizá s in saberlo, es tán sólo un p lag io de otro doctor inglés que le adelanta casi en dos­cientos años. Consta en el citado lib ro que en 1682, un se­ñor .1. H o ugh ton , farm acéutico, ca lle de San Bartolomé, Lóndres, y expendedor al propio tiem po de té , café y cho­colate, fundó un periódico destinado exclusivamente á anun­c ia r sus específicos, d los que con un lenguaje pintoresco y llam a tivo a tribu ía todas las virtudes imaginables. E l l i ­bro no dice si el doctor H oughton se bailaba siempre en su farm acia , pero si que en e lla redactaba, im p rim ía y ven­día su periódico, que llegó á ser popularisim o. Corno nues­tro doctor G a rrido , H oughton era hombre a c tivo , ingen io ­so y perseverante á toda prueba : á él se debe la invención de los anuncios de gran efecto. No sólo publicaba los refe­rentes á su fa rm ac ia , sino tam bién los que le tra ían in f in i­dad de intrusos en la farmacopea. A l pié de cada número de un periódico ponía lo s igu ien te : «Como los abogados, me encargo de defender todas las causas: aconsejo á aque­llos áquienes fas tid ien m is anuncios que no sigan leyendo.»

Desde esta época el sistema de anuncios por medio de los periódicos tom a considerable increm ento en Ing la te rra . E l Ln n d on G a ze tie , que apareció á mediados del s ig lo x v ii y p ron to fué el p rim er periódico de anuncios, es el único que hoy existe de cuantos se fundaron en aquella época. A princ ip ios de l s ig lo XVIII se consideraban los anuncios en los periódicos como el m e jor medio de dar pub lic idad , no sólo a los asuntos comerciales y políticos, sino tam bién para negocios de o tra índole , como contratos de m atrim onios, reuniones, etc. A últim os de l expresado sig lo el periodismo en Ing la te rra aparecía ya como h o y : los principales perió-

(líeos diarios sacaban de los anuncios la parto más saneada de sus ingresos. Desde entóneos puede decirse que el T i ­mes y el D a ily T e legra p h ejercen en Ing la te rra el mono­po lio de los anuncios. El T im es apareció en el año 1785 cón o! t itu lo de D a ily T a i ver sa l lle g is tr r . Hasta Enero de 1788 no tomé) el nombre de T im e s , pasando entóneos á ser p ro­piedad del prim er W a lth e r, y decimos el p rim er W althcr, porque los propietarios del T im es form an desde esta época una verdadera d inastía , tan ilus tre como muchas de real estirpe y más rica que algunas.

En 1803 el T im e s estaba bajo la d irección de W a lthe r I I . Habiendo atacado la adm inistración de lo rd M e lv illc , per­dió las impresiones do las oficinas de Aduanas que> hasta entonces hncía y le producían mucho: fué denunciado y ve­jado de varios modos, y llegadas las guerras del imperio, cuando era m ayor el ufan de no tic ias, el Gobierno retuvo en correos y eri todos los puertos del reino los periódicos y cartas que del extran jero ee rem itían al T im e s , m ientras dejaba c ircu la r la correspondencia d irig id a á todos los de­más periódicos. Esta arb itrariedad no desalentó á W a lth e r: buscó y halló m il medios ingeniosos para procúrame no ti­cias, n o escaseando el d inero, y llegó á tenerlas ántes que el m ismo G obierno, como sucedió cuando la capitulación de Flessiugue en 1809. De aquí data la celebridad del T i ­

men, y el sorprendente desarrollo de los anuncios en sus co­lumnas. Se calcula que desde entónces el T im es viene co­brando po r anuncios unas m il lib ras esterlinas d ia rias, es dec ir, más de tre in ta y cuatro m illones de reales al año.

A l T im es sigue en órden de im portancia por sus anun­cios el D a ily T e le g ra p ii, al cual se calcula por este concep­to un ingreso de 500 libras diarias. Siguen luego el D a ily -

N e w s , el S la n d a rt y el M o m in g A d v e H is e r , el cual tiene unA cliente la p a rticu la r, in term ediario celoso entre el pú­blico y el pequeño comercia. Ademas, cuanto se refiere á la destilación, cervecería y tabernas es de su predilección.

E l M o m in g P o n t, bajo el punto do vis ta de los anuncios, so parece al a n te r io r: tam bién tiene una c liente la especial.

En las grandes ciudades de Ing la te rra , tales como M an­ches!,er, L ive rpo o l, se publican periódicos n r iy acreditados llenos de anuncios; pero á excepción de Lóndres, no hay en Ing la te rra ciudad alguna que pueda com petir con Glas­g o w , re la tivam ente ú anuncios en los periódicos. Esta in ­dustria va adquiriendo ta l desarrollo en Ing la te rra , que y n

en muchos periódicos se nota que las noticias po líticas y artículos de todo género no ocupan más do dos páginas, m ientras que los anuncios llenan seis ó más.

Los Estados-Unidos de Am érica siguen á Ing la te rra n i im portancia de esta industria . Heguii datos que liemos v is ­to en periódicos de nquel país, se gasta a llí en anuncios unos 160 m illones de reales al alio. El ¡ I t r a l d publica anun­cios por va lo r do 36 m illones anuales: el S a ta ii Z e ilu n g ,

por 32 m illones ; el N e to -Y o rk T im es por 28 m illones, y n ingún periódico de alguna im portancia saca por este cou- cepto una renta menor de dos m illones de reales.

El S a ta ii Z e i lu n g , que ocupa el segundo lugar, es un pe­riódico alom an, lo que revela cuán grande es el número de alemanes que en los Estados-Unidos residen. Es de adver­t i r que la renta que por concepto de anuncios señalamos á los periódicos de los Estados-Unirlos no es líqu ida , pues los periódicos anunciadores son á la vez anunciantes en otros periódicos. E l J le ra h l. entre comisión para la busca de anuncios y anuncios á los demns periódicos, gasta unos nueve m illones (le reales al año. Las hojas semanales— que son muchas en los Estados-Unidos— anuncian po r unos ocho m illones al año. H ay casa de comercio ó grande indus­tr ia l que'gasta un m illó n de reales anuales cu anuncios. Sólo en N ew -York se gastan en anuncios ÍKX> m illones al año.

Los periódicos de la Am érica la tina publican tam bién, y á buen precio, muchísimos anuncios; pero no conocemos estadística que á ellos se refiera. En Europa— después de Ing la te rra— se cree que A lem ania ocupa el p rim er lu g a r; pero estimamos m uy d iscutib le esta o p in ió n : España, Fran­cia , I ta lia , e tc ., vienen luégo en órden de im portancia. En España el periódico que pub lica más anuncios es el D ia r io

de, B arce lona . Se ca lcu la que del producto líquido de sus anuncios — que los obtiene á gran precio— cubre por com­pleto dicho periódico su presupuesto anual de gastos, que no debe ba ja r do 1.400.000reales. L a C ró n ica . L a Im p re n ­ta y L a Independencia de Barcelona tienen tam bién g ran­des ingresos por este concepto. A E l Im p a r t ía l de Madrid, á juzgar por el precio que tiene señalado A los anuncios y espacio que á ellos ord inariam ente destina, hay quien le supone nn producto de OOO.OdO reales anuales por este con­cepto, y de otro tan to será el que obtiene L a C orrespon -

dencia de E sp a ñ a , si bien es d if íc i l fija rlo ni áun aproxim a­damente, pues este periódico no publica ta r ifa de anuncios.

J. Güell y M ercader.■—s w es»

MADRID.-ALMACEN DE MÚSICA Y PIANOSDE I.OS SEÑORES V ID A L É HIJO V BEKSAKEGCI,-

proveedore* de S. ií .Apenas hace dos meses, la prensa periódica madrileña

anunció á los d ile tta n ti el establecimiento en M adrid de una

nueva casa ed ito ria l de obras de música: la de los Sres. V i­dal é h ijo y Beruareggi, de Barcelona.

Esta acreditada casa, cuya fundac ión en la ciudad con­dal data del año 1852, y que era ventajosamente conocida por los profesores españoles, quienes tenían pruebas más que suficientes de las buenas dotes industria les del fun da ­dor de aquélla, ol Sr. V id a l, padre, lia creado cu esta córte un nuevo centro musical, destinado principa lm ente ni in te r io r de España y del vecino re ino portugués.

E l éxito que la casa de los Sres. V id a l é h ijo y Berna- reggi ha obtenido entre nosotros en el m uy corto tiempo que lleva de existencia, viene á ju s tifica r una vez más los grandes adelantos que la afición a l arte d iv in o de la mú­sica ha hecho en M a d rid , y el tacto, la discreción y el ta ­lento con que e lla ha inaugurado sus tareas.

La hoja de servicios de los Sres. V id a l é h ijo y Berna- reggi no puede ser más b r il la n te : su casa lia editado cu Barcelona tres óperas escritas por maestros españoles, ad­quiriendo ántes la propiedad de las m ism as; ha llevado á cabo la publicación de un considerable número de piezas de música nacional : act ualmente está grabando otras obras musicales, con nn lu jo y una perfección inusitados en este género de industria.

La venta de pianos é instrum entos de diversa índole aumenta de dia en d ia en el establecim iento.

Asi es que muchos honrados operarios ganan su sustento en los vastos ta lleres y dependencias del mismo.

Ademas, en M adrid lia inaugurado sus trabajos con la adquisición, en propiedad, de todas las zarzuelas del maes­tro Barb ieri, á contar desde E l f ía r b e r i l lo de Lava/des, ú l­tim a que basta ahora lia escrito el popu la r autor do P a n y T o ro s .

Y por si esto no fuese W ta n te , tam bién lia abierto una suscricion exclusivamente para A m érica , con el laudable y provechoso objeto de d ifu n d ir y popularizar cu nuestras po­sesiones de U ltra m a r y en las repúblicas hispaim-auierica- nas la música de zarzuela, de los principa les compositores españoles.

En premio de tales afanes, 8. M. el Rey ha nombrado á los Sres. V id a l é h ijo y Bernareggi proveedores de la Real Casa, y hoy el nuevo establecim iento cuenta ya con num e­rosísima-clientela, y puede com petir con los más favorec i­dos de esta Córte.

Examinando el grabado que aparece en la pág. 397, y que representa la parto princ ipa l del in te rio r del estableci­m iento, tendrán nuestros lectores exacta idea del gusto y •■legante sencillez con que lia sido adornado el almacén do música de los tires. V id a l é h ijo y Berna regg i, que está si tundo en la Carrera de San Jerón im o, mím. 34, uno (le los sitios más céntricos y concurridos de Madrid.— L.

LIBROS PRESENTADOS

EX ESTA REDACCION POR AUTORES ó EDITORES.

M e m o r ia so b re la s O b ra s p ú b lic a s en e l im p e r io de l B ra s il, por el ayudante de las mismas cu España D. Manuel Fernandez-Soler. Interesante fo lle to , en cuyas 90 paginarse desarrolla una exacta descripción de aquel dilatado imperio, y de bus vías de comunicación y demás obras públicas. Se vende en las principales librerías de Madrid al precio de dos pesetas.

H o m e n a je p o é tic o á S. M . el Rey D. Alfonso X I I en su fe liz advenimiento al trono desús mayores. Contiene un re­tra to del Bey, una D e d ica to ria ¡i 8. M., por D. Leopoldo A. de Cueto, de la Academia Española : una preciosa C arta de la [«»pillar Fernán Caballero, y hasta 35 poesías de conocidos l i ­teratos, entre otros. de los Sres. Hartzenhusch, Zorrilla , Cam- poarnor. Cañete, Amador de los Ríos, Alarcon, Madnizo, Rubí. \ a varrete. Trucha, F rm taura , Palacio, etc. Consta de 218 pa­ginas cu t.° mayor, edición de In jo , y está correctamente im ­preso en el establecimiento tipográfico de la viuda ó h ijo de D. Ensebio Aguado. Se vende en las principales librerías de Madrid.

Im p re s io n e s de V ia je . — A n d a lu c ía , e l U f f , V a lencia , M a llo rc a , por D. Augusto Jerez Perchet. — ( (¡ranada, 1875. hnp. y lib . de D. Paulino Ventura y Nabatei.) Contiene esta obra. cuya tercera edición es la que anunciamos, ademas de un P rò lo g o ítem i-b iog rá jico escrito por D. Salvador Perez Mun­tolo, tres extensas partes, divididas en varios artículos, en las cuales se hace una animada reseña h is tó rica , geográfica y de usos y costumbres de los países á que se refiere. Consta de 310 páginas, y se vende en Madrid, librería de Baüly-B a illié re ; Granada, lib reria de Sabatel, y en las principales de la Penín­sula, al precio de 12 rs.

N o c tu rn o s , poesía», por D. Benito Mas y Prat.— (Sevilla, 1875. Im p. de los Sres. Ginovésy Ordii ña, editores).—Precioso álbum de 100 páginas en fò lio , edición de lu jo , que contiene basta 47 composiciones poéticas, algunas m uy noi ables, y con­cluye ademas con un lindo romance titu lado I-a Tumba de C e r- t-ántes. A l final se publica la lis ta de los señores suscritores á la edición de lu jo , que está completamente agotada.

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N.° X X I I I J_iA | l u s t h a c i o ^ j s p a ñ o l a y ^ A m e r i c a n a . 399

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P u b l i c a c io n e s p e r ió d ic a s : Revista v n ir c r ta l y de l m undo ca tó lico . En esta nue­va excelente revista, que sale á luz dos ve­ces al mes en folletos de 140 á 160 páginas en 4.°, se publican los trabajos más importan­tes insertos en las del extran jero , especial­mente en las consagra­das á la defensa de las doctrinas é intereses del catolicism o, asi como tam bién artícu­los de los más d is tin ­guidos escritores espa­ñoles. Se snscribe en M adrid , en la Adm i-

C RÚ NICA IL U S T R A D A D E L A G U E R R A .— (C róqcis de D. M a r ia n o G r a c ia . )

C A R lS ’ E N A .— PLANO APROXIMADO DE LA VILLA, CON INDICACION DE DETALLES RELATIVOS Á LA ENTRADA DE LA FACCION GAMDNDI. % . Brecha abierta por loa carlista».— 2. Ahilamiento «leí comamlante de la plaza.—:*. Fuerte sin artillería, rendido.— * . Arrabales oenpados por lo« carlistas.

R. Alojamiento de nn alférez de caballería y sn nsiBtcnto, asesinados.-«. Fnortes no tomados por los carlistas, y defendidos por tropas movilizadas y liberales do la población —7. Parte de la vi’.la en qne no penetraron lo» carlista«. — S . Cuartel de caballería, con caballos : fueron muertos 12. apresados 36, libres 7.

P. Puertas de entrada, defendida« por tambores.—F. Foso*.—La linea de puntos ( — . — indica la dirección que siguieron los carlistas durante el saqueo, y la retirada do los mismos A cubierto de los fuegos de la población.

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D ip lo m a d e M i l i to en la E x p o s ic ió n U n ir e i s a i de l ' ie n a , 1873 .

E A U . D E S F É E S 'A G U A U E L A S H A D A S .

S A II A II - F K I. I X.

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