306 Historia de la paz tiempos, espacios y actores

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HISTORIA DE LA PAZ. TIEMPOS, ESPACIOS Y ACTORES

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HISTORIA DE LA PAZ.TIEMPOS, ESPACIOS Y ACTORES

COLECCIÓN MONOGRÁFICA “EIRENE” Nº 12

GRANADA2000

FRANCISCO A. MUÑOZMARIO LÓPEZ MARTÍNEZ

(eds.)

HISTORIA DE LA PAZ.TIEMPOS, ESPACIOS Y ACTORES

Reservados todos los derechos. Está prohibido reproducir o transmitir esta publicación,total o parcialmente, por cualquier medio, sin la autorización expresa de Editorial Uni-versidad de Granada, bajo las sanciones establecidas en las leyes

© UNIVERSIDAD DE GRANADA© AUTORES DEL LIBRO

ISBN: 84-338-2693-X. Depósito legal: GR-Edita: Editorial Universidad de Granada.Edita: Campus Universitario de Cartuja. Granada.Fotocomposición: Taller de Diseño Gráfico y Publicaciones, S. L.Imprime: Imprenta Comercial. Motril. Granada.Printed in Spain Impreso en España

PRÓLOGO

Reconocer la Paz en la Historia es, en estos tiempos, una tarea queadquiere gran importancia cuando no urgencia por la propia caracteri-zación del momento histórico que vivimos. De un lado, para una com-prensión «generosa» de nosotros mismos, en la que reconozcamos nuestras«bondades», como característica cultural y ontológica, en nuestro devenirhistórico, que nos permita una perspectiva altruista, filantrópica y solidariade nuestro futuro. De otro, porque la humanidad no ha sido capaz, todavía,de abolir la violencia y la guerra como instrumentos de la política, comoepifenómenos y consecuencia del miedo y la falta de confianza en el propiogénero humano para resolver muchos de sus conflictos de una forma máspacífica y menos catastrófica.

Cualquiera de los procesos de transformación social y política expe-rimentados a lo largo de los siglos y, particularmente en las últimas décadas,ha estado relacionado con la conquista de nuevos horizontes de libertady realización colectiva. Se ha hecho apelando a la necesidad de que sesustentaran sobre una paz duradera, justa y generosa. Además, susexperiencias de paz, de una Historia de la Paz y de convivencia, no sólonacionales, sino también las intentadas por otros pueblos, se han cons-tituido en un patrimonio esencial para favorecer el éxito de los procesos.

Asimismo, las intenciones de superar viejos conflictos, mediante lainstitucionalización de la paz, se han hecho sobre la confianza del de-sarrollo democrático y el respeto a los Derechos Humanos. Si bien estosson denominadores comunes, también se puede hablar de carencias y, sobretodo, de destacadas singularidades y particularidades, algunas de ellascompletamente insatisfactorias y, otras por el contrario, modélicas. Este

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tránsito vivido de las dictaduras civiles, militares, de partido, o segrega-cionistas a regímenes democráticos, participativos y de libertades permitecontemplar -a la luz de las fuertes implicaciones que ha tenido la teoríay aplicación de la Investigación para la Paz en ello- como la construcciónde una Historia de la Paz que sea referente para futuras generaciones ycomo una muestra evidente de que la construcción del futuro se hace sobrela base del profundo conocimiento del pasado y de las potencialidadesdel presente. La interdependencia planetaria no sólo demuestra que muchosfenómenos negativos pueden afectar a partes muy distantes, sino quetambién los procesos positivos y creativos de paz acaban ganando sim-patías en más y más zonas, y transformando realizadas tozudamenteenquistadas.

Pues bien, reflexionar sobre la Historia de la Paz y, aún más, reconocerla importancia que ésta tiene supone contemplar varias implicaciones deinterés. En primer lugar, las propias internas que afectan a la Historia,que conciernen a la disciplina, puesto que la Investigación para la Pazen la que se enmarca la Historia de la Paz es capaz de incorporar suspropios presupuestos metodológicos, nuevas categorías analíticas e ins-trumental de estudio que, sin duda, enriquecen las posibilidades de laHistoria como ciencia de lo social. Por ejemplo, muestra de ello son elafán por la interdisciplinariedad como diálogo fecundo entre las diversasciencias, las perspectivas abiertas y dinámicas de los conflictos, la pre-vención respecto de la utilización de modelos rígidos y estáticos de análisisque puedan hacer caer en un fácil etnocentrismo, la incorporación deconceptos como la violencia estructural, la paz positiva, una concepciónabierta del conflicto, etc. Todo ello, en suma, aplicado a la Historia dela Paz no hacen sino fecundar y ampliar las muchas posibilidades de ésta.

En segundo lugar, la Historia de la Paz surge y se desarrolla bajo lapremisa de compensar el fuerte desequilibrio historiográfico existenteentre la valoración y extensión que se ha otorgado a la guerra respectoa la paz, y a las situaciones de crisis resueltas por medios violentos encomparación con las muchas experiencias de resolución pacífica deconflictos; si bien, en ese balance primero, lo cierto es que guerra y visiónnegativa del conflicto han acabado jalonando períodos históricos, hanexplicado y siguen informando -en los manuales y monografias- el cursode la humanidad: beligerancias o luchas como motor de las relacionesy de la propia historia, guerra como parteaguas de periodos y etapas, etc.Esa es la más evidente realidad. En este sentido la Historia de la Pazquiere compensar ese desequilibrio, sin menospreciar ni ignorar la otra

realidad, sino más bien ubicando a la Historia, como disciplina que recogelas experiencias humanas, en sus justos términos, contemplando, anali-zando y distinguiendo aquellas prácticas, capacidades y habilidades humanaspara resolver pacífica y creativamente conflictos, recuperando el patri-monio juicioso, reconciliador y pacificador que ha permitido largos períodosde paz y prosperidad en el planeta, que ha contribuido a resolver los grandesdesafíos humanos en materia espiritual, material o psicológica. Todo elloforma parte, también, del mandato y de la propia razón de ser de ladisciplina: ayudar a comprender el presente y planificar el futuro a travésdel conocimiento del pasado, en el caso de la historia de la paz, un pasadode paces y guerras, de cooperación y enfrentamientos, de resolucióncreativa o destructiva, etc, pero tamizada por la Investigación para laPaz, que enfoca de manera diversa estos fenómenos y que ensancha lasrespuestas que nos hacemos sobre los porqués del pasado. Todo ello, conla finalidad muy legítima, de contribuir a resolver, o ayudar a resolver,uno de los grandes retos de nuestro tiempo: la convivencia en paz de losmiles de millones de habitantes del planeta.

La inquietud es muy grande y está extendida. Efectivamente, desdedistintos organismos e instituciones nacionales e internacionales, públicoso privados se hacen llamamientos en este sentido. La responsabilidad delos científicos sociales en general, y de los historiadores en particular, juntoa otros muchos investigadores, debe de fraguarse en el compromiso per-manente con tales demandas. El historiador tiene una gran responsabilidaden la construcción de imaginarios, de hitos culturales y sociales, de pará-metros políticos, etc., su formación es clave para la construcción de futurospacíficos, su juicio ha sido y es, en muchas ocasiones, determinante parala edificación de un mundo en paz. Esta relación entre ciencia y ética, untándem indisoluble, no es exclusiva de los historiadores, sino que afectaa todos los científicos que han acabado olvidando -en aras de una supuestamayor objetividad- que el producto final de su trabajo debe ser una relaciónmoral entre medios y fines, o entre intereses particulares y comunidad yque debe existir una finalidad compatible con una retícula de valoreshumanos y humanitarios. Además tales demandas no surgen solamente dela especulación o el interés intelectual, sino que están sustentadas por lasvíctimas y sufrientes de la violencia, de las guerras, del hambre, de lasinjusticias, y de todas aquellas situaciones que no encuentran lógica nijustificación en cualquier sistema humano de ética o valores.

Asimismo, la propia historia de la Investigación para la Paz y losconflictos, después de un importante recorrido de más de cuatro décadas,

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.ha revelado que no sólo basta con la realización de notables investigacionessobre la violencia y sus múltiples líneas colaterales: desvelar las instanciasde la ésta, sus causas, sus alternativas, el origen y finalidad de las accionesde crueldad e inhumanidad, etc. Sino que es necesario desvelar con igualo mayor intensidad aquellos comportamientos y actitudes que favorecenla colaboración, la solidaridad, el diálogo, la negociación, la convivencia,etc., en definitiva todas aquellas virtudes que podríamos enmarcar en elcampo de la paz y que hacen posible, a pesar de las anteriores, lacontinuidad de la especie humana. Ahora se ve claramente, después deaños de experiencias de guerras y violencias incontroladas e incompren-sibles, que es necesario, reconocer y potenciar las actitudes pacifistas enel seno de todas las actividades humanas, como si de una vacuna se tratase,buscando la inmunización y la capacidad de respuesta ante las accionesy propuestas violentas.

La Historia de la Paz, como cualquier otra historia, es el espejo dondenos miramos, donde validamos nuestras formas de ser y pensar, nuestraidiosincrasia, donde justificamos nuestras conductas actuales. Es el espejoque retroalimenta nuestro ser, de ahí que la Historia de la Paz sea a lapar una apuesta por nuestro futuro. Un escenario donde en nuestra con-vivencia con los conflictos podamos contar con mecanismos de regulaciónpacífica de ellos.

Los trabajos que este libro presenta son un primer reflejo de unainiciativa nacida hace un par de años, auspiciada y respaldada por elInstituto de la Paz y los Conflictos de la Universidad de Granada, el cualinvitó a historiadores, filólogos, politólogos, etc. para que debatieranperiódicamente sobre las claves, fundamentos y consecuencias que parasus campos y desde sus perspectivas tendría el reconocimiento y laconstrucción de una Historia de la Paz. Decimos que es un reflejo -aunquemuy notable- puesto que el libro, por su propia estructura formal, difí-cilmente podía recoger todo el dinamismo y la riqueza de los debates,entendidos como proposiciones y contra argumentaciones, como juegodialéctico y oratorio, durante los cuales los utillajes y metodologías decada disciplina trataban de reflejar y legitimar la importancia de suaportación y perspectiva de análisis. Pero no es menos cierto que, comoespejo de todo aquello, las cuestiones que unos y otros hemos aprendidoen esas sesiones han sido sensiblemente incorporados a cada artículo, ental sentido los editores hemos tenido un especial interés en que esereconocimiento quedara agregado como parte del enriquecimiento mutuo.Pero también, difícilmente, muchas de las ideas aquí presentes hubieran

sido posibles sin el espíritu abierto y sin la profundidad con la que nuestroscolaboradores se tomaron la tarea. Nuestro agradecimiento por ello, porquesu carácter y su capacidad han enriquecido el resultado final de estamonografía.

La obra está compuesta de once capítulos, de los cuales uno esintroductorio («El reconocimiento de la Historia de la Paz») y otro final(«Hacia una Historia de la Paz») realizados por los editores. En el primerose plantean un conjunto de presupuestos para detectar y avanzar en elconocimiento de este tipo de Historia, apoyándose en la Investigaciónpara la Paz pero sin abandonar las características propias de aquélla. Noscuestionamos el modelo antropológico dominante, nos interrogamos sobrela importancia de los conflictos y necesidades, y marcamos unos ejesconductores que permitan formar una mínima retícula para reconocer lahistoria de la Paz, hablamos de paz silenciosa, de la semiótica, de losprocesos de socialización, de las actividades de baja entropía, de lanegociación, etc. Finalmente nos planteamos algunos obstáculos latentespara llegar a ese reconocimiento y se apuesta por la articulación de unanueva perpectiva conceptual: una historia de paz imperfecta. En el capítulofinal, que en modo alguno son unas conclusiones, los editores queremosplantear -desde unas bases de una Historia de la Paz- aquellos tiempos,espacios y actores que nos servirán para construirla. Comenzando por losactores reconocemos en términos generales a campesinos, comerciantes,organizaciones no gubernamentales, etc. como miembros activos en esaconstrucción. Entre los momentos históricos hemos seleccionado la pazde Dios, la firma de tratados y los planes de paz. Para los acontecimientospacíficos creímos que los que mejor definían el pasado y el futuro estánlos derechos humanos y la no-violencia. Para al final señalar que la Historiade la Paz se debe construir teniendo presente toda la Historia, peroespecialmente la matriz social de los conflictos o la dialéctica entre pazimperfecta y violencia estructural, así como todas sus correlaciones,mediaciones y determinaciones. Igualmente la construcción de futurospacíficos debe ser una de las finalidades de aquélla para crear espaciosde multiculturalidad y confluencia, imágenes positivas del futuro y culturasde la reconciliación y de paz.

El filólogo Pedro San Ginés ha profundizado sobre «El concepto depaz en la China Clásica», recordándonos la importancia que han tendidoel confucianismo (los ritos como base de la convivencia pacífica), elmoísmo (y el amor universal), el legismo (el arte de la política como basede la paz), el daoísmo (en su búsqueda de lo natural identificado como

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la no-acción) o el budismo (con su indagación sobre la paz interior) enla conformación de ese pensamiento y, también, su reflejo y relacióndialéctica con el pensamiento occidental. Esa realidad oriental no eshomogénea como se puede ver, sino plural y compleja, pero si hubieseque encontrar un elemento común, ese es el de la identificación entre pazy armonía, reflejada en la unión e identificación entre el ser humano yel cosmos.

«El pueblo de la Alianza» es el trabajo de la hebraista María José Cano.En él se cómo desde los orígenes del pueblo judío su identidad estuvorelacionada con la alianza con Yavhé y la alianza entre los propios hombresy mujeres de las comunidades, siendo su elaboración más sublime laAlianza de la Paz como proyecto de futuro universal. Las ideas de pazdel judaismo, reconocibles en todos su textos sagrados, se convirtieronen un elemento de supervivencia de sus poblaciones, como elementoaglutinador interno y de relación externa, a lo largo de los siglos de diásporaque definen su propia historia. Esta fenomenología es explicitada a travésde sus raíces, sus mecanismos de regulación pacífica y sus modelos desociedad.

Francisco A. Muñoz, historiador, en su capítulo «La paz en el Me-diterráneo antiguo» busca reconocer a lo largo de las diversas realidadessociales y coyunturas históricas del Mediterráneo antiguo las manifesta-ciones de la paz y sus interrelaciones. En los vínculos y dependenciasde las distintas comunidades y pueblos se reconocen las relaciones pa-cíficas que tuvieron un papel esencial en la realización de sus objetivosy horizontes. La existencia de un marco geohistórico compartido a travésdel conocimiento, el intercambio de información, de ideas, de productos,las relaciones de hospitalidad, la diplomacia, la satisfacción de necesi-dades, etc., permitió que existiera un substrato cultural común. Y la pazfue uno de sus componentes esenciales, que se puede reconocer a travésde los diferentes símbolos semánticos y las prácticas políticas, religiosasy sociales.

El trabajo de la arabista Beatriz Molina que tiene por título «Algunasideas sobre la paz en la historia árabe islámica» plantea interesantescuestiones sobre la aportación islámica a la paz universal, desde las propiasformas de solidaridad, armonía y concordia que aparecen en los textossagrados de la religión de Mahoma, como en las formas de regulaciónpacífica de los conflictos intra y extra islámicos. Asimismo, indaga enla historia islámica vinculándola especialmente a su desarrollo medite-rráneo para encontrar aquellas morfologías de convivencia y compatibi-

lidad de esta nueva cultura con las ya existentes en ese espacio geográfico,convirtiéndose el islamismo en un vehículo cultural, transmisor deconocimiento y de un patrimonio riquísimo.

El capítulo del historiador medievalista José Rodríguez Molina, «Laconvivencia de cristianos y musulmanes en la frontera de Granada», resultadel máximo interés por las fuentes utilizadas, la forma de desarrollar latemática y por las conclusiones a las que ha llegado. La convivencia fueun hecho -como él señala- «incuestionable» no sólo porque existieronintereses económicos y comerciales muy claros, sino especialmente porla voluntad de las partes en mantener instrumentos de negociación y demediación permanentes que paliaran y limaran cualquier tipo de conflicto.Apoyándose en el denominado «fuero de frontera» la tolerancia permitióasentarse por muchos años, siendo los momentos de guerra y conflictosarmados meras discontinuidades en ese paño pacificador.

El profesor contemporaneista, Eduardo Enríquez, ha trazado en «Lapaz y las relaciones internacionales en el mundo moderno» las claves decomprensión de la construcción de la sociedad internacional, los elementosde conflictividad y los paradigmas aportados por las dos grandes escuelas:el realismo político y el idealismo. Señala como resulta indisoluble alpropio desarrollo de las relaciones internacionales la búsqueda permanentede la paz, base ineludible para el desarrollo de una sociedad internacionalque, ya en la época moderna, apuntaba fuertes interconexiones y depen-dencias.

La historiadora Cándida Martínez López realiza un interesante estudiosobre «Las mujeres y la paz en la Historia. Reflexiones desde el mundoantiguo» donde analiza la conceptualización femenina de la Paz y lacaracterización de ciertas prácticas pacíficas de las mujeres en la Historia,con especial atención a sus inicios en las sociedades mediterráneas.Considerando los papeles de género asignados a mujeres y varones enlas distintas sociedades, establece una reflexión en torno a tres grandeslíneas argumentales: que la conceptualización femenina de la Paz formaparte del discurso que sobre lo femenino y lo masculino existe en dichassociedades; que las actitudes pacíficas de las mujeres, reales o de ficción,están ligadas, en gran medida, al ejercicio y defensa de los papeles degénero que les toca desempeñar, y, por último, que el poder masculinoasimila elementos considerados femeninos, como en este caso la paz,siempre que ello le sirva para significar la universalidad de su dominio.

El historiador del mundo actual Mario López ha querido reconstruiren «La sociedad civil por la paz» las iniciativas más importantes reflejadas

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en los movimientos sociales, las organizaciones y las asociaciones queintentaron influir en la construcción de la paz en el mundo político, elpensamiento y la organización social occidentales. Su tesis sustenta queno se puede entender el mundo contemporáneo sin las iniciativas de esosactores, a las que se le ha dado escasa importancia y reflejo historiográfico.Un pacifismo creativo y comprometido con la humanidad y en permanenteinsatisfacción con la realidad, pero investigador de las potencialidadespacificadoras de aquélla.

La «expresión estética de la Paz en la Historia» es el trabajo de laprofesora de Historia del Arte Mª Elena Díez Jorge, en el que se ofreceuna amplia panorámica de los símbolos visuales de la paz en diversasrealidades históricas. El recorrido a través de las distintas representacionesde la Pax romana, cuyo referente estético tuvo una amplia influencia quellego a traspasar los límites del mundo medieval y renacentista europeo,sirve como eje central para reconocer las implicaciones de tal materia.La socialización y comunicación de los símbolos visuales, del arte, re-lacionados con emociones, deseos y valores individuales y grupales, lospréstamos culturales, son identificados como los soportes sobre los cualeses posible recuperar un estética de la paz.

PRÓLOGO

EL RE-CONOCIMIENTO DE LA PAZ EN LA HISTORIA

FRANCISCO A. MUÑOZ - MARIO LÓPEZ MARTÍNEZInstituto de la Paz y los Conflictos

Universidad de Granada

La Historia y, solidaria y complementariamente, todas las ciencias ydisciplinas interesadas por las dinámicas de los grupos y sociedadeshumanas han tenido que actualizar continuamente sus presupuestos yperspectivas de acuerdo con los cambios producidos en las preocupacionesy la conciencia del conocimiento científico y humano en general. Estoincluye los debates tenidos en la filosofía, la economía, la política, laopinión pública en general, los foros internacionales, etc., así como todosaquellos acontecimientos humanos que las propias sociedades han con-siderado relevantes de una forma u otra. En definitiva todas aquellascontribuciones capaces de aportar nuevas demandas y propuestas en lasrelaciones humanas en cualquiera de las escalas en las que se produzcan.

De lo que hablamos es de la «historicidad» de la Historia, la depen-dencia de los conocimientos históricos de las coyunturas históricas dondese elaboran. En esta misma línea se ha demandado en distintos momentosla necesidad de un compromiso del historiador con los tiempos que laha tocado vivir. Queremos recordar la dificultades que en situacionesparecidas han podido tener determinadas innovaciones como ha podidoser la Historia Social, o más recientemente la Historia de las Mujeres.Existían dudas sobre la información de las fuentes, sobre la utilidad delas citadas investigaciones, pero sobre todo resistencias a integrar nuevasperspectivas sobre la Historia.

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La Paz, la regulación pacífica de los conflictos, es sin duda una delas grandes preocupaciones de nuestro siglo, es punto de interés de laopinión pública en general, así como de políticos, religiosos, gentes dediversas culturas y estatus social, mujeres, jóvenes, empresarios, etc. Estesentir general ha alentado el nacimiento de estudios -interdisciplinares enla mayoría de los casos- relacionados con esta temática a lo largo de todoeste mundo, con ellos se ha ampliado sus objetivos, ha elaborado propues-tas metodológicas y epistemológicas nuevas y ha participado y compartidocon otras ciencias y disciplinas su inquietud por las sociedades humanas.

Tal vez unas de las aportaciones más significativas de la Investigaciónde la Paz (Peace research) hayan sido el estudio de los conflictos y lacaracterización de la violencia. Efectivamente, buscar vías explicativasde la conductas humanas a través de la aceptación del conflicto comoinherente a la propia especie y, en consecuencia, admitir que pueden serutilizadas alternativas a las resoluciones violentas resulta si no alternativosí al menos novedoso.

Hoy, sin duda, los historiadores tienen el compromiso de introduciren sus investigaciones las temáticas relacionadas con la paz no sólo porsu compromiso con la realidad social que viven, sino también por elenriquecimiento mutuo que se pueda producir por el contacto con lasaportaciones científicas de la Investigación de la Paz, incorporando losanálisis de los conflictos, ampliando sus horizontes y ámbitos, paracomprender una dimensión insoslayable de la Humanidad: las vía alter-nativas (pacíficas -la «paz»- y violentas) de regulación de los conflictos.

Asimismo, conviene señalar el fuerte desajuste o desequilibrio his-toriográfico entre el número de trabajos y la importancia que el mundocientífico ha otorgado a los estudios de la guerra con respecto a los dela paz y las vías pacíficas de resolución de conflictos. En este sentido,esta línea hegemónica ha contribuido a sobredimensionar y, definitiva-mente, a legitimar al belicismo, la violencia y el poder destructivo comoformas inevitables de progreso (¡la guerra como motor de la historia!).Sin entrar a valorar más profundamente este sofisma, los estudios sobrela paz, y este trabajo tienen la intención de ayudar a nivelar parte de esedesequilibrio. Valga el planteamiento de esta primera cuestión para re-flexionar en tal sentido: ¿Puede ser la historia de la paz un instrumentode análisis y un objeto historiográfico para comprender el desarrollo yevolución, o los actos involutivos, de la especie humana? Las siguientespáginas pretenden no sólo contestar a esta cuestión sino abrir y desarrollarinterrogantes en este campo.

Intentamos abordar estos interrogantes, comenzado por reconocer lapresencia de la paz en la historia como un mero acontecimiento histórico.A continuación, y en estrecha relación con el anterior apartado -con lavivencia social de la paz-, pretendemos hacer algunas contribuciones quenos permitan situar a la paz como una categoría analítica de los procesoshistóricos. El tercer apartado, aún débilmente desarrollado, quiere indagarsobre los obstáculos epistemológicos y teóricos para poder construir unHistoria de la Paz. Por último, en el apartado cuarto, solamente queremosafirmar la pertenencia, relaciones y dependencias de esta historia con la«Historia», con letras mayúsculas. Todo ello pretendemos que sirva demarco introductorio a los artículos de nuestros/as colegas que ejemplificanalgunas realidades y momentos históricos. Finalmente, en el último capítulodel presente libro enlazaremos con estas problemáticas intentando dar unaperspectiva mas general y constructiva sobre la Historia de la Paz.

1. LA «PAZ» EN LA HISTORIA

Existe un primer paso que se hace estrictamente necesario: reconocerhasta que punto el concepto Paz puede ser relevante para el análisis einterpretación de los fenómenos históricos. Este reconocimiento puedetener ciertas dificultades intrínsecas (definición, relaciones con otrasconceptos y categorías analíticas, utilidad, etc.) que, sin embargo, ha dadoya algunos pasos en otros ámbitos y disciplinas (relaciones internacionales,ciencia política, sociología, pedagogía, filosofía, etc.), casi todos ellosinteraccionados con la Investigación para la Paz que lo ha convertidoen uno de sus principales focos de atención.

Efectivamente, desde que la Paz comenzó a ser considerada como unobjeto de estudio científico, las aproximaciones que se han realizado aella han sido múltiples, para ello se han utilizado las aportaciones de otrasdisciplinas y elaboraciones propias que han enriquecido la perspectivageneral sobre la conducta humana. En cualquier caso desde un enfoquenecesariamente interdisciplinar y transdisciplinar abierto, con capacidadde integrar y ganar en capacidad de relación e integración de la diversasvariables presentes. Creemos interesante hacer un pequeño balance de estacorta pero fructífera historia, para reconocer sus rasgos esenciales, plan-tearnos cuáles pueden ser los futuros desafíos de las investigacioneshistóricas sobre la paz. Y, desde ellos, reconocer como la Paz puedecontribuir a la creación de nuevos paradigmas de análisis comprometidos

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con los retos sociales y de conocimiento del mundo en que vivimos yparticularmente con los desafíos de la Historia.1

Según podemos deducir de las fuentes escritas parece que la aparicióndel concepto de paz ha estado ligado al de guerra, pues ambos aparecencasi coetáneamente. Puede que en las primeras etapas de los sociedadeshumanas no existiera ni el uno ni el otro, sobre todo porque la realidadsocial que debían de definir no estuvieran presentes: la guerra porque nohabía nacido todavía, la paz porque no era necesaria como idea. Queremosafirmar que cuando no existe la Guerra tampoco existe la Paz, concep-tualmente hablando,2 por tanto el concepto de paz obedece a la necesidadde frenar la Guerra cuando esta última aparece como práctica y, proba-blemente, también como concepto. El horror de la guerra debía serexplicado y también relacionado con un horizonte de esperanza en queaquélla no existiera.

Como sucede con muchas otras circunstancias históricas y socialesestas quedan reflejadas en el lenguaje cuando son motivo de preocupación.En los momentos históricos a los que nos referimos, no tenemos constanciade la conceptualización porque no había preocupación y consciencia porel problema, o no había transcurrido el tiempo suficiente para que éstefuera fijado. De modo semejante, hasta hace pocos años no utilizábamosel concepto de «seguridad ecológica» (sobre todo porque o no existía ono percibíamos el riesgo de catástrofe en la biosfera). Además, segúnmuchos autores, un porcentaje muy elevado, por encima del 90% -elporcentaje no tiene una exactitud matemática pero sirve como aproxima-ción a la dimensiones de la realidad-, de las comunidades existentes enla historia de la humanidad no han tenido que plantearse este problema.3

Continuando con nuestro razonamiento anterior, en una segunda fase,ligada en la mayoría de los casos a la aparición del estado, cuando las

guerras se extienden por múltiples causas, la necesidad y el anhelo depaz comienzan a hacerse patentes. Debieron de ser estas circunstanciaslas que favorecieron que emergiera el concepto de paz como un campoconceptual y de análisis en el que se podían reconocer relaciones yregulaciones pacíficas entre grupos e individuos. Aunque sometida aúna una débil articulación teórica y dependiente, en la mayoría de los casos,de la conceptualización de la guerra. En esta fase se crean lo que podríamosdenominar como ideologías de paz. En estas circunstancias la paz establecevínculos y se extiende hacia y con las religiones, sus ritos y ceremonias,llegando incluso a ser deificada, a convertirse en un recinto o refugio delo sagrado.4

En esta fase en la que la idea de paz se desarrolla a su vez podríamosafirmar que se ha ido paulatinamente formando un «pre-concepto» depaz definido por ideas que ayudan a definir un campo conceptual queenglobaría al altruismo, la cooperación, la solidaridad, el amor, etc. Desdeesas latitudes históricas hasta el final del segundo milenio, esta categoríapre-conceptual se ha ido alimentando de múltiples debates, caracteriza-ciones y controversias.

Siendo en esta última fase, la que coincide con las más virulentasguerras que han azotado a la Humanidad -la Primera, la Segunda Guerrasmundiales y el potencial holocausto nuclear-, cuando se comienza aconstruir una teoría de la paz mucho más profunda, coherente y compleja.Fue, en gran medida, necesario el progreso de las ciencias sociales enlos siglos XIX y XX y el fuerte impacto emocional de las grandes guerraspara que, de manera teórica y articulada, se empezara a plantear con todasu profundidad el problema epistemológico de la paz. Es precisamenteen esta fase cuando nace la Investigación para la Paz, que ha supuestola incorporación de tales perspectivas e intereses a los ámbitos y foroscientíficos y de investigación (Universidades, Institutos, centros y comu-nicad científica en general).5

1. Cf.: PAGÈS, Pelai (1983) Introducción a la Historia. Epistemología, teoría y problemasde método en los estudios históricos, Barcelona; MUÑOZ, Francisco A.- RODRÍGUEZALCÁZAR, Javier (1997) «Horizontes de la investigación sobre la paz», en CANO PÉREZ,M. J. - MUÑOZ, Francisco A. Hacia un Mediterráneo pacífico, Granada, 59-75.

2. Cf.: MUÑOZ, Francisco A. (1993) Sobre el origen de la Paz (...y la Guerra), enRUBIO, A. (ed.) Presupuestos teóricos y éticos sobre la paz, Granada, 95-116.

3. Sin duda existe una cierta deficiencia en la información para poder generalizar contoda garantía tales afirmaciones, ya que para muchas de las sociedades pre-estatales, queestarían enmarcadas en la propuesta que hacemos no disponemos de información suficiente.En realidad esta problemática es común para todos los modelos existentes para el análisisde estas sociedades y sus transiciones a sociedades estatales.

4. Cf. MUÑOZ, Francisco A. - MOLINA RUEDA, Beatriz (eds.) (1998) Cosmovisionesde paz en el Mediterráneo antiguo y medieval, Granada.

5. Cf. HOIVIK, T. (1983) Peace Research and Science. A Discussion Paper, Journalof Peace Research 3; WALLENSTEIN, Peter. (1988) Peace Research. Achievements andChallenges, Boulder; THEE. Marek (1986) Alcance y prioridades de la investigación sobrela paz, Anuario de Estudios sobre Paz y Conflictos Unesco.1, Barcelona, 38-53; MUÑOZ,Francisco A. - RODRÍGUEZ ALCAZAR, Javier (1997) Op.Cit.

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1.1. La Historia y la Investigación para la Paz

Así como la paz ha sido y será una de las formas más creativas deconstruir la historia, la Investigación para la Paz ha tenido como virtudampliar los horizontes epistemológicos de las ciencias y dotar de un utillajenuevo e interdisciplinar a las mismas para que ciertamente se produzcaun avance significativo en el tratamiento y las soluciones a los problemasintelectuales y reales de los seres humanos.

Asimismo, la Investigación para la Paz no ha sido ajena a los interesesde los debates historiográficos en torno a los motores de la Historia. Ellaha contribuido a generar nuevas perspectivas de análisis y a agregar muchasmás variables desdeñadas u olvidadas a la reconstrucción de la Historia,tales como el pacifismo, la cultura de la paz o la no-violencia.

Durante sus primeras andaduras, tras los años de la primera guerramundial, la Investigación para la Paz surgió de la necesidad de encontrarun equivalente moral y científico a la guerra, para poner fin a la guerramisma. Nació la pedagogía de la paz que era el estudio de los compor-tamientos agresivos y violentos en los seres humanos y la apuesta porunas formas de socialización y educación diferentes que hicieran a laspersonas más libres, responsables y creativas. Los movimientos pedagó-gicos del mundo de entreguerras que abordaron un tipo de educación yformación más democrática, junto a los movimientos no-violentos capa-citaron los primeros pasos de la Investigación para la Paz. Si bien escierto, que la Investigación quedó sujeta desde sus inicios a explicar laimportancia, en el mundo, de los conceptos de violencia y de guerra. Talfue así que, en sus comienzos, la Investigación para la Paz permitiódesarrollar mucho más la polemología que la irenología, en gran medidaporque el propio fenómeno de la guerra y sus asociados debían serexplicados de manera racional, lógica y científicamente para, tambiéndesde estas premisas, no sólo diagnosticar sino evitar su fenomenología:para ser abolida tenía que ser entendida y estudiada. El concepto de paznació así como ausencia de guerra o como situación de no-guerra, erala paz negativa. Durante los años 50, hasta los setenta, la polemologíase desarrolló de una manera muy espectacular al calor de la carrera dearmamentos convencionales y nucleares y bajo el patrón de relacionesinternacionales marcadas por el neo-imperialismo de la guerra fría. Suevolución iría desde el estudio de las formas de armamento, hasta susimplicaciones con otras ciencias humanas del comportamiento, se amplióa la psicología social, la antropología y el psicoanálisis.

Sin embargo, ya desde finales de la década de los cincuenta se produjoen la Investigación para la Paz una profunda e irreversible excisión, lairenología tomó una gran vitalidad y acabó por despegar como disciplinapropia. Los conceptos claves pasaron a ser la paz positiva y la violenciaestructural.6 El primero se refería a una clara superación de los límitesde la paz entendida como la ausencia de guerra o de manifestaciones deviolencia externa. Así la paz positiva era el resultado de una construcciónconsciente de una paz basada en la justicia, generadora de valores positivosy perdurables, capaz de integrar política y socialmente, de generar ex-pectativas, y de contemplar la satisfacción de las necesidades humanas,etc. Esta aspiración a colmar y satisfacer le daba a la propia Investigaciónpara la Paz la posibilidad de trabajar en un campo inmenso en las cienciashumanas, indagando sobre las mejores soluciones para evitar los conflictoso resolverlos de la manera más positiva. En cuanto al segundo concepto,la violencia estructural -un tipo de violencia indirecta presente en lainjusticia social-, ha permitido hallar las formas ocultas y estáticas de laviolencia, de la violencia de los sistemas (miseria, dependencia, hambre,desigualdades de género, etc.). Con ello, aunque se han parangonado losvalores paz y justicia, ha permitido a la Investigación para la Paz avanzarconsiderablemente en el estudio de muchos campos que se creían agotadoso diseminados por todas las ciencias sociales, tales como desarrollo ysubdesarrollo, democracia, formas de participación y de exclusión, etc.

El balance tras cuatro décadas de desarrollo es que la Investigaciónpara la Paz ha supuesto un avance sustancial en las ciencias humanasporque ha promovido la renovación de los estudios en campos como lapolitología, la sociología, las relaciones internacionales, etc. haciendo quese centraran en los valores concretos de la paz; ha contribuido al declivede la ideología de la neutralidad científica y ha creado una sensibilidadhacia las posibles utilizaciones y manipulaciones de signo represivo desus investigaciones; y, en definitiva, ha fomentado la cooperación inter-disciplinar entre investigadores de las ciencias sociales y también en otrasdisciplinas (como las ciencias físicas). Uno de los objetivos principalesha sido el estudio del conflicto, con todas sus posibilidades, desde losniveles personales y grupales, hasta los internacionales y globales.7

6. Cf. BOBBIO, Norberto - MATTEUCCI, N. (1977) Diccionario de política. Madrid,1196; GALTUNG, Johan (1985), Sobre la paz. Barcelona, pp. 27-72 (originalmentepublicado, en Journal of Peace Research, 1969.

7. STRASSOLDO, R. (1986) Paz, en Diccionario de Sociología. Madrid, 1263.

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También, la Investigación para la Paz se ha hecho un hueco en ladisciplina de la Historia. No es sólo las temáticas, que ya resultan de interés,pues se trata de la reconstrucción de las aportaciones, ideas, proyectos,propuestas y pensamientos de los movimientos sociales pacifistas, de lano-violencia, de grupos alternativos, de grupos más o menos marginales,etc.; así como del estudio de las aportaciones realizadas por las religiones,las filosofías, las ciencias, etc. a la construcción histórica de la paz; sinotambién la forma en la que se abordan los propios problemas históricos,es decir, la influencia sobre las historiografías que implican una visióndiferente de algunos conceptos y categorías de análisis, tales como la propiavisión que se tiene de qué son los conflictos, quiénes son sus actores ycómo se debe estudiar y enfocar; o las contradicciones que pueden aparecerentre el modelo antropológico utilizado y los resultados a los que sepretende llegar; o la excesiva importancia dada a ciertos actores históricos(como los Estados) en detrimento o en el olvido de otros; o el excesivopeso dado a ciertos enfoques eurocéntricos o etnocéntricos para marcaretapas, períodos o ciclos históricos; etc. En tal sentido, la Investigaciónpara la Paz ha querido, también, influir en temáticas, enfoques y resul-tados, y lo ha hecho en los últimos tiempos especialmente a través dela sociología histórica, enriqueciendo las posibilidades de examen delpasado, incorporando nuevas categorías analíticas y abriendo la Historiaal hermanamiento con otras disciplinas de las ciencias sociales. El resul-tado, hasta el momento, no es todavía una Nueva Historia, con nuevoe independiente utillaje, sus propias categorías específicas, etc., pero síal menos el inicio de lo que con el tiempo sí podrá ser un enfoque aceptadopor las viejas historiografías. En todo caso, la Investigación para la Pazno está tan interesada en crear o atomizar las viejas disciplinas, sino enenriquecerlas con sus aportaciones y enfoques.

1.2. ¿Una especie conflictiva?

La especie humana podemos definirla como «conflictiva» en la medidaen que el conflicto como «contraposición de intereses y/o percepciones»,está siempre presente en todas las sociedades y actividades humanas, entodas sus actividades, es mas, cabe proyectar su presencia a todo el tiempoy espacio humano, desde que la «cultura» nos hizo humanos, nos ayudóa avanzar en el dominio de la naturaleza. A su vez, podría ser entendidoen la medida en que fuerza la búsqueda de soluciones como una fuente

de creatividad y renovación continua. La noción de conflicto abre grandesposibilidades de análisis por sus relación con las necesidades, los deseos,las emociones, etc., que forman parte de todo el entramado social. Efec-tivamente la capacidad inmensa de «sentir» de los seres humanos, laevolución y cambios sufridos en este nivel, basados en su predetermi-naciones biológicas y en sus adaptaciones culturales abre grandementelas posibilidades de enfrentarse con nueva situaciones que pueden ser«deseadas» y/o «creadas» individual o colectivamente. Con lo que elabanico de posibilidades de que existan propuestas no coincidentes se abrebastante, aunque también hay que reconocer que el sustrato de sociali-zación común facilita propuestas, proyectos y soluciones coordinadas. Deesta forma estos estadios «conflictivos» con los que se enfrentan lassociedades pueden ser continuos y permanentes. La variabilidad y lariqueza de tales situaciones hacen del conflicto ante todo pueda serentendido como una fuente de creatividad.8

Igualmente y, en consecuencia, el conflicto forma parte del procesode interacción social en el que los intereses de los individuos y gruposse interaccionan, transforman o regulan. Podríamos decir, incluso, quees una parte esencial del complejo desarrollo de socialización que expe-rimenta toda entidad humana en su trayectoria social. Claro está, que eseproceso, en cuyo marco ha de producir múltiples y complejas colisionesy coaliciones que puede favorecer futuras formas de reconocimiento mutuo(asimilar la otredad y la variedad humana), comprensión de las percep-ciones del otro (la inexistencia de una única verdad, de una única visiónde la realidad, etc.), mera coexistencia (una tolerancia negativa al menos);o incluso, la emergencia de nuevas formas de colaboración, convivenciay mestizaje y, en ocasiones, tiene resultados destructivos y aniquiladores.

Asimismo, retomando el argumento anterior: la condición humana,por su propia complejidad, produce desigualdades entre los individuosy las sociedades que son la base de los conflictos existentes entre ellos.Esto ha obligado a que cada sociedad articule soluciones particulares parala regulación de estos conflictos lo que tiene su reflejo institucional ycultural y, particularmente, en los sistemas de reglas que las rigen, queen la práctica no dan a todas las categorías de personas los mismos derechos

8. BURTON, John (ed.) (1990) Conflict: Human Need Theory, New York; TOUZARD,Hubert (1981) La mediación y la solución de conflictos, Barcelona; ROSS, Marc. H. (1995)La cultura del conflicto, Barcelona.

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y obligaciones. Efectivamente, existen diferencias relacionadas con laconstitución física, la habilidad, los conocimientos, la sabiduría, etc. quegeneran desigualdades en la mutua dependencia y en el poder real pararealizar o interferir en la gratificación de los deseos. Tales desigualdadestienden a hacerse mayores en el discurrir histórico al asociarse con laespecialización del trabajo y sus valoraciones sociales. En consecuenciapodríamos afirmar que no existiría historia sin conflicto, el conflictocontribuye a establecer la dinámica de la Historia.

La no aceptación de estos presupuestos ha llevado a una serie deaseveraciones genéricas sobre la especie humana repetidas continuamenteen diversos foros han terminado por convertirse en axiomas incontestablesque conforman nuestra identidad, en muchas ocasiones por encima de suveracidad y carácter científico. Por ejemplo, se dice que el hombre esagresivo (bélico) por naturaleza, lo que sirve en ocasiones de razón últimapara justificar los comportamientos violentos a lo largo de toda la Historia.9

Sin embargo, frente a las generalidades sobre las actitudes pacíficaso violentas, de acuerdo con determinadas concepciones religiosas oculturales, nosotros, desde la perspectiva del «conflicto» afirmaríamosque la especie humana no es bélica ni pacífica por naturaleza, la especiehumana tiene la posibilidad de soluciones pacífica y violentas10 a lo largode toda su historia , y opta por una u otra alternativa dependiendo de lasvariables (experiencia, conocimiento, conciencia, cultura, bienestar social,etc.) presentes en cada momento. Esto también nos deja más abiertas lasexplicaciones que sobre cada situación concreta se produzca de acuerdocon las decisiones de los agentes que la conforman, aceptarla en cuantoexperiencia de una comunidad humana, ni positiva ni negativa, sin lanecesidad de recurrir a meta-agentes externos de esa propia realidad.Evitando, también, adoptar posiciones alarmistas, o catastrofistas, niadmiraciones desmesuradas sobre otras. Cada situación histórica es frutode la experiencia de los actores que la conforman (individuos y grupos

interrelacionados), con las múltiples variables ofrecidas desde muchoscampos del desarrollo humano.

1.3. Los conflictos y las necesidades

Una vez definidos los intereses individuales o grupales como eje dela articulación de los conflictos, cabe relacionar estos con las necesidades,entendidas como aquellos presupuestos materiales, «espirituales» o socialesque las entidades humanas consumen, usan, utilizan, etc., para alcanzarsus expectativas de realización como seres humanos y, que en esta medida,son fundamentales, indispensables o imprescindibles, y su carencia causadesequilibrios y tensiones.11 Aunque cualquier definición de las mismasresulta dificultosa y comprometida porque van asociadas, o llevan im-plícitas, modelos de sociedad (estructuración política, normas jurídicas,etc.). Somos conscientes que podrían hacerse múltiples clasificaciones,se podrían jerarquizar, debatir sobre las variables culturales, políticas,económicas y sociales, etc. No obstante, no deja de haber elementoscomunes o un umbral en el que se puede percibir los límites de esasnecesidades: el de subsistencia y el «moral» por así decirlo, marcadospor las disponibilidades sociales y por los procesos de tomas decisionessobre las mismas.12

Sin entrar en las muchas teorías sobre las necesidades humanas (fun-cionalistas, marxistas, biológicas, genéticas, etc.), ni en todos debatessuscitados al respecto, si puede ser ilustrativo al menos como referenteinicial utilizar la definición de necesidades humanas básicas o primarias,en las que se incluyen no sólo las materiales -bien definidas por laperspectiva economicista- sino también las emocionales y sociales. Quea su vez está asociado con la posibilidad de su universalidad, es decir

9. Además de las implicaciones ontológicas (sujeto masculino, universalización deprácticas coyunturales...) se identifica agresividad y violencia lo que acarrea no pocosproblemas. En este sentido la Declaración de Sevilla, auspiciada por la Unesco (Paris,16 de noviembre de 1989), dejó muy claro que tales afirmaciones eran, desde el puntode vista del conocimiento científico completamente inadecuadas.

10. La violencia se «institucionaliza» en un proceso que desemboca en la apariciónde los primeros estados. Cf. MUÑOZ, Francisco A. «Sobre el origen de la paz (...y laguerra)», en RUBIO, Ana: Presupuestos teóricos y éticos de la Investigación para la Paz,Granada,...

11. El concepto de necesidad ha sido utilizado desde los filósofos presocráticos a Platóny Aristóteles, éste con mayor precisión, hasta algunos autores contemporáneos. Convir-tiéndose en un debate nodal en la definición de las características de las sociedades, ycomo tal ha generado inumerables controversias y bibliografía (Hume, Kant, N. Hartman,Maslow, etc.) cuyo objeto de análisis desborda el interés del presente trabajo. Desde entoncesha adquirido significados ontológicos -relacionado con algunos aspectos que trataremosen el apartado siguiente-, metafísicos y reales. Cf. DOYAL, Len - GOUGH, Ian (1994)Teoría de las necesidades humanas, Barcelona.

12. Véase, por ejemplo las propuestas y taxonomía de MAX-NEEF, Manfred A. (1998)Desarrollo a escala humana, Barcelona.

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aplicables para todas las culturas. Esto no evita que conforme avanzamosen su elaboración social y cultural todo el entramado en torno a ellas sehaga más complejo.

Los diferentes índices de desarrollo humano lo que pretenden evaluarempíricamente es la satisfacción de las necesidades que se consideranmás relevantes. Un impulso transcendental relacionado directamente conesta problemática, como también veremos más adelante, será el debatesobre los Derechos Humanos, especialmente desde la Declaración de1948. Su elaboradas articulaciones son intentos de alcanzar normativasque reconozcan y reflejen los anteriores debates y proteger la satisfacciónde necesidades de individuos y grupos. Sin embargo, su propia pro-clamación como universales, no exenta de una amplia polémica ennuestros días, no hace sino indicarnos la amplitud y complejidad quenecesariamente alcanzan en su intento de llegar a todos los rincones delplaneta y, hasta cierto punto, en la construcción de un paradigma deanálisis y comprensión de todas las sociedades en el espacio y en eltiempo.13

Cabe destacar como en los llamados Derechos Humanos de «tercerageneración» se incluye la Paz lo que no es sino un «bucle» afortunadopara nuestros razonamientos que quieren proponer que ésta se constituyaen una categoría de análisis de la historia. Más adelante hacemos algunasconsideraciones al respecto.

La distinción entre necesidades, satisfactores y bienes dada su continaconfusión es una manera obligada de abordar estas problemáticas. Lossatisfactores serían todo aquello que contribuye a la realización de lasnecesidades, podrían ser formas de organización, estructuras políticas,prácticas individuales y sociales, valores, normas, ámbitos, comporta-mientos y actitudes, etc. Los bienes serían los objetos y manufacturas através de los cuales se implementa la eficacia de un satisfactor. Ambosestarían sujetos a los cambios históricos y coyunturales, por contra las

necesidades en su formulación más abstracta y universal permaneceríanconstantes a lo largo de los tiempos.14

Los cambios y variaciones sufridos por los satisfactores y los bienesen las diversas coyunturas históricas y sociales afectará al logro delas necesidades, de esta forma podemos hablar de que estas últimasa pesar de ser relativamente invariables -como categorías generales deanálisis y comprensión- sin embargo estarán sujetas a los vaivenes dela historia.

Por otro lado, ya que las necesidades motivan y movilizan a las personasy a los grupos las diversas teorías a explicar el surgimiento muchas delas dinámicas sociales y la mayoría de los conflictos con los que nosenfrentamos, ya que los presupuestos de partida nos llevaran a entenderlosde una u otra forma. Los diversos intereses pueden ser expresión deexpectativas diferentes de satisfacción de las necesidades, en las que laexistencia y formación de percepciones, actitudes y conductas juegan unpapel importante. Cabe distinguir entre la urgencia de unas necesidadesu otras y la legitimidad de las mismas; también entre la articulación delos deseos y los anhelos individuales y la capacidad del colectivo dearticularlos o satisfacerlos.

Como cabe imaginar, la utilización de dialécticas abiertas ofrecemuchas más posibilidades interpretativas de las realidades sociales, de lasrelaciones y dinámicas entre los individuos, grupos y comunidades;asimismo, permiten una mejor adaptación discursiva de nuestras teoríasal discurrir y a la existencia de los agentes de la realidad.

1.4. ¿Redefinición del modelo antropológico?

En definitiva, tal como intentamos defender a lo largo de todo el texto,estamos proponiendo una nueva aproximación a la Historia desde la quepodamos apreciar una nueva variable: la establecida por las vías alter-nativas de regulación de los conflictos y, particularmente por las víaspacíficas. Tal como hemos afirmado en otras ocasiones, a través de ellapodríamos contribuir a redefinir el modelo antropológico dominante que

13. Este debate tiene una significación tan amplia que, desde otra perspectiva, estápresente en los debates que el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo mantienecon respecto a los índices a utilizar para evaluar a las sociedades humanas.Indicadorestales como la renta per capita, el PQLI (índice de Calidad Física de Vida), el IDH (Índicede Desarrollo Humano), etc. que incluyen aspectos como el consumo de cereales, expec-tativas de vida, tasa de mortalidad infantil, ratio médico/habitantes, agua potable, gradode escolarización, de analfabetismo, camas hospitalarias por habitante, incorporación dela mujer, etc. nos dan muestra de su profundidad.

14. HELLER, Agnes (1996) Una revisión de la teoría de las necesidades, Barcelona-distingue entre las necesidades de las sociedades premodernas y modernas. En estas últimasla necesidad de «poder» se convierte en la primera de todas ya que de ella depende lasatisfacción de las demás.

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tiene como uno de sus pilares fundamentales la la violencia, la fuerza,hacia otros humanos y hacia la naturaleza.

Las ideas desarrolladas en los anteriores epígrafes podrían ayudar,cuando no obligar, a redefinir los modelos desde los cuales pensamos lasrealidades humanas. Aunque este debate transciende a la propia Historiacomo disciplina académica, lo que hacemos es intentar insertar a ésta enel debate que ya están inmersos muchos campos del conocimiento humano.Advertimos que, desde una perspectiva necesariamente inter y transdis-ciplinar, cada disciplina debe hacer suyos los interrogantes generales queen espacios comunes o cercanos se están haciendo en otras esferas delconocimiento.

Partimos de un punto de vista europocentrista y, por extensión «oc-cidental», ligada a los valores de la cristiandad, la ilustración, los mercados,los «hombres blancos», etc. que se ha demostrado insuficiente, cuandono traumático o violento, para relacionarse -negociar- e integrarse conotras culturas y realidades sociales. Así, una modernidad basada en el fríopoder de la razón, en la supuesta universalidad de la ciencia (especialmentedesde un foco central hacia la periferia), acaba por uniformar e inmovilizarla experiencia humana, no dejando resquicios para las diferencias, losmatices ni los cambios, tanto en lo ontológico, constitutivo de las realidadessociales como de sus dinámicas. En este sentido la violencia forma partede su paradigma, no sólo porque impone su realidad, sino también porqueen su historia está representada por el poder de los estados, de los ejércitosy las guerras. Sin duda unos presupuestos sobre los que hay que mantenerun profundo debate en la construcción de la historia de la paz. El cono-cimiento histórico tiene acumulada suficiente bagaje teórico para contri-buir a la resolución de tales enigmas.15

Sin duda, una concepción abierta del conflicto, de sus regulaciones,de la paz, tal como hemos apuntado en las páginas anteriores, no sóloes incompatible con los rasgos descritos del modelo dominante, sino queapunta a un tipo de relaciones humanas diferentes. Existen numerosasrazones que hacen aconsejable dotarnos de un nuevo modelo antropo-lógico. De hecho éste no es un canon fijado sino a través de un debate

abierto en el que participan intelectuales, políticos, mujeres, hombres,religiosos, hombres de negocios, trabajadores, etc., de todas los confinesdel planeta. Las interdependencias de la globalización hacen que las ideasy las prácticas -es posible que éstas aún más- contribuyan a cambiarnuestros modelos antropológicos y/o ontológicos.

El reconocimiento del papel de los conflictos, que el conflicto ha estadoineludiblemente ligado a la historia de la humanidad, que ha sido un factoresencial de creatividad, de adaptación al medio ambiente, de evolución,...contribuye a cambiar sin duda la percepción que tenemos de nosotrosmismos. Si reconocemos que las regulaciones pacíficas -la paz, tal comovamos a demostrar en este volumen ha sido esencial en todo este procesohistórico, no cabe el menor atisbo de duda de que el «espejo» en el quenos miramos puede cambiar en algunas de sus cualidades espectrales.Incluso más, nosotros estamos convencidos, desde nuestra posición deinvestigadores de la paz de que este paso es completamente necesario porel «poder» añadido de que tal punto de vista tiene para la regulaciónpacífica, de muchos de los conflictos violentos que padecemos actuale-mente y la prevención de otros que existen o se puedan plantear. Tal puedeser la potencia de modelos de pensamiento adaptados a nuestras posibi-lidades filantrópicas y liberalizadoras.

2. HACIA UNA HISTORIA DE LA PAZ

Quisiéramos empezar formulando este aserto: las experiencias pací-ficas, de intercambio, cooperación, solidaridad, diplomacia, han sidodominantes en la Historia. Y, sin embargo, es una historia que quizásporque su cotidianidad y «naturalidad» no deja huellas ostensibles, noha necesitado ser resaltada, porque tampoco es estridente.

En los párrafos que siguen proponemos unas líneas sobre las queconstruir una historia de la paz: la paz silenciosa; la historia de la socia-lización humana, la solidaridad y la cooperación; la historia y las expe-riencias de la baja entropía; y, la negociación como articulación positivade realidades en conflicto. Evidentemente, no serían las únicas líneasposibles para la construcción de la Historia de la Paz (Peace History),pero a buen seguro servirán para alimentar el debate a este respecto.16

15. Víd. sobre la conceptualización de la ‘polemología’ como nuevo término quealumbró debates de alta calidad e interés para la comprensión del mundo tras la segundaguerra mundial, en Gaston BOUTHOUL (1971) La guerra. Barcelona. El autor desde suconservadurismo ideológico atina bien en señalar una de las claves históricas para pensar:hay que «desantificar» la guerra y «despolitizar» la paz.

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16. A parte de la aportaciones de autores individuales, entre los que podríamos citargran número de teóricos que han estudiado momentos y situaciones particulares queremos

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2.1. La paz silenciosa

Los historiadores hemos tenido que inventar una actividad humanamuy habitual en el mundo antiguo, la relacionada con el comercio,llamándolo a éste «silencioso»; porque no dejaba rastro: se producía enun punto prefijado, normalmente una cala o un puerto natural, allí pe-riódicamente acudían los indígenas con sus productos y los comerciantesportadores de sus mercancías, gracias a su predisposición y conveniencianegociaban y satisfacían mutuamente sus deseos anhelos y necesidades.Este modelo, que se ajusta a una realidad evidente (testimoniada pormúltiples restos arqueológicos y materiales), permite explicar muchassituaciones que ni siquiera existirían como grandes fenómenos históricosrecogidos en los libros de Historia. Así mismo permite comprender porquelos objetos de unas y otras culturas aparecen diseminados por todas lastierras ribereñas a los mares que fueron punto de encuentro, cruce decivilizaciones y culturas, espacios compartidos y lugares para el mestizaje(Mediterráneo, Caribe-Antillas, Indico-Bengala, Amarillo-Japón, Sulawesi-China, etc.), sin que se sepa todavía, con plena exactitud, cómo setrasladaron allí.

Esta paz silenciosa, igualmente, hace que los procesos de hiperendo-gamia se atemperen y que, por contra, los de socialización se amplíen,cumpliendo parte de los objetivos propuestos en toda comunidad (reno-vación para la perpetuación), que se satisfagan las necesidades de todossus miembros, de acuerdo con las posibilidades reales de cada situación.También favorece los intercambios con otras comunidades, las buenasrelaciones de vecindad, la hospitalidad, la cooperación, los acuerdos, lospactos, etc. La paz silenciosa forma largas cadenas y redes que facilitanel intercambio y el enriquecimiento cultural de los habitantes de lassociedades vecinas.

La paz «innominada», no medida ni en el tiempo ni en espacio, sedifumina en la representación geométrica de los «grandes acontecimien-tos», entre los que ocupan un lugar relevante las guerras, las conflagra-ciones, etc., que aparecen jalonando la línea del discurrir histórico que,de esta manera, representan y distorsionan de manera aparentementecontinuada a la perspectiva de los ritmos sociales.

La Investigación para la Paz tiene que darle voz a esa paz silenciosapara que no se convierta en «silenciada». Esta paz es un elemento esencialpara comprender nuestra historia y nuestra realidad. Pero además no esuna circunstancia más, sino que es esencial en la identificación de nosotrosmismos como seres sociales y pacíficos, con un pasado explicado a travésde la paz y un futuro esperanzado en la concordia. La ignorancia, incons-ciente o provocada, de esta paz justifica y favorece el uso indiscriminadode la historiografía sobre la violencia y debilita la esperanza de un futurodonde primen las soluciones pacíficas sobre aquéllas.

2.2. Semiótica de la paz17

La paz nos ha dejado unos claros signos de su existencia en palabras,ideogramas e imágenes. En definitiva en símbolos de su actividad quede esta manera es aprendida y transmitida. La mayoría de las lenguastienen no sólo palabras para definir la paz sino también todo un camposemántico y conceptual formado por otros términos y expresiones queson complementarios entre sí. Ideogramas y jeroglíficos también nostrasmiten esta idea, desde el Egipto faraónico a la actual China, comose puede comprobar en los tres ideogramas de la figura 1 (a, b, c), enlos que a través de un «cereal» un «cereal y una boca», y «una mujeren el hogar» se reconoce la paz. Las imágenes sobre la paz han estadoasimismo siempre presentes,18 desde la eirene griega, a la pax romanay renacentista, moderna, etc.

La Paz como otras realidades sociales, desde el momento que esrecogida, abstraida por el lenguaje, que es una actividad humana universalpuede, quedar reflejada en la escritura. Esta dimensión, o nivel históricodel lenguaje coincide con la historicidad del hombre, y por ello mismola lengua como tal puede darnos cuenta de ideas y rasgos culturales. Enefecto, todo estado de una lengua refleja la imagen de una cultura en unmomento determinado; por eso, el análisis de las construcciones lingüís-ticas utilizadas por cada pueblo para expresar sus experiencias pacíficas,

citar la revista Peace and Change, como espacio en el que se han concentrado múltiplesesfuerzos en tal sentido.

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17. En este apartado recogemos fundamentalmente las ideas aprecida en los capítulosintroductorio y final del libro: MUÑOZ, Francisco A. – MOLINA RUEDA, Beatriz (1998)Op. Cit.

18. Como está perfectamente documentado en el artículo de la doctora Elena Diez,en este mismo volumen.

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aspiraciones y deseos, puede ayudarnos a reconstruir la imagen de larealidad y la cosmovisión que una sociedad tenía sobre la paz.

Para llegar a estas consideraciones, hemos de partir de la estrecharelación existente entre lengua y pensamiento. Si efectivamente una lenguaes un instrumento de comunicación según el cual la experiencia humanase analiza, de forma diferente en cada comunidad, no debe pasar desaper-cibido que la lengua ejerce además otras funciones, como la de servir desoporte al pensamiento. El lenguaje, además de ser un sistema de comu-nicación es en buena medida «el espejo del pensamiento», y la pruebaes que, a pesar de las barreras lingüísticas, sigue siendo posible la co-municación entre los individuos, de la misma o de diferentes culturas,gracias a la existencia de procesos cognitivos iguales o similares, comopuede ser la paz; y es por ello por lo que la herencia literaria o filosóficade un pueblo sobrevive y traspasa las culturas.

De esta manera, las lenguas, al servir de expresión del pensamiento,el sentir, el actuar, de los hablantes, tienen un impacto cultural e ideológico,al tiempo que expresan identidades,19 porque detrás de cada lengua haytodo un universo simbólico que remite a una identidad concreta, a travésde unas referencias culturales, y que proyecta en los hablantes una con-ciencia de pertenencia a un grupo frente a otros.

Pero las lenguas no se limitan a ser receptáculos que recogen y reflejanlo que ocurre en la cultura extralingüística, sino que entre lengua y culturase dan unas relaciones dialécticas: la lengua, no sólo recibe los rasgosculturales relevantes, sino que «concebida como institución, la lenguainfluye sobre los individuos como lo hacen las leyes y las costumbres,que, tras haber nacido por razones histórico-culturales, influyen innega-blemente sobre la cultura», de manera que entre lengua y cultura existeuna relación recíproca. De ahí, si cabe, la mayor importancia de lostérminos de la paz.

El interés estriba en establecer las relaciones entre tales símbolos ylas actividades sociales sobre las que, evidentemente, se sustentaba. Unatarea que encierra dificultades pero a su vez sabemos que estaba anclada,al menos, el contexto social donde aparece. Aunque ya sea harto decirlo,la cooperación, la hospitalidad, la salud, la abundancia, el amor, los pactos,los tratados, las alianzas, el final de una guerra, etc., representan un espacio

19. Como ha dicho Jacques BERQUE, a propósito del árabe, una lengua sirve, nopara hablar, sino para ser.

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Fig. 1-c

Fig. 1-a

Fig. 1-b

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concentual que se refuerza por las vinculaciones mútuas y particularmentelos de la paz.

2.3. Una historia de la socialización, la solidaridad y la cooperación

El origen de la Humanidad, se produce tras un largo recorrido temporaldel Universo (reconocido hace unos 20.000 millones de años), de laformación de la Tierra (4.600 millones de años) y, por fin, de la apariciónde la vida (que pudiera producirse hace unos 3.500 millones de años).Muchas de nuestras actuales características provienen directamente delorden de los primates cuya evolución se ha producido en los últimos 70millones de años aproximadamente, en los que han desarrollado una altacapacidad adaptativa a distintos tipos de alimentos y un complejo com-portamiento social20 . Nuestra familia zoológica (hominidos) modificaronsu aparato dental y comenzaron a caminar erguidos. Presumiblementemejoraron su lenguaje y, por extensión, el desarrollo cerebral. Estoscambios anatómicos, liberaron las manos para otras posibles tareas, entreotras para optimizar el uso y la fabricación de herramientas, y facilitóla formación de grupos cooperativos de caza y recolección. Los Autro-lopithecus fueron los primeros individuos del genero Homo, pudieronaparecer en un periodo comprendido entre los 4 y los 8 millones de años,allá en el continente africano. Nuestra especie Sapiens es conocida en latierra desde hace aproximadamente unos 100.000 años y, finalmente,pertenecemos a la subespecie Homo sapiens sapiens.21

Con este párrafo no hemos querido ofrecer una breve historia de laevolución humana pero sí, al menos, resaltar la profunda dependencia quetienen nuestras actuales conductas de nuestros ancestros milenarios.22

20. Cfr. LEAKEY, Richard E. (1981) La formación de la Humanidad. Barcelona,50 ss.

21. Muchos otros animales de la naturaleza se valen de piedras y otros objetos parafacilitar sus tareas pero, sin embargo, sus limitaciones anatómicas le impiden optimizarsu uso, cfr. HARRIS, Marvin (1991) Nuestra especie. Madrid, 35-40.

22. Víd. La interesante aportación de CAIRD, Rod y FOLEY Robert (1995) Hombremono. La historia de la evolución humana. Barcelona, para lo que estamos señalando.Un repaso al índice de esta obra -junto a la tesis que defiende-: la importancia de laexperiencia humana acumulada y asimilada, deja a las claras su intención, en el bipedismo,pensamiento, lenguaje, colonización, creación de imágenes y la evolución continúa.

Nuestra cultura encierra la experiencia de cientos de miles de individuosy grupos que han aportado, a lo largo de los siglos, cotidiana y oficialmentesus vivencias en sus relaciones con el medio y sus congéneres. En todoeste proceso la socialización, la actuación en grupo, es una de las prin-cipales características que han asegurado el éxito de la especie. Las normasculturales cohesionaban y aseguraban las practicas individuales y grupalesen estos niveles de cooperación, sentido de la colectividad e igualdad.23

El género humano desde tiempos remotos ha profundizado en elproceso de socialización como alternativa colectiva para la satisfacciónde sus necesidades individuales y grupales, entre ellas probablemente lamás importante: cómo hacer pervivir la especie y cómo hacer cada vezmás compatible la misma. De tal manera que han sido los grupos, y nolos individuos, los principales agentes de socialización, en ellos ha habidouna serie de interacciones mutuas, unos objetivos comunes y una vidaafectiva común. Aunque el contenido de estas necesidades ha variadoconforme lo ha hecho la propia entidad humana cabe preguntarse sobrecuáles serían estas necesidades. Pues en la medida en que conozcamoséstas podremos aproximarnos mejor a los márgenes de actividad de lassociedades.24

Así, los grupos han ordenado y articulado la satisfacción de susnecesidades a través de la interacción recíproca, la conciencia de grupo,la existencia de objetivos, valores y actividades compartidas, la estabi-lidad y duración relativa de las mismas, y la identificación social. Losindividuos se organizan en instituciones, definidas por el conjunto in-tegrado y coherente de pautas de conducta, recurrentes y estables, queaseguran el cumplimiento de funciones socialmente relevantes. Finalmen-te, es en el proceso de socialización cuando se llega a alcanzar laconciencia de uno mismo, a través del reconocimiento e interiorizaciónde los otros.

En un sentido parecido, algunos investigadores ya han resaltado elpapel del altruismo, la solidaridad, y la cooperación y otras actitudes(dulzura, ternura, amistad, hospitalidad, ...) que explican gran parte denuestros comportamientos habituales.25 Su operatividad aparecería en

23. Cfr. MANN, Michael (1986) Las fuentes del poder social, I. Madrid, 18-21.24. MORALES NAVARRO, Julián-ABAD MÁRQUEZ, Luis V. (1988) Introducción

a la sociología. Madrid, 63-75.25. SEBASTIÁN, Luis de (1996) La solidaridad. «Guardián de mi hermano».

Barcelona, propone una interesante definición de solidaridad: «El reconocimiento práctico

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Por esto puede ser aplicada a las sociedades humanas27 y, desde nuestropunto de vista, creemos que puede ser interesante una aproximación quenos permita ver las relaciones entre las actividades humanas de bajaentropía y las situaciones de paz,sin que ello deba de ser entendido,obviamente, de manera mecánica. Efectivamente, aunque todos los sis-temas humanos crean entropía -pues consumen más energía de la quereciben (acumulada en los recursos la tierra o la que se recibe de la energíasolar)-; sin embargo, aquellos que gasten la menor posible podrán gozar,a su vez, de un mayor «orden» (entendido éste como capacidad deregeneración y continuidad).

También podríamos verlo de otra manera: aquellos grupos humanosque mantuviesen una mejor armonía con la Naturaleza estarían menossujetos a las respuestas y variaciones de ésta frente a las «agresiones»producidas sobre ella. Igualmente, serían más estables aquellos grupos,comunidades o sociedades en los que la gestión de la energía se realizacon el menor desorden posible. Es decir gastan la menor energía posibleen la realización de sus actividades, en la satisfacción de las necesidadessociales (entendidas como la del grupo, de todas las individuales mas lascolectivas) y, por tanto, conservan mejor el equilibrio entre los elementosdel ecosistema, en el que está incluido el conjunto social.

Dentro de estas actividades cabe considerar aquellas en las que laobtención de recursos (materiales o humanos) necesarios se realizan conmenor coste posible, también aquellos en los que la distancia (no sólofísica sino también social) entre la producción, la distribución (el cambioen su caso) y el consumo es mas corta posible. Esto está condicionadopor la riqueza de partida del ecosistema, por la presión demográfica quesobre él se produce, por las prácticas de autoconsumo, por la reduccióndel transporte, por la cooperación social, por la formas coparticipacióny democracia, etc. Entre esas sociedades o actividades de baja entropía,podríamos incluir gran parte de los sistemas productivos agropecuarios(la recolección, las actividades agrícolas y pesqueras sostenibles, etc.),

de la obligación natural que tienen los individuos y los grupos humanos de contribuiral bienestar delos que tienen que ver con ellos, especialmente delos que tienen mayornecesidad» (p. 16). Pra la explicación concienzuda de los términos propuestos en estadefinición, el autor le dedica las siguientes páginas 17 a 21.

26. La primera ley de la termodinámica explicita las transformaciones de la energía(esta ni se crea ni se destruye) pero por si sóla ha dado a lugar serios equívocos (crecimientosin límites,, etc.). Es necesario invocar la segunda ley de la termodinámica que nos indicaque en estas transformaciones también se produce una degradación, (desorden, caos) detal manera que las fuentes de energía son menos accesibles para los seres vivos y en particularpara los humanos (individuos y sociedades).

Estos aspectos están siendo en la actualidad muy discutidos, por ser, en parte, la razónde fondo de la «crisis ecológica», en foros de todo tipo (movimientos sociales, estados,conferencial internacionales, etc.).

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primer lugar en los procesos de socialización de los grupos básicos (familia,tribu, gens, estirpe, ...); después, casi por definición, en los grupos deiguales; en las comunidades pequeñas (alrededor de 500 miembros) quepor otro lado están siempre presentes, son conductas completamentenecesarias; en comunidades más complejas puede que se diluya algo enlas relaciones institucionales, pero en estas también existe (casta, nación...);en las relaciones entre comunidades importantes, de distintas dimensionesy características, la diplomacia asume, también asimismo, estas funciones.Por fin, en la esfera económica (producción, distribución, cambio yconsumo), en el trueque y el intercambio son también manifestacionesque necesitan y explican buena parte de estas actitudes.

2.4. Una historia de las actividades de baja entropía

La entropía es un concepto que procede de la física, particularmentede la leyes de la termodinámica, y que explicita la degradación de la energíade los sistemas, y por ende su grado de desorganización.26 Un sistematiende a estar mas desorganizado en la medida en que en sus intercambiosenergéticos no sólo transforma la energía (primera ley de la termodiná-mica), sino que se degrada (segunda ley). Por tanto, debemos entenderpor entropía, el estado o grado de «desorden» (caos) de un sistema. Enlas últimas décadas está siendo utilizada desde la perspectiva ecológica,en la medida en que mide el grado de desorganización de los sistemasvivos, donde los elementos son completamente independientes entre sí.

27. Se podría decir, por el contrario, que en un sistema organizado al máximo -hastael punto de que sólo es posible un orden de vínculos entre los elementos-, la entropíaes nula, ya que el orden de las partes es perfecto. Lo normal, no obstante, no es esta últimasituación, sino más bien otras intermedias Cf. CESARMAN, Eduardo (1982) Hombre yentropía. Termodinámica social, México; RIFKIN; Jeremy (1990) Entropia. Hacia el efectoinvernadero, Barcelona, especialmente la tercera parte: La entropía: un nuevo marcohistórico, 87-121.

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también las tareas de ámbito doméstico, algunas tareas humanas (diálogo,lectura, contemplación, amor, etc.), etc.

Cabe imaginar que estas situaciones incluyen gran parte de la historiade la humanidad representada por las sociedades de recolectores y ca-zadores. Se trata de grupos humanos de pequeña dimensión, que, comosu propia nominación indica, su principal actividad es la recoleccióndeproductos vegetales y pequeños animales, el carroñeo y en menor medidala caza, todo ello en un ecosistema relativamente amplio, que tienecapacidad para recuperarse por si mismo de las actividades antrópicas,etc. Por otro lado, el trabajo agrícola desarrollado predominantemente,al menos, desde antes de la revolución industrial; el trabajo doméstico,tradicionalmente realizado por las mujeres; todas las periferias -en muchoscasos mayoritarias- de los sistemas urbanos (los marginados de lasciudades y economía sumergida, sus comportamientos de «reciclaje»yrecolección de residuos), etc., son actividades de este tipo. En generalpodríamos decir -aportando una dimensión ética al concepto en cuestión-que, incluso, el nivel de entropía se vería reflejado en la capacidad dereflexión de un sistema humano hacia las generaciones futuras, su sen-sibilidad para tenerlas en cuenta, su capacidad de planificar un desarrollosostenible.

Existen varias vías por las cuales se rompen estas situaciones demáxima armonía, o baja entropía, una de ellas es la ruptura del equilibriode la relación de los grupos humanos con el ecosistema, bien por unacrisis natural o bien por un crecimiento vegetativo de la población, laaparición de nuevas necesidades para el conjunto de la población, o unaparte de ella. Pues bien, una de las vías comúnmente utilizadas paracontrarrestar esta última situación, ante límites de las estructuras produc-tivas (naturaleza y actividad humana) para reestablecer, en fin, el «equi-librio» es detraer energías de las necesidades que se satisfacían, por algunosgrupos de población, en los momentos anteriores, siendo fuente de pre-ocupaciones, distorsiones, disturbios y violencia. Sus manifestaciones másclaras pueden ser los más diversos grados de subordinación, la jerarqui-zación, las clases sociales, el autoritarismo, etc., en definitiva diversasformas de discriminación -o no satisfacción- de necesidades en favor deunos grupos (o intereses) y en perjuicio de otros. El gasto por encimade las posibilidades de las energías disponibles, el forzamiento al límitede un sistema ecológico, etc., genera unos desequilibrios tan grandes quesi se opta por compensar tales pérdidas con detraer esos recursos de otrosámbitos, sistemas o espacios por la vía impositiva, no se hace sino generar

aún más caos y desorden, puesto que con el objetivo de obtener mejoresresultados y beneficios se exportan gran cantidad de externalidades (ne-gativas) a otros ecosistemas que comienzan a romper sus primitivosequilibrios. Esto ha ocurrido históricamente con el intercambio desigual,con la exportación de industrias altamente contaminantes a países «nodesarrollados», con la venta de los excedentes militares convencionales,etc. El resultado de todo ello, permite seguir manteniendo unos altos nivelesde gasto en energía en los centros (el Norte), lo que repercute en el desordenque se genera en las periferias (el Sur).

Curiosamente, las actividades donde se concentra (se dilapida o sedesorganiza) mayor energía son -historiográfica y llamativamente- más«visibles». En este lado estarían actividades como los gastos militares,los suntuarios, las guerras, etc.; que coincidirían, como se puede ver, conlas actividades más violentas. La reacción frente al «desorden», interioro exterior, obliga a realizar actividades diferentes para readaptarse a lasnuevas situaciones, significa, también, consumir más energías, ademásde generar enormes cantidades de externalidades.

2.5. La negociación como articulación de realidades en conflicto

La negociación es básicamente la acción por la cual uno o más actoresen conflicto optan por ceder parte de sus intereses en función de preservarparte de ellos y de evitar el coste de mantener la tensión entre ellos. Esbásicamente una alternativa que supone ahorrar energías para todas laspartes y en que se optimiza al máximo lo recursos disponibles. Para elloes necesario que consciente o inconscientemente, y siempre experien-cialmente, se reconozca la situación conflictiva, lo que implica que losdistintos actores e intereses reconozcan mutuamente su existencia y suscapacidades (desde sus ejércitos hasta sus recursos económicos, pasandopor su potencial demográfico, su capacidad de movilización, su nivelcultural, las distintas capacidades estructurales, etc.). Es por antonomasiauna de la vías principales de regulación pacífica de los conflictos quenecesita además de ciertas cualidades para llevarla a cabo, tales comopaciencia, calma, dominio de las pasiones, flexibilidad, persistencia,imaginación etc.

La negociación permite establecer vínculos entre unos grupos y otros,entre sus intereses, pues también, y dada su universalidad, nos posibilitaanalizar y explicar las relaciones humanas desde dialécticas más abiertas

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que, como se puede comprobar a lo largo de este ensayo, es colateral-mente uno de nuestro principales objetivos, en la medida en que podemosreconocer a los diversos grupos que pasan a convertirse en actores enlas dinámicas sociales, de no contemplarlo así, serían meros actores casitotalmente inactivos y anónimos.28 Una de las consecuencias de estaperspectiva es poder comprender como los procesos de toma de deci-siones, no pertenecen exclusivamente a los grupos dominantes, aunqueformalmente se expresen así, sino que están relacionados con las ac-ciones del conjunto de la sociedad, en la medida que en que se produceuna negociación más o menos manifiesta en la que los grupos domi-nantes, por su dependencia de los grupos dominados establecen unanegociación recíproca, en la que eliminan una parte de la tensiónexistente entre ambas partes. Situaciones que podrían ser contempladasdesde esta perspectiva podrían ser las demandas de derechos políticos(libertades, sufragio, etc.), la cuantía de los tributos, los salarios, el finde las acciones bélicas, las relaciones entre grupos urbanos, entre gruposdomésticos, etc.29

El problema puede estar en detectar bajo qué condiciones los gruposdominados son capaces de presentarse en la negociación, que exige lamanifestación del conflicto, de los intereses o las percepciones delmismo. En la mayoría de los casos la conciencia de los diversos gruposen el conflicto es baja, no tienen análisis de la realidad, ni concienciade grupo, sin embargo sí pueden existir otras formas de conciencia(recogidas según las fuentes que utilicemos), tales como desavenencias,disensiones, críticas, etc. presentes en el imaginario popular, en lasreligiones, en expresiones artísticas, que en definitiva encauzaban diversasmanifestaciones de la resistencia ante una realidad no deseada.30 Todoslos puntos intermedios serían pues barajados, experimental o teórica-mente, con o sin consciencia de ello, por aquellos actores participantesen el conflicto que optan por una u otra posibilidad en función del balanceen la correlación de fuerzas. De tal manera que las concesiones mutuas

28. Tal sería el caso de los campesinos, los esclavos, los nómadas, los siervos, lasmujeres, los no-ciudadanos, etc.

29. Norbert ELIAS ha desarrollado esta idea en varias de sus obras.30. En este sentido son interesantes las aportaciones de György Lukácks sobre la

conciencia en sí y para sí, posteriormente retomadas y matizadas por Ágnes Heller(Sociología de la vida cotidiana).

es la única posibilidad para evitar una desintegración mayor y másrápida.31

En el caso particular de un conflicto bélico, entre los dos polos, guerray paz, existen muchas situaciones intermedias que alejan o aproximana las partes. Así, las treguas, los pactos, las alianzas o los armisticios, seríanmanifestaciones de estas negociaciones. En este sentido, no cabe dudaque la fortaleza de los ejércitos es un elemento de primer orden a consideraren lo que se refiere a la disuasión; y que, en nuestro caso, inclinaría labalanza de la negociación al lado de los grupos que tengan mayoresefectivos militares (aunque el término que hemos utilizado resulta extre-madamente polémico para una situación histórica como la de la disuasiónnuclear durante la Guerra fría). Pero incluso en estas situaciones, lanegociación se produce, en ocasiones, sin que los ejércitos tengan queentrar necesariamente en liza. Los resultados de su acción pueden serprevisibles y, por tanto, pueden ser puestos en la mesa de las negociaciones,las amenazas surten sus efectos, menos nocivos, siempre que la propiaguerra.32

La negociación, pues, presente en todas las escalas, en las que existenlos conflictos, formará parte de una serie de mecanismos de los cualesse dotaron las sociedades para la regulación de todos aquellos conflictosque aparecían en su seno y de esta manera evitar los efectos más dañinosy nocivos de los mismos. Son mecanismos que permiten combinar lasdistintas realidades representadas por los actores en el conflicto, desdesus necesidades, deseos y anhelos, a sus ambiciones y proyectos. Cuandola asimetría y desigualdad entre los diversos actores -que por sí mismaspodrían conducir al caos-, debieron ser amortiguadas, posibilitan con ellola supervivencia y satisfacción de algunas (o muchas) de las expectativasde las partes. A estas medidas optamos por encuadrarlas dentro de lanegociación, independientemente de su explicitación o formalidad, porquede hecho articulan, favorenciendo el entendimiento, el interlocución (yhasta el diálogo) entre las partes, la reglamentación pacífica de las ten-siones, de tal manera que se aminoren al máximo los costes socialespotenciales de los conflictos.

31. Cf. BENABOU, M. (1976) La résistance africaine a la romanisation, París.32. CLAVEL, Jean Daniel (1994) La negociación diplomática multicultural, México.

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3. OBSTÁCULOS LATENTES PARA RECONOCER LA PAZ EN LAHISTORIA

Sin duda el primer obstáculo es que la paz no ha sido un objeto centralde estudio e investigación. Por lo tanto tenemos un gran desconocimientoal respecto de la Paz y todas las circunstancias que la han rodeado. Elsegundo, por supuesto, es que haya existido la violencia en sus distintasmanifestaciones (guerra, coerción, explotación, marginación, etc.). Y eltercero, llegando a ser mas importante que el anterior, es la sobredimensiónque de estos últimos aspectos ha realizado la historiografía tradicional.A esto podríamos añadir las perspectivas que se han tenido sobre losconflictos, tal como hemos visto mas arriba, reconocidos solamente comomecánicos y violentos. Pero estos presupuestos no son resultado deaportaciones individuales y descontextualizadas, muy al contrario, estanligados con concepciones mas profundas (ontológicas, epistemológicasy axiológicas) de ahí la dificultad en analizarlas y desconstruirlas.

Algunos de estos obstáculos están ligados a formas de pensamiento(epistemes, modelos, paradigmas, etc.) muy arraigados en Occidente, yno sólo en la historia. Estas se han conformado y sustentado a lo largode los siglos creando verdaderas redes intelectuales interdependientessobre las que resulta muy difícil acceder.33 A continuación exponemosalgunos de los ejes de este problemática sin ánimo de ser exahustivos,por supuesto.

3.1. Visiones negativas de la especie humana

Todas las culturas desde sus orígenes se han visto obligadas a ubicarla especie humana en la naturaleza y el cosmos, y a la par definir su propioser y condición.34 Estas elaboraciones, aunque tienen muchos puntos encomún provenientes, en esencia, de unas condiciones similares de partida,sin embargo no han dado las misma solución a todas sus preocupaciones.Un caos particular que aquí nos interesa mucho resaltar es la visión que

sobre si mismo se otorga, la «autoestima» que se manifiesta, el espejoen el que se mira la culturas y las posibilidades que otorga a las imágenesque crean. Desde un «naturaleza» humana en armnonía con el cosmos,hasta una especie perversa que rompe con el orden establecido y natural,las distintas interpretaciones dan soluciones a tales problemáticas desdela perspectiva armónica-pacífica, como es el caso de las filosofías orien-tales, o desde la depredadora-destructiva-violenta, como en el judaismoel cristianismo y el islam.

La especie humana esta estigmatizada por el «pecado original» desdeEva, una mujer, que probó el fruto prohibido y fue expulsada del paraísoterrenal. Este pasaje inicial de la Torá y la Biblia, también presente enel Corán refleja bien el origen de la perspectiva negativa que sobre nuestraespecie se ha tenido no sólo en el momento judaico inicial sino en ámbitosposteriores mediterráneos y occidentales (judaicos, cristianos, islámicos),perviviendo hasta nuestros días. Esta perspectiva explicaría y justificaríatodas las acciones negativas y violentas.

Fijado en el siglo IX a.C., probablemente fruto de una elaboraciónsincrética de las diferentes cosmovisiones presentes desde épocas ante-riores en ese espacio geográfico-cultural. Puede que tuviese una fuertecapacidad interpretativa e integrativa de los acontecimientos negativosvividos por aquellos grupos (catástrofes, accidentes, muertes, etc.). Estoquedó, a su vez, reforzado con otros episodios de las sagradas escriturasque fueron escritos en un ambiente cultural similar. Como es bien sabido,todo el pensamiento europeo, a través de la aceptación cristianismo comoreligión oficial del Imperio Romano, fue dependiente de una u otra formade estos paradigmas. Incluso después de que la Ilustración separará la razónde la religión pervivieron muchos de estos presupuestos que no fueronsometidos directamente a revisión crítica.

El individualismo es la doctrina que hace enfasis en la constituciónde la sociedad por individuos como unidades básicas de la misma y queconsidera que su existencia determina en gran medida la dinámica de ésta.Para muchos teóricos de esta corriente lo esencial es la constante oposiciónde los individuos a los grupos, a la sociedad, al estado y al resto de losindividuos. A partir de esta hipótesis fundamental, las normas, la culturay la jurisprudencia deben buscar vías de armonización esta realidad.Aunque bien es cierto que no todo individualismo lleva directamente ala lucha y la competencia de unos individuos contra otros, también lo esque todas las teorías individualistas se oponen, por lo general, a cualquierforma de colectivismo como fuente de coacción del individuo.

33 . Cf. BLUHM, William T. (1985)¿Fuerza o libertad? La paradoja del pensamientopolítico moderno, Barcelona.

34. Algunos de estos aspectos los hemos tratado en el apartado sobre los modelosantropológico y/o ontológicos.

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Con la emergencia de las primeras ideas que daban validez al indi-vidualismo de hecho se estaba dando pie a interpretar la historia de laHumanidad como la consecuencia de la lucha de unos individuos contraotros, los otros pueden ser un obstaculo, para satisfacer las necesidades,que conviene eliminar, la competencia se convierte en una explicaciónde la dinámica histórica. Aunque, estas ideas, también conectan intima-mente con los presupuestos bíblicos, tan arraigados en Occidente dondelos humanos deberían de sufrir y luchar en esta tierra para supervivir (...conel sudor de tu rostro comeras pan, hasta que tornes al suelo... , valle delagrimas, Calvario, etc. ). Bien es verdad que la lucha no esta planteadacontra los demás directamente.

Estas teorías tienen uno de sus más claros representantes en ThomasHobbes (1588-1679) a través de los principios de la competencia, ladesconfianza y el deseo de fama hacen que la especie humana tengafundamentalmente una conducta antisocial, homo homini lupus, bellumomnium ontra omnes. Sus propuesta del contrato social representan elacuerdo para no aniquilarse mutuamente ante la peligrosidad de lascondiciones de partida. Todas estas aportaciones tuvieron -y aún lo siguenteniendo- una fuerte influencia en el mundo occidental.

3.2. Darwin y los modelos de evolución humana

La hipótesis de la lucha por la supervivencia, si queremos simplificada,de Darwin (El origen de las especies, 1859) tienen cierta continuidad conlas ideas del individualismo y el libre mercado, presentes en su entornosocial e intelectual. Esta teoría acabo por convertirse en un paradigmaexplicativo de la evolución de los animales y del hombre, pero también,tuvo su gran influencia en las propias concepciones de la Historia ya quepresentada las cualidades, la potencialidad, de cada individuo comojustificación de su propia supervivencia y la de la evolución de la especie.35

El darwinismo social se puede definir como aquella forma de selecciónque favorece a los actores más despiadados y egoístas. Según esto, los

colectivos humanos deberían de transformarse para poseer los atributosmás letales frente a aquellos otros que pudieran representar una igualdadde consideración entre las personas o cualquier otra forma de altruismo,generosidad o sacrificio hacia los más débiles o los peor adaptados. Asíconsiderada, la concepción evolutiva, es como un programa político, unateoría que sólo puede conducir -como se ha podido comprobar en períodosrecientes (colonización, nazificación, etc.)- a la peor alternativa.

3.3. Dialécticas antagónicas

Evidenciar la dependencia de los fenómenos de una dialéctica suponedar una vía explicativa a las dinámicas sociales, pero los limites de estapropuesta también son claros: el conocimiento (como marcha hacia loAbsoluto) requiere de una dialéctica del sujeto y del objeto enunciadacomo tesis-antítesis de la cual se obtiene la síntesis en la que se superala reducción de uno al otro. La bipolaridad de esta dialéctica reduce lasposibilidades de la presencia y acción de otros actores, además de noposibilitar otro tipo de relaciones fuera del «antagonismo».

Por otro lado, la fenomenología del espíritu no parte del saber absolutopero parece conducir necesariamente a él. Aleja de los humanos la gestiónde sus problemas.

Esta hipótesis fundamental de Marx es una continuidad de las ideasprevias, fundamentalmente de Hegel, tal como fue reconocido porAlthusser al hablar de la «inversión espistemólogica». Efectivamentese invirtió el papel determinante del Espiritu para hacerlo recaer en lainfraestructura económica. Pero la Historia de la Humanidad siguiósiendo explicada en clave «darwiniana» de lucha de los unos con losotros.

Simplificar la crítica al marxismo, como gran corriente de pensamientoy de acción del presente siglo, puede ser un gran error. Hay que aceptarel papel de primera magnitud que ha jugado el marxismo, unido almovimiento obrero, para incorporar a las clases y grupos dominados ala Historia, para convertirlos en actores de la realidad. Este aspectofavorece sin duda la ampliación de las conceptualizaciones de la paz yaque por una parte permite participar a actores que estaban silencicadosy amplia la teoría y la práctica de los Derechos Humanos, ambas circuns-tancias, contribuyeron, sin duda, ampliar las concepciones y los debatessobre la paz.

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35. Por otro lado sería absolutamente injusto no reconocer la significativa aportacióndel autor. Cf. DENNET, Daniel C. (1999) La peligrosa idea de Darwin, Barcelona. Aunquenuevos enfoques incorporan factores tales como «coevolución», cooperación, creación,simbigénesis, convergencia, etc., a los presupuestos previos.

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Sin embargo estas premisas no deben evitar ver que, contradictoria-mente, muchos de los presupuestos marxistas, teóricos y prácticos, se hanvisto involucrados en acciones alejadas de la contrucción de la paz,fundamentalmente porque, relacionado con las propuestas de liberación,el discurso de la violencia ha estado casi siempre presente.

Interpretar las dinámicas históricas en clave de conflictos conllevaademás la posibilidad de ampliar las dialécticas36 de los mismos. Efecti-vamente, frente a la dialéctica «occidental» (dominante), bipolar, anta-gónica y subordinadora, que no alcanza a explicar todas la vías posiblesde regulación de conflictos, se pueden utilizar modelos explicativos dedinámicas multipolares, alternativas e integradoras.

En la realidad historia las mediaciones sociales, económicas, culturales,o de cualquier otro tipo, resultan de tal importancia que es completamenteimposible aislar la naturaleza humana de las pautas de conducta aprendidasa lo largo de los miles de años de existencia. Al introducir la capacidadde elección en la conducta humana (la categoría analítica de la libertadhumana recobraría un peso esencial en nuestra argumentación), las so-luciones que nuestra especie da a determinados problemas y conflictos,dependen de multitud de variables biológicas y culturales interrelacionadasexperimentalmente y de una manera indisociable. Las simplificacionesde las concepciones dualistas de la especie humana, que distinguen entrecuerpo y alma, naturaleza y espíritu (o cultura) sólo contribuyen a alejarnosde una verdadera comprensión del transcurrir de nuestra propias historias.

4. UNA HISTORIA DE PAZ «IMPERFECTA»

Los presupuestos y postulados contemplados a lo largo de los anterioresepígrafes nos permiten retomar una nueva -en cuanto que pretende prestar

mayor atención a aspectos olvidados o marginados hasta ahora- perspec-tiva de la historia, que a su vez enriquezca y complemente con las yaexistentes. En ella que se deberían de incluir los distintos hechos, expe-riencias y ámbitos de paz hasta el momento visto (solidaridad, cooperación,actividades de baja entropía, negociaciones, tratados, planes de paz, etc.).De esta manera se podría intentar recomponer una Historia de la paz,como una parte inseparable y necesariamente complementaria con el restode «Historias» y de la «Historia» en general.

Hablaríamos de paz , tal como lo hemos venido haciendo, en el sentidode todas aquellas experiencias y estancias en la que los conflictos se hanregulado pacíficamente: firma de tratados, paz silenciosa, solidaridad,cooperación, actividades de baja entropía, etc. Es decir en las que losindividuos, los grupos humanos o las sociedades han optado por satisfacersus necesidades y las de los otros basándose en criterios igualitarios ysolidarios. Todo ello sin que ninguna causa ajena a sus voluntades (fe-nómenos de la naturaleza, crisis de subsistencia, epidemias, agentes externos,etc.) lo impidiese.

En este sentido incluiríamos la Paz, en el sentido más genérico,aquellas situaciones en que se satisfacen dominantemente las necesidades,con las premisas que hemos señalado anteriormente para todo el conjuntosocial, a lo largo del tiempo. Las diversas escalas de las regulacionespacíficas, ya sea a escala individual o grupal (la socialización, caridad,cariño, dulzura, solidaridad, cooperación y mutua ayuda), regional oestatal (acuerdos, negociación, o intercambios) o internacional (pactos,acuerdos, tratados, organismos internacionales, o intercambios). Tambiénla paz de las periferias, de las esferas subordinadas y marginadas, dondepuede que existiera una mayor predisposición a las regulaciones pacíficas,y la de todos aquellos grupos que por unas u otras razones reconocensus horizontes y sus prácticas bajo estos presupuestos, podrían sercomprendidos.

En la «visualización» de esta Historia de la paz incorporaríamos lasinterrelaciones causales entre las distintas estancias donde tales prácticasse producen. Es decir las posibles influencias que las acciones de un grupopudiera tener en otros ámbitos, bien porque algunos de sus miembrosinteractuan en distintos espacios, bien por la influencia que las obras olas ideas pudieran ejercer sobre otros grupos o comunidades. Seríancausales porque las prácticas mantenidas en un primer lugar pudieran serla causa de que actitudes similares se mantuvieran posteriormente. LaHistoria esta llena de ejemplos de este tipo, desde los buenos gobernantes

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36. A lo largo de este texto vamos a hablar en diversas ocasiones del término dialéctica,como quiera que sobre este concepto hay una amplia polémica es necesario justificar suuso. Lo utilizamos en parte con el significado original, dado por los griegos, de diálogoentre varios presupuestos (inicialmente dos), para definir las relaciones entre los distintoselementos de una realidad (sistema) social. Intentando, desde esta perspectiva, hacer unabúsqueda abierta de las interrelaciones entre estos elementos, sin estar determinados,inicialmente por presupuestos mecánicos y cerrados. Sabemos que por el uso que distintosautores (Kant, Hegel, etc.) han hecho del concepto esto puede acarrear algunos problemaspero no hemos encontrado otra alternativa mejor.

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que provienen de buenas familias, hasta creyentes y seguidores de reli-giones e ideologías que mantienen públicamente coherencia con susconvicciones personales o vivencias de diálogo, amor o ternura, pasandopor comunidades que adoptan determinadas posiciones pacifistas enconflictos internacionales, por las mujeres en sus actitudes solidarias haciatodo su entorno cercano, a estados en los que la raigambre de las prácticasdemocráticas tiene repercusión en la convivencia interior y exterior a travésde su mayor predisposición a la negociación, etc., o coyunturas de pazen las que las propuestas de los individuos de su sociedad son mas«pacifistas».

Cabe resaltar que lo que queremos aquí reconocer no es una pazabsoluta, perfecta, que probablemente nunca haya existido -ni exista- enla Historia de la Humanidad. Sino un concepto de paz amplio, queespecíficamente esté relacionado por la variable: regulación, transforma-ción o resolución cotidiana de los problemas y de los conflictos creadospor los propios humanos para consigo mismos, entre ellos mismos, osu relación con la naturaleza. Es por ello que preferimos hablar de unapaz imperfecta porque no es total ni esta absolutamente presente en todoslos espacios sociales, sino que convive con el conflicto y las distintasalternativas que se dan socialmente a éste para regularlo. Que, aunquelas propuestas sean mayoritariamente de regulación pacífica, las propues-tas y acciones violentas pueden que también estén casi siempre presentes-tal como nos ha recordado exhaustivamente la historiografía tradicio-nal.37

Desde este punto de vista la investigación interesada en una Historiade la Paz, comprometida con los desafíos que los «nuevos tiempos» nosdemandan, con la construcción de la Paz como un instrumento para larecreación de un mundo donde las vías de regulación pacífica de losconflictos se conviertan en la opción principal ante todas las situacionespresentes y futuras. En definitiva una Historia de la Paz que reconozcay analice en el pasado que se desarrolle en el futuro podría tener enconsideración las siguientes directrices, a modo de primera propuesta:desarrollar y perfeccionar el análisis de las causas, estructuras y dinámicasde las situaciones de conflicto y las vías de regulación de los mismos;desvelar las instancias en las que se producen las relaciones de la paz

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37. Cf. MUÑOZ, Francisco. A. (1999) La paz imperfecta, apuntes para la reconstruccióndel pensamiento pacifista, Papeles de Cuestiones Internacionales 65, 11-14.

y de la violencia; establecer la relación causal y las mediaciones entrelos diferentes niveles e instancias donde se practica la regulación pacíficay/o violenta de los conflictos; profundizar en la teorización de las nece-sidades humanas, su concreción en los derechos humanos y los meca-nismos que posibiliten su satisfacción, protección y realización efectiva;explicar lo más fielmente posible los acontecimientos históricos siguiendoestas pautas.

EL CONCEPTO DE PAZ EN LA CHINA CLÁSICA

PEDRO SAN GINÉS AGUILARInstituto de la Paz y los Conflictos

Universidad de Granada

Hablar de paz en la historia de los pueblos es, por parecer algo naturala la convivencia social, sumamente complicado. La paz, sin duda alguna,es el motor de la historia; sin embargo, en una sociedad dada, los conflictosaparecen de forma reiterativa y constante, por lo que deben, del mismomodo, ser resueltos. Desde este punto de vista, la paz no sería más queuno de los instrumentos para la solución de dichos conflictos. No seríamás que la puesta en orden de los procesos sociales que van cambiandodía a día, acumulándose de tal manera que la paz lograda se encontraríaen permanente peligro.

Partiremos, pues, del principio según el cual la paz es la base de todoel edificio de las relaciones humanas. Por ello, es un concepto complejoy a menudo confuso, dado a la interpretación y la manipulación. Es untérmino que aparece frecuentemente en las situaciones de conflictos detodo tipo. Cuanto más problemas, más paz anhelada se manifiesta. Cuandouno pierde lo más preciado, lo cotidiano, lo “normal”, lo “aburrido”,entonces los recuerdos se hacen más profundos y lo natural se vuelveimprescindible, lejano y doloroso.

Se dice en la introducción del libro que la paz ha estado ligado a laguerra, lo que permite sugerir que la paz es uno de los elementos de unbinomio singular. Si la paz, como ya lo hemos dicho, es el fundamentode una sociedad, es decir, representa la convivencia armoniosa entre los

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miembros de un colectivo dado; si, por otro lado, se define a la especiehumana como conflictiva, entonces, podemos decir que en realidad, noes la guerra el elemento opuesto a la paz, sino el conflicto. La guerra sería,pues, una de las posibilidad de resolución de los conflictos. En síntesistendríamos un conjunto trinómico formado por la sociedad (la paz, laconvivencia), el conflicto (los individuos en función de sus realidadessociales), y la resolución de los conflictos en función de la paz. El man-tenimiento de la paz se realizaría dependiendo de la capacidad de reso-lución de los conflictos. Sin embargo, el concepto de resolución de losconflictos tiene, a su vez, dos caras: por un lado, la paz como resoluciónde los problemas de forma pacífica (conversaciones, tratados, diálogos)o, por otro lado, de forma violenta, que formularía, además, un procesoque tendería a la guerra; aunque ésta dependa, a su vez, del concepto depaz. En definitiva, la paz sería entonces el principio y el fin de toda sociedad.

Si nos atenemos a la China clásica, desde los orígenes a 1911, podemosobservar que la historia de china, en su conjunto, es muy homogénea -contrariamente a lo que ocurre en occidente o en Europa -, las dinastíasse van sustituyendo unas a otras sin cesar de forma dramática y a menudotrágica. Sin embargo, su arte, su cultura, no refleja fotográficamente estosacontecimientos provocados por la historia. En suma, los pintores, lospoetas, y muchos pensadores chinos se han alejado de aquellos conflictossin salida, y las obras han intentado reflejar esa paz y la armonía de loshombres en su entorno natural en el que se encontraban. Las pinturas chinasantiguas sólo reflejan el universo terrenal representado por las plantas,las flores y las piedras, así como los animales aparecen libres y apacibles.Algunas veces en esos cuadros, en una casa solitaria de un bosque, deuna montaña o cerca de un río, unos hombres, a lo lejos, conversan, susademanes son delicados y tranquilizador, es el anhelo del sosiego y dela paz verdadera idealizada. En el fondo el hombre chino busca, sindescansar, la armonía de su cuerpo y del mundo que lo rodea, de lasrelaciones sencillas y de la comprensión entre todas las partes del cuadro,del pensamiento y del soplo vital de la vida.

En las pinturas clásicas chinas, los árboles, los mares y los ríos, lasmontañas y los valles, las plantas y las flores, el viento y la lluvia, lolleno y lo vacío, los hombres y los animales, todos se convierten ensímbolos de los profundos y contradictorios sentimientos y anhelos humanosque reposan en esa paz tan - tranquilidad, sosiego - deseada.

Estos cuadros idílicos no representan, cierto es, la realidad de la historiachina, muy semejante a las historias de los demás pueblos, aunque las

idiosincrasias de cada uno de ellos sean distintas. En Occidente las pinturasantiguas pretenden reflejar fotográficamente las realidades y las ambicio-nes de los poderosos y la desgracia de los marginados. En la China delos Emperadores, los creadores se alejan de la realidad y reflejan lossentimientos y los deseos de los hombres que se manifiestan en la búsquedade la paz interior y exterior. Se alejan a menudo de las realidades socialespara imaginar una armonía del hombre y el universo.

Corre límpida el agua del río que rodea al pueblo./ Es verano y reinaentre las gentes la alegría. Las golondrinas que anidan entre las vigasdel tejado van y vienen./Las garzas aletean gozosas sobre el río./ Mi mujer,inclinada, dibuja un tablero de ajedrez;/ mi hijito fabrica anzuelos conlas agujas./ Yo estoy enfermo y sólo la curación anhelo./ Salud para micuerpo, no tengo otra ambición.1

Cierto es que detrás de esos cuadros idílicos, - deseos profundos delos seres humanos - se esconde la cruda realidad de las relaciones sociales.Los símbolos que se ocultan detrás de un árbol, un río, una flor, un entornose manifiestan los sentimientos humanos: la tristeza, la melancolía, ladesesperación, la alegría, el placer,... reflejos, a su vez, de los condicio-nantes sociales en los que los miembros de la colectividad china viven.

En la China clásica no existe una literatura épica - salvo en puebloscomo los de Mongolia o Tibet -, sino una literatura de héroes o, más bien,sabios civilizadores. De constructores de ciudades, de inventores, deldominio de la naturaleza: Fu Xi, creador de la escritura a través de lostrigramas, del pastoreo y de los instrumentos musicales; Nü Wa, esposay hermana de Fu Xi, creadora de la especie humana con el barro; Shennong,padre de la agricultura, inventor del carro, del comercio, la medicina yla farmacología; Huang Di (tercer milenio a.n.e), el mítico Emperadoramarillo, regulador del espacio del tiempo y de las relaciones humanas,inventó la cerámica, el arco y la flecha, y cuya mujer desarrolló la crianzade los gusanos de seda, representante del poder con el que mantiene laarmonía - la Gran Paz -entre las tres fuerzas del universo: el Cielo yang- cosmos, naturaleza y el compás -, la Tierra yin - las cinco esencias, losorientes, el centro y la escuadra, y el Hombre dao mediador entre el Cielo

1. TU FU o (DU FU): 712 - 770. Autor muy sensible a las desgracias de su épocadenuncia las injusticias. MARCELA DE JUAN (1973) Poesía china: del siglo XXII a.C.a las canciones de la Revolución Cultural, Madrid.

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y la Tierra - mediante la piedad filial, los ritos y las virtudes -: HuangDi, en cuanto nació, obtuvo la Eficacia2 (shenling): a los tres años yasabía hablar. Esta virtud soberana produce, por efecto inmediato, quelos seres en movimiento y en reposo, los seres divinos, grandes y pequeños,todo lo que ilumina el sol y la luna, el que sean tranquilos y dóciles. Esteestado de estabilidad en el que la tierra y las aguas, las plantas y losanimales, los dioses y los hombres prosperan sin invadir otros dominios,se llama la Gran Paz (Tai ping).3

1. LA PAZ EN LOS ORÍGENES DEL PENSAMIENTO CHINO

La paz era, pues, una proyección del concepto de armonía entre todoslos miembros de un mismo colectivo, unidos al cosmos del que se sentíandeudor. La paz era un anhelo final cuando un conflicto se presentaba,y un retorno a la armonía de partida. La paz fue, a lo largo de la historiachina, el reencuentro con aquella armonía perdida, y volver a las esenciasde la edad de oro representado, igualmente, por los dos soberanos míticosYao y Shun (últimos reyes del tercer milenio), inventores del calendario,los ritos, la música y las virtudes humanas. Épocas aquellas en las quese supone que el poder se heredaba únicamente por méritos. Yao nombróa Shun como sucesor, y éste, a su vez, a Yu el Grande, domador de lasaguas, regulador de los ríos y fundador del derecho hereditario, queinstauró la primera dinastía china primitiva Xia (XXI - XVIII a.n.e).

Si nos remontamos a miles de años atrás, desde las religiones másantiguas y profundas de la humanidad, una idea se irá repitiendo a lo largode la historia china, un pensamiento original que unificará y moldearáel ser chino en la cuenca del río amarillo y, posteriormente, a todo unterritorio inmenso que constituirá lo que se le suele denominar Mundochino, al que podemos añadir los países siguientes: Corea, Japón y Vietnam.Además, hoy en día existen comunidades influyentes chinas en todo elmundo.

En suma, este pensamiento gira en torno a un concepto trinómico: elyin, el yang y el dao. Surge de las entrañas de un mundo agrícola en el

que la sucesión de las estaciones, de la noche y el día, el sol y la luna,la lluvia y la sequía, el frío y el calor, etc. Cada acontecimiento naturaltendrá su efecto en la tierra, en las cosechas y en la forma de vivir delos hombres. El hombre debe conocer las leyes de la naturaleza para poderactuar en consecuencia.

El hombre chino siempre se ha sentido unido al cosmos, al universoen el que se siente producto, y a su vez, mediador entre el Cielo al quele debe sus desgracias o sus beneficios en su labor campesina, y la Tierra,su hogar, su mundo real en el que practica sus conocimientos celestialesen función de sus objetivos terrenales. El hombre es el centro del problema,el que debe adaptarse a las realidades naturales que cambian continua-mente.

El afán del hombre chino es la armonía de la relaciones que semanifiestan en el nuevo trinomio: cielo, tierra, hombre. El macrocosmos,ese mundo inmenso y desconocido que el hombre va descubriendo pocoa poco, es el cielo. Los hombres y la tierra son microcosmos, universossingulares de ese macrocosmos. En definitiva, toda unidad existente esuna parte del todo, lo singular sería una parte de lo universal, es decir,un microcosmos. No obstante, el hombre, como microcosmos, tiene unafunción peculiar que reside, como lo hemos dicho anteriormente, en lamediación de todas las partes o microcosmos. En cuanto a la tierra, comoproducto del macrocosmos, es la realidad misma en la que la naturalezase manifiesta, por lo que dicha palabra definirá en ocasiones el macro-cosmos o unidad de todas sus partes, de las relaciones entre todos losmicrocosmos, o la unidad entre todas las partes de la tierra, del universoterrenal en el que el hombre vive y comparte sus recursos. El equilibriode todas las infinidades de partes será uno de los puntos cruciales en elconcepto de armonía, es decir, de paz; si tomamos esta palabra comoresolución pacífica de los conflictos, en este caso, resulta de los cambiosconstantes que operan en el ritmo de la naturaleza en la que todo, ince-santemente, debe reconstruir su propio equilibrio.

El hombre debe adaptarse a los ritmos cambiantes de los procesosnaturales hacia una unidad siempre diferente e idéntico. El pensamientochino antiguo parte de un principio dinámico de la vida, de una imagenmodificadora de las realidades y del conocimiento de estas transforma-ciones incesantes, y a su vez, infinitas, es decir, para que todo siga igual,para que la vida pueda permanecer. La paz sería la permanencia en laadaptación de las realidades a los procesos siempre diferentes, a vecescíclicos y otras sorpresivas o imprevistas.

2. Cualidad de los dioses y las divinidades.3. GRANET, Marcel (1968) La civilisation chinoise, Paris, 22. Traducción del francés

por el autor de este capítulo.

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El conocimiento es el resultado de ese mundo dinámico en el que loestático es casual o responde a la permanencia de lo cambiante. Lo estáticosería el conocimiento abstracto de las leyes naturales de todos los procesosfísicos cíclicos o no.

El yi jing o I ching -Zhou yi- (libro de los cambios o de las mutaciones)4

El libro más antigua chino, y a su vez, base referencial de todos lospensadores posteriores, tiene más de tres mil años de historia. Se ha idodesarrollando a través de un tiempo lejano y a su vez cercano. Es un librode adivinación, un intento primitivo de conocer las leyes de la naturalezaque regulan el universo y el hombre, lo interno y lo externo. Se encuentray se vende siempre en las estanterías dedicados al ocultismo, al mundode lo inescrutable. Desde mi punto de vista es un gran error, pues todoel desarrollo abstracto de los pensadores chinos se fundamenta en elprincipio que hemos reiterado de forma constante y que será siemprenuestra referencia de los códigos culturales chinos: todo cambia, setransforma, se muda. El yi jing dice: El Cielo es alto, la Tierra es baja;con ello queda determinado lo creativo y lo Receptivo. Correspondiendoa esta distinción entre bajo y alto, se establecen los puestos distinguidosy los inferiores./ El movimiento y la quietud tienen sus leyes definidas;conforme a ellas se discrimina entre trazos firmes y blandos./ Los acon-tecimientos siguen sus rumbos, que se definen según su índole. Las cosasse diferencian unas de otras conforme a determinadas clases . De estamanera surgen ventura y desventura. En el cielo se forman apariciones,sobre la tierra se forman configuraciones; en ellas se manifiesta lamodificación y la transformación. (364)

El Universo, el cosmos, llevan un orden, una jerarquía. Las relacionesentre la infinitud de partes no son iguales, son discriminantes, por lo tanto,modificables. A cada cosa, cada objeto, cada unidad, cada ser vivo, lespertenece un lugar, un mundo, a los que debe lo que son. El cambio omodificación de la posición que cada cual ocupa modifica y desequilibrael resto, por lo que para que se restablezca la unidad del conjunto esnecesario la estructuración de una nueva armonía o el retorno a la posiciónnatural. Estos dos principios se manifestaran reiteradamente en las posturasdefinidas en los pensadores posteriores: o volver a la posición de partida,o readaptarse a las nuevas realidades.

La unidad está determinada por relaciones que se establecen en elbinomio yin y yang. Una vez yin, una vez yang. Los contrarios se vansucediendo uno a otro en los procesos naturales de la vida: el sol sucedea la luna, la noche al día, el frío al calor, ... Igualmente, en todo yin hayyang y en todo yang hay yin, son como los de polos de un imán. Nohay nada que sólo sea yin o yang. La naturaleza es más compleja de loque uno supone, nada es absoluto, todo es relativo. Lo absoluto es ya unaunidad compleja y lo relativo depende de los cambios de las unidadesabsolutas. Por ello, desde el concepto chino, los contrarios dependen deunas relaciones determinadas existentes entre ellos, de una jerarquizacióndefinida; en suma, de un orden fijado. A cada transformación le corres-ponde unas relaciones singulares.

El dao es el resultado de estas relaciones infinitas. Es la resoluciónde las contradicciones, poniendo en armonía todas las partes que lo definen;y desde el concepto de paz, podríamos sugerir, como lo hemos dicho másarriba, que ésta sería la resolución de los conflictos que aparecerían deforma constante a lo largo de la vida y de la historia.

Para los chinos de la antigüedad, de tendencia animista, la naturalezaes algo vivo: sean rocas, plantas, animales u hombres. Ciertamente, entrelo orgánico y lo inorgánico, el hombre es el Centro del universo, a travésde él se consigue la armonía de la naturaleza. El hombre es un microcosmossemejante al macrocosmos, en lo interior necesita un equilibrio, que asu vez, depende de sus relaciones externas, de su entorno que tambiéndebe ajustarse a un orden determinado.

El chamán - a menudo femenino en la más alta antigüedad china -era el o la que regulaba todos los conflictos, tanto los interiores comolos exteriores. Emprendía viajes mentales o espirituales a través de lostrances, para acabar con las fuerzas malignas que habían salido de susdominios y reequilibrar, de este modo, la salud del enfermo, en el equilibriode su cuerpo y de su entorno. Este concepto dará sus frutos en el desarrollodel pensamiento daoísta, y en particular, en el de la escuela daoísta: unaescuela “religiosa” hacia la consecución de la inmortalidad corporal ymental y otra, derivada, escuela filosófica: cuyos representantes másilustres estarían representados por Yang zhu (época primavera otoñochunqiu: 770-476 a.n.e.), Lao Zi (época primavera otoño chunqiu: 770-476 a.n.e.) y Zhuang Zi (369-290 a.n.e., época de Reinos CombatientesZhanguo: 475-221) entre los primeros. Hoy día, en occidente, esta in-fluencia se hace cada vez más fuerte y visible; los arquitectos, por ejemplo,tienden ya a considerar que el hombre y su entorno - el lugar donde vive

4. WILHEM, Richard (1960) I ching - El libro de las mutaciones -, Madrid, primeraedición: 1960.

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una persona, la disposición de la casa, de los muebles, de las ventanasy puertas, tienen importancia en la felicidad del hombre - dependen deuna interacción fundamental que podemos descubrir con más detenimientoen los conceptos definidos en el fengshui (viento y agua); es decir, el daode la armonía natural.

No cabe duda que podríamos encontrar este fenómeno, formado porel trinomio cuerpo - mente - entorno, en todos los principios que influyenen nuestra vida cotidiana. Las artes marciales, el Tai ji, la acupuntura omedicinas naturales, la jardinería, son ya partes de nuestro legado culturaluniversal actual.

2. EL PENSAMIENTO ORIGINAL Y LA RELACIÓN SOCIEDAD EINDIVIDUO

La honda y lenta formación del pensamiento original chino tuvo lugardesde la época de los Xia, o quizás antes, hasta la primera unificaciónde China por la dinastía Qin: Xia: siglo XXI - siglo XVIII a.n.e; Shango yin: siglo XVIII - XI a.n.e; Zhou del Oeste Xizhou: siglo XI - 771 a.n.e;Primavera otoñoChunqiu: 770 - 476 a.n.e; Reinos combatientes Zhanguo:475 -221 a.n.e; Qin (unificación de China): 221 206 a.n.e.

El pensamiento original, que tiene por base lo que hemos relatado másarriba, estará definido, desde un punto de vista práctico, por el orden, lajerarquización definida en los ritos y en la organización social de losindividuos. Cada sujeto depende del lugar que le corresponde, desde sunacimiento hasta su muerte, en función de su desarrollo social e individual.

Desde mi punto de vista, los chinos, en su desarrollo cultural e histórico,han intentado separar nítidamente lo individual y lo social. En muchasteorías de occidente se suele afirmar que los chinos no tienen o poseenpoca individualidad, por lo que se le define, ante todo, como prácticos.No creo que las cosas sean así, si bien las relaciones entre lo individualy lo social son muy complejas, y cada pueblo, etnia o grupo social defineestas relaciones en función de su proyección mental sobre la realidad. Larealidad y la ficción son dos polos o extremos de un mismo conjuntoproyectado en las relaciones interiores o psicológicas que definen alhombre y sus relaciones externas que obedecen al acatamiento de ciertasreglas sociales. En occidente, nuestra cultura mediterránea, las relacionesexistentes entre individuo y sociedad no están claramente definidas. Elindividuo es, a su vez, sujeto y ser social. En China, el individuo tendrá

su vida interna determinada en sí mismo y su vida como ser social deotro modo. Es decir, la sociedad sería el mundo de lo político, de lasinstituciones, de las realidades prácticas, reales. Por otra parte, el individuosería, en sí y para sí mismo, emoción, sentimientos y sentidos, por lo quese proyectaría en el mundo del arte y de todas las expresiones afectivas.En consecuencia, el arte no podría ser social, sino individual e intrans-ferible, proyección de la afectividad en la búsqueda de la armonía cuerpo- mente; mientras que la sociedad sería el mundo de las relaciones humanas,del poder y de los ritos.

Estos principios básicos afectarían a la idea de armonía entre el sery su entorno físico y social. La aparición de las cien escuelas de pen-samiento durante la época primavera y otoño chunqiu (770 - 476 a.n.e)surgirá para dar respuesta a los cambios que se están experimentado enaquella época. A partir de una idea común fundamentada en la trinomíayin yang dao cada escuela de pensamiento estructurará sus fundamentosen las relaciones que deben establecerse y definirse en la relación individuoy sociedad.

El poder, que representa el órgano superior de las relaciones humanascomo resultado del ordenamiento social, jugará el papel regulador de laorganización de los individuos en función de las posición que éstos ocupanen la jerarquía humana.

El poder esta definido por el concepto de Emperador, como repre-sentante supremo de los seres humanos, y mediante los premios y loscastigos deberá armonizar las relaciones entre los individuos a través dela observación de los ritos - reglas de juego de la sociedad - y del papelque le corresponde a cada cual según precisa la moral, la ética y laeducación.

Además, este poder está establecido según la relaciones existentes entretres partes: el Emperador, los ministros y los funcionarios. El Emperadortiene el poder absoluto y decide de los ministros y los funcionarios comomediadores entre él y sus súbditos. Se suele decir: el Emperador es unoy todo lo que hay bajo el cielo le pertenece. En definitiva, es el propietariode la tierra en su conjunto. Él está en el centro y regula no sólo los asuntoshumanos, sino las relaciones entre el cielo - el cosmos, la naturaleza, elentorno - y la tierra donde ordena el espacio, el tiempo y las relacioneshumanas. Los ministros transmiten estas órdenes a través de los funcio-narios que son elegidos según los exámenes imperiales u oposiciones. Éstosdependen de una jerarquía definida en la que representan clases funcio-nariales desiguales. Los súbditos o pueblo son de toda clase: agricultores,

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comerciantes, artesanos. Los agricultores son el centro de preocupacióndel poder central, mientras que los comerciantes y artesanos son decategorías inferiores, sobre todo en lo que concierne a los comerciantes.Nunca los poderes políticos chinos han visto con buenos ojos a éstosúltimos.

De todo lo dicho anteriormente podríamos dividir el conjunto delpensamiento chino a través de su historia en varios apartados: En primerlugar el pensamiento original que sigue su trayectoria según las aporta-ciones teóricas de la Escuela de los nombres -sofistas chinos (épocasprimavera otoño y de los Reinos combatientes chunqiu y zhanguo (770-221 a.n.e.)- con Hui Shi (350-260 a.n.e.) y Gongsun Long (284-259 a.n.e.)sus más insignes representantes, la Escuela del yin yang o Escuela delos cosmólogos - artes ocultas, Gran Norma, los mandos mensuales -,Zou Yan (siglo III a.n.e) puede ser su mayor representante. Todos losescritos de este último pensador desaparecieron y sólo nos queda lo queescribió el historiador Si Ma Qian (145-86 a.n.e) en el Shi Ji o Registroshistóricos, y según el cual sería sobre todo un geógrafo e historiador quecreó, desde el punto de vista de Feng You Lan, una nueva filosofía dela historia.5 En segundo lugar, el pensamiento colectivo o social cuyastendencias más destacadas son: el Confucianismo: Kong Zi - Confucio

- (época primavera otoño chunqiu 551 - 479 a.n.e), Meng Zi - Mencio- (época de los Reinos combatientes zhanguo 371 - 289 a.n.e) y Xun Zi(época de los Reinos combatientes zhanguo 298-238 a.n.e.). El Moísmo:Mo Zi - Mo Di, Mo Ti - (finales de la época primavera otoño chunqiuy principios de época de los Reinos combatientes zhanguo 479-381). ElLegismo: Shang Yang (época de los Reinos combatientes zhanguo, fa-llecido en el 338 a.n.e.), Shen Buhai época de los Reinos combatienteszhanguo, fallecido en el 337 a.n.e), Shen Dao época de los Reinoscombatientes zhanguo, contemporáneo de Mencio) y Han Fei Zi (épocade los Reinos combatientes zhanguo 280-234). En tercer lugar, el pen-samiento individual cuyas representaciones se fijan en dos tendenciasbásicas: El Daoísmo: Yang Zhu (finales de la época primavera otoñochunqiu y principios de época de los Reinos combatientes zhanguo), LaoZi (época primavera otoño chunqiu, contemporáneo de Confucio), ZhuangZi (época de los Reinos combatientes zhanguo 369-286) y Lie Zi (épocade los Reinos combatientes zhanguo, cuarto siglo a.n.e.).

Posteriormente, el Budismo se introdujo en China lentamente, segúnalgunas fuentes a partir del reinado de Ming Di (58-75), durante la épocade los Han del Oeste (25-220). Rápidamente, dos corrientes fundamentalesaparecerán: por un lado, el budismo en China: Kumarajiva (dinastía Jindel Oeste, siglo V, fallecido en el 413, Maestro hindú, introductor ytraductor de los pensamientos budistas), Sengzhao (dinastía Jin del Oeste,384-414), Daosheng (dinastías Jin del Oeste y Song, fallecido en 434)y Xuanzang (dinastías Sui y Tang, 596-664) y por otro lado, el budismochino, el chanismo - chan o zen al japonés, versión fonética de la palabrasánscrita dyana “meditación”: Bodhidharma (dinastías del Sur y del Norte,vigésimo octavo patriarca en la India, siglo VI), Hui Ke (dinastía del Sury del Norte, segundo patriarca en China, 486, 593), Hongren (dinastíaSui, quinto patriarca, 605-675), Shenxiu (dinastía Tang, fundó la Escueladel Norte, fallecido en 706) y Huineng (dinastía Tang, fundó la Escueladel Sur, 638-713).

3. EL CONFUCIANISMO

Desde la decadencia de la dinastía Zhou (siglo XI - 771 a.n.e.) launificación de China en el 206 a.n.e. se produce un cambio radical enChina. El periodo de Primavera otoño chunqiu inicia los grandes debatesfilosóficos y morales que conducirán al periodo de guerras permanentes,

5. «El comenzó por clasificar las montañas más conocidas, los grandes ríos y los vallesde China; sus pájaros y bestias; las producciones de sus aguas y tierras, y sus productosraros; y a partir de esto extendió su investigación a lo que está más allá de los mares yque no puede ser visto por los hombres... Sostuvo que lo que los eruditos llaman ReinoCentral [es decir, China] ocupa sólo una octagésima primera parte del mundo entero. Llamóa China Continente Espiritual de la Región Roja... Además de China [existen otroscontinentes] similares al Continente Espiritual de la Región Roja, y que hacen [con China]un total de nueve continentes... Alrededor de cada uno de estos hay un pequeño marcircundante, de modo que los hombres y las bestias no pueden pasar de uno a otro continente.Estos [nueve continentes] forman una división. Hay nueve divisiones como esta. Alrededorde su borde externo está un vasto océano que los rodea en el punto en que se juntan elCielo y la Tierra.

El habló primero de los tiempos modernos, y de ellos retrocedió a la época de HuangDi [el legendario Soberano Amarillo], todo lo cual ha sido registrado por los letrados.Además, siguió los grandes acontecimientos en el ascenso y la caída de las épocas, registrósus agüeros e instituciones, y extendió su investigación hacia atrás hasta el tiempo en quetodavía no habían nacido el Cielo y la Tierra, hacia lo que era profundo, abstruso e imposiblede ser examinado... Partiendo de la época de la separación del Cielo y la Tierra, citó lasrevoluciones y transformaciones de las cinco fuerzas, y [los diferentes medios] de gobiernoy diferentes agüeros apropiados para cada una de las fuerzas.» (177-178) FENG YOU LAN(1989) Breve historia de la filosofía china, Beijing:.

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periodo de los Reinos combatientes zhanguo (475-221 a.n.e.), entre todoslos estados que conformarán, más adelante, la unión del nuevo estado chinorealizado por la dinastía Qin (221-206 a.n.e.). En este periodo la poblaciónaumenta significativamente, así como el desarrollo de la fundición permiteuna producción de útiles para las labores agrícolas. El mundo económicochino había cambiado y era necesario readaptar, políticamente, aquellarealidad a nuevos retos. Numerosas escuelas proliferarían, las cien escuelasde pensamiento, intentando dar respuesta a la historia que les venía encima.

Entre todas ellas, la escuela Ru Jia o Escuela de los Letrados o Literatosencontró su mayor exponente en Confucio. El pensamiento de esta escuelaresidió en la observancia de los Ritos como referencia para el buen gobiernoy el mantenimiento del buen entendimiento entre los hombres. Confor-marían los fundamentos del confucianismo tres personajes destacados:Confucio (551 - 479 a.n.e, época Primavera Otoño chunqiu), Mencio (371- 289 a.n.e, Reinos combatientes) y Xun Zi (298 - 238 a.n.e., Reinoscombatientes).

Los Ritos son la base de la convivencia entre lo seres humanos y apartir de los cuales deben resolverse todos los conflictos. Son las normasmorales y éticas que determinan las relaciones humanas. No cabe dudaque para los confucianos el hecho de obedecer y observar las reglasprotocolarias, la etiqueta y los rituales de los comportamientos ciudadanospermite mantener una paz duradera. Los conflictos, según los letrados,surgen del no acatamientos de estas reglas de conducta. El hombre, desdeque nace, pertenece o se sitúa en una posición determinada, fijada porsus orígenes y el legado de sus antepasados. Para los chinos el ser huérfanoes la mayor desgracia, puesto que no pertenece a una línea históricaformada por una cadena de antepasados que estructura una familia, unacasta o un clan. El chino se siente partícipe y obligado a esta cadena. Comoel sujeto está predeterminado por sus orígenes y debe actuar en funciónde la posición que ocupa al nacer. Su desarrollo estará dispuesto segúnlas relaciones que mantendrá en la red de relaciones sociales que siste-matizan un colectivo. Cualquier desplazamiento en falso modificará todala cadena de acontecimientos y por lo tanto pondrá en crisis o en conflictola estabilidad social. Los Ritos serían entonces el mayor seguro de vida,puesto que a cada paso que dé el hombre hallará la respuesta adecuada.

Los Ritos son leyes tradicionales heredadas de los antepasados, unaacumulación de reglas de comportamientos ancestrales legados por eltiempo transcurrido y almacenado en la memoria cultural de un pueblo.Este concepto de cultura se verá reforzado en un continuador suyo como

es Xun Zi. Este conocimiento cultural sólo puede alcanzarse por el estudioesforzado y constante. No se trata en este aprendizaje de innovar o pensarnuevas fórmulas, sino de transmitir un saber, como dice Confucio: Soyun transmisor, no un creador, soy uno que cree a los antiguos y que gustade ellos, por eso me atrevo a compararme con el viejo Péng. (I, p. 43).6

En definitiva, la educación es el principio básico de todo el edificiosocial. Sin ella no hay transmisión de las tradiciones ni de la cultura. Sincultura no hay Ritos, por lo que no puede haber paz ni armonía, sinoúnicamente conflictos. Educar es aprender y sirve para pensar. No se tratade aprender para obedecer ciegamente, sino para comprender: Confuciodijo: Aprender sin pensar es inútil, pensar sin aprender es peligroso;...Estudia como si nunca fueras aprender bastante, como si temieras olvidarlo aprendido;... Con el estudio profundo de los textos y el control queproporcionan los ritos no pueden cometerse errores.7

Los Ritos conservan la memoria de un pasado remoto y la sabiduríade los ancestros representados en los personajes míticos yao y shun (tercermilenios a.n.e.). Son un modelo para el buen hacer. Ciertamente, Confucioes consciente del hecho que los Ritos se modifican a lo largo del tiempo,paulatinamente, siempre que la esencia, lo principal, se mantenga incan-sablemente. No existe igualdad entre los hombres porque no hay igualdaden la naturaleza - todo depende de ciclos y posiciones dependientes unasa otras y jerarquizadas - por lo que los Ritos darán una respuesta a esasdiferencias sociales. Cada persona, al nacer, debe ocupar el puesto quele corresponde y actuar, como lo hemos venido repitiendo, como lecorresponde, tal y como está expresado en la transmisión de las reglasde comportamientos humanos: Confucio dijo: El que no ocupa el cargocorrespondiente no puede planear la política que él quisiera. ; 1. El duqueQing de Qí preguntó a Confucio en qué consistía el buen gobierno.Confucio respondió: “En que el soberano sea soberano, el ministro,ministro, el padre, padre y el hijo, hijo. 2. El duque dijo: ¡Magnífico!Si el soberano no es soberano ni el ministro es ministro, ni el padre espadre, ni el hijo es hijo, aunque tuviera rentas, no podría recorgerlaspara alimentarme.; Zengzi dijo: “El hombre superior no piensa más alláde lo que corresponde a la posición que ocupa.8

6. Confucio Mencio (1982) Los cuatro libros, Madrid, primera edición 1981.7. Idem, XV, p.12; XVII, p. 54; XV, p. 83.8. Idem, p. 54; XI, p. 82; XXVIII, p. 101.

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El mantenimiento de la armonía resulta, pues, para Confucio de laresolución de las discriminaciones sociales mediante la obediencia a lajerarquía que fundamenta el principio de sociedad. Los ministros debenobediencia al Emperador y éste les devuelve benevolencia. Así ocurreen una pirámide jerarquizada de arriba a bajo: los de arriba ofrecenbenevolencia y los de abajo obediencia.

Cada sujeto se debe a su acción, las palabras no valen en sí, sino enlos hechos: Confucio dijo: Los antiguos eran remisos en hablar, porqueles avergonzaba no llegar con los hechos a la altura de las palabras.;1. Zai Yu dormía durante el día. Confucio dijo: No se puede tallar lamadera podrida, ni allanar con la paleta un muro de ramas y barro. ¿Quévoy a ganar con regañar a Yu?; 2. Antes, escuchaba las palabras dealguien y daba crédito a sus acciones. Ahora, cuando escucho las palabrasde alguien, también observo su actuación. Yu es el que me ha hechocambiar.9

Sin duda alguna, para Confucio las palabras deben ser el reflejo delos actos, son el significado de los hechos y no puede distinguirse unode otro. A este principio desarrollado por Confucio se le denominaRectificación de los nombres.

Todo conflicto que surja debe resolverse a través de la justicia; sinembargo, está no debería ejercerse si todo estuviera en orden, y siempreque se obedezcan las reglas de convivencia, la moral y la ética a travésde la educación y de la cultura: Confucio dijo: Cuando escucho pleitossoy como los demás hombres, lo que haría falta es que los procesos nofueran necesarios.; 1. Alguien dijo a Confucio: “¿Qué pensáis de ladevolución de virtud por ofensa? 2. Confucio contestó: ¿Y con quépagaríais entonces la virtud? 3. A la ofensa se contesta con justicia ya la virtud con virtud”, concluyó el Maestro.10

No insistiré más en Confucio; no obstante, el tiempo lo alzará en unpedestal, y sus aforismos se convertirán en la ideología fundamental dentrode la amplia cultura china. En consecuencia, las interpretaciones seránnumerosas y a menudo contradictorias.

Mencio, continuador teórico de Confucio, desarrollará el concepto deamor al prójimo. Ciertamente, este amor no es igual para todos, sinodiscriminante. Toda relación que proviene de una jerarquía dada posee

varios tipos de amores. No es igual el amor al padre que el amor al príncipeo el amor a un hermano o un amigo. Sin embargo, el amor es un principiouniversal que surge del hecho que ningún hombre soporta el sufrimientode los demás: 1. Mencio dijo:Todos los hombres tienen un corazón incapazde soportar los sufrimientos de los otros. 2. Los reyes antiguos teníanel corazón compasivo, por ello practicaban una política igualmentecompasiva. Cuando con un corazón compasivo se practica una políticaigualmente compasiva, el gobierno del mundo es tan fácil como hacergirar algo en la palma de la mano. 3. Por ejemplo: si unos hombres vende pronto que un niño se cae a un pozo, todos sentirían miedo y compasióny esto no sería por ganar el agradecimiento de sus padres, ni porqueasí ganasen fama entre sus amigos y parientes, ni por miedo a adquirirmal renombre. 4. De esto se deduce que, el que no siente compasión, noes hombre, que el que no siente vergüenza y desagrado no es hombre,que el que no siente gratitud y modestia no es hombre y que el que notiene sentimientos de aprobación o desaprobación no es hombre. 5. Elsentimiento de compasión está en la base del amor a prójimo. El sen-timiento de vergüenza y desagrado está en la base de la rectitud. Elsentimiento de gratitud y modestia está en la base de la corrección y lossentimientos de aprobación y desaprobación están en la base de lasabiduría. 6. Los hombres tienen estas cuatro bases como tienen sus cuatroextremidades y el que dice que no es capaz de desarrollarlas, es comoel que se roba a sí mismo, y el que declara la propia incapacidad alpríncipe, es como si estuviera robando al príncipe. 7. Todos los hombresposeen estas cuatro bases en su yo, si saben cómo desarrollarlas y llevarlasa su plenitud, serán como el fuego que empieza y toma cuerpo o comola fuente que brota y aumenta su caudal. Si las completan, bastan paraproteger el universo; si no las completan, no podrán proteger ni a suspropios poderes.11

No cabe duda que Mencio considera al hombre bueno al nacer, pornaturaleza. La bondad es el fundamento de su discurso Confuciano., ylos Ritos no son más que la emanación de este principio. La educacióny la cultura serán la columna vertebral de un Estado, y su divulgaciónla condición de una convivencia en paz entre sus conciudadanos. Es cierto,además, que si en un lugar de la pirámide social no se actúa en funciónde la posición que se ocupa, es necesario que se restablezca el equilibrio,

9. XXII, p.25; IX, p. 29.10. Idem, XIII, p.83; XXXVI, p.102. 11. Idem, VI, pp. 179-180)

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por lo que se considera que es legítimo que haya un cambio de dinastíasi los que gobiernan son incapaces en mantener la paz según los Ritoslegados por la historia. El Emperador incapaz de regirse por los Ritos sólopuede encontrar desobediencia, conflictos, tragedias y desórdenes. Por loque cualquier desgracia producida por la naturaleza o el hombre será unfactor que determinará la mala gestión del soberano, y por lo tanto sucese que será la justificación del cambio dinástico.

16. Ahora, si el rey organiza un gobierno que practique el bien para todos,esto haría que todos los funcionarios quisieran servir en su corte, quetodos los campesinos quisieran cultivar sus campos, que todos los co-merciantes quisieran hacer negocio en sus mercados, que todos losviajeros quisieran pasar por sus caminos y, que todos los que fueranperjudicados por sus soberanos, quisieran viajar para contárselo a SuMajestad. Si esto fuera así, ¿quién podría oponerse? 17. El rey dijo: «Yosoy torpe y no puedo poner esto en práctica, desearía que el maestrome dirigiera la inteligencia, que usara su luz para enseñarme. Aunqueyo soy poca cosa, trataría de llevarlo a cabo. 18. Mencio dijo: «Sólo elsabio puede no tener muchas cosas estables y tener un corazón firme.Las personas mediocres, si no disponen de una cantidad estable de bienes,no tienen el corazón firme. Si el corazón no es estable, no hay desordeny mal que no se hagan. Si después de que han caído en falta se les castiga,esto equivale propiamente a poner una trampa al pueblo. ¿Cómo podríaponerse una trampa al pueblo donde gobierna un hombre justo? 19. «Poresto, los soberanos inteligentes organizan la producción de sus súbditos,de forma que puedan sostener a su padre y a su madre, a sus hijos yesposas, que en los años buenos puedan comer a su gusto y en los malosno morir de hambre. Después los dirigirán hacia el bien y el pueblo losseguirá. 20. «Ahora bien, si la producción está organizada de forma queno puedan sostener a sus padres, hijos y esposas, que en los años buenoslo pasen mal y en los malos, no puedan evitar el morir de hambre, cadauno intentará salvarse a sí mismo y, aun así, temerá no tener bastante.Así, ¿cómo se tendrá tiempo de practicar la cortesía y la rectitud? 21.«Si Su Majestad desea seguir el buen camino, ¿por qué no se vuelve alo que es su base? 22. «Si en una casa que dispone de cinco mu de tierrasse plantan moreras, los hombres de cincuenta años se vestirán de seda,si los pollos, los puercos, los perros y los cerdos se crían en sus tiemposdebidos, las personas de setenta años podrán comer carne; si no se robatiempo de trabajo de un campo de cien mu, una familia de ocho bocasno pasará hambre. Si se atiende a la educación en las escuelas, favo-reciendo la enseñanza de la piedad filial y fraternal, no habrá hombres

de cabellos blancos llevando cargas por los caminos. Si los viejos vanvestidos de seda y comen carne, y el pueblo en general no pasa ni hambreni frío, nunca ha sucedido que el rey de un lugar así no haya conservadosu dignidad real.12

La barra de medir de un buen gobierno es el bienestar de su pueblo,y este gobierno sólo puede ejercer su poder a través del bien. Cualquierdesviación que se produzca a este razonamiento sólo puede acarreardesgracias. En suma, cualquier cambio es aceptado, siempre que acabecon el mal gobierno y la fundamente en los Ritos que es el bien, por elloel pueblo podrá resolver sus problemas y llevar a cabo sus tareas cotidianas.

Para Xun Zi, el bien no es el fundamento del Estado y la sociedad.Desde su punto de vista, el hombre es, en principio malo, y sólo laeducación y la cultura, fundamentos confucianos, pueden regir la vidade los seres humanos: La naturaleza humana es mala y lo que hay debueno en ella es elaborado. Es natural que el hombre se incline haciasu propio interés, pero si sigue esta inclinación, las querellas y lasespoliaciones florecen en detrimento de toda cortesía e humildad. Elhombre se inclina naturalmente hacia el odio y la envidia, pero si sigueesta inclinación, la sinrazón y los perjuicios florecen en detrimento decualquier lealtad y fidelidad. De nacimiento es cuando el ojo y el oídosienten deseos de sonidos y aspectos, pero si se sigue estas inclinaciones,la licencia y los desórdenes florecen en detrimento de los Ritos, de laequidad ritual, de la cultura y de los principios fundamentales. Así pues,si el hombre sigue su naturaleza, si hace caso a sus instintos, sin remediollegamos a las querellas y a las espoliaciones, dejamos a un lado ladistribución ritual de las tareas, dañamos los principios fundamentalesy volvemos al estado salvaje. Es por lo que es necesario que el hombresea corregido por Maestros y leyes, y sea guiado por los Ritos y laequidad ritual para que se produzcan la cortesía y la humildad, y asu vez, la cultura y los principios fundamentales, por lo que se llegaal orden. Estas observaciones demuestran claramente que la naturalezadel hombre es mala y que lo que hay de bueno en él es fruto de unproceso.13

12. Idem, pp.155-156.13. XUN ZI (SIUN TSEU) (1987) Paris, p.271. Traducción del francés por el autor

de este capítulo.

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En Xun Zi, el trabajo, el esfuerzo y el sacrificio son las virtudes delhombre, porque de este modo se consigue, mediante el estudio y elconocimiento de los Ritos, la cultura, que es el fundamento del hombre.La elaboración de una sociedad se ha realizado durante largo tiempo conel esfuerzo de muchos hombres. Por ello, sería un error no fundamentarnosen esos principios. La paz y la armonía de una sociedad prosiguen a lolargo del tiempo con mucha dedicación y laboriosidad.

Según los confucianos cualquier hombre puede alcanzar el conoci-miento y la sabiduría. Educarse es la base de la convivencia, un Estadotiene que pensar en la sociedad mediante el estudio de sus conciudadanos.La moral y la ética edifican al ser en sus relaciones sociales para alcanzarel bienestar, resolviendo, de este modo, cualquier conflicto que puedasurgir.

El dao confuciano reside en el uso adecuado de la música, etiquetay de los protocolos. La música suaviza al ser y controla sus impulsosemocionales, sus sentimientos y sentidos. Con el dao es cuando el hombrealcanza la paz verdadera. Sin embargo, ésta no existe si estudio ni com-prensión de los valores éticos y morales: Zixià dijo: Estudiad extensamentey con una voluntad decidida, preguntad para acercaros a un tema y pensaden lo que está próximo a vosotros. La virtud se halla entre estas acti-vidades.14

4. EL MOÍSMO

Mo Zi (479-381) se opuso a Confucio ya que consideraba que éstefavorecía con sus ideas de Ritos al despilfarro del Estado y el empobre-cimiento del pueblo. Mo Zi creó un movimiento político a través de suspensamientos. Era, al igual que sus partidarios, un xia o caballero andante.Eran Guardianes del templo, hombres de orden y de sacrificio. Eranrespetado porque sus palabras y sus actos coincidían: Sus palabras siempreeran sinceras y confiables, y sus acciones siempre rápidas y decisivas.Ellos siempre cumplían lo que prometían y, sin hacer caso de sus personas,se lanzaban a los peligros que amenazaban a otros.15

Mo Zi creía en el amor universal, en el amor mutuo entre todos losmiembros de la sociedad. En esa vía es cuando se podía alcanzar laverdadera armonía, la verdadera paz. Dice Mo Ti: El hombre bueno ycaritativo en cuanto hace, indefectiblemente, se aplica a buscar y pro-mover el bien del mundo y eliminar todos los males de él. En estos tiempos,¿cuáles son los males mayores del mundo?... Si, pues, inquirimos el origende tantos males, ¿cuál es? Si decimos que es el amarse y hacerse bienlos unos a los otros, ciertamente no es ese el origen; sino que es todolo contrario: el odiarse y hacerse daño recíprocamente... Dice Mo Ti:Quien niega o condena la proposición ajena debe sustituirla por otramejor. Si sólo la condena, sin proponer otra mejor, sería meramente comoapagar con agua el fuego. No habría manera de conocer su opinión. Dice,pues, Mo Ti que la división se debe sustituir por la unión. ¿Cuál es larazón de que se pueda y deba sustituir la división por la unión? Responde:Si al estado ajeno se le mira como a su propio estado, ¿como va a poneren armas su estado para atacar al estado ajeno? Pues lo ajeno lo tienecomo suyo propio. La ciudad ajena la tiene como su propia ciudad, ¿cómo,con su ciudad, va a atacar a la ciudad ajena?

... El lenguaje común del mundo distingue unas palabras de otras. Eneste lenguaje, ¿amar y hacer bien al vecino son actos de división o deunión? Ciertamente se dirá que son actos de unión. Entonces, de la mutuaunión nacen, realmente, enormes beneficios para el mundo, Por esto, diceMo Ti: La unión es verdad, es bien. Lo he dicho ya. El hombre buenoy caritativo, en cuanto hace, indefectiblemente se aplica a buscar ypromover el bien del mundo y a erradicar el mal de mundo. Tenemosque del manantial de la unión nos dimanan enormes beneficios para elmundo y del manantial de la división nos dimanan enormes males parael mundo....16

Mo Zi condena toda agresión armada al que se debe hacer frente conuna política de defensa de los pequeños y débiles frente a los fuertes ypoderosos (La película del director japonés Kurosawa: Los siete samouraïilustra bien el carácter de los Xia o Caballeros andantes). Además, MoZi predica la austeridad en los gastos y en lo cotidiano frente al despilfarrode los ricos y el gasto en Ritos como son los entierros o las fiestas.

14. VI, p.134. Confucio: Ver nota 4.15. FENG YOULAN, p. 73, ver nota 3.

16. MO TI (1987) Política del amor universal, Madrid, pp.53-55. Mo Zi, en el capítulocincuenta, y último del libro, cuenta una historia que se ha hecho famosa (pp. 191-193).

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Ciertamente, la paz se consigue con el amor entre todos los hombre deigual manera. Mo Zi no considera ninguna discriminación por razón declase social o posición jerárquica.

Mo Zi desarrolló, igualmente, un sistema lógico cuya verificación sehace a través de las experiencias históricas. El que crítica a otro no puedehacerlo impunemente, sino que debe presentar una alternativa, debe ofreceralgo a cambio. El dao de Mo Zi reside, como ya se repetido muchas veces,en el amor universal, sin discriminación alguna y por acuerdo mutuo entrelos hombres.

5. EL LEGISMO

El legismo es una corriente política que se desarrolló en torno a tresideas sintetizadas por Han Fei Zi (280-234 a.n.e.): shi (poder o auto-ridad), shu (manejar a los hombres o arte de gobernar) y fa (ley odisposición).

Para los legistas, los hombres son egoístas y sólo buscan beneficiopropio, por lo que es necesario que la referencia de los hombres sefundamente en la ley, y que está se cumpla. La ley tiene como ventajasu transformación en función del desarrollo de las sociedades y susnecesidades; sin embargo, las leyes tienden a mantenerse largo tiempoy los cambios se hacen paulatinamente.

En realidad, los legistas crean un arte de la política. Shang Yang, quefalleció en 338 a.n.e, se fundamentaba en este concepto de la ley. En cuantoa Shen Buhai, fallecido en 337 abogaba, ante todo, por el shu o el artede gobernar y manejar a los hombres. Por último, Shen Dao considerabael shi, el poder o la autoridad, como más importante para gobernar.

... Desde su punto de vista, para que una nación sea fuerte es necesarioenriquecer el Estado y fortalecer el ejército. Es decir, sin una economíadesarrollada no era posible tener un ejército reforzado. Además, paraconseguir enriquecer el Estado y potenciar el ejército era fundamentalapoyarse en la ley como referencia de las relaciones que se establecenentre los individuos mediante la aplicación de las recompensas y de loscastigos. Para que la población se lo creyese, se cuenta que un día plantóuna estaca en la puerta orientada al sur de la capital, ofreciendo al quela llevara a la puerta norte una recompensa importante. El primer día,nadie se fiaba, por lo que la estaca permaneció en el mismo lugar.Aumentaron la recompensa, con lo que un individuo se atrevió a realizar

la tarea; a cambio recibió, efectivamente, lo prometido, lo que se habíadispuesto en la ley. Con este símbolo, el pueblo pudo creer que las leyespromulgadas se iban a cumplir decididamente. Shang Yang pensaba quela ley no se cumplía cuando la gente fuera de lo común no la observaba,por lo que era importante que los ministros y funcionarios obedecieranlas normas vigentes...17

La paz, desde el punto de vista de Han Fei y de los legistas, se resumeen la obediencia a la ley y en la fuerza del ejército. Consideran que sitodos los hombres cumplen con la ley, los mejores hombres se situaránen los puestos adecuados, por lo que el país se enriquecerá y el ejércitoserá poderoso. Además, el poder del Emperador reside en observar a susministros y actuar en consecuencia. Para ello, posee dos poderes: lospremios y castigos.

Ningún gran hombre fundaría su gobierno en el principio de satisfacerlos deseos de los hombres, pues los hombres sólo buscan su provechomaterial, sino en la ley, con sus premios y sus castigos. Y gobernaríaaplicándoles castigos extremadamente rigurosos, mas no por odio sinopor amor, porque es gracias al rigor de los castigos que nadie osaría violarla ley y las naciones y los pueblos vivirían, así, en paz.

Por ello, para que las naciones vivan en paz es fundamental imponerrigurosos castigos, pues si sólo se concediera premios muchos osaríanviolar la ley. Y dado que lo connatural en el hombre es tender a violarla ley en lugar de tender a observarla, los monarcas, si fueran inteligentes,entregarían siempre y en la cantidad prometida los premios, o el pueblodejaría de entregarse en el ejército por ganarlos, e infligirían siemprey con el rigor estipulado los castigos, o el pueblo dejaría de observarla ley. Y así, con el pueblo entregándose al ejército por el bien de lanación, la nación se volvería indesestabilizable, y entregándose a laobservancia de la ley quedaría exenta de toda violación, pues ni llegaríaa ocurrir...... Por otra parte, ocurre que lo connatural al hombre es evitar los trabajosy buscar las comodidades. Pero si sólo buscase comodidades, las tierrasquedarían baldías; y si las tierras estuvieran baldías, la carestía haríaal pueblo difícil de controlar; y si fuera difícil de controlar, se rebelaríaproduciendo desórdenes sociales. Y sin un sistema legal de premios y

17. Han Fei Zi (1998) El arte de la política (los hombres y la ley), Pedro San Ginés:«Estudio Preliminar», Madrid, pp. XXVII-XXXIX.

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castigos aplicable en todo el territorio nacional, ninguna nación podráser fuerte, pues para fortalecer a una nación se requiere la colaboracióndel pueblo (que la ley asegura) además de que los viejos usos seansustituidos por una ley moderna, único modo de conseguir una sociedadestable y en paz. Para llegar a bien gobernar, pues, no hay más que uncamino: el de abandonar la aplicación de normas inmutables y seguiruna ley que dé estabilidad a la nación, siendo una ley que da estabilidadaquella que cambia con los tiempos. De esta suerte, para que el gobiernodé buenos resultados ha de emplear medidas amoldadas a cada situaciónsocial concreta: mientras que para dominar a un pueblo corriente, porejemplo, bastaría con deshonrar u honrar verbalmente a sus hombressin ser necesaria la ley, para dominar un pueblo astuto convendríaotorgarle premios e infligirle castigos.18

Los conceptos de ley que ofrecen los legistas son muy adelantadospara la época en la que aparecieron y son el dao del arte de la política.Los cambios sociales eran constantes y aquellos conceptos podían adap-tarse a las situaciones caóticas en los que los hombres vivían.19

Para los legistas, el Emperador debe mandar sin actuar - teoría muysemejante a la de los daoístas - no debe ofrecer ninguna solución a losproblemas o conflictos planteados en la sociedad, sino que debe escuchary dejar actuar a los que se ofrecen y pretenden solucionarlos. En casode que no resultara tal y como los especialistas recomiendan, éstos seríancastigados, puesto que las palabras y los hechos deben ir en consonancia.

La elección de los responsables de las políticas que se pretenden llevara cabo es fundamental, por lo que los nombramientos deben realizarseen función de los méritos y no de la clase social o del clan al que perteneceel pretendiente al poder político. El responsable elegido sólo se debe aun único emperador y deberá prestar sus servicios a otros: la lealtad yla obediencia a un solo emperador es uno de los pilares de los principiosmorales éticos de los legistas.

6. EL DAOÍSMO

La Escuela del dao se fundamenta en el individuo, y por ello se alejade la vida social y de la acción política, aunque, para los daoístas, la políticaverdadera reside en la no acción. Toda la naturaleza tiene su proceso ycada cosa está en su sitio. Cualquier acción conlleva un proceso que tornaen lo contrario de lo que se deseaba. Toda cosa tiene su contrario, y aligual que el yin yang, los polos se alternan de forma constante. Comotodo está en movimiento, todo cambia y todo permanece. El movimientodel dao,/ es transformación de contrarios (fan)/ El dao se manifiesta,/en la debilidad./ Las cosas del mundo nacen del ser (you),/el ser nacedel no ser (wu).20

En la antigüedad, a los que no querían participar en la vida políticay social de los Estados se les denominaba los que se ocultan o esconden.Ellos no querían participar en un mundo violento y huían de toda lucha.Consideraban que el hombre era lo fundamental: su integridad física ysu mente. Yang Zhu, que vivió entre la época de Mo Zi y Mencio, seve reflejado en los textos de los pensadores más importantes con estaspalabras. Si hubiera podido beneficiar al mundo entero arrancándose unsolo pelo, no lo habría hecho.21

Los taoístas eran ermitaños que huían del mundo. Desarrollaron unafilosofía en torno a la importancia del cuerpo y del individuo como tal.La vida es un objeto precioso a la que nos debemos, todo lo demás noes más que ilusión.

Lao Zi (época de primavera y otoño chunqiu 770-476 a.n.e. o de losreinos combatientes zhanguo, 475-221 a.n.e. no se sabe a ciencia cierta,aunque muchos eruditos abogan por el segundo periodo) es, sin dudaalguna, uno de aquellos ermitaños y del que no se sabe casi nada, sólolo conocemos a través del libro del dao de jing (el libro del dao y dela virtud) donde se reflejan las alternancias de los contrarios: Sin salirde la propia casa,/ se conoce el mundo./ Sin mirar por la ventana,/ seconoce el dao del cielo (tian dao)./ Cuanto más lejos se va,/ menos sesabe./ Por eso el sabio conoce sin viajar,/ distingue las cosas sin mirar,/realiza su obra sin actuar.22

18. Idem, 175-177.19. Dado que el dao es el principio de todo, dado que el dao es el criterio de todo,

los monarcas, si tuviesen claras las ideas, aprehenderían dicho principio y entenderíanasí el origen de todo, escrutarían dicho criterio y entenderían así las causas de todo.Y desde un yo vacío y quieto dejarían que las cosas se nombrasen por sí mismas y quelos hechos ocurriesen por sí solos, porque desde el vacío se entiende la verdad de loshechos y desde la quietud, lo acertado de las acciones. Idem, p. 9.

20. LAO ZI (1978) El libro del Tao, Madrid.21. (88) Feng Youlan: ver nota 3.22. Idem, p.21.

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Zhuang Zi, (época de los reinos combatientes zhanguo 369 -290 a.n.e.)es, quizás, el más profundo de los autores daoístas. Desarrolla el conceptode relatividad de las cosas: de lo grande y de lo pequeño, del sueño yde la realidad,...

Un corto entendimiento no se puede comparar con un gran entendi-miento, ni un ser de corta vida con otro de prolongada existencia. ¿Cómosabemos que es así? Un insecto que nace por la mañana y ya esa mismatarde muere, no sabe lo que es una luna; la cigarra que no vive másde dos estaciones, ignora lo que es un año; son dos ejemplos de cortavida. Al sur de Chu vive una tortuga prodigiosa para la que quinientosaños son una primavera, y quinientos años un otoño; y aun más, queen la remota antigüedad había una gran cedrela para la que ocho milaños era una primavera, y otros tantos un otoño. He ahí dos ejemplosde prolongada existencia. Aún en nuestros días Pengzu goza de granfama en el mundo por su longevidad, que todos quieren compararsecon él.Sueñan los unos con banquetes, y lloran al despertar; los otros sueñanque lloran, y al despertar gozan partiendo en cacería. Cuando unhombre sueña no sabe que está soñando, y aun a veces en medio delsueño sueña que está soñando. Sólo al despertar se da cata de su sueño.Y así, sólo en el momento del gran despertar se podrá saber que todoha sido un gran sueño. Mas los estúpidos se tienen por despiertos, quetodo lo saben. Ahora reyes, ahora pastores, ¡qué grandísima ignoran-cia! Ese Confucio y vos, los dos estáis soñando. Y cuando os digo quesoñáis, también es sueño. Todas estas razones pueden decirse asom-brosamente extrañas. Cuando hayan pasado incontables generaciones,se hallará un gran sabio que podrá comprenderlas; y esto aconteceráde la mañana a la noche.Una noche Zhuang Zhou soñó que era una mariposa: una mariposaque revoloteaba, que iba de un lugar a otro contenta consigo misma,ignorante por completo de ser Zhou. Despertóse a deshora y vio,asombrado que era Zhou. Mas ¿Zhou había soñado que era unamariposa? ¿O era una mariposa la que estaba ahora soñando que eraZhou? Entre Zhou y la mariposa había sin duda una diferencia. A estollaman «mutación de las cosas».23

Todo y cada momento se transforma, nada sigue igual, por lo que elhombre debe de adaptarse a cada instante a esos cambios. Cuando uno

aprende y experimenta algo debe, seguidamente olvidar lo aprendidoy lo experimentado,de tal modo que sólo quede en el individuo aquelloque le pertenece, lo suyo, y lo aprendido se hace natural, por lo quela mente puede gobernar y actuar sin artificios lo que se correspondeal no actuar, puesto que todo nace, se transforma y muere siempre deforma natural: ¡Ay! – exclamó Hongmeng -. Perfecciona tu mente. Sólohas de mantenerte en el no-actuar, y las cosas se transformarán yenmendarán por sí mismas. Abandona tu cuerpo, vomita tu inteligencia,sumérgete en el olvido de las cosas exteriores, hazte uno con la energíacósmica, libera tu mente y deja suelto tu espíritu, elimina todo cálculoy todo intento. Infinita es la variedad del millón de seres, mas todosretornan a su raíz. Retorna cada cual a su raíz sin percatarse de ello;manteniéndose en la inditinción primordial, acabará sus días sin aban-donar su raíz. Pues cuando usando de su inteligencia llega a darsecuenta, se aparta finalmente de ella. No debes preguntar su nombre,ni probar a descubrir su verdadera naturaleza, que así lo seres todosnacerán y crecerán con toda espontaneidad.24

Los daoístas influyeron mucho en los legistas y en los artistas. Loscreadores encontraron en los daoístas las claves necesarias para el desa-rrollo personal. Éstos piensan que los sentimientos, las emociones y lossentidos son del individuo en exclusivo, ni son transmisibles, ni puedenser colectivizados, son expresiones del hombre en lo más hondo de suser. Cualquier hombre es igual a otro, por lo que conociéndose a sí mismose conoce a los demás: Todo ser es otro y todo ser es él mismo. Esto nose ve desde el otro, sino que se sabe desde uno mismo. De ahí que sediga: el otro surge del sí mismo, aunque también éste depende de aquél.Nacen ambos al mismo tiempo, y aun así cumple decir que el nacer esmorir y el morir es nacer, y que el poder es no poder y lo imposible posible.Razones para afirmar lo son también para negar, razones para negarlo son también para afirmar. Por eso el sabio no sigue este camino, antesbien se acomoda al Cielo; y esa es justamente la razón.

Uno mismo es también otro, y el otro es también uno mismo. El otro tienesu propia afirmación y negación, y uno mismo también tiene su propiaafirmación y negación. Mas ¿verdaderamente hay diferencia entre el otroy uno mismo?, ¿no hay realmente diferencia entre ambos? Que el otro

23. ZUANG ZI (1996) Maestro Chuang Tsé, Barcelona, 36, 52, 53. 24. Idem, 121.

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y el yo no se contrapongan: a eso nombran eje el tao. Sólo acomodándosea ese eje se puede penetrar el círculo, para así corresponder a los infinitoscambios. Los cambios del “es” son infinitos, e infinitos los cambios del“no es”. Por eso se dice: nada mejor que una mente iluminada.25

La paz de los daoístas reside, pues, en la no acción, en la no participaciónen todo aquello que no es natural, y en todo aquello que pueda destruiral hombre. El conocimiento de sí mismo es fundamental. Si un hombrese conoce, puede vivir largos años. Para conseguir ese objetivo es fun-damental cuidar su cuerpo y alejarlo de cualquier presión o peligro.

El daoísmo filosófico y, en particular, el religioso perseguirán lainmortalidad, a través del arte y mediante la búsqueda del equilibrio yla armonía del cuerpo y de la mente. La paz reside en uno mismo, enla falta de ambición y en evitar los peligros de todo tipo que le acechan.

El Cielo y la Tierra poseen una grandísima belleza, mas nunca hablande ella. Obedecen las cuatro estaciones a una brillante ley, mas nuncadebaten acerca de ella. Fórmanse todos los seres conforme a una razón,mas nada dicen sobre ella. El sabio se remonta al origen de la gran bellezadel Cielo y de la Tierra, y comprende la razón de todos los seres. Poreso el hombre perfecto no actúa, ni obran los grandes sabios: quiere decirque toman por dechado al Cielo y a la Tierra.

Unidos a éstos (al Cielo y la Tierra), son divina luminosidad y esenciasuprema; unidos a aquéllos (a los seres) participan de sus cien mudanzas.Del millón de seres, unos nacen, otros mueren, los unos redondos, losotros cuadrados, y nadie conoce su raíz. Florecen los millones de seres,que existen desde la más remota antigüedad. Inmenso es el espacio entrelos seis puntos cardinales, pero no sobrepasa los límites (del Tao).Diminuto es el pelo otoñal, mas de él depende cuando se forma. Nadahay en el mundo a lo que no se vea hundirse y flotar, flotar y hundirse;nada que en toda su existencia permanezca fijo y estable. El Yin y elYang, las cuatro estaciones, se alternan observando cada una el ordenque les toca. (El Tao), oscuro, existe como si no existiera; lleno de vida,es fuerza espiritual sin forma. Alimenta a todos los seres, sin que reparenen ello. Se le nombra raíz primera; y quien conoce esto puede observarel Cielo.26

Lie Zi (época reinos combatientes zhanguo, siglo IV a.n.e.), como todobuen daoísta de la época se apartó del mundo renunciando al poder,prestigio y fama. Para Lie Zi, al igual que Lao Zi o Zhuang Zi, la fuerzano estriba en el poderío o en la capacidad de destruir, sino en la debilidadque tiene capacidad de convertirse en fuerza victoriosa porque es lo natural,lo que puede resistir a la adversidad. La fuerza conlleva lucha continuadapara mantenerla, siempre más agresiva, por lo que, al final, la fuerza setorna en derrota y la debilidad en victoria: una vez yin, una vez yang,todo proceso extremo conduce, en definitiva, en lo contrario de lo quese buscaba: lo débil en fuerza, y la fuerza en debilidad:

En el mundo hay un camino que siempre lleva a la victoria, y otro queinevitablemente nos aparta de ella. El que siempre lleva a la victoria sellama debilidad; el otro, el que inevitablemente nos aparta de la victoria,se llama fuerza. Los dos son fáciles de descubrir, pero el hombre no losconoce.

Por eso en la remota antigüedad, se decía: «Los fuertes vencen a quieneslo son menos que ellos; los débiles vencen por sí mismos. Los primerosse encuentran en grave peligro en cuanto tropiezan con un igual; lossegundos nunca se encuentran en peligro. De los que de esta manera sedominan a sí mismos, de los que de esta manera se encargan del gobiernodel mundo, bien puede decirse que vencen sin triunfar y que ponen ordensin gobernar.»

Yu Zi 53 dijo: «Si quieres dureza, deberás conservarla mediante lablandura. Si quieres fortaleza, deberás guardarla mediante la debilidad.Si te mantienes en la blandura, te harás duro; si te mantienes en ladebilidad, te harás fuerte. Si observas con atención en qué se mantienenlos hombres, podrás prever su futuro, desgracia o felicidad. El fuertetriunfa sobre el que lo es menos que él, pero cuando tropieza con alguienigual de fuerte debe endurecerse; la victoria del blando reside en él mismo,lo que le confiere una fuerza inmensurable».

Dice Lao Dan: «Las armas fuertes atraerán la ruina, el árbol vigorosose quiebra. La blandura y la debilidad son atributos de la vida; la firmezay la dureza son atributos de la muerte.»27

25. Idem, 46.26. Idem, 221-222. 27. LIE ZI (1994): El libro de la perfecta vacuidad. Barcelona, 71-72.

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En la no acción reside la fuerza de atracción, puesto que todo se hacesin esfuerzo. Cada cosa se encuentra en su sitio sin forzar ni dominar lanaturaleza, sino uniéndose a ella, en su conocimiento y en su dinámicacósmica o universal. Gobernar posee los mismos principios, si el empe-rador gobierna con naturalidad, con sencillez, según las leyes universales,entonces todos le obedecen y, sin que nadie se dé cuenta, ni él mismo,el sistema funciona sin tropiezos, sin frenos ni impedimentos.28

Los movimientos daoístas han sido numerosos en la historia de china,aparecieron numerosas sectas de todo tipo, utilizando cualquier génerode fuerzas naturales o supestas fuerzas supranaturales a través de laalquimia, la quiromancia y otros medios ocultos en el microcosmos dela mente y el cuerpo físico del ser humano. La verdadera fuerza resideen el ser, en el hombre, por lo que conociéndolo se podía lograr lainmortalidad tanto física como mental.

Las sectas daoístas, tenían y tienen organizaciones muy estructuraday jerarquizadas. Sólo se pasa a un nivel superior si el Maestro celestiallo determina. Son, al fin y al cabo, sistemas de convivencia cerrados.En general, estas sectas religiosas se apoyan en la interpretación querealizan en una supuesta Edad de Oro de la época de los reyes idealesYao y Shun (tercer milenio a.n.e) y Yu el grande, domador de las aguasy Padre de la dinastía Xia (XXI-XVIII a.n.e.). Aquella “Edad de Oro”conformaría lo que los daoístas llaman la Gran Paz Taiping, en la quelos hombres pueden vivir conforme a las leyes naturales, sin esfuerzoni obligaciones. Hubo, en la época Han (206 a.n.e.-200 n.e.) variasrebeliones daoístas que acabaron con su propia derrota, entre éstaspodemos destacar la de los Turbantes Amarillos en el 184 y que hizotambalear al poder Han.

El Dao de los daoístas sería, pues, aquella “Gran Paz” tan anheladay perseguida que permitiría la longevidad eterna del ser humano, físicay mentalmente. La no acción sería la acción natural determinada por laposición que ocupa cada ser en la Tierra, en función del cósmos o Cieloy las relaciones humanas conformadas en la igualdad, la sencillez y lanaturalidad. Lo que se aprende debe olvidarse para que lo que quede enel hombre le pertenezca sin artificios algunos.

7. EL BUDISMO

El budismo entra en China durante el primer siglo antes de nuestraera, siendo su desarrollo lento, a través de numerosos siglos. El budismose integrará en China a través del daoísmo. Era, en un principio, al igualque el daoísmo, una religión de artes ocultas. El chanismo o zen será elmás prolífico.

La historia del budismo se desarrollará en paralelo a la del daoísmo,cada movimiento tomará del otro algunos de sus conceptos que adaptarásu realidad propia. La convivencia entre ambos alcanzarán momentos dealta tensión y críticas mutuas. Aunque ambas tendencias tengan muchoque ver en la constitución y organización de sus religiones respectivas,los principios parten de prosupuestos distintos. Si el daoísmo parte de lanada, de la fuerza del qi del soplo de la vida que produce los diez milseres (el infinito), el budismo parte de la realidad social del ser humano(producción infinita del nacer, morir, volver a nacer, volver a morir, etc.,es decir, de la rueda de la vida) para alcanzar el nirvana (la negacióndel soplo de la vida), la iluminación y acabar de este modo con la rueda“infernal” de la vida.

“¡Qué miserable es, pues, este mundo! Un mundo que envejece y muerey luego renace para envejecer y morir otra vez. Indefinidamente... Perola causa de esta vejez y de esta muerte, ¿no es el nacimiento y el deseodel nacimiento?/ Y así, de causa en causa, se remontó hasta la ignorancia,causa de impresiones falaces. Al final, el último pensamiento ‘resplan-deció: / «Matando el deseo que lleva de nacimiento en nacimiento seimpedirán nuevos nacimientos, nuevos dolores. No hay otro medio dematar este deseo que el de llevar una vida pura.»29

El budismo en general, y al igual que el daoísmo, huye de la sociedady de sus realidades. Sus principios se fundamentan en la búsqueda de lailuminación, en romper el círculo de nacimientos y muertes. La muerteno es una salvación, sino el comienzo de una nueva vida.

Existen numerosas escuelas de budismo y sectas budistas en torno almahayana e hinayana. En sus ideas se incluye la no violencia. Sinembargo, para los budistas, la vida, tanto individual como social, es

28. Idem, 76; 101. 29. PERCHERON, Maurice (1959) Buda y el budismo, Madrid, 33.

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sufrimiento porque sólo acarrea desgracias. Para salvarse el hombre debeaceptar su realidad social, en bien y en mal, y buscar el momento de suliberación que está en la iluminación.

En China, con el budismo chan o zen, llegaron hasta alcanzar el silencio.De esta escuela surgieron numerosos pensamientos singulares. Tal y comoocurrió con el daoísmo, aprovecharon de sus conocimientos muchosartistas. La búsqueda de la paz interna es la única verdadera.

La paz del budismo es la negación continuada de todas las cosas yrealidades o ilusiones, negar hasta la iluminación, hasta la liberación delser en sí mismo.

El individuo, más o menos determinado por su nacimiento (probable-mente por lo que nosotros llamamos la herencia) y por la educaciónque ha recibido en su infancia, tiene así un margen de libre albedrío.Dependiendo la libertad de la que puede hacer uso directamente de lalibertad de su juicio, es esta facultad la que se debe ejercer, teniendoen cuenta naturalmente los errores que se pueden cometer si no se cortaresueltamente el camino a la ilusión. En particular el juicio sobre sí mismoprocederá de un despiadado análisis; cada sentimiento, cada voliciónserán disecados en sus elementos. Al desmontarlos se romperá su fuerza,y la libertad del espíritu no tendrá entonces para actuar sino motivosjuiciosos.

El adepto llegará así a desembarazarse de las «diez depravaciones»:el deseo que engendran los sentidos, el odio, la presunción, la obcecación,la ignorancia, la opinión, la duda, la impudicia, la negligencia, e inclusola simple imprudencia por falta del buen juicio.

Ciertamente no llegará a ello sin volver a caer muchas veces en elfango. Pero un arrepentimiento apoyado en sólidas resoluciones, la sinceraconfesión pública le permitirán, si no redimirse, por lo menos no practicarmás los tres pecados del cuerpo (la fornicación, el robo y el homicidio),los cuatro pecados de la palabra (la frivolidad, la mentira, el perjurio yla calumnia)- y los tres pecados del pensamiento (la malicia, la codiciay la herejía).

Frente a esto practicará las ocho virtudes budistas: el amor a la verdad,el respeto de sí mismo, la castidad, la humildad, la benevolencia caritativa,la’ compasión, el ascetismo, la sumisión alegre al dolor y a todos losdisgustos.

El renunciamiento debe llegar hasta una indiferencia hacia el frutode los actos después de la muerte. Puesto que no hay en absoluto con-

30. Idem,. 81-82.31. Idem, 80.

tinuidad de alma, ni de Atman, puesto que no se trata más que de romperel ciclo de los nacimientos, el verdadero budista no aspirará a un bienestarfuturo que sea el resultado de una perfección adquirida: merecerá elNirvana por ser más capaz de renunciar a él.

«Abandonad el bien y, con mayor razón, el mal: aquel que ha alcanzadola otra orilla no tiene que hacerse balsas.» (Majhima-Nikaya).30

Buda, nació en torno al 556 a.n.e. en la India, por lo que en sus iniciosen China no era más que una religión extraña a sus costumbres. Suintroducción lenta y, como ya lo hemos dicho anteriormente, a través deluniverso daoísta iba a cambiar el rumbo de la historia filosófica china.

La negación social es, pues, lo primero al que debe renunciar, puestoque lo más importante es el ser en sí mismo, es el único que puede salvarsede la rueda de la vida, renunciando al deseo, la ambición y la propia muerte:

«Que nadie comprometa su propio beneficio por el bien de los demás,por grande que pueda ser. Si se conoce bien el verdadero interés delSí-Mismo, éste es entonces el fin que hay que perseguir» (Dhamapada.).31

La religión budista –igual ocurre con el daoísmo- no es homogénea,sino heterogénea, por lo que cada secta aplicará e interpretará las “santasescrituras sánscritas” según su idiosincrasia y los fines propuestos paraadaptarse a las distintas realidades sociales. Lo más destacado del budismoes su rechazo total a la violencia.

El concepto de paz en la China clásica podría residir en la interacciónentre sociedad e individuo, entre el mundo interno y externo. No cabeduda que el hombre es responsable de sus actos, tanto desde el punto devista social en el que participa políticamente y el individuo del que debecuidar el cuerpo y la mente. Para todos los pensadores de la antigüedadchina el sujeto social e individual es una unidad realizada en función dela naturaleza que lo nutre y le asegura el sustento:

Para los confucianistas, moístas y legistas, el hombre es un ser político.Actuando como le corresponde al nacer, en la posición que ocupa en lajerarquía social, hace que la paz sea un hecho.

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Los confucianistas se fundamentan en los ritos (costumbres, tradicio-nes, etiqueta, ceremonias), la educación que los trasmite a través de lasabiduría constituyendo el mundo cultural, fundamento del saber humano.Así mismo el amor a los demás se mantiene a través de la moral y laética que se proyectan en la benevolencia de los superiores y la obedienciade los inferiores.

Los moístas sólo creen en el amor igualitario entre los seres humanos,la defensa frente a la agresión y la austeridad en su comportamientovivencial. Los legistas mantiene que la paz sólo puede ser lograda si lasociedad es fuerte, por lo que sólo la referencia a la ley y a su cumplimientola hace victoriosa e inquebrantable. Los daoístas y los budistas creen antetodo en el ser interior como solución a la paz del hombre y del universo.En él reside la salvación. La paz interna conlleva implícitamente la pazexterna.

La aportaciones de los pensadores chinos al conocimiento de la pazpueden ser muy útiles en un concepto integrador de las realidades socialesy humanas. Los conceptos de cultura que integre las demás, de leyes queprotejan al individuo frente a la posible agresión de los poderes estatales(Derechos humanos), del libre albedrío emanado de la interacción de sercomo entidad propia en la sociedad como organización de la libre relaciónentre los individuos. La reiteración por parte de los confucianistas del papelde la educación en la formación cultural, a través del esfuerzo, el trabajoy el sacrificio de los seres humanos.

No obstante, queda mucho por descubrir y reinterpretar las aporta-ciones legadas por nuestros antepasados de todos los confines del mundoa favor de la paz y de la convivencia mundial. Con este capítulo sólohe pretendido esbozar, aunque sea superficialmente, algunas aportacionesdel país más numeroso del planeta y cuya historia es generosa y repletade experiencias a las que debemos acudir para comprender mejor larelación que existe entre el individuo y la sociedad con el fin de resolveradecuadamente el infinito de conflictos que aparecen de forma continuada.

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EL CONCEPTO DE PAZ EN LA CHINA CLÁSICA

EL PUEBLO DE LA ALIANZA

MARÍA JOSÉ CANOInstituto de la Paz y los Conflictos

Universidad de Granada

Sería ingenuo negar que la historia del pueblo judío desde sus orígenesha estado marcado por una sucesión de conflictos, pero también faltaríamosa la verdad si dijéramos que la dilatada historia de este pueblo ha estadosiempre y únicamente regida por la violencia. De hecho como en cualquiergrupo social se detectan constantemente actitudes conciliadoras, una vecesrelacionadas con grupos sociales diferentes y otras enfocadas a fomentarla solidaridad entre sus miembros. Nuestra finalidad es rescatar y resaltaresa cultura de la paz que se produce en el seno del judaísmo.

Si consideramos que la civilización judía es una de la que conformanel pensamiento occidental como componente substancial de la culturajudeo-cristiana, es fácil imaginar que muchas de las ideas que tenemossobre la historia de los hebreos están tan arraigadas que sólo en unascircunstancias muy concretas y en determinados ámbitos son cuestionadas.La mayoría de las ideas más extendidas son arquetipos en los que se nosmuestra a un pueblo beligerante, violento, vengativo y cobarde.

El concepto que actualmente tenemos de los judíos se ha ido forjandopoco a poco desde el momento en el que el cristianismo se convirtió enreligión oficial del imperio; entonces con una actitud que se podría calificarde ‘lucha generacional’ la iglesia cristiana se rebeló contra su madre judía;cuando el cristianismo se extendió y consolido como tradición religiosadominante, el antagonismo entre las dos tradiciones se acrecentó hasta

EL PUEBLO DE LA ALIANZAMARÍA JOSÉ CANO

llegar a ser irreconciliable. Entonces surgen las acusaciones contra loshebreos de pueblo deicida, terco y obstinado, capaz de realizar los mayorescrímenes y aberraciones; y si de la Antigüedad de los hebreos eran exaltadassus cualidades guerreras por una sociedad cristiana eminentemente be-licosa, desde la ejecución y muerte de Jesús los judíos son tildados desanguinarios, asesinos y cobardes.

Pero, en verdad, la historia de los judíos, como la de cualquier otrogrupo social, es una sucesión alternativa de actitudes conflictivas ypacíficas, a veces sin poder hacer distinciones entre unas épocas u otras,pero en cuyo contexto hay que resaltar su cualidad de Pueblo de la Alianza.Este es un concepto muy arraigado en la mentalidad judía desde susorígenes, y que en gran medida configuró el pensamiento posterior, ysustancialmente las doctrinas proféticas. Si bien es cierto que la inter-pretación que los profetas dan a la alianza está basada en visionesescatológicas, también lo es que en sus promesas y oráculos estos textosproféticos —fundamentalmente los postexílicos— postulan que paraalcanzar y mantener la Alianza ha de ser borrado todo tipo de hostilidadde la faz de la tierra.

Cuando al comienzo de la era cristiana los judíos no tuvieron másapoyo que las enseñanzas de los maestros de la Ley, basadas en el textobíblico y la tradición, la memoria colectiva rescató la historia desde susorígenes para, a partir de ella elaborar todo un sistema de vida que lespermitiera sobrevivir en medio de unas circunstancias hostiles. Es en-tonces que el mesianismo pasa a ser la meta final de los judíos comocomunidad y como individuos. Y el mesianismo en el universo judíoconlleva un mundo en paz, regido por el Mesías, que ostenta el títulode Príncipe de la paz.

La esperanza que durante siglos mantendrá vivo al judaísmo de ladiáspora será la esperanza en la venida del mesías y de su reino; peroesta espera no puede ser una espera pasiva, sino que todos y cada unode los miembros de la comunidad hebrea han de contribuir a prepararel mundo para propiciar la venida del mesías y eso sólo es posible cuandotodo el pueblo sea puro y guarde la alianza con Yahvé. Esta actitud loscondujo a una postura de no participación en conflictos, como medidapara conseguir el fin de la violencia (Is 2, 4; Miq 4,3):

Entonces forjarán de sus espadas azadas y de sus lanzas podaderasNo alzará ya espada nación contra nación, ni se adiestraran ya en laguerra.

Dado que la historia del pueblo judío no se puede desvincular de lahistoria de la religión judía, este trabajo pretende presentar desde una ópticahistórico-religiosa la actitud de los judíos hacia la paz, empleando comoenfoque principal el análisis filológico e histórico, dado que la mayoríade la información esta recogida de soportes literarios, una veces en textosliterario-religiosos como es la Biblia, en otros casos lo serán las fuentesliterarias tales que corpus narrativos, también textos históricos, e infor-mación recogida en fuentes arqueológicas.

En nuestra colaboración se analiza como se va generando y afianzandoentre el pueblo hebreo la idea de que ellos son el pueblo de la alianzapor antonomasia, y toman conciencia de las consecuencias que elloconlleva. Para eso se ha comenzado el trabajo con un breve análisisfilológico del léxico relacionado con el concepto de alianza, y se completacon un análisis histórico, en el que se ha tomado como base principalla Biblia. Lo anterior hace que el punto de vista que aquí se presenta losea desde un prisma evidentemente judío, lo que nos sitúa en una posiciónventajosa para comprender el pensamiento y el sentir del pueblo hebreocuando comienza su gran diáspora en el año 70 d.C, momento en el quela historia del judaísmo experimenta un cambo radical y momento en elque concluye este trabajo.

1. LAS IDEAS DE PAZ EN EL JUDAÍSMO

La lengua hebrea ha sido y es aun hoy uno de los distintivos del pueblojudío, es la Lengua Santa en la que se redactó la Miqra, la Biblia hebrea,fundamento de todo pensamiento en el judaísmo, y texto obligado parainiciar el estudio de cualquier temática relacionada con el mundo judío.

Con varios términos la lengua hebrea expresa los dos conceptosfundamentales que sobre la paz aparecen en la cultura hebrea, éstos sonconceptos amplios formulados por las raíces ShaLaM, o por ShaQaT, ensus distintas formas y expresiones. ShaLaM representa el modelo de pazbasada en la sensación de mostrar un hecho completo y perfecto; la otraraíz ShaQaT presenta a la paz como descanso, tranquilidad o silencio.Ambas raíces generan diferentes términos con los que expresar la ideade paz en la lengua hebrea, siendo el más conocido y universal el de shalom,derivado de la primera de ellas.1

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1. En CANO, María J. (1998) “Paz en el Antiguo Testamento”, Cosmovisiones depaz en el Mediterráneo, eds. F.A. Muñoz y B. Molina Rueda, Granada, 28-61, se hace

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En la lengua hebrea existen conceptos relacionados con la idea de pazcomo son los de solidaridad, justicia o igualdad, los cuales en numerosospasajes se emplean como simples sinónimos de paz, sobre todo en loslibros proféticos, pero también hay otros términos relacionados con la pazconsustanciales a la cultura hebrea, que son un componente importantede la esencia del judaísmo, éstos son los que definen la idea de alianza,pacto.

El término principal que se emplea en hebreo para “alianza”es brit.La etimología de esta palabra no es muy segura, se baraja el significadode “ atar” por similitud con el empleo de la misma raíz BaRaH en acadio.Existen en hebreo otros términos asociados a brit , así ‘edut o `alah, quesi bien tienen el significado de “testimonio” y “juramento” respectiva-mente, se pueden considerar en algunos pasajes (Ge 26,28; Dt 29,11; 13,20; Ez 16, 59; 17, 18...) como sinónimos en función del paralelismo quepresentan con el anterior.

Otros términos complementarios de brit son ‘amanah, neder, shebu´ah.‘Amanah es un nombre femenino de la raíz ‘aMaN, luego su significadoliteral sería «fidelidad». Con el sentido de alianza aparece en Ne 10,1,aludiendo a la renovación del pacto con Yahvé. Neder, en un nombremasculino, que significa “voto”; existe una segunda la raíz NaDaR, noempleada en hebreo en forma verbal, pero que en árabe significa “cortar”,significado que, a su vez, se puede relacionar con pactar una alianza,como se verá más adelante. Shebu´ah, en un nombre femenino derivadode la raíz ShaBa´, y significa “juramento”; su empleo es más frecuenteque la anterior. Otros términos para pacto, no empleados en la Biblia,son heskem y hozar.

Las expresiones para describir la confirmación de una alianza o untratado son numerosas y muy significativas. Una de las más frecuenteses aquella en la que las distintas formas verbales se derivan de la raízQuM, cuyo significado primario es “levantarse”, “ser estable”, “durar”,“cumplir” etc. Numerosos ejemplos de esos casos son los de las alianzasfirmadas entre Dios y los primeros padres en las que se emplean variasfórmulas, siempre traducidas por “establezco la/mi alianza con...”, peroen las que el significado esencial de la raíz le imprime el matiz de acuerdosduraderos y sólidos. Así:

1- Un participio de pasado de la forma Hif’il:

[Meqim brit...] (Noé Ge 9, 9). Establezco la alianza...2- Un perfecto de la misma forma Hif’il empleando la partícula deacusativo:

[Wa-haqimoti ‘et brit it...] (Noé Ge 9, 11) (Abraham Ge 17, 19).

Y establezco la alianza con...

3- Usando las partículas [ben... u-ben...], entre ....y entre

[Ha-brit ‘asher -haqimoti beni u-ben‘...] (Noé Ge 9, 17). La alianza

aquella que establecí entre mí y entre...

4- Una fórmula mixta de las dos anteriores:

[Wa-haqimoti ‘et brit ben... u-ben..].(Abraham Ge 17,7). Y esta-

blecí la alianza entre... y entre...

5- Empleando la segunda fórmula pero con shebu´ah “juramento” en

lugar y como sinónimo de brit:

[Wa-haqimoti ‘et shebu´ah...] (Isaac Ge 26, 3). Y establecí el

juramento...

Otra forma frecuente es empleando la raíz QaRaT, “cortar”, en claraalusión a unos de los rituales que seguían a la estipulación de un pacto,concretamente al de trocear unas víctimas. En las alianzas entre Dios ylos hombres no es tan frecuente como la raíz QuM.

Aparece por primera vez al hablar de la alianza con el patriarcaAbraham, para lo que el autor de Génesis emplea la forma intensiva pu’alen perfecto y con la partícula ‘et:

[Karat Yahve ‘et Abram brit], (Abraham Ge 15, 18 ). Firmó (cortó)Dios con Abraham una alianza.

La misma fórmula se pone en boca de Dios en al hablar a Moisés (Ex34, 27):

[Karati ‘itka brit we-‘et] Israel. Hago alianza contigo y con Israel.

Generalmente al empleo de esta fórmula suele ir paralelo a una teofanía,como son los casos citados.

En cambio en las alianzas entre humanos se recurre usualmente a estaraíz, indicándonos que si en muy contadas ocasiones se siguen los ritualesal celebrar una alianza con Dios, sí lo hacen al concertar un pacto entre

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un análisis filológico detallado de la terminología empleada en hebreo para referirse apaz.

EL PUEBLO DE LA ALIANZAMARÍA JOSÉ CANO

humanos. Algunos ejemplos serían cuando se concertó la alianza entreIsaac y Abimelek, en Guerar (Ge 26, 28). En este caso se usa la partícula‘im “con”:

[Wa-nikreta brit ‘imak]. Vamos a hacer un pacto contigo.

En II Sam 3, 12.13.21 Abner y David al intentar pactar entre ellosutilizan:

[Kartah britka ‘ iti]. Pacta (haz tu pacto) conmigo.

Las variantes de las fórmulas para denominar la realización de un pactoson múltiples como se puede comprobar en el epígrafe siguiente.

2. MECANISMOS DE REGULACIÓN PACÍFICA

La sociedad hebrea articuló toda una serie de mecanismos para laregulación pacífica de conflictos en la que todos y cada uno de loscomponentes ejercen un papel determinado, tal como podemos comprobara través de los textos, pero quizás el mecanismo más importante ysignificativo es el de las alianzas.

2.1. Alianzas, tratados, pactos...

Los pactos y alianzas son elementos de capital importancia en latradición religiosa judía. Si la historia del pueblo hebreo en la Antigüedades una sucesión de guerras y batallas, también hay que tener siemprepresente que la religión judía se basa en un pacto, que el fundamento deesta tradición religiosa es la alianza que el pueblo de Israel estableciócon su Dios, la alianza de Yahvé, la Alianza por antonomasia, ejemploexclusivo de la tradición y cultura hebreas, pues aunque el mito existaen otras culturas no presenta las mismas características.

La alianza pactada entre Yahvé e Israel no es una sino que estáconformada por una serie de pactos sucesivos establecidos entre Dios ysu pueblo. En el seno del judaísmo estas alianzas se presentan comoparadigma de cualquier tipo de pacto, por lo tanto son las más importantes,y modelos para los acuerdos posteriores que regularán las relaciones entrelos humanos. Todas ellas presentan una serie de parámetros comunes,como son los sujetos que estipulan el pacto, siendo en todos los pactos

Dios y el jefe del clan; un segundo punto en común es el objetivo queconsiste en conseguir la protección y la bendición de la divinidad; también,para todos los pactos existen unas fórmulas determinadas y, así mismo,se ha de seguir un ritual preestablecido.

Los pactos establecidos entre la divinidad y los hombres, aunque seformularan como alianzas perdurables, como mucho sólo lo eran mientrasduraba una generación, y cada pacto había de ser renovado por losherederos del clan, por lo tanto sucesivamente Abraham, Isaac, Jacob,Moisés y las tribus de Israel habrán de ir renovando cada una de las alianzas;y es en esta relación de la divinidad familiar con el clan —Ex 3,6 Diosa Moisés: Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios deIsaac, el Dios de Jacob — donde probablemente radica el origen de laalianza de Dios y su pueblo como una opción elegida libremente y porlo tanto susceptible de renegociar, y de aceptar o revocar por una de laspartes.

La primera alianza que encontramos en el texto bíblico (Ge 9, 9-17)es la acordada entre Dios y Noé, sus hijos, e incluso con todo ser viviente—establezco mi alianza con vosotros y con vuestra posteridad, y con todoanimal viviente que con vosotros hay–, y Dios decide que no será ex-terminada criatura alguna por las aguas del diluvio. La alianza se presentacomo un pacto permanente –que por generaciones eternas establezco entremí y vosotros y universal –entre mí y la tierra. La señal [‘ot] de la alianzaserá el arco iris [qeshet]. La señal de esta alianza es creada para que sirvade recordatorio a los participantes en el pacto, pero a diferencia de lasde otros pactos en éste solamente es para recordar a Dios no a los hombresla alianza concertada:

Las aguas no servirán más de diluvio para destruir a las criaturas todas;pues aparecerá el arco en las nubes y lo veré, recordando la alianza eternaentre Elohim y todos los seres animados, con toda criatura que sobrela tierra existe.

Esta primera alianza difiere de las siguientes en su carácter universal,no exclusivo del pueblo hebreo, y en la falta de contrapartida exigida aNoé o al resto de las criaturas.

Las siguientes alianzas son las que Dios estableció con Abram, elprimero de los patriarcas hebreos, y ya no tienen carácter universal. Enla primera de ellas (Ge15) Dios en el marco de una teofanía le prometela tierra de Canaán:

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“Yo soy Yahvé, que te saqué de Ur de los caldeos para darte este paísen posesión”. En aquel día pactó Yahvé alianza con Abram, diciendo:Atu posteridad otorgo este país, desde el río de Egipto hasta el río grandeo río Eúfrates.

En los versículos 9–1 y 17, se explica todo el ritual que Abram hade seguir para sellar la alianza, y que consiste en una ceremonia practicadaentre muchos pueblos de la zona en esa época y que se extendía por todoel Mediterráneo oriental entre los pueblos pastores. El ritual consistía enofrecer unas víctimas a la divinidad, entre las cuales, una vez partidas,debían de pasar los firmantes de la alianza para atraer una maldición sobreaquel que no cumpliera lo acordado:

“Cógeme una becerra de tres años, una cabra de tres años y un carnerode tres años, una tórtola y un pichón”. Cogió, pues, todo esto y los partiópor medio, poniendo cada mitad una enfrente de otra; más las aves nopartió.

En el caso que nos ocupa vuelve a ser Dios el protagonista principaldel acuerdo, Él será el único de las dos partes que conciertan la alianzaque, por medio de una teofanía, en la que adquiere forma de lengua defuego, pase entre los animales descuartizados:

Púsose, en tanto, el sol y sobrevino una densa oscuridad, y he aquí quesurgió una fogata humeante y una llama de fuego, que pasó por entreaquellos trozos de las víctimas.

El símbolo de esta alianza es el ritual de los sacrificios, según se deducede Ge 15, 8-9, donde Abram solicita de Dios una señal: Mi Señor, Yahvé,¿en qué conoceré que lo he de poseer? Respondióle:Cógeme una becerrade tres años...

Abram vuelve a pactar con Yahvé dos capítulos más adelante (Ge 17).En esta nueva alianza Dios ofrece multiplicar la descendencia del patriarcaa cambio de que cumpla los preceptos: Camina en mi presencia y séperfecto. Yo estableceré mi alianza entre Yo y tú y te multiplicaré.

Este pacto se formula como un compromiso eterno: Confirmaré, puesmi alianza entre Yo y tí, y con tu descendencia después de ti... a modode alianza eterna, pero en realidad es una renovación del pacto de Ge15:Daré a ti y después de ti a tu descendencia el país... de Canaán, en posesiónperpetua y una ampliación del mismo al reafirmase la voluntad divina

de multiplicar la descendencia de Abram, al que ordena cambiar de nombrepara hacer más patente la promesa: No será más tu nombre Abram, sinoque tu nombre será Abraham —[ab] “padre” y [raham] “multitudnumerosa”—.

En Gé 17 además de la perfección moral, Dios prescribe un preceptopositivo como señal de esta nueva o renovada alianza: la circuncisión[milah] según se expresa en el versículo 11: Os circuncidaréis, pues, lacarne del prepucio, vendrá a ser señal de alianza entre Yo y vosotros;que le recordará a Dios su tratado con los hombres, pero sobre todo seráun recordatorio para los hombres de lo acordado en su pacto con Dios.El rito de la circuncisión que en muchos pueblos significó la iniciacióna la vida sexual, se convirtió en el judaísmo postexílico en el signo distintivode la identidad judía y así se conserva hasta hoy.2

La reafirmación de esta alianza se produce mediente la teofanía delencinar de Manré en la que Dios aparece acompañado de dos ángeles.

Dios recuerda a Abraham que la alianza, aun siendo eterna [brit ́ olam],ha de ser renovada por su hijo Isaac y con su descendencia después deél, como así sucede en el capítulo 26 del mismo libro de Génesis, dondeconfirma a Isaac las dos alianzas estipuladas con Abraham:

Reside en ese país, que yo te diré... Pues a ti y a tu descendencia he dedar todas esas tierras, cumpliendo el juramento (ha-qimoti ‘et ha-shebu`ah)que hice a tu padre Abraham. Multiplicaré tu descendencia como lasestrellas del cielo... en premio a que Abraham escucho mi voz y observómi mandato, mis preceptos, mis estatutos y mis leyes (Gé 26, 2-5).

También Jacob tiene una confirmación de la alianza de Abraham, enel pasaje de la visión de la escala (Ge 28, 10-22), sueño en el que Diosvuelve a aparecerse acompañados de los ángeles, sus mensajeros, y dicea Jacob: Yo soy Yahvé Dios de tu padre Abraham y de Isaac. La tierraen la que yaces la daré a ti y a tu descendencia y será tu posteridad comoel polvo de la tierra...

En agradecimiento a esta confirmación de la alianza, Jacob consagrael lugar a Dios erigiendo un santuario, el de Bet‘el, tal y como antes había

2. Según GROLLENBERG, L. (1966) Panorama del mundo bíblico, Madrid, 64, elcapítulo 17, debió de ser redactado en el siglo VI a.C., pues “esta práctica secular adquirió,durante el destierro a Babilonia, su plena significación de signo de alianza entre Israely Dios”.

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hecho Isaac. En este relato se unen las tradiciones elohista y yahvista.En función de las tradiciones de la redacción bíblicas la alianza de Gé17, que ya comienza a esbozarse en Gé 12, siguiendo la tradición yahvista,es un nuevo relato de la alianza de la tradición sacerdotal, mientras queel pacto de Gé 15 pertenecería a la yahvista con algunos rasgos de latradición elohista.

La cuarta alianza entre Dios y los hebreos es la realizada entre Yahvéy Moisés. Este pacto, en principio se presenta como la renovación de laantigua alianza de Abraham. Dios recuerda a Moisés durante la teofaníade la zarza ardiente (Ex 3,6) que Yo soy el Dios de tu padre, el Dios deAbraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Dios, como en la primeraalianza de Abraham, aparecer materializado como una lengua de fuego.

Aunque esta alianza presentará algunas novedades respecto a lasanteriores, vuelve a renovar los pactos que Dios había concertado conlos patriarcas, fundamentalmente el de la tierra prometida: He bajadopara... subirlo de ese país a un país bueno y espacioso, a un país quemana leche y miel, al solar de los cananeos (Ex 3,8) y en Ex 6,8 Osconduciré al país, que alzando mi mano, juré dar a Abraham, Isaac yJacob, y os lo daré en propiedad. Pero es en la teofanía del Sinaí (Ex19) cuando Dios pacta una nueva alianza con el pueblo hebreo a travésde Moisés. Dios se presenta en el espesor de la nube, a fin de que el pueblooiga cuado Yo hable contigo. Yahvé con este pacto elige a su pueblo —seréis entre todos los pueblos mi propiedad peculiar —, y como con-traprestación los hebreos no sólo han de guardar sus preceptos sino tambiénconstruir para él un reino de sacerdotes y una nación santa. Israel quedaconstituida como una nación santa dedicada al culto de Yahvé. El símbolode esta alianza serán las Tablas de la Alianza, serán el Decálogo, com-pletado por el Código de la Alianza.

La nueva alianza será ratificada por el mismo Moisés en Ex 24. Elritual para esta ratificación comparte algunos rasgos con la ratificaciónde la alianza realizada por Jacob, en ambos casos se consagra el lugarerigiendo un santuario en el que se colocan doce piedras votivas (masseba/ot),3 y se sella la alianza ofreciendo sacrificios según el siguiente ritual.

Encargó a los jóvenes israelitas que ofreciesen holocaustos (‘oleh)...ysacrificaran novillos como víctimas pacíficas (shelamim) a Yahvé. En-

tonces tomó Moisés la mitad de la sangre y la puso en los lebrillos, mientrasvertió la otra mitad sobre el altar. Después tomó el Libro de la Alianzay los leyó a oídos del pueblo, el cual exclamó: ¡Todo lo que ha dichoYahvé haremos y obedeceremos! Moisés entonces cogió la sangre, y lavertió sobre el pueblo y dijo: He aquí la sangre de la Alianza.

En este pasaje se mezclan las tradiciones yahvista y elohista, en laprimera alianza el pacto se ratifica con un banquete (Ex 24, 9-12) y enla segunda con la partición de la sangre (Ex 24, 3-8). Ésta es la cita másnotable de la alianza de Dios y su pueblo con Moisés como mediador,pero en pasajes anteriores y posteriores, a lo largo de todo el libro delÉxodo se recuerda constantemente el pacto (Ex 2, 24; 3, 17... ), hastaque en Ex 34, 10 se produce la renovación de la alianza por parte de lastribus, no sólo de los jefes de clanes:

Mira, voy a hacer una alianza; realizaré maravillas delante de todo elpueblo, como nunca se ha hecho se ha hecho en toda la tierra ni en naciónalguna...

Esta será la primera señal de la anfictionía de las tribus de Israel queencontraremos consolidada en el periodo de los Jueces.

En resumen se puede decir que las alianzas de los hebreos con Diosson unilaterales, Dios es el que decide cómo, cuándo y en que condicionesse concierta un pacto; por ello el texto al poner la palabra en boca deDios hace que el Verbo siempre se refiera a los pactos empleando elposesivo [briti, “mi alianza”]. Dios es el que realiza el ritual para sellarel acuerdo, como se puede observar en la alianza con Abraham a travésde la teofanía de los animales partidos, o con la del monte Sinaí. Los relatosde los pactos con Dios se establecen observando todas las formalidadeslegales de rigor que se exigían para la ocasión. Pero curiosamente el ritualde los animales cortados,4 arraigado en Israel5 , y muy extendido entrelos pueblos del Medio Este e incluso en la antigua Grecia no aparecedescrito en los convenios suscritos entre humanos durante ese mismoperiodo, como se comprobará más adelante.

3. Jacob sólo colocó una y ungió el lugar con aceite.

4. Ver la etimología de “pactar” en el primer epígrafe de este trabajo.5. Jeremías dice que las partes concentantes de un acuerdo tenían que pasar entre las

partes de un becerro partido en dos.

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En el seno de mundo hebraico el modelo de las alianzas con la divinidadse reproducen entre los humanos, encontrándonos con acuerdos privadospactados entre dos individuos como son los que llevó a cabo Jacob consu suegro Labán (Gé 31, 44), o con su hermano Esaú (Gé 32, 4.17); lospactos establecidos por Jonatán y David (I Sam 18, 3: 23, 18). Los tratadoscelebrados entre sí por dos o más jefes, reyes o representantes las nacionescomo es el convenio acordado entre Abraham y Abimelek (Gé 21, 22),el realizado entre Abner, jefe de los ejércitos de Saúl y David (II Sam3, 13), así como el establecido entre el rey Salomón de Israel, y el reyfenicio, Hiran de Tiro (I Re 5, 26), o las alianzas de Ben Hadad, rey deAram y Damasco con los reyes Asa de Judá (I Re 15, 19) y con Afed,rey de Israel (I Re 20, 34), entre otros.

Al ser el texto bíblico un texto literario y por tanto muy poco exactoen cuanto a terminología diplomática, es difícil distinguir entre alianzas,tratados, pactos y acuerdos, pues todos ellos se identifican entre sí,dependiendo solamente de pequeños matices poco objetivos, pues eltérmino empleado la mayoría de las veces es brit.

2.1. Mediaciones y mediadores

Las mediaciones entre las partes en conflicto eran frecuentes, seencuentran los emisarios o mensajeros, sobre todo en las alianzas entrelos hebreos y la divinidad. Este papel es asignados a los ángeles, que sonlos que suelen presentar ante el humano los deseos de Dios: Alianza deAbraham Gé 16, 7; Gé 18; con Moisés 23, 20 ss.; una nube es la guíaEx 40, 36 ss; Nu 9, 15 ss, etc.

En los acuerdos entre humanos los emisarios se le designa con eltérmino mal’akim, término que se puede traducir como “emisario,” “em-bajador”, pero también “ángel”. Los emisarios suelen ser servidores delos jefes de clanes o de los reyes, son ´abadaw, “sus sevidores”, “susesclavos”. En el pacto acordado entre Esaú y Jacob, el segundo de loshermanos hace que se adelanten unos emisarios a proponer los términosde la negociación. En II Sam 3, 12 Abner envía mensajeros para hablarcon David; del mismo modo Asa, rey de Judá envía a servidores parapactar con el rey de Damasco, Ben Hadad (I Re 15, 18), y éste los envíapara hacerlo con Afed, rey de Israel.

Estos emisarios precedían a los gobernantes para anunciar las inten-ciones de aquellos, con frecuencia portando presentes de reconciliación:

ganado, oro, plata, plantas exóticas, etc. Cuando se acuerda una alianzao un pacto, especialmente cuando se trata de un acuerdo que se celebraentre dos o más jefes de clanes o reyes, el acto suele realizarse en presenciade testigos, que son jefes de los ejércitos, personajes destacados del clan,familiares de los firmantes, etc.

3. LOS MODELOS DE SOCIEDADES JUDÍAS Y LA PAZ

La extensa historia del pueblo se puede dividir en varias etapas6 que,en término generales, caracterizaron sus diferentes modelos de sociedady, con el tiempo, conformaron el judaísmo actual, y lo capacitó paramantener una relación de interculturalidad con otros pueblos y otrastradiciones religiosas. De todas ellas este trabajo se centra en las cuatroprimeras —desde los orígenes hasta la diáspora del siglo I d. C.— porla proyección que estas etapas iniciales tienen sobre el resto al tratar eltema de la paz.

La paz en el judaísmo está presente en todas las época y ámbitos dela vida, desde los primeros tiempos, cuando el relato bíblico hace referenciaa una sociedad preagrícola, es la historia prepatriarcal, en la que la religiónno tiene estructura alguna, y con un carácter individualista reverencia ala naturaleza en su conjunto, semejándose a las religiones animistas.Solamente en momentos especiales, y para una acción concreta, algúnindividuo, ejerce de “líder” o representante del pueblo. Aquí, en esteperiodo, habría que enmarcar la alianza de Noé. Este primer pacto de Dioscon los hombres, como hemos analizado antes, tiene un carácter universaly eterno y está concertado con el conjunto del universo, siendo Noé elrepresentante, el “líder” de los seres animados:

Habló también Elohim a Noé, y con él a sus hijos, diciendo: En cuantoa mí, he aquí que establezco alianza con vosotros y con vuestra posteridad,y con todo animal viviente que con vosotros hay: aves, ganados y todaslas bestias salvajes... he colocado mi arco en las nubes para que sirvade señal de alianza entre mí y la tierra (Gé 9, 9ss).

6. KÜNG, Hans. (1991) El judaísmo. Pasado, presente y futuro, Madrid Según esteautor es divisible en cinco periodos paradigmáticos: Judaísmo preexílico, postexílico,rabinismo medieval, asimilación a la modernidad y postmodernidad.

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La importancia de esta primera alianza surgida en el contexto culturaldel pueblo hebreo radica en su carácter universalista, pero sobre todo enunos conceptos acordes con una ética postmoderna, donde la relación entreel hombre y la naturaleza es un valor en alza en el contexto de una sociedadecológico-social, que busca nuevas experiencia en pro de un mundo másplural, justo, y pacífico.7

3.1. Los patriarcas y la alianza con Dios

El primero de los periodos antes citados fue cuando el judaísmo sufreuna mayor influencia de otras religiones orientales y también es cuandose gesta la concepción básica del Dios Único, el hombre y el mundo. Comoeje de ese paradigma está el establecimiento de una relación entre Israely la Tierra Prometida (Eretz Israel), a través de la Alianza con Dios. Porprimera vez el pueblo hebreo se autoconciencia de que «Israel es el pueblode Yahvé». En él se integraría este epígrafe —Los patriarcas y la alianzacon Dios— y el siguiente —Normativa de convivencia y la Tierra pro-metida— donde se trata el asentamiento en la Tierra Prometida.

Según el relato bíblico, los primitivos hebreos conformaban una sociedadpatriarcal, donde el patriarca era el origen de todo el clan, luego ese troncocomún es el que crea nexos más o menos fuertes entre sus miembros.El hecho de que los patriarcas sean considerados personajes legendariosno resta importancia a las deducciones a las que se puede llegar tras lalectura del texto bíblico, pues su importancia no radica en el personajeen sí, sino en el significado que pueden tener como simples alegorías dela tribu o clan al que dan el nombre.

Fechar la época de los patriarcas es muy difícil, se podría encuadrardentro de las sociedades protoagrícolas y preliterarias8 , y había que situarlaen el periodo del Bronce Medio. Es la época de las invasiones de losamorreos, pueblos semitas nómadas a los que pertenecían los hebreos.En el texto bíblico de Génesis (Ge12-50), se narran las epopeyas de lospatriarcas, de los primeros padres Abraham, Isaac y Jacob, en una sociedadtribal más evolucionada que la de la fase anterior y donde la violencia

parece ser una constante, pero también encontramos la aparición demecanismos reguladores de esos conflictos que afloran constantementea lo largo de la narración. Junto a esa violencia larvada constatamos quetambién el deseo de paz está presente en el texto en pasajes en los queno se trata el tema de la paz directamente, sino en que el lenguaje coloquialse encuentra formulado en términos pacíficos, al mostrar las relacionesentre los individuos. Ejemplos de estas expresiones de salutación son muyabundantes y frecuentes en todo este periodo, e incluso algunas de ellashan perdurado en la lengua hebrea hasta nuestros días. Esos son los saludosintercambiados entre Jacob y los pastores de Labán, su futuro suegro (Gé29,6) con un doble deseo de paz: Les dijo:“La paz sea con él”, y ledijeron:“Paz” [Wa-yomer lahem ha-shalom lo y Wa-yomru shalom], ocuando este mismo patriarca envía a su hijo José con la misión deinteresarse por la situación de sus otros hijos; José formula una preguntara sus hermanos empleando la expresión (Gé 37,14): Mira como están desalud (la paz) tus hermanos y como está (la paz) el rebaño [Re’eh ‘et-shelom ‘aheyka y ‘et-shelom haso’an], o cuando, ya en Egipto, se saludanJosé y el resto de los hijos del patriarca Jacob (Gé 43, 23.27.28) con un:[Wa-yomer shalom lakem...wa-yish’al lahem le-shalom wa-yomer ha-shalom avikem... wa-yomru shalom le-´abdeka le-‘abinu];Y dijo la pazsea con vosotros...y les preguntó a ellos la salud (la paz) y dijo ¿la salud(la paz) de vuestro padre?... Y contestaron salud (la paz) tiene tu siervonuestro padre; donde una aliteración (casi una anáfora) muestra el pro-fundo deseo de José de establecer la paz con sus hermanos.

En estas sociedades nómadas, donde el clan tiene un papel fundamental,con frecuencia se opta por un modelo pacífico, basado en la solidaridad,para tratar de resolver los conflictos, a veces simples crisis, que cons-tantemente surgen entre diferentes clanes e incluso entre miembros deun mismo clan. En esta época se genera una cultura de pactos y alianzas,que entre las tribus de Israel se hacen a imagen y semejanza de las realizadascon Dios. El primero de los patriarcas Abraham sólo en una ocasión seenfrenta a otras tribus, y es cuando lucha contra los “cuatro reyes” enGé 14, en contraposición observamos que el restos de las crisis las resuelveempleando diferentes métodos, que van desde el recurso de la picaresca,el hacer pasar a Sara, su mujer, por su hermana, como cuando va a Egipto(Gé 12, 10ss.) y cuando se establece en Guerar (Gé 20), hasta el de lospactos.

El ritual que se sigue en el establecimiento de una alianza está es-trechamente relacionado con su carácter de pastores nómadas que los

7. KÜNG (1991) 422-424.8. DÍEZ DE VELASCO, Francisco. (1995) Introducción a la Historia de las Religiones,

Madrid, 49, 102. WRIGHT, G. E. (1975) Arqueología bíblica, Madrid, 58 ss.

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vincula con sus rebaños9 , de ahí el acto de partir un cordero (Ge15,19)para confirmar el pacto e incluso los banquetes, en los que se aúnan elcarácter agrícola y ganadero de estos pueblos.

El primer pacto del relato bíblico sobre la época de los patriarcas,(exceptuando los establecidos con Dios)10 es el juramento que se hicieronAbraham y Abimelek, el rey de Guerar del país de los filisteos (Gé 21,22) en Bersheba. La vida nómada de los patriarcas que los obligaba amarchar contantemente en busca de agua, hace que, junto a los animales,los pozos sean un elemento fundamental en el origen de los conflictosy en consecuencia lleguen a formar parte del ritual de los pactos, siendoen la mayoría de los casos el símbolo elegido como recordatorio del pacto:

Abimelek, junto a Pikol, capitán de su tropa, dijo a Abraham: “...júramepor Dios aquí mismo sin mentir, y tanto a mí como a mis hijos y misnietos, que la misma benevolencia que he tenido para contigo, la tendrástú para conmigo y con el país donde te hemos recibido como huésped.”Abraham dijo: “Lo juro.” Entonces Abraham se quejó a Abimelek conmotivo de un pozo... Abraham tomó una ovejas y vacas, se las dió aAbimelek, e hicieron los dos un pacto. Abraham puso siete corderasaparte... “para que sirvan de testimonio de que yo he escavado este pozo.”Por eso se llamó a aquel lugar Bersheba.11

Los autores de Génesis vuelven a repetir la historia de conflictos, pactosy alianzas de Abraham en la persona de su hijo Isaac. En Génesis 26 senarra otra vez la artimaña de hacer creer a Abimelek que su mujer es suhermana, como habían hecho sus padres; y del mismo modo que el reyfilisteo se presentaba ante Abraham lo hace ahora ante Isaac (Gé 26, 26-33), y como en el caso anterior el conflicto se genera a causa del usode los pozos. Las únicas variantes que presenta este pacto respecto a laalianza anterior es que los testigos del rey de Guerar son dos, y que previoa la formalización de los juramentos se celebra un banquete. El pozo, denuevo, vuelve a ser la señal de la alianza:

Entonces Abimelek fue a donde él (Isaac) desde Guerar, con Ajuzat, unode sus familiares, y Pikol, capitán de su tropa. Díceles Isaac: “¿ Cómo

es que venís a mí, vosotros que me odiáis y me habéis echado de vuestracompañía? Contestaron ellos: “Hemos visto claramente que Yahvé se hapuesto de tu parte, y hemos dicho: “Ea, haya un juramento entre tú ynosotros, y vamos a hacer un pacto contigo, de que no nos harán mal,como tampoco nosotros te hemos tocado a ti; no te hemos hecho sinobien y te hemos dejado ir en paz, ¡oh bendito de Yahvé! Él les dio unbanquete, y comieron y bebieron. De madrugada, se levantaron y sehicieron juramento mutuo; luego Isaac les despidió, y se fueron en pazde su lado. Aquel mismo día llegaron unos siervos y le dieron la noticiadel pozo que habían cavado... Él lo llamó Sheba, de donde el nombrede la ciudad de Bersheba, hasta la fecha.

El patriarca Jacob12 fue protagonista de dos alianzas, la primera deellas pactada con su suegro Labán (Gé 31, 43-54), con el que trata delograr dos objetivos, el primero de ellos (Gé 31, 50) es un acuerdo privadorelacionado con las hijas de Labán y esposas de Jacob; el segundo tieneun marcado carácter político, y con él se trata de fijar las fronteras entreAram, personificado en Labán e Israel, identificado con Jacob (Gé 31,43-54; 32, 1-3). Se ha considerado la posibilidad de que éste fuese unpacto entre un clan israelita y una tribu aramea de la región de Galaad.

En los dos pactos el testigo es Dios, las señales que sirven de recuerdoson una estela votiva (massebah) y un majano, que respectivamente recibenel nombre en función del pacto que rememoran: Yegar-sah-aduta‘, enarameo por Labán y Gal’ed en hebreo por Jacob, cuya traducción seríaen ambos casos la de “majano del testimonio”. El ritual del estos dos pactosse completa con la celebración de un banquete:

Entonces tomo la palabra Labán y replicó a Jacob: “Esas hijas son mishijas; los hijos mis hijos... Por lo tanto, ea, pactemos alianza yo y tú paraque sirva de testimonio entre ambos”. Tomó, pues, Jacob una piedra yerigió una massebah. Luego dijo a sus hermanos: “Recoged piedras”,y cogieron piedras e hicieron un majano y comieron allí sobre aquelmontículo. Labán lo denominó Yegar-sah-aduta‘y Jacob lo llamó Gal’ed.Y exclamó Labán :”¡Sea hoy testigo esta majano entre tú y yo!”: Poreso le llamó con el nombre de Gal’ed. Y también Mispah, porque dijo:“¡VeleYaveh entre yo y tú cuando nos hayamos alejado el uno del otro1 Sitiranizas a mis hijas o si tomas otras mujeres a más de mis hijas, no hayun hombre con nosostros; mira, Elohim es testigo ente yo y tú”. Dijo

9. DÍEZ DE VELASCO (1995) 122.10. Ver punto 2.1 de este trabajo.11. El nombre de esta ciudad del desierto del Neguev, Be‘er Sheba’, se traduce tanto

por “Pozo del juramento” como por “Pozo de las siete (corderas)”. 12. FRAZZER, J. G. (1981) El folklore en el AT, Madrid, 333; 471.

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además Labán a Jacob:“¡He aquí este majano y ve ahí la massebah quehe erigido entre yo y tú! ¡Testigo sea este majano y testigo la massebahde que ni yo he de pasar este majano hacia ti ni tú pasaras hacia míeste majano, y esta massebah para daño! ¡El Dios de Abraham y el Diosde Nahor juzguen entre nosotros: el Dios del padre de ellos”. Entoncesjuró Jacob por el terror de su padre Isaac. Luego Jacob ofreció unsacrificio en la montaña e invitó a sus hermanos a comer. Comieron, pues,y pasaron la noche en la montaña”. Por la mañana levantóse tempranoLabán, besó a sus nietos y sus hijas y los bendijo; luego partió y regresóa su residencia. ambién Jacob emprendió su camino y encontrándose conél unos ángeles de Elohim, exclamó Jacob cuando los vio: “Campamentode Elohim es éste”; por lo cual le puesto el nombre a aquel lugarMahanayim.

Mas adelante Jacob y sus hijos formalizaron un pacto con los habitantesde Siquén (Gé 34, 6-31), que posteriormente violaron. En este caso elrelato no presenta testigos ni ritual alguno. Pero esta alianza fallida esun reflejo de las alianzas matrimoniales entre tribus.

La actitud conciliadora de los jefes de clanes queda patente en la actitudque adopta Jacob cuando se adentra en el territorio de su hermano Esaú(Gé 32), que como cuando alguien que se adentra en un país hostil mandamensajeros a fin de anunciar su llegada y llevar presentes para trucar lavoluntad del enemigo. Jacob también se vale de un ritual frecuente enel área de influencia cananea para prevenir una actitud beligerante porparte de los pueblos cercanos al territorio elegido —el episodio de Jacoben Bet’el — y que consiste en la hacer desaparecer todos los ídolos ydioses menores de esos pueblos, con la intención de debilita los al privarlosde la protección divina y también para ofrecer un acto de fe a su Dios(Gé 35, 4-5).

En resumen podemos decir que la historia de los patriarcas se nutrede las narraciones de movimientos de los clanes, de Edom a Seir, deBersebah a Guerar, etc., siempre en busca de mejores pastos, es el avancede una tribus nómadas hacia una progresiva sedentarización. En principiolos hebreos se establecieron en la Palestina occidental, en la zona mon-tañosa que era rica en pastizales y bosques y por lo tanto muy apropiadapara el pastoreo de los nómadas, además era un territorio en el que nohabía centros de población sedentaria si exceptuamos Jerusalén y Ha‘ay13 ,

lo que evidentemente evitó conflictos en el momento de asentarse en unlugar, aunque sólo fuera de forma temporal. Efectivamente durante todoeste periodo únicamente hay un conflicto armado, nos referimos al quemantuvo Abraham con los cuatro reyes; las otras crisis, que las hubo ymuchas, siempre se resolvieron por medio de acuerdos o alianzas. Ob-servamos como antes de iniciar un nuevo movimiento migratorio, o laocupación de un territorio, se envían emisarios a tratar la cuestión conlos primitivos habitantes de la zona, y siempre de una forma más o menosexplicita se alcanza un acuerdo por el que son aceptados en la nueva zonade asentamiento. Uno de los ejemplos más notorio es el traslado de loshebreos a Egipto tras ser aceptados por José y sobre todo por el faraónante el que tienen que rendir pleitesía (Gé 46, 28 ss; 47, 1-12).

3.2. Normativa de convivencia y la Tierra Prometida

La siguiente etapa en la historia del pueblo judío es la que recoge laestancia de los hebreos en Egipto/Soán y los cuarenta años que vagaronpor el desierto del Sinaí, y su llegada y asentamiento en la tierra de Canaán.Son las narraciones recogidas en los libros bíblicos de Éxodo, Levítico,Números, Deuteronomio, Josué y Jueces.

Es una sociedad algo diferente a la de la época de los patriarcas. Durantela estancia en Egipto se convirtieron en una de las clases sociales másbajas, eran siervos, obreros casi esclavos. Y es con la conciencia de esclavosque parten desde Egipto y durante años son nómadas en el desierto delSinaí. Para el pueblo hebreo ésta es una etapa importante en su historia,pues en ella tuvo lugar la principal alianza de Dios con su pueblo, enla que le fue entregada la Ley a Moisés, es la Alianza de la Ley.

Pero si en relación con Dios éste es el periodo de la más importantede las alianzas, no es una actitud pacífica la que determina las relacionesde los hebreos con sus vecinos. Los judíos se distinguen por una vidaseminómada, en la que constantemente se encuentran en conflicto conlos pueblos que habitaban con anterioridad los territorios que ellos pre-tendían ocupar: Contra los amalecitas (Ex 17, 8), Moab (Nu 22, 2),14 contraMadián (Nu 31), para conquistar Transjordania (Nu 21, 21; 32).

13. Según la tradición judía fundadas antes del año 3000 a.C. 14. Episodio de Balaam.

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Frente a la actitud francamente conciliadora de los patriarcas, esteperiodo se caracteriza por su violencia; sólo encontramos que se concierteun pacto entre dos individuos, que es le que realizaron Jetró y su yernoMoisés (Ex 18, 1-12), y un intento de acuerdo del mismo Moisés conSijón, rey de Jesbón en Dt. 2, 26, tras haber derrotado a varios reyes.

En Dt 2 Dios ordena a los israelitas, no atacar a varios pueblos, aunqueno acuerdan tratados: Moab (2, 9), Amon (2, 16) ...

El relato de la conquista de la Tierra Prometida, en una primera lecturadel texto bíblico, se presenta como una guerra devastadora dirigida porJosué, pero parece que el proceso seguido más bien fue que cada tribuse aseguraba el territorio que le había sido asignado como podía. Lite-rariamente tampoco es un relato unitario. El periodo que se conoce como‘la conquista de Canaán’ fue una larga etapa, en la que en un procesolento de sedentarización progresiva, los diferentes clanes hebreos fueronocupando los nuevos territorios de forma pacífica, con algunos episodiosaislados de violencia. Según Wright15 “la conquista no fue otra cosa queun proceso gradual de ósmosis”.

En esa época Canaán era una provincia estado egipcia, gobernada porreyes nativos, que solamente debían pagar sus impuestos. Estos reyesa su vez se solían conformarse con el cobro, a su vez, de unas tasas poraceptar a extranjeros que se asentaran en sus zonas de influencia. Unejemplo es la solicitud que los israelitas hacen al rey de Edom (Nu 20,14) de que les permita pasar por su territorio, respetando el no salirsede su ‘camino real’, y con la condición de pagar todo lo que necesitaran:alimentos, agua...

Según la estela del faraón Merneptá, fechada en el 1220 a.C., loshebreos no parece que fueran una nación estable, pero sí que tuvieranla suficiente entidad como para ser citados: El pueblo de Israel estádesolado, no tiene retoño.16

Los israelitas primero se establecen en la zona montañosa de Palestinaoccidental y el Galaad, al otro lado del Jordán. Al no ser estos centrosde civilización sedentaria17 no van a crear situaciones conflictivas. Enningún momento del relato bíblico se menciona batalla alguna en laPalestina central, lo que unido a la renovación del Pacto en Siquén (Jos

24) refuerza la teoría de que al menos una parte importante del estable-cimiento de los hebreos en Canaán se llevó a cabo de forma pacífica.

Aunque no se dice de forma explicita es evidente que los hebreos habíanpactado con los habitantes de la zona central de Palestina, pues allí vivíany mantenían relación con ellos, según se nos muestra en Jos. 8, 30-35.No se sabe si la explicación a estas relaciones pacíficas era el que sushabitantes fueran antiguos nómadas semitas que no hubieran emigradoa Egipto, y por tanto pertenecían a un tronco común, y mantenían unasrelaciones de clanes emparentados.

Los otros pactos encontrados en el libro de Josué muestran tratadosacordados tras una batalla y por lo tanto no son alianzas paritarias entreiguales, como era el caso anterior, sino que es un tratado entre el vencedory el vencido. En todos los casos se trata de alianzas establecidas entrelos hebreos y los hiwweos, frente a otros pueblos:

Cuando Adonisedeq, rey de Jerusalén, oyó que Josué había tomado aHa‘ay y la había consagrado al exterminio, y como había hecho con Jericóy su rey, así hizo con Ha‘ay y su monarca, y que los habitantes de Gabaónhabían firmado paces con Israel y vivían entre ellos, se experimentó ungran temor... En vista de ello, Adonisedeq, rey de Jerusalén, envió a decira Hoham, rey de Hebrón; a Pir’am, rey de Yarmut... “Subid a mí, ayudadmey batiremos a Gabaón, porque ha firmado paces con Josué y los hijosde Israel” (Jos 10,1-4).No hubo ciudad que hiciese paces con los hijos de Israel, a excepciónde los hiwweos, moradores de Gabaón (Jos 11, 19).

En Jo 9,15 se emplea la expresión «hacer la paz» [ya`as la-hem shalom],seguida de la fórmula [wa-yikrot la-hem brit] con la que se explicita quese firmó un pacto: Hizo con ellos Josué la paz y selló con ellos alianza.De todo ello parece deducirse que cada tribu tenía que ocuparse de supropio ‘establecimiento’ en el nuevo territorio que le había sido asignado,empleando el método que fuera, ya fuera conquista u ocupación pacífica.Y esta misma política continuaría en el periodo siguiente.

Tras el asentamiento de las tribus israelíes en la tierra de Canaán, susmiembros siguen manteniendo la organización tribal, y continúan viviendoen una sociedad seminómada. Tras el reparto de Canaán (Nu 33, 50) seconstituye la anfictionía o confederación de las doce tribus18 . La anfictionía

15. WRIGHT (1975) 90, 100 ss, 101.16. WRIGHT (1975) 102.17. Únicas ciudades Jerusalén y Ay /Ha’ay. 18. WRIGHT (1975 ) 142-5.

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de las tribus de Israel guarda cierta semejanza con la de las ciudades griegasde la que toma prestado el nombre: en el caso de Israel las tribus sonmuy independientes y sólo en un determinado momento, cuando surgeuna crisis se unirán bajo el liderazgo de una persona. Este personaje eraun notable carismático, miembro de alguna de las tribus, que comandabaa los combatientes para hacer frente al peligro. Estos líderes son losconocidos como los jueces [sofetim].19

Del periodo de jueces (siglos XII-XI a.C) llama la atención que frentea la fuerte organización política de los pueblos entre los que vivía Israel,éste se configuraba como una confederación de las tribus cuyo único lazode unión era la Alianza de Yahvé, de ello la importancia del Arca de laAlianza, depositada prioritariamente en Siló, y trasladada constantementeal compas de la batallas.

El principal enemigo de la confederación de las tribus de Israel eranlas cinco ciudades cananeas –Gaza, Ascalón, Asdod, Ecrón y Gat–, quecomo los israelitas actuaban conjuntamente en caso de un interés común.20

Este será el último periodo donde se mantiene el sistema tribal-seminómada como modelo social. Se detecta una clara tendencia a lasedentarización total y a la progresiva urbanización. Pero en todo esteproceso los integrantes de las tribus hebreas no sólo no expulsarán a losprimitivos habitantes de los nuevos territorios que van ocupando (Ju 1,27-33) sino que siguen una clara política de alianzas, como se deducede la maldición dictada contra Israel por haber pactado con sus vecinos(Ju 2, 1-5), y haber realizado alianzas matrimoniales: Tomaron a sus hijas(de los vecinos) como mujeres y dieron a sus hijas a sus hijos (Ju 3,6);lo que muestra la convivencia pacífica que existía entre los hebreos y suslegendarios enemigos los cinco sátrapas filisteos (Ju 3,3).

Una de las alianzas más notorias de este periodo es la que apareceen Ju 4, 17, y refleja un pacto suscrito entre uno de los reyes cananeosy el jefe del clan hebreo de los quenitas.21 El pacto estaba vigente duranteel liderazgo de los jueces Barak y Débora: Sísara huye a pie a la tiendade Ya‘el, esposa de Heber, el Quenita, pues había paz entre Yabín, reyde Hasor, y Heber.

Cuando los israelitas se convierten en agricultores se produce unproceso de ósmosis con sus vecinos cananeos, y adoptan no sólo su sistemade vida y de sociedad, sino también a sus dioses, llegando a temer unrey común en la persona de Abimelek, hijo del juez Gedeón, que reinósobre israelitas y cananeos (Ju 9). Esta historia del reinado de Abimelekes una de las primeras narraciones bíblicas que se fijaron por escrito, ya pesar de haber sido redactado por los círculos proféticos, contrarios alsistema monárquico, muestra las buenas relaciones entre ambos pueblos,hasta el punto de ser gobernados por la misma persona.

Reflejo de esa osmosis a la que aludíamos antes, y que muestrafrecuentes episodios de una convivencia pacífica entre Israel y sus vecinoses el pasaje de Ju 8, 33, donde con una perfecta alegoría se aúnan lascreencias cananeas y hebreas, en las figuras de la divinidad cananea Ba’aly la de los antiguos patriarcas, la Alianza [brit] Divina:

Ahora bien, sucedió que cuando Gedeón hubo muerto, los hijos de Israelvolvieron a prostituirse tras los Ba´ales, y tomaron para sí por dios aBa´al Brit.

Además la de ósmosis entre los dos pueblos también se percibe unaactitud propicia a resolver de forma pacífica los conflictos, aunque nosiempre se consiga. Un ejemplo es el intento de diálogo entre Jefté y losamonitas, a lo que envía emisarios (Ju 10, 12ss).

No se puede olvidar que se mantiene el concepto clásico de paz iguala ausencia de guerra e incluso como sinónimo de victoria. Los ejemplosen el libro de Jueces son abundantes. En las dos citas que se presentana continuación “paz” se emplea como sinónimo de victoria, y en ambosla expresión empleada es “cuando regrese en paz” o “victorioso” [be-subibe-shalom], como en el último ejemplo de Josué, lo que no aparece enla época patriarcal. En Ju 8,9 se trata de la amenaza del juez Gedeón contralos cananeos, y alude a una paz que ha de conseguir tras vencer en laguerra: Y entonces [Gedeón] replicó a los de hijos de Penu’el diciendo:«Cuando regrese en paz, derribaré esta torre».

En Ju 11,3122 el juez es Jefté, y el pasaje es cuando hace la promesaque le costará la vida a su hija (uno de los poco sacrificios humanos conlos que contamos en la Biblia):19. WRIGHT (1975) 126-7.

20. Entre 1500 y 1200 el Oriente Próximo era un importante centro de actividad políticay comercial, sobre todo las ciudades costeras

21. Heber estaba separado de la tribu de Qayin, y del clan de los hijos de Hobab,suegro de Moisés. 22. Se emplea la misma expresión be-subi be-shalom mi-bene...

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Entonces hizo Jefté un voto a Yahvé y dijo: Si pusieses en verdad a losamonitas en mi mano, el que primero salga por las puertas de mi casaa mi encuentro cuando yo regrese en paz de los hijos de Amón, será paraYahvé y lo ofreceré en holocausto.

El último pasaje seleccionado (Ju 21,13) está dedicado a describir larestauración de la tribu de Benjamín y en él solicita la firma de una alianzao de un tratado. Literalmente la expresión es “les hablaran de paz”, [wa-yiqr’u la-hem shalom]:

Luego la asamblea entera envió emisarios para que parlamentaran conlos hijos de Benjamín que estaban en la peña de Rimmón y les propusieranla paz.

Una sociedad agrícola y ganadera, en la que se había convertido elpueblo hebreo, necesita de la paz para sobrevivir y prosperar. Los valoresde las paz priman sobre los de la guerra, por lo que el deseo de paz tendráun gran peso en la sociedad agrícola del periodo de jueces. Es uno delos libros bíblicos donde se emplea un mayor número de veces el términosheqet (paz/tranquilidad) con el sentido de paz: Es la tranquilidad y elsosiego que precisas para que la tierra produzca. Por ello junto a las etapasbeligerantes siempre se incluyen los periodos de paz que le siguen. Porejemplo, cuando se habla del juez Otniel se dice los israelitas estuvieronsometidos a Kushan-Risatáyim ocho años (Ju 3,8), y tras la actuación deOtniel el país estuvo en paz cuarenta años (Ju 3, 11); después estuvieronsometidos a Eglón, rey de Moab, dieciocho años (Ju 3,14), Ehud los liberóy el país estuvo en paz ochenta años (Ju 3, 30); con esas mimas palabrasfinaliza el Canto de Débora (Ju 5, 31), la jueza que apartó el yugo quedurante veinte años había mantenido Yabín, rey de Canaán, sobre Israel.También el país gozó de paz por espacio de cuarenta años (Ju 8, 28),tras siete años de sometimiento a Madián.

3.3. El estado monárquico, el ejército y los pactos

El periodo de la era monárquica, se identificada con el ideal del reinodavídico. La era monarquía no se circunscribe sólo al periodo de los reyesde Israel y Judá, también es la época de los profetas y la del exilio aBabilonia, donde el Reino continúa siendo el ideal paradigmático delpueblo de Israel. En Babilonia, durante el exilio, y ante la carencia de

referentes —Templo, monarquía—, comienza un nuevo del judaísmo, elinicio de algunas de cualidades más características del judaísmo postexí-lico, como son el desarrollo de una Ley /Torá más espiritual, frente alrígido ritual del templo; la valoración y recopilación, e incluso el comienzode la fijación por escrito de las tradiciones/leyes orales. Los preceptos(misvot) adquieren gran relevancia y se convierte en el factor distintivode Israel en el exilio. Todo ello hace que el exilio en Babilonia supongauna serie de cambios externos en la vida de los judíos (adopción delcalendario mesopotámico, de nombres babilónicos, la lengua aramea, etc.),que junto a lo anterior ira preparando un cambio que se materializará ala vuelta del exilio.

Con la instauración de la monarquía se abandona el antiguo sistemade gobierno tribal y teocrático (I Sam 8, 5-7) y el modelo social gira desdeel tipo agrícola-ganadero al urbano. Con la creación de un estado ins-titucionalizado se acomete por primera vez, en la historia del pueblo deIsrael, la creación de un ejercito y las construcciones militares a gran escala,aunque en tiempos del rey Saúl los hebreos no poseían armas de hierro(I Sam 12, 19ss), empezaron a emplearlas un poco más tarde, casi al parque los filisteos, sobre los siglos XII-XI.

El cambio al sistema monárquico se refleja en el texto bíblico mos-trando un espíritu más beligerante que en periodos anteriores; los hebreospiden un rey para que los guíe en la batalla (I Sam 8, 11-20). Aún así,se detectan algunas actitudes en pro de la resolución pacífica de losconflictos. Un ejemplo de ello es la postura de los habitantes de Yabesque solicitan al caudillo ammonita Nahas que realice un pacto con ellos(I Sam 11, 1):

Nahas, ammonita, subió y puso sitio a Yabes de Galaad y todos loshabitantes de Yabes dijeron a Nahas: “Cierra un pacto con nosotros yte serviremos”.Pero Nahas, el ammonita les contestó:“Pactaré con vosotros con estacondición: sacaros a todos el ojo derecho; así habré causado oprobioa todo Israel”.Los ancianos de Yabes le dijeron:“Concédenos siete días para queenviemos mensajeros por todo el término israelita; y si no hay quien nossocorra, nos rendiremos ante ti”.

Si en el caso anterior se trata de pactar antes de que comience la guerra,el mismo libro de Samuel (7,14) aparece reflejado otro pacto, esta vezacordado con los amorreos, donde es evidente que la paz de la que se

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habla es una paz alcanzada tras victoria en la guerra. No se habla ex-presamente de una alianza, sino que se emplea la fórmula Y hubo pazentre Israel y el amorreo [Wa-yehi shalom ben Israel u-ben ha-’amori]:

Entonces volvieron a Israel las ciudades que a los israelitas habíanarrebatado los filisteos, desde ‘Eqron hasta Gat, e Israel rescató suterritorio del poder del filisteo. Y hubo paz entre Israel y el amorreo.

Una paz similar es la que se narra en otros pasajes del libro II de Samuel.Un primer caso (17,3) se encuentra en los consejos que Ahitofel dirigea Absalón para que éste ataque a su padre, el rey David:

Así caeré sobre él ahora que se halla fatigado y muy debilitado; le infundirépavor y huirá toda la gente que está con él... Después haré que todo elpueblo vuelva a ti, como vuelve la esposa a su marido... y todo el puebloquedará en paz.

En II Sam 10,19 volvemos a observar como después de hacer la guerraa Aram, David logra una paz con sometimiento:

Al ver los reyes vasallos de Hadad‘ezer que éste había sido derrotadopor Israel, hicieron las paces con Israel sometiéndose; en adelante, losarameos no se atrevieron a auxiliar a los ammonitas.

En II Sam 19,25 y 19,31, el autor bíblico emplea la expresión regresabaen paz [bo’ be-shalom], para hablarnos de una paz lograda tras la victoriaen una contienda, concretamente la guerra fratricida entre David y Absalón,su hijo. Mefiboshet, hijo de Jonatán: No había cortado su bigote, ni lavadosus vestidos desde el día de la partida del rey hasta el día que regresabaen paz; y lo recibe con estas palabras: ¡...pues el rey, mi señor, ha regresadoen paz a su casa!

Al despedir a alguien se les instaba a marchar en paz, así David sedirige al sacerdote Sadoc: Volveos en paz a la ciudad, tú con tu hijo Ajimásy Abiatar con su hijo..( II Sam 15,27); y con una frase similar despideAkis, príncipe filisteo a David en I Sam 29, 7, después de que el rey hebreole sirviera como mercenario durante uno o dos años: Así que vuélvete enpaz para no disgustarlos.23

Otra acepción de la paz durante el periodo de reyes es la de manteneruna paz lograda en algunos de los contextos antes expuestos. En I Re22,45 la paz a la que se refiere no va precedida de guerra alguna: YJosafat mantuvo la paz con el rey de Israel; si bien parece que Josafat,rey de Judá y Ajab, rey de Israel se habían aliado para combatir aSiria:

Propuso, pues, él a Josafat:“¿Quieres venir conmigo ala guerra contraRamot de Galaad?” Y contestó Josafat al rey de Israel:“¡Tú y yo, mipueblo y tu pueblo, mi caballería y tu caballería, somos una misma cosa!”(I Re 22,4).

pero, tras vencer a Ben Hadad de Siria, Ajab establece con él un pactode clemencia (I Re 20, 34), en el que se describe las relaciones comercialesque mantenían los dos reinos. Dice el rey sirio:

Te regalaré con promesa solemne las ciudades que mi padre tomó a tupadre, y podrás establecer calles de comercio en Damasco, como lasestableció mi padre en Samaria; y, en cuanto a mí, mediante este pactome dejarás libre.Pactó, pues Ajab alianza con él, y dejóle marchar.

La política de alianzas y pactos entre los reyes de la zona fue constantey variable. En II Cr 16, 3, leemos como el pacto lo establece Ben Hadad,rey de Siria, esta vez con Asha, rey de Judá, para atacar a Basha, rey deIsrael. Asha insta a monarca sirio a romper con Israel:

Haya alianza entre tú y yo, como la hubo entre tu padre y mi padre. Heaquí que te he enviado plata y oro. Anda rompe tu alianza con Basha,rey de Israel, para que se retire de sobre mí.

Los tratados más notables del periodo de las monarquías de Judá eIsrael24 son los estipulados por el mítico rey David, como es el acordadocon Abner, general de la casa de Saúl (II Sam 3, 12-13). Entre losprotagonistas del pacto hay un intercambio de mensajeros a fin de concertarla alianza:

23. A los sátrapas filisteos.24. Otros pactos aparecen en II Re 11, 4 (= II Cr 23,1). 17; 17, 35. 38; 23, 3; II Cr

15, 12; 21,7; 23, 3.16; 29, 10; 34. 30.

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Abner envió entonces mensajeros a David a decir en su nombre a quiénhabía de pertenecer el país, afirmando:“Concierta alianza conmigo, yhe aquí que mi mano te ayudará a reducir a tu obediencia a todo Israel”.Contestó:“Bien; pactaré contigo alianza; una sola cosa exijo de ti: note has de presentar ante mí si no traes a Mikal, la hija de Saúl....

Este pacto se sella con un banquete (II Sam 3, 20-21) como veíamosque se hacía en periodos anteriores, concretamente en la época patriarcal:

David celebró en honor de Abner y de las personas que con él veníanun banquete. Después Abner dijo a David:“Quiero disponerme y, marchary reunirme junto a mi señor, el rey, a todo Israel para que concierte contigoun pacto y así reines a medida de cuanto tú deseas”. Despidió Davida Abner y él partió en paz.

Otros tratado acordados por David son el que hizo con los ancianosde Israel (II Sam 5, 3), tras el asesinato del rey Isboset y su generalAbner, con los que había pactado previamente. Este pacto precede asu nombramiento como rey de Israel. Otra de las alianzas de David esla que firmó con los gabaonitas (II Sam 21, 2ss) y que nos presenta unposible pacto entre Israel y esta nación anterior a instauración de lamonarquía:

Entonces el rey llamó a los gabaonitas y les hablo. (Ahora bien losgabaonitas no pertenecían a los hijos de Israel, sino a un resto de losamorreos, a quienes los hijos de Israel habían empeñado su juramento;pero Saúl había tratado de destruirlos llevado de su celo por los hijosde Israel y Judá....

El pacto más famoso del rey David es el que se juramentó con Yonatán,hijo de Saúl. Este era un pacto privado pero con implicaciones políticas,pacto que ambos renovaron una y otra vez (I Sam 18,3ss; 20, 8.17; 23,18; II Sam 21, 7):

Jonatán, por su parte, concertó alianza con David, pues lo amaba comoa su propia persona; y despojándose del manto que llevaba encima, selo dio a David, y asimismo sus vestiduras e incluso su espada, su arcoy su cinturón (I Sam 18,3-4).

David le dirige a Jonatán una palabras cargadas de ternura para rogarleque interceda ante su padre (I Sam 20, 8), por la alianza pactada:

Ejercita pues benevolencia con tu servidor, ya que mediante pacto ennombre de Yahvé has hecho entrar a tu siervo en tu intimidad, y si hayen mi alma algún delito, mátame tú mismo, pues ¿para qué me has deconducir hasta tu padre?

Las buenas relaciones que David mantenía con algunos de sus vecinos,aunque fuera sólo temporalmente se puede ver en II Sam 5, 11= I Cr 14,1, cuando Hiram de Tiro le envía maderas del Líbano y obreros para quele construyeran un palacio. También Tou, rey de Hamat, manda a su hijo,con presentes, a rendirle pleitesía (II Sam 8, 9-10), o David hace lo propiocon los ammonitas (II Sam 10, 2).

El sucesor de David, Salomón es universalmente el paradigma de reysabio, pero para el pueblo judío también es paradigma de la paz. Su propionombre Shelomoh procede de la raíz ShaLaM, “hacer la paz”, y es unaalegoría a la tan ansiada paz. A él se le encomendará la construccióndel templo de Yahvé,25 pues según el cronista Dios dice a David (I Cr22,9):

[Hineh-ben nolad lak hu’ yihyeh ‘is menuhah we-hanihoti lo mikol ‘oybaywmisabib ki Shelomoh yiyeh semo we-shalom wa-sheqet ‘eten `al- Israelbe-yamayw...]He aquí que te nacerá un hijo que será hombre pacífico (=tranquilo) ya quien concederé descanso (= tranquilidad = paz) de todos sus enemigosde alrededor; pues Salomón es su nombre y paz y tranquilidad daré aIsrael en sus días. Él construirá una casa a mi Nombre.

Mientras, al propio rey David se le prohíbe edificar la casa de Yahvé(I Cr 22,8), por haber sido un rey beligerante:

Has derramado sangre en abundancia y has llevado a cabo grandesguerras; no edificarás una Casa en mi Nombre, pues has vertido muchasangre ante mí.

Salomón mantiene la paz que su padre ya tenía con Hiram de Tiro,que le proporcionaría materiales y obreros para la construcción del Templo,como antes se los había proporcionado a su padre para edificar el palacioreal (I Re 5,26 = II Cr 2): Y hubo paz entre Hiram y Salomón.

25. LEWY, J. (1940) The sulman Temple in Jerusalem, Journal of Biblical Literature59, 519-22.

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Salomón extiende la paz a todos los confines de su reino (I Re 5,4-5):

En realidad, él señoreaba en todo el lado de acá del río, desde Tifsahhasta Gaza, y en todos los reyes aquende del río, y gozaba de paz entodos los confines circundantes. Judá e Israel habitaron tranquilos, cadauno bajo su parra y su higuera, desde Dan hasta Bersheba, mientras vivióSalomón.

El reinado de Salomón es considerado como un periodo de paz yprosperidad; pues la paz era condición inexcusable para lograr la pros-peridad en la mentalidad del pueblo hebreo que conservó en la memoriacolectiva los valores de los pueblos nómadas, condicionados por el carácteragrícola y ganadero de los mismos. Uno de los testimonios más entrañablesde lo arraigada que estaba la actividad agrícola en esta época es eldocumento más antiguo —siglo X a. C.— de cuantos están escritos enel alfabeto hebreo, el Calendario de Gezer, un ejercicio de un escolar enel que se describen las faenas del campo:26

Dos meses para la recogida (de la aceituna); dos meses para sembrar(el grano); dos meses para la siembra tardía; el mes para cavar el lino;el mes para cosechar la cebada; el mes para cosechar y ensilar; dos mesespara cuidar las viñas; el mes para los frutos de otoño.

El comercio contribuyó al engrandecimiento del reino salomónico27 ,comercio que se proyectó tanto hacia Oriente como hacia el Mediterráneo.Durante el periodo monárquico, las leyendas sobre la presencia judía enel Mediterráneo se caracterizaron por su marcado carácter pacífico. Segúnel texto bíblico la proyección de los judíos en el Mediterráneo se iniciacuando los hebreos mantienen una estrecha relación con los fenicios. Losfenicios son unos de los ejemplos más evidentes de expansión pacíficapor el Mediterráneo, cuando iniciaron sus viajes marítimos su intenciónno fue conquistar tierras y dominar naciones, sino establecer contactosy transacciones comerciales, que derivaron en la fundación de numerosas

colonias factorías, llegando, junto a los antiguos griegos, desde el extremooriental al extremo occidental de nuestro mar, desde Tiro a Tartesos oTarsis.28

Con idénticas connotaciones —actividad comercial— se nos presentanlas narraciones bíblicas referidas a Tarsis. En el libro de Ezequiel (Ez 27,12)leemos an el vaticinio contra Tiro:

Tarsis comerciaba contigo, por la abundancia de toda riqueza: Plata,hierro, estaño y plomo daban por tus mercancías. Yawan (Grecia), Tubaly Mesek traficaban contigo: esclavos y objetos de bronce entregaban portus mercancías...

reflejando de forma evidente una actividad comercial, a la que Israel noparece que fuera ajena.

El mar de Jope=Yafo=Jaffa, como era conocido en el Antiguo Tes-tamento el mar Mediterráneo, fue el escenario de la mayoría de lastransacciones comerciales marítimas de los hebreos, aunque tambiéncomerciaron desde el mar Rojo,29 durante la Antigüedad, y desde suscomienzos contó con la ayuda y colaboración del pueblo fenicio, desdela construcción de las embarcaciones, las llamadas naves de Tarsis.30

Es notorio que el pueblo judío nunca poseyó durante la Antigüedadcon una flota militar —o al menos no tenemos noticias de ello— mientrasque las noticias sobre navegación comercial son muy abundantes desdepasajes como Is. 60, 9, hasta los relacionados con la adquisición de materiaspara la reconstrucción de Jerusalén:

Las costas/islas me esperan, las naves de Tarsis en cabeza, para traera sus hijos de lejos, junto con su plata y su oro.

Este pasaje se puede referir a la presencia judía en los asentamientosde diferentes colonias-factorías fenicias creadas a ambas riberas de

26. Hasta nuestros días se ha conservado ese aspecto agrícola y ganadero en el rituallitúrgico y así se reflejaba en el calendario de Gezer, en el que el comienzo de las faenascoincide con el del calendario litúrgico.

27. GROLLENBERG (1966) 93.

28. Respecto al significado de este topónimo, asociando Tarsis a la península ibérica,se ha mantenido una amplia polémica. E. J. s.v. TARSHISH, 15, 825.

29. Hay un cierto confusionismo entre Tarsis=topónimo, «naves de Tarsis» términotécnico. Sobre el comercio en el Mar Rojo II Cr 9, 21.

30. Término técnico para las naves de gran tonelaje. Is. 2, 12-16; Ez 27, 25: “Lasnaves de Tarsis formaban tu flota comercial”.

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Mediterráneo,31 ciudades que mantuvieron una estrecha relación hastaépocas tardías. Aunque las leyendas sobre la presencia judía en las costasoccidentales desde los tiempos de Salomón, o en los del rey babilónicoNabucodonosor, se repiten en diferentes puntos del Mediterráneo, comoen Sefarad o en Túnez, la presencia hebrea en los asentamientos feniciosdebió ser sólo testimonial, pues en verdad las comunidades hebreas enel Mediterráneo no adquirieron cierta notoriedad hasta la época del SegundoTemplo.

Al margen de esa política comercial del pueblo judío durante laAntigüedad, los reyes de Judá e Israel continuaron con su política dealianzas, para con Dios: Salomón renueva la Alianza en I Re 3, 15,siguiendo todo el ritual, incluido el banquete:

Cuando llegó a Jerusalén, se presentó ante el Arca de la Alianza de Adonayy ofreció holocaustos, sacrificó ofrendas pacíficas y luego dio un banquetea todos sus servidores.

La renovación de la Alianza con Yahvé será una constante en lahistoria del pueblo hebreo; incluso cuando el concepto de pacto se hacemás abstracto, como sucede en los textos proféticos, se vuelve a repetirel deseo de acordar una alianza, ese es el caso del profeta Jeremías(31, 31-34 ) cuando profetiza la restauración del reino davídico queinexorablemente va unida a la renovación del pacto. Esta Alianza quepropone Jeremías adquiere un nuevo sentido, alejado del rígido ritualsacerdotal. Es una de las primeras expresiones de la futura espiritualidadjudía:

Oráculo de Yahvé: He aquí que llegan días en que pactaré con la casade Israel y la casa de Judá una nueva alianza. No como la alianza quepacté con sus padres el día en que los agarré de la mano para sacarlosdel país de Egipto; pues ellos han quebrantado mi alianza, cuando yome había desposado con ellos... Pero ésta será una alianza que con-certaré con la casa de Israel después de aquellos días...: pondré miLey en su interior y la escribiré en su corazón y vendré a ser su Diosy ellos vendrán a ser mi pueblo. Y no necesitarán instruirse ya decompañeros...

Sólo en una ocasión Jeremías hace referencia a un posible pacto real,aquel que Sedecías hace con su pueblo para la manumisión de los esclavoshebreos. Este pacto se rompe y Dios por mediación del profeta les recuerdaque con esa actitud están quebrantando la Alianza, e incluso les hacerememorar el ritual del novillo troceado (Je 34, 8-19).

Cuando en el 721 a.C. fue destruido el reino de Israel o Samaria losjudíos deportados fueron repartidos por distintos territorios del imperioy se asimilaron a otros pobladores hasta desaparecer. Desde que los últimosdirigentes del reino de Judá fueron deportados a Babilonia por Nabuco-donosor en el 567 a.C. hasta que Ciro les permitió volver, la vida de lasclases populares que quedaron en Palestina fue anónima hasta el extremode perderse de los anales de la historia del pueblo hebreo; parte del pueblose dispersó y otra parte formó las comunidades conocidas como lossamaritanos, unos y otros llevaron una existencia alejada de conflictosde importancia y su sistema de vida era el de los pequeños agricultoresy pastores, que sobrevivían con una precaria economía de trueque. Lasreferencias bíblicas a este periodo de la historia de los judíos son escasas–sólo nos habla de él el profeta Jeremías–, tampoco en las numerosasinscripciones del rey Nabucodonosor se hace referencia a batallas niconquistas, luego las pocas noticias que sobre esta etapa poseemos pro-ceden de los restos arqueológicos, concretamente los más interesantes sonlas colecciones de los ostraca: Samaria, Lakish, Arad... ,32 concretamentelos encontrados en Samaria y Lakish son las colecciones más ilustrativascomo testimonios del final de los reinos de Israel y de Judá, respectiva-mente. Estos ostraca o cartas, como también se les conoce, son fragmentosde cerámica en las se escribían noticias de tema diverso, desde listadosde nombres, a recomendaciones y ordenes reales, pasando por notas sobretransacciones comerciales o sobre el control de la intendencia de lospalacios reales. Constituyen un corpus de gran interés para el estudio dela vida diaria, pero para el tema que nos ocupa tienen especial interéslos que presentan algunas formulas de salutación en las se utiliza el términopaz,33 y una actitud pacífica.

En el ostracon 6º de Lakish, se puede observar como algunos fun-cionarios mantienen una postura favorable a aceptar de forma pacífica

31. FUENTES, M. J. (1986) Corpus de inscripciones fenicias, púnicas y neopúnicasde España, Barcelona.

115114

32. SUDER, R. W. (1984) Hebrew Inscriptions. A classified Bibliography, London-Toronto; LEMAIRE, A. (1977) Inscriptions Hébraïques, I. Les ostraca, Paris.

33. Sobre todo en los documentos de Lakish, ostraca números 2, 3, 5,6, 9 de laclasificación de Lemaire.

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el dominio de Nabucodonosor, de hecho no hay indicios arqueológicosde una destrucción de Jerusalén por ese monarca —solamente tenemoslas noticias de devastación que aparecen en Lamentaciones— aunque side otras ciudades, entre ellas Lakish:

A mi señor Yaos. Que Yahvé haga ver a mi señor este momento en paz.Quién es tu siervo, un perro, para que mi señor le envíe la carta del reyy las cartas de los oficiales diciendo:“Leelas, te ruego”. Pero he aquíque las palabras de los príncipes no son buenas sino para debilitar nuestrasmanos y aflojar las manos de los hombres que lleguen a tener noticiasde ellas... mi señor, ¿no querrás tú escribirles, diciendo:“¿Por qué obráisasí en Jerusalén? ¡Esto es lo que estáis haciendo al rey y a su casa! Comovive tu Dios, Yahvé, de verdad que desde que tu siervo leyó las cartas,no ha habido paz para tu siervo.

Otras fuentes de información son los sellos, improntas y monedashalladas tanto en Judea como en Samaria.34

Los judíos que marcharon deportados a Oriente pertenecían a las clasesprivilegiadas de los sacerdote y de la casa davídica. Una vez en Babiloniase asentaron en núcleos urbanos dedicados al comercio y la artesanía yfomentando el estudio de la Ley como base preparatoria para el siempredeseado retorno a la Tierra Prometida. Su condición social no era la deesclavos o siervos, pero tampoco se les permitía la participación activaen asuntos de gobierno y por tanto, obligatoriamente tenían que mantenersealejados de posturas belicistas.

Durante este periodo tienen un papel relevante las enseñanzas de losprofetas,35 y sobre todo de dos personajes, Jeremías y Ezequiel, querepresentan la voz de la conciencia del pueblo en el periodo turbulentodel final del reino de Judá y el comienzo del Destierro. Ambos siguenla línea de las antiguas castas de profetas, pero por primera vez ofrecenuna visión de los problemas del pueblo hebreo examinados desde un prismadiferente. Uno de los grandes problemas de esta época de grandes con-flictos será el asunto de la paz.

Jeremías, nacido en el 650 en Anatot, en tierra de Benjamín, viviólos últimos años del reinado de Sedecías, rey de Judá, y murió en Egipto

una vez consumada la deportación a Babilonia. La explicación que ofreceeste profeta a las desgracias que asolan al pueblo hebreo se basa en laantigua idea patriarcal del castigo ocasionado por quebrantar un pacto,en este caso la Alianza de Yahvé, y les recuerda constantemente que hande escuchar y guardar la Alianza que prescribí a vuestros padres (Je 11,4), pues la casa de Israel y la casa de Judá han roto mi Alianza, la queyo había pactado con sus padres. Por ello... voy a atraer sobre ellos unacalamidad de la que no podrán escapar (Je 11, 10-11); pero una vezaceptado el castigo divino insta a su correligionarios a procurar el bieny la paz para las ciudades que los acojan (Je 29, 1-14).

Luego, con un nuevo enfoque, retoma los elementos tradicionalesrelacionados con el concepto de paz y los amplía: en Jeremías las relacionesdel hombre con Dios y su entorno tiene un significado nuevo, y en granmedida será el que introduzca una nueva conceptualización de la paz, yfomente la Alianza definitiva con Dios, basada en sentimientos másprofundos e ideas más abstractas. La carencia de paz en la época en laque vivió el profeta le hizo que, en sus escritos proféticos, se resalte yvalore la idea de la paz, ampliando su concepto desde la idea de ausenciade guerra hasta la de paz imperfecta. Y así clama Dios por boca del profetaen Je 33, 6.9:

He aquí que Yo les aplicaré remedio y curación y los sanaré y les descubriréabundancia de paz y seguridad... Constituirá para Mí motivo de gozo,alabanza y gloria ante todas las naciones de la tierra, que oirán todoel bien que yo les procuro, y quedarán espantados y turbados por todoel bien y toda la paz que Yo he de procurar a ella (Jerusalén).

Esa ansia de paz le hace maldecir a los profetas que prometen unafalsa paz, advirtiendo repetidas veces contra las palabras de aquellos quedicen: ¡Paz, paz! Cuando no hay paz (8, 11), y tendréis paz (23, 17),para curar el quebranto de la hija de mi pueblo, pues según él:

Esperábamos paz, y no ha habido bien alguno; el tiempo de curación,y he aquí el terror (Je 8, 15).36

El profeta Jeremías huye de la guerra cuando él mismo marcha a Egipto:No veamos más la guerra, ni oigamos el sonido del cuerno (42, 14), yculpa a la guerra de todo los males que sufre su pueblo:

34. HERR, L. G. (1978) The scripts of Ancient Northwest Semitic Seals, Missoula,“Hebrew Seals”, 79-152.

35. Sobre la paz en los profetas ver CANO (1998) 50-5.36. Nótese el palalelismo antitético de “paz” / “curación” frente a “no ha habido bien

alguno” / “terror”, que se vuelve a repetir en Je 30, 5, con la antítesis “espanto” y “paz”

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EL PUEBLO DE LA ALIANZAMARÍA JOSÉ CANO

Han enmudecido las pacíficas praderas merced a la cólera de Yahvé. Haabandonado como león joven su guarida, y su tierra se ha trocado endesolación merced a la espada destructora, merced al furor de su cólera(Je 25, 36-38).

y sólo espera la promesa mesiánica de la restauración de la casa de Davidy el compromiso del mantenimiento de la Alianza (Je 36, 19-26).

El caso del profeta Ezequiel 37 es diferente pues son escasas la ocasionesen las que alude a la cuestión de la paz; para este profeta el regreso delos deportados y la restauración de un reino de paz, también radica enel cumplimiento de la Alianza de Yahvé, que el pueblo había quebrantado(Ez 16, 8. 59-62; 17, 19; 37, 15).

Como en el caso de Jeremías ataca a los que profetizan una paz falsa(Ez 13, 15), y en una ocasión alude a un acuerdo entre el rey de Babiloniay un miembro de la estirpe real (Ez 17, 12-14), con intención de socavaral pueblo judío desde dentro:

Ha venido el rey de Babilonia a Jerusalén y ha tomado a sus rey y suspríncipes y los ha transportado a Babilonia. Luego ha tomado a uno deestirpe real y ha pactado con él alianza y le ha hecho prestar juramento,y se ha cogido los magnates del país, para que sean un reino humilde...para que el rey guarde la alianza.

Para Ezequiel el símbolo más importante de la resurrección nacionales la alianza de la paz,38 y así dice Dios a través de su enviado (Ez 37,26):

Pactaré con ellos una Alianza de Paz, una Alianza eterna será.

3.4. El pacto con los poderes externos: persas y romanos

Cuando en el 549 a. C. Ciro permite a los judíos volver a la Tierraprometida, a aquellos les resultó imposible la restauración de un sistemamonárquico según el modelo davídico. La vuelta a la Tierra de los

Antepasados y la construcción del Templo no coincidió con lo que losjudíos exiliados habían imaginado, que siempre se alimentaba con la ideade la restauración del antiguo reino davídico, a pesar de sentar en el tronoa los príncipes de la casa de David, Sheshbasar y Zorobabel. Frente aeso, y gracias a la labor de Esdras y de Nehemías, cincuenta años después,y el bagaje traído de Babilonia se instaura un sistema teocrático en el queDios ejerce el dominio sobre la comunidad pero no sobre el estado. Lossacerdotes, junto a las familias davídicas, formarán la casta privilegiadapero siempre controlada por la nueva aristocracia cultural integrada porlos maestros de la Ley: los fariseos, y con ellos el profuso desarrollo delas oraciones. La destrucción del Jerusalén y su templo en el año 70 denuestra era, y la consiguiente expulsión de los judíos de la Ciudad Santa,finalizó con ese sistema teocrático. Pero la semilla del siguiente periodo,el rabínico-sinagogal, había sido plantando en la época de Babilonia ydurante el periodo teocrático germinaría, y, cuando se produzca la grangalut de 70 d.C. se encontraría maduro, y en él se sustentaría el judaísmode la Diáspora.

Durante este periodo comienzan a formarse los grandes asentamientosjudíos de la Diáspora, como son los de Pumbedita y Nehardea en Babiloniaintegrados por antiguos deportados que no volvieron a Palestina; otronúcleo importante fue el que se formó en Egipto con los huídos de Judáa raíz de las deportaciones de Nabucodonosor (Je 42, 44. 46) y con loscolonos judíos que como soldados servían en la isla de Elefantina.

Los restos arqueológicos de mayor relevancia son los documentosconocidos como los Papiros de Elefantina. Éstos son cartas y contratosredactados por los integrantes del asentamiento hebreo de la isla egipciade Elefantina y en ellos se muestran los contactos que aquellos judíosde la diáspora tenían con los habitantes de Jerusalén,39 la llamada ‘comu-nidad post-exílica’, formada entorno a la Ciudad Santa. La fortaleza sellamaba Yeb, y los judíos tenía allí un templo, que fue destruido alrededordel 410 a. C.; unos años después, y a través de una de las cartas solicitanayuda para la reconstrucción del templo a Jerusalén y a Samaria, cuandounos años más tarde reciben una respuesta positiva, ésta está condicionadaa la abolición de los sacrificios cruentos de animales, lo que se hainterpretado como un intento de exclusivismo de los sacerdotes de Je-

37. Ezequel ejerció su ministerio unos años antes de la toma de Jerusalén en el 587,yhasta el año 571.

38. BATTO, B.F. (1987) “The Covenant of Peace: A Neglected Ancient Near EasternMotif”, BCQ 49, 187-211.

39. PORTEN, B.- YARDENI, A. (1986) Textbook of Aramaic Documents from AncientEgipt, Jerusalem.

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rusalén en cuanto al oficiar ciertos sacrificios, pero también parece denotarla influencia zoroástrica en el pensamiento judío, que del mismo modoaflorará en algunas sectas judías de la época. En los papiros de Elefantinahay otros datos, como es el tratamiento dado al nombre de Dios que dejanver el influjo pagano. Lo cierto es que por primera vez se cuestiona laviolencia en el ritual y que desde ese momento será frecuente el encontraruna revaloración de los mandatos en los que la muerte y la violencia soncondenados.

El paso de la dominación persa a la griega no debería de haber supuestoun gran cambio, lo más el del recaudador de impuestos, pero lo ciertoes que toda Palestina, y el mundo judío en su totalidad, experimento unintenso proceso de helenización, que abarcó desde el simple cambio denombres —ejemplo Acco se denominó Ptolomeida— hasta la influenciaen la esencia misma de la religión judía, pero fundamentalmente en elsistema de vida. Estos sucesos que se narran en los libros deuterocanónicosde Macabeos I y II, compuestos alrededor del 100 a.C. son interpretadospor el autor como un acuerdo, un pacto entre los judíos y los griegos,que presupone romper el pacto con Yahvé, llegando incluso a transgredirla misvah de la circuncisión —símbolo de la alianza de Abraham— quedurante el destierro había venido a ser el signo distintivo del pueblo judíoentre gentiles:

Por aquellos años surgieron en Israel hombres transgresores de la Ley,que sedujeron a muchos, diciendo:“Vamos a hacer un pacto con losgentiles que nos rodean...” La propuesta pareció buena sus ojos, y algunosdel pueblo se llenaron de ardor y acudieron al rey, que les dio autorizaciónpara practicar las costumbres gentiles. Construyeron un gimnasio enJerusalén; se rehicieron los prepucio, se apartaron de la santa alianza...(I Mac 1, 11-15).

Esta helenización creó una profunda excisión en el seno del judaísmoque llevó a la sociedad judía a un enfrentamiento abierto entre conser-vadores y helenizados, que alcanzará su cenit cuando Antioco IV, en el167 a. C., consagra Jerusalén y su templo a Zeus. Este hecho, unido aldescontento que producía la gran presión fiscal que imponían los seleúcidaspropició el levantamiento de Matatías Macabeo. El sector conservadory nacionalista vuelve constantemente la vista a las antiguas tradicionesy fundamentalmente a la Alianza (I Mac 1, 57) y a ella recurren para exaltaral pueblo. Así arenga Matatías Macabeo:

Que me sigan los que estén llenos de celo por la Ley y quieran mantenerla alianza (I Mac 2, 27).

Este movimiento de claras tendencias nacionalistas se aglutinó entornoa la familia de los Macabeos y contaría con el apoyo de los conservadores‘piadosos’, más conocidos como los fariseos y las clases populares, yse enfrentaría con las castas privilegiadas de saduceos, muy helenizadosy que respaldaban a Damasco. Esta situación propiciaría que se nego-ciaran una serie de alianzas entre Roma y los dirigentes de la dinastíaAsmonea, así como entre seleúcidas y saduceos. La primera de ellas,según I Mac 8 es la establecida entre Judas y Roma, es descrita en todoslos detalles, desde los emisarios enviados a Roma, para establecer conellos amistad y alianza, hasta el discurso que los delegados judíos dijeronante el Senado, y que en términos generales se puede considerar ajustadoa uno genuino:

“Judas, llamado también Macabeo, sus hermanos y el pueblo de los judíosnos han enviado a vosotros para establecer alianza y paz con vosotros,a fin de que nos inscribáis como aliados y amigos vuestros”...Esta es lacopia del documento que escribieron como contestación en tablillas debronce y que enviaron a Jerusalén para que sirviese allí como memorialy paz y alianza. “Que les vaya bien a los romanos y a la nación de losjudíos en mar y en tierra para siempre; que la espada y el enemigo esténlejos de ellos... (I Mac 8, 20-32).

Las alianzas se suceden y alternan: La facción helenizada, los sin Ley,con Báquides, seleúcida, pactan para atacar a los Asmoneos (I Mac 9,58-61), Jonatán Macabeo tras vencer a Báquides le proponen pactar unacuerdo para rescatar a los cautivos (I Mac 9, 70-72); Demetrio le proponela paz a Jonatán con la finalidad de ...anticiparnos a concertar la pazcon ellos, ante de que la concierte con Alejandro [Epifanes] contranosotros (I Mac 10, 3-5; 22-45; 11, 30-37; 13, 36-40), así sucedió (I Mac10, 16-20); hay una renovación del tratado de paz entre Roma y Jonatánel Asmoneo (I Mac 12, 1), y entre éste y otras ciudades como Esparta(I Mac 12, 2-23), al morir Jonatán los romanos vuelven a renovar la alianzacon los Asmoneos (I Mac 14, 18-24), etc.

Este periodo se contempla como una de las etapas más interesentesdel desarrollo de unos vínculos sólidos y pacíficos entre los diferentesgrupos judíos asentados a lo largo de todo el Imperio y con otras comu-nidades. Testimonio de estas relaciones eminentemente pacíficas son los

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yacimientos arqueológicos o los objetos hallados en Palestina: alberguescaravaneros, pequeños altares para incienso procedentes de Arabia, vasosgriegos importados, cuencos de plata persas, miles de asas de ánforas devino que se empleaban para transportarlo desde el Egeo a Palestina –2000asas de ánforas procedentes de Rodas y Grecia fueron encontradas enSamaria–, platos de terra sigillata procedentes de Italia, etc. La heleni-zación y romanización se hizo notar en la vida diaria, en el régimenalimenticio, en el sistema de cultivos e incluso en el ajuar doméstico donde,por ejemplo, las lámparas griegas y romanas ocuparon el lugar de los viejoscandiles cananeos.

Sobre todo los judíos crearon unas complejas redes a lo largo delMediterráneo, formadas entre las diversas comunidades hebreas que estánconstatadas en el periodo helenístico, crecieron con Roma y durante elmedioevo, se fortalecieron en la Edad Moderna —tras la expulsión delos judíos de Sefarad— y se han conservado hasta épocas muy cercanasa nosotros. La evolución del transporte marítimo, como medio de trans-porte más rápido y seguro, ayudó a crear y consolidar estas redes, enlazandotanto los centros relevantes como los pequeños asentamientos. A lo largode la historia los centros importantes fueron variando: así Cesarea, Ale-jandría y Roma que fueron los puntos más importantes durante la An-tigüedad, cedieron su protagonismo en favor de Almería, Kairuwan oMarsella durante la Edad Media, que a su vez decaerían ante el avancedel imperio turco; las grandes urbes de este imperio, lo serían a la vezde los judíos: Salónica, Constantinopla...; y siempre las islas: Chipre,Rodas...

Si bien es cierto que los centros varían su importancia con el tiempoo con los cambios políticos, entre otras circunstancias, lo cierto es queestas redes fueron muy sólidas y constantes, y el paradigma de las normasy doctrinas económicas que han dominado el Mediterráneo hasta lostiempos modernos. El Mediterráneo es en muchos aspectos un mundocerrado, lo que confiere a la vida en el Mediterráneo una entidad propiaque homogeneiza a elementos de diferentes pueblos, etnias y lugaresribereños. En el caso de los judíos esto es muy notable pues comercianteshebreos procedentes de otras regiones tendrían que adiestrarse, adoptary adquirir los métodos de los comerciantes judíos mediterráneos, mientrasque entre los ribereños las transacciones se realizan sin distinción denacionalidades o religiones.

Los vínculos creados por las redes comerciales referidas, no se limi-taron tan solo al aspecto económico, sino que crearon una mentalidad que

envolvió a todo el área mediterránea, y que habría de perdurar durantesiglos, una mentalidad basada en la convivencia pacífica de sus mora-dores.40

Durante los primeros siglos de nuestra era, debido a los sucesos dePalestina —destrucción del Templo, guerras judías...— y a la políticaromana de deportaciones, es fácil imaginar la dispersión de los hebreosa lo largo y ancho del Mediterráneo. Concretamente en la península Ibéricahay datos de su presencia en bastantes ciudades isleñas —Ebussus (Ibiza),Maiorca (Mallorca)— y de la costa: Emporiae (Ampurias), Dertosa (Tortosa)Saetabis (Játiva), Cartago Nova (Cartagena) Abdera (Adra), Malaca(Málaga) o Tarraco (Tarragona).41

De esta última procede un hallazgo arqueológico, una pileta deabluciones o un sarcófago infantil en el que junto a simbología judía —dos pavos reales, un cuerno de carnero, un candelabro de siete brazosy un árbol de la vida — se le un texto trilingüe: en hebreo Paz sobreIsrael, sobre nosotros y nuestros hijos, en latín Pax fides y otro igualen griego.42

3.5. Los pacifistas esenios

Parte de los integrantes de la secta de los fariseos que habían apoyadoa los Asmoneos, ante el cambio experimentado por esta dinastía que viródesde un posicionamiento religioso-nacionalista a otro exclusivamentepolítico, se retiraron al desierto de Judea, creando una de las sectas judíasmás significativas del periodo que nos ocupa: los esenios.

Los orígenes de esta secta escindida de los fariseos se remonta a lostiempos de Jonatán Macabeo (160-143 a.C.), y se caracterizaba por suobservancia estricta de la Ley y por su actitud declaradamente pacifista,por lo que rechazaban no sólo la lucha armada, sino cualquier tipo deviolencia, incluidos los sacrificios cruentos de animales, considerados en

40. A. TOAFF -S. ACHWARZFUCHS, eds. (1089) “Introduction” en The Medite-rranean and the Jews. Banking, finance and international trade (XVI-XVIII Centuries),Bar Ilan.

41. FUENTES (1986); GARCÍA IGLESIAS, L. (1978) Los judíos en la España antigua,Madrid.

42. Se encuentra en el Museo Sefardí de Toledo.

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EL PUEBLO DE LA ALIANZAMARÍA JOSÉ CANO

el judaísmo absolutamente legales dentro del ritual del templo: Envíanofrendas al templo, pero no hacen sacrificios, pues practican otros mediosde purificación...43 y Son los adoradores más notables de Dios, y nomediante sacrificios de animales, sino por su resolución de mantener suspensamientos en armonía con lo sagrado.44

Los esenios desde épocas tempranas atrajeron la atención de histo-riadores y estudiosos como son el filósofo judío Filón de Alejandría (25a.C.-50 d.C), Plinio (23 d.C.- 79 d.C) o Flavio Josefo (37 d. C.-100 d.C.).Los esenios, olvidados en el Nuevo Testamento, han adquirido notoriedada raíz de los descubrimientos de los manuscritos del Mar Muerto de Qumrány Wadi Murabat. Según Josefo, el historiador que más atención les prestavivían en varios lugares de Palestina,45 pero su asentamiento más impor-tante era cerca del Mar Muerto, lo que también afirma Plinio,46 dondeestaba situado el ‘monasterio’ de Qumrán que fue destruido en el año68 d.C. por la Legión Décima:

Había entre los judíos tres géneros de filosofía: el uno seguían los fariseos,el otro los saduceos, y el tercero, que todos piensan el más aprobado,era el de los esenios, judíos naturales, pero muy unidos con amor yamistad... Suelen también menospreciar las riquezas, y tienen por muyhonrosa la comunicación de bienes uno con otro... No tienen una ciudaddeterminada en donde se recojan; pero en cada una viven muchos... ensus peregrinaciones no se arman... no compran entre ellos nada ni lovenden, dando que cada uno lo que tiene al que está necesitado... Tienenmucha religión y referencia, a Dios principalmente... No suele haber aquí,entre ellos, ni clamor, ni gritos, ni ruido alguno... Saben moderar muybien, y templar la ira, desechar toda indignación, guardar su fe, obedecera la paz.... como si con un pacto estuviesen obligados. Hacen gran estudiode la escrituras de los antiguos, sacando de ellas principalmente aquelloque conviene para sus almas y cuerpos.47

Los propios escritos de los esenios son la más fecunda fuente deinformación, especialmente en la Regla de la Comunidad.48 El fundadorfue el llamado Maestro de Justicia y su meta era preparar el camino deDios, y la llegada del Mesías que instauraría un reino de paz.

Esta secta estaba fundamentada en un sistema de vida ascético ycomunitario, dedicado a la oración y a la formación religiosa, y cuyoprincipal sacramento era el banquete comunitario. La simbología de susnormas se adecuaban a una renovación de la Alianza de Yahvé: Dirigidospor doce miembros —las doce tribus —, sellaban su pacto con un banquete.Su rito iniciático era el bautismo, como símbolo de la purificación. Elespíritu de fraternidad les llevaba a rechazar y condenar severamente lamentira, el resentimiento y la venganza, aunque fuera solamente el deseo.El dualismo de las doctrina zoroástricas es muy notable en las doctrinasesenias donde se hace una clara y profunda distinción entre el bien y elmal o la luz y las tinieblas, ante este planteamiento los esenios optaronpor rechazar la violencia para combatir el mal y al que sólo podrían vencercon la venida de Mesías y la instauración de su reino de paz.

Los esenios vivían de la agricultura y de oficios que favorecen finespacíficos... entre ellos no encontraréis a nadie dedicado a la forja deflechas o jabalinas o puñales o cascos o corazas o escudos o cualquierarma o máquina ofensiva, ni a nadie que se entretenga en proyectosbelicosos.49

La importancia del concepto de la Alianza está presente en todos lostextos esenios, así en el escrito de la Regla se hace una nueva renovaciónde la Alianza: Todos los que entren en la Regla de la Comunidad es-tablecerán una alianza con Dios...50 Los ejemplos son numeroros en todoel documento.

Aunque la secta esenia desapareció tras la destrucción de las guerrasjudías contra los romanos, parte de su espíritu sobrevivió en las doctrinasde los rabinos, herederos directos de los fariseos de los que los ‘monjes’de Qumrán procedían.

43. FLAVIO JOSEFO (1961) Antigüedades judías, 3 vols., Buenos Aires, XVIII, 1, 227.44. FILÓN Quod omnis probus liber sit, 75.45. FLAVIO JOSEFO (1972) Guerra de los judíos y destrucción del Templo y ciudad

de Jerusalén,2 vols., Barcelona, I, III, 18.46. Historia natural V, 17, 73: “Al oeste del Mar Muerto los esenios se mantienen

apartados de la orilla...”47. JOSEFO (1972) II, VII, 147-153.

48. La bibliografía sobre los esenios y los manuscritos del Mar Muerto es muy extensapor lo que se remite a GARCÍA, F. (1992) Textos de Qumrán, Madrid.

49. FILÓN Quod omnis probus liber sit, 76.50. GARCÍA, F. (1992), 49.

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EL PUEBLO DE LA ALIANZAMARÍA JOSÉ CANO

4. LAS RAÍCES PACÍFICAS DEL PUEBLO JUDÍO

Este estudio muestra cómo el pueblo judío formó su identidad a partirdel concepto de la alianza con Yahvé, cómo a lo largo de su historia laidea del pacto ha regido todas y cada una de sus actuaciones, tanto enrelación con Dios como entre los hombres. El punto culminante en laconceptualización de la alianza se alcanza con la interpretación proféticade la Alianza de la Paz, que rescatando el primitivo mito del pacto universaldel diluvio lo proyecta hacia una visión futura y escatológica del reinomesiánico. Un reino donde la armonía y la paz entre el Creador y suscriaturas han de ser la tónica dominante.

Tras la nueva versión de los profetas, el pueblo judío se convierte enbeneficiario de esta nueva alianza: Alianza Eterna y de Paz; idea quearraigó, y aún permanece viva en el pensamiento judío, pues sin Pazuniversal no es posible el advenimiento de reino mesiánico.

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EL PUEBLO DE LA ALIANZA

LA PAZ EN EL MEDITERRÁNEO ANTIGUO

FRANCISCO A. MUÑOZInstituto de la Paz y los Conflictos

Universidad de Granada

Con el Mediterráneo gozamos de la posibilidad de identificar la Pazen los albores de la historia, de reconocer un proceso que además pudotener paralelismos con lo sucedido en otras sociedades con coordenadashistóricas similares. Podemos ver como la paz en el Mediterráneo adoptódistintas significaciones en las diversas realidades sociales y coyunturashistóricas. A pesar de ello, y aunque pueda parecer contradictorio, lahipótesis fundamental que vamos a mantener en este trabajo es que unay otras han estado interrelacionadas dentro de este marco geopolítico.

Esto configura una hipótesis fundamental: la interrelación de lasmanifestaciones de la paz que a su vez se basa en otras tres previas quenos indican las interrelaciones de los acontecimientos mediterráneos: lospueblos del Mediterráneo desde su entrada en la Historia crean entre sívínculos e interdependencias en la realización de sus horizontes y obje-tivos; las relaciones pacíficas juegan un papel esencial tanto en susrelaciones internas como en la creación de estas relaciones; y los diversosámbitos y escalas de las de paz se potencian unas a otras, y se retroa-limentan.1

1. Estas tres ideas las hemos desarrollado en otras aportaciones anteriores: MUÑOZ,Francisco A. (1993) La confluencia de culturas en el Mediterráneo, Granada; -MOLINA

LA PAZ EN EL MEDITERRÁNEO ANTIGUOFRANCISCO A. MUÑOZ 129128

La reconstrucción histórica que hacemos del Mediterráneo antiguo estacondicionada por las fuentes que nos han sido legadas y también por lasinterpretaciones que de ellas ha realizado la historiografía. Esto ha dadocomo resultado, en muchas ocasiones, la sobrevaloración de determinadasopciones con respecto a otras. Citemos como ejemplo como el mayornúmero de documentos escritos provenientes de Grecia y Roma son delos grupos dominantes, y como la fuerte influencia de éstas sobre socie-dades posteriores, les ha hecho convertirse en paradigmáticas en losorígenes de la civilización occidental. Cuando realmente sólo representana una parte de la realidad, fundamentalmente -y en ocasiones casi exclu-sivamente- la de las élites del poder. Tal idea sobre el «origen de lacivilización» encierra un fuerte potencial explicativo de la historia me-diterránea, pero a ella hay que añadir que primero Grecia y después Romamantuvieron unas amplias relaciones multilaterales con otras comunidadesy pueblos de todo su amplio entorno. Efectivamente, Mesopotamia, Persia,Creta, Siria-Palestina, Fenicios, Egipto, Cartago, Etruria, Galia, Iberia, etc.,no sólo tienen sus propias dinámicas autónomas, sino que, en muchasocasiones, posibilitan y explican los acontecimientos culturales griegosy romanos.

Por otro lado la perspectiva contemporánea ha tendido a destacar comolos más relevantes los elementos asociados con el «poder» de tales culturas,siendo entendido como la capacidad de imponer sus criterios sobre losdemás con el uso de la fuerza (organización política, ejércitos, prácticasimperialistas, etc.). Evidentemente, todas estas prácticas forman parte dela realidad histórica, pero, por expresarnos en claves de poder, los ele-mentos que pudieran ser «integrativos» son considerados subsidiaria odébilmente.2

No cabe la menor duda de que en las últimas décadas se ha progresadoenormemente en el reconocimiento de la influencia que unas culturas hanrealizado sobre otras, particularmente en el espacio que nos ocupa. Tenemosejemplos clarísimos tales como la del propio alfabeto, en el que la síntesis

latina final procede del mundo griego que lo recibió de previas elabo-raciones egipcias, semitas y particularmente fenicias. Igualmente podía-mos decir de los sistemas de pesas y medidas, las acuñaciones monetarias,y sobre las expresiones artísticas, los adelantos tecnológicos, ideas filo-sóficas y religiosas, etc. A través de todos ellos se puede comprobar quela interculturalidad es un hecho irrefutable.3 Sin embargo y desafortu-nadamente, no se han clarificado los mecanismos grupales, sociales ysupracomunitarios y las estructuras sobre los que se apoya tal comuni-cación.

En cada coyuntura histórica, la caracterización de los actores, losobjetivos concretos de las relaciones, las técnicas utilizadas, las víaselegidas, han variado (Egipto-Líbano; minoicos-cretenses; colonizacióngriega y fenicia; cartagineses; Imperio romano; la llegada de los vándalos,alanos, suevos y visigodos, la nueva hegemonía de Bizancio; la aparicióndel Islam; etc.) pero no la relevancia de los medios y métodos empleados,ni su significado y su trascendencia histórica en la creación de un sustratocultural común. La conceptualización y la institucionalización de la paz,presente en todos los episodios de esta historia es una manifestación másde esta fenomenología, que queda de manifiesto en múltiples formas derelación (pactos, tratados, alianzas, armisticios, etc.) recogidos en todala historiografía tradicional como un apéndice de la actividad política ybélica de los estados y que es necesario redefinir y ampliar.

1. UN MARCO GEOHISTÓRICO COMPARTIDO

El Mediterráneo es un pequeño mar del Océano Atlántico, situado enel hemisferio norte que esta rodeado por las placas terrestres de loscontinentes africano, asiático y europeo. Son las comunidades que vivenen su entorno las que convierten estas circunstancias geológicas y geo-gráficas en «geopolíticas». Efectivamente, este espacio comenzó a sermodificado cuando las comunidades humanas adquirieron la capacidadorganizativa y tecnológica para desplazarse de un lugar a otro de acuerdocon sus necesidades e intereses. De esta forma son las comunidadeshumanas las que poco a poco «construyen» el Mediterráneo -histórico.Se pasa de un ente físico no reconocido, y por tanto inexistente, a una

RUEDA, Beatriz (1998) Circunstancias de las cosmovisiones de paz en el Mediterráneo,en MUÑOZ, Francisco A. - MOLINA RUEDA, Beatriz (eds.) Cosmovisiones de pazen el Mediterráneo antiguo y medieval, Granada, 11-28; MUÑOZ, Francisco A. (1998)La paz imperfecta, apuntes para un reconstrucción del pensamiento pacifista, Papelesde Cuestiones Internacionales 65, 11-14.

2. En este sentido nos hemos pronunciado en el primer capitulo del presente libro. 3. Cf. MUÑOZ, Francisco A.: La confluencia...

LA PAZ EN EL MEDITERRÁNEO ANTIGUOFRANCISCO A. MUÑOZ

realidad vivida y construida paulatinamente mediante el mutuo conoci-miento, la diplomacia, los intercambios, etc.

Muchas de las circunstancias que concurren en Mediterráneo podíanjugar por sí mismas un papel ambivalente, como elementos de unión odesunión, centrípetos o centrífugos, pero es finalmente la acción de loshumanos la que orienta en definitiva su papel. Efectivamente, desde elpropio mar pasando por las necesidades, los ecosistemas, los recursos,el potencial demográfico, los sistemas productivos, las estructuras sociales,etc., son elementos que al ser gestionados por las poblaciones les impul-saron o retrajeron a mantener unas relaciones exteriores mas o menosfluidas.

El mar se convierte en determinante, es protagonista de todo lo queocurre, es medio de vida, transporte, y comunicación de las comunidadesdel entorno. Establece el contacto entre unos puntos y otros del Medi-terráneo de tal manera que todos quedan interrelacionados. Este procesose basa ante todo en los avances de la navegación (conocimiento geográficoy cartográfico, construcción de embarcaciones, técnicas de navegación,etc.), aunque también utiliza contactos terrestres. Es como el gran cata-lizador de todo lo que ocurre, de una u otra forma siempre está presente.Sirve de medio de comunicación, pero también gracias a su influenciaen el clima, en la flora y la fauna, dota de unas características parecidasa los modus vivendi de las comunidades del entorno.4

La perspectiva del mundo occidental, europeocentrista en muchosaspectos, esta condicionada por la evaluación que se hace, tanto de losmomentos presentes en los que se cree que juega un papel hegemónico,como del pasado en el que se reconoce hipervalora la propia historia, y,consecuentemente, se infravalora la de los demás, o no se reconoce ade-cuadamente la presencia de algunos actores. La reconstrucción de nuestraperspectiva no tiene necesariamente que conllevar la negación de losgrandes hitos de la cultura mediterránea, sino mas bien reafirmarla en sujusto punto. En la medida en que sus aportes han servido para que gentesy pueblos eleven su calidad de vida, ya sea con una mejor alimentación,mejor vivienda o un desarrollo cultural más alto. Pero, igualmente, eva-luarla en la medida en que algunas de sus prácticas o modelos han sidoutilizados para crear marginaciones, servidumbres y dependencias.

La interdependencia, material y cultural, y el mutuo aprendizaje entreunas y otras comunidades mediterráneas es evidente a lo largo de la historia.Esto es perceptible a través de los intercambios que se convierten en unaalternativa a muchos de los problemas que afrontan las distintas sociedades,tal como la escasez de determinados recursos alimentarios (cereales,aceite, vino, sal, etc.) o materiales (minerales, metales, madera, etc.). Deesta manera, la redistribución y circulación de bienes de consumo, y eldesarrollo institucional que llevó aparejado, fue la garantía para la satis-facción de necesidades de los pobladores mediterráneos.5

Abordamos esta problemática desde una perspectiva necesariamenteabierta, geográfica y cronológica, desde Anatolia y Mesopotamia, hastala Península Ibérica, pasando por el norte de Africa, la Europa continental,etc, desde los primeros contactos mediterráneos no esporádicos, a me-diados del segundo milenio antes de nuestra era, hasta el siglo VI d.C.en el que las propuestas islámicas nos enlazan e introducen en la EdadMedia. Somos conscientes de que esta amplitud puede tornarse en uninconveniente, sin embargo, la creemos necesaria para observar fenóme-nos como los aquí nos proponemos.

1.1. La trama mediterránea

Para reconocer y pensar las relaciones que se establecen en el Me-diterráneo proponemos utilizar el concepto de trama mediterránea. Conél queremos resaltar la multiplicidad y la interdependencia de las relacionesen las que cada cultura aporta sus experiencias y la trama mediterránealas transmite, potencia, discrimina o sintetiza.6

La materialización de estas relaciones fueron la creación de víasterrestres y marítimas (representadas por los restos de calzadas, puentes,

4. Cf. REDDE, M. (1986) Mare Nostrum, Roma; GRAS, Michael (1999) El Medi-terráneo arcaico, Madrid.

5. Parte de estas ideas las hemos expuesto en CANO, María José - MUÑOZ, FranciscoA. (1997) Hacia un Mediterráneo pacífico, CANO, María José - MUÑOZ, Francisco A.(eds.) Hacia un Mediterráneo Pacífico, Granada.

6. La palabra trama hace referencia a los hilos que constituyen un tejido, trabazón,enlace, relación y correspondencia entre ideas o cosas no materiales. La etimología dela palabra no hace sino llenar de sentido el uso que queremos darles. Viene del latín .Transmeo (trans - meo): hilo, tejido, trama atravesar, pasar, atravesar el mar, efectuar unatravesía, pasar, penetrar. Trans: de la otra parte, del otro lado, más allá de, a través de,... el paso de un punto a otro; meo: pasar, circular, marchar de un lado a otro.

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estaciones, puertos, etc.) que sobre las bases naturales permitieron eldesarrollo de estas comunicaciones, primero entre comunidades vecinasy cercanas, después con todas aquellas con las que se compartían interesesgenerales o particulares, independientemente de la distancia. Efectivamen-te, las corrientes marítimas y los vientos favorecen el contacto en diversasdirecciones; las abundantes islas (Chipre, Creta, Cicládicas, Malta, Sicilia,Córcega, Cerdeña, Baleares, etc.) son puntos de enlace; las montañas(Alpes, Apeninos, Balcanes, Tauro, Líbano, Atlas, Pirineos, Penibéticas,etc.) son puntos de referencia que complementarían a la navegación decabotaje; los puertos naturales; y los valles de los ríos (Tigris y Eufrates,Nilo, Tiber, Po, Ródano, Ebro, Guadalquivir, etc.) fueron utilizados comovías de penetración. Son todo ellos los elementos geográficos sobre losque se edificaron los «mapas» cartográficos y de conocimiento de rutasy sociedades, sujetos lógicamente a las limitaciones impuestas por lasdinámicas sociales, los conocimientos geográficos y tecnológicos, el clima,etc., pero lo suficientemente explícitos como para dejar abierto un grannúmero de realidades y expectativas.

Los matices y diferencias culturales que nos ha legado cada grupohumano no deben impedir que veamos las interrelaciones e incluso lasmímesis existentes entre ellas mismas. Éstas se vieron favorecidas porel desarrollo y consolidación de las relaciones a través del mar que reforzóla comunicación y el intercambio no sólo de productos materiales sino,lo que es más importante, de ideas, de información. Los impresionantesrestos urbanísticos (plazas, edificios públicos y templos, cretenses, he-lenos, púnicos, árabes u otomanos, etc.) son aún hoy testigos de esta fusióncultural en la que están incluidos elementos de diversa procedencia delentorno mediterráneo y que en sí mismos nos indican como otras facetaso actividades públicas, tales como las formas artísticas, de pensamiento,la articulación de las cosmovisiones religiosas, los aspectos tecnológicos,la escritura, o aspectos cotidianos como el vestido, la alimentación, lasrelaciones familiares, etc, también se debieron de fecundar mutuamente.

Por otro lado, podríamos distinguir niveles operativos de la trama paravisualizarla mejor, que se conjugan o manifiestan aisladamente: en unprimer nivel (microtramas) situaríamos sobre todo el conocimiento, lainformación sobre los puntos más o menos cercanos, y los contactosaccidentales y esporádicos. En un segundo nivel propondríamos lasrelaciones de vecindad, diplomáticas, que sólo tendrían como objetivo«reconocer», darse por enterado de su presencia, agasajar a los vecinos,permutar cumplidos y embajadas. En un tercer nivel encontraríamos las

relaciones de intercambio propiamente dicho, de productos cargados decierto valor de uso -y de cambio- reconocido por las comunidades quenecesitan de ellos para realizar algunas actividades individuales o colec-tivas. En todos estos niveles, o escalas, de la trama también se podría vercierta gradualidad, siendo esporádicos o continuos; usando puntos deenlace fijos o no; silenciosas (sin dejar rastro), con infraestructura física(puertos, etc,); realizadas por especialistas (comerciantes, artesanos,navegantes...) o con respaldo del estado; etc. Finalmente, como un cuartonivel podríamos contemplar aquellas situaciones en las que se produceuna integración en el mismo sistema político, en las que un poder centralsupedita bajo su control las decisiones políticas, sociales y económicasmás importantes.

1.2. El conocimiento, la información

Sabemos que en la época homérica los griegos, al igual que antes hacíanlos sumerios, los acadios, los egipcios, etc., «organizaban» el resto deluniverso en sus relatos míticos, en ellos «organizaban» a través de diosesy héroes toda la información disponible sobre el cosmos. Era una síntesisnecesaria para ubicarse lo más armónicamente posible en su universo.Estas coordinadas tenían , indudablemente, una relación con sus propiascondiciones de existencia, sus anhelos, sus necesidades y grado de de-sarrollo.

Este conocimiento debería asimismo de incluir un mínimo conocimien-to de las otras comunidades cercanas que sirviera, en su caso, de orientaciónde los destinos a elegir. Cada comunidad iría elaborando paulatinamenteun «mapa» de su entorno mas o menos cercano en el que insertaría lainformación disponible sobre cada uno de los otros grupos humanos yde las cualidades y recursos asignados a sus ecosistemas. Esto podría incluirdesde características puramente geográficas tales como datos sobre elterritorio (continental, valle, vías de comunicación, costa, isla, distancia,etc.), distancias, recursos (agropecuarios, metales, etc.), grado de orga-nización, creencias, etc. De esta forma podrían discriminar cuando pu-diesen y lo estimasen oportuno en que dirección proyectarse.

Posteriormente los geógrafos (Ptolomeo, Strabón, Plinio, Mela, etc.)organizaron la información más relevante para el conjunto de la población.Con la aportación de los historiadores (Tucídides, Jenofonte, Polibio,Livio, etc.), que partiendo de informaciones orales y escritas de diverso

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carácter las insertaron en coordinadas espaciales y temporales, los actorespudieron tener aún más claros sus espacios futuros.

Heródoto, considerado por todos como padre de la Historia, puedeser una buena muestra de algunos de estos tópicos. Nacido en Halicarnaso(Asia Menor), se vió desterrado a Samos, para despues residir en Atenasy terminar en Turios, colonia fundada por Pericles en Asia Menor, dondeescribió sus Historia, y algunos afirman que visitó Egipto, Bajo y Alto,Asia Menor, Babilonia, partes de Escitia (Olbia, Crimea), Cirenne, Cretay algunas islas del Egeo, casi toda la Grecia continental y la Magna Grecia.7

Justamente en los inicios de su primer libro hace uso de sus conocimientosglobales sobre el Mediterráneo («nuestro mar», tal como él lo llama) alhacer partícipes a persas, fenicios, griegos, cretenses, asiáticos, lidios,sirios, paflagonios, jonios, eolios, dorios, lacemonios, cimerios... y losemplazamientos de Argos, mar Eritreo (Rojo), Egipto, Colquide, Grecia,Tiro de Fenicia, Asia, Europa, Ponto Euxino, etc.

El mar se convirtió en un elemento físico y simbólico de primer ordenpara todos los pueblos de las riberas mediterráneas en la medida en quees el vínculo útil y necesario del ecumenismo. Los elementos autóctonosde partida, a veces procedentes de universos reales y simbólicos cercanosse entrecruzaron y reforzaron dando lugar a formas comunes y unos ciertosniveles de homogeneidad, que pervivirán en la medida en que interpretensoluciones y situaciones similares.

1.3. Hermandad, hospitalidad y matrimonios

Inicialmente las formas de relación eran una proyección de las rela-ciones familiares y de los lazos de parentesco, en los que el reconocimientode la pertenencia a una misma estirpe privilegia las relaciones entre todossus miembros. Una serie de normas establecían los derechos, deberes,privilegios, y los vínculos de mutua ayuda, solidaridad y cooperación detodos los pertenecientes al grupo. El resultado final es la garantía de lasatisfacción optima, dentro de lo posible, de las necesidades, la regulacióninterna de los conflictos y, en definitiva de seguridad. Posteriormente yde una manera natural estas formas se extenderían a todas las de entidades

tribales, nómadas y preestatales en las que actitudes como la hermandad,la bondad, la hospitalidad, etc, fueron componentes esenciales en lasrelaciones entre los grupos.

Así encontramos cómo el tratamiento de «hermano» se establece entrejefes políticos de diferentes ámbitos, sin importar la etnia, la cultura, elsistema político o las distancias. El vínculo familiar se transforma enpolítico, desvinculado de los lazos de consanguinidad conserva su funciónpública de armonía y seguridad, gracias al amor, la solidaridad, la co-operación, etc.

La hospitalidad es otra extensión de las relaciones entre grupos fa-miliares, en la que la ampliación del circulo familiar busca reproducir lamisma calidad de las relaciones en otros ambientes. Desde aquellostiempos preurbanos (preestatales) en los que las necesidades se autosa-tisfacían casi completamente en el seno del ecosistema ocupado por cadacomunidad, cuando se producían esporádicos encuentros entre los vecinosla buena acogida, debió de ser una práctica habitual -no hay ninguna razónpara que así no fuera - dentro de unas relaciones pacíficas predominantesentre una y otra comunidad. La hospitalidad hacia el vecino y el extranjeropodemos interpretarla como una forma de pre-diplomacia en la medidaen que el «otro» es identificado como un congénere.8

Posteriormente los banquetes asumirán parte del trato dado al extran-jero de acuerdo con las normas de hospitalidad, ya que a la acogida ahorase le une la celebración de un acto con una mayor profundidad en susignificado social. Bien conocidos por la escenas de la literatura y cerámicagriega en ellas se aprecia como además de compartir el vino y la comidase equipara simbólicamente la categoría social y política de los comensales.A la comida le seguía el symposion en el que se compartía también lapalabra y el diálogo junto con la música y el vino.

Una proyección mas de este carácter «familiar» de las relaciones sonlos matrimonios mixtos entre personajes relevantes de una y otra estirpemuy extendidos en toda la Antigüedad, que así pueden proyectar ymanifestar sus relaciones igualitarias y, a la vez, se convierten en vehículointercultural y en garante de unas relaciones de amistad en el futuro. Laspropios ritos ceremoniales de tales alianzas se convierten en una exaltación

7. Cf. SCHRADER, Carlos (1977) Introducción a la Historia de Heródoto, Madrid.8. Cf. REECE, Steve (1993) The Stranger’s Welcome. Oral Theory and the Aesthetics

of the Homeric Hospitality Scene, Ann Arbor.

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de las buenas relaciones con proliferación de embajadas, regalos, festejos,alianzas, etc. Cierta información al respecto la encontramos en los poemashoméricos, donde el matrimonio entre personas de las clases altas teníanun significado claramente político, era, junto con la hospitalidad, una delas vías principales para establecer alianzas entre los nobles.9

Entre leyendas y realidades, recordemos a Diomedes, que contraematrimonio con la hija del rey en Italia meridional; a Bachide Demaranteque se casa con una mujer etrusca que le da un hijo, Tarquino el antiguo;a Potris que, en la fundación de Massalia, se une oficialmente con Gyptis,hija del rey segóbrigo Nannos; y la propia embajada de Rómulo a lospueblos vecinos para proponerles realizar una alianza matrimonial. Enestos casos, al menos para la aristocracia los lazos matrimoniales eranel instrumento más idóneo del que se servían para realizar una serie derelaciones de diverso tipo, respondiendo a finalidades y objetivos múltiplesen el cuadro de un comercio social, entre familias nobles. En esta pers-pectiva hay que situar los matrimonios de las princesas ibéricas con losgenerales cartagineses Asdrúbal y Aníbal, a partir de los cuales éstos seconvirtieron en miembros de esas comunidades. Los cartagineses, co-nocedores de estas costumbres, las utilizaron para sus intereses políticos.10

1.4. La diplomacia

La diplomacia es una forma operativa ideal cuando existen situacionesde pluralidad, en las que coexisten diversos grupos con niveles similaresde organización, aunque también cuando existen desequilibrios. Estamultiplicidad en muchas ocasiones es signo de conflicto ya que se com-parten espacios y recursos. Las diferentes manifestaciones de la diplomacia

son el resultado de búsquedas, de adaptaciones, para regular lo massatisfactoriamente posible la variedad de situaciones sobre las que incidíay, en definitiva hacer, junto con otras acciones, intentar que las conexionespervivan por encima de cualquier circunstancia adversa como vía abiertapara gestionar situaciones futuras.

Lo importante es mantener el contacto aunque esté en momentos vacíode contenidos, aunque también para ello haya que renunciar a otras am-biciones y proyectos como puedan ser: el control de determinadas vías decomunicación, o fuentes de recursos, la hegemonía política sobre territo-rios y poblaciones, o las acciones bélicas. Son decisiones importantes enlas que intervienen no sólo las respectivas embajadas diplomáticas sino lasdiferentes instancias de toma de decisiones ya sean colegiadas como lasasambleas, los consejos, los magistrados, la burocracia intermedia, o losorganos unipersonales tales como los estrategas, monarcas, dictadores, etc.

Tenemos noticias de un gran auge de estas relaciones en todo elPróximo Oriente en diversas situaciones en las que coexisten diversasmonarquías y entidades políticas: zona siro-mesopotámica («Época deMari», s. XVIII-XVII a.C.), y en todo su ámbito (desde Chipre a Babiloniay desde Egipto a Khati, en el periodo que va desde le 1.500 al 1.200a. C.) Este apogeo va lógicamente acompañado de un gran desplieguede relaciones políticas e intercambios comerciales, correspondencia ofi-cial, flujo de embajadores y la firma de acuerdos.11

No tenemos demasiada información sobre las primeras formas dediplomacia en el Mediterráneo propiamente dicho, sin embargo, con elnacimiento de los primeros asentamientos urbanos las noticias sobre lasembajadas diplomáticas son abundantes para las fuentes disponibles (Creta-Egipto-Mesopotamia). También sabemos de la gran actividad diplomáticadesarrollada cuando un conflicto se tornaba virulento. Las distintas formasde la diplomacia eran los mecanismos más eficaces para conseguir objetivoscompartidos. Esto nos permite pensar que la diplomacia -entendida comoel reconocimiento institucional de otra comunidad- estaba muy desarro-llada en todas direcciones.129. Cf. FINLEY, Moses I. (1984) La Grecia Antigua. Economía y sociedad, Barcelona,

cap. 12, «Matrimonio, venta y regalo en el mundo homérico». Sobre estos matrimoniosse pueden hacer otro tipo de consideraciones muy interesantes, sobre el papel de las mujeresy aquellos que sirven para mantener un estatus de dominio, pero esto escapa al objetivoque aquí perseguimos. Un caso particular son los matrimonios generalizados entre mujeresindígenas y varones conquistadores, que comportaron consecuencias culturales de granalcance.

10. Ver VAN COMPERNOLLE, R. (1993) «Femmes indigénes et colonisateurs», enModes de contacts et processus de transformation dans les societés anciennes, Roma. 1033-1049; VERNANT, Jean Pierre (1982) «Le mariage», Mythe et societé, París.

11. Cf. MOSCATI, Sabatino (1988) El alba de la civilización, Madrid, 394-405.12. Es curioso cómo la «primera guerra», tal como opta por llamarla S. N. Kramer

(1985), La historia empieza en Sumer, Barcelona, 53-66- estuvo precedida por años y añosde intercambio de embajadas diplomaticas. Cf.: ADCOCK, Frank - MOSLEY, D. J. (1975)Diplomacy in Ancient Greece, 1975, 121-255.

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En este sentido, cabe pensar que tras un primer periodo de unadiplomacia esporádica se tendiera a estabilizar las relaciones, todo ellosujeto y supeditado a la distancia física y política (geopolítica) y los propiosritmos sociales de las comunidades. A partir de un determinado momentolos intercambios comenzaron a estar indisolublemente ligados con ladiplomacia, tal es el caso de los fenicios, que demostraron la eficacia deeste método estableciendo relaciones a lo largo de todo el Mediterráneo,durante siglos (XI a.C.- III d.C.) y con protagonistas de diversa culturay grado de desarrollo.13

El propio Alejandro Magno, como manifestación eclosiva de la rea-lidad macedonica y griega en su expedición por el cercano y lejano Orienteutilizó un amplio despliegue diplomático para ser reconocido por losdistintos estados, pueblos y culturas, con los que entró en contacto a supaso por Iliria, Persia, Egipto, Afganistan, Pakistán, Uzbekistán, Tagi-kistán, Irán, Bactria, e India. La homonoia (igualdad de los hombres)defendida por él tal vez la expresión mas clara de tales presupuestos. Apesar de los controvertidos aspectos de este personaje, de lo altamenteentrópico de su aventura, sin la diplomacia hubiera sido completamenteimposible.14

Cuando las guerras de diferentes escalas y magnitudes (Médicas, delPeloponeso, Samnitas, Púnicas, Ilirias, Macedónicas, etc.), como expre-sión máxima de la violencia y, por tanto, repudiada por la mayor partede la población, tuvieron lugar, a la función preventiva de la diplomaciase le unió la de negociación de las condiciones de finalización del en-frentamiento armado.

Roma, identificada ante todo por la extensión de su Imperio, por lagran acumulación de poder, por el uso de la fuerza, como heredera detoda la tradición mediterránea, realizo siempre y ante cualquier eventua-lidad, un gran despliegue diplomático que se plasmó ante todo en laplasticidad de las condiciones de incorporación e integración en el Imperio

de los diferentes grupos sociales. Efectivamente, la gran variedad deculturas incorporadas, el aprendizaje que hace de cada uno de los elementosque considera relevantes, el respeto a muchos rasgos indígenas, los di-ferentes estatutos jurídicos en los que se integran los componentes delimperio, son manifestaciones claras del uso de la negociación comovehículo de relación con la realidad.15

En suma en el Mediterráneo coexisten a lo largo de todo el tiempogrupos y comunidades con diferentes experiencias de desarrollo, orga-nización, y de regulación de los conflictos, que se manifiestan tanto enlas relaciones exteriores como el interior de las diversas entidades. Larelación y articulación a lo largo del tiempo de todas estas variables fueposible gracias a los mecanismos de negociación y diplomacia establecidosentre ellas.

1.5. La satisfacción de necesidades y el intercambio

Las necesidades internas y las desigualdades entre cada uno de losactores mediterráneos se convirtieron en la fuerza motriz de las relacionesexteriores, tendentes a corregir estos «desequilibrios» a través de losintercambios. El intercambio, entendido de una manera amplia, es unavía pacífica de regular cierto tipo de conflictos en cuanto que cada grupoo individuo obtiene aquello que le falta o necesita.

El punto de partida era la convivencia de distintos paisajes que vandesde las abundantes montañas de formas accidentadas pasando por lasllanuras, desiertos e islas, los cuales diversifican los ecosistemas y el accesoa recursos básicos que encontramos en el Mediterráneo. Una consecuenciade ello fue la distribución desigual de los yacimientos metalíferos (hierro,estaño, cobre, plomo, plata, oro, etc.), las potenciales llanuras cerealísticas(como las del Ponto Euxino, Norte de Africa, Sicilia y el valle del

13. Cf. AUBET, María Eugenia (1987) Tiro y las colonias fenicias de Occidente,Barcelona. Una continuidad de esta política se puede constatar en la acción de los Bárquidasen la Península Ibérica, donde mediante los matrimonio lograban tener buenas relacionescon los matrimonios indígenas.

14. Convencionalmente con la muerte del monarca macedonio en el 323 a.C. comienzael helenismo que define la expansión de la cultura griega y su relación y fusión con lasculturas orientales. Cf. PREAUX, Claire (1984) El mundo helenístico. Grecia y Oriente(323-146 a.C.), 2 vols, Barcelona.

15. Evidentemente no es nuestra intención dar una imagen idílica del Imperio romano.Roma supone sin duda la expresión mas cruda de la violencia (directa y estructural) detoda la Antigüedad, en otras ocasiones hemos insistido sobre ello. Pero sin embargo estaviolencia no debe evitarnos ver como convive y se matiza con acciones que podríamoscatalogar como «pacíficas», tales como las que hemos desarrollado en el texto. Como yahemos resaltado en el primer capítulo, no sólo es completamente imposible explicar larealidad solamente en claves de violencia, sino que además la falsearíamos si así lohiciéramos.

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Guadalquivir), etc. Esto hizo que los enclaves más privilegiados para laobtención de estos recursos fueran ansiosamente deseados por todasaquellas poblaciones que alcanzan unas dimensiones sociales y demográ-ficas imposibles de ser sostenidas en su entorno inmediato. A todo estohay que añadir que las necesidades también pudieron crecer por la mímesisde unos pueblos con otros.16

Los primeros intercambios continuos, propiamente mediterráneos,comenzaron a darse entre la parte oriental, donde la profusión de islassirvieron de enlace entre sus comunidades y los focos más desarrolladosde Mesopotamia, la región sirio-palestina y Egipto. Es más, existe unarelación cercana «causa y efecto» entre estos centros civilizatorios y eldesarrollo de los núcleos de las Cicladas, Chipre, Creta, Micenas, etc.como parte periférica de los mismos, y posteriormente de la civilizaciónmediterránea.

En los primeros años del Bronce se comienzan a encontrar testimoniosde relaciones en el Egeo, entre ellas podemos destacar las representacionesde barcos en las Cícladas y hallazgos de obsidiana en Melos, en Cretafigurillas de piedra cicládicas, etc.todos ellos asociados a cambios en ladiferenciación de los cultivos, mayor capacidad para la obtención deexcedentes agrícolas, aparición de artesanos y desigualdades económicasen la población. Posteriormente, Creta adquiere cierta importancia yautonomía, y durante el periodo minóico establece relaciones con las islascercanas y Fenicia, Egipto y Mesopotamia.17 Toda esta expansión cretenseque llevó a los griegos a calificarla de talasocracia es posible que en susfases más avanzadas llegara a la fundación de factorías y colonias en elentorno egeo cercano, bien por factores demográficos, económicos o

político-militares, o como suele suceder en la mayoría de las ocasionespor la combinación de alguna de ellas.

Posteriormente, las colonizaciones fenicias y griegas relacionadas enorigen con problemáticas sociales y políticas, pero también económicas,fundan nuevos asentamientos a lo largo de todo el Mediterráneo. Estaacción fue continuada por Cartago cuando se produjo el debilitamientode Tiro por la presión de los asirios. Convirtiéndose éstas fundaciones,a su vez, en focos difusores y receptores de experiencias culturales. Siendotodos ellos la más clara muestra de que estamos situados ante un contextounitario en el que los movimientos migratorios y los intercambios eco-nómicos y culturales son una constante del mismo sistema. Lo queimposibilita completamente comprender una parte si no es en su inserciónen el todo.

Desde otro punto de vista, el intercambio lingüístico es la premisa,también el testimonio, de cualquier otro intercambio cultural. La lenguano es más que el vehículo y el resultado de la comunicación que se originaen seno y entre las comunidades humanas. Se inscribe en un marco másgenérico de socialización en el que se acata y acepta la disposición a lamutua dependencia, la comunicación, el intercambio y la ayuda. Aunqueno contamos con la documentación necesaria para determinar la intensidad,modalidades y sectores de población implicados, no obstante podemosafirmar que el Mediterráneo en la Antigüedad fue en ciertos períodos,áreas y sectores sociales bilingües o incluso trilingües.18 Un primer ámbitoconstatado por los propios restos de las tablillas son los intercambios enel triángulo Egipto-Mesopotamia-Asia Menor. Otra gran etapa se produceen el contexto de las colonizaciones helenas y fenicias. El helenismo yel Imperio romano después supondrían el necesario encuentro de síntesisde la lenguas griegas y latinas con otras de mayor o menor presencia.En el mismo contexto hemos de considerar la invención y difusión dela escritura, fue el fruto de una conjunción de esfuerzos, de un lado delos portadores de tal técnica, de otro de los receptores de poner sus lenguas,

16. Esto queda claramente constatado desde época temprana a través de diversostestimonios, pero es a partir del siglo XVI a.C. cuando se habla de unos contactosprecoloniales asociados al mundo micénico. Cf. COLOQUIO INTERNACIONAL ASO-CIADO (1989), Minería y metalurgia en las Antiguas civilizaciones mediterráneas yeuropeas, 2 vols, Madrid; ACQUARO, Enrico ET ALII (1988), Momenti precoloniali nelMediterraneo Antico, Roma; AAVV (1983) Modes de contacts et processus de transfor-mation dans les sociétes anciennes, Pisa-Roma.

17. Conocidas a través de objetos importados (metales, piedras preciosas, joyas,cerámica, marfil, estatuillas, ...) y nuevas formas culturales (utensilios, formas artísticas,escritura, ...). Todo ello constatado además por documentos escritos. Cf. TREUIL, René,DARCQUE, Pascal, POURSAR, Jean-Claude y TOUCHAIS, Gilles (1992) Las civiliza-ciones egeas del neolítico y de la edad del bronce, Barcelona.

18. Por ejemplo en la Creta minoica, parece lógico postular una comunidad culturalegeo-anatolia de carácter sincrético donde los contactos entre lenguas debieron de acom-pañar a los intercambios de materias primas, culturales y religiosos. Cf. CAMPANILE,E., CARDONA, G.R. y LAZZERONI, R. (ed.)(1988): Bilingüismo e biculturalismo nelmondo antico, Atti Colloquio interdisciplinare tenuto a Pisa il 28 e 29 Settembre 1987,Pisa.

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y sus culturas, al mismo nivel de aquélla de la que reciben el préstamo,dotándolas de un instrumento de preservación, conservación y transmisióntan importante

Otro ejemplo del intercambio intercultural es el sincretismo religioso,ello no implicaría la ausencia de conflictos, puesto que dioses, creenciasy ritos son símbolos fundamentales a través de los cuales se manifiestala identidad cultural. Sin embargo, ya fuera por un cierto transfondo comúnde ideas y prácticas religiosas, ya por el carácter politeísta y no dogmáticode muchas de estas religiones, entre ellas la griega y la grecorromana oficialdel Imperio, lo cierto es que se produjo un aceptable nivel de convivenciaen este ámbito, a veces motivado por el respeto y la admiración mutuas,otras por la simple indiferencia o el pragmatismo político. Podemos afirmarque, de manera genérica, la presencia en una cultura cualquiera de unculto o un dios de origen extranjero sirve, en principio, para atestiguarel contacto. En otros casos, la antigua y nueva religión se yuxtaponeny coexisten con diversos grados de tolerancia y reconocimiento.19

Los primeros intercambios se producen justamente en este ámbitodonde a través de los regalos, los obsequios, el don y el contra-don, eltrueque, las ofrendas, los presentes, etc, con un valor, en la mayoría delas ocasiones, más simbólico y subjetivo que real, pero acompañado dela satisfacción de necesidades sociales, políticas y también materiales yeconómicas. Incluso, debieron ser las actividades religiosas y sociales lasque dieran cobertura (contactos, vías, ritos, protocolos, etc.) al abandonode la autarquía y a futuros intercambios económicos. Al igual que ladiplomacia estas ceremonias no busca una eficacia «inmediata», sino elpredisponer un buen ambiente para futuros acontecimientos de cualquiertipo. La cualidad definitoria de este modo de intercambio es la no co-rrespondencia temporal ni material entre el don inicial y el contra-don.Se establece el reconocimiento de los otros y se derivan interdependenciassociales por encima de la materialización del acto.20

También el uso de una medida convencional en los intercambios, quetiene su más alta expresión en la aparición de la moneda acuñada, es unamanifestación clara de la fenomenología que estamos viendo. Asociadaa una estructura urbana compleja y con unas estructuras fiscales avanzadas,supuso un cambio cualitativo importante en la esfera de los intercambios.Desde el punto de vista histórico, la moneda puede ser entendida comouna concreción de los niveles de intercambio económicos y financieros,a pesar de que tanto en sus orígenes como en etapas posteriores no consigadesprenderse de connotaciones políticas y religiosas. Su aparición, deberelacionarse con la preexistencia de una relativa complejidad en lasactividades realizadas en estos niveles. Las continuas valoraciones rea-lizadas en las operaciones de intercambio, su internacionalización, elaumento cuantitativo de funcionarios, artesanos, tributos, arrendamientos,pagos de salarios, botines, esclavos, etc, la existencia de un sistema depesas y medidas, son circunstancias que de una u otra forma pueden estarrelacionadas con la extensión y uso de la moneda.21

De nuevo las colonias griegas y la expansión de Alejandro Magnofueron el vehículo para que un «invento» local, como las acuñacionesde monedas, se extendieran por todo el mundo mediterráneo y el Oriente.De esta manera su uso llegó a ser familiar para muchas sociedades que,a pesar de no emitirlas, si tenían capacidad (organización político social,cierto nivel de actividades económicas y de intercambio, permeabilidada las elaboraciones externas, etc.) para ser receptoras de las piezas puestasen circulación por otros estados. Y, así, la moneda se extendió por el Nortede Africa, la Península Ibérica, Sicilia, Magna Grecia, etc. Por contra,la existencia de distintos metales y patrones en muchas ocasiones hacíacomplicados los cambios. Por ejemplo, en el mundo griego coexistían lospatrones shekel de oro, babilónico o persa, fenicio, egineta, euboico-áticoy el dracma corintio. Este obstáculo para poder ser salvado necesitabade un sistema de equivalencias y conversiones, frecuentemente bastantecomplejo y dificultoso y, sobre todo, de la voluntad de las partes paraentenderse.

La última consecuencia de todo este tipo de intercambios es la creaciónde un substrato cultural de símbolos, normas, artilugios, inventos, etc,19. Cf. LEVEQUE, Pierre (1973) Essai de typologie des syncrétismes, Les syncrétismes

dans les religions grecque et romaine, París, 179-187.20. La explicitación clara de este fenómeno, que debió ser genérico en todo el

Mediterráneo, lo tenemos ya en el mundo griego (en la Iliada y la Odisea a través de losregalos se aseguraban: buenas relaciones con los dioses, mutuo reconocimiento, continuidadentre las generaciones, premios y recompensas, firmas de acuerdos, etc.). Cf. REDEN,Sitan von (1995) Exchange in ancient Greece, London, 13-76.

21. Cf. CRAWFORD, Michael (1982): Moneta in Grecia e a Roma, Bari, 3 ss.; WILL,E. (1955): «Reflexions et hipothése sur les origines du monnayage», Revue Numismatique5, XVII, 5 ss.

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común para todos los pueblos de la cuenca mediterránea. Lo que definióun ámbito común, que albergaba suficientes elementos similares, cercanoso comprensibles como un medio favorable de relación, comprensión,entendimiento y cooperación.

2. LA PAZ COMO SÍMBOLO SEMÁNTICO22

Todos los grupos humanos mediterráneos estaban regidos por institu-ciones y definidos por conjuntos integrados y coherentes de pautas deconducta que aseguraban el cumplimiento de funciones socialmente rele-vantes, entre las cuales la cooperación social era esencial. Ésta estabaregida por una serie compleja de normas, reglas y restricciones, que lasalejaba de la simple satisfacción instintiva de las necesidades y los deseos,y que reconoce por encima de todo la mutua dependencia de los individuos,subgrupos y grupos para la realización de sus fines. Por estas razones fuetan trascendental la construcción de conceptos y realidades que transmi-tieran y garantizaran lo mejor posible la continuidad de las sociedades. Trasla invención de la escritura, cuando aparece la representación gráfica dela paz en distintos contextos y realidades sociales, ésta debe ser interpretadacomo un símbolo semántico que representa a tales proyectos y prácticas.

También, en las sociedades en las que ya se había institucionalizadola violencia, particularmente como guerra, tal como detectamos en losprimeros textos de dichas comunidades debió de nacer con más fuerzael concepto de paz. Es posible que en el mismo proceso de abstracciónse conceptualizara la violencia (guerra, ... ) como fenómeno emergentey la paz como situación ya existente (conocida) y contrapuesta, de talmanera que el segundo supuesto, teórico y práctico, sirviera para amor-tiguar o frenar el primero, reconociendo y reforzando las vías pacíficas.El horror de la violencia (guerra, ... ) debía de ser explicado y a su vezneutralizado con un horizonte de esperanza, basado en las propias viven-cias, en que ésta no existiera.23

Las palabras encierran y representan un modelo cultural complejo, poreso es interesante definir el que subyace detrás de una palabra como paz,viendo cómo se emplea el término en cuestión, cuando aparece, cómose articula el concepto, cómo se organizan las metáforas, etc. Su funcióndebía de ser doble: representar la realidad que sobresale cognitivamentey motivar unas actitudes determinadas, y por tanto debió estar ligada, aexperiencias, vivencias, emociones, valores, nociones morales, etc., ligadacon una esfera más amplia del «buen vivir». Así aparece en los primerostestimonios de nuestros trabajos, como una práctica inherente a las so-ciedades mediterráneas y como un valor deseable que debía guiar lasprácticas sociales. Asimismo, paulatinamente parece irse conformandotodo un campo, del que participan también otros conceptos cercanos(tranquilidad, buenas relaciones con los dioses, etc.) que llegan casi aconstituir lo que podríamos llamar una «ideología» de la paz que, deacuerdo con lo visto más arriba, debían de articular muchas de las pro-puestas al respecto y que alcanzaba a las actuaciones de diversos grupose instituciones.

En todas las lenguas y culturas mediterráneas estudiadas por nosotrosencontramos el campo conceptual de la regulación pacífica de conflictos,la paz, representado por una terminología variada, con distintas conno-taciones, pero coincidente en lo esencial con gran parte de sus significantes.Al tratarse de sociedades con escritura, que tienen almacenada lingüís-ticamente esta conducta después de un largo periodo de aprendizaje, sepuede considerar que han concluido en esta «síntesis» como elaboraciónpráctica de su dinámica social. Todo lo cual nos permite trabajar con lahipótesis de que la paz fue percibida como una conducta esencial en estaslenguas y culturas.

Esta polivalencia, plasticidad y polisemia de la paz es esencial, ya quees utilizada en distintos ámbitos (escalas y circunstancias). Es por tantouna idea operativa transversalmente a todas las realidades humanas(individuales, grupales, sociales e internacionales) que sin perder susignificado central (regulación pacífica de los conflictos) se adapta a cadauna de ellas. Por lo que sirve de cohesión para cada ámbito pero a suvez cumple esta misma función para el resto de las relaciones con otrasrealidades humanas; favorece el enlace, la conexión, el diálogo en y entrelos distintos espacios humanos. Tal omnipresencia es muy relevante yaque que el significado básico de la paz es el acuerdo entre dos o variaspartes. Esto quiere decir que, si exceptuamos la divinidad que tiene uncarácter aún más genérico, pocas son las ideas que concitan tal sintonía

22. En este apartado seguimos en lo fundamental las aportaciones realizadas en«Circunstancias de las cosmovisiones...» y «El origen de la “Paz” en las culturas me-diterráneas» en Cosmovisiones de Paz..., 11-28, 373-402, respectivamente.

23. Cf. GALTUNG, JOHAN (1985) «La cosmología social y el concepto de paz», Sobrela paz, Barcelona, 73-105.

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o unión. En consecuencia, siempre que el concepto paz está presente poneen relación a distintos actores y sus circunstancias.

Igualmente, tanto la polisemia de los términos como la existencia deotras palabras complementarias, que en muchas ocasiones aparecen aso-ciadas, no hacen sino extender el campo semántico y social de la paz.En efecto, la eirene griega es complementada, entre otros, por los términoshesychía, homonoías, synthékai; shalom hebrea por sheqet, shalah, shalaw,betah, raga‘, tob; la pax romana por tranquilitas, otium, concordia,quietus; y salam árabe por sulh, aman, sakina, aslaha.24 Todos ellos nosamplían la diversidad de ámbitos donde la regulación pacífica de losconflictos estaba presente, y las distintas vías propuestas para tales fines.

Como mecanismos que aseguraban su supervivencia y continuidad,todas las sociedades mediterráneas elaboraron una serie de patrones deconducta que cohesionaban las relaciones entre los propios individuos,los grupos y la naturaleza, la interrelación ha hecho que muchos de éstossean similares. Sin ninguna duda en todas las culturas (lenguas) existeuna conceptualización de la paz, lo que encierra una gran trascendenciahistórica. Unida con su plasticidad, la capacidad de actuar en distintasescalas, ámbitos y circunstancias: su universalidad, obliga a considerarsu interacción con otros factores presentes en cualquiera de las coyunturasque se analicen.

3. LA IDEA DE PAZ Y LAS PRÁCTICAS SOCIALES

Las sociedades se dotaron de instrumentos para la regular lo maseficazmente posible lo conflictos que aparecían en su seno, como ya hemosreiterado, y de esta manera evitar los efectos más nocivos de los mismos.Son mecanismos que permiten combinar las distintas realidades repre-sentadas por los actores en el conflicto, desde sus necesidades, deseosy anhelos, a sus ambiciones y proyectos. La asimetría y desigualdad entrelos distintos grupos, que por sí mismas, podrían conducir al caos, sabemos

que son salvadas en la mayoría de los casos, posibilitando con ello lasupervivencia y satisfacción de algunas de las expectativas de las partes.La cooperación, la hospitalidad, la concordia, la paz, la filantropía, etc.y otras actitudes de respeto y colaboración con el resto de los congéneresde la especie humana perviven en nuestra cultura a lo largo de miles deaños, de las que estamos viendo algunas muestras muy claras en laAntigüedad mediterránea.25 A pesar de las embestidas de todas las formasposibles de violencia, y la guerra, inventadas por la misma especie, lasupervivencia sigue siendo posible por la larga tradición y el bagaje derespeto y reconocimiento de las necesidades de los demás.

3.1. Relaciones grupales

La presencia de la paz a escala individual tiene además una rentabilidadsocial, pues la tranquilidad, el sosiego y la seguridad que proporciona elsentimiento individual de unos valores morales, marcan pautas de conductaque suponen cierta garantía de convivencia a nivel de relaciones inter-personales. En este sentido, además de lo individual, podemos distinguira lo largo de las múltiples realidades culturales, aquellas relaciones quese producen entre iguales, entre actores que, por pertenecer al mismo grupo,tienen los mismos intereses, con lo que se produciría una paz unificadora,coordinadora. Por otro lado, entre los actores con intereses distintos sellegaría al establecimiento de una relación entre desiguales, con lo quela paz tendría un matiz de negociación y conciliación.

En las relaciones dentro del grupo se proyectan asimismo actitudesque tienden a regular los conflictos frente a elementos externos. Aquí entraen juego la negociación, pero también el sentido de solidaridad y cohesión,los lazos que crea el sentimiento de pertenencia a un mismo grupo conunos intereses comunes. En muchos casos la solidaridad se convierte enun elemento fuertemente constitutivo del sistema. En sentido parecido,la «paz entre los ciudadanos», en Roma, alude a la necesidad y esperanzade paz, de una armonía en el seno de las diversas instancias de la sociedad.26

24. Cf.: CANO PÉREZ, María José, «La paz en el Antiguo Testamento»; ALGANZAROLDÁN, Minerva, «Eirene y otras palabras griegas sobre la paz»; MUÑOZ, FranciscoA.: «La pax romana»; y MOLINA RUEDA, Beatriz: «Aproximación al concepto de pazen los inicios del Islam», todos ellos en Cosmovisiones..., 31-61, 123-152, 191-228, 229-264, respectivamente

25. Cf. SORDI, Marta (Ed.) (1985) La pace nel mondo antico, Milano; HANDS,Arthur Robinson (1968) Charities and Social Aid in Greece and Rome, London.

26. Este deseo de paz queda reflejado en situaciones especialmente conflictivas, comolos acontecimientos de las guerras civiles en el siglo I a. C. en Roma. Véase MUÑOZ,

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Diferentes grupos sociales aparecen directamente interesados en lapaz, todos aquellos a los que la guerra les genera pocos beneficios cuandono enormes pérdidas. La generalidad de todos estos grupos es «el pueblo»:nada tan popular como la paz, la paz es grata y agradable y querida porlos pueblos, significa unidad y tranquilidad, dignidad del gobierno y detoda la sociedad. Los pueblos, los ciudadanos griegos y romanos, si sabíanmantener su derecho, si su toma de decisiones era adecuada son señoresde las leyes, los juicios, la fuerza, los tratados, la fortuna, la vida y lapaz. De otro lado, podríamos decir que son los menos favorecidossocialmente, los no ciudadanos, eran los más beneficiados por la paz,pues con ella se reduce el nivel general de violencia. Este hecho queno es ignorado por las instancias superiores, que procuran arbitrar so-luciones y negociaciones, exteriores e interiores, teniendo en cuenta ladependencia, que a su vez es mutua, dentro del conjunto social, que tienende estos grupos.27

3.2. Pactos y alianzas

Por otro lado, una manifestación clara de este tipo de relacionesintergrupales son las que se concretaron a través de acuerdos formales(pactos, tratados, alianzas, etc.). En todas las lenguas mediterráneas tra-tadas existe una serie de términos que aludían a estas circunstancias, comoprácticas, «pacíficas», que articulan las relaciones y los intereses entreindividuos o grupos sociales. El pacto, como forma institucional concretade regular los problemas entre diversos grupos, tuvo una de sus primeras

manifestaciones en los establecidos entre grupos nómadas con el objetivode solventar problemas de corto alcance, sin embargo con el paso de lostiempos los pactos actuaron a distintas escalas (tribales, estatales, inter-nacionales, etc.), ante diversos conflictos (tierras, prisioneros de guerra,entre ciudadanos, fronteras, mutua ayuda, etc.) y con un carácter preven-tivo o finalista.

Aunque también hay que dejar claro que existían importantes variablesen la organización social, en su instituciones, lo que también condicionalas formas y ritmos de la alianzas internas y externas. Particularmenteel estado como ente catalizador y aglutinante varía en las distintas so-ciedades, tanto en sus referencias temporales como culturales. Por supuestoque el modelo griego (ateniense, siglos V-IV a.C.) y romano (tardarepública e imperio) no son identificables con el estado de Israel (Jeru-salem, s. VIII-VI a.C.), o el fenicio (s. XI a.C-III d.C.), etc. Pero, sinembargo, los pactos, como expresión colectiva y simbólica, aparecensiempre asociados a las instituciones particulares del estado (asambleas,magistrados, tribunales, leyes, etc.) que, al ejercer su autoridad, su poder,debían de ser garantes de la paz, entendida como un derecho, de sushabitantes, frente a la fuerza y la guerra. Es, además, el espacio institucionaldonde se producen el pacto entre los actores implicados. De esta forma,el estado se convierte en una fuente de donde emergen las virtudes quejustifican y garantizan todas estas funciones «pacificadoras» interiores yexteriores, a pesar de que formalmente pudieran aparecer en contradiccióncon otras características o atribuciones del mismo. Se convierte en lainstitución por excelencia «mediadora» entre el bien común al que re-presenta y potencia y el uso de la violencia.

En las instituciones existían diversas fórmulas que articulaban lasrelaciones entre sus representantes y los distintos grupos sociales, lo queconllevó el reconocimiento de la autoridad estable y del poder y soberaníapolíticos que el estado representaba para actuar de árbitro y mediador.Se establece un tipo de acuerdos o tratos, de carácter institucional, cuyofin último era la aceptación de una autoridad que regulaba las relacionesentre los miembros de la comunidad. De manera similar, ante la nuevaconflictividad que generaba la extensión territorial, los estados se vieronimpulsados a crear nuevos mecanismos de regulación pacífica: las ins-tituciones protectoras de extranjeros que, en el mundo griego, garantizabanla hospitalidad o la igualdad social, o el estatuto especial; o en la sociedadislámica, se sometían las comunidades no musulmanas que convivían enun mismo espacio político.

Francisco A. «La pax romana». También después en el Islam, podemos apreciar algo similar,aunque sin una situación crítica de partida, cuando se aboga por la solidaridad, la cohesiónsocial y el respeto de otras comunidades y religiones, valores que desde el principio apuntanhacia una preocupación por la paz, desarrollándose un conjunto de normas y actitudesque actúan tanto entre los individuos componentes de la Umma (Comunidad) como enlas relaciones con otros grupos.

27. La clientela, la caridad y el evergetismo son hasta cierto punto correccionesrelativamente encubiertas de estos desequilibrios. Cf. HANDS, Arthur Robinson (1968)Op. Cit.; VEYNE, Paul (1976) Le pain et le cirque. Sociologie historique dùn pluralismepolitique, Paris. Por otro lado, en la sociedad islámica «la protección al más débil» seconvierte en un principio elemental que trata de desarrollarse mediante la estipulaciónde determinados pactos y compromisos.

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Una consecuencia final, y tal vez perseguida es que la paz supuso,también, una vía «económica», rentable de regulación de los conflictos,en la medida que, al menos a partir de un determinado momento «ahorraba»energías de los actores que se decidieron a escogerla. Desde esta pers-pectiva es posible que el aprendizaje en un espacio u otro conllevara, conun mínimo de capacidad analítica y abstracción al alcance de cualquierpersona o grupo, la posibilidad de utilizarla en otros distintos. La ingentecantidad de experiencias vistas en tan variadas circunstancias podría avalartal hipótesis. Todas estas razones son las que nos reafirman en que la pazfuese una categoría fundamentalmente social muy arraigada en toda larealidad mediterránea.

Observamos, en definitiva, cómo se fue produciendo una remodelacióny ampliación del concepto de paz, desde la escala «micro» hacia con-cepciones más elaboradas, que coinciden con el gradual desarrollo or-ganizativo y la complejidad de las sociedades. Incluso en circunstanciasde expansión, como en los casos del Imperio Romano o las conquistasdel Islam, la necesidad de adaptarse a nuevas situaciones propicia mo-dificaciones en la forma de concebir la paz, que permitieron articular yestablecer unas relaciones estables con los pueblos y comunidades some-tidos.

3.3. Relaciones exteriores. Paz frente a guerra

La paz fue continuamente un «objetivo» perseguido por las relacionesexteriores. Una meta hasta la cual puede que existieran muchos condi-cionantes y mediaciones, pero que siempre orientaba el deseo de los actoresimplicados. A pesar de que se quieran imponer o defender unos criterios,o intereses por la fuerza, el objetivo final era siempre la paz, del vencedor,del vencido, o de ambos. Es tan grande su «significado» que se oponíaa la mayor de las desgracias, la guerra. Efectivamente, el principal an-tagonista de la paz es la guerra. Es en la guerra donde se concentrabala mayor capacidad destructiva, la mayor violencia, hacia las vidas humanas,hacia los bienes que garantizan su supervivencia. No es de extrañar, portanto, que una gran parte de las referencias de la paz estuviese relacionadacon la guerra, con las relaciones internacionales que la regulaban. En esteantagonismo se representan bastantes de los anhelos de las sociedades,de los significados de la paz frente al simbolismo de la guerra como elalter ego del leviatán.28

Una de las manifestaciones de tal antagonismo era la relación pazinterior/guerra exterior, el «orden interior» se ve en peligro frente a laperversión exterior. El equilibrio de la paz garantizada por las tradiciones,las instituciones, el estado se ve cuestionado por acciones exteriores. Eneste sentido se pueden reconocer unos lazos muy estrechos entre lanecesidad de mantener el «orden interior» frente al «desorden exterior»,con lo que las tensiones internas pasarían a un segundo plano. Losconflictos entre ciudadanos se atenuaban, o se postergaban, propiciandola concordia ante un peligro exterior; de esta manera la continuidad deconflictos externos es, en ocasiones, promotora de la «paz interna» y, ensentido inverso, la «paz interior» proporcionaba un grado de seguridadante eventuales peligros exteriores. En cualquier caso cabe destacar cómoestas situaciones, en definitiva, se conviertieron en importantes pruebaspara demostrar la capacidad positiva de los gobernantes para administraruna realidad complicada y compleja.

Los intereses y expectativas de los diversos grupos podrían ser com-pletamente distintos, aunque en coyunturas determinadas pudieran coin-cidir. Es difícil saber cual era realmente la actitud de los diversos sectoresde la población ante la guerra, pues en su toma de decisión colectivaentraban a formar parte desde valores individuales, sicológicos e ideo-lógicos, hasta situaciones privadas y colectivas que difícilmente puedenser recogidas por las fuentes.29

De cualquier forma, sí podemos afirmar que, al nivel que refleja ladocumentación existente, la dinámica de las relaciones exteriores sedesenvolvía generalmente bajo las pautas de un interés por aminorar enlo posible los costes que supondría el mantenimiento de situaciones deviolencia, aunque en ocasiones se dieran de hecho. Así, la epigrafía y lahistoriografía nos informan de la importancia que, en la cultura griega,

28. Tal antagonismo queda muy claro en el propio Tucídides (¿No os parece que lapaz procura honores y glorias menos peligrosas y otras ventajas que sólo en un largodiscurso podrían exponerse...

En Roma la premisa Pax ac bello se reafirmaba en su primera parte en detrimentode la segunda.

29. En el caso de Roma y de Israel tenemos claras noticias, desde casi sus orígenes,de cómo muchos de los conflictos surgidos con sus vecinos eran regulados medianteacciones diplomáticas, pactos y alianzas, que de esta forma se convirtieron en una garantíade su prosperidad. Cf. FÉRNANDEZ BAQUERO, María-Eva: «Regulaciones pacíficasen la Roma monárquica» en Cosmovisiones..., 153-189.

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tenían los procedimientos no violentos de regulación de conflictos inter-estatales, y cómo la ausencia de conflicto armado era considerada un bien.30

De modo similar, en las demás culturas se constata una abundante termi-nología para describir las relaciones no directamente violentas entre losestados. La mayoría de los testimonios se refieren al establecimiento deacuerdos y tratados internacionales que demuestran cómo todas las forma-ciones sociales son conscientes de la importancia de unos valores que puedenfacilitar las relaciones entre los pueblos, aunque esto no excluya la exis-tencia de conceptos inversos, como subordinación o dependencia.

En cuanto a las actitudes de otros estratos de la sociedad, comodecíamos, no disponemos en general de la suficiente documentación.Aunque la presencia del signo paz en la lengua «común» es indicativode tal valor que pudiera alcanzar a todas las capas sociales. También, puedeser bastante significativo el análisis de obras de la literatura popular, trascuyo simbolismo podemos entrever algunas de las concepciones de aquellosestamentos que no suelen aparecer directamente en las fuentes historio-gráficas. Igualmente, podemos recurrir en algunos casos a fuentes indi-rectas, que nos permiten complementar y ratificar lo dicho anteriormente.Un caso significativo es la presencia de la pax en un vehículo de propagandapolítica e ideológica como son las monedas romanas.31

3.4. Las deidades y la paz

Sin duda el que existieran unas relaciones entre las deidades y la pazes la mas clara confirmación de su valor social. La entrada en el panteónpara aquellos (as) dioses (as) cuyas virtudes pacíficas jugaron un papelrelevante, nos confirma su carácter popular e interclasista, lo cual era unacualidad que podía ser operativa en la relación entre los distintos grupossociales. En la medida en que participasen del mismo valor, éste podríaser apelado por cualquiera de las partes para evitar los enfrentamientosy favorecer el diálogo y la negociación.32

Es llamativo su carácter femenino frente a los dioses de la guerra.Aspecto que debe de tener su relación con las actitudes «pacíficas»,desarrolladas por las mujeres. Mientras que los hombres -lo masculino-practicaban y usufructuaban la guerra, la violencia, las mujeres -lo fe-menino- que no participaban directamente en la guerra, son las encargadasde reproducir la vida, y encarnaban la paz. La construcción de géneromasculino/femenino creó esta dicotomía en las sociedades patriarcales,en la que hombres y mujeres jugaban roles sociales diferenciados, en estecaso ante la guerra (violencia) y la paz. Los dioses en cuanto representaciónideológica de la realidad, la reflejaban y reproducían.33

Esta identidad «femenina» de la paz tuvo además su extensión en laasociación léxico-simbólica que se produce en algunas culturas, tales comola griega y la latina, donde observamos cómo los términos de paz sonfemeninos. Sin embargo, en las lenguas semíticas, en concreto hebreo yárabe, la paz era una palabra de género masculino, aunque también existenderivados femeninos (salama, amana, etc.). Hay que señalar, sin embargo,que no sólo fue relevante la asociación simbólica entre lo femenino y lapaz a través del léxico y del imaginario, sino que probablemente lo fueratambién la asociación real con la práctica de la paz tal como vimos conanterioridad.

Al margen de las asociaciones del léxico, hemos podido constatarcómo en todo el ámbito mediterráneo las actitudes religiosas actuabanen determinadas circunstancias como elementos importantes en la gestiónde la paz. Los dioses, sean únicos o diversos, pueden desempeñar unafunción mediadora, como gestores de la paz, ya que al presentarse comoproyecciones de los deseos y aspiraciones de los individuos, catalizanlas invocaciones y prácticas de la paz. Esta función de «lo divino» estáampliamente ejemplificada, en casos tales como las ceremonias de ra-tificación de los tratados griegos, o la presencia de los dioses en la Romamonárquica como garantes de ciertas propuestas pacíficas. Pero dondetal vez este aspecto cobraba especial relevancia era en las civilizacionesmonoteístas, como la judía, la cristiana, o la islámica, donde la paz remitía,en última instancia, al orden de Dios, el cual se presentaba en muchasocasiones como el verdadero autor y administrador de la paz, el que

30. Cf. ALGANZA ROLDÁN, Minerva Op. Cit.31. Cf. MUÑOZ, Francisco A. - DÍEZ JORGE, Elena: «Pax orbis terrarum. La paz

en las monedas romanas», Florentia Iliberritana 10, 211-25032. Para satisfacer todas estas expectativas los dioses en sí mismos debían tener una

vida eterna y serena con una profunda paz (deorum pacem), alejados de los asuntos

mundanos para orientar, de esta forma, a los humanos. Esta identidad está aún mas claraen las religiones de libro (judaismo, cristinanismo e islam).

33. Cf. En este mismo volumen la aportación de MARTÍNEZ LÓPEZ, Cándida.

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protegía a las criaturas y repartía seguridad, para lo que se apoyaba enelementos tales como la concordia, la armonía, la mediación, etc. Eneste sentido, la divinidad, y la religión, actuaban como generadoras decomportamientos pacíficos, al propugnar la paz como última forma deconcordia; por eso se hablaba de «recompensa» -ya sea espiritual omaterial-, de promesas de bienestar, concordia y seguridad, a cambiode mantener ciertas actitudes positivas que garanticen la consecuciónde una paz social eficaz y duradera.34

También ciertas costumbres y prácticas ligadas a lo religioso estabanconectadas con comportamientos sociales de carácter pacífico, así lasexpresiones de saludo por la paz, asociadas, a un deseo de armonía ycohesión entre los miembros del grupo. Igualmente significativa es laexistencia, en la práctica totalidad de las culturas mediterráneas, de di-versos ritos y ceremonias religiosas que refuerzan el papel de la paz enlos asuntos públicos y colectivos, lo que viene a corroborar nuestra anteriorafirmación de la colaboración de lo «divino» en la valoración social dela paz.

4. UNA ÓSMOSIS INTERCULTURAL Y PACÍFICA

El análisis diacrónico, además del sincrónico, contribuye a poner demanifiesto cómo las experiencias históricas nos muestran la realidadmediterránea unitaria, un Mediterráneo que históricamente se va cons-truyendo mediante la creatividad de cada sociedad y cultura y sus rela-ciones con las demás. La distribución espacial se ve completada con unaamplísima distribución temporal: desde el siglo IX a.C. en el mundo judíohasta, al menos, el siglo X d.C. en el mundo cristiano e islámico. Ambascircunstancias, la espacial y la temporal, son las que nos permiten avanzarla hipótesis de la universalidad de la idea de paz en todo el ámbitomediterráneo. Aunque tal universalismo haya que contextualizarlo en loslímites que nos marcan la información y el propio significado de la pazen cada contexto social.

Efectivamente, en contra de lo que ciertos análisis tradicionales hayanpretendido mostrar, no todo es un salto o una ruptura de una cultura aotra; existen muchas experiencias de préstamo y asimilación de visionesanteriores o coetáneas. Así, de igual modo que determinadas ideas filo-sóficas o religiosas originadas en el marco mediterráneo han pervividohasta el punto de conformar actualmente la concepción del mundo oc-cidental, en el ámbito de las experiencias y prácticas pacíficas se puedeconstatar la pervivencia de una cosmovisión de una cultura a otra. Delmismo modo, no es fortuito que muchos de los aspectos que definen lapaz en el mundo judío coincidan llamativamente con las ideas y valoresdesarrollados posteriormente en el Islam, o que determinados valores delmundo griego tengan su correlato en los modos de relación pacífica enRoma. Esto se podría explicar por procesos de pervivencia y asimilación:recordemos, por ejemplo, cómo el contacto con determinadas teorías yfilosofías griegas (caso de la filosofía estoica a partir de la segunda mitaddel siglo II a. C.) fueron aprovechadas, en la época romana, como mediode articular las relaciones entre grupos en conflicto.

Estos y otros ejemplos explicarían cómo la unidad que caracteriza alMediterráneo emana, no sólo de un espacio geográfico común o de unascondiciones naturales, sino también de esa continuidad que va creandoel paulatino paso y transición de pueblos y culturas y que, en últimainstancia, justifica la pervivencia, desde su nacimiento, de la idea de paza través de todas las épocas.

La presencia en todas la culturas estudiadas del concepto de paz, nospermite a su vez, entrever su presencia en otros ámbitos geográficosmediterráneos a los que no hemos podido acceder por el momento.Efectivamente, en el mundo judío, Grecia, mundo helénico, todo elMediterráneo con Roma, norte de África y demás territorios conquistadospor los árabes, etc. se da la presencia de medios, más o menos coincidentes,de regulación y entendimiento pacífico. Lo que significa que, pese a ladistancia temporal, las distintas culturas mediterráneas participan de esaunicidad que les confiere la transmisión de unos valores -espirituales,intelectuales, políticos, etc.- que se forjaron en un mismo entorno geo-gráfico.

Sin olvidar que todas las sociedades producen ambivalentementemecanismos violentos y pacíficos de regulación de sus conflictos, con-sideramos significativo el hecho de que las comunidades, que se vanasentando en el ámbito mediterráneo, recurran invariablemente a mediosde entendimiento pacífico, tanto a nivel personal como grupal e intergrupal.

34. Cf. ALGANZA ROLDÁN, Minerva. y Otros (1997) «Cosmovisiones de paz enel Mediterráneo. Una primera aproximación», CANO, María José y MUÑOZ, FranciscoA. (eds) Hacia un mediterráneo pacífico, Granada, 50-53.

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Aún cuando en algunas de ellas no existiera todavía el concepto de pazcomo tal, siempre usaron elaboraciones que contribuyen a regular lasrelaciones y a complementar el sentido positivo de la paz. Dichas rea-lidades se plasman, en todas las culturas y lenguas, en diversos términosy conceptos tales como amistad, saludo, concordia, hospitalidad, etc., cuyacoincidencia nos permiten afirmar la presencia espacial unitaria, de re-laciones de entendimiento con el entorno, independientemente de losmodos concretos de realización, que lógicamente variarán según lascircunstancias.

De este modo -dentro del incesante vaivén al que se vieron sometidaslas culturas, donde las situaciones conflictivas, de uno y otro signo, fueronuna constante- podemos descubrir cómo la paz, en su sentido más amplioy abstracto, es también un elemento constante y omnipresente que tienela función de integrar realidades y situaciones a veces bastante dispares.En este sentido, hemos podido comprobar que existen multitud de actitudespacíficas con una función «mediadora», puesto que contribuyen a ajustary coordinar intereses distintos y hasta contrapuestos, ya sea entre miembrosde una misma comunidad o entre sociedades distintas.

Cabe también imaginar que esta coincidencia espacial estuviese ligadaa la continuidad temporal, con la transición y pervivencia de cosmovisionesculturales de unas culturas a otras, dando lugar a fenómenos de intercambioy adaptación. Minoicos y, sobre todo, las colonizaciones fenicia y griegaque se extendieron por todo el Mediterráneo entrando en contacto connumerosas comunidades indígenas, contribuyeron, desde el segundo milenioa. C. en adelante, a poner en contacto los conocimientos de unas orillasy otras del Mediterráneo. La diplomacia, como institución de paz, estuvosiempre en primera fila de estos intercambios, como un mecanismo garantede las mejores condiciones para las relaciones que se establecían. Elconcepto de paz en sus escalas grupales e internacionales debió de jugarun papel de primer orden en la creación de esta trama mediterránea, demanera que incluso pudo haberse convertido en uno de sus atributos.

Precisamente en esta capacidad de ósmosis intercultural, de sincretizar,y en el uso de la diplomacia (también -por supuesto- en el uso de la fuerzade los ejércitos cada vez que era necesario) residío gran parte del «éxito»de la expansión imperial romana. En su actitud pragmática de recibir yreadaptar experiencial y experimentalmente todas aquellas propuestas quele pudiesen ser útiles para asegurar su hegemonía. Las proposiciones deregulación pacífica de los conflictos no pasaron inadvertidas a los diri-gentes romanos.

En las aproximaciones que hemos hecho a los distintos momentoshistóricos, hemos podido comprobar que las experiencias analizadas sonrepresentativas en la medida en que constituyen un hilo cronológicocoherente: se dieron unas constantes en los valores de los pueblos quesucesivamente se fueron asentando en el Mediterráneo, de manera que,trascendiendo el tiempo, dichas experiencias constituyen la base de unaconfluencia que nos permite hablar de una «cosmovisión mediterránea».Esta relativa continuidad a través del tiempo nos lleva a reconocer cómotodas y cada una de las culturas que existieron se definieron medianteun mutuo reconocimiento y aprendizaje.

Para terminar, recordar cómo en todas las concepciones de la paz, existeun proyección hacia el futuro, un desideratum, en el que las relacionesentre las personas, los grupos, las comunidades, los estados, y todas lascircunstancias que los rodean eran regidas por la paz, una paz profética:omnipresente, universal, larga, eterna, duradera, perpetua, constante,sempiterna y futura, convirtiéndose en una garantía de las condicionesde vida de las sociedades y generaciones venideras.

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ALGUNAS IDEAS SOBRE LA PAZ EN LAHISTORIA ÁRABE ISLÁMICA

BEATRIZ MOLINA RUEDAInstituto de la Paz y los Conflictos

Universidad de Granada

Aunque afortunadamente empiezan a aparecer otras visiones oc-cidentales del mundo árabe islámico, la tradicional tendencia generala percibir el islam y lo árabe como problema, conflicto y oposición,no nos ha abandonado del todo. Se trata de una tendencia con raíceshistóricas que, convertida en un tópico, no es fácil de erradicar. En efecto,si hacemos pequeños cortes transversales en la historia de nuestrasrelaciones mutuas, encontraremos algunos señalados acontecimientosque inmediatamente son percibidos en clave de choque o enfrentamientoy, por consiguiente, como generadores de conflictos (políticos, religio-sos o culturales) que se resuelven de forma violenta: las Cruzadas sonun foco de conflictos religiosos y militares que enfrentan al Islam contrala Cristiandad; la caída de Granada es asimismo un acontecimientoconflictivo de carácter político, que genera violencia y que supone la«victoria» de Occidente sobre los musulmanes y el anuncio hacia laEuropa moderna; la expedición de Napoleón a Egipto en 1798 señalaun giro en la historia de los árabes que, pese a tener una dimensiónde contactos culturales positivos, presenta no pocas connotaciones deconflicto violento, por cuanto se convierte en símbolo de la expansióneuropea sobre un mundo «ignorante» y «atrasado». Por otra parte, desdeantiguo, se han desarrollado visiones negativas, o cuando menos ses-

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gadas, del mundo árabe islámico: «conquistadores o invasores» en laépoca de al-Andalus, «mundo exótico e indolente» según la visión delromanticismo, «atraso, tercermundismo e ignorancia» en la época delas colonizaciones, «el enemigo» que representa el Islam frente alCristianismo en la Edad Media, o el «fundamentalismo islámico» enla época actual.

Esta visión histórica responde a razones posiblemente reales, perotambién en buena parte a un deficiente conocimiento, cuando no a undesconocimiento sin más, de la realidad árabe islámica, la cual es concebidade una manera esquematizada y simplista, como si se tratara de una entidadmonolítica y no de la realidad viva, dinámica y diversa que es, comocualquier civilización o formación humana producto de las más diversasinterferencias en el tiempo y en el espacio.1 Por eso, adoptando una nuevaperspectiva y con el ánimo de contribuir a una Historia de la Paz, esnecesario hacer una relectura de la historia árabe musulmana que tratede recuperar, impulsar y difundir el reconocimiento de los factores depaz que le son propios, como por ejemplo la existencia de una solidaridady una cohesión social, la conciencia -en determinados momentos- de unoslazos de identidad mediterránea, la utilización de mecanismos para regularla convivencia, o la presencia en el islam de unos valores que pertenecena la esfera de la paz. En esta dirección, nos proponemos hacer aquí algunasreflexiones sobre los posibles elementos y manifestaciones de carácterpacífico que históricamente han estado presentes en la civilización islámicay que en general han sido obviados en los diversos acercamientos quedesde Occidente se han hecho a la historia del mundo árabe islámico.Partiendo del origen mismo del Islam y su concepción primigenia en laépoca del Profeta Muhammad, me centraré fundamentalmente en algunosaspectos del islam medieval mediterráneo.

1. ISLAM Y PAZ

Hablar de paz en el islam supone, de entrada, tener en cuenta las muydiversas y variadas manifestaciones que el término «islam» engloba a lolargo de su historia. Se trata de un fenómeno de tal amplitud y complejidad

que sería prácticamente imposible abarcarlo en su totalidad, sin correr elriesgo de ser superficiales o, lo que es peor, tergiversar o malentender algunasde las más genuinas representaciones, ideas e interpretaciones de lo islámico.

Por consiguiente, el primer paso sería clarificar qué entendemos por«islam», es decir, qué realidad histórica, geográfica o cultural abarca,cuáles son los rasgos esenciales de su naturaleza, cuál es su relación ypuntos de convergencia o divergencia con «lo árabe», esa otra realidadque coexiste con el islam desde sus orígenes, etc. Al preguntarnos quémanifestaciones, modelos y realidades se engloban bajo el rótulo «islam»,se nos abre un abanico de posibles respuestas: ¿se trata del fenómenoreligioso, social y político que hizo su aparición en el siglo VII de la eracristiana?, ¿de la religión que, en sus diversas variantes, practican hoydía más de novecientos millones de personas en unos cuarenta países detodo el mundo?, ¿del islam actual, tan frecuentemente asimilado por losmedios occidentales a los llamados movimientos islamistas o fundamen-talismo islámico?, ¿de las diversas manifestaciones culturales (filosóficas,literarias, estéticas, etc.) que en el mundo árabe islámico se desarrollandesde la Edad Media hasta la actualidad?... Las opciones podrían ampliar-se, pero creo que es suficiente para dar una idea de la riqueza y diversidaddel fenómeno que denominamos «islam», así como de la dificultad deabarcar todos sus aspectos y circunstancias. Podemos decir que, en rea-lidad, existen tantos «islam» como grupos humanos y culturales a éladscritos.

Aclaremos desde el principio que, dentro de esa amplia gama derepresentaciones de lo islámico, nuestro análisis se centrará en algunosaspectos concretos de esta historia, considerados como fenómenos cul-turales propios del islam, pues hay que recordar, por obvio que puedaresultar, que el islam, además de ser efectivamente una religión, es muchomás, el islam constituye una ley, una política, un fenómeno social, unmodo de vida, una civilización en suma. Y es desde esta perspectiva decivilización universal -con unas formas concretas de organización- comohan de enfocarse sus diversas y polifacéticas manifestaciones; inclusocuando hablemos de lo religioso -lo que forzosamente ocurrirá con fre-cuencia- habrá de entenderse y considerarse como parte integrante einseparable del fenómeno global que supone la civilización.

En segundo lugar, nos referiremos de manera más concreta al ámbitode lo árabe islámico, tratando de aproximarnos a algunas de sus mani-festaciones históricas más significativas -ya sean de índole religiosa, socialo intelectual- que nos permitan identificar las pautas no violentas y los

1. Sobre algunos aspectos de la visión occidental de lo árabe, véase MARTÍNEZMONTÁVEZ, Pedro (1994) Pensando en la historia de los árabes, Madrid. 217-227.

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rasgos «pacíficos» que en muchos momentos han guiado las prácticas ylos comportamientos de esa sociedad. La opción no es caprichosa, sinoque obedece tanto a razones prácticas como de método, pues, al tiempoque delimita y aquilata una trayectoria histórica e intelectual hasta ciertopunto más homogénea, nos permite enlazar con el espacio mediterráneocomo un elemento que confiere cierta unidad y regularidad a las concep-ciones e ideas sobre la paz.2 No olvidemos, en este contexto, que elproyecto, o uno de los proyectos, árabe islámico en el mundo modernoy actual contempla como eje básico la dimensión mediterránea.3 Convienerecordar asimismo que, si bien es cierto que lo árabe coincide con loislámico en una gran parte, el islam abarca una realidad más amplia yconstituye un fenómeno de mayor alcance dentro del cual se ubica lo árabe.Lo que hace que con frecuencia ambos conceptos vengan a confundirsey asimilarse es su estrecha relación e implicaciones históricas así comoel crucial papel que el elemento árabe tuvo en la creación misma del islam,de tal modo que puede decirse que el islam nació árabe: su fundador, elProfeta Muhammad, era árabe, la lengua que sirvió a su difusión yexpansión fue la árabe -lengua además del texto sagrado-, una ampliamayoría de los árabes son musulmanes y lo islámico es -junto con la lenguaárabe y el legado histórico-cultural compartido- el componente esencialde la arabidad, al tiempo que constituye uno de los principales factoresde convergencia del mundo árabe.4

Una segunda cuestión que nos ayudará a aclarar la opción que noslleva a considerar diversos fenómenos y prácticas islámicas dentro delcampo de la paz, es precisamente el enfoque y conceptualización que sobrela misma debemos adoptar. Sólo mediante un cambio de paradigma,proponiendo nuevos modelos de paz, podremos contribuir a una nueva

lectura de la historia árabe islámica desde una óptica menos violenta;5

por eso hemos de optar por una nueva perspectiva de lo que implica ypresupone la paz, por ese nuevo enfoque que propugna lo que en los mediosde la Investigación para la Paz en España se viene llamando la «pazimperfecta».6

Partiendo pues de estos presupuestos, entendemos que la paz, en susentido más amplio, puede abarcar múltiples aspectos de la realidad y dela historia de un pueblo. Así, podemos referirnos a una paz formal reguladainstitucionalmente; a una paz social, que en cierto modo deriva de laanterior pero que también está mediatizada por un conjunto de percep-ciones y comportamientos interiorizados por los individuos y grupos yque va más allá de lo estipulado por las instituciones, abarcando prácticasy usos que hacen referencia al plano de lo simbólico y mítico, o alimaginario de un pueblo.7 Podemos hablar también de una paz ética ode una paz espiritual, en conexión con lo religioso, con los comporta-mientos del individuo y sus relaciones con lo transpersonal; o referirnosal ámbito de las relaciones externas; o de las manifestaciones culturales,donde cabe un conjunto de prácticas, acciones y experiencias que reflejanel deseo, por parte de los diversos actores, de regular pacíficamente losconflictos; dichas acciones pueden ir desde manifestaciones religiosashasta artísticas, literarias, lingüísticas o tecnológicas. Podemos inclusohablar de paz intercultural, si atendemos a las constantes relaciones quetoda comunidad humana establece históricamente con otros pueblos yculturas.

2. Véase MUÑOZ, Francisco A. y MOLINA RUEDA, Beatriz (eds.) (1998), Cosmo-visiones de paz en el Mediterráneo antiguo y medieval. Granada.

3. Véase al respecto MARTÍNEZ MONTÁVEZ, P. (1999) Los árabes y el Medite-rráneo: reflexión desde el final de siglo. U.A.M.

4. Para una aclaración más amplia de los conceptos «islam» y «árabe» y sus inte-rrelaciones, puede verse por ejemplo RODINSON, Maxime (1981) Los árabes. Madrid;ANTAKI, Ikram (1989) La cultura de los árabes. Madrid; MARTÍNEZ MONTÁVEZ,P. (1997) El reto del islam. La larga crisis del mundo árabe contemporáneo. Madrid.

5. Véase las propuestas que a este propósito se hacen en el capítulo «El re-conocimientode la paz en la historia», de. MUÑOZ, Francisco A. y LÓPEZ MARTÍNEZ, Mario, eneste mismo volumen.

6. Sobre este concepto véase MUÑOZ, F. A. (1995) «Some notes about ConflictRegulation in the Ancien Mediterranean. Structural Violence and ‘Imperfect Peace’»,Papers of the Peace History Commision, IPRA - Malta, Oslo & Oxford, 193-200; y MUÑOZ,F. A. (1999) «La paz imperfecta: apuntes para la reconstrucción del pensamiento ‘paci-fista’», Papeles de cuestiones internacionales, CIP, 65, 11-14.

7. Sobre el papel del imaginario cultural en la configuración de las distintas visionesdel mundo, que tienen su incorporación en la historia, puede verse SÁNCHEZ CAPDEQUÍ,Celso (1999) Imaginación y sociedad: una hermenéutica creativa de la cultura. Madrid.En este sentido, si partimos de que las representaciones míticas constituyen un tipo demanifestación cultural que forma parte de la cosmología, de la visión del mundo, a travésdel mito y su simbología podremos acercarnos a las cosmovisiones de paz, y también deviolencia, que son inherentes al conflicto. Un excelente análisis del mito y sus mediacionessimbólicas en la cultura árabe islámica puede encontrarse en VIDAL LUENGO, Ana R.La dimensión mediadora del mito árabe islámico: la Sirat Baybars. Granada (en prensa)Véase también, de la misma autora, La regulación pacífica de conflictos en la ‘Sirat al-Malik al-Zahir Baybars’, Tesis Doctoral, Granada, 1999.

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No cabe duda de que todas estas formas o manifestaciones de la pazpodemos encontrarlas, en mayor o menor grado, en la historia de lacivilización islámica. En lo que sigue trataremos de aproximarnos a algunasde ellas, teniendo en cuenta las especificidades que le subyacen.

2. ELEMENTOS DE SOLIDARIDAD, ARMONÍA Y CONCORDIA

Como decíamos, el mundo árabe e islámico constituye una realidadtan rica, variada, múltiple y polifacética, que podemos suponer de entradaque en ella debieron darse situaciones y circunstancias de muy diversaíndole. Muchas de ellas serían sin duda generadoras de conflictos, sinembargo en muchas otras se tendería a arbitrar mecanismos y salidas parauna regulación no violenta de los mismos. Y es precisamente en esteaspecto de desvelar la presencia de alternativas más pacíficas, donde laInvestigación para la Paz puede desempeñar una importante labor: enprimer lugar, contribuyendo a situar los hechos históricos en sus justoslímites, con el reconocimiento de valores positivos y pacíficos -quetambién forman parte de esa historia- y, en segundo lugar y en últimainstancia, tratando de generar una dinámica transformadora que ayude apensar y a construir un porvenir más justo y pacífico para esas sociedades.

Si nos detenemos en los primeros momentos de la existencia de lacivilización árabe musulmana, no nos será difícil comprobar que el islamcontiene en su propia esencia diversos elementos que se sitúan en la esferade las relaciones pacíficas. Me estoy refiriendo obviamente, no a una «pazperfecta o absoluta», sino a determinados valores, actitudes e ideas queoperan como fuerzas mitigantes de la violencia en la que pudieran re-solverse determinados conflictos. Esas actitudes y valores las encontra-remos en primer lugar en el ámbito estricto de lo religioso. Estaríamospues, al menos aparentemente, ante un tipo de paz espiritual que semanifiesta en el campo de las relaciones del individuo con Dios y,subsidiariamente, con los demás miembros de la comunidad. Habría quehacer, sin embargo, las matizaciones oportunas a la hora de conceptuarel islam exclusivamente como un credo religioso, pues ya hemos dichoque aquél contiene otras dimensiones además de la puramente religiosa,aunque ésta sea fundamental. Pero incluso la consideración específica delcarácter religioso del islam no disminuiría en nada el valor de esoselementos pacíficos, puesto que es un hecho comprobado que las religionesestablecen unos vínculos especiales con la paz y que en ellas -especial-

mente en las monoteístas- se da una serie de elementos subjetivos comoconcordia, amor, perdón, mediación, etc., que nos acercan a la paz. Noobstante, y para no correr el riesgo de dar una visión sesgada, debemosenfocar el fenómeno religioso desde una perspectiva que supere el dua-lismo entre «lo religioso» como expresión de la relación entre el serhumano y lo transcendente, que remite exclusivamente al ámbito de losagrado, y «lo temporal» como expresión del vínculo de los seres humanosentre sí, en el ámbito de lo profano.8 En esta dirección, y en contrastecon la idea negativa del Islam como una religión intransigente, rígida yfanática, hay que tratar de reconocer y poner de relieve un conjunto devalores que son inherentes al ser humano como tal, independientementede su credo o adscripción religiosa. Encontraremos así en el islam unaserie de aspectos positivos -como la tolerancia, la solidaridad o lagenerosidad- que el creyente asume como una prescripción religiosa, peroque no son exclusivamente una formulación teórica del texto sagrado sinoque, como veremos, constituyen una práctica, al menos en determinadosmomentos de la historia

No podemos olvidar, por otra parte, la importancia de la religión, decualquier religión, como un hecho histórico y social que contiene unosobjetivos, no sólo espirituales sino también temporales, como puede sercubrir una serie de necesidades y/o alcanzar ciertos logros sociales ymateriales de los individuos. Si el islam, como religión, suministra unosvalores espirituales de concordia y solidaridad -que juegan como elementoconvergente dentro del mundo árabe-, como civilización también poseeunos valores y dimensiones profanos y universales. No se puede negar,por tanto, que la religión islámica tuvo un efecto social, al intervenir enla modificación de las condiciones de vida de los individuos y presentarciertos beneficios a quienes no estuvieran satisfechos con el orden socialanterior.9 De esta forma el islam -de acuerdo con las circunstanciashistóricas y sociales en las que surgió- estaba actuando como reguladorde las relaciones entre individuos y grupos, como elemento de cohesión

8. Es en este sentido en el puede hablarse de la dimensión religiosa de la paz,contemplando además la necesidad de expurgar el concepto de religión de su carácter máspuramente institucional y trasladar a un primer plano la dimensión religiosa del ser humano,que las diferentes tradiciones religiosas expresan de formas distintas. Véase al respectoPANIKKAR, Raimon (1993) Paz y desarme cultural. Santander, 59 y ss.

9. Esto explicaría en parte el tan señalado éxito y rapidez de la expansión del islam.

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entre los miembros de la naciente comunidad. Para lograr una convivenciamás o menos aceptable que garantizase la supervivencia y la continuidadde la nueva religión, había que procurar regular del modo más armoniosoy pacífico posible las relaciones entre los componentes del grupo, y ellose consigue promoviendo una serie de actitudes y valores como la so-lidaridad, la honradez, la bondad, el amor, la compasión, el perdón, lagenerosidad, la justicia, etc. Todos estos conceptos se hallan presentesen el texto coránico -fuente primera y principal de todos los preceptosreligiosos y sociales del musulmán- donde se plantean como valores yvirtudes ligados a las pautas de comportamiento de los creyentes, y sinduda el seguimiento, por parte de estos creyentes, de unas determinadaspautas de conducta aseguraría en buena medida la armonía y concordiadentro de la comunidad.

Sin duda, el «hecho coránico» plantea las bases esenciales de lo queserá el islam a lo largo de su historia, pues va a marcar, no sólo la normareligiosa de los creyentes, o sus concepciones teológicas, sino tambiénsu pensamiento, sus modos de actuación y, en suma, buena parte de lascaracterísticas culturales, sociales, intelectuales o políticas de toda lasociedad. Si el texto coránico es la fuente fundamental para cualquieraspecto de la vida, individual o social, del musulmán, también lo es parael acercamiento a la idea de paz en el islam. En efecto, podemos comprobarcómo en él quedan reflejadas dos concepciones básicas sobre la paz: unapaz interna, ligada a lo religioso, que implica un estado de seguridad ybienestar asociado a situaciones de armonía y prosperidad, y, en segundolugar, una noción de paz activa que atañe a la actitud ante otros gruposy que -mediante el establecimiento de determinados pactos y acuerdos-refleja una voluntad de regular las relaciones con esos grupos de formapacífica10

Si -como hemos dicho- el Corán trata de potenciar unos valores desolidaridad, armonía, armonía, concordia, etc. (seguramente con el objeto

de lograr una integración y una convivencia lo más pacífica posible entrelos miembros de la comunidad), cabe preguntarse hasta qué punto esasactitudes religiosas traspasan el ámbito espiritual e individual para con-vertirse en valores sociales. Aunque sin duda se trata de virtudes y valoresque tienen, en primera instancia, un significado y unas connotacionesreligiosas, de paz interior, es posible además encontrar en ellas unadimensión que sobrepasa la pura espiritualidad para asentarse en lo tem-poral, en el ámbito de lo social y lo material, ya que -aparte de propiciarla tranquilidad de ánimo en el individuo- se convierten en normas queregulan las relaciones internas del grupo y el proceso de satisfacción denecesidades humanas. Esto resulta más claro adoptando la posibilidad deinterpretar estos conceptos religiosos y morales en términos sociológicosmodernos. Por ejemplo, cuando en el Corán se habla de concordia comodeseo de armonía interior, de paz religiosa, puede interpretarse como undeseo de armonía social, incluso de paz política, derivado de la pluralidad;la prosperidad como perfeccionamiento espiritual, puede ser igual abienestar económico, lo que implicaría satisfacción de necesidades básicas(o también hacerse rico a costa de otro, lo que significaría violencia) elparaíso, que se menciona constantemente como la recompensa espiritualpor excelencia, podría también entenderse, dentro del contexto social dela época, como el símbolo de la promesa de una recompensa materialencaminada a cubrir ciertas necesidades básicas; la honradez como virtudmoral que implica honestidad, rectitud, integridad, podría significar serjusto en la realización de operaciones comerciales por ejemplo; la gene-rosidad que en el islam se refiere fundamentalmente al precepto religiosode dar limosna, podría significar sin más una buena utilización de los bienesmateriales que redundaría en una mayor justicia social.11

De este modo, estableciendo una relación entre estos conceptos,arraigados en el origen de la religión islámica, y la base social y culturalque los sustenta podemos llegar a la comprensión de construccionesposteriores que en el mundo árabe islámico serán representativas de lasdinámicas que intervienen, en variadas circunstancias y épocas, comoestrategias de regulación de conflictos. Recordemos, por ejemplo, laimportancia que en el islam, como una religión social y no individual,

10. Cada una de estas nociones viene expresada en el Corán mediante una terminologíaconcreta, con unas connotaciones semánticas y contextuales precisas, que nos permitencorroborar que la idea de paz era algo presente en la incipiente sociedad islámica como unvalor y un bien deseable, pero también como una práctica reguladora de las relaciones entreindividuos y grupos. Véase GÓMEZ CAMARERO, Carmen y OTROS (1997) «Una lecturadel Corán desde la paz», MEAH, 46, 113-148; y MOLINA RUEDA, Beatriz (1998) «Aproxi-mación al concepto de paz en los inicios del Islam», MUÑOZ, F. A. y MOLINA RUEDA,B. (eds.) Cosmovisiones de paz en el Mediterráneo antiguo y medieval. Granada, 229-264.

11. De hecho el precepto religioso de la zakat, limosna, acabaría convirtiéndose conel tiempo en la obligación de contribuir a la comunidad con un tributo, una especie deimpuesto fiscal.

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tiene el concepto de ‘asabiyya, solidaridad social, que en origen no essino un concepto y una práctica heredada de la antigua sociedad tribalpreislámica. Este principio de solidaridad contribuye en buena medidaa crear una auténtica fraternidad, tras la emigración del Profeta a Medina,entre sus seguidores mecanos y los medineses,12 luego el concepto iráevolucionando en su adaptación a las diversas necesidades que van surgiendo,de ahí las distintas formas de ‘asabiyya que se van sucediendo y que vandesde la solidaridad que une a los miembros de una tribu beduina, la queune a los miembros de una familia o a los componentes de una formaciónurbana, hasta la denominada «gran ‘asabiyya» que es la que une entresí a todos los miembros de la Umma, la comunidad de los musulmanes.A partir del siglo XIV se convertirá en una solidaridad social, base dela soberanía del Estado,13 y se utilizará también como un conceptofuncional que permite, mediante distintas formas de alianza, obtener yconservar el poder.14

El islam establece también desde el inicio los principios de libertade igualdad política y social, las cuales, a falta de una organización sobreel derecho público, se convierten en nociones jurídicas, tal fue el espíritudel «Pacto constitucional de Medina» mediante el cual el Profeta Mu-hammad, integrando a las tribus judías y árabes en una especie de con-federación cuyos miembros se deben protección mutua, plantea históri-camente la coexistencia pacífica entre diversos grupos de creyentes y nocreyentes;15 se establecía así el primer estado islámico basado en latolerancia y en la unión entre todos los miembros de la comunidad. Mástarde, cuando esta comunidad se va ampliando, surgirá la necesidad deorganizar también la justicia con el fin de poder seguir manteniendo laconcordia.

En suma, analizando los hechos y circunstancias que rodean laprimera fase de la historia árabe islámica, podemos constatar -superando

planteamientos dicotómicos como el tradicional debate sobre si el islamllevó a cabo una «invasión pacífica» basada en una política de seducción,o si por el contrario su rápida expansión se debió al uso de la fuerza-que la complejidad del sistema social que presentaba el islam permitiódesarrollar diversos mecanismos y estrategias para suavizar los nume-rosos conflictos que la nueva situación generaba. Tomando como baseun sistema social basado en la solidaridad, lo que en el siglo VII se puedeconsiderar un progreso, se fueron planteando y potenciando unos valoresy prácticas que contribuirían a aminorar las salidas violentas a losconflictos.

3. MECANISMOS DE REGULACIÓN PACÍFICA EN EL ISLAMMEDIEVAL

Tras la muerte de Muhammad se inicia un periodo de expansión yconquista cuya rapidez y eficacia ha dado lugar a describir el islam deesta época como una fase de violentos conflictos, tanto internos (entreindividuos, familias, facciones y grupos) como externos (entre musulma-nes y pueblos conquistados). No se puede negar, efectivamente, que eseintenso y rápido desarrollo de la comunidad islámica trae consigo nume-rosos problemas: aparecen nuevos conceptos sociales, políticos y legalesprocedentes del contacto con otros pueblos, y lógicamente se requierenmecanismos nuevos para afrontar la nueva situación, mecanismos en losque sin duda no hay que descartar la violencia. Sin embargo, no es menoscierto que en todo este complejo proceso se pueden encontrar tambiénnumerosas experiencias, circunstancias y realidades en las que se intentaregular los conflictos de forma no violenta, de manera que en la sociedadárabe islámica, como en toda sociedad organizada, se establecen meca-nismos, como la diplomacia o la negociación, que contribuyen a ami-norar la violencia, al menos la directa. Estos mecanismos, aunque no ne-cesariamente descarten la confrontación bélica, han de ser consideradosdentro del ámbito de la paz, una paz activa en este caso, en la que inter-vienen diferentes actores con intereses distintos u opuestos, ya sea a nivelinterno o externo.

Algunos de estos mecanismos de regulación de conflictos procedende los ya existentes en las sociedades preislámicas, que serían adop-tados por la sociedad árabe islámica, llegando en algunos casos aconvertirse en disposiciones reguladas jurídicamente e instituciona-

12. Es cierto que no se da una total continuidad en el desarrollo de esa ‘asabiyya,sino que en determinados momentos la complejidad de los conflictos que se van produciendollega a romper los lazos de solidaridad. Esto se refleja, por ejemplo, en un versículo coránicoen el que el Profeta llega a establecer el «principio de autoridad» de Dios (es decir, desu propia autoridad) con el fin de imponer la paz entre los creyentes.

13. Cf. IBN JALDUN, Muqaddima. Beirut, Dar al-Fikr, s. a., 139-140.14. Cf. REDISSI, Hamadi (1998) Les politiques en Islam. Le Prophète, le Roi et le

Savant. Paris, 30.15. Véase DELCAMBRE, Anne-Marie (1991) L’Islam. Paris, 8-14.

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lizadas,16 al haber sido sancionados en vida del propio Profeta. Así porejemplo, el islam reconoce el sistema de arbitraje que practicaban ante-riormente las tribus árabes, utilizándolo para tratar de reconciliar a dosgrupos musulmanes rivales o arreglar una disputa entre ambos, sistemaque el propio Muhammad utilizará a lo largo de su vida; así, cuando setrasladó a Medina en el año 622, lo hizo al haber sido invitado a actuarcomo árbitro y mediador en las disputas y diferencias internas entre algunastribus medinesas. De esta forma, y de una manera indirecta, Muhammad-según las fuentes árabes- «les proporcionó a los habitantes de Medina,además de una religión, seguridad y una medida de la disciplina social».17

Posteriormente continuó desarrollando una amplia diplomacia18 que incluíatanto negociaciones con las tribus de la Península Arábiga como relacionescon emires del reino gasaní, en la frontera con Bizancio, o embajadasa los soberanos de otros países como Abisinia, Egipto, Siria o Persia.19

Tal vez el mejor ejemplo de esta actividad diplomática sea la mencionada«Constitución de Medina», mediante la que se regulaban las relacionesentre los miembros de la comunidad, por una parte, y entre ésta y el exterior,por otra. Otro caso temprano de negociación es el tratado de Hudaybiya,del año 628, en el que las negociaciones entre musulmanes y mecanosacabaron con el establecimiento de una tregua de diez años, lo que serviráde precedente profético para las normas que, según la ley islámica, regíanla interrupción del yihad para negociar.20 Tras la hégira, Muhammadsiguió desarrollando una intensa diplomacia, quizás como un mediosustitutivo de la guerra, con el fin de reducir en lo posible los enfren-

tamientos con las distintas tribus. De igual modo, los primeros califascontinuarían la misma política de negociación con las distintas comuni-dades que se iban incorporando al islam.

Sobre la base de estos precedentes, el mundo islámico conocerá a lolargo de la Edad Media distintas formas institucionales de regular losconflictos con otras comunidades. En efecto, la ley islámica (sharía)establece mecanismos legales para articular y regular unas relacionesestables con los otros pueblos. Así, la existencia documentada en lasfuentes jurídicas e históricas de numerosas formas de pactos, acuerdosy tratados contradice la idea, tan difundida en ocasiones en Occidente,de que el islam es una religión y una civilización eminentemente guerreray violenta, idea basada seguramente en una incorrecta interpretación delconcepto de yihad que lo equipara a «guerra santa» sin más, cuando susignificado es mucho más rico y complejo. Sin entrar aquí a analizar elalcance y significado de la doctrina islámica del yihad -lo que excederíacon mucho el objetivo de este artículo- no está de más recordar que setrata de un concepto no sólo jurídico sino también teológico con muydiversas casuísticas de evolución, interpretación y aplicación, y que, sinos atenemos al verdadero sentido del término árabe yihad, veremos queno significa «guerra» sino literalmente «esfuerzo», y, en principio y ensentido estricto, se refería a «esfuerzo en la senda de Dios» que puedeejercerse tanto de un modo violento como pacífico.21

En estrecha relación con el desarrollo de la noción de yihad está latradicional división del mundo, según el derecho religioso islámico, endar al-islam (el territorio del islam), que es considerado también dar al-salam (territorio de la paz), y dar al-harb (el territorio de la guerra) odar al-kufr (el territorio del ‘infiel’)22 El primero se correspondería conel mundo del islam, donde reina, o debe reinar, la paz, mientras que elsegundo está constituido por el resto del mundo, es decir los ‘infieles’,los no musulmanes, cuya conversión al islam hay que procurar por todoslos medios, incluida la guerra si llega el caso, se trataría entonces de unaguerra justa cuya última finalidad es conseguir la paz universal bajo elimperio del islam. Sin duda este esquema -que ha servido hasta hoy, como

16. La conservación, por parte del islam, de muchas de las prácticas en uso en la Arabiapreislámica da idea de la pervivencia de cosmovisiones de una cultura a otra, lo cualcontradice la idea simplista de ruptura o enfrentamiento total entre una sociedad y la que,por circunstancias, viene a sustituirla. Muy al contrario, los hechos históricos demuestranque los contactos y el entendimiento entre culturas y civilizaciones han sido una constante,de manera que puede decirse que -aunque con distintas connotaciones- el tan traido y llevadoconcepto actual de «interculturalidad» no es ni mucho menos nuevo.

17. Cf. LEWIS, Bernard (1996) Los árabes en la historia. Barcelona, 50.18. La biografía del Profeta nos ofrece ejemplos de un gran número de embajadores

y mediadores que eran enviados y recibidos en el curso de complejos tratos diplomáticosllevados a cabo por Muhammad con diversas tribus árabes de los alrededores de Medina.

19. Véase GAUDEFROY-DEMOMBYNES, Maurice (1990) Mahoma. Madrid, 147-157.

20. Sobre el tratado de Hudaybiya puede verse KHADDURI, M. (1962) War andPeace in the Law of Islam. Baltimore, 210-215, donde puede leerse el texto de dichotratado.

21. Para más detalles, puede consultarse por ejemplo, E.I. (Encyclopédie de l’Islam),2ª ed., s. v. djihad (por E. TYAN)

22. Para estos conceptos, véase E.I., s.v. dar al-harb y dar al-islam (por A. ABEL)

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decimos, para afirmar el carácter belicoso y violento del islam- no es másque una fórmula convencional desarrollada cuando el islam deja de seruna pequeña comunidad que se esfuerza (tal es el sentido original de yihad)por sobrevivir y organizarse en un gran estado musulmán que tiene queelaborar un derecho público e internacional. Prueba de que esta concepcióndicotómica del mundo es una elaboración posterior es que tal divisiónde conceptos no aparece nunca en el Corán.

De cualquier forma, incluso ateniéndonos exclusivamente al derecho,vemos cómo las mismas fuentes jurídicas -además de hablar de yihad yde dar al-harb/dar al-islam- estipulan la licitud y la práctica de treguas ypactos con soberanos de territorios ajenos al islam, lo cual demuestra quela clásica idea de que ambos mundos se hallan en estado permanente deguerra es más bien una construcción teórica y que en todo caso no nece-sariamente alude a una guerra física y real, sino más bien de índole moral,lo que no excluye por supuesto que en muchas ocasiones se lleven a caboacciones bélicas directas.23 Evidentemente la situación de las relaciones delos árabes y musulmanes con las otras poblaciones, como cualquier relaciónhumana entre distintos grupos, debía ser mucho más compleja, presentandoaltibajos, avances y retrocesos, confrontación de intereses y posibilidadesde arreglo de las diferencias, periodos de hostilidad y momentos de tran-quilidad; de manera que ese supuesto estado de guerra, si se analiza conalgo más de detenimiento, no hay que entenderlo como un estado permanentede hostilidades, sino que sería -como acertadamente señala Khadduri-24 másbien algo parecido o equivalente a lo que en la terminología legal occidentalse denomina «no reconocimiento», lo que no implica la imposibilidad deiniciar negociaciones y efectuar pactos.

Esa variedad de situaciones y circunstancias queda atestiguada por lasmismas fuentes árabe musulmanas, las cuales contienen multitud dereferencias que, de no haber sido pasadas por alto con más frecuenciade lo deseado, nos permitirían afirmar que en realidad aquellas comu-

nidades y pueblos pasarían más tiempo en paz o en negociaciones queen guerra.25 De hecho, se daban entre el islam y las poblaciones nomusulmanas diversas formas de regular los conflictos de forma pacífica,que hacían que con frecuencia sus relaciones se condujeran sobre la basedel mutuo respeto e interés y que, pese a la declaración teórica de hostilidadpermanente, lo más habitual fuera que los musulmanes llegaran a un yihadlatente o inactivo, tendiendo a permanecer en la «ley de la paz».26

Existe además un marco legal que sanciona la posibilidad de establecerla paz, o al menos cierto tipo de paz. Algunos juristas musulmanes, enefecto, reconocen la existencia de espacios intermedios entre «el territoriode la paz» y «el territorio de la guerra», es lo que se denomina dar al-sulh (territorio de la tregua) y dar al-`ahd (territorio del pacto ).27 Elprimero sería un territorio que, sin haber sido conquistado por el islam,obtiene la paz a cambio de un tributo que le garantiza una tregua. Se trataen suma de una forma de poder entablar relaciones pacíficas, que segu-ramente interesaban a ambas partes, con un estado no musulmán con-cediéndole su reconocimiento y asegurándole cierta seguridad. Esta si-tuación, estipulada legalmente durante la Edad Media, tiene -igual queotros tipos de negociación que hemos visto- unos precedentes históricosque arrancan del Profeta cuando éste estableció un tipo de pacto similar,a cambio del pago de un tributo, con los cristianos de Nayran, y siguencon el acuerdo al que llegó, en el año 657, el gobernador árabe de Egiptocon el reino cristiano de Nubia, en el que, a cambio del pago de un tributoanual en esclavos, los musulmanes garantizaban a los nubios una segu-ridad.28 La segunda categoría (dar al-‘ahd) consistía en una especie de

23. El problema está en la incorrecta interpretación del concepto islámico de yihad-que, dicho sea de paso, habría que dejar ya de traducir por «guerra santa»-, pues estáclaro que ningún musulmán aceptará estar en guerra permanente con nadie. Recordemos,en este sentido, la existencia de algunos trabajos realizados por orientalistas que contribuyena ir despejando y clarificando el complejo sentido e interpretación de yihad, como losde MORABIA, Alfred (1993) Le Gihad dans l’Islam médieval. Paris, o el amplio capítuloque le dedica M. KHADDURI en su War and Peace in the Law of Islam, pp. 21-137.

24. KHADDURI, M., Op. cit., 144

25. Y no me refiero exclusivamente a las fuentes jurídicas, sino también de otro tipocomo pueden ser las literarias. Existe, entre otros, un interesante ejemplo al respectoprecisamente de una época tan cruenta como la de las Cruzadas: se trata del testimoniode un cronista árabe del siglo XII, llamado Ousama Ibn Munkidh, que nos relata su propiaexperiencia personal en el Jerusalén de aquella época. Este relato, bajo epígrafes tan curiososcomo el de «se lucha, se destripa, se reconcilia uno y luego se vuelve a combatir», nosnarra el ambiente y costumbres de Jerusalén en plena Primera Cruzada y las relacionesamistosas que, pese a la lucha, se daban entre musulmanes y francos. Cf. AZIZ, Ph. (1983)Les sectes secrètes de l’Islam. Paris, 152-171.

26. KHADDURI, M., Op. cit., 145.27. Para estas nociones, puede verse E.I.. s. v. dar al-‘ahd (por Halil INALCIK) y

dar al-sulh (por D. B. MACDONALD y A. ABEL)28. Este acuerdo se conoce en las crónicas musulmanas con el nombre de baqt (del

latín pactum)

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tierras tributarias que propietarios no musulmanes podían mantener enuna zona conquistada por el islam, con la garantía de no ser combatidossi pagaban un tributo o impuesto.

Como consecuencia de este tipo de situaciones legales, que rompenla dicotomía guerra/paz, se dan en la historia árabe islámica diversosmecanismos de regulación, que han de considerarse como formas denegociación y que permiten a ambas partes mantener intercambios yrelaciones pacíficas de manera temporal o más duradera. En este sentido,la legislación islámica contempla varios tipos de tratados, acuerdos opactos que se realizaban con frecuencia siguiendo unas cláusulas concretassegún los casos y que normalmente se plasmaban por escrito. Algunosde estos tratados se establecían específicamente con la «gente del Libro»,es decir, comunidades pertenecientes a una religión monoteísta, comojudíos y cristianos, pero también podían efectuarse con pueblos de otrascreencias más alejadas del Islam, en cuyo caso constituían una especiede tratado internacional. Incluso se podía firmar acuerdos con los llamados«rebeldes» (bagi) musulmanes, es decir, aquellos creyentes que habíanrenegado de la fe islámica convirtiéndose así en un enemigo aún mayorpara el musulmán que los propios ‘infieles’. El tipo de acuerdo másfrecuente era la hudna (tratado), verdadero instrumento de paz cuyo efectolegal era que las partes interesadas rompían todo tipo de hostilidades entreellas. El resultado era una paz temporal extendida a los habitantes de unaciudad o país extranjero mediante un acta oficial, que suministraba lascondiciones previas a la paz entre musulmanes y no musulmanes, sinnecesidad de llevar a cabo la conquista, es decir la incorporación del paísextranjero a la dar al-islam.

Un tipo especial de tratados con estados no musulmanes es el que seconoce con el nombre árabe de imtiyazat (ahdname en turco) y que tienelugar sobre todo en la época otomana. Aunque se suele traducir como«capitulaciones», el término original no tiene el sentido moderno de«rendición», sino más bien de «concesiones» o «privilegios», pues suobjeto era garantizar privilegios extraterritoriales a las comunidades deextranjeros, sobre todo comerciantes europeos, para poder residir enterritorio musulmán y ejercer allí sus actividades comerciales.29 Aunque

estas mal llamadas capitulaciones han sido tradicionalmente vistas, porparte europea, como una imposición del más fuerte al más débil, puestoque se trata de un época de predominio musulmán y no europeo; sinembargo, si lo consideramos desde otro punto de vista, no cabe duda queeste tipo de tratado constituía un medio de regulación pacífica desde elmomento en que las actividades comerciales a que se refería suponíanun beneficio para ambas partes, dándose así un intercambio, y el inter-cambio es una fuente de relaciones pacíficas.

Otro tipo de tratado, de amplio uso en la práctica política árabe islámica,es el ‘ahd (convenio, pacto), que se utilizaba en los casos de acuerdosfirmados con las «gentes del Libro», los cuales pasaban a ser miembros«protegidos» (dimmíes) del estado, pudiendo vivir en tierras del islam bajociertas condiciones. En este caso no se trata de un tratado temporal, sinode una especie de convenio o carta constitucional dentro del ámbito delderecho constitucional del islam.

Podemos concluir de todos estos casos que la práctica del estableci-miento de tratados y acuerdos entre comunidades islámicas y pueblosextranjeros era una constante en la época medieval, tal vez en contrastecon épocas más cercanas a nosotros. Sin duda ese continuo desarrollo devías pacíficas guarda estrecha relación con la inmensa riqueza y profun-didad en que se desenvolvió la época medieval musulmana en los másdiversos campos del pensamiento y la ciencia, en contraposición a la ideaoccidental de que la Edad Media fue de manera generalizada una épocade oscuridad e ignorancia. En efecto, sin que hayamos agotado ni muchomenos las múltiples situaciones y posibilidades pacíficas que se darían,sin duda los ejemplos traídos evidencian la presencia clara de mecanismosde regulación pacífica en el ámbito estatal e internacional. Si a esto unimoslas otras categorías de paz, comentadas en el apartado anterior, podemosavanzar la afirmación de que las experiencias y prácticas de paz en lassociedades árabe islámicas son una realidad histórica tanto, al menos, comolos episodios bélicos y violentos.

4. FORMAS DE CONVIVENCIA PACÍFICA

Uno de los ámbitos donde se pueden apreciar con claridad las posiblesvías de regulación pacífica -y también violenta- es el de las relacionescon los elementos externos, es decir los modos y estrategias que unacomunidad utiliza en sus relaciones con otros grupos, comunidades o

29. Véase LEWIS, B. (1990) El lenguaje político del Islam. Madrid, 144-145; y E.I.,s. v. imtiyazat (por J. WANSBROUGH, H. INALCIK, A. K. S. LAMBTON y G. BAER)

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pueblos, con los que en determinados momentos tiene que convivir. Enel caso árabe islámico hay elementos suficientes para afirmar que lasrelaciones y el comportamiento de la comunidad con otros grupos nonecesariamente se desenvolvía en la consideración de enemigos con losque se estaba en permanente conflicto. Hemos visto anteriormente cómola utilización de la diplomacia es una constante desde los primeros tiemposy cómo existe una reglamentación legal para establecer pactos con gentesque no pertenecen a la dar al-islam. Pero además de estos pactos yacuerdos, el mundo islámico medieval instituye unos mecanismos con-cretos para ordenar los comportamientos y relaciones con la poblaciónno musulmana que habita, temporal o indefinidamente, en la dar al-islam.Un ejemplo claro, y relativamente cercano a nosotros, es el caso de laconvivencia en al-Andalus30 entre el estado musulmán y las comunidadesminoritarias de cristianos y judíos. Sin duda esto no es producto del azar,ni de las características específicas de una zona determinada; por elcontrario, hay que pensar que el modelo de relaciones que en este casose desarrolla viene determinado por un marco institucional concreto, elcual, en última instancia, hay que poner en relación con las característicasdel pensamiento árabe musulmán clásico,31 reflejo de unos mecanismosmentales y sociales que van conformando la evolución de la Umma yla construcción de la ley islámica.

Sin perder de vista este telón de fondo sobre el que, en definitiva, habráque colocar la explicación de la mayoría de los comportamientos y accionesde los árabes musulmanes, merecen destacarse dos figuras institucionalesque, durante el medievo se aplican en las relaciones de convivencia. Merefiero a la dimma y el aman. La primera -utilizada específicamente concomunidades monoteístas no islámicas- consiste en una especie de contratoentre el estado musulmán y el representante de una comunidad nomusulmana, según el cual se garantiza a los miembros de esa comunidadun cierto estatus bajo la autoridad musulmana, con determinados deberes

y privilegios; se trata de un contrato indefinido (no de carácter temporalcomo es el caso de los tratados «internacionales») mediante el cual lacomunidad musulmana otorga hospitalidad y protección a los miembrosde otras religiones reveladas que, a su vez, adquieren el compromiso derespetar la autoridad del estado musulmán y contraen algunas obligaciones.En consecuencia, el dimmí es el no creyente que vive bajo el gobiernomusulmán aceptando su protección a cambio fundamentalmente del pagode un impuesto de capitación (yizya) a dicho gobierno.32

En lo que respecta al contenido específico de los regímenes primitivosa que era sometida esta población, no es fácil de determinar porque losdocumentos que nos han llegado son alteraciones de épocas posteriores.Hay que suponer que algunas disposiciones, como las referentes al alo-jamiento, abastecimiento, etc., serían de carácter provisional, siendo laestipulación fundamental que perduró la relativa al pago de un impuestoespecífico, cuyo contenido evolucionaría con el tiempo hasta convertirseen un régimen fiscal propio de los dimmíes. Por otra parte, la situaciónde estos no musulmanes iría evolucionando con el tiempo y sufriríavariaciones en función, entre otras cosas, de su volumen numérico dentrodel estado musulmán. Es posible, no obstante, conocer lo relativo a lasituación de los dimmíes tradicionales, en la Edad Media, y comprobarque siguen manteniendo cierta autonomía en su derecho interno y surégimen fiscal, que con el tiempo llega a ser más parecido al de losmusulmanes.

Cabe preguntase si el estatus que la dimma concedía a estos nomusulmanes supone realmente un elemento positivo en el desenvolvimien-to de las relaciones entre los ciudadanos bajo el estado islámico. De hecho,algunos análisis de orientalistas sobre el particular parecen llegar a laconclusiones no muy alentadoras, cuando se dice, por ejemplo: «la dimmaes un pacto de protección de los monoteístas minoritarios, que limita suparticipación en la vida ciudadana: están sometidos a un impuesto espe-cífico y a restricciones de libertad individual (vestimenta distintiva,prohibición de monturas nobles como el caballo), familiar (estatus per-sonal), económica (restricciones en la profesión), de culto (limitación oprohibición de procesiones y uso de campanas) y cívicas (prohibición deocupar cargos administrativos, políticos y militares). Su aplicación riguro-

30. Sin duda hemos de reconocer la existencia de numerosos elementos y circunstanciasque favorecieron la convivencia pacífica en al-Andalus, sin que ello signifique caer enla ingenuidad de pensar que la integración de las «tres culturas» en al-Andalus fue unauténtico modelo de convivencia pacífica

31. La construcción del pensamiento medieval islámico se hace desde unos parámetrosdistintos a los del conocimiento occidental; de manera que, tanto el derecho, como lasciencias o la religión se sitúan en planos paralelos y relacionados, sin que puedan desligarsecon precisión. Véase ARKOUN, Mohamed (1984) Essais sur la pensée islamique. Paris,13-49. 32. Para una información más detallada, véase E.I. s. v. dhimma (por Cl. CAHEN)

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sa (hoy prácticamente no se aplica pero ha dejado sus huellas) conllevala marginación de las comunidades judías y cristianas que, no obstante,seguían viviendo en simbiosis con los musulmanes...»33

No parece, sin embargo, que pueda hacerse esta generalización ne-gativa de la situación de los no musulmanes en el estado musulmán dela Edad Media, sobre todo porque el engrosamiento de esta poblacióna lo largo de la expansión árabe islámica producirá una dinámica deintercambio donde ambas partes salieran beneficiadas, de otro modohubiera sido impensable el mantenimiento bajo autoridad islámica de unterritorio geográfico tan amplio. De hecho, incluso en el ámbito delgobierno, donde podía esperarse que los no musulmanes no fueran ad-mitidos, los dimmíes llegaron a desempeñar un notable papel en la ad-ministración, es el caso por ejemplo del Egipto fatimí. Por la misma razón,la condición de dimmí, en principio limitada a judíos y cristianos, seextendió más tarde a otras confesiones menores como sabeos y zoroás-tricos. Otra cuestión es que en determinadas épocas, en especial durantela dinastía abbasí, se diera una interpretación más restrictiva, desde el puntode vista doctrinal, de las estipulaciones de la dimma, creándose ciertapolítica de rechazo; sin embargo, en la práctica no se llega a la aplicaciónreal de esas normas restrictivas. Al margen del aspecto religioso y laspolémicas de tipo teológico que se desenvuelven sobre todo en los siglosVIII y IX, el estatuto legal de que gozaban las gentes del Libro deja unespacio amplio para la tolerancia, tolerancia que bajo los principios deprotección, autonomía y pago de un tributo, impide pensar que la situaciónera de hostilidad abierta y total.34

Se puede decir que, en conjunto, la situación de esta población nomusulmana fue esencialmente de flexibilidad y tolerancia, tanto enOccidente, al menos hasta el siglo XII, como en Oriente hasta el sigloXIII. Otro tanto ocurre en el ámbito de la vida cotidiana, donde existentestimonios de cómo muchas de las prohibiciones teóricas raramente eranllevadas a la práctica, así por ejemplo, no existían barrios especiales enlos que se les obligara a agruparse, ni restricciones en la construcción

de edificios de culto, ni se veían obligados a ejercer profesiones específicassin mezclarse con las otras confesiones, etc.35

El islam medieval extiende esa protección al enemigo, al ‘infiel’,mediante el procedimiento legal del aman36 que contribuye a regular yflexibilizar las relaciones con otras comunidades no musulmanas. Con-sistía el aman en una especie de salvoconducto o promesa de protección(la mayoría de las veces oral), gracias a la cual un no creyente puede vivirtemporalmente en territorio musulmán. Se trata en este caso de personasno pertenecientes a una religión revelada, las cuales tienen la consideraciónde enemigos (harbí o perteneciente a la dar al-harb, el territorio de laguerra). El beneficiario de este aman es el musta’min, que adquiere unestatus intermedio entre el dimmí y el harbí, otorgándosele el derechode residir temporalmente en un país musulmán como visitante, momentodesde el cual queda protegido de un eventual ataque musulmán, al tiempoque goza de ciertas ventajas como practicar su religión libremente o unirsea otras personas de su misma nación para formar una comunidad autónomasujeta a sus propias leyes bajo la autoridad de un cónsul nombrado porsu propio gobernante, estando además exento del pago de impuestos queera obligatorio para el caso de los dimmíes. Este salvoconducto puedeser concedido incluso en periodos de guerra declarada entre musulmanesy la comunidad del harbí en cuestión, y puede otorgarse de maneraindividual o bien con un carácter colectivo para un grupo o incluso todoun estado, que en este caso adquiría la capacidad de extender a susciudadanos en el extranjero el privilegio de poder vivir allí. Este proce-dimiento del aman se continúa en el tiempo, dando lugar al crecimientode comunidades de comerciantes procedentes de estados europeos cris-tianos como Venecia o Génova, de tal manera que el establecimientoregular del aman posibilita y favorece, no sólo las relaciones diplomáticas,sino además el comercio entre el mundo musulmán y el cristiano, al menoshasta el siglo XII. Después de este siglo, con el desarrollo del comerciopor el Mediterráneo, la institución del aman sería reemplazada en lapráctica por tratados entre las potencias cristianas y musulmanas, queconcederán a los extranjeros más seguridad y derechos.

33. Paul BALTA (1995) L’Islam. Madrid, 79. Este tipo de comentarios es tanto másllamativo si tenemos en cuenta que aparece en una obra de carácter divulgativo, lo quecontribuye a afianzar la tópica imagen negativa de lo árabe islámico.

34. Véase REDISSI, H. (1998) Les politiques en Islam. Le Prophète, le Roi et le Savant.Paris, 128 y ss.

35. Sobre los modos de convivencia e influencias mutuas de las comunidades mu-sulmana, cristianan y judía en la Edad Media, puede verse DUFOURQ, Charles E. (1994)La vida cotidiana de los árabes en la Europa medieval, Madrid.

36. Sobre esta institución legal véase LEWIS, B. (1990) El lenguaje político del islam,pp.135-36 y E.I., s. v. aman (por J. SCHACHT)

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Como vemos, el seguimiento de ciertas prescripciones legales conrespecto a comunidades no musulmanas puede darnos idea de las carac-terísticas generales de la convivencia entre musulmanes y no musulmanes,tanto en el plano de las instituciones como en el de la vida social y afectiva.Con toda la complejidad que esas relaciones encierran, y sin pretenderobviar otras realidades, la atención a este campo nos permite corroborarla hipótesis de que en la historia de los pueblos árabe islámicos hayelementos suficientes para reconstruir espacios de paz, tanto a nivel grupalcomo intergrupal. Otro extremo que queda confirmado es la continuidady consistencia de las concepciones y modelos que guían a esta civilización-lo que no quiere decir ni mucho menos que el islam sea algo monolíti-co-. En efecto, podemos observar cómo la mayoría de los comportamientosy de las concepciones legales siguen una línea coherente cuyo eje pasa,en primer lugar, por la esencia y el carácter genuino de la civilizaciónislámica en sus orígenes, aunque el paso de los tiempos vaya añadiendoelementos nuevos.37 Se puede decir en este sentido que las bases deltratamiento que el islam da a los no musulmanes en la época medievalestán planteadas por el comportamiento y actuación del Profeta Muha-mmad, por una parte, y por las condiciones de la conquista, por otra.

5. PRINCIPIOS LEGALES QUE ABREN VÍAS PACÍFICAS EN ELISLAM

Además de exponer, describir y reconocer -como hemos hecho hastaaquí- algunas de las experiencias y de los mecanismos de regulaciónpacífica que el islam propone y practica a lo largo de la historia, podemosintentar avanzar un paso más tratando de ubicar estas experiencias con-cretas en un marco conceptual de mayor alcance; es decir, tratando dedesvelar parte de la estructura profunda que subyace a esa realidad talcomo se nos presenta. Lo que nos guía en este propósito es el deseo yla necesidad de ir conociendo mejor al «otro» en su verdadera identidad,pues el conocimiento y la comunicación son una premisa básica paraavanzar en el estudio de la paz y lograr que ese avance tenga una proyecciónhacia el presente y el futuro.

Para ello debemos situarnos en el nivel de las representaciones pro-fundas de la civilización, en las causas últimas que hacen que una civi-lización o una cultura se conduzca de una determinada manera y no deotra en sus ideas y comportamientos, en su visión de las cosas y del mundo,en sus relaciones con otras personas y con la naturaleza. En esta estructuraprofunda se sitúa, entre otras cosas, la conformación del «pensamiento»de una sociedad o de un grupo humano. Sabemos que toda civilizacióntiene su cosmología, su modo de representar, pensar y enfrentarse a larealidad, su forma de percibir, entender y relacionarse con el mundo, conla naturaleza, con otros seres y con lo transpersonal. La cuestión esimportante desde el punto de vista de los estudios sobre la paz porquedicha forma de entender la realidad va a condicionar en multitud deocasiones -si no siempre- sus comportamientos históricos, tanto intra comoextragrupales, sus modelos de relación, sus percepciones y sus modos deregular los conflictos.

En el caso árabe islámico, los mecanismos legales que el derechoestablece para regular las relaciones, internas y externas, surgen y sedesarrollan dentro de un marco conceptual que se inserta en el orden delpensamiento árabe islámico clásico. Por consiguiente, explorar las basesde ese pensamiento nos puede ayudar a un mejor entendimiento de lasrazones que guían la elección de determinadas opciones, que en el islampueden abrir vías pacíficas en todo el entramado de relaciones humanasque establece, aunque en ocasiones tengamos que modificar percepcionesy/o renunciar a la aplicación exclusiva de nuestros criterios y paradigmasoccidentales.

Sin duda el núcleo esencial de lo islámico -del que se desprenden losprincipales conceptos, formas de percibir el mundo, modos de relacionessociales, comportamientos individuales, etc.- es la sharía, la denominada«ley islámica», que es a la vez ley revelada, promulgada por el Profetay sancionada por Dios, y sistema legal que regula las acciones del individuoy de la sociedad. Se trata pues de un conjunto de preceptos divinos queregulan los actos humanos, y es de aquí de donde se deriva esa genuinacaracterística del islam -a menudo difícil de captar por la mente occidentalactual- que es la fusión, sin solución de continuidad, entre lo divino ylo humano, lo espiritual y lo terrenal, la religión y la política.38 Por otra

37. Como hemos visto anteriormente, el modo de actuación del Profeta constituyeen muchos casos un precedente para actuaciones de épocas posteriores.

38. Esta cuestión, como es sabido, suscita en nuestra época numerosos debates y hadado lugar a bastantes estudios que tratan, con mayor o menor fortuna, de explicar la cuestión

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parte, no hay que perder de vista que el derecho islámico -que recogetodos los mecanismos de regulación que hemos visto- se constituye y sedesarrolla en torno a una enorme y fructífera actividad intelectual en laque el islam medieval cultivó los más diversos campos del pensamientoy de la ciencia.

Para comprender el sentido de la sharía hay que tener en cuenta elsentido del orden social esbozado en los inicios del islam, en la épocamedinesa del Profeta: una comunidad agrupada por el dogma de la creenciaen la unicidad divina (tawhid) y la misión profética de Muhammad, dondeel concepto de Dios se confunde con el de Estado, donde no hay distinciónentre ley y religión porque es Dios quien prescribe, ordena y prohibe,mientras que el creyente se somete y obedece. De esta manera, todos losactos humanos competen a la sharía, ya sean de carácter espiritual, esdecir aquellos que se refieren a las relaciones del individuo con Dios(‘ibadat), o de carácter terrenal, es decir los que regulan la conducta ylas relaciones de todo tipo (social, político, económico, jurídico...) entrelos miembros de la comunidad (mu‘amalat).39 Así considerado, y desdeperspectivas ajenas, estarían hasta cierto punto justificados los calificativosde «rígido», «intransigente», «fatalista», «fanático», etc., que con frecuen-cia se adjudican al islam. Sin embargo, un esfuerzo por adoptar perspec-tivas distintas puede guiarnos hacia una comprensión más amplia del modocómo la sharía modela la mentalidad y la cosmovisión del islam, cons-tituyendo tal vez el carácter más genuino de esta civilización y uno desus principales logros intelectuales.

En primer lugar, la cuestión está en estrecha relación con el significadoe interpretación de la propia denominación de islam, donde, frente a laslecturas clásicas, tanto de árabes y musulmanes como de orientalistas, de«sumisión, acatamiento y sometimiento (a la voluntad de Dios)», algunos

de la ausencia de democracia en el mundo árabe islámico que, según la mayoría, se debea la incapacidad de construir un estado laico. Véase, por ejemplo, por citar algunos, AYUBI,N. (1991) Political Islam. Religion and Politics in the Arab World. London; MENÉNDEZDEL VALLE, Emilio (1998) Islam y democracia en el mundo que viene. Barcelona;REDISSI, Hamadi (1998) Les politiques en Islam. Le Prophète, le Roi et la Savant. Paris.

39. Para una explicación del dogma y de los preceptos islámicos puede verse: WAINES,David (1998) El Islam. Cambridge; BALTA, P. (1994) Islam. Civilización y sociedades.Madrid; JOMIER, Jacques (1989) Para conocer el Islam. Navarra; etc.

autores han tratado de modificar tal concepción tendiendo a relacionarla denominación de islam con el campo conceptual de la paz.40 Hay, enefecto, indicios que apoyan esta interpretación: en primer lugar, en elhorizonte de pensamiento del creyente musulmán ese sometimiento a lasprescripciones divinas que preconiza la ley islámica cuenta como un valorpositivo, que puede ponerse en relación con paz;41 no es casualidad, porotra parte, que en árabe salam (paz) e islam procedan de una raíz común.42

En segundo lugar, la sharía, cuya fuente primera es la revelación quese manifiesta a través del Corán y el Hadit, es un corpus que transciendemás allá de los primeros tiempos del islam y que se va constituyendo porelaboración de sucesivas generaciones de teólogos y juristas, de maneraque la paulatina ampliación de la comunidad musulmana originó lanecesidad de recurrir a la ampliación de los elementos de la ley a fin deresponder a las nuevas exigencias del desarrollo social y político de lacomunidad, lo que dio lugar a la introducción de Usul al-fiqh, o principiosmetodológicos del derecho, como ra’y (opinión personal), qiyas (razo-namiento analógico), iyma‘ (consenso de la comunidad) e iytihad (es-fuerzo personal).43 Estos nuevos principios, que conforman el núcleo delhorizonte intelectual islámico, -además de abrirnos una vía a la compren-sión de la especificidad del conocimiento árabe islámico- son elementosque vienen a ampliar la interpretación estricta de la revelación por mediode métodos de razonamiento y de consenso, lo que nos acerca a unaconcepción más abierta, menos rígida, más tolerante y «democrática» dela ley islámica.

40. Entre los autores modernos que adoptan esta interpretación, podemos mencionaral pensador árabe Abdallah LAROUI (véase su estudio El Islam árabe y sus problemas,Barcelona, 1984, p. 61; y también MENÉNDEZ DEL VALLE, E. (1998), Islam y demo-cracia en el mundo que viene, 38-40)

41. Aspecto éste que se desprende básicamente de la explicación del concepto de islampor las propias fuentes árabes. Cf., por ejemplo, la definición de IBN MANZUR , Lisanal-‘Arab. Beirut, Dar Sadir.

42. Es éste un dato lingüístico que no debemos despreciar por cuanto la lengua,portadora de cosmología social, nos suministra en este caso el reflejo de la visión del mundoy la organización que se querría imprimir al nuevo movimiento religioso y político quesurgía en el siglo VII d. C.

43. Para estos conceptos puede verse MILLIOT, Louis (1953) Introduction à l’étudedu droit musulman, Paris; SCHACHT, Joseph (1983) Introduction au droit musulman.Paris; o DOI, Abdur Rahman (1984) Shari‘a. The Islamic Law. London, 64-84.

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Pero además de la flexibilidad que puede introducir la aplicación delos usul al-fiqh, existían durante la Edad Media métodos prácticos legalesque permiten atenuar la rigidez jurídica de la sharía, posibilitando uncierto distanciamiento, aunque no exclusión, del dominio religioso, del«lado irracional» de la sharía, que exigía la observancia de la letra antesque la del espíritu. Tal es el caso de los llamados hiyal (lit. argucias,estratagemas) o expedientes jurídicos, utilizados frecuentemente en tran-sacciones comerciales, o de los shurut (estipulaciones mediante documen-tos escritos), mecanismos ambos que hacen posible establecer una inte-racción y una influencia recíproca entre la teoría jurídica y la práctica.44

Son estas circunstancias -insospechadas si nos quedamos en la puraformulación teórica- las que permiten calificar al mundo musulmán de«mundo peculiar que, no sólo distingue entre teoría y práctica, ideal yrealidad, sino que además llega a institucionalizar los hiyal, es decir losmedios para hacer que, sin renegar de la teoría, la práctica resulte menostraumática»;45 ¿no es esto un buen ejemplo de «paz imperfecta»?

Volviendo a los principios metodológicos del Fiqh cuya aplicaciónes admitida por las principales escuelas jurídicas, podemos observar cómoalgunos de ellos introducen también elementos que vienen a modelar yflexibilizar la rigidez del espíritu de la sharía, al dar un espacio más amplioa la intervención humana. Así, el qiyas es un procedimiento metodológicoque domina todo el entramado del pensamiento árabe musulmán, apli-cándose no sólo en derecho sino en el resto de las ciencias islámicas(filosofía, teología, ciencias de la lengua, etc.). El amplio alcance de estefundamento legal dentro del pensamiento árabe clásico refleja una cos-mología particular que remite a la estructura profunda de la civilizaciónislámica, abarcando toda una concepción de la razón árabe islámica-distinta a la razón occidental- que trata de probar la armonía dentro deun sistema perfecto caracterizado por un orden de relación individuo-Dios-Naturaleza donde -a diferencia del orden occidental europeo- Dios ocupael centro y la Naturaleza se limita a ser un intermediario entre Él y elser humano.46 Esta concepción propia y específica del pensamiento árabe

islámico clásico nos proporciona un marco donde situar muchas de lasconcepciones y actitudes humanas de las sociedades islámicas, y nos puedeayudar a explicar unos mecanismos de funcionamiento de las mismas,los cuales, no por ser diferentes a los occidentales, deben llevarnos a pensarindiscriminadamente que el islam es sumisión absoluta e irracional a Dios,y que por tanto implica coacción apartándose de los valores de la paz.

Otro de los principios fundamentales, el iyma‘ (consenso), es un métodoque apela al consenso de los creyentes, dando un amplio margen a la razónhumana y a la opinión individual. Se trata de una especie de estado de opiniónentre los sabios que implica en buena medida la aceptación de la diversidadde opinión de la comunidad. Este procedimiento se convierte así en unconcepto dinámico que remite a la forma de enfrentar las relaciones entrelos individuos, apelando a la necesidad por parte de los creyentes de unaautoridad humana que mantuviese unida a la comunidad. Otro tanto hayque decir del iytihad (esfuerzo personal), concepto asimismo muy produc-tivo a lo largo de la historia del pensamiento y las ciencias islámicas clá-sicas. El iytihad supone un esfuerzo de acercamiento a posiciones más «hu-manas», al buscar y establecer principios de autoridad fuera del Corán yde la revelación divina, y significa al mismo tiempo una adaptación pro-gresiva a las nuevas circunstancias a la hora de arbitrar soluciones -jurídicaso de otro tipo- a determinados conflictos y problemas sociales.

Recordemos por último otro concepto, presente en el desarrollo dela teoría legal islámica, que contribuye a poner de relieve la existenciaen la historia árabe islámica de ciertas ideas cuya aplicación en la prácticalleva implícita la búsqueda de una paz institucional regulada por el derecho.Nos referimos al concepto de maslaha (bienestar público) que la teoríaislámica desarrolla desde el siglo XI y cuya finalidad es asegurar elbienestar y el interés del pueblo, teniendo en cuenta las cambiantesnecesidades de la sociedad según las épocas y circunstancias.47 Sin duda

44. Cf. SCHACHT, J., Op. cit., 69-75 y 172-73.45. Cf. MENÉNDEZ DEL VALLE, E., Op. cit., 70-71.46. La sistemática aplicación en el pensamiento árabe islámico del qiyas, procedimiento

análogico-racional, ha sido criticada por algunos orientalistas y también por algún pensador

árabe (véase M. A. EL YABRI (1986) Nahnu wa-l-turat, Casablanca) que ven en él unhandicap para el avance y modernización del mundo árabe actual. A pesar de todo, latendencia a racionalizar y sistematizar que este procedimiento implica pone el contrapuntoa la pretendida rigidez y fatalismo islámicos, suministrando vías de apertura.

47. Es verdad que este concepto, como otros, fue sometido a debates y controversiaspor parte de los especialistas y, de hecho, no es aceptado por todas las escuelas del derechomusulmán. Con todo, ello no invalida su valor como testimonio de la existencia de ciertosespacios de paz en la legislación islámica.

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ALGUNAS IDEAS SOBRE LA PAZ EN LA HISTORIA ÁRABE ISLÁMICABEATRIZ MOLINA RUEDA

48. Cf. WAINES, D., Op. cit., 123.

estos desarrollos teóricos y su puesta en práctica, más o menos regular,son elementos que vienen a matizar y modificar la pretendida inmovilidade inflexibilidad del orden islámico tradicional, acercándonos a concep-ciones menos rígidas que coadyuvan a la regulación de los conflictos,al menos en determinados espacios, momentos y circunstancias. Endefinitiva, si -como afirma Waines- el derecho puede considerarse comoun espejo de la sociedad cuyas relaciones se tratan de regular, es un hechoque en el siglo XI, después de cinco siglos de existencia del islam, elderecho islámico reflejaba un considerable grado de pluralismo y hete-rogeneidad religiosa bastante arraigado si se compara con otras sociedadesde la época,48 y esta heterogeneidad sólo se consigue con grandes dosisde tolerancia.

Señalemos por último que no hemos pretendido hacer aquí un análisisexclusivo ni exhaustivo de la ley islámica -cuestión sobre la que, por otraparte, existen numerosos y excelentes estudios-. Si nos hemos detenidoen algunas cuestiones jurídicas es porque consideramos que la sharía esla base y el núcleo esencial sin cuya comprensión no se puede entenderbien el fenómeno cultural del islam y sus más genuinas concepciones ymodos de pensamiento. Creo que la consideración de la especificidadhistórica del pensamiento árabe islámico puede ser una opción productivae interesante que nos ayude a descubrir, en su verdadero carácter, laconstrucción de elementos y realidades pacíficas en la historia de estassociedades. Tal vez abrir una vía de reflexión en esta línea pueda contribuira despejar muchos de los resquicios y entramados del complejo y abi-garrado mundo árabe actual.

Finalmente, a lo largo de este recorrido por algunas de las manifes-taciones de paz en una importante etapa de la historia del mundo árabeislámico, creemos haber puesto de relieve que es posible hallar en dichahistoria -como en la de cualquier pueblo- numerosas experiencias yrealidades que pertenecen al campo de la paz , lo que nos permite afirmarque la paz es un acontecimiento histórico que tiene presencia real en elmundo árabe islámico. En efecto, la propia complejidad del sistema socialque el Islam presenta en sus inicios permitirá ir desarrollando con el tiempodiversos mecanismos y estrategias de regulación pacífica, tanto a nivelinterno como externo. Algunas de estas estrategias se convertirán además

en formas institucionales de articular y regular las relaciones con otrascomunidades y pueblos, rompiendo la dicotomía guerra/paz. No hay queperder de vista, por otra parte, que ese continuo desarrollo de vías pacíficasen la sociedad islámica medieval tiene como trasfondo un sistema depensamiento propio, que lógicamente condicionará las formas de percibiry enfrentar la realidad, así como la elección de determinadas opcionesen lugar de otras. Esto, que sin duda puede conferir cierta especificidada los modos de resolver los conflictos, nos debe guiar hacia una perspectivamás abierta que -superando el encorsetamiento de modelos exclusivamenteoccidentales- nos coloque ante otras realidades culturales con elementosigualmente válidos para gestionar la paz.

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CONVIVENCIA DE CRISTIANOS Y MUSULMANESEN LA FRONTERA DE GRANADA

JOSÉ RODRÍGUEZ MOLINADepartamento de Historia Medieval y Técnicas historiográficas

Universidad de Granada

Abordar el tema de la Convivencia entre cristianos y musulmanes enla España de la Edad Media puede parecer un intento temerario y, a todasluces, contra corriente, pese a que, a menudo, la pretendida tolerancia seausada como la guinda de la tarta en forma de conferencias, artículos oactos culturales, refiriéndose, cuando el guión lo exige, al lugar comúndel Rey de las Tres Religiones, aplicado indistintamente a cualquiermonarca de nuestro medievo peninsular, y así lo oiremos o leeremos deAlfonso VI, Fernando III, Alfonso X e, incluso, de Enrique IV. El climapropicio de las grandielocuentes intervenciones cambia y se vuelve hostil,cuando se aborda el tema de forma sistemática, tratando de argumentary documentar los intercambios no conflictivos entre moros y cristianosen la Frontera de Granada. Y tiene sus razones. No es una animadversiónciega, visceral y sin fundamento, por el contrario, responde justamentea la idea que se ha venido forjando a lo largo de muchas centurias.

En la primera mitad del siglo IX empezaba a generarse en la Penínsulaun movimiento antiislámico, del que son causas visibles la revuelta conocidacon el nombre de «Mártires voluntarios de Córdoba», coincidente conla subida al trono Astur de la rama opuesta a las buenas relacionesmantenidas desde los últimos años del siglo VIII por el rey Mauregatocon los musulmanes de la Península. En torno a esta facción real capi-

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taneada por Alfonso II, se organiza toda una corriente de aversión oficialhacia el Islam, que se significa en acontecimientos relevantes y señerospara la Historia de España: El Sepulcro de Santiago como búsqueda deuna sede episcopal que oponer a Toledo, primada de España, bajo podere influencia musulmana y con obispos dispuestos a dialogar con el Islam,como Elipando; supuesta Batalla de Clavijo, con la primera aparición deSantiago Matamoros, gracias a cuya milagrosa ayuda resultan victoriosaslas tropas cristianas, que se liberan del Ominoso Tributo de la CienDoncellas que, supuestamente, cada año debían pagar a Córdoba los reinoscristianos, y como contrapartida, el agradecimiento expresado con el Votoa Santiago, que se plasmaría en una sustanciosa compensación a la Iglesiadel Apóstol y la consagración anual al Santo del pueblo español por mediode las supremas autoridades de éste, práctica aún hoy en vigor.

La Corte Astur acoge a mozárabes descontentos de Al Andalus, yempieza a tomar cuerpo bajo su influencia la corriente de pensamiento,que se manifiesta entre otras, en la Crónica Profética y sus correspondientesversiones y proyecciones y con ella, la idea de la Pérdida de España ysu Reconquista. De aquí que la versión oficial, que se impondrá defini-tivamente, será la de recuperar la unidad territorial perdida, que lograranLeovigildo y los visigodos y la unidad religiosa presidida por la Fe Católica,sancionada definitivamente, también por los visigodos y su Rey Recaredoen el Tercer Concilio de Toledo.

En torno a esta idea se moverán en adelante las élites pensantes ydirigentes, eclesiásticas y nobiliarias, y en torno a ella se organiza ofi-cialmente la sociedad, y se convierte en el motor oficial y legitimadorde cualquier acción o institución que brote en la Península. Las gestasque desde estas premisas se van produciendo, son las que se transmitencomo únicas dignas de conservarse en la memoria colectiva, gestándoseun nutrido cuerpo de memoria histórica plasmado en Cantares, Crónicas,Memoriales, Romances, etc.

Este pensamiento originado fundamentalmente en el siglo IX, tienesus puntos obligados de referencia, guardados como sagradas reliquiasen los santuarios de la historiografía oficial, la única existente, cuyosorígenes visibles radican en escritos del horizonte cultural de la CrónicaProfética, con Pelayo como legítimo restaurador de la unidad física yreligiosa de España, y Covadonga, como el refugio donde la Virgen Maríaprotege a los cristianos visigodos rebeldes frente al avance de los mal-vados infieles. Luego toman cuerpo diferentes acontecimientos, queculminan con «Santiago y cierra España», como tarjeta de presentación

de la gesta reconquistadora. El resto se encarga de hacerlo la Literaturay la Historia oficial.

Este comportamiento recrudece de forma viva en el siglo XVI y muyespecialmente en el siglo XVII, debido a la tendencia creada por el Conciliode Trento, la Contrarreforma, la tradicional lucha de los Austrias contralos Turcos, la imposible convivencia en Granada entre cristianos viejosy moriscos, la derrota de estos últimos y su posterior dispersión, aniqui-lamiento y definitiva expulsión oficial. Todo ello emotivamente sancio-nado por la aparición de restos de mártires, muchos de ellos bajo lapersecución islámica, en numerosas poblaciones andaluzas, entre las queresalta el origen del Monte Santo o Sacromonte de Granada, el encuentroy exhumación de numerosas imágenes de la Virgen escondidas o enterradasaquí y allá por los cristianos cuando huían a tierras del Norte Peninsular,ante la supuesta intransigencia y persecución de los musulmanes del Sur.

Sobre esta tradición y sus escritos, prácticamente los únicos existentes,se confecciona una historia política de las relaciones cristiano-musulma-nas, donde el conflicto y la violencia están siempre y en todas partespresentes. El historiador se encuentra, en consecuencia, rodeado de fuenteshistóricas y plasmaciones culturales que le escoran necesariamente a seguirhablando de unas relaciones violentas entre cristianos y musulmanes.1

En este contexto parecen más lógicos, coherentes y acordes con la realidadhistoriográfica los libros de historia que definen a la Sociedad Peninsular,y más particularmente, a la sociedad de Frontera como una SociedadOrganizada para la Guerra, y las relaciones fronterizas como relacionesesencialmente violentas. Es nutrido y prestigioso el grupo de historiadoresque apoyan su visión en el aspecto político y militar. Es la fronteraconsiderada como esencialmente conflictiva y violenta.2 Idea apuntalada,entre otra documentación, por los memoriales de ciudades fronterizas alreclamar sus privilegios y exenciones ante la Corona, de los que encon-

1. Se explica que en este contexto se intensifique y difunda esa fiesta popular entrefestiva y simbólica, - «Los moros y cristianos» de muchos de nuestro pueblos -, que aunquecelebrada ya en el Jaén del Condestable Iranzo, a mediados del siglo XV, pero bastantesilenciada después, adquiere carácter masivo en la primera mitad del siglo XVIII. Cfr.a este respecto PÉREZ ORTEGA, Manuel Urbano (1996) Campanas y cohetes. Calendariojaenés de fiestas populares, Jaén, Vol. II, págs. 1027-1046; AMEZCUA, Manuel, Crónicasdel Cordel, Jaén, 1997, págs. 430 y ss.

2. ROJAS GABRIEL, Manuel (1995) La frontera entre los reinos de Sevilla y Granadaen el siglo XV (1390-1480), Cádiz, da cumplida información al respecto.

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tramos un elocuente ejemplo en el Memorial cursado, en 1532, por Alcalála Real a la Corona, en demanda de exenciones impositivas debidas alpermanente y generoso derramamiento de sangre en su lucha contra losmoros de Granada.3

Tampoco hay que hacer demasiados esfuerzos para demostrar el asuntocon documentación exhumada de archivos y otras fuentes históricas,cuando existe un testigo presente en los diferentes puertos y caminos, quea todos y en cada momento les está recordando ese mundo de conflictividady violencia: es la organización castral, plagada de castillos y atalayas, decada ciudad o población y, muy especialmente, de las ciudades y pobla-ciones de frontera.

La idea transmitida secularmente por grupos dirigentes - clero y nobleza-, los vencedores y sus cantores a través de crónicas, romances y la propiapalabra organizada y difundida en templos y escuelas, ha fraguado irre-mediablemente en la sensación generalizada de un conflicto violento ysin tregua.

Los vencidos han dejado pocos testimonios, y los que pudieran haberquedado, han ido desapareciendo en manos de la destrucción organizadacontra ellos, la incuria del tiempo y el poco interés que desde la derrotadefinitiva del pueblo musulmán han suscitado sus cosas.

Los testimonios carentes de intencionalidad histórica que pudierahabernos transmitido el pueblo llano cristiano, tampoco han llegado hastanosotros, entre otras razones, porque no sabían escribir ni tuvieron tiempopara transmitírnoslos, acuciados por sus perentorias ocupaciones demanutención y supervivencia.

Por tanto, ante un panorama como el que la realidad sociohistóricaoficial se ha encargado de forjar, parece tarea, no ya rebuscada y ardua,sino de mentecatos, la de hablar de convivencia entre gentes de diferenteformación social y menos en la Frontera, y no digamos, si el empeño seprecipita en un alarde de loca fantasía por abordar el tema de la toleranciareligiosa entre cristianos y musulmanes, cuando las cartas oficiales de losReyes, tienen acuñado desde el siglo XIV, al menos, aquella fraseemblemática, legitimadora de todas las acciones guerreras contra el Islam:«Contra los moros enemigos de nuestra Santa Fe Católica», y cuando elCorán en el Cap. XIV prohibe disputar y hablar con los infieles. Uno se

siente, sinceramente, cohibido ante tan interesantes y rigurosos trabajoscomo se han elaborado recientemente, dejando rotundamente sentadas ennumerosas y documentadas páginas la intolerancia entre cristianos ymusulmanes4 o la violencia generalizada, definiendo expresamente, que«lo fundamental, primigenio y hasta consustancial de la realidad fronterizaes la violencia».5

Pese a ello y aparte de las influencias generalizadas y profundas,referidas, hijas de una determinada literatura cronística, auténtico perio-dismo de clase que ha impregnado la memoria colectiva y la documen-tación oficial de la Edad Media, mi quehacer historiográfico y el contactocon la documentación generada día a día en las poblaciones asentadasen el sector fronterizo, me hace captar una realidad social con maticesy enfoques divergentes de esa monolítica y rotunda interpretación tradi-cional, y ello propicia el que me sienta atraido por el deseo de abordardesde otro punto de vista dicha realidad sociohistórica, en este caso,centrada en la vida de la Frontera, tratando de buscar todo tipo dedocumentación y a ser posible desprovista de intencionalidad histórica,para conocer de la forma más desapasionada y objetiva posible, las distintasproyecciones de la realidad social fronteriza.

Ya hace tiempo que la investigación histórica viene exhumando yutilizando una documentación distinta de la tradicional y se vienen emitiendohipótesis para todos los gustos en el campo cada vez más aceptado derelaciones pacíficas entre cristanos y musulmanes.

Hoy se admite por casi todos los historiadores la existencia en laFrontera de importantes intercambios comerciales entre cristianos ymusulmanes. Cada día se exhuman nuevos datos que nos hablan derelaciones de vecindad, de aprovechamiento mutuo de pastos y tierras decultivo, de libre circulación de moros y cristianos por tierras de unos yotros durante los prolongados periodos de paz y tregua, reconocidas inclusopor el cronista y diplomático hispalense Alonso de Palencia, acérrimoenemigo de los musulmanes de Granada. Aunque lo que resulta imposible,todavía hoy, de comprender, incluso a valiosos y recientes investigadoresde la Frontera y de las relaciones cristiano-musulmanas, es que hubiese

3. Archivo Municipal de Alcalá la Real, Libro primero de las ejecutorias y privilegios,fols. 103 y ss.

4. CIPOLLONE, Giulio, O. SS. T. (1992) Cristianità-Islam Cattività e liberazioneen nome di Dio. Il tempo di Innocenzo III dopo il 1187, Ed. Università Gregoriana, Roma.

5. ROJAS GABRIEL, Manuel, La frontera entre los reinos de Sevilla y Granada enel siglo XV (1390-1481).

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algún tipo de tolerancia o respeto a la libre determinación religiosa, enel mundo de la frontera. Sólo el enunciarlo suena a terrible blasfemiahistoriográfica. Alguna que otra noticia conocida puede aceptarse, perocomo algo puramente anecdótico. Son casos aislados, sin mayor trascen-dencia, como el cristiano convertido moro en Colomera del que nos hablaCarriazo. Anécdota curiosa, bonita, delicada, pero anécdota, al fin.

¿Determinados contactos pacíficos en la frontera deben ser conside-rados simplemente como acontecimientos de carácter esporádico y anec-dótico? La llamada de Carriazo a estudiar las relaciones menudas de lafrontera, aún no ha recibido la contestación reclamada. Su hipótesis esevocada, una y otra vez, por las noticias contenidas en algún que otrodocumento de la época. En la carta enviada por Huelma a Úbeda, en 1417,para zanjar los problemas desprendidos del robo de ganados por gentesde la ciudad de la Loma, aquellos les ruegan «e que lo fagays por amorde la vezindá e la amiganza».6

La sociedad de Frontera, además de padecer y verse inmersa en laconflictividad violenta, ofrece numerosas muestras de convivencia de todotipo, no simplemente anecdótica, sino convivencia institucionalizada,reflejadas en alguna que otra noticia que de forma accidental se escapaa algún cronista o queda recogida en escritos que pretenden otros objetivos,como los testigos de pleitos que, al defender sus intereses describen lascircunstacias que los rodean y, sin proponérselo, nos transmiten datosimportantísimos para reconstruir la vida y la convivencia en la fronterade Granada.

1. MANIFESTACIONES DE LA CONVIVENCIA

Atraidos por ciertos resquicios abiertos por esa documentación, in-tentamos descubrir a través de ellos la rica y variada pluralidad de la vida,desde perspectivas sociales más ricas en matices y con el apoyo de unadocumentación nueva, carente de intencionalidad histórica. Estas fuentesde información fueron generadas por gentes del pueblo llano, cuando encalidad de testigos hacían alegaciones en pleitos sobre límites de tierras,en otro tiempo fronterizas, por donde ellos solían moverse en el ajetreodiario de las tareas del campo, la guarda del ganado, los intercambios

de productos o las mil formas de convivencia que fomenta toda vecindad.Recogiendo la antorcha encendida, por Juan de Mata Carriazo y

Arroquia desde el Valle del Guadalquivir y Juan Torres Fontes, desdeel ámbito murciano, queremos seguir exhumando ese oscuro, pero apa-sionante abanico de relaciones que en la Frontera de Granada mantuvieronmoros y cristianos, como entonces se les conocía y se llamaban a sí mismos.

La Frontera del Reino de Granada, mantenida con pocas modifica-ciones a lo largo de toda nuestra Baja Edad Media, ha tenido una notabley diversificada importancia en la historia política, económica, social ycultural, para los reinos situados a uno y otro lado de ella. Durante dossiglos y medio fue la zona de contacto y de fricción entre dos mundosdiferentes, el cristiano y el musulmán, que se repartieron de un mododesigual, casi siempre en equilibrio inestable y de forma anacrónica, unamplio espacio de la Península Ibérica, distribuido en proporciones vi-siblemente descompensadas.

Ello propició un conjunto de variadas, prolongadas y contradictoriasrelaciones, de las que en la memoria colectiva han prendido, con vigory cierta fatalidad, las relativas a la conflictividad. Esta idea se ha vistopotenciada por la historiografía, alimentada casi siempre en fuentes cro-nísticas, dedicadas a exaltar el tono épico de las gestas guerreras de unnoble, al que se pretende elevar a la categoría de héroe o en la informaciónproporcionada por los memoriales cursados a la corona en demanda oratificación de franquicias y privilegios por parte de la nobleza y oligar-quías urbanas. Con frecuencia, el término frontera ha evocado un conceptoinevitable de conflictividad bélica, la cual, sin embargo, nunca revistiólos alarmantes caracteres de intensidad, generalización y exclusividad deque se nos viene informando. La última frontera de la España Medievalcristiana con el Islam granadino fue, además de línea de guerra, espaciode paces y treguas y de transculturación entre dos civilizaciones.

De aquí la necesidad de abordar el estudio de la Frontera a través dedos tiempos, el tiempo de la guerra, no tan largo como se ha creido, queoscilaría en torno al 15%, mientras que el tiempo de la convivencia,presidido por las paces y treguas, con un 85% del total, sería el másacostumbrado y, desafortunadamente, el peor o nulamente descrito. Ellaaparece como emblema de la dialéctica de la guerra y de la paz entreGranada y Castilla, expresada por aquel noble alcalaino coetáneo de loshechos, quien recordando a sus parientes y las relaciones mantenidas conotros nobles de Granada, reconocía que, entre los cuales, aunque en laguerra se daban de lanzadas, cuando había treguas y paz, pasaban6. ARGOTE DE MOLINA, Gonzalo (1957) Nobleza del Andalucía, Jaén, pág. 628.

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presentes y dádivas de una parte a otra.7 Es verdad que fue liza de luchay enfrentamiento de dos pueblos, cuya actividad contribuyó singularmentea la elaboración de un nuevo arte de la guerra y una nueva arquitecturamilitar -castillos, sistemas defensivos y organización de la caballeríaciudadana -. Junto a ello, también representó el papel de amplio escenariode encuentros, culturas y formas de vida.

En ella derramaron su sangre personajes notables y fueron bastanteslos hombres de las diferentes capas sociales, especialmente populares, aquienes las cadenas del cautiverio tuvieron sujetos en mazmorras o sometidosal duro y agotador trabajo que sus amos consideraron oportuno asignarlesen medio de unas condiciones ínfimas de alimentación y consideraciónhumana. No se puede silenciar, sin embargo, que a través de ella se filtraron,como Carriazo reconoció en reiteradas ocasiones, muchas influenciasrecíprocas, se crearon instituciones muy singulares, como aduanas parael comercio, el juez entre los cristianos y los moros, para derimir pleitossurgidos entre individuos o grupos de uno y otro lado de la franja divisoria,los fieles del rastro, para perseguir a los malhechores, los ejeas quemostraban los caminos a mercaderes y caminantes y los alfaqueques, queredimían cautivos.

Se produjeron, con cierta intensidad, intercambios de hombres y demujeres, de forma abierta y clandestina, y lo que es más sorprendente,por encima de la incompatibilidad religiosa se constatan fenómenos muydelicados y significativos de comprensión, tolerancia y cortesía.

Todo ello dió lugar al surgimiento de interesantes géneros literarios,como los romances fronterizos, las novelas moriscas, las cartas de frontera,una intensa correspondencia pacífica entre municipios opuestos. Endefinitiva, esas poblaciones limítrofes asentadas a uno y otro lado fueronprotagonistas de una realidad de vida habitualmente diluida en los que-haceres y contactos cotidianos.

En ella y en las relaciones propiciadas entre gentes de uno y otro lado,surge una sociedad particular, de la que interesa conocer los componentes,los comportamientos, la red de relaciones e, incluso, la mentalidad propiade la Frontera.

Son aspectos nuevos e inéditos de la historia que es necesario conocery explicar con la ayuda de una documentación nueva, existente, pero

dormida en los archivos, no sólo de la mano de crónicas, memoriales ycartas de frontera, ese periodismo de clase que tanto ha fomentado laconcepción de las relaciones, inmersas en la violencia y la actividad bélicaen nuestra historiografía fronteriza y que está exigiendo una nueva re-lectura, más reposada y atenta de hechos que escaparon a la directaintencionalidad del autor. Es necesario exhumar textos carentes, en prin-cipio, de intencionalidad histórica, entre los que se pueden contar las ActasCapitulares de concejos, contratos de compraventa, cartas de vecindadentre poblaciones cristianas y musulmanas para aprovechamiento mutuode pastos, alegaciones de testigos en pleitos por lindes y pastos, portitularidades de tierras, etc. Documentos, en definitiva, no descriptivosque, aunque no hacen un discurso intencionado sobre la frontera, asemejanza de crónicas y memoriales, atraen la atención del historiadorpor el contenido que sin proponérselo nos dejan vislumbrar en las rela-ciones sociales, condición de los campesinos y pastores, y mil formas deconvivencia de pueblos vecinos con diferente cultura, asentados en espacioorganizado de forma peculiar y propia, y con una fuerte conciencia delo que es la vecindad, manifiesta en el reproche que el alcaide moro deCambil hace al alcaide cristiano de Huelma, que ha cautivado a uncaminante moro que se dirigía a Cambil y erró el camino. Lo habitualy correcto era mostrarle el camino, dice el alcaide de Cambil, pues asílo vienen practicando ellos, de acuerdo con sus pactos de vecindad:

Porque muchas veses cristianos van a Huelma e yerran el camino e sevan a Canbil, e los alcaides de Canbil dan moros que les muestren elcamino de Huelma e no los toman por perdidos, que así avrán de faserlos de Huelma; e el alcaide, si erró el camino el moro, ge lo deviera mostrar,que para esto es la vesindad.8

Las fuentes que hablan de la frontera como zona desorganizada, lugarde peligros y marginalidades, dan cuenta, asímismo, de contactos regladospor la costumbre y convivencia de campesinos, pastores y cazadores. Allado de una sociedad organizada para la guerra, aparece otra dinámicay cohesionada que practica de forma sistemática un constante y florecientecomercio, lleno de relaciones y convivencias humanas. Así lo expresa el

7. TORO CEBALLOS (1993) Francisco, «El discurso genealógico de Sancho deAranda», Los Aranda de Alcalá la Real, Alcalá la Real.

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8. CARRIAZO ARROQUIA, Juan de Mata (1971) «Relaciones fronterizas entre Jaény Granada el año 1479», En la frontera de Granada, Sevilla, pág. 257.

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testimonio de un cualificado testigo, vecino de Jaén, el alfaqueque de laciudad, en 1480:

A visto e vee oy día entrar e salir moros del reyno de Granada a estadicha çibdad con sus mercaderías... y que ve e a visto que cada día vane vienen christianos a Granada e a su reyno, e van seguros e vienenseguros.9

Junto al lugar de muerte y cautividad, se manifiesta un espacio dondese cultivan con intensidad los intercambios, las relaciones humanas, lalibertad, la iniciativa y el respeto a la libre determinación de las personas,incluso en el campo de la religión.

Conocer estas dos caras de esa contradictoria, pero apasionantemoneda, todavía hoy oscura y de difícil lectura por la herrumbre de losaños y por los intereses sociales de entonces y de ahora, que siemprese centraron con mayor atención en la actividad de los grupos poderososy de las oligarquías dirigentes, es el propósito de estas páginas, inmersasen una tendencia investigadora que aflora en estudios realizados y otrosen vías de elaboración.10 Indicar, asímismo, algunos de los estudiosrecogidos en los últimos congresos sobre Frontera: Actas del CongresoLa Frontera Oriental Nazarí como sujeto histórico (S. XIII-XVI), Ins-tituto de Estudios Almerienses. Diputación de Almería, 1997; PrimerasJornadas. Estudios de Frontera. Alcalá la Real y el Arcipreste de Hita,Diputación Provincial de Jaén, 1996; Segundas Jornadas. Estudios deFrontera. Homenaje a D. Claudio Sánchez Albornoz, Diputación Pro-vincial de Jaén, 1998.

2. LAS RELACIONES PACÍFICAS

Numerosas preguntas ha suscitado la documentación contenida en losarchivos locales del área geográfica del Alto Guadalquivir, tierra defrontera por excelencia, muchos de cuyos documentos nos muestran unacara en franca contradicción con la noción tradicional de frontera. Nu-merosos interrogantes y notables intentos de clarificación han sido susefectos inmediatos. ¿Estamos ante la separación física de dos estados,marcada por una frontera ideológica? ¿Hasta que punto es real y estabaen vigor la frase de los reyes castellanos en muchas de sus cartas: «contralos moros enemigos de nuestra Santa Fe Católica» o la denominación de«infieles» dada por los musulmanes a los cristianos en determinadosmomentos? ¿Se trata de una frontera cerrada, donde se hace realidad ellema castellano: «Santiago y cierra España», o la fantasía musulmana deCordillera imaginaria que divide en dos a la Península?11

Ese elemento de separación ¿Es un espacio amplio: el Valle delGuadalquivir, por parte cristiana, o son sólo las tierras colindantes contierras musulmanas? y si son estas últimas ¿Se concreta en una raya-líneadivisoria o se trata de una amplia franja de varios kms. de anchura? Estazona de separación ¿Es una zona homogénea o fragmentada, autónomao estrechamente dependiente del centro?

¿Cómo se configuran y actúan los grupos humanos que se muevenen torno a esa franja? ¿Protagonizan confrontaciones ideológicas, políticasy económicas o dan vida a un espacio de relaciones comerciales, socialesy culturales? ¿Debemos tratar de ese espacio, como escenario dondeproliferan las actuaciones al margen del Derecho, el «Out-law», dondeimpera la aventura, la «libertad», etc.?

Reflexiones prolongadas y serenas sobre la documentación aportadapor las poblaciones enclavadas en dichos espacios fronterizos nos acon-sejan pensar en una realidad polivalente, lo que, en consecuencia, pro-porciona flancos suficientes para la pluralidad de teorías:

Claudio Sánchez Albornoz cultiva la idea bifronte de frontera, y sedetiene en los vicios y virtudes de sus gentes, entre cuyas características

9. PORRAS ARBOLEDAS, Pedro, «El comercio entre Jaén y Granada en 1480», AlQantara, vol. IX, fasc, 2, págs. 519-523.

10. Sólo remitir a algunos estudios: GARCÍA ANTÓN, José (1980) «La toleranciareligiosa en la frontera de Murcia y Granada en los últimos tiempos del reino nazarí»,Revista Murgetana, 57, págs. 133-143; RODRÍGUEZ MOLINA, José (1992) «Relacionespacíficas en la Frontera de Granada con los reinos de Córdoba y Jaén», Revista del Centrode Estudios Históricos de Granada y su Reino, Nº 6 Segunda Época, Granada, págs. 81-128). RODRÍGUEZ MOLINA, José (1996) «Poder religioso y cautivos creyentes en laEdad Media. La experiencia cristiana», Fe, cautiverio y liberación. «Cristianos con Diosen la pasión». Actas del I Congreso Trinitario de Granada, Córdoba, 1996, págs. 97-120.

11. GARCÍA DE CORTÁZAR, José Ángel (1993) «De una sociedad de frontera (ElValle del Duero en el siglo X) a una frontera entre sociedades (El valle del Tajo en elsiglo XII)», Las sociedades de frontera en la España Medieval, Zaragoza, pág. 54.

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resalta la aventura, la libertad y la audacia. Siguiendo estas directrices,no son pocos los que consideran la frontera con un significado semejanteal del «out-law» de la frontera americana. No faltan ejemplos en la propiadocumentación que avalen dichas concepciones: el caballero de Alcalála Real que reclama las pagas de sus correligionarios ante el monarca,amenazándole con que si no accede a ello con diligencia, no tendríanempacho los alcalainos en cambiar campanas por atabales y rey cristianopor soberano musulmán.12

Es nutrido y prestigioso el grupo de historiadores que apoyan su visiónen el aspecto político y militar. La frontera como esencialmente conflictivay violenta, de la que antes hemos hecho referencia.

Frente a éstos, se espiga, a veces, aquí y allá, cierta predisposición aconsiderar que en la Frontera primaron amplia e intensamente las relacio-nes pacíficas, sólo rotas esporádicamente y por breves espacios de tiempo.

Carriazo, uno de los más brillantes pioneros de los estudios de lafrontera, contempla dos aspectos fundamentales de ella, la frontera vistadesde la Corte, con su conflictividad y tratados diplomáticos, y la fronterade las relaciones vecinales, de la vida menuda.13

Estas teorías, sólidamente fundamentadas y prestigiosas, dado el rigorde sus seguidores, no dejan plenamente acotado el campo. Aún quedanpendientes bastantes cuestiones, necesitadas de clarificación, de las quepodríamos enunciar una: ¿Los contactos pacíficos en la frontera debenser considerados simplemente como acontecimientos de carácter esporá-dico y anecdótico? La llamada de Carriazo aún no ha recibido la con-testación reclamada.

Torres Fontes, conocedor riguroso de la frontera murciana admite que«Las gentes se preparaban para la defensa de la frontera ante el anunciode guerra o volvían a la pacífica relación vecinal, cuando se les notificabala firma de treguas».14

Angus Mackay, hispanista escocés, interesado en profundidad por eltema, ha hablado de largos periodos de buena vecindad, de una lenta«aculturación informal».15

Parece, de otro lado, simplismo reduccionista, hablar de una fronteraviolenta, la de los nobles y poderosos, y de una frontera pacífica, la delpueblo llano. También en éste anidó la agresividad y la violencia, comoen aquellos se dieron, por su parte, buenas relaciones. No parece, de otrolado, muy acorde con la realidad, la idea del centro violento y lo local pacífico.

Se hace, en cualquier caso, necesario analizar los Dos Tiempos de laFrontera: el Tiempo de la Guerra y el Tiempo de la Paz. Ambos con-tribuyeron a fraguar, junto con los condicionamientos de un escenarioaccidentado, esa realidad poliédrica que es la Frontera, donde los inter-cambios y la convivencia también tuvieron su papel y no de formaaccidental y anecdótica. Ellos pueden matizar las interpretaciones emitidashasta ahora por el quehacer historiográfico.

Los datos para dichas matizaciones clarificadoras podrían anotarse enseis apartados fundamentales:

a. Articulación del espacio fronterizo. b. Binomio: Tiempo de Guerra-Tiempo de Paz. c. Realidad política e ideológica. c Actividades económicasen periodos de Tregua. d. Repercusiones sociales de los periodos de Paz.e. Instituciones para la convivencia.

A. Articulación del Espacio Fronterizo

El accidentado escenario fronterizo, que señalaba la separación de dosmundos e imponía un determinado modo de hacer la guerra, propició y,a menudo, obligó a anudar buenas relaciones de vecindad entre puebloscolindantes. Esta polivalente área territorial reclama una descripción dela forma en que estaba estructurada.

¿Qué espacio se asigna a la frontera en la documentación castellana?Desde la Corona, se alude a dos zonas distintas:

a) La amplia región comprendida por el Valle del Guadalquivir y porel área murciana. Fue siempre objeto de interés por parte de los monarcas

12. TORO CEBALLOS, Francisco, «El discurso genealógico de Sancho de Aranda»,pág. 95.

13. CARRIAZO ARROQUIA, Juan de Mata (1971) En la frontera de Granada, Sevillay (1978) «La vida en la frontera de Granada», Actas I Congreso Historia de Andalucía.Andalucía Medieval, Córdoba, 1978, T. II, pág. 279.

14. TORRES FONTES, Juan (1988) «Las relaciones castellano-granadinas, 1427-1430», Relaciones exteriores del Reino de Granada. IV Coloquio de Historia MedievalAndaluza, Almería, pág. 90.

15. MACKAY, Angus (1980) La España de la Edad Media. Desde la frontera hastael Imperio (1000-1500), Madrid, págs. 101 y ss.

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que cuidaban, en función de un ejército de caballeros prestos a defenderla frontera, la buena calidad de los caballos, llegando a emitir prohibicionesorientadas a la reproducción de tales animales de guerra, impidiendo lacría de mulas más aptas para el arado y la tracción de carretas.16

b) La zona formada por las poblaciones y castillos que limitan direc-tamente con tierras de Granada. Son los lugares de montaña con tierrasdébiles y circunstancialmente expuestos a inevitables riesgos, caracterís-ticas que fomentan el desierto humano, que para contrarrestarlo obligaa la corona, en el siglo XIV, a traer hacia ellos pobladores,17 no importade donde ni de que condiciones, concediendo a muchos de estos enclavesel privilegio de homicianos, o redención de penas a homicidas y otrosmalhechores que se instalasen en ellos durante un corto periodo de tiempo,próximo a un año. El privilegio sería ratificado, más de un siglo después,a poblaciones en similares circunstancias, por Enrique IV.18

La primera zona se corresponde con las ciudades-base, asentadas,generalmente, sobre tierras feraces y de excelentes rendimientos cerealistasen tiempos de normal pluviosidad. Éstas deben proporcionar el trigo paralas llamadas «pagas y levas» con que se garantiza el mantenimiento deesa población, sobre todo en momentos de alto riesgo; la segunda, com-prende los pueblos y castillos limítrofes, asentados comúnmente en lamontaña, con tierras débiles y poco productivas, numerosos problemasy mayores necesidades.19

Dicha organización proporciona una frontera físicamente articuladaen bandas paralelas en lo que a la cuenca del Guadalquivir respecta,catalogadas con mayor o menor caracterización fronteriza, de acuerdo consu proximidad o lejanía a tierras de moros. Así Antequera será consideradamás frontera, por cuanto está emplazada más próxima a la importanteciudad musulmana de Loja, que Priego de Córdoba, más alejado de ella.20

A.1. Articulación del Valle del Guadalquivir

Ocupadas por los castellanos las onduladas campiñas del valle delGuadalquivir, y custodiado el rosario de hoyas o depresiones del surcointrabético por las ciudades más importantes del reino de Granada, lafrontera hubo de adaptarse a la configuración física de un territorioextendido en las Cordilleras Béticas, constituidas por una alineacióndiscontinua o conjunto de Sierras paralelas, separadas por surcos longi-tudinales y sectores individualizados por fallas transversales en sentidoNE-SW, que formaron pasillos de comunicación entre la Depresión Béticay las Hoyas interiores.21

De aquí que la frontera quede constituida como una franja segmentada,atravesada por los correspondientes pasos que transitan los distintoscaminos y puertos,22 distribuidos en los tres reinos que ocupan el valledel Guadalquivir:

En las tierras del Reino de Jaén:Pasillo de Pozoalcón-Tíscar, en términos de Quesada. Río Jandulilla,

con Jódar en la puerta cristiana y Huelma en la salida musulmana. El Valledel Río Guadalbullón custodiado por la ciudad de Jaén y las villas dePegalajar y La Guardia. La entrada por el Río Bívoras y Río de San Juana través de Martos, hacia Alcaudete, Castillo de Locubín y Alcalá la Real.

En tierras cordobesas:El Río Guadajoz, ponía en contacto a la Campiña con el importante

puerto de Alcalá la Real, a través de Alcaudete. El Río Genil conectabalas tierras más occidentales de Córdoba con Cabra y ámbito territorialcontrolado por ella.

En el área sevillana:El río Corbones servía de paso a las tierras de la Campiña a través

de Osuna, entre Carmona y Ronda. El río Guadaira permitía a las po-16. ARGENTE DEL CASTILLO OCAÑA, Carmen (1991) La Ganadería Medieval

Andaluza. Siglos XIII-XVI (Reinos de Jaén y Córdoba), Jaén.17. RODRÍGUEZ MOLINA, José y otros (1994) Colección Documental del Archivo

Municipal de Úbeda II (Siglo XIV), Universidad de Granada.18. ROJAS GABRIEL, Manuel, La frontera entre los reinos de Sevilla y Granada,

pág. 253.19. RODRÍGUEZ MOLINA, José y otros (1983) Colección Diplomática de Baeza

(Siglos XIII-XV), Jaén, doc. 76, págs. 200-201.20. QUINTANILLA RASO, Mª Concepción (1984) «Consideraciones sobre la vida

en la frontera de Granada», La Sociedad Medieval Andaluza: Grupos no privilegiados.Actas del III Coloquio de Historia Medieval Andaluza, Jaén, pág. 509.

21. GARCÍA MANRIQUE, Eusebio (1980) «El medio geográfico», Historia deAndalucía, dir. por A. DOMÍNGUEZ ORTIZ, ed. Planeta, Madrid, 1980, vol. I, págs. 17y ss.

22. Cfr. a este respecto: GARCÍA FERNÁNDEZ, Manuel (1989) El reino de Sevillaen tiempos de Alfonso XI (1312-1359), Sevilla; GONZÁLEZ JIMÉNEZ, Manuel (1988)«Morón, una villa de Frontera (1402-1427)», Relaciones exteriores del Reino de Granada.

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blaciones del valle internarse en tierras del reino de Granada, pasandopor Morón. Los términos de Arcos y Jerez comunicaban con los de laSerranía de Ronda, siguiendo el curso del río Guadalete.

En una frontera así articulada, con tanta complejidad y profusión devalles y puertos, ¿podemos hablar de unidad de acción o era la autonomíade cada área la que se organizaba?

Ambas acciones tuvieron vigencia. Unidad, cuando la Corona liderabalas expediciones. Autonomía, cuando la empresa dependía de actores comolos nobles, las ciudades o las aldeas limítrofes de uno y otro lado. Deahí que encontremos una frontera dividida en sectores mayores y menores.Grandes áreas de frontera con sus adelantados, capitanes mayores, etc.orientados a la administración de las tierras fronterizas y a su defensa,y cargos de idéntica naturaleza, motivados por la organización de laconvivencia entre gentes de estado, religión y cultura diferentes, tales comoAlcalde Mayor de moros y cristianos, acompañado de jueces de querellas,fieles del rastro, etc.

Esta dislocación geográfica plagada de sinuosidades dio cobijo anumerosos castillos y aldeas que aunque distantes políticamente, debíanaceptar las imposiciones de una necesaria vecindad. Su estudio hizo vera Carriazo que la paz y la guerra no eran asunto de estado, sino de cadafronterizo. La profusión de valles individualizados, próximos a la fronteradió, asímismo, una intensa proliferación de señoríos.

En realidad, el relieve influyó de forma decisiva en la división ad-ministrativa de la frontera, pues la configuración orográfica imponía unagran atomización de poderes, autonomía de acción, adaptación al mediode la pelea cuando la hubo, utilizando la jineta de estribos cortos y piernasdobladas, como forma típica de cabalgar, propia de los andaluces, cris-tianos o moros, frente a la guisa, de estribo largo y piernas rectas, propiade los ejércitos castellanos y europeos, más adaptada a los enfrentamientosmasivos y en llano. La vecindad tenía aquí su sentido pleno, por lanecesidad de interrelación y aprovechamiento de pastos, aguas y productosdel monte, aún entre pueblos de estados diferentes, siempre que la guerrano estuviese declarada. Los puertos secos, cúspides y confluencias de

vertientes opuestas desempeñaron funciones múltiples, a veces, contra-dictorias: convergencia de tropas, negociación de paces, control del comercioy siempre, paso obligado para los caminantes.

La defensa y regulación de actividades en el territorio originó uncomplicado sistema estructural defensivo-ofensivo, plasmado en dos líneasde construcciones fortificadas, paralelas a las alineaciones exteriores delSistema Bético y otra tercera de ciudades y grandes villas-base.23 Ejemplode esta organización es la alineación Úbeda (ciudad-base)- Quesada (villade aprovisionamiento)- Tíscar, población de primera línea de frontera.

De acuerdo con estas características geográficas existen varios sectoresclaramente diferenciados en la Frontera de Granada: Sevilla-Cádiz, Córdoba-Jaén y zona Murciana con su peculiar personalidad.

Éstos se subdividen en segmentos más reducidos, de acuerdo con lasnecesidades del momento y con las aspiraciones y fuerzas de determinadosnobles, ciudades o regiones. Las guerras y las paces guardaron una estrecharelación con la división por zonas y con la autonomía administrativa quecada ciudad o cada señorío se arrogaba.

A.2. La Tierra de Nadie

Queda todavía por dar respuesta a una última pregunta relacionadacon la estructuración física de la frontera. ¿El espacio de separación directoe inmediato estuvo constituido por una línea-raya o por una franja máso menos amplia? ¿El de «barra a barra», de Cartagena a Tarifa, o lo quees lo mismo, «de parte a parte», alude a una raya-línea fija o a una franjapermeable, transitable y utilizable? ¿Sería semejante al apuntado por P.Toubert y Ruiz de la Peña para Castilla, en el sentido americano de unaamplia zona de explotación no exenta, por supuesto, de inseguridad?.24

IV Coloquio de Historia Medieval Andaluza, Almería; QUINTANILLA RASO, MªConcepción (1979) Nobleza y señoríos en el reino de Córdoba. La casa de Aguilar (SiglosXIV y XV), Córdoba; RODRÍGUEZ MOLINA, José (1978) El reino de Jaén en la BajaEdad Media. Aspectos demográficos y económicos, Jaén.

23. Dicha alineación puede verse en la organización defensiva de Alcalá la Real:MARTÍN GARCÍA, Mariano y MARTÍN CIVANTOS, José María (1998) «Torres atalayasentre Alcalá la Real y el Reino Nazarí de Granada», II Estudios de Frontera. Actividady vida en la frontera, Jaén, págs. 481-520.

24. RUIZ DE LA PEÑA, Juan Ignacio (1993) «Ciudades y sociedades urbanas enla Frontera castellano-leonesa (1085-1250)» Las sociedades de frontera en la EspañaMedieval, Zaragoza, pág. 87.

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Nos inclinamos por la amplia franja - Terra Nullius -, donde viveny conviven marginados y criminales, pastores, labradores, mercaderes,cazadores, etc.

Dicha franja queda constatada, entre Alcalá la Real y Cazorla, zonaMurciana (Caravaca y Fuente de la Higuera) y Castillo de Matrera (zonasevillano-gaditana).25

B. Binomio: Tiempo de Guerra-Tiempo de Paz

B.1. Guerra y Paz

Es un hecho incontrovertible la conflictividad bélica, profusamenterecogida en la documentación hasta ahora conocida, reiteradamente tra-tada, y ratificada por la tupida red de castillos y atalayas que escalan elrelieve subbético y se expanden por todo su ámbito.

Pero también nos habla la documentación de la organización de laconvivencia en el Tiempo de Paz y de la función garantizadora del mismopor esa impresionante malla de fortificaciones.

Ésta puede ser la clave explicativa de tantos aspectos contradictorios.En la frontera son muy distintos los tiempos de guerra y los tiempos de paz.

Es frecuente la alternancia de la paz y la violencia,26 aunque estamosmejor informados del tiempo de guerra que del tiempo de paz. Pero ambosestuvieron presentes en la frontera, de manera que las acciones protago-nizadas por los habitantes de uno y otro lado nos impiden incurrir ensectarismos interpretativos, porque no hubo ni eterna y generalizadaconflictividad, ni, por supuesto, relaciones idílicas sólo rotas momentá-neamente por alguna que otra guerra.

En la realidad cotidiana, junto a la defensa contra el moro, estaba lanecesidad de relacionarse con él, tanto en el plano comercial, como enotros aspectos menudos dimanados de la vecindad - pastos, ayudas cotidianas,

mostrando el camino al extraviado o alertando al vecino musulmán delas acechanzas de sus propios correligionarios convertidos, con frecuencia,en sus enemigos -.

Los comportamientos, sin duda, fueron distintos en tiempos de guerraque en tiempos de paz. Ello queda recogido para los nobles en la des-cripciones, anteriormente referidas, que un coetáneo de los hechos noshacía de sus acciones en la frontera, hablando de un antepasado suyo,no muy lejano, describiendo con toda sinceridad y realismo las relacionesamistosas con caballeros musulmanes:

Tuvo mucha amistad con los Abencerrajes de Granada y con otros caballerosprincipales, que era don Pedro el Nayal, padre de don Alonso Venegasy abuelo de este don Pedro Venegas, y de sus hermanos que ahora viven.Entre los cuales, aunque en la guerra se daban de lanzadas, cuando habíatreguas y paz, pasaban presentes y dádivas de una parte a otra.27

El pueblo llano mantenía similares comportamientos, como hemosindicado anteriormente, al referir la carta que los pobladores musulmanesde Huelma escriben, en 1417, a los de Úbeda tratando de zanjar pacíficamenteun problema de robo de ganados por parte de la ciudad de la Loma,rogándoles: «que los fagays por amor de la vezindá e la amiganza». Esla misma propuesta que los moros de Cambil harán a la villa, ahora cristiana,de Huelma, a finales del siglo XV, con motivo del moro hecho cautivo porHuelma cuando se extravió de camino, recordándoles que la costumbre dela vecindad es orientar al que se desvía, pero no hacerlo cautivo.

Son sentimientos de convivencia en paz que manifiestan los vecinosde Quesada, en tiempos de Enrique III, mostrando sus quejas contra losladrones de moros, que, procedentes de otras tierras, entran y salen, confrecuencia, por sus términos, no dejándoles vivir en paz con sus vecinosmusulmanes, por lo que se quejan amargamente ante Enrique III:

Que asaz trabajos e males tienen el dicho concejo de Quesada, que silos ladrones roban algunos omes, que los moros vienen al dicho lugarQuesada e matan e lievan dellos cativos.28

25. RODRÍGUEZ MOLINA, José (1996) «La frontera de Granada. Siglos XIII-XV»,Primeras Jornadas de Estudios de Frontera. Alcalá la Real y el Arcipreste de Hita, Jaén,págs. 503-560.

26. RODRÍGUEZ MOLINA, José (1992) «Relaciones pacíficas en la frontera deGranada con los reinos de Córdoba y Jaén», Revista del Centro de Estudios Históricosde Granada y su Reino, núm. 6, Segunda Época, Granada, págs. 81-128.

27. TORO CEBALLOS, Francisco, «El discurso genealógico de Sancho de Aranda».28. CARRIAZO, Juan de Mata (1975) Colección Diplomática de Quesada, Jaén, págs.

CI-CII.

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B.2. Duración de los periodos de guerra y de los de paz29

Si analizamos con detenimiento las informaciones sobre las guerras,constataremos que los periodos de guerra no son tan prolongados ni tantraumáticos, como parecen relatar crónicas, romances, cartas de fronteray memoriales, empeñados en magnificar personajes o asegurar privilegios.

Los periodos de paz, denotan una duración no apreciada en sus justasproporciones. Así lo podemos captar de una lectura detallada que permitala comprobación del tiempo que estuvieron vigentes, consignado en lasdiferentes cartas de paz y tregua conocidas por nosotros. La historiadiplomática de ambos estados fronterizos está todavía por hacer, nos decíaCarriazo, mientras que nuevas fuentes documentales - archivos fronterizos,alegaciones de testigos en pleitos - sugieren prolongadas etapas de pazy convivencia.

Unas conclusiones provisionales parecen indicarnos que del duroperiodo bélico protagonizado en el último cuarto del siglo XIII, tenemoscinco menciones de paces y cuando la mayor parte de los historiadoresnos hablan de la violenta conflictividad contra Castilla, mantenida porparte de los musulmanes, nos aparece la protección del rey de Castilla,en 1291, dada a cualquier «recua de los moros de tierra del Rey deGranada».30

Durante el siglo XIV las estimaciones que podemos hacer a partir dela observación atenta de un cuadro donde se recojan todas las cartas depaz y tregua conocidas, serían de una duración próxima a los 85 años,es decir, del 85% de la centuria. Sólo de la primera mitad del siglo XIV,la más conflictiva, se conocen 10 tratado de tregua y paces. La segundamitad, conocida como una prolongada etapa de paz y entendimiento entreCastilla y Granada, tuvo también sus puntos negros - el año 1368 -. Lahipótesis no tiene nada de novedoso. Fue esbozada por el hispanista escocésAngus Mackay, al referirse al periodo comprendido entre 1350 y 1460,estimando para el mismo, unos 85 años de paz.

Durante el siglo XV, con excepción de la Batalla de los Collejares,cerca de Quesada - 1406 -, conquista de Antequera y Batalla de laHigueruela, las guerras fueron breves y sin demasiados efectos, mientras

que las paces se suceden casi anualmente. Las paces ocuparían en tornoal 85 % del tiempo.

B.3. Treguas y paces facilitaron y fomentaron las relaciones y actividadescotidianas

Puertos abiertos y el tránsito por ellos de mercaderes, merchantes,almayares y exeas. Libertad a cautivos y reconocimiento de la libredeterminación. Funcionamiento de los jueces de querellas y del Alcaldeentre moros y cristianos, para deslindar pleitos surgidos entre cristianosy musulmanes. Pastos comunes y arrendamientos mutuos de pastos ytierras de labor. La caza en términos contrarios. La vecindad y los tratadosde vecindad.31

Todo ello reforzado por las treguas particulares que aquí y allá, hoyo mañana, hacían señores y concejos andaluces con sus correspondientesdel reino de Granada.

C. Realidad política e ideológica

La mejor comprensión de la alternancia de la Paz y la Guerra nos exigepenetrar, como venimos constatando, en el mundo de la realidad políticae ideológica de la Frontera, tratando de desentrañar el sentido y desarrolloprofundo de las mismas en el ámbito de esa vida compleja, en la que incidentantos factores de conflicto, pero a la que engloban tantos elementos derelación cotidiana.

No cabe duda que hablamos de una frontera entre dos estados. Pero¿Vueltos de espaldas y enfrentados o con poblaciones y hombres que tratande convivir entre ellos, adaptándose a la vecindad que, con frecuenciales impone el relieve?

C.1. El deseo de pervivencia del reducto musulmán y las divisionesfrecuentes entre monarcas y nobles castellanos fuerzan, también, la necesidad

29. RODRÍGUEZ MOLINA, José, «Relaciones pacíficas...»30. RODRÍGUEZ MOLINA, José y otros (1990) Colección documental del Archivo

Municipal de Úbeda I (Siglo XIII), Granada, doc. nº 56, pág. 87.

31. RODRÍGUEZ MOLINA, José (1999) «Las relaciones de vecindad en la fronterade Granada», Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, núm.12. Segunda Época, Granada.

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CONVIVENCIA DE CRISTIANOS Y MUSULMANES...JOSÉ RODRÍGUEZ MOLINA

de entendimiento, que se traduce, desde el siglo XIII, en relacionesvasalláticas de Granada con Castilla: en la frontera se cruzan diferencias,pero también necesidades de complementariedad, y en todo caso, suspropias culturas. De aquí que nos encontremos frecuentemente documen-tadas las relaciones de vasallaje, amistades, convivencia e, incluso, respetoa la libertad religiosa del contrario.

El vasallaje de Granada a Castilla quedaba explícitamente contempladoen el pacto de Jaén y en el nacimiento del Reino Nazarí de Granada.Ejemplo de ellos, aparte de los numerosos documentos de firma de paces,puede ser el homenaje anual de los moros granadinos enviados por el sultána la tumba de Fernando III en Sevilla, en señal de respeto y reconocimientode su soberanía, la asistencia a las Cortes castellanas y la estampaciónde su firma en los acuerdos salidos de ellas y el reconocimiento explícitodel vasallaje en los tratados de paz, como el realizado entre Yusuf IVy Juan II, en 1432.32

Las aspiraciones pacíficas en los convenios de paz y tregua33 semantienen por los monarcas y sus herederos desde tiempo inmemorial.En 1333 son manifestadas tales inquietudes por Yusuf I a Alfonso IVde Aragón: «haceros saber que la amistad entre la corte de Granada yvuestra corte nunca se ha interrumpido, y ha venido renovándose entrenuestros antepasados».

Argote de Molina dice que Muhammad V muere «habiendo tenidopaz y tregua toda su vida con el Rey don Enrique».

Las buenas relaciones entre ambas coronas eran secundadas por losnobles de uno y otro lado con acuerdos de amistad entre ellos.34 Esevocadora la miniatura de las Cantigas, donde el alcaide cristiano delcastillo de Chincoya abraza a su vecino el alcaide moro de Belmez, ambos

a uno y otro lado del río Jandulilla, en las proximidades de su desem-bocadura.

Señores y concejos aspiran a la paz de forma muy extendida: los Fajardode Murcia, el Conde de Cabra, Rodrigo Manrique, el señor de Jódar, D.Alonso de Aguilar, los Ponce de León... .35

De forma similar se desenvuelven las ciudades de Jaén, Úbeda, Alcalála Real y los acuerdos entre Lorca y Vera o los de la Serranía de Rondacon Jerez, Gibraltar... .36

Los vecinos de las poblaciones limítrofes cultivaban el sentido de labuena vecindad, lo que nos muestran documentos de una u otra poblaciónen fechas diferentes y distantes en estos siglos bajomedievales.

En la segunda mitad del siglo XIV se aspira de forma eficiente a laregulación jurídica de la paz, como lo muestra el funcionamiento de losalcaldes de las querellas entre moros y cristianos, los seguidores del rastro,la creación del Alcalde entre Moros y Cristianos...

La defensa de la convivencia en el marco de esos pactos de vasallaje,acuerdos entre nobles o vecindad entre aldeas llega, a menudo, hasta lapena de muerte, sancionada por el monarca nazarí, sobre hombres malosdel reino de Granada, por hacer cabalgadas en tierras de Castilla, duranteel Tiempo de la Paz,37 o los duros castigos impuestos por los rondeñosdurante un periodo de paces entre Zahara cristiana y Ronda musulmana,escrupulosamente guardado, hasta el punto que los de Ronda ahorcarona un moro de la Sierra de Villaluenga «porque venía a hurtar a los deZahara y no guardavan las pazes».38

32. SUÁREZ FERNÁNDEZ, Luis (1954) «Juan II y la Frontera de Granada», C. H.M., nº 2, Valladolid; ARGOTE DE MOLINA, Gonzalo, Nobleza del Andalucía, pág. 202;DE MANUEL RODRÍGUEZ, Miguel, Memorias para la vida del Santo Rey D. FernandoIII, Madrid, MDCCC; XIMENA JURADO, Martín de (1991) Catálogo de los obispos delas iglesias catedrales de Jaén y Anales eclesiásticos de este obispado, 1653, Reimpr.por Universidad de Granada.

33. ALARCÓN Y SANTÓN, Maximiliano y GARCÍA DE LINARES, Ramón (1940)Los documentos árabes diplomáticos en el Archivo de la Corona de Aragón, Madrid, doc.33bis, págs. 69-70; RODRÍGUEZ MOLINA, José, «Relaciones pacíficas...»

34. RODRÍGUEZ MOLINA, José (1996) La vida en la ciudad de Jaén en tiemposdel Condestable Iranzo, Jaén; TORO CEBALLOS, Francisco, «El discurso genealógicode Sancho de Aranda».

35. RODRÍGUEZ MOLINA, José, La Vida en la ciudad de Jaén en tiempos delCondestable Iranzo. ROJAS GABRIEL, Manuel, La Frontera entre los reinos de Sevillay Granada, págs. 151-152 y 185-196; ABELLÁN PÉREZ, Juan, «Jerez, las treguas de1450 y la guerra civil granadina», Estudios sobre Málaga..., págs. 10-13; TORRESFONTES, Juan, «Enrique IV y la frontera de Granada. Las treguas de 1458, 1460 y 1461»,Homenaje al Profesor Carriazo, Sevilla, 1973, T. III, doc. 4, págs. 379-380.

36. PALENCIA, Alonso de (1904) Crónica de Enrique IV, Trad. castellana por D.A. PAZ Y MELIÁ, Madrid, T. IV, pág. 125; JUAN LOVERA, Carmen (1988) ColecciónDiplomática Medieval de Alcalá la Real. Vol. I. Transcripción de los documentos, Alcalála Real, doc. 78, págs. 154-156.

37. TORAL Y FERNÁNDEZ DE PEÑARANDA, Enrique (1989) «Dos cartas del reyMahomad V de Granada», B.I.E.G., nº 140, págs. 54-55.

38. ROJAS GABRIEL, Manuel, La Frontera entre los reinos de Sevilla y Granada,págs. 186-187, not. 69.

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CONVIVENCIA DE CRISTIANOS Y MUSULMANES...JOSÉ RODRÍGUEZ MOLINA

C.2. La confrontación ideológica de moros y cristianos, de otro lado, tieneuna larga y antigua tradición en la Península.39 Pelayo en Covadonga,Santiago en Clavijo, S. Isidoro en Baeza, S. Sebastián en Alcalá la Realy cualquier otro santo o virgen que estuviese al alcance de las circuns-tancias, lo que sintetiza aquella frase, encabezamiento de cartas reales,«contra los moros enemigos de nuestra Santa Fe Católica». Confrontaciónideológica rigurosamente documentada en el libro de G. Cipollone,Cautividad y liberación, y en el de Rojas Gabriel, sobre La Frontera entreSevilla y Granada, reiteradas veces aludidos. En coherencia con esadeterminada visión, la paz, la convivencia, la tolerancia, la libre deter-minación deben relegarse al ámbito de las simples noticias anecdóticas.

Pero, además de esos símbolos potenciados por las élites rectoras enmomentos de candente confrontación bélica, numerosos datos, proceden-tes de espacios diferentes y distantes, aportados por cartas de paces y tregua,actas municipales, declaraciones de testigos en pleitos... sugieren unaintolerancia religiosa menos dura y absoluta, y una tolerancia menosanecdótica y circunstancial y sí, en cambio, más institucionalizada ysostenida de lo que hasta el momento pudiéramos sospechar.

Ello se manifiesta en los lugares concretos - Fuente de la Higuera, Jaén,Alcalá la Real, Colomera o la misma Granada - a los que acuden autori-dades, familiares y parientes de los convertidos a una u otra religión paraconvencerles a que vuelvan a sus raices, y cómo las conversacionesmantenidas terminan todas en el reconocimiento, tanto por parte de cris-tianos como de musulmanes, de la libre determinación de los encausados.

El principio del reconocimiento de la libertad religiosa está documen-tado desde 1310, al menos, en que se acuerda acoger al fugitivo quepretende ser moro o cristiano en una u otra parte. En muchos tratadosde paz, de los que puede ser representativo el firmado en 1310 por unaduración de siete años, el rey castellano dice:

Otrosí, nos prometemos a buena fe, sin mal enganno, que si uos fuexerealguno o algunos de la nuestra tierra, que nos ayan a dar cuenta e recabdode lo que por nos recabdaron, que nos, que los mandemos recabdar etque los tornemos a vuestro poder, e si fuere elche, quier nuestro o de

alguno de vuestros vasallos, que sea recabdado todo lo que troxiere paranos lo enbiar a uos o a cuyo fuere, et él que sea pregonado; et si quisiereser cristiano que lo sea, et si quisier moro que lo non tengamos en nuestratierra et que vaya por do quisier.40

Este mismo principio vuelve a repetirse en el tratado de paz firmadopor 8 años de duración, el 18 de junio de 1320:

Et otrosí, si alcuno se fuxere a tierra de cristianos, quel non reçiban etquel fagan tornar a su tierra, saluo, ende, si viniere a seer cristiano, estemismo fagan al cristiano en que fuxere a su tierra.41

Hay establecido un procedimiento para comprobar y posibilitar la libredeterminación: Los presuntos conversos estarán 10 días en un lugarpreviamente determinado por la costumbre. Así queda expresado en lareivindicación hecha a Alcalá la Real, durante la tregua firmada el 19 dediciembre de un año comprendido entre 1455 y 1462:

E asy mismo dos moços e un omne moros que fueron allá, e dísteles liçençiaque partiesen otro día commo fueron allá. E la costumbre de la paz esque los abíades de tener a y, diez días; por lo qual mandadlos traer aAlcalá... para que fablen con ellos allá, e después, sy se quieren tornare yr allá, vayan en ora buena.42

Era costumbre institucionalizada en la frontera, que en caso de huidase trasladasen hasta el lugar del fugitivo personas competentes o familiarespara constatar la conversión y tratar de convencer al encausado para quevolviese a su primitiva fe. La última palabra correspondía al converso,quien tomaba su determinación con plena libertad y respeto por parte delos asistentes. Ejemplos de ello los encontramos en la Fuente de la Higuera,entre la frontera murciana y almeriense, o en la frontera granadina-jiennense. Ejemplos de la primera, nos los proporciona José García Antón:43

39. RODRÍGUEZ MOLINA, José (1998) «Libre determinación religiosa en la fronterade Granada», II Estudios de Frontera. Actividad y vida en la frontera, Jaén, págs. 693-708.

40. GIMÉNEZ SOLER, Andrés (1908) La Corona de Aragón y Granada. Historiade las relaciones entre ambos reinos, Barcelona, págs. 167-169.

41. Ibid., págs. 212-214.42. JUAN LOVERA, Carmen, Colección Diplomática Medieval de Alcalá la Real,

T. I, doc. 78, págs. 154-156.43. GARCÍA ANTÓN, José (1980) «La tolerancia religiosa en la frontera de Murcia

y Granada en los últimos tiempos del reino Nazarí», Revista Murgetana, 57, págs. 133-143.

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CONVIVENCIA DE CRISTIANOS Y MUSULMANES...JOSÉ RODRÍGUEZ MOLINA

Un testigo llamado Mendoza relataba cómo estando en Vera con el caudilloAyne, por el año 1463, apareció un cautivo moro de Lorca, que se habíaescapado, llevando con él a una doncella cristiana, la que en Vera se hizomora, casando con su raptor. Siendo tiempo de paces, los de Lorca pidieronal caudillo Ayne la devolviesen a su tierra, pues «no era razón que aquellopasase, pues que habían paces». Accedieron los de Vera y la doncellafue llevada a La Fuente de la Higuera, límite entre ambas ciudades, conel fin de que fuera ella la que decidiese, entre marchar con sus padreso quedar con su marido, eligiendo esto último, por lo que retornó a Vera.

Y, al contrario, un moro de Vera cautivo de Lorca y convertido alcristianismo, cuando sus padres quisieron rescatarlo, fue llevado a LaFuente de la Higuera para que él decidiera. Expresó claramente su renunciaa su anterior fe y también a su familia, diciendo que su padre y su madreeran aquellos con los que estaba en Lorca, regresando, por tanto, a estaciudad.

Ejemplos parecidos encontramos en la documentación de las pobla-ciones del alto y medio Guadalquivir, que se pueden sintetizar en elcristiano hecho moro en Colomera y reclamado por las autoridades jien-nenses, a las que responden los de Colomera el 28 de agosto de 1479lo que sigue:

Carta de Colomera. Al corregidor e alcalde mayor e al comendadore alguacil mayor e al conçeio. Señores: Reçebimos los dos morosnuestros que vosotros nos enbiastes, e luego vos enbiamos los trescristianos vuestros. E sabed, honrrado conçejo e caualleros que un moçose tornó moro, e nosotros ovimos mucho pesar dello, e le deximos quefuese con sus conpañeros e no quiso. Mandad que venga su madre eparientes aquí, a Colomera, e trabajen con el moço para que se vallacon ellos y nosotros lo dexaremos ir. Y vengan los que vernán seguros.E somos prestos en todas cosas, honrados cavalleros, de facer lo quemandáredes.44

Existen testimonios explícitos, procedentes de los Milagros de Gua-dalupe, en 1462, de que la libre determinación está contemplada entrelas instituciones reguladas por el Fuero de Frontera. Narran el caso de

un muchacho de más de diez años, hijo de Rodrigo de Berrio, llamadoFrancisco, que fue apresado y vendido al arraez de Málaga, en 1462, quienconsiguió que abrazase la fe musulmana con el nombre de Bixer. Dejandocomo rehén a otro hijo suyo, el padre consiguió del alcaide de la plazade Jimena, quien mantenía buenas relaciones con el malagueño, que lediese una carta de «ruego», en la que demandaba:

(...) que le guardase su justicia, segund el fuero e ley de la frontera, enla qual se contiene, que si algund moço christiano de quinze annos abaxose tornase e le tornaren moro, e viniendo su padre e madre demandándolo,son tenudos los moros de ge lo poner delante. E si el moço dize que sequiere tornar a la fe de los christianos, dángelo por su rescate. E si elmoço dixere que quiere estar e perseuerar en la seta de Mahomad, nonge lo darán en manera alguna.45

El niño se negó tanto a abandonar su nueva doctrina, como a reconocerque Rodrigo era su padre, por lo que éste marchó a Córdoba y «ganóuna carta de recomienda muy encargada del sennor don Alfonso, cuyaes la Casa de Aguilar, para el alcaide de Málaga». Otra vez en la ciudad,el dignatario musulmán volvió a acceder a la demanda «por contemplacióndel sennor don Alfonso, a quien so muy obligado e mucho deseo seruir».Pero las cosas siguieron igual, a pesar de una tercera entrevista en la queintervino hasta la madre del muchacho. Finalmente, tras la intercesiónmilagrosa de la Virgen de Guadalupe, Francisco reconoció a sus padresy regresó a la fe cristiana.

La mentira que en esto, como en tantas otras cosas, suele estar presente,con frecuencia, aconsejaba las correspondientes cautelas, manifiestas conmotivo de la cristiana tomada cautiva por los moros de Cambil, entre Jaény Huelma, cuya liberación se solicita, asímismo, por las autoridadesjiennenses a las granadinas. Pero dado el caso, auténtica novela condensadade frontera, los granadinos creen que quien ha jugado con tanta ligerezaante las instituciones no merece su inclusión en las demandas de libertad.Así lo expresan en 1479:

respóndese que ésta que dise ser christiana no es de la calidad de losque agora se demanda, porque ésta vino de su buena voluntad, como es

44. RODRÍGUEZ MOLINA, José, «Relaciones pacíficas en la frontera de Granadacon los reinos de Córdoba y Jaén».

45. ROJAS GABRIEL, Manuel, La Frontera entre los reinos de Sevilla y Granada,pág. 217, not. 139.

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CONVIVENCIA DE CRISTIANOS Y MUSULMANES...JOSÉ RODRÍGUEZ MOLINA

notorio e verdad, e después de estar en esta çibdad de Granada e sermora, en este medio tienpo vino Martín [de la], alhaqueque, e estovo ehabló con ella apartadamente y ella quedó por mora, como lo era, ydespués ella fue casada e estaba gran tienpo por mano e mandado del[alcalde] mayor de los moros, la qual huyó de casa de su marido conun enamorado mudéjar que tenía y fue tomada e presa. E mirado losusodicho ser así, como es verdad y pasó, ya veis si es rasón demandarla tal muger como ésta.46

Estos aires de tolerancia se captan incluso en los Reyes Católicos,quienes escriben al sultán de Egipto, en 1489, comunicándole su buenadisposición para con los musulmanes, pues a semejanza del trato pacíficoque él da a los peregrinos de Jerusalén, ellos procuran la convivencia enpaz de los moros de la Península, con excepción de los de Granada, alos que tienen un determinado trato, no por ser moros, sino por tener untrozo de tierra que era y es de España.47

D. Actividades de tipo económico48

Los ámbitos de uno y otro lado de la frontera constituyen dos mundosde economías diferenciadas y complementarias, donde se registranmanifestaciones singulares de gran interés:

—Protagonismo de mercaderes y contrabandistas.—Pastores de uno y otro lado que aprovechan con sus rebaños los

pastos contrarios.—Agricultores que labran tierras asentadas en el lado del otro estado.

D.1. La actividad comercial resultó más importante para Granada, defi-citaria de cereal, aceite de oliva y ganado vacuno. Ella vendía frutos secos,

azúcar y artículos textiles de seda.49 Fue tan intensa y agresiva que, inclusose vendían mercancías prohibidas: armas, caballos y cereales.50

La Corona interesada en el tráfico comercial, lo reglamentaba, impul-sada por diferentes motivos:

Impedir el tráfico de las «cosas vedadas», para lo cual ejercía un seriocontrol en los puertos secos.51

Con frecuencia, las pretensiones no eran otras que promover la ac-tividad mercantil: desde 1234 la registramos en Quesada, las guardas desacas están perfectamente reglamentadas desde Alfonso X y se brindaprotección a las «recuas moras» en 1291.52

La actividad comercial excitaba el deseo en la corte castellana de extraerlas propias ganancias: se organiza un régimen fiscal peculiar con insti-tuciones propias dentro de la fiscalidad general. El aspecto fiscal de losintercambios comerciales queda ampliamente descrito y reglamentado enel «Ordenamiento de Sacas» dado en las Cortes de 1390, que recogía lasituación regularizada desde mediados del siglo XIV por Enrique II.

Pero donde se toma el pulso a la actividad comercial es en la rentadel «Diezmo y medio diezmo de lo morisco». Destaca el Puerto de Alcalá,cuyo recaudador nos muestra su gran importancia y volumen, en 1420,cuando denuncia las 10.000 doblas de oro moriscas que le adeudan losque acostumbran a evadir el pago del correspondiente impuesto en laaduana,53 cantidad parecida a las 12.000 doblas de oro que el rey deGranada debía tributar en concepto de parias, por esos tiempos, al reyde Castilla.

El interés comercial de la frontera se rastrea, siguiendo la pista a losprotagonistas de los intercambios.

La nobleza juega un importante papel, dadas las pingües ganancias,acaparando los más importantes cargos aduaneros:

El cargo de Alcalde Mayor del diezmo y medio diezmo de lo moriscoque, en 1479, detenta D. Hurtado de Mendoza, del Consejo de los Reyes.54

46. Archivo Municipal de Jaén, Actas de 1479, fols. 136v-139v.47. DOUSINAGUE, José M., La política internacional de Fernando el Católico,

Madrid, 1944, Apéndice nº 1, págs. 515-517.48. HINOJOSA MONTALVO, José (1998) «El comercio y la frontera en la península

ibérica en los siglos medievales», II Estudios de Frontera. Actividad y vida en la frontera,Jaén, págs. 385-414; RODRÍGUEZ MOLINA, J., «Relaciones pacíficas....».

49. LÓPEZ DE COCA, José Enrique (1982) «Comercio exterior del reino de Granada»,Actas del II Coloquio de Historia Medieval Andaluza, Sevilla.

50. ROJAS GABRIEL, Manuel, La frontera entre los reinos de Sevilla y Granada,págs. 195-196.

51. Ibid., págs. 196-197, not. 84.52. RODRÍGUEZ MOLINA, José, «Relaciones Pacíficas...»53. JUAN LOVERA, Carmen, Colección Diplomática de Alcalá la Real, doc. nº 60.54. RODRÍGUEZ MOLINA, José (1985) Colección Diplomática de Jaén, Jaén, doc.

XLIV, pág. 121.

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CONVIVENCIA DE CRISTIANOS Y MUSULMANES...JOSÉ RODRÍGUEZ MOLINA

La Aduana y registro de lo morisco confirmada al hijo del CondestableIranzo.55

La «Renta de la exea e meajas de la correduría de lo morisco»,concedida por el monarca a personalidades de su corte.56

A la nobleza pertenecían los Alcaldes de sacas y cosas vedadas delo morisco y eran los titulares del Almojarifazgo.

Abundan los mercaderes, merchantes y almayares cristianos, morosy judíos de ambas partes y los ejeas entregados al comercio de semovienteso como intermediarios de múltiples actividades de intercambio.

Genoveses y catalanes están notablemente presentes en dichas acti-vidades comercializadoras, como ha demostrado Carriazo, Heers, Hino-josa Montalvo, etc.

La actividad comercial es objeto de una apreciable reglamentación yde emisión de cartas de seguro para los comerciantes.57 Una de estas cartasera dada por la ciudad de Jaén, en 1480, con motivo de una nueva tregua:

E porque los almayales mercaderes ayan voluntad de venir a las trocas,por la presente damos nuestro seguro e aseguramos a todos los almayalesmoros mercaderes e a sus bienes e mercadurías que truxieren a esta çibdadde Jahén, a vender e trocar e canbiar, que vayan e vengan seguramente,ca nos les aseguramos que en esta çibdad ni en sus términos, por vesinosde esta çibdad no les serán fecho mal ni daño a ellos ni a sus bienese mecadurías que traxeren, viniendo los días declarados en las ordenançase condiçiones de la pas e por el puerto e camino acostunbrado.58

Se indican los puertos y caminos que deben de seguirse, mercadosque han de frecuentarse, días asegurados para transitar por puertos ycaminos: lunes y jueves en el Puerto de Arenas.

Todo ello posibilita un dinámico fluir de mercaderes por caminos,puertos y mercados, a los que detectamos con plenas garantías en Jaén,

desde donde «cada día van y vienen christianos a Granada e a su Reyno,e van seguros e vienen seguros».59

Resultan de gran interés las mercancías comercializadas:— Contamos con listas de artículos comercializados y con aranceles

de impuestos que cargan sobre las mercancías:— Arancel de Morón de 1387.60

— Artículos comercializados por los mercaderes en dichos puertos,en Jaén y en el mercado de Pegalajar.61

— Entre los diferentes productos, algunos llaman especialmente laatención:

— Aceite62 y ganado63 del Valle del Guadalquivir.— Seda y sardina morisca del reino de Granada.64

Todo ello queda sintetizado en el Arancel de Alcalá la Real de 1476:65

Este día ante los dichos señores paresçió Ferrand de Torres, en nombredel señor don Luis de Torres, alcalde mayor entre christianos e morose escrivano mayor del registro de lo morisco y aduana, e presentó unacopia de los derechos que en el puerto de la çibdad de Alcalá la Realse acostunbró levar el escrivano del registro de lo morisco, su thenorde la qual es este que se sigue:Primeramente, de cada manada de ganado menudo, de veinte cabeçasarriba, quatro maravedís./ De cada manada de ganado vacuno, de diescabeças arriba, ocho maravedís./ De cada pieça de paño, quatro maravedís./De cada pieça de fresa, tres mrs./ De cada capus, dos mrs./ De un sayo

55. RODRÍGUEZ MOLINA, José, Colección Diplomática de Jaén, doc. nº XI, págs.42-44; GARRIDO AGUILERA, Juan Carlos, «Relaciones fronterizas con el reino deGranada en la capitulares del Archivo Histórico Municipal de Jaén», IV Coloquio deHistoria Medieval Andaluza, pág. 166.

56. Archivo Real Chancillería de Granada, C. 512, L. 2.370, P. 1.57. Archivo Municipal de Jaén, Actas de 1476, fol. 198v, y Actas de 1480, fols. 80r-

84v.58. Archivo Municipal de Jaén, Actas de 1480, fol. 84v.

59. PORRAS ARBOLEDAS, Pedro, «El comercio entre Jaén y Granada en 1480»,Al-Qantara, vol. IX, fasc. 2, pág. 522.

60. GONZÁLEZ JIMÉNEZ, Manuel (1987) «Morón de la frontera a comienzos delsiglo XV», Anuario de Estudios Medievales, 17.

61. RODRÍGUEZ MOLINA, José, «Relaciones pacíficas entre Granada y Jaén en elsiglo XV», Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, nº 2, págs.144-145.

62. RODRÍGUEZ MOLINA, José (1996) «Cultura tradicional del olivo en Jaén», ElToro de Caña. Revista de Cultura Tradicional de la Provincia de Jaén, Jaén, págs. 53-114.

63. ARGENTE DEL CASTILLO OCAÑA, Carmen, La Ganadería Medieval Andaluza.64. A. M. A. R., Libro Primero de las Ejecutorias y Privilegios de Alcalá la Real,

fols. 626 y 629v.65. Archivo Histórico Municipal de Jaén, Actas de 1476, fols. 37v-38r.

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CONVIVENCIA DE CRISTIANOS Y MUSULMANES...JOSÉ RODRÍGUEZ MOLINA

o un par de calças, un mr./ De cada carga de sardina u otro pescado, quatromrs./ De cada libra de seda, un mr./ De cada arroba de lino, un mr./ Decada arroba de almendra o açúcar, un mr./ De cada arroba de pasa, çincodineros./ De cada albo[rnos], çinco mrs./ De cada almaysar o toca, un mr./De cada vara de paño nuevo que traen de Granada, dos mrs./ De cadavara de seda, dos mrs./ De cada moro mercader almayal, de su salida,cada ves que va con su mercaduría, ocho mrs./ Del azeite o miel que senon se acostunbró levar derecho de registro dello.

El comercio ilegal

En torno a este asunto es característica la parquedad de noticias, dadasu clandestinidad, pero las pocas que encontramos tienen gran poderevocador: en 1479, los Reyes Católicos dan normas contra los contra-bandistas que hacen «sus igualas secretamente con algunos alcaides e otraspersonas de la dicha frontera».66

Fue una actividad ajetreada y taimada, común en toda la frontera:Morón, Quesada, Bélmez, Alcalá la Real, donde están comprometidos conel contrabando la mayor parte de la población y donde las mismasautoridades hacen oidos sordos a las demandas de justicia por parte delrecaudador; el área murciana, donde estaban inmersas en ese mundo el15% de las familias.67

El volumen del contrabando se capta en que un solo contrabandistade Alcalá había introducido en Granada, de una vez, mediante dichoprocedimiento, 500 ovejas.68

D.2. Actividad ganadera69

Existe una explotación pecuaria común en la franja divisoria, que setraduce en el aprovechamiento, en régimen comunitario, de determinados

espacios por gentes de uno y otro lado: en las franjas fronterizas existentesentre Alcalá y Cazorla,70 en torno a Caravaca,71 y en el ámbito del castillode Matrera.72

Arrendamientos de pastos enclavados en tierras musulmanas por partede cristianos, constatables en los fueros de la familia de Cuenca y en elreconocimiento que, en 1305, hacen de ello los vecinos de Jaén.73 ¿Laayuda prestada por el Pastor de las Navas de Tolosa a las tropas cristianas,no sugiere la presencia de un trashumante cristiano en tierras musulmanas?¿La aparición de la Virgen de la Cabeza, en tierras de Andújar ocupadapor los cristianos, al pastor de Colomera, población enclavada en territorionazarí, y que, además, guarda el ganado de un señor de Arjona, ciudaden poder aún de los musulmanes, no evoca el aprovechamiento de lospastos cristianos por parte del ganado del área musulmana?

Faltan documentos de arrendamientos en los archivos, porque comodicen los vaqueros de la ganadera gibraltareña Marina Villalobos, a finalesdel siglo XV, en el pleito por las vacas robadas en Casares a dicha señora,«los moros no acostumbravan faser escriptura, salvo que de palabraarrendavan e que guardavan lo que prometían»,74 de manera que cono-cemos de su existencia y muchos de sus detalles por los testimoniosemitidos por testigos de pleitos.75 Constatamos ganados de cristianos enpastizales de Casares76 y en la Matabegid, en relación con la cual lasautoridades de Jaén se expresan del modo que sigue, en un pleito de 1486:

66. RODRÍGUEZ MOLINA, José, Colección Diplomática de Jaén, doc. XLIV, págs.120-122. Archivo Municipal de Jaén, Actas de 1480, fols. 18-19.

67. RODRÍGUEZ MOLINA, José (1987) «Relaciones pacíficas...». MENJOT, Denis,«La contrabande dans la marche frontiére murcienne au bas Moyen Age», Homenaje alProfesor Juan Torres Fontes, Murcia, pág. 1073.

68. A.M.A.R., Libro Primero de las ejecutorias y privilegios de Alcalá.69. ARGENTE DEL CASTILLO OCAÑA, Carmen, La Ganadería Medieval Andaluza.

70. RODRÍGUEZ MOLINA, José (1987) «Banda territorial común entre Granada yJaén. Siglo XV», Estudios sobre Málaga y el Reino de Granada en el V Centenario dela Conquista, Málaga, págs. 113-115 y 120-123.

71. TORRES FONTES, Juan (1985) «El adalid en la frontera de Granada», Anuariode Estudios Medievales, (Barcelona) 15, pág. 347; Idem, «Las treguas de Granada de1469 y 1472», Cuadernos de Estudios Medievales, (Granada) IV-V (1979), pág. 223.

72. ROJAS GABRIEL, Manuel (1988) «Matrera: un castillo de Sevilla en la fronterade Granada (1400-1430)», Andalucía entre Oriente y Occidente (1236-1492), Córdoba,pág. 361; Idem, La Frontera entre los reinos de Sevilla y Granada (1390-1480), Cádis,1995, pág. 204.

73. ARGENTE DEL CASTILLO OCAÑA, Carmen, La Ganadería Medieval Andaluza,págs. 472 y ss.

74. ROJAS GABRIEL, Manuel, La frontera entre los reinos de Sevilla y Granada,pág. 202, not. 95.

75. RODRÍGUEZ MOLINA, José, «Relaciones pacíficas...»76. La documentación referente a este suceso procede del Archivo General de Simancas

y del Archivo Catedral de Málaga. Ha sido utilizada por: ACIÉN ALMANSA, Manuel,Ronda y su Serranía; ARGENTE DEL CASTILLO, Carmen, «Los aprovechamientos

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CONVIVENCIA DE CRISTIANOS Y MUSULMANES...JOSÉ RODRÍGUEZ MOLINA

Lo otro, porque estava provado que en tienpo de pazes los alcaides deCanbil e Alhabar arrendavan el término de Bexix e que por sus arren-damientos paçían el dicho término los christianos como términos de Canbile Alhabar e pagavan la renta a los dichos alcaides.77

El alcance de estos arrendamientos era puramente local, como sedesprende de la respuesta de Muhammad Ibn Qutiyya, alfaquí de Cortesy, a la sazón, hijo del alcaide de esa plaza, a comienzos de 1491, quiencomentaba, tras señalar cuáles eran los términos de la villa, y cómo «segundxara e çunna todos los términos entre los moros son comunes para lospoder paçer», que sus campos «los arrendavan como cosa suya a los dichoschristianos cuando ellos entravan con sus ganados, e que asi lo vido guardare faser, arrendándolos a los que entravan en ellos por su voluntad (...)e que este testigo asi lo vido faser en el dicho tienpo (hacía aproxima-damente quince años) e asy lo oyó desir a los otros viejos e antiguos quesyenpre se guardó asy en sus tienpos e nunca vieron nin oyeron desirlo contrario (...)».

Y esto era así hasta el punto que los vecinos de Cortes se dedicabana custodiar los ganados que iban a herbajar a su término, como sucediócon unos hatos de Alcalá de los Gazules «porque otros moros de otrasalquerías de aquella tierra no los cativaren ni hiziesen danno, pues quevenían a aquella tierra por su hervaje».78

Los moros guardaban y orientaban con auténtico celo el ganado delos cristianos en sus términos, y asi lo reconocían: «no se podría metertan solamente una vaca en el dicho echo (de Genal) sy con los morosno oviera preçio e seguro, quanto más un hato entero». Dicho cometidoera asignado a lugareños para que dirigiesen y acompañasen a losvaqueros cristianos y a las reses en los lugares contratados para pastar:«el alcayde de Casares dio al dicho Andrés Martyn tres moros que lefuesen a mostrar la tierra, el qual era Hamo e el otro Xahabon e el otro

Jaco, los quales fueron a le ensennar la dicha tierra e a reçebir las dichasvacas (...)».79

El fenómeno se produce de forma inversa, también los ganados demoros acuden a pastar a Sierra Morena: en 1478-79 pasan ganados demoros a los amplios y templados espacios de Sierra Morena por Cañetede las Torres.80

D.3. La documentación nos habla, incluso, de arrendamientos de tierrasde labor, enclavadas en términos cristianos, por parte de los moros. Elhecho lo reconoce la población cristiana de Huelma, al tratar de probaren juicio sus derechos sobre la gran propiedad de la Mata Bexix:

«E que puesto que algunos moros labrasen en el dicho término de Bexix,dezía que labrarían e labraron las tierras e heredades particulares que allítenían, como unos labraran las heredades que tienen en término alguno,mas non las labrarían nin avían labrado por respecto que el dicho términode Bexix oviese seido de los dichos lugares de Canbil e Alhabar».81

E. Repercusiones sociales del fenómeno fronterizo

La frontera atrajo a numerosos grupos sociales que buscaban beneficiosde la guerra, de la actividad comercial o del desempeño de cargos or-ganizativos.

La nobleza buscaba riqueza, honores, señoríos. Fue la frontera unvivero de linajes nobles. En 1480, quedaban escasas plazas realengas enla frontera: Tarifa, Antequera, Alcalá la Real, Quesada, Lorca.82

Los nobles alternaban la amistad y la guerra: lanzadas en la guerra,regalos en la paz, referidos anteriormente.

Son numerosas las amistades documentadas:83

pastoriles en la frontera granadina», ROJAS GABRIEL, Manuel, La Frontera entre losreinos de Sevilla y Granada; también lo refiere el cronista Alonso de PALENCIA, Crónicade Enrique IV, T. IV, pág. 324.

77. RODRÍGUEZ MOLINA, José, Colección Diplomática de Jaén, doc. C, págs. 273y 347: 1504, nov., 4. Ciudad Real.

78. ROJAS GABRIEL, Manuel, La Frontera entre los reinos de Sevilla y Granada,pág. 213, nota 97.

79. Ibid., pág. 204.80. A. G. S., R. G. S., Vol. II, fol. 90.81. RODRÍGUEZ MOLNA, José y otros, Colección Diplomática de Jaén, pág. 258.82. ROJAS GABRIEL, Manuel, La Frontera entre los reinos de Sevilla y Granada,

pág. 86, not. 89.83. RODRÍGUEZ MOLINA, José, La vida en la ciudad de Jaén...; ROJAS GABRIEL,

Manuel, La frontera entre los reinos de Sevilla y Granada; PALENCIA, Alonso de, Crónicade Enrique IV.

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CONVIVENCIA DE CRISTIANOS Y MUSULMANES...JOSÉ RODRÍGUEZ MOLINA

Alonso Fajardo desde tierras murcianas con los musulmanes colin-dantes, el Conde de Cabra con el Rey de Granada, Alonso de Aguilarcon los Abencerrajes, Día Sánchez de Carvajal con las autoridades deGuadix, D. Rodrigo Manrique y el Adelantamiento de Cazorla con Granada,los Ponce de León en Arcos, con Granada.

Se producen situaciones tan desconcertantes y paradójicas, como queen un tratado entre nobles castellanos y Granada, se solicitase para el Condede Cabra la protección de Granada frente a los nobles castellanos, o queel Conde firmase un tratado de paz entre Castilla y Granada, más poramistad con Granada que por fidelidad al Rey castellano.84

Se dan, también, pactos mixtos: alianzas de bandos granadinos conbandos de nobles castellanos para enfrentarse a coaliciones parecidas:ejemplos de esto son el pacto realizado, en 1368, entre Pedro I y Granadacontra Enrique II, la alianza del Conde de Cabra con Granada contra D.Alonso de Aguilar y los Abencerrajes. La entrada del rey de Granada enLa Higuera y Santiago de Calatrava, en 1471, se hacía con el apoyo delConde de Cabra, los alcalainos y las gentes de Alcaudete.85

El acerbo de estos ejemplos viene a incrementarse por el consenti-miento que el Duque de Medinasidonia presta a la incursión de los moroscontra Per Afán de Ribera,86 o los robos llevados a cabo por el Alcaidede Andújar Pedro de Escavias, de más de 1.300 ovejas a los Palominos,vendidas posteriormente en tierra de moros.87

Los concejos mantienen, asímismo, buenas relaciones con poblacionesmusulmanas. Así lo muestran los contactos de rondeños y jerezanos. Alcaláy Alcaudete, en 1470, «tenían no solamente paces, sino muy estrechaamistad» con los moros.88 En este ámbito deben entenderse las vecindadesde Úbeda y Huelma, de ésta y Cambil.

Es muy evocadora, al respecto, la tendencia a recomponer los efectosde la infracciones mediante cartas, emisarios, reuniones: el AlcaideMonfarrax escribe a Alcalá tratando de recomponer la vecindad, y tras

un rosario de quejas, termina diciéndole: «E yo todavía e guardado convosotros buena paz e buena vecindad e buen amorío».89

El pueblo llano, parece más interesado en la tranquilidad del quehacerdiario: Quesada en época de Enrique III protesta contra los ladronesalmogávares. Los moros de Granada, Albaizín, etc. manifiestan suspreferencias a vivir en paz, como mudéjares bajo Castilla, que estarsometidos al señor de la Alhambra, quien les cobra pesados impuestospara pagar las parias, destinándolos después en su exclusivo beneficio,ocasionando con ello numerosas entradas y violentas cabalgadas delCondestable Iranzo, como la de Armilla y Churriana.90

Estas sorprendentes relaciones de aspiración a la vida en paz, puedenverse plasmadas en la cotidianeidad de la convivencia y vecindad.91

Están ampliamente documentadas las relaciones de convivencia entrecristianos y musulmanes de municipios colindantes, a menudo, avaladaspor auténticos pactos de vecindad, a semejanza de los que hacían entresí los municipios cristianos limítrofes para aprovechamiento mutuo de sustérminos.

De la convivencia que se producía en los términos de Casares nos hablaA. de Palencia, indicándonos que en tiempo de paces y treguas se podíatransitar libremente por unos y otros términos por parte de las gentes deuno y otro reino. Relatando el descubrimiento por parte de unos señorescristianos, de una mesnada de moros escondidos en un determinadoenclave del término de Casares con el fin de asaltar durante la noche asus enemigos, aunque correligionarios, nos dice: «Hizo la casualidad que,como en aquellos días las treguas permitían a los caballeros cristianosrecorrer seguros el campo, el alcaide de la fortaleza de Gibraltar, Pedrode Vargas, pasara por aquellos sitios cazando...», lo que le permitiódescubir a los emboscados y dar parte del acecho a los que estabandestinados a ser víctimas del mismo.92 Era idéntico comportamiento alque se nos relata de Zahara en tiempos de paz. Esta era la informaciónde un testigo en un pleito:

84. TORRES FONTES, Juan, «Las treguas con Granada de 1469 y 1472».85. RORÍGUEZ MOLINA, José, La Vida en la ciudad de Jaén...86. ROJAS GABRIEL, Manuel, La Frontera entre los reinos de Sevilla y Granada,

págs. 151-152 y 185-196.87. TORAL PEÑARANDA, Enrique (1993) Pedro de Escavias (Notas para un estudio

de su obra y vida en Andújar), Jaén, págs. 95-96.88. RODRÍGUEZ MOLINA, José, La Vida en la ciudad de Jaén...

89. JUAN LOVERA, Carmen, Colección Diplomática Medieval de Alcalá la Real.Vol. I. Transcripción de los documentos, doc. 78, págs. 154-156.

90. RODRÍGUEZ MOLINA, José, La Vida en la ciudad de Jaén...91. RODRÍGUEZ MOLINA, José, «Las relaciones de vecindad en la Frontera de

Granada».92. PALENCIA, Alonso de, Crónica de Enrique IV, T. IV, pág. 324.

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CONVIVENCIA DE CRISTIANOS Y MUSULMANES...JOSÉ RODRÍGUEZ MOLINA

Dize que sabe e vido quel año de LXXXII que se perdió Zahara, avíatregua entre christianos y moros, y los vezinos de Zaara andavan libre-mente seguros por do querían... .93

Cambil y Huelma lo practicaban entre ellos, a semejanza de losrondeños y jerezanos. De su costumbre y mutua ayuda nos informa laqueja de los de Cambil, cuando lo habitual es quebrantado por las ambicionesdel alcaide de Huelma y en lugar de mostrar el camino al moro extraviado,lo apresa como cautivo.

Los de Alcalá echan pacíficamente de sus términos las vacas de losmoros, sin hacer cabalgada en ellas, cuando tan a la mano las tenían, odan de comer a los moros de Montefrío que han ido a canjear cautivos.94

La Serranía de Ronda hace pactos de vecindad con Jerez,95 a semejanzade los que hacían entre sí numerosas poblaciones cristianas del medioGuadalquivir,96 lo que les permitía el aprovechamiento mutuo de sus pastosy otros interesantes intercambios fomentados y custodiados por la vecindadfísica e institucional.

F. Instituciones destinadas a preservar la convivencia

Cabalgadas propiciadas, en periodos de paz, por el ansia de botín oestratégicamente pensadas para debilitar al enemigo, por nobles, almo-gávares, aventureros y ladrones, dan lugar a una ininterrumpida cadenade represalias, que con frecuencia amenazan la continuidad del tiempode paz.

La sociedad de frontera se dotó de normas consuetudinarias para losperiodos de paz y desde la corona se crearon instituciones que tratabande salvaguardar la convivencia.

Las mismas cabalgadas, botín y represalias fueron objeto de regla-mentación por parte de las Partidas y el Fuero de las Cabalgadas. Estaban

los jueces de las querellas y el Alcalde Mayor de Moros y Cristianos,tanto en Castilla como en Granada, para administrar justicia en pleitospromovidos entre las dos partes: dichas instituciones quedan satisfacto-riamente datadas en relación con los sectores fronterizos de Murcia,Córdoba, Jaén, Sevilla-Cádiz.97 En 1420, vemos actuar al Alcalde entreMoros y Cristianos en un pleito surgido entre granadinos y ubetenses.A mediados de siglo XV, ordena la devolución del castillo de Solera, quehabía sido arrebatado por el rey de Granada a su antiguo señor castellano.El cargo recaía ordinariamente en algún noble, comúnmente en el señorde la Casa de Aguilar; a finales del siglo XV será titular de este honorD. Luis Lucas de Torres, hijo del que fuera Condestable de Castilla D.Miguel Lucas de Iranzo.

Fieles del rastro, escribanía del rastro y alcalde del rastro colaborabancon el Alcalde entre moros y cristianos.

Ellos contribuían a que se devolviesen los cautivos ilegalmente cap-turados. En determinados momentos eran los propios monarcas quienesejercían sus funciones. Así actuaban los Reyes Católicos, en 1479, obli-gando al Maestre de Calatrava a devolver varios moros sacados de sutierra por término de Jaén.

En la liberación de cautivos mediante canje o pago, intervenían encalidad de redentores oficiales los alfaqueques y los exeas.98

Las relaciones tendieron, por lo general, al mantenimiento de laconvivencia. Sólo se agriaban, cuando la ambición se imponía a la razón,por eso la tónica de las relaciones podría verse sintetizada en aquellaspalabras llenas de talante negociador, recogidas en la carta que las au-toridades de Cambil escriben a las de Jaén, en 1480, reclamando devoluciónde prendas: «si enbiar el moro, luego enbiar a los cristianos».99

93. ROJAS GABRIEL, Manuel, La Frontera entre los reinos de Sevilla y Granada,pág. 159, nota 5.

94. JUAN LOVERA, Carmen, Colección Diplomática Medieval de Alcalá la Real,doc. 34, pág. 56.

95. CARMONA RUIZ, María Antonia, La Ganadería en el Reino de Sevilla durantela Baja Edad Media, Sevilla, 1998, pág. 265.

96. RODRÍGUEZ MOLINA, José, «Contratos de vecindad entre poblaciones morasy cristianas», Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino.

97. CARRIAZO, Juan de Mata, «Un alcalde entre los cristianos y los moros en laFrontera de Granada»; QUINTANILLA RASO, Mª Concepción, Nobleza y señoríos enel reino de Córdoba; TORRES FONTES, Juan (1960) «El Alcalde entre moros y cristianosdel reino de Murcia», Hispania, LXXVIII, Madrid, págs. 55-80; GONZÁLEZ JIMÉNEZ,Manuel-GARCÍA FERNÁNDEZ, Manuel (1992) Actas capitulares de Morón de la Frontera(1402-1426), Sevilla.

98. RODRÍGUEZ MOLINA, José, «Relaciones pacíficas».99. Archivo Municipal de Jaén, Actas de 1480, fol. 87r.

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CONVIVENCIA DE CRISTIANOS Y MUSULMANES...JOSÉ RODRÍGUEZ MOLINA

3. CONVIVENCIA DE CRISTIANOS Y MUSULMANES

La convivencia de moros y cristianos en la Frontera de Granada esun hecho incuestionable, avalado por diversa, clara y suficiente documen-tación, que nos muestra las relaciones constantes y fluidas entre los vecinosde una y otra zona en los diferentes ámbitos de la vida material - comercio,agricultura, ganadería, aprovechamiento de términos -, en la convivenciaa otros niveles, garantizada por los pactos de vecindad entre puebloscristianos y moros, a semejanza de los mantenidos entre pueblos cristianosvecinos, y en el respeto a la libre determinación religiosa, debidamenteinstitucionalizado y recogido en el Fuero de Frontera. La conflictividade intolerancia que, sin duda, existieron, no son los únicos aspectos de laúltima frontera peninsular entre moros y cristianos, ni su carácter fue tanpermanente y rotundo como la historiografía y ciertas tradiciones surgidasen tiempos posteriores a la caida del Reino de Granada, se han encargadode transmitir. Los periodos de paz fueron más prolongados y generalizadosque los periodos de guerra. Es ese aspecto de la convivencia, aspiraciónprofunda de los pueblos, el que progresivamente se irá documentando amedida que los investigadores intensifiquen el conocimiento de numerosasfuentes documentales, no cronísticas, dormidas desde muchos siglos ennuestros archivos, en espera de consulta.

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LA PAZ Y LAS RELACIONES INTERNACIONALES EN LOS INICIOS DEL MUNDO MODERNO

EDUARDO ENRÍQUEZ DEL ÁRBOLInstituto de la Paz y los Conflictos

Universidad de Granada

Uno de los diversos aspectos de la Paz en la historia humana es aquélque concierne a las relaciones internacionales que se producen entrecomunidades políticas distintas pero unidas por intereses y deberes mutuos1 .En este apretado análisis pretendemos aproximarnos a la problemática queresulta del cambio del Medioevo a la Edad Moderna con la aparición delEstado y con ello el nacimiento de Europa2 y la constitución de una nuevasociedad internacional, cuyas relaciones poseen una etiología particularbasada en nuevos principios, donde una paz «inestable», pero siemprepresente, se ve perturbada con contiendas bélicas de múltiples causas.Con ello intentamos esbozar, bajo una óptica diferente a la historiografía

1. Estas comunidades políticas que forman las «naciones», van unidas a la apariciónde los Estados modernos, todavía un término impreciso, que detentan las Monarquíasautoritarias del Occidente europeo a partir del siglo XVI. La nación adquiere su carta denaturaleza, como una unidad espiritual, en el Concilio de Constanza (1414-1418) cuandoante dificultades de organización al ser muy crecido el número de personas con voto, sedecidió un nuevo modo de sufragio y fue dividir a los concurrentes en cuatro naciones:italiana, francesa, alemana e inglesa; los españoles al encontrarse todavía a favor del PapaLuna, no estuvieron representados.

2. TILLY, C. (1992) Coerción, Capital y los Estados europeos 990-1990, Madrid.

LA PAZ Y LAS RELACIONES INTERNACIONALES...EDUARDO ENRÍQUEZ DEL ÁRBOL

tradicional, la posibilidad de una visión de la historia de la paz, que esal mismo tiempo una reconstrucción del objeto, y cuyo paradigma puedeampliar sabidos conocimientos abriendo nuevas perspectivas de interpre-tación histórica. Por último, no podemos dejar de subrayar, de acuerdocon nuestra tesis, la existencia de aquellos generosos espíritus que pen-saron, frente al maquiavelismo imperante, en una organización pacíficaque desterrase por medio del amor y la fraternidad cristianas, la violenciay las guerras, no obstante la intolerancia, el fanatismo, las ambicionesy los egoísmos nacionales del largo siglo XVI3 .

1. LA SOCIEDAD INTERNACIONAL MODERNA:CONFLICTIVIDAD Y PAZ

Como es sabido, la época moderna constituye un periodo revolucio-nario en Europa y va a significar un avance en todos los campos resultadode reajustes políticos y económicos internos en los que el núcleo urbano4 ,el desarrollo comercial al mismo tiempo que el robustecimiento del poderde la autoridad real, juegan un papel fundamental. Todo ello va a conducira una aceleración del proceso de desarrollo que se gestó en los últimossiglos de la Edad Media. Bien es verdad que continúan las tradicionesy prácticas medievales: los lazos de lealtad hacia el monarca, las ideassobre el poder y su articulación basadas en textos romanos que confor-marán el devenir monárquico5 ; la potestad de dar leyes como la facultadde impartir justicia del rey6 , pero con todo, la monarquía autoritariasustituye a la concepción feudal del monarca. En un marco que cada díase hacía más novedoso por la intervención de nuevos cambios socioeco-nómicos, conviene destacar por el momento, algunos factores que afec-taban al ciudadano de a pie: la recuperación del sentido de la seguridad

personal y social, con el renacimiento de la paz y la confianza colectivas;la reivindicación de los valores individuales; la noción, que ahora triunfa,de la perfectibilidad del ser humano frente a la imperfectibilidad delhombre condenado por el pecado original y que abocará en la idea deprogreso, tan cara a los ilustrados del siglo XVIII y por último, frentea la tradición y a la autoridad admitidas, la crítica de la razón, que conduciráal pensamiento libre, a la Reforma, a las especulaciones teóricas y a losdescubrimientos científicos7 . Estas dos ideas últimas, no es necesario decir,han conformado nuestra civilización hasta hoy.

La idea de la universalidad que abarcaba el mundo cristiano de Occidentequedaba periclitado con los cambios económicos, geográficos, científicos,sociales, ideológicos y políticos. Estos cambios, de modo especial, laaparición de la burguesía en la ciudad, el nuevo modo de producción(capitalismo comercial), las nuevas relaciones de mercado, la creaciónde una burocracia administrativa y de un ejército permanente que refuerzael predominio real, dan paso a nuevas realidades, que se concretan desdeel punto de vista político con el nacimiento de un concepto más rico denación (o nacionalidades) que alcanza su punto culminante con la creacióndel llamado Estado moderno8 . Estado moderno que encarnado en el Rey,lleva a la absorción de unidades políticas más débiles y a la acentuacióndel «imaginario monárquico». Al unísono, la soberanía del Estado9 sematerializará en un territorio determinado con un cuerpo de funcionariosy movido por un interés que tomará el calificativo de «nacional». Comoconsecuencia, asistimos a un proceso mental de abstracción que pasa delpoder individualizado medieval al poder institucionalizado que va aconfluir en el Estado, al que se transfiere toda la soberanía. El Estadomoderno, el Estado soberano, pues, fue producto de un proceso de

3 Para Braudel empezaría en 1450 y acabaría en 1640.4. Cfr. entre otros, RINDGROSE, D. (1998) «Historia urbana y urbanización en la

España moderna», en Hispania, vol. LVIII/2, 489-512.5. En el siglo XIII escribía el gran Federico II: «La majestad imperial es libre de todas

las leyes de cualquier clase que sean y no tiene que rendir cuenta más que al juicio dela razón que es madre del Derecho».

6. Como diría aún dos siglos más tarde Saavedra Fajardo: «Si falta la justicia, faltael orden de la república y cesa el oficio de rey» (SAAVEDRA FAJARDO, D. (1952) Ideade un príncipe político-cristiano representada en cien empresas. Madrid, 193-194).

7. Asimismo se ha dicho del descubrimiento del poder social de la razón y del dinero,que serán los mediadores formales de todos los contenidos cognoscitivos y materiales dela vida humana.

8. Esta expresión de Estado moderno la aplicamos, por el momento, a las nacionesde la Europa occidental dentro de una visión eurocéntrica de la Historia, aunque por sentidotrasla-ticio la palabra Estado puede referirse a otras comunidades políticas del pasado. Sobreel Estado véase: SCHULZE, H. (1997) Estado y nación en Europa. Madrid; PADIOLEAU,P. (1989) El Estado en concreto. México; HALL, J.A y IKENBERRY, G.J. (1993) El Estado.Madrid.

9. Entre las innovaciones más importantes que presenta el Estado moderno estarían:a) Territorialidad; b) Control de los medios de violencia; c) Estructura impersonal del poder;d) Legitimidad (Cfr. HELD, D.(1997) La democracia y el orden global. Barcelona, 71).

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concentración y secularización del poder que, desde ahora en adelante,se convierte en el centro sobre el que iba a gravitar el pensamientopolítico10 . Asimismo surge una teoría política alternativa a la que habíadominado en el Medievo, que confluye en el autoritarismo y absolutismomonárquico. Este artificio terminará por separarse tanto de los gobernantescomo de los gobernados, como más adelante expresaría Hobbes.

Por otra parte, es el momento en que los dos principios básicos dela actividad del municipio: proteccionismo y reglamentación corporativapasan a las esferas rectoras del poder soberano, a través de la mentalidaddel patriciado urbano que es asimilada ahora por el Estado. De ahí la actitudde éste que llevó en sí al intervencionismo protector (premercantilismo).

Con estas premisas, no hay un poder superior sobre estas sociedadesemergentes y, por ello, llamadas por algunos anárquicas, que se imbricabanen una estructura internacional de actores (los Estados). Estructura quesuele designarse con la categorización de yuxtaposición e igualdad. Enconsecuencia, se desarrollan los Estados modernos en estrecha relaciónunos con otros a través de múltiples y variadas formas. Esta es la carade la Paz, a la que la historia (con mayúscula) de todos los tiempos, haconcedido poca importancia.

Al mismo tiempo, se desenvuelven, ahora con más libertad, las Relacionesinternacionales, que pueden ser estudiadas desde dos enfoques principales:el idealista y el realista11 . Su actuación se concretará en dos vertientes:bien aprovechando las normas consuetudinarias que correlativamentecambian de fisonomía y de contenido y se enriquecen con fórmulas nuevasque vienen a añadir matices a las tradicionales12 . O bien, partiendo ex

novo, estimando las nuevas concepciones del Derecho de Gentes (casode la libertad de los mares, de las presas, de respeto a los derechos humanos)que en mayor o menor medida podían ser aceptadas. Concepcionesdimanantes del pensamiento de los grandes teólogos, iusnaturalistas,politólogos o reformadores de la época.

La gestión y el papel de los nuncios, embajadores y enviados diplo-máticos se multiplican y van a adquirir enorme importancia ya comomediadores o ya en la canalización y normalización de las relacionesinterestatales, al mismo tiempo que decae el arbitraje medieval13 . Sedesarrolla una estrategia diplomática que cuenta con la coordinación delos Estados en sus pacíficas relaciones o, a veces, con la inordinaciónde los mismos, lo que presupone su enfrentamiento.

Los conflictos que surgen no podían resolverse sólo mediante laaplicación del Derecho dada la soberanía con la que se impugnaba alenemigo y, su resolución debía pasar por las vías de la negociación, queera la menos costosa y «normal» para resolver los litigios internacionaleso, en caso contrario, usando de la fuerza14 . Hay, pues, un aumentosignificativo de gestiones diplomáticas que se traducen en alianzas ytratados. Sirvan a modo de ejemplo, entre otros, los Tratados entre In-glaterra y Borgoña en 1496 aboliendo las represalias y afirmando el respetoa los mercaderes y el «intercursus magnus» del mismo año, entre Inglaterray los Países Bajos, concediendo mutuos privilegios a ingleses y flamencosy fijando derechos de aduanas; el Tratado de Friburgo entre Francia ySuiza, el 29 de noviembre de 1516, llamado de la «Paz perpetua», quedurará hasta la Revolución francesa; o la misma Tregua de los Doce Añosen el Tratado de Amberes (9 de mayo de 1609) que se revela como uninstrumento diplomático crucial por el que se aceptaba el hecho consumadode la rebelión de los Países Bajos contra la Corona española y, por lotanto, también por primera vez se reconocía el espíritu de disidencianacional en Europa. Todo ello son ajustes y reajustes encaminados aestructurar un mundo de convivencia que se hará más complejo a medidaque avance el tiempo, pero que alumbrará los nuevos derroteros por losque va a guiarse en adelante la Humanidad entera.

10. La mejor definición de soberanía nos la dió Jean Bodin en 1576: «El poder demandar y de obligar sin poder ser mandado ni obligado por nadie en la Tierra» (BODIN,J. (1985) Los Seis Libros de la República (1576). Madrid, 63). Estos Estados soberanosde Europa forman lo que se ha venido llamando «la aristocracia de la sociedad internacionalsometida al dinamismo de la regla de la fuerza» (GARCIA ARIAS, L. (1962) La guerramoderna y la organización internacional. Madrid, 434).

11. El realismo político es aquél que sustituye los antiguos valores éticos por el nuevoconcepto de interés nacional. Para las dos concepciones del idealismo político y del realismopolítico internacionales, véase MEDINA, M. (1983) Teoría y formación de la sociedadinternacional. Madrid, 48-80.

12. Para las tradiciones referentes a relaciones pacíficas durante la Edad Antigua yMedia, véase ALGANZA ROLDAN et alii (1994) «Cosmovisiones de paz en el Medite-rráneo. Una primera aproximación» en CANO, M.J. y MUÑOZ, F. (Eds.) Hacia unMediterráneo pacífico, Granada, 44-58.

13. Recordemos que es la época de la instauración de la diplomacia de modo per-manente, a través de representantes junto a las principales cortes europeas, y que jugaránun papel polifacético: información, mediación y negociación.

14. Era lógico que los Estados se aferrasen, por otra parte, al concepto bodiniano dela soberanía que les permitía ser sujetos originarios del Derecho Internacional.

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1.1. La conflictividad y la paz indisolublemente unidas

Podemos afirmar sin equivocarnos que durante todas las épocas dela Humanidad, los grupos humanos se han relacionado dentro de unapacífica convivencia en donde emergen constantemente una serie deconflictos, que tienen de positivo el presentar problemáticas nuevas, peroal mismo tiempo, la virtualidad de abrir vías de diálogo superando losplanteamientos anteriores y creando nuevas expectativas. Estos conflictosque forman la trama de los cambios históricos pueden tener múltiplesaspectos (económicos, sociales, políticos, jurídicos ideológicos, cultura-les) y distintos grados de violencia.

Al estudiar la historia en sentido «subjetivo», la Historia escrita, laencontramos jalonada de periodos de crisis y conflictividad, de violenciay de guerra, pero siempre unidos de un modo indisoluble a la convivenciay a la paz, porque éstas subyacen en todo aunque no se las nombreexpresamente y observando desde otra perspectiva la realidad, deberíamosen vez de enumerar los periodos de guerras que nunca eran absolutastotales, contabilizar los periodos de paz15 .

Partiendo de este sustrato, si pasamos a considerar los conflictos quedesembocan en luchas armadas, debemos decir que en cualquier caso,los hechos bélicos han ocupado un lugar preponderante cuando noexcesivo en la historia16 , olvidando que la paz existía al mismo tiempo

que la guerra por cuanto que además de la paz interna, seguía existiendola coexistencia y la paz entre otros Estados.

Ateniéndonos solamente al interior de los mismos, nos pueden servirestas interrogantes: ¿No hubo espacios de paz que dependían en suextensión en proporción inversa a la de las guerras? ¿Cuántos sereshumanos intervinieron en esos acontecimientos? ¿Hasta qué punto afectórealmente a una gran parte de la población los avatares de una guerraen su convivencia pacífica?17.

Precisamente, dentro de este escenario político, por este carácter desu «anormalidad», las guerras han servido en muchas ocasiones de pautaspara separar periodos y se ha tomado el hecho bélico, unas veces comoexpresión acabada de una larga época: ¿Quién no recuerda la Guerra delos Cien Años como fenómeno terminal del Medioevo en donde se dala última lucha con clave medieval como fue la derrota de la caballeríafrancesa en Crecy? Y otras veces, como culminación de un proceso, esdecir, para significar cambios cualitativos que hacen irrumpir otros periodoshistóricos en el devenir del tiempo: recuérdese el paso del Medievo a laépoca Moderna para el que se elige la conquista de Constantinopla porlos turcos o el triunfo cristiano de Granada. Entre 1453 de la primera y1492 de la segunda, se hace alumbrar la nueva época: la llamada EdadModerna, aunque no en todos los países tiene la misma significación, encuanto a su periodización o a las nuevas connotaciones que comporta.

Ciñéndonos concretamente al periodo que nos ocupa, hallamos quela guerra está con frecuencia presente, debido en gran manera a la diferente

15. La guerra misma, que es la máxima expresión de la violencia presupone la pazya que ha servido en no pocas veces como un medio de paz. Aristóteles, criticando laorganización espartana, diría: «El legislador debe esforzarse principalmente porque lalegislación que promulgue sobre la guerra y sobre todo lo demás tenga por fin el reposoy la paz, pues la mayoría de las ciudades de tipo militar permanecen incólumes mientrashacen la guerra, mas perecen una vez que han conquistado el imperio. En la paz, pierdensu temple como el hierro, y el culpable es el legislador, por no haberlas educado parael empleo del ocio (...) El fin de la guerra es la paz y el ocio del negocio» (ARISTOTELES,Política, VII,13).

16. No negamos la transcendencia que tienen en sí los hechos bélicos pero podemosaseverar que si en la antigua concepción tradicional de la Historia estos fenómenos tuvieronuna presencia fundamental, fue debido por cuatro razones, que creemos, claves: En primerlugar, porque se interrumpía un periodo de paz, al que siempre se aspiraba como unaexistencia deseada, por un periodo de violencia y de desastres que conmovían a la poblaciónen su modo vivencial y podían afectar a grandes sectores de la misma; en segundo lugar,por sostener un concepto cuasi patrimonial y reverencial de la Historia, puesto que a éstapreocupaba más que los intereses verdaderos de los pueblos, los de la «nación» y de los

monarcas, que encarnaban la soberanía y eran los representantes principales del Estado,a cuyos interés todo debía estar subordinado; en tercer lugar, por el concepto históricodescriptivo o de una historia crónica en la que el papel de las guerras como acontecimientostrágicos y extraordinarios ocupaba una extensión e importancia, sin lugar a dudas, des-proporcionada; y, por último, como explicación en parte de la anterior, se da una equi-paración psicológica en la información que recibimos hoy día, donde la frase inglesa badnews are news, tiene una total vigencia, significando que sólo lo que es extraordinario,anormal o extravagante o se «presenta» como tal, tiene capacidad de absorber nuestraatención.

17. Hay casos en los que la guerra por su duración, por su impulso destructor u otrascircunstancias, alarga su radio de acción y endurece sus actuaciones, entonces la poblaciónsufre toda clase de violencias y desastres: asalto, saqueo, pillaje, alojamiento de las tropas,impuestos y tasas, etc., como sucedió en numerosos lugares de Alemania en la Guerrade los Treinta Años.

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disposición de las comunidades políticas, a conceptos de legitimidaddinástica, de discriminación racial, de enfrentamiento religioso o a inte-reses económicos. La guerra además era facilitada por la misma estructurainorgánica de la comunidad internacional europea, a la que hemos hechoreferencia, y que producía inestabilidad internacional al no existir un podersuperior que evitase mediante su mediación o solucionase de modo pacíficolos conflictos más graves como eran los bélicos.

De hecho, al afirmarse el ius bellum en estos siglos como un derechofundamental o prerrogativa de la soberanía ilimitada, hacía de la guerrauna función natural de los Estados y por tanto, eran consideradas todaslas guerras emprendidas por éstos como legales18 . Los conflictos bélicosse transforman en guerras de despacho, luchaban los ejércitos y la guerraresultaba ser más asunto de los Gobiernos que no de los pueblos, aunqueéstos soportasen sus nefastas consecuencias19 . Luchas armadas con di-plomacia reforzada, entendida como una manera más enérgica de negociarfrente al contrario, teniendo en cuenta, en definitiva, que tanto unas comootras dependían más que nada de las posibilidades de su financiación, sobretodo si se utilizaba la estrategia del desgaste20 .

1.2. Los principios y paradigmas internacionales

Llegados a este punto, de una forma muy sucinta, señalemos que losparadigmas de esta época se centran en tres grandes cuestiones funda-mentales que tienen su expresión en las relaciones internacionales:

Desde el ámbito económico, en la llamada doctrina mercantilista21

que consideraba que el Estado debía asumir del mismo modo que losintereses particulares (municipales) la expansión del país, fomentando lapoblación y desarrollando la industria a través de un control patrimonialde la economía, cuyo objetivo era obtener una balanza comercial favorablemediante la exportación y la consiguiente acumulación de metal dinera-rio22 . Estos objetivos que los Estados pretendían alcanzar, por una partecondujeron a un extraordinario auge del comercio y de la paz, aunquea veces determinaran, sin punto de comparación posible con los periodosde paz, enfrentamientos proteccionistas y conflictos mercantilistas comoel de Holanda e Inglaterra en el siglo XVII.

Desde la ideología, predomina, en los comienzos de la Modernidadcomo continuación del Medievo, la identidad religiosa como identidaduniversal cristiana, pero ahora este sentimiento se trastoca con la apariciónde la Reforma. La creencia de la colectividad en una sola fe acompañadade una concepción radical de la misma, como diríamos hoy, fundamen-talista, enfrentará con desusada hostilidad a los bandos antagónicos quesurgen de los ideales religiosos. Los espíritus no estaban preparados parala coexistencia de la verdad y la herejía. La pugna entre la Reformaprotestante y la Contrarreforma católica será uno de los grandes problemasque inquietan a la Europa del siglo XVI y durante buena parte del XVII.Las cuestiones cruciales serán dos: En primer lugar, si el Estado debíabasarse en la identidad religiosa (católica o protestante) como se practicabaen la mayoría de los estados católicos y que después pasará a la concepciónprotestante del gobernante y su pueblo; y, en segundo lugar, si la pre-dicación de las doctrinas (cristianas o judías) era libre y pacífica o, alcontrario, ejerciendo violencia, debía prohibirse. En efecto, será a partir

18. Todo esto cambiará a partir de la I Guerra Mundial cuando se institucionalizala teoría del bellum legale y el iustum bellum. Bellum legale que recogió el Pacto de laSociedad de Naciones y confinado a su ilegalidad en la actual Organización de NacionesUnidas (párrafo 4º del art.2º), aunque no de modo absoluto ya que admite excepciones.

19. No debemos pasar por alto que las funciones del Estado eran fundamentalmentegeopolíticas con predominio militar. Se calcula que entre un 70% a 80% (término medio)de los ingresos de los grandes Estados, eran para gastos militares (MANN, M. (1991) Lasfuerzas del poder social. Vol.1, Madrid, 514).

20. Así lo testimonian Bernardino de Mendoza en su obra Teoría y práctica de laguerra, publicada en 1595: «El triunfo será de quien posee el último escudo» y lo mismoGiovanni Botero, en 1605: «La guerra se prolonga todo lo que es posible y su finalidadno es aplastar sino cansar, no es derrotar, sino desgastar», cit. en PARKER, G. (1977)The Dutch Revolt, 309.

21. En Francia el mercantilista más conocido fue Barthélemy de Laffemas (1545-1611)por sus numerosas memorias entre las cuales destacaríamos: La ruina y la escasez de dinerocomún hoy a toda Francia, a causa de los desórdenes e injusticia de la guerra con elremedio seguro que no ha sido conocido ni por los más sutiles hasta el presente; La doctrinamás elaborada la encontramos en la obra de Antoine de Montchrétien (1615) Traité del’economie politique. París.

22. Era ante todo un sistema unificador y «supeditaba toda acción económica a lospuntos de vista que convenían a las necesidades del Estado y al de su territorio y quese concebían como formando una ciudad» (HECKSCHER, Eli F. (1983) La época mer-cantilista. México, 6). Cfr. también OVERBEEK, J. (1998) Free trade versus protectionism,Cheltenham.

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de las luchas cainitas de religión y de las persecuciones que llevabanconsigo, cuando en algunas mentes va abriéndose paso la idea de latolerancia, que entonces tenía su estricto sentido que es la aceptaciónprovisional de un mal inevitable. Es evidente que fue ganando terrenoa medida que los disturbios y las guerras se hacían más feroces o seprolongaban. Esta tolerancia estaba motivada en sí más que por la fidelidadde los fieles a unos principios religiosos, por la impotencia de los Estados,fueran católicos o no, para reducir a los disidentes (luteranos y calvinistas,en el lado católico, o presbiterianos, baptistas, independientes, congre-gacionistas, etc. en el lado protestante y judíos en ambos sectores), gruposque en algunos lugares llegan a generar guerras civiles.

Desde el campo político, esas monarquías potentes que apoyándoseen las ciudades han vencido a los señores feudales van creando un espaciopropio e independiente y pretenden un desarrollo ególatra con aspiracionesde hegemonía, moviéndose en tres planos: el de la fuerza, el del podery el de la autoridad. Emerge así el interés egoísta de los Estados, el deseode engrandecimiento, que suponía como requisito el ser independientesen el concierto europeo y contar con una Hacienda saneada, sin la cualera difícil mantener un ejército permanente, otro rasgo de la modernidad,para salvaguardar el poder mismo y hacer posible la práctica expansionistamás allá de sus fronteras.

En el fondo de todas estas actitudes yacía la razón de Estado23 , a laque podemos llamar maquiavelismo político, este realismo político in-ternacional que imponía la falta de escrúpulos en los medios empleadospara alcanzar sus fines, separándose de las consideraciones éticas o teo-lógicas que habían predominado en la Edad Media, a las que habían estadoinseparablemente unidos y cuyas primeras desviaciones surgen ya a partirdel siglo XV.

Debemos consignar que estos tres paradigmas que se incardinan enel juego político de las sociedades europeas, provocan sustanciosos debatesque versan sobre los mismos orígenes del Estado y la sociedad, sobre suestructura y su función, sobre la soberanía y el papel que corresponde

al binomio gobernantes y gobernados, apareciendo con un nuevo sesgola idea contractualista, que tiene añejos precedentes en el Medievo yterminará por triunfar en el siglo XVII24 . Junto a todo ello, se analizanlas relaciones que deben presidir los distintas comunidades políticas y elequilibrio que debe reinar entre ellas para salvaguardar su propia seguridad.Estas investigaciones y sus resultados van a ir gestando la evolución mentalde las élites europeas que, unidos a otros factores, darán lugar al fenómenode la Ilustración.

Es también el momento, no lo olvidemos, de la racionalidad que hemosindicado, siendo una de sus manifestaciones el nuevo sentido dado alDerecho Natural, recogido de los canonistas medievales, y que habíasufrido ya una evolución desde los tiempos romanos a la Edad Media.Su vinculación al verdadero ius gentium o Derecho Internacional daráfrutos que se recogerán más adelante25 .

Con los paradigmas indicados, tanto en una u otra situación, las re-laciones internacionales se basan en dos principios que van imponiéndosey se sustentan por la transcendencia que se les concede como conocimientocientífico cimentado en un saber acerca de la realidad. Estos dos principiosfundamentales en los que se va a encuadrar la sociedad internacionalmoderna y por los que tambien se regulan sus relaciones, son:

Principio de igualdad y de independencia, por el que todos los Estadosestán en pie de igualdad con los demás a diferencia de la época medieval:la existencia teórica de una soberanía del Sacro Imperio Germánico sobrelos reinos de la Cristiandad.26 Se crea así una comunidad paritaria dado

23. En los documentos de la época se llama a veces con las expresiones de «interéssuperior del Reino» o «provecho público». Se ha definido como «la máxima del obrarpolítico, la ley motora del Estado» (MEINECKE, F. (1983) La idea de la razón de Estadoen la Edad Moderna. Madrid, 46) o «como aquella necesidad que tienen quienes gobiernande tomar medidas propias para asegurar la continuidad en el poder y en periodo de crisis,la salvación del Estado» (GAUTIER, L. (1971) Maquiavelo. México, 98).

24. Idea de gran enjundia que tendrá multiples aspectos: Desde la cuestión del origende la soberanía y el papel que desempeña el pueblo y el rey hasta el más riguroso absolutismomonárquico. Recuérdese la lucha de los monarcómanos protestantes contra la Coronafrancesa, la respuesta de Jean Bodin (1530-1596), en 1570, con Los Seis Libros de laRepública, defendiendo contra los extremistas la inmunidad del rey al que se imponíanlas leyes fundamentales (leyes de Dios, de la naturaleza y costumbres), pero desechabala subordinación a una teocracia y defendía la libertad religiosa. Era la primera tentativaque se hacía para fundamentar de un modo racional la teoría del poder monárquico. Ya partir de 1585, serán los católicos franceses, por razones obvias, los que adopten lasteorías antimonárquicas llegando a la apología del tiranicidio.

25. En el Reino Unido desde el siglo XVI se aduce que la ley internacional formaparte de la ley del país («International law is a part of the law of the land»).

26. La teoría de la soberanía universal del Emperador no tenía ninguna efectividad,era, pues, una pura entelequia. Ni siquiera Carlos V llegó a pensar en tal posibilidad, como

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que sus miembros no están ya subordinados a ningún ente superior sinoque se encuentran unos Estados junto a otros en una relación de coor-dinación y en caso contrario, enfrentados en una relación de inordinación.En la relación de coordinación se tendía a alcanzar la paz por medio deaunar intereses comunes, donde cada una de las partes obtuviese beneficiosy, por lo tanto, el principio se mostraba positivo para la paz.

Sin embargo, al no existir homogeneidad de los Estados modernosque se van construyendo como unidades políticas independientes, naceuna sociedad desigual en cuanto a las diferencias de recursos y de podery esto podía acarrear ambición de dominio, hostilidad y enfrentamiento.

Principio de equilibrio y balanza de poderes, por el que ninguno delos Estados debe suponer una amenaza para la existencia y seguridadde los demás. Era evitar la prepotencia o hegemonía de un Estado quepredisponía al recelo y temor de los otros. Este principio, que se enunciaya a fines del siglo XV por Lorenzo de Médicis para demostrar la necesidadde aliarse con Milán y Nápoles contra el predominio de la República deVenecia, se pondrá en práctica a lo largo de la Edad Moderna. Así tambiénlo vio el cardenal Wolsey, en la Inglaterra de Enrique VIII, con la fórmulacui adhaereo praeest, que permitía inclinarse por uno de los bandos, entrelos contendientes, para sacar de ello ventajas.

Un principio que ahora se hace más necesario no porque no existierauna autoridad superior, sino porque el instinto de conservación se reforzabaante el peligro acrecentado de ser absorbido por su vecino, peligro queera mucho mayor que en la Edad Media.

Este principio de equilibrio, que usa el maquiavelismo con el empleode cualquier medio para conseguir sus fines, dio lugar a extrañas alianzas,como la de Enrique II de Francia con el Papa y con los turcos (!!) contraFelipe II. O más adelante la que sigue sosteniendo Francia contra lahegemonía de España o el engrandecimiento de la Casa de Austria, consu intervención en todos aquellos acontecimientos que tendieran a debi-litarla. A partir de 1670, este equilibrio se orientará contra Luis XIV.

1.3. La paz y el irenismo como teoría y práctica

Como hemos mencionado párrafos arriba, si solamente nos fijáramosen los momentos bélicos dejaríamos un mundo mucho más ampliomarginado, un mundo que convive y vive a pesar de las guerras: el dela paz. Este mundo de la paz que se estructura en la Edad Moderna, tienedos facies distintas:

La paz que no aparece, que sostiene la convivencia diaria en buenavecindad, que se da por supuesta, que es la que se practica entre losciudadanos y entre las naciones, en sus múltiples relaciones de interesescomunes (comercio, relaciones diplomáticas, dinásticas, de cultura, par-ticipaciones pacíficas, intercambio de conocimientos, etc.). Es una pazsilenciosa, que no se explicita ni resulta de manifestaciones de alborozoni de toque de campanas, sino que es esa paz que no necesita propagandaporque se convive con ella cotidianamente y que, por su diversa gradaciónen cuanto a la conflictividad, podemos llamar paz gradual27 . En el ámbitointernacional engloba, a su vez, la paz de alianzas y tratados en mutuobeneficio, sobre todo de relaciones comerciales que son consustancialesa la propia existencia de las sociedades modernas.

Esta paz silenciosa se manifiesta: En coexistencia pacífica que es-pecifica la condición mínima para que los Estados organicen sus problemascompartidos en el orden internacional, a través de la costumbre, de acuerdocon la naturaleza de los acuerdos y su respeto (pacta sunt servanda). Yen la coexistencia cooperativa con el conjunto de reglas que facilitan lacooperación y que llevan a vinculaciones económicas y sociales28 , aunquese desarrollarán partir del siglo XVII.

Todo ello se refleja en alianzas, tratados de muy diversa índole,pacificaciones, concordatos, convenios29 .

puso de manifiesto Menéndez Pidal al analizar las diferencias que separaban al César delas Memorias de su secretario Mercurino de Gattinara. Son curiosas las láminas que seconservan de principios del siglo XVI que dibujan esta comunidad universal cristianacolocando en su centro al Emperador, a su derecha, al rey de Francia y a su izquierdaal de España, y ya en posición inferior, los nobles en sus diferentes titulaciones.

27. Se denomina también a esta paz silenciosa, paz imperfecta (F.A.MUÑOZ), pazrelativa (SCHWARZENBERGER), eficaz, neutra, etc.

28. Cfr. HELD, D.(1997), 101-102.29. Recuérdese la alianza de Ginebra, entre Francia y Suiza, firmada el 7 de noviembre

de 1515; En cuanto a los tratados valga como recordatorio, el de Troyes entre Francia eInglaterra, en 1564, por el que ésta renunciaba a Calais a cambio de 227 millones de coronas;La pacificación de Gante en 1576 en que todas las provincias de los Países Bajos pactaronpara defender sus intereses nacionales y religiosos, expulsar a los españoles y, en unaasamblea posterior, resolver todos los conflictos; Como concordato, sirva de botón de

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Como es sabido, a pesar de las guerras, el conjunto o la gran mayoríade la sociedad europea vivió pacíficamente, dado que aquéllas afectabandirectamente a porcentajes reducidos de la población, exceptuando casoscomo las guerras civiles, la guerra que España sostuvo en los Países Bajos30

o la de los Treinta Años, con la que quedó el Reich alemán completamentedesvastado y cuyas consecuencias se dejaron sentir en países muy alejadosde la contienda (Polonia, Rusia, Italia)31 .

Una segunda cara de la paz es la paz emanada de tratados, que ponefin a conflictos armados y es la paz que se manifiesta públicamente conla satisfacción de haberla alcanzado, recuperando la armonía entre lasnaciones que hasta hacía poco eran enemigas. Esta paz advenida, inter-estatal, se plasma, fundamentalmente, en tratados de paz32 y treguas33 .Que los tratados adquieren una relevancia especial dentro del mundocultural-histórico, lo demuestra el hecho del nacimiento de una disciplinallamada Historia de los tratados, que se constituye en la primera Historiade las Relaciones Internacionales, cuyo desarrollo se inició en este mismosiglo XVI (el Recueil de Jean Tillet en 1577).

Aparte de estas facies de la paz, señalemos aquí aunque sea a modode síntesis, el irenismo que es la paz como construcción social volitivay no simplemente como una convivencia «normalizada», que anhelaalcanzar una verdadera paz intra y extraestatal y vuelca su actividad paraque el grado de conflictividad sea el menor posible, señalando la nego-ciación como única salida al conflicto y prohibiendo el uso de la violencia.

El irenismo de los primeros tiempos del cristianismo ponía de relievela ilicitud intrínseca de toda guerra y muchos papas y padres de la Iglesia

desde San Clemente, a San Brasilio el Grande pasando por Tertuliano,Orígenes o Lactancio llegan hasta prohibir el servicio de armas. Esta épocaquedará bien lejos con la Iglesia constantiniana, cuando se realiza laestrecha alianza entre Imperio e Iglesia y se pasará del pacifismo radicalal idealismo moderado que desde San Atanasio y, sobre todo, San Agustínllega hasta la época moderna mientras aquel pacifismo se refugia para-dójicamente en algunas sectas heréticas. Es también el momento en elque se impone no sólo la permisión de la guerra sino su misma licitud,la llamada guerra justa y que, más tarde, sería aclarada y completadabrillantemente por Francisco de Vitoria en el siglo XVI.

A aquel irenismo radical se van a soldar sectas religiosas, de origenprotestante en esta época, con una teorización del mismo como doctrinay práctica de paz absoluta que obligaba a sus miembros y a su jerarquía.Este irenismo tendrá acabado cumplimiento en dos doctrinas muy disparesentre sí que ven la luz en los siglos siguientes: la de los cuáqueros, detipo confesional y la de los francmasones, aconfesional.

Debemos añadir, finalmente, que las actitudes de paz las podemoscontemplar no sólo a través de aquellas creencias religiosas sino tambiénpor las aspiraciones y conductas pacifistas, desde el punto de vista práctico,que sostuvieron personajes de la época en su gobierno34 y, desde el téorico,algunos inquietos pensadores hacia un mundo mejor y pacífico por mediode las llamadas utopías, que podemos conceptuar como absolutas, porquetratan de crear comunidades ideales verdaderamente irrealizables en esemomento35 , que distinguimos de los irenismos (pacifismos no radicales)

muestra el de Viena, en 1444, entre el Papado y el Imperio que tendrá consecuencias alo largo de la Edad Moderna o el de Bolonia, firmado entre el Papado y Francia en 1516.

30. Cfr. PARKER, G. (1985) El ejército de Flandes y el Camino español (1567-1659).Madrid.

31. Véase nota 17.32. Matrimoniales, de paz después de una guerra (como el de Cateau-Cambresis el

3 de abril de 1559 entre Francia y España que desalojó a Francia de Italia y dio la hegemoníaa España; el de Vervins el 2 de mayo de 1598 entre Enrique IV y Felipe II,etc.); pacesde contenido religioso (Paz de Bergerac, de Flix o la de Nantes entre la monarquía francesay los protestantes), etc.

33. Con las que se suspendía la guerra por un periodo determinado, como la de Nizaen 1538 entre el Emperador y Francisco I por 10 años; las de Amboise de 1563 y de Saint-Germain de 1570, de fondo religioso entre la monarquía francesa y los hugonotes, etc.

34. A los actores «pacifistas» los encontramos, por doquier, en la historia de cadapaís. Baste citar aquí, en el caso de España, a Ruy Gómez de Silva, príncipe de Eboli,amigo y consejero de Felipe II que en la segunda mitad del siglo XVI hasta su muertese enfrentará al «partido belicista» del duque de Alba; o en la Francia de la misma época,el partido de los llamados políticos dirigidos por L’Hospital y sostenido por la reina Catalinade Médicis, que buscará el equilibrio entre los católicos radicales y los hugonotes,considerando que el Estado debía existir por encima de las rivalidades religiosas y porlo tanto, se trataba de promover reuniones para llegar a acuerdos pacíficos y componendas(sínodos, asambleas, concilios y paces); Otro ejemplo el del grupo armoniano holandés,dirigido por el gran pensionario Jan Oldenbarneveldt, a principios del siglo XVII. Al igualpodemos encontrar en el Papado.

35. Citemos sólo la más conocida del siglo XVI, la de Tomas Moro: Utopía (1516)que combatirá entre otras cosas el espíritu de conquista y la guerra sería permitida sólopor motivos humanitarios. Para este tema puede consultarse: DAVIS, J.C. (1985) Utopíay sociedad ideal: Estudio de la literatura utópica inglesa 1516-1700. México; y en un

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en los que en oposición frontal a la guerra, predominaban ideales de pazpero sin llegar a elaborar planes concretos, apelando a la obligación,moralidad y justicia que la paz, entre cristianos, encierra, aunque admitíanuna justificación para la guerra justa36 . Y, por último, los llamados planesde paz, respuestas elaboradas frente a una sociedad internacional desor-denada, que propone la creación de organizaciones supranacionales quedesterrasen las guerras fratricidas entre los Estados37 .

Los planes de paz que, desde ahora, van a aparecer con más insistencia,buscan, por tanto, crear un mundo armonioso que supere los egoísmosnacionales, estableciendo una comunidad o federación de Estados cris-tianos, aunque esa paz a veces sirviese, en un segundo término, para poderluchar con éxito contra el enemigo común: Los turcos.

A fines del siglo XVI las contiendas políticas y religiosas parecíanhaber llegado a su fin tras el entronizamiento de Enrique IV y el edictode Nantes que apaciguaba a los protestantes en Francia y la estabilidadde la situación alemana. El Occidente de Europa parecía tender al com-promiso. Se afirma una nueva generación que algunos historiadores lahan llamado la generación pacifista de 1600, representada fundamental-mente por Felipe III en España, Jacobo I en Inglaterra o María de Médicisen Francia. La paz de Francia con España en 1598 y la de España conInglaterra en 1604, la tregua entre el Emperador y el Sultán en 1606, ladel Emperador con las Provincias Unidas de 1609, la de Dinamarca y

Suecia en 1613 y Suecia y Rusia en 1617, parecían augurar una Europaen paz por mucho tiempo. Fue un momento en que las relaciones inter-nacionales bien por cansancio, por agotamiento o por falta de actoresagresivos, crean un clima de paz internacional que se prolongaría hasta161838 .

2. REALISMO, IDEALISMO Y PAZ INTERNACIONAL

Con el objetivo de esclarecer los conceptos que expresan las «Rela-ciones internacionales» de un lado, y del otro, la «Historia de la paz»,es conveniente que deslindemos estas dos cuestiones, comenzando porlos enfoques con los cuales los Relaciones internacionales han sido estudiadasy comprendidas. De estos enfoques nos interesan básicamente dos, queson el idealismo y el realismo político internacional, dejando de lado lavisión cientifista, de la que se asume sólo la concepción científica queconlleva39 . Acto seguido, pasaremos a la concreción de nuestras posicionescon respecto a la Historia de la Paz en estrecha conexión con las RelacionesInternacionales.

Hemos visto en las páginas precedentes como se constituye la comu-nidad internacional40 en una estructura que, decimos, se califica de anárquica,

plan más general: MANUEL, F.E. y MANUEL, F.P. (1981) El pensamiento utópico enel mundo occidental. Madrid.

36. Destaquemos a Erasmo de Rotterdam, en sus obras Laus Stultitiae (1511), enQuerella pacis (1517) y en los Adagia, sobre todo destacables por su oposición a todaguerra, ni siquiera contra los turcos, aunque más tarde admitiría la guerra justa contra laagresión en Enchiridion Militis christiani (1518) (Cfr. CASTELLANO CASTELLANO,J.L.(1993) «Erasmo defensor de la paz», en MUÑOZ, F. (Ed.): Confluencia de culturasen el Mediterráneo, Granada, 277-288); el flamenco Jose Van Clichtove con su De belloet pacis opusadum que recuerda los argumentos de los primitivos cristianos contra todaviolencia; Alfonso de Valdés en su Diálogo de las cosas ocurridas en Roma (1530) seopone a la guerra, aunque justifica la guerra justa emprendida por el Emperador; LuisVives en su magnífico tratado De concordia et discordia humani generis; el mismo Miguelde Montaigne, etc.

37. El mismo Erasmo señala una organización de estados unidos cristianos; JohnSylvagius en 1515 y mucho más tarde, Emeric Crucé en Le nouveau Cynée, verdaderaorganización de paz, etc.

38. No es el momento oportuno de traer aquí la cuestión de si era sentido en el fondode la generación o era un puro arbitrio de coyuntura o un «periodo de contracción» elque, en realidad, determinaba las actitudes (TRITONE). Lo que sí parece cierto es la crisisde 1619-1622, que se caracteriza por su entrada en una fase económica en que van demodo seguido, la interrupción del crecimiento rápído y la estabilización, y que se le conocecomo crisis de tiempo corto (Juglar) o cambio de movimientos medianos (Kochin), etc.

39. Para un esquema de las distintas concepciones de las Relaciones Internacionalesdesde el punto de vista sociológico, véase MERLE, M. (1995) Sociología de las Relacionesinternacionales. Madrid (1ª reimpresión).

40. Aunque en el caso de la sociedad internacional no es muy apropiado, prefierousar el término de comunidad en vez de sociedad, por cuanto consideramos que, al final,más allá de los Estados lo que debe existir es la humanidad. Esta diferenciación (sociedad-comunidad) utilizada por primera vez por el sociólogo Ferdinand Tönnies, en el siglopasado, completado por Max Scheler y seguido por Poch o Fueyer, entre otros, estimaque la comunidad es la categoría de lo espontáneo, vivir por tener algo en común, mientrasla sociedad es un grupo social de cohesión artificial, basado en actos conscientes, productode actividad reflexiva, que puede expresarse con la idea de contrato. En la comunidadse es, en la sociedad se está.

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en su sentido estricto de falta de un poder superior, pero no de desorden,tal como podemos comprobar históricamente al no existir un ente superioral que pudiera estar sometida. Esta sociedad así constituida da origen aunas relaciones internacionales que llevan de por sí la conflictividad encuanto, que por la misma razón anterior, no hay una ley superior a lacual todos deban obedecer.

Ahora bien, esta realidad, que no negamos, ha servido de punto departida para la construcción del enfoque del realismo político (o comotambién se le llama en alemán Real-politik), un mundo derivado de laconcepción maquiaveliana en cuanto a la creencia de la maldad del hombre,completada por Hobbes, que trata de resaltar la teoría contractualista parasituar, lo mismo que había hecho con el hombre, al Estado, es decir situandoa éste en un estado de naturaleza, de guerra permanente, sometido a laley de la selva donde el más poderoso triunfa y los esfuerzos de los Estadosse encaminan a lograr el llamado «interés general», que era en realidadel interés de los gobernantes en un primer nivel, interés que no dudamosestaba sometido a las ideologías del príncipe y, en un segundo nivel, elde los pueblos bajo el subterfugio del beneficio colectivo, que despuésse llamará interés nacional41 . Esta situación de pesimismo antropológicoy de guerra permanente se asocia así, como hemos dicho líneas arriba,con la teoría realista del poder internacional y por ende, de las RelacionesInternacionales.

A pesar de la realidad de la independencia y la igualdad soberana detodos los Estados modernos, no podemos estar de acuerdo con el enfoquedel realismo político por todas sus características retenidas como esen-ciales: por negar la posibilidad del progreso, por su determinismo inma-nentista, por la competición constante de los intereses de los Estados ypor la distinción que realizan entre los códigos de la moral y del Estado.

41. Esta razón de Estado servía de coartada moral para acallar la conciencia, al emplearcualquier medio con la expresión «el fin justifica los medios». Nos referimos a los políticosy más altos dignatarios del siglo XVI. Es el examen de conciencia al que tuvieron quesometerse los monarcas, a pesar de la laxitud moral que daba el principio superior de lasalvación de la sociedad (fuera católica o protestante), justificando todos los medios asu alcance. Pensemos en nuestro mismo Felipe II con la ejecución de Montigny en Simancas,sin proceso y ocultando la causa verdadera de su muerte o el del secretario de D.Juande Austria, Escobedo, en Madrid, a instigación de Antonio Pérez; o la matanza desde elpoder en las luchas religiosas en Francia, acallada bajo la denominación de «bien público»para evitar la descomposición del Estado.

En este realismo político internacional al parecer dominan más las fuerzasocultas, las pasiones y hasta el fatum, que la verdadera voluntad de loshombres42 . Solo juega la razón de Estado más descarnada43 . La políticase entiende sólo como lucha por el poder44 .

La idea que el realismo político ha creado en torno al hombre y a lasociedad, nos lleva a un mundo donde se pierden los valores en aras deuna sociedad caótica, donde cada uno en una competencia feroz trata deaniquilar al adversario, al Otro, al que se ve siempre como un potencialenemigo45 .

¿Que hay más allá de esta concepción? Al otro lado no hay nada, esel vacío, el de la neutralidad indiferente que va a ocupar el lugar de lacivilización, porque se pierde con esa visión la conciencia de lo esencialy nos conduce a una ignorancia respecto a las motivaciones humanas másprofundas de las que sólo se extraen sus móviles negativos y una des-confianza total en su racionalidad. Es este pensar técnico, esta ratio Status,con su contenido negativo, el que nos aleja del humanismo en la sociedadinternacional y deviene banal la idea de progreso.

Debemos añadir que la visión realista ha entrado recientemente encrisis, debido a la creciente interconexión global que está transformandola naturaleza y el papel del Estado, como entidad política parcialmenteautónoma y al Estado mismo se le ve ya como un epifenómeno46 . Los

42. Más todavía cuando esta cara del realismo político depende, no ya de los fenómenosdebidos a la fortuna (al fatum, al azar, lo que se nos viene dado como dirá el mismoMaquiavelo), sino a los que posee la propia naturaleza del ser humano. No entramos aquíen una polémica que puede no tener fin, sólo afirmamos que el hombre es capaz de aportarsu voluntad y su decisión, marcados por unos principios ético-políticos a nivel individualy a nivel estatal o internacional.

43. Para una síntesis completa de las distintas etapas y movimientos (realismo,behaviorismo, cientifismo, idealismo, neo-realismo, etc.) véase DEL ARENAL, C. (1990,3ª ed.) Introducción a las Relaciones Internacionales. Madrid, 109 y 126 y ss.; KRIP-PENDORFF, E. (1985) El sistema internacional como historia. México; MERLE, M.(1995), 27-106.

44. Si bien el fenómeno del poder está presente siempre en la política como un elementoindispensable, no quiere decir que todo deba girar en torno al mismo.

45. Entre las críticas al realismo y al behaviorismo norteamericano y a la imposibleseparación de las consideraciones valorativas de las puramente científicas, aún sigueteniendo vigencia la obra de Raymond Aron y la de su discípulo Hoffmann (ARON, R.(1963) Paz y guerra entre las naciones. Madrid).

46. Véase si no las teorías de Arthur Schleinger y de Bruce Porter, ante la crisis dela democracia en los Estados Unidos, creen que se necesita un enemigo exterior, retomando

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enfoques actuales se centran en los debates entre globalismo y realismo47

o entre el realismo de poder y el humanismo planetario. El tema no esbaladí.

Pero de igual modo, tampoco podemos aceptar el enfoque amplio delidealismo político internacional, distinto del idealismo filosófico y delutopismo político48 . Y ello, al no reconocer determinados fenómenos queafloran en la vida de la sociedad internacional y que nos transportaríanfuera de la realidad. Podemos estar de acuerdo con la fe en el progreso,con una visión no determinista del mundo, con el radical racionalismo,pero sin embargo, diferimos de la afirmación de una armonía natural deintereses de los Estados como complementarios más que antagónicos,porque para nosotros, éstos pueden darse y se dan en la realidad inter-nacional.

A raíz de esto, si caminamos por la vía del idealismo con su escalade valores, somos conscientes de no idear un utopismo social, ya queestamos dispuestos a conocer las tendencias que la realidad modifica, sindescender al fácil recurso de la simplicidad utópica, que al creer en unapolítica perfecta y un Estado perfecto, caería, a su vez, en el más acendradoidealismo.

En síntesis, este modus vivencial de las comunidades políticas quesurgen de la Edad Moderna, nos muestran una realidad fenoménica enla cual, decíamos, ha habido periodos de guerra, intercalados temporal-mente entre determinados Estados y por un tiempo limitado. Esto es loque designamos bajo la expresión realismo pacífico. Pero, inmediatamen-te, se nos presentan una serie de cuestiones que aquí, de modo muy somero,intentamos explanar:

El primer paso es saber qué conceptualización debemos dar, en estecaso concreto, a la paz. Pero, previamente, digamos algo de esta ciencia

nueva: Es esta ciencia de la paz, sui generis, una ciencia, de un lado, abiertay dinámica que promueve una epistemología de la complejidad49 y deotro, es una ciencia de valores50 que obliga a la voluntad a guiarse porvalores supremos como son la solidaridad, el amor y el respeto de losderechos humanos51 . En nuestro caso, es la misma Paz que conlleva uncompromiso ético y que nos mueve a desentrañar lo que de Paz, en susmúltiples facetas, haya en la historia del pasado.

Pero ¿qué concepto de paz estamos utilizando? El concepto queutilizamos es el de la paz negativa, en su nivel más bajo, es decir, la ausenciade violencia física, la cual trasladada a la disciplina de las Relacionesinternacionales, supone la ausencia de guerra o de conflictos armados.Esta paz negativa es el eje alrededor del cual gira el contenido conceptualque nos debe servir de criterio histórico. A tenor de lo dicho, queremossubrayar la posibilidad de una nueva reinterpretación de la Historia y, eneste caso, la elaboración de la Historia de la Paz.

No obstante, debemos señalar que la elaboración no puede respondera una amplitud global y absoluta. No puede ser una elaboración acabaday menos aún en la historia, que es una ciencia en construcción y quedepende de los conocimientos y del nivel que hayamos alcanzado paraampliar nuestro arsenal tanto epistemológico como metodológico, con elque poder llevar a cabo nuevas reinterpretaciones de aquella realidadfenoménica.

3. HACIA UNA HISTORIA DE LA PAZ INTERNACIONAL EN LAÉPOCA MODERNA

Hemos llegado al final de nuestro discurso en el que tratamos deconfigurar una Historia de la Paz internacional en los inicios del mundomoderno. Una historia alternativa a la historia tradicional como referíamosal principio. Aunque nos movamos dentro de lo que se ha llamado el tipo

tradicionales ideas, para que pueda sobrevivir una sociedad constituída en Estado. Sonel desarrollo de las nuevas fuerzas centrífugas de la sociedad actual (TARNAWSKI, E.(1997) «Las inciertas perspectivas de la democracia en la época del choque de lascivilizaciones», en CANO, M.J. y MUÑOZ, F. (Eds.), 137-154). También DUNN, J. (1996)La agonía del pensamiento político occidental. Madrid y COCHRAN, T. (1996) La culturacontra el Estado. Madrid.

47. KEOHANE, Robert O. (ed.) (1986), Neorealism and its Critics. New York.48. Para los distintos enfoques de la problemática que presentan las Relaciones

internacionales como materia científica, véase entre otros: DEL ARENAL, C. (1990), 95-203; MERLE, M. (1995). 99-106.

49. MORIN, E. (1994) Introducción al pensamiento complejo. Barcelona.50. Como decía Galtung, los estudios sobre la Paz consti-tuyen una ciencia social

aplicada clara y explícitamente orienta-da por valores. Para la problemática de la con-ceptualización de la Paz, véase GALTUNG, J. (1993) «Los fundamentos de los estudiossobre la Paz», en RUBIO, A. (Ed.) Presupuestos teóricos y éticos sobre la paz, Granada,15-50.

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51. Cfr. LEWIS, H. (1994) La cuestión de los valores humanos. Barcelona; KüNG,H. (1995) Proyecto de una ética mundial. Madrid.

52. Frente al modelo de integración está el de conflicto, que se interesa por la divergenciade intereses de la sociedad y estima que el consenso sólo sería un ocultamiento de lasrelaciones fácticas de poder (VON BEYME, K. (1977) Teorías políticas contemporáneas,Madrid, 42).

53. Ya hace muchos años que Spykman, en su teoría del conocimiento, distinguíaentre la realidad empírica y el mundo de concepto y valores: «El conocimiento no procedede la observación de la realidad sino que se adquiere a través de la observación de larealidad mediante las categorías específicas de conocimiento» (MEDINA, M. (1983), 49).

de modelo teórico de integración y orden por cuanto que enfatiza el interéscolectivo, sin embargo, somos conscientes al mismo tiempo de la conflictivi-dad presente que puede dar inestabilidad al sistema en cualquier situacióndada52 . Pero, entendámonos, no se trata de prefigurar un mundo históricode acuerdo con nuestros deseos sino de hallar en el mundo de esa realidadobjetiva, las facies existentes de ese acontecer que están dependiendo,en gran manera, de nuestra interpretación53 . En consecuencia, se tratatambién de ordenar los acontecimientos según un orden de prioridadesa tenor de la importancia de los distintos factores que entran en juego.

Recogiendo las formulaciones hechas en las páginas precedentes nosinteresa aquí sintetizarlas de un modo ordenado, a modo de conclusionesprovisionales tomadas también como propuestas a debatir. Estas propues-tas o puntos que deberán ser profundizados, sobre todo a nivel de categoríasanalíticas con la extensión requerida en ulteriores trabajos, serían:

En el campo de sociedad internacional, hacemos uso del concepto dela Paz negativa, es decir, la ausencia de conflictos armados, que nos sirvende criterio para conformar la Historia internacional de la Paz. Una ausenciade guerras que facilita la doctrina mercantilista, puesta en práctica porlos Estados y señalada muchas veces como motivo de ruptura y fricciones,cuando debemos estudiarla bajo otros parámetros, como hacedora de paza través del comercio internacional.

Hemos demostrado la indisolubilidad de la conflictividad y la paz enel ámbito internacional y, sin embargo, la historia escrita que se ha hechosobre la Europa moderna con la creación del Estado, con sus contiendas,ambiciones de dominio, desequilibrios, de la que la «Real-Politik» haextraído sus consecuencias, no nos dice todo sobre esa realidad. Juntoa esa realidad parcial, existió la Paz, la paz que nace de las relacionese intercambios de toda índole y, en especial, del comercio. Esta paz

silenciosa manifestada en una coexistencia pacífica o en una coexistenciacooperativa. Hubo, pues, espacios de Paz en los inicios de la EdadModerna, que no han sido mencionados dando por supuesta una realidadde la que no se hablaba nunca. Desde otro punto de vista, no es necesarioinsistir en el hecho de que uno de los objetivos de la Historia de la Pazsería contabilizar los periodos de Paz y no sólo de guerra.

Es preciso poner de relieve, la importancia de la Paz conseguida enlos Tratados que ponen fin a los conflictos armados. Paz y tratados quedeben ocupar un papel primordial en la Historia. De igual modo, la Historiadebe partir también de las paces para señalar cambios históricos aunquehayan aparecido como final de una guerra.

Se impone, desde otro lado, recalcar también la existencia y el papelque jugaron tanto el pacifismo radical, nunca bien ponderado, que creóespacios de Paz en el lugar en que vivían, como el irenismo pacífico queintentaba evitar la conflictividad debida a cuestiones religiosas o políticas;así como las utopías que refundaban un mundo en paz y que, a pesar desu utopismo, espoleaban los sentimientos pacifistas de sus lectores; y, porúltimo, los planes de paz, al elaborar organizaciones que pretendíanmodificar las actitudes belicosas de los Estados y crear la armonía en lasociedad internacional, haciendo a aquéllos más humanos.

Incluso los mismos paradigmas que hemos expuesto van a servir parapreparar nuevos horizontes para la paz, como fue, de un lado, la idea decontrato que augura el liberalismo y la libertad humana en paz y de otro,la racionalidad que abre también caminos con el Derecho Natural y elDerecho de Gentes que servirán para regular pacíficamente las relacionesentre los Estados.

Asimismo, el principio de equilibrio y balanza de poderes, que modificóel planteamiento de las Relaciones internacionales, no tuvo siempre unsentido negativo, ya que sirvió tambien de regulador pacífico en lassituaciones en que un Estado por su potencia y superioridad pudieraavasallar al vecino por medio de la guerra.

Como hemos advertido, el realismo que nosotros aceptamos, comoconstatación de una parte de la historia, es aquél que nos habla de aspectosconflictivos y aspectos cooperativos en las relaciones interestastales ypostula una realidad pacífica con contenidos conflictivos, que denomi-naríamos realismo pacífico.

Por consiguiente, en trazos gruesos, frente a las concepción realista,debemos ir creando la Historia de la Paz y de las Relaciones Interna-cionales, bajo el realismo pacífico, que no es la historia de los aconte-

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LA PAZ Y LAS RELACIONES INTERNACIONALES...EDUARDO ENRÍQUEZ DEL ÁRBOL

cimientos bélicos, de los enfrentamientos, de las guerras, aunque sea éstaahora la impresión que tengamos cuando abordamos la historiografía dela propia historia, como hemos puesto de manifiesto a lo largo de estediscurso. En definitiva, coloquemos a la guerra y a los hechos bélicosen el lugar justo que les corresponden, como la otra cara, aunque oscura,de la Paz.

De otro lado, es admisible el enfoque idealista restringido que nospermite la construcción de una teorética para una historia del presenteo para una proyección futura, mientras que el realismo pacífico nos sirvecomo elemento de conceptualización para una historia del pasado.

Repetimos que no pretendemos negar la realidad, pero queremosrecuperar dentro de la misma, la de la vida del hombre y de los pueblos:la paz, su anhelo de convivencia y su efectiva realización54 . Aspiramoscon ello, a que la Historia de la Paz sea escrita, por tanto, con una visióndistinta de la historiografía tradicional sobre el pasado55 , al ser ésteinterpretado con nuevas claves56 .

En consecuencia, bajo estas premisas, situemos a la Paz y a lo queella significa y representa, en el centro del objeto histórico no sólo comoparte del modelo a construir sino, al mismo tiempo, como criterio pararecrear la historia57 . Creemos que esta nueva interpretación se aviene ala realidad internacional o, dicho de otro modo, no es más que la adaptaciónde la realidad empírica a los valores que estamos propugnando como clavesde la comprensión de la sociedad que apareció en el siglo XVI.

54. Me vienen aquí, a la memoria, las palabras de Giovanni Botero, quien en aquellasfechas tan conflictivas, donde la razón de Estado se imponía en todas las Cortes, se dejallevar por su íntima convicción repudiando la fuerza y la guerra, al preguntarse: «¿Dequé sirven las conquistas violentas, las guerras o la exaltación de la fuerza? De nada. Paraque un país florezca sólo requiere justicia, paz y abundancia» (BOTERO, G. (1603) Dellecause della grandezza delle città).

55. ENRIQUEZ DEL ARBOL, E. (1997) «Historia y Paz. Hacia un nuevo paradigma»en DIAZ BARRADO, M. (Coord.) Historia del tiempo presente. Teoría y metodología.Cáceres, 259-266.

56. En resumen, a la luz de estas manifestaciones, las categorías que hemos presentadoy que necesitan profundizarse en estudios históricos futuros, son primordialmente: Lacoexistencia pacífica, la cooperación internacional y el pacifismo en teoría y práctica,además de una conceptualización de los enfoques del realismo pacífico y del idealismorestringido.

57. La riqueza de la historia como globalidad del devenir de las sociedades humanas,hace que sean numerosas las incursiones desde otras disciplinas ya que la Historia ofreceel acontecer espacio-temporal en su génesis y desarrollo a cada una de las posibles ciencias.

Por último debemos añadir que este análisis, en el que hemos planteadohipótesis de trabajo sobre las que se habrá de volver más de una vez, es,en definitiva, un estudio preparatorio que nos ha servido para delinearla posición teórico-práctica que hemos asumido sobre la Historia de laPaz en el marco del Mundo moderno, y, que no es más que una aproxi-mación, como decíamos al principio, que no tiene otras pretensiones sinolas de ser un reto al que debemos enfrentarnos.

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LAS MUJERES Y LA PAZ EN LA HISTORIA.APORTACIONES DESDE EL MUNDO ANTIGUO

CÁNDIDA MARTÍNEZ LÓPEZInstituto de la Paz y los Conflictos

Universidad de Granada

La paz ha sido representada a lo largo de nuestra historia occidentalcomo mujer. La paz nació con cuerpo y atributos femeninos en la antiguaGrecia, encarnada en la diosa Eirene,1 y su figura, relacionada siemprecon la prosperidad y el bienestar, ha perdurado bajo formas y abstraccionesdiversas a lo largo de los siglos. La imagen de la paz y los atributos conlos que se ha adornado han formado parte de un complejo mundo simbólicoque pone de relieve como las distintas sociedades históricas también hanpensado la paz desde la construcción particular de las relaciones de género.A ella se han asimilado virtudes, potencialidades y símbolos consideradosesencialmente femeninos desde el mundo antiguo, que se han mantenidocasi hasta nuestros días con las adaptaciones e incorporaciones propiasde la evolución de la noción de paz y de los cambios habidos en laconsideración de lo femenino.

Paz y fertilidad, paz y abundancia, paz y vida, paz y capacidad decreación son algunas de las asociaciones transmitidas en textos e imágenes

1. MARTÍNEZ LÓPEZ, Cándida (1998) «Eiréne y Pax. Conceptualizaciones y prác-ticas pacíficas de las mujeres en las sociedades mediterráneas antiguas». Arenal, 2, (1998),págs. 239-261.

LAS MUJERES Y LA PAZ EN LA HISTORIACÁNDIDA MARTÍNEZ LÓPEZ

a lo largo de la historia. Esta idea de la paz ha sido expresada de múltiplesformas: a través de figuras femeninas con niños en sus brazos o en suregazo significando la fertilidad de la paz; por medio de mujeres portandola cornucopia como símbolo de la riqueza que la paz permite desarrollara la tierra y a los pueblos; o como las artes liberales que florecen conla paz, entre muchas otras.2

La paz como abstracción ha sido considerada mujer, ha tomado sucuerpo y muchos de los símbolos relacionados con ella, pero quienesaparecen como hacedores de la paz formal, como responsables de acre-centarla o defenderla, quienes han tenido la capacidad de discutir, estipulary firmar las «paces» oficiales de las que se habla en la Historia, han sidolos varones a través de los mecanismos e instituciones propias de cadaEstado.

1. LA PAZ Y LA GUERRA EN LA FORMACIÓN DE LASIDENTIDADES DE GÉNERO

Nos situamos así ante una de las primeras dicotomías existentes entorno a la paz, donde se expresa, a su vez, cómo las respectivas sociedadespiensan la construcción de lo masculino y lo femenino. La paz, repre-sentada como mujer, es considerada como un principio o un bien natural,siempre latente, del que se parte y al que se aspira a llegar, que se interrumpeo se recompone por la acción coyuntural, masculina, de la guerra. Poreso la paz no necesita ser justificada; pueden estipularse las condicionespara ser acordada, pero no hay que explicarla en sí misma. Sin embargola declaración de guerra sí requiere ser explicada. La guerra es presentaday exculpada como una defensa de la comunidad, de la patria o de la fe,

como una forma de proteger la comunidad de niños y mujeres. Aparece,además, como la menos mala de las opciones en situaciones consideradaslímite -formal o simbólicamente- para defender, mantener o acrecentarlos beneficios de la paz. Pero nadie oculta su capacidad de destrucción.Por eso se ha escrito tanto sobre las guerras y tan poco sobre la paz.

Esta dialéctica clásica entre la paz y la guerra, profundamente imbri-cada en las nociones de lo femenino y lo masculino y en las de naturalezay cultura, ha operado no sólo en las conceptualizaciones sino en lasprácticas de ambos géneros en las distintas etapas de la historia.

Los patrones de género han marcado la conceptualización de la pazy de las prácticas femeninas ante la guerra y la paz estableciendo unadicotomía formal cuyos límites se han traspasado en una dirección y otraa lo largo del tiempo.3

La guerra ha sido considerada a lo largo del tiempo como una actividadmasculina, como una expresión de la comunidad políticamente estable-cida, de la que las mujeres no eran sujetos plenos, aún considerando lasdiferencias habidas entre las distintas sociedades históricas.4 La exclusiónde las mujeres de una participación regular en la violencia armada con-tribuye en la producción y reproducción de la diferencia de sexos. Elcarácter esencialmente masculino de la función militar interviene nota-blemente en la formación de la identidad de género y de los estereotipossexuales. Se establece un tipo de relación dialéctica entre identidad sexualmasculina y ejército: éste participa en la construcción de la masculinidad- por la socialización de los hombres y la imagen proyectada del militarmasculino- y utiliza al mismo tiempo la masculinidad como motor importantede su propio funcionamiento.5

La imagen del guerrero ha sido tradicionalmente opuesta a la de lamadre. Dar la vida y dar la muerte- parir y combatir- han sido vistas comoactividades simétricas y específicas de uno y otro sexo. Se ha demostradocomo en el mundo griego y romano se construyó una compleja red de

2. En el mundo antiguo se fijan muchas de las formas con las que la paz será representadaposteriormente. La proyección que el mundo grecorromano tiene a partir del Renacimientohará que se retomen este tipo de representaciones de la paz. No hay trabajos de conjuntosobre estas imágenes y su significado. Las afirmaciones que efectúo se basan en mi propiainvestigación sobre el mundo antiguo y en las conversaciones mantenidas con otras y otroscolegas. Agradezco a Elena Diez sus valiosas aportaciones como historiadora del arte einvestigadora de la paz, y a Francisco Muñoz sus sutiles sugerencias sobre el simbolismode la paz. Uno de los pocos trabajos sobre esta temática ha sido realizado por ambos.Véase: MUÑOZ, Francisco A. y DÍEZ, Elena (1999) «Pax orbis terrarum. La imagen dela pax en las monedas romanas», Florentia Iliberritana, X, págs.

3. MAGALLÓN PORTOLÉS, Carmen (1993) «Hombres y mujeres: el sistema sexogénero y sus implicaciones para la paz». Mientras Tanto 54, págs. 61-76.

4. Nos referimos a las sociedades donde las mujeres no han tenido derechos políticos,es decir, a la mayor parte de la historia. No entramos aquí en la incorporación de las mujeresa la vida política, como ciudadanas en el siglo XX, ni a su reciente y parcial integracióna las fuerzas armadas.

5. Véase REYNAND, Enmanuel (1998) Les femmes, la violence et l’armée. Essai surla féminisation des armées, París, 1988, págs. 39-40.

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LAS MUJERES Y LA PAZ EN LA HISTORIACÁNDIDA MARTÍNEZ LÓPEZ

equivalencias entre la guerra y la maternidad. A la participación en elejército y en el combate, la actividad a través de la cual el hombre llegabaa ser realmente ciudadano, correspondía el acto de dar a luz, donde lasmujeres cumplían su naturaleza como esposas, y por tanto como ciuda-danas.6 Este paralelo entre las funciones específicas de hombres y demujeres, que puede adquirir formas más o menos sofisticadas, conducede hecho a pensar las dos actividades como excluyentes. A la imagendel hombre, incapaz de concebir hijos, se opondría la de la mujer, no apta,por naturaleza, para combatir.

Esta asimilación de la maternidad al papel militar de las mujeres, quequeda a menudo implícito, puede, en circunstancias extraordinarias comola falta de natalidad, la amenaza exterior, u otros problemas que afectena la demografía, ser formulada de forma más explícita.

La oposición madre/guerrero no es la única en intervenir en la cons-trucción de los papeles de género relacionados con la paz y la violencia.La imagen del hombre fuerte y armado se relaciona, igualmente, con lade la mujer débil y desarmada. Se produce así una división entre protectoresy protegidos que contribuye a la relación de dependencia en el planocolectivo e individual, lo que tiene múltiples implicaciones en las rela-ciones entre mujeres y hombres, ya que el protector tiende a ser, a la vez,la fuente misma del peligro.

¿Quiere ello decir que las mujeres se han posicionado siempre a favorde la paz y los varones de la guerra? Sería partir de un dualismo falsoy erróneo para cualquier análisis histórico, puesto que las relaciones degénero implican un grado de asunción de los papeles adjudicados de formacompleja.

No se trata, por tanto, de que las mujeres hayan quedado totalmenteal margen del fenómeno de la guerra. La investigación reciente ha puestode relieve las diversas modalidades de relación de las mujeres con laguerra.7 Por las razones que antes señalábamos, su actividad ha sido casi

siempre como no combatiente, salvo circunstancias excepcionales,8 perosí ha tomado parte activa en tareas de preparación del alimento, en elcuidado de los heridos, en rituales para propiciar la victoria, en espionaje,o alentando a los soldados a cumplir con su función de género: defendera la patria o a la fe.

Otras aportaciones han señalado que en las sociedades de cazadores-recolectores y en las primeras sociedades agrícolas, la guerra no estabaprohibida a las mujeres, sino la posesión y el uso de las armas, cuyomonopolio mantenían los varones, que expresan y refuerzan su posiciónhegemónica por el control del armamento.9

Las mujeres, pues, ausentes de los ejércitos, no han participado porlo general en la guerra activa, pero se han tenido que relacionar con talfenómeno con actitudes, de nuevo, aparentemente contradictorias: con elsufrimiento por la posible pérdida de sus familiares varones que intervienenen el combate, pero también con la alegría o la satisfacción de que ellospuedan participar de la gloria que conlleva la defensa de la patria, y deque sean reconocidos por sus «valores masculinos». Por eso las mujeresson representadas en las estelas griegas despidiendo a su esposo que partea la guerra, pero también llorando en los funerales de su soldado muerto,o celebrando el triunfo de los ejércitos masculinos y la paz cuando celebranla victoria.

La contradicción es evidente. De un lado la guerra les quita aquellode lo que por su función social y política fundamental son responsables:la reproducción del grupo familiar, y con ello una parte de su mundo deafectividades y seguridades. De otro contribuyen de forma indirecta, a

6. Véase LORAUX, Nicole (1981) «Le lit, la guerre», L’Homme, 21, 1, págs. 37-67.MARTÍNEZ LÓPEZ, Cándida «Parirás ciudadanos para gloria de Roma. Las mujeres yla ciudadanía en la Roma antigua», en: ORTEGA Margarita et al. (1999) Mujeres yciudadanía. Revisiones dese el ámbito privado. Madrid, págs. 143-162. IRIARTE, Ana(1996) «Ser madre en la cuna de la democracia o el valor de la paternidad», en TUBERT,Sivia (ed.): Figuras de la madre, Madrid, págs. 73-94.

7. MEINTEL, Deirdre (1983) «Victimes ou protagonistes: les femmes et la guerre»,Anthropologie et societés, 7. 1, págs. 179-186. Armas para luchar, brazos para proteger.

Barcelona. También se ha reflexionado sobre esta temática en coloquios y encuentros,como el celebrado en Vancouver en 1982 bajo el título «Les femmes et la guerre».

8. Son numerosas las ocasiones en las que las mujeres participan en la defensa desus pueblos o ciudades, usando como armas los más diversos objetos. Así en la Españaantigua las mujeres iberas colaboraban llevando piedras y ladrillos hasta las murallas parala defensa de sus poblados ante la presencia de los romanos (Véase: MARTÍNEZ LÓPEZ,Cándida (1986) «Las mujeres en la península ibérica durante la conquista cartaginesa yromana». En La mujer en el mundo antiguo, Madrid, págs. 387-396. En la Guerra Civilespañola las mujeres que tomaron las armas fueron desarmadas por el propio PCE y enviadasa sus funciones tradicionales: cuidar soldados, hacer la comida, utilización de la astuciacomo espías y colaborar en funciones secundarias de defensa.

9. TABET, Paola (1979) «Les mains, les outils, les armes», L’Homme, 29, 3/4, págs.5-61.

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LAS MUJERES Y LA PAZ EN LA HISTORIACÁNDIDA MARTÍNEZ LÓPEZ

los supuestos intereses de la patria y alientan y confirman la reproducciónde los valores masculinos y el equilibrio exigido socialmente de lasrelaciones de género.

Esta situación se repite con formas distintas a lo largo del tiempo. Ahorabien, ese contradictorio equilibrio sufrido y mantenido por las mujeresse ha roto en muchas ocasiones en defensa activa de las posiciones depaz. Lo veremos más adelante cuando me refiera al mundo antiguo, perose observa igualmente en la Edad media cuando la santidad de algunasreinas está relacionada con su mediación a favor de la paz entre pueblosen litigio,10 o en la Edad Moderna cuando las mujeres se quejan formal-mente ante la justicia o el rey por los desastres que la guerra y la pérdidaconsecuente de sus familiares ha ocasionado en su vida económica, suposición social o su mundo afectivo.11

Pero es a finales del siglo XIX y sobre todo durante el siglo XX cuandola posición de las mujeres a favor de la paz adquiere una dimensión deacción colectiva y pública. Sufragismo y pacifismo, y luego feminismoy pacifismo se han dado la mano en múltiples ocasiones para justificarseo reforzarse mutuamente.12 La profunda imbricación conceptual de mujeresy paz, y la actitud favorable de las mujeres ante la paz por su propia funciónde género, como ya he señalado más arriba, hace que la paz esté presente,por ejemplo, en sus argumentos para exigir el voto, o que pueda existiruna notable movilización de las mujeres, dirigidas por sus organizaciones,a favor de la paz.

Muchas sufragistas europeas y americanas, desde la mitad del sigloXIX, esgrimieron la idea de que las mujeres, por el hecho de serlo, siemprevotarían la paz, para apoyar el voto de las mujeres. Esta posición esen-cialista del primer sufragismo no hace sino recoger la relación tradicionalde mujeres y paz como algo propio de su naturaleza. Muchas de estas

mujeres pretendieron justificar su entrada en la vida pública y políticaa partir de su propia identidad de género, que ellas mismas llegan aconsiderar como innata. Las mujeres, como madres, siempre votarían lapaz.13

La actividad pública de las mujeres a favor de la paz ha sido unaconstante a lo largo de este siglo, y durante las primeras décadas, enel momento de los grandes conflictos armados, consiguió movilizarimportantes apoyos de europeas y americanas. Mítines, convenciones,congresos, manifiestos y manifestaciones de mujeres se multiplicaronpor todo el paisaje occidental en un intento de trazar una internacionalque uniera a todas las mujeres al margen de las fronteras políticas.14 Todasdebían de estar unidas por una causa cuyo ideal se situaba por encimade los particulares intereses de cada país. Sabemos que este movimientotambién sufrió las contradicciones que antes señalábamos. Ante la primeraGuerra Mundial hubo una parte de las asociaciones que mantuvieron unaactitud pacifista a ultranza y otras que apoyaron el comportamientobelicista de sus propios Estados. Se provocó así una profunda brechaen un movimiento y unas organizaciones hasta entonces unidas y po-derosas.

Pero al margen de los interesantes debates y controversias habidos enel seno del movimiento sufragista europeo de principios de siglo, que noes el objetivo de este trabajo, sí nos interesa preguntarnos y reflexionarasobre algunas cuestiones que pueden arrojar luz a nuestro discurso. Partimosde que las mujeres llevan a cabo acciones colectivas en el ámbito público,algo reñido con el tradicional papel de género que les adjudica el espacioprivado y la acción individual o el asilamiento. ¿Por qué las mujeres utilizanla paz dentro de sus reivindicaciones? ¿Por qué las grandes movilizacionesque impulsó Gandhi en la India contaron con miles de mujeres hindúes?Las respuestas podríamos encontrarlas en varias direcciones no necesa-riamente contrapuestas.

10. MUÑOZ, Ángela (1998) «Semper pacis amica. Mediación y práctica política (siglosVI-XIV)», Arenal 5, 2, págs. 263-276.

11. ORTEGA, Margarita (1998) «Estrategias de defensa de las mujeres de la sociedadpopular española del siglo XVIII», Arenal 5, 2, págs. 277-305.

12. Véase, entre otras referencias, HORVART, Lili (1985) «Féminisme et culture depaix», Nouvelles questions féministes, 11/12, págs. 113-127. LE BRICQUIR, Danielle/THIBAULT, Odette (1985) Féminisme et pacifisme: même combat. Actes du ColloqueInternational de Paris, París. CARROL, Berenice A: «Feminism and Pacifism: Historicalant Theoretical Connections», en PIERSON, Ruth Roach (1987) Women and Peace.Theoretical, Historical and Practical Perspectives, Londres.

13. Entre la amplia bibliografía existente sobre esta temática véanse: EARLY, Frances(1990) «Feminism, Peace, and Civil Liberties: Women’s Role in the origins of the WorldWar I Civil Liberties Movement», Women’s Studies, 18, págs. 95-115. HYMAN ALONSO,Harriet (1993) Peace as Women’s Issue. A History of the U.S. Movement for World Peaceand Women’s Rights, Nueva York.

14. Además de los trabajos citados en las notas anteriores, BUSSEY Gertrude / TIMS,Margaret (1980) Pioneers for Peace: Women’s International League for Peace andFreedom, 1915-1965, Oxford. FOSTER, Catherine (1989) Women for All Seasons: TheStory of the Women’s International League for Peace and Freedom, Athens.

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LAS MUJERES Y LA PAZ EN LA HISTORIACÁNDIDA MARTÍNEZ LÓPEZ

La primera es que muchas de estas mujeres entran en el debate y elapoyo público de la paz en defensa de su propio papel de género, o apartir de él. La defensa de la vida que tradicionalmente se les ha asimiladoy a la que han dedicado la mayor parte de sus energías, se pone en peligroante la amenaza de la guerra. Entran, pues, en ese ámbito para defenderlo suyo, o piden entrar porque esa será su gran contribución al mundopolítico.

No existe, pues, una ruptura radical con «su mundo». Su entrada enla esfera pública con estas referencias se hace como una transición natural,como una forma de relacionar lo privado con el ámbito público. Por esopueden llegar a movilizarse miles de mujeres, la mayoría de ellas sinconciencia feminista, pero que son sensibles a este tipo de argumentos.Es evidente que, en principio, no se ponen en cuestión los papeles de géneroni las relaciones de poder existentes entre ellos. Todas las mujeres se sienteno pueden verse afectadas por ello.

La segunda línea está en la base de aquella. Las mujeres, por susprácticas y experiencias históricas, han estado más próximas a la repro-ducción y al mantenimiento del grupo. Ello les ha hecho valorar otrossupuestos, actitudes y formas de entender la vida, alejadas de la violencia,y creadoras de relaciones cotidianas pacíficas. Como decía Virginia Woolf:«¿Por qué luchar? Carece de valor. Evidentemente para ustedes en la luchahay cierta gloria, cierta necesidad, cierta satisfacción, que nosotras jamáshemos sentido ni gozado».15

Por último, la defensa de la paz permite a las mujeres estar en el ámbitopúblico a partir de las prácticas y comportamientos habituales en su propiopapel de género: la paciencia, la concordia, el cuidado, etc. En definitiva,les ha permitido estar en el ámbito público sin tener que aprender y superarmuchos de los rituales masculinos de iniciación a la vida pública. Es otraforma de estar en lo público, de ocuparse de la comunidad, que no partenecesariamente de las formas tradicionales usadas por los varones.

Es una forma de actuación donde pueden entrar las mujeres, tanto porsus métodos como porque socialmente se acepta que las mujeres se ocupende esta cuestión a la que tradicionalmente se les ha ligado. El pacifismoaparece como una práctica y una alianza por encima o al margen de losEstados constituidos.

Conscientemente he venido situando la alternativa paz/guerra tal comose manifiesta en tantos momentos de la Historia, pero en el fondo lateuna visión de la paz no tanto como ausencia de guerra, sino de paz comoexpresión de bienestar, de justicia, etc. Por eso, frente a la «paz negativa»,se habla de «paz positiva», una conceptualización que aparece ligada alas mujeres desde el mundo antiguo, y que ha cobrado una dimensiónmás universal en el mundo contemporáneo a través de los Estudios dela paz.

Esta otra perspectiva de «paz positiva» adquiere también una dimen-sión significativa desde la historia de las mujeres.

2. LA PAZ POSITIVA Y LOS CONFLICTOS DE GÉNERO. OTRAVISIÓN DESDE LA HISTORIA DE LAS MUJERES

Hemos visto como las mujeres no han formado parte de los ejércitosa lo largo de la historia, no hicieron formalmente la guerra, ni tomarondecisiones sobre ella. Podríamos decir, por tanto, desde la visión redu-cionista de la paz como ausencia de guerra, que las mujeres siempreestuvieron en la paz, que fueron artífices pasivas o activas de la misma.

De igual modo, podríamos afirmar que las mujeres fueron, en granmedida, receptoras de la violencia estructural de unas sociedades orga-nizadas y dirigidas por varones. ¿Podríamos deducir de ello que las mujereshan sido pacifistas consciente o inconscientemente? Es evidente que eltema tiene una mayor complejidad y que conviene alejarse de posicionesque llevan a un callejón sin salida desde el punto de vista metodológico.16

Ambas perspectivas pueden conducir a un dualismo antagonista entre lopacífico y lo violento, entre el bien y el mal, que se puede extrapolar amujeres y hombres como portadores en esencia de los mismos, y que esconveniente superar.

Hoy las investigaciones sobre la paz han ampliado y redefinido esteconcepto, de forma que su campo de estudio no sólo abarca los conflictos

15. WOOLF, Virginia (1980) Tres guineas. Barcelona, pág. 14.

16. Sobre la conceptualización de la paz y su evolución: GALTUNG, Johan (1985)Sobre la paz. Barcelona; «Twenty-five years of Peace Reserch: Ten Challenges and SomeResponse», Journal of Peace Research, XXII, 2; WALLENSTEEN, Peter (ed.) (1988) PeaceResearch Achievements and Challenges, Boulder; FISAS, Vicens (1987) Introducción alestudio de la paz y los conflictos, Barcelona; RUBIO, Ana (ed.) (1993) Presupuestos teóricosy éticos para la Paz, Granada.

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armados sino también los problemas relacionados con la justicia social,los derechos humanos, y, desde el punto de vista de las mujeres la violenciaestructural existente por causa de las relaciones de género. Ello nos llevaa entender la paz en positivo, no sólo como ausencia de guerra o deviolencia - paz negativa -, sino como situaciones de justicia, igualdad,solidaridad, concordia, equilibrio social, etc. Y por supuesto, para quehaya paz positiva se requiere la ausencia de violencia estructural porrazones de género.17

Por ello, para comprender la complejidad que el tema presenta, talvez haya que partir de la conceptualización de los conflictos en un sentidoamplio, como fuente de situaciones ambivalentes (creatividad, coopera-ción, violencia, destrucción), y como una realidad ligada a la condiciónhumana, a sus necesidades, intereses e incluso a sus percepciones, perotambién de la comprensión de la dinámica de la regulación de los conflictos,desvelando las instancias de paz y de violencia.18

Los conflictos, definidos por intereses o percepciones, son habitualesen todas las circunstancias históricas. Las particularidades de los in-dividuos y de los grupos, sus deseos, anhelos y experiencias son di-ferentes, y por ello se posicionan desigualmente ante las realidadessociales en las que les toca vivir. Aunque sea una obviedad, es necesarioreconocer que una gran parte de los conflictos se han regulado sin queaparezca la violencia. Es decir, en muchos conflictos la disparidad deintereses ha sido resuelta a través de la cooperación, la solidaridad, uotras formas sociales que comportan el fortalecimiento de los lazossociales. Creencias, valores y normas de conducta han sustentado estasprácticas como garantía de éxito de la sociedad. La institucionalizaciónformal de las vías pacíficas de regulación de los conflictos se producetambién por la eficacia demostrada a lo largo de esta experiencia ypráctica social. Añadamos, por tanto, que gran parte de las dinámicashistóricas están marcadas por la búsqueda de soluciones a los conflictos,y para ello se han buscado continua y experimentalmente soluciones

alternativas (algunas violentas, otras pacíficas, neutrales, convergentes,divergentes, o combinaciones de ellas), que pueden tener significadosambivalentes.19

Pero es evidente que los conflictos y los diversos métodos de regulaciónparticipan de una sociedad organizada genéricamente, y por tanto losposicionamientos de hombres y de mujeres pueden diferir ante los mismos,y la propia conceptualización de los conflictos y de su regulación verseafectada por esta división social de los sexos. Ya hemos visto como laconstrucción del género en cada sociedad forma parte también directa-mente de algo tan importante para ella como la dialéctica de la guerray la paz.

En este sentido, la nueva dimensión de los conflictos de género y dela conceptualización de la paz permite descubrir a las mujeres como agentesde regulación de conflictos por medios pacíficos en muchas de sus prácticascotidianas, y no sólo en su actividad pública a favor de la paz.20 Si definimosla paz también en términos de «integración de la sociedad humana» yde «cooperación funcional», las mujeres han tenido un papel eficaz ydestacado a lo largo del tiempo en el marco de las relaciones de parentescoy vecindad, por tanto en la cohesión e integración social.21 Podemosconsiderar que con estas prácticas y los valores de solidaridad, amistad,amor, ternura o cooperación que desarrollan, las mujeres no hacían sinocumplir del mejor modo el papel que la propia sociedad les había asignado.Pero como bien dice Celia Amorós al hablar del trucaje y mistificaciónde los «valores femeninos», no podría ser de otro modo, aunque «no porello las mujeres han dejado de hacer siempre algo de lo que se ha hechode ellas, de protagonizar o, al menos, vivir como sujetos, aún en la retorciday sofisticada forma del deprimido que asume el discurso del otro, su serhechas objetos por un sistema sexista de dominación... sobre un sórdido

17. En este sentido THEE, Marek (1983) «Scope and Priorities in Peace Research».Bulletin of Peace Proposals, 2, pp. 203-208. BROCK-UTNE, Birgit: Educating for Peace.A Feminist Perspective, Oxford; (1989) Feminist Perspectives on Peace and Peace Education,Nueva York.

18. MUÑOZ, Francisco A.- RODRIGUEZ, Javier (1997) «Horizontes de la investi-gación sobre la paz. En CANO, Mª José - MUÑOZ, Francisco A (ed.): Hacia un mediterráneopacífico, Granada, pp. 59-75.

19. MUÑOZ, Francisco - MARTÍNEZ, Cándida (1998) «Conflicto, género e Historia»,en: FISAS, Viçens (ed.): El sexo de la violencia, Barcelona, pp. 135-152.

20. McGUIGAN, Dorothy (ed.) (1997) The Role of Women in Conflict and Peace:An Interdisiciplinary Symposium, Ann Arbor, 1977. BOULDING, Elise y McLEAN, Scilla(1986) «El rol de la mujer en la investigación sobre la paz y la promoción de las relacionesamistosas entre las naciones», en: Anuario de Estudios sobre la Paz y Conflictos I.Unesco,Barcelona, págs. 54-69.

21. Es significativo que el Premio Nobel que más han recibido las mujeres haya sidoel de la Paz. Sobre sus biografías, ver la aproximación de ESCRIBANO DE LA MATA,Lydia (1998) Hacia un mismo ideal. Las diez mujeres Premio Nobel de la Paz, Madrid.

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cañamazo, ¡quién lo negaría!, se han diseñado a veces bordados sorpren-dentemente bellos».22

A partir de estas consideraciones generales creo que es interesanteconocer cómo se elaboraron los primeros discursos de género en tornoa la paz al comienzo de la Historia, en las sociedades griega y romana,así como las características de las primeras manifestaciones públicas delas mujeres a favor de la paz, porque, de un modo u otro, y con lasexpresiones propias de cada momento, pervivieron en las sociedadesposteriores.

3. LAS MUJERES, LA PAZ Y LA GUERRA EN EL COMIENZO DELA HISTORIA. LAS SOCIEDADES ANTIGUAS

Las mujeres de las sociedades antiguas nunca formaron parte de losejércitos formalmente constituidos, es decir, no fueron ciudadanas de plenoderecho y, en consecuencia, no debatieron ni decidieron sobre la paz ola guerra. Pero en las sociedades antiguas se fraguó un complejo mundosimbólico en torno a ambos conceptos, fuertemente imbricado en lasrelaciones de género y de poder, que ha influido, de manera notable, ennuestra historia posterior.

Precisamente la exclusión de las mujeres del ejército, el hecho de queno fuesen soldados, es uno de los elementos que marca su posición enestas sociedades, pues en el mundo antiguo ciudadanía, poder y ejércitoestaban íntimamente ligados. La guerra era cosa de varones, y los ciu-dadanos eran clasificados según su forma de intervenir en ésta, lo queinfluía en la forma de participar en la vida política y en sus propios derechosciviles.23 El ejercicio del poder se regía, en gran medida, según la relaciónque los ciudadanos varones establecían con el ejército.

Las mujeres se integraban en la vida de la ciudad, no como soldados,sino a partir de su potencialidad de parir ciudadanos, de reproducir el grupocívico. A través de esta actividad procreadora, las mujeres formaban parteinseparable del modelo político, aunque sin ejercer como ciudadanas de

pleno derecho.24 Aristóteles expresó reiteradamente, que la ciudad estabacompuesta de hombres y de mujeres, y que el buen cumplimiento de lastareas de ambos repercutía en el buen funcionamiento de la ciudad, deforma que, si el comportamiento de las mujeres era malo, la ciudad tambiénviviría en el mal.25

Las mujeres ciudadanas eran, sobre todo, madres de ciudadanos.26 Portanto su función como miembros de la polis y de la civitas apareceíntimamente unida a su capacidad de procreación real o simbólica de laciudadanía. Tal vez estemos aquí ante uno de los núcleos principales dela constitución de la comunidad política, la de estar configurada a partirde los patrones de género. La naturaleza de las mujeres, su capacidad dereproducir la comunidad está en la base de la propia ciudad como ins-titución política. Las mujeres eran el soporte natural de la comunidad deciudadanos; estaban integradas en la polis y la civitas como su sustento,como el elemento que subyace a toda estructura política. La función delas mujeres ciudadanas era ser el soporte de la comunidad política, la delos ciudadanos reproducir o transformar el modelo político de la comu-nidad. Parece como si la ciudadanía integrase de forma inseparable dosmodelos, el de la naturaleza, femenino, inmutable, y el político, masculino,variable. Por ello se trata de afianzar la comunidad ciudadana en una baseestable, natural, en algo que está más allá de la propia ciudad. Apareceasí la división de géneros como algo anterior o co-constituyente de la propiaciudad.

Por eso cuando los griegos imaginan un mundo contrario al de la ciudad,al mundo «culto y civilizado», lo representan a través de mujeres guerreras,

22. AMORÓS, Celia (1985) Hacia una crítica del sistema patriarcal, Barcelona,pág.74.

23. DE ROMILLY, Jacqueline (1968) «Guerre et paix entre cités», en Problémes dela guerre en Gréce ancienne. París, pp. 207-230.

24. Las mujeres ciudadanas no tenían derechos políticos. No podían participar en lasasambleas ni en los Consejos o el Senado; no podían acceder a las magistraturas, ni formarparte de los tribunales, y eran muy escasos y peculiares los derechos de orden civil. Noolvidaremos, no obstante, las peculiaridades del derecho romano que permitían heredara las mujeres, y, por tanto, ser propietarias; su progresivo derecho a recibir herencias eincluso a testar y la liberación de la tutela masculina que les permitiría acceder a la gestióncasi autónoma de sus asuntos. Ellas pertenecían, formalmente, al orden privado, al ámbitodel paterfamilias, bajo cuya potestas estarían durante muchos siglos. Esta temática,ampliamente tratada, es vista desde la perspectiva de género en el trabajo de THOMAS,Yan: «La división de los sexos en el derecho romano», en DUBY, George y PERROT,Michelle (dir) (1991) Historia de las mujeres, vol. I Antigüedad. Madrid, pp. 130-137.

25. Aristóteles, La Política II, 1269-1270.26. MARTÍNEZ LÓPEZ, Cándida: «Y parirás ciudadanos», cit. IRIARTE, Ana: «Ser

madre en la cuna de la democracia... Cit.

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las amazonas, que invierten, en el mito que en torno a ellas se crea, lasfunciones de género de las sociedades griegas. En esa sociedad de mujeresguerreras no cabe la civilización ni la armonía. Es significativo que endicho mito las mujeres aparezcan como guerreras, lo contrario al ser mujerreconocido del mundo clásico.27

En las sociedades griega y romana, la organización sexuada de lassociedades antiguas tiene su expresión en las funciones y valores cívicosadjudicados y asimilados a mujeres y varones sobre los que se sustentael modelo de la polis griega y la civitas romana. Lo masculino y lofemenino operan tanto en la vida política, para incluir o excluir, comoen el terreno imaginario a partir de la feminización o masculinización deciertas abstracciones. De ahí que determinados valores, como la paz,pudieran ser representados como principios femeninos que operaban enla comunidad humana, pero que eran susceptibles de adaptarse, transfor-marse y hasta de ser asimilados como virtud masculina ligada al poder,según la construcción social de cada momento y el valor que a la pazse le otorgase en cada sociedad.

En este trabajo no pretendo analizar todas las posibles prácticas pacíficasde las mujeres como reguladoras de conflictos en el terreno público oen el campo privado, ni siquiera en las razones de su ambivalente com-portamiento al apoyar y alentar a los hombres a la guerra y, en otros casos,abogar por la paz.28 Trataré, sólo, de profundizar en la conceptualizaciónfemenina de la Paz y en la atribución y asunción de ciertas prácticas afavor de la paz por parte las mujeres en algunos de los conflictos armadosque se produjeron en estas sociedades.

Para ello, considerando las funciones sociales diferenciadas que mujeresy varones tenían en las sociedades antiguas, parto de tres hipótesis ge-nerales, íntimamente ligadas entre sí: que la conceptualización femeninade la Paz, su representación como diosa, como abstracción femenina, forma

parte del discurso que sobre lo femenino existe en dichas sociedades; queel poder masculino asimila elementos considerados femeninos, como eneste caso la paz, siempre que ello le sirva para significar la universalidadde su dominio, y, por último, que la defensa de actitudes pacíficas atribuidaa las mujeres, reales o de ficción, está ligada al correcto y a veces radicalejercicio y defensa de los papeles de género que les toca desempeñar enmomentos determinados en cada una de las sociedades.

A partir de estas hipótesis y teniendo en cuenta los presupuestos degénero de estas sociedades, me voy a referir a tres cuestiones: al nacimientode la Paz como diosa, es decir como mujer, en los albores del mundode la ciudad; a la asimilación de la abstracción femenina de la paz comovirtud ligada al poder del emperador , y, por último, a las prácticas quelas mujeres, reales o de ficción, desarrollan, en ocasiones, como defensorasde la paz y mediadoras/reguladoras de conflictos por medios pacíficostanto en Grecia como en Roma.

3.1. Eiréne, la diosa de la paz. Un don para la polis naciente29

Eiréne, la Paz, nace en la antigua Grecia como una diosa, fruto dela unión de Temis, la diosa que rige las leyes eternas, y el poderoso Zeus.Allí donde ella reina florece el bienestar y la prosperidad. Pero Eiréneno es una diosa aislada sino que forma parte de un conjunto, de uno delos coros de diosas que pululan entre los mortales. Pertenece al grupode las Horas o de las Estaciones, que junto con ella componen Díke, laJusticia, y Eunomía, la equidad o el buen gobierno. Las Horas constituyenuno de esos tríos no individualizados, de diosas secundarias, con unapersonalidad indefinida, sin historia personal. Las tres están profundamen-te relacionadas, como hermanas. No hay paz sin justicia y buen gobierno,no hay buen gobierno sin paz y sin justicia, no hay justicia sin paz y buengobierno.

Esta formulación de la paz no es casual, ni su origen tampoco. Enla organización del mundo de los dioses no hay lugar a la improvisación.Su madre, Temis, es una divinidad titánide, con la que Zeus contrae

27. TYRRELL, William B. (1984) Las amazonas. Un estudio de los mitos atenienses,Mexico.

28. El apoyo y la colaboración de las mujeres de la Antigüedad con la guerra hansido vistas desde diversas perspectivas en algunos trabajos. Véase: SCHAPS, David (1985)«Le donne greche in tempo di guerra», en ARRIGONI, Giampiera: Le donne in Grecia,Roma, págs. 399-430; LORAUX, Nicole (1985) «La cité, l’historien, les femmes». Pallas,XXXII, págs. 7-40; MARTÍNEZ LÓPEZ, Cándida (1986) «Las mujeres de la penínsulaibérica durante la conquista cartaginesa y romana», en La mujer en el mundo antiguo,Madrid, págs. 387-395.

29. En estos apartados se recoge, actualizado y revisado, el artículo: (1998) «Eiréney Pax. Conceptualización y prácticas pacíficas femeninas en las sociedades antiguas»,Arenal 5, 2, págs. 239-261.

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matrimonio, tras devorar a Metis, su anterior esposa. Ambas, Temis yMetis, eran divinidades oraculares, cuyo saber comprendía todo el ciclodel tiempo y disponían de poderes anteriores al reino de Zeus.30 Alumbradapor Gea, Temis representa un orden concebido como ya instaurado,definitivamente fijo y bien establecido. En el mundo divino, Temis encarnala estabilidad, la continuidad y la regularidad, es decir la permanenciadel orden establecido y el retorno cíclico de las estaciones. La obedienciade las leyes por parte de los humanos es parte esencial de la naturalezade Temis, siendo su consecuencia la paz, otro de sus atributos. Todos estosson asimilados por Zeus al contraer matrimonio con ella, como había hechoantes con la particular sabiduría de Metis.31 De este modo, aunque Eiréne,Díke y Eunomía tienen las cualidades de su madre, quien las transmite,formalmente, no es ella, sino su padre Zeus, que se ha apropiado de unossaberes y un orden considerados femeninos para hacer más universal supoder.

Eiréne y sus hermanas Díke y Eunomía, tienen un doble significado.De un lado son divinidades del orden, nacen como reguladoras de losconflictos propios de una comunidad que inicia su institucionalización,y completan la creación y organización del mundo formulada por Zeus.De otro, son creadoras de abundancia, de riqueza. Ellas, que no tienenvida independiente, son las que aseguran el equilibrio social entre lascomunidades de los humanos, y, por tanto, favorecen la abundancia. Enresumen, todo un programa para la ciudad de los hombres que comienzaa constituirse. La Justicia, la Equidad y la Paz son las que proporcionanla riqueza, la abundancia y la prosperidad a los mortales.

El nacimiento de la Eiréne es narrado por Hesíodo, en el s. VII a.C. en la Teogonía del siguiente modo:

Temis dio a luz a las horas, Eunomía, Díke y la floreciente Eiréne, quienesmaduran los trabajos de los hombres mortales.32

Tanto ella como sus hermanas favorecen el equilibrio, la armonía yel bienestar de aquellas ciudades y pueblos que las acogen. La conciliacióny el reconocimiento de propios y extraños es el resultado de su presencia.Dice Píndaro, en el s. VI a. C. al hablar de Corinto:

...Conciliadora con los ciudadanos, atenta y servicial con los extraños,yo reconozco en ella a la próspera Corinto...Porque en ella Eunomía tienesu morada, y así mismo su hermana, cimiento de ciudades, la incorruptaJusticia, y su otra hermana, la Paz, las que dispensan al hombre lasriquezas, hijas preciosas de la sabia Temis.33

Aunque son hijas de Zeus, a cuyo servicio estarán siempre al perma-necer solteras, quien define el significado de Eiréne y de sus hermanases su madre, la diosa de las leyes profundas de la naturaleza, de las leyesinmutables. De ahí que la Paz, como la Justicia y la Equidad, aparezcancomo principios naturales, inmutables, eternos, y ese tipo de característicasno pueden ser, en estas sociedades, sino femeninos.

Destinadas a ser divinidades del orden social, es la comunidad mas-culina quien las hace operativas. Ellas por sí solas no tenían capacidadde operar de forma autónoma entre las comunidades de los hombres. Lapaz se acordaba entre los hombres, la Justicia se dictaba por ellos en lostribunales, el buen gobierno lo conducían los hombres.

El nacimiento del concepto de paz obedece a la necesidad de lascomunidades de frenar la guerra o las tensiones cuando éstas aparecencomo práctica y concepto. El horror de la guerra debía de ser explicadoy también relacionado con un horizonte de esperanza en el que aquellano existiera.34 La guerra está representada por Ares, un dios individua-lizado, con personalidad clara. En unas sociedades donde lo militar, comohemos dicho antes, forma parte de la estructura misma de la ciudad, desu organización política y social, la paz, aunque principio mismo del orden,no puede ser considerada sino como un principio abstracto, representadocomo femenino, que la comunidad política masculina olvida y recompone.Por eso no es estimado como un factor central en la estructuración dela comunidad política y social. De ahí que la Paz no esté representada30. HARRISON, Jane (1963) Themis. A study of the social origins of Greek religion.

Londres. DETIENNE, Marcel - VERNANT, Jean P. (1998) Las artimañas de la inteligencia.La metis en la Grecia antigua. Madrid. RAMNOUX, Clémence (1987) «Les femmes deZeus: Hésiode, Théogonie vers 885 à 955", en Poikilia. Ëtudes offertes á Jean-PierreVernant. París, págs. 155-164.

31. BERMEJO, Juan Carlos (1993) «Mito e historia: Zeus, sus mujeres y el reinode los cielos». Gerion, 11, págs. 37-74.

32. Hesiodo, Teogonía 901.

33. PÍNDARO, Olímpicas XIII, 8.34. MUÑOZ, Francisco A. y RODRIGUEZ, F. Javier: «Horizontes de la investiga-

ción...», Cit., págs. 60- 61.

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en el mundo griego durante los siglos VI y V a. C., cuando se esculpenen templos y edificios públicos las hazañas y vidas de diosas, dioses yhéroes.

Muchos historiadores consideran que la paz califica y permite dife-renciar los tiempos de guerra, que la paz era una interrupción contractualdel estado de guerra.35 La guerra daba honor a quienes participaban enella, protegía sus propiedades, protegía a la comunidad actual y futura(mujeres y niños), o ampliaba sus posibilidades económicas. Pero, almismo tiempo, la paz es un elemento básico y constitutivo de las comu-nidades humanas, de su bienestar, de su propia posibilidad de pervivencia,es la aspiración y el horizonte durante los tiempos de la guerra, el referentefinal de la misma. Lo estable, lo que siempre queda, lo que subyace, alo que se aspira es a la paz. La guerra es un elemento dinámico, comienzay finaliza, pero el estado básico al que siempre se puede volver es al dela paz. Con ella se recompone una situación de desorden creada porintereses o necesidades.

Es comprensible esta conceptualización de la paz como femenina enel imaginario de las sociedades antiguas, unas sociedades estructuradasgenéricamente, y en las que lo masculino-ciudadanía-soldados, y mujeres-naturaleza-fecundidad estaban íntimamente unidos y relacionados. De unlado está el alma, la forma y el movimiento, por otra el cuerpo, la materia,la pasividad. Es decir, lo masculino y lo femenino. En las sociedadesantiguas las identidades sexuadas son contempladas como identidadessexuales, es decir no como construcciones sociales sino como fruto dela propia naturaleza, y las relaciones sociales entre los sexos, las relacionesde género, como jerarquías naturales. La división de funciones socialesy políticas de mujeres y varones, así como los elementos definidores dela identidad de lo masculino y lo femenino y el carácter de su relación,al ser considerados propios de la naturaleza, aparecen como un principiouniversal, sin posibilidad alguna de transformación, pues se refiere a loinnato en contraposición de lo adquirido.36

3.2. La paz como prosperidad y fecundidad

Pero nos interesa también profundizar en la otra vertiente de la paz.Ella, junto a sus hermanas, preside el ritmo de la fecundidad y vigila quecada cosa se desarrolle en su estación. La relación de la paz con laagricultura, o mejor, con el florecimiento de las plantas se pone de relieveen la consideración de las Horas como las Estaciones en algunos textos.Hesíodo, en el poema sobre el perfume de las Estaciones las canta delsiguiente modo:

¡Estaciones, hijas de Temis y del rey Zeus, equidad, justicia, paz abundanteen riquezas; primaverales, pradiales, floridas, castas, las de los milcolores, las de los mil olores en las hierbas en flor; Estaciones verdeantessiempre, circulares, que tenéis suaves alientos y peplos empapados derocío, que os regocijáis con las flores; compañeras de Perséfone cuandolas Moiras y las Cárites la traen a la luz en danzas circulares, dandogracias a Zeus y a su madre Demeter, que hace germinar los frutos; venida los piadosos sacrificios de Neofantes, y con vuestras manos irrepro-chables traednos las recolecciones abundantes!

La paz permite el desarrollo de la agricultura, y ésta favorece la riquezade los pueblos.37 Aparece, de nuevo aquí la unidad de dos principiosfemeninos, la fecundidad y la prosperidad. La fecundidad de la tierra,su fertilidad es posible gracias a la concurrencia de la paz. De ahí queen el canto a Ares, dios de la guerra, se le diga:

Torna la fuerza de las armas por los trabajos de Deméter y trae la Pazque alimenta a los hijos y da la riqueza.38

No es casualidad que cuando Eiréne aparece representada, ya en els. IV d. C., en unas fechas en las que el debate sobre la paz ha alcanzadouna dimensión importante, se adorne con algunos de los atributos queestamos mencionando. La escultura de Eiréne lleva en brazos a un niño

35. DE ROMILY, Jacqueline: cit, p. 208.36. FEMENÍAS, Mª Luisa (1994) «Mujer y jeraquía sexual en Aristóteles: un salto

necesario», en PÉREZ SEDEÑO, Eulalia (coord.): Conceptualización de lo femenino enla filosofía antigua, Madrid, p. 71.

37. Sobre esta perspectiva véase también, ALGANZA ROLDÁN, Minerva: «Eireney otras palabras griegas sobre la paz», en: MUÑOZ, Francisco A. y MOLINA RUEDA,Beatriz (eds.) (1998): Cosmovisiones de Paz en el Mediterráneo antiguo y medieval.Granada, págs. 123-152.

38. Hesiodo, Himnos Órficos LXII: Perfume de Ares.

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que no es sino Pluto, el hacedor de la riqueza.39 En esta primera repre-sentación conocida de la Paz destaca, de forma especial, la relación quese establece entre Eiréne y Pluto. El niño alarga su brazo hacia la carade la diosa para acariciarla, mientras que ésta se le aproxima inclinandosu cabeza, advirtiéndose en ello la protección maternal. La Eiréne griegaexpresa la ausencia de la guerra, pero, sobre todo, la contraposición entredestrucción y creación de riqueza.40

La Paz aparece, pues, como un principio abstracto femenino, sacra-lizado, universal y eterno. Como tal principio es más un estado de «paz»que un proceso concreto. Como divinidad del orden aparece como re-guladora de los conflictos institucionales entre los hombres y los pueblos;y por ello ligada a todo lo que dispensa riqueza y prosperidad. Eirénees en Hesiodo «la floreciente» que madura los trabajos de los hombres.Es un valor moral más que político. Es un don divino ofrecido a los hombresque pueden usarlo si lo desean. Acompaña al buen gobierno y a la prósperaagricultura.41

No es, pues, tan difícil descifrar las estrategias que incorporan la pazal discurso de lo femenino, o lo femenino al discurso de la paz. Esta, comolas mujeres, asegura la fertilidad y la creación de riqueza; supone lareproducción, la abundancia y la vida. No estructura políticamente laciudad, pero es su soporte.

3.3. La Pax Augusta. La paz fecunda y el poder del emperador

La cosmovisión de la paz evoluciona a lo largo del tiempo, se trans-forma y se adapta para ser operativa ante nuevas formas de conflictos,o para expresar nuevas situaciones, por ello también varía su valoracióny prestigio. Por eso la paz puede llegar a transformarse en una virtud

susceptible de ser asimilada por el poder masculino. Me referiré, enconcreto a la Pax Augusta.

La paz en época de Augusto, en el siglo I. d. C. llega a convertirseen un valor deseable, hasta el punto de convertirse en virtud imperial.El emperador asimila un principio abstracto de carácter femenino parahacer más universal su poder. Asimila elementos propios del génerofemenino, porque pretende la universalidad. Es en este momento cuandola Pax, como diosa, como virtud abstracta alcanza una dimensión universaly deseable políticamente.

El hecho de que adquiera fuerza una deidad que representa a la Paz esla más clara confirmación de su valor social. Su entrada en el panteón delos dioses reservada para aquellos dioses y diosas cuyas virtudes o carac-terísticas han jugado un papel relevante a lo largo de la historia de Roma,nos confirma su carácter popular e interclasista, lo cual no es un incon-veniente sino una cualidad que puede hacerla operativa entre los distintosgrupos sociales en la regulación de los conflictos entre ellos existentes.42

Por todo ello no es extraño que fuera invocada en diversas ocasionespor los distintos grupos romanos envueltos en contiendas bélicas, externaso internas. Tal es el caso de las guerras civiles, que enfrentaron entre sía los romanos en el siglo I a. C; por eso es lógico que la proclamaciónde la pax de Augusto, también partícipe de la contienda civil, adquirierael significado de paz interior, y que, de nuevo se relacionen con ella lafertilidad de los campos y el bienestar de la comunidad.

Durante largo tiempo las guerras tuvieron ocupados a los hombres. Laespada era más útil que la reja del arado; el toro arador cedía su puestoal corcel; los escardillos estaban inactivos, los azadones habían sidotransformados en venablos, y de los pesados rastrillos se habían fabricadoyelmos. ¿Gracias sean dadas a los dioses ya tu casa! Desde hace tiempo,las guerras, atadas con cadenas, yacen aplastadas bajo nuestro pie.Retorne el buey al yugo, y la simiente bajo la tierra arada: la Paz esla nodriza de Ceres, y Ceres se alimenta de la Paz.43

La paz le es grata a Ceres. Vosotros campesinos, elevad vuestras plegariaspor la paz perdurable y por el príncipe pacificador.44

39. La imagen de Eiréne con Pluto, de la que hay una copia en la Gliptoteca de Munich,es mencionada por Pausanias Descripción de Grecia, I, 8, 2 y IX,1 6, 2. Según este autorfue obra de Cefisódoto, escultor ateniense, probablemente hijo de Praxíteles. Sobre susignificado en la ciudad de Atenas, véase: PLÁCIDO, Domingo (1996) «Las ambigüedadesde la paz. El culto de Irene en Atenas», en PÉREZ, A Y CRUZ, G: La religión comofactor de integración y conflicto en el Mediterráneo, Málaga, págs. 55-66.

40. Sobre la interpretación de esta figura, véase: BELLONI, Gian Guido: «Espressioniiconografiche di Eirene e di Pax», en SORDI, Marta (ed.) (1985) La pace nel mondo antico,Milán, pp. 127-145.

41. Hesiodo, Himnos Órficos XL: Perfume de las Estaciones

42. Calp Sic. Ecle. 1, 54. Tib. I, 10, 45 s.; Hor., C. Sec. 57 s.; Petr. Sat. 124, v. 249s.; Dion. Cas. LXVI, 15, 1; Suet. Vespas. 9.

43. Ovidio, Fastos I, 697-704.44. Idem IV, 407.

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Siguiendo con esta tradición en que la pax formaba parte deldiscurso político de los emperadores -como queda también atestiguadoen las acuñaciones monetarias- Vespasiano y Domiciano consagraronun templo en el Foro de Roma que pasó a conocerse como «Foro dela Paz».45

En este contexto, la construcción del Ara pacis Augustea fue tansignificativa en lo político como representación simbólica e iconográficade la renovación moral, que merece la pena que nos detengamos en ella.Con su construcción se pretendía exaltar lo que denominarían el SaeculumAureum a través de imágenes que recuerdan la prosperidad, la abundanciay la felicidad perdurable.

El motivo central es una divinidad maternal, probablemente la Pax,aunque también relacionada con Venus, Ceres y Tellus (la tierra), quesostiene a dos niños en sus brazos, con su regazo lleno de frutas, y coronadacon amapolas y espigas que también aparecen a su espalda. En los piesde la diosa hay una res en reposo y un cordero, lo que recuerda la fertilidadde la agricultura. Refrendando estos mensajes, la profusión de zarcillosparadisíacos y de guirnaldas, simétricamente compuestos, unen la fecun-didad y la abundancia con el orden y la ley.

Otra vez, como en la antigua Eiréne griega, fertilidad, bienestar y ordenaparecen en la diosa. En definitiva, se resaltan las manifestaciones de lapax, traída por Augusto, y aunque cabe recordar que tanto los motivosiconográficos como ideológicos se conocían con anterioridad, la novedades unirlos y hacerlos depender de la virtus del emperador.46

Es llamativo el carácter femenino de la Pax, con claros vínculos conotras deidades femeninas, frente a Marte, dios de la guerra. Mientras quelos hombres, lo masculino, practican y usufructan la guerra y la violencia,las mujeres, lo femenino, que no participan directamente en la guerra,que son las encargadas de reproducir la vida con su maternidad, su trabajodoméstico, encarnan la paz. La construcción de género masculino/feme-nino crea esta dicotomía en la sociedad romana de manera similar a otras

sociedades patriarcales, en las que hombres y mujeres juegan papelessociales diferenciados, en este caso ante la guerra (violencia) y la paz.Los dioses en cuanto reflejo ideológico de la realidad, representan yreproducen estos presupuestos.

Como podemos apreciar la Pax como diosa, aunque mantiene supresencia en el ámbito de lo privado, sin embargo lo transciende para tenersu actividad en el ámbito de lo público, incluso dominantemente en elgrado más alto de institucionalización, el Estado. Por ello tiene mayorimportancia que su feminización no sea un hecho aislado sino paraleloal de otras virtudes de este campo tales como concordia, tranquilitas,libertas -que también aparece en las monedas-, iustitia, etc.

El programa sobre la paz de Augusto tiene su máxima expresión enel Ara Pacis y en concreto en la representación de la figura de la Paz.De nuevo paz y fertilidad, paz y abundancia se funden. Se vuelve, otravez a invocar la fecundidad de la naturaleza, como en el caso de lasEstaciones griegas, y se une a la fecundidad de las mujeres, dentro delprograma pronatalista del Augusto.

Comprobamos, por tanto, como las propias circunstancias políticas deprincipios del Imperio reorientan la perspectiva de la Paz. El nuevo ordenpolítico asume todo aquello susceptible de engrandecer su poder, dehacerlo más universal. La paz ahora la garantiza el emperador. Se convierteen virtud política por excelencia. El poder masculino asimila e integratodos aquellos elementos, de tradición masculina o femenina que le sonnecesarios en cada momento para el ejercicio del poder.

Ello también explica que ciertos aspectos que han caracterizado lofemenino en algunas épocas o sociedades, pueden ser integrados dentrode la caracterización de lo masculino. Es evidente que la construccióndel género en cada sociedad no ha seguido líneas rectas, sino sinuosasy, que los cambios operados en la conceptualización de lo masculino ylo femenino obedecen, igualmente a procesos de violencia, tensión ynegociación, casi siempre callados, pero no por ello menos efectivos.

3.4. Las mujeres, la paz y la defensa de sus intereses de género

Estos presupuestos no operaban sólo en el imaginario griego o romanoreferido al mundo de las diosas y dioses plasmado en los poemas arcaicos.Muchos de los comportamientos de las mujeres en sus actividades co-tidianas constituían prácticas reguladoras de conflictos -la paz doméstica

45. Juv. 1, 115; Ov. Fast. 1, 709; 3, 882; Plin Sen. Nat.12, 94; 34, 84; 35, 74; 102;109; 36, 27; 58; 102; Quint. Decl. 274, 9; 323, 8; Stat. Silv. 4, 1, 13; 13, 17; Aug. Anc.2, 44; Aul Gel. NA. 5, 21, 10 Juv. S. 9, 23; Mart. 1, 2, 8; Suet. VC. 9, 1, 1...

46. ZANKLER, Paul: Augusto y el poder de las imágenes. Madrid, (1988), págs. 201-229. SETTIS, Salvatore: Die Ara Pacis, KAISER AUGUSTUS und die verlorene Republik.Berlín, págs. 400-425.

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dicen los romanos-,47 y muchas de sus actitudes favorecían situacionesde paz, entendida en la perspectiva amplia que enunciaba con anterioridady que, desde su perspectiva griega, recogían los poemas a los que hemoshecho referencia. Al fin y al cabo, el papel social y político que las mujeresdesempeñan en estas sociedades las hacía estar más alejadas de losconflictos y de la violencia institucional.

Ahora bien, ello no implica que las mujeres de la antigüedad clásicamantuviesen siempre una posición favorable a la paz, ni una actitudpacífica permanentemente. Ellas intervienen como mediadoras o regula-doras de ciertos conflictos, en determinadas situaciones, casi siempreejerciendo funciones que como mujeres les habían sido otorgadas.

Puede parecer contradictorio que las mujeres, reales o de ficción, seatreviesen a opinar o se las ponga en escena para conseguir la paz y frenarla guerra, cuando estos asuntos se discuten en el ámbito público y ladecisión sobre ellos corresponde a la comunidad política masculina. Sinembargo las mujeres, por su papel de género, constituyen uno de losmejores recursos para pensar y explicar la paz.

Me referiré sólo a dos momentos históricos marcados por los conflictosmilitares, en los que, de forma muy distinta, se relaciona a las mujerescon la paz, como mediadoras o reguladoras de los conflictos desde supropia identidad de género. Los conflictos elegidos son las Guerras delPeloponeso en Grecia y algunos de los orígenes de Roma.

Durante algunos años, el impacto y las graves consecuencias de lasGuerras del Peloponeso en las propias ciudades griegas, suscitan un fuertedebate en la sociedad ateniense en torno a la paz.48 Precisamente, en estedebate, las comedias de Aristófanes convierten a las mujeres en defensorasy urdidoras de la paz, en sujetos activos a favor de la misma.

¿Desde donde argumentan las mujeres de la comedia la necesidad dela paz? ¿Por qué intervienen en un asunto considerado propio de varones?¿Con qué estrategias pretenden conseguirla? Es evidente que Aristófanesnos coloca ante una ficción destinada a reír, pero que señala de formaclara la relación entre lo femenino y las mujeres y la paz.

Las mujeres de las comedias de Aristófanes defienden la paz desdesu propia posición de género. Con su actuación a favor de la paz no hacensino defender la función política y social que como ciudadanas tenían conla ciudad: la reproducción de ciudadanos. Mucho más, y sobre todo porello, cuando se trata de una guerra entre las mismas ciudades griegas, entreciudades hermanas. Es evidente que no está alejado de este debate el delpanhelenismo. Por ello es aceptable, pertinente, justificable y explicablesu entrada en el ámbito público. La ciudad al impulsar este tipo de guerray sufrir sus terribles consecuencias, crea tal conflicto entre las funcionesde ambos géneros, que las mujeres salen a defender aquello que consideransu propia razón de ser: proteger su prole y procurar la perpetuidad dela comunidad. Por eso cuando la misma ciudad atenta contra esta misiónde las mujeres, éstas tienen fuerza y argumentos para intervenir en contrade la guerra. Entran así en un asunto público desde posiciones del ámbitoprivado. La Corifeo de Lisístrata lo expresa claramente:

«Aunque mujer, permitid que proponga un remedio para vuestros males,pues al darle a mis hijos, también pago mi contribución al Estado»

La propia Lisístrata señala con claridad esta contradicción entre losintereses de las mujeres y el Estado cuando hace el siguiente comentario:

«Otra vez le pregunté: Esposo mio ¿en qué consiste que obréis así? Yél, mirándome de reojo contestó: Teje tu tela si no quieres que te duelala cabeza por mucho tiempo. La guerra es asunto de hombres... Nosotrastenemos parte doble: primero parimos los hijos y luego los entregamosal ejército»

La actitud de las mujeres hacia la guerra se ve desde la perspectivade madres. Así lo pone también de manifiesto Praxágora, la protagonistade la Asamblea de las Mujeres, cuando afirma:

«Siendo madres serán las primeras en tratar de salvar a los soldados.Además ¿quien tendría más presteza que una madre para enviar víveres?

¿Qué estrategias adoptan estas mujeres de la comedia para conseguirla paz? Ellas parten de su propio terreno, y utilizan los recursos que comomujeres tienen a su alcance. En Lisístrata, las mujeres pretenden yconsiguen forzar a los hombres a firmar la paz negándose a mantener conellos relaciones sexuales. Pero si original y novedoso es el método empleado,

47. Valerio Maximo, III, 6. Véase MUÑOZ, Francisco A.: «La pax romana», enMUÑOZ, Francisco A. y MOLINA RUEDA, Beatriz (eds.): Cosmovisiones de paz... cit.,págs. 191-228.

48. PRANDI, Luisa: «Il dibattito sulla pace durante la guerra del Peloponneso», enSORDI, Marta (ed.): La pace... cit., págs. 69-85.

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conviene reflexionar sobre otra de las estrategias urdidas por estas griegasde ficción: la unión de todas las mujeres por encima de las fronteraspolíticas, aspecto que generalmente suele olvidarse en los análisis de estascomedias, ante el provocativo y jocoso método de la abstención sexual.En efecto, las mujeres de las ciudades griegas en guerra se ponen deacuerdo para utilizar todas la misma estrategia con sus maridos. Sucomportamiento se refuerza con un mensaje patriótico: la salvación deGrecia puede estar en sus manos si son capaces de unirse. Dice Lisístrata:

«Tan sutil que la salvación de Grecia depende de nosotras.. Destrozara los peloponesios y salvar la República depende de nosotras.. Pero aúnse me ocurre otra idea: si lográsemos que se nos unieran todas las mujeresde Beocia y del Peloponeso creo que lograríamos salvar a toda Grecia.

La unidad de las mujeres de las diversas ciudades en guerra paraconseguir la paz presenta ángulos diferentes de análisis. El primero esque las mujeres anteponen sus intereses como género a los de sus res-pectivas comunidades políticas. Todas son madres o pueden llegar a serlo;todas sufren por causa de la guerra. A todas se les crea la misma grancontradicción entre el correcto desarrollo de sus funciones y las decisionesadoptadas por su comunidad política. Es como si las mujeres estuviesenal margen o por encima de las diferencias políticas existentes entre lasciudades, mientras que sus intereses, como mujeres, como género, comoreproductoras de la comunidad, las igualan, vivan en la ciudad que vivan.

Se pone de manifiesto cómo la exclusión de las mujeres de la vidapolítica, de la ciudad, las hace aparecer más cercanas a los principios dela «naturaleza», de la supervivencia, donde se sitúan, de forma indeter-minada todas las mujeres. Pero, en última instancia, y de forma contra-dictoria, en ellas parece estar, como dice Lisístrata, la salvación de Grecia.

In extremis las mujeres salvan los pueblos del exterminio. Al fin yal cabo esa es la función que se les ha otorgado. Por eso se les permitey se las acepta en un espacio y en un asunto considerado público y propiode la decisión de los ciudadanos.

3.5. Las mujeres como mediadoras de conflictos en los orígenes de Roma

En la sociedad romana la conceptualización femenina de la paz presentaotras dimensiones. No es la diosa Pax la que hace su carta de presentación

como diosa del orden o del bienestar desde los orígenes de Roma. Aquíson las mujeres reales las que aparecen mencionadas como mediadorasde los conflictos y, por tanto, como partícipes de la paz. Esta perspectivatiene igualmente un enorme interés.

Las mujeres romanas, como mediadoras de conflictos, como hacedorasde la paz, aparecen en las leyendas de los orígenes de Roma cuando seestaban construyendo los cimientos del futuro Estado romano. El com-portamiento de las mujeres sabinas en el conflicto creado entre su puebloy Roma, y la actitud de las mujeres romanas en el episodio de Coriolanonos permiten realizar algunas reflexiones sobre cómo y por qué se relacionalo femenino y las mujeres con situaciones de paz y de regulación deconflictos.

El tratamiento y significado de las sabinas es de una enorme riquezadesde perspectivas muy diversas, por lo que suponen en la conformacióndel Estado romano. En el caso que nos ocupa, se ensalza el comportamientode estas mujeres que, tras vivir y tener hijos con aquellos que las habíanraptado, ven cómo su antigua familia y la nueva emprenden el combate.Es entonces cuando intervienen las sabinas para mediar en el conflicto,pues es por su agravio por lo que se había originado la guerra. Segúnnarra Tito Livio, estas mujeres tienen valor para lanzarse en medio deuna nube de flechas, separar a los contendientes y poner fin a su furor.Tras ese acto de valentía, impropia, dice Livio, de su condición de mujeres,aparece la conducta que se les supone propia: la súplica a sus padres ysus maridos para que no cometiesen la impiedad de mancharse con sangrede un pariente:

«Si estáis pesarosos del parentesco que os une, si lo estáis de estosmatrimonios, tornad vuestra ira contra nosotras; nosotras somos la causade la guerra, de las heridas y de las muertes de nuestros maridos y denuestros padres; mejor perecer que vivir sin unos u otros de vosotros,viudas o huérfanas».49

Esta conducta de las mujeres dice Livio que provoca el silencio, laquietud y la emoción, tras lo cual no sólo se establece la paz sino quese integran los dos pueblos en uno y forman un reino común, creandolos cimientos del futuro poder de Roma.

49. Tito Livio I, 13.

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Aparecen aquí las mujeres no sólo como mediadoras en favor de lapaz, sino como las únicas capaces de relacionar y unir pueblos y etniasdiferentes, pues a través de ellas, incluso a pesar del rapto, se integrangrupos y formas culturales distintos que componen el basamento del puebloromano; son, por tanto, copartícipes en la construcción del futuro poderromano. Sólo ellas pueden concebir una familia con padres, esposos ehijos de pueblos diferentes, sobre los que indistintamente proyectan sumundo referencial, afectivo, de seguridades, por encima de otros factores,«mejor perecer que vivir sin unos y otros de vosotros, viudas o huérfanas».Por tanto, el comportamiento de las sabinas y su valentía en tal ejercicioforman parte de la propia constitución del modelo de ciudad romano, desu poder. Así las mujeres contribuyen, como tales, a la futura gloria deRoma. En esa división de funciones y de comportamientos según el sexodescansa también la propia gloria y futuro de Roma.

No hemos de olvidar que estos relatos sobre los orígenes de Romaestán recogidos por Livio en la Historia de Roma, en el siglo I d. C., cuandose pretenden revalorizar ciertos comportamientos femeninos acerca de lafamilia y la procreación, como el ideal que crea estabilidad y bienestara la sociedad. Es significativo que los historiadores romanos que recons-truyen el pasado histórico de Roma señalen en numerosas ocasiones elgrado de identificación de las ciudadanas con su ciudad, con su patria.Las mujeres romanas no se sienten al margen de ella, sino integradas.En el propio mito de las sabinas, tras la intervención de éstas, se estableceun pacto, y ellas obtienen unos honores a los que tendrán derecho lasgeneraciones posteriores de mujeres. Las matronas de Livio, las fecundasciudadanas romanas, no dudan, en otros casos, en intervenir comomediadoras cuando la patria lo necesita. Ellas son copartícipes, desde sufunción de género, de la formación y afianzamiento de la ciudad.

Esta es la línea que explica, igualmente, la reconstrucción literaria sobreel comportamiento de las mujeres cuando Coriolano decide atacar a Romay todas las embajadas de paz han fracasado. Son de nuevo las mujereslas que, in extremis, salvan a Roma. Las matronas romanas utilizan, comoes habitual, los métodos que tienen a su alcance: la afectividad, lasrelaciones familiares, la súplica. Por eso piden a la madre y a la mujerde Coriolano, que se había levantado contra Roma y asediaba la ciudad,que las acompañasen para pedirle a aquel que firme la paz.50 Cuando éste

reconoce entre el tumulto de mujeres a su madre y su esposa y pretendeabrazarlas, se destaca la figura de Veturia, su madre, que le reprende conun discurso que no está exento de referencias domésticas, afectivas y deparentesco, olvidadas por la terrible disputa, desaparecidas en la dinámicainútil del conflicto armado:

«Antes de recibir tu abrazo deja que me entere si me acerco a un enemigoo a un hijo, si soy una prisionera o una madre en tu campamento... ¿Hassido capaz de saquear esta tierra que te hizo nacer y te alimentó?.. Cuandodivisaste Roma, ¿no se te ocurrió pensar: detrás de esas murallas estánmi casa y mi hogar, mi madre, mi esposa y mis hijos? ¡Así que si yo note hubiera parido, Roma no estaría sitiada; si yo no tuviera un hijo, moriríalibre en una patria libre!».51

El discurso de Veturia está marcado por una fuerte carga de patriotismo,pero de un patriotismo ligado no tanto a la civitas, sino a lo que M. Bonjourdefine como pequeña patria, la patria loci. Frente a la reunión coyuntural,sincrónica, de los hombres para formar sociedades políticas, la patria, tierrade los padres, es una continuidad en el tiempo, es esencialmente diacrónica,tradición, historia.52 La figura materna y las otras figuras femeninas sonlos símbolos naturales de esta pequeña patria. Veturia es más que unamatrona que recuerda a su hijo sus deberes para con su patria, ella esel símbolo de la pequeña patria materna. Lo que no puede imponer elespíritu cívico, lo obtiene de Coriolano el amor a la tierra natal simbolizadopor las mujeres.53 Se integraría así el llamado derecho natural con elderecho de los ciudadanos. Las mujeres son el soporte natural de lacomunidad de ciudadanos. Es algo que está integrado en la propia civitas,es su sustento, es el elemento que subyace a toda estructura política; allídonde se puede volver siempre. Aparece así la división de géneros comoalgo co-constituyente de la propia civitas, por eso es impensable un cambioen los modelos de ciudadanía.

50. Sobre las mujeres que aparecen en este episodio, véase, GAGÉ, Jean: «LuciaVolumnia, déese ou prêtresse(?), et la famille des Volumnii». Revue de Philologie,35,

(1961), págs. 31-45. Matronalia. Bruselas 1963. BONJOUR, M. (1975) «Les personnagesféminins et la terre natale dans l’épisode de Coriolan (Liv., 2, 40)». R. E. L., 53, págs.157- 181.

51. Tito Livio II 40.52. BONJOUR, M., Cit., pág.167.53. Idem, pág. 180.

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En definitiva, las mujeres intervienen, desde su misión como ciu-dadanas, es decir como madres y esposas, como las encargadas de lafunción de reproducción para la ciudad. Se les permite y ellas se sientencon autoridad para entrar en la esfera pública, cuando el conflicto deintereses de género es evidente. En todos los casos se refuerza el papelde las mujeres como mediadoras o tomando decisiones sobre asuntospúblicos, por tanto propios de varones, desde las posiciones de lo pri-vado.

3.6. Al margen de la guerra, a favor de la paz.

En épocas más históricas, menos legendarias, algunas manifestacionesde las mujeres en el foro romano también estuvieron a menudo relacionadascon la negación de la guerra y a favor de la paz.

Desde su propia afirmación como ciudadanas entran en ciertas oca-siones en la esfera pública, e incluso toman la palabra para defender loque consideran sus «privilegios» como mujeres. Las matronas expresansu conciencia colectiva de identidad, y la hacen operativa como grupo,cuando se agreden algunos fundamentos de la misma. Esa concienciase articularía en la aceptación de su función diferenciada como ciudadanas.Así lo vemos en numerosas manifestaciones públicas que hacen las mujeresa favor de la paz. Intervienen en un espacio público, como grupo, pidiendola paz, para evitar la muerte de aquellos a los que ha dado vida o hanestado encargadas de asegurar su supervivencia. Expresan su concienciade identidad, al intervenir en el espacio público y político, cuando la propiasociedad crea una grave contradicción entre las funciones que les haatribuido y que son consideradas de utilidad social -el mantenimientoy reproducción del grupo familiar- y el propio comportamiento de lasociedad.

Un ejemplo excepcional es el que nos brindan las matronas romanasque se manifiestan ante el Senado romano para que no les impongaimpuestos con los que financiar la guerra. No pagarlos era un privilegiopropio de las mujeres. Y al frente de esa manifestación, una matrona,Hortensia, pronuncia uno de los primeros discursos públicos sustentadosen la conciencia de identidad y de los fundamentos específicos de suciudadanía. La defensa de sus privilegios, bien argumentada y clarividente,descansa sobre de la exigencia del mantenimiento de «los privilegios»de su diferencia:

«Pero si nosotras las mujeres no os hemos votado a ninguno de vosotrosenemigo público, ni derribado vuestra casa, ni derribado vuestro ejército,ni dirigido a otro contra vosotros, ni os hemos impedido que obtengáiscargos ni honores. ¿Por qué participamos n los castigos si no hemosparticipado en los crímenes?

¿Por qué hemos de pagar impuestos si no participamos en los cargos,honores, puestos militares, ni, en una palabra, en el gobierno por el cuallucháis con tan funestos resultados? Decís: «porque es tiempo de guerra».Y ¿cuándo no ha habido guerras? ¿Cuándo han sido gravadas las mujeres,cuyo sexo las coloca aparte de todos los hombres?54

Los ecos de este discurso de Hortensia serán recogidos posterior-mente por otras muchas voces de mujeres a lo largo del tiempo, ade-cuados a las circunstancias particulares de cada momento histórico. Esevidente que las relaciones de género tienen su propia historicidad yse manifiestan conforme a las condiciones de cada sociedad, y que, comohemos visto, la noción y el valor de la paz dependen, también, de lapropia caracterización de esas sociedades, pero no cabe duda de quealgunos de los atributos de la paz y la relación de las mujeres con ella,se generan en estos momentos y se mantienen a lo largo del tiempo.Será en la época contemporánea, cuando el movimiento feminista comiencea romper el modelo creado por la sociedad patriarcal, cuando se reviseel concepto de paz y se valore la contribución de las mujeres a la cohesiónsocial.

Para finalizar este trabajo, esbozaré, a grandes rasgos, la pervivenciade algunas de las líneas expresadas, tanto en cuanto a conceptos comoen las prácticas.

4. PERVIVENCIAS DE CONCEPTUALIZACIONES Y PRÁCTICASSOBRE LAS MUJERES Y LA PAZ

La representación de la paz como mujer tendrá de nuevo su auge enel Renacimiento, cuando recogiendo la tradición clásica, aparecerá enpinturas, relieves y esculturas adornando los palacios y estancias de los

54. Apiano, Guerras civiles 4, 32, 4

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representantes del nuevo poder.55 Pero si en los siglos XV y XVI se retomala imagen clásica, tampoco las mujeres medievales dejaron de estarrelacionadas con la paz.

En esta especie de epílogo me gustaría señalar, brevemente, tresgrandes líneas que representan elementos de continuidad y de cambio:el mantenimiento de la práctica femenina de mediación en los conflictos,así como su rechazo a la guerra; la nueva orientación que sobre la pazse introduce en la Ilustración que aleja formalmente a las mujeres de laconstrucción de la paz, y, por último, cómo el sufragismo y el feminismorecogen y transforman el viejo debate sobre la maternidad y la paz, enel marco de la nueva ciudadanía.

Ya hemos visto cómo se reconoce la capacidad de mediación a lasmujeres romanas para solventar situaciones públicas allí donde las rela-ciones políticas han fracasado y el peligro sobre la comunidad es evidente.Una situación excepcional requiere también un tratamiento excepcional,la intervención de las mujeres desde su propio papel como madres oesposas. Esta ambivalente cuestión sobre la mediación femenina sereproduce tanto en relatos históricos como literarios a lo largo del tiempo.

Así, Ángela Muñoz ha puesto de relieve para la Edad Media la prácticapolítica de algunas reinas, como mediadoras, a las que, por dichas actitudes,se les llegó a reconocer como santas.56 Para ella, la significación de lapaz como valor que guía la acción, nos lleva a reconocer la mediaciónsocial, uno de los lugares más recurrentes de la acción política femenina,y nos conduce a la valoración de las mujeres como agentes en la regulaciónde conflictos que suscitan las relaciones humanas. «Durante los siglosmedievales, esta acción mediadora tuvo amplias ocasiones de manifes-tarse, debido a los múltiples espacios de proyección, política, social yeconómica que tuvieron las estructuras familiares y la indefinición defronteras, que caracterizaba al célebre binomio público-privado».57

Además de su papel como consejeras de sus maridos o sus hijos, estaautora señala que los escritos hagiográficos destacan el interés de al menoscinco de las santas reinas por la creación y mantenimiento de la paz, pararestablecer un contexto civilizador opuesto a la destrucción material y

humana ocasionada por guerras frecuentes. Su acción a favor de la paztiene naturaleza diversa, siempre dentro del contexto histórico al que nosreferimos. Oraciones a favor de la paz, encargadas a centros religiososde fundación real; pacificación de territorios mediante la creación decentros monásticos y la irradición de su influjo cultural; implicaciónpersonal en el juego de la negociación política, reconociéndose la capa-cidad de arbitrio de alguna de ellas; o intervenciones a favor de la pazentre los contendientes, son algunas de las actuaciones de estas santasreinas.

Pero dentro de este panorama, se señala otra faceta importante, la dela caridad, entendida también en el horizonte de la mediación social, «esamediación que trata de reparar desequilibrios extremos de una poblaciónque ni en lo social ni en lo económico se acomoda a criterios igualita-rios.»58 . Como se pregunta esta autora, ¿fue este modelo una de las víasque ofreció el cristianismo para expresar y ejercer otras concepciones depoder no sustentado en la violencia, sino tendentes a movilizar recursosmateriales y simbólicos para mediar positivamente en las relacioneshumanas?

La experiencia femenina en el desarrollo de estrategias en las que soncentrales la negociación, la alianza, la conversación y la persuasión pudotener un mayor valor cuando los escenarios políticos se hicieron máspacíficos. Tal vez por ello las cortes europeas de los siglos XII y XIII,resultado de un largo proceso de pacificación y normativización de laacción política, situaron a las mujeres en escenarios más propicios paraactuar.59

La capacidad de mediación de las mujeres, como experiencia deregulación de conflictos, ya he dicho que tiene una larga trayectoria,igualmente ambivalente, que puede rastrearse hasta el siglo XX. De unlado ha sido fundamental en la cohesión social, aunque no haya tenidovalor social y pocas veces haya servido a las mujeres para obtenerreconocimiento y mejorar su consideración como sujeto social. Es sig-nificativo que Hegel encuentre en la eticidad la clave del principio fe-

55. Todo este desarrollo forma parte de un proyecto de investigación que actualmentetenemos en curso, cuyos resultados arrojarán mucha más luz sobre un tema apenas tratadopor la historiografía.

56. MUÑOZ, Angela: «Semper pacis amica...», Cit.57. Idem, pág. 268.

58. Idem, pág. 268.59. PASCUA, Esther-RODRÍGUEZ, Ana (1999) «Nuevos contextos políticos en la

sociedad plenomedieval: esposas y señoras en un mundo de jerarquía y fidelidad», enAGUADO, Anna: Mujeres, regulación de conflictos sociales y cultura de la paz, Valencia,pág. 41.

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menino, pues como dice Celia Amorós, el espíritu ético se caracteriza porconstituir una mediación entre la naturaleza y la cultura y por vivir enla forma de la inmediatez -es decir, como la naturaleza- aquello queconstituye una determinada formación de la cultura. La mujer ha sidoconceptualizada ideológicamente como naturaleza, pero, a su vez, en lavida social es la mediadora por excelencia.60

En cuanto al segundo aspecto que quería mencionar sobre las trans-formaciones en la noción de paz y de lo femenino, apuntaré el cambioque se produce en la conceptualización de la paz en la Ilustración,expresada de forma concisa en La paz perpetua de Kant, que implica laexclusión de las mujeres de la construcción de la misma. Si la paz es obrafundamental de la razón, las mujeres, a las que no se les reconoce lacapacidad superior de raciocinio ni de la moral correspondiente, dejande relacionarse con ella. «Imposible, dice Adela Cortina, confiarles lamoralización, también deontológica, de las instituciones. Imposible do-tarles de libertad jurídica activa desde una constitución republicana,encaminada a construir una paz perpetua. La compasión, la benevolenciay el cuidado son pequeña cosa para lograr nada menos que una pazperpetua.»61

En este sentido es significativo que a finales del siglo XVIII y principiosdel XIX la paz comience a ser representada a través de nuevos símbolos,siendo las mujeres, a veces, un elemento secundario. Se produce un cambionotable en la concepción dominante de la paz y en su identificacióngenérica, una línea que tendrá continuidad hasta el mundo actual. MaríaZambrano, desde una perspectiva filosófica diferente, señala que la pazno puede realizarse más que por el camino de la razón, o por el de lareligión, y que la paz perpetua, el sueño dorado de Kant, era la paz fundadaen lo humano, amparada por la razón, por la ley universal. Pero, paraella, más que la abstracción de la ley, «la paz es el don dado a los hombresde buena voluntad, su logro merecido»,62 que de algún modo tiene quever con un padre común, la común instancia a la que referirse para poderpermanecer tranquilo. «Esta radical confianza con que mira a la vida quien

reconoce al padre, es el estrato más hondo de un ánimo pacífico.»63 Comopodemos observar se desarrolla una línea conceptual en torno a la pazcuya consecuencia es el olvido y la exclusión de lo femenino.

Ello no implica que las mujeres no continúen manifestándose en contrade la guerra y a favor de la paz, por intereses o convicciones. MargaritaOrtega ha puesto de manifiesto a través del estudio de los memorialesdirigidos al rey cómo muchas mujeres españolas del siglo XVIII se quejande la guerra que afecta a sus hijos y esposos y que tiene graves conse-cuencias para ellas, sobre todo para las mujeres de las capas sociales másbajas, pues ven difícil enfrentarse a la vida cotidiana.64 La pérdida delser querido y las penurias económicas son, de nuevo, las razones que llevana estas mujeres a dirigirse a una instancia pública y, veladamente, criticarla guerra que «su majestad» impulsa.

A pesar de estas nuevas orientaciones sobre la paz, algunos viejosdebates acerca de la relación de las mujeres con la paz, por el hecho deser madres, de ser mujeres, se incorporan desde el principio al movimientosufragista y feminista. Es una cuestión sobre la que se ha reflexionadoen las últimas décadas, y que aún sigue siendo objeto de estudio.

Ya señalé al comienzo de este trabajo la creación de organizacionesde mujeres a favor de la paz, y la intensa relación habida entre sufragismoy pacifismo. Pero me interesa retomar aquí una de las líneas que ya hemencionado. Las mujeres entran en la esfera pública, como colectivo, dela forma más fácil posible, es decir, desde donde ellas se sienten segurasy desde donde se les acepta más fácilmente. No pueden romper, de formarápida, con su tradicional papel de género. De ahí que el tema de la pazse convierta en un buen argumento para reforzar sus reivindicaciones ycontar con una base social amplia.

Desde esa perspectiva uno de los argumentos recurrentes a finales delsiglo XIX y en las primeras décadas del siglo XX, se basa en vieja ideagriega de que las mujeres, como creadoras de hijos, tienen particular interésen la paz. La figura de la madre tiene una enorme carga emocional paramillones de mujeres y hombres, y se convierte en un tema central porquees socialmente aceptable y tiene credibilidad. Las mujeres, por su propianaturaleza - dicen - son garantes de la paz. Ello les lleva a reforzar susargumentos a favor de su entrada en la vida pública, a convertirse en

60. AMORÓS, Celia: Hacia una crítica... cit., pág. 42.61. CORTINA, Adela (1989) «De lo femenino y lo masculino. Notas para una filosofía

de la Ilustración», en Mujeres y hombres en la formación del pensamiento occidental,vol. I, Madrid, págs. 300-301.

62. ZAMBRANO, María (1991) «El freudismo», Philosophica Malacitana, IV, pág. 18.63. Idem, pág. 17.64. ORTEGA, Margarita: Cit., págs, 284-292.

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ciudadanas a través del voto. Decía Aletta Jacobs, una de las impulsorasdel movimiento internacional de mujeres por la paz, que «el sufragio parala mujer y una paz permanente irán siempre unidos. Cuando las mujeresde un país piden con ansiedad el voto, y el país está dispuesto a conce-dérselo, es señal de que el país está maduro para una paz permanente»65

Es cierto que no todo el movimiento sufragista participa de este«determinismo biológico», o social, y que ya desde el comienzo seescuchan voces de mujeres que señalan que su opción a favor de la pazes una opción consciente como responsables ciudadanas, ligando la mismaa todo tipo de injusticias, como la esclavitud o la opresión de muchosgobiernos.

En cualquier caso la línea argumental de la relación de las mujerescon la paz por ser creadoras de vida se ha mantenido con mayor o menorauge a lo largo del siglo, porque la complejidad de las relaciones de génerono han terminado de ser desentrañadas, porque el peso de toda la tradiciónhistórica es evidente, porque, efectivamente son las mujeres quienes danla vida. La dialéctica entre naturaleza y cultura, vida y muerte, ligada amujeres y varones continúa vigente en muchos casos, no teniéndose queresolver necesariamente por ninguno de los dos polos.

Como se verá algunas de las nociones que aparecen allá por el sigloVII antes de nuestra era y muchos de los comportamientos y estrategiasde las mujeres antiguas en defensa de la paz o de su propia función degénero han tenido pervivencia en sociedades posteriores. Es un campode investigación abierto e interesante, no sólo para conocer qué han hechoacerca de la paz formal, sino como factores centrales de la paz positiva,la que ha cohesionado a las comunidades históricas.

65. Recogido en LIDDINGTON, Jill (1983) «La campaña de las mujeres por la paz.Historia de una lucha olvidada», en Antes muertas. Mujeres contra el peligro nuclear,Barcelona, págs. 192-210.

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65. Recogido en LIDDINGTON, Jill (1983) «La campaña de las mujeres por la paz.Historia de una lucha olvidada», en Antes muertas. Mujeres contra el peligro nuclear,Barcelona, págs. 192-210.

LA SOCIEDAD CIVIL POR LA PAZ

MARIO LÓPEZ MARTÍNEZInstituto de la Paz y los Conflictos

Universidad de Granada

Una Historia de la Paz o del reconocimiento de la paz -y su difícily ardua construcción- en la época contemporánea es imposible de hacersin recoger las más destacadas propuestas realizadas por la sociedad civil1

en la edificación de aquélla: las formas organizativas adoptadas, el pen-samiento generado, los debates suscitados, las morfologías de las accionescolectivas, las enseñanzas producidas, los proyectos desdeñados o noconclusos, etc. Ésta es una reconstrucción difícil puesto que se aleja dela visión oficial sobre quiénes son los actores (habitualmente los Estados),dónde están los espacios (generalmente la política diplomática) y cuálesson los tiempos (períodos pre y posbélicos) que definen, determinan oconcretan la construcción de la paz. Muy al contrario la presencia de unasociedad civil concienciada y activa con la elaboración de la paz en lassociedades contemporáneas permitió la entrada de nuevos actores, talescomo los movimientos sociales, las organizaciones populares, las asocia-

1. Adopto, aquí, la definición suficientemente amplia de KEANE, John (1992): “unagregado de instituciones, cuyos miembros participan en un conjunto de actividades noestatales -producción económica y cultural, vida doméstica y asociaciones de ayuda mutua,y que aquí preservan y transforman su identidad ejerciendo toda clase de presiones ocontroles sobre las instituciones del Estado” (p. 33), en Democracia y sociedad civil. Madrid.

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ciones profesionales, las agencias alternativas y contraoficiales, las mujeres,etc. Todas ellas generaron también nuevos espacios, a modo de nichosecológicos de Paz, convivencia y no-violencia, pero a otra escala: enbarrios, escuelas, grupos étnicos y minorías..., en los intersticios (y nosólo) de la sociedad oficial, añadiendo otro tipo de diplomacia más cercanaa la gente y más alejada de las altas esferas; y, con una idea del tiempodiferente, mucho más amplia, más continuada y perenne, un tiempo dePaz que tiene como virtud el que se construye día a día, previniendoconflictos, sembrando conciliación, haciendo prospectiva sobre las ex-pectativas, deseos y necesidades de la gente que ansía vivir en Paz.

El paso histórico de la ilustración, del relativismo y del subjetivismodel mundo moderno permitió el desarrollo de sociedades más abiertas,plurales y tolerantes, donde se hicieron posibles unas formas más libresde expresión y asociación, de organización de la ciudadanía. Este propioconcepto, junto a otros como: autonomía, emancipación, fraternidad,igualdad, libertad y derechos acabaron conjugando -con avances y retro-cesos, con períodos de lucha y negociación, etc.- toda una galaxia ex-pansiva de fórmulas y símbolos emancipatorios, de derechos humanosy libertades democráticas. La perseverancia histórica en esta línea reafirmóla necesidad de la sociabilidad humana, de mantener un debate abiertoy permanente en el seno de las sociedades confirmando su naturaleza dehistóricas, cambiantes y dinámicas, donde las tensiones son tan perma-nentes como la capacidad para negociarlas, donde un desequilibrio puededar paso a nuevas formas de estabilidad. No es de extrañar, en este sentido,que la construcción de la paz y de la democracia vayan -de alguna forma-indisolublemente unidas en la época contemporánea, esto no resta quepor avances tecnológicos, por la evolución política de las relacionesinternacionales, por las formas de organización estatal o por el peculiardesarrollo del capitalismo, el peligro de la guerra, el fanatismo o cualquierotro tipo de manifestación violenta fuese siempre una amenaza a aquéllas,o que la forma de guerra definitiva (la nuclear) pudiera acabar con lapropia presencia humana sobre el Planeta. Ese tándem, paz y democracia,tiene la capacidad de alimentarse de una manera directa, de ser directa-mente proporcional, lo que no significa ausencia de tensiones y conflictos,antagonismos y desencuentros..., sin embargo, una verdadera construcciónde la Paz (positiva) ha pasado siempre por mayores niveles de democracia(participativa, activa, social). Y una democratización profunda e intensa,respaldada económica y culturalmente, -y no un mero barniz o sólo elejercicio de las consultas periódicas-, en conjunto se puede decir que ha

contribuido a crear o hacer perdurar actores, espacios y tiempos de y parala Paz.

A la profundización de las libertades y derechos, a la construcciónde una sociedad civil democrática, a la generación de un pensamientopor la paz han contribuido, poderosamente, los movimientos sociales porla paz (y las movilizaciones por la paz). Éstos han sido los principalesactores que han influido en la permanente edificación de la paz a pesarde que los libros de historia generalmente no los reconozcan como tales.Ellos han sido -siguiendo la metáfora bíblica- la sal de la tierra.2 Los quehan defendido y han extendido unos valores que merecen ser compartidosuniversalmente -a pesar de que muchas de sus actuaciones y proclamaspudieran parecer ingenuas y poco operativas-, los que han manifestadouna ética cuyas consecuencias pueden ser donadas a las generacionesfuturas. Ellos han pedido que todos los hombres sean considerados iguales(abolición del esclavismo); que la mitad de la humanidad pueda contribuircon su experiencia y valía a la construcción de la sociedad (feminismopacifista); que una persona no tenga que matar a sus semejantes, ni aúnen tiempos de guerra (objeción de conciencia); que los impuestos no sedestinen a bienes socialmente irrecuperables que se generan para destruira otros seres (antimilitarismo y antiarmamentismo); que la seguridadcolectiva no puede fundamentarse en la destrucción mutua asegurada yen el posible exterminismo humano (pacifismo antinuclear); que es factibleconstruir una sociedad sostenible y perdurable (ecopacifismo); que sepueden desactivar las tensiones y crear nichos ecológicos de paz en zonasde conflicto (pacifismo humanitario y solidario); que es concebible re-construir las sociedades castigadas y destruidas por la guerra, el odio étnicoo interracial, y hacerlo de una manera creativa, resolutiva y esperanzadora(pacifismo reconciliador y de los derechos humanos); o que -por tan sóloponer algunas prácticas y ejemplos- es verosímil responder a la violenciaciega con la fuerza del corazón, de la razón y de la convicción, o conel ejercicio continuado de una presión moral liberadora (pacifismo de lano-violencia).

En todos estos sentidos, la sociedad civil democrática por la paz hasido muy ambiciosa y notablemente eficaz a lo largo de estos últimosdoscientos años: queriendo influir en la agenda política de los gobiernos;

2. Víd. Johan Galtung «Il Sale della Terra», en SALIO, Giovanni (1991), Le Guerredel Golfo e le ragioni della nonviolenza.Torino, 5-10.

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solicitando cada vez más información sobre la defensa y la seguridad;manifestando su inquietud y molestia por lo que entendía un excesivointervencionismo estatal en el campo de la ciudadanía; por presentarproyectos, concepciones, discursos y símbolos alternativos a los modelosde sociedad y política dominantes; en fin, por su intrínseca capacidad pormantener viva la propia construcción de la paz. Ello significó, también,una pluralidad interna y la concurrencia de perspectivas y movimientosdiversos que convivieron entre sí, compartiendo en unos casos sólo losideales pero no las morfologías, y en otras ocasiones a la inversa.

En cualquier caso -aunque no analicemos todas las posibles corrientespacifistas durante la época contemporánea-3 hemos tratado de recoger losproyectos sociales por la paz que más influyeron en la construcción delas sociedades occidentales en los dos últimos siglos, tales como: elpacifismo liberal de base burguesa (creador de sociedades estables porla paz, de congresos para la construcción de ésta, generador de debatesde mucho interés sobre democracia y paz, etc.); el socialismo interna-cionalista de base obrerista, especialmente a caballo entre los siglos XIXy XX (antimilitarista y antiimperalista, que realizó interesantes propuestaspara la futura construcción de la Sociedad de Naciones, de una diplomaciamenos maquiavélica, y de un internacionalismo entendido como un repartomás equitativo y justo de los bienes y riquezas del mundo); aquellosactores sociales de entreguerras que protagonizaron la búsqueda de lapaz en este período (criticando los efectos de la Gran guerra, apoyandofórmulas típicas del denominado pacifismo jurídico y arbitral, que faci-litaron el reinicio de un diálogo interconfesional o interreligioso, o queabrieron una discusión -en toda Europa- sobre la legislación en materiade objeción de conciencia al servicio militar); las experiencias históricasy las propuestas políticas de la No-violencia (lucha contra la dominacióncolonial, liberación de los regímenes dictatoriales y totalitarios, reivin-dicación de derechos libertades o sostenimiento de políticas alternativas

y sustentables); el pacifismo antinuclear (como respuesta más singularal sistema bipolar y a los modelos de defensa amparados en la disuasióny aniquilación mutua asegurada); y, por último, unas reflexiones sobrelos posibles cauces que inspirarán los movimientos por la paz en el futuro(especialmente aquellas fórmulas que se han asociado al trabajo de lasorganizaciones no gubernamentales, o pacifismo humanitario, en su luchacontra la «violencia estructural», pero también a la defensa más concretade los derechos humanos y de la construcción de una sociedad civilinternacional con más presencia en las instancias supranacionales y entodos los foros que afectan a decisiones de carácter planetario.

Necesariamente, tantas temáticas y tantos pacifismos han de serabordados sólo de una manera sucinta y apretada, deteniéndonos enaquellas propuestas y programas más originales para la construcción deuna Historia de la Paz, haciendo mayor énfasis de contenidos en aquellosmovimientos u organizaciones que creemos son menos conocidos, yaportando más análisis en aquellos otros de los que se tienen más datos.

1. EL PACIFISMO LIBERAL DECIMONÓNICO

El pacifismo liberal-democrático de base social burguesa o pequeño-burguesa nació al calor y como primera respuesta a las consecuencias deldesarrollo de las sociedades industriales altamente urbanizadas, y a lanecesidad de extender las libertades contenidas en los programas de lospensadores, filósofos e innovadores de finales del siglo XVIII y principiosdel XIX.

La industrialización reveló manifiestas desigualdades sociales, generócambios en las políticas exteriores de muchos países con aspiracionesexpansionistas e hizo de la guerra un epifenómeno del poderío fabril. Encuanto a las libertades, su codificación y sus nuevas formas de expresión,fueron objeto de interesantes debates entre pensadores inquietos y sectoressociales que querían participar en la construcción de los modelos políticosque se estaban definiendo bajo el abrigo del Estado-nación. Si la guerra(aún a una escala pequeña y contenida) se fue haciendo consustancial alvigor imperialista y mercantil-industrial, y un peligro cada vez más cercanoy terrible, la paz no fue menos importante para estos pacifistas, sino todavíamás: ella debía convertirse en una construcción necesaria y legitimadorade un orden civilizatorio occidental, el cual, de alguna forma debíamanifestarse como superior y superador de otras violencias (primitivas,

3. Otros autores, ya clásicos como Rapoport, han preferido otro tipo de clasificaciones,mezcla de modelos y métodos. La que él aporta la divide en pacifismo personal (Tolstoy,Thoreau...), religioso (mennonitas...), político (lucha y resistencia), la lucha no violenta(entre ellas la lucha gandhiana), los movimientos de derechos civiles (indios, negros...),defensa civil y defensa defensiva (como alternativas a la defensa convencional y armada),abolicionismo y ‘pacifismo selectivo’ (antimilitaristas, antinuclear...), en RAPOPORT,Anatol (1995) The Origins of Violence. Approaches to the Study of Conflict. London, pp.443-488.

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indígenas, campesinas, etc.), a través de instrumentos como la razón, elderecho, etc. En esta cuestión como en otras, las controversias, la dis-paridad de ideas y la necesidad de discutir modelos se puso a la ordendel día, siendo ésta también una de las novedosas y sugestivas aportacionesdel pacifismo liberal-democrático: creación de centros permanentes dediscusión, una progresiva toma de conciencia, una siembra de iniciativassobre cómo construir la paz y edificar modelos sociales más justos, etc.Todos ellos serían los primeros pasos de minorías ilustradas y pseudo-científicas, que con sus polémicas, su producción literaria y sus movi-lizaciones serían el origen de los futuros movimientos de masas por lapaz y de la propia Investigación para la Paz como disciplina académicay de conocimiento.

Las primeras organizaciones pacifistas nacieron en los Estados Unidos(la New York Peace Society, fundada en 1815) y en Gran Bretaña (la Societyfor the promotion of Permanent and Universal Peace, constituida en elLondres de 1816) como respuesta al impacto de las guerras napoleónicas.El trabajo de ambas, se desarrolló a través de una importante labor depromoción y difusión del pensamiento pacifista (esencialmente anti-belicista) en la prensa, las escuelas, en conferencias, campañas publici-tarias, etc. La idea de las sociedades permanentes cuajó muy pronto, dadoque en algo más de una década, 1828, se creaba la American Associationof Peace Society’s que, ya, agrupaba a docenas de sociedades de amigosde la paz (como gustaba a ellos denominarse). Formadas por ciudadanosde clase media y pequeño burgueses del mundo industrial y comercial;mujeres de estas mismas extracciones sociales; religiosos pertenecientesa las pequeñas iglesias protestantes no-conformistas (especialmente cua-queros); y miembros de algunas profesiones liberales (abogados, maestros,médicos, etc.).

La originalidad de estas sociedades de amigos de la paz recayó enla discusión permanente, abierta e influyente sobre el resto de la sociedad.Especialmente, su preocupación por aportar nuevas ideas a la construcciónde la sociedad liberal burguesa nunca se detuvo en materias exclusivamentepacifistas, sino que alcanzaron a otras muchas áreas de la política, laeconomía, la cultura, la moral y las costumbres.4 Esto supuso, en realidad,poner en cuestión muchos de los fundamentos en los que se basaba la

realpolitik de entonces y las formas sociales y económicas imperantes.Fruto de ello fueron intensas campañas en favor de la abolición de laesclavitud (especialmente la supresión de su comercio, mercadeo y te-nencia); por la incorporación de formas más humanas de castigos y penasen las figuras delicuenciales (singularmente se solicitó la supresión de lapena de muerte, la reforma de los sistemas carcelarios y se desarrollaronen la literatura científica los planes para la reinserción social de losmalhechores); por la ampliación de todos los sistemas de libertades yderechos de los ciudadanos (opinión, prensa, cátedra, reunión, asociación,domicilio, etc.) que era, también, la limitación de la capacidad represorade los estados; por ampliar la construcción de la sociedad y la toma dedecisiones a la otra mitad de la humanidad, esto es, a las mujeres; y, porúltimo, por tan sólo citar algunos ejemplos de la importancia que tuvieronalgunos de sus preocupaciones y discusiones, la edificación de un diálogointerreligioso de carácter permanente, especialmente entre los feligresesde las iglesias cristianas -y más concretamente entre protestantes y ca-tólicos-, interlocución que se abrió, en un principio, al margen de lasjerarquías eclesiásticas, para favorecer el éxito del mismo.

Fuese en el campo del reformismo ilustrado, de los planes de mejorasocial, de crítica moral de los defectos políticos, etc., la consecución yéxito de muchas de las propuestas divulgadas se debió a un trabajo arduode humanitarismo, dilatado en el tiempo pero no por ello menos constante,fundamentado en la convicción moral, en la paciencia, la objetividad yen el deseo de llegar siempre a un acuerdo con sus interlocutores.

Al igual que se habían establecido en norteamérica las más prósperassociedades de amigos de la paz, en el continente europeo, estas mismasiniciativas fueron casi coetáneas (la primera sociedad es de 1829 y fuefundada por el ginebrino Jean Jacques Sellon), pero igualmente coinci-dentes en la programática: la paz debía ser la consecuencia más importantede la construcción de sociedades donde imperasen los derechos y laslibertades. En Suiza, Francia, Alemania e Italia, sociedades, asociaciones,agrupaciones y clubes difundirían aquellas ideas humanitaristas, filantró-picas y altruistas.

Algunas consecuencias políticas de estos debates se plasmaron en elconjunto de revoluciones liberales decimonónicas (de 1830 y 1848), enel socialismo utópico y en una notable (por su calidad y extensión) literaturademocrática que, aunque al principio, sólo influyó en pequeños círculoselitistas, acabó penetrando en más y más capas sociales. Los denomina-dores comunes a esta suerte de teoría y acción fueron las luchas por las

4. Víd. LINDEN, W. H. van der (1987) The International Peace Movement, 1815-1874. Amsterdam.

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libertades democráticas, la extensión del voto a más y más sectoresciudadanos o la búsqueda de la justicia social. La demostración de laconsiderable presencia de esta influencia se trasladó a las formas orga-nizativas del movimiento liberal por la paz. Al principio fueron los sistemasde congresos organizados, sucesivamente, en Londres (1843), Bruselas(1848), París (1949), y en los años consecutivos en Francfort, Londres,Manchester y Edimburgo; a los que se añadieron la creación de institu-ciones permanentes.

En esos congresos -a los que acudían desde hombres de negocios,estadistas, juristas, intelectuales, artistas, literatos, maestros, además demujeres, masones, librepensadores y hombres de las iglesias-, se expu-sieron no sólo los temas ya citados, sino muy especialmente las posibi-lidades de abolición de las guerras5 y de sus nefastas repercusioneshumanas (muy discutidas fueron las de Crimea6 , la civil norteamericana7

y las de unificación de Alemania e Italia8 ), así como las consecuenciasen el campo comercial y mercantil que tanto atrajeron a estos congresos

a economistas y hombres de empresa. En esta época nació, también, laidea de institucionalizar formas de arbitraje que fuesen un instrumentoalternativo para resolver los conflictos internacionales futuros. Asimismose atendió a la necesidad de difundir a través de la escuela, la cultura ylos jóvenes las ideas que fomentaran y consolidaran la paz entre los pueblosy las naciones. En este sentido, pedagogos (con nuevas metodologías deenseñanza y comunicación), sociólogos (que incorporan a su discurso lacomplejidad social), juristas reformadores (partidarios de potenciar lasleyes internacionales), médicos (preocupados por la higiene y el controlde las enfermedades epidémicas), lingüistas modernos (que difunden elidioma Esperanto), etc. elaboraron informes, hicieron recomendaciones,publicaron y difundieron sus ideas a través de la prensa pacifista (comoel Herald of Peace de Londres o La Paix des Deux Mondes de París)o como ponentes en los congresos de la paz.

Una segunda generación de liberales y demócratas pacifistas hicieroncuajar, en 1867, dos internacionales de la paz, es decir, dos grandesestructuras organizativas que agrupaban a la práctica totalidad de socie-dades y clubes del continente europeo. De una parte, la Liga Internacionaly Permanente de la Paz, creada por Frédéric Passy (premio nobel de lapaz en 1901) en París, de tendencia moderada, y formada por hombresde negocios, emprendedores, economistas y filósofos, todos ellos inte-resados en mantener el equilibrio continental entre Francia y Alemania,un equilibrio en todos los sentidos (comercial, político, bélico, etc.) quepreservara al continente de una posible guerra, nefasta entre otras cosaspara el potencial económico de Viejo continente frente a los EstadosUnidos de Norteamérica, y adversa para el entramado de intereses liberal-capitalistas europeos. Y, la Liga Internacional de la Paz y de la Libertad,nacida en Ginebra, que fue la primera en admitir mujeres como miembrosde pleno derecho, que agrupaba a viejos y nuevos líderes demócratas detodo el continente y que siempre fue sensible a las reivindicaciones yperspectivas obreras en materia de pacifismo (desde 1867, la AsociaciónInternacional de Trabajadores, fue siempre invitada a asistir a sus con-gresos y reuniones). Sus planteamientos fueron más radicales que laanterior, señalando que la paz sólo podría ser preservada entre gobiernosdemocráticos, con personas libres, unificadas bajo la bandera de unfederalismo europeo, asimismo esta Liga insistió en la necesaria separaciónentre iglesia y estado, la difusión de una escuela pública, gratuita yobligatoria (para la formación de ciudadanos) y la ampliación al derechointernacional de la defensa de los derechos humanos y de las libertades.

5. Víd. COOPER, Sandi E. (1991) Patriotic Pacifism. Waging War on War in Europe,1815-1914. Oxford.

6. Fue una de las llamadas guerras lejanas que, sin embargo se hicieron notar muchísimoentre la población civil europea, tanto desde el punto de vista económico, como moral.Cfr. PALMADE, Guy (1976) La época de la burguesía. Madrid, 232 y 244.

7. Discusiones, fundamentalmente, entre abolicionistas de la esclavitud, pero condiferencias entre los que defendían métodos como la guerra para luchar por causas justas(como el antiesclavismo) y los que subscribían sistemas alternativos como el arbitraje(especialmente si éste procedía de los británicos). Ahora bien, ambas resultaban serposiciones bastante moderadas, porque ambas defendían la preservación de la Union. Sinembargo, uno de los teóricos que mayor alcance llegaron a tener -trascendiendo las anterioresargumentaciones- fue la singular postura de Henry David Thoreau: contra la guerra y contrael esclavismo, -contra ambos a la vez-, para ello se basaba en un método de lucha no-violento como era la desobediencia civil, que acabaría teniendo una notable resonanciaen ambientes norteamericanos (especialmente entre las minorías religiosas y raciales), peroque también repercutirían en Europa a través del movimiento de objeción de conciencia,especialmente durante la primera guerra mundial. Víd. THOREAU, H.D. (1987) «Laesclavitud en Massachusetts», en Desobediencia civil y otros escritos. Madrid.

8. Precisamente de una lectura crítica de las consecuencias de la guerra para los soldadosfue la creación, en 1859, de la denominada ‘Cruz Roja’ (premio nóbel de la paz en 1917,1944 y 1963) por el ginebrino Henri Dunant (premio nóbel de la paz en 1901) Este nuevoorganismo fomentó la elaboración de la Convención de Ginebra (1864), según la cual erareconocido su estatuto y obligaba a los países en guerra a proteger a los heridos yproporcionarles la asistencia médica necesaria.

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El trabajo de las Ligas y el dinamismo de los grupos que trabajabanbajo su amparo hicieron de ejes de vertebración de una sociedad civilcada vez más interesada y exigente con la problemática de la paz. Frutode ese impulso por convertir la paz en una forma de entendimiento ycolaboración entre las naciones fue la creación, en 1889, de la UniónInterparlamentaria, formada por un elenco de diputados que represen-taban a las naciones europeas (y a las de otros continentes). Una orga-nización internacional informativa y consultiva, aunque no deliberativa,ni decisoria, que pretendía el mantenimiento de un foro semi estable derepresentantes de todos los parlamentos y cuyos temas de discusión eranmateria de alto interés para aquellos sectores de la sociedad civil másdinámicos, tales como: los esfuerzos por homogeneizar las legislacionesde los diferentes países para facilitar el entendimiento y el tránsito depersonas, capitales y mercancías; el fomento de la legislación interna-cional en estas materias; el mantenimiento e incremento del intercambiocultural entre los pueblos; la facilitación de acuerdos en materia decomunicaciones y transportes; pero sobre todo y, muy especialmente, laconsolidación de la idea de afianzar la figura del arbitraje en la jurisdiccióninternacional como fórmula de prevención y resolución de conflictos entrelos estados.

Dos años después, en 1891, al calor de la celebración de los CongresosUniversales de la Paz (continuadores de los congresos de la primera mitaddel XIX) se creó el Buró Internacional de la Paz (IPB),9 con sede en Berna(Suiza) cuya primera labor, con éxito, fue unir a las dos Ligas Interna-cionales de la Paz (la Permanente y la de la Libertad). La Oficina agrupabaa más de ciento treinta sociedades de veintiséis países -datos de 1905-(muchas de las cuales eran ligas y asociaciones de fomento del arbitrajeinternacional); tenía su propio boletín (con una tirada de más de tres milejemplares), un anuario y una biblioteca que adquiría todo lo concernientea temas de paz; sería la institución encargada de la convocatoria y or-ganización de los sucesivos congresos universales (que habrían de ce-lebrarse anualmente, desde 1891, en Berna, Budapest, Chicago, Boston,Milán, etc.); elaboraba sus informes y recomendaciones que elevaba alos países con litigios; influía en los trabajos de la Unión Interparlamen-taria; y, determinaba una parte no desdeñable de la agenda política quese iba a discutir en las relaciones internacionales y diplomáticas, así como

en la opinión pública (especialmente entre el obrerismo organizado bajoel socialismo de la segunda internacional), siendo a finales del siglo XIXla mayor institución creada hasta esa fecha por la sociedad civil inter-nacional.

Y, aunque el arbitraje y el control de armamentos fueron sus principalestemas de discusión no faltaron otros muchos que de manera directa oindirecta afectaban a la construcción de una cultura de la paz. Asuntoscomo la objeción de conciencia, la conscripción y la extinción del serviciomilitar de leva obligatoria (en la que tanto influirían las iglesias protestantesno-conformistas); el derecho a la desobediencia y la resistencia civil contralos gobiernos injustos o extranjeros (ya presentes en las luchas antico-loniales, especialmente en la Sudáfrica de Gandhi); el internacionalismoy el fraternalismo (frente a la aventura colonial y la dominación inmi-sericorde del hombre blanco en África); la defensa de minorías perseguidas(especialmente judíos, armenios, kurdos, fineses y zíngaros), o la toleranciapolítico-religiosa (su caso más célebre fue el asunto Dreyffus); todos ellosdarían una idea del dinamismo, complejidad y altura intelectual de unaparte destacada de la sociedad civil pacifista de entre dos siglos.

Pero fue en la cuestión del arbitraje donde el IPB hizo un trabajo másque notable y, sin embargo, poco conocido. Y, aunque no siempre estuvocoronado por el éxito de evitar los conflictos armados y los interesesimperialistas de las grandes potencias, sin él, las posibilidades de más ymayores litigios hubieran terminado en tragedia. Allí donde hubieronconflictos de intereses, falta de entendimiento y las primeras hostilidades,allí se hallaron los «amigos de la paz»: mediando en la guerra hispano-norteamericana; buscando soluciones a las disputas entre Argentina yChile; China y Japón, Rusia y Japón, o en las guerras balcánicas. Pero,no fue sólo tratando de evitar la guerra en sí, sino procurando -una vezque ésta se había iniciado- truncar la escalada hacia la extrema violenciaen estos conflictos: observando a los contendientes de la necesidad derespetar a las poblaciones civiles, advirtiendo de los derechos de lasminorías, exhortando al cumplimiento de los estatutos de neutralidad (eniglesias, colegios y hospitales), o considerando los límites en las meto-dologías de la guerra.

Por ejemplo, en 1896, en el Congreso de Budapest organizado porel IPB, se dio un paso importantísimo: la aprobación de la urdimbre deuna codificación de derecho internacional cuya finalidad consistía en laprevención de conflictos y en el peso del arbitraje: las relaciones interna-cionales debían estar gobernadas por los mismos principios legales y9. Recibiría el premio nobel de la paz de 1910.

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morales que regulaban las relaciones entre los individuos; ninguna nacióndebía ser juez y árbitro en las disputas con otra nación; el derecho desoberanía debía ser inviolable; no existían derechos de conquista; sóloera legítimo el derecho de defensa (y, por tanto, ilegítimo el de ataque);y, debían fomentarse todas las formas de solidaridad entre las naciones.Principios, algunos de ellos, sobre los que se ha garantizado la continuidaddel derecho internacional y la fundación de organismos supranacionales.10

Esta fue la red sobre la que debía trabajar el Tribunal Permanente deArbitraje, nacido en 1899, y, aunque oficialmente fue una creación deun conjunto de estados, tanto la idea,11 como los trabajos previos,12 asícomo la organización de la conferencia (celebrada en La Haya) estuvieronbajo la responsabilidad de los hombres y mujeres que habían trabajadobajo el paraguas del Buró Internacional de la Paz.

En la denominada Primera Conferencia de La Haya (1899) estuvieronrepresentados veintiséis estados de cuatro continentes, así como obser-vadores del campo del derecho, la economía, el mundo del trabajo y, porsupuesto, de la sociedad civil por la paz. Los temas fundamentales de suagenda se dividieron en tres subcomisiones: sobre desarme, leyes deguerra, y arbitraje. Sin embargo, no en todas estas materias se llegó a

acuerdos profundos y representativos. Mientras se avanzó en la definicióny limitaciones del derecho bélico acercándolo a posiciones humanitarias13

(ampliadas en la Segunda Conferencia de La Haya de 1907) y se prosperóen la cuestión del arbitraje con el Tribunal permanente o de los estatutosde neutralidad de algunas naciones, no se puede decir lo mismo del desarmeque tuvo un alcance mucho más limitado de las esperanzas que lospacifistas habían puesto en esta materia, puesto que la propuesta rusa sobrereducción, a la mitad, de todo el arsenal existente en un período de cincoaños, fue rechazada de plano por las otras potencias, ni tampoco se avanzóen la limitación tecnológica y científica de armamentos. En cuanto a latercera subcomisión: se rechazó el arbitraje obligatorio pero se estipulóun código de procedimiento arbitral y se establecieron un cuadro de árbitrosconocido como el Tribunal Permanente de Arbitraje.14

Junto a los logros en la mediación de conflictos, al menos hasta laGran Guerra, al concepto del arbitraje -buque insignia del IPB- se debela idea de que el arreglo judicial puede desempeñar un papel importanteen las relaciones de los Estados y que esta doctrina atempera las situacionesde fuerte emotividad y de sentimientos ultra nacionalistas (racistas yxenófobos) entre los pueblos facilitando la idea del internacionalismo. Sinembargo, la Guerra del Catorce demostró que el arbitraje no podía serpor sí mismo un remedio soberano de las disputas internacionales, sinoun elemento necesario para un intento más amplio de resolver el problemade la organización mundial.

El desencadenamiento de la Gran guerra demostró que la paz era unvalor y un proceso tan serio y determinante que no sólo podía involucrara minorías más o menos amplias de intelectuales, reformadores y cien-tíficos, sino que era tarea que implicaba a más capas sociales. En estesentido, no es de extrañar que la evolución del pacifismo liberal, demo-crático e internacionalista, durante los primeros años del siglo XX sedecantara en dos direcciones paralelas y muy vinculadas en la organizaciónde la paz (dos trayectorias que, no obstante, no siempre fueron plenamentecoincidentes y bien avenidas): de una parte el apoyo decisivo a la co-

10. SANTI, Rainer (1991) 100 years of peace making. A history of the InternationalPeace Bureau and other international peace movement organisations and networks,Ginebra, p. 16.

11. La idea del arbitraje permanente ya fue formulada en el Congreso de la Paz deParís en 1856: «el deseo de que los Estados..., antes de apelar a las armas, deberían recurrir,en la medida en que las circunstancias lo permitiesen, a los buenos oficios de una potenciaamiga». Desde, aproximadamente, esta fecha hasta 1899, el desarrollo del arbitraje fuegradual y virtualmente no tuvo interrupción, pero se aplicó principalmente a territoriosdistanciados entre sí y con ocasión de reclamaciones particulares; singularmente, desdeel éxito del arbitraje de Alabama, en 1872, aquél atrajo un gran interés y atención, tantofue así que «en ese tiempo tendió a convertirse en una panacea en la mente del movimientoorganizado de paz, [el cual] estaba empezando a ser un factor de importancia política afinales de siglo», en JENKS, C. Wilfred (1972) El mundo más allá de la Carta. Cuatroetapas de la Organización mundial, Madrid, p. 37.

12. Especialmente los desarrollados por la aristócrata austriaca Bertha von Suttner(vicepresidenta del IPB y premio Nobel de la Paz en 1905) en torno a los grandes mandatariosde la época, con la idea de limar asperezas y unir intereses. Posiblemente, sin su trabajode mediación, la Conferencia de La Haya no hubiera tenido lugar. Junto a ella figurascomo el británico Hodgson Pratt, el germano Christopher von Egidy, los suizos ElieDucommon y Albert Gobat, el italiano Ernesto Teodoro Moneta, el belga Henri La Fontaine,el sueco Klas P. Arnoldsson y el noruego Christian Lange. Cfr. SANTI, Rainer (1991)op. cit. p. 14.

13. La prohibición durante un período de cinco años de lanzar proyectiles desdeglobos (aún no se conocía el aeroplano); o de utilizar gases en la guerra o las balas dum-dum; así como la disposición de un mejor trato de los prisioneros de guerra y de losheridos, etc.

14. Que aún tiene importancia puesto que sirve como dispositivo para el nombramientode candidatos para la elección de jueces del Tribunal Internacional de Justicia.

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dificación del derecho internacional o la «paz por el derecho»,15 es decir,a vincular la responsabilidad de evitar las guerras en la construcción deun conjunto de normativas de carácter internacional, vinculantes y san-cionadoras; ideas que fueron fruto y campo de especialistas reputados enmateria de derecho internacional, así como de asesores gubernativos ydiplomáticos occidentales. Y, de otro, un enfoque más político y amplioque conduciría a la creación de una primera sociedad duradera de nacionescomo comunidad de intereses y de obligaciones, la cual implicaba un foropermanente, junto a una estructura mucho más compleja de instancias,agencias, secciones y delegaciones para el estudio de la cooperacióninternacional, el fomento de la confianza entre los estados, la reglamen-tación de normas vinculantes, etc.; es decir, el camino hacia la constituciónde un gobierno cosmopolita.

Sin embargo, ciertas limitaciones de una parte del pacifismo liberal enel período de entreguerras quedaron pronto patentes respecto del impor-tante papel que jugó en el siglo anterior (especialmente en temas como elanti-esclavismo), entre otras cosas, actores como el movimiento obrero,las mujeres, grupos étnicos o nacionales, junto a otros sectores mucho másminoritarios (objetores de conciencia) comenzaron a tener más presenciay más importancia en la determinación de la agenda para la construcciónde la paz. Asimismo, el desarrollo del derecho internacional o del enfoquejurídico-moral o normativo para abordar conflictos, por el que abogómucho el pacifismo liberal, pasó de un optimismo exagerado durante losaños veinte, a un excesivo realismo en la década de los treinta. En todocaso, el avance no resultó tan significativo -aunque no desdeñable-, almenos al ritmo que exigían algunos de los sectores sociales antes mencio-nados; igualmente, la confianza en aquel instrumento para mitigar o paliarconflictos dejó paso a situaciones de fuerza y poder, tanto por parte deciertos gobiernos, como por las masas fuertemente ideologizadas pordoctrinas totalitarias; ello no significaba que no fuera necesario el derecho,pero sí que no era suficiente. Y en cuanto a la construcción de una sociedadinternacional de naciones, para ellos, todavía el peso de los estados seguíasiendo muy importante, indispensable o determinante, mientras que nue-vos protagonistas seguían sin tener la atención requerida. Fue la aperturade los sectores más progresistas del pacifismo liberal a los nuevos actores

(feminismo, anti-resistentes a la guerra, etc.), a más enfoques y temáticaslo que le mantuvo vivo en lo que más adelante hemos llamado los bus-cadores de la paz en el periodo de entreguerras. Traspasado el siglo, habíanllegado a la conclusión de que la paz era un asunto demasiado serio paradejarlo en manos exclusivas de políticos, y excesivamente importantecomo para mantenerlo encerrado en foros de debate elitistas.

2. EL SOCIALISMO INTERNACIONALISTA, LA GUERRA Y LAPAZ

Para la tradición socialista -tanto para los calificados como utópicos,como para los denominados como científicos-, internacionalismo erasinónimo de pacifismo; o, al menos, el instrumento ineludible, sin el cual,jamás se podría alcanzar una paz universal. A partir de la primera mitaddel siglo XIX no hubo reformador social que -influido por teorías racio-nalistas, liberales o socialistas- no reflexionara sobre las fórmulas paraalcanzar los mejores niveles de concordia y paz entre los diversos interesessociales y políticos. Mientras unos (los socialistas utópicos como Fourier,Owen, Cabet, etc.) presentaron modelos de ingeniera social y experimentalque fuesen espacios de paz donde los conflictos de intereses materialesy/o espirituales pudieran ser resueltos sin violencias extremas;16 otrosconfiaron en la «paz por el progreso», o dicho de otra forma: la paz comomáxima expresión del progreso humano en todos los planos,17 entre ellos

15. Cfr. ARON, Raymond (1985) Paz y guerra entre las naciones. 2.- Historia ypraxeología, Madrid, 1985, 835 y ss.

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16. Pondremos tan sólo algunos ejemplos de esta preocupación. Charles Fourier (1772-1837) propuso su falansterio, cuya sociedad laboriosa y sabia daría lugar a una humanidadpacífica fundada en el trabajo satisfactorio (necesario, útil y agradable) y la armonía grupal.Robert Owen (1771-1858) presentó su ciudad-taller experimental la New Armony comouna superación de un desarrollo industrial fundamentado en la hipocresía y la violencia;su sistema social, su modelo educativo liberador y su optimismo antropológico le hicieronconcebir una sociedad con trabajadores cuyo carácter era la laboriosidad, la solidaridady el amor por la paz y la verdad. Etienne Cabet (1788-1856), su denominada Repúblicade Icaria, proyecto basado en la “pura persuasión ejemplar”, una república regida por elsaber, la laboriosidad ordenada, la moderación y la alegría de todos. Pierre-Joseph Proudhon(1809-1865) destaca la idea de paz mediante el “pacto directo”, es decir, el asumido porindividuos concretos que no supone transferencia o delegación ni del poder, ni de la libertad,ni de la responsabilidad, en un modelo social fundamentado en la reciprocidad y el equilibriode prestaciones.

17. Saint-Simon (1760-1825) presentó en El nuevo cristianismo la recuperación deuna rigurosa fraternidad universal, esta vez basada no en la corrompida religión sino en

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aquellos que afectaban a la construcción del derecho internacional ocosmopolita (cuyo precedente más significativo fue I. Kant);18 así comode las relaciones comerciales entre los países y los pueblos;19 por fin, otros,apostaron por el federalismo internacional como base política para laordenación de una sociedad universal, como claros precedentes de futurascomunidades de naciones basadas en intereses y deberes mutuos.20

En cualquier caso -una vez rebasada la primera mitad del sigloXIX-, la asimilación entre pacifismo e internacionalismo se hizo cada vez

más clara a medida que los diferentes proyectos burgueses adquirieronuna naturaleza más territorial. De manera que, para las diversas corrientesde pensamiento socialista, para muchas agrupaciones políticas obreristasy pequeño burguesas, así como para múltiples categorías de pensamientoo ideológicas (anarquismo, humanitarismo, etc.), el internacionalismoconstituía una «especie de antídoto a un nacionalismo que [encerraba]en sí mismo un terrible potencial belicista».21

El otro gran pilar que orientó el pacifismo socialista fue su condenade la guerra y su vocación antimilitarista (de la que se vería muy influen-ciado por las más diversas corrientes anarquistas). El origen del antimi-litarismo obrero no es demasiado bien conocido, ni tampoco tiene unaclara y coherente continuidad en el tiempo. Mientras se podría señalarque fue bastante persistente la vocación popular contra la leva forzosa-ya desde el Antiguo régimen-22 , la teorización, el análisis y, sobre todo,la respuesta del movimiento obrero organizado a la creación de los ejércitosmodernos y al servicio militar obligatorio (o impuesto de conscripción)fue, relativamente, tardía; y, en algunos casos, complementaria de la que

los ideales laicos. Creyó en la posibilidad del progreso material y moral fundado en larazón científica, y en la que la paz y la cooperación fuesen posibles si se asentaran sobrebases de justicia.

18. No nos referimos tanto a la propia construcción del derecho positivo internacionalpúblico, sino a la fuerza de la idea de una sociedad universal con un derecho cosmopolita.Esto se verá, especialmente, en Kant y su obra Proyecto de paz perpetua. Cfr. GALLIE,W. B. (1979) Filósofos de la paz y de la guerra. México, 1979, 50 y ss.; MARTÍNEZGUZMÁN, Vicent «Paz», en CORTINA, Adela (1998) 10 palabras claves en filosofíapolítica. Estella, 334-348; y TRUYOL, Antonio (1996) «A modo de introducción» LaPaz perpetua de Kant en la historia del derecho de gentes”, en ARAMAYO, Roberto-MUGERZA, Javier-ROLDÁN, Concha (eds.), La paz y el ideal cosmopolita de la Ilus-tración. A propósito del bicentenario de Hacia la paz perpetua de Kant. Madrid, 17-29.

19. Aunque en esta tendencia que vinculaba paz y comercio bajo la premisa esencialde que el libre comercio favorecía la paz universal, no fuesen todos ni mucho menossocialistas, sino liberales, demócratas, reformadores o filántropos de las más diversastendencias políticas, hay que señalar que muchos de ellos acabaron influyendo en elpensamiento socialista en su relación con el pacifismo y la teoría política. Entre ellos,el francés J.B. Say (1767-1832) señaló, en 1828, que la expansión comercial era la basede la “solidaridad de intereses” entre todos los implicados. Víctor Considerant (1808-1893)puso el acento en las ventajas que encontrarían los intercambios comerciales en unaorganización pacifista de las relaciones entre estados, sin prohibiciones, tarifas ni aduanasfronterizas. Constantin Pecqueur (1801-1887) consideró a la guerra, en De la paz, de suprincipio y de su realización (1842) como “ruinosa”: “hacen falta cincuenta años de paz-dijo- para restablecerse de algunos años de victoria”. El inglés, Richard Cobden (1804-1865), era partidario de la paz y de la no intervención, más claramente era hostil a cualquiertipo de aventura en ultramar. Fréderic Bastiat, en 1847, señaló que el espíritu del librecambio excluía el espíritu de guerra, conquista y dominación, porque la fortuna real dela industria se basaba: “no sobre monopolios perjudiciales para las masas, sino sobre laprosperidad de esas masas que constituyen su clientela”. Y, Joseph Garnier en su Traitèd’économie politique, de 1850, estimaba que la libertad de intercambios no establecíaúnicamente vínculos entre los intereses, sino que permitía “la penetración recíproca delas ideas” y despertaba los sentimientos de “estimación y confraternidad” entre los pueblos.Cfr. RENOUVIN, Pierre y DUROSELLE,Jean-Baptiste (1968) Introducción a la políticainternacional. Madrid, pp. 279, 281, 296 y 297.

20. El federalismo ya apareció como una fórmula superadora de los estados en Lapaz perpetua de Kant. El federalismo internacional (europeo o panamericano), se funda-

mentó en un conjunto de fuentes de carácter: religioso (ecumenismo cristiano); socialista(sant-simoniano); nacionalista o mazziniano; y librecambista (al que hemos hecho refe-rencia en una nota anterior). Por concretar con algunos ejemplos, el italiano Mazzini (1805-1872) prefigura, en 1832, la necesidad de una federación europea en el marco de unarepública internacional impregnada de ideas socialistas y reformadoras. Asimismo, Saint-Simon habla en su Nuevo Cristianismo de una organización de todos los pueblos en unestado de paz permanente, basándose en los modelos suizo y norteamericano, o sea, federal,para con ello sugerir la formación de un gobierno europeo. Referencia esta última quetambién aprobarán Pecqueur y Considérant en sus obras. También, en el congreso de Amigosde la Paz (París, 1867) se expresó la esperanza de una organización federal de nacionalidadesque daría como resultado la paz entre los estados.

21. En KRIEGEL,Annie «La Asociación Internacional de Trabajadores (1864-1876)»,en DROZ, Jacques (1984) Historia general del socialismo. De los orígenes a 1875.Barcelona, 820.

22. Los orígenes más recientes del reclutamiento militar forzoso están en el militarismoprusiano que, desde 1733, legisló un estricto sistema de levas regulares. Otras casas realeseuropeas siguieron esa misma línea, lo que abriría largos e intensos períodos de resistenciapopular a la leva. La revolución francesa aunque abolió, al principio, el servicio forzoso,acabó recurriendo a la leva masiva (agosto, 1793) para defender sus nuevas fronteras, nosin una gran oposición campesina en alguno de estos llamamientos. Durante todo el sigloXIX, y en la práctica totalidad de los países industriales que implantaron ejércitos regulares,el llamamiento a filas fue contestado con deserciones masivas, negativa a incorporarsea la conscripción y fraudes de todo tipo. Cfr. HERRERO-BRASAS, Juan A. (1991) «Informecrítico sobre el servicio militar», Claves de razón práctica, 17, pp. 74 y 75.

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ya mantenían otras fuerzas políticas y sociales republicanas y pequeño-burguesas, que no era otra que la abolición de la obligatoriedad y laadopción de sistemas de voluntarios retribuidos.23 Pero cuando se llegóa comprender el enorme potencial político y social que suponía respaldarlos deseos populares contra la prestación militar obligatoria, los debatessobre el particular se intensificaron especialmente tras la segunda mitaddel siglo XIX y se vislumbraron, incluso, las posibilidades de aprovecharla presencia dentro de los ejércitos con potenciales efectos revolucionarios,sobre todo a partir de 1870.24

En cualquier caso, la guerra se contempló como un instrumentovinculado a la evolución del capitalismo como sistema económico y socialcon tendencia al dominio de mercados (especialmente coloniales) y deacumulación de capitales.25 En consecuencia, el servicio militar obliga-torio y el militarismo eran un corolario más de aquello, importantísimoscomo herramientas de socialización y nacionalización de los jóvenesvarones de una nación que aprenderían valores de obediencia y respetoa las leyes y al orden establecido. Fuese mediante la doctrina de la naciónen armas, o la de la seguridad nacional, especialmente a partir de lageneralización de la conscripción obligatoria en el último tercio del sigloXIX, los peligros de la guerra y de la militarización de las sociedadesse hicieron enormes.26 Tanto el pacifismo liberal, como el socialista, losupieron ver, e hicieron todo lo posible por denunciarlo, combatirlo yremediarlo. Por primera vez en el Congreso celebrado en Lausana, en1867, la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) meditó sobre

la guerra, definida como: causa de las diferencias sociales y de losdesequilibrios económicos. También, no sólo la condenó porque su pesadacarga recaía «sobre la clase obrera», sino que apostó decididamente porla construcción de la paz como condición primera para el bienestargeneral. Ese mismo año, la AIT fue invitada a participar en el congresoorganizado, en Ginebra, por la Liga Internacional de la Paz y la Libertad,al que finalmente acudió, lo que abrió una interesante polémica internaentre los partidarios y los detractores de colaborar con el pacifismodemocrático (de base social burguesa). No obstante, la posición oficialresultó ser bastante rígida: no había conciliación posible con la burguesíapacifista, sino una «coordinación» en materia de ordenación de la pazy, sobre todo, una crítica y protesta común contra el «anacronismo» dela guerra.27 Aún así, la participación -en calidad de observadores-, tantooficialmente de la Asociación, como de destacados líderes del obrerismomás cercanos al democratismo (como el belga César de Paepe) no hizosino beneficiar y enriquecer al movimiento obrero en sus posicionesrespecto del fenómeno complejo de la organización de la paz en la eraindustrial.

Un año después, 1868, en el Congreso de la AIT en Bruselas, se afrontómás profundamente el problema de la guerra, siempre asociado a unexcesivo nacionalismo y a los intereses partidistas de las burguesíasterritoriales. En él se hizo famosa la consigna guerra a la guerra, motivadapor la sensibilidad ante la perspectiva de una guerra europea que se creíapróxima (como así sería en el enfrentamiento entre Francia y Prusia). Tantoel francés Tolain, como el belga Longuet encararon la difícil cuestión decómo contener la escalada bélica: el primero, confiaba en la presión quese podría ejercer desde la opinión pública (en la calle, la prensa, laresistencia, la educación, etc.), es decir, un trabajo de formación deconciencias; y, el segundo, en su informe aprobado por el congreso,recomendó el instrumento de la huelga general para paralizar cualquierestallido, mediante la no colaboración y la desobediencia a las llamadasde los gobiernos a respaldar la guerra. Esto es, en ambos casos se tratabade una muestra de que un nuevo antimilitarismo menos ingenuo estabafraguándose en el movimiento obrero. De esta forma, penetró en elmovimiento obrero la preocupación por evitar la guerra como «tarea

23. Efectivamente, tal y como habían prometido los republicanos europeos en susprogramas cuando llegaran al poder, acabarían aboliendo el sistema de quintas obligatorias.Así, tanto en la Comuna de París (1871), como en la Primera República española (1873),las primeras medidas normativas estuvieron orientadas en ese sentido. Cfr. C. HENESSY,Christian (1962) The Federal Republic in Spain. Oxford, 247.

24. Víd. ENGELS, F. (1978) Anti-Dühring o la revolución de la ciencia de EugenioDühring (Introducción al estudio del socialismo). Madrid, 190 y ss.

25. Cfr. GALLIE, W. B. (1979) op. cit. pp. 132-194.26. Un breve repaso sobre la generalización del servicio militar obligatorio, a partir

de 1870, nos permite afirmar que excepto países como Estados Unidos y Reino Unido,el resto del continente europeo (a los que habría que añadir Turquía y Japón) adoptaronla conscripción militar con servicios a filas que iban desde los 14 meses -como mínimo-(caso de Bélgica) hasta los 24 meses -como máximo- (caso de Japón), siendo lo generalizadounos 18 meses. Cfr. J. F. GARCÍA MORENO, J.F. (1987) El servicio militar en España(1913-1939). Madrid, 32 y ss.

27. Víd. PASTOR, Jaime (1990) Guerra, paz y sistema de Estados. Madrid, pp. 82-83, 130-131 y 261.

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específica», frente a la tendencia a disolverla dentro de la lucha por larevolución social.28

Sin embargo, como señala Kriegel, la cronología es concluyente: ladécada de los años sesenta, marcada por el nacimiento de la PrimeraInternacional, también lo es por la cuestión de las nacionalidades, llevadashasta sus últimas consecuencias con la guerra en Italia, la insurrecciónpolaca de 1863 y la guerra franco-prusiana de 1870. La Internacional naciódel problema de las nacionalidades, pero no supo resolverlas enzarzadaen debates sobre si apoyar o no las insurrecciones nacionales, sobre siluchar contra todas las formas de gobierno (y no sólo las despóticas), osobre la posibilidad de desarrollar su propia teoría de la «guerra justa»”.29

La vieja orientación basada en evitar la guerra a toda costa se acabódesarrollando, pero partiendo de análisis más reales de la situación y, sobretodo, de medidas previas que esquivasen llegar hasta las mismas puertasde los estallidos bélicos. Estos intentos de prevención fueron los que, ala postre, acabaron alimentando nuevas corrientes antimilitaristas apare-cidas en los primeros congresos de la Segunda Internacional, especial-mente representadas por Ferdinand Domela Nieuwenhuis (un pastorprotestante influido por Tolstoy) y Emile de Laveleye. Los cuales rei-vindicaron, entre otras cosas, la reforma de la enseñanza de las historiasnacionales en favor de una historia de la civilización universal, la creaciónde unos estados unidos de Europa, la huelga militar en caso de guerra,esto es, el negarse a ser soldado, y la huelga general para eclipsar cualquierestallido bélico, o sea, el paro generalizado empezando por reservistasy mujeres. Y, aunque, el fundamento de estas ideas acabaría siendorechazado por muchos socialistas ortodoxos, sin embargo, el pensamientode Domela sería de una gran influencia en la creación de asociacionescontra la guerra, como la War Resisters International, y de justificacióndel ideario contra la conscripción militar.30

En esta amalgama tan plural de ideas se fue configurando parte delpensamiento socialista en materia de pacifismo expresado en los diversoscongresos de la Segunda internacional: como el profundo rechazo a laguerra, a los ejércitos y al militarismo, la denuncia de la carrera colonialista

y el auge de los nacionalismos. Repasar las discusiones de todos loscongresos de la Internacional es hallar las denuncias y el análisis de aquellasrealidades, pero es también comprobar que constituyeron más bien unpensamiento residual en el conjunto de todos los debates, especialmente,frente a los que se consideraron más importantes, como las diferenciasdoctrinales entre las distintas corrientes socialistas. Sólo cuando se acercólo suficiente la amenaza real de la guerra, ésta fue el máximo centro deatención; sin embargo, ese carácter marginal en los debates no le restaronla capacidad de denuncia permanente ante la sociedad.

Ya desde el primer Congreso de París en 1889 se apuntaron comolesivas las políticas exteriores de las burguesías en la búsqueda agresivade nuevos mercados.

En Bruselas, en 1891, se volvió a plantear la guerra a la guerramediante la movilización popular y revolucionaria entendida como re-sistencia civil y militar a los intereses burgueses.

En Londres, 1896, se acordarían posiblemente el conjunto de propues-tas más interesantes hasta entonces: se solicitó la supresión simultáneade los ejércitos permanentes en favor de la composición de miliciasnacionales; se apoyó la creación de un tribunal arbitral internacionalencargado de solucionar pacíficamente, y sin apelar a las amenazas y lafuerza de las armas, los conflictos (propuesta recogida por algunas potenciaseuropeas para la constitución de este tribunal en 1899); se acudió a laconvocatoria de referéndums para la proclamación o el rechazo de la guerracontra otro país; y se denunció el sistema de tratados secretos en favorde un tipo de diplomacia abierta y pública.

A éstas, se añadirían las del Congreso de París (1900) en el que laInternacional solicitaba a los parlamentarios socialistas que votaran encontra de cualquier tipo de expediciones militares contra los paísescolonizados.

Al comenzar el siglo, los signos claros de una paz armada implicaronmucho más a los teóricos socialistas en la cuestión de cómo construir lapaz evitando el terrible fenómeno de la guerra consuntivo al desarrollodel capitalismo. En sendos congresos, Stuttgart (1907) y Copenhague(1910), así como en el congreso extraordinario de Basilea (1912), lacuestión de la escalada hacia la guerra entre las naciones europeas fuecentral. Todos coincidieron en el análisis de las causas pero seguía habiendodiferencias irreconciliables en las metodologías para favorecer la deses-calada. Asimismo, en los congresos se podía ver la incapacidad paratrascender las lógicas nacionales y coordinar respuestas internacionales

28. En PASTOR, Jaime op. cit. p. 84.29. Cfr. KRIEGEL, A. op. cit. p. 853 y ss.30. Cfr. PASTOR, Jaime (1991) «El antimilitarismo en los orígenes del movimiento

obrero. Domela Nieuwenhuis», en Archipiélago, 7, 40-44.

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unitarias y simétricas, sólo el método propuesto por Rosa Luxemburgo,la huelga general total, acabó con el suficiente consenso sobre cómo pararla guerra (ya ampliamente discutida en el Congreso de Amsterdam de1904). En este sentido, Basilea fue la última gran manifestación políticay social no violenta contra las crisis bélicas (balcánicas), un alegato dela sociedad civil en la que líderes socialistas junto a autoridades religiosas,asociaciones de mujeres, parlamentarios, sociedades filantrópicas, orga-nizaciones en defensa de los derechos y libertades ciudadanas, etc. seunieron para «llamar a los vivos y llorar a los muertos» de todas las guerrasy de todas las paces, recordando la propia traición que hacían las burguesíasa sus pensadores y precursores pacifistas (Goethe, Herder, Kant, etc.) ya sus ideas religioso-católicas (Paz de Dios y guerra justa).

Estallada la guerra mundial, las sucesivas conferencias celebradastuvieron un carácter de paliativas, pero no por ello dejaron de ser im-portantes para preparar el camino de reconstrucción de la paz: en Lugano(1914), socialistas italianos y suizos llamaron a la concordia y a lareconciliación de la hermandad de los trabajadores; en Amsterdam (1915),se estableció un comité permanente de paz teniendo como mediadoresa socialistas holandeses, suecos, noruegos y daneses, este comité habríade restablecer el diálogo entre los dos grandes socialismos europeos, elfrancés y el alemán.

Todavía en Zimmerwald (1915) y Kienthal (1916), entre los furoresde la guerra, se abordaron los problemas de la reconstrucción. En la primeraya estaban de manera oficiosa las delegaciones enfrentadas en la guerra,lo que resultaba un gran avance, aunque no se pudo evitar la entrada deItalia en la contienda. No obstante, lo más destacado pudo ser el corolariode consejos para construir la futura paz: se apeló al armisticio, se reco-mendó la paz sin anexiones territoriales, se defendió el derecho de au-todeterminación, se denunciaron los horrores de la guerra y se reclamaronlas negociaciones multilaterales a todos los niveles para desmenuzar elconflicto. Kienthal, por el contrario, fue más crítica y mucho más pesimistay, aunque siguió apelando a la reconstrucción, en esta ocasión haciendoun análisis más social de la futura Europa salida de la guerra, fue irre-conciliable en su análisis del capitalismo como partero de las guerras.

Terminada la contienda bélica, podríamos deducir un primer balancenegativo del socialismo internacionalista si lo redujéramos a sus intentospor evitar la gran guerra; y, aunque no hay que eludirle responsabilidades,parece claro que sus cálculos respecto del poder de convocatoria de losnacionalismos y de ciertos ideales patriotas calaron en muchos ciudadanos

más allá de ciertas consignas obreristas: ¡toda una lección para el futuro!.Sin embargo, el papel que jugó fue mucho más complejo y determinantede lo que parece. Especialmente influyó en la estructura, las institucionesy los debates de la nueva construcción internacional de la paz, singular-mente en la Sociedad de Naciones como foro estable de naciones (muchomenos en la propia Paz de Versalles), en las cuestiones de la diplomaciaabierta y no secreta, en las comisiones para el control del armamentismo,o en la Oficina Internacional del Trabajo para la consultoría y vigilanciade las legislaciones nacionales. Éstas son tan sólo algunos de los datosmás significativos en los que el reformismo planteado por los socialistasacabó teniendo un lugar en la agenda de la paz de entreguerras.

Pero, posiblemente, la lección más interesante que se deduce delsocialismo pacifista de postguerra es la ampliación no sólo de su discursosobre la paz (no entendida como una mera ausencia de guerra, sino unatarea jurídica, política y social) y cómo y con quiénes construirla (sonimportantes las propuestas sobre las medidas del estado del bienestar yel modelo democrático de los años treinta) sino, muy especialmente, quela paz no podía ser edificada desde un lenguaje y una perspectiva ex-clusivamente de clase, de clase obrera, ni siquiera de clase trabajadora,sino con miras más amplias: lo que le permitiría hacer causa común -en este terreno- con otros segmentos sociales, políticos e ideológicos dela sociedad civil (estudiantes, mujeres, campesinos, etc.). Si en la prácticase renunciaba a repetir, más o menos machaconamente, la relación causalentre capitalismo y guerra, algo hasta la fecha esencial en la doctrinasocialista al menos hasta el descubrimiento de la unión sagrada, la cualpretendía salvar ciertas contradicciones entre discurso y realidad; la víanueva era apostar y apoyar todo tipo de reformas jurídicas y políticas quetransformasen formas y contenidos en el sistema, ensanchando social eideológicamente la democracia mediante el arropo de otros discursos(aunque todavía bajo la hegemonía socialdemócrata); y, en definitiva,asimilando la construcción y fortalecimiento de la democracia con laedificación de la paz, implicando también con ello que no se renunciaríaa la guerra para defender precisamente a la democracia (burguesa) frentea nuevas amenazas (como el fascismo o el comunismo). La compleja etapade entreguerras haría que, en gran medida, fuesen las fuerzas de izquierdaquienes con más tesón defendieran el sistema de paz surgido de Versallesy de la Liga de Naciones (a todas luces nacido con fuertes carencias).La defensa de la paz fue asimilada al resguardo de las libertades demo-cráticas -y no tanto del capitalismo- frente a tendencias autoritarias y

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totalitarias, un camino no exento de fuertes contradicciones y errores quetampoco pudo evitar los excesos y miedos del capitalismo frente alsovietismo.

3. LOS BUSCADORES DE LA PAZ EN EL PERIODODE ENTREGUERRAS

La Primera Guerra Mundial se puede interpretar como una gravederrota para los movimientos por la paz, lo que no quiere decir que fueranni responsables únicos, ni actores pasivos en la misma, entre otras cosastanto la maquinaria de guerra de las grandes potencias, como el sistemade relaciones internacionales que legitimaba aquélla eran difíciles decontrolar o desactivar con el solo concurso de una sociedad civil que nohabía tenido tiempo, ni recursos, para contrarrestar las políticas hacia laguerra. La sociedad civil por la paz se había organizado en agrupacionescon continuidad temporal y capacidad de movilizar conciencias; estudióy analizó las situaciones que conducían a una negativa solución de losconflictos; expuso sus alternativas y soluciones para la organización dela paz y contribuyo con energías, dinero y gentes a evitar todos los malesde la guerra y de las injusticias. Sin embargo, aunque pudieron influiro presionar en algunas decisiones tomadas por los gobiernos europeosdurante la fase de paz armada, ciertamente, carecieron de capacidad realpara modificar las grandes decisiones que conducirían a la deflagración.No obstante, su contribución a la Historia de la Paz mundial se reflejóen su influencia en el derecho internacional, en la construcción de or-ganismos para la resolución pacífica y prevención de conflictos, en laarquitectura de una comunidad internacional de naciones de intereses ydeberes y, en las primeras reflexiones de naturaleza cientifista sobre laInvestigación para la Paz.

Tanto la influencia de ciertos sectores del pacifismo liberal-democrá-tico, como del pacifismo socialdemócrata obrerista, se vieron -comonunca- reflejados durante el curso de la guerra en un importante movi-miento de objeción de conciencia31 que fue, siempre, interpretado por los

gobiernos como un problema gravísimo que afectaba a la propia integridadnacionales y a los sentimientos patrióticos que debieran tener todos losciudadanos de un mismo estado.

Si bien los objetores fueron perseguidos y encarcelados nada máscomenzar la contienda, ocultando las autoridades las motivaciones éticas,morales, políticas o religiosas de su reclamación, no fueron los únicos.32

Muchos de los jóvenes movilizados para hacer la guerra acabaron rebe-lándose contra ésta, mediante viejas formas como la automutilación, elprofugismo o la deserción. En otros casos los amotinamientos se produ-jeron en las grandes concentraciones de tropas en las estaciones deferrocarril antes de ser enviadas a los frentes, eran actos de resistenciano tan aislados y esporádicos como podrían pensarse (bastante comunesen casi todas las campañas militares realizadas por las potencias, espe-cialmente en sus aventuras coloniales). También fueron frecuentes losactos de desobediencia militar hacia los superiores (jefes y oficiales)especialmente en las situaciones infrahumanas del combate, no sólo porcansancio de la guerra sino singularmente por ciertas formas de guerra.Una idea de la importancia de estas acciones se reflejaron -si tomamosde referencia el año 1917-, en el ejército francés. En éste, se produjeron

31. Para evitar la guerra o para reivindicar la paz hubieron muchas formas de objeciónde conciencia. Aquí nos vamos a referir a la relacionada con la conscripción militar; sinembargo, resulta interesante señalar que otras formas de objeción de conciencia -sin llegar

a hacerse ni tan numerosas, ni tan conocidas- se dieron durante la guerra: como la huelgade vientres planteada por las mujeres obreras berlinesas en el verano de 1913, declarandoque se negarían a parir, o a tener relaciones sexuales con sus compañeros, para así evitartener futuros soldados destinados a la defensa de intereses ajenos a los populares; o laobjeción de algunos profesionales médicos a alargar la vida artificialmente a combatientesque por sus heridas habían quedado completamente como vegetales; o la objeción deconciencia religiosa de algunos sacerdotes que se negaron a ejercer como capellanesmilitares en los ejércitos; etc.

32. La objeción de conciencia y la anticonscripción fueron, histórica y notablementeimportantes en Gran Bretaña por la práctica de aislacionismo político respecto de losproblemas continentales y por la tradicional buena acogida de las minorías religiosascristianas de cultura anglosajona (sobre todo menonitas y cuáqueros). Aunque perseguiday reprimida durante la guerra, hubo una cierta tolerancia y hasta comprensión gubernativa,al menos hasta que la conscripción fue introducida en la legislación inglesa en 1915 paradar respuesta a las necesidades de la guerra. Fue, precisamente, para contrarrestar estamedida legal por lo que muchos jóvenes activistas (Fenner Brockway, Bertrand Russello Clifford Allen) decidieron crear la No Conscription Fellowship que acabaría teniendouna notable influencia entre los estudiantes del sistema oxfordbridge y entre los liberalescercanos a posiciones laboristas. Cfr. YOUNG, Nigel (1987) Peace Movements in History,en MENDLOVITZ, Saul H. y WALKER, R.B.J. Towards a Just World Peace. Perspectivefrom Social Movements. Kent, 147; y, el propio RUSSELL (1995) Pacifism and Revolution,1916-18, London-New York.

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más de 38.000 condenas en consejos de guerra, y entre 1914-18 fueronfusilados, tras juicios sumarios, 1.637 soldados. Sin embargo, de estahistoria contra la guerra sabemos muy poco porque la «censura prohibíaque se hiciera la menor mención del drama de las sediciones».33

Tanto por la dureza y extensión temporal de la guerra, como por laeconomía de subsistencia y escasez, así como por los acontecimientosinternacionales ocurridos en la Europa del Este (con la revolución defebrero de 1917 en Rusia), el giro de los acontecimientos demostró lafragilidad de los gobiernos para seguir manteniendo la moral de las tropas,el convencimiento de las orientaciones de la lucha y los postulados quecada una de las naciones combatientes mantenía. Resulta insólito, hoydía, pensar que la cadena de motines y abandono masivo de las tropasdel frente, especialmente en los campos de batalla orientales, llegó aextremos de pensar que la guerra se terminaría en cuestión de días;34 enparte, sería ese rechazo visceral y popular a la guerra, tras su nefastaexperiencia, la que marcaría los pasos a muchos jóvenes a integrar untipo de pacifismo durante el período de entreguerras.

A pesar de no haberse podido evitar la guerra, hay que señalar quela misma no hizo sino fortalecer y renacer los sentimientos antibelicistasentre pacifistas, socialistas, demócratas, jóvenes estudiantes, mujeres(feministas o no), religiosos, etc. Si la guerra -bien por los esfuerzosnacionales que se hubieron de hacer, bien por las legislaciones represivasque los países beligerantes mantuvieron durante toda la contienda-, conservócallada o amordazada a la sociedad civil por la paz, cuando se produjoel armisticio y comenzaron las primeras conversaciones para los acuerdosfirmados de paz, el primer resultado fue la eclosión de muchas organi-zaciones y asociaciones pacifistas cuyo denominador común fue ¡No másguerras!. Pero, incluso, más allá de los sentimientos e ideales, se fueronfraguando elementos teóricos y reflexivos, de orden político, económicoy social, que permitieron avanzar muy sensiblemente en la construccióndel pacifismo como filosofía, pensamiento y forma de organizar la vida.

La idea principal de estas nuevas agrupaciones35 era influir -una vezmás- en la organización de la paz, máxime cuando parte del proceso dereconstrucción y reconciliación europeo pasaba por un sistema jurídicode comunidad de naciones. Tanto las viejas agrupaciones renovadas, comolas nuevas corporaciones por la paz abrieron un profundo debate en muchosterrenos: sobre los porqués y el sentido de las guerras (y su desarrollotecnológico); sobre los medios y fines para la edificación de la paz; sobreel papel integrador que debían jugar las religiones en favor del enten-dimiento universal; sobre la concepción nociva de la relación amigo-enemigo; sobre la construcción social de las nuevas democracias, o sobreel papel que habían de ejercer instituciones como la familia, la escuela,el ejército, etc. en la edificación de sociedades menos angustiadas porel odio, el rencor y el revanchismo.36

No resulta casual que tras cada uno de estos contenidos (nuevas formasde defensa, psicoanálisis de la violencia, ecumenismo pastoral, univer-salismo fraternal, renovación pedagógico-social y metodologías de no-

33. Cfr. FERRO, Marc (1970) La Gran Guerra (1914-1918), Madrid, 315.34. Las huelgas por la carestía de vida y por la falta de alimentos motivó importantes

movilizaciones durante el final de 1916 y principios de 1917. Junto al calor de estosdesajustes de la economía de guerra resultaron sorprendentes los motines de tipo militaren todos los frentes de la guerra: en febrero las tropas rusas desobedecieron las consignasgubernamentales de reprimir a los ciudadanos que solicitaban alimentos para evitar elhambre, asimismo los acontecimientos en las grandes ciudades provocaron las desercionesen masa de soldados del frente que volvieron a sus hogares para vivir de cerca los cambiose, incluso para protagonizarlos. En abril y mayo de ese año de 1917, miles de tropas serebelaron contra el mariscal francés Neville, por su incompetencia militar. En esa primavera,en Italia y Alemania se produjeron actos de indisciplina e incluso parte de la marina alemanase negó a zarpar a la mar. En septiembre, dos compañías del ejército británico -destacadasen Bolonia, Italia- se indisciplinaron solicitando la retirada de Gran Bretaña de la guerra.Y, en 1918, en febrero, la flota austriaca fondeada en la bahía de Cattaro se sublevó bajola petición de terminar la guerra de manera inmediata. Igualmente, en Bulgaria, Turquíay Hungría, una parte considerable de las tropas abandonaron los frentes para recoger lascosechas y otros regimientos se negaron a atacar. Éstos -que son los datos más destacadosy conocidos, de un número indeterminado de acontecimientos similares, pero no sufi-cientemente conocidos- indican: no sólo el hartazgo por la guerra, sino también el sustratode una mentalidad antibelicista entre los ciudadanos movilizados. Cfr. CRAMPTON, R.J.(1994) Eastern Europe in the Twentieth Century, London; REGAN, Geoffrey (1989)Historia de la incompetencia militar en el siglo XX, Barcelona, pp. 64 y ss.; y. MAIER,Charles S. (1988) La refundación de la Europa burguesa, Madrid.

35. El profesor BAER ha realizado un trabajo recopilatorio que permite relacionarla construcción de la sociedad internacional con la organización de nuevas asociacionessurgidas de la sociedad civil de entreguerras, en BAER, George W. (1981) (comp. y ed.)International Organizations, 1918-1945. A Guide to Research and Research Materials.Delaware.

36. Víd. D’ORSI, Angelo (1977), «Introduzione al pacifismo», en Trimestre, 1977,pp. 125-35, CAPITINI, Aldo (1949) Italia nonviolenta. Bologna y MAYER, Peter (1996)The Pacifist Conscience. London.

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violencia, entre otras) se desarrollaran toda una urdimbre de asociacionespor la paz, así como desplegaran parte de su potencial creativo algunaspersonalidades de prestigio universal en algunos de estos campos, como:A. Einstein, M. Gandhi, Laura Jane Addams, J. Dewey, etc. Así comociertos temperamentos políticos dotados para la paz encontraron justoreconocimiento en esta época (Dawes, Briand, Stresemann, Kellogg,etc.),37 Haciendo unos y otros, así como muchas organizaciones y per-sonajes anónimos, del periodo de entreguerras uno de los más ricos yreflexivos en ideas pacifistas.

Una de esas asociaciones fue la Women’s International League forPeace and Freedom (WILPF), cuyo origen se remonta a la formaciónde la «Alianza Internacional para el Sufragio», una organización que adquirióun notable prestigio durante los últimos años del siglo XIX. Formadapor feministas, pacifistas y socialistas que tenían bastante influencia entrelos círculos liberales y democráticos del IPB, su programa alimentó nosólo las reivindicaciones de las mujeres en su lucha por conseguir la igualdadpolítica y jurídica con los hombres, sino que se convirtieron en referenciaobligada por sus fuertes convicciones, su capacidad de convocatoria ysu particular lenguaje político cargado de simbolismo. Ya durante la con-tienda demostraron su considerable energía cuando convocaron un con-greso extraordinario de protesta contra la guerra. La reunión fue un éxitode llamamiento, puesto que reunió en La Haya, en abril de 1915, a casi1.200 mujeres de casi todos los países industrializados del mundo. Elresultado fue que delegaciones de mujeres fueron enviadas a catorcegobiernos europeos, además de a Estados Unidos y Rusia para que con-vocaran una conferencia de naciones neutrales para mediar entre los paísesbeligerantes.38 Además, en ese mismo congreso se adoptó el acto fun-dacional de creación de la Women’s International League. Así, con elauxilio financiero del millonario norteamericano Henry Ford, una con-ferencia oficiosa de neutrales se celebró en Estocolmo, en 1916. Sin embargo,

la conferencia zozobró cuando Alemania reanudó, sin restricciones, suguerra submarina y cuando los Estados Unidos de Norteamérica entraronen la guerra en abril de 1917. Tras la guerra, el congreso de Zurich, en1919, sirvió para dar el espaldarazo a la fundación de la Liga Internacionalde mujeres, acordando trasladar su sede central de Amsterdam a Ginebrapara estar más cerca de las oficinas de la recién creada Sociedad de Naciones.Desde esas fechas sus actividades estarían íntimamente ligadas a todaslas iniciativas institucionales o no, destinadas a la prevención de la guerray los conflictos. En el haber de esta organización estuvo, en aquellos años,su capacidad de presión sobre los mandatarios para que discutieran eldesarme, se aboliera la guerra de agresión y se aprobaran formas de arbitrajeobligatorio. Sus persistentes metodologías no violentas (sentadas, con-centraciones, recogida de firmas, etc.) y su constante trabajo en el terrenodiplomático serían referentes por muchas décadas.39

Otro de los grandes movimientos por la paz que alcanzaría influenciay protagonismo en el mundo de entreguerras fue el representado por elecumenismo religioso. Su origen más inmediato estuvo en la SegundaConferencia de La Haya, en 1907, en la que los participantes de las iglesiasinglesa y alemana discutieron cómo disminuir la tensión entre ambasnaciones. Tras seis años de contactos e intercambios entre ambas dele-gaciones cristianas (y con el apoyo financiero de la Church Peace Unionof America, fundada en 1910 con los auspicios del magnate AndrewCarnegie) decidieron crear, en 1914, la «Alianza Mundial para la Pro-moción Internacional de la Amistad entre las Iglesias», bajo el liderazgodel pastor cuáquero Allen Baker. La reunión inaugural había de celebrarseen Constanza (Alemania), en los primeros días de agosto de ese año, esdecir, justo cuando se declararon el comienzo de las hostilidades bélicas.La consecuencia fue que los participantes de doce países fueron repatriadosa sus respectivos estados de origen en vagones sellados, aplazándose lamencionada constitución. Durante la guerra, una fracción de aquellosparticipantes decidieron fundar una alianza interconfesional que comen-zaron a llamar Fellowships of Reconciliation.40 Tanto sus actividades

37. Algunos de estos personajes recibieron el reconocimiento oficial del parlamentonoruego, mediante el Premio Nobel de la Paz, que más que una consideración a la persona,era a todos los que con ellas trabajaron por la paz. Víd. HABERMAN, Frederick W. (1972)(ed.) Peace, 1901-1925. Nobel Lectures Including Presentation Speechs and Laureates’Biographies. London, 3 vols. (interesan sobre todo el volúmen I y II para entreguerras).

38. Víd. LIDDINGTON, Jill La campaña de las mujeres por la paz. Historia de unalucha olvidada, en THOMPSON, Dorothy (coord.) (1983), Antes muertas. Mujeres contrael peligro nuclear. Barcelona, 192-210.

39. Cfr. NASH, Mary y TAVERA, Susanna (1994) Experiencias desiguales. Conflictossociales y respuestas colectivas (siglo XIX). Madrid, 147-49.

40. La escisión estuvo protagonizada por grupos cuáqueros, menonitas y dukovores“radicales”, que habían recibido una considerable influencia del novelista ruso LeónTolstoy, cuya interpretación de los evangelios de Jésus, especialmente del Sermón de la

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antibélicas (su denuncia de la guerra y sus esfuerzos por buscar el ar-misticio), como su programa político (la utilización de métodos no vio-lentos y la lectura «revolucionaria» del Evangelio de Jesús) les granjearonuna gran cantidad de adeptos, no sólo en Europa y América, sino tambiénen Sudáfrica y la India. El éxito de la experiencia hizo que, en Bilthoven(Holanda), en 1919, activistas procedentes de cuarenta países de los cincocontinentes fundaran el IFOR (International Fellowship of Reconciliation)que aún hoy existe.

Su programa hacía causa común con otros movimientos en temas como:desarme, desmilitarización de la sociedad, resolución pacífica de conflic-tos, humanización de la guerra,41 etc.; pero, su singularidad estuvo en lapotenciación del ecumenismo entre 1919 y 1939, fundamentado en queun diálogo interreligioso sería capaz de frenar las escaladas de violenciaque conducían hacia la guerra. Sus principales logros se podrían abreviaren la apertura de un profundo debate sobre el sentido de la guerra y dela violencia entre cristianos; en los esfuerzos por desmitificar muchos delos símbolos de la imperante cultura burguesa, como el nacionalismo yel racismo; y en la apertura de una interlocución con otras religiones noprotestantes. En sendas conferencias, Estocolmo (1925) y Oxford (1937),promocionadas -entre otros- por el IFOR, se analizaron todos estos as-pectos, que acabaron influyendo en las discusiones de la Sociedad deNaciones (especialmente en el Pacto Briand-Kellogs sobre la extinciónjurídica y la condena de la guerra como método político).

Pero, si en el plano diplomático y de las relaciones internacionalesel IFOR jugó un papel moderadamente destacable (especialmente si setiene en cuenta que era una forma de delegación paralela relativamente

nueva en las costumbres diplomáticas), resultó mucho más interesante einfluyente en otros aspectos. La adopción de sistemas y filosofías no-violentas le condujo a la creación de escuelas interconfesionales (dondeconvivían escolares de todas las religiones, razas y étnias), a centros deentrenamiento (en métodos de desobediencia y resistencia civil no-vio-lenta), en cursos de capacitación para la resolución pacífica de conflictosy sobre modernas formas de negociación, en la constitución de comunasestables (donde convivirían miembros de todas las religiones), así comoen la creación de cooperativas de distribución, solidaridad y ayuda mutua.42

Otra de las asociaciones que más contribuyeron a la historia de la pazen estas décadas fue la Internacional de Resistentes a la Guerra (WarResisters International). Su historia se puede remontar a 1904, en uncongreso antimilitarista celebrado en Holanda. Aquella convención acabócreando la «Asociación Internacional Anti-militarista», cuya sede prin-cipal siempre estuvo en los Países Bajos. El ideario de la asociación semovía entre el pacifismo democrático liberal de muchos de sus miembros,y un fuerte criticismo económico de influencia socialista. Durante la guerrala asociación languideció para volver a recobrar fuerzas una vez terminadaésta. En 1919, la Asociación se volvió a reunir con carácter constituyentey, en ella, se definieron las cuatro grandes motivaciones de sus miembros:el rechazo a las limitaciones personales y morales impuestas por elmilitarismo; el desprecio de todas las formas de violencia; la crítica a todaslas actividades militares de los estados como guardianes de intereses pococlaros; y, el repudio del estado capitalista. Durante el tercer congreso, en1921, la Asociación se escindió. Por iniciativa de cuatro organizacionesnacionales antimilitaristas y no-violentas acabaron creando el Paco (queen idioma Esperanto significa Paz), que un año después cambiaría sunombre por el de War Resisters International. Mientras la «AsociaciónInternacional Anti-militarista» acabaría desapareciendo en 1940, la In-ternacional de Resistentes a la Guerra fue aumentando sus filas, especial-mente, durante las décadas de los veinte y los treinta, para estar formada,en 1933, por veinticuatro países que concentraban casi todos los jóvenesdeclarados objetores de conciencia para el servicio militar.

No cabe duda que la década de los años veinte fue una auténtica olaque ensanchó la organización de la paz. No sólo fue el nacimiento y

Montaña y de la no colaboración con el mal; así como sus escritos sobre la guerra y lavida comunitaria habían calado entre muchos de aquéllos (particularmente entre losdukovores a los que había defendido de la represión zarista). Cfr. BROCK, Peter (1981)The Roots of War Resistance. Pacifism from the Early Church to Tolstoy. New York, pp.72 y ss.; TOLSTOY, Leon (1995) El reino de los Cielos está en nosotros, en ARIAS, GonzaloProyecto político de la noviolencia. Madrid, pp. 23-45 y pp. 47-49; y TROYAT, Henri(1984) Tolstoi. Barcelona, (la séptima parte: «El apóstol de la no violencia», pp. 131-213).

41. El IFOR intentó mediar, en varias ocasiones, en el conflicto civil nicaragüense(1926, 1928 y 1933) entrevistándose con el líder guerrillero, el general Augusto Sandino,con los diversos gobiernos conservadores y liberales de ese país, así como con el presidentede los Estados Unidos (1933), con el fin de dulcificar los aspectos más crueles de la guerra.

42. No cabe duda que las experiencias de Tolstoy en la comuna Yásnaia Poliana,y las Ashrams de Gandhi en Sudáfrica fueron los más claros ejemplos a imitar.

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crecimiento de organizaciones, sino también la audacia de ciertas cam-pañas cívicas para modificar las agendas de los gobiernos, paralizar leyeso llamar la atención de la opinión pública sobre ciertos climas belicistas.Así, en Holanda, se recogieron un millón y medio de firmas contra laLey Naval de 1924; en Suecia, las campañas del General Blanco (marchasy mítines con banderas, estandartes y coches en ese color) consiguieronen pocos años crear casi 1.500 locales y 50.000 afiliados con un programaen favor de la neutralidad de ese país y contra el gasto de armamento;o, señalar que, tras cada una de las reuniones sobre desarme internacionalestuvo un trabajo precedente de recogida de firmas, marchas y ocupacionespacíficas de oficinas de la Sociedad de Naciones, toda una labor concien-zudamente realizada por las organizaciones feministas.

Para coordinar todas estas acciones y dar más fuerza al trabajo de cadauna de las organizaciones, el IPB propuso la creación de un Comité queagrupara al mayor número de asociaciones. En 1923, en Basilea, sereunieron algunas de las corporaciones más importantes de todo el pla-neta43 para formar el International Committee for the Co-ordination ofPacifist Forces (aún vigente) que, estatutariamente, comenzaría a trabajardesde 1927. Sin embargo, esta macro organización tuvo una actuaciónmás funcional que operativa, puesto que no fue capaz de aunar criteriosrespecto de las conferencias sobre desarme, ni ejerció toda la presión quela cualidad de sus organizaciones y el número total de sus miembros lehubiera podido otorgar. Asimismo, acabó desgajándose por la izquierdadando lugar al Joint Peace Council, con un programa más radical sobrela objeción de conciencia y la anti-conscripción, programa que acabaríansuscribiendo personajes tan importantes como Jane Addams, SigmundFreud, Thomas Mann, Upton Sinclair, Bertrand Russell o H.G. Wells.

Quizá la única organización que siguió teniendo una mayor continuidady fuerza histórica, así como un reconocimiento institucional y guberna-mental, más allá del propio periodo de entreguerras, fue el IPB. Él fueel responsable de la organización de varias conferencias, entre 1930 y1934, con la cuestión monográfica de los Balcanes, lo que permitióreconstruir -de una forma esmerada- las distantes y enfrentadas percep-ciones e intereses de los diferentes países de la zona. El resultado fue queGrecia, Turquía, Yugoslavia y Rumanía acabaron suscribiendo un pacto,en 1934 (la Pequeña Entente), no sólo de defensa mutua (algo impensableantes de la Primera guerra mundial), sino que abarcaban la intensificaciónde relaciones políticas, económicas, culturales y religiosas. Este fue, unavez más, un claro y exitoso ejemplo de acciones diplomáticas paralelasy de construcción de entramado por la paz llevadas a cabo por la sociedadcivil organizada.

Pero, quizá, uno de sus trabajos más conocidos estuvo en difundir entrela opinión pública el alcance de la declaración formal de «renuncia a laguerra para la solución de las controversias internacionales», el llamadoPacto Briand-Kellogg (o Tratado General para la Renuncia a la Guerra),suscrito por 61 países en 1928. El cual, aunque no prohibía la guerra,marcaba unos filtros y obligaciones a los firmantes -que cumpliéndose-difícilmente se llegaría a una conflagración.44 Y, también, jugó un papelmuy destacado el IPB en el ejercicio de concienciar y presionar a lasautoridades políticas de su responsabilidad ante la cuestión del desarme.Junto a las organizaciones feministas, el Buró desplegó una campaña decartas a más de 15.000 parlamentarios de todos los países europeosllamando la atención sobre las demandas del pacifismo. Asimismo, lacuestión del desarme fue monográfica en los dos Congresos Universalesde la Paz de los años 1932 y 1933, o sea, los celebrados de forma paralelaa las sendas conferencias gubernamentales en esta materia, con el fin depresionar desde la sociedad civil organizada a la alejada sociedad política.En sus peticiones se encontraban la no fabricación de las armas bacte-riológicas, químicas e incendiarias; la creación de unas fuerzas armadasbajo exclusiva autoridad de la Liga de Naciones;45 la eliminación de todas

43. Entre ellas estaban, asociaciones propiamente pacifistas, como el ya nombradoInternational Peace Bureau (IPB), la Women’s International League for Peace andFreedom (WILPF), la World Alliance for Promoting International Friendship through theChurches, y la International Freemasons Association; sindicatos de trabajadores comola International Association of Trade Unions; macro entidades federativas como: la WorldFederation of organizations for the League of Nacions y la Union of InternationalAssociations; y corporaciones que representaban estamentos sociales o profesionistas: elInstitute for International Law, el International Democratic Action Committee, el Inter-national Women’s Council, el International Education Bureau,, el International TeachersUnion, la Union of the Leagues for Human Rights, y la World Youth League. En SANTI,Rainer(1991) 100 Years of Peace Making. A history of the International Peace Bureau and otherinternational peace movement organisations and networks. Ginebra, p. 29.

44. Consultar el tipo de cláusulas en WILFRED JENKS, C. (1972) El mundo másallá de la Carta. Cuatro etapas de la Organización mundial. Madrid, pp. 51-52.

45. La experiencia de la interposición y mantenimiento de la paz mediante fuerzasarmadas bajo bandera de la Liga de Naciones (peacekeeping) fue muy apoyado por el

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las armas que no fueran de defensa; así como sistemas para el controly verificación de estas acciones. Habría que esperar, aún, algunas décadaspara que parte de este corolario fuese aceptado.

La política agresiva y fascista italiana (en Etiopía), la retirada de Japónde la Sociedad de Naciones (por sus intereses en Corea), la llegada deHitler al poder en Alemania, la internacionalización de la guerra civilespañola y los procesos de fascistización en algunos países europeos dieronal traste con muchos de los logros institucionales conseguidos por lasociedad civil para organizar la paz. En muchos de estos países lospacifistas fueron perseguidos, enjuiciados (como conspiradores, espías oantipatriotas), encarcelados e, incluso, eliminados. La última apelacióndel IPB para la organización de una conferencia mundial sobre la paz,a celebrar tras los acuerdos de Munich de 1939, fueron desoídas. Unavez más, los movimientos por la paz -como veinte años atrás- hubieronde trabajar en condiciones precarias y contracorriente dentro de la guerra,bien en organizaciones sanitarias, en la verificación del cumplimiento detratados que afectaban al derecho bélico, en la acogida de refugiados o,tratando de mitigar los efectos de la escalada de violencia.

Sin embargo, lo que significó para el pacifismo la etapa que hemosdenominado de los Buscadores de la Paz resultó muy importante por variasrazones. Una de ellas fue que tanto desde el obrerismo social, como desdela burguesía progresista, acabaron entendiendo que sólo era posible construirla paz desde la alianza de intereses y con el decisivo y sincero apoyo alos ideales de libertad y democracia; para aquellos sectores que confiaronmás en ideales liberticidas o totalitarios, fueran obreros o burgueses, laspolíticas dictadas por sus ideologías llevaron a fórmulas de enfrentamientoe, incluso, de lucha y eliminación antagónica, las cuales condujeron a laguerra; asimismo, para aquellos elementos demasiado neutros la cons-trucción de la paz se erigió bajo el miedo y la transacción hacia losviolentos, no pudiendo parar la escalada hacia el belicismo y la guerra,entre otras razones por recelo a apoyarse en los sectores que, verdade-ramente, respaldaban la paz y el ensanchamiento democrático desde lasociedad civil. Asimismo, si construir la paz era también edificar lademocracia, ello significaba contar con otros sectores tradicionalmente

arrinconados como las mujeres, las cuales habrían de demostrar su di-namismo político y social, así como su capacidad organizativa y movi-lizadora de recursos en sus campañas en este periodo. Este fue, quizá,uno de los avances más significativos.

Otra de las cuestiones fue que el pacifismo acabó articulándose deuna manera organizativa mucho más coherente, uniendo fuerzas mediantela creación de macro asociaciones estables, con importantes infraestruc-turas y número de seguidores; trabajando a modo de lobbies, de gruposde presión, ante las nuevas instituciones supranacionales como la Sociedadde Naciones, o ante sus propios gobiernos nacionales; pero, sobre todo,llevando a cabo una iniciativa diplomática que cosechó algunos éxitosnotables y, particularmente, demostró la potencialidad y la esperanza quepodía suponer este tipo de iniciativas en el futuro. Igualmente esa presiónse ejerció sobre algunos de los temas que habrían de controlar las escaladasmilitaristas: desarme, control de la fabricación y venta, reducción de losejércitos, etc., o en el más decisorio trabajo preparatorio del Pacto Briand-Kellogg, al que le debe mucho las acciones calladas de tantos activistaspor la paz. Asimismo, se avanzó en lo que se refería a motivar un debateen la sociedad en torno al necesario reconocimiento y respeto por laobjeción de conciencia (por los motivos que fuesen), reconocimiento nosólo social, sino sobre todo jurídico. En este campo se avanzó algo enlos países anglosajones y nórdicos, pero no tuvieron el mismo reflejo enlas naciones latinas y eslavas.

Por último, y aunque no hemos hablado aún de ello (lo haremos conbrevedad más adelante) algunas de las experiencias históricas más inte-resantes para el pacifismo contemporáneo se dieron en este periodo deentreguerras, me refiero especialmente a la utilización de técnicas de luchano-violenta para la reivindicación de derechos y libertades (como los casosde los indios en Sudáfrica o la India), o a formas de defensa popular no-violenta contra ejércitos de ocupación o normativas dictadas por éstos(casos de la sociedad civil en Dinamarca, Noruega u Holanda frente alas tropas alemanas). Pero, más allá de estas acciones colectivas, laimportancia no sólo radicó aquí en la notable efectividad de la no-violenciasino, muy especialmente, en la renovación teórica e ideológica que in-trodujo la no-violencia en el pensamiento pacifista.

IPB, siendo uno de sus elementos más fuertes como lobby por la paz. Víd. JAMES, Alan(1990) Peacekeeping in International Politics. London (especialmente los primeros ca-pítulos relativos al mundo de entreguerras).

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4. EL PACIFISMO DE LA NO-VIOLENCIA

La incorporación de la no-violencia como filosofía y modelo de vidaal pensamiento pacifista es muy antigua, «tan antigua como la montaña»-diría Gandhi-.46 Metáfora aceptada por todo el pacifismo por cuantoaquélla se había manifestado en las grandes religiones como el taoísmo(y su amor universal), el hinduísmo (y su concepto de ahimsa), el budismo(y su unidad y piedad de todos los seres vivientes), el cristianismo (y suamor a los enemigos)..., en el confucionismo, el jainismo, el bahá’ísmo,etc.; también había aparecido en algunas corrientes filosóficas como elcinismo, el estoicismo o la teosofía;47 o, fue puesta en práctica por muchascomunidades de la Tierra como forma esencial de vida.48

Sin embargo, entendida como un método de lucha o de acción colectiva,así como una alternativa clara a las formas de poder convencional y alejercicio tradicional del mismo es relativamente reciente y se ha convertidoen una opción -que podríamos denominar como revolucionaria- parafacilitar los cambios sociales y mentales. Tanto es así que el siglo XX(que ha sido considerado: el siglo más violento de la historia49 ) no se puedeentender sin la irrupción -de una manera muy clara en todos los órdenes-de la no-violencia en todas las grandes luchas emancipatorias de lahumanidad contemporánea: desde los movimientos de liberación de lamujer, pasando por la extensión de los derechos humanos a los sectoresmás desprotegidos y marginales, junto a las conquistas anticoloniales, la

edificación de la conciencia ecológica o los esfuerzos por la construcciónde sociedades más pacíficas y tolerantes, entre otros. Esta universalidadde la no-violencia es testimonio de su extraordinaria compatibilidad,ductilidad y adaptabilidad a todas las exigencias políticas y sociales, almargen de las geografías, las culturas o los grupos que la utilicen.

Pero, también hay que señalar que, aunque, en la Historia de la Paz,la No-violencia ha jugado un papel central, el conocimiento que se tienede ésta es aún muy parcial e insatisfactorio. La elaboración historiográficaal respecto, la atención que se le ha prestado como fenómeno de cons-trucción social o su propia difusión como teoría política constituyen unauténtico puzzle para el científico social, es decir, un sinfín de piezas quehay todavía que clasificar, ordenar y colocar para la construcción no sólode la No-violencia como hito y proceso histórico, sino para encuadrarlaen una particular Historia de la Paz, o en una Historia más general dela humanidad. El sentido metafórico de puzzle indica, por tanto, quetenemos bastantes fuentes, material y hechos para pensar que es posibleabordar el montaje de una Historia de la No-violencia (esto al menos seríaseguro en la época contemporánea), pero aún nos faltan datos para darlela continuidad espacial y temporal que intuimos que tiene, como asimismo,necesitamos más esfuerzo historiográfico tanto para descubrir la no-violencia dentro de los epifenómenos y procesos de la violencia, comoun tratamiento más especializado para abordar las problemáticas espe-cíficas derivadas del estudio, análisis y alcance de la no-violencia en lahistoria.

Sí podemos decir abiertamente que existe un claro déficit historiográ-fico, también podemos señalar que aunque la no-violencia es, hoy porhoy, muy conocida, entre otras cosas por ser sus técnicas muy utilizadaspor los nuevos movimientos sociales (entre ellos el pacifismo), sin embargo,suele ser confundida demasiado habitualmente con formas políticas ysociales que indican o manifiestan altos grados de pasividad, debilidado reformismo. Esto es, existen un buen número de tópicos y falseamientosen torno al concepto, su historia, su significación, qué actores la hanutilizado, cuáles son sus limitaciones, etc., todo ello directamente asociadoal proceso de banalización o, simplemente, de ignorancia intencionadaque la hegemonía de ciertas escuelas sociales y políticas de conocimientola han asociado con aquellos términos de pasividad, debilidad o refor-mismo.

Nada más lejos de la realidad. La no-violencia ha implicado, siempre,un nivel de concienciación muy alto, un compromiso moral y ético muy

46. Víd. GANDHI, Mahatma (1979) Todos los hombres son hermanos. Madrid, 126y ss.

47. La bibliografía sobre las religiones y las corrientes filosóficas es muy abundante,pero véanse como referencia SALBIDEGOITIA, José María (1994) El esfuerzo humanopor vivir en paz. Bilbao, 11-30; GARCIA, Víctor (1988) La sabiduría oriental. Madrid;o, PANIKKAR, Raimon (1993) Paz y desarme cultural. Santander.

48. La bibliografía en este aspecto está necesitada de más investigaciones empíricas,antropológicas, etnológicas e históricas, pero existen suficientes ejemplos en la literaturacientífica -víd. McCARTHY, Ronald y SHARP, Gene (1997) Nonviolent Action. A ResearchGuide. New York & London-, para pensar que muchos pueblos de la Tierra (como losZo’é en el Amazonas o los Baya en Centroáfrica) practicaron y practican la no-violenciacomo sistema de vida y de relaciones de poder -cfr. también el concepto en este sentidode «sociedades pacíficas», en MELKO, Matthew (1984) Peaceful Societies, en LASZOL,Ervin y YOO, Jong Youl (eds.) World Encyclopedia of Peace, II, 268-270-.

49. Cfr.HOBSBAWN, Eric (1994) Age of Extremes. The Short Twentieth Century,1914-1991. London [traducción como Historia del siglo XX. Barcelona, 1995].

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fuerte por la justicia, la renuncia expresa a la violencia para facilitar elentendimiento y la negociación, está considerada por quienes la utilizancomo un arma de los fuertes de convicción y, apuesta por cambiosrevolucionarios, por giros significativos, pero no sólo en los sistemas yestructuras, sino muy especialmente en la mentalidad y la conciencia delos seres humanos.

Por tanto, sea considerada como la «búsqueda de la verdad» (Gandhi);como la «fuerza de amar» (Luther King); como una «presión moralliberadora» (Helder Cámara); como una «manera activa de combatir elmal» (Lanza del Vasto); como una fuerza «más subversiva que los fusiles»(León Tolstoy); como «una forma de rebeldía permanente» (Aldo Ca-pitini); como la «voluntad consciente de los hombres que han renunciadoal empleo de la violencia para resolver los conflictos» (Norberto Bobbio);etc.;50 la no-violencia no sólo ha sido y es un método (cada vez mássofisticado y eficiente) de lucha activa y dinámica para transformar losconflictos, denunciar los niveles existentes de violencia o abordar cambiosrepresentativos en las sociedades;51 sino, también, una doctrina que estárenovando -en ciertas escalas y niveles- filosófica y metodológicamentea otras disciplinas de conocimiento, tales como la historia, la teoría política,la sociología, la antropología o la religión, y también las llamadas cienciasexperimentales.52 Esto implica, en definitiva, una manera de abordar laconstrucción social y del conocimiento desde otras metodologías y pers-pectivas diferentes a las hegemónicas fundamentadas en la violencia, lasupremacía o la imposición; y, por tanto, una apuesta por formas decooperación, compromiso y negociación. Las cuales implican una visiónde mayor confianza en el género humano; una concepción del conflictomás abierta, participativa y alternativa; la capacidad de compromisorenovado con la justicia; y la construcción de unas relaciones fundamen-

tadas en la cultura de la paz, la redención y la reconciliación. Difícilmente,este elenco programático puede contemplarse como reglas para pasivosy pusilánimes.

Por todo ello, lejos de identificarse con la debilidad, la apatía o elmiedo frente a la violencia, el ejercicio de la no-violencia implica in-tervenir de una manera activa e imaginativa en los conflictos, envolversey mezclarse con la violencia para contrarrestarla, y presentar alternativaspacíficas para resolver dificultades y controversias. Así, para los no-violentos, se trata de una parte, de una decisión ética y racional, en laque los grupos o los individuos renuncian expresamente a la violencia,porque están convencidos de ello o porque en su análisis de las ventajasy desventajas llegan a la conclusión de que la no-violencia acarreará másbeneficios para evitar una escalada negativa del conflicto. En el caso dela primera opción, se trata de una ética de la convicción (gandhiana)asentada sobre fuertes certezas, seguridades y convicciones, muy firme,estable y duradera; en el segundo caso, se trata de una opción racionaly pragmática que podría verse torcida si cambian las circunstancias departida. Adoptada la decisión, la acción no-violenta debe estar siempreorientada a la optimización de todos los medios disponibles y vinculadaa formas creativas y sugestivas de movilización de recursos, en cuyoamplísimo abanico de posibilidades está desde la negociación, el arbitraje,la agitación, la demostración, el ultimátum, la huelga, el boicot o el ayuno;hasta la objeción fiscal, la no colaboración, la desobediencia civil, elgobierno paralelo, etc.

La posibilidad real y la potencialidad política de estas formas de accióncolectiva dan un fuerte protagonismo a sectores y grupos sociales ge-neralmente marginados (mujeres, indígenas, harijans, pacifistas, etc.) dela actividad pública y de las formas tradicionales del poder, pero tambiénhan reforzado las acciones de los ciudadanos de clase media en las luchasurbanas o en la extensión de la ciudadanía. Se ha sugerido, no sin razón,que la no-violencia ha generado nuevas formas de poder popular.53 Nose trata sin embargo, de un arma de los débiles, sino de demostracionesde fuerza diferentes a las tradicionales. Unas formas de poder positivocon capacidad de obtener de los otros el comportamiento deseable, detransformar la voluntad de los adversarios sin necesidad de recurrir a laviolencia, aunque sí a muchas formas de fuerza y energía que obtienen

50. Se pueden consultar más definiciones en LARSON, Jeanne & MICHEELS-CYRUS,Madge (compiled) (1987) Nonviolence, en Seed of Peace. A Catalogue of Quotations.Philadelphia, 159-177.

51 Víd. PATFOORT, Pat (1992) Construire la nonviolenza. Per una pedagogia deiconflitti. Molfetta (BA).

52. La bibliografía es muy extensa, pero valga como botón de muestra dos libros encampos bien diversos: sobre las repercusiones «revolucionarias» de la no-violencia en lasociología se puede consultar a L’ABATE, Alberto (1990) Consenso, conflitto e mutamentosociale. Introduzione a una sociologia della nonviolenza. Milano; y en materia de filosofíade la ciencia (experimental) la visión de conjunto realizada por DRAGO, Antonino (1991)Le due opzioni. Una storia populare della scienza. Molfetta (BA). 53. Cfr. SHARP, Gene (1973) Politics of non-violent action,, Boston, 3 vols.

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resultados positivos gracias a la persistencia de las acciones, al valor delnúmero o la espectacularidad de aquéllas.

Tanto porque son actos fundamentados en comportamientos éticos yracionales, así como porque requieren de una importante disciplina yautocontrol, la no-violencia suele ser un proceso individual y colectivomuy interiorizado, al que se llega tras un largo debate interno y social,y no por un transcurso espontáneo o más o menos natural. Debate (for-mación, aprendizaje, experimentación, etc.) al que suele ayudar a decan-tarse, especialmente para muchos ciudadanos, si existe un fuerte liderazgo,un modelo a seguir, una persona o personas que hacen de influenciadoreso facilitadores,54 o también existen grupos, partidos, sindicatos o comunasque hacen esa función.55 Los cuales, unos u otros, puede marcar el caminoante las dudas y vacilaciones. Pero, al contrario que la violencia, no valesólo su capacidad mimética, sino un aprendizaje y un entrenamiento previoque, históricamente considerado, nunca ha resultado infranqueable allídonde se ha pretendido utilizar.

En cuanto a su historia más reciente, muchas de las formas de pacifismode las que hemos hablado se han alimentado de las doctrinas de la no-violencia: diálogo y persuasión, coherencia entre medios y fines, absten-ción unilateral de la violencia, sentimientos y valores de paz y concordia,etc. Pero ha sido, especialmente, durante el siglo XX en el que se haproducido un auténtico despertar de la no-violencia, porque no ha existido

hecho destacable de cambio y transformación social y política (decisivopara la humanidad) en el que no haya estado presente. Bien sea en la luchapor la emancipación colonial, en la pugna contra los regímenes dictatorialesy totalitarios, en la apuesta por la expansión de los derechos y libertadesdemocráticas, o en la adopción de nuevos paradigmas y políticas alter-nativas a las dominantes. Cuatro áreas o campos muy interconectados quehan tenido como elemento común el hilo conductor de la no-violenciacomo instrumento de soberanía de la voluntad humana.

Veamos: en cuanto a su presencia en la lucha contra la dominacióncolonial:56 el caso más paradigmático ha sido el de la comunidad indiana,en primer lugar en Sudáfrica (1906-1914) y posteriormente por la inde-pendencia de la India del dominio británico (1915-1947).57 Y, aunque deambos fue protagonista e iniciador el Mahatma Gandhi, no cabe dudaque la respuesta masiva a sus llamamientos implicaba toda una urdimbrepolítica en torno a la no-violencia y todas sus técnicas en un país espe-cialmente complejo por su variedad de castas, lenguas, culturas, religionesy etnias. Las formas de desobediencia civil organizada y de no-colabo-ración específica en grado de masas marcaría ejemplarmente para el futurolas enormes posibilidades de la política de la no-violencia en este campode la emancipación.58

Si bien es cierto que en otros procesos de descolonización la no-violencia convivió con acciones violentas o grupos guerrilleros revolu-cionarios, no es menos cierto que en cualquiera de los casos que se ilustre

54. Los casos más notorios son los del Mahatma Gandhi y Martin Luther King, perono son ni mucho menos los únicos, cabe añadir a: Badshan Khan, Dorothy Day, NelsonMandela, Aldo Capitini, César Chávez, Petra Kelly, Aung San Suu Kyi, Chico Mendes,etc. En este sentido para una teoría del liderazgo amoldada a lo que señalamos nos hemosbasado en GADNER, Howard y LASKIN, Emma (1998) Martin Luther King, hijo: ejercerel liderazgo en un entorno en rápido cambio, en Mentes líderes. Una anatomía del liderazgo.Barcelona, 267-289; GADNER, Howard (1998) Mahatma Gandhi: un dominio sobre losdemás, en Mentes creativas. Una anatomía de la creatividad. Barcelona, 333-376; y, delmismo autor (1999) El influenciador: el caso de Gandhi, en Mentes extraordinarias. Cuatroretratos para descubrir nuestra propia excepcionalidad. Barcelona, 132-154.

55. Estos son los casos de la Comunidad del Arca para la realización de un trabajoa pequeña escala; o el Die Grünen (partido de los verdes alemanes) para prácticas y accionesde masas. Víd. LANZA DEL VASTO (1988) El Arca tenía por vela una viña. Salamanca,o DRAGO, Tonino (1997) Atti di vita interiore ovvero l’approfondimento nonviolento delnostro patrimonio di fede. Torre dei Nolfi, ambos para el primer caso; y, KELLY, PetraK. (1992) Pensar con el corazón. Textos para una política sincera. Barcelona, para elsegundo.

56. No conviene olvidar que el primer proceso importante de emancipación colonial-en la época contemporánea-, correspondió a las Trece Colonias norteamericanas, en cuyosacontecimientos jugó un papel muy destacado las formas de resistencia y desobedienciano-violentas. Asimismo, se puede decir lo mismo de los movimientos nacionalistas comoel húngaro o el italiano a caballo entre la primera y la segunda mitad del siglo XIX, taly como ha podido demostrar SHARP, Gene (1973) Politics of Non-violent Action. Boston,volumen I.

57. La bibliografía sobre la experiencia india de emancipación colonial es abundan-tísima, pero una obrita que sabe recoger y combinar la importancia de descolonizacióny no-violencia se puede ver en PUCHEPADASS, Jacques (1976) La India del siglo XX.Madrid, 114-145.

58. Como demuestra Giuliano PONTARA, en un magnífico trabajo introductorio sobrela producción gandhiana, y no sólo la no-violencia liberaba del dominio colonial, sinoque tenía mayores proyecciones -no sólo políticas-,sino sociales y culturales, en «Il pensieroetico-politico di Gandhi», en GANDHI, M.K. (1996) Teoria e pratica della non-violenza.Torino. Para las repercusiones económicas de los postulados gandhianos en DIWAN,Romesh y LUTZ, Mark (1985) Essays in Gandhian Economics. New Delhi.

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el uso de sus técnicas fueron una condición sine qua non para culminarcon éxito los procesos emprendidos. Tanto en África, como en Asia,durante las décadas del sesenta y setenta los movimientos populares,nacionales y descolonizadores se fundamentaron en morfologías de laprotesta no-violenta, otra cuestión es que la hegemonía y liderazgo delos partidos únicos o de los frentes de liberación (de ideología marxistao populista) desdibujaran completamente este origen y el fundamentoteórico sobre el que se basaba la naturaleza de la resistencia y la des-obediencia a las autoridades coloniales. Desde la India (1947), hasta TimorOriental (1999), pasando por la más polémica Intifada palestina,59 todalucha de liberación nacional ha tenido que beber de la fuente doctrinalde la teoría política de la no-violencia.60

También ha destacado la no-violencia por la lucha contra los regímenesdictatoriales y totalitarios: éstas son, posiblemente y con diferencia,algunas de las etapas más duras y dolorosas de la acción no-violenta, pueseste tipo de gobiernos no suelen tener escrúpulos a la hora de cometertodo tipo de desmanes, atropellos y atrocidades contra los que se atrevena desobedecer, resistirse o solicitar la restitución de las libertades yderechos democráticos. Y, aunque, las metodologías de la «presión moralliberadora» no cambian sustancialmente con respecto a otras situaciones,no es menos cierto que se hacen necesarias ciertas variaciones como eltrabajo en pequeñas células o grupos, una innegable clandestinidad, lamáxima de las atenciones para evitar sistemas de represalias inútiles, obarajar con la mayor de las cautelas una acción de masas porque un fracasopuede conducir a una situación manifiestamente más violenta que la departida.

Una de las etapas más interesantes, en este sentido, se desarrolló durantela ocupación militar de Europa por los regímenes nazi y fascista deAlemania e Italia. Son conocidos los esfuerzos de los enseñantes noruegoscontra la nazificación emprendida en las escuelas por su gobierno cola-boracionista (1942). La no-cooperación de los daneses con los funcionariosnazis para hacer más dificultosa la persecución de la comunidad de judíos(1943). Esto mismo ocurrió en Bulgaria (1942-44). O, los actos de rebeldíade los universitarios dirigidos por Aldo Capitini en Italia (1944).61

Tras la guerra mundial, especialmente en la Europa del Este, la Europacomunista, los casos de la República Democrática de Alemania (1953),Hungría (1956-57) y Checoslovaquia (1968) marcaron hitos importantespara el futuro, fueron las primeras huelgas generales y boicots en unrégimen de socialismo real en el que no sólo se movilizaron obreros, sinoestudiantes, amas de casa e, incluso, funcionarios descontentos con lasformas esclerotizadas y sovietizadas alcanzadas. También resultó de vitalimportancia para estos movimientos de masas no-violentos el difícil juegode los equilibrios de la guerra fría, así como la presión de la opinión públicainternacional, lo que hizo fracasar políticamente los levantamientos, peroa cambio de demostrar la gran debilidad ideológica del estalinismo sobreel que se sustentaba el poder soviético.62

Años después, en la Polonia de la década de los ochenta el sindicalismolibre de Solidarnosc supo combinar la acción de masas sindical, con lamovilización espiritual católica y el descontento de otros sectores urbanos.Un movimiento que, aunque surgió mal organizado, pronto adquirió unagran fuerza no sólo por las robustas convicciones religiosas de sus líderes(como Lech Walesa), sino muy especialmente por el eco y el apoyointernacional occidental recibido desde el primer momento. Pero, indu-dablemente, la estrategia no-violenta no hubiera tenido tanto éxito si nose hubiera sabido combinar con apelaciones históricas nostálgicas y unprograma suficientemente amplio de ideales democráticos y nacionalistas

59. La he señalado con el calificativo de «polémica» por cuanto no existe unanimidadentre los especialistas al calificar la Intifada como una campaña típicamente no-violenta,aunque sí tiene algunos rasgos comunes a ésta: resistencia al «mal», desobediencia civil,no-cooperación, boicot, etc. Precisamente, llegamos a la conclusión de que su estudio teóricoes de mucho interés, porque se mueve en un terreno ambiguo y movedizo en la práctica:mediante el uso de la violencia de una forma moderada, limitada y calculada; y, porque estabaprotagonizada por actores muy singulares: fundamentalmente niños. Cfr. GALTUNG, Johan(1989) Palestina-Israele. Una solucione nonviolenta?, Milano y AWAD, Mubarak E. (1989)Resistenza nonviolenta: una strategia per i territori palestinesi occupati, en SALIO, GiovanniI movimenti per la pace III. Una prospettiva mondiale. Torino, 165-176.

60. Víd. sobre las fuentes y la naturaleza de estas luchas no-violentas a RANDLE,Michael (1998) Resistencia civil. La ciudadanía ante las arbitrariedades de losgobiernos.Barcelona.

61. Víd. SKODVIN, Magne (1979) Resistenza nonviolenta in Norvegia sottol’occupazione Tedesca, Torino; BENNET, J. (1979) La resistenza contro l’occupazioneTedesca in Dinamarca.Torino y CAPITINI, Aldo (1966) Antifascismo fra i giovani. Trapani.Y la obra más general, abarcando más experiencias y países en SÉMELIN, Jaques (1993)Senz’armi di fronte a Hitler. La Resistenza civile in Europa, 1939-1943. Torino.

62. Víd. EBERT, T. (1984) Resistenza nonviolenta contro regimi stalinisti?, en Ladifesa popolare nonviolenta: un alternativa democratica alla difesa militare. Torino, 96-126 y SHARP, Gene, op. cit.

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(o antisoviéticos). La cuestión polaca ayudó a precipitar el derrumbe delos regímenes comunistas, porque tal experiencia alimentó esperanzas enviejos grupos políticos de disidentes y jóvenes generaciones ansiosas decambios sociales. El año 1989, supuso el mayor despliegue de masas quede una manera más o menos espontánea ocupó embajadas extranjerasbuscando un visado; cruzó las fronteras en dirección a Occidente; o,simplemente, comenzó a resistirse o a desobedecer órdenes de sus go-biernos. El desconcierto generalizado, posiblemente, podría haberse res-tituido con medidas de fuerte represión, pero ello no hubiera hecho sinodeslegitimar aún más las reformas emprendidas (glasnost y perestroika)por Moscú. Sin duda jugó un papel importante la experiencia organizativade la disidencia, la creciente resonancia de los derechos humanos en lapoblación civil, la presión de Occidente y la ineficacia gubernamental.El resultado fue que la caída del telón de acero se hizo de la manera menosesperada: con actos de desobediencia, de resistencia, de no-colaboracióny de boicot, es decir, mediante acciones no-violentas.63

Al calor de los acontecimientos europeos, importantes y dinámicossectores de la disidencia china intentaron minar las bases del podertotalitario y desafiar a las autoridades del comunismo chino. Tian’an Men,sin embargo, no contó con los suficientes apoyos internacionales, ni lossectores sociales e intelectuales que sostuvieron las concentraciones deestudiantes habían hecho un trabajo previo de concienciación en la no-violencia y los derechos humanos. Y, aunque esto implicó algunos erroresde cálculo, ello no significó improvisación; sin embargo la responsabilidad(criminal) sólo compitió al gobierno que, desconcertado, hubo de cambiara las tropas que se habían negado a disparar contra la multitud, por otrasprocedentes de origen mongol. La abyecta represión que se abrió, tras1989, ha acabado demostrando que Tian’an Men se ha convertido en unhito insustituible en la defensa de los valores democráticos, no sólo enChina, sino en todo el mundo.64

En otras geografías y dictaduras, como en Latinoamérica, los movi-mientos sociales que se han apoyado en metodologías no-violentas hancausado una destacada solidaridad internacional. Su trabajo se ha sostenido

en la reivindicación de las libertades y en la defensa de los derechoshumanos, una labor en muchas ocasiones callada, concienzuda y constante.La cuestión de los desaparecidos, entendida desde la no-violencia comouna lucha por la recuperación de la memoria de las víctimas, por labúsqueda de la verdad y de la justicia, por evitar la impunidad ética ypolítica y por construir una reconciliación sobre bases duraderas y sos-tenibles ha centrado buena parte del quehacer de asociaciones como el«Servicio de Paz y Justicia», la agrupación de «Madres y Abuelas de laPlaza de Mayo» o las «Brigadas Internacionales para la Paz».65 Asimismo,el caso de Filipinas ha constituido un ejemplo histórico de activismo no-violento contra la dictadura de Ferdinand Marcos. Tanto las accionesprevias desde el exilio de Benigno Aquino, como posteriormente elliderazgo ejercido por su viuda, Corazón Aquino, atrajeron hacia la no-violencia a grandes masas que demostraron una gran capacidad de dis-ciplina para derribar ordenadamente una dictadura con varias décadas devida. Este hecho modélico se ha denominado por la historiografía de lano-violencia como el poder del pueblo, es decir, la transformación políticaradical de unas masas que, durante la dictadura, estaban habituadas acomportamientos pasivos, obedientes y desmovilizados. Ese proceso dederribo de la dictadura y de andadura hacia la democratización del paísse hizo a través de las consignas y acciones no-violentas, así como delas actividades de los agentes sociales (asociaciones políticas, agrupacio-nes de vecinos, iglesias católica y protestante, etc.) que apostaron por unadirección no-violenta del cambio.66

Otra de las manifestaciones de la no-violencia de masas fue la rei-vindicación de derechos y libertades: la lucha por el reconocimiento dederechos civiles y políticos se manifestó, ya, durante la etapa gandhianaen el programa de apoyo a los Harijan (Hijos de Dios), aunque existieronprecedentes importantes entre los grupos de cuáqueros que lideraron laabolición de la tenencia y mercado de esclavos; entre los movimientosfeministas en su lucha por la obtención del voto y la igualdad civil; entrefiguras como Tolstoy en su apoyo por la libertad religiosa de los dukjovoresen la Rusia zarista; la de los grupos de objeción de conciencia contra la

63. Cfr. AA.VV. (1987) «Rivolte operaie, colpo di stato e resistenza nonviolenta inPolonia. Dalle lotte di Danzica ad oggi», en I Quaderni della Difesa Popolare Nonviolenta,13, Padova.

64. Cfr. AA.VV. (1997) Il puzzle della nonviolenza.Padova, 73-79.

65. Víd. SALIO, Giovanni (1989) I movimenti per la pace. III Una prospettivamondiale.Torino, 203-225.

66. Cfr. GOSS-MAYR, Jean e Hildegard (1997) Come i nemici diventano amici. Insiemeper la nonviolenza, la giustizia e la reconciliazione. Bologna, 174-204.

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guerra y su flagelo; o años más tarde, con grupos católicos liderados porDorothy Day o grupos sindicales de origen chicano por César Chávez.67

Sin embargo, las más conocidas campañas por la obtención de losderechos civiles se fraguaron en Estados Unidos en los años 50 y 60, bajoel liderazgo del ministro baptista Martin Luther King y de una serie deorganizaciones muy activas (la Asociación Nacional para la Promociónde la Gente de Color, el Congreso para la Igualdad Racial o el ComitéEstudiantil de Coordinación No violenta) entroncadas con movimientosreligiosos (La Conferencia de Líderes Cristianos del Sur o la Alianza deMinistros Baptistas) y ramificaciones y expresiones muy singulares dela cultura afroamericana.

Desde el boicot a los autobuses de Montgomery en Alabama, a lascampañas en otros estados del Sur por la integración en el sistema escolar,la obtención del voto, las políticas de incorporación de la comunidad negraa servicios sociales y asistenciales, etc. consiguieron en sólo una décadamás que los cien años que habían transcurrido desde el final de la guerracivil. Y, aunque en estas acciones no dejó de haber violencia institucional,racial y revolucionaria, y ciertos grupos basados en éstas nacieron o seconsolidaron (p.e. el Black Power o el Ku-Klus-Klan), resultan innegableslos efectos políticos y psicológicos conmovedores que cada una de lascampañas realizadas por las cohortes de activistas no-violentos acabaronproduciendo entre la población. La propia Marcha sobre Washington(agosto de 1963) marcaría el punto simbólico e histórico de no retornodel pacifismo no-violento, un hito que como la Marcha de la Sal de Gandhi,la Plaza de Tian’an Men, o la Caída del Muro de Berlín son contribucionesde la historia de la no-violencia a la historia general de la humanidad.Son signos, figuras e imágenes asociadas a grandes cambios y paradigmas,

son escenarios que sintetizan importantes puntos de inflexión del devenirhumano, en los que las expresiones de voluntad, racionalidad, libre al-bedrío y libertad apuestan por una construcción pacífica del futuro.

La virtud del trabajo no-violento en los Estados Unidos, por parte dela población de color, resultó más efectiva de lo esperado: el problemanegro se dio a conocer en todo el Planeta, los medios de comunicacióntransmitieron muchas de las consignas y discursos que dejaron ver contoda nitidez la violencia estructural y física que sufría una comunidadminoritaria en el país que se sentía orgulloso de ser una de las democraciasmás viejas del globo. Pero, sobre todo, se vislumbraba la realización -o su comienzo- del objeto central de la no-violencia como estrategiapolítica: el principio de la liberación comenzaba por la participacióndemocrática, por la toma de conciencia y por el ejercicio del poderciudadano, ese había sido uno de los grandes logros, porque la políticaalimentaría el resto de los espacios de poder.68

Como en los Estados Unidos de los años sesenta, en otros muchospaíses se han realizado campañas de reivindicación de derechos y liber-tades. Una de las más significativas en las últimas décadas han sido lasluchas masivas y exitosas de naturaleza no-violenta en Sudáfrica. Elesfuerzo contra el sistema del apartheid requirió una mayor movilizacióny continuidad, además de un apoyo firme y presión de las opinionespúblicas y las ciudadanías de terceros países -especialmente de Europaoccidental y de los Estados Unidos de Norteamérica-, pero con resultadosfrancamente positivos. Pero, si esta forma de liberación política ha sidomuy clara para la ampliación de libertades y reconocimientos de minorías-o mayorías- marginadas por cuestiones de raza, también lo está siendo-desde hace tiempo- para otros colectivos o grupos sociales cuyas rei-vindicaciones están siempre en la ampliación de las fronteras limitativasde conceptos como la ciudadanía, la igualdad y la justicia: grupos étnicos,indígenas, campesinos, homosexuales, discapacitados, mujeres, insumi-sos, etc. Es en estos campos donde la filosofía de la no-violencia seentrecruza con la teoría de los derechos humanos, y donde las acciones

67. Víd. para el caso de los quáqueros a BROCK, Peter (1981) The Roots of WarResistance. Pacifism from the Early Church to Tolstoy. New York, pp. 72 y ss.; para losmovimientos feministas a McALLISTER, Pam (ed.) (1982) Reweaving The Web of Live.Feminism and Nonviolence. Baltimore; acerca de Tolstoy y este grupo religioso enTOLSTOY, León (1998) Doukhobors, en Objeciones contra la guerra y el militarismo.Murcia,17-23; sobre la objeción de conciencia en FRONSAC, H.- CLÉMENT, M.- RÉGAMEY,P. (1964) No-violencia y objeción de conciencia. Barcelona, y LEMKE-SANTANGELO,Gretchen (1989) The Radical Conscientious Objectors of World War II: Wartime Expe-rience and Postwar Activism, en Radical History Review, 45, 5-29; y, en cuanto a loslíderes sindicales puede consultarse McNEAL, Patricia (1992) Harder than War. CatholicPeacemaking in Twentieth-Century America. New Jersey.

68. La bibliografía resulta amplísima, pero para las cuestiones que hemos mantenidocomo ideas fuerza se puede ver BLUMBERG, Rhoda Lois (1988) Los derechos civiles.La lucha por la libertad en la década de 1960. Buenos Aires; LENZ, R. (1990) Symbols,the News Magazines, and Martin Luther King, Baton Rouge; GARROW, D. (1986) Bearingthe Cross: Martin Luther King, Jr., and the Southern Christian Leadership Conference.New York.

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y campañas de desobediencia, boicot o desaprobación a los sistemaspolíticos, económicos y sociales imperantes buscan -en una lucha desdedentro de los mismos- ensanchar la capacidad y potencialidad de lademocracia; el reparto equitativo de recursos, bienes y riquezas; el re-conocimiento de la diferencia, etc. Actúan como auténticos grupos depresión, desigualmente organizados y no siempre coincidentes en sus finesprogramáticos.

Por último, otro de los ámbitos donde las acciones y las conductas dela no-violencia se han desarrollado, en los últimos tiempos, han sido enel sostenimiento de políticas alternativas: tales como una nueva culturapara la construcción de la paz; una educación fundamentada en un sistemade valores democráticos y sostenibles; en la crítica a modelos energéticosno renovables o altamente peligrosos para las generaciones presentes yfuturas (incluida la energía nuclear); en una defensa del medio ambiente;en un uso más racional de nuestra relación con la naturaleza (entre otrascon formas como el vegetarianismo); en la incorporación de la ética a laexperimentación con animales; en modelos de defensa completamentediferentes a los actuales (defensa popular no-violenta); así como a todaslas campañas humanitarias que se han basado en una extensión seria y realde los derechos humanos (contra la tortura y la pena de muerte; por larestitución de la justicia en situaciones de violaciones sistemáticas; por elapoyo a las mujeres en zonas de conflictos; por el amparo a los refugiados;por las campañas sanitarias y alimentarias en países necesitados, etc.).

Algunas de estas reivindicaciones son viejas y tienen años de maestríay experiencia sobre las espaldas de muchos activistas y teóricos de lano-violencia. Tan sólo expondré algunos ejemplos para ilustrar cómodesde muchos campos y geografías ha existido y existe un trabajoconstante de difusión, cimentación y experimentación: la lucha por laintegración de los marginados, por restarle terreno a las mafias de la droga,por cargar de orgullo a grupos de desheredados comenzó, allá por losaños 50, en Sicilia a cargo de Danilo Dolci. Asimismo, la dedicaciónsindical y el trabajo no-violento en los barrios de trabajadores, en Turín,se debió al abogado Domenico Sereno Regis. La lucha por la modificaciónde las leyes sobre la objeción de conciencia al servicio militar y contraun modelo de defensa basado en el despliegue del armamentismo nuclearse dio, en esa misma década, con Aldo Capitini y su grupo de Perugia.La cuestión de la defensa popular no-violenta (con antecedentes seriosen los años treinta) se revitalizó con profesores muy comprometidos quehan dedicado décadas a demostrar la sostenibilidad y eficiencia de la

misma, tales son Ebert, Drago, Sémelin, por citar sólo algunos. El estudioy resonancia dado a la cultura de la paz y la difusión de la no-violenciase han acabado popularizado por personas como los matrimonios Boul-ding o Goss-Mayr, o por profesores como Galtung, Lederach, Pontara,Salio, Martirani o L’Abate; los cuales han permitido ensanchar progre-sivamente el campo teórico de la no-violencia: a la resolución pacíficade conflictos, a la psicología, la sociología, la ética, la geografía, lapedagogía, etc.

Igualmente, la difusión de formas organizativas de base, con técnicasde lucha no-violenta o con modelos de gestión democráticos y muyparticipativos, permitieron la difusión de las organizaciones no guberna-mentales en el terreno de la ecología, los derechos humanos y la acciónhumanitaria. Muchas de las cuales han sido reconocidas institucionalmentepor Naciones Unidas para el trabajo de sus comisiones, para la elaboraciónde informes o para la difusión de campañas de la propia organización.69

En algunos casos, el prestigio adquirido en las últimas décadas ha estadorecompensado internacionalmente.70

Pues bien, estas nuevas formas de diplomacia popular no-violenta ode presencia real y física de las Ong’s en los lugares de conflicto, paliando,gestionando o resolviendo las primeras necesidades de poblaciones des-plazadas, perseguidas o sufrientes en catástrofes naturales o en conflictosbélicos han acabado por tener un peso específico y un poder de trans-formación de realidades, todavía, difícil de evaluar y con un enormepotencial si se sabe encauzar convenientemente esa capacidad. También,en este terreno de la diplomacia, la no-violencia, está aportando nuevasmetas para la resolución de conflictos o para la reconstrucción de tejidossociales destrozados por guerras: el trabajo de los peacemakers y pea-cebuilder (los nuevos satyagrahi de la sociedad civil internacional) enel campo de la reconciliación son sólo una muestra de su potencialidad.71

Cabe pensar que, la no-violencia seguirá teniendo un gran podercultural y social en las próximas décadas. Su capacidad para desenmascarar

69. Víd. RIDDELL-DIXON, Elizabeth (1995) Los movimientos sociales y las NacionesUnidas, en Revista Internacional de Ciencias Sociales, 144, Paris, 321-335.

70. Casos de Amnistía Internacional (1977), Campaña contra las minas antipersonales(1997) y Médicos Sin Fronteras (1998) con la concesión del Premio Nobel de la Paz.

71. Víd SHARONI, Simona (1997) La Logica della pace. La transformazione deiconflitti dal basso. Torino, 47 y ss.

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las más diversas formas de violencia, para resaltar las injusticias y paralevantar simpatías han estado demostradas como realidades históricas.Asimismo, para todas las formas y expresiones del pacifismo, la no-violencia ha supuesto una renovación teórica, metodológica y epistemo-lógica muy considerable. También, ha permitido legar una importantecontribución a la permanente construcción de la ciudadanía, no sólo ala teorización, sino muy singularmente a su ejercicio. Igualmente hamantenido viva la teoría política más elemental sobre los cimientos enlos que se sostiene todo poder, arrinconada por el realismo maquiavélicoy hobbesiano, sin caer en falsos idealismos o utopismos, ha vuelvo a poneren su sitio a los teóricos que antaño u hogaño han hablado del empo-deramiento de los ciudadanos frente a las tiranías y malos gobiernos.

5. EL PACIFISMO ANTINUCLEAR

La utilización de la energía atómica con fines bélicos señaló el puntode inflexión más importante y grave para la inseguridad de la Humanidad.Fue el acontecimiento que marcaría no sólo el eje del enfrentamientobipolar en las relaciones internacionales (ocultando muchas otras proble-máticas y tendencias), sino que acabaría impregnando el grueso de lasacciones, el debate y la construcción teórica de los pacifismos en el períododenominado de guerra fría. Sobre esta nueva realidad estructurante, elpacifismo de postguerra articuló sus dos pilares de acción en torno aldesarme nuclear y la suspensión de los experimentos nucleares. Esto noquiere decir que otros muchos temas, conflictos y problemas (guerra deCorea y, sobre todo, del Vietnam; emancipación colonial y guerrasnacionales; relaciones Norte-Sur; expansión de los derechos humanos;armamentismo convencional; etc.) no fuesen debidamente abordados, sinoque la propia naturaleza del poder nuclear y la posibilidad potencial desu utilización empeñarían todas las energías de los movimientos socialesy organizaciones del pacifismo postbélico.72

Este tipo de pacifismo de masas se desarrolló, especialmente, en losEstados Unidos de América, algunos países de la Commonwealth (espe-

cialmente, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, además del Reino Unido),la Europa continental y el Japón, con grandes especificidades y peculia-ridades nacionales: unas ligadas a la posición geopolítica del país, otraspor su pertenencia a una alianza militar, otras a su condición de liderazgo,en otras, en fin, por su nueva disposición pacifista tras experimentar elholocausto atómico. Pero también existieron elementos comunes, desdesus propios inicios: impedir el constante rearme nuclear (abundaron losmovimientos de congelación, freeze) y denunciar la estrategia defensivabasada en la disuasión nuclear que podría llevar, en la práctica, a unadestrucción mutua asegurada. Quizá en ningún momento histórico comoaquellos años de la guerra fría, los fundamentos sobre los que se construyóla paz y la seguridad internacionales rozaron el más puro de los absurdos.Dado que no sólo fue necesario un gasto descomunal por parte de ambosbandos, política, ideológica y económicamente, enfrentados; gastos enproyectos tecnológicos destructivos, en sistemas de espionaje y contra-espionaje complejísimos y costosísimos, en mantener zonas de conflictopara su control geopolítico, etc.; sino la construcción, almacenaje yposterior destrucción de aquellas armas fabricadas acabó constituyendoun problema ecológico que afectará a muchas generaciones en el futuro.

Durante el largo período de la guerra fría se podrían distinguir, almenos, tres etapas en el pacifismo antinuclear: la fase de «tensión cre-ciente» entre las superpotencias, entre 1945 y 1963; el lapso posteriorde «coexistencia pacífica» en las relaciones internacionales y de abati-miento temporal del movimiento antinuclear entre 1963 y 1974; y, porúltimo, la etapa de «renacimiento» nuclear con la modernización de laflota de euromisiles y la política de la Iniciativa de Defensa Estratégica,entre 1975 y 1988, en la que el pacifismo adquiere sus mayores cotasde debate y acción.73

La primera época estuvo protagonizada, especialmente, por la tomade conciencia de muchos científicos, intelectuales y profesionales sobrelos enormes peligros de la utilización de la energía nuclear con finesbélicos. Los cuales, desde los ámbitos académicos, públicos o privados,denunciaron las políticas gubernativas e iniciaron una labor de contes-tación que pronto dio sus frutos en movilizaciones de masas. Desde fines

72. Víd. RODRÍGUEZ MOJÓN, Marisa (1987) La movilización pacifista en Europaoccidental a partir de 1945: rasgos principales, en Revista Internacional de Sociología,Madrid, 45, 369-376.

73. Puede haber alguna variación en las fechas elegidas para marcar las diferentesetapas, aunque la mayor parte de los autores coinciden. Hemos tomado las mismas deDIODATO, Roberto (1995) Pacifismo. Storia dei Movimenti e delle Idee. Milano.

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de los años 40, hasta toda la década del 50, la cuestión nuclear estuvocentrada en el conocimiento de la verdad nuclear, una discordia prota-gonizada por las agencias gubernamentales de energía que negaban,ocultaban o tergiversaban la información a la opinión pública sobre losriesgos, los accidentes o las consecuencias de la utilización de esa energía.Frente a estas agencias (como la Atomic Energy Commission), científicosy asociaciones profesionales (sobre todo médicas) independientes, ela-boraron contrainformes, emitieron comunicados de alarma y denuncia odescubrieron asignaciones presupuestarias, actividades fraudulentas oexperimentos peligrosos que, sistemáticamente, quedaban bajo la agendaoculta de los gobiernos. Enormes partidas presupuestarias (desde el propioProyecto Manhattan), así como pruebas nucleares secretas no siempreculminadas con éxito (Los Álamos, 1950; Nevada, 1951; Yucca Flats,1952; islas Marshall, 1954; Troya, Albany, Windscale, etc.) estaban siendoocultadas o negadas a los ciudadanos, por mor, de la seguridad nacional.74

Pues bien, esta primera labor de las agencias (como la British Asso-ciation for the Advancement of Science, la European Physical Society,etc.), y las publicaciones independientes (como el Bulletin of the AtomicScientists), así como de campañas de concienciación y de movimientosprofesionales (la Medical Campaign Against Nuclear Weapons, The Unionof Concerned Scientists o el movimiento Pugwash75 ), tuvo una granimportancia a medio y largo plazo para legitimar y abalar el trabajo querealizarían los movimientos sociales por la paz en Occidente. Las tímidasacciones ciudadanas de principios de los años 50 culminaron con grandescampañas perfectamente organizadas de redes de cooperantes, asociacio-nes con conexiones transnacionales y un notable grado de concienciaciónsobre la envergadura del problema. Las protestas de la Peace Pledge Union,la incorporación y protagonismo de las mujeres en las reivindicacionesorganizadas por la National Council for Abolition of Weapon Tests, o lasmás tardías (a partir de 1958) empresas inglesas de la Campaign forNuclear Desarmament (que planteó con toda seriedad el desarme unila-teral), sería el principio de una retícula tupida de movimientos que adquiriríanun gran protagonismo social en los años setenta y, sobre todo, ochenta.

Durante la denominada etapa de la coexistencia pacífica, comenzadatras la crisis de los misiles cubanos (1963) y hasta la instalación de los‘euromisiles’ Cruise y Persing II (1979), la tensión bipolar se vioconsiderablemente reducida. Durante esa fase se desarrollaron algunosacuerdos parciales sobre limitación de pruebas nucleares estipuladosentre la URSS, Gran Bretaña y Estados Unidos (1963); ese mismo añose creó el teléfono rojo o la «hot line»; se firmó el Tratado del EspacioExterior (1963); o el Acuerdo de Tlatelolco (sobre prohibición de armasnucleares en América Latina, 1967); y el más representativo Tratadode No Proliferación Nuclear (1968);76 asimismo, se prohibió la insta-lación o destrucción masiva de armas de esta naturaleza en suelo osubsuelo oceánico (1971) y se iniciaron (1969) y se culminaron losacuerdos SALT I (1972) sobre la limitación de armas estratégicas (singular-mente los proyectiles lanzados desde submarinos) que acabarían pro-longándose hasta 1985.77

En realidad, aunque fueron avances significativos en sí mismospuesto que permitieron distender ciertas coyunturas y mantener vivaslas conversaciones y el diálogo, resultaron insuficientes y, hasta, esper-pénticas78 para la nueva sociedad civil concienciada con el peligronuclear. Máxime cuando -junto a este proceso de distensión-, en otrosescenarios las superpotencias o sus aliados se disputaban costosísimasbatallas humanas, estratégicas y materiales, como en Vietnam, las guerrillasen América Latina y África, etc. Esta doble moral acabó por ser inso-

74. Víd. más detalles en GRASA, Rafael (1984) Los movimientos pacifistas en la eranuclear: en pie de paz por la supervivencia, en Mientras Tanto, 18, 21-48 (especialmentepp. 25-36).

75. El movimiento Pugwash recibiría el Premio Nobel de la Paz en 1995.

76. Este Tratado venía, sin embargo, a reafirmar el poderío de las superpotenciasporque de alguna forma se juramentaban a no proporcionar a otros países la ayuda paraque éstos nunca se convirtieran en potencias nucleares. Era como crear un club jerarquizadoal que se invitaban a adherirse a todos los demás países. La polémica estuvo servida:Francia y China se negaron a firmarlo, y otros países solicitaron de las superpotenciasotro sistema de seguridad internacional más serio y riguroso que el proyectado hasta lafecha. Asimismo, países como Sudáfrica, Israel, Pakistán o India siguieron su carreranuclear particular; y aunque hacia 1980 lo habían firmado 114 países, también es ciertoque por esas mismas fechas existían más de 300 reactores nucleares en el mundo, algunosde ellos capaces de producir el plutonio suficiente para fabricar bombas. Cfr. CALVO-CORESI, Peter (1987) Historia política del mundo contemporáneo. Madrid, 47.

77. SALT (Strategic Arms Limitation Talks), véanse más detalles en MYRDAL, Alva(1984) El juego del desarme. Madrid, 140-144.

78. El psicoanalista Franco FORNARI (1972) ha caracterizado diversas patologíaspsiquiátricas relacionadas con el desarrollo del armamentismo nuclear en Psicoanálisisde la guerra. México, especialmente pp. 1-27.

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portable para los ciudadanos concienciados en la construcción de unaauténtica paz mundial. Y, aunque, las movilizaciones bajaron en númeroe intensidad de manera significativa durante la década de los 60 y 70fue, sin embargo, el período más propicio para crear o, en su caso,consolidar fundaciones, asociaciones y academias de análisis, estudioy difusión de la Investigación para la Paz. Lo sembrado en añosanteriores permitió afianzar la batalla por la veracidad informativa quesólo podían ofrecer instancias independientes, serias y estables de in-vestigación. Así en Suecia, Alemania, Gran Bretaña o los EstadosUnidos79 en una primera etapa y, posteriormente, en otros países latinos80

o en países de Tercer Mundo81 se acabó por establecer una columnaesencial, de naturaleza científica, que reforzaría el pensamiento y laacción pacifistas por el cambio social.

Sin esas primeras décadas, entre los años 50 y 70, de contestacióny denuncia de la verdad oficial; sin la destrucción del monolitismocorporativista y cientifista -anterior a la segunda guerra mundial- en favorde la incorporación de la ética al proceso intelectual; sin la lucha por laveracidad informativa y política; sin la contestación al sistema de alianzasmilitares y a la creciente autonomía del complejo militar-industrial; sinla crítica a la teoría de la disuasión; sin la acusación moral del potencialholocausto de la humanidad fomentado por la carrera nuclear; etc., sintodo ello, no se pueden comprender las grandes movilizaciones por lapaz y la magnitud que llegaron a adquirir, en los años 80, algunasorganizaciones pacifistas nacionales, a pesar de que -todos los autores-valoran esta segunda etapa como de franco declive, tanto de las movi-lizaciones, como de los movimientos por la paz.82

En la tercera etapa, irrumpió con fuerza la cuestión objetiva de lainstalación de una nueva generación de armas nucleares en la Europaoccidental (los denominados «euromisiles»), pero ciertamente a la alturade los años 80, la aportación temática de los movimientos nacionales porla paz era ya muy superior: se había producido una toma de concienciamás globalizadora que abarcaba desde la preocupación por el apartheiden Sudáfrica, hasta la denuncia de los desaparecidos en las Repúblicaslatinoamericanas; desde el interés por las transformaciones relativas enla Europa del Este, hasta la incriminación de las dictaduras en el sudesteasiático; o desde la incorporación al programa pacifista de otros discursoshermanos como ciertos feminismos y ecologismos, hasta la adopción denítidas estrategias de acción colectiva no-violenta. Todo un universo que,en gran medida, quedó eclipsado por la cuestión del enfrentamiento bipolaren torno a los euromisiles y la hollywoodiense terminología de guerrade las galaxias (Iniciativa de Defensa Estratégica). En este período, lospacifismos de base nacional se consolidaron especialmente en Holanda,Alemania, Gran Bretaña y; en otros, irrumpieron con una gran fuerza comoen España.

En los Países Bajos, el trabajo previo realizado por el InternationalFellowship of Reconciliation y por el War Resisters International resul-taron esenciales para la creación del Consejo Intereclesiástico de la Paz(IKV), de carácter interconfesional. El Consejo se encargó de la convo-catoria de las campañas, la constitución de redes locales, la movilizaciónciudadana y la coordinación con otros grupos europeos, especialmentecon el Mouvement Chrétien pour la Paix belga.

En la República Federal Alemana, la cuestión nuclear, el desarmey la construcción de la paz europea resultaban esenciales en una geo-grafía que estaba en los límites entre los dos bloques. También, aquí,las Iglesias protestantes se organizaron para hacer propuestas concretassobre seguridad, especialmente, la Iglesia Evangélica (las Tesis deHeildelberg, 1959). En el espectro político, tanto los pequeños gruposdisidentes de la socialdemocracia, como el activísimo partido verde,Die Grünen, fueron los que más recursos humanos y energías desple-garon, especialmente los segundos que estaban organizados con lastécnicas más eficaces y modernas de acción no-violenta. Los Verdescombinaban el discurso parlamentario, con movilizaciones espectacu-lares en la calle, tratando de trascender el limitado abanico de posi-bilidades que ofrecía la política oficial y adoptando estrategias deasimilación social (evitando la confrontación innecesaria y el aislamien-

79. Cfr. D’ORSI, Angelo (1977) Introduzione al pacifismo, Trimestre, Roma, 113-151.

80. Para el caso de Italia se puede ver: BONANATE, Luigi (introd.) (1991), La pacein cammino. Acireale. Para el caso de España y sobre las potencialidades de la investigaciónpara la paz, víd. MUÑOZ, Fco. A. & RODRÍGUEZ ALCÁZAR, Javier (1997) Horizontesde la Investigación sobre la Paz, en CANO, María José y MUÑOZ, Fco. A. (eds.), Haciaun Mediterráneo pacífico. Granada, 58-75, y ENRÍQUEZ DEL ÁRBOL, Eduardo (1993)La Historia Actual y la Investigación sobre la Paz, en RUBIO, Ana (ed.), Presupuestosteóricos y éticos sobre la Paz. Granada, 111-129.

81. Cfr. FOSSATI, Fabio (1986) Peace Research. La Peace Research (Ricerche sullaPace) nel Sud, en Testimonianze, 288-89, pp. 67-86.

82. Cfr. WITTNER, Lawrence S. (1997) Resisting the Bomb. A History of the WorldNuclear Desarmament Movement. California, 442-462 (vol. II).

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to).83 Otra de las novedades extendidas por los grupos verdes alemanesfue su colaboración con las administraciones locales en una políticade defensa civil y defensa pasiva alternativa a la oficialista. Asimismo,se utilizaron estas administraciones para lanzar campañas de todo tipoo para facilitar el trabajo de estas u otras asociaciones pacifistas:jornadas de refugios antinucleares; concesión de subvenciones a gruposantinucleares; transporte gratuito para las concentraciones; programaslocales de cultura de paz en escuelas, asociaciones vecinales y ferias;el hermanamiento con otras ciudades que rechazaban campos de tiromilitares o la instalación en sus términos municipales de bases demisiles,84 etc.

En el Reino Unido, las movilizaciones de masas se concentraron enuna gran plataforma que reunía a grupos sindicales, laboristas, organi-zaciones humanitarias no gubernamentales, colectivos de gays y lesbia-nas, pequeños grupos ecologistas, algunos sectores de la iglesia anglicana,otras confesiones protestantes, organizaciones de consumidores, corpo-raciones profesionales, asociaciones de amas de casa, o grupos de mujeres,85

entre otros; esta plataforma fue la Campaign for Nuclear Disarmament(CND) que partiendo con unos 3.000 miembros, en 1979, consiguió enmenos de dos años multiplicar por cien esa cifra. Sus formas de trabajoen pequeños grupos y con decisiones democráticas; sus campañas apequeña y gran escala; sus métodos de persuasión y de protesta; sustécnicas de no-colaboración social y económica; las acciones directas yde intervención no-violentas cargadas de simbolismo y representación;etc.; se convirtieron en un ejemplo a imitar en otras geografías y porotros movimientos. Bien es cierto que a todo esto ayudó, significativa-mente, la política gubernamental de Margaret Thatcher en materia nuclear,

que, por acción o por omisión, fue un despropósito continuo.86 Sinembargo, la preparación de la CND fue tan significativa que arrastró aotros países a realizar una campaña europea (European Nuclear Disar-mament, END) como hasta esas fechas no se había producido en el viejocontinente.87 Esta gran plataforma consiguió asociar a centenares deagrupación y docenas de secciones nacionales que unificaron posiciones,intercambiaron experiencias y crearon un Comité de Enlace que seencargaría de organizar, anualmente, las Convenciones de todos losgrupos pacifistas de la Europa occidental.88 Congresos a los que se llegaríaa invitar -por ese carácter abierto que tenía la construcción de la paz paralos grupos de la END- a los movimientos estadounidenses de Freeze,a la socialdemocracia europea e, incluso, al Consejo Mundial de la Paz(sovietizado).

En España, entre 1981 (entrada en la Alianza Atlántica) y 1986(celebración del referéndum sobre la permanencia), las movilizacionespacifistas y las organizaciones antialiancistas resultaron -por su númeroy contribución- extraordinarias para un país que acababa de salir de unalarga dictadura y que estaba realizando aún su transición política haciauna democracia. De hecho la relación entre el pacifismo español y el delresto de Europa era, aún, tímida y escasa, consecuencia de la pobreintegración de ese país con la política, las instituciones y las corrientessociales y culturales del resto de la Europa occidental. Sin embargo, ladenominada cuestión del referéndum, acabó por hacer -de alguna manera-protagonista a la España de 1986 en las movilizaciones pacifistas y a fijar

83. Víd. KELLY, Petra K. (1993) La no violencia es más fuerte que la violencia, enPensar con el corazón. Textos para una política sincera. Barcelona, 305 y ss.

84. Cfr. FISAS ARMENGOL, Vicenç (1985) Una alternativa a la política de defensaen España. Barcelona, 52 y ss.

85. Las mujeres también hallaron una base feminista para participar en el movimiento,explicando su activa participación contra las armas nucleares como un desafío a la «políticamasculina». Algunos de estos colectivos fueron: Las Madres de Oxford en favor del DesarmeNuclear, Women Against the Bomb, Cambridge Women’s Peace Collective, etc., véaseROCHON, Thomas R. (1992), El movimiento por la paz de Europa occidental y la teoríade los nuevos movimientos sociales, en DALTON, Russell J. & KUECHLER, Manfred,Los nuevos movimientos sociales. Valencia, 158.

86. Un significativo libro del historiador y pacifista THOMPSON, Edward P. (1980)bajo el título irónico de Protest and Survive, Harmondsworth. En él venía a dar la respuestamás eficaz, mordaz y punzante a un folleto publicado por el gobierno (Protégete y sobrevive)sobre cuáles deberían ser las medidas en caso de una deflagración nuclear.

87. En las movilizaciones de octubre de 1983 más de tres millones de personas semanifestaron en ciudades como La Haya, Bonn, Hamburgo, Londres, etc. O se hicieroncadenas humanas de más de 100.000 personas, durante la Semana de la Paz (en abril deese mismo año), que unieron las bases militares de Aldermaston, Greenham Common yBurghfield. O se desplegó toda una ciudad-campamento, de manera permanente, por partede las mujeres frente a la base militar nuclear norteamericana en suelo británico, GreenhamCommon, nada menos que entre 1983 y 1991, que fue todo un alarde de poder y fuerzapolítica no-violenta. Cfr. CARTER, April (1992) Peace Movements. International Protestand World Politics Since 1945. New York, 129-132.

88. La primera fue en Bruselas (1982), posteriormente en Berlín (1983), y en añossucesivos en Peruggia, Amsterdam, Evry (París), Coventry, etc.

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la mirada del END y del internacionalismo pacifista en ese país. La cuestiónde la salida o permanencia de España en la estructura de la OTAN, resultabaun reto muy apetecible para el movimiento pacifista, en una situacióninternacional especialmente tensa por la guerra de las galaxias y por loscambios producidos en las sociedades soviéticas con la llegada de Gor-bachov a la dirección de la URSS.89 El resultado final de la convocatoriano era, sin embargo, tan trascendental como el propio proceso: en el quela ciudadanía de un país se planteaba, con una notable profundidad, susistema de defensa, sus compromisos y su posición estratégica; y, elmovimiento pacifista antinuclear encontraba una oportunidad para poneren tela de juicio el sistema de seguridad europeo, el permanente enfren-tamiento por el equilibrio bipolar y las maniobras y presiones guberna-mentales e internacionales sobre una sociedad civil que debía decidir porsí misma.

Volviendo al conjunto de las campañas europeas del END, en ningunaocasión como aquélla de la instalación de los euromisiles, la ciudadaníaoccidental se empeñó tanto en la paz a escala internacional. En aquellasmovilizaciones y debates se apostó, esencialmente, por la adopción deldesarme unilateral que condujera a la que se denominó opción cero; labúsqueda desde las bases sociales de un diálogo con las ciudadanías delotro lado del «telón de acero»; la generación de una discusión internacionalsobre la adopción de políticas de seguridad y paz no fundamentadas enla defensa nuclear y en la carrera de armamentos (como crear espaciosdesnuclearizados); la denuncia de las políticas gubernamentales de fal-sedades en materia de seguridad y la devolución, a los parlamentos y alos ciudadanos, de las garantías necesarias en la toma de decisiones desuficiente importancia y envergadura como era la instalación de misilesde largo alcance, manifestando a los cuatro vientos que, en la Europacapitalista en materia de defensa, no había un pretendido consenso sobrela seguridad.90

Si bien es cierto que, ni las campañas, ni las muchas movilizacionescambiaron el hecho de la instalación de los euromisiles, del desarrollode la Iniciativa de Defensa Estratégica, o de la incorporación de nuevospaíses al sistema de Alianzas militares, no es menos cierto que el retoy el desafío, hacia sus respectivos gobiernos, de la sociedad civil pacifistaconcienciada con la construcción de otra forma de paz internacional nofundamentada sobre el miedo nuclear, hizo -como poco- ampliar sig-nificativamente los niveles de democracia participativa y real en Europa:opinar sobre la defensa era un derecho democrático de todos los ciudadanosy fomentar una opinión pública activa era salud política y social para lasdemocracias. De este complejo fermento resurgieron viejos valores his-tóricos europeos fundamentados en la tolerancia, la justicia y las libertades,y prosperaron nuevos valores internacionalistas enmarcados en la culturade los derechos humanos, la paz y la ciudadanía universal. Al diálogoy las negociaciones entre el Este y el Oeste, aunque en muchas ocasionesparecía agotarse en la reducción o equilibrio de armas estratégicas yconvencionales, acabaron por incorporarse otros temas a su agenda, perono por interés propio, sino por la acción y la presión de una opinión públicaque había ampliado su concepción sobre los términos en los que debíadefinirse la paz en Europa: sistemas de libertades, pluralismo, respeto yprotección a las minorías, derechos humanos, etc. Todos ellos temas quetanta influencia tendrían en las revoluciones de 1989.

6. LOS PACIFISMOS (TRAS LA CAÍDA DEL MURO Y) PARA ELPRÓXIMO SIGLO

Pocos movimientos sociales como el pacifismo están siendo, perma-nentemente, examinados y evaluados desde todas las perspectivas einstancias; y, en ocasiones con una mirada que, o es excesivamente crítica,o incluso malintencionada; todavía más, a medida que aquél ha idoadquiriendo más y mayor protagonismo en la construcción internacionalde la paz, o al haber sido considerado como el mentor en la tarea decontener, protestar o persuadir contra las guerras, las políticas militaristaso la cultura de la violencia; sin embargo, se olvida con demasiada facilidadque esta tarea ni es exclusiva del pacifismo, ni responsabilidad de unaminoría o vanguardia, más o menos concienciada o comprometida.

En ese sentido, las ampliaciones de nuevas conceptualizaciones ycategorías de análisis por parte de la Investigación para la Paz, las teorías

89. Cfr. GOMÁRIZ MORAGA, Enrique (1986) El movimiento por la paz en España,en Revista Internacional de Sociología, Madrid, 3, 549-566.

90. Muchas de estas cuestiones se pueden ver en la literatura de THOMPSON, EdwardP. especialmente, Opción cero (Barcelona, 1983), La guerra de las galaxias (éste con BenTHOMPSON, Barcelona, 1986) y Nuestras libertades y nuestras vidas (Barcelona, 1987).Una posición mucho más moderada en HELLER, Agnes y FEHER, Ferenc (1985) Sobreel pacifismo. Madrid, 125 y ss.

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sobre la cultura del conflicto, las ramificaciones doctrinales de la No-violencia, las adaptaciones de los sistemas democráticos a las nuevasdemandas sociales y políticas o la socialización de determinadas tecnolo-gías han permitido ampliar considerablemente -y presumiblemente muchomás en un futuro mediato- las formas de actuación y la responsabilidadde todos y todas en la construcción de la paz. Si bien puede ser cierto queel marchamo de pacifista o de activista por la paz, estuvo ligado en el pasadoa determinadas propuestas, programas y acciones, y presumiblemente loseguirán estando en el futuro -al menos algunas de ellas-, tampoco resultamenos cierto que muchos de los epifenómenos y consecuencias de ladenominada globalización han acabado devolviendo a los propios ciuda-danos -donde quiera que estén- la responsabilidad sobre cómo se va aconstruir la paz, porque al saberse que ésta es mucho más que la ausenciade guerra, sus implicaciones culturales, económicas, sociales y políticasvan a acabar afectando a todos. Asimismo, en este inevitable proceso, elpacifismo no caminará solo, y por extensión, la construcción de la paztampoco se podrá abordar sin un diálogo permanente entre muchos actoresy actrices políticos y sociales, cercanos y lejanos, viejos y nuevos, insti-tucionales o no, públicos o privados, etc. Igualmente, en el campo de losnuevos movimientos sociales, tanto por sus análisis de la construcciónsocial, por sus teorizaciones y soluciones a las múltiples y nuevas proble-máticas, como por sus formas de acción colectiva, en ellos están y estaránlos perfiles cambiantes de la construcción de la paz: feminismos, ecolo-gismos (de los pobres y de los ricos), ciudadanía universal, humanitarismo,etc. caminarán junto al pacifismo desde diversos niveles y escalas.

Históricamente, en la última década, los cambios producidos en lageopolítica mundial han abierto una etapa de transición hacia un nuevomodelo de relaciones aún no claramente definido,91 en el que -a nuestrojuicio- tendrán mucho que decir los nuevos lobbies sociales internacio-nalistas (pacifismo, ecologismo, feminismo, etc.), pero para optimizar ypotenciar esa realidad en ciernes habrán de modificarse algunas estructuraspolíticas e institucionales supranacionales, habrá que permitir y fomentarla apertura de nuevos instrumentos de información, diálogo y presióninternacionales, habrán de continuarse labores de influencia y propagación

cultural y educativa entre las ciudadanías, etc. Estos son algunos retos,que más que metas son formas de caminar y actuar.

¿Qué nos deparará el futuro en este sentido?, quizá buscando unamezcla entre optimismo (el deseo de un futuro mejor) y esperanza (laexpectativa más racional que puede darse),92 la construcción de la pazes una tarea demasiado seria y necesaria como para dejarla en manos deunos pocos gobiernos, de élites directoras de pensamiento político oeconómico o de defensores y custodios de fronteras, intereses o status.El fenómeno de la globalización ha acabado por crear -todavía en un estadoprimigenio- unas redes cada vez más tupidas de interrelaciones pacíficasque están fortaleciendo la paz estructural. Hoy día el pacifismo estáampliando sus fronteras no sólo territoriales -se podría hablar de unageopolítica de la paz-, sino muy especialmente sus límites de reflexión,concienciación, pensamiento y acción. Esta construcción de la paz estruc-tural fundamentada en el desarrollo de los derechos humanos, en elfomento de la cultura de la paz, de las más diversas formas de solidaridadtransnacional, de instancias de consulta y vigilancia de escenarios dereconstrucción de paz en antiguas zonas de conflicto armado, etc. estánconformando una urdimbre que, asociada a las nuevas tecnologías, estándando nuevas dimensiones y posibilidades a los actores y actrices socialesque apuestan por formas más racionales y éticas en la edificación de lasrelaciones de paz.

Formas, métodos y justificaciones viejas y nuevas continuarán con-viviendo por bastante tiempo, como es propio en todas las etapas detransición. Si las denominadas revoluciones de 1989 nos sorprendierona todos, no lo fue menos la guerra del golfo de 1991, o las llamadasintervenciones del humanitarismo bélico, bien fuesen las realizadas porprogramas de Naciones Unidas, o bien por intervenciones de la OTAN(guerras de Yugoslavia). Si algunos analistas hablan ya de nuevo desordenmundial, del nacimiento de nuevos enemigos tras la caída del comunismo,o de la necesaria intervención militar en todas las zonas que puedan servitales para la inestabilidad mundial, no conviene precipitarse en hacerprospectivas -al menos por parte del pacifismo- porque los pilares aúnvigentes del orden hegemónico, antes y después de la caída del Muro,siguen fundamentándose en alimentar la imagen de un enemigo, en lapresencia de una cultura militarista y de la violencia para resolver conflictos

91. Sobre estos cambios y su relación con el pacifismo consúltese AGUIRRE, Mariano(1996) Pacifismo, en MARDONES, J.M. 10 Palabras clave sobre movimientos sociales.Tafalla, 45-70.

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92. Definiciones del Premio Nobel de Literatura y poeta irlandés Seamus Heany.

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y en la necesidad de mantener fuerzas militares, alianzas y ejércitos a modo,no de auténtica policía para la seguridad de todos, sino de salvaguardiade los intereses de unos pocos, muy poderosos, los cuales han mantenidoy mantienen aún escalas políticas y económicas para asegurarse su poder.

La mejor prospectiva que puede realizar el pacifismo es aquella quepermita cambiar estos paradigmas, porque ni el viejo orden bipolar eraun orden de paz, ni el nuevo supuesto desorden permite augurar una pazestable y sostenible. Una vez más, la metáfora gandhiana sirve para ilustrarel orden pacífico por construir: el único camino hacia la paz no está enun lugar concreto, sino en la forma de actuar y sembrar para crear unmundo más justo, equilibrado y sostenible, según el cual no se puedeedificar bajo la seguridad que nos pueden ofrecer enormes gastos enarmamento, con la construcción y estigmatización de potenciales o realesenemigos, o sobre intercambios y formas de producción que siguencreando múltiples exclusiones. Por el contrario, un nuevo orden mundialhabrá de fundamentarse en una cultura de la paz, del conflicto y de lano-violencia, las cuales permitirán no sólo paliar y aliviar heridas yenfrentamientos, sino generar esperanzas de solución, especialmente cuandoel futuro señala un mayor grado de interdependencia planetaria. Esta esla única política realista, a medio y largo plazo, lo demás sólo alimentarámiedos, inseguridades y tensiones de las que se pueden seguir beneficiandounos pocos, pero que sólo crearán problemas a los muchos. En tal situación,curiosamente, la verdadera y mejor realpolitik (cabe decir que convieneapropiarse de ciertos conceptos) es la cultura respaldada por el pacifismo,porque permite crear escenarios de futuro en donde se puedan gestionary negociar con más posibilidades de éxito las situaciones de tensión que,con toda seguridad, van a seguir existiendo.

Las revoluciones de 1989, nos han enseñado que son posibles loscambios profundos mediante las acciones no-violentas, y que éstas sonpotenciadoras y generadoras de muchas expectativas, pero también hemosaprendido que las reconstrucciones políticas en países con débiles socie-dades civiles resultan mucho más arduan y complejan que la aplicaciónde simples recetas,93 que los largos periodos de totalitarismo no hacen

sino aplazar problemas que emergen en cuanto existen las más elementaleslibertades, o que la evolución hacia formas de economía de mercado nose pueden abordar de una forma acrítica y desmesurada. La paz ha debasarse en el mantenimiento de la justicia y ésta encuentra muchasdificultades cuando a las ciudadanías no se les garantiza sus necesidadesbásicas.

La guerra del golfo o guerra del petróleo contra Irak permitió com-probar cómo en el mundo occidental el pacifismo antibelicista y antimi-litarista (generalmente muy asimilado a valores antiimperialistas) gozabaaún de una moderada buena salud, aunque se mostró en algunos aspectoslimitado y dubitativo en ciertas de sus acciones, por ejemplo el apoyomostrado hacia las funciones diplomáticas de las Naciones Unidas fuesiempre muy restringido y, en todo caso, aunque la opinión pública semostró descontenta con una guerra de antemano manipulada informati-vamente y burdamente orquestada, nunca consiguió convocar las grandesconcentraciones de masas de la época del END. La guerra que fue másuna lógica continuación de situaciones políticas anteriores que de un nuevoorden mundial amenazado por un país con una cuota considerable demercado energético, permitió a los grupos pacifistas repensar su programade contenidos y acciones. Y aunque no hubo, ni hay unanimidad a esterespecto, surgió la idea de que la seguridad colectiva había de asegurarseincentivando el intervencionismo bélico, pero con carácter humanitario,y sin restricciones de geografías y casos. Esta cuestión ya apuntada endécadas anteriores se abrió paso no sólo para evitar colapsos en la pro-ducción, sino que se extendió a otros muchos temas de las agendas delos movimientos por la paz: persecución del genocidio y de la violaciónde derechos humanos (Ruanda); guerras civiles crueles y persistentes enel tiempo (Somalia y ex-Yugoslavia); procesos de liberación nacional enmarcha (Timor); etc.

A esta cuestión del intervencionismo bélico humanitario, que hafomentado un debate muy controvertido dentro del pacifismo -y fuera deél-, se deben algunas de las últimas intervenciones militares realizadas porfuerzas de interposición e intermediación de Naciones Unidas, algunasacciones de los Estados Unidos de América como principal responsabley garante de la paz mundial, o de alianzas como la OTAN. Pero laexperiencia señala que este tipo de intervenciones pueden llevar encubier-tas -si no se mantienen unas garantías claras dentro del derecho interna-cional o de resoluciones de Naciones Unidas- formas nuevas de neoim-perialismo, o ser campo de pruebas de ejércitos en zonas de conflicto, etc.

93. Un buen ejemplo de las múltiples dificultades de reconstrucción (cultura de lacoerción y la fuerza, dependencias, desigualdades, etc.) tras varios análisis de casos enMIALL, Hugh-RAMSBOTHAM, Oliver-WOODHOUSE, Tom (1999) ContemporaryConflict Resolution. The prevention, management and transformation of deadly conflicts.Cambridge.

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LA SOCIEDAD CIVIL POR LA PAZMARIO LÓPEZ MARTÍNEZ

Igualmente, los múltiples conflictos que existen en el mundo no puedenestar reparándose con el envío constante de ejércitos que se interponganentre los combatientes -con los enormes peligros que ello entraña-, o queen su labor de gestión de la violencia la ejerzan ésta con toda la poten-cialidad al modo de un nuevo leviatán, causando más daño que el quepretende evitar. También, como de hecho se está haciendo, puede ocurrirque se acaben jerarquizando el número y lugar de las intervenciones enfunción de intereses estratégicos, logísticos, geopolíticos, etc., lo que dehecho implica una suerte nueva de reparto de influencias de las potenciasque tienen más peso político y económico dentro del concierto interna-cional. Como se puede ver, son demasiadas dudas y puntos obscuros losque hay como para admitir sin notables objeciones que ésta sea la fórmulamás oportuna para evitar, mediar o gestionar conflictos.

Si bien resolver conflictos mediante intervenciones militares acarreamúltiples dudas a muchos activistas por la paz y no es aún materiaconsensuada en una agenda común pacifista, sin embargo, sí existeunanimidad y conformidad en el denominado intervencionismo humani-tario, una forma muy activa de acción directa en los lugares donde seproducen conflictos. Han sido las organizaciones no gubernamentales(Ong’s) con su trabajo cívico, diplomático, paliativo, mediador y recon-ciliador las que han reactivado los programas y las acciones del pacifismo.Como ha señalado Welling Hall, las Ong’s han acabado dando eficaciaa los movimientos por la paz: más alto grado de legitimidad (por suincorporación por ejemplo al Consejo Económico y Social de NacionesUnidas); más concienciación e innovación (aportando nuevas necesidadesa la agenda); por la construcción de alianzas (el trabajo voluntario permitecolaborar a muchos niveles y no exige ningún tipo de marchamos de origenideológico, etc.); nuevas y más movilizaciones (con aportaciones de mássectores sociales de otros grupos).94

Este pacifismo humanitario nace del compromiso de una parte im-portante de la sociedad civil que siente la necesidad de implicarse desdesu trabajo en pequeños equipos, con decisiones autónomas, medianteapoyo a programas concretos, con acciones «micro», etc. a involucrarse

en la construcción de la paz (entendida fundamentalmente como pazpositiva), es decir, hacer desde sus posibilidades y su espacio de actuacióntodo lo posible por influir en lo global, lo internacional, lo «macro».

Por tanto, a través de la denuncia y la crítica de las lacras y causasque motivan los conflictos -más allá de las simples guerras- internacio-nales, regionales o locales, que implican cuestiones muy directas deviolencia estructural: subdesarrollo, hambre, pandemias, armamentismo,miseria, dependencia, etc.; y, sobre todo, con sus formas de trabajo másdemocráticas, flexibles, conocedoras y experimentadas, así como gene-radoras de redes de conexión informativa, formativa, solidaria, etc., puedenllegar con más prontitud y rapidez a las zonas más necesitadas. Esta suertede nuevo y numeroso voluntariado extendido por todo el mundo, dadoal altruismo, la generosidad y el sacrificio está cargado de buenas inten-ciones y valores, pero en muchos casos sin embargo carece de formaciónadecuada o adolece de perspectivas para comprender la situación generalen la que debe actuar. En este sentido, también el trabajo de las Ong’sesta mejorando sensiblemente mediante acciones de formación, capaci-tación y especialización de su personal para adecuarlo a sus necesidadesy, sobre todo, a una labor constante y comprometida.95

También al pacifismo humanitario se le ha denominado una formade diplomacia popular96 porque ofrece un grado de cobertura de lasnecesidades y muestra un rostro diferente a la diplomacia convencional,apostando por el acercamiento solidario entre los pueblos y las gentes.En su trabajo funciona como una forma más de ejercicio de la no-violencia,porque no sólo pone en marcha -allí donde actúa- medidas paliativas opreviene potenciales conflictos, sino que se constituye en un agente difusorde la denuncia de los sistemas injustos y corruptos, de la crítica de laviolencia física y estructural, porque ayuda a encauzar las acciones delas poblaciones mermadas o asoladas por un conflicto, les da confianza,autoestima y les apoya para reconstruir sus capacidades organizativas.

Asimismo, también, en el ejercicio de este nuevo compromiso, la ayudaprestada a Naciones Unidas por la diplomacia popular no-violenta ha sido

94. Aunque se refiere especialmente a la relación Ong’s y movimientos antinucleares,su trabajo de campo está vigente para extenderlo al pacifismo humanitario, víd.WELLINGHALL, B. (1986) Il movimento per la pace antinucleare: verso una valutazione della suaefficacia, en I movimenti per la pace I. Le ragioni e il futuro. Torino, 60-94.

95. Cfr. DOMINGO MORATALLA, Agustín (1997) Ética y voluntariado. Unasolidaridad sin fronteras.Madrid.

96. Víd. SHARONI, Simona (1997) La logica della pace. La trasformazione dei conflittidal basso. Torino y RUPESINGHE, Kumar (1998) Civil Wars, Civil Peace. An Introductionto Conflict Resolution. London, 96 y ss.

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LA SOCIEDAD CIVIL POR LA PAZMARIO LÓPEZ MARTÍNEZ

y es inestimable97 , especialmente muchos de los programas de ayuda contrael hambre, de vacunaciones masivas, de proyectos de desarrollo, depolíticas para la igualdad de las mujeres, de apoyo a los refugiados, etc.serían imposibles de realizar si no fuera con el respaldo humano y materialde los voluntarios de las Ong’s que trabajan dentro del pacifismo huma-nitario. La imagen de Naciones Unidas en muchas ocasiones son ellos,un personal muy técnico, que no porta armas, con un mandato expresode solidaridad humana, con fuertes convicciones éticas, por lo generalrespetado por todas las partes en conflicto, ayudados por la fe que de ellosdan los reporteros de los mass media, etc. Otro tanto igual sucede conlos activistas que trabajan dentro del campo de la enseñanza y la culturade la paz, en su difusión y cimentación.98 Igualmente, para los másespecializados, su trabajo se ha acabado ampliando a los campos de laresolución (de conflictos), de la reconstrucción (de los tejidos socialesdestruidos por la guerra) y de la reconciliación (enseñando la cultura dela paz).99

Esta labor a la que nos referimos, se ha multiplicado en los últimostiempos, siendo a través del término peacemaking: como diplomaciaparalela en un proceso de negociación para mediar, acercar posiciones,hacer de arbitro, reconducir el conflicto, etc., o en situaciones más avan-zadas permitir la firma de una paz. Los ejemplos de Mozambique, OrientePróximo, Irlanda del Norte son suficientes para comprobar cómo la acciónmediadora de las Ong’s está siendo cada vez más importante en laculminación de conflictos bélicos en acuerdos de paz. El otro término esel de peacebuilding, esto es, auténticos constructores de paz, un procesomucho más largo que requiere reconstrucciones sociales, económicas,culturales y políticas bajo el amparo de escenarios, planificación y teoríade paz; y, también, la reconciliación que deberá desarrollar una relacióndiferente entre las partes en conflicto que evite volver a repetir situacionesque condujeron a la violencia.

Este presente consideramos que marcará las lineas para el futuro. Estasmodernas formas de organización (de redes transnacionales y agentescolectivos) y de metodologías de acción (especialmente no-violentas) dedifusión del pensamiento pacifista y de la construcción de la paz nosignifican la definitiva solución a los retos humanos, sino un salto im-portante en la superación de una etapa histórica marcada por el bipolarismoideológico y geopolítico que fue contestado por el pacifismo antinuclear.A nuevos retos, nuevas respuestas. Y esa capacidad de adaptación y deflexibilidad de la sociedad civil constructora de paz a lo largo de los últimosdoscientos años vuelve a reflejarse adaptando los fundamentos solidarios,humanitarios y universalistas de su pensamiento profundo a los nuevosretos y necesidades.

Viejos y nuevos pacifismos se siguen dando la mano, a través de laexperiencia acumulada, juntando reivindicaciones comunes y deseables,aportando alternativas a nuestras sociedades, en un ejercicio legítimo depermanente insatisfacción con la realidad. Porque el pacifismo cree,esencialmente, en el género humano, en el ejercicio consciente de trans-formación de realidades injustas, indeseables y abyectas. Sin ese, nece-sario, aire que va del optimismo a la esperanza, la paz nunca se haríaposible y realizable. Porque quién puede dudar que la paz es el mejorregalo que la propia humanidad se puede otorgar a sí misma, pero la pazno es real sin una auténtica y constante construcción democrática, sin irde la mano de valores como la justicia, la equidad y la sostenibilidad.Esa seguirá siendo la principal tarea de los pacifismos: recordarnos nuestrapermanente insatisfacción y advertirnos del compromiso ineludible contoda la humanidad.

97. Víd. LOTTI, Flavio e GIANDOMENICO, Nicola (a cura di) (1996) L’Onu deipopoli. Progetti, idee e movimenti per riformare e democratizzare le Nazioni Unite. Torino.

98 Víd. UNESCO (1996) From a Culture of Violence to a Culture of Peace. Paris.99. Víd sobre esta cuestión a FISAS, Vicenç (1998) Cultura de paz y gestión de

conflictos. Barcelona; LEDERACH, J.P. (1998) Construyendo la paz. Reconciliaciónsostenible en sociedades divididas. Bilbao; y GALTUNG, J. (1998) Tras la violencia,3R: reconstrucción, reconciliación, resolución. Afrontando los efectos visibles e invisiblesde la guerra y la violencia. Bilbao.

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LA EXPRESIÓN ESTÉTICA DE LA PAZ EN LA HISTORIA

Mª ELENA DÍEZ JORGEInstituto de la Paz y los Conflictos

Universidad de Granada

La motivación a incluir en este libro un capítulo dedicado a la expresiónestética de la Paz se distancia de una mera corroboración e ilustraciónde los diversos paradigmas de la historia por medio de símbolos visuales.Lejos de esta idea, partimos de la participación activa del arte en el procesode socialización. Es este aspecto y no otro el que hace que pueda serrelevante interrogarnos sobre la Paz en el Arte. La socialización suponeun proceso en el que el individuo puede satisfacer sus necesidades, y dondeel ámbito artístico es una instancia más que elabora sus propias propuestasy mecanismos para tales fines. Las emociones individuales y grupalesencuentran en el desarrollo de la aptitud estética una vía adecuada parasu comunicación. Esta característica de la comunicación social –ya seainterindividual o intergrupalmente– genera procesos de inferencia yesterotipización en los que el arte ofrece un horizonte visual de primeramagnitud. Esta cognición generada a través de los símbolos visuales yde las fuentes teóricas artísticas, ya sea del entorno social como de lanaturaleza y del individuo, ofrece tanto fórmulas de represión y violenciacomo pacíficas y de cohesión grupal.

Partiendo de que el placer sensitivo y la actitud reflexiva se aúnanen la obra de arte, podemos rescatar desde estas vías de la emotividady del juicio moral la evocación y justificación que de la Paz se ha hechoa través del Arte. Junto a la Paz hay que analizar otros valores como el

LA EXPRESIÓN ESTÉTICA DE LA PAZ EN LA HISTORIAMª ELENA DÍEZ JORGE 361360

de la igualdad, el amor, la amistad, la fraternidad, la solidaridad, o actitudesy modelos de comportamientos transmitidos como la justicial social, lacrítica y reflexión social ante las desigualdades, o el respeto cultural yreligioso, por mencionar algunos de los más atractivos. Esta transmisiónde valores que forman un campo semántico en torno a la Paz se enriqueceaún más al expresarse a través de unas determinadas soluciones materialesy formales, haciendo de la obra de arte un punto de proyección desugerencias y propuestas sociales. Si a ello unimos la imbricación realen una misma obra de arte o en un mismo tratado artístico de actitudescreativas y alentadoras al deseo y realidad de Paz así como de la justifi-cación y consolidación de actitudes violentas, no haremos más que enriquecerlas múltiples lecturas de una obra.

Teniendo presente esta riqueza y complejidad semántica de la obrade arte, analizamos en las siguientes páginas algunas construccionesmentales y sus materializaciones plásticas en torno a la Paz. Habitualmenteno vamos a encontrarnos con una clara disertación sobre el valor de laPaz y el Arte sino que en ocasiones la función y rol social que al artese atribuye o que desde el arte se propone nos desvelan esas instanciasy percepciones sobre el Arte y la Paz. El estudio a través de algunos textosy tratados seleccionados nos permite completar la apreciación de losprincipios epistemológicos que a través de la manifestación y expresiónartística no sólo formulan artistas sino también pensadores de la másdiversa procedencia.

1. LA PAX ROMANA

La influencia del concepto y de la representación de la Pax romanaen la posterior historia occidental hace relevante que nos detengamos aanalizar la variedad semiótica que asume la Paz en la antigua Roma.

1.1. La Pax como objetivo político y deseo social

El mensaje que se observa en algunas manifestaciones artísticas dela Roma Imperial es que la Pax constituye una virtud deseable y a la quese aspira, una situación deseable que el Emperador ofrece como horizonteutópico al pueblo romano. Por tanto, no es difícil constatar que esta virtudpermanece ligada al Emperador como aquél que puede hacer realidad la

consecución de la Paz. La Pax, personificada por medio de una mujer,aparece como atributo del Emperador en multitud de monedas imperiales.El presente histórico se simboliza en el anverso con el retrato del Em-perador reinante; el valor de la Paz, presentado de forma atemporal, enel reverso de la moneda. Esta Pax identificada como atributo de poder,vive complejas asociaciones y significados que se expresan por mediode los símbolos visuales: la Pax como un apretón de manos, la Pax comouna Victoria alada, la Pax asociada con los atributos de Felicitas, Aequitas,Fortuna, la personificación de la Pax con la de Roma y con el Emperador...1

Esta multiplicidad semántica se consigue por medio de la combinaciónde los epígrafes con los atributos asignados a la Pax. Más allá de aparecercon la tradicional rama de olivo y el caduceo, también es representadacon la cornucopia, el laurel, la serpiente, el timón, o quemando armas.No sólo se personifica sino también se cosifica por medio de otros signoscomo un altar dedicado a la Paz, o bien un templo cerrado, atendiendoéste último al valor simbólico dado a cerrar el Templo de Jano en tiemposde Paz.

El hecho de que se resalte la Paz como un valor político responde,sin duda, a su repercusión y deseo social. Es en este punto donde radicala relevancia del discurso simbólico de la Paz. Su dimensión social –deseo,necesidad e interés por la Paz– es la que incita que ese discurso se abracontinuamente, que ofrezca nuevos valores, que sea, en definitiva, un valorpolítico y social dinámico y vivo. Y es que la paz beneficia a todos, essinónimo de abundancia y felicidad para todos ya que implícitamente laPaz va a ir ligada al concepto de armonía política y social.

Esta idea es expresada claramente a través del cuidadoso programaiconográfico e iconológico diseñado por el Senado para el Ara Pacis deRoma. En el Campo de Marte, dios de la guerra, se eleva simbólicamenteun altar dedicado a la Pax. El altar nos descubre una Paz correspondientesemánticamente con la Abundancia, expresándose esta sinonimia a travésde la representación de Tellus, una mujer con corona de espigas y amapolasque sostiene dos niños y rodeada con otros símbolos alusivos a la abun-dancia –espigas, amapolas, res, cordero–. Este relieve se completa conlas guirnaldas y zarcillos que recubren los paneles inferiores del altar. El

1. Un estudio sobre las diferentes tipologías y significados en MUÑOZ, FranciscoA. y DÍEZ JORGE, Mª Elena (1999) Pax Orbis Terrarum. La pax en la moneda romana.Florentia Iliberritana, 10, 211-250.

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conjunto del altar representa algo idílico pero no inalcanzable ya que elpoder imperial, presente en una larga procesión dinástica, y con el be-neplácito de los dioses, puede hacer realidad ese horizonte anhelado.2 Laalusión a Roma se lleva a cabo en el otro panel frontal junto al acceso,en que aparece su personificación sobre armas militares. Esta identifica-ción entre la Paz y la Abundancia la encontramos en otras obras del arteromano, tanto algunas que siguen la tradición del Ara Pacis como otrosrelieves en los que se alude a la fecundidad y a la paz en la naturaleza,o bien a paisajes bucólicos que asocian la paz con el bienestar.3

1.2. Pax y Victoria

Es habitual la simbolización de la consecución de la Pax por mediode una victoria militar, por un triunfo en la guerra. El ejército, laconquista y la victoria son circunstancias que aparecen unidas confrecuencia a la Pax. Este binomio configurado por los conceptos deGuerra y Paz no son percibidos como dos polos contrapuestos sino comodos valores complementarios. La guerra, entendida desde el triunfomilitar de Roma, es propuesta desde el poder político como una de lasvías necesarias para alcanzar la Paz. En las monedas, y a través de laleyenda, se relaciona la Paz con una victoria militar –personificaciónde la Victoria con sus atributos de guirnalda y palma, Niké alada, Victoriaen biga y con látigo–.

Es importante la asociación de la Paz con la Victoria, especialmentecuando ésta última adquiere una gran relevancia social. Las accionesmilitares no implican para Plinio un mero «barbarismo» ya que se respetanlas artes liberales como ejemplifica la historia. El rey Demetrio se negóa incendiar Rodas para salvaguardar la pintura de Yaliso que pintabaProtógenes.4 Del mismo modo, cuando el rey Cambises, hijo de Ciro elgrande, fue a conquistar la ciudad egipcia de Heliópolis y los incendiosllegaban hacia el gran obelisco de Sesostris I, ordenó que se apagara el

fuego en señal de respeto hacia el obelisco.5 Y es que no sólo la conquistamilitar es la que engrandece a Roma sino estos actos de respeto a la cultura,su propia civilización. Para Plinio es necesario examinar las manifesta-ciones pacíficas de sus 800 años –se refiere a las obras de arquitecturade Roma– y mostrar que esto ha vencido al orbe de las tierras. Quedarápatente que las victorias han sido tantas como las maravillas mencio-nadas.6

No obstante la exaltación de la victoria militar como medio para laconsecución de la Paz, no implica que se niege la presencia de los horroresde la guerra. En el mundo simbólico recogido en la literatura se hacenalusiones a los malos presagios y a las masacres de una guerra, comoen la Pharsale de Lucano.7

Esta asociación llega a un nivel en el que algunas representacionespictóricas y escultóricas son interpretadas al unísono como símbolos dePaz y de Guerra. Plinio recoge de la escultura de Jano la veneración quehacia ella se produce como símbolo de la paz y de la guerra.8 Del mismomodo, Marte, dios de la guerra, es frecuentemente interpretado comopacificador del orbe. El Templo de la Paz, se erigió con motivo de laconquista de Jerusalén, adquiriendo un significado simbólico que con-memoraba la supuesta pacificación de Oriente.9 En la Gemma Augusteadel Museo de Viena observamos la definición de la Pax como atributoimperial y conseguida por medio de la victoria militar. Esta última piezase divide en dos registros: en el inferior se representan los soldados romanoscon los bárbaros sometidos mientras que en la parte superior apareceAugusto entronizado junto a la personificación de Roma; frente a Augusto

2. Cfr. HOLLIDAY, Peter J. (1990) Time, History, and Ritual on the Ara PacisAugustae. The Art Bulletin, LXXII, nº 4.

3. Véanse al respecto algunos relieves estudiados por ZANKER, Paul (1992) Augustoy el poder de las imágenes, Madrid, pp.208-216.

4. Protógenes no dejó de pintar ya que el rey estaba en guerra con los rodios perono con las artes. Cfr. Plinio, 35, 104-105. Incide también en ello en 7, 126.

5. Plinio, 36, 66.6. Plinio, 36, 101.7. Estructura imaginaria de la Pharsale de Lucano en CROISILLE, Jean-Michel (1982)

Poésie et art figuré de Néron aux Flaviens. Recherches sur l’iconographie et la corres-pondance des arts à l’époque impériale. Bruxelles, vol. I, p. 411-416.

8. ...Jano bifronte dedicado por el rey Numa que se venera como símbolo de la guerray la paz y cuyos dedos componen una figura que significa los 365 días del año, indicandoasí que se trata del dios del tiempo y de la duración, Plinio, 34, 33. Para la obra de PlinioSegundo hemos utilizado la edición de TORREGO, Mª Esperanza (1988) Textos de Historiadel Arte, Madrid.

9. Plinio recoge algunas obras que se encontraban en este templo como un héroe quepintó Timante (35, 74), el héroe rodio Yaliso del pintor Protógenes (35, 102), la pinturade Escila del pintor Nicómaco (35, 109), y una escultura anónima de una Venus queVespasiano consagrara para el Templo de la Paz (36, 27).

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algunos altos dignatarios militares, y detrás de él una personificación deTellus con el cuerno de la abundancia.

Aunque con menor incidencia, en la Antigüedad tardía seguiremosencontrando estas identificaciones entre paz, abundancia y victoria. Así,en el marfil conocido como Políptico Barberini, se representa en altorelieve la figura del Emperador Justiniano vestido como un militar, sobreun caballo y derrotando a los «bárbaros»; sobre su cabeza sobrevuela unaVictoria con la palma; sujetando el pie del Emperador está la Abundanciacon su característica cornucopia.

Estas reflexiones se centran principalmente en la esfera del poder, enun ámbito público y oficial, tanto por las obras seleccionadas para suestudio como por las reflexiones que sobre el arte hace Plinio el Viejo,exclusivamente en torno a un arte oficial y público, un arte realizado pory para los hombres libres.10 Por tanto no se pueden generalizar a otrosámbitos sociales ya que, sin duda, las obras más populares presentandiferencias.

Pero el círculo de lo público, las victorias y triunfos militares acaparanla escena simbólica, como bien recoge Plinio. El tratadista latino enumeradiversas pinturas en las que se representan victorias y asedios y que seexponían públicamente, como el cuadro representando el combate yvictoria sobre los cartagineses que se colocó en la curia Hostilia, la victoriaasiática de Lucio Escipión que representó en un cuadro expuesto en elCapitolio, el plano de los asedios a la ciudad de Cartago que Lucio Hostiliocolocó en el foro y que él mismo iba explicando, hecho que según Pliniole llevó en los siguientes comicios a conseguir el consulado, o los cuadrosque representan la efigie de la guerra y el triunfo que Augusto colocóen la parte más visitada del foro.11 En estas victorias y hazañas militares,y su necesidad de exponerlas al público, encuentra Plinio una relacióncon el origen del retrato ya que, según el autor, se consagraba en un lugar

público y sagrado un escudo de los usados para combatir en cuya partecentral se narraba la victoria, o bien se representaba un retrato y, comoél mismo explica, es esta una etimología llena de valor guerrero: repro-ducir en el escudo el rostro de aquel que se ha servido de él.12

1.3. El Pacto

Pero la Pax no sólo se consigue por la hazaña militar, no significala única vía posible. Desde las mismas esferas de poder se tienen presenteotras realidades para alcanzar la Paz. Nos referimos concretamente al pactoo acuerdo entre las partes en conflicto cuya presencia simbólica obser-vamos a través de la literatura romana y específicamente en el imaginariode la guerra.13 En un fragmento de las Púnicas de Silius Italicus, se describela contemplación de Aníbal delante de un friso pintado de un templo yen el que se narran los episodios de las Guerras Púnicas.14 El énfasis dela obra está en indicar el valor y la hazaña histórica pero también el finde la guerra: aparecen los cartagineses en actitud suplicante frente a loslatinos tras lo cual se firma un pacto delante del altar, presentándose laalegoría de la Paz y de Júpiter cuya ubicación no es precisada aunquepropablemente se ubicaran en un lugar celeste.15 Es una concepción delpacto en la que el vencido aparece en actitud inferior con el fin de exaltarla victoria del vencedor.

Esta idea del pacto difiere de otras concepciones que hallamos en otrastipologías artísticas. Así, en las monedas romanas desde el período re-publicano se identifica la Pax con un apretón de manos. Se trata de dosmanos derechas que simbolizan dos partes diferentes que llegan a un pacto,a un acuerdo.16 Esta tipología se emplea con frecuencia durante el períodode las Guerras Civiles en la ceca de Hispania. En una de estas monedasse representa en el anverso la personificación de Roma sentada sobre una

10. La importancia de Plinio radica en que su obra constituye el tratado más antiguode arte que nos ha llegado. Según Plinio la pintura era un arte de hombres libres y estabavetado a los esclavos, 35, 77. Este carácter oficial del arte está unido a la victoria militar;no hay que olvidar que Plinio era un hombre ligado al ámbito militar ya que fue prefectode algunas legiones romanas. Este hecho le lleva a criticar que los generales invictos queabandonaron el arado para someter pueblos y devolver la victoria a Roma no tengan mayorhonor artístico: así, frente a Gayo o Nerón, las casas construidas para los generales eranmás pequeñas que los baños privados de estos emperadores, 36, 111-112.

11. Plinio, 35, 22-23 y 27.

12. Plinio, 35, 13.13. Véase al respecto el estudio ya citado de Croisille en el que nos ofrece el imaginario

a través del análisis de la literatura y su correspondencia con las artes figurativas.14. Púnicas, VI, 658-697. Cit. en CROISILLE, Jean-Michel. Op.cit., vol.I, p. 301-

302.15. Púnicas, VI, 689-97. Cit. en CROISILLE, Jean-Michel. Op.cit., p. 30416. Vid. Lámina I.

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montaña de armas y llevando una victoria; en el reverso, las manos seaprietan. La victoria de Roma se ubica en la parte principal, pero el deseode amistad y concordia en el reverso.17 Estos acuerdos y pactos asociadoscon la Pax son también sinónimo de felicidad. En una moneda de la cecade Hispania se escribe en el anverso la leyenda Bon event et felicitas yla imagen del busto de una mujer, en el reverso aparece la identificaciónde la leyenda Pax con un apretón de manos.18

2. PAX SOCIETATIS EN EL MEDIOEVO

Sin duda, el arte religioso domina el período medieval, aunque ellono implica negar la existencia de un importante desarrollo artístico enel ámbito civil. El mundo de lo divino y lo teológico inunda la esferadel pensamiento. En las ideas estéticas se produce una clara aproximaciónentre lo bello y lo bueno. Dios es la belleza suprema, caminando haciaél se alcanza la paz última y verdadera. En torno a esta idea, planteadacon claridad en las Confesiones de San Agustín, giran las reflexionesestéticas. La idea del pulchrum como belleza domina la escolástica medieval.Es en esta asociación de lo bello y bueno donde podemos apreciar valorespróximos a la paz. La idealización del paraíso como un mundo de amor,paz y abundancia se erige con fuerza frente al infierno, representadomuchas veces a partir del tema del Juicio Final o del Apocalipsis y dondefiguran escenas de violencia, desolación y muerte. En el ámbito religioso,la Paz ocupa presumiblemente ese mundo del bien, aunque las referenciasa ella como objetivo social y político sean más bien escasas. Sí encontramosvalores y virtudes que pueden estar relacionados con la Paz, como laCaridad y el Amor hacia los más débiles y marginados que encontró enel movimiento de San Francisco de Asís su más clara realidad social.

Centrándonos en el término y concepto de Paz observamos que éstaadquiere diversas dimensiones semánticas durante la Edad Media. Porun lado podemos citar la Paz espiritual, como sinónimo de Dios, comoestado que se alcanza en el camino hacia Dios. Por otro lado, una delas aportaciones más relevantes que se producen en el medioevo occi-

dental se basa en la consecución de Paz por medio de la regulación delas violencias a través de dos conceptos que gozarán de inestimableconsideración: nos referimos a la «Paz de Dios» y la «Tregua de Dios».Estos conceptos definen unas situaciones y períodos en los que quedapactada la prohibición de la guerra, confirmándose con ello que entrelos valores de la Paz medieval se mantiene una percepción de ésta comoausencia de la guerra.

Visualmente, la definición de la guerra y la paz no asume por lo habitualel carácter de un valor y objetivo regio. No vamos a ver frecuentementeuna personificación de la Victoria o una alegoría de la Paz como atributosdel poder. Hay por tanto un cambio significativo respecto a Roma, al menosdurante la Alta Edad Media. Sí es más habitual encontrar la idea de Pazen las fuentes literarias y documentales como un estado conseguido porel gobernante. Las artes plásticas del medioevo van a preferir la repre-sentación de escenas de batallas que encuentran su punto contrapuestoen las escenas cortesanas. En las armaduras del medioevo de la PenínsulaIbérica, tanto de palacios como de edificios religiosos, se desarrollanescenas que representan la lucha entre caballeros cristianos, o bien entrecristianos y musulmanes, junto con escenas de amor, baile y danzascortesanas. Las pinturas de los alfarjes del claustro de la Abadía de Siloso las pinturas del alfarje de la Catedral de Teruel son buen ejemplo deello. También en el género de la miniatura encontramos representacionesde las batallas y luchas campales, de saqueos y ataques a fortalezas, juntocon escenas de trovadores y festejos.

Pero la paz es ante todo una máxima y deseo para la sociedad. Así,otra de las dimensiones interesantes que encontramos en la Paz medievales su unión con la Justicia social. Tanto en el Libro del Peso de los alarifesde Sevilla como en las Ordenanzas medievales de Toledo se recogen lascualidades que deben tener los alarifes: sabiduría en geometría, entendidoen hacer ingenios, y que sea capaz de crear Paz en los pleitos.19 La virtuddestacada es que el alarife sea capaz de establecer Paz en la comunidad

17. Moneda recogida en SUTHERLAND, C.H. y CARSON, R.A.G.(1984) RomanImperial Coinage (RIC). Vol. I, London, nº34.

18. Ibídem, nº 10.

19. El texto medieval del Libro del Peso de los alarifes fue copiado en las Ordenanzasde Sevilla de 1632, Ordenanzas de Sevilla que por su original son ahora nuevamenteimpressas, con licencia del señor asistente. Por Andrés Grande, Impresor de libros, Añode mil y seiscientos y treynta y dos. (1975. ed.facsímil) Sevilla, fol. 141 vto.-146 vto. Paralas de Toledo, Ordenanzas de Toledo de 1400. Archivo Municipal de Toledo, Alacena2, legajo 6, nº 4, fol. 181 r.

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ya que eran habituales las disputas entre vecinos a tenor de los ruidoscreados por los talleres, o por perjuicios entre construcciones colindantes,erigiéndose el alarife como un mediador de las desavenencias comunales.El sentido que aquí adquiere la Paz entra dentro de una de las dimensionessociales que se asocia con más frecuencia desde fines del XIV al atribuírselecomo característica la Justicia social. Se estima que la consecución deesa Paz y Justicia social debe ser regulada bajo unas normas cívicas yde policía urbana por las que ha de velar el alarife de la ciudad, adquiriendoconjuntamente el sentido de prevención dentro de un marco normativo.

Esta práctica social de la Paz como acuerdo entre vecinos de una mismacomunidad, o vecinos colindantes territorialmente, se plasma en algunasminiaturas. En el Vidal Mayor, compilación de los fueros aragoneses delsiglo XIII, en el apartado que hace referencia a la tregua y la paz, serepresenta una escena política en la que aparecen seis hombres; uno deellos es el rey coronado que media entre dos bandos enfrentados.20 Laforma de representar este pacto se hace mediante el acercamiento de lasmanos. El rey asume la capacidad política de negociar y poner paz entrelas partes. Ya indicamos la existencia de esta representación de la pazcomo pacto mediante un apretón de manos en la época romana. Esinteresante anotar como esta misma representación mediante el apretónde manos es empleada en otras instancias sociales que reflejan un pacto,una pax societatis. Por ejemplo, la escena «De homagio» del mismo fuerodonde se dan la mano y un beso –el beso asume aquí el valor de amorno sólo entre enamorados, como es frecuente en otras miniaturas medie-vales, sino también de lealtad y amistad–,21 o la escena «De pactis interemptorem», en la que el acuerdo amistoso entre comprador y vendedorse simboliza «faziendo la palmada».22 Es curioso señalar que en lasrepresentaciones de los matrimonios éstos se visualizan mediante el pactocon las manos, así lo constatamos en la escena que precede a «De iuredotium»23 y la de «De contractibus coniugum».24

Es a partir del siglo XIV, con el ascenso de la burguesía y la con-solidación del poder regio y el aumento de poder de los concejos mu-

20. Disposición 326, De tregua et pace. Vidal Mayor. (1989. ed.facsímil) Huesca,Instituto de Estudios Altoaragoneses, fol. 237 r.

21. Vidal Mayor, disposición 319, fol. 230 r.22. Ibídem, disposición 240, fol. 184 vto.23. Ibíd., disposición 271, fol. 197 vto.24. Ibíd., disposición 270, fol. 196 r.

Lámina I.- AMBROGIO LORENZETTI.Detalle Pax del Buen Gobierno, 1338.

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nicipales, cuando la Paz vuelve a tener más presencia en el mundo delo simbólico y visual como un valor político a exaltar. Entre 1337 y 1340,Ambrogio Lorenzetti pinta para la Sala del Consejo de los Nueve (o dela Paz), en el Palacio Comunal de Siena, las alegorías y efectos del Bueny Mal Gobierno. Estos frescos siguen las pautas políticas delineadas porAristóteles y después por Santo Tomás de Aquino. En la alegoría del BuenGobierno, la Justicia aparece inspirada por la Sabiduría, generando Concordiaentre los ciudadanos y por tanto un buen gobierno. La simbolización delmunicipio sienés se lleva a cabo mediante la figuración de un monarcaimperial entronizado que aparece rodeado por las virtudes teologales –Fe, Esperanza y Caridad– y de las personificaciones de la Justicia, laTemperanza, la Magnanimidad, la Prudencia, la Fortaleza y la Paz. LaPaz está representada por una mujer con cabellos rubios identificada bajoel epígrafe de Pax.25 Está en actitud recostada, apoyando su cabeza sobresu brazo, siendo frente a las otras cinco virtudes la única que aparece enesta posición; bajo el almohadón sobre el que se recuesta así como bajosus pies, hay cascos y corazas como símbolos de guerra. En su manoizquierda una larga rama de olivo, y sobre su cabeza una corona de olivo.Vestida de blanco y con sinuosos pliegues, llama la atención sobre el restode las personificaciones.

Los efectos del buen gobierno, entendidos con estas cinco virtudes,ofrecen una ciudad que abre sus muros al campo donde se cultiva yrecolecta, una ciudad con un comercio activo y donde la gente pasea ybaila, todo ello representado bajo la personificación de la Securitas. Elmal gobierno está representado por el demonio de la Tiranía junto conla Avaricia, la Soberbia y la Vanagloria; en su corte hace acto de presenciala guerra, representada por un soldado con un escudo que lo identificapor medio de la leyenda, junto con el Furor, la División, la Crueldad yel Fraude. Este mensaje político ofrecido por Ambrogio Lorenzetti no hacíamás que anunciar los ideales del Renacimiento en torno a la Paz comoun valor político del gobernante en beneficio de toda la sociedad. Estaidea también era plasmada por Marsilio de Padua en la obra DefensorPacis, escrita en el primer tercio del XIV para el emperador Luis de Baviera,y en la que plantea la Paz como un estado idóneo para vivir y al que hade aspirar todo Príncipe.26

3. LA PAZ EN LA CIUDAD IDEAL DEL RENACIMIENTO

El ideal que se ensalza en los tratados urbanísticos y de arquitecturadel Renacimiento es el de conseguir la Paz en la ciudad. A este deseoúltimo se debe dirigir la arquitectura. Este objetivo de alcanzar la Paz enuna ciudad no parte de utopías lejanas a la realidad, ni siquiera de cambiosbruscos, sino que es un ideal que parte de la propia realidad. En este sentido,Alberti y Palladio son conscientes de la existencia de diferencias en laorganización social y partiendo de esas desigualdades pretenden demo-cratizar las esferas de poder. Alberti, y siguiendo a Platón quien se basabaen la existencia de un estado pacífico o bien combativo dependiendo dequien lo dirija, mantiene la idea de una sociedad formada por aquellosque toman decisiones, los que las ponen en práctica y los que hacen acopiode medios; a cada un de ellos corresponderá un tipo edificio.27 Palladio,en sus cuatro libros de arquitectura ofrece su ideal de un tipo de vida paralos gentilhombres basado principalmente en la comodidad y belleza.28

Partiendo ambos tratadistas de la realidad de unas diferencias sociales,su pretensión es conseguir la máxima armonía posible desde sus diseños.

3.1. La Paz como virtú de todo Buen Gobernante

Ya señalamos como en el medioevo encontramos asociaciones de laPaz con el gobernante. En realidad, desde la época romana no se ha dejadode plantear la relación entre la consecución de la paz y el máximo poderpolítico. Pero es en el Renacimiento, y principalmente en la primera mitaddel XVI, cuando alcanza una máxima identificación. La paz se convierteen una virtú indispensable que ha de favorecer el monarca. Las ideas deErasmo de Rotterdam sobre el Príncipe de la Paz encuentran eco en lasdiferentes cortes europeas. En España, Alfonso Valdés, Ginés de Sepúl-veda, o Luis Vives, próximos a la corte carolina, son buen ejemplo deello.29 Su trascendencia política no hace más que reflejarnos que era un

25. Vid. Lámina I.26. La obra de Marsilio de Padua se terminó de escribir en 1324. Hemos manejado

la edición: PADUA, Marsilio de (1989). El defensor de la Paz. Madrid.

27. El tratado fue redactado en 1452 pero publicado en 1485. Hemos manejado,ALBERTI, León Battista (1991) De Re Aedificatoria, Madrid, Libro IV, cap. I.

28. Los cuatro libros fueron publicados en 1570. Hemos manejado, PALLADIO,Andrea (1988) Los cuatro libros de arquitectura. Madrid, Libro I, Proemio a los lectores.

29. Para algunas reflexiones sobre la imagen en las artes plásticas de Carlos V comoPríncipe de la Paz vid. CHECA CREMADES, Fernando (1987) Carlos V y la imagen delhéroe en el Renacimiento, Madrid, especialmente pp. 80-86 y 124-149.

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valor de relevancia social para ser exaltado políticamente, era un deseoque formaba parte de una realidad social, aunque en la práctica políticase emprendieran «guerras justificadas».

Ya en el Quattrocento, algunos tratadistas destacan la Paz como elvalor principal de todo buen gobernante elegido democráticamente. Eltirano, no elegido de buen grado, se verá obligado a defenderse en mayormedida ya que contará con enemigos internos.30 El tirano es un elementoextraño para un estado regulado, para tener posibilidades reales de con-seguir la Paz.31 En este sentido, Alberti presenta la arquitectura como unmedio capaz de transformar las realidades más que de perpetuarlas; antesque un movimiento armado, la moderación o mediocritas es la que puedetransformar la realidad ante la violencia de un tirano.

La proclamación de la Paz como virtud del Príncipe no supone unrechazo frontal a la guerra. De hecho los tratadistas distinguen entre lostiempos de paz y tiempos de guerra como algo habitual en una ciudad.En los de paz se encarga del común el senador y el juez, en los de guerra,el general y el almirante.32 Los mismos edificios están destinados al«entretenimiento propio de la paz y del ocio, que otros lo están a fomentarla guerra y las ocupaciones, en el primer caso es indudable que se estimulay se alimenta el vigor de la inteligencia y de la mente, en el segundo seacrecienta a las mil maravillas la fortaleza y la firmeza del espíritu yde la fuerza física, en ambos casos existe un camino seguro y constanteque contribuye de una manera significativa a la integridad y el honorde la patria».33 El buen gobernante debe hacer uso de la guerra en prode la Paz de un territorio.

3.2. Paz, Seguridad y Defensa en la ciudad del Renacimiento

Alberti considera que la esencia y motivo de elevar una ciudad esque sus habitantes puedan llevar en ella una existencia pacífica y en loposible libre de incomodidades.34 La arquitectura es un factor de granincidencia en el agrupamiento, en la cohesión de los individuos, de talmanera que no fue tanto el fuego o el agua como la arquitectura lo queunió a los hombres en sus orígenes.35 Del mismo modo, Palladio partede la socialización para ser verdaderamente feliz, de tal modo que elhombre en un principio vivía sólo y dándose cuenta de que necesitabala ayuda de los demás para ser feliz deseó y amó la compañía con losotros. Para ambos arquitectos, la ciudad debe encerrar esa Paz social ala que ellos quieren contribuir por medio del diseño urbanístico y de laarquitectura.

El primer aspecto que se destaca para conseguir la Paz en una ciudades la defensa ante posibles ataques militares. El arte tormentaria o militares el que permite proteger y acrecentar una ciudad. Se vislumbra clara-mente que el sentido que adquiere la convivencia pacífica parte en primerlugar de la defensa ante posibles ataques enemigos. Es decir, un conceptode Paz unido al de la Seguridad y Defensa. Para ello, y frente a las dotesde mando de un general, vale más la inteligencia de un arquitecto, y loque es más importante, el arquitecto consigue la victoria con un ejércitoescaso y sin víctimas.36

Para levantar una ciudad hay que buscar un lugar idóneo, pensandopara ello en un sitio estratégico. Los tratadistas recogen que algunasciudades no fueron conquistadas por rodearse de lugares inhóspitos, porno tener vecinos, como fue el caso de los árabes, asirios, egipcios ygermanos. Los lugares ricos y que dan frutos para el placer sólo engen-drarán hombres incapaces de guerrear. Alberti se decanta por un términomedio: un territorio con productos que no la hagan depender del exteriory protegida por fronteras naturales que la defiendan de un enemigo peroque permitan que se pueda engrandecer aún con la oposición del enemigo.Partiendo de esta idea, Alberti dedica todo un capítulo a la ubicación dela ciudad, cuidando en gran manera los posibles ataques de enemigos:

30. Alberti, Libro V, cap.I, p. 195 ss. La existencia de un tirano implica para el tratadistaitaliano la posibilidad real no sólo del enemigo externo sino además de un enemigo internoen la ciudad y por tanto se ha de cuidar la disposición interna por medio de muros.

31. Alberti denosta con frecuencia la presencia de los tiranos: no apruebo el procederde quienes han colocado almenas y pináculos en las casas de ciudadanos particulares;tales elementos son, en efecto, propios de las fortalezas, sobre todo de las de los tiranos,extraños a pacíficos ciudadanos y a un Estado regulado, dado que son indicativo de untemor asumido y una patente actitud agresiva. Alberti, libro IX, cap.IV.

32. Alberti, libro V, cap. VI.33. Alberti, libro VIII, cap.VII.

34. Alberti, Libro IV, cap.II.35. Alberti, apartado bajo el epígrafe Comienza el De Re Aedificatoria.36. Ibídem.

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que las montañas estén cerca del mar porque un ataque hostil marítimose presencia mejor, que no haya una montaña cerca porque puede sertomada por un enemigo y acosar desde allí... Para Giorgio Vasari IlGiovane, la ubicación de la ciudad también parte de un terreno fértil ycon buen aire, cerca de un río navegable que sirva para el comercio ytambién de defensa en caso de guerra.37

Esa posible guerra o ataque militar no sólo es producto de un enemigoexterno. Hay que estar preparados para un eventual enemigo interno,siendo necesario para ello un ordenamiento de la ciudad: quando pureper guerre civili, e divisioni della Città, si può temere delle dette scorreriedi cavalli, si deve ricorrere allo sbarrare le strade, ò vero serrarle concatene, ò altro come si vede in Siena.38 Esta defensa de la ciudad ocuparáun importante número de capítulos en los tratados de Palladio y Alberticon el estudio de la planta de la ciudad, las murallas, las calzadas militares,los puentes, las puertas y fortalezas y los campamentos. Incluso Palladiorememora antiguos valores de Grecia y Roma como la valerosidad y laguerra al ensalzar las palestras o xustós, donde los jóvenes se preparabanpara la lucha, lo que hizo que pocos hombres bien entrenados pudieranvencer a ejércitos numerosos.39 Pero además de una buena ubicación yordenamiento, para el bien de los habitantes de una ciudad, para atenderal culto divino, a los estudios de las letras y al comercio, se debe cuidarprimeramente su defensa y conservarla en Paz y para ello debe haber unabuena fortaleza.40

Pero la Paz no es únicamente la ausencia y prevención ante una guerrao un ataque militar; para procurar la Paz debemos servirnos de la Justicia.41

La injusticia y desigualdad provocan actos violentos, pero en este puntolos tratadistas no proponen cambios ni vías que corrijan estas diferenciasy desigualdades estructurales. Su máximo empeño se centrará en prevenir

y defender la ciudad de esas otras violencias diversas a la guerra, de talmanera que los graneros estarán protegidos frente a acciones violentasde ladrones, revoltosos y fechorías.42 No obstante, Alberti apunta unaspecto que nos llama la atención y que creemos interesante recoger. Parael tratadista italiano, el inconveniente de una ciudad viene motivado aveces por sus vecinos colindantes, pero no por un posible ataque sinopor otro tipo de violencias existentes en las estructuras sociales de losvecinos: y esta acción no sólo la llevan a cabo mediante las armas y laviolación del derecho, cuales son las acciones que se les achacan a lospueblos bárbaros y salvajes, sino que también causan daño con la amistady los vínculos de hospitalidad. Para esta idea se vale del caso de la ciudadde Pera, colonia de los genoveses situada en el Ponto, donde cada día,y por su trato con los genoveses, reciben transportes de esclavos consu-midos no sólo por la tristeza de ánimo sino sobre todo por su situacióny falta de higiene, hecho que hace que con frecuencia azote la peste ala ciudad.43

3.3. La tradición greco-romana

Algunas de las ideas sobre la Paz en época moderna son transmitidasdesde el legado de la Antigüedad greco-romana.44 Así, tanto Alberti comoPalladio rescatan la idea de los antiguos para quienes los dioses protectores

37. La obra de Vasari il Giovane, sobrino del célebre autor de las Vidas de los másexcelentes arquitectos, pintores y escultores, fue publicada en 1598. Hemos manejado,VASARI, Giorgio (Il Giovane) (1970) La città ideale. Piante di chiese (palazzi e ville)di Toscana e d’Italia. Roma, p. 61.

38. Vasari, p. 62.39. Palladio, Libro III, cap. XXI.40. Vasari, p. 64.41. Alberti interrelaciona la justicia como un don divino que debe mover a dar a

cada uno lo que le corresponde según sus méritos, de ahí que se dedique al culto religiosola basílica, antiguo espacio para la administración de la justicia. Libro VII, cap.I.

42. Alberti, Libro V, cap. XIII.43. Alberti, Libro I, cap. VI.44. La transmisión del legado de la Antigüedad tiene lugar por la propia observación

de las obras de griegas y romanas —ruinas de ciudades, edificios, monedas—, por la lecturasde los textos de la Antigüedad —Virgilio, Vitruvio— y por los múltiples tratados queanalizan el legado romano, entre ellos mencionamos la Iconología de Cesare Ripa queconstituyó una fuente básica a partir de la cual el pintor llevó al lienzo complejas alegoríasy pasajes figurativos de gran parte de la antigüedad. Sin lugar a dudas esta «recuperación»del legado de la Antigüedad tuvo un referente importantísimo a través del estudio de lasmedallas y monedas antiguas, como en el caso de Ripa, aunque la interpretación en ocasionesgire en torno a justificar actitudes posteriores. Así, en 1589 Juan de Horozco y Covarrubiasdescribía la personificación de España a tenor de las medallas antiguas que la representabancon un manojo de espigas, dando a entender la abundancia de frutos, y con escudo y saetas,como belicosa y guerrera como se vio siempre y en este siglo se ha mostrado tanto habiendoextendido su imperio por el nuevo mundo y sujetándole con hazañas nunca vistas.HOROZCO Y COVARRUBIAS, Juan de (1589) Los emblemas morales. Segovia, cap.VIII, fol. 39.

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de la paz debían situarse en el interior de la ciudad y los que provocabanlas disputas fuera. En la época de ambos tratadistas, todos los templosse ubicarán en el interno de la ciudad, considerando de esta forma quetodas las iglesias son símbolos de la Paz y el pudor.45 Palladio especificacómo los templos que se dedicaban a Venus, Marte y Vulcano se teníanque situar fuera de la ciudad como correspondía a quienes implicabanla lascivia, las guerras y los incendios, mientras que en la ciudad se debíansituar los que cuidaban del pudor, la paz y las buenas artes.46 Por otrolado, al igual que en la Roma Imperial, los monumentos conmemorativosrememoran las hazañas y victorias militares por conseguir con ellas lapacificación de un territorio.47 De estos monumentos conmemorativos,símbolos de la victoria y la paz, hará alarde Carlos V en sus entradastriunfales, tal como recogerá en diversas ocasiones el cronista PedroGirón.48 Del mismo modo, hay una repristinación de las imágenes romanasde la Paz, aunque lógicamente adquieren matices diferentes, tanto formalesy estilísticos como semánticos.

Temas, personajes y atributos de la Pax romana reaparecen en loslienzos de los cuadros, como es el caso de la pintura de Tintoretto parala Sala del Anticollegio en el Palacio Ducal de Venecia en el que Minerva,diosa de la Sabiduría, aleja a Marte, dios de la guerra, de las alegoríasde la Paz y de la Abundancia. La Paz es personificada como una mujersemidesnuda coronada con ramas de olivo y bajo ella armas y corazasdepuestas; la Paz conversa con la Abundancia; tras ellas, una ramacargada de frutos maduros y un brillante sol. La Sabiduría aconseja alejarla Guerra en provecho de la Paz, sinónimo de abundancia. De igual modo,en el Triunfo de Venecia para el Palacio Ducal de Venecia, Veronés haceuso del antiguo legado. Pinta la personificación de Venecia entronizadaen el momento de ser coronada por una Victoria alada. A sus pies, yentre otras virtudes, la Paz con una rama de olivo, la Prudencia con elcaduceo y la Abundacia con la cornucopia y un manojo de espigas. Enuno de los lados hay un personaje masculino vestido como un soldado

militar y coronado con laurel y llevando una larga rama de olivo. Todoello viene a simbolizar la Paz como consecuencia de una victoria militar.49

Por tanto, la imagen de la Paz mantiene algunos de los valores y atributosasignados desde la Antigüedad –personificación en una mujer, rama deolivo, armas depuestas...– así como algunos de sus significados –atributodel poder regio, sinónimo de abundancia, asociación con la victoriamilitar...– pero con un lenguaje plástico nuevo basado en las formasrenacentistas a la hora de interpretar la composición y el canon de lafigura humana.

Pero no sólo se reinterpreta el legado de la Antigüedad, y por tantoel de los valores sobre la Paz transmitidos desde entonces, sino que enlas composiciones artísticas podemos apreciar también la continuidad dela concepción medieval entre lo bello y bueno como sinónimo de Paz.La Paz es algo superior y celestial frente a la guerra terrenal. Tanto enlos grandes frescos murales como en las más reducidas dimensiones deuna tabla o tela, las escenas de guerra y batallas suelen ocupar el registroinferior. Es el caso del programa mural de la Historia de la Vera Cruzrealizado por Piero della Francesca en la Iglesia de San Francisco deArezzo; en la parte inferior ubica las escenas de luchas como la Batallade Heraclio y Cosroes, las escenas cortesanas ocupan la parte media, ylas escenas al aire libre y del paraíso, como la representación de Adány Eva, en la parte superior. De igual modo, en el cuadro citado de Veronés,Triunfo de Venecia, ubica la figuración de algunos soldados en la parteinferior, mientras que en la superior a las virtudes, entre ellas la Paz yla Victoria. En definitiva, la guerra se percibe visualmente como un hechoexclusivamente terrenal, humano y dinámico, es el caso, por ejemplo,de la extraordinaria composición de Paolo Ucello en sus cuadros sobrela batalla de San Romano pintados hacia 1465. La Paz representa latranquilidad, el reposo y el estado superior al que se debe aspirar so-cialmente.50

45. Alberti, Libro VII, cap.III.46. Palladio, Libro IV, cap.I.47. Alberti, libro VII, cap.XVI.48. Hemos manejado, GIRÓN, Pedro (1964) Crónica del Emperador Carlos V. ed.

de SÁNCHEZ MONTES, Juan, Madrid. Otras entradas triunfales, como la de Messina,en CHECA CREMADES, Fernando. Op.cit., pp. 96-97.

49. Para la Sala Collegio del mismo Palacio pintó Venecia dominadora con la Justiciay la Paz, representándose ésta última con dos grandes ramas de olivo en ambas manos.

50. Esta asociación de la Paz con la Tranquilitas arranca desde la Antigüedad y tuvoun profundo arraigo en el medioevo. Ya Marsilio de Padua hacía constantes identificacionesentre ambos conceptos, siendo una idea que perdura hasta hoy día en contraposición aldinamismo de la guerra.

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4. PAZ, LIBERTAD Y EDUCACIÓN EN LAS ARTES DEL XVIII

La complejidad y pluralidad del pensamiento del siglo XVIII se apreciacon claridad en las diversas tendencias estéticas que se desarrollan en estemomento. Junto al mantenimiento del lenguaje barroco, surgen otrascorrientes como el clasicismo académico y el Neoclasicismo. Tal pano-rama se completará con la aparición a finales del siglo XVIII de otrascorrientes artísticas como el Romanticismo. En todas estas corrientesestéticas siguen teniendo relevancia algunos de los valores semánticos yformales atribuidos y adquiridos por la Paz desde la Antigüedad perotambién se producen innovadoras aportaciones.

4.1. Pervivencia de la tradición clásica

En las alegorías de la Paz sigue estando presente su personificacióncomo una mujer con algunos de los atributos y significados tradicionales:la Pax con la rama de olivo, la victoria y la Paz conseguidas a través delmonarca... Sin embargo, otros tipos son menos frecuentes o no aparecen.Es el caso de la representación del templo de Jano, o del pacto con el apretónde manos. Siempre que se hace referencia a la Paz, ésta va ser personificadatal como hemos descrito, a lo sumo se hará alusión a ella simplemente conla rama de olivo. Por tanto, a nivel visual estas imágenes –especialmentela rama de olivo– debían ser los símbolos de la Paz más reconocibles, losmayoritariamente aceptados como valor e identificación de la Paz.

Algunos de los significados visuales que asume la paz en el XVIII,están presentes en otros momentos estilísticos y cronológicos, aunquelógicamente la dimensión social que adquieren y que representan es biendiversa. Por tanto, y no obstante esta similitud en temas e iconografía conel legado de la Antigüedad, es importante no olvidar que las sociedadesno son las mismas y que los símbolos visuales adquieren y asumen otrasconnotaciones aunque externamente se empleen los mismos vocablos. Eneste sentido, los intelectuales más críticos del XVIII, denostarán la des-mesurada imitación de lo greco-romano, argumentando las grandes di-ferencias sociales del XVIII con respecto a una Antigüedad en ocasionespercibida como una Arcadia.51

Una de las dimensiones de la Paz que ya era habitual desde laAntigüedad y que encontramos a lo largo de este siglo XVIII es el carácterasignado como atributo del poder. A inicios del XVIII, Fray MartínSarmiento, en su obra sobre el sistema de adornos del Palacio Real deMadrid, hace un estudio de los valores y virtudes que han de tener losreyes y que han de expresarse por medio de la pintura y escultura. LaPaz es una virtud más junto con la Fortuna, la Fama y la Victoria, peroson superiores los valores de la Justitia, Prudentia, Magnanimitas yReligio para el rey, y la Clementia, Pudicitia, Liberalitas y Pietas parala reina.52 Sin duda, la Justicia va ser una de las máximas reales, y juntoa esta Justicia podemos apreciar en algunos de los grandes programasregios la representación de la Paz. Corrado Giaquinto, en su pintura sobrela Justicia y la Paz para el Palacio del Buen Retiro, representa ambosvalores personificados en dos mujeres y donde la Justicia abraza a la Paz.53

Ésta última lleva una rama de olivo y pisa un saco rebosante de frutasmaduras recolectadas; en sus proximidades diversos amorcillos recogenlas frutas maduras y las espigas junto a una oveja, todo ello en clara alusióna la abundancia. El atento león simboliza la idea de Virgilio de que entiempos de paz los leones y los corderos podrán vivir juntos y sin hacersedaño. Al fondo, un templo circular y una paloma pueden hacer alusióna la diosa Venus-Paz. A los pies de la Justicia y la Paz, varios amorcillosqueman las armas.

Diferentes connotaciones adquiere la Paz en el cuadro de José AparicioGodoy presentando la Paz a Carlos IV. Seguidor de las normas neoclásicaspropuestas por David, José Aparicio pintará una alegoría de la Paz cercanaal poder real. En un primer plano aparece Godoy llevando de la manoa la Paz y presentándola a Carlos IV, sentado sobre un trono y próximoa él los atributos reales. La Paz es personificada como una mujer vestidacon vaporosas telas blancas y que camina aligerada, rompiendo ciertarigidez compositiva. La Paz lleva una rama de olivo y próxima a ella un

51. Por ejemplo, para Winckelmann en Grecia ...donde desde la juventud se consa-graban al placer y a la alegría, donde nunca un cierto bienestar burgués dio lugar, como

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en nuestros días, a la libertad de costumbres, allí la bella naturaleza se mostraba sinvelos para el mayor provecho de los artistas. Hemos manejado la edición: WINCKEL-MANN, Johan Joachim (1987) Reflexiones sobre la imitación del arte griego en la pinturay la escultura, Barcelona, p. 23.

52. Texto recogido en FERNÁNDEZ ARENAS, José (1982) Renacimiento y Barrocoen España. Fuentes y documentos para la Historia del arte, Barcelona, pp. 241-249.

53. Vid. Lámina II.

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54. Vid. Lámina III.

amorcillo quema las armas con un antorcha. Al fondo se vislumbra uncampamento militar esbozado con una pincelada muy difuminada, sinapenas contornos, y con un tono azulado, simulando una lejanía. Mercurio,de espaldas y con caduceo, vuela hacia el cielo una vez que ha llevadoel mensaje divino de la Paz; una Paz que acabará con la guerra graciasa la intervención de Godoy y la acogida del rey.54

Otro de los valores tradicionales es la asociación de la Victoria yla Paz, presentándose el monarca como vencedor militar y pacificador.Esta idea, sin embargo, había alcanzado mayor irrupción escénica a lolargo del XVII. En 1635, Jan van de Hoecke, en el Ingreso triunfal delInfante Fernando de España en Amberes, representa al Infante en unabiga romana tirada por caballos blancos. En un primer plano apareceel ejército –soldados vestidos como romanos que llevan como prisionerosal vencido– mientras que Fernando de España es coronado con el laurel.En el registro superior, y culminando toda la composición, la Victoriaalada y con armas en una mano y una palma en la otra, acoge con su

brazo a la Paz, vestida de blanco y con una pequeña rama de olivo. Similarcomposición se repite en el Ingreso triunfal de Enrique IV en París deRubens, aunque en este caso es el propio rey quien lleva la rama de olivo.En ambas pinturas el triunfo militar por medio del rey traen comoconsecuencia la Paz.

Esta exaltación de personajes históricos como héroes victoriosos tienetambién lugar en pinturas barrocas españolas en las que se emplean dosplanos: en el primero y con contornos delineados, aparecen auténticosretratos de los personajes dirigentes y victoriosos de la guerra; en unsegundo plano y con pincelada difuminada, la representación del cam-pamento militar o la batalla. En este sentido cabe citar la Defensa deCádiz de Zurbarán o El Socorro de Génova de Antonio Pereda. Al igualque con anterioridad, las representaciones de batallas siguen estandollenas de movimiento, aunque con mayor dramatismo acentuado por ellenguaje barroco. Este movimiento caótico lo ofrece Rubens en su cuadroEnrique IV en la batalla de Ivry donde la batalla es una gran nube depolvo conseguida por medio de una pincelada muy difuminada. Lige-ramente más nítida, aunque también con una explosión de movimiento,es el cuadro de Jacques Courtois del Museo del Prado al representar la

Lámina III.- JOSÉ APARICIO.Godoy presentando la Paz a Carlos IV.

Lámina II.- CORRADO GIAQUINTO.La Justicia y la Paz, (1700-1765).

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Batalla entre cristianos y musulmanes. Pero más interesante para nuestroestudio es el caso de la Rendición de Breda de Velázquez en el que senarra el acto diplomático que pone fin a la guerra por medio del acer-camiento de las dos partes, acogiendo el vencedor con el brazo la rendicióndel vencido.

4.2. Asociación entre la Paz y las Artes

No obstante esta continuidad en ciertos valores semánticos de la paz,ésta adquiere en el siglo XVIII nuevas connotaciones. Entre ellas hay quemencionar la importancia que adquiere la asociación entre Paz y Artesfrente a la destrucción de la Guerra.55 Esta idea tendrá más eco en losescritos que en las artes plásticas del XVIII. Ya Rubens la había plasmadoen su cuadro Los Horrores de la guerra –o Venus intenta detener a Marte.En el lienzo se representa por un lado a Marte vestido como un militarromano y pisando un libro mientras que tirado a sus pies aparece entreotros un personaje con un instrumento musical así como un arquitectocon sus instrumentos en la mano, aludiendo a la incompatibilidad del artecon la guerra. Los nubarrones del fondo y la paleta oscura transmiten lasensación devastadora de Marte, cuyos horrores se traslucen en la madrecon el niño al que intenta proteger. Por otro lado, Venus, en quien seconcentra la luminosidad del cuadro, intenta detener a Marte, mientrasque una mujer alza los brazos en actitud de pánico. Al fondo, el recuerdodel Templo de Jano abierto. El amor (Cupido y las flechas), la música(el laud) y las letras (el libro) son destruidas por la guerra (Marte), comoel mismo pintor argumentaría al hablar del lienzo.56

Para Winckelmann la libertad y la amistad fomentan las artes.57 Lacultura clásica creaba instancias de libertad en las que podían opinar todossin necesidad de ser artistas.58 Esta unión de las artes y la libertad se apreciatambién en su reflexión sobre la Grecia contemporánea de la que opinaque ya no quedaba nada en ella de la antigua libertad y cómo la tiraníaque vive lleva a que los monumentos sean poco a poco destruidos.59 Perosin duda, la reflexión más importante para el objetivo de este trabajo, yque veremos en otros intelectuales de la época, será considerar la ligazónde las artes con la educación: ...la superioridad de los griegos parecebasarse no tanto en la propia naturaleza, o en el influjo del clima, comoen su educación.60 La educación es la que permite que no haya una faltade libertad, la que permite la existencia de un sistema democrático y, enconsecuencia, la Paz. En última instancia la Paz conduce al fomento delas Artes.

Esta unión entre Paz, Libertad y fomento de las Artes, así como ladisociación entre el genio y la creación frente a la guerra, es clara en algunosde los más insignes pensadores del XVIII. La historia es la que enseñaque la guerra siempre ha sido incompatible con las artes. En este sentidoJovellanos advierte sobre el peligro de caer en la ignorancia, comoejemplifica la historia que enseña los errores pretéritos y a la que hayque tener en cuenta para no caer en ellos.61 Hay un principio que se destaca

no sólo abogó por la Paz en su pintura sino también en algunas de sus actuaciones«diplomáticas». Un breve estudio sobre la Paz en la pintura de Rubens y en sus inter-venciones diplomáticas en TREVOR-ROPER, Hugh (1992) Príncipes y artistas. Mece-nazgo e ideología en cuatro Cortes de los Habsburgo. 1517-1623, Madrid, pp. 153-201.Del mismo modo cabe citar el estudio de Simón Vosters sobre la relación entre la diplomaciade Rubens y su pintura de Paz, y en el que se recogen diversas pinturas y dibujos referentesa la Paz y a las reconcialiciones. VOSTERS, Simón A. (1992) Rubens, diplomático y pintorde la paz. Historia 16, nº 199, pp. 45-62.

57. ...Libertad y amistad son la gran meta final que me ha guiado en todas las cosas.El incremento de las artes bajo Pericles se produjo del mismo modo que su florecimientobajo Julio II o León X. Grecia se parecía entonces, como después Italia, a una tierrafecunda y no agotada, pero tampoco descuidada que merced a una labranza especialderrama las riqueza que atesora. Cfr. WINCKELMANN, Johann J. (1964) Lo bello enel arte. Buenos Aires, pp. 64-67.

58. WINCKELMANN, Johann. Reflexiones..., p. 82.59. Ibídem, p. 114.60. Ibíd., p.107.61. En las invasiones de los pueblos centroeuropeos la ignorancia, las guerras

intestinas [...] y su establecimiento en el imperio, acabaron con las artes en todo el mundo

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55. Realmente esta es una idea constante en los escritos y obras de arte a lo largodel tiempo. No se trata de referencias vagas sino que son reflexiones y percepcionesconstantes recogidas en los tratados. A tenor de una imagen de la Paz, Cesare Ripa explicabacómo la estatuilla nos muestra que la Paz es ministra de las Artes, las cuales no se puedenejercer si no es con mucho tiempo y en tranquilo sosiego, sin estar ocupados en pensamientosde guerra; los cuales de ordinario desvían nuestro ánimo de la práctica y adquisiciónde costumbres virtuosas. La primera edición vió la luz en 1593. Hemos manejado, RIPA,Cesare (1987) Iconología. Madrid, Tomo II, p. 184.

56. En la misma línea, aunque con otros valores semánticos, Rubens había realizadocon anterioridad otros cuadros, como el que pinta para Carlos I de Inglaterra tituladoAlegoría de las bendiciones de la paz, en el que aparece nuevamente Venus rodeada dela riqueza, la música y abundantes frutos mientras que Minerva detiene a Marte. Rubens

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y que la historia repite según los pensadores del XVIII: la Paz, sólo posiblea través de la estabilidad política, es la que conlleva el progreso de lasnaciones. La historia es la que enseña la necesidad de Paz y estabilidadpolítica. El concepto de Paz se identifica con el progreso en las artes. Frentea ello, el genio de la creatividad es incompatible con un estado de guerra.62

La guerra contribuye no sólo a la destrucción de los edificios y obras,sino que principalmente encarcela a la creatividad y al genio: la guerracivil, grande enemiga de las artes, así por el carácter de ferocidad quecomunica a los pueblos como por males y turbaciones en los que envuelve,sólo las artes pacíficas aseguran la felicidad y verdadera gloria de lasnaciones.63 El genio de la creación no es compatible con un estado deguerra pero tampoco con ciertos regímenes políticos. El sistema políticoparlamentario afianzado en la Inglaterra del XVIII era considerado unode los más adecuados y donde la prosperidad política trae anexa laprosperidad en las artes.64

Esta asociación de la Paz con el estudio y las artes se aprecia en cuadrode Vicente López pintado en 1802 y en el que se conmemora la visitade Carlos IV a la Universidad de Valencia.65 Ante la familia real aparecenvarias Facultades, entre ellas la de Teología, personificada en una mujercon la Biblia abierta. Las Facultades son amparadas por Minerva ycoronadas por la Victoria y la Paz. La Victoria lleva una casco y una palma,

culto. Cfr. JOVELLANOS, Gaspar Melchor de. Elogio de las Bellas Artes. Discursopronunciado en la Academia de San Fernando el 14 de Julio de 1781, en Biblioteca deAutores Españoles, Tomo 46 (1963), Madrid, p. 351.

62. Al hablar de los astures, Jovellanos menciona que la guerra y la reconquista, únicosobjetos del pueblo asturiano, fijan el espíritu de su constitución, y las costumbres emanadasde este espíritu se hacen con él sencillas y feroces. Sólo reconocen las artes primitivasque puedan conservar la necesidad de una nación guerrera, mientras las artes de la pazy del luxo, ó quedan del todo ignoradas, ó notablemente imperfectas [...], no sirviendoal gusto y a la comodidad, sino a la seguridad y al abrigo. Discurso leído en 1788 porJOVELLANOS, Gaspar Melchor (1790) Elogio de don Ventura Rodríguez, Madrid, pp.20-21.

63. Cfr. JOVELLANOS, Gaspar Melchor de. Sobre la arquitectura inglesa y la llamadagótica. Escrito en 1805, en Biblioteca de Autores Españoles, Tomo 87 (1956), Madrid,pp. 365-382.

64. ...No hay un pueblo sobre la tierra de quien se pueda esperar la perfección enlas artes tanto como el de los ingleses. Cfr. JOVELLANOS, Gaspar Melchor de. Sobrela arquitectura inglesa..., p. 381.

65. Vid. Lámina IV.

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Lámina IV.- VICENTE LÓPEZ. Conmemoración de la visita deCarlos IV a la Universidad de Valencia, Siglo XVIII.

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la Paz una cornucopia con flores y espigas y varias coronas de flores,y bajo los pies de la Victoria un amorcillo lleva la rama de olivo asociadacon la Paz. De este modo la familia real se presenta como protectora delestudio que incentiva la sabiduría para conseguir el Triunfo y la Paz.

5. LOS DESASTRES DE LA GUERRA EN LA PINTURACONTEMPORÁNEA

En el arte contemporáneo la Paz ya no aparece como una alusión aun atributo del poder sino que por sí misma constituye un motivo temático.La guerra tampoco aparece unida al poder sino que sus consecuenciasy desastres se destacan frente a la exaltación de la hazaña militar.

5.1. La Paz y el fomento de las Artes

En muchos de los escritos sobre el arte del XIX español dominan lasideas planteadas con anterioridad por Jovellanos. Los períodos de Pazsuponen un progreso en las artes, son períodos en los que se libera lacreatividad ofreciendo obras de inmenso placer estético. Frente a ello, laguerra supone un claro retroceso en las actividades artísticas. Para loshombres del XIX, la Paz se erige principalmente en aquellos pueblos quetienen una estabilidad política y cuya consecución está unida al conceptode libertad. La libertad hace progresar a las artes, mientras que la guerralas destruye.66 Estas ideas decimonónicas también estarán presentes enlos pintores del siglo XX. La guerra destruye las artes liberales y, porel contrario, son fomentadas cuando domina la Paz.

66. ...Con la Libertad prosperan las artes, que el despotismo las envilece y degrada,y las corrompe y acaba. La honra cría las artes [...] y la honra, y la gloria, y la virtud,y todo lo bueno y lo bello dura en los pueblos a par de la Libertad. Cfr. USOZ DELRÍO, Luis. ¿Bajo qué sistema de gobierno prosperan más las artes? Estado de éstas entrelos antiguos y su carácter, El Artista, II. ...Las guerras y desastres que de tiempo en tiempohan agitado así nuestra patria como todos los demás imperios del mundo, no solamentetrastornaron el antiguo orden de las cosas, sino que hicieron desaparecer hasta los vestigiosde poblaciones enteras; no es de extrañar que hayan perecido tantos monumentos yproducciones. Cfr. CARDEDERA, V. Bellas Artes, El Artista, I. Ambos documentos estánrecogidos en HENARES CUÉLLAR, Ignacio y CALATRAVA, Juan (1982) Romanticismoy Teoría del Arte en España, Madrid, pp. 102 y p. 122 respectivamente.

Esta idea es plasmada en los murales pintados por Picasso para la capilladel castillo de Vallauris en 1952. Son dos grandes murales titulados Laguerra y La paz. En ambos domina la paleta de múltiples colores, lasdiferencias entre ambos murales vienen determinadas por los símbolosy la narración de la composición. En el mural de la Paz aparece en laparte central un Pegaso alado tirando de un arado guiado por un niño;a la izquierda un brillante y colorido sol, cuyos rayos son espigas de trigo,ilumina entre otros a la maternidad –una madre que lee mientras estáamamantando a un niño– y al estudio –un hombre que escribe en actitudpensativa. En el lado izquierdo unas mujeres bailan al son de un hombreque toca la flauta; un niño sostiene la balanza de la igualdad bajo lasabiduría, simbolizada en un búho sobre su cabeza. La balanza tiene aun extremo golondrinas en una pecera, y en el otro una jaula con peces.En esta obra, Picasso interpreta la Paz como sinónimo de fertilidad, comoun valor alcanzable con la sabiduría y un período donde se fomentan lasartes como la música, el baile y la escritura.67 En el mural de la guerradomina en primer plano el enfrentamiento de dos ejércitos, personificadosen dos soldados. Uno de ellos está en actitud de atacar, con el escudolleno de calaveras y el cuchillo ensangrentado y avanzando en un carrotirado por caballos negros. El otro soldado espera preparado para defen-derse, cubriéndose con un escudo blanco con la paloma de la paz y lalanza con la balanza de la justicia. En un segundo plano, figuras negrasanónimas forman una curva de movimientos descendentes con diferentesarmas. La guerra destruye el saber y lo racional, representado en un libroquemado y pisoteado en primer plano por los caballos.68

En esta destrucción del arte ante la guerra muchos de los artistascontemporáneos hacen referencia no a cualquier saber ni a cualquier arte,sino a aquél que es libre, libre de los academicismos y libre para que elpintor exprese de un objeto no una representación exacta sino una virtudde él. Partiendo de esta premisa, para André Bretón una excesiva sabiduríapuede comprometer la Paz del mundo, y quizás para prevenir tal peligrose destruyó la biblioteca de Alejandría.69 Pero en lo que sí está de acuerdo

67. Vid. Lámina V.68. Esta idea de la destrucción de la guerra puede estar explicitada en el Guernica,

donde la flor pintada cerca de la mano del soldado alude a la destrucción de lo bello porla guerra.

69. Texto «Ideas de un pintor», compendio de textos inmediatamente posteriores ala Gran Guerra en BRETÓN, André (1988) Los pasos perdidos, Madrid, 1998, p. 80.

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una gran mayoría es en la confirmación de que la guerra es capaz de acabarcon la libertad de elección.70

5.2. Los horrores de la guerra

El deseo de la Paz viene reflejado en muchas obras del arte contem-poráneo a través del rechazo a la guerra. La guerra es presenciada desdemuy diferentes perspectivas. Recordemos por ejemplo la serie de grabadosde los Desastres de la guerra de Goya o el cuadro de los Fusilamientosdel 3 de Mayo, donde el pintor muestra esa cara poco retratada de la guerracomo son sus horribles consecuencias, su irracionalidad.71 Ello no significaque en otros cuadros, como La lucha con los mamelucos, exprese eldinamismo y movimiento, la lucha y la muerte entre dos partes enfrentadas,como era más habitual en este tipo de temas. Pero aún estas últimasnarraciones pictóricas no significan tanto una exaltación de la guerra comola plasmación de un hecho. En este sentido podemos citar claramente aFortuny en cuya obra pictórica, llena de escenas costumbristas, encon-tramos algunas escenas de batallas como La batalla de Wad-Ras y escenasmilitares elaboradas con gran minuciosidad, como La batalla de Tetuán,narrada con las anotaciones del General Prim sobre los puntos dondeactuaban las fuerzas militares, o bien pinturas como Isabel II pasandorevista a las tropas en la que se exhibe la parafernalia de los ejércitos.Estas representaciones del ejército serán calificadas por Baudelaire comosimples episodios de la vida militar ya que para el escritor no significanun «arte puro», quedando relegadas para tácticos y topógrafos. No llamansu atención ya que no hacen más que inmovilizar la violencia.72 Baudelaireestima más representativo la narración del enfrentamiento a través de lacotidianeidad. Así lo expresa en su escrito sobre un cuadro que señala

70. Texto «Distancias», en BRETON, André. Op.cit., p. 130.71. Posteriormente otros artistas pintan en una línea similar las consecuencias de la

guerra como Otto Dix o Arturo Souto. Éste último recoge en sus trabajos sus impresionessobre la guerra civil española. Para Souto véase GAMONAL TORRES, Miguel Ángel.Sobre la obra de Guerra de Arturo Souto, Cuadernos de Arte de la Universidad de Granada,nº XVII, pp. 131-144.

72. ...Confieso que lo que más me aflige en esa clase de espectáculos no es ni esaabundancia de heridas, ni esa odiosa prodigalidad de miembros mutilados, sino lainmovilidad en la violencia y la espantosa y fría mueca de un furor estacionario. Texto«Religión, historia, fantasía»; hemos manejado los textos recopilados en BAUDELAIRE,Charles (1996) Salones y otros escritos sobre arte. Madrid, pp. 257.

de Tabar, Guerra de Crimea, forrajeadores, o en su análisis sobre unaserie de grabados relacionados con la guerra en los que se narran no sólolas escenas de enfrentamiento sino el dolor de una guerra.73

Los horrores de la guerra deben ayudar a desear y apreciar la Paz,se debe aprender de la guerra. Juan Chabás y Martí, en un artículo publicadoen la revista Cervantes en 1919, después de la Gran Guerra, identificaésta como años sangrientos y bárbaros, pero con ella el mundo ha sentidonecesidad de Paz, de una Paz reivindicativa que repare lo que destrozóla guerra. Esa Paz debe llevar un cambio en las ideas en las que se clamepor la Justicia y por la Democracia; la influencia bélica se ha de traduciren una evolución, en un progreso, de la guerra ha de brotar un mundode ideas, ha de surgir una filosofía del dolor que recuerde los días trágicospero que se hermane con la esperanza de una fecunda y bella era benéficade Paz.74 Este halo de esperanza lo supo expresar Picasso en el Guernica.El pintor malagueño introduce la esperanza en la mujer con la lámpara;para el dolor, la esperanza y el miedo ha empleado figuras femeninas,por contra la guerra está representada en la forma masculina del soldado;

73. Ibídem, Texto «Los anales de la guerra», p. 369-372.74. CHABÁS Y MARTÍ, Juan. Orientaciones de la post-guerra, Cervantes, 1919. Texto

recogido en BRIHUEGA, Jaime (1979) Manifiestos, proclamas, panfletos y textos doc-trinales. Las vanguardias artísticas en España. 1910-1931, Madrid, pp. 189-195.

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Lámina V.- PICASSO. La Paz de Vallauris, (1952).

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la gama cromática en blanco y negro ayuda a plasmar su idea de losdesastres de la guerra pero en este caso con una luz o alternativa, aunquesea artificial, como es la representada por el sol oval con la bombilla ya la que sigue, junto a la paloma, la mujer que con el cuerpo oblicuo intentadominar a la guerra.

5.3. La condena a la guerra

La condena a la guerra será una de las características de los pintoresy pensadores contemporáneos, expresándose de muy diversas maneras.En 1894, y frente a sus cuadros más costumbristas, Rosseau pintaba sucuadro de La Guerra, o La cabalgada de la discordia. Con la leyendaPasa aterradora sembrando desesperación, llanto y ruina, pinta a unamujer con una antorcha y una espada vestida de blanco y que contrastacon el caballo negro sobre el que va montada. A su paso va dejando lamuerte y la desolación. También como destructiva calificará Kandinskya la guerra, señalando al hablar de su atmósfera espiritual cómo hayperíodos de suicidios y de sentimientos hostiles, y cómo la guerra y larevolución son producto de esta atmósfera contribuyendo a envenenarlaaún más.75 Chagall, durante la Segunda Guerra Mundial titulaba bajo elepígrafe de La guerra un lienzo en el que se representa la huída de unosaldeanos del pueblo. La tensión del momento es conseguida por el contrastede los rojos, azules y amarillos así como con el sentido ascensional dela composición. Como constatamos son varios y de muy diversas tenden-cias los artistas que pintan la guerra y en la que ya no hay una exaltaciónheróica sino una reflexión profunda sobre sus duras consecuencias.

André Breton tiene muy presente la dureza de la Gran Guerra que letocó vivir.76 Señala con cierto asombro cómo Apollinaire, no queriendoconsiderar nada como pernicioso, se empeñaba en contemplar sin amargura

los espectáculos de la guerra.77 Y es que muchos de ellos vivieron decerca la guerra. Paul Klee pasó como soldado la mayor parte de la GranGuerra Mundial en varios campamentos aunque no tuvo que ir al campode batalla. A pesar de ello, sus Diarios y sus dibujos reflejan la profundahuella que una situación, irracional para él, le había llevado a apartarsede su familia, de sus amigos, y en gran manera de sus pinceles. Se sienteprisionero en las botas militares, en la anormalidad de la guerra.78 Sucansancio y deseo de Paz, aún a pesar de estar en una situación en ciertamanera privilegiada en medio de la guerra, se hace sentir con más fuerzaconforme van pasando los duros años.79

La guerra es un momento turbio anunciado en las artes. Los artistascontemporáneos encuentran en las obras de preguerra el aviso a la crisisque se avecina: La preguerra. Enjugemos nuestros ojos. El genio renacemás bello aún del ramo ardiente de la catástrofe. La resurrección delpoeta inaugura la era turbia».80 ¿Anunciaba la eminente guerra el cuadrode Solana pintado en 1912? En el lienzo, la guerra se difumina en unsegundo plano mientras que su consecuencia, la muerte, es reflejadaapocalípticamente en un primer plano.81 Bretón señala la necesidad decuando en cuando de presenciar el terror y le viene a la mente los cuadrosde preguerra pintados por Chirico desde 1912 a 1914.82 José Díaz Fer-

75. Para Kandinsky suicidios, asesinatos, violencia, pensamientos indignos y bajos,enemistad, egoísmo, patriotismo, partidismo, son entes que contaminan la atmósfera,limpiada por el espíritu de sacrificio, ayuda, pensamientos puros y excelsos, amor,altruismo, generosidad, humanidad y justicia. Edición manejada: KANDINSKY, VasiliVasilievich (1991) De lo espiritual en el arte, Barcelona, p. 93-94.

76. ...Nosotros, los que en el curso de esta guerra cumplimos los veinte años,es decir,la edad en la que uno sistematiza su vida, tuvimos que tener en cuenta para ello, realidadesimplacables. Texto Alfred Jarry, en BRETON, André. Op. cit., p. 37.

77. Señala su desquiciamiento al pensar en Apollinaire como artillero en Nimes, ycita al caso unos irónicos versos en boca de Apollinaire: ¡Oh! Dios qué bonita es la guerracon sus cánticos y sus largos ocios. Cit. en BRETON, André. Op.cit., p.22.

78. Con el estallido de la guerra, y antes de enrolarse como soldado en 1916, pintaen 1914 un dibujo bajo el epígrafe Muerte en el campo de batalla. Como diría el propioKlee, lo que la guerra me decía al comienzo tenía más bien naturaleza física: que enlas cercanías corría sangre. Que el propio cuerpo podía correr peligro, cuerpo sin elque el alma no existe. Cit. de sus Diarios escritos entre 1898-1918, KLEE, Paul (1987)Diarios. Madrid, Diario III, p. 243.

79. El 14 de Enero de 1918 menciona la incertidumbre acerca de la Paz pero la necesidadde la misma: En cuanto a la paz, no tiene caso perderse en suposiciones. Nadie sabenada de nada. En cuanto a Rusia, hay que firmar la paz; ambas partes la necesitan. Enqué condiciones poco nos importa, puesto que no somos nosotros quienes nos dedicamosa la política. KLEE, Paul. Op. cit., Diario IV, p. 295.

80. Texto sobre Guillaume Apollinaire, en BRETÓN, André. Op.cit. p. 20.81. Este cuadro de Solana nos trae a la mente interpretaciones de siglos anteriores

como el cuadro Triunfo de la Muerte de Peeter Brueghel el Viejo dentro de la pinturaflamenca del XVI y que caracteriza a la obra con su realismo al dramatizar la guerra comoun ejército de esqueletos que se componen como tropas de ejército que llevan la muerte.

82. Texto Características de la evolución moderna, en BRETON, André. Op.cit., p.145.

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nández señala el tremendo choque de la Gran Guerra, indicando que esproducto de la descomposición de ideas iniciada en el último tercio delXIX, de un autoritarismo que impedirá una convivencia social;83 para esteautor, ese anuncio de la inminente guerra lo plasmaba el arte plástico depreguerra. En este sentido podemos incluir la Premonición a la guerracivil realizada por Dalí meses antes del estallido de la Guerra Civilespañola.

Pero la condena a la guerra no es unánime en los artistas contem-poráneos. Algunos exaltan la guerra como arma revolucionaria y puri-ficadora. El rechazo a sus consecuencias no es contradictorio con unreconocimiento por parte de algunos pensadores de una capacidad decambio y dinamismo atribuido a la guerra. Así, y aunque hemos señaladocierta repulsa manifiesta en los escritos de Kandinsky hacia la guerra,el pintor piensa que hay elementos en la guerra y en las revolucionesque limpian el aire pestífero.84 Como bien recogía Breton, el Dadaísmoexaltaba tanto la guerra como la paz con el ánimo de contradecir: Lapaz a cualquier precio era el lema Dada en tiempo de guerra, al igualque en tiempo de paz el lema de Dada es la guerra a cualquier precio.85

Pero sin duda será el primer futurismo italiano el que ensalzará la guerracomo vía de cambio social, aunque su euforia cambiará tras la tristerealidad de la Primera Guerra Mundial. Para los futuristas italianos, laguerra es la higiene del mundo, tiene la capacidad de purificar, empleandolas palabras de su teórico Marinetti.86 Este sentimiento es muy contrarioal que tendrán los futuristas rusos, quienes manifestarán su repulsa a laguerra a través de las palabras de Maiakovski, uno de sus máximosrepresentantes.

6. EXPRESIÓN ESTÉTICA DE LA PAZ EN LA HISTORIA

La presencia de la Paz y sus diferentes percepciones en la teoría yobra artística es algo que ha quedado de manifiesto en las páginas an-teriores. Visualmente, la Paz aparece preferentemente en el ámbito civil,como atributo de poder, siendo menos frecuente sus referencias en elámbito religioso. Iconográficamente se presenta como una mujer, aspectoque por un lado la humaniza al personificarla y por otro supondrá endeterminados momentos la atribución a la Paz de cualidades que se asociancon la mujer. Según el contexto histórico podemos encontrar a la Pazpersonificada como Venus, diosa del Amor –una mujer desnuda llena desensualidad, como apreciamos en cuadros de Tintoretto y de Rubens– perotambién aparecerá en ocasiones como una virgen vestal –una mujer vestidacon túnicas blancas, como en el fresco de Corrado Giaquinto en el Palaciodel Buen Retiro o en el cuadro de José Aparicio.

Estas diferencias también las encontramos en algunos atributos comola paloma, símbolo en ocasiones de fecundidad y en otros de castidad.87

Curiosamente es el siglo XIX, momento de la irrupción con fuerza deimportantes movimientos feministas, cuando deja de dominar la personi-ficación de la Paz como una mujer y empieza a ser representada como unapaloma, probablemente empleada por primera vez por algunos movimien-tos religiosos pacifistas.88 Sin embargo, esta asociación de la Paz con unapaloma es algo que ya se menciona en textos medievales como los de SanIsidoro,89 aunque artísticamente será la paloma de Picasso la que másrepercuta visualmente en su asociación con la Paz.90 En 1937 Picasso pintóuna paloma en el Guernica pero será la litografía de 1949 para el carteldel Congreso Mundial de la Paz organizado por el partido comunista laque haga saltar al éxito la Paloma de la Paz, repitiendo posteriormente elsímbolo de la paloma asociado con la Paz en otros carteles.91

83. FERNÁNDEZ DÍAZ, José (1930) Poder profético del arte, Nueva España, Textorecogido en BRIHUEGA, Jaime Op. cit., pp., 432-436.

84. KANDINSKY, Vasili Vasilievich. Op.cit., p. 9485. Texto Dos manifiestos Dadá, en BRETÓN, André. Op.cit., p. 57.86. ...Nosotros queremos glorificar la guerra —única higiene del mundo—, el mi-

litarismo, el patriotismo, el gesto destructor de los libertarios, las hermosas ideas porlas que se muere y el desprecio por la mujer. Manifiesto futurista de Marinetti. Textorecogido en DE MICHELLI, Mario (1993) Las vanguardias artísticas del siglo XX, Madrid,pp. 369-375.

87. Sobre los diferentes significados de la paloma véase, MARIÑO FERRO, XoséRamón (1996) El simbolismo animal. Creencias y significados en la cultura occidental,Barcelona, pp. 333-337.

88. Un estudio interesante sobre la semiótica de la rama de olivo y la paloma enROSENTHAL, Peggy (1994) How on earth does an olive branch mean peace?, Peaceand Change, 19, nº 2, pp. 165-179.

89. Cfr. MARIÑO FERRO, Xosé Ramón. Op.cit.90. No obstante, no hay que olvidar que ya las Naciones Unidas había tomado y

extendido el símbolo de la paloma desdde 1947. Cfr. ROSENTHAL, Peggy. Art. cit.91. Sobre la Paloma de la Paz de Picasso vid. CABANNE, Pierre (1982) El siglo

de Picasso. Tomo II (La Guerra. Gloria y soledad, 1937-1972). Madrid, pp. 177-182.

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LA EXPRESIÓN ESTÉTICA DE LA PAZ EN LA HISTORIAMª ELENA DÍEZ JORGE

Pero más allá de estas representaciones iconográficas, en mayor omenor medida el valor de la Paz constituye una realidad social, políticay religiosa a la que se aspira y se desea. Este anhelo quizás sería el aspectocomún que se observa a lo largo de la Historia del Arte en torno a laidea de la Paz. Partiendo de este principio común se abren las diversasdimesiones y multiplicidad semántica que el concepto adquiere y se leatribuye.

En primer lugar, el tradicional sentido de la Paz como ausencia deguerra. Esta ausencia de guerra es conseguida a través de la diplomacia,a través de un tratado político o un pacto que acabe con un enfrentamientomilitar. En este sentido se ha optado en ocasiones por plasmar artísti-camente la consecución de un tratado que exalte la victoria del vencedor,pero también ha sido frecuente su representación como un acuerdo yuna resolución alcanzada entre partes iguales. El apretón de manos enlas monedas romanas, las miniaturas que representan las treguas entrebandos medievales, el abrazo o el beso como símbolos de acuerdo yamistad, o el propio cuadro de la Rendición de Breda de Velázquez, sonejemplos de la dignidad representada, y alcanzada, por la diplomacia,principalmente por ser una instancia capaz de llegar a una resoluciónpacífica del conflicto. Los tratados de paz y los pactos reflejan laposibilidad de acuerdos amistosos y de la rendición, no como algohumillante sino como una realidad admisible. En este sentido, CharlesBaudelaire criticaba los sentimientos recogidos en las pinturas sobretratados de paz en las que se exageraba con frecuencia la victoria a costadel que se rinde.92

Pero este estado pacífico conseguido por medio de la ausencia de unconflicto armado no es la única percepción de la Paz. Más interesantenos parece el sentido que adquiere como Paz social conseguida a travésde la Justicia. La Paz no es algo exclusivo de una política internacionalentre estados o países, sino que la Paz también es un valor internoconseguido al establecer una armonía entre los integrantes de una comu-nidad. La identificación de la Paz con los atributos de la Justicia y laIgualdad, o bien hermanada con ellas, se perfila desde la Antigüedad y

92. ...Los personajes franceses, calzados con botas, con espuelas altaneros, insultabancasi con la mirada a los diplomáticos humildes y azorados; ¡y el texto alababa al artistapor haber sabido expresar en unos el vigor moral mediante la energía de los músculos,y en los otros la cobardía y la debilidad mediante una redondez de formas muy femenina!.Texto «Religión, historia, fantasía», en BAUDELAIRE, Charles. Op.cit., p. 258.

constituye una constante en las instancias referidas a las regulacionesordinarias entre vecinos y ciudadanos. Esta dimensión social adquirida,y deseada, es una de las máximas exigidas a los poderes. No sólo laconsecución de una Paz con posibles enemigos militares externos, sinola máxima del gobernante, de un estado democrático o de una comunidad,debe ser ante todo la Pax Societatis, esto es, la consecución de la Tran-quilitas interna. De ahí que la idea de la Paz se asocie con la seguridady defensa de una ciudad o una población. No es difícil, pues, encontrarlas referencias a la Justicia social como Paz tanto en las manifestacionesartísticas más ligadas al gobernante –monedas, programas pictóricos depalacios reales– como en los manuscritos y libros iluminados que recogenlas ordenanzas de un municipio. En esta Pax societatis se incluye lacreación de un sistema democrático y liberal que permita el ejercicio delas artes. Las artes son favorecidas en los períodos de Paz pero, y espe-cialmente a partir del XVIII, esa Paz se entiende con la libertad políticay creativa. Es una proclama teórica y plástica de la Paz como un estadoque fomenta las artes, que incentiva aquello que hace al hombre másracional frente a la irracionalidad de la guerra.

Este deseo social hace que el valor de la Paz sea simbólicamente unelemento importante a tener en cuenta en la imagen visual y política deun gobernante, sabedor de la relevancia social de vivir en Paz. Por elloes habitual su asociación como un atributo de poder, como una virtuddel Príncipe. En el mundo contemporáneo, más que como una virtud delpoder, la expresión plástica se decantará por presentar la Paz como unestado deseado al que debemos contribuir todos.

Estas ideas y valores semánticos en torno a la Paz plasman en ocasioneslos deseos de una Paz arcádica, lecturas del pasado que presentan utópicassociedades deseables que se interpretaban como edades áureas de la Paz.En otros casos se presentan alternativas, ideas movilizadoras hacia unacultura de la Paz. En algunas obras se leen los deseos de un Reino dePaz, tomando el título del cuadro de Edward Hicks, predicador cuáqueroque hacia 1839 pintó un lienzo en el que se representa la convivenciade niños y animales salvajes así como entre blancos e indios norteame-ricanos, aludiendo con ello a un mundo ideal en el que reina la Paz.93

Pero sin duda, lo que ha dominado a lo largo de la historia del arte ha

93. Vid. Lámina VI.

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sido la crítica social a través de la obra, como por ejemplo la injusticiay diferencia de clases criticada en las pinturas de William Hogarth94 oen los grabados de Goya, o bien la crítica al colonialismo a través de lascaricaturas de artistas contemporáneos.95

En definitiva, bajo el epígrafe de la expresión estética de la Paz seencierran multitud de inquietudes que giran en torno al valor de la Pazy los principios epistemológicos que ofrece la teoría artística así comosus materializaciones. La propia dimensión del concepto Paz y la amplituddel proceso estético como actividad propia del pensamiento, nos hanllevado a delimitar nuestro objeto de estudio. Abarcando la teoría artísticay la formalización material, hemos reflexionado sobre la valoración dela Paz que se recoge y se sugiere en textos y tratados de arte a lo largodel tiempo, así como la proyección de estas reflexiones a través de la propiaobra de arte, marcándonos como objetivo el estudio de la presencia y ladiversidad de percepciones de la Paz a través del Arte.

Aunque no nos hemos limitado cronológicamente sí lo hemos hechodesde la perspectiva cultural y formal, trabajando exclusivamente en elcontexto europeo. Sin lugar a dudas, el estudio de la civilización del Islam,de las culturas del Lejano Oriente, o las del continente americano, pormencionar algunas, ofrecen interesantes propuestas. En el ámbito europeohemos seleccionado aquellas fuentes y obras que nos ofrecían aspectosmás interesantes a resaltar en un libro dedicado a la Historia de la Paz.Por otro lado, hemos limitado los interrogantes sobre las expresionesformales, no sólo desde el punto de vista de sus procesos de intercultu-ralidad y transculturación, que en última instancia no hacen más queproponer ejemplos de relaciones pacíficas, intercambios y aproximaciónde diferencias culturales, sino también desde el interrogante de las formasde representar la Paz y la guerra; un estudio profundo sobre la iconografíae iconología de la Paz nos desvelaría algunas propuestas y percepcionesque estuvieron presentes en los grandes paradigmas del pensamiento.96

94. La obra de Hogarth quizás sea más clara en el aspecto de la crítica social quesu trabajos teóricos. No obstante, en su análisis de la belleza hace un clara y continuacrítica social a los cánones de belleza anquilosados. Su obra teórica vió la luz en 1753.Hemos manejado HOGARTH, William (1997) Análisis de la Belleza, Madrid.

95 Vid. LEIGHTEN, Patricia (1990) The White Peril and L’Art nègre: Picasso,Primitivism and Anticolonialism, The Art Bulletin, nº 72, pp. 609-630.

96. La catalogación de ICONCLASS nos refleja que la Guerra está mejor definidaiconográficamente que la Paz. En relación con la Guerra se recogen diversos aspectos:

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Lámina VI.- EDWARD HICKS. Reino de la Paz. I (1839).

Por último, y quizás sea el aspecto más significativo, hemos centradonuestro estudio exclusivamente en la Paz, sin embargo no hay que olvidarotros valores e instancias muy presentes en el arte y que configuran porsí mismas esferas de la Paz. Nos referimos al intercambio de experienciasy conocimientos de otras culturas por medio de la obra, al deseo de justiciay crítica social plasmada en proyecciones urbanísticas, en pinturas o encaricaturas, o a las construcciones mentales que por medio de la obra ode los proyectos de utopías, tienen capacidad transformadora sobre lasrealidades sociales. En definitiva, la importancia no radica tanto en cómose representa formalmente la paz como el trasfondo y contenido que suponesu simbolización en su relación con la praxis social. Y es que todas estasideas son ejempos del deseo social y la presencia histórica constantes dela Paz.

cuestiones militares, símbolos de guerra, instigación y propagación de guerra, los horroresde la guerra, soldados, armas, caballería e infantería y un largo etcétera. La Paz sólo cuentacon un reducido apartado sobre su iconografía, símbolos y alegorías, así como sobre elpacifismo-antimilitarismo. Por tanto, en los estudios de iconografía, la Paz está menosdefinida y más dispersa frente a la clara estructuración de la iconografía de la guerra. Vid.VAN DE WALL, H. Iconclass an iconographic classification system. Bibliography. Vol.4, part. 1. Leiden, Institute of Art History.

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FRANCISCO A. MUÑOZ - MARIO LÓPEZ MARTÍNEZInstituto de la Paz y los Conflictos

Universidad de Granada

Hasta el momento, en nuestro primer trabajo («el re-conocimiento dela Paz en la Historia») y a lo largo de los diversos estudios expuestosen el presente libro, nos hemos preguntado sobre la posibilidad de dis-tinguir, examinar o reconocer la Paz en la historia. Tal vez, ahora, podamoscomenzar otra tarea no menos necesaria, aquella de re-construir unaHistoria de la Paz. De aportar no sólo más variables, sino elementos quesean capaces de definir el marco en el que ha de desarrollarse una Historiade la paz. Resulta ésta una tarea tan indispensable como difícil, la deesbozar unas líneas que den una mayor coherencia teórica, justificativay fundamentadora, a una Historia de la paz. No es nuestra pretensiónaportar una nueva filosofía de la historia, una teoría que todo lo puede,todo lo justifica y todo lo interpreta, sino reconstruir un hilo conductorperdido, un eslabón malogrado por la historiografía, aquel que siente lasbases para reconocer y construir una Historia de la paz, aquel que puedainterpretar los hechos del pasado con otro prisma, desde otra atalaya, capazde aportar nuevos enfoques en los que espacios, tiempos y actores puedanser interpretados como jalones, hitos y puntales de la paz, porque ¿cómodeberíamos mirar la historia, con temor o con confianza?, porque ¿no esla historia un continuo tejer y destejer del dominio racional de los sereshumanos? Porque ¿no deberíamos de prestar más atención a aquellosaspectos que fueron un avance moral, una idea más tolerante, un ideal

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más universalizable, un actor político o social más humanitario? Estetiempo de aventuras y esperanzas, de éxitos y fracasos que es la Historia,ese esfuerzo permanente por buscar respuestas en el pasado, ese diálogocontinuo con el ayer para construir futuros podría ser más edificante, máscompleto y consumado si también somos capaces de componer el hilo,la trama o el puzzle de los procesos que hicieron posible una Historiade la paz. Porque la paz es una forma creativa de hacer la historia.

1. BASES DE UNA HISTORIA DE LA PAZ

En nuestra primera aportación hemos sugerido algunos procesos,ámbitos y circunstancias sobre las cuales se podría construir una Historiade la paz y de la regulación pacífica de los conflictos: la reconsideracióndel modelo antropológico sobre el que se edifica la historiografía, lasatisfacción horizontal de las necesidades, la paz silenciosa, las semióticade la paz, la socialización, la solidaridad y la cooperación, las actividadesde baja entropía, la negociación como articulación de realidades en conflicto,la paz «imperfecta», etc.

Por otro lado, los artículos presentados en este volumen, contienenla suficiente información como para confirmar algunas de nuestras hi-pótesis iniciales y para abrir algunas nuevas vías de reflexión: sea lasorprendente compatibilidad de la especie humana y su capacidad deadaptabilidad; sea la aportación de culturas milenarias orientales con suasombrosa actualidad a pesar de que buena parte de sus pensamientosy creaciones tienen cientos de años; sean las prolíficas experienciasproducidas en el Mediterráneo; sean la capacidad creativa y generosidadhumana de las mujeres como actrices de las más diversas formas de paz;sean las expresiones materiales y espirituales de la estética y la semióticaque interpreten la paz humana; o sean las más contemporáneas configu-raciones de las acciones y reflexiones de la sociedad civil en la construcciónde escenarios e ideales de paz; todas ellas sitúan al lector sobre laspotencialidades interpretativas a que puede conducir la construcción deuna historia de la paz.

También, nos proponemos hacer una segunda aproximación partiendode tres componentes esenciales de la historia: actores, espacio y tiempo.Porque la paz, como una construcción social, está obviamente apoyadapor diferentes grupos que aparecen directa o indirectamente interesadospor su significado y operatividad práctica, es decir, de aquellos grupos

humanos, agregados, colectivos o pueblos, etc.; por aquellos períodoshistóricos, fechas significativas, años simbólicos, momentos históricosseñalados, etc.; y en aquellas áreas, ámbitos y espacios geográficos ygeopolíticos, que pudieran ser considerados para la construcción de unaHistoria de la paz. No cabe duda que sea en el Mediterráneo, a travésde las aportaciones de las religiones, las filosofías o las culturas antiguashemos visto ejemplos más que sobrados al respecto, sin embargo ahorapretendemos hacer un razonamiento más genérico.

2. ACTORES PACÍFICOS: GRUPOS SOCIALES INTERESADOSEN LA PAZ

La paz ha sido una construcción social apoyada en el trabajo y elesfuerzo de grupos muy específicos que han realizado aportaciones muysignificativas a su edificación. Para todas aquellas comunidades, también,que han entendido -a lo largo de la historia- que la regulación pacíficade los conflictos contribuía a resolver mejor percepciones, intereses ynecesidades enfrentadas. Regulaciones en las que no sólo se ubicabanposiciones éticas o morales, sino especialmente formas prácticas y des-trezas para velar más eficientemente por los intereses de sus comunidadeso intereses. Claro está que, también, esta máxima servía para aquellospara los cuales la guerra les generaba pocos beneficios cuando no enormespérdidas. Cuando Cicerón afirmaba: Nihil tam populare quam pacem(«nada tan popular como la paz»), era como consecuencia de constatarque la paz era un valor querido, resultaba agradable y muy beneficiosapara el pueblo, porque significaba la garantía de la unidad de las cosas,la tranquilidad de los espíritus y la dignidad reconocida de las gentes.Cabe recordar que, aunque el autor era miembro de las élites del estadoromano, caracterizado por una política expansiva e imperialista; sin embargo,aún desde esa privilegiada posición, entendía que el estado natural quese acomodaba mejor a los intereses populares, a las inclinaciones másgenerales, a las simpatías de los que gozaban de la ciudadanía(en muchasocasiones directa beneficiaria de las guerras emprendidas por el Senado)era la paz, interpretada como el acuerdo con otros pueblos, como el mayorgrado de integración y justicia, como el imperio de la ley, como el ordende las costumbres, etc. Por tanto, ¿cuáles podrían ser las razones de esteapego a la paz? Ante todo la vivencia práctica del que era el estado debienestar más acorde con las expectativas de vida de aquéllos.

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¿Hasta qué punto el «pueblo» está siempre interesado en la paz? ¿Hastaqué extremo todos los «pueblos» están interesados en la paz? Posiblemente,las respuestas adecuadas a estas preguntas no se podrán obtener hasta queno se realicen las investigaciones pertinentes en cada caso que determinenlas formas culturales, políticas y sociales que favorecen expresiones queconsolidan y promueven la paz como un valor querido; sin embargo,moviéndonos en el terreno de las hipótesis, del camino aún por recorrer,sí podríamos hacer algunas consideraciones generales. Si entendemoscomo el «pueblo» la suma de todos aquellos grupos sociales no ligadosdirectamente con las élites dominantes, no cabe duda de que ante todopudieran tener una percepción muy clara de la realidad: con la paz lasatisfacción de sus necesidades depende más directamente de su propioesfuerzo, de sus posibilidades de partida, de sus capacidades, de su «poderconstructivo». Desde luego, y en esa misma línea, son muy conscientesque resultan los menos beneficiados por la violencia (coerción, explo-tación, guerra, etc.). Es, por ello, siempre que pueden expresarlo de unamanera abierta, que son partidarios de la paz y contrarios a las formasde violencia estructural o directa que les flagelan a ellos antes que a otrosgrupos. Y, aunque, también, son cooptados permanentemente y fascinadospor los cantos de sirena utilizados por publicistas y voceros de la guerra,su resistencia a ésta ha sido, en muchas ocasiones, tan significativa comosilenciada.

También existe otra manera de abordar estas interrogantes. ¿Quiénescomponen el pueblo? Para empezar al menos un cincuenta por ciento dela humanidad olvidada: las mujeres, y como hemos tenido oportunidadde señalar, la inmensa mayoría de ellas sintonizaría predominantementecon la paz, la cual tiene un valor especial y sustantivo por cuanto conella se preserva, más tiempo, el don más preciado de todos: la vida. Otraparte, notable por su número, la formarían los niños y, aunque su voluntadno se manifieste expresa y razonadamente, no cabe la menor duda queson los más directos beneficiarios de las relaciones de armonía y concordiaentre los que pueden hacer la guerra, por cuántos éstos también los puedenutilizar como objetos y sujetos de guerra.

¿Qué decir de los ancianos? Con la experiencia acumulada a lo largode los años y siendo dependientes de la solidaridad del resto de los adultos,por su incapacidad para satisfacer por sí mismos sus necesidades, sonmayoritariamente partidarios de la paz. Ambos, por tanto, infancia ysenectud son beneficiarios directos de la todas las morfologías de la pazexpresadas como cooperación, solidaridad, o ayuda mutua.

Es decir que, independientemente de las estadísticas y pirámides quemanejemos de sexos y edades sí que se podría afirmar que «objetivamente»la mayoría de la población sería partidaria de la paz. Entrecomillamosesta objetividad porque no es menos cierto que en determinadas coyunturas«subjetivamente» estos sectores pueden ser partidarios de formas deviolencia extrema como la guerra.

Si al menos estos grupos señalados: mujeres, ancianos y niños hanestado muy interesados en la paz, también hay que señalar que han sido,particularmente, colectivos silenciados histórica y oficialmente. Y, sinembargo, no han sido los únicos que han estado en esa línea. En unoscasos por intereses muy particulares y en otros por simpatías coyunturalesotros colectivos han apostado por la paz, aunque no todos con la mismafinalidad: bien sean los campesinos y los comerciantes -como veremosa continuación-, bien los nómadas, los artesanos, los obreros, los indus-triales librecambistas, etc., estarían entre los agregados con más interés.Pero, incluso se podría decir que los máximos responsables de los ejércitostambién desearían conseguir cuanto antes -y al menor coste en vidas ybienes- los objetivos de sus guerras, aunque sólo fuese para alcanzar lavictoria, conseguir gloria y poder repartir el botín entre sus soldados.También, los soldados con la paz eliminarían las altas posibilidades deser víctimas en la contienda; así también, por fin, los propios gobernantessatisfarían sus objetivos propiamente cuando hubieran impuesto susdesignios. La guerra, por tanto, máxima expresión de la violencia, noconstituiría un fin en sí misma, ni tan siquiera un valor en sí misma, sinoun medio para alcanzar, en todos los casos, la paz, la deseada paz.

2.1. La paz de los débiles y la paz de los fuertes

Los débiles, personas y grupos, los frágiles, los sometidos, los quesatisfacen deficientemente sus necesidades, los que sufren más la violencia,puede que deseen más la paz. ¿La practican también más? Posiblementesí, porque son conocedores, consciente o inconscientemente de la depen-dencia, cuando no subyugación a la violencia, de la fuerza de los poderosos,del perjuicio que les puede causar la utilización de la misma sobre ellos.Esto les hace intentar evitar los efectos desoladores y desgarradores quesobre ellos puede causar la brutalidad en cualquiera de sus manifestaciones.A través del reconocimiento de su «debilidad» están muy interesados enque se regulen pacíficamente los conflictos, en que se normativicen todas

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las actividades para que estén sujetas a unos parámetros consensuadosy no irregulares o discrecionales; asimismo, desde su debilidad procuranbuscar todos los resquicios para conseguir la satisfacción de sus nece-sidades sin alterar, sustancialmente, el orden que les domina. Para ellos,la asimilación entre paz, supervivencia y resistencia están estrechamenterelacionados, y a esa tarea emplean sus energías mentales y materiales.

Nos podemos preguntar sobre qué significaría la paz para los pueblosque se vieran, permanentemente, sometidos. Sin duda, ante esta violencia«extra», la paz es el camino para aminorarla o regularla, aunque tambiénhaya que admitir situaciones de injusticia, «convivir con ella». Porque,en la práctica cotidiana, tanto los individuos, como los grupos tomanposiciones, de una forma o de otra, tratando de adaptarse a las prácticasque existen en la sociedad, dando lugar a consensos, colaboraciones odiscrepancias. Algunas de estas posiciones podrían ser entendidas comoclaras formas de resistencia; y, a pesar de que este término pudiera serentendido de manera dispar, dependiendo de la intensidad, complejidady objetivos del grupo que la ejerza, en cualquier caso, de una manera muygenérica podríamos entenderla como aquellos esfuerzos que los gruposhumanos dedican, en alguno de sus niveles, para preservar sus caracte-rísticas, sus condiciones de vida, su patrimonio cultural, etc. ante la acciónde otra, u otras, que por medio de su imposición tiene como objetivo laagresión, la dependencia, o el sometimiento, de la primera a la segunda.1

En ocasiones, la resistencia violenta sería la vía elegida para sostenersefrente a las intrusiones o invasiones, incluso no se puede dudar de suocasional éxito, aunque dado el grado de interrelación y de interdepen-dencia, la lógica impone otras vías de resistencia más cercanas a regu-laciones pacíficas, tales como el mestizaje o la interculturalidad, queademás actúan como resortes superadores de realidades anteriores (queestaban en conflicto aparentemente irresoluble).

Los fuertes (los grupos dominantes, los ejércitos, los dictadores, lossoberbios y las formas políticas que expanden la violencia, tales como

ciertos nacionalismos e imperialismos, etc.), aunque con otros intereses,entre otros mantener su poder originario y sus particulares formas deviolencia, también están interesados en cierta clase de Paz que puede llegarincluso a ser coincidente con grupos situados en el apartado anterior. La«dependencia»,2 aunque no necesariamente reconocida por unos y otros,acaba garantizando el status no sólo de los fuertes, sino también de losdébiles, dando como resultado una suerte de complicidades e interdepen-dencias que facilitan hasta las más inusitadas formas de regulación deconflictos, percepciones, intereses y pasiones. Mecanismos según loscuales, los fuertes pueden consolidar y perpetuar su poder, pero a cambiode estar transfiriendo permanentemente recursos y bienes a aquellos delos que depende en su dominio.

Como podemos ver intereses contrapuestos puede hacer que, contra-dictoriamente, grupos divergentes o enfrentados, puedan tener interesescomunes en la regulaciones pacíficas de situaciones dadas. Posiblementecomo señaló el filósofo Séneca: querer que la paz vuelva es bueno parael vencedor y necesario para el vencido.

2.2. Los campesinos

Las actividades agropecuarias en su conjunto y las agrícolas en par-ticular representan gran parte de la actividad en la historia de la humanidad.Entre sus características generales podemos destacar su relación directacon los ecosistemas, con los ciclos de la naturaleza, su lejanía física oformal de los centros urbanos y de poder concreto y, por otro lado, suorganización en grupos relativamente pequeños. Estos rasgos le confierenun carácter relativamente pacífico ya que la solución de sus problemasdepende grandemente de la cooperación, la solidaridad y la mutua ayudaante los cambios del ecosistema, los trabajos de temporada, las desigual-dades en la producción, etc.

La recolección, la caza, la pesca, la agricultura, la ganadería, han sidofundamentales en la sustentación de la población humana pobladora delplaneta, pero también, no sólo han sido omnipresentes sino también las1. BENABOU, M.: La résistance africaine à la romanisation, Paris, 1976. Opina que

la resistencia puede ser entendida al menos de tres formas: militar (reacción de lucha contrala ocupación extranjera), política (fuerza de conservación y oposición a la innovación yel movimiento) y sicológica (tentativa de proteger una parte de su personalidad contrala influencia de otro), aunque después habla de los aspectos económicos y culturales dela misma (pp. 15-20). Vease también: y en el coloquio sobre la Assimilation et Résistanceà la culture gréco-latine dans le monde ancien, Paris-Bucarest, 1976.

2. Cf. ELIAS, Norbert (1994) Conocimiento y poder, Madrid. Las formas de resistenciade los grupos dominados y sometidos busca el reconocimiento de sus capacidades, de supotencial de cara a una hipotética y, no siempre, explícita negociación.

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más extendidas. Desde el momento en que se produce la sedentarizaciónde los grupos humanos la agricultura -sin dejar de lado a las otrasactividades- es la garantía de su pervivencia. Hasta la implatanción delcapitalismo las actividades agropecuarias han sido absolutamente domi-nantes, incluso hoy día, cuando el mercado y el capitalismo dominan ladinámica económica, son muchas las poblaciones que permanecen ligadasa estas actividades.

Lo agropecuario se relaciona directamente con lo que hemos deno-minado actividades y trabajos de baja entropía, en la medida en quefundamentalmente utilizan los recursos almacenados en la tierra y laenergía que procede del sol. El trabajo humano, posible por la energíaaportada por estos productos, puede retroalimentar y regenerar de unaforma «natural» el ecosistema

Al representar la mayoría de la población en muchas ocasiones losagricultores han sido reclutados como soldados. A pesar de que susintereses pudieran coincidir coyunturalmente con los de los «señores dela guerra», debemos pensar que tienen una percepción y un interésestructural contrario a la guerra ya que ésta les supone el abandono desus labores y el empobrecimiento de sus campos que, además, en muchasocasiones termina con relegarlos a una situación peor que la de partida,como sucedía en la Antigüedad con la esclavitud por la deudas, perotambién hasta la misma época contemporánea donde si bien los campesinosfueron llamados a filas en las grandes guerras, también fueron los másreacios a continuarlas y los primeros que de una forma espontánea ycontravenida las abandonaron para incorporarse a sus tareas agrícolas.

2.3. Los comerciantes

La relación del intercambio comercial con la paz es algo manifiestoa lo largo de toda la historia, ha sido un móvil principal para el estable-cimiento de relaciones entre unas comunidades y otras. En muchas ocasionesla historia puede ser explicada en clave de las vías creadas para ladistribución y el intercambio de los productos, bienes y servicios (entreellos culturales) de unos y otros y, de esta forma, poder satisfacer lasnecesidades de los grupos humanos que, dicho sea de paso, es una delas condiciones primarias y primordiales para la existencia de paz. Lospropios grupos dominantes no son, en absoluto, ajenos a esta trama quetambién les garantiza un buen nivel de vida.

Y, así, en muchas sociedades, las precapitalistas sobre todo, loscomerciantes han sido apreciados muy positivamente, junto al valor dela tierra, porque la interpretación del resto de la sociedad es que cuandoel comercio es posible la paz está garantizada. Los comerciantes repre-sentarían, mejor que ningún otro grupo, las ventajas de la convivenciapacífica en diferentes ámbitos geográficos e históricos en los que ladiversidad de realidades de los ecosistemas y los grupos humanos pro-piciarían el intercambio de productos, ideas, y patrones culturales, lo queen definitiva se convertían en medio de acercamiento y compresión del«otro». Un caso claro en este sentido es el Mediterráneo, pero igualmentese podrían considerar otros mares, así como otros ecosistemas naturalesy sociales en los que la acción humana ha fomentado y explotado lascondiciones naturales para el intercambio.

Sin negar que, en algunas ocasiones, los comerciantes, han podidoapoyar acciones bélicas con el objetivo de controlar nuevos mercados,especialmente en la época contemporánea, o incluso resultar muy bene-ficiados por la industria armamentística o por los complejos asociadosa la guerra en la era industrial, no cabe duda tampoco que sólo se tratade una minoría comercial que extrae sus beneficios en perjuicio de todoslos demás. El propio análisis de Keynes, unos de los economistas másinfluyentes de este siglo, se fundamentó en la necesidad de hacer másinterdependientes a las economías nacionales para rebajar así situacionesde monopolio y favorecer las inclinaciones al intercambio en períodosde recesión o ajuste. Para él, la paz había de justificarse económicamentepor la colaboración y la asociación de naciones que unían sus destinospolíticos sobre la base de compartir su sujeción económica.

2.4. Mo Ti y La política del amor universal3

Mo Ti, o Mo-Tzu, fue un importante filósofo chino del siglo V a.C.,que influyó poderosamente entre las clases populares y desposeídas, muyposiblemente, porque su mensaje dirigido a campesinos, pequeños arte-sanos y propietarios era comprensible por muchos y alentaba a la esperanza

3. MO TI (1987) Política del amor universal, Madrid. A pesar de que es referidoen el trabajo sobre la China Antigua del profesor Pedro San Ginés, dada la importanciade sus presupuestos -aún mayor si consideramos su ubicación geopolítica y cronológica-optamos por concederle un lugar privilegiado en nuestras referencias.

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y la redención de un orden más justo y pacífico que, por extensión, debíacompartirse con todos al margen de su condición social o económica. Porello, el principal mensaje que destila su literatura es la justicia y el amoruniversales, que deben de practicarse en todas las acciones, tanto lascotidianas, como las importantes. Se trata de un ideal de vida que formala personalidad individual bajo los valores de justicia, equidad, sobriedad,razón, etc. con el fin de proyectarla socialmente, de extrovertirla a losdemás, con el ejemplo. Desde el punto de vista de la construcción socialy de la formación política resulta del máximo interés la influencia de MoTi en religiones y culturas más occidentales, desde la India hasta el orientemediterráneo, porque daba claves para poder edificar formas cada vezmás complejas de convivencia y entendimiento humano. La incorporaciónal análisis de la realidad de la variable ‘amor’, es de una importanciasustancial para entender el grado de compatibilidad humana, teniendo unagran proyección sobre la construcción de nuevas religiones como elcristianismo, o sobre formas políticas como la democracia, o sobre fun-damentos económicos como la solidaridad y la interdependencia.

2.5. Las Organizaciones No Gubernamentales

Las organizaciones no gubernamentales, con su corta existencia his-tórica, están jugando sin embargo un importante papel político, socialy económico en la construcción de la paz mundial. Se han acabadoconvirtiendo en unos actores casi imprescindibles para hacer la historiade la paz a través de su carácter cívico, diplomático, paliativo, mediadory reconciliador. Las ong’s formadas por una ciudadanía activa y com-prometida, da vigor y vitalidad a la sociedad civil democrática queexpande su concepción desde lo concreto a lo universal, desde la ayudasolidaria a la justicia. A través de la denuncia y la crítica de las lacrasy causas que motivan los conflictos internacionales, regionales, nacio-nales o locales (hambre, pobreza, armamentismo, etc.), con su trabajoen los campos del humanitarismo (desarrollo alternativo, apoyo a lasmujeres y la infancia, medioambiente, derechos humanos, etc.) y sucapacidad de gestión y de adaptación a los niveles micro y macro (grandescatástrofes o proyectos y programas pequeños) han permitido revivir,notablemente, un conjunto de valores para continuar la difícil tarea dela construcción de la paz y de la historia de la paz en el planeta, talescomo la solidaridad, la amistad, la caridad, el altruismo, la interdepen-

dencia, el sacrificio, la generosidad y entrega, la justicia, etc. Es también,su trabajo, un viaje de ida y vuelta, que busca la reciprocidad, que persiguela intersubjetividad y el diálogo porque el que ofrece paz quiere recibirtambién comprensión y paz.

Esta nueva ciudadanía con vocación universalista es también una nuevafuerza creadora de opinión que ha acabado incorporando a la agendapolítica internacional cuestiones como la defensa de los derechos humanos,la ayuda humanitaria y el derecho de injerencia ante peligros y desastresmanifiestos, la paz positiva es, también y asimismo, para ellas un valoren alza y construcción sin el cual no es posible la existencia armónicade la especie humana (y con el resto de la vida sobre el planeta). Igualmentelas ong’s son, cada vez más, auténticos actores autónomos con una grancapacidad de gestión, decisión, realización y evaluación en múltiplescampos; que mueven muchos recursos, tanto humanos, como financierosy de opinión; que han adquirido un status político y diplomático sobre-saliente en organismos supranacionales y que, incluso entran en choquede competencias con ellos. En definitiva se están constituyendo en unosimportantes actores pacíficos que hacen (peacemaking) y construyen(peacebuilding) la paz en zonas de conflicto llevando sus recursos y susactivos; haciendo presencia de la diplomacia popular no-violenta pararesolver, in situ, múltiples conflictos.

3. MOMENTOS HISTÓRICOS PACÍFICOS

Los presupuestos que estamos esbozando nos permiten realizar unamirada crítica a los propios manuales de historia, mirada en la quebuscamos momentos históricos en los que podamos suponer que hayaexistido la paz. Así podremos recibir una inmediata doble impresión: queson pocos los momentos catalogados como tales (o que se reducen a lapaz negociada o como paz como tratado que declara el final de unacontienda), aspecto éste que no sucede con las guerras que sirven comogenérico indiscriminado de periodos enteros;4 segundo que existen muchos

4. Por sólo citar algunos ejemplos muy claros de tal vaguedad nominal: Guerra delos Cien Años, Guerra de los Treinta Años -no estuvieron los actores haciendo la guerradurante todo este período-, Primera Guerra Mundial y Segunda Guerra Mundial,Periodode Entreguerras, Guerra Fría, Guerras de Oriente Próximo, etc. -por fortuna la mayorparte de la población mundial no estuvo implicada en estas guerras.

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períodos de la historia que carecen de contenidos por cuanto la formaen que se han ordenado los acontecimientos y la jerarquía de valoresacometida enajena tiempos que son calificados como ‘sin valor’ o ‘sininterés’. Es decir podemos observar con gran perplejidad cómo no sabemosen muchas ocasiones que ocurrió durante años y años con millones depersonas en la Historia de la Humanidad. ¿O debemos de suponer queestaban incluidos en los epígrafes generales elaborados desde una ópticaetnocentrista? Y por tanto inmiscuidos en acontecimientos (entre ellos lasguerras) en gran parte de los cuales ni llegaron a participar o tuvieronconocimiento de los mismos de una forma lejana e indirecta o se vieroninfluidos escasamente por ellos. Con un poco de perspicacia sabemos queaquello no es cierto, que la Historia que aparece en nuestro manuales olvidamuchos acontecimientos tan cotidianos, como importantes, que omitepueblos y culturas que por estar en un nivel de desarrollo o un estadiohistórico anterior al nuestro son considerados como inferiores, o que lasformas funcionalistas y marxistas de clasificación de las etapas históricashan sido marcadas por los acontecimientos de violencia, entre ellos laspropias guerras.

Cabría otra posibilidad, completamente especulativa por el momento,y es pensar que esos periodos «silenciados» lo son porque de hecho nosucedía nada que rompiera la «normalidad pacífica», aquella en la que lainmensa mayoría de los conflictos se regulaban y reglamentaban pacífi-camente. Aquellas realidades en las que las fuentes directas, o bien handesaparecido por cualquier circunstancia, o no «creyeron» reflejar acon-tecimientos sin apenas importancia, sin ninguna gesta especial de podergrandilocuente, sin ninguna actividad «visible» por encima de las demás,sin ningún acontecimiento que podríamos denominar de alta entropía.

Y, sin embargo, existen no obstante, al menos, algunos períodos quela propia historiografía ha considerado, de forma consensuada, comofructíferos, creativos y pacíficos, tanto desde el propio origen de lahumanidad, pasando por la China Antigua, el Mediterráneo o las religionesentre el Próximo oriente y la India, todos ellos períodos y tiempos dondese actuó y se pensó para crear y potenciar muchas posibilidades en lasregulaciones pacíficas de los conflictos, en formas superiores de creaciónartística, en expresiones culturales que subliman a la familia humana. Y,aunque muchos de estos períodos se han acabado incorporando a lasclasificaciones realizadas por la historiografía, lo han hecho todavía conun carácter subsidiario, sin encontrar el lugar y el acomodo adecuado asu importancia. Nos referimos, como ejemplo, a la denominadas Edad

de Oro para resaltar el momento álgido de una sociedad o una cultura,como podría ser la Paz de Westfalia, al denominado Siglo de las Luces,o al período de los Milagros económicos.5 Recobrando el paradigmaanterior, las guerras siguen siendo los acontecimientos que hacen departeaguas, que delimitan y clasifican, mientras los períodos de paz nohan tenido aún esa fuerza y consideración, como por extensión aún nola tiene una Historia de la paz.

3.1. La paz de Dios6

En la Europa de la Alta Edad Media (especialmente en los siglos VIII-XI) la idea de paz sirvió de nuevo para buscar el re-equilibrio políticoy la armonía social. Este nuevo impulso adquirió una amplia dimensión,desde su oposición al pillaje y la violencia, hasta un rearme espiritual ycosmológico. La Iglesia fue la institución que encabezó tal movimientoe intentó que tuviera repercusión en todos sus ámbitos de influencia: elcuerpo, el alma y la sociedad. Además la Iglesia católica era prácticamentela única institución que tenía capacidad para atravesar la frontera de losestados y poder servir de vehículo unificador ante un pasado común detodo Occidente.

Probablemente, tal como se puede deducir del propio significado dela época, las dimensiones de la posible crisis hay que enmarcalas dentrode un período general de cambio, de búsqueda de nuevas soluciones aproblemas a veces demasiado antiguos. Aunque también hay que decirque tales planteamientos no cuestionaron en lo esencial las fuentes delpoder establecido.

En las décadas anteriores se hicieron más palpables algunas tensionesy conflictos sociales como pudieran ser las relaciones entre la institucióneclesiástica y los señores feudales, entre la amplia gama de poderes

5. La Edad de Oro forma parte de la mitología occidental desde que Hesiódo en Lostrabajos y los días relata que hubo al principio una raza de tal metal, cuyos hombres vivíancomo dioses, libres de padecimientos, no conocían la vejez, no estaban sujetos a la leyesdel trabajo, etc. Las tierras producían abundantes cosechas y vivían en paz. El mito quedoasociado en la Antigüedad a la Justicia y la Buena Fe.

6. CONTAMINE, Philippe (1984) «X. 2. Paz y tregua de Dios. Ética caballerescay cruzada, 5. El pacifismo medieval y sus límites», La guerra en la Edad Media, Barcelona,339-350, 362-367.

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sinodiales, también entre ricos y pobres, en la agudización de tensionesde tipo teológico que se plasmaron en diversas formas de rebelión,desobediencia y guerras. En este panorama es donde la paz resulta másreclamada, más querida, más necesitada, tanto por unos como por otros.Y si es necesario, para rescatar climas de paz, incluso se retoman laspropuestas de paz presentes en las sagradas escrituras (el pueblo de Dioscomo pueblo que debe permanecer en la alianza) e incluso las propuestaslatino-paganas para readaptarlas a las nuevas situaciones.

En semejante contexto, la Paz de Dios (pax Dei) suponía limitar lasacciones violentas contra los componentes eclesiásticos y sus propiedadespara después irse extendiendo a otros actos de guerra y sectores comolos agricultores y los pobres. Parte de esta protección se manifestaba enla solicitud de una especie de salvoconducto para todos los no combatientesy sus bienes (eclesiásticos, peregrinos, eremitas, conversos, mercaderes,mujeres, ancianos, niños, etc.). Su predicamento variaría, también, enfunción de la fortaleza de los estados para mantener el orden en susdominios. Por ejemplo, mientras que las formas imperiales, en Alemania,habían logrado una cierta «paz pública»; en el sur de Francia la autoridadde los reyes estaba en franca competencia con la de los señores feudales,dando lugar a mayores espacios para la arbitrariedad y el desorden. Estapuede ser la razón principal por la cual la Paz de Dios consiguió iniciarsey continuarse con más éxito en este último territorio.

Las discusiones al respecto quedaron perfectamente reflejadas en lasdeliberaciones y los términos de los debates sobre: pactum pacis, cons-titution pacis, retauratio pacis et justiciae, pax reformanda, etc., de losconcilios de Puy (975), Charroux (989), Narbona (990), Limoges (997),Poitiers (1.000), Toulouges (1.027), Bourgues (1.038), Letrán (1.139), etc.

También resultó importante la denominada Tregua de Dios (treguaDei), que limitaba en el tiempo la realización de actos violentos, impi-diendo a los cristianos luchar durante ciertos días de la semana (comen-zando por fines de semana y ampliándose hasta llegar a cuatro díassemanales), o durante ciertas fechas muy señaladas del calendario litúrgicoo cristiano (Adviento, Navidad, Cuaresma, Pascua, Rogaciones, Pente-costés, fiestas de la Virgen, etc.). Estas proposiciones tuvieron su primeraexpresión en Provenza pero se expandieron hacia otros lugares de Francia(Aquitania, Borgoña, Normandía, Vienne, Besançon, etc.) e Italia. Final-mente estos acontecimientos tuvieron su repercusión en el conjunto delos poderes públicos, especialmente reyes y príncipes. Al pasar de unapaz personal (de unos determinados tipos o colectivos protegidos) y

temporal (tregua) hacia una paz territorial, se proclamaba triunfante elderecho público frente al derecho privado, tal y como se podría interpretarel significativo ejemplo adoptado por Federico Barbarroja que el 1.158proclamó la paz para toda Italia.

En este movimiento participaron, no sólo las autoridades eclesiásticas,sino también las autoridades políticas, pero también ciertos movimientossociales e institucionales (hermandades, municipios, etc.), lo que nos indicala permeabilidad de estas ideas y la posible interacción en la toma dedecisiones por parte de los poderosos y el sentimiento popular. Pruebade ello son, también, las agrupaciones de «herejes»: cátaros, husitas,valdenses, etc., que de una u otra forma sí llevaban hasta sus últimasconsecuencias una interpretación del Evangelio, de la tregua y de la pazde Dios, porque se oponían a todas las formas de guerra, a matar a sussemejantes, e incluso predicaban la no violencia y el amor como eje centralde la convivencia política7 .

Una manifestación de estas controversias fue la promoción de loscaballeros de la paz y la creación de unas milicias de la paz, llegandoa ser auténticas Miles Christi, hasta cierto punto motivadas por la oposicióna los señores feudales y contra los poderosos que ejercían libremente supoder brutal sobre el conjunto de la población, sin que atendieran a losllamamientos de las treguas o no sintieran como suficientemente intimi-datoria la ex-comunión, por ello estas milicias se hicieron protectoras delos pueblos y de los humildes. De esta manera la paz aparece como unvalor espiritual ligado a la equidad y la justicia, aunque ello a costa deque finalmente la Iglesia terminara bendiciendo las armas (y las guerras)«justas», llegando a elaborar, a lo largo de los años, todo un protocoloal respecto, sobre el ius ad bellum y el ius in bello8 .

A pesar de reconocer la gran renovación pacifista de este movimientoes necesario, también, reconocer sus limitaciones, sobre todo en cuantoque no cuestiona las formas de violencia más institucionalizadas comoson las guerras, la explotación y la desigualdad económica y social; endefinitiva es retomar de nuevo el debate de la «guerra justa».9

7. Cf. DÍAZ DEL CORRAL, E.(1987), Historia del pensamiento pacifista y no-violentocontemporáneo. Barcelona, 29 y ss.

8. Víd. BOBBIO, Norberto (1992), El problema de la guerra y las vías de la paz.Barcelona, 51 y ss.

9. No es fácil delimitar lo que tiene este concepto de «justa»-pacífica y de «guerra»-violencia. En realidad, y tal como lo hemos manifestado en párrafos de este libro, podríamos

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Así los criterios de persona, res, causa, animo y auctoritas, dados porLaurentius Hispanus (1.210 circa) ponen teóricamente unas condicionesdifíciles para la realización de una guerra. Algo parecido ocurre con laelaboración de un serie de ritos religiosos en los que la Iglesia bendicea las armas y los ejércitos pero a su vez les pone determinadas condiciones.O, incluso, porque en su manifestación contemporánea más negativa (deépoca medieval) sirvió para dar legitimidad a las Cruzadas, y aunquemuchos de estos llamamientos sirvieron para unir intereses cristianos -tradicionalmente enfrentados- lo hicieron buscando un enemigo externo(infieles y herejes) y volcando muchos recursos para imponer la voluntadcatólica, en Jerusalén, por la fuerza de las armas.

3.2. La paz como firma de un tratado

La paz como firma de un tratado, como la clausura final de una guerrao de un enfrentamiento es, posiblemente, la forma de paz más conocida.Pero su significado es aún más importante, para nosotros, por cuantoinaugura un periodo de regulación por vía pacífica de los futuros conflictos.No es de extrañar que el derecho internacional y junto a él, el derechodiplomático hayan dedicado mucho tiempo a discutir los términos juris-diccionales, las sistemas de gestión o las formas de protocolo en que laspartes enfrentadas, los mediadores, los conciliadores, los árbitros, etc.,deben establecer las futuras reglas, precisamente porque se piensa quese están sentando las bases para un futuro que se prevé largo. Tambiénrecogen, en muchas ocasiones, los sentimientos y los deseos de gruposy sectores de la población que a lo largo de la contienda han expresadosus necesidades, o detallan las formas políticas y sociales sobre las quese va a establecer la futura convivencia.

Continuando con la propuesta que hacíamos más arriba, estos acon-tecimientos, estas paces, deberían de designar todo el periodo que les siguey no sólo el momento del acuerdo. Así reconoceríamos que hay periodosde paz que duran muchas décadas, al menos una paz tal como la enten-

demos, imperfecta, pero en la que no hay enfrentamientos, violencias yguerras que alteren o resulten tan significativas que rompan la etapa depaz. Siguiendo con ese ejercicio podríamos reconstruir una línea geomé-trica del discurrir histórico en la que los hitos de la paz estuvieran bienrepresentados y los segmentos de paz (imperfecta) fueran fácilmenteperceptibles, para apreciar con toda claridad que los períodos de guerrason significativamente pequeños frente a los ciclos de paz. Esta realidad,sin embargo, no acaba reflejándose debidamente en la periodización, nien la interpretación de la historiografía, en gran medida también ocurreigual acerca de los términos en los que se elaboran los tratados y elseguimiento histórico sobre el cumplimiento escrupuloso de los mismos.

3.3. Planes de Paz

Los investigadores de la paz han identificado como «planes de paz»algunas propuestas elaboradas por gobernantes, políticos o filósofos. Enmuchos casos, el origen y la finalidad de los mismos ha sido dar unarespuesta crítica a los planes de guerra o a los planificadores de las guerras.También, muchos proyectos nacieron para motivar la formación decoaliciones de naciones y gobiernos para establecer formas políticassuperiores que, previnieran la guerra o se adelantaran a intereses contra-puestos y enfrentados, que estuvieran fundamentados en equilibrios yformas de seguridad garantizada. Fuesen planes políticos, ideológicos,jurídicos o económicos, los mismos permitieron -en el momento deconvertirse en literatura- divulgar nuevas propuestas, motivar novelesideas y, especialmente, siempre que no pasaran desapercibidas ocasionardebate entre las élites intelectuales de su tiempo, quedando en la actualidadcomo un conjunto de proyectos que sirven para reconstruir la historia dela paz.10

Citaremos, a continuación, los que creemos que fueron más importanteso relevantes en su tiempo. Hasta el siglo XVI destacaron las obras de PierreDubois (De recuperatione Terre Sancte, c.1306); Dante Aligheri (De

decir que estamos ante un concepto «mediador» entre la guerra y la paz, en cuanto quearticula distintas posibilidades entre una y otra, frenando o impulsándolas, dependiendode las circunstancias y la correlación de fuerzas al respecto.

10. ARON, Raymond (1985) Paz y guerra entre naciones, Madrid, 197-223; BOUTHOL,Gaston (1984) «Los planes de paz políticos», Tratado de polemología (Sociología de lasguerras), Madrid, 665-718.

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Monarchia, c.1310); Marsilio de Padua y Juan de Jandum (Defensor Pacis,1324); así como el propio Erasmo de Rotterdam, el cual en su Querellade la Paz, 1517, hace su propuesta entendida en el contexto de la crisisde conciencia en el mundo cristiano ante las guerras de religión, y sobrelos términos en que debe contemplarse el fenómeno de la guerra, comohecho contrario al ideal apostólico y ecuménico universalista y pacifista(convencer por la palabra y no por la espada). En su obra pretende dialogarcon los humanistas señalándoles que la verdadera «paz reside en elpueblo», único con deseos para garantizarla frente a la «locura» y las«pasiones» de los reyes y príncipes ávidos de poder. A su estilo, Erasmopreconiza la solución de conflictos mediante una revisión sincera de lasacciones diplomáticas y la utilización de herramientas que agoten la guerray generen espacios de paz, tales como: fijación de fronteras, arbitraje dealtas autoridades morales y religiosas, llamamiento a la fraternidad cris-tiana, etc.11

De los siglos XVII al XVIII, el número y la calidad de las propuestasaumentaron significativamente, entre ellas las de Emeric Cruce (The newCyneas, 1623); Maximiliano de Béthune, duque de Sully, (Grand dessein,c.1620); Hugo Grotius (De jure belli ac pacis, 1625); William Penn (AnEssay towards the Present and Future Peace of Europe, 1693); JohnBellers (Some Reasons for an European State, 1710); el abate de Saint-Pierre (Memoires pour rendre la paix perpetuelle en Europe, 1712); J.J.Rousseau (Un proyecto para la paz perpetua, 1761); Jeremy Bentham(A Plan for Universal and Perpetual Peace, c.1786); Immanuel Kant (Zumewigen Frieden, ein Philosophischer Entwurf, 1796). Posiblemente, estasdos últimas las más conocidas y valoradas por los expertos, teniendo laexposición de Kant una influencia sin parangón en nuestros días. En cuantoa Bentham, es, en su obra, un adelantado de muchas propuestas posterioresrealizadas por el pacifismo de base burguesa y obrera: limitación de losarmamentos, diplomacia abierta y no secreta, renuncia a emprender guerrasde conquista, intercambio comercial como base del progreso y la confianzaentre las naciones. Bentham pretende crear un conjunto de normas vin-culantes -moral y políticamente- a todos los estados, ampliar jurídicamenteel papel del derecho internacional para que éste sea una contención a larivalidad geopolítica y económica entre las naciones y crear unas insti-

tuciones estables donde se litiguen los problemas, a modo de un tribunalde arbitraje, así como un parlamento de la paz donde se discuta cómoconstruirla y hacerla fuerte.12

Durante el siglo XIX, los planes de paz fueron más claramente frutode un diálogo de sus autores con movimientos sociales, sociedades y gruposmuy organizados que contestaban las agendas de sus gobiernos, o queproponían alternativas a las políticas que amenazaban la paz, fuesen éstos:William Ladd (An Essay on a Congress Nations, 1840); Jay (War andPeace, 1842); Bluntsehli (Europa als Satenbund, 1878); o Larrimer (TheInstitutes of the Law of Nations, 1884). Asimismo, a ellos se unieron losdebates en el seno de las organizaciones obreras, así como los teóricosanarquistas, socialistas o igualitaristas que escribieron sobre la paz, enrelación con la justicia social, contra el poder creciente de los estados,o sobre el deber de los ciudadanos para preservar los niveles de libertad.Fuesen estos William Godwin, H. David Thoreau, William L. Garrisono L. Tolstoi, cada una de sus propuestas y orientaciones significó unaaportación de interés para la construcción de la paz, y para la elaboraciónde una historia de la paz.

En el siglo XX, los planes para construir la paz han aumentadosignificativamente en número e importancia, entretejiéndose una relacióncada vez más estrecha con la construcción del derecho y la sociedadinternacionales. Experiencias como la Sociedad de Naciones, las NacionesUnidas y otras formas institucionales siguen esa trayectoria de pensar enla paz, planificar los futuros, edificar sus posibilidades y hacer realidadalgunas propuestas. Algunas de estas últimas, como la Declaración Universalde Derechos Humanos, están siendo instrumentos importantísimos paraseguir construyendo la paz en el mundo y para tener referencias concretasy horizontes a los que aspirar.

4. ESPACIOS PACÍFICOS

En el mismo sentido que hemos propuesto revisar las referenciastemporales de la historia ahora aspiramos a revisar las espaciales. Aunquelas historias que manejamos (manuales, enciclopedias, obras de referencia,

11. CASTELLANO, Juan Luis (1993) «La paz en Erasmo», MUÑOZ, F.A. (Ed.) Laconfluencia de culturas en el Mediterráneo, Granada, 277-288.

12. Cf. MARTÍNEZ GUZMÁN, Vicent (ed.) (1995 ) Kant: La paz perpetua, doscientosaños después, Valencia.

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etc.) se intitulan de «universales», en realidad sólo se trata de una pretensióno, en el mejor de los casos, de una aspiración. Los propios historiadoressaben que no pueden acceder, que no pueden abarcar (en otras ocasiones,lamentablemente, lo olvidan) a «todos» o a un gran número de actores,periodos y espacios. La pretensión contraria también podría ser tomadacomo una ingenuidad, y no le faltaría razón a quien así lo pensara, porqueni tenemos, ni tendremos, capacidad para abarcar absolutamente todas lassituaciones de la historia de la humanidad. No obstante, a pesar de estanecesaria cura de humildad que, en el terreno historiográfico ha llevadoa una fragmentación de la Historia con mayúsculas (especialmente laHistoria Social) y al nacimiento de muchas nuevas historias, las cualesmás allá de las primeras desorientaciones están enriqueciendo sustancial-mente el panorama general; cabe, todavía, preguntarse si para la com-prensión global de la familia humana no debemos insistir más en buscarlos parámetros y las proporciones de lo que queremos denominar como«universal» y, con ello, no olvidar a muchos pueblos, categorías socialeso grupos que no pueden inscribirse en nuestras categorías de análisis etnoo euro-céntricas, con la primera finalidad de no desdibujarles, de nodesubicarlos de los mapas geográficos e historiográficos. En este sentidola historia de la paz quiere contribuir, desde su pretensión de universalidad,a abarcar más, a incorporar muchas más variables, a comprometernos aagregar más actores y espacios en nuestros juicios de valor histórico, atener presente otras experiencias, mentalidades y formas de ver e inter-pretar el mundo, corrigiendo así las nuestras: pretendidamente globales.Pero no se trata sólo y simplemente, de anexar más, sino de reorientar,de cualificar más y mejor nuestros juicios generales, y de reflejar mejortodas aquellas perspectivas y enfoques que puedan ser significativos parauna mejor y global comprensión del género humano.

Si hubiéramos de sugerir un ejemplo para reforzar lo dicho, podríamosencontrarlo en la -estimamos que mal llamada- Primera Guerra Mundial,el calificativo de mundial es, como poco, pretencioso y bastante orientativode quiénes han colocado tal etiqueta; no porque neguemos que muchosde los efectos de la guerra pudieron -de manera directa o indirecta- afectara muchas naciones y pueblos, y hemos de suponer que a bastantes másque otras guerras anteriores, aunque también habría que añadir que losescenarios de tal guerra estuvieron, esencialmente, en Europa; sino porqueuna focalización tan específica y singular en la guerra no permite ver otrasrealidades, no sólo ya en los países no directamente involucrados en elfenómeno bélico, sino entre aquellos otros que por la lejanía al foco central

del conflicto, o por tener economías y políticas no directamente implicadasen los intereses en guerra quedarían -en consecuencia- negados o, en elmejor de los casos, ocultos. Tal cosa -la ausencia real de guerra- se podríacomprobar en muchos escenarios o geografías -más o menos lejanos alos lugares donde tenían ocasión las terribles operaciones bélicas- en dondemiles de personas, no sólo seguían conviviendo pacíficamente, sino quese mostraban poco conscientes y ajenos a lo que pudiera ocurrir entreVerdún y Tannenberg. Qué se podría decir de miles de africanos indígenas;de cientos de etnias latinoamericanas; de ciudadanos instalados en lasantípodas a Europa; de los millones de campesinos en el lejano oriente.No es que neguemos que los que tuvieran conocimiento de aquella guerrano sintieran el horror y la solidaridad de la desgracia ajena, o supieranpreveer en su justa medida el calibre de tal debacle para el género humano,en absoluto; sino que, desde un punto de vista histórico, aunque seancoetáneos en el tiempo al fenómeno bélico, no lo son sin embargo en lascoordenadas esenciales que dirigen sus destinos políticos y sociales. Eneste sentido, la guerra no fue tanto la partera de la historia -según la ideahegeliana-, sino más bien la paz, la paz posterior a la guerra, fue la queverdaderamente modificó fronteras, condicionó los tiempos venideros yglobalizó, algo más, los destinos de toda la humanidad. La guerra hechapor unos pocos -comparándola con el resto de la población mundial- nocondicionó tanto como su paz posterior que, concebida por menos todavíaque esos pocos (los vencedores) obligó a muchos y por mucho tiempo.Una vez más, habría que decir que son más importantes para establecercategorías históricas, las paces que las guerras, por cuanto si estas sontan poco duraderas en el tiempo, como destructivas en bienes humanosy materiales, las paces condicionan por más tiempo y de manera másprofunda; también este mismo argumento sirve para la categoría anterior-mente puesta en solfa: la condición de mundial. Válganos decir estageneralización (aún por demostrar de una manera más empírica): si lasguerras condicionan a ciertos actores y determinados escenarios, las pacesamplían el número de aquéllos y la geografía de éstos.

Pero, como con cierta facilidad, el ejemplo anterior podría sugerir -por su cercanía en el tiempo y por ser un hito muy conocido- una lógicaconsecuencia de los más duraderos y constantes efectos de la crecienteglobalización en el planeta, con los matices que hemos expuesto, es decir,que el concepto global o mundial sirve a unos intereses y se legitima desdeuna determinada historiografía; y, además, no conviene tampoco olvidarque, tal concepto, es y se caracteriza porque está en permanente expansión

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o extensión: los que calificaron a la «gran guerra» como mundial, pudieroncomprobar que la que le siguió veinte años después era aún más universaly que, un holocausto nuclear hubiera sido -en caso de haberse producido-aún más cosmopolita.

Pues bien, sentado que nos hallamos ante procesos y efectos cada vezmás mundializadores y globalizadores, que no hemos querido nunca negarsino matizar; no obstante, no conviene olvidar que tales condicionescorresponden sólo a los últimos siglos de la dilatada historia de la huma-nidad. ¿Cuáles eran las situaciones anteriores para lo que intentamosdeterminar como la existencia de espacios pacíficos? No se puede tampocoen este caso generalizar, pero si se nos permitiera hacer una retrospectivageneral podríamos sugerir que las sociedades que han tenido más difi-cultades de adaptación al medio natural o que no han sabido acumularla suficiente riqueza para mejorar sus condiciones de vida y atender asus necesidades han acabado sucumbiendo; igualmente, aquellas otrassociedades cuyos modelos políticos y económicos se han fundamentadoen el uso sistemático de la violencia o en excesivas concentraciones depoder tampoco han conseguido armonizar sus intereses a los de otrassociedades gastando excesivas energías en su dominio, o incluso hanacabado haciendo un abuso de su entorno natural agotando su propiomodelo; asimismo, han existido otras sociedades que imponiendo ciertogrado de violencia sobre otras comunidades, y habiendo optimizado ciertasformas productivas o de poder, han conseguido organizaciones cada vezmás complejas de producción social, a cambio, de procesos más o menosvisibles de mestizaje, interculturalidad e integración. Sean éstos u otrosmodelos los expuestos de épocas precedentes, los espacios pacíficos sehan conseguido cuando las sociedades han alcanzado ciertos grados deequilibrio, seguridad y sostenibilidad. Cuando alguno de estos principios-o todos- se han perdido o deteriorado se apunta el límite de extinciónde esa sociedad, bien por propia incapacidad o bien por conquista de otracomunidad. Tampoco conviene despreciar que, en una situación de pococontacto entre modelos sociales diversos, podría darse o garantizarse mejoruna mayor perduración de los arquetipos, dicho de otro modo: a mayoraislamiento más posibilidad de mantener en armonía el modelo social;aunque, sin embargo, también cabe señalar que precisamente la riquezahumana (genética, patrimonial, cultural, etc.) se ha hallado, siempre, enla capacidad de contacto, de intercambio y de compatibilidad.

Por esto consideramos que los espacios pacíficos han estado y estaránen aquellos modelos políticos, sociales, económicos y culturales que sean

capaces de armonizar o conciliar sus necesidades con sus deseos, suspotencialidades con sus realidades, cuando sean aptas para mantenerequilibrio, seguridad y sostenibilidad. Posiblemente, en tiempos preca-pitalistas13 , dada la organización de la producción, las escasas concen-traciones de poder (negativo y destructivo) y las formas moderadas deviolencia sistemática (aún no con el carácter de holocausto u omnicidio)permitiría hablar de más espacios pacíficos. Si esto es así, una concienzudahistoria de la paz nos ayudará a conservar o despreciar esta hipótesis.Lo que no parece menos cierto es que, en el estadio en el que estamosdentro del proceso creciente de globalización, tanto la paz, como la guerray todas las formas de intermediación y negociación pacífica de los conflictos,están acabando por afectar, de una manera creciente, a más actores yespacios. Lo que también quiere decir que allí donde se siembra y construyela paz hay más posibilidades de extenderla, porque la retícula planetarialo permite, pero la inseguridad también está en que las formas inclusolocalizadas de guerra y conflictos violentos, igualmente acaban afectandopor cuanto la interrelación planetaria es también mayor. Ese es, por tanto,el reto y el desafío a nuestras voluntades presentes: hagamos lo quehagamos, sea positivo o negativo, acabará repercutiendo en el resto dehumanos del planeta.

Cabe, también, complementar la terminología utilizada de ‘espaciospacíficos’ refiriéndonos a otra dimensión más concreta y material de lacategoría. Cuando hablamos de espacios pacíficos nos podemos estarrefiriendo a lo que, históricamente, han sido los edificios destinados,sancionados o consagrados a la paz, aquellos que por haber albergadouna función pública, oficial o solemne -en menor medida si han sidoespacios privados, aunque también han tenido su funcionalidad y origi-nalidad-, tenían que estar reconocidos legítimamente como carentes deviolencia, como superficies y atmósferas que propiciaban el respetogeneralizado o que, de manera consensuada, eran admitidos como espaciosde paz, o más bien habría que decir donde las formas de la guerra o dela violencia extrema deberían quedar completamente ausentes; bien fueransantuarios, templos, monasterios o cementerios, cuyo marcado carácterreligioso hacía que su dimensión espiritual les diera una más acreditadalicitud; bien fueran hospitales, sanatorios u otros centros de salud físicay mental; o bien se tratara de colegios, orfanatos, casas de recogida o de

13. Cf. HOWELL, S. - WILLIS, S. (eds) (1989) Societies at Peace; London-New York.

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asistencia, dedicados a la beneficencia, todos ellos espacios de rehabi-litación que habían de ser, igualmente, respetados porque implicaban elalbergue de una humanidad incompleta o deteriorada; bien aludamos abibliotecas, universidades u otros centros del saber porque donde se suponeque está la ciencia está el diálogo y la tolerancia; bien nos refiriéramosa palacios de justicia, chancillerías o cualesquiera otros tribunales, en loscuales la paz era necesaria para impartir con corrección y ecuanimidadla justicia, caracterizada por su ceguera y neutralidad; o bien aludiéramosa edificios o centros de diplomacia, como embajadas y legaciones, ocualquiera otros espacios destinados a la representación diplomática tambiénserían respetados como tales espacios de paz. En este sentido, tanto laPaz de Dios, como el propio concepto de humanidad, junto a la cons-trucción del derecho diplomático o de la sociedad internacional han idoconformando estos espacios para el uso de la paz, como zonas neutrales,como áreas francas donde se puede encontrar, en mayor o menor medida,una cierta inmunidad y seguridad.

También, por último y de manera breve, hay que aludir a los espacioscaracterizados como símbolos de la paz. En esto cada sociedad ha idoconstruyendo, a través de formas iconográficas, de programas urbanísticos,de edificios emblemáticos o de lugares simbólicos sus propios espaciosde paz, o dedicados a expresar o significar la paz (ausente, conservadao soñada). A ello se han dedicado formas estatuarias o iconológicasdiversas, muy pocas sin embargo han conseguido la categoría de univer-sales y mundialmente reconocidas, tales como la paloma, de claras re-miniscencias bíblicas. En otras sociedades, como las europeas, los mo-numentos recordatorios al soldado desconocido -auténticos cementeriosen mitad de la trama urbana- son una forma de reconciliación y llamamientoa la paz sobre la base de rememorar la guerra. En otros casos se hanabandonado espacios derruidos, tal y como los dejó los efectos de losbombardeos, son los pueblos muertos o pueblos de la guerra, memoriasvivientes de un pasado de horror y muerte. En otras sociedades, espe-cialmente indígenas, el espacio de paz puede venir simbolizado por unespacio natural y ecológico, un claro en el bosque o un lugar concretoen una montaña, en muchas ocasiones suele ser un ámbito sagrado porquealberga antepasados o porque en él se celebró un acontecimiento quepermite recordar la paz deseada. Sean unas u otras formas, de esta o aquellasociedad, la humanidad tiene la necesidad de representar aquello queespecialmente desea y valora. Es precisamente, por último, la capacidadcomprensiva e intelectiva de los símbolos, de las formas artísticas, o de

los componentes míticos que adquieren -con el paso del tiempo o por lasanción de la mayoría- lo que acaba convirtiéndolos en universalizables.

5. ACONTECIMIENTOS PACÍFICOS

Aunque hasta ahora hemos separado en la Historia de la paz entreespacios (lugares) históricos de paz, momentos históricos de paz y, actoresy actrices, que construyen o ayudan a edificar la historia de la paz; enla práctica, tal división sólo existe como artilugio intelectual que nospermite seccionar o diseccionar los acontecimientos para comprender asímejor su devenir. En realidad en todos los casos anteriormente expuestosnos encontramos con múltiples combinaciones de esos elementos funda-mentales. No obstante, sí es cierto que desde la última mitad de nuestrosiglo XX existen, al menos, dos realidades que ciertamente combinanmejor que ninguna otras todos los elementos en juego: espacio, tiempoy actores. Son realidades tan dinámicas, tan movilizadoras de recursoshumanos y energías positivas que prometen tener una continuidad en eltiempo (para el próximo siglo), en el espacio (llegar a todos los rinconesdel planeta), e implicar, cada vez a más y más grupos sociales (actoresy actrices) comprometidos con la construcción de la paz y sus actividades.

En ambos casos nos estamos refiriendo: de una parte, a la expansiónde la galaxia de los derechos, libertades y necesidades humanas que suponela Declaración Universal de los Derechos Humanos y; de otra, a lautilización de la no-violencia como instrumento de cambio y transforma-ción social y política en cada vez más sociedades que necesitan modificarsus realidades injustas, indignas y violentas. Ambas variables nos repre-sentan mejor que ninguna otras sus potencialidades, sus proyecciones parael futuro y la búsqueda de denominadores comunes que traspasen cualquierforma o fondo de relativismo cultural o social. Ambas se están convirtiendono sólo en instrumentos sostenibles, eficientes y resueltos para los cambiosen dinámicas sociales incluso muy anquilosadas y enquistadas, sino tambiénen una forma de construcción de una ciudadanía universal que reclamaformas de poder y de distribución de la riqueza más sostenibles y per-misibles para la humanidad y el planeta.

Asimismo, y dados los cambios operados en las últimas décadas, comohan sido la caída de ciertos paradigmas políticos e ideológicos, como elsupuesto triunfo de determinadas formas de producción e ideas, tanto losderechos humanos, como la no-violencia, resurgen como filosofías y

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formas de pensamiento autónomos y fuertes, capaces de retomar poderososelementos éticos y universales de la humanidad, de ilusionar tanto desdeun punto de vista de la reflexión intelectual, como de la construcción moral,y hacer aportaciones genuinas y positivas a los retos pendientes de laespecie humana en su relación consigo misma y con el planeta.

5.1. Los derechos humanos

La conquista por el reconocimiento de los derechos humanos en todoslos rincones del planeta y su extensión a cada vez más seres humanoses un hito notorio para la construcción de la historia de la paz. Con losderechos humanos, la historia de la paz se refuerza, se reafirma y seacrecienta en los valores de la dignidad, la justicia y la libertad de «todoslos miembros de la familia humana». La historia de su construcción esparalela a la historia de la paz, porque han sido todos los seres humanos,todas las sociedades y sus valores los que han ido aportando, desde todassus concepciones mitológicas, religiosas o filosóficas parte de lo que hoyes considerado como patrimonio común. La denominada DeclaraciónUniversal, aunque aprobada en el siglo XX, no deja de ser sino el resultadomás acabado y último de una largísima trayectoria humana de lucha porlas libertades y por la dignidad, que no se agota en la mencionadadeclaración. Aquélla es un punto de referencia esencial, un espacio oterritorio común que permite a los ciudadanos de bien, a las víctimas, alos débiles, etc., pero también a los poderosos, a los violentos y genocidastener un punto de referencia ético, universal, de fuertes vinculacionesmorales, que nos recuerda la dependencia que tenemos los unos de losotros, que nos evoca el lugar más alto de conquista al que hemos llegadoy aspirado como humanidad, que nos despierta contra las injusticias ylos atropellos.

En los derechos humanos se combinan las tres variables utilizadas:espacio, tiempo y actores. No es poco que, toda la humanidad, se hallapuesto de acuerdo en hacer suya la Declaración, que se haya podido llegara ese altísimo grado de consenso. Ello ha hecho posible que, hoy día,ningún gobierno -aunque sea dictatorial-, que ningún grupo -por muyviolento que sea- se pueda permitir el desliz o el lujo de convertirpúblicamente la Declaración en papel mojado, en ropa vieja, en uninstrumento inservible. Las implicaciones políticas, sociales y judicialesde la Declaración, junto al dinamismo de los actores y organismos públicos

en velar por el cumplimiento de la misma han hecho proliferar más ymás mecanismos de observancia y respeto contra su violación. Aúnquedarán muchas situaciones impunes, aún habrá muchos dictadores quese mofarán indirectamente de la Declaración, pero cada vez más se puedeapreciar el poder vinculante y la capacidad dinamizadora y moral que tienela Declaración. Nos atreveríamos a decir que ha sido el instrumento másacabado que resumiría -mejor que ningún otro- la historia de la pazelaborada por la humanidad, dándole una capacidad de pragmaticidad,universalidad y obligatoriedad: que sirve para fijar criterios; que ayudaa resolver conflictos; que es una referencia para débiles y fuertes; quecoloca al ser humano en el centro del universo político, económico, socialy cultural; que echa raíces para construir futuros de paz; que alienta lareconciliación planetaria; etc.

Este compromiso internacional con los derechos humanos no sólo hagenerado nuevos pactos y «paces» entre estados y gobiernos, sino queha creado una retícula de organizaciones, grupos sociales y actores políticosque velan por un cumplimiento más profundo y amplio de la Declaración.Son especialmente estos actores y actrices los que están haciendo máspor la Historia de la paz y la reconciliación. Una sociedad civil inter-nacional que colabora, amplifica y mejora con sus acciones las múltiplesdimensiones que pueden tener los derechos humanos en los planos so-cializadores, educativos, ambientales, económicos, políticos, emocionalesy reconstructores. Cada incorporación, cada nueva variable al debateesencial de los derechos, sea la lucha contra la tortura, la denuncia dela utilización de los niños en las guerras, la abolición de la pena de muerte,la extinción de las formas de esclavitud, etc. son jalones para la cons-trucción de una Historia de la paz con vocación de sostenibilidad yperdurabilidad.

5.2. La no violencia

La «no-violencia» significa, sobre todo a partir de un determinadomomento, una táctica y estrategia social y política en la que sus presu-puestos esenciales son las acciones pacíficas. Su virtualidad es que aprendesus presupuestos teóricos y prácticos de la historia de la paz, de lasexperiencias de regulación pacífica a lo largo de toda la historia, paraconvertirlos en filosofía y teoría de acción práctica comprometida conel cambio social.

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Conviene empezar señalando una obviedad que se suele olvidar conmucha frecuencia pero que resulta importante destacar aquí: la antítesiso la antinomia de la «violencia» no es la «no-violencia», es la paz. Eneste sentido, esta idea queda aún más corroborada por cuanto la no-violencia -aunque podría ser un fin en sí misma por su altura moral-, sinembargo, pretende ser sobre todo un sistema y un instrumento de lo másútil y eficaz para conseguir la paz. Es, además, la utilización sistemáticade medios pacíficos para resolver los conflictos, buscando los puntos deencuentro con los otros, averiguando los denominadores comunes, per-siguiendo juntos más y mayores cotas de verdad..., pero sin dañar, sinlastimar, sin arruinar a los adversarios, desdeñando la violencia comométodo puesto que ésta engendraría más violencia y delataría la bajezamoral y ética de nuestras argumentaciones. Se trata de una forma, también,de presión moral que pretende liberar. De una fuerza tenaz fundamentadaen la confianza y la certidumbre, de una capacidad de persuasión sin límites,de una demostración permanente de una ética de la convicción que, pormucho que apremie y presione sobre los adversarios, nunca les causarádaño físico o moral. Por todo ello también cabe identificar este modelode liberación como una forma constructiva y creativa de hacer la historia,dicho de otro modo, la historia de la no-violencia está alimentandosignificativamente la Historia de la paz.

En este sentido, también, la no violencia es una de las corrientes deexpresión humana más antiguas y universales, que no siempre se haevidenciado -en los libros de historia- con toda su potencialidad. Suhistoria, sin embargo, es rica y se ha manifestado a través de múltiplesexpresiones religiosas, políticas, sociales, económicas, tanto colectivas,como individuales, aunque no siempre el concepto haya estado muy claropor quienes lo practicaban con una cierta sistematicidad o por quieneslo usaban de manera ocasional.

En la contribución a la no-violencia han estado personajes y doctrinasque han influido poderosamente en la historia de la humanidad, pero queno siempre han sido reconocidos desde esta perspectiva. Así en corrientesfilosóficas, religiosas o éticas como: el jainismo, el budismo, el taoísmo,el cinismo, el estoicismo, el cristianismo primitivo, el cristianismo radicalprotestante (husitas, mennonitas, cuaqueros, amish, etc.); o, en formas dedesobediencia civil, resistencia pacífica, objeción de conciencia e insu-misión, se pueden extraer fuentes, contenidos y símbolos que han alimen-tado y enriquecido la aportación de la no-violencia a la Historia. Asimismo,personajes históricos de la talla de Lao Tsé, Buda o Cristo, han influido

tan poderosamente con su palabra y su forma de vida que han sabidoencarnar justamente lo que la no-violencia quería aportar de novedoso,de liberador y de constructivo a la humanidad. Y, mucho más reciente-mente, personajes como Henry D. Thoureau, León Tolstoi, MohandasGandhi, Badshan Khan, Albert Schweitzer, Albert Luthuli, Martin LutherKing, Lanza del Vasto, Dorothy Day, Hélder Cámara, Adolfo PérezEsquivel, Nelson Mandela, Danilo Dolci, César Chávez, Petra Kelly oAldo Capitini, entre otros muchos, han sido y son referentes obligadospara la comprensión de la filosofía y la acción de la no-violencia. Lacoherencia entre sus escritos, su vida y su obra, junto a su capacidad deliderazgo, de creatividad e influencia han hecho que traspasen fronterasgeográficas y culturales.

Volviendo a los principios sobre la no-violencia, éstos están basadosen un corolario de fundamentos teóricos y filosóficos, religiosos y éticos,no fácilmente limitables, entre los primeros se destacan: el máximo respetopor las personas, evidenciado en un conjunto de premisas tales como laexistencia de una única especie humana que hay que preservar y proteger;que los hombres deben hablarse y entenderse puesto que tienen una mismanaturaleza; la utilización de la persuasión antes que la coerción, queimplica usar todas las habilidades del razonamiento y del entendimientopara convencer; apostar por enseñar, documentar e instruir con el ejemplopropio; revelar mediante la sinceridad cuáles son nuestros deseos yexpectativas; escuchar y comunicarse profundamente con los demás; etc;y la práctica continuada y la profundización de sus acciones, que no esuna teoría para conseguir determinados fines y olvidarse de ella, sino quees una práctica continuada. No se trata de una táctica de combate contrael poder sino una forma espiritual de revelarse pacíficamente contra elmal o contra el poder que nos resulta injusto e insoportable; es una teoríapara la acción y el cambio social; en este sentido la no violencia se acercaa ser una práctica religiosa, una forma de entender y comprender el mundoy las relaciones humanas). Es, por tanto, su fuerza, la forma de su presión,su recomendación ética la que permite hablar más allá de una simple«buena voluntad» -curiosa y sorprendentemente eficaz-, sino de unpensamiento y una acción combinadas para ejercer y facilitar cambiosen aptitudes, comportamientos y conciencias.14

14. Cf. NAGLER, Michael N. (1986) «Nonviolence », en LASZLO, Ervin y YOO,Jong Youl (eds.) World Encyclopedia of Peace, Oxford, tomo II, p. 75.

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En una historia de la paz, cercana en el tiempo a nosotros, la no-violencia ha sabido demostrar su gran influencia en multitud de mo-vimientos sociales y de acciones colectivas en favor de los derechosciviles de la minorías raciales desposeídas, de la lucha contra el apar-theid, de la defensa de los derechos de las mujeres y los niños, de losmovimientos por el desarme y el pacifismo, de grupos con formas devida alternativos, de comunas o movimientos vecinales, etc.; sino porquedesde un punto de vista práctico, la no violencia es una doctrina conuna enorme potencialidad para legitimar cualesquiera fines que sepersigan, porque es capaz de levantar mayoritarias simpatías inclusoentre quienes no comulguen con esos movimientos; y porque generaenormes satisfacciones entre quienes la practican, otorgándoles unaestatura moral primordial. Este fue uno de los muchos méritos históricosde Gandhi, Luther King, Day o Chávez, el de elevar espiritualmentea los «sin voz», a los desfavorecidos, a los «intocables», a los «in-deseables», a los indefensos de las sociedades en las que ejercieron suliderazgo e influencia; haciéndoles -a todos ellos- copartícipes y pro-tagonistas de un cambio político y social en su país, que no sólo erael de precipitar la liberación nacional, étnica o social, sino desde la no-violencia ser capaces de aportar su peso específico (por su número ypor su cultura) a la construcción de sociedades diferentes donde lareconciliación, la justicia y la dignidad no desaparecieran del horizonteprogramático y real de sus comunidades.

6. UNA HISTORIA DE LA PAZ

Creemos que dado el grado de conocimiento que hoy tenemos dela historia en general y gracias a la gran cantidad de corrientes histo-riográficas y de enfoques existentes, en gran medida suscitados por losdebates, las preguntas realizadas al pasado y las respuestas aportadas,sería posible reconstruir una Historia de la paz.15 No obstante, a pesarde un notable empeño, esta tarea no podría completarse en breve, nitampoco creemos que esté exenta de dificultades. Lo que sí estimamos

pertinente subrayar es la necesidad de que esta parte tan importante ysignificativa de la aventura humana sea componente de la HistoriaGeneral, que la Paz -como conjunto de regulaciones pacíficas de losconflictos y como experiencia creativa- sirva para explicar con másprofundidad buena parte de las conductas humanas, de los hechos yprocesos históricos.

6.1. Una historia de paz y violencia

En definitiva, lejos de cualquier tipo de ingenuidad, es necesariorecuperar la Historia de la Paz y con ella contribuir a construir la únicaHistoria posible: la que aúne, analice y explique, la existencia, las estruc-turas y las dinámicas de los distintos grupos, las diversas realidades, lasdiferentes culturas, las distintas conductas y actitudes. Y, sin obviar oinfravalorar el significado de cada una de estas instancias, hacer especialhincapié en sus interrelaciones que son, en definitiva, las que permitencomprender unitariamente toda la sociedad humana, dado que ellas nosdan la dimensión de la riqueza, complejidad y abundancia del génerohumano en su indisociable sociabilidad.

Sabemos, también, que desde sus orígenes la «violencia» -ya seapor causas económicas, políticas, ideológicas, militares, de genero oétnicas-, ha sido ante todo la fijación e institucionalización del uso dela fuerza, mediante la cual se discrimina la satisfacción de las necesidadesde grupos o individuos en beneficio de otros.16

Desde que las sociedades, y particularmente los grupos dominantes,descubren la violencia, ésta jugará cada vez un papel más destacado ensus proyectos y sistemas. Sin lugar a dudas, debemos reconocerle a laviolencia un carácter de primera magnitud en el devenir histórico, máxime

15. Algunas revistas como Peace and Change, o Journal of Peace and Conflict dedicanparte de sus esfuerzos a reconstruir acontecimientos, hitos y procesos que podrían integrarseen una Historia de la paz.

16. Las anteriores son las causas que habitualmente se identifican con el nacimientode la violencia, aunque es posible que hayan podido existir otras, además de sus corres-pondientes interrelaciones. Víd. MUÑOZ, Francisco. A. (1993) «Causas y origen de laPaz (... y la guerra)», RUBIO, Ana (ed.) Presupuestos teóricos y éticos de la paz, Granada,102. Tales conductas se confunden a veces con la agresividad sobre la que se apoya, sinembargo ésta -como el resto de los instintos- está destinada a garantizar la continuidadde la especie y, por tanto, puede ser valorada como constructiva. Cf.: LABORIT, H. (1981)«Mecanismos biológicos y sociológicos de la agresividad», La violencia y sus causas,Madrid, 47 ss ; EIBL-EIBESFELDT, I. (1989) Guerra y Paz, Barcelona.

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si utilizamos un concepto amplio en el que incluimos muchas formas depoder y fuerza, la coerción, la explotación, la marginación, la discrimi-nación, etc. Sin embargo, esto no nos debe de llevar a creernos que todoabsolutamente es explicable en claves de violencia, o que ésta está om-nipresente en todos los acontecimientos históricos. Y, tampoco negamos-aunque no las compartamos-, que algunas teorías historiográficas -lascuales han tenido mucho predicamento-, se apoyan en la interpretacióngeneral de que la violencia es la fuente y fundamento de la Historia. Deuna violencia que sin ser sometida a un análisis crítico, sobre sus carac-terísticas y limitaciones, pueda ser sobredimensionada en su presencia eimportancia.17

Nos gusta suscribir la idea de que, al menos, el 90 por ciento de lahistoria de la humanidad ha tenido lugar, y en parte sigue teniendo lugar,sin violencia18 ¿Qué queremos dar a entender al señalar esta cifra tan alta?Desde luego, nada que tenga que ver con el intento de polemizar sobresi se trata de ésta u otra cifra similar expresada arriba o abajo de esteguarismo, sino con el valor simbólico que queremos expresar y resaltarcon aquélla. Es decir, que la mayor parte de la Historia de las sociedadeshumanas se han desarrollado o han vivido con formas que podríamosdenominar pacíficas, o con modelos que no han necesitado utilizar laviolencia en sus programas de vida o en sus sistemas políticos y econó-micos. Y, si esto puede ser considerado como algo generalizado en elpasado -casi seguro en una etapa prehistórica entre 35.000 y 10.000 añosa.C, donde creemos que la violencia instituzionalizada o como una formaesencial de organización no se dio-; también debe utilizarse esta sugerenciapara muchas formas de convivencia y colaboración entre personas ycolectivos que ya en etapas históricas, o muy esporádicamente utilizaronla violencia, o renunciaron voluntariamente a ella por entender que nole satisfacía para alcanzar sus necesidades.

Asimismo, queremos también señalar que, el hecho de que muchossistemas sociales en sus formas de organización y distribución del poder-especialmente con el surgimiento y desarrollo de las organizacionesestatales- utilicen ciertas formas de violencia, esto no quiere decir que

cualesquiera individuos que viven en esos sistemas tengan que sentirseimpelidos a utilizar o a comportarse conforme a las reglas que puedaimponer la violencia. Como fenómeno cultural, la violencia, requiere -al menos en algunos de sus aspectos y de sus formas de expresión- deun cierto grado de voluntariedad, conformidad y consentimiento. Y,muchos humanos, han demostrado a lo largo de la historia que no estándispuestos a dejarse llevar por la violencia sistemática para arreglar susdesacuerdos con otros humanos, o que simplemente ciertas formas deviolencia no deben formar parte de sus horizontes de vida. Y, no creemosque se trate tanto -como se repite con demasiada frecuencia- de que losciudadanos no ejerzan su (capacidad de) violencia por temor a ser cas-tigados por la violencia institucional, sino porque entienden que razona-blemente es mejor vivir pacífica que violentamente sus relaciones conlos demás, sin menoscabo de recurrir a ésta cuando lo estimen necesario(pero también excepcionalmente).

6.2. Regulaciones violentas y «violencia estructural»

Uno de los mayores avances con respecto al estudio de la violenciaha sido el desvelar las relaciones causales existentes entre las diferentesescalas donde se produce aquélla. Para ello hubo que ampliar el concepto,con la finalidad de considerar no sólo aquellas situaciones en las cualesse ejercía una violencia directa contra el cuerpo de las personas (agresión,asesinato y, sobre todo -y fundamentalmente-, guerra) sino estimar, tam-bién, aquellas otras en las que, siendo posible, no se satisfacían lasnecesidades (explotación, marginación, intercambio desigual, pobreza,hambre, etc.).19

La primera pregunta que al respecto se hizo la Investigación para lapaz fue cómo eran las relaciones entre una y otra formas de violencia,apreciando que existían claros vínculos entre ellas. Pero el avance másespectacular se dio cuando se precisó que podían existir relaciones causalesentre las diferentes escalas e instancias donde se regulan violentamentelos conflictos, a la categoría analítica que representaba esto se le llamóviolencia estructural, sobre la que ya hay abundantes estudios, y por tanto

17. El Manifiesto de Sevilla de la Unesco (París, 16 de noviembre de 1989) advertíaen sus proposiciones sobre el uso inadecuado de hechos y teorías científicos con el finde legitimar la violencia y la guerra.

18. Cuyas primeras formas las descubrimos asociadas a los estados y sus procesosde formación. Cf. MUÑOZ, F. A. (1993) «Sobre el origen de la Paz ... » 19. UNESCO (1981) La violencia y sus causas, París.

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no nos vamos a detener en analizarla, pero al menos sí queremos insistiry dejar constancia de la importancia de su conceptualización.20

Tradicionalmente se ha considerado que los ejércitos (las guerras) sonlas instituciones que representan la mayor concentración de la fuerza(violencia) en las sociedades. Los ejércitos también han servido y sirvende baluarte y símbolo de la violencia, como patrón fijo, omnipresente,intimidatorio, de regulación oficial de conflictos (violencia instituciona-lizada). Igualmente, la guerra y el armamentismo no son sólo una ma-nifestación de la violencia directa sino que potencian la violencia culturaly simbólica. Su virtualidad es que en la mayor parte de las ocasiones notienen que utilizarse o, cuando actúan, no tienen que usar toda su capacidaddestructiva. Siendo, aún importantísima, por tanto, la presencia de estaclase de fuerza (ejércitos, policías, guerras) para intimidar, amenazar ocrear violencia física -institucional y simbólica-; sin embargo, paradó-jicamente, los estudios sobre violencia estructural nos han llamado laatención sobre la cantidad de víctimas que ésta genera debido a causasestructurales (hambre, marginación, etc.), todavía más sacrificados quela propia guerra.

Explicado en clave de conflictos, la violencia (una y otra, en definitiva,todas) supone que ante los distintos intereses dispares, y en ocasionesenfrentados, en el seno de una sociedad, ciertos individuos o grupos queen ella viven optan por gestionarlos de tal manera que satisfagan mejorsus necesidades, pero a costa de los demás. El aprendizaje, en definitiva,y/o los beneficios, de esta solución discriminatoria puede ser aplicadaen otras situaciones con idénticos fines: el interés propio. Lo cual puedecontribuir a la creación de una cadena (que relaciona y retroalimenta todaslas formas de violencia y alimenta sus diferentes escalas y niveles deexpresión) en la que los beneficiarios de tales acciones tiendan a asegurarsela continuidad y acumulación de las mismas (las necesidades). Así se puedeentender que los que acumulan recursos económicos (tierras, alimentos,productos, servicios, etc.) estén, también, tan interesados en controlar elpoder político, y con él -tal y como está estipulado en las formas deorganización estatal-, los ejércitos, las fuerzas del orden, y todos suscorrelatos (como las guerras).

6.3. La matriz social de los conflictos: la dialéctica paz imperfecta/violencia estructural

Como puede presuponerse en la práctica social los conflictos no sonexplicables solamente por la paz imperfecta, como tampoco lo son porla violencia estructural. Ambos, sólo, son ideas y conceptos que nos sirvenpara aproximarnos al conocimiento de la dinámica histórica, ésta es máscompleja y rica que lo que alcanzan a explicarnos aquéllos; y, en estecaso, es precisamente la combinación de ambos lo que nos acerca mássutil y verazmente a la realidad.

Pensamos que los grupos humanos experiencialmente intentan víasalternativas (pacíficas o violentas) de regulación de los conflictos, cadasociedad genera respuestas pacíficas y no pacíficas ante los conflictos,los actores (individuos, grupos, instituciones, etc.) abordan (conscienteo inconscientemente) la multifactorialidad de sus situaciones, de ellodepende el satisfacer sus deseos, sus necesidades, sus proyectos, endefinitiva su éxito.

En la realidad no existen ni individuos ni grupos que puedan sercatalogados, unívoca o simplemente, como pacíficos o violentos. Tal comovimos al referirnos a la paz imperfecta, la propia paz no puede ser entendidacomo intachable, pura y acabada -eso nos alejaría de la realidad y nosacercaría a un idealismo ilusorio- por lo tanto, cuando optamos por buscarun término que nos permitiera un mayor juego analítico, tomamos elcalificativo de imperfecta, porque el mismo nos indica su estado real enpermanente construcción y creación.

Asimismo, tampoco la violencia estructural resulta capaz de expli-carlo todo, porque ninguna de las dos existe por sí misma, la imperfecciónde ambas consiste en la obligada convivencia de la una con la otra. Porello, incluso, para explicar mejor esa realidad compleja, optamos porintroducir el término matriz social para acentuar el sentido de un espaciodonde conviven todas las posibilidades, donde los actores sociales barajantodas las probabilidades en juego, y donde dependiendo de las relacionesy potencialidades coyunturales se opta por una salida u otra. Pensar enclave de matriz supone aceptar que en todas las sociedades existenpotencialmente variadas contingencias y posibilidades para optar porunos u otros proyectos, explicitados de una forma más o menos clara,dispuestos para entender, gestionar o superar los conflictos, las cuáles(posibilidades) -de acuerdo con las dinámicas sociales- son barajadasy seleccionadas.

20. Cf. GALTUNG, J. (1985) Sobre la Paz, Barcelona, 27-72 (Primera edición eninglés en 1969); y (1995) «Violencia, Paz e Investigación sobre la Paz», Investigacionesteóricas. Sociedad y cultura contemporáneas, Madrid, 311-354.

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Desde esta perspectiva, se podrían explicar las realidades históricasy sociales de los conflictos a partir de las distintas mediaciones e inte-rrelaciones (diacrónicas y sincrónicas, etc.) entre la Paz imperfecta (in-terrelaciones causales entre los distintos ámbitos y escalas donde se regulanpacíficamente los conflictos) y la Violencia estructural (interrelacionescausales entre los distintos ámbitos y escalas donde se regulan violen-tamente los conflictos). Esta perspectiva, también, refuerza el camino dela construcción de una dialéctica superadora del dualismo antagonista entrelo pacífico y lo violento, el bien y el mal, al aceptar que existen un sinfínde posibles situaciones intermedias sujetas a diversas dinámicas.

En consecuencia, para el análisis de las dinámicas sociales es necesariotener en consideración tales factores, las vías y las relaciones multilaterales,los proyectos alternativos y coetáneos, ambivalentes, las interrelacionesentre el interior y el exterior de los sistemas humanos, entre las múltiplesescalas, etc. La violencia estructural y la paz imperfecta pueden serconceptos útiles para tales fines. Aunque para ello haya que entenderlostambién no como compartimentos estancos sino como realidades inter-conectadas a su vez por una serie de correlaciones, mediaciones y ne-gociaciones vivas, dinámicas y activas.

6.4. Correlaciones, mediaciones y determinaciones

Por supuesto que no todas las situaciones vividas en la historia puedenser interpretadas en clave de conflictos. Tampoco toda dialéctica de losconflictos debe simplificarse en violentos o pacíficos, una serie de cir-cunstancias, estancias e instituciones sociales, que por sí mismas nosuponen la opción por una u otra, sirven para correlacionar, mediar yarticular las diferentes posibilidades para las vías alternativas de la re-gulación del conflicto. De entre ellas la negociación es la forma más visibley notable de mediación que articula las distintas realidades de los actoresen colisión y es una herramienta para afrontar los conflictos.

No parece que valgan, por tanto, leyes generales que nos den larespuesta precisa en cada ocasión, la realidad suele ser más esquiva, máshuidiza, menos clara, lo que nos obliga a estar permanentemente preci-sando y matizando las cosas y los casos. Un ejemplo notorio de esto sonlas instituciones e instancias que juegan papeles ambivalentes, que tienendobles caras, como es el caso de los estados, benefactores para unos,satánicos para otros, porque lo cierto es que los estados articulan el uso

de las soluciones violentas y, también, no violentas. Asimismo, desdenuestra perspectiva histórica y tomados como procesos de larga transición,aspectos organizativos como la división sexual del trabajo, la centraliza-ción, y la especialización -entre otros-, surgieron también para resolvero paliar problemas planteados en la sociedad humana, los cuales hanayudado y siguen ayudando a conciliar dificultades civilizatorias y téc-nicas, pero asimismo con esa perspectiva histórica también han servidopara institucionarlizar usos y formas de violencia. Pero son, sin dudaalguna, los estados, su concentración de poder, las energías acumuladaspara el uso de la violencia, lo que los convierten en hegemónicos en susrelaciones con otras sociedades y con respecto a los individuos. Una vezmás, cabe señalar, que nacen para resolver algunos problemas crónicosde las sociedades pre-estatales; pero, también por contra crean nuevosproblemas, ya desde sus inicios -y acentuados con el paso del tiempo ya pesar de su evolución-, convirtiéndolos -muy pronto- en institucionesrepresentativas de los grupos dominantes; y, sin embargo, en otras muchasocasiones servirían para mediar, reconocer y satisfacer las necesidadesdel conjunto de la población. Esto marcó en el pasado, distingue en elpresente; y, previsiblemente, seguirá caracterizando en el futuro su po-livalencia a lo largo de la historia, pero sin ser ésta una norma o ley general,sino una hipótesis analítica para que determinemos, en cada caso, en cadatiempo, con qué actores, responde más a una cosa que a otra y, sobretodo, en relación a la satisfacción de necesidades y a la correlación,mediación y determinación de los conflictos.

Evidentemente los proyectos de articulación de la realidad, de regu-lación de los conflictos, han variado en el espacio y el tiempo; asimismo,los propios actores han sufrido, también, modificaciones. Pero, aunquequizá pocas, también algunas de estas variables han permanecido cons-tantes, al menos esto nos señalan algunas líneas historiográficas o filosofíasde la historia.21 En cualquier caso preguntarse por las relaciones que seestablecen entre los «protagonistas» es una manera de analizar y com-prender lo que ocurrió. Asimismo, cuestionarse sobre si en estas relaciones

21. Éstas preguntas no son nuevas, ni tampoco han estado excentas de respuestas.Cabe recordar como para Hegel lo determinante era el Espiritu Absoluto y para Marx,desde la perspectiva del materialismo, lo era la economía. Cf. FREEDMA, Maurice -DE LAET, SigfrieD. J. - BARRACLOUGH, Geoffrey (1981) Corrientes de la investigaciónen las ciencias sociales. 2. Antropología, Arqueología, Historia, Unesco, Madrid-París.

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existen algunas que sean más decisivas que otras, más determinantes, esel camino para aproximarse a las causas y esa es, en gran medida la labordel historiador.

En consonancia con todo lo aquí expuesto pensamos que un factordeterminante -a lo largo de la historia- ha sido la satisfacción de lasnecesidades, ante todo las primarias: unas sujetas a lo material como lavivienda, el vestido o la comida; pero, otras sujetas a la parte «espiritual»y psicológica del ser humano -no desdeñable y complementario de lomaterial-, como autoestima, amor, educación, armonía con la naturaleza,integración social, etc. Por tanto, se puede comprobar cómo la satisfacciónde necesidades está ligada tanto a la organización económica, como a ladistribución de lo político y lo social. Lo cual podría ser entendido poruna generalización o una vaguedad, porque con ello estamos señalandoque todo es condicionante, y ciertamente esto sería así si no fuera porquelo importante de las necesidades es, precisamente, el juego de la graduaciónsocial que sobre su satisfacción se produce, esto es lo decisivo.

7. LA CONSTRUCCIÓN DE FUTUROS PACÍFICOS

Todas las sociedades han encerrado en su acervo cultural la prevencióndel «mañana», del «futuro», de las próximas horas, días, semanas, años,de sus ciclos de vida humanos, los ciclos de vida de la naturaleza, etc.En este mañana se proyecta la reproducción de sus condiciones de exis-tencia, individuales y colectivas. Esto puede ser leído, hasta cierto puntocomo solidaridad con generaciones futuras, probablemente, porque enmuchas ocasiones no existe una clara diferencia entre el «yo» y los«demás» ni en lo coetáneo ni en el tiempo.

Se podría afirmar que la cultura siempre tiene una funcionalidad defuturo, ya que: fija en el tiempo instrumentos para la satisfacción denecesidades, el aprendizaje humano tiene (sólo) proyección de Futuro yla memoria colectiva es el instrumento utilizado para garantizar toda estacontinuidad. De tal manera que muchos cambios de organización y deestructuras se relacionan con la prevención del futuro.

La propia naturaleza (estaciones, ciclos agrícolas, cambios climáticos,etc.) condiciona a adaptar las formas productivas (caza y recolección,almacenamiento, nomadismo sedentarización, revolución agrícola y re-volución urbana, acumulación de técnicas y conocimientos, etc.) a losacontecimientos venideros. En este sentido todas las formas de autoridad

y poder, las normas, las leyes, los monarcas son los garantes del futuro.Quienes controlan el pasado (escriben la historia) también lo hacen conel futuro. La construcción del pasado se basa, hasta cierto punto, en elcontrol del futuro.

Ahora se trata de utilizar el conocimiento científico, nuestra capacidadpara reflexionar y analizar nuestras propias acciones, para construir unosescenarios futuros donde la mayor parte de los conflictos se regulenpacíficamente. En realidad, la cuestión del horizonte temporal ha estadomuy presente en las ciencias sociales, prever o prevenir la aparición desituaciones problemáticas o aportar juicios sobre cómo aplicar ciertasterapias a la luz de los análisis sobre la realidad pasada o presente es partede la tarea y de la capacidad de prospectiva que tienen aquéllas.22

Hoy día, el futuro es igualmente objeto de conocimiento y, en surelación con la historia, o con la historiografía, también lo es comoindicativa ésta respecto de aquél. Recordemos cómo escuelas históricascomo el marxismo o el liberalismo-burgués articulan sus propias cosmo-logías laicas frente al futuro; la una haciendo predicciones sobre lascontradicciones internas de los sistemas y el empeoramiento de los mismosque darán lugar a rupturas revolucionarias y a la creación de una sociedadfutura completamente nueva y sin clases, pesimista en cuanto a los futuroscercanos pero optimista en tanto que el cambio revolucionario triunfaráy traerá el inevitable socialismo; la otra, cree -con su obstinado optimismoen el progreso material y expansivo- que el futuro ya ha comenzado, puestoque para aquél estamos en la mejor de las sociedades posibles, la deldesarrollo tecnológico, científico y material, con estas claves cualquiertipo de problemática futura -cercana o remota- quedará superada por lacapacidad humana de innovación y resolución de los escollos de ordentécnico. Y, aunque ambas se han enfriado como corrientes de pensamientoen los horizontes intelectuales y académicos -una más que otra, para labuena verdad-, siguen siendo un buen ejemplo de su capacidad de haceringeniería social (construir modelos sociales) y, sobre todo, de ilusionar(creación de imágenes aún no reales).

Igual que estas corrientes doctrinales han tomado su interés por elfuturo, también lo han hecho otras disciplinas como la economía ,muy

22. SÁNCHEZ, Jesús - MUÑOZ, Francisco A. - JIMENEZ, Francisco. - RODRÍGUEZ,Francisco Javier. (Eds.) (1995) Paz y prospectiva. Algunas consideraciones, en Paz yprospectiva. Problemas globales y futuro de la humanidad, Granada, 11-31.

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conocidas son sus predicciones especialmente a medio y corto plazo), lapolitología (sobre la capacidad de vida y regeneración de sus modelosy sistemas), la sociología (sobre el comportamiento y los hábitos sociales),etc.; y, este es también el caso de la Historia. Ésta se constituye no sóloen guía (maestra y consejera) del presente, sino también del futuro, porlas ventajas que tiene al basarse en acontecimientos ya estructurados, enhechos y datos documentados, poseyendo un significado objetivo propioque instruye por sí mismo. Ciertamente, ello implica que puede servirpara el futuro si aquélla es capaz de alumbrarnos sobre guías de acción,búsqueda de constantes y de tendencias, así como orientaciones sobre leyesdel desarrollo humano, si es apta para señalarnos líneas, caminos y fuerzas,sin que con ello se caiga en la miseria del historicismo (sea conservadoro revolucionario) o en la negación de la libertad y la voluntad humanaspara elegir y construir su propio futuro. Asimismo, la Investigación parala paz, al realizar sus diagnósticos y análisis de la realidad cercana tambiéntiende a hacer proyecciones, representaciones y pronósticos, es decir,digámoslo de esta manera: trata de pronosticar) lo que no significa adivinaro profetizar) el futuro, precisamente uno de sus muchos valores está ensu tendencia particular a ser una herramienta eficaz en este sentido; siendoen unos casos una forma de alerta temprana, de recomendación humanistao de previsión causal.

Aunar Historia e Investigación para la paz en el terreno que estamosargumentando significa tanto como preguntarnos si la Historia de la paztiene capacidad y posibilidades para decirnos algo sobre el futuro, si nospueden servir de algo sus recomendaciones, si también puede ser maestra,consejera y guía sin caer, precisamente, en ninguna filosofía historicistao en la simple especulación, al fin y al cabo no hay conocimiento científicoque no sea hipotético; por ello, la Historia de la paz -como interpretaciónhistórica- pudiera darnos algunas claves y normas para construir futurospacíficos, ofrecernos algunas herramientas, tales como espejos en los quepodernos reconocer como capaces para regular juiciosamente los conflic-tos, e inspirarnos aliento y audacia para usar de nuestra libertad. Para tratarde demostrar esta pragmaticidad y plasticidad de la Historia de la pazen su relación con el futuro queremos proponer algunos campos en losque, sin buscar leyes fundamentales del comportamiento social conpretendida validez universal, sean, al menos, orientativos: sea la paz comopunto de confluencia de la diversidad, la multiculturalidad y los conflictos;sea un instrumento para crear imágenes positivas del futuro; o pueda crear,fomentar y consolidar una cultura de la reconciliación y de la paz.

7.1. La paz como punto de confluencia de la diversidad, la multicul-turalidad y los conflictos

La paz ha sido en el pasado y deberá ser en el futuro un punto deencuentro, de confluencia y de diálogo, sea entre religiones, filosofías,culturas, intereses o cualesquiera otras posibilidades o materias. Ser unpunto de confluencia indica que su naturaleza busca crear territorioscomunes donde las disparidades y diferencias acaben encontrándose,entendiéndose y mezclándose, para dar como resultado algo diferente y,a ser posible, superador de lo anterior. La paz no sólo es, y por tanto,construcción de su tiempo, sino proyección de futuro, anticipo, preparaciónde éste para encauzarlo. Y, debe ser también, una construcción de todos,no sólo de los que dirigen, de los que se creen vencedores, o de los queviven contemporáneamente en ella, sino igualmente de los que están pornacer, como también del resto de las creaturas.

Pero, asimismo, para que la paz pueda ser un punto de encuentro yde confluencia debe perseguir la unidad, el ágape, la constitución decomunidad, en la cual convive y simpatiza, gracias al equilibrio y a lasostenibilidad (aceptable y armonizadora) la diversidad y la pluralidad.Esa paz del encuentro, de la convivencia, de la tolerancia positiva, indicaaltas cotas de riqueza, es decir, de complementariedad y compatibilidadentre voluntades, intereses y percepciones en conflicto. Y, es también,una opción moral, ética, un imperativo volitivo, generoso, constructivoy creativo que tiende la mano para el encuentro y para la búsquedacompartida.

Pero, también, la confluencia se manifiesta con otras posibilidades departida, de actores y escalas. En este sentido, la paz actúa como «regu-ladora», nunca mejor dicho, de distintas realidades e intereses coincidentes(convergentes o divergentes) en un mismo espacio. Para aquellos actorescon los mismos intereses, que se consideran iguales, se regularizará unapaz coordinadora y unificadora; en cambio, para aquellos otros que hanestablecido una relación desigual, la paz es conciliadora y negociadora.Sin embargo, una de las paradojas humanas es que los mismos actoresno siempre tienen idénticos comportamientos, esto es, que aún queriendoy practicando la paz en ciertos ámbitos, no lo hacen en otros, dificultandocon ello una mayor capacidad de confluencia en diferentes escalas, cir-cunstancias y espacios. Nos encontramos con actores (como los estados)que propician la paz en el interior, pero en ocasiones provocan el conflictoirreconciliable y violento en sus relaciones con otros actores; o, también

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las situaciones contrarias. En este sentido, para que la paz sea un puntoreal de confluencia deben también armonizarse, equilibrarse y sostenerseadecuadamente todos los niveles y escalas en las que los actores decidenconstruir paz.

Asimismo, cabe añadir que la paz supone también, una vía económica,esto es, una opción rentable de regulación de los conflictos, en la medidaen que, al menos, a partir de un determinado estadio es una acción que«ahorra» energías a todas las partes implicadas. Se trata de una opciónracional que implica una capacidad analítica, un grado de abstracción yla búsqueda del máximo de utilidad a tal decisión; pero, ello es tambiénfruto de la experiencia y del conocimiento histórico de situaciones an-teriores que siendo marcos de referencias propios o de otras latitudes sirvenpara la toma final de decisiones. Una vez más ciertos grados de equilibrio,sostenibilidad y seguridad se combinan, adecuadamente, para optar porla paz, en unos casos como mal menor, en otros como fin en sí mismo.

De la misma manera, nuestra preocupación, como historiadores, debeestar orientada a detectar cuáles son los proyectos, ideas o elementos quefavorecen una línea de salida u otra; caracterizarlos de acuerdo con laspautas espaciales y temporales en que se producen; averiguar los sistemasy estructuras sobre los que se sustentan; establecer, en caso de que asísea, cuáles de ellos son más determinantes en cada momento; crear una«cultura del conflicto» en la que se reconozca su papel histórico, se aprendaa vivir con él y mediante el uso de valores se opten por potenciar aquellasopciones más racionales: propagando las que creamos más adecuados,o sea las vías pacificas; y, desdeñando las inadecuados, esto es, las víasviolentas.

Así, el análisis de la historia nos lleva a pensar -de cara al futuro- quese intensificarán algunas constantes que favorecen y garantizan mayoresgrados de diversidad y multiculturalidad; unas porque han estado, estány estarán en lo que podríamos llamar la propia naturaleza de los sereshumanos y, en consecuencia, no hacen sino verificarse en cuanto pueden,ellas son por ejemplo el grado de compatibilidad de la especie o el amorque rompe obstáculos de todo tipo; y, otras producidas o intensificadaspor los efectos políticos o económicos de los últimos siglos, la llamadaglobalización y todas sus consecuencias, tales como migraciones, movi-lidad social, desarrollo de los intercambios de información, etc. Estarealidad, creciente previsiblemente en un futuro a medio y largo plazo,traerá nuevos conflictos. La Historia de la paz ya tiene ejemplos remotosy recientes sobre las posibilidades de acomodar esos conflictos evitando

situaciones de extrema violencia, también esa misma historia nos inquietasobre las experiencias que han terminado en persecuciones, exterminiosy toda clase de genocidios. Ella, mejor consejera que nadie, rescata delpasado muchas de las pautas a seguir para el futuro: procesos de socia-lización no excluyentes, sistemas de educación pluralistas, toma dedecisiones democráticas, formas de convivencia activa y tolerante, gradode integración social creciente, respeto a las minorías, etc. No se tratade más recetas o de simples corolarios de un prospecto sino políticas yacciones que diagnostican carencias e injusticias y que, sobre todo,contribuyen con terapias en todos los niveles y escalas, con todos losactores y actrices implicados, que piensan en incorporar a los que siempreestuvieron excluidos e, incluso, a aquellas generaciones que aún no hannacido. Es la búsqueda de formas de seguridad, equilibrio y sostenibilidadreales para la humanidad, al margen de que los pronósticos no gusten aciertos agentes, no sean bien recibidos por parte de la sociedad o parezcanpoco objetivos. Esa es también tarea de los historiadores de la paz, mantenerun grado de independencia y autonomía que no olvide la compatibilidadnecesaria entre valores éticos y fines científicos.

Realmente, resulta difícil no imaginar otro futuro que no sea uno llenode diferencias entre unos grupos humanos y otros, de múltiples y diversasculturas y conflictos por doquier. Pero esto no quiere decir que seanecesariamente un porvenir negativo o sólo positivo. Será lo uno o lootro de acuerdo con la capacidad de los humanos para vincularnos conestas realidades, con nuestra predisposición para ser «creativos» con lascircunstancias presentes y futuras. Ese es el reto y el desafío.

7.2. Crear imágenes positivas del futuro

Cada civilización, cada cultura, ha creado sus propias imágenes dela paz, a través de cuentos, mitologías o utopías, porque donde se creanesperanzas y modelos de ser y estar caben las expectativas.

Una de las mejores imágenes y retos que tienen los educadores ehistoriadores de cara al futuro -y como papel social- están en prepararlos instrumentos, los espacios y las conciencias para poder diseñar opcionesde futuro, es decir, para ser capaces de pensar en múltiples temas de unamanera menos convencional, más audaz y atrevida, en suma, más alter-nativa. No sólo tienen que pensarlo y hacerlo los investigadores de la paz,sino enseñar también éstos a la ciudadanía cómo hacerlo de una manera

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autónoma. La primera finalidad en la creación de estas imágenes positivasde futuro está en mantener vivas las esperanzas, la capacidad de decisióny las expectativas de todos aquellos que tienen el derecho y el deber deconstruir socialmente. Esto significa, en la práctica, saber edificar poradelantado otro tipo de sociedad y saberlo hacer de manera diferente; enel terreno de la seguridad: pensar en un mundo sin armas nucleares quenos amenacen, concebir modelos de defensa alternativos, reflexionar sobrela determinación de tener ejércitos de civiles por la paz; en los sistemaseducativos: pensar en modelos que eduquen para la diversidad y la libertad,que ayuden a saber convivir con los conflictos, que tengan en cuenta lasformas de desigualdad compleja, etc.; en el terreno económico: considerary prever las economías de demanda, mantener altos grados de biodiver-sidad y sostenibilidad, pensar sobre nuestras necesidades y no sobrenuestros caprichos, etc. No es, en suma, una cuestión simple o baladí:ayudar a construir futuros de paz, a ser capaces de edificar imágenespositivas del futuro forma parte de la construcción necesaria para favorecerel cambio social y político.

Fred Polak23 ha reclamado la atención sobre la atrofia de nuestracapacidad -particularmente en las sociedades occidentales- de visualizarfuturos completamente diversos, especialmente entre mandatarios, auto-ridades, políticos, incluso entre activistas y, por supuesto, entre los ciu-dadanos en general. Ésta no es sólo una cualidad que conviene enseñardurante el proceso de socialización: en la familia, la escuela, etc; sinoque, tiene la virtualidad, de ayudar a vivir mejor, a ser más optimista,más creativo e imaginativo... todo ello completamente necesario paraarticular proyectos y sueños en toda sociedad. Para dar salud política,económica y cultural a una sociedad. ¿Nos podríamos imaginar niños yadultos sin sueños? ¿Podemos concebir sociedades sin capacidad parasoñar e ilusionarse, que sólo estén viviendo para el presente?

Psicólogos, pedagogos, historiadores de la paz, etc. trabajan -desdehace tiempo- sobre imágenes e imaginarios, sobre simulacros e ideariosque recorren desde el pasado hasta el futuro, todo ello especialmenteimportante para establecer conjeturas sobre muchas de las variables conlas que trabajan: en qué se fundamentan las relaciones con los demás;cuál es la idea que tenemos de los adversarios; cómo imaginamos la guerray sus calamidades, y cómo la paz y su sustrato cultural; cómo percibimos

los conflictos lejanos y cercanos; cómo interpretamos los códigos moralesde los otros, etc. Trabajar sobre futuros faculta para detectar todo tipode patologías sociales, así como prever los potenciales fallos organizativos;pero, también, permite concebir esperanzas sobre las alternativas de futuro,ni tan lejanas, ni tan imposibles como algunos portavoces pusilánimesse han encargado de señalar machaconamente. Con ser esto destacado,significa, también, dejar volar la imaginación y la creatividad para resolvermuchos retos, se trata de una forma de imaginación terapéutica, que ayudaen todos los niveles y escalas, no sólo a individuos, o pequeños grupos,sino a organizaciones y a la sociedad en su conjunto.

Así, por último, la construcción de la historia de la paz requiere, dela misma manera, de la capacidad para edificar construcciones mentales,políticas y sociales de futuro que acaben favoreciendo la aproximaciónpositiva a la paz. Preguntarle a la historia de la paz cómo se resolvieron-en el pasado- conflictos potenciales, manifiestos o latentes, junto a nuestracapacidad para realizar prospectivas imaginativas, creativas y sostenibles-de futuro-, permitiría responder positivamente a muchos de los retos nosólo pasados y presentes, sino sobre todo futuros. Prepararse para elporvenir es saber pensar positivamente en él y tener la capacidad y laflexibilidad para apropiarse de alternativas de futuro. Las ciencias socialesrequieren, aquí, una vez más, de muchas de las capacidades humanas queel positivismo científico quiso arrinconar con un exceso de racionalidadmanifiesta. Por ello, idear, ilusionar, imaginar, inventar, etc. deben serverbos a los que se les debe dar la bienvenida para la construcción dela paz, un concepto que se concibe por esa capacidad humana, tanmisteriosa como estimulante, que es imaginar más y mejor.

7.3. Cultura de la reconciliación

La historia de la Humanidad es, en gran medida, una historia dereconciliaciones permanentes, de daños y reparaciones, de encuentros ydesencuentros, de víctimas y victimarios, de guerras y paces, etc. El primervalor que tiene la reconciliación es que permite procurar el reconocimientomutuo; y, con él, restaurar el diálogo perdido, recuperando la capacidadde la palabra y de la comunicación entre grupos o sujetos enfrentados.El segundo valor es una apuesta muy decidida por la paz y la construcciónfutura, sin la cual no es posible conciliar. El tercer valor es que permitereconsiderar los fundamentos éticos y políticos en los que se va a fun-23. (1961) Image of the Future, New York.

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damentar la sociedad futura: la justicia, la propia reparación, una miradacrítica al pasado inmediato, un propósito de enmienda para el futuro, etc.Y, el cuarto valor que expondríamos tendría una referencia muy clara alrechazo a la violencia como instrumento y fin en sí para conseguir cualquiertipo de objetivo económico, político o del tipo que sea, por cuanto seentiende que ella ha sido la causante de desequilibrios anteriores que, ahora,se quieren reparar mediante la reconciliación.

La reconciliación tiene, ineludiblemente, un fuerte componente reli-gioso, ético y moral, que ayuda a restablecer el equilibrio perdido, quesirve para organizar el comienzo de la reparación y de la reconstrucción.En todo ello el perdón juega un papel central. El mismo es, siempre, unacondición -en muchas ocasiones sine qua non- para que tenga un mínimode éxito la reconciliación. Sólo el perdón permite restituir al victimarioen la sociedad, sólo la concesión del perdón por parte de la víctima permitesuperar el daño causado, el daño en su extensión menos visible, aquellaque no se puede reparar mediante ningún bien material. El perdón no esantagónico de la justicia, sino parte integrante de ella. Ambos se relacionan,el perdón porque permite reconstruir la convivencia en los niveles máscotidianos y sensibles: al que lo recibe le consiente integrarse en unacomunidad superadora que quiere vivir en paz y no en falsas victorias,al que lo da, le tranquiliza el ánimo y le otorga una altura moral reconocidasocialmente. En cuanto a la justicia, es necesaria siempre para restablecerderechos hollados, para recordar el buen orden de las cosas y, sobre todo,para que no exista impunidad.

Pero, si la reconciliación tiene fuertes fundamentos religiosos, éticosy morales, también tienen mucho que decir las cuestiones de orden políticoy jurídico, las cuales pueden establecer formas y modelos de reparación,restitución e integración que permitan una auténtica pacificación de losespíritus. El camino siempre es largo y difícil, más tortuoso y dolorosocuanto más daño se haya causado, o cuanta menos flexibilidad exista paracomprender y negociar los términos de la reconciliación.

Las experiencias históricas más recientes nos han demostrado fórmulasinteligentes y positivas -aunque no todas iguales de lo uno y lo otro- sobrecómo realizar la reconciliación en el orden político. Las comisiones dela verdad se han convertido en instrumentos que han favorecido lapacificación en todos sus niveles, sobre la base del valor legítimo eimperativo de la verdad y de la justicia. ¿Cómo? Repartiendo cargas yresponsabilidades, reconstruyendo el recuerdo y la memoria, señalandoa los victimarios, reflexionando sobre la violencia, reparando públicamen-

te a las víctimas, cicatrizando heridas, buscando el perdón general sinomitir, la justicia, estableciendo el pago material y psicológico a los deudosde la tragedia..., permitiendo en suma una catarsis general. Con estascomisiones se facilita la vía a la reconciliación administrativa y políticaque buscará la deseada reconciliación nacional, en la que todos reconocenlos daños causados, se arrepienten en su parte alícuota, renuncian expre-samente a la violencia y se comprometen a construir una sociedad dialógicay democrática que es capaz de alcanzar cotas de justicia que superan elpasado.

Todo esfuerzo reconciliador, nos dice la historia de la paz, está másque compensado: todas aquellas sociedades que han sido capaces dedeliberar sobre sus violencias y sus sufrimientos, que no han olvidadosin más, que quieren caminar hacia una verdadera paz, que no hantrivializado ninguno de los pasos en el proceso por precipitación, olvidoo nuevas formas encubiertas de violencia, han sido capaces de reconstruirel tejido social y psicológico perdido, obteniendo una sociedad resultantede una paz más equilibrada, duradera y sostenible.

7.4. Por la construcción de una cultura de la paz

Construir sobre los pilares de una cultura de paz es sembrar un futurocon muchísimas posibilidades de ofrecernos un cobijo seguro contra todaslas formas de violencia. Es una tarea de todos, no de unos pocos. Es unaobra edificante desde sus primeros pasos por la gran cantidad de satis-facciones que promete y de los buenos resultados que ofrece. Conformaruna cultura de la paz sobre el conjunto de valores, actitudes y compor-tamientos, así como modos de vida y acciones que respeten la vida delas personas, su dignidad y sus derechos, y que rechace la violencia yse adhiera a los principios de la libertad, la justicia, la solidaridad, latolerancia y el entendimiento entre los pueblos, grupos y personas, es unsostén, una referencia permanente, una forma creativa de hacer comunidadcon el género humano, de construir universalidad y unidad desde ladiversidad, que debe tener y tiene implicaciones en el orden moral,educativo, político, social, cultural y económico.

Este instrumento de prosperidad verdadera, de equilibrio de intereses,de seguridad para todas las expresiones de vida, de sostenibilidad de laespecie se está convirtiendo en una galaxia en permanente expansión,sustentándose sobre diversas bases y presupuestos que le dan fundamento:

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una de ellas es la cultura de los derechos humanos, entre ellos el derechoa la paz; otra es el rescate de un cierto optimismo antropológico, tannecesario para reformular paradigmas y ofrecer esperanzas; o la construc-ción de una sociedad no asentada en la dominación patriarcal, sino enla colaboración y complementariedad, que permita edificar un sólo génerohumano; o, en la detección y el rechazo de muchas formas encubiertaso manifiestas de violencia, algunas de ellas fácilmente toleradas por lasociedad; en la defensa de la diversidad étnica y de la pluralidad de visionessobre el mundo; en la satisfacción de las necesidades básicas de todos;en el apoyo y mejor conocimiento de una cultura del conflicto, armo-nizadora, negociadora y superadora de intereses y percepciones enfren-tados; en la concepción de perspectivas planetarias que curen de patologíasetnocéntricas, demasiado egoístas, codiciosas e interesadas; o en el fo-mento de medios y estrategias para el cambio social, basados en valoresmorales y éticos de altura, como la no-violencia; etc.

Este simple corolario, es sólo un muestrario de la ingente -peronecesaria y apasionante- tarea que queda por hacer. Es una obra de presenteque a medida que avanza se proyecta más y más en el futuro. Es tambiénuna acción para la esperanza que da respuestas positivas y creativas antelos nuevos retos planteados con la fenomenología de la globalización. Conla cultura de la paz se aspira a que los valores, costumbres, creencias ynormas socialmente admitidas se fundamenten en una paz de todos y paratodos, una cultura de paz que ha de armonizar la labor de análisis críticoy de denuncia de los procesos de maldesarrollo, violencia y destrucciónque están en marcha, desvelando los intereses sobre los que se apoyany los actores que se benefician de ello, con la creación y apoyo a proyectos,programas e ideas que sean capaces de transformar -o ayudar a transformar-los sistemas actuales por otros verdaderamente alternativos, sosteniblesy equilibrados.

Partiendo de esta óptica, la Historia -desde la Investigación para lapaz- quiere ser, también, un instrumento que facilite el camino, que ayude,que aconseje, que llene de contenidos a la paz; o que contribuya a edificaruna cultura de la paz. Con ello, la Historia se transforma en instrumentode paz. Tan necesario es este hecho por la multiplicidad de implicacionesque tiene en los procesos de socialización: educativos, formativos, ins-tructivos, preventivos, etc. Una historia que contribuya a la integracióny no al antagonismo, que sea capaz de captar las bondades de la pluralidad,que denuncie todas las formas de violencia, que se asiente en los valoresdemocráticos y que, con sus enseñanzas, los fundamente, etc.; una historia

para la confluencia, la multiculturalidad, la esperanza y la cultura de lapaz. Esa es la gran tarea con la que quiere contribuir la Historia de lapaz.

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