Sobre los orígenes de la creatividad en las obras de M. Klein y D. Winnicott

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UNIVERSIDAD DE CHILE FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES / FACULTAD DE MEDICINA Magíster en Psicología Clínica de Adultos Seminario “Teoría y Clínica II: Post freudianosSOBRE LOS ORIGENES DE LA CREATIVIDAD EN LAS OBRAS DE MELANIE KLEIN Y DONNALD WINNICOTT ALUMNO Juan Pablo Vildoso Castillo Diciembre 2013 SANTIAGO

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UNIVERSIDAD DE CHILE

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES / FACULTAD DE MEDICINA

Magíster en Psicología Clínica de Adultos

Seminario “Teoría y Clínica II: Post freudianos”

SOBRE LOS ORIGENES DE LA CREATIVIDAD EN LAS OBRAS DE

MELANIE KLEIN Y DONNALD WINNICOTT

ALUMNO

Juan Pablo Vildoso Castillo

Diciembre 2013

SANTIAGO

Quizá sea mejor que de momento dejes tus historias a un lado y trates de indagar lo que ha sido

vivir en el interior de este cuerpo desde el primer día que recuerdas estar vivo hasta hoy. Un

catálogo de datos sensoriales. Lo que cabría denominar, fenomenología de la respiración.

Paul Auster

RESUMEN

Creatividad es la facultad de crear, que a su vez es la producción de algo a partir de la nada o

bien de una realidad preexistente. El objetivo del presente trabajo es revisar los planteamientos

de Melanie Klein y Donnald Winnicott sobre los orígenes de la creatividad, ponerlos en relación

entre sí y con las ideas freudianas sobre el tema. Para Freud, crear es análogo a jugar, soñar y

fantasear, el impulso creador tiene su origen en la pulsión sexual. Klein lo sitúa en la necesidad

de reparación anudada al sentimiento de culpa que emerge en la posición depresiva. Winnicott

propone que el origen está en la experiencia de omnipotencia inicial de bebé, facilitada por la

madre antes del establecimiento del principio de realidad, se traduciría en un vivir creativamente

que es igual a vivir sin estar cautivo de la realidad exterior y estaría vinculado el sentimiento

mismo de existir. La ausencia de creatividad conlleva, por lo tanto, importantes implicancias

psicopatológicas. Para Winnicott el impulso creador es anterior al establecimiento de una

relación objetal y corresponde a una cualidad universal, no restringida a los artistas.

Palabras clave: Psicoanálisis, creatividad, reparación, omnipotencia, Winnicott.

INTRODUCCIÓN

Creatividad es la facultad de crear o bien la capacidad de creación (DRAE 2001). Crear

deriva del latín creāre por simple alteración del sonido1, significa producir algo de la nada, o

bien, establecer, fundar, introducir por primera vez algo (DRAE 2001). La creación es por lo

tanto una producción. En términos filosóficos (Ferrater 2008), la creación toma diferentes

sentidos, me interesa para este trabajo, el que la sindica como la producción humana de algo a

partir de una realidad preexistente, pero en forma tal que lo producido no se halle necesariamente

en tal realidad. Este sentido, se asocia a la producción humana de bienes culturales y de manera

particular, a la producción o creación artística, fue desarrollado por los filósofos griegos y se

opone a la tradición hebreo-cristiana de creación divina a partir de la nada.

Como puede intuirse, la creatividad constituye un concepto amplio y complejo, cuya definición,

más allá de la etimología y semántica, varía en función del enfoque teórico desde el que es

analizada, y del momento histórico en que se lleva a cabo dicho análisis (Esquivias 2004). En

psicología se acepta que corresponde a la habilidad de abstraerse de la manera tradicional de

pensar, creando un nuevo concepto, combinando dos o más ideas que parecieran no ser

compatibles, abstrayéndose del contexto y viendo más allá de una simple representación

(Sternberg y Lubart 1999, Mihov et al 2010). Diferentes disciplinas, desde la filosofía a la

neurociencia cognitiva, se han aproximado al estudio de la creatividad y la creación. Pese a que

inicialmente ocupó un lugar modesto en la obra de Freud, autores posteriores han continuado y

ampliado al investigación y teorización psicoanalítica sobre la creatividad y sus orígenes.

Lo que me propongo en el presente trabajo es revisar los aportes de Melanie Klein y Donnald

Winnicott a la investigación y teorización sobre el origen de la creatividad, situarlos en relación

entre sí, y con los planteamientos de Freud, quién fue el principal referente teórico de ambos.

Para esto examinaré en detalle los textos en los que específicamente se plantean la pregunta

sobre la creatividad, complementándolos con referencias a puntos nodales de sus respectivas

1 De acuerdo a Saussure (1915), las palabras “derivan” de otra palabra por: alteración del sonido, alteración del

sentido, de ambos o bien por derivación gramatical.

teorías. De este modo intentaré establecer las divergencias, pero también puntos de encuentro,

entre las propuestas sobre el origen de la creatividad en estos autores clásicos del psicoanálisis.

DESARROLLO

Freud y la creación: fantasía, pulsión, sublimación.

En el texto, “El creador literario y el fantaseo” (1908), Freud analiza el problema de la

creatividad a partir de la actividad del poeta. Se pregunta de dónde toma aquél sus materiales y

como logra conmovernos con ellos. Comienza tomando una aseveración de los mismos poetas,

quienes dicen que en todo hombre se esconde uno de ellos, y que el último poeta dejará de existir

con la extinción de la humanidad. De acuerdo a Freud, los orígenes de la creatividad se remontan

a la infancia, específicamente al juego. Al jugar, el niño es como un poeta, creando un mundo

propio o más bien insertando las cosas del mundo en uno nuevo, apuntalando situaciones y

objetos imaginarios en la realidad, ese apuntalamiento diferencia el juego del fantaseo, el adulto

lo resigna y en vez de jugar fantasea creando sueños diurnos. El artículo prosigue como un

examen de las fantasías2 y sus características: sus fuerzas pulsionales son deseos insatisfechos,

cada fantasía es por lo tanto un cumplimiento de deseo, siendo estos, de carácter erótico o

ambicioso. Finalizado el examen de las fantasías vuelve sobre la actividad del poeta, Freud opina

que todas las creaciones literarias comparten un rasgo común, la figura del héroe (o también alter

ego), como centro de interés. Tanto en las características del héroe, como en los acontecimientos

que le ocurren, se transmite cierta invulnerabilidad y en ésta invulnerabilidad Freud discierne a

su majestad el Yo, el héroe de todos los sueños diurnos, así como de todas las novelas. El héroe

sería entonces el depositario de las fantasías eróticas y de ambición. La equivalencia está

planteada; el poeta con el soñante (diurno), y la creación con el fantaseo. Como Freud mismo

reconoce, en este texto el dentro del análisis está en el problema de la elección poética de los

materiales, pero lo más destacable para la finalidad de este artículo, es la afirmación de que la

fuerza pulsional de la fantasía y por lo tanto de la actividad creadora, está en mociones de deseo

2 En este artículo de la primera etapa de Freud, no se distingue entre el sueño diurno y la fantasía inconsciente.

insatisfechas, lo que remitiría en último término a la pulsión sexual. Esta tiene un objeto y una

meta, la acción hacia la cual se esfuerza la pulsión, en este caso el coito (Freud 1905). Si la meta

primaria de la pulsión es la satisfacción mediante el coito ¿Cómo puede trasladarse hacia la

creación? Freud designa como sublimación el proceso mediante el cual la pulsión sexual es

drenada hacia otros campos como la producción cultural. La sublimación es entonces, un destino

de pulsión (Freud 1915) En palabras de Freud (1905):

“Aquí ha de discernirse una de las fuentes de la creatividad artística, y según que esa

sublimación haya sido completa o incompleta, el análisis de personas altamente dotadas, en

particular las de disposición artística, revelará la mezcla en distintas proporciones de

capacidad de rendimiento, perversión y neurosis”.

El mecanismo subyacente a la creación es entonces la sublimación.

Melanie Klein: La reparación y el impulso creador

Melanie Klein (1882-1960), fundadora del análisis de niños y refundadora de la clínica de las

psicosis, reorientó la clínica del inconsciente sin romper con los postulados freudianos, ya que

sus planteamientos fueron presentados como una manera de completar la teoría del inconsciente

(Kristeva 2010). Forjada desde la clínica infantil es la primera en otorgar una mayor importancia

a lo arcaico, algo del orden psíquico que acontece desde los primeros momentos del bebé-

lactante.

Klein aborda sucintamente el problema de la creatividad en el artículo de 1929, “Situaciones

infantiles de angustia reflejadas en una obra de arte y en el impulso creador”, un año antes había

presentado su principal contribución a la teoría hasta ese momento; “Los estadios tempranos del

conflicto edípico”, y un año después publicaría; “La importancia de la formación de símbolos en

el desarrollo del yo”. La primera parte del texto se basa en una crítica publicada en Berlín sobre

una ópera de Ravel que se había presentado en Viena, El niño y los sortilegios (Kristeva 2010).

Lo que busca en esta primera parte, es ejemplificar a través de la literatura (el argumento de la

ópera), la suposición que introdujera el año anterior, esto es, que existe una etapa temprana del

desarrollo del aparato mental, en la que se activa el sadismo en cada una de las fuentes de placer

libidinal. En esta fase, el niño experimenta un intenso placer en la destrucción, en el ataque al

cuerpo de la madre y al pene del padre dentro de ella (Klein 1929).

La segunda parte del trabajo, está basada en el texto, “El espacio vacío” de Karin Michaelis, en

el que se relata el desarrollo artístico de la pintora Ruth Kjar. Aquí, y en pocas líneas, Klein

marca su contribución y postura sobre los orígenes del impulso creador. El texto narra la historia

de una mujer que, teniendo un gran sentido estético, carecía de impulso creador. Ruth, en

determinados momentos, era presa de profundos accesos de melancolía suicida que metaforizaba

en la siguiente explicación; “Hay un espacio vacío en mí que no puedo llenar”. Una mañana,

súbitamente experimentó el impulso de llenar el vacío por sí misma y pintó en tamaño natural, el

retrato de una mujer desnuda, a partir de ese momento pintó muchos retratos y su obra fue

apreciada. Klein se pregunta: ¿cuál es la sensación de espacio vacío de Ruth? Explica que la

angustia más profunda experimentada por las niñas (equivalente a la castración en el varón),

parte del deseo sádico de robar los contenidos del cuerpo de la madre; el pene del padre, las

heces y los hijos, esto despierta el temor de que a su vez la madre le robe sus contenidos, de ser

destruida y mutilada. ¿Qué es entonces lo que gatilla el impulso creador? El nexo con la

creatividad es intuido por Klein a partir del tipo de cuadros, que corresponden casi

exclusivamente retratos, conformando una serie en la que destacan el de una anciana; desgastada,

arrugada, apesadumbrada, y el de otra mujer; delgada, imperiosa, desafiante. Para Klein es

evidente; el impulso creador nace del deseo de reparación, de reparar el daño hecho a la madre y

de repararse a sí misma, impulso que alcanza su máxima expresión en el retrato de la mujer

altiva. Por lo tanto, la creatividad en Klein tiene su origen en una intención de reparación,

consecuente a la aparición de deseos sádicos y a la angustia despertada por ello. Finalmente

agrega; “En los análisis de niños, cuando la representación de deseos destructivos es seguida de

la expresión de tendencias reactivas, encontramos constantemente que el dibujo y la pintura son

utilizados como medios para reparar a la gente” (Klein 1929).

En; “Contribución a la psicogénesis de los estadios maníaco-depresivos” (1935), Klein agrega

que la reparación es sentida por el yo como una obligación, determinada a su vez por la

identificación con el objeto bueno internalizado. Enfatiza que sólo cuando el yo ha introyectado

el objeto bueno como un todo, es capaz de comprender el desastre causado por su sadismo y

sentir tristeza. El yo se enfrenta a la destrucción de los objetos amados y siente culpa, pero a la

vez desesperación y ansiedad por no poder llevar a cabo la reparación. De acuerdo a Klein, esta

ansiedad está a la base no solo de los cuadros depresivos, sino también de toda inhibición para el

trabajo. Por lo tanto, las tentativas de restaurar el objeto amado son para la autora, la base de toda

sublimación y del desarrollo total del yo. Klein considera que este estado depresivo es una

mezcla de ansiedad, sentimientos y defensa ante la pérdida del objeto amado, e introduce el

término posición depresiva para designarlo. Para el establecimiento de la posición depresiva, es

preciso que el niño reconozca a la madre como persona completa y se identifique con ella, esto

ocurre durante el período de lactancia y las tendencias de reparación son fundamentales para su

establecimiento. Posteriormente, el bebé superará esta posición gracias al desarrollo gradual de

una confianza mayor y más estable en sus objetos y simultáneamente a una mayor independencia

de los mismos.

Finalmente en; “Amor, culpa y reparación” (1937), remarca que si los sentimientos de culpa son

demasiado intensos, el efecto será el contrario y se inhibirán la actividad creadora y los intereses

productivos. Para evitar esto, es fundamental la primera experiencia de seguridad proporcionada

por la madre, que satisface a la vez las necesidades básicas y emocionales, contrarrestando la

ansiedad que genera la posibilidad de perderla.

Donnald Winnicott: La omnipotencia de crear el mundo.

Winnicott (1896-1971), médico pediatra, en el tiempo en que las controversias entre kleinianos y

anafreudianos escindían, pero a la vez salvaban de su desintegración a la sociedad psicoanalítica

británica, forma parte de un tercer grupo, el independiente o intermedio, transformándose

posteriormente en su verdadero conductor (Green 1996, Krecl 2011), manteniendo una política

conciliadora al interior de la sociedad, evitando por sobre todo, la producción de una nueva

doctrina. Marcado por su formación como pediatra, comparte también con Klein, el trabajo con

pacientes fronterizos. Pese a este campo clínico compartido, según Green (2000), Winnicott se

sitúa en un punto intermedio entre Freud y Klein, es más, su principal referencia siempre fue la

obra freudiana. Puso el acento de su teorización en el valor de la realidad ambiental para los

procesos de desarrollo del niño, específicamente en el rol de la madre en un momento en el que

el bebé se encuentra en una situación de dependencia total y paradójica, paradójica porque

precisamente en ese momento, el bebé no sabe de ella (Krecl 2011), y es preciso que así sea. Es

la madre suficientemente buena la que permite al bebé avanzar hacia la integración, todo esto

ocurre antes del establecimiento de la posición esquizoparanoide y es condición para la aparición

de esta. Otro de los desarrollos teóricos más importantes de Winnicott, se inscribe en el marco de

la teoría del objeto, que alcanza un punto de máximo desarrollo en la formulación de una tercera

categoría de objeto (Green 2000), el objeto transicional, término que va de la mano al de

fenómenos transicionales, con el que designa una “zona intermedia de la experiencia, entre la

actividad creadora primaria y la proyección de lo que ya se ha introyectado…entre la

creatividad primaria y la percepción objetiva basada en la prueba de realidad” (Winnicott

1971). Es una zona en la que no se cuestiona el origen del objeto, una zona de ilusión. Si solo

menciono estos dos aspectos de la teoría de Winnicott es porque son los estrictamente necesarios

para continuar con sus planteamientos específicos sobre los orígenes de la creatividad.

Los orígenes de la creatividad aparecen tratados en detalle en dos textos que datan

aproximadamente de la misma época: el capítulo quinto de Realidad y Juego titulado, “La

Creatividad y sus Orígenes”, y el texto “Vivir Creativamente”, de 1970. Ambos textos se

superponen en algunos aspectos y complementan en otros.

En vivir creativamente Winnicott (1970), nos entrega una definición de creatividad:

“La creatividad es, pues, el hacer que surge del ser. Indica que aquél que es, está vivo. El

impulso puede estar adormecido, pero cuando la palabra hacer se torna apropiada, entonces ya

hay creatividad… es en rigor la conservación durante toda la vida de algo que en rigor

pertenece a la experiencia; la capacidad de crear el mundo”.

Si la madre fue capaz de adaptarse a las necesidades del bebé, éste, en un principio, no

comprenderá que el mundo estaba ahí antes de que él fuera concebido, en otras palabras, cuando

el bebé está preparado para descubrir el mundo, la madre se lo presenta. Gracias a su capacidad

de adaptación, la madre le permite al bebé experimentar la omnipotencia creadora. Tras permitir

la omnipotencia, se introducirá gradualmente el principio de realidad, pero en ese momento el

niño ya es capaz de vivir a través de otra persona mediante los mecanismos de introyección y

proyección. El principio de realidad es un insulto, algo lamentable, la constatación de que el

mundo existe independiente de él, sin embargo, algo de esta omnipotencia persiste a través de la

creatividad y la capacidad de formarse uno, su propia idea de las cosas. El objeto transicional, se

encuentra en este espacio intermedio, es creado por el bebé, pero a la vez existía antes de que el

bebé lo creara, aunque esto no se interrogue. El bebé que no experimentó esta omnipotencia

inicial, estará atrapado en un juego en el que deberá permanentemente demostrar su capacidad de

creatividad y control, o bien se someterá a las vicisitudes del entorno.

La creatividad sería la capacidad de ver las cosas de un modo, y vivir creativamente significa

ante todo no ser aniquilado por sumisión y reacción a lo que llega del mundo; “Vivir

creativamente implica conservar algo personal, quizá secreto, que sea incuestionablemente uno

mismo…”, y la creatividad tiene una vinculación directa con la calidad y cantidad de la

formación de un ambiente en las primeras etapas de la existencia (Winnicott 1972).

Otro punto de suma importancia, es que alguien tiene que estar allí para que lo creado sea real,

las consecuencias de una ausencia en este momento serían nefastas, un ser creativo en el espacio,

pero terriblemente sumiso en las relaciones. Casi al término del artículo agrega que durante la

vida adulta, necesitamos que los demás sean objetivos para disfrutar de la capacidad creativa y

asumir riesgos.

Posteriormente el artículo toma una orientación práctica; ¿cómo conservamos la creatividad?

Señala que aún en los momentos más tediosos de nuestra vida diaria (y se refiere al trabajo),

podemos conservar algo de esta capacidad creativa. Aconseja no trabajar en tareas que nos

resulten sumamente tediosas, o bien organizar nuestros momentos libres de forma tal que

proporcionen alimento a nuestra imaginación. La orientación práctica continúa, esta vez (con

menos concejos), en el matrimonio. Winnicott plantea que a menudo, al menos uno de los

miembros de la pareja, experimenta la sensación de una pérdida de la iniciativa, de vivir en un

mundo creado por el otro, este sería un problema que puede permanecer durante mucho tiempo

latente (enmascarado por ejemplo, en el cuidado de los hijos), y emerger de forma aguda. Esto se

manifiesta de manera importante en las relaciones sexuales. Sin embargo, muchas personas

continúan siendo felices y creativos, pero sabiendo que hay un antagonismo entre el impulso

personal y los compromisos de una relación, se ha instalado el principio de realidad. La

capacidad de introyección y proyección, de identificarse y vivir a través del otro en la fantasía

permitiría a los miembros de la pareja vivir una sexualidad y relación más creativa y

satisfactoria, se trataría de un gozar creativamente a través del otro. De esta manera, bajo ciertas

condiciones, no sería ineludible vivir en un mundo creado por otro, ni que el otro viviera en el

mundo creado por uno.

Otra diferencia que Winnicott remarca, es la existente entre el vivir creativamente y el ser

creativo en la producción de obras artísticas. El vivir creativamente refuerza el sentimiento de

existencia, de mismidad. Las producciones creativas de los artistas son un fenómeno de otro

orden, se espera que el artista posea un talento, en cambio, para vivir creativamente no es

necesario ningún talento especial, ya que es una necesidad y al mismo tiempo una experiencia

universal.

En el capítulo cinco de “Realidad y juego” (1972), enriquece la definición con una metáfora; la

creatividad sería una coloración de toda la actitud hacia la realidad exterior. Aquí plantea que la

creatividad, es lo que posibilita que el individuo sienta que la vida vale la pena, en oposición al

acatamiento, que implica un sentimiento de inutilidad. Esto tiene consecuencias

psicopatológicas, ya que esta segunda forma de ver el mundo, constituiría una enfermedad. Estas

personas, estarían atadas de manera hipertrófica a la realidad, lo que les impediría tomar contacto

con el mundo subjetivo y con la experiencia creadora de realidad. Este grupo se ubicaría, en el

polo opuesto de una dimensión, al grupo de sujetos que tienen un escaso sentido de la realidad,

los individuos esquizoides, ambos tipos de personas acudirían a los analistas en búsqueda de

terapia.

Posteriormente vuelve a hacer énfasis en lo que impide que el individuo despliegue su capacidad

creadora, un posible impedimento está dado por la enfermedad, pero otro, por el ambiente. En

este punto va más allá de lo planteado en Vivir Creativamente;

“…cuando se oye hablar de individuos dominados en su hogar, o que se pasan la vida en

campos de concentración, o perseguidos durante toda su existencia por un cruel régimen

político… solo unas pocas personas conservan su espíritu creador. Por supuesto, esas son las

que sufren… todos los demás… han perdido las características que los hacen humanos”.

En un caso extremo, en el que todo lo creador, lo original, lo real, lo que en definitiva importa

está perdido, al individuo no le importará estar vivo o muerto. Sin embargo, en opinión de

Winnicott, en la gran mayoría de las personas siempre se encuentra oculta una vida secreta

satisfactoria-creadora. Existiría un vínculo entre el vivir creador y el vivir mismo.

Juan Pablo
Highlight

Para finalizar, critica la forma en la que el psicoanálisis ha abordado el problema de la

creatividad, a saber, mediante el análisis de personalidades destacadas de la esfera de las artes,

equivocando la dirección de la investigación, dejando de lado el tema principal, el impulso

creador.

DISCUSIÓN

El objetivo del presente trabajo fue revisar las propuestas de Melanie Klein y Donnald Winnicott

sobre los orígenes de la creatividad o impulso creador, situarlos en relación entre sí y con los

planteamientos freudianos. Resumiré brevemente lo revisado hasta acá para proseguir con el

planteamiento de algunas divergencias y convergencias.

Freud aborda el problema de la creatividad desde la figura del poeta. Para él, la creación literaria

es una actividad homóloga al fantasear del hombre y tiene su antecedente en el juego del niño.

Al igual que el juego y el sueño, el fantaseo es un cumplimiento de deseo (Freud 1908). La

fuerza pulsional de las fantasías, y por lo tanto del impulso creador, es una moción de deseo

insatisfecha, lo que remite en último término, a la pulsión sexual. Esta sufre mediante el

mecanismo de sublimación, una desviación de meta (1905), un cambio de destino (1915), en

lugar del coito se orienta hacia la producción de elementos culturales, entre ellos un texto. Pero

lo central, a mí parecer, es que el impulso creador (al menos hasta este momento en Freud), tiene

su origen en la pulsión sexual.

En Melanie Klein la pregunta sobre la creatividad se aborda también desde el prisma de la

creación artística, aunque no literaria, sino visual. Reflexiona sobre el caso de una mujer que

logra superar un estado de melancolía y vacío interior gracias a un impulso creador. Utilizando

como clave el tipo de cuadros (retratos), deduce que el impulso creador nace de la necesidad de

reparar el daño que en la fantasía le ha provocado a la madre mediante sus ataques sádicos.

Fundamenta su teoría en la observación de similares impulsos creadores en niños, materializados

en dibujos, subsecuentes a la aparición en el análisis de mociones sádicas-destructivas (Klein

1929). La reparación es sentida como una obligación que está a su vez determinada por la

identificación con el objeto amado. Esta identificación permite que el yo sienta culpa por la

destrucción y emprenda las tentativas de reparación (Klein 1935). Sin embargo, si los

sentimientos de culpa y ansiedades son demasiado intensos, el efecto final será una inhibición de

la creatividad y/o un cuadro depresivo (Klein 1937) como en el caso de Ruth Kjar. Hasta este

punto queda claro que la génesis del impulso creador tiene que ver con el establecimiento de la

reparación y por lo tanto de la culpa, introyección del objeto total (y las ansiedades

correspondientes), es decir con la entrada a la posición depresiva.

Winnicott comienza su desarrollo desde un lugar completamente diferente. Critica al

psicoanálisis, afirmando que ha equivocado el rumbo en el estudio de la creatividad al centrarse

excesivamente en la figura del artista, y afirma que para ser creativo, no hace falta ser artista

(Winnicott 1972). Define la creatividad (y es el único de los tres que comienza por definirla),

como el hacer que surge del ser, la capacidad de ver las cosas de un modo nuevo. Es entonces,

más que un atributo, un modo de ser en el mundo. Vivir creativamente es vivir sin ser aniquilado

por sumisión a lo externo. (Winicott 1970). Es lo que hace que el individuo sienta que la vida

vale la pena (Winnicott 1972). La creatividad se expresaría tanto en la producción de una obra de

arte como en la cocina. El origen la creatividad se remontaría a la experiencia primaria de

omnipotencia, permitida por la madre antes de la instalación del principio de realidad (Winnicott

1970). El objeto transicional sería en este marco, el último objeto verdaderamente creado.

Existiría por lo tanto un vínculo entre el vivir creador y el vivir mismo. Pese a que todos

conservamos la capacidad creadora (si pasamos por la experiencia de omnipotencia inicial), esta

puede perderse, o más bien, ocultarse por situaciones ambientales como el trabajo o el

matrimonio y también en el caso extremo de la violencia y persecución política. Sin embargo,

hasta en ese extremo algunos individuos conservarían el impulso creador. Finalmente es

importante remarcar que la ausencia de creatividad, la sujeción total al mundo, el acatamiento

hipertrófico de la realidad, así como su opuesto radical, implican dos formas de psicopatología

presente en los pacientes que acuden a un analista (Winnicott 1972).

Antes de establecer puntos de convergencia o divergencia resulta conveniente situar

temporalmente los artículos revisados en la obra de cada uno de los autores. Freud escribió “El

creador literario y el fantaseo” en 1907, es por lo tanto, un artículo que deja abiertas muchas

preguntas (Chasseguet-Smirgel 1999) y permite continuar diferentes especulaciones sobre los

orígenes de la creatividad. En el polo opuesto, Winnicott publica Realidad y Juego como

corolario de sus aportaciones a la teoría psicoanalítica por lo que estaríamos autorizados a pensar

que lo que plantea son sus ideas “definitivas”, sobre los orígenes de la creatividad. Las

publicaciones de Klein, se sitúan en un punto intermedio, ya que si bien se asientan sobre la

posición depresiva, aún no está presente en la obra de Klein la formulación de la posición

esquizo-paranoide, punto de máximo desarrollo de su teoría.

Tanto para Freud como para Klein, la condición de existencia del impulso creador, implica el

establecimiento de una relación objetal que mediatice la pulsión, ya erótica o destructiva. Para

Winnicott en cambio, el impulso creador es algo mucho más primario, tiene su origen en la

experiencia inicial de omnipotencia que es previa al establecimiento de la posición esquizo-

paranoide y por lo tanto a toda relación objetal, está en directa relación con la función materna y

su capacidad de presentar el mundo. Desde un punto de vista estrictamente ontogénico-temporal,

para Winnicott el impulso creador se establece antes que para Freud y Klein.

Para Freud, el mecanismo que permite el despliegue de la creatividad es la sublimación, el

cambio de meta pulsional desde el coito hacia la producción artística. En Klein, lo que subyace a

la sublimación es la reparación. Winnicott no aborda este punto, ya que para él, la creatividad y

el vivir creativamente es el equivalente a la existencia, a no someterse ni ser aniquilado por el

ambiente, un fenómeno que va de la mano con el sentimiento de mismidad. Aquí alcanzamos,

desde mi punto de vista, la diferencia central entre los autores, que deja en evidencia profundas

divergencias metapsicológicas. Contrariamente a lo planteado por Green (2000), esta vez es

Klein quién se ubica en un punto intermedio, el origen último de la creatividad estaría en las

pulsiones, pero reconoce la importancia del ambiente para el establecimiento del impulso creador

(Klein 1929, 1935, 1937). En términos filosóficos, el crear de Freud y Klein se alinea con la

tradición griega, como la generación de una producción algo a partir de una realidad

preexistente, en cambio el crear de Winnicott evoca una perspectiva judeo-cristiana, la creación

divina de algo a partir de la nada (Ferrater 2008), acercándose más a la experiencia mística.

Con respecto a la psicopatología, podría plantearse que en Freud, una sublimación insuficiente

inclinaría al sujeto predispuesto hacia la neurosis o bien la perversión. En Klein, la

hiperintensidad de los sentimientos de culpa determinaría la imposibilidad de llevar a cabo la

reparación con la consecuente falta de creatividad y sentimientos depresivos. En Winnicott el

fracaso extremo en que todo lo original y creador esté perdido, determinará en última instancia

que al sujeto no le importe estar vivo o muerto.

Llegado a este punto, debo manifestar que en términos globales, los aportes de Winnicott me

parecen de una originalidad mayor, mueven los límites del psicoanálisis más allá que los de

Klein y Freud. Primero porque logran descentrar la cuestión de la creatividad del análisis de la

producción artística, segundo por la precocidad en la que sitúa la experiencia creadora y tercero

porque permiten agregar la creatividad y/o su ausencia a las reflexiones que nos generan

pacientes que parecieran en algún punto alienados por la exterioridad, embarcados en trabajos

que no los satisfacen o absorbidos por los problemas de sus relaciones de pareja.

Como la finalidad de mi trabajo era la puesta en relación de los autores revisados, he descuidado

la riqueza de los planteamientos individuales en virtud de discutir las convergencias y

divergencias entre ellos, aspectos que he pasado por alto y que han sido tratados en profundidad

por diversos autores son; la diferencia entre el sueño diurno y la fantasía inconsciente con sus

consecuencias para el proceso creativo, la creatividad como una derivada de la necesidad de

tramitar experiencias traumáticas y el papel del narcicismo en la creación entre otros

(Chasseguett-Smirgel 1999, Infante 1999).

Debo confesar que tuve dificultades en crear en mi mente la imagen mental del bebé como

creador omnipotente. Una vez más vino en mi auxilio la literatura proporcionándome una bella

representación de estos primeros momentos. Compartiré un pequeño fragmento de una novela

para finalizar el presente trabajo: La quinta parte de 2666 de Roberto Bolaño (2004), trata sobre

la vida de un autor germánico de la posguerra, la particular personalidad del escritor, lo llevó a

participar en la 2º Guerra, dedicarse a la escritura y a terminar perdido en el desierto de Sonora

mexicano, la narración de su vida comienza desde muy temprano y es precisamente esto, lo que

quiero compartir.

“En 1920 nació Hans Reiter. No parecía un niño, sino un alga… Lo que le gustaba era el fondo

del mar, esa otra tierra, llena de planicies que no eran planicies y valles que no eran valles y

precipicios que no eran precipicios… cuando la tuerta lo bañaba en un barreño, el niño Hans

Reiter siempre se deslizaba de sus manos jabonosas y bajaba hasta el fondo, con los ojos

abiertos, y si las manos de su madre no lo hubieran vuelto a subir a la superficie él se abría

quedado allí, contemplando la madera negra y el agua negra donde flotaban las partículas de su

propia mugre, trozos mínimos de piel que navegaban como submarinos hacia alguna parte…

solo existía el movimiento, que es la máscara de muchas cosas, incluida la serenidad…”

CONCLUSIONES

En el presente trabajo me propuse revisar los planteamientos de Melanie Klein y Donnald

Winnicott referentes a los orígenes de la creatividad y situarlos en relación tanto entre ellos como

con los planteamientos freudianos. Para Freud la creación es análoga al fantaseo (sueño diurno),

al sueño y al juego, obtiene su impulso de mociones de deseo insatisfechas que en último

término remiten a la pulsión sexual que por el mecanismo de sublimación logra expresarse en

una obra de arte. Para Klein, la creatividad tiene su origen en la necesidad de reparación que va

de la mano con el sentimiento de culpa por el daño al objeto bueno, con el que el bebé ahora se

identifica e incorpora como un objeto total. Para Winnicott el impulso creador tiene su origen en

una experiencia aún más primaria de omnipotencia creadora del mundo.

Winnicott se diferencia de Freud y Klein de manera más notoria en este punto, ya que la

experiencia creadora sería anterior al establecimiento de una relación objetal. Se relaciona con el

vivir creativamente, es equivalente a existir, en oposición a la ausencia total de creatividad que

implicaría que al sujeto le es indiferente la vida o la muerte. En términos filosóficos, la noción de

creatividad de Winnicott se aproxima más a la derivada de la tradición judeo-cristiana que a la

desarrollada por los griegos, desde mi punto de vista esto ubica al impulso creador cerca de lo

que conocemos como experiencia mística. Winnicott critica al psicoanálisis en su aproximación

a la creatividad a través del análisis de artistas y obras de arte, señalando que para ser creativo no

hace falta ser talentoso.

Finalmente dejo en claro que al poner el énfasis en las convergencias y divergencias entre los

autores revisados, he descuidado la riqueza específica de cada planteamiento dejando abierta la

puerta para continuar la discusión.

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