No señor yo no me casaré, estoy enamorada pero de otra mujer

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X Congreso Argentino de Antropología Social Facultad de Filosofía y Letras UBA Buenos Aires, Argentina 1 X Congreso Argentino de Antropología Social Buenos Aires, 29 de Noviembre al 02 de Diciembre del 2011 GT 18 - Antropología y Sexualidades No señor, yo no me casaré, estoy enamorada pero de otra mujer Rosario Castelli, GLEFAS/UBA.

Transcript of No señor yo no me casaré, estoy enamorada pero de otra mujer

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X Congreso Argentino de Antropología Social

Buenos Aires, 29 de Noviembre al 02 de Diciembre del 2011

GT 18 - Antropología y Sexualidades

No señor, yo no me casaré, estoy enamorada pero de otra mujer

Rosario Castelli, GLEFAS/UBA.

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No señor yo no me casaré

Así le dije al cura y así le dije al juez.

No, no, no, no señor yo no me casaré

Estoy enamorada pero me aguantaré.

Yo no me caso compadre querido

Porque la vida es puro vacilón

No puedo hallar el amor consentido

Que sea la dicha de mi corazón.

Por eso quiero pensar un poquito

Pa' no meter las cuatro patas de un jalón.

Al encontrarme un amor le digo 'véngase usted'

Y al rato digo 'pos, no, no se puede.'

Y si me quiere amarrar le digo 'yo no podré

Mejor se busca por ahí otro querer.'1

Diversidad e igualdad son dos conceptos que han sido gastados en su uso en la

discusión en torno a la ampliación de la institución matrimonial para incluir a parejas

conformadas por personas del mismo sexo, que tuvo lugar especialmente durante el

año pasado y derivó en la sanción de una nueva ley de matrimonio. Sin embargo,

ninguno de los dos conceptos resulta realmente útil para analizar las relaciones

sociales y de poder que atraviesan este debate, cuando lxs diversxs son iguales

entre sí.

“Ni queremos ser iguales (a quién?), ni queremos integrarnos, ni queremos ser

normales, ni queremos los piadosos derechos que nos otorgaría el estado a cambio

de las posibilidades superadoras” dice Martín, de la CHA, en respuesta a los

festejos virtuales que se sucedieron a la aprobación de la ley.

Es mi interés en este trabajo realizar un análisis sobre las diferentes posturas

que entraron en tensión durante la primera mitad del año 2010 con respecto al

1 Clásica ranchera mexicana compuesta por Sebastián Curiel (1958). “No no no no señor yo no me

casaré estoy enamorada, pero de otra mujer”, “yo soy lesbiana porque me gusta y me da la gana” afirman una y otra vez las lesbianas feministas latinoamericanas en cada marcha.

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“matrimonio gay”2. Considero que no se ha realizado un trabajo en profundidad que

tomara en cuenta todas las posiciones al respecto, que por la actual coyuntura

política, parecieron quedar resumidas en dos: la igualdad o la ultraderecha católica

conservadora.3

Este hecho histórico que tuvimos la suerte de presenciar, se tornó una más de

las conquistas sociales del gobierno kirchnerista, derivando por ejemplo en que

durante el festival por el día internacional de los Derechos Humanos en diciembre

de 2010, pudiéramos ver, con las tecnologías más avanzadas disponibles, en una

proyección sobre toda la Casa Rosada, con los colores de la bandera del orgullo y el

título igualdad, imágenes de parejas del mismo sexo, festejando el matrimonio.

Debido justamente a que aún no hay demasiado escrito sobre lo que significó

esta discusión, -aunque sí podemos encontrar bibliografía sobre el tema en general

a partir de experiencias en otros países- para este trabajo tomo distintas fuentes a

través de las cuales se expresaron las diferentes posturas y actorxes involucradxs.

En este sentido recupero algunas discusiones que tuvieron lugar a través de listas

virtuales de comunicación académica y activista en Argentina, actividades públicas

que contaron con la participación de sectores de izquierda, actividades que llevamos

a cabo distintos grupos de activistas en respuesta al debate por el matrimonio y los

discursos de diputadxs, senadorxs y otrxs participantes de las audiencias

legislativas.

Me interesa además realizar una reflexión a partir de este campo particular y

tan actual, sobre nuestras implicancias como feministas e investigadorxs en el

campo de las sexualidades y los géneros. Una de las características del feminismo,

o por lo menos de ciertos sectores del feminismo que apuntan a producir un

2 De todos los términos con los que se lo nombró, utilizaré el de “matrimonio gay” (a partir de ahora sin

comillas) por una cuestión práctica (es la forma más directa) y gay porque no me parece que sea ni de putos, tortas, ni travas. De los otros términos disponibles creo que el matrimonio de ninguna forma es “universal”, ni “igualitario” y “personas del mismo sexo” debería ser sometido a una discusión crítica sobre cuáles son los sexos disponibles y que significa ese “mismo”. 3 Esta polarización no resulta original sino que más bien se puede leer como el modus operandi de los

debates sociales de los últimos años, K o derecha, campo o ciudad, etc. Se lee también a veces como si estar a favor del matrimonio fuera estar a favor del gobierno. Lo importante, lo más importante de todo, es tener una postura tomada al respecto y eso fue lo que pasó: o estás a favor del matrimonio gay o estás en contra. Me pregunto qué pasa con quienes no entramos en ninguna de las dos categorías.

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conocimiento geopolíticamente situado, es que la lucha se da en todos los frentes

de forma imbricada. Es decir, la academia y el activismo no están disociados, sino

que la producción de conocimiento es política, las sexualidades, los géneros y la

vida cotidiana son espacios de lucha política.

¿Primero el matrimonio… luego la revolución?: sobre la efectividad de las

estrategias fragmentadas

Ya a fines de los 80‟s Paula Ettelbrick, lesbiana feminista activista por los derechos

civiles en Estados Unidos, afirmaba que el matrimonio es una institución construida

desde el sistema patriarcal, que valida un solo tipo de relaciones por sobre el resto y

que de ninguna forma es el camino hacia la liberación. Todo el trabajo que la

comunidad lesbiana y gay ha realizado para sentar las bases que revolucionaran los

puntos de vista de la sociedad en torno a la familia, queda subsumido a una

asimilación forzada al discurso convencional, alejándose cada vez más de una lucha

por la justicia que transforme las desigualdades sociales (Ettelbrick, 223).

Lo cierto es que si analizamos la historia de los movimientos sexopolíticos de

los últimos cuarenta años, podemos observar un abismo entre aquellos ideales

revolucionarios de los 60‟s y las agendas políticas actuales de los llamados

movimientos LGTB articuladas en torno al nuevo “sujeto de derecho”, la inclusión y

la igualdad.

Ya en los 60´s, la consolidación del concepto de patriarcado en tanto sistema

político y moral caracterizado por la hegemonía masculina, permitió articular nuevas

demandas por parte de las mujeres que no se limitarían simplemente a la

consecución de derechos. Con el emblema “lo personal es político” el feminismo se

constituyó con el objetivo de subvertir el orden moral, social político y económico de

la mano de lo que fue la izquierda contracultural sesentaiochista (Valcárcel: 24). La

revolución sexual y moral que siguió al Mayo Francés, la Guerra de Vietnam y los

movimientos contestatarios y contraculturales en Estados Unidos, implicaban un

cambio en la moral, las costumbres, las relaciones afectivas, los placeres, las

libertades sexuales y la propagación de los usos de métodos anticonceptivos. Se

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pusieron en cuestionamiento algunas de las dicotomías básicas del sistema

patriarcal, en especial en relación a la división sexual el trabajo y a la separación de

las esferas pública y privada.

El movimiento NOW (National Organization for Women) fundado por Betty

Friedan fue el exponente del feminismo liberal en los sesentas, que apuntaba a una

revisión de los códigos legislativos para lograr la igualdad jurídica y el ejercicio de los

derechos adquiridos, así como también la incorporación de las mujeres a la vida

pública, laboral y política, compatibilizándolo con su rol al interior de la familia.

Postulaban una reforma del sistema considerando la situación de las mujeres en

términos de desigualdad. El Movimiento de Liberación de la Mujer, planteaba una

fuerte posición antisistema, distanciándose del feminismo liberal, y explicitando la

necesidad de la separación de los varones.

En alianza con los grupos antirracistas y los movimientos de derechos civiles,

surge el NYRW (New York Radical Women, 1967), que “se definía como

anticapitalista, antirracista y en lucha contra la supremacía masculina” (Puleo, 1994).

Kate Millet es considerada una de las principales referentes del feminismo radical en

los setentas, y Sexual politics (1969) es su obra clave. El patriarcado es identificado

como el sistema básico de dominación sobre el que se articulan los demás

sistemas. La experiencia personal se politiza en la radicalidad en términos de

opresión compartida, la relación entre los sexos es política. El feminismo radical da

lugar a lo que sería conocido luego como feminismo cultural o feminismo de la

diferencia.

Ahora bien, siguiendo con una línea cuestionadora del esencialismo identitario

estratégico que adoptó el movimiento feminista hegemónico con respecto al ser y

hacerse mujer, y con la idea de contribuir a la producción de un conocimiento

geopolíticamente situado, me interesa rescatar algo de lo que se vivió fuera de este

centro. Al construir las genealogías feministas desde y en los márgenes, es

fundamental resaltar la producción teórica y el pensamiento de las feministas

lesbianas, indígenas, inmigrantes, afrodescencientes, latinas, y tercermundistas, de

clase trabajadora en los EEUU. “El quiebre que el llamado black feminism y el

movimiento de mujeres de color y tercermundistas en los EEUU produce dentro de

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la categoría mujer de corte universalista, esencialista y moderno ha resultado en una

fuente inagotable de producción teórica y un gran impulso a los estudios feministas y

de género. Las teóricas feministas más prestigiosas, aquellas cuyos postulados

gozan de mayor legitimidad contemporánea no han podido dejar de reconocer sus

deudas con los aportes de feministas como Gloria Anzaldúa, Cherry Moraga, Ana

Castillo, Norma Alarcón; ni con las feministas negras como bell hooks, Audre Lorde,

Patricia Hill Collins, Barbara Smith, Cheryl Clarke, Angela Davis o las reunidas a

mediados de los setentas en el Combahee River Collective. Todas ellas han sido

parte de un programa amplio de denuncia y deconstrucción del saber

pretendidamente universalista del feminismo blanco occidental” (Espinosa y Castelli,

2010).

Es aquí donde podemos rastrear los orígenes del pensamiento queer, que

tanto trabajo ha hecho en esta era postidentitaria por deconstruir la identidad del

sujeto monolítico de los movimientos sociosexuales constituido a partir del binarismo

sexo-género. De aquí devienen los postulados del último acercamiento a la

explicación de producción de subjetividades desde los aportes del feminismo

postestructuralista, con Judith Butler como la autora más reconocida y de mayor

influencia. Las teorías de la performatividad, la teoría queer, las sexualidades

disidentes, la construcción y la problematización de las identidades y las

subjetividades.

En América Latina, las incipientes organizaciones sexopolíticas surgidas al calor de

la militancia revolucionaria de los 70‟s, fueron aplastadas por las dictaduras militares

y la recuperación fue bastante difícil. Como plantea la feminista hondureña Breny

Mendoza, “la crueldad de las dictaduras y la muerte de lo político-público en el Cono

Sur consiguieron politizar lo privado y activar a las mujeres políticamente de una

manera singular”. Consolidando sus luchas desde los espacios de la vida cotidiana,

la familia y la comunidad, las mujeres reconfiguraron la esfera pública a través de la

esfera privada, reconfiguraron el vínculo entre lo político, el cuerpo, el género, la

sexualidad y la violencia (Mendoza, 2009).

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El retorno a las democracias electorales y la explosión de las políticas

neoliberales en los 90s encontraron a las feministas y a las izquierdas

latinoamericanas, “ambas clasemedieras, urbanas, mayoritariamente blancas y

mestizas hasta hace poco”, entregándose a la democratización neoliberal que se

presentaba como única alternativa posible a la militarización y contribuyendo así a

seguir manteniendo el proyecto colonial (Ídem).

En los 90‟s se observa una internacionalización del activismo, con la

cooptación del discurso de los derechos humanos por parte de los organismos

internacionales, los colectivos se institucionalizan, se produce el fenómeno que

Sonia Álvarez denominó la ongización del movimiento, que pasa a cubrir al estado

en todas aquellas áreas que había dejado vacantes en su retirada, pero deviniendo

fuertemente dependiente de las agendas políticas y de financiamiento de las

agencias internacionales.

En Argentina, luego de la crisis del 2001, el resurgimiento de los movimientos

sociales y las organizaciones colectivas junto al gobierno “nacional y popular” de la

mano de Néstor Kirchner que impulsó una fuerte política en el campo de los

derechos humanos, sentaron las bases que harían posibles las demandas por los

derechos y la igualdad jurídica. En este contexto se plantea el debate por el

matrimonio gay. Sin embargo, todo el camino realizado por repensar la forma en que

se construyen las identidades, parece diluirse en estas dos posturas dicotómicas en

las que se resumió el debate. Las identidades en estos discursos aparecen

subsumidas a un campo de producción de saber y discurso que las fija y las

reactualiza en su lugar prototípico, repetitivo, esencialista de la diferencia sexual y

de cualquier otra diferencia posible.

Solo basta observar las imágenes utilizadas en las campañas que realizaron

las organizaciones que impulsaron el proyecto de ley, con la Federación Argentina

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LGBT4 a la cabeza, y el INADI

5 como principal apoyo político (Imágenes 1 y 2 en

Anexo).

Además también los partidos de izquierda se implicaron fuertemente en esta

demanda que pasó a ser prioritaria en el terreno de los derechos humanos. Esto

llama aún más la atención, ya que parecería entrar en tensión con la posición

antisistema y revolucionaria que históricamente suelen expresar estos partidos. Sin

embargo se puede leer en concordancia con una postura que se encuentra cada vez

más extendida en la sociedad, que tiene que ver con lograr la separación definitiva

entre la Iglesia y el Estado. Y en este sentido, la aprobación del matrimonio gay y el

apoyo con el que contó por parte del gobierno, se puede decir que fue un paso más,

pero hay que cuestionar no obstante, a qué costo se logra esto. En muchos casos

resulta sorprendente la forma en que algunos partidos de izquierda adhieren tan

fielmente a los discursos de la Federación LGBT y otras organizaciones altamente

institucionalizadas, lo que da cuenta de poca profundización propia en el trabajo

sobre cuestiones de género y sexualidad al interior mismo de los movimientos y los

grupos de trabajo.

Parece diluirse también toda posibilidad de dar cuenta de los efectos de la

imbricación de los regímenes de poder de raza/clase/ género/ (hetero) sexualidad

que atraviesan la vida social, de las especificidades de las diferentes y múltiples

opresiones. Somos iguales, una mujer es igual a un puto, a un negro, a un judío y a

un divorciado. ¿Y qué pasa con aquellas que además de ser mujeres, son

lesbianas, negras y divorciadas? ¿Y si además de todo son pobres? Esta pregunta,

que ya se hacían las feministas lesbianas, indígenas, inmigrantes,

afrodescencientes, latinas, y tercermundistas en los 60‟s, es retomada en el

paradigma académico actual en las ciencias sociales bajo el concepto de

“interseccionalidad” acuñado por Kimberle Crenshaw en 1989, que podría

4 La Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans agrupa a una serie de

organizaciones activistas por la diversidad sexual, conformando un colectivo que representa al sector hegemónico y más financiado del “movimiento”. 5 El INADI (Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo) es un organismo

que depende del Estado y que si bien fue creado hace ya 15 años, es a partir de este gobierno que adquiere su mayor visibilidad.

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equipararse con el concepto de diversidad que mencionábamos al principio,

políticamente correcto pero de muy poco peso real a la hora de producir un cambio

en la mirada (Imagen 3 en Anexo).

Es difícil creer que Natalia Gaitán6 estuviera pensando en casarse. Más bien la

lucha concreta en la vida cotidiana era tan simple y compleja como poder salir a la

calle de la mano con otra mujer, o expresar abiertamente su orientación sexual.

Nadie niega que el matrimonio modifique la situación actual de muchas parejas y

familias, pero la respuesta no puede pasar por una serie de soluciones

fragmentadas, “una lucha a la vez”, la “disputa por lo mínimo”.

El contraataque: de la cultura a la naturaleza

En los días previos al debate parlamentario que derivó en la sanción de la ley,

algunos sectores conservadores de la “moral y las buenas costumbres” y

fundamentalistas religiosos católicos y evangélicos, convocaron a una marcha "en

nombre de la familia" y de “los niños” en el congreso. “Los chicos tenemos derecho

a mamá y papá” esta frase empapelaba la ciudad, acompañada muchas veces por

personas vestidas de naranja, juntando firmas en distintas esquinas en contra del

matrimonio gay.

Las organizaciones provida suspendieron por unos meses su perseverante

lucha en contra de la legalización del aborto, para ocuparse de la amenaza que

representaba la posibilidad de que dos personas de un mismo sexo pudieran

llamarse a sí mismas matrimonio y formar familias, tener hijxs, adoptar.

La familia se presenta como uno de los últimos bastiones de resistencia del

sistema hegemónico, que parecen seguir intactos en el imaginario colectivo,

invisibilizando las múltiples formas que el parentesco adopta en la actualidad en las

distintas culturas y al interior del mundo occidental. La heterosexualidad obligatoria

como institución política produce la exclusión y estigmatización de las formas de vivir

la sexualidad que no se corresponden con el sistema heteronormativo. Esto

6 Natalia Gaitán, pobre, de 27 años, residente en la ciudad de Córdoba, asesinada de un balazo de

escopeta por el padrastro de su novia el 7de marzo de 2010.

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posiciona a la familia como un espacio social de lucha política, apoyando la

afirmación que sostiene que lo personal es siempre político.

En este contexto valeria flores afirma que “la figura de la familia, a pesar de

todas sus transformaciones, sigue vigente como modelo hegemónico de los

contratos afectivos, monopolizando el ideal de la felicidad bajo los principios de

monogamia, cohabitación y economía compartida” (valeria flores, 2010).

“Me preocupa qué vamos a hacer con la educación sexual, porque a partir de

este proyecto de ley la sexualidad se construye”7 dice la senadora Negre de Alonso

en la sesión decisiva en el congreso que duró unas 14hs, “Ahora no hay una sola

sexualidad”. Ese día y en todas las sesiones previas, se escucharon argumentos

que aludían a una esencialización dicotómica de las identidades y a una adscripción

absoluta al sistema sexo-género. Se escucharon también argumentos alegando que

la homosexualidad era una “patología”, una “anormalidad”. Pero básicamente el

principal argumento fue –y es- que lo natural es la heterosexualidad, ergo, todo lo

que no entra en esa categoría es anti-natural. “¿Por qué defendemos la familia?:

porque la inteligencia reconoce en la realidad y la naturaleza que el amor

matrimonial se funda en la diferencia sexual, la complementariedad corporal y

afectiva y la capacidad de procrear, ausentes en las parejas del mismo sexo. Es una

distinción real”.8

En este contexto, el concepto de pánico moral que Richard Miskolci retoma de

Stanley Cohen, resulta muy útil para “caracterizar la forma en que los medios de

comunicación, la opinión pública y los agentes de control social reaccionan ante las

irrupciones de ciertos estándares normativos”. Se define a una persona o a un grupo

de personas como un peligro para los valores y los intereses de la sociedad en su

conjunto (2007: 6). El foco en el miedo da cuenta de que las respuestas a estos

comportamientos que se alejan de lo socialmente aceptado y que son considerados

como una amenaza, no siempre parten de juicios racionales. A la vez estos juicios

cristalizan aquellas instituciones que intentan defender, en este caso la familia,

7 Versión taquigráfica provisional de la sesión ordinaria de la Cámara de Senadores en la que se trató

el Matrimonio de parejas conformadas por personas del mismo sexo. 8 Extraído de un volante que repartía la agrupación “Familias Argentinas: argentinos por los chicos”

convocando a la marcha del 13 de julio.

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desconociendo su carácter de construcción histórica y política e invisibilizando la

multiplicidad de formas que adquiere en la actualidad.

Tal como plantea Luciana Guerra, este discurso sobre la familia en tanto

unidad afectiva que circula en la sociedad, invisibiliza las diferencias y la opresión ya

que no tiene en cuenta, “las relaciones de poder, las jerarquías por edad y sexo, la

Heterosexualidad Obligatoria, la división sexual del trabajo, el trabajo doméstico no

remunerado, la transmisión de valores patriarcales, la producción del binarismo

sexual y la reproducción de los estereotipos de género en el proceso de

socialización”. Los estudios de género y la teoría feminista permiten desnaturalizar la

idea de la “familia como una unidad armónica con intereses comunes”, y “ponen de

manifiesto los conflictos y las tensiones existentes en la misma” (Guerra, 2009:1).

La preservación de la institución familiar, mejor dicho, del imaginario

socialmente aceptado sobre cómo debe ser la institución familiar, opera muchas

veces como base para la discriminación y la exclusión de quienes no se adapten a

esta norma. Las formas hegemónicas que adopta la familia en cada cultura, resultan

funcionales a la reproducción del orden social, político y económico existente y por

lo tanto esta institución aparece amenazada por las diversas formas de

reconocimiento en términos de orientación e identidad sexual, que va más allá de

las prácticas concretas.

Volviendo al análisis de lxs actorxs invoclucradxs en este debate por el

matrimonio gay, resulta interesante rescatar la experiencia del grupo de Padres,

Madres, Familiares y Amigos de Gays y Lesbianas.9 Este grupo funciona hace ya 14

años como grupo de autoayuda, con reuniones mensuales a las que se incorporan

permanentemente nuevxs participantes, donde se intercambian experiencias,

vivencias, informaciones y materiales de lectura, en un proceso colectivo que apunta

a la aceptación de la homosexualidad de lxs hijxs.

En los últimos años, se hizo más evidente en este grupo la fuerte convicción de

que su tarea es la de contribuir a lograr una sociedad que no discrimine a quienes

manifiesten una sexualidad no heteronormativa: “yo soy la que milita, no mi hijo”

dice Irma Fischer en una entrevista en Página 12, y sostienen “se puede pelear en

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los dos frentes, el cambio cultural y el jurídico-legal” con lo cual están a favor de las

luchas por la igualdad jurídica y contra la discriminación llevadas a cabo por las

organizaciones sexopolíticas en la actualidad. Consideran que “Los avances no los

hace la sociedad, los hacemos nosotros por estar más cerca de nuestros hijos” (nota

de campo) (Imagen 4 en anexo).

Participaron durante el debate por el matrimonio, en varias entrevistas

mediáticas, en los actos realizados por la Federación, en las audiencias del

congreso. Se podría decir que salieron del closet. Sin embargo, lo interesante, es

que al preguntarles a los padres y las madres, si sus hijxs iban a casarse o si

manifestaban deseos de hacerlo, ningunx respondía que sí, de hecho lxs hijxs

estaban mucho más alejadxs del debate que ellxs, o si se acercaron fue para

acompañar a sus padres y a sus madres. Ellxs consideran que el derecho tiene que

estar, no por el derecho en sí mismo, sino porque contribuye a la transformación

social por la que luchan, una sociedad más respetuosa e inclusiva que elimine todas

las formas de discriminación. 10

¿La tercera vía?

Richard Miskolci y valeria flores citan a Judith Butler como una de las principales

voces críticas que cuestionan los objetivos de los movimientos de gays y lesbianas

en Estados Unidos: “el impulso que se da en la actualidad al matrimonio gay es en

cierta medida una respuesta al Sida y, en particular, una respuesta avergonzada,

por la que la comunidad gay busca repudiar su llamada promiscuidad, por la que

aparecemos como saludables, normales y capaces de sostener relaciones

monógamas en el tiempo” (Butler, 2004). Vale destacar, y en esto coincido con

Butler, que no es tan fácil decir si se está a favor o en contra del matrimonio gay,

pero lo que si es necesario muchas veces es manifestar de alguna forma la reacción

9 PFALyG: www.familiaresdegays.org

10 Esta es la bandera que realizaron este año y con la que participan como grupo en las marchas y los

actos.

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frente a los argumentos homofóbicos y ultraconservadores contra las sexualidades

disidentes, que se expresan muchas veces de forma muy violenta.

“Vivimos en una época en donde el diálogo político está tan vaciado de utopía

que la lucha se vuelve una disputa por lo mínimo. Un debate con la iglesia

fundamentalista rebaja el horizonte de mirada y de la lucha del mundo por venir.

Quiero decir que ante el fundamentalismo cualquiera es progresista. „Ganarle‟ a la

derecha facista y al opus dei debe ponernos felices pero ¿cuál es el costo de esta

„ganancia‟ cuando en la pugna hemos abandonado ideales preciados del mundo

que queremos (de)construir?” (Yuderkys Espinosa M. en un mail a la lista virtual de

feministas autónomas).

La igualdad se encuentra asociada a la posibilidad de elegir, en iguales

condiciones de posibilidad de elección. La pregunta es cómo se logran esas

condiciones de posibilidad y si realmente creemos que el matrimonio es un camino

hacia esa igualdad. “¿Se trata de incluir la diferencia o de buscar caminos que nos

permitan complejizar la identidad del sujeto? ¿Cuando incluimos la diferencia, no

estamos haciendo acto del ejercicio mismo de exclusión? ¿Quiénes son los iguales?

¿Quiénes son los distintos?” (Espinosa Miñoso, 2002).

En una reunión con activistas de distintos grupos compuestos especialmente

por lesbianas feministas, frente a los ataques heterosexistas y las respuestas contra

el matrimonio gay, decidimos realizar una acción colectiva para manifestar nuestro

rechazo, sin adoptar como propia por eso la demanda por el reconocimiento legal.

En este sentido y para dejar claro que era una acción contra y no a favor, realizamos

una intervención a uno de los afiches con el que “los naranjas” empapelaron la

ciudad.

El objetivo fue intervenir la ciudad de Buenos Aires el día anterior a la

marcha, con distintas imágenes de amor, afecto y cuidado entre seres humanos

agrupados en núcleos y comunidades afectivas de diversa índole y por fuera del

mandato normativo. La idea era desestructurar y desnaturalizar la idea occidental,

heteropatriarcal, monogámica, alterofóbica y etnocéntrica que sostiene una única

forma de familia como válida (la familia tradicional, mamá, papá, hijos) y que niega

así cualquier otra configuración posible. (Imágenes 5 y 6 en Anexo)

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Lo cierto es que el debate por el matrimonio gay, además de constituir una

demanda por la ampliación de los derechos civiles, logró desencadenar un fuerte

debate nacional que, excediendo las paredes de los ámbitos legislativo y judicial,

involucró e involucra a la sociedad en su conjunto. (Organizaciones sindicales, ONG,

organizaciones sociales, partidos políticos, instituciones educativas, instituciones

religiosas, cientistas sociales, artistas, etc.). Para bien o para mal es cierto que el

tema se puso sobre la mesa, y no de forma figurativa, sino que se discutió en

muchos ámbitos, en las casas, las familias (en todas sus formas), en las escuelas.

La gente se implicó, muchxs salieron a las calles a manifestarse en las diferentes

marchas.

Es cierto también que constituye en un pequeño paso para deslegitimar, o por

lo menos desestabilizar, el poder absoluto y el control de la Iglesia Católica sobre las

personas. Además, el hecho de que los más extremos fundamentalismos se

explicitaran de esta forma, hizo que aquellxs que aún tenían alguna duda se

posicionaran a favor de “la igualdad” o por lo menos contra “los naranjas”.

Sin embargo, visto desde afuera de la dicotomía y con el silencio en el que se

mantuvo el tema durante este tiempo posterior a la aprobación de la ley, es fácil

sospechar que no es muy profunda la transformación social que todo esto provocó.

O por lo menos implicará un largo proceso en muchos otros frentes que de ninguna

forma el matrimonio alcanza a cubrir.

Desde un análisis de las condiciones materiales concretas de la vida de las

personas, el matrimonio, plantea valeria flores, es un contrato que privilegia “a las

clases sociales medias, quienes tienen propiedades y transmiten herencias, poseen

ciertos órdenes de género, etnicidad y deseabilidad social” y para reforzar esto, cita

a la activista Maite Amaya cuando expresa que ““Para una travesti, por ejemplo, en

nuestra gran mayoría pobres, hacinadas en alguna pensión céntrica, con un capital

compuesto de una valijita con maquillajes y otra valija con ropas de prostituta

(básico para sobrevivir), tal vez algún colchón y un celular, el matrimonio no modifica

nada” (v.flores, 2010).

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Jules Falquet por su parte plantea que el movimiento lésbico ha venido

construyendo alternativas de vida concretas, cuestionando fuertemente el modelo

heterosexual que rige la sexualidad, la pareja y la familia, pero que hay una gran

parte del movimiento que no ha podido despegarse de los ideales románticos de

relacionamiento (Falquet, s/d).

Algunas representantes del movimiento de lesbianas feministas a través de la

lista virtual de feministas autónomas plantean:

Igualdad a quién te referís, en este mundo tan desigual. A los milicos asesinos

que andan sueltos, pero pueden casarse? a los violadores? a los machos que les

pegan a las mujeres y no son condenados, sino que lo son ellas por ponerse una

pollera corta?

Luego de los matrimonios, vienen las actas, las firmas, los sueños, la ciudadanía

al menos esa parte, seguro los sueños de vivir mejor, pero no será así porque del

otro lado pero al mismo tiempo también viene el desempleo, los crímenes por

odio, la lesbofobia sistemática que a cada paso nos recuerda que somos nada,

el racismo, la misoginia, y creo que lo más triste, el trago más difícil es la

desmovilización social.

No no no señor yo no me casaré.... Creo que esa fue la primera promesa que me

hice cuando me di cuenta que todo, absolutamente todo en la vida de la

burguesía que me crió tendía a someter mi voluntad, mi alegría, mi sexualidad,

mi ética, mi posibilidad de decidir entre el ser y el tener. Y yo sigo, terca,

queriendo ser con otras y no tener a una pareja.11

Algunas líneas para seguir indagando

Más allá de lo que significa la institución matrimonial, creo que desde las ciencias

sociales, nos debemos un debate que contemple la complejidad del campo y lxs

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diferentes actorxs implicadxs en la construcción de las sexualidades en tanto

relaciones sociales.

Cuando se aprobó el matrimonio gay lo primero que se escuchó, tanto en

ámbitos activistas como académicos fue: “Y ahora vamos por la identidad de

género”. Ahora que ya los gays y lesbianas somos iguales, ya podemos ocuparnos

de lxs trans, siempre relegadxs al último puesto en la sigla. Esto es avalado por los

organismos internacionales de financiación, que hace ya algunos años vienen

incidiendo fuertemente en la formación de líderes políticxs dentro del activismo

trans, así como también en los encuentros, alianzas y acciones realizadas en este

sentido.

Algunas de las preguntas que surgen a partir de este análisis: ¿Cuáles son los

conceptos de ciudadanía y derechos que estamos manejando y que constituyen uno

de los principales campos de investigación en los estudios de género y sexualidad

hoy en día al menos en América Latina? ¿Quiénes califican para ser sujetxs de (¿o

debería decir A?) esos derechos? ¿Qué ocurre cuando se le otorga al Estado el

monopolio del control de las sexualidades y de la representación social y se le pide

la legitimación de ciertas formas de relaciones sociales y afectivas por sobre otras?

¿Cómo inciden las agendas internacionales en las agendas locales de los

movimientos por “la diversidad sexual”? ¿Cuál es nuestro rol como investigadorxs en

este campo?

La realidad es que el campo de estudios de género y sexualidades en la academia

está tomando un protagonismo cada vez mayor en América Latina y especialmente

en Argentina. En estos últimos años se han multiplicado los centros de

investigación, los eventos académicos, las alianzas con el Estado, con ciertos

sectores del activismo, los seminarios, cursos, charlas, etc. Todo esto requiere una

vigilancia epistemológica permanente y una reflexividad sobre las propias prácticas

que contemple el carácter político y la influencia real que poseen los conocimientos

producidos en este campo.

11

Fragmentos de distintos mails extraídos de la lista virtual de feministas autónomas.

X Congreso Argentino de Antropología Social – Facultad de Filosofía y Letras – UBA – Buenos Aires, Argentina 17

Y esto de ninguna forma está dado por sentado. Por ejemplo, en un evento

académico de comunicación, géneros y sexualidades, uno de los mayores

referentes de un grupo de investigación sobre sexualidades, planteó, desde una

lógica fuertemente positivista, que su producción académica no era política, sino que

nuestro objetivo debería ser producir conocimiento objetivo sobre la realidad, y que

esto y el activismo eran dos esferas completamente separadas. ¿Qué concepto de

política estamos manejando para afirmar esto? La bandera del feminismo de las

últimas décadas resulta más pertinente que nunca para contrarrestar esto. Lo

personal es político.

En este sentido preguntarnos por el aparente abismo entre la revolución sexual y el

matrimonio, implica un cuestionamiento sobre nuestra propia práctica como

investigadorxs, y como feministas. Los saberes que se vienen produciendo en el

campo de estudios sobre género y sexualidad, son saberes escindidos del contexto

geopolítico e histórico, que no reconocen su propia relación con el proceso de

colonización, ni mucho menos con la colonialidad de las formas poder que se

construyen a partir de ese proceso y atraviesan todos los ámbitos de la existencia

social.

Es necesario que cuestionemos “las ausencias que los estándares académicos

permiten y alimentan, y las formas en que las prácticas feministas de producción de

saber se insertan y legitiman lógicas (re)productoras de inequidades y distribución

tradicional de los cuerpos en cuerpos cognoscentes y cuerpos cognoscibles”

(Espinosa y Castelli 2010).

La academia hegemónica que centraliza la producción de conocimientos en los

campos de género y sexualidad, no se plantea un cuestionamiento importante al

método científico y su rol en la producción de colonialidad y subalternidad debido a

la imbricación de raza/clase/ género/ (hetero) sexualidad /colonialidad. Esto

contribuye fuertemente a la idea de que es posible pensar en sujetxs universales de

estudio, y producir conocimientos generales que se puedan aplicar a todxs, entrando

en contradicción con los marcos conceptuales que plantean la necesidad de pensar

un saber geopolíticamente situado.

X Congreso Argentino de Antropología Social – Facultad de Filosofía y Letras – UBA – Buenos Aires, Argentina 18

Resulta fundamental reconocer los aportes de las feministas tercermundistas,

afrodescendientes, lesbianas e indígenas, quienes planteaban un hacer y un

conocer desde la experiencia, pioneras al explicitar la profunda imbricación existente

entre las diferentes estructuras de dominación, teniendo en cuenta la relación entre

la mirada androcéntrica y racista, la modernidad y la colonialidad. Esto sigue vigente

hoy en día, en la imposibilidad del feminismo y la producción académica, de

problematizar sus propios quehaceres, para dar cuenta de la colonialidad y la

dependencia que los atraviesa. El feminismo entonces, al ingresar a la academia se

formalizó en los estudios de género, obteniendo un lugar hegemónico de

reconocimiento al aceptar las condiciones propuestas por el régimen de opresión

determinado por la colonialidad, al cual estaba dirigida la crítica más profunda y

radical de su producción teórica.

Esto tiene que ver con las características geopolíticas y las implicancias

personales de lxs investigadorxes que ocupan un lugar hegemónico en la academia,

donde paradójicamente las mujeres negras, lesbianas, indígenas, provenientes de

hogares pobres siguen ausentes y excluidas, o como mucho recuperadas en tanto

sujetxs de estudio.12

Estas mismas ausencias son las que se reproducen en el

activismo, en las concepciones de sujetx de derechos y ciudadanía, en los debates y

en las demandas por la “igualdad”.

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12

Por citar solo algunos ejemplos de lxs sujetxs sociales que quedan excluidxs.

X Congreso Argentino de Antropología Social – Facultad de Filosofía y Letras – UBA – Buenos Aires, Argentina 19

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ANEXO

Imagen 1 Imagen 2

Imagen 3

Imagen 4

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Imagen 5

Imagen 6